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Spanish Pages [784] Year 1081
J. VICENS
VIVES
Gerona el 6 de junio de 1910. Muere en Lyon el 28 de junio de 1960. Discipulo de Antonio de la Torre y de Pedro Bosch GimpeNace
en
la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Barcelona. Licenciado en 1930.
ra
en
Doctorado en
en
la
Universidad
de
Barcelona
1936. Tesis doctoral: «Ferran |! ¡ la ciutat
de Barcelona». Dedicase a la enseñanza desde 1932 («Institut Escola» de Barcelona). para catedrático de
Oposiciones
Instituto
en
1934. Catedrático de Historia Moderna de la
Universidad de Zaragoza Barcelona (1948).
(1947)
y de
la de
actividades
científicas figuró, en primer lugar, la dirección del «Centro de Estudios Históricos Internacionales» de esta úlEntre
tima
sus
publica las revistas Español» (cuatrimestral, des-
Universidad,
«Indice Histórico
que
de 1953) y «Estudios de Historia Moderna» (anual, desde 1951). Publicó importantes estu-
Cataluña («Historia de los remensas», «El Gran Sindicato Remensa», «Juan I| de Aragón», etc.), obras de sodios sobre el
ciologia
histórica
obras
Económica,
española España»)
XV
en
sobre
temas
la
(«Aproximación y y
mundial otras,
de
(«Noticia
trabajos sobre
numerosos
derna),
siglo
Cataluña»), de Historia
Historia
la
a
general
Historia
de
(«Historia General Mo-
escritas,
que
permanecen
inéditas. última etapa de historiador, pasó del de campo de la Historia medieval al estudio la coyuntura histórica de los siglos XIX y XX generada por la revolución industrial. En los últimos años de su vida desempeñó la cáteEn
su
dra de Historia Económica de España en la Facultad de Ciencias Políticas y Económicas de la Universidad de Barcelona, y fue miembro del Comité para el Progreso de las Clencias Sociales de la UNESCO.
Jaime Vicens Vives MANUAL DE !
HISTORIA ECONOMICA DE ESPAÑA
manuales vicens— vives
JAIME
VICENS
VIVES
Catedrático de la Universidad de Barcelana
MANUAL DE
HISTORIA ECONOMICA DE
ESPAÑA
Con la colaboración de
JORGE
NADAL OLLER
Profesor de Historia Económica
en
la Unlversidad de Barcelona
EDITORIAL VICENS--VIVES
+
BARCELONA
edición, 1£59, Segunda edición, 1959, Tercera edición, 1964, Cuarta edición, 1965, Quinta edición, 1967, Sexta edición, 1967, Séptima edición, 1969, Octava edición, 1971 Primera
edición, 1972 reedición, 1974 Segunda reedición, 1975 Tercera reedición, 1976 Cuarta reedición, 1977 Quinta reedición, 1979 Sexta reedición, 1961 Novena
Primera
Depósito Legal: B, 9,.787-1981 ISBN: 84-31 6-1106-5 N.9 de Orden V.V.: C-111
O
J.
VICENS-VIVES, 1967
Prohibida la reproducción total o parcial de la presente obra sin permiso expreso, escrito, del Editor, Se exceptúan de esta prohibición las citas breves en artículos de periódicos o revistas destinados a reseñar esta obra. por
IMPRESO EN ESPAÑA PRINTED IN SPAIN Ecitado por Ediciones VICENS-VIVES, S.A. Avda. de Sarriá, 130. Barcelona-17. Impreso por Gráficas INSTAR, S.A. Constitución, 19. Barcelona-14.
Prefacio
a
la
segunda
edición
Bajo el título de “Apuntes del Curso de Historia Económica de España” se recogieron en unos pliegos, impresos en 1955 y 1956, las lecciones que expliqué en aquellos años desde la cátedra de Historia Económica de España, de la Facultad de Ciencias Económicas de la
Universidad de Barcelona. Dadas las características del tema y la de manuales de consulta, acepté la idea de procurar rápidamente
falta a
los
alumnos que entonces cursaban estos estudios un texto que les facilitara su labor. La empresa fue ardua y no salió exactamente a mi gusto. Los apuntes dados a la imprenta adolecían de excesivas generalizaciones
meticulosa revisión. Se deslizaron en ellos arriesgados juicios de valor y errores de bulto. Era inevitable. Curandome en salud, advertí que tales “Apuntes” sólo debían considerarse como una orientación didáctica y no como una obra definitivamente elaborada. y de
falta de
una
inconvenientes, los “Apuntes” pronto la esfera estudiantil y se divulgaron
A pesar de tales muy vez
más
preparar
apasionado un
cuestión rebasaron
público cada Ello me indujo a
entre un
por esta clase de conocimientos.
manual de Historia Económica de
tado actual de los
en
España
que señalara el
es-
problemas que esmaltan esta disciplina, y partida para nuevas conquistas cientificas en pasado económico. La tarea se presentaba,
numerosos
fuera, además, punto de la comprensión de nuestro como es lógico, muy dilatada. Pero ante las insistentes y benévolas sugerencias de amigos y compañeros de cátedra y ante las necesidades de la clase estudiantil, he decidido renunciar, de momento, a un proyecto definitivo, que me habría llevado muchos años, y a dar a la imprenta una revisión pormenorizada y, hasta lo que se me alcanza, exacta, de mis primitivos “Apuntes”. Como todo manual universitario, el presente procura recoger cuanto se sabe sobre el ámbito en que se proyecta. Ello quiere decir que presenta las inevitables generalidades en aquellos campos que no han sido que
6
PREFACIO
A
LA
SEGUNDA
EDICIÓN
investigación personal directa. Sin embargo, contando con la ayuda del doctor Jorge Nadal Oller, adjunto de la cátedra en cuestión, y especialista en la Historia económica española de los siglos XVI y XVII, este libro cubre con información de primera mano desde la segunda mitad del siglo XIV hasta fines del siglo XIX. Lo anterior se apoya en la bibliografía fundamental y en los artículos de revista últimamente pu-
de
blicados. Mi
preocupación
constante ha sido
la de dar
una
línea justa
a
la di-
española. Hallar ese camino ha constituido quizás la labor más fatigosa. También me ha preocupado eliminar lo accesorio para poner de relieve lo fundamental. Muchas papeletas de trabajo han quedado sin incorporar a este libro, unas en espera de mejor oportunidad —esto es, de una obra más voluminosa— y otras de nuevos trabajos monográficos que permitan darles un sentido verdadero. Espero que habré acertado en esta tarea de selección, siempre tan ingrata, sin námica de la Historia económica
derribar más que los árboles necesarios
en
el empeño de que
se vea
el
bosque. La revisión del
ha sido
efectuada
dos tiempos: primero por el doctor Nadal; luego, por mí mismo. De esta manera se ha logrado presentar una obra realmente distinta, aunque aquí y allá pueda
primitivo
texto
en
el cordón umbilical que la une a los “Apuntes”. Algunos capiítulos han sido totalmente reelaborados; otros, rehechos. En todas partes han abundado las innovaciones. Entre ellas he de señalar la nueva orienreconocerse
los temas monetarios, que andaban harto deshilvanados por falta de base informativa esencial, y la inclusión, al final de la obra, de un repertorio bibliográfico, que sirva de orientación y primer punto de refetación dada
rencia
a
a
quienes deseen profundizar
en
las cuestiones
en
ella suscitadas.
Quienes se han preocupado de los estudios de Historia Económica de España saben la dificultad de la empresa que he acometido en estas páginas. Por tanto, aceptaré complacido cuantas indicaciones y sugerencias se me formulen para mejorar su contenido, si es que la fortuna de los tiempos permite que sea reeditada. J. V. V.
Barcelona, noviembre 1958.
Nota del editor
Esta
nueva
presentamos dice
a
edición de la “Historia Económica de nuestros
estimados
España”, lectores, contiene, en forma
hoy de apénque
capítulos entresacados del volumen quinto de la Historia Económica y Social de España y América. Con la inclusión de este apéndice dedicado al siglo XX, esperamos complacer las solicitudes de las cátedras de Historia Económica de España, así como de estudiantes y lectores que deseaban ver completado hasta nuestro siglo el contenido de este manual, que hoy llega a su
final,
serta
unos
edición.
Deseamos que la selección realizada le parezca útil y oportuna al
lector, pues como podrá comprobar, hemos procurado unificar los apartados con la tónica general del libro, así como ajustarlos a un teórico programa de
curso.
Deseamos, una vez más, que este manual pueda continuar guiando a nuestras jóvenes generaciones de estudiantes y abrir al lector interesado los nuevos horizontes que le ofrece la problemática de la Historia Económica de España.
Etapas de la dinámica
económica
española
periodización
La
en
historia económica. — Al entrar
de los fenómenos históricos
se
plantea inevitablemente
el
en
el estudio
problema
de
su
periodización. Son los filósofos de la Historia quienes, para facilitar su estudio, establecen determinados periodos en el acaecer humano. Sin embargo, el devenir de las sociedades no está sujeto ni a compartimientos estancos ni a períodos cerrados. El hombre no puede periodizarse, ni tampoco la Humanidad, ni siquiera en las conocidas etapas de juventud, madurez y senectud. Así, no puede hablarse de edades en la historia: no puede afirmarse que exista una Edad Media con atraso cultural o una Edad Moderna con civilización ultravanzada, pues de la misma manera que hay jóvenes que nacen viejos y hay viejos que permanecen jóvenes, hay pueblos y sociedades continuamente rejuvenecidos o permanentemente caducos. Por lo tanto, la periodización es un ejercicio pedagógico, que
no
tiene más valor que el de
La vida histórica
es
un
punto de referencia.
movimiento de las sociedades camino de
su
perfeccionamiento espiritual y material. En esta dinámica lo importante es el ritmo de la acción, la velocidad con que las estructuras sociales alcanzan su plenitud. En algunas ocasiones el ritmo parece disminuir; el contrario, se acelera notoriamente. Cada una de estas señalarse como épocas históricas, pero sin olvidar que cons-
otras veces, por
puede
fases
tituyen
un
todo coherente y sin
interrupción.
Grandes etapas de la evolución económica española. — Aplicando este criterio a la historia económica de España, podemos señalar unas fases o etapas cronológicas amplias. Pero para ello hay que tener pre sente:
10
HISTORIA
ECONÓMICA
ESPAÑA
DE
la marcha de la evolución económica
a)
de la estructura social
general
y
b)
la evolución
hispana.
efecto, al hablar de la historia económica de una nación hay que tener presente que su evolución no puede considerarse aislada, sino dentro del denominado plano inteligible de la Historia, o sea en relación la plataforma cultural de la que forma parte. En el caso de la con Península, debemos situarla en la órbita de la Sociedad Occidental. Sin que haya lugar a dudas, pues la vida económica es ante todo vida de relación, en muchos momentos de la historia España influyó de manera En
decisiva
este grupo de naciones.
Asimismo, es evidente que, en otras circunstancias, determinadas naciones, e incluso continentes, como América, ejercieron fuerte influjo sobre la evolución económica española. en
En cuanto al
base de periodización, debemos señalar el acuerdo íntimo existente entre la estructura económica, la social y la política. Como sea que, muy a menudo, la marcha de uso
de la estructura social
como
tan lenta que hace difícil establecer
cualquier periodización (como en el caso del progreso de las técnicas agrícolas y su avance o retroceso en relación con los fenómenos climatológicos), y, en cambio, la estructura social percibe con mayor flexibilidad las modificaciones provocadas por las ondas cíclicas de la economía, podemos acudir a las formas estructurales sociales para concretar la visión panorámica de la historia económica de España. la economía
es
primitiva. — El lugar cuando, en
Economía colonial nomía
hispana
tuvo
avanzados del Oriente mediterráneo
se
verdadero nacimiento de la
eco-
pueblos
más
la
Antigiiedad,
lanzaron
a
los
la aventura de colo-
nizar las tierras extremas del mundo entonces conocido. En la historia
progresiva del dominio de la ruta de los metales por los pueblos del Oriente, Hesperia o Hispania fue el país mítico de la riqueza y el mercado reunían los metales del Atlántico Norte y el oro y el marfil de África. El factor económico fue, desde luego, el principal incentivo de la incorporación de España al mundo mediterráneo. De este ingresó, poco a poco, en el sistema de colodonde
se
modo, Hispania
nizaciones mediterráneas. De
ellas, las más importantes fueron la púnica
griega. Predominó la colonización de factorías y de puntos fortificados, establecidos en las islas, las costas y los estrechos. Este mismo sistema lo encontramos en tiempos más modernos en las colonizaciones de las naciones europeas. Holanda en el sur de África e Insulindia, y la
Asia y en otras partes del mundo, son claros ejemplos de ello durante los siglos xvi al xrx. alinearse entre las potencias Sabido es de qué manera entró Roma
Inglaterra
en
a
ETAPAS
DE
LA
DINÁMICA ECONÓMICA ESPAÑOLA
11
colonizadoras de Hispania, al salir vencedora de sus rivales los cartagineses. El dominio de Roma en la Península Hispánica durante más de seis siglos fue la base de un sistema económico que ha llegado hasta nuestros días, cimentado en el aprovechamiento de las minas y del aceite la que producían los olivares de los grandes latifundios. Por esta causa, Hispania romana ofrece un claro ejemplo de economía colonial de poblamiento y
explotación primaria
dentro del gran círculo de la economía
mediterránea antigua.
Economía feudal y señorial. — Con la irrupción de los pueblos gerel Imperio romano la economía mediterránea fue degradándose lentamente hasta entrar en barrena Hacia el siglo rx. Durante este período se constituyó un nuevo sistema económico: el feudal. En España, como en otras regiones del mundo occidental, el colapso de la economía mercantil y monetaria derivó hacia la instauración de manos en
economía de tipo familiar, basada en dos elementos: el trigo y la oveja. Esta forma preponderó desde el siglo vIII hasta el XII, sobre todo en la zona cristiana, puesto que la economía de la España musulmana una
marchó por rumbos muy distintos y Al-Andalus fue uno de los escasos centros europeos en donde la economía comercial subsistió más largo
tiempo. En
quista
particular en su
en sus
primeros siglos, hay
aspecto económico,
o
sea,
como
que
comprender
la Recon-
el intento de resolución de
problemas concretos y directos de la población. Las expediciones que emprendían los reyes astures, castellanos y leoneses tenían muchas veces una doble finalidad económica y política, en tanto que intentaban proteger los pastos y caminos del ganado, base, como hemos dicho, de la economía hispana en esta época. En otras ocasiones, las acometidas de los ejércitos cristianos llevaban al Norte de España hombres y dinero, de que estaban tan necesitados. Estas indicaciones bastan para comprender que durante la época feudal los reinos cristianos de la Meseta fueron
simples satélites del
gran foco económico musulmán del Sur de
España.
Al llegar al siglo xII Expansión comercial del patriciado burgués. se produjo una profunda transformación en el panorama económico peninsular con la aparición de una nueva mentalidad, la del patriciado burgués, que contrastó grandemente con la de los siglos anteriores. Esta burguesía urbana impuso nuevas normas de vida y nuevos sistemas económicos. Del conjunto hispano, se destacó rápidamente Cataluña por su empuje económico, estimulado por el fructífero comercio de oro, de esclavos y de especias y la fabricación de paños. Durante los siglos XIII, XIV y —
12
HISTORIA
ECONÓMICA
parte del xv, Barcelona predominó
DE
ESPAÑA
por encima de los demás centros
económicos españoles. Algo más tarde que Cataluña, o sea desde comienzos del siglo xv, Castilla entra de lleno en el juego de la expansión comercial, con el aprovechamiento de la excelente lana de sus ovejas. Su ventana internacional la constituyen el litoral del País Vasco y Cantabria. Convertida en el principal mercado exportador de lanas —una
verdadera Australia de la Baja Edad Media—, Castilla, a través de esta gran riqueza, pudo aspirar a la hegemonía política y económica peninsular. Periodo
mercantilista.
—
El
periodo mercantilista abarca los sila constitución de la monarquía hispánica
glos xvI y xvIIr. Se inicia con bajo los Reyes Católicos y el descubrimiento del Nuevo Mundo. Lo caracterizan esencialmente dos hechos; perduración de la mentalidad económica del patriciado urbano, si bien transferida al Estado, y apertura del gigantesco mercado americano. Es la época de la llegada a España y Europa de la plata de Méjico y el Perú, que desquicia los viejos moldes económicos y conduce rápidamente al capitalismo. Sin embargo, el período áureo de la economía castellana bajo el mercantilismo dura poco tiempo. Castilla no se adapta a las formas capitalistas y crea una economía ficticia, en la que la riqueza en metales preciosos, en lugar de beneficiaria, la conduce hacia rumbos poco afortunados. Por otra parte, España se ve obligada a mantener un gran aparato militar, superior a sus posibilidades. Desde comienzos del siglo xvir la situación se deteriora, hasta desembocar en el colapso financiero de 1680, una de las fechas básicas de la dinámica económica española. Transformación económica durante el siglo XVIII, Después de un largo bache, los primeros gobiernos de Felipe V de Borbón logran estabidécada del silizar la economía española. Estamos ya en —
la, segunda
España registra una época pletórica de empuje reformista y de actividad económica. ¿Qué pasa en el siglo xvI11? Sucede que España se alinea en el mismo surco que Europa. La economía, española había seguido un camino y la europea otro. Mientras en Europa se producían los inventos técnicos que marcan el inicio de la era industrial, mientras se había cuantificado la concepción del capital y racionalizado la de la empresa, la parte más importante de España seguía aferrada a los viejos sistemas rutinarios de cultivo agrícola y explotación ganadera. Al encontrarse las dos corrientes, España experimentó un rápido auge en su economía, basado en la actividad de los organismos de Estado, el desarrollo del comercio americano y la industriosidad de
glo
xvi.
En adelante
ETAPAS
DE
LA
DINÁMICA
ECONÓMICA ESPAÑOLA
13
Cataluña y el País Vasco. Pero este mismo florecimiento, al desquiciar la estructura social arcaica, planteó el problema constitucional del siglo xix y,
con
él, el hecho de la revolución política
y social.
La Revolución impacto de la Revolución industrial en España. industrial, que se inició en Inglaterra a mediados del siglo XxviII, no se hizo notar en España hasta comienzos del siglo XIX; pero no en todo el territorio, sino en algunas zonas marginales, periféricas, donde la guerra de Independencia —fatal para la economía española en su conjunto— no pudo matar ni la riqueza ni el espíritu de progreso industrial. Estas regiones sobrevivieron no sólo al colapso de la guerra contra Napoleón. sino al hundimiento del Imperio americano. Con todo, la pérdida de las antiguas colonias les quitó una extraordinaria posibilidad de competir con las principales potencias económicas durante el siglo xIx. Empobrecido por las guerras intestinas, el egoísmo de los poderosos y el atraso de las clases productoras, el país no alcanzó en el siglo pasado más que un grado de capitalismo subdesarrollado. Si la industria del algodón hizo grandes progresos, la metalurgia se hallaba en evidente retraso y la economía nacional aparecía dominada por capitales extranjeros. No
El
obstante, fue gigantesco el esfuerzo de los elementos
—
que lucharon
en
el
agrícola e industrial por un progreso positivo de los recursos españoles. Las gestas de los industriales y hacendados del siglo pasado. enfrentados con un administración corrupta y deficiente y un país conformista e inmovilizado, son dignas de admiración y respeto. campo
contemporánea. — La fase contemporánea de la historia económica de España empieza en 1917, No solamente la guerra europea perturbó el cuadro de la articulación social española, planteando el problema entre capitalismo y socialismo con la misma acritud que en otros raises, sino que, al movilizar la economía del país, provocó un tremendo plano de discontinuidad entre lo que estaba hecho y lo que quedaba por hacer. Era preciso llegar a un equilibrio entre agricultura, ganadería e industria que posibilitara la consumación de la revolución industrial y técnica. El período contemporáneo, a pesar de sus dramáticos fracasos, registra el esfuerzo colectivo más decidido para hallar un cauce viable a tales deseos e insertar la economía de España en el cuadro general de la economía de Occidente. Historia económica
2
Infraestructura de la historia económica
española
Hispánica. — La infraestructura básica de la historia económica de España está determinada por el carácter de las tierras que aparecieron en el sudoeste de Europa a consecuencia de una larguísima dinámica tectónica. ¿Cuáles son las principales etapas de esta historia geológica y cuáles han sido sus consecuencias para la economía española? En la Era primaria apareció un gigantesco macizo (la Hespérida), que Formación
geológica
de la Península
constituía el reborde meridional de
cibió
forma definitiva
un
gran continente. Este macizo
re-
períodos silúrico, cámbrico y herciniano. Fue en este último período cuando se delinearon los ejes principales de la tectónica de la Meseta, orientados de Noroeste a Sudeste, que entonces formaron poderosas cordilleras, hoy arrasadas por la erosión. Como resultado de estos plegamientos, al sumergir las oleadas tectónicas los depósitos donde se habían acumulado los restos de la exuberante vegetación creada por el cálido clima de aquella época, se sentaron las bases de la riqueza carbonífera de algunas cuencas españolas, especialmente las de Asturias y Puertollano. A la par, el contragolpe herciniano agrietó el su
núcleo inicial
en
los
hizo surgir, a través de sus grietas, importantes filones como los que constelan el labio meridional de la Meseta, o Sierra Morena (cobre en Huelva, plomo y plata en Sierra Morena, cinabrio en Almae
dén, etc.). Consecuencias importantes de ese movimiento paleozoico fueron, por lo tanto: 1.9, constitución del núcleo esencial de la Península Hispánica: la Meseta; 2.9, dirección Noroeste-Sudeste de las alineaciones principales
INFRAESTRUCTURA
DE
LA
HISTORIA
ECONÓMICA ESPAÑOLA
15
hidrográfica; 3.9, relativa abundancia de las formaciones hucarboníferas; 4.9, presencia de filones metalíferos en algunos sec-
y de la red
lleras y tores montanosos.
Durante la Era
lineas
estructurales,
secundaria, la Hespérida a
pesar de que
en
este
se
mantuvo firme
período
su
en
sus
territorio fue
invadido varias veces por transgresiones marinas. Éstas depositaron en sus bordes grandes cantidades de aluviones calizos. No hubo ninguna modificación esencial, excepto el papel escasamente satisfactorio que tales depósitos ejercieron en el futuro del suelo agrícola español. En el terreno estrictamente mineralógico, el régimen lacustre que subsiguió al mar
originó numerosos yacimientos lignitíferos. Éstos, aparte las típicas calizas y mármoles, son las únicas manifestaciones económicas del mesozoico en España. En el Terciario, el proceso tectónico fue más considerable. Al avanzar el continente de Gondwana, esto es, África, contra el continente septentrional, deshaciendo a su paso el geosinclinal que los separaba, los repliegues profundos del mismo se precipitaron contra los bordes de los macizos primarios español y francés. Este choque —llamado alpino— produjo una serie de oleadas tectónicas que son las que han dado forma a la Peninsula: al Sur, el Sistema Bético; al Norte, los Pirineos. Simultáneacretáceo
mente, determinó la elevación de los antiguos sedimentos calizos de los bordes de la Meseta, dando lugar al Sistema Ibérico y a los Montes can-
tábricos, a la vez que un juego de fracturas y de rejuvenecimiento orográfico promovía la actual configuración del Sistema Central y de Sierra Morena. Tras la
orogénesis alpina, la
lacustre relacionado
con
Meseta fue recubierta por un sistema los mares poco profundos que recubrían los
valles del Ebro y del Guadalquivir, los cuales fueron rellenados lentamente por los sedimentos procedentes de las grandes cadenas terciarias. Por otra parte, los fenómenos de compresión y dieron lu-
descompresión mineralizaciones (hierro vizcaíno, plomo de Cartagena). gar A fines del Terciario, una vez abierto el estrecho de Gibraltar, la Península adquirió su aspecto actual. Sólo las llanuras levantinas y los litorales andaluz y portugués seguían en parte sumergidos. A la Era cuaternaria corresponden los mantos superficiales de aluviones, arcillas y arenas. Entonces, grandes glaciares cubrían todo el Pirineo y las altas cumbres de los Sistemas cantábrico, ibérico y bético. Las tierras agrícolas más fértiles proceden de esta época. Hay que tener en cuenta que los fenómenos de compresión y descompresión terciarios se efectuaron en un sentido general de Nordeste a Sudoeste, o sea en sentido diametralmente opuesto al que había pr:a numerosas
16
HISTORIA
valecido se
en
El suelo
época herciniana. Este la red hidrográfica y las
la
en
revela
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
cañamazo fundamental
el que rutas naturales de la Península.
español. — Dos órdenes de hechos
se
es
desprenden de la
tec-
tónica que acabamos de describir: uno, en relación con la estructura general del territorio español; otro, con la calidad del suelo agrícola,
geógrafos señalan la presencia de cuatro elementos estructurales principales en la Península: la Meseta, las montañas que la circundan, las depresiones adosadas al Nordeste y al Sur, y las cordilleras exteriores. Los sistemas montañosos circundantes, con el Sistema Cantábrico, al Norte, el Sistema Ibérico, al Este, y la Sierra Morena, al Sur, que más que sierra es el producto morfológico de la erosión del borde meridional de la Meseta, escalonado por el pliegue monoclinal que se formó a principio del Terciario. En cuanto a las depresiones adosadas son, al Norte, la Ibérica o valle del Ebro, y al Sur, la Bética o valle del Guadalquivir. Y en lo que respecta a las cordilleras exteriores, son éstas los Pirineos, al Norte, y los montes Béticos, al Sur. Esta estructura determina, a primera vista, la característica específica de la Península Hispánica: su unidad natural, matizada por una diferenciada compartimentación regional. Refiriéndonos ahora al suelo, los trabajos realizados modernamente han permitido diferenciar el suelo de la Península en dos grandes partes, las cuales llamaremos, según Hernández Pacheco, “España silícea” y “EsLos
paña caliza”. Esta importante división proviene
geológica, en
cuanto de los accidentes
tanto de la naturaleza
climáticos y fisiográficos registrados
los tiempos recientes. Sobre este particular, continúa teniendo interés el
trabajo de Lucas Mallada titulado Los males de la patria y la futura revolución española, publicado en 1890, en cuyas páginas divide el territorio peninsular en las siguientes clases de suelos: rocas desnudas, un 10 por 100: terrenos poco productivos, un 35 por 100; terrenos medianamente productivos, un 45 por 100, y terrenos privilegiados, un 10 por 100. Estas cifras rectifican la apología que se acostumbra a hacer respecto de la fertilidad del suelo español, derivada de los Laudes Hispaniae que escribiera San Isidoro en el siglo vI y que después repitió Alfonso X el Sabio. En definitiva, España sólo posee un 55 por 100 de suelos aptos para la agricultura, lo cual, teniendo en cuenta la media europea representa una proporción poco halagiieña. Contra esta apreciación ha reaccionado últiFernando Martín Sánchez-Juliá en un artículo titulado Verdades fundamentales sobre la economía agraria española, en el cual ha pretendido combatir la tesis pesimista sobre la agricultura española. Pero, examinando sus cifras, observamos que sus conclusiones son simi-
mamente
INFRAESTRUCTURA DE LA HISTORIA
ECONÓMICA ESPAÑOLA
17
las de Lucas Mallada: porque resulta, en verdad, que la Península Hispánica no ha de compararse con Holanda o Francia, sino con otros países mediterráneos, Italia o Grecia, cuyas dificultades agrícolas son lares
a
sobradamente conocidas.
Morfología peninsular.
—
Para
comprender
la infraestructura
eco-
nómica de España es esencial el estudio del relieve según su altitud. Como es sabido, España ocupa en Europa el segundo lugar, después de Suiza, por lo accidentado de su territorio. Pero esta conclusión es todavía más importante si se tiene en cuenta la disposición del relieve en forma de bloques y de compartimientos estancos. Según la afortunada frase de Salvador de Madariaga, toda la Meseta es como “una ciudadela del castillo español”, indicando con estas palabras la posición encastillada de la Meseta respecto a un bloque de tierras que la separa, como un bastión, del continente europeo. Si examinamos un cuadro hipsométrico, o sea un cuadro de alturas de la Península Hispánica, nos daremos cuenta de este hecho: el 15 por 0 y 200 metros; el 17 por 100, entre 200 y 500 metros, y el resto, o sea un 68 por 100, se eleva a más de 500 metros. Adviértase que entre 500 y 100 metros se comprende el 42 por 100. Semejante estructura impone desventajosas condiciones a la vida agricola
ciento del territorio
se
dispone
entre
comercial. Tanto más cuanto que se complica con un relieve en extremo abrupto. Si exceptuamos los valles del Ebro y del Guadalquivir y algunas
y
altiplanicies de Castilla la Nueva, León y Castilla la Vieja, las montañas cruzan cual barreras, y a veces cual verdaderas murallas, el territorio peninsular. Si los Pirineos se elevan como frontera montañosa entre Europa tanto si
y
España,
se
no son menos
considera
su
difíciles los
accesos
salida al Cantábrico
como
de la Meseta al al Mediterráneo
mar. o
al
Atlántico.
definitiva, de la tectónica y de la morfología peninsular debemos retener tres hechos principales: 1.9, el cantonalismo geográfico, esto es la En
división del territorio
en
compartimientos estancos,
poco relacionados
sí; 2.9, la disposición inconexa de la red hidrográfica, dando realidad geográfica a la división tectónica; y 3.9, las líneas anormales hipsométricas. Los grandes desniveles, sucediéndose uno a otro, ofrecen enorentre
mes
dificultades al desarrollo de las comunicaciones.
El clima
hispánico.
El estudio del clima
importantísimo en toda consideración de historia económica. Necesariamente, nuestro punto de referencia es el clima actual. Sin embargo, al estudiar las posibilidades que tuvo en el pasado la economía española, hemos de tener presente que —
es
La
18
HISTORIA ECONOMICA DE ESPANA
AN Á N*
NA"
R
Y?
NANO NOáERÉ!*Á'eÚSAa N* N ANANN"ORE*N$O "*!NÁ_SAN LENO TENA NO NRS"DINER NO N NÁ]|CNWwIE N"*'|oqwYÍDN"*ÍÑRÁ| DNNA'*ÉÁ N!"'||NN_= NOE EYÁN ONonENOANN"_ARVNÑ ÍNNAO |"N£'N N'"*RONASNDE.-Ñ N"* N'¡OF NoÁ*|N N”"N“*=”"N 'NANAN"*ORLé'“ÑEZ NOoRSÁÉÑANIN O*. N " “ . a "EZ N*| INZ "S N A NAL NÁ"*-zZ N 'Nizat
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ÍNDICES PLUVIOMÉTRICOS DESDE 1912 A 1953. — Signos: 1, medía móvil de 9 años. Los números de la columna de la izquierda expresan el total de lluvias del a ño. nuestro clima
sirve para definir exactamente los anteriores. Faltan estudios sobre este particular. Sabemos, no obstante, que desde el Neo no
?
desde el año 4000
de J. C., se desencadena en nuestra Península, y en general en toda la zona tropical, una prolongada etapa de degradación desértica. Este fenómeno ha dado lugar a algunas forma-
tico,
o sea
a.
esteparias que son típicas del país. Es posible que esta degradación se acentuara a principios del siglo xIV, como parecen indicar los cambios sobrevenidos en las zonas más meridionales de España, por ejemplo, Almerila. Pero no conocemos exactamente su desarrollo. En cambio, avanzan ciones
?
los estudios que demuestran que durante determinados períodos de la Edad Moderna España conoció grandes etapas de sequía. Una de ellas debió situarse a principios y mediados del siglo xvi. Otras se sucedieron en el transcurso de los siglos xvII y xvi. La historia económica de España hará grandes progresos una vez se conozcan exactamente las oscilaciones entre humedad y aridez que constituyen el la recta comprensión de nuestro pasado agrario.
problema esencial
para
actualidad, la Península Hispánica es en su mayor parte árida. geógrafo francés Brunhes la dividía en dos regiones: la Iberia húmeda En la
El
y la Iberia
seca.
Para ello admitió la divisoria de la isoyeta de 500 mm, la
INFRAESTRUCTURA DE LA HISTORIA
ECONÓMICA ESPAÑOLA
19
cual corre, aproximadamente, por el Norte de Barcelona, sigue por las faldas meridionales de los Pirineos, llega hasta casi los Picos de Europa, engloba en un gran arco el Sistema Cantábrico y los montes de Zamora León, desciende hacia el Sudoeste, penetra profundamente en la Meseta y
luego, regresando a su dirección Nordeste-Sudde esta oeste, va a morir al Sur de Portugal por el Algarve. Al Norte divisoria, la Iberia húmeda recibe más de 500 mm. de precipitaciones al año, y al Sur, menos. Esta división es algo primaria, puesto que lo que del importa no es la cantidad de lluvias, sino su distribución en el curso año y su retención en el suelo. Los geógrafos Dantín y Revenga han esta-
por el Sistema Central y,
blecido el mapa de la aridez media anual de la Península, que rectifica tres zonas: una y precisa el de Brunhes. La Iberia húmeda comprende norteña, con los Pirineos, Sistema Cantábrico, Montes de León y Zamora, Galicia, el Sistema Central y el Norte de Portugal, hasta el Tajo; y dos meridionales: la de Sierra Cazorla (fuentes del Guadalquivir y del Se-
gura)
y la de Sierra
Grazalema,
en
Cádiz. El resto
se
incluye
en
la Iberia
cual presenta cuatro zonas de aridez muy notable (valle del Ebro, cuenca media del Duero, llanuras de Castilla la Nueva y cuenca baja del Guadalquivir), y una zona casi desértica (la costa sudoriental, seca, la
desde Murcia
a
Almería).
Se dice que la Iberia húmeda comprende menos del 32 por 100 del territorio español, mientras que a la Iberia seca corresponde más del 68
realidad, las cifras más exactas son las siguientes: la región árida española abarca 314.000 Km.?, de los cuales 66.000 reciben de 500 a 600 mm., 180.000 de 400 a 500 mm. anuales, y 68.000 menos de 400 mm. Teniendo en cuenta que estas dos últimas porciones suman 248.000 Km.”, o sea casi la mitad del territorio, nos percatamos de la extraordinaria importancia que tiene para España el problema de la aridez. Las causas de este proceso se hallan en el exceso de evaporación que caracteriza las regiones situadas en el paralelo 45% latitud Norte y también en la falta de humedad provocada por el mecanismo climático. En España actúan tres centros climáticos: al Nordeste, el ciclón de Siberia, seco y frío; al Noroeste, el ciclón de Islandia, húmedo y templado, y al Sudoeste, el anticiclón de las Azores, cálido. Raramente las lluvias ciclónicas, que llevan la fertilidad a los campos del Occidente europeo, llegan hasta nuestras latitudes: el anticiclón de las Azores las mantiene alejadas de la Península. Sólo en circunstancias muy favorables, especialmente durante los equinoccios, cuando el anticiclón de las Azores se sitúa hacia el ecuador, las lluvias procedentes de los ciclones atlánticos alcanzan la Península. De estas lluvias depende el éxito de una cosecha, y por tanto, la riqueza del país.
por 100. En
20
ECONÓMICA
HISTORIA
Como resultado de este
DE
ESPAÑA
régimen climático, las estepas (o mejor dicho,
áreas desertizadas por el hombre) ocupan el 7 por 100 del territorio peninsular. Las estepas españolas se pueden agrupar en las siguientes
regiones: 1.9, Sudeste, comprendiendo las estepas que van del cabo de Gata al de Nao; 2.9, las estepas béticas; 3.9, la zona esteparia de Castilla
(de Albacete a Madrid, con la Mancha); 4.9, el núcleo vallisoletano, y 5.9, las estepas del valle del Ebro. Es indudable que estas zonas esteparias han jugado un papel decisivo en la evolución de la historia económica española. la Nueva
De acuerdo con lo dicho anteriormente, la disposición Hidrografía. de la red hidrográfica deriva de dos factores: a) el curso señalado por las grandes líneas tectónicas que forman el cañamazo Noroeste-Sudeste, propio de los movimientos hercinianos, y Nordeste-Sudoeste, propio de —
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En este mapa la aridez viene PENÍNSULA IBÉRICA. en función del índice termopluviométrico, que relaciona la temperatura y la pluviosidad; el índice aumenta con aquélla y con la escasez de lluvias. Los valores entre 0 y 1 indican humedad notable y aridez nula; entre 1 y 2 todavía cabe hablar de terrenos sin aridez; entre 2 y 3 la aridez es pequeña; entre 3 y 4 la entre aridez es 4 y 5 es grande, y más allá de 5 es de tipo prácticamente desértico (según Dantín y LA
ARIDEZ MEDIA ANUAL EN LA
dada
—
acusada;
REVENCA).
INFRAESTRUCTURA DE LA HISTORIA
ECONÓMICA ESPAÑOLA
21
los movimientos pirenaicos, y b) el cantonalismo geográfico dimanante de la tectónica en general. Estos dos hechos se conjugan con la humedad para determinar las
hidrografía española. En primer lugar, los ríos tienen escaso caudal. Basta comparar cualquier estadística relativa a otros ríos europeos con la de los españoles para darse cuenta de lo que representa la débil afluencia de aguas de estos últimos (el mayor de ellos, el Ebro, arroja 700 m? por segundo en su desembocadura, mientras que el Po arroja 1.800 y el Ródano, 1.880, sin referirnos a los colosos Rin, Danubio, Volga, etc.). En segundo lugar, la variación del régimen: a consecuencia del sistema de lluvias, los ríos son de caudal sumamente irregular. Esta variabilidad, del orden de 2 a 15 veces, llega en las crecidas a cifras gigantescas, provocando inundaciones catastróficas. Tal es el caso en los ríos y ramblas del litoral mediterráneo, donde se puede pasar casi de la nada a 3.000 y 4.000 m por segundo. Este hecho determina grandes dificultades en el aprovechamiento natural de los ríos. Sólo a costa de enormes esfuerzos el hombre ha conseguido reducir en parte esas variaciones tumultuarias y aprovechar las aguas fluviales para los regadíos. El tercer hecho es lo abrupto del perfil hidrográfico. No existe una tres características esenciales de la
sola
curva
que, desde el nacimiento del río hasta
su
desembocadura,
pre-
trazado suave; por el contrario, se dan numerosas rupturas de pendiente. Los ríos de la Meseta, en general, tienen dos: la que se produce cuando salen de las montañas donde se han originado y la que se sente
un
registra en el momento en que salvan el desnivel entre la Meseta y la zona portuguesa. El Ebro es todavía mucho más complicado; tiene tres rupturas de pendiente: la primera, cuando llega a la Meseta, la segunda cuando sale de ella cuando En
se
mete
en
principio,
través de los pasos de Pancorvo, y la tercera los encajonamientos del sistema litoral catalán.
con
a
excepciones, los ríos españoles no son útiles sus aguas se encajonan entre elevadas márge-
raras
para la
irrigación, ya que nes. En algunos de sus tramos han sido utilizados y aun se utilizan para la navegación; pero esto no es lo corriente. El aprovechamiento hidroeléctrico y agrícola sólo pueden lograrse a base de grandes obras de regulación, tales como pantanos y presas; y aun en este caso, se ha de tener en cuenta la gran cantidad de lodo y sedimentos que se deposita en ellos a consecuencia de las fabulosas avenidas.
El
tapiz vegetal.
El tapiz
general, a la variedad esteparia mediterránea. Se caracteriza por la falta de bosque, aunque en ello no debemos solamente consultar las cifras actuales, pues es —
vegetal corresponde,
en
27
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
evidente que antes del siglo XI, o sea de la gran roturación de los terrenos comunales y de manos muertas, existían en España más zonas forestales que en la actualidad. Las descripciones de los siglos XIII, XIV
efecto, de extensiones arbóreas donde hoy sólo existen la estepa o el páramo. En líneas generales, los prados se disponen en la Iberia húmeda; las estepas y las plantas subtropicales en la Iberia seca. El bosque de montaña se observa en los Pirineos, en el Sistema Cantábrico, en los montes de León y Zamora, en el Sistema Central, en las Sierras del Moncayo, Oca y xv
nos
hablan,
en
Demanda y en los Montes Universales y cadenas afines. Sobre este particular, es importante la consideración de los límites del abeto, del haya y del esparto. El límite meridional del abeto europeo comprende todos los Pirineos y se adelanta hacia Cataluña, incluyendo y
el macizo del
Montseny. El límite sur del haya es también muy significativo; abarca casi toda Cataluña, después se inflexiona al- Norte de los Montes Universales, recorre toda la cresta del Sistema Central, por el Oeste y llega al complejo de la Sierra de la Estrella, en Portugal. En cuanto al límite norte del
parias,
pues
se
establece
esparto, señala gran parte de las regiones
este-
de Tarragona, cruza la región del Ebro inflexiona al Sur del Sistema Central, abarca
cerca
al Norte de Zaragoza, se gran parte de la Mancha y toda la parte septentrional del Sistema Bético. A través de estos límites nos hacemos cargo de la diversidad del tapiz
Europa y España. Pero además de este tapiz vegetal natural, existe un tapiz vegetal impuesto por el paisaje humano. Aquí, esencialmente, hemos de referirnos a la vega y a la huerta, que son creaciones del hombre frente a la naturaleza. Nos referiremos a este particular más adelante, como expresión de la reacción del hombre ante la adversidad
vegetal
entre
del suelo. Comunicaciones naturales. — Admitido el hecho de las dificultades que el relieve opone a la vida de relación, queda de manifiesto la influenla estructura de las comunicaciones naturales ejercen los desfiladeros o brechas montañosas, pues tales pasos han sido aprovechados desde los primeros tiempos para la circulación y el comercio. cia que
en
deriva de la presente red partiendo de Madrid), las vías
Contrariamente al esquema mental que de comunicaciones (un esquema radial, naturales de comunicación de la Península
se
establecen de Norte a Sur. Ello permite dividir la Península en cuatro grandes zonas. La primera une Galicia a Portugal, especialmente por la llanura litoral atlántica; la se
segunda, Asturias con León, Extremadura y la región occidental de Andalucía, a través del puerto de Pajares y de la brecha del Alagón; la
INFRAESTRUCTURA DE LA HISTORIA
ECONÓMICA
ESPAÑOLA
23
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24
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
Castilla la Vieja, Castilla la Nueva y Andalucía, a través de los pasos de Reinosa, del Guadarrama y de Despeñaperros; la cuarta, mucho más limitada, relaciona Cataluña con Valencia y Murcia, sirviéndose de los pasos de la costa mediterránea. tercera
relaciona Santander
Entre estas cuatro
fajas
con
se
disponen
unos
núcleos de
relación,
de
los compartimientos estancos en que se divide la Península. Entre la primera faja y la segunda, las conexiones son poco impor-
conformidad
con
explica, hasta cierto punto, la división política de España y Portugal. En cambio, entre la segunda y la tercera, los núcleos de relación abundan, especialmente al Norte, entre Castilla y León. Entre las zonas tercera y cuarta, ocupa un lugar predominante Aragón, que enlaza tantes, y ello,
Castilla
con
Cataluña
través de la brecha del Jalón y de los pasos de que poner de relieve el papel de correlación gene-
a
Fraga. Por último, hay ral que ejerce el territorio situado al Sur del arco del Sistema Central, o sea el que ha tenido por capitalidades sucesivas Toledo y Madrid. Es ahí, en esa zona donde confluyen las rutas de las cuatro grandes fajas de circulación
española.
Se denomina situación geofísica de geofísica de España. un país a su posición respecto a las grandes rutas mercantiles, comerciales o políticas de una época determinada. Sobre este particular hay que reconocer que la Península hispánica goza de una situación geofísica netamente favorable, pues se encuentra en el centro de un aspa formada por las dos grandes comunicaciones del Occidente Europeo y del Mediterráneo: de Francia a África del Norte, por un lado, del Atlántico al Próximo Oriente, por otro. Esa cruz de comunicaciones ha determinado que la Península hispánica desempeñara un papel de primer orden en todas las épocas de la historia, y, en consecuencia, que su situación respecto al gran comercio internacional haya sido preponderante en algunos siglos, beneficiándose de los estímulos del extranjero o influyendo en su vida
Situación
económica y financiera.
—
3
El hombre
en
la vida económica
española
La Antropoantiguedad hispana. logía histórica es una ciencia reciente que fue introducida en España por los profesores Aranzadi y Bosch Gimpera. Ellos abrieron el camino que luego han seguido sus discípulos y una serie de investigadores de alta categoría (Pericot, Caro Baroja, Alcobé, etc.). A través de los trabajos de unos y otros, empezamos hoy a vislumbrar parte de la verdad. Debemos esperar que en el futuro esta porción aumente hasta cubrir por completo el panorama de la historia etnológica hispana. Hoy por hoy, cualquier esquema evolutivo, como el que presentamos, está sujeto to-
Formación de la
davía
a numerosas
población
en
la
—
rectificaciones.
prescindir del hombre de Neandertal. Dejó escasas huellas en la Península y desapareció a fines del Paleolítico Inferior, extinguiéndose con él una rama de la evolución de los homínidos. Es probable que lo eliminaran de la escena histórica los hombres llamados de Cro-Magnon, en realidad la especie humana actual, el Homo Sapiens. A la Península llegó en los albores del Paleolítico Superior, aportando un instrumental típico, el mismo que se encuentra en determinados yacimientos de La Gravette, en Francia. De aquí que se les llame gravetienses. Esto significa que 50.000 años antes de J. C. España estaba poblada por grupos de hombres modernos, de cultura y raza homogénea. Eran cazadores nómadas, los primeros hispanos en el sentido estricto de la palabra. En el Paleolítico superior los gravetienses continuaron constituyendo la base principal de la población; pero entonces sobrevinieron una serie de emigraciones, que duraron muchos años, a veces centenares, de acuerdo con el traslado paulatino de los cotos de caza. La primera y ya densa infiltración fue de unos hombres cazadores, que habían adoptado Vamos
a
26
HISTORIA
unas
puntas de flechas de
ECONÓMICA
corte
DE
especial
y
facilidad. Los llamados auriñacienses. Éstos los gravetienses. Tales elementos tuvieron
notoria, porque
ESPAÑA con
ello cazaban
eran una
con
gran
parientes próximos de posterioridad bastante
denomina francocantábrico, entre cuyas obras maestras figuran las pinturas de Altamira. Durante esta misma época, y en fecha poco precisa, unos hombres muy guerreros, inventores del arco, y por lo tanto de la flecha rápida, hicieron una incursión en España. Son los llamados solutrenses. Es un pueblo mal conocido, pues los prehistoriadores todavía dudan sobre si llegaron del Norte de Europa o del Norte de África. En uno u otro definitiva, por camino, debían procrearon ese
arte que
se
ceder de Asia. Como consecuencia de estos contrastes, nació una cultura importante en la fachada atlántica: la denominada magdaleniense. A ella pertenecen los momentos culminantes del arte de la cueva de Altamira y de otros lugares del Cantábrico y del Sur de Francia. Pero no
parece que los
magdalenienses fueran un pueblo diferenciado. Después de los solutrenses, debemos referirnos a los hombres
sienses. Hace años
cap-
creía que las primeras tribus africanas entraron en emigración que acaeció a fines del Paleolítico; la de los se
España con una capsienses (denominados así de la estación de El Gafsa, en Túnez), que habrían producido las pinturas de la costa levantina y catalana, con escenas de hombres bailando, atacando y cazando, que tanto contrastan con las de Altamira. Hoy se duda incluso de su existencia, y en todo caso se
remite
su
influencia
a
comienzos del Neolítico.
De los neolíticos para acá caminamos mucho más seguros, aunque los problemas e interrogantes continúan amontonándose. En tal época hay
la Península que podemos denominar mediterránea y representa el tipo racial que va a predominar en el país. Decir raza mediterránea quiere decir gente de tipo dolicocéfalo, estatura mediana, pelo más o menos ensortijado, enjuto de carnes, de pigmentación una masa
de
población
en
bastante acusada. Ese hombre, probable sucesor del epigravetiense del Paleolítico, se halla ante una novedad sensacional. Algunos pueblos gue-
lejano Mediterráneo se afincan en el Sudeste de la Península (4.000 años antes J. C.), establecen allí unos castillos fortificados, organizan un sistema político y cultivan la tierra. Poco después, esas gentes irrumpen desde Almería, donde tienen los lugares fortificados, y avanzan hacia el Oeste (Andalucía) y el Norte (Valencia y Cataluña) y durante más de mil años (2.000-500 a. J. C.) impondrán su voluntad al país (Edad del Bronce). Los almerienses, probablemente orientales, facilitaron la inmigración lenta en la Península de norteafrirreros
y comerciantes del
catalizador de los llamados iberos. En son más que el resultado de la fusión en
canos, que fueron el elemento
efecto,
parece que éstos
no
EL
HOMBRE EN LA
VIDA
ECONÓMICA ESPAÑOLA
27
Andalucía y Levante de los norteafricanos con unos grupos neolíticos, y por lo tanto, probablemente descendientes de los epigravetienses, dominados por la minoría almeriense de origen oriental.
principios del primer milenio antes de J. C. esta situación cambia de manera radical. Los preiberos que dominaban la Península durante la Edad del Bronce fueron objeto de una presión formidable por parte de un pueblo europeo. Ese pueblo, braquicéfalo, de cabello rubio, ojos azules y elevada estatura, es el celta. La primera invasión es la de los llamados “pueblos de la cultura de las urnas del Rin”, que aparecen en Cataluña hacia el siglo 1x. Pero las dos grandes invasiones célticas corresponderán al período entre los siglos 1X y vI. Los inmigrantes avanzaron, por etapas, por ambos lados de la cordillera. Unos invadieron la parte norte de la región catalana. Mas la gran infiltración céltica es la que, irrumpiendo por el paso de Fuenterrabía, se dirigió de un lado hacia Galicia, de otro hacia el Sur de Portugal y finalmente por las dos Castillas hasta Andalucía. Los nuevos pobladores eran distintos a los iberos, no solamente en lo físico, sino en lo mental. Creen algunos que los celtas dieron a los pueblos de las serranías centrales de la Península las dotes de mando y el sentido de la organización política. Sobre este particular A
cabría discutir mucho.
Tal fue la situación que encontraron los pueblos colonizadores, o los fenicios, los cartagineses y los griegos, cuando llegaron a España,
cesivamente, desde el siglo
x
al
v.
Y ésta
la que ellas, la
es
nos
sea su-
han descrito
en
bien, decir que gracias a etnografía española en esta época está clarísima, es hoy por hoy una temeridad. En líneas generales, sólo podemos afirmar que los iberos dominaban en Andalucía y en el Levante, que los celtas predominaban, por lo menos como minoría dirigente, sobre el resto de España, y que en cierto lugar de la Península, concretamente en el Sistema Ibérico, hubo una fusión de pueblos, originándose los celtíberos. Queda todavía una duda, a la cual no nos hemos referido hasta ahora: la suscitada por la raza pirenaica. Desde los tiempos más remotos, hay constancia de ella en la cultura dolménica de los Pirineos; en los tiempos una hallamos actuales, prueba de su subsistencia en el pueblo vasco y en las gentes de determinados valles pirenaicos hasta Cataluña. ¿Cómo se produjo este tipo humano especial, caracterizado por unos determinados rasgos antropológicos y una lengua arcaica y de misteriosos origenes? Abundan las teorías más que las realidades categóricas. obras. Ahora
sus
pueblos de las invasiones históricas. — Desde fines de J. C. la antropología española ha cambiado muy
Los antes
del
siglo
poco
en
v
su
28
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
estructura de base. En
capas
dirigentes,
pero
cambio, han existido algunas modificaciones en las no tantas ni tan importantes como se ha imaginado
hasta ahora. Examinémoslas: Los romanos dominaron durante siete cristo
-
siglos contribuyeron
la Península
(11
a.
de Jesu-
d. de J. C.), pero no a la renovación del etnos más que con pequeños núcleos de funcionarios coloniales retira-
v
español dos, algunos comerciantes, guarniciones militares, de infiltración
romana en masa.
incluso limitada
Fue
una
etc. No
se
puede hablar
colonización de tipo urbano
e
los núcleos
regionales periféricos. En segundo lugar, el elemento judío. Como es sabido, hay teorías, como la del profesor alemán W. Sombart, que hacen girar la historia del movimiento capitalista en torno a esta raza. En relación con ellas, existe una opinión general que asevera que desde el momento en que los Reyes Católicos expulsaron a los judíos de España, se acabó la prosperidad económica del país. Dejando para el momento oportuno la apreciación científica de este problema, es interesante fijar algunos puntos sobre el desarrollo de la población judía en España. Los hebreos se establecieron a
la Península durante la dominación romana, a consecuencia del movimiento general de dispersión llamado Diáspora. Desde el siglo 11 de nuesen
colonias judías en los puertos hispanos, especialmente en los del Sur, donde el comercio era más activo. Esos grupos adquirieron desarrollo y, a pesar de la hostilidad con que los visigodos los contemplatra Era hallamos
expulsarlos durante el siglo viíi—, llegaron a sobrevivirlos y a adquirir gran pujanza durante la época musulmana que para ellos fue un período de extrema prosperidad. Imprescindibles
ron
—incluso intentaron
las finanzas y la vida económica de los reinos cristianos, fueron los árbitros de la misma durante los siglos XII y XII. A partir de este momento, entraron en decadencia, aunque los conversos (judíos renegados) en
recogieron su poder económico. Ahora bien, las únicas e importantes investigaciones antropológicas que se han hecho en cementerios judíos medievales españoles, demuestran que no existe en absoluto ninguna diferencia antropológica entre un cristiano viejo y un judío. Esta es una
comprobación científica que debe de tenerse en cuenta. El judío español del siglo x111 era idéntico a un cristiano español de la misma época, excepto en dos cosas importantes: que tenía otra religión y poseía una mentalidad económica muy distinta. Esta última fue la que transmitieron, cuando la presión cristiana fue más intensa, a los conversos y judaizantes.
¿Cuántos judíos había
pocos; pero,
su
en
España? Pongamos,
como
máximo,
y ya
el momento oportuno, unos 200.000 en el expulsión por los Reyes Católicos. Eran numéricamente cambio, como el número es cuestión de poca monta y lo
estudiaremos la cifra momento de
en
en
EL
HOMBRE EN
que tiene más valor
LA
VIDA
ECONÓMICA ESPAÑOLA
29
y la
capacidad económica, es posible que la sangría financiera y mental que causaron los judíos fuera difícil de reparar en las circunstancias históricas de su expulsión. El tercer grupo que se intercala en nuestra etnografía es el llamado visigodo. Es común considerar que durante los siglos v, VI y vII todos los hispanos fueron visigodos. Es un grave error. No existe una España visigoda, sino un pueblo visigodo que se infiltró en la Península en el siglo v. Como elemento demográfico, podemos evaluarlos en unos 200.000. La mayoría de esta gente se estableció en las montañas castellanas y en es
la
fortuna,
la meseta oriental del Duero. Los nobles y los militares ejercieron funciones en la Corte y en las provincias, donde no representaron más que una simple superestructura burocrática. En buena parte se dejaron absorber por los hispanos, o sea por la antigua población formada por los hombres mediterráneos civilizados por Roma. Algunos sobrevivieron a través de los tiempos como parte integrante de la gran nobleza territorial. El cuarto grupo es el musulmán. Antropológicamente, es muy vario. En él se tienen que considerar los árabes, de pura estirpe semítica; los sirios, que también estaban dentro del área semítica, y después los be-
reberes, pobladores del
otro lado del estrecho de Gibraltar. Estos últimos
ejércitos árabes, sino que por el comercio y después por sucesivas invasiones tuvieron prolongados contactos con la masa peninsular. Nos gustaría saber el número de los
no
sólo
cruzaron
el estrecho
con
los primeros
también pocos. Una invasión de este tipo se proejércitos de diez mil hombres. De este modo no se
musulmanes. Debían ducía entonces
con
ser
puede dejar huella profunda en la antropología de un país, y aunque es posible que a lo largo del Emirato y del Califato de Córdoba existieran frecuentes relaciones demográficas entre uno y otro lado del Estrecho, el fenómeno de infiltración debió ser puramente local, o sea un fenómeno andaluz. Pero
aquí
no
se
termina todo. Existe
un
quinto elemento racial
que
el país a partir del siglo x1, con una infiltración demográfica lenta, pero sin duda mucho más importante que las de los romanos, la de los visigodos y la de los musulmanes. Nos referimos a los francos (lenguadocianos y franceses). A partir del siglo x la humanidad desbordante que existía en las Galias, se desparramó en todas direcciose
ha ido introduciendo
en
Una de ellas hacia el Sur. En el
siglo xr encontramos a los francos establecidos no solamente en las ciudades, como Pamplona, Jaca, Toledo, Ávila, sino que grandes parcelas de la repoblación agraria de Castilla fueron obra de franceses, al lado de aragoneses y navarros, o sea vascos. Pero si del siglo x1 llegamos hasta nosotros, comprobaremos la gran oleada de franceses que cruza los Pirineos a partir de la segunda mitad
nes.
30
HISTORIA
del
siglo
xv.
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
La intensidad del fenómeno culmina
a
finales del siglo xvi, forma de infiltración lenta
prosigue en las centurias posteriores en de tipo mercantil y artesano. Un estudio exacto de la inmigración francesa en España —de la que se conocen algunos fragmentos— ayudaría a pero
comprender
ciertos fenómenos esenciales de la historia económica espa-
ñola moderna. La
conquista del suelo: agricultura
y
ganadería. — Las
sucesivas
oleadas raciales de que acabamos de hablar tuvieron que enfrentarse con una realidad: la geografía española. Para el hombre económico la geografía se traduce en suelo, sobre todo en suelo vegetal que es preciso dominar, pues el aprovechamiento de las riquezas minerales es un fenómeno la ocupación del territorio. Esta acción se consigue únicamente por el cultivo o el pastoreo. Y como, según se ha dicho, existen dos paisajes botánicos y dos paisajes edafológicos muy marcados en España
posterior
a
(la España vida
son
seca
y la
húmeda;
la
también dobles. De
España silícea y la caliza), los géneros de un lado, la agricultura, de otro, la gana-
dería. Dadas las condiciones climáticas del
país, la conquista del suelo a traobra lenta y laboriosa, y se ha dado,
vés de la
agricultura ha sido una específicamente, en el litoral. El fenómeno clásico se conoce con el nombre de conquista de las “hoyas” mediterráneas. En el transcurso de este proceso, ha surgido una agricultura perfeccionada, basada en el aprovechamiento del agua y de los árboles frutales. Menos cuidado exigen las plantaciones de viñedos y olivares. Pero tanto estos cultivos como aquellos requieren tradición ininterrumpida, con tendencia a la estabilidad del hogar y al individualismo agrario, que ya se reflejó en Italia, por un mismo proceso de adaptación geográfica, en los principios especiales del Derecho romano, que se basa en el de propiedad individual. Al lado de este género de vida,
yuxtapone el pastoreo. En los países mediterráneos, éste es un juego entre estepas y montañas; en la Península Ibérica, una relación entre las gentes del Norte (Pirineos, Montes se
Cantábricos) y las estepas del Sur, especialmente La Mancha y Extremadura. El género de vida típico se denomina trashumancia, y es antitético del que antes hemos definido: en lugar de la estabilidad, el nomadisen lugar del mo; en lugar de la tradición ininterrumpida, la aventura; principio individual, el colectivismo, tanto en el ganado, cuanto en las concepciones agrarias. Si estos
geógrafos
géneros de vida
son
ciertos, porque así lo han estudiado los
y lo han reconocido los
historiadores, podemos formularnos la
LA
EL HOMBRE EN
VIDA
ECONÓMICA ESPAÑOLA
31
pregunta de si ellos han podido crear y definir una mentalidad. Nosotros así lo pensamos. Todo proceso humano primario origina a la larga una estructura mental, En el
caso
Andalucía, tal mentalidad
se
litoral duro, poco fértil
de los
agricultores del Mediterráneo
y de
ha desarrollado por sucesivas roturaciones
comparación con otras regiones agrícolas de la Tierra, o sea, que no ha surgido a través de un simple género de vida agrícola, sino por un ininterrumpido proceso de ocupación y mejora del suelo. Como he escrito en un libro, Noticia de Cataluña, ocho veces los catalanes han colonizado y conquistado el suelo a partir del siglo 11 de nuestra Era, y lo mismo podría decirse de Valencia, de Murcia y quizá, de Andalucía, aunque en el caso andaluz la sucesión cultural y mental está interrumpida por la conquista castellana del siglo Xx1rI. En lo tocante a la mentalidad suscitada por el género de vida ganadero, debemos aceptar la opinión del Prof. Ramón Carande, que ha estudiado la cuestión planteada por la irrupción de la trashumancia castellana
de
ese
en
Andalucía y América. Carande sostiene que el nomadismo en la Meseta ha dado lugar a esas grandes construcciones ambientales, a esos grandes deseos de espacio que, evidentemente, le son propios y al mismo tiempo al espíritu de mando, de colonización y de ilusiones que
en
caracteriza la
expansión castellana
solamente
España, sino en el Mundo. Todo ello en detrimento de la aplicación espiritual a las realidades prácticas, por lo que no nos extrañará comprobar, a lo largo de estas páginas, que Castilla no haya podido superar en muchos aspectos el estadio precapitalista de la mentalidad económica. no
en
El sentido de la riqueza en el hombre español. — Entendemos por sentido de la riqueza el sistema de estructuración mental de los valores materiales. Por lo que respecta a España, es muy hondo el problema que esto
plantea,
porque afecta nada
menos
la civilización occidental. Desde que controvertido por Masson de Morvilliers en
en en
el famoso artículo referente
la
Encyclopedie Frangaise, la controversia que se ha promovido no ha conocido límites de prudencia ni treguas de apaciguamiento. Alejándonos de esta polémica, vamos a aportar una serie de hechos concretos al futuro estudio crítico del comportamiento español ante la vida a
España
papel que ha desempeñado el siglo xvII este papel fue
que al
en
económica. Es evidente que el diferente proceso de conquista del suelo, el doble género de vida suscitado en España por las inmigraciones y el aprovechamiento del terreno se
agrícola, han dado lugar a un sentido de la riqueza, si quiere elemental, también doble. ¿Qué es lo que caracteriza al campe-
sino? El tradicionalismo
en
el concepto del valor de la tierra;
unos recur-
32
ECONÓMICA
HISTORIA
DE
ESPAÑA
limitados; un trabajo incansable e individual; una economía de tipo familiar; el sentido de la continuidad; el ahorro. ¿Qué es lo que caracteriza al pastor trashumante? La relatividad de los valores económicos; la tendencia al monopolio; la adopción de un colectivismo mejor o peor organizado; la economía de grupo; la discontinuidad en el esfuerzo y, finalmente, la repugnancia a las formas racionalizadas de la vida ecosos
nómica.
Hay un tercer sentido de la riqueza: el del comerciante. Éste es el propiamente europeo, el que une el individuo a la empresa, la continuidad a la ilusión; el ahorro a la inversión; la ambición de poder a la necesidad social de este poder; el individuo a la colectividad. Ese es el sentido de la riqueza que creó la economía moderna en Inglaterra, en los Estados Unidos, en Francia y en Alemania. En cambio, se ha dado muy pocas veces en
de tal es
España.
manera
Aun
que
se
hoy mismo estamos enfrentados con esta posición, puede hablar en público de que “el genio de España
antieconómico”. Esta
embargo, muchos
otros
quijotesco, existe
una
es
una
actitud de
una
mentalidad nómada. Sin
revelan que, frente a realidad cotidiana de superación.
signos
nos
rrollo del sentido normal de riqueza del hombre tareas de la historia económica de España. El sentido técnico.
—
Al
ese
ilusionismo
Captar el desa-
hispánico
es una
de las
problema de la concepción de la riqueza
el del sentido técnico. Es evidente que ha sido mínima la contribución española al desarrollo general de la técnica, de tan vital importanse une
cia
en
ticular ha venido en
polémica suscitada por este parrelativa al papel ejercido por España
las coherencias económicas. La a
engarzarse
con
la
el concierto de la civilización occidental. Unos
se
han lamentado de
aportación haya sido tan escasa; otros, en cambio, valorando más los fenómenos espirituales que los materiales, han aplaudido el triunfo del genio de España sobre el materialismo de la técnica. Todo esto nos parece pura literatura. Hoy empezamos a ver un poco claro en esta problemática desde que el profesor López Ibor la ha abordado con franqueza, planteando la cuestión desde un ángulo científico. Las líneas esenciales del pensamiento de López Ibor son dos: una, relacionada con el tiempo, y otra, con la psicología española. Según este autor, en el momento en que en Europa se desarrolló el gusto por la ciencia y subsidiariamente por la técnica, España, el español, se hallaba en mala situación. En el siglo xv11 el español está cansado; ha fracasado en su gran empresa universal, le falta brío, no tiene empuje, y todo eso le causa una sensación de atraso que le será difícil remontar. Esto es cuanto a la posición cronológica. En cuanto a lo particular del temperamento que
esa
EL
HOMBRE EN
LA
VIDA
ECONÓMICA ESPAÑOLA
JJ
hispano, hay, siempre según López lbor, varios puntos a notar (y al referirnos a López Ibor y a ese español de que habla, debemos pensar que se refiere concretamente al español castellano, que es el que más conoce y al cual más a menudo alude). ¿Qué ve el profesor López Ibor en el castellano? Primero: una indiferencia total hacia la Naturaleza, la naturaleza fisica, ese atractivo y dulce paisaje que nos sale al paso continuamente, excepto en un lugar tan monótono, pero de valores espirituales tan altos,
(la Castilla del Duero y de la Mancha, no la de las serranías, se entiende). En Cataluña (y en general, en el litoral mediterráneo) el caso es diferente: ahí hay una exuberancia de belleza plástica, y todo lo que se vierte hacia lo estético y sensual, se pierde en dedicación como
Castilla
las consideraciones técnicas puras. En el País Vasco y el litoral cantabrico, en general, la Naturaleza ejerce el mismo papel equilibrador que en el resto de Europa: predispone a su admiración y a su estudio. a
Segundo: la preferencia temperamental del castellano hacia los valores humanos y personales, no hacia los cósmicos y abstractos; la cifra y el símbolo no interesan a nadie. El hispano quiere dar con la persona, conocer quién es, quién se oculta tras esas cifras y esos símbolos. Por eso la economía en España, como la política, es un factor puramente personal. Eso representa, indiscutiblemente, un valor esencial, que España ha mantenido contra, o frente, o rodeada de esa civilización técnica que ha creado Europa. Pero en el aspecto económico, la dificultad de captar esos valores abstractos ha perjudicado enormemente la tarea del hombre español. Tercero: la beatería de lo hidalgo (más que una faceta del temperamento, nos parece una mentalidad histórica adquirida). La vocación del español hacia la gloria en las batallas y en la literatura; el sentido de lo noble y de lo hidalgo, el menosprecio por las ocupaciones serviles y lo que representa trabajo continuado. Cuarto: el desinterés social. Más que desinterés —esa es la palabra que utiliza López Ibor—, definiríamos este concepto como falta absoluta de curiosidad. Procede de la convicción o bien de que somos los mejores, y, además de los mejores, los más listos, bien de que esto marcha muy bien y que basta copiar lo que hacen los demás para que marche mejor. Esa enorme falta de curiosidad, que ha llenado la historia de España
desde el siglo xvi, es, evidentemente, de la psicología española.
una
de las características esenciales
profesor López Ibor ha omitido un punto que, a nuestro juicio, es esencial y completa su exposición: el de la repugnancia del español a enfrentarse con problemas intelectuales que rocen posiciones de ortodoxia. El
2— H.a ECONÓMICA DE ESPAÑA
34
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
leyenda negra. La Inquisición es uno de los tantos mitos que se han propalado para explicar oscuramente lo que está más claro que el día. Si el español hubiera sentido necesidad de decir algo al mundo de la técnica, lo habría dicho con o sin Inquisición. Lo cierto es que poco tenía que decir. Y ello a causa de la pérdida de contacto cultural entre la universidad española y la europea decretada por Felipe II, recogiendo el espíritu general del país que clamaba por una “impermeabilización” de las fronteras ante el riesgo de la herejía (1565). Y como la ciencia es un producto de colaboración entre mentalidades a priori disidentes y no conformistas, y la técnica es el resultado de esta colaboración aplicada a las cosas prácticas, de aquí el retraso paulatino en aceptar las nuevas ideas científicas y los nuevos sistemas y métodos de trabajo. Por ello, cuando en el siglo xvi los españoles más progresivos entraron en contacto con Europa, se enNo
es
necesario referirnos
a
la
Inqusición,
centro de la
formidable déficit técnico. Se ha estudiado la historia del siglo XIX español
contraron
con
un
como un
gran
con-
flicto entre bandos
políticos rivales. Eso es la pura espuma de la historia. En realidad, el siglo xix español se estructura en la lucha amarga de unos cuantos para adueñarse de la técnica, esa técnica que se había forjado en Europa y que se nos estaba escapando de continuo. El sentido de
organización.
la técnica
—
El mundo moderno ha trabado la
organización capitalista (y luego, en ciertos países, socialista, según el modo de concebir la propiedad, el reparto de la renta nacional y la planificación del negocio). ¿Qué caracteriza en Europa el desarrollo del capitalismo? Tres hechos. Primero, la despersonalización del negocio. El negocio es algo aparte del empresario. Se llegó a ser capitalista cuando se pudo separar la partida capital de la partida negociante, y colocarlo como un ente abstracto que lucra o pierde por sí mismo. Esa despersonalización es esencial para comprender el capitalismo. Segundo, la mística del negocio. El capitalismo considera la prosperidad de la empresa como un signo de bendición de la Providencia. Por eso se pudo escribir y sostener por varios autores (Troeltsch, Weber, etc.), que el capitalismo está vinculado al nacimiento del protestantismo, ya que éste había cambiado el signo de las obras de redención, depositándolo no ya en las obras de buena fe espirituales, sino en la marcha halagiieña de los negocios. Y el tercer punto es la necesidad riqueza
y
en un
sistema de
del negocio como lustre social. A partir de los siglos xvir y XVII, la gente se dedica al negocio no solamente para lucrar, sino también porque da empaque, seguridad y bienestar, porque se considera que un sin fábrica, sin dinero y sin esplendor social es un frustrado.
personaje
EL
HOMBRE EN LA VIDA
ECONÓMICA ESPAÑOLA
35
Al contrastar estos tres principios con los que antes hemos enunciado para definir la psicología económica española, apreciamos una notable antítesis. Es muy difícil que al español se le pueda despersonalizar del negocio. La casa, el negocio y el dueño forman un círculo indestructible. La mística
en
el negocio
no
existe. Ha existido y existe
en
España la
mística de la humanidad, la mística de la religión, la mística de los altos valores espirituales, pero no la del negocio. Sólo un puñado de hombres han creído que negociando podrían alcanzar el séptimo cielo. Y en cuanto al tercer punto, hasta el siglo xvi existían leyes prohibitivas de que oficio artesano. Se trata de una incompatibilidad radical entre el señorío de sangre y el del dinero. En España lo que se ha dado a través de los tiempos, desde que los
ningún noble, ningún hidalgo,
se
dedicara
a
un
Reyes Católicos tropezaron con el Nuevo Mundo, fue el sentido burocrático de la organización del negocio. Cosa muy distinta del sentido capitalista de la organización de la economía. ¿Quiere esto deEuropa: el aislacionismo hispánico. cir, como se afirma muchas veces, que España, en economía, es un pueblo oriental? No. Esta actitud no se puede calificar de anticientífica. La estructura geográfica, el género de vida, la mentalidad histórica, los entronques con los demás países, hacen del español un miembro estricto de la cultura occidental. Ahora bien, dentro de ella y precisamente por esas características psicológicas, es algo aparte. Es una perturbación, una anormalidad; pero necesaria, vital. No se puede condenar que España España
y
—
anormalidad. El mundo tiene que ser anormal para progresar; queremos decir, que debe de tener contrastes para avanzar por el camino
sea una
perfección, que no sólo es material sino moral. Pero la tendencia básica de lo español es hacia lo europeo, y no porque los europeos sean distintos, sino porque el español mismo es europeo, y por tanto no puede salirse de ese circuito en que le metió Roma y en el que después, sucesivamente, se ha encontrado, algunas veces a gusto y otras a disgusto, y, en definitiva, siempre en su propia casa. ¿Cuál es el elemento que explica tal anormalidad? Sin duda, el aislacionismo hispánico. Durante largas épocas de su vida, España ha vivido aislada y desconocida. Las murallas montañosas, menos elevadas que las espirituales, han contribuido, en cierta manera, a producir el fenómeno. Esto ha provocado una acumulación de problemas que, al romperse esas barreras, han engendrado tensiones económicas y, por ende, revoluciones de la
considerables. El aislamiento gran
hispánico es notorio entre los siglos VIT y Xx, aunque sin importancia. Se superó este fenómeno en el transcurso de los si-
36
HISTORIA
glos
XI a
muy
en
glo
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
xv, cuando, a partir de las emigraciones francas, España estuvo contacto con el resto de Europa. Pero, desde mediados del si-
xvi, tal proceso
hasta casi nuestros días. No han faltado fenómenos de tipo político y militar en que España ha intervenido en
Europa y viceversa; de desconocimiento,
se
arrastra
pero pesan muy poco. Lo
importante es la actitud a pesar del desarrollo del espíritu de imitación en las modas del vestido y del intelecto, de la ciencia y de la economía, a pesar también de los grupos minoritarios que, desde fines del
siglo
han considerado misión esencial insertar
en
plenamente España
xvi,
las
co-
rrientes europeas.
El cantonalismo y los polos regionales de la actividad económica. Los compartimientos geográficos en que se divide el territorio español
traducen
—
se
cantonalismo de tipo económico. De hecho, no puede hablarse de historia económica de España hasta fines del siglo xvii, y aun hasta bien entrado el x1x. En el mismo siglo xvir existian economías reen un
gionales, que no podían confundirse y de hecho estaban diferenciadas por la ley y la costumbre: economía castellana, economía valenciana, economía catalana, etc. Si nos remontamos a épocas anteriores, la diversidad económica regional responde al parcelamiento del territorio peninsular en soberanías independientes. El cantonalismo económico hispano, viene impuesto por tres condiciones. La primera de ellas, la geografía; la segunda, la historia; la tercera, la mentalidad dimanante de la articulación social. Ya hemos mencio-
nado,
por lo que
respecta
a
la
geografía, la
existencia de
marcos
regio-
nales que dan personalidad a cada una de las zonas en que puede considerarse dividida la Peninsula. En cuanto a la historia, el cantonalismo económico se desarrolló ya en los primeros tiempos prehistóricos,
perduró durante el mundo antiguo y, finalmente, adquirió consistencia con el diverso ritmo que lograron las economías regionales durante la Edad Media. Por lo que respecta a la mentalidad, ésta, como producto de la geografía y de la historia, tiende a concentrarse en lo que pueden denominarse polos regionales. A nuestro juicio, pueden distinguirse cuatro polos: el castellano, el catalán, el norteño y el andaluz. Al primero le conviene cuanto hemos dicho anteriormente porque las generalidades relativas al sentido de la riqueza, de organización económica y capacidad técnica del pueblo español han sido formuladas a partir de la particularidad castellana. Como polo regional de la actividad económica hispánica, lo catalán se distingue por unos cuantos factores típicos: el voluntarismo, la aptitud para el trabajo, la curiosidad, el espíritu técnico y el capitalismo familiar.
EL
Estas condiciones
HOMBRE EN
no
LA
VIDA
ECONÓMICA ESPAÑOLA
31
han sido permanentes. Así, por ejemplo, la aptitud distintiva de los catalanes, no lo fue durante buena
trabajo, hoy parte de la Edad Moderna; durante los dos primeros siglos de este tiempo, los testimonios históricos concuerdan en negársela. Sólo a partir de finales del siglo XviI tal aptitud fue considerada como típica por los viajeros del comerque recorrían el país y los estudiosos de la vida del trabajo y cio. Del mismo modo, la curiosidad se despierta al compás de la aptitud debemos señalar para el trabajo, hacia 1680. En cuanto al espíritu técnico, para el
que el catalán tiene
verdadera adoración por la técnica y que es resolver los problemas mecánicos. Su adoración
una
especialmente hábil en por la máquina es un fenómeno
psicología colectiva. En cambio, no ha entrado de lleno en la última forma de organización capitalista (la gran empresa anónima), pues en Cataluña predomina la empresa personal de tipo medio. Pero contrariamente a lo que creen la mayoría de los teóricos (Pi y Sunyer, Tallada, etc.), que ello es un defecto del temperamento individual y colectivo, creemos haber probado que se trataba de una contingencia aparecida en el transcurso del siglo xx y remachada a comienzos del siglo xXx por la crisis colonial. La economía norteña se caracteriza por una curiosidad vital, por un espíritu de progreso técnico a la europea, y, sobre todo, por el capitalismo de empresa. Este rasgo, vinculado principalmente al pueblo vasco, deriva posiblemente de la aptitud para las grandes concepciones generales. Ya en san Ignacio de Loyola se alió el espíritu místico con el de empresa, creando una gran organización militante al servicio de la Iglesia. De la misma manera, en los siglos xIx y xx grandes hombres de empresa vascos (y montañeses y asturianos) han aliado el misticismo del negocio con una gran capacidad de tipo industrial y financiero. En cuanto a la psicología económica andaluza, requiere un examen atento, que no sabemos haya sido llevado a cabo. La mentalidad andaluza resulta, al parecer, de la sumisión de las necesidades económicas de la población a los intereses de las capas dominantes; por esta causa, se ha podido decir que responde a una división abismal entre la minoría dirigente y la gran masa de trabajadores. La subordinación de la primera a los imperativos de la tradición social, la ausencia de curiosidad, la falta del espíritu técnico, el menguado desarrollo de toda tentativa de empresa imprimen a la mentalidad andaluza un sello muy particular. No obstante, en otros períodos de la vida histórica el hombre andaluz ha figurado a la cabeza de la actividad económica peninsular (en el siglo x, con el Califato; en el xvr, inmediatamente después de la conquista de América). El verdadero carácter del polo económico andaluz sólo podrá aprehenderse después de una radical revisión de los mitos que hoy nos lo ocultan. de
l. ECONOMIA PRIMITIVA Y COLONIAL
4
Economía de la
El medio natural.
—
España prehistórica
Remontándose la historia
a
aparición del homaparición por lo me-
la
planeta y habiéndose comprobado esta nos a partir del Cuaternario, la historia primitiva se inicia al término del Plioceno (clima cálido, vegetación frondosa y rica en fauna de mamiferos), cuando desciende la temperatura y se prepara la primera glaciación. Por otra parte, como esa historia primitiva, o prehistórica, se prolonga más allá del Cuaternario, el conocimiento del medio natural que le sirvió de marco distingue diversos momentos: Cuaternario (desde los años 600 ó 500.000 hasta el 10.000 a. de C.). Se caracteriza por una sucesión alternativa de fases climáticas (cuatro glaciaciones o períodos de máximo frío, y tres interglaciaciones), que tiene como causa probable las oscilaciones en la intensidad de la irradiabre sobre el
ción solar. En
aquellos tiempos, la forma de la Península
era
parecida
a
la actual
y el estrecho
de Gibraltar se hallaba abierto. Los efectos de las glaciaciones la afectaron menos que al resto de Europa, aunque no dejaron de producirse: las nieves perpetuas descendieron hasta 1.700 o 1.800 metros en
los
Pirineos,
la Meseta tenía tábrico al de
1.400 un
los Picos de Europa, y 2.400 en Sierra Nevada; clima semejante al de la Polonia actual, el litoral can-
Escocia,
en
y Andalucía al del Sur de
Francia; los ríos eran corrientes; la flora y la
más caudalosos y los fenómenos volcánicos muy fauna eran parecidas a las de los países nórdicos. Transición
a
la actualidad
geológica (desde el
año 10.000 hasta el
C.). Período oscuro, también de transición en el aspecto cultural (Mesolítico o Epipaleolítico). Se produjeron grandes conmociones geológicas que marcan el paso del Pleistoceno, o final del Cuaternario, al Ho5.000
a.
loceno.
40
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
Plena actualidad
geológica (iniciada hacia el año 5.000 a. de C.). Las conmociones del período anterior han producido finalmente la retirada de los hielos a su ámbito actual y la configuración definitiva de los niveles costeros.
Economía de recolección: los cazadores nómadas del Paleolítico. — Enfrentado al problema del vivir cotidiano, el hombre más primilos estadios de la técnica más elemental, tuvo que limitarse al aprovechamiento de los recursos espontáneos que la naturaleza ponía a su alcance: simple recogida de frutos no sembrados y caza de animales en estado salvaje. Por lo tanto, economía destructiva, de signo negativo:
tivo,
en
de bienes sin reponerlos. De ahí, un nomadismo forzoso: agotadas las posibilidades del lugar en que se hallaba establecida, la tribu del Paleolítico no tenía más remedio que trasladarse a otro sitio en busca consumo
de la alimentación que le faltaba. En el cuadro descrito correspondía
a
la
caza
el
papel principal,
pues
proporcionaba al mismo tiempo carne abundante y pieles para el vestido. Con esta preeminencia se relaciona sin duda la primera manifestación conocida de vida
espiritual en el hombre: en efecto, las grandes pinturas rupestres de animales se explican en virtud de la magia simpática, concepto del que están imbuidos todos los pueblos cazadores y que asimila la pieza que se desea cobrar a su representación gráfica. Para esta actividad venatoria primordial, el hombre primitivo dispuso de los útilesarmas proporcionados por la talla de los cantos rodados que arrastraban los cursos de agua; también servía la madera, que era trabajada con ayuda del fuego, ya conocido en los albores de la humanidad. ¿Quién era ese pueblo cazador, de vida nómada, con un instrumental precarísimo, que habitó la Península por espacio de medio millón de años? Nuestro conocimiento del mismo se remonta tan sólo a la segunda fase de recrudecimiento del frío, dentro del último período glaciar, en que los antiguos pobladores neandertalenses, prácticamente desconocidos, fueron arrinconados por otros nuevos, cuyas características ya no difieren esencialmente de las del hombre actual. Este fenómeno correspondió a la entrada en el Occidente europeo de gentes nuevas, de probable origen asiático, que, al perfeccionar las técnicas del sílex, elevaron sensiblemente el nivel de la cultura material. En España los grupos entrados fueron dos. Uno llamado gravetiense, extendido por casi toda la Península, de carácter mediterráneo; se dis-
pequeños útiles de piedra (microlitos). Él y sus continuadores (los epigravetienses) constituyen nuestros más lejanos antepasados; su entrada en España se sitúa en torno al año 100.000, al tingue
por la variedad de
ECONOMÍA
DE LA
ESPAÑA PREHISTÓRICA
41
término del Paleolítico inferior. Otro grupo, el de los auriñacienses se estableció más tarde en la zona vascocantábrica. Culturalmente más evoel lucionado, se distingue sobre todo por sus aptitudes para la caza
y
elemento instrumental. En el transcurso del Paleolítico más próximo, otros elementos étnicos los soluse insertarían en ese primero y persistente substrato. Fueron del trenses, bandas armadas de posible origen africano, introductores entre la gente antearco, es decir, de la caza a distancia, que circularon del hueso
uso
como
rior, confundiéndose
a veces con
ella y manteniéndose
en
algunos luga-
llegada de los magdalenienses. Éstos llegaron a Cantabria y la parte septentrional de la Península persiguiendo la fauna (renos y bisontes) del norte europeo, que la última fase del recrudecimiento del frío, dentro de la cuarta glaciación, había empujado hacia las tierras meridionales. Los magdalenienses poseían una industria del hueso y del res
hasta la
asta muy
desarrollada.
La economía
los comienzos de
agrícola y pastoril del Neolítico. — Coincidiendo con la plena actualidad geológica, se produjeron en la zona
comprendida entre el Nilo y Mesopotamia, en un solo ciclo de dos o tres mil años de duración, una serie de inventos, conocidos con el nombre de revolución neolítica. Ésta cambió el rumbo de la Humanidad, señalando civilización. Los progresos giraron en torno de la agricultura. El conocimiento del cultivo del campo señala el mayor hito de la cultura humana, después del descubrimiento del fuego. La introducción de la técnica agrícola implica un período de espera su
entrada
en una nueva
cosecha, es decir, un principio de sedentarismo, que apuntalaría en seguida la posibilidad de renovación de recursos sin necesidad de cambiar de lugar. Al mismo tiempo, el establecimiento en un sitio, al imposibilitar la persecución de la caza mayor en sus largas mientre la
siembra y la
graciones, exigió la domesticación de los animales más necesarios: nació de esta forma la actividad Por
como
complemento
parte, el asentamiento y la convivencia de
su
en un
pastoril
territorio hizo necesario
un
un
de la
agricultura.
grupo de personas
principio de organización política. Se-
ñalemos, por último, la aparición, del brazo de la agricultura, de otros importantes elementos civilizadores, tales como la cerámica, la rueda, el tejido, etc. En definitiva, comprobamos que la introducción de la técnica agrícola revolucionó la manera de vivir del hombre prehistórico, elevándole a una altura insospechable durante el Paleolítico, y abriéndole la vía para sucesivas mejoras, entre las cuales la metalurgia. Caracterizada la economía de la época neolítica, sólo faltan algunas precisiones acerca de su desarrollo en el marco hispánico. En la Península
42
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
el Neolítico se inicia hacia el año 4.000 por obra de grupos extranjeros llegados de Oriente, no se sabe por qué camino. En todo caso, a falta de otros datos, abona ese origen extranjero el bajísimo nivel cultural de
el momento inmediato anterior a la aparición del movimiento neolítico en su suelo. Por lo demás, la innovación agraria neolítica, la Peninsula
en
llegada con cierto retraso a España, impulsó de poración del país al ciclo de las civilizaciones
manera
decisiva la incor-
más avanzadas.
Introducción de la técnica metalúrgica: Los Millares. El Neolítico español fue una etapa de duración breve, que suele considerarse como precedente inmediato de la edad caracterizada por el descubri—
posibilidades: como útil de labor e instrumento descubrimiento se produjo en el Próximo Oriente hacia el
miento del metal y de
técnico. Tal
pero tardó bastante
extenderse por el resto del ecumene. Los primeros metales utilizados fueron los que se presentan en estado nativo (el oro y el cobre en especial) y pueden trabajarse, en cierta año
4.000,
sus
tiempo
en
si fueran
piedras. El cobre, sobre todo, fue el metal por excelencia de la primera época. Se extraía de pozos y minas por medio del fuego y de cuñas de piedra; luego, por la acción del calor sobre el mineral, se lograba el desprendimiento de las partículas metalíferas, que eran separadas mediante el lavado. Finalmente, para lograr su unión, éstas se manera,
fundian
como
en cuencos
de barro cocido.
Más tarde, la aleación del cobre con el estaño, que se conocía en forma de impurezas del primero, dio lugar al empleo del bronce, metal más duro y de
mejor fusión
que el cobre.
metalurgia, equivalente a la primera transformación de la materia lograda por el hombre, abrió la puerta a la fabricación de útiles más resistentes que los de piedra, de forma convencional y de producción más fácil. En España, rica en cobre (Andalucía y Asturias) y en estaño (Galicia) el impacto fue extraordinario. Se produjo hacia el año 2.000 y significó la incorporación del país a las corrientes La introducción de la
comerciales civilizadoras del Mediterráneo. Dado el estado cultural de los neolíticos españoles, parece probable que la técnica metalúrgica les fuera comunicada por un pueblo mediterráneo, cuya identidad, sin embargo, se ignora. Esta deducción la abona el poblado de Los Millares (cerca de Almería), estación tipo del
español, colonia extranjera en tierra hispana. Prescindiendo aquí de las diversas fases de su desarrollo, Los Millares se presenta, en sustancia, como un poblado fortificado sobre una loma, con un
Bronce levantino
sistema de abastecimiento de aguas
perfeccionado,
una
variedad extra-
ECONOMÍA
DE
LA
ESPAÑA PREHISTÓRICA
43
piedra, metal, hueso y otros materiales, y una vida religiosa muy compleja. Bastión extranjero en tierra hostil, avanzada de una civilización mucho más rica, encrucijada mercantil y cultural y foco de una espiritualidad más madura: esto es Los Millares. Con sus muros y sus fosos, sus utensilios y ornamentos de origen egipcio y minoico, sus vasos de alabastro, agujas y botones de hueso, sus cuentas de collar de caliza, de turquesa, de calaíta, de jadeíta y de ámbar (¿del Báltico?), y sus enormes cámaras sepulcrales capaces para más de cien inhumaciones cada una, apunta, sin equívoco posible, hacia el Próximo Oriente, como ordinaria de útiles de
núcleo matriz.
Grupos regionales económicos de la Edad del Bronce: El Argar. Los Millares es la estación más representativa de un círculo cultural llamado de Almería, que abarcó el Sudeste peninsular y estuvo poblado por elementos saharienses. Este círculo, puerta mediterránea del marco prehistórico hispano, alcanzó su auge más tarde, en plena Edad del Bronce, cuando el desarrollo de la metalurgia intensificó las expediciones de los —
comerciantes orientales
Argar simboliza
en
busca del mineral
español.
La estación de El
este momento.
extendió por el litoral levantino hasta Cataluña. Luego, por los pasos del Maestrazgo, penetró en el valle del Ebro, y, por el del Jalón, llegó a la Meseta. En Cataluña coexistió con la cultura La cultura de Almería
se
pirenaica, desarrollada por un pueblo de pastores de posible origen caucásico y características semejantes a las de los vascos actuales. Los pastores pirenaicos de la Edad del Bronce vivian una existencia pobre, simple
reflejo de la de otros pueblos más evolucionados situados al Norte o al Sur de las montañas, y eran enterrados en dólmenes. Se agrupaban en dos núcleos —el vasco, más aislado, y el catalán— cuyo punto de unión situábase
en
la
zona
alta de Huesca.
Sur, la cultura almeriense se extendió rápidamente hacia el valle del Guadalquivir. La superior riqueza agrícola y minera de Andalucía y su inserción en la ruta del estaño atlántico le proporcionaron personalidad aparte. Esta particularización de Andalucía daría origen a un Por el
elemento económico-cultural de extraordinaria fortuna: el
vaso
campa-
hoy se presenta como un producto de la fusión de las culturas hispano-mauritana y almeriense. Rebasados los límites regionales y peninsulares el vaso en forma de campana irradió por toda Europa. En el centro de la Península, la Meseta, encerrada en sí misma, constituía el fondo de un saco en el que dejaban su poósito las manifestaciones culturales de la periferia. Para la época de que tratamos, los prehistorianiforme,
que
44
HISTORIA
dores suelen
prestarle
ECONÓMICA
ESPAÑA
DE
propia la cultura de las Cuevas,
como cosa
expre-
realidad, dentro de la estrecha fisura abierta por unas exploraciones arqueológicas insuficientes, la particular extensión y perfección del vaso campaniforme (Ciempozuelos), es lo único que descuella en el centro peninsular durante la Edad del Bronce. sión huera de contenido. En
Aunque los grupos económicos acabados de citar vivieron muy aislados, existieron entre ellos relaciones de tipo económico y cultural. La mejor prueba de tales vínculos es la expansión del fenómeno megalítico —erandes construcciones funerarias de piedra—, de probable origen extranjero (mediterráneo) en gran parte del país, y su arraigo en núcleos tan diversos como los pastores vasco-catalanes y los agricultores del valle
Guadalquivir.
del
Las
primeras relaciones comerciales de la Peninsula
con
el Pró-
ximo Oriente y el Atlántico. — Al tratar de la introducción en España de la agricultura y luego de la metalurgia, hablamos del origen orien-
tal de estos descubrimientos. No
se
trata de
un
hecho
comprobado
de
modo concreto, sino deducido, por vía positiva, de la existencia en Egipto y Siria de culturas muy adelantadas y capaces de suscitar tales fenóme-
negativa, de la imposibilidad del acceso de los indígenas las formas superiores de cultura partiendo de niveles de
nos, y, por vía
hispanos
a
civilización considerablemente bajos. Una
vez
admitidas,
nos
entre los dos extremos del
interesaría
conocer
Mediterráneo.
el
grado de las relaciones
En este punto, los autores se según el mayor o menor peso
orientalistas y occidentalistas, atribuido a Oriente en la evolución de las formas de vida de los prehistóricos peninsulares. En todo caso, se ha podido establecer un paralelismo dividen
en
entre los focos culturales eneolíticos
hispanos
y los del Oriente
Próximo,
especialmente Egipto (objetos ornamentales y decoraciones cerámicas) y las islas del Egeo, que dejan bien sentada la influencia de los últimos sobre los primeros. Queda por determinar
quiénes fueron los
que establecieron el puente
Desechada la teoría de Siret, favorable a los fenicios, ahora se atribuye el papel de intermediarios a los cretenses. Por otra parte, ya muy adelantado el segundo milenio, en Galicia y la zona portuguesa próxima alcanzó un momento de apogeo la antigua culentre las dos costas.
eneolítica. Como el mismo fenómeno Bretaña, Cornualles e Irlanda, existe la
tura en
produjo simultáneamente impresión de que, por debajo se
de esta coincidencia, se desarrolla una unidad étnica cultural. Una activa navegación (con simples botes de
estrechos vínculos entre dichos
países.
o
por lo
menos
piel) aseguraría
ECONOMÍA
DE LA
ESPAÑA PREHISTÓRICA
45
La abundancia de metales —oro y estaño, sobre todo— en esas tierras explica la riqueza de esta etapa atlántica. El estaño, en especial, era objeto de activo comercio con el Sur de la Península, que servía de intermediario con los países más adelantados del Mediterráneo, incluso
lejano Egipto. Los beneficios que recibieron los territorios norteatlánticos por esta exportación metalífera fueron de orden cultural y con
el
técnico. Así lo atestiguan su entrada en el círculo del fenómeno megalítico y del vaso campaniforme y el hecho de que la importante metalurgia británica derivase de la de Almería y del Algarve.
,)
Economía de las colonizaciones
hispánicas
colonizaciones mediterráneas en la Península. — Como acabamos de ver, son ciertas las relaciones económicas de los pueblos del Oriente mediterráneo con la Península antes del primer milenio; pero no pueden ser definidas exactamente. No cabe duda que los egipcios, Las
los micénicos y los cretenses debieron llegar a las costas de España en busca de metales, especialmente cobre y estaño. Pero ningún dato aclara tales sucesos ni podemos tener sobre ellos, hoy día, un conocimiento firme.
En
cambio,
a
partir del año mil, la Península
entra decididamente
en
la órbita de las colonizaciones mediterráneas. Para este período nos hallamos en posesión de datos concretos y coherentes, tanto arqueoló-
siempre estos datos son definitivos. Los fenicios primero, los griegos y cartagineses más tarde, incorporaron la Península al gran comercio internacional de la época. ¿A qué debemos atribuir este hecho? En primer lugar, a un motivo de índole económica. Después de las llamadas invasiones de los Pueblos del Mar,
gicos
como
escritos. Pero
que afectaron la
no
y la economía del Próximo Oriente alrededor de J. C., se constituyeron en este espacio geográ-
política
del primer milenio a. fico grandes imperios,
especialmente los de Asiria y Babilonia. Sus necesidades de todo orden se multiplicaron, y para servirlas, los pueblos de la costa de Siria y Palestina aumentaron su actividad mercantil. Poco a poco, estos navegantes, especialmente los fenicios, conquistaron las rutas del mar y establecieron relaciones directas con el Próximo
Occidente. Como antaño, los metales fueron el renovación econámica.
principal
acicate de esta
ECONOMÍA
DE
LAS
COLONIZACIONES
HISPÁNICAS
47
Al mismo tiempo, aumentó la población en todo el contorno litoral bañado por los mares orientales. Ello provocó una crisis demográficopolitica, especialmente sensible en Grecia a partir del siglo vItr, que dio de origen a la civilización, en el sentido moderno de la palabra. Masas
población emigraron de un lugar para establecerse en otro; primero en lugares próximos, después en los más remotos. De este modo surgieron: la factoría, o sea el puesto comercial establecido en costas lejanas; luego la colonia, remedo de la ciudad madre, con su mismo idioma, religión de tipo estratégico y leyes, y, por último, la clerukia, o sea un puesto destinado a controlar el acceso a una vía comercial importante. En todo el ámbito mediterráneo las colonizaciones orientales provocaron luchas económicas y políticas. Los griegos y los fenicios compitieron por el dominio de Sicilia, llave del Mediterráneo central; los
posiciones en la Magna Grecia, o sea en el Sur de Italia, y los segundos desde Cartago y África del Norte. Esta lucha se trasladó íntegra al Mediterráneo occidental. Los fenicios fueron proprimeros desde
sus
gresando lentamente por el litoral del Norte de África y por la ruta de las islas, o sea Cerdeña y las Baleares. Los griegos avanzaron por la costa septentrional, desde Cumas, localidad cercana a Nápoles, hasta Marsella. El objetivo de unos y otros fue el mismo: el mercado de metales del Mediodía hispánico. Ese antagonismo durará siglos y sólo se resolverá con la integración de España en el Imperio romano, sucesor de los griegos en su antagonismo contra los púnicos.
pueblos indígenas. — Simultáneamente al proceso que hemos descrito, la etnografía peninsular adquirió sus trazos definitivos, que pueden seguirse a través de los textos de los diversos geógrafos de la Antigiiedad mediterránea. Los
Los rasgos más característicos de este proceso son: la invasión de los indoeuropeos celtas en el centro y Norte de la Península; la definitiva
formación de
comunidad ibérica
Andalucía y el Levante español; el entronque de estos dos grupos étnicos en el centro del país. Observando el panorama que presentan los pueblos indígenas en el una
en
momento de mayor estabilidad y mejor conocimiento de las fuentes, o sea poco antes de la conquista romana, podemos esbozar un esquema
los más importantes. Los citamos como simple recordatorio. En el territorio andaluz figuran los turdetanos, sucesores de los tarte-
con
seguramente identificados con ellos, no obstante conocerse con otro nombre. En la costa levantina los principales grupos eran los siguientes: en el Sudeste, establecidos en las actuales provincias de Almería y Murcia, se afincaban los bastetanos. En el valle del Segura empeza-
sios,
y
48
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
sentido estricto, comprendiendo los contestanos, establecidos en Alicante, los edetanos, situados en Valencia y la región del Maestrazgo hasta Zaragoza, y luego tribus catalanas (ilercaones y cesetanos en Tarragona: layetanos y lacetanos en Barcelona; ausetanos en ban los iberos
en
las llanuras de Vich y Gerona; indigetas en el Ampurdán, y diversas tribus en las estribaciones pirenaicas, como la de los ceretanos). En el
Ebro, al Norte de este río se extendían los ilergetas y en las estribaciones pirenaicas los tacetanos. Dominando las comunicaciones entre el Ebro y la Meseta, establecidos desde el alto Duero hasta el Jiloca, se hallaban las tribus de los celtiberos, formadas por cuatro grandes grupos, de las cuales el más notable era el de los arevacos, cuya capitalidad se establecía en Numancia. En la Rioja, asimismo en lugar de comunicación entre la Meseta y el valle del Ebro, vivían los verones. En la orla cantábrica, desde los Pirineos hasta Galicia, -se disponían los vascones, en el País Vasco, los cántabros, en Cantabria, los astures, que se extendían no solamente por Asturias, sino también por León, y los galaicos, los cuales avanzaban hacia el Norte de Portugal. En la Meseta septentrional, además de los celtíberos y de los astures, ya dichos, el pueblo más importante era el de los vacceos, el cual habitaba la región del Duero medio. En la Meseta meridional predominaban tres pueblos: el de los vetones, el de los carpetanos y el de los oretanos. En la fachada atlántica, de Norte a Sur, vivían los lusitanos y los valle del
célticos.
—
Después Las colonias fenicias, griegas y cartaginesas en España. de la crisis del año mil, los fenicios fueron los primeros pueblos del Próximo Oriente que avanzaron hacia el Mediterráneo occidental. Coincidiendo con el apogeo de la ciudad de Tiro, las expediciones fenicias llegaron a las columnas de Hércules, donde fundaron Gadir, la actual ciudad de Cádiz. No sabemos exactamente la fecha de establesi bien no se encuentran restos arqueológicos de la
cimiento, porque
ciudad hasta el siglo ví, es evidente que las fuentes que hablan de una fundación hacia el año mil a. de C. deben ser aproximadamente correcfactoría hasta tas. En todo caso, parece ser que Cádiz fue una pequeña la época cartaginesa, o sea hasta el siglo vi. Al lado de esta estratégica el importante colonia que dominaba el comercio atlántico y vigilaba los fenicios fundaron en la costa meridional las reino de los
tartesios,
factorías de Seri, Malaca y Abdera, sobre las cuales existen algunas dudas, sin embargo, (el nombre de Abdera es de procedencia griega). VII los poblaEn cuanto a los helenos, sabemos que en los siglos TX y
ECONOMÍA
DE
LAS
COLONIZACIONES
HISPÁNICAS
49
dores de las ciudades de Calcis y Rodas estuvieron en contacto con la Península. Los calcídicos fundaron Cumas, la importante colonia de Itamientras que los rodios fueron los marinos que propagaron el mito de las columnas de Hércules y los que, seguramente, establecieron en
lia,
la colonia de Rodhae, probablemente situada muy cerca de la actual Rosas. A tenor de la abundancia de monedas encontradas,
el
siglo
vi
Rodhae conocería
su
máximo
esplendor
en
el
siglo
1v.
El primer rastro auténtico de la actividad comercial griega en el Próximo Occidente, es el viaje de Kolaios de Samos, quien en el siglo vi
llegó hasta Tartesos. Este comercio se animó en el siglo vi, a consecuencia de la caída de Tiro en manos de los asirios y del desarrollo de los contactos entre los helenos y los reyes tartesios. En aquel momento, los griegos utilizaron la ruta de las islas, o sea Cerdeña, Menorca (Mahón) e Ibiza, y fundaron una serie de colonias meridionales como Mainake, probablemente cerca de Málaga, y Hemeroscopion, muy cerca de la actual Denia, en un punto donde existían minas de hierro, según Estrabón, cuyo testimonio confirmaría la denominación de “Ferraria”
aplicado
por P. Mela
la colonia. También parece del mismo momento la fundación del primer núcleo griego de Emporion, asimismo en el al cabo de la
Nao,
vecino
a
golfo de Rosas. Esta expansión, espoleada por la gran colonia de Marsella (fundada en el año 600 a. C.), quedó interrumpida por la batalla de Alalia (535), famosa pugna en los anales de la colonización del Mediterráneo occidental. En dicha acción los griegos se enfrentaron con éxito contra los
etruscos, pero a costa de tales sacrificios que actividad en la Península Hispánica. Abandonadas a
cartagineses
debieron frenar
su
y los
la ocupación cartaginesa las tierras meridionales, los griegos substituyeron el proyecto primitivo de una colonización litoral extensa por otra de ámbito más reducido, pero también intensa.
Bajo el caudillaje de Marsella, debe atribuirse a esa segunda colonización helénica el origen de la ciudad nueva de Ampurias (la Neápolis, en tierra firme). Vitalizada por los refugiados de las colonias del Sur, Ampurias cobraría en seguida (finales del siglo vi) grandísima importancia
como
avanzada del helenismo
en
Occidente. De ello
son
testimonios
la acuñación de moneda y el considerable tráfico con el Atica (restos cerámicos) y el mundo griego oriental. Esta fase de prosperidad continuaría durante el
siglo v, y fue posible por hallarse el enemigo púnico empeñado en la disputa de Sicilia. La misma situación pudo prolongarse aún un siglo más, el Iv, sobre todo en su segunda mitad, cuando el tratado del año 348 entre Cartago y Roma, delimitando las respectivas zonas de influencia, garantizó la seguridad de las colonias griegas. Hemeroscopion,
entonces la colonia más avanzada del mundo helénico occi-
50
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
peligro. En correspondencia, los hallazgos arqueológicos pertenecientes a la época inmediata posterior a 348 atesdental viviría al fin fuera de
tiguan
esta
gran aumento de las
importaciones griegas, especialmente visible en los objetos cerámicos, la mayoría de los cuales proceden del Sur de Italia y de Sicilia (el comercio directo con el Atica decayó radicalmente desde las guerras del Peloponeso, a fines del siglo v). Como apunta García Bellido, es verosímil que al amparo de las en
zona
un
cláusulas del tratado del 348 y del auge comercial subsiguiente, los massaliotas (marselleses), o los mismos colonos de los establecimientos
peninsulares,
se
arriesgaran
a
fundar
nuevas
factorías, precisamente
en
la línea de demarcación entre cartagineses y romanos. El hecho es que pertenecen a este momento los primeros restos de dos nuevas colonias: la de Alonis (cerca de Benidorm) y la de Akra Leuké (Lucentum — Alicante), situadas en una región rica en plata, la
zona
plomo
y
más
próxima
hierro,
rica todavía
en
y
a
sobre todo lo más
cerca
posible
de Sierra Morena, más
minerales.
lugar, debemos señalar los cartagineses. Sucesores de los fenicios en la hegemonía del Norte de África y del Sur de España, destruyeron Tartesos hacia el año 500 y se apoderaron de Mainake. Desde aquel momento, esparcieron por todo el mar oriental leyendas terrorificas sobre el Atlántico, propaganda que ellos utilizaban para evitar la competencia en ruta tan provechosa. En esta navegación, Ibiza alcanzó una importancia excepcional. Fundada una colonia fenicia en la isla, probablemente hacia el año 660, sirvió a los cartagineses como lugar estratégico para cortar la ruta de las islas a los helenos y vigilar el Mediterráneo occidental. Además de este interés, tuvo valor económico para la industria de la púrpura. Ibiza fue una de las principales colonias cartaginesas en el Mediterráneo occidental. Poco después durante el siglo vI a. C., los cartagineses avanzaron hacia el interior de Andalucía, donde se encuentran numerosos restos arqueológicos púnicos (Osuna, Carmona, Marchena, etc.). Éste fue el preludio de lo que más adelante debía ser la colonización bárcida, o sea la colonización emprendida por Amilcar Barca después de la derrota experimentada por sus tropas en la primera guerra con Roma (terminada en 241). La colonización bárcida se caracterizó por una ocupación militar del país y sigularmente por la En tercer
ciudades, entre las cuales las más importantes fuelas de Alicante y Cartago Nova.
fundación de ron
nuevas
expugnación de Sagunto (219) por el hijo de Amilcar Barca, Anibal, acción que introdujo de Roma. a España en la segunda guerra púnica y, al cabo, en la órbita La voluntad de dominio
cartaginés
se
demostró
en
la
ECONOMÍA
DE
LAS
COLONIZACIONES
HISPÁNICAS
Jl
La principal actividad de los pueblos coloniObjetos de comercio. zadores en España fue, sin duda alguna, la de apoderarse de los metales peninsulares y de aquellos productos que llegaban a la Península a través de las comunicaciones atlánticas. Los productos metaliferos exportados hacia el Próximo Oriente fueron: la plata (los filones más importantes se encontraban en Cartagena), el oro (que abundaba en los placeres auríferos ribereños), el cobre (círculo metalífero de Huelva), el estaño (abundante en Galicia y Andalucía, por las relaciones atlánticas) y el plomo. En esta época empezó a exportarse el hierro, del cual se encon—
Galicia y en la Bética. También fue un producto de exportación la sal. A base de las pesquerías del Sur de España (Gadir, Carteia, Sexi, Abdera, etc.), la pesca salada constituyó traron
excelentes
veneros
en
capítulo del comercio de exportación. En relación con ella, podemos citar el gáron, salsa de pescado (atún, escombro, etc.), de la que se hacía
un
gran
consumo
Teniendo
en
las ciudades de Oriente.
comercio de Cantabria
actividad marinera
se
con
veces
sus
los iberos
concentró
en
eran
los
pueblos colonizadores.
Por otra
fueron esencialmente navegantes, mercaderes penetraron hasta el interior del país.
parte, hay que precisar
algunas
malos navegantes y que el las Islas Británicas era reducido, la principal
cuenta que
en
que si éstos
Certifica esta observación el
puntos de la
hallazgo de monedas ampuritanas en varios depresión del Ebro, como Renieblas, y en Osma, en la actual
provincia de Soria. las materias de importación, consistían especialmente en objetos de lujo, como perfumes, determinadas estofas y tejidos, púrpuras, y productos artísticos, joyas y otros por el estilo. Las copiosas importaciones de vinos y aceites en los primeros tiempos de la colonizaEn cuanto
a
ción fueron
desapareciendo (excepto para las marcas de calidad) con el desarrollo de las plantaciones de viñedos y olivares en los aledaños de las colonias.
—
La influencia técnica y cultural. Aunque no existen datos precisos, es evidente que los pueblos fenicio y griego hicieron aportaciones
substanciales
a
la economía
hispánica primitiva. Así en griegos, seguramente, introdujeron la vid,
el campo de la y los fenicios, o
agricultura los quizá también los mismos griegos, el olivo. En la industria, determinados procesos textiles, la salazón de los pescados, y, de manera muy principal, la metalurgia avanzada fueron enseñados por los pueblos colonizadores a los indígenas del litoral peninsular. Quizá la influencia más importante estribara en la escritura, que posiblemente dieron a conocer los griegos. Su uso adoptó dos formas: la
52
HISTORIA
escritura del Sur, un
territorio que
ECONÓMICA
correspondiente arranca
DE
ESPAÑA
los tartesios, y la ibérica propia, con del Sur de Alicante y comprende la región a
valenciana, Cataluña, la región del Ebro una gran unidad de tipo cultural. Otra innovación interesante
y el Sur de
Francia, formando
el campo mercantil fue la difusión de la moneda. Tanto los púnicos como los griegos enseñaron a los indígenas el valor de los metales en el intercambio comercial. Las acuñaciones de los Bárcidas
en
magníficas y no menos, también, las de los griegos, especialmente en Ampurias, cuyas monedas tuvieron un amplio radio de difusión, comprendiendo de hecho, desde Narbona a Alicante. Como antes hemos dicho, la moneda ampuritana es un buen instrumento para medir el área de difusión económica de la colonización griega en España. son
Tartesos. — La historia del reino de Tartesos
plantea una
serie de
problemas insolubles a causa de la ausencia de todo testimonio arqueológico que corrobore la abundancia de noticias literarias. En su primera fase puede considerarse como una etapa del comercio fenicio, que exportaba en sus grandes naves el estaño de Bretaña y Cornualles y la plata, el cobre y el oro de las minas andaluzas. En efecto, el nombre de Tarsis o de Tartesos empezó a sonar a partir del establecimiento de los púnicos en la desembocadura del Guadalquivir. Entonces, la salida de aquellos metales a través de Cádiz, dio origen en Oriente a la idea mítica de un país de riquezas fabulosas, situado más allá de las columnas de Hércules, en las lindes del Mar Tenebroso. De todas maneras, son confusas las relaciones entre fenicios y tartesios. A una primera etapa de rivalidad, que culminó con el incendio de las naves de Gerión, rey de Tartesos, por los fenicios, sucedería otra
predominio púnico, caracterizada por una gran explotación de las riquezas del Sur de Hispania: Posidonio asegura que los fenicios hacían de plata las áncoras de sus naves cuando éstas, ya cargadas hasta los topes, se prestaban a la partida. Después, durante el siglo vir, la crisis señalaría la recuperación de Tartesos como reino independiente. Uno de sus monarcas, Argantonio, extendería sus dominios hasta el cabo de la Nao, estableciendo al mismo tiempo estrecha alianza con el rey de Samos, y, sobre todo, can los griegos focenses, a quienes invitó a instalarse en más corta de
su
territorio.
siglo vit a. de C. marcó, por lo tanto, la segunda etapa de la leyenda de Tartesos, con la sustitución de los rivales fenicios por los amigos griegos. La explotación del tesoro metalífero del Sur peninsular continuaría con la intensidad anterior, aunque bajo el nuevo signo de El
la colaboración helénica. Este estado de
cosas se
prolongó hasta el
año
ECONOMÍA
DE
LAS
COLONIZACIONES
HISPÁNICAS
5
500, fecha aproximada de la destrucción de Tartesos por los cartagineses, que remachó la hegemonía de éstos en el Mediterráneo occidental. La destrucción de Tartesos fue el colofón del combate naval de Alalia
(535),
que desarticuló el
poder naval
de los
focenses, aliados del
reino
andaluz. Áreas económicas
Tartesos constituye una excepción en indígenas. el desarrollo económico de los pueblos indígenas afectados por la colonización. En el resto de la Península fluye una existencia menos brillante, más o menos modelada por la expansión de los conocimientos técnicos importados del Mediterráneo oriental, desde las zonas de superior cul—
tura levantina y andaluza hasta las áreas atrasadísimas del Norte
tábrico. Caro Baroja ha establecido terísticas
A)
principales
resumimos
a
Area cultural cantábrica.
Noroeste de la Península. Tenía
unos
grupos
regionales,
cuyas
can-
carac-
continuación:
Comprendía la
una
zona
cántabra y el
base económica fundamentalmente
agrícola y se apoyaba en un sistema social de matriarcado, con herencia de las hijas y dote de los hermanos por las hermanas. En lo técnico, regía un sistema de cultivo con azadas, u otros aperos de labranza de índole análoga, muy rudimentarios. Cuando Augusto dominó la región, los romanos hicieron grandes esfuerzos por cambiar el sistema obligando a los hombres a intervenir en las labores del campo. También se dispuso que la población bajara de los cerros en que cultivaba pequeñas parcelas de tierra y se intalara en las llanadas, que permitían un trabajo más fructifero. Los
cántabros,
transacciones
se
astures y demás grupos desconocían la moneda y las hacían mediante trozos de metal cortado, o por simple
intercambio de productos. En contraste con estos síntomas de atraso, deben señalarse en el área cantábrica algunos elementos provinentes de otras culturas superiores: en especial, el ganado lanar y cabrío, que, en
principio,
conviene
mejor a
otro
tipo
cultural.
Como reminiscencia actual de esta
pondiente una estrecha faja en más primitivos que el arado. Es
cultura, queda en el área corresque han perdurado aperos de labranza el caso de la “laya” vasca.
Área de la Meseta y Occidente. Abarca no sólo la Meseta y buena parte de Portugal, sino también los Pirineos y la Depresión del Ebro. Engloba cinco áreas distintas:
B)
Área de cultura pastoril pirenaica. Al presentar rasgos menos acusados que la cantábrica, es de más difícil delimitación, especialmente
1)
54
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
>
Din)
,
7/4
Ur
UN
_Á ÁREAS CULTURALES. — Números: I, área cantábrica; II, área de cultura pastoril pirenaica; III, área de cultura fundamentalmente pastoril del este de la Meseta; IV, área de cultura pastoril vetónica; V, área de cultura colectivista agraria del Duero occidental; VI, área de cultura agrícola superior lusitana; VII, área de cultura superior tartesia; VII, área de cultura superior mediterránea. Signos: 1, territorio de las áreas culturales II, V, VI y VII; 2, limites de lns áreas I, IV, Il y VIIL
por
sus
extremos, donde
(País Vasco)
o
con
se
interfiere
con
la cultura
agrícola cantábrica
la cultura colonial catalana. El rebaño constituía la
base económica esencial de esta área,
y
el dolmen
su
máximo exponente
espiritual. Área de cultura fundamentalmente pastoril del Este de la Meseta. Fundamentalmente pastoril, pero no con carácter exclusivo. Si el ganado lanar, e incluso vacuno, era la base alimenticia, también existía una agricultura, aunque distinta en su base a la del área nórdica: cultivo con
2)
arado, 3) como
en vez
de la
simple azada
Área de cultura pastoril vetónica. Radicaba dentro de la Meseta, la anterior, pero ofrecía unos rasgos pastoriles más acusados y ar-
caicos. Se han hallado
chas,
de los cántabros.
verracos,
en
toricos...)
la misma que sólo
numerosas
pueden
ser
esculturas de animales (biobra de pastores de ganado
ECONOMÍA mayor. Por otra
DE
LAS
COLONIZACIONES
parte, el hallazgo de trigo
en
HISPÁNICAS contraste
con
99
la ausencia
de rejas de arado, induce a Caro Baroja a pensar que los vetones, esencialmente guerreros, robarían a sus vecinos del Norte los cereales que les hacían falta.
Área de cultura colectivista agraria del valle del Duero Occidental. Se llama así por la costumbre que tenían los vacceos de dividir el campo por suertes cada año, de trabajar las parcelas según el sorteo, y de disfrutar de la cosecha en común, según las necesidades de cada
4)
familia. Pero parece que hay que matizar esta definición, por cuanto en un sistema de colectivismo agrario total hubiese sido imposible la distinción de clases (ricos, pobres y esclavos) que se daba en la realidad. Se supone, pues, que el reparto anual de tierras afectaba tan sólo a los ricos, los cuales confiarían su cultivo a los pobres y esclavos. En lo técnico
característico de esta cultura el
es
uso
del arado de
(tipicamente mediterráneo, frente al arado cuadrangular, peo) y la existencia de grandes graneros y almacenes
cama
curva
de origen para
euro-
depositar
el cereal.
5)
Area de cultura
portuguesa,
entre el
agrícola superior lusitana.
Tajo
y el Duero. En este
Comprendía
territorio,
la
zona
que parece haber
de los núcleos más viejos del cultivo de plantas, existía un acusado contraste entre los montañeses, pastores pobres, y los habitantes de sido
uno
las vegas, agricultores ricos. Los nombres de Viriato y de Astopas pueden simbolizar, respectivamente, los dos tipos. Al griego Polibio
su
suegro
C.) debemos la noticia de una tarifa de los precios lusitanos, que es la más antigua de la Península. Confirma la existencia de un importante comercio de productos agrícolas y ga-
(siglo
11 a.
naderos. Área mediterráneo-andaluza. Constituye la zona más afectada por las colonizaciones púnica y helénica. Caro Baroja la subdivide en las siguientes áreas:
C)
Area de cultura superior tartesia. Presenta, en su origen, la misma base económica que la lusitana, es decir, cultivo con arado; pero a ello se une una ingente riqueza pastoril de ganado mayor. Como reflejo
1)
de estos elementos, las monedas tartesias ostentaban por emblema el arado de cama curva, la espiga, y un modelo de yugo típico del país. Más tarde, con las primeras colonizaciones, a esta base agropecuaria se
añadiría la
explotación de los grandes yacimientos
mineros
regionales.
56
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
lugar ya hemos precisado el papel de fenicios aprovechamiento del tesoro metalifero andaluz.
En otro
y
griegos
en
el
Area de cultura superior del Mediterráneo. En íntima conexión —interferencia— con la última, presentaba sus mismas características.
2)
embargo, la autonomía de la cultura mediterránea respecto de la tartesia —afirma Caro Baroja— se aprecia en que se diferencian en elementos importados, tan significativos como el alfabeto, existiendo aquí una lengua fonética muy particular al parecer”. Por otra parte, la cultura levantina no presentaba caracteres tan definidos como la tartesia en el terreno de la organización estatal. “Sin
6
Economía de la
España
romana
(1)
Causas económicas de la colonización romana. — Al enjuiciar los móviles que llevaron a la extraordinaria extensión del dominio romano,
los autores suelen poner o el interés militar.
en
primer término
o
la
preocupación mercantil
Hispania, la primera conquista de Roma constituyó un simple episodio de la segunda guerra púnica. Pero vencida Cartago y eliminada del país por el tratado del año 201, los romanos no pensaron en abandonarlo. No fue ajeno a esta decisión el valor económico de la Península, en especial sus minas. Con todo, las razones esenciales fueron más de orden político y militar que económico. Evacuar España era brindar su reocupación a los cartagineses. Contra ese peligro sólo había una solución: la ocupación permanente, al menos en lo que atañe En el
caso
concreto de
la fachada mediterránea. La penosa marcha hacia el interior del territorio, de la que las guerras celtibéricas y lusitanas constituyen los a
episodios
conocidos,
emprendió a pesar de la repugnancia de Roma a extender su acción en España. Sólo debe explicarse como una medida de seguridad para garantizar su permanencia en el litoral. Ahora bien, la misma segunda guerra púnica que trajo los romanos a España, tuvo como consecuencia la formación en la metrópoli de un poderoso núcleo de capitalistas. La expansión imperial convirtió a Roma en el principal mercado mediterráneo de capitales; bajo múltiples formas —botín de guerra, indemnizaciones, explotación lícita o ilícita de los países conquistados...— el dinero afluyó en masa a la metrópoli. En el curso de un par de generaciones, Italia quedó convertida en el país más más
se
rico del Mediterráneo.
Llegados a tal extremo, comprendieron los romanos que para conservar su privilegiada situación debían hacer trabajar los capitales ad-
58
HISTORIA
ECONÓMICA
ESPAÑA
DE
quiridos exportándolos y haciéndolos fructificar en tierras más escasas de dinero. De esta forma, la exportación de capitales fue el principal instrumento en la progresiva conversión del imperialismo romano, político en su origen, en un imperialismo de neto signo económico. En este cuadro debe situarse la decisión definitiva de Roma, ulterior a la primera entrada de sus legiones, de instalar su soberanía en todo el territorio hispánico, especialmente adecuado por sus riquezas para aquella expansión capitalista. Evolución histórica del dominio romano en España. — De acuerdo con lo expresado, distinguimos dos etapas esenciales en el dominio romade la Península. La primera, de signo preferentemente militar, alcanza desde el desembarco de las legiones en Ampurias (218 a. C.) hasta César y Augusto. La segunda, caracterizada por el deseo de colonizar efectivamente el país, abarca el Imperio. En ambas diferenciamos diverno
sas
fases que exponemos
a
continuación
Fases de la conquista militar: a) el litoral levantino español (218-195
en
forma de síntesis:
Extensión del dominio a
C.). b)
romano
por
Penetración hacia el inte-
garantía de la posesión de la zona costera. Las guerras celtibéricas y lusitanas, episodio central de esta fase, terminan con unos tratados de federación que sientan las bases de la pacificación, no del dominio, de la Meseta. rior,
como
Fases de la colonización:
a) Creación de colonias romanas y transformación de ciudades indígenas en municipios, pero sólo a título particular, Proceso inaugurado por César, incrementado por Augusto, y continuado sin ninguna innovación cualitativa durante las dinastías de los Concesión del derecho Claudios y de los Flavios, hasta Vespasiano. b) latino a todo el territorio hispánico, como instrumento de un asentamiento definitivo por parte de Roma (74-75 d. C.). El autor de esta medida, Vespasiano, introdujo una verdadera revolución en el sistema políticoadministrativo y social de la Península. A los hispanos se les concedió el ius latinus minus, o sea que siguieron viviendo conforme a su propio derecho, acuñaron moneda propia y ni siquiera estuvieron sujetos al tributum de los romanos. Pero sus ciudades se organizaron al modo de Roma. Eran ciudades autónomas, unidas federalmente al Estado romano, y sus súbditos continuaban siendo peregrinos, es decir, extranjeros del Imperio. Así lo esencial del ius latii concedido a los hispanos es, aparte su utilidad para acostumbrar a los indígenas a la vida, las costumbres y el derecho romano,
su
valor de instrumento para alcanzar la ciudadanía
romana.
