Historia De Las Ideas Cientificas(opt)

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Sólo dos vías de investigación sepueden concebir. La una afirma: esy es imposible que no sea.

Sólo dOI vlas de investigación sepueden concebir. La una afirma: esy es imposible que no sea. Ames que nada, habría que preguntarse de dónde sale todo esto. Parménides parte de! principio de que "lo mismo es pensar y ser". Sólo se puede pensar en lo que es, y lo que es, por lo tanto, es. Pero no puedo pensar en lo que no es, porque pensar en lo que no es, es pensar en la nada, y pensar en la nada es no pensar en nada ...

... 10 mismo espensar y ser Lo mismo es el pensar, y aquello por lo cual se cumple el pensamiento Porque sin el ser, en el cual se expresa No hallarás el pensar: no hay ni habrá Nada fUera del ser... Del no ser (..) no esposible ni decir ni pensar Que no es Por lo tanto, lo que no es, no puede ser. El punto de partida, como habrán podido ver, es radicalmente distinto al de la escuela milesia: ni empieza por los fenómenos, ni sugiere que el origen de todo está en una sustancia elegida más o menos caprichosamente, o con argumentos débiles: el agua, el ápeiron, e! aire. Nada de eso: el punto de partida es el pensar. El camino correcto, el que conducirá a la verdad, lo será solamente

si se parte del pensar y de 10 que se puede pensar. ¿Y qué es 10 que se puede pensar? El ser. ¿Y que es lo que no se puede pensar? El no ser, la nada. Por lo tanto, el ser es y el no ser no es. Esta deducción tiene la brillantez, la limpidez de un teorema, y -lo que es más importante- no tiene absolutamente ninguna conexión con la empiria, con la physis, con la naturaleza, con los fenómenos. Este enunciado en cierto modo sintetiza la filosofía y la metafísica de Parménides y es fecundo porque de él se deducen muchos Otros, que tienen enormes consecuencias no sólo para la filosofía, sino también para la ciencia occidental. Porque ... ¿Cómo es ese Ser (esta vez lo voy a poner con mayúsculas, a veces lo pondré en minúsculas, sin que-eso tenga un significado especial)? ¿Qué puedo decir de él? Veamos: por empezar, el ser es único. No puede haber dos. Porque si hubiera dos, o bien están juntos (y son uno), o bien están separados por algo. Pero ese algo que los separa no puede ser Ser, sino No Ser, y como e! No Ser no es, no puede ser. Por lo tanto: es único. El ser tampoco puede haber empezado. ¿Por qué? Porque si hubiera empezado en algún momento, eso significada que antes había no ser. Pero eso es imposible, porque ese no ser no es. Tampoco puede cerminar, por la misma razón: ¿qué vendría después? El no ser,

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pero eso es imposible. El ser no tiene pasado ni futuro, es presente puro y eterno.

El ser no es engendrado, y también es imperecedero: En efecto es un todo inmóvil y sin final ni comienzo ¿Qué origen le buscarás?¿Cómo y donde habrá crecido? Del no ser, no te permito decirlo ni pensarlo... Además, el ser es inmóvil, porque si se moviera, viajaría hacia algo que es no ser,.y dejaría no ser detrás. Por lo canto, no puede moverse. Y, naturalmente, es incorruptible, porque si se corrompiera, ¿qué significaría? Que alguna parte de él se convertiría en no ser. Lo cual, otra vez, no es posible. El siguiente paso sería afirmar que eso que es no puede escar limitado, no puede cener ni forma ni límites. Pero acá Parménides afloja, y no da el paso. Es más, imagina ese ser como limicado, finito y perfecco:

El ser es completo, similar a la masa de una esferaarmoniosamente redonda que por todas suspartes se distancia del centro. Se imagina al ser como una esfera, un cuerpo perfecto, en el sentido que le darían los picagóricos. Esco seda fundamental (y a veces faral) en todo el pen-

Parménides sostiene la esfera del Ser.

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Aquiles, el más veloz de los

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guerreros gnegos, compite en una carrera contra una tortuga, que es el más lento de los animales. El héroe griego le da una ventaja a la tortuga. La pregunta que hacía Zenón, entonces, era la siguiente: ¿alcanzará alguna vez Aquiles a la tortuga?

samiento griego: la esfera es el cuerpo perfecto porque todos los puntos de su superficie equidistan del centro, porque es perfectamente simétrico y porque es el único cuerpo que puede girar sobre sí mismo en su propio espacio. Así, el ser de Parménides es inmóvil, es eterno, es incorruptible (no admite cambios), es esféricoy es perfecto. Lo cual plantea un problema nada simple. Porque si es así: ¿cómo se entiende que nosotros veamos, en lugar de este ser inmutable y permanente, una multiplicidad de cosas que carnbian y se mueven? Hay una única posibilidad para explicarlo: esa rnulriplicidad de cosas que cambian y se mueven no es más que una mera ilusión. Porque los sentidos son ilusorios: ven el tránsito del ser al no ser, ven que cosas que no son se transforman en cosas que son, y viceversa.Vemos al árbol crecer y morir, a la luz aparecer y desaparecer. Por lo tanto, de los sentidos no podemos sacar absolutamente nada, o por lo menos, nada que valga la pena. No queda más que rechazar nuestra confianza espontánea en la experiencia, reconociendo que es W1 camino de conocimiento falaz e ilusorio. As!, pues todas las cosas no son sino nombres Dados por los mortales e:z su credulidad: Nacer y perecer. cambiar de lugar y mudar de luminoso color.

La vía es el pensar, y sólo la razón es un medio eficaz para acercarsea esa obsesión: el conocimiento verdadero. Rompiendo la barrera de las apariencias, podemos captar la unidad profunday "verdadera" de lo real. Los fenómenos no interesan mucho, porque lo que importa es lo que está por debajo del mundo sensible, lo que subyace, que es el mundo del ser. Es inevitable que tomemos datos de los sentidos, que. escucbemos el discurso de las cosas. Pero si le prestamos atención, estarnoslistos. Lo que se debe buscar es lo que hay detrás, o debajo. ¿Cómo lo hago? ¿Cómo se accede a ese sustrato? Por medio de la investigación.Trato de ver de qué manera lo que se dice, lo que se ve, lo que se mide (aunque todavía estamos muy lejos de! concepto de medición) es un emergente, a veces muy deformado, de la -verdadera realidad que ha)' detrás. Pero sé que ese fenómeno es un engaño de los sentidos, que son débiles y no dan cuenta del ser. El testimonio sensible es inseguro y engañoso. El mundo de los fenómenos es ininteligible, no tiene importancia. Parménides establece así un principio filosófico general. Su especulación consiste>sobre todo, en una discriminación primera y rigurosa entre Losensible y lo inteligible, que interesa a la Ciencia por sus repercusiones rnetodólógicas a lo largo de toda la historia del pensamiento. Pero ese principio general de 22

Parménides plantea un problema serio.. ¿Por qué? Porque por un lado parece empezar dando un método, una guía: desconfíen de los sentidos; detrás de esta gran multiplicidad hay un sustrato que no cambia, y ese sustrato, el Ser, es lo que debemos comprender, y sólo lo comprenderemos razonando. Pero por otro lado, al mismo tiempo que inicia un método, parece terminarlo y no permitir seguir adelante. Porque si todo es inmóvil y nada puede cambiar, ¿cómo se explica el cambio? ¿Cómo se explica la posibilidad de que en el mundo haya cambios? ¿Qué es ese ser? ¿Ysi fuera el agua de Tales?Pero si es el agua de Tales y lo seguimos a Tales, se convierte en otras cosas, y esas Otrascosas antes no eran. Pero algo que es no puede producir cosas'qúe no son, porqúélás' cosas que no son, no son. Nada puede empezar a ser, porque e! ser no puede empezar a ser. Es un problema muy serio, que parece paralizar absolurarnente todo. Parménides no niega el cambio en el mundo; simplemente establece que debajo de todo el aparente cambio hay algo que no se modifica, hay algo que forzosamente se queda como está, y que va a ser una y otra vez "la" pregunta: ¿qué es ló que no cambia mientras se suceden los fenómenos? ¿Qué es lo que permanece? Descubrirlo es lo único que nos garantizará el conocimiento verdadero. y a lo largo de esta historia, como veremos, va a ser la masa o la energía, o

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Zenón no quería decir que en la realidad Aquiles no alcanza a la tortuga. Lo que quería mostrar era que el movimiento es incomprensible, ininteligible, conduce a paradojas lógicas. Que lo que uno ve no

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significa nada. ve -el hecho de que Aquiles en realidad la alcanza- no significa nada. El movimiento, en definitiva, no se puede pensar. Porque si nos ponemos a pensar en el movimiento, Aquiles queda siempre por detrás de la tortuga, cosa que en la realidad no pasa. Lo mismo ocurre con el planteo de los múltiples cuerpos. El se preguntaba: ¿puede haber dos cuerpos separados? Y deda "no, porque para que haya dos cuerpos separados, quiere decir que hay algo en el medio, quiere decir que tiene que haber, por lo menos, tres, ya sea aire u otra cosa", Ahora, para que haya tres, tiene que haber dos más, y así sucesivamente. Esto nos lleva a un proceso infinito. Y cuando se llega a un proceso infinito, el pensamiento griego empieza a tener problemas. Tal vez por eso, el propio Parménides se detiene ante la infinitud del ser, y lo limita a una esfera. Perrníranrne hacer una pequeña digresión. El asunto del infinito (que se va a resolver, si es que uno lo considera resuelto, recién en el siglo XIX), y el problema del infinito va a aparecer una y otra Ve? como un problema, a veces corno simple infinito matemático, a veces como la infinita regresión a la que puede llevar la teoría (por ejemplo, la de Tales con el agua), o como la extraña hipótesis de los múltiples universos que muchos consideran parte de la cosmología actual ¿Qué dicen las cosas? Dicen relaciones matemáticas. ¿Cuál' es

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el discurso de las cosas? El discurso matemático. Galileo sostendrá, dos mil años más tarde, que el libro de la naturaleza está escrito en caracteres matemáticos. Pero hay un carácter, un signo, que no tiene traducción, y ése es el signo del infinito. No parece haber ninguna cosa infinita en el mundo real. Es un bache, un pozo mental de la ciencia donde caen los coches que circulan a roda velocidad. Volviendo a nuestro tema: el hecho de que los fenómenos no sean inteligibles, plantea, como es obvio, un problema serio. ¿Cómo se hace para articularlos de alguna manera con el ser? Ya I vimos que Parménides intentó resolverlo en la segunda parte de su poema, y no le salió especialmente bien. ¿Y entonces qué debemos hacer? ¿Desechar por completo a los fenómenos, y entregarnos a la contemplación cuasi mística del Ser? y hasta podría pensarse otra cosa, apenas una sospecha: quizá los fenómenos sean ininteligibles no sólo porque los sentidos sean débiles ... sino porque la razón también lo es para analizarlos como es debido ... ¿Y entonces? ¿Por qué habremos de confiar en los resultados que salen de la razón pura? La verdad es que los fragmentos que conservamos de Zenón no son lo suficientemente elocuentes como para saber qué pensaba del dilema. Hay quienes dicen que, en realidad, Zenón no era muy sistemático que digamos y

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que lo que hada, sencillamente, era mostrar los límites de la razón sometiéndola a paradojas irresolubles, sin tener detrás ninguna reoría demasiado elaborada. Sea como fuere: tenemos que continuar con el siguiente de los parmenIdeos.

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Meliso de Samos: un callejón sin salida La postura eleática, como vimos, se encuentra ante un callejón aparentemente sin salida. Melisa de Samas, el segundo de los grandes discípulos de Parménides, va a llevar las cosas mucho más allá: va a ir hasta el fondo del callejón y se va a parar junto a la pared donde termina. En efecto, Melisa, a quien Arisróreles acusarla de razonar como un campesiho y con un método grosero, rompe con la esfericidad del ser de Parménides y lo hace infinito, ilimitado. Ante el dilema de los fenómenos y su incompatibilidad con el mundo racional del ser, niega radicalmente cualquier posibilidad de conocer los fenómenos, hecho que Parménides había tratado de sortear con el truco que vimos. Rara filosofía esta que, enfrentándose de manera radical a quienes practican otra manera de aproximación al mundo, "resuelve" el problema milesio a costa de conducir a un inmovilismo total. Tenemos principios generales. Sí, bueno, pero ¿cómo se hace para, con estos principios generales, explicar lo

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si no hubiera intersticios por los cuales penetra en ella? Leucipo y Dernócrito son los dos filósofos más destacados de la escuela de los atomistas. Como los otros "físicos", o filósofos de la physis, ellos postulan la indestructibilidad de la materia y la existencia de una unidad sustancial, pero, como los eleáticos, se alejan de la observación y de la experiencia (pues el átomo no cae bajo la órbita de los sentidos). Sólo los árornos yel vacío son reales, aunque no sean sensibles. Las colisiones entre los átomos producen separaciones y uniones, formando rodas las agrupaciones que se ven a simple vista. Las diferencias entre los objetos físicos (cuantitativas y cualitati-

vas) se explican en términos de modificaciones en la forma, distribución y posición de los átomos. La verdadera realidad, el ser, no está al alcance de los sentidos, sino que subyace. El conocimiento legítimo es el que proviene del

entendimiento. No está claro si así como consideraron a sus átomos físicamente indivisibles, los consideraron también marernáricamente indivisibles. ¿No advirtieron que si los átomos difieren en forma implica que tienen volumen? y entonces ¿por qué no se podrían, aunque fuera teóricamente, dividir? Aunque físicamente fueran indivisibles: ¿no podríamos pensar en dividirlos de manera teórica (matemática), del

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mismo modo que, si tenemos un cubo de material indivisible en la práctica, podemos pensar en la mitad de ese cubo? (O en un cuarto? Otra cosa que resulta inreresante es que Dernócrito, adelantándose a uno de los objetivos que persigue la ciencia moderna, intenta trazar, aunque primitivamente, un vínculo entre la realidad física de fondo y las sensaciones. Por ejemplo, los diferentes sabores que experimentamos en el paladar están producidos, según su teoría, por las diversas formas de los átomos: aquellos que terminan en puma son los responsables del sabor amargo, los átomos redondeados se ocupan de producir la sensación de dulzura. Como ven, el cír-

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La islade Sarnos,lugar

donde surgió la escuela pitagórica.

poco. ¿Quién podía creer seriamente que el aire se condensaba hasta hacerse duro como la piedra? Pero así como los atomistas rompieron e! escollo del inmovilismo parrnenídeo fragmentando e! ser, Empédocles (siglo N a.e.) buscó una solución al problema milesio. Y se podría decir que la encontró. Empédocles, según parece, fue un personaje bastante estrafalario, que además de filósofo fue místico, taumaturgo, médico y político. Las narraciones sobre su muerte son fantasiosas: algunos cuentan que desapareció durante un sacrificio; según otros, se arrojó al cráter de! Erna para demostrar que era inmortal, cosa que, al parecer, no dio resultado. Decíamos, entonces, que nuestro filósofo detectó muy bien e! problema (la imposibilidad de explicar e! cambio) e intentó solucionarlo. y así como los atomistas fragmentaron e! Ser, Empédodes fragmentó la sustancia originaria: su solución consistió en proponer que no hay una sola de la que surgen todas las demás sino que hay varias. En vez de una sola, postuló cuatro, que son las que van a sobrevivir como los elementos griegos por excelencia:e! aire, e! agua, el fuego y la tierra. Es una elección bastante razonable, a la cual une los cuatro principios: lo húmedo, lo seco, lo frío, lo caliente. Pero también es un paso radical: lo "uno" tiene una atracción irresistible, pero cuatro

suena un poco arbitrario, ¿nó? ¿Por qué 4 y no 5, o 10, o 92? No hay una buena explicación al respecto. Sea como fuere, mediante la combinación de esas cuatro sustancias se forman todas las demás, por la acción de dos fuerzas, de unión y rechazo, que él llama Amor o Amistad (philia) y Odio (neikos). Incluso llegó a dar lo que nosotros llamaríamos "proporciones" de agua, cierra, fuego y aire, por ejemplo, en los huesos y en la sangre. Estableció que el hueso está integrado por fuego, agua y tierra en la proporción 4:2:2; la sangre y diferentes tipos de carne están formados por las cuatro raíces en igual proporción. . No es simple saltar de una cosa a la otra, de una sustancia originaria a cuatro. Pero ahora ya tenemos un principio para funcionar. Podemos analizar los objetos. El papel en que están impresos estos fascículosserá una mezcla de esas cuatro sustancias. Podía no explicar ni responder a nada que a nosotros nos pueda parecer un análisis químico, pero -de todas maneras- señalaba un camino. No es exactamente lo que hoy llamaríamos un estudio cuantitativo, ni a-que se pareciera a la química, de ya pero sí es una doctrina que ~ ~aráe tendrá contenido químico. Obviamente, Empédodes no podía ni remotamente imaginarse qué cosa era la química. En cuanto a su costado epistemolégi-

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co, Empédocles admire, como Parménides, que los sentidos son débiles, cosa en la que en general casi todo el mundo está de acuerdo. No falsos sino débiles. La imagen que vemos en el espejo es ilusoria pero nadie intenta atravesar un espejo; nadie inrenta agarrar el horizonte, pero sí distingue dónde está la puerra y sale por la puerta. En todo momento está claro que el sentido es débil, engañoso. Pero es sólo engañoso; si no, no enconrraríamos la puerta, ni podríamos funcionar mínimamente. El hecho de que los sentidos sean débiles va a llevar siglos más tarde a la idea de experimento, a la tentación de aislar el fenómeno hasta un punto en que los senados lo puedan percibir. Si los sentidos son débiles, es tentador hacer el experimento con la razón, los experimentos mentales. La paradoja de Zenón de Elea, con su Aquiles y su tortuga, es un experimenro mental; Zenón no necesita que la carrera efectivamente se desarrolle, le basta con pensarla. Lo que tiene de bueno un experimento mental es que, cuando uno 10 piensa, puede operar con conceptos puros y así se libera de las molestias de la empiria. Pero resulta que para Ernpédocles la razón también es débil. No es fácil dar una definición de débil. En el caso de los sentidos, es más simple: los sentidos confunden, no reflejan cómo son las cosas en realidad. ¿Pero qué significa

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raleza, como corresponde a su profesión, incluyó, muy a pesar mio, una imagen. Pero no me detendrá. Ni se detengan ustedes, mirándola.

Pitágoras y el camino de los números Muy poco es realmente lo que se conoce acerca de Pitágoras. Se conjetura que nació en la isla de Samos, la rival cornercial'de Milero, situada en el mar Egeo, hacia la mitad del siglo VI a.e. y que luego se trasladó a Crorona, en la llamada Magna Grecia -es decir, territorios griegos en lo que ahora es Italia-

para huir de la tiranía de Polícrates. (Polícrares fue tirano de Samos desde 540 a.e. hasta 515 y, según cuenta la historia, era malísismo y no tenía ningún tipo de escrúpulo moral: se deshizo de sus hermanos que al principio hablan reinado con él; solfa emplear su gran flora en la piratería; terminó crucificado luego de ser engañado por el sátrapa persa de Sardes.) Pero no es de Polícrates de quien tenemos que ocuparnos sino de Pi tágo ras. Su figura está rodeada por la leyenda, y así, aunque algunos autores dicen que fue hijo del dios Apolo, otros prefieren, de manera mucho más creí-

ble, hacerlo hijo del rico ciudadano Mnesarcos. Pitágoras fue el mentor de un grupo de matemáticos que tuvo gran tradición, de modo que muchos matemáticos del grupo ciertamente posteriores a Pitágoras le atribuyeron al maestro obras propias. Contrariamente a lo que sucedía con los milesios, al grupo pitagórico no le interesaba el estudio de lo relativo a la naturaleza. Además de sus virtudes científicas, fueron un grupo mancomunado por creencias y prácticas religiosas. Creían en la inmortalidad y la transmigración de las almas y practicaron

Otra demostración, tal vez más fácil Vamos paso a paso. Recordemos que cada número natural tiene una única facrorización en factores primos, salvo el orden. Por ejemplo, 60 = 2. 2.3.5 Ahora fíjense que en un número al cuadrado, por ejemplo 60 al cuadrado, .cada factor aparece un número par de veces, porque se repite la facrorización del número base. 60 x 60 = 2.2.3.5.2.2.3.5 Y eso pasa con cualquier número. Si en un número n el factor 7 aparece tres mil veces, en n al cuadrado, aparecerá seis mil veces. Entonces: en cualquier número al cuadrado, el factor dos (o cualquier otro) apar,ece un número par de veces Ahora volvamos a la VI y supongamos que VI = p/q

De lo cual sale 2 = p2/ q2 Y que 2q2:: p2 Lo cual no tiene nada de malo Ahora qué tenemos. Tenemos dos números iguales: 2q2 y p2, que, por ser iguales, tienen que factorizarse de la misma manera. y veamos: ¿cuántas veces aparece el factor dos en p2? Un número par de veces, porque es un cuadrado. ¿Y cuántas veces aparece en 2q2? Un número par de veces, porque q es un cuadrado, más una vez que es el dos que aparece multiplicando del lado izquierdo, es decir, un número par de veces, porque q2 es un cuadrado, y una vez más, o sea, un número impar de veces. Pero como los dos números son, iguales, no pueden tener facrorizaciones diferentes. Absurdo. 30

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El Partenón, símbolo de Atenas

Y, a decir verdad, fueron tal vez un poco más lejos de lo aconsejable: identificaron a la Justicia con el número 4 por tratarse de! primer número cuadrado (2 al cuadrado), al matrimonio con el 5, que representa la unión del macho (3) con la' hembra (2), y creían que codo e! cielo era una escala musical y un número y que, de acuerdo con la doctrina de la armonía de las esferas, los movimienros de los cuerpos celestes originan sonidos acordes, aunque inaudibles. De cualquier modo, y por más mística y arbitraria que suene por momentos, la armonía de las esferas fue una creencia que duró hasta el mismísimo Kepler en el siglo XVII. El sustrato numérico pitagórico es un bello precursor del libro de la naturaleza escrito en caracteres matemáticos de Galileo. 10 cierto es que si bien la metafísica pitagórica es central para comprender e! pensamiento general de la escuela, y consiguió resultados tan impresionantes y bellos como el teorema de Pitágoras (todos conocen el enunciado de que la suma de los cuadrados de los catetos de un triángulo. rectángulo es igual al cuadrado de la hipotenusa), ellos también tuvieron que enfrentarse a un escollo. Y muy serio, diría que fatal. Un escollo que partía del mismo glorioso teorema: si tenemos un triángulo rectángulo cuyos lados miden 1 cada uno, el cuadrado de la hipotenusa, si

seguimos el teorema, tiene que medir lo mismo que la suma ,de los cuadrados de los catetos. Es decir: P+P=H2. Entonces HZ= 2 Y H= '12. Es decir que la hipotenusa mide exactamente '12. Y ahí surgió el problema fatal, porque los mismos pitagóricos lograron demostrar que '12 no es un número, o por lo menos no es un número como lo concebían ellos, ya que no es ni un número entero ni puede expresarse como la relación de dos números enteros p/q. Si quieren enterarse de cómo se demuestra la irracionalidad de la raíz de dos, pueden pasar a los recuadros de las páginas 29 y 30. Lo pongo así, en recuadro, para destacarlo y para que lo puedan saltear, pero les recomiendo que no lo hagan porque es, creo, una de las demostraciones más bellas (y sencillas) que existen, aunque tuvo consecuencias devastadoras para tos pitagóricos. Imaginen. Ellos suponían que todo consiste en números y que el conocimiento expresa' relaciones entre los números. Pero he aquí que una entidad, que ciertamente pertenece a la ciencia, la diagonal de un cuadrado, no puede ser expresada con números enteros. Un gigantesco golpe para la metafísica y la física pitagórica, que involucra toda una cosmovisión particular. Sería algo así como que hoy nos demostraran la imposibilidad lógica de que algo esté constituido por átomos. (Hoy, el concepm de número se extendió lo sufi-

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ciente como para incluir entidades como las raíces cuadradas irracionales.) ¡Un número que no.es un número! Era lo peor que les podía pasar, una verdadera tragedia, porque atacaba las • bases mismas de su filosofia, y, además" parecía demostrar que la razón era débil donde más fuerte creía ser. Existe una leyenda según la cual Hipaso de Metaponto, miembro' de la escuela, divulgó el secreto y los pitagóricos decidieron erigirle una rumba, por más que estuviera vivo, para demostrar que para ellos estaba muerto. Otras tradiciones sostienen que lo asesinaron. Fue un desastre. Con la raíz de 2 cayó roda una cosmovisión que, sin embargo, sigue teniendo sus adeptos en la realidad. No es que alguien crea, a esta alrura del partido, que el número 3 se corresponda con alguna entidad como la justicia o el amor. Pero sí son muchos los que creen -vergonzantemente a veces, a veces sin saberlo- que los números subyacen al mundo, y gran parte de la investigación científica acrual se hace bajo este presupuesto. Sin ir más lejos, creo que todo matemático cree, en el fondo, que los números organizan la ernpiria, que lo que es matemáticamente posible, es, y que aquello que no es matemáticamente posible, no es. ¡Ah, Parménides! Nos vamos, finalmente, a Atenas. Colaboró en este fascículo Nicolás Olszevicki

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3. Platón y Aristóteles

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La muerte de Sócrates, de ]acques Louis David. Si se observa con atención, se puede ver en el fondo al volátil autor de estas páginas subiendo por las escaleras.

blar ni alrerársele ni el color ni el rostro, aplica la copa a los labios y con toda sencillez apura la bebida. Sócrates, el más importante pensador de la Grecia clásica, ha bebido el veneno y su tiempo de vida es contado. Todos lloramos.

Atenas, capital del siglo V

-¿Qué

Salimos afligidos al aire libre de Arenas, pero las lágrimas no nos impiden comprobar con apenas una mirada (estamos en la segunda mitad de! siglo V) que Atenas ha crecido hasta convertirse en el centro intelectual de Grecia. Los filósofos precedentes solían ensefiar en las regiones de Jonia (como Milete) o en la magna Grecia (Elea), pero a partir de la generación de Sócrates (470-399 a.C) cada vez más los pensadores importantes o bien nacen aquí, o bien pasan aquí buena parte de su vida intelectual. De hecho, Platón y Aristóteles, al fundar la Academia y e! Liceo, respectivamente, convocan a filósofos y científicos de toda Grecia. Pero ésa es sólo una de las transformaciones. La Otra, imprescindible para entender contra quién discute Platón, es la expansión de los sofistas, filósofos ambulantes e independientes que buscaban sus alumnos entre los jóvenes de la polis, y que iban más allá de la educación tradicional griega, que se centraba en la gramática, la música y la poesía, extendiendo sus disertaciones a cualquier tema. Y cobraban por sus enseñanzas, además, lo cual escandalizaba a Platón. Fundamentalmente, sin embargo, se dedicaron a investigar, más que proble-

hacéis, hombres desconcertantes?

-dice Sócrates, quien continúa imperrurbable-. Precisamente por ese motivo

desped! a las mujeres, para que no cometieran estos excesos,pues en verdad tengo oido que se debe morir en religioso silencio. AsI, pues, no alborotéis y conteneos. Después de dar unos paseos, que miramos con solemne atención, dice que le pesan las piernas y se acuesta boca arriba. El que le había dado el veneno le aprieta fuertemente los pies y le pregunta si lo siente. Sócrates dice que no. Mirándonos, va cocando cada vez más arriba y nos explica que el veneno va subiendo y enfriando el cuerpo. El momento final será cuando llegue al corazón. Ya estaba frío el bajo vientre, cuando Sócrates se descubre, pues estaba cubierto con un velo, y dice algo sobre una deuda que había olvidado pagar a Esculapio. Con estas últimas palabras, se extingue la vida del gran filósofo, quien, según sus discípulos, fue e! más JUSto y el más prudente de todos los hombres. En un rincón, llora un hombre joven y de anchas espaldas. Preguntamos quién es, y nos dicen: Platón. y nosotrOS, a pesar de la congoja, nos alegramos de verlo, ya que veníamos, precisamente, a buscarlo.

En aquella época era posible, como en pocas más, ser a la vez inteligentes y felices. Berrrand RuseLl

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mas de la physis o de! origen, al hombre como ciudadano; la incipiente democracia ateniense necesitaba, para consolidarse, de hombres que supieran expresarse y persuadir al público de que su opinión era la correcta. Así, los sofistas se dedicaron a enseñar el arte de la persuasión y cuestionaron la existencia de un mundo objetivo más allá de las percepciones privadas de los hombres y, de este modo, inauguraron una forma de relativismo que Platón quiso combatir con un sistema filosófico cuyo objetivo es definir algo absoluto de lo cual agarrarse. Y, por fin, hay otra transformación que incidió sobre el desarrollo de la filosofía y de las ciencias en e! Siglo de las Luces griego (y, de rebote, en todo el pensamiento posterior): Sócrates, ese gigantesco pensador, feo y desgarbado, a cuya desalentadora muerte asistimos, que protagoniza casi codos Jos diálogos de Platón y que contribuyó de manera decisiva a reorientar la filosofía hacia un pensamiento más centrado en el hombre que en la naturaleza. Sobre este complejo panorama se cierne la figura impresionante de Platón.

Platón y sus andanzas Aquel hombre joven que lloraba se llamaba en realidad Arístocles de Atenas, había nacido en 428 a.C, y habría de morir en 348 a.c., y era conocido por todo el mundo como Platón ("el de anchas espaldas"); así lo llamaremos nosotros. Lo

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I

"Lo que Platón descubre, o determina, \

es que el impulso de los naturalistas, que había sido decisivo para el comienzo de la filosofía y la ciencia griegas, llegaba hasta un punto en que no podía motivar más el avance" Habiendo oido que Anaxágoras afirmaba que el Intelecto es el Ordenador y la Causa de todas las cosas, gocé con la explicación y me ere! contento de haber encontrado fa verdad sobre la causa de los seres (...). Pero entonces vi que mi héroe no utilizaba para nada el Intelecto y que no le atribula ninguna causa al ordenamiento de las cosas, sino que recurrla, como siempre, al aire, al éter, al agua y a Otrascosas extrañas. Es decir que Anaxágoras postulaba

el intelecto, pero al fmal no lo usaba para nada.

Platón toma una decisión Lo que Platón descubre (o determina) es que el impulso de los naturalistas, que había sido decisivo para el comienzo de la filosofía y de la ciencia griegas, llegaba hasta un punto en el que no podía motivar más el avance. Desde el comienzo, desde Tales, los naturalistas habían intentado explicar lo sensible en función de lo sensible mismo, de buscar la causa de todas las cosas naturales, de todo lo empírico, en arras cosas naturales (ya fuera el agua, el aire o los cuatro elementos). Pero se topaban con problemas irresolubles: si el agua dio origen a todo, ¿quién dio origen al agua? ¿Ycómo podía salir del agua su opuesto, el fuego? Hasta ahí parecía llegar el naturalismo griego. Por el otro lado, la filosofía de Parménides había detenido el des-

arrollo de la ciencia en la especulación metafísica sobre el ser. El pensamiento oscilaba como un péndulo entre la dudosa empiria y la metafísica del ser. Por lo tanto era necesario abrir una vía nueva o el péndulo seguirla oscilando para siempre. Platón, entonces, toma el roro por las astas y postula la existencia de dos reinos: toma el ser de Parménides y lo redefine como mundo suprasensible, "inteligible", accesiblesólo mediante el intelecto, y toma la ernpiria naturalista, y la convierte en el mundo de los sentidos, el mundo sensible, y los hace coexistir. Pongamos un ejemplo de Platón que empezará a aclararnos el panorama: ¿Por qué nos parece bella una cosa? Es una cuestión difícil de resolver.No se trata de decir qué cosas son bellas sino de definir verdaderamente qué es la belleza, es decir, qué es aquello que hace que rodas las cosas bellas sean bellas. Una postura naturalista lo atribuirla a elementos puramente físicos: color, figura, tamaño o a cualquier combinación de cualidades, pero Platón nos dice que esos rasgos aprehendidos por Jos sentidos no aseguran nada: si algo es bello es a causa de algo superior que le otorga la cualidad de belleza. Ese algo, que no pertenece al mundo de lo sensible, es una idea o forma de lo bello, que hace que las cosas sensibles sean bellas participando de ella. y este razonamiento se aplica a todo, lo cual

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implica que para que exista cualquier objeto físico debe haber una causa suprema y última que no es de carácter físico sino metafísico. Así, hay dos pianos: uno fenoménico y visible y el otro captahle sólo con la menee. Estas "causas"de naturaleza no frsica fueron llamadas por Platón "ideas" teidos en griego significa "forma") y son las que pueblan y estructuran el mundo del Ser. No son proyecciones ni representaciones mentales ni pensamientos, sino cosas que existen realmente. Son la esencia de las cosas, aquello que hace que cada cosa sea lo que es. No dependen del sujeto ni son modificables por él, sino que, al revés,se imponen al sujeto de manera absolura y no están sometidas al mundo sensible del devenir. Una cosa bella puede corromperse'y dejar de ser bella, pero la idea de belleza es absolutamente inmutable, como lo es la idea de silla, la idea de caballoo la idea de fascículo.Asf que pueden sentirse tranquilos:si uno de estos fascículosse pierde o se corrompe, la idea permanece. Así, y en cierto modo como los atomistas dieron estructura al uo ser, poblándolo de vado y de átomos, Platón le da estructura al mundo suprasensible y lo puebla con entes suprasensibles (las ideas). Las ideas están organizadas de un modo jerárquico. Las ideas inferiores participan de las superiores, que van elevándose hasta la cúspide de la jerarqufa, que es la Idea del Bien. Hay,

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IDEAS

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Los hombres vivimos como si estuviéramos encadenados a espaldas de la entrada de una caverna, mirando a una pared. Detrás de nosotros hay un muro y, detrás de él, unos titiriteros ponen objetos sobre ese muro. No vemos más que sombras, pero las tomamos por la verdadera realidad. de el plano sensible exige que expliquemos cómo conocemos lo que conocemos. ¿Cómo hacemos para saber algo, para llegar a ese mundo inteligible, que parece tan alejado y tan etéreo? Admitir Laexistencia de dos mundos distintos (el de Lasideas y el sensible) implica una muy precisa epistemología, es decir, una muy precisa teoría que explique el mecanismo del conocimiento, y la concepción platónica del conocimiento, justamente, se ve ilustrada en dos de las partes más famosas de sus diálogos: en la primera, conocida como "alegada de la caverna', Platón demuestra cuál es el verdadero conocimiento al que aspira y cuál es la situación en la que se encuentran los hombres normales (es decir, los no-filósofos); en la segunda, argumenta por qué piensa que conocer es, en realidad, recordar. La alegoría de la caverna parte del principio de que los hombres vivimos como si estuviéramos encadenados en el interior de una caverna a espaldas de su entrada, mirando a una pared y sin poder darnos vuelta. Inmediatamente detrás de nosotros hay un muro "sernejame al biombo que los titiriteros levantan entre ellos y los espectadores" (que ni percibimos porque no podemos darnos vuelta) y, detrás de ese muro, un grupo de personas va poniendo objetos encima del muro. Detrás de los hombres que colocan los objetos, hay un fuego. Nosotros, los hombres comunes, imposibilitados de

mirar hacia atrás, sólo podemos ver en do sensible. Allí encontrará una certidumbre absoluta siempre que esté guiala pared las sombras que proyectan los do por la razón. objetos que colocan los hombres por Con esta filosofíade base, es natural encima del muro. que Platón no se ocupara mucho de las Eso que vemos tiene cierta relación con la realidad (la sombra de un jarro ciencias naturales y, cuando lo hiciera, fuera para revelar las operaciones de la proyecta una sombra similar a un jarro propiamente dicho) pero no es la reali- razón en el universo. Así, por ejemplo, dad. Es el equivalente de esas sombras desprecia o ningunea la astronomía oblo que percibiremos siempre en nuestra servacional y proclama que todo consisvida cotidiana, a menos que rompamos te en "salvarlas apariencias" de lo que las cadenas que nos mantienen atados e se ve mediante círculos y esferas. Acepta la teoría aromísrica, pero la imposibilitados de mirar directamente rnarernatiza:toma la teoría de los cuatro lo que ocurre fuera de la caverna. Porque el conocimiento sensible da resulta- elementos y asigna a cada uno de ellos dos provisorios y confusos. uno de los cinco sólidos regulares(coEl primer paso, al Liberarnosde las nocidos desde los tiempos de Pir:1goras). ataduras, será enfrentar los objetos proNaturalmente todo esto es especulatipiamente dichos; el segundo, poder mivo, por no decir fantástico, pero muesrar al fuego directamente; el último, salir .tra el impulso geométrico que arlasrraa la luz del sol y contemplarlo de frente. ba Platón. La leyenda "que no entre El proceso es doloroso y cuesta mucho aquí quien no sepa geometría" no estatrabajo, pero es la única manera de gaba escrita porque sí. rantizar un conocimiento verdadero. Pero abandonemos por un rato a Platón, y digo "un rato" porque siempre va En la analogía, e! antro subterráneo es el mundo visible; el resplandor de! a estar cerca de nosotros, y ocupémofuego que lo ilumina es la luz del sol, y nos un poco de-su más aventajado y gela regi6n superior, fuera de la caverna, nial discípulo. es el mundo inteligible. Explicar el mundo: y el verdadero conocimiento, el queproviene de mirar al sol, se obtiene, se- ArlSt6teles, un sistema completo gún Platón, mediante el intelecto. Para liberarse de las cadenas de los sentidos, Aristóteles es un gigante intelectual que son sólo un primer paso en el dolo- que se planra frente al mundo y dice "voy a explicarlo todo" y -cosa increíroso camino del conocimiento, cada ble-lo hace. "Voy a reunir todo el cohombre debe bucear en su interior, en la plena conciencia, olvidando e! rnunnocimiento" y, también, lo hace, 10-

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''Aristóteles elimina al demiurgo y baja las ideas platónicas a la materia, de modo tal que la tendencia al orden y al cambio no son decisiones de una voluntad suprema, sino que son

inmanentes a la naturaleza" por la casualidad ni por el azar, sino que posee orden y regularidad. Y ese orden y esa regularidad tienen aparre una finalidad, que es uno de los componentes de la causa, de la idea de causa de Aristóteles. Algo no sólo está por algo, sino para algo. Para Aristóteles, la Pbysike, segunda filosofía, o simplemenee física, incluía el estudio de los objetos natura1es que poseen, en sí mismos, la posibilidad de cambio o movimiento. Así, no sólo se abocó a 10 que hoy circunscribimos como física, sino que también englobaba lo que h9Y llamaríamos química, mecánica y a ¿¡¡versas ramas de la biología. y justamente el cambio de estilo expositivo corresponde a esta visión diferente: el uso de la ironía y la rnayéutica socráticas dieron origen, en Platón, a un discurso y a un filosofar que se plantea como una búsqueda sin pausa -e inusitadamenre bella y poética-, Aristóteles trabaja de manera orgánica y consigue una sistematización estable del conocimiento, que consiste en

conocer la causa de la que depende un lucho, y que ésteno puede ser de otra manera.

Es decir, el conocimiento -epistemeconsiste en encontrar las verdades universales de las que nos hablan las cosas -el discurso de las cosas, que vuelve, después de sus aventuras eleáticas, pitagóricas e incluso platónicas- y encon-

trar relaciones que son eternas y universales y se obtienen por deducción a partir de axiomas, definiciones e hipótesis. En sus tratados lógicos se ocupa cuidadosamence del método deductivo y de la prueba, llevando su análisis mucho más allá de lo que nadie lo había hecho hasta entonces. Así, de alguna manera, unos doscientos afias más tarde, el estagirita (o el Filósofo, como se lo llamó en la Edad Media) retoma el camino de los primeros naturalistas, pero con una amplitud de miras y una capacidad de análisis que dan cuenta del desarrollo del genio griego en esos dos siglos. Es formidable, aunque hace falta una severa advertencia: prácticamente ninguna de las teorías que Aristóteles propuso resultó final menee correcta, e incluso casi todas ellas se convirtieron en graves escollos para el desarrollo de la ciencia moderna, que, a partir de Copérnico, en el siglo XVI será una titánica construcción conera Aristóteles. Es muy tentador echarle la "culpa" del destino ulterior de su sistema, que, justamente, por ser can completo y exhaustivo, terminó por transformarse en un dogma paralizante. En todo caso. podemos hacer el ejercicio de despegar al propio Aristóteles del fundamentalismo arisrorelista que -corno todo fundamencalismo- tanto daño haría más tarde. Aristóteles no fue responsable de lo que dijeron quienes fueron más ariscorelistas que él mismo.

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Dicho esto, echemos, sin miedo, un vistazo a sus principales teorías, dcscubrimientos, indagaciones, investigaciones o como sea que queramos llamarlos. y digo sin miedo porque, verdaderamente, internarse en un mundo que, visto desde ahora es completamente equivocado -y a veces disparatado- tiene sus bemoles. Pero la ciencia avanza a los tumbos, y muchas veces el camino del error juega un papel importante. Un sistema fuerce como el aristotélico puede convertirse en una rémora, pero también puede llegar a mostrar con claridad los puncos claves que hay que derribar, como efectivamente ocurrió con la construcción de la ciencia moderna.

La física de Aristóteles Probablemente convenga empezar por la física, aquella disciplina que fue articulando el pensamiento científico griego desde Tales en adelante y a la que se le fueron planteando todos los problemas que hubo que intentar resolver filosóficamente. Aristóteles rechaza por completo el tipo de teoría física que invocaban los atomistas y el bueno de Platón, en las cuales las diferencias entre sustancias se reducían a diferencias cuantitativas y rnarerndricas, y postula que los problemas físicos deben ser explicados por causas físicas y no matemáticas. Así, retiene los cuatro elementos originarios de Empédodes pero rechaza la

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El sistema aristotélico

existencia de los átomos, ya que considera la materia como infinitamente divisible:

No puede existir una parte tan pequeña de tina magnitud que no sepueda obtener de ella otra mds pequeña por división.

y puede decirse que tiene bastante razón: si los átomos tienen forma y por lo tanto volumen, ¿por qué no podrían dividirse? Los cuatro elementos se ordenan sobre una esfera de tierra, la Tierra, esférica e inmóvil en el centro del universo. Por encima de ella se ubica la capa del agua; en tercer lugar la del aire, luego la de fuego. Y por encima de la esfera del fuego, que llega hasta la órbita (o esfera) de la Luna, se extiende un quinto elemento (o quintaesencia), uno que todavía no hemos escuchado nombrar y que estará destinado a jugar un papel increíblemente protagónico en la historia de la ciencia: el éter, inmutable e incorruptible, del cual están hechos canto los astros como las esferas que los mueven. El mundo sublunar, por su parte, es mudable, corruptible (como se puede ver todos los días), y sujeto a transformaciones, ya que la esfera de la Luna, mediante su roce, altera y mezcla las capas sublunares, que, si no, configurarfan un mundo completamente estático. La verdad es que esta dualidad mundo supralunar perfecto, eterno, incorruptible - mundo sublunar cambiante, sucio, asqueroso, imperfecto, pero interesante, re-

cuerda la división platónica entre el mundo de las ideas y el más prosaico de la empiria. Pero justamente el adjetivo "interesante" es el que marca la diferencia.

El problema del movimiento Vamos a mirar con cierto detalle la teoría aristotélica del movimiento, que

según piensa el volátil autor de estas páginas, que vengo a ser yo, será la piedra de toque de las discusiones y dificultades que van del siglo XII a Galileo (aunque con el importante antecedente de Filopón, del siglo V, de quien hablaremos llegado el momento). ¿Por qué se mueven los cuerpos? Aunque pueda parecerlo, porque convivimos con él, no es un problema simple. ¿Por qué algunos cuerpos están en reposo y OtrOSse mueven? o ¿cómo puede ser que haya algunos que primero estén en reposo y después se muevan, otros que estén siempre en reposo y OtrOSque se muevan todo el tiempo, como la Luna? A primera vista, y siguiendo el panorama que da el sentido común, un móvil se mueve porque algo lo mueve, lo arrastra, lo empuja, lo lanza,' o porque actúa un motor interno, como en el caso de un colectivo o un automóvil. Obviamente, Aristóteles no ponla este último ejemplo, pero sí el de los animales, que tienen un motor interno que produce sus movimientos. Sin embargo, hay OtrOSmovimientos que son espontáneos: por ejemplo, el de calda de los cuerpos. Si el volátil au-

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tor de estas páginas (me gUStÓla expresión), yo, suelto una piedra, se precipita a tierra sin que intervenga nada que la mueva (y cada vez con mayor velocidad), como si tuviera una voluntad propia. ¿No es extraordinario que la piedra caiga por sí sola? Obviamente, como la idea de gravedad todavía no estaba ni lejana en el horizonte, había que explicar de alguna manera hechos aparentemente tan inexplicables como el de una piedra que caía hacia el suelo o el del humo que ascendía indiferente, Parecen dos tipos de movimiento que no tienen nada que ver, y Aristóteles los distingue perfectamente: no es lo mismo aquel movimiento que requiere un motor o una fuerza, que el movimiento de la piedra que cae naturalmente o el dc:l humo que naturalmenee sube. Estos últimos no necesitan que funcione ninguna fuerza: son, simplemente, procesos de restitución de los elementos a la esfera a la que pertenecen. Si alguna vez anduvieron a caballo, se habrán dado cuenta de que el último tramo, antes de llegar al establo, el animal, aunque agorado, hace lo imposible para llegar rápido. El establo es su lugar, el animal lo sabe y se esfuerza por estar allí. Más o menos así concibe Aristóteles el movimicnro de este segundo tipo. La piedra (mayormente tierra) quiere retornar a la esfera a la cual pertenece, que es la más baja (¿recuerdan?), y de la cual fue apartada, y el humo, mayoritariamente

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mediterráneo una nueva cultura" vería con velocidad infinita, cosa que le seres vivos se fueron construyendo, de resulta absurda. hecho, como una pieza más de su imAcá, hay que admitirlo, Aristóteles presionante sistema: los animales, que acierta bastante. Es cierto que, en el aire, muestran propósitos y adaptaciones los cuerpos pesados caen más rápidamenmuchas veces extraordinarios, constituí~ te que los livianos de la misma forma y an, de alguna manera, un espejo en el dimensiones, aunque esto no sea cierto que admirar el orden del cosmos. en el vacío. Del mismo modo, el moviPara lograr esto no alcanzaba con la miento a través de un medio denso es ge- pura especulación metafísica: era neceneralmente más lento que a través de sario embarrarse las manos. Y Aristóteuno enrarecido: el inconveniente es que les lo hizo sin problemas, recogiendo, Aristóteles simplifica mucho la cuestión por ejemplo, huevos en el campo y mial considerar que la relación es directa. rando cómo avanzaba la gestación de y con este pseudo-acierto aristotélico un pollito. A tal punto fue importante podemos abandonar por el resto del la biología, que llegó a establecer una fascículo la teoría de]- movimiento, clasificación general de los animales, la siempre que nos comprometamos a no primera que· conocemos en la historia. olvidarla porque va a marcar de manera Con rigor de científico actual, el mispasmosa la historia del pensamiento mo hombre q.ue inventó el éter y el prihasta la Revolución Científica. Echemer motor inmóvil escribe fragmentos . de una precisión sorprendente, como el mos un vistazo (rápido, necesariamente) a los otros campos en los que posó siguiente: su universal mirada.

Biólogo, químico, geólogo, minerólogo En oposición a Platón, y a todos los

filésofos-maremáticos herederos del piragorisrno, Aristóteles sostuvo firmemente la importancia del estudio de las particularidades pertenecientes al mundo del devenir. Insistía en que la observación de las partes exteriores de los animales no era suficiente y que incluso habfa que diseccionarlos, práctica con la que se aprendía mucho. según sus propias palabras. Sus estudios sobre los

Los llamados cefaúJpodosy los crustáceos presentan muchas diferencias con éstos, Para empezar, no poseen el conjunto total de las vísceras, como tampoco, ninguno de los restantes animales no sanguIneos. Hay otros dos géneros no sanguíneos, los testáceosy el grupo de los insectos. Todos estos carecen de sangre con la que formar las ulscerasporque tal fenómeno esparte de S1J propia sustancia. Que unos tengan sangre y otros no se incluirá en, el razonamiento que define su sustancia. Además, la finalidad que tienen las visceras en los animales sanguíneos en absoluto se encontrará en tales animales,

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pues 110 tienen venas- ni vejiga, ni respiran, sino que solamente necesitan el análogo al corazán. No podemos demorarnos acá; porque nos enredaríamos en complicadas descripciones anatómicas que nos llevarían demasiado tiempo. Lo que sí tenemos que decir es que, además de la biología, se' ocupó c~m cierto detalle de meteorología, química, geología, mineralogía ... y muchas otras cosas más. Pero cenemos que, en.algún morncnro, abandonar al infinito Aristóteles y .seguir, avanzando en el camino del conocimiento (enseñanza que, si bien hoy es fácil de decir, la humanidad tardó muchos siglos en aprender). En fin. La figura de Aristóteles está en el .filo de una gran transformación política del mundo griego. A raíz de las conquistas de Alejandro, y la posterior fragmentación de su imperio, se. impone en el mundo mediterráneo (orlental) una cultura más abarca uva y diferente de la predominante hasta entonces, aunque la ciencia helenística heredará muchos rasgos y continuará.muchos de los caminos iniciados por Aristóteles ysus antecesores. Mientras tanto, en la ribera derecha del Tíber, Roma crece y acecha. Colaboró en este fascículo Nicolás Olszevicki

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Mapa de Alejandría. Ubicada próxima a la desembocadura del Nilo, gozaba al mismo tiempo del intercambio comercial con las rutas que cruzaban el Mediterráneo oriental y de los productos que Egipto producía Nilo arriba.

PIRÁMIDES

lado al resto de Egipto, que siguió conservando su estructura de estado oriental- y, para ello, invitaron a inrelecruales y científicos a instalarse en ella. La población crecía muy rápidamente y así se iba generando el típico ambiente cosmopolita y helenístico. y miren lo que pasó ... estas cosas ocurren más allá de los designios de los hombres y de los reyes: a partir de 297 Demetrio de Palero, que procedía de Atenas y había tenido que refugiarse allí, estableció una relación estrecha con Prolomeo I (que lo designó preceptor de su hijo) y concibió el proyecto grandioso de fundar algo así como el Liceo aristotélico, pero de proporciones mucho mayores, reuniendo en una gran institución todos los libros y los instrumentos científicos que se pudieran conseguir. Como es natural, tal ernprendirniento atraería a investigadores y estudiosos de todo el mundo helénico, que no podrían encontrar tales cosas en ninguna Otra parte: es así como nació el Museo (que etimológicamente significa Casa de las Musas) y, a su lado, la célebre Biblioteca. El Museo ofrecía todos los aparatos para las investigaciones astronómicas, médicas y de historia natural, mientras que la Biblioteca llegó a tener la enorme cantidad de 700 mil volúmenes, lo cual la convirtió, como es obvio, en la más grande reunión de libros del mundo antiguo. La búsqueda de libros fue convertida en un deporte nacional, o más bien en una política de Estado, y no era raro

que se retuvieran barcos en el puerto por todo el tiempo que tardaban los libros de abordo en ser copiados, práctica que -digámoslo de paso- no se veía trabada por copyrighrs ni derechos de autor, como los que ahora mismo están perturbando la difusión de libros, películas y música a través de Internet.

El carácter de la ciencia alejandrina Pero además de producirse una enorme concentración de sabios e investigadores, el carácter mismo de la ciencia que se practicó en Alejandría varió con respecto a la que se venía usando hasta entonces. La ciencia cambia a medida que se nutre de los diferentes COntextos sociales, y creo que ésta es una de sus estructuras adicionales. En efecto, los científicos dejaron un poco de lado los grandes sistemas filosóficos que habían servido siempre de cobertura a las investigaciones, y de alguna manera se independizaron de ellos, concibiendo las ciencias particulares como disciplinas en sí mismas y no como piezas de un esquema más general. Relegaron, así, el estudio de la filosofía a las escuelas supervivientes en Atenas, mientras se concentraban en geografía, astronomía, medicina, tecnología, sin necesariamente pensarlas como parees de un sistema total que explicara todos los resquicios del cosmos, y que incluyera cada disciplina como un engranaje fundamental: si los pita-

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góricos se habían dedicado a 13s matemáticas, era porque las matemáticas habían sido la base de sus sistema del mundo, lo mismo habla ocurrido con la Academia Platónica o, como veremos, con la mecánica de Aristóteles. El interés de esta gente era la resolución de problemas científicos concretos, más allá de las preocupaciones filosóficas, como podemos verlo con un ejemplo simple y genial.

Medir el mundo: varillas y camellos En 246 Ptolomeo III llamó a Alejandría, para ejercer el cargo de director de la Biblioteca, a Erarósrenes de Cirene (276 a.C.-194 a.C), que fue una figura impresionante: astrónomo, historiador, geógrafo, filósofo, poeta, crítico teatral y matemático; en resumen, un verdadero intelecto de la época dorada de la Grecia antigua, ya que en ese tiempo todas estas disciplinas relacionadas con el interés por la naturaleza y las artes no se separaban demasiado. Había nacido en la ciudad griega de Cirene, en la actual Libia (norte de Africa), donde estudió junto a filósofos de la escuela estoica. Después de la obligada recalada en Atenas para seguir con sus estudios, viajó, como decía, a Alejandría. Allí, además de dirigir la Biblioteca, abordó diversos problemas matemáticos, como por ejemplo diseñar un método para encontrar números primos, que aún hoy se llama Criba de Eratósrenes y

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La medición de Erarósrenes, Con unos pocos datos y una regla de tres simple, el alejandrino se aproximó de manera realmente sorprendente a las mediciones actuales de la circunferencia de la Tierra, Es una de las grandes hazañas del intelecto humano.

RAYOS DE SOL

na, para lo cual se le ocurrió contar el tiempo que tardaba una caravana de camellos (cuya velocidad promedio más o menos podía estimar) en llegar hasta allí. La distancia entre las dos ciudades resultó ser de unos 5000 estadios (800 km). Y entonces, razonó así: Si 7 grados de-diferencia en la inclinación corresponden a 800 kilómetros, 1 grado de diferencia corresponderá a 800/7. y 360 grados (la circunferencia entera) a 800 x 360/7. iUna regla de tres simple! Con este procedimienco extraordinariamente sencillo, pudo calcular que la circunferencia de la Tierra medía cerca de 40.000 km. Casi exactamente lo mismo que indican los satélites actuales. La simplicidad de esta idea todavía hoy produce escalofríos: una varilla (mejor, dos, una en Alejandría y Otra en Siena), una caravana de camellos, y un problema de regla de tres simple. Y, sobre todo, esa extraordinaria maquinita que se extiende entre las cejas y el pelo. Es una de las grandes hazañas del intelecto humano, estoy convencido. iY le decían Bera!

Euclides: axiomatizar la realidad El fracaso de la escuela pitagórica y el naufragio del intento de reducir el mundo a las matemáticas, que se pro-

dujo al calor del gigantesco choque contra la muralla racional de la raíz cuadrada de dos, tUVOsus consecuencias: casi naturalmente, indujo una cierra desconfianza hacia los números y arrastró a la matemática griega hacia la geometría (cosa que se observa hasta la Revolución científica: en 1687, Newton, en sus Principia, razonará de manera casi exclusivamente geométrica). La existencia de los números no reducibles a una razón (es decir irracionales) dejó agujeros en el espacio, una interrupción en la continuidad de ese ser continuo que quiso Parménides. En el Ser bay ahora un agujero ... iY un agujero matemático! Rellenarlo costará más de dos milenios (recién en el XIX, con la postulación de los números que fueron técnicamente llamados "realesse zanjó el problema). El asunto es que la desconfianza hacia los números se extendió hacia el álgebra, y en verdad la obra algebraica de la cultura griega -y romana- fue bastante pobre alIado de la obra incomparable qúe llevaron a cabo en geometría. y el gran artífice de esta sistematización fue Euclides (430-360 a.C}, otra . de las figuras monumentales que dio la escuela de Alejandría. Vivió los cambios que se dieron en el mundo mediterráneo con la muerte de Alejandro Magno (334-324 a.C) y la fractura de su imperio en reinos helenísticos, que incorporaron elementos del antiguo saber babilónico y las religiones de la India. Fue el

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fundador y el primer jefe de la gran escuela de matematicos de Alejandría. Escribió varios libros, como una obra sobre las secciones cónicas, sobre óptica ... , pero lo que lo inmortaliza de una manera indiscutible SOI1los Elementos. Euclides se hace cargo del desastre pitagórico y edifica las matemáticas de forma exclusivamente geométrica en sus Elementos. Construye, así, toda la geometría, aunque sosteniéndose en la matemática desarrollada antes de él mismo. Los Elementos fue una obra tan amplia, tan definitiva, y tan inaccesible a los ataques que circuló increíblemente por la Antigüedad, y llegó a ser el fundamento de muchísimos estudios, a tal punto que cuando tambaleó el mismo edificio del mundo griego, y nuevas civilizaciones tómaróh posesión 'de' fa . gran herencia griega, los Elementos siguieron incólumes, marcando el camino. Como la Iltada, los diálogos de Platón, los Principia de Newton, o el Origen de las especies de Darwin, libros que no sólo son fundan tes, sino que además se transforman en textos, los Elementos de Euclides es uno dejos más grandes testimonios del pensamiento occidental: es JUStO,por ello, que sea, después de la Biblia, el libro más editado, y se haya usado como texto en las escuelas hasta principios del siglo XIX, lo cual no es una mala performance, por cierto. Ojalá los fascículos que están ahora en tus manos, querido lector, tuvieran el 0,01 por ciento de esa suerte.

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"Euclides se hace cargo del desastre pitagórico y edifica las matemáticas de

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geométrica. Elementos es uno de los más grandes testimonios del pensamien to occidental" intrincada, debe remitirse en último término a estos axiomas y tenerlos como fundamento en última instancia. El número de axiomas sobre los que se funda·el sistema euclídeo es reducido: trece en rotal, cinco postulados y . ocho nociones comunes, y sobre ellos se levanta el edificio de los Elementos con sus trece libros, que contienen un total de 465 proposiciones: 93 problemas y 372 teoremas. Habría que tener claro que el método axiomático no es de fácil realización, ya sea por la elección de los supuestos básicos (¿por qué éstos y no orrosi), ya sea porque en el desarrollo deductivo pueden deslizarse admisiones implícitas de supuestos no enunciados. No me voy a detener mucho en las nociones comunes, como el de que el todo es mayor que una de sus partes, o que siempre es posible prolongar un segmento de recta, o que es posible construir una circunferencia a partir de cualquier centro, cualquiera fuese su radio, o que el punto carece de partes, pero miraremos con un poquito de atención los cinco famosos axiomas o postulados. Postúlese: 1) que por cualquier punto se pueda trazar una recta que pasa por otro punto cualquiera; 2) que toda recta limitada pueda prolongarse indefinidamente en la misma dirección (notemos que aquí

Euclides utiliza el infinito potencial y no el actual); 3) que con un centro dado y un radio dado se pueda trazar un círculo; 4) que todos los ángulos rectos sean iguales entre sí, y 5) que si una recta, al cortar a otras dos, forma los ángulos internos de un mismo lado menores que dos rectos, esas dos rectas prolongadas indefinidamente se cortan del lado en que están los ángulos menores que dos rectos. Bueno, entonces es a partir de estos cinco postulados que se construye toda la geometría. El problema es que, en cierta medida, pareciera ser que la elección de los postulados es arbitraria. La primera respuesta (que seguramente habría dado Euclides, siguiendo a Aristóteles)es que los posrulados son verdades "auroevidentes", cosas de las que no se puede dudar, y que no necesitan demostración (del mismo modo que Descartes buscará una verdad auroevidente y, en esa verdad, fundará toda la filosofíamoderna: "Si dudo de todo, no puedo dudar de que dudo, y si dudo pienso, y si pienso existo"). Pero la idea de "autoevidencia" no deja de encerrar una buena dosis de arbitrariedad, y de subjetividad. Parecería que no se puede dudar de los cinco postulados, que son claros, simples, contundentes y auroevidentes. Pero había un pequeño problernira con el quinto postulado...

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El oráculo de Delfos El señor cuyo oráculo I!StIÍ en Dt/fos dice ni oculta: sólo da signos.

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Heráclito En el afio 429, el gobernador de Atenas, Pericles,murió debido a la peste que castigaba a la ciudad, y un grupo de ciudadanos acudió al oráculo de Delfos para pedirle indicios de una forma de terminar con ese azote. La verdad es que el oráculo no fue muy generoso (en realidad, fue un cretino): su respucsta fue que debían construir con regla y compás un altar cúbico que duplicara en volumen al que ya existía. Matemáticos importantes como Hipóerares de Quíos abordaron el problema (y más tarde el mismísimo Eratósrenes), I pero sólo llegaron a soluciones aproximadas, ya que para poder conseguir la solución del problema hace falta resolver una ecuación cúbica, cosa imposible con regla y compás. La verdad es que el oráculo de Delfos, si era tan oracular como se decía, no podía ignorarlo y por eso es de pensar que les jugó una mala pasada a los atenienses: el problema de la duplicación del cubo quedó sin resolver, como uno de los tres problemas clásicos griegos. También sirve como enseñanza de que, en casos de medicina, no es muy conveniente confiar en los oráculos. El segundo problema clásico no tiene

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leyenda, pero es igualmente imposible de resolver: se trata de trisecar un ángulo cualquiera con regla y compás (sólo es posible para ángulos.de 90 grados); es insoluble y por las mismas razones que el de la duplicación de! cubo: hace falta resolver una ecuación cúbica. y el tercero es e! más famoso de todos: e! de la cuadratura de! círculo. Se trata esta vez de construir, siempre con regla y compás, un cuadrado de área igual a un círculo dado. Recién en e! siglo XIX se demostró su imposibilidad, debido al carácter "trascendente" de! número 1t (trascendente significa que no solamente es irracional, sino que no existe ninguna ecuación cuya solución sea 1t). La expresión "cuadrar e! círculo" ha quedado como ejemplo de tarea imposible, caUejón sin salida, intento sin resultado. Ahora, ustedes se preguntarán por qué tanto empeño ... Pero bueno, es que los matemáticos luchan sin cansarse contra los problemas difíciles, hasta vencerlos o demostrar que no se.pueden resolver. Hace muy poco años tuvimos un episodio parecido con e! último teorema de Ferrnar,

Las cónicas de Apolonio El segundo de la gran tdada de los grandes matemáticos alejandrinos es Apolonio de Perga (262-190 a.C), más conocido como "El gran geómetra". El nombre de su escrito más famoso (y que se conserva casi de modo completo) es Cónicas, considerado por muchos una es-

En el círculo, todos los puntos equidistan del centro. En la elipse, la suma de la distancia de cualquier Runto a los dos focos es siempre la misma. En la parábola, cualquier punto equidista del foco y de una recta que se llama directriz.

En la hipérbola, la diferencia de las distancias de cualquier punto a los focos es la misma.

pecie de complemento de los Elementos ye los cimientos del edificio matemátide Euclides. En él, Apolonio estudia los co (que son los mismos que hoy), decicuatro tipos de secciones que se obtienen diendo de una va. para siempre cómo cortando un cono con un plano que no se trabajará en matemáticas. Apolonio se pase por e! vértice e introduce los acdomestica a las cónicas, que jugarán un tuales nombres: parábola, elipse e hipérpapel tan importante más tarde. El terbola. Las secciones cónicas habían sido cer matemático de: la tríada gloriosa es descubiertas en la Academia Platónica, Arquímedes de Siracusa (colonia griega pero e! gran sisternarizador es Apolonio. en lo que es hoy el sur de Italia), consiSi nos a1:enemos al testimonio de derado por muchos como el científico Claudio Prolomeo, Apolonio también más grande de la Antigüedad e, indisfue un gran astrónomo. Tolomeo le cutiblemente, uno de los matemáticos atribuye proposiciones astronómicas y más importantes de la historia. la utilización de los epiciclos y de las Arquímedes es un científico que poexcéntricas, de los cuales seda el invendríamos calificar, casi, de actual: no estor, y que en manos de Hiparco y del cribió un gran libro sino que -al modo propio Ptolomeo se convertirían en las . de los cienríficos actuales- se dedicó . bases del sistema más exitoso de la asmás que nada a escribir lo que hoy llatronomía griega. ruamos "papees" sobre los más variados Lo que resulta extraordinario de las Có- campos de la matemática: aritmética, nicas es que, justamente, las figuras geogeometría, astronomía, estática e himétricas que se obtienen al cortar un codrosrática. No perteneció en rigor a la no mediante un plano son las que rigen escuela de Alejandría propiamente dilas órbitas de los astros que se mueven cha, pero fue su contemporáneo, viajó bajo el influjo de la gravedad (por ejemrepetidas veces a la gran ciudad, y manplo los planetas describen elipses alredetuvo correspondencia y polémicas con dor de! Sol, los cometas muchas veces pa- los científicos alejandrinos. rábolas, y así), Es decir: una reflexión puNació en el año 287 a.c. y murió en ramente geométrica sirve para entender el saqueo que siguió a la caída de Siracómo funciona el universo. Todo esto ha- cusa en manos de los romanos en el año bría de saberse mucho más tarde. 212 a.C, a los 75 años. En su rumba quedó grabado uno de sus más hermoArquímedes de Siracusa: sos teoremas, relativo a la esfera inserta llegar al límite en un cilindro; justamente el detalle que Euclides es el que establece el origen le permitió a Cicerón, el gran orador de del pensar, e! que responde a la pregunla República romana, identificar su ta "¿por dónde empezamos?" y construtumba, perdida entre la maleza.

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el científico más grande de la Antigüedad e indiscutiblemente es uno de los matemáticos más importantes de la historia" nudo como estaba, hasta su casa (por lo visto, no se estaba bailando a domicilio, sino en una casa de baños públicos, al estilo griego: no olviden que no había agua corriente), e hizo el experimento con la corona supuestamente adulterada y con el peso en oro puro. Resultó que, efecti-

vamente, la corona desplazaba más agua, o sea, que tenía más volumen, o sea, que el orfebre le había mezclado metales no tan nobles como el oro. Por supuesto que el rey ordenó ejecutar al orfebre, que se convirtió así en un insospechado e involuntario mártir de la ciencia.

I

Pero no terminan aquí las dotes geniales de Arquímedes: fue un físico y técnico brillante, capaz de inventar una multiplicidad de apararas destinados a sus investigaciones y máquinas de gueera de gran eficacia. Se cuenta que, durante el asedio de Siracusa por el gene-

La guerra solar en Cien años de soledad En marzo volvieron les gitanos. Esta vez llevaban un catalejo y una Lupa del tamaño de un tambor, que exhibieron como el último descubrimiento de losjudíos de Amsterdam. Sentaron una gitana en un extremo de la aldea e instalaron el catalejo a la entrada de la carpa. Mediante el pago de cinco reales, la gente se asomaba al catalejo y vela a la gitana al alcance de su mano. "La ciencia ha eliminado las distancias': pregonaba Melqutades. "Dentro de poco, el hombre podrd ver le que ocurre en cualquier lugar de la tierra, sin moverse de su casa. " Un mediodía ardiente hicieron tina asombrosa demostración con la lupa gigantesca: pusieron un montón de hierba seca en mitad de la calle y le prendieron fitego mediante la concentración de les rayos solares.jasé Arcadio Buendla; que aún no acababa de consolarsepor elfacaso de sus imanes, concibió la idea de utilizar aquel invento como un arma de gúe1ra. Melqulades, otra vez, trató de disuadirlo. Pero terminó por aceptarlos dos lingotes imantados y tres piezas de dinero colonial a cambio de la lupa. Ursula lloró de consternación. Aquel dinero formaba parte de un cofe de monedas de oro que su padre había acumulado en toda una vida de priuaciones, y que ella había enterrado debajo de la cama en espera de tina buena ocasión para invertirlas. josé Arcadio Buendla no trató siquiera de consolarla, entregado por entero a sus experimentos tácticos con la abnegación de un científico y aun ti riesgo de su propia uida. Tra-

tanda de demostrar les eftctos de la lupa en la tropa enemiga. se él mismo a la concentración de los myos solaresy fUfió quemaduras que se convirtieron en úlceras y tardaron mucho tiempo en sanar. Ante las protestas de su mujer. alarmada por tan peligrosa inventiva, estuvo 11 punto de incendiar la casa. Pasaba largas horas en su cuarto, haciendo cálculos sobre las posibilidades estratégicas de su arma novedosa, hasta que legró componer un 17/lInUllL de una asombrosa claridad didáctica y un poder de convicción irresistible. Lo envió a las autoridades acompañado de numerosos testimonios sobre fUI experiencias y de varios pliegos de dibujos explicativos, al cuidado de un mensajero que atrllvesó la sierra, y se extravió en ;l1ntllnos desmesurados, remontó rios tormentosos y estuvo 11 punto de perecer bajo el azote de las fieras, la desesperacióny la peste, antes de conseguir una ruta de enlace con las mulas del correo. A pesar de que el viaje a la capital era en aquel tiempo poco menos que imposible, jasé Arcadio Buendla prometía intentarlo tan pronto como se lo ordenara el gobierno, con elfin de hacer demostraciones prácticas de S1t invento ante les poderes militares,y adiestrarlos personalmente en las complicadas artes de la guerra solar. Durante varios años esperó la respuesta. Por último, cansado de esperar, se lamentó ante Melquiades del facaso de su iniciativa, y el gitano dio entonces una prueba convincente de honradez: le devolvió les doblones a cambio de la lupa. e>.-pIlSO

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gocio de su padre, fue llevado a inventar las máquinas hidráulicas, los juegos de agua, los autómatas y los relojes de agua, o la puerta de un templo que se abría al encender un fuego sobre el altar, {?eroéstos no eran solamente chiches recreativos,sino que estaban directamente conectados con el uso que hadan del vado, de los efectos del calentamiento del aire, del vapor de agua. Un buen ejemplo es la eolípila de Herón. Consistía en una esfera hueca llena de agua ~ la que se le colocaban dos rubos curvos. El agua de la esfera se hacía hervir, provocando que por los rubos bajara el vapor e hiciera girar la bola muy rápido. Una buena pregunta que se plantea alrededor de este asunto es por qué los ingenieros de Alejandría no desarrollaron la máquina de vapor. y la respuesta que más generalmente se da es que el hecho de vivir en un sistema esclavista, con abundancia de mano de obra gratuita y brutalmente oprimida, hada innecesaria la búsqueda de máquinas que ahorraran energía. Es muy posible.

Diofanto: el canto del cisne Las matemáticas alejandrinas decayeron como todo el conjunto después del siglo Ill, y tardaron mucho, pero mucho, en recuperarse, con figuras como Tolomeo (siglo II d. de C.) y Diofamo de Alejandría (siglo III d. de C.), que

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en su aritmética muestra una serie de problemas algebraicos (recordemos lo reaciosque fueron siempre los marcrnáricos griegos -maldición piragórica- al álgebra, a favor de la geometría), en general resuelros de una manera numérica, pero sin el rigor de los grandes alejandrinos. Diofanro, además, hizo un chiste con su propia vida (mejor, con su muerte) : en su epitafio planteó un problema que constituye un bello ejemplo para empe-

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zar a resolverecuaciones de primer grado. Dice más o menos así: ¡Caminante! En esta tumba yacen Los restos de Diofonto, al terminar de leer este texto podrás saber la duración de su vida. Su infancia ocupó la sexta parte de su vida. Después transcurrió tena doceava parte de su vida hasta que SI( mejilla se cubrió de vello. A partir de ah], pasó la séptima parte de su existencia hasta contraer matrimonio. p~ó un quinquenio y lo hi-

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Los filósofos de ALejandria) de Masolino Da Panicale, óleo sobre lienzo (1428-30)

La última gran figura fue Hypathia

(370-4) 5), una matemática que había escrito comentarios a Apolonio, Tolomeo y Diofanto, y llegó a ser directora de la Escuela Neoplatónica de la ciudad. Pero otro obispo, que ostentaba el cargo de patriarca de Alejandría, consideró peligrosa su filosofía pagana y alentó, nuevamente, a una rurba que la asesinó. La historia de Hypathia se convirtió en un verdadero mito, no sólo por ser una de las únicas mujeres científicas de la que se tiene conocimiento en la Antigüedad (lo habrán notado) sino porque, además, podría ser vista como la primera "mártir de la ciencia", en el sentido que después se le dará a la expresión a partir del asesinato de Giordano Bruno. No es fácil imaginar cómo es que una mujer, en esa época, llegó a un cargo ejecutivo tan importante como el de directora de una de las principales escuelas alejandrinas. Lo que sabemos es que se formó aliado de su padre, el astrónomo y matemático Teón de Alejandría, y que empezó a dar clases sobre Platón y Aristóteles en su casa con un nivel tan alto que la gente viajaba especialmente desde todas partes para escuchar sus lecciones. Además, estudió y enseñó astronomía, matemáticas, lógica, filosofla, geometría y mecánica y escribió comentarios a muchas de las obras importantes de su tiempo, desde las Cá-

nicas de Apolonio a la astronomía prolemaica. Pero Hypathia tuvo la malísima suerte de desarrollar su labor intelectual apenas 20 años después de que Teodosio hubiera convertido el cristianismo en religión oficial del Imperio y durante el patriarcado de Cirilo, uno de los obispos más intolerantes de la Antigüedad. Eran tiempos turbulentos: toda filosofía que no acatara dogmáticamente la ortodoxia (y el neoplatonismo no lo hacía) tenía un rufi110 a herejía y era perseguida de manera implacable, lo cual llevó, entre otras cosas, al saqueo y destrucción de los ejemplares que habían quedado de la Biblioteca, ahora refugiados en el Serapeum (un santuario dedicado al dios oficial de Egipto). Para colmo, la amistad de Hypathia con O res tes, prefecto imperial que no veía con muy buenos ojos la intolerancia de Cirilo, no podía sino ser vista como una provocación por el patriarca de Alejandría. Ase que, aparentemente, este Cirilo decidió cortar por lo sano: junté a una multitud que la inrerceptÓ cuando volvía a su casa desde el Museo y la asesinó rajeando su cuerpo con caracoles, no sin antes arrastrarla durante un buen trecho por las calles de la ciudad. Con esta imagen se termina la ciencia alejandrina y empezarán los años oscuros. y escuchen este relato sobre el fin de la Biblioteca.

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La biblioteca de Alejandría

y el fuego

Quemar libros y erigir fortificaciones es tarea común de los principes. Jorge Luis Borges

La calurosa costumbre de quemar libros dista de ser un invento moderno. Aunque ya vimos que había habido varios incendios, la Biblioteca de Alejandría terminó su vida al ser incendiada por el califa Ornar en el año 634, que lo hizo basándose en un curioso argumento. Los libros de la Biblioteca o bien C01Ztradicen al Corán, y entonces SOIl pdigrosos, o bien están contenidos en el Corán y entonces son redundantes, Este razonamiento notable COStÓa la memoria humana una buena cantidad de obras irrecuperables, pero no tantas como se cree, si es que eso sirve de consuelo. En realidad, cuando el califa Ornar tomó su drástica medida, la Biblioteca era sólo la sombra de lo que había sido alguna vez, y de elJa quedaba muy poco, perdido en sucesivos desastres. La escuela, la Biblioteca, el Musco de Alejandría constituyeron un exitoso experimento en gran escala que no se volvería a repetir hasta la llegada del Islam.

Colaboré en este fascículo Nicolás Olszevicki

5. La medicina: de Hipócrates a Galeno

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El Código de Harnmurabi, Babilonia, 1760 a.C.

vaca la muerte, o si le abre la sien a un hombre con bissur! de bronce y deja tuerto al hombre, que Lecorten la mano. La verdad es que convenía tener un buen seguro de mala praxis, aunque el código no lo impusiera como obligatorio. Por otra parte, las prácticas de momificación y tratamiento de los cadáveres tienen que haber familiarizado a los sacerdotes-médicos egipcios con los rasgos anatómicos internos. En Egipto se

practicaba, también con fines "médicos", la trepanación de cráneo; muchas veces he visto en los museos ejemplos de este curioso procedimiento, que a vecesse exhibe como una conquista, o un "adelanto" de la cultura egipcia, cosa que me resulta incomprensible. En realidad, la práctica de la trepanación es antiquísima, cruza la Prehistoria y las culturas (por ejemplo, también aparece en las culturas andinas, y las neolíticas), y tenía con roda probabilidad una función mágico-ritual: la

abertura en el cráneo servía para que los malos espíritus que se habían apoderado del cerebro del paciente pudieran salir. Por otro lado, poco y nada sabemos de los resultados de estas prácticas, y si es que algunos (o siquiera alguno) de los "pacientes" sobrevivió (ya no digo "se curó").

Primitiva medicina griega Como es natural entre pueblos que estaban permanenremenre en guerra, las

El papiro Ebers La magia es efectiva si estájunto a la medicina. La medicina es efectiva si está junto a la magia. Papiro Ebers La medicina entre los egipcios era tan importante que tenemos,' incluso, un verdadero tratado que data de aproximadamente 1600 a.C. En sus 20 meceos de longitud, 110 páginas y 877 secciones, el papiro Ebers, conservado de manera excelente, aborda el tratamiento de numerosas enfermedades a partir del uso de elernentOS-extraídos del reino vegetal: azafrán, ajo, aloe vera, lirio. No tenemos que ser inocentes y pensar, sin embargo, que por eso los egipcios eran

médicos extraordinarios. Como en toda la medicina amigua, mezclaban la magia con algo que podríamos llamar medicina folk.Ióricao natural, que existe hasta nuestros días y es tan eficaz.o ineficaz como entonces. Esta medicina natural se ve de manera clara en las siguientes recetas:

Para la evacuación del estómago: leche de vaca, trigo, miel: pisarlo, tamizarlo, cocinarlo y tomarlo en cuatro porciones. Para curar el dolor de cabeza: harina, incienso, madera de u/a,planta de toabeb, menta, cornamenta de ciervo, sica-

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moro, semillas de zart, agua. Pisar y aplicar en la cabeza. Como ven, son recetas muy elementales para dolencias muy elementales. y les cuento otra cosa: mientras escribía esto empezó a dolerme la cabeza; consideré que era un excelente momento para probar una de estas recetas, pero tuve problemas con algunos ingredientes: no conseguí ni planta de waheb ni cornamenta de ciervo, así que opté por tomar una aspirina. Vale decir, de paso, que la corteza de sauce, que contiene ácido salicílico (precursor del ácido acedlsalicl1icode la aspirina) podría haber cumplido, en una de ésas, la misma función.

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"Pronto apareció una medicina laica, en escuelas anexas a los templos, de donde salió lo que propiamente vamos a llamar 'ciencia médica', con todas las reservas

que, como saben, tengo con respecto a la 'medicina científica' de entonces" te las cuales recibían una buena dieta, descansaban y eran cuidados (como si se tratara de una especie de spa), lo cual sin duda fortalecía el cuerpo y predisponía para las "curaciones", siempre que no tuvieran nada serio, claro está. Por otra parte, los fracasos no se registraban, lo cual es un método infalible para salir bien parado en las estadísticas. No dejen de notar que es~ tipo de medicina religiosa o "natural" sigue existiendo hoy en día por motivos -probablemente los mismos- que más adelante abordaré, porque tiene valor histórico, y sobre todo epistemológico y metodológico. Sea como fuere, pronto apareció una medicina laica, en escuelas anexas a los templos, de donde salió lo que propiamente vamos a llamar "ciencia médica" (con rodas las rese~ que, como saben, rengo con respecto a la "medicina científica" de entonces): las más famosas surgieron en Cnido, Rodas y en Cos, y ya desde el siglo VI polemizaban entre ellas. Por ejemplo, los de Cos criticaban a los de Crudo por exceso de empirismo y por dar importancia a todos los síntomas, lo cual los llevaba a multiplicar las enfermedades. Pero lo más importante de la escuela de Cos es que ahí aparecería el gran médico de la Antigüedad, Hipócrates, quien se ocuparía de encarar la medicina de un modo muy similar al que practicaron los milesios con el resto de la physis.

Ya hablaremos un poco él, pero antes me gustarla mencionarles a Alcrneén, de la escuela pitagórica, que vivió alrededor del 550 a. de C., y del cual sabemos que diseccionó animales, porque describió los nervios ópticos y varios otros rasgos anatómicos, y propuso la extraña teorla de que las cabras respiraban por los oídos (me pregunto de dónde sacaban esas ocurrencias). Además, distinguió venas de arterias, aunque aceptó que las arterias sólo transportaban aire. Este asunto, tan común entre los antiguos, se debe a que en los cadáveres las arterias aparecen, efectivamente, como vacías, aunque, digámoslo de paso, si se secciona la ao na brora un chorro de sangre; ya veremos cómo, más tarde, se intentó explicar esta contradicción. Por otra parte, Alcmeón seL ñaló que el cerebro, y no el corazón, era el lugar del intelecto y las sensaciones, y utilizó el concepto, seguramente anterior, de armonía: la enfermedad era una disonancia, o inarrnonía, entre los elementos que componen el cuerpo, y la tarea del médico era recuperar el equilibrio, una noción que permearfa toda la medicina griega y que, podría decirse, fue una constante para el pensamiento griego en general: recuerden, si no, al gran Aristóteles, para quien el movimiento no era otra cosa que un restablecimiento del equilibrio físico. También dediquemos un parrafiro a nuestro viejo amigo Ernpédocles, que sostenía una idea parecida sobre la sa-

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lud como equilibrio de esos cuatro elementos (agua, aire, tierra, fuego) que había establecido o inventado. El corazón, según él, era el órgano que se ocupaba de que el pneuma, un "espíritu aéreo vital", se repartiera por todo el cuerpo. El pneurna, de naturaleza aérea, identificado con la vida y que se inspira junto con el aire, es otra de las ideas directrices de la medicina griega, y llegarla hasta Galeno y más allá (e incluso se puede rastrear hoy en expresiones como "exhaló su último aliento", o en otras tradiciones, como la bíblica, en que Dios crea al hombre soplando, e infundiéndole, presumiblemente, ese élan vital que en el siglo XIX alimentará la ceorla del vitalismo y en el XX tanto tentará a Bergson). También se le atribuye haber detenido-una epidemia 'en Agrl- ' gema desecando un pantano y fumigando las casas, o sea que se ocupó de "higiene pública". Fíjense que hoy no consideramos la enfermedad como un desequilibrio interno, sino corno un esrado producido por una agresión externa (una bacteria, un virus, un tóxico, una droga, una dosis de radiación), aunque persisran corrientes naturalistas que todavía se apoyan en esa vieja idea, y se centran en la "vida sana" (no viene mal llevarla, de rodas maneras). Frente a estas metáforas modernas de la enfermedad como invasión, podríamos decir que los médicos de entonces la consideraban como una especie de guerra civil dentro del cuer-

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, I \ , La causa de la epilepsia, entonces, tiene que ser una alteración del cerebro que se origine en las mismas causas racionales de las cuales provienen todas las otras alteraciones patológicas: una adición o sustracción de seco o húmedo o calor o frio. Por lo tanto, "quien sabe determinar en los hombres, mediante la dieta, lo seco y lo húmedo, el frio y el calor, puede curar este mal". Lo más importante de todo esto, como se darán cuenta, no es la solución, evidenrernente errada, sino la enseñanza metodológica: a consecuencias naturales hay que buscarles causas naturales y no mágicas o metafísicas. ¿No les recuerda, como les dije, a Tales, a Anaximandro, a Anaxímenes? Por otra parte, los cuatro humores, derivados claramente de los cuatro elememos, mantienen una correspondencia con ellos, así como con las cuatro estaciones y las cuatro cualidades (frío, caliente, seco, húmedo). Así, por ejemplo, la flema es fría y húmeda, por lo cual predomina en invierno, también frío y húmedo, causando las enfermedades invernales;en primavera, que es cálida y húmeda, predomina la sangre, que 10 es también. Se pueden, asimismo, atribuir al predominio de tal o cual humor los temperamentos: sanguíneo, colérico (bilis amarilla), melancólico (bilis negra) y flemático. La terapéutica hipocrática, por lo tanto, excluye exorcismos o purificaciones para limitarse a métodos "raciona-

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les", que en general tienden a centrarse en la dieta y en la restauración del equilibrio perdido, partiendo de la idea de que el cuerpo tiende a repararse a sí mismo, y que, como dice el aforismo hipocrático, "la naturaleza es el mejor médico". Aunque la teoría de los humores es completamente imaginaria, puede interpretarse la terapéutica en clave actual en términos de fortalecimiento del sistema inmunológico, 10 que explica el éxito de los spa, las estaciones de aguas termales y otros recursos clavesde la medicina naturista. Incluyendo los placebos, desde ya. Pero bueno, Hipócrates fue, indudablemente, la primera gran figura de la medicina en la Antigüedad, y la que ini-

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cia la senda racionalista e ilustrada (que no será una senda recta, por cieno). Habría que decir, también, algo de Aristóteles, que al ocuparse de todo, también influyó sobre la medicina (era hijo de un médico, digamos de paso), aunque no en forma absolutamente directa sino a través de sus extensísimas investigaciones y experimentaciones biológicas. Estudió sistemáticamente los órganos y funciones de los seres vivos y pudo describir no solamenre las especies sino los mecanismos de la reproducción, locomoción y sensación. También fortalecióla teoría del corazón como sede del "calorinnato" esencial para la vida (en cierta forma, una varian-

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"La complejidad del cuerpo

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de Demócrito de

una central nuclear"

pidiéndole que hiciera médico a su hijo. y así lo hizo. Nacido en Pérgamo (hoy en día Bergama, en Turquía), en el 138, estudió medicina y filosofía en Esmirna y en Corinto, trasladándose después a Alejandría (que ya no era lo que habla sido, pero que seguía viva). Una vez perfeccionados los estudios, volvió a su Pérgamo natal, donde ocupó el ambicionado y muy disputado puesto de médico de la escuela de los gladiadores. Alll encontró amplio campo para poner en práctica y experimentar la validez de sus estudios, sobre todo de anatornía y de terapéutica en el campo quirúrgico, y también en el terreno farmacológico. Dos años después, viajó a Roma llamado por el propio emperador, Marco Aurelio (121-180), en calidad de médico personal, cargo que ocupó hasta su muerte en el 201. Galeno vivió una época en la que el cristianismo estaba ganando poder y a pesar de no ser cristiano mantuvo una posrura monoteísta. El afán de buscar designios y proyectos en el universo, yen particular en el cuerpo humano, hizo sus obras populares entre los cristianos, además de asegurar con ello la supervivencia de sus libros a través de la Edad Media. De su enorme producción -se dice que escribió cerca de 400 obras- no ha quedado mucho, pero los historiadores coinciden en que lo que se ha conserva-

do expresa lo mejor de su doctrina y pensamiento. Galeno era un erudito en matemática, física y filosofía, lo que lo ayudó en el campo médico a lograr una síntesis entre los conocimientos teóricos y los empíricos de la época, que complemenró con observaciones e investigaciones propias, uniendo la tradición hipocrática con los resultados alejandrinos. Tomó la teoría de los cuatro humores, que incorporan los pares de cualidades seco-húmedo, frío-caliente, y mediante su juego componen los tejidos y los órganos. Como para Hipécrates, la enfermedad es un desequilibrio de esos humores que se diagnostica mediante el pulso, la orina, las inflamaciones de órganos internos. Esto último exige el conocimiento de la anatomía. Pero como en su época en Roma no se podían hacer disecciones de cadáveres humanos, estudió cerdos, ovejas y monos y trasladó sus observaciones, lo cual llevó a muchísimos errores. Su sistema fisiológico es básicamente el de Erasístraro, con sus tres sistemas. El corazón es el cenero del calor animal, que se modera con el aire llegado de los pulmones. Al expandirse el corazón (sístole) se expulsa a través de la arteria pulmonar el hollín y los vapores generados por ese vapor innato, y al contraerse el corazón succiona el fuego del aire atmosférico de los pulmones. Este fuego se mezcla con la sangre, y esta sangre caliente y llena de pneuma se re-

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parte por todo el cuerpo a través de las arterias. El sistema nervioso se ocupa de las funciones superiores. La cuestión es que Galeno desarrolló un sistema compieco de fisiología, dado que no podía imaginar al órgano separado de su función. Por ese camino, intentó una interpretación fisiológica de todos los órganos y vísceras que pudo descubrir e identificar durante su infatigable actividad de anatomista. Según la explicación de Galeno, una vez que el aire era inhalado se convertía en pneuma gracias a la acción de los pulmones, y el proceso vital transformaba un tipo de pneuma en otro. El estómago y los inrestinos, en una primera digestión, convertían a Jos alimeneos en una sustancia llamada "quilo", que luego pasaba al hígado, el órgano ceneral en el cual confluían todas las venas y a partir del cual se redistribuía todo lo que se procesaba. De hecho, era allí, en una segunda digestión, donde se gestaban los cuatro humores que fluían y refluían en las venas con un movimiento semejante al de las mareas. Parte de este espíritu natural entraba en el ventrículo izquierdo del corazón, donde se convertía en un tipo superior de pneuma: "el espíritu vital". Entonces, el espíritu vital era transportado a la base del cerebro y allí la sangre se transformaba en una forma aún más elevada de pneuma: el "espíritu animal". Esta forma suprema de pneuma era distribuida a todo el cuerpo

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an señales desde el cerebro a los músculos a través de los nervios. En el tratamiento de las enfermedades, prefirió dejar actuar a la naturaleza (la naturaleza se curaba a sí misma), debiendo el médico solamente ayudarla. Era partidario del masaje como preparación para la actividad deportiva y entre sus recomendaciones se encontraba la dearnbulación, los movimientos específicos y los ejercicios activos y pasivos como tratamiento de ciertas enfermedades. Aunque se consideré seguidor de la doctrina hipocrática, Galeno recomendaba el uso de polifármacos y de sustancias para alterar el curso y evolución de las enfermedades, algo que siempre rechazó el gran Hipócrates de Coso La obra de Galeno fue el referente de la medicina posterior y se consideró casi un mandato a seguir de forma dogmática durante casi 1500 años. Probablemente esto fue así no por sus contribuciones a la medicina, sino por haber realizado una especie de recopilación de todos los conocimientos médicos adquiridos hasta su tiempo. Además, su trabajo fue el primero que se sistematizó y se agrupé en tratados y manuales (mientras que los desarrollos anteriores se reducían 5610a escritos sueltos sobre cosas concretas) lo cual favoreció su enseñanza y utilizaci6n como referencia fundamental.

Balance: Del mismo modo que la física fue di-

sefíando su sinuoso camino aparrando a los dioses de los asuntos terrenales, en los que poco les quedaba por hacer, la medicina se fue "cientifizando" con el correr de los siglos. La teoría de los cuatro humores es sin dudas una teoría científica, claro está: una teoría que, con todos sus errores y Limitaciones (que sólo podemos señalar ex post) prescinde de los elementos sobrenaturales y busca una explicación estrictamente natural. Pero con el aspecto teórico en medicina (más que en ninguna otra ciencia) no alcanza. Tenemos que hacernos otra pregunta: ¿los médicos antiguos curaban a alguien? Para poder comprender la situación de estos médicos, naturalmente, es importante recuperar la idea de que ellos ignoraban que carecfan de instrumentos como los microscopios o los análisis químicos, y que no sólo lo ignoraban sino que ni siquiera lo podían imaginar, del mismo modo que nuestros médicos de hoy ignoran de qué aparatos o recursos que alguna vez resultarán imprescindibles carecen. Entonces ... ¿qué podían hacer? Bueno, es muy probable que la medicina antigua fuera eficaz (en la medida en que no fuera invasiva) para tratar enfermedades "de superficie", desde una indigestión hasta una herida superficial, e incluso debi6 haber casos de enfermedades infecciosas, como una pulmonía, tratadas con éxito (y con suerte), permitiendo, a través de la dieta sana y la vida equilibrada, que el cuerpo del enfermo fortaleciera su siste-

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ma inmunol6gico (del cual los médicos no tenían ni idea) y se reparara a sí mismo (como sugieren algunas corrientes de medicina actual, como el naturismo, s610 que ahora lo consideramos peligroso). Era en gran parte una medicina de equilibrio, no invasiva, parecida a las medicinas naturales actuales. Pero más allá de rodas las teorías y los debates epistemológicos, creo que lo más probable es que todo médico serio de la Antigüedad, empírico o neumático, o galenista, o egipcio o lo que fuera, recurriera a una furmacopea natural y folkJ6rica, que sacaba su contenido de la experiencia acumulada por las generaciones. Lo más probable, pienso, es que todos ellos, en el fondo, aunque tuvieran una recría, se comportaran en gran parte como empíricos, recurriendo a la "medicina subterránea" y a las farmacopeas naturales. y esto vale incluso para Galeno. En fin: ya nos volveremos a encontrar con estos problemas, y mis vacilaciones al respecto, a medida que vayamos recorriendo nuestro camino, especialmente cuando veamos cómo, por ejemplo, la medicina de los cuatro humores sacó conclusiones agresivas de la teoría, y produjo ese gran instrumento de muerte que fue la sangría. Pero no nos adelantemos. Acompáñenme a ver cómo imaginaron el mundo los fundadores de la ciencia.

Colaboré en este fascículo Nicolás Olszevicki

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Las constelaciones del zodíaco que se usaron para la supersrición de la astrología.

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"Las primeras culturas identificaron a los astros con dioses y les atribuyeron la capacidad de influir sobre la vida de los hombres. y pensaron leer en los

astros el futuro, en esa pseudociencia y superstición que se llamó astrología" -_ -_ Dos cosas me llenan de asombro y admiración: la conciencia moral dentro de mi y el cielo estrellado por encima de mi. Irnmanuel Kant,

Crítica de la razón práctica

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ecibí las quejas de algunos lectores y amigos médicos por ciertas afirmaciones de! fascículo amerior, especialmente aquella de que no hubo medicina científica hasta e! siglo XIX. En fin: ya veremos cómo sigue estO a lo largo de los siglos y los fascículos. Pero ahora vamos a la astronomía. Si uno lo piensa, la observación del cielo tiene que ser tan antigua como la cultura misma. En primer lugar, porque e! cielo está ahí, y porque presenta ciclos que, si bien pueden resultar fascinantes, también pueden resultar arernorizadores; hasta el punto de que hay celebraciones actuales que, aunque estén revestidas de componentes modernos y meramente religiosos, tienen su origen en la observación cosmológica. Tal es el caso de la Navidad, una fiesta antiquísima, anterior al cristianismo, desde ya, pero también a la civilización romana. Es la fiesta del solsticio de verano de las antiguas culturas de! Hemisferio Norte, e! momento en que el Sol, después de alcanzar su punto más bajo sobre el horizonte, detiene su peligroso descenso (en vez de hundirse para siempre en el horizonte) y empieza a elevar su altura.

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Era como para festejarlo. Esas fiestas, probablemente neolíticas, derivaron en celebraciones institucionales romanas. Las Saturnalias, por ejemplo, se festejaban en esos días, y cuando el Cristianismo debió fijar su celebración central, la superpuso a fiestas ya conocidas y aceptadas. Así, la Navidad es, en última y antigua instancia, una fiesta astronómica .... L;lSprimeras culturas identificaron a los astros con dioses y les atribuyeron la capacidad de influir sobre la vida de los hombres. y pensaron leer en los astros el futuro de los pueblos y sus gentes, en esa pseudociencia y superstición que se llamó astrologla. No es raro: el cielo aparentemente muestra una regularidad y una permanencia que está muy lejos de las mudanzas humanas. Lo que cualquiera de nosotros ve en una noche estrellada es prácticamente lo mismo que vieron nuestros antepasados: los que anudaron los quipus y los que habitaron Tenochtítlan, los que cruzaron el océano, los que oyeron por primera vez recitar la Jllada, los que construyeron las pirámides, los primeros hombres que hace cien mil años abandonaron el Africa y empezaron a esparcirse por el mundo. Es una sensación grandiosa que perfectamente describió Kant, una intuición de eternidad, en fin, que desafía lo efímero de la vida cotidiana, y aun la vida y la muerte.

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No es tan simple Sin embargo, la verdad es que el cielo está muy lejos de la quietud: el Sol sale y se pone, la Luna cambia de forma y las estrellas lo cruzan de Este a Oeste cada noche. Y además, el Sol no tiene siempre la misma altura durante las distimas épocas del año (ya les conté el caso de la Navidad), del mismo modo que hay estrellas que dejan de verse durante meses, así como hay otras que se ven siempre. Y después de 365 días, las cosas están como al principio y codo vuelve a empezar una y Otra vez, con una regularidad hipnótica que las culturas de la Antigüedad registraron muy bien: astrónomos hindúes, babilonios y egipcios elaboraron minuciosas tablas con estos datos, y los usaron para establecer calendarios muy precisos. Son movimientos que, en realidad (y en principio), se poddan explicar de una manera muy sencilla: basta con imaginar al cielo como una enorme esfera que rodea a la Tierra y que da una vuelta diurna y otra, independiente, anual. Quiero decirles que aquí estoy siguiendo a Asimov, que presenta las cosas así en un libro que no puedo ubicar. Pero con eso no alcanza. Y no alcanza porque, por empezar, es evidente que no todos los astros se mueven en bloque. El Sol y la Luna a veces coinciden, otras se separan y a veces se alinean con la Tierra y provocan eclipses. Es obvio que tanto uno como la otra se mueven por su cuenta y cambian de posición, a

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La eclíptica es el supuesto camino anual que recorría el Sol alrededor de la Tierra. Los babilonios reconocieron que estaba inclinada con respecto al eje de nuestro planeta.

y separó las aguas que estaban debajo de la expansión, de las aguas que estaban sobre la expansión"-, lo que muestra, dicho sea de paso, la íntima ligazón de la mitología judía con la babilónica). Para los sumerios (escoy usando indistintamente el nombre de los pueblos que habitaron la Mesopotornia), los astros eran dioses y su estudio podía servir para adivinar sus caprichos, sus acciones buenas y malas, e incluso sus ataques de pánico, sus síndromes de estrés postraurnático, o cualquier otra enfermedad, existente o no. Desde el cuarto milenio dieron nombres a las estrellas y agrupaciones de estrellas más notables, es decir, inventaron las constelaciones. Con respecto a las constelaciones, una aclaración: como todos estos pueblos imaginaban a las estrellas pinchadas en la bóveda celeste (o en el último cielo), las constelaciones, esas agrupaciones de estrellas que parecen representar una figura, o un animal, o a veces una escena mitológica, tenían muchos más visos de ser reales. Hoy, aunque seguimos usando las constelaciones heredadas de los griegos, sabemos que esas estrellas no están de ninguna manera agrupadas, sino que pueden estar a distancias muy grandes en el espacio profundo (por ejemplo, en Orión). Volviendo a los babilonios, las estrellas León, Toro, Escorpión y Pegaso marcaban, al salir inmediatamente antes que el sol, los solsticios (21 de di-

ciernbre y 21 de junio, días del año en que el sol alcanza el punto más alto y más bajo en el mediodía, para después empezar a bajar o subir) y los equinoccios, pumas en que la noche y el día tienen la misma duración. Los babilonios también reconocieron los planetas (incluyendo la identidad de Venus como lucero del alba y del atardecer) y, para el año 700 a. de c., conadan ya la eclíptica, el supuesto camino anual que siguen la Luna, el Sol y los planetas (aunque en realidad, como bien sabemos hoy, es la Tierra la que se mueve) y comprendieron que estaba inclinada respecto del eje de nuestro planeta, lo cual -dicho sea de paso- hace que existan las estaciones. También inventaron el Zodíaco, una banda de 12 signos de 30 grados cada uno, asociados a constelaciones, que hizo posible la expresión numérica de los datos en grados de longitud. Los métodos de predicción se hacían a partir de largas tablas de observaciones en las cuales se encontraban ciclos regulares; estas rabIas eran lo suficientemente precisas como para predecir los eclipses de Luna con bastante exactitud y los de Sol de manera aproximada. Lograron también calcular y predecir las misteriosas retrogradaciones de los planetas. Sin embargo, en ningún caso elaboraron teorías Bsicas del cosmos (buscando mecanismos subyacentes. Es extraño pensar que la predicción de los movimientos celestes por medio de procedí-

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mientas terrenales y no espirituales no haya llevado a por lo menos algún intento de edificar una cosmología naturalista que lo explicara, aun superponiéndose a la explicación mitológica. Bueno, y tras esta excursión babilónica, volvamos a Grecia.

Los primeros intentos Los griegos encararon el estudio de la astronomía y en sólo unos pocos siglos la llevaron a un estado de perfección tal que pudo funcionar durante mil cuatrocientos años. Su astronomía matemática (y es importante notar cómo los griegos llevaron las ciencias de base matemática a su máxima expresión -no así las ciencias empíricas-) 'es el'logro más impresionante de la ciencia griega: la joya de la corona, un sistema completo sobre el mundo, que de todos modos costó, como decía Churchill, logos, doxa y episteme. O mejor, razonamiento, observaci6n y teoría, una tríada que resultaba útil para responder a una de las preguntas centrales del pensamiento griego: ¿cómo puedo obtener un conocimiento verdadero? Volvamos por un momento al siglo VI: los milesios dan los primeros pasos en la comprensión racional del mundo, pero no consiguen una cosmología estable. Tales, con su teoría de la Tierra como un DVD flotando en el océano universal, sostenía que Labóveda celes-

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El sistema de Filolao: todo gira alrededor de un fuego central incluyendo una

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truido un sistema basado en los números, y probablemente hayan sido los primeros que hayan postulado una estructura matemática "subyacente", aunque muchas de sus lucubraciones eran pura charlatanería numerológica (al estilo de las que defienden los "numerólogos" de hoy en día, que casi seguramente no leerán estos fascículos.) Ese sistema les permitió no sólo alcanzar grandes logros sino llegar a desastres matemáticos. como el descubrimiento de que La'raíz cuadrada de dos es irracional. Pero bueno: los pitagóricos pensaban que todo el cielo era una escala musical y un número; de acuerdo con astrónomos anteriores, imaginaron a los cuerpos celestes ubicados en esferas concéntricas cuyos movimientos originan sonidos acordes aWlque inaudibles (no los oímos porque estamos-acostumbrados a hacerlo desde que nacemos), una idea que llegará hasra el mismísimo Kepler, Este Kepler, y perdón por el adelanto, fue, además de uno de los grandes ordenadores del cosmos. un místico con una gigantesca imaginación'. que postuló un inverosímil, aunque atractivo. sistema cosmológico en el que. entre otras cosas, rescató la idea de la música de las esferas, al mismo tiempo que reordenaba el sistema solar. Al final de su vida •.en el tratado Harmonices Mundi, el descubridor de las tres leyes de movimiento planetario asegura que entre las diferentes velocidades: angulares-de los astros existen las mis-

mas proporciones que entre las notas musicales. de modo' tal que el movimiento planetario se estructura de manera semejante a la polifonía renacentista, nada más y nada menos. Bueno. pero estábamos hablando de los pitagóricos. Y resulta que hay entre ellos una versión primitiva que parece mostrar a la Tierra como el centro del universo, y conteniendo un núcleo caliente o fuego central, pero que o bien fue dejada de lado o evolucionó hacia otra cosmogonía. que es la que en general se asocia con ellos, atribuida a Filolao de Trotonas. un pitagórico de fines del siglo V. Para Filolao, a quien Copérnico cita. e! centro está ocupado por una masa invisible de fuego en torno dé la cual giran los cuerpos celestes conocidos: la Tierra y los otros 7 cuerpos celestes (el Sol, la Luna. Júpiter, Saturno. Mercurio, Venus y Marte). El problema es que, si se acepta esto, el sistema queda formado por solamente 9 cuerpos (los siete mencionados, más la Tierra y el fuego central), un número no demasiado elegante que digamos. Sobre todo, si tenemos en cuenta que podemos agregarle un simple cuerpo más y llegar al lO, un número redondo, contundente, firme. y esto es lo que hizo Filolao: supuso que existía una cosa llamada "anririerra", interior y opuesra a la Tierra, que gira también, y como todo, alrededor del fuego central: El sistema de Filolao tenía mucho de

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arbitrario, y no podía- decirse que estuviera basado estrictamente en el logos. Aristóteles no tenía una opinión muy elevada de esta teoría, como podemos ver:

Con respectoa la posición de la Tierra existen algunas divergencias de opinión. La mayoría de los que sostienen que todo el universo esfinito afirman que está situada en el centro, pero esto ha sido contradicho por la escuela de lospitagóricos, quienes afirman que el centro está ocupa» do por elfoego y que la Tierra origina el díay la noche a medida que se mueve alrededor'deL centro. Además, idearon otra Tierra situada en posición opuesta a la nuestra, a la que designan con el nombre de antitierra, sin buscar argumentos y ex-. -plicaciones acordes con las apariencias, sino intentando, mediante la violencia, hacer coincidir ésta con sus propias argumentaciones y opiniones

y también: Todas laspropiedades de los números y escalas que ellos pudieron exhibir en concordancia con los atributos.y partes y con el orden general del cielo, las reunieron e hicieron coincidir con su sistema, y si algo follaba en a/g1bt aspectoprontamente hadan agregadospara hacer consistente el conjunto de SI/. teoria. Por-ejemplo, como el diez parece ser el número perfécto que comprende toda la naturaleza de los números, 'afirmaron que los cuerpos que se mueven en los cielos son diez. 'pero como

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El sistema de esferas de Eudoxo: no traten de descifrarlo; lo puse simplemente para que tuvieran una idea de lo complicado que era. Y esto que ven aquí era para un solo planeta .

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esferas. que. ostensiblemente. no sirven para explicar los movimientos del cielo.

-Es como tú dices. volátil autor de estas páginas. pero recuerda que el objetivo del conocimiento consiste en ver aquello que sólo es captable por el intelecto. y que el primer paso son las matemáticas. y es por eso que deben usarse combinaciones de circulas y esferas para salvar las apariencias de las trayectorias erráticas. Sálo éstas servirán al verdadero objeto de la astronomla. Pero noto atgo extraño en ti. no sé si en tus vestiduras =tu túnica pa1'ece recién tejida- o tufloja prommciacián del griego ... -Sugiero que nos permitas seguir =interrumpe Glaucón-. Verdaderamente. pronuncias el griego como los bárbaros de Anatolia ... Pero el volátil autor de estas páginas. o sea yo mismo, querido lector, ya no necesita permanecer en La Rep,íblica, puesto que ha obtenido una clara exposición del valor que Platón daba a la astronomía. Y del método, que no es por cierro la observacién, sino encontrar las verdades matemáticas que subyacen y que "salvan las apariencias". Platón exigía que todos los fenómenos celestes se explicaran como combinaciones de círculos y esferas. que para él constituían Jos símomas de la perfección. Es lo que más adelante se conocería como "el mandato de Platón". En

realidad, Platón (y ya lo dijimos) pensaba que las cosas de este mundo eran sólo una proyecci6n, apenas apariencias de una "realidad" más verdadera, subyacente y perfecta, que se resolvía con las también perfectas formas de las matemáticas. Eso era lo verdadero: describir los movimientos observables no importaba tanto. El "mandato de Platón" no funcionó como una simple y amable sugerencia a tener o no en cuenta: en los mil quinientos años que siguieron, nadie se atrevió a desobedecer la orden imperativa de alguien tan grande. Hasta que llegó Kepler, Pero. por lo pronto, era necesario lograr que el imperativo platónico se condijera un poco con 10 que se observaba en el cielo (salvara las apariencias). Y bueno, el que se encargó del asunto fue un astrónomo importante de la Academia y alumno suyo, Eudoxo, quien construyó un sistema en el que supuso que las esferas erráticas de los planetas eran combinaciones de esferas concéntricas y con un único centro en la Tierra, esto es, esferas hornocéntricas.