En
ECONOMÍA
DE
LA
ESPAÑA
59
ROMANA
virtud del mismo, los duumviros, questores o ediles de cualquier ciudad latina y sus descendientes pasaban automáticamente a ser ciudadanos romanos al cabo de un año. La concesión de Vespasiano aumentó el la Península, preparando un largo de colaboración de los hispanos con los romanos (siglo 11) y la
número de ciudadanos
período
medida final
igualitaria
romanos
en
de Caracalla.
Extensión de la ciudadanía romana a todo el Imperio por Caracalla en 212. Es la culminación del proceso iniciado por César y Augusto, y tan firmemente empujado por Vespasiano en el siglo I. A partir de este momento, al desaparecer las trabas jurídicas que dificultaban la vertebración de los diversos territorios imperiales, el dominio efectivo
c)
de casi toda España por Roma es ya un hecho. Sin embargo, no se entienda la medida de Caracalla como el remate de la organización administrativa indígena. El proceso descrito fue en muchos puntos más formal que
real, de derecho más
que de hecho. Subsistieron
unos
núcleos rurales,
los propios territoria de las ciudades romanizadas, que escaparon a los esfuerzos de Vespasiano y Caracalla y conservaron su primitivo régimen indígena. Aclaración de gran alcance por
situados muchas
cuanto fueron
que
veces en
precisamente
resurgieron
esos
bastiones rurales del
indigenismo los
los últimos tiempos del Imperio, cuando la decadencia ahogadas por el fisco, dio al traste con la tradicional
en
de las ciudades, dependencia del campo respecto de la urbe.
Evolución de la estructura social y la riqueza en Roma. — Antes de introducirnos en el análisis de las estructuras económicas hispánicas
bajo el dominio
romano,
de la evolución de la
es
necesario tener presentes las líneas
sociedad, de la riqueza
en
generales
Roma.
República había estado dominada por la oposición entre patricios y plebeyos. Los primeros, protegidos por el Estado que controlaban, se diferenciaban en senadores y equites, monopolizadores respectivamente La
de la riqueza agraria y de los negocios. El fin de la República sobrevino por la alianza de los
plebeyos —burgueses y proletarios— contra los patricios. Así, el Imperio inaugurado por Augusto (época del Principado) fue la expresión de la victoria de las clases media e inferior apoyadas por el ejército. De ella se aprovecharon en especial las clases medias, hasta lograr de los sucesores de Augusto la conversión de la burguesía en la columna vertebral del Imperio. El señalado fomento de la vida urbana española en tiempo de los Claudios y de los Flavios (siglo 1) encaja exactamente con este proceso. Y su culminación llevó a la monarquía liberal instaurada por los Antoninos. Pero esta burguesía dependía del trabajo de las clases inferiores
60
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
—campesinos y proletarios urbanos— antiguas aliadas suyas, que ahora eran objeto de su explotación. El antiguo antagonismo entre patricios y la oposición entre honestiores (burgueses) y humiliores (masas), polarizada cada vez más en torno al binomio ciudad-
plebeyos
se
convirtió
en
campo.
La intervención del
poder público y del ejército a favor de los humiliores condujo a la guerra civil social, a mediados del siglo 11. Su resultado fue la aniquilación de la burguesía y de las clases superiores de la sociedad en beneficio de los militares, de los burócratas y de los campesinos. A esta última etapa de la evolución social de Roma (llamada Dominado) corresponde una nueva fórmula política: el despotismo de los emperadores. A las variantes observadas en la estructura social corresponden otros tantos vaivenes en el monopolio de la riqueza. Así, el paso de la República al Principado implicó la sustitución del capitalismo feudal, desarrollado por los grandes terratenientes republicanos, por el capitalismo urbano, de origen helenístico, basado en el comercio, la industria y la agricultura metódica (auge de la viticultura y de la oleicultura en Espana), que se introdujo al socaire del desmoronamiento de las inmensas fortunas de la aristocracia. El desarrollo de esa modalidad del capitalismo coincide con la urbanización del Imperio. Mas tarde, el fenómeno de la conversión del burgués emprendedor en rentista, es decir la inmovilización de la riqueza mediante la compra de bienes raíces, en detrimento de la industria, del comercio y aun de la
agricultura, reportó un anquilosamiento de la vida económica y, en definitiva, la degeneración del capitalismo urbano y de la clase burguesa que lo había sostenido. En la última etapa del lismo urbano, coincidente
Imperio (el Dominado) el colapso del capitacon
el aumento incesante de las necesidades
del Estado deterioró la vida económica. La intervención estatal en la organización del comercio y la industria, la terrible presión del Fisco sobre las clases medias
urbanas,
enrarecieron la circulación
debilitaron el espíritu de empresa y tivo nivel
agricola: grandes
monetaria, retrotrajeron la economía al primi-
(latifundios) gleba (colonos, siervos).
extensiones de terreno
fueron
Así se cultivadas por campesinos adscritos a la presenta la última fase de la evolución de la riqueza en Roma: el capitalismo estatal, gravitando sobre las clases bajas, convertidas en únicas
productoras.
demográfico. — La población del mundo grecorromano, inclusión de España, ha sido estudiada por Julio Beloch, tomando
Desarrollo con
ECONOMÍA
DE
LA
ESPAÑA
61
ROMANA
base la producción y el precio de los cereales y los contingentes militares de los diferentes países. Este método ha sido decisivamente criticado, pero lo cierto es que los trabajos de Beloch son los únicos que nos aproximan con relativa precisión a la demografía de la Antiguedad. En lo que se refiere a la España romana, las únicas noticias numéricas corresponden a los tres distritos norteoccidentales de la Tarraconense. Según Plinio, que estuvo en España como procurator a mediados del como
(Asturias y León) contaba con 240.000 libecon 166.000 y el de Bracara ra capita, el de Lucus Augusti (Lugo) (Braga) con 285.000. En total 691.000 personas, sin contar los esclavos, para una extensión de 85.000 km:?, o sea, una densidad de 8 habitantes por km.” en la parte más inhóspita de la provincia hispánica. Esta misma densidad sería aplicable, según Beloch, al interior de la Tarraconense y de la Lusitania, menos pobladas que el resto del territorio, como atestiguan la extraordinaria baratura de los alimentos (en Lusitania su precio era cuatro veces más barato) y la abundancia de la caza. Globalmente las regiones citadas, de una extensión aproximada de medio millón de km.”, contarían con 4 millones de habitantes. La Bética y el litoral levantino, en cambio, estarían mucho más pobla-
siglo
1, el conventus asturiano
de 20 habitantes por km.” y un total de unos dos millones de personas. Esta zona, como más romanizada, ofrecía mejores condiciones de vida y había recibido nutridos grupos de inmigrantes
dos:
una
población relativa
italianos, especialmente refugiados políticos durante las
guerras civiles
de Roma. En resumen, durante la dominación romana Hispania tendría unos 6.000.000 de habitantes y una densidad de 10-12 por km.” (Italia, 24;
Sicilia, 23; Cerdeña, 15; la Narbonense, 15;
resto de la Galia
Distribución y asentamiento de la población. la distinción tradicional entre población urbana y
6-7).
Hemos de partir de población rural, advir—
tiendo que en la organización romana los vici, o núcleos rurales, se presentaban como dependientes de las ciudades al hallarse incluidos en los territoria de éstas.
Siendo el municipio la célula de la organización administrativa levantada por Roma, no ha de sorprendernos la proporción entre núcleos urbanos
y rurales que aparece
en
la siguiente estadística referida al tiempo
de Augusto: Tarraconense
Agrupaciones rurales Núcleos urbanos.
.
...
Lusitania
Bética
ll4
35
?
149
181
46
175
402
Total
+?
62
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
lado, las agrupaciones políticoadministrativas de carácter urbano presentaban muchas modalidades. Una diferencia esencial separaba a las entidades demográficas organizadas al modo romano, de las peregrinas (extranjeras) o indígenas. La proporción entre unas y otras fue cambiando en favor de las primeras al compás de la romanización del país, según se observa en el estado siguiente: Por otro
LAS CIUDADES DE HISPANIA En
tiempo de
Momento inmediato
Augusto
del
la concesión
jus
a
lattí
Peregrinas T. Libres
EL.
B.
6
-
Federadas
Estipendiarias Totales
—
—
3
—
-
T.
—
129
—
138+38+129—305
=-
L.
—
B.
-—
—
—
—
—
-—-+100=100
Romanas Colonias
12
5
9
—
5
10
Municipios romanos
13
10
—
t
—
—
Municipios Jatinos
Totales
18
3
27
3
41-54
50-55+9-+-51-64—110-128
43+8446=97
TT: Tarraconense
Las excavaciones
—
L.: Lusitania
B.: Bética
perfilando la verdadera importancia de las ciudades hispanorromanas. El perímetro de sus murallas da en cada caso un índice de su extensión. Por este procedimiento se sabe que Mérida, con 49 hectáreas, era la más poblada. Tarragona tendría unas 36 y en el momento de mayor esplendor, allá por el siglo 11 d. C., no contaría más de 30.000 habitantes (un poco menos que en la actualidad, en que se halla reducida a pequeña capital de provincia). Dentro de una categoría inferior, Osma abarcaba 28 hectáreas, Termantia 17, Calahorra 16, Barcelona 12 y Gerona 6. Excepcionalmente Clunia (130) y Zaragoza (55) en curso van
rebasaban el medio centenar, pero densa dentro del recinto.
era
debido
a una
construcción poco
agricultura. — Los romanos fueron un pueblo de campesinos. La agricultura ocupó la mayor parte de sus brazos y proporcionó a Roma el La
contingente más substancioso de
sus recursos.
ECONOMÍA
DE
LA
ESPAÑA
63
ROMANA
peculiaridades de la Península hispánica encajaban a maravilla en esta orientación agrícola de la economía romana. Así, muy pronto el Estado y los particulares romanos invirtieron sus capitales en la explotación agraria del país conquistado. De este interés nació un beneficio Las
considerable: la introducción de la técnica romana, entonces la más perfecta, en el cultivo, Concretamente, la técnica del barbecho de tres hojas, el uso de abonos, la extensión del empleo del arado y el perfeccionamiento de un variado instrumental formado por rastras, ligones, azadones, picos y palas. En este aspecto, Caro Baroja ha llegado a precisar las áreas de los procedimientos de trilla en la fase final del Imperio: en el
Sur, el trillo de ruedas
o
rulo;
en
parte de la misma
el trillo compuesto de tablones y pedernales; del Norte y el Oeste, el mayal, desde fines del
tuaba la trilla
con
animales de tiro, que
en
el centro, los terrenos lluviosos zona
y
en
siglo 1V. También se efecpisoteaban la parva, dando
vueltas.
prosperidad agrícola coincidió, sobre todo, con los primeros tiempos de lo que hemos llamado el capitalismo urbano, en que la clase burguesa se dedicó al cultivo metódico del campo. Hispania, considerada como simple provincia frumentaria, conoció el cultivo en gran escala de la vid y del olivo. En seguida el aceite de Hispania, más caro que el del África, pero mucho más fino, fue objeto de cuantiosa exportación, mientras que el vino español, unido al de otras provincias, invadió el mercaLa
do italiano. Por
una
evolución
natural, los países
que habían sido los
principales
consumidores de los vinos del Sur de Italia —España, Galia y África— se convirtieron a su vez en productores. Lo mismo sucedió en los países orientales del Imperio. Este resultado entrañaba un doble riesgo: la ruina
efectiva de la viticultura italiana y la posibilidad de falta de trigo. Percatados de este peligro, los emperadores adoptaron diversas medi-
das, destacando entre todas la prohibición de Domiciano (81-96) de plantar nuevos viñedos en Italia y provincias, además de la obligación de arrancar la mitad de los existentes. ¿En qué medida se llevó a la práctica esta determinación? En el caso concreto de España, parece que la Bética pudo conservar sus vides, en tanto que la parte septentrional del país se vio en trance de someterse a la restricción. Así, al menos, suele deducirse de la contraorden de Probo, dictada doscientos años más tarde, que permitía otra vez la viticultura en las provincias danubianas, la Galia e Hispania. La producción itálica de aceite no se benefició, en cambio, de una protección similar. Por el contrario, España y África gozaron de plena libertad para extender su oleicultura, llegando a ser los primeros países
64
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
productores del Imperio. Quedan como testimonio de la hegemonía hispánica en este ramo la mayor parte de las ánforas del Monte Testaccio, en las afueras de Roma. Como algunas de estas ánforas llevan la marca de los exportadores, se conoce incluso el nombre de algunos de los grandes linajes hispánicos dedicados el negocio oleícola. Así, los Aelius Optatus y los Caecili, establecidos en Écija (Astigi), en el corazón de la Bética, a mediados del siglo 11, época de máxima prosperidad de la región. La marca de los Aelius Optatus, frecuente todavía en las ánforas de la primera mitad del siglo 11, ha sido encontrada también en Autun, muy adentro de la Galia, lo que prueba la gran irradiación del aceite andaluz. Al lado de los cereales, del vino y del aceite, cabe destacar todavía tres plantas industriales dentro de la producción agrícola de la España romana: el lino, el esparto y el algodón, este último introducido probablemente por los fenicios o los cartagineses. Lino y esparto, sobre todo, alimentaron una considerable industria textil de irradiación extra-
provincial. Sistema de
explotación
de la tierra: latifundismo y colonato. La tierra podía pertenecer a particulares o a una colectividad. Corrientemente, los dos sistemas se combinaban. Disfrutaba cada propietario de —
particular y además de unos derechos de aprovechamiento que compartía en común con sus vecinos, en general sobre tierras de prados o de bosque (los compascua). El propietario podía cultivar su lote por sí mismo, o arrendarlo a uno o varios colonos. La aplicación de uno y otro sistema solía depender de la extensión del predio poseído. En el caso de pequeña propiedad, la explotación corría a cargo del propio dueño, con su familia y esclavos, y tenía su centro en una granja o cortijo aislado en el campo, la villa, que se generalizó como sistema de habitación en la España romana. Hay que advertir que posteriormente el sistema daría lugar a un asentamiento más importante, persistente hasta hoy. Así, en el traspaís de Ampurias, es decir, en la comarca ampurdanesa actual, pueden contarse medio centenar de localidades cuyo topónimo está formado por el sufijo o el prefijo villa. Tema muy importante es el del latifundismo. En España, la existencia de grandes propiedades o latifundios nació del mismo hecho de la conYa en posequista, que facilitó la extensión del ager publicus del Estado. sión de esas grandes extensiones de terreno, el Estado las entregaba en usufructo para su explotación a un beneficiario, a cambio del pago de un canon (el ager vectigalis), que muy pronto dejó de hacerse efectivo. De esta forma, el mero usufructo, prolongado durante cierto tiempo, su
lote
ECONOMÍA
DE
LA
ESPAÑA
65
ROMANA
la conversión del latifundio estatal en un latifundio privado. En otras ocasiones, el latifundio podía ser, desde su origen, de carácter particular, fuese por la sustitución de los capitalistas romanos por los antiguos poseedores de explotaciones de tipo señorial, fuese simple-
podía
llevar
a
mente mediante la por
aplicación
del ius
ocupandi,
sin
previa concesión
parte del Estado.
compás de los años, el latifundio causó la ruina de la pequeña propiedad, que, al no poder competir con él, pasó a engrosarlo. Este proceso produjo en algunos casos un nuevo tipo de latifundio, caracterizado por la agrupación de pequeñas propiedades diseminadas. El fenómeno de la concentración de la propiedad agraria no implicó, sin embargo, la explotación unitaria del latifundio. Su propietario se reservaba sólo una parte y arrendaba el resto. Los arrendatarios quedaban con plena libertad para orientar la explotación a su manera, y muchas veces ni siquiera vivían en el predio usufructuado, sino en el suyo propio —si se trataba de pequeños propietarios— o en los vic: próximos. No obstante, se produjo poco a poco la conversión en perpetuos de los contratos de arrendamiento que ligaban el cultivador al propietario. Al principio, como un privilegio favorable al arrendatario; después, como una obligación a la que no podía sustraerse. Nació de esta forma la adscripción a la gleba o colonato, en la misma época en que los artesanos y los comerciantes de las ciudades perdían también su libertad y quedaban adscritos a los colegios. En el campo, la adscripción recibió gran impulso con la reforma tributaria de Diocleciano (fines del siglo 111), que confiaba En todo caso,
a
los latifundistas la recaudación de los impuesto debidos por sus propios arrendatarios o colonos, y con una constitución imperial del a
siglo IV que, para evitar los inconvenientes del cambio de domicilio en la gestión fiscal, prescribió explícitamente la vinculación de los cultivadores a sus predios. Los colonos recibían tierras para explotarlas por su cuenta y en la forma que desearan, a cambio del pago de un tributo y de la prestación de ayuda al propietario en la explotación del lote que se había reservado. Posteriormente, en los latifundios situados fuera del territorio de las ciudades, o dentro del mismo cuando se produjo la decadencia de la organización municipal, nacería un vínculo más estrecho que la relación meramente territorial a que equivalía el colonato: el de la encomendación, que involucraba, además, una relación personal entre propietarios y colonos. La encomendación fue extendiéndose a medida que el agricultor pobre iba sintiéndose desamparado por el poder público. Colonato encomendación son dos instituciones ción con el mundo feudal posterior.
y
3— H." ECONUxIiCA DE EsPAña
romanas
de gran interés
en
rela-
606
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
Ganadería y pesca. — Pocas novedades introdujeron los romanos este ramo de la economía hispana. En efecto, la riqueza ganadera no
en se
épocas anteriores. No obstante, como símbolo de que la atención de los conquistadores no fue totalmente ajena al mejoramiento ganadero, pueden señalarse unos cruces de ovejas a cargo de un tío de diferenció de las
Columela establecido
en
Gades. La noticia
es
de Estrabón.
Ovejas, caballos y cerdos descuellan por su importancia. Las primeras, en la Bética, donde producían una lana de color rojizo-dorado, de gran calidad, y en la Meseta, donde la lana, de color negruzco, era inferior. Los caballos
hispanos
estimados por su velocidad; de ahí su aprecio dentro del ejército romano. Los cerdos de la región pirenaica dieron pie a una famosa industria de jamones. Pueden citarse, además, la abundancia de animales
eran
salvajes
Cantabria, y los numerosos testimonios referentes a la riqueza de diversas regiones en bueyes y vacas, como continuación de tiempos prerromanos. Mayores novedades presenta la pesca en la España romana. A lo largo de sus costas y en el curso de sus ríos el pescado abundaba, siendo objeto de activo comercio. En el Atlántico eran famosas las ostras del Duero y el Tajo, mientras en el litoral levantino se preparaban y explotaban salazones de pescado, especialmente en Cartagena (donde una inscripción recuerda la existencia de un sindicato de pescadores). El Sur
Cádiz
se
se
hallaba todavía
arriesgaban
en
en
mejores condiciones. Los pescadores de largos viajes por la costa occidental del África en
abierto, mientras los de otras ciudades, como Málaga, Mellaría y Bailon pescaban en la vecindad ostras, lampreas, anguilas y atunes, en que, al decir de Estrabón, eran tan abundantes los mares de la Bética. En Belo se han descubierto pozos y depósitos para preparar el gáron, una salsa marinera muy apreciada por los antiguos. En definitiva, Hispania rivalizaba con el Ponto (mar Negro) en el abas-
y
aun
por el Océano
tecimiento pesquero de Roma.
política minera de Roma descansó en la explotación de los yacimientos provinciales mucho más que en la de los italianos. A la escasez de los recursos mineros de la metrópoli se unía el deseo de reducir los inconvenientes que presentaba su explotación en gran escala: temíanse de un lado los peligros de las grandes concentraciones de esclala falta de vos; de otro, caso de sustituir esos esclavos por obreros libres, brazos en la agricultura. Dentro de esta orientación, la riqueza de Hispania desempeñó un papel primordial. La minería asumió tanta importancia en el cuadro de las relaciones hispanorromanas que algunos autores han sostenido que La minería.
—
La
ECONOMÍA
DE
LA
ESPAÑA
67
ROMANA
fue esta riqueza la única finalidad de la conquista. No obstante, ninguna mejora técnica acompañó la explotación intensiva de los filones hispánicos. La romanización, en lo que a la siderurgia se refiere, no repercutió en un descenso de los costos, sino simplemente en la intensidad y exten-
explotaciones. feliz hallazgo de una inscripción
sión de las
El
con
el texto de la Lex Metalli Vis-
pacensis, informando de la organización del distrito
minero de
Vipasca
Portugal), ha permitido un conocimiento bastante exacto del sistema minero de Hispania y, por extensión, de todo el Imperio. En ningún caso, Roma ejerció un monopolio sobre la explotación de las minas. Sucedía, en cambio, que por su condición de primer terrateniente, el Estado era también el principal propietario minero. Ya en posesión de las minas, empezó por arrendarlas a particulares, agrupados en poderosas compañías (publicani) que las explotaban por medio de esclavos. Poco a poco, se manifestó en todas partes —en España, en tiempos de los Flavios (fines del siglo 1)— la progresiva tendencia a excluir las compañías concesionarias, para concentrar la explotación en manos de funcionarios del gobierno ( procuratores), que podían hacer-
(Aljustrel,
en
través de pequeños arriendos. Este sistema fue el que se el distrito de Vipasca: el Estado y el concesionario se repartían
la efectiva
siguió
en
a
mitad por mitad el producto extraído de la mina. Finalmente, cuando las cargas excesivas que pesaban sobre ellos produjo la falta de metallarii, o
pasó al sistema de explotación directa por el Estado, mediante el trabajo de esclavos o las prestaciones personales de indiviarrendatarios,
se
duos teóricamente libres.
También había minas de
cedidas
propiedad privada, explotadas
por
su
dueño
arrendamiento, El Estado fue respetuoso con ellos, exceptuando algunos casos de confiscación: así, las minas de Almadén, Pero o
esta
en
medida
La
aplicó con carácter general. ley de Vipasca revela, por otra parte, la no se
sustracción del distrito
respecto de la organización administrativa corriente. El procurador vispacense no se ocupaba sólo de la subasta de pozos y filones y de
minero
la vigilancia de los todos los servicios
trabajos, sino que ejercía un control efectivo sobre públicos de la demarcación: mercados, escuelas, baños,
etcétera. La importancia de los distritos mineros dentro del sistema nómico romano explica, sin duda, esta jurisdicción excepcional.
Respecto pero
(al lo
no
eco-
la riqueza metalifera de Hispania, tenemos referencias datos cuantitativos. Se extraía el oro de los filones de la Bética
norte de
producían
En el Saltus
a
Córdoba),
de Lusitania y, sobre todo, de Asturias; además los ríos Tajo, Duero, Betis y Tader (cerca de Cartagena).
Castulonensis,
o
Sierra Morena, que
separaba la provincia
68
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
hallaban los
principales yacimientos argentiferos en explotación; también, en el valle del Ebro, en Cantabria y Celtiberia. Las exportaciones de plata a Roma fueron muy cuantiosas. Las minas de hierro del Moncayo dieron lugar a la famosa industria metalúrgica de Bilbilis (Calatayud) y Turiaso (Tarazona). Toledo, igualmente, era sede de una industria férrica importante. Se citan otras explotaciones en diversos puntos de la Península, sobre todo en la costa cantábrica, donde Plinio sitúa “una montaña escarpada, cosa maravillosa, que toda ella es de hierro”, que debe referirse a Somorrostro. Ríotinto era ya en la época romana la primera mina de cobre, metal que también fue explotado en Vipasca, mientras el plomo se extraía, sobre todo, en la región de Cartagena (40.000 mineros, según Polibio) y en Sierra Morena. Finalmente, el cinabrio y el mercurio de Sisapo (Almadén) completan la lista de la minería hispanorromana. Sólo cabe añadir a la misma, la sal de las salinas de Cardona y de Esgelaste (en el conventus cartaginés), base de una industria muy próspera de salazones. Si hay unanimidad en afirmar la importancia de la minería española en esta época, faltan en cambio los datos precisos que permitan evaluar su rendimiento. Tan sólo pueden citarse los cálculos hechos por un grupo de ingenieros ingleses de las minas de Ríotinto sobre el mineral de cobre Citerior de la
tratado por los escorias
Ulterior,
romanos:
se
a
juzgar
por los veinte millones de toneladas de
encontrados, la cantidad de mineral extraído durante
de dominación debería cifrarse
en
torno
a
cinco
siglos
los sesenta millones de tone-
ladas. La industria y el trabajo industrial. — El desarrollo de la industria en la España romana fue consecuencia del proceso general de descentralización económica que sufrió el Imperio. Cuando los países occidentales,
nivel económico muy inferior al de Roma, quedaron absorbidos, la industria itálica hubo de adoptar otro carácter: a los provinciales no podían interesarles los artículos de lujo o de calidad; la masa rural de la población, con una capacidad adquisitiva mínima, requería artículos ba-
con un
ratos, producidos en gran escala. Por otra parte, había la dificultad del transporte. Cualquiera que fueran los precios de los productos industriales italianos, una vez en las provincias resultaban encarecidos por su traslado. Estas razones nos explican el proceso de descentralización industrial, es decir, el desarrollo de la industria en los núcleos provinciales en detrimento de la producción metropolitana. En España la industria quedó consolidada partir del siglo 1, cuando a la pacificación del país se unió la extensión de la red de calzadas. De todas maneras, la industria
a
de
Hispania
no
pudo competir
nunca con
la de la vecina Galia.
ECONOMÍA Fue esencialmente
una
DE
LA
ESPAÑA
ROMANA
69
local, ubicada en los principales núfinalidad primerísima de atender a las necesiindustria
cleos de población, con la dades más perentorias de los mismos
y de
inútil enumerarlas: fueron tantas cuantas
su
eran
demarcación. Por ello
es
las necesidades a satisfa-
la vida de los
hispanorromanos. Sólo un pequeño grupo rebasó el marco local y provincial para gozar de la exportación. Tales industrias se presentan como un complemento de las producciones naturales de base. Así el esplendor del olivo dio lugar a la industria del aceite. Lo mismo sucedía con las armas de Bilbilis, las pleitas y maromas fabricadas con el esparto levantino, las salazones de cerdo y de pescado, localizadas, respectivamente, en el Pirineo y en diversos lugares costeros, y ya en un plano inferior, con los tejidos de lino de Saetabis y los de lana de la cer en
Bética.
organización industrial, el cambio de mayor relieve es el paso del sistema de organización libre del artesanado al de adscripción del trabajador a un oficio. Se trata de un fenómeno paralelo al de la adscripción del labrador a la gleba. Cuando el trabajo se desenvolvía bajo formas liberales, nacieron los collegia de artesanos como asociaciones libres de carácter benéfico-religioso: las inscripciones dan bastantes noticias de estas corporaciones en España, como las de albañiles (collegia fabrum) de Tarragona y Barcelona, de broncistas de Itálica, de carpinteros de Córdoba, de pescadores de Cartagena, de comerciantes sirios de Málaga, etc. En el Bajo Imperio, estos “colegios” se convirtieron en un instrumento de control estatal y de adscripción al oficio impuesto por el poder público. Ello sucedió en el momento en que el Estado romano, agobiado y sin recursos, exigió prestaciones de trabajo. Entonces no hubo más remedio que impedir que el artesano pudiese libremente abandonar su oficio para elegir otro sujeto a menos cargas, o, sencillamente, emigrar al campo. Así, el artesano y sus sucesores quedaron sujetos al “colegio” correspondiente, sin posibilidad de dejarlo. En cuanto
a
la
7
Economía de la
El comercio:
objetos, volumen
España
romana
(II)
direcciones del comercio hispanorromano. La consolidación del Imperio romano fue la premisa de un gran desarrollo comercial en los paises que lo integraban, favorecido por la paz, el desarrollo de las comunicaciones y la práctica de una política y
—
económica liberal. En
efecto, ante la competencia mercantil, el Estado, a partir de Augusto, adoptó la actitud de inhibirse, abandonando la vida económica a su propia evolución. En esta fase, las únicas medidas restrictivas fueron unos derechos aduaneros muy moderados, que gravaban el tráfico entre las diversas provincias, y unos impuestos discretos. Esta política de libertad comercial casi absoluta contrasta con el régimen que
había
prevalecido en Egipto y en el mundo helenístico. Las principales corrientes del tráfico romano eran cuatro. En primer lugar, la que unía las tierras situadas a uno y otro lado del limes (frontera), posibilitando el intercambio de productos entre países romanizados y bárbaros: objetos manufacturados a cambio de materias primas. En lo que toca a Hispania, esta dirección se identifica con la famosa ruta del estaño, de tradición prehistórica, que a través de Gades introducía el
precioso mineral de Cornualles
neo.
una
de
La ruta del estaño convirtió
y de Bretaña a
en
la Gades de la
el ámbito mediterrá-
época republicana
en
grandes ciudades del mundo romano: la tercera por el número equites (caballeros), según Estrabón. Pero más tarde, la consolida-
de las
sus
la Galia y la desviación consiguiente del camino del estaño por Burdeos y Narbona, significaron la decadencia de la ciudad de la Bética. Durante el Imperio, las únicas relaciones de España con países extra-limes, se establecieron con los territorios orientales. ción del dominio
romano
piedras preciosas y especias, mientras se enviaba India el plomo y el estaño hispánicos. Se conoce el estableci-
De Oriente venían
hasta la
en
ECONOMÍA miento
en
Mérida de
un
DE
LA
ESPAÑA
mercader de
71
ROMANA
perlas
y
en
Málaga de
una
impor-
tante colonia de sirios.
La torios
segunda
corriente del comercio
provinciales.
En el
intercambio considerable
romano
enlazaba los diversos terri-
de Hispania sólo la Galia vecina. Ya
caso con
pruebas de la presencia del
aceite andaluz
en
se
tiene noticia de
se
han mencionado las
Autun
un
(región de Lyón).
También existen testimonios de la exportación oleícola hacia Alemania. Cabe ampliarlas con las noticias que certifican el asentamiento de colonias españolas dedicadas a la importación de productos alimenticios en
Burdeos, Nimes (una colonia de calagurritanos) y Narbona. En compensación, la Galia, más industrializada, enviaba especialmente objetos cerámicos. Así, en las regiones meridionales las lámparas de aceite eran importadas de la gran fábrica de Iol Cesárea (Cherchel). En tercer lugar hay que mencionar las relaciones mercantiles con la metrópoli. El volumen de este intercambio varió a compás de la romanización del país. En efecto, las importaciones de origen italiano fueron disminuyendo a medida que el proceso de urbanización inaugurado por César y Pompeyo alumbró el nacimiento en Hispania —como en África o en la Galia— de una economía capitalista análoga a la de Italia y Oriente. De un lado, la agricultura científica, que fomentó el cultivo de la vida y del olivo, en detrimento de las posibilidades exportadoras de la Campania: la ruina del puerto de Puteoli manifiesta claramente este fenómeno.
De otro, la industrialización de la provincia, en menoscabo de las manufacturas italianas de excesiva calidad para los modestos consumidores
provinciales, y gravadas, además, con el peso de un transporte caro y largo. Ese despertar de las provincias a la vida económica explica la cuarta gran corriente del comercio hispanorromano. Es la interior, que enlazaba los diferentes puntos situados dentro de Hispania. Se desarrolló a partir del siglo 11, cuando la industrialización de algunas ciudades y, sobre todo, la extensión de la red de calzadas, brindaron unos productos y unos caminos
para intercambios.
Indicadas las principales corrientes del comercio hispanorromano, sólo falta señalar la especial importancia de las exportaciones de minerales y de los
productos alimenticios —trigo, vino, aceite— de España a Roma. La annona imperial, o servicio oficial de abastos del pueblo romano, era el primerísimo cliente de la producción agrícola hispana. La preocupación obsesionante de los emperadores por tener satisfechas a las clases bajas de la metrópoli explican esta especie de monopolio, así como la intervención creciente del Estado en la regulación del transporte y en la de cuantas actividades
se
relacionaban
con
él.
72
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
Antes de Roma el único medio de Las rutas y el transporte. transporte en gran escala había sido el marítimo o fluvial. Sin que en —
dejaran de introducir notables mejores —por ejemplo, la construcción sistemática de faros, a partir del siglo 1, para orientar la navegación, de los que la Torre de Hércules coruñesa constituye un magnífico testimonio -, a los romanos corresponde, sobre todo, el mérito estos sistemas
de haber construido
extraordinaria red de carreteras que unía todos los puntos importantes del Imperio. Roma era la cabeza de la red, de donde partían las calzadas en todas direcciones. Aseguraba la unión con España la famosa Vía Augusta
—construida
una
parte sobre la antigua vía Hércules de los cartagineses—. Bordeando el litoral, salvo en contados trozos, conducía de Roma hasta Gades. De esta vía principal se derivaron otras secundarias, de origen militar, hacia el interior de Hispania. El propio Augusto, a quien —como ya indica el nombre— se debía la gran ruta costera, hizo construir la que en
desde Tarragona llevaba a Zaragoza, por Lérida y Huesca. Desde Zaragoza, la vía fue prolongada por Domiciano hasta Olisipo (Lisboa), pasando por Toledo y Mérida. La última ciudad era punto de partida de la “ruta de la
plata”,
pasaba por Salamanca y alcanzaba Zamora. Aquí se encontraba con la que, procedente de Zaragoza, seguía el curso del Ebro para adentrarse luego por tierras de Burgos, Palencia y Valladolid. Astorga, punto terminal de la “ruta de la plata”, era un importante nudo el que se cruzaban las vías de Lusitania y la costa cantábrica ramales de Santander, Coruña, Padrón y Braga) y especialmente
rutero,
(los
que
en
la gran ruta transpirenaica que por Logroño, Pamplona y Roncesvalles llegaba a Burdeos, y serviría de trazado al famoso camino medieval a
Compostela. lis (Sevilla),
Por el en
cuya ciudad
partir de Guadix,
que
a
por
Córdoba, Écija
Gades por la ruta de Hispaconfundía con el ramal de la Vía Augusta
Sur, Mérida enlazaba y
se
en vez
con
de volver hacia la costa,
se
internaba
y Carmona.
el esquema esencial de las rutas hispanorromanas. Existían, claro está, muchas otras de orden inferior —lo que podríamos llamar red de caminos vecinales—, hasta un desarrollo global de unas 13.000 miEste
llas
o
era
20.000 kilómetros.
A través de estas rutas
Éstos podían
ser
se
verificaba el transporte por medio de
de dos tipos,
ligeros
o
pesados,
con unas
carros.
posibilidades
de carga oscilando, respectivamente, entre 200 y 600 libras, y entre 1.000 y 1.200. Es decir, el carro romano sólo podía transportar una quinta parte aproximadamente de lo que es capaz de llevar un carro moderno. Esta
diferencia
males
es
importante
y carros
explica la gran cantidad de arrieros, anilos grandes transportes de aquel tiempo, y,
porque
vinculados
a
ECONOMÍA
DE LA
ESPAÑA
73
ROMANA
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74
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
consecuencia, el funesto sistema de requisas y trabajo obligatorio impuesto a este ramo por el Estado, pues éste, no pudiendo encargarse como
directamente de Como la el Estado
annona no
ellos, necesitaba, sin embargo, asegurar su efectividad. imperial era el primer cliente de la economía hispana,
tuvo más remedio que intervenir
porte terrestre; así, dada la indefensión éstos, acabaron sujetos a un sistema de El transporte fluvial y rrestres, la España romana,
en
la ordenación del transque se hallaban los arrieros, en
trabajo obligatorio.
marítimo. — Completando las calzadas tecomo la Galia, tenía en sus ríos un óptimo
medio de comunicación. Recordemos los más importantes, todos ellos en la vertiente atlántica: el Duero era navegable, incluso para las naves
largo de más de 150 km. a partir de su desembocaTajo, con sus placeres auríferos y su riqueza piscícola, era viable embarcaciones más pequeñas; el Betis, o Guadalquivir, era reco-
de gran dura; el para
calado,
a
lo
rrido normalmente hasta Sevilla y con embarcaciones de poco porte hasta Córdoba. En cuanto al tráfico marítimo, Tarraco, Cartagena y Cádiz acaparaban la mayor parte del que
se
hacía
con
la
metrópoli
romana.
Como sede del
gobernador imperial, llegaban a Tarraco los refuerzos militares y los mensajeros oficiales, por lo que es presumible que estuviese ligada a Roma por un servicio regular. Con tiempo favorable, las dos ciudades sólo distaban cuatro días de navegación, mientras la travesía a Cádiz exigía al menos siete. Pero aparte estos tres grandes puertos existían muchos otros por los que se realizaba un activo comercio: Málaga, en relación con las tribus nómadas de la costa africana; la isla de Escombreras, frente a Cartagena, con sus pesquerías; Denia, con sus exportaciones de hierro; Tortosa, en la desembocadura del Ebro, que daba salida a los productos de una importante región agrícola; La Coruña, puerto minero importante (estaño), etc. el transporte por mar se observó la misma tendencia al control estatal. Los esfuerzos por sujetar a los navicularii fueron visibles sobre todo a partir de Alejandro Severo. Pero a causa de su mayor po-
También
en
tencialidad económica y de su agrupación en poderosas asociaciones —hay testimonio de asociaciones de navieros en Olisipo, entre otras ciudades peninsulares—, los armadores ofrecieron más tenaz resistencia. Mientras el Imperio gozó de una Los mercados hispanorromanos. supremacía militar irrebatible y, sobre esta base, de una economía sólida, el Estado fue partidario del “laissez-faire” en materia económica. El Se—
nado
—luego, el emperador—
se
reservaba tan sólo el derecho de
conce-
ECONOMÍA
DE
LA
ESPAÑA
75
ROMANA
der el ius nundinarum, o sea, el derecho de celebrar mercados, sacaba algún provecho de su celebración mediante ciertos impuestos, e intervenía para garantizar la seguridad material de hombres y mercancías. Esta seguridad —lo que referido a tiempos medievales se ha llamado “la paz
del mercado"— hallaba
encabezaba el edil. La dían al mismo
régimen de vigilancia que especial del mercado protegía a los que acuel lugar de su celebración, sino durante sus sanción
su
paz
no
sólo
se
celebraba
en
en
un
viajes. El mercado
en
el interior de las ciudades cada
nueve
(nundinae), generalmente en el mismo foro, sede de las reuniones judiciales, y en una primera época no fue más que un instrumento para facilitar el intercambio mercantil. Pero más tarde, con el paso de un régimen de economía liberal a un sistema de economía dirigida, el mercado fue cobrando importancia hasta dejar de ser un simple instrumento comercial y convertirse en lugar exclusivo de contratación de los negocios. Finalmente, una constitución de Valentiniano III, dictada en 444 o 445, faltando poco para que los visigodos se independizaran del Imperio, sancionó este proceso al establecer la obligación de no vender fuera del mercado. Paralelamente, los derechos iniciales con que el Estado gravaba su celebración —los portoria, derechos aduaneros sobre la circulación de mercancías, que dieron lugar a los telonea medievales— días
fueron incrementados
con
otros muchos más
onerosos.
Destacó entre
siliguantium, exigido a partir de Teodosio y de Valentiniano, consistente en la vigésima parte del precio de las ventas y que lo mismo debía satisfacer el vendedor que el comprador. ellos el
La moneda.
—
La
hegi:monía romana puso término al caos monetario partir de Roma, la tendencia que prevaleció fue la
del mundo griego. A unidad monetaria, en detrimento de la acuñación de moneda local. El denario
romano
—moneda de
plata—,
que ya
en
tiempos de la República
la divisa general del ecumene, fue convertida taxativamente por Augusto en base de todos los cálculos y presupuestos públicos. Siguiendo era
camino, el Estado romano quedó a partir del siglo 11 como el único organismo con derecho a la acuñación de plata y oro, salvo contadísimas excepciones a favor de ciudades asimismo excepcionales: Ale-
por este
jandría y Antioquía, entre otras. Durante el Alto Imperio se labraron piezas de oro, el aureus, y se trató de establecer una relación constante entre esta moneda y la de plata, lo que no pudo conseguirse, porque la pérdida de la Dacia, con las minas de Transilvania, ocurrida a fines del siglo 11 produjo la escasez de metal amarillo. El aureus quedó convertido en una moneda inestable, sólo aceptada a peso.
76
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
España, al iniciarse la conquista desaparecieron las antiguas acuñaciones griegas de Ampurias y Rodas, y se aceptó el sistema monetario romano; primero en Tarragona, después en Huesca y luego en muchas En
ciudades,
otras
se
acuñaron monedas de
iguales características
que las
de Roma. En tiempos republicanos subsistieron, al lado de esos tipos calcados sobre los de la Roma metropolitana, las monedas de modelo ibérico, aunque adaptadas al nuevo sistema. Son las monedas iberorromanas. Pero, durante el Imperio, Nerón decretó la supresión de esas acuñaciones locales. Esta medida tuvo efectividad
da superior, de oro y Roma siguió tolerando
plata;
en
cambio,
relación
fraccionaria,
la
mone-
de
cobre,
a
las provincias de Occidente. Pese a ello, subsistió la escasez de moneda pequeña, difundiéndose el sistema de fichas y vales, extendidos por comerciantes, banqueros, etc. su
acuñación
para la
con
en
A medida que el Estado fue absorbiendo su capital privado (acuciado por los fallos de su propia organización financiera, por el aumento de
gastos que originaba el mantenimiento del ejército y por las guerras exteriores), todos los procedimientos para restaurar la hacienda pública
redujeron
la extracción de dinero
la forma que fuese. Se generalizó el sistema de las liturgias, que consistían en el trabajo obligatorio a favor del Estado, que debían prestar los humiliores, y en la responsabise
a
en
lidad forzosa de los honestiores. El sistema
muestra el
no en
Imperio romaregresión hacia el estado de economía natural, al no conseguir la nos
cantidad necesaria de moneda estable. La tentativa de Caracalla de restaurar la moneda mediante la intro-
ducción del
constituyó
tipo llamado antonianus, equivalente a dos denarios, nuevo fracaso. A partir de este momento, el poder adqui-
nuevo
un
sitivo de la moneda
fue decreciendo aún más: el denario que en 85 céntimos de peseta oro, apenas alcanzaba los 25
imperial
siglo 1 equivalía a en el siglo 1. Los precios subieron, la moneda buena fue atesorada y el denario bajó de valor, debiendo volver el Estado en muchas ocasiones al sistema de prestaciones reales en especie. A la segunda mital del siglo 111, a Aureliano en concreto, corresponden los primeros esfuerzos para poner térel
Pensando más en una reforma del proceso de fabricación que en el de la moneda en sí misma, el emperador impuso a rajatabla la unificación monetaria, a través de la supresión radical de las acuñaciones locales autónomas, incluso las del Senado de Roma. Pero
mino
a
esta caótica situación.
el mal tenía más hondas raíces y, al no poder atajarlo, Diocleciano terminó con una situación que amenazaba sustituir la moneda real por la moneda fiduciaria (sólo aceptada por el reconocimiento del Estado), mediante la reforma de la moneda misma. Como había reaparecido el oro
ECONOMÍA
evaporado durante
el
DE
LA
ESPAÑA
ROMANA
77
anarquía militar, pudo acuñar nuevamente monedas de este metal. Así nació el solidus, de 1/60 de libra o 5,45 gr. de peso. En cuanto a la moneda de plata, sustituyó el antonianus por un nuevo denario, el silico, de 3,41 gr. Finalmente, Diocleciano creó una moneda de vellón, hecha de cobre plateado, el denarius communis o follis, con el objeto de facilitar las pequeñas operaciones de compra-venta. Esta reforma fue completada por la de Constantino, que rebajó el peso del sueldo a 1/72 de la libra romana, o sea a 4,55 gr. El solidus de Constantino quedó como un modelo estable. No obstante, el favor del público se inclinó con preferencia hacia una pieza de oro más pequeña, el tercio de sueldo o tremis, cuya acuñación perduraría en tiempos visigóticos.
período
de
Dentro del Imperio, las Régimen financiero y política fiscal. provincias pagaban tres clases de impuestos: el directo, el indirecto y el producto de los monopolios. Ya desde 167 a. C. sólo contribuían con el impuesto directo, emblema de la conquista y de la sumisión, los países conquistados, es decir, las provincias. Esta contribución pesaba sobre el suelo, no sobre la persona del propietario. Al principio, las ciudades federadas y libres estuvieron exentas de la misma, a la que en cambio estaban sometidas las demás ciudades peregrinas, o sea las estipendiarias. Este impuesto sobre la tierra podía adoptar dos formas: la decuma, o diezmo sobre las ventas agrícolas; y el estipendium o tributum, que era un impuesto de reparto, Después de César, desapareció el diezmo, generalizándose el estipendio. Hay que precisar, por otra parte, que aun siendo el principal, el impuesto sobre las propiedades no era el único de tipo directo que pesaba sobre las provincias, pues se hallaba completado por otros dos. Uno que afectaba a las personas —el tributum capitis—, y otro que pesaba sobre —
las ventas del comercio y de la industria. El principal impuesto indirecto era el de las aduanas. El
Imperio se hallaba dividido en grandes circunscripciones aduaneras. España integraba con la Narbonense, Sicilia y África —sin la Mauritania— la llamada Quatro publica Africae. Para salvar sus límites las mercancías estaban sujetas al pago del 2 por 100 de neros eran, pues, moderados. Finalmente, las provincias, igual que
su
valor. Los derechos adua-
Italia, contribuían por dominios y monopolios estatales. Ese dominio público provincial comprendía numerosos elementos: tierras labradas, pastos, bosques y salinas. En España, concretamente, minas de plata y plomo. Pero, al lado de estos impuestos regulares, a medida que la situación
78
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
empeorando se generalizó el sistema de las liturgias, o contribuciones extraordinarias, exigidas a ciudadanos ricos para subvenir a las necesidades más urgentes: alimentación del pueblo en tiempos de carestía, préstamos forzosos, ayudas para construir naves o equipamiento de soldados, fiestas y conmemoraciones, etc. Poco a poco estos munera o liturgias se hicieron inherentes a los honores (los cargos públicos), hasta convertirse en obligaciones regulares. Carga pesada, aunque tolerada por las clases ricas mientras no fue fue
excesiva. Esto último sucedió ya
a
partir del siglo r. En España, cuando las regiones más pobres del país, fue
el proceso de urbanización llegó a preciso adoptar las más severas medidas para asegurar el número necesario de los regidores ciudadanos. Nadie quería los honores, para no tener que pagar los munera inherentes. Más
tarde, la participación asignada a las ciudades en la reorganización financiera del Imperio agravó aún más la situación. Se abandonó el sistema republicano que consistía en arrendar a particulares (los publicani) los impuestos directos —el territorial y el de capitación—, para hacer recaer la responsabilidad de la recaudación en los magistrados y los Senados de las ciudades. Mientras los impuestos fueron moderados, el nuevo procedimiento funcionó satisfactoriamente, y las ciudades aceptaron aquella responsabilidad a cambio de librarse de los abusos de los publicani, quienes muchas veces se agrupaban en poderosas compañías. La
onerosa
misión de las autoridades
municipales
y de los
capita-
listas (existía un estrecho vínculo entre unas y otros, el mismo que unía los munera a los honores), se hizo extensiva a otros sectores de la sociedad. Ante las exacciones de las compañías arrendatarias de los impuestos
indirectos, Vespasiano las sustituyó
por personas ricas
(conductores),
res-
ponsables de la recaudación total de una contribución determinada. Los inconvenientes del cargo explican las dificultades crecientes para encontrar conductores por otros medios que los coercitivos. Así, se acabó por considerar la recaudación de los impuestos como un munus, según el cual el contribuyente rico respondía por el pobre. El sistema se generalizó hasta convertirse en dominante a partir del siglo 11. Los magistrados y los miembros de los Senados de las ciudades dejaron de ser mancomunadamente responsables de la recaudación de los impuestos, quedando transferida dicha responsabilidad a individuos ricos (los decemprimi, o “diez primeros” de cada población), obligados al pago de los atrasos bajo pena de confiscación de su patrimonio particular. El tránsito de la
vidual —iniciado
en
responsabilidad colectiva a la responsabilidad indiel siglo 11,— produjo funestos resultados. El principal,
ECONOMIA
una
depresión
DE
tanto material
LA
como
ESPAÑA
moral
más activos, de evidentes consecuencias
en
79
ROMANA
en
los elementos ciudadanos
la decadencia de las ciudades.
III y las transformaciones en la mentalidad económica y social durante el Dominado. El antagonismo social entre la burguesía y las clases proletarias —antiguas aliadas contra la aristoLa crisis del
siglo
—
republicana— se fue exacerbando hasta desembocar en la crisis del siglo 111. De ella salieron vencedoras las clases inferiores gracias a que el ejército, formado esencialmente por campesinos pobres, acabó por cracia
constituirse
en
representante de
sus
intereses. Las luchas intestinas
sus-
citadas por esta revolución social comprometieron gravemente la estabilidad del Imperio y, por ende, el desarrollo de la vida económica, que
iba periclitando lentamente desde el siglo 11. Al amparo de las guerras civiles, los pueblos germánicos irrumpieron por vez primera hasta el
Mediterráneo, sembrando larmente sensible
a
paso la destrucción y el temor. Particueste respecto fue el período de anarquía militar inaua
su
la captura del emperador Valeriano por los persas (259-260) Mientras se iniciaba el proceso de secesión de las provincias de Occidente
gurado
con
de las de Oriente, las bandas de guerreros germánicos cruzaban las Galias y llegaban a Hispania. Estudios recientes permiten fechar la irrupción de francos y alemanes hacia el año
262; los invasores destruyeron Tarragona, devastaron el Levante y después de saquear la Bética, cruzaron el estrecho de Gibraltar. Una segunda invasión, acaecida hacia 275, llevó la desolación hasta el interior de la Meseta. Los éxitos de los germanos
comprometieron la economía del Occidente mediterráneo. Es
significativo pano
en
que el último testimonio fechado del comercio de aceite his-
Roma
sea
del año 257.
El resultado de este doble proceso social y político fue el de la destrucción de la burguesía y la ruina económica. El trabajo quedó desorganizado y la producción fue disminuyendo. La mengua progresiva de los
mercados y de la capacidad adquisitiva de la población preludiaron la decadencia industrial. La agricultura, por su parte, se encontró en una
encrucijada desesperada, pues la ruina del comercio y de la industria la privaron del capital necesario, y las exigencias del Estado le sustrajeron una mano de obra imprescindible, así como la mayor parte de sus productos. Los precios subieron vertiginosamente
y el valor
del dinero
fue bajando al mismo ritmo. En tal situación, agravada, además, por el aumento correlativo de las necesidades del poder público, las relaciones entre el Estado y los
contribuyentes
organizado: trabajo obligatorio,
tomaron la forma de
suministros
un
saqueo
forzosos, exigencias de dona-
80
tivos,
HISTORIA
etc. El
nuevo
ECONÓMICA
DE
procedimiento, nacido
ESPAÑA
de la decadencia
económica,
sólo podía llevar a una decadencia mayor. Falta de estímulo y atropellada en todas sus manifestaciones, la actividad económica del Dominado acabó por encasillarse en unos marcos
elementales, sólo aptos para satisfacer las necesidades más perentorias. Los tributos opresivos llevaron a la esclavización de los agricultores y de los artesanos y comerciantes, a través de su adscripción a la gleba o a los colegios. De esta forma se produjo la aniquilación de la clase económicamente rectora que era la burguesía. La burguesía de los primeros siglos del Imperio había sido el alma de los negocios y de las empresas económicas. La burguesía de los últimos tiempos, en cambio, era una clase sin otro deseo que el de invertir las rentas de sus trabajos anteriores en alguna propiedad rústica donde hallar refugio para una vida tranquila. Aniquiladas por el fisco sus tradicionales ambiciones creadoras de riqueza, los burgueses de los siglos 111 y 1V sólo pensaron en inhibirse de la vida activa, recluyéndose en la seguridad de unas pequeñas rentas agrícolas que les permitieran pasar la vida inadvertidos y sin agobios. Este declive de la clase burguesa, su aniquilación como tal, fue decisivo. En efecto, privada de su elemento más activo, la población del Imperio romano durante el Dominado terminó abandonándose a la resignación. Aunque la divulgación de la doctrina cristiana no sería ajena a la misma,
es
necesario insistir
en
que el
nuevo
estado de ánimo
era
inevita-
ble por el hecho mismo de que todo esfuerzo independiente se hallaba de antemano condenado al fracaso, pues cuanto más producía un individuo más le
quitaba el Estado. El campesino sabía que si conseguía mejorar y acrecentar sus tierras, su destino era la promoción a curial, es decir, a la condición de individuo apto para los puestos de consejero municipal y de las magistraturas, lo que equivalía a la opresión fiscal. Ante ese ejemplo, el colono, o el arrendatario, no tenía ningún incentivo en mejorar su suerte y convertirse en campesino libre. El mismo panorama era aplicable a todas las ramas económicas. La única sublevación posible contra el estado de cosas descrito podía consistir en refugiarse en el bandolerismo o en el ejército; soluciones satisfactorias. El mal menor, adoptado por la mayoría, consistió en el abandono de la ciudad por el campo, donde en tiempos difíciles siempre ha sido más fácil defenderse. De esta forma, llegó la recuperación del elemento ru-
ciertamente,
no eran
ral respecto del urbano y con ella, en las provincias, el desquite del indigenismo sobre la obra romanizadora llevada a cabo desde las ciudades.
8
La economía de la
La intrusión
visigoda
la sociedad
en
Hispania visigoda
hispanorromana:
sus
repercu-. creía que la invasión
Hace pocos años se siones sociales y económicas. de los visigodos había iniciado en España la Edad Media. Esta —
opinión
de que las invasiones germánicas habían renovado el decadente mundo mediterráneo aportando nueva sangre y
corroboraba la tesis
nuevas
ideas. En la
cialmente las
general
actualidad, las investigaciones de todo orden,
arqueológicas,
cepto muy distinto sobre el
han demostrado que debemos
tener
espe-
un con-
particular.
visigodos en España, en todos los aspectos, no fueron más que un apéndice del Imperio romano; por eso, en lugar de hablar de invasiones visigodas y de Estado visigodo, preferimos referirnos a la intrusión visigoda, o sea a una cuña que pueblos de origen gemánico metieron en la carne viva de la sociedad hispanorromana. Esta cuña provocó, desde luego, repercusiones sociales y económicas, aunque no de la categoría que se había estimado. Así, desde el punto de vista social, lo más importante que cabe atribuir a los visigodos es la aportación de un ciclo de relaciones de hombre a hombre, que subvirtió los principios políticos y sociales del mundo clásico y que luego, cuando se llegó al colapso de la economía mediterránea, había de fructificar en el llamado feudalismo. De la misma manera, en cuanto a las repercusiones económicas, los visigodos no hicieron más que acentuar el ambiente de ruralización de la Península, que se había iniciado en el siglo 11I, según acabamos de ver, Los
con
la invasión de los francos.
población.
El dato más importante para comprender la influencia exacta de los visigodos en la economía de España es, sin duda alguna, La
el de la
—
población.
99
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
Hasta hace muy poco se creía que los bárbaros habían sido muy numerosos y habían ocupado todo el territorio peninsular. Pero
de los
trabajos
de determinados
después
eruditos, especialmente Rheinhardt,
sa-
bemos que el número de invasores germanos en la Península fue muy escaso y que ocuparon una pequeña de ella. porción Pasados al África los 80.000 vándalos de Genserico, quedarían en España 200.000 100.000
ban
un
visigodos
y
Galicia y norte de Portugal), que suma(acantonados porcentaje muy pequeño frente a los seis millones de hispanorrosuevos
manos en
en
el momento de la invasión.
Contradiciendo la teoría de los que creyeron que los visigodos se habían establecido en todas las regiones peninsulares, hoy se sabe, gracias a los trabajos del citado investigador, que en el siglo 1v, momento de la mayor emigración de los visigodos hacia la Península, únicamente ocuparon una región, la que tiene como núcleo central la provincia de Segovia y que circundan las provincias de Burgos, Soria, Guadalajara, Madrid, Toledo, Valladolid y Palencia. En esta región, que cae dentro de Castilla la Vieja, y abarca sólo la décima parte del territorio peninsular, obtuvieron los nuevos emigrantes tierras para habitar, de acuerdo con las leyes vigentes. Esto no quiere decir que no existieran visigodos en
partes del suelo hispano. Eran sobre todo los que formaban parte de la nobleza y los funcionarios y guerreros que vivían o en las provincias otras
o
en
la corte real.
A la clase
dominante, la de los visigodos, se la denominó en los textos goti, y estaba diferenciada profundamente de los antiguos pobladores, a los cuales se les llamaba romani. Circunstancias étnicas, reforzadas por causas políticas, sociales y jurídicas, hicieron que esta distinción fuese muy clara en los siglos v y vI. A partir de este momento, la cosa cambió. La teoría más aceptada afirma que existió una fusión paulatina entre los godos y los hispanorromanos desde fines del siglo vr. Las etapas más claras serían: la autorización de los matrimonios mixtos concedida por Leovigildo; la conversión al catolicismo acaecida en tiempos de Reca-
redo; la unificación del Derecho a mediados del siglo vir, con la promulgación del Código de Recesvinto, o sea el Liber Iudiciorum. También se notaría este fenómeno de la palabra hispani o y los
romanos
los textos, por el uso cada vez más frecuente hispanos, como símbolo de unidad entre los godos en
anteriores.
poblaron la Península, ni tampoco con la realidad de los hechos que pueden observarse en la evolución de la sociedad hispanorromana. En cambio, es posible comprender la evolución histórica de la sociedad visigoda tenienEsa teoría
do
en
no
anda de acuerdo
con
cuenta este doble fenómeno:
el número de
visigodos
que
primero, la conquista del Estado
por
LA
la clase alta
ECONOMÍA
hispanorromana,
DE
LA
83
HISPANIA VISIGODA
realizada
través de la
Iglesia;
segundo la asimilación de razas exclusivamente en la cumbre del sistema, o sea, entre las aristocracias agrarias, goda y romana, quedando el proceso avanzado, pero no completo, al sobrevenir la invasión musulmana. En consecuencia, tenemos que considerar que la minoría goda continuó formando, a lo largo del período estudiado, un grupo aparte de la sociedad hispanorromana auténtica, o sea, un estado militar sobre una a
estructura anterior fuertemente autóctona. Sólo teniendo
en
y
cuenta este
explica la facilidad del desastre acaecido al Estado visigodo en 711 con motivo de la invasión musulmana. Al lado de esta minoría goda y de la enorme masa de población hispanorromana, existirian algunos grupos raciales importantes: entre ellos figuran en primer lugar los judíos, los cuales constituían una nutrida casta comercial en las principales ciudades del Levante y del Sur de la Península y se mantuvieron reacios a toda fusión, incluso a pesar de las amenazas con que el Estado visigodo intentó excluirlos de la sociedad en el siglo viI1. También merece destacarse el elemento franco establecido en Galicia a partir de mediados del siglo vi, según testimonio de más de medio centenar de topónimos (Francos, Franco, Francelos, Francia, Franza, France, y los que llevan el sufijo germánico latinizado en ingus),
hecho
se
localizados
el valle del Miño. Broens, que ha sido el primero en poner de relieve la colonización franca en Galicia, la relaciona con los pactos entre los sucesores de Clodoveo y los adminisen su
mayor
parte
en
tradores de las antiguas civitates galorromanas, tendentes a limitar en éstas la inmigración de dicho elemento germánico. El mismo autor atri-
buye a este grupo étnico la introducción de los hóvidos del tipo puro de Aquitania, que excepcionalmente predomina en el territorio portugués comprendido entre el Duero y el Tajo. Por último, merecen interés los comerciantes africanos, que poblaron las ciudades del litoral meridional, y los bizantinos, que constituyeron una masa importante en Andalucía y en la costa mediterránea hasta Cartagena. Aunque expulsados por Suintila, los bizantinos continuaron en el país y seguramente se fusionaron
con
otros
elementos autóctonos.
El establecimiento
el suelo y las formas de explotación agraestablecieron en la Peninsula a consecuencia del en
visigodos se sistema del foedus o pacto militar que convinieron con los romanos, los cuales, no teniendo ejército para hacer frente a las invasiones de los vándalos, alanos y suevos, aceptaron los ofrecimientos de los visigodos, los consideraron como ejércitos auxiliares suyos y les dieron tierras para cumplir esta misión.
ria. Los
84
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
hospitalitas, se estableció en 418, y a pesar de que consta en textos legales, todavía no ha sido bien interpretado. Algunos creen que, probablemente, al establecerse en el país los visigodos, sólo se repartieron los latifundios, dándoles el tercio de las tierras llamadas dominicatas, o sea de las que cultivaba directamente el dueño, y los dos tercios de las tierras indominicatas, o sea las que pertenecían Este sistema, denominado
al señor, pero que estaban dadas en cultivo a los colonos. Esta última clase de tierras se denominaría sortes goticae. En cambio, otros autores
aceptan que también
repartieron las pequeñas propiedades, y que, en general, el tercio de la propiedad quedó para los provinciales romanos, mientras que los dos tercios pasaron a poder de los godos. En todo caso, la unidad de reparto fue el fundio, o sea la parcela de tierra que podía sostener a una familia, mientras que los montes, los prados y los bosques quedaron sin dividir, pasando unos al poder del Estado.y continuando otros como territorio de aprovechamiento común entre los que hasta entonces los habían gozado. En todo caso, hay que tener en cuenta la evolución del establecimiento de los visigodos en la Península, al objeto de examinar cuál de las teose
rías tiene mayor o menor valor. Se sabe que el reparto de tierras entre los visigodos empezó hacia mediados del siglo v, pero no tuvieron gran importancia hasta los tiem-
de Teodorico II y Eurico, y especialmente cuando, después de Alarico I, los godos fueron expulsados de las Galias y tuvieron que replegarse a la Península. El reparto no afectó más que a las provincias en pos
establecido, y como sabemos que este territorio fue realmente exiguo, hay que aceptar el hecho de que la estructura económica y social anterior, especialmente por lo que se refiere a la propiedad agraria, continuó sin grandes alteraciones. En líneas generales, los repartos de tierra visigodos tendieron a descomponer los latifundios que se habían formado en tiempos del Imperio romano; pero este fenómeno duró muy poco. En realidad, los latifundios se rehicieron en seguida, en primer lugar, porque gran parte de ellos pasaron al patrimonio real y se acrecentaron con sucesivas conquistas, confiscaciones y usurpaciones; en segundo lugar, porque las tierras eclesiásticas fueron aumentando mediante donaciones, y poco a poco formaron grandísimas propiedades al estilo antiguo; y, finalmente, se rehicieron que
se
habían
los nobles y magnates que les habían sido fieles durante las continuas guerras civiles que empañaron la histo-
por las donaciones de los reyes
ria de la
a
monarquía visigoda en España. En cuanto a la explotación de la tierra, no experimentó grandes cambios, respecto a lo que venía siguiéndose como norma durante la época
ECONOMÍA
LA
DE
LA
HISPANIA
CE)
VISIGODA
cumplida muestra, tanto en cuanto a la técnica como a la organización en las Etimologías de San Isidoro. De hecho, el centro de la explotación agrícola fue la villa rústica, en la cual el señor tenía su residencia, denominada curtis o atrium. Sin embargo, el señor no se ocupaba personalmente de regir la villa, sino que las tierras eran explotadas bajo la dirección de los llamados villici, actores o romana, de lo cual tenemos
procuratores, que es
en
realidad
eran
la distribución de las tierras
a
los administradores. Muy interesante los campesinos, porque al lado de los
antiguos rescoldos de la organización agraria
romana
existen
nuevos
ele-
responden a la nueva concepción de las relaciones entre los dueños y los trabajadores. Así, los elementos principales que cultivaban las tierras en las explotaciones agrícolas eran los colonos, que derivaban del antiguo colonato romano; los arrendatarios a plazo más o menos corto, sujetos también a las mismas reglas de trabajo y de relaciones que el de los precaristas, en la época anterior; y después dos tipos nuevos: formado por los que, habiendo pedido tierra al señor (“precario” equivale a rogar, o pedir) obtenían una cesión temporal mediante un rescripto que firmaban en tiempo oportuno; y el de los encomendados, receptores de tierras a través del pacto de fidelidad, que les vinculaba al señor con un servicio personal. Esa clase es importante, porque de la encomendamentos que
ción derivará
una
serie de fórmulas de relación entre señores y cultiva-
dores que matizará gran parte de las relaciones agrarias durante la Edad Media. los señores, existían también baldíos, terrenos vacantes, montes y prados comunes. Todo ello derivaba de la época romana; pero, sin embargo, hay un hecho nuevo. Es posible hablar Al lado de las tierras sujetas
de la existencia de
a
vicinorum, o sea, de una especie de reunión de vecinos, consejo agrario y ganadero, que se ocupaba de la un
conventum
distribución de los montes, de los prados y de las tierras vacantes, entre aquellos que pudieran aprovecharlos para la agricultura y la ganadería.
Hay quien sostiene, con visos de verosimilitud, arrancaría el municipio medieval.
que del “conventum”
No hay novedad en lo que se refiere a la agriagricolas. cultura visigoda comparada con la romana, aunque algunos filólogos han creído que en ciertas voces adoptadas por los agricultores castellanos se ocultaban algunas innovaciones traídas por los pueblos germánicos. En realidad, a excepción de las alcachofas y de las espinacas, que alguien atribuye a importación visigoda, aunque con escaso fundamento, el horizonte agrícola de la Hispania visigoda responde exactamente a lo que había sido ello es así, porque, en realidad, la gran maen tiempos de los romanos. Y
Productos
—
86
HISTORIA
yoría de cultivadores norromanos
de los
y
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
campesinos continuaban siendo los mismos hispa-
siglos
anteriores.
consecuencia, la base de la agricultura visigoda fueron los cereales, las viñas y las huertas. Los cereales, entre ellos el trigo, daban a la España visigoda la base de su sustento; las vides tuvieron un cultivo muy En
extendido, trata
de
porque
un
casi todos los documentos
en
herencia
o
de
al lado de las tierras. En
conocidos, cuando
se
donación, siempre se habla de las viñas cuanto a las huertas, es evidente que continuó una
el sistema de
regadíos que los iberos y los romanos habían iniciado. Al lado de la viña, también se dan referencias al manzano, que se utilizaba para la producción de la sidra. Ahora bien, el manzano era de categoría inferior a la del olivo, porque en las leyes sobre indemnización este árbol figura en una relación de cinco a tres sueldos respecto a aquél.
ganadería. — En la ganadería la evolución es realmente importante. La teoría más aceptada es que la ocupación preferente de los godos era la cría del ganado y, por lo tanto, la desarrollaron en la Península, y asi lo indican los textos privados y públicos. En tiempo de los visigodos, existieron sin duda nutridos rebaños de corderos, los cuales emigraban de un lado para otro, practicando un tipo de trashumancia que, andando el tiempo, debía constituir la ocupación económica de gran parte de La
la Meseta.
también, por ese avance de la ganadería, la competencia entre ella y la agricultura, que debía afectar a las relaciones sociales y humanas de los pueblos castellanos durante tanto tiempo. En San Isidoro Se inicia
lee la necesidad de que estén levantadas las mieses para pastar los rebaños en ellas, lo que quiere decir que existían casos en que los rebaños invadían las tierras de los agricultores, sin preocuparse de si estaban se
cosechadas. También conocemos pactos de arrendamiento para pacer determinados rebaños en tierras ajenas; es lo que se llama pascuarium. Aparte el ganado lanar, destacó el de cerda, que constituyó la principal fuente de abastecimiento de carne. Respecto a los animales de
las mieses
a
punto
o no
de
ser
labor, fueron los principales el caballo, el asno y el buey. Aquél, sin embargo, no alcanzó el interés que debía tener más adelante, cuando se convirtió en el primer elemento bélico de la Edad Media. Tenemos escasas noticias sobre las explotaciones mineras. actividades mineras en esta época. Todo induce a suponer que continuó la tradición romana, o sea que, fundamentalmente, la explotación de las Las
—
LA
ECONOMÍA
DE
LA
HISPANIA
87
VISIGODA
recayó en el Estado y fueron dadas en arriendo. La condición de minero recayó en los siervos fiscales, pues el trabajo en las minas era durísimo. Eso no quiere decir que no existieran concesiones individuales; por lo menos, desde el punto de vista legal, se autorizaba a los particulares para aprovechar las minas. Sin embargo, no se poseen documentos probatorios sobre la realidad de este régimen de beneficio minero.
minas
auríferas que se daban en varias partes, por ejemplo cerca de Toledo. Se conoce la existencia de explotaciones de plomo en diversas localidades de Lusitania, Galicia y Cantabria. También se sabe la importancia que tuvieron las salinas de la Tarraconense, pero, en general, se desconoce el volumen En cuanto
que
pudo
a
tener
los
metales, San
esa
Isidoro habla de las
arenas
industria.
Decaído el comercio mediteLa industria y el régimen de trabajo. rráneo y empobrecida la sociedad hispanorromana por las invasiones, es —
lógico
que la industria fuera
en
decadencia. Las actividades industriales
más importantes se limitaron a atender necesidades de tipo elemental. Así en el terreno de la metalurgia, descollaban las industrias útiles para
las labores del campo y de armas para la guerra. Pero, en general, predominaba la actividad de tipo doméstico en la industria textil, y marinera, las únicas de cierta difusión.
trabajo industrial sufrió alguna modificación respecto a los tiempos romanos, porque la invasión rompió el colegialismo, o sea la agremiación, característica de los últimos tiempos del Imperio. Existieron dos tipos de artesanos: aquellos sujetos a un noble, que vivían en sus explotaciones agrícolas, generalmente como esclavos, y los artesanos libres, que residían en la ciudad. Se conocen algunos textos sobre la existencia de talleres propios, pero, por lo común, el artesano se brindaba a trabajar en distintos lugares cobrando cada vez un canon por su oficio. No obstante, se ha comprobado la supervivencia de un régimen de asalariados, o sea de talleres en los cuales trabajaban para un dueño varios artesanos libres. El
El pago
se
denominaba
merces.
direcciones. — Con los visigodos no desapareció el comercio, porque estuvo atendido por colonias de comerciantes extranEl comercio y
jeros, judíos
e
sus
hispanorromanos, especialmente
puertos del Mediterráneo. Éstos mantuvieron
nutridas un
en
los distintos
intercambio, que no distintos lugares de
podemos llamar activo, pero sí continuado, con Europa. Las principales rutas se relacionaban con África del Norte, en particular con Cartago, Italia, Grecia, Asia Menor y Septimania, puerta del
88
HISTORIA
comercio
con
ECONÓMICA
las Galias. También
se
tarios, que los visigodos comerciaron comercio
debió estar
DE
sabe, en
el
ESPAÑA
través de
hallazgos moneAtlántico. Sin embargo, este a
las de los comerciantes hispanorromanos que continuaban las viejas tradiciones de la ruta de los metales atlánticos. no
en sus
manos, sino
Las exportaciones consistían
sal,
vino y
en
en
cereales, metales
de diversas
clases,
vinagre, miel; las importaciones versaban sobre artículos de lujo: sedas, púrpura, marfil, joyas. Los principales importadores
eran
aceite y
la nobleza
y
la clerecía.
particularidad notable en el comercio visigodo es la existencia de lonjas o cataplus, en las cuales se cambiaban o vendían las mercancías. A estas lonjas concurrían los llamados negociatores trasmarini, o sea los Una
comerciantes de más allá de los mares, y en ellas se recaudaba el impuesto de tránsito de las mercancías o toloneo. Existieron también mercados pequeños, los llamados conventus mercancium, en los cuales se
hacían los intercambios entre las ciudades
los lugares próximos. Todo rescoldo de la época de prosperidad
ello era, como puede suponerse, un de la economía mediterránea bajo el En
de los
Imperio
fin, cabe señalar la presencia de
cuales comerciaban
con
y
unos
romano.
argentarii
o
banqueros, los
la moneda que servía de intercambio para el pago
productos.
La moneda y las
El sissupervivencias de las finanzas imperiales. tema monetario visigodo no es más que un plagio del sistema romano, aunque simplificado, porque los jefes bárbaros se integraron en el Imperio como simples auxiliares, sin derecho a usurpar ninguna de sus prerrogativas esenciales, entre las que se contaba la de la moneda; y también por la escasa disposición de los particulares hispanorromanos, acostumbrados a la moneda imperial, a admitir cambios. Esta doble circunstancia explica que las piezas visigodas llevaran durante mucho tiempo la efigie del emperador reinante, 0, caso de no haber podido procurársela, la de otro más antiguo. Sólo a fines del siglo v el rey Leovigildo se atrevió a acuñar monedas con su propio busto. Creemos que esta innovación
debe relacionarse con
el afán del
—como
monarca
lo apunta M. Bloch en el caso de los francos— de afirmar su soberanía en la lucha contra los
ocupaban coincidencia de base,
imperiales bizantinos Señalada la
—
que
los dos sistemas. Esencialmente
una
parte del suelo español.
veamos
eran:
ahora las diferencias entre
a) reducción
de los
visigodos al
monometalismo áureo; no acuñaron más que oro, aunque a veces, en los últimos tiempos, tan de baja ley, que casi era plata; b) la debilidad de la economía visigótica impuso como unidad monetaria el tremis en vez del
ECONOMÍA
LA
solidus, del
que
LA
HISPANIA
la tercera parte; c) quebrantamiento del
era
tremises, y d) rigurosamente impuesto
estos tan
DE
VISIGODA
BI
pérdida progresiva de peso de monopolio estatal de acunación,
por Constantino. Como
simbolo del desor-
las acuñaciones visigóticas, basta citar el número de setenta v nueve cecas repartidas por el país. En cuanto a la hacienda visigoda, representa una gran confusión técnica respecto a la hacienda romana. Durante dos siglos se consideró
den
en
indistinto lo que era patrimonio del rey y lo que pertenecía al Estado. Más adelante, en el siglo vi, se inició cierta separación entre el fisco real la idea de que y el del Estado, pero la monarquía jamás llegó a asimilar existían dos tipos distintos hacendísticos: el personal y el público. Por esta causa, tampoco se llegó a distinguir entre el sistema de recaudación de impuestos privados y generales, hasta el punto de que el Estado confió a los señores, en sus villas, el derecho de recaudar los tributos que se le debían. Eso implicó la intervención de un tercer elemento entre el tributario y el Estado: el señor, sistema. Ésta fue una de las
quien
se
causas
benefició indiscutiblemente de tal
profundas
del desarrollo del mundo
feudal. En sintesis, la economía apenHacia la economía agraria medieval. dicular visigótica representa un momento de transición entre la economía —
mercantil
romana
y la economía de
tipo doméstico que predominará
en
los primeros siglos medievales. Desde el siglo 111, cuando la ciudad había experimentado los duros golpes de la invasión de los francos, la economía había tendido a ruralizarse.
El mundo
se
había dividido
en
pequeñas agrupaciones ciudadanas
fortificadas y en pequeñas villas señoriales, en donde se centraba la economía agraria. Desde que la invasión de los visigodos aumentó el desquiciamiento de la economía comercial, la tendencia hacia la ruralización de la economía fue cada
hecho, aumentado por la inclinación de los visigodos hacia la ganadería, condujo poco a poco al sistema de economía cerrada típico de los siglos vi a XII. vez
más notable. Este
II. Y
ECONOMIA FEUDAL
SEÑORIAL
9
Generalidades
La sociedad y la economía feudal en Occidente: Orígenes y desarrollo. Entre los siglos 1x y xi el Occidente de Europa se estructuró
—
en un
sistema denominado feudal. Hasta hace
consideradas
como una
época de oscuridad,
poco, estas centurias eran situada entre el radiante sol
de la civilización clásica y los aparatosos destellos de la civilización y de la economía renacentista. Hoy sabemos que esa consideración no es cierta. De hecho, con el sistema feudal entramos en contacto con el naci-
civilización, con un período de características interesantes, en el que empiezan a deletrearse los rasgos de una dinámica económica y social llamada a grandes destinos. El feudalismo fue una organización total de la sociedad y de la economía, impuesta por dos razones principales: la falta de seguridad personal y el colapso de la circulación económica. No debe creerse que la segunda causa, la propiamente materialista, la disminución del intercambio de productos, determinara el nacimiento del feudalismo. En realidad, se trata de un proceso complejo, en el que se mezcla el agotamiento del mundo antiguo con le comienzo del moderno. La falta de seguridad fue provocada por el impacto de unos pueblos conocidos generalmente con el nombre de bárbaros. En la reciente terminología, impuesta por Toynbee, existen dos tipos de bárbaros: los bárbaros externos y los internos. Aquéllos eran los pueblos germanos, los cuales, en dos oleadas sucesivas, desquiciaron por completo la economía del mundo antiguo. Pero se necesitaron dos oleadas, no una simple incursión de los germánicos en las fronteras del poderoso Imperio romano. El primer gran choque se registra en el siglo v, y se inicia con la conocida invasión de los pueblos suevos, alanos y vándalos; pero el golpr miento de nuestra
92
ECONÓMICA
HISTORIA
DE
ESPAÑA
decisivo, el que determina el hundimiento de la civilización mediterránea antigua, corresponde a los siglos VIII y TX, cuando los húngaros y los normandos, especialmente, acabaron de derrumbar las supervivencias
imperiales
en
Occidente.
Al lado de este factor de
inseguridad, producido
existe el desorden determinado
Imperio
aquellos
por
que
no
por las
invasiones,
las conciencias de la población del querían saber nada de la cultura y la en
economía de la civilización precedente. A este hecho responde el tipo del proletariado cristiano. El desprecio de los bienes materiales, el profundo sentimiento de que existía una vida de ultratumba que compensaba las desventuras y las estrecheces de la terrena, comprometieron muchos incentivos de la economía del mundo clásico y contribuyeron a su atonia. El sentimiento de
inseguridad determinó el siguiente
proceso: ante la
falta de protección que el Estado debía dar a cada uno de los individuos, éstos buscaron en los poderosos un apoyo que por lo menos les brindara la posibilidad de ser defendidos de sus adversarios. De esta manera, entre los
siglos
constituir que
se
vI
y
en
vII se
el
anudaron
futuro,
por
unos
una
dependencia que iban a hechos jurídicos y sociales, lo
vínculos de
serie de
denominó feudalismo.
El vínculo esencial de las relaciones entre persona y persona fue la fidelidad. Una persona se hacía fiel de otra cuando ésta, que era el señor, le ofrecía protección y ayuda; y por su parte, el que entraba bajo la el encomendado, brindaba al señor servicio y consejo. Como puede observarse, esta relación tiene en sí muy poco de económico, moral. porque es un pacto bilateral que descansa sobre un principio
protección,
o sea
Podemos, pues, preguntarnos ¿qué feudalismo, que le haya convertido
es en
hay de económico prototipo de un sistema de lo que
en
el
orga-
nización de la vida del hombre?
responder a esta pregunta, debemos examinar la decadencia del intercambio de productos y la rarefacción de la circulación monetaria habían ido a fines del Imperio romano. El comercio y la producción decayendo a partir del siglo 111, después de la primera gran incursión manera que germánica en territorio imperial (la de los francos), de tal los ciudadanos que poseían dinero, oprimidos por el fisco, prefirieron trasladarse a las villas que poseían en los campos, y de esta manera resercontra cualquier varse en el interior del país una posición de fuerza Antes de
exacción de la autoridad. Pero, al mismo tiempo, muchos campesinos abandonaron el campo para refugiarse en las ciudades amuralladas. Este doble movimiento desquició la producción agrícola, paralizó el comercio la rarefacción de la circulación monetaria. Ahora bien, el y
provocó
GENERALIDADES
SOBRE
LA
ECONOMÍA
FEUDAL
Y
SEÑORIAL
93
complejo de un famoso Y
en
económico de la Antigiiedad mediterránea no se vino abajo solo golpe. El profesor vienés Alfred Dopsch demostró en un
trabajo
cuanto
a
la supervivencia de la sociedad antigua hasta el siglo vi. la economía mediterránea, el profesor Henri Pirenne, en
de los trabajos fundamentales de historia de la economía medieval, probó que hasta el completo dominio por los musulmanes de la isla de Sicilia, o sea hasta bien entrado el siglo 1x, no fue posible la paralización uno
completa del comercio. Sin embargo, a partir
del
siglo
vIII nos
encontramos ante una situa-
ción caracterizada por la falta de dinero, por el colapso del comercio y por el rápido deslizamiento de la economía hacia lo agrario. Por lo tanto, y ahora volvemos
ridad inducía recompensar
a un
sus
la pregunta que formulábamos, cuando la inseguhombre a hacerse fiel de un poderoso, éste no podia
a
servicios sino
otorgándole
tierra. Fue la tierra la que
fundamento de las relaciones de persona a persona que implicaba el beneficio, o sea el acto de dar tierra, el acto de admitir un encomendado en el circulo de relaciones de un señor. Poco a poco, en el se
convirtió
en
transcurso de los
No
vamos
pero sí
es
siglos
IX
y x,
esa
tierra recibió
nombre: feudo. de la palabra feudo, un
hacer ahora la investigación filológica preciso recordar que muchos la atribuyen al desarrollo de la a
germánica primitiva vieh, que quiere decir ganado, con lo que nos hallaríamos desde el principio dentro de la misma línea económica: feudo significó siempre un pago para que el encomendado (más tarde el vasallo) mantuviera su fidelidad al señor que le otorgaba su protección. En estas condiciones podemos definir el feudalismo como una organización de la estructura social y política del Occidente de Europa en una época de gran contracción económica, determinada por un régimen de economía familiar agraria. Es natural que este régimen evolucionara con el tiempo, de tal manera que, además de convertirse en una forma específica, social y económica, de la estructura agraria de Europa, fuera asimismo un sistema de organización del trabajo. El feudalismo estructuró las masas del campo en un sistema de arraigo al predio, denominado servidumbre de la gleba. Esto acaeció entre los siglos XI y XII y, desde entonces, representó también una organización de trabajo, sumada a los primitivos factores de estructura social, política y económica del país. En sintesis, la sociedad feudal merece el reproche que se le ha hecho durante tanto tiempo de que fue la organización de los más en beneficio voz
de los menos. Pero debemos pensar en las duras circunstancias de aquella época, en que no había orden ni posibilidad de organización, en que todo se había hundido. Fue, pues, un sistema de emergencia de la sociedad
occidental, aceptado
por la
mayoría del pueblo común, primero
94
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
respondiendo a la necesidad de buscar la seguridad al precio que fuese, y luego, el de acomodarse a la violencia de los menos, también al precio que fuese.
Circunstancias
especificas de la irradiación del feudalismo en La expansión del feudalismo presentó en la Península facetas España. muy características, que hemos de tener en cuenta, porque lo modifican notablemente en relación con el prototipo general europeo. Lo que contribuyó más a alterarlo fue, sin duda alguna, la invasión musulmana. Pero no tenemos que olvidar otros camcteres fisiográficos y morfológicos que también coadyuvaron a darle nuevos aspectos. Una de las tesis desarrolladas por el profesor Claudio Sánchez Albornoz, figura capital de la investigación histórica de la Alta Edad Media castellana, sostiene que en el siglo vi, la organización prefeudal se halla más avanzada en España que en Francia, de tal manera que si no hubiera ocurrido la invasión musulmana, los visigodos hubieran alcanzado por su propia evolución un sistema feudal muy parecido al de los francos. Pero con la irrupción del Islam el proceso quedó interrumpido —
bruscamente.
¿Qué fenómenos sociales y económicos provocó la invasión musulmana? En primer lugar, la disolución brutal de los vínculos prefeudales que se estaban anudando. Todo se vino abajo. Ante la invasión no hubo, en lineas generales, ni vencidos ni vencedores, porque los musulmanes, muy pocos para ordenar y dominar el país, concedieron inmediatamente a cuantos quisieron sometérseles pactos de libertad, pactos de autonomía. En consecuencia, el sistema de protección y de encomienda quedó roto por un concepto místico que se llamaba el Islam, o sea la comunidad todos los creyentes habían de ser libres necesariamente, no había vínculo feudal o prefeudal que pudiera pervivir. Por otro lado, esos mismos musulmanes estaban incluidos en una de todos los creyentes, y
como
organización mercantil del Mediterráneo. Organización dificil, quizá pero la única que mantenía las relaciones comerciales entre Oriente y Occidente. Por esta causa, la España musulmana fue, hasta el siglo xI, el único reducto de Europa donde se mantuvo todavía una
pobre,
economía monetaria floreciente, especialmente a base del oro. La introducción de la moneda de oro en la Península, que irradiaba también
hacia los reinos cristianos, explica que el colapso monetario no fuera en ella tan intenso como en Francia, y que, por lo tanto, las condiciones
previas de formación del feudalismo Incluso lismo
en
Cataluña,
fue atípico
no se
reunieran
el territorio más feudal de la
por el hecho de la
en
la misma forma.
Península, el feuda-
circulación monetaria.
GENERALIDADES
Por otra parte,
hay
SOBRE
ECONOMÍA
FEUDAL
Y
SEÑORIAL
95
hecho que debe tenerse en cuenta. Aunque la invasión musulmana, después de la dura experienun
parezca paradójico, cia del siglo v111, implantó
Reconquista fue
LA
un
España
seguridad.
Se asegura que la continuo batallar. Sánchez Albornoz insiste en el en
cierta
número extraordinario de campañas que registran las crónicas del tiempo. Pero si exceptuamos la zona de la Meseta superior comprendida entre el Duero y los montes Cantábricos, donde realmente se peleó con
denuedo,
y el
país quedó arrasado
por el rodillo de la guerra,
en
los
demás territorios la realidad fue distinta. Hasta la invasión de los almo-
rávides, lo que llamamos Reconquista fue una continua relación entre los agricultores del Sur y los pastores del Norte, ciertamente con sus grandes y pequeños antagonismos, hasta que en el siglo XI la idea de Cruzada, de origen nórdico, convirtió a los reinos cristianos del Norte en fieros enemigos de los musulmanes del Sur. Pero hasta tal época, los vínculos que unieron a los hispanos fueron de tal índole que un notable historiador prefiere calificar el período con el nombre de Reconquista lenta.
conquista musulmana sobre la evolución del régimen feudal en España es, pues, evidente. Ahora bien, la distinta situación geográfica de los primitivos Estados cristianos explica que existan en la Península dos modalidades típicas de organización política y económica. Una, la propiamente feudal, corresponde a Cataluña; otra, que se denomina régimen señorial, caracteriza a la Meseta. En el núcleo de la Marca Hispánica, o sea en Cataluña, la conquista La influencia de la
de
Carlomagno (hacia el
800) provocó una intrusión de los preceptos feudales y el establecimiento en el país de una superestructura feudal, que hizo que éste no evolucionara al compás del resto de la Peninsula. Este hecho es importantísimo, porque de este origen arrancan no pocas de las diferencias que existen entre los catalanes y los demás pueblos hispanos. En cuanto al grupo cántabroastur, no sólo se mantuvo alejado de las influencias carolingias y francas (las cuales sólo comenzaron a influir en el país hacia el siglo x1), sino que, además, el dispositivo territorial de la Reconquista, dejó a todos amplio margen de terrenos para año
cultivar y nutrir los rebaños. Era difícil que un pastor de Asturias o Cantabria cayera bajo la servidumbre feudal, cuando desde los Picos de
Europa hacia el Sur, hasta el Duero, tenía tierra sobrada para poblar, en particular desde mediados del siglo 1x La frase “ancha es Castilla” procede de aquel momento, en el cual cuantos soñaban con una libertad, cuantos querían huir de un sistema de dependencia personal, encontraban en las vegas de los ríos leoneses y castellanos un lugar para establecerse. Por esta causa se puede afirmar, aunque ahora parezca para-
ECONÓMICA
DE
que el nacimiento de la economía
en
96
HISTORIA
doja,
ESPAÑA
Cataluña
caracterizó por una estructura de tipo aristocrático, mientras que el nacimiento de la economia en Castilla dio origen a una estructura democrática. se
Las modalidades
peninsulares: economía feudal y economía señorial. Examinando ahora de cerca qué es la economía feudal y qué es — la economía señorial, nos encontramos con dos tipos próximos, pero distintos, de mentalidad económica. La principal característica del primero se halla en la vinculación de la jurisdicción a la propiedad. Esto es muy
importante. No hablamos ahora de relaciones de
a
persona,
dueño. De tal manera, que el señor feudal es, a la vez que el empresario, el administrador de justicia y el hombre que dispone el sistema de cultivo, el sistema de ventas y, en definitiva, sino de
trabajador
persona
a
organiza toda la producción económica del territorio de su Cabe, pues, imaginar la imposibilidad en que se hallaba
jurisdicción. uno
de
esos
trabajadores del campo de librarse del circuito económico donde había sido precipitado por la evolución de los acontecimientos. Administrado por su señor, juzgado por su señor y con las imposiciones dictadas por su señor, quedaba sometido a ciegas a un sistema económico opresivo. Porque, a mayor abundamiento, el señor feudal adquirió, andando el tiempo, el recurso de acuñar moneda en su propio nombre, con lo cual, en cualquier momento, podía defraudar a sus súbditos. Aun prescindiendo de la ominosa condición moral, el feudalismo ha sido lo más duro, excepto la esclavitud, que ha conocido la humanidad trabajadora. La economía señorial era otra cosa. En principio, el señor también tenía la jurisdicción de la tierra, pero una jurisdicción limitada por el poder de la monarquía, que se reservaba algunos casos especiales, que se llamaban “casos de corte”. Entre éstos, además de los de tipo jurídico, había uno muy importante: el señor no podía labrar moneda, de tal manera que si la acuñaba, era llevado inmediatamente ante los tribunales del rey. Y el hecho de que el monarca dispusiera siempre de esta preciosa facultad, reducía mucho la oportunidad del señor para vejar a sus súbditos. Pero hay otro hecho más notable. Así como en el régimen de economía feudal propio, el trabajador no podía rehuir el círculo vicioso en que le sumía su vasallaje, en cambio en la economía señorial de la Meseta la existencia de espaciosas zonas de Reconquista dio lugar a formas muy importantes de libertad de contrata de trabajo. Muchos ejemplos corroboran este principio. El esencial es el de las “behetrías” castellanas. Una behetría, nombre que viene de la palabra benefactoria, o sea en definitiva, de la palabra beneficio, quiere decir un conjunto de pueblos o aldeas que tenían derecho a elegir, por sí mismos,
GENERALIDADES
a su
señor. Había dos
SOBRE
LA
ECONOMÍA
FEUDAL
tipos de behetrías, de
mar
Y
a
SEÑORIAL
mar, que
eran
97
libé
rrimas para escoger señor donde les pluguiera, y de linaje a linaje, que únicamente podían elegir señor dentro de una determinada línea aristo-
crática. Ahora
comprende la diferencia que existía entre los campesinos de Asturias, Cantabria, León y Castilla, y el campesino de Cataluña, porque mientras aquéllos podían renunciar a su señor, por lo menos se
los primeros tiempos, el de Cataluña estuvo sometido al vínculo feudal que cercenaba sus posibilidades de trabajo. en
4
—
H. ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
10
Economía de Al-Andalus
España musulmana hasta el Califato. Políticamente, la historia de la España musulmana (Al-Andalus) conoce cuatro etapas: en la primera, que abarca los años 711 a 755, los invasores acatan la dependencia política y religiosa respecto de los califas Omeyas (Emirato dependiente); en la segunda, de 755 a 912, sigue la dependencia religiosa, pero existe ya independencia política respecto de la nueva dinastía abbassida (Emirato independiente); en la tercera, de 912 a comienzos del siglo x1, la independencia se extiende al dominio espiritual(Califato de Córdoba); en la cuarta, el Califato se desintegra en una serie de reinos de Taifa, más o menos sujetos a la acción de los imperios africanos (almorávides y almohades), que apoyaron su existencia. Uno de esos reinos, el de Granada, pervivió hasta fines del siglo xv. El establecimiento del Islam en la Península fue, inicialmente, un movimiento de liberación: los colonos, los curiales e incluso la nobleza visigoda se emanciparon de sus antiguos lazos de dependencia, algunos de los cuales dimanaban de la época romana. La transferencia de parte del suelo agrícola fue el único cambio notable. Durante medio siglo, mientras el ejército del Islam merodeaba por el Sur de Francia con el deseo de conquistar la Galia, en la Península se moldeaba una nueva La
—
sociedad mediante una tolerancia de cultos y una similitud de vida social, sobre todo en Andalucía, puerta abierta a los extranjeros desde la época de Tartesos, Roma y Bizancio. En la segunda etapa, la del Emirato independiente, los grandes sueños ultrapirenaicos de los musulmanes se vieron disipados en la batalla de Poitiers. Entonces fue necesaria una organización del país hispano a base de la fuerza estatal, lo cual hizo posible el advenimiento de Abde-
ECONOMÍA
DE
99
AL-ANDALUS
rrahmán I, personaje de la estirpe de los Omeyas y, por lo tanto, vinculado a la legitimidad del Islam. El Estado musulmán tuvo que hacer frente
problemas,
la antigua Hispania, suscitados por los auxiliares extranjeros de la conquista: bereberes y sirios; otros internos, entre los cristianos, renegados o no; en tercer término, problea numerosos
Unos externos
a
respecto a los cristianos de las fronteras del Norte. La fundación política de Abderrahmán se basó en la centralización, en sentido aristocrático y árabe. Esto provocó fuertes corrientes de resistencia. Sirios, bereberes y mozárabes lucharon varias veces por su independencia dentro del conjunto del Emirato. Asi, cuando faltaba la fuerza de un emir, los grupos de resistencia tendían a disgregar el Estado. Esto sucedió aproximadamente durante un siglo; con el advenimiento al trono de Abderrahmán II (822-852), cambió el rumbo de Al-Ándalus. El Estado hispanomusulmán se constituyó, en lo político, a imagen del Califato de Bagdad y la economía y la cultura se orientalizaron fuertemente. Sin embargo, la resistencia indígena continuó amenazadora durante otro medio siglo, como lo prueban las sublevaciones de los hispanos en la Andalucía alta, especialmente la de Omar-ben-Hafsún, en tiempos de
mas
los nietos de Abderrahmán II. La tercera etapa, inaugurada en 912 por Abderrahmán III, se denomina Califato. En ella culmina el Estado centralizado, basado en una
fuerza militar mercenaria y en una potencia económica burguesa, en la tendencia expansiva hacia el Oriente y África del Norte y en la culminación del sistema de tolerancia introducido
en
épocas
anteriores. Este
periodo de prodigioso auge del Islam español terminó con el predominio del ejército mercenario y con la ruina del Califato después de la época de tensión de Almanzor.
Población y estructura social. — ¿Qué población teni: el Islam español? Esta pregunta es muy difícil de contestar. Los primeros invasores
máximo, unos 35.000, repartidos de la siguiente forma: 10.000 a 17.000 bereberes, africanos, integrantes del ejército de Tarik, y 10.000 a 18.000 árabes y sirios, venidos con Muza. A estos grupos iniciales debemos añadir los que llegaron después a la Península, sobre los cuales carecemos de información precisa. También faltan estadís-
serían,
como
ticas del desarrollo de la
población, pues, si bien poseemos datos cuantitativos, muchos corresponden a descripciones exageradas, ya de los geógrafos árabes que visitaron España, ya de los embajadores de la Europa medieval. Esta ponderación hace difícil prever la realidad, pero andaremos muy desacertados si suponemos que los seis millones de habitantes que quedaron dentro de la zona musulmana experimentaron
no
100 un
ECONÓMICA
HISTORIA
relativo aumento hacia los
siglos
1X
DE
ESPAÑA
y x, de acuerdo
con
la prospe-
general del país. Veamos la composición de la estructura social, Ésta dependía de dos factores: el que podríamos llamar religioso y racial, y el económicopolítico. En cuanto al primero, hemos de considerar la población del Estado musulmán dividida en dos grandes grupos: musulmanes y no musulmanes. El primero comprendía los árabes, llamados baladíes, los cuales formaban la aristocracia dirigente del país y, al mismo tiempo, eran los propietarios de los mayores latifundios de la zona musulmana. Seguían los sirios, quienes, como tropas auxiliares de los ejércitos invasores de la primera época del Islam, habían sido beneficiados con repartos ridad
de tierras, vivían en las ciudades y cuidaban del campo: los sirios conocian los procedimientos de irrigación y cultivo que habían prosperado en
el Oriente mediterráneo.
Hay
que tener
presente
esta capa social
el desarrollo de la
agricultura de la España musulmana. Venían luego los bereberes, población del Norte de África, los cuales, como tropas de choque, fueron establecidos en el Norte de las fronteras de Al-Andalus, frente a los cristianos. Este establecimiento produjo hondas dificultades internas, hasta que, por fin, los bereberes quedaron afincados en la parte montañosa del Sistema Central, en Extremadura y Castilla la Nueva, donde practicaron su vida económica habitual, basada en la ganadería. Otra importante capa de población musulcomo
muy
importante
en
fueron los eslavos, o sea los libertos de origen extranjero; formaban parte del ejército adicto a los califas y, en consecuencia, no pueden contar como elemento económico importante, pero sí como grupo estabili-
mana
régimen del Estado. Esta población musulmana habría sido insuficiente si no hubiera contado, además, con los muladíes, renegados visigodos o hispanorromanos, habitantes del campo, que abandonaron en masa la religión cristiana, en la que acaso habían sido insuficientemente instruidos, para abrazar el
zador del
Islam y con ello gozar de las ventajas económicas y sociales de los vencedores. Esta enorme masa de población es la propiamente hispánica; dominada sucesivamente por los tartesios, los romanos y los visigodos desembocó en la capa inferior de la España musulmana. además, como no musulmanes, los judíos y los mozárabes.
Contábanse,
amplia libertad y tolerancia. Fueron, en todo en momento, respetados, disfrutaron de grandes ventajas y prosperaron Aquéllos
gozaron de
una
ciencias como en el de la ecogran manera, tanto en el cultivo de las nomía. Por lo que ataña a los mozárabes, se denominaba así a los cris-
la inversa de los artesanos, residentes en las
tianos que, ser
a
muladíes,
no
principales
renegaron de
su
fe. Solieron
ciudades de Al-Andalus. Tanto
ECONOMÍA
DE
101
AL-ANDALUS
el aspecto religioso como en el económico y el politica, la influencia de los mozárabes es capital para comprender las relaciones entre el
en
Islam y la Cristiandad
peninsular durante
la Alta Edad Media.
jerarquización de la estructura social, los musulmanes consideráronse divididos en tres grandes capas, según su riqueza e importancia política: la superior se llamaba jassa, la masa del pueblo amma y los esclavos sagaliva. Existía, además, una clase especial de creyentes llamados maulas, los cuales gozaron siempre de prestigio porque, en calidad de clientes de los príncipes, formaban parte importante del ejército y en ellos se reclutaban los servidores del Estado. Por otra parte,
Las ciudades
en
cuanto
a
la
hispanomusulmanas. — Tras
espléndida civilización Occidente europeo pasó por largos siglos
urbana del Imperio romano, el de decadencia. Interrumpidas durante
su
la
transcurso las
comunicaciones,
extinguido el comercio, despobláronse las viéronse reducidas exclusivamente a centros religiosos y carácter semirrural. Del siglo vir al x sobre todo, la econo-
casi muerta la industria y
ciudades y
políticos
de
tipo agrario simbolizó el declive de la vida urbana. Luego, a partir de finales del siglo x, hubo un lento renacimiento de
mía de
ciudadana, que conduciría al gran desarrollo del xI1 y el xIIr. ¿Qué papel desempeñaron las ciudades de la España musulmana en el resurgir de las del Occidente europeo? Frente al olvido de casi todos los especialistas, Torres Balbás ha debido recordar la excepción que forman las ciudades andaluzas en el proceso de decadencia general del período carolingio, y su avance respecto del despertar de la época románica.
la actividad
Intensa comunicación terrestre y marítima existió desde fines del siglo vu entre Al-Andalus y el Oriente mediterráneo, merced a la depen-
política en los primeros tiempos, y a la comunidad de religión, lengua y civilización, constantemente. Entre ambos extremos del mar interior no se interrumpió el comercio marítimo, salvando la causa reconocida de la extinción de la vida urbana en la Europa occidental. En consecuencia, las ciudades del Sur de España gozaron de vida propia durante la Alta Edad Media, y llevaron ventaja durante mucho tiempo sobre los más importantes núcleos cristianos vencidos. A falta de estadísticas, Torres Balbás ha deducido la entidad de los diversos núcleos urbanos de la extensión de los respectivos recintos murados. Aparte Córdoba, a la que no es aplicable el método, pero que contaría, según otras fuentes, unos 250.000 habitantes en la época de máximo esplendor (fines del siglo x), los resultados obtenidos para las restantes grandes ciudades son: Toledo, 106 hectáreas de superficie y 37.000 habitantes: Almería, 79 y 27.000, respectivamente; Granada, 75 y 26.000; Zaragoza,
dencia
102
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
47 y 17.000; Valencia, 44 y 15.500 y Málaga, 37 y 15.000, Para apreciar el verdadero valor de estas cifras, deben compararse con las de los mayores núcleos europeos de la época (finales del siglo xr y principios
x11): en Flandes, Gante y Brujas, con 80 hectáreas cada una; en Francia, Reims, de 20 a 30, París y Rouen alrededor de 20, Soissons, 12, etc. Faltan los datos relativos a las ciudades italianas, pero es cosa sabida que no alcanzaron su magnífico desarrollo hasta el siglo xIII. del
Distribución del suelo y formas de explotación agraria. Para explicarnos la economía musulmana, es primordial considerar cómo se —
distribuyó el suelo después de la conquista. Mahoma había establecido como norma, al emprender sus campañas, el reparto del botín —bienes muebles
inmuebles— entre los guerreros, con la sola reserva de un quinto (jum) para el califa. Pero cuando el Islam se extendió por el Próximo
e
Oriente, especialmente Siria
y
Egipto,
y
se
encontró
con
la
necesidad de repartir un botín que estaba basado especialmente en predios rústicos, el califa Omar los excluyó del mismo, con la finalidad de preservar el ardor combativo de sus tropas. Omar dispuso la indivisión de las tierras conquistadas, que si pasaban en teoría a pertenecer a
la comunidad islámica
de
(fay), seguían de hecho
en
posesión
y
disfrute
antiguos propietarios. Sólo cuando la extensión del islamismo tocó a su término, es decir tras la conquista de España, este criterio restrictivo necesitaría ser revisado: alcanzado el límite de aquella extensión, era innecesario mantener por más tiempo el nomadismo de los musulsus
manes.
En
adelante,-el soldado podía
propietario de la
convertirse
en
pacífico
labrador y
tierra sometida.
España, Tarik y Muza distribuyeron algunos lotes de tierra. Sin embargo, el reparto sólo pudo realizarse en muy pequeña escala por lo reducido de los ejércitos invasores y la generalización del régimen de capitulaciones entre musulmanes e indígenas, que preservó a muchos de los últimos su antigua propiedad. Este régimen favoreció la perduración del latifundismo, que había sido fundado por los romanos y había prosperado en tiempo de los visigodos. En esencia, transcurridas las primeras convulsiones a raíz de la conquista, no se alteró la propiedad territorial y, por tanto, tampoco se modificaría la estructura social del país. El cultivo de la tierra permaneció en manos de los indígenas y las rentas pasaron a poder de los antiguos propietarios o de elementos extraños a éstos, es decir, en ambos casos, a manos de una superestructura. Lo que, en cambio, varió muchísimo fue la explotación de la tierra. Mientras en Europa predominaban las formas de propiedad feudal, descritas anteriormente, los musulmanes introdujeron en la España conEn
ECONOMÍA
DE
AL-ANDALUS
103
aparcería, que ellos mismos habían heredado de los bizantinos. La aparcería establecía un contrato entre dos hombres libres: el señor de la tierra y el colono, que no era considerado como esclavo. Por lo tanto, entre el propietario y el amir, o sea el cultivador,
quistada el
sistema de
bien el xáric, o sea el socio, existía una serie de relaciones que se basaban en la entrega por éstos de una parte mayor o menor de las cosechas. Esta parte no solía rebasar la mitad. Se llamaba munasif, o medianero, a quien partía con su señor el producto de las cosechas; pero también o
había algunos campesinos que sólo tributaban la quinta parte; esos se llamaban mujammis. En estas circunstancias no cabe duda de que los colonos, los cultivadores del campo, fueron mucho más favorecidos por los árabes que por los
visigodos.
mentalidad muy distinta de la que había imperado entre los romanos y los visigodos; y esta mentalidad consistía en que los árabes amaban la naturaleza, el jardín, la huerta. Una tradición viejísima, Esto
refleja
una
quizá basada en la visión de los oasis, desarrollada por la estancia en Siria y en Egipto, había hecho de los árabes un pueblo que consideraba la agricultura como algo importante. El gusto por el campo, cantado por los poetas y los sabios, se tradujo no sólo en la propensión a las villas campestres rodeadas de parras, viñedos y olivares, sino también en el perfeccionamiento creciente de los sistemas agrícolas, que se revelan en una serie de calendarios, entre los cuales descuella el de Córdoba, escrito y
redactado por Arib ben Saab. Productos
agrícolas.
—
En
Al-Andalus
la
producción agrícola fue
aprovecharon y desarrollaron los musulmanes encontraron en la Península, sino que introdujeron nue-
muy interesante. No sólo
los cultivos que
especies vegetales y fomentaron los principios técnico: de la agricultura hasta un punto de perfección extrema. Entre los cereales, el trigo fue el más cultivado. Parece que siempre fue suficiente para el abastecimiento del pueblo islámico; sin embargo, se conocen hambres, que en aquel tiempo eran inevitables, como la de vas
los años 915 y 929. A pesar de ello, el Islam español gozaba de autarquía en este importante aspecto de la alimentación. Entre los cultivos arboricolas, fomentados por el extraordinario amor que el árabe sentía hacia el árbol, hay que distinguir dos clases: el olivo y los árboles frutales. El olivo fue desarrollado de tal manera, que basta
decir que el límite máximo de la expansión del Islam en Hispania coincide con el límite más apropiado del olivo hacia el Norte. Por esta causa el aceite tulos de
fue, como en tiempo de los romanos, uno de los principales capíla exportación en la Península. En cuanto a los árboles frutales,
104
HISTORIA
ECONÓMICA
los más importantes fueron: la árabes, muy aficionados a los cultivo del
naranjo, España.
almendro, con
que
DE
ESPAÑA
higuera, el limonero y el almendro. Los dulces, extendieron principalmente el
y detrás del
limonero seguro que se desarrolló el el tiempo había de adquirir tanta importancia en
producción agraria musulmana fue la viña. Es inevitable preguntarse por qué se habla de viña en la agricultura española musulmana, cuando una de las prescripciones del Corán es, precisaOtro
de la
ramo
mente, contraria al
general;
pero
uso
de bebidas alcohólicas y de estimulantes
una cosa era
predicar
en
Arabia,
cumplir en España. grandes adeptos en la solamente en este país
y otra
la viña, que había tenido ya época romana y cuyos caldos eran reputados no sino también fuera de sus fronteras, atrajo notoriamente Lo cierto
nes.
es
que
Desde el
literatos
se
siglo
1x
hay
bebía más que
suele citarse el
de
constancia de que se
juez
en
en
a
los musulma-
las reuniones de los
hacía poesía; confirmando esta afición
pasando por una calle de Córdoba y encontrando un individuo borracho, en lugar de llevarle a la cárcel y juzgarle, como era su obligación, le condujo a su casa para atenderle mejor. Este espíritu explica el fracaso de las medidas antialcohólicas, como la decretada por Alhakem II, quien dispuso se arrancaran los caso
un
que,
viñedos para evitar la continua infracción de las normas coránicas. Más importante todavía que el cultivo del olivo y el viñedo es el cul-
hortícola, considerado como aportación que hicieron los musulmanes a España. Aquí se plantea el problema, todavía no resuelto, mejor dicho, resuelto en parte, pero que promovió grandes polémicas, sobre si los musulmanes fueron los introductores del regadío en España. Unos autores afirman que ellos fueron quienes aportaron el sistema de riegos. Para ello se basan en dos razones: primera, que los musulmanes conocieron en Mesopotamia esos sistemas y que con la conquista los trasladaron a España, donde no existían; segundo, que en el vocabulario de la huerta, la mayor parte de las palabras son de origen árabe. Los que, por el contrario, aseveran que los árabes no cambiaron el estado del regadío en España, recuerdan que en las excavaciones romanas se encuentran acequias y canales. De hecho, la cuestión puede zanjarse en forma conciliatoria, porque la verdad no suele hallarse en términos extremos. Es posible que existieran los sistemas de regadíos romanos, no solamente en España sino también en Egipto y en Siria, y que los musulmanes aprendieran en estos países los grandes adelantos que aquellos pueblos habían hecho en su agricultura y que los trasladaran a España, donde, al encontrar un sistema de regadío primitivo, lo multiplicaron y lo tivo
vincularon definitivamente
a
la
agricultura.
ECONOMÍA En la huerta
DE
105
AL-ANDALUS
cultivaba de todo. Tenemos un libro de agricultura, escrito en Sevilla en el siglo x11 por Aben Alawanz, en el cual se citan más de 120 especies vegetales: alubias, guisantes, lechugas, nabos, melose
sandías, calabazas, ducidos por los árabes,
nes,
etc. Y también los que
importantes productos
consubstanciales
son
con
la huerta: el
introarroz
la caña de azúcar. En cuanto al aprovechamiento forestal, los árabes tuvieron gran cuidado en el desarrollo de los bosques, en los lugares apropiados de la Península. Es posible que el tapiz arbóreo peninsular alcanzase entonces
y
la máxima extensión. Las encinas, para los muebles, y los pinos de las serranías de Cuenca y Soria, para los buques, fueron las especies más
aprovechadas. Las plantas industriales fueron manes,
precisamente
porque
en
asimismo cultivadas por los musulellas hallaban las materias primas para
industria artesana que, como en seguida veremos, estaba muy desarrollada. Las principales eran: el lino, el algodón, la seda y el esparto. El lino se cultivaba especialmente en el Genil, y era un producto de
una
estimada calidad
todo el Mediterráneo, de tal manera que constituía de los principales capítulos de exportación de la España musul-
uno
algodón
del bajo Guadalquivir, a partir de Sevilla, y era muy superior al del Nilo. Era un producto de exportación (hacia Marruecos). Y no digamos la seda, que introducida desde
mana.
El
en
crecía
en
las
zonas
tiempo antiguo a través de China y Roma, cobró impulso extraordinario en tiempo musulmán, cultivándose en distintas zonas de Al-Andalus (Granada, Murcia). El esparto se obtenía en toda la región sudoriental. Pero aparte de estas especies, tenemos que referirnos a tres productos que los musulmanes desarrollaron extensamente, porque servían para dar tinte a los tejidos. El color rojo era producido por la planta llamada granza o rubia, planta que todavía se da en determinadas partes de
Castilla, y que en el siglo xvii, según veremos, se aplicó en gran escala en la industria textil catalana. El color azul procedía del pastel. Era materia muy cotizada, propia de países meridionales, y con ella se sostenía un activo comercio. Finalmente, había la cochinilla, que daba matices bellísimos.
fin, una referencia al azafrán. Fue la primera especia que se cultivó en Europa y el Al-Andalus el primer lugar por donde el predominio de las Indias Orientales sobre la culinaria europea dejó abierta Y,
una
en
brecha.
La
ganadería.
—
plantea aquí el problema de saber si conoció España y concretamente Castilla, en
También
sistema trashumante que
se
el la
106
HISTORIA
Baja Edad Media los musulmanes
y
en
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
después hasta el siglo xvi, fue algo que encontraron el país o bien que aportaron al mismo. Existen dos
antimusulmana
que la
trashumancia existió ya en tiempo de los primeros pobladores y que después se fue desarrollando, sobre todo con los visigodos, sin contar para nada con las enseñanzas de los tesis: Ja
asevera
islámicos; en cambio, los orientalistas afirman que precisamente fueron los bereberes, población del Norte de África, acostumbrada en el Atlas a la trashumancia entre las altas montañas y los prados del Atlántico, quienes introdujeron en el país la trashumancia y, especialmente, establecieron las reglas del nomadismo estacional. Esta cuestión ni está dilucidada, ni creemos que se pueda dilucidar, y aquí tenemos también que acogernos a la linea media, o sea, admitir la existencia de un nomadismo trashumante hispano desde las épocas más lejanas, y, después, sobre esta base, un acrecentamiento de la actividad trashumante gracias a los bereberes establecidos en las montañas del sistema Central y después en las comarcas próximas de Castilla la Nueva invasores
y Extremadura.
problemas
el del caballo y el del asno. El primero tiene mucha más importancia que el segundo, porque está en el centro de una polémica que se fue desarrollando durante mucho tiempo a propósito del Otros
son
siglo 1X no tenía la misma imporuna máquina de guerra. Quien tenía y un señor poderoso, porque de combatir
origen del feudalismo. Un caballo tancia que
ahora;
podía alimentar a
caballo
a
entonces
era
caballo
era
un
combatir
a
en
pie mediaba
el
un
mundo de eficacia.
teoría, especialmente formulada por los historiadores alemanes, sostenía que el feudalismo europeo surgió a consecuencia de la necesidad reconocida por los francos, a mediados del siglo vir, de organizar un sistema social que pudiera permitir una caballería de choque contra la de los musulmanes. Esa teoría se ha venido abajo, porque se ha reconocido que éstos vinieron a España sin tener muchos caballos; mejor dicho, el ejército del Islam combatía esencialmente a pie y, por lo tanto, era muy difícil que los francos tuvieran necesidad de implantar una organización feudal a base de los caballos para detenerle. Esto no quiere decir que el Islam español no cuidara sus crías caballares. En AlAndalus se forjó en aquel tiempo una raza —la andaluza— de grandes cualidades, bella estampa y nervio, que derivaba de tipos importados, pero que adquiría en España su caracterización final. En cuanto al asno, conocemos de donde procedía: de Egipto. También sabemos que antes del Emirato hubo asnos en España. Pero los musulmanes lo convirtieron en fundamento de las labores agrícolas, sobre todo de los pequeños predios, donde es de suma utilidad. El buey continuó siendo Una
ECONOMÍA
DE
107
AL-ANDALUS
grandes explotaciones agrarias, y sin duda recae en él parte de la prosperidad de la agricultura musulmana. No puede terminarse esa visión de la ganadería musulmana, sin una referencia a la avicultura. Los musulmanes fueron hombres, en general, de gran afición y ternura para las criaturas pequeñas y humildes de la Creación. Ya Mahoma tenía una predilección especial por las palomas, tenienpalomas azules; en consecuencia, todo buen musulmán se honraba do palomares en su casa. De aquí proviene, el afán, el gusto, con que los musulmanes cuidaron, no solamente las palomas, sino también las gallinas y toda clase de animales domésticos. Y después, como lujo especial captado de Oriente, los pavos reales. En cuanto a las abejas, la apicultura tenía tradiciones antiquísimas en el Mediterráneo y los musulmanes no la
plataforma
de las
continuarlas; pero lo efectuaron con ese mismo exquipusieron en el cuidado de sus villas y alquerías.
hicieron más que sito mimo que
— No
industria. parece que las MINAs fueran patrimonio del Estado, como en la época romana y visigoda; por el contrario, fueron explotados particularmente. Existían en toda España minas de diversa naturaleza, y sería ocioso referir la innúmera Las
explotaciones
mineras
y
la
cantidad de minerales que aprovecharon los musulmanes. Únicamente vamos a referirnos a cinco, los más importantes para la economía de |
Al-Andalus. El oro, que se había buscado en tiempo de los romanos en las arenas de los ríos, continuó explotándose en las mismas zonas, sobre todo en el Segre, el Tajo y el Guadalquivir, El hierro tuvo un núcleo muy importante de
baja de Andalucía, especialmente en Huelva. El plomo también se explotaba en la misma
explotación
Constantina y región, sobre todo
en
la
zona
la mina por antonomasia, llamada, por esta razón, Almadén, que quiere decir “la mina”. Finalmente, la sal gema, que fue siempre muy buscada, en competencia con la sal marina, para atender a la enorme demanda de los en
Cabra. El mercurio,
se
beneficiaba
en
pueblos del Norte de Europa. Sería muy interesante estudiar el trasiego de sal entre el Sur de España y el Norte de Europa. Pero hoy carecemos
de detalles sobre esta trama comercial del mundo musulmán.
En la
ocupaba lugar preferente, como es lógico sospechar, la alimenticia y de bebidas estimulantes, relacionada con las principales producciones de la agricultura; de un lado la molienda, o sea el ramo de transformación de los cereales en harina, de otro el olivo, transformado en aceite en las almazaras, y, finalmente, el vino. En cuanto a la industria propiamente dicha, estaba sujeta al régimen de artesanía, del cual hablaremos luego como organización del INDUSTRIA
108
HISTORIA
trabajo. Ahora
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
referiremos exclusivamente
los grupos de producla industria lanera, que estaba
nos
a
ción industrial. La más importante era difundida un poco en todas partes; esa industria, de tipo doméstico, perdurará en la Península hasta mediados del siglo xrx, en que la industria
algunas ciudades. La industria del lino radicaba en Aragón, sobre todo en Zaragoza. Hasta el siglo xvi la industria aragonesa del lino y del cáñamo ocupó un lugar importante en la vida industrial española. En cuanto a la seda, se trabajaba en casi todo Al-Andalus, aunque los principales centros productores eran Almemecánica catalana la concentrará
en
ría y Córdoba. En esta ciudad el califa Abderrahmán III instaló una gran fábrica que producía los tiraz, brocados para los que se necesitaba
de obra muy especializada y que el viajero Mohamed ben Ubaid había enseñado a la vuelta de su viaje a Oriente en 929. Tenía gran éxito en toda Europa, de tal manera que los europeos ricos eran grandes
una
mano
tejidos de seda de Al-Andalus. Ni que decir tiene que los cristianos españoles eran grandes clientes de las fábricas musulmanas. En resumen, la industria textil de calidad en los siglos TX, X y XI consumidores de los
estaba radicada
el Sur.
en
la importancia que tuvieron los cordobanes, de Córdoba, y los guadameciles. El mismo dominio de la técnica artesana campea en el desarrollo de las artes menores aplicadas a la construcción: cerámicas y lozas doradas (como En cuanto
a
los
cueros
basta hacer referencia
a
las de Calatayud), azulejos, etc. Otra industria que adquirió gran auge fue la fabricación de armas. Tuvo dos centros principales: Toledo y Córdoba. En todo el ámbito mediterráneo era muy apreciado el temple de los aceros de Al-Ándalus. Ello deriva, si no de los mismos musulmanes, de un desarrollo metalúranterior, que supieron aprovechar y mejorar. Las armas andaluzas
gico
y toledanas iban
a
África del Norte,
e
incluso más allá, hasta Egipto y
Siria.
variadísima. Pero esto es un capitulo de la historia de las Bellas Artes más que de historia económica proorientales. piamente dicha. Los andaluces musulmanes imitaban los tipos Esta actividad alimentó algún comercio de exportación hacia Europa y En
orfebrería,
la
producción
era
Asia Menor.
notable invento, un debe a los musulmanes españoles: el cristal fue mitad del siglo rx por el cordobés Abbas ibn
En la industria del vidrio progreso técnico que
descubierto
en
la
se
se
llevó
a
cabo
un
segunda
Firnas.