Las esferas de Eudoxo Eudoxo se imaginó que cada planeta estaba fijo a cuatro esferas con centro común en la Tierra, indinadas entre ellas y con movimientos diferentes. No los voy a aburrir con los detalles (pongo el dibujo para que se den una idea,

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nada más). Basta con señalar que la esfera más baja y la más alta daban cuenta del movimiento diurno y anual, adosado a las estrellas fijas, y las del medio hadan que el pobre planeta describiera una curva que Eudoxo llamó hipópede (perdonen ustedes el nombre, pero fue idea de Eudoxo llamarla así) y que explicaba pasablernente, con un poco de imaginación, las retrogradaciones de los planetas. Piensen en el virtuosismo matemático necesario para calcular el movimiento de 27 esferas más o menos independientes: 4 para cada uno de los cinco planetas, 3 para la Luna, 3 para el Sol y la de las estrellas fijas. 10 piense uno como lo piense, es una hazaña impresionante. Y además respetaba el mandato del maestro. Ya lo dije, fue toda una hazaña construir un sistema matemático de este tipo, un siglo y medio después de los milesios y casi concernporáneamenre con el sistema puramente teórico, en el mal sentido de la palabra. de Filolao. Pero el pequefio problemita era que no funcionaba; no resistía la prueba experimental, por decirlo así. Había sido inventado para salvar las apariencias, pero la verdad era que no las salvaba: por ejemplo, todas las hipópedes son iguales, pero las retrogradaciones no; mientras que el sistema daba buenas aproximaciones para Saturno y Júpiter, fallaba para Marte y Venus y. finalmente, fracasaba al explicar el diámetro

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La paralaje a mano", o mejor dicho "a dedo") y la paralaje estelar CC

bre su propio eje, con lo cual disminuía la esferocraciaplatónico-aristotélica, al ahorrarse el movimiento diurno de las estrellas hacia el Oeste y de la misma componente diaria de los demás astros. Hay quienes le atribuyen haber sugerido, además, que Mercurio y Venus giraban alrededor del Sol, pero no hay evidencias firmes de tal cosa. Era un giro un poco brusco, si quieren, demasiado repentino, pero como verán no tanto,

Una idea todavía más audaz Desde Alejandría, Aristarco de Samos dio un paso más audaz aún al proponer un sistema puramente heliocéntrico: el Sol estaba inmóvil en el centro de la es-

fera de las estrellas fijas, también inmóvil, mientras la Tierra completaba una revolución anual en un año, y alrededor de su eje en un día. El heliocentrisrno de Aristarco daba cuenta más o menos de los datos, pero el movimiento de la Tierra resultaba completamente inverosímil. No se entendía cómo pájaros y nubes no se quedaban atrás de nuestro planeta móvil. Aristarco había calculado el volumen del Sol como trescientasvecesel de la Tierra y argumentado que era narural y razonable que se moviera un astro pequeño como laTierra y 110 uno inmenso como el Sol (cuyo tamaño había subestimado cientos de veces). Todavía faltaban muchos siglos para que naciera Guiller-

mo de Ockham, navaja en mano. Arquímedes, por su parte, aunque utilizó el sistema de Aristarco en su Arenario, lo rechazó por no observarse paralaje estelar.... Paralajeestelar: éste es un concepto bastante importante que será usado otras veces, por eso vamos a dedicarle un recuadro, tomado de un diálogo no escrito nunca por Platón, donde vuelven a discutir nuestros amigos Glaucón y Sócrates. Aristarco contestó al argumento sobre la falta de paralaje, corno lo haría Copérnico dieciocho siglos más tarde, diciendo que se debía a la gran distancia a la que se hallaban las estrellas, aunque este argumento fue desestimado por Arquímedes. Además, su con-

La paralaje Sócrates:¿Acaso ves esefondo de drboles situado a medio estadio de aqut? Glaucón: Lo veo, como dices, Sócrates. Sócrates:Ahora, estira tu. mano, y levanta tu dedo indice de tal flrrntt qtle quede paralelo a él. Glauc6n: Haré lo que flí dices. Sócrates. Sócrates: Y'abora cierra tlt ojo derecho. Glaucón: Lo hago. Sócrates: Ahora abre el ojo derecho _y cierra el izquierdo. ¿Qué ues? Glaucón: ¡Que el dedo se ha movido! Sócrates: Y,como comprenderds, no se movió. Lo que ha ocurrido es que el rayo que sale de ttc ojo derecho y alcanza al

ti,

árbol, lo hace en un dngtdo distinto del que lo hace el que parte de tu ojo izquierdo, y por esoparece que se movió respecto del fondo. (Nora del traductor: aquí Sócrates usa, como es obvio, la teoría entonces corriente de la visión, que postulaba que del ojo salían rayos que apresaban los objetos.) Mira, haré un dibujo. Glaucón: iPero SÓCrdW, tli 110dibujas! Sócrares:No te preocupes, es 1111 didlogo foLso. Mira arriba, lit imagen de la izquierda. Ahora imaginare la órbita de 1" Tierra. Si'miramos las estrellas desde los dos extremo, de la 6rbita) debería observarse paralaje. Pero no se observa. Abara mira la imagen de fa derccba. Bueno, espor eso que Arquimedes rechazará, llegado el momento, el sistema de Aristarco.

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El sistema de excéntricas y epiciclos de Apolonio de Pérgamo permitió explicar bastante bien las diferencias de velocidades entre planetas y las retrogradaciones. astros mediante instrumentos inventados por él, a traues de los cuales podía indicar sus posiciones y tamaños, de modo que desde aqul se pudiese reconocer no sólo si las estrellas nadan o morían, silla también si alguna se desplazaba o se moula, si crecía o empequeñecia. AsZ: dejó el cielo como herencia a todos los hombres, en el caso de que se hallase un hombre que estuviese en condicione! de recoger tal legado. Pero sus observaciones no le impidieron trabajar también sobre los modelos teóricos (no olvidemos el polimorfismo del sabio alejandrino): constató lo inadecuado de las esferas hornocénrricas, y aplicó una innovación que, recién inventada, iba a llevar a la solución del rompecabezas (bueno, no exactamente a "la" solución, pero casi). Además, definió las constelaciones clásicas,que son las que hoy usamos, como pueden ver en la página anterior.

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de un largo pergamino. En él escritas hay muchas dignidades y titulas. ¿Por qué nuestros dos cánsules y los pretores visten sus rojas togas, de finos brocados; y lucen brazaletes de amatistas, y refidgentes anillos de esmeraldas espléndidas? ¿Por qllé ostentan bastones maravillosamente cincelados en oroy plata, signos de su poder? Porque hoy llegan los bárbaros; y todas esas cosas deslumbran a los bárbaros. ¿Por qué no acuden como siempre nuestros ilustres oradores a brindarnos el chorro feliz de su elocuencia? Porque hoy llegan los bárbaros qlle odian la retórica y los largos discursos. ¿Por qué de pronto esa inquietud y movimiento? (Cuánt/l gravedad en los rostros.) ¿Por qué uacla la multitud callesy plazas, y sombría regresa a sus moradas? Porque la noche caey no llegan los bárbaros. ygente venida desde la frontera afinna que ya no hay bárbaros. ¿ y qué será ahora de nosotros sin bárbaros? Quizás ellosjiteran una solución después de todo. Konstantino Kavafis

El ocaso dellmperio y así fue como terminó el Imperio de Occidente, esa fabulosa construcción política que dominó el Mediterráneo durante cinco siglos. Europa fue retrocediendo hacia un mundo rural (en especial al norte), los acueductos y las grandes obras de infraestrucrura romana fueron abandonados, así como los caminos y vías de comunicación, y la economía fue decayendo hacia la subsistencia, que caracterizaría los primeros siglos medievales. situación que duraría más o menos hasta el siglo Xl. Los pueblos de la Europa desestructurada (y casi completamente iletrada) que siguió habrían de evocar al Imperio como una época de oro. perdida y quizás irrecuperable. Naturalmente, los europeos de la Edad Media no sabían que eran medievales, pero la idea que tiene de sí mismo el intelectual de los primeros siglos de la era cristiana es la de un mundo que había retrocedido a la barbarie desde una alta colina dorada. L1S épocas que siguieron inmediatamente a la caída del Imperio Romano estuvieron marcadas por el miedo, el aislamiento y las constantes invasiones bárbaras. En lo que hace a la ciencia, sólo se puede rescatar un cierto "enciclopedismo" que intentaba cristalizar el saber para preservarlo y que consistió principalmente en la copia de manuscritos. La problemática "intelectual" se limitó a encontrar la forma de rescatar el conocimiento pasado que se estaba dis-

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persando y en congeniado con las ensefianzas divinas de la nueva religión, que distaba aún de abarcar a roda Europa. Suele suceder. Pero de todos modos, las instituciones tardan en morir, y las culturas, aun en medio de acontecímiemos tormentosos como los que les acabo de contar, tienen una enorme inercia. Todavía, en las ciudades ricas del Mediterráneo, o las ciudades griegas con fuerte tradición, hubo chispazos, pequeñas bengalas que iluminaron (un poco, malamente) la larga noche que se avecinaría por cinco o seis siglos. Estoy seguro (aunque 00 me consta) de que hasta muy tarde se conservaron las luchas de gladiadores, por poner una de las más repulsivas costumbres romanas. (En este momento, y mientras escribo esto, miro por la ventana y veo una sociedad organizada que se agita por la calle, y cuyos valores más o menos comparto, y trato de imaginarme cómo sería si los valores de repente tambalearan y desaparecieran: es muy difícil darse cuenta cuando uno está en medio de una revolución culrural.)

La nueva religión A pesar de las persecuciones de las que fueron víctimas sus culeo res en los primeros siglos del milenio, buena parte de los pensadores más educados se sumaron paulatinamente al nuevo credo y dedicaron su tiempo a abstrusas cuestiones religiosas que poco a poco constru-

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San Agustín en su gabinete, de

Sandro Botticelli (1480).

de Platón ... , lo cual lo llevó a un comprensible desinterés por los fenómenos físicos, que pesará durante todos los siglos medievales hasta la reaparición de Aristóteles a partir del siglo XI. La naturaleza queda así vacía de interés. La razón misma no es la que fija que tal o cual cosa sea, sino más bien lo que ocurre es que la razón misma se encuentra sometida a leyes más profundas que la determinan y que tienen que ver con el verbo divino, Crisro, quien ilumina la conciencia y establece que una verdad sea absoluta. Al llegar la muerte de San Agustín en el afio 430, el Imperio Romano de Occidente entraba, como vimos, en su fase

terminal. Aunque hubo quienes lo consideraron algo extravagante, su pensamiento fue la espina dorsal del pensamiento cristiano, al menos hasta la llegada de Santo Tomás de Aquino y su nueva síntesis. Después de tanta religión y sutilezas del dogma, que poco hicieron por mantener viva la llama de la perdida cultura grecorromana, vuelvo a mi pantalla, y pienso en el último gran intelectual romano, que de alguna manera fue como una bisagra entre los viejos tiempos ya muertos y los nuevos y desconocidos por venir: Boecio (480-524). Así como San Agustín no me inspira ninguna simpatía, me gusta Boecio. La-

tino, funcionario del rey ostro godo Teodorico, Boecio era probablemente consciente del gran cambio cultural que sobrevenía sobre Europa. Ultimo de los intelectuales bilingües con acceso a las fuentes griegas, tradujo al larín y comentó corpus de obras de lógica, De Materia medica de Dioscórides, y algunas pocas obras de Aristóteles, que fueron la fuente principal para el estudio de la lógica y las matemáticas hasta el siglo XII, y expuso también elementos de aritmética, geomeula, música y astronomía (el quadriuiumi, conservando así algo de Euclides y Pro lomeo. Mejoró las artes liberales del triuium (gramática, retórica y lógica), que fueron, jun-

Boecio y Platón La filiación de Boecio con el pensamiento griego es evidente en toda la obra. Me interesa de todos modos que se vea esto en las teorías del conocimiento de ambos autores. Como venimos viendo desde que empezamos con estos fascículos, toda investigación, explícita o implícitamente, viene acompafiada de una concepción filosófica bastante precisa que indica para dónde se puede seguir avanzando. Creo que una de las ideas que conducen este difícil camino es precisamente ésa: roda ciencia tiene, necesariamente, una filosofía que la sostiene, lo admita o no.

Si buscando el hombre la verdad desdeelfondo de m corazón no quiere desviarsedel camino, debe volver sobresi mismo los ojosde su mente y replegarsu propio esplritu con am-

plio movimiento, afin de comprender que todo lo que penosamente busca en el exterior se halla encerradoen los tesorosde su alma. No tardará en ver mds claro que la luz del sol aquello que parecia oculto entre las nieblas del error.Pues de la inteligencia no ha desaparecidototalmente la luz por haber aportado el cuerpo su pesada masa, propicia al olvido; queda, sin ningún género de duda, en elfondo de nosotrosmismos, una semilla de verdad, qlle brota de nuevo al cálida soplo de la investigacióny la doctrina. ¿Por qué, si no, respondéiscon exactitud al serpregtmtados? Es que en elfondo de vuestras almas permanece latente elfitego de la verdad. Si la Musa de Platón dice vertÚul,lo que aprendemos no es otra cosaqlle una seriede conocimiento! olvidados, que de nuevo hacemos presentesa la memoria.

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"La cultura se retrajo a los monasterios benedictinos italianos e irlandeses y, luego, ingleses y de Europa Central. Durante esta época la atención estuvo puesta principalmente en la conservación de los conocimientos anteriores" donde confluían eruditos latinos, griegos, árabesy judíos y florecíauna cultura sincrética. Algunas de las copias y ampliaciones del Physiologus que se hicieron durante la Edad Media incluían ilustraciones. Como en esa época los zoológicos no eran muy corrientes, prácticamente no había posibilidad de conseguir modelos vivos de leones, por no hablar de los unicornios o los hombres con cabeza de perro, y entonces los dibujantes debían confiar en la descripción del autor y en su imaginación. Muchas de estas figuras fueron también reproducidas a lo largo del primer período de la Edad Media, por ejemplo, en los mosaicos de iglesias de Roma, Ravena y Venecia. Más adelante, sobre todo a partir del siglo XllI, y como en el caso de los herbarios, aumenearon constantemente las ilustraciones realistas. Esta tendencia se vio reforzada por las representaciones de plantas y animales que comenzaron a aparecer en las pinturas de artistas como Giorro (1276-1336). Como los herbarios, los bestiarios pueden, si se quiere, ser vistos como un antecedente de la zoologla, pero ésta, como la botánica, sólo pudo aspirar al status de ciencia mucho pero mucho más tarde.

Monasterios Bueno, aparentemente me distraje un poco con los herbarios (y especialmente con los bestiarios, que son más curio-

sos), pero me distraigo constantemente, y es que tengo que lograr que fluyan por estas páginas miles de cosasy tendencias. Pues las ciencias son los ríos Que van a dar en la mar Que es el saber Allí uan muchas teorías Decididas a triunfar

ofenecer AIII grandes fontaslas O hipótesis balbucientes De la ciencia Enfrentan el agua fria De esa diosa intransigente: La experiencia. Ya les había mencionado, hace un rato, a Casiodoro, un contemporáneo de Boecio que se ocupaba de juntar y hacer copiar manuscritos en Vivarum (al sur de Italia), y lo retomo ahora porque queda volver al tema de los monasterios que empezaron a crearse después de la fundación de Monte Cassino por San Benito en 529, porque allí se preservó buena parte de 10 que se preservó, y porque junto a ellos empezaron a armarse las primeras escuelas medievales,

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que en medio de la ignorancia reinante trataban de transmitir lo poco que se recordaba del conocimiento antiguo, en general con fines piadosos y poco más. Aunque en algunos sitios se indula algo de matemáticas para resolverel eterno tema de calcular la fecha de Pascua, cuya dificultad llevó a plantear interesanres desarrollos aritméticos y astronómicos, y fue uno de los contados servicios que un problema religioso presró a la ciencia positiva. Una figura realmente simpática, por lo menos para mí, es la de Beda el Venerable (672-735), que vivió en el monasterio de jarrow, Inglaterra, y que se entregó a los estudios históricos y de las escrituras, pero que además conoció el quadriuium, estableció tablas de marcas, y algunas observaciones generales muy bien hechas. Su cosmología muestra la visión que tenía un hombre culto de su siglo: su universo está ordenado por causas y efectos identificables. Beda no pensaba que el mundo tuviera forma de rueda, sino que la Tierra era una esfera estática. Rodeando la Tierra, se encontraban los siete cielos: el aire, el éter, el Olimpo, el espacio ígneo, el firmamento con los cuerpos celestes, el cielo de los ángeles y el cielo de laTrinidad. El mundo corpóreo estaba compuesto de los cuarro elementos (tierra, agua, aire, fuego), dispuestos por orden de peso y ligereza. Como había leído a Plinio, tenía una idea de la cosmología griega: afirmó

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"Hasta el siglo XI, excepto por el

breve interludio del reinado de Carlomagno, ninguna estructura política brindaría estabilidad suficiente para un desarrollo del interés por la naturaleza" cesita una burocracia mínimamente letrada, o sea, alguna política educativa. Para que la hubiera, Carlos llamó a Alcuino de York, un importante erudito inglés que había conocido en Roma, para que reorganizase (o mejor dicho fabricase) los estudios del nuevo imperio desde su capital en Aquisgrán, fundando escuelas según la orden del emperador "abrir en cada diócesis y en cada monasterio escuelas en las que habrían de ser admitidos tanto los niños de condición libre como los de condición servil". Alcuino pretendía convertir a la capital en la nueva Atenas (lo cual da una idea de 10 despistado que estaba): el esfuerzo fue grande, pero los resultados, pobres, ya que se basaban en las tonterías de Isidoro de Sevillao "sabios" por el estilo, y no pasaban de estudiar problemas elemenrales de aritmética, o acertijos"Comoel viejo enigma del barquero que debe cruzar un lobo, una oveja y un repollo. No es gran ciencia, por cierto. El mismo CarIomagno era analfabeto, aunque parece que en su vejez aprendió a leer. De todos modos, el renacimiento carolingio, que más que un verdadero resurgir de las ciencias fue un intenro de reconstruir un cuerpo político devastado, duró poco: Carlos murió en 814 y el imperio duró apenas lo que vivió su hijo Ludovico Pío, para después fragmentarse en pedazos (que son los fragmentos que, más o menos, die-

ron la Europa moderna). La vida de Carlomagno fue tomada como modelo por los monarcas que lo siguieron; era el ejemplo perfecto de cómo debía ser un rey cristiano. Personificaba la fusión de las culturas germánica, romana y cristiana, que se convenida posteriormente en la base de la civilización europea. En 788, por medio de una célebre cana (que le dictó a un escriba, por supuesto), Carlómagno recomendó a los abates la fundación de escuelas. Después de Alcuino rigió la escuela palatina Juan Escoto Eriúgena, que, como curiosidad, enseñaba el sistema atribuido a Heráclides Ponto en el que Venus y Mercurio giraban alrededor del Sol, e incluso lo extendió haciendo girar también alrededor del Sol a Marte, Júpiter y Saturno. Después de su muerte, la escuela decayó irremediablemente y todo se hundió en la oscuridad. Yeso fue el renacimiento carolingio. Nada del otro mundo (salvo para los carolingios, claro). Hasta el siglo XI, excepto por el breve interludio del reinado de Carlomagno, ninguna estructura política brindaría estabilidad suficiente para un desarrollo del interés por la naturaleza; no hablemos ya de cuestiones más esenciales. La única fuerza capaz de brindar alguna cohesión social y cultural era la Iglesia, que intentó con escasoéxito reorganizar los restos de los antiguos rei-

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nos y pueblos bajo control del Papa y los distintos poderes terrenales de reyes y emperadores, aunque las COnstantes disputas entre el poder religioso y el civil impidieron acuerdos mínimamente estables. Así, la religión siguió ofreciendo la perspectiva desde la que se miraban la política y la economía, así como la ciencia y el arce. Sólo el desarrollo de la burguesía graciasal comercio permitiría superar esta etapa paralizadoramente religiosa.

Tiempo y espacio Es necesario decir aquí algo acerca de la imagen del mundo medieval, aunque sólo sea porque la ciencia moderna nació en gran parte del intento de superarla y porque en nuestra vida social pueden advertirse bastantes huellas de esa lucha. El esquema etéreo y cosmológico de Aristóteles y los astrónomos alejandrinos se había convenido en un rígido mundo teológico-físico, en un mundo de esferas u orbes. Figuraban en él las esferas del Sol y la Luna, las esferas de los planetas y, por encima de roda, la gran esfera de las estrellas fijas, sobre las cuales estaban los cielos. Como contrapartida teológicamente necesaria estaba el inframundo (los círculos y abismos infernales tan firmemente descriptos más tarde en la Divina Comedia -1321-, de Dante Alighieri). El universo estaba ordenado por rangos y lugares. Se trataba de un compromiso

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--------~~--~--~~~~~ hablaremos de eso), hadan que el hombre medieval viviera en un mundo sin las coordenadas precisas que nos ubican (y a veces abruman) ahora. La mera idea de un "segundo" era inconcebible, y el hecho de que la noche y el día se dividieran en doce horas iguales cada una de ellas, generaba un tiempo elástico, en el que las duraciones eran difíciles de determinar, salvo por la salida y pucsra del sol, y las campanas de las iglesias o los monasterios llamando a maitines o al ángelus. Cuentan que el rey Alfredo de Inglaterra mandaba encender antorchas sucesivas e iguales durante sus viajes, para rener una idea de la duración. iY esto en el siglo IX! Estas formas de percibir el espaciotiempo se observan bien en las pinturas de las iglesias, como por ejemplo la que pueden ver arriba. No es solamente que la pintura no sea realista, sino que tanto el espacio como el tiempo están organizados alrededor de figuras que son icónicas; no tienen edad; no hay espacio o tiempo organizado donde transcurren los fenómenos que el cuadro cuenta, sino que son meros telones de fondo que rodean y adornan la anécdota piadosa. Esto comenzará a cambiar sólo siglos después, "cuando la realidad vuelva a Europa". Por otra paree, durante esta primera mitad de la Edad Media, la vida se desarrollaba en el seno de la aldea, donde se cultivaban las parcelas propias y los

campos comunales (todavía el feudalismo no había llegado a su plenitud), donde la población solfa vivir aterrorizada por las invasiones de pueblos como los húngaros o los vikingos, que en algunos casos se extendieron hasta los siglos IX o X. En Inglaterra y Escocia, la actividad de los piratas escandinavos era continua, y en el siglo XI, cuando Guillermo el Conquistador invade y conquista Inglaterra, ésta había sido invadida por los escandinavos ese mismo día (lo cual fue una de las causas de que Guillermo pudiera ganar la batalla de Hascings -1066- y proclamarse rey). Como ven, no sólo ahora se invaden países con pretextos variados, que van desde "necesidades de protección" hasta fannísricas mentiras. Bueno, pero así era más o menos la Europa de la Alta Edad Media, aunque las cosas, naturalmenre, eran distintas en las ciudades del Mediterráneo. Carlomagno, cuando viajó a Roma, se quedó pasmado por la riqueza de las ciudades italianas.

Geografías imaginarias La tradición de la geografía griega comenzó su decadencia ya en ciempos romanos, y los grandes mapas trazados por Tolomeo, Erarósrenes o Hiparco quedaron en el olvido (o bien escondidos tras la vida de algún santo en un palimpsesto). Los mapas medievales eran simples represenraciones de una tierra aplanada corno un disco (como

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querían los padres de la Iglesia -recuerden a Tertuliano- con Jerusalén en el cenero, el paraíso terrenal a la derecha y arriba, y el mar océano que rodeaba todo, más representaciones esquemáticas de las tierras conocidas (de oídas). Los mapas, como se ve, no eran demasiado precisos: los extensos vados que se dejaban (tal como ocurría con la filosofía, la física, y cualquier otra disciplina) eran completados con invemos de lo más imaginativos. No es casual, por eso, la profusión medieval de terras incognitas, de lugares inventados que nunca existieron. Los lugares inexistentes son una vieja fantasía humana, y suelen nacer de una referencia, de un relato, una reliquia, una alusión que corre de boca en boca y luego adquiere espesor geográfico en manos de cartógrafos propensos a la fantasía. El más famoso de los sitios imaginarios -y uno de los pocos sobrevivientes de una larga lista- es, al mismo tiempo, uno de los más antiguos: la Atláncida. Esta isla, localizada supuestamente en medio del océano Adántico, al oeste del estrecho de Gibraltar, tiene su origen en dos diálogos de Platón: Timeo y Critias. En este último, Platón relata cómo los sacerdotes egipcios, durante una conversación con el ateniense Salón, describen una isla más grande que Asia Menor y Libia juntas. Se rrataba de un lugar que unos 9000 años ames había sido tremendamente

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reinas y con un ejército de cien mil mujeres armadas.

Tenemos unas aves llamadas grifos que pueden transportar con facilidad un buey o un caballo al nido para alimental' a sus polluelos. También contamos con tina clase de pájaros [...} Llamados ylleriones. No hay mm que dos en todo el mundo y viven unos sesenta años, al cabo de los cuales se alejan volando y se sumergen en el mar [...). En tina provincia de nuestro pals hay UIl yemlo y en éLviven hombres con un cuerno que tienen UlI ojo en la parte delantera de la cabeza y tres C1l la trasera. Desde ya, la carta del preste Juan, que además descendía de los Reyes Magos, no era más que una mera falsificación, que mezclaba los milagros de SantO Tomás, los viajes de Simbad el Marino y romances sobre Alejandro Magno. Pero a los exploradores medievales les encantaba, y no se cansaron de buscar los dominios de ese señor: a veces lo confundieron con el inmenso Imperio Mongol de Gengis Khan, otras lo sirua-

ron más allá de Persia y Armenia. Osciló indefinidamente entre Asia y Africa y perduró en algunos mapas hasta el año 1573. El mismísimo Enrique el Navegante (1394-1460), rey de Portugal, amante de las artes y las ciencias, que no tenía nada de medieval y que fletó una expedición para llegar a las Indias por el Oeste setenta años antes de Colón, estaba convencido de su existencia y lo buscó activamente: exploró el Congo, el río Senegal, el Níger y el Gambia, e incluso envió emisarios a Jerusalén preguntando por el preste. Obviamente, no tuvo éxito: en Jerusalén contestaron que nunca habían oído hablar de esa persona, por preste que fuera. Yel Reino del Preste Juan, finalmente y tras una agitada lucha de unos dos siglos, se esfumó tristemente y sin dejar rastros, salvo la legendaria carta que inspiró a miles de viajeros alrededor del mundo. Las historias de fieles e infieles, de moros y cristianos, de reinos amenazantes como Gog y Magog y dominios redentores como el del preste Juan fueron

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las más importantes, sin dudas, de la imaginería geográfica medieval. Pero con el correr del tiempo todos estos lugares mitológicos fueron desapareciendo no sólo de la faz de la Tierra (aunque, en rigor, nunca estuvieron en ella), sino del imaginario colectivo.

Finale y bueno: me alegro de llegar al final de este fascículo, porque pese a todos sus aspectos sugerentes y maravillosos, la Alta Edad Media europea fue un período terrible. Y no solamente porque haya sido una época de profunda ignorancia y de prácticamente nula contribución a la ciencia y la filosofía, sino porque debajo de ese manto de lo maravilloso fue una época de pura brutalidad y violencia. En el fascículo que viene podremos respirar, con el Renacimiento europeo (el segundo, si comainos el carolingio) que se dio a partir del siglo XI. Colaboré en este fascículo Nicolás Olszevicki

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8. La ciencia en la Edad Media (H) .

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"El Islam no se limitó a traducir,

compilar y sistematizar las grandes obras de la ciencia griega, sino que las tomó y emprendió su desarrollo, combinándolas con

otras influencias y habilidades" puso en contacto con los miles de libros que habían sido llevados a Oriente. por los sabios que escapaban de las diferentes persecuciones. Hubo algún breve episodio piro maníaco en la Biblioteca de Alejandría, que ya les conté, pero no fue más que un episodio: lejos de desinteresarse por la ciencia, los musulmanes se fascinaron con ella, y se convirtieron en coleccionistas de manuscritos como lo habían sido antes los Tolomeos. (Hay, al respecto, una anécdota curiosa y seguramente falsa, pero divertida y que vale la pena contar: durante el reinado de Al Mammun -809-833-, un califa súper ilustrado, se creó la Casa de la Sabiduría en Bagdad, donde se operaba de manera parecida a la biblioteca alejandrina; la leyenda cuenta que el sultán pagaba los manuscritos en oro de acuerdo con el pe.~ode los manuscritos, lo cual llevó al desarrollo de una caligrafía espaciada y llena de blancos.) La verdad es que los árabes se ocuparon de la traducción en gran escala: Aristóteles, Galeno, Hipócrates, Platón, los Elementos de Euclides, el Almagesto de Tolomeo y los trabajos de Arquímedes. En el siglo Xl, pleno de grandes científicos, se fundó en El Cairo el Hogar de la Ciencia, para fomentar los estudios superiores y la investigación científica que, entre los siglos IX. y Xl, experimentaron un progreso desconocido desde la época de los Tolomeos, en Alejandría. En los siglos X y XI, había por todo el mundo islámico cientos de bibliotecas; la de la

Casa de la Sabiduría en El Cairo, por ejemplo, tenía unas dieciocho mil obras, mientras había otras, como la de Maragá, de la que se decía que poseía cuatrocientas mil. Las cifras, seguramente, están infladas, pero vale la comparación con La Sorbona, que apenas llegaba a las dos mil obras en el siglo XIv. Se construyeron hospitales y observatorios astronómicos (desconocidos en Occidente), y se multiplicaron las escuelas y las "Casas de Sabiduría".

La ciencia árabe Pero el Islam no se limitó a traducir compilar y sistematizar las grandes obras de la ciencia griega, sino que las tomó en el punto en que habían quedado y emprendió su desarrollo, combinándolas con otras influencias y habilidades, como por ejemplo el papel, los tipos móviles y la brújula de los chinos o la numeración decimal yel cero de los hindúes, que fueron adoptados a principios del siglo IX. por los científicos de Bagdad. Por eso, y aunque la idea proviniera de la India, al pasar a Occidente, bastante más tarde, fueron -y siguen siendo- conocidos simplemente como "números arábigos". Con semejante instrumento, los matemáticos árabes lograron un gran desarrollo de los procedimientos de cálculo y de los algoritmos aritméticos, algebraicos y trigonométricos, que a su vez ya eran conocidos en la India y en China, donde se aplicaban con procedimientos

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menos rigurosos. El primer manual de aritmética que utiliza el principio posicional (es decir, aquel principio según el cual el valor del símbolo "5", por decir alguno, se define por e! lugar que ocupa en la cifra), es el que compuso Muhammad lbn Musa Al-khwarizmi (c. 780-c. 850), matemático y astrónomo persa que vivió en Bagdad durante la primera época dorada de la ciencia islámica. Su libro sobre matemáticas elementales llamado Kitab aljabr toa almuqabalah (El libro de la integración y la ecuación) se tradujo al latín en e! siglo XII y dio origen al término "álgebra" (por aljabr). El Kitab aljabr es una compilación de reglas para encontrar soluciones de ecuaciones lineales y cuadráticas, para la geomerría elemenral y para aplicarla a los complejos problemas de sucesiones hereditarias y sus proporciones, y multitud de aplicaciones para las necesidades de la sociedad civil. Iba mucho más allá de donde Diofanro había dejado la disciplina en el siglo IlI. Al-Khwarizmi no sólo legó a Occidente la palabra álgebra, sino que escribió también un tratado llamado "Acerca del arre hindú de! cálculo", luego traducido al latín como "Algorirmi de numero Indorum", que dio origen al término algoritmo, que se utilizó para designar todo el sistema de la aritmética decimal basada en el principio de posición. No les voy a hablar de los múltiples matemáticos árabes, pero sí del más grande de codos, Ornar Kayyam (1048-

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La cámara oscura, con la que trabajó Alhazen. La formación de la imagen invertida se debe a la propagación rectilínea de la luz.

(al-Kimiya: "kirniya"es un derivado del griego "chuma", que significa "fusión del metal" o tal vez de la palabra egipcia "cherni", que significa "negro"), la alquimia como práctica tuvo su origen en el Egipto de la era tolemaica y fue recibida por el Islam con sorpresa y curiosidad. Alentados por el Corán (que promovía toda práctica científica y matemática), muchos hombres se propusieron convertir metales cualesquieraen oro, para poder atisbar así la voluntad divina. Tal vez el más importante de codos ellos, por su modo "científico"de encarar el problema, fuera jabir ibn-Hayyan, nacido en 760 y, por ello, testigo de la época más esplendorosa del imperio árabe. Geber (tal fue su nombre cuando se occidentalizé) era un gran admirador del pensamiento griego, no obstante lo cual se atrevió a contradecir al incuestionable Aristóteles: en un arrebato de valenda, afirmó que la doctrina de los cuatro elementos estaba equivocada, y que la naturaleza se componía solamente de dos elementos: azufre (agente de la combustibilidad) y mercurio (portador de las propiedades metálicas). Cualquier metal bajo difería de! oro únicamente por las inexactas proporciones de mercurio y azufre; trocarlos en oro sólo era una cuestión de recombinarlos adecuadamente. Pero Geber estaba convencido de que para lograrlo se necesitaba un catalizador, un compuesto capaz de acelerar e! proceso y que quedaría intacto al terminar: un elixir, que no sólo

tendría la propiedad de trocar en oro cualquier metal sino también de curar enfermedades incurables, inducir la juventud permanente o la vida eterna. El elixir, o la piedra filosofal, fue uno de los grandes protagonistas de la historia de la alquimia. La búsqueda del oro seguía siendo infalible a la hora de convencer a personas para que se dedicaran a la alquimia. Al-Razi es el otro gran caso del imperio árabe. Repentinamente interesado por la medicina gracias a una amistad enrablada con un farmacéutico, Al-Razi, un persa que vivió en Bagdad en e! siglo X, escribió El secreto de los secretos, una obra en la que, lejos del misticismo de su título, se encargaba de describir minuciosamente los experimentos químicos que había llevado a cabo a lo largo de su vida y de clasificarcientíficamente las sustancias. En su búsqueda de la clasificaciónde los elementos, Al-Razi agregó al azufre y al mercurio "jaberianos" la sal, ya que, según decía, no era volátil ni inflamable. A esta altura del partido (o, mejor dicho, de! fascículo)ya es posible remarcar que dentro de todas las aspiraciones imposibles de la alquimia se estaban discutiendo también algunos temas importantes de la química. Pero no todo el mundo lo veía así, sobre todo porque, cuando se hablaba de producir oro, nadie se interesaba por e! aspecto científico de la cuestión. Se dice que Al-Razi le envió al emir de Khorassan, al nordeste

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de Persia,un tratado de alquimia en el que se explicaba la receta para obtener oro y que el emir, intrigado, lo llamó a la corte para que hiciera el experimento públicamente. El resultado fue tan desalentador que e! emir, enfurecido, golpeó brutalmente al pobre Al-Razi en la cabeza con su propio libro con tal violencia que, según la leyenda, fue la causa de la ceguera que acompañó al alquimista hasta su muerte, en el año 930. La pregunta, enconces, es: debajo de toda la superficie mística y mágica, ¿los alquimistas estaban desarrollando una nueva teoría de la materia? En cierco modo, sí: al fin y al cabo, la alquimia partía de un principio diferente del contemplativo-descriptivo; se preguntaba qué conocimientos podían dar dominio sobre la naturaleza para manipularla y encontrar el elixir de vida o la piedra filosofal. Pero más allá de este objetivo inalcanzable, y tal vez de manera lateral, se alcanzaba el conocimiento de productos como el alcohol, e! agua regia (ácido nítrico y ácido clorhídrico) y diversos ácidos y álcalis. Así, la práctica alquímica produjo una gran cantidad de información útil, aunque la teoría alquímica propiamente dicha tenía poco que ofrecer a la nueva química, que comenzó a surgir recién en el siglo XVII.

La medicina Desde el siglo IX. los médicos árabes tenían acceso a las colecciones de Gale-

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"El pensamiento, ahora, no se ocupará de lo que Dios podría haber hecho sino de lo que efectivamente hizo: la naturaleza sigue siendo un objeto creado por Dios pero encierra . ." sus propIos mecanismos

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poco va corroyendo las fronteras sociales basadas en la sangre y en la tierra. Y, lo más importante, la burguesía mira hacia el futuro. Este proceso fue lento y, si ustedes quieren, no se completó del todo hasta el siglo XVIII, muy lejos del momento en que les hablo. Pero la ciudad y su crecimiento contribuyeron a fortalecer el proceso de abstracción, la reducción a las medidas y a las contabilidades, enormemente simplificada por la irrupción de los números arábigos, gracias a, enrre otros, Leonardo de Pisa (Fibonacci) . Desde mediados del siglo XI, las Cruzadas (que si bien no fueron sino sangrientas expediciones de pillaje, en las que los piadosos caballeros cristianos cometieron una suma de barbaridades tan larga, aun para los estándares de la época, que nos llevaría un fascículo entero contarlas, pero que también enriquecieron a los banqueros venecianos e italianos en general, que prestaban el dinero para financiarlas y se veían favorecidos por el comercio que se incrementaba a través del Mediterráneo), las Cruzadas, decía, permitieron como "efecto colateral" la interacción entre el Oriente ilustrado, y el Occidenre incivilizado, pero en rápida evolución y cambio. Casos y cosas que tratan, por un lado, de introducirnos en un relato que acompañe más o menos a la historia, intentando atrapar su inverosímil multiplicidad y

capturar procesos que a veces nadan de manera confusa y desconectada, y, por el otro, de encontrar una dirección, un sentido, que muchas veces es pura reconstrucción. Por ejemplo: ninguna de las mejoras técnicas se derivaba de la investigación o el pensamiento científico, pero instalaron la idea de la innovación racional. Los artesanos e ingenieros todavía anónimos serán los precursores de Roger Bacon, Leonardo y Galileo. Nuestro problema -y supongo que será el tema central de este fascículo, o de lo que queda de él- es ver cómo se dio ese proceso, cómo, en medio de esca atmósfera, el pensamiento evolucionÓ desde la patrística hasta el triunfo del pensamiento experimental y la crítica racional.

niendo cada tanto mediante milagros ... Es una fisura que permite investigar al mundo como si fuera una cosa más, e incluso podría pensarse que encontrar la manera de funcionamiento del mundo era glorificar la Creación, del mismo modo que las ideas platónicas fueron identificadas por los teólogos cristianos con los pensamientos de Dios, que no necesita intervenir a cada instante, como Zeus con el rayo o Poseidón con los terremotos. Lo dicen casi textualmente los hombres de Chartres: Guillermo de Conches (1080-1145), en su Filosofi« de! mundo, atacaba aquellas interpretaciones de la Biblia que le parecían irracionales. Según él, el espíritu humano debe buscar la inteligibilidad en todas partes utilizando sus propios recursos:

Desde Chartres le contestan a Pedro Damián

Si una cosa que afirma la sagrada escritura escapa a la razán, debemos encomendamos al Espiritt« Santo ya lafl, pero primero hay que razonar y 110 hay que abandonarse a la pereza.

Lo cierto es que a partir del siglo XI o XII, la atmósfera intelectual comienza a cambiar; por ejemplo, los hombres de la escuela de Chartres (fundada por el obispo Fulberro en 1028, como anexo a la catedral) y considerada por mucho tiempo como el principal centro intelectual de Europa, creen en el progreso y Bernardo de Chartres (siglo XII) llegará a decir:

Si vemos más lejos, esporque estamos montados en hombros de gigantes. Lo cierto es que la teología judeocris-

Tan sólo un siglo atrás, algunos pensadores se habían alarmado ame el despertar racionalista y de la dialéctica, y así, un energúmeno como Pedro Damián (1007-1072) (santificado luego), tronaba contra los dialécticos y aconsejaba que les arrancaran la lengua (procedimiento muy de acuerdo con la Fe), sosteniendo que Dios, en su omnipotencia, está por encima de la lógica.

tiana dejaba un resquicio: Dios crea al mundo y luego se aparra de él, intervi-

¿Puede Dios hacer que Roma 120 haya sido fimdada, habiendo sido fundada?, se

120

Así debía verse una de las tantas ciudades medievales a las cuales algunos siervos tenían la suerte de escapar.

pregunta San Pedro Damián, y su respuesta es obviamente que sí. Guillermo de Conches, desde Chartres, parece responderle directamente: "Lo que importa no es el hecho de que Dios haya podido hacer esto o aquello, sino examinar esto o aquello, explicarlo racionalmente, mostrar su finalidad y su utilidad. Sin duda Dios puede hacerlo todo, pero lo importante es que haya hecho esta o aquella cosa. Sin duda Dios puede hacer un novillo de un tronco de árbol, como dicen los rústicos, pero ¿lo hizo alguna vez?". Es todo un programa de conocimienro, casi equiparable al destierro de los dioses Llevado a cabo por Tales. El pensamiento, ahora, no se ocupará de lo que Dios podría haber hecho sino de lo que efectivamente hizo: la naturaleza no deja de ser un objeto creado por Dios, pero a partir de ahora se reconoce que encierra sus propios mecanismos (también creados por Dios, claro está). En conclusión, los hombres de Chartres son platónicos, pero de un platonismo naturalista; en Platón ven una concepción racional de los fenómenos físicos, e intentan una indagación directa y concreta de los fenómenos de la naturaleza. Así como para San Agustín las causas naturales carecían de interés, ya que no tenían otro fin que conducir a la causa primera (Dios), para la gente de Chartres son causas operantes. Y así es como, al lado de Platón, estudiaban a Galeno.

Nacen las universidades y los universitarios Todo cambiaba: además de las escuelas catedralicias como Chartres, empezaban a surgir entidades intermedias más o menos independientes del poder eclesiástico. Entre otras cosas, la oleada de traducciones de escritos del mundo antiguo requirió instituciones apropiadas como las universidades, que originalmente eran asociaciones gremiales de estudiantes o de maestros. Primero fue la de Bolonia (1158) y luego vendrían París, Oxford (1167), Cambridge (1209), Padua (1222), Nápoles (1224), Salamanca (1227), Praga (1347), Cracovia (1364), Viena (1367) y Sto Andrews (1410). Hacia 1500, el número de universidades había llegado a 62. Al principio, no fueron gran cosa: el plan de estudios se determinaba sobre la base de las siete artes liberales. Las tres primeras o trivium eran la gramática, la retórica y la lógica, y se dirigían a enseñar al alumno a hablar y escribir correctamente en Latín. Después venía el quadriuium, integrado por la aritmética, la geometría, la astronomía y la música. Sólo después de esto se podía estudiar filosofla y teología. El derecho (Bolonia) y la medicina (Salerno) se encuadraron en otras facultades o escuelas, pero ni la historia ni la literatura encontraron su Lugar.A esta notable omisión se debe la reacción humanista durante el Renacimiento contra todo el sistema escolástico.

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En la práctica, la ensefianza de la ciencia era muy escasa. La aritmética consistía en la numeración; la geometría en los tres primeros libros de Euclides; la astronomía iba poco más allá del calendario y del modo de calcular la fecha en que cada afio caerían las Pascuas; física y música eran muy elementales. Había muy poco contacto con la naturaleza y con las artes prácticas. Pero con el correr del tiempo se convertirían en los centros de pensamiento y producción filosófica, por su misma naturaleza, cada vez más seculares, y su lenguaje y modos de pensar son los que constituirán la escolástica.

La escolástica tiene mala fama

y es injusto Es verdad que la escolástica tiene mala fama (especialmente propagada por los hombres del Renacimiento), pero resultó protag6nica entre los siglos IX y XII y fue por allf, a partir del siglo XI, donde se filtró poco a poco 10 que más tarde se llam6 teología racional, que empezó a minar subversivamente el viejo dicho de que "la filosofía es una simple esclava de la teología". La palabreja venía del viejo término griego, scholastikos, que se utilizaba para designar a un filósofo profesional y que designaba, en las más tempranas escuelas religiosas cristianas, al director: scholasticus. y se puede rastrear hasta el renacimiento carolingio. Aunque ya para el siglo XV la esco-

lastica se estancaría en discusiones sobre minucias sin sentido (por lo menos para nosotros), refrescó y puso en primer plano la discusión y el debate racionales (principalmente mediante la dialéctica, que significaba, precisamente, discutir con argumentos y contraargumentos, lo cual alarmaba tanto, y con razón, a San Pedro Damián). Ya Escoto Erígena, sucesor de Alcuino en la Escuela Palatina de Carlomagno, proclamaba que la filosofía era la búsqueda de Dios, y por lo tanto, no era diferente de la religión, pero que alcanzado el conocimiento de Dios, la razón, asistida por El, tiene un pape! en la indagación crítica para discernir la autoridad verdadera de la falsa. Les cuento de paso que e! mundo que describía Escoto Edgena estaba constituido por los cuatro elementos; incluso llegó a enseñar el sistema cosmológico de Heráclides Ponto, en el que Mercurio y Venus giraban alrede-

dor del Sol y, parece, lo extendió a orros planetas como Marre y Júpiter, en una premonición de lo que medio milenio más tarde haría Tycho Brahe. Aunque quizá lo hizo porque, simplemente, no conocía a Tolomeo. Bueno, pero esto fue una muy pequeña digresión: también fue el pensamiento escolástico el que recibió las obras de Aristóteles y logró conciliarlas con el dogma. Y fue dentro de la escolástica donde se dio el movimiento que llevaría por un lado a la ciencia experimental, y por el otro a la crítica científica racional.

diciones para el nacimiento de la ciencia moderna. Pero trataremos de desbrozar el camino poco a poco, ya que la historia de la ciencia, como la historia en general, es confusa, y no tiende a fines (no se dirige, por lo menos conscientemente a ningún lugar en especial), y muchas veces se detectan líneas de evolución, cambio o pensamiento (y de retroceso, por qué negarlo), que sólo existen en la cabeza de! volátil autor de estas páginas, a quien le gusta imaginarse sentado en una taberna, siguiendo los preceptos de Ornar Kayyam, aunque no hasta e! extremo de no poder seguir escribiendo. Tampoco al pie de la letra, ya que aquí venden cerveza caliente, pero para el caso es lo mismo. Del fondo provienen unos cantos rasposos:

111 taberna quando sumus, non curamus quid sir humus, sed ad ludum properamus, cui semper insudamus. Quid agatur in taberna ubi nummus estpincerna, boc est opu.s ut queratur, si quid loquar; audiatur:

III En la taberna La ciencia experimental y el análisis científico racional, que no es sino la aplicación de las matemáticas a las teorías científicas ... Cuando estas dos vertientes se juntaran, y se cortara el lazo entre razón y fe, esrarían dadas las COI1-

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Quidam ludunt, quidam bibunt, quidam indiscrete uiuunt. Sed in ludo qui morantur, ex his quidam denudantur quidam ibi uestiuntur; quidam saccis induuntur:

"La escolástica tiene una mala fama

propagada por los hombres del Renacimiento, pero es por allí por donde se filtró la teología racional que poco a poco minaría el viejo dicho de que la filosofía es la esclava de la teología" lbi nullus timet mortem sed pro Baccho mittunt sortem. que, con esfuerzo, logro traducir rápidamente: Cuando estamos en la taberna, No pensamos sobre cómo iremos al polvo, Sino que nos apuramos a jugar, Lo que siempre nos hace sudar. Lo que pasa en la taberna, Donde el dinero es anfitrión, Bien puedes preguntarÚJ YoÍr ÚJque digo. Algunos juegan, otros beben, Otros se comportan libertinamente, Pero de aquellos que juegan, Algunos están desnudos, Otros con ropa, Algunos se tapan con sacos, Aquí nadie teme a la muerte Sino que se echa la suerte en honor a Baca. En una mesa distingo a un grupo de estudiantes que bromean en latín (obviamenre, ya que provienen de todas partes de Europa y el larín es la única lingua franca) y toman hidrorniel..., algunos acusan a un joven de melancolía o tristitia, nada más y nada menos que de negarse a gozar de los bienes espirituales que tanto abundan en la taberna; los más alegres, o los que tomaron más cerveza, tratan de seducir a la rechoncha tabernera.

La música del fondo continúa, y alcanzo a ver que proviene de un grupo de goliardos zaparrastrosos (algo así como clérigos-bardos) que, abrazados, continúan entonando canciones con el grueso humor medieval:

O, ó, ó totus flore-ó,

iam amare uirginalis tONISarde-á, nOIllIS,novas, nouis amor est, qua pe-reo. Sin sospechar que mil años más tarde Carl Orff las retomaría en su Carmina Burann. Pero me dejo llevar por la conversación de los estudiantes, que en medio del barullo comentan los conflictos que enfrentan a alumnos y profesores en la Universidad de París. Aunque el larín del volátil autor de estas páginas es bastante flojo, le alcanza para entender que poco a poco la charla va derivando hacia una discusión profunda sobre el que probablemente será el gran tema de la filosofía medieval: la querella de los universales.

El nombre de la rosa Algunos de ellos son realistas y piensan que los términos universales son preexistentes a los individuos particulares (es decir, que hay una rosa universal que preexiste a las rosas particulares); otros, nominalistas, sostienen que son los individuos particulares sumados los

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que construyen los términos universales que son sólo nombres, recursos lingüísticos: son las rosas de este mundo las que generan el universal "rosa". La dis- . cusión no es menor, puesto que tiene consecuencias para el dogma: aceptar la postura nominalista implicaría que cada uno de los integrantes de la Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) es un individuo separado, lo cual conduciría al politeísmo. No es casual que los estudiantes alcen el tono de voz y se acusen los unos a los otros. Pero el dogma cristiano, que es omnipresente, no es lo que nos interesa aquí: si la Trinidad esto o la Trinidad aquello no nos afecta especialmente; lo que sí hay que señalar es que los nominalistas, al jerarquizar los objetos individuales, incitan a estudiarlos natural o experimentalmente; los realistas, al poner el acento en las ideas, tenderán hacia las matemáticas y la lógica. Las dos vertientes, otra vez, que tarde o temprano terminarán por juntarse. El otro gran tema medieval fue el de las relaciones entre razón y Fe: ¿cómo conciliarlas?, ¿cuál es superior a cuál? Este asunto ... pero un momento; oigo mencionar a Aristóteles ... para variar ...

La vuelta de Aristóteles Efectivamente, están hablando de sus textos y burlándose de la absurda prohibición del obispo Tempier. Dicen que la reintroducción del pensamiento grecoárabe, realizada a través de verdaderas

Santo Tomás de Aquino, de CarIo Crivelli (1435-1495).

empresas de traducción (como la que funcionaba en Toledo, reconquistada por los cristianos en 1085, y que uno de ellos asegura haber visitado) representa un viento nuevo para el pensamiento, en especial por los problemas que produce: muchas de las tesis de Aristóteles son heréticas, dicen algunos, como la eternidad del mundo, que contradice la creación, o la necesariedad del mundo, que contradice la omnipotencia divina y precisamente por eso, argumentan otros, fueron condenadas por el Papa y prohibidas en 1277 por el

obispo Tempier en París. Otra digresión: uno de los principales agentes de la vuelta de Aristóteles fue Averroes (así fue "traducido" su verdadero nombre, Ibn Rushd, en el medioevo) (1126-1198), el mayor filósofo musulmán. Su estilo librepensador lo enfrentó con la ortodoxia religiosa y le valió persecuciones y hasta el exilio. Buena parte de su vida la dedicó a comprender la obra de Aristóteles, "la más alta perfección humana". Según él, la revelación divina y la filosofía trabajaban en distintos planos, lo que impedía que se produjeran choques entre ambas. La filosofía tiene prácticamente el valor de una religión para quienes estén más preparados intelectualmente. Según Averroes, y esto es muy interesante porque muchos creyentes "racionalistas" utilizarían el argumento, Dios es un principio de racionalidad y no un demiurgo caprichoso capaz de cual-

quier cosa. Es importante comprender este argumento porque permitirá a muchos intelectuales continuar con sus investigaciones sin tener que enfrentarse con la religión o con su propia necesidad de creer en Dios, a quien Averroes identificó con el primer motor inmóvil aristotélico. Bueno, la cuestión es que el impacto de la filosofía de Aristóteles fue tremendo. Es posible que se debiera al esfuerzo de un puñado de científicos, y no hay que descartarlo, pero también al espíritu de crecimiento (y al crecimiento real) de Europa, a la actitud más secular que provenía de las ciudades, atentas a sus negocios más que a la doctrina cristiana. También puede ser que los márgenes del dogma cristiano fueran sentidos como asfixiantes en una sociedad de filósofos y pensadores (y tal vez científicos, por qué-no) que queda ver más lejos montándose en hombros de gigantes, y Aristóteles era un gigante, por cierto. Desde ya, los nuevos textos avivaron la lucha que nunca terminaba entre razón y fe, porque, como bien señalaban los estudiantes, estaban plagados de ideas que se llevaban mal con el dogma cristiano. El pensador medieval, entonces, se ve(a obligado a enfrentar un conflicto central. Si la cosmologíacristiana se basaba en la fe y la nueva ciencia se había de basar en la razón, ¿cómo conciliarlas,teniendo en cuenta que los tiempos no da-

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ban pata abandonar a -o por lo menos despreocuparseun poco de- la primera La ciencia había nacido de la separa ción entre razón y fe; luego la segunda había triunfado y ahora se trataba de hacerlas convivir padficamenre. Fue Tomás de Aquino (1225/61274), probablemente el más grande d los filósofos escolásticos, quien logró introducir a Aristóteles dentro del dog ma, Se ordenó fraile dominico y estudió con Alberto Magno, uno de los aristotélicos más famosos de la época. Su gran logro fue convencer a la Iglesi de que el sistema de Aristóteles era pre ferible al de Platón como base de la filosofía cristiana. La razón natural -dice Tomás- es de ficiente en las cosas de Dios: puede probar algunas partes de la fe, pero otras no; puede probar, por ejemplo, l existencia de Dios y la inmortalidad d alma, pero no la Trinidad, la Encarnación o el Juicio Final. Tomás sostiene que es importante separar las partes de la fe que se pueden probar por la razó de las que no, tomando así la senda de la teología racional. La razón se torna esencial para los ignorantes. La filosof de Aquino coincide con la de Aristóte les, con la particularidad de adaptar el pensamiento del Estagirita al dogma cristiano con mínima alteración. En SI tiempo fue considerado un atrevido in novador; incluso después de su muerte muchas de sus doctrinas fueron conde nadas por las universidades de París y

Oxford. Gracias a él, el escolasticismo dio un paso decisivo al incluir los textos aristotélicos.

La escuela de Oxford y el resurgimiento de la empiria Con codo este asunto de la teología racional, dejé de lado el problema del empirismo, que pensaba tratar primero; quizá me distraje con los estudiantes que discurían a Aristóteles y sus argumentos: es maravilloso cuando en un fragmento de conversación uno encuentra la síntesis de una época. En realidad, cree encontrar, ya que la síntesis de una época (y no quiero iniciar una discusión escolástica) raramente existe, pero noten que no me animé a decir "no existe". Es difícil moverse en medio de todas estas sutilezas teológicas y dialécticas, pero es notable que la línea empírica haya provenido de los principales opositores al aristotelismo: los franciscanos, que luchaban por el poder intelectual contra los dominicos y su teología racional. Tuvieron dos centros: París y Oxford; en París, prevaleció una corriente principalmente mística; en Oxford, una tendencia platonisra que los relaciona con los hombres de Chartres; curiosamente, esta tendencia platonista se combinará con un vivísimo interés por los fenómenos naturales.

Un mundo de luz Roben de Grosseteste (1175-.1253) no renegó del dogma y aseguraba que

"la verdad de las cosas consiste en su conformidad con el Verbo", aunque esto no le impidió observar el mundo material con interés y, bebiendo del agua de Tales, armar una verdadera cosmogonía basada en la luz, considerada como forma primera y lugar de todas las sustancias. El Universo puede ser reconstruido racionalrnente partiendo de un punto desde el cual irradia la luz. Naturalmente, esta cosmogonía colocaba a la óptica por encima de todas las demás disciplinas, y pretendía explicar todos los fenómenos por medio de líneas, ángulos y figuras geométricas simples. Con ello, apelaba ampliamente al principio aristotélico según el cual la naturaleza realiza siempre sus fines con el máximo de economía o, con sus palabras, "la naturaleza actúa según el camino más corro posible". Lo cual tenía sus connotaciones epistemológicas: Grosseresre, como buen cienrífico, se ocupó de reflexionar sobre el método y llegó a sugerir que se utilizara la falsificación: luego de hallar, por la clasificación de los hechos y por un acto original de intuición, las posibles causas de un fenómeno, pueden eliminarse por deducción todas aquellas en las que algunas de sus consecuencias resultaran contradictorias con la lógica o con nuevas observaciones. El método sirvió para dar algunas explicaciones vagas, como que "el cometa

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es un fuego sublimado, separado de la naturaleza terrestre y asimilado a la naturaleza celeste, especialmente a la de los siete planetas" o que el arco iris es el producto de la intervención de dos refracciones en una nube convexa, la segunda de las cuales se produce en el Ifmire entre la parte menos densa de la nube y la más densa de la llovizna. Como buen platónico, Grossereste creía que la naturaleza se esconde y engaña y que sólo en la matemática puede encontrarse una verdad incorruptible y absolutamente cercera. De hecho, consideró a las ciencias físicas como subordinadas a las ciencias matemáticas, en el sentido de que sólo ellas podían dar la verdadera razón de los hechos ffsicos observados. Pero al mismo tiempo derivó el principio fundamental de su método de Aristóteles, aunque desarrollándolo de una forma más completa. En fin: podría decirse que unió tempranamente yen apretada síntesis a Platón y Aristóteles y por eso se lo considera como fundador de la tradición del pensamiento científico en la Oxford medieval.

Submarinos y máquinas voladoras Este "platonismo científico" ruvo su corolario en el discípulo más célebre de Grosseresre, Roger Bacon (1214-1294), quien, a pesar de haber realizado algunos experimentos, no dejó de ser un medieval auténtico y un teólogo antes

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que nada. Aunque, como su maestro, entre discusión y discusión sobre la naturaleza de Dios, lanzaba frases sorprendentes, como la de que "nada puede conocerse de las cosas de este mundo sin saber de matemáticas" (tal vez evocando aquello que estaba escrito en la entrada de la Academia platónica) 0, contradiciéndose a sí mismo, la de que "el razonamiento nada prueba; todo depende de la experiencia". En rigor, Bacon fue un experimentalista que reconoció, tempranamente, la importancia de las matemáticas como herramienta de conocimiento. Este intento de conciliación entre 10 racional y lo experimental es fundamental, puesto que en él se basa una gran parte de la ciencia moderna: Los Latinosya han echado las bases de La ciencia en fa que se refiere a las lenguas, a fa matemática y a Laperspectiva; yo ahora quiero ocuparme de Las bases suministradas por Laciencia experimental, pues sin experiencia nada puede saberse suficientemente. {...j Si algaim que nunca vio fuego prueba mediante el razonamiento que el fiugo quema, altera Las cosasy Las destruye, el espíritu del oyente no quedará satisfecho con ello y no evitará elfi~ego antes de haber puesto en él La mano o una cosa combustible para probar mediante la experiencia lo que le enseñó el razonamiento. Pero una vez adquirida Laexperiencia, el esplritu se siente seguro en La luz de La verdad.

De manera que el razonamiento no basta, hace falta Laexperiencia. Razonamiento y experiencia: ambas cosasvan de la mano. Pero les mentiría, y convertiría a Bacon en algo que en realidad no fue, si no les mostrara que fue sin lugar a dudas un hombre de su tiempo. El desarrollo de la ciencia experimental, creía, tendría que ser aprovechado por la Iglesia en provecho propio, por ejemplo, para luchar contra los infieles y conjurar los peligros que la amenazaban. Tendrían que fabricarse barcos sin remeros, carros automóviles, máquinas voladoras, aparatos para viajar por el fondo del mar, puentes colgantes e instrumentos que permitieran leer a distancias increíbles. A pesar de que -contrariamente con lo que hizo Leonardo da Vinci- estas ideas no fueron acornpañadas por investigaciones, parece casi seguro que Roger Bacon conocía la pólvora y posiblemente inventó los anteojos, ya que estuvo muy inreresado por las combinaciones posibles de lentes y espejos cóncavos. También fue un precursor de la fotografía, al usar la cámara oscura para observar un eclipse de Sol. y mientras yo me enredo en los intentos de Bacon y Grosseteste por entender la vacilante realidad, escucho que los estudiantes comentan la paradoja que tengo en mente desde el comienzo del fascículo y que no puedo explicarme de ninguna manera: fueron

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los aristotélicos los que siguieron la 1(nea de revalorizar la razón, y los platónicos como Grosseresre o Bacon quienes hicieron fuerza por las ciencias empíricas. Quizá no era una paradoja, y simplemente sucedía que platónicos y aristotélicos estaban siendo arrastrados por el espíritu de los nuevos tiempos, me digo, mientras yo mismo, insatisfecho con mi propia explicación, me veo también arrastrado por la somnolencia que da la cerveza hacia uno de los más grandes pensadores del Medioevo.

IV La navaja de Ockham Es así: ahora los estudiantes se han puesto serios y están hablando sobre Guillermo de Ockham. Tentado estoy de decirles que Ockham inspirada el personaje de Guillermo de Baskerville, en EL nombre de lit rosa, pero seguramente no me creerían. El canto de los goliardos se atenúa. Puedo escuchar claramente, entonces, lo que dicen los estudiantes sobre mi personaje favorito de la Edad Media. Me alegra que hayan abordado este tema, y más me alegra escuchar que todos sienten una admiración especial por Ockham, probablemente el primer gran responsable del corte definitivo con la discusión acerca de la relación entre fe y razón (lo cual le valió la excomunión del Papa y de la orden franciscana, a la que pertenecía). y es que Guillermo de Ockham

Guillermo de Ockham

(1284-1349) fue el pensador más importante del siglo XN europeo, el que

de alguna manera anuncia el final de la escolástica medieval y el que establece un nexo (temprano, por cierro) con lo que será la nueva ciencia que representará Galileo, doscientos cincuenta años más tarde. Había nacido en la aldea de Ockham, a unos 30 kilómetros de Londres, alrededor de 1280, e ingresado en la orden franciscana. Realizó sus estudios en Oxford, donde se vio influido por Roger Bacon y donde funcionaba, dicho sea de paso, una escuela que investigó y encontró grandes novedades en física y en la recría del movimiento; luego de escribir algunas de sus obras, es llamado en 1324 a Aviñón (entonces residencia de la corte papal) por el papa Juan XXII (1244-1334), para responder a una acusación de herejía; en 1328, cuando la cosa se pone espesa y los problemas teológicos se complican con los políticos (puesto que toma "la opción por los pobres" de los orígenes del franciscanismo en contra del despilfarro y la riqueza de la corte papal) se escapa y se refugia en Pisa bajo la protección de Luis VI de Baviera, a quien sigue después a Munich, donde muere en 1349 durante una epidemia de cólera. El pensamiento medieval, como vimos, se arrastró en medio del difícil problema de conciliar la razón y la fe. Mientras que algunos pensadores optaban por la fe lisa y llana, y negaban la posibilidad de la razón o la subordina-

ban a la teologfa y a la revelación, a partir del siglo XII, con la reintroducción del aristotelismo, se produjo un esfuerzo marcado por encontrar entre ambas una articulación aceptable tanto para la teología y el catolicismo papal omnipresente como para la "ciencia según Aristóteles", que pretendía llegar a la verdad a través de la observación y el razonamiento: vimos que fue Tomás de Aquino (1225-1274) quien le dio al aristotelismo patente de ciudadano en la Ciudad de Dios pretendida por la Iglesia (ciudad a la que el correr de los tiempos iba convirtiendo cada vez más en ciudad terrena). Pero no es de Tomás de Aquino sino de Ockham de quien hablan los estudiantes. Y me alegra, porque Guillermo roma una postura radicalmente diferente y opuesta a la de Tomás de Aquino: si

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éste había trabajosamente ordenado y jerarquizado las "verdadesde fe" y las "verdades de razón", para nuestro buen Guillermo no existe ni puede haber ninguna articulación entre ellas: la razón y la fe no tienen nada que ver, la teología y la filosofía(o la ciencia) se ocupan de cosas distintas, por caminos distintos y no pueden prestarse ningún apoyo mutuo (una separación que en su momento marcará claramente Galileo). Pero además, y a pesar de venerar a Aristóteles, rompe con el aristotelismo, negando la posibilidad de conocimiento universal: codo conocimiento se deduce de la experiencia con los objetos individuales, que luego puede o no plasmarse en ideas generales, que están en el pensamiento, pero no en el mundo. Afirmaba enérgicamente que la única fuente de conocimiento es la intuición sensi-

"Para Guillermo de Ockham no hay ni puede haber ninguna articulación entre razón y fe; la teología y la filosofía se ocupan de cosas distintas, por caminos distintos, y no pueden •

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prestarse nlngun apoyo ll1utuo

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ble, que nos pone en contacro inmediato con la realidad de los objetos individuales: sólo esa intuición está en condiciones de llevarnos a efectivos juicios de existencia. Todas las otras formas cognoscitivas derivan de la experiencia y encuentran en ésta su adecuada justificación. Es decir, establece un fuerte sentido experimental, que cuajará a través de Jean Buridan en la teoría del impetus, una descripción del movimiento que desbanca el temible y ya estrecho corset aristotélico sobre el tema, y que será la inspiración del joven Galileo para avanzar hacia la ley de caída de los cuerpos. Esto fue en relación con las disciplinas científicas, o la filosofía natural, pero no fue todo: en reorfa política proclama un dualismo parecido entre poder temporal (el emperador) y espiritual (el Papa); ambos no tienen nada que ver, y ninguno de los dos está sometido al otro; el Papa, por su pane, no es sino un príncipe de la Iglesia, es falible como cualquiera, y no es el árbitro de la verdad; los prfncipes temporales, por su parte, se ocupan de las cuestiones civiles y no tienen que rendir ningún tipo de pleitesía al Papa. No es extraño que tuviera que escaparse de Aviñón: en sus últimos escritos. reclamó la separación de la Iglesia y el Estado. avanzó singularmente hacia la tolerancia y la libertad de pensamiento ("fuera de la teología, cada uno debería ser libre de decir lo que le parezca y le plazca"), valores que ya prenuncian el Renacimiento, para el cual todavía falta un siglo.

En fin: fue un pensador múltiple y feraz que adivinó la tolerancia yel pensamiento libre, que enfocó los principales problemas de su época y la liberó de la pesada carga del dilema razón-fe. ¿Y la navaja de Ockham? Es una concepción que tiende a excluir del mundo y de la ciencia, en nombre de la economía de pensamiento, a todos los entes y conceptos superfluos, y ames que nada a los conceptos y los entes puramente metafísicos. En rigor, lo que él enunció fue que "no se debe multiplicar de manera innecesaria el número de los entes", y que cuando estamos ante dos teorías igualmente explicativas, se debe elegir la más simple. Tras pasar por su navaja, la idea de Dios es totalmente distinta: en tanto no podemos tener experiencia directa de su existencia sólo puede tenerse fe, y ésta no tiene nada que ver con la ciencia; de esta manera parece salvar finalmente la necesidad de congeniar constantemente la palabra de Dios con la naturaleza que se percibe. Las complejas disquisiciones teológicas empiezan a perder atractivo y el mundo comienza a ser el lugar en donde deben buscarse las respuestas. Así, pues, después de Chartres, Oxford, París y Santo Tomás de Aquino, y especialmente de Guillermo, la filosofía y el naturalismo dejan de ser "siervas de la teología", y se deslizan por esa fractura entre el mundo y Dios y, al hacerlo, no hacen otra cosa que ensancharla. Durante los siglos XlII Y XIV el rnéro-

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"

do experimental se extiende y aunque no baya producido grandes reorías, o teorías que más tarde se verían como ciencias del Renacimiento, abren la puerca para que las nuevas generaciones urbanas se ocupen de ellas.

La navaja de Ockham cortó de una vez por todas la ligazón entre razón y fe. El camino quedaba despejado.

V Finale Los estudiantes llegan a esta conclusión y se van. Ya es de noche y yo también debo irme, aunque me produce un poco de inquietud cruzar la puerta y salir a la noche medieval. Sin embargo, lo hago, y me sorprendo porque apenas pongo un pie en la calle una ffioro,pasó rozándome: he vuelto a mi lugar . .Ejnla esquina me asaltan, me quitan el ~lular y algunos párrafos qu.... e1r.rbía-escfuo y que no podré ya recuperar. Resuena en mi el canto de los goliardos:

o, ó, Ó Tottlsflore-ó Iam amare uirginalis Totus arde-á Nouus 1I0VUS 1I0Vlts amor esr

Quo pi-reo. Quo pi-reo .... Colaboré en este fascículo Nicolás Olszevicki

9. De la Edad Media al Renacimiento

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Un navegante afortunado Los humanistas No hay tutfa Volar es para los pájaros El martillo de las brujas El prestigio del demonio

De la Edad Media al Renacimiento

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ueno, me COStÓ bastante -y no sé si lo conseguí- tratar de sintetizar el desarrollo de las ideas científicas medievales, con sus sutilezas teológicas, con el realismo y el nominalismo, con la famosa navaja que finalmente iba a cortar el vinculo vicioso entre Razón y Fe, con palabras por momentos parecidas a las que más tarde usará Galileo: palabras que, de alguna manera, comenzaron a establecer,ya en el siglo XIV, un nuevo clima basado en la combinación de racionalismo y mentalidad experimental, las dos herramientas de! pensamiento que acompañarían e! crecimiento de Europa, y la conducirían a la Revolución Científica. Ojo: no es que Guillermo de Ockham inventara e! mundo moderno, sino que, al revés, creó su navaja, porque el mundo moderno ya estaba invenrado o, mejor dicho, estaba inventándose en e! corazón de! orden medieval. No quiero caer en el reduccionismo econornicista o sociologista, pero es obvio, creo, que las ideas se fraguan y fructifican solamente -¿solamente?- cuando el terreno es fértil. Ockham puso, a disposición de los científicos por venir, el escalpelo con el que cortar definirivarnente con una época en la que la religión se entrometía constantemente en la observación del mundo. Naturalmente, los factores que contribuyeron a la aparición de una nueva cultura fueron muchos, pero me gustada destacar dos: por un lado, la deca-

dencia del Papado y el Imperio, los dos principales actores políticos medievales, en favor de las monarquías nacionales, las signorias y los principados italianos y alemanes; por el otro, la emergencia y consolidación de una nueva vida ciudadana y una nueva clase, la burguesía, por ahora más mercantil que industrial. Ambos favorecieron la ruptura del orden socialfeudal, en el que cada persona ocupaba un lugar fijo e inamovible en un sistema toral, y permitieron que se fuera gestando una perspectiva que otorgaba más elasticidad, movilidad, protagonismo y libertad al individuo. Noten que no digo "el sujeto". Así es como nos aproximamos al Renacimiento (un período que podemos ubicar más o menos entre la segunda mitad del siglo XIV y finales del siglo XV), con alegría, rotundamente. Aunque sé que no fue así, no puedo dejar de imaginar a la Edad Media iluminada por la luz mortecina del atardecer de invierno, y a la Florencia renacentista, pletórica por el sol de un mediodía primaveral. Insisto en que no fue así, y que es sólo producto de mi imaginación, o de la del volátil autor de estas páginas, que también soy yo, que ni siquiera vuela por su cuenta, sino que se deja llevar por la imagen que forjaron los propios renacentistas. En realidad, al abordar este período, nos vemos enfrentados al eterno problema de la ruptura y la continuidad: ¿es el Renacimiento una continuación y desarrollo

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de las fuerzas que ya se manifestaban en siglos anteriores, o hay una ruptura más o menos radical? Si nos pusiéramos en la cabeza de los renacentistas, la respuesta carecería de cualquier tipo de ambigüedad: así como les decía que los medievales no sabían que lo eran, los hombres de! Renacimiento fueron muy conscientes (y se esforzaron para dejarlo en claro) de que estaban viviendo una nueva etapa del pensamiento y la cultura, una etapa que chocaba de manera radical con las corrientes filosóficasy científicas de los siglos medievales. En rigor de verdad, la fama de la Edad Media como un período negro para la historia de la humanidad (fama que, si se cortara en el siglo XI, estaría sensatamente ganada) nace con el Renacimiento, cuando los intelectuales, en especial los italianos, deciden que entre la antigüedad clásicay ellos se interpuso una etapa de oscuridad y retroceso. ¿Era esto cierto? ¿Estaban los renacentistas forjando una revolución cultural? En realidad, es muy difícil saber cuándo se está viviendo una verdadera revolución cultural: pensemos en nosotros mismos, que hoy percibimos la aparición de Internet y las nuevas tecnologías como una ruptura radical, aunque acaso algunos historiadores, dentro de 200 años, lo vean como un eslabón más del proceso de expansión de las comunicaciones iniciado con el telégrafo en el siglo X1X.

La Universalis Cosmographia, del cartógrafo alemán Waldesmüller. Se trata del primer mapa que incluye el nombre de América para denominar el continente recién descubierto para Europa por Cristóbal Colón. El autor creía que había sido Américo Vespucio el primer europeo en pisar el "Nuevo Mundo".

Haya habido. una genuina revolución cultural e no, le cierto. es que la época del Renacimiento. configura el ascenso. de una sociedad burguesa a cuyas necesidades hay que atender: les artistas, ingenieros, hidrógrafos, arquirecros, inventores, no. esperarían a que fraguaran las grandes teorías y las poderosas herramienras de la Revolución Cienrííicadel siglo XVII, que obviamente no pedían imaginar, ya habitaban en el elusivo futuro, para actuar, desarrollarse y beneficiarse con la protección de los príncipes (en el caso de los italianos, muchas veces grandes señores banqueros o descendientes de banqueros, como los Médicis de Florencia). A le largo del siglo XV, la multiplicación de los grandes trabajos civiles y milirares reconfiguró el mapa y la teoría militar a partir de la invención, o descubrimiento e implementación, de la . pólvora, e impuso nuevos desafíos, que cambiaban por completo las artes y técnicas de la guerra; la publicación de traradas especializados, por otra parre, farniliarizó a los espíritus con esas ingeniosas máquinas que asociamos con Leonardo. da Vinci, pero que -recordém0510- deberíamos asociar también con las profecías de Roger Bacon en el siglo XIII sobre aviones y submarinos. No hay ni qué decir de la aparición de la imprenta, que multiplicó y abarató notablemente el costo de los libros: solamente en Venecia, la ciudad con mayor "mercado editorial" de Europa,

se publicaron 2 millones de ejemplares en el siglo XV. Pero. sí quisiera decir algunas cosillas sobre otro de los grandes acontecimientos de la época: el "descubrimiento." de América, que cambió la cosmovisión eurepea de una manera radical e insospechada.

Un navegante afortunado Hagamos una aclaración obvia: CeIón y los que lo siguieron no descubrieron nada o, en todo caso, "descubrieron" algo para los europeos en el mismo. sentido en que uno puede contarles a sus amigos que "descubrió" un nuevo resraurante, o que "descubrió" tal o cual ciudad durante un viaje. No. tiene sentido decir que "descubrió" un continente donde vivían noventa millones de personas. y éste es, también, el lugar de aclarar otro punto: alguien me preguntó si iba a hablar de la ciencia desarrollada por los mayas y los aztecas, y, cuando contesté que no, percibí un cierto disgusto, arraigado quizás en la necesidad de ser políticamente correcto: lo cierto. es que no sabemos demasiado sobre el pensamiento astronómico y científico en general de las grandes civilizaciones americanas, entre otras cosas porque los españoles se encargaron, en el "nombre de la verdadera fe", de quemar cuanto documento fuera combustible, y de destruir todo le que pudiera ser destruido. El "descubrimiento" de

América fue una empresa de saqueo yi pillaje de una escala pocas veces vista en la historia (que, dicho sea de paso, financió en gran medida el desarrollo europeo), y un pavoroso. genocidio, que no dejó en pie nada que podamos utilizar en nuestra historia. y ya que esramos con digresiones, vale la pena desarmar un mito que a veces, incomprensiblemente, persiste. La leyenda de Colón, que lo muestra come un visionario que sostenía que la Tierra es esférica ante la ignerancia de una época que la consideraba plana como un DVD, es una mentira flagrante. Como ya hemos visto cuando viajábamos por la Antigüedad, no. sólo. se conocía desde entonces la forma de la Tierra, sino que incluso se había medido su circunferencia; consecuenternenre, en la época de Colón la esfericidad de la Tierra ya era un hecho. perfectamente establecido (en el mismo año 1492 ya se hizo un globo terráqueo). Todo el mundo, o por lo menos todo el mundo ilustrado, sabía perfectamente que la Tierra es esférica y tenía una idea aproximada de sus dimensiones. Aunque, y no deja de sorprenderme, Copérnico, en su gran libro, cree necesario tratar el puntO y demostrar la redondez de la Tierra, unos cuantos años después; del viaje de Magallanes. Pero hasta tal punto se confiaba en la redondez de la Tierra, que en el año 1487 el rey Juan Il de Portugal-de acuerdo cen una comisión de expertos-

Colón conduce la barca de Carente.

J__~duS

, dos navegan'''_ Fernando

Dulmo y Joáo Estreito, para que navegaran hacia el Oeste intentando descubrir la isla de la Antilla, una isla que, según se creía, estaba en medio de La Mar Océano (como entonces se llamaba al Atlántico). Aunque la expedición de Dulmo y Estreito jamás regresó, nadie se permitía dudar sobre la redondez de la Tierra: el puntO de conflicto entre Colón y los "sabios de la época" era muy otro. Colón basaba su idea en una estimación completamente falsa -o por lo menos totalmente especulativa- sobre la distancia a cubrir entre Europa y las Indias navegando hacia el Oeste: el Gran Almirante sostenía que se trataba. a lo sumo, de 4500 kilómetros, y los geógrafos le contestaban que esa cifra era un disparate, en lo cual estaban mucho más cerca de la verdad que Colón. La. verdadera distancia es de diecinueve mil quinientos kilómetros, que con algunas variantes era una cifra que

manejaban los que se le oponían. Colón seleccionó mapas que favorecían su idea, y se basó también en afirmaciones un tanto arbitrarias de Marco Polo, el gran viajero del siglo XIII, según las cuales Japón estaba a dos mil quinientos kilómetros de la costa de China. También es posible que hubiera oído hablar de los viajes de los vikingos, que a partir del siglo X habían llegado a América por el Norte e incluso establecido una colonia permanente en lo que ellos llamaban "la tierra de Vinland". A partir de comienzos del siglo XIV; al bajar la temperatura, en lo que se conoce como "la pequeña edad de hielo", los viajes vikingos por el norte helado se hicieron imposibles. Lo cierto es que Colón manipuló cálculos y mapas de Alfageno, científico musulmán del siglo IX, y logró autoconvencerse de que Japón se encontraba sólo 4300 kilómetros al oeste de las Islas Canarias, cifra. completamente ridícula, porque según ella Japón estaba

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ubicado más o menos donde está Cuba. Esto era forzar demasiado la geografía de la época, y no es de sorprender que los cosmógrafos consultados por los reyes de Portugal y Castilla consideraran irrazonable la empresa. Naturalmente, ellos no podían adivinar que en el medio se iba a interponer la elegante figura de América. Pero tampoco lo adivinó Colón, que además, cuando la tuvo delante, fue incapaz de darse cuenta de que estaba en un nuevo continente y no en el Japón, como sostuvo hasta el final de su vida. Lo cual no quita que el "descubrimiento" de Colón, el haberse topado de casualidad con una tierra nueva y completamente desconocida (para ellos), cambiara para siempre la cosrnovisión europea: fue una ampliación de los horizontes, impulsó el desarrollo de las técnicas náuticas y geográficas, que ya estaban en plena evolución, y sobre todo significó un descentramiento del conocimiento que se reflejó, especial-

"Los humanistas reconocen en

la

naturaleza y en sus criaturas la revelación de la sabiduría y de la belleza de Dios, aunque lo separan de la naturaleza y habilitan el estudio de ella desde una perspectiva no religiosa"

)

mente, en las ciencias naturales: plantas, animales nuevos, culturas distintas, que aparte de ser explotadas hasta la extenuación y la muerte, ampliaron la cosmovisión vigente... y la ampliaron hasta tal punto de que las discusiones sobre si los indios tenían o no tenían alma (es decir, en el fondo, si eran o no eran humanos), moneda corriente entre los teólogos, recién fueron saldadas gracias a la bula "Sublimis Deus" del papa Paulo IlI, en 1537.

Los humanistas La verdad es que al volátil y deletéreo autor de estas páginas -o sea yole resulta muy diffcil dejar de ver la ciencia, el humanismo y el espíritu renacentista como una preparación para la Revolución Científica, en gran parte porque los métodos, desarrollos y observaciones de los científicos (y los artistas) de entonces no parecen estar tan subordinados a un esquema general como aquel en que se afanaban los medievales. Al fin y al cabo, ellos mismos definían su mundo como completamente nuevo y ensayaban respuestas nuevas para problemas como los que surgían de la aplicación de nuevas tecnologías, como por ejemplo los introducidos por la pólvora, tanto en las técnicas de guerra como en balística, como en medicina, a raíz de las heridas de combate producidas por este nuevo elemento bélico. Eran herederos de UD paradigma ge-

neral en disolución, y no tenían un paradigma nuevo y claro con qué reemplazarlo, aWlque con sus esfuerzos estaban contribuyendo a trazar sus líneas generales: habiéndose sacado de encima las cuestiones teológicas, como los conflictos entre razón y fe, apartados de las sutiles discusiones escolásticas entre realistas y nominalistas (y, no lo olvidemos, mientras los habitantes americanos morían masivamente en las minas de plata del Porost), el humanista, el científico, el artista y el técnico renacentista, muchas veces reunidos en una sola persona, iniciaron en serio la fusión entre ciencia experimental y matemáticas, entre la einpiria y la reorfa; construyeron una nueva manera de percibir el espacio, el tiempo y el mundo, que cimentará en la filosofía mecánica del siglo XVII y la Revolución Cienrffica. Pero nos equivocaríamos si pensáramos en los humanistas como hombres de ciencia hechos y derechos al estilo moderno. En el zigzagueante transcurrir de la historia, y de la historia de la ciencia, se mezclan lo nuevo y lo antiguo, lo decididamente novedoso y lo tradicional, la prodigiosa anticipación y la mera extensión de las investigaciones y el pensamiento de tiempos idos. Así, por ejemplo, los humanistas reconocen en la naturaleza y en sus criaturas la revelación de la sabiduría y de la belleza de Dios, aunque separ:Ula Dios de la naturaleza y habilitan el es-

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cudio de esta última desde una perspectiva no religiosa. Al mismo tiempo que la naturaleza se emancipa relativamenre de Dios, se puebla de genios, demonios y fuerzas espirituales, controlables y comprensibles por medio de las ciencias ocultas, en especial la magia, que tuvo un enorme desarrollo hasta bien entrado el siglo XVI. Si el mundo clásico, para los medievales, era motivo de nostalgia y de confirmación de la decadencia que veían alrededor, para los humanistas del Renacimiento resultó ser una especie de energizanre que los convencía a cada momento de la irreductibilidad de ese mundo al esquema construido por el cristianismo, Desconfiaron de que pudieran conciliarse lo medieval con lo moderno y descubrieron, así, la conciencia histórica de su propia época: rechazaron el latín corrompido de las universidades, la lengua de expresión por antonomasia de las discusiones sin sentido del escolasticismo tardío, y renunciaron a una restauración imposible del Imperio. Aunque leyeron con aplicación a los filósofos romanos, como Cicerón y Séneca, su horizonte cultural es más bien griego que romano: pretendieron fundar la nueva Atenas enFlorencia, el indiscutible epicentro de la renovación cultural (y recordemos que fundar una Nueva Atenas había sido el sueño irrealizable de Alcuino de York durante el breve renacimiento carolingio del siglo Xl).

Retrato de Paracelso, una de las figuras centrales del Renacimiento y de la

historia de la medicina, del pintor holandés Jan van Scorel (1495-1562).

Pero lo que más nos importa a nosotros es que los humanistas ayudaron a reestablecer, como lo había empezado( a hacer Tales de Milero unos dos mil años atrás, la plena autonomía de la naturaleza, de modo tal que apareciera como digna de ser estudiada no sólo de manera general sino también en sus estructuras parnc. ul ares (y aqul ,/vemos la influencia triunfante del nominalismo de Guillermo de Ockham). No es que el programa renacentista careciera de un trasfondo teórico general, pero, cada vez más, se fue cargando con las demandas de lo práctico: no se trata ya solamente de lograr una atractiva construcción inrelecrual que explique las cosas, sino, más bien, de obtener conocimientos que sirvan para la acción en e! mundo. Estos conocimientos técnicos son, precisamente, los que el intelectual renacentista se sienre autorizado a valorar gracias a su interpretación operativa, no contemplativa, de! saber. El nuevo enfoque, que exige la experimentación, tiende a transformar radicalmente el propio método de estudiar la naturaleza, renunciando de manera definitiva a hacer coincidir la ciencia con la investigación de teorías generales destinadas a explicar la totalidad del universo en un sistema cerrado y completo. Detrás de ese nuevo método, lo que se percibe es e! progreso de una visión individualista del mundo, que concede la primada a la experiencia personal, a la intuición

inmediata e incomunicable, al encuentro directo con lo real concreto. Isa masiva influencia de la ciencia y la lit \ura antiguas (es la época de los (les descubrimientos de los códices, la lectura de los clásicos en su versión original, y no a través de traducciones, o de copias de copias medievales corrompidas) apenas altera la convicción de! sabio renacentista de que es él el único y total responsable de todo, dado que lo que se les pide a los anriguas son, ante roda, hechos. El sabio del siglo XVI está convencido de abordar libremente la naturaleza con las únicas fuerzas de su genio. y sin embargo, ya pesar de lo que puedan pensar los humanistas, el Renacimiento debe mucho, pero mucho, a la Edad Media: de las universidades europeas medievales provienen los saberes desde los que emergen las teorías de los estudiantes del siglo XVI, aunque estos saberes ya no los limitan, sino que los estimulan a profundizar en el conocimiento de la naturaleza. Por todo 10 que conté en el fascículo anterior y estoy contando en éste, parecería que yo pienso que la ciencia moderna se construyó cuando e! espíritu experimental se consolidó frente a los grandes sistemas teóricos, o a los grandes sistemas complejos y completos que se heredaban de la Edad Media, y también de la Antigüedad. No fue así. La ciencia moderna no es simplemen-

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te un programa experimental: lo que ocurrió es que el método experimental fue tomado directamente y con continuidad de la Edad Media, como vimos, mientras la fuente teórica, en cuya base estaba la marematizacién -que también, como vimos, tuvo un importante arraigo en el siglo XIV- necesitaba un replanteo mucho más radical. O sea: hubo transiciones y continuidades. y hay dos personajes que, para mí, las encarnan bastante bien: Paracelso (1493-1541), el científico-mago, y Leonardo da Vinci, el científico-técnico. Hablemos un poco de ellos.

Paracelso: No hay tuda No sé-por qué me resulta tan desagradable este personaje, que es en general considerado una bisagra entre la medicina medieval y la moderna, entre la alquimia y la química: un típico renacentista. Hay quienes lo consideran pintoresco (lo era); bay quienes lo consideran extravagante (lo era); hay quienes lo consideran genial (¿lo era?), y hay arras que piensan, como yo, que sencillamente estaba loco de remate. Pero jugó su papel en esta compleja transición. Ya les conté, o no les conté, no recuerdo bien, que la medicina medieval se había desarrollado, si cabe el término, como una mezcla de saberes que combinaban la siempre presente medicina popular con el uso de oraciones, pedido de milagros e intervención di-

"Paracelso es considerado una

bisagra entre la medicina medieval

y la moderna, entre la alquimia y la química: un típico renacentista, aunque probablemente estuviera loco de)e opewloJ o::>![91e::>JHeJ] un 'OJJ1I11 -:>c!°relS!lU:;)::>l!U:>J SO!d01d SOIl! -eq1!red S;¡I UJmW 'Lg[ :>p :>lqm::>o;:¡p r€ 1'3: OWS!W 01 A 'J3: :;)pJ1:lqeq lJO :>p SOPllSUl!::> -eWJ01~1I-el OJod un ueJl-elS;¡ U;'I!qUJ'l:lS;¡p:>lsn ~nb o~ -uodns Á 'OllU l!pU::>-e opeuo!::>u:>w 191S!lVl! llUqWOU ou lOd JllZ;)dw:> l! ÁOAomo::> s;¡ ¡se 'ou:>nq A ::l[q!sod QZl:>I1JS;¡[d OpOl d:J!l{ '018 °IlAX Á lAX SO[S!SSO[ :lp U::>9Pu:>!::> U9!::> -u:>!wpeu:>'tl I:>PopU'C[qel1 'l.'loq-e -n[OA:>1-e:Js:>lue2!2 -el OfnPOld :lS s:>releA'I: 'elscq '~nb OlS!A~Jq1!q 'ou:>n

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"La ciudad de Wittenberg vista desde el Elba", dibujo del álbum de viaje del Conde Palatino Ottheinrich (1536).

cre se considere algo "así como así"...). los vasallos").Ahora bien: el concesionaHabía razones políticas, religiosasy rio de un feudo no necesariamente tenía hasta sexualessi se quiere. Sexuales... so- que ser una persona (del mismo modo bre esto, me gustaría decir algunas pala- que el feudo no necesariamente tenia bras. La historia del celibato sacerdotal que ser tierra, y podía ser un derecho de católico es bastante sinuosa y ambigua, mercado o de aduana), y podía ser un ente colectivo, por ejemplo, una ciudad. por cierto, pero tiene una fecha de iniO una institución, como la Iglesia Cacio precisa: en 1074 el papa Gregorio VII establece que toda persona que detólica, que fue el principal feudatario de sea ser ordenada debe hacer primero un Europa con, se calcula, un treinta por voto de celibato y, en 1123, el Concilio ciento de las tierras totales. de Letrán decreta que los matrimonios Así las cosas, no era del interés de la clericalesno son válidos e impone la Iglesia que un obispo, vasallo a su vez exigencia del celibato para el sacerdocio. del rey de Francia, intentara que sus hiLo que rara vez se dice es que esa prohi- jos (que podían o no ser eclesiásticos) bición, que tiene toda la apariencia de heredaran el obispado que era un feudo basarse en una pura consideración ética muy concreto, con inmensas cantidades (a saber, que el sacerdote se dedique por de tierras. El celibato aseguraba la unientero a sus feligreses),fue una de las dad feudal de la Iglesia y la conservacausasde que la IglesiaCatólica accedie- ción de sus enormes riquezas, que al ra al inmenso poder que sabemos que morir cada feudatario, obispo, arzobistiene. La prohibición del celibato coinpo o el mismo Papa, regresaban a la cide con la consolidación del feudalismo institución. El celibato garantizaba que europeo, y esto es muy importante por- la Iglesia estaba a salvo de esos probleque la propiedad feudal, en principio, mas y sería Una e Indivisible. no era hereditaria, sino que era una Como ven, todo tiene sus vueltas: la concesión del supremo señor feudal, el institución del celibato no tiene sólo rarey o el emperador, que regresaba al rey íces espirituales... al morir el feudatario. El señor feudal, a Pero volviendo a Lutero. Desde ya su vez, concedía partes de su feudo a sus que el tema de las indulgencias era sólo propios vasallos,que podían repetir el una pequeña muestra representativa de esquema y así se formaba la pirámide. un problema gigantesco e imposible de Pero, como es natural, el tiempo volvió invisibilizarpara la época: el de la cocostumbre que los hijos heredaran los rrupción eclesiástica,manifestada no sófeudos de los padres (lo cual se consilo en la venta de indulgencias sino de guió a vecescon sangrientas rebeliones cargos eclesiásticos,y en la vida princillamadas "de los valvasores","vasallosde pesca de obispos, arzobispos y grandes

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dignatarios, sin excluir al Papa, desde ya. Es lógico que una nueva doctrina que preconizaba la vuelta a la austeridad del cristianismo primitivo y sus sencillos valores de ahorro y trabajo tuviera éxito. Es posible especular que ese éxito también se debiera a los contactos entre algunos aspectos del luteranismo y el espíritu renacentista, fundamentalmente al deseo de renovación manifestado por ambos. El hombre de la nueva religión reformada participaba, de hecho, de algunas característicasdel Renacimiento: no necesitaba conectarse con Dios por medio de un sistema general; no necesitaba que alguien le interpretara la revelación; podía leer por sí mismo. Pero al mismo tiempo es necesario aclarar que Lutero no fue para nada un humanista, y pensaba que el trabajo que hadan los renacentistas con los textos antiguos no difería demasiado de lo que los propios humanistas les criticaban a sus antecesores medievales.Al mismo tiempo, creía que el destino del hombre estaba marcado desde el comienzo y que nada ni nadie podía modificarlo. Esto era muy poco renacentista, como es obvio. Yo les dije que estaba un poco cansado de nombrar a Aristóteles... Fíjense lo harto que estaba Lutero:

¿Qué son las universidades?Hasta ahora no han sido instituidas para otra cosa que para ser "gimnasiosde efebosy de la gloria griega" en los cualesse lleva una vida libertina, se estudia muy poco sobre la

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"A pesar de la pesada atmósfera ••

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reaccionano-teocranca que se impuso en las comunidades protestantes, la Reforma en la Iglesia mostraba que una revolución que lo trastrocara todo era posible" van quedando en este intento de comprimir la historia de las ideas científicas en un número limitado de páginas. La visión de los renacentistas sobre la naturaleza, de becho, quedó encuadrada en la tradición de la gran cadena del ser, que era el marco general que se habla heredado de la Edad Media. ¿En qué consistía esta cadena? En el ambiente culto europeo habla consenso general de que el conjunto de los seres vivos estaba ordenado en una escala jerárquica, una cadena continua y sin agujeros, que iba desde los más bajos (que en ocasiones alcanzaban a los minerales) hasta los más complejos. La posición del hombre, por supuesto, era especial: era a la vez la meta y el producto final de la creación material y el centro de toda la escala de las criaturas. El hombre estaba en el ápice de la escala de los seres materiales y en la base de los seres espiriruales. La gran cadena del ser abarcaba a toda la Creación en un ascenso ininterrumpido desde los materiales más bajos (los minerales) pasando por las plantas y su alma vegetativa, los animales y su alma sensitiva y el hombre con su alma racional, que funcionaba como centro, culminación y bisagra con las criaturas espirituales hasta las jerarquías angélicas (que el pseudo Dionisio Aeropagita, en el siglo VI, habla clasificado en nueve círculos angélicos, en sentido creciente: ángeles, arcángeles, principados, potestades, virtudes, dominaciones, tronos, querubines y serafines). y,

tal vez lo más importante, esta cadena no admida baches, ni eslabones perdidos (de hecho, es de ahí de donde viene la expresión "eslabón perdido"). Esta posición intermedia del hombre traía algunos inconvenientes de idenridad, como diría algo más tarde el poeta Alexander Pope (1688-1744):

El permanece en medio, duda si actuar o descansar; Duda si considerarse un dios o una bestia; Duda si preferir su cuerpo o su mente. Los renacentistas no podían evitar tener sus problemas con tal cadena: la asignación de un lugar fijo al hombre en la escala de los seres no era del todo cómoda para quienes más bien esperaban una plena libertad de acción. La Oración sobre Id dignidad del hombre del gran humanista Pico Delia Mirandola, uno de los documentos más representativos de la época, ensaya una reinterpreración de la cadena del ser para adecuarla ál pensamiento renacentista: el hombre, ahora, se convierte en un eslabón móvil en esa estructura rlgida: en el momento de la creación, Dios dijo: Oh, Adán, no te he dado ni un lugar determinado, ni un aspectopropio, ni una prerrogativa peculiar con elfin de que poseas el lugar, el aspectoy la prerrogativa que conscientemente elijas y que de acuerdo con tu intención obtengas y conserves. La natu-

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raleza definida de los otros seres estd constreñida por las precisas leyes por mi prescriptas. Tú, en cambio, no constreñido por estrechez alguna, te la determinarás según el arbitrio 11 cuyo poder te he consignado. La verdad es que este tema de la cadena del ser, sea en su versión medieval o en su versión aggiornada, era un verdadero problema para los estudios biológicos, que se manifestaba seriamente cuando habla que intentar encontrar los parecidos entre, por ejemplo, él hombre y una piedra. Es cierro que se recurría a los eslabones perdidos que eran, de algún modo, como los elementos de la tabla periódica que predijo Mendeleiev antes de que aparecieran, pero la multiplicación de huecos en la cadena resultaba poco creíble. y planteaba, si se quiere, un problema teológico; si Dios había creado rodas las plantas, animales y minerales, en seis días, y al mismo tiempo: ¿cómo se justificaban los casos notorios de falta de transición? ¿Y por qué lo habría hecho? La pregunta ya no podía responderse fácilmente diciendo que se trataba de un misterio en una época en la que se filtraba la idea de un mundo racional. La cadena del ser había sido útil o funcional al menos en las épocas en que toda clasificación biológica se refería a herbarios y bestiarios más o menos fantásticos, ordenados por orden alfabético, o por necesidades de la farmacopea, pero la introducción de nuevas plantas

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Ser amputado en el Renacimien to o el Medioevo era una práctica cotidiana y, como se ve, no demasiado agradable.

dicional de Galeno, quien, según descuVesalio y sus discípulos hicieron para que brió, no había hecho otra cosa que apliarrancara la anatomía (en apenas medio car a la anaromía de los hombres sus ob- siglo sus obras se impusieron en todas las servaciones zoológicas y añadió lámin~ universidades de Europa), no por ello la a sus estudios, cosa que por cieno no se medicina ganó el estarus de disciplina acostumbraba (y que ahora se veía incientífica. Acuérdense de que, cuando dimensamente facilitada por la imprenta). . go cienrífica, no necesariamente me refieLa cuestión era difícil: había que ajus- ro a una disciplina puramente especulatitar toda la anatomía de Galeno. En tres va sino a una disciplina en la cual las deaños preparó el nuevo arias del "microcisiones que se toman tengan sustento en cosmos": en más de 700 páginas y con alguna base teórica sólidamente estableciunas 300 ilustraciones (hechas por da. y la medicina real de esa época distaalumnos de la escuela de Tiziano), Vesa- ba mucho de tener una base sólida; por lio describió íntegramente el cuerpo huel contrario, seguía siendo puramente mano y obtuvo un éxito inmediato, empírica. Y ahora les voy a hablar de un aunque, como es de esperarse, fue durapersonaje muy ilustrativo al respecto. mente criticado por los galenistas, En esPólvora y aceite hirviendo pecial por Jacobus Sylvius (1478-1555), que había sido su maestro, y que, aunFue la invención de la pólvora, más que reconocidísirno como profesor, creía que los descubrimientos anatómicos, lo hasta tal punto en Galeno que, cuando que impulsó la cirugía en el programa encontraba alguna discrepancia entre lo renacentista: la guerra fue siempre un que se veía y la descripción del gran mé- terreno fértil para esa práctica, que no dico griego, sostenía que el cuerpo hurecibió un impulso como el que Vesalio mano debía haber cambiado desde aque- le dio a la anatomía, pero que no obsllos tiempos remotos. tante tuvo su gran reformador. En realidad, Vesalio introdujo una Ya en el siglo XIII se encuentran indiidea nueva ... o, mejor, dos: la anatomía caciones sobre mezclas de salitre, azufre (que en griego significa cortar; recordey carbón (componentes de la pólvora) mos que "tomo" significa parte) como en escritos orienrales y en otros de Robase de la medicina, cuestión' atisbada ger Bacon, y se le atribuye a Alberto también por Leonardo, y la importante Magno una receta sobre pólvora exploinnovación de agregar láminas a los tex- siva, pero el uso efectivo de la pólvora ros, cosa que no se acostumbraba y para impulsar proyectiles se conoció reahora se multiplicaba por la imprenta. cién en el siglo XIV: Petrarca ya conocía En fin: inició la anatomía gráfica. el uso de la artillería; alrededor de 1330 Pero más allá de todo el esfuerzo que empiezan a aparecer indicios que hacen

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suponer que en las batallas se utilizaban verdaderas armas de fuego; en 1405 aparece un tratado de la guerra en el que se estudia el uso de bombardas y otras armas de fuego, y curiosamente (creo que por eso puse todo esto), una figura en la que un caballero sostiene un globo en forma de dragón. Lo notable es que, como se lee en el manuscrito, el dragón se mantenía elevado en el aire gracias al aire caliente que producía una pequeña lámpara que se introducía en su boca ... ¡cuatrocientos años antes de los hermanos Monrgolfierl Así como Vesalio terminó siendo médico del emperador Carlos V, el rey de Francia, Francisco I, tuvo a su propio gran médico: Ambrosio Paré (15101590), el más grande cirujano del Renacimiento, famoso en toda Europa ... Empezó como barbero-cirujano hasta que viajó a París, abandonó los cortes de pelo, se sumergió en la cirugía y se enganchó como cirujano militar de los ejércitos franceses, en guerra permanente, donde permaneció treinta años, de los cuales -ya viejo- dejó un detallado recuento en sus Viajes por paises diversos (escrito, dicho sea de paso, para contestar al ataque dirigido contra él por el decano de la Universidad de París, una muestra de la rivalidad entre médicos y cirujanos). El decano no podía tolerar que un "simple barbero" estuviera escribiendo un libro que no sólo trataba sobre cirugía, sino sobre la plaga y otras enfermedades. Ambrosio le COntestócon ironía, y su res-

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"Frente

al saber teórico y

libresco, Ambrosio Paré se posiciona como portador de otro saber: el empírico, el que otorga la experiencia"

ojo, a quien no pudieron salvar. Más que se amputaban por cualquier cosa. Sin contar las amputaciones "judiciales", tarde tuvo algunos problemas, como que incluían cortes de orejas o narices, cuando e! sucesor de Enrique, Francispor ejemplo. Uno se alegra de vivir, méco II, murió de un enfermedad de! oídicarnenre hablando, en el sigloXXI. do, y él fue acusado de verter en ese oíParaver hasta qué punto llegabael do un veneno por orden de la Reina empirismo de Paré, una historia más Madre, Catalina de Médici, que proveamable, de la época de su primera camnía de la Florencia de los venenos y las paña: un muchacho se había quemado conspiraciones, justamente como hizo Claudio, el do de Hamler, con su hermalamente en gran parte del cuerpo con aceite hirviendo. Paré se apresuró a dirimano y padre del príncipe. Se cuenca que el día de la terrible girsea la farmacia para retirar lasacos- . rumbradas sustanciasrefrescantes,y allí matanza de San Barrolorné, el 22 de encontró a una vieja curandera, quien le agosto de 1572, en París, cuando los aconsejó poner sobre las quemaduras ce- católicos pasaron a cuchillo a todos los bollas cocidascon un poco de sal. Siprotestantes que pudieron encontrar, el guiendo su consejo, obtuvo la salvación propio rey, entonces Carlos IX, le dio del muchacho, lo cual demuestra que en refugio en sus aposentos privados, ya épocas en que la medicina "científica"o que se lo creía hugonote (protestante). "biológica"poco y nada podía hacer, era Puede ser verdad o no; tampoco se sabe la medicina popular la que muchas veces si Paré era católico o protestante, lo tiraba un cable de salvación.Sin embarcual no tiene la más mínima importango, la cosa no era tan simple: Galeno ha- cia, pero es una buena muestra de intobía calificadoa las cebollascomo "caluro- lerancia renacentista. sas",y por lo tanto no podían servir para Más allá de todos los errores y dispacurar una herida caliente. Paré, uomo sen- rates, que fueron muchos, la medicina ZJl lettere, no podía contradecir a Galeno avanzaba (¿avanzaba?)por la vía obserasí nomas, así que decidió que lascebovacional y realista. Así, persiste la divillas eran calientes,sí, pero "en potencia", sión entre lo que hemos llamado "medicina biológica" y el "arcede curar": la mientras que "en acto eran húmedas". Apenas una manipulación de la teoría primera se acumulaba gracias a los espara adecuarla a la contundente ernpiria, fuerzos de gente como Vesalio, pero el Después de 1559, dejó las campañas arte de-curar se alimentaba de la empiy se estableció en París, donde conoció ria de gente como Paré. Los biólogos a Vesalio,enviado desde Bruselas por descubrían cosas, pero no sabían qué Felipe II de España, para tratar al rey hacer con ellas (era una situación pareEnrique Il, gravemente herido en un cida a la de los médicos de Alejandría);

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sus reorías sobre el cuerpo seguían siendo fantásticas, y si conseguían "grandes curaciones" era simplemente porque tenían suerte o porque aplicaban remedios inocuos (que permitían, en los casos en que esto era posible, que el cuerpo se curara a sí mismo; lo cual, al fin y al cabo, era un precepto del arte de curar hipocrático), o porque se apoyaban en la medicina popular -ya vimos el ejemplo de Paré con las cebollas-. Allí donde intervenían supuestas razones fisiológicas, como las sangrías, los hierros al rojo o el aceite hirviendo, los resultados solían ser catastróficos. Si quieren tener una idea de la imagen que daban los médicos por aquel entonces (no tan lejano, por cierto), escuchen a Leonardo: Procurad conservar la salud y lo cansegztirlis en la medida en qu.e os mantengdis apartados de los médicos, porqt4e sus drogas constituyen una trampa de alquimia, que produce menos medicina qtte los libros que hay sobre ellas.

o

al poeta español Quevedo (15801645), que narra las hazañas del pretendiente médico de Angelade Mondragón: El es un médico honrado, Por la gracia del señor, Que tiene muy buenas letras En el cambio y eLbolsón. Quien os lo pintó cobarde No lo conoce y mintió,

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La resurrección de San Lázaro en las versiones de Duccio (1308-11) y Giotto (1304-06). a veces consistía en un premio en efectivo formado mediante el aporte de los concurrentes. y así, con el planteo público de desaf(os que los matemáticos se hadan unos a otros, y la resolución pública, se fueron resolviendo los principales problemas algebraicos de la época, que consistían en encontrar la solución de ecuaciones cada ve:z.más complejas. La solución de la ecuación de primer grado: ax + b= O, en la que la incógnita está elevada a la primera potencia se conocía ya desde los tiempos de los babilónicos, y son ecuaciones que uno resuelve a cada momento en la vida diaria: si nos venden en oferta 6 objetos por una cantidad e, ¿qué precio estamos pagando por 'cada objeto? 6x=c Diofanro y los matemáticos árabes ya habían resuelto la ecuación de segundo grado (en la que la incógnita aparece elevada al cuadrado) ax' + bx + c = O Y en el transcurso del quattrocenro se resolvieron las de tercero axl + bx2 + ex + d = O (Tartaglia) y las de cuarto: ax' + bx' + ex2 + dx + e = O (Ferrari) ... y ahí paró la cosa: no hubo esfuerzo que pudiera resolver la ecuación de quinto grado, que se transformó en un problema insoluble como la cuadratura del círculo, y que protagonizada una

trágica y romántica historia de amor y de muerte unos siglos más tarde. Pero además de estas hazañas algebraicas, los matemáticos renacentistas desarrollaron y simplificaron la notación, lo cual también era parte del esquema técnico-operativo-experimental: se introdujeron los símbolos +, -, x, .;- de, suma, resta, producto y división; poco a poco fueron aceptándose como "verdaderos" los números negativos y, en el álgebra de Bombelli (1572), se aceptan los imaginarios (es decir, las raíces cuadradas de los números negativos). Pero al mismo tiempo que los métodos del álgebra se hacían más potentes, también, paralelamente, alcanzaban mayor potencia simbólica. En gran parte por la obra del matemático francés Viere (1540-1603) los símbolos algebraicos empe:z.aron a pensarse de otra manera; una expresión como a+b dejaba de imaginarse sólo como una representación de números ausentes o desconocidos, para alcanzar el estatus de expresiones simbólicas autónomas, con las cuales era más que lícito operar. Es un cambio radical en la manera de tratar los objetos matemáticos y, así, el álgebra ganaba tanto en operatividad como en abstracción. (Les voy a poner un ejemplo más moderno de este asunto. Uno puede hacer un gráfico de -digamos- la evolución de las temperaturas medias a lo largo del año y puede imaginarse esa

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curva simplemente como la relación entre fechas y temperaturas, pero también puede verla como curva, y analizar sus propiedades independientemente de las relaciones que represente. Bueno, algo así hizo Viere, dándoles a las letras del álgebra un valor simbólico propio, independiente del referente. El álgebra adquiría así su estructura abstracta, que tantos resultados daría.) También fue por esa época cuando apareció una formidable herramienta de cálculo, los logaritmos, que hasta hace poco fueron la pesadilla de los estudiantes secundarios pero que significaron un enorme alivio para quienes se veían obligados a realizar cálculos Fastidiosos y difíciles: los logaritmos fueron la herramienta de cálculo más importante hasta la llegada de la calculadora de bolsillo. Bueno, empe:z.amos con una pareja de conejos, cuyos nombres, si es que los tenían, no registró la historia, y terminamos con los logaritmos. y ahora vamos a hablar del descubrimiento geométrico más importante de la época; la perspectiva.