Debemos asimismo mencionar la industria del papel. Sabemos que el fue divulpapel provino de China en el siglo 1v de nuestra Era y que
ECONOMÍA
DE
109
AL-ANDALUS
Occidente por los musulmanes. En España adquirió carta de naturaleza desde el siglo 1x, y ya en el siglo x la industria papelera de Játiva era considerada como una de las más importantes de Europa.
gado
El
en
papel
seguirse
se
con
y códices
exportó
a
Italia y
a
países producto
los demás
detalle la expansión de
ese
europeos. a
Hoy puede
través de los textos
antiguos,
El trabajo. — Ya aludimos anteriormente al trabajo agrario. Por lo tanto no es necesario insistir sobre el régimen de trabajo en el campo, mucho más grato para los aparceros musulmanes que el que, al mismo
tiempo, disfrutaban los cristianos del Norte. Respecto al trabajo en las minas, hay textos que prueban, especialmente para Almadén, la existencia de equipos especializados que se relevaban. Ello hace prever nómico tan importante, pero
organización compleja en campo ecodesconocemos datos más precisos sobre el
una
particular. el trabajo artesano. El artesano musulmán es algo consubstancial con la vida y la mentalidad de su religión, de la misma manera que el buen musulmán agricultor encaja también dentro Mucho más conocido
es
caparazón ideal con que rodeamos la civilización islámica. Ese artesano, que vivía, como después diremos, en el suq o mercado (zoco), donde vendía sus productos, tenía la obligación moral de realizar un trabajo bien hecho y a buen precio. Esa regla de conducta ante el trabajo se denomina hisba, y fue ya determinada por el propio Profeta, o sea que dentro del marco general de la religión musulmana existía un capítulo aparte para la moral profesional del artesano. Eso dio lugar a que se formaran unos gremios o corporaciones, y aun mejor comunidades de oficio, las cuales estaban presididas por el personaje más respetable de la comunidad, el amin o arif designado por la autoridad para vigilar la probidad de los miembros de su mismo oficio. Las corporaciones se fundían en un todo coherente, que formaba la clase industrial de la población, gobernada por un personaje importante, el almotacén, que hacía cumplir a rajatabla lo dispuesto sobre ventas y trabajo en el mercado. A veces se le llamaba zabazoque (señor del mercado). Expuesta esta característica religiosa del trabajo, hay que señalar sus principales manifestaciones. Ocupaban especial lugar las dedicadas al ramo de la alimentación: carniceros, panaderos, tahoneros, fondistas, etc. La industria del vestido era, asimismo, importante. Reunía a los cardadores, blanqueadores, tejedores, tintoreros y zapateros. A su lado figuraban los perfumistas, los cuales tenían renombre en toda la Europa de este mismo
cristiana. El
ramo
de la construcción fue muy interesante. Además de la
110
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
corporación de los banná (albañiles), hallamos la de los ceramistas y vidrieros. Tampoco debe olvidarse a los gremios de los vendedores de papel y pergamino, o bien a las poderosas corporaciones de orfebres de las ciudades musulmanas. El comercio y sus direcciones. — Hay un fundamento esencial del comercio musulmán: el tráfico entre la ciudad y el campo, ese tráfico
había interrumpido en la Europa cristiana y que, en cambio, continuaba en la España musulmana. Pero, aparte de este comercio típicamente local, existía un comercio de mayor amplitud, que podríamos que
se
llamar,
para
entendernos,
nacional
e
internacional. El comercio nacio-
nal estaba servido por una red de carreteras, legado de los romanos, pero que los musulmanes habían contribuido a mantener. El núcleo prin-
cipal de las comunicaciones era Córdoba, y existían líneas importantes para todos los puntos periféricos de Al-Andalus; por ejemplo, para Lérida, Valencia, Toledo, Mérida, Sevilla y Almería. De ese comercio de gran categoría, el centro era el sug (zoco). Poseemos descripciones exactas de lo que era un zoco en Córdoba, Sevilla o Almería. Se trataba de una serie de callejuelas agrupadas alrededor de la mezquita principal, cada una de las cuales reunía a los artesanos de un mismo oficio. Esas callejuelas, estrechísimas, a veces con un pequeño ensanchamiento a guisa de plazuela (tarbiat), rebosaban de actividad, pues a ellas daban las tiendas y obradores de los artesanos y los comercios de lujo, llamados bazares, distribuidos en plantas de dos y tres pisos, en los cuales se vendían las piezas al por mayor. En lugares determinados, cerca del puerto o de la ruta principal, se levantaban los alfóndigos, o almacenes (funduk) para el depósito de mercancías de los negociantes forasteros, y los jan, o posadas, donde éstos hallaban acogida. El alfóndigo o alhándega fue imitado en toda Europa en los siglos medievales. En este ambiente animado de los zocos, en continua algarabía (constante griterío de los vendedores, que llamaban a la almoneda, o sea, la venta al aire libre), sobresalían los challas, o comisionistas, que eran, generalmente, gentes relacionadas con el comercio de géneros alimenticios, acaparadores de cereales en la época de escasez, que redistribuían entre los
vendedores al por
En cuanto al comercio
menor.
internacional,
se
debe tener
en
cuenta el fac-
tor marítimo y el desarrollo de los correos. La noticia, que es un elemento básico en la economía internacional, fue cuidada por los mu-
sulmanes españoles. En la corte califal existía
especialmente del
correo.
un
ministro
Poseemos otros datos que revelan
encargado esa
cons-
ECONOMÍA
DE
111
AL-ANDALUS
tante comunicación y curiosidad entre los distintos
árabe, de las
que
se
benefició
en
países del mundo último término el Islam español.
El puerto más internacional de Al-Andalus fue Almería. Allí se concentraban buques procedentes de Siria, Egipto y Bizancio, y luego de Génova y Pisa. Un viajero afirma que hacia el siglo xI existían en la ciudad nada
alfóndigos.
cifra, sin duda exagerada, da idea de la intensidad de la vida comercial de aquel puerto. En cuanto a Sevilla, era el punto nodal del tráfico de Al-Andalus con Marruecos. Los principales mercados del Al-Andalus, fueron, para la exportación, el norte de África (tejidos, aceite y armas), y para la importación el Próximo Oriente (especias, objetos de lujo, etc.). A todos ellos rebasó la España cristana. Puede decirse que durante cinco siglos la España del Norte fue una colonia de exportación de los productos musulmanes. menos
que 970
La moneda. — Los musulmanes
Esa
adoptaron
un
sistema monetario ori-
elementos se basaban en la imitación de otros ya existentes. La fórmula era el bimetalismo, fundado en el dinar, pieza de oro imitada del sueldo bizantino, y en el dirhem, moneda de plata calcada sobre el dracma de los persas sasánidas. La relación de valor entre
ginal,
aunque
sus
tipos era de 1 a 10: es decir, un dinar valía diez dirhemes. Como piezas divisionarias del dinar, circulaban el amisfo (1/.. dinar) y el estos dos
atsolso
(1/3 de dinar). Este fue el patrón básico. Pero hay que distinguir algunas variantes, según las etapas del dominio político. Durante el Emirato dependiente, circularon todos los tipos descritos aunque en pequeña cantidad, y como imitación de las acuñaciones norteafricanas. En la etapa del Emirato independiente, cuando hubo autodeterminación política pero no religio-
respecto de Bagdad,
registró la “españolización” de los dirhemes de plata, pero cesaron las acuñaciones de oro, reservadas como regalia al principe oriental. A partir de 912 (Califato) se renovaron las acuñaciones áureas, que fueron predominando cada vez más sobre la plata, hasta sa
se
el punto que Abderrahmán III labró 200.000 dinares en la doba, cifra que revela una gran circulación monetaria y auge comercial. A los reinos de Taifa corresponde una
monetaria, traducida
en
la contracción del
miento de los dirhemes de
ceca un
de Córevidente
degeneración
circulante y el envilecia ser de cobre (feluses)
oro
plata, que llegan Durante la restauración del poder musulmán con los almorávides (10861146), se restauró también el esplendor monetario de la época califal (abundante acuñación del oro, restablecimiento de la plata y, en consecuencia, desaparición casi completa del cobre). Con los almohades se reformó el sistema mediante la introducción de tipos
menos
valiosos: el
112
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
dinarín sustituye al dinar (2,36 gramos de peso en vez de 4 gr.). Como múltiplo del dinarín se acuña la dobla (4,60 gramos), que vale por dos. Por otra parte, el antiguo dirhem de 2,72 gr. ve reducido su peso a 1,50 gr., aunque conservando la misma denominación; como divisor
dirhem, de 0,75 gr. El sistema implantado por los almohades perduró en el reino de Granada, hasta su conquista por los Reyes Católicos. Desde comienzos del siglo x, una de las características de la moneda musulmana fue su expansión, notoriamente hacia la España cristiana. Sobre este particular, no se han hecho grandes trabajos, aunque es evidente el interés de la cuestión. El profesor Mateu Llopis la ha planteado se
acuña el medio
desde
un
punto de vista
que parece acertado. Se refiere
a
la influencia
ejerció el desarrollo de la economía monetaria de Al-Andalus sobre los reinos cristianos del Norte. Efectivamente, el oro y la plata acuñados que
en
las
de
manera
andaluzas rebasaron fácilmente las fronteras y estimularon directa la economía de los reinos cristianos, tanto más cuanto
cecas
partir del siglo x, empezaron a saquear las ciudades del Sur y a cobrar parias de los reinos de Taifas. En el lugar oportuno ya se hablará de la circulación e imitación posterior de dinares (mancusos catalanes, maravedis y doblas castellanos) y dirhemes en los reinos del Norte peninsular. Aquí sólo cabe añadir que esa influencia del numerario musulmán no sólo se ejerció sobre la economía monetaria de los territorios cristianos, sino también en sus posibilidades económicas geneque
éstos,
a
rales. Es evidente que el gran período de construcción de iglesias románicas en Cataluña empieza en el siglo x1. Pues bien, ¿cómo no relacionar
arquitectónico con el dinero musulmán que llegaba en un momento muy apropiado para activar la circulación económica de los países cristianos? A partir, pues, del año 1.000 y hasta fines del siglo xI1I1 la moneda musulmana siguió pesando favorablemente sobre la economia de los reinos cristianos, a pesar del signo contrario de la lucha militar. ese
auge
El
régimen fiscal. — Hay
que tener
cuenta
unas
cuantas ideas
riquísimo; se calcula que los proporcionaban unos 20 millones de dinares
fundamentales. El erario del Califato
ingresos de Abderrahmán III
en
era
recaudaban por tres conceptos distintos. Primero, los ingresos personales del Emir o del Califa. Segundo, por impuestos que podían gravar: los bienes muebles (cosechas, mercancías, rebaños), los inmuebles (tierras y edificios en general) y las transacciones mercantiles; en este último aspecto, conviene tener presente dos tipos de imal año. Estas rentas
se
puestos que establecieron los musulmanes y que después pasaron a las concepciones de los pueblos cristianos, especialmente Castilla; los dere-
ECONOMÍA
DE
113
AL-ANDALUS
chos de aduana —la aduana musulmana se llamaba almojarife, y de aquí el derecho de almojarifazgo que duró tanto tiempo en la economía caste-
después las tasas sobre las compraventas, o sea lo que en árabe se llamó gabela. Tercero, por la capitación que, además de los tributos anteriores, pagaban los no musulmanes. llana—,
y
Preponderancia económica e influencias técnicas del Islam espaLa polémica entre partidarios y contrarios de la tesis que atribuye ñol. a los musulmanes un papel preponderante en el proceso económico peninsular, puede hoy resolverse aceptando la teoría de la realidad histórica, que no admite cambios bruscos en el aspecto social, económico —
y técnico. Es evidente que los arabistas
esgrimieron
un
argumento im-
filológico. Cuando afirmaban que los musulmanes lo habían hecho todo, mostraban sus repertorios de vocabulario, al objeto de patentizar que en arte, industria, comercio y agricultura, los cristianos habían dependido del mundo árabe. Pero al historiador actual la cuestión de vocabulario le importa poco. Una técnica pudo haber sido descubierta por los iberos y los romanos, después aceptada por los musulmanes,
portantísimo:
bautizada
el
con
nombre árabe y transmitida
a
los cristianos
con
ese
nombre. No
obstante,
a
pesar de esta actitud
crítica,
causa
impresión la
can-
tidad de nombres que el idioma castellano debe al musulmán en cuestiones económicas. Sigamos el texto de A. Vilanova: en la agricultura, “al
perfeccionar el sistema de riegos de los romanos, los árabes trazaron acequias, construyeron albercas y aljibes, y extrajeron el agua de los pozos por medio de morias, cuyos cangilones se llamaban arcaduces, y de los ríos por medio de azudes. En los huertos y granjas o almunias, cultivaban alcachofas, alubias, alcaparras, alpiste, altramuces, albaricoques y albérchigos, berenjenas, acelgas y almendras. Los campos andaluces recolectaban alcacel, alfalfa, caña de azúcar y algodón. Medían las tierras por almudes, los granos por caíces, arrobas, quintales y fanegas, y los líquidos como el vino y el aceite, por azumbres. La paja de las mieses se guardaba en almiares, y en depósitos o alfolíes, el grano que después era molido en aceñas y tahonas, mientras que el aceite se molía en
almazaras”. “La
proverbial laboriosidad de los árabes, que introdujo significativamente en castellano la palabra tarea, no sólo proporcionó abundante terminología en los trabajos y productos agricolas, sino que dejó rastro en todas las artes y oficios. Su habilidad en los bordados nos ha dejado las palabras recamar y alamares. El curtido repujado de las pieles, badana, guadamecí y tahalí. La destreza de los alfareros y alcalleres moros se
114
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
alcancías, jarras, alcarrazas y tazas. Los joyeros, maestros en el arte de la ataujía, hacían ajorcas, arracadas y alfileres, y collares con incrustaciones de aljófar. Se fabricaban preciosas arquetas de azabache y de marfil, materia esta última con la que se tallaban las piezas del juego de ajedrez, entre ellas el alfil.” “La actividad comercial de los árabes ha legado a la lengua española algunos términos peculiares, tales como aduana, arancel, tarifa, almacén, almoneda y zoco. Algunas de sus acuñaciones monetarias, después de circular durante mucho tiempo entre los cristianos, dieron su nombre a monedas españolas, tal el maravedí, antiguo dinar de oro acuñado por manifestaba
en
la fabricación de
los almorávides.”
Vemos,
pues, la cantidad de términos que
lengua musulmana. Lo que
Esto
impresiona,
verdad resulta claro
pero
adoptó el castellano de la
no es un
argumento definitivo.
papel de transmisión de conocimientos que el Islam realizó entre Arabia, el Próximo Oriente y el mundo cristiano. Este papel se vio facilitado por una actitud religiosa y la actividad de un grupo étnico. Respecto a la primera, los musulmanes no tuvieron esa incompatibilidad esencial que manifestaron en ciertos períodos otras religiones entre la fe y la ciencia. De tal manera, que es posible que los musulmanes fueran quienes, con el amplio espíritu de tolerancia que señalamos más arriba, abrieran a la ciencia europea aquel fecundo contacto entre la realidad y la especulación científica que debía desembocar en la técnica del mundo occidental. No se puede decir que los árabes hayan creado la técnica, porque esto fue también algo que ellos, a su vez, heredaron del mundo alejandrino, en el cual habían venido a incrustarse. La técnica, como tal, se origina en el siglo 11 d. de C. en Egipto, o sea en el mundo helenístico. Pero los musulmanes, que se adueñaron de este país, captaron esa esencia de la técnica y la transmitieron a Europa a través de España. en
es
el
Por otra parte, debe tenerse en cuenta que tal transmisión no fue efectuada siempre por puro contacto sentimental y científico, sino que se
través de los mozárabes, es decir aquella población de origen cristiano que no había querido renegar de su religión a emigrar del Islam a consey que se vio, al cabo, expulsada y forzada cuencia de las medidas represivas tomadas por Abderrahmán II y Alhakem I. En los siglos X y Xx, una gran masa de mozárabes emigró llevó
a
cabo
generalmente
a
hacia el Norte y se estableció en varios lugares de León y Castilla. El mozarabismo actuó de manera sensible en la economía cristiana. Pero ¿hasta cuándo es dable apreciar tal influencia? Es esta una cuestión muy el umbral de las a consideraciones. Es posible que llegara hasta
sujeta
grandes conquistas
cristianas del
siglo
x111, cuando el mozarabismo fue
ECONOMÍA
DE AL-ANDALUS
115
eliminado definitivamente por el mudejarismo, o sea, la población musulmana dominada. Como musulmanes auténticos, los mudéjares poseían las mismas características técnicas y económicas de los antiguos pobladores
del Al-Andalus.
11
Economía de los reinos
occidentales
en
los
hispánicos siglos VIII al XII
Evolución histórica de la Reconquista en los reinos de la Meseta hasta el siglo XII. Durante los cinco siglos de auge de los musulmanes en España, la economía de los reinos de las regiones cantábricas y de la Meseta fue poco brillante. Antes de señalar sus rasgos principales es necesario tener una idea de cómo se desarrolló la lucha contra el
—
Islam. Para ello
vamos a
poner nuestra atención
en
tres hechos.
Primero, el cantonalismo geográfico. El hecho de que la invasión musulmana quebrantara por su médula el régimen visigodo, determinó que los territorios
los cuales los cristianos
habían librado del yugo musulmán, se organizaran de modo muy parecido a como estaban en tiempo de los prerromanos. A lo largo de los siglos esas regiones del Norte, ya poco romanizadas, habían conservado una organización tribal
interna, reció
y
en
esa
el
en
estructura,
siglo
como
se
ha demostrado Sánchez
vII, cuando los invasores chocaron
Albornoz,
con
reapala firme resis-
tencia de los núcleos cristianos de los montes Cantábricos. A través de
la reaparición del sistema tribal en forma de pequeños condados y Estados, resurge el cantonalismo geopolítico que había sido característica específica de la organización de España antes de los romanos. Y así, de la misma manera que se constituye un reino asturiano, enlazado con los
gallegos, también se configuel borde inferior del Sistema Cantábrico unos glacis defensivos
valles de ran
en
Cantabria,
y por el Oeste
con
los
que serán sucesivamente los reinos de León y Castilla. Sin hablar del
vasco, que en el extremo oriental de la cordillera, continúa perviviendo con el mismo grado de independencia que había gozado hasta
pueblo
los tiempos de Leovigildo, sión musulmana.
o
sea, cien años antes de
producirse la
inva-
ECONOMÍA Este hecho
es
DE
LOS
REINOS
importante,
HISPÁNICOS
117
OCCIDENTALES
porque si existe cantonalismo
geográfico
económico. Por lo tanto, los datos que a continuación exponemos deben entenderse como expresión de un criterio esquemático, y sólo pueden aplicarse a Galicia, Asturias, Cantabria, León y Castilla,
hay cantonalismo
generales. El segundo punto es la evolución cronológica de la Reconquista. Existen cuatro períodos en el proceso de la lucha contra el Islam, caracterizados grosso modo por cada una de las centurias. El primero (siglo v111) es simplemente de resistencia tras las barreras montañosas del Sistema Cantábrico. En el siglo rx, entre Alfonso I, que inaugura el siglo, y Al-
en
líneas
fonso III, que lo termina, se da un proceso de avance hacia el Duero. Alfonso I logra, por lo menos, que los musulmanes se alejen de los Montes Leoneses y cedan toda la región comprendida entre el Sistema
Cantábrico y el
siglo,
del Duero,
como
“tierra de nadie”. Durante
un
Duero, que luego será León y Castilla, está compleabandonada, es terreno propicio a la lucha, al combate. en que
esa
tamente
curso
tierra del
repliegues son frecuentes y las escaramuzas abundantes. Pero a finales del siglo, Alfonso III, consolida la situación territorial y militar, de los
entonces, los reinos de la Meseta poseen en el Duero una línea firme, y además una serie de avanzadillas que la protegen de las posibles incursiones musulmanas por los pasos del Sistema Cental
manera
que, desde
Zamora, Salamanca, Ávila, Simancas, Sepúlveda, Roa, Osma, entre otras plazas, constituyen los puntos clave de esa frontera. Esa situación se mantiene, en líneas generales, a lo largo del siglo x. Pero a finales del mismo, el Islam, reorganizado por los Califas, avanza impetuosamente hacia el Norte e incluso llega, en un momento, a comprometer la obra realizada en los dos siglos anteriores. Por ejemplo durante las aceifas de Almanzor, a fines del siglo x. Sin embargo, el choque se resolvió a favor de los reinos del Norte. Por vez primera, los tral.
musulmanes
dieron cuenta de que tenían que luchar no con unos grupos casi tribales, sino con unos Estados que habían adquirido una organización. Situación peligrosa, que estalla en el siglo xI, cuando el Califato ha
se
perdido su fuerza. Esta centuria registra una marcha progresiva de los ejércitos cristianos hacia el Sur. Es la época de Fernando I de Castilla y, sobre todo, de Alfonso VI, que conquista Toledo en 1085 A pesar de la contraofensiva ulterior de los almorávides, la conquista toledana permitirá la repoblación de las tierras entre el Duero y el Sistema Central, llevada a cabo con un espíritu ya distinto. El tercer problema que tenemos que considerar en la Reconquista es el ideológico. ¿Qué ideología tuvieron esos cristianos que luchaban contra los musulmanes? En efecto, el hecho de determinar una mentali-
118
ECONÓMICA
HISTORIA
dad
es
importante, incluso desde el punto de vista económico. La teoría
admitida hasta hace
rias, León una
por
ESPAÑA
DE
unos
cincuenta años
era
que los cristianos de Astu-
y Castilla habían
fe religiosa,
el Cristianismo, es decir, una concepción religiosa distinta la que había impulsado a los cristianos del Norte a luchar contra los musulmanes del Sur. contra el
Como
Islam,
o
luchado contra los musulmanes inducidos sea, que desde el primer momento de la lucha
era
sea
que esta idea
los
siglos
es
anacrónica,
pues la idea de Cruzada
no
per-
ha tenido que cambiar de rumbo y buscar otra iniciativa, otro impulso. Desde 1925, en que don Ramón Menéndez Pidal publicó la famosa obra La España del Cid, esa idea religiosa ha sido sustituida por la que se llama idea neogótica; o sea, las tenece
a
VII,
IX
y x,
se
gentes del Norte habrían luchado en esa época no para reivindicar una primacía de tipo religioso, sino para restablecer el reino visigodo, del que ellos se consideraban sucesores. Esta idea neogótica se emparenta con la teoría en
el
imperial leonesa
que
se
desarrollaría
en
el
siglo
xI
para culminar
XII.
Respecto a esta idea, creemos que no responde a la realidad exacta del país en aquel momento. No negamos que existieran grupos superiores, cancillerescos, por ejemplo obispos y abades, secretarios de Curia, que mantuvieran esta idea, que desde sus refugios en la Corte, en los monasterios o en las catedrales, creyeran que lo que intentaban los reyes era, realmente, restaurar el Estado visigodo. Pero la realidad de los hechos, comprobados en las continuas divisiones de los reinos, demuestra que en la realidad práctica de la vida cotidiana no existía en la Corte esa idea imperial. Por otro lado, es dable observar, tanto en Castilla, como en León, en Asturias como en Galicia, el predominio de la vida rural, la dificultad de comunicaciones, que hacían imposible mantener una idea estatal coherente, propia de una cultura superior a la que disfrutaban los reinos cristianos en aquel momento. Por lo tanto, y aún sin relegar, en absoluto, los ideales religioso y neogótico que pudieron existir en determinados momentos, lo que informa los primeros tiempos de la Reconquista es algo mucho más humilde; es algo tan humilde —y heroico— como el simple deseo de subsistir, Este deseo impuso a las organizaciones tribales del Norte de España una actitud de resistencia contra el Islam, de la misma manera que se había manifestado frente a las legiones de Augusto durante las guerras cántabras. Vendría después, sobreponiéndose al primero, el ideal de ampliación económica, producto de esa trashumancia que existía entre los reyes un criterio de repoblación, y esa repoblación, no se hace por un montes y las mesetas, Poco a poco, son los pastores los que imponen a los
ECONOMÍA
DE
LOS
REINOS
HISPÁNICOS
OCCIDENTALES
119
ideal de tipo religioso, ni por un ideal de tipo político, sino, simplemente, por el deseo de vivir, y de vivir en mejores condiciones que las que
imperado durante los primeros tiempos de la Reconquista. O sea, lo que interesa al cristiano es repoblar, reconquistar tierras mejores y hacerlas fructificar para los hijos, creando un nuevo clima espiritual que era imposible en los escarpados terrenos del Norte. habían
Población y clases sociales: los mozárabes. — Es absolutamente imposible cifrar la población de la España meseteña en este período. No sólo desconocemos la población de las ciudades, sino que apenas tenemos idea de la población rural. Es posible que, en la senda de los estudios iniciados por el profesor Torres Balbás, sepamos, un día, qué población tenían las ciudades, con sus diversos elementos, judíos, cristianos y musulmanes; pero para obtener una estadística aproximada necemuchos años de investigaciones. En todo caso parece que puede aceptarse una idea esencial: en aquel momento la montaña estaba pobladísima, tan poblada como quizá no lo estuvo nunca, ni lo estará después sitaremos
hasta nuestros días. Ese mismo fenómeno registran los Pirineos. Seguramente en los valles de Asturias, Santander y Galicia, la población era
mucho mayor de lo que sería más tarde, cuando los tirones de la Reconquista incitaron a esta gente —“en llamada alucinante”, al decir de Sánchez Albornoz— a emigrar de sus valles y a establecerse en las tierras del Sur.
¿Cuál era la estructura social de esa población? Esta pregunta debe responderse en líneas muy generales, porque es aquí donde la diferenciación comarcal juega un papel preponderante. En síntesis, las clases sociales estaban distribuidas de la siguiente manera: en la cumbre de la jerarquía social se hallaban 'los magnates, los descendientes de los
antiguos seniores visigodos. Ahora bien, entre estos magnates no existe el gran señor de tipo latifundista que crecerá en los territorios de la Meseta
después del siglo x11; la tierra todavía escasea, y a pesar de que existan grandes propietarios no tienen comparación posible con los latifundistas bajomedievales. Debajo de los magnates existen los caballeros (los equites de los documentos), gente que guerrea a caballo, y que, por lo tanto, tienen una preponderancia especial en el momento de la lucha contra los musulmanes. El caballero representa en la sociedad de la época, en Castilla especialmente, un elemento democrático, porque, como dice el refrán, “el infanzón (o sea, el hijo del magnate) nace, el caballero se hace”. Esa indicación revela que cualquier persona dotada de valor, de gallardía en el combate, podía llegar a ocupar una situación
privilegiada
en
la sociedad. Por debajo del caballero, existen
120
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
los ingenuos, o sea la gente que pudiéramos reputar libre. Ingenuos :eran las personas que no tenían absolutamente ningún lazo de dependencia respecto a cualquier señor. Eran pocos, pero después, a consecuencia de
repoblación, aumentaron. En fin, como última capa social todavía libre, vienen los llamados patrocinados, en realidad el pueblo en sentido estricto; eran los que tenían una relación de dependencia con un señor, ya sea por su finca, ya sea, simplemente, por una ocupación de tipo guerrero. La clase más baja de la sociedad la formaban los siervos, divididos en dos grupos, los del campo y los personales. Estaban mejor considerados éstos, que eran simples servidores, que aquéllos. Los sierla plataforma laboral y, por ende, sobre vos del campo constituían ellos recaía la actividad económica de la época. Eran los que trabajaban para los patrocinados, los caballeros y los magnates. Al margen de estas clases sociales, existían los mozárabes. Ya señalala
mos
que
este nombre
se
los cristianos que habían perhabian querido renegar de su religión.
indicaba
a
Al-Andalus, y que no consecuencia de la politica restrictiva
manecido A
con en
de los emires del
siglo
1x,
emigraron hacia el Norte, donde se establecieron apoyados por los reyes, primero astures y después leoneses, en una serie de ciudades y regiones: Astorga, Zamora, Asturias, Galicia, Castilla, e, incluso, el País Vasco. La importancia del mozarabismo es triple. En primer lugar,
ideal, sublimada por la resistencia frente al Islam, de lo que había representado el reino visigodo, y, por lo tanto, el pensamiento neogótico quedó incrementado desde que intervinieron en la política de los Estados cristianos. Pero, además de ser conscientes de su entidad política, los mozárabes llevaron al Norte la llama de la intolerancia religiosa contra los musulmanes que les habían perseguido. Esa mística, comunicada a los cristianos del Norte, intervino en la radilos mozárabes tenían
una
noción
calización del ideal de Cruzada. lo que representaron los mozárabes como elemento económico. En la historia económica de este período, o sea entre los siglos vIII y XII, los mozárabes ocupan un lugar Pero lo que
nos
interesa concretamente
esencial, hasta tal punto IX
y X-XI. Cuando los
que existe
mozárabes
es
división clara entre los siglos vIIIestablecieron en las villas y ciuda-
una se
des de los reinos cristianos, introdujeron unas artes, unos oficios y un concepto económico que los cristianos no tenían, o bien, que habían descuidado hacía tiempo. Hemos apuntado la presura. que en las serranías cantábricas no existían grandes propietarios latifundistas. En los valles, especialmente en Asturias y en la Montaña, el suelo
Repoblación del valle del
Duero:
—
ECONOMÍA
DE
LOS
REINOS
HISPÁNICOS
121
OCCIDENTALES
siglo IX, libre a consecuencia de las conquistas de Alfonso I y Alfonso III, quedó de territorios que se despliega entre y por repoblar la enorme extensión el Sistema Cantábrico y el Duero, sucedió un fenómeno inevitable: la como emigración de los montañeses hacia el llano. Tanto en los magnates salir de los en los ingenuos, e incluso en los siervos, se dio la tendencia de valles para mejorar de fortuna y de libertad en las tierras de la Meseta. Sin embargo, como escribe Sánchez Albornoz, si fue posible volver a la conservó las formas primitivas de distribución. Pero cuando
en
el
vida el yermo del Duero ello se debe al colosal trasiego de masas humanas que no sólo procedían de Galicia, Asturias y Cantabria, sino también de Vasconia, sin olvidar los mozárabes del Sur, que desempeñaron un de gran relieve. Existió una política
papel
brindaban
una
avanzadas
repobladora. En cuanto los azares de la lucha oportunidad, se comenzaba por ocupar un rosario de pla-
la línea más cómoda para ser defendida; de esta guisa se repoblaron Astorga (854), León (856) y Amaya (860), en un primer impulso; luego Coimbra (876), Lancia (882), Castrojeriz (893), Zamora zas
en
(893), Burgos (896) y Simancas (899), y más tarde Clunia, Gormaz y Osma (912) y Salamanca, Ávila y Sepúlveda (940). Una vez establecidas fortalezas en el recinto repoblado, se procuraba comunicarlo con el corazón del reino mediante una red de posiciones estratégicas (castillos y puestos militares). Finalmente, se acometía la parte esencial de la operala colonización de la tierra que hasta entonces había sido “de nadie”, la conquista del suelo por el campesino. Este proceso se denoción:
mina presura.
Siguiendo la tradición romanovisigótica, dueño (bona vacantia), correspondía al fisco
tierra,
y estaba
a
como
bien sin
disposición del
autoridad para confirmar la colonización. Por lo tanto, la presura fue regulada por la monarquía. La presura podía ser de dos clases, según se debiera a la iniciativa direy, que era, por
consiguiente, el único
la
con
delegada del monarca o a iniciativa particular. En el primer caso, el rey organizaba una expedición, que podía dirigir en persona o —caso más frecuente— poner a las órdenes de un comes (conde), en la que figuraban soldados y simples colonos. Como una caravana, la comitiva descendía por el camino de alguno de los afluentes del Duero, en busca de un lugar de establecimiento, aunque en la mayoría de los casos se tenía idea concreta del sitio que debía ser repoblado. Una vez allí, se repartían las tierras, y después que el conde había hecho sonar recta
o
real y ondear la oriflama o el estandarte regio, se consideraba que la presura, o sea la colonización habíase consumado. De esta ma-
el
cuerno
122
HISTORIA
nera
bra,
fueron
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
repobladas: Astorga, Amaya, Burgos, Toro, Oporto
entre otras muchas
y Coim-
ciudades.
simples particulares, magnates, obispos y abades, los que iban a pedir al rey autorización para repoblar. El rey se la concedía, y, entonces, se procedía de manera análoga a la descrita. En general, fueron los abades quienes gestionaron este sistema de colonización, Otras
de tal
veces
eran
que la ribera meridional del Duero
manera
fue colonizada por
monasterios.
Ahora bien, además de estas formas de presura dimanantes del rey, existían ocupaciones incontroladas del suelo, acaso por grupos de varias familias que sin
pedir autorización a nadie, ni al conde, ni al monasterio, ni a cualquier Ramiro u Ordoño, se desprendían por su propia iniciativa de los valles del Norte en busca de libertad, y se establecían en algún recodo de las vegas meseteñas. Una vez habían pasado allí algunos años, pedían al rey que reconociera su presura. Pero no se la concehasta que no hubiesen demostrado que habían sacado provecho del suelo, o sea lo que llamaban escalidare, del verbo de la baja latinidad escalio, que quiere decir cultivar. día el
monarca
Por lo tanto, la repoblación, o sea el acto de la presura, se halla en la misma base de la organización económica de los Estados de la Meseta en este
su
importancia esencial;
pero,
además,
tiene otra
preciso resaltar: la presura y la repoblación crearon en Castilla, la primitiva Castilla, una estructura social de tipo democrático, porque
que en
período. De aquí es
ante las tierras
colonizar, cuando la montaña vació sus hombres hacia el llano, no se podía imponer a esos seres una organización feudal cualquiera. Eran hombres libres, como siempre lo han sido los pioneros. a
Economía vecinal. — El hecho más importante que se registra en la historia económica altomedieval de los reinos de la Meseta es la carencia de lo que suele llamarse economía cerrada agrícola, o sea lo que los profesores Karl Biicher y Werner Sombart denominaron Hauswirtschaft (economía doméstica), de base autárquica, sin cambio, consumidora de sus
productos
en
el área estricta del señorío
productor. Si
se
ha demos-
lo que concierne a Europa, más ha de serlo todavía en los reinos de la Meseta, donde por la ley normal del contacto con los musulmanes y, sobre todo, por el influjo
trado últimamente la falsedad de esta teoría
dinar, existió una cierta capacidad de Ahora bien, tampoco podemos olvidar que se
de la economía del monetario.
en
movimiento trata de los
siglos IX, X y XI, y que, por lo tanto, la economía de intercambio no podía darse cuando fallaban los sistemas de comunicación y la seguridad de los comerciantes, y la gente cultivaba el campo bajo las amenazas de
ECONOMÍA las
DE
algaradas enemigas.
LOS
REINOS
HISPÁNICOS
123
OCCIDENTALES
En consecuencia, lo mejor
es
adoptar el término
de economía vecinal para designar este período, pues resume una especie de autarquía de aldea, más o menos vinculada a otras aldeas por un rudimentario mercado. el que esquematizamos a continuación. El centro de la vida económica es el vicus, o sea la aldea. Comprende dos clases de propiedades: individuales y colectivas. La parte individual, llamada fundus o hereditas, está centrada por la casa (domus), que algunas veces se denomina (del humo que sale de la chimenea de En la
Meseta,
un
tipo ideal
es
fumus esta casa). Una explotación agrícola estable necesita, por lo menos, cuatro piezas: la terra o serna, donde se cultivan los cereales; Ja ferregenalia, el huerto o sea la tierra donde se cultiva el forraje para el ganado; (hortus), y la curtes, o lugar donde se reúne el ganado. En cuanto a la explotación colectiva, en general las tierras no eran propiedad de la aldea, sino del rey o del señor, y por ellas la aldea pagaba un tributo. Se dedicaban a los siguientes usos: la defesa, o sea, la dehesa, donde pastaban los bovinos; el cotus, bosque donde se cazaba; la mesta (nombre que alcanzó importancia extraordinaria en la vida económica castellana), donde se llevaba a apacentar los rebaños de corderos, y, finalmente, la piscaria, o sea lagos y ríos, donde el aprovechamiento de la pesca era colectivo. ¿Qué se cultivaba en esos fundidos? Los documentos de cesiones y compraventa nos dan detalles concretos de los vegetales cultivados. Como especies principales, los cereales: el trigo, la cebada y el mijo, y en las Como hortalizas, poquísimas: el zonas más montañosas el centeno.
nabo, la cebolla y el ajo. Entre las especies frutales: manzanos, cerezos, higueras, y después, a partir del siglo x1, olivares. Hay que tener en cuenta que los olivares quedaron hacia el Sur, o sea en la zona ocupada por los musulmanes, y que sólo cuando los cristianos avanzaron hacia las tierras meridionales pudieron aprovecharse de los olivos que allí había plantados. Viñedos hubo, especialmente en las regiones más favorables para su cultivo, como en la Rioja. En realidad la viña formó en la Meseta un complemento de las tierras de economía cereal básica. Y en los lugares más apropiados, como única planta textil, el lino. Economía ganadera: su importancia. — En esta época la economía ganadera tiene un interés profundo. Eso es obvio; pero sucede que no sabemos nada de ella. Un libro importantísimo sobre la ganadería espanola es el del norteamericano Julius Klein, titulado La Mesta. Pero Klein situó el comienzo de su investigación en el siglo xHI, cuando la Mesta
era
ya
una
organización articulada. De
sus
orígenes
no
sabemos
124
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
absolutamente nada. Por lo tanto, si se puede aseverar que es interesante el desarrollo ganadero en los recintos cantábricos y meseteños, ello se basa más en presentimientos que en una realidad documental.
obstante, como deducción segura, pues si en 1273 —el año de las importantísimas ordenanzas sobre la Mesta promulgadas por Alfonso el Sabio— existían grandes rebaños y una organización compleja, debemos creer que la ganadería era una actividad fundamental a partir del siglo x, por lo menos. Y viene en apoyo de la misma la opinión de los medievalistas actuales, con Sánchez Albornoz a la cabeza, de que la Reconquista se explica, en gran parte, por la necesidad de los guerreQueda,
no
de llevar
ros
apacentar
a
sus
referirnos de
rebaños al Sur.
problema de quién desarrolló la trashumancia en España, si los iberos, los visigodos o los bereberes. Lo que parece evidente es que después de las conquistas del siglo 1x. la ganadería cobró importancia en el reino astur. Debió ser entonces No
vamos
a
nuevo
al
través de dos instituciones fundamentales: la cañada, o sea el lugar de paso de los rebaños, y la Mesta, o sea la organización que va a cuidar de esos rebaños en sus migraciones. cuando
se
estructuró
a
la cañada, se sabe su origen. Los textos nos hablan de que las cañadas eran toda clase de caminos situados entre los campos (viñedos, trigales y huertos). Luego, al ampliarse el número de rebaños, En cuanto
a
las cañadas fueron que servían
esto es, cobraron
importancia algunecesidades del tránsito de las ovejas.
especializándose,
las mayores Los rebaños iban de las sierras del Norte
nas
que
se
a
encontraban
a
los extremos, o sea las dehesas orillas del Duero. Ahora bien, estos extremos son a
el proceso de la Reconquista española que de ellos ha surgido un nombre concreto: Extremadura, el extremo del Duero. Primero se aplicó a las comarcas de Soria y Segovia, y finalmente ha llegado tan
a
esenciales
dar
un
en
específico a una región española. al segundo elemento, la Mesta, surgió del apacentamiento
nombre
En cuanto
vecinal colectivo. Es evidente que los aldeanos de una comunidad tenían que ponerse de acuerdo para organizar el pasto de sus corderos, de sus ovejas en la mesta, o sea en el campo común. El.origen de tal proceso fue
litigios entre los que reclamaban las ovejas descarriadas. Después surgió el conflicto entre cuatro o cinco vecindades, y se formó una junta para vigilar la mesta. Hubo una transposición de nombres: se evitar los
la junta, y así se organizaron esas pequeñas juntas, luego mayores, que se llamaron Mestas y que en el siglo xI debían integrarse en la gran Mesta castellana, que dominó el
llamó Mesta, del nombre del campo,
comercio de la lana
en
a
Europa durante
tres
siglos.
ECONOMÍA
DE
LOS
REINOS
HISPÁNICOS
125
OCCIDENTALES
La artesanía y los orígenes del comercio. — Gracias a los estudios de Sánchez Albornoz tenemos alguna noticia de lo que era la vida
económica, industrial No
y comercial
gran cosa, desde
era
en
la Meseta
luego, comparado,
siglos x y XI ejemplo, con la plataen
por forma económica que ya entonces tenían los reinos
los
pirenaicos. Esto
se
al ambiente de lucha que rodeaba las comunidades leonesas y castellanas. Hasta 1.200 las villas de León y Castilla agruparon ganaderos, labradores y soldados. En los fueros concedidos
debe, fundamentalmente,
durante los
siglos
XI
y XII casi nunca
se
habla de actividades mercantiles
industriales. Y cuando aparecen, la excepción confirma la regla: son referencias a los francos de Sahagún (1084), a los zapateros de Burgos (1124), a los menestrales, seguramente mozárabes de Escalona (1130). e
detalla minuciosamente todo cuanto hace referencia al cultivo de los cereales, vegas y huertas, a los riegos, al pastoreo, a la caza y los montes. En
cambio,
en
los mismos
fueros,
se
En líneas
generales, podemos distinguir dos tipos de artesanía: la economía señorial vecinal, o sea la de los vecinos de una aldea situada bajo la dependencia de un señor, y la economía vecinal propiamente dicha, de los lugares de behetrías (de encomendación sólo territorial) y ciudades. En la economía vecinal
nisteriales. Como
se
propiamente dicha
recordará,
una
aparecen los ¡llamados mide las facultades del señor era aca-
parar la vida
económica, y, por lo tanto, monopolizaron también la industria. Pues bien, dichos ministeriales se encargaban de los oficios varios (tejedor, herrero, carpintero), requeridos por la colectividad. El nombre es importante, pues de ministeriales deriva la palabra “menestral”, que tanto éxito ha tenido en el léxico de Occidente, especialmente en
Cataluña. En cuanto
la
o
omía artesana, de ciudad villa, también era muy limitada. Los principales oficios se referían al vestido (tejedores); a la alimentación (tahoneros); a la confección de algunos útiles de trabajo (herreros, carpinteros); a la construcción (albañiles), y, finalmente, a los
orfebres,
que
a
ecc.
labraban objetos de lujo destinados
a
las
iglesias
y
a
los
señores, Entre estos artesanos
de ellos
empiezan a distinguirse dos tipos: uno llama artifex (artífice) y otro operatorium (obrero). En aquel
se
momento, los artífices eran gentes que iban de un lado para otro, ganándose la vida como podían, generalmente a base de un pago en o
En cuanto
talleres ni
especies,
bien de
en
a
en
otros
estipendio monetario, cuando la ocasión se presentaba los operarios, tenían unos obradores establecidos, pequeños los que servían a una clientela muy reducida. Ni en unos
un
puede
verse
afán de lucro, Sólo les importaba ganarse la vida.
126
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
Mercados, tiendas, alfóndigos. — Hacia el siglo x, cuando la seguridad parece reconquistada, por lo menos en el Norte, en las montañas cantábricas empieza a sonar la palabra mercado. El mercado es un elemento importantísimo para explicar la vida económica de una comarca, sobre todo en los tiempos medievales, cuando centra la actividad comercial de un país. El principal investigador de los orígenes del mercado es el profesor el cual ha Valdeavellano, expuesto una teoría no sólo sobre el valor económico de los mercados, sino, asimismo, sobre su significación jurídica. Aquí no nos interesa el mercado como exponente de una forma legal ni incluso de una evolución urbana, sino exclusivamente como institución económica. El mercado
exigía algo que los primitivos tiempos de la Reconquista no habían podido dar, o sea la paz. No podía haber mercado, mercado semanal o anual donde acudieran los vecinos de distintas aldeas, sin que alguien asegurara la paz. Ese alguien no podía ser más que el soberano, pero el soberano real, no el señor: el rey en Asturias y en León, el conde en Castilla. O sea que el monarca, cuando pudo reunir elementos para imponer cierto orden, aseguró la defensa del mercado, sobre todo la de los caminos que conducían al mismo. Simultáneamente, aseguró la vigilancia de las transacciones que se realizaban en él, así como los pesos y medidas.
Debemos imaginarnos el mercado en esta época como una transacción periódica entre vendedores y compradores, al estilo de los mercados
profusión de gentes y voces, con los vendedores pregonando los precios y los compradores procurando regatear al máximo el objeto deseado. Todo ello presidido por el funcionario competente, el zabazoque (forma romanceada de la palabra musulmana sahib al-sug), que vigilaba los precios y las medidas. En determinadas localidades, situadas en la confluencia de las antiguas calzadas romanas (vide antiquae), que seguían siendo la base del sistema rutero, o de otros caminos secundarios, el mercado adquirió mayor amplitud económica. Acudían a él, además de los aldeanos del contorno, vendedores ambulantes, especialmente judíos y musulmanes, los cuales traían consigo tizares de Córdoba, brocados bizantinos (pannos greciscos), tejidos persas y telas francesas (saias franciscas), además de perfumes, alhajas y baratijas de toda clase. orientales,
Poco
a
con
poco, alrededor del mercado
se
establecieron
unas
cuantas
los operatorium. Para ello era preciso reunir dos condiciones: primero, que el artesano pudiera contar con di-
tiendas, nero
unos
cuantos talleres:
circulante para garantizar
sus
ventas y
su
resistencia
económica,
y
ECONOMÍA
luego,
DE
LOS
REINOS
HISPÁNICOS
OCCIDENTALES
127
dentro de la aldea capaz de consumir algo que no produjera por sí misma. Como estas dos condiciones no se dieron hasta el siglo xI, de aquí que las tiendas no aparezcan hasta principios de este siglo en los reinos de la Meseta. que existiera
una masa
alfóndigos, son los mismos funduk musulmanes. Al compás del desarrollo de los mercados, se necesitaron almacenes de depósito de mercancías y albergues para quienes las llevaban. El modelo y En cuanto
el nombre
a
son
los
musulmanes.
Circulación monetaria. — La economía natural y la economía monetaria coexistieron durante los primeros siglos de la Reconquista. Este hecho indica las dificultades de la circulación monetaria reducida a la
supervivencia, en muy pequeña escala, de los tipos de la época anterior (tremises visigóticos y sueldos suevos). Los reyes de Asturias y León no acuñaron moneda.
la circulación monetaria aumentó por la influencia de factores externos. Primero fueron los contactos con la eco-
Luego,
en una
segunda fase,
(sobre todo con la llegada de los mozárabes para repoblar el valle del Duero), que introdujeron el dinar de oro y especialmente los dirhemes de plata, conocidos en tierra de cristianos con el nombre de sólidos argénteos. Más tarde, la sustitución del oro por la plata como elemento monetario esencial, sería reforzada por la influencia carolingia, que parece cierta ya en el reinado de Alfonso II (791-842). El nuevo sistema monetario franco —de tanta influencia, no sólo en España, sino en todos los países occidentales— se basaba en la adopción del dinero de plata como moneda real, y la relegación del antiguo sueldo de oro a la 12 dineros). Parece que categoría de moneda de cuenta (un sueldo al adaptarse a este sistema, el reino leonés introdujo como variante el denarius brunus, o moneda fraccionaria de cobre, cuya exacta relación con el dinero de plata desconocemos. Debemos insistir, no obstante, en la nomía musulmana
=—
observación inicial sobre la
occidentales,
escasa
circulación monetaria
en
los territorios
perduró durante mucho tiempo. El Cantar de Mio Cid, que es un buen testimonio de la vida de la época, nos dice, por ejemplo, que al verse obligados a devolver los tres mil marcos de plata recibidos en dote de sus esposas, luego repudiadas, los infantes de Carrión pagaron en apreciadura (corceles, palafrenos, mulos y espadas), por carecer que
de dinero.
punto que conviene aclarar: el valor de las cosas de aquel entonces tenía en los reinos de la Meseta un significado muy distinto del
Hay
otro
actual. Para nosotros la tierra representa un valor importante; en cambio, para los leoneses y los castellanos de aquella época, que tenían tierras
128
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
sobradas desde el Sistema Cantábrico hasta el Sistema Central, y después todavía más hacia el Sur, el valor de la propiedad agrícola era
insignificante. El valor principal radicaba en los objetos de lujo. Poseer un cáliz, una caja de marfil, un brocado de seda especial, un tiraz cordobés, eso era lo que más se cotizaba. Después, en la escala de valores seguía el caballo, como elemento que definía una profesión —la militar— y una categoría social. En grado inferior seguían los mantos de piel y el ganado: vacuno, ovino, cabrío y porcino. Al final de esta lista figura la tierra, y ya después de la tierra todo lo de comer, que no valía, teóricamente, nada, porque no se vendía. Origenes del régimen fiscal
los Estados cristianos de la MeLa escasez de metal amonedado y la rarefacción de la circulación seta. monetaria determinaron la existencia de un régimen fiscal muy distinto en
—
hoy podemos concebir. Si a ello agregamos la confusión entre bienes personales y bienes estatales en la persona del monarca, nos daremos cuenta de que la monarquía asturleonesa y luego la castellana actuaron, generalmente, como un gran propietario más. Sólo a partir de mediados del siglo xI, con el desarrollo del mercado, el monarca empieza a percibir tributos en moneda, los cuales constituirán la base del fisco en tiempos al que
ulteriores.
un
Como gran señor del reino, el monarca debía recibir de sus vasallos pago en especies o en metálico por las tierras que poseían. Pero ello
sucedía siempre así. En primer lugar, porque la monarquía solía enajenar de su patrimonio grandes porciones de sus bienes en recomno
prestados o como signo de devoción, para templos y luego, porque generalmente esta cesión iba acompañada
pensa de servicios
monasterios, Y
de la inmunidad, o sea de la exención de toda clase de tributos a la Corona. De esta forma, quienes en último extremo pagaban eran los agricultores, la gente de la aldea. El pago de los campesinos versaba sobre dos extremos, siempre que fueran libres y no tuvieran que añadir al mismo la capitación servil. El
comprendía el tributum, funcio o censo (más adelante se denominará, también, infurcio, foro y pecho). El segundo comprendía las regalías, como el aprovechamiento en común de montes y bosques (montaticum, herbaticum) y el privilegio de celebrar
primero
se
refería
a
la tierra, y
mercado.
lleva al desarrollo de la tributación sobre las mercancías y el comercio. En esta época empieza a dibujarse lo que más adelante será un saneado sistema de ingresos fiscales. El tributo más importante es el Esto
nos
dimanante del derecho de tránsito: portaticum
(portazgo), pontaticum
ECONOMÍA
DE
LOS
REINOS
HISPÁNICOS
OCCIDENTALES
129
(pontazgo), los cuales se dividían en pedaticum (si se trataba de persona) y passaticum (si se refería al ganado). Otro capítulo interesante fue el de aduanas, desarrollado al estilo musulmán del almojarifazgo, y el de compraventa, de mercancías, que venía gravada por un derecho denominado maquila, que aun hoy se usa en la terminología agraria castellana. El camino de Santiago. Una de las causas que más contribuyeron al cambio que experimentó la economía castellanoleonesa a fines del siglo XI se vincula al desarrollo de las peregrinaciones a Santiago. Los —
historiadores
nos
han ilustrado
profusamente sobre
el auge de la devosobre las rutas que
Europa al Apóstol venerado en Compostela, conducían a aquel centro de la Cristiandad y sobre los fenómenos espirituales, culturales y religiosos vinculados a las peregrinaciones. Pero apenas han tratado de las repercusiones económicas de este importantísimo movimiento, que alumbrará en el Occidente de España la aurora de la revolución comercial. Sólo los trabajos de Lacarra insistiendo en el valor demográfico del “camino francés” (nacimiento de Estella como exclusiva población de “francos” en 1090, y de grandes barrios formados únicamente por gente de esa procedencia en la mayor parte de las localidades del camino) han tocado el tema. Por ellos intuimos la influencia de las peregrinaciones en la conservación de caminos y puentes y en la edificación de hospitales y albergues, y sobre todo en el nacimiento de una poderosa clase burguesa. Pues con los peregrinos vino un verdadero ejército de comerciantes, artesanos, posaderos y cambiadores de moneda, que, al ser asimilado a finales del siglo xIr, se constituiría en motor de la evolución económica del país. Sólo en Navarra la fusión de los dos elementos español y francés se realizó con gran retraso (Privilegio de la Unión, dictado en 1422 por Carlos III el Noble), porque a la proximidad de la frontera juntóse, a partir de 1234, la instauración de dinastías ción
en
francesas.
suficientes para abonar la conveniencia de estudiar fondo las derivaciones económicas del Camino de Compostela. Estos datos
son
a
12
Economía de los reinos
el
siglo
Evolución histórica hasta el nos
siglo
XII.
de la Meseta
—
pirenaicos
desde
VII al XII
de la
Reconquista
Al referirnos
a
en
los reinos
pirenaicos
la economía de los Estados cristia-
los cinco primeros siglos de la Reconquista, teníamos trataba de un conjunto geográfico encuadrado por tres en
presente que se factores: al Norte, el mar Cantábrico, aguas de difícil navegación y, entonces, sin conexiones comerciales; más al Sur, la línea axial de los montes Cantábricos, y, finalmente, todavía más hacia el Mediodía, la llanura extensa y desierta del Duero, hasta el Sistema Central, cuyos pasos estuvieron controlados por los musulmanes hasta fines del siglo x1.
configuración geográfica es importantísima, porque en la economía pirenaica juega un espacio de valores muy diversos. ¿Qué es lo que hubo a espaldas de los cristianos refugiados en los Pirineos? No un mar proceloso, sino, precisamente, Francia y Europa. Luego, se dispone la línea axial de los Pirineos, que ejerce la misma función de resistencia que en el caso de la España cántabra. Hacia el Sur, cruzadas las sierras prepirenaicas, se despliega una zona semiesteparia, pero con lugares riquísimos, que son las vegas de los afluentes del Ebro y determinadas comarcas del Sur de Cataluña. Eso explica que los musulmanes pusieran decidido afán en conservar estas regiones, que les garanEsta
tizaban el usufructo de interesantes bienes económicos. Por lo tanto, la línea que podríamos establecer fijándonos en Tudela, Zaragoza, Lérida
Tortosa, fue una frontera musulmana sumamente firme, que durante cinco siglos, del vi al x11, mantuvo a los reinos cristianos de los Piri-
y
neos
recluidos
Pero si ésta
en es
sus
valles montañosos.
una
circunstancia
desfavorable,
en
cambio existían,
ECONOMÍA
DE LOS
REINOS
PIRENAICOS
13
para el mundo
pirenaico, especialmente en su fachada oriental, que es la catalana, dos factores positivos: el primero, el Mediterráneo, en cuyas aguas pervivían los rescoldos de la navegación antigua; el segundo, el pasillo que constituye Cataluña en su sección central; o sea lo que se denomina depresión prelitoral, desde el Panadés hasta el Rosellón. En aquel tiempo dicho pasillo fue el cordón umbilical que unió la economía de Al-Andalus con la del resto de Europa. Por ese cordón pasaron las monedas y las concepciones económicas, de la misma manera que por él la cultura musulmana, embebida de las fuentes de la cultura clásica, se abrió al continente europeo. De aquí que en la región pirenaica, y es éste un factor que se ha de tener presente, se creara a partir del siglo x, uno de los puntos de tensión económica de Europa. No en toda la región, pero si en ese extremo oriental catalán, limitado por el Mediterráneo y cruzado por ese gran pasillo litoral. Sin ese punto de tensión, no se explicaría la importancia que adquirió Barcelona, ciudad que en el siglo 111 era todavía un lugar insig-
nificante comparado con las grandes metrópolis hispanorromanas. Refiriéndonos concretamente a la evolución histórica de la Reconquista en esta zona, señalaremos sus etapas principales. En el siglo vIIr,
musulmán, varios valles pirenaicos, especialmente los centrales, quedaron incólumes; pero los cristianos que se replegaron hacia el Norte, alcanzaron refugio en el reino de los francos y allí crearon una comunidad de exilados. Su influjo ulterior fue decisivo, por cuanto al regresar aportaron una mentalidad social, política y económica nueva: el ante el alud
feudalismo.
siglo 1x empieza la consolidación política de los grupos de cristianos refugiados en los valles. Entonces aparecen unos puntos de osificación, social y económica, que son: Navarra, Aragón, Sobrarbe, Ribagorza y Pallars. En la región oriental catalana, la expansión carolingia inicia el período con la expugnación de Barcelona (801), la creación de la Marca Hispánica y su integración en el edificio imperial franco y europeo. Sin embargo, la zona de resistencia musulmana a lo largo de las barreras prepirenaicas, impidió que los éxitos prosiguieran. Durante el siglo x la lucha estuvo bastante equilibrada, aunque se registraron avances sensacionales del Islam, como en el caso de las aceifas de Almanzor. En el
Con la
centuria, cambió el signo del combate. En la primera fase Sancho el Mayor de Navarra intenta constituir un reino pirenaico, nueva
aspiración llera, a la
unitaria que
responde
a
una
unidad económica de la cordi-
luego aludiremos. En la segunda parte del siglo, se da una efectiva posición de avance de los cristianos hacia el Sur, que culminará en el siglo x1I con la captura de los reductos del valle del Ebro; que
132
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
caerán Zaragoza, Tortosa y Lérida, y, al desplomarse el sistema económico, político y militar de los musulmanes, se hará posible la unión del mundo pirenaico en Corona de Aragón.
una
gran entidad económica y
política, denominada
Población y clases sociales. — Gracias a los recientes trabajos de don Ramón d'Abadal, ilustre especialista de los orígenes históricos de Cataluña, podemos hoy tener una idea aproximada de la densidad de la población pirenaica, sobre todo a través de las investigaciones realizadas en los territorios de Pallars y Ribagorza y las comarcas de
Ripoll Si
y Vich. es
difícil orientarse
en unas
presionante descifrar la población
estadísticas
actuales, resulta tarea imde estadísticas, sino de par-
través, no cas referencias documentales de los siglos 1X y Xx. Y eso se ha logrado de manera absolutamente científica. Siguiendo las teorías de Ramón d'Abadal, resulta que el establecimiento de la población en los valles pirenaicos estaba ya logrado a fines de la época hispanorromana, y que desde entonces hasta el siglo XIX, cuando las carreteras y ferrocarriles avanzaron hacia la montaña, esa población se mantuvo, más o menos, estacionaria; de tal manera, que si en las cuencas altas del Pallars y Ribagorza, en el corazón mismo del Pirineo, se contaban en el siglo x1x 6.000 personas, este mismo número se computaba antes del siglo x. Este hecho es importantísimo, porque demuestra que en los valles pirenaicos se concentró la energía biológica que debía contribuir, desprendiéndose poco a poco hacia los llanos al compás de las circunstancias históricas, a crear la futura población de Cataluña. Ahora bien, en la zona prepirenaica, o sea en la situada entre la línea axial y las sierras prepirenaicas, que estuvo más expuesta a los ataques de los musulmanes, los cálculos de Ramón d'Abadal permiten establecer que la población se duplicó desde el siglo x a comienzos del siglo XIX. De unos 1.500 habitantes hacia el año 1000 a 3.000 hacia 1800. La densidad de población se mantuvo, pues, en un estado relativamente normal, 6,5 habitantes por kilómetro cuadrado, para la zona baja de la montaña, y 5,9 para la zona alta. Las cifras que el mismo investigador ha deducido de los documentos para la población de los valles de San Juan de las Abadesas y Ripoll, coinciden con los cálculos anteriores. En el primero de dichos valles ha localizado cerca del millar de personas, lo que equivale a una población agrícola sensiblemente superior a la actual. Esto quiere decir que la mon-
aunque repoblación de
taña estaba saturada de gente,
continuamente para la
a
la dinámica histórica la sangrase las partes meridionales del país.
ECONOMÍA
DE LOS
REINOS
133
PIRENAICOS
el caso de Cerdaña, que en el siglo x fuese la base de repoblación de las comarcas de Ripoll, Vich y Guillerías. Esta población se refleja en una estructura social concreta, aunque existen en su evolución dos momentos distintos, según sea antes o des-
Tal parece
ser
irrupción carolingia, y seguralos valles más recónditos de los Pirineos, la población mantiene
pués de la influencia franca. mente
en
Antes de la
ritmo de evolución muy emparejado con el anterior, de tal manera que, según el mismo Abadal, hasta el siglo X es muy raro que aparezca
un
vocablo que tendrá tan gran fortuna en la Cataluña posterior. Existe una clase social primate, formada por unas autoridades, que se llaman condes, y sus hombres de confianza, que son los fideles; sigue después la clase de población libre, los ingenuos, y, en el escalón
palabra feudo,
la
ese
inferior, los siervos,
cuya situación todavía está
un
poco
confusa, debido
través de las expresiones de los textos, que utilizan la palabra siervo tanto para designar a los campesinos que no tenían ninguna libertad como a los que habían entrado en cierto grado a
la dificultad de orientarse
de
dependencia Ahora bien,
a
a
través de la tierra.
esa
primera fase,
que dura hasta el
siglo
x,
es
arrasada
Cataluña por el establecimiento del feudalismo, cuyos caracteres generales no es necesario repetir. Recordaremos que el sistema feudal signien
propiedad para la prestación de un servicio militar: unos luchaban y otros trabajaban para que pudieran ser defendidos. En esa concepción la tierra tenía una importancia tal, que la máxima fragmentación de los sucesivos vasallajes se terminaba ante el predio que podía alimentar un caballo. Ésta fue la unidad elemental —económica, social y política— del feudalismo. En Cataluña existió una jerarquía feudal clara, estructurada como en el resto de Europa. La formaban, en la cima, el conde, después los vizcondes, los comitores y valvasores y, finalmente, los caballeros (miles) Ahora bien, el grupo más elevado recibió el nombre de barones, que eran quienes realmente dominaban la estructura social del país. Por debajo de esta jerarquía feudal, de tipo guerrero, existían los payeses, los ficaba la distribución de la
hombres
que
vivían
en
el
pago,
o
sea
en
el
campo.
Sobre
este
particular, Eduardo de Hinojosa admitía que los payeses habían pasado sin transición del colonato romano a la servidumbre visigoda y de aquí al tipo de siervos de la gleba, o sea remensas (hombres que debían redimirse para quedar libres de su sujeción al predio). Esta teoría está confirmada por la realidad de los hechos. La documentación nos da testimonio de que hasta el siglo xI y bien entrado el siglo x1r no se
no
conoció
Los que
Cataluña
tipo de hombre sí abundaron, a partir del siglo
en
un
la gleba. x, fueron los llamados hombres que estuviera
sujeto
a
134
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
sólidos, los cuales dependían de una persona en razón de la tierra que les había dado a cultivar, según un arriendo determinado. En consecuencia, en los primeros tiempos del dominio franco y condal
propios
en
y
Cataluña
no
existió
situación
una
vertebrada,
plasticidad, en la cual estructura social determinada,
poco, sino de continua
ponde
una
sistema de la tierra y de la
riqueza
como
a
como se
creía hasta hace
los hechos económicos
sin
res-
ésta prejuzgue el hasta ahora venía creyéndose.
En efecto, la constitución del sistema feudal
que
Cataluña coincidió, como en seguida veremos, con el comienzo de la economía monetaria, lo que dio lugar a una mezcla de valores sociales como no conoció el tipo feudal puro. Cabe hacer referencia mos
de
porada
enumerar:
de
un
en
elementos sociales distintos de los que acabalado la población musulmana, que quedó incora
los Estados pirenaicos después de la conquista del valle del Ebro, y de otro los esclavos. Aquélla constituyó, desde el principio, una aportación económica de primer orden, que se desarrollaría particulara
la Baja Edad Media. Los esclavos fueron objeto de importante comercio, según luego veremos. En fin, falta mencionar a los judíos, que mente
a
en
partir del siglo
más activos de
x
forman
Cataluña,
de los grupos sociales económicamente Aragón y Navarra. uno
propiedad: la aprisio. — En los valles pirenaicos menos afectados por la invasión musulmana, la distribución del suelo continuó como en tiempos anteriores, a base de la propiedad privada. Este sistema recibió el nombre, también común en Castilla y León, de hereditas. En Cataluña, debido a su condición de marca fronteriza y de pasillo entre Francia y España, el reparto del suelo experimentó cambios más notables, a causa de las huellas dejadas por los musulmanes y la necesidad de repoblar una serie de comarcas que la lucha había dejado casi desiertas. Poco después de la conquista de Carlomagno, la base de la propiedad fue el alodio. Éste podía ser de dos tipos: o bien el legado por los mayores, o bien el adquirido por aprisio, en virtud de las capitulares pro hispanis decretadas por Carlomagno. Este sistema es fundamentalmente parecido al de la presura en Castilla. Consistía en una concesión hecha por el monarca, por la cual, además de concederse el Distribución de la
derecho
disfrutar de las tierras yermas, se daba al beneficiario salvaguardia real, exención de impuestos y derechos hereditarios sobre los predios aprehendidos. De tal modo, la propiedad pública concedida a los a
hispanos refugiados en Septimania, podía convertirse fácilmente en propiedad particular. La gran mayoría del terreno cultivado en la Cataluña
ECONOMÍA
DE
REINOS
LOS
135
PIRENAICOS
Vieja, deriva aún hoy de las aprisiones que hicieron los hispanos en el siglo mx. Se conocen tres tipos de aprisiones: las realizadas por los condes directamente, con sus fieles y servidores; las conferidas por esas autoridades a los monasterios, con la finalidad de que les ayudaran en una tarea difícil y a menudo onerosa; en fin, los aprisionadores directos, que fueron los más, en general gente humilde, que se convirtió en propietaria del suelo por el doble hecho de ser sus primeros ocupantes y de haber colonizado el yermo. Pero en este último caso, el alodio no comportaba de ninguna clase. Los dos tipos de alodio eran,
potestad
como
decíamos, propiedad libre privada.
honores, o sea la recompensa dada en tierras a determinados funcionarios públicos para que prestaran un servicio que sólo se podía retribuir de tal guisa. Los honores estuvieron en la misma base del desarrollo del feudalismo, pues en relación con los beneficios
Además,
existieron los
y la inmunidad
produjeron el feudo. el siglo x, o sea un poco
El feudalismo
Cataluña hasta
más tarde de lo que
no
se
registra
se
venía
en
cre-
yendo. bien, ¿cómo se repartían los alodios libres, los honores, territorios que pagaban los servicios, y los feudos, territorios ya vinculados hereditariamente a una persona? Si es cierto que no existieron latifundios, porque no lo permitía el carácter montañoso y fragmentado del país, en cambio hubo grandes propietarios que poseían parcelas esparcidas por doquier. Singularmente, cabe incluir en este grupo a los moAhora
nasterios más
importantes.
Economía montañesa
primitiva
del
siglo X: los monasterios pireequivalente al estudio de Sán-
naicos. — Sobre este tema poseemos un chez Albornoz, relativo a León, en las obras de Ramon d'Abadal. En ellas se ha logrado reconstruir, a base de documentos a primera vista formu-
larios, buena parte de las actividades económicas del hombre del siglo Xx. En líneas generales existe en Cataluña una economía de tipo vecinal, casi igual a la de Castilla. Conocemos distintas modalidades comarcales: mientras
castillo,
en
los territorios
menos
romanizados el centro
era
el castrum,
desarrollaba la aldea de origen militar, regida por el representante del conde, en la más romanizadas, como el Ampurdán, la población se agrupaba en las villae (o viles), generalmente bajo
o
a
cuyos
pies
se
jurisdicción eclesiástica. Algunas de esas villas se convirtieron en sedes parroquiales, En el futuro la parrochia había de ser la unidad demográfica y económica de Cataluña. Hay que mencionar, por lo demás, el lugar
136
HISTORIA
que ocupa la
vendrá la
casa
ECONÓMICA
aislada, el domus,
palabra
mas, que
DE
ESPAÑA
casale, o bien mansio, de donde todavía hoy se sitúa en el centro de la casa,
economía rural catalana. En muy
esa
economía de
parecida
a
tipo doméstico, la variedad de cultivos
es
también
la que citábamos para los reinos de la Meseta. Existía la
huertos, sus pajares, y, alrededor, los cultivos. Eran éstos, en cuanto a los cereales, el trigo, el centeno, la cebada y el mijo; los huertos producían coles, cebollas y ajos, lo mismo que en la Meseta, o sea que no existía una variedad de tipo fundamental; entre los árboles frutales (llamados genéricamente con el nombre de pomnijeri) descollaban el manzano (en catalán la No debemos poma) y higuera. otra la vid y el olivo. Parece que ambos cultivos olvidar, por parte, rebasaban por el Norte su límite actual, penetrando en las comarcas prepirenaicas. Pero la afirmación, que ha sido probada para la vid, es menos segura en cuanto al olivo, por lo que resulta más prudente seguir pensando que su límite quedó más atrás, y fue, durante mucho tiempo, casa,
con
sus
coincidente
tierras,
con
sus
el de los invasores musulmanes.
Hay otra novedad en la economía montañesa catalana pirenaica de los siglos altomedievales, y es que así como en Castilla y en los Montes de León, la agricultura y la ganadería constituyeron la esencia de la economia agrícola, en Cataluña, por la abundancia del agua y del bosque, se percibe un desarrollo precoz de la industria: por ejemplo, el molino de agua, o sea el molino hidráulico, llega a los Pirineos en el siglo IX. Eso hará evolucionar la economía con cierta rapidez. Por esta causa no sorprende la aparición de la palabra fabrica. En los siglos 1X y X se aplica a los obradores metalúrgicos, o sea a lo que luego se llamarán fargas, que durante los siglos XIII, XIV y XV tuvieron tanta importancia. Mencionemos como testimonios toponomásticos los ejemplos de Sant Joan de Fábregues, en el curso medio del Ter, y de Vall-ferrera, en el Pallars. Además de la palabra fábrica, en los documentos aparece la de fornus, aplicada a los hornos de cal. Eso indica el arraigo de una actividad que más adelante tendría gran expansión. Eso en cuanto a las pequeñas aldeas y a las parroquias. Pero lo más interesante para comprender la economía catalana de los siglos Xx y xr los monasterios. El monasterio constituye una entidad no solamente religiosa, sino económica, y no se puede hablar de economía cerrada
son
ellos, porque cuando un monasterio como el de Cuixá se extendía a lo largo del río Ter, desde la Cerdaña al Rosellón, ocupando el valle del Conflent, con sus rebaños de carneros (500), de vacas (100), de yeguas (50), sus instalaciones agrícolas, sus numerosas
cuando
nos
referimos
a
y reducidas fincas extendidas por más de veinte
pueblos,
nos
hallamos ya
ECONOMÍA
DE
LOS
REINOS
ante un proceso de economía comarcal
en
137
PIRENAICOS
marcha,
que muy
pronto reba-
sará los límites propios para alcanzar la costa rosellonesa.
Desarrollo y evolución de la ganadería. — Mientras que en la Meseta la ganadería se convirtió en la base fundamental de la economía
altomedieval, en los reinos pirenaicos, a consecuencia del dominio que ejercían los musulmanes en las estepas del Ebro, distó mucho de alcanzar tal importancia. Por el contrario, durante dos siglos se limitó al ir y venir de la montaña al valle, que aun hoy es típico de la economia pirenaica. Sólo cuando Sancho el Mayor de Navarra extendió sus conquistas hasta más allá del Ebro, la ganadería de los Pirineos pudo llegar hasta las zonas esteparias del Sur. Aquí hallamos una aclaración de tipo económico y social a la expansión navarra por tierras de Castilla, que caracteriza la política de aquel monarca. De la misma manera, cuando Alfonso I el Batallador forzó los pasos de las montañas y conquistó Zaragoza, inmediatamente se estableció una
trashumancia, de la cual nos da noticias Lacarra en su obra sobre la repoblación del valle del Ebro. Muy pronto el pequeno reino aragonés se convirtió en región ganadera, sobre todo lanar, y la marcha de los rebaños explica su rápida expansión por las montañas del Sistema
corriente de
Ibérico. En
definitiva,
en
el
estructura clara. De
siglo x1I la ganadería de los Pirineos adquiere un lado, hay una ganadería pirenaica típica,
con
los pastos de las altas montañas, que facilita la unidad económica de las dos vertientes de la cordillera, en forma de pactos para el aprovechamiento en común de los pastos.
un
pequeño
movimiento de los valles
una
a
De otro, existe una organización de tipo trashumante puro, que en Cataluña da lugar al carreratge, o sea a la cañada, que es el mismo tipo de trashumancia de la Mesta castellana, pero en menor escala.
Origenes de la economía urbana. — La economía urbana catalana se inicia débilmente a mediados del siglo x, y se concreta en el mercado, como en los reinos de la Meseta. Ahora bien, en Cataluña, el mercado evoluciona con mayor rapidez, de tal manera que desde un principio se escinde en dos tipos: el rural y el urbano. Aquél se subdivide, a su vez, en semanal y anual. El primero es conocido en los textos con el nombre de mercatum, de donde el románico “mercadal”, y el segundo con el de firas nundinas, o sea las típicas ferias. Esa organización recibe en el transcurso del siglo x1 la protección del soberano, de la misma manera que en León y Castilla, y es así que en los Usatges de Cataluña hay un capítulo dedicado a la vigilancia de los
138
HISTORIA
ECONÓMICA
ESPAÑA
DE
caminos, titulado “Camine et Strate”, por el cual todo individuo que cometiera un asalto a mano armada o violencia en un camino era colocado fuera de la
ley.
En cuanto al mercado
urbano, la primera noticia de su existencia es del año 986, en cuya fecha se otorgó a Cardona —repoblada por segunda vez— para hacer negotium rectum et mercatum perfectum. Negocio recto y mercado perfecto serán las dos bases de la mentalidad de la burguesía catalana durante cinco siglos. Eran esos mercados muy concurridos, especialmente por judíos, moros y francos, que eran los que los animaban con sus transacciones. A su lado figuraban los artesanos establecidos
en
operatoria
negociantes del país,
las calles
en
al “mercadal” y los mercado. Así, desde el
cercanas
que iban de mercado
en
hallamos ante los mercerii y los negociatores, o sea los hombres ocupados en los negocios, que desde aquel momento empiezan a
siglo
xr nos
adquirir categoría económica que examinamos
a
a
consecuencia de
un
hecho fundamental
continuación.
la marina y del comercio de Cataluña. — Éste es un tema que está por investigar, pero que ha de afrontarse con decisión porque no afecta únicamente a Cataluña ni a España, sino que es para-
Origenes de
digma del origen de occidental. Pues
gran ciudad mercantil Barcelona, sólo existen
una
como
en
el ámbito de la cultura
en
el mundo medieval de
la Europa occidental nueve o diez ciudades similares, y por lo tanto es lógico que suscite el interés de los estudiosos. Hasta ahora no poseemos una
teoría sobre las
causas
de la
prosperidad inicial de Barcelona;
plantear el problema. Hasta el siglo xI el mar es musulmán.
inten-
taremos
circunstancias, las posibilidades del comercio cristiano son muy reducidas. Apenas si subsiste un pequeño tráfico de cabotaje entre los puertos de la costa de Levante, como recuerdo de la multisecular tradición marinera de Ampurias. Ahora
bien,
eso no
quiere decir
que los
En estas
pescadores
de Cataluña
no se
aventu-
adentro y fueran de un lado para otro, especialmente procurando pillar los barcos que iban a la deriva o cogían desprevenidos. Por lo tanto, en la costa catalana existe una duplicidad de vida: la del pescararan mar
dor y la del llamémoslo “corsario” (aunque esa palabra sea de uso posterior). Al lado de ellas, figuran las grandes expediciones guerreras, Tx contra las por ejemplo la del conde Suñer II de Ampurias en el siglo costas almerienses; pero eso es ficticio. La potencialidad marítima cata-
existe, porque cuando Ramón Berenguer III intenta conquistar Menorca en 1115, lo hace con auxilio de las naves de Pisa. Por lo tanto, lana
no
hasta el año
1230, aproximadamente,
no se
puede hablar de
una
autén-
ECONOMÍA tica marina catalana. Lo y
DE
LOS
REINOS
PIRENAICOS
importante, repetimos,
es
139
la actividad pesquera
semipirática del litoral. Sin embargo, el panorama
que acabamos de describir queda subvertido hacia el año 1000. El Califato de Córdoba cae, y entonces los condes de
Urgel mandan una gran expedición hacia Córdoba. La empresa no alcanzó el éxito político deseado, pero, en cambio, quienes participaron en ella regresaron con fabulosas sumas de dinero, como nunca había conocido Cataluña. Ese dinero tuvo una aplicación en la punta de la cuña Barcelona. No había otra que la Europa occidental tendía hacia el Sur: ciudad que reuniera tales condiciones: aun formaba parte del Imperio carolingio o del reino franco, porque sus condes actuaban como soberanos autónomos, pero legalmente estaban vinculados a Francia. Ello daba a sus pobladores carta de naturaleza en el corazón de la Europa de la época. Por otro lado, hacia el Sur se desplegaban los reinos de Taifa (Tortosa, Valencia y Denia), ricos y prósperos, pero débiles politicamente. De ellos los condes de Barcelona cobraban parias en moneda. Por último, en esa zona avanzada de Europa, existía un mercado especializado: de oro y de esclavos. El oro procedía del Sudán, iba a la costa norte de África y de aquí se distribuía por la Europa mediterránea, ávida de metal. Su distribución
se
realizaba
en
gran parte
a
través de los reinos
de Denia, Valencia y Tortosa, y afluía a Europa por esa puerta abierta que era el puerto de Barcelona. El mercado de esclavos procedía de las actividades semipiráticas a que antes hemos aludido. Es muy posible que cuando
fue
uno
se
de los
demuestre que Barcelona centros de esclavos de principios de la época
estudie bien este
grandes
problema
se
medieval.
comprende el hecho de que Benjamín de Tudela, un judío que viajaba por el mundo, cuando llegó a Barcelona en 1150, se encontrara en el puerto con buques que procedían de Alejandría, Tierra Santa, Grecia, África, Pisa, Génova, Sicilia y Marsella. ¿Qué venían a comerciar? Pues oro y esclavos. Y esa es, a nuestro juicio, mucho antes de la organización del comercio de paños, que únicamente pudo hacerse a partir del siglo x1v, la base del-florecimiento de Barcelona. Florecimiento inaudito; una ciudad pequeña, casi desconocida en el siglo 11I, claudicante en el siglo v, reconquistada a principios del siglo rx por Carlomagno, y finalmente convertida hacia 1150 en uno de los emporios del gran comercio internacional de la época. Todo ello explica que en 1062, por ejemplo, los mercaderes barceloneses poseyeran esclavos, que en 1104 Ramón Berenguer III percibiera el diezmo de los productos de las presas y de la venta de los esclavos, y que en 1148, cuando Ramón Berenguer IV planeaba la conquista de TorAhora
se
140
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
tosa, encontrara en los burguenses barchinonensis, o sea los burgueses de Barcelona, apoyo en forma de importantes sumas de dinero. Todo justifica nuestra tesis: Barcelona fue, entre los siglos 1x y xI, uno de los
grandes puertos de contacto mundo musulmán, de otro, La moneda. — En
entre el mundo en
cristiano, de
un
lado,
y el
el Mediterráneo occidental.
Cataluña, la doble influencia
monetaria de francos
musulmanes fue mucho más definida que en el reino asturleonés. Hubo, en primer lugar, la implantación decidida del sistema carolingio, como
y
resultado de mos
que
su
este
instalación sistema
se
la Marca, a partir del siglo Tx Recordebasaba en la circulación exclusiva de la
en
plata (pronto sus múltiplos,
sustituida por el vellón), con un tipo único, el dinero, y sólo existentes en moneda de cuenta: el sueldo y la libra. La relación entre estas monedas se establecía de acuerdo con una fórmula llamada
a
convertirse
en
clásica:
240 dineros
=
20 sueldos
—=
1
libra
La fábrica de dineros
catalanes, vinculada en su origen a la de la moneda franca, se fue independizando a medida que los condes de la Marca se afirmaron en el dominio útil del país. Como remate de este proceso, vino en la segunda mitad del siglo x la desaparición completa de todo recuerdo de los reyes de Francia en las piezas aquí labradas. La divergencia de emisiones resultante de la fragmentación del poder político —la unidad de la Marca se quebró en beneficio de una pluralidad de condados— llevaría, en último término, a la necesidad de referir los pagos a una moneda precisa y determinada. A partir del siglo xI, la libra barcelonesa triunfaría como patrón generalmente admitido. Pero si la Marca hispánica caía plenamente dentro del sistema monetario carolingio, también entraba en el área de la moneda de oro musulmana. Coincidiendo con la disminución del numerario carolingio, en el siglo x irrumpen en Cataluña las acuñaciones califales de oro, el dinar; y antes de 1035 Berenguer Ramón I labra en su propio reino mancusos (nombre dado por los cristianos al dinar ordinario), imitados de los del reino taifa de Málaga. Esa acuñación es capital, porque significa un anticipo al pleno retorno a la moneda de oro —iniciado en el siglo xI1IIr por las repúblicas italianas— y señala un gran avance de la economía catalana respecto de las restantes economías peninsulares. En efecto, por la misma época se dan sólo en Navarra, Aragón y Castilla las primeras acuñaciones de cobre, o vellón. Para llegar al comienzo de la imitación castellana de los dinares musulmanes habrá que esperar al reinado de
ECONOMÍA Alfonso VIII
DE LOS
REINOS
141
PIRENAICOS
1172, en que aparecen los primeros marabetís dís (dinares del tipo almorávide). en
o marave-
régimen fiscal en Navarra, Aragón y Cataluña. — El régimen fiscal en los dos países pirenaicos no fue concebido como una supervivenEl
lazo más entre el señor y el vasallo, con la particularidad de que, siendo un régimen de dependencia bilateral, el régimen fiscal no se aplicaba por el señor al vasallo, sino que el cia del erario
antiguo,
sino
como un
vasallo tenía que estar conforme con las exigencias del señor. Por lo tanto, el régimen fiscal pirenaico goza de una diversidad total respecto del de los reinos de la Meseta. Y es que no existe una imposición de rey
obligado a cumplir con sus estrictos deberes militar y feudal, y una vez cumplidos éstos, cualquier donativo había de ser consentido libremente. Este principio dio lugar al pactismo fiscal, que alcanzó gran desarrollo en Cataluña.
a
vasallo,
sino que éste
se
hallaba
Los datos particulares, aportados pirenaico. sobre la primitiva economía de Navarra, Aragón y Cataluña, no deben ocultar un principio de carácter general: la unidad de las dos vertientes pirenaicas durante un milenio. Desde el siglo vII al xvi, los habitantes de ambos lados de la cordillera formaron un bloque compacto, al margen de la diferenciación entre franceses e hispanos.
Unidad del mundo
—
Esta unidad ofrecía tres aspectos: Unidad geográfica. Los valles pirenaicos, sobre todo los vallse
altos,
hendiduras transversales que, abiertas sobre el llano, conducen sin transicciones bruscas de la economía agricola a la economía pastoril, del género de vida del campesino del llano al
forman casi sin
excepción
unas
género de vida del montañés. De esta manera aparecen ligados a las regiones bajas por vínculos estrechos y participan de su actividad. Todos los de la vertiente opuesta por medio de puermás elevados que los alpinos, también ofrecen un paso
estos valles comunican tos que si
bien
son
con
más fácil. De vertiente
posible
a
vertiente de la
cordillera,
el intercambio
es
todas partes. El valle pirenaico se presta a la circulación. Unidad económica. No obstante la simetría señalada, las dos caras en
francesa y
española de la cadena pirenaica son de características muy diferentes. El lado francés, rico en aguas y en pastos, producía ganado vacuno y caballar, lino y la industria textil derivada. El español, más seco, daba vino y aceite, lana, sal y frutos. O sea, se trataba de dos economías complementarias, que tenían necesidad la una de la otra. Pues si las relaciones entre la fracción española del mundo pirenaico y la España mora eran imposibles, los territorios del lado francés, sobre todo en su
142
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
parte occidental, quedaban aislados del resto del país por el no man's land de las landas de Gascuña, que procuraban eludir comerciantes y
viajeros. Así, el intercambio posible intercambio necesario. Unidad demográfica. mos
entre los valles
pirenaicos
era
un
Inevitablemente, las
de describir conducían
a un
circunstancias que acabaconstante fenómeno de ósmosis demo-
gráfica. Cuando faltaba gente en una vertiene acudían a llenar el vacío pobladores de la otra, y viceversa. Como ejemplos de este fenómeno de compensación pueden citarse la repoblación del valle del Ebro por el elemento francés, el establecimiento de poblaciones españolas en la Aquitania despoblada por la Guerra de los Cien Años, y la oleada de gascones en la Cataluña deficitaria del siglo xvi. La importancia de esta triple unidad aparece reflejada en los numerosísimos pactos de lies y passeries (en castellano, facería) que, con independencia de las relaciones entre Francia y los reinos hispanos, concertaron desde el siglo xI1I, por lo menos, todos los valles pirenaicos con los correspondientes de la vertiente opuesta. Tales pactos aseguraban la permanencia de la relación (lies, de ligar) y la libertad de paso (passeries) entre ellos, al margen de las contingencias políticas. De la misma manera, obedeció al deseo de sancionar la unidad del mundo pirenaico la expansión ultramontana de la
Alfonso el Casto.
corona
aragonesa, que culminaría
en
la acción de
III. ECONOMIA URBANA
13
Reconquista en
los
siglos
y
repoblación
XII y XIII
urbana, o sea de la economía que se desarrolla en la Península en los siglos XII al xv, bajo el signo de la recuperación mercantil del mundo mediterráneo, cuyos principales Vamos
a
ocuparnos de la economía
promotores fueron las ciudades italianas. Antes de entrar en el tema, hemos de echar
ojeada de conjunto para ver cómo quedó la Península después de las grandes conquistas cristianas del siglo xm1, estudiando simultáneamente un problema importantísimo para la vida económica de dicho período: la repoblación del país y la distribución de la propiedad agraria. una
Geopolítica de la Reconquista. — La Reconquista siguió, en líneas generales, las zonas de comunicación natural que señala la Geografía, o sea, esas grandes fajas que se establecen entre el Sistema Cantábrico y el Sur del país. Estas fajas son, de Oeste, a Este, las siguientes: galaicoportuguesa, leonesa, cántabrocastellana, pirenaica y catalana. En el transcurso del siglo x11, la afinidad geográfica hizo que de estas cinco grandes fajas únicamente quedaran tres: la portuguesa, la castellana, que había absorbido la leonesa, y después la zona correspondiente la Corona de Aragón, que une los esfuerzos de aragoneses yv catalanes. En el Norte queda un residuo: Navarra, reliquia de un punto de partida a
que
no
llegó
a
permaneció
prosperar y
tilla, la Corona de Aragón El
avance
laridad, quista
y
es
como
enclave pirenaico entre Cas-
y Francia.
hacia el Sur de los ejércitos cristianos ofrece una particuel retraso cronológico con que determinadas fajas de recon-
avanzaron
respecto de
otras. Ello
se
explica
porque la
zona
de
144
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
resistencia más tenaz de los musulmanes
se
ESPAÑA
estableció
en
el Este, donde
existían baluartes
(sierras prepirenaicas, valles del Ebro y sus afluentes, montes del Sistema Ibérico) para oponerse a la conquista de aragoneses y catalanes. Así, el avance cristiano no fue simultáneo, sino que se realizó primero por parte de los portugueses, los cuales llegaron al litoral del Algarve antes de que Fernando III conquistara Sevilla; a su vez, los castellanos progresaron con mayor rapidez que los catalanoaragoneses, ya que Fernando III conquistó Sevilla, en 1248, sólo diez años después de que Jaime I el Conquistador se apoderase de Valencia. O sea, que si imaginamos la península dividida por una diagonal en dirección NE-SO, se comprueba que en el mismo momento, hacia el año 1238, en que los portugueses ocupaban ya Tavira, cerca de la desembocadura del Guadiana, los catalanes y aragoneses todavía se hallaban al Norte del río Júcar.
-
Este hecho
es
importantísimo
porque:
primero, permitió a los casteCartagena, evitando la natural
llanos la salida hacia el Mediterráneo por tendencia de Cataluña y Aragón a extenderse hacia el Sur y posiblemente a conquistar Almería; y segundo, determinó que todo el Mediodía espa-
hol,
lo que significaba de poderío económico y riqueza la órbita exclusiva de la repoblación castellana.
con
ra en
agrícola,
caye-
repoblación: sus distintas modalidades espaciales y cronológicas. — Hemos examinado antes dos tipos de repoblación similares: la presura castellana y la aprisio catalana. Ambas responden a un momento de dificultades, cuando los progresos se realizan sobre tierras yermas y es preciso colonizarlas más que conquistarlas. A partir de comienzos del siglo x111, cuando la resistencia musulmana, apoyada por tropas afrobereberes, queda rota definitivamente y se despeja el camino a los cristianos del Norte para adueñarse de Extremadura, La
Andalucía, Valencia y Murcia, sucede un fenómeno en extremo importante. La existencia de dos reconquistas: la que figura en los manuales o sea la Reconquista militar, que a partir del año 1212 se realiza a pasos gigantescos y lleva a los castellanos en cincuenta años hasta Cádiz y a los catalanoaragoneses en doce años a adueñarse del reino de Valencia; y la verdadera Reconquista, o Reconquista lenta, más
Castilla la Nueva,
tardía,
que
se
funda
en
la
verdadera colonización del 1230 y dura hasta 1609, cuando Feli-
repoblación
y la
España. Ésta se inicia en pe III decretó la expulsión de los moriscos. La Reconquista lenta ofrece modalidades distintas según las distintas de las regiones. Por eso vamos a estudiarla en relación con la conquista ciudades de Aragón, de las huertas de Valencia y Murcia, de la zona
Sur de
RECONQUISTA
REPOBLACIÓN
Y
EN
LOS
SIGLOS
XII
Y
145
XIII
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a
146
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
ganadera del sur del Sistema Central, de la base comercial de Mallorca, y de Andalucía, que presenta un cúmulo de problemas de tipo social y económico realmente interesantes.
la sucesión
cronológica, aunque después examinaremos con mayor detalle la evolución demográfica, podemos ya avanzar que esta reconquista de tipo colonizador, la Reconquista lenta, se inicia con decisión a mediados del siglo x111 y dura con el mismo ímpetu hasta la segunda mitad del siglo x1v; después, se interrumpe el proceso a causa de la Peste Negra (en 1348), que provoca un extraordinario vacío demográfico tanto en la Corona de Aragón como en la de Castilla. Sólo después de un siglo se reconstruyen los cuadros biológicos, lo que permite proseguir la obra de reconquista y repoblación característica de la época de los Reyes Católicos. Sin embargo, el drenaje americano merma de nuevo la capacidad de colonización interna de los castellanos, haciendo inevitable En cuanto
a
expulsión de los moriscos a comienzos del siglo xvIr, ante el una población resistente y prolífica que no se dejaba asimilar
el decreto de
dilema de
por los cristianos.
La
repoblación de las ciudades
aragonesas.
—
Como
norma
general,
las ciudades musulmanas del valle del Ebro se sometieron mediante una capitulación: los pobladores moros podían permanecer en sus casas por tiempo de un año, pasado el cual debían trasladarse a los barrios de
(las famosas morerías), conservando muebles y las fincas de cultivo que tuvieran en los términos de la ciudad o de cualquier otra. extramuros
Las consecuencias de estos pactos son clarísimas: el problema de repoblar sólo se planteó con relación a los núcleos urbanos, mientras en el campo
produjo ningún cambio sustancial. En las ciudades, evacuado su recinto a tenor de las capitulaciones, era preciso buscar pobladores cristianos de dentro o de fuera del reino. A falta de una clase burguesa indígena, el nuevo personal dedicado a la artesanía y al comercio tuvo que reclutarse —igual que en centros prepirenaicos— entre los extranjeros. De esta forma, los “francos”, que ya desde medio siglo antes formaban barrios aparte en Jaca, Sangilesa, Pamplona, Estella y Huesca, fueron los repobladores de Zaragoza, Tudela, Tarazona, etc. Por lo tanto, la primitiva burguesía aragonesa fue de origen ultrapirenaico y llegó atraída por privilegios especiales. En cambio, en el campo predominaron los musulmanes, con el nombre de exáricos. Su situación, inalterada al principio del dominio cristiano, fue empeorando paulatinamente al compás de la recepción del derecho no
se
colonos enfitéuticos, los colonos del Bajo Imperio. También contri-
romano, que les convirtió de aparceros libres
adscritos
a
la gleba,
como
en
RECONQUISTA
buyó
endurecer
a
su
Y
REPOBLACIÓN
disputarían
de las
ocupación
LOS
SIGLOS
XII
Y
147
XIII
suerte, la llegada (1126) de diez mil mozárabes,
cedentes del Sur, que les La
EN
sus
pro-
tierras.
horticolas: Valencia y Murcia. — Com-
zonas
repoblación
de Valencia
presentó las siguientes desventajas: urgencia mucho más acentuada (la reconquista del reino sólo duró quince años, de 1230 a 1245), es decir mayor intensidad del problema, y falta de ayuda extranjera, o sea menores
parada
con
la del territorio
posibilidades
aragonés,
la
de resolverlo.
Esta doble circunstancia hizo que prevaleciera la mera ocupación sobre la verdadera repoblación, sólo puesta en práctica en los casos —excepcionales— de lugares expugnados por la fuerza en los que el sentimiento de seguridad impuso la sustitución de los pobladores moros por otros cristianos. En los demás, pareció suficiente intercalar elementos cristianos entre la masa musulmana. Así, al hacerse
gueamiento” entre 200.000 a
cada
uno
o
revisión
moros.
de los
1272
se
vería que
aquellos
eran
un
“so-
sólo 30.000
desproporción, que confería un valor especial pobladores —guerreros y productores a la vez—
Esta
nuevos
explica el interés del
en
algunos
monarca
por controlar
su
asentamiento. Para
ello,
genérico hechas a señores, en Valencia la monarquía prefirió el sistema del repartimiento individual, que atribuía a cada ocupante una casa, un huerto, una viña y unas pocas —2, 6 u 8— jovadas (fanegas) de tierra. Esta modalidad (repoblación real) alcanzó sobre todo a los núcleos urbanos y a su hinterland, de máximo valor estratégico. Ello dio lugar a un tipo de propiedad rústica media que es la que ha asegurado, en definitiva la prosperidad de las huertas hasta la época presente. La falta de gente para aplicar esta modalidad a todo el reino, obligó de las donaciones de carácter
en vez
cambio
la realeza
ceder la -mayor parte del ámbito rural a los señores que le habían ayudado en la conquista. Las tierras de señorío pobladas por moros en su casi totalidad, se rigieron al estilo de las en
a
a
(de donde procedían la mayor parte de los dueños), que implicaba la adscripción de sus cultivadores. La situación de la repoblación levantina aún empeora cuando tierras aragonesas
sidera el cuando
Norte, do
el
nando
nuevos
se con-
de Murcia. La reconquista de este territorio se llevó a cabo estaba agotando el potencial biológico de los repobladores del
caso
se
tanto castellanos
catalanoaragoneses. Por esta razón, cuanprincipe Alfonso (el Sabio) conquistó Murcia, reinando FerIII, en 1243, el reino se le entregó en régimen de sumisión, o sea los mismos cargos los musulmanes y únicamente ciudades fueron ocupadas militarmente por los castellanos (Mur-
que continuaron
algunas
como
en
148
HISTORIA
ECONÓMICA DE ESPAÑA
Cartagena, Lorca, Mula). Durante treinta años, hasta la gran sublevación de 1263-1264, Murcia fue una dependencia de Castilla, aunque de hecho allí nominal, puramente continuaban los musulmanes porque con su misma organización anterior. Este hecho demuestra la falta de del Norte pobladores para ocupar los lugares estratégicos de la región, cia,
porque si los castellanos hubieran contado
con reservas
de
hombres,
es
evidente que hubieran mandado allí gente para ocupar la tierra, Tal era el problema, que cuando en 1263 y 1264 se desencadenó la sublevación musulmana, quienes reocuparon Murcia no fueron los castellanos, sino Jaime el Conquistador y su hijo Pedro el Grande. Éstos llevaron allí gente, y por eso Murcia quedó poblada en buena parte por súbditos de la Corona aragonesa. Las cifras del Repartiment de Murcia demuestran que se establecieron en la región diez mil catalanes y aragoneses. Más adelante, después de vencida la revuelta, la política de Alfonel Sabio fue de mandar
X
Murcia
contingentes castellanos. Entonces se procedió a un reparto de tierras, se alejó a los musulmanes de las ciudades y se entregó el campo a los caballeros, siguiendo el sistema de colonización aplicado a Andalucía. Pero, en definitiva, hasta el
so
siglo
Murcia
a
nuevos
mundo musulmán que estaba cercando a unos cuantos cristianos, residentes en las ciudades, dominadores por las armas y también por la propiedad de las tierras. xvi
se nos
Repoblación de la
aparece
como
un
media castellana.
La conquista de Toledo en 1085 señala el fin de la primera oleada de repoblación castellana en la Meseta duriense, la que comprende las “tierras afuera”, desde los zona
—
Montes Cantábricos al río Duero. El campo de batalla se traslada durante un siglo —el xI1— a la Meseta Sur, desde el Sistema Central a Sierra Morena. Mientras el
país ribereño del Tajo
y del Guadiana
sufre ahora las consecuencias de una guerra llevada a cabo con extraordinaria dureza, las comarcas al Sur del Duero reciben su definitiva repoblación. En este momento prevalecen dos criterios. Uno, el de respetar en las ciudades conquistadas la población musulmana y judía que las habitaba. Tal
política repobladora de Alfonso VI en Toledo. Otro, el de conferir a los municipios o concejos la labor de repoblación. Desaparece así la vieja presura, y entre el Duero y el Tajo se levantan las nuevas comunidades castellanas, con territorios muy dilatados y espíritu restaurador. Ayuí se forma la Castilla poderosa de los siglos XIV y Xv, con sus grandes centros en Ávila, Valladolid, Medina y Segovia. es
la
Para los reinos del Norte, uno de ganadera. más importantes de la Reconquista fue la ocupación de tie-
Ocupación de la los
sucesos
zona
—
RECONQUISTA Y
REPOBLACIÓN
EN
LOS
SIGLOS
XII
Y
XIII
149
de pastoreo en el Sur, Después de la batalla de Las Navas de Tolosa (1212), cuando fue factible a las armas cristianas abrirse paso hacia Al-Andalus, se ofrecieron a la cabaña castellana extensos territorios de rras
pasto: la Alcarria, los Montes de Toledo, gran parte de: la Mancha y toda Extremadura. Pero ya entonces se notó cierta falta de estímulo por parte de los pobladores del Norte de Castilla para trasladarse hacia el Sur. Y fue por esta causa, para garantizar la seguridad de las zonas conquistadas, que los reyes de Castilla entregaron el país a las Órdenes Militala de Alcántara, que ocupó la zona occidental de Extremadura; la de Santiago, enclavada en el centro; y la de Calatrava, que ocupó la
res:
región de la Mancha. El régimen de distribución de la propiedad fue muy sencillo: el rey donaba territorios a los maestres de la Orden; éstos entregaban los castillos y las plazas fuertes a los comendadores; los comendadores reunían grupos de oficiales, los cuales defendían la población contra los moros y se aprovechaban del trabajo y de las rentas de los labriegos, pero especialmente del tránsito de los ganados y de la venta de la lana. Es un hecho comprobado, que así como las Órdenes Militares de cuño francés tuvieron una actividad económica importantísima —en este caso, no hay que olvidar el hecho de que la Orden de los Templarios fue la primera organización bancaria del mundo medieval—, en cambio las españolas fueron absolutamente reacias al quehacer económico. Aquí debemos recordar la hipótesis de Américo Castro, según la cual si las Órdenes Militares españolas adoptaron el régimen de tipo francés, en cambio, la ideología la aprendieron de las comunidades musulmanas de resistencia. De ahí el predominio en ellas de un ideal místico-religioso, que las singulariza frente a las creaciones francas. Sea lo que fuere, es evidente que las Órdenes Militares castellanas no representaron ningún organismo económico de importancia, y que desde el primer momento entregaron la marcha de su hacienda a los judíos. Encontramos a éstos sirviendo sus intereses a partir del siglo XIII.
Reconquista derío musulmán
y
de Andalucía. — El hundimiento del poAndalucía libró a Fernando III en cuestión de pocos
repoblación
en
años lo que había sido la Se plantea por lo tanto el
región más próspera de la España medieval. problema de cómo se repobló el país y cómo se recogió la herencia económica que dejaron los musulmanes. El sistema, en principio, fue de pura ocupación militar. Era excesivamente granJe el territorio que se iba ocupando, excesivamente pobladas sus ciudades, para que se pudiera soñar en el régimen de coexistencia implantado en Toledo por Alfonso VI. En consecuencia, se obligó a los musul-
150
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
(Úbeda, Baeza, Jaén, Córdoba, Sevilla), que se organizaron como reductos de defensa del territorio. Ahora bien, este sistema de colonización militar cedió en 1263, porque como la población del campo continuaba siendo musulmana, se produjo una gran sublevación, paralela a la de Murcia. Pareció que el régimen de ocupación manes
a
evacuar
castellano iba
las ciudades
hundirse. Pero superada la crisis, los vencidos fueron forzados a emigrar a Granada o África. Entonces se tomaron medidas de verdadera colonización y de repoblación sistemática del país. Julio González, que ha estudiado esta cuestión, afirma la castellanización intena
de Andalucía
partir de este momento. Esta castellanización descansó, duda, sobre la permanencia de los grandes latifundios de la época
sa
sin
a
musulmana y de otros que se crearon guerra de fronteras contra Granada.
a
causa
de las exigencias de la
El proceso fue el siguiente. Primero, se expulsó a los musulmanes del campo, de la misma manera que en la primera fase de la conquista
les había
alejado
de las ciudades. En
segundo lugar, se estableció en las fronteras de Granada un sistema especial, al objeto de hacer frente a las posibles contraofensivas de los musulmanes de aquella región, apoyados por los reinos bereberes africanos. Este proceso de la frontera es importantísimo. Y lo es, porque a lo largo de la frontera granadina se fundaron los grandes latifundios de las Órdenes militares y de las más grandes familias castellanas. Todos los duques, marqueses y condes que pesaron en la historia de España a partir del siglo xv basaron su poder en se
ese
sistema latifundista. La tercera consecuencia de la sublevación de
1263 y de la expulsión subsiguiente de la población campesina andaluza. fue la imposibilidad de continuar manteniendo el alto nivel técnico que
había caracterizado hasta entonces Al-Andalus. A partir de 1263, según se desprende de los documentos que es posible consultar, se sustituye en Andalucía el tipo de economía intensiva que había prevalecido en el
Guadalquivir desde los romanos, por un tipo de economía extensiva, en la cual el ganado lanar y el olivo van a ocupar un puesto preponderante en detrimento de los cultivos especializados. valle del
a
En consecuencia, una teoría sobre Andalucía exige el conocimiento fondo del sistema de repoblación y de sus consecuencias. Exige per-
catarse de cómo la transformación de la economía andaluza en
circunstancias
condujeron
a una
óptimas:
una
sublevación,
situación de la que
no
una
pudo
no
se
hizo
expulsión precipitada,
la
recuperarse hasta mucho
más adelante.
Reconquista de Mallorca. — En el caso de Mallorca ya no intervienen intereses de tipo agrario o ganadero. La conquista de Mallorca se
RECONQUISTA Y
REPOBLACIÓN
EN
LOS
SIGLOS
XII
Y
XIII
>
151
emprendió a consecuencia de las crecientes necesidades de los mercaderes catalanes, los cuales deseaban apoderarse de un reducto marítimo de tan singular importancia en el Mediterráneo occidental, que amenazaba constantemente su actividad la costa del norte de África.
en
las rutas hacia Cerdena, Sicilia y
Tal fue la razón que indujo a las ciudades de la costa catalana a exigir de la monarquía la conquista de las Baleares y a allegar la mayoría de los fondos necesarios para llevarla a cabo. Más todavía: le proporciola flota precisa para ello. De modo que ahora se trata de
naron
llevada
a
cabo
en
la Península. En
una
reconquista de tipo distinto
efecto, los
intereses
fueron los mercantiles. Como resultado de ello Mallorca
a
la
preponderantes se organizó, des-
de el primer momento, con una aportación esencial de gentes marineras e industriosas. Esto hizo posible que se convirtiera en una de las principales bases de la expansión política y económica catalana en el Medi-
terráneo.
También hubo que la habitaban
en
propiedad. Los musulmanes generalmente emigraron. Enton-
Mallorca reparto de
perdieron
sus
tierras y
repartiment exhaustivo (1232), que dio como resultado la transferencia de los pequeños predios de la isla a los nuevos pobladores, en su gran mayoría hombres de las ciudades y las villas que habían contribuido a la conquista. Por esta causa, el caso de Mallorca es algo aparte en el proceso de repoblación: constituye un ejemplo de colonización total, realizado en el minimo espacio de tiempo. ces se
produjo
un
especiales: los Monasterios y las Órdenes Militares. Hasta el siglo XII, en Cataluña, Aragón y Castilla, los grandes monasterios fueron centros de repoblación y de organización técnica de la agricultura. Una visita a cualquiera de ellos nos descubre una gran explotación agraria de tipo colectivo, centrada en el monasterio y el culto divino. Ahora bien, ese tipo de granjas decaen a partir del siglo XIV porque los religiosos, en lugar de ir en busca de los humildes del campo, prefirieron catequizar a los ricos de las ciudades. Esa es la labor que realizaron franciscanos y dominicos. Así los monasterios dejaron de ejercer el papel de avanzadas técnicas para cederlo a los burgueses de las ciudades. Por esa causa, la agricultura moderna no nacerá en los campos alejados de las ciudades, sino en las huertas de las urbes, en las cuales los burgueses establecerán torres de placer y jardines, cultiEntidades económicas —
vos
y huertos.
fue poco
las Órdenes
Militares, en el aspecto económico su papel brillante. Creyeron que el país debía organizarse en sistema
En cuanto
a
152
HISTORIA
guerrero y
jamás
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
superaron el ambiente feudal que las había engen-
drado. Con esta mentalidad contribuyeron decisivamente a la consolidación del latifundio andaluz, sobre todo en la frontera del reino de Granada, donde, en pugna con los nobles, el rey les había confiado: a la Orden de Santiago, la parte del Segura; al arzobispo de Toledo, el adelantamiento de Cazorla hasta cerca de Baza; a la orden de Calatrava, amplios dominios y fuertes posiciones en Martos y Alcaudete; a la de Sanla de
Alcántara;
fin, Medina Sidonia, Vejer y Alcalá de los Gazules a la Orden de Santa María, pasando a la de Santiago cuando esa desapareció. En definitiva, las Órdenes Militares soslayaron los problemas técnicos de la agricultura, y ésta fue la causa de que en el momento de realizarse la gran Reconquista de Andalucía, tiago, Estepa; Morón
a
y, por
careciera el Estado castellano de los organismos hacer fructificar una ocupación tan extensa como Betis de los
imprescindibles era
para
la de la antigua
romanos.
repoblación del campo y las clases sociales resultantes. — Las las estructuras del x111 modificaron radicalmente grandes conquistas siglo sociales que habían predominado durante los primeros siglos medievales en el agro hispano. La rápida expansión de los pueblos cristianos hacia el Sur, las enormes riquezas de que se apoderaron (ciudades, villas, alquerías, predios, molinos, etc.), subvirtieron los principios sobre los que se había basado la organización de la Reconquista, que en esencia había sido hasta entonces, singularmente en Castilla, un proceso de libertad. La nobleza resultó muy beneficiada por la brusca ampliación de los La
horizontes agrarios de los reinos cristianos. Dotada de generosas concesiones reales, resultó heredera de las grandes propiedades andaluzas, incrementadas por la expulsión indiscriminada de los musulmanes, que convirtió en tierras de pasto antiguos fundios de pan llevar. Así surgió la nobleza
latifundista, que muy pronto había de convertirse en estructura de choque contra el mismo Estado, planteando una larga contienda con la monarquía, de la que, en definitiva, resultaría triunfadora. En la misma Corona de Aragón, los nobles aragoneses y catalanes hallaron en las regiones rurales de Valencia una fuente de poder, aunque no en las condiciones excesivas que beneficiaron a la aristocracia castellana. También recibió incremento la caballería. Los antiguos hidalgos del Norte fueron recompensados con solares urbanos y fincas situadas en las
proximidades de las ciudades conquistadas. Muchos de ellos entraron en relación de vasallaje con los grandes titulares de la aristocracia, sobre todo
a
través del
monarquía
para
régimen de soldada, o sea de los pagos que hacía la obtener un ejército eficaz. Así quedó robustecido el régi-
RECONQUISTA
Y
REPOBLACIÓN
EN
LOS
SIGLOS
XII
Y
XIII
153
señorial y afianzada la acción de la nobleza sobre los municipios, los cuales, a lo largo de esa época, perdieron su carácter democrático y cayeron en manos de una oligarquía de hidalgos. Los caballeros vivieron men
de
soldadas y del rendimiento de los campesinos que cultivaban sus predios. sus
censos
o
prestaciones de los
Contrariamente, los agricultores fueron empeorando de situación. En oposición a las tesis dominantes hasta hace poco, que afirmaban la existencia de un proceso de emancipación a lo largo de la Baja Edad Media, hoy se admite la intensificación de la servidumbre desde fines del siglo x111. El continuo movimiento migratorio hacia el Sur, que prevaleció durante las grandes conquistas de Fernando III y Jaime I, amenazó gravemente la integridad de las rentas de los señores territoriales del Norte. Tanto en Cataluña como en Castilla, asistimos a un proceso de adscripción a la gleba, que allí originará el problema de los hombres de remensa y aquí el de los solariegos. Sin hablar de otro fenómeno importantísimo, el de la aparición de jornaleros, campesinos sin tierras, que ofrecían su trabajo, con o sin yuntas de bueyes, a los señores latifundistas de Extremadura, Castilla la Nueva y Andalucía.
14
Evolución de la economía urbana
Caracteristicas de la Revolución comercial. — A mediados del siglo XI, se registra en los países mediterráneos un formidable desarrollo
económico, merecedor del nombre de Revolución comercial, con el mismo derecho que se aplica el de Revolución industrial al cambio que en el siglo xvi experimentó la economía europea a impulso de Inglaterra. La primera revolución se denomina comercial, porque el factor básico del auge de la economía es el tráfico mercantil que se establece entre los distintos” países del Mediterráneo. Su causa fundamental debe buscarse el movimiento de las
Cruzadas, las cuales restablecieron la unidad del mundo mediterráneo, cuya ruptura por la expansión islámica había determinado el hundimiento de la economía antigua. En consecuencia, en
sólo Órdenes militares para combatir a los musulmanes, sino especialmente colonias y factorías comerciales, entonces el tráfico mercantil, que había quedado interrumcuando los cruzados establecieron
x, volvió
en
Palestina
no
reanudarse y cobró un vigor extraordinario. La base de tal auge estriba en la actividad de las ciudades italianas, especialmente de aquellas que, como Venecia, Pisa y Génova, sostenían
pido
en
el
siglo
a
Bizancio y el Próximo Oriente, Las ciudades italianas sirvieron de etapa para los cruzados que
desde antaño
un
tráfico más
o menos
regular
con
iban desde la Europa Occidental a Palestina y establecieron colonias mercantiles en las plazas que conquistaban. Desde allí iniciaron un fructuosc comercio, enviando a sus metrópolis mercancías y especias. Génova
Europa, al mismo tiempo que desarrollaban una incipiente industria de tejidos. Poco a poco esta expansión mercantil afectó a otras zonas europeas, singularmente el gran delta del Rin y sus
y Venecia
las
reexpedían
a
aÑluentes. Por lo tanto, la economía de la Revolución comercial se basa en la reconstitución de Ja unidad del mundo mediterráneo. Presenta dos ca-
EVOLUCIÓN
DE
LA
ECONOMÍA
155
URBANA
racterísticas. Primero, es una economía de tipo urbano, o sea, renueva la tradición antigua que hacía de la ciudad el centro de las actividades de la vida social y económica. Aquel gran vacío que había representado el
feudalismo, durante el cual el campo fue la base de la economía europea, se trunca con la Revolución comercial; desde entonces hasta hoy, las ciudades van a mandar en el mundo, y esto es muy importante porque quien dice ciudades, dice la clase social que las domina: el patriciado
burgués. segunda característica es que la Revolución comercial va guiada los burgueses no solapor un fin. Éste es el lucro, o sea la vocación de mente de producir para vivir y cobrar por su trabajo o comercio un precio justo y equilibrado, sino para ganar dinero con que satisfacer determinadas comodidades de la vida. Cuando el burgués inicia la Revolución La
comercial y se atreve a la aventura que representa embarcarse para el Próximo Oriente, en un viaje que a veces duraba un año, expuesto a toda clase de riesgos y peligros, eso significa que esperaba multiplicar los beneficios de los
empresa, hasta límites que rebasaban considerablemente por la Iglesia. Por esta causa, desde los primeros tiempos
su
permitidos
de la Revolución comercial existe moral que tiende a resolver los
Capitalización la
de la
literatura muy interesante de tipo problemas de conciencia del burgués. una
riqueza urbana. — Si la ciudad
es
el centro de
modalidad económica europea, es imprescindible conocerla tal centro. Ya dijimos que el germen de la renovación de la econo-
nueva
como
la Alta Edad Media había sido el mercado. Pues bien, en la mayoría de los casos, de ese mercado surgió un pequeño barrio o una villa al lado de una iglesia o un castillo. Esa primera agrupación
mía comercial
urbana fue el tomaron
un
en
burgo, el cual fue la
nombre llamado
Es altamente interesante
a
cuna
de la ciudad. De
gran fortuna histórica:
él,
sus
el de
habitantes
burgueses.
el proceso que determinó el paso del burgo a la ciudad propiamente dicha. Para ello fue preciso, en primer término, una concentración de capitales. Para explicarnos este fenómeno, hay teorías para todos los gustos. Al enjuiciarlas sólo se puede ser conocer
ecléctico, porque todas contienen elementos positivos y verdaderos. Los capitales se formaron en las ciudades por la concentración de tres tipos de ingreso. Primero, los procedentes de las rentas rústicas, rentas de que gozaban los obispos, los nobles y los caballeros. Poco a poco, estos grupos fueron acumulando capitales, que en un momento dado pudieron aplicar a la financiación del comercio. En segundo lugar, la transacción sobre las propiedades urbanas. La ciudad contenía, en los primeros tiempos medievales, una población muy inferior a sus posibilida-
156
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
des, o sea que sólo la tercera parte del casco urbano debía de estar poblada; pues bien, los burgueses que poseían los dos tercios sin poblar, capitalizaron los fabulosos beneficios que obtuvieron de vender sus predios en la época de auge demográfico y de concentración urbana de los siglos XII y XIII. Este fenómeno es equivalente al de la plus valia determinada por el ensanche de las ciudades en el siglo xIx. Finalmente, la tercera causa de capitalización es, claro está, el problema de las transacciones mercantiles. Sobre esto se ha discutido muchisimo. Los que no admiten esta hipótesis afirman que la transacción mercantil medieval no pudo capitalizar más que un rendimiento poco
superior al
cinco
o
al diez por ciento; pero
las grandes ganancias que se tración de las mismas en una
realidad, teniendo en cuenta producían en algunos casos y la concendocena de ciudades mediterráneas, puede en
admitirse que las transacciones mercantiles concentradas en esas urbes proporcionaron a las mismas cierta agilidad de inversión para promover el negocio y la riqueza. La ciudad
dad
como
como
—
¿En qué condiciones vivió la
ente económico? Nos parece que
rasgos esenciales:
momento,
ente económico.
una
pueden
sintetizarse
en
ciu-
dos
primero, la economía de la ciudad fue, desde el primer
economía basada
privilegio. El mundo feudal era el noble, para el caballero, para la Iglesia, en
el
privilegios: para para los inmunes. Pues bien, en ese ambiente la economía urbana creció como un cuerpo privilegiado, exigiendo, desde el primer momento leyes favorables: exención de impuestos; control del comercio; garantías de abastecimiento; restricción de la competencia. En fin, apareció como un conjunto proteccionista. La ciudad nace como ente privilegiado y este un
mundo de
hecho
porque tal situación
promoverá en el patriciado que dirige sus destinos una mentalidad de casta elegida, de que han dado prueba patente todos los burgueses desde el siglo X111 hasta el siglo xx. La segunda característica de la ciudad como ente económico corresponde al sistema corporativo que rige su vida y su economia. Los orígenes de las corporaciones han de buscarse, no ya en la imitación de los musulmanes, como dicen algunos, o bien en determinados procesos de tipo religioso, sino en los mismos modestos orígenes de la ciudad como mercado. Cuando el mercado se estabilizó en forma de tiendas, los artesanos que las ocupaban sólo podían vivir y asegurar su trabajo agrupándose entre sí. De esa necesidad de cohesión íntima nació la corporación, como corolario inevitable de la busca de seguridad. Antes, un campesino la obtenía ofreciéndose en persona al noble, pero en el siglo xIr los bures
muy
importante,
EVOLUCIÓN
DE
lograron asociándose
gueses la
LA
ECONOMÍA
para defender
157
URBANA
sus
intereses, mediante
un
clase social ajena al mundo del feudalismo. De ese agrupamiento, primero en el trabajo y después en la ciudad, nacen las corporaciones como resultado natural, no de una estatuto que
garantizaba
su
existencia
de
un
desarrollo teológico, sino de la misma
corporación mística
o
como
reali-
dad del ambiente.
patriciado burgués:
del
Desarrollo
sus
características.
—
Teóri-
eso se la camente, la ciudad es la “universitas” de sus habitantes, y por llama muchas veces “universidad”. O sea, la ciudad es el común. Todos los de la ciudad son los hombres de la ciudad. Pero eso únicamente en teoría, porque, de hecho, quien detenta el poder es el patriciado burgués. Esos derivan, en líneas generales, hasta el siglo x1v, de los
patricios
de la ciudad; o serie de familias cuyo nombre
antiguos fundadores
o
pobladores
sea,
un
patriciado de
conocido (veinte, treinta, cuarenta), las cuales se dedican ininterrumpidamente a los mismos negocios, de padres a hijos y, finalmente, consolidan una fortuna sangre.
Son
una
es
posición respetable: forman una oligarquía. Ellos son los que rigen la ciudad, los que defienden sus libertades, y, en definitiva, los que le dan el impulso imprescindible para que triunfe en su empeños. Debajo de estos ciudadanos, que en Barcelona incluso tuvieron un nombre que los definía exactamente (ciudadanos honrados), había el mundo de la gente que se ocupaba en distintos menesteres: los mercaderes, los artesanos y los menestrales. Debe recordarse a este propósito el origen de las palabras artesano y menestral, ahora ya características
y
una
de dos clases sociales distintas: los artesanos
son
los maestros de los ofi-
importantes y gente de cierta categoría social, como médicos, abogados, joyeros y orfebres; los menestrales agrupan al pueblo “menudo”, la gente más humilde de los gremios.
cios más
Ahora bien, este patriciado oligárquico: ¿qué es lo que pretende?, ¿qué quiere hacer con la ciudad?, ¿qué hace con ella? En primer lugar, afirmación patente, sin la cual la burguesía no habría triunla vida, porque la burguesía ha sido combatida diciendo que era
nace con una
fado
en
el
egoismo y pasividad no puede triunfar una clase social que, en definitiva, ha impuesto su carácter a Europa durante ocho siglos. La burguesía triunfó porque supo hacer desde el primer momento del negocio un estímulo, o sea que en la confección de un producto, en la venta del mismo y en la serie de transacciones comerciales, e incluso en el regateo, veía un arte elaborado, una manera de vivir la vida; muchas veces como aventura, muchas veces como placer, muchas otras simplemente como especulación. Pero lo hacía no contando con el
egoista
y
pasiva,
y
con
138
HISTORIA
egoísmo
que derivaba del
ECONÓMICA
lucro,
DE
ESPAÑA
sino sintetizando
de las muchas urgencias vitales. Aparte de esta creación, el negocio
como
en
estilo de
esa
ocupación
una
vida, los burgueses
aportaron a la dinámica social y económica dos características esenciales. La primera, un criterio realista: los burgueses fueron, son y serán los hombres menos aficionados a los mitos, o sea a las grandes palabras,
grandes entelequias,
a
las
y
realizables. Esa realidad
que los
caballeros, los nobles y, también, los obreros cultivan con suma facilidad, porque los burgueses son la gente menos sentimental del mundo, y, por lo tanto, quieren cosas concretas exento de disidencias
no
se
en
traduce
el sentido
en
cierto conservadurismo
político,
y
después en un afán de la burguesía se dio el
innovación económica. Es por esta causa que en primer impulso hacia un continuo progreso técnico. Finalmente, lo que trajo también la burguesía, incluso
económico,
digamos
social,
en
el
terreno
político, fue la tolerancia; porque si ellos eran los representantes oligárquicos de la universidad, del común, no olvidaron, sin embargo, que ese común debía ser para todos. Ellos, después de los griegos, fueron los primeros en comprender que las cosas y
no
en
el social y
de la vida tenían que resolverse manera
que
en sus
negocios
un
forma de convivencia, y de la misma burgués daba su palabra a otro burgués en
según este pacto obraban toda la vida, quisieron que en las relaciones públicas rigiera con ellos un pacto que les obligaba mutuamente, y que de este pacto dependía, para ellos y para quien los mandaba, una cosa y
que
se
llamaba el “bien común”.
Gobierno y administración municipal. — El gobierno de la ciudad fue, desde un principio, delegación del monarca; o sea que todos los privilegios que poseía la ciudad para su gobierno eran concedidos por el rey
(o el señor). Cuando se en
en
el transcurso de los
siglos
XIII
y XIV las
ciudades
poderosas, la tendencia de cada una de ellas fue cunstituirse república totalitaria, en la cual se realizara el gobierno político, social
hicieron
y económico. Este estadio
final únicamente lo alcanzaron las ciudades
italianas y algunas ciudades alemanas. En Francia, en Inglaterra y en España, las ciudades jamás llegaron a un grado absoluto de autonomía.
gobierno de la ciudad correspondía a un sistema sinodal, o sea a un sistema colegiado, por el cual existía un grupo que representaba a la ciudad, y otro grupo, delegado por aquél, para hacer frente continuamente en hacer a los problemas que se planteaban. No podemos entretenernos los distintos una exposición de la teoría municipal medieval y detallar procedimientos que se utilizaron para hacer viable tal sistema. Éste consistió siempre en dos escalones: uno, de representantes elegidos, no por El
EVOLUCIÓN el
DE
LA
ECONOMÍA
URBANA
159
pueblo,
sino por el patriciado burgués, en número de 50 a 100 personas, las cuales eran las depositarias de la autoridad de la ciudad.
Ahora bien, este gobierno rudimentario se transformó a partir del siglo x1v en algo eficiente, marcado por la aparición de la administración pública. En el siglo x1Ir, cuando los intereses de la oligarquía patricia concordaban exactamente
los de la ciudad, ésta asumió una serie de responsabilidades, concordante con su desarrollo económico: urbanismo, empresas exteriores, etc. Todo ello exigía dinero, y el control del dinero provocó el nacimiento de la administración en la centuria siguiencon
fines de la administración ciudadana fueron: coadyuvar a las tade gobierno del Consejo municipal; organizar las finanzas del muni-
te. Los reas
cipio (contadores, recaudadores, depositarios, etc.); impulsar las obras públicas y de defensa (puentes, murallas, canalizaciones de agua); abastecer la ciudad, especialmente de trigo; regular el mercado de consumo; vigilar y ordenar el sistema comercial e industrial. Estas distintas tareas exigieron una especialización creciente y la creación de oficinas municipales en el sentido moderno de la palabra. El impulso vino de Italia y se concretó muy pronto en Cataluña y, a su ejemplo, en los demás territorios de la Corona de Aragón. La ciudad y la
primitiva
pública. el soberano hasta el siglo hacienda
Los impuestos urbanos x1v. Poco a poco, a partir —
fueron detentados por del siglo x1, la ciudad había ido redimiéndose de los impuestos señalados por la Corona y adquiriendo la facultad de crear nuevos tributos o derechos. Es
en
financiera donde realmente radica la imporla Edad Media, y la omnipotencia del patriciado; no
esta autonomía
tancia de la ciudad
en
privilegios municipales,
cacareados, sino en el derecho de tener su bolsa sin fiscalización del Estado. Aquí, en la entraña de la bolsa, era donde se manifestaba la potencia del patriciado burgués. La hacienda pública municipal se nutría de los siguientes recursos: impuestos sobre las propiedades; impuestos sobre las transacciones mercantiles de cualquier tipo; derechos de entrada y salida de mercancías; y, finalmente, patentes de calidad a las manufacturas. Ahora bien, la primitiva hacienda municipal quedó modificada a partir de la primera mitad del siglo x1v por la aparición de lo que hoy se llama Deuda Pública. La ciudad tenía dinero, sus hombres poseían capitales, pero a veces, ante un donativo al rey o ante la necesidad de hacer frente a algún peligro eventual, habían de movilizar en un momento dado importantes sumas en metálico. Como no existían bancos, era lógico que se acudiera al empréstito directo, bien con judíos, bien con personas que pudieran tener dinero líquido. Así nació la deuda flotante, que en el
en
sus
tan
160
HISTORIA
del
transcurso
fue Barcelona
siglo
x1v se
—como
ECONÓMICA
convirtió
veremos
primeras ciudades del mundo
en
DE
ESPAÑA
deuda consolidada. Precisamente
el momento oportuno— una de las donde se hizo esa importante modifi-
en
en
cación. La crisis del
siglo XIV
y el estancamiento
a
urbano del sislo XV. los siglos XII, XIII y XIv.