La primavera de Botticelli

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descubrimiento de la perspectiva, es decir, de la representación tridimensional sobre una superficie, se desarrolló a mediados del siglo Xv, bajo la influencia del gran pintor Piero della Francesca, que la transformó de una mera técnica en una teoría matemática (o geométrica, mejor dicho).

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El matrimonio Arnolfini

(1434), de Van Eyck.

científica de los siglos XVI y XVII. La Revolución Científica lo que hace es agarrar todos los fenómenos de 10 físico, todos los fenómenos del mundo y establecer: primero, están el espacio y el tiempo. Newton 10 va a enunciar con toda claridad en sus Principios ma-

temáticos de laji/osofia natural, de 1687, que son la piedra basal de toda la ciencia moderna: hay un espacio y ese espacio es anterior a todo. Antes que nada, antes de que ocurra el primer fenómeno, existe el universo y, dentro del universo, dentro del espacio, ocurren los fenómenos. El espado es un receptáculo independiente y previo a lo que ocurra en él. Así funciona en cierta medida nuestra percepción moderna: miramos una silla y no pensamos que la silla se cons-: tituye en tanto silla en el momento en que alguien se sienta en ella. La silla es previa, la silla para sentarse está allí, vada, independientemente de que yo la use o no. En cambio, si percibiéramos el mundo como una playa y nos sentáramos en la arena, veríamos que la arena se adapta a "nuestro sentarnos", digamos, y se forma una especie'de silla, pero esa silla sí empieza a existir después de que nos sentamos y en tanto nos sentamos. Y después de un tiempo, se borra. En esa playa, el espacio es plástico, se adapta al fenómeno, que en este caso es el acto de sentarse, y no hay silla independiente de ese fenómeno. Hay un ejemplo muyclaro de cómo

funciona el manejo del espacio que es el teatro. El teatro medieval, en general, es un teatro itinerante: un grupo de juglares o actores recorre el mundo y, luego, en un determinado sitio, arma un tinglado y representa su obra. Cuando levantan todo y se van, no queda un escenario vado, no queda nada, porque el espacio teatral sin fenómeno teatral carece de sentido. Pero en una obra moderna, digamos una obra de Chéjov, Las treshermanas (que es la que más me gusta), el escenario puede quedar vado, porque el espacio escénico es anterior al fenómeno escénico; los actores se ubican en ese espacio que ya estaba. Lo mismo pensarán los científicos de la Revolución: lo que está ahí, en el mundo, está ahí. Los planetas están ahí, las estrellas están ahí, las plantas y los animales están ahí, aun las cosas más difíciles, máscomplicadas de interpretar, como la fuerza de gravitación, están ahí. Hay un realismo implícito y una objetividad metodológica; el mundo es el mundo y yo soy yo, yo y mis instrumentos de medición, que me permiten capturarlo. Y algo por el estilo vimos que ocurría en la pintura. No digo que una cosa tiene que ver con otra. Pero es interesante ver que estos cambios ocurrieron al mismo tiempo. Que todas estas fracturas ocurrieron simultáneamente. Las cosas no son tan causales, pero sí ocurre que así como el mundo de Newton era bien recibido por una sociedad ya do-

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minada por una burguesía que creía en la medida y en el progreso, puede ser que estas teorías sean mejor recibidas o elaboradas porque están más o menos en el rumbo que ha tomado la cultura. Pero esta percepción del espacio como puramente geométrico, como un receptáculo de los fenómenos y no determinado por ellos, no sólo se abría paso en el pincel de los pintores, sino también en la cabeza de los científicos (Leonardo es un buen ejemplo): la geometrización del espacio (y del tiempo) disuelve el espeso mundo medieval, borrando los "lugares naturales", borrando también las signaturas (que habían bajado, como ya les conté, a la tierra, transformándose en magia y acción) y, a la larga, borrando las diferencias entre cielo y tierra, entre macro y microcosmos, sometiendo a ambos a una geometría, a una teoría, y a una ontología únicas. Porque, aunque resulte increíble, en medio de toda esta mescolanza, que por momentos parece no tener ningún hilo conductor, que mezcla las excentricidades de Paracelso con la técnica (e incluso el hermetismo) de Leonardo, el humanismo con la caza de brujas; estaba naciendo un orden sólido, un orden que conduciría a una nueva etapa para el pensamiento científico, tan importante como lo fue la irrupción del pensamiento griego en el siglo VI a. de C. Colaboró en este fascículo Nicolás Olszevicki

11. El problema del movimiento

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Aristóteles, cuándo no, fue uno de los primeros pensadores que abordó de manera sistemática el

problema del movirmento.

Es aire en movimiento Todo se mueve Salvo mi corazón, La primera teoría completa sobre el movimiento la formul6 -cuándo noArisróteles. Para él, el movimiento tenía un significado diferente al que ahora le damos nosotros, y estaba subsumido en la idea más general de cambio: los procesos de nacimiento, corrupci6n y muerte, el animal que salta sobre una presa o la piedra que se degrada por la acci6n del mar eran ejemplos de rnovimieneo tan legítimos como el de la flecha que cruza el cielo azul (o eventualmenee nublado) o los planetas que giran en el cielo pegados a sus esferas hornocéntricas. El movimieneo tal como nosotros lo entendemos era s610uno de

los ramos procesos de cambio, al cual llamaba "movimiento local". Prescindiremos de esa denominación, entendiendo que cuando hablamos de "movimiento" nos referimos a lo que él, y quienes lo siguieron, denominaron "local". Hemos hablado algo de esto, pero como la teoría del movimiento terrestre y celeste será el hilo conductor y la piedra de toque que nos guiará a lo largo de la Revolución Científica -en gran medida porque la mecánica combina perfectamente y con absoluta claridad la experimentación y la teoría- debemos volver un poco a él en detalle. Lo que me gustaría poder transmitirles es la dificultad tremenda y el esfuerzo que significó establecer'una teoría sobre algo que parece tan simple.

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Vamos enconces. El movimiento, tal como lo entendía Aristóteles, es un proceso de restauración del orden, un impulso hacia la estabilidad y la armonía. No olvidemos que el cosmos aristotélico está jerarquizado, y ofrece de entrada una divisi6n tajante y fundamental entre la esfera supralunar, donde nada puede cambiar, y la esfera sublunar, donde todo se corrompe y modifica. Son dos mundos gobernados por diferentes leyes y formados por elemencos distintos: la esfera sublunar, por los cuatro elementos tradicionales de Empédocles (una esfera de tierra, rodeada por un caparazón de agua, otro de aire y otro de fuego, que se extiende hasta la esfera de la luna)¡ la esfera supralunar y, más allá, por un quinto elemento o quintaesencia, el

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El aire, que es medio resistente y que retrasa el movimiento según la propia teoría, también lo produce: la mano, motor original, le confiere al aire la capacidad de ser motor del proyectil.

no pueden mezclarse y un móvil no puede participar de ambos a la vez. Uno estaría tentado de preguntarse por qué nuestro filósofo elaboró una teoría del movimiento tan complicada; mucho más que la de los atomistas, por ejemplo, que sostenían como axioma que los átomos se movían en el vado al azar y espontáneamente (y con la misma velocidad). Pero ya les conté que él no aceptaba el vacío ni los propios áro-

mos, por las razones de las que ya hablamos en su momenco. De todos modos, la teoría de Aristóteles era mucho más completa que la de los atomistas; muy en su estilo, no sólo abarcaba todos los movimientos, sino que armonizaba más o menos bien con su esquema general del universo. La verdad es que 'a primera vista la teoría no está mal; es armónica, sensata y parece acomodarse bastante bien a la

experiencia cotidiana. Pero sólo a primera vista. Cuando uno la examina más de cerca, se da cuenca de que es completamente inverosímil. y, fundamentalmente, contradice el sencillo y cotidiano hecho de que, si uno arroja un proyectil, éste sigue moviéndose después de que el motor (la mano) ha cesado de actuar y el proyectil se ha separado de ella, ¿Cómo puede ser? ¿No es que no había movimiento sin motor?

La teoría aristotélica del movimiento 1) El movimiento es un proceso de cambio y es necesariamente transitorio: es una restauración del equilibrio, y cuando éste se ha restaurado, cesa. 2) El movimiento es absoluto: si algo se mueve, se mueve; si algo está quieto, está quieto. 3) Hay dos tipos de movimiento: el natural y el violenro, que no tienen nada que ver y que deben analizarse por separado. 4) El natural, en el mundo sublunar, es el que lleva a los cuerpos a caer y a elevarse, buscando su lugar, también natural, en la esfera de la tierra, el agua, el aire y el fuego, y termina cuando el m6villo ha alcanzado. 5) En el mundo supralunar, el movimiento natural es circular y eterno. . 6) Un m6vil no puede tener a la vez un movimiento natural y otro violento. 7) El movimiento violento es W1 forzamiento del orden, arranca al móvil de su lugar y. lo lanza fuera de él. Para ejercer esa violencia hace falta un motor. 8) No hay movimiento sin motor: en la esfera sublunar,

el motor del movimiento natural es el primer motor inmóvil, y los rnotorcitos inmóviles propios de cada esfera. En la esfera sublunar, el motor de los movimientos naturales es el peso o la levedad. En cuanto a los movimientos violentos, el motor es la mano que lanza la piedra, o la cuerda del arco que lanza la flecha. 9) El medio en el cual se mueve el móvil retrasa el movimiento, por eso, entre otras cosas, es imposible que exista el vacío, ya que allí, al no haber resistencia alguna, el móvil alcanzaría una velocidad infinita, lo cual es absurdo, ya que entonces el movimiento sería instantáneo yel móvil estaría en dos lugares a la vez. Además, no puede haber ninguna realización física del infinito, 10) El movimiento no es, en principio matematizable, y por lo tamo, no se ocupan de él las matemáticas sino la física, que para Arisróreles es básicamente cualitativa. 11) La velocidad es proporcional a la fuerza motriz. 12) La velocidad de caída es proporcional al peso del cuerpo e inversamente proporcional a la densidad del medio.

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\ \ aún hoy, una mirada primaria al movimiento puede traer problemas y hacer evidente que una buena explicación tiene que ser forzosamente compleja. Esto explica los intentos más o menos exitosos, más o menos fallidos, y la enorme cantidad de talento e inteligencia invertidos en resolver el misterio. Porque, obviamente, es un misterio.

La piedra y la flecha; los movimientos violentos Aunque, como ya les dije, ésta fue la teoría dominante, o estándar, es falso pensar que perduró intacta hasta ser destruida pqr Galileo. Ya en el siglo VI, Juan Filop6n, de Alejandría, hizo una severa crítica y demostr6 (parece que fue el primero) que el medio no podía ser la causa del movimiento del proyectil. Si es el aire el que transporta la piedra y la flecha, ¿por qué la mano o el arco deberían tocarlas? ¿Por qué el batir violento del aire no movía directamente a la piedra? ¿Por qué una piedra pesada puede ser lanzada más lejos que una liviana? Obviamente, el aire no producía el movimiento, sino que oponía resistencia a él, y así propuso que el motor (la mano, el arco) impartía "poder motor" no al aire sino al mismo proyectil: una cierta fuerza motriz incorpórea debe ser dada al proyectil a través del acto de lanzar pero esta fuerza motriz o energía es simplemente "prestada" -del mismo modo que el calor es "prestado

por el fuego a un objero"-, se va disipando y decrece. También cuestionaba la afirmación de Aristóteles sobre la caída de los cuerpos -el movimiento "narural"- según la cual un objeto que caía lo hacía con una velocidad proporcional i\ su peso, argumentando, otra vez, que la experiencia muestra (vale notar el argumento: "la experiencia muestra") que un objeto más pesado y uno menos pesado soltados desde la misma altura tocaban el suelo con una diferencia de tiempo muy pequeña. Las observaciones de Filopón tuvieron escasa repercusión en la Edad Media, aunque tuvieron muchísimo peso en las discusiones de los autores árabes sobre el asunto (en especial, Avicena y Averroes) hasta que fueron retomadas, o fueron desarrolladas independientemente, por Jean Buridan (c. 1300 -c. 1360), dos veces rector de la Universidad de París. Y discípulo, nada menos, que de Guillermo de Ockham, es decir, del más alto linaje intelectual. Buridan rechazó la teoría aristotélica, con argumentos parecidos a los de Filopón, y agregó argumentos propios: un objeto terminado en punta se moverla más despacio que uno rematadoen una superficie plana, ya que el aire tendría más ocasión de propulsar hacia adelante este último, lo cual no era el caso, según decía haber experimentado (lo cual podría ser falso). El aire no podría explicar el movimiento rotato-

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rio de una rueda de molino, porque el movimiento continuaba aunque se colocara una cubierta sobre ella, coreando así el aire. En lugar de la teoría aristotélica, que cantos baches empezaba a mostrar, propuso que lo que el motor confería al móvil era una cierta propiedad o virtud, el impetus, que, mientras perduraba, sostenía el movimiento, luego se iba disipando del mismo modo que se disipa el calor en un cuerpo, hasta que el móvil, finalmente, abandonaba su movimiento violento y caía a tierra siguiendo su tendencia natural. En los proyectiles, este ímpetus se reducía progresivamente por la resistencia del aire y por la tendencia natural de caer hacia abajo (recordar los lugares naturales de Aristóteles): en los cuerpos que caían libremente, el ímpetus aumentaba gradualmente por esa tendencia natural, que actuaba como una fuerza aceleradora que afiadía incrementos o ímpetus sucesivos a los ya adquiridos. La medida del ímperus de un cuerpo era su cantidad de materia multiplicada por su velocidad. Pero ... ¿qué era este ímpetus? Se traraba de algo diferente del cuerpo en movimiento, algo externo al cuerpo, que el motor le comunicaba:

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"La escuela de Oxford introdujo una novedad que sería indispensable para el cóctel que explotaría con la

ciencia del movimiento de Galileo: el aspecto métrico"

adheriría a esta postura (bastante natural, por Otro lado), que luego adoptarían Descarres y al principio Galileo (con la notable excepción de Domingo de Soto (1494-1560), que intuyó que la velocidad es proporcional al tiempo de caída -en realidad, lo es al cuadrado del riernpo-). Lo cierro es que la escuela de Oxford, y sus seguidores, introdujeron una novedad que sería indispensable para el buen gusro del CÓCtelque se estaba armando, y que explotaría con Galileo y su nueva ciencia del movimiento: el aspecto métrico. El movimiento no era considerado como un juego de potestades metafísicas (parte del cambio en general, o resultado de causas borrosas como el ímpetus o los lugares naturales), sino como un fenómeno a medir, y sobre el cual establecer una teoría métrica. y ya que vimos de qué manera trataban el problema de la caída de los cuerpos, veamos qué pasaba con eso en otros lados donde el asunto se mezclaba con una nueva disciplina muy propia de esos tiempos: la balística. Pero antes, déjenme decirles algo. Es interesante ver de qué manera todos estos científicos y filósofos se comunicaban y discutían entre sí. Pero qué solos, qué metafísicamente solos estaban, luchando por establecer de alguna manera, de cualquier forma, nociones elementales como la de velocidad, velocidad instantánea, acelera-

I

ción, que nosotros vemos cómodamente representadas en el tablero del automóvil y que para ellos eran conceptos confusos, difícilmente aprehensibles y que igual trataban de definir y delimitar. Cuando pienso en los científicos actuales y su panoplia de aparatOS(que vuelan al espacio o que permiten espiar el fondo de la materia), en los equipos gigantescos y multidisciplinarios que bombardean lo desconocido, los bordes del universo y sus primeros instantes, en la inaprehensible materia oscura y el bos6n de Higgs, me invade una cálida sensaci6n de cariño y simpatía por los científicos de Oxford o París, aliado de los cuales el mismo Galileo, con sus toscos instrurnenros, pero siempre seguro de sí mismo, resulta contemporáneo.

I El cañón y la bala:

la caída de los cuerpos

y la acción a distancia Ya para ese entonces se trataba de una vieja historia: ¿por qué se aceleran los cuerpos al caer? Es evidente que debe haber un aumento de la causa motriz que sea proporcional al aumento de velocidad... ¿Pero cuál? ¿De dónde venía ése aumento? Una de las posibilidades era "la atracción del lugar natural": el cuerpo se aceleraba del mismo modo que una limadura de hierro se acelera al acercarse al imán, pero esta parte de la "teoría es-

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candar" empezó a perder popularidad: Alberto de Sajonia (1316-1390) hizo una objeci6n seria a que el lugar narural ejerciera cualquier tipo de fuerza. Señaló que a tal fuerza un cuerpo más pesado podía ofrecer una resistencia mayor que un cuerpo ligero y que, por lo tanto, debería caer más lentamente, lo cual no era el caso. El problema es que la atracción del lugar natural implicaba la acción a disrancia, que sería objeto de largas polémicas. Los autores que consideraban la acci6n a distancia como algo imposible, y los que proponían la analogía del imán, tenían in mente la explicaci6n dada por Averroes:la fuerza que movía al hierro era una cualidad inducida en él por la species magnetica que salía del imán a través del medio y 10 atrapaba como una garra metafísica. Había algunos pocos, como nuestro queridísimo Guillermo de Ockham, que no veían inconveniente alguno para la acción a distancia: si el Sol, al iluminarnos, actuaba a distancia, ¿por qué no lo harían el resto de los objetos del mundo? Sea como fuere, la opini6n general rechazaba tanto la acción a distancia como las fuerzas externas y adoptaba la teoría aristotélica y de Averroes de una fuerza intrínseca. Buridan, de quien ya hemos hablado, tenía su propia solución: atacando a quienes decían "que el lugar es la causa motriz del cuerpo por medio de la atracción, del mismo modo que el

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9

tesis de la imposibilidad de un movimiento mixto tenía que resultar una trayectoria angular. Pero había un dilema, ya que esta trayectoria angular empezaba a desafiar la percepción; al fin y al cabo era más fácil creer que una flecha vuela rectilíneamenre, se detiene y cae, que pensar que lo hace una pesada bala de cañón. ¿y entonces? Y entonces nuestro amigo no acepta esta consecuencia de su propio principio, adopta la traza tripartira, y admite que el movimiento de la bala, en la parte curva, aun siendo violento, lo hace por efecto de su peso. Pero esto lleva a otro absurdo, porque si el peso puede curvar el movimiento violento, ¿por qué no lo hace a lo largo de coda su trayectoria? Tarraglia se da cuenta de la dificultad y la esquiva sos-

teniendo -un poco arbitrariamente en

el marco de su razonamiento- que las partes rectilíneas en realidad se curvan, aunque de manera "insensible". Lo cual muestra quela ciencia se mueve de manera no exactamente racional, o mejor, rigurosa (dije "se mueve", y no "avanza", porque el desarrollo continuo, o la percepción del desarrollo continuo es un resultado de la Revolución Científica). Iba de a poco, por lo visco,y mirando dónde pisaba, aunque, como vimos, no tenía mucho miedo de hacerlo en terreno barroso. Paso a paso: en su libro siguiente hace, precisamente, una movida muy audaz: acepta que su reoda anterior llevaba a un absurdo y re-' chaza la incompatibilidad de la coexisrencia entre movimiento violento y na-

e

rural, lo cual implica que no hay parte alguna de la trayectoria que se produzca en línea recra porque siempre está actuando el peso. La creencia en la recriLinearidaddel movimiento se basa tan sólo en la imprecisión de los sentidos y la debilidad del intelecto humano. No era broma defender este resultado porque los propios cañoneros alegaban que, de acuerdo con su experiencia, la bala sí se movía en linea recta. Pero Tartaglia llega a un pUntOen el cual trata de asentar la balística sobre un ripo de experiencia (la verdadera, dada por la teoría) y no la pseudoexpcriencia confusa provisra por el sentido común de la vida cotidiana. Tanaglia toma aquí una postura basranre radical: aunque le hubiera sido imposible expresarlo así, lo que está di-

C6mo razonó Benedetti Miren la figura de arriba. Hay dos cuerpos homogéneos

O y G tales que G es la mirad de O. Hay, asimismo, otros dos cuerpos compuesros de la misma materia que los primeros: A y E, cada uno de los cuales es igual a G, es decir, la mitad de O. A, E y G caen, obviamente, codos con la misma velocidad porque son idénticos. Ahora imaginemos que A y E están en las extremidades de un segmento (o, si ustedes quieren, un hilo que no pesa nada), con lo cual podemos verlos como un solo cuerpo A-E. Ese cuerpo conjunto, como es evidente, tiene su centro de gravedad en 1 (el punto medio del segmento) y su peso es idéntico a

O, porque está compuesto por dos cuerpos que pesan exactamente la mitad de O. Por lo tanto, A-E cae con la misma velocidad que O. Imaginémonos ahora que A-E está cayendo y, en el medio de la caída, yo le corto el hilo que las une. ¿Qué pasaría? ¿Se retrasaría la caída de A y E por haber dejado de formar parte del conjunto A-E? Es obvio que no. Por lo tanto, A y E caen con la misma velocidad que el conjunto A-E y que O. A y E, entonces, son tan rápidos como G y como el conjunto A-E. Por lo tanto, tanto G como A como E son tan rápidos como O.

174

-;)P 'S;)J1llmlm Sd.re~nl SOl eqeIJoq oped -sa I;)P u9pn!n;)wo;)~ "eA!S;)l~Old el

¿opu-es-ed 'EqlnS~ ~no? 'SOllOSOUSO~;)rr jnbe e1setl ,{ '!l -l;)P;)U;)H 9~;)rr jnbe e1sel{ 'ug uo OJ;)d 'o:>¡!J1l9 PC!::> -unua anb SOd1:>n::> sOl :>p'ePJ?' 'CI:>ph¡ e¡ e Y1!::>npuo::>U9P!puo::> e)Sd I'C1UllA;)¡ "'u!J;))ew eursnn e[ :>p sOlSdndmo:) 'pep!::>O[;)A 'CWS!Wel uoo 0P"eA 1:>U;) Uy1:>'e:)e!l;)l -eui CWsrw eun :>p sorssnduroo sodronc sOl SOpOl onrea 01 l0eI 'pUP!SU;)P ns :>p opuodop onb (e1!u!JU! 00 'l!::>:>PSd) el!ug pCPpoldA 'eun nmn¡c 'OpCA 1:> ua 'Jp:>p ua 'OJ:>::>d::>Ct.¡;)SC!::>U;)lS!S:>l el opucn::> onb ,{ 'orpaui IdP epU:>lS!SJJ e¡ l!IlU!WS!P J1l:>lUdW'eP!ul.F'PU! eiuoume ou peppoldA ns cnb :>Aas 'epUdlS!S;Jl el rod ep!p!A!P ou orad 'epepJ'Cl;JJ 'odrano I:>Po::>!Jp:>ds:>osad ¡e ¡euopJodoJd Sd peppol:>A el onb opep :os[ll3 syw epeN "1l1!U"!}U! 'eJl:>SopeA [:>u:> odJ:>n::> un :>p peppol:>A el dnb :>p oludwrúlJI! 1:>uo::>opeA Id ;m~:>!u :mb Sd '!ll:>P;)Udg e.red 'SdP191SPV dP JOJJ:>Jo:>d 1::>OJdd 'OlU;)!U1 -!AOW P J;¡pUdJdwo::> :>p:md :>SSl!::>!lJlW -:mw SIlI;¡P SOpl!l¡nSdJ SOl ::>popu::>!lJ'Cd dlUdwelos ''e::>!l!pdW UI u::>se::>!lyW:>l -ew SUIdP pded r:>:J1l1U:>UIepUllJOl.p:>t.¡ un 9!pu::>Jdwo::>OU:mbJOd OZ!t.¡01 OU Á OlUd!W!AOW1:>:>Jqos upeu 9!PUdlUd OU s;)ld191S!.ry :!mp::>u:>g dJ!P 'U9 U3 'epJ:>U! ;¡P O!d!::>U!ld I;¡P osed un e ylSd dnb Sd pep

~LI -JdA 'el ."le¡n::>Jp OlU:>!W!AOWId uoo J!rúlJS e ezJ;¡ty SUIepdnJ el dP ¡C!Jd)'eW U9!Sdt.¡0::>UIdP epUJlo!A el OJJd 'el -::>;)JedUJTu:> :>SJ:>AOW e uepJpUJl se¡n:> -jired sel !eJ!~ onb -epJnl eun Jp 0S'e::> Id Ud osnPll! ardurots Sd sruodurj Id :.rern::>J!::> sruadurj [d 'sruod -UlJ :>p oidsouoo Id UAldSUO::> :mbunV 'SOSJ:>UlU!UJllSdanb u:> 0rP:>W P uOJ U9!JeldJ Ud y1Sd osad ns Á SdPl!P!S -UJp sns e U9!JJodOld ua sopesad SOPOl uos sodroro SOl :eqUAldSuo::>Ul)ll SO:>!SJ3 SOl dP U]loÁUWe¡ onb SOlnlosqe Pep:>AdI ,{ osad dP S1ldP!SUI9ZC1.pdJ U?!qu.re.l 'dl uerrnnrai -Jp pded l::le~Jn( onb P (U:>tunIOAdIq -OS osad) OJ9P;¡ds;¡ osad I;¡ OU!S'pepIT -e;¡J U::l'oSdd Id Sd ou onb l!~;¡J~ -eprna -dSU;¡Á 'O!P;¡W pp UpU:llS!SdJ el :)Jqos • osod Jp OSdJXdI;¡ OU!S'epJl!::>;¡P P-eppOI -dA El ell!WJdldp anb Id -:JJ!P- osad P Sd 0N 'es¡cj d1U;)UIeldldWOJ SJ sosad sor e ¡euopiodOJd Sd uaeo onb sodrono SOl ::lp Pl!P!:J0ldA El ¡en::>El U~~::lSe~op el dnb e::l!ldXd y~~1 ;¡P OJq!J un u3 'soJg¡:>dds;¡ sOSdd Á Sdpep!SU::lp Ud 9SU;){] 'sos;¡d U;¡.resu;¡d ::lp Z::lAUd Á 'Sdpdm -JTlb.ry ::lp'esom~!J e;¡uJI el 91dope Á 'e:)!l -;>lOlS!J'CeA!l'C1!fl!n:>OlU;¡!U1Usu::ld::lp l!;)U -JI 'eJ 9uoPU'eq'C !ll;¡P::lUdg 'Ol:>Jj::l03

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JUGLAR El halcón va atravesando El aire y en él se mueve El barco corta las olas De mares que nunca duermen Los cuerpos se precipitan Hacia la tierra inocente Donde damos nuestros pasos y se oculra la serpiente. YO: Pero se está construyendo Un nuevo mundo que tiene En la base geometría Y en la cima nuevas leyes Matemáticas, geométricas Que lo enmarcan y defienden. jando sin sustento uno de los pilares de la mecánica aristotélica: si cada lugar era exactamente igual a cualquier otro, ¿por qué la piedra debería dirigirse a él en panicular? En el nuevo espacio en construcción, un punto geométrico es sólo eso, un punto geométrico, y por lo

tanto inerte, sin propiedades físicaso metafísicas. La geometrización y maternatificación del espacio (y de la vida) fueron el producto de un proceso cultural profundo (que quizá no haya terminado), y quienes lo estaban haciendo no sabían, naturalmente, que lo estaban haciendo. Muy pocos, como Nicolás de Cusa o Giordano Bruno, lo proclamaron con todas las letras. El espacio geométrico puro, al fin y

al cabo, era una pura abstracción, que estaba (y sigue estando) fuera de cualquier empiria o posibilidad de experimentación, aunque el laboratorio trate de imitarlo. Sea como fuere, la experimentación no es más que un remedo parcial, y sobre codo local, del mundo. Incluso la geometrización asomaba ya su fiera cabeza sobre la cosmologfa: Benedetti niega la finitud aristotélica del universo... ¿por qué no podría haber un cuerpo infinito más allá del cielo de las estrellas fijas?Aristóteles comete todos estos errores porque su física es cualitativa y basada en la finirud, Benederti niega que el infinito sea sólo potencial, y habla de la existencia del infinito actual, es decir, de hecho, que Aristóteles consideraba imposible.

176

JUGLAR: El ciervo ante el cazador Huye rápido a esconderse El proyectil busca el cielo Donde ya no encuentra el éter. Todo se está transformando Todo cambia, rodo crece La flecha en su trayectoria ¡Yhasta la Tierra se mueve! YO: ¿Y el volcán? JUGLAR: ¡Rataplán! Colaboró en este fascículo Nicolás Olszevicki

12. La Revolución Científica (I): El hombre que movió al mundo

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178

La astronomía en tiempos de Copérnico Gerolamo Fracasroro, esferas y medicina El puntO crucial: la cuestión del movimiento de la Tierra Pequeños avatares de un gran científico El nuevo sistema Las dificultades El prólogo fraguado El libro no fue un besr-seller Elogio de Copérnico y despedida (provisoria)

La Revolución Científica (1): El hombre que movió al mundo Allá en Polonia, un tipo, decía Que el $01 estaba quieto, y la Tierra se movía. Aunque no parecía. Aunque el $01 cruzaba Cada día.

el cielo

Aunque un pájaro volaba Muy lejos de su nido y al volver no se perdía. Tercamente decía Ese tipo, Que la TIerra se movía.

y no sabía Que iniciaba un viaje a las estrellas, Adonde iba a llegar, Algún lejano día. n marzo de 1543 salió de la imprenta de Petrius, especializada en ediciones de astronomía, en Nurenberg, un libro que haría época, y que podemos, de manera arbitraria como siempre en estos casos, poner como punto de partida de la Revolución Científica: Sobre las revoluciones de las esferas celestes, de! astrónomo polaco Nicolás Copérnico, que se hallaba ya en su lecho de muerte (murió, efectivamente en mayo de ese mismo año y e! cuento de que recibió un ejemplar en su lecho de muerte no debe ser más que una leyenda; de todas maneras, había perdido la conciencia desde muchas

E

semanas antes). Y ese libro encerraba un mundo, un mundo que todavía no era pero que habría de ser, porque se ofrecía una solución nueva para uno de los más antiguos problemas de la ciencia y la fllosofía: comprender cómo funciona el cielo y cómo funciona el mundo y la estructura del universo. Nada menos. La revolución copernicana fue, como lo seda la Revolución Francesa dos siglos y medio más tarde, el derrocamiento de un viejo orden, y la trabajosa construcción de uno nuevo, con sus flujos y reflujos propios de las revoluciones, y sus sectores radicalizados y conservadores. El mundo se transformó: se volvió enorme, fdo y sin ningún tipo de refugio donde el hombre se pudiera sentir demasiado cómodo, o al menos un poco más importante (lo cual no es malo, desde ya), pero también se convirtió en un mundo que el hombre comprende, maneja y pretende dominar. El hombre, entonces, ya no es un signo más, aunque fuera central, en la cadena del ser: se corre, deja de considerarse el único objeto de la Creación, aunque, a la vez, comprueba que es la. única criatura capaz de entender lo que verdaderamente ocurre. O por lo menos tiene posibilidades de acercarse. La Tierra cambiará de lugar definitivamente, e! espacio comenzará a resultar inhóspito y desaparecerá la inmensa construcción aristotélica y las ruedas

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tolemaicas que durante siglos habían girado junto a la humanidad. Dios comenzará a retirarse, a permanecer en las iglesias, y dejará de visitar tan asiduamente los centros de estudios. El mundo emergerá como un gigantesco mecanismo que funciona sin propósito alguno, regido por leyes impersonales y precisas; se unificará, y de ser un puñado de sensaciones, se transformará en orden y medida, en dato y ley. Hasta Aquiles empezará a moverse más rápidamente; es más, los hombres de la Revolución Científica podrán pensar que alcanzará a la tortuga. No es poco para un par de siglos. y justamente vamos a hablar de quien dio el paso gigantesco del que ya nunca se pudo volver atrás. En el siglo ID a.c., Arquímedes sostenía que con un solo punto de apoyo movería al mundo. Copérnico realizó el sueño de Arquímedes con la sola fuerza de su genio. La idea de Revolución Científica, a pesar de ser aún discutida, ha arraigado rotundamente en la historia de la ciencia y se refiere a un proceso muy complejo marcado por un cambio intelectual que se produjo en los siglos XVI y XVII y dio nacimiento a la ciencia moderna. Como siempre, uno puede poner el énfasis en los elementos de ruptura o de continuidad, es una simple cuestión de sistemas de referencia. En este caso, vamos a poner el énfasis en los cambios porque me gusta la revolución científica y porque, al fin y al ca-

dirección del movimiento

El movimiento retrógrado de los planetas era solucionado en el

dirección del movimiento movimiento retrógrado

bo, la idea de revolución, o por lo menos la idea de revolución consciente, es la idea moderna por excelencia,así como la idea de permanencia era la idea medieval por excelencia. Los antiguos modos de pensar mostraron ser inadecuados e insatisfactorios, no sólo en astronomía sino también en anatomía y química, yen todas las ciencias particulares. Los hombres del Renacimiento -y Copérnico era un hombre del Renacimiento-, aunque sólo resolvieron algunos de los nuevos problemas planteados, al menos abrieron el camino para la solución de los restantes. Así, pues, convencionalmente, hablaremos de la Revolución Científica un poco porque pertenecemos a la cultura del libro, y otro poco porque nos gusta, vamos a situarla entre dos libros. Es una idea cándida, ingenua, pero respeta la veneración occidental por la idea del libro, por la cultura del libro, aunque, por SUpUC5tO, se trate de fechas y mojones arbitrarios. Yesos dos libros son Sobre la reuolución de las esferas celestes, de Copérnico, de 1543 y los Principia (Philosopbiae naturalis principia matemática), de Newton, de 1687. Con este último, la ciencia moderna, la que practicamos hoy, la que hoy conocemos como ciencia, está ya casi completamente delineada: sale armada de pies a cabeza del libro de Newton. La ciencia que emerge de allí ya es una ciencia madura, como aquella man-

sistema tolemaico por la complicada combinación de deferente y epiciclo, como pueden ver en la imagen siguiente.

zana que al caer -dice la leyenda- inspi- conocimiento (justamente por ser claró la ley de gravitación, esa ley de leyes, ro y acabado) donde se manifestaban esa piedra de toque que organiza el cosmás claramente las deficiencias de una mos; una ciencia madura con un progra- ciencia que solamente pretendía "salma completo, un programa que indica var las apariencias", como era el sistequé es lo que hay que hacer y cómo hay ma tolemaico. La astronomía era lo que hacer eso que hay que hacer, una más parecido a un laboratorio, donde ciencia con una ontología propia que los fenómenos aparecen más destilacambia una vez más las cosasque existen dos. Otras disciplinas vendrán detrás, en el mundo y que son objeto de la alimentadas por la nueva forma de miatención científica. Esto es, en el mundo rar al mundo, como le ocurrió, por que surge de la Revolución Científica, se ejemplo, a la química. El mundo mádará una respuesta nueva a la vieja pregico, simbólico y sólo a medias experigunta sobre qué es "lo que hay". mental del Renacimiento dará lugar, La Revolución Científica empezó por en apenas ciento cincuenta afias, a un la astronomía y era natural, hasta cierto mundo mecánico. punto, que la ruptura del sistema de ideEn cierta forma, la Revolución Cienas tanto de la Antigüedad como del Me- tífica era natural: Occidenre avanzaba, dioevo, que comprometerla Fatalmente queriéndolo o no, y sabiéndolo o no, todo el aparato aristotélico,comenzara hacia un mundo cuantitativo, un munpor los cielos.Al fin y al cabo, era la dis- do de ciudades, dinero y mercancías. Y ciplina más clara y acabada. La astronoen medio de toda esa efervescencia,Copérnico, el gran Copérnico, tiene la aumía descriptivahabía acumulado observacionessuficientesy desarrollado méto- dacia de sacar un ladrillo de la base que dos matemáticos lo bastante finos como sostiene la enorme construcción que ya para permitir que las hipótesis pudieran hemos visto. 150 años, nada más que formularse claramente y comprobarse 150 años, tardaría en aparecer el gran numéricamente. También era objeto de libro de Newton y derrumbar definitivamente el edificio entero. un interés particular, tamo por su viejo empleo astrológicocomo por su nuevo uso en navegación (aunque está bastante La astronomía en tiempos de Copérnico claro que eso solo no habría provocado A fines del siglo XV y principios del un progreso tan radical), y por las neceXVI, la astronomía seguía enredada en sidades de reforma del calendario, que los dos grandes sistemas astronómicos ya estaba totalmente retrasado respecto de Aristóteles y de Tolomeo, pero la de los tiempos astronómicos. Y, por otra parte, era el ámbito del falta de precisión ya empezaba a resul-

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Como se ve, el centro en torno del cual gira el planeta no es la Tierra sino el ecuante, un punto colocado ad hoc para solucionar el problema del cambio de brillo planetario.

rar molesta y se manifestaba, entre otras cosas, en el atraso del calendario, que desembocaría en la reforma gregoriana de 1582. Como sé lo fastidioso que resulta para el avisado lector volver atrás y buscar referencias anteriores, repasemos aquí brevemente lo que ya contarnos en el fascículo 6 ("El asalto al cielo"), sobre la astronomía que los griegos legaron a Occidente. En el siglo IV a. de C. Platón exigía que todos los fenómenos celestes se explicaran como combinaciones de círculos y esferas, síntomas de la perfección, en lo que luego se conoció corno "el mandato de Platón". En el marco de su concepción del mundo, describir los movimientos observables no importaba tanto como "salvar las apariencias", es decir, encontrar una combinación de esferas cualquiera que permitiera predecir los fenómenos celestes. Cumpliendo ese "mandato", primero Eudoxo y luego Aristóteles imaginaron que los astros estaban fijos sobre esferas transparentes, todas ellas centradas en la Tierra (hornocéntricas) con distintas inclinaciones y que, combinadas, describían el movimiento errático de los planetas, el Sol y la Luna. Desde ya, todo el conjunto daba vueltas cada 24 horas en torno de la Tierra. Aristóteles acumuló hasta 55 esferas; el sistema, aunque más o menos daba cuenta pasablemenre de los movimientos celestes, era bastante impreciso.

Recordemos que había dos dificultades centrales para la astronomía. La primera era explicar los difíciles y en apariencia erráticos movimientos de los planetas, sobre todo sus retrogradaciones: cada tanto, los planetas parecían detenerse en el cielo, emprender una marcha hacia atrás, y luego retomar su camino. La segunda era el cambio de brillo que se observaba en los planetas, lo cual no podía sino explicarse por la variación de sus distancias a la Tierra (cosa en principio imposible si giraban en esferas alrededor de ella). Pero si el sistema aristotélico era impreciso (entre otras cosas porque Aristóteles no era astrónomo, como él mismo lo admitía), no lo era el sistema tolemaico, la culminación de la astronomía griega. Claudia Tolomeo (c. 85c. 165), que trabajó en la famosa Biblioteca de Alejandría, opté por un camino diferente del aristotélico para mar una descripción del mundo. En su Almagesto, resolvía las dos anomalías de la astronomía planetaria de una manera original. En primer lugar, el de! movimiento retrógrado o en zigzag: supuso que los planetas se movían alrededor de la Tierra adosados a pequeñas esferas llamadas epiciclos, que a su vez tenlan su centro sobre las esferas principales (deferentes). Al moverse esas dos esferas al mismo tiempo, se explicaba por qué se observaba que el planeta retrocedía, cuando en realidad sólo estaba completando e! círculo de la esfera

ar-

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más pequeña. La combinación de epiciclo y deferente (o excéntrica) conseguía explicar e! movimiento retrógrado de los planetas en el cielo, con sus avances y retrocesos. Ajustando el tamaño de los epiciclos o, si hada Falta, agregando epiciclos secundarios, Tolomeo daba.cuenta de las observaciones mucho mejor que en el sistema de Aristóteles. La segunda cuestión era el cambio de brillo de los planetas (y por lo ranto de distancia a la Tierra) y el hecho de que se los viera moverse con velocidades diferentes. Para resolverlo, los planetas de su sistema no tenían como centro geométrico de sus órbitas perfectamente circulares a la Tierra sino al ecuante, un punto fuera de la Tierra, y giraban en torno de él con velocidad uniforme. Las deferentes eran excéntricas. Es decir. aunque en el sistema tolemaico la Tierra está inmóvil, como en el de Aristóteles, no era estrictamente geocéntrico, ya que el centro de las órbitas estaba desplazado para explicar el cambio de brillo de los planetas. Matemáticamente funcionaba, y predecía aceptablemente, pero tenía inconvenientes físicos, como por ejemplo que los epiciclos y las esferas desplazadas giraran alrededor de un punto en el que no había nada, sin ir más lejos. Los epiciclos "salvaban las apariencias", es cierro, pero no eran demasiado convincentes para comprender "lo que ocurría realmente". Por eso es lógico que, en los tiempos

El sistema tolemaico (simplificadísirno): la Tierra en el cen tro y

los planetas y el Sol girando a su alrededor.

de Copérnico, el mecanismo tolemaico ya escuviera funcionando con dificultades después de cumplir servicios durante bastante más de un milenio. y no se trataba solamente de su excesiva complejidad o de las dificultades que presentaba respecto de la física aristotélica: cuando los astrónomos Regiomontano y Peurbach, a fines del xv, revisaron las tablas de observaciones en vigencia, enconeraron que había diferencias del orden de dos horas en los eclipses. y era también manifiesto el atraso que se había producido en el calendario: Julio César, en el 46 a.e. había impulsado una reforma del calendario, que determinaba que la longitud del año era de 365 días y un cuarto (lo cual llevó a agregar un día al mes de febrero cada cuatro años). Pero la duración del año juliano era de 11 minutos más que el año astronómico real yesos 11 minutos se iban acumulando. Después de quince siglos, el desfasaje era de unos 11 días, de tal modo que la fecha de los equinoccios y solsticios, esenciales para que la Iglesia pudiera determinar la fecha de la Pascua, estaba notoriamente errada. Cuando Copérnico estudiaba astronomía, en Cracovia, había una especie de esquizofrenia estelar: el modelo aristotélico de esferas hornocéntricas lo enseñaban los naturalistas, más propensos a describir "la realidad", mienrras que el de Tolomeo lo enseñaban los matemáticos, como un método de cálculo, que permiría

predecir el curso de los planetas por e! cielo, sin abrir juicios sobre su "realidad". Copérnico comentará esta siruación más tarde:

Unos usan sálo circulas homocéntricos; otros, excéntricos y epiciclos. Los qUt conflan en los homocéntricos no pudieron dtducir de ellos nada tan seguro que respondiera sin duda a losfinómenos. Mas los que pensaron en los excéntricos admitieron muchas cosas que parecen contravenir losprimeros principios sobre la regularidad del movimiento. Epiciclos, ecuantes (sobre todo ecuantes) encerraban, si se quiere, una idea para muchos absurda: un sistema construido partiendo de la idea de una Tierra inmóvil en el centro de! mundo terminaba teniendo como centro otro lugar. La verdad, era una manera bastante costosa de salvar las apariencias, y cuando e! Papa lo invitó a participar de la reforma del calendario, declinó la oferta señalando que:

a losfilósofos, que en otras cuestiones han estudiado tan cuidadosamente las cosas más minuciosas de ese orbe, no les consta ningtín cálculo seguro sobre los movimientos de la máquina del mundo. Y que:

Vemos que muchas cosas no coinciden con los movimientos que deblan seguirse

182

de su enseñanza (de Tolomeo), ni con algunos otros movimientos, descubiertos después, aún no conocidos para él. De ah! que, incluso Plutarco, cuando habla del giro anual del Sol, dice: hasta ahora, el movimiento de los astros ha vencido la pericia de los matemáticos. En efecto, tomando como ejemplo el año, han sido evidentemente tan diversas las opiniones, que incluso muchos han desesperado de poder encontrar un cálculo {eguro sobre él. Obviamente floraba en el aire la necesidad de una reforma de la astronomía.

Gerolamo Fracastoro,

esferas y medicina

En 1538 Gerolamo Fracastoro (14781553), que estudió en Bolonia en el mismo tiempo que Copérnico y que probablemente fue su amigo, propuso un sistema de 79 esferas hornocénrricas que no hicieron sino complicar las cosas. Ya que estamos, vamos a hablar un poquito de Fracascoro: si bien su sistema astronómico fue un fracaso, no alcanza con decir que fue un astrónomo fallido, nada de eso. Resultó ser una figura verdaderamente importante para la historia de la medicina por haberse enfrentado de manera decidida y con solidez teórica a una enfermedad nueva y desconocida: la sífilis. No es que las 'plagas y epidemias fueran desconocidas o faltaran, más bien todo lo 'contrario: formaban parte de la vida cotidiana, y

"En los tiempos de Copérnico,

el

mecanismo tolemaico ya estaba funcionando con dificultades,

después de cumplir servicios durante bastante más de un milenio"

todavía debía estar vivo el recuerdo de la peste negra (1347-1353), de la cual dejó testimonio Boccaccio en su Decamerán y que habla producido la muerte de un tercio de la población europea, con consecuencias políticas y económicas inmensas, ya que la falta de trabajadores impulsó un alza persistente y secular de jornales. Es interesante comparar esta situación con las epidemias más recientes para ver todo lo que se ha avanzado en el control: basta pensar, por ejemplo, en las epidemias de gripe aviar o gripe porcina de los últimos años. La cuestión es que la epidemia se había extendido a partir del asedio de las tropas rancesas a Nápoles, entre cuyos defenso·eshabía marineros regresados de Arnéri:a -aunque es casi seguro, no es absoluamente seguro que la sífilis fuera de ori;en americano-e era traída y llevada por as prostitutas francesas que cruzaban el rente para satisfacer a uno y a Otro banlo (de ahí también la denominación de mal francés"), lo cual derivó en una caarara de libros sobre el nuevo mal. Entre ellos y en 1530 -el año en que ! supone que Copérnico terminó De 'euolutionibus, aunque no accedió a pulicarlo hasta 13 años más tarde-, Fraistoro publicó un extenso poema épico 1 escila virgiliano (Syphilis siue morbus tllicus, La sifilis o el mal francés) en el le se proponía narrar el origen mítico ! la enfermedad. El héroe del poema, rphilo, era un pastor del rey de Haití

que encendía la ira del dios Apolo por erigir airares prohibidos en la montaña, y la respuesta del dios era la enfermedad de la sífilis. Aunque, por suerte, después el resto de los dioses se apiadaba (ustedes saben cómo son los dioses griegos: caprichosos, crueles, convencilleros y dicharacheros, que hacen y deshacen a p¡acere) y creaban "el amplio y frondoso árbol que vencerla la fuerza del veneno". Más allá de ese "origen mítico", Fracastoro hada una descripción completa de la sífilis -a la cual puso nombre- y el tratamiento por mercurio o "el árbol milagroso", el guayaco. Pero no terminó allí: en 1546, como resultado de sus investigaciones, publicó De contagione et contagiosis morbis, et eorum curatione (Sobre el contagio y Las enftrmetÚtdes contagiosas y su curación), un verdadero clásico de la historia de la medicina. Según decía allí, la rransmisión infecciosa se debía a panículas imperceptibles e invisibles, seminaria (o semillas) que se reproducían y propagaban muy rápidamente y eran capaces de penetrar en el organismo e infectarlo de tres maneras distintas: por contagio directo, mediante vehículos, o infectándolo a distancia, como la viruela o la plaga. Reconocía la naturaleza venérea de la sífilis, aunque seguía sosteniendo -y aquí se ve su lado mágico renacentista- que sus semillas de contagio podían surgir de emanaciones venenosas causadas por determinadas conjunciones planetarias. '

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Digamos de paso que los dos tratamiencos que recomendaba eran malísimos: uno pOI mortífero (el mercurio, cuyo uso era alentado por Paracelso) y el otro por inocuo (la madera del guayaco). La verdad es que ninguno de los dos servía para nada. Bah, el mercurio, en realidad, sí: servía para que el enfermo se sintiera espantosamente mal, con vómitos, diarrea, dolor de cabeza y se muriera más temprano que tarde, no por la enfermedad sino por el tratamiento. De ahí el dicho sobre la sífilis: una noche con Venus, roda una vida con Mercurio. y nada mejor que esta referencia a Venus y Mercurio para devolvernos al cielo y las complicaciones de la astronomía planetaria. La propuesta de Fracastoro y sus 79 esferas hornocénrricas no fue la única. Un humanista aristotélico menor, Giovanni Barrisca Amici, en un librito de 1536, elaboró un engendro parecido aunque todavía más complicado. Afias antes, en 1520, el astrónomo Celia Calcagnini, quien también, parece, fue amigo de Copérnico, había sugerido que se aceptara la rotación diurna de la Tierra, ya adelanrada por Nicolás de Cusa. y así las cosas se iban acercando al punto crucial: el movimiento de la Tierra.

El punto crucial: la cuestión def movimiento de la Tierra Ya había, en ese entonces, codo un corpus de hipótesis sobre la rotación de

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Copérnico toma el toro por las astas:

arranca la Tierra del centro del mundo y pone allí al Sol. Con ese solo gesto pone en marcha una revolución científica destinada a cambiar todo lo que se pensaba sobre las cosas" la Tierra, y es posible que el maestro de Copérnico, Domenico de Novara, pensara en el asunto. La rotación diurna de la Tierra había sido considerada por astrónomos de la Antigüedad y en el siglo XIV había sido estudiada con una inusual profundidad por Nicolás de Oresme (13201382), con quien nos hemos encontrado ya cuando hablábamos de la escuela de Oxford y sus gráficos representando el movimiento. El estudio del asumo por parte de Oresme fiie el más detallado y agudo realizado en el período que va desde los griegos a Copérnico. Analizó una a una las objeciones (también derivadas de la Antigüedad y consideradas por el propio Tolomeo) al movimiento de la Tierra y las refutó con una notable inteligencia teórica, a tal punto que sus respuestas habrían de ser utilizadas más de un siglo después por Copérnico y Giordano Bruno. La primera objeción era que la experiencia mostraba claramente que era el cielo el que se movía, a lo que Oresme replicaba que este movimiento era relativo. Recuerden que una de las hipótesis fundamentales de la cosmología aristotélica era que debía haber un centro del universo, un punto fijo alrededor del cual giraran las esferas celestes y que, por lo tanto, el movimiento debía ser. absoluto. Oresme argumentaba contra esto que las direcciones del espacio, el movimiento, la

gravedad natural y la levedad, debían ser relativos.

Así, de la misma flnna en que a la persona que está en un barco cualquier movimiento rectilineo respectodel barco fe parecerá rectillneo, concluyópues que es imposible demostrar,por cualquier observación, que los cielosse mueven con movimiento diario y que la Tierra no se mueve de esaforma.

La segunda objeción, un clásico en la historia de la ciencia, era que si la Tierra giraba de Oeste a Este, habría un fuerte viento en sentido contrario. Pero Oresme replicaba que el aire y el agua giraban solidariamente junto con la Tierra. Al mismo tiempo, decían los negadores del movimiento terrestre, si efectivamente la Tierra giraba, una piedra tirada hacia arriba no caería en el mismo punto en el que había sido arrojada sino un poco al Oeste, porque la Tierra se habría movido. Oresme contestaba que la piedra se mueve muy rápidamente hacia el Este con el aire que atraviesa,y con la masa entera de laparte inferior dei universo que se mueve con movimiento diario, y de este modo. vuelve al lugar de donde partió. Aquí está hablando casi de manera explícita de la composición de movimientos, prohibida por la física aristotélica.

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A la objeción de que la rotación de la Tierra destruida la astronomía, replicaba que todos los cálculos y tablas serian los mismos. y con respecto a las dificultades con la Biblia, Oresme pensaba que ella se conformaba como podía al lenguaje humano, de la misma forma que cuando decía que Dios se arrepentía o se encolerizaba. En definitiva: con la rotación de la Tierra se solucionaban muchos problemas y resultaba más perfecta y sencilla que cualquier otra alternativa. y sin embargo, Oresme no dejaba de ser un hombre de su tiempo: después de repasar todos estos argumentos, afirmaba nuevamenre su convicción geoseítica ("de hecho nunca ha habido ni habrá sino un único universo corpóreo, y ese universo es el geosradco") y minimizaba la enorme potencia de su proeza intelecrual tildándola de mero juego:

Todosd4ienden -y yo lo creo- que los cielosse mueven y no la Tierra,porque Diosfijó la Tierra deflnna que no se mueve... Yas/, lo que he dichopor diversión puede adquirir de este modo un valorpara confundir y poner a prueba a quienes quieren usar la razón para poner en cuestión nuestrafe. . Después de razonar luminosamente (aunque sobre el movimiento de rotación de la Tierra y no sobre su movimiento orbital, que no llegó a plantear, y que seguramente ni se le ocurrió),

Nicolás de Oresrne, uno de los pensadores más impresionantes del Medioevo, en una rnnuarura que se encuentra en la Biblioteca Nacional de París.

Oresme volvía al redil de la fe y al dogma bíblico que acababa de desmantelar. El problema es que, como comprendió muy bien, ninguno de sus argumentos probaba definitivamente que la Tierra se moviera (y ésta sería la tesis que mantendrá el cardenal Bellarmino durante el primer conflicto con Galileo). La verdad es que el movimiento de la Tierra era difícil de aceptar así como así. No sólo era negado de manera cerrada por la física aristotélica, sino que desafiaba (y sigue desafiando) abiertamenee la más elemenca1 intuición, la percepción más simple y cotidiana. De cualquier manera, la cosmología geostática, apuntalada por pivotes que empezaban a cansarse después de tanto tiempo, no daba para más o no daba para mucho más. Se estaba quedando ancicuada para un mundo que empezaba a verse a sí mismo como joven y pujante. El problema es que el sistema tolemaico era resistente y, en cierto sentido, auroinrnune, es decir que llevaba en sí mismo las herramientas para solucionar cualquier problema que apareciera: si había que hacer una corrección, se agregaba una rueda extra al enorme engranaje y así el modelo se protegía de cualquier medición más precisa, aunque a costa de complicarlo más y más. y sobre todo corda con ventaja, porque no existía ningún otro sistema al-

ternarivo, De alguna manera, se había llegado a un ca1Jejón sin salida. y bueno, es aquí, JUSto aquí, cuando Copérnico toma al coro por las astas: arranca la Tierra del centro del mundo, pone allí al Sol y construye una nueva cosmología. Y con ese solo gestO pone en marcha una revolución científica destinada a replantear y cambiar todo lo que se sabía y se pensaba sobre todas las cosas. En el siglo III antes de Cristo, Arquímedes, a propósito de las leyes de la palanca, había-dicho. "Denrne un punto de apoyo y moveré el mundo". Bueno, Copérnico 10 hizo. Movió el mundo. y sin ningún puntO de apoyo. O sí: sólo su audacia y su genialidad.