—
El apogeo de la ciudad medieval corresponde En esta centuria sobreviene una crisis demográfica profunda (a la Peste Negra); pero al mismo tiempo, parece que todo lo
causa
de
que rodea
al mundo
burgués
fase,
de decadencia, sí de estancamiento. Hasta ahora se había creído que el Renacimiento en Italia había surgido en un momento de economía trepidante. Hoy se sabe que el Renacimiento se hizo con los grandes capitales acumulados en el
siglo
entra
en
una
si
no
etapa en que nadie sabe o se atreve a emplearlos. Esta profunda decadencia del espíritu de riesgo en la burguesía de las grandes ciudades mediterráneas, se demuestra por la falta de inXiv,
en
una
ventiva técnica: por la desviación del proceso de inversión de que
van
a
hacen los
parar
no
burgueses
capitales, bonificación del campo (como
al comercio, sino a la de Barcelona, que retiran
comerciales para bonificar el Pla del compra de rentas públicas.
su
Llobregat
dinero de las empresas y la Maresma) y a la
Por otra parte, a fines del siglo x1v se produce una paralización repentina de los negocios, que produce graves crisis económicas y deter-
el cambio de signo de la coyuntura, que pasa de una fase de prosperidad a otra de contracción. El momento crucial en toda Europa mina
corresponde
al año
1381, primera fecha
cierta que poseemos para los
cambios de coyuntura de gran alcance. Consecuencia de esta crisis de las ciudades: el pueblo no está contento. Los humildes, los artesanos, que consideraban el patriciado burgués como la encarnación misma de la ciudad, que veían en él el presporque afirman que
defraudados, y quieren gobernar la oligarquía patricia sólo se ocupa de sus intereses
privados.
nacimiento de
tigio de la urbe, De
se
aquí el
consideran ahora
una
corriente democrática social que
violentas convulsiones políticas en Italia, Flandes y Cataluña. Estas convulsiones forman la urdimbre del siglo xv, tanto más cuanto que se mezclan con las ambiciones de la aristocracia y los antagonisse
traduce
en
confesionales. En España, por ejemplo, el conflicto social inmediatamente en la matanza de judíos de 1391.
mos
se
tradujo
palidecer la estrella de las grandes ciudades medievales, hasta convertirlas, a fines del siglo xv, en un pálido reflejo de lo que habían sido un siglo antes. Estas circunstancias hicieron
15
patriciado urbano Demografía y estructura social
La economía del
catalán.
demográfica de Cataluña, Valencia y Baleares antes de la Peste Negra. — En la demografía de los últimos siglos medievales se registra un factor importantísimo que sirve de bisagra para diferenciarla. Este factor es la Peste Negra, desarrollada en varias oleadas durante la segunda mitad del siglo xv. Existe un período anterior y otro posterior a esa gran calamidad, que representó para toda Europa un cambio importante en su estructura demográfica. El comienzo de una nueva era, a partir del contagio, es expresado claramente en los documentos de la época. Antes de 1348, en que dio comienzo la epidemia, la población de la Península Hispánica, como la del resto de Europa, se halla en una fase muy favorable, de continuo y progresivo aumento. Pese a la escasez de los datos, los que se han podido conocer permiten sugerir que en las dos centurias transcurridas entre 1130 y 1340 la población española casi duplicó. Este fenómeno sería comparable al sensacional avance alcanzado en el siglo XIx, y debería relacionarse con la primera gran batalla ganada a la mortalidad. Parece, en efecto, que la época de la Revolución comercial coincidió con un alargamiento de la vida humana. Las pruebas aportadas por los antropólogos son muy sugestivas, aunque insuficientes, en este sentido. Basándose en el estudio de los cráneos, han conseguido rehacer para distintas épocas la distribución por edades de los muertos Estructura
adultos:
ñ— H.a
ECONÓMICA
DE
EsSPAña
162
HISTORIA
ECONÓMICA
Neo-encolíticos
Años
Hispanorromanos
16,5 57,2 24,1 2,0
18,1 429 22,0 16,8
...
.
....
Tora.
ESPAÑA
(Levante español)
13-20... 2-40... 41-60... Ol-... .
DE
100
.
Judios del siglo X111 (Burcclonna)
12,2 31,6 28,5 27,5
100
100
Esta estadística señala muy claramente las posiciones ganadas con el transcurso del tiempo por los grupos de más edad. Baste insistir en el aumento de los sexagenarios, casi inexistentes en época prehistórica y
superando la
cuarta
aceptar la idea de
parte da la población adulta
una
decisiva
en
el
siglo
prolongación del ciclo vital
en
xIIr, para
los comien-
de la Baja Edad Media. A partir de entonces, la criba sólo se realizaría en la base de la pirámide demográfica, cuyo primer eslabón (de 0 azos
13
años) continuarían superando únicamente la mitad de los nacidos.
El éxito de la lucha contra la mortalidad infantil
Aparte las ganancias conseguidas
es
de nuestros días.
por el proceso que acabamos de
describir, la población
de la Corona aragonesa aumentó por la incorporación de los territorios reconquistados a los musulmanes. Ahora bien, este
hecho
no
debe reducirse
a
una
visión
estática,
porque existe
una
doble
emigración musulmana hacia el Sur y repoblación cristiana. Calculando aproximadamente el resultado demográfico de este doble proceso, podemos decir que después de las conquistas del siglo XIII, se incorporan a la Corona de Aragón 150.000 almas, cifra bastante considecorriente:
rable.
primer censo, realizado muy poco después de la embestida inicial de la Peste Negra, y haciendo los ajustes necesarios, resulta que hacia 1348 Cataluña contaría con unos 450.000 habitantes; Valencia y Aragón con unos 200.000, y Mallorca con unos 50.000. Por lo que respecta a la población de Cataluña, debe advertirse Teniendo
en
cuenta los datos del
sería muy diferente de la de un siglo antes —mediados del x111—, lo que contradice, en el caso catalán, la tónica general de incremento. La anomalía es debida a la incesante expansión que la cifra
apuntada
no
demográfica de los catalanes en una época en la que tuvieron que repoblar Mallorca, Valencia y parte de Murcia, y, además, tuvieron que conquistar las islas de Sicilia y Cerdeña, sin olvidar una serie de luchas que les llevaron hasta Grecia y el Próximo Oriente. Esos factores
tivan
el aparente estancamiento de la
demografía vatalana.
mo-
Pero
es
relativo, promovido por causas históricas que dispersan, en líneas generales, su población por el Mediterráneo Occidental. De esta población hay que segregar a los JUDÍOS. No se sabe exacta-
un
estancamiento
EL
PATRICIADO
CATALÁN
URBANO
mente el número de hebreos existentes
en
163 el
la Corona de
Aragón
en
la
Edad Media, pero cálculos aproximados permiten darnos cuenta de lo que representa esa masa de población activa, artesana, comercial, cuyo peso en la actividad global era muy notable, porque regulaba o intervenía la vida económica y científica del país. Se calcula que los judíos formaban el 6,5 por 100 de la población total de la Corona de Aragon, porcen-
taje superior al de Castilla. A mediados del siglo xII1 esa población se distribuía de la siguiente manera: 25.000 judíos en Cataluña; 20.000 en Aragón; 10.000 en Valencia y 5.000 en Mallorca. Se trata de cifras importantes: los 5.000 hebreos de Barcelona, por ejemplo, sumaban la séptima parte de todos sus pobladores. Otros calls notables eran los de Gerona, Besalú, Cervera, Montblanc, Tortosa y Perpiñán. En Aragón, la mayor concentración de judíos se hallaba en las ciudades de Zaragoza, Calatayud, Tarazona y Huesca. Se desconocen todavía los efectos precisos de las matanzas de 1391 sobre la población judía. Las cifras se han exagerado enormemente. Estudios documentales revelan que apenas murieron el 5 por 100 del total, aunque en casos concretos (Barcelona, Palma de Mallorca y Gerona) las
cifras dan
proporción menor. ¿Qué se hicieron, pues, de esos 50.000 judíos que existían en la Corona de Aragón, después de las matanzas de 1391? Gran parte se convirtieron y otros continuaron habitando los calls judaicos, especialmente en las zonas más favorables, como Aragón. A fines del siglo xv, o sea en el momento de la expulsión, poblaban seguramente la Corona de Aragón 30.000 judíos. Igual cifra se da para la población conversa. Otro nivel demográfico lo constituyen los mudéjares, o sea los moros sin convertir, que trabajaban el campo, en las zonas del Bajo Aragón, en la Baja Cataluña, y especialmente en Valencia. En este reino la población mudéjar a fines del siglo xIV era dos tercios del total; en Aragón el 35 por 100, y en Cataluña representaban una ínfima parte, aproximadamente el 3 por 100. una
La Peste
del
siglo
xIv,
nica. Es
una
caravanas.
Negra se
y
sus
consecuencias
extiende por Europa
una
demográficas. — A mediados gran epidemia: la peste bubó-
epidemia que va siguiendo la ruta de los barcos y de La sufren especialmente los grandes puertos y las zonas
las del
litoral. Cada barco que zarpa de los puertos del Próximo Oriente lleva consigo el peligro. De Alejandría y Constantinopla pasó a los puertos de Italia y de ellos se desparramó por toda Europa. La costa mediterránea se
vio atacada por la peste desde 1348.
En Cataluña el
contagio llegó
como
remate de
un
hambre iniciada ya
164
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
primer” de las crónicas, lo que podría explicar su especial virulencia en la región. Es imposible cifrar el número de bajas producidas, que algunos cronistas hacen ascender a las dos terceras partes de todos sus habitantes, cifra evidentemente exagerada, pero no en
1333, “lo mal
any
hasta el punto que permite suponer una perspectiva actual. Con sorpresa se ha descubierto, en efecto, que en tres núcleos urbanos (Albi, Castres,
Millan) cel
vecino Midi
cincuenta por cien de
francés, la cifra
sus
de muertos por la peste sumó el efectivos humanos. ¿No sería aplicable este
las ciudades de
Cataluña, de características demográficas tan similares a las del país estudiado? En todo caso, los documentos, que no se cansan de aplicar a la epidemia los calificativos más contundentes, aportan detalles muy significativos de la catástrofe. Un corpus de reciente publicación, por la señorita López de Meneses, permite citar entre otros muchos: remisión general de débitos, por falta de contribuyentes; asalto de numerosos calls judíos, a quienes se hacía responsables del desastre; construcción de nuevos cementerios; fusión de las dos subveguerías de Ausona y Ripollés, despobladas por la epidemia, etc. Es preciso destacar, no obstante, que, con ser muy graves, los daños de la primera peste no fueron irreparables. A través de la nueva unión porcentaje
a
de las personas que enviudaron durante su desarrollo —elevada por el rey a norma de una incipiente política demográfica—, la población de
pudo recuperar en el corto espacio de seis años (de 1359 a 1365, fecha del segundo censo) más de 50.000 personas, equivalentes a un aumento anual del 2 por 100. Este aumento significa que la depresión habria sido salvada con rapidez sin la intervención posterior de nuevas incidencias. Pero, como ha observado P. Vilar, la Cataluña librada de la Cataluña
peste se enfrentó con ulteriores dificultades. Tras una invasión de langostas en 1358, que destruyó las cosechas, los rebrotes epidemiológicos que siguieron (en 1362-63, mortaldad de los infants, y especialmente,
1371, mortaldad de los mitjans) asestaron el golpe definitivo a las reservas biológicas del país. Así, los 430.000 individuos de 1365 descendieron a 350.000 en 1378, con una pérdida de 1,2 por 100 cada año. Por otra parte, además del bache demográfico, la Peste Negra produjo, como veremos después, el desquiciamiento de la estructura social, port que la tierra quedó sin poblar y sin cultivar, y fue necesario encontrar en
armazón humana para el cultivo del campo. Los predios rústicos se desvalorizan al faltarles la mano de obra que los haga rendir, y por lo tanto, produzca las rentas que tributan al señor. Esos dos factores
otra
que
actúan de ria que
la economía y en la mentalidad agrala subversión social subsiguiente.
manera
explican
tan
profunda
en
EL
PATRICIADO
URBANO
CATALÁN
16
Decadencia demográfica del siglo XV: causas y repercusiones. — Diezmado en sus capas más jóvenes por la segunda y tercera acometidas de la peste, el potencial biológico catalán estuvo cada vez más expuesto a un nuevo descalabro. De hecho, a partir de finales del siglo xv, el
contagio, unido en círculo infernal con el hambre, la muerte y la guerra (los jinetes del Apocalipsis), reaparecía con ritmo casi cíclico hasta finales del siglo Xvir: en 1375, epidemia en Barcelona y hambre en el Ampurdán; en 1381, epidemia señalada por las crónicas gerundenses, en 1396, huida del monarca por miedo a la enfermedad, que azota a Barcelona; en 1397, epidemia en el campo. Después, peste reconocida en 1410, 1429, 1439, 1448, 1465-66, 1476, 1483, 1486, 1493-94, 1497... El resultado de este impacto permanente de la peste fue el estancamiento demográfico, a un nivel absoluto muy bajo. Ciertamente, desde comienzos del siglo xv se observa una recuperación demográfica en algunos territorios de la Corona de Aragón. Pero muchos ya no pudieron
biológica. Éste fue el caso de Cataluña, donde a las secuelas de la Peste Negra se unieron la decadencia comercial, las emigraciones mediterráneas, las sublevaciones y gueras de los payeses de remensa y la revolución contra Juan II (14621472). Buen número de catalanes se establecieron entonces en Valencia o Mallorca. Las cifras comprueban este ritmo adverso: Barcelona contaba 50.000 habitantes en 1340, 38.000 en 1359, 20.000 en 1477, y despues se recupera en 1497 con 28.500; Perpiñán, de 18.000 a 15.000; Gerona, 7.000 a 4.500, etc. Todas las ciudades de Cataluña, con muy pocas excepciones, pierden en capacidad demográfica. En términos generales el “fogatge” de 1497 da exacta cuenta de la decadencia del país. En esta fecha Cataluña contaba con unos 278.000 habitantes, lo que significa que en el transcurso de un siglo y medio había perdido del 35 al 40 por 100 de todos sus pobladores. En Aragón, donde el ritmo es más normal, porque es un país interior que no vive la epidemia con la intensidad de Cataluña, el proceso demográfico no sufre este brusco retroceso; pero tampoco se aprecia el auge claro del siglo x1v. De 1429 a 1496, la población aragonesa pasa de 200.000
desandar el fatal camino de la decadencia
a
250.000 habitantes. En Valencia
mezclan los dos procesos: auge y decadencia. De un lado toda la zona marítima se ve afectada por la Peste Negra, y, por lo tanto, hay grandes estragos y un descenso de la población; pero, en cam-
bio,
se
determinados lugares, como en la ciudad de Valencia, donde se concentran los catalanes emigrados por la guerra y en donde la agricultura y el comercio hallan desde comienzos del siglo xv un ambiente paren
ticularmente favorable, la
curva
registra
un
alza de 40.000
a
75.000 habi-
166
HISTORIA
tantes en
el transcurso de
ECONÓMICA
unos
70 años
DE
ESPAÑA
(1418-1483).
Es
uno
de los
aumen-
espectaculares de población, no solamente en España, sino en toda Europa en el mismo periodo. En cambio, otras ciudades decaen. Por ejemplo, Alcira, que, según Roca Traver, se había reducido de esta forma: en 1418, 8.000 habitantes; en 1461, 6.000; en 1473, 4.500; en 1483, 2.500. Caso análogo es el de Burriana. En líneas generales —y ese es un problema muy importante— la merma del potencial demográfico de la Corona de Aragón en el siglo xv es la causa fundamental de su desaparición como Estado independiente en la gran constelación de los del Renacimiento. La Corona de poderes en el Aragón, siglo xv, se halla en situación de inferioridad ante una Francia superpoblada para aquel tiempo y una Castilla que con seis o siete millones pesaba decisivamente en la balanza de la paz y de la guerra (a finales de la centuria, la población de Cataluña no alcanzaba el 4 por 100 dentro del conjunto hispánico). La amenaza del reparto del territorio entre Francia y Castilla impulsó a los reyes aragoneses a aliarse con los castellanos, de cuya rama principal había salido la dinastía. Desde el punto de vista económico, la decadencia demográfica desorganizó el consumo y la producción y fue causa del establecimiento de inmigrantes extranjeros en el país. tos
más
inmigración extranjera: las colonias italianas y el comienzo de la inmigración francesa. — El estudio sobre la inmigración extranjera en la Corona de Aragón está únicamente iniciado; por lo tanto, no podemos precisar cifras, sino presentar un esquema general de conocimientos que nos dé el punto de partida de la gran oleada de inmigración posterior del siglo xvi. Los datos que hasta ahora tenemos nos revelan que la inmigración extranjera, de raíces muy remotas, adquirió notable importancia en el momento en que los judíos perdieron influencia en las ciudades y en que la Peste Negra despobló el campo. Estos dos grandes factores demográLa
fico-económicos promovieron de un lado el establecimiento de los italianos en las ciudades; de otro, de los gascones del Sur de Francia en el campo.
La primera noticia sobre la presencia de italianos en Cataluña parece remontarse a su colaboración en la reconquista de Tortosa (1148), en
dejaron establecida una colonia de mercaderes. Más tarde, a finales del siglo x1v los italianos colonizaron profusamente el litoral catalano-valenciano. Fue decisiva en este sentido la pragmática del año 1402, dada por Martín el Humano, permitiendo su establecimiento y negocio en todas las ciudades del reino. Los genoveses se afincaron especialmente cuya ciudad
EL PATRICIADO
en
Tortosa y
importancia, tuvieron con
milaneses,
los
barda hallaron aunque
no
mientras los
Valencia,
en
una
que
en
CATALÁN
florentinos,
notable colonia
en
167 que les
siguieron en Barcelona. Se codeaban aquí
agentes de la gran banca internacional lom-
como
hueco para sus negocios. En resumen, de cifras, hemos de creer que la colonia italiana
Cataluña
dispongamos
URBANO
un
sobre todo, muy rica. A principios del siglo xv comparecen también los alemanes. Tampoco han sido éstos objeto de estudio particular, a pesar de que se han escrito en
Barcelona
era
nutrida, eficaz
y,
Cataluña. En general, tendían un puente económico con la Alemania del Sur, entonces en un momento de franco auge humano. Sabemos que en tiempos de Alfonso el Magnánimo pagaban un derecho especial junto con los saboyanos. La asimilación de los alemanes a estos últimos, no hace más que confirmar libros
su
profundos
y macizos
sobre
su
comercio
con
característica mercantil.
cambio, los inmigrantes franceses no eran comerciantes y hombres de dinero, sino pastores y agricultores. El fenómeno del comienzo de la inmigración francesa se explica recordando la unidad del mundo pirenaicc y el superior despoblamiento producido en Cataluña por la Peste Negra. Los gascones bajaban con los rebaños hacia el Sur y allí veían que las tierras estaban en barbecho y los mansos deshabitados (masos ronecs). Entonces el pastor se convierte en campesino. De esta manera se desencadena el proceso que culminará en el siglo xvi con la profunda inmigración francesa en Cataluña. En
Debemos hacer notar el radicalismo de esta
los profundos
con
el
masa
país, desarraigados de
su
forastera. Sin víncu-
patria, los gascones
contribuyeron a aumentar la subversión social en el campo de Cataluña. Algunos de ellos intervinieron como jefes de la sublevación remensa; otros fueron cabecillas de las partidas de bandoleros que infestaron el Principado desde estos años. La evolución social: el
problema
de los
remensas
y del artesanado
La inestaCataluña; ciudadanos y “forans”” en Mallorca. bilidad demográfica, acompañada del colapso económico, provocó en el siglo xv movimientos sociales de gran amplitud en Cataluña y Mallorca. Valencia no los experimentó porque los moros, que conservaban su religión, vivieron en un mundo cerrado, impermeable, la serie de convulsiones producidas por el estancamiento económico y demográfico.
urbano
en
—
La teoría clásica sobre la evolución social agraria en Cataluña sostenía que, a consecuencia de la ocupación de grandes territorios, se había ini-
ciado
a
partir del siglo
xI1I un
proceso
los siervos del campo. Esta teoría
se
ininterrumpido de liberación de
ha demostrado errónea. Por el
con-
168
HISTORIA
DE
ESPAÑA
toda Europa se nota que en los últimos siglos medievales existe segunda servidumbre de la gleba. Porque mientras el campesino no
trario, una
ECONÓMICA
en
lugares a donde huir, no fue necesario montar una legislación para sujetarle al predio; sólo cuando ve una posibilidad para marcharse de la tierra e ir a una ciudad donde encontrará cobijo, interesa a los señores convencer a los poderes públicos para que decreten la inamovilidad de los
tuvo
cultivadores.
primera legislación represiva dictada en Cataluña sobre los campesinos fue la Constitución de Pedro el Grande en las Cortes de Barcelona del año 1281, titulada “Com per lo Senyor”, por la cual se prohibía a cualquier payés abandonar el campo sin el previo pago de su redención. Los progresos realizados a partir de este momento debieron ser considerables, puesto que abundan los testimonios de transformación de La
mansos
libres
en mansos
procedimiento
“cabrevación”, sea, el reconocimiento de la situación de cada de sus propiedades, que hacían a su ventaja, según sus intereses.
de la una
serviles. Los señores utilizaban el
o
grandes epidemias que estallaron a Peste Negra diezma la población del campo, y entonces, a los señores no les queda más remedio que arrendar los mansos a los supervivientes. Se constituyó así una clase quedó interrumpido mediados del siglo x1v. La
Pero este mecanismo social
por las
de campesinos que a la vez llevaban tres o cuatro mansos y se beneficiaban de los tipos muy bajos de arriendo, ya que los señores cedían fácilmente ante la súbita escasez de la mano de obra. Al mismo tiempo el movimiento inflacionista de los
precios,
que
se
hace notable
a
partir
de 1370, favorece al campesino al convertir en óptima la relación “pago de rentas-ventas de productos”. Por esta causa, el payés que sobrevivió a las sucesivas arremetidas de la Peste, se hizo rico en pocos años. Desde 1380 aparece un payés acomodado, tipo kulak, pero con la agobiante contradicción de que, teniendo más dinero, se hallaba más sujeto a la gleba que sus antecesores, porque la legislación imperante le equiparaba a
los colonos
romanos.
Los campesinos ricos, que sentían en carne viva lo aflictivo de su situación legal y eran capaces de un movimiento social de fondo, buscaron apoyo en los juristas, o sea, en los medios liberales de la Corte, y en los notarios, educados en las normas contractuales de la libertad humana. Unos y otros formularon, a partir de fines del siglo xIv, una serie de reivindicaciones. Estas demandas, por las cuales lucharán los payeses de
siglo xv, hasta verlas reconocidas en parte en la Sentencia Arbitral de Guadalupe (1486), son de dos clases: primera, las manifestadas por los campesinos ricos, quienes deseaban que se su-
remensa
durante todo el
primieran los malos
usos,
se
abolieran
una
serie de abusos señoriales y
EL
PATRICIADO URBANO
decretara la extinción de la
se
régimen feudal
vivencia del
propiedad útil de la
en
tierra y
remensa
cuanto el
podía
CATALÁN
personal,
169
pero admitían la super-
campesino gozaba del derecho de
arrojado de ella
por el
propieAl titulado. rico le interesaba perpetuar los tipos campesino o renta de manera indefinida, ya que con un arrendamiento a no
ser
tario directo
de
censo o
largo plazo, podían esperar sensibles mejoras en su condición económica. La segunda corriente la representaba el ala radical de los remensas, los cuales querían, pura y simplemente, la anulación del censo que pagaban a los señores y la apropiación de la tierra que trabajaban. La lucha fue cruel
partir del 1462. La primera revuelta remensa verdadera conmoción de tipo político, a cuyo remolque a
engendró una siguió la conmoción urbana y se organizó el gran aparato de la revolución catalana del siglo xv. El problema no quedó resuelto con el fin de la guerra, necesitándose, por el contrario, un segundo alzamiento, en tiempo del Rey Católico, para que el ala conservadora de los payeses de remensa lograra la liberación de éstos por la famosa Sentencia Arbitral de Guadalupe de 1486. Los payeses que fueron liberados a fines del siglo xv eran unos 50.000. Esta cifra, que representaba la sexta parte de toda la población catalana, permite calibrar la importancia que aquí tuvo la supresión de la servidumbre de la gleba. Desde entonces no ha existido agitación agraria catalana hasta la época presente, con el problema de los “rabassaires” y aparceros. Eso quiere decir que la solución dada en 1486 fue una solución ajustada a las exigencias coetáneas del campo catalán. En cuanto
los
problemas
de los ciudadanos, la misma inquietud que da entre las clases bajas urbanas a partir del
el campo se año 1430, y no solamente en Barcelona, sino en todas las ciudades de Cataluña, Valencia y Mallorca. El programa de ese movimiento es el sise
observa
a
en
guiente: la oligarquía ha conducido las ciudades
la miseria; debe pues dar mayoría en su seno
a
excluírsela del régimen municipal o por lo menos a los artesanos y los humildes. Es necesario establecer cionista que
garantice el trabajo
devaluar la monedae ir el
sistema protecpara todos. En tercer lugar, es necesario un
la inflación para aumentar el consumo y con el Salvo la gran distancia de tiempo, estas ideas tienen a
trabajo. un marcado cariz socializante, porque siempre la subida de las clases bajas ha ido acompañada de un sistema proteccionista de garantía social, para combatir la oligarquía, que quiere un sistema económico menos traconsumo
bado por las autoridades. Tales reformas provocaron en Barcelona grandes disturbios políticos. La ciudad se dividió en dos bandos: la “biga”, o partido aristócrata, y la “busca” o partido popular. Su luchas condujeron, junto con las agitaciones remensas, a la revolución catalana del si-
glo
xv.
En
realidad, el problema
no
quedó resuelto
entonces. La falta de
170
HISTORIA
oligarquía
valor de la sanas
ECONÓMICA
para defender
ESPAÑA
intereses y el de las clases arte(como en el caso de los payeses),
sus
imponerse a la oligarquía el juego terminara en tablas, provocando
para
hizo que
DE
por
esa
social, del cual la ciudad de Barcelona, Cataluña, debían padecer en el siglo xvi.
un
estancamiento
En cuanto
a
Mallorca, la lucha fue
una,
o
sea
y
que allí
misma razón con
se
ella toda
mezclaron
reivindicaciones artesanas y reivindicaciones de los campesinos, llamados “forans” o forenses. De manera más drástica que en Cataluña, el poder del Estado terminó
garquía
Mallorca,
de
agitación (1451-1454) dirigida contra la oliseguramente hubiera provocado un beneficioso
con una
que
cambio de la estructura social de la isla. Fueron necesarias las tropas enviadas por Alfonso V desde Nápoles para liquidar la revuelta en que ardía toda la los
censos
de éstos
isla, y que exigía, como razón preferente, la reducción de que pagaban los forenses a los ciudadanos y la intervención
en
el
gobierno
de la ciudad.
Decadencia de la aristocracia feudal y aparición del “entrepreneur” renacentista. En estas condiciones, se comprende que a lo lar—
siglo xv la aristocracia feudal fuera declinando notablemente en la Corona de Aragón. El ejemplo más típico lo ofrece Cataluña. Leyendo las crónicas contemporáneas, como la de Monfar, puede comprobarse que las doscientas grandes familias que existían en 1414, quedaron reducidas a diez o doce a fines del siglo xv. Esto fue debido a tres factores: primero, a la crisis económica; después, a la devaluación de la moneda, y, por último, a la sangría demográfica. Este último motivo se relaciona con la participación de la nobleza en la lucha por la adquisición de Sicilia y Cerdeña a fines del siglo x1v y principios del xv. Muchos nobles murieron en aquellas tierras; hubo familia, por ejemplo, que dejó los hijos, unos en Cerdeña, otros en Sicilia, algunos en el Norte de África y otros en Almería o en las costas de Málaga. Si a ello añadimos que en el transcurso del siglo xv las rentas fueron para los señores algo imperceptible, porque desde la sentencia interlocutoria de Alfonso el Magnágo del
solo sueldo de los payeses en Cataluña —y ello quiere decir que toda la economía aristocrática, basada especialmente en la agricultura, se vino abajo—, se comprenderá que a fines de nimo de 1455 nadie cobró
un
subsistir, tuviera que acudir a extremos desesperados, como se prueba consultando la documentación de los archivos de protocolos de Barcelona. Sólo quedaron, pues, unos doscientos o trescientos nobles de segunda categoría, que vivían muy mal, peleándose continuamente, con lo que dieron origen al fatídico bandolerismo catalán del siglo xvi, y por encima de ellos unas cuantas grandes familias,
la centuria
un
noble,
para
EL
PATRICIADO
salvaron del desastre, afortunada de patrimonios familiares y por
muy pocas, que
en
CATALÁN
URBANO
se
Sicilia, de donde pudieron
arrancar
o
su
171
bien por la incorporación afincamiento en Cerdeña o
pingies rentas,
o
bien por
su en-
tronque con la familia real reinante; tales los condes de Cardona, Prades, Módica y Pallars, los vizcondes de So y Castro, el barón d'Erill, etc. Por esta fausa, se desplomó en Cataluña el andamiaje aristocrático que había de hacer la fuerza de Castilla
sustituyera. Quizá hubiera existido volución de 1462 en
pleno
no
una
hubiera truncado
el
una rama
desarrollo: la de los llamados
renacentistas. Hubo familias de
siglo xvi, sin que nada lo posibilidad importante si la reen
de la nobleza que estaba
“entrepreneurs”
caballeros,
como
comerciar y dedicarse al
empresarios los Requesens de Soler, o
préstamo de dinero. Pero estos casos fueron pocos; y no porque no cundiera el ejemplo, sino porque la guerra civil de 1462 truncó las posibilidades de difusión de un tipo humano que en Francia, en Italia, en Alemania y en Inglaterra iba a encarnar el gran aventurero, el gran empresario comercial del siglo xvi. que
supieron piratear,
16
La economía del
catalán.
Trabajo
patriciado urbano e
industria
organización. — Es una verdadera lástima que no poseamos una historia de la agricultura referente a un país esencialmente agrícola cual lo fue, con la salvedad del litoral, la Corona de Aragón en la Edad Media. Sólo tenemos, de hecho, un catálogo de producciones, pero no sabemos el valor que alcanzaron, ni la relación directa del hombre con la tierra a través del trabajo. Las presentes líneas sólo son un atisbo de lo que debió ser el trabajo agrícola y su organización en los siglos XIII, XIV y xv. En primer lugar, la técnica no cambió substancialmente, excepto a lo largo del siglo xv, cuando la burguesía invirtió sus rentas en el campo y aportó a su cultivo un nuevo espíritu. Continuó, por tanto, prevaleciendo la rutina romana, e incluso la prerromana, y los hábitos germánicos desarrollados en tiempo de los visigodos. Por esta causa, la mayoría de los útiles de labor, como las hoces y los trillos, continuaban armados de piedras duras, siendo carísimos los labrados en metal. La organización de la agricultura se cifraba en la entidad autárquica del mas o manso, o bien en la alquería, en las regiones aragonesas y valencianas. En el manso existía una pieza principal llamada capmas, alrededor de la cual se disponían los cultivos. Los principales, en Cataluña y Aragón, eran los cereales: el trigo y la cebada. Después, la vid y el olivar. En Valencia y en ciertas partes de Cataluña, se cultivaba el arroz y, también, en algunos lugares el azafrán, que era un producto de exportación muy estimado. Los cereales abundaban sobre todo en la región aragonesa y en la zona de Urgel, y estaban en íntima relación, a través de los afluentes del Ebro, con el gran puerto de exportación de la coEl
trabajo agricola
y
su
EL
PATRICIADO
CATALÁN
URBANO
173
Tortosa. La vid
adquirió singular desarrollo, siendo muy numerosos los contratos de plantaciones a partir del siglo x1v, verificados al estilo de lo que después se llamó “rabassa morta”, o sea contrato por el cual el colono se beneficiaba del suelo, por arrendamiento duradero hasta tanto viviera la cepa que él plantó. Este proceso de roturación del campo alcanzó excepcional desarrollo en la Cataluña moderna. En cuanto a las faenas del campo, son, según los documentos, las mismas que conocieron nuestros antepasados, de hace dos o tres generaciones: batudes, podades, femades, segades, trajines, esto es los trabajos de batir, podar, abonar, segar y transportar. Tales fueron las principales ocupaciones de aquellos hombres que estaban sometidas a un régimen de trabajo rutinario y de sol a sol. marca, que
Hay rencias
cola
era
los documentos aparecen muy a menudo refeanimales estabulados, por lo cual podemos definir ese tipo agrí-
que notar que a
como
una
en
combinación de la
agricultura
extensiva
con
ganadería
menor.
cambio, en las huertas aparece un evolucionado, que está en relación
En más
nuevo
tipo de agricultura mucho
la técnica alcanzada por los directos, o sea los mudéjares.
con
musulmanes y heredada por sus sucesores El principal problema de las huertas fue el
aprovechamiento de aguas y, en este aspecto, es sin duda de aquella época la difusión de un régimen de regadios, cuyo ápice, en Valencia, lo representa el llamado Tri-
bunal de las Aguas, del cual
no se conservan
actas. Era
tribunal que suscitados por
un
sigue resolviendo, al momento los problemas el reparto de las aguas de riego entre los beneficiarios del
resolvía,
y
campo por el patriciado Desde fines del siglo x1v, la burguesia invierte capitales en la urbano, bonificación del campo. No vamos a discutir ahora si este proceso es an-
Consecuencias
de
la
campo.
bonificación
del
—
terior al de la decadencia
comercial,
o
bien si la decadencia comercial
lo impone; el hecho es que poseemos documentos y pruebas fehacientes de que desde la época indicada la burguesía adquiere una serie de patri-
rústicos, agricultura. monios
a
través de los cuales
se
interesa cada
vez
más
en
la
Podemos suponer que la posesión de estos patrimonios por parte de la burguesía, se verificó en tres etapas: en la primera, se adquirieron torres
placer,
los alrededores de las
principales ciudades, respondiendo a este entusiasmo por la Naturaleza que es característico del siglo xv en buena parte de las ciudades provenzales e italianas. Esta fase condujo a la segunda, o sea a la adquisición de tierras durante la etapa inicial de de
en
.
174
HISTORIA
ECONÓMICA
la crisis de los negocios. La tercera fase beneficios en las rentas del campo.
DE
se
ESPAÑA caracteriza por la busca de
Las consecuencias de este proceso fueron las siguientes. Primera, de orden técnico. La tendencia a la racionalización de los cultivos para obtener
de
un
el mejor
atisbo,
aprovechamiento
de los mismos. Sólo
se
trata, desde luego,
pero este inicio conducirá más adelante al formidable flore-
agricultura en determinadas regiones, especialmente en el Norte de Europa. Segundo, de orden agrícola; el aumento de la superficie cultivada, especialmente por el desecamiento de las marismas. En este sentido es singularmente notable la desecación de las regiones cercanas a Barcelona, como el Llano del Llobregat y el Maresme. Tercero, de orden social; la burguesía se transformó en propietaria de tierras libres y también serviles, con lo que enlazó sus intereses con la aristocracia. De esta manera no cabe sorprenderse de que a finales de la época del Rey Católico, la ciudadanía honrada adquiriera los mismos privilegios que la nobleza de segunda categoría y que ésta fuera admitida en el gobierno municipal, como uno de los miembros del patriciado urbano. cimiento de la
El
trabajo
artesano. — Hasta
tarias de lo que
era
el
trabajo
hoy sólo teníamos
artesano
en
noticias
fragmen-
los últimos
siglos medievales del siglo xvIIr Anto-
los estudios del que fue ilustre economista nio de Capmany. Ahora, en cambio, gracias a las investigaciones de Pierre Bonnassié poseemos una idea más concreta, y en muchas partes debidas
a
fue el trabajo en Barcelona. El trabajo se organizó en forma urbana y corporativa. Esto quiere decir que la ciudad tuvo la última palabra en cuanto a la organización del mismo y que la corporación definió las condiciones de trabajo reali-
nueva, sobre lo que
zadas por la comunidad. En cuanto a los trabajadores,
hay
que afirmar que
en
el ámbito de la
municipal únicamente se conocieron dos tipos: los maestros y los aprendices. En primer lugar veamos el MAESTRO, o mestre. Era condición esencial para alcanzar esta categoría la de “parar obrador y haver senyal”; esto comunidad
es, tener tienda abierta y reconocida y poseer
El primer requisito
se
relaciona
con
la
una
prohibición
marca
del
de fábrica.
trabajo
a
domi-
registró en el siglo xv, cuando en los primeros intentos de concentración capitalista en manos de individuos emprendedores, se quiso evitar todo atentado a la organización corporativa del trabajo. En cuanto a la marca de fábrica, o sea a la señal, era transmisible por herencia y significaba, por lo tanto, uno de los títulos más estimados por los que, además de ser trabajadores, tenían a gala la perfección en el trabajo. cilio,
que
se
EL
ciones
o
glo
x1v.
bre
se
URBANO
CATALÁN
175
la categoría de maestro era preciso examinarse. se estableció el examen? Se sabe que en Europa, las corporagremios empezaron a emplear el examen a mediados del si-
Para ingresar
¿Cuándo
PATRICIADO
Barcelona,
En
generalizó
sistema de
decir que inevitable
en
cita por
1430 y fue el de los tintoreros
el transcurso del
como
1389; luego esta costum1462. El último gremio en adoptar el primera
vez
entre
examen en
se
siglo
xv
medio de establecer
un
pruebas de
en
1497. Por lo tanto, podemos el examen de maestro se hizo en
negocio
artesano
en
Barcelona.
de dos clases: de
capacitación y riqueza. La primera demostraba la aptitud y el aprovechamiento de los artículos, es decir, la capacidad técnica de un aspirante para llegar a ser mestro. Sin embargo, esta prueba no era exigible en todos los casos. A veces, como por ejemplo entre los barqueros, el examen consistía en una simple inspección sanitaria para comprobar si el solicitante gozaba de buena salud, lo que se consideraba tan importante como la habilidad en manejar los remos o en disponer las mercancías en las barcas. En cuanto al segundo extremo, la riqueza se presumía mediante el pago de derechos Las
examen eran
“stock” de mercancías. El pago de derechos fue, seguramente, anterior al examen calificativo. A través de la coordinación del trabajo, en los últimos siglos medievales se llegó a fijar una o
bien la acumulación de
un
exámenes; tasa que era mayor o menor según la impordel gremio. Había algunos, como por ejemplo el de los joyeros, en
tasa para estos
tancia
elevada que era casi exclusiva. Otro caso lo ofrece el importante gremio de los coraleros, los cuales debían poseer un “stock” de coral para pasar el examen calificativo. Estas pruebas tenían un asque la tasa
era
tan
pecto discriminatorio, puesto que más que los
naturales;
actividades técnicas
e
esta
manera
nefasto para el futuro desarrollo de las industriales de los gremios. ser
conjunto, la organización de los exámenes fue basliberal. Hubo pocos casos de limitación de maestría (se dio, por
Sin tante
acordó que los extranjeros pagasen los hijos de los maestros solían ser
cambio, de todo derecho, estableciéndose de en
dispensados del pago un precedente que habría de
embargo,
se
y
en
ejemplo, entre los farmacéuticos, que sólo admitían dos nuevos titulares anuales), en tanto que la admisión de créditos para el pago de los derechos de examen permitía, en realidad, que la maestría fuese asequible a muchos oficiales, aunque carecieran de bienes de fortuna. Con referencia al APRENDIZ, llamado en catalán aprenent o mosso, los estudios de Bonnassié nos informan sobre su extracción geográfica y
actividades. Se sabe que el 75 por 100 de los aprendices eran hijos de Barcelona y sólo el 25 por 100 forasteros, de los cuales la mayor parte venian de las diócesis de Gerona y de Urgel, o social y la duración de
sus
176
ECONÓMICA
HISTORIA
ESPAÑA
DE
las regiones pirenaicas más pobladas, y de la de Tarragona. Los extranjeros, o sea los no naturales de Cataluña, eran los menos. En cuanto
sea
condición,
el 60 por 100 eran menestrales, el 33 por 100 mercaderes y sólo el 7 por 100 campesinos, o sea que la artesanía se alimentaba de los mismos artesanos, mientras que era casi imposible la conversión a su
del campesino en obrero industrial. La duración del contrato de aprendizaje
podía
realizar tanto
la ciudad
era
de tres
cuatro
o
años,
fuera de ella, aunque en este caso se tenía que asegurar, por acta auténtica, la duración del trabajo en casa de otro maestro. Los oficios que exigían mayor aprendizaje eran también los más complicados: seis años para los plateros; cuatro años
y
se
en
para los sastres, tintoreros y
como
carpinteros;
en
cambio, los aprendices del
cumplían tres años. El maestro tenía una autoridad completa sobre el aprendiz. Éste no sólo debía prometerle obediencia absoluta en el oficio, sino también en los trabajos domésticos, ya que en los contratos se especifica la fórmula “famulus et discípulus” que tanto textil únicamente
ramo
servia
en
el obrador
en
como
el interior de la
La sumisión
casa.
era
considerable que el aprendiz no podía salir de la casa del maessin su permiso. Los términos del contrato eran, en este caso, clarisi-
tan tro
“absque fuga”,
mos:
Examinemos ahora grupo de
decía
se
trabajadores
a
los
OBREROS
se
que
ellos.
en
fue
propiamente dichos,
constituyendo
desarrollaron y fue preciso abrir primitiva de la comunidad de maestros y éstas
experimentados
más
y los
En el primer grupo,
jornaleros
oficiales, hay
aprendizaje
pleaba cuando
era
y
buscaba
su
vida
necesario para
un
en
que mencio-
los hombres que se Esta gente, que había
eran
a
salido del
la organización para los oficiales
y peones.
los “joves, macips o companyons”, que utilizaban en la Barcelona de los siglos x1V y
nar
aquel
en
aprendices
el de los llamados
en
a
las ciudades cuando
hueco
un
se
en
o sea
xv.
otras ciudades
o
bien
se em-
determinado proceso industrial, señalados, precisamente, por el
lugares públicos, municipo. Sin embargo, en la Barcelona de los siglos XIV y xv, donde la mano de obra no abundaba, fue poco frecuente el espectáculo cotidia-
solía contratarse
no
de
dara
un
maestro
en sus
laba de
en
saliendo
tareas. Se les
palabra;
a
la calle para buscar
pagaba
a veces se
un
jornal,
establecía
En
conjunto, la situación laboral
en
determinados momentos
se
era
una
buena,
produjeron
a un
oficial que le ayu-
generalmente se estipuparticipación en el beneficio. que
pero
no
hay
que olvidar que
conatos de alteración social y
que existieron verdaderas coaliciones obreras.
Así,
en
1419,
en un
pri-
vilegio dado al gremio de los sastres, se prohibe toda coalición de los “jóvenes” al objeto de reclamar aumentos de salario.
EL
En cuanto
a
PATRICIADO
los peones,
se
CATALÁN
URBANO
llamaban
en
177
Barcelona
“bergants
o
ma-
nobres”. La palabra “bergant” quiere decir picaro, por lo que ya nos introduce en la esfera del trabajador no calificado, el cual ofrecía su
fuerza muscular cuando
era
preciso
y
se
reclamaba
su
trabajo. Se utili-
zaban como faquines y barqueros, y se empleaban en las Atarazanas y también en el ramo de la construcción. Los “bergants” se contrataban en la plaza de su mismo nombre, y en general sufrían paro endémico. Este estrato social era, en verdad, el más miserable y aquel en que se reclutaban los elementos más díscolos de la ciudad. los esclavos, los cuales constituyeron, también, un elemento importante en el mundo laboral de la época. Se utilizaban en determinados oficios. En cambio, en otros estaban prohibidos. Los coUna referencia
a
podían utilizar dos esclavos en quisieran, y también los horneros;
talleres; los barqueros, cuancambio, otros muchos gremios
raleros
sus
tos
en
listas. La situación del esclavo fue bastante favorable, pues los maestros se dieron cuenta de que como trabajador forzoso su rendimiento era muy débil; para estimularle, se le trataba como perlos excluían de
sona
sus
libre. De tal
manera
que existían dos
regímenes: el jurídico,
ominoso, y el real, en el cual el esclavo contraba mucho más a gusto. También trabajaron las mujeres. El trabajo femenino no sólo era, desde
luego,
muy
que
se
en-
se
dio
categoría de domésticas, las cuales se contrataban muy jóvenes y vivían, en general, en muy malas condiciones, sino también en distintos oficios. En general, podían llevar un taller e, incluso, aspirar a la maestría. Este trabajo femenino se desarrolló especialmente en el arte textil, pero encontramos casos de mujeres-maestras en otros negocios. en
la
Para ello
era
siempre precisa la autorización del marido.
desarrollaba el trabajo, no eran excesivamente rigurosas. En los documentos que ha podido manejar P. Bonnassié se comprueba que el horario de trabajo se regulaba de la siguiente manera: por la mañana, desde la salida del sol hasta las diez; En cuanto
luego,
un
a
las condiciones
intervalo de tres
en
horas,
que
se
para reanudar la tarea
a
la
una
de la
tarde y proseguirla hasta una hora antes de ponerse el sol. Esto quiere decir que la jornada laboral constaba de nueve a diez horas útiles. En
fiestas, está muy difundido el concepto de que el artesano medieval trabajaba poco, debido al gran número de festividades cívicas y religiosas. En realidad, los documentos hablan de que el artesano trabajaba cuando él quería (o cuando tenía labor en la mano), o sea que no respetaba ni el descanso dominical, ni incluso la fiesta del santo patrón cuanto
a
las
del gremio.
178
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
trabajo. — Hay que distinguir el gremio de la cofradía. Aquél es, esencialmente, una asociación de oficios o de artes, mientras que ésta es la comunidad de los trabajadores de dicho arte unidos para cumplir determinados fines sociales y espirituales. Por esto, la cofradía se distinguió: como organismo político, interviniendo en la vida pública municipal; como organismo militar, facilitando al municipio las milicias urbanas; como instrumento religioso, tributando devoción a sus santos patronos; y, en último término, como organismo de asistencia y previsión social, mediante una serie de providencias que cubrían los principales episodios de la vida de los cofrades desde el nacigremios
Los
como
estructura de
miento hasta la muerte.
La
proyección social de la corporación
vamos
a
ocuparnos únicamente de
su
es
muy
interesante,
pero
aquí
vertiente económica. El gremio
corporación privilegiada, lo que debemos tener muy en cuenta para hacernos cargo de lo que representaba en la vida económica medieval. Sobre todo, establecía una garantía para los consumidores, evitando los productos llamados “sofisticados”, y evitaba la competencia entre los productores. En la salvaguardia de estos dos principios está la vida misera una
de la mentalidad medieval.
ma
reglamentación de trabajo, el gremio se preocupaba, en primer lugar, del reparto de la materia prima; después, de dar créditos a aquellos maestros que no tenían suficiente riqueza para una determinada producción; y, finalmente, de determinar las características técnicas del trabajo, examinando los precios de los productos y la calidad intrínEn cuanto
a
la
de los mismos. En este sentido tenemos que citar una de las organizaciones más importantes de la Barcelona del siglo xv, y sin duda algu-
seca
de los modernos sindicatos: el gremio lanero, que se centraba en la llamada Casa del Pont d'en Campdura, donde se reunían, bajo la supervisión de oficiales gremiales ad hoc, los maestros, al objeto de proceder al examen de las distintas facetas de la producción. na, uno
de los
Allí
controlaba el
se
precedentes
pastel,
finalmente,
el tinte, se contaban los hilos de las reconocía la calidad de los paños de con-
o sea
piezas tejidas,
y,
formidad
los patrones admitidos.
con
se
forestales de importación. La ciudad medieval se había desarrollado a base del mercado, y, comercial por lo tanto, éste constituyó durante siglos el centro de su vida el y económica. Pero a partir del siglo x11I, con la revolución comercial, mercado sufre una evolución notable, pues no solamente desaparece como tal de las grandes ciudades, sino que se especializa, de acuerdo con la El mercado urbano:
productos agrícolas
y
—
permanencia del
consumo
y
el aumento de la
capacidad adquisitiva
de la
EL PATRICIADO URBANO
de la
masa
población.
CATALÁN
179
la aparición de una los distintos problemas suscitados
Este fenómeno coincide
con
magistratura que deberá hacer frente a por los precios, los pesos y la calidad de los géneros vendidos
en
el
mercado.
elijamos el caso de Barcelona. En el siciudad el mercadal, que, como se ha dicho,
Para localizar este proceso,
glo
desaparece el lugar donde
XIII
era
en se
esta
celebraban los mercados
en
las localidades cata-
lanas. Al mismo tiempo se organizan una serie de plazas, generalmente situadas en las inmediaciones del perímetro amurallado urbano, en las
cuales se venden géneros especializados: trigo, vino, pescado, etc. Del mismo modo, los alfóndigos, que habían constituido pieza esencial en los mercados altomedievales, porque allí residían los mercaderes
extranjero y allí depositaban sus mercancías, se extinel trasiego de comerciantes forasteros es continuo y la orga-
que venían del
guen, ya que nización de grandes
lugar aquel
aparecen
albergues colectivos resulta inconveniente. En su los hostales, o sea las fondas típicas de la vida urbana de
momento.
siglo x1v, concretamente en 1339, aparece en Barcelona el mostazaf, magistratura de tipo urbano, derivada del almotacén moro, que se eXpansionó desde Valencia por los distintos reinos de la Corona de Aragón. Como oficial encargado de la vigilancia del mercado, las disposiciones que conservamos del mostazaf en los archivos municipales son muy importantes, ya que nos permiten abordar el estudio de los precios y lo que podríamos llamar coyuntura local en la Baja También
a
mediados del
Edad Media.
¿Cuáles
eran
los
productos
que
se
consumían
en
el mercado interno?
mostazafería, así como del estudio de los impuestos, aparecen del. siguiente modo: vegetales propiamente dichos y derivados (trigo, aceite, vino e higos secos); animales y sus derivados (carne, leche, volatería y dos tipos de pescado, seco y fresco); forestales (leña y carbón). De estas mercancías básicas, muy pocas eran las que llegaban del territorio que circundaba la ciudad. En general, se tenía que acudir al comercio de larga distancia. Eso es verdad, no solamente para el vino, sino también para el trigo y la madera, que son los tres elementos básiA través de los documentos de la
cos
del
consumo
de la ciudad medieval.
ofrecía grandes inconvenientes para su transporte, que solía efectuarse en recipientes de madera (botes, toneles). Para tener en cuenta la importancia del vino en el comercio medieval, basta recordar El vino
que la
no
capacidad de las naves de aquel tiempo se medía por toneles, de donde viene la palabra tonelada. Hay un hecho a destacar en cuanto a
180
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
geografía. A mediados del siglo xiv los vinos mediteráneos, de alta graduación, pierden categoría en el mercado ante la invasión del vino de Borgoña, o sea el vino de baja graduación, muy fino, que se impone a través de la corte de los Papas de Aviñón. El trigo constituía el elemento básico de subsistencia de las grandes ciudades medievales. Por esta causa, uno de los privilegios básicos de éstas era la franquicia para la importación de trigo, e incluso el derecho de apoderarse del trigo que circulara por mar o por tierra, cerca de la ciudad, en ocasiones apuradas. En el caso de Barcelona, donde se conocía con el nombre de “vi vel gratia” (por la fuerza o de buen grado), este privilegio se plasmaba en patentes de corso dadas por el municipio a sus mercaderes para que pudieran apoderarse en momentos de carestía, de cualquier cargamento de trigo. Para que se comprenda todavía más la entidad del acuciante problema del suministro del cereal, añadiremos que, precisamente en la Corona de Aragón, existía un lugar que creció y se impuso gracias al monopolio que ejercía sobre el trigo: Tortosa. Tortosa controlaba la desembocadura del Ebro y, con ella, los grandes centros productores del cereal, o sea Urgel y la depresión del Ebro. Es por esta causa que durante el siglo xIV gozó de una importancia excepcional; ella regulaba el precio del trigo en gran parte del Mediterráneo occidental su
solamente para Barcelona y Valencia, sino también para Génova y Marsella. Como es muy comprensible, las ciudades catalanas, especialmente Barcelona, lucharon para poner coto a este monopolio. En 1398 y
no
Barcelona
adquirió de la bajo Ebro entre Aragón y
cerrar
Pero,
Corona la villa de
que domina el paso del esta medida, pudo abrir
Flix,
y Cataluña. Gracias
a
las puertas del comercio del trigo de Aragón y Urgel. a pesar de estas medidas, las oscilaciones de la producción tri-
menudo, a compras al extranjero, sobre todo en Sicilia. Eso dio lugar a un negocio fabuloso, del cual surgió la administración hacendística municipal, al objeto de financiar los empréstitos necesarios para tales importaciones. El comercio del trigo fue una de las causas del descrédito del gobierno oligárquico guera
eran
tan
marcadas,
que
se
recurría,
muy
a
ciudades, porque a través del mismo los prohombres se arruinaron moralmente, ya que traficaron de tal manera, que no pudieron después responder a las fundadas acusaciones del partido popular en el sentido de las
el negocio del trigo. quizá más que la carne, era el pescado (fresco o seco), porque gran parte del año la gente venía obligada a la abstinencia. Sería interesante ver la difusión del pescado seco en Cataluña, pues sin duda alguna contribuiría a aclarar muchísimo el comienzo de que se habían ensuciado las Otro alimento importante,
manos en
de las relaciones entre el Mediterráneo y los marinos
atlánticos,
espe-
EL
PATRICIADO
URBANO
CATALÁN
181
cialmente los vascos, que seguramente fueron los intermediarios entre los grandes pescadores de la Hansa y los mercados meridionales. En cuanto al suministro de la madera y el carbón, debe tenerse pre-
aquélla, ante la escasa difusión del hierro, era el material indispensable para construir cualquier cosa, tanto las naves como los edificios públicos y privados. Por esta causa, examinando las entradas de los puertos de la época, uno se admira de la cantidad enorme de madera y carbón que se importaba. En Cataluña, por ejemplo, existía un incesante tráfico de cabotaje, que desde el Maresme llevaba los troncos del Montsente que
seny
a
Barcelona.
Productos mineros de exportación. — Como la revolución económica de la Baja Edad Media fue esencialmente mercantil, no trajo un cambio decidido en la técnica industrial y, por lo tanto, no pudo repercutir en la explotación minera. Excepto para algunos contados minerales, la
Aragón no figura en primera línea ni en la exportación ni en la producción. Hubiera podido figurar si, por ejemplo, hubiera poseído ese importante mineral para el tinte que es el alumbre, el cual constituyó Corona de
siglos XIV y xv un producto especialmente deseado. En camuna compensación en la explotación de la sal. El grupo de las polarizaba en Alicante y, sobre todo, en Ibiza. Entonces tenían
durante los
bio, tenía salinas
se
valor mucho más notable que ahora. La sal de Ibiza y de Alicante entraba en los grandes planes de las sociedades mercantiles internacioun
nales de la
época
como
cieros italianos y
lo revelan muchos contratos firmados entre finan-
grandes magnates de la Corona de Aragón,
sin olvidar
los propios reyes. De este modo se establecían fructuosos monopolios para las partes contratantes. Generalmente la sal de Ibiza era transportada por buques de escaso tonelaje y, por lo tanto, de fletes muy baratos. De eso se encargaron los vascos. La irrupción de la marina vasca en el
Mediterráneo viene relacionada
con
el comercio atlántico del
pescado
y el mediterráneo de la sal. A través de este tráfico muchos patronos vascos, con sus pequeñas naves se adueñaron del tráfico de cabotaje en el Mediterráneo occidental, como acaban de probar, de manera irrefuta-
ble, los estudios de Heers sobre el puerto de Génova. Comparable a los productos mineros es el coral. Aparte las notables zonas coraliferas de la actual Costa Brava, Cataluña detentó una posición monopolística en el Mediterráneo occidental controlando el coral de Cerdeña y acaparando gran parte del comercio del coral tunecino. La
forja catalana
veneros
de hierro
en
y
su
desarrollo.
—
Existe
una
gran cantidad de
los Pirineos. Parte del mineral, que
era
de excelente
182
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
exportaba por los puertos del Rosellón y de la Costa Brava; el resto, se empleaba en los hornos de la llamada farga catalana. El desarrollo de la metalurgia en los Pirineos, se debe, primero, a la existencia del mineral de hierro; segundo, a la habilidad técnica y, tercero, a la existencia de un mercado internacional que adquiría fácilmente los productos transformados por la metalurgia montañesa (especalidad,
se
cialmente Berbería y el resto del Norte de África). Estas tres condiciones dieron lugar a la forja catalana, sobre cuyos orígenes estamos muy poco
podemos dudar de su condición vernácula, porque con el nombre de forja catalana fue difundida y utilizada en distintas partes de España y Europa occidental. Ahora bien, no sabemos exactamente qué condiciones técnicas reunían los hornos de las “fargas” medievales. El tipo de horno más moderno se caracteriza por una estructura especial: la disposición de las sucesivas capas de carbón y mineral; la corriente de aire que activaba la combustión (primero, mediante fuelles; luego, por cascada); la inyección de aire suplementario mediante la tolra; y la fuerza hidráulica que movía un martillo-pilón. Tampoco se sabe el lugar originario del procedimiento en cuestión; probablemente debe situarse en los cursos de los ríos Ter y Freser (Ribas, Ripoll, Camprodón, etc.). Esta producción, que alcanzó gran boga en el siglo x1v y hasta mediados del xv, sufrió un grave colapso a consecuencia de la guerra civil catalana de 1462-1472. En 1480, en el momento de rehacerse la economía catalana, únicamente quedaba un solo establecimiento metalúrgico en el país: el de Ribas. informados,
aunque
no
producción industrial en las ciudades de la Corona de Aragón era realmente polifacética, según nos revela el número de gremios que quedaron constituidos durante los siglos x1V y xv. Lugar importante lo detentaban los plateros, gente rica y con un negocio de alta calidad. Barcelona ejerció en la Corona de Aragón la dictadura de la joyería durante dos siglos, el x1v y xv, y hasta finales de este período sus joyas tuvieron un legítimo éxito en toda España. Después eso cambió y vinieron otros tipos, el toledano y el sevillano, que en los siglos xvI y XvII dictaron la moda a través de la Corte. Producción industrial urbana.
—
La
Un grupo de actividades importantes lo formaban las relacionadas
con
metalurgia: herreros, cuchilleros, arqueros, ballesteros, lanceros, vaineros, broqueleros, fabricantes de cascos, etc. Como veremos, el metal obrado barcelonés constituía uno de los principales productos de exportación de la ciudad. Sigue en interés el grupo de los industriales del vestir, que también tenían un peso específico en la vida urbana: sombrereros, la
EL
PATRICIADO
URBANO
CATALÁN
183
bolseros, calceteros, cinteros, juboneros, guanteros, peleteros, sastres, zapateros, chapineros y remendones. Hay otra actividad muy difundida, la del transporte: barqueros y faquines de toda especie, sin olvidar los correos, quienes centralizan en Barcelona el cruce de correspondencia para gran parte de la Europa occidental. A su lado deben figurar los oficios de la construcción: calafates, carpinteros, ladrilleros, alfareros, albañiles, etc. Dos ramos específicos que mantenían activa la exportación eran los coraleros y los cordeleros, cuyas sogas y cuerdas hallaban buen mercado en todo el Mediterráneo, También debe mencionarse el grupo del curtido y cueros, que comprendía aluderos, arneseros, curtidores, guarnicioneros, pellejeros, pergamineros, etc. Por último, hay que referirse a la industria textil, en la cual había unos gremios privilegiados, en relación con el tejido de la lana; otros de segunda categoría, los tejedores de algodón, y, finalmente, otros más o menos distinguidos según las operaciones auxiliares, desde los tintoreros a los tundidores, desde los cardadores a las hilanderas. Cataluña. — Parece que la industria textil catalana debería tener una monografía fundamental. Existen algunos trabajos que se ocupan de la evolución y desarrollo de Desarrollo
de
la industria lanera tán anticuados
la
en
industria
textil
en
Cataluña, desde Capmany hasta Ventalló.
Pero
es-
proporcionan una visión satisfactoria de los prointeresan. Asi, en todas las historias al uso se estima que o
no
blemas que nos la industria lanera empezó a fomentarse en Cataluña en el siglo XI o XII. En realidad hasta 1300 fue una ocupación de tipo puramente local, sin
ningún valor específico
industria de primera categoría. No tenía hasta entonces otro desarrollo que el que pudiera poseer la indus-
tener
tria de la lana
en
Aragón,
en
cualquier parte donde hubiera
como
Valencia, unas
Asturias, en Andalucía cuantas ovejas que trasquilar, en
hilanderas y un pequeño telar. El establecimiento de la gran industria textil ciente. Hasta comienzos del
en
Cataluña
es
o
en
unas
más
re-
siglo xIv, Cataluña y los demás reinos de la Corona de Aragón, fueron importadores de tejidos de alta calidad, especialmente de Francia y de Italia. Sólo a fines del siglo xI, al quedar interrumpido, por causa de la guerra, el comercio francés de tejido de lana, pudo establecerse en Barcelona una industria textil de cierta amplitud, montada con obreros extranjeros, financiada por compañías comerciales y utillada con toda perfección. Por lo tanto, el despertar de la gran industria textil catalana debe relacionarse con tres hechos: primero, la guerra con Francia, que se inicia en 1284 y perdura hasta 1304; segundo, el establecimiento en Barcelona
184
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
de técnicos extranjeros, sobre cuya nacionalidad no podemos emitir juicio; y, en tercer término, el desarrollo simultáneo de unos mercados de
exportación
capaces de absorber la
producción catalana: África del
Nor-
te, Cerdeña y Sicilia, sin olvidar la Andalucía rescatada por Fernando III y Alfonso X, y estructurada por Sancho IV. Después del auge de Barcelona, se estableció una considerable emulas distintas ciudades y localidades que tradicionalmente habían venido trabajando la lana para el mercado local. Así se dibujan seis lación
en
principales: el pirenaico, con Puigcerdá, Ripoll, Vich, Olot, San Juan de las Abadesas, Berga; el del Rosellón, con Perpiñán, Ceret y Tuir; el de Gerona, con esta ciudad y Bañolas; el del Vallés, con Granollers, Tarrasa y Sabadell, y los de Valencia y Mallorca, que, de hecho, constituyen un complemento de la producción catalana. Sobre la calidad de los paños catalanes, hasta hace poco se creía que eran tejidos baratos destinados al consumo de la masa en los países del grupos
análisis del mercado siciliano en el primer tercio del siglo xv, realizado por C. Trasselli, ha puesto de relieve que Cataluña fabricaba también paños de calidad media e incluso superior, aunque sin llegar a las excelencias del paño negro de Brujas, el Mediterráneo occidental. Pero
azul de Londres o
un
el celeste florentino. Los
paños de
mayor valor
eran
los negros de Perpiñán, seguidos por los negros de Vich y Mallorca y el mezclado de Gerona. Barcelona, y a su imagen Valencia, sólo producían tejidos baratos, preferentemente en la gama encarnada y mezclas.
refiere al sector lanero, con mucho el más reseña completa de la industria textil catalana no
Cuanto viene dicho
importante. Pero
puede
una
se
omitir los demás ramos, de cuyo desarrollo
rente los famosos
fustanys, tejidos
mixtos de
era
algodón
muestra
y lino
o
prefe-
cáñamo.
17
El comercio catalán
Al enfocar este tema El comercio catalán en la Baja Edad Media. debemos tener en cuenta dos consideraciones. En primer lugar, el interés que ha despertado entre los investigadores de la Historia económica. Asi, —
partiendo de la obra de Capmany, que ha servido de base, poseemos una abundante bibliografía. Las obras de Gonzalo de Reparaz, de Nicolau d'Olwer, de Rubió i Lluch y, más cercanos a nosotros, las de Marinescu, Verlinden, Masia de Ros, Dufourcg, Carrere, Heers, Trasselli y Del Treppo, entre muchos otros, contribuyen a proporcionarnos una visión moderna y precisa. El segundo aspecto se refiere al hecho de que, al mencionar el comercio catalán, incluiremos en esta denominación a aragoneses, valencianos y mallorquines, y no por simple criterio localista, sino por considerar que durante los siglos XII a Xv, cuando se decía comercio catalán, quedaba en ello implícita la actividad mercantil de los demás pueblos de la corona aragonesa. Tal es también la versión jurídica de los hechos. Cuando se nombraba un cónsul de catalanes en cualquier ciudad del Mediterráneo quedaba entendido que este cónsul era a la vez válido para valencianos. aragoneses y mallorquines, e incluso para sardos y sicilianos. Con esto queda bien patente la extraordinaria importancia que tuvo el comercio catalán en aquel tiempo. Al objeto de estudiarlo de manera sistemática, hemos agrupado sus ámbitos en dos grandes grupos: el espacio mediterráneo, que es el más antiguo, y el atlántico, que es el más moderno. Dentro del primero existe una división muy notable entre lo que podríamos llamar espacio mediterráneo cristiano y espacio mediterráneo musulmán. Esta división no solamente viene impuesta por la distinta situación geográfica de cristianos, al Norte, y musulmanes, al Sur, sino también por
186
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA «e
las distintas características del comercio, no tan sólo en cuanto a materias, sino especialmente en cuanto a mentalidad. El comercio entre cristianos fue un comercio de tipo normal; en cambio, el realizado con los musultuvo desde el
faceta especial: hasta cierto punto fue un comercio ilícito, de contrabando. La prueba de ello viene dada por la actitud que adoptó el Papado con motivo de la conquista por los musulmanes
principio
una
plaza fuerte de San Juan de Acre. Desde aquel momento, en 1291, el pontífice Nicolás IV prohibió el comercio de armas, víveres y naves con los musulmanes, bajo pena de excomunión. Calculando lo que ser entonces representaba excomulgado, o sea apartado del seno de la Iglesia, se comprenderá que quien se atreviera a cruzar la línea imagimanes
de la
naria que dividía el Norte y el Sur del Mediterráneo y hacer comercio con los musulmanes, quedaba implicado en una serie de casos de con-
ciencia. Por esta misma
razón, realizaban enormes provechos cuantos burlaban esa frontera moral. En realidad, durante el siglo x1v, cuando el comercio catalán con todos esos países estaba en auge, se tuvo que nombrar en Barcelona un tribunal especial, delegado del Papado, al objeto de absolver
a
los
numerosos
raban de continuo la
patronos, mercaderes
prohibición de 1291,
y
marineros,
que vulne-
sucesivamente confirmada por
los papas. De hecho los mercaderes catalanes se habían acostumbrado a considerar las bulas con que tenían que pagar el perdón por haber traficado con los infieles, como una especie de impuesto sobre ese tráfico.
los países cristianos mediterráneos. — Ruta del Lenguadoc y Provenza. Esa ruta merece estudiarse en primer lugar, porque fue también la primera que frecuentaron los marinos catalanes. Era un Comercio
con
ámbito
lingiística y culturalmente afín, hasta el punto que glos XIV y xv la lengua comercial de esta región era catalana,
en
y
los si-
no
cabe
demostrar sorpresa cuando en los datos comerciales de Marsella o bien en las relaciones de las cuentas de un mercader de Tolosa, nos encontramos no
con
el
entonces
lenguadociano,
un
sino
con un
en
pudiera escribir influencia llegó a sen-
como
mercader de Barcelona. Incluso esta
gascón de Burdeos. Los productos que circulaban
tirse
catalán
lo
el
les, intercambio
por
esa
entre las diversas zonas
los siguientes: del Mediterráneo según ruta
eran
cerease
pro-
de trigo; y especias, que eran redistribuidas desde Barcelona y Perpiñán. Puede decirse que los mercaderes catalanes monopolizaron el mercado del rico país lenguadociano, y hasta cierto
ducían las
escaseces
punto, del provenzal, hasta mediados del siglo xv. Las etapas más importantes de esta ruta eran: primero, Montpellier, que, como posesión de la Corona de Aragón, fue la base estratégica
EL COMERCIO
CATA LAN
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188
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
enclavada por los mercaderes catalanes en el seno del conjunto económico del Lenguadoc; después, Aviñón, Arles y Marsella. También frecuentaban la plaza de Niza, la cual servía para introducir determinados proentre ellos ductos, especierías, para el ducado de Saboya y Suiza. Ruta de las Islas. La ruta de las
deña y
Sicilia,
no
es
un
tópico
Islas,
que
se
la que unía Córcega, Cerconstruido a través de los
o sea
haya
tiempos. En la documentación de la época, especialmente a partir de Jaime II, aparece como algo vital, que forma parte de la política del rey la y de política de los mercaderes. Prescindiendo del interés tenía que
Cerdeña,
punto estratégico del Mediterráneo occidental, y Sicilia, como base del trigo, esa ruta vertebraba el comercio mediterráneo de la Corona de Aragón, y de él se partía para el comercio de las especias y como
también para el dominio, muy importante, de la costa africana. Las principales etapas de esta ruta eran las de Cagliari y Alguer, en Cerdeña; Palermo, en la costa occidental de Sicilia, Mesina y Siracusa
la parte oriental. Pero el corazón de esa ruta, la colonia que dominaba esa zona de actividad catalana radicaba en Trápani, situada en la costa en
occidental de
Sicilia, cerca de Palermo. Los paños y corales catalanes, a la ida y la plata de Cerdeña, el trigo siciliano, a la vuelta, constituían las principales materias del comercio en esta ruta. Ruta del Tirreno. Esta ruta tenía de
un
objetivo esencial: el
suministro
Nápoles, especialmente en paños. Hay que tener en cuenta que Nápoles, hasta el siglo xv, fue la principal aglomeración humana de Europa y, por lo tanto, extraordinario mercado de consumo. Llevar, por lo tanto, los paños catalanes a Nápoles fue un ideal que se realizó de manera progresiva hasta alcanzar el monopolio a fines del siglo xv. Ahora bien, el viaje a Nápoles era aprovechado para dar la vuelta por el Tirreno, o sea que los buques catalanes, después de llegar a Sicilia, donde compraban trigo, seguían hacia Nápoles, donde vendían este cereal y paños, y proseguían por los distintos puertos del litoral del Tirreno, especialmente Pisa, Génova y Savona. Luego regresaban por Marsella, enpalmando con la ruta provenzal. La ruta del Tirreno era peligrosa, porque había mucha competencia, y no siempre pacífica. Pero a partir de un determinado momento, en el siglo x1v, Barcelona pudo competir ventajosamente con Génova. Sólo en 1435, a consecuencia de la batalla naval de Ponza, los catalanes perdieron parte de la hegemonía que hasta entonces habían detentado; pero volvieron a alcanzarla rápidamente como lo demuestra el hecho del cerco puesto por Alfonso el Magnánimo a Génova en 1458 y el fracaso del
EL COMERCIO
apoyo rrante
prestado por la ciudad ligur I de Aragón, en Nápoles.
a
CATALÁN los
competidores
189
del trono de Fe-
La importancia del tráfico catalán en el Tirreno se mide por la amplia documentación que sobre el mismo existe en los archivos Dattini, de Prato, cerca de Florencia. Ruta del Adriático. Esta ruta tenía dos objetivos: Venecia y Ragusa. Venecia, la metrópoli del comercio mediterráneo de la época, y Ragusa, en la costa occidental del mar Adriático, puerta abierta hacia los Balcanes.
Respecto a Venecia, no había un comercio propio porque Barcelona competía con los mismos productos y en los mismos ámbitos comerciales; pero los barcos catalanes aprovechaban la falta de trigo de Venecia, para llevar allí en comercio de tránsito trigo de Sicilia. Una vez llegados al fondo del Adriático, regresaban por Ragusa. Aquí adquirían productos orientales, que llegaban de Hungría y Rusia, y de esa manera completaban un periplo provechoso. llegaron al Imperio Bizantino, que durante gran parte de la Edad Media acaparó el tráfico en la encrucijada fundamental entre Europa y Asia (Constantinopla), cuando sus competidores principales, Génova y Venecia, estaban ya bien instalados en él. Era casi imposible arrebatar a los grandes rivales italianos el tráfico que ellos realizaban. Tráfico importantísimo, porque una de las puertas abiertas al comercio del Lejano Oriente era, precisamente, la del Mar Negro, desde donde se llegaba a la Península de Crimea y, por el estrecho de Kerch, a Tanais, final de las caravanas transasiáticas, con las cuales venían la seda, el oro, los esclavos y las más caras especias. Estar, por lo tanto, en Constantinopla, significaba estar en el Nueva York de la época. Los catalanes entraron en el Imperio Bizantino como guerreros (almogávares de Roger de Flor). Por lo tanto, dejaron allí mala fama. Pero desde mediados del siglo x1v, encontramos a los catalanes establecidos no solamente en Pera, un barrio de Constantinopla, sino también en la península de Crimea, según datos del investigador francés Bautier. Allí Ruta del
Imperio
Bizantino. Los catalanes
estaba el último representante mercantil de la Cataluña medieval. La presencia de los catalanes en este ámbito produjo graves tensiones. Hubo guerra declarada en 1351, con serias consecuencias para la flota de Cataluña. A partir de 1380 existió una guerra latente, no declarada, la que genoveses, venecianos y catalanes se hundían los buques. Esta contienda produjo tan severas pérdidas, que en ella cabe buscar una en
190
HISTORIA
de las
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
de la decadencia marítima del Occidente mediterráneo. Ahora bien, a pesar de esa guerra, que fue muy dura y muchas veces los adversa para catalanes, los mercaderes del Principado continuaron causas
en
Constantinopla hasta 1453, fecha de la expugnación de la ciudad por Mahomed II, en cuya acción les cupo la gloria de morir con Constantino IX por la defensa de Europa. Rutas de las islas del Levante cristiano. Este ámbito era muy importante, no sólo por sus propias actividades mercantiles, sino porque las islas de Candía, Chipre y Rodas representaban otros tantos puntos estradominar la tégicos para importante fachada comercial de Siria, Palestina y
Egipto. A
por
primera vista, parece que el interés de los catalanes fue limitado: el contrario, el comercio catalán se mostró inclinado siempre a do-
núcleo vital, que en la historia del Próximo Oriente juega papel tan decisivo. Hallamos factorías catalanas en la veneciana isla de Candía (Creta); en las ciudades de Chipre, mientras se mantuvo en la minar
ese
isla el reino de los Lusiñán
el que por dos veces enlazó la de Jaime II de Aragón con María de con
Barcelona (matrimonios de Leonor, la nieta del primero,
casa
de
Lusiñán,
y
el rey Pedro de Chipre); y luego, en Rodas, al servicio de la orden de San Juan de Jerusalén, entre cuyos maestres figuran más de una vez nombres catalanes. Desde Rodas con
y
isla del
donde el almirante Vilamarí Castellorizo, Dodecaneso, construyó una fortaleza, en el siglo xv, el comercio catalán alcanzaba el reino de Armenia (siglo x1v), y la cercana Quios, isla que servía de puente para el comercio de Anatolia. una
Comercio zona
geográficas Ruta de
época
se
países musulmanes mediterráneos. — Esta gran al de hacer tres, objeto patentes ciertas diferencias
los
con
la dividimos
en
en
y comerciales.
Egipto.
Este tráfico
denominaba “comercio
comercial, con
la nomenclatura de la los soldanes de Babilonia”, y en reaque
en
los mamelucos que dominaban a Egipto, era importantísimo, porque en Alejandría se concentraba el mercado de los productos orientales de mayor valor, especialmente las especias y, después, los fármacos y los productos tintóreos. Venecia, Cénova y las lidad
se
realizaba
con
demás ciudades mediterráneas, tuvieron especial interés en afincarse en Alejandría. La primera noticia de la presencia de los catalanes en esta ciudad se remonta a 1219, en que una nave de Hugo IV, conde de Ampu--
rias, comerciaba
con
el puerto
alejandrino. Después,
encontramos
a
los
EL
COMERCIO
CATALÁN
191
(1264), bajo la autoridad de un cónsul (1272), también en época anterior a la expansión de Pedro el Grande. Con estos antecedentes, en el siglo x1v la colonia catalana se desarrolló de tal manera que a fines de la centuria, según testimonios irrebatibles de los mismos italianos, ejercía una indiscutible hegemonía económica de la ciudad. El único episodio crítico se produjo en 1365, cuando la participación de algunos marinos barceloneses en el asalto y saqueo de Alejandría por Pedro I de Chipre causó el embargo de los mercaderes catalanes catalanes instalados allí
residentes;
pero las buenas relaciones fueron restablecidas casi inmedia-
O sea, que mientras genoveses y venecianos dominaban en Constantinopla, el comercio catalán fue preponderante en Egipto durante gran parte del siglo x1v. Más tarde, a principios del siglo xv, la piratería, tamente.
estimulada por el afán inmoderado de lucro, provocó la ruptura de tan buenos vínculos. A partir de 1411, el Sultán de Egipto tomó medidas restrictivas para el comercio catalán, y ello fue una de las causas que
contribuyeron
a
la decadencia. Sin
embargo,
se
restableció el tráfico
mercantil entre 1438 y 1458, hasta que finalmente acaeció la revolución contra Juan II. Entonces, aquel comercio se arruinó por completo y no
época de los Reyes Católicos, pero, de tal manera, que lo que antes era un continuo ir y venir de galeras quedó reducido a una simple línea apendicular. volvió
a
reanudarse hasta la
Ruta de Siria.
Complementario
realizaban los catalanes
con
Egipto era el que los puertos de Siria, igualmente dominada
por el Sultanato de Babilonia. Poco
de lán
ser en
del comercio
con
de este tráfico pero debía considerable por cuanto consta la existencia de un consulado cataBeirut (desde 1347), trasladado a Damasco a partir de 1379.
Ruta del Norte de
catalán actuó
Africa,
o sea
se conoce
lfrikía y
Mogreb. Aquí el
comercio
monopolísticos. En 1291, por el tratado de Monteagudo entre Castilla y Aragón, la zona de influencia catalanoaragonesa en el Norte de África se fijó al Este del río Muluya, comprendiendo pues, desde el Mogreb occidental a Túnez. Este territorio vastisimo se hallaba entonces bajo el dominio de los sucesores de los almohades, o sea de los benimerines, en plena descomposición política. De ella brotarían sas
con
nuevos
caracteres
reinos,
con
los que los catalanes establecieron fructuo-
relaciones. Ya
anterioridad,
tiempo de
gobernadores almorávides, los Beni-Gania, Mallorca había influido decisivamente en los sucesos políticos de Túnez y del reino de Tremecén; por lo tanto, cuando Jaime el con
en
sus
192
HISTORIA
ECONÓMICA
Conquistador dominó Mallorca, fue
muy
DE
ESPAÑA
lógico
que
mallorquines
lanes continuaran la senda que había sido trazada. Desde 1258 encontramos a los catalanes negociando
en
y cata-
Túnez. En
1301, despues de medio siglo de tensión, Jaime II obligó al bey a firmar un tratado de aduanas (el tratado llamado de Túnez), por el cual la mitad de las rentas de aduanas que ditos catalanoaragoneses pasaba
importaba el tráfico normal de los súba las arcas de la monarquía de Barcelona. Ese control aduanero permitió dos cosas: primera, exportar a Túnez hierros y paños; segunda, importar oro y coral destinado a las manufacturas barcelonesas. El comercio con Túnez presentó un aspecto generalmente favorable, excepto a mediados del siglo xv, cuando a consecuencia de las piraterías de determinados nobles catalanes, se rompieron las buenas relaciones entre la Corona de Aragón y Túnez. De todas maneras, el comercio se reanudó a fines del reinado de Juan II, y continuó, favorabletiempos de Fernando el Católico. Respecto de Bugía, territorio que había formado parte del imperio de los Hafsies, de Túnez, fue un reino que apareció a mediados del siglo x1v, sobre todo por obra de la Corona de Aragón, en el cual la colonia catalana hizo y deshizo a su antojo durante un siglo. Los embajadores, los mente,
en
truchimanes minaron
(traductores), los tanto en Bugiía, como
comerciantes y después los guerreros, doen el vecino reino de Tremecén. Diciendo
el puerto de Orán terminaba un ramal de la ruta africana del oro, nos daremos cuenta de lo que significaba la hegemonía catalana en el país. Respecto al Mogreb (Marruecos), o sea la parte más occidental de Ifrique
en
kía, la concentración de las ambiciones de las potencias occidental se ejercitó sobre la plaza de Ceuta. Ceuta representaba la llave del Mogreb y, al mismo tiempo, del Atlántico. Estas dos condiciones permiten comprender que los catalanes insistieran varias veces para adueñarse de Ceuta. Lo probaron desde 1227 a 1415, pero sin resultado, porque en esta fecha quienes se apoderaron de Ceuta fueron los portugueses. Desde de portugueses, andaluces y genoveses, según han revelado los estudios de Ricard. En relación con el Norte de África deben mencionarse las audaces peentonces el comercio
de Marruecos estuvo
en
manos
Negro, o sea la gran zona Uganda. El hecho, completamente ignorado
netraciones de los catalanes por el Continente
del Sáhara, Sudán, Tchad y hasta hace poco, ha sido puesto de relieve por el historiador francés Charles de la Ronciére, que ha demostrado como a través de las rutas de las caravanas que iban en busca del oro y de los esclavos del Sudán, los
contribuyeron al descubrimiento de esa parte del mundo. Las rutas del Continente Negro desembocaban en el Mediterráneo
catalanes
por
EL
Túnez, Bugía los catalanes
COMERCIO
y Tremecén. Esto esas
en
tres
CATALÁN
explica la
193
tendencia
monopoliística
de
importantes ciudades de la fachada norteafri-
El cambio de rumbo del tráfico del oro, sobrevenido a mediados del siglo xv, después del establecimiento de los portugueses en la costa de Guinea, causaría un temible perjuicio para la economía catalana. cana,
Las rutas atlánticas. — También
catalán deben dividirse
en
las
rutas
atlánticas del comercio
dos ámbitos: el europeo
y
el africano.
el ámbito europeo fue, esencialmente, comercio del estaño y de la lana con Inglaterra, y del arenque y los tejidos con Flandes bizantina y la Hansa. No hace mucho tiempo, se planteó una cuestión El tráfico
a)
en
para saber si los catalanes habían sido los en
opinión
y otros que la rechazaron.
honor
del
siglo
cartógrafos que defendieron esa Desde luego, hoy está clarísimo que
afrontar el Atlántico. Hubo
rráneos
ese
primeros navegantes medite-
recae en
x11.
los genoveses. Los catalanes les siguieron
establecieron, especialmente, Atlántico y la Hansa. Hay una
Se
mercio entre el
a
mediados
Brujas, etapa del cocoincidencia muy imporen
Barcelona dominaron la estructura del comercio atlántico durante gran parte del siglo x1v. Cuando decayó Barcelona, también Brujas se arruinó, cediendo el paso a Amberes, que la sustituyó como tante:
Brujas
y
capital económica del Norte de Europa. Este hecho tiene su corroboración política. La amistad entre la Corona de Aragón y el ducado de Borgoña fue notable desde el momento en que se planteó la lucha con Francia; ante un enemigo común, Borgoña y la Corona de Aragón tuvieron que aliarse. Por esta causa, los duques borgoñeses prestaron siempre gran apoyo al comercio de exportación catalán, según ha probado Verlinden. En Brujas la colonia de los catalanes fue la segunda en importancia hasta principios del siglo xv. Después fue decayendo paulatinamente y hacia 1460 quedaba muy poco de su antiguo esplendor. La causa de este fenómeno estriba tanto en la piratería, como en la ruina progresiva del comercio catalán.
Entre las rutas del comercio atlántico europeo deben señalarse también las etapas de Lisboa y Sevilla, A mediados del siglo x1v, según testimonio de los cronistas portugueses, la colonia catalana no
cedía
tenses,
o
en
importancia más
sea
en
Lisboa
la de los genoveses y a la de los pralos mercaderes de Prato, en la Toscana. Decimos catalana que
a
aquí se distinguía entre catalanes y mallorquines. Estos eran muy apreciados, especialmente por su saber náutico. Tanto es así que en la misma base de los descubrimientos portugueses figura la técnica porque
7— H." ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
194
HISTORIA
aportada
por los
ECONÓMICA
DE
cartógrafos mallorquines
ESPAÑA
la corte de
a
Enrique el
Na-
vegante.
Andalucía, los catalanes se establecieron en Sevilla a principios del siglo xI11, en ruda competencia con los genoveses. Fue por En cuanto
a
la alianza que existía entre Génova y Castilla, que el comercio catalán no pudo aquí prosperar. A partir del siglo xiv, la colonia catalana perdió cada vez más importancia, cediendo el paso a la esta
y por
causa
genovesa. En esta lucha por Sevilla
puede observar la decadencia de la actividad de los catalanes. Allí era donde se jugaban los intereses del Atlántico; al ceder el paso a los genoveses los catalanes, permitieron que el descubrimiento de América
castellanos, glo xvi fue
se
se
hiciera
no
sólo
sino de un
aquéllos, porque el comercio monopolio castellano-genovés.
beneficio de los
en
con
América
en
el si-
¿Ámbito atlántico africano. También en esta dirección se demuestra la inexorable decadencia del comercio catalán a principios del siglo xv. Canarias se conquistó a principios de esta centuria por los Betan-
b)
castellana; pues bien, muchos antes, a mediados del siglo x1v, los mallorquines navegaron hacia las Islas Afortunadas, en busca del oro y de los esclavos. Poseemos cartas geográficas que nos permiten deletrear los nombres de los marinos mallorquines que court,
como
llevaron
feudo de la Corona
cabo estos descubrimientos. Sabemos que en 1342 Francesc dez Valers hizo un primer viaje y que en el transcurso del mismo año le a
tal Doménec Gual. Desde entonces hasta 1386 los viajes a Canarias fueron frecuentes. Lo más sensacional de estas navegaciones
sucedió
un
fue el viaje del
mallorquín
Jaume Ferrer
a
Río de
Oro,
en
la costa dal
Senegal (1346). siglo x1v, coincidiendo con la crisis del año 1381, las exploraciones mallorquinas fueron espaciándose. Las Canarias, que parecían tierra de colonización apropiada para mallorquines y catalanes, fueron conquistadas por un normando y colonizadas por Castilla. De este modo Cataluña renunciaba anticipadamente a la conquista del Atlántico A fines del
y al
descubrimiento de América.
Materias del comercio.
lán
en
las
—
Al considerar las rutas del comercio cata-
páginas anteriores, hemos hecho alusión
a
algunos géneros
analizarlos. Entre los productos agrícolas figura el trigo, a veces en la exportación y generalmente en la importación, según la fortuna de las cosechas. Debe de tenerse en cuenta la importancia de Sicilia como base de suministro de
propios del
trigo
a
mismo. Vamos ahora
a
la Corona de Aragón. Cierto interés
cobró,
a
partir de mediados
EL
del
siglo
cia
se
xv, el
debe
solamente
a
a
arroz
este
CATALÁN
195
valenciano. Gran parte de la prosperidad de Valen-
cereal,
Italia,
COMERCIO
que
se
exportaba
en
grandes cantidades,
no
sino también al Sur de Francia. La relación entre
Marsella y Valencia deriva especialmente de este tráfico. También eran regulares las exportaciones que se hacían de vino (catalán y valenciano). Al lado de estos
productos agrícolas, y del aceite, se afirman desde aquella remota época las frutas secas y en compota. Así, por ejemplo, ya desde el siglo xIv, las almendras, las avellanas, las nueces y los higos secos, las pasas, las naranjas y las granadas, constituyen materia prefelas embarcaciones que hacían el trayecto del Norte, de Barcelona y Valencia a Flandes. El azafrán cuenta también en esas exrente
para
portaciones. En cuanto
a
la
ganadería
y
subproductos animales,
las tres
principales
el tocino, lo que se llama en catalán “cansalada”; la miel, de la cual se exportaban cantidades considerables, y la lana. Aunque el comercio de esta fibra no tuvo en la Corona de Aragón materias de comercio
eran:
la importancia que, como veremos, alcanzó en Castilla, tanto por el menor número de cabezas de ganado como por la existencia de una poderosa industria que absorbia gran parte de la producción, merece cierta atención, ya que a través de San Mateo y Valencia se exportaba buena cantidad de lana del tráfico estuvo
en
Maestrazgo hacia Liguria, Lombardía y Toscana. Este manos de genoveses, quienes andando el tiempo lo mo-
nopolizaron. Entre las
fibras textiles ocupaban lugar preferente en el tráfico valenciano la seda y el esparto. Estos géneros eran muy reputados en el extranjero, y Valencia detentaba casi el monopolio en el Mediterráneo occidental, en competencia con Castilla y los nazaríes granadinos. El tercer grupo de materias objeto de comercio fueron las especias; era el típico comercio de tránsito a que se dedicaban los catalanes. Las compraban en el Levante y después las suministraban a Berbería, Sur de Francia, Aragón y Castilla. Ese comercio dejaba grandes beneficios. Entre las especies, drogas, perfumes y fármacos que se distribuían desde Barcelona figuran: pimienta, jengibre, canela, clavo, nuez moscada, goma laca, azúcar (que servía para la farmacia), incienso y mirra, almáciga, almizcle, alcanfor (que llegaba de Formosa y tenía que hacer la ruta de Malaca, la India y Alejandría, para llegar a estas tierras), ruibarbo y benjui, los áloes, etc. El comercio catalán de especias empezó a declinar hacia 1430, a consecuencia de la competencia de los franceses. Cuando Francia quedo libre de la guerra de los Treinta Años, el gran financiero Jacques Coeur, consejero de Carlos VII, intentó y logró desbancar a los catalanes del comer-
196
HISTORIA
ECONÓMICA
el Sur del
ESPAÑA
ello, primero construyó, con permiso del rey de Aragón, unas naves en Colliure, naves que fueron construidas por los mismos catalanes, sin sospechar el gravísimo perjuicio que con ello se causaban; luego protegió de manera decidida el comercio de Marsella. Al cabo de veinte años había conseguido desterrar por completo a los catalanes del comercio de especiería del Sur de Francia. El cuarto grupo es el de los tejidos. Para hacer paños se importaban lanas de muchos lugares; el ámbito pirenaico, Aragón, Castilla (desde el siglo x1v) y, finalmente, Inglaterra, de donde procedían fibras de alta calidad. Además de las lanas, se importaban paños preparados para tinte y apresto. También se compraron tejidos de calidad de Flandes, Francia e ltalia, para las clases aristocráticas. La producción pañera propia de Cataluña era el drap, de calidad corriente y media, que encontraba excelentes mercados en el Mediterráneo occidental (Berbería, Cerdeña, Sicilia y Nápoles), e incluso en el oriental (Egipto, Siria). La decadencia de la producción lanera catalana no fue tan súbita como la de la especiería, sino que en el transcurso del siglo xv resistió de manera activa la competencia extranjera. Sin embarcio de las
especias
go, desde que
con
país;
DE
para
1416 aparecieron los
ingleses en el Mediterráneo occiSicilia, la producción y la venta de los “draps”
en
dental, especialmente en catalanes empezó a decaer. Otro grupo de productos de exportación, comprende, los cordajes, o sea la jarcia de los navíos; el hierro, en forma de arcas y de anclas; el papel, los objetos de espartería y cerámica, en todo el conjunto valenciano; y el coral, casi un monopolio catalán, teniendo en cuenta que ejercíase un dominio absoluto sobre los centros productores. Joya popular en toda Europa, con el coral, Cataluña iba a la cabeza de la quincallería de calidad. Finalmente, los cueros, que hasta fines del siglo xv constituyen, con los tejidos, el hierro y el coral, las cuatro principales materias de exportación catalanas. En cuanto
a
las materias de
consistían
especial-
tintes y metales. Entre las primeras citeel añil de Bagdad y el azul de Acre; y entre
mente, aparte las alimenticias, el
importación típicas,
en
alumbre, el pastel, los metales, el plomo y el cobre, que se importaba de Rumania, el estaño, que venía de Inglaterra, y el hierro, que procedía del Norte de Europa. Se importaba ¡ambién algodón. mos
El comercio del hombre. Hay un aspecto del comercio catalán sobre el cual se ha insistido poco, a pesar de ser principal y ejercer importantes repercusiones sobre la mentalidad económica y el futuro de las —
actividades comerciales de Cataluña. Nos referimos al comercio del
EL
COMERCIO
CATALÁN
197
los trabajos del profesor Verlinden, hoy tenemos una visión casi completa del problema. Desde el siglo IX la fortuna de Barcelona vino corriendo parejas con el desarrollo del comercio de contrahombre. Gracias
a
bando y el comercio del hombre. Cuando las grandes conquistas de los siglos XII y XII, el tráfico de esclavos decayó, porque era mucho más
fácil comprar al moro hecho cautivo en la conquista que no piratear recorriendo los mares o comprar esclavos en los mercados orientales. Pero en 1348 la Peste Negra empezó a causar estragos en la población del
indígena, fue absolutamente necesario irse a proveer de trabajadores esclavos, tanto en el Mediterráneo oriental, en los mercados que entonces existían, cuanto en las costas del Norte de África, adquiriéndolos por actos de piratería. Tan importante es el desarrollo de la esclavitud en Cataluña, Aragón, Valencia y Mallorca a partir de esta fecha, que Kowalevsky, profesor de la Universidad de Kiev, estableció la teoría de que a consecuencia de la Peste Negra se estableció en la Corona de Aragón una especie de “Sklavenwirtschaft” o sea, una economía de esclavos, Verlinden la combate. Realmente, no existe en Cataluna o Valencia en el siglo xv una economía capitalista agraria basada en el trabajo del latifundio por los esclavos, a pesar de que es evidente que en Valencia, por ejemplo, mucha gente rica llegaba a tener de cuarenta a cincuenta siervos. Lo que sí es evidente es el aumento rápido de su número. Sorprende la amplitud del marco geográfico donde se reclutaban. El principal punto de adquisición era el Norte de África. De allí procedían los moros (llamados así, aunque fueran de raza negra). Seguían después, griegos, rusos, caucásicos, crimeanos, tártaros, turcos, armenios, albaneses, bosníacos, búlgaros y valacos. Para este grupo del Mediterráneo oriental la gran época de trata se sitúa entre 1380 y 1440, con un ápice país.
Con la reducción de la
mano
de obra
hacia 1411. La afluencia de esclavos fue extraordinaria.
Aunque
es
difícil evaluar
la población
servil, Verlinden ha calculado, a base de un censo de esclavos asegurados y de unas estadísticas de venta en el mercado público de Barcelona, el número aproximado de los catalanes, Halla 4.375, cifra que, según afirma, “ha de multiplicarse por un coeficiente muy elevado”. Pongamos, por lo tanto, para Cataluña, unos 10.000, mucho más para Valencia y mucho menos para Mallorca. En total, unos 20.000 a 30.000 esclavos, cifra que impresiona. Teniendo en cuenta este volumen, es comprensible que los mercaderes se precipitaran al comercio del hombre, tanto más cuanto su precio, a pesar de la abundancia en el mercado, fue subiendo cada día más, al
compás de la desvalorización de la moneda. Veamos algunos hitos:
en
198
HISTORIA
1370, 40 libras
por
hombre;
ECONÓMICA
en
DE
ESPAÑA
1411, 50 libras;
en
1424, 54;
en
1441, 42
y
l4d4s, 59.
en
Para el mercader aventurero de la
ofreció,
como
tugueses
e
época, el
para tantos otros comerciantes
ingleses de los siglos
Xvir
comercio de esclavos
posteriores (holandeses, por-
y xvii, y
españoles del siglo x1x),
de las mejores inversiones. Por esta causa, los catalanes no sólo acudían a comprarlos a los mercados de Nápoles, Génova, Palermo, Venecia y, especialmente, Candia, donde se centraba el gran tráfico de esclavos del mundo oriental, sino que los iban a apresar directamente, violando las sucesivas paces y treguas que habían firmado sus reyes con los del una
Norte de África. A partir de 1380, los catalanes desencadenaron una oleada de terrorismo pirático en el Mediterráneo que, con su desgraciada avidez de resultados había
se
inmediatos, acabaría destruyendo
explicado hasta ahora las
manifiesta ahora
causas
el comercio. Nadie
de tal fenómeno. El circuito
toda claridad: la íntima relación que existe entre la Peste Negra y el desarrollo del comercio de esclavos, el auge subsiguiente de la piratería y, finalmente, la atracción que ejerció sobre los se
con
mercaderes, abriendo
un
el mismo comercio que
camino anormal que debía
se
ser
destructor para
trataba de enriquecer.
Organización técnica del comercio: la marina, los puertos, las caravanas El gran comercio medieval fue esencialy los alfóndigos. —
mente
un
comercio marítimo. Por lo tanto,
construcción de
naves
se
ha de tener
en
y el desarrollo de la técnica marinera
cuenta la
en
la Baja
Edad Media. La marina catalana auténtica nació
en
el
siglo
xII,
se
desrrolló
en
el xI11, culminó en el xIv y decayó en el xv, aunque su ruina no se consumó hasta el xvi. Como constructores de naves, los catalanes sobresalie-
sobre otros navegantes del Mediterráneo occidental. Lo existencia, en Barcelona, de unos arsenales (“dracanes” de
ron
prueba la Regomir, amplitud son aun
“dracanes reials” o Atarazanas), cuya magnificencia y hoy pasmo del arqueólogo. Junto con las de Génova, las Atarazanas barcelonesas eran los principales pilares de la construcción marítima en el Mediterráneo occidental. Diciendo que en 1378, cuando Barcelona y el rey Pedro el Ceremonioso decidieron fortificar y remozar las Atarazanas,
gastaron 17.000 florines, que era una suma fabulosa, se tendrá la medida de la importancia de tales arsenales. En cuanto a la excelencia de la técnica, basta apuntar dos hechos, se
correspondientes al siglo xv y posteriores, por consiguiente, a la gran época de los astilleros catalanes. La primera referencia corresponde a Jacques Coeur, ministro del monarca francés Carlos VII, que se hizo
EL
CATALÁN
COMERCIO
199
segunda, al tratado que con el almirante Vilamarí, nombrándolo “condotalquilando su flota. La poderosa señoría de Florencia,
construir por catalanes en 1461 firmó Florencia
sus
primeras
naves.
La
tiero” marítimo y al querer garantizar el tráfico que hacían sus mercantes en el mar Tirreno, acudió a la flota que reputaba más poderosa. En cuanto a los tipos de buques, los autores han solido, siguiendo a Capmany, clasificarlos de la siguiente manera: naves de guerra, galeras, gabiotas, leños y corces; naves mercantes, “naus”, cocas, fustas y taridas.
trabajos de Mlle. Carrére, conocemos la verdadera tructuración de la marina catalana, que discrepa, desde luego, de la
Hoy, gracias
a
los
es-
ge-
neralmente admitida.
primero, las de cabotaje, las cuales no llegaban a medir once metros y tenían un tonelaje inferior a diez botas, o sea diez toneles (aproximadamente cuatro toneladas); eran los “lauts”, esquifes, gróndolas y barquetas. Después venían los tipos medianos, que hacían el comercio entre Barcelona, Mallorca y Valencia. Estas naves Existían tres grupos de
naves:
botas, o sea unas veinte toneladas; se las denominaba leños y barcas. Se distinguían de las anteriores, no sólo por su mayor tonelaje, sino también porque tenían “puente”, o sea que estaban cubiertas y podían resistir mejor los embates del mar. Para el gran comercio, existían cuatro tipos de naves: el “balener”, la coca, la nao propiamente dicha, y la galera, que, como muy bien afirma Carrére, era el instrumento preferido del armador catalán y valenciano. Estas últimas naves desplazaban de 100 a 900 toneladas, siendo el promedio preferido de 250 a 500. El comerciante catalán nació con la técnica de la galera y se hundió con ella, a pesar de que existió un cambio importantisimo en la técnica de la construcción naval, en la cual participaron, sin duda de ninguna clase, las atarazanas del país. Aludimos a la introducción en el Mediterráneo de la coca, aparato de navegación atlántico, embarcación redonda, con vela cuadrada, de gran capacidad de transporte y poco apta para los irregulares vientos del Mediterráneo. La coca apareció en este mar a principios del siglo xIII. A principios del x1v se refuerza con la introducción de la coca bayonesa. En dos siglos salió transformada en la famosa carabela, la nave de los grandes descubrimienmedían cincuenta
tos
oceánicos. En cuanto
los puertos, eran simples varaderos. Sólo a mediados del siglo xv se nota la preocupación por construir muelles que defendieran de los embates del mar los fondeaderos usuales. El primer puerto que se a
(privilegio de Alfonso el Magnásuspendieron a causa de la guerra civil
intentó construir fue el de Barcelona
nimo, dado
1438); sus obras se de 1462-1472 y no pudieron reanudarse hasta mucho más tarde. en
200
HISTORIA
También sería interesante
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
más detalles sobre las caravanas, porque gran parte del comercio continental se realizó de esta manera. No tenemos descripciones, como las poseen los italianos, sobre su organizaconocer
faltan representaciones gráficas. Basta ojear cualquier mapa de la escuela mallorquina para ver representados los mercaderes catalanes con sus camellos cargados de mercancías. Desde luego, la caravana catalana debió ser importante, porque teniendo en cuenta lo
ción;
en
cambio
no nos
dice La Ronciére sobre el descubrimiento del África negra, es lógico que los catalanes intervinieran en el tráfico caravanero a través
que
del
Sáhara, En la
entre el Sudán y los
puertos de Tremecén, Bugía
Baja Edad Media los alfóndigos sirvieron de base
nias de catalanes residentes
en
los distintos puertos del
y Túnez.
para las colo-
Mediterráneo,
con
los cuales comerciaban. Los
alfóndigos representaban una concesión de extraterritorialidad. Los soberanos musulmanes otorgaban a los comerciantes un lugar donde podian edificar una iglesia, abrir un horno y una taberna, disponer de unas termas y un cementerio, y establecer residencias para la vida y depósitos de mercancías. Los alfóndigos disponían de notarios y
curas
y estaban
sujetos
la autoridad de
funcionario espetantísima importancia en el mecanismo a
un
cial, llamado cónsul. Éste adquirió comercial de Cataluña, que merece mención aparte. De él surgiría una práctica mercantil importantísima que había de culminar en el llamado Consulado de Mar.
En la Corona de Aragón las ferias tuvieron Las ferias y las lonjas. poca importancia. Al contrario de Castilla, donde centraron la actividad —
comercial y financiera, las ferias catalanas, muy numerosas, sobrepasaban apenas el ámbito local. Parece haber sido una de las primeras la feria de
Moyá,
que ya
se
celebraba
a
principios del siglo
xI11.
Ello
es
debido al
hecho de que el tráfico de mercancías era cotidiano y no había necesidad de reunir anualmente las grandes ferias. En cambio, es típica de Cata-
luña, Valencia y Mallorca, la lonja de tipo italiano. Las lonjas fueron primitivamente un lugar porticado (loggia, en italiano), donde se reunían los mercaderes para su oficio. Muy pronto se convirtieron en grandes y ricos edificios. En sus amplios salones los comerciantes trataban de la compraventa de cualquier género, En el siglo xv aparecen en ellas los llamados “corredors d'orella”, o sea los agentes de cambio, que no solamente iban de un lado para otro, acercando vendedores a compradores e intercambiando ofertas sobre géneros y propiedades, sino que también especulaban sobre los valores de la Deuda Municipal (censales y violarios), dando origen a la Bolsa que se desarrolló en el siglo siguiente.
COMERCIO
EL
Nos cabe
hablar, desde
este
CATALÁN
201
punto de vista, de la magnificencia arqui-
tectónica alcanzada por las Lonjas de las tres grandes ciudades mercantiles de la Corona de Aragón. La de Barcelona se empezó a construir en 1350 y se terminó en 1392. Las de Mallorca y Valencia fueron algo posteriores. La esplendidez de la construcción, la riqueza de los materiales
empleados y la amplitud de los planos de los arquitectos, demuestran la potencialidad de la clase mercantil que hizo de esos edificios el centro mismo de su actividad. Y no hablamos de la Lonja de Zaragoza, por ser algo posterior, pero también se empalma con este gran movimiento comercial y financiero de la Corona de Aragón en el siglo xv. El Consulado de Mar: su organización y funciones. — Aun tratándose de dos organismos íntimamente relacionados, es preciso distinguir entre los cónsules, establecidos en el extranjero, y el Consulado de Mar, institución radicada Un cónsul cación
o
en
fue,
una
en
en su
metropolitano. origen, el delegado del poder territorio
expediciones se cónsul, abandonando
digos, el para fijar los precios, juzgar sus
en una
embar-
destino preciso. Después, hicieron más frecuentes y nacieron los alfón-
flota comercial enviada
cuando las
defender
real
a
a
un
barco, se erigió en autoridad delegada los comerciantes de su nación y, sobre todo, el
intereses ante las autoridades locales. El cónsul fue de
nombramiento real hasta 1266, en que Jaime I dio a Barcelona el privilegio de elegir cónsules para todos los catalanes y cuantos comerciaran
decir, valencianos y mallorquines. Este privilegio, confirmado por el mismo rey en 1268, jamás sería derogado, aunque a fines del siglo xv la monarquía autoritaria empezó a hacer nombramientos en su
por
nombre,
su
muy
cuenta
codiciado,
es
o
a
intervenir los de Barcelona. El cargo consular
porque daba derecho
los porcentajes sobre el
producto
a una
renta
era
importante derivada de
de las ventas que
se
hicieran
en
los
alfóndigos respectivos. Paralelamente al desenvolvimiento de los cónsules catalanes en el extranjero, se desarrolló el Consulado de Mar en varios puertos de la metrópoli. El Consulado como institución tuvo su precedente inmediato en la Universidad de los prohombres de ribera, creada en 1257 por Jaime I
Barcelona,
agrupación de mercaderes y armadores de la zona portuaria, para proveer a la custodia y reparación de la ribera, o puerto, Veintiséis años más tarde, en 1283, se creaba en Valencia el primer auténtico Consulado de Mar, Este Consulado, que debía regirse por las costumbres marítimas vigentes en Barcelona, presentaba ya el doble carácter definitivo de la institución: en primer lugar, era una corporación profesional agrupando a las gentes de mar (mercaderes y navegantes) en deen
como
202
HISTORIA
fensa de
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
económicos; o sea un organismo al estilo de las actuales Cámaras de Comercio, según comparación afortunada del profesor Font Rius. En segundo lugar, el Consulado era un tribunal especial para resolver las cuestiones surgidas en el Comercio marítimo. La instisus
intereses
tución así definida fue concedida
Mallorca
1343 y a Barcelona en 1347. Debe advertirse, no obstante, que el consulado barcelonés no nació en esa fecha como una entidad nueva, sino como simple confirmaa
en
ción de la antigua Universidad de los prohombres de ribera, que había evolucionado por sí misma hacia un verdadero consulado. De Barcelona,
el Consulado invadió
poblaciones catalanas, como Gerona, Perpiñán, Tortosa, San Feliu de Guixols, etc. Es característico del consulado barcelonés su dependencia del gobierno municipal, que elegía cada año los dos Cónsules —un ciudadano y un mercader— encargados de regir la institución. En los demás puntos el Consulado era un organismo a
otras
autónomo.
Queda como testimonio de la eficacia del Consulado de Barcelona el Código llamado Consulado de Mar, que tiene una importancia excepcional como base del movimiento maritimo catalán. Es en él donde podemos comercio, la amplitud del mismo y las normas lo inspiraban. «Aunque el código más antiguo de las cos-
detectar la esencia de
ese
de justicia que tumbres marítimas del Mediterráneo occidental
sea
el de Pisa
(siglo xI11),
alguna, el Consulado de Mar el que ofreció, desde el siglo XIII, partiendo de las Ordenanzas de la Ribera de Barcelona, de 1258, de las Costumes de la Mar, de los Establiments de fet de Mar y de las Constituciones de Pedro el Ceremonioso (1340), el cuerpo de doctrina más completo que existía sobre la navegación y el comercio marítimo. Por esta causa, el libro del Consulado de Mar no solamente era de aplicación legal en Barcelona, Valencia y Mallorca, sino también en muchos es, sin
duda
puntos de Italia
y del Sur de Francia
práctica mercantil: letras de cambio, sociedades comanditarias; reglamentación del seguro marítimo. — Sobre la práctica mercantil, existe una teoría derivada de los trabajos de Sayous, profesor francés consideraba que que estudió la cuestión hacia los años 1930-1935. Sayous los.catalanes estaban muy atrasados en las operaciones comerciales, hasta el punto de situarlos detrás de los comerciantes provenzales. Recientes trabajos de Usher, Roover, Lapeyre, Mitjá y Noguera han venido a matizar esta idea, demostrando que Cataluña, Valencia y Mallorca siguieron rápidamente las innovaciones introducidas en la práctica mercantil por los italianos, que entonces iban a la cabeza de estos asuntos. La
EL
Sin duda
alguna,
COMERCIO
los catalanes
no
CATALÁN
203
fueron innovadores en muchos aspecellos por los financieros florentinos y
tos; pero la influencia ejercida en genoveses se hizo notar muy pronto. Tampoco cabe olvidar que a lo del siglo x1v Barcelona fue una plaza financiera capital, incluida
largo en
el
circuito de relaciones mercantiles y dinerarias entre Flandes e Italia. Situada en un vértice del triángulo que formaban con ella Brujas y
Florencia, no es sorprendente hallar su nombre en los primeros lugares de la práctica mercantil. Tal sucede, por ejemplo, con la letra de cambio, que surgió a comienzos del siglo x111 cuando el comercio europeo se sedentarizó, localizándose en algunas ciudades. Barcelona está lejos de haber tomado parte en el nacimiento de este instrumento básico de la práctica mercantil. Sin embargo, en el momento en que se define su uso, o sea a fines del siglo xI1v y comienzos del siglo xv, la hallamos siempre citada como centro de referencia. Los primeros testimonios fidedignos de letra de cambio a la moderna son de 1400 y corresponden a un giro de Brujas sobre Barcelona. Recientemente, Lapeyre ha descubierto el primer endoso en la historia de la cambial: corresponde a 1247, y figura en una letra de Florencia sobre Barcelona, que se transferirá a Valencia. Estos hechos demuestran que el nivel técnico del comerciante barcelonés
El mismo fenómeno
acaece en
dades comanditarias. Se a
simple.
la comanda
delegar
en una
En
persona
conocen
era
muy
progresivo.
la historia del desarrollo de las socie-
tres momentos. El
primero corresponde
catalán, comanda significa confiar, encomendar,
en
la que
se
tiene confianza. La comanda consiste,
el encargo que una persona hace a un patrón de la venta de sus mercancías en lejanos mercados. El comanditario confía el género al patrón de la nave, dándole facultad par vender y liquidar su importe. pues,
en
En
una
segunda fase, correspondiente al siglo
mada societas maris. La sociedad de que encarga
a
otro la venta de
sus
mar
ya
no
productos,
xIv,
se
desarolla la lla-
la forman sino dos
o
un
mercader
tres personas
unidas para una operación concreta, como la de fletar un buque, comprar tejidos, venderlos en lejanas tierras, y liquidar los beneficios obtenidos, con
cuya
liquidación
termina la vida social.
Hay muchos tipos de
esa
clase de “societas”. Representa la tercera fase de la asociación mercantil la compañía, llamada en catalán “companya”. Aquí ya no se prevé la sociedad even-
tual,
sino que
se
trata de
sociedad formada por cuatro o cinco perdocumentos que cuentan casi treinta asociados), una
más (hay los cuales acuerdan unirse por tiempo fijo (como máximo cinco años), para dedicarse a una rama comercial o industrial, con liquidaciones
sonas,
a veces
periódicas de las ganancias.
Eso
quiere decir
que
se
había desarrollado
204
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ámbito mental muy distinto al que había la “comanda”, un
En cuanto
a
la
reglamentación del
seguro
ESPAÑA
imperado al
nacimiento de
marítimo, hay
que recoraar
las famosas ordenanzas dictadas por la ciudad de Barcelona en 1438, que figuran justamente en cabeza de la especialidad. Es un texto muy breve, el cual
la importancia que tenía el seguro sobre buques, mercancías y cualquier cosa que fuera posible de correr un riesgo. La importancia del seguro, a comienzos del siglo xv, demuestra la buena fe
en
se
ve
característica del Más adelante,
en sus
tiempos de
mayor madurez.
el seguro continuó desarrollándose, de tal manera que dictaron las Ordenanzas definitivas sobre el seguro barcelonés,
en
1484
en
las cuales
se
comerciante catalán
se
inspiraron
no
pocas ordenanzas
posteriores de
otras ciu-
dades italianas y europeas. Innovaciones científicas y progreso comercial. — El comercio cata lán descansó, en último término, en una habilidad especial para conocer
cartografiar las costas. Cuando el arte de cartografía estaba en sus mantillas, un núcleo de cartógrafos situados en Palma de Mallorca, inspirándose en precedentes italianos, hizo del mapa un arte nuevo. Ese arte, se llamó de los portulanos. En ellos, por primera vez, se pusieron y y
precisaron todos los puertos visitados
por los comerciantes. Pero además
de hacer los mapas, la gente que se dedicaba a ellos estudiaba, científicamente, la astronomia y las artes relacionadas con la navegación.
Hay ban
una
advertencia esencial
a
hacer:
esa
gente
eran
judíos.
Forma-
especializado, que, recogiendo las tradiciones de la ciencia medieval, polarizaron en Palma de Mallorca una serie de conocimientos de altísima importancia. Sin duda alguna, el hecho de que en 1391 se asaltaran los calls judaicos y que esa colonia de judíos emigrara hacia Portugal, está en íntima relación con la decadencia del espíritu aventurero catalán y su incapacitación para las grandes aventuras atlánticas. Sin embargo, a lo largo del siglo xv hubo nombres relacionados con la ciencia geográfica, aunque cada vez menos numerosos. El último que conocemos es el famoso Jaime Ferrer, de Blanes, el cual fue llamado por los Reyes Católicos para dictaminar sobre la famosa línea de demarcaun
núcleo
ción del Atlántico entre castellanos y portugueses. Éste fue el último acto de la ciencia catalana medieval. Ayudar a dividir el mundo.
18
Precios, dinero, banca en
a
la Corona de
y coyuntura
Aragón
Precios y salarios en la Corona de Aragón y Navarra. — Gracias las investigaciones de Hamilton, podemos seguir con precisión el desa-
rrollo de precios y salarios en las Coronas aragonesa y navarra durante la época bajomedieval. Sólo Cataluña se halla ausente de estos trabajos,
obsta para que, precisamente a través de aquellas investigaciones, podamos reconstruir la marcha general de los precios y salarios catalanes durante el mismo período. A tal fin ofrecemos los gráficos que
pero ello
no
páginas. Procedamos por separado
acompañan
estas
a
su
examen.
La evolución de los precios
ofrece las siguientes etapas: Brusco ascenso, de 1340 a 1380. Corresponde a lo que Hamilton llama revolución comercial, y debería llamar primera revolución de los precios
(la segunda
es
la del
siglo xvI). Según él, el
ascenso
reconocería
como
exclusiva el aumento del stock de oro, como consecuencia de la explotación de los yacimientos de Silesia y de Hungría, del desarrollo
causa
del comercio
con
el África del noroeste
balanza mercantil favorable
incluso de la vuelta
e
una
(hipótesis esta última difícil de comprobar). Esta explicación olvida, sin embargo, otras causas de carácter interno, como, por ejemplo, el desquiciamiento del sistema productivo —resultado de la Peste Negra— que superaría, sin duda, la gravedad del propio bache demográfico. Inestabilidad, de 1380 a 1425. El fenómeno es especialmente notorio en Aragón, donde el predominio agrícola más acusado que en los restantes
en
los intercambios
a
con
Levante
territorios, vinculaba de forma casi exclusiva los precios al rendi-
miento de las cosechas, Pero la inestabilidad
precedente fue
general,
como
producto
de
despues del brusco
un
reajuste
ascenso
necesario.
206
2
28
DE
ESPAÑA
Lo
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ECONÓMICA
HISTORIA
8%
323
8
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NAVARRA
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VALENCIA
—
ARAGON
30 20
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GRÁFICO
DE
LOS
PRECIOS
EN
VALENCIA, ARAGÓN
Y
NAVARRA
(según HAMILTON)
Iniciafase de la tendencia secular depresiva, de 1425 a 1460. da en Aragón, la baja es común a los diversos reinos a partir de 1445. Esta vez los factores internos son también preponderantes en la explicación hamiltoniana: recuperación demográfica superada por el desarrollo de la industria y el comercio y aumento menos rápido de las existenPrimera
cias de metales
preciosos.
los Crisis, de 1460 a 1480. A consecuencia de la guerra de Cataluña, tendencia alcista. precios vuelven a presentar violentas alteraciones, con Los índices aragoneses
son
los más afectados por la crisis catalana.
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8
8
KR
ECONOMÍA
EN
LA
CORONA DE
ARAGÓN
207
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DE
LOS
SALARIOS
EN
VALENCIA, ARAGÓN
Y
NAVARRA
(según
HAMILTON)
Segunda fase de la tendencia secular depresiva, de 1480 a 1500. Es decir, consolidación del “trend” apuntado a partir de 1425, aunque ahora, en la consideración de la baja, debe estimarse, sobre todo, la escasez de la circulación áurea.
desarrollo similar. Aumento brusco, especialmente en Navarra, entre 1340 y 1400, a consecuencia de la falta de mano de obra y del aumento vertical de los precios; después un
También los salarios manifiestan
un
período de adaptación, desde 1380 a 1420, con bruscas oscilaciones, pero dentro de una tendencia general al alza; una larga fase de baja, inaugurada entre 1420 y 1430 y prolongada generalmente hasta fines de la centuria. No obstante, hay que señalar, con Verlinden, que los salarios se situaron por encima, y no por debajo, de los precios, durante los tres últimos cuartos de siglo en Aragón, y de 1448 a 1466 en el reino de Valencia, mientras en Navarra aquellos subieron mucho más deprisa del último decenio de la centuria. De donde se deduce que, para el conjunto de la masa asalariada, la época no constituyó una etapa de retroceso.
que éstos
en
el
curso
.
O
y
GRÁFICO
1500
1340
LA
|
208
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
global, cabe destacar la identidad entre las curvas de Navarra, Aragón y Valencia, de 1400 a 1500. Esta identidad sólo se explica por la existencia de un mercado común de trabajo, y es aquí Como consideración
donde aparece claramente Cataluña, gran motor económico del conjunto. En líneas generales, su evolución debió ser similar a la de los territorios
indicados, salvo
mayores
alteraciones entre 1460 y 1480.
La circulación monetaria
en
el
siglo XIV: introducción del flopresidida por un hecho de suma
rin. — La revolución comercial vino importancia: la adopción del oro como signo divisionario. Esta reforma tuvo lugar en las ciudades de Génova y Florencia, en 1252 y 1253. Cierta-
mente, el
había
desaparecido durante la Alta Edad Media y conocemos varias acuñaciones áureas. Sin embargo, desde la época carolingia la plata fue el metal distintivo en la economía de distintos países del Occidente de Europa. oro no
La revolución del
ha sido estudiada muy de cerca por los modernos historiadores de la economía. Según Marc Bloch, que dedicó a ello inteligentes obras, fue debida a una serie de causas: la apertura del mar oro
Negro a los italianos a consecuencia de la cuarta Cruzada (comienzos del siglo xI111); el cambio de signo de la balanza comercial en las relaciones entre Occidente y Oriente (hasta principios del siglo x111, los países del Occidente de Europa habían sido tributarios del comercio oriental, mandando oro a los puertos de Levante y recabando de ellos mercancías; pero el
desarrollo de la industria
Occidente hizo que los países de Levante sufragaran con oro las mercancías que compraban a Occidente); el descubrimiento de minas áureas en Silesia y Hungría y la ingente aportación del
oro
en
sudanés al Mediterráneo.
ello, el profesor Robert S. Lopez afirma que estas causas no logran explicar el cambio de mentalidad que indujo a los hombres del siglo XI a cambiar la plata por el oro. Después de una serie de hipótesis, sostiene que el cambio se produjo cuando, por primera y única vez en la Historia, la relación entre los dos metales, oro y plata, llegó a ser 1/9, o sea la plata valiendo nueve veces menos que el oro. Entonces, fue adoptado el signo áureo porque representaba una mayor nobleza y, al mismo tiempo, un arma para la burguesía. Porque, en definitiva, y en ello estribaba la importancia de esa revolución psicológica, el oro sólo A pesar de
utilizó por la burguesía de Occidente para vencer y quebrantar el poder de los señores. Es posible que tal sea el esquema de lo que sucedió en la Corona de Aragón. Desde los tiempos de su fundación, ésta vino adscrita a una mose
-
neda de
plata: el sólido de
Jaca
y
el sólido de Barcelona. Pero
a
media-
LA
dos del
siglo
ECONOMÍA
xIv, cuando
EN
LA
CORONA
incorporó
DE
ARAGÓN
209
la Corona de
Aragón, definitivamente, Ja isla de Mallorca, Pedro el Ceremonioso, junto con la burguesía de Barcelona, impusieron el florín de oro. En 1346, el rey ordenó la acuñación en la ceca de Perpiñán de una pieza que contenía 22 quilates de oro. Era una pretensión excesiva, porque el mantenimiento de una moneda fuerte habría
se
exigido
a
balanza comercial favorable y, a la vez, la reducción de los gastos militares. No era ésta la situación del momento, ante la crisis demográfica, económica y militar de mediados del
siglo
una
Por esta causa, el florín fue devaluado en 1351, 1363 y 1365. En esta última fecha se fijó el módulo de 18 quilates de oro, o sea el x1v.