Pequeños avatares de un gran científico A principios del siglo XV; una buena parte de Polonia y Prusia estaba dominada por la temible Orden de los Caballeros Teutónicos, una horrible instituciÓn teológico-militar, semejante a los Templarios, que no ahorraba crímenes y brutalidades y que llegó a ser una de las principales potencias europeas durante el siglo XlII, en el cual fueron derrocados por las tropas rusas de! príncipe Alejandro Nevsky (que no sólo salvaron a la ciudad de Novgorod, "el Gran Señor Novgorod", sino que inspiraron una magnífica película de Eisenstein, Alejandro Nevsky [1938] y una no menos magnífica cantata de Prokofiev).

185

Así como e! príncipe Nevsky en 1242, e! rey polaco V1adislav II los había derrotado en 1410, y un año más tarde los nobles y brutales caballeros se comprometían a un cese de hostilidades que duró poco, ya que en 1454 se inició una nueva guerra de 13 años, que culminó con la firma, en 1466, del segundo tratado de Torum, mediante el cual Polonia se anexaba dos regiones: la Pomerania oriental y la diócesis de Varmia. y fue justamente en Torum donde, el 19 de febrero de 1473, nació Nicolás Copérnico, en el seno de una familia acomodada. Era hijo de Nicolás Kopernik (Copernicus es la versión latinizada, y Copérnico la castellanizada), comerciante en cobre (de ahí su apellido), que se había establecido allí a finales de la década de 1450, procedente de Cracovia. Nicolás quedó huérfano cuando tenía diez años, al morir su padre, y pasó al cuidado de su do Lucas Waczelrode, más carde obispo de Varmia. A los 18 afios -el mismo año en que Colón parda del Puerco de Palos (un puerto de morondanga, dicho sea de paso, del que tuvo que salir porque el resto de los puertos se hallaba colmado por judíos que estaban siendo infame y siniestramente expulsados de España, puesto que ese mismo día venda el plazo fijado por Fernando e Isabel)- a los 18 afios, decía, marchó a la importante Universidad de Cracovia, entonces muy prestigiosa en Europa, donde

"El sistema de Copérnico conservaba muchos rasgos del anterior: sobre todo, las esferas, y aunque la última de ellas dejaba de moverse, seguía siendo un caparazón que cerraba el universo"

permaneció cuatro años, Era allí donde, como contaba, se enseñaban las dos versiones de la astronomía: la "real" y la puramente matemática. Como vimos, Copérnico tomó buena nota de ese asunto. Pero a los 22 su tío lo mandó llamar: uno de los canónigos del capítu'lo de Frauenburg estaba a punto de morir, y por una curiosa reglamentación, si lo hada en un mes par, el obispo designaba a su reemplazante (si no, lo designaba el Papa). El obispo Lucas quería el puesto para su sobrino, lo cual le aseguraría el sustento de por vida '(lo que se llama, literalmente, una canonjía). Pero Nicolás' no tuvo suerte: el canónigo se murió en septiembre, un mes impar, y se quedó sin su puesto. Mientras esperaba otra oporrunidad, se fue a Italia, donde permaneció diez años. Fue allí donde, siguiendo los pasos de su tío, que había estudiado allí, se inscribió en la Universidad de Bolonia para estudiar filosofla, derecho, matemáticas, astronomía, griego y quizás un poco de pintura. Su profesor de astronomía fue Domenico Maria de Novara, astrónomo prestigiosísimo, a quien ayudó en tareas observacionales (más tarde, Rhetico =quien jugaría un papel importantísimo en la vida de Copérnico- dirá que "más que un alumno era un' colaborador") como, por ejemplo, la observación del ocultamiento por parte de la Luna de la estrella Aldebarán, en

la constelación de Tauro, que más tarde utilizada en su gran obra. En 1497 se murió otro de los canónigos del capítulo de Frauenburg, pero éste tuvo la precaución de hacerlo en un mes par (agosto), con lo cual su tío pudo conseguir la canonjía. Sin embargo, Nicolás se quedó en Italia. En 1500 estuvo en Roma, donde según Rhetico dio conferencias sobre matemáticas (astronomía) ante un vasto público de estudiantes y un grupo de grandes hombres y expertos de esta rama del conocimiento. Aunque es difícil creerle a Rhetico al pie de la letra, ya que se supone que, como admirador incondicional de su maestro, tendería a exagerar cualquier detalle en su favor. En 1501 venda su permiso para ausentarse de Frauenburg, pero por lo visto Nicolás estaba decidido a prolongar su estancia italiana, así que regresó, consiguió una prórroga y se inscribió en la escuela. de medicina, justamente renombrada, de la Universidad de Padua, donde estudiaría pocos años más tarde Vesalio. Sin embargo -y es muy extraño-, se graduó en Ferrara, en derecho. En cuanto a la medicina, aunque concluyó los estudios, no se graduó. En 1506, el "Doctor Nicholaus" volvió a Frauenburg y ya no volvió a viajar, salvo por cortOS trayectos, y se comportó como un buen renacentista: incursionó en la teoría económica (enunciando lo que se conoce hoy como Ley de Gresham: la mala moneda reemplaza a la

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buena, a propósito de un proyecto de reforma monetaria) y, sin ser graduado, fue bastante apreciado como médico, Creo que ya lo mencioné, pero lo repito: en 1514 el papa León X lo convocó para la reforma del calendario pero declinó la oferta, alegando qué aún no se conocían con suficiente precisión los movimientos del Sol y de la Luna. Ese mismo año redactó una primera versión de su teoría llamada Commentariolus (Breve comentario), que no publicó pero hizo' circular en forma manuscrita. Mientras, trabajaba en el manuscrito de De reuolutionibus, que terminó hacia 1530, aunque durante largos años no dio señales de querer publicarla. ' Mientras tanto, el Commentariolus circulaba, y la noticia de 'l,ue el doctor Nicolás Copérnico estaba elaborando una teoría heliocéntrica del mundo se difundía lema pero persistenremente, al tiempo que su fama crecía. En 1533 el propio papa Clemente VII se hizo explicar el nuevo sistema, y tres años más tarde recibió una carta del cardenal Van Schonberg, confidente del papa siguiente, Pablo III (a quien dedicaría más tarde su libro), donde se lo instaba a divulgar su nueva teoría del universo, pero Copérnico no dio señales de hacerle caso. Sin embargo, en 1539 recibió una visita inesperada: un joven y entusiasta profesor de matemáticas y astronomía de la Universidad de Wittenberg, Ge-

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org Joachim von Lauchen, cuyo apodo era Rhericus (por la ciudad en la que había nacido, Rhaetia), quería escuchar una versión del nuevo sistema de primera mano. Rheticus no sólo era protestante, sino que procedía de la misma cuna del protestantismo, allí donde Lutero había publicado sus famosas tesis.También era allí donde e! mismo Lutero había dicho que Algunos han prestado atención a un astrólogo advenedizo que se esfilerza por demostrar qtte es la Tierra la que gira y no el cielo. Este loco anhela trastrocar por completo la ciencia de la astronomia, pero las Sagradas Escrituras nos enseñan que Josué ordenó al Sol, y no a la Tierra, q1le se detuviera. Lo cual no fue, sin embargo, un inconveniente para obtener e! permiso de viajar a una diócesis católica, con objeto de conocer a Copérnico, también católico. Rheticus se sumergió en el estudio de! manuscrito de De reuolutionibus, y en diez semanas completó la Narratio Prima, un resumen del original, que se publicó en Dánzig un afio más tarde, tuvo varias reediciones y una excelente recepción. Rethicus, entonces, redobló su presión sobre su maestro para lograr que completara y publicara su dichoso libro. En 1542, el manuscrito estaba listo para la imprenta, de donde salió un año

más tarde, en 1543. No se sabe si Copérnico llegó a ver el libro impreso,

pues murió ese mismo afio. Se cuenta q~e fue en su lecho de muerte, en 1543, que recibió un ejemplar del libro, pero de poco habría servido, ya que había perdido la conciencia hacía tiempo, Sería lindo poner ahora: "y entonces empezó otra historia". Pero no fue así. O por lo menos, no fue del todo así.

El

nuevo sistema

Probablemente fue en Italia donde Copérnico se convenció de que los problemas de la astronomía no tenían otra solución que un cambio radical hacia una teoría heliocéntrica y que no alcanzaba con introducir la rotación diurna, sino también e! movimiento orbital, que ya era otro cantar. Buscó antecedentes de un modelo similar, yenconrró que Cicerón hablaba de Hicetas de Siracusa (sigloV a.C} y su convicción de que laTierra se movía; se topó con que los pitagóricos (aunque, como recordarán, e! sistema de los pitagóricos como Filolao, no hada que la Tierra girara en romo del Sol, sino que todos los cuerpos celestes, incluidos la Tierra y e! Sol, giraran en romo de un "fuego central", en un sistema absolutamente fantasioso y sin fundamento observacional) y Heráclides Póntico (siglo IV a.e.) también creía que laTierra giraba. En cuanto a la teoría heliocéntrica en sí, hasta donde

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se sabe hoy, fue concebida por primera vez por Aristarco de Samos (320-250 a.C}, a quien curiosamente no nombra. Y'ast.... empecé yo también a pensar que la Tierra se mouia. Sobre el asunto de Aristarco tengo un curioso dato, que leí alguna vez y que no he podido después ubicar, pero lo cuenco con rodas las precauciones del caso. y dice que, en el primer rnanuscriro del De reuolutionibus, Aristarco aparece tachado por mano del propio Copérnico, La memoria es falible, y puede ser que haya sido en alguna versión del Commentariolus (también pue~ de ser una ilusión mía, un recuerdo falso), pero en cierto modo encaja, porque, dada la revisión de textos clásicos que hizo nuestro astrónomo, es realmente imposible que no hubiera leído sobre Aristarco. El misterio es por qué no lo puso como antecedente. Sea como fuere, las ideas centrales del nuevo sistema aparecían en el primer libro de los seis que componen De reuolutionibus, aunque ya habían sido adelantadas en el Commentariolus y la Narratio Prima. 1) El centro de la Tierra no es el centro del universo, lo es solamente de la gravedad, y de la órbita de la Luna. 2) Todos los planetas se mueven alrededor del Sol como su centro y, por lo ramo, ése es el centro del universo.

Una versión simplificada del sistema geocéntrico copernicano, extraída de 'su monumental

De RevoLutionibus Orbium CoeLestium.

3) La distancia de la Tierra al Sol es imperceptible frente a la altura del firmamento. 4) Lo que aparece como movimiento del firmamento no depende de un movimiento del firmamento mismo, sino del movimiento de la Tierra. La Tierra, junto con los elementos que están a su alrededor, cumple una rotación completa alrededor de sus polos eh su movimiento diario, mientras el firmamento inmóvil y los cielos alrísimos no experimentan variación alguna. 5) Lo que aparece como movimiento del Sol no deriva de un movimiento de éste, sino del movimiento de la Tierra y de nuestra esfera, con la cual giramos alrededor del Sol como todos los Otros planetas. Además, la Tierra tiene más de un movimiento. G) El aparente movimiento retrógrado y directo de los planetas no deriva de un movimiento de ellos sino del de la TIerra. Así, el movimiento de la Tierra por sí solo es suficiente para explicar tan diferentes desigualdades aparentes de los cielos. Salvo por el "pequeño detalle" del movimiento de la Tierra, se explicaban de una manera relativamente sencilla muchos fenómenos. • Por empezar, se explicaba el movimiento en zigzag o retrógrado de manera natural (y, digámoslo, realista) sin usar epiciclos. Puesto que la Tierra y el resto de los planetas se movían a velocidades diferentes, el movimiento retro-

grado se debía al hecho de que a veces la Tierra se adelantaba y a veces se atrasaba respecto de ellos. • Se explicaba también de manera narural que Mercurio y Venus siempre se observaran en las inmediaciones del Sol. Esto, que era una anomalía en el sistema tolemaico y se justificaba de una manera totalmente ad hoc y enrevesada, en el sistema copernicano es absolutamente lógico: se observaban siempre cerca del Sol porque, efectivamente, giraban más cerca del Sol que la Tierra. • Además se podía -cosa que el sistema tolemaico no permitía, ya que estaba basado en ángulos- calcular las distancias de los planetas al Sol en función de la distancia de la Tierra al Sol y. de hecho, Copérnico dio una tabla completa y bastante exacta. • Se determ.inaba con gran exactitud el tiempo necesario para que cada planeta diera una vuelta completa. • Se liberaba a la astronomía de los dichosos ecuantes y. por lo tanto, de muchos dolores de cabeza. • Los planetas se movían todos en torno de un mism.o centro (el centro de la órbita de la Tierra), mientras que, en el sistema de Tolomeo, cada planeta tenía su órbita alrededor de su propio ecuante, que se calculaba independientemente de los demás. Pero no todo era color de rosa en el sistema copernicano.

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Las dificultades No es verdad que el sistema copernicano apareciera de repente para explicar todo. Se podían hacer objeciones de todo tipo a la teoría de Copérnico, y algunas de ellas bastante serias. Por empezar, era necesario comprender por qué funcionaba ese nuevo mecanismo de relojería ahora alrededor del Sol, cuál era el impulso que lo hada mover. Estaba el primer motor de Aristóteles, pero no parecía un arreglo del todo convincente... ¿cómo hada el primer motor para imprimir la rotación a la esfera de la Luna, centrada en la Tierra?Y además, el movimiento circular y perfecto, según Aristóteles, estaba reservado exclusivamente al cielo. Asignárselo a la Tierra era cometer un pecado de leso aristotelismo, ya que el estado narural de la Tierra era el reposo. La respuesta de Copérnico era que una esfera tendía por sí sola a girar..., ¿era convincente? Muy poco. Después estaba el asunto de la composición de los planetas. Si la Tierra era "un planeta más"... ¿Marte también esraba hecho de rocas y no de éter? ¿Ylas estrellas?¿De qué material estaban hechas las estrellas?El éter se resquebrajaba y la sagrada e intocable distinción entre espacio sublunar y supralunar estaba amenazada. Pero había más cosas que aclarar. Por ejemplo, por qué una piedra cae·hacia la Tierra si ya no es el centro del universo. Copérnico hizo algunos malaba-

"En la edición de De Revolutionibus, y sin que el autor lo supiera, se deslizó un prólogo que presentaba el sistema como puramente especulativo y sin pretensiones de describir la realidad"

rismos: los cuerpos no caen hacia el centro del mundo, SOStuvO, y la gravedad para él no era sino la tendencia natural de lar partes de un todo que han sido separadas de ese todo, a volver a él ... así, los cuerpos terrestres no intentan acercarseal "centro del mundo" (el Sol) para descansar en él, sino que tienden hacia su "codo" que es la Tierra. Tampoco ésta era lo que se dice una explicación muy convincente: ¿cómo sabía cada cuerpo cuál era su "todo"? Si tuviéramos en la mano un pedazo lunar y lo soltáramos, ¿saldría disparado hasta la Luna? Naturalmente, nadie planteó esto: era inconcebible aún la frase "tener en la mano un pedazo lunar". Los tiempos han cambiado... Y, además, estaba la gravísima falta de observación de paralaje estelar, de la cual ya hemos hablado en algún momento: cuando un objeto se observa desde dos puntos diferentes, tiene que verse ligeramente corrido respecto del fondo por el cambio de perspectiva. pero las estrellas, observadas desde los dos extremos de la órbita terrestre, no mostraban ningún tipo de paralaje. Copérnico arguyó sensatamente que estaban demasiado lejos como para que el fenómeno fuera apreciable y agrandó el radio del universo a unos 2000 radios terrestres, que son unos 12.400 millones de kilómetros. En re-

alidad, nuestro amigo se quedó bastan- que cualquier cosa estaria en él, sea cual te corro, muy COfto:es apenas un fuere la magnitud que ocupara, pero el cuarto de la distancia entre el Sol y cielo escaria inmóvil. Mercurio, su planeta más cercano. Pero Copérnico no podía tener la más Es confuso, no hay duda, pero algo remota idea del tamaño del universo, hay... aunque escribió que, "comparada con Por otro lado, para cumplir con la la distancia a las estrellas, la Tierra es exigencia de movirnienro uniforme, se como un punto". vio obligado, nuevamente, a descentrar En realidad, hay paralaje, pero no ha- las órbitas: el verdadero centro del sistebía ninguna posibilidad de registrarla; ma no estaba en el Sol sino en el centro de la órbita de la Tierra alrededor del las estrellas están tan pero tan lejos que ese ángulo es prácticamente impercepti- Sol, que no coincidía con el Sol propiable, tan chico que recién se pudo medir mente dicho. en 1838 y con un aparataje incomparay para ajustar el sistema y hacerlo blemente más preciso. Copérnico tenía más permeable a las observaciones, razón, pero su respuesta era puramente echó mano de las herramientas tradiespeculativa. El hecho concreto es que cionales: los epiciclos de los que justala paralaje no se observaba. mente queda librarse. Al final se enconEl sistema conservaba muchos rasgos tró con que necesitaba al menos 36 círdel anterior, lo cual no contribuye a culos para "salvar las apariencias"; no hacérnoslo -ahora- simpático: sobre era una mejora decisiva (en la cantidad todo, se conservaban las esferas y, aun- de círculos) respecto de los 40 promeque la última de ellas dejaba de modio que se utilizaban en los sistemas verse, seguía siendo un caparazón que que provenían de Tolomeo. cerraba el universo. Copérnico, de roPor supuesto, el problema era que las dos modos, parecía hacer algunos órbitas de los planetas no son circulares avances confusos hacia la idea del essino elípticas, pero hacía falta casi un pacio infinito. siglo para que a alguien se le ocurriera semejante solución. y para colmo, la Tierra no se movía Pero dicen que fuera del cielo no hay exactamente alrededor del Sol, sino de ning¡¡n cuerpo, ni lugar; ni vado, ni en un punto desplazado del Sol, una espeabsoluto nada por donde pueda extendercie de "sol medio" que se parecía demase el cielo. Pero si el cielofuera infinito y siado a los aborrecidos ecuantes. Para sólofi/era finito en su concavidad integanar cuatro esferas,habrán pensado rior; quizá con másfuerza se confirmarla muchos, y para toparnos con ecuantes que fi/era del cielo no hay nada, pllesto

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"La Revolución Científica se •.

• I

caractenza po~ ser una construcción

contra la inducción ingenua, el sentido común y la experiencia sensible, por lo menos la inmediata'

disfrazados, no hacía falta reformar rodo y armar tanto lío. Además, le agregó a la TIerra un tercer movimiento, el de trepidación, con el objeto de mantener el eje de rotación fijo, movimiento que, según se demostró, era inexistente, además de innecesario. y también estaba el asunto de la Luna: ¿por qué razón, entre todos los astros que giraban alrededor del Sol, sólo uno tenía la notable ocurrencia de hacerlo alrededor de la Tierra? ¿Y por qué la TIerra no la dejaba atrás en su raudo volar por el espacio? Copérnico dejaba una multitud de problemas por resolver. Pero la marcha de la ciencia es así, y los ciendficos ensayan respuestas con los recursos que tienen a mano; no saben (o quizá sí saben) que más adelante, en el territorio que se atrevieron, con mejor o peor fortuna, a explorar, están las herramientas que permitirán prender el fuego mediante el golpe inreligenre de dos piedras de sílex.

El prólogo fraguado Por más que no explicara todo, que tuviera parches, y que conservara muchos rasgos que ya olían a rancio, el sistema heliocéntrico estaba ahí, completo y contundente. La nyeva teorfa era suficientemente audaz como para temer las iras religiosas. Sin embargo, la reacción eclesiástica fue mínima y aún menor entre los católicos que entre los protestantes. Lutero sí se horrorizó: ya vimos

lo que dijo, y Melanchton, recho, declaró que era

para convencer a nadie de que sean verdaderas, sino tan sólo para facilitar el cálculo.

su brazo de-

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una vergüenza y un verdadero escándalo presentar al público opiniones tan desea-

belladas. Por el lado romano, sin embargo, no hubo problemas; al poder eclesiástico el libro no le pareció grave. Estaba dedicado al papa Pablo III y el propio Copérruco era canónigo y bombre de la Iglesia. Recién en 1616, casi 80 años más tarde, la teoría heliocéntrica seria considerada herética y De reuolutionibus puesto en ellndex de libros prohibidos. Todo esto gatillado por la propaganda que le estaba haciendo Galileo, y que llevó a su primer choque con el poder romano. Pero había un pequeño detalle: en la edición de De Reuoiutionibus, y sin que Copérnico lo supiera, "se deslizó" un prólogo que presentaba al sistema como absolutamente especulativo y sin pretensiones de describir la realidad. El autor del fraude -como más tarde denunciaría Kepler- fue Osiander (14981552), un teólogo protestante de Witrenberg, que decía, entre otras cosas por el estilo:

No es necesario que estas hipótesis sean verdaderas, ni siquiera veros/miles. Alcanza con que provean un cálculo conforme a fas observaciones. No son pOl'foerza verdaderas y ni siquiera probables. No se las expone

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sea: el sistema es simplemente fíecional, sólo un método de cálculo. Era el viejo trUCOde "salvar las apariencias". Mientras no se creyera que la teoría heliocéntrica era "real", no habría problemas. La verdad es que no hay que condenar de buenas a primeras al pobre Osiander, que probablemente obró de buena fe, ya fuera porque creía en lo que decfa, ya porque trataba de proteger a Copérnico de los disgustos y problemas de enfrentar a la Iglesia, como más tarde comprobaría Galileo. Pero basta con leer los primeros capítulos para comprender que Copérnico en ningún momento duda de la "realidad" de su propuesta, aunque sabiendo que es por complero antiinruitiva, Establece una cosmología radicalmente distanciada del sentido común: todo aquello que vemos con claridad es aparente y es sólo reflejo de otras cosas que sí son verdaderas. Lo verdadero es algo más profundo, que es tan real como las piedras. Es un realismo platónico-pitagórico, cuya inspiración explícitamente declara. Incluso, entre los argumentos para que el Sol esté en el centro, cita fuentes herméticas como el propio Hermes Trismegisro:

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drla esta Mmpara en otro lugar mejor desde el que pudiera iluminar todo? y no sin razón, unos le llaman lámpara del mundo, otros mente, otros rector. Trismegisto le llamó dios visible. (Este es el único ejemplo en De reuolutionibus en que se incluye el mundo mágico-simbólico del Renacimiento.) El movimiento del Sol y de los cielos es aparente, solamente una ilusión, como el hecho de que la Tierra y el cielo se junten en el horizonte. ¡La Tierra se mueve contra todo lo que indican nuestros sentidos!Aqul queda marcada una de las característicasque tendrá la ciencia que surja de la Revolución Científica: se trata de una construcción contra la inducción ingenua, el sentido común y la experienciasensible, por lo menos la inmediata, que Tartaglia ya había desechado al descreerde lo que decían los cañoneros sobre la trayectoriade las balas. El sentido común, por 10 menos en su versión inmediata, engaña; la verdadera realidad está escondida bajo la complejidad de los fenómenos del mundo. Pero entonces, para poder experimentar con esa verdadera.realidad y con los verdaderos fenómenos, hace falta un lugar especial y donde los fenómenos profundos aparezcan destilados (como hará Galileo con sus bolas rodando por planos inclinados). y ese lugar será el laboratorio, un préstamo tomado de los alquimistas. Pero el laboratorio moderno no es, co-





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mo el alquímico, un espacio donde se manifiestan las fuerzas místicas y herméticas que gobiernan la materia, sino un lugar donde reina la geometría pura y dura, y donde los fenómenos revelan su estructura matemática. Aunque se propugne el método experimental, la vieja idea de que los sentidos engañan será más fuerte que nunca yel divorcio entre "lo que es" y "lo que se ve" alejará a la ciencia del público, fenómeno que se COnstataaún hoy, cinco siglos después.

El libro no fue un best-seller Las revoluciones era un libro difícil. Tuvo una sola reedición y si bien no se lo leía mucho, tal vez por su complejidad, se sabía de su existencia y su influencia era grande. En 1551 Erasmus Reinhold (1511-1553), también de Winenbcrg, recalculó las tablas astronómicas sobre la base de la teoría heliocéntrica, y publicó las Tablas Prusianas, que aunque tampoco eran demasiado precisas, se usaron para reformar el calendario en 1582 y seguían ampliando la brecha por la que fluía la Revolución Científica. Algunos tomaron la teoría como un modelo matemático sin asidero físico: era, recuerden, el camino propuesto por Osiander, y fue lo que se llamó "la interpretación de Wittenberg", que volveremos a encontrar en pleno siglo XX cuando hablemos de la mecánica cuántica: una interpretación purarnen-

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te instrumentalista, que no hace afirmaciones sobre la realidad de los términos de la teoría. Otros, en cambio, consideraban que Copérnico era "el nuevo Tolomeo", como el inglésThomas Digges (15461596), que explicaba por qué a muchos les costaba aceptarlo: Puesto que el mundo ha arrastrado durante tanto tiempo la opinión de la estabilidad de la Tierra, la contraria tiene que resultar ahora muy inaccesible. Wi!liam Gilbert, iniciador del estudio del magnetismo, adhirió con fervor. Lo mismo que Giordano Bruno, que rompió con las esferasy proclamó un mundo infinito, donde las estrellas no eran sino soles lejanos y casi sin vestigios de metafísica, y que fue condenado a la hoguera y asesinado por la Inquisición en el afio 1600. y aunque en todo el siglo XV prácticamente no se publicó ninguna obra en defensa del copernicanismo, hay un dato curioso: parece que se discutía popularmente en las callesde Florencia. En 1552 (apenas diez años después de la 'publicación), el escritor y satirisraAntón Francesco Doni (1513-1574) escribió y publicó un interesante diálogo entre dos hombres del pueblo, que trata de cuestiones cosmológicas,y que muestra que el copernicanismo formaba parte de las conversacionespopulares, que en las noches de verano sosten~ala

Nicolás Copérnico, uno de los científicos más grandes de todos los tiempos.

gente del popolo minuto, sentada en los mármoles de la catedral florentina. \ y también se difundía entre nuevas generacionesde astrónomos como Kepler o Galileo.En el proceso, el sistemase fue enriqueciendo, ttansformando y transformándose, mientras se ajustaba para encontrar lasrespuestasque faltaban.

Elogio de Copémico y despedida (provisoria) El sistema que surgía de Las revoluciones no se había liberado del todo de los lastresde la astronomía tradicional. Copérnico conservó.las esferasde cristal y sería Tycho Brahe quien rompería con esa limitación. Conservó el movimiento estrictamente circular que exigía Platón y sería la tarea de Kepler introducir las órbitas elípticas. No pudo dar una ex-. plicación totalmente convincente de por qué las cosasno salían volando por el aire al moverse la Tierra, y Galileo tuvo que tornarse el trabajo de encontrar una respuesta. En cierta forma, su obra fue un constructo, a vecesalgo forzado, y llevó los esfuerzosde un siglo y medio resolverlas dificultades'que planteaba. Tampoco fue el primero en atribuir movimientos a la Tierra; ya lo hablan hecho en la Antigüedad Aristarco de Samas o los pitagóricos Filolao y Heráclides P6ntico. La rotación terrestre, por su pacté, ya había sido propuesta, entre otros, por Nicolás de Cusa y analizada a fondo, como vimos, por Nicolás de Oresme.

y sin embargo, fue él solo quien, pese a las imperfecciones, construy6 el primer sistema heliocéntrico completo, coherente; quien movió al mundo de su lugar fosilizado en el centro del sistema, lo lanzó a través del espacio y armó, con todos sus errores y dificultades, una estructura coherente y tenaz, capaz de competir con Tolomeo. Fue él quien realizó un esfuerzo intelectual tan enorme, que el término "revolución copernicana" quedó acufiado para describir cualquier cambio de fondo en las concepciones del mundo. No es posible pensar que Copérnico no comprendiera las consecuencias de la reforma que había emprendido, la cantidad de cosas establecidas con las que rompía, 'la manera en que alteraba la cosmovisi6n y la imposibilidad de una vuelta atrás. Tenía que sospechar que estaba sacando el ladrillo de abajo de la enorme construcción aristotélicotolemaica. y una vez hecho, era sólo cuestión de tiempo que el edificio entero se derrumbara. La hazaña de Copérnico no fue solamente una revolución astronómica, sino una revolución filosóficay cultural. Mover a laTierra es algo que trasciende lo puramente astronómico. Si la Tierra no está en el cenrro de) mundo, tampoco se entiende por qué' tiene que estar en el centro de la creación. Y si es'un planeta corno- los demás, no se entiende por qué debería estar compuesta por elementos diferentes: los dos mundos 192

(sublunar y supralunar), tan tajantemente separados durante dos mil años, empezaban a mezclarse. Es interesante que en medio del humanismo, que trasladaba la atención del cielo a la tierra, Copérnico produjera un desplazamiento tan brutal de los intereses humanos en la lista de prioridades del universo. Copérnico descentra al hombre, le da una primera pauta de.su po~a importancia; una Tierra equivalente al resto de los planetas es una Tierra mucho más laica y secular. Copérnico nos hace ser lo que somos, seres perdidos en un universo tan vasto que no podemos siquiera imaginar, pero -yeso es lo maravilloso- sí comprender. Copérnico nos enseñó a todos que una revolución completa es posible, nos mostró el poder de la mente humana, capaz de dar vuelta de un.saque dos mil años de tradicióny ver más allá de lo que ven nuestros ojos. Copérnico está en la base misma de todas nuestras ideas sobre el mundo, es el pilar sobre el que se apoya la modernidad. Su intento fue desmesurado, una utopía astronómica superior a sus fuerzas (ya las de la época), que necesitó ciemo cincuenta años para concretarse. Dediquemos un admirado y cariñoso recuerdo a uno de los'pensadores y científicos más grandes de la historia. Colaboraron en este fascículo Nicolás Olszevicki y Esteban Magnani

13. La Revolución Científica (11): La derrota del ,círculo

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"El mundo orgánico perdió su .estructura simbólica y se fue conformando como un conjunto de fenómenos que sería, más temprano que tarde, objeto de una nueva síntesis a medida que se impusiera

la filosofía mecánica' una carrera que lo llevara a un cargo en el Estado o en la Iglesia, pero un eclipse parcial de sol que se produjo en 1560 desvió su vocación: Tycho se quedó pasmado por el hecho de que el eclipse hubiera sido predicho. Le pareció algo divino que los hombres pudieran conocer los movimientos de los astros de una manera tan precisa que fueran capaces de predecir ese tipo de eventos con semejante antelación. y así fue como dedicó los dieciocho meses que pasó en Copenhague a estudiar matemáticas y astronomía, hasta que cambió Copenhague por Leipzig, para estudiar leyes. La afición de Tycho por la astronomía, de cualquier manera, continuaba intacta, y gastaba todo

su dinero en comprar aparatos de observación, gracias a lo cual sus conocimientos aumentaron rápidamente y le permitieron darse cuenta de que la comprensión que se tenía de los movimientos astronómicos no era tan precisa como había creído al principio: en 1563, una conjunción entre Saturno y Júpiter (es decir, el momento en que dos planetas están tan próximos que parecen confundirse y "habilitan" las especulaciones de los astrólogos y otros charlatanes), se produjo un mes antes de lo pronosticado. Quizá fue entonces cuando concibió (ja los 16 añosl) las que habrían de ser las líneas directrices de su vida científica, y que implicaban una idea, o una lí-

nea nueva en la astronomía observacional: las mediciones de las posiciones estelaresdebían ser precisas (sin admitirse los errores que, por ejemplo, había cometido Tolomeo, cuyas observaciones habían sido tomadas por buenaspor Copérnico), y el único camino para la construcción de tablas precisasera la observación continuada y el seguimiento de un cuerpo celeste, noche a noche, y no las observaciones aisladas,como era común practicar hasta entonces. Sin embargo, Tycho abandonó Leipzig al estallar la guerra entre Suecia y Dinamarca, y marchó nuevamente a Copenhague, donde ocurrió un curioso incidente: cuando el rey Federico II cruzaba con un destacamento el puen-

Solimán el magnífico y el genio en la botella (azul) Solimán el Magnífico fue no sólo la cabeza y sultán del Imperio Otomano en el momento en que éste alcanzó su máximo poder sino el responsable, indirecto e involuntario, de la invención de uno de los grandes centros del pensamiento occidental moderno. No, ni la Royal Sociery ni la Académie des Sciences sino algo mucho más humilde: el café. Solimán, cuya muerte había de predecir Tycho unos cuantos años después, llegó hasta las mismísimas puertas de Viena en 1529, marcando el apogeo de la invasión otomana, aunque fracasó en su intento de tomarla. Cuando en 1683 los turcos intentaron sitiar nuevamente la ciudad nuevamente, tuvieron que darse por vencidos, dejaron equipaje y provisiones, entre las que se contaban numerosas

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bolsas de café. Estas bolsas fueron imprescindibles para que, poco tiempo después, se fundara La botella Azul, el primer café vienés, que inauguraría una moda en Europa y producirla delicias como la Cantata del cafl de Johann Sebastian Bach. Cuenta la leyenda que los dueños de La botella azul, al principio, recorrían las casas ofreciendo a los vecinos tazas del nuevo brebaje. El café era el genio en la botella que se había liberado en Europa. Lo demás es historia conocida: el café como lugar de reunión, el cafetín como inspiración del tango y discutible universidad del barrio; el café como refugio de la bohemia; el café como laboratorio de la mente. Estos fascículosse escriben en un café, sin ir más lejos.

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pernova fue visible durante dieciocho meses) e ir fijándose cómo variaba respecto del resto de las estrellas. Durante todo el tiempo en que estuvo visible, la nueva estrella no se movió respecto de las estrellas fijas: Tycho se convenció de que no se trataba de un fenómeno atmosférico, sino de que estaba de manera permanente en la zona del cielo que, hasta ese momento, se presumía inmutable por estar más allá de la Luna. Claramente, algo andaba mal en ese asunto de las dos regiones del mundo. . A raíz de eso publicó, en 1573, un pequefio libro, De Nova Stella, donde.

demostraba que e! nuevo objeto perteneda, efectivamente, a la esfera de las estrellas fijas, y lo comparaba con otro objeto que Hiparco, 125 afias antes de nuestra era, afirmaba que había observado en el cielo. Y, como no podía faltar, deslizaba diferentes consideraciones astrológicas, de las que podemos cómodamente prescindir. De paso, fijó la palabra nova, que aún ahora se utiliza plenamente para referirse a los aumentos de brillo repentinos de una estrella, debido a diferentes procesos relacionados con su muerte, y a veces con su muerte explosiva (la supernova), El fenómeno, de paso, fue también observado y estudiado por muchos otros astrónomos, entre ellos el propio Thomas Digges, el gran propagandista inglés de! sistema copernicano que ya les mencioné.

La supernova de Tycho (y algunas más) Las supernovas son uno de los fenómenos más impresionantes de la astronomía, y probablemente de la naturaleza: la pavorosa explosión de una estrella, que multiplica su brillo en miles de millones de veces.A gran escala (galáctica), son relativamente frecuentes. Pero, desde nuestra modesta perspectiva, son fenómenos muy raros. En realidad, durante los últimos milenios, muy pocas supernovas se han observado a simple vista en los cielos de la Tierra. La supernova de Tycho no fue la primera; de hecho, ya se habían observado varios fenómenos de este tipo, en 1006, en 1054 (supernova del Cangrejo) yen 1181. Esta, la cuarta supernova, estalló recién el 6 de noviembre de 1572, también en la constelación de Casiopea. E inrnediaramenre fue vista desde Corea, China, y por astrónomos de toda Europa. Pero su testigo más célebre fue, justamente, Tycho Brahe. Superado un primer momento de escepticismo y gracias a sus precisísirnas observaciones. concluyó que el objeto debía estar, forzosamente, más lejos que la Luna, en el reino de las "estrellasfijas". Por primera vez se observaba cienrfficamente un cambio evidente en el "mundo supralunar" (más allá de la Luna), un desastre para la apolillada doctrina de los dos mundos, según la cual más allá de la Luna nada podía cambiar.

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La supernova, que también llegó a brillar tanto como Venus, dejó de observarse recién un afio y medio después.En la década de 1950, los científicos detectaron sus restos mortecinos (en luz visible yen ondas de radio). Y aunque Tycho no fue el único, y ni siquiera el primero en observarla,es recordada como la supernova de Tycho porque fue él quien pudo determinar su carácter supralunar.

El examen del cielo

Lo cierto es que a raíz de esta historia Tycho tomó la decisión de estudiar el cielo y llegó a convertirse en el más grande de los astrónomos observacionales antes de la llegada del telescopio. El trabajo de toda su vida consistió en la fabricación de instrumentos muy precisos y el acopio de una cantidad increíble de observacionescon una exactitud desconocida hasta entonces. y así fue: después de varios avataresy debido a su fama cada vez más grande. el rey Federico,imitando prematuramente a Marlon Brando en El padrino, "le hizo una oferta imposible de rechazar":le regaló la pequeña islade Hveen, entre Copenhague y Elsinore, con unos buenos dinerillos para que se construyera un observatorio,al que llamó Uraniborg (por Urania, la musa de la astronomía). Durante veinte afios, Tycho se encargó de expandir y de transformar la isla en un verdadero y amplio centro científico, con un segundo observatorio, una profusa biblioteca, una imprenta (don-

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La Nebulosa del Cangrejo, una nube filamentosa de gases en expansión, es el remanente de la supernova de 1054.

pestes, guerras, epidemias y augurios demolición de las esferas cristalinas, de por el estilo. casi dos mil afios de antigüedad y que el Los cometas eran muy conocidos des- propio Copérnico no había cuestionade antiguo. Aristóteles los había estudo, agregaba una pieza más a la paciente diado y había llegado a la conclusión de . construcción que llevaría a la Teoría de la Gravitación Universal. que se trataba de fenómenos atmosféricos por la sencilla razón de que su irrePorque la inexistencia de las esferas planteaba el problema del movimiento gularidad (aparecen, desaparecen y se mueven en trayectorias irregulares y de los astros bajo una luz por completo cambiantes) era propia únicamente del diferente: sin las esferas ya no podía espacio sublunar. existir tampoco el sistema de correa Pero Tycho, con su "astronomía de transmisora del primum mobile, que imprecisión", y ya alertado por la nova de pulsaba a la última esfera y se iba trans1572, determinó que el cometa estaba mitiendo a las esferas interiores. más allá de la Luna, que se movía alreAhora, y por decirlo así, los planetas dedor del Sol, y que además lo hada en- (y el Sol, y la Luna) quedaban "sueltre Marte y Venus, o sea que cruzaba las tos". Las fuerzas motrices del sistema, esferas que sostenían las órbitas de amfueran lo que fueren y vinieran de donbos planetas. ¿Cómo podía un astro de vinieren, tenían que actuar directaatravesar esferas materiales y cristalinas mente sobre los planetas, que sí tienen entidad material, como comprenderá sin que se hicieran trizas? Ante la evidencia, Tycho optó por muy bien Kepler, El buen Tycho puso una idea audaz: decidió que las esferas así un palo más en las ruedas del sisrema tolemaico. y tarde o temprano, al no existían. aparecer el problema de qué era lo que movía a los planetas, el sistema astroiá no apruebo la realidad de aquellas nómico tendría la necesidad de ser esferascuya existencia habla admitido antes apoyado en la autoridad de los an- también un sistema físico.

tiguos. Actualmente estoyseguro de que no hay esferassólidas en el cielo, independientemente de que se crea que hacen girar a las estrellas son arrastradaspor ellas.

°

El golpe estaba bien colocado yel cristal se partió. Es difícil disminuir la importancia conceptual de este paso. La

El sistema de Tycho Tycho, aunque lo conoció perfectamente -como todos los astrónomos de la época-, nunca aceptó el sistema copernicano. Puede ser que tuviera ganas de tener su propio sistema personal del mundo, pero la principal razón por la cual no se adhirió a la teoría heliocéntri-

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ca es que le resultaba imposible aceptar' que la Tierra se moviera. Meticuloso como era, no SOStuVO la inmovilidad de la Tierra como un dogma, sino que, para demostrarla, ideó un experimento: disparó con un cañón hacia el Este y el Oeste. ¿No era obvio que si la Tierra se movía la bala que iba en el sentido del movimiento de la Tierra y la que iba en contra debían alcanzar distancias diferentes? Pero las dos balas llegaron a la misma distancia. Este argumento había sido contestado ya por Copérnico, y mucho antes por Nicolás de Oresme, pero para Tycho seguía siendo decisivo. Además, seguramente podía argüir que, si bien la paralaje no era observable en tiempos de Copérnico, si existía, no escapada a su astronomía de precisión. Aquí Tycho se equivocaba de medio a medio. ya que la paralaje estelar se observó, como creo que ya dije, recién en 1838 y con la ayuda de los ya desarrollados telescopios de esa época; naturalmente, Tycho ni siquiera podía imaginar la astronomía telescópica que estaba por sobrevenir en poquísimos años. Pero la experiencia del cañón y la falta de paralaje 10 convencieron de que la Tierra estaba inmóvil y lo llevaron a rechazar el sistema copernicano. Tycho se equivocaba, pero no actuaba de manera irracional ni atado a dogmas. Yes que hasta que alguien resolviera el problema y explicara cómo podía ser que la Tierra se moviera y no saliéramos todos, Tycho

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El sistema de Tycho Brahe, una mezcla entre las novedades de Copérnico y el

ya chirriante sistema de Tolomeo.

contaba dos afias de edad, su padre se marchó a combatir en los Paises Bajos y Katharina 10 siguió, dejando al niño con su abuelo. Sus padres regresaron en 1576 y la familia se trasladó a Leanberg, en el ducado de WUrttemberg. Heinrich probó suerte en distintos negocios, incluido regentear una taberna, actividad en la que perdió todo su dinero. Entonces, volvió a engancharse como mercenario, se fue y no se volvió a saber nada de ~J. Johannes fue víctima de todo este ajetreo, cambiando de hogar y de escuela a cada rato. Mientras estaba con su abuelo contrajo viruela, a consecuencia de la cual su vista quedó afectada para el resto de su vida, condenándolo a no ser un buen observador de los cielos. A la edad de 7 años fue admitido en una de las nuevas escuelas latinas, fundadas para preparar a los nuevos funcionarios luteranos que exigía la Reforma para la prestación de servicios dentro de la Iglesia o en la administración del Estado; con el título de una de estas escuelas podía presentarse a un examen para ser admitido en un seminario y prepararse para el sacerdocio, que era el camino obvio y tradicional que tenía que seguir un joven inteligente para salir de la pobreza. Es posible que el interés de Kepler por la astronomía ya se hubiera despertado cuando.éste era sólo un niño y vio (en dos ocasiones diferentes) un brillante cometa (el mismo que Tycho

Brahe estudió en 1577) y un eclipse de Luna, aunque estas cosas siempre se dicen a posteriori. Lo que sí es seguro es que, a pesar de ser un joven enfermizo, demostró ser tan prometedor académicamente que sus tutores se esforzaron en hacerle ingresar a la Universidad de Tubinga, donde iba a completar sus estudios de teología. Aunque se estaba formando para llegar a ser sacerdote, entre las materias que Kepler tuvo que estudiar estaban las matemáticas, la física y la astronomía, y en todas ellas fue un alumno destacado. El catedrático de matemáticas de aquella universidad era Michael Maestlin (1550-1631), quien explicó debidamente a sus alumnos en las clases oficiales el sistema de Tolomeo, aprobado por la Iglesia Reformada. Sin embargo, en privado, Maesdin expuso también el sistema de Copérnica a un selecto grupo de alumnos prometedores, entre los que se encontraba Kepler. Estas explicaciones seguramente impresionaron profundamente al joven y 10 inclinaron hacia Copérnico desde temprano. En realidad, bajo el influjo de Maestlin se convirtió en uno de los astrónomos copernicanos más combativos desde Rheticus. ¿Hubiera sido un buen pastor luterano? Afortunadamente, no 10 sabremos nunca, ya que en 1594, el afio en que debía haber finalizado sus estudios de teología, su vida cambió a causa de un fallecímiento que tuvo lugar lejos de allí, en la

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bella ciudad austríaca de Graz, junto al río Mur (o por lo menos bella ahora ...., habría que ver si entonces no era una de esas inmundas ciudades medievales). Porque resulta que en Graz había un seminario que mantenía estrechas relaciones académicas con Tubinga y, al morirse el profesor de matemáticas, las autoridades solicitaron a Tubinga un sustituto. Resultado: allí fue Kepler a instalarse en Graz. Graz pertenecía al Imperio, pero estaba ubicada en uno de los estados donde la influencia católica era dominante, cosa que le traería continuos problemas. Aunque algunos de los príncipes locales eran más o menos roleranres y permitían cierta libertad de cultos, Graz era la capital de un pequefio Estado llamado Estiria y estaba gobernado por el archiduque Carlos, decidido a aplastar el movimiento protestante, aunque en la época en que llegó Kepler se toleraban todavía algunas excepciones, como el seminario luterano de Graz, Kepler no disponía de recursos económicos procedentes de su familia y su situación no mejoró cuando los miembros de la dirección del seminario decidieron asignarle los tres cuartos del salario hasta que demostrara su valía. Sin embargo, existía un trabajo mediante el cual podía ganar algo de dinero y granjearse las simpatías de la alta sociedad de Graz: confeccionar horóscopos, ocupaci6n que usaría durante toda su vida

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El Mysterium Cosmographicum de Kepler: cada una de las órbitas de los planetas está representada por uno de los poliedros regulares.

rírulo Mysterium Cosmographicum (El

misterio de! cosmos) y aparee de sus juegos poliédricos y varios otros (como la música de las esferas, que llega a poner en notación musical) sin mucho semido, adelanta una idea que usaría fructíferamente más tarde: recogiendo la afirmación de Copérnico según la cual los planetas se mueven en sus órbitas más lentamente cuanto más lejos se encuentran del Sol, sugirió que se mantenían en sus órbitas por efecto de una fuerza que llamó "vigor" o "anima motriz", procedente del Sol que los impulsaba en su trayectoria, quedisminuía con la ' distancia al Sol, por lo que haría que los planetas más distantes se movieran más lentamente. Noten que si es una fuerza que emana del Sol, ya no son necesarias las esferas cristalinas, que Tycho aún no había destruido.

Mi propósito... esdemostrar qut la mdquina del universo no es como un ser animado por la Divinidad, sino como un reloj. Kepler envió copias de su libro a los astrónomos y científicos más grandes de su tiempo, entre los cuales cabe mencionar a Galileo. Bueno, en realidad no se lo envió directamente a Galileo, que por ese entonces distaba mucho de ser "uno de los científicos más grandes de su tiempo", sino que hizo circular copias; recomendando que se hicieran llegar a científicos distinguidos. Así llegó a manos de Galileo, que

no se molestó en enviar comentario alguno como respuesta, salvo unas frases formales, pero mencionó el modelo en sus clases magistrales. Por otra parte, no es de extrañar, ya que a Galileo le habrá parecido un libro puramente místico, en una línea completamente opuesta a la que él estaba trabajando y que tanto resultado le dada. Pero -y éste es el punto fuerte- sí le contesté Tycho Brahe, mucho más sensible a ese tipo de especulaciones, quien quedó impresionado por las habilidades matemáticas del autor del libro, aunque la idea de un universo centrado en el Sol era todavía anatema para él. De hecho, Tycho Brahe estaba tan impresionado que le planteó la posibilidad de unirse al equipo de ayudantes que trabajaban con él, cosa que sólo se realizarla unos años más tarde, pero que seda decisiva para Kepler. En 1597, se casó con Barbara Müller, una joven viuda, hija de un rico comerciante, lo cual fortaleció su posición económica, pero mientras canto, la situación política se iba deteriorando en Estiria: en diciembre de 1596, el archiduque Fernando, que era un católico ferviente, se hizo con el gobierno de este pequefio estado, y decidido como estaba a que su dominio volviera al catolicismo, empezaron las presiones sobre los protestantes. En septiembre de 1597,se hizo público un edicto en el que se conminaba a todos los maestros y teólogos protestantes a abandonar ~l

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Estado en un plazo de dos semanas o a convertirse al catolicismo. No había más remedio que obedecer y Kepler fue uno de los muchos luteranos expulsados que se refugiaron en los estados vecinos, aunque a él se le permitió volver, seguramente debido a su creciente prestigio como matemático. No obstante, las severas condiciones bajo las cuales tuvo que vivir a partir de aquel momento le hicieron pensar en mudarse, especialmente en 1599, cuando la situación llegó a ser intolerable. Por entonces Tycho Brahe estaba en pleno proceso de instalarse a unos 320 kilómetros de distancia, cerca de Praga, en un lugar en que las personas tenían libertad para practicar los cultos religiosos a su propia manera, y Kepler accedió a él a través del barón Hoffrnan, un noble de Esciria (que estaba impresionado por la obra de Kepler y había conocido a Tycho Brahe), y gestionó el primer encuentro entre ambos. Aunque la intención de Kepler había sido realizar una breve visita (había dejado a su esposa y a su hijastra en Graz y no había presentado su renuncia al cargo que tenía allf), la convirtió en una larga estancia. Kepler, que carecía por completo de dinero, necesitaba desesperadamente un puesto oficial con su correspondiente retribución para poder trabajar con Tycho, que había estado negociando con el emperador Rodolfo justamente para conseguirle un cargo oficial. Final-

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"Kepler le mandó el libro a Tycho Brahe, quien quedó impresionado por las habilidades matemáticas del autor y le planteó la posibilidad de unirse al equipo de ayudantes que trabajaba con él" de una órbita descentrada, aunque estrictamente circular, de tal modo que Marte se enconrraba en una mitad de su órbita más cerca del Sol que en la otra mitad. Pero dado que el movimiento de los planetas era impulsado por el Sol, pormedio de ese "vigor", que actuaba más poderosamente cuanto más cerca estuviera el planeta de 61, era perfectamente aceptable que Maree se moviera con mayor velocidad en una parte de su órbita que en otra: estaba levantando la exigencia de movimiento uniforme (cosa que hubiera horrorizado a Copérnico) y que lo llevó a formular la ley de las áreas (que quedaría como su segunda ley): el radio vector que une un planeta y el Sol barre áreas iguales en tiempos iguales, Kepler encaró la tarea de determinar la órbita de manera exacta con los datos

precisos de Tycho. Pero cuando eras interminables cálculos llegó a una conclusión, here aquí que encontró un par de observaciones que no encajaban con las esferas de Copérnico. La diferencia era poca (ocho minutos de arco), error que Copérnico hubiera aceptado. Pero Kepler no estaba dispuesto a ignorarlo:

Esta dif"t1Icia es menor qUt la incertidumbre de las obseruaciones de Tolomeo, la cual erapor lo menos de diez minutos, según las declaraciones de dicho astrónomo. Pero la bondad divina nospresentó en Tycho Brahe a un observador muy exacto; (...) estos ocho minutos qtlt ya no se pueden despreciar me han puesto en el camino para reformar toda la astronomla. ¿Y entonces?

y entonces, al encontrar una discrepancia para él imposible de remontar entre la observación y la teorfa, rechazó la teoría y decidió probar con órbitas no circulares. Era una idea de una audacia terrible y seguramente inédita: el círculo era la forma perfecta, el símbolo de la divinidad, el centro de Lacosmogonía, era la figura ideal para mantener en marcha los cielos. Enfrentar al círculo era como enfrentarse a un dios, o quizás aún peor (a veces pienso que la naturaleza imaginativa y propensa a lo místico y lo fanraseico de Kepler, como lo probaba el constructo de los poliedros, lo ayudó en semejante decisión filosófica y epistemológica) . y si no era un círculo: ¿qué podía ser? Kepler fue gradual y tanteó: probó con un círculo estirado (un óvalo) y cotejó dificultosamente las observaciones.

La supernova de Kepler Así como Tycho había tenido la foreuna de observar en

1572 una supernova, Kepler, aunque más no fuera por lo que había ya hecho, sino por lo que haría, merecía tener la suya y la tuvo: el 9 de octubre de 1604 otra bomba de luz estalló en la constelación de Ofiuco. Aparentemente, llegó a ser casi tan brillante como la de Tycho, y tardó más de un a110en desaparecer. Kepler trató de encontrar su paralaje, pero no tuvo éxito: nuevamente quedaba en claro que esas "cosas" formaban parte del mundo de las estrellas ..Nuevamente, un golpe a los cielos inmutables. Al igual que en los

casos anteriores, la astronomía moderna logró encontrar el lugar exacto y los restos de la supernova de Kepler. Quizá vale la pena notar una cosa que muestra cómo es la marcha de la ciencia: Kepler no dudó en deducir la falta de paralaje de la supernova (él naturalmente no sabía que lo era), que pertenecía al mundo de las estrellas, pero ignoró el problema de la falta de paralaje que ensombrecía el sistema copernicano, y que se despachaba con el argumento (que muy bien podía considerarse entonces ad hoc) de la Revoluciones: las estrellas estaban muy lejos.