75 por 100 de
original. Este suceso perjudicó el desarrollo del capitalismo en Cataluña, puesto que la burguesía se aferró a la moneda efectiva de plata, el croat, signo de su esplendor en los dos siglos anteriores. Negándose a devaluarlo, provocó la fuga en masa de la plata, que se compraba a buen precio con moneda de oro extranjera, ya que la relación monetaria europea era de 1/10,5 frente a la catalana de 1.13,1. su
tenor
Este tradicionalismo de mación del dinero
escasos
explica
los
horizontes
en un
momento de transfor-
orígenes de la decadencia económica de
Cataluña. La banca catalana: la crisis de 1391 y la instauración de la “taula” de cambio en Barcelona y Valencia. Los estudios más recientes, entre —
los cuales el del americano Usher, aseveran que existieron en el siglo XIII los llamados campsores o canviadors; eran los que se dedicaban al trueque de monedas. Como éstas eran de distinta especie y ley, y solía mezclarse la nacional
la extranjera, los cambiadores se dedicaban a pesarla y valorarla. Los beneficios que realizaban eran considerables, y de su acumulación surgió el negocio bancario, o sea el préstamo de dinero. con
aquel siglo, los judíos habían monopolizado este género de operaciones, pues la actitud de la Iglesia era absolutamente contraria a todo interés, que consideraba usurario. Los banqueros hallaron un sistema para
Hasta
burlar las penas canónicas: negociar con la letra de cambio. Banca y efectos de comercio comienzan en esta época su deslumbrador camino.
importancia de la banca catalana se insinuó en el mismo siglo xIII. Por vez primera aparece en la legislación en 1284. Más tarde, en las Cortes de 1300 a 1301, se organizó el negocio bancario, fijando los derechos, atribuciones, responsabilidades y fiadores del cambiador o banLa
quero.
depositarios de los bienes de determinadas personas, especialmente mercaderes, que en algún momento tenían que realizar operaciones de crédito y necesitaban girar La
segunda función de los
campsores fue la de
210
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
“taula” (en Cataluña el banco se denominó “taula”, o sea tabla, mesa). Muy pronto esos cambiadores tuvieron otra actividad: la de prestar dinero, ya a la monarquía, ya a los municipios, tanto para las su
dinero
empresas caso
de
a una
bélicas,
escasez
como
para los
problemas de abstecimiento del país
en
de cereales.
Durante el reinado de Pedro el
Ceremonioso, las continuas guerras contra Génova y Castilla hicieron que los banqueros de Barcelona se desarrollaran enormemente, y a remolque de ellos los de Valencia, Perpiñán, Gerona, Lérida y Tortosa. De tal manera que en el último tercio del siglo x1v la banca catalana iba cobrando un positivo auge. Pero cuando iba a lograr la estabilidad necesaria para asegurar el normal funcionamiento de la economía del país, sobrevino la contracción en 1381. Esta se caracterizó por la paralización del negocio, la reducción del mercado de capitales, la ruina de los rentistas por la quiebra de las finanzas municipales, la sobreproducción, etc. Ante la brutal sacudida, fallaron absolutamente los exiguos conocimientos de los economistas prácticos de la época. Entonces se registraron dos series de hechos paralelos. El primero, la matanza de judíos de 1391, a la que ya nos hemos referido, explosión del odio popular contra los que se acusaba del desastre colectivo. La segunda, el hundimiento de la banca privada. Los banqueros que habían prestado dinero al rey, no pudiendo hacer frente a los depósitos que les habían sido confiados, se declararon en quiebra. Entre 1381 y 1383 hicieron bancarrota los principales banqueros barceloneses (Descaus, D'Olivella, Pasqual y Esquerit), gerundenses (Medir) y perpiñanenses (Gari). Fue un rudo golpe para la confianza que el público les había otorgado, como se revela en el bando publicado por Barcelona en 1397 reorganizando el sistema de los cambiadores. alteraron las relaciones financieras que hasta entonces habían constituido el cañamazo normal de la hacienda pública en la Corona de Aragón. Los monarcas pusieron el crédito de la A consecuencia de las
quiebras,
se
de la banca extranjera, genovesa y florentina especialmente, y de las familias de judíos conversos, aragoneses en particular, en estrecha relación con sus amigos y parientes, los conversos castellanos. En cuanto a los municipios, la crisis determinó la constitución de los corona en manos
depósitos bancarios comunales llamados “taules” (tablas) de cambio. Cuando los historiadores de hace dos o tres generaciones hablaban de la Taula de Canvi de Barcelona, la presentaban como producto del genio creador de los antepasados, que apenas había cedido en algunos años a los precursores genoveses, la Banca de San Jorge. De hecho, el origen de la famosa Taula fue la crisis de confianza que sacudió Barcelona después de los sucesos de 1381. En lugar de ser una idea genial, fue una realización
LA
ECONOMÍA
EN
LA
CORONA
DE
ARAGÓN
211
inseguridad financiera de los barceloneses y de sus imitadores valencianos y gerundenses. Fue una solución miope, ya que habiéndose perdido la confianza en los banqueros y en la finanza nacional, los ciudadanos y mercaderes decidieron fundar la nueva institución (1401) haciéndola descansar en el crédito municipal y en el dinero que obligatoriamente tuvo que depositarse en el banco comunal, ya procediera de depósitos ejecutivos, ya el de tutelas, testamentarías y secuestros (ordenanzas de 1412). De este modo quedaron inmovilizados en la Taula muchos capitales, con evidente perjuicio para la flexibilidad del mercado de dinero en las sucesivas coyunturas que se presentaron. Constituyo, pues, un bloqueo que congeló el dinero en Cataluña, en el preciso momento en que éste requería ser más ágil. La Taula de Canvi de Barcelona, imitada por Valencia y Gerona, estuvo en manos de la oligarquía urbana. Su círculo de operaciones comprendía la Bailía real, el Clavariado de la ciudad, los pequeños bancos que
que demostró la
la catástrofe de 1380-1410, y la moneda extranjera Minuciosas prescripciones regulaban su funcionamiento
habían subsistido
(desde 1446).
a
modo, se entraba en un período de presagiaba un futuro poco halagiieño
para evitar todo fraude. De este
con-
servadurismo
para
financiero,
que
Cataluña. Desarrollo de la crisis económica
glo se
en
la
primera mitad del si-
XV: la crisis de 1427 y la devaluación de 1454. hicieron a partir de 1412, fecha de la definitiva
—
Taula de 1427
se
mayor
Canvi,
asistió
a
para detener la crisis un nuevo
degradación
colapso
en
organización de la
económica, fueron estériles. En el mercado de capitales y a una
la actividad económica. Ello
en
Cuantos esfuerzos
se
pone de manifiesto
el brusco descenso de la recaudación de impuestos de la Generalidad de Cataluña y del municipio de Barcelona, como de la Bailía real
tanto
en
de Valencia. El orden del descenso 100.
Simultáneamente,
viero. Se calcula que,
Barcelona
a
25 hasta el 75 por decaía la transacción mercantil y el tráfico naes
gravísimo: del
partir de 1432-1434, el
disminuyó, hasta el
año
1454,
en
movimiento del puerto de cuatro o cinco veces.
el signo adverso de la coyuntura se pensó en la reforma de la moneda. Era una medida inevitable. Valencianos y mallorquines la Para
vencer
adoptaron
entre 1426 y
1427, aquéllos lanzando la acuñación del timbre, moneda de 20 quilates, equivalente a 10 sueldos, que suplantó al florín, de 11 sueldos. En Barcelona, la reforma monetaria despertó una verdadera batalla entre los dos grandes partidos urbanos: el aristócrata y el popular. Este último —la Busca— preconizaba la devaluación del croat, rebajando su relación con el florín de 15 a 18 dineros. Tal medida evita-
212
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA N
ría, según ellos, la huida de la plata
Francia, aumentaría el comercio La Biga se oponía en nombre y daría aliento a la producción industrial. del prestigio financiero de la ciudad, aunque, de hecho, defendía sus a
las rentas del campo y de la ciudad, los depósitos de los bancos, las deudas, etc. Fue preciso que los aristócratas aventureros, del tipo de los Requesens de Soler, se aliaran con la Busca para intereses inmediatos:
que la
Corona,
una
de las
1454, decretara la devaluación del florín. Esta medida
regañadientes por la burguesía, hasta el punto que fue causas que condujeron al país a la guerra civil en 1462, en
aceptada
fue
en
a
donde definitivamente
se
hundió el valor de la moneda hasta
un
punto
que jamás habían soñado los elementos conservadores de Barcelona.
problema las páginas
El de
de la decadencia económica de Cataluña.
—
A
anteriores hemos visto desarrollarse las fases
lo de
largo una
coyuntura desfavorable para la economía catalana. Desde la inflación de 1340 a 1380, pasando por la crisis de 1381, se llega al colapso de 1427 y al hundimiento de la guerra civil de 1462-1472. Este proceso, como se ha
dicho,
propio del Occidente de Europa
el mismo
período; si en Cataluña se agrava hasta provocar el estancamiento global de su economía, ello se debe a una serie de circunstancias específicas que debemos examinar. Sin embargo, es preciso tener en cuenta que el problema se centra en la falta de agilidad de la oligarquía barcelonesa para ver los problemas económicos desde un nuevo punto de vista. Esto no es un baldón para esa oligarquía, porque todas han fracasado ante el mismo problema: resolver una coyuntura desfavorable con los elementos apropiados para ello. Siempre se han refugiado en el recuerdo del pasado, que les procuró poder y fortuna. Sobre el conjunto del problema de la decadencia económica de Cataluña se mantienen varias teorías, algunas hipótesis de trabajo y se conocen hechos comprobados. Vamos a resumir aquí las tesis principales. es
en
pérdida del control del mercado de capitales. Éste pasó a manos de conversos y de italianos. En consecuencia, la burguesía catalana no pudo operar con sus bienes propios: fueron otros quienes los manejaron y los encauzaron hacia fines particulares. El país no dispuso de dinero para hacer inversiones productivas durante la larga época de crisis del siglo xv. La
El terrorismo y el contraterrorismo marítimo. El afán de lucrarse rápidamente hizo que se perdieran los mercados tradicionales del comercio
catalán
el Mediterráneo. El comercio del
hombre, la piratería
y el
perjudicaron enormemente las relaciones comerciales de Cataluña los demás países.
corso con
en
LA
ECONOMÍA
EN
LA
CORONA
El cierre de los mercados tradicionales
DE
ARAGÓN
213
Berbería y Egipto. Fue una consecuencia directa del terrorismo marítimo de que acabamos de hablar. en
competencia extranjera, franceses de un lado, ingleses del otro. Los primeros en el campo textil y de la especiería, y los segundos en la naveLa
gación
y
en
el comercio de la lana.
falta de estímulos técnicos y sociales. La gente se marchó de Barcelona, porque se encontraba con un comercio empobrecido y con actitudes airadas. En la capital catalana se luchaba por teorías que encubrían egoísmos y antagonismos personales; pero no existía una visión proyectada hacia el futuro. El proteccionismo del partido popular no contenía La
reforma positiva en el campo industrial. De hecho, había claudicado el espíritu de empresa que hizo grande el comercio la semilla de
una
catalán del siglo La
escasa
hipótesis no
contó
xIv.
resistencia económica del
traspaís comercial propio. Esta
de Robert S. con
una
Lopez merece la mayor consideración. Cataluña plataforma humana ni con un mercado adquisitivo
permitieran hacer frente a los embates de la crisis. Ni en el Sur de Francia, ni en la Corona de Aragón. Por el contrario, tuvo que contar con la acerada competencia de Valencia, ciudad que, en estrecha relación con los adversarios de Barcelona (genoveses y marselleses), se elevó que le
desde 1462 al rango de
capital financiera de la Corona de Aragón.
19
Los
poderes públicos
la organización financiera de la Corona de Aragón y
La monarquia y la economía pública: impuestos y exacciones. revolución comercial, que fue acompañada en todo el Occidente por la difusión del Derecho romano, provocó la tendencia hacia la monarquía autoritaria. Eso es un fenómeno absolutamente lógico, porque la monarquía, saliendo de la disgregación feudal, entendió ser una monarquía que realmente gobernara; y para gobernar necesitaba un ejército, una administración y unos funcionarios, lo que se traducía en una mayor avidez fiscal para procurarse el dinero imprescindible para el cumpliLa
—
miento de tales fines. Por lo tanto, Revolución comercial y Derecho romano contribuyen a fomentar la monarquía autoritaria, que correrá
paralela con el precapitalismo, para desembocar en el siglo xvi en las monarquías absolutas y en el mercantilismo como forma económica de las mismas. Esta transformación se inicia en el sur de Italia, con Federico II de Sicilia, a principios del siglo x111, y muy pronto alcanza los Estados de la Península Hispánica. Ahora bien, en los reinos de la Corona de Aragón, a ese aumento de las necesidades financieras por parte del soberano no correspondió un aumento en los recursos fiscales. El rey percibía una serie de tributos en calidad de señor feudal o señorial. Como soberano tenía derecho a las prestaciones de tipo feudal que debía todo vasallo a su señor: el coronaje, el derecho de matrimonio o maridaje, la cena real, etc. En cuanto a jefe del ejército, se le debían una serie de servicios, como las caballerías, la su
cabalgada y otras; y como jefe de la administración, las lezdas, peajes, bovajes, etc., o sea todo aquello que dimanaba, más o menos directamente, del antiguo fisco romano. Ahora bien, estos tributos eran de muy escasa monta, porque gravaban una economía ganadera y agrahueste y
ECONOMÍA
LA
ria del
siglo
comercial
x o
del
siglo
LA
CORONA
DE
ARAGÓN
215
xI, mientras que la economía de la Revolución
intercambios mercantiles y en productos manufacturados que el régimen señorial y feudal no había previsto. Por lo tanto, la monarquía reunía poco dinero. Pero además, como en el transse
mientras el
nía de
siglos
en
de dinero para hacer frente a las guerras y empresas exteriores, fue vendiendo los pocos ingresos que le quedaban a las ciudades y a los nobles. Es decir, que curso
de los
basaba
EN
xII1I
y XIV necesitó
grandes
sumas
país prosperaba continuamente, cada día el soberano dispo-
menos
recursos.
siglo XIII tuvo que capitular ante el organismo representativo de la burguesía del país, que eran las Cortes. Al pedir dinero a quienes realmente lo tenían, que era la burguesía, ésta exigió, a cambio, una intervención de carácter político y económico en las decisiones del Estado. En Europa, este fenómeno solamente se registró en dos países: en Inglaterra y en la Corona de Aragón. Las demás monarquías, por circunstancias de orden vario, pudieron capear el temporal y siempre tuvieron, como la de Castilla, una mano libre para sacar dinero en los casos más apurados. El refugio de la monarquía aragonesa en sus dificultades económicas fue el patrimonio real. Pero también tuvo que-claudicar en este aspecto, enajenando total o parcialmente vastas propiedades en momentos críticos. Tal fue la situación en tiempo de Pedro el Ceremonioso. En otros casos, se hizo inevitable el recurso a una serie de procedimientos poco recomendables: obtener dinero de los partidos en pugna prometiendo mercedes que luego no se cumplían. Tal fue la poco afortunada política fiscal de Alfonso el Magnánimo. Por esta causa,
En todo caso,
Iglesia quedaron
a
mediados del
debe tener presente un hecho: la aristocracia y la exentas de la mayor parte de los tributos, al igual
se
que los ciudadanos honrados.
Quien realmente pagaba
menestrales y campesinos. Aparte de esta idea general,
hay
ción financiera de la Corona
que tener
en
era
el
cuenta que la
pueblo:
organiza-
fue haciendo cada día más compleja, al compás de las circunstancias, que hacían necesaria la intervención de la administración real en la cuestión hacendística. Los tres principales cargos que se fundaron a partir del siglo xI11I, fueron: el de tesorero, el de baile y el de maestre racional. El primero era quien manejaba, en nomse
bre del rey, el dinero del erario; el segundo, quien administraba el patrimonio real, y el tercero, quien llevaba la contabilidad central. Las Cortes y la ante el Estado de la
política fiscal. — Las Cortes, como representación política burguesa y de la economía creada por las
216
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
corporaciones, alcanzaron su máximo esplendor en el siglo xiv, a partir del año 1283, cuando arrancaron de Pedro el Grande la famosa constitución “una vegada a l'any”, que obligaba a convocarlas —como dice el nombre— una vez cada año. Desde entonces, y a pesar de que tal disposición no fue cumplida al pie de la letra (de hecho, a partir de 1301, serían trienales), las Cortes ejercieron una real influencia en el gobierno del país. En realidad, detentaban el enorme poder de otorgar el “donatiu”, o sea
de votar la concesión de
presentada
por el
monarca a
donativo de acuerdo con la solicitud la Asamblea en el momento de su apertura. un
Puede parecer que, poseyendo un resorte tan esencial como el de abrir o cerrar la bolsa del país, las Cortes —y ahora me refiero concretamente a las catalanas, porque sin duda fueron las que tuvieron una más acusada entre las que celebraban los distintos reinos la Corona de Aragón— obligaron a la monarquía a practicar una
personalidad en
política
económica determinada. Pues
bien, el estudio de sus deliberaciones demuestra que no tuvieron jamás un concepto firme sobre cuál debía ser la mejor política económica para el país. Ello debe atribuirse a la oposición de la aristocracia y la clerecía a los intereses burgueses, como resultado de la composición estamental de las Cortes. Pero también a la falta de criterio del mismo brazo real (o burgués). Causa verdadera pena ver cómo en las Cortes, en las que se ventilaban tan altos intereses mercantiles e industriales, la burguesía se aliaba a veces con la nobleza, a veces con el clero, para dirimir pequeñas cuestiones de tipo jurisdiccional o legal. Y como éstos eran preferentes a toda posible concesión del donativo, de aquí la paralización de la obra de las Cortes ante los enconados debates sobre los greuges o agravios planteados por los representantes de cada estamento. A pesar de ello, durante el siglo
x1v
el mecanismo de las Cortes
llegó
partir de 1427, cuando la crisis se agudiza en Cataluña, se convierten en un organismo receloso, donde los egoísmos particulares ahogan los intereses colectivos. Por este camino, desde 1439 las Cortes se convirtieron en instrumento de las pasiones a
funcionar bastante
políticas desatadas
bien;
en
el
pero
país,
a
por lo que
su
obra resultó estéril para
reducir la decadencia de Cataluña.
Diputación del General de Cataluña y su papel económico. Uno de los principios inalterables de la política de las Cortes catalanas fue que el monarca no se enterara jamás de dónde procedía el dinero que votaban para el donativo. Querían que existiera un muro de silencio entre los funcionarios reales y las personas que pagaban y recaudaban la suma La
—
LA
ECONOMÍA
EN
LA
CORONA
ARAGÓN
DE
217
_
bastante catalana: separar quien tiene que administrar el dinero de quien tiene que cobrarlo.
convenida. Esa actitud En la
ban
un
época
es
Pedro el Ceremonioso, cuando las Cortes votanombraban una comisión para repartirlo entre los habi-
anterior
donativo,
a
país (lo que se hacía mediante el establecimiento de un censo o fogatge, de foc, u hogar). La misma comisión se encargaba de nombrar los recaudadores particulares y generales, de liquidar las cuentas y de perseguir a los morosos. Una vez cumplida su misión, la comisión se disolvía, previa quema de los papeles. Durante el reinado de Pedro el tantes del
Ceremonioso, nes se
a causa
sucedieron
necesidad de
de las continuas luchas
con
Castilla, las
comisio-
otras, se encabalgaron, de tal manera que hubo organismo permanente, que asumía la responsa-
unas a
crear un
bilidad de la recaudación y del pago que debía hacerse al monarca. Esa comisión, nacida en 1359, se llamó Diputació del General de Catalunya, o sea Diputación de las Cortes de Cataluña, entendiendo por general el común que
se
reunía
en
las Cortes. La
Diputación
era, pues,
una
comisión
financiero-tributarios. La Diputación fue el órgano magistral creado por el pactismo político catalán y por el sentido práctico de los estamentos de Cataluña. No hay en la historia medieval una corporación que represente de manera tan clara el país, y es por eso que fue imitada en la Corona de Aragón (en Aragón y Valencia, a principios del siglo xv; en Navarra, a finales del
permanente de las Cortes,
para asuntos
implantada en Cerdeña y Sicilia. En 1413 la Diputación de Cataluña recibió su estatuto definitivo. Entonces se convirtió en un cuerpo de triple objetivo. Primero —y especial—, recaudar tributos, esos tributos que primero tenian que ir a
mismo)
la bolsa del rey, pero que a partir de 1413 se convirtieron en de los principales ingresos de la misma Diputación del General,
parar uno
e
a
poderoso organismo político, con una finalidad propia. En segundo término, tenía que defender las constituciones que se habían aprobado en las Cortes. Su tercer fin era fomentar el comercio o bien dar aviso sobre las cosas que podían mejorar la economía en general. Para cumplir estos propósitos, la Diputación creó un cuerpo de funcionarios muy complejo, presidido por tres diputados locales. Todo ello constituía una especie de pirámide, con una red de influencias muy supe-
transformada
en
la que detentaba el propio monarca. La época áurea de la Diputación catalana
rior
a
A pesar de haber
perdido la
corresponde al siglo
guerra contra Juan II y de haber sido
ganizada
por Fernando el Católico
parte de
su
potencialidad fiscal
y
en
xv.
reor-
1493, hasta 1714 conservó buena
política.
218
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
Régimen aduanero: las “generalitats” nan
“generalitats”
o
generalidades
ESPAÑA
— Se
y la “bolla”. denomi-
los tributos
percibidos
por la
Diputanecesidades y allegar
ción del General de Cataluña para hacer frente a sus recursos para entregarlos al monarca en caso oportuno. Eran de dos
tipos: las “entrades ? eixides", o sea entradas y salidas, correspondientes al derecho de aduana, y la “bolla i segell”, marchamo que se ponía en los
tejidos cuando Existe
se
fabricaban
o
se
vendían.
confusión muy lamentable sobre esos impuestos de la Gepesar de su extraordinaria importancia y de su larga vigencia
una
neralidad, a (cuatro siglos). Digamos,
para aclarar
algo este asunto, que el derecho de “entradas y salidas”, por corresponder a la aplicación de los sucesivos aranceles fijados por las Cortes, no sólo comprendía la producción pañera, sino cualquier género de importación y exportación incluido en los derechos de aduana. En cuanto a la “bolla”; consistía en una pieza de metal que se ponía en la urdimbre cuando se empezaba a fabricar un paño y le seguía durante su efímera existencia, atestiguando el pago de unos derechos sobre las manufacturas ante el transportista, el sastre y el futuro cliente. Por otra parte, gravaba las compraventas de paños en
vigilar el buen funcionamiento de todo el país una red de comisarios de
los mercados. Para
disposiciones, bolla, que entor-
estas
la extendía por pecian el normal desarrollo del comercio. Este impuesto era tan fundamental, que incluso rebasó la vida de la corporación que lo había insse
tituido,
y sólo fue
derogado
en
tiempos de Carlos III (en el año 1770).
empréstitos: censales y violarios. — Si la movilización del mercado de capitales fue obra de la monarquía, porque ésta necesitaba disponer de recursos extraordinarios, los cuales, como no podían ser facilitados inmediatamente por el país, eran tomados en préstamo de los que poseían dinero, tanto nobles e iglesias, como banqueros y conversos, en cambio, la regulación del mismo fue obra de los municipios. Entrado el siglo x1v, conocieron éstos una serie de necesidades permanentes: abastecimiento de trigo, urbanismo, defensa, subvenciones a la Coroeventual na, etc. Todo ello obligó a los ediles a prescindir del préstamo de dinero y a organizar el crédito público sobre los impuestos. Por eso hacia 1340, precisamente a consecuencia de la guerra contra Génova, se estructura y consolida la deuda de la ciudad de Barcelona, primer caso de organización del mercado de capitales a través de las rentas municipales en toda España, siguiendo de cerca a Venecia y Génova. La deuda pública barcelonesa fue conocida con el nombre genérico de censal, o sea censo (igual a renta). Existían dos modalidades: el censal propiamente dicho, o deuda vitalicia; y el violario, o deuda amortizable. Los
ECONOMÍA
LA
Una y otros daban 15 por 100, o sea el
EN
LA
ARACÓN
CORONA DE
219
respetable: 7,5 por 100 el primer tipo; doble, el segundo. En poco tiempo el rentista recuun
interés
capital. Ahora bien, lo más importante del caso no fue la creación de la deuda consolidada, sino el problema del interés vinculado a la misma. La Iglesia había prohibido de manera taxativa hacer beneficios ilegítimos con el dinero, al objeto de contrarrestar la usura. Cuando se vio que el negocio del dinero, ordenado según la deuda municipal, era correcto, sin dejar de ser próspero, se inició una campaña a favor de tales intereses. La Iglesia
peraba
su
mundo del dinero. A mediados del siglo x1v los teólogos y los moralistas llegaron a la conclusión de que los intereses de la deuda municipal o real no se consideraban como fruto de un convenio mutuo, sino de una venta. no
tuvo más remedio que
La tributación en
la Corona de
pactar
municipal.
Aragón
una
con
el
nuevo
A mediados del
—
siglo
serie de impuestos que
XIV
no se
se
implantan
relacionan
con
real, prevalecientes hasta entonces, sino con la obligación de cubrir los pagos de la deuda municipal. Entre los principales, señalemos los que gravaban los géneros alimenticios: “vi 1 verema” (vino), carne, harina y aceite. Éstos eran los cuatro puntales permanentes de la hacienda, más el tributo sobre el pescado fresco y, en determinadas ocasiones, el llamado “cuartera”, que gravaba la harina de trigo, o el denominado “bésties”, recayendo sobre animales y volael derecho de exacción señorial
tería. También
interesante el grupo de los
es
manufacturados,
ductos
o
porque
gracias
a
impuestos sobre los
ellos estamos
en
pro-
condición de
analizar la evolución industrial de la ciudad. Entre los
principales contaban el llamado “cuiram” (sobre el cuero), “draperia” (sobre los tejidos en general), “pelliceria” (sobre las pieles), el derecho de muelas, el de “fusta obrada” (madera elaborada) y el derecho de armas, que se pagaba sobre el equipo militar. Tres impuestos sobre las manufacturas textiles recaban la atención: “fustanys”, para tejidos de alta calidad; “peia”, tejido de calidad media, y “flassades”, para una especie de sayales. Existieron también impuestos sobre la compraventa. Uno de ellos se denominaba “pes del Rei” y afectaba cualquier mercancía que se vendenominó “honors i¡ possessions” y gravaba las transacciones sobre la propiedad inmobiliaria.
diera
a
peso;
Asimismo, se
otro
se
tiene interés el
percibió sobre
naves
impuesto denominado “navilis
¡
nolits”,
que
y fletes.
Política internacional y política económica de la monarquía: sus No encontramos en esta época un sentido político-ecoconsecuencias. —
220 nómico de la
HISTORIA
monarquía.
ECONÓMICA
Es inútil buscar
ESPAÑA
DE
la realeza de los siglos XIII y XIV, un sistema económico general o una idea rectora del desarrollo de la economía. En general, los monarcas fueron superando como pudieron en
problemas cotidianos. Sin embargo, a medida que nos acercamos a la Edad Moderna, se percibe una cierta relación, cada vez más estrecha, entre los intereses de la monarquía y los del pueblo mercantil y trabajador. De la misma manera que a partir de Jaime II se empezó a dar cierta protección a los gremios, porque la realeza se beneficiaba de ellos, en cuanto le proporcionaban dinero, poco a poco se fue introduciendo un concepto algo más amplio en las relaciones financieras y económicas del Estado. Tal acaeció a raiz de la grave crisis económica de la época de Pedro el Ceremonioso. Pero esa tentativa de organizar la política económica del Estado se derrumbó durante el siglo xv, especialmente en el reinado de Alfonso el Magnánimo (1416-1458). Este monarca practicó en Sicilia, en Nápoles y en Cataluña, que eran los tres grandes centros económicos de su imperio, una por el trigo, otra por su población y la tercera por su industria, una política fiscal tan opresiva, que provocó en ellos crisis violentas, guerras civiles y, en definitiva, su hundimiento en los umbrales de la Edad Moderna. Basta considerar su desatentada política de protección naval a Jacques Coeur, el mayor antagonista del comercio catalán de la especiería, para responder de su absoluta inhibición en los asuntos de su Corona. El sentido proteccionista que se desarrolla en el siglo xv no se relaciona, por tanto, con la monarquía, sino con las ciudades y especialmente con el partido popular que se formó en ellas en esta época. los
La política proteccionista proteccionista. nació con la economía privilegiada urbana, tan pronto como ésta se organizó en gremios y corporaciones. Del municipio acabó pasando al Estado, especialmente al socaire de las reivindicaciones de los burgueses ante las consecuencias de la crisis general de fines del siglo x1v. En Cataluña, las primeras disposiciones proteccionistas fueron decretadas en 1422 por la reina María, lugarteniente de Alfonso el Magnánimo, en las Cortes de Barcelona. Por una constitución de tal fecha se prohibió la importación de toda clase de tejidos extranjeros. Más adelante, al acentuarse la crisis económica, el proteccionismo fue inscrito en la bandera del partido popular, de la Busca, que se creía inspirado por Dios para redimir a la humanidad trabajadora. De la misma manera que propugnaba la devaluación del croat, la Busca estimaba que sólo el proteccionismo a ultranza Desarrollo del sentido
—
salvaría del desastre á la economía catalana. Por eso, cuando alcanzó el poder en 1453, obtuvo de Alfonso el Mag-
LA
ECONOMÍA
EN
LA
CORONA
DE
ARAGÓN
221
nánimo las famosas ordenanzas de 24 de agosto de este mismo año, que son el primer cuerpo de doctrina precursor de las famosas Navigation
inglesas del siglo xvIr. Por las ordenanzas de 1453 se dispuso que ningún género pudiera embarcarse en ningún puerto de Cataluña o con destino a Cataluña que no fuera en buque catalán, siempre que estuviera
Acts
imponía
el puerto un navío de esta bandera. La única condición que se era la de ofrecer el mismo precio de flete que el de los extran-
jeros
competencia.
surto
en
en
ley, que debería haber tenido un desarrollo beneficioso para la economía catalana, no pudo aplicarse. Los sucesos se encadenaron de tal forma que al cabo de ocho años estalló la revolución contra Juan II, de la que los intereses del país salieron tan mermados que fue ya imposible Esta
pensar en medidas restrictivas de tan vasto alcance. En 1481, una vez pasada la crisis revolucionaria,
se
buscó
una
solución
drástica. Viendo que era muy difícil aplicar un Acta de Navegación en favor de una marina que de hecho no existía, las Cortes de 1481 menos
decretaron
completísimo para proteger la industria catalana. Su importancia es considerable, no solamente porque implica el primer arancel catalán desarrollado, sino también un criterio mercantilista, que el monarca, Fernando el Católico, no vacilaría luego en aplicar a Castilla. un
arancel
20
Estructura y
expansión de la
economía
agropecuaria castellana del siglo XIII al XV
generales. — En los últimos siglos medievales, la economía castellana conoce una etapa de franca expansión. Sin llegar al optimismo desbordante que uno de sus estudiosos, Viñas Mey, manifiesta últimamente respecto de la misma, considerándola como una réplica a la marcha de Occidente hacia el capitalismo, es obvio que se trata de una evolución de rasgos definidos, que proporciona al reino castellano un lugar, no preeminente, pero sí de importancia en el conjunto de la economía de Europa. Ese vigoroso florecimiento prepara a Castilla para la Caracteres
América; pero la prepara con una formación particular de la mentalidad económica, que, llegado el momento oportuno, se reflejará en la respuesta anormal dada al envite americano.
empresa del descubrimiento de
La
expansión
de la
economía castellana ofrece
unos
cuantos rasgos
fundamentales. En
primer lugar,
no
se
trata de
un
movimiento
armónico,
sino del
fabuloso desarrollo del comercio de la lana. Por lo tanto, desde el primer momento nos hallamos ante un desarrollo unilateral de la economía castellana, basado en la exportación de una materia prima. Segundo: este auge económico, además de no ser general en cuanto a los sectores que forman la estructura económica, tampoco lo es por lo que atañe a la participación de las distintas regiones del reino de Castilla. Se trata de
un
desarrollo
periférico,
centrado de
un
lado
en
la Montaña
santanderina y el País Vasco, y de otro en Andalucía, ambos en estrecho contacto, e incluso dependencia, de las actividades extranjeras. Tercero: la organización técnica de la economía castellana muestra un sensible retraso respecto a la práctica mercantil e industrial del mundo
LA
ECONOMÍA
AGROPECUARIA
223
CASTELLANA
alejada de los centros de donde había brotado ese desarrollo que los países ibéricos de la fachada mediterránea, por lo que no cabe sorprenderse de tal retraso. Cuarto: la estructura social de Castilla se presenta poco articulada,
occidental. Castilla
se
hallaba más
lo que constituyó un lastre para el cambio de la estructura económica del país. En Castilla no se produjo una revolución comercial y urbana vinculada a la burguesía, de tal manera que la economía castellana continuó
economía primaria, agrícola y ganadera, la que el elemento urbano e industrial pesó muy poco. La permanencia de estos rasgos gravitaría muy desfavorablemente
siendo, primordialmente,
una
bre la gran ocasión castellana del
siglo
en
so-
xvI.
— Es
XIII al XV. demasiado arriesgado avanzar cifras concretas respecto al desarrollo demográfico de de la Meseta en los últimos siglos medievales. Sólo para su térlos Estructura
demográfica
en
los
siglos
países
tiempo de los Reyes Católicos, contamos con un censo de población, de resultados, por lo demás, exagerados. En estas circunstan-
mino,
en
podemos recordar la evolución europea (probable aumento del 200 por 100 en la Baja Edad Media) y señalar la peculiaridad del desarrollo castellano, participante, pero con retraso, de la misma. Lo que sí puede afirmarse es la ventaja cobrada en estas centurias por la población castellana respecto de la de la Corona aragonesa. En este proceso demográfico, un fenómeno recaba inmediatamente la atención. La población mudéjar, musulmana, asimilada por Castilla fue escasa. Ya sabemos cómo se llevó a cabo la repoblación de Andalucía: primero se expulsó a los moros de las ciudades y, cuando en 1263 se produjo la sublevación del campo, se procedió a la eliminación sistemática del elemento musulmán. Cálculos aproximados afirman que quedaron unos 300.000 musulmanes. Esto significa una décima parte de la población total del reino castellano a mediados del siglo XII, cifra realmente baja teniendo en cuenta que la zona incorporada a partir de 1212 representa casi el 50 por 100. Se produjo, pues, en el Sur, un enorme vacio demográfico que tuvo que ser llenado —como el caso de Valencia
cias,
en
únicamente
relación
Norte:
Cataluña— por las continuas aportaciones de gentes del gallegos, astures, cántabros, vascos, castellanos y leoneses, los con
cuales, en una centuria, entre 1250 y 1348, fecha de la Peste Negra fueron poblando, sucesivamente, las regiones meridionales. Hay que tener en cuenta, no obstante, que hubo ciudades, como Badajoz, que se poblaron dificultosamente y que llegaron a fines de la Edad Media con una densidad muy mermada. La emigración hacia el Sur produjo
en
Castilla y
en
León el mismo
224
HISTORIA
ECONÓMICA
en
ESPAÑA
demográfico registrado en Cataluña, aunque allí debió sensible, porque el punto de partida era más vasto y poblado
descenso menos
DE
ser
que
Cataluña.
Otro hecho que debe notarse es que esa emigración del Norte hacia el Sur no se hizo uniformemente, sino que benefició de manera especial a las ciudades. Este cambio en la estructura demográfica de Castilla es muy
importante. Alteró el cuadro de la vida castellana altomedieval, basada en la presura y la democracia campesina, para dar lugar a una población
hidalga urbana
que vivía de las rentas del campo circundante. Por esta
causa, las ciudades de
Andalucía
desproporcionadamente en relación con las del resto del país. Así, por ejemplo, a fines del siglo xv Sevilla tenía 75.000 almas; Córdoba, 35.000; Jerez, 35.000; Murcia, 25.000; Baeza y Úbeda, 20.000 las dos, y Andújar y Carmona, 15.000. En cambio, hacia el Norte, las antiguas ciudades castellanas presentaban cifras más reducidas: Toledo, Valladolid, Medina del Campo y Salamanca, oscilaban entre 25 y 20.000 habitantes, mientras que ciudades que entonces eran consideradas como las primeras potencias económicas de la Meseta, únicamente llegaban a los 10.000 habitantes o los rebasaban escasamente (así, Burgos, Segovia, Cuenca y la naciente Madrid). En 1348, la Peste Negra invadió Castilla y produjo los consabidos crecen
estragos. Hizo víctimas notorias, entre las cuales Alfonso XI. Pero mientras en el Levante mediterráneo, la presión de la peste fue durísima, en
Castilla, apartada de las grandes vías de circulación marítima, la sangría no fue tan profunda. No obstante, en el transcurso de los últimos 150 años medievales, registramos pestes notables, como las de 1400, 1422, 1435 y 1468. Todo ello está
mal estudiado.
Una parte importante de la población castellana bajomedieval la constituyeron los judíos. Es imposible entenderse sobre este particular, porque las cifras
son
tan
divergentes
que más parece que los autores
pasión que a la ciencia (Lea, 5.000.000; Amador de los Ríos, 1.000.000; Millás, 20.000). Un punto de partida básico es que los judíos expulsados en tiempo de los Reyes Católicos fueron 150.000, lo que quizá permita cifrar la comunidad hebraica castellana a fines del siglo xvi en unas 200.000 personas. Ahora bien, en 1391, a consecuencia de la crisis económica, se registraron en Castilla, igual que en la Corona de Aragón, progroms antisemíticos, que ocasionaron sensibles bajas. Sobre este particular, hay campo para todas las conjeturas, porque existen autores que cifran las muertes de judíos en 500.000, y otros que dicen que no les pasó nada. En definitiva, parece ser que sucumbieron bastantes judíos, aunque obedecen
no
es
a
la
ha supuesto: entre 5.000 y 10.000. Lo más importante lo siguiente: que de la comunidad judía, formada por unas 200.000 pertantos
como se
LA
mitad
ECONOMÍA
AGROPECUARIA
227
CASTELLANA
convirtió al cristianismo, mientras que una parte estimable de la otra mitad emigró a Granada (la mayoría de los judíos sonas,
una
se
todo, las colonias judías que quedaron en el país continuaron siendo notables, pues en el reparto de Segovia de 1474 se citan 305 poblaciones castellanas con judíos. Pero, al interpretar esta estadística vuelven a aparecer las contradicciones, pues hay quien afirma que representaban únicamente 45.000 individuos, cifra necesariamente inferior a la realidad. Considerando el problema desapasionadamente, se tiene la impresión que después de las matanzas debieron quedar unos 75.000 judíos sin convertirse, los cuales, con el progreso normal de la población, llegaron duplicados a fines del período. Ahora bien, esos 150.000 judíos, más los 100.000 conversos, representaban la potencia del
andaluces).
eran
Con
dinero y del artesanado en Castilla. En cuanto a los mudéjares, la cifra que hemos dado antes, .; del total, 300.000, representa una proporción bajísima: ! .. 0 tras que
de
era
en
un
la Corona de
Aragón la relación de mudéjares
a
unos
mien-
cristianos
quinto.
Rasgos generales de la evolución social: constitución de los grandes dominios señoriales. — Una teoría optimista, muy propia del siglo XIx, quiso que se aplicara a la evolución social de la nobleza castellana en la Baja Edad Media, el mismo clisé del Occidente europeo, afirmándose que declinó a partir del siglo x1v, cuando la monarquía se alió con la burguesía para socavar su poder. Esta versión de las cosas no responde en absoluto a la realidad. Por ahí, precisamente, empezamos a la anormalidad que caracterizó la evolución social y económica tellana en los siglos bajomedievales. tocar
Los hechos
prueban, además, lo
aristocracia castellana cobra que la convierten
en
un
contrario. En los
auge,
una
siglos
importancia
XIV
cas-
y xv la
tan desmesurada
árbitro del Estado. Los nobles castellanos
no
adoptan
los demás reinos occidentales, sino que, al contrario, cambian las dinastías, se apoderan del patrimonio real y hacen del poder un instrumento de sus ambiciones. Este fenómeno se una
debe
posición defensiva
que la realeza
como
en
sólido apoyo municipal. Muchos concejos castellanos fueron partidarios y muchos fueron sometidos por la aristocracia. a
Este hecho
no
configura
pudo
sustentarse
en un
de los rasgos esenciales del futuro económico español. El triunfo y esplendor de la nobleza crearon en todo el ámbito castellano una mentalidad proaristocrática; no porque se tratara uno
de emular los hechos de los grandes señores, sino porque la aristocracia estaba exenta de todo impuesto y la ilusión máxima del pobre pechero 8
—
H." EConóMICA
DE
ESPAÑA
226
HISTORIA
castellano fue llegar a la cada vez más onerosos.
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
hidalguía, al objeto de librarse de los impuestos
El extraordinario progreso de la aristocracia castellana se debe a varias causas. En primer lugar, a los grandes repartos de tierras en Andalucía. Esos repartos doblaron la potencialidad económica de la antigua nobleza del Norte, afincándola en el Sur, y, por lo tanto, rodearon a la
monarquía, cuyo patrimonio se extendía por las márgenes del Duero y del Tajo, con una temible tenaza aristocrática. Luego al fabuloso desarrollo del comercio de la lana. Como los nobles dominaban, por sus territorios del Norte y del Sur, las rutas terminales de la trashumancia, de aquí que ellos fueran los máximos beneficiarios de ese
comercio.
Tercero, al establecimiento de los llamados juros de heredad, o sea a la cesión de territorios en pleno dominio y transmisibles por herencia al
primogénito.
sión;
pero ya
La
en
legislación
castellana
el reinado de Alfonso X
prohibía se
esa
forma de transmi-
nota la creación de determi-
nados mayorazgos, a título excepcional. Poco a poco fueron desarrollándose. La aspiración de todo noble castellano en los siglos x1V y xv fue poder legar sus posesiones vinculadas a su familia.
segundones de los cargos públicos y eclesiásticos. Como la herencia tendía a vincularse al primogénito, era preciso preocuparse de los posteriores. Así, todo noble aspira a que su hijo segundón posea la tenencia de un castillo o una encomienda en las Órdenes Militares, o bien que se le dote con una tierra de abadengo. Ese movimiento alcanza su plenitud en el siglo xv y convierte a la nobleza en hiedra parasitaria del país. Quinto, a la guerra civil castellana del siglo XIV. Tales ventajas no hubieran podido ser conservadas si en el siglo x1v la aristocracia no hubiera ganado su guerra, triunfando sobre Pedro I el Cruel. Este repreCuarto,
a
la distribución entre los
sentaba intereses opuestos a los de la nobleza: por una parte, a los otra judíos, a los conversos, a la fortuna dineraria de Andalucía; por distinto del que hasta a los concejos, que creían en un sistema social de la entonces había prevalecido. Enrique II Trastámara fue el hombre nobleza castellana, y cuando se le apoda el de las Mercedes, quiere fue el hombre que dio a los nobles el botín con ello
significarse
que
partir de aquel momento, se de León, forman todas las grandes familias —los Pimentel, los Ponce de los Guzmán, los Mendoza, los Suárez de Figueroa, los Fernández de dos geCórdoba, los Alvarez de Toledo, etc.— que en el transcurso inmenso del
aparecerán llamadas documentos de la época.
neraciones en
los
patrimonio real castellano.
con
A
el nombre de
“grandes
de Castilla”
LA
Sexto,
ECONOMÍA
AGROPECUARIA CASTELLANA
227
la inoperancia de los Trastámaras durante el siglo XV. Durante esta centuria Castilla vive en endémica guerra civil, debida a la prepotencia de la aristocracia. El monarca actúa en uno u otro bando a
de los acontecimientos, intentando contrabalancear el poderío de la facción más poderosa y de hallar un equilibrio que salve al Es-
según el
curso
tado. Tal será, en definitiva, el éxito de los Reyes Católicos: estabilizar el equilibrio alcanzado por la nobleza castellana en las últimas luchas de la
segunda
mitad del
siglo
xv.
Se constituyeron, por lo tanto, ertensísimos dominios. Tal el de Leonor de Alburquerque, la ricahembra, que podía ir desde Aragón a
Portugal, de Belorado, en la Rioja, hasta Alburquerque, cruzando toda Castilla, sin que pisara terreno ajeno. ¿Y qué diremos de don Enrique de Sotomayor, que murió a fines del siglo xv, dejando una fortuna equivalente a cincuenta mil millones de pesetas (casi tanto como el presupuesto del Estado actual), más quinientas mil hectáreas de terreno —o sea unos 5.000 km”, la mitad de una provincia española media? Añadamos algunas otras citas ejemplificadoras. El conde de Haro dominaba casi toda la Rioja y aspiraba a incorporarse el País Vasco; los Enríquez, almirantes de Castilla, tenían posesiones en todas partes: en Galicia, León, Castilla y Andalucía; los Pimentel, conde de Benavente, señoreaban gran parte de la cuenca del Esla; los Mendoza eran dueños de la Alcarria, sin olvidar
mucho
la Montaña, de donde habían salido, ni los extensos territorios de la rama menor en Andalucía;
sus
menos
posesiones
en
los Álvarez de
Toledo, condes de Alba, poseían buena parte de las tierras de Salamanca; los Estúñiga, después condes de Plasencia, media Extremadura; los Medinasidonia, gran parte de la provincia actual de Cádiz; los Pacheco, marqueses de Villena, casi toda la Mancha. Además, y esto es muy importante, estos nobles no solamente poseían las tierras y el dinero, permitiéndose el lujo de mandar a la guerra 2.000 lanzas, lo que no le era posible al rey de Aragón, sino que detentaban también todos los pingiies cargos públicos, porque uno era almirante de Castilla, y el otro condestable y el de más allá alférez, y sus hijos y hercomendadores mayores de las Órdenes Militares. Tal cúmulo de potencia explica la historia política y aclara en extremo la historia económica del país. manos eran
maestres y
Latifundismo y aristocracia en Extremadura y Andalucía. En opinión del prof. Carande el acaparamiento de tierras por la nobleza no produjo inmediatamente la creación de latifundios en Extremadura y —
Andalucía, sino que este fenómeno de concentración agraria es propio de los siglos xvi y xviI. Eso puede ser cierto desde el punto de vista jurídi-
2928
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
imposible no reconocer que las grandes posesiones, o sea el núcleo de lo que después deberían ser extensos latifundios, estaban ya determinadas, por lo menos, desde el siglo xr, como se comprueba anaco; pero
es
lizando los repartos hechos por Fernando III en Córdoba y Sevilla. Por lo tanto, aunque no se pueda hablar de constitución legal del latifundio en esta época, se puede precisar que existe el latifundio como vertebración de la propiedad agraria en extensas zonas del mediodía cas-
¿Cómo se constituyó? Primero por el mayorazgo; después, por los matrimonios; finalmente, por las usurpaciones realizadas por la nobleza sobre el patrimonio real y el de las Órdenes Militares. Era muy dada la del fácil, impotencia Estado, pasar de la tenencia de un castillo a ser dueño de ese castillo; de ser comendador de un Orden, a sustraer un territorio de esa Orden. Por esa causa, si se pudiera comparar el mapa señorial de España en el siglo xv (mapa que no está hecho) y el del latifundismo actual (mapa que sí lo está) se vería que las posesiones de los terratenientes (esa palabra tan castellana) del siglo xv concuerdan con tellano.
las de
sus sucesores
del
siglo
xx.
Judíos y conversos como factor económico. — Es un hecho evidente la debilidad de la clase media en Castilla durante los últimos siglos de la Baja Edad Media. No hubo una burguesía urbana como en el resto de Occidente. Este vacío fue llenado por una clase social ajena cristiana; los judíos. Respecto a ellos, Américo Castro en realidad histórica de
Baer, afirma
España, basándose
que “la
artesanía, el
en
a
la
su
religión obra La
datos de Amador de los Ríos
comercio y lo
equivalente a las instituciones bancarias, fue en la Edad Media patrimonio casi exclusivo de los hispanojudíos”. Para explicarse esta anormalidad, establece como principio “la incapacidad técnica del cristiano”, que llevó al judío a enquistarse en la zona de servicios técnicos y administrativos del Estado, situándose en el conjunto jerárquico castellano entre las altas clases sociales y las bajas; a las primeras las aduló con servilismo, mientras que a las segundas las explotó con audacia, mereciendo con ello el odio que les profesaba la mayoría del pueblo. La presencia dominante del judío se advierte ya en los primeros tiempos de la Reconquista, especialmente en el suministro de víveres a las y
huestes que cada año marchaban a los combates de frontera. De la función de asentista de los ejércitos, pasó a la de arrendatario de los impuestos y de ésta a la de manipulador de grandes capitales, con los cuales pudo hacer préstamos a la monarquía y redondear su esfera de influencia económica y financiera. Uno se pregunta —también se lo pregunta Américo Castro—, por qué los cristianos no reunieron capitales, al ob-
ECONOMÍA
AGROPECUARIA
los
en
LA
jeto de sustituir
a
diando las Cortes
judíos
los
préstamos
partir de 1367, cuando
a
229
CASTELLANA
a
la realeza. Pero estu-
frecuentes los motivos
son
de queja de los representantes de las ciudades castellanas y de la nobleza respecto a la admisión de los judíos en la postura de los arriendos de los impuestos, uno se percata de que la respuesta de los reyes fue siempre la misma: que ellos preferían a los cristianos que a los judíos, pero que éstos eran siempre los mejores postores y en muchos casos los únicos.
Que la monarquía
no
mentía al hacer
afirmación,
esa
se ve
claramente
lo que afecta a las Órdenes Militares y a la Iglesia: el obispado de Toledo, que tenía grandiosas extensiones, las Órdenes de Santiago y Alcántara, eran los primeros interesados en arrendar sus derechos a los en
judíos. Añade Américo Castro, que el cristianismo hispánico “para bien y para mal se enquistó en una ineficacia productiva de valores materiales".
feliz, porque una ineficacia productiva no quiere decir nada. Pero en fin, lo que pretende afirmar Américo Castro es que el cristianismo castellano no respondió a los valores materiales de la época. Y entonces afirma, de manera rotunda, la eficacia de los judíos, que se demostró en todos los campos de la economía castellana, hasta el punto
La frase
no
es
muy
de que incluso los oficios artesanos de las ciudades estaban
en
sus
manos.
algunos reparos. Al estudiar algunos censos artesanales, Carlé ha podido señalar el predominio de los cristianos sobre los judíos. Con todo, no debe aceptarse esta conclusión sin reservas, pues examinando los apellidos de cristianos que detentaban oficios artesanos en Toledo, se cae en la cuenta de que eran apellidos mozárabes, o A esta tesis
sea
nos
se
han hecho
al margen de la mentalidad económica del castellano viejo. Entonces encontramos en el mismo círculo vicioso de antes. Sea como judios,
mozárabes, gentes
propia tradición cristiana del Norte dominan el artesanado medieval castellano, tanto en Sevilla como en Córdoba, tanto en Toledo como en Burgos.
o
sea
como
La referencia
a
esta
extrañas
última ciudad
nos
a
la
lleva
a
hablar de los
conversos.
Cuando los
judíos fueron eliminados violentamente de la vida castellana en 1391, la mitad aproximadamente se convirtieron al cristianismo. Continuando en los mismos quehaceres que sus padres, fueron grandes financieros, buenos artesanos y excelentes funcionarios. Esto lo reconocen cuantos estudian la sociedad y la economía del siglo xv en Castilla. Ha habido cierta polémica sobre si los mercaderes de Burgos procedían de estirpe judía. Carlé afirma que eran cristianos viejos. Ello parece dudoso, porque estudiando
a
fondo el libro del
Santamaría, cronista de Juan II,
se
profesor
Cantera sobre Álvaro de
pone de relieve la cantidad de
conver-
230 sos
HISTORIA
que había
DE
ESPAÑA
ciudad, los cuales controlaban importantes capitales emplazadas en toda España. Más adelante, esos mismos
en
y tenían redes
ECONÓMICA
la
constituirían la aristocracia del mundo de negocios del emperador Carlos V. conversos
explotación agricola: el viñedo. — Durante los siglos XII, XIV y xv la agricultura castellana continuó estancada, no asociándose al desarrollo lento, pero general, de Occidente, Se limitaba a abastecer el mercado local, y, a lo sumo, a los llamados mercados de acarreo, o sea centros que servían para redistribuir los productos en una región. Tal era, por ejemplo, el caso de Ávila. Un hecho que prueba el atraso de la agricultura castellana en estos tiempos, es el escaso desarrollo del regadío. A pesar de que existían buenas vegas, los campesinos no supieron asimilar el principio de regadío que tan felices resultados dio en el Levante español. Por esta causa, únicamente se encuentran riegos en la zona de la Rioja. Uno de los cultivos agricolas más difundidos fue el viñedo. El vino figura como materia de exportación a Flandes, Inglaterra y en general al Norte de Europa. Por otra parte, contaba con un consumo local importantísimo, ya que, como dicen Las Partidas, “los omnes lo aman mucho”. Hubo infinitas peleas entre las ciudades, porque cada una de ellas protegía los viñedos de su comarca con especial denuedo. Sin embargo, a fines del siglo xv aparecen claramente las zonas que deberían ser, en el futuro, las grandes productoras de vino: Andalucía, con viñedos en la sierra de Córdoba y Jerez; la Mancha, la Rioja y las orillas del Duero, desde Valladolid a Zamora y Toro. Destacaba entre todas la primera, favorecida por la proximidad del mar, entonces principal vía de transporte; el vino andaluz saldría en dirección a Flandes, puesto que Inglaterra era en aquella época mercado reservado a los caldos de La
Gascuña.
ganadería: la revolución lanera de 1300 y sus consecuencias. Cnmo ya indicamos, la estructura de la economía medieval castellana se centra en un producto, la lana, y en un productor, la oveja. ¿Cómo explicar este fenómeno? Ya sabemos que la trashumancia es un hecho consustancial con la historia económica de Castilla, que se puede rastrear desde los iberos. Ahora bien, el hecho del increíble desarrollo de la producción lanera, es algo que ha preocupado a todos los historiadores, los cuales han emitido varias hipótesis. La que circulaba con mayor profusión antes de los estudios de Klein sobre la Mesta, estimaba que, a consecuencia de la Peste Negra, en 1348, quedó tan despoblado el territorio casLa
—
LA
ECONOMÍA
AGROPECUARIA
CASTELLANA
231
tellano que fue factible el aumento sensacional de las cabezas de ganado (hija de pestilencia” la calificó, por ejemplo, Sarmiento, ya en 1765). Este hecho había coincidido
prestaría
a
la
ganadería
una
gresos fiscales. Pero Julius
los apuros económicos de Pedro I, quien atención extraordinaria como origen de in-
con
Klein,
cincuenta años antes de 1348 ya
en se
el libro titulado La Mesta, afirma que exportaba la lana castellana a Ingla-
Por lo tanto, no cree que se pueda atribuir a la Peste expansión de la economía lanera. Pero no apunta ninguna
terra y Flandes.
Negra la solución.
hay que considerar con cierta amplitud el panorama económico de aquel tiempo para ver cómo fue posible que Castilla se convirtiera en una especie de Australia contemporánea. En primer lugar, la Revolución comercial, traducida en su aspecto demográfico, provoca el nacimiento de unos mercados que consumen grandes cantidades de lana, especialmente Italia y Flandes. Hay más gentes que vestir y más gentes que quieren vestirse con paños de lujo y de buena calidad. En segundo lugar, la lana de Inglaterra, que hasta entonces había sido la gran En consecuencia,
abastecedora del mercado europeo, experimenta consecuencia de rivalidades políticas de sus reyes
una con
serie de
reveses
a
Francia y Flandes.
expansión de la lana castellana, especialmente hacia Flandes e Italia para tejidos baratos. Precisamente en esta época, entre 1290 y 1310, aparece en España una raza lanar excepcional, la merina. ¿Cómo vino a España? Sobre esta cuestión teníamos pocos antecedentes, hasta que Roberto S. Lopez ha lanzado una hipótesis muy sugestiva, basada en la exploración en los documentos de los archivos de Génova. Según ella, ante el peligro de quedarse cortada del suministro inglés, Génova buscó una solución en la importación de lanas de las ovejas merinas del Norte de África. Esto sucedió hacia el año 1280. Ahora bien, como un suministro regular era muy difícil, es muy probable que los genoveses establecidos en Andalucía hicieran la importación de ejemplares de ganado merino para la reproEllo abre
una
brecha
a
la
ducción y que enseñaran a los nobles de los alrededores de Sevilla las ventajas de tales cruces. En el transcurso de una generación, Castilla
pudo ofrecer al mercado las primeras lanas merinas de alta calidad. Coinciden, pues, una serie de factores que explican cómo hacia 1300 Castilla se convirtió en la principal potencia lanera del mercado internacional. Por estas fechas la lana de Castilla se exporta incluso a Inglaterra, es decir, a la misma sede de la producción lanera altomedieval.
Flandes, la lana castellana elimina en gran parte a la inglesa del mercado, y desde allí es redistribuida por el centro de Europa. Como consecuencias principales de esta revolución lanera podemos
En cuanto
a
232
HISTORIA
ECONÓMICA
señalar: el comercio de la lana
DE
convierte
se
ESPAÑA en
columna vertebral de la
desarrolla prodigiosamente (no se sabe exactamente el número de cabezas de ganado, pero en 1467 existían unos 2.700.000, lo que quiere significar que a partir de 1300 existían millón y medio, que irían aumentando sucesivamente, sobre todo cuando la Peste Negra facilitó a los pastores la imposición de su influencia sobre economía
castellana; la cabaña
se
campo); la agricultura se inmoviliza. Después de la Peste Negra no hubo posibilidad de una reacción de los campesinos, porque los intereel
que
ses
se
magnitud, ocupado.
habían acumulado
que fue
en
el comercio de la lana
imposible devolver
a
eran
de tal
la agricultura el lugar que había
Organización de la Mesta. — Tenemos que estudiarla con un poco de detalle, porque quizás fue lo más importante y lo más original de la economía castellana
la Baja Edad Media. En la Alta Edad Media existían para los ganados las mestas en
locales, o sea pequeños campos comunes, donde acudía el ganado. Al compás de las necesidades crecientes de estas mestas locales, se desarrollaron unos consorcios de vecinos al objeto de vigilar las ovejas descarriadas. De esta organización local surgieron, andando el tiempo, mestas que abarcarían más territorio. Estas mestas debieron coincidir sión
orgánica de la cabaña castellana: la
Mesta de
León,
con
la divi-
que compren-
leonés; la Mesta de Soria, que abarcaba la zona alta del Duero; la Mesta de Segovia, ya con los pastos del Sistema Central a un paso, y la Mesta de Cuenca, en las estribaciones del Sistema Ibérico. En la organización de la Mesta, contribuyó especialmente la de Soria. En 1273, Alfonso X el Sabio aglutinó las distintas mestas y fundó lo que más adelante se llamó el Honrado Concejo de la Mesta de los
día todas las sierras del Norte del reino
fue otro que un apuro económico mucho más fácil cargar tributos sobre el
Pastores de Castilla. El motivo
no
cual, viendo que era ganado que sobre los hombres, articuló las mestas en una organización A cambio de esta que rindiera cantidades apreciables a la monarquía. tributación, los ganaderos arrancaron de Alfonso X una serie de privilegios, el más importante de los cuales fue extender la vigilancia sobre todos los ganados trashumantes, comprendidos los descarriados, en todo el reino castellano. Este servicio de vigilancia fue extendiéndose, andando el tiempo, incluso a las ovejas “estantes” de las mestas locales y a las riberiegas, o sea las que pacían en los ríos de un término municipal. La principal misión de la Mesta era organizar las cañadas, o sea los caminos que conducían los ganados desde las sierras del Norte a los del rey, el
ECONOMÍA
LA
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233
CASTELLANA
AGROPECUARIA
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El saldo negativo se compensaba, como en los tiempos de los Austrias, vendiendo plata americana. Como hemos dicho, el Occidente de Europa experimentaba hambre de plata para satisfacer el vacio chino
China, 1: 12), y ello sólo podía cubrirse con el metal americano a través de España. Aquí la plata llegaba barata (relación bimetálica en América, 1: 37) y servía para comprar cuanto se importaba de Francia, Inglaterra, Holanda y Alemania, los principales abastecedores del mercado español. Otro hecho contrario al desarrollo del comercio hispano fue el deficiente desarrollo de la marina mercante: en 1801 enarbolaban pabellón español unos 930 buques (cerca de 500 en 1778), cifra muy inferior a la de los países occidentales. Los principales productos importados eran materias primas, como el algodón en rama, coloniales, pesca salada o ahumada, y manufacturas (paños finos, holandillas, lienzos, tejidos, cintería, sombreros, abanicos, bisutería...). La exportación comprendía tres grupos principales: a) materias primas industriales, en particular lana y seda, pero también hierro, corcho y esparto; b) harinas, vinos y aguardientes, y c) productos coloniales americanos de tránsito, sobre todo azúcar, seguido a distancia
(relación bimetálica
en
por el cacao, la vainilla y el tabaco.
Los dos
puntales de la exportación española hasta 1765 fueron la lana y la seda. Aquélla conoció un nuevo período de prosperidad, de la que por desgracia no podemos medir el contorno exacto. Burgos conti-
508
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
despacho de las lanas, y Bilbao y Santander disputaban su exportación hacia Inglaterra, Francia y Holanda. La competencia de los rebaños europeos hizo decaer de nuevo este género a fines de la centuria, pero sobre todo después de las guerras napoleónicas Importadores de seda española fueron Francia e Italia. A partir de 1765 el azúcar y el aguardiente españoles conquistaron el Mediterráneo, desalojando a Marsella de sus mercados tradicionales. En 1778 la batalla estaba ganada. nuaba centralizando el
Intercambios diados del
siglo
con
el mundo mediterráneo de Levante. — Desde
me-
Sicilia había dejado de ser la meta dorada del comercio mediterráneo de Cataluña y Valencia. Durante una centuria, el xvir
comercio de esta
fue confiado
buques de cabotaje, los cuale.: estaban muy a la zaga de la flota francesa. Aquélla fue una etapa espléndida para Marsella, señora indiscutible del Mediterráneo, que dominaha gracias a su comercio con los países de la Sublime Puerta, especialmente Siria y Egipto. Mientras tanto los buques del litoral mediterráneo hispano hacían sus primeros pinitos en el Atlántico, preparándose para el gran despliegue iniciado en el último tercio del siglo xvi. El desarrollo de las industrias catalanas de algodón hizo nacer un nuevo
zona
a
de interés mediterráneo: la isla de Malta. Desde 1740 el maltés afluye regularmente a las playas catalanas y ello
centro
algodón
tal sentido. Muy pronto se le añadirán las lineas comerciales del azúcar, sobre las cuales apenas sabemos nada, estimula la
navegación
en
pero de tan vital interés para la economía tos.
Muchas de ellas debían terminar Con la Revolución francesa
se
en
plantea
hispana
de fines del Setecien-
ltalia. el
problema del
comercio
con
Interrumpidas
las comunicaciones entre Francia y el Imperio otomano, desatendido este mercado por sus habituales proveedores, parecía llegado el momento de intentar desalojarlos de sus firmes reel Levante.
ductos. Tal fue el proyecto que Juan Soler, cónsul de Esmirna, presentó 1793. a la consideración de la Junta de Comercio de Barcelona en
Proyecto ambicioso, que fue demorándose por falta de buques y, sobre todo, de expertos en la navegación a Grecia y Egipto. Los marineros no se improvisan, ni tampoco una organización comercial. Finalmente en 1797 partió la expedición de la “Firme” y la “Experiencia”, que llevaba a Levante un cargamento de alcaparras, almendras, corcho, hierro, paños y anís. Demasiado tarde, puesto que la expedición de Bonaparte a Egipto iba a plantear sobre nuevas bases el asunto del comercio levantino. La iniciativa
no
tuvo éxito. A pesar de ello fue
repetida
en
1802 y
EL
1803, hasta
que la
DESPLIEGUE
ruptura bélica
con
509
COMERCIAL
Inglaterra zanjó definitivamente la
cuestión.
época se desarrollara el comercio con Marruecos, que consistía, esencialmente, en colocar allí plata barata y adquirir cereales y ganado para España » para abastecer los presidios españoles y el ejército real. Era un excelente negocio. La competencia francesa y la despiadada rivalidad entre los propios mercaderes españoles contribuyeron a disminuir sus posibilidades. En 1796 fue dado en monopolio por diez años a los Gremios Mayores de Madrid, que lo disfrutaron a fondo. Es
posible
que
en
esta
Dentro de las líneas Intercambios con el mundo atlántico europeo. generales que hemos señalado a la estructura comercial española, la —
atlántica europea ocupa un lugar privilegiado. Francia, Inglaterra, Holanda, Bélgica y Alemania (Hamburgo) fueron los grandes clientes de España del siglo xvI1I1. En particular descolló el Reino Unido de la
zona
la guerra y mucho más temible aun en el comercio, sobre todo desde su interferencia en el americano a raiz de los pactos de Utrecht. Gran Bretaña
e
Irlanda, temible rival
en
adquiriendo lana, sal, vinos, aguardientes, hierro y frutos secos (almendras) y vendiendo tejidos, pesca salada y productos manufacturados de calidad. Amparados por un tratado comercial leonino —el de 1667—, renovado en 1713 y 1750, los ingleses tenían a su merced tanto la industria como la agricultura españolas. En el mismo caso se hallaban los holandeses, beneficiarios de idénticas condiciones arancelarias. Holanda era gran compradora de lanas, frutos, aceites, vino y hierro, que luego redistribuía por la Renania; vendía a España sedas y muselinas auténticas de Oriente, además de quincalleria, tejidos (holandeses) y objetos de lujo. Éste es el panorama que nos presenta asimismo Bélgica (Países Bajos austríacos desde 1714), que no había interrumpido con España el fecundo intercambio que mantenía desde la Revolución lanera de 1300. Exportaba a España telas finas (brabantes), cueros, porcelana y clavetería, e importaba lanas, sal y frutas secas. Hamburgo se especializó en la compra de coloniales. Aunque situado después del comercio con Inglaterra, el de Francia fue muy considerable en la vida económica española del siglo xvi. El centro de atracción, según han demostrado distintos trabajos, fue Cádiz, por lo menos mientras mantuvo el monopolio del comercio ameri-
Inglaterra
continuó
Muchos industriales franceses tuvieron sucursales y factorías en aquella ciudad, hacia la que enviaban, con destino a América, telas,
cano.
sedas, encajes, felpas y los distintos productos de la de la elegancia (muebles, bisutería, perfumes, etc.).
naciente industria
510
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
Una estadística curiosa del comercio
hispanoflamenco en Ostende nos revela, a falta de datos más completos, el aumento y la modificación de la estructura del tránsito atlántico español. En 1766 frecuentaron aquel puerto 33 buques españoles, de los que cerca de la tercera parte procedían de Cádiz; el 20 por 100 de Bilbao, y el resto de Alicante, Málaga y Sevilla. En 1780 el tráfico se había duplicado (70 barcos); el primer lugar lo detentaba Barcelona, con 19 buques y un 27 por 100; el segundo, Málaga, con un 20 por 100; el tercero y cuarto, Sevilla y Bilbao, con un 15 por 100. Cadiz tenía un 7 por 100, y el resto lo compartían Alicante, Valencia
y Villaviciosa.
Se poseen datos de establecimientos comerciales Europa. Los Gremios Mayores de Madrid los tuvieron
españoles en
Londres
(1787),
Hamburgo (1790) y París (1797). Los santanderinos Antonio del Marcos Fonegra comerciaron con Danzig (1752) y Riga (1753). Intercambios
con
América.
—
El aumento de la
población
ducción americanas incitó el desarrollo del comercio
el
Río .y
y de la pro-
seno
del Im-
luego ayudaría el gobierno de Carlos III con la práctica de política económica sumamente liberal. De ella nos ocuparemos más
perio, una
en
toda
en
que
adelante
la extensión que el tema merece. Entre la metrópoli y las colonias las corrientes de tráfico comprendieron, a la ida, las materias tradicionales (vino y aceite, mercurio y con
productos manufacturados extranjeros), más aquellos géneros que fue suministrando la actividad española, especialmente hierro macho y acero de las ferrerías del Cantábrico, estampados y muselinas catalanes, paños de Guadalajara y papel, libros y sombreros de varias manufacturas. También debemos incluir
en
esta dirección el comercio de esclavos.
Al regreso los buques cargaban variedad de productos. Entre las fibras textiles: el algodón y la lana de vicuña; entre las maderas y produc-
brasil, los gomeros, el índigo, la cochinilla y la quina; entre los coloniales específicos: el cacao, el azúcar, el café, el tabaco y la vainilla; entre los minerales: la plata de Méjico y el Perú, el cobre y el estaño; entre los productos animales: el cuero y las
tos tintóreos: el
pieles
palo campeche,
el
del río de la Plata.
Hay
que tener
en
el suministro de trigo por los partir de 1783, con destino a los
cuenta otro hecho:
Estados Unidos de Norteamérica, a puertos españoles del Mediterráneo. Estos trir el tráfico de intercambio entre
una
buques contribuyeron
a
nu-
y otra orilla del Atlántico.
Las rutas, los puertos y los transportes. El correo y el periodismo económico. — La movilización de la vida económica, partiendo de una
EL
DESPLIEGUE
oli
COMERCIAL
situación de colapso, sólo fue posible remozando las comunicaciones, en las cuales nada se había hecho prácticamente desde los días de los Reyes
Católicos y Carlos V. Contribuyó a despertar el interés por las obras públicas la incrustación en el gobierno español de ministros y funcionarios franceses, imbuidos de una prestigiosa tradición ingenieril de constructores de buenas
Así
se
explica
calzadas,
que ya
en
caminos y canales.
tiempos de Felipe V,
en
1718,
se
dictara
larga ordenanza sobre la construcción de caminos. De ella arranca la disposición radial de la red rutera española, con centro en Madrid. Era la centralización que se plasmaba en la geografía económica peninsular. Pero es innegable que este fue el comienzo de una era fecunda. El ritmo de construcciones se aceleró a partir de 1749 (Ordenanzas a los corregidores sobre caminos y puentes), y sobre todo desde la famosa Ordenanza carolina de 10 de junio de 1767, que prescribió el remozamiento de la red rutera de Madrid a Cataluña, Valencia, Andalucía y Galicia, y dio lugar a la aparición de los legendarios “caminos reales”, las primeras carreteras pavimentadas desde la época de los romanos. La ordenanza en cuestión prescribía un presupuesto mensual de gastos de 250.000 reales, cantidad moderada, pero que administrada sobriamente proporcionó buenos frutos. Pero para ello fue preciso que empuñara la dirección un hombre eficiente, Floridablanca, quien realizó una gran campaña como superintendente de caminos desde 1777 a 1788. Según sus propias cifras, en esos once años fueron reparadas 200 leguas de una
carreteras, construidas 195 y levantados 322 puentes. No
era
mucho,
algo se había logrado: vencer la inercia y marcar unos horizontes. El replanteo de la red rutera significó la paulatina postergación del
pero
sistema de arrieros y
carromatos, válido para senderos de montañas
pistas de llanura. Desde mediados del siglo
regular flota de
xvi
España
cuenta
y
con una
abre paso entre los sistemas de locomoción el coche, que tiene la particularidad de llevar suspendida la caja mediante un sistema de ballestas que suavizan el traqueteo de la marcha. Variedades dieciochescas del coche fueron la carros
y carretas. Entonces
se
calesa y el landó. También apareció la diligencia. En febrero de 1763 se estableció un servicio radial de pasajeros entre Madrid y provincias a cargo de la
“Diligencia General de Coches”.
Entre Madrid y Barcelona bisemanal. La duración del
el Puerto de Santa María el servicio era viaje era de seis días, al ritmo de seis horas diarias. A fines del siglo vir la red caminera era de unos 10.000 Km., algo más que en época o
Muy insuficiente todavía para articular las economías regionales, representaba, no obstante, un sensible progreso. El puerto de Guadarrama, unión entre las dos Castillas, se inauguró en 1749. Desde romana.
12
HISTORIA
ECONOMICA
DE
ESPAÑA
siglos se transitaba por el puerto de Aguardenterías, tan hacía prácticamente imposible el ascenso por vehículos de
hacía cinco
pino
que
caballerías. Recordemos también la
(1753),
que
apertura del puerto del Escudo
favorables consecuencias tuvo para la economía de
tan
Santander. En cuanto al transporte marítimo, éste fue desde luego el más util:zado por la baratura, rapidez y relativa comodidad que ofrecía
respecto al terrestre. Baste decir que los puertos del Cantábrico bebían caldos catalanes y andaluces, pues les llegaban con mayor facilidad que los del traspaís castellano, del que los separaba el murallón de una cordillera casi inaccesible
a
los convoyes comerciales. Las innovaciones técnicas de altura y cabotaje, en particular la aparición de los
navegación foques, contribuyeron a hacer más maniobrable al velero, que en este momento conoce su época dorada. Al mismo tiempo, los puertos fueron atendidos como era preciso. En el último tercio del siglo xvi se completaron las obras de todos los grandes puertos españoles, a los que se dotó de los medios técnicos precisos (faroles, luces, etc.). Barcelona, Tarragona, Valencia, La Coruña, Gijón y Bilbao recibieron especial atención. A principios de la centuria siguiente se levantó un gran faro en Tarifa, con lo que mejoró muchísimo el paso del estrecho de Gibraltar. en
la
La intensificación de la vida económica y el sensible fomento de las comunicaciones contribuyeron al auge de la posta, instrumento utilísimo
del comercio dado que éste pudo contar con una información segura y regular. Los papeles de las casas de negocios de aquella centuria eviden-
importancia de la correspondencia, que permitía blecer complicadas redes de sucursales afines. El Estado recogió cian la creciente
necesidades y poco a poco fue transformando el aparato habian legado los Austrias, que, como sabemos, consistía
beneficio de
postal en
una
estaestas
que le
admi-
Mayor. En 1706 se incorporó este oficio a la Corona; pero hasta 1720, en que se dictaron las ordenanzas del Maestre de Postas, no hubo una organización oficial directa (hasta 1716 estuvieron arrendados). Como en otros terrenos de nistración concedida
la vida
pulso
a
un
Correo
los hombres del reinado de Carlos III dieron gran imeste ramo de la administración: en 1756 se creó el Cartero
española,
a
Superintendencia de Correos y Postas, en la que Floridablanca debía dejar también constancia de su inteligencia y capacidad. Las Ordenanzas de Correos elaboradas por Campomanes en 1776 y la Ordenanza General de Correos de 1794 reglamentaron el funcionamiento de uno de los cuerpos más ágiles y competentes de la administración central y establecieron el régimen de franqueo de cartas, paquetes, impresos y periódicos. Mayor
y
en
1776 la
DESPLIEGUE
El
El
periodismo,
en
efecto, empieza
a
creciente de lectores, entre los cuales
5
COMERCIAL
saciar la curiosidad de
un
número
cuentan, desde luego, propietarios agrícolas, industriales y comerciales. Por esta causa los primeros periódicos o bien conceden amplio espacio a las noticias de índole econóse
subtitulan, elocuentemente, portavoces de la agricultura, la industria y el comercio. Esto los hace hoy día preciosos documentos de la vida económica del siglo xvii, ya reseñando el precio de los productos en los mercados, ya la llegada o salida de buques en los puertos. Por otra parte, editaron hojas sueltas semanales (mercuriales) y almanaques anuales, con resúmenes estadísticos, cuyo contenido aún no ha sido incorporado a nuestros conocimientos. Algunos de los periodistas que se dedicaron a estas campañas económicas merecen, como el aragonés Nipho, un lugar de honor en el acervo cultural del siglo xvi. mica
La
o
se
de las sociedades y compañías el transcurso del siglo xvII las innovaciones
práctica mercantil: desarrollo
por acciones.
—
No hubo
en
que subvirtieron el mundo de los
negocios durante el x1x. Por lo menos en España se continuó disfrutando de las experiencias del pasado en cuanto a sociedades, fletes y seguros, giro de dinero, operaciones de cambio, etc. Los medios financieros e industriales del país eran demasiado débiles para que se registrara la misma evolución que en Francia o Inglaterra, donde a comienzos del siglo las experiencias de Law o el boom de la Compañía del Mar del Sur habían puesto en juego sociedades anónimas, operaciones de bolsas, sistemas crediticios y mecanismos fiduciarios. En España, repetimos, la práctica mercantil
prácticas
y
jurídicas
marchó por sus pasos contados, si atendemos lo que aseguran nuestras actuales fuentes de información. Un hecho
se
seguida: los distintos estratos de cultura manera que coexisten el labriego analfabeto y el
evidencia
mercantil. De la misma
en
voltairiano, también lo hacen el tendero que no lleva cuentas y el comerciante al por mayor al que la pragmática de 1737 obliga a llevar cuatro libros: borrador, mayor, facturas y copiador de cartas (desde 1783, con la aparición del diario, serán cinco los obligatorios). Y, de la misma manera, coexisten la sociedad de la mota (simple cuenta en participación de un negocio marítimo, propio de inversiones múlltiples de tipo popular) con la sociedad privilegiada por acciones. Entre unas y otras se sitúa la sociedad en comandita, en su mayoría de tipo familiar, que en esta época se revela como la más convincente para el país (sobre todo, en Cataluña y Vizcaya). Buena parte de la industria algodonera nace bajo el signo de la comandita. aristócrata
La historia de la Sociedad por acciones 417 — Ha EcnvúóMica
DE
ESPAÑA
no
es
aún definitiva. Vincu-
514
lada
HISTORIA
a
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
la idea de la fortuna de las
grandes Compañías de Inglaterra afincó en España no de abajo arriba,
Holanda, este tipo de sociedad se respondiendo a una plataforma mercantil que la hiciera necesaria, sino de arriba abajo, motivada por un acto del poder público para allegar y
determinado aspecto económico. Este proceso, imitado de Francia, produjo en España resultados opuestos a los previstos, ya que no queriendo los accionistas —en buena parte, aristó-
recursos con
que atender
un
capitales en inversiones mercantiles eventualmente remuneradoras, fue preciso garantizarles unas rentas satisfactorias mediante la concesión de monopolios, exenciones y privilegios a las Compañías fundadas. La sociedad por acciones no condujo pues al aumento de riesgo, y, con él, al desarrollo de las posibilidades de lucro, sino a un pernicioso estancamiento de ciertas actividades industriales, cuando no al artificial mantenimiento de las mismas. El ejemplo de la Compañía de Zarza la Mayor es suficientemente claro. También cratas latifundistas— exponer
sus
la formada por los Cinco Gremios Mayores de Madrid. A ella referiremos más adelante. lo
es
nos
Párrafo aparte merecen las Compañías por acciones de tipo colonial. Aunque dotadas de un monopolio —esto es, de una zona determinada para realizar una actividad económica— supieron llevar a cabo su cometido con amplia recompensa pública y privada. Su capital era en su mayor parte periférico, de negociantes y armadores. En estas com-
pañías cabe introducir una subdivisión, separando las propiamente particulares (como las de Caracas y Barcelona), de las filoestatales (como la de Filipinas). También se hablará de ellas en el capítulo siguiente.
38
política
La
económica
Evolución de la mentalidad económica. — La mentalidad económica del siglo xv1II pudo manifestarse en España como un conflicto entre
proteccionismo
partidarios de en
vano
se
embargo, la polémica entre conduce con sordina, porque no atrasado y que depende del con-
y liberalismo económico. Sin una
y otra
reconoce
que
posición se el país está
cierto económico europeo para atenderse a sí mismo y sobre todo atender a las colonias americanas. Por esta causa la actitud gubernamental está menos
influida por los economistas
(ninguno personal), que
de los cuales alcanzaría
talla para imponer su criterio por las contingencias de los tratados de comercio o de las guerras internacionales. Al iniciarse el siglo, la política económica es aún mercantilista, no
la conservación del aparato aduanero y monoAustrias, sino en la admiración hacia el colbertismo, que polista reforzaron los ministros franceses de Felipe V. El principal exponente de sólo
en
lo que de los
se
refiere
a
postmercantilismo es Jerónimo de Ustáriz, navarro, autor de un informe privado (Teórica y práctica de comercio y marina, 1724), que después de ser muy leído y comentado se publicó en 1742. Ustáriz identificaba, como buen mercantilista, la riqueza con los metales preciosos. Retener para España los de América, he aquí su gran designio. Para ello proponía una discriminación aduanera, basada, especialmente, en la
este
exacción de los derechos ad valorem y no a peso, como se venía haciendo a partir de 1648. Era preciso prohibir la salida de la materias primas
industriales (lana y seda, tación o exportación de
potasa) y reducir los derechos de imporproductos interesantes para el país (maquinaria textil, materias primas industriales, tintes; vidrio, cueros, tejidos, papel y jabón, respectivamente). Por lo demás, debía darse decidido impulso a la industrialización de España, protegiéndola aun a riesgo de sosa
y
516
ECONÓMICA
HISTORIA
DE
ESPAÑA
agrícolas; para ello proponía una reducción a fondo de los impuestos y gravámenes sobre los productos manufacturados, concesiones tributarias a las industrias nacientes y la imposición de máximos derechos sobre el aceite y los frutos del suelo. Debían suprimirse las aduanas internas, mantenerse el monopolio de Cádiz (aunque evitando a toda costa el contrabando en América por una política de precios baratos) y evitar la creación de Compañías privilegiadas. lacerar los intereses
Las ideas de Ustáriz chocaron
en
tiempos de Fernando VI
con
las
forjados en la escuela francesa o inglesa. De Ward desgrana la misma teórica. En su Proyecto económi-
de los economistas a
Jovellanos
(1754) el irlandés afirmará
co
y
se
su
mayor adversario el
la
que “la libertad
monopolio”
es
el alma del comercio
la
prohibición ni las libertad de los negocios”. Estos puny que “ni
abundancia, sino la tos de partida le indujeron a reclamar la libertad de comercio con América, la supresión del monopolio de Cádiz en favor de catalanes, valencianos, gallegos, montañeses y vascos, y la supresión del sistema de flotas. Con estas ideas comulgaban todos los enciclopedistas. Capmany afirmó que las minas de oro y plata no servían tanto como el comercio para enriquecer el Estado, idea opuesta al mercantilismo rutinario.
tasas
A
crean
partir de 1795
se
difundieron las ideas de Smith sobre el libre-
cambio y el liberalismo económico. El público español pudo leerlas en el original inglés y dos traducciones francesas (Raucher y anónima). De este momento data la gran resonancia que obtuvieron los escritos liberales de Jovellanos, llenos de rotundas afirmaciones sobre la calidad del comercio y la industria como únicos sostenes de la preponderancia de Estado y el decisivo papel de la producción para determinar la dadera riqueza de un país. Todo ello se resume en esta fórmula: un
ver-
“El
primer principio político aconseja dejar a los hombres la mayor libertad posible a cuya sombra crecerán el comercio, la población y la riqueza”.
próximo a la mentalidad de la burguesía industrial, El Diario de Barcelona aconsejaba en 1722 a sus lectores: “No se debe confundir la riqueza con su signo”. Mucho se había andado desde Ustáriz. Más
Tratados internacionales y aranceles comerciales del siglo XVIII, Los Austrias legaron a los Borbones una política comercial desastrosa.
—
ha dicho, Carlos II había firmado con Inglaterra en 1667 un tratado mercantil desfavorable. Este tratado fue renovado por el de
Según
se
Utrecht (1713), que introdujo además las cláusulas, tan onerosas, del navío de permiso y el asiento de negros. Al comentarlo, Ward no se
explicaba cómo todavía existia actividad económica alguna en España. El arbitrista Aguirre escribía en sus Abusos de las Rentas Reales (1759)
LA
que, a
gracias
a
Indias de la
POLÍTICA ECONÓMICA
tales pactos, las demás naciones trataban
517 a
España “como
Europa”.
En 1748 y 1750 (tratado de Aquisgrán y convenio Carvajal-Keene) la situación no cambió demasiado. Ciertamente Inglaterra renunció, por
libras, a los derechos de asiento y registro, pero en cambio ella y Francia lograron mantener el principio de evalúo de los géneros según las tarifas del siglo anterior. Con ello resultaba que los productos ingleses, cuyo precio había doblado, pagaban los mismos derechos que en 1667, y aun descontando el cuarto de “tabla y pie de fardo”, concesión del arrendador Eminente. En definitiva, se calcula que Inglaterra pagaba el tercio de los derechos de aduanas reales. Por su parte, tanto Inglaterra como Francia mantenían una política de restricciones respecto al comercio español, aquélla prohibiendo que los buques españoles llevaran frutos y géneros del país a su tierra y ésta imponiendo tarifas muy crecidas a la importación de lanas españolas. Todo ello demostraba la falta de reciprocidad comercial. Aguirre pedía: igualdad de derechos en frutos y otros géneros; igualdad de admisión de carga en buques e igualdad en los tratos mercantiles. De momento, 100.000
ilusorio conseguir estas elementales reivindicaciones. Desde el reinado de Fernando VI fueron ganándose batallas, aunque lentamente. El marqués de la Ensenada hizo firmar al rey una Real Cé-
era
dula
en
1745 estableciendo el
principio del “valor intrínseco”
y
no
del
“aforo” para el evalúo de las mercancías en aduanas. También se promulgaron los aranceles proteccionistas de 1744 (para la seda) y de 1747
(para la lana). Pero sólo
logró algún resultado positivo durante el reinado de Carlos III. En este periodo se publicaron 74 aranceles proteccionistas (cifra mayor que la de los reinados de los demás Borbones), se dispuso la revisión periódica del arancel y la imposición de un 15 por 100 a toda mercancía nueva hasta que por la Superintendencia de Aduanas se decretara lo pertinente. Estas disposiciones culminaron en los aranceles de 1778, preparados por uno de los hombres más inteligentes del gobierno ilustrado, Miguel Gálvez. Formando parte del Reglamento para la libertad de comercio con América, estos aranceles fueron dictados bajo el triple ideal de evitar la exportación de los simples (materias
primas actuales)
se
entrada y la salida de manufacturas. Por otra parte, la política aduanera de Carlos III descansó en el principio de ganar la batalla económica haciendo descansar su peso en la masa de productos minerales o agrícolas (los españoles compraban a 22 reales la misma Se trata de
fomentar
v
fanega
una nueva
potencialidad del país.
su
de sal que los extranjeros adquirían por 5). faceta del sacrificio de los individuos en aras de la
518
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
A pesar de este criterio, la lucha por la independencia comercial y manufacturera de España presenta muchas fluctuaciones. Examinemos
la
política respecto
los dos
principales
de exportación, la seda y la lana. Ensenada estableció en 1744 tres depósitos para la seda levantina (Alicante, Cartagena y Denia) y sólo autorizó tres puertos para la exportación (Valencia, Alicante y Gandía); el ministerio señalaba los a
ramos
exportables. En 1761 se inscribieron en este régimen Granada y Málaga. En 1778 se prohibió la exportación de la seda al objeto de estimular las manufacturas españolas en vistas del mercado americano, abierto por fin a todos. Sin embargo, las guerras con Inglaterra paralizaron esta actividad industrial y obligaron a capitular a Carlos IV, Igual acaeció con la lana. La pugna entre los exportadores y los fabricantes, ya tradicional, quedó agravada con la presencia en el mercado interno de un comprador poderoso: Cataluña. En 1746 se ratificó la supresión de las aduanas interiores en lo referente al tráfico de la lana y se instituyeron las “tornaguías” para comprobar que los embarques iban destinados a Barcelona. Los principales puertos habilitados fueron Puerto de Santa María, Málaga, Cartagena, Alicante y Valencia. Esta medida tuvo repercusión en el comercio exterior de la fibra, ya que en 1747 se publicó un arancel proteccionista. Parece ser que duró bastante tiempo y que incluso existió una época de restricción para las exportaciones (1779-1789). Pero con el reinado de Carlos IV y los apuros de la Hacienda se volvió a abrir la mano. De aquí que recibieran cupos
autorización para exportar lana numerosos puertos de mar y tierra. Coincidiendo con la época de fuerte proteccionismo del reinado de Carlos III se desata sobre las fronteras una oleada de contrabando. Muñoz Pérez ha señalado teras de las Provincias a
Málaga). Lugares
principales ámbitos geográficos: las fronExentas y la Andalucía mediterránea (de Algeciras
secundarios
La dificultad de controlar
las
sus
unas
la raya portuguesa y las Canarias, fronteras tan ampliamente abiertas cual eran
españolas explica la contradanza
que, iniciado
en
este momento, irá
en
entre
protección
auge durante el
y
contrabandismo
siglo
xIx.
Etapas del proteccionismo en la industria textil. — Además de la política arancelaria, el criterio proteccionista de los Borbones afectó a la industria textil, especialmente la algodonera. Aun a riesgo de insistir
proporcionados al estudiar el desarrollo de esta industria, nos proponemos trazar un esquema apropiado que sintetice lo que hoy se sabe sobre el particular y deshaga no pocos errores que circulan sobre datos ya
impresos. El primer grupo de disposiciones proteccionistas fue dado
en
1717-
LA
sólo
POLÍTICA ECONÓMICA
519
comprenden las RR. CC, de 1717 y 1718 prohibiendo la venta de sedas y otros tejidos de China y Asia, sino además dos cédulas de 1719 estableciendo la prohibición de la entrada en España de vestidos confeccionados y decretando el uso de géneros nacionales para el equipo del Ejército. Este conjunto de medidas tendía a fomentar la producción de paños y lienzos en las fábricas españolas. A fines de la tercera década del siglo xvii se decretan nuevas medidas proteccionistas. La principal es, sin duda, la de 1728 renovando las RR. CC. de 1717 y 1718, que no pocos consideran como el funda1719. En ellas
no
se
mento de la industria de indianas de
Cataluña. Pero hay que tener presente que dos años antes, en 1726, una R. C, había determinado que los españoles sólo potltrían vestir con las sedas y los paños del país. Por este texto legal sabemos que las manufacturas sederas se localizaban enton-
Valencia, Granada, Toledo y Zaragoza, y las de paños en Segovia, Guadalajara, Valdemosa, Zaragoza, Teruel y Bejar. Sin variación sensible se llegó hasta 1742. La tónica proteccionista ces en
para la industria texil
30 se
percibe clara en las RR. CC. de 6 de abril y de agosto de 1734. Pero en aquel año, concretamente el 19 de octubre, Jevantó la prohibición de importaciones de tejidos de algodón, en
contra
se
del texto de la R. C. de 1728. Esta medida fue rectificada al cabo
(16 de diciembre de 1743) a barceloneses, alegando los perjuicios que de
año
un
instancias de los fabricantes se
causaba
a
sus
industrias.
Nacidas éstas al amparo del arancel eran ya lo bastante poderosas como para hacer derogar una medida gubernamental que las perjudicara.
situación, la dejó inmodificada. Es más, en abril de 1751 renovó la prohibición de 1728 respecto a tejidos de algodón y lienzos pintados procedentes de China, Asia y Levante, excepto las cotonadas simples de Malta y las muselinas habilitadas con un recargo de un 35 por 100. El monarca y su gobierno operaban ya con los industriales algodoneros catalanes en vistas al aprovechamiento del algodón en Fernando
rama
VI, heredero de
esta
americano.
El advenimiento de Carlos III
electo,
representó
un
viraje inesperado. En
por Real Decreto de 15
de mayo de 1760 autorizó la importación de géneros de algodón con un recargo de 25 por 100 de aduanas. Esta medida librecambista provocó violentísimas rampañas por parte de los industriales del algodón y, de rechazo, de la lana y seda, que no salieron
perjudicados
que los
primeros por el alud de mercancías a bajo precio que entraron por los puertos del Cantábrico y Andalucía. Un informe de la Dirección General de Rentas estimaba que se habían impor-
menos
tado 25.000
varas
ruina de la
industria nacional
de
tejidos
por era
un
valor de 50.000.000 de reales. La
patente, sobre todo
en
el
ramo
algo-
520
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
donero. En 1768 los fabricantes de indianas tenían 78.000 piezas invendidas, de las cuales 58.000 en almacén y 20.000 repartidas por España.
Algunas fábricas habían cerrado
y otras
despedido
a
la mayor parte de
obreros. La conciencia de que mantener el librecambismo era infligir grave quebranto a la misma nación y no sólo a un grupo de burgueses beneficiarios del proteccionismo, determinó que el gobierno de Carlos III volviera a este sistema a través de las RR. CC. de 8 de ¡julio de 1769
sus
y 19 de
de 1770
prohibiendo la importación de algodones. Esta legislación quedó plasmada en la Pragmática de 24 de junio de 1770, fijando el proteccionismo textil, que se incorporó como texto fundamental del país en la Novísima Recopilación. Fue un durísimo golpe para los comerciantes ingleses establecidos en Cádiz. A pesar de alguna derogación limitada y eventual, como la de 1789 sobre las muselinas, la Pragmática de 1770 presidió el desarrollo de la industria textil hasta la guerra de la Independencia. El hecho de que aprovechara en grado sumo a la algodonera, mientras que no significara gran cosa para la pañera y sedera ejemplariza un postulado de historia económica: no se puede proteger lo improtegible. enero
El siglo Xvii1 Compañías privilegiadas y el comercio americano. fue en España, como en todo el mundo occidental a remolque de Holanda e Inglaterra, la época de las Compañías privilegiadas. Expresión del mercantilismo estatal y del ideal monopolístico burgués, se dieron en España como inevitable resultado de la escasa concentración de capitales y del legítimo deseo de fomentar el aprovechamiento económico del Imperio colonial. Sin embargo, no puede trazarse una historia conjunta de estas Compañías, pues cabe distinguir en ellas desde la sociedad puraLas
—
beneficiada por el Estado a la fundación estatal con fines financieros confusos. Entre ambos tipos hay un abanico de gamas. El factor que más las aglutina es el comercio americano. mente
mercantil más
o menos
Felipe V fue la época dorada de la fundación de Compañías privilegiadas. El constante deseo de imitar el mercantilismo francés y de evitar el auge irresistible del comercio inglés alentó las actividades del Estado en este campo. Según Ustáriz, ya en 1714, o sea al año siguiente de la paz de Utrecht, Felipe V autorizó la Compañía de Honduras, reservándole el comercio de América Central y el monopolio del tráfico de caoba y palo tintóreo. La fecha parece excesivamente adelantada. Verdaderas Compañías comerciales privilegiadas no existieron en España hasta 1730 aproximadamente: en 1728 se fundó la Compañía de Caracas, en 1733 la de Filipinas y en 1734 la de Galicia. Estas dos últimas no pasaron de un estadio embrionario, La de Filipinas, planeada El reinado de
LA
POLÍTICA ECONÓMICA
521
cuidadosamente por Patiño, se frustró por los intereses contrapuestos de Manila, En el proyecto fundacional se preveía un capital de 4.000.000 de escudos, un depósito franco en Cádiz, el privilegio de comerciar con
África,
Filipinas durante veinte años, la autorización para embarcar productos nacionales y extranjeros, y además hasta 500.000 reales de plata (aquí radicaba el negocio) y para importar especias, artículos varios y 50 toneladas de tejidos de seda con destino a Europa y América. La Compañía de Galicia pretendía negociar con palo campeche. Por el contrario la Compañía de Comercio de Caracas tuvo un éxito sensacional, hasta el punto de que se la puede considerar como el arranIndia y
que de la
comerciantes cacao en
1728 por un núcleo de de fomentar el cultivo del
Venezuela moderna. Fue fundada
guipuzcoanos
con
el
objeto
en
San Sebastián y un caacciones de 7.500 reales, de las cuales 200
aquella Capitanía general.
Con sede
en
pital de 2.250.000 reales (300 en manos del rey), se proponía mandar anualmente dos buques de guerra y comercio para abastecer Cumaná, Margarita y Trinidad y vigilar las costas entre la desembocadura del Orinoco y río Hacha para perseguir el contrabando. Saliendo de Pasajes y San Sebastián, pagando los derechos equivalentes a los de Cádiz, debían rendir viaje en este puerto para el registro oportuno; pero el desembarco de las mercancías se hacía en su sede portuaria. A la ida llevaba toda clase de géneros manufac-
turados; a la vuelta, cacao, oro, plata, tabaco y cueros. En pocos años logró grandes resultados, de modo que en 1734 se le autorizó a aumentar ilimitadamente el número de sus buques. Según Larruga, daba a Felipe V una subvención anual de 100.000 pesos y poseía 13 navíos. Sus propiedades en Venezuela eran enormes. Desde 1742 detentó el monopolio comercial de Caracas y diez años más tarde se anexionó el de Maracaibo. Gracias a un sistema inflexible logró multiplicar la producción de cacao, que elevó de 643.000 fanegas (1700-1730) a 1.450.000 (17301748). Pero la extensión de su poder económico y político provocó la oposición de los propietarios criollos. Desde 1750 sus privilegios fueron reduciéndose (sublevación de Juan Francisco de León); sufrió un duro golpe en 1778, con el Reglamento de comercio libre de Carlos III, y fue extinguiéndose a fines de la centuria. El éxito de la Compañía de Caracas estimuló la formación de sociedades semejantes. Algunas no pasaron del estadio de proyectos, como la que propuso la Junta de Comerciantes de Bilbao en 1736 (y de nuevo en 1739 y 1745) para comerciar con Buenos Aires, Tucumán y Paraguay. El plan era magnífico, pero ni interesaba a los comerciantes de Lima ni a los de Cádiz, por lo que naufragó en los ministerios. Otras realizaron no pocas esperanzas. Entre ellas descuella la Real Conpañía
322
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
de Comercio de La Habana, que desde 1740 a 1765 ejerció el monopolio del comercio cubano, importando telas, lonas, harinas y, sobre todo, esclavos, y vendiendo azúcar y tabaco. Efectuó excelentes negocios, en
los que bando.
participó la Corona: los más fructíferos fueron los de
Un grupo importante una actividad industrial
contra-
el de las
Compañías destinadas a fomentar en España con miras a su posible comercialización en América. En 1746 fundoóse la Compañía de Zarza la Mayor, con un capital de 2.000.000 de reales, con el objeto de fabricar en Extremadura, Valencia y Toledo tejidos de lana y seda para exportar a Portugal; se beneficiaba de una rebaja del 75 por 100 en los derechos de arancel. Poco después se fundaron las Compañías de Granada y Sevilla (1747). Ambas se proponían fabricar tejidos de seda y exportarlos a las Indias, con la misma rebaja arancelaria. La de Granada, muy pronto en situción apurada, se fusionó con la de Zarza la Mayor en la llamada Compañía de Extremadura, que poco después se incorporó la Compañía de Comercio y Fabrica de Toledo, fundada en 1748. En el momento de la fusión el capital social era de 5.000.000 de reales. En 1754 los negocios eran tan deficitarios que se produjo una inevitable escisión. Consideradas generalmente como perjudiciales al interés público, no sobrevivieron al famoso decreto del marqués de la Ensenada (18 de mayo de 1756) declarando el fin de las gracias y privilegios concedidos a las Compañías y a los particulares en detrimento del bien común. Esta disposición marca un momento importante en la orientación comercial del gobierno. La era de las grandes Compañías privilegiadas termina para es
abrir paso al comercio libre con América. No obstante, aún se intercala una nueva experiencia: la Real Compaña de Comercio de Barcelona, aprobada en 1755 (su reglamento se autorizó
en
1756),
que durante veinte años realizó fructuosos
negocios
en
las Antillas y América Central, pues se le concedió el monopolio de comercio con las islas de Santo Domingo, Puerto Rico y Margarita, más diez buques de registro para Honduras y el derecho de flete en el puerto millón de pesos de capital realizó beneficios —declarados— del 30 por 100 y significó la revalorización del mundo antillano. Por aquel boquete, desde 1778, debía penetrar en América la de La Habana. Dotada de
un
influencia del comercio y de los
productos catalanes.
Compañía General de Comercio y sus empeños en el comercio colonial. — La compañía de comercio más poderosa del siglo xvIIr en España fue la establecida por los Cinco Gremios Mayores de Madrid. Ya hemos examinado antes el origen de estas corporaciones, las cuales reciLa
LA
bieron confirmación
legal
POLÍTICA ECONÓMICA
523
entidades asociadas mediante las ordenanzas de los años 1731 y 1741. El monopolio realizado sobre las principales actividades mercantiles de la capital permitió a los Cinco Gremios adquirir una fuerza financiera considerable, con la que lograron abrirse como
provechosos horizontes,
incluso el de aspirar al dominio del comercio colonial. Su aventura empezó en 1734 cuando se agruparon en compañía en ocasión de concedérseles el arriendo de las rentas reales
nuevos
y
(un año antes, habían dado un donativo a la Corona de 150.000 doblones). En 1748 los miembros del gremio de pañeros, dispuestos a extender su influencia, formaron una compañía particular para fomentar la fabricación de paños en España. Era un nuevo paso. De ambas tendencias, y a iniciativa de los sederos, surgió la primera Compañía de los Cinco Gremios (4 de diciembre de 1752), con un capital social de 1.000.000 de reales y el objetivo de comerciar con Europa y América, sin limitación
alguna. Inmediatamente, la nueva entidad se puso en contacto con los hermanos Ustáriz, ricos comerciantes establecidos en Cádiz, con los cuales concertaron compañía al mismo tiempo, con un capital de 15.000.000 de reales. Así, desde 1.9 de enero de 1753 los Cinco Gremios tenían un pie en Cádiz, puerta del comercio americano. La compañía con los Ustáriz, establecida por seis años, se prorrogó por otros seis más. Pero desde 1761 los Cincos Gremios se consideraban capaces de maniobrar por su cuenta. Por ello el 6 de diciembre de 1763 fundaron la Compañía
General y de Comercio de los Cinco Gremios Mayores de Madrid, con un capital de 15.000.000 de reales, dos delegaciones (Cádiz y Valencia) y va-
factorías. Los beneficios fueron fabulosos, hasta el punto de que integrado el capital inicial por 5.000.000 de reales, en 1768 se desembol-
rias
saron
los diez restantes
cieros y
nía,
laneros
y más de
eran
con
el
producto
de los beneficios obtenidos.
los más interesados
en
organizara por individuos y no por gremios, lo que jamás autorizó la Corona. En 1777, según Larruga, los 375 adheridos a los gremios representaban un capital de 210.000.000 de reales, de los cuales noventa correspondían a los especieros y cuarenta a
una vez
intentaron que ésta
Espelos negocios de la Compa-
se
los laneros. Los
y la
grandiosos planes de Cabarrús, relacionados
fundación del Banco de San
con
los vales reales
Carlos, a que luego nos referimos (pág. 542), tuvieron como objetivo, según Hamilton, arrebatar a los Cinco Gremios la hegemonía financiera que detentaban como grandes arrendadores y prestamistas de la Corona. En el aspecto mercantil esta política se concentró en la reforma de 20 de diciembre de 1785, mediante la cual el Estado, concediendo a la Compañía General de Comercio un aumento de capital hasta 30.000.00 de reales y la intervención en varias manufac-
b24
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
reales
(Ezcaray y Talavera), la obligaba a manifestar claramente sus beneficios. No obstante, la Compañía vivió entonces su última época de esplendor, con manufacturas de seda en Talavera, Valencia y Murcia, o de paños en Ezcaray y Cuenca, de sombreros en San Fernando y de estampados en Barcelona; con delegaciones en esta ciudad y Cadiz: factorías en Londres, París, Hamburgo, Méjico, Veracruz, Guatemala, Arequipa, Lima y Manila. El comercio directo con Filipinas, en el que la Compañía había intervenido desde 1777, con grandes provechos, dio lugar a la constitución de la Compañía de Filipinas. Ante la decadencia de las Compañías de Cara-
turas
y La Habana
y
el sesgo anacrónico que tenían muchas de las operaciones de los Cinco Gremios, Cabarrús obtuvo de Carlos III que se funcas
dara la
entidad,
capital de 160.000.000 de reales y el privilegio de comerciar en exclusiva con aquel archipiélago. Suscribieron las acciones el monarca (60 millones), el Banco de San Carlos (21 millones) y otras corporaciones, entre las cuales la Compañía General de Comercio (13 millones). Como en el proyecto de 17533, la base del negocio consistía en la exportación a China de plata mejicana y en la venta a nueva
con
un
América de muselinas orientales. La- empresa pero la hundieron tanto las guerras de la época
digalidad con Compañía.
que el Estado había determinado los
gastos fijos de la
la Compañía General, el abrazo que le dio el Estado 1785 le fue de resultados fatídicos cuando sobrevino el reinado de
En cuanto en
estaba mal enfocada, napoleónica como la prono
a
Carlos IV, las guerras revolucionarias y la inflación. La continua demanda de fondos (para obras públicas, necesidades militares, avances cien-
tificos, regocijos populares, etc.) quebrantaron el sólido prestigio de la institución. En
un
informe oficial
se reconoce
que el
abastecimiento dei
Ejército ocasionó 140.000.000 de reales de pérdidas a la Compañía; 50.000.000, el socorro a las obras del canal de Aragón; 115.000.000, el empeño del gobierno en mantener la baratura de los abastecimientos de la Corte, “para conservar la tranquilidad ficticia, comprada 'a costa de los bolsillos ajenos”. Hasta 1808 la Compañía había pedido en préstamo 397.000.000 de reales, que con el duro lastre de los réditos imposibilinormal funcionamiento. Las tropas napoleónicas le dieron el último golpe, confiscando sus bienes y quemando sus fábricas. taban
su
América: factores y etapas; las leyes de 1765 y 1778. — Desde el momento en que la dinastía de los Borbones, recién instaurada en España, se vio obligada a conceder a Inglaterra el “navío de registro”, el problema de las relaciones comerciales entre La libertad de comercio
con
LA
España
y
tante, en continuó
POLÍTICA ECONÓMICA
525
colonias se planteaba en el terreno de la libertad. No obs1717, al trasladarse la Casa de Contratación de Sevilla a Cádiz, sus
preconizándose
el sistema de
Los innovadores existían. Y también
monopolio. los precedentes,
e
incluso las
rea-
lidades autorizadas, como el caso de Canarias. Precisamente en 1713 se concedió al archipiélago un permiso para exportar anualmente mil tuneladas con destino a siete puertos americanos: La Habana, Campeche,
Caracas, Trinidad, Cumaná, Puerto Rico de 1720 el
gobierno
de
Felipe
Proyecto
para navíos de
hallaron
eco
en
el
V propuso
registro
lejano
y
a
avisos,
y
Santo Domingo. En abril
los comerciantes
españoles
un
cuyas realizaciones inmediatas
estuario del río de la Plata. En diciembre de
autorizaba la introducción en Buenos Aires de géneros por valor de 700.000 pesos. El monopolio colonial empezaba a quebrarse, en este 1721
se
caso
por
uno
de
sus
polos:
Lima.
El sistema de registros continuó haciendo progresos, aunque muy lentamente. En 1733 en las famosas Noticias secretas de América, in-
forme elevado al
marqués de la Ensenada
por los marinos Antonio de
Ulloa y Jorge Juan, se afirmaba que la única manera de evitar el comercio ilícito era el de tener abastecidos los mercados americanos con gé-
baratos, mediante la supresión de monopolios y flotas. Desde luego, existía el amenazador problema de los géneros de seda asiáticos, que llegaban con una calidad y baratura fuera de toda competencia. Con
neros
realizaban fácilmente ganancias del cien por uno. Este informe fue madurándose. Hubo un decenio de vacilaciones
ellos
se
(1740, supresión del sistema de flotas y galeones; 1754, restablecimiento para Nueva España), que prueban la resistencia de los organismos beneficiados por el monopolio a ceder cualquier punto. Sin embargo, frustrado proyecto (1748) para habilitar algunos puertos para el comercio americano, se decidió generalizar el sistema de buques sueltos (mismo año). En 1754 se promulgaba la disposición que abría el Océano Pacífico
un
a
los
buques españoles
que navegasen por el estrecho de
Magallanes
o
el
cabo de Hornos. Por
aquella fecha el monopolio gaditano se hundía ante el arrollador éxito financiero y colonial de la Compañía de Caracas. El comercio libre, con la sola formalidad del registro en Cádiz, había revivificado una colonia. Era la victoria del cacao. A ella seguirían*poco después la del aguardiente y del azúcar. En agosto de 1756 se decretó la libre exportación de vinos y aguardientes españoles, con exención de todos los derechos si eran transportados bajo pabellón nacional. Gran parte de este comercio debía canalizarse hacia América, que respondería con la fabulosa expansión azucarera de Cuba. El azúcar imprimió una agilidad no-
526
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
anquilosado sistema monopolístico de los Austrias, de tal manera que éste no pudo resistirlo. En 1765 dejaba paso a una extensa prueba de libertad comercial. Efectivamente, por R. D. de 16 de octubre de 1765 se puso fin a la política de puertd único y se autorizó que se despacharan navíos desde nueve puertos españoles (Santander, Gijón, La Coruña, Sevilla, Cádiz, Alicante Malaga, Cartagena, y Barcelona) y cinco islas americanas (Cuba, Santo Domingo, Puerto Rico, Margarita y Trinidad). Teniendo en cuenta que ésta era la zona antillana reservada a la Compañía de Barcelona, cae por su peso que aquella orden fue obtenida por los comerciantes catalanes del azúcar. En los textos de la época se lee: autorización a los catalanes para el comercio de Barlovento. Pocos años después se hacía extensivo este comercio a Luisiana (1768), Campeche y Yucatan (1770), y Santa Marta (Colombia, 1776), en América, y a las Canarias (1772). El impulso del comercio catalán, aliado a la industria del algodón, se hizo sensible en los medios gubernamentales de Madrid. Por R. D. de 5 de julio de 1772 se dio entera libertad de entrada en cualquier puerto de España a cualquier buque español cargado de fibra algodonera. Años después (2 de febrero de 1778) se autorizaba la navegación libre a los virreinatos del Perú, Chile y Buenos Aires. Esta medida ha pasado desapercibida ante la Pragmática de 12 de octubre de 1778, dando el reglamento y aranceles para el Comercio libre de España e Indias, que es su corolario. En dicho reglamento se habilitaban trece puertos españoles (los anteriores, más los de Almería, Los Alfaques, Palma de Mallorca y Santa Cruz de Tenerife) y 22 en las colonias (9 puertos mayores: La Habana, Cartagena, Buenos Aires, Montevideo, Valparaiso, Concepción, Arica, Callao y Guayaquil, y 13 menores: Puerto Rico, Santo Domingo, Montecristo (Española), Santiago de Cuba, Trinidad, Margarita, Campeche, Santo Tomás de Castilla y Omoa (ambos en Guatemala), Santa Marta, Río de la Hacha, Portobello y Chagres). Para fomentar el tráfico hispanoamericano se rebajaban los derechos para el comercio de azúcar, tejidos y otras manufacturas nacionales de menor entidad. Como se ve, sólo las Provincias Vascongadas, en España, y Venezuela y Nueva España, en América, quedaron momentáneamente excluitable al
das del beneficio del comercio libre. Pero las ventajas de éste fueron tan evidentes desde un principio, que la Corona no pudo regatear la habilitación de San Sebastián (1788) ni la incorporación de Méjico y Ve-
nezuela, decretada
en
1789.
LA
POLÍTICA ECONÓMICA
Desarrollo de la actividad comercial
527
hispanoamericana
a
fines del
hecho reiteradamente citado que a consecuencia de la libertad de comercio otorgada en 1778 aumentó portentosa y rápidamente el volumen del tráfico entre una y otra costa del océano Atlántico.
siglo
XVIII,
—
Es
un
embargo, no podemos medirlo científicamente, pues nos faltan cifras estadísticas adecuadas, las cuales, por otra parte, deberían rectificarse Sin
la tendencia alcista de la coyuntura y el efecto causado por el final de la guerra con Inglaterra de 1779 a 1783, que permitió liberar consicon
derables cantidades de mercancías en 1783-1795. Con todo, en este último período el pulso de las relaciones ciales
hispanoamericanas demuestra
comer-
riqueza y velocidad desconocidas antes. Todos los autores, antiguos y modernos, coinciden en ello. El abate Pradt afirmó en 1816 que la cifra de negocios entre América y España había sumado 37.000.000 de francos en 1778 y 277.000.000 en 1788. Los números dados por Canga Argiielles son menos optimisuna
tas, pues sólo representan la mitad del aumento indicado por Pradt: cuatro veces en lugar de ocho (75.000.000 de reales en la importación a 1778 y 300.000.000 en 1788); pero ello puede explicarse por la intromisión del tráfico ilícito. En todo caso, nos parece que el día en que se posean series estadísticas completas se confirmará el vigor del
América
en
impulso proporcionado a la economía por la ley de 1778. Territorialmente, hubo regiones más beneficiadas que otras por esta medida. En España, por ejemplo, Cataluña resultó extraordinariamente favorecida, ya que controlaba dos elementos importantes del comercio americano: indianas y azúcares, al que añadió muy pronto el de la navegación, amparándose en el citado Reglamento que establecía la obligatoriedad del comercio a América bajo pabellón español. Pero tampoco Cádiz, que se sentía tan amenazada por el fin del monopolio —en 1790 se suprimió la Casa de Contratación— pudo quejarse: hasta 1796 su puerto fue el más rico y concurrido de España. En cuanto a las colonias, todas experimentaron la misma sensación de enriquecimiento, pero descollaron el virreinato del Plata, la capitanía de Chile y la isla de Cuba. En lo que respecta a Buenos Alires, el aumento fue de dos millones de pesos en el solo quinquenio de 1792 a 1796, para un total de 7.200.000.
Lamentablemente, 1796 cesa,
a
la guerra entre España e Inglaterra que estalló en consecuencia de la Alianza de Carlos IV con la República Fran-
interrumpió
este brillante desarrollo. Durante siete
años, hasta la
paz de Amiens de
1802, la navegación española quedó suprimida del Atlántico, acorralada en el Mediterráneo. Fueron años de grandes trastornos económicos y financieros. Se asegura que el comercio de Cádiz
528
HISTORIA
ECONÓMICA
ESPAÑA
DE
por valor de 2.700 millones de reales.
experimentó pérdidas
Algo infe-
sensibles, fueron las de Barcelona, cuyos obreros se vieron reducidos al paro. En cambio, los puertos americanos no se vieron cerrados, pues la Corona decretó en 18 de diciembre de 1797 el permiso de negociar —mientras durase la guerra— con los países neutrales, desde puertos nacionales o extranjeros, siempre que no transportaran géneros prohibidos (o sea, negros, dinero y frutos) y que regresaran necesariamente a España. Estas disposiciones no fueron observadas riores,
pero
no menos
y el comercio lícito
o
ilícito
se
desarrolló
ampliamente.
Según P. Chaunu el decreto de 1797 sobre el permiso de comercio con buques neutrales es el preludio de la independencia de las colonias hispanoamericanas. Y ello no sólo porque implicaba la declaración de la incapacidad patente en que se hallaba España para mantener el vínculo oceánico vital, sino también porque permitió la irrupción de la navegación y el comercio de los Estados Unidos en la parte meridional del continente. 26 buques de Boston visitaron los puertos de Chile de 1788 a
1796; 226, de 1797 a 1809. Veracruz, El Callao, La Habana, Buenos Aires, La Guaira, ningún puerto escapa a los emprendedores comerciantes yanquis. En 1795 el volumen de las exportaciones de los Estados Unidos
la América
a
hispana
era
taciones, de 1.739.138. Seis años más tarde,
plicado
dólares;
8.437.659 y 12.799.888 dólares, respectivala estructura comercial del mundo hispanoamericano,
por seis y por siete:
verdad, el pacto colonial, había cambiado completamente.
mente. En roto
el de las imporlas cifras se habían mullti-
de 1.389.219
39
Moneda y finanzas
Una de las causas funLa moneda y el recobramiento económico. damentales del hundimiento de la vida económica española durante los —
Austrias había sido el desconcierto
monetario, la contradanza de infla-
de la primera época del reinado de Carlos II. La nueva dinastía tuvo que partir de esta situación y remontar la corriente para organizar un sistema monetario estable. Tal ciones y deflaciones que culminaron
en
el
caos
fue el empeño a que se libraron los ministros de Felipe V, Fernando VI y Carlos III. Las líneas maestras de su política fueron la unificación de
las monedas
todo el territorio, la creación de unidades monetarias flexibles y la lucha contra la exportación de metales amonedados. En este propósito lo más difícil fue superar las primeras etapas, puesto que al confusionismo dimanante de la época anterior se añadió, en
durante los años iniciales del reinado de Felipe V, el desorden introducido por la guerra de Sucesión (gastos militares, invasión de tropas
extranjeras, etc.). El de
baja ley
en
mayor de los males
los territorios
no
fue la acuñación de moneda
dependientes
del
archiduque Carlos de
Austria, sino el permiso de introducir moneda francesa (luises y coronas), reconocida como de curso legal. Pero el gobierno filipino, en lugar de dejarse arrastrar por las circunstancias, hizo lo posible por superarlas. Así, a medida que se despejó el horizonte miliiar, fue tomando
bajo mano la política monetaria: 1709, devaluación de los reales franceses acuñados en Bayona y fin de la importación de moneda extranjera; 1711, prohibición de que circulara la moneda acuñada por el archiduque Car-
los; 1707-1715, progresiva
extensión de la moneda castellana
rios de la Corona de Aragón. Tales medidas mejoraron
algo la situación.
Sin
a
embargo,
los territono
se
halló
530
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
de momento el sistema de resolver el
problema de la plata. En efecto, las acuñaciones de 1716-1717 en Segovia, Sevilla, Cuenca y Madrid lanzaron al mercado el llamado real provincial, que representaba una desvalorización de cerca de 1,50 por 100 respecto al real antiguo o real nacional. Este dualismo estableció
un
nocivo confusionismo durante
un
cambio, respecto al vellón, progresaron satisfactoriamente los esfuerzos del gobierno para evitar la multiplicidad y falsedad de muchas acuñaciones. El 24 de septiembre de 1718 una Real Cédula dispuso que se fabricaran monedas de cobre puro, de valor intrínseco igual al legal, de 1, 2 y 4 maravedis, muy difíciles de imitar, las cuales tendrían curso forzoso en Cataluña, Aragón y Valencia. Esta orden significó la apertura del período de uniformidad monetaria, que no se alcanzaría plenamente hasta mediados del siglo x1x. Completó el ciclo de reforma monetaria la” Real Cédula de 26 de enero de 1718, reorganizando las Casas de Moneda y regulando la misión de los intendentes. Según Hamilton, hacia 1725 España había recuperado la estabilidad monetaria perdida un siglo
siglo.
En
antes.
A pesar de las corrientes de fondo nes,
tales
por la
como
prima
la
por dichas
desaparición de la moneda fraccionaria
disposicio-
en
Cataluña
que tenía el real de ardite
durante cincuenta años
rrumpida
producidas
prevaleció
por inevitables
catalán sobre el real castellano, la política de estabilización, sólo inte-
reajustes de la relación bimetálica. Ya desde
notaba el tirón que venía dando a la plata la producción argentifera mejicana, que a la vez que otorgaba a la moneda española un signo 1742
se
internacional —de hecho
era
admitida desde Londres
a
Cantón, de San
Buenos Aires— la hacía excesivamente codiciable por el extranjero. De aquí la constante evasión de plata amonedada, hecho inevitable dada la incapacidad del gobierno para reducir el sistema dual
Petersburgo
a
de pesos y reales y la masa de vellón en circulación. No obstante, se defendió algún tanto con la R. C. de 1726, que elevó el valor de la moneda de oro (el escudo pasó de 16 a 18 reales provinciales) y de la
plata americana (el real de a ocho o peso, de 9,5 a 10 reales provinciales). Con ello se logró fijar la relación bimetálica de 1/16, favorable para la plata, lo que se hizo teniendo en cuenta el mercado internacional, profundamente influido por la aparición en cascada del oro brasileño. Por esta causa, en cuestión de pocos años desapareció del mercado español el metal blanco, que en busca de oro barato regresaba al país en forma de moneda áurea portuguesa. Para contrarrestar este fenómeno, que trababa el desarrollo comercial del país, Felipe V acudió a una profunda reforma monetaria, caracterizada por el alza del precio de la plata y la reducción del de la moneda de vellón. En la tabla de la pág. 531 se
MONEDA
Y
531
FINANZAS
Valor reales de vellón
Valor
en
maravedís
en
Moneda de
plata
Pesn, escudo grueso o real de a ocho... Medio peso o escudo... . . .. . ... Real de a dos, columnario ... ......
.
Real
ae
aa
ea
eee
aa
e
Real de a dos, provincial (peseta)... Real, columnario. «. . .. .
Real, provincial...
observan las
.
ae
...
.—..
2.2...
. . . .. .—..
.....
principales
características de la
Antiguo
20 10
En 1737
—
5
2.5 4 1 l
—
—
—
—
—
—
—
—
—
85 68
80 64
Pragmática de
16 de mayo
de 1737.
plata provincial empezó a llamársele peseta, seguramente a influjo de su denominación catalana, aunque no todos los filólogos admiten esta etimología. Corominas cree, en efecto, que peseta es inseparable de peso, y que sólo el sufijo en —eta es un catalanismo. Moll, en cambio, recuerda que ya a comienzos del siglo xv existían en Cataluña “pecetes” de plata. Paralelamente a dicha medida, Felipe V autorizó la acuñación de 300.000 pesos de cobre puro, en monedas de 2 (ochavo) y 4 (cuarto) maravedís (1739-1741). El exceso de vellón echado al mercado, especialmente en Castilla, que no podía absorberlo, estuvo a punto de provocar uno de los brotes inflacionistas típicos de la historia monetaria castellana del siglo xvii. Sin embargo, los técnicos advirtieron el peligro, que a tiempo. Restablecida la normalidad monetaria, pudo ser conjurado Al real de
a
dos de
Fernando VI ordenó otra acuñación de moneda de cobre
pesos). La coyuntura al alza, a
la circulación esta
masa
ya
iniciada, requería
en
que
1747 se
(20.000
añadiera
de numerario.