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La segunda ley de Kepler: los planetas barren áreas iguales en tiempos iguales. El anima motrix y. la teoría de la gravitación (le Kepler Kepler, por su parte, le había dado vueltas al asunto, y en 1628 publicó un libro de astronomía copernicana donde reflotaba una idea que aparecía ya en su Misterium Cosmographicum: hay una fuerza motriz, un anima motrix que emana del $01 y, al girar éste, actúa sobre los planetas, una fuerza de tipo magnético que "barre" los planetas, lateralmente, y los empuja hacia el costado, evitando así la tendencia natural de los cuerpos al reposo: aquí Kepler interpreta el movimiento como un proceso transitorio, que lleva inevitablemente al reposo: le faltaba la ley de inercia. Describe esta fuerza como "nervios" o "tientos" que salen del Sol que gira sobre sí mismo y actúan solamente en el plano de la eclíptica (donde se ubican las órbitas planetarias), formando una especie de remolino aplanado y por 10 tanto disminuyendo en forma inversamente proporcional a: la distancia, y no al cuadrado de la distancia, como había pensado al principio, dada la afinidad que veía con la propagación de la luz. Era, si se quiere, una fuerza ad hoc, muy diferente de todo. Pero a Kepler no se le ocurrió otra cosa. Ahí a nuesrro gran astrónomo se le deslizó cierto residuo circularista (que él mismo había combatido destruido), cierto poso como el que queda en las 'tazas de café después de dejarlas reposar duran-

y

te dos mil años. No sólo por eso era poco satisfactorio, porque ni Kepler podía explicar la naturaleza de esa fuerza, ni las observaciones coincidían con los "tientos", que más bien parecían las bridas de los carros de los caballos del Sol. Eran los círculos que se resistían a morir y que exhalaban los últimos suspiros de su agonía. Pero, en la cabeza de Kepler, estaban muertos. Como estos tientos empujaban lateralmente a los planetas sobre una órbita circular, Kepler agregó otra fuerza, una 'fuerza magnética, cornada de los estudios que WiIliam Gilbert había hecho sobre el magnetismo. Gilbert consideraba que los planetas eran gigantescos imanes, y Kepler utilizó , esas fuerzas magnéticas, de atracción y rechazo entre los planetas y el Sol, que modificaban las órbitas circulares y las volvían elípticas. Así, Kepler completaba su sistema matemático y 10 transformaba también en un sistema físico. La obra de Kepler no fue apreciada como merecía, pese a ser uno de los astrónomos más famosos de Europa (era el astrónomo imperial, al fin de cuentas). y quizá no fue aceptado como merecía porque sus tres leyes luminosas estaban escondidas, cuando no enterradas, dentro de parvas de especulaciones esotéricas sobre la música de las esferas, y las relaciones pitagóricas entre los planetas y las notas musicales, 'i además, porque se lo veía, .

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principalmente, y no obstante su fama, como un fabricante de horóscopos y un fantasioso especulador sobre ideas que eran rechazadas por la naciente filosofía mecánica. Galileo nunca consideró las órbitas elípticas. Aunque Newton, en su gran síntesis, lo cita abundantemente. Pero las Tablas Rudolfinas, que publicó en 1627, habían sido calculadas tomando en cuenta lis tres leyes, y eran las más exactas jamás producidas y fueron usadas durante más de un siglo como referencia inevitable. A partir de esas tablas, todos los astrónomos, de alguna manera, estaban aceptando la astronomía kepleriana. No obstante, no puede discutirse que su obra: las tres leyes, la concepción del sistema solar arped ns rod 0p -e:mp:> ;)llJ 0:>1!¡e9 'so!fe t t 501 elseH -sensornrs , , ordurors , 'mo!~!I:>J sauoproasrod sel Á U9!~!1 -;)J ;)P seJJ;)~ sel rod ep!:>:JJroso onbune 'IlP!JOl0:> Á ;)lmllpq seU;)lV e,,:>nu :>p ;)!:>;)ds:>eun 'elS!lU;);)eU:>le!Il!lI IlI;¡P (O:> -nspre Á) ¡em:l:>I:>lU!onuco Id S:>:>U01U;) el;) onb '&!:lU:lJOld;)P sodpujrd Á sanb -np uoo oioeiuoo u:> 9JlU:> 'HIt! OpSJp 'Á llUll:>SOj.:>p :>1JO:)el :>p O:l!S~W J:>SC 9~ -:>1I'S;¡fllpoS s;¡uO!:lepl :>p CUJ:>lS!Su:>nq un opelUow eJUdl anb 'ozu:>:lu!/\ 'e!:>ul!Ju! el U;) UOJ:>!mw S;¡Jl S;¡Jl!n:lSOl:>p 'SOf!4 ;¡l:;l!Ssns :>p JOÁ"CLU 1;) ~mJ0:>1!11l9J.. 'e!f11!9 cpeUJell U::lAofnun UO;) l% 1 U;) opeSC:J "Crq"Ctl:lS -ordord Ol!J~UI IIIanb Sf.w of!1-lns :lp It~S.I;)"!UIl l!UJC]r.1e -r.q:lP;)S ~l!nb onbunu '(dqnl. -noA ua "F'I!¡e9 OZU;);)u!J\" u16Juocl 'sou -opisoduroo sns :lp seu~fll Jlllpn:>s;, U;)J -amb !S) opu-r.ln:l:>f:;lU:l~!S :;ISseJqo sns ;¡P seun~re ;)nb OlUnd flll C 'e:J!S~LUcl :>p CPO;!l el Jod Opes;¡JdlU! dlU:lrmpurljoJd '¡euo!s;)]OJd Oj!~Ul :;IlUap:>X:lun on) 'OZ~ r U;) 1!!:>U;)lOldUd 0p!jeu l1Jqet¡ dnb '!::l1!11:9O'lU:>:>U!A'0:llr¡e9 ;>p :lJpr.d l'iI 'OJ:>U!P;¡P sr.W;¡lqOJd 'QA 1!no !. eun 1!JlP -Udl 0;,r!IC9 ep!A ns :Jp ;;u.red eu;mcl dlUeJ -np 'olj:l:lt¡ ;¡P 'Á "SlUlllS" I:JJ:>UdlU1!LU1!J -ed o!JeS:lj;)U OJ:l1I!P(;>Jllnuo:>u;) SOlid eJ -ed eW:>lqoJd un eJJdS :udWJ!S OJ;)d 'pl!p -;)!:lOSel ;¡P OllU:>p:>1e¡1!J:>dmU9!:l!sod eun Á SOl:ll!lUO:>sou:>nq eJU:Jl e!nUJ"Cjns 'ClUJOj:>JJ\!J1UO:)el dP 1!A!SU;)jOns 'Ol¡=> -!P Jofdlll '\!Jll:l!:f!SU:JJU!o l!JllleSé'lp'I!!Sdl~1

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Vale la pena tener presente un mapa de Italia para seguir las idas

y venidas de Galileo.

derecho propio, y durante toda su vida rocé (sobre todo el laúd) únicamente por placer. Aunque sin embargo -y déjenme especular un poco- esta cualidad musical pudo haberlo ayudado en sus posteriores experimentos científicos, ya que un oído finísimamente entrenado 10 pudo ayudar a medir pequeños intervalos de tiempo. y bueno: tras un breve paso por un monasterio, su educación se completó también en su casa, hasta que Vincenzo decidió que la profesión adecuada para su hijo era la de médico. Y así fue como, en 1581, a los 17 afios de edad, Galileo se matriculó como estudiante de medicina en la Universidad de Pisa, donde no fue un estudiante especialmente pacífico, y desde muy temprano ejercitó su espíritu polémico. Se hizo famoso entre los estudiantes, que le dieron como apodo "el pendenciero". No era un apodo mal puesto, por cierro. Pero afortunadamente para nosotros, la medicina no era cosa para él: a principios de 1583, su vida tomó un nuevo rumbo, ya que conoció y entró en contacto con Osrilio Ricci, el matemácico de la Corre, que lo inclinó en forma permanente hacia las matemáticas e incluso intercedió para que Vincenzo le permitiera cambiar sus estudios de medicina por aquello que más le interesaba. Vincenzo se negó, pero Galileo no le hizo caso: continuó estudiando macemaricas, ignorando ampliamente los estudios de medicina. Así que cuando se

fue de Pisa, en 1585, no era ni médico ni nada, y así fue como, no teniendo un miserable título, volvió a Florencia y tuvo que intentar ganarse la vida a duras penas como profesor particular de matemáticas y filosofía natural.

Pisa: ¿nos perdimos un buen médico? No lo sabemos, aunque "un buen médico" de la época es una expresión dudosa. El asunto es que como no tenía medios económicos propios, o los que tenía eran insuficientes, hizo algo típicamente renacentista: buscar un mecenas influyente, que fue el marqués Guidobaldo del Monte, un aristócrata que había escrito un libro importante sobre mecánica, estaba profundamente interesado por la ciencia y que consiguió que, en 1589, sólo cuatro afios después de haber abandonado la Universidad de Pisa con una mano atrás y otra adelante, Galileo volviera a esa misma universidad como catedrático de matemáticas, con un contrato por tres afias, lo cual muestra algunos aspectos de la política universitaria del siglo XVI. No es que Galileo no se mereciera el cargo, desde ya, pero que se lo merecía es ciertamente una apreciación a posceriori. Por supuesro, no había nada parecido a los concursos. En realidad, se trataba sólo de un primer paso modesto en la carrera académica y mal pago por añadidura, de tal modo que se veía obligado a completar sus ingresos aceptando estudiantes que viví-

212

an con él y tenían la ventaja de disfrutar de sus enseñanzas y su influencia más o menos a tiempo completo, no sólo en las horas de clase. No era un procedímienro raro en la época, pero como no era accesible a todo el mundo, sólo los hijos de los ricos y los poderosos podían pagar este tipo de enseñanza, lo cual tenía un "efecto colateral" beneficioso para el profesor: cuando estos jóvenes terminaban sus estudios y volvían a sus casas, la fama de Galileo se extendía precisamente en aquellos círculos en los que a él le beneficiaba más ser famoso, en una época de mecenazgo yen la que la protección de los poderosos era crucial.

Padua Así y todo, la situación económica de Galileo llegó a ser acucian te en 1591, cuando falleció Vincenzo, que lejos de dejar alguna herencia sustancial a sus hijos, sólo dejó deudas. Galileo, que era el mayor de los hijos, quedó como jefe de familia y debió ponerse a buscar Otro cargo mejor pagado. Por eso, le echó el ojo a la cátedra de matemáticas de la Universidad de Padua. Además de ser un empleo más prestigioso y mejor remunerado, Padua formaba parte de la República de Venecia, un Estado rico y 10 sufidenremenre poderoso como para no estar somecido a la rueda reológica y política de Roma. Galileo se movi6 para conseguir el puesro, visitó la propia corteveneciana, donde recibió el apoyo cid embajador de

El termoscopio de Galileo, que demuestra su ingenio y habilidad para los trabajos prácticos.

Toscanay de sus amigos poderososy prominentes en la república y al final consiguió el empleo, inicialmente por cuatro años y con un salario de 180 coronas al año. Con el permiso del Gran Duque de Toscana, Galileo aceptó este nuevo empleo en octubre de 1592, cuando tenía 28 años de edad. Era un nombramiento por cuatro años con opción a dos más; es de suponer que ni el mismo Galileo imaginó que se iba a quedar en Padua dieciocho años, y que allí iba a cimentar buena parte de su obra científica. Empezó con un tratado muy renacentista -esa mezcla de sabiduría práctica y teoría ingenieril- sobre fortificaciones, importante para la República de Vene-

El termoscopio

cia, y luego con un libro de mecánica, basado en las clasesque estaba impartiendo en la universidad, donde, como rasgo interesante, explicó claramente cómo funcionan los sistemas de poleas. También la vida social e intelectual de Galileo floreció en Padua, desarrollándose en torno de nuevos amigos y conocidos, entre los cuales estaba Paolo Sarpi, que fue su íntimo amigo, y también allí conoció a Roberto Bellarmino. En 1604, la República de Veneciahabía omitido consultar al papado sobre la abolición de la ley de exención del clero de la jurisdicción civily había decidido excluir a laIglesia del derecho de poseer bienes inmuebles. En la disputa entre la

Sama Sedey la república, Sarpi fue el apasionado defensor de esta última: era un católico tan poco ortodoxo que, más tarde, algunos de sus opositores llegarían a sospechar que era un protestante encubierto (y pagaría por ello: de hecho, sobrevivió a un intenro de asesinato). Bellarmino, por su parte, era una figura destacada de la Iglesiaoficial, un jesuita, teólogo e intelectual que había desempeñado un papel importante en el infame procesamiento de Giordano Bruno por herejía, férreo sostenedor de la supremada papal sobre los poderes temporales, y gran defensor de la Contrarreforma, esa especiede cruzada que llevó adelante el papado contra el protestantismo. Reten-

y el compás

El termoscopio era un tubo de cristal, abierto por uno de sus extremos y con un ensanchamiento en forma de bulbo en el otro, que se calentaba primero (para expulsar parte del aire) y luego se colocabaverticalmente con el extremo abierto hacia abajo en un recipiente con agua. A medida que el aire del rubo se enfriaba y se contrafa, dicho tubo succionaba el agua, haciendo que ésta ascendiera por su interior. Una vez colocado el termoscopio, si aumentaba la temperatura, el aire que quedaba en el tubo se expandía, empujando hacia abajo el niveldell1quido, mientras que, si perdía temperatura, el aire se contraía, con lo que el agua era succionada aún más, subiendo por el interior del rubo. Este invento no tuvo éxito, porque la altura del líquido dentro del tubo dependía también de la presión variableexistente en el aire ex-

terior. Sin embargo, nos muestra lo ingenioso que era Galileo y su habilidad para los trabajos prácticos. El compás, inicialmente, fue un aparato destinado a ayudar a los artilleros en el cálculo de las elevacionesrequeridas para disparar sus cafiones a distintas distancias, pero en los afias posteriores fue desarrollado hasta convertirlo en un instrumento utilizable para cualquier tipo de cálculo -el equivalente a una calculadora de bolsillo del siglo XVIque servía para asumas tan prácticos como calcular tipos de cambio de divisas o cálculos relativosal interés compuesto. Hacia finales de la década de 1590, este instrumenro de cálculo se vendía tan bien que durante un breve espacio de tiempo Galileo (Uvaque contratar a un trabajador especializado para que se lo fabricara.

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"Galileo es plenamente moderno. Su teoría

del. conocimiento, su

modo de experimentar, su epistemología, su enfrentamiento. con la Iglesia son la Modernidad"

gan el nombre de Bellarrnino porque, como veremos el próximo fascículo, desempeñará un rol protagónico en el primer proceso a Galileo. Lo cierto es que a nuestro amigo no le alcanzaba con moverse en círculos influyentes y seguía estando constantemente preocupado por el dinero, entre otras cosas porque era un bon vivanta quien simplemente le gustaba gastar dinero, disfrutar de buenos vinos y buena comida, e invitar a sus amigos generosamente cuando disponía de fondos. Por eso, trató de ganar algo de plata mediante algún invento práctico que pudiera comercializar, Entre sus ideas de los primeros tiempos estuvo e! termoscopio, una especie de rerrnórnerro primitivo, y también e! "compás" -un instrumento de metal graduado que se podía utilizar como calculadora-. Pero sus compromisos se multiplicaban porque, además de todo, comenzó una relación estable con Marina Gamba, una mujer paduana. Como Marina perteneda a una clase social más baja, nunca se casaron (y ni siquiera convivieron), aunque la relación era pública y tuvieron (res hijos: dos hijas nacidas en 1600 y 1601, Y un hijo que nació en 1606, llamado Vincenzo igual que su abuelo, y que fue reconocido posteriormente de manera legal por Galileo como heredero suyo. Con respecto a las hijas, decidió que su destino fuera hacerse monjas, una decisión no muy generosa, digamos, que pudo deberse tan-

ro a que Galileo quería que sus hijas se ocuparan de él, como al deseo de evitar problemas con dotes de casamiento que, en el caso de sus hermanas, le hablan dado muchos dolores de cabeza. También fue en Padua donde contrajo (o se manifestó por primera vez) una enfermedad que iba a afectarle durante el resto de su vida, una especie de artritis (aunque imagínense que los diagnósticos de entonces no son muy de fiar) que le produjo repetidos a~aques que le obligaban a guardar cama durante varias semanas seguidas. Lo cierto es que a los 40 años de edad Galileo se había hecho ya una más que aceptable reputación como experto en filosofía natural y matemáticas, proporcionando beneficios prácticos al Estado veneciano, y llevaba una vida plena y feliz en Padua.

Galileo resuelve el problema del movimiento

dos fue mucho más tarde) para ocupar el cargo de Primer Matemático de la Universidad de Pisa y Primer Marcmárica y Primer Filósofo del gran duque de Toscana y veamos cómo empezó a revolucionar la historia del pensamienm a partir de su estudio de! movimiemo, Aunque recién publicó sus resuIctdos en 1638 en los Discorsi e dinwsmzzionj matematiche interna a due llUQ::esr::iotze, e! problema de! movimiento amtrad que tantos se habían esrrdl2do durante dos mil años fue acometido por Galileo en los anos paduanos. Decir que se habían e:strai2do es demasiado; en realidad cada uno lo había resuelto a su manera, sorn:ando los (ScoUos y las contradicciones como se pudiera y con plena conciencia, a '\'1!CeS, de la insuficiencia de las expliC2ciooes. Recordemos un poco quétta 10 que se estaba discutiendo acerca d.d movimienro antes de que Galileo ''ÜÜcr2 a desbrozar el terreno, sin necesidad de volver las páginas atrás, hasta e1fascicu1o 11. Aristóteles había establerido su reo da, que podríamos resumir en !IDOS pocos puntos:

Pero eso no fue todo, obviamente: lo más importante es que en Padua inició la IÚ1eade pensamiento e investigación sistemática que serían el centro de su vida científica; allí llevó a cabo sus famosos experimentos con péndulos y tam• No hay movimiento sin moror. bién con esferas que descendían rodan• El movimiento es un proceso transitorio de restauración dd orden. do por pla.nos inclinados. y fue en Padua donde resolvería, de • El moviJ~iento es una propiedad del cuerpo, por lo tanto dos cual.idades una vez por todas, el problema del movimiento. Abandonemos por unos maopuestas, como el movimienro violento memos la vida de Galileo, demoremos I yel natural, no pueden mez.darse porsu viaje a Florencia (que de todos 010que se destruirían corre sí.

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Vl= a V2 h El movimiento sobre el plano inclinado y el de caída libre están relacionados de una manera simple mediante el ángulo de inclinación del plano. nederti, o la Meccanica de Guidobaldo del Monte, nadie experimentara con ese método; es raro pensar que Galileo fue el primero al que se le ocurrió, aunque podría ser. Lo cierro es que pronto se da cuenta y asume que, a pesar de las distintas velocidades, el movimiento sobre el plano inclinado y el de caída libre son del mismo tipo, relacionados de una manera muy simple mediante el ángulo de inclinación del plano, como puede verse en el dibujo de arriba:

Y, además, llega a una conclusión fundamental: la velocidad de caída no sólo no depende del peso del cuerpo (como ya había advertido Benedeni), sino tampoco de la naturaleza del cuerpo, de su peso específico, que era la frontera donde se había detenido Benedeni: si se desprecia el rozamiento (esto es, la minucia), todos los cuerpos, independientemente del peso y de su naturaleza, caen con la misma velocidad. O mejor dicho, aceleración: Galileo define la aceleración como un aumento

continuo de la velocidad (y no como los físicos del ímpetus y aun los científicos de Oxford, como aplicaciones sucesivas de ímpetus que provocaban aumentos discretos de la velocidad). No está nada mal, teniendo en cuenta que Galileo no está en posesión del concepto de velocidad instantánea (ni de aceleración instantánea), que requerirá un tratamiento especial del infinito (que hará su discípulo Buenaventura Cavalieri -1598-1647y que conducirá al cálculo infinitesimal). De todos modos, tiene intuiciones que

La leyenda de la Torre de Pisa Una de las historias que Viviani contó sobre Galileo es couna libra haya podido recorreruna braza (y le saca 99 brazas , de ventaja). Yo afirmo que llega,¡al mismo tiempo. Si se hace la nocidísima y se refería a la época de éste como profesor de matemáticas en Pisa: se trata del famoso asunto sobre cómo prueba; se ve que la bola mayor adelanta a la menor por dos Galileo dejó caer objetos de pesos diferentes desde lo alto de pulgarlas. Ahora bien, rktrds rk esasdospulgadas queréis esconla Torre Indinada de Pisa para demostrar que llegarían al der las noventa y nueve brazas rk Aristóteles,y habláis sólode suelo al mismo tiempo. No hay ninguna prueba de que Gali- mi error,pero guarddis silencio sobresu enorme equivocación. leo hiciera cal cosa, y es seguramente otro de los inventos de Viviani. Lo cierto es que el experimento sí fue llevado a cabo Lo cual nos muestra a un Galileo rápido y mordaz. en 1612 por uno de los profesores aristotélicos adversarios de Pero la leyenda de la Torre de Pisa, a pesar de ser s610 una Galileo, con el fin de refutar la afirmación de Galileo de que leyenda, encierra una significación más general: se empieza a los objetos de pesos diferentes caen a la misma velocidad. percibir que el experimento per se debe ser público. La ciencia se está librando de todo hermetismo (cuyos restos sobreLos pesos tocaron el suelo casi de manera simultánea, pero vivían aun en el menos hermético de los renacentistas del no exactamente en el mismo instante, hecho que los periparéticos consideraron como una prueba de que Galileo estaba quattrocenro, como Leonardo Da Vinci). Ya no bastaba con escribir los resultados en cuadernos inescrutables: hace falta equivocado. Este fue muy directo en su respuesta: que todos puedan estar al tan ca y eventualmente repetirlos. El experimento controlado y repetible sería una de las Aristóteles dice que una bola de cien fibras depeso que caiga de una altura de cien brazas flega al suelo antes que una bola de ideas fuerza de la nueva ciencia que se avecinaba.

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Posición inicial

Posición final

Así razonó Galileo. Si no tiene inclinación para frenarla, la bola arrojada por la pendiente no tiene ningún Posición final motivo para detenerse y continúa moviéndose indefinidamente. Se trata del principio de inercia.

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Posición inicial

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sino la extrapolación mental de una situación experimental, o -lo que es lo mismo- un experimento mental, basado en un experimento real: no es posible experimentar de manera efectiva con planos infinitos, trayectos infinitos y esferas que ruedan para siempre, pero se puede deducir mediante un razonamiento matemático (que todavía no tiene nombre, pero que, cuando lo tenga, se llamará "paso al límite", paso al lírnite que fue justo el pumo que Arquímedes no se atrevió a dar). Teda la física, hasta Galileo, consideraba que la tendencia natural de un cuerpo en movimiento era el reposo: de ahí los "tientos" de Kepler, que empujaban a los planetas para que no se detuvieran. Galileo enfrenta esa idea con su principio de inercia, piedra de toque de toda la ciencia moderna, que resuelve todas las idas y vueltas de dos mil años sobre el movimiento: Un cuerpo que se mueve sin rozamiento con velocidad uniforme persiste en su movimiento eternamente: el movimiento uniforme (es decir, el rectilíneo con velocidad constante) es un movimiento autosostenido, que no necesita de motor alguno, y que, como veremos, ya no es una propiedad del cuerpo como sostenían tanro los peripatéticos como los físicos del ímpetus. Pero lo que es interesante aquí, además, es la mezcla de experimento fácd-

co y experimento mental: veremos que la ciencia moderna (y Newton lo dejará muy claro, participará de esa "composición de análisis", del mismo modo que la piedra participaba de la composición de movimientos. La idea de experimentO mental se las trae, porque lleva implícita la idea de que la naturaleza funciona de manera racional y matemática, igual que nuestro cerebro. Antes de hacer algunas aclaraciones sobre el principio de inercia de Galileo, que 110 tuvo ¡¡forma acabada que le darán Descartes o Newton, vamos a la otra clave de bóveda que cimentará la nueva teoría del movimiento: su relatividad ...

El principio de relatividad Encerraos con un amigo en In mayor estanda que haya bajo cubierta de una nave. Si la nave está quieta, observad con diligencia. Luego haced qt.lela nave se mueva con la velocidad que se quiera: siempre que el movimiento sea uniforme no reconoceréis ni la mds mínima mutación en todos los efectos nombrados, ni ninguno de estos os hard saber si la nave se mueve o está quietn. Si saltdis, tampoco el suelo se desplazará mientras estéis en el aire. Galileo, Diálogo sobre losprincipales sistemas del mundo, 1632. Esta cita, un poco retocada por cierto, es la enunciación clara del principio que, junto al de inercia, funda la ciencia

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moderna y resuelve dos mil años de especulaciones sobre el tema. El movimiento deja de ser una propiedad de los cuerpos para convertirse en una relación entre los cuerpos. El mismo cuerpo (el barco) está en reposo para quien viaja en él yen movimiento para quien lo mira desde la costa: el reposo y el movimiento uniforme son indistinguibles, porque un móvil sólo se está moviendo en relación con un punto de referencia. Esta es una idea que, vagamente (o.no-tan vagamente, en realidad), había sido adelantada por Copérnico en los primeros capítulos de las Reuoluciones:

Luego, por qué (..) no confesamos sobre la reuolucián diaria que es apariencia en el cielo y verdad en fa Tierra, y qu.e estas cosasson como ÚJ qu.e dijera eLEneas de Virgilio, cuando afinna: "Salimos del puerto y fas tierras y.las ciudades retroceden': Puesto que al flotar una nave sobre la tranquilidad de fas aguas, todo lo que estáfoera de ellos es considerado por los navegantes moviéndose, de acuerdo con fa imagen de su movimiento, y al mismo tiempo juzgan que están quietos, con todo lo que estd con ellos, asi.en lo que respecta al movimiento de la Tierra puede estimarse que todo el mundo da vueltas. Si el movimiento es relativo a un punto de referencia, la teoría del ímpetus pierde cualquier tipo de sustento, ya que no se trata de una propiedad del cuerpo,

-endlO,! -el OUlO:> ¡SE 'SOllO dP oioadsar :>SOPU1!AOUl J!n2dS orad l!!:>UdJ~J~J ~p oiund un O}POlJ.}dSdJ dSJO}U;¡l;¡P opond UO}!'! O 'SOllO U ;¡JU:>lJ Op:>:>lly OU apond 'l:!:>UO}]:>jdJ;¡P orund un l! J1UdJJ JUd!] -:lP os :llU;}UlJ1U:lJEde !S Á 'EPU;)J;)JOJ :>p onrnd IdP OlU;}!UI!AOlli III J1UJUldldw~s :lSld'!;¡P Á oiuarede JJS opand odrono ;}S;¡:lp OlU;}!LU!AOLU1;) 'OqllJ JE Á U9 ¿O[Jd:>ElfdP cpqCl{ ¡mb JOJ? ';¡S]:lO;¡);¡P ~)nbJOd ;¡U;¡!l ou dlUdUl1!!A'!O :>W10J!Un peppOI";)A UOJ Á EDdJ E;)Ujf ua dA;lnw :>Sonb odroro un 'JEUO!:>EldJ OpE1So} un ouis sodrono SOl ::>ppepardord aun Sd 00 OlU::>!LU!AOUIId ~S :-e!J.I:>U!:>p ord -!:>U!Jd I¡¡ J!:>np;}p opand ::>SPCp!A!lE¡O}J ::>pordrouud IO}P'oduran OLUS!UI 'CplW::>lUJ ::>lUdWeA!1!U9::>Peponb lOlOLU (m ~U::>l OlUO}!W!II.OUlOpOl cnb ;)P PEP!S::>J;)UCI Á 'OP!lU::>S;¡pJ::>!d tmm2 -ord 'el ¿¡¡IIe:>EIC o OA!lJO}lro IV? ¿C!:>U;JJ -o}]:>J;¡P oiund [e o P'A9U1 IV? ¿ElSOJ el C o OJJl!,! rv? ¿OpUO}!AOUlCJll!1S:>sop SOl ;)P Iyn:> E? '''Olllll!SO}J;)U ::>pOS'l!JUd :mbJod 'oun~rE J010LU ;¡P El!SO}JO}lI ou 'E!::lU;)J;)J -O}J;)P olUnd un Á odJ;)nJ Id O}JlU;)U9!::ll!1 -;)1 1!un OU!S 'odJ:>n::l 1;) n2cl{ O}nbo~JE J;)S ou Jl! 'olUO}!W!AOm lO}':)]Jl!d EJlO JOd 'CdS ;¡PUOP o :llSdO ¡;) ';)lSa p epElf Jl!1 -OA EJl!d PCP!I!JC] UWS!UI cl U;)U;)!l SOJl!f -yd sOl ;mb CJ:luew CWS!W El ;)P 'OlU;¡!W -!AOW ;¡lSd ;¡P SdlU;)!pu;¡d;¡pu! UCJ;) o~;)n¡ UllJ;)!JJTl::lOS:ll ;)nb SOU;)W9U;¡J soy Á 'ElJ -¡¡!~ El ;)P OlU;)!W!AOUl [:l UO::lO!l!U! qc UCJAOW;¡S sClcq SC[ !CPU~)1::>J!PllU~U!U Jl!!JU;)P!A;) UE}pod ou ':nsJO 1;)Á ¡¡1S'a ¡::> E!::lCl{opUlueds!p 'OlfJÁ~ O}PSdUOgE:>SOl

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"Los descubrimientos telescópicos eran demoledores para el sistema tolemaico, en especial el de los satélites de Júpiter, que demostró la posibilidad de que la Luna girara alrededor de la Tierra" cambio drástico: Pablo V había sido elegido papa e hizo un esfuerzo decidido por extender la autoridad de la Iglesia y afianzar el poder papal en los estados católicos. Pero e! poder detrás del trono lo ejercía en realidad el cardenal Roberto Bellarmino, en parte porque Pablo V sabía que debía su puesro a la decisión de Bellarmino de inhibir su propia candidatura. Así, Bellarmino, que seda una pieza clave en el primer proceso de 1616, manejaba el rumbo de la Iglesia, ya embarcada en la Contrarreforma. Igualmente, Galileo se mudó a Florencia. ¿Fue un error? Lo veremos. En Florencia empezó su cruzada personal para defender el sistema copernicano. La verdad es que los descubrimientos telescópicos eran demoledores para el sistema tolemaico, en especial el de los satélites de Júpiter. Un contraargumemo contra el sistema copernicano era que, dado que la Luna describía una órbita en corno de la Tierra, no era posible que la Tierra describiera al mismo tiempo una órbita alrededor del Sol, porque en ese caso la Tierra dejaría atrás a la Luna. Pero el descubrimiento de cuarro satélites que giraban describiendo órbitas en torno de Júpiter (e! cual describía por sí mismo una órbita ya en torno de la Tierra -como querían los tolemaicos- o al Sol-como sosrenían los copernicanos-) demostró la posibilidad de que la Luna estuviera girando en órbita alrededor de la Tierra, aunque la Tierra también se moviera.

Al mismo tiempo, destruía otra objeción de los anticopernicanos, que era, en efecto, la de que si todos los astros efectúan su revolución alrededor del Sol, no se comprendía por qué la Luna consritufa una excepción tan especial girando alrededor de la Tierra. La existencia de los satélites mostraba que e! "girar alrededor" era un fenómeno mucho más general y que no necesariamente tenía que tener a la Tierra como centro. Por supuesto que estos argumentos no convencieron a los aristotélicos más intransigentes, quienes sencillamente se negaban a aceptar que lo que se veía a través de! telescopio fuera real-incluso hubo quienes se negaron a mirar-, imaginándose que era algún tipo de objeto producido por e! propio instrumento, pese a que e! propio Galileo refutó esta posibilidad observando cientos de objetos a través de! celescopio y comparando sus imágenes con lo que podía ver de cerca, directamente, con el fin de averiguar si el instrumento hacía algo que no fuera ampliar los objetos. Obviamente que no hada nada más que eso. Semejantes hallazgos no eran para despreciar, y Galileo estaba decidido a hacer propaganda sobre ellos y sobre el sistema copernicano en general. En marzo de 1611 partió para visitar Roma como embajador científico oficial del estado de Toscana. Esta visita, que se prolongó hasta julio, fue un éxito total. Fue recibido por el Papa (que aún era Pablo V). El propio cardenal Bellarrni-

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no miró a través del telescopio de Galileo y nombró una comisión de expertos para que dictaminaran sobre lo que Galileo afirmaba haber visto con el telescopio. Los miembros de este comité (todos jesuitas) llegaron a las siguienres conclusiones: • La Vía Láctea está formada realmente por un gran número de estrellas. • Saturno tiene una extraña forma ovalada con proruberancias a cada lado. • La superficie de la Luna es irregular. • Venus presenta fases. • Júpiter tiene cuatro satélites. Ahora Galileo tenía un resultado oficial, avalado por el esrablishrnenr científico papal. Pero el comité se cuidó muy bien de no sacar ninguna conclusión de aquellos resultados. Los jesuitas, que más tarde se volverían contra él, habían adoptado el sistema de Tycho, que salvaba la inmovilidad de la Tierra y recogía algunas ventajas del sistema copernicano. En Roma, Galileo se convirtió en miembro de la que se considera la primera sociedad científica del mundo, un grupo conocido como la Accademia dei Lincei, quehabía sido fundada por cuatro jóvenes aristócratas en 1603 y que se llamaba como se llamaba en honor al lince, animal cuya excelente visión se presentaba como una especie de modelo a seguir para el nuevo hombre de ciencia. En un banquete celebrado en honor

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"En cuestiones científicas,

la autoridad de la opinión de mil hombres no vale

ni por un destello de razón de uno solo"

"y sin embargo se mueve". Es una leyenda, Inventada siglos después Pero igual vale ¿No creen ustedes? "Digo que la Tierra está quieta Juro que lo creo Y sin embargo se mueve" ¿No habrían hecho lo mismo? Noble 1: La Tierra se mueve alrededor del Sol. Noble 2: Yo he adherido al sistema de Copémico. Noble 3: He mirado a través del telescopio del señor Galileo, y he visto cuatro lunas girar alrededor de Júpiter. Galileo: ¡y sin embargo se mueve! ¡Pese a quien le pese, la Tierra está en continuo movimiento! Relator 1: (Se pone mds solemne.) Un poco terco el hombre. Ibamos a contar la historia de Galileo Galilei, el hombre que ustedes han visto retractarse de sus falsas ideas. Pero si dijo eso... habrá que tomar medidas. Juglar: No me gusta este relator. ¿No habrá otro? Entra el relator 2. Se lo ve agotada, exhausto. Relator 2 (al juglar): He venido de Venecia a codo correr de mi caballo, pero

me han detenido los guardias de los Estados Pontificios en la frontera. Me han hecho mil preguntas y me he arreglado para responderlas sin despertar sospechas. Por eso llego tarde. ¿Qué pasa? Juglar: (lo mira con desconfianza) ¿Quién es usted? Relator 2: Un relator apropiado para esros duros tiempos que corren. Juglar: (desconfiado) Mmrnm, no me fío de usted, grandísima ... Señoría. ¿Viene usted de Venecia? ¿No será que lo envía el Vaticano? Relator 2: ¿El Vaticano? Escuchen eso. ¡El Vaticano! Aquí están mis pasaporees que acreditan que he venido desde la República de Venecia. Y si no me creéis, escuchad: (rdpido) Galileo fue un héroe de la ciencia, el modelo a imitar cuando se intenta describir el trabajo de los científicos. Su obra es inmensa, y con él nació la astronomía moderna. Su mayor logro, quizás, es haber impulsado el final del vínculo entre la ciencia y la teología. Ubicó cada cosa en su lugar. Juglar: Cada cosa en su lugar, cada cosa en su lugar... Me gusta este relator ... a ver... a ver... ¿qué es eso? Relator 2: "En cuestiones científicas, la autoridad de la opinión de mil hombres no vale ni por un destello de razón de uno solo." "El libro de la Naturaleza está escrito en caracteres matemáticos." Relator 2: Galileo pidió que la reli-

228

gión se ocupara de cómo se va al cielo y no de cómo va el cielo. Juglar: ¡Eso estuvo bien dicho! El relator 1, que ha presenciado todo este didlogo, va a quejarse al Gran Inquisidor y a denunciar al Relator 2. Le dice cosas al oldo. Los inquisidores comentan. Inquisidor 1: Esto es imposible. Inquisidor 2: Terrible. Inquisidor 3: Abominable. Relator 1: (sigue y dice algo con voz pomposa): Yo digo las cosas como son. Inquisidor 1: ¡Muy bien! Relator 1: (estápido) Yo digo las COS!lS como las pienso. Inquisidor 1: ¡Horror! Nadie debe pensar. Inquisidor 2: ¡Herejra! Nadie debe pensar por sí mismo. Inquisidor 3; ¡Blasfemia! Nadie debe pensar sin que nosotros vigilemos sus pensamientos. Inquisidor 1: iTortúrenlo! Inquisidor 2: ¡Mátenlo! Inquisidor 3: ¡Quémenlo! Juglar: Así le pagan su fidelidad Inquisidor 1: Manos a la obra Se levantan y se disponen a hacerlo. Un inql~isidor se acerc« al relator 1 con una antorcha para qum¡ar/UO!J!pu:>q sns u:>plt!n~ Á SEln]JOl Á 0~;¡11Jns u:>plt!n!) 'SdlqwOlI SOl S:lJq!1 UOldpEU :t!Ut!JS0.L~p t!U~J -01 t!u!1sp:> t!s~nbna treJ!) t!1t! t!pt!!AU~ mreo t!UTIU;¡ Olt!p eponb OWOJ 'St!J!lql)d St!p~Jt!t{ t! ;¡Sl!P!J~p ~p sonre :llUt!lSt!q ;¡PS:lp t!qt!lS:l]!treW 'oisandns rod '~nb se -:lpI 'St!ut!J!UJ~dOJ St!;'P! St!1:lJqos dlUdW -t!l¡d!qt! syw lt!lqt!LJ :lp :l¡q!l 9!lU!S os Odnre!) 't!lUdJdw! t!1 t! t!qt!!AUd onb 01 II OlJ;¡dSdJ UOJ OP!AtlJdld t!l:l t!JAt!pOl onb -une Á '(0IT!llilt!J[dg OW!SJWS!W Id .rod SOpt!Jqwou soarodxa :lp U9!SrmOJ eun rod sopeidcoe UOldry SdreUO!Jt!AJdsqo SOpt!l¡nS:l1 sns anb souroprooar) 1191 ;¡P t!wo~ uo Ol!Xr ns;¡p ZJt!J e 'O~Jt!qWd U!S 't!!Sd~I El rod eperdooe tlJ!~910W -SOJ t!U!J1JOp El ;¡P =r=v= sonrnd501 dP SO!l"eAu9flSdnJ Ud rauod ered Sd1Udp -9ns onb syw irera O!Aonb St!SOJSt!1dP St!t{Jnw anb oiscnd 'lOU;)W El;) 0N '01 -S!ACJqEt{ ;)!PEU eounu anb 01 O!AÁ 01;)!J

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"En las discusiones sobre Ienómenos

naturales, no debemos partir .de la autoridad de los pasajes bíblicos, sino de la experiencia sensorial y de las necesarias demostraciones"

Lo cierto es que el copernicanismo ga- magnífico libro sobre el magnetismo, lileano se fue haciendo cada vez más del que nos habremos de ocupar. fuerte. y no sólo eso, sino que al tiempo Copernicano, amigo de protestantes y que se iba convirtiendo en uno de los herejes, cuestionador de los jesuitas: los más renombrados defensores del nuevo cargos se iban superponiendo mientras sistema, nuestro protagonista polemizaba Galileo, tenaz, insistía en que la teología y acumulaba enemigos. En 1613 escribió no interfiriera con la ciencia y que la un pequeño libro sobre las manchas sola- "autoridad" de la Biblia no se enrrorneriera en las investigaciones científicas. res, publicado por la Accademia dei Lincei, en el que se atribula la prioridad del Dirigiéndose a los jesuitas que se arrogaban la prioridad en el descubrimiento descubrimiento, lo cual derivó en una enconada disputa con el astrónomo jede las manchas solares, Galileo asegurasuita Christophcr Scheincr, quien afirba que los teólogos poco tenían para demaba haberlas visto antes que Galileo. Es cir en tales materias. posible que Scheiner tuviera razón: de hecho, el inglés Thomas Harriotr y e! Porque ello seria como si fin principe holandés Johann Fabricius se habían ade- absoluto, a sabiendas de que puede mnnlantado a ambos en este descubrimiento. dary hacerse obedecer libremente, quisieEn un apéndice a ese mismo libro ra, sin ser médico 11i arquitecto, que se aparecían afirmaciones claras y sin ammedicara y construyese a su antojo, COIl bigüedades basadas en la teoría coperni- grave riesgopara la vida de los miseros encana, en las que utilizaba e! ejemplo de fermos y manifiesta ruina de los edificios. las lunas de Júpiter para justificar su alegato. Las críticas contra Galileo empeCon esto bastaba. La situación de zaban a aparecer y a multiplicarse. Su Galileo era sospechosa para una Iglesia copernicanismo ya era lo suficienteque, atacada por varios flancos (o por mente escandaloso, pero, para colmo, se , lo menos, que convivía con esa sensale iban encontrando más "delitos" gración), estaba en pleno proceso de inves, como ser amigo de! herético venetentar reconstruir su poder. Pero nuesciano Paolo Sarpi (quien había sido un tro protagonista seguía tranquilo pordefensor convencido y tenaz de Venecia que confiaba en la eficacia de su alegato en el conflicto con la Iglesia de Pablo V yen las amistades que tenía en Roma. y publicaba escritos terriblemente crítiEn realidad, él no pretendía destruir la cos contra Roma), o cartearse con Kereligión, sino que la Iglesia abandonara pler, un astrónomo protestante, o admi- sus posiciones reaccionarias y se aggiorrar a Gilbert, OtrOmalvado hereje innara, aceptando la nueva ciencia. De glés, copemicano además, y auror de un hecho fue la intransigencia oscurantista

I

230

y autoritaria de la Iglesia lo que trans-

formó el conflicto en un enfrentamiento entre Fe y Razón. En 1615, cuando estaba ya próximo a cumplir 52 años, obtuvo un permiso para ir al Vaticano a finales de año con el propósito de aclarar la situación. Lo hizo desoyendo los consejos del emb:1j:1dor de Toscana en Roma, quien afirmó que ahora, a diferencia de 1611, existÍa un ambiente hostil, y sugirió que otra visita no haría sino empeorar las cosas, Desoyendo las advertencias, elII de diciembre de 1615 Galileo se convirtió en huésped oficial del embajador en la residencia de éste en Roma. Y así empezó rodo. Su contrincante en lo que habría de ser el primer choque era un viejo conocido: el jesuita y ahora cardenal Roberto Bellarrnino, teólogo papal, y el poder detrás del trono del Papa. Bdlarmino distaba mucho de ser un Ignorante obrusa; por el contrario, era el teólogo más influyente de su tiempo y el mayor experto en el pensamiento de los padres de la Iglesia (según los cuales y únicamente según dios podía interpretarse la Biblia, como habla dispuesto el Concilio de Tremo). Pero, no lo olvidemos, habla participado de la siniestra condena de Giordano Bruno a la hoguera. Vale la pena que le dediquemos unas palabras a Bruno, reiste antecedente del destino que enfrentarla Galileo. La Iglesia Católica no pareció darse cuenta de la manera en que el coperni-

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(CEI Diálogo sobre los dos máximos sistemas del mundo es un verdadero manifiesto copernicano 'para todo público', donde Galileo niega la dicotomía entre mundo terrestre y celeste" .

íntimo de Galileo, que había muerto en 1614 y, al elegir este nombre para el interlocutor copernicano, Galileo se acercaba peligrosamente a-identificarse explícitamente él mismo con aquella visión del universo. También había existido un Simplicio (en realidad Simplicius), un hombre de la Grecia antigua que había escrito un comentario sobre la obra de Aristóteles, por lo que se podía alegar que este nombre era adecuado para el defensor de Tolomeo (y de Aristóteles) en el Diálogo. También se podría decir que este nombre sugiere que sólo un simple creerla que el sistema de Tolomeo era correcto. La tercera voz en este libro era la que aportaba Sagredo, llamado así por orro viejo amigo de Galileo, Gianfrancesco Sagredo, que había fallecido en 1620. Se suponía que Sagredo era un comentarista imparcial, que escuchaba el debate entre Salviati y Simplicio, planteando cuestiones para que fueran debatidas. Pero este personaje tendía cada vez más a apoyar a Salviati frente a Simplicio. por la fortaleza de sus argumentos. El Diálogo sobre los dos máximos sistemas del mundo es un verdadero manifiesto copernicano "para todo público", donde Galileo niega la dicotomía entre mundo terrestre y celeste, afirma que es erróneo atribuir a los cielos y a la tierra movimientos naturales distintos (circulares para uno y rectilíneos para la otra), analiza los últimos descubrimientos astronómicos y los considera incornpari-

bies con la cosmología aristotélica (la Luna es opaca como las piedras, y la Tierra la ilumina al reflejar sobre ella la luz recibida del Sol; la misma materia existe en todas partes, y en suma la misma física es aplicable a los cielos y a la tierra; el éter no es más un elemento; la Tierra desde ya está en movimiento pese a la percepción cotidiana). Para demostrar esto último, refuta los argumentos tradicionales respecto del movimiento terrestre, y usa el fumoso ejemplo del barco que se desliza en un mar calmo. Todas las cosas del barco participan de su movimiento, y la piedra que cae del mástil tiene movimientos compuestos que no interfieren entre sí, situación prohibida por la filosofía periparérica. Cuando Simplicio sostiene que no puede "ver" la trayectoria curvilínea, se le pone el ejemplo de una caminata nocturna en la que la Luna parece desplazarse por arriba de los techos, cosa que evidentemente es una apariencia que "evidentemente nos engañaría si no interviniera la razón". Alcanza con todo esto para darse cuenta de que el Diálogo era una verdadera bomba y no tardó en despertar la furia de los enemigos de Galileo: apenas cuatro meses después de su publicación se efectuaron reuniones de teólogos que quedan prohibirlo y el censor de la Iglesia pidió al inquisidor de Florencia que secuestrara los ejemplares que pudiera ubicar. Además, se sugirió a Su Santidad que Galileo había escrito deliberadamente pa-

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ra dar a entender que el propio Urbano VIII era un simple, lo cual, por supuesto, enfureció al Papa. quien más tarde diría sobre Galileo: "No temía burlarse de mí", El resultado fue que se constituyó una comisión papal para investigar el asunto. Rebuscando en los archivos en busca de algo que pudieran encontrar sobre Galileo. los jesuitas dieron con lo que parecía ser una prueba condenatoria: las actas no firmadas de la reunión de 1616. aquella de la que participó Bellarmino, donde se decía que Galileo habla recibido instrucciones en el sentido de que debla abstenerse de "sostener. defender y mseñat" la . teoría copernicann del universo. Esta fue la prueba decisiva que hizo que Urbano VIII llamara a Galileo a Roma para someterlo a un juicio por herejía. Es cierto que Galileo actuó con exceso de confianza, pero a simple vista la situación así lo permitía. Lo grave fue que el mismísimo Papa, movido por intrigas palaciegas, traicionó a Galileo y se pasó al bando de sus enemigos: en septiembre, el inquisidor de Florencia hizo llamar a Galileo y lo conminó a que se presentara en Roma. Galileo trató de retrasarlo, pero en enero de 1633, año trágico. se lo intimó amenazándolo con hacerlo llevar por la fuerza, sin que el Gran Duque de Toscana hiciera una defensa enérgica. Finalmente Uegó a la embajada de Toscana en Roma el 13 de febrero de 1633, dos días antes de cumplir 69 años, para iniciar una verdadera ordalía.

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y prometido y me he obligado; y certifico que he escrito mi abjuración y la he recitado palabra por palabra en Roma, este 22 de junio de 1633. Yo, Galileo . . Galilei, he abjurado por propia voluntad" del mundo e inmóvil, y que la Tierra no es el centro y se mueve. Por lo tanto, (...) con el corazón sincero y fe no fingida, abjuro, maldigo y detesto Losmencionados erroresy herejias y. en general, de todos y cada uno de los otros errores, herejías y sectas contrarias a la Santa Iglesia. Yjuro que en elfitturo nunca d¡rl ni afirmaré, de viva voz o por escrito, cosas tales que por ellas se pueda sospechar de ml; y que si conozco a a/gtín hereje o sospechoso de berejia, lo denunciaré a este Santo Oficio o al Inquisidor u Ordinario del lugar en que me encuentre. Yo, Galileo Gal¡lei, he abjurado, jurado y prometido y me he obligado; y certifico que es verdad que. con mi propia mano he escrito la presente cédula de mi abjuración y la he recitado palabra por palabra en Roma. en el convento de Minerva este 22 de junio de 1633. Yo, Galileo Galilei, he abjurado por propia voluntad. La condena fue a prisión de por vida. Primero se le conmutó por un arresto domiciliario en la embajada de Toscana en Roma; luego pasó a estar bajo la custodia del arzobispo de Siena (que simpatizaba con él) y finalmente todo quedó en el confinamiento en su propio domicilio cerca de Arcetri, desde principios de 1634. Desde su aislamiento, Galileo terminó el más importante de todos sus libros, Consideracio-

nes y demostraciones matemáticas sobre dos ciencias nuevas (denominado habi-

rualrnenre Dos nuevas ciencias), que recopilaba codos sus trabajos sobre mecánica, inercia y péndulos y describía su concepción del método científico, aplicando el tratamiento matemático a temas cuyo estudio hasta entonces había sido prerrogativa de los filósofos. El manuscrito se sacó clandestinamente de Italia }' Louis Elzevier lo imprimió en Leiden en 1638. En sus últimos años, se quedó completamente ciego y le escribió a un amigo:

Ay de ml, Señor mIo... Galileo. vuestro servidor estd, completa ~ irreparablemente ciego. ¡Cudneo dolor! ¡¡Cuánta injttstícia!! Ese cielo, ese mundo y ese universo que yo, con maravillosas y claras demostraciones, habla ampliado cien y mil veces más alld de cuanto vieran todos los sabios de la historia, ahora se ha vuelso diminuto, se ha restringido hasta un punto que no es mayor que el espacio que ocupa mi persona. Galileo murió en Arcetri mientras dormía durante la noche de 8 al 9 de enero de 1642, unas pocas semanas antes del día en que habría cumplido 78 años.

Balance: los dos juicios El proceso a Galileo fue fuente de inspiración de obras de teatro y fuente también de ríos de tinta: durante el papado de Karol Wojtyla (juan Pablo II), finalmente se reivindicó a Galileo, solamente doscientos y pico de años después, y ahora hasta se publican los do-

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cumenros de ese grandioso papelón que pasó la Iglesia (y que no terminó en tragedia debido a la razonable actitud de Galileo al retractarse y salvar su cuerpo de la tortura y su vida de la hoguera). Como vimos, el proceso tuvo dos tiempos, en realidad: el primero en 1616, en el que acruó el cardenal Bellarmino, y un segundo tiempo en 1633. en el que Calileo fue condenado a prisión de por vida, pronto conmutada por prisión domiciliaria en la Villa de Arectri, donde estuvo sometido a vigilancia permanente. No demasiado cstricra, por otra parte, ya que pudo escribir uno de sus grandes libros y filtrarlo, así como recibir visitas y mantener correspondencia con múltiples cieucílicos europeos. El primer asalro de 1616 no terminó en nada concreto; el de 1633 ya fue otra cosa: la Iglesia se había pronunciado abiertamente contra la aseronomía heliocéntrica y era herejía ya no sólo enseñarla sino creer en ella, y se le exigió a Galileo no sólo arrepentirse de haber creído en ella, sino hacerlo "sinceramente", para lo cual se le mostraron los aparatos de tortura, y se le explicó para qué servía cada uno de ellos: una siniestra farsa que sólo por un pelo no terminó de la manera más horrible (como había sido el caso de Giordano Bruno) gracias a la lucidez de Galileo. Desde ya, fue una de las tantas siniestras muestras de intolerancia de la Iglesia Católica, que rechazó y prohibió el sistema que sólo medio siglo más tarde se consagraría de

Texto de la retractación de Galileo.

manera irrefutable con la obra de Newton. En verdad, en 1616, la Iglesia estaba fundamentalmente preocupada por controlar cómo se enseñaba la realidad; en 1633, ante los fracasos de la Contrarreforma, ya estaba preocupada por controlar cómo era la realidad. Pero hay algo más sobre el juicio a Galileo: por un lado esrá el papelón de condenar la teoría copernicana, una teoría ya adornada por las tres leyes de Kepler y que estaba siendo aceptada en Inglaterra y Holanda, por poner un par de ejemplos, y que en poco tiempo más se vería coronada de manera definitiva por Newton: Galileo tenía razón frente a lo retrógrado de la postura papal. Sí. Pero ... ¿y si Galileo hubiera estado equivocado, qué? ¿En ese caso la intolerancia hubiera tenido su costado razonable o disculpable? Al fin y al cabo, la idea de libertad de pensamiento es relativamente nueva: se remonta no mucho más allá de la Revolución Francesa. ¿Es legítimo condenar un acto de intolerancia del siglo XVII con los parámetros actuales? ¿No es una falacia juzgar hechos pasados con valores presentes? ¿Puede uno horrorizarse ex post de la represión en una época que ni sofiaba con la libertad de pensamiento como un derecho? ¿O de la recurrencia a la tortura, cuando ésta era parte legal de los procesos judiciales y faltaba bastante para que se publicara el alegaco Dei delitti e del/epene, de Beccaria, que cambió el pensamiento jurídico?

Yo creo que decididamente sí: es difícil tomar aquéllos horrores como simplemente epocales; al fin y al cabo, si se utilizaban eran precisamente porque se los consideraba horrores, inseparables del castigo. Además, no eran para nada universales: Holanda, en gran medida Inglaterra, y hasta la República de Venecia (por no hablar de Toscana, donde Galileo era ampliamente aceptado) tenían hacia el pensamiento actitudes muy distintas (no así hacia la tortura en los procesos judiciales, aunque, vale la pena recordar, el mismo derecho romano prohibía la tortura -a los ciudadanos, claro está; los demás podían ser torturados libremenre-). Por otra parte, no está de más recordar que el pensamiento intolerante es bastante más actual de lo que uno desearía. Así pues, hay dos juicios a Galileo: uno es el científico; el otro es la represión a la disidencia y la discordancia: el primero no hace sino volver más nítido y más repudiable y repugnante el segundo. Del primero, el Vaticano se retractó. Del segundo, no. y seguramente, mientras el juicio a Galileo se desarrollaba, muchos infelices eran torturados y languidecfan en las calabozos de la Inquisición, esperando que los ataran a la pira donde serian quemados.