La infiación durante el reinado de Carlos III.
—
Desde mediados del
la abundancia de
plata mejicana en España produjo un proceso inflacionista muy parecido al del siglo xvi. La moneda resistió gracias al juego de la extracción comercial o subrepticia de la plata y al aumento del ritmo económico del país. Incluso a veces se llegó al borde siglo
XVIII
del proceso contrario, la deflación. Pero cuando a fines de la centuria la subida vertiginosa de precios coincidió con la serie de guerras de la
Revolución
francesa,
inflación cruzó la barrera de la moneda metálica para expansionarse por el campo del papel moneda. El reinado de Carlos III separa las dos vertientes de la evolución monetaria durante este período: la estable y la inflacionista. La fecha crucial es la del año 1772. En el transcurso del mismo se dieron una entonces la
32
HISTORIA
DE
ESPAÑA
pragmáticas (la principal,
serie de
plata
ECONÓMICA
29 de mayo) sobre la moneda de oro, tendía a la uniformidad absoluta, retirando
v vellón. En
esencia, se de la circulación los tipos anteriores y ordenando la acuñación de nueva moneda, con distintivos exteriores modificados (busto, cordoncillo, etc.). Ni la
ley
contrario
ni el peso habían de alterarse. Sin en una
embargo,
Real Orden reservada
se
dirigida a las Casas quilates a 21 quilates 2,5
ley del oro se rebajó de 22 ae la plata nacional de 11 dineros la
Sardá, se trató de una declarado era mantener
dispuso
lo
de Moneda: granos y la
10 dineros 20 granos. Como dice devaluación monetaria subrepticia. El objetivo
en
a
circulación
una
moneda de
menor
contenido
exportación; de hecho, los objetivos fiscales (derecho de señoreaje) influyeron en ella. La misma explicación debe darse al grupo de pragmáticas de 1786, destinadas a evitar la extracción de moneda de oro hacia Inglaterra. También figuró entre ellas una Orden reservada, que redujo la ley del oro a 21 quilates y aumentó el derecho de senoreaje. Este cercenamiento subrepticio era una devaluación inconfesada. Jamás se llegó a una devaluación clara, que habría atraído oro y plata a las Casas de Moneda y estimulado, con dinero ligero, la economía total del Imperio. El proceso inflacionista tenía la contrapartida de atender al equilibrio de la relación bimetálica, cambiante en tiempos de gran afluencia de metales preciosos al mercado (y también de gran saca de los mismos hacia otros destinos). Por esta causa fue preciso reajustar el valor del oro (1779), dando al doblón el valor de 16 pesos (antes 15 pesos 10 maravedis). Con eso se pasó a la relación 1 : 16. Por las leyes de 1786, esta relación varió en perjuicio de la plata: 1 : 16,5. En cuanto a la moneda de vellón, hubo sobreproducción a partir de 1772; pero el riesgo inflacionista fue superado por el aumento demográfico y el desarrollo de la vida económica. Más perjudicial fue el caso de la moneda provincial, que se exportó a América para adquirir plata columnaria. La irrupción de aquellas acuñaciones produjo perturmetálico, evitando
su
baciones comerciales y fraudes fiscales. La época de Carlos IV no registró alteraciones
en
el proceso que
acabamos de indicar. El peso de la inflación, como veremos en seguida, recayó en el papel moneda. Pero antes de pasar adelante, vamos a dar una tabla de las monedas efectivas que circulaban en España hacia 1808.
533
MONEDA Y FINANZAS
Moneda cutalano-valenciana
Moneda castellana
Oro 320 reales vellón 180 80 40 20
8 escudos 4 escudos 2 escudos
“
1 escudo
Y escudo
”
"
”
“
"
Onga Mitja
onga
Dobleta Doblonet
Plata 1 peso 4 peso l peseta
20 reales
Duro
10”
Mig duro Pesseta
14 peseta 14 real
2 1 real vellón
Ral
1 ochavo 1 cuarto
Xazo Dos diners Diner
Quinzet
Cobre
maravedís 4 maravedis 8
2 maravedis
presión inflacionista del papel moneda: los vales reales. — Las necesidades financieras de la Corona, manifestadas en la guerra que Carlos III declaró a Inglaterra en 1779, en apoyo de las colonias americanas de aquella potencia y al lado de Francia, indujeron al gobierno de F'loridablanca a dar un paso trascendental en la historia del dinero español: la creación del papel moneda. En efecto, aceptando los proyectos de un sindicato de banca franco-hispano-holandés, dirigido por Francisco Caharrús, Carlos III decretó (Real Cédula de 20 de septiembre de 1780) la emisión de vales reales por importe de 9.900.000 pesos (los 100.000 restantes fueron la contrapartida que se atribuyeron los suscriptores de la operación). Según el referido decreto, el gobierno de Carlos III asignaba a los vales reales un doble papel. De un lado eran títulos de la renta, amortiLa
zables
en
4 por 100 de interés anual. De que podían transmitirse por endoso y utili-
veinte años y rindiendo
un
medios de crédito, zarse para pagos de impuestos y contribuciones. Por otra parte, podían ser admitidos por el comercio como “moneda efectiva”; no obs-
otro eran
podemos hablar de dinero fiduciario pleno, puesto que estaba prohibido pagar con vales los sueldos y pensiones y no era obligatorio que
tante,
no
los aceptaran
labradores,
particularidad notable: circulación el
oro
y la
minal de 500 pesos y
artesanos y comerciantes al por
para evitar el
plata, los
no
tenían
peligro de
expulsaran
que
vales fueron emitidos
curso
legal
para series
menor.
con
Otra
de la
el valor
menores.
no-
534
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
Las necesidades de la guerra, centrada en la campaña contra Gibraltar, provocaron nuevas emisiones de vales reales: 5.300.000 pesos du-
14.799.900
rante 1781 y
en
produjo
1782. Ello
rápida devaluación deprecio del 25 por 100. una
llegó a venderse con un Pero al firmarse la paz (1783), la firme política de pago de intereses y de renovación y amortización de títulos produjo un sensible reajuste, hasta el del
papel moneda,
que
punto que en 1784 se cotizaron con un premio de 2,5 por 100 sobre la moneda metálica. Durante los años siguientes jamás descendieron bajo la par. Este éxito hizo posible que el Estado aplicara el sistema de vales reales a la financiación de obras públicas y de interés comercial: 6.600.000
(1785 y 1788) para el Canal de Aragón y Tauste, 3.900.000 (1790) para la Compañía de Filipinas. En conjunto, durante el reinado de Carlos IIJ se crearon 540.900.000 pesos en vales reales, suma bien encajada pesos
por el mercado.
La guerra contra la Revolución trastornó este panorama. Si durante el primer año de las hostilidades el patriotismo o el miedo al desorden pagaron los gastos militares a través de donativos y suscripciones de toda clase, a partir de 1794 el Estado tuvo que recurrir al cómodo recurso de la inflación mediante los vales reales. En pocos años se lanzó a
la circulación
una
tado inevitable de
suma
su
considerable de
depreciación.
He
papel moneda, con el resulaquí los datos pertinentes: Cotización
Emisiones 1794 1794 1795 1799
En
cretó
1799,
(enero) (agosto)
Cantidad
(%0
16.000.000 pesos 18.000.000 80.000.000 53.100.000 ”
en
pérdidas)
De '3as9 De 9xa 14 De 29 a 47
pleno hundimiento de los vales reales, el gobierno deforzoso, suprimiendo las limitaciones del decreto de 1780,
en
su curso
estipuló que la reducción sería al 6 por 100 del nominal. Esta medida era poco prudente y tuvo que rectificarse muy pronto dando garantías al comercio de que no se le obligaría a aceptar vales y montando un sisy
tema de redención de los
mismos,
a
los cuales fue abocándose dinero de
procedencias, incluso de la Iglesia. Pero todas las promesas, comprendida la formulada en 1800 de que el Estado consideraba sagrada la deuda correspondiente a las siete emisiones de vales, no sirvieron para mejorar la situación. Los tenedores de vales, en vista del fracaso político, militar y financiero del gobierno de Godoy, fueron desprendiéndose de ellos con mermas notabilísimas, incluso de un 75 por 100. En realidad, varias
su
cotización media
en
1808 oscilaba del 51 al 66 por 100. Así
se
disipó
MONEDA
Y
535
FINANZAS
papel moneda español, dejando atrás mucha miseria y no poca ruina, especialmente en el sector burgués y obrero. El colapso del crédito del Estado absolutista precedió al colapso de su armazón político en 1808. el primer intento de
Evolución de precios y salarios en Castilla: estabilidad y aumento final. — La historia de los precios y salarios del siglo xvi11 en Castilla responde, en líneas generales, al mismo esquema que acabamos de ver en la evolución de la moneda: un largo período preliminar de estabilidad,
seguido
por
una
etapa de
ascenso
rápido
e
ininterrumpido.
el siguiente: Las dos primeras décadas del siglo xviII corresponden a deflacionista, con un MÍNIMO en 1705-1706 y otro en 1720-1721,
de
este interesante proceso
El análisis
es
una
etapa
separados
crestería cuyo máximo debe situarse en 1711. Los índices correspondientes (100 = media 1726-1750) son 99-111-90. A partir de 1726 por
una
y hasta 1731
bajos
se
desarrolla
de la centuria
decenio de inmovilismo
(90-93-95-93-92-94-92). Luego
con se
los índices más
inicia
un
movi-
——t——
220
un
200
780
740
720
70
700
Precios y en Castilla, según HAMILTON. — Signos: 1, Precios; 2, salarios. Base de les precios, 100 = media 1726-1750; de los salarios, base 100 = media 1737-1750.
salarios
536
ECONÓMICA
HISTORIA
DE
ESPAÑA
recuperación que se mostrará súbitamente pujante en 1735 (indice 106; 1734, 93). Nos hallamos ante el gozne del cambio de co-
miento de
yuntura. A partir de 1735 se desarrolla la rama ascendente del ciclo largo secular, cuyo ápice cabe situar en los alrededores de 1808. En la porción correspondiente al siglo xvI1i podemos distinguir dos fases bien caracterizadas, que separa el año 1775. En la primera los precios suben en cuatro ciclos bruscos y bien diferenciados; en la segunda, el incremento casi
es
seguido,
bajones
sin
Ciclos
interesantes. He
Años
[deccnal
aquí el
Curicter
IT mterdecenal III decenal
1736-1745 1746-1749 1749-1761
IV decenal V quinquenal
1761-1771 1771-1775
depresivo
Segunda
en
cifras:
Indices. máximo y mínimos
Primera sacudida alcista
Rellano
proceso
definitiva dida alcista Confirmación alcista Rellano depresivo y
101
90
<
>
97
97 107 128
> >
107 127 128
9%
sacu-
1775. Instalación del
régimen de precios altos. Los precios ascienden ahora sin interrupción. Los más fuertes tirones hacia arriba se registran en 1785 (índices 148 < 153), 1790 (160 < 169) y 1795 (173 > 186 < 187 204 > 193. El mínimo anterior corresponde a 1791 (169 > 160 < 164). El estudio de los números índices quinquenales del precio del trigo en Castilla, Andalucía y Valencia, así como el análisis de las curvas del precio de los cereales en Mallorca, confirma la marcha general de la carestía que acabamos de indicar. También en este campo el periodo de estabilidad depresiva finaliza en el quinquenio 1731-1735, para arrancar con pujanza hacia el aumento después del ligero bache de los anos —
1746-1750. La culminación del movimiento alcista
se
halla
en
los diez
después de los fuertes empujones de los quin1781-1785. Sin embargo, a causa del régimen de
años finales de la centuria,
quenios 1766-1770
y
tasas y de la guerra de fines de la centuria los índices de cereales
responden
exactamente
En cuanto
quedan en
ellos
a
los
la evolución
salarios, la marcha
general. es
también ascendente, aunque
los precios. Por esta causa no aparece tanta claridad el gozne de 1775. Paulatinamente obreros y
muy atrasados con
a
no
respecto
a
sueldo, de modo que los índices suben de 96 en 1737 (base = media 1737-1750) a 100 en 1745, 106 en 1755, 105 en 1765, 108 en 1785, 116 en 1795. Estudiando estas cifras y comparándolas con los precios, Hamilton —a quien hemos venido siguien-
artesanos
van
mejorando
su
337
MONEDA Y FINANZAS
consideraciones— señala la caída del salario real a partir del momento en que se inició la subida de precios. Según él, la reduc-
do
estas
en
ción sería de casi el 40 por 100 en Castilla la Nueva y de en Valencia. He aquí algunas cifras: Perfoo
Valencia
Salario real Madrid
100
96,1 84,4 69,5
1741-1745 1771-1775 1786-1790
77,2 71,7
1798-1800
Discrepancia
un
30 por 100
59
—
de la evolución de los salarios
en
Cataluña:
su
sig-
nificado. — Los rasgos generales de la evolución de precios y salarios que acabamos de indicar no encajan con los particulares de Cataluña. Tal es la conclusión a que ha llegado Pierre Vilar después de un estudio
largo del siglo xv1iI (en cuananálisis de los industriales). Este hecho
sistemático de los salarios barceloneses to
alos precios, todavía falta el
es
sumamente
a
importante porque revela
lo
no
sólo
una
diferenciación
en
el
ritmo de los acontecimientos
económicos, sino un cambio total de estrucmás, el paso de la hegemonía económica peninsular del
lo que es centro a la periferia. El fenómeno es paralelo tura y,
líneas
en
gada etapa de estabilidad de salarios,
generales: después de desencadena
prolon-
una
Madrid y Barcelona un movimiento alcista. Ahora bien, mientras que en la capital de España este proceso no se registra en los salarios de base hasta 1781, en la de Cataluña el salto se halla ya veinte años antes, en 1761. También
es
distinta la
amplitud
se
de la oscilación. He
en
aquí algunas cifras de
Vilar:
Madrid. Barcelona...
Peonaje... Albañiles
.......
y
.
.
..£
Maestros...) q
.
Madrid. Barcelona
.
Madrid. Barcelona .
.....
...oeo..0.
........
.
IS
...
|]
.Ñ..
.
..en..
IIIIIIIIS
1738 1742
1794-1713
100
121,2
+
100
210
+
243,6 157,1
317.7 3215
+
262 200
299,9
+
390
1
,
Diferencia
+
2 110 3 104 14 95
El citado autor elimina toda influencia monetaria o accidental (política y bélica) en este proceso. Señala como decisivo el cambio de co-
yuntura, aprovechado por Barcelona de las realizaciones industriales, que de
mano
tir de
de
1775,
obra, traducida o sea en
el doble terreno del comercio y implicaron a fines de siglo la falta
en
el vertiginoso aumento de sueldos. A parel mismo momento de producirse la ininterrumpida en
538
HISTORIA
elevación de precios, la de Madrid (gráfico de la
ECONÓMICA
curva
DE
ESPAÑA
de los salarios de Barcelona rebasa la
página 546). A partir de este momento, es un transferencia del poder económico del centro a la periferia. Sus
hecho la
consecuencias
se
verán al tratar de la evolución de la coyuntura.
El Estado y la organización financiera: Ministerio de Hacienda. — xvi Durante el siglo se desarrolla un considerable esfuerzo para sim-
plificar
la organización hacendística del Estado. Pero como en otros campos de actividad de los gobiernos ilustrados, las energías puestas en el empeño no se tradujeron en muchos casos en realidades tangibles, hasta el punto de que al final del período se sobreponía lo moderno uniformista a lo anterior tradicionalista, creando la confusión que es propia del reinado de Carlos IV. V había heredado de los Austrias
Felipe federal. El
monarca
administraba los
recursos
una
estructura financiera
de Castilla
a
través de
un
Consejo de Hacienda, fundado en 1593 como desarrollo de la Contaduría mayor creada por los Reyes Católicos. A su lado funcionaban la Diputación del Reino, organismo creado en 1515 para la administración de los servicios y alcabalas, y la Comisión de Millones, que desde 1601 administraba el puesto de este mismo nombre. Fuera de Castilla (incluso dentro de la misma Corona castellana, como en el caso de Navarra, Provincias Vascongadas y Galicia) imperaban administraciones autónomas, las cuales se basaban en el principio de que sólo las Cortes podían otorgar subsidios al monarca y tenían potestad para recaudarlos. Por otra
parte,
cipal
Ya
en
a
estos mismos territorios la autonomía hacendística muni-
extensa, sin que el
era
clarse
en
monarca
ni
sus
funcionarios pudieran
mez-
estos asuntos.
lo
largo del siglo
xvi se
habían manifestado ciertas tendencias
hacia la unificación financiera de la administración y del territorio. En el primer aspecto cabe recordar la creación de la Superintendencia ge-
(1687), seguida de la de los superintendentes provinciales (1691), que remataban la jerarquía local de los corregidores; y también la integración de la Comisión de Millones en el seno del Consejo de Hacienda (1658). Esta Comisión absorbió en 1694 las funciones y el nombre de la Diputación del Reino. En el segundo aspecto sólo cabe recordar la política del conde-duque de Olivares respecto a la centralización financiera de la Corona y sus gravísimas consecuencias. Heredero de esta tradición, Felipe V procedió a alcanzar sus metas tanto más cuanto los acontecimientos bélicos le dejaron el camino expedito. En 1707 y 1716, vencida la resistencia en Valencia, Aragón y Cataluña, suprimidas las autoridades autónomas, todos los asuntos relatineral de Hacienda
MONEDA
Y
539
FINANZAS
española pasaron a depender de la Corona. Este hecho dio gran importancia al Consejo de Hacienda, dentro del cual figuraba la Diputación del Reino (nombre asumido por la Cámara de los Millones desde 1694). A traves de la Diputación fueron incorporándose al régimen común Aragón y Valencia (1712), Galicia (1752), y Cataluña y Mallorca (1767). Ahora bien, el Consejo tuvo que luchar con el auge creciente de la Veeduría general de Hacienda y, luego, de la Superintendencia de Hacienda (1709), instituciones que preludiaron la creación de la Secretaría de Estado y Superintendencia de Hacienda (1724) y, finalvos a
la hacienda
mente, del Ministerio o Secretaría de Hacienda, fundado en 1754. Poco a poco este último fue anexionándose funciones del Consejo de Hacienda, hasta dejarlo reducido a un papel consultivo o contencioso.
siglo XxvIII se completó la organización uniforme de la Hacienda pública con las Direcciones generales de Renta; la Tesorería general, radicada en Madrid; los intendentes, quienes, asesorados por dos administradores de ventas, cuidaban de la hacienda provincial, y los subdelegados de ventas, función que muy a menudo asimilaban los corregidores municipales. También apareció en este momento la Inspección de Hacienda, en forma de visitadores que recorrían las provincias. A fines del
Recursos económicos del Estado. — A pesar de la evidente simplificación de la estructura administrativa de la Hacienda española en el
siglo
XviII, el confusionismo continuó siendo el motivo
imperante
en
la
recaudación de las rentas del Estado. Es muy posible que ni los mismos funcionarios llegaran a tener idea clara de su distribución y del mecanismo financiero que representaban. Dificultaron la claridad más elemental, Ja prolijidad de impuestos y derechos, la diversidad de los sistemas
de exacción, las variedades regionales, los ensayos cambios de rentas de un grupo a otro. La costumbre hacía dividir las rentas
en
dos
en
la recaudación, los
grandes
grupos:
gene-
rales y
provinciales, entendiéndose por aquéllas las que se referían al comercio exterior (aduanas y almojarifazgos, diezmos de puertos secos y ramo de lanas) y por éstas las que provenían del comercio interior (servicios, alcabalas, millones, etc.). Tal es la clasificación que formuló Aguirre, contador de la Renta de Plomos en 1759. Su base técnica es muy insuficiente, por lo que seguiremos en el estudio de los impuestos las mismas normas seguidas en el análisis de los relativos al siglo xv.
A)
El catastro. La novedad más
del
siglo
por
el ministro
xvmr
es
importante de la historia tributaria
la introducción del catastro
Patiño,
se
en
Cataluña. Planeado
estableció el 16 de octubre de 1716. La base
540
HISTORIA
consistía
repartir
en
una
ECONÓMICA
suma
DE
ESPAÑA
anual, global,
entre los
contribuyentes,
“proporcional y equitativa”. Para ello el catastro se dividía en dos grandes ramas: el real y el personal. El catastro real gravaba los réditos de las fincas rústicas y urbanas. Patiño calculó especialmente el rendimiento que daría sobre las tierras agrícolas, y a tal efecto dividió las fincas en treinta y dos tipos distintos, según el lugar y extensión. Pero además quedaron afectados al catastro los edificios rústicos y urbanos, las habitaciones, las fábricas, los moli-
de
manera
nos, etc., y los este
censos
y diezmos. Nadie estaba
excluido de tributar por
concepto.
El catastro
personal
impuesto sobre las utilidades del trabajo. beneficios comerciales y bienes mercantiles, al que sólo escapaban nobles, hidalgos, eclesiásticos y funcionarios o equiparados. Las autoridades pertinentes, a través de municipios y gremios, fijaban las cuotas perera un
sonales.
general, el
representó la tímida implantación de un principio de justicia social en Cataluña. Al comienzo fue protestado como En
catastro
muy oneroso, y sin duda
tancias que temente en
a
acompañaron
las
no su
posibilidades
se
habría llevado
del
en
efecto sin las circuns-
luego, adecuado prudensistema beneficioso y ágil,
introducción. Pero
país, resultó
un
cuya misma modernidad debemos buscar
de la economía catalana
a
el
siglo
una
de las
causas
del triunfo
xviIr.
VI, el marqués de la Ensenada quiso aplicar a Castilla el sistema catastral. A tal fin preparó el Real Decreto de 10 de octubre de 1749 estableciendo la Única Contribución, en la que debían fundirse las Rentas Provinciales (millones, alcabalas, cientos yv servicio ordinario). Sin embargo, las operaciones preparatorias para el catastro sólo empezaron en julio de 1770 por voluntad de Carlos III; pero Durante el reinado de Fernando
la burocracia resultó impotente para superar las numerosas resistencias sociales. El proyecto permaneció como un ideal a realizar y como un documento histórico social y económico de primer orden.
B) Rentas generales. Como hemos dicho, esta clase de impuesto» gravaba el comercio exterior. El Estado recuperó su administración en 1716, pero no fue hasta 1740 que se aplicó un criterio fijo y coherente, reflejado en la Superintendencia de Rentas Generales, creada entonces. Los hombres que encarnaron esta política se llamaron Campillo (1740-
1743) y el marqués de la Ensenada, superintendente desde 1743 Bajo Carlos III la organización aduanera llegó a su perfección erección de las administraciones
principales
y los
resguardos a pie
generales y
a
y
a
1754.
con
la
subordinadas, las aduanas
caballo. Los fines del sistema fueron
MONEDA
Y
FINANZAS
541
obtener la unidad de exacción, la fiscalización de las administraciones locales y el perfecto engranaje aduanero.
provinciales.
percibían únicamente en los reinos de la Corona de Castilla y derivaban de la época de los Austrias. Recordando el esquema que hemos establecido para aquella etapa (páginas 402-403), diremos que en pleno siglo xviI1r la alcabala (más el impuesto de los Cuatro unos o cientos), el servicio de millones (impuesto sobre el consumo de la carne, vino, azúcar, jabón y aguardiente), la sisa y los impuestos personales (lanzas, medias annatas, rentas de Cruzada, etc.) continuaron constituyendo la arquitectura del sistema de ingresos del C)
Rentas
Se
erario castellano. A ellos deben añadirse los servicios ordinarios y extra-
ordinarios, impuestos distribuidos por vía de reparto. Pero a lo largo del siglo xviII, y sobre todo después del fracaso de los proyectos de la Única Contribución de Ensenada, el Estado arbitró nuevos recursos impositivos, que preludian las grandes reformas del siglo xXrx. Uno de ellos fue la contribución directa sobre la industria y el comercio, que adoptó en un principio la forma de patentes establecida en Francia. Otro, la contribución de paja y utensilios (impuesto provincial para abastecer las tropas), cuarteles y frutos civiles (establecida en 1785 sobre las rentas del arrendamiento de tierras y fincas y derechos reales y jurisdiccionales), que anuncian la aparición de las contribuciones
territoriales. En fin, la contribución de sucesiones, creada en 1798 para alimentar la Caja de Amortización de la Deuda Pública, introdujo el principio del gravamen sobre las herencias entre cónyuges, colaterales y extranos.
D)
Monopolios
y estancos. Durante el
siglo XviI se aumentaron distintos tipos de rentas públicas, como el papel sellado, que dobló en 1707 y 1794. No menos remuneradores fueron los monopolios o estancos, que gravaron distintos productos como la sal, el tabaco, los naipes, etc. De ellos el más remunerador fue el del tabaco, que producía casi el doble que la renta de la sal (en 1797, 82.000.000 de reales respecto a 43.000.000). E) ¡Sistemas regionales. Además del sistema catalán del catastro, fueron excepciones a la tributación castellana los reinos de la antigua Corona de Aragón. En Aragón se introdujo la Real contribución única, en Valencia el
Equivalente y en Mallorca la Talla. Estos sistemas descansaban en repartos globales de sumas fijas, pero sin un conocimiento directo de las posibilidades del contribuyente como en Cataluña. En Navarra y el Pais Vasco subsistieron las haciendas forales respectivas, que se enlazaban con la general por el servicio navarro o el donativo vasco.
542
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
Extinción del derecho de “bolla”. La resistencia de los antiguos impuestos a desaparecer viene ilustrada por el caso del derecho de
F)
“bolla”
abolengo medieval (pág. 218), como la alcabala castellana, constituyó una pesada traba sobre el comercio catalán, puesto que fue mantenido en 1716, al establecerse el catastro, como en
Cataluña. De rancio
impuesto sobre las transacciones mercantiles. En
este momento represen-
taba el 15 por 100 del valor de todas las mercancías que se vendian en Cataluña, más el beneficio de la venta al por menor. Mientras duró el
periodo estable
de la coyuntura,
hubo quejas sobre la “bolla”. Pero industrias gremiales viéronse rebasadas no
cuando las antiguas y poderosas por las nuevas de los galones de seda, indianas y medias, atribuyeron su retraso y decadencia a aquel derecho. Empezaron, pues, a agitar la
opinión pública
entre 1750 y
1760, hasta
que la Junta Central de Co-
la Junta y Consulado de Barcelona (19 de noviembre de 1760) a que se reunieran para buscar un sustituto al derecho de “bolla”. Se propuso un impuesto de un 15 por 100 sobre los géneros
mercio autorizó
a
extranjeros. Pero esta y otras sugerencias fueron contrarrestadas por la Contaduría de Cuentas de Barcelona, que mantuvo firme oposición durante diez años. Finalmente, después de un informe favorable de la Junta General de Comercio, Carlos III decretó la supresión de la “bolla”
partir de enero de 1770. La reforma tributaria contribuyó a hacer más ágil el comercio de Cataluña en aquel momento de expansión de sus a
actividades industriales. Desarrollo de la Banca: el Banco de San Carlos y la banca privada. — La historia del dinero español del siglo xvIII no es completa sin examinar el
papel guidas después de como
que desarrollaron los bancos
en
esta centuria. Extin-
la guerra de Sucesión las instituciones tradicionales, las Taulas de Barcelona, Gerona, Lérida y Valencia, puede decirse
que la banca
quedó
en manos
genoveses y franceses. Sus
agricultores
y
costumbre de Cuando
se
de
particulares extranjeros, especialmente
operaciones
eran
mínimas: adelantar dinero
a
exportadores. Todo ello por encima de una muy difundida préstamos usuarios. superó el bache del período de contracción de Felipe V y
la afluencia de dinero
en
el mercado coincidió
con
el desarrollo de la
periférica, este esquema se fue matizando y ampliando. En primer lugar, apareció, hacia 1751, la llamada Oficina del Real Giro, que se encargó de situar fondos en los países extranjeros. Tenía sucursales en París, Roma, Amsterdam, Nápoles y Lisboa. Su principal misión fue
industria
los cambistas, que cobraban descuentos de un 20 por 10 sobre las cambiales, y regular la extracción de monedas. Una vez logra-
la de sustituir
a
MONEDA
do este
propósito,
su
misión fue
543
FINANZAS
Y
paulatinamente absorbida
por los ban-
queros,
En Barcelona
se
era
a
la denominada
Cambios”, fundada por el francés última tenía un capital escriturado periclitaron
con
fines de la centuria dos entidades
“Compañía de Fondos Perdidos”, el flamenco Tibelein, y la “Compañía de Banco en
bancarias notables: cuyo director
desarrollaron
la inflación de la
Larrard y el danés Herrier. Esta de 400.000 pesos. Ambas sociedades
época de Carlos
IV,
arrollado entonces el flamante Banco de San Carlos, creado en 1782 por Carlos III en el momento de mayores agobios del Tesoro a causa de las necesidades de la guerra contra Inglaterra (sitio de Gibraltar). La finalidad principal de la nueva institución era sostener
También
quedó
los vales reales que andaban depreciados por las emisiones masivas de 1781-1782. A tal fin, el Banco podía adquirir vales reales pagándolos en Oro, o bien con sus propios billetes, para lo que fue expresamente autorizado. Además, como institución privada, recibió determinados privilegios, entre los cuales el de participar en compañías monopolísticas (la de
Filipinas).
El proyecto lo desarrolló Francisco Cabarrús. El capital escriturado fue de 30.000.000 de reales, que suscribieron el rey, los nobles, los pósitos y los municipios, con lentitud mayor que la prevista. No obs-
tante, al abrirse las puertas del Banco, en junio de 1783, la feliz coincidencia del fin de la guerra le ofreció perspectivas muy halagiieñas. Se atribuyó a Cabarrús el éxito de la recuperación de los vales reales; pero modernamente Hamilton ha demostrado que sólo encajó el 7,75 por ciento del
papel moneda existente,
lo que no se pueden tensiones de los directores del Banco de San Carlos. con
justificar las
pre-
Hasta 1785 éste operó con la aquiescencia de la finanza internacional y la confianza de los potentados españoles. Pero su intervención en opela compra de fondos franceses (1788) — le situación comprometida. En 1790 dimitió Cabarrús, muy
raciones aventuradas
pusieron
en
hostigado por se produjo la
—como
el ministro de Hacienda conde de Serena. Poco
después la anelo-
franco-española (1792-1795), seguida de española (1796-1802 y 1805-1808). Ello provocó la inflación. Desde el Banco, no pudiendo hacer frente al torrente de papel moneda, guerra
1796 tuvo
solicitar protección del Estado. Tres años más tarde entraba en gravísima crisis, a causa de la paralización del comercio y de los arribos de plata americana. Por aquel entonces sólo tenía en cartera el 0,05 por 100 de los vales emitidos, lo que revela su fracaso como órgano que equilibrara los medios de pago. Desde este momento hasta 1808 fue despenándose por el camino de los recursos arbitristas, los mismos que proque
dujeron el colapso del Antiguo Régimen
en
España.
40
La coyuntura económica del
siglo
XVIII
La etapa inicial de reconstrucción. — A partir de 1680 algo había cambiado en la economía mundial. La reaparición del oro en el mercado,
gracias Ja
a
los descubrimientos realizados
depresión persistente desde 1630,
y
en
en
el
Brasil,
había puesto fin a todas partes se señalaba un
proceso de estabilización de la vida económica. Las guerras
con
que
se
siglo xvIII repercutieron en la movilización de los recursos de Europa occidental, dando lugar a una fase alcista de la coyuntura. Aunque breve, sirvió para contrarrestar los efectos de la contracción secular y preparar los espíritus para el gran cambio de los años 30. La nueva inició el
vio favorecida por este proceso, que alentó núcleos periféricos, que ya habían dado muestras de recuperación
dinastía borbónica
regionales
se
desde los últimos años de Carlos II.
Hamilton señala que la estructura técnica fue procurada por el colbertismo —economía de resistencia en coyuntura de contracción—, introducido por Felipe V y sus ministros Amelot y Orry, y que gracias a los
principios administrativos desarrollados por hombres de la talla de José Patiño, José Campillo y el marqués de la Ensenada, fue posible
nuevos
poner fin
a
la decadencia del
país. Sobre todo hace hincapié
en
el fin de
la contradanza entre inflación y deflación que tan fatal había sido para España desde la época de Felipe III. Las reformas en la Hacienda, el establecimiento de manufacturas piloto, la protección de la industria
nacional dentro de los límites del tratado de Utrecht, la supresión de las aduanas internas, la prohibición de exportar materias primas, fueron otras tantas armas eficaces para consolidar la situación económica y financiera del
También
país. se
debe tener
en
cuenta las circunstancias
producidas
por la
LA
COYUNTURA
de Sucesión, que
guera
se
(de 1704 a 1714). Aparte la tenida, las necesidades del
ECONÓMICA
debatió
DEL
SIGLO
545
XVIII
la Península durante diez años
en
invasión del numerario francés, pronto conconsumo de los ejércitos en una guerra de
movimiento y poco destructiva nutrieron
un
período de precios
y salarios
elevados. Esta Íase aparece tanto en Castilla como en Cataluña. Pierre Vilar la ha definido como un punto de partida sólido, con estabilidad de salarios. En Castilla, el índice medio de los precios de 1701 a 1716 es
104,50,
o sea
(indice 100
muy
=
superior al del
resto de la
primera mitad de la centuria
período 1726-1750).
Después de
este
rellano, siguen dos decenios de contracción. Con ello
de actividad modesta y de gran estabilidad. Se organizan y estructuran las fuentes de trabajo, en un proceso lento y primordial que sólo aflorará más adelante. Es posible que en este período se se
define
un
período
evidente que se reestructura la agricultura, se prepara el auge del comercio y florecen las primeras actividades industriales. Pero falta un estudio detallado de este
reconstituya la base demográfica española,
lento
como
es
amanecer.
Las sacudidas alcistas del reinado de
El último decen10 del reinado de
Fernando VI
(1746-1759)
son
Felipe
V
Felipe V y (1736-1746)
de Fernando VI.
—
y todo el reinado de
testigos del cambio de coyuntura,
que
se
realiza por medio de dos sacudidas separadas por un rellano quinquenal. De ellas la más intensa fue la segunda, promovida, según Hamilton, por
la afluencia al mercado europeo de la plata mejicana. Estas sacudidas se registran en todos los campos de la actividad
especialmente
eco-
agricultura y el comercio. En aquella los quinquenios decisivos corresponden a los años 1736-1740 y 1751-1755, cuando el alza de precios agrícolas rebasa ampliamente la de los precios industriales. Se entra en el periodo dorado de la agricultura latifundista dieciochesca, con fabulosos rendimientos para los propietarios de fincas rústicas. He aquí una fuente de acumulación de capitales. La segunda es el comercio colonial. Este periodo es el de expansión del comercio de compañías monopolisticas, que sustituyen al arrinconado esquema del monopolio estatal. En América, sobre todo en el Caribe (Venezuela, Antillas) y el Mar del Plata, el azúcar, el cacao y los cueros enriquecerán a unos cuantos españoles. En la industria nos hallamos, como escribe Vilar, en un periodo de preparación. La acumulación de capitales por el comercio colonial y las rentas agrícolas sólo provoca efectos en una región: Cataluña. Ello se debe al ímpetu catalán anterior y también a las facilidades que comporta la nueva planta financiera del Principado. Pero en todo caso hay algo de
nómica, pero
son
18— Ha ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
notorias
en
la
ECONÓMICA
HISTORIA
DE
ESPAÑA
e)
. [e
546
770
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Evolución de los salarios entre 1737 y 1798 en Madrid (línea de trazos) y en Barcelona 100 = media (línea gruesa). Índices de HAMILTON y VILAR, respectivamente. Base 1737-1750.
espiritual, de deseo de triunfar en la vida, de expansión biológica profunda. Simultáneamente a la implantación de la industria de indianas (1739-1742), los catalanes fuerzan la irrupción de su flota mercante en las Antillas y el Mediterráneo occidental (revolución del azúcar) y la conquista de los mercados septentrionales para sus vinos y aguardientes. enseñandc nueY, además, sus pescadores aparecen hasta en el Atlántico decisión
vas
técnicas.
Evolución de la coyuntura bajo Carlos III: alza de precios y predominio periférico. — Excepto por un breve período quinquenal de(1771una al socaire 1775), el reinado de Carlos III (1759-1789) se desarrolla franco auge oleada alcista favorabilísima. Precios y salarios están en —más aquéllos que éstos— y ello coincide con la expansión demográfica, sin interrupagrícola, comercial e industrial del país, al cual llegan casi He ción cantidades crecientes de metales preciosos americanos.
aquí
LA COYUNTURA
ECONÓMICA
DEL
SIGLO
547
XVIII
resumida la fase dorada del siglo xvi, que con el enriquecimiento general asistió a la ruptura del régimen feudal en el campo y del régimen gremial en las ciudades. La burguesía se constituye en esta época, no sólo en los grandes emporios mercantiles e industriales de Cádiz y Barcelona, sino un poco en todas partes, si bien fuera de aquellas dos ciudades más que como verdadera burguesía como clases medias influyentes. La fase quinquenal de contracción antes citada divide esos treinta años en dos períodos de distinta tensión alcista. Durante el primero se dan los primeros pasos hacia la liberalización de la economía peninsular, como la ley sobre libertad de comercio de cereales (1765) y el decreto librecambista sobre la importación de géneros de algodón (1760). También pertenecen a la misma época las primeras disposiciones sobre los repartos de propios y baldíos y los comienzos de la colonización de Sierra Morena. Medidas algún tanto contradictorias en unos años de espe-
ranzadora creación. En la segunda etapa
desencadena verdaderamente el alza de precios. En el bienio 1774-1775 la gente registra por sí misma el brusco escalón inflacionista. Los salarios suben en todas partes a remolque de los se
intensidad, según sabemos, en Barcelona que en Madrid, en la periferia que en el centro. He aquí el momento decisivo de la transferencia del centro de gravedad económico en la España moderna. Para confirmarlo se publica el decreto referente a la libertad de comercio con América (1778). En pocos años, el triunfo de las regiones litorales será un hecho. Cádiz rebosa de riquezas y Barcelona decuplica beneficios, triplica el volumen de su comercio, mientras en el interior de Cataluña se instala la nueva industria del hilado y tejido del algodón. La Revolución industrial comienza en esta parcela del suelo peninsular.
precios, pero
con
mayor
— De
Las guerras de Carlos III y la vida económica. 1779 a 1783, Carlos III va a realizar un enorme esfuerzo bélico para, al lado de Fran-
cia, recuperar las posesiones españolas que Inglaterra detenta en el Mediterráneo (Menorca y Gibraltar) y a la vez expulsarla de América, en donde sus colonias se hallan en plena rebelión. El plan reposa en consideraciones
estratégicas y políticas obvias; pero también la economía entra en liza. La expansión de Gran Bretaña después de la gran victoria obtenida por sus flotas en la guerra de los Siete Años (1756-1763) ha sido tan gigantesca, su impacto tan amenazador, que Carlos III no puede menos que alinearse al lado de Francia para intentar detener el golpe ineluctable que quebrantará muy pronto el Imperio hispanoamericano. De la guerra surgieron la inflación monetaria y el Banco de San Car-
los. El alza de precios
se
hizo irresistible, sobre todo
a
partir de 1785-
548
HISTORIA
ECONÓMICA
1786, cuando reanudada la normalidad
postbelica.
se
DE
ESPAÑA
produjo
Desde este momento hasta fines de
una enorme
siglo
ya
no
expahsión cesará la
coyuntura de tender al alza, en uno de los trends más espectaculares que registra la historia de la economía mundial. Pero la guerra con Inglaterra, pese a su final favorable (las colonias americanas han obtenido
libertad
el nombre de Estados Unidos de América, 1783), no ha conseguido la recuperación de Gibraltar,.ni de Canadá, ni de las Antillas. Sobre todo, los aliados francoespañoles no han podido destrozar la flota británica. Las comunicaciones atlánticas continuan za
su
poder de Londres y sobre el Imperio español y la en
con
ello hace cernir
una
gravísima
economía interna de la
amena-
metrópoli.
ha demostrado durante la guerra. El bloqueo inglés ha paralizado el tráfico de los puertos españoles, detenido la instalación de fábriBien
se
Barcelona, provocado el paro y la miseria en los hogares obreros. Después de la victoria, el Imperio hispanoamericano se halla más amena-
cas en
zado
que
nunca.
Efectos del alza de precios y de las guerras revolucionarias bajo La España de Carlos IV vivió bajo dos signos: guerras reCarlos IV. volucionarias en Europa y coyuntura inflacionista en el interior. Mientras —
predecesor había podido asimilar el alza de precios al socaire de la expansión demográfica, comercial e industrial, Carlos IV se vio obligado a alimentar la inflación lanzando papel moneda al mercado, desbordando los límites presupuestarios y acudiendo al empréstito. La preque
su
los Pirineos y las necesidades de la guerra moderna las semibrigadas de la Convención, desbarataron la repo-
sión francesa
surgida
con
en
borbónica, haciendo saltar su resortes. Sólo una política de firmes exacciones tributarias, dirigida hacia las clases poderosas: nobleza y clero, habría podido restablecer el equilibrio. En lugar de ello se acudió a la venta de propiedades eclesiásticas, sin ninguna garantía válida. A partir de 1794-1795, un bienio de pujante alza de precios y salarios, la revolución española se consuma en lo más profundo de la estructura social, aun cuando sólo oflorará doce años más tarde en la subsada administración
versión de fines de mayo de 1808. La espiral inflacionista presenta dos
repechos: uno hasta 1804; otro de 1806 a 1812. En aquella fecha se alcanza el ápice del boom de la fase cíclica intersecular. Aunque falten estudios concretos sobre España, sahemos que la crisis de sobreproducción se registró en 1805 en Portugal y en 1807 en Francia. En el país luso la sucesión de los acontecimientos fue la siguiente:
COYUNTURA
LA
ECONÓMICA
DEL
SIGLO
549
XVIII
1804: máximo de producción 1805: comienza el hundimiento disminución de las importaciones 1807: disminución de las exportaciones
1806:
Es
posible
español se halle alterado por las guerras de España estuvo aliada con Inglaterra contra la
que el cuadro
la Revolución. Hasta 1795 República francesa; desde 1796 marchó siempre al lado de Francia contra Inglaterra. Era una alianza natural, aunque desdichada. Sin Inglaterra, las colonias españolas en América no podían desarrollarse (como lo de-
ley de Comercio de Neutrales de 1797); con Inglaterra corrían hacia su independencia. De aquí el supremo intento de eliminar a los británicos de los mares, que costó a España las graves y decisivas derrotas del cabo San Vicente (1797) y Trafalgar (1805). En consecuencia, la inflación de fines de siglo fue tan poderosa porque no anduvo acompamostró la
ñada de
después
un
de
el volumen del negocio, sino que, por el cantrario, período de espléndidas realizaciones comerciales e indus-
auge un
en
triales (1796-1798), el más boyante de la historia económica de España en el siglo xvi, la prosperidad se derrumba y se entra en el amargo calvario del paro, la miseria y la contracción provocada por el bloqueo inglés del Atlántico. He aquí, demostrándolo, los ingresos de la Renta de Aduanas a fines del siglo xvi: 1773. 1789 1792. 1798... 1799 .
.
.
o
.
.
53.000.000 reales 159.000.000 182.000.000 47.000.000 "
.—.
.
a
.
..
...
a
Ns
.
59.000.000
"
El país, que se consideró rehecho hacia 1802 (paz de Amiens), conoció algunos años de prosperidad, caracterizados por importación de bienes de producción e intentos de absorber el papel moneda. Pero la
derrota de 1805 había de determinar el final de aquella esperanza ello el fin del reinado de Carlos IV y de la
Régimen.
y
con
monarquía del Antiguo
VI. EL IMPACTO DE LA REVOLUCION
INDUSTRIAL
41
El reformismo decimonónico
Características generales del siglo XIX español. — El período de la vida española que se extiende desde 1808 hasta 1898, o sea desde la iniciación de la guerra de la Independencia hasta la pérdida mas posesiones coloniales ultramarinas, suele ser denostado yoría de nuestros contemporáneos. Los tradicionalistas acusan de haber roto, a través de su liberalismo, las vértebras de
hispánicas,
de haber
desfigurado
con
su
en
muy pocas ocasiones tuvieron
en
por la
sus
por
manos
su
el
ma-
al
siglo xIx las glorias
centralismo opresivo y
guaje descocado las esencias patrias. Los liberales, que
de las últi-
su
len-
parte, afirman
poder,
y que la
desgracia del país radicó en el aborto continuo de los progresos políticos e ideológicos por la acción de una masa atrasada que hallaba sus adalides en las grandes fuerzas feudales. Si desde el punto de vista ideológico pasamos al social, los movimientos obreros han clamado contra las injusticias que el siglo xrx había acarreado para los campesinos y los trabajadores, condenados a la mdefensión ante el arrollador avance de las riquezas del latifundista
y del
fabricante. En cambio, los burgueses han objetado que, pese a sus deseos, no pudieron dar cauce a sus anhelos reforma económica y política, que fueron paralizados por una administración ignorante y caótica y por un colosal atraso técnico y educacional del país.
de
Ahora bien, la historiografía reciente comprueba que ninguna de estas
sólida. Todas responden al afán de interpretar los hechos asu guisa. Pero en este caso todavía hay más, porque nuestro desconocimiento del siglo x1x es casi total. Sabemos algo de su superficie política, de lo que hicieron los gobernantes, los militares y los ideólogos, pero
posiciones
es
592
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
ignoramos casi todo de la verdadera intimidad de los hechos. Sobre todo, desconocemos
fondo la dinámica social y su plasmación en las sucesivas estructuras económicas. No podemos, pues, acusar a nuestros antepasados a
decimonónicos hasta que nuestros cargos estén basados pruebas documentales.
en
irrefutables
Por lo que la nueva historiografía va descubriendo, parece que el tribunal de la Historia absolverá en buena parte a nuestros antecesores.
español se caracteriza por el impulso constante de una minoría para lograr un nivel técnico y una riqueza cada día mayores. Y ello no sólo en el campo económico, sino en. el cultural y científico. Por vez primera después de muchos siglos, los españoles salen normalmente al extranjero. Este hecho es importantísimo, porque España se da cuenta de que pertenece a Europa. Conciencia nueva, aunque tímida; adquisición mental insoslayable. La historia del siglo XIX español ofrece, por otra parte, un rasgo que debe sernos simpático: el de su desgarradora autenticidad. Sin aparatos ortopédicos excesivos, apoyada por el sentimiento romántico de la vida, España fue más España que nunca, por lo menos después del siglo xv. Esta autenticidad del siglo xIx es lo que despierta en nosotros cierto sentimiento de timidez al contemplarlo, porque es de una sinceridad brutal, en sus pasiones y en sus choques. La intolerancia y el dogmatismo, el orgullo y el espíritu de secta, provocaron una continua atmósfera de guerra civil, que desde 1808 a 1876 devoró el país y paralizó su desarrollo económico. Evidentemente España sería otra cosa en el concierto mundial si durante estos setenta años en lugar de pelear hubiera podido trabajar. El choque entre los distintos grupos de intereses era, por lo demás, inevitable, como lo fue en toda Europa a consecuencia del cambio de estructura económica implicado por el impacto de la Revolución industrial. A la Europa feudal y señorial, sucede la Europa fabril; a la Europa de los príncipes y jerarcas, la del burgués y del obrero. El desplazamiento del eje de gravedad del cuerpo social se tradujo en un fenómeno politico: la revolución burguesa. Ahora bien, en España la debilidad del cambio estructural produjo el fracaso de dicha revolución burguesa. La burguesía española no tuvo ni bastante densidad numérica, ni bastante riqueza, ni tampoco ideología firme y clara para triunfar. Establecida en la periferia, vivía en la permanente contradicción de querer imponer al centro una solución política y económica que, inevitablemente, desembocaba para ella en una amenaza de tipo social. Avanzaba con ímpetu, pero para retroceder ante los primeros chispazos de desorden público; y olvidados éstos, reanudaba de nuevo su polémica para una reconversión El
siglo
xIx
EL REFORMISMO
económica y
espiritual
DECIMONÓNICO
del interior. Con
553
todo, fue
la única clase social
empuñó el timón de España hacia metas de progreso logró en el balance final del siglo —que fue mucho— a ella que
y cuanto se
se
debe.
Otro hecho que debe también tenerse en cuenta es la continua interferencia del extranjero en la vida económica peninsular. Ya desde la época medieval tanto Cataluña como Castilla habían sido zonas ecomatizadas por la economía de otros pueblos; el siglo XIx esta influencia es tan avasalladora que a veces casi parece caso de colonialismo financiero. Como reacción, se suele considerar al
nómicas en un
siglo
profundamente
bloque, como una etapa de postración a través de la cual los intereses extranjeros hicieron trizas la economía nacional. Esta afirmación
xrx,
en
comprobada por los hechos. Lo que sucedió fue que EuroPa, la Europa de Inglaterra, Francia, Alemania, Bélgica y Holanda, conoció entonces un período de prosperidad sin precedentes; y las arcas de estos países rebosaban dinero, que tuvo que aplicarse en alguna parte. no
está
En el circuito de las inversiones exteriores occidentales, que cubrió todo el mundo, incluso los Estados Unidos de América, que debieron a Francia
Inglaterra España. Por e
ferrocarriles transcontinentales, se intercaló también lo tanto, sólo una estrecha y anacrónica visión nacionalista sus
puede exasperarse ante tal hecho. La realidad demuestra que al progreso económico español del siglo xIx contribuyeron en gran escala esas
inversiones administradas y dirigidas por técnicos y gerentes extranjeros. Lo lamentable fue que el país no supiera aprovecharse a fondo de las posibilidades que se le ofrecieron desde mediados del siglo xIx, y que, arrastrando
agricultura insuficiente, atrasada y feudalizante, no pudiera hacer a tiempo su reconversión económica hacia la Y entonces tuvo que pagar el precio de su inevitable equipaindustria. miento industrial (ferrocarriles, maquinaria, materias primas) cediendo al extranjero, a precios onerosos, productos minerales que, aprovechados de otro modo, habrían contribuido en gran manera a la independencia Economica de España y a cruzar la barrera del subdesarrollo general en que
a
cuestas
una
hallaba.
se
La quiebra del
Antiguo Régimen
y el movimiento revolucionario de
Después de estas consideraciones podría pasarse sin más, al aná1808. lisis de la —
estructura española del
establecer,lasprimero,
una
siglo
Pero hemos creído oportuno correlación entre los principales períodos hisx1x.
distintas fases de la vida económica. de de la coyuntura, hace luego, de cos
y
io
general configuración Un primer hecho
que
se
sino
No
se
una
de la dinámica económica. precisa establecerse: el siglo
trata de
un
aproximación
x1x
empieza
estua
la
con una
554
HISTORIA
profunda
convulsión
ECONÓMICA
revolucionaria,
que
DE
ESPAÑA
se
desata coincidiendo
con
los
de mayo de 1808. Generalmente en estos sucesos se ve únicamente lo patriótico; pero aparte del heroísmo de las jornadas madrileñas sucesos
del 2 y 3 de mayo, lo que importa es el hundimiento del Antiguo Régimen, que se registra en todas las regiones a fines de mayo de 1808. El choque es especialmente intenso en la periferia, donde la burguesía y la gente ilustrada se hiceron con el poder.
¿Es anómalo
este hecho? De
Viene determinado por una confluencia de factores, entre los que podemos señalar: a) La influencia ideológica de la revolución francesa. La revolución ha estallado
ninguna
manera.
1789 y durante los dos decenios que la separan de 1808 muchos españoles se han acostumbrado a la mentalidad que comporta la dialéctica en
revolucionaria,
que desde el
punto de vista económico predica la libertad de comercio, la libertad de industria y la destrucción de los gremios
b)
La
oposición
creciente de la nobleza y de la
ministerial. Desde la muerte
Iglesia al despotismo de Carlos III, nobleza e Iglesia se han
quejado del opresivo sistema dictatorial de los ministros de Carlos IV. c) Comienza la depresión económica secular. Se inicia en 1804-1806, provocando una serie de fluctuaciones que desequilibran profundamente la sociedad española e introducen en ella profundo malestar. d) Animadversión hacia la política exterior de Carlos IV, a la que se achacaba la ruina del comercio por la guerra contra Inglaterra y la bancarrota de las fortunas particulares por la inflación de los vales reales. En consecuencia, en mayo de 1808 la presión popular actúa tanto contra el Antiguo Régimen como contra los invasores que aquél ha hecho inevitables.
Efectos económicos de la guerra de la Independencia. — Desde el punto de vista económico, la guerra de la Independencia fue una calamidad. Durante seis años se luchó de modo duro. El país fue ocupado y recorrido por tropas extranjeras, que vivieron a su costa. España sufrió
expolios y parte de sus riquezas emigraron a Francia. La agricultura perdió el ímpetu que la había distinguido en las últimas fases del siglo xvi1I y decayó de manera brutal. Se registraron hambres generales, Ello coincidió con el hundimiento de precios a partir de 1814. Fue un desastre literal, del que no se recuperó hasta mucho innumerables
más tarde. Los negociantes experimentaron también transcurso de la guerra de la Independencia. La exterior
e
pérdidas en el paralización del comercio enormes
interior, las cargas impuestas por el ocupante
a
los patrio-
tas, provocaron la paralización del ritmo ascendente de la burguesía.
EL REFORMISMO
Ello
no
priva
DECIMONÓNICO
que hubiera personas que
se
555
enriquecieran: los asentistas,
los cuales organizaron el contacto —léase contrabando— entre los dos ejércitos contrincantes y realizaron no pocas operaciones
ejemplo,
por
muy satisfactorias.
En cuanto
los efectos
político-económicos fueron de
importancia, aunque sin resultados inmediatos. Las Cortes de Cádiz (reunidas en 1810) decretaron normas espectaculares respecto a la propiedad del suelo, régimen de comercio y organización de la industria nacional. Ellas iniciaron tímidamente el ideal burgués: eliminación del feudalismo legal en el campo, desamortización eclesiástica, supresión de los gremios. a
gran
Efectos económicos de la secesión americana: los residuos coloniales y su importancia. — Simultáneamente con la guerra de la Independencia, España se enfrentó con un problema no menos pavoroso: la
emancipación de las colonias americanas. El fenómeno es el mismo: ruptura del Antiguo Régimen en España, quiebra del Antiguo Régimen en América; aquí provocó el hundimiento de la monarquía absoluta, allí la separación de las colonias americanas. Realmente, para un país que iniciaba trabajosamente su reconstrucción, como era la España que salía de la guerra de la Independencia, la separación representó un gravísimo contratiempo. Si durante veinte años se hubiera podido mantener un ritmo satisfactorio en el envío de los metales americanos, es evidente que España se hubiera recuperado con mucha más rapidez y plenitud. Por el contrario, los criollos, o sea la burguesía colonial, no quisieron saber nada de la ayuda que España reclamaba. Ésta fue la verdadera secesión americana, el non volumus de América, el no querer del criollismo. Con la cual, a partir de 1810, España perdió el mercado del Río de la Plata y además el cerrojo para
vigilar
el contrabando
en
la América austral. En 1818-1820, después de abandonó los grandes intereses de cacao que
las campañas de Bolívar, tenía en Venezuela y Colombia, y en 1825, en Ayacucho, perdió las minas del Perú. Las de Méjico habíanla también abandonado dos años antes. Con lo cual únicamente le quedó el azúcar de las Antillas.
La brutalidad del acontecimiento fue
puede afirmarse
que la guerra civil
total, hasta el
carlista estalló
a
extremo de que
consecuencia de la
secesión americana, Si Fernando VII hubiera sido capaz de retener las posesiones de América, éstas hubieran mitigado, con sus envíos de metales preciosos y sus enormes posibilidades comerciales, la contracción
producida en la economía española fase depresiva de la coyuntura. La
por la guerra de
guerra civil
Independencia
fue, desde
sus
y
la
primeros
556
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
chispazos, en 1821, una guerra de hambre y de miseria, no una guerra de ricos y potentados. Ahora bien, del antiguo imperio colonial español quedó algo en pie: las Antillas y Filipinas. No era poco. Mejor dicho, era mucho. En 1835, Moreau de Jones equiparaba todavía el imperio colonial español al francés y británico. Las Filipinas eran el emporio, la puerta abierta de Europa al comercio oriental; las Antillas, el centro de la economía del azúcar y el tabaco; además, un sitio estratégico para comerciar con el ámbito del antiguo imperio colonial español. En consecuencia, mientras las Antillas se mantuvieron fieles, España pudo apoyarse en la riqueza de ellas, tanto como en la de las Filipinas. Cuando eso terminó en 1898. entonces
se
encontró reducida
a sus
portante la crisis de 1898: por mienzo de la
pios
vez
propias fuerzas. Por eso es tan primera en su historia desde el
Reconquista, los españoles
recursos.
económica del
Con ellos
se
iniciaba
vieron reducidos
una nueva
fase
a
sus
co-
pro-
política, ideológica
y
país.
El liberalismo El liberalismo
se
im-
político y su político triunfó
actitud
en
la vida económica
—
breve período de mando en 1820-1823. Hay quien argumenta este cambio con el simple ojeo de los conflictos domésticos y sucesorios. El asunto es más imporen
después
española.
1834
de
un
tante, general y complicado. De hecho, desde 1827 Fernando VII y la burguesía liberal marchaban de acuerdo para establecer en el país lo que se llamó, por aquel entonces, “libertad bien entendida”. Los burgueses demostraron su satisfacción apoyando desde la Bolsa de Madrid el cambio de
régimen: la
entronización de Isabel II y el destierro del Infante Carlos. La fórmula de “libertad bien entendida” es burguesa por excelencia.
Los
burgueses querían
una
las mereciesen. Como ellos
revolución
pacífica
y dar libertades
a
quienes
consideraban el centro de la sociedad, esas libertades eran en primer término para los burgueses: de tipo ideológico y político, sin duda, pero especialmente fiscales y económicas. El liberalismo
español
se
tuvo notables doctrinarios
(Flórez Estrada,
Canga Arguelles) y mediocres realizadores. Por esto vivió en perpetua paradoja. A cada nueva conquista liberal se añadió un nuevo cerrojo proteccionista. Paradoja que se resuelve en la realidad del apoyo prestado por la burguesía industrial (forzosamente proteccionista) al movimiento liberal de abogados y poetas, grandes de España, latifundistas y generales. A pesar de ello, el liberalismo, una vez establecido en el poder, acometió importantes transformaciones
moslas rápidamente.
en
la economía
española.
Examiné-
EL
REFORMISMO
DECIMONÓNICO
597
Movilizó la propiedad agricola, La movilizó mal, sin género de duda, pero la hizo saltar de la parálisis que la había ahogado hasta 1814. Las tierras de baldío y realengo, las vinculadas y las de manos muertas, todas fueron abocadas al mercado público y a la circulación económica. Este
recuperación de la economía nacional, que desde 1855 se tradujo en hechos tangibles. Impuso legalmente la libertad de trabajo para todos, principio revolu-
choque permitió
una
cionario, puesto que deshacía la obra secular de las instituciones gre-
miales,
pero
imprescindible
los técnicos y la
mano
de
quería procurar obra que requería.
Finalmente, dio entrada
si
se
en
la Administración
a
la naciente industria
a una
cierta dosis de
interés por los asuntos económicos y estadísticos. Baste recordar que fueron los liberales quienes crearon el ministerio de Fomento, encargado
el progreso del país, y que desde 1827 organizaron exposiciones, fomentaron los estudios estadísticos y se preocuparon de la marcha de la economía nacional. Las grandes fuentes para el estudio de la
de
impulsar
economía de la
o
época
son
todas liberales.
La gran etapa moderada. — A partir de 1843 y hasta el año sea durante veinticinco años, España vive lo que se denominó
etapa moderada”. Esto
gobiernos pertenecieran al partido político llamado concretamente “moderado”, sino que existió una clase dirigente de tipo moderado, que conjugaba los principios de relativa libertad con los de relativa autoridad, alejada de los extremismos pasionales del carlismo y del progresismo. Esta “gran etapa moderada” tiene una importancia decisiva en la vida económica española del siglo xIx. Casi todas las instituciones decimonónicas —y aun parte de las actuales— arrancan de aquellos años: reajuste de la Hacienda y de los tributos, establecimento del Banco de España, creación de la Guardia Civil, asentamiento definitivo de la administración provincial, ley de Instrucción Pública, etc. En el campo de no
quiere decir
1868, “gran
que todos los
la economia estricta, los moderados iniciaron el equipamiento industrial moderno, favorecieron la construción de ferrocarriles, apoyaron la in-
dustria textil y desarollaron el capitalismo financiero. Además. en este momento se suelda el triángulo que hasta 1931, por lo menos, va a regir las actividades financieras económicas y políticas del país. Tal triángulo tiene un vértice en la industria textil catalana, otro en
la
agricultura castellana (y andaluza,
ferreteros
sólido triángulo,
terial, política
o
tanto)
y
un
tercero
en
los
cerealistas y algodoneros constituyen un mucho más efectivo que cualquier combinación minismilitar. Ellos son los que mandan. Mandarán durante el
vascos.
Siderúrgicos,
por
598
HISTORIA
período moderado,
e
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
incluso serán los dueños del
país durante la Res-
tauración. La revolución del 68 y el intento librecambista. — El orden económico establecido por los moderados, en gran beneficio de la aristocracia latifundista liberal y de los industriales y financieros, era excesivamente
limitado
aspiraciones nacionales. Dejaba fuera de sí a grandes masas de población: campesinos y obreros (inquietos unos y otros desde 1821 y 1828, respectivamente), sin olvidar a los funcionarios, negocianen
tes al por
sus
menor
hacer frente
y artesanos. Por esta causa
se
la crisis económica de 1866. De ella salió la revolución de 1868, que
derrumbó cuando
no
pudo
a
prolongaría hasta 1876, después del reinado de Amadeo de Saboya y la I República. Desde el punto de vista político fue una manifestación de todos los problemas que aquejaban al país. Económicamente fue un intento sistemático —el único—
de establecer el librecambio
se
forma normal del comercio exteinculcaron nuevas orientaciones en aspec-
español.
como
Por otra parte, se tos tan fundamentales como el sistema monetario y la circulación fidurior
ciaria.
|
Ideólogos en nomía española, aunque te los
a
su
mayoría
sus
representantes lograron salvar la
atascada sin remedio
eco-
el callejón de la crisis de 1866, base de sacrificar al extranjero bienes nacionales, especialmen-
productos
en
mineros.
El último La Restauración y el equipamiento económico nacional. período de la historia del siglo xI1x se denomina Restauración (porque —
se
restauró
año 1876
a
en
el trono
1898. Fue
a
la dinastía
una
borbónica)
y
se
extiende desde el
época importante de la vida española
del
el principio de la neutralidad del Estado respecto a los individuos que constituyen el país. Desde 1808, el Estado había sido beligerante respecto a cada uno de los españoles, los cuales habían sido
siglo
XIX, basada
en
purificados, depurados, confiscados, etc., llamáranse carliberales, progresistas o socialistas. Ahora bien, en 1876, los
sucesivamente
listas o hombres de la Restauración acordaron que esto tenía que: terminar. Y terminó. El Estado que entonces fundaron fue un Estado neutral,
partidos políticos, pero para un país legal. Este hecho permitió no sólo una paz estable, sin excesivos dispendios ministeriales, sino también un empuje sin precedentes en la vida económica española. Entre 1878 y 1898 se desarrollan y acumulan energías económicas poderosiísimas, porque ya no se tuvo miedo al día de gobernado
mañana,
por hombres de los
EL REFORMISMO
DECIMONÓNICO
559
favoreció, asimismo, la inversión de capitales extranjeros, que ahora se aplicaron a empresas industriales privadas o a servicios públicos municipales. La prosperidad del país fue patente, por lo menos en los primeros años del régimen, a pesar de que la administración claudicó más de una vez frente a la corrupción y el despilfarro. La economía agraria dio un gran salto, mientras la textil conocía una edad de oro y se estructuraba la pujante industria metalúrgica vasca. Por esta causa, cuando la Restauración llegó al drama del año 1898, drama de tipo colonial, económico y político, no puede decirse que el país estuviera muerto. Al contrario, contenía energías notables. Tan notables, que ellas permitieron que se superara el desastre y amaneciera una nueva y poderosa generación económica española. La Restauración
42
La
población
y la
población española victoria conseguida sobre
Desarrollo de la
Después de la el siglo XviII, la
centuria
siguiente
vacuna
contra
la
en
el
siglo
XIX:
sus
etapas.
la mortalidad extraordinaria
—
en
los primeros asaltos en la especialmente en su edades infan-
va a marcar
lucha contra la mortalidad ordinaria, tiles. Este combate, iniciado en 1801 de la
propiedad
con
la introducción
viruela, recién descubierta
por el
en
Barcelona
inglés
Jenner
(1796), había de saldarse con una victoria aún más importante que la anterior. Gracias a ella España se incorporó a la gran revolución demográfica que había de replantear en toda Europa la entera problemática social y económica. Las estadísticas disponibles (seguras a partir de 1857) permiten medir el formidable alcance de los progresos realizados: 1797 1822. 1833 1857 1880. 1877 1887 1897 1900.
e
.
e.
ee
sea
que
en
”
.
a
.
.
aa
»
”
.
.
o...
va
plantear otro modo, a
e.
o.
"
.
.
.
.
.
.
e
.
ee
o.
”
”
.
.
el
tenía. Se trata de
Él solo
e
.
un
e.
.
siglo habitantes, equivalentes O
10.541.000 habitantes 11.061.865 11.962.767 15.454.000 15.045.000 16.622.000 17.549.600 18.108.610 18.594.000 "
.
xIx
la
2...
población
de
España ganó 8 millones de
más de las tres cuartas partes de los que ya aumento sin precedentes en la historia del país. a
derrumbar los cuadros administrativos y sociales, y va desde 1821 hasta el presente cinco guerras civiles. Dicho de el rápido desarrollo de la demografía hunde las estructuras a
LA
POBLACIÓN
Y
561
LA PROPIEDAD
hasta entonces vigentes y precipita los cambios económicos y políticos en una atmósfera de gran tensión, a causa de la pobreza de las masas trabajadoras: proletarios, en las ciudades, y jornaleros, en el campo. En este proceso hay tres etapas bastante claras: 1) De 1797 a 1833, unos
treinta años, la
población
ritmo de 50.000 habitantes al otros treinta
aumenta
en
1.800.000
habitantes,
año, aproximadamente. 2) De 1833
años, la población progresa
en
3.300.000
ritmo de 110.000 habitantes al
a
habitantes, el período
a
un
1860, a
un
anteaño, más del doble que 1900, cuarenta años, el progreso es de 3.300.000 ha-
3) De 1860 a bitantes, a un ritmo, rior.
pues, de 76.000 habitantes al año. Estas etapas aluden a una situación de hecho, sin tener en cuenta fenómenos importantes, como es el de la emigración. En consecuencia,
precisar más lo que realmente representaron. El primer período (de 1800 a 1833) es una etapa de ligero avance demográfico; incluso de relativo freno. ¿Por qué? La explicación más di-
conviene
consideramos los efectos de la guerra de la Independencia y de las primeras luchas entre absolutistas y liberales. Fermín Caballero asevera que España perdió 1.500.000 seres entre 1808 y 1823. El cálculo parece exagerado. Sin embargo, es posible que en la recta
la hallaremos si
guerra de la
Independencia
murieran 300.000 personas
en
la flor de
la juventud. A ello debemos añadir, como últimos residuos medievales, brotes extraordinarios de enfermedades epidémicas y hambres. La fiebre
amárilla hizo
1821, constituyendo para muchas ciudades motivo de destrucción y espanto. Luego, en 1833, dejaría paso al cólera morbo, todavía más mortífero. En cuanto al hambre, debe recordarse que dievales.
en
su
presencia
en
1812 causó los mismos estragos que
sus
precursoras
me-
El
segundo período (1833-1860), de rápido aumento, señala la superación del bache producido a principios de siglo por la guerra de Independencia. Por otra parte, el nuevo empuje demográfico se vio favorecido por la mejora de la situación económica. La puesta en cultivo de nuevas tierras después de las leyes desvinculadoras y desamortizadoras, el comienzo de la industrialización y las grandes obras públicas (carreteras
ferrocarriles) brindaron posibilidades amplia. y
de vida para
una
población
más
El tercer período. Las cifras señalan a partir de 1860 un frenazo en la tendencia ascendente, Ello no implica, sin embargo, el enpeoramiento de la situación demográfica española, sino tan sólo la entrada en juego de un
factor
nuevo.
Se trata de la
emigración
que vertió al exterior
gran cuenta
una
parte del excedente humano nacional. También deben tenerse en la tercera guerra carlista (no por el número. de víctimas que pudo
cau-
562
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
Evolución de la
población española durante el siglo
x1x.
3
1900
N
Í
90
|
80
|
97|--—|—- E
+
+A
—A l
HISTORIA
La línea de trazos enlaza
referencias censales dudosas. sar, sino por haber
de los primeros repliegues de la natalidad española), las guerras coloniales en Cuba y Filipinas, episodios de gran violencia epidémica como el cólera morbo (que en 1885 mató
originado
uno
120.000
personas), y, finalmente, distintas invasiones del hambre, como la que aún sojuzgó Andalucía en 1881-1882. Ahora bien, ¿qué valor tienen los datos que acabamos de exponer? Para tener una idea clara es preciso comparar el progreso demográfico español del siglo xIx con el realizado por otros países. El resultado es el siguiente: el incremento español fue algo inferior al de la Europa occidental (77 por 100, frente a 91), sobre todo en su última fase. Dinámica regional de la población. En la: dinámica regional se consolida y acentúa la reversión de valores demográficos del siglo xvIII, o —
el
predominio de la periferia sobre el centro. La pérdida de peso específico del bloque formado por las dos Castillas, León, Extremadura, Navarra y Aragón es bien visible en esta estadística: sea
1797
1857
1910
41,57
37,4
36,0
LA
El comentario
es
POBLACIÓN
Y
LA
563
PROPIEDAD
obvio: el Centro, que ya se hallaba en situación el 11 por 100 de su volumen demográfico dentro del
desventajosa, perdió conjunto español durante los primeros 4 por 100 durante el resto del siglo.
sesenta años de la
centuria,
y otro
Fijémonos, sin embargo, en que el ritmo del descenso fue muy desigual durante las dos etapas distinguidas. La tendencia a la estabilización, fue debida al descenso, inicial, de la que se observa a partir de 1860, fecundidad periférica; a la extensión de la lucha contra la mortalidad a todo el ámbito del país; a la concentración de la gran corriente emigratoria en la zona litoral, y al nacimiento del “gran Madrid”, dando origen a un importante núcleo inmigratorio que retuvo en el centro a los pobladores de la Meseta.
Detengámonos en los dos primeros factores enumerados. La natalidad española, más o menos estable hasta mediados del siglo xIx, empezó a declinar a partir de esta fecha. Siguiendo la corriente europea, el fenómeno se manifestó primero en las regiones más avanzadas del litoral, donde la lucha contra la mortalidad también había progresado más deprisa. De esta forma, ya en 1900 el mapa de la natalidad española presentó cambios profundos, escalonándose las provincias desde el índice conquense (41,6 por 1.000), que era el más alto, hasta el índice barcelonés (27,8) que era el más bajo. Rebasando el marco provincial, dos de máxima natalidad destacaban claramente:
Castilla la ViejaLeón-Extremadura y La Mancha-Andalucía Oriental. A partir de estos dos núcleos, que formaban un gran arco interior, desde el Norte al zonas
Sudeste,
progresaba por de los cuales representaba se
una
serie de círculos
concéntricos, cada
uno
descenso respecto del anterior, hasta el epicentro de la mínima natalidad situado en Cataluña, Baleares y norte de Valencia. El problema revestía caracteres de especial gravedad en un
Cataluña (27,8 nacimientos por 1.000 habitantes en 1896-1905, frente a 36,3 en 1861-65), donde el esfuerzo industrial exigía precisamente una gran abundancia de mano de obra. La inmigración sería a partir de entonces el único remedio posible. En cuanto
el
a
la
mortalidad, las diferencias
eran
tan notorias como
en
anterior, aunque de signo contrario: en términos generales las provincias más fecundas eran también las de peores condiciones sanitarias. Pero aquí las diferencias tendían a suavizarse más deprisa, pues ya hemos dicho que la segunda mitad del siglo XIx señala precisamente la caso
extensión de la lucha contra la muerte a todo el ámbito nacional. A pesar de ello, todavía en 1900 el retraso del país era bien evidente. En dicha fecha morían al año 30 españoles por cada 1.000, frente a sólo 18 europeos por la misma
proporción. Como
por otra
parte la ventaja de
nuestra
564
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
sólo de 5 por 1.000, al doblar el cabo del siglo xx el aumento vegetativo español resultaba inferior, por obra de una mortalidad excesiva, en un 7 por 1.000 a la de los restantes países occidentales.
natalidad
era
migratorios internos, — Hasta 1880, el campesino español tuvo escasos horizontes para resolver el principal problema que le acuciaba: trabajar y comer. Algunas veces huía de sus comarcas natales, enrolándose en las tristes columnas de mendigos que constituyeron una de las grandes vergiienzas nacionales hasta fines de la centuria. Pero era una emigración desesperada, degradante. En otras ocasiones empuñaba las armas en defensa de causas políticas que no llegaba a comprender, pero que eran buenas, puesto que sus adalides combatían al gobierno que detestaban —en principio cualquier gobierno— y les procuraban alimento y ropas. Raramente emigraban atraídos por la fama de buenos jornales. Sólo al constituirse la primera agrupación industrial de España —la catalana— se observan movimientos migratorios regionales de amplitud: el de los valencianos y aragoneses hacia Barcelona, Tarrasa y Sabadell (hacia 1850). Este proceso adquiere mayor intensidad durante la Restauración. A partir de 1880 la red de ferrocarriles está completa y la facilidad Movimientos
de trasladarse aumenta radicalmente. Ello coincide
de obra
mano
vasca;
trias
en
con
la demanda de
los centros fabriles. Se constituye la gran siderurgia Cataluña, la industria textil conoce una edad de oro; las indus-
químicas
en
y mecánicas las
acompañan, reclamando
y absorbiendo
de obra. En consecuencia, desde 1890 las migraciones internas son cada vez más intensas. Esta vez se orientan, en general, desde el Sur y centro del país hacia el Norte, cambiando el signo que prevalecía durante
mano
la centuria anterior.
Tales migraciones benefician en primer lugar a las ciudades; pero, al revés de lo que sucede en otros países de Europa, la concentración urbana en España continúa siendo poco notable. Así, en 1900 el 50,92 por 100 de los
españoles vivía
en
localidades de
menos
de 5.000
habitantes, el
100.000, y sólo el 9,01 en ciudades superiores a 100.000. En la misma fecha dos únicas poblaciones contaban medio millón de almas: Madrid y Barcelona. Las dos partieron de una centena de millar de habitantes en 1800. Por lo tanto, cuadruplicaron su población, lo que no es excesivo. La competencia entre Barcelona y Madrid es bastante curiosa, como puede observarse en el cuadro siguiente:
40,06
en
núcleos de 5.000
a
POBLACIÓN
LA
Y
LA
Barcelona
Madrid
Mubitantes
Años
115.000 175.000
1800 1850 1880 1900
El aumento de la
565
PROPIEDAD
160.000 281.000 398.000 540.000
346.000 533.000
capital
sensiblemente
es
análogo
al de Barcelona
hasta 1880. A partir de este momento, Barcelona la supera en ritmo, coincidiendo con su época privilegiada, que está iniciándose, y que se revela en el desbordamiento de su recinto medieval desde 1870. cierto valor
demográfico se periferia: Valencia, Sevilla, Cádiz, Málaga, Bilbao, Oviedo Las ciudades que tienen
La
emigración.
y de los escasos se
planteó
en
—
un
A consecuencia del
recursos con
todas
sus
avance
que el Estado y el
dimensiones el
sitúan y
en
la
Vigo,
de la
población española país podían satisfacerlo,
problema de la emigración.
A
co-
siglo XIX, cuando empezaron a sentirse los efectos de la progresión demográfica, se aplicaron varias medidas restrictivas. Así las mienzos del
Cortes acordaron que para
un
1822-1823 poner veto a la emigración, pues Estado sano era de gran importancia mantener en en
se
creía
su seno
la
juventud. Pero entre 1834 y 1874 la oleada demográfica fue tan considerable, los síntomas de descontento social tan profundos, que los gobiernos acabaron por claudicar. Durante la I República incluso se autorizó a los gobernadores provinciales a dar el pasaporte a los emigrantes, suprimida la fianza de 320 reales fijada por la ley. Luego esta medida se anuló (1876). Pero la actitud favorable de varios países americanos deseosos de nutrirse de savia europea (ley argentina de 1876), abrió las compuertas del Nuevo Mundo a una nueva y segunda gran etapa emigradora. De ella quedan testimonios estadísticos a partir de a
1882. Los emigrantes a la América española eran entonces unos 11.000 anuales. El número fue aumentado hasta alcanzar un máximo de 133.994 en
1917
(algo superior al total del
aumento de la
población
España). de aquellos
en
De esta cifra debe descontarse la
producida
que habían triunfado
de los que volvían irremediablemente
en
la lucha
o
por el retorno
vencidos. Los
principales focos de emigración
rias, Pontevedra
se
sitúan
en
la
periferia:
Cana-
Coruña, Asturias y Santander, Barcelona y Vascongadas. De estos cuatro focos, mientras el canario y el gallego representan exclusivamente mano de obra, los dos últimos mandan también técnicos e
y
incluso industriales y comerciantes. Otro foco emigratorio importante es el de la España sudoriental (Ali-
566
ECONÓMICA
HISTORIA
Almería),
cante, Murcia
y
emigrantes
vieron
dirección
DE
ESPAÑA
Argel, especialmente Orán y su traspaís. Se trata de una emigración dirigida de tipo capitalista, con inicua explotación de la mano de obra por gente sin escrúpulos. Estos quilados
se
sujetos
privaciones
a
sin cuento, incluso
forajidos argelinos. Muchos Pero a fines de siglo quedaba
en
Estructura social de la
dro
a
por bandas de
1891 y 1895. de alicantinos y murcianos ron
en
aquellas
en
población.
efectivo de la estructura
comarcas
de ellos un
se
a ser
ani-
repatria-
buen remanente
africanas.
Es muy difícil presentar un cuasocial de la población, especialmente —
siglo tendía a lo democrático y en las estadísticas solían ocultarse títulos y dignidades. Desde luego, la nobleza y la clerecía pasan a ocupar un segundo plano en la vida económica, pero no con la decisión definitiva que muchos han creido sugestionados por el modelo francés. porque el
En 1787 la nobleza formaba
un
cuerpo de 480.000 individuos. Cua-
tarde, según Moreau de Jones, continuaba siendo de 430.000, o sea la décima parte del total europeo. En cambio, no figura en el censo de 1860. Contrariamente a lo que opina el profesor Sánchez Agesta, quien manifiesta que ello es un signo de democratización, puede opinarse que la desaparición de la nobleza en 1860 es puro artificio tro
años
más
títulos y buena parte de sus agallas, y se amplía con nuevas promociones debidas a las guerras civiles. Incluso muchos financeros e industriales serán ennoblecidos. Esta comestadistico. La nobleza subsiste
probación
no
significa
con
todos
sus
que la nobleza de sangre
conserve
el mismo
poder
económico de antaño, porque, a consecuencia de la ley de desvinculación de 1822, todos los nobles arruinados, que malvivían cargados de hipo-
tecas, liquidaron sus fincas. Entonces buena parte de la aristocracia cedió los últimos recursos que tenía a la burguesía. Pero los nobles que pu-
bajón de los precios agrícolas, se hiceron luego más fuertes y más poderosos que nunca. El clero descendió de manera relampagueante. Las cifras no engañan. En 1797 el censo registra unos 200.000 individuos; en 1803 son 203.000; en 1826, 150.000, y en 1860, 56.000. O sea que ha disminuido cuatro veces. Cabe suponer que entonces se llega al mínimo de vocaciones religiosas. No en vano han pasado por la exclaustración, la guerra de Independencia y las persecuciones religiosas de 1834-1835, que 'afectaron especialmente a los regulares. En 1851, el artículo 29 del Concordato autorizó la existencia de sólo tres congregaciones religiosas masculinas: dos citadas explícitamente (las de San Vicente de Paúl y de San Felipe Neri) y una sin especificar; en cuanto a las congregaciones femeninas no se precisaba su número. A partir de 1860, y sobre todo dieron resistir el
LA
POBLACIÓN
Y
LA
567
PROFIEDAD
desde la ley de Asociaciones de la Restauración (1886), el clero irá recobrándose. Pero faltan cifras estadísticas fidedignas hasta principios del siglo xx. industriales y empleados varios, a los campesinos, obreros,
Respecto
tenemos
un
documento
ción activa de
España en
censo
profesional de
1900. La
pobla-
este momento —hechas las oportunas medidas
aproximadamente: agricultores, 4.500.000 (el 68 por población activa); industriales, 1.000.000 (el 16 por 100); y
de rectificación ciento de la
fidedigno: el
—era
millón y otro 16 por 100. Ciertamente estas cifras ocultan datos básicos de estructura social, pues no distinguen entre clase media agrícola y jornaleros del campo, ni entre burgueses y proletarios. Para llegar al conocimiento de la verdad parece más apropiado el
servicios,
otro
camino indirecto del
censo
electoral. Según las leyes de 1858
1865, tepagaban más de y
voto, respectivamente, las personas que 400 y 200 reales de contribución directa. Éstos eran realmente los que detentaban el poder económico y la influencia política. Pues bien, en 1858 nían derecho
a
157.931, lo
población de 15.400.000 habitantes, significa exactamente el 1 por 100; en 1865, cuando se dio el voto a los que pagaban más de 200 reales, el número de electores aumentó a 418.271, lo que, para una población de 16.600.000 habitantes, representa algo menos del 3 por 100. La realidad es que a mediados del siglo XIX, como a principios del siglo xvi, del 1 al 3 por 100 de la población española, llamárase duque, general o burgués, propietario o funcionario, dominaba al 99-97 por 100 restante, a través del voto electoral o del ejercicio del poder. los votantes reconocidos
eran
que,
en
una
Reparto de la propiedad agraria. Las desamortizaciones civil y eclesiástica. — Desde que en España se notó el primer empuje biológico a mediados del
siglo
xvi, resultó anacrónica la división de la
propiedad
rústica, tal como había sido heredada de los últimos tiempos de la Reconquista. Era preciso pensar en una reforma agraria, y esto es lo que hicieron juristas, políticos e intelectuales, y lo que iniciaron los gobiernos, según quedó anotado en páginas anteriores (472-474). Especialmente hemos de recordar la Real Cédula de 1766 sobre rompimiento y reparto de tierras, la Real Pragmática de 1793 sobre distribución de tierras comunales y la autorización pontificia de 1805 sobre desamortización de
algunos bienes eclesiásticos. El desplome del Antiguo Régimen provocado por la revolución española de mayo de 1808 favoreció esos anhelos de reforma agraria. Tanto el gobierno napoleónico intruso como los patriotas que lo combatían tola supresión maron importantes medidas. En 1808 y 1809 José I decretó
568
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
de las órdenes
religiosas, la confiscación de
nando VII
se
ESPAÑA
propiedades y su conversión en bienes nacionales. Por su parte, las Cortes de Cádiz, en 1810-1814, votaron una serie de disposiciones favorables a la modificación de la propiedad rústica. Ahora bien, la guerra de Independencia, en la que se combatía mientras tanto de manera durísima, impidió que esa reforma tuviera efecto, de tal manera que cuando sobrevino la Restauración con Ferno
agraria. Por
eso
de Cádiz tardó
sus
había consumado la revolución tocante a la propiedad la aplicación de las doctrinas sostenidas en las Cortes
aplicarse treinta e incluso cincuenta años. Esta demora fue perjudicial en extremo, porque la reforma agraria, pensada en definitiva para los campesinos, no benefició a éstos, sino a los ricos, o sea a quienes tenían dinero para adquirir las fincas que iban desvinculándose o desamortizándose. En lugar de dar, como en Francia, una propiedad agraria media de tipo individual, la reforma española proen
latifundismo territorialmente mucho más extenso, económicamente mucho más egoísta y socialmente mucho más estéril que el precedente. vocó
un
La desvinculación de patrimonios. La historia de las desamortizaciones, no de la simple desamortización eclesiástica, debe empezar por el
estudio de la eliminación del
poder señorial
ejercían los nobles sobre sus vasallos campesinos. Las Cortes de Cádiz aprobaron la ley de 6 de agosto de 1811, que abolió las supervivencias del régimen feudal en el campo, o sea el vasallaje, las prestaciones jurisdiccionales y personales, y los privilegios exclusivos, privativos y prohibitivos, referentes a los monopolios económicos y laborales. Esta ley fue derogada por Fernando VII en 1814. Igual suerte corrió la que en 1813 suprimió los mayoraz3.000 ducados de renta anual y prohibió hacer vinculaparticulares, títulos de Castilla y grandes de España a partir de
gos inferiores
ciones
a
que
a
determinados límites monetarios (3.000, 10.000 y 80.000 ducados de renta, respectivamente). Pero el advenimiento del liberalismo al poder en 1820 reanudó la obra de las Cortes gaditanas. La ley de 11 de diciembre de
1820, llamada de Desvinculación, suprimió en absoluto los mayorazgos y las vinculaciones, abriendo la puerta a la nobleza y a los hidalgos para que vendieran
sus
tierras.
de la restauración del
Suspendida
esta
norma en
absolutismo, fue confirmada
1823
a
consecuencia
y restablecida por
dictada el 30 de agosto de 1836. Desde este momento se registró, sin pausa y sin estridencias, una ininterrumpida transferencia de propieotra
ley,
dad de bienes de mayorazgo y vinculaciones civiles. Según cifras recogidas por Salvador Millet, en 1845 el número de transacciones de propiedad desvinculada fue de 63.000 con un valor de 190.000.000 de reales,
569
DEL
MITAD
SICLO XIX
Desamortización civil BIENES
SEÑoníos
A)
Desamortización eclesiástica
Cortes de Cádiz
MUNICIPALES
(1810-1814) 4-1-1813
6-VI11-1811
17-V1-1812
Ley repartiendo propios
Ley aboliendo derechos jurisdiccionales
y
Ley incorporando al Estado los bienes de Jas órdenes religiosas disueltas por el invasor
comunes
8-V1-1813 Cerramiento de fincas
B)
Trienio liberal
(1820-1823) 25-X-1820
29-V1-1822
11-X11-1820
Decreto convirtienda
Ley de desvinculación
en
propiedad particular baldios y
C)
Período progresista
Ley incorporando al Extudo los bienes de los monasterios y conventos disueltos por las Cortes
realengos
(1835-1843)
30-VIII-1836
6-I11-1834
Restablece Ley 1820
R. O.
R. O.
legalizando
11-X-1835 ventas y
Disolución de lus órdenes
ocupaciones
religiosas
18-V-1837
29-VI11-1837
en
el mismo sentido
Ley de Bienes Nacionales 2-IX-1841
Ley refundiendo las
ante-
riores
D)
Década moderada
(1843-1854) 9-1V-1845
Ley restringiendo la de
los
Bienes
venta
Nacionales
Concordato de l16-I111-1851
E)
Bicnio progresista
(1854-1856) (Suspendida 14-IX-1856)
F)
Cobiernos moderados (1856-1860)
2-X-1858 Ley poniendo en vigor la de 1-V-1855 a los efectos de la desamortización de los bienes municipales
24-VIII-1860
—
Fin de las
pórrogas
conce-
didas para legalizar las ocupaciones del suelo
4-1V-1880
Reanudación de las ventas de acuerdo con la Iglesia
570
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
que en 1854 fue de 273.000, con un importe global de 1.007.000.000. Estas cifras indican tanto el aumento del ritmo de compra-
mientras
ventas, cuanto la entidad de las transferencias, en conjunto más elevadas que las que se realizaron por los conceptos de desamortización civil y
eclesiástica, según puede
verse
comparándolas
con
las que
luego consig-
naremos.
La liberación de los bienes raíces de la aristocracia tuvo indudables
repercusiones de índole económica
y social. Pero estamos muy poco in-
alguna conclusión exacta. Cabe suponer que permitió un mejor aprovechamiento agrícola de las fincas, aunque la diversidad regional y edafológica de las mismas admita multiplicidad formados
para
emitir
de resultados definitivos. También debe tenerse
en
cuenta que las fami-
poderosas conservaron intactos sus patrimonios. condes de Sobradiel, según nos informa un estudio
lias más
Este
de los
del
es
el
padre
caso
Juan
Fernández Marco: la heredad latifundista del mismo nombre (1.200 hectáreas en terrenos de regadío del Canal Imperial de Aragón) cruzó indemne las peripecias del siglo xI1x. Caso idéntico fue el de otros patrimonios de la gran nobleza castellana y andaluza, si bien hay excepciones, como la de los duques de Frías, condestables de Castilla, que se
desprendieron de numerosos bienes en los política al servicio de las ideas liberales. que las propiedades de la nobleza media
azares
de
una
actuación
cambio, es probable y baja, que experimentó las consecuencias de la transformación económica del país en sentido negativo, pasaran a manos de los burgueses enriquecidos. Desconocemos el ritmo de este proceso económico social, y toda hipótesis es, hoy por hoy, temeraria. Sólo con un análisis minucioso de los protocolos notariales podremos llegar a tener ideas claras sobre un proceso que dependió constantemente de la marcha de la
En
coyuntura económica y de las vicisi-
expansión industrial. Tal es el caso, por ejemplo, de la revalorización de los alcornocales castellanos, extremeños y andaluces, en gran parte propiedad de la aristocracia, por el desarrollo de la actividad tudes de la
corchotaponera
en
Cataluña.
La desamortización civil.
Simultáneamente
a
este proceso de desco-
yuntamiento de la propiedad vinculada a la nobleza, tenía lugar la venta y roturación de las tierras baldías, propias y comunes, uno de los problemas capitales de nuestro siglo x1x. En páginas anteriores habíamos ya señalado la en
concepto de bienes de propios, tierras
dios. El cuenta
pueblos de España, comunales y realengos o bal-
magnitud de las posesiones de las villas
y
aprovechamiento colectivo de tales recursos, aun sin tener en el oprobioso régimen con que la Mesta cercenaba su utilización,
LA
POBLACIÓN
Y
LA PROPIEDAD
571
respondía ni a las exigencias del aumento de población ni al sobreprecio que adquirían las fincas particulares que salían al mercado. De aquí que una doble corriente dirigiera sus ambiciosas miradas a tales propiedades: la del jornalero desheredado, hambriento de tierra, y la del agricultor acaudalado, que deseaba redondear su fortuna al socaire del alza de precios de los productos agrícolas, registrada desde 1765 y más acentuadamente desde 1789. De aquí también la doble corriente que no
señalan los textos de los economistas que se ocuparon de la cuestión: los que eran partidarios del aprovechamiento colectivo del suelo, basado en el establecimiento de cotos familiares y trabajo cooperativo, y los que, llevando al frente
a
Jovellanos,
eran
partidarios de
una
solución radical-
individualista. En las Cortes de Cádiz triunfó esta última doctrina. El Decreto de 4 de enero de 1813 dispuso la parcelación de los terrenos de propios y baldíos, en régimen de plena propiedad. Ahora bien, tenien-
mente
do
cuenta la situación social creada por la guerra,
en
se
disponía
que
sólo la mitad de ellos sería puesta en venta, mientras que la otra mitad sería repartida entre los combatientes y los vecinos que careciesen de
tierra,
cambio de
a
anual redimible. Esta
un canon
era una
medida fran-
los soldados la misma tierra que defendían con su sangre en el campo de batalla. Esta medida, como la ley de cerramiento de fincas de 8 de junio de
camente
1813,
democrática,
porque daba
a
privado e individualista de la propiedad, VII. Sin embargo, el problema continuaba
que acentuaba el carácter
fue anulada por Fernando
planteado
con
plena vigencia.
La Restauración
los humildes y de habían realizado durante la guerra de
dad de dar tierras
a
se
enfrentó
con
la necesi-
legalizar las ocupaciones que Independencia, sobre todo en
Andalucía, donde antes de 1813, según informes de Francisco Gómez Fernández, diputado por Sevilla, “con pretexto de socorro a los pobres, lograron el repartimiento los poderosos para venir en breve a hacerse dueños de todo”. Por lo cual, no pudo causar sorpresa que el mismo gobierno de Fernando VII dispusiera, en 1818, la enajenación de los baldíos y realengos para aplicar el importe de su venta a la amortización de la Deuda. En la misma línea se halla la Real Cédula de 22 de junio de 1819 que ratificó la venta de baldíos entre labradores. Estas medidas, en el fondo muy cautelosas, fueron rebasadas por los ministerios constitucionales durante el trienio 1820-1823. La Real Orden de 28 de noviembre de 1820 y el Real Decreto de 29 de junio de 1822 ratificaron y completaron la ley de 1813: la mitad de las tierras baldías y de realengo se
adjudicaría otra
se
a
compradores libres
sacaría
a
reparto,
en
para pago de la deuda nacional y la lotes suficientes para mantener una familia
de cinco personas, entre oficiales y veteranos de la guerra de
Indepen-
572
HISTORIA
dencia
o
ECONÓMICA
DE
vecinos miserables. Hubo entonces
ESPAÑA un
estallido de reivindicacio-
jornaleros de Andalucía, según nos consta por varios folletos de la época, como el Discurso sobre la manera de aumentar la riqueza pública, la marina y las virtudes civiles, publicado en Córdoba, en 1820, y el Repartimiento de baldíos realengos y realengos, de 1821. El primero pedía la distribución de la tierra entre los cultivadores oponiendo nes
entre los
4.500.000 labradores
las
armas e
a
1.350 ilustres
“inútiles para el servicio de comercio y artes”. Con no menor
casas
ineptas para la agricultura,
fibra
demagógica, el autor anónimo del segundo escrito combatía a los propietarios territoriales que se habían “apoderado” de las tierras que Dios creó para el disfrute de todos, sin reservar otro patrimonio a los campesinos que el suelo de la sepultura. Tampoco se cumplieron tales disposiciones, y como escribe Costa, fuente común de todos los autores al referirse a esta materia, “la revolución pasó sin que el pueblo hubiere adquirido un palmo más de tierra” Juicio que no es enteramente cierto, porque desde 1808 y 1823 huho
ocupaciones ilegales de fincas
gente que no tenía tierra que labrar. Para legalizar estos actos, los liberales dictaron la Real Orden de 6 de marzo
ley
de
1834,
de 1813 y
do demostrar
que admitía la
por
inscripción de fincas adquiridas del decreto de 1822, atribuyéndolas a quienes,
su
perpetuo, igual
a
raíz de la
no
pudien-
derecho posesorio, se comprometieran a pagar un canon a la renta media anual de los cinco años anteriores a su
ocupación. Esta medida,
generalmente inadvertida, es más revolucionaria que muchos decretos desamortizadores, porque estableció un precedente legal, a cuyo amparo aumentaron los “roturadores” de baldíos. Así, el decreto de 18 de mayo de 1837 conservó las tierras a quienes las hubieren mejorado con plantaciones de árboles y viñedos y se comprometieran a pagar un canon equivalente al 2 por 100 anual del valor de los predios antes de ser perfeccionados. El problema de las roturaciones alcanza hasta la ley de 24 de agosto de 1865, por la que se concedía el último e improrrogable término para legalizar la ocupación del suelo. Respecto de los bienes de propios y tierras comunales, fueron incorporados a la ley de desamortización general de 1.9 de mayo de 1855, dispuesta por Pascual Madoz. Desde aquel momento los ayuntamientos pudieron reducirlos a propiedad privada. El importe de la venta (mermado en un quinto) debía ser empleado en la compra de inscripciones intransferibles de la Deuda Pública, al objeto de que los municipios continuaran gozando de parecidos ingresos. Se trataba, pues, de variar la forma de propiedad y no la propiedad misma. Pero el tráfico a que dieron lugar los títulos de la Deuda, con notorio escándalo en determinaque pasa
LA
POBLACIÓN
Y
LA
573
PROPIEDAD
provincias, arruinó la hacienda municipal en muchos lugares de España, en detrimento de las funciones concejiles generales y de los medios de vida de su pobladores. No obstante, varios municipios lograron eximirse de las disposiciones de tal ley, mantenida en vigor por la de 2 de octubre de 1858, de modo que en ciertas zonas sobresalieron los
das
patrimonios colectivos. Es muy difícil evaluar la cuantía de la transferencia de la propiedad agraria municipal, tanto en concepto de baldíos y realengos, como de propios
concejiles. Según declaración oficial del Ministerio de 1896 los montes de aprovechamiento común y dehesas boya-
y tierras
Hacienda,
en
les patrimonio de los ayuntamientos sumaban 4.100.000 hectáreas. Esta cifra casi coincidiría con las evaluaciones de fines del siglo xvi, lo que es del todo punto imposible, porque cálculos estimables fijan en 16.859 el
municipales que fueron desamortizadas en el solo periodo de 1834-1856. Es preciso pues esperar que nuevas investigaciones nos aclaren la entidad superficial de tales ventas, cuya valoración puede fijarse en casi la tercera parte del total de la desamortización eclesiástica (unos 43.000.000 de reales). Hay que tener en cuenta, además, las discrepancias existentes entre las mensuraciones oficiales y las declaraciones particulares. En 1885 se estimaba que existía una ocultación cercana a la mitad de los bienes rústicos en general. Estas divergencias contribuyeron a enmascarar la realidad de los hechos que acabamos de
número de fincas rústicas
examinar.
La desamortización eclesiástica.
La venta de tierras
municipales
que-
da oscurecida por el proceso de desamortización eclesiástica. Como hemos visto, ésta tiene sus raíces en la ideología de la Ilustración y en las
dificultades financieras de la monarquía del Antiguo Régimen. Las medidas del gobierno intruso de José I (17 de agosto de 1809), suprimiendo las órdenes monásticas, mendicantes y de clérigos regulares e incautándose de
calidad de bienes nacionales, hallaron eco en las resoluciones de las Cortes de Cádiz, sobre todo en el decreto de 17 de junio de 1812, que dispuso la enajenación de los bienes de las comunisu
patrimonio
en
dades eclesiásticas extinguidas o reformadas por disposición de los invasores. Otras medidas posteriores impusieron a las casas monásticas y conventos no inclusos en esa legislación, sendas declaraciones de sus fincas y
rentas, para destinar las mismas
a una
contribución extraordinaria de
guerra.
La restauración de Fernando VII desmontó la obra de las Cortes gaditanas. Pero era inevitable rendirse la realidad: los apuros del Tesoro. el declive de las comunidades religiosas después de la guerra de In-
a
574
HISTORIA
ECONÓMICA
DE.
ESPAÑA
los apuros de las más coherentes ante las exigencias del fisco. Por estas causas, cuando los liberales reconquistaron el poder en
dependencia
y
(1.9 de octubre de 1820), sino que añadieron al mismo, por ley de 25 de octubre siguiente, los bienes de las órdenes monacales con menos de veinticuatro religiosos en su seno, los de varias congregaciones y los conventos y colegios de las Órdenes Militares. También se prohibió a cualesquiera comunidades eclesiásticas adquirir por título lucrativo oneroso, a fin de evitar la constitución de manos muertas en el seno de la Iglesia. Una medida todavía más 1820,
sólo rehabilitaron el decreto de 1812
no
radical fue la incautación por el Estado de los diezmos eclesiásticos, aunque su importe quedara reducido a la mitad. Muchos monasterios y comunidades supervivientes se vieron obligados a vender parte de sus
fincas,
para lo que recibieron la
Esta
oportuna aprobación de las Cortes.
primera oleada desamortizadora quedó prácticamente
El derrumbamiento del constitucionalismo
réntesis
1823 abrió
un nuevo
pa-
jugaban, a la vez, ideas anticlericales y necesidades económicas vitales para el país. Con el advenimiento definitivo del régimen liberal la legislación desamortizadora tuvo un remate lógico en la obra del ministro Mendizábal. Por ley de 29 de julio de 1837 se declararon propiedad nacional los bienes raíces, rentas, derechos y acciones de las comunidades e institutos religiosos de ambos sexos, y se dispuso que se sacaran a pública subasta. Según el preámbulo de la ley, esta transferencia de propiedad debía realizarse en beneficio de los labradores y no debía perjudicar al clero regular, porque éste conservaría la renta que obtenía de sus antiguas propiedades y de la cual el Estado se hacía responsable. Principios típicos de toda revolución burguesa, que han de ser comprendidos en el ambiente de la época y en los constantes apuros financieros del gobierno español, agravados en
este dramático proceso
en
sin efecto.
en
que
se
por la coetánea guerra carlista.
Mendizábal había previsto que las tierras irían a poder de los agricultores medios, como sucedió en Francia durante la revolución de 1789. A tal fin la ley de 1837 dispuso que se admitieran dos tipos de comprado-
los que pagarían en dinero efectivo y los que lo harían en papel del Estado. A los primeros se les daba un plazo de dieciséis años para cancelar la compra, al 5 por 100 de interés; a los segundos, ocho años,
res:
al 10 por 100. Ambos habrían de liquidar una quinta parte de su compra en el acto del remate. Respecto a los poseedores de renta pública, podía. hacer un pago de la siguiente forma: un tercio, en deuda consolidada
y
el resto, deuda consolidada al 4 por 100; en deuda no consolidada al 5 por 100. Esta disposición favorecía a la burguesía porque la mayoría de los títulos corrían muy depreciados, esal 5 por
100;
otro tercio
en
POBLACIÓN
LA
Y
LA
575
PROPIEDAD
pecialmente los de la última clase, aceptándose
en
cambio por
su
valor
nominal.
cayó el partido progresista, que había apoyado la desamortización eclesiástica. Subieron al poder los moderados, que restringieron la venta de bienes nacionales por ley de 9 de abril de 1845. Era el primer paso para lograr un acuerdo con la Santa Sede. Concertado el Concordato de 16 de marzo de 1851, aquélla aceptó el hecho consumado y el Estado se comprometió a reconocer a la Iglesia el derecho de adquirir por cualquier título legítimo, a devolverle los bienes no enajenados hasta En 1843
la fecha y a satisfacerle determinadas cantidades anuales para el sostenimiento del culto y clero. La devolución de bienes se hacía con la condición de sacarlos a pública subasta, convirtiéndose el valor de los mismos en inscripciones intransferibles de la deuda del Estado al 3 por 100, que serían administradas por los
Apenas acababa de publicarse tas
se
hicieron de
ley
este
diocesanos.
Concordato, cuando los progresis-
raiz de la Vicalvarada (1854). de Desamortización general de 1855, que reunía
nuevo con
Dictóse entonces la
prelados
el
gobierno
a
las
disposiciones vigentes tanto en materia de desamortización civil como eclesiástica, y además, como hemos visto, incluía entre los bienes civiles las tierras concejiles. Pascual Madoz fue el propulsor de esta legislación, que chocó con la oposición de los colectivistas, como el diputado Bueno, de Extremadura, y de los católicos, quienes alegaban el texto del Concordato de 1851. La ley no tuvo más allá de catorce meses de vigencia, puesto que en un nuevo viraje político los progresistas fueron arrojados del poder y sus contrincantes suspendieron su aplicación el 14 de septiembre de 1856. En tan escaso periodo de tiempo se hicieron numerosas transferencias de propiedad eclesiástica, por lo que fue preciso llegar a un nuevo acuerdo con la Santa Sede. Tal fue el carácter de la ley de 4 de abril de 1860, adicional al Concordato de 1851. Teniendo cuenta el estado de
deterioro de la mayor parte de los bienes que aún no habían sido enajenados, su difícil administración y el inexacto cómputo de su valor en renta, la Santa Sede aceptó su total permuta por títulos de la deuda consolidada española al 3 por 100, exceptuando de ella los edificios y habitaciones del clero regular de ambos sexos y otras proen
piedades destinadas al uso y esparcimiento de obispos y párrocos. A tal fin se entregaron a la Iglesia láminas por valor de 1.200 millones de reales, cuya renta anual significaba 36.000.000 de reales. Pero el pago del interés de esta deuda
hasta 1948.
quedó suprimido desde 1862
y
no se
rehabilitó
576
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
Carácter y consecuencias de las desamortizaciones. El proceso desamortizador que acabamos de estudiar ha provocado reacciones de índole —
diversa, aunque
muy cos
jo,
general condenatorias. Los historiadores
en
católicos han considerado la desamortización que revela la
impiedad y la injusticia del siglo
xix.
parecer de los escritores colectivistas y socializantes. La
ellos,
y
como un enorme
Este
es
polítidespo-
el mismo
burguesía, según
habría
apoderado de los bienes de la Iglesia y de los municipios esgrimiendo la teoría individualista de la propiedad y reduciendo a los labradores a la miseria. De este proceso habría surgido el neolatifundismo contemporáneo, que arrastraría tras él un ejército de dos o tres millones de jornaleros “desesperados”. En realidad, carecemos del estudio sistemático que esta delicada cuestión requiere. No nos sirve el material polémico acumulado a lo largo de una centuria, porque en él prevalece el sentimiento y no el rigor de se
tesis científica. Por esta
una
dores interesados
debemos esperar que los investigaeste asunto nos ofrezcan datos exactos antes de
en
causa
comprender los móviles materiales
y
espirituales
que
presidieron
las
desamortizaciones. Hasta la fecha parece abrirse camino
bajo: la administración
una
excelente
hipótesis
de tra-
aprovechamiento de los bienes de manos muertas, tanto civiles como eclesiásticas, respondían a fórmulas anacrónicas. Constituían un lastre para el incremento de la renta nacional, y por tanto y
para la correcta difusión del bien común. Cuando éste entró
en
juego
a
raiz de la guerra de Independencia y el país tuvo que sacar fuerzas de su misma flaqueza, entonces el problema de las propiedades amortizadas
pasó
a
ocupar el
comunidades
primer plano de las preocupaciones públicas. Las mismas
religiosas
se
dieron cuenta de la situación ante las exi-
tributaria que imponía el país. Poseetestimonios de las ventas que, por propia voluntad, efectuaron mo-
gencias de la realidad económica mos
nasterios y conventos
1820-1823.
en
Seguramente habría sido blema de las
manos
y
este
muertas:
en
buen camino para resolver el proel campo eclesiástico, una desvincula-
un
mayorazgos); en el civil, una reforma de los bienes comunales y de realengo, propios y arbitrios, en sentido de eficaz colaboración social. La polémica política, agudizada por las restauraciones de 1814 y 1823, hizo imposible este lento y más seguro camino. Y cuando sobrevino la crisis de 1835, después de veinte años de ción
progresiva (paralela
a
la de los
estériles esfuerzos para contener un proceso inevitable desde el doble punto de vista demográfico y económico, entonces sucedió lo inevitable: la puesta en práctica de un programa politizado, en el que predominaron
LA
POBLACIÓN
Y LA
PROPIEDAD
577
esencialmente las preocupaciones financieras de un Estado que llegaba al borde de la quiebra. Por esta causa, la desamortización no cubrió los objetivos principales
proponía: dar tierras a los labradores pobres en un régimen de utilidad municipal colectiva o de aprovechamiento particular indefinido (a base de censos enfitéuticos) y desintegrar los latifundios surgidos de que
se
la entraña histórica y geográfica del país. Tampoco llegó a representar para el Estado el maná financiero que esperaban los ministros de Hacienda
liberales. Los fondos se diluyeron a lo largo de los distintos trámites burocráticos, sobre todo cuando la propiedad quedó reducida a títulos de la muy fáciles de escamotear.
deuda,
burguesía, sin embargo, la desamortización fue una bandera de combate, que compartieron progresistas y moderados. Ella se benefició de este proceso y lo alentó hasta el máximo. Compró tierras desvinculadas de la nobleza, concurrió a las subastas y puso en marcha las explotaciones agricolas abandonadas por monasterios y conventos. Católicos fueron los grandes compradores de bienes nacionales; moderados y conservadores quienes, en 1833 y 1868, sostuvieron públicamente la necesiPara la
dad de la obra desamortizadora. Las cifras contenidas
el Diccionario de Pascual Madoz (sistematiofrecen datos muy curiosos sobre la desamortizaen
zadas por J. Fontana) ción eclesiástica. He aquí,
en
primer lugar, el
panorama que ofrecía la
desamortización hacia 1845, fecha
en
luego
la indicada obra:
habían de
SITUACIÓN
DE
LAS
ser
publicados RÚSTICAS
FINCAS
EN
en
que
PROCEDENTES
JULIO
..
.
.
.
.
.
.
.
.
.
Porcentaje de fincas vendidas Porcentaje de aumento en el remate de las .
...
.
Valor de tasación de las fincas vendidas. Valor de remate de las fincas vendidas .
DESAMORTIZACIÓN
DE
que
ECIESTÁSTICA
18415
DE
Valor total de tasación de las fincas Valor de tasación de las fincas invendidas
.
recogieron los datos
se
...
.
.
...
1.866.226.000
723.166.000
reales
1.061.893.000
”
2.434.053.000
”
CTE
fincas vendidas
....
231.10
Considerando la distribución provincial de los resultados que acabamos
de
transcribir,
desprenden
de ella varias sugerencias interesantes. la concentración de las propiedades rústicas más valiosas se
La primera es de Ja Iglesia española
máximo
en
Salamanca);
tres grupos:
antiguo
reino de León
(con
su
Andalucía (con su máximo en Sevilla) y zona castellano-extremeña (con su máximo en Toledo). En la costa del Mediterráneo aparece un máximo anormal: el de Valencia. En general, pues, 9— Wa
en
EcoNemIes
DE
España
578
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
proyección del fenómeno de la Reconquista lenta (guerra de recuperación unida al pastoreo). Los mayores compradores de bienes eclesiásticos corresponden, prea estas zonas de densidad. cisamente, mayor Sevilla, Córdoba, Salamanca, Toledo y Valencia dieron el máximo contingente de inversiones hasta 1845; en las demás provincias el proceso corrió casi paralelamente al valor de las antiguas posesiones eclesiásticas. Sin embargo, la proporción real de ventas por desamortización, revela ciertos hechos singulares. El primero, la expansión de las ventas: la mayoría de las provincias espanos
hallamos ante
una
nolas habían vendido más del 60 por 100 de los bienes del clero antes de 1845, y seis de ellas (Valladolid, Huesca, Guadalajara, Teruel, Albacete y Baleares), más del 80 por 100. El segundo hecho es el aumento de las compras en relación con la posibilidad económica de ciertas regiones o
provincias:
la Cataluña litoral y Madrid, en Baleares y la Andalas islas Canarias, el ritmo de la desamortización fue
en
lucía costera, en más rápido que en otros Todo ello induce
muchas reflexiones. La desamortización eclesiás-
a
plantear
debió
lugares de España.
problema de conciencia. Medida política impuesta por la revolución burguesa, respondió sobre todo a un problema de expansión económica del país. Ahora bien, en cada una de sus partes constituyentes operó según reflejos locales muy particulares, de modo que es imposible generalizar también sobre su desarrollo y consecuencias tica
no
provincia
por
eclesiásticos
un
provincia. Parece
se
ser
desvalorizaron al un
ser
es
pagaron y si la depreciación de los títulos de la tráfico oneroso para el Estado. En cambio, nos parece
desconocemos cómo Deuda encubrió
erróneo estimar que los hienes puestos en subasta pública, aunque
que
se
inconmovible la versión tradicional relativa al beneficio que reportó la operación a las clases pudientes, sobre todo aristócratas y capitalistas. En 1855-1856 las adquisiciones de bienes desamortizados lograron, como sabemos, un nuevo empuje. Según estadística del ministerio de
Hacienda, el resultado de la desamortización civil último año el que refleja el cuadro adjunto:
y
eclesiástica
era en
el
Fincas
Clero
rústicas
urbanas
Censos y furos
44.852 66.093
5.901 7.212
5.312 73.308
399 258.967 503.571.422
2350 1.381
1.030 299
2,393 13.689
45.380.906 29.465.745
22.351 2404
4.576 629
46.946 15.468
354.912.492 80.593.951
10.845
92.688
1.406.183.483
Valor
en
rexles
DESAMORTIZACIÓN ECLESIÁSTICA 1836-1844 1845-1854
1854-1856
—) —| |
Secular
.....
Regular...... Secular.
.....
Regular... Secular.
...
.....
Regular,
|].
143.528
—
LA
POBLACIÓN
Y
LA
579
PROPIEDAD
Fincas
DESAMONTIZACIÓN Y
1834-1856 =n
1
Censos y foros
rústicas
urbanas
16.859 5.074
3.327 661
24.434
431.451.459
5.803
87.717.269
21.933
3.988
30.237
519.166.728
23.633
122.295
1.925.352.211
Valor
en
reales
CIVIL
— Corporaciones...
Estado...
165.459
Las cifras anteriores pueden admitirse grosso modo. Madoz estimaba que en 1844 se había vendido el 54 por 100 de todas las fincas rústicas
eclesiásticas,
que evaluaba
en
1.872.782.420 reales
(y
este 54 por 100
los 900.000.000 que figuran en la estadística precedente como ventas del período 1836-1844). Si los números son correctos, resultaría que no se llegaron a vender más que 1.400 millones de reales de
se
aproxima
a
propiedades eclesiásticas, de un total calculado de 1.900 millones. En cambio, en la desamortización civil, las propiedades, tasadas previamente en 329.500.000 reales, se transfirieron por 520.000.000, con un beneficio para el Tesoro de obtenido
en
unos
200.000.000. Este incremento está de acuerdo
la subasta de bienes
con
eclesiásticos, según acabamos de
el
com-
probar. Latifundios y minifundios. — La estructura actual de la propiedad agraria deriva del colosal trasiego de fincas que tubo lugar entre 1833 y 1876
a
consecuencia de las desamortizaciones
municipal
y eclesiástica
y de la desvinculación
de mayorazgos. Como hemos dicho antes, y no nos transferencia de bienes raíces no benefició a los
duele repetirlo, esa labradores ni dio lugar
a
la
aparición del campesino propietario,
de los reformistas desde mediados del
el latifundismo hasta extremos social del país.
siglo xvi. peligrosos para la
meta
Al contrario, robusteció economía y el bienestar
El latifundismo decimonónico se ahincó en las tierras donde tradicionalmente se habían desarrollado las explotaciones agrarias y ganaderas de gran extensión, en manos de un solo dueño y cultivadas por legión de
asalariados, jornaleros parte
occidental),
yunteros: Andalucía (especialmente en su Extremadura, la parte meridional de Castilla la Nueva o
y León.
Tierras de reconquista, de rebaños y alcaides de la Mesta, de Órdenes Militares y grandes nobles. Buena parte de las mismas fue a parar a manos de la alta aristocracia, mientras que la burguesía, especialmente la financiera, daba otro gran mordisco a las antiguas posesiones de la
Iglesia, del
común
o
de los
redondearon patrimonios y
se
hidalgos arruinados.
De esta
ensancharon hasta límites
manera se
oprobiosos,
380
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
mientras aumentaba el número de braceros y crecía el
desasosiego
en
el
según luego veremos. A fines del siglo x1x y comienzos del actual, de acuerdo con los catastros oficiales (1930), el suelo de la España central y meridional se concentraba en un corto número de grandes fincas o se dispersaba en una miriada de pequeñas propiedades sin utilidad agraria práctica. He aquí campo,
las cifras:
Extensión .
,
Extensión
Número
Latifundios (mayores de 250 Ha). Grandes fincas (de 100 ....
a 250 Ha). Fincas medianas (de 10 a 100 Ha,).... Fincas pequeñas (de 5 alo Ha) .Minifundios (hasta 5 .....
......
hectareas)...
....
TOTALES...
*,
Tanto por
relativa
En
por unidad
numero
—
c
«el tota! Tn
extensión
12.488
7.465.629
598
0,1
33,28
16.305
2.339.957
143
0,1
10,42
.
169.472
24.611.789
27
1,6
20,55
205.784
1.379.416
6
2.0
6,14
9.810.331
6.635.299
0,6
96,0
29.57
10.214.380
22.435.090
99,8
99,96
Las cifras de este cuadro
altamente
significativas. La tercera parte de los bienes raices correspondía en 1930 a extensos latifundios, con una media de cerca de 600 hectáreas por unidad, mientras que el otro tercio se refería a pequeñas propiedades de menos de 10 hectáreas, que en conjunto sumaban más de diez millones de parcelas, con un promedio slobal de menos de una hectárea (0,6 exactamente). Estos datos tienen mayor interés, todavía, si los reportamos a las cifras de propietarios. Pascual Carrión, utilizando los resultados catastrales que tenía a su disposición en 1930, relativos a 22.500.000 hectáreas estableció el siguiente son
estado: Propietarios 12.721
1.774.104 1.786.825
Hectáreas
Tanto por
11.088.700 11.366.390 22.435.090
0,8 99,2
%) respectivo
100
La certidumbre de esta anómala distribución de la
49,4 50,6 100
propiedad
se com-
prueba acudiendo a la distribución de la riqueza rústica entre los propietarios. He aquí dos series de cifras, publicadas por Pascual Carrión y Fernando Martín-Sánchez Juliá, una refiriéndose al catastro de 1930 y la segunda al de 1945. Martín-Sánchez Juliá hace notar que de los dos millones y medio
LA
POBLACIÓN
LA
Y
581
PROPIEDAD
A
*
NN .
LS
GUADALAJARA, NON
..
“
“
NS
>—
NDS
N
Pp
wW SN
—
7
CACEPES
NN
La GRAN PROPIEDAD RÚSTICA ESPAÑOLA. Signos: 1, provincias con menos de cincuenta fincas de 250 Ha.; 2, de cincuenta a cien; 3, de cien a doscientas; 4, de doscientas a trescientas; 5, de trescientas a cuatrecientas; 6, de cuatrocientas a quinientas; 7, de quinientas a setecientas cincuenta; 8, de setecientas cincuenta a mil; 9, más de mil. Las provincias en blanco son las no catastradas en 1930. —
de
pequeños propietarios, muy cerca de dos millones (exactamente, 1.993.951) eran considerados pobres y se les eximió de contribución rústica
en
1949. Datos de 1930
Grandes propietarios (con cuotas de más de 5.000 pesetas de líquido imponible) Medianos propietarios (de 1.000 a 5.000 pesetas) Pequeños propietarios (hasta 1.000 pesetas) .
.
.
.
.
..—.
.
.
.
Datos de 1945
17.349 73.029 1.699.585
5.817 35.515 2.651.644
1.790.026
2.692.976
O
uu
Ne
582
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
Gracias al minucioso estudio de Carrión hemos construido el mapa del latifundismo español que acompaña estas líneas. Como puede obser-
claro, que integran las provincias de Cáceres y Badajoz, Toledo y Ciudad Real, Albacete y Murcia, y Huelva, Cádiz, Sevilla, Córdoba, Granada, Málaga y Jaén. En cada una de estas provincias hay más de 750 fincas superiores a 500 hectáreas. Si atendemos a la proporción de fincas de más de 250 hectáreas en cada provincia, el varse
existe
grupo latifundista
un
núcleo antes citado y Murcia. En tres
restringe un poco, con la exclusión de Albacete provincias (Cádiz, Sevilla y Ciudad Real) la proporse
ción de fincas mayores de 250 hectáreas se eleva a más del 50 por 100. Este es el corazón de la España latifundista. El hecho es aún más notorio si
examinan los términos
se
municipales de cada provincia.
Cádiz, el de Jerez de la Frontera
se
caracteriza por
un
En la de
latifundismo
desarrollado: 73 por 100 de las fincas son mayores de 250 hectáreas. Pero aún no alcanza la dramática proporción del municipio de Castellar de la Frontera, donde las fincas mayores de 250 hectáreas ocupan el 96 por 100 del suelo. Caso semejante: el de Hornachuelos (Córdoba), con un 93 por ciento. De este modo
se
táreas (50 Km.*,
o
explica sea una
la existencia de fincas superiores a 5.000 hecfaja de 10 por 5 kilómetros de lado), de las
cuales, a principios de siglo, se contaban 74 en España (20 en Ciudad Real, 14 en Huelva, 10 en Granada, 6 en "Toledo y en Sevilla, etc.). Al norte y al este de esta gran zona latifundista se extiende torio de propiedades medias (e incluso con minifundios en los
un
terri-
valles)
y
plazo. Pueden reputarse englobadas en este grupo las dos provincias de León y Zamora, las provincias de Castilla la Vieja al sur del Duero, las de Castilla la Nueva no latifundista (Madrid, Cuenca y Guadalajara), las de Almería, Alicante, Teruel y Zaragoza. Desde luearriendos
a
corto
de las provincias citadas se presentan dentro de esta estructura de la propiedad del suelo, pero el conjunto responde a estas líneas generales. De los montes de León al Mediterráneo, a lo largo de los montes go,
no
todas las
Cantábricos y
comarcas
la vertiente meridional de los Pirineos, o sea en AstuProvincias Vascas, Navarra, Huesca y Cataluña, y, ade-
en
rias, Santander, más, como reflejo de instituciones jurídicas
y modo de
poblamiento
en
la España medieval, en Castellón de la Plana, Valencia, Baleares y buena parte de Castilla la Vieja al norte del Duero, predomina el régimen de propiedad media con arrendamientos (en general, censos enfitéuti-
largo plazo. Ésta es la zona geográfica más equilibrada y de mayores progresos agrícolas y sociales. En fin, en la región gallega predomina el minifundio, como consecos)
a
LA
cuencia de
un
régimen
gráficos. Es necesario
POBLACIÓN
Y
LA
PROPIEDAD
583
sucesorio libre y
tener
en
de cuantiosos aumentos democuenta que el minifundio de las regiones
húmedas y de los terrenos de regadío representa una realidad económica muy distinta al minifundio de las regiones de la España seca. Esta consideración explica que sea preciso proceder con mucha cautela al hablar de los estragos del minifundismo, los cuales sólo son realmente tales en las provincias de la España árida no fertilizadas por los regadíos. La polarización de la propiedad rústica en latifundios y minifundios a
partir de las desamortizaciones responde a la ley de concentración capi-
talista. Mientras los grandes propietarios pudieron resistir los azares de las malas cosechas, los pequeños terrateñientes tuvieron que claudicar ante ellas, unas veces por venta directa y otras a través de préstamos usurarios que les desposeyeron de su bienes. Por otra parte, el doctrinarismo liberal, reflejado en las disposiciones del Código Civil, facilitó
la sucesiva
segregación de la propiedad castellana por vía de herencia. De aquí la legión de minifundistas que, como antes hemos indicado, domina en buena parte de España. Propietarios de la miseria en Cáceres, en Palencia, en Soria y en muchas otras provincias españolas.
43
La
producción agrícola
y
ganadera
Etapas del desarrollo agricola espanol durante el siglo XIX. — A principos del siglo xIx la agricultura española se hallaba trabada —según Salvador Millet— por tres obstáculos: prohibición de cultivar los baldíos, prohibición de acotar los predios (con la única excepción de huertos y viñedos, decretada en 1778) y sustracción de tierras de labor al cultivo por la serie de
obstáculos, junto
leyes
dictadas
en
beneficio de la Mesta. Estos
los efectos de la amortización, provocaban el aumento vertiginoso del precio de las propiedades y la disminución progresiva de las rentas del campo, con lo cual se producía el éxodo de tres
con
capitales de la agricultura, el de introducir mejoras
en
abandono de los
ellos y la
separación
predios,
la imposibilidad entre el propietario y el
agricultor.
radicalmente, hasta el punto de que puede hablarse de una revolución agraria. Ésta se ve impulsada, como ya se señaló, por el empuje demográfico de base. Pero también contribuyeron a fomentarla las ideas políticas de los liberales españoles. Ya en En 1837 la situación ha cambiado
hizo patente el criterio de las Cortes de Cádiz mediante los decretos de 8 de junio, ordenando el cerramiento de fincas a perpetuidad, 1813
se
la abolición de las tasas y la plena libertad del comercio interior a productos agrícolas. Esta trascendental medida no fue ratificada hasta los
decretos de 20 y 29 de enero de 1834, los cuales declararon, además, la libertad de contratación de todos los artículos de comer, beber y arder y la supresión de cualquier traba en su circulación. Así se estableció el régimen de mercado libre para la agricultura. No menos estimulantes
fueron las medidas y
adoptadas
casi simultáneamente de desamortización
desvinculación y la abolición del diezmo eclesiástico, que
cargaba
con
PRODUCCIÓN AGRÍCOLA
LA
854.000.000 de reales de
Y
583
GANADERA
los productores del campo (ley de 29 de julio
a
1837).
A consecuencia de estas medidas se de expansión agrícola, como se traduce
Superficie
millares Ha. 1860
1800
Trigo
.....
Cereales. Viña.
.
...
.
Olivar.
2.900 6.100 400 —
....
5.100 9.000 1.200 859
considerable proceso el siguiente estado:
registró en
Producción millares de 1800
1800
18,3 am. 29,59 39,5 "55,75 3,85 hl. 10,30 1,44 0,69
un
Rendimiento anual por Ha. 1860
180U
6,31 6,47 9,82
qm. “
hl.
5,8 6,20 9
1,67
—
Producción habitante
por
1860
180
174 371 36
kg. 188 -
1 6”
355 66 9
hecho, entre 1818 y 1860 habían entrado en cultivo unos 4.000.000 de hectáreas, cifra realmente sensacional. De ellas, la mayor parte no procedían, como ya se indicó, de la venta de las fincas eclesiásticas, De
sino de la
en
el comercio de bienes raíces de las tierras vincu-
los mayorazgos. El señor Millet cree poder evaluar estas últimas 3.000.000 de hectáreas, mientras que las derivadas de baldíos y propios
ladas en
entrada
a
600.000 y solamente 500.000 las procedentes de la Estas cifras están sujetas a rectificación, ya que no concuerdan que hemos apuntado en las páginas anteriores.
serían
unas
La disminución del rendimiento contrasta
con
la
Iglesia. con
las
expansión superfi-
cial de los cultivos. La
producción de trigo por hectárea descendió de 6,31 qm. en 1800 a 5,8 gm. en 1860; los cereales, de 6,47 a 6,20, y la viña, de 9,62 hl. a 9. Este retroceso no fue general. Hubo terrenos en donde, por el contrario, el rendimiento aumentó, debido al interés de sus propietarios, que los habían pagado a buen precio a los nobles que los sacaban en venta. Debe tenerse en cuenta, además, que con las desamortizaciones se pusieron en cultivo terrenos malos, poco aptos para un rendimiento constante y eficaz, a los cuales les convenía más el régimen tradicional de aprovechamiento de bosque o monte bajo. Y que, en todo caso, salvo excepciones, faltaron capitales para invertir en las explotaciones agrícolas. El crédito agrario era una entelequia a mediados del siglo XIX, pues los pósitos estaban arruinados y desacreditados. En conjunto eran 3.410, con unos 100.000.000 de reales de capital, cifra escasisima y sin grandes posibilidades de liquidez. En resumen, se trata de la época de la expansión desmesurada del cultivo del trigo. Salvador Millet define así las consecuencias de este proceso: “Transitoriamente el cultivo extensivo del trigo hizo independiente a España del denos hizo
extranjero,
pendientes de
nuestra
pobreza.”
pero
permanentemente
586
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
segunda fase, que podriamos calificar de reajuste de la producción agrícola. La superficie cultivada disminuyó (quizás en 500.000 hectáreas), pero el rendimiento aumentó. Véanse la; cifras correspondientes: En 1860
se
entra
en
una
Superficié
millares de Ia. 1860
Trigo...
5.100
Cereales... Vina... Olivar...
9.000 1.200 859
Este fenómeno
ducciones más
1900
53.700 7.000 1.450 1.360
Producción millares de 1800
PO
29,60 qm. 23.7 53.75 51,34 10,80 hl. 21,6 l-44 2,09
explica por cualificadas, como se
”
>
Rendimienta anual
por
1860
9
6,92
"7,06 hl.
1,67
Producción habitante
por
1960
5,80 qm. 6,20
Ha.
14,88 1,8
1860
19
1858 ke. 135 355 336 68 Ll ll6 9” 11 ”
el retroceso de los cereales ante proel viñedo, el olivar y los frutales. La
expansión de los ferrocarriles interviene decisivamente en el proceso de selección de zonas de cultivo, de manera que se dibujan ya con claridad las grandes regiones agrícolas españolas contemporáneas. Después de un centenar de años transcurridos en plena incuria, el Estado se preocupa de la agricultura. Han llegado al poder hombres con una formación más moderna. Sin embargo, el país les ayuda difícilmente. Tal acaeció en la enseñanza agrícola. La primera escuela fue fundada en Aranjuez por el gobierno progresista de Espartero (1855). Renovada
en
1869
con
el título de Escuela General de
Agricultura,
reco-
gió esta idea la Restauración, que en 1876 y 1881 se preocupó de tan importante tema. Este año se crearon las escuelas agricolas provinciales de Valencia, Zaragoza, Sevilla, Granada, Córdoba y Valladolid; pero ninguna de ellas logró interesar a núcleos importantes de las respectivas cemarcas. También quedó sobre el papel el decreto de 1887 creando las granjas-escuela. En cambio, la invasión de la filoxera interesó profundamente a la opinión agraria. En 1893 empezaron a funcionar las estaciones
ampelográficas
para la introducción de la vid americana.
agrícola, los gobiernos de la Restauración procuraron modernizar el mecanismo de los pósitos. A este efecto, el 26 de junio de 1877 se votó la ley Romero Robledo para dar nuevo empuje a la institución. Sin embargo, tan excelente idea fue tergiversada por la vida politica y la ley se transformó en la práctica en fundamento financiero del caciquismo. Por otra parte, aunque el Código de Comercio (1885) autorizó el establecimiento de Bancos agrarios, éstos sólo entraron poco a poco en el juego del crédito a los campesinos. Su desarrollo se En el ámbito del crédito
efectuó
la etapa siguiente. La reforma fundamental de la en
agricultura española debía
ser
obra
LA
de los
PRODUCCIÓN AGRÍCOLA
particulares, relacionada
Y
587
GANADERA
el desarrollo de la técnica de abonos. Valencia y Cataluña hacia 1860; pero su
con
Éstos empezaron a utilizarse en difusión no se alcanza hasta comienzos del siglo xx. De todas formas, es en el último tercio del X1X cuando el país recibe el impacto más formidable para una preocupación agrícola primordial. Nos referimos a la obra científica de propaganda de Joaquín Costa, cuyas campañas en defensa del campo y de sus problemas están en la misma base de la
orientación oficial, patente desde el plan de aprovechamientos hidráulicos de Gasset (1903).
nueva
Evolución del cultivo triguero en el siglo XIX. el cultivo del trigo conoció en la primera mitad del
—
sión considerable. De tal
manera
Como hemos dicho,
siglo
X1xX una
expan-
que, de los 4.000.000 de hectáreas
en
aumentado la superficie cultivada, 2.200.000 hectáreas corresponderían a este cereal. Sobre este particular he de referirme a la doctrina sentada por el profesor Larraz, quien, al examinar las líneas que habría
expansivas de la economía española en el siglo XxIx, establece que el primer empujón lo dio la agricultura, y precisamente el cultivo del trigo. Se basa en los informes de Moreau de Jones (1835) sobre el aumento de la superficie de los cultivos trigueros (un 70 por 100) y de la cosecha
(la de 1833 duplicó la de 1800) y de otros recogidos por Muchada en 1847. La hipótesis de trabajo del profesor Larraz tropieza con dos inconvenientes: primero, que es difícil imaginar una expansión agraria esencial en un momento de derrumbamiento de precios agrícolas como el que se desarrolla de 1812 a 1843, y segundo, que la expansión del comercio triguero de exportación iniciada con gran empuje en 1786, declinó después de la guerra de Independencia, y sólo volvió a reanudarse activamente hacia 1840. De este modo, tendríamos varios períodos: gran expansión agrícola a fines del siglo xvIII y principios del XIx, retroceso o estancamiento entre 1814 y 1835, y paulatino auge a partir de esta fecha. En este proceso quizás intervendrán los efectos de los decretos proteccionistas de 1820, por los cuales se prohibió que las regiones españolas de la periferia se surtieran de trigo extranjero y se reservó a España el suministro de harinas de Cuba y Puerto Rico. Estas medidas, adoptadas para sostener los precios en las regiones cerealistas del interior, marcan un interesante hito en la historia económica global del siglo xIX español. A consecuencia del monopolio concedido al del año 1820, se registró una inevitable
trigo castellano
a
partir
expansión en el ámbito de las regiones trigueras típicas. A principios del siglo xIx, la zona cerealista castellana formaba una especie de anillo, que comprendía las provincias
588
de
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
Burgos, Valladolid, Salamanca, Toledo, Cuenca
1834, el trigo o sea
que
se
y Soria. A
partir de
desde este anillo hacia el interior y el exterior, extiende de las zonas óptimas a las menos favorables. En avanza
movimiento de
regresión, ininterrumpido hasta fines de siglo. Este fenómeno tiene diversas causas. En primer lugar, la insuficiencia del nivel técnico del labrador español. El trigo es un cereal difícil, de gran rendimiento si se cultiva con perfección técnica completa; agotador y no rentable si se descuida o bien se trabaja con sistemas anacrónicos. En Castilla sucedió lo último, de modo que el rendimiento fue bajando hasta tal punto que se convirtió en obsesión de los hombres más ilustrados del país, quienes llegaron a afirmar que el cultivo del trigo era una de las causas del atraso económico de España. En aquella época muchos propietarios o bien abandonaron los cultivos de trigo, dejando la tierra en barbecho, o la dedicaron a nuevas producciones, como el viñedo. En total, el trigo perdió 1.400.000 hectáreas de superficie en cuarenta años. El bajón más rudo se registró entre 1860 y 1880; entonces se dejaron de sembrar nada menos que 1.100.000 hectáreas. Resultado: un país mediterráneo, dotado para la producción cerealística. tuvo que importar de nuevo su pan del extranjero. A partir de 1877, España importó anualmente de 100.000 a 200.000 tm. de trigo. Rebasaron este promedio los años 1882 y 1883 (275.000 y 238.000), 1887 y 1888 (314.000 y 243.000), 1893 y 1894 (418.000 y 424.000) y 1898-1899 (314.000 y 222.000). Sólo fueron años buenos los de 1880, 1881 y 1898, en que las importaciones no rebasaron 69.000 tm. Realmente, una dura lección y una gravísima experiencia. Como se ha indicado en el cuadro, la producción triguera, que en 1800 daba 174 kilos por habitante, en 1900 sólo alcanzaba 138. No creemos que estas cifras necesiten comentarios. Sólo con la introducción de los abonos químicos fue posible enmendar esta trayectoria. 1860
se
registra
un
siglo XIX. — El profesor Larraz sitúa la viña como uno de los elementos agrícolas que, al lado del olivo, de las almendras, de las naranjas y otras frutas, contribuyó a hacer posible lo que denomina “cuarta expansión de la economía española decimonónica” (período 1870-1890). Los estudios de Salvador Millet confirman, como ya se sospechaba, que el viñedo tiene mucha mayor importancia. En realidad, sus productos (vinos, uvas, pasas) forman, al lado de los minerales, la plataforma básica de toda la economía española del siglo xIx. Y esto por dos causas: primero, por una dedicación tradicional, que aureolaba de prestigio mundial los aguardientes y vinos generosos españoles, y segundo, porque lo más selecto de los agricultores se reclutaba El viñedo
en
la economía del
LA
entre los
PRODUCCIÓN AGRÍCOLA
Y
589
GANADERA
viticultores. Entre 1800 y 1860, el de la vid fue el cultivo
selecto, donde
se
triunfaba
con
el
nuevo
espíritu de selección, perfec-
cionamiento y empresa. La viña fue, por tanto, el alcaloide de la revolución de la técnica agraria española del siglo XIX. Se hicieron enormes fortunas con el vino, las
cuale: permitieron introducir
en
conocidas, métodos costosos, pero nicos
agrícolas españoles
no
la
práctica agrícola
innovaciones des-
muy remuneradores. Los
nacieron
en
primeros técel ámbito del trigo, producto
barato y de secano, sino del viñedo, cultivo de alta calidad y caro, y que, por lo tanto, podía permitirse el lujo de costearse una educación. Basta examinar el cuadro que
probar lo
DE
Visio
Tri) Ana,
T
165)
19
1860)
7
187)
25
1590 1900
—
Vv. L
12,5 2 —
—
—
En cuanto
—
a
PRODUCTOS
com-
v,
1.
1." 1. 1. 1.7 1.7 2"
335 81 115 249 310 82
lás cifras de
han sido anotadas
ACRICOLAS ESPAÑOLES
principales productos exportados); llones de pesetas)
huser (entro los veinticinco
850
continuación presentamos para
que decimos.
EXPORTACIÓN ==
a
Pasas L.
4." 3." 3.
5 6." 10.5
Aceite v. LL. 8. 11. 14.2 7,2. 12." 8.”
Aceitunas L.
45
—
5
—
6
—
13 13 31
superficie, rendimiento
V
—
—
24.5
y
=
valor (en mi-
Naranja
L. 23.2 9.” 20.2 8.9 9.* 5.5
producción,
Vv.
0,75 0,30 3 12 18 39
que ya
cuadros anteriores, bastará recordar el carácter continuamente expansivo del viñedo: en superficie, 400.000 hectáreas en en
1800; 1.200.000, en 1860; 1.450.000, en 1900; en rendimiento, 9,62 hectolitras por hectárea en 1800 y 17,34 en 1860, y en producción, 3.850.000 hectol:tros en 1800, 10.800.000 en 1860 y 21.600.000 en 1890-1900 (valor medio
anual).
Este aumento fue debido al constante progreso de la cultivo del viñedo, al revés del trigo, fue un cultivo
exportación. El periférico, que avanzó del exterior hacia el centro a compás de sus éxitos. A principios del siglo XIX se distinguían tres grupos: el gallego, el mediterráneo (con sus principales centros en Barcelona, Tarragona, Valencia, Alicante y Murcia) y el meridional (con Badajoz, Huelva, Córdoba, Sevilla, Cádiz y Málaga). Son mercados de exportación, unos para América y otros para Europa. De esta época es el enlace entre las finanzas inglesas y los
andaluces, que dio lugar a las famosas marcas que invadieron el mercado internacional y a un cariz francamente librecambista de la plaza
vino
590
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
de Cádiz, frente al proteccionismo cerealístico castellano y al industrial de Cataluña. Más adelante el viñedo invadió las provincias interiores. La lucha entre viña y trigo se entabló entre 1860 y 1865, con resultado absolutamente victorioso para aquélla. De esta época es la expansión de los vi-
la región leonesa, riojana y manchega. Un fenómeno importante vino a alterar la dinámica de la economía vitivinícola. Nos referimos a la invasión de la filoxera, que al destruir ñedos
en
los viñedos franceses provocó un auge sensacional en las ventas de caldos españoles, para luego determinar una gravísima caida en el rendimiento y la producción a compás del progreso de la plaga en los campos españoles. En 1868 se declaró en Francia la filoxera, y en diez años la
plaga
arrasó las cepas. Esto se tradujo inmediatamente en la del vino español. He aquí unos guarismos significativos:
EXPORTACIÓN
DE
CALDOS
CORRIENTES
(en millones de 1863 1866 1867 1888 1869 1870 1871 1872 1873 1874 1875 1876
.....
.....
.....
.....
.....
.....
.....
.....
.....
.
....
.....
62 70 115 113 92 95 103 106 174 114 53 143
1877 1878 1879 1880 1881 1882 1883 1884
1885 1886 1887 1888
.....
.....
.
....
.....
.....
.....
.....
.....
.....
.....
.....
exportación
ESPAÑOLES
litros) 187 254 345 580 723
727 615 680 697 797 872 840
1889 1890 1891 1892 1893 1894 1895 1896 1897 1898 1899
.....
.....
.....
.....
.....
.....
.....
.....
.....
919 1.108 654 501 397 320 655 525 630 479 382
aquel entonces el viñedo español conoció una etapa de beneficios realmente excepcionales, sobre todo a partir del tratado de comercio con Francia de 1882. Puede decirse que entre 1882 y 1892 España monopolizó el comercio mundial del vino. Pero este período de esplendor, vivido con euforia anárquica y sin la más leve preocupación por organizar el futuro, se terminó, naturalmente, con la presencia de la flloxera en la Península. De 1878 a 1893, la plaga realizó progresos constantes, de Norte a Sur, destruyendo a su paso viñedos que ya jamás volverían a replantarse y que databan de dos. o tres siglos. En 1892, habiendo profundizado a un máximo la filoxera y finalizado el tratado con Francia, el vino español conoció una profunda crisis, de la que tardaría mucho en rehacerse. Baste señalar que ya en 1893 el contingente campesino aumentó del 54,4 al 73,6 por 100, en el interior de un cupo emigratorio elevado de 11.173 (1892) a 20.791 individuos. En'
LA
PRODUCCIÓN AGRÍCOLA
Y
591
GANADERA
El olivo. — El progreso del olivo en el transcurso del siglo XIX también eminente. Cultivo tradicional, experimentó un salto hacia
es su
mediados del
siglo xIx, según Larraz, y entre 1880 y 1900 si seguimos las cifras que ha procurado Millet. Es posible que un estudio a base de series más largas aclare este proceso en el sentido que hubo dos períodos alcistas. En tudo caso influyeron notablemente en el mayor
producción
a
desarrollo de este cultivo las exigencias del mercado internacional y la libertad de comercio de que gozó desde 1837. Es posible que en la última
ampliación de la superficie dedicada al olivar, entre 1880 y 1900, quedaran configuradas las dos grandes zonas productoras del país: la andaluza, con sus centros en Jaén y Córdoba, y la ibérica, con importantes núcleos en el Bajo Aragón y Cataluña. El olivar español se desarrolló a compás de las necesidades del mercado americano y, aún mejor, del aumento de inmigrantes españoles e italianos en las repúblicas hispanoamericanas, grandes consumidores de aceite y aceitunas. La falta de preparación industrial y comercial motivó que buena parte de este tráfico se desviase hacia Italia, en donde el aceite español era refinado y envasado con destino a América del Sur. El cuadro que sigue expresa, por quinquenios, la marcha de la portación de aceite, desde 1868: Quinquenios
1866-1870 1871-1875 1878-1880 1881-1885
se
Quinquenios
7,5 11,5 12,6 12,6
1886-1890 1891-1895 1896-1900 1901-1905
......
.
.....
......
.
Los años 1875
exportación 1898 (5.4).
Miles tm.
.....
a
Miles
......
......
......
......
ex-
tn.
8,2 8 13
21,4
1877 fueron de cosechas
registraron
en
1873
bajísimas. Los ápices de (5,2 miles de tm.), 1885 (4,2) y
Cultivos frutales y de regadío. — En las últimas tres décadas del siglo XIX aparecen en la agricultura española los signos de una transformación poderosa, cuyos efectos serán considerables en el futuro. En
efecto,
lugar de
la
trilogía cereales, viñedo
olivares, se plantea una economía agraria a base de frutales y cultivos de regadío. Las zonas más beneficiadas fueron las del litoral mediterráneo, ya de antiguo caracterizadas por su población agrícola competente y laboriosa y unos cultivos horticolas situados cerca de ciudades consumidoras. En ellas, además, el precoz desarrollo de la industria sirvió de estimulante para la aplicación de métodos modernos y la obtención de los capitales necesarios para las obras de bonificación y regadío. Tal sucedió, por ejemplo, en la consen
y
392
HISTORIA
trucción del Canal de cercana a
Lérida
Urgel,
en una
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
partir de 1860 convirtió la comarca de las zonas agrícolas más feraces de España. que
a
Por esta causa, Larraz señala con acierto la participación de los productos alimenticios en el empujón que recibió la economía española a
partir de 1870. Las
de exportación de tales materias se inflexionan hacia arriba desde esta fecha: 1871, almendras y conservas; 1887, frutas curvas
legumbres; 1890, naranjas; 1899, remolacha. Las almendras fueron precedidas en el mercado internacional por las avellanas de Tarragona y Reus, Las conservas se desarrollaron gracias a la aplicación del procedimiento Appert, en Logroño, por el marqués de La Habana, cuñado de
y
Espartero. En cuanto a la naranja, su proceso expansivo sólo se inicia en 1894-1895, pasando de 90.000 a 230.000 tm. exportadas, plataforma que debía mantener hasta el segundo salto dado hacia arriba en 1907. He aquí una
-
serie interesante:
Exportación de naranja en
Quinquenios
1886-1890 1891-1895 1896-1900 1901-1905
miles de um.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
La industria remolachera nació
91,6
.
as
.
e.
127,8 259,6 354,2
Córdoba y Granada en 1882 (azucareras de Santa Isabel y San Juan, respectivamente). A pesar de las restricciones que el consumo del azúcar de caña cubano oponía a su creen
cimiento, diez años más tarde lo hallamos establecido
Aranjuez y producción de reen
Aragón. La independencia de Cuba dio libertad a la molacha, cuyo cultivo se expansionó notablemente en las vegas del Ebro y del Genil y en las hoyas cálidas del litoral penibético. Este hecho explica que la producción de azúcar de remolacha saltara de cero a 140.000 toneladas (superior al consumo nacional, calculado en 90.000 tm.). Evolución de la ganadería. — No estamos informados, como desearíamos, del desarrollo de la ganadería española en el siglo xIx, a pesar de que poseemos estadísticas oficiales al parecer completas, como el Anuario estadístico de 1859, el Censo de la Ganadería de 1865 y la Reseña Geográfica y Estadística de 1888. Pero la discrepancia de datos es
lógica entre los cálculos anteriores a la Restauración y los posteriores, que empalman normalmente con los del siglo xx. He aquí los datos en cuestión. tal,
que
no
puede
establecerse
una
relación
PRODUCCIÓN AGRÍCOLA
LA
Crupo de
censos
hasta
Y
993
GANADERA
ganaderos
Grupo de
censos
de
en
1805
JRAS
ganaderos
adelante
(en millares de cabezas) 1803
18597
1865
1888
1910
12.000
18.887 3.145 1.869 1.608 382 750 685
22.488 4.531
13.773 2.850
2.987 4.351 680 1.298 1.021
1.4680
15.117 3.216 2.369 2.424 520
1797
Lanar
11.700 2.500 1.650 1.200
o...
.
.
—-.
Cabrio. Vacuno
.
.
.
.
.
...
.
..
Cerda... Caballar. Anal. Mular .
.
2.880 2.100 140 236 214
230
.....
—
—
.......
Aceptando
—
válidas las cifras del
1162 310
537
8568 886
4585
ganadero de 1865, que se apoyan en una minuciosa estadística provincial, se registraría una verdadera hecatombe de la ganadería española en el período posterior de veinte años. Aunque quepa hacer entrar en juego, como luego veremos, la dislocación del ganado de sus antiguos centros para ser sacrificado en los mataderos de las ciudades de la periferia (debido al establecimiento de la red ferroviaria), la discrepancia de las cifras de los censos de 1865 y 1888 es de tal orden, en todas las clases, que no podemos menos que atribuirlas a un error de cómputo o de método estadístico. Nos como
censo
parece más sensato relacionar las cifras del censo de 1803 con las de 1888 y admitir un desarrollo progresivo de la ganadería española en el
siglo
XIX, cuyo ritmo
Este hecho
hoy
no
se
se
acentuaría
vincularía
podemos evaluar.
a
en
los últimos decenios del mismo.
distintos
Entre
ellos,
el desarrollo de la industria lanera
factores,
cuya influencia
sin duda ocupa
hoy
por
lugar importante
Cataluña y la acción de los fabricantes catalanes para mejorar la calidad de las lanas merinas. Tenemos noticias precisas de esta labor desde los años mediales del reinado de Isabel IL. También ha de entrar
pecuaria española
a
en
liza la valoración de la riqueza agroconsecuencia de la guerra de Crimea. En fin, las en
sucesivas conexiones ferroviarias facilitaron la movilización de las
reses
desde
vere-
sus
regiones de cría
mos, la red nacional de
a
las de
consumo.
ferrocarriles
no
Como más adelante
empezó
a
funcionar de verdad
hasta los primeros años de la Restauración de Alfonso XII. Esto explica que hasta muy avanzado el siglo x1x el mapa del consumo de carne en España respondiera al siguiente hecho: mayor sacri-
ficio de
las regiones ganaderas, en general pobres, que en las provincias periféricas, más ricas, para las cuales la carne era artículo de lujo. Hacia 1866 ambas Castillas, Salamanca y Cáceres, Córdoba, Sevilla y Cádiz eran consumidoras de sus propios ganados, mientras las fachadas reses
en
cantábrica y mediterránea, superpobladas, habían de satisfacerse con un cuarto o un quinto de la dieta cárnica de las poblaciones de la Meseta.
594
ECONÓMICA
HISTORIA
DE
ESPAÑA
E
E
A
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ASE
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E A.
— e
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E
É
EN DN
—]AA 4
= -
—.
4
1859.
4
$
200
a
7
ve>
400
H
10
e
4
ra E
los astilleros de Lloret de Mar (Gerona), de 1828 de la izquierda); 2, número de veleros (cifras de la
en
Signos: 1, tonelaje (cifras
derecha).
puertos. — Después de la guerra de Independencia, seguida por la de Secesión americana, la marina mercante española conoció una época de profunda postración. A pesar del optimismo con que Moreau de Jones intenta presentar los asuntos de España, él La marina mercante y los
la
desaparición de la prosperidad naval a consecuencia de los reveses sufridos. Si en 1780, aproximadamente, Cádiz recibía 600 buques extranjeros; Barcelona, 350, y Málaga, 300; cincuenta años después, en 1828, el primero de ellos sólo recibió 385, y Barcelona, 269,
mismo
reconoce
mayoría sardos
franceses de mediano porte. En 1832 los puertos experimentaron ciertos síntomas de resurgimiento, especialmente Cádiz, que había sido beneficiada con una franquicia portuaria (1829). Pero las condiciones onerosas que aceptó para obte-
en su
y
nerla, destruyeron rápidamente
engañosa prosperidad (de 1828 a 1832 las exportaciones de Cádiz habían pasado de 21 a 202 millones de reales). Más lenta, pero también más sólida, fue la recuperación del puerto de su
Barcelona. Se debió al auge alcanzado por la marina mercante catalana desde que en 1834 Joan Mirambell, capitán de la polacra-goleta Constancia, reanudó con éxito las relaciones comerciales entre España y las
repúblicas del Río de la Plata. A partir de este año la iniciativa individual suplió el débil esfuerzo de un gobierno continuamente apurado en
624
HISTORIA
político
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
y lo financiero. Se
inaugura el período dorado de la marina catalana de vela y de la Costa de Levante. Los astilleros, especialmente los de Blanes, Arenys de Mar y Lloret, no se daban reposo, proporcionando a la navegación gran variedad de veleros, sobre todo bergantines y lo
polacras
de 150
a
100 toneladas métricas. Con tales
buques, audaces
capitanes realizaban viajes de tres a cuatro años, llevando al Río de la Plata vinos, almendras, aceite, sal y obra de construcción, tomando allá para La Habana tasajo y regresando para acá con maderas, azúcar, me-
laza, algodón, petróleo, Habana,
esos
cueros
coloniales.
Algunas
veces,
desde La
segunda y tercera vuelta a la Argentina. del tasajo, complicada más de una vez con el
veleros hacían
Esta fue la famosa ruta
y
una
tráfico de esclavos entre Guinea y Cuba y el de contrabando entre Cuba y
España. Hacia 1858 la marina catalana de la Costa de Levante sufre
un
eclip-
Las investigaciones realizadas en los astilleros revelan la fecha con precisión absoluta. Por lo tanto, la crisis de la marina mercante, refiriénse,
dose ahora también
la
española,
la
promulgación del decreto, suprimiendo el derecho diferencial de bandera (1868). Segurahalla
a
relación
es
anterior
a
la competencia que a los veleros hace un rival afortunadísimo: el buque de vapor. Éste es, por lo menos, el caso de la marina mercante vizcaína, que, rehecha de su sopor hacia 1848, mente
se
con una
en
con
matrícula de 410 barcos
en
1864
(los dos
tercios del
entró en barrena entre 1859 y 1864. Era preciso hacer adaptarse al nuevo sistema de navegación.
un
Cantábrico),
esfuerzo para
España no había quedado a la zaga en sumarse al progreso. En 1817 se inauguró el primer servicio de vapor en el trayecto Sevilla, Sanlúcar y Cádiz, con el buque Real Fernando, al cual sucedió dos años más tarde el llamado Neptuno. Buques de ruedas, de escasas posibilidades marineras, los vapores
no
compitieron
seriamente
con
los veleros hasta
después el Arquíi-
del invento de la hélice por el sueco Ericson y su aplicación en medes (1836). Desde este momento, acapararían la construcción naval los grandes industriales del acero: esto es, los ingleses. Las modestas tenta-
lograron colmar un vacío real y el gobierno tuvo que autorizar en 1853 la compra de buques de vapor al extranjero. Hay que tener en cuenta que en 1852 se fundaba en Santiago de Cuba la casa A. López y Compañía por Antonio López y Patricio de Satrústegui. Esta sociedad mandó construir el General Armero, primer buque de hélice de la marina española, con 716 toneladas de arqueo. Tal fue el germen de la omnipotente Compañía Transatlántica, establecida en Barcelona en 1881. Por aquel entonces disponía ya de doce unidades, con un desplazamiento total de 27.000 toneladas y líneas a Cuba, América tivas realizadas
en
España
no
TRANSPORTES Y COMERCIO
625
Central, Mediterráneo y Filipinas (desde 1884). Desde 1861 la Casa López había obtenido la adjudicación del servicio de correspondencia entre la Península y las Antillas, y ello le había ayudado a capear la crisis de 1868-1873. Con la Restauración se entra decididamente en una nueva fase de la marina española, Los puertos mejoran sensiblemente, gracias a la labor de las Juntas de Obras. La primera en constituirse fue la del puerto de Barcelona (1869); siguió luego la de Bilbao (1872). En pocos años las
juntas
ampliaron los puertos, haciéndolos aptos para el tráEstos buques dominaron cada vez más el negocio del
remozaron
fico de vapores.
y
dura competencia con los veleros. Tal se desprende, por lo menos, de las cifras recogidas en el estudio del movimiento del puerto de Barcelona de 1870 a 1900: si el número de buques de vela disminuye, el total de su tonelaje aumenta:
transporte marítimo, aunque
en
Años
Unidades
1869 1870... . .—. ..
.
..
.—..o..
.—.omm..
1875 1880 1885 1890 1895 1899
.
... ......
.
......
.
.
.
.
..
.
...
.
.
.
...
..
..Q..
.— .— .— .—.. ...
...
..
.
....
_—....oeo.
3.240
Tm.
en
millares
380 3ll 720 869 701 692 1.221 1.481
2.855 2.732 3.101 1.645 1.840 2.007 1.962
El tanto por ciento de aumento de tonelaje velero sigue un ritmo paralelo al de la marina de vapor, e incluso al total de las mercancías
importadas ladas
en
el mismo puerto de Barcelona (que pasó de 1.077.000 tone1869 a 5.300.000 en 1895). Quizá se trate de un anacronismo en
catalán y explique el futuro éxito de la marina Los vascos, en todo caso, se aliaron con el
estadística que hemos citado anteriormente
vasca.
buque de
vapor. En la
ventaja sobre Barcelona, en 1885, en el capítulo de vapores. Esta ventaja aumentó gracias a los capitales de que aquéllos pudieron disponer a fines del siglo xx. De 1896 a 1902 sólo los bilbaínos gastaron 130.000.000 de pesetas
adquiriendo
vapores
se
extranjeros. Ello explica
revela
su
que al finalizar el
siglo
sobre un total nacional de 786.355 toneladas de arqueo, la matrícula de Bilbao Poseyese el 39 por 100.
El vapor exigía lización
capitales, líneas regulares, racionadel negocio. Esto también favoreció el despliegue de las actividades vascas en este sector. Pequeñas empresas mavieras, como la Ybarra, fundada en 1823, extendieron su actividad hacia el Sur. En 1860, José M.2 Ybarra creó la Vasco-Andaluza, con sede en Sevilla, pero con concentración de
626
HISTORIA
tn
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
gerencia en Bilbao. Los hijos del fundador modificaron el nombre de la compañía llamándola “Ybarra y Compañía”, extendieron sus negocios por el litoral mediterráneo
(1885) y se convirtieron en la primera empresa nacional de navegación de cabotaje. Otra compañía vasca, la casa Sota y Aznar se dedicó a la navegación de altura, en la que muy pronto había de predominar. En 1890 los señores Eduardo Aznar y de la Sota y Ramón de la Sota y Llano contaban con cuatro vapores; en 1901, las navieras que dominaban reunían 67 buques con un arqueo de 216.000 toneladas. En el año 1906 se constituirá la Compañía Naviera Sota y Aznar. Por lo que respecta a los servicios transatlánticos regulares, al lado de la Transatlántica se fundó, en 1884, la empresa Pinillos, Sáez y Compañía, Cádiz y abundantes negocios en las Antillas. Tanto la Transatlántica como la Pinillos sufrieron graves pérdidas con motivo de la con
sede
en
liquidación del imperio colonial español Modificaciones español en el siglo
en
el
en
1898.
negocio comercial. — La historia del
comercio
está por hacer. Y no sólo en lo que atañe al comercio exterior e interior, sino, lo que es más importante, la historia del comercio en sí mismo, de sus técnicas y procedimientos, de sus desarrollos xIx
y retrocesos.
Hasta mediados de
siglo, el comercio se mueve dentro de los limites conquistados a fines del siglo xvIII, sin cambios profundos, ni transformaciones radicales. La organización mercantil de gran empuje descansaba en una casa central, con sede en Cádiz o Barcelona, que mantenía dos o tres sucursales en América, a menudo confiadas a familiares, y correspondientes en Londres o París. Según investigaciones recientes, el giro solía consistir en exportar mercancías a América, importar de allí metales preciosos, y aplicar los cuantiosos beneficios obtenidos en la compra de deuda pública francesa o inglesa, o sea, situar fondos en el extranjero. Así se estableció una perniciosa costumbre, impuesta por los altibajos de la política en España. A mediados de siglo este sistema experimentó no escasos choques, que lo hicieron entrar
en
la órbita del comercio moderno racionalizado.
La batalla fue dura y lenta. Contribuyó a vencer la rutina la revolución en el sistema de transportes y de transmisión de noticias. De todas ellas la más importante es la inauguración y desarrollo de la locomoción por
ferrovía (1849), que coincide grafos (también en 1848) y la
el establecimiento de los primeros teléaplicación del timbre postal a la correspon-
con
dencia (desde 1850). Con ello el comercio dispuso de eficacísimos de difusión. El comercio
experimentó, también,
una
revolución
unos
instrumentos
en sus
mismos mé-
TRANSPORTES
siglo triunfa
Y
COMERCIO
627
las capitales el sistema de precio fijo sobre el método medieval del regateo. La nueva norma es vender mucho para ganar mucho. Ello explica la aparición de dos elementos esenciales del negocio mercantil: la propaganda y el viajante. La propaganda
todos. Desde fines de
utiliza como instrumento principal el periódico. ofrecen al público mercancías cada vez más baratas y
empieza hacia 1830, De esta en
manera se
mayores
en
y
cantidades, Pero el periódico
no
suple
el contacto directo
viajante cada temporada. El desarrollo de la actividad de los viajantes de comercio coincide con el desarrollo del ferrocarril, del telégrafo y del sello de correos. Añadamos dos hechos que contribuyen al florecimiento mercantil. En primer lugar, la implantación del sistema métrico decimal, que inicia, que realiza
el
desde 1858, el lento camino de la unificación de pesas, medidas y monedas Luego, la innovación en el utillaje mental y comercial que representa la difusión de las exposiciones. Éstas fueron en el siglo XIX la universidad de los
corherciantes,
porque sirvieron de
poderosa divulga-
ción de técnicas industriales y objetos manufacturados. Los comerciantes españoles acudieron a lasigrandes exposiciones internacionales celebrael extranjero (París, Londres, Filadelfia, Chicago) y regresaron de ellas con nuevas ideas. Por otra parte, las exposiciones nacionales,
das
en
celebradas desde 1827, y las regionales (la primera, la de Barcelona de 1841)
contribuyeron a despejar horizontes para la industria y el comercio, La Exposición Internacional de Barcelona de 1888 coronó el dorado decenio 1876-1886 y significó la consolidación de la capital catalana como astro de primera magnitud en el firmamento económico europeo. A pesar de su grandes ventajas, el nuevo sistema comercial se impuso lentamente. Sólo una minoría, radicada casi exclusivamente en Cataluña, no desmaya en recorrer tan arduo camino. El resto del país continúa apegado a sus ferias y mercados tradicionales, ignora los elementos más rudimentarios del crédito (como la letra de cambio) y del negocio mercantil (la venta en comisión). El estancamiento de la masa de consumo española explica la fragilidad del desarrollo industrial del país.
Dinámica del
comercio exterior español. — En el desarrollo del comercio exterior español a lo largo del siglo XIX se registran dos grandes etapas. Una de contracción, de 1814 a 1854, y otra de expansión, de 1854 hasta 1900. Sobre la primera tenemos noticias muy fragmentarias, de modo que no podemos establecer en una serie coherente apoyarnos
una
dinámica estadística. Desde 1850,
para
en
cambio, las cifras
aunque
veraces (el Prof. V. Andrés Álvarez ha insistido absolutamente seamiento que
implica la confusión
entre “valor
en
no
el fal-
arancelario” y “valor
628
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
estadístico” de las mercancías, en que ha incurrido toda la legislación aduanera española de 1869 a 1930), nos procuran un elemento de continuidad importantísimo. El período de contracción
el comercio mundial
después de las guerras napoleónicas se agravó, en el caso de España, por la pérdida de las colonias americanas. Ya hemos aludido antes a lo que ello significó en la economía global española. Para dar los detalles estadísticos precisos, en
hemos de presentar los que recogiera Moreau de Jones en el momento de consumarse la ruptura entre España y su antiguas colonias. En 1789 la estructura del comercio exterior
español podía
resumirse
de la siguiente forma: Extranjero
Colomas
Totales
IMPORTACIONES Mercancias. Numerario
......
.
.......
.
520.000.000
216.000.000 488.000.000
736.000.000 488.000.000
704.000.000
1.224.000.000
172.000.000 348.000.000
564.000.000
736.000.000 348.000.000
520.000.000
564.000.000
1.084.000.000
1.040.000.000
1.268.000.000
2.309.000.000
—
520.000.000 EXPORTACIONES
Mercancias. Numerario
.
.
.
.....
—
deduce que el déficit real (unos cien millones de reales de mercancías) quedaba sobradamente compensado por el saldo fa-
De donde en
.....
.......
TOTALES
vellón,
.
.
se
vorable de la cuenta de metales preciosos (unos ciento cuarenta En 1829 la estructura era la siguiente: Extranjero
Importaciones
Exportaciones. TOTALES.
.
.
.....
.
.....
.
El retroceso
.
.
...
380.800.000
Colonias
millones)
Tntales
204.400.000
77.200.000 56.000.000
458.000.000 260.400.000
585.200.000
133.200.000
718.400.000
el comercio exterior durante cuatro decenios es indudable y representa, sin las del comercio de contrabando, pérdidas del orden de 300 a 400 por 100. Verdaderamente, el país había alcanzado uno de los baches económicos más dramáticos de su historia. Pero en
rehaciéndose entre 1830 y 1850. A partir de este momento, las series estadísticas permiten reconstruir la dinámica del comercio español hasva
ta 1899
en
las siguienes cinco fases:
TRANSPORTES Y COMERCIO
629
! |
8
8
2
FLUCTUACIONES DE
8
REE
1
8
E
8
3
sg q"
ESPAÑOLA EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX. exportaciones. Las cifras de la izquierda, en millones de
LA BALANZA COMERCIAL
Signos: 1, importaciones; 2,
pesetas.
Salto brusco entre 1850 y 1859, iniciado en 1852-1853, pero que se desarrolla rápidamente a causa de la guerra de Crimea. El promedio anual del comercio total para el quinquenio 1850-1855 fue de 352 millones de pesetas; el siguiente fue de 606 millones. Tomando como 100 la media del decenio 1866-1876, el empuje ascendente de los índices se revela clarisimamente: 36, en 1852, y siguiendo hasta 1857: 43, 49, 62, 64 y 74.
Luego sigue
breve caída de reordenación (1854, > 67 69
conoce
se
76). La tercera
fase del
comprende el decenio de 1870 a 1879 y revela una euforia innegable. La expansión comercial de este período puede explicarse por dos motivos: en primer lugar, porque coincide con el ápice del ciclo alcista secular, España se aplica un librecambismo moderado después de la aprobación del arancel de 1869. Las características de esta fase son las siguientes, Para el primer quinquenio comercio exterior
630 un
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
promedio anual de 1.025 millones de pesetas,
y para el
1.045 millones. Los índices revelan cierta inestabilidad
segundo, de (1873: 122; 1874,
113; 1876, 109), pero con franca tendencia alcista desde la restauración de la monarquía en el país (1877, 115; 1879, 124). La cuarta fase es de grandísima expansión. Abarca de 1880 a 1889. En la terminología catalana, que podemos generalizar a toda España, este periodo recibe un nombre típico: “La fiebre del oro”. Se realizan grandes negocios por la exportación de vino, la venta de minerales al extranjero, el auge de la exportación de tejidos y la industrialización del país. Por todo ello este decenio se sitúa en la cima del progreso económico efectivo del siglo xIX español. El primer quinquenio ofrece un promedio anual de 1.455 millones de pesetas, o sea, que en el espacio de treinta años (una generación) el volumen del comercio exterior español habría
quintuplicado.
En el
segundo quinquenio (1885-1889) el ímpetu se estabiliza (índice anual medio, 167, respecto al anterior, 159), lo que se notaría más corrigiendo las cifras con la depreciación de la peseta en el extranjero. La quinta fase, de 1890 todo el Occidente, aunque mente
20
marcada por
una
a en
1899, el
es
caso
de contracción, similar a la de de España queda significativa-
irregularidad manifiesta,
con
ápices
de 195
»
a
[a] q
o
La) N
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E
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9
Le)
2]
o
7900
J
“)
Desarrollo del comercio español en la segunda mitad del siglo xix, calculado en su valor monetario nominal (no corregido). Signos: 1. Índices anuales; 2. Promedios quinquenales. Base 100 = media 1866-1876. —
TRANSPORTES
Y
COMERCIO
631
(1891) y 206 (1897) y baches de 150-151 (1893-1894) y 166 (1896). Ello se explica por la guerra de Cuba y la depreciación de la peseta, cuya caída a partir de 1895 enmascara cifras e índices de producción y comercio,
La balanza comercial. — Gracias
las series
estadísticas, conocemos un fenómeno característico de la balanza comercial española del siglo x1x: el déficit constante. El comercio exterior se salda generalmente con pérdida. Importamos más que exportamos. Desde 1850 a 1900 solamente once años fueron favorables, o sea la quinta parte del total. El profesor Sardá ha señalado las formas de liquidación de este déficit: emisión de deuda exterior, pérdida de moneda metálica, inversiones de capitales extranjeros, remesas de rentas de emigrados españoles en América. No obstante, fue un lastre pesado, que explica una de las causas el aspecto económico y financiero. 1900 los momentos favorables de la balanza comercial
del fracaso de la Restauración Desde 1850
a
a
en
a) Un período de tres años, 1853-1855, correspondiente a la guerra de Crimea; b) dos años excepcionalmente sueltos, uno correspondiente a la primera República (1873) y otro a una punta ocasional en 1881; c) los años de la crisis filoxérica francesa, esto es: 1888, 1889 y 1890, y d) el período de la guerra cubana e hispanoamericana, 1895, 1897 y 1898, con envíos de mercancías al ejército de operaciones en española fueron
cuatro.
las Antillas y Filipinas. Como puede observarse
gráfico (p. 629), el déficit más pronunciado comprende dos períodos. El que se extiende de 1861 a 1871 (época de gran equipamiento industrial), con un máximo deficitario de 296 millones en 1868, año del destronamiento de Isabel II, y el de los años 1883-1887, con déficits menos pronunciados, pero todavía del orden de 127 millones en
en
el
1886.
Estructuración del comercio exterior. — Para la primera mitad del siglo poseemos escasas referencias. Casi es inútil intentar una reconstrucción, puesto que la presencia de una materia en las listas de importación o exportación puede ser fortuita o eventual. Tal creemos que sucede el
del trigo, según aparece en las estadísticas de Moreau de Jones del año 1829, De acuerdo con las mismas, España importaba, en primer lugar, gécon
caso
coloniales (azúcar, café
25 por 100 del total; tejidos (algodón, lana, lino y seda), por un 23 por 100; tabaco y pesca salada por un 8 por 100 cada uno; el resto era indiferenciado. Importaciones de neros
tipo industrial moderno,
y
como
cacao)
por
un
hierro y acero, sólo
representaban
el 0,25
632
HISTORIA
ECONÓMICA
ESPAÑA
DE
importaciones. En el capítulo de las exportaciones compartían la supremacía, en 1829, el trigo, la lana y el vino, con el 20, el 15 y el 14 por 100 del total, seguidos ya de lejos por las frutas, el plomo y el aguardiente (del 8 al 4 por 100). Excepto por la aparición del plomo y la eventual primacía del trigo, el cuadro de las exportaciones (que abarcaba, además, corcho, hierro, mercurio, pieles y géneros coloniales) es una supervivencia del siglo xvir. En 1830 la revolución del carbón y del acero no ha llegado aún a España. por 100 de las
Veamos ahora la estructuración del comercio exterior siglo. Las cifras se indican en el cuadro adjunto.
a
mediados de
divergencias con la estructura que se ha dado para comienzos de siglo. La más estridente será la aparición de trigo, harina y maiz en las importaciones de 1857. Pero, contrariamente. a lo que podría suponerse, no tiene interés característico. Sabemos que No encontramos muchas
el trienio 1856-1858 fue terriblemente deficitario
cereales. Por lo Pero este dato es engañoso,
tanto, fue preciso importar tales géneros.
en
según sabemos (pág. 587), el período de exportación de trigo y harina no coincidió con los primeros años de la restauración de Fernando VII, sino con el ventenio 1853-1878 que siguió a la desamortización. Eliminado este factor, los cambios más notables son, en la importación, el aumento del capítulo de hierro y maquinaria, y en la exportación el porque,
aumento del volumen de ventas
en
cada sector
especializado.
EXPORTACIÓN 1857
IMPORTACIÓN 1857 En millares de reales 1851
Azúcar.
.
Algodón.
.
.
Cacao...
.
.
..
........
..
e ..
o...
Tejidos de lana Bacalao
..
....
.....
...
...—..
Tejidos de algodón. Tejidos de seda. Hilaza Cueros. Carbón
..
y
Maiz. Hierros.
..
.....
........
.
.
.
.........
.
.
..
Tejidos de hilo Trigo
.
harina
.—...
.....
.
.....
eo.
..
.
.
.
.
on.
.
..
87,5 83,45 41,78 37,52 37,36 32,90 27,39 18,39 18,23 17,53 16,70 —
—
7,09
1851
1857
118,83 793,97 48,43 62,36 59,85 33,46 231,15 —
1651 23,25 15,34 370,18 46,19 174,90
Las cifras del comercio exterior
Tabacos
—
..
Máquinas Vinos
.......o.
.
Lana. Pasas Harinas
.
......
.
....e.ose..
.
.... .....
.
.
Accite.
..
Plata...
.
.....e...
...
..
Jabón
.
..... ....
Corcho
o.
ome...
._..e——..
........e.2..
......
Naranjas...
en
e... e.. ..
......
Plomo.
Sal.
........
ne...
13,10 133,91 50,865 37,55 33,44 29,44 19,80 17,66 15,64 10,77 9,88 —
....e..
1877 revelan
una
1857
29,81
727,938 379,93 92,79 40,53 59,66 71,96 78,93 62,12 117,61 12,97 —
10,01
estructura que
rápidamente en la importación, a consecuencia de la industrialización del país. En la exportación, los capítulos apenas está transformándose
varían. Veamos las cifras:
633
TRANSPORTES Y COMERCIO
EXPORTACIÓN 1877
IMPORTACIÓN 1877 En millones de pesetas
Fibras textiles,
Maquinaria
.
...
.
.
materiales
y
construcción Productos alimenticios. Combustibles .
..
Tejidos.
.
..
.
...
.
.
.
Tabacos.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
siglo
70,34 52,79 37,16 34,31 27,58 14,28 13,85
....
.
mee.
rrese—o
ee.
.eoe
.
Esta estructura nios del
la
eee
.
.
para
x1x.
e...
.
Vinos...
Plomo
e...
re.
...
Aguardiente. Cueros y pieles.
.
87,94
e...
.
Las estadísticas
Harina y Pasas...
Naranjas.
trigo.
.
e
Corcho.
......Q...
......
..
.
..
.
eco,
eee...
.... ... . ....o.
Mercurio...
...
ere,
...... —.....
Aceite...
eo...
Calzado
se
..
..... ere...
. . ....
.........
cambiar notablemente
va a
e... oQo.oÑo
.
en
presentan
129,92 59,98 43,10 26,42 10,83 10,65 8,83 8,62 8,43
los dos últimos dece-
en
la siguiente forma:
IMPORTACIONES 1883, 1893, 1903 (Tanto por ciento del total)
Productos alimenticios. Combustibles y carburantes Fibras textiles. Productos químicos. .
.
.
.
.
Tejidos
.
Maquinaria Varios.
.
.
y
o.
.
.
.
.
.
o.
.
.
.
.
.
o.
e.
—«
e
.«
—«
.
.
o.
.—.
e
e
.
e
.
.
2.
.
2.
materiales para la construcción e
.
.
1883
1893
41,38
26,13 9,78 19,82 3,15 5,26 26,57 9,29
5,604
18,72 2,30 7,98 124,33 9,65
1903
17,88 11,65 23,27 9,10 6,49 22,73 8,88
puede observarse, en 1883 el extranjero tiene que acudir en ayuda de España para socorrerla en sus dificultades alimenticias. El déficit de trigo es particularmente grave, no sólo por las divisas que comporta (el 9 por 100), sino por revelar el fracaso de los métodos agrarios españoles del siglo xrx. Al lado del trigo hay otras partidas importantes y ya tradicionales: la pesca salada, el azúcar, el café y el cacao. En el capítulo de fibras textiles figura de manera especial el algodón. En 1883 representaba el 12,5 por 100 del total, cifra realmente considerable. Pero no lo era menos la destinada a tejidos. En cuanto a máquinas y materiales de construcción, la importancia del porcentaje revela Como
la intensidad del proceso de industrialización. En este momento aún se continúa importando material ferroviario (5,35 por 100). En 1893, diez años más tarde, la estructura de la importación se ha modificado ligeramente, puesto que los productos alimenticios descienden
26,13 por 100, las fibras textiles aumentan a un 19,82 por 100, y las máquinas y materiales de construcción también aumentan a un 26,57 por 100, aunque siguiendo una expansión normal. En cambio se nota un a
brusco
el grupo de combustibles y carburantes, que pasan del 5,64 por 100 al 9,78. Al revés, disminuyen las importaciones de tejidos.
avance
en
631
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
1903, o sea al entrar en el siglo xx, el proceso de reajuste de las importaciones está mucho más evolucionado. Disminuye muchísimo la Hacia
importación de productos alimenticios (del 31 por 100 de 1883 se ha bajado al 18), pues el suelo ha empezado a rendir gracias a la introducción del sistema de abonos (como se nota en la columna de productos químicos, que del 2,30 por 100 salta al 5,10 por 100). Aumenta también la cantidad de carbón y hulla que necesita la industria, que pasa del 5,64 al 11,65 por 100. Continúan progresando las compras de fibras textiles, pero disminuye la importación de maquinaria y elementos de construcción, lo que indica el continuo progreso de la industria textil y el naciente empuje de la siderurgia vasca. El comentario la
a
esta tabla
exportación gravitaba
obvio. En 1883, el 52,74 por 100 de sobre el viñedo y sus productos. A este capies
EXPORTACIONES 1883, 1893, 1903 188?
Vinos.
.
.
e...
NE E
Aceite
.
.
Naranjas.
.......
.
Almendras. Lana
Plomo Cobre. Hierro
.
....
.
....
......
.
........
.
......e..
.
.
....
Tejidos... Calzados. Corcho. Varios.
.
.
....eo.e..
Animales.
.
.
.
.
...
......
......
.......
.
48,35
«e.
.
.
.
.
...
1893
19n3
18,74
11,34
1439
5274
480
23,54
4,56
16,90
3,66
3,06
5,50
5,50
6,67
6,67
3,29 0,70
3,90
2,88 2,03
4,91
8,15 0,46
8,61
4,70
1,08 2,09
3,17
1,93 3,18
5,11
8,47 5,99 5,96
20,42
10,76 9,— 8,50
28,26
9,26 10,78 15,90
35,94
1,46 1,41
2,87
10,88 5,20
16,08
4,42 2,35
6,77
2,04
2,04
4,57
4,57
4,97
4,97
l
1,25 3,45
9,58
13,97
15,03
tulo agrario cabe añadir un 12 por 100 más de productos del campo y de la ganadería. El segundo lugar, con un 20,42 por 100, lo ocu-
paban los minerales: plomo, cobre y hierro, que se exportaban en proporción similar. Las demás partidas son insignificantes. Ninguna de ellas, ni siquiera el corcho, rebasa el 3 por 100. En 1893, a consecuencia del esfuerzo de equipamiento industrial, la estructura de la exportación se modifica. El vino ha quedado reducido al 23,54 por 100 del total. Se ha producido en este capítulo un bajón
TRANSPORTES Y COMERCIO
635
la extensión de la filoxera por España y a la defensa del mercado francés. En cambio, la exportación de minerales continúa aumentando y representa cerca del 30 por 100 del total. Ahora bien. en este momento existe la esperanza de que España va a contar
tremendo, contemporáneo
con
una
industria de
a
exportación
a
base de
tejidos, calzado
y corcho.
más del 20 por 100 del total. En 1903, en el umbral del presente siglo, la exportación de los productos del viñedo ha disminuido de nuevo, hasta llegar a un 16,90 por 100 del total. En cambio, la de los minerales aumenta hasta un 35,94 Estos tres
géneros juntos representan
España se vacía de cobre, plomo y hierro; las vetas más apreciadas desaparecen desde 1890 a 1910. La industria de exportación resiste con un 11 por 100, pero ha perdido un 9 por 100 y excepto el corcho, que aumenta, todas las demás partidas están en crisis. Aquí se nota la pérdida de las colonias de manera profunda. En el resto de los productos del campo hay dos cambios notables, que anuncian la estructura de la exportación española durante el siglo xx: el aceite sube al 6,77 por 100 y las naranjas alcanzan ya el 9 por 100 del total de la exportación. por 100. Es el momento
en
que
46
La
política
La articulación económica
económica
española.
—
En el transcurso del
siglo x1x largo del
hecho la articulación económica española iniciada a lo siglo anterior, y ello gracias a dos factores esenciales: el desarrollo de los sistemas de comunicación, que permitieron el intercambio creciente de productos, especialmente a partir de 1880, y el afán expansionista de es
un
determinados grupos industriales, muy activos en la vida económica del país. Estos últimos, que disponían de capitales considerables, y eran responsables del trabajo de sus obreros y, en última instancia, de sus pro-
pios egoísmos, presionaron hasta hacer posible una economía española conjunta. La burguesía triunfó en el empeño en que habían fracasado los Austrias y los primeros Borbones. Los grupos
a
que
acabamos de aludir fueron:
catalanes, presentes desde
1827
a
través de
sus
a) los algodoneros
instituciones caracterís-
ticas, primero la Comisión de Fábricas, luego el Instituto Industrial de
finalmente, el Fomento del Trabajo Nacional; b) los cerealistas de Castilla y Andalucía, los cuales detentaron la máxima influencia política a través del gobierno y de las Cortes, y c) los metalúrgicos vasa cos, presentes en la última y definitiva fase de la articulación, o sea,
Cataluña,
y,
partir de 1880. Los grupos actuaron en un sentido proteccionista, o sea en el de poner barreras a la libertad de comercio exterior de los productos en que estaban interesados (cereales, tejidos y hierro). Sin embargo, ninguna de
posibilidades proteccionistas habría sido eficaz, si no hubieran contado, como diagnosticó Flores de Lemus, en calidad de contrapartida comercial, con productos de exportación: aceites, vinos y minerales.
estas tres
LA
POLÍTICA ECONÓMICA
637
El siglo x1x fue de dura y porProteccionismo y librecambismo. fiada batalla entre librecambistas y proteccionistas. Explicarla puede —
ejercicio histórico, pero es, además, una responsabilidad, pues sobre tal tema se discutió, se discute y se seguirá discutiendo. Examinemos las principales posiciones. Los librecambistas afirman que el proteccionismo obedeció a una causa unilateral: el deseo de la burguesía de ganar dinero a costa del consumidor. Aseguran que, en lugar de aceptar unos aranceles “educadores”, los grupos industriales defendieron una posición de monopolio, palabra que no es nueva, sino que ya figura en la polémica del siglo xix. Parapetados tras los aranceles más elevados del mundo, los proteccionistas impusieron el sacrificio de toda oportunidad de expansión industrial, de rebajar el coste de los productos y mejorar la calidad técnica, con lo cual España siempre anduvo a la parecer
un
zaga del progreso mundial. A este argumento suele añadirse
otro,
significativo. Siendo de la campaña proteccio-
no menos
la
burguesía fabril catalana la que llevó el peso nista, se ha argiiido que Cataluña sacrificó a sus intereses los de las demás regiones de España, exigiendo un proteccionismo que no era más que un subterfugio par acumular capitales. Incluso se utilizó muchas veces
proteccionismo catalán había creado el arma amenazadora, que podría esgrimir a su
el argumento de que el
regionalismo político
como
objetivos. La acusación de esta escuela es que con el importe de las camisas pagadas a sobreprecio por los castellanos, España se habría podido pagar, después de vestirse a buen precio, algo antojo
para
lograr
sus
más que la red de ferrocarriles. Por el contrario, la posición del era
que sin
(aranceles
una
proteccionista,
intervención del Estado
en
ya durante el
siglo
xrx,
materia de comercio exterior
y tratados
comerciales) y en la represión del contrabando (enorme y dilatado), no era posible ni soñar siquiera con mantener la industria establecida en Cataluña como en cualquier otra parte de España.
El punto de partida ideológico del proteccionista fue muy vario, y ello demuestra que respondía, no ya a un argumento político, sino a convicciones vinculadas al desarrollo industrial. Nacido en el seno del
partido progresista,
grandes defensores iniciales fueron Jaumandreu, Borrego y Madoz. La teoría fue compartida luego, indistintamente, por políticos liberales y conservadores, demócratas y federales. La doctrina básica de los proteccionistas era que no había que comparar a España con Inglaterra, por la diferencia de sus mercados interior y exterior. Si se abrían las puertas de España al comercio extranjero, quedarían arrasadas todas las posibilidades de la economía nacional. Los su
638
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
proteccionistas buscaban argumentos en la realidad y los encontraban en ella. La decadencia de la industria sedera, desde los aranceles de 1841, y el declive de la construcción naval, desde la abolición del derecho difcrencial de bandera
1868, fueron grandes argumentos que utilizaron
en
denuedo y eficacia. En mántico el trabajo nacional
con
una
palabra, defgndían
con
entusiasmo
ro-
fuente de riqueza y respondían a los librecambistas diciendo que sin su industria España no habría tenido ni vestidos ni ferrocarriles, como
Entre estas dos escuelas.
moderno debe hallar el
proteccionismo con la coyuntura económica. En efecto. desde 1815 1841, el proteccionismo era inevitable, no sólo como tradición guberna-
nar
a
una
proteccionista y librecambista, el historiador posición científica, y ésta no es otra que relacio-
mental dimanante del
siglo
xvi, sino
como
único remedio para superar y, sobre todo, la separación
la catástrofe de la guerra de Independencia de las posesiones americanas. De 1841 a 1848, coincidiendo mera
sacudida alcista de la onda
larga de la coyuntura,
con
la pri-
empezaron
a
desmoronarse las barreras aduaneras. Sin duda éste habría sido el período más favorable para acabar con el proteccionismo, si los grupos indus-
triales,
en
exceso
desarrollados
en
relación
con
la
exigiiidad
de los
país, hubiesen hallado un mercado de consumo para vender productos de calidad; pero tanto la falta de técnicos industriales, como el bajo nivel de la vida de los campesinos españoles, determinaron la subsistencia del proteccionismo enmascarado. Sin embargo, de 1869 a 1891, cuando Europa respiraba a pleno pulmón el aire del recursos
económicos del
librecambio y la gran oleada favorable de la coyuntura, fue preciso abrir las puertas al comercio extranjero, con la finalidad de completar el equipo técnico e industrial del país y, sobre todo, superar el gran bache de la crisis de 1866, de que se hacía responsable al proteccionismo.
vigor extraordinario y también experimentaron mejoría industrias básicas, cual la siderúrgica. Sin embargo, dos decenios más tarde, la crisis internacional de 1886 dio oportunidad a los proteccionistas catalanes para sumar a su causa a los metalúrgicos
El comercio cobró entonces
un
los cerealistas castellanos. Así se ganó la batalla de los aranceles de 1891 y se establecieron las bases de la articulación proteccionista de la economía española. La pérdida de las colonias en 1898 acabó de
vascos
y
a
remachar el clavo, y preparó la había más remedio que rubricar
adopción de los aranceles de 1906. No con una firma proteccionista el desastre
colonial.
principio del mercado reservado: el arancel de del siglo X1x, el criterio del Estado, basado todavía
Mantenimiento del 1825. — A comienzos
LA
PULÍTICA ECONÓMICA
639
los principios mercantilistas proclamados por el arancel de 1778, ratificado por los Aranceles Reales, recopilados, de 1785, empezó a modificarse en sentido técnico. Tal es el arancel de Carlos IV de 14 de abril de 1802, el cual, según algunos autores, señala el tránsito del sistema mercantilista al proteccionismo de tipo decimonónico, en
Este progreso lo detuvo la guerra de Independencia. La convulsión de 1808 a 1814 amenazó con desplomar el edificio estrechamente proteccionista del siglo xvIII, de un lado por el desarrollo de una filosofía
librecambista, representada figuras de tanto valor intelectual
la cátedra y
económica de tipo
en
nisterio por
como
en
el mi-
Canga Argielles
y
Flórez Estrada: de otro lado, por el desarrollo extraordinario del contrabando, que practicaban no sólo las tropas inglesas y francesas, sino tam-
aprovecharon aquellas tristes circunstancias par hacer pingiies negocios. La paralización de la economía española explica que los mismos liberales adoptaran una política declaradamente proteccionista durante el trienio constitucional. Tal es la tendencia del llamado Arancel de las Cortes, que éstas votaron por ley de 6 de octubre de 1820 y completaron con el sistema de Aduanas de
bién los mismos
españoles,
que
11 de noviembre y el Arancel General de 20 del mismo mes y año. La modernidad de los puntos de vista arancelarios y técnicos sitúan la obra
arancelaria de los liberales español del siglo xIx. Pero la teoría
en
la misma base del desarrollo aduanero
y la
realidad muy otra. El desbarajuste provocado en las fronteras por la insurrección de los realistas en 1821-1822 y luego la intervención en España del ejército de los Cien mil Hijos de San Luis (1823-1827), aumentaron el contrabando y comprometieron de nuevo
era una
la vida económica
el ministro
española.
1825 el grupo formado por colaboradores dio muestras de un
Pero
en
López Ballesteros y sus criterio inflexible, conforme a los intereses del país. Por esta causa, el arancel de 19 de octubre de 1825, aprobado por R. O. de 8 de marzo de 1826, es francamente proteccionista. Permitió rehacer y reordenar la economía española, aproximando Fernando VII a los burgueses y a los grupos proteccionistas entre sí. Sánchez Ramos lo ha calificado de arancel proteccionista de gran “sentido educador”, aunque lamenta que esta actitud abriera paso a una política absolutamente proteccionista y frustrara la idea de un descenso en el precio de los costos industriales. El arancel de 1825 se basó en la aplicación de un derecho único ad
valorem, en reales y maravedís, sobre el derecho diferencial de bandera, recargando a los buques extranjeros entre un 50 y 300 por 100 respecto de los nacionales. Incluía también una lista de derecho de balanza y puertos, a menudo muy recargados, y otra de géneros prohibidos. Ésta la
640
HISTORIA
formaban 657
artículos,
con
ECONÓMICA lo cual
se
DE
ESPAÑA
definía el criterio de mercado
reservado. No
obstante, ningún
grupo activo de la vida económica del
país
en-
contró suficientemente proteccionista el arancel de 1825. Eso se revela en una memoria publicada en 1827 por la Diputación de Vizcaya, en la
solicitaba medidas más rigurosas para prohibir la competencia y dar facilidades a la producción de las herrerías. En Cataluña sucedía lo mismo, como se demuestra en la historia de la Junta de Comercio y la Comisión de Fábricas, que aglutinaba a los algodoneros. Estas dos instique
tuciones se
observa
Dollfus so
se
en
mostraban extraordinariamente celosas de
derechos,
como
reclamaciones contra el permiso al austríaco Enrique 1827 para introducir treinta mil piezas de percales y muselinas, en sus
pretexto de establecer
nando,
sus
una
fábrica de tejidos y algodones
y contra la concesión que recibió
en
San Fer-
Bonaplata en 1832 para introde reales, a cambio del estable-
ducir mercancías por valor de un millón cimiento de las máquinas de tejer y de vapor en Barcelona. De hecho esta polémica quedó cerrada por el Real Decreto de 30 de abril de 1832, que estableció que turas de
algodón
no
había
privilegio alguno
para introducir manufac-
España. Este decreto no arregló la situación, pues al año siguiente estalló la guerra civil entre carlistas y liberales, que extendió el contrabando en el país. Los carlistas, que controlaban las fronteras, se servían de esta posición para inundar España con géneros del extranjero (hierro y
textiles),
en
que resultaban más baratos que los nacionales. Era éste
sistema que tenía
sus
economía del bando Cambio
en
la
ventajas
para recaudar fondos y
liberal, sostenida
política arancelaria.
un
desorganizar la
por los industriales.
Los aranceles moderados de 1841
Acabada la guerra civil en 1839, fue preciso reorganizar el país. Entre otras muchas cosas que el gobierno debía atender, la más importante era, sin duda alguna, la legislación aduanera, caótica y enmaranada. Las reclamaciones contra ella eran constantes, especialmente por parte de los grupos librecambistas que entonces dominaban en el gobierno y cuyos clamores contra los proteccionistas habían conmovido a la intelecy 1849.
—
tualidad y al periodismo de la Corte. Hay que tener en cuenta que el gobierno tenía como principal punto de vista el del consumidor, y que aun contando con los intereses de los industriales debía también atender
opinión pública madrileña. Por esta causa, el gobierno presentó a las Cortes, en 1841, un proyecto de ley que establecía cuatro tarifas arancelarias: una para la importación de géneros del extranjero, otra para la importación de géneros de América, la tercera para géneros a
la
LA
POLÍTICA ECONÓMICA
importados de Asia y la cuarta para géneros que Aprobado por la ley de 9 de julio de 1841, este
641
exportasen del reino. arancel mejoró notablemente la clasificación de los artículos. Constaba de 1.506 partidas, de las cuales 807 venían gravadas con un derecho de un 15 por 100; 247, con un 20 por 100; 94 con un 25 por 100, y algunas con un 30 o 50 por 100 se
prohibidas las siguientes manufacturas: algodón, calzado, trajes hechos, muebles, buques de menos de 400 toneladas, armas de fuego, hierros labrados, hojalatas, así como ciertos productos del campo (trigo, cereales, lana). Estas prohibiciones, que en los aranceles de 1841 formaban un grupo de ochenta y tres partidas, representaron un triunfo importante de los
de
valor. Continuaron
su
los cuales hemos aludido antes: textiles catalanes, cerealistas castellaros y ferreteros vascos. El hombre de la campaña del proteccio-
núcleos
a
que libró las más duras batallas contra los
progresistas empeñados en obtener un arancel librecambista, fue Juan Giiell, quien desde el Instituto Industrial de Cataluña, logró galvanizar los ánimos y reunir los esfuerzos necesarios, tanto en Barcelona como en Madrid, para imponer nismo,
un
criterio moderado para la
mente, este último
prórroga del arancel de
1841. Evidente-
arancel de transición. Caído el
régimen progresista y en el poder los moderados (liberales más conservadores), la reorganización del Estado que éstos emprendieron hacía prever que no dejarían tampoco al margen un aspecto tan importante de la economía nacional como era el arancel. Ya en 1845 Alejandro Mon, autor de la relorma de la Hacienda española, habíase preocupado de da cuestión de los aranceles. Desde este momento la polémica no abandonó la prensa ni los corrillos parlamentarios; incluso desde los centros gubernamentales
los industriales catalanes de mantener la guerra civil y las discordias intestinas para fomentar el proteccionismo, lo cual era opuesto a la realidad. Fue al calor de esta polémica que Juan Giiell, Yllas y Vidal y Manuel Durán y Bas, a través de las columnas de los se
acusó
era un
a
periódicos y del Instituto Industrial de Cataluña, cuya fundación es de 1848, emprendieron una nueva campaña, respondiendo a las acusaciones de que era objeto la industria algodonera. En definitiva, la polémica se resolvió
ley de 17 de julio de 1849, que autorizó la reforma del arancel. Hubo grandes presiones cerca del general Narváez, que entonces era presidente del Consejo de Ministros, y ejercía una especie de dictadura. Una comisión regia se trasladó a por la
Barcelona para averiguar la veracidad de los datos proporcionados por los industriales catalanes. Mientras ésta actuaba, se registraron varios cambios en el ministerio de Hacienda (Bertrán de Lis, Orlando, Mon). Finalmente, este último logró hacer aprobar la ley, cuyas bases eran las -1
—
IE
ECONÓMICA
DE
España
642
HISTORIA
siguientes: la maquinaria
pagaría
un
derecho de
ECONÓMICA
para la
importación
DE
ESPAÑA
agricultura, las de 1
a un
minas y las fábricas 14 por 100 de su valor; las
primeras materias similares a las obtenidas en España, las hullas y las manufacturas extranjeras, del 25 al 50 por 100; los artículos extranjeros no fabricados por la industria nacional, un 15 por 100 en general, y, en algunos casos, incluso el 25 por 100. En fin, el derecho diferencial de bandera
se
establecería al límite del 20 por 100 sobre las mercancías
embarcadas. El arancel
promulgado (5 de octubre de 1849) a resultas de esta ley contenía 1.410 partidas y sólo se prohibían catorce artículos; por lo tanto, podemos decir que había pasado a mejor vida el principio del mercado reservado. Se derogaron toda clase de privilegios a industrias o sociedades, desaparecieron las tarifas para América y se autorizaron los depósitos comerciales (que los industriales consideraron siempre como manantiales de contrabando). Técnicamente se adoptó el sistema de tarifas específicas. En el campo metalúrgico, la única prohibición que se hizo fue la de importar armas de fuego; pero los artículos de hierro entraban en el país con recargos importantes. En cuanto a la industria textil, se permitió la entrada de hilados desde el número 60 en adelante, y de los tejidos, muselinas y pañuelos, desde 26, 15 y 20 hilos para arriba, respectivamente. El hecho de
establecieran estos topes salvó a la industria catalana, porque casi toda ella trabajaba a números inferiores a los antes citados: en general, el mercado español consumía hilados de los números 18
a
que
se
22.
El arancel de 1849 subsistió durante
publicaron subsiguientemente (29
de
largo tiempo, porque los que se septiembre de 1855, 6 de octubre
de 1856, 2 de octubre de 1857, 28 de octubre de 1858, 29 de noviembre de 1862 y 25 de noviembre de 1865), fueron normas arancelarias dispuestas pará acoplar los nuevos principios del sistema métrico decimal, o bien las nuevas unidades de valor, reales y escudo, al arancel básico de 1849.
último, Sánchez Ramos afirma que fraguó la destrucción de la riqueza minera española, afirmación que no nos atreveríamos a suscribir íntegramente.
A
propósito de la persistencia de
este
época librecambista. El arancel de 1869 y la base quinta. de 1859, coincidiendo con la oposición progresista al gobierno La
bel II
se
había desarrollado
en
de los aranceles. Esta sociedad
Madrid
adquirió
—
Des-
de Isa-
asociación para la reforma importancia a raíz del ciclo de
una
conferencias que organizó en 1862-1863. Figuraron en este curso los políticos que en 1868 habían de brillar como figuras de primera magnitud:
Echegaray,
el
duque de Almodóvar del Río, Moret, Castelar, Figuerola,
LA
POLÍTICA ECONÓMICA
643
Azcárate, Pedregal y Pastor. Sus insistentes campañas por importantes asociaciones mercantiles madrileñas, se reflejan en la ley de 21 de julio de 1865, que autorizaba al gobierno a suprimir el derecho diferencial de bandera para los artículos procedentes de Europa y a disminuir los determinados casos. circunstancias se comprende que
derechos arancelarios
en
destronada Isabel II y victoriosos los elementos liberales de la Revolución de Septiembre, el gobierno provisional tomara en cuenta la propuesta que le formuló el ministro de Hacienda Laureano Figuerola para que se aceptara un arancel de tipo librecambista. El ambiente de Madrid, tanto de la bolsa En estas
una
vez
del comercio, representado por el Círculo Mercantil, era francamente favorable a tales ideas, que únicamente encontraron oposición en
como
Cataluña.
Figuerola dispuso
la abolición del derecho
diferencial
de ban-
dera (noviembre de 1868) y preparó un arancel librecambista, basado en la necesidad de poner en marcha un mecanismo económico agarrotado por el
proteccionismo.
En esta ocasión el adalid del
cual encontró
eco a sus
palabras
proteccionismo fue Bosch en
y
Labrús, el
el Fomento de la Producción Nacio-
nal, fundado el 8 de marzo de 1869, precisamente para oponerse a los planes de Figuerola. Pocos días después, el 21 de marzo, hubo en Barcelona una manifestación proteccionista, en la cual figuraron, no solamente los
burgueses,
sino los obreros del Círculo de
Dependientes del Comercio, y en cuyo transcurso se acordó crear la Liga proteccionista española. A pesar de ello, Figuerola obtuvo, tras numerosas gestiones, la aprobación de las bases de la ley para el futuro arancel (1.9 de julio de 1869), que se publicó el 12 de julio de 1869. Esta disposición suprimió todas las restricciones, tanto para exportar como para importar, así como los derechos diferenciales de bandera, de tal modo que quedaron equiparados los buques mercantes nacionales a los extranjeros para comerciar entre los distintos puertos españoles y con los de América. Para las mercancías importadas se establecieron los llamados derechos de Aduanas. Eran de tres clases. La primera comprendía los llamados “derechos extraordinarios”, que alcanzaban hasta el 30 y el 35 por 100. La de “derecho fiscal”, con segunda, las un
máximo del 15 por 100. Por último
de balanza
partidas figuraban los
comercial”, módica cantidad
llamados “derechos
por unidad de cuenta, peso
o
medida. La base quinta de la
(o
hasta
Ley de Bases disponía
que
durante seis años
1875) serían inalterables los derechos clasificados como extraordinarios; pero que a partir de aquella fecha deberían reducirse gradualmente hasta llegar a equipararse, en el duodécimo año (1881) a sea
644
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
los derechos fiscales. En consecuencia el artículo 4.9 del arancel estableció que los derechos comprendidos entre el 15 y el 20 por 100 se reducirían al 15 en 1875; y los de más del 20 por 100 se reducirían por
partes (1875, 1878 y 1881) hasta llegar al 15 por 100 en este año. Los aranceles de 1869 presidieron la dilatada época librecambista
terceras
que
se
ejemplo
extiende hasta 1891. La difusión del
de Estados Uni-
dos que había modificado sus aranceles en forma proteccionista en 1861 y, sobre todo, de las doctrinas que en Alemania había hecho triunfar List
galvanizaron
factores esenciales
el entusiasmo de la en
burguesía catalana,
la restauración de Alfonso XII. Ello
uno
de los
explica
que
las primeras medidas del gobierno de la Restauración se contaran el decreto de 27 de julio de 1875 y la ley de 17 de julio de 1876, suspenentre
diendo la hasta
aplicación
del artículo 4.9 y la base quinta del arancel de 1869 información. Con ello se había logrado paralizar la amena-
nueva
zadora reducción que
librecambismo, se
demostró
en
preveía la base quinta
y
detener el desarrollo del
enmendar la ruta hacia el proteccionismo, como el arancel aprobado el 17 de julio de 1877, que introdujo pero
no
el sistema de las tarifas diferenciales derivadas de los tratados
comer-
efecto, desde entonces el arancel constó de tres columnas: primera, tarifas normales; segunda, reducidas, y tercera, extraordinarias. Gracias a esta distinción, los tratados comerciales podían infligir serios quebrantos a determinados productos agrícolas e industriales españoles La situación de algunos sectores industriales se vio seriamente afectada por estos aranceles. Durante catorce años sólo lucharon los algodoneros catalanes; a los vascos y a otros grupos industriales de la misma Cataluña, como los laneros, les favorecía la ley de 1869. Las mismas ventajas reportaba a los comerciantes y a los campesinos que cultivaban productos de exportación, como los viticultores. Las posiciones de los ciales. En
proteccionistas fueron
pues amenazadas de modo grave por la subida al
gobiernos liberales de Sagasta. En 1882, a propuesta del ministro Camacho, se aprobó el tratado comercial hispanofrancés, el cual durante diez años, y en interés del vino español, prescribía una rebaja esencial en las tarifas de importación de los géneros franceses en España. Poco después, el 6 de julio de 1882, y por instigación del mismo ministro, las Cortes votaron una ley levantando la suspensión de la base quinta. El nuevo texto legal prescribió que los derechos entre el 15 y el 20 por 100 se reducirían al 15 por 100 en 1.9 de agosto de 1882, y que los superiores al 20 por 100 se reducirían por tercios hasta un 15 por 100, en 1887 y 1892. De acuerdo con esta ley, se formularon los aranceles poder
de los
de 1886.
LA
POLÍTICA ECONÓMICA
645
—
La restauración del proteccionismo: los aranceles de 1891 y 1906. La renovación de la política librecambista había sido posible al coincidir con
una
época de
gran
prosperidad, el período de la coyuntura
nosotros denominamos fiebre del
didas bajistas
registradas
a un
Pero
raíz de las primeras saculos conflictos económicos que se a
España, Cataluña como Castilla, en
Asturias y Vizcaya, dieron estrecho contacto entre los cerealistas castellanos, los siderúr-
suscitaron, tanto
lugar
oro.
que
en
gicos y mineros asturianos y los metalúrgicos vascos, los cuales acudieron en ayuda de Cataluña. En 1892 se celebró un mitin en Bilbao, con asistencia de los industriales
catalanes,
y otro
en
Madrid,
que finalizó
con
gran manifestación en favor de la restauración del proteccionismo. Los directores del movimiento fueron el asturiano Adaro, el vasco Zarauna
condegui y el catalán Bosch y Labrús. El mismo presidente del Consejo de Ministros, Antonio Cánovas del Castillo, publicó un folleto a fines de 1890 titulado De cómo he venido yo a ser doctrinalmente proteccionista. Nada tiene de extraño que en este ambiente se publicaran los decretos de 24 de diciembre de
1890, suspendiendo la base quinta de la ley de 1869 y la ley de 1882, y el decreto de 31 de diciembre de 1891, aprobando los nuevos aranceles, los cuales, según Gual Villalbí, representaban el camino hacia un “proteccionismo sano”. El arancel de 1891 (o de 1822, si se cuenta por la fecha en que empezó a practicarse) se basaba en las mismas tarifas que los aprobados en 1877. Se suprimían todas las franquicias comerciales concedidas desde 1882. Bajo ese régimen de proteccionismo se desarrolló la industria siderúrgica española y alcanzó su mayor auge la industria textil. Sin embargo, la política intervino en precipitar una solución todavía más proteccionista; la pérdida de las colonias obligó a España a defenderse, y nada tiene de extraño que el 3 de
marzo
de 1906
se
diera
un
decididamente proteccionista, que ha venido guiando la política cial española hasta nuestros días.
arancel comer-
47 y banca
Moneda, crédito
El sistema monetario
Durante esta cenespañol en el siglo XIX. turia el sistema monetario español se caracterizó por un prurito de unificación y simplificación, que culminó en la adopción del sistema decimal, empleado ya fuera de sus fronteras. La historia monetaria española del siglo xIX se divide en tres grandes períodos: 1.
1848. — La ordenación monetaria continuó, a princiigual que la establecida por la Real Cédula de Carlos III
De 1808
pios de siglo,
—
a
1772. Esto quiere decir que imperaba la confusión, pues a la que dejó el gobierno de Carlos IV, se añadió la producida por la guerra de
en
Independencia,
con
la
aparición de
regionales o locales y inglés o francés. Las bases
la cir-
el
papel.
cecas
culación de abundante dinero de cuño
tarias establecidas por la Constitución
en
1812 quedaron
en
mone-
circulación, la fundamental era el peso o duro de plata, de ley 900 milésimas, que pesaba 26,291 gramos; pero la efectiva era el real de vellón, de plata, que pesaba 1,319 gramos. En cobre circulaba el medio real de 19,170 gramos. Unidades intermedias sistema eran la peseta y el escudo, ambos de plata; en la cumbre del figuraba la onza, de oro. Debe recordarse que existía la variedad llamada columnaria. Esta moneda tenía un premio sobre la corriente, seBUN ya valía hemos especificado (pág. 530), de manera que la peseta columnaria
Entre la variedad de monedas
en
cinco reales de vellón y la peseta provincial, cuatro. el 15 de Este sistema monetario fue reformado IL De 1848 a 1868. un abril de 1848 por el ministro Bertrán de Lis, con lo que se XIX. del segundo período en la historia de la moneda española habíase agra Durante el período precedente, la circulación monetaria —
inaugura siglo
MONEDA,
CRÉDITO
Y
647
BANCA
vado hasta el punto que en 1842 el dinero extranjero constituía la mitad del numerario total español. La unidad efectiva de pagos, en lugar de la peseta o real, era el napoleón, moneda francesa que valía unos veinte
españoles.
reales
salida a este problema se intentaron varias solucioen 1847, el gobierno presentó un prones. Siendo ministro Salamanca, como unidad el real de vellón, pero implanyecto de ley que establecía tando el sistema decimal. El real se rebajaba hasta 25 gramos, o sea, con Este proyecto, rechazado, fue aplicado por una ley de 900 milésimas. Para hallar
una
decreto por el ministro Bertrán de Lis (del ministerio Narváez) el 15 de abril de 1848. Las unidades eran las siguientes: el doblón, o centén isade oro, sería igual a 100 reales o 10 escudos de plata; el medio
belino, duro
igual
a
diez reales
o un
escudo. Existían, además, el duro, la peseta,
la media peseta y el real. Este sistema sufrió reformas por la ley de 3 de febrero de 1834, los reales de que, aunque corroboraba el sistema anterior, dispuso que
Según Sardá, la reforma de 1854 introduciría un sistema bimetálico apoyado en el oro. A] acaecer la revolución de 1854, llamada la Vicalvarada, el ministro Juan Bruil, por decreto de 30 de diciembre de 1855, extinguió el maravedí, que hasta entonces había sido la unidad de cuenta en la economía española. Se estableció como unidad efectiva el real, dividido en cien partes o céntimos, palabra que desde entonces significó la mínima unidad de cuenta en España. Se dispuso que tres céntimos fueran iguales al maravedi y 50 céntimos equivaldrían a 17 maravedis. Estas reformas eran puramente superficiales. El cambio importante acaeció en el período 1861-1864 por un doble motivo. El primero fue el encarecimiento de la plata, que desde el siglo xvi había constituido el principal fundamento de los sistemas monetarios en toda Europa. Y el segundo, el cambio de criterio metalista por el nominalista, esto es, la
plata tendrían
gente
se
acostumbró
compra por en
él el
menor
su
peso.
a
considerar la moneda
mismo valor
público
o
intrínseco,
no como un
instrumento de
sino por el crédito que
depositaba
el Estado. Estos dos cambios de mentalidad
son
los
imperan en el dictamen redactado en 1861 por una comisión técnica, la cual, informando sobre la ley de presupuestos de dicho año, decidió que
que “era
preciso
periódicamente ratoria
o
crear
una
un
patrón plata
con
moneda divisionaria de
inmediata, gravada
circulación
plata
oro
revisable
capacidad libe100 de señoreaje”.
con
derecho del 30 por Estas ideas fueron recogidas por el ministro Pedro Salaverría, quien por ley de 26 de junio de 1864 estableció un nuevo sistema monetario, cuya unidad fue el escudo de plata, de peso 12,98 gramos y 90 milésimas de ley, con un
648
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
equivalente a diez reales. En oro se mantenía el doblón o centén de Isabel, equivalente a cien reales o diez escudos, y como plata divisionaria se conservaron el duro (igual a dos escudos), la peseta, la media peseta y el real, éste con ley de 810 milésimas. Como moneda de bronce, estaño v cinc, estableciéronse.el medio real, el cuarto de real, el décimo de real y el medio décimo
IN.
De 1868
de real.
1898. El sistema basado en la peseta. Tales reformas cristalizaron en el decreto de 19 de octubre de 1868, dictado por el ministro Figuerola, tan pronto como Isabel II cayó destronada y los revolucioa
narios triunfantes
—
apoderaron del poder. Ciertamente, Figuerola tuvo en cuenta una serie de precedentes notables y, en primer lugar, el establecimiento de la Convención monetaria latina (23 de diciembre de 1865). Sus términos eran los siguientes: a) limitación de las acuñaciones de doble patrón, con la relación 1 : 15,5; b) limitación de las acuñaciones argénteas por el Estado, de tal manera que no circularan más de seis francos por cabeza; c) las monedas de un franco, equivalentes o menores, no podrían ser admitidas más que en el sistema de pagos interior de los Estados, mientras que las monedas de 5 francos o equivalentes tendrían poder liberatorio internacional; y d) la acuñación de oro sería libre. España no se había adherido a la Convención monetaria latina, pero la Revolución aceptó el sistema preconizado por aquélla, de tal manera que el citado decreto de Figuerola fijó como unidad la peseta de cien se
céntimos y ley de 835 milésimas. Por encima de la peseta existían varias monedas de oro (de cien, cincuenta, veinte, diez y cinco pesetas), y, en
plata,
moneda de cinco pesetas (de 900 milésimas) y otra de dos. También en plata se autorizaban acuñaciones de media peseta y 0,20 una
pesetas. En bronce, la moneda divisionaria
era
de
diez, cinco, dos
y
un
céntimo.
supuesto: la primacía del valor de la plata sobre el oro, pero el trastrueque de esta relación desde comienzos de la penúltima década del siglo motivó la ruina del sistema, a causa de la huida del oro al extranjero y la multiplicación de las acuñaciones en Todo ello
se
basaba
en un
adoptar el patrón oro en 1876, cuando todavía era oportuno, y desde entonces se produjo una situación realmente anómala, que puede definirse como la de un patrón plata, con cotización fluctuante y moneda fiduciaria, apoyada en la ley promulgada por el ministro Echegaray en 1874 que establecía el Banco de España como monopolizador de la emisión de billetes.
plata.
El
gobierno
no se
Fluctuaciones de la consideración
nos
lleva
decidió
a
política monetaria a
en
el
siglo
XIX.
—
La última
hablar de las fluctuaciones de la política
mone-
MONEDA,
taria
española
en
el
CRÉDITO
Y
BANCA
X1x, tema relacionado
siglo
649
con
el anterior,
o
sea,
con
la renovación de los sistemas monetarios, pero que tiene un fundamento económico total de la economía española. El gran investigador de estas fluctuaciones ha sido el profesor Sardá. Este autor considera que la política española conoció durante el si-
glo
x1x
cuatro
períodos.
Al primero, que
extiende de 1814
se
llamado anacronista. En efecto, exceptuando la
intervención
1834, lo ha
a
de las Cortes
liberales del período 1821-1823, este período se caracteriza por una política de inmovilismo y de persistencia en la adopción de medidas anacrónicas. Por esta causa, el país tuvo una moneda alta, que huía hacia el
extranjero, mientras que la moneda francesa, de baja ley, invadía España. Se procedía como si aún subsistiera el imperio colonial, capaz de suministrar cantidades indefinidas de plata; pero como este imperio había
desaparecido, lo
que
se
hacía
era
abrir
una
gran brecha por la que
fluía al extranjero la plata que todavía atesoraba España. El gobierno defendió esa moneda alta con prohibiciones a la extracción y con derechos la importación de metal, ambas políticas completamente erróneas, como demostró la práctica. Los dos únicos remedios eran o bien la devaluación de la peseta o bien los empréstitos extranjeros. No teniendo valor para
a
adoptar la primera medida —la única correcta—, se acudió con lo cual España, la monarquía y el absolutismo cayeron
a
la
segunda,
en manos
del
crédito internacional. El segundo período, de 1834 a 1848, puede calificarse como deflacionista. Se inicia con el proyecto del ministro Toreno (1834) de desvalorizar el real, llevándolo a 32 maravedís, y de reducir la ley de la plata. Ese proyecto chocó con la viviendo según el sistema
oposición de las Cortes, con lo que se siguió precedente, o sea, recurriendo al empréstito extranjero y admitiendo en la circulación monedas de otros países, como el napoleón, el soberano inglés, la corona portuguesa e incluso el peso mejicano. A pesar de esta nefasta política, existían ejemplos de cómo debía procederse para frenar la invasión de moneda extranjera de baja ley. La ceca de Barcelona, que renovó sus acuñaciones en 1834, pagó la plata, en 1836, a 23 reales 15 maravedís la onza, en lugar de los 22 reales 15 maravedís que prescribía la ley; en cuanto el derecho de señoreaje, lo rebajó fundamentalmente, poniéndolo a 1,5 en lugar de 2,2 y a 2 en lugar de 3,8. De esta manera pudo atraer hacia sí los metales preciosos, acuñar hasta 130 millones de reales entre oro y plata, o sea la mitad de los que circulaban en España y desterrar de la plaza de Barcelona la francesa, especialmente la de Marsella, que hasta entonces la do-
moneda
minaba.
El tercer
período, de 1848
a
1873,
se
caracteriza por
un
fenómeno
650
HISTORIA
ECONÓMICA
ESPAÑA
DE
JD 14 Po
——
-
ve
zi
s
as
A ———
_
+]
350 « 50
—
227 < 230), para caer luego vercasas
de moneda
tiginosamente hasta 170 Este fenómeno
en
abril de 1847.
inaugura la
gran crisis
crisis internacional que, desencadenada
española de 1847, reflejo
un
año antes,
va a
provocar la
primera convulsión violenta de la estructura del mundo capitalista, ella la revolución democrático-socializante de 1848. Durante cinco años la economía
de la
y
con
o
seis
de marasmo, de la que parece impode Barcelona, el papel moneda puesto en circula-
cae en una zona
sible salir. En la plaza ción por el Banco de Barcelona
se
restringe continuamente, pasando de
5.400.000 pesetas en 1848 a 2.400.000 en 1850 y 1.200.000 en 1853. Las importaciones de algodón, la exportación de metales, cereales y vinos, ad-
quieren niveles mínimos. Pero la reacción alcista
se
halla ya muy
próxima. Los ciclos del
clos decisivos
nónica,
en
y, por lo
años 1854
a
equipamiento industrial:
—
la crisis de 1866, Los ci-
el cambio estructural de la economía
española decimo-
los que se suceden en los 1876. Desde el desencadenamiento de la guerra de Crimea, y
tanto, contemporánea,
son
672
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
excepción de alguna fluctuación contraria, la coyuntura internaciunal se muestra persistentemente alcista, alegrando el mercado de capitales y disponiéndolos a fructuosas inversiones en todas las latitudes. España se beneficia de esta disposición de la coyuntura, singularmente en lo que a
se
refiere al establecimiento de
plotación
intensiva de
sus
red ferroviaria y al comienzo de la exyacimientos mineros. La grave crisis de 1866 su
separa este movimiento en dos ciclos bien diferenciados, incluso desde el punto de vista político: primer ciclo alcista, de 1854 a 1866; segundo
ciclo, de 1866 a 1876. El primer ciclo se inaugura con el estimulante -despertar de los negocios promovidos por la guerra de Crimea. Durante algunos años la balanza comercial española arroja un saldo favorable, y, en todo caso, a partir de entonces el comercio exterior español adquirirá un ritmo expansivo (indice de volumen: 38,61, promedio del quinquenio 1850-1855; 66,54, 1855-1860; 83,63, 1860-1865). A ello contribuyen las importaciones de material ferroviario y naval, las exportaciones de plomo, cobre y hieITO. A la venida de capital extranjero, canalizado por los Pereire-Rotschild y otros potentados, todos interesados en el negocio ferroviario a través de las dos grandes compañías M.7. A. (1856) y Norte (1858), se une
el desarrollo del mercado de
consumo
interregional
de y el máximo
expansión del cultivo cerealista. Determinadas medidas gubernamentales, como la práctica de una acertada política monetaria deflacionisa y la amplia garantía a los capitales extranjeros (ley ferroviaria de 1855), sostieel ritmo de los negocios. En 1863 nos acercamos boom. La circulación fiduciaria en billetes del Banco de
nen
a
una
España
fase de ha
au-
mentado de 39 millones de pesetas en 1856 a 66 en 1859 y 71 en 1864, y en billetes del Banco de Barcelona, de 2.600.000 pesetas en 1855 a 15 millones en 1861 y 21 millones en 1866. La euforia es general. En 1863, sola-
constituyen siete grandes sociedades de crédito, con un capital global de más de 170 millones de pesetas: el Banco de Madrid, la Compañía General de Crédito Iberia, la Sociedad Española General mente
en
Madrid
se
de Crédito, el Banco de Madrid y Londres, la Sociedad Central Española de Crédito, la Compañía General de Crédito, Depósitos y Fomentos y la Sociedad Española de Crédito Comercial. Todos ellos a imitación de la —Sociedad General de versión sociedad de los
Pereire,
Crédito Mobiliario
cuya
Español—
es
española
de 1856.
En 1864 los síntomas de crisis inminente entenebrecen el horizonte del mundo de los negocios. La guerra civil norteamericana ha paralizado las importaciones de algodón, que alcanzan en 1862 el nivel mínimo abso-
luto para el
periodo de 1850-1900 (índice 29,35). Este proceso crea un desasosiego persistente en los medios textiles catalanes, al que se añadi-
LA
COYUNTURA
ECONÓMICA
DEL SIGLO
673
XX
rá muy pronto el de los demás núcleos industriales: siderúrgicos, ferroviarios, etc. En efecto, la crisis hace su aparición en los medios internacionales a fines de 1865 y se desata en 1866. Inmediatamente tiene reper-
En mayo quiebran distintas instituciones de crédito en adrid y Barcelona. En la capital catalana se perdieron en pocos días 55 millones de duros, cifra fabulosa para la época y de la que Cataluña no logró rehacerse hasta mucho más tarde. También en Bilbao se expe-
cusiones
en
España.
rimentó la crisis a
reducir
su
en
toda
cartera y
su
a
gravedad.
El Banco de Bilbao
se
vio
restringir los créditos. Ello implicó,
obligado como
en
Cataluña, desocupación forzosa, marasmo industrial y mercantil. En 1867 los dirigentes de la gran empresa La Maquinista Terrestre y Marítima se dieron un año de plazo para subsistir. Los metales preciosos, que en el momento del boom (1864) habían acudido a las cecas públicas por valor de unos 116.000.000 de pesetas, se retrajeron hasta la cifra de 57.000.000
en
1866-67.
explican el éxito del pronunciamiento contra el trono de Isabel II en 1868. El país necesitaba un nuevo equipo ministerial que le sacara de apuros y lo halló en el gobierno provisional Estas circunstancias económicas
de 1868. Sus medidas —recordémoslo— fueron dramáticas: reforma
mo-
arancelaria, liberalización de la economía, amplia llamada al capital extranjero. Mucho de utópico y de doctrinario encerraron las medidas de un Figuerola o un Echegaray, pero en el fondo respondían a la
netaria y
exigencia de la nación. Había que abrir las compuertas del exterior para oxigenar el enrarecido ambiente de proteccionismo y especulación a ultranza. Por esta causa, y también debido al signo favorable de la coyun-
internacional, el ciclo de la Revolución del 68 (1866-1876) se nos muestra decididamente propicio a la economía española. Y ello a pesar de las perturbaciones coloniales, militares, sociales y políticas de la época. Los datos no pueden ser más elocuentes. En las importaciones de algodón —síntoma inequívoco de la mayor demanda de un mercado campesino— el índice pasa de 48,13 en 1867 a 143,71 en 1871 y 135,51 en 1875. En el comercio exterior, las cifras reaccionan después del bache de la crisis de 1866, alcanzando muy pronto el índice 106 (76'19 en 1867) y el 122 (1871 y 1873). Disminuye la extracción de mineral de hierro (a causa
tura
de la guerra carlista), pero la banca se mantiene firme y apoya con sus caudales la causa liberal (el Banco de Bilbao prestó a las autoridades militares que defendían la plaza 16.695.583 reales, sin interés). El cobre y
el
plomo
prosperan. Sin embargo, lo más notable del momento es la inflexión de la curva de precios por debajo el nivel de las curvas de expansión económica del paz
país. Ello
social de la Restauración.
22— H.1
ECONÓMICA
pr.
España
acaece en
1874 y prepara la gran
época
de
674
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
— En
La “fiebre del oro” y la crisis de 1386. 1876 se produce una crisis intercíclica, especialmente notable en el comercio, los precios y la circulación monetaria. Crisis internacional que indica un cambio de co-
yuntura hacia la baja, pero que
periodo
más brillante del
dorada cresta
se
en
España,
por el
contrario, inaugura el
siglo xmx:el decenio 1876-1886, sobre
cuya
cimentó la restauración. Nosotros lo denominamos la
“fiebre del oro”, de acuerdo la Cataluña de la época.
con
el distintivo
con
que
se
le calificó
en
segunda oleada de dinamismo económico invade el país Varias causas confluyen en el origen de este fenómeno. En primer lugar, la reanudación de la actividad en las construcciones ferroviarias. Luego, la aportación de capitales extranjeros, la fundación de sociedades mineras (Orconera, 1874; Riotinto, 1875; Somorrostro, 1876; Peñarroya, 1881). Los países capitalistas del Occidente de Europa, sobre todo Inglaterra, Francia y Bélgica, pletóricos de riqueza, amplían cada vez más las zonas En
de
sus
efecto,
una
inversiones. Consecuencia de esta actividad
útiles que parte de
España, especialmente hierro,
la riada de metales cobre y plomo. El pries
cuadriplica, pasando de 1.578 toneladas métricas en 1877 a 6.796, en 1887. Simultáneamente, se produce la primera gran oleada exportadora de productos agrícolas, llevando a la cabeza el vino, cuya exportación —a compás del desarrollo de la crisis filoxérica más allá de los Pirineos— casi sextuplica en un decenio (de 143.000.000 de hectólitros a 797.000.000) Ni que decir tiene que estas cifras y otras similares se reflejan en el índice comercial (que progresa de 115 a 168, dando un formidable salto hacia arriba) y en el índice de la coyuntura, que alcanza desviaciones medias mero
positivas del orden de + 0,95. en
La fiebre del oro, descrita por Ramón de San Pedro, tuvo su epicentro Barcelona. Trabajando sobre una base social pacífica —los precios se
mantienen todavía
en
profundo declive (índice general: 90)—,
la bur-
guesía catalana da lo mejor de su acción positiva: industrias como la lanera de Tarrasa y Sabadell, bancos como el Hispano-Colonial (1876), compañías como la de Filipinas (1881), sociedades de navegación como la Trasatlántica (1881). Los Giiell, López, Arnús, Valls, Taberner, Bertrand, Batlló, etc., crean un complejo industrial y financiero de importancia, que se refleja en el mercado de valores de Barcelona. El estudio de este bolsín permite, precisamente, fijar el desarrollo de la fiebre del oro. Después de unos momentos de vacilación, arranca el movimiento alcista a
compañías ferroviarias y remolque, distanciado doce meses.
comienzos de 1877 para los valores de las
bancarias, El papel del Estado sigue a La ascensión es continua y rápida, y alcanza su cénit en 1881. Muchos títulos de este momento doblan su valor de partida; algunos, como las
LA
acciones M. Z.
COYUNTURA
ECONÓMICA
A., lo triplican. La situación
DEL
se
675
SIGLO XX
mantiene firme hasta 1882.
De aquí hasta 1884 una rápida bajada, que restaura los cambios a un nivel razonable (30 a 40 puntos de beneficio, en general), para penetrar lentamente en el pozo de la crisis intercíclica que culminará en 1886.
Final de la Restauración: hundimiento inflacionista. Terminada la euforia que representó la fuerte inyección de capitales extranjeros entre —
1881, la economía española se adecua al tono de la coyuntura internacional, que, mientras tanto, ha cruzado el marasmo de la llamada Gran Depresión de los 80 y parece recuperarse de nivel. Ello implica un inevitable reajuste en la marcha de la economía española, que da muestras de profunda intranquilidad. Las alteraciones del comercio y de la producción son bruscas, sobre todo después de la crisis de 1892 y del comien-
1875 y
zo
de la última guerra colonial en Cuba. Durante diez años el Estado de la Restauración ha vivido
milagro depresión
un
coyuntural alcista en medio de una general. Cuando ésta cesa, aquél se desploma. Ello acaece en 1892. En esta fecha se desata una notable crisis, provocada por el derrumbamiento económico:
un
movimiento
del mercado exterior del vino y del hierro. El cambio de signo es sensacional, y ello explica la caída de los índices de importación de algodón
(1889, 152; 1892, 129; 1897, 45) y del comercio exterior (1889, 176; 1891, 195; 1893, 150). En cambio, el proteccionismo establecido en 1891, en el que entran las Antillas y Filipinas, permite la recuperación de la industria
algodonera,
el desarrollo de la
siderurgia vasca, el remonte de los precios del campo (el índice pasa de 78, en 1891, a 82, en 1897) y la paulatina intervención en el abanico de ventas de la naranja (desde 1890) y de las conservas vegetales (desde 1887), al lado de las frutas secas y del aceite, El
ya
tradicionales.
achaque
peor de la economía
española en este momento resguardarse de una arrolladora
de tran-
sición, cuando maniobra para invasión de productos extranjeros, es la debilidad de su signo monetario. La depreciación de la peseta es un fenómeno crónico desde 1881 (que se refuerza en 1892 (libra esterlina: 29,62 pesetas) y alcanza momentos trágicos el año
1898, con el desastre colonial (promedio del valor de la libra esterlina: 39,24). Respondiendo a las fluctuaciones de la economía y del signo monetario, la Bolsa conoce una profunda crisis en 1898. La flexión de las curvas es el signo del malhumor de la burguesía, que ve frustradas sus esperanen
de terminar la centuria en paz, orden y prosperidad. De ahí la afiliación del elemento burgués al regeneracionismo político y social que
zas
676
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
hasta entonces habían predicado algunas inteligencias clarividentes, cuyas protestas había puesto sordina la ñoñez de la Restauración. Pero el
política,
ni
siglo en
económico
xr
no
termina
con
una
España
sin
pulso,
la economía. Por el contrario, aparece entonces
una
generación poderosa,
activa y
dinámica,
ni
en
a
la
el campo la que se
en
a
el decenio 1900-1910 tres de las grandes transformaciones económicas del siglo XIX: el progreso agrario, por el empleo de abonos deberán
en
y la difusión del
regadío; la revolución de las industrias de transformación por el empleo de la energía hidroeléctrica; y la aparición de la red bancaria contemporánea. químicos
Apéndice El
Los
siglo
XX.
capítulos que integran este Apéndice forman parte del volumen V de la “Historia de España y América”.
49
Las realizaciones económicas del
siglo
XX.
En la primera mitad del siglo xx, Etapas del desarrollo económico. la economía española sigue, en líneas muy generales, la evolución de la coyuntura internacional. Se caracteriza ésta por presentar dos vertientes distintas, separadas por la fecha axial de 1929. En la primera, la oleada de expansión, iniciada desde 1896, cabalga sobre la primera —
guerra mundial y
cuando el
se
capitalismo
dilata
el dorado decenio de los años veinte, clásico parece que no hallará límites a su emen
abate luego sobre todo el mundo, iniciándose la más negra depresión en la historia del industrialismo contemporáneo. Hasta el momento de desencadenarse
puje. La crisis financiera de Wall Street (1929)
la
segunda
se
mundial, en 1939, la desorientación es patente, no sólo por la imposibilidad de encontrar una fórmula de proseguir la expansión económica por los antiguos cauces, sino por el predominio de teorías nacionalistas autárquicas que limitan singularmente los intercambios comerciales e imponen un régimen de dirigismo gubernamental o de socialismo de Estado. La violenta conflagración de 1939 a 1945 da paso a un período de recuperación inflacionista, que se extiende hasta 1958 y subvierte la estructura económica de muchos pueblos. precipitándolos en la era de una segunda revolución industrial. A la Gran Depresión sucede la Gran Inflación; al rigor del capitalismo clásico, la técnica del capitalismo keynesiano. En resumen, y a pesar de los dos grandes conflictos bélicos de la centuria, el mundo conoce al final del período una prosperidad mayor en beneficio de un mayor número de sus pobladores, En el
guerra
caso
de
España,
esta evolución
condiciones específicas —estructurales y
general se enmascara políticas— vividas por
por las
el
país.
'
7 I
—
190
ÍÁÁ——.
1910
A
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XX, — Cifras
en
NN.
DN ECONÓMICA
EN
millones. Sienos:
LA
POBLACIÓN
ESPAÑOLA
DE
LA
PRIMERA
N N
N
MITAD
D£.
1, servicios; 2, industria; 3, agricultura; 4, total.
I, total; II, agricultura: III, industria; IV, servicios.
el impacto producido por la primera guerra mundial y el resultado de la contienda intestina de 1936 a 1939. Uno y otro son, evidentemente, reflejo de la situación de la coyuntura internacional. Pero mientras el primero actuó
Los hechos determinantes
en
su
dinámica económica
son
quehacer económico hispánico, proporcionando al país una de las grandes oportunidades que le brindó la historia para recuperar el tiempo perdido en los desgraciados albores del siglo XIx, el segundo representó un violento parón, de similares consecuencias a las que tuvo la guerra de Independencia. En ello coinciden las investigaciones de los estudiosos y los informes de los organismos internacomo
estimulante del
cionales.
podemos presentar tres períodos en el desarrollo económico español contemporáneo. El primero comprende de 1898 a 1913 y se caracteriza por la palabra recuperación. Después del último ciclo inflacionista de la Restauración y de la crisis subsiguiente a la pérdida de las colonias americanas y asiáticas, se abre una etapa de De esta forma
LAS
REALIZACIONES y de
reajuste financiero
ECONÓMICAS
DEL
SIGLO
681
XX
regeneracionismo económico, en la
que colael boran las fuerzas despertadas por choque de 1898 y las que desde hacía medio siglo velaban las armas de la industrialización del país. Se asiste en csos quince años a una mejora notable en la técnica y los procedimientos agrícolas y a la expansión de nuevas actividades indus-
la hidroeléctrica. De 1914 a 1918, la economía española se beneficia de la neutralidad del país durante el primer conflicto mundial. Una cascada de oro riega la agricultura y la industria, libera a España de las deudas contraídas durante el siglo XIX y aún deja un remanente notable en las arcas de los bancos y de los particulares. El país puede considerarse casi rico.
triales,
como
Gracias un
la
química
y
ello y a la evolución internacional de la coyuntura, conocerá período de bienestar y de prosperidad durante el decenio subsia
guiente que puede caracterizarse como la época dorada del capitalismo peninsular. Pero desde 1930 experimenta el choque de la crisis americana. La contracción se anuncia en la agricultura y la industria y precipita la evolución política con la caída de la monarquía, el advenimiento de la Segunda República y el comienzo del proceso de intran-
quilidad social que desembocaría en el conflicto de 1936. El tercer período se dilata de 1939 a 1959. Durante este lapso, el pueblo español sufraga las consecuencias de la guerra y se dedica a la reconstrucción de su economía bajo el signo, primero, de la autarquía, y luego del dirigismo. El proceso de industrialización de España recibe un impulso considerable, aunque algunos sectores se muestran refractarios a recuperar su antiguo ritmo. Este desequilibrio provoca considerables tensiones, que serán amortiguadas desde 1953 por la ayuda norteamericana. Sin
embargo,
el fin del nacionalismo económico
en
la
buscar también su prosperidad bajo el signo de la colaboración internacional y el fin del intervencionismo de Estado (1959). escena
internacional llevará
Las actividades
a
España
a
agrícolas. — En
la economía agraria el proceso que acabamos de esquematizar se reduce a dos fases esenciales: una de expansión y otra de contracción, separadas por la crisis de 1936-1933. En el primer período se reunieron una serie de condiciones favora-
bles que procuraron
agrícola, pese a sus defectos de infraestructura (climáticos, técnicos, humanos, jurídicos), una expansión bastante notable, tanto en superficie cultivada como en rendimientos. Prescindiendo, eventualmente, del empujón que dio a la agricultura la primera guerra mundial, que llevó aparejada un alza de precios en los productos del campo, existen tres causas de índole permanente, que pueden vincularse a lo que llamaríamos revolución técnica de comiena
la actividad
682
HISTORIA
DE
ESPAÑA
primeriísimo lugar, la difusión del arado de vertedera y de maquinaria agrícola cada vez más perfecta, desde las segadoras y trilladoras simples a las automotrices de toda clase. Luego, el empleo del abono, difundido gracias a las abnegadas campañas de propaganda de los importadores y transformadores de fosfatos y superfosfatos. Por último, el triunfo de la doctrina del regadío, como medio de aumentar la producción, de asegurar las cosechas y de garantizar el porvenir de los cultivos de exportación. Estos tres factores pudieron haber cambiado el panorama de la economía global española en pocos años. Desgraciadamente, faltó decisión para llevar a cabo una reforma que exigía espíritu de riesgo, manos adiestradas y grandes inversiones de capitales. De aquí que se produjera una división notoria entre las regiones donde la nueva técnica agrícola había triunfado o estaba en vías de hacerlo y aquellas en donde continuaba imperando la rutina de la pura economía cerealística, aunque estuviera intercalada con el no zos
del
siglo
ECONÓMICA
xx.
En
tradicional cultivo del viñedo y del olivo. La última afirmación no implica que dejaran de efectuarse progresos en el campo cerealístico, tanto en extensión cultivada como en rendimiento por hectárea. Considerando el caso básico del trigo, las estadísticas nos muestran que después del bache de 1905, año mínimo en menos
lento y satisfactorio progreso, situándose en los años de la primera guerra mundial hacia las 4.100.000 ha y en las 4.500.000 entre 1931 y 1935. Este aumento, del
superficie cultivada (3.389.000 ha),
conoció
un
orden de las 37.000 ha anuales, deriva de un mejor aprovechamiento de los barbechos, en una época de rápido aumento demográfico y firmes precios en-el mercado. En efecto, continuando la tónica de las últimas
décadas del siglo xIx, la producción de trigo estuvo siempre por debajo de las necesidades del consumo, lo que creó una situación deficitaria permanente y una buena colocación de las cosechas trigueras. Sobre este particular, debe tenerse en cuenta que sin el proteccionismo esta-
1892 y la continua política de intervención gubernamental —intervención disimulada, pero efectiva— para garantizar el precio del cereatrigo (alrededor de 50 pesetas el quintal métrico), la economía de importación de los lística castellana habría sido arrasada
blecido
en
por
trigos
Australia y Argentina, mucho más baratos. En todo caso, gracias al juego simultáneo del mejor aprovechamiento del suelo y del proteccioa nismo oficial, España redujo poco a poco el oneroso tributo pagado t la importación del Las importaciones, del orden de las 225.000
trigo. en el quinquenio 1911-1915, bajaron a 120.000 en el decenio este período y desaparecieron del todo en el quinquenio 1931-1935. En hubo se llegó a equiparar la producción y el consumo. En 1932 y 1934 cosechas sensacionales de más de 50 millones de quintales.
1921-1930
LAS REALIZACIONES
ECONÓMICAS
DEL SIGLO
XX
683
El aumento del rendimiento por hectárea del cultivo cerealístico, hecho indiscutible si se tiene en cuenta la superficie sembrada y no se
ella el barbecho, ha sido reconocido, entre otros autores, por Manuel de Torres. Se trata de un acrecentamiento muy lento, del orden de medio quintal métrico por hectárea en los últimos quinquenios (1911-
incluye
en
1915, media anual 8,1 q; 1925-1930, 8,4; 1931-1935, 9). Desde luego, no guarda relación con la producción de superfosfato, que pasa de la nada a un millón de toneladas en el período 1901-1932. Este dato afirma la existencia de
un
ritmo más acelerado
en
la
zona
progresiva de la agri-
cultura peninsular. Entre el mundo cerealístico y el de las huertas y tierras de regadío se intercalan el viñedo y el olivar. La dinámica de ambos cultivos fue distinta durante el período que consideramos. La vid se rehízo muy lentamente del azote de la filoxera, y aunque conoció un cierto período de prosperidad a remolque de la primera guerra mundial, vivió muy
posibilidades. Esto se demuestra en la disparidad de la relación entre la superficie cultivada y la producción de uva y mosto. Mientras aquélla aumentó ininterrumpidamente desde 1914 (época de mínimo, con 1.182.000 ha), hasta alcanzar 1.612.000 ha en 1935, la producción experimentó un fortísimo descenso desde 1927 a por
1935
debajo
de
sus
impacto de la crisis mundial de 1929. Pasó de 28.300.000 hl en el primer año citado a 17.000.000 en el último, con un descenso en los índices del orden de 126 a 75 (100 = 1900). Por el contrario, el cultivo del olivar se mostró mucho más resistente a la cocomo
consecuencia del
yuntura y más ágil en sus posibilidades económicas. La superficie plantada aumentó segura e ininterrumpidamente de 1900 a 1935 (1.300.000
hectáreas
la producción, muy irregular de acuerdo con las características de este cultivo, saltó de 2.900.000 q de aceite en 1900 a 4.300.000 en 1917 y 6.600.000 en 1927-1930. La crisis de 1929 la afectó vivamente, pero aún se rehízo en 1935 con 4.400.000 hl. Las cifras que acabamos de exponer son interesantes; pero ocultan una
a
2.110.000),
y
dinámica interna todavía de
mento de la
riqueza
para cada
referimos al increcerealística, olivarera
mayor valor. Nos
una
de las
zonas:
producción cerealística (sin hacer las correcciones derivadas de la pérdida de valor de la moneda) duplicó, mientras que el del viñedo triplicó y el del olivar septuplicó. La crisis mundial produjo, según cálculos muy estimables, una pérdida anual de 1.500 millones de pesetas, duro golpe que explica y vitivinícola. De 1900
a
1927, el valor total de
la
684
HISTORIA
el malestar He
en
las
zonas
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
agrarias del país durante la segunda república.
aquí los datos: VALOR
TOTAL DE
LA
PRODUCCIÓN
(en millones de pesetas del año respectivo) Promedio del decenio 1901-1910
Cereales
y
leguminosas
Uva y mosto
.
.
Aceituna y aceite
...
E.
.
......
a
.
.
.—...
.
.
.
.
1927
1.971,9 346.6 192,1
3.705,2 992,2 1.422,0
2.528,6
6.119,4
1934
3.4164
028,1
5171
16216
A pesar de los buenos resultados conseguidos por los cultivos tradicionales españoles en el periodo 1900-1929, en esta época fueron despla-
zados de los primeros lugares de la producción agrícola por los dimanantes del regadío. Las machaconas campañas de Costa a fines de la anterior centuria y comienzos de la actual habían acabado por penetrar en el amorfo cuerpo de la administración pública, dándole un estado de conciencia respecto a la forma de plantear el futuro de una economía agraria progresiva, especializada y de amplios mercados extranjeros. De esta manera surgió el primer plan nacional de aprovecha-
hidráulicos.
Firmado por el ministro Rafael Gasset, lo aprobaron las Cortes en 1902. A pesar de sus numerosos defectos, que derivaban de la carencia de informaciones técnicas precisas, el plan Gasset, con su ambicioso empeño de transformar en regadío 1.470.000 hectá-
mientos
constituyó una base de partida y una llamada a la colectividad española para una obra de conjunto que subsanara parte de los defectos de infraestructura de la economía del país. Pero de las 296 obras previstas, apenas llegaron a explotarse 30 a fines de este período, lo que indica la inmadurez del proyecto y la falta de una decidida política reas,
realidad, en 1916 comprendía 155 obras,
de inversiones, Al objeto de ceñirse
plan (segundo plan Gasset),
que
a
la
se
dictó otro
con
un
pre-
supuesto de 250 millones de pesetas y una extensión de 570.000 ha beneficiables. Tampoco se logró gran cosa esta vez. Mayor fortuna tuvo el plan de 1919, vinculado a la ley de Fomento de la Riqueza Nacional. Concentrábanse los esfuerzos en 596.000 ha, sobre todo en las cuencas del Ebro y del Duero (353.000 y 112.000 ha, respectivamente), con un coste calculado de 348 millones de pesetas, de las que se llegaron a invertir 137 millones. Por último, después de unos decenios de cuida-
E
PRODUCCION
SUPERFICIE
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PRODUCCION
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Superficie y producción total de los principales cultivos españoles de secano (arriba, trigo; abajo, olivar). Cifras de la izquierda, producción en millones de q; cifras de la derecha, superficie en millares de ha. Anuario estadístico de las producciones agricolas.
presentó en 1933 un Plan Nacional de Obras Hidráulicas para poner en regadío 1.285.900 hectáreas, de un total calculado de tres millones, en el lapso de veinticinco años (a 47.000 ha por año), con un presupuesto global de 1.895 millones de pesetas. Este plan, que abarcaba todas las cuencas españolas y preveía una realización sistemática del regadío, teniendo en cuenta los factores geológicos, económicos, sociales, técnicos y humanos del caso, se halla en la misma base de los proyectos y planes que se han desarrollado después de 1939. dosos
estudios,
el ingeniero
Manuel
Lorenzo Pardo
Es muy difícil evaluar estadísticamente los progresos realizados du-
686
HISTORIA
ECONÓMICA
ESPAÑA
DE
los tres primeros decenios del siglo xx en la transformación del secano en regadío. Si se tienen en cuenta las evaluaciones de Juan el resultado de la aplicación de los planes de obras Arespacochaga, hidráulicas realizadas por el Estado habría sido la bonificación de unas 210.000 ha, a añadir a las 130.000 existentes en el momento de aprobarse el primer plan Gasset (1902). Hasta 1916 se habrían rante
110.000
ha,
y de 1916
aprovechado
a
1920, 100.000 más. Estas cifras sólo
nos dan un lo que se refiere a inversiones hechas por además, debe tenerse presente el esfuerzo realizado simultáneamente por el sector privado. Según números manejados por Manuel de Torres, de los cuales los más seguros son los recogidos en 1922 por la Junta Consultiva Agronómica, el aumento del regadío en España de 1916 a 1936 había sido el siguiente: 1916, 1.334.000
orden de aproximación el sector público; pero,
en
hectáreas; 1922, 1.380.000,
y
1933, 1.480.000.
Las provincias más beneficiadas por el regadío Lérida (145.000 ha), Valencia (135.000), Zaragoza
en
1922
las de
eran
(120.000) y Granada (100.300), aunque en porcentaje el orden de prelación se dispusiera de la siguiente forma: Valencia, Lérida, Pontevedra, Alicante y Zaragoza. En líneas generales puede afirmarse que el 78 por 100 del regadío estaba distribuido en el Este de España (Aragón, Cataluña, Valencia, Murcia y Andalucía oriental) y que la región menos beneficiada era la del Sudoeste (8,3 por 100 para Extremadura y Andalucía occidental). Como consecuencia de esta tendencia, los productos del regadío escalaron muy pronto, como hemos dicho, los primeros puestos de la agricultura del país. En especial, la naranja. Después de una magnífica Superficie en
y
producción total del cultivo del arroz. Cifras de la izquierda, producción q; cifras de la derecha, superficie en millares de ha.
millones de
Anuario estadístico de las
producciones agricolas.
64
777,
PRODUCCION
SUPERFICIE
3
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45
0
7950
110
T
Evolución de la exportación de la naranja, tomando como punto de referencia el puerto de Castellón de la Plana. Cifras de la izquierda en miles de toneladas.
ascendente, el fruto de las huertas mediterráneas conquistó el primerísimo lugar entre los géneros españoles de exportación en el decenio 1920-1930, venciendo a los más antiguos rivales agrícolas y minerales (aceite, vino, hierro, plomo y cobre). La producción de naranjas conoció dos fuertes repechos, de acuerdo con la marcha de los pedidos
carrera
mundiales: uno, entre 1890 y 1914 y otro entre 1920 y 1930. Los 2.850.000 quintales que se exportaban en 1900 ascendieron a 5.690.000 en 1913; descendieron hasta 1.725.000 en 1918 y 2.570.000 en 1920, y desde este año se recuperaron vertiginosamente hasta alcanzar 10.840.000 q en 1930. La crisis mundial, complicada con la competencia de agrios de otras
procedencias, flexionó
sucesivos
la
exportación de la naranja
en
los años
nivel de 8-9.000.000 de q. En 1936 se dedicaban al naranjal 76.800 ha, en las que 29 millones de árboles producían de 10 a 12 millones de q de fruta. Para el consumo interior quedaban de 2 a 3 millones. a
un
Al lado de la naranja, el segundo producto importante en la zona de regadio fue la remolacha azucarera. Los pingiies beneficios realizados en algunas ocasiones crearon en la mentalidad del campesino de regadío el exclusivismo de la de la misma manera que regía
remolacha,
el exclusivismo cerealístico Este hecho dependió, en
en
agricultor de secano. la continua protección pres-
la mentalidad del
primer lugar, de
688
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
tada por el Estado a la industria azucarera desde la ley de 19 de diciembre de 1899, y luego de la estrecha asociación entre industriales y campesinos, a través de la cual éstos experimentaron los benéficos efectos de una relativa estabilidad en sus labores (además de anticipos de cosecha y adelantos de abonos y semillas). Por esta causa, la expansión del cultivo de este tubérculo fue en aumento creciente, realizado a través de bruscas recesiones y no menos considerables tirones, alcanzando 36.000 ha en 1913, 61.000 en 1929 y 112.000 metálicos
1931,
a
cuenta
notó la crisis mundial y se inició la contracción (71.000 ha en 1935). En los años de punta de 1930-1932, la producción de remolacha alcanzó 2.364.000 y 2.877.000 t (488.000 en 1910; en
momento
1.340.000
en
que
se
1920), para una transformación en azúcar del orden de 288.000 y 360.000 t (consumo medio nacional: 220.000 t anuales). Los desniveles en la trayectoria de la remolacha corresponden
en
1913; 1.837.000
en
capacidad adquisitiva de la masa del país; fueron años deficitarios 1901-1903, 1917-1920, 1923-1926 a
la
por y
esta
causa
1934-1936. En
la ubicación de los cultivos y de la industria remolachera, dominó el complejo ibérico (Navarra, Logroño, Aragón), quedando en cuanto
a
segundo lugar el área granadina” y, más alejada
ya, la de las cuencas
del Tajo y del Duero. La expansión de los cultivos
españoles en ese primer tercio del siglo xXx puede significarse, además, con otros productos: el limón, la almendra y la avellana, entre los frutales mediterráneos; el tomate y el plátano, entre los subtropicales; la patata, en las zonas frías y montañosas, con una especialidad para la exportación, desarrollada hacia los años 1910-1930: la “temprana”, en las huertas mediterráneas; en fin, el algodón. El desarrollo de este tipo de plantación fue fruto de las dificultades experimentadas por la industria textil durante la primera guerra mundial y de la preocupación creciente de equilibrar la balanza comercial. Después de un decenio de esfuerzos, lográronse los primeros éxitos en la zona del bajo Guadalquivir. En 1929, la superficie cultivada era de 9.800 ha (producción, 20.000 q); seis años después, se elevaba señaya a 24.000 ha, con un rendimiento de cerca de 80.000 q. Estaba lado
un
buen camino, cuyo recorrido acelerarían las circunstancias pos-
teriores.
También fueron alentadores los resultados alcanzados en la ganadería, gracias a la difusión de principios técnicos modernos. De esta época datan las primeras granjas experimentales, que tanto contribuyeron a propagarlos, y la multiplicación de concursos para premiar la labor del ganadero y del campesino. No sólo aumentó la cabaña nacional 25.400.000 cabezas en 1910 a 37.450.000 en 1935), sino también la
(de
LAS REALIZACIONES
ECONÓMICAS
DEL SIGLO
XX
689
calidad de las razas, sobre todo las productoras de carne y leche, gracias a la importación de excelentes especies extranjeras. Las regiones del Norte (Galicia, Asturias y la Montaña) fueron las más beneficiadas. El ganado de cerda duplicó sus efectivos (2.400.000 en 1910; 5.490.000 en 1935); el vacuno los aumentó en un 50 por ciento (2.370.000 y
3.700.000, respectivamente), Sin embargo,
las regiones cerealísticas del interior continuó fallando el proceso de simbiosis entre la agricultura y la ganadería, base del progreso de la agricultura moderna. en
En resumen, la agricultura y la ganadería representaban al comienzo de los años 30 más de la tercera parte del patrimonio y de la renta nacional: 106.000 millones de pesetas respecto a un total de 271.000 mi-
llones y 13.000 millones frente a 32.000 millones, resvectivamente. España continuaba siendo un país agrícola subdesarrollado, pero estaba en trance de pasar a una etapa mejor con la extensión del regadío y la
expansión de los cultivos de exportación. La guerra de 1936-1939 y la II Mundial subsiguiente alteraron tales previsiones e inauguraron una etapa de profunda contracción. Para definirla no es preciso recurrir a las estadísticas, ya que éstas sólo
crédito para años recientes a causa del proceso de ocultación y falsificaciones en que tan pródigo fue el período 1940-1950. Basta examinar la realidad humana y económica del campo español, merecen
expulsó de
la
juventud inquieta ante el oscuro horizonte de estancamiento y miseria; basta pulsar los años en que, a causa de la guerra exterior y la desarticulación de la producción agraria, fue preciso acudir al racionamiento de los géneros más esenciales de consumo. Jamás las cifras estadísticas, a pesar de reflejar el descenso de la agricultura y la ganadería, hablarán de los sacrificios impuestos a las poblaciones urbanas por el déficit crónico en los abastecimientos. Más que un capítulo de historia económica, esto es un trozo vivo de la historia social de la época. Para explicarse este fenómeno de contracción de la economía agraria, los especialistas del tipo de A. Robert, uno de los partidarios de la industrialización a ultranza desde 1939, se referirán a las destrucciones causadas por la guerra, a la falta de elementos de tracción (animales y mecánicos), a la escasez de fertilizantes. Factores indudablemente ciertos. El déficit del ganado mular se calculaba en 70.000 cabezas en 1945; el parque nacional de tractores había quedado prácticamente arrasado; las importaciones de fosfatos naturales descendieron en un 40 por 100 de 1935 a 1950 en un 62 y las de abonos nitrogenados por 100. Mientras tanto, la población crecía y se incrementaba la demanda, creando un angustioso bache en las posibilidades de abasteque
cimiento.
su seno a
690
HISTORIA
ECONÓMICA
ESPAÑA
DE
de mayor hondura que explican el declive de productividad agraria entre 1939 y 1950, que el Consejo de Economía Nacional cifró en un 22 por 100 para este último (78 respecto a 100 en 1929-1931) y la Organización Económica de Cooperación Europea evaPero existen otras
luó
causas
la media de 1931-1935 en cuanto a producción de alimentos por habitante. Algunas tienen sus raíces en condiciones físicas y climatológicas —como la época de largas sequías 1956
en
de 1943
en un
10 por 100 inferior
a
de estructura social ya examinadas cuando hemos hablado del reparto de la propiedad agraria; unas terceras, en fin, responden a los defectos esenciales de la articulación económica de la agricultura, sobre todo al dominio perjudicial de la ex-
1951—; otras,
a
en
causas
tensión del cultivo cerealístico de
depende
secano.
Pero existe
grupo que y de las inversiones.
política de precios El intervencionismo en la fijación de la venta de los productos agricolas introdujo el desaliento en la masa de los pequeños propietarios, quienes muchas veces prefirieron dedicar sus campos a cultivos menos útiles con tal'de evitar las tasas y las guías. Así sucedió que mientras de 1920 a 1935 los precios agrícolas e industriales marcharon aparejados, con ligera ventaja para los primeros, desde 1943 empezó a notarse una corriente favorable a los últimos, que, después de algunos vaivenes, se instaló definitivamente en 1951. Según las series del Instituto Nacional de Estadística, presentadas por H. París, la marcha del fenómeno se
de la orientación de la
un
sintetizará del siguiente modo: Anos
Precios
Índice 1936
.
.
1943
.
.
1947.
.
1952
.
.
1955
.
.
.
.
.
.
a.
e.
.
a...
Precios industriales
agricolas =
100
102,8 259,5 479,1 707,1 786,7
julio de 1936 100,7 268,0 401,2 836,1 961,3
desequilibrio se tradujo en el menor rendimiento de las actividades agrícolas respecto a las industriales, y, por lo tanto, en la permanencia de las características de subdesarrollo en aquel sector. En 1954, los ingresos netos agrícolas fueron del orden de 60.000 millones de pesetas por 5 millones de personas empleadas, mientras que en el Este
de personas alcanzaban 200.000 millones de pesetas. Esta situación tan desfavorable explica la escasez de inversiones privadas en la agricultura, que contribuyeron a mantener su estancamiento. En cuanto al sector público, no se comportó de otro modo. Los técnicos de la O. E. C. E. afirman, con fundaresto de la vida económica nacional 6 millones
ECONÓMICAS
LAS REALIZACIONES
DEL SIGLO
691
XX
mento, que durante el período las inversiones agrícolas del sector público sólo representaron el 15 por 100 del total. Sobre este paritcular se ha de tener en cuenta dos fases: la primera de 1942 a 1951, en que las inversiones fueron mínimas, y otra que corre de 1951 a 1959, en las que
se
revela
notable aumento
un
en
He
ritmo.
su
aquí las cifras
esenciales:
Sector
Años
público
Sector
privado
Total
(en millones de pesetas de cada ano) 1942 1946
.
.
.
.....
.
.
.
.
1954.
.
1952.
e
1955
...
222
157
379
493
2393
184
889
832
1.721
1.593
2.160
3.753
3.500
3.041
6.541
principales inversiones se hicieron a través de las obras hidráulicas emprendidas por el Ministerio de Obras Públicas, el Instituto Nacional de Colonización, del que ya se ha hablado en el lugar oportuno, los servicios forestales del Ministerio de Agricultura y las adquisiciones de tractores y equipos mecánicos. La principal empresa llevada a cabo es el Plan Badajoz, que interesa 140.000 ha. Otras no menos ambiciosas comprenden las zonas esteparias de Aragón (Bárdenas Reales y Monegros). En líneas generales, la irriEn este último
periodo,
gación ha aumentado
las
mucha parsimonia. Aunque los datos son sólo establecerse, con Manuel de Torres, que de 1939 con
aproximados, puede a 1956 la superficie de regadíos incorporada a los 1.480.000 ha existentes en 1933 fue de 235.000, o sea, un promedio anual de 14.600 ha, cifra muy inferior a la prevista en el plan Pardo de 1933. Descendiendo ahora a la marcha de los cultivos individualizados, la siguiente tabla nos proporcionará una visión de conjunto de las principales etapas del período considerado: Media 1931-1935
Media 1945
1951-1955
1958
(en millares de t; para el vino, de hl)
Trigo
.
Arroz
Maiz
.
Patata
.
......
.
.
.
.
Algodón .
.
269
210
666
530
4.031
4.400
358
380
665
750
.
..
3.890
2.643
4.019
4.300
.
.
..,
2.150
958
2.615
.
,
.
..,
4
.
.....
Aceitunas
,
.
,
Naranja
.
.
.
.
2.260
.—
.
Remolacha Vino
e...
3.852
18.820 1.824 1.044
5,6
13.900 1.320
1.059
63
2.850 45
18.360
18.000
1.809
1.620
1.178
1.325
692
HISTORIA
ECONÓMICA
precedentes corroboran lo
Las cifras
DE
ESPAÑA
que acabamos de
decir: fase de
violenta contracción hasta 1950 y de lenta recuperación en el período subsiguiente. No obstante, conviene poner de relieve la resistencia del cultivo del naranjal, que se vio beneficiado por las condiciones óptimas de
su
exportación,
mente fomentado
dón
llegó
a
y el desarrollo del cultivo del
algodonero, especial-
el pago de fuertes primas. La alcanzar 145 toneladas en 1956. con
producción de algo-
Como ya dijimos más arriba, la ganadería salió en malísimas condiciones de la guerra de los Tres Años. Las circunstancias posteriores
tampoco fueron propicias para restañar sus heridas. Todo ello gravitó en la producción de carne para el consumidor y de lanas para la industria textil. Las cifras recogidas en 1953 indican que aquel año el ganado vacuno había perdido 1.031.000 cabezas respecto a 1936
(3.183.000); el lanar, unas 100.000 (17.320.000); el de cerda, 950.000 (3.743.000), y el mular y el asnal, unas 300.000 cada uno (1.155.000 y 798.000, respectivamente). Minería
e
— La
industria. actividad minera
e
industrial
española
a
siglo xx se desarrolló bajo auspicios mejores de lo que cabía esperar después del desastre colonial de 1898. En realidad, éste afectó particularmente a la industria textil, que tenía en Cuba, Puerto Rico y Filipinas mercados monopolísticos de venta. A causa de esta pérdida, los fabricantes de tejidos de algodón se hallaron frente a una de las crisis más graves de su historia. Pudieron remontarla gracias al arancel proteccionista de 1906, que les reservó el consumo del mercado interior español, Pero ello implicó una dependencia casi absoluta de la capacidad de compra de los campesinos, y, por ende, del resultado de las cosechas y de la mejora del nivel de vida de los jornaleros. Como ambos factores eran muy irregulares, de aquí las vacilaciones de los industriales textiles, que vieron interrumpido el rápido proceso de concomienzos del
centración y modernización de empresas iniciado hacia 1890. Pero salvando este caso, y a favor de la misma ley proteccianista revela de 1906, la industria prosigue su avance. Este hecho se De en el consumo de energía. en el desarrollo de la
española
producción y 1913, la obtención de hulla pasó de 2.674.000
1900
4.293.000, al mismo tiempo que las importaciones saltaban de 1.992.000 t a 3.098.000 (cifras se de Perpiñá Grau). Las cuencas asturiana y leonesa, especialmente, sus equiparon a la moderna para atender a la creciente demanda de a
t
a
hulla, la industria hidroeléctrica inic10 1914 se carrera que,muy pocos presentían años antes. Entre 1900 y registró la fundación de importantísimas compañías, algunas promo-
productos.
Pero al lado de la
una
LAS REALIZACIONES
ECONÓMICAS
693J
DEL SIGLO XX
vidas por el capital vasco y otras por el extranjero. Entre aquéllas, y además de la Hidroeléctrica Ibérica (1901), ya citada, aparecieron la Sociedad Mengemor, que realizó una serie de saltos en el
Guadalquivir
Bolarque, para el suministro de electricidad a Madrid, y la Hidroeléctrica Española (1907), que en 1910 realizó la por aquel entonces maravillosa conexión de 245 km entre el salto del Molinar (22.500 kvh) y el
Madrid. Entre las últimas, figuran en lugar preeminente la Barcelona Traction Light and Power, fundada en 1911 en Toronto (Canadá) por el financiero F. S. Pearson, y llamada por tal motivo La Canadiense, y
y la
Energía Eléctrica de Cataluña, constituida simultáneamente con capital francés. En el mismo año aparecía en Barcelona la Sociedad General de Fuerzas Hidroeléctricas, que reunía grupos dispersos. Todos ellos se propusieron explotar las posibilidades hidráulicas del Pirineo para abastecer la industria catalana. Y, en efecto, lo lograron en pocos años, instalando centrales de 40.000
Tremp, Camarasa, Capdella, gresos de
a
80.000 CV,
Simultáneamente, las demás compañías citadas, a las que etc.
las de Serós, continuaban los procomo
se
unían
en
1912 la
Unión Eléctrica Madrileña y la Catalana de Gas y Electricidad. Fruto de este gigantesco esfuerzo privado fue que en dos decenios sextuplicó la potencia instalada y quintuplicó el consumo de energía eléctrica
(1901: 104 millones de kWh índices
en
190, respectivamente; 1920: 606 este último año: 583 y 504, para 100 en 1901. y
y
957;
El aumento de las
posibilidades energéticas desarrolladas en esta etapa contrasta con la paulatina reducción en la obtención de minerales metálicos. El plomo, el cobre y el hierro, que durante el último tercio del siglo xx habían constituido una de las plataformas del comercio español, empiezan a declinar. La minería vizcaína da muestras visibles de fatiga en el mismo umbral de la primera guerra mundial, después de quince años de mantener todavía erguido su viejo pabellón, con extracciones medias de 9 millones de toneladas. Pero en 1914 se produce una caída sensible a 7 millones, preludio de la más dramática de 1917-1920, que la situará en unos 3 millones aproximadamente. Con ella pasa a la historia la hegemonía del mineral de hierro vasco. Al mismo tiempo decae el plomo (1901: 382.000 t; 1914: 264.000) y el cobre. Pero éste conoce todavía una época de brillantez entre 1908 y 1912 (producción en 1901: 2.706.000 t; en 1912: 3.785.000; en 1918: 1.598.000). El amplio período de depredación de los metales españoles por el capitalismo internacional da sus nocivos frutos. Quedan abandonadas las primeras minas, bien por agotamiento, bien por no poder resistir la competencia de otros yacimientos más afortunados en Asia, África o América. Pero de este gran trasiego de beneficios en la explotación de las
minas, Vizcaya ha salido, según sabemos,
con
una
industria siderúr-
694
HISTORIA
gica concentrada
y
bancos. De 1901
a
ESPAÑA
DE
eficiente y una gran reserva de capitales en sus 1914 acabará de confirmarse su hegemonía como
pesada española.
de la industria
centro
ECONÓMICA
En la
producción de lingotes del total; los astilleros, los
de hierro y acero asume más de la mitad talleres mecánicos y de forja, las fábricas de material ferroviario dibujan definitivamente la silueta de Bilbao y su ría. Atrás quedan los
altos hornos de Asturias, Santander y Málaga; atrás también la metalurgia catalana. En conjunto, la producción siderúrgica española da un gran paso: de 327.000 t de lingote de hierro en 1901 a 442.000 en 1913
(un 135 fechas
por
100)
(un 236
y de 166.000 t de
por
acero
a
392.000 entre las mismas
100). Cifras satisfactorias,
pero
que
no
pueden
ocultar tres hechos: que todavía se exportara el 90 por 100 del mineral férrico; que fuera necesaria la importación de hierro y acero en grandes cantidades, y que, en conjunto, las instalaciones estuvieran mal equipadas y fueran de bajo rendimiento. Otros hechos estimulantes
periodo anterior a la primera guerra mundial son el desarrollo de la industria ligera, la aparición de la del cemento y el vuelo adquirido per la industria química. El aprovechamiento del cemento artificial según la fórmula Portland se inició en Asturias, en 1898, con la construcción de la fábrica Tudela-Veguin, y poco después, en 1904, se establecía la primera factoría en Cataluña, en
el
La Pobla de Lillet. A ella siguieron otros establecimientos en el litoral catalán. Tanto las fábricas del Norte como las de Cataluña trabajaron por debajo de su capacidad de producción hasta que en 1910 se en
hormigón armado en las obras públicas y particulares. En cuanto a la industria química, recibió considerable impulso entre 1896 y 1908, gracias a la constitución de importantes compañías como la Unión Española de Explosivos (1896) y la Electroquímica de Flix (1897), ya citadas, y la Sociedad Anónima Cros (1904). aclimató la técnica del
Esta última empresa llevó durante muchos años la delantera en la producción de superfosfatos y ácido sulfúrico, premisa indispensable para el desarrollo de la agricultura y la industria. Poco a poco fue ensan-
chando
su
actividad
a
todos los
ramos
producción química, estaEspañola de Explosivos, una
de la
bleciendo en ella, al lado de la Unión verdadera hegemonía. La primera guerra mundial ofreció a la industria
española una excompetencia con las
cepcional oportunidad para situarse en un plano de extranjeras. A causa de la neutralidad, mantenida a lo largo de la contienda con no pocas dificultades, se abrieron ante los fabricantes no sólo los mercados de las potencias beligerantes (de hecho, por razón del
bloqueo alemán,
los
países aliados),
sino de muchos
países
de Amé-
LAS
REALIZACIONES
ECONÓMICAS
DEL
SIGLO
XX
695
rica, África y Asia. Por otra parte, sin necesidad de tarifas proteccionistas, la industria nacional imperó a sus anchas en España, fueren cuales fueren la bondad de los géneros suministrados. Una oleada de prosperidad invadió el país, enriqueciendo a los particulares y al Es-
tado;
pero,
general, no se sacó de este fenómeno el provecho que procediendo a una decidida modernización de las instala-
en
cabía esperar ciones industriales y al establecimiento de una efectiva industria pesada de base. Con todo, España vivió el ensueño de un porvenir radiante durante los años 20 gracias a este dorado colchón de los beneficios de guerra. Todas las actividades industriales —hay alguna excepción, como la corchotaponera— experimentaron una brusca sacudida alcista desde 1915, una vez superada la primera crisis psicológica de temor ante la gravedad del conflicto que acababa de estallar. La reducción de las
importaciones de hullas inglesas situó los precios del carbón a tales alturas que compensó toda clase de esfuerzos de los mineros asturianos y andaluces. La producción saltó de 4.200.000 t en 1913 a 7.500.000 en 1918, mediante el aumento del personal empleado (de 30.000 a 60.000 obreros), y no por la introducción de útiles más perfectos. Igual proceso se registra en la industria siderúrgica, a pesar del declive en la obtención del mineral de hierro (del orden de 50 por 100: 9.800.000 t en 1913, 4.723.000 en 1918). Los precios fabulosos que se pagaron por cualquier metal quintuplicaron el rendimiento de las instalaciones (de 77 millones*en 1913 a 340.000 millones en 1918), mientras que la producción sólo se acrecentó en un 50 por 100, pasando de 666.000 t a 827.000. En la plusvalía de la tonelada de hierro y acero (de 115 a 438 ptas.) se halla otra de las causas del enriquecimiento contemporáde
neo
Vizcaya.
También la industria catalana sacó grandes ventajas de la situación bélica internacional. Mucho más compleja que la vasca y asturiana, se infiltró en el Occidente de Europa y en los mercados de Ultramar con
multiplicidad de géneros. Desde luego, los tejidos representaron el capítulo más importante. La industria textil, que se hallaba todavía tambaleando después del golpe recibido en 1898, restañó sus heridas y realizó prodigiosos beneficios. En 1914 se importaron 84.000 t de algodón; en 1915, 143.000. Se trabajaba a todo gas. Las exportaciones de tejidos saltaron de 5.400 + en 1914 a 17.300 en 1915, y así continuaron, poco más
de a
o
menos, hasta 1919. Este comercio
pesetas
lo que
naria.
para el
período 1914-1919, suele afirmarse, se procedió
se
con a
cifró
los
en
cuales,
unos
600 millones
y contrariamente
la modernización de la maqui-
696
HISTORIA
ECONÓMICA
DE
ESPAÑA
A estos afortunados saldos industriales cabría añadir
multiplicidad
de otros, declarados o no declarados. En resumidas cuentas, la industria española salió alegre y confiada de la primera guerra mundial, ha-
biendo rescatado para sí no pocas inversiones extranjeras. La crisis de 1921 le enseñó que no había sabido aprovechar a fondo la coyuntura:
siderúrgicos
y
textiles
perdieron rápidamente los mercados
nuevos
e
incluso parte de los antiguos. Pero hasta 1929 apenas hubo temor alguno, porque coincidió la oleada de prosperidad internacional con el desarrollo de la demografía y del nivel de vida del pueblo español.
Además, la dictadura del general Primo de Rivera acentuó el proteccionismo industrial, inició el nacionalismo técnico, impulsó las obras públicas y no se mostró esquivo a la admisión de capitales extranjeros (Compañía Telefónica Nacional). Ello fue suficiente para que continuara el ritmo del progreso en los principales ramos industriales, los cuales no advirtieron el peligro que corrían hasta 1930, cuando la crisis del año anterior En líneas
en
Wall Street les abocó al borde del abismo.
generales, el año 1929 representa uno de los máximos la producción minera e industrial española, una punta
logrados por que luego ha sido
muy difícil
de superar. La obtención de antracita alcanzó 605.000 t, el 712 por 100 de 1900; la de hulla, 6.577.000 t (256 por 100); la de lignito, 280.000 (396 por 100). En el sector de minerales metálicos, basada en el principio de inversiones de capitales extranjeros con miras a la exportación, se obtuvieron 4.275.000 t de piri-
cobre y hierro (158 por 100) y 454.000 de estaño (395 por 100). El agotamiento de los más ricos filones de hierro y plomo mantuvo la producción por debajo de las cifras de 1913 e incluso de las de 1900; pero, a pesar de ello, todas fueron superiores a las de 1921; hierro, tas de
6.547.000 t (83 por 100) respecto a 2.600.000; plomo, 181.000 (47 por 100 respecto a 168.000. A los minerales clásicos se añadió, además, la explotación de otros nuevos, como las sales potásicas catalanas (244.000 t en 1929; 28.000 en 1925) y el wolframio occidental (mineral estratégico que durante la primera guerra mundial había ya conocido una cresta de
producción con cuatro millones y medio de t; en 1929, 255.000). Siguiendo análogo ritmo se desarrolló la industria siderúrgica, que ahora contó con el rendimiento adicional de los altos hornos de Sagunto (desde 1923). En 1929 se produjeron 770.000 t de lingote de hierro, tres veces más que en 1920 (235 por 100 de 1900), y 1.021.000 t de acero, también tres veces más que en 1920, pero un 615 por 100 de 1900. La sola provincia de Vizcaya produjo las 5/7 partes y la mitad, respectivamente del total. En cuanto a la energía eléctrica, entre 1920 y 1930 la potencia instalada duplicó y la energía producida triplicó. Respecto a 1900, los
LAS
REALIZACIONES
ECONÓMICAS
DEL
SIGLO
697
XX
indices respectivos fueron 1.200 y 1.373 por 100 (1.253 millones de kWh y 2.600, respectivamente). Contrastando con esta euforia, que igualla producción de abonos (cerca de 1.100.000 t en 1930; sólo 200.000 en 1920), la industria textil dio muestras de fatiga y estancamiento, corolario obligado a un régimen de mediano desarrollo
registra
mente se
en
el campo. Con la sola
excepción del año 1927, trabajó a un ritmo muy inferior a sus posibilidades, a causa de la pérdida de los mercados extranjeros, la reducción de la cantidad de tela empleada en los vestidos femeninos y la competencia de las fibras artificiáles. A ella siguieron, durante el período que comentamos, otras tres en Valdenoceda, Blanes y Barcelona. Todo ello produjo la adopción de medidas de maltusianismo económico, que decretó el Comité Regulador de la Industria Algodonera, creado en 1926. Las principales fueron la prohibición de instalar nuevas fábricas y de ampliar las existentes. El colapso industrial de 1930 a 1936 deriva del reflejo de la coyunen
tura internacional y de las condiciones de intranquilidad social creadas por la crisis y desarrolladas por el cambio de régimen político. La pro-
ducción de minerales sufrió 1932 y
1933,
para rehacerse
una
algo
grave contracción, especialmente entre en el trienio siguiente. He aquí los prin-
cipales elementos estadísticos:
Mineral
Piritas
de hierro
hierro-cobre
Sales Plomo
potásicas
Mercutio
(en miles de toneladas) 1930 1931
...
.
1932. 1933.
...
.
5.517
3.924
164
286
.
3.190
3.134
151
86
.
1.760
2.125
138
101
3,1 4,7 1,6
.
.
1934 .
1935
.
1.815
2.269
115
242
1.5
2.094
2.093
96
320
39
3.983
2.185
88
234
5,5
La producción de hulla y otros carbones experimentó el mismo proceso (6.577.000 t en 1930, 5.422.000 en 1933, 6.332.000 en 1935), pero se mostró más resistente a la baja. Ello fue debido a la constante
protección que los gobiernos de la República, siguiendo el camino abierto por la Dictadura, dispensaron a este sector. Entre otras, la prosecución del auxilio financiero directo del Estado a las empresas mineras
deficitarias
y el establecimiento de
un
sistema de control nacional
la venta de carbones (1 de octubre de 1931). Medidas de emergencia muy propias del hosco cariz que presentaba el porvenir económico en
en
aquellos años. La industria algodonera tampoco capeó mejor el temporal,
a
causa
698
HISTORIA
de la contracción del
ECONÓMICA
poder de
DE
ESPAÑA
compra de los mercados rurales. Desde
1929 hubo más de 20.000 husos
parados. Sin embargo, a consecuencia de la mejor organización de la producción logró introducirse en algunos mercados extranjeros, como los Balcanes, Egipto y Turquía. Las de 1930, 1931 y 1932 fueron campañas de exportación realmente halagieñas (5.800, 5.100 y 4.770 t respecto a un promedio decenal de unas 3.000). Después, incluso esta actividad fue declinando, a medida que la crisis era más honda y más porfiada la competencia en todos los mercados. Asimismo, los siderúrgicos pasaron una mala temporada. Se cerraron los altos hornos de Sagunto y los demás trabajaron a ritmo lento. La caida fue brutal entre 1930 y 1932, tanto para el hierro como para el acero (625.000 t a 330.000, 953.000 a 537.000, respectivamente). Incluso en la energía eléctrica se notó una disminución en el ritmo de instalaciones y sobre todo en el del consumo (respectivamente: 11 millones de kWh instalados como promedio cada año entre 1930 y 1935 y 64,7 millones cada año entre 1921 y 1930; 134 millones de energía producida cada año entre 1930 y 1935 y 162,5 en le período 1920-1930). Pero ésta fue la única actividad que experimentó un progreso satisfactorio
los difíciles años de la gran crisis económica mundial. Sobre esta crisis incidió la guerra española de 1936 a 1939 y la
gunda
en
se-
guerra mundial. El
país había sufrido grandemente las consecuencias de aquel conflicto en el ramo industrial, aunque tal vez menos que en el sector agrícola. Quizás habría podido rehabilitarse aprovechando las circunstancias de la conflagración internacional que le sur cedió. Pero no fue así, tanto por el aislamiento en que se mantuvo primero España como por el aislamiento de que fue luego objeto hasta 1953. Durante quince años, la industria española se desarrolló en situación de continua asfixia; sobreviviendo gracias al recurso indefinido al anticuado utillaje y al sacrificio impuesto a sus empleados y obreros. La autarquía prevaleciente entonces en la conducción de la política económica general condujo con rapidez a un fatal superproteccionismo. “La falta de toda competencia internacional —afirman los técnicos de la O.E.C.E.—, impedida en el mercado interior por el sistema de cupos y falseada en el campo de las exportaciones por el de cambios múltiples, ha favorecido inevitablemente la aparición de industrias poco rentables.” Éstas se desarrollaron en las ramas adecuadas, o sea, en las industrias de consumo de lujo o de Las actividades tradicionales
del
país experimentaron en general no rebasaron
menos
semilujo.
escaso
1ncre-
los índices mento, hasta el extremo de que de 1929 hasta 1950-1951. La extracción de minerales metálicos sufrió una
contracción
gravísima, de la
que
no
ha
logrado todavía
recuperarse.
REALIZACIONES
LAS
publicados
ECONÓMICAS
DEL
SIGLO
699
XX
el Instituto Nacional de Estadística hablan de ello con su cruda brevedad: 1929-1931 (punto de arranque discutible, puesto que debería situarse en 1913), 100; 1945, 30; 1954, 44; Los números Índices
por
1957, 84. Sólo la extracción de carbón conoció
un
aumento ininterrum-
pido, llegando en 1957 a casi doblar las cifras de 1929. He aquí un cuadro expresivo de estos fenómenos en el desarrollo de la minería española: 1928
1931-1935
1941-1945
1951
1957
(en millares de toneladas)
Hulla
a
.
Piritas
.
.
.
M. de hierro
o...
.
M. de plomo
.
.
.
.
.
...
...
6,371
6.564
8.396
9.753
3.025
2.239
443
1.801
1.954
2.710
1.097
2.140
2.325
5.378
124
82
45
65
88
11.092
los sectores tradicionales de la industria espahola. El índice de la industria textil en 1957 era 106 por 100 de la del Lo
mismo
acaeció
en
1929: el de la siderurgia, 152. En 1952-1953, la producción de lingotes de hierro y acero fue superior por vez primera a la de 1929, pero
año
relativamente por unidad de consumo. Este ritmo pausado de la dinámica de ambos grupos industriales se expresa en el siguiente
menor
cuadro:
1928
1931-1935
1941-1945
1952
1957
(en millones de toneladas)
algodón de Tejidos algodón Hilados de Hierro
E.
Acero.
En
arrolló
—
—
...
o
...
cambio, hay
.
62
64
84
47
49
57
563
367
390
761
963
171
585
606
907
1.346
—
otro grupo
—
de actividades industriales que
se
des-
marcha mucho más rápida. En primer lugar figura la producción de energía eléctrica, en conflicto constante con las necesidades del consumo privado y de las numerosas industrias de transformación establecidas al amparo de las circunstancias. Hubo numerosos períodos de restricciones eléctricas, el último en 1957. El índice de este sector se elevó a 533, y refleja el paso de los 2.936 millones de kWh en 1931-35 a los 14.900 millones de 1957. Igual expansión hallamos en la producción de cemento (1.456.000 t en 1931-1935; 4.500.000 en 1957) y ácido sulfúrico (158.000 t y 980.000 t, respectivamente). Estas cifras explican
con
que,
a
pesar de la lentitud de ritmo de las industrias
básicas, el
700
HISTORIA
ECONÓMICA
conjunto del índice industrial que analizamos. El hecho fundamental
DE
aumentara
ESPAÑA
de 100
a
300
en
periodo
el
fue la
aplicación a las inversiones industriales del “ahorro forzoso”, derivado de la inflación, a través de las entidades bancarias y de las instituciones públicas autónomas, además de la introducción de capitales extranjeros, en particular norteamericanos, a partir de 1950-1951, En esta dinámica alcanzó lugar predominante el Instituto Nacional de Industria (I.N.I), creado por ley de 25 de septiembre de 1941 para “la creación y resurgimiento de las industrias españolas, especialmente las relacionadas con la defensa del país y las que se dirigen al desenvolvimiento de su autarquía económica”. Bajo el impulso de José Antonio Suanzes, el I.N. IL rebasó muy
pronto
sus
en este proceso
propias fronteras, convirtiéndose
en
motor
exclusivo
ultranza. Según las cifras publiciento de las inversiones del I. N. 1. en relación con las de las Sociedades Anónimas representó el 9,67 por ciento en 1946, el 22,85 en 1949, el 50,50 en 1953 y el 77,50 en 1955. Se calcula que a fines de 1957 el total de sus inversiones se elevaba a
política de industrialización cadas por Higinio París, el tanto por de
una
a
32.000 millones de pesetas. Entre las empresas fundadas por el Instituto figuran importantes compañías siderúrgicas (Empresa Nacional Siderúr-
petróleo (Empresa Nacional “Calvo Sotelo”), emNapresas hidroeléctricas (Empresa Nacional de Electricidad, Empresa cional Hidro-Eléctrica del Ribagorzana), compañías metalúrgicas (Empresa Nacional “Elcano” y Empresa Nacional “Bazán”) y de aviación (Iberia). Pero, además, posee participación mayoritaria en fábricas de aluminio (Empresa Nacional del Aluminio, en Valladolid), refinerías de petróleo (Escombreras), compañías de fibras artificiales (Fabricación Española de Fibras Artificiales), construcciones de camiones y automoviles (Empresa Nacional de Autocamiones, Sociedad Española de Automóviles de Turismo), empresa de productos químicos, de aparatos receptores de radio (Marconi, S. A.), etc. Y aún queda la dilatada lista gica), refinerías
de
últi-
de las empresas controladas o con intereses minoritarios. En estas mas —como Construcciones Aeronáuticas, S. A., La Hispano Aviación, S. A.— se realizó el contacto entre intereses bancarios y oficiales. El despliegue de esta ambiciosa política ha sido muy diversamente juzgado. El nacionalismo económico ha tenido en ella un instrumento
mundial naeconomías intiya
realización, en el mismo momento en que la economía chaba en el sentido, contrario, de aglutinar las antiguas cionales en ámbitos continentales, ya plenamente asociadas, ma colaboración. Pensada para un momento de emergencia, de
cuenta factores tan
esenciales
como
mar-
en
no
tuvo
en
la rentabilidad de las empresas,
LAS REALIZACIONES
ECONÓMICAS
DEL SIGLO
701
XX
de modo que encareció los productos de base y contribuyó a precipitar el país por los senderos de la inflación. Su hegemonía fue tal que no sólo evitó la libre competencia en el mercado español de productos
imprescindibles
—favoreciendo el comercio de contrabando, como en el caso de los rodamientos a bolas—, sino que estimuló artificialmente una serie de pequeñas empresas, de rentabilidad asimismo
extranjeros
dudosa, y bloqueó la expansión de otras de mucha solera, tales como las hidroeléctricas, las siderúrgicas y las textiles. En definitiva, y esto es lo que cuenta, se reveló incapaz de dar al país una estructura industrial realmente adecuada, después de haber sacrificado a tal finalidad las posibilidades de una agricultura sedienta de capitales.
Transportes. — Alboreó
dos hechos al parecer definitivos en el sector de los transportes públicos y comerciales españoles: la hegemonía del ferrocarril y del buque de vapor. En 1901 estaban construidos muy
tarde, El insignificante
años más
el
siglo
xx
con
de 11.000 km de vía ancha; treinta y cuatro 1935, la red de primera categoría sumaba 12.038.
cerca en
lapso demuestra que ni el Estado ni las compañías hicieron prácticamente nada para mejorar la obra legada por el siglo xIx. Las empresas se limitaron a mejorar la explotación, aumentando el material de tracción y el parque de vagones, al objeto de atender a las mayores necesidades de la aumento de mil kilómetros
en
este
economía nacional: de 2.400 locomotoras y 54.800 vagones en 1906 se saltó a 3.917 y 98.400, respectivamente, en 1935. El rescate de las inversiones extranjeras en los ferrocarriles por el ahorro español durante la primera guerra mundial fue una operación excelente desde todos
los puntos de vista: no sólo resultó barata, sino que produjo pingiies beneficios. Durante el primer tercio del siglo, ni una sola vez las com-
pañías ferroviarias, obtuvieron Sin
un
embargo,
en
conjunto, liquidaron
con
beneficio bruto anual de 200
estas cifras ocultan
a
déficit;
por el
contrario, 300 millones de pesetas.
realidad: la infraestructura no se fue renovando a compás del ritmo de desgaste del material, de manera que desde 1925 pudo hablarse de un problema ferroviario. Éste era
especialmente sensible rriles
andaluces,
Durante
esos
en
servían
el
una
mismos años
una
compañías que, como los ferrocaregión pobre con una red poco articulada.
seno
se
de
realizó
un
importante esfuerzo
para
coor-
dinar el servicio ferroviario y hacerlo apto para su cometido de irrigación de la economía del país. Se aplicaron muchos capitales, en general dimanantes del más humilde de los ahorros, el ahorro comarcal, a la construcción de ferrocarriles de vía estrecha. De 1901 a 1935 duplicó el kilome-
traje
en
servicio (de 2.180
a
5.180
km). Este impulso
se
desarrolló por
El Ferrol
Avilés
Coruña
PA
ci
a Sebástiáni:-. e.
BilbooS Son
Pamplona
o
..y
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Capítulo
XXX
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XL
COYUNTURA
ECONÓMICA
DEL
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XVIII
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REFORMISMO
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Bibliografía
económica
Bibliografía complementaria
Son muchas las obras que se ocupan del reformismo español durante el siglo XIx desde el punto de vista político, cultural e ideológico. Aqui sólo daremos nota de las que introducen el factor económico en el desarrollo histórico o las que sirven de punto de referencia:
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Les faits et la docirine Espagne sous Philippe V. Jeróde Uztáris (1670-1732). Burdeos, 1919. —
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4
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JAUME
Capítulo
LA PRODUCCIÓN AGRÍCOLA
Capítulo
La POBLACIÓN
Y
LA
PROPIEDAD
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Y
CANADERA
Obras fundamentales
SALVADOR
espanyola Obra premiada lans.)
por
Histdria
de l'agricultura 1 XX. (Incdito. XIX segles el Institut d'Estudis Cata-
MiLLET:
durante els
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tierra.
XLII
XLIH
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Capitulo
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XLIV
—
La
INDUSTRIA
Obras
fundamentales
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DE
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TARrRATS:
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Cómo triunfó el proteccionismo
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ECONÓMICA
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Capitulo
XLVII
MONEDA, CRÉDITO
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BANCA
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TRANSPORTES
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Medio
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ÓMICA TENA
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ABsBEvILLE: 250, 480. ABDERA: 48, 51. ARDERRAHMÁN I: 98,
99.
AcarvLco: 363, 498, 501. ALRE:
ARAGÓN:
ADRA: 669.
OPTATUS:
Aris
64,
banquero:
AGUADO,
arbitrista:
AGUIRRE,
653,
668.
516,
517,
539. AGULLANA: 479.
LEUKÉ: 50. ALAGÓN, Tio: 23. ALALIA, batalla de: 49, 53. ÁLamos Y BARRIENTOS, Baltasar de: 412. AL ANDALUS: 11, 99, 100, 101, AkRA
103, 105, 106, 107, 108, 110, 111, 112, 115, 120, 131, 149, 150.
ALAR
REY:
DEL
611,
621.
ALARILO: 84. ALAVA: 449,
ALBa,
de: 227, 254. de: 330, 435,
condes
ALBA, duques 449.
ALBACETE:
461,
578,
582.
ALBARRACÍN: 471.
cardenal:
479.
ALsai: ló4. ALSOLOTE:
469.
MaGNÁNIMO
DE
193, 301, 322, 330, 331, 351, 362, 383, 400, 420.
AMELOT:
AMIENS,
544. paz de:
527, 549, 615.
165, 170, 188, 199, 215, 220, 263, 283. ALFonsO Il DE AsSTURIAS: 117,
AMPOLLA, La: 332. ABADAL, Ramón d':
121, 137. ALFonso IL DE ASTURIAS: 127, 142. ALFonso IUI: 117, 121, ALFoNnso VI: 117, 148, 149, 255. ALFonso VIII: 141, 242, 255. ALFONSO X, el Sabio, de Castilla: 16, 124, 147, 148, 184,
ABBAS
226, 232, 235, 240, 241, 252, 255, 260, 261, 264, 305, 317. ALFoNso XI: 224, 252, 256, 263. ALronso XII: 593, 601, 644. ALGARYE: 19, 45, 145. ALGECIRAS: 518. ALGUER: 188. ALHAKEM I: 114. ALIMAKEM IT: 104. ALICANTE: 50, 52, 181, 326,
328, 333, 443, 461, 504, 510, 518, 526, S65, 582, 589, 620,
107,
109,
99, 117, 131. ALMERÍA: 18, 19, 26, 43, 45, 47, 101, 108, 110, 111, 145, 170, 258, 475, 526, 566, 582, 599.
duque de:
132,
BEN FIRNAS: 108. AMPOSTA: 469. AMPUERO: 481. AmMPURDAÁN: 48, 135, 165, 332. AMPURIAS: 49, 52, 58, 64, 76, 138, 332. AMPURTAS, condado de: 449, AMSTERDAM: 385, 542.
ANATOLIA:
190, ANDALUCÍA: 23, 24, 26, 27, 31,
39, 42, 43, 47, 51, 83, 98, 99, 107, 145, 148-151, 153, 184, 194, 222, 224, 226, 227, 231, 233, 234, 239, 241, 246, 247, 252, 257, 259, 262, 266, 269, 272, 276, 284, 305, 314, 326328, 337, 377, 379, 383, 397, 400, 423, 442, 446, 467, 473, 485, 489, 505, 511, 518, 519, 536, 562, 571, 577, 578, 599, 610, 622, 636. V. Al-Andalus.
305, 328.
ANDÚJAR: 224, ANGOLA: 356, 365. ANÍBAL: 50. ANTILLAS: 278, 288,
289, 293, 294, 298, 356, 359, 370, 371%, 492, 494, 496, 522, 546, 548, 555, 611, 625, 626, 631, 668, 075.
ANTILLÓN:
441.
GazurLes: 152, ALCANTARA, Orden Militar de: 149, 152, 229, 269.
ALMUÑÉCAR: 437. ALONIS: 50. ALORA: 269.
ANTIOQUÍA: 75. ANTONELLI, ingeniero: 333.
ALLARAZ: 252. ALCABRRIA: 149, ALVAUDETE: 152,
ALPUJARRAS, sublevación de Las:
ArrERT,
DE
LOS
227, 269, 480.
ARRIAZA:
ALCÁZAR
DE
ALCIRA:
60,
416.
469.
ALcoB£, Santiago: 25, ALcoy: 609.
ALEJANDRÍA, 195, 246,
75, 139, 163, 191,
274, 331.
304. ALTAMIRA: 26.
ALVAREZ
DE
ToLEDO, los: 226,
227, 269. AMADEO I DE Sasoya: 558. AMaDoRr DE Los Ríos, José: 224, 228. AMAYA: 121.
133,
135.
ANDREA Doria:
ALJUSTREL: 67. ALMADÉN: 14, 67, 233, 241, 480. ALMANSA: 620. ALMANZOR:
ALBURQUERQUE: 227, ALBURQUERQUE, Leonor de: 227, ALCALA, ducado de: 449, ALCALÁ, ordenamiento de: 252, ALCALÁ
EL
660.
20,
ALSERONI,
ALFAQUES: 332.
366, 371, 372,
645.
599,
AMILCAR BARCA: 50. ALMODÓVAR DEL Río, 642.
ALrFonso V
196,
ADARO.
ALEro: 266.
26].
BARCHILÓN:
EL
AxBERES:
.
AnDERRANHMÁN II: 99, 114. ABDERRAINMÁN III: 99, 112. ABEN ALAWANZ: 1l0S. ABRAINAM
ALEJANDRO SEVERO: 74. ALEMANIA: 32, 71, 167, 171, 280, 327, 330, 382, 484, 507, 553, 596, 604, 610, 644.
APoROMA: 361.
procedimiento: 592. APULIA: 248. AQUISGRÁN: 517. AQUITANIA: 83, 142, 306. ARABIA: 104, 114.
ARAGóN: 24, 108, 132, 134, 141,
143, 145, 146, 151, 152, 159, 162, 165, 166, 170, 172, 179183, 186, 188, 190, 191, 192,
772
INDICE DE NOMBRES
193-197, 200, 201, 210, 213, 214-217, 225, 227, 235, 238, 246, 2483, 259, 263, 272, 274, 279, 280, 302, 304, 306, 320, 349, 373, 374, 376, 385, 386, 405, 426, 435, 449, 452, 457, 469, 471, 480, 485, 504, 530, 534, 538, 591, 592, 599, 603,
Imperial
Canal
207, 209, 219, 224, 239, 241, 266, 267, 282, 285,
330, 384,
325, 377, 433, 464, 489, 539,
567, 611, 616. de —: 316,
473. DE
Dveno: 234.
ARANJUEZ: 478, 586, 592, 618, 619, 620.
ARDOIN: 653. Romualdo: 603. ARENYS DE MAR: 624,
ARELLANO,
52.
ARGELIA: 566, 635.
492, 624, 655.
ARICA: 526. ARISTÓTELES: 292. ARLÉS: 188, 327.
191.
252,
582,
AStIGI: 64. ASTOPAS: 55.
72, 121, 122. 61,
127, 451, 582,
662,
ÁTICA: 50. ATIENZA: 239. AuGSRURGO: 363. Aucusto: 53, 58, 59, 61, 70, 72, 75, 118. AURELIANO: 76. AUSONA: 164. AUSTRALIA: 12, 231. AUSTRIA: 425, 620. AUuTUN: 64, 71. AviLa: 29, 117, 121, 148, 230,
233, 237, 238, 241, 278, 442, 459, 480. AviLÉS: 299, 337.
los:
139
191
BENIDORM: 50. BERBERÍA: 182, 196, BERGA: 184, 477. DÉRGAMNO: 335. BERLANGA: 234
212, 258
BERMEO: 243, 245,
BERTRÁn, Lucas:
Baeza: 150, 224, 238, 314, 437, 446. BaGDAD: 99, 111, 196. Baxfa: 370.
267, 271, 319, 320,
Assó, Ignacio: 431, 435.
Aviñón: 180, 188. AYACUCHO: 555. AYAMONTE: 475.
233,
BADALONA: 613. Baer, Fritz: 228.
192, 193, 201-204, 220, 246,
190. ARrNÚS, los: 674. ArnNÚSs, Evaristo: 660, 663. ARrRÁS: 250. ARTIÑANO: 297. ASIRIA: 46. ARMENIA:
14, 23, 42, 48, 67, 95, 97, 118-121, 126, 183, 334, 435, 439, 442, 465, 466, 481, 485, 565, 594, 598, 602-604, 645, 669, 671.
d6, 190. BABILONIA, Sultanato de:
131, 138, 163, 165, 176, 177, 183, 184,
ARIB-BEN-Saan: 103.
ASTURIAS:
BABILONIA:
Bapajoz: 223, 589, 594.
BENEvTO, Juan: 394. BENJAMIN DE TUDELA:
DENI-Ganta,
19, 298.
BARAacaLDO: BARCELONA:
ARGAR, El: 43.
ASTORGA:
626. AZorEes:
BERTRÁN 650.
DE
486.
Lis: 641, 646,
047,
BERTRAND, los: 674. BESALÚ: 163. BESANZÓn: J31.
BESSEMER,
procedimiento:
596,
599, 602. 151,
161,
273,
563, 578, 582. BALLESTEROS GAIBROIS, M.: 275. BañoLas: 184.
AREQUIPA” 524.
ARGENTINA:
BELLUGA, cardenal: 447, BENAVENTE, condes de: 227, 340, BENAVENTE, duque de: 279.
BAILÉN: 446. BAILON: 66. BALCANES: 189. BALEARES: 47,
ARANZADI: 25, 39%6.
ARCÁNGEL:
AXGANTONIO:
BELOrAanDO: 237.
AYRES: 664. AZCÁRATE, Gumersindo: 643. Azcoi1TIA: 436. AZNAR Y DE LA Sota, Eduardo:
434,
467, 503,
470, 524, 532, 567. 431, 441, ARANDA, conde de: ARANDA
AYLLÓN: 234,
604, 605. 12, 19, 48, 62, 69, 139, 140, 157, 160, 167, 170, 174, 175, 178, 179, 180-182, 186, 188, 189, 190, 195, 197, 198, 199, 208-211, 213, 218, 247, 248, 254, 266, 273, 280, 301, 303, 322, 324, 329, 332, 363, 374, 379, 384, 426, 427, 435, 437,
336, 342, 392, 395, 442, 443, 451, 453-455, 459, 477, 480, 486, 487, 495, 510-512, 514, S16, 522, 524, 526, 528, 537, 542, 547, 560, 564, 565, 603, 607, 610, 612, 613, 618, 619, 620, 6?1, 623, 626, 627, 640, 641, 643, 657, 659, 660, 661, 663, 665, 671, 672, 673, 674. BáÁxcipDAS, los: 52.
Basas, Manuel: 396. BATLLÓ, los: 607, 674. BAUTIER, Robert: 189. BaYona: 242, 251, 299, 529, 616.
458, 489, 518, 538, 589, 616, 624, 6499,
664,
337,
Baza: 152. Beaver: 331. BEIRUT: 191.
Béjar: 233, 236, 485, 519, 609. Béjar, duques de: 269. BeLéN, Pragmática de: 389, BéLcica: 509, 553, 596, 604,
BETANCOUR, los: 194. BETIANCOUR, Agustin
de: 615. BÉTICA: 61, 63, 64, 66, 07, 69, 70, 79, 152
Betis,
rio: 67, 74. Bicor DE SAINT-Croi1x: 456. BirBao: 243, 244, 245, 279,
280, 299, 301, 325, 328, 330, 331, 3353, 337, 338, 362, 374, 400, 435, 442, 453, 508, 51U, 512, 521, 565, 603, 605, 606, 612, 616, 621, 625, 626, 645, 657, 660, 661, 663, 67; BILBILIS: 68, 69, Bizancio: 98, 111, 154, 189, BLANES: 204, 624.
BLovH, Marc. 88, 208. Bros:
250. BoLIvta: 492. BoLÍvar, Simon: 555. BoLonta: 340. BONAPLATA, los: 603, 607, 640. BonassiÉ, Pierre: 174, 175, J77 Borax, Woodrow: 3353 BorcoNa: 180, 193, 250. Borreco, Andrés: 637. BoscH GIMPERA, P : 25, Boscx y Lanrus, P.: 643, 645. Boston: 528. BouzGco1na, A.: 480. BRABANTE: 320. BrAacara: V. Braga. Braga: 61, 72. BRASIL: 372, 544. Bravo
MuriLLo,
653, 659. BraupDeL, F.: 416. BRETAÑA:
308,
Juan:
619,
311,
317,
44, 52, 70, 324, 328,
331.
BriELLE, La: 330, 383. BRrIHUEGA: 479, 485.
674. BÉLMEZ: 657. Berro: 66.
BrIiISTOL: 484. Buokns: 83.
BeLocH, Julio, 60, 61, 376.
BruiL, Juan: 647.
INDICE DE NOMBRES
Nuujas: 102, 184, 193, 203, 243, 244, 245, 248, 279, 330. Rruntes, Jean: 18, 19. Duruseias: 335, 384. Docurr, Karl: 122. Bueno, diputado: 575.
364, 371, 484, 496, 499, 521, 525, 520, 527, 528, 550. Bucia: 193, 200, 274.
Buenos
773
CAMPOGINO: 610.
CAnLota, La:
CAMPOMANES, Pedro Rodríguez de: 432, 433, 436, 437, 439, 440, 446, 447, 455, 456, 465, 469, 471-473, 512.
CARMONA: 50, 72, 224, 445. Caro Baroja, J.: 25, 52, 53,
CAMPRODÓN:
CARRERA
182.
BuiTRAGO: 234.
BurneOS: 70, 71, 72, 186, 242, 244, 251, 332. BuRGALLAL, ministro: 663. Bunxcos: 72, 82, 121, 124, 224, 229, 233, 241-245, 248, 253, 259, 260, 240-282, 325, 326, 333, 335, 337, 341, 342, 368, 391, 392, 400, 401, 421, 442, 448, 587, 617. Buxcos, Javier de: 668. BURRIANA:
252, 309, 338, 396, 507,
165.
CABnarLERO, Fermin: 560. Canarnús, Trancisco: 432, 469, 471, 472, 479, 523, 542, 543. Canero, Manuel: 619, CanBra: 107.
CABRA, condes de: 271. CÁCERES: 233, 277, 335, 580, 583, 593, 595, 622, CADALsO, Jose: 432. Capagués: 332. CApDiz: 19, 48, 50, 52, 65, 66, 70, 72, 74, 145, 227, 242, 245, 251, 252, 258, 298, 300, 303, 306, 3525, 328-331, 333, 337, 364, 365, 368, 370, 373, 374, 384, 385, 398-399, 400, 402, 4727, 436, 438, 442, 443, 450, 452, 474, 482, 498, 509, 516, 520, 521, 523-525, 527, 546, 547. 564, 580, 593, 610, 617, 623-625, 627, 659. Carres DE —: 555, 566, 567, 569, 572, 584. CAGLIARI:
189.
CAECILI, los: 63. Cairo, El: 268. CALAJNORRA: 62, 238. CALATAYUD: 67, 107,
163, 393,
413.
CALATRAYA, Orden Militar de: 149, 151, 235, 271, Carcis: 48,
CALIFORNIA, 290, 494, 649, 665. Carso: 366, 526, 527. CAMACHO, ministro: 644, 654, CAMBRALT: 243, 250. CauEenos: 233. CAMPANTA: 71. CAMPECHE: 524-526.
CamPiLLO, José: 540, 544, CAMPINS, fábrica: 488.
55, 63, 304.
CAROLINA, Y
487,
Aires:
CANADÁ:
548.
CANALs, Esteban: 488, 489. CanaLs, Juan, 489, 490. CANARIAS: 194, 196, 245, 246, 248, 258, 299, 327, 370-373, 385, 50J, 518, 524, 525, 564, 570. Canpía: 191, 198. CANGA ARrGÚeLLIS,
José:
507,
639.
526, 557, 606, CANTABRIA: 12, 41, 48, 51, 65, 67, 87, 95, 96, 116, 117, 120,
245, 301, 323. CÁNovas DEL CASTILLO, Antonio: 644, CANTERA Buncos, F.: 229. CANTÓN: 530. CarManY, Antonio de: 174, 183,
186, 199, 432, 436, 444, 455, 456, 516. CARACALLA: 59, 76. CaRAcas: 496, 514, 520, 521, 523, 524, 525. CARANDE, Ramón de: 31, 227, 297, 317, 320, 342, 368, 382, 437.
CARBONEROS: 447, CARDONA: 67, 137, 449. CARDONA, condes de: 170. CARDONER: 607. CarL£, M. del Carmen: 229. CARLOMAGNO: 95, 135, 139. CaríLos l: 229, 279, 282, 300,
306, 316-318, 320, 328, 336, 340, 343, 348, 337, 364, 372, 373, 376, J84, 407, 418, 510. Carros II: 359, 377, 381, 391, 401, 410, 411, 424, 425, 433, 435, 516, 529, 544, 652. CarLos III: 218, 316, 431, 433, 435, 444, 446, 448, 456, 461, 465, 468, 469, 472, 480, 482, 483, 488, 492, 498, 510, 512, 517, 518, 519, 521, 523, 529, 531, 533, 540-542, 548, 549, 555, 646, 657. CArLos 1V: 434, 445, 448, 453, 470, 471, 474, 480; 518, $24, 527, 532, 537, 542, 548, 549, 555, 616, 638, 646, 652, 6537. 305, 332, 363, 399,
Carros VI DE AUSTRIA: 630. Caríios V ne FrANCIA: 251. Canos VII ox FRANCIA: 19%, 199.
Cartos III varra:
zi
Noste, de Na-
128.
Carros Mazía Isinro BÓN: 5537.
DE
Bor-
447.
La:
447
Pujar, J.: 329, 463,
Caurtnz, Claude: 186, 199. CARRIÓN, infantes de: 127. CARRIÓN, Pascual: 577, 579, 580.
CARTAGENA: 15, 74, 83, 143, 251, 252, 300, 337, 443, 482, 525.
50, 06, 67, 69, 147, 242, 247, 325, 327, 333, 504, 517, 518,
CARTAGENA DE INDIAS: 366, 369, 370, 495, 526. CARTAGO. 47, 4939, 57, 87. CARTaCO Nova. V, CARTEIA: 50.
CARVAJAL, cronista: CARVAJAL, Jose de:
Cartagena. 269, 468
»
516.
CAsPE: 621. CASTELAR, Emilio: 642. CASTELLAR DE LA FRONTERA: 580.
CASTELLÓN
DE
LA
PLANA:
580.
CASTELLORIZZO: 19]. CASTILLA: 12, 17, 19, 23, 29, 31, 32, 82, 95. 96, 100, 105, 112, 113, 116-120, 122, 124, 125, 134-137, 140, 143, 145. 148, 151-153, 162, 166, 171, 192, 194-196, 200, 209, 215, 217, 220, 222-231, 234-236, 237-248, 250-253, 255-262, 263-266, 272-274, 276-278, 281-286, 288, 289, 292, 294, 300, 301-304, 306-308, 1318. 323, 325-327, 329-331, 1333, 335, 336, 338, 340-342, 348, 373, 374, 377, 382, 390-392, 403, 405-407, 410, 412, 413, 418, 420, 423, 424, 426, 440 442, 448-451, 456, 460, 467, 469, 470, 472, 484, 486, 489, 503, 504, 511, 531, 534, 536, 538, 540, 545, 553, S61, 562, 567, 578, 580, 587, 593, 636, 644.
CASTILLA, Canal de: 468, CASTILLO, Alvaro: 416.
610.
Castres: 163. Castro, Américo: 149, 228, 229,
273, 431.
Castro, vizconde
de: 169. Castro URDIALES: 242, 243. CASTROJERIZ: 121. CataLuÑa: 11, 12, 13, 26, 27, 32, 36, 44, 51, 94-96, 111,
125, 130-141, 145, 159, 160, 161-167, 175, 180, 181, 183, 195-198, 200, 201, 212, 216, 217, 220,
151,
152, 170-172, 184, 190, 203, 205. 223, 240,
774
INDICE DE NOMBRES
241, 262, 268, 270, 274-276, 282, 283, 285, 286, 301, 304306, 309-311, 328, 329, 332, 342, 374, 377, 378, 380, 385, 388, 391-393, 397, 409, 418, 424-426, 434-436, 442, 444, 445, 451, 462, 466, 467, 469, 472, 474, 478, 479, 481, 482, 484, 486-490, 503-505, 508, 511, 513, 518, 519, 527, 530, 531, 536-539, 541, 545, 547, 553, 562, 569, 576, 580, 586, 589, 590, 593, 597-599, 602, 606, 607, 609-613, 617, 628, 636, 637, 639, 641, 642, 644, 668, 669, 672, 673. CavaDa, La: 391, 482. CAYANILLES, Antonio José: 432. CaXa
DE
LERVELA: 413.
CazOorLA: 151. CELTIBERIA: 67.
CeLLORrIGO, Martin Gonzalez de: 382, 413, 424.
CERDA, los: 271. CERDAÑA: 132, 136. CERDEÑA: 47, 49, 61, 150, 162, 170, 181, 183, 189, 196, 217, 275, 323, 328, 380. Ceret: 183.
CERVANTES, Miguel de: 424. CERVERA: 164. César: 58, 39, 71, 77. CÉSPEDES DEL CASTILLO, 299, 300, 337, 368. Ceuta: 193. CIEMPOZUELOS: 44. CIPOLLA, Carlo M.:
G.:
74, 111,
229, 335, 576, 593,
498, 525, 556. COLUMELA: 65. CorLIURE: 196, 332. COMILLAS: 439. Concerción: 526,
ConrLENT: 136, 324, 327. empresa: 600. CONSTANTINA: 107. CONSTANTINO I: 76, 88. ConSTANTINO IX: 190, CONSTANTINOPLA: 163, 190, 192, 268. Coroxs: 305. Córceca: 189,
DoDECANESO: 191, D'OLIVELLA: 21v. Dotores: 447,
Dovuar: 243. DvEro:
CromweLL, Oliverio:
397.
Cros, Francisco: 612. Cuna: 368, 495, 496, 499, 525, 527, 560, 587, 592, 608, 609, 610, 625, 631, 659, 661. Guerra de —: 653, 661, 675. Cuenca: 104, 224, 232, 238, 239, 329, 322, 325, 340, 391, 451, 486, 523, 529, 580, 587, CuIXÁ, monasterio: 136. CUMANÁ: 521, 524. CuMAas: 47, 48.
CHAUNVU, Pierre: 298, 299, 353, 364, 365, 367, 369, 371, 397, 416, 419, 420, 527. CHÁVYARRI, los: 604. 71.
CHEVALIER, Francois: 355.
CoLón, Cristóbal: 289, 373.
DiErrE: 251. DIOCLECIANO: 65, 76.
CrETA: 191,
CHaGrER: 526.
389, 390, 391, 395, 414, 415. COLMENAR DE OREJA: 316. CoLomaIa: 294, 361, 418, 493,
DENIA: 49, 74, 138, 449, 517 Descavs, banquero: 210. Draz IMBURETCHTS, José: 619.
CRIMEA: 190. CRIMEA, guerra de: 593, 630, 631, 653, 666, 669, 671, 672.
Cuzco: 500.
316,
Trerro, Mario: 186. DENAIN, empresa: 600.
DormER, Joseph: 425, DRArE, Francis: 370.
CHERCHEL:
238,
DeL
CoromINAS, Juan: 530. Cortés, Hernán: 290. CORTINA, marqués de: 661. Coruña, La: 72, 74, 300, 336, 370, 436, 438, 468, 4899, 512, 525, S64, 593. Cos GaYón: 651, 654. Costa, Joaquin: 570, 586, 613. Costa Brava: 181, 485, 614.
Curazao: 370.
Corux, Jacques, 196, 199, 220.
ConNSs£TT,
29, 67, 69, 72, 98, 101, 103, 107, 109, 126, 138, 149,. 224, 227, 238, 251, 269, 320, 322, 383, 390, 425, 446, 570, 580, 586, 589, 590, 592, 594, 621. Cornet, Pedro: 490, 504. CóRNIDE, José: 475. CORNUALLES: 45, 52, 70,
CurtTiuR, Juan: 391.
416.
Crupap Rear: 321, 580. CtuDAD RoDpRrIGO: 438. CLAUDIOS, los: 58, 59. CrLopoveo: 83. CLUNIA: 62, 121. CockKERILL, empresa: 600. CoryMBra: 121. Cox: 271. CoLoNIA: 256. CoLMEIRo, Manuel:
Córpnosa:
CHICAGO: 628. CHILE: 493, 497, 499, 500, 526, 527. CHILOÉ: 497. CMINA: 105, 108, 487, 498, 507, 518, 519, 524. CHIPRE: 191. DAaLMaU
Y
XiFRé, firma: 611.
DALEYMPE: 447. Danzic: 510. Dacia: 75. Damasco: 192. DaNTÍN CERrCEDA, Juan: 19. Danusio: 21. DARLINGTON: 619. DAROoca: 470. DATTiNI, archivo: 190, 335. DeL Camro, Antonio: 484. De. Río, Antonio: 510.
DoLrur, Enrique:
640. 72.
DOMICIANO:
63,
DomíncuEez
Orriz,
A.:
305,
377, 378, 382, 399, 448, 451, 463.
Don BENITO: 234. DorscH, Alfred: 92.
Dueñas, Rodrigo de: 343. 19, 29, 48, 54, 66, 67, 74, 83, 94, 95, 117, 120, 121, 124, 126, 130, 148, 225, 2:30, 232, 580.
Durourco, Charles
A.:
186.
Durán, José:
504, DurÁN SAMPERE, A.: 487 DurÁn Y Bas, M.: 641. Duró, Pedro: 603, 604. Euro:
19-21, 23, 44, 47, 48, 51, 53, 67, 72, 74, 130, 131, 136, 141, 143, 146, 172, 180, 316, 326, 378, 486, 503, 592, 621, ÉciJA: 63, 72, 316.
ECHEGARAY, Jcsé: 597, 648, 660, 661, 673. ECHEVARRÍA, los: 604. EDISON, T. A.: 611, EDVARDO
III
pe
244.
642,
INGLATERRA: -
EGELASTE: 67. EcI1PrO: 45, 70,
102-104, 106, 108, 110, 113, 191, 192, 196, 212, 275, 508.
EXIMENIS:
395.
ELMUYART, F.: 597, 598. EMINENTE, Francisco: 414, 317. Enrique II De CAastiiLA: 226, 246, 256, 270. Enrique III: 256, 263, Enrique IV: 238, 256, 257, 262, 263, 270, 277, 282. ENúIQUE EL NAVEGANTE: 194, 246, 258. EnrIQuE, hijo de Fernando de Antequera: 235, 261, 262. Enríguez, los: 226, 227, 239,
340.
,
ENSENADA, Marqués de la: 445, 449, 474, 482, 517, 525, 540, 545,
ErILL, barón d': 170. ESCALONA: 124. Escocia: 40, 380.
INDICE DE NOMBRES 145, 147, 149, 152, 183, 227, 240, 241, 242, 251, 255, 305. DE ]JV CASTILLA: FerNanDO
74.
EscomARExAS:
Esconíar, El: 233, 235, 480. Esta, ple: 227, ESMIRNA: 508. La:
284,
EsrAñoLa,
368,
296.
400,
440,
d4d4,
445,
448, 468, 470, 480, 482, 498, 300, 516, 517, S19, 529, 531,
418, 510.
Valentin: 603.
Esrará,
FERNANDO VI:
539, 545.
Esvantero, Baldomero: 586.
EsqueriT, hanquern: 210. EsQuiLaciE, marqués de:
409,
472.
31, 510, 527, 548, 5547 596, 604, 608, 643,
Estanas UnipDos:
VII:
556, 557, 566, 567, 570, 572, 617, 619, 632, 639, 652, 657, 661, 667, 668,
FerRNANDO
669.
FEror,
islas:
242.
EstrAanón:
FERRER, Jaume: 195, 204, FERROL, El: 482. FIGUEROLA, Laurcano: 597, 608, 642, 643, 648, 673
ESTRADA:
TILADELFIA:
664.
ESTELLA: 128, ESTErA: 151.
146.
49, 05, 66, 70. 557. EsTUÚÑica, los: 227, 271. ErrtiO: 84. EXTREMALURA: 23, 29, 100, 105, 124, 145, 148, 149, 153, 252, 278, 304, 326, 442, 406, 470, 472, 473, 521, SOl, 562, 573, 578, 593, Ezcaray: 479, 486, 523
227, 460, 522, 613.
.
FAnRA, lus: 607. FaJARDO,. los: 271. Fassio, Francisco: 619. FepERICO
II
DE
SICILIA:
214.
Feijoo, Benito: 432, 433. TFELGUERA: 603, 603, Triipe I eL HErmOSO:
Bueno, duque: 245,
,ducado de: 449,
FERNÁNDEZ
Cónmposa,
los:
226. FERNÁNDEZ Duro: 242. FERNÁNDEZ Marco, Juan:
567.
FERNÁNDEZ
DE
DE
NAVARRETE,
Martin: 412, 413. FERNANDO I DE ARracón: 189, 235, 261. FERNANDO Il DE ARmaGÓN Y V DE CASTILLA, EL CATóLI-
168, 174, 193, 217, 221, 240, 270, 274, 275, 276, 279, 280, 281, 282, 283, 286, 289, 305, 311, 372, 373, 418, FERNANDO I DE CASTILLA: 117, FERNANDO I1II one CasrtirLa: co:
67.
Gaprs, Gadir. V. Cádiz, Garsa, Er: 26. GALENO: 374.
GALÍ, Alejandro: 439. GALIA: 29, 61, 63, 64, 68, 70, 71, 79, 84, 87, 98. GALICIA: 19, 22, 27, 43, 45, 48, 50, 74, 82, 83, 37, 117-119, 120, 227, 334, 378, 438, 442, 451, 464, 465, 467, 471, 476, 481, 482, 485, 486, 507, SI1, 520, 538, 576, 661.
GárLvez, Miguel:
199, 202, 208,
Lemus,
Autonio:
ESTRADA, Alvaro: 5537,
639.
FLORIDA: 466.
517
GANDÍA: 519. GANTE: 101, 243, 250.
Gaxcía, ses:
tro:
banqueros
perpiñanen-
210.
DARZANALLANA,
minis-
651,
García BELLIDO, A.: 49. García Roy: 242, Garcia DE TVaLDEAVELLANO, Luis: 1253. Gascuña: 141, 242, 244, 250, 251.
GasseT,
FLORIDABLANCA, conde de: 432, 436, 469, 472, 473, 511, 512,
12, 374, 434, 479, 482, 485, 487, 503, 515, 520, 521, 524, 529, 530, 531, 538, 542, 544, 545.
FERIA,
250, 275. 329, 330, 342, 381,
407,
Freire Vi:
EL
FLORENCIA: 190, 340, 381.
193, 195, 237, 239,
316, 343, 363,
410, 421, 422.
FELIFE
101, 160, 196, 202, 230, 231, 240, 244, 245, 248, 280, 317, 321, 327, 331, 335, 338, 339, 382, 410, 467. FLAvIOS, los: 58, 59, FLIX: 180, 612.
FLÓREZ
308, 358, 360, 399, 405, 407, 422, 544. 383, 398, 405,
Fulas, duques des 449, 507. FUccer, los: 305, 350. FUENTERRABÍA: 27, 243.
García
675. FLANDES:
636.
334.
33, 305, 309, 317, 321, 330, 340, 341, 346, 348, 349, 358, 360, 372, 377, 399, 403, 404, 413, 414, 419-423, 430.
145, 378, 388, 390, 413, 414, 421, FeLiPE IV: 366,
366, 371, 373, 498, 499, 514, 520, 523, 533, 542, 556, 560, 625, 632, 661, 674,
FILIPINAS:
DE
Fecire 11:
FELIPE TIT:
.
628.
775
R.: 587,
GENIL, rio: 104, 592. Génova: 110, 139, 181, 189-191, 194, 208, 209, 218, 231, 247, 251, 258, 259, 305, 306, 321, 328, 331, 334, 341, 350, GENSERICO: 82.
154, 198, 241, 275,
180, 199, 246, 301, 329, 330,
363.
GERIÓN: 52, GERONA: 47, 62, 163, 165, 175,
533.
FLUVIÁ:
183, 184, 202, 209, 210, 542,
Fox:
611.
607, 324.
Fonera, Marcos: 510. Font Rivs, José M.*: 202. FONTANA, José: 416, 426, 575. ForMOSA: 196. FORONDA: 472. Fos, Joaquin Manuel: 486. FRAGA: 504. Francia: 17, 24, 25, 26, 31, 41,
94, 98, 101, 130, 134, 139, 141, 143, 158, 165, 170, 183, 195, 196, 202, 212, 230, 239, 243-245, 250, 281, 299, 324, 327-331, 338, 372, 382, 384, 385, 391, 398, 416-418, 425, 432, 435, 436, 444, 445, 462, 467, 470, 479, 481, 487, 489, 492, 495, 505, 507-509, 513, 517, 533, 540, 547-549, 554, 555, S66, 573, 590, 596, 597, 604, 610, 613, 616, 621, 656, 664, 666,
51, 138, 166, 211,
674.
FrANCO CONDADO: 330. FRrESER, río: 182.
GENSCHIN,
empresa:
600.
GIBRALTAR:
15, 29, 139, 79, 241, 251, 512, 533, 542, 611. GIJÓN: 15, 29, 39, 79, 241, 251, 512, 533, 542, 611. GIL, S. J.: 332. GIMBERNAT, Antonio de: 432. GIRALT, E.: 380, 416, 484. Girona, los: 659, 660, 661, Girona, Manuel: 604. GLorta, Bernardo: 488, 489, Gonovr, Manuel: 441, 445, 468, 534.
GoIrTIA, Jos: 604. Gómez FernÁNDEZ,
Francisco:
570.
GóMINA, Erasmo de: 457. GonzÁLEZ, Julio: 149. GonzáÁLEz, Nazario: 401. Gosmaz: 121. GRAELLS: 332.
GRAMME, máquina:
611.
GRANADA: 98, 101, 105, 149. 150, 151, 223, 224,
111, 247,
716
INDICE DE NOMBRES
269, 274, 277, 320, 325, 390, 467, 486, 497, 586, 592, 611, 621. Guerra de —: 283, 284, 257, 259, 268, 283, 303, 304, 425, 438, 442, 518, 525, 580, 407.
GRANDE, rio: 290. GrAnJA DE SAN ILDEFONSO, la: 479, 480, 504. GRANOLLERS:
185.
Grao: 620.
GraveTTE, La: 25. Grecia: 16, 46, 87, 139, 508. 451, 401, 82, GUADALAJARA: 458, 480, 510, 519, 576, 580,
Isaner IT:
HAwXxIns, John: 370, Herns, J.: 181, 186.
ISIDORO,
HEMEROSCOPION: 49. HEREDIA, los: 602. HERNÁNDEZ, M.: 357. HERNÁNDEZ PACHECO,
IsrúÚxIZ,
do:
CGuaDALQUIVIR: 15, 17, 19, 44, 45, 52, 74, 104, 107, 150, 3l4, 366, 446, 468. GUADALUPE: 233, 234. GUADALUPE, sentencia arbitral de: 169, 270, 274. GUADIANA, rio: 145, 148, 616. 72.
10, 17, 370, 372, 381, 384, 398, 408, 467, 485, 512, 554. Honpuxas: 496, 520, HORNACHUELOS:
14, 50, 107, 245, 581,
GUILLEMBERG, conde de: 468. 132, 311. GuILLODTsS VAN SEVEREN, L.: 244.
GUIMARAES: 233. Guinea: 193, 246, 305, 625. GuirÚzcoa: 280, 437, 448, 475, 482, 602. Guizor, Francois: 670.
GuzMÁn, los: 226, 271. GwINNEE, banquero: 661.
624, 623.
marques
de
la:
591.
HACHA, rio: 521. HAYrstEr, los: 193. Hari: 496.
Hamnunco: 384, 397, 509, 510, 523.
jJ.:
106,
AMPURIAS: 191, Alejandro de: 493.
190, 208.
IBARRA, Eduardo: 278. In1za: 49, 50, 180, 247. IrPrIKÍA: 192, 193. IGNACIO DE LoYoLa, san: 37. IGUAL, Ramón: 481. INDIA: 70, 196, 386, 520. INDIAS: 286, 287, 289-292, 297300, 303, 306, 308, 314, 321, 322, 325, 327, 329, 331, 336, 338, 340, 342, 343, 348, 353, 356, 363, 364, 366-374, 381386, 395, 397-400, 402, 412, 413, 416, 420, 422, 526. INFANTADO, duques del: 235, 271, 449. INGLAR: 665. INGLATERRA:
Hanana, La: 1366, 495, 500, 521, 522, 523, 524, 526, $27,
E.
163,
pr
Huncria:
GuILLERÍAS:
HAyxiLTON,
522.
580.
589, 596, 610, 656. Huesca: 44, 72, 75, 146,
HumaoLer,
Hanaxa,
320, 1365, 385, 397, 507, 509,
HUACANVÉLICA: 295, HurLva:
Huco 1V
243.
255, 339, 377, 416, 530,
278, 283, 295, 297, 314, 343, 345, 346, 362, 376, 388, 405, 406, 407, 411, 420, 422, 424, 498, 523, 536, 542, 544, 545. Haga: 193, 194, 245, 248, 250, 329, 384. HanrrzuE: 250.
19, FE. J.:
84,
80
432,
16, 30, 47, 48, 49, 57, 61, 63, 71, 77, 87, 108, 159, 160, 163, 170, 183, 195, 196, 202, 203, 214, 232, 247, 281, 284, 317, 320, 322, 324, 327, 328, 333, 335, 339, 363, 381, 382, 397, 418, 487, 507, SOS,
591, ITÁLICA: 69,
HIiSsPaLIS: 72.
GuaL, Domenec: 195. Guar ViILLALet, P.: 645. GUuaRDIA, La: 475.
GUETARIA:
Eduar-
Herr, Richard: 463, 484, 486. Herrera, Alfonso de: 333. HERRIER, banquero danés: 542. Hicxs, máquinas: 478. Hinojosa, Eduardo de: 133.
Guatgma, La: 527.
GUrLL, Juan: 641.
16,
san:
ITALIA:
320, 576, 580.
GUATEMALA: 495, 501, 523, 526. GUAYAQUIL: 526. GUeELL, los: 607, 668, 675.
557, 593, 617, 632, 642, 648, 673,
ISLANDIA:
16.
HOLANDA:
599. GUADALCANAL: 482, 597. GUuADALETE, rio 619.
GuaDIX:
Harinc, C. H.: 298, 371, 396. Haro, conde de: 227,
154, 158, 230, 231, 275, 280, 363, 372, 417, 436, 485, 489, 505, 507, 526, 527, 549, 554, 610, 616, 665, 666,
12, 31, 170, 196, 197, 242-245, 248, 324, 327, 329, 384, 391, 397, 445, 470, 478, 492, 499-502, S09, 513, S16, 10,
51, 215,
250, 330, 398, 483, 504, SI7, 547-
532, 533, $42, 555, 596, 597, 604, 619, 621, 637, 658, 674.
INSULINDIA: 10. Tor. CESÁREA: 71. IRLANDA: 45, 378,
435,
485,
509.
IRÚN: 335, 617, 621.
IsameL I: 276, 277, 279, 280, 281, 283, 294, 303, 333, 340, 373.
Jaca: 29, 146, 208, 438. JaÉN: 149, 581, 590, $96. II EL JAIME (ConNQuISTADOR: 145, 148, 152, 192, 201, 202. JarmEe II: 189, 191, 192, 219. JALÓN, rio: 23, 44. JAMAICA: 370, 495. JATIVA: 108, 620. JAUMANDREU, Eudaldo: 637. JENNER, E.: 559. JerEZ: 224, 251, 252, 460, 433,
580, 619, 620.
JiLoca, río: 48. Jost I, Bonaparte: 566, 572. Melchur Gaspar JoveLLANOS, de: 431, 432, 433, 436, 439, 455, 465, 472, 473, 482, S1G, 569, 598. Juan, Jorge: 432, 439, 525. Juan II ne Aracón: 106, 197, 193, 217, 220, 270, 274, 306. De CastiLLa: 229, Juan II 238,
256,
270.
Juan JÚCAR, JuLIOo 11: 404.
AUSTRIA: 391. rio: 145, 469.
DE
Kzene, diplomático inglés: KenrcH, estrecho: 190. Kiev:
516.
197.
KLEIN, Julius: 123, 230, 234, 235, 236, 277, 278, 279, 317, 388, 389. KotLaIos DE Samos: 48. KonDrATIEY, Nikolai: 6095. KowaLEvskKI: 197.
Krurr, empresa: 600. LABANDE, Jorge 391. LAaBrousse, E.: 467, 60%.
LAFitTE, banca: 659. Lacos: 323. LANCIA: 121. LanGreo: 598,
619.
Lacarza, José M.": 128, La Pena, Narcis Feliu: 426, Larevyre, Henri: 203, 334, 338, 416. La Presa, Francisco de: 328.
136.
39!, 333, 309,
INDICE DE NOMBRES
Lana, Pedro de: 619. LaruDOo: 242, 243, 300, 330, 336, 338, 363, 424. La Ronciénr, Charles de: 193, 200.
LARRARD,
banquero
—
francés:
547,
Larraz, José: 308, 346, 395, 396, 404, 405, 411, 414, 587, 588, 590, 591, Lanruca, Eugenio: 480, 521, 523. Las Casas, P. Bartolomé:
391, 412,
LLowexa,
293,
LLonnecAT: 174, LLoret: 624.
Law, John: 513.
9%,
125,
227, 448,
578,
187.
23, 48, 61, 116-118, 121, 124, 134, 135, 137, 223, 233, 255, 374, 441, 467, 561, 562, 576, 593, 598, 661. Juan Francisco: 521.
17, 19, 21,
114, 126, 231, 451, 580,
LEON,
Pablo:
505,
026,
León:
Luco: 60, 595. LUISIANA: 525. Luna, Alvaro de: 262. Luarfián, los: 191. LusiÑAn, María de: 191, LUSITANIA: 61, 67, 72, 87. Luzzarto, Gino: 191, 297, 416. LyóN: 71, 327, 330, 331, 335, 609.
6068.
53. La Serna, Antolin de: 415. La Sora y LLANo, Ramón de:
LENCvADOC:
7717
Mc Ava, John: 616. MADARIAGA, Salvador de:
17.
19, 23, 24, 82, 341, 381, 384, 393, 425, 438, 442-444, 450, 452, 454, 457, 479, 480, 486, 487, SOB-511, 513, 522, 529, 537, 538, 547, 563, 576, 580, 603, 617-659, 601-663,
LiLa: 280 Lima: 365, 373, 500, 523, 524. LiMOGES:
243.
LINARES: 481. Liorna: 328, 329, 397. LisBoa. 72, 194, 245, 246, 300, 330, 331, 396, 426, 542. List, Friedrich: 643. LIVERPOOL: 604. lLoceoñoa: 72, 234, 280, 486, 591.
Loire, rio: 250, 331.
231.
Loórez, Antonio: Lorrz
625.
BALLESTEROS, Luis;
597
598, 639, 652, 657, 668. lLórez lzor, Juan José: 32, 33. JóPEZ DE MENEses, Amada: 164.
Lórez 674.
y
Lórez, Antonio:
Lórkz DE Reixo, Pedro: 412, Lorca: 147, 469. lLozoya, marqués de: 238, 240. LúÚneck: 250. LUCENA: 438. LUCENTUM: SO. Lucus AvGUSTI: 61.
MARGARITA: 521, 523, $45, 525, María, reina-ugarteniente de Aragón: 220. MARÍA DE ÁGREDA, sor: 183.
SíceuLo, Lucio: 271. Martnescu, Constantin: 186. Marzuzcos: 105, 110, 193, 246, 251, 257, 508. MaARrsELLA: 47, 49, 139, 180, 187, 189, 195, 196, 247, 321, 329, 334, 397, 507, 508, 649. Martín I
CÓN: 166. Martís SAncuez-JULIA,
468,
499, 526, 362, 612,
557, 611, 668,
672.
MAIÓN: 49. MAINAKE: 49, 50. MaLaca. V. Málaga. MALACA (Asia): 196. MÁLAGA: 48, 49, 66,
69, 70, 140, 170, 247, 257, 258, 271, 300, 325, 337, 385, 436, 438, 442, 443, 466, 484, 485, 509, 518, 525, S5BU, 589, 602, 610, 621,
101, 269, 402, 475, 564, 623, 659.
MARTÍNEZ
HUMANO
19, 23, 30, 32, 148, 149, 227, 230, 233, 271,
LA
DE
LAS
611.
MANZANARES: 468.
MARAcaIBO: 370.
390,
MArTíÍxEZ
Rivas, los:
605.
Martos: 151. MaSIÁ DE Ros,
MaAssox
DE
Ángeles: 186. MoOERVILLIERS:
29.
MATANZAS: 365, 370, MATARÓ: 488, 619, 620. Mater Luoris, Felipe: 111. MAURITANIA: 77, MazaRRÓN: 327. MEDINA, Bartolomé de: 295. MEDINA DEL Camro: 148, 224,
234, 252, 253, 259, 280, 281, 285, 301, 309, 321, 329, 333, 339, 340, 341, 400, 407, 420, 421, 621. MEDINA DE Ríoseco: 280, 281, 340. MEDINA
SIDONIA:
131,
duque
de:
271,
duques
de:
MEDIR,
banquero
gerundense:
210.
Méjico:
12, 289, 293, 326, 362, 365, 366, 371, 418, 382, 485, 493, 496, 498, 499, 500, 510, 523,
298, 399, 497, 526,
356.
MeLA, Pomponio: 49. MELÉNDEZ VaLDÉS, Juan: 432. MELLARÍA: 66. MénpDez ve Caxcio,
Gonzalo:
466.
500,
523.
Manzano, ]J.: 286. MANZANEDO, hanea:
MaTA:
DE
412.
227, 271.
La:
ManjARRÉS, Ramón:
Fer-
16, 579, 580.
MEDINASIDONIA,
541.
464, 472, 502. MANILA: 366, +87,
Ara-
DE
449.
467, 489, 508, 519. MALVENDA, los: 342. MALLADA, Lucas: 16, 17. MaLLorca: 145, 150, 151, 162, 163, 165, 167, 169, 183, 184, 192, 197, 198, 199, 201, 202, 203, 208, 241, 247, 251, 268, 269, 326, 380, 434, 451, 336, 538,
nando:
eL
MEDINACELI,
MALTA:
Mancita,
661,
386,
447, 461, 489, 523,
MALINAS: 248,
385, 509, 523, 530, 548, 627, 628, 659, 662. Lórez, Robert S.: 208, 212,
180,
400-
MALARIA: 596. MaLz, Luis de: 248.
LOMBARDÍA: 195, 609. lLo“DRrEs: 184, 244, 280,
174,
447.
335, 402, 448,
MADRIGAL: 238. MaAESTRAZGO: 44, 47, 195, 380. MaGaROLa, fábrica de: 489, MaHoma: 101, 106, 108, 250. MaHoxED II: 190.
391. LIÉRCANES: 482,
MAncuENa: 50. Maresma: 160,
274,
Lé£gziDA:
LIÉRGANA.
131,
MaDrID:
Mapoz, Pascual: 571, 574, 576, 578, 616, 637, 668.
131,
$9,
139, 140,
Marmineo
603. 607.
lLEoviciLDO: 86, 89, 116. Leguerica, Jose Félix de: 601.
72, 109, 130, 209, 330, 468, 542, 621. LIGURIA: 195,
MARBELLA: 602, Manca HisrÁNICA:
659.
520,
MENDIZÁBAL, 572, 573.
Juan
Alvarez:
MENDOZA: 497. Menpoza, los: 226, 227, 271. Ramón: MENÉNDEZ PiDaL, 118.
Menorca: 49, 138, 434, $47.
778
INDICE DE NOMBRES
Menacapo, Tomás de: 314, 413. M£RIDA: 62, 70, 72, 109, 233, 252, 616. MESINA: 189. MESOPOTAMIA:
41, 104. MeuvrET, Jean: 379, 416.
NaroLEÓN
MIiERES: 603.
NáÁroLts:
MicveL,
Antonio
MirAn:
327,
de:
331,
0612.
335,
334,
224.
MILLET, Salvador: 567, 584, 588, 590, 595, 664, 668. Mio, rio: 83. MiQLELOTERENA, banca: 639. MINAMBELL, Juan: 624. DEL
REY:
447.
MIRAVELLES, conde de: 602. MITA, Marina: 203. MópvICcA, condes de: 170. Mocren: 192, 193. MOoHaneD
ZEN
UsaiD:
MojJanos: 490, 332.
Mon, Alejandro: 641, 653, 637, 671.
MonDoÑEDO: 466.
ToLosa,
DE
Las:
de:
669.
163. 526.
447,
NARVÁEZ, Ramon M.* de: 641, 647.
NÉCKER, Jacobo: 468. NerF, John: 416, 477. NOGUERA: 203. NEGRO, rio: 497. NERÓN: 73.
NicoLar D'OLwEr: 186. NILO, rio: 41, 105. Nimes: 71. Francisco Mariano: NiPHO, Niza:
189. NowmBRE DE Dios: 365, 366. Nueva EsPAÑa: 290, 293-295,
297, 326, 354, 355, 358, 360, 362, 364-366, 368, 369, 500, Nueva
MONTPELLIER: 187. MoNTsENY: 180. MonTEAGUDO, tratado de: Monzón, corte de: 283,
NuEVA SANTANDER: 494, Nueva York: 190. Nuevo M£JICO: 494.
192.
329,
348.
Morates,
317.
Jonrs: 556, 565, 587, 601, 623, 628, 632, 668. Monet, Segismundo: 642. Morrtau
DE
501, 525, 526. GRANADA: 361, 295, 369, 418, 498, 500, 501.
381.
Ocaña:
Motri1: 438, 613. MovyáA: 200. MucHana: 587. MuLA: 147. MuLuya, rio: 192.
OLaviDe, Pablo de: 432, 446. Ova, califa: 102.
Muxzos: 475. Muanrizta, los: 604. Muza: 99, 102.
321, 327,
OMAR-BEN-HArsÚN: 99. Oxoos: 526.
105, 162, 269, 448, 589.
OLor: 183. Ororto: 121. OnmÁn: 193, 275, S64. ORCONERA: 674. Orpeic, Jaime: 457. OrpDUuÑA: 503. Orense: 621. Orixoco, rio: 521.
391,
415,
117,
121,
412.
62,
137, 438. Orts Carpeguí, José M.a: 3353. Ovieno: 438, 482, 564, 594.
Pacieco, los: 117, PACHUCA: 362. PADRÓN: 72, País Vasco. V. Vascongadas. Países Bajos: 330, 348, 3x3, 391, 509. PAITA: 500. PALAFRUGELL: 485, 613. ALAMÓS:
332.
PALATA, marqués de la: 359. PALENCIA: 72, 82, 233, 238. PALERMO: 189, 198. PALESTINA: 139, 154, 191. PALMA DE MarLLorca: 163, 204,
438, 526. PALLARS: 131,
132, 136, 449.
PALLARS: condes de: PAMPAS: 496.
170.
PAMPLONA: 29, 72, 146, 621. PANaDES: 131, 386. PANAMÁ: 281, 365, 366. PARAGUAY: 358, 493, 500, 321.
Paris:
101, 510, 523, 542, 611, 621, 627, 628, 658, 659, 662. PAsaJES: 521. Pasco: 362.
hanquero
barceloné::
Pasterr, Luis: 609. Pastor, Luis Maria: 642. PATAGONIA:
-
de:
497.
José: 400, 432, 474, 520, 539, Sás. PaYno, Vicente: 471 472. PATIÑO,
PAYTA: 366. PEDREGAL: 642. Pepro III EL GRANDE GÓN: Pepro
99,
98.
conde-duque OLIVARES, 365, 391, 538. OLIsiro: 72, 74.
de:
210.
Morón: 151.
MuUNnSTER, paz de: 397. MuUnTaDA, los: 607. Muñoz Pénmzz, José: 518. Murcia: 19, 23, 30, 47, 145, 146, 147, 148, 149, 224, 233, 238, 251, 252, 271, 277, 380, 388, 442, 479, 487, 523, 564, 580,
641.
544.
OSstENDE: 509. Osuna: 50, 51,
PasquaL,
NUMANCIA: 48. Núñez DE BALmoa, Vasco: 281. DE NúSEez Castro, Alfonso:
Ouevas, los:
Onry, Jean: Ortiz, Luis:
!
NERvIO:, v31, 605, ell. NeEveERs, Luis de: 244, 248. NicoLÁs 1V, Papa: 187.
MonttviDEO: 526. MonTiEL, batalla de: 246. MONTILLA, señores de: 271.
Ambrosio de:
148,
512.
Monrar, crónica de: 169, Monasterio MontserraT,
MONTECRISTO:
140,
143, 2035, 207, 217, 223, 238. 255, 284, 374, 485, 503, 538, 541, 561, 580, 618.
484, conde
425.
13,
47, 169, 189, 196, 198, 220, 275, 324, 327, 328, 348, 380, 542. NARBONA: SI, 70, 71.
NAVAS
ORLEÁNS:
ORroPESA,
BONAPARTE:
rie:
107.
Mort DE L'ERMENTERA: MoLins DE Rey: 620.
MoNTmLAnC:
327,
NARBONENSE: 61, 77, Navarra: 128, 131, 134,
VaALLICROSA, José M.“-
MIRANDA
I
OrLAxDO,
508, 616.
348, 3381, 410. MILLÁN: 163. MILLARES, los: 43, 44.
MILLAS
ORIMIIUELA: 447, ministro:
NapaL, J.: 380, 416. NALón, rio: 482, 593. NANTES: 251, 27939, 309, 331, 332, 338, 385.
220, 246. Pepno I z. CRUEL, LLA:
DE
Ara.
148, 167, 191, 215. CERrEMONIOSO: IV uu 202, 208, 209, 215-217, DE
CASti-
226, 230, 246, 247, 256.
Penao I pe CHIPRE: 191, PELOPONESO, guerras del: 49. PEÑAFLORIDA, conde de: 436, 437. PEÑARROYA: 656, 673. Pera (Constantinopla): 190. Penzine, los: 621, 653, 656, 672.
P£rez EmBID, F.: 246.
779
INDICE DE NOMBRES
183, 184, 269, 329, 209, 187, 202, 208,
PEAO: 297, 617.
12, 289, 290, 293, 295, 358, 360-362, 369, 370, 399, 482, 493, 494, 499-501, 510, 526, 557. PessacRro, los: 246. Pez, Andrés de: 400. 383.
PranDL, Ludwig: Pr y Sunven, Carlos: 36. PIAMONTE: 471. PIMENTEL, los: 226, 227, 340. Pío IV: 404. Pio V: 404.
Piguer, Andrés: 457, PirENNE, Henri: 92. Pisa: 110, 138, 139, 154, Pra, Simón: 478. PLA
DEL
SANTA María: 326, 385, S11, 518, 610, 619, 620. PUERTOLLANO: 14, OSO, PUuIGCERDA: 183. PutroLI: 7].
Purrto
Prricor, Luin: 25. PrreiÑAN: 163, 165,
189.
QUINTANILLA, Alonso de: Quios: 191. Quito: 297, 500.
498-501, 510, 524, 527, 545, 556, 624. PLASENCIA: 233, 331. PLASENCIA, condes de: 227. PLINIO: 60, 67. Po, río: 21.
REMISA,
Ponce
PonccEM, Juan: 457. PONTEVEDRA: Ponto
564.
(mar Negro):
66.
Ponz, Antonio: 432. Ponza, batalla de: 189. POPERINGUEN: 248. Porr-Bou: 621.
VENDNES: 332. PORTOBELLO: 166, 370, 495, 526. PorTuUGAL: 18, 19, 23, 27, 48,
PorT-
66, 82, 204, 226, 238, 251, 258, 281, 302, 322, 375, 376, 384, 388, 396, 423, 467, 469, 481, 505, 548, 622. PORTUGALETE: 331, 337, 338. 53,
246, 374, 409, 522,
POSIDONIO: 52, Porosf: 295, 362,
406,
497,
500.
Poza
Sar: 241. Puanes, condado de: 170, 449. Prapr, abate: 526. Prato: 190, 194, 335. condés de: 271. PrIieco, marquesado de: 449, DE
La
PRrIEGO,
PuretO Bances, Ramón: 382. Proso: 63,
PROVENZA: 187, Prusia: 445, 470, 621. Puenro Deseano: 497. Puerto Rico: 368 400
524-526,
,
587, 608,
,
.
140.
522 ,
324,
RosenBLat,
139.
358, 493. Rostow, W.;
82.
de:
337.
597,
RHODESIA: 596. Riaza: 234. Ri1BAGORZA: 131, 132. RiBas: 182. RicarD, Robert: 193. Rica: 510. RiN, rio: 21, 27, 154, 613. Río uE LA Hacia: 526. Río pe Oro: 195. Río Necro: 497.
658,
218,
164.
de:
480.
éoaA: 117. FLANDES: 248. 605. Roca TrAavEr, F.: 165. Roca y Roca, J.: 619. RocuEra, La: 250, 251, 280. RópbaNo, rio: 21. Ropas: 48, 75. DE
203.
181, 183, 356
banquero: 664. banquero: 621,
653, 659, 672. Rozter: 468. RuáÁn: 101, 251, 331, 332. RusióÓ y LLucH, A.: 136. Ruiz, Simón: 309, 328, 334, 335, 343. Ruiz ALMANSA, Jaime: 302, 377, 378. Ruiz y PABLO, ÁnceL: 487. DE RuMEU Armas, Antonio: 453. Rusia: 190, 305, 397.
34, 224, 257, 288, 321, 402, 470,
Rioja: 48, 226, 229, 230, 434, RIOTINTO: 67, 68, 481, 482, 596, 597, 601, 656, 674. RiroLL: 132, 182, 183, 482.
RiPrERDA, barón
de:
178, 485. Angel: 353,
139.
12, 28, 111, 146, 192, 204, 223, 226, 233, 234, 240, 250, 263, 267-274, 276-287, 292, 299, 304, 317, 320, 332, 337, 340, 342, 391, 407, 408, 418, 424, 440, 471, 510, 537. RHEINHART, W.: 82.
La:
327,
IV:
REPARAZ, Gonzalo de: 186. DE los: REQUESENS SoLER, 170, 211, Revs: 484, 591, 619,
10BERTO
Raymond
III:
RENANIA: 509. RENIEBLAS: Sl.
RonLa,
271,
RotuscHita,
Gaspar:
504.
Romaxo, Ruggiero: 416, 506. Romeva, P.: 497. Romero RosrenOo, F.: 586.
Roover,
668.
RiPOLLÉS:
Francisco:
RonDA:
REVENGA: 19. RevES CATÓLICOS:
León, los: 226.
DE
|I:
Codigo
Juan:
REIMS: 101. REINOSA: 484.
98.
267.
RECAREDO: 82.
RECESVINTO;
PoLIBIO: 55, 67. FoMmreYo: 71.
49, 57. 68B, 71, 72, 74-76, 79, 928. 105, 474, 542. 03,
Rosario: 497, 500. Rosas: 48, 332. RoseLLóN: 131, 136,
RaGusa: 190. Ramon BERENGUER BERENGUER Ramón Ramón BEerENGUER RAUCHER: 516.
PLATA, rio, comarca del: 361, 365, 373, 406, 492, 496, 497,
PotrrEns, batalla de:
RopHaE: 48. Rocer ve Fror: 190. Roma: 10, 11, 29, 35,
Romá,
RecLA,
160.
LLOBREGAT:
DE
SAAVEDRA FajJARDO, Diego: 424. SABADELL: 183, 393, 480, 563, 609, 674. SABOYA: 189. SACEDÓN: 447. SACRAMENTO: 500. SAETABIS: 63. SAGaASTa, TPráxedes M.: 644, SAGUNTO: SO. SAHAGÚN: 124, 252. SÁHARA: 193, 200, 2583. SAINZ, banca: 659. DE ANDINO. Sainz Pedro: 657. SAJONIA: 470. SALAMANCA: 72, 117, 121, 224,
227, 233, 241, 269, 271, 442, 469, 576, 387, 593, 613, 621. SALAMANCA, José: 619-621, 657, 659, 670. SALAVERRÍA, Pedro: 647,
412, 594, 647,
6531. SALÓNICA: 268. SaLou: 332. SALTACABALLO: 604. SAMA: 619. SAN FeL1PE Nerr (Alicante): 447. San FeLIu pE Guíxors: 202, 485, 613. San FERNANDO: 180, 489, 523, 640.
780 San
INDICE DE NOMBRES
—
FULGENCIO
(Alicante):
447.
(Argentina):
497.
ABADESAS:
Las
DE
132, 183, $97. San JUAN DE Acre: 187. San Juan DE JERUSALÉN, Orden Militar de: 191. Sax Juan DE Puesto Rico: 366, 374. San Juan DeL Omo: 362. San 195. Marto (Castellon): SAN TPepro, Ramon de: 662, 674. San PEDRO Pescapom: 332. San PETERSBURGO: 530. SAN SEBASTIÁN: 242, 243, 257,
JOO,
SAN
CastitLa:
Dr
526.
San Jost SAN JuAaN
-
Tomás
SANTO
3521,
336,
VICENTE
611.
526,
DE
BARQUE-
LA
242, 243, 330. SÁNCHEZ AÁGESTA, Luis: 565. RA:
SÁNCHEZ
"ALBORNOZ,
Claudio:
116, 119, 120,
123, 124, 135, 259. SáncHrz Ramos, F.: 482, 598, 601, 602, 639, 642. 94,
Sancio 1V
241,
CASTILLA:
pe
246,
252,
256,
183, 260,
261.
Sancno 1II SancHO SaxcHo
eL
131,
VAREA:
VI
MaYor
DE
Na-
136.
Sasio: 242, MoncaDA: 391,
EL
DE
396, 412, SANGUESA: 146, SANLUCAR: 331, 333, 365, 366,
385, 400, 438, 489, 619, 625. SANT
Joan
FAsrecuEs:
DE
136.
SanTA Cruz, ingeniero: 620. SANTA Cruz DE MUDELA: 446. SANTA Cruz DE TENERIFE: 526.
SANTA SANTA 245.
ELENA: MAaAzfA
SANTA
Mazfa
DEL
María
DE
447, De
GCGaMONAL: PAULAR:
237.
SANTA
SANTOÑA:
242.
SANTA SANTA
MARTA:
525,
OLALLA, conde SANTAMARÍA, Álvaro SANTANDER: 23, 72, 243, 245, 280, 281,
526. de: de:
658.
231.
F.: 532, 631, 648, 654, 664, 665. SARRAILH, Jean: 439.
SARDÁ,
647,
SARRIERA, Juan: 275. SATRÚSTEGUI, Patricio de: 625. SAYoNA:
189.
Savous, André: 203. SAYRÓ, Esteban: 607. See, Henri: 396. SEGORuE, ducado de: 449. SEGOVIA: 82, 124, 148, 224, 232-237, 240, 252, 279, 280, 282, 320, 322, 326, 391, 438 442, 486, 519, 529. SEGRE, rio: 107, 381. SEGURA, rio: 19, 47, 151. SEMPERE Juan: GUuARINOS, 472.
rio: 250. SENEGAL: 258. SEPTIMANIA: 87, 134. SEPÚLVEDA: 117, 121. SEPÚLVEDA, Ginés de: 293. SERENA, conde de: 543. SERRA, los: 607. SErT, los: 607. SESA, duques de: 271. SESTAO: 605. SEVILLA: 72, 74, 104, 109, 110,
SENA,
194, 224, 227, 239, 241-247, 259, 269, 272, 298-300, 303, 326, 328-331, 340, 346, 362, 364-366, 369, 371-374, 383-385, 395, 398-400, 402, 416, 425, 426, 442, 443, 450, 479, 489, 509, 522, 524, 529, 564, 570, 576, 580, 589, 593, 597, 602, 621, 626, 657, 659. SEXI: 48, 50. SHAFER, R. J.: 437. 145, 149, 231, 237, 253, 258, 285, 295, 306, 320,
SIBERIA: SICILIA:
229, 251-
282, 305, 1335-
368, 390,
Sir,
Pedro:
504.
SOTOMAYOR, Enrique de: 227. SrínoLa, Lorenzo de: 1350. Srooner, Frank C.: 406, 407. STEPHENSON, George: 616. STOCKTON:
STRUZZI, SuÁREZ 247. SuÁRrRz
619.
Alberto:
413.
FERNÁNDEZ,
Luis:
DE los: FIGUEROA, 226, 271. SUBERCASE, ingeniero: 619. SupÁNn: 138, 193, 200, 258.
SUECIA: 398, 421, 470. Suero: 482. SUINTILA: 83. SuIza: 17, 189. SUuLTEPEC: 362. SuñÑer II ne AwMPuxtas: SuREDA BLANES, J.: 402.
138.
Los: Y
674.
TINTORER, Domin-
go: 660. TADER: 67. Tajo, rio: 19,
54, 66, 67, 74, 107, 148, 225, 316, 468.
TALAVERA
DE
REINA:
LA
233,
234, 241, 252, 438, 479, 486, 183,
523. TALLADA:
220, 331,
TAMERLÁN: 247. TaNal1s: 190.
93,
602.
664.
45, 102-104, 108, 110, 192, 196, 268, 508.
472.
233, 238, 239, 279, 438, 448, 451, 505, 581, 587, 593.
83,
SIRACUSA: 189. SirErT, Luis: 45.
191,
Werner: 28, 122. SOMORROSTRO: 1324, 600, 0674. Somoza DE Monsorín, Fran. cisco: 475. Soria: 51, 82, 104, 124, 232,
TABERNER
SIRUELA: 234. Sisaro (Almadén): 67. Manuel: SiISTERNES —FeLIU,
Cuna: 526, 625. Orden Militar de: SANTIAGO, 149, 151, 228, 261, 271, 278. ANTO Dominco: 1370, 366, 524-520. 22,
SOMBART,
TABERNER,
SANTIAGO
DE
Juan: o
525, 586, 625,
SIGUENZA: -234, 238. SILESIA: 208, 509. SIMANCAS: 117, 121.
SIRIA:
374.
419,
119, 241, 330, 331, 338, 391, 400, 423, 424, 438, 442, 451, 475, 480, 482-485, 504, 507, 511, 525, 564, 580, 399, 602, 610, 621, 659. SANTIAGO DE COMPOSTELA: 72, 128, 251, 252, 444, 450.
SIMIAND, André:
SOBRARBE: 131. SOorTuER: 498, Sossons: 101. SoLDEVILA, F.: 439. SoLER, Juan: 508. SOLÓRZANO JPenreima,
451,
19.
47, 49, 61, 77, 139, 150, 162, 170, 180, 189, 190, 195, 196, 217, 247, 275, 324, 326, 328, 348, 396, 420, 508. SIEMBNS, procedimiento:
SuiTu, R. S.: 396, 426, 502, 516. So, vizcondes de: 170. SOBRADIEL, condes de: 567.
136,
664.
TARAPACA: 362. TARAZONA: 67, 146, 163. Mancia: LA DE TARAZONA 438. TARIFA: 335, 512. Tarix: 99, 102 TarRaco. V. Tarragona. TARRACONENSE: 60, 61, 87. .
23, 47, 62, 69, 72, 74, 75, 79, 175, 512, 589, 591, 619, 621. Tarrasa: 183, 563, 609, 674. TARRAGONA:
TÁRREGA: 438. TArTESOS: 48,
50-52,
TAuste, canal de:
98. 469, 5?
INDICE DE NOMBRES TAVINA: 145. Taxta, los: 281, 334, 335. Taxis, los: 281, 334, 335, Taxis, Leonardo de: 1335.
Tomas,
procedimiento:
TiseLEiN, TIERRA
602.
446,
FinmE:
368, 369,
Tieura DE Fueco: Tiro: 48, 49.
VENTALLÓ, L.:
VERA,
UnrarL:
447. banquero: 542.
TuURRIEGEL:
Ujijan: 469, ULLOA; Antonio de: 525,
URDANETA,
Tuuapn, lago: 193. TENDILLA, condes de: 271. Troporico IT: 84, Teoposto: 75. Ter, río: I1JA, 182, 607. TERMANTIA: 62. TERRANOVA: 323. TERUEL: 268, 470, 480, 519, 576, 580, 593, 599.
¿Andrés
138,
de:
17L,
311, 469. UnceL, canal
de:
366.
175,
180,
591.
URIBARREN, los: 604. URRUTIA, Juan: 612. URucuaY: 493. UsHen, A. P.: 203, Usón, Matías: 270.
209
UstÁnriz, Jerónimo: 414, 440, 443, 515, 516, 520, 523. tratados de: UTRrECIT, 475, 492, 501, 509, SI6, 520, 545.
290.
VALLDEMOSA: 519, VALENCIA: 23, 26,
Towmes
Toures
VALENCIENNES:
TLALPUJANNA: 362. Tos.eno:
24, 29, 67, 72, 82, 101, 107, 109, 117, 148, 149, 151, 224, 228, 229, 237-329, 241, 244, 252, 253, 255, 269271, 279, 320, 322, 325, 327, 335, 390-392, 408, 412, 425, 442, 450, 482, 486, 519, 522, 570, 580, 3587. ToLrDo, virrey: 293. Tortosa
187.
(Guipúzcoa): 482.
Turtno, conde de: 649, 653. Toxo: 121, 230, 271, 307.
Barzmás, L.: 101, 119, Fontes, Juan: 276. Tortesa: 74, 130, 131, 138, 139, 163, 166, 172, 180, 202, 209,
326, 3504. La: 370.
TortTuca,
Toscana: 194, TOLRNAT: 248. Torrs: 327.
195, 335.
Tous,
Nicolás: 603, TownsED: 486. TovNuFE, Armold J.: 91. TRANSILVANIA: 75. TrÁran1i: 189, TRANSMIERA: did TRASSELLT, C.: 184, 186. TRASTÁMARA, los: 226, 261. TrEME: ÉN': 192, 193, 200, 238. TrIANO: 600. TRINIDAD: 521, 524-526, Trirorr (África): 275, TriroL1 (Siria): 2608.
TroeLTsc Ir, Ernst: 34. Trunra: 602. Tucumán: 500, 521. Tvpneta: 130, 146, 438, 621. Tuir: 183. Túnez: 26, 192, 193, 200. Tvaiaso: 67. Usena: 149, 224, UnANDA; 193,
314.
243.
III: 75. VALERIANO: 79. VALERS, Francesc dez: 195, VALMASEDA: 503, 619. VALPARAÍSO: 526. VALL-FERRERA: 136. VaLL Roja, barón de: 489. VALLADOLID: 72, 82, 148, 224, VALENTINIANO
230, 241, 252, 253, 269, 277, 280, 282, 301, 322, 325, 334, 335, 340, 341, 401, 448, 467, 468, 482, 486, 489, 49%0, 503, 576, 586, 587, 621, 659. LA VALLE DE CERDA, Luis: 314, 315, 415. VarLLÉs:
183.
438.
VERACRUZ: 365, 366, 495, 523, 527. VENCARA: 437, 439. VerLIMDEN, Charles: 186, 194,
198, 416.
VESPASIANO: 58, 59, 78. VIADA, MIGUEL pe: 619. VICH: 47, 132, 183, 184. VIENA: 446, Vico: 442, 564, 621.
VILAMARÍ, almirante: 191, 199. VILANOVA, A.: 112. VILAR, Pierre: 164, 375, 3806, 424,
499.
183.
ALMERÍA:
DE
197,
47, 29, 101, 109, 138, 145-147, 152, 161-163, 165-167, 169, 171, 173, 179, 180, 183, 184, 195199, 201-203, 207, 209-212, 217, 224, 241, 247, 253, 2355, 258, 268, 269, 272, 275, 282, 283, 304, 305, 320, 325, 328, 335, 378, 380, 385, 387, 390, 392-395, 418; 424, 425, 434, 436, 438, 442, 444, 450-452, 467, 484, 486, 490, 491, 503, 508, 509, 511, S12, 518, 519, 522, 523, 530, 538, 541, 542, 562, 564, 576, 580, 586, 586, 609, 617, 620, 621, 657, 659. VALENCIA, Pedro de: 413.
ToLosa:
781
537,
463,
VILLACASTÍN: VILLAFRANCA
545.
328.
[PANADÉS:
DEL
484.
VILLALÓN:
340. 580.
281],
VILLALONGA, los: DE VILLANUEVA 235.
SERENA:
LA
VILLANUEVA, Jaime: 420. VILLARS, marques de: 443 VILLAVICIOSA:
VILLENA,
509.
de:
117,
222,
383,
marqueses
167.
C.:
Mevyv,
Viñas 433.
VIPASCA:
673,
VIRrRGILL,
Pedro: 35.
VIRIATO:
674.
420.
233, 241, 280, 503, de: 292. Francisco VitTOorIA, VITRÉ: 386. Vives, Antonio: 255. VitorIA:
248, 280, 284, 321, 324, 327, 330, 333, 481, 482, 512, 596, 599, 602, 604, 605, 639, 644, 669, 671. VoLGA, rio: 21. VIZCAYA:
244,
Warp, Bernardo: 437, 440, 456, 516.
WaTT, James: 4/78. WacnER, Henry R.: 34. WeLsEeR, los: 305. WESTFALIA, paz de:
384.
VALLs, los: 607, 674. VaSCONGADAS: 12, 13, 32, 48, 53, 120, 222, 227, 245, 323,
374, 434, 442, 451, 477, 503, 526, 537, 540, 564, $80, 599,
VéLEz
de:
VENDRAMIN, ciano:
438.
YounG,
,
embajador
vene-
305.
VENECIA: 154, 190, 191, 198, 218, 241, 246, 328, 334, 339. VENEZUELA: 1496, 434, 1360,
521, 526,
545,
668.
328.
YLLAS
MAÁLAaca:
611,
YBarRra, los: 600, 603, 604. YBARRA, José M.*: 626,
OI,
Veca, Lope VeJER: 151.
los:
XIFrÉ,
556.
Y
VIDAL: 650.
U.:
Arthur:
243, 243. YUCATÁN: 525.
YPRÉS:
ZABALA,
Silvio:
ZACATECA: 406.
494%.
657.
782 ZacaRÍas,
los:
241.
MALEHA, los: 260. 18, 19, 21, 72, 117, 120, 230, 233, 241, 438, 443,
ZaG DE ZAMORA:
580.
LA
ZARACONDEGUI: 644. ZARAGOZA: 23, 47, 62, 72,
101, 107, 130, 131, 136, 146, 163, 201, 268, 269, 272, 320, 335, 392, 425, 438, 442, 450, 486,
519, 580, 536, 593, 612, 617, 621, 669. ZARZA LA. Mayor: 521, $23
ZULOAGA, Antonio de: 484. ZULOAGA, José de: 435.
INDICE DE GRAFICOS Índices pluviométricos desde 1912
a
1953
18
.
Aridez media anual
en
la Peninsula Ibérica
.
Las rutas naturales
en
la Peninsula Iberica
.
20
23
Áreas culturales
Hispania
en
94
el Bajo Imperio
cronológico de la Reconquista
Desarrollo
El comercio catalán Precios
Salarios
en
73
.
en
el Mediterráneo
145 187
.
Valencia, Aragon
y Navarra
(siglos xII-xv)
Valencia, Aragon
y Navarra
(siglos xI-xv)
en
Rutas de la trashumancia
en
España durante el siglo
.
206
.
207 233
xvi
Comercio castellano Gráfico relativo
a
la
249
importación
del tesoro americano
Evolución de precios y salarios de 1500
siglo
xvi
.
Las flotas de Indias
a
1650
en
España
295
344
.
346
vel Mar Caribe
367
en
388
Evolución de los precios
en
la
segunda mitad del siglo
xvi.
409 462
La actividad industrial El comercio
española en el siglo hispanofrances en el siglo xvi,
Precios y salarios
en
xvi
483
.
506
Castilla entre 1700 y 1800 .
539 546
Evolución de la población
española
en
el
siglo
x1x
562
.
La gran propiedad rústica española Consumo de carne en España en el trienio 1865-1867
581
.
Evolución de la extracción de mineral de hierro Desarrollo de las importaciones de
algodón
Construcción de la red ferroviaria
.
española
en
594
.
España
.
600
608 621
Evolución de la construción naval de 1828
a
1859
los astilleros de Lloret de Mar
en
623
.
Fluctuaciones de la balanza comercial
del
siglo
española
en
la
segunda mitad 629
xx
Desarrollo del comercio
español
en
segunda mitad del siglo
la
xIx
630
.
Valor de las acuñaciones entre 1840 y 1900. Curva de los precios
en
Barcelona
Evolución de la coyuntura española
.
en
650 .
la
segunda mitad del siglo
xIx
666 670
INDICE GENERAL
Etapas de
la
dinámica económica española
Infraestructura de la historia económica
"e 9
Economia de la España
romana
-7
Economia de la España
romana
He
prehistórica
Economía de la España
La economía de la
española
.
.
Economía de las colonizaciones hispánicas
(1) (ID)
Hispania visigoda
Generalidades
.
.
...
Economía de Al-Andalus
.
Economía de los reinos hispánicos occidentales glos vIr al xm1
Economía de los reinos pirenaicos desde el siglo
Reconquista
y
repoblación
en
los siglos
x11
en
vn
los sial
xIr.
y XII.
154
estructura social
.
161
La economia del
patriciado urbano catalán. Trabajo
in-
e
dustria catalán
El comercio
Precios, dinero, banca Los
poderes públicos rona de Aragón
Estructura y tellana del
la Corona de Aragón la organización financiera de la Cocoyuntura
y y
expansión siglo
en
de la economía agropecuaria al xv.
x1I
Industria y comercio castellanos del
Dinero,
usura
y
hacienda
La economía de la
La
expansión
en
.
en
siglo
al
Xx111
Castilla
.
La economia colonial americana de 1550
el
siglo
demográfica, agricola
el
e
a
313
.
d25
industrial de España
302 en
375
siglo
comercial, presión fiscal
e
inflación monetaria 394
xvi.
El reformismo borbónico
La
301
.
1700.
Estudio de la coyuntura durante los Austrias
La
xvi
xvi.
Estancamiento en
raiz 287
demográfica y social durante el siglo trabajo y la producción durante el siglo xvI comercio y la moneda durante el siglo xvi
Decadencia
a
.
Estructura
El
xv.
epoca de los Reyes Católicos América de la economía española
del Descubrimiento
El
cas-
.
población y el trabajo producción agrícola y ganadera .
.
416
429 440 460
La renovación industrial
476
La economia americana
491
El
despliegue comercial
La
política económica
Moneda y finanzas
.
.
.
502 915
529 544
41.
El reformismo decimonónico
42.
La
43.
La
44.
La industria.
45.
Transportes
46.
La
47.
Moneda, crédito
48.
La coyuntura económica del
51
población y la propiedad producción agrícola y ganadera y
560 584
596 comercio
política economica y
615
636
.
banca
646
siglo
xIx
664
Apéndice 679 717
747 771
783
e
da A
a AAA
[171]
LIBROS VICENS universidad
ECONOMIA ECONOMIA PUBLICA. L. Johansen METODOS DE ECONOMETRIA. J. Johnston KEYNES Y LA ECONOMIA KEYNESIANA. A.
Leijonhutvud
HISTORIA ECONOMICA MUNDIAL (MODERNA Y CONTEMPORANEA). J. A. Lesourd y C. Gérard INTRODUCCION A LA ECONOMIA POSITIVA. A. G. Lipsey PRACTICAS DE ECONOMIA POSITIVA. A. G. Lipsey y J. A. Stilwell ECONOMIA REGIONAL. A. W. Richardson ECONOMIA ANTIGUA DE LA PENINSULA IBERICA. M. Tarradell
PROGRAMACION MATEMATICA Y CALCULO ECONOMICO. J. M.* Vegara HISTORIA ECONOMICA DE
ESPAÑA.
J. Vicens Vives
TEORIAS MODERNAS DEL CRECIMIENTO
ECONOMICO. J. H. Wan METODOS MATEMATICOS DEL ANALISIS ECONOMICO
MODERNO. ÑNikaido
INTRODUCCION A LA MICROECONOMIA CONTEMPORANEA. Vivian C. Walsh.
=.!.”-_
E
AENA
Leite
LL
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]——— A——_———
ELEMENTOS DE ECONOMETRIA. Kmenta
HISTORIA
HISTORIA CONTEMPORANEA. A. Fernández HISTORIA ECONOMICA DE LOS ORIGENES A 18979. J, Imbert
HISTORIA ECONOMICA MUNDIAL (MODERNA Y CONTEMPORANEA). J. A. Lesourd y C. Gérard
POLIS, HISTORIA UNIVERSAL. Pericot, Castillo y Vicens CRONOS. DIDACTICA DE LA HISTORIA. J. Sanchez Adell HISTORIA DE
ESPAÑA MODERNA
CONTEMPORANEA. S. Sobrequés
Y
|
|
V/ editorial
vicens-vives