VI Final Relator: La ultima leyenda. Una leyenda, y esta vez no inventada por Vi-

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viani, sino forjada un siglo y medio después. Cuenta que después de recitar su retractación, Galileo murmuró por lo bajo "eppur si rnouve" ("y sin embargo se mueve"). Claro está que no cometió semejante acto de rebeldía, que podría haberle costado nada más y nada menos que la hoguera. Pero a los fines dramáticos, la aceptaremos para este final

Juglar. Para entonces, su lama era inmensa, y era alabado en toda Europa. Sus libros, que estaban prohibidos, corrían por los ambientes académicos de Inglaterra y Francia y se leían en 1!lS nuevas sociedades científicas que acababan de nacer, como las de Londres y San Petersburgo. Ahora sabemos que el mundo que el hombre creyó presidir desde la.Tierra no existe: vivimos en una pequeña geograffa de un pequefio planeta, insignificante respecto de la estrella alrededor de la cual giramos. Esta estrella es una más entre cientos de miles de millones de estrellas que forman la galaxia, que es una más de las cien mil millones de galaxias que pueblan el Universo. Sin embargo, cada año se edita un nuevo libro que recuerda esa oscura noche de Pisa de 1610, cuando el ojo curioso de Galileo, oculto detrás de un telescopio casi de juguete, lo apuntó por primera vez al cielo estrellado y destruyó los relatos míticos y las filosoffas antiguas.

rojiza delfuego. La pira donde se quema eljuglar crece.Pero se escucha cada vez mds fllerte el grito: Juglar:

Es la voz. de Galileo.

iSin embargo se mueve! o

El filcgo poco d poco se Vil I1plZgl1mÚJ:en

la pira se l/e el cuerpo carbonizad() d~1jug/m: Se 1M hecho la osmridad mAs absoluta, y brillan las esercllas. Sale la Lun«. La gente se aleja de la hoguera cabizbaja. Se: oye 1/11 murmullo gmeral. Señores inquisidores Policías, represores Del pensamiento que vuela De la razón que no duerme.

Entran inquisidores y gual'dias. Su eco puede escucharse tenuemente en una noche sin Luna, cuando el cielo muestra todo su esplendor de estrellas y galaxias. Entonces, en medio del campo, rodeado sólo por el abrumador silencio de la noche, se puede oír una voz que aun sigue susurrando presta atención, y el eco sordo se volverá grito en tu oído. Es la voz de alguien que solo, amparado por la razón, se enfrentó con todo el mundo.

Es la voz de Galileo. Losguardias aprisionan aljuglar, lo atan y lo arrastran hasta la pira, donde el verdugo lo ata y lo queman.

Oigan lo que digo yo La tierra se está moviendo Les guste a ustedes o no. Vayan con su dios pequeño. Perdonen vuestras mercedes No va a dejar de moverse Porque lo digan ustedes.

Es la voz de Galileo. y sin embargo se mueve

Un inquisidor le da la bendición aljuglar

Perdonen vuestras mercedes No va a funcionar el mundo como lo digan ustedes.

Es la voz de Galileo.

y cae el telón.

y sin embargo se mueve

Ahora estd todo iluminado por la luz

240

Colaboraron en este fascículo Nicolás Olszevicki y Carlos Carabelli

16. La revolución científica (V): hacedor de universos

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Vida de Newton El Triniry College

Manzanas Óptica El embrollo de la fuerza centrífuga visita Los Principia La ley de gravitación universal Después de los Principia Sin lugar para los ángeles: espacio y tiempo absolutos El regreso. del corneta Halley Una

La revolución científica (V): hacedor de universos Nature and Natures lazoslay bide in night.· God.said, "Le: Netoton be!" and alLtoas light. Alexandcr Pope (La naturaleza y sus leyes estaban ocultas m la oscuridad; Dios dijo: "Sea Neunon", y todofoe claridad.)

esde hace unos fascículos hemos seguido la evolución de las ideas físicas y astronómicas desde que, según la fecha que fijé (que, como. hemos venido viendo, no es tan arbitraria como podría sedo), en 1543 Copérnico abriera la Revolución Científica con su De reuolutionibus orbium caelestium. Esta línea imaginaria que hemos trazado, que pasa Po.r Brahe, Galileo. y Kepler y que funciona como la melodía fundamental que permite descubrir y reconstruir la sinfonía, culmina con otro. libro, acaso. el más importante de toda la historia del pensamiento científico. occidental: Pbilosophiae naturalis principia matematica, o Principia, como. se lo nombra más frecuentemente, de Isaac Newton, de l687. Es con los Principia que la línea se completa y la ciencia moderna sale armada prácticamente de pies a cabeza. Pensar las cosas así, esto es, como una marcha continua, sostenida y ascenden-

D

te del De reuolutionibus a los Principia, de Copérnico a Newton, puede resultar (y resultará a tantos lectores) demasiado. ex post, demasiado. reconstructivo a la luz de los resultados y desde el punto de vista actual. y sin embargo hay algo. en la actitud y el pensamiento. científico. de estos personajes de los que hemos hablado, y de los que hablaremos hoy, que parece indicar una verdadera novedad: se trata de un esfuerzo consciente, explícito y tenaz que no se detiene ante lo ya conocido, sino que lo considera incompleto, formula sus aportes y.exige a los continuadores que resuelvan los problemas que quedan abiertos. Así, por ejemplo, Brahe es perfectamente consciente de que, destruidas las esferas cristalinas, su sistema, con el Sol girando alrededor de la Tierra y el resto de los planetas girando alrededor del Sol, no. está bien fundamentado. y le encarga a Kepler que ID haga (cosa que Kepler no. sólo. no. cumplió, como. sabemos, sino. que usó 10.s preciosos datos de Brahe para fundamentar el sistema copernicano, lo cual seguramente hizo. a Brahe revolverse en su tumba). Galileo es consciente, también, de los problemas que quedan abiertos: Nadie ignora que esa causa (de la caida) recibe el nombre de gravedad. Pero excepto el nombre, no comprendemos nada de esa cosa: ni de fa virtud que hace bajar una piedra, ni de fa que empuja

243

una piedra proyectrtd4 hacia arriba, ni de

la qt~e mueve la Luna en su órbita. Es, a la vez, una mirada al pasado pero. un asomarse al futuro.; la conciencia de la propia ignorancia no. lleva a la parálisis ni a los libros de los antiguos sino a la reflexión y la investigación; la meno te humana es potencialmente capaz de resolver todos los nuevos acertijos que se van planteando y el científtco se convierte, en cierto. moda, en un postulador de acertijos que deben funcionar como guías del pensamiento futuro y ser solucionados por los que vendrán.

Descartes escribiría Espero que nuestros nietos nos estardn agradecidos, no sólo por las cosas que he explicado sino también por fas que uoluntartamente he omitid

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"Así como la deducción garantiza la verdad de los resultados siempre y cuando las premisas sean verdaderas, la inducción, esto es, la generalización a partir de casos particulares, no asegura nada, y menos que menos la verdad." cuchar, oye una confusa algarabía de voces mezcladas; unas se adelantan en el canon, otras van compases y compases atrasadas, otras cantan directamente al revés,y de repente un acorde suena mucho antes de tiempo y se pierde. En síntesis: la filosofía de la Revolución Científica se construyó paralelamente a la nueva ciencia, a veces sincrónicamente yen amigable diálogo, a veces en franca distonía. y aquí se nos aparece Francis Bacon (1561-1626), a quien no debemos confundir con Roger (que vivió en el siglo XIII, que fantaseó con aviones y submarinos y que puede ser considerado, con bastante justicia, si no el primero, uno de los pioneros en el intento de establecer un nuevo método científico). Francis no fue en realidad un cienrífico, ni realizó grandes avances en ninguna disciplina, ni, en el fondo, resultó realmente revolucionario en metodología. Ni siquiera fue un filósofo propiamente dicho: fue más bien un político apropiadamente oportunista, que ocupó altos cargos -llegó a ser canciller del reino durante el reinado de Jacobo 1- y hasta fue a la cárcel por haberse quedado con algunas monedas que no le pertenecían, aunque estuvo preso solamente tres días gracias a la intervención directa y explícita del rey. Pero sí fue un pensador de la nueva ciencia que se estaba desarrollando: no sólo por su utopía La Nueua Atldntida, en la que la sociedad ideal está sustenta-

da y guiada por el avance de las ciencias, en canto que la religión está completamente separada de ella, sino por sus reflexiones metodológicas. Es en este puntO donde abordó uno de los grandes problemas filosóficosde la ciencia, problema que sigue totalmente vigente y que representa un desafío para quienes consideran que la ciencia tiene como objetivo acercarsecada vez más a la verdad del mundo: el de la inducción.

El problema de la inducción Así como la deducción garantiza la verdad de los resultados siempre y cuando las premisas sean verdaderas, la inducción, esto es, la generalización a partir de casos particulares, no asegura nada, y menos que menos la conservación de la verdad. Bertrand Russell lo expresó en su forma más cruda con su metáfora del "pavo inductivisra". Un pavo recibió su comida un día a las 9 de la mafiana. Al día siguiente ocurrió lo mismo. Pasaron días de calor, días de frío, días de lluvia y siguió recibiendo su comida puntualmente. Finalmente se animó a saltar a una conclusión: todos los días, a las 9 de la mafiana, soy alimentado. Al día siguiente fue 24 de diciembre y le cortaron el cuello. La metáfora nos obliga a plantear un interrogante: ¿en qué momento es válido generalizara partir de los casosparticulares que observamos?Esta generalización a partir de casos particulares no sólo es uno de los procedimientos impor-

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caneesde la metodología que utilizan los científicos, sino que es de lo que nos solemos valer en la vida cotidiana. La mayor parte de nuestros actos se desenvuelve bajo la presunción de que el mundo que nos rodea funciona inductivamente: si durante una semana, o UD mes, verifico que el colectivo pasa por la puerta de mi casa entre las 8 y las 8 y cinco, supongo que siempre, salvo que ocurra algo excepcional,va a pasar a esa hora y obro en consecuencia: no salgoa esperarlo a las 7 y media porque es en vano. Para muchos de nuesuos actos más cotidianos empleamos la inducción de una manera práctica: si elegimos naranjas de una pila, nos basta probar tres o cuauo y verificar que están maduras para concluir que todas las de la pila están apropiadamente maduras (aunque a esta suposición subyace la idea, de índole más deductiva que inductiva, de que las naranjas de la pila son homogéneas, más o menos todas iguales, o que provienen del mismo lote). Nadie puede sorprenderse, sin embargo, si en el conjunco que ha comprado se topa con una naranja podrida; la única manera cierta de asegurarse de la buena salud de todas las naranjas es, precisamente, examinándolas todas, cosa que si ya es de por sí difícil, es imposible en el caso en que las situaciones a evaluar son infinitas (como los planos indinados de Galileo o los prismas de Newton). En estos casos, al generalizar hay un salto a lo desconocido y ese salto cons-

-se Sl!'Z.my 10d OP!~:)1 O:>!~JO OpOl un SO!!:)nrad !I:) ou 'Ú opunw ['ti 'OlU:l!lrr!::> -l?UJ'B' pp SR:)!'9qW!S-0::>!~rW SEIE ouroo 'pl!p;m~puv El sp SEP!U'CH OP!)U¡)S ¡¡sO>U¡¡1.- 'C:>9pUO>DU9!:>nloA -¡¡'tl "elop SdJCjWOl.{SOl "e:>odj)"elcp I"eJ -mln::l OlX:>lUO:>1:>UO:>"epe:>!JCjW!ylSOUO:>Id JelU:>W!:>onb 1lCjOSop -oipur un pEpEJ;¡dSdSdP epanbsnq 'C1 'SOpl!lrnSdJ soxanu 'CJpnpuo:> Á !JJlU:lp SOpel111Sp pepouostxord 'CIreidooe 'CdPUd!l 'dlUdW -'C!reSd:>dU '-eduyJOdWdlUO:> -epu:>!:>'CI dP eJJoso[1J er anb OSdrod 'u9p::>npu~ ano 1d!flb¡-en::>dP lO>OWo:> O!JOS!AOJdU'Cl OPUd!S 9!~!S "eU'C!UO:>'C'1 U9!::>:.mpu!'CI:>p x>U'C:>¡-e1anb Sd Olld1:> 01 Á 'p-ep1dA el 'o:>od Ánw -e'1'C:>g!U~!S¿-eA!lSn'Cl¡X;¡els!1 'Cun :>lUdUJ'Cl:>exd'CQ'C::>9!US!S ;mb? :,,'CA -!lsn'Cl.{Xd"'C1'1ll¡-ed'CI'Cl'C'1 -ep:>nb 'Sl!!:>Ul!lSun::>lpSl!lSd ueCj'Clddo !S !Sl!pUl!lSun::>lp SllA:>nu'CU9!::>'C:>!ldens :>p O!PdW lod llpEqOJdwo::> l:>S'CJCjP op -Olj)W dlSnpu!" :Jp onons aun osndord uo::>eH 'JSY 'elS!A!l::>npU! oxed r:Jp 0Tl0:>Sd1npu! dP odn u~~¡-e reJ]UO::>Ud'OpOlj)Ul r:>p pep!Ul!l~ -dI 'CIJ'eZ!lU'C~ rod sopednooard Sl!lS!A -!l::>npU! SOlSOpOl !S'C:>dP P OUlO::>''C.Td OA!l:J[qo la 'OPHJ1AOA!l:>npU! 0POlyUl un 'CJUdldnb 9Á:J1::>'0:JJITll9 cp oiucur -'C:>!~9Iou01:>Spl'C osed un 'uo::>'EH SOl SOpOl ered :Jfl!A ¿SOS'C:> SOS'C:> SOq::>nUlered dll!A onb 0r enb J!P!::> -:>p op¡md ow9:)? ¿leIdud~ o!d!::>upd jp 'CJ.lO~jl'C::> 'El 'COp'E":Jr:>JjS !P -UO::>;mb ofeq Á opuyn::> Á ;mb 10d? 'op -01 I:JP ope::>9!lsn[ JlllSd U~SllJ~;¡S U9!::> -U'Z!¡-eldU:l~El e sdJEln::>!lred SOSl!::>SOSd SEI Ud SOl -UdW!J:ldx:> sns J'EldJdldlU! :JS:J!qmr (en::>oi) S:lI'1!sod sop -'CU!PU! soU'C¡d 501 SOpOl :>lqOSS;}IQ!sod Sl!lEl.{eJpod !U- ozrq ou 0:J1!¡-e9 'SOl -U~W!lnpu!

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"Así1, aunque Bacon no haya creado la nueva ciencia que anunciaba, reflejó el nuevo espíritu (acorde con las nuevas clases mercantiles en ascenso) que pretendía dar a la humanidad el dominio sobre las fuerzas de la naturaleza." piriruales, sino un mundo inerte sobre el cual se elaboran tablas (de tal manera que desaparezcan las "virtudes ocultas", como hará Galileo con el ímpetus), y en e! cual hay que tomar recaudos para no caer en el error, El error es el horror del científico y filósofo natural del siglo XVII. Para construir un sistema sólido que permita aprehender el mundo, es necesario primero deshacerse de una serie de prejuicios que obsrruyen el camino de! hombre hacia la verdad. Bacon distingue, en este sentido, cuatro "ídolos" que se resisten a ser derribados y que hacen que el pensamiento yerre confundido, desviándose a cada paso del sendero del conocimiento. Los ídolos de la tribu son aquellos comunes al hombre en ranto especie (por ejemplo, el tender a imaginar como estables cosas que en realidad son mudables) y requieren, por lo tanto, una revisión crítica de la naturaleza humana en general; los ídolos de la caverna dependen de las disposiciones de cada individuo (ya sean educativas, culturales o naturales); los ídolos del foro derivan del lenguaje, que crea palabras vadas para cosas inexistentes, o bien palabras confusas para cosas existentes, pervirtiendo así los razonamientos (lo cual da pie a una interesante polémica filosófica acerca de la relación entre lenguaje y pensamiento, que será una constante en la historia de la fiJosofía occidental); por último, los ídolos del teatro se deben a la (mala) influencia de las reorlas

tradicionales. La eliminación de todos ellos es la condición necesaria para la elaboración de las rabias. A su modo, Bacon quería que la ciencia escapara de los "primeros principios" obtenidos de manera puramente racional y pretendía que se accediera a ellos por vía experimental. En realidad -tal vez porque era un poco temprano, aunque fue contemporáneo de Brahe, Kepie e y Galileo- se le escapó por completo la importancia que habían de rener en la nueva ciencia las matemáticas, a las que subestimaba por ser poco experimentales y atadas a principios generales. Por las mismas razones, subestimaba la deducción. Acaso por ello su plan de innovación general de una ciencia que estaba incorporando las matemáticas a todo vapor estuvo lejos de alcanzar el impacto que él deseaba. Así, aunque Bacon no haya creado la nueva ciencia que anunciaba y en la que se enfrascaría Galileo, sí reflejó el nuevo espíritu (acorde con las nuevas clases mercantiles en ascenso) que pretendía dar a la humanidad el dominio sobre las fuerzas de la naturaleza por medio de . descubrimientos e inventos científicos y que manifestaba la necesidad de que la filosofía se separara de la teología. Haya sido como haya sido, de codos modos, fue el primero de una larga serie de ftlósofos de espíritu científico que subrayó la importancia de la inducción. El programa inductivo iniciado por Bacon fue una de las grandes fuentes del

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pensamiento científico moderno, fue en gran parte tomado como credo por la Royal Society y el propio Newton lo adoptarla en los Principia.

Descartes: la hipostasía de la razón y el universo mecánico Bacon trató de zafar de la filosofía tradicional, pero soslayó el papel que tendrían, por un lado, las matemáticas y, por el otro, el segundo gran método (junto con la inducción) del conocimiento científico: la deducción. Por allí empezó a desarrollar su filosofía René Descartes. Si Bacon quiso edificar una política del conocimiento que permitiera construir una Nueva Acláncida regida por la ciencia (desarrollada inductivamente), Descartes se propuso un objetivo mucho más ambicioso: rehacer la 6losofla a partir de la deducción. Descartes nació en 1596 en la Turena francesa y sus primeros estudios le sirvieron para comprender lo poco que sabía del mundo. Pronto comenzó a considerar que el único referente firme y satisfactorio sobre el que se podía construir algo, el único capaz de dar la clave para comprender la naturaleza, era la matemática (una mirada que, como ustedes ya habrán notado, tiñe todo este proceso de la Revolución Cientlfica: baste recordar, aquí, a Kepler o Galileo). A pesar de todo, se recibió en Derecho en la Universidad de Poitiers y luego fue a la escuela militar de Breda, En 1618 comenzó a estudiar marernáti-

-;¡~U! .Jvp 313m 717U10MV 'SO?p1tJS3so¡ ~ os -un» 13 O¡71Jtt!t.u.J;J 311/C1 oUJOJ O¡tio.Jr! ut?1 :opunw pp ejpuordruo» onb oood 01 ;,p I?'lU:lro :lSJi?pared ordpuud un ua U01:>!AJ!SJI 'i?lu:m::>OUIS!W [r ~i!;)S 1. 'il1UO::>SJ[ ouroo 'so!pms:> s9U!WJ;)1 Sllpcllmp -I?W51:1:lp oosns 0JJj 13"';¡Jdw;:¡!s 0p!'l -anreui I?Jqet¡ anb 11 51:[I?;)SJ1n1Il?A;¡1 ;¡P U9P!p1?11 III UD::>J;,dWOJ anb OAm anb 01 aod 'SI?::>!l~W;)lI?Ul U;¡ 1I?(l?ql?llI?1I?dSllJP s0l SOPOl 1?1II?~W I?I;:¡p Slll e J! llJ1I?l( 0ll?lI!;:¡J el onb ;¡Ilj 91TI:>[I?:> ou onb 01

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so en el mundo de los hombres doctos (...) me embargaban tantas dudas y errores que me pareda que, procurando instruirme, no habla conseguido más provecho que el de descubrir cada vez más mi ignorancia. Había que desechar todos los presupuestos y edificar ex nihila -a partir de la nada-, lo cual significaba nada más y nada menos que reconstruir la filosofía desde cero. Menuda tarea, por supuesto, ya que

toda lafilosofo es como un árbol cuyas ralee. son la metajlsica, el tronco es la flsicay las ramas que proceden del tronco son todas las demds ciencias.

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sea que si de lo que se trataba era de reconstruir la filosofía, la metafísica, la física y las ciencias particulares, resultaba que había que reconstruir todo el pensamiento, hurgar hasta sus rafees más profundas y extraerlas para verificar si el árbol podía sostenerse y seguir creciendo o si. en definitiva, esas raíces estaban podridas y había que sembrar una nueva semilla. Estaba claro que veinte siglos de ciencia habían producido un mundo que se derrumbaba preso de sus propios errores. ¿De dónde habían salido esos errores? No se debían a problemas de observación, o a un mal ajuste entre la observación y la teoría, o entre la teoría y el mundo. Para nada. El error residra en el punto de partida, ya que el

-- .---mundo, el lenguaje de las cosas, es confuso y no da ninguna seguridad. La pregunta ¿Cómo es la realidad? había sido contestada dando por sentado el mundo, y los resultados -estaba a la vista- distaban de ser satisfactorios. Había que partir de algún otro lado. 10 que Descartes intentó hacer fue justificar que se podía alcanzar un conocimiento claro y distinto del mundo, y para ello necesitó poner todo (literalmente todo) en duda y encontrar una certeza tan absolutamente cierta e inconmovible que a partir de ella se pudieran derivar, por deducciones, Otras certezas igual de ciertas e inconmovibles. Si los sentidos engañan, si el razonamiemo tampoco está libre del error, ¿por dónde se puede empezar a construir conocimiento? La respuesta cartesiana es rajante: por el yo pensante. Porque yo puedo dudar

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de los sentidos, que han demostrado que me engañan habitualmente, puedo dudar de la razón (que comete errores lógicos) y hasta puedo dudar de la matemática, porque puedo suponer que hay un genio maligno que hace que todos mis razonamientos, incluso los matemáticos, fallen. Es decir: cualquier objeto que caiga bajo mi pensamiento (sea empírico, sea matemático) puede ser un engaño. Esto nos llevaría al más profundo escepticismo -una corriente que, dicho sea de paso, venía siendo revitalizada en Francia desde Michd de Montaigne (1533-1592)-. Pero el escepticismo era una posrura que ya 00 podía seducir a un hombre del siglo XVII: no era posible seguir admitiendo la imposibilidad de conocer, seguir admitiendo que el mundo excedía las posibilidades y capacidades humanas y resignarsea vivir en una conforrable ignorancia. ¿Y

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"Así, puedo estar pensando cualquier disparate, pero lo que es indudable es que estoy pensando. y si pienso, soy, o sea, existo. Descartes demuestra la existencia

de algo absolutamente cierto y autoevidente: yo soy una cosa que piensa." la violación de esta regla en Estocolrno, como ya les conté, le COStÓla vida. Digresiones aparte, gracias a estas reglas -que en el fondo no eran tan originales, ya que muchos filósofos desde la Antigüedad habían hablado del análisis y la síntesis- enunciadas en el famoso Discurso del Mirado, Descartes llega a la certeza del yo pensante. Pero, como venía diciéndoles, lo que hay que legitimar es el conocimiento que ese yo tiene del mundo. El yo está repleto de ideas, algunas que crea él mismo de manera más o menos arbitraria (ideas artificiales), algunas que le vienen de su confrontación con la empiria (ideas adventicias) y algunas que lo constituyen en tanto que sujeto (ideas innatas). Lo que tiene que hacer Descartes para escapar del solipsismo es mostrar que esas ideas que se generan dencro de nosotros no son meros caprichos sin sentido, sino que tienen alguna razón de ser. ¿Cómo lograrlo? Examinando cuidadosamente las ideas. y efectivamente, en su exploración de las ideas que tiene "esa cosa que piensa", se topa con una idea muy especial: la de una sustancia "infinita, eterna, inmutable, independiente, omnisciente y por la cual yo mismo y todas las demás cosas que existen (si es que de verdad existen cosas) hemos sido creados y producidos". Esa idea no es otra que la idea de Dios. Y la idea de Dios tiene que venir de algún lado ... ¿y de dónde podría venir si no es de una

sustancia que, efectivamente, posea los rasgos de infinitud, eternidad, independencia, omnisciencia? ¿Cómo podría yo mismo haberme creado la idea de un ser con todos esos rasgos? La existencia de la idea de Dios en mi cabeza (o en la cabeza de Descartes, para ser más precisos) prueba que Dios existe, y esta prueba le permite escapar del laberinto aparentemente sin salida del yo. y esto es esencial, porque si ese ser infinitamente bondadoso rige el destino del mundo, es evidente que no puede permitir que el genio maligno me engafie del todo. Me garantiza que en' tanto yo opre por las ideas claras y distintas y respete las cuatro reglas del método, no caeré en el error. ¿Y cuáles son las ideas claras y distintas por antonomasia? Las ideas matemáticas, las geométricas. Queda así legitimado el conocimiento matemático. Y, por lo tanto, el mundo que surja de este razonamienro será un mundo basado en la geometría, un mundo de pura extensión, que Desearres identifica con la materia.

La naturaleza de la materia o del cuerpo tomado en general tia consiste en ser una cosa dura, pesada, coloreada o que incide en nuestros sentidos de alguna otra fonna, sino sólo en que es una sustancia extensa en longitud, anchura y profundidad (..), su naturaleza consiste sólo m esto: es una sustancia que posee extensión. Y además de la extensión, orros dos

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atributos geométricos: la figura y el movimiento. Habrán notado que en toda esta construcción cartesiana no hay ninguna apelación empírica. El no dice: se observa esto o aquelJo y entonces ... No, él razona como si su metafísica fuera una geometría, y haciéndolo de este modo construye el trípode yo-Dios-mundo por medios puramente mentales, racionales. Esto ya nos da una pista del rumbo que tomará su física. Porque ... ¿qué es lo DO empírico en la física? Lo que funciona de manera racional, el mecanismo. El mundo cartesiano será, pues, un enorme mecanismo donde las esferas pueden rodar sobre los planos inclinados y se puede despreciar el fenómeno secundario del rozamiento. Nada más lejos de la inducción baconiana, que trataba de buscar regularidades a partir de la empiria.

Física cartesiana La imaginación y la sensibilidad, siempre y cuando estuvieran bien utilizadas (es decir, siempre y cuando respetaran a pies juntillas las reglas del método) tenían que conducirnos a razonamientos confiables .acerca del mundo material. Estos "razonamientos confiables", a decir verdad, no fueron para nada felices, aunque la influencia que tuvo el sistema cartesiano en la cultura francesa fue enorme. Pongamos, por ejemplo, la opinión que emite tras devorar la obra de Galileo en unas horas:

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La glándula pineal

la cantidad de movimiento (la cantidad de movimiento de un móvil es el producto de su masa por su velocidad). El universo cartesiano, Uenode una materia sutil, estaba regido por el principio de conservación del movimiento y el principio de inercia, con los cuales, con una buena dosis de voluntad, y muchíiiiisirna imaginación, se "explicaba" todo, incluso los movimientos planetarios. Porque el éter cartesiano no se limitaba a llenar, como una mera presencia ontológica que tranquilizaba conciencias con horror al vado. Nada de eso: el éter era activo. El postulado del cual partía Descartes, a saber, que la fuerza no puede transmitirse sino por la presión o el impacro (esto es, sólo por contacto y nunca por acción a distancia, piedra del escándalo y núcleo de las críticas racionalistas a la graviración newtoniana) forzaba al éter cartesiano a la acción, formando torbellinos o vórtices que arrastraban a los cuerpos, generando el movimiento y transportando las acciones a distancia, ya fuera la gravitación, ya fuera la luz, o el magnetismo. Descartes sacó al éter de su pereza ontológica y lo obligó a trabajar: puesto que no había acción a distancia, alguien debla transportar lo transportable, y el éter se encargó de ello. El éter, en el sistema de Descartes, era la fuerza activa más potente del universo, aunque desde ya era imposible saber de qué estaba hecho o qué clase de cosa era. Los torbellinos eran, al mismo tiern-

po, los que mantenían el movimiento de los planetas, aunque su inventor nunca se preocupó de ver si se ajustaban a las leyesde Kepler sobre el movimiento planetario. Lo cual era una clara muestra de que su mundo era una deducción mental, un mundo puramente geométrico, extraído de principios metafísicos,y sin recurrencia al experimento. El cartesianismo tuvo un impacto muy grande en la ciencia francesa y europea; fue el pumo de resistencia a la mecánica newtoniana y bien avanzado el siglo XVII nada menos que Euler y Bernoulli basaron su teoría del magnetisrno en los rorbellinos cartesianos. Pero era una física más bien cualitativa, que no permitía predecir nada en el alegre caos de torbellinos de éter. En realidad, todo este sistema era un disparate grandioso, un dislate de dimensiones aristotélicas. Pero estaba sostenido por la auroridad de Descartes y su inmenso prestigio. Obviamente, no todo el mundo estaba conforme con el imperialismo cartesiano. Huygens (1629-1695), de quien ya hemos dicho algo, escribió: Descartes, que me parece que estaba celoso de fafama de Galileo, tenia la ambicián de ser considerado el autor de una nueva fiklsofta, que se enseñara en las universidades en lugar del aristotelismo. Pero fue Newton quien. tras estudiar la teoría, la destruyó sin demasiadas

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complicaciones y matemáticamente, convirtiéndose en aquello que, según Huygens, Descartes estaba buscando. Primero en el segundo libro de los Principia, y luego en el Escolio general. La hipótesis de los vórtices se ve acosada por muchas dificultades.

y después de un párrafo letal, rermina: Las revoluciones del SoLy de losplanetas en torno de sus ejes, que deberian concordar con los movimientos de los vórtices, discrepan de todas estasproporciones. Los movimientos de los cometas (...) no pueden explicarse por los vórtices. Los cometas se desplazan con movimientos muy excentricos (.,,), cosa que no podrla ocurrir si no se suprimen los vórtices.

El hombre máquina Otro rasgo del mecanismo de Desearres está dado por su concepción de los animales como máquinas. una suma de pequeños relojitos y mecanismos gobernados enteramente por las leyes de la física y exenros de sentido o conciencia (excepto los hombres, claro, que sí la tienen). Según él, estos animales/máquina, que poseían una complejidad mucho mayor que la que jamás'podría producir el hombre, no sentían dolor. Los hombres, a diferencia de los otros animales, poseían un alma, cuyo

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era la forma en la que encontraba leyes -generalmente erróneas- sobre el mundo, sino su concepción de un mundo mecánico, lo que resultó un estímulo invalorable para la ciencia moderna." hiciera experimentos: los hizo en óptica, ras, eran plenamente co~scientes de terreno donde dedujo la ley de la refrac- que la confección de tablas y la acumución, y también en mecánica, donde ex- lación de datos sin un pensamiento perimentó con el choque, deduciendo rector y organizador (¿qué datos buscar una serie de leyes,casi exclusivamente y considerar?, ¿qué datos excluirr), no falsas.También tuvo intuiciones impor- Uevabaa ninguna parte. Pero una poscantes en relación con el origen de la tura como la cartesiana les resultaba Tierra (imaginó que era una estrella coimposible. y no sólo por las falacias de mo el $01 que se había enfriado, o un la física cartesiana, por ejemplo respectrozo del $01 que se había desprendido y to del vado (que Boyle y Hooke protambién enfriado), y sobre la estructura ducían con sus bombas neumáticas). o interna de nuestro planeta. la acción a distancia (que producía el Descartes, salvando las diferencias, re- sacro horror de los cartesianos) sino cuerda un poco a Aristóteles, que planporque no podían aceptar que la física. teaba bien los problemas, pero los resol- la química, y-la ciencia positiva en gevía con elementos traídos de los pelos neral, se derivaran de una metafísica, salvomás que honrosas excepciones, co- que debía, eso sí, parecerles uno de los mo su genialidad en la geometría. Por temibles "ídolos" de sir Francis que eso lo más valioso de Descartes no era la justamente se debían evitar. forma en la que encontraba leyes-geneAsí, la mera recolección de datos obralmente erróneas- sobre el mundo, siviamente no bastaba y era necesario no su vocación por sintetizar los proble- usar las armas de la deducción: ¿pero mas en un número reducido de concep- cómo usarlas sin caer en la idolatría y el . error? ¿Cómo solucionar el dilema? tos que se pudieran manejar y en su Muy a la inglesa, pragmáticamente y concepción de un mundo mecánico. vado de fantasmas (aunque no de matemediante un compromiso. ria), lo que resultó un estímulo invaloEl compromiso de 1687 rabie para la ciencia moderna. Tanto el inductivismo baconiano coAvatares y conflictos mo el racionalismo de Descartes coinciLa más importante de las instituciodían en proponer el progreso de la ciennes científicas del siglo XVII, la Royal cia y en aconsejar el manejo de saberes Sociery, adoptó explícitamente el proprácticos para el progreso de la humanigrama baconiano; sin embargo sus dad, pero aparentemente había una miembros más conspicuos, y científioposición irreductible en la fundamencos de primer orden como Boyle o Ho- tación de un método que permitiera dar carta de ciudadanía a la verdad en la oke, si bien no dejaban de ser ernpiris-

nueva ciencia. Bacon quiso construir una nueva sociedad basada en esa nueva ciencia, Descartes pretendió reconstruir el mundo basándose en la razón geométrica, pero ni uno ni otro parecían fundamentar suficientemente la físicanewroniana. Aunque Newton, en su primera regla del método, parecía optar muy directamente por la P,osturabaconiana: las proposiciones obtenidas por inducción a partir de los fenómenos. han de ser tenidas, en filosofía experimental, por verdaderas o exactas o muy aproximadamente, hasta que aparezcan otros fenómenos que las hagan o más exactas, o expuestasa excepciones. Pero Newton no explicaba qué era lo que lo autorizaba a realizarla inducción. O sea que aparentemente seguíamos estancados en el mismo problema de la generalización injustificada. Pero here aquí que no es así. Los Principia, que señalaron el camino en tantos aspectos, también lo señalaron metodológicamente al dar una pauta que justificaba el uso de la inducción. Y esa pauta, aunque no explícitamente, implica un a priori, una petición de principios de tipo cartesiano. a) Por empezar, el núcleo de la construcción newtoniana no son los datos, sino que su núcleo son los fenómenos, y de los fenómenos se extraen los datos. b) Pero para poder generalizar un fenómeno, como la ley de caída de los cuerpos, digamos, que en la naturaleza tal como la vemos es confusa y se pro-

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momento, sino en todos los mamemos, y en codos los instantes de tiempo. ¿Por qué habría de variar? Ahora bien: la isotropfa del espacio y el tiempo no es algo que se deduzca de la empiria, sino que se trata de un a priori metafísico, aunque diferente, muy parecido al a priori geométrico de Descartes. Claro que ahora el espacio no es consustancial con la materia, puede existir por sí mismo, es autónomo y previo, es un receptáculo donde se desarrollan los fenómenos, y claro está, puede estar vado. La acción a distancia, el punto más débil de la física newtoniana, que no encajaba para nada con el precepto cartesiano de la acción cuerpo a cuerpo, quedaría pendiente hasta el compromiso de 1758. Es decir, el método que sale de los Principia es inductivo, pero en

condiciones especialesque exigen un compromiso racional a priori.

El compromiso de 1758 La vuelta del cometa Halley marcó el triunfo en gran escala (¡astronómica!) de la ciencia newtoniana, y una terrible demostración de la fuerza y la potencia pavorosa de la Ley de Gravitación Universal, y aunque los vórtices cartesianos todavía persistirían, un poco por tradición y un poco por nacionalismo -eran vórtices franceses, al fin y al cabo-; paulatinamente, el compromiso inglés de 1687 y los Principia se fueron extendiendo a toda la ciencia europea: la acción a distancia, el vacío, los corpúsculos, los átomos, irrumpieron en el mundo mecánico de Descartes, ahora colonizado por el espacio y tiempo geométricos de Newton (que es, vale la

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pena repetirlo, un receptáculo de los fenómenos donde existe el vado) y por la acción a distancia de una fuerza, como la gravedad, de cuya naturaleza no se sabe nada, y sobre la cual "no se formulan hipótesis". Pero además, la ciencia newtoniana representaba codo un "programa", una indicación que mostraba cómo proceder con lo que se sabe y cómo abordar lo que no se sabe. La Revolución Científica culminaba con un método y una forma de hacer ciencia que se extendería a todas las disciplinas, cuya mayor aspiración sería, desde entonces, acceder a un conocímiento tan sólido como el que había conseguido Sir Isaac. Colaboré en este fascículo Nicolás Olszevicki,

18. Los éxitos de la ciencia experimental

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"Los imanes ya estaban pasablemente descriptos desde la Edad Media. En

1269 el estudioso Pedro de Mauricourt,

el Peregrino, escribió una Epístola de magnete, donde examinaba las propiedades de la piedra imán" Gilbert, hombre de la Revolución Sea como fuere, ése es un resultado clavosy cuanto objeto de hierro hubiera que obtuve con un determinado diente en los barcos que osaban acercársele. Científica en ciernes,se ocupó de desLo cierto es que los imanes ya estaban truir las afirmacionesgratuitas y mágicas de ajo y un determinado imán. ¿Qué me autoriza a generalizar, como lo hizo pasablemente descriptos desde la Edad de Dalla Porta, usando puntillosarnenre Media. En 1269, por citar sólo un caso, y de modo sistemático el método experi- Gilberr, a todos los stickers pegados en el estudioso Pedro de Mauricourr, el Pe- mental y tirando abajo rodas lascaracte- la heladera, y luego a todos los imanes? Aquí vemos el componente fuertemente regrino (quien, de paso, había sido cali- rísticasfantasiosasque se le habían atribuido. No era tan difícil, a decir verdad. inductivo, adelantado por Gilbert, de la ficado por Roger Bacon como el más ciencia moderna. importante científico de su época) escri- El autor de Magia Naturalis decía, por Sin embargo, con experimentación e bió una Epistola de magnete, donde exa- ejemplo, que UD trozo de hierro frotado inducción no alcanza para entender cóminaba meticulosamente las propiedacon diamante se magnetizaba. Gilbert, des de la piedra imán: el hecho de que por supuestO,repitió el experimento con mo se va constituyendo la ciencia moderna. y efectivamente, Gilbert no se dos polos distintos se atraen y dos igua- un resultado devastador (al menos, deles se rechazan, que un imán siempre vastador para la seriedad de Dalla Porta): queda en los experimentos, sino que teoriza sobre ellos: tiene dos polos, y que si se lo parte no He realizado esta experiencia con setense obtienen "polos separados", sino que tay cinco diamantes enpresencia de vaEn el descubrimiento de cosassecretasy cada una de las partes recupera la bipolaridad. Además, había llegado a diseñar rios tmigos; he empleado barras de hierro en la investigación de causas ocultas, se obtienen razones mds poderosas mediante dos brújulas, una flotante y otra sobre y trozos de alambre, manipulándolos con un pivote, y presentó la primera discusumo cuidado mientras frotaba, mediante experimentos segurosy argumentol demossión sobre la brújula en Occidente. soportes de corchosobre agua. No obstantrados, que a partir de conjeturas probaNo fue éste el libro que condujo a te, nunca Iogr! observar elfenómeno indi- bks y de opiniones de elPeculadom filosóficos. Esta obra nada afirma que no haya Gilbert a ocuparse del magnetismo sino cado por Dalla Porta. sido muchas vecescontrolado. uno un poco más contemporáneo: MaLes cuento que no pude resistir e hice gia Naturalis, de Dalla Porta, un verdadero best-seller de "ciencia" popular que la prueba.del ajo, que supuestamente Cosa que haría las delicias de Galileo, mezclaba algunas pocas intuiciones ver- quita las propiedades magnéticas, con que empezaba a aplicar el mismo métodaderamente científicas con la paraferun imán de esos que sirven para pegar do a la mecánica. Como buen científico al filo de la nalia inagotable de la magia renacentisen la heladera (más precisamente el que ta. Valga, para demostrarlo, un ejemplo: indica el teléfono de mi pizzería preferi- Modernidad, Gilbert no podía despreoda). Obtuve los mismos resultados que cuparse del método. A "aquellos filósoSe me que la piedra imdn produce me- Gilberr, y la verdad es que, si no hubie- fos que discursean basándose en unos ra sido así, me habría muerto del SUSto. pocos experimentos vagos y no conclulancolia; se la emplea para preparar brebajes de amor, se afirma que la piedra fto- A veces no se entiende cómo creencias yentes", porque tada con ajo pierde su poder de atracción, completamente absurdas, como la del poder que recobra cuando se la unta con ajo, de fácil refutación cotidiana, pudie- 'esflicil cometer equivocacionesy errores sangre de macho cabrio. ran perdurar tanto tiempo. en ausencia de experimentos fiables';

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Aguja rotatoria de una brújula en una copia de la Epistola de magnete, de Peter Peregrinus (1269)

les recomienda manejar los objetos con cuidado, con destreza y habilidad, no con descuido o con torpeza,' cuando un experimento fracasa, no permitamos que en SIl ignorancia condenen nuestros descubrimientos, porque no hay nada en estoslibros que no haya sido investigado, y realizado una y otra vez, y repetido ante nuestros ojos. Utilizando este método cuidadoso, Gilbert sigue muy de cerca a Petrus Peregrinus y prueba y confirma resultados adelantados por él unos siglos antes: la atracción y la repulsión de los polos magnéticos y la bipolaridad permanente de un imán, independientemente de cuántas vecesse lo divida. Comprueba también que la acción magnética atraviesa láminas de madera y metal, muestra que una aguja no aumenta de peso al ser imantada yconcluye que la imantación "es una propiedad imponderable, una virtud" del imán, inscribiéndose en la línea renacentista: recordemos que la misma palabra, "virtud", era utilizada para describir esa cosa imponderable (por inexistente) que era el ímpetus, agente del movimiento. Si hubiese sido plenamente moderno (es decir: newtoniano), Gilberr hubiera dicho que sobre la naturaleza de la fuerza magnética no se formulan hipótesis, pero falraba mucho para la famosa frase de Don Isaac, que en realidad ni siquiera habla nacido. Su demostración de que los imanes

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calentados a altas temperaturas pierden sus virtudes magnéticas lo lleva a conjeturar algo sobre esa "naturaleza": supuso que eí magnetismo se debe a un ordenamiento (¿de los corpúsculos?) del metal imantado, que es destruido por la temperatura: "Convulsionado por el calor, el hierro toma una forma confusa y perturbada, de manera que no es más atratdo por el imán y pierde sufoerza de atracción, roak¡uiera sea la manera como la adquiriá". ..

pone que el magnetismo se confunde con el "alma de la materia". Petrus Peregrinus afirma que la dirección de la aguja estd dada por lospolos celestes. Cardano opinaba que la estrella en la cola de la Osa Mayor engendraba las oscilacionesde la brújula. .. As/ es la costumbre del ser humano, cosascercanas le parecen despreciables, las lejanas leparecm carasy son el objeto tk su nostalgia.

y si la Tierra es un gran imán... ¿por qué no habrían de serlo los demás plaAquí asoma también la teoría corpus- netas? Esto muestra que sus intereses incular de la materia, de la que fue un cluyeron la astronomía, y que era un fuerte defensor, y del calor, que Gilbert decidido copernicano que identificaba a concibe como una agitación de los átolos planetas como similares a la Tierra y mos. También, en una línea que más que sostenía que era el juego de las fuertarde se llamará newtoniana, muestra zas magnéticas el que los mantenía en que los imanes no sólo actúan a distan- sus órbitas: esta idea influirla en Kepler, cia, sino que son capaces de imantar a como ya les conté. Pero, además, rnosdistancia, conclusión que será rechazada tré lo fácil que es explicar la precesión por Descartes, que dirá que la "virtud de los equinoccios desde el sistema comagnética' es transportada por sus inpernlcano, sugirió que las estrellas están sulsos y arbitrarios torbellinos. situadas a diferentes distancias de laTiePetrus Peregrinus, después de recharra y no todas adheridas a una esfera de zar la existencia de grandes minas de cristal. como ya lo habían hecho Thopiedra imán en los polos, confería el mas Digges y Giordano Bruno, y que origen del magnetismo a los cielos. enpodrían ser cuerpos celestessimilares al cargados de orientar la brújula; Gilberc Sol rodeados por las órbitas de sus prose aparca de esta línea de pensamiento y pios planetas habitables. concibe a laTierra como un gran imán, Su investigación sobre la electricidad aunque el hecho de que no pueda disproducida frotando con seda objetos tinguir los polos magnéticos de los geo- hechos de sustancias como el ámbar o el gráficos le impide explicar fenómenos cristal fue menos completa que su estucomo la declinación de la brújula. y su- dio sobre el magnetismo, pero dererrni-

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William Harvey

(1578-1657).

nó que la electricidad y el magnetismo eran fenómenos distintos, lo cual no es poca cosa (de hecho, acuñó la palabra eléctrico en este contexto), aunque recién más de un siglo después el físico francés Charles Du Pay (1698-1739) descubriera que existen dos clases de carga eléctrica, que se comportan en cierro modo como polos magnéticos, por el hecho de que las cargas del mismo tipo se repelen entre sí, mientras que las cargas opuestas se atraen. En realidad no es así, y no hay "dos electricidades", como veremos cuando suene la "hora eléctrica" y se prendan las luces respectivas. Sus investigaciones fueron tan minuciosas y precisas que no hubo ninguna novedad importante en el terreno del magnetismo durante dos siglos, hasta los trabajos de Michael Paraday, lo cual lo convierte no sólo en un gran científico sino también en un gran precursor.

William Harvey Como Gilberr, Harvey también era inglés, también era William y también era médico pero -a diferencia de él- sus intereses e investigaciones se mantuvieron dentro del ámbito de la medicina y lo llevaron a encontrar la clave central de la fisiología humana: la circulación de la sangre. . Habla nacido en Folkesrone, Kent, un condado inglés al sudeste de Londres, el l= de abril de 1578. FUI:: el mayor de los siete hijos de un pequeño te-

rratenienre y granjero. Estudió en la King's School de Canterbury y en el Caius College de Cambridge, donde obtuvo su licenciatura en Humanidades y comenzó probablemente a estudiar medicina, pero pronto se trasladó a Padua, donde se discutía no sólo sobre el movimiento en general (recuerden que allí Galileo lograba, mediante sus experimentos empíricos y mentales, resolver el problema de la calda libre, entre otros) sino sobre el movimiento de la sangre, y donde fue discípulo de Girolamo Fabricio, que lo orientó hacia los problemas embriológicos y fisiológicos. Se docroró en Medicina en 1602 y tras volver a Inglaterra se casó con Elizabeth Browne. Fue un buen casamiento, ya que su esposa era la hija de un famoso médico, Lancelot Browne; el censecuente acceso directo a los círculos más prestigiosos de la profesión, sumado a sus méritos propios, naturalmente, le permitió desarrollar una exitosa carrera: en 1609 fue nombrado médico del hospital de San Bartolomé de Londres, después de haber sido elegido miembro de! consejo de gobierno del College of Physicians (Colegio de Médicos) en 1607, y en 1618 llegó a ser uno de los médicos de Jacobo 1. En 1630, Harvey recibió un nombramiento aún más prestigioso como médico personal del hijo de Jacobo 1, Carlos 1, que accedió al trono en 1625. Como recompensa por estos servicios, en 1645, a los 67

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años de edad, fue nombrado director del Merton CoUege de Oxford. Sin embargo, en 1646, cuando la guerra civil entre el rey yel Parlamento asolaba Inglaterra, Oxford cayó dentro de 1OJ1:lJ:lJ~UCSCI onb lCl!A:J ered llpCl U9ZEJOJ Id rod opesed ucJ1qet.¡ 'SOPlllll sns u~2:lS 'OA!Aodrcno I:J uejuanreur onb sruujdsa :Jp 1. 'S;¡~l!A s-ezJ:lry :Jp 's;¡¡ -orde :J1U:lW:llU:l!:>!:Jl1S 01 OpuelS;¡ eJn~:ls 11w ;¡P spm uzmpord ;¡S r= III ;¡ltrCmp epJ:ln:> el mlU:J!W !S1!lJ;)lJCS"el:Jp SiMcn 'llloq lllP;¡W U:l anb llqD91ug1s ~n:> 01 -euolJlpeJl S"e;¡PlS"e¡U:J91.0de :JSopow Oll:l!J U:J/,. 'U9pC)11Jlp el :Jp u91Ju11j e¡ e IU:JÁnU:JJ~ues el onb tlqll!:JP 'e.mpe211 'dl~UllS dp soureJ~ y 'OlP:JUl OUllUJ;Jl JOd UOJ lep opnd ou 'u91Jel1ds:JJ el :Jp e}JO el :Jlu:JwCJ;¡2!1 opuefolJ1! ':Jnb 01 rod '02 'llqll:>qWOq 0Pllelllpc:> u:> onb oAmqo -:J) eun CJ-ep I:lU:ll ou re 'o~heqw:J ulS -tlJq I:JP ;¡p!:Jl;¡dns el oíeq seu;¡¡\ S"elenb 'U9pllSrnd epll:> rod Sll!J;)l.reS"elc eq1!:lq ;)S S"ep 'O:JqUlOq :Jp u9pJe el u:> :JI~ peprpuruord JoÁew e t11111U;¡n:>U:J -woq enb ;¡Jgues ;¡P pCPllU1l:>cI 9In:>¡-e:> -:>lJe =r 'OlllJq un :Jp JOp:lp:JJle (eJnp 1. lJ9ZllJOJ I;¡P peppedeo III 91P!W 'J~nl -tras :>p u91slndx:J :>lJ;)ry ele 0Plq:JP U9Z -CJOJ I;¡P DJ;¡J ;¡:mpold ;¡S enb U91S;¡Jd -eSll O) epJ;¡nJ eun opuele JjlS¡X:>uajq J:>wpd u3 'CJp?W1Pll 'Cq;¡nJd cllpu:>s Á lOÁllW 1l11!lS!S:>Jered l:>S :>q~p OWO:>yeJ -:>p enb 9J1SOW;¡P 'S"elJ;¡lJllS"elÁ S"eU:lASlll ¡-elU;¡gsun :>lue!p:lW S!S:l19d!l{ns reqord aiueurespard 'ou-e2J9 :)JS~ :>p SO!:>IUJll :>J1U:>S;¡lU:llS1X;¡S~t10!X~UO:>SUlOU!W1P -uroo sred 9!AJ!S d[ enb 'U9!:>:>nPdP III :lp -se anb Sll[ enb Slls:>nJ~~W uos U9ZllJOJ Slll l;¡A ejpod ou enbunv 's:>uopIlAJ;¡sqo ':llU:>WC!AqO'9!fllA ;¡ShA.reH ''Cq'Czue:> -J'C ou OS;¡ UOJ enb sow::lqes eÁ OJ::ld T:>Pl!:>1:>Juanuenoua :>Senb Sllp:>l.reSlll Á SOlu:lw!l:ldx;¡ ;¡p U9pllUlqwOJ eun 'llllU:lWp;¡dx;¡ OP01?W l:l 'llólqllD 1l.1;¡P!t.¡ enb :>p Otp:lq I~ =r= U9pU;¡11l1l19WB" OpUll'Z!I!ln ll}JO~l ns 9ÁnJlSuoJ Á:>A1\JH '~W;¡PV ';¡lU;¡WlmUpUOJ 1llnJIp :>lgUllS 'OlJ:>JJ:>dOlU;¡lW\JUOI 01 ouroo ';)lU;¡wlbpJ!wm!s OpUtn!l!lIl 'oz 111enb ;¡P B;¡P!1l[uro llqllfB:lU;¡odrsrn -er un 'JOU:>Woq:>nw l:>Senb eJU:>lS"ep -!t.¡ enb 01 eiuaurespard S';) Á '~1 oq:>:ltt 1;¡OpOl rod ;¡SJp.red:JI uejpod SOU;¡U -:llJe S"e[Á S"eU;¡¡\S"e[rod ;¡lU;¡WllnU!lUOJ un 1ll:l;¡lgUllSC[:lp U9pC)11:>lp 'el enb ren e[",lp enb p-eppUllJ UI '0~1!I ':lI~UllS -:lA SOl enb UOJ I:>PldeJ III enb u~lqW1l1 -SOW;¡P;¡P u9 lólUO:>lIUll!P!l:lW peppllp :>p peppU1l:> :lluef;¡w;¡s rpnpord epand eun uoo 0Sl!:>P reiuasard enb CJU;¡lÁ ou 9J!PU! Á:>AJllH'Sll!l:JlJ1lS"el~p J!U:lAOld ejpod 0[9S anb ;¡ñ!ues OPU~!qp:lI UllJ~ ou 01U;¡W1~ I;¡ anb 0lAqo s;¡ ¡-enJ 01 rod -;¡fllD ;¡P Sllluey:lSU;¡ S"elICS!A:lI;¡P SCÜU:Jl -;)S S11U;¡A S"elcnb '11:1SO 'lllllP112n 'el O!Bq 'odJ:>nJ l:l OpOl ti:>Á-et.¡:mb -ele Jop:>dns -ti! sor C U9Plsodo :lllól11jeun OpU:lpS¡X;¡

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Con toda probabilidad, lo que sucede en el cuerpo es que todas sus partes son alimentadas, cuidadas y aceleradas mediante la sangre, que es caliente, perfecta, vaporosa, llena de esplritu )1 por decirlo ast,

nutritiva: en dichaspartes del cuerpo se refrigera,se coagula)1 al quedarse estéril, vuelve desde all' al corazón como si éste fuera lafuente o la morada del cuerpo, con elfin de recuperarsu perfección, y allt, de nuevo, sefimde mediante el calor natural, adquiriendo potencia y vehemencia, y desde 11"1 se difonde otra vez por todo el cuerpo, cargada de espiritas. Por lo tanto, el corazán eselprincipio de la vida, el Sol del microcosmos, lo mismo que en otraproporción el Sol merece ser llamado el corazón del mundo, por cuya virtud y pulsación la sangrese mueve de manera perfecta, es convertida en vegetaly queda protegida tÚ corrompersey supurar: y este dios domésticoy familiar cumple sus tareaspara todo el cuerpo, alimentando, cuidando y haciendo crecer,siendo elfimdamento de la vida y el autor de todo. Como se ve, no llegó a describir al corazón como una mera bomba que mantiene la sangre en circulación, sino que le asignó ciertas virtudes espirituales; sin embargo, su descubrimiento le vino como anillo al dedo a Descartes, quien en su Discurso del método, publicado en 1637, sugirió que el corazón es meramente una bomba, muy de acuerdo con su idea del hombre máquina y su filosofía mecánica.

La obra de Harvey no se aceptó sin polémica: en 1630 el médico Jacques Primirose, galenista acérrimo, dirigió contra él un fuerte alegato, y tres años después llegó un nuevo ataque del médico romano Emilio Parisano.

No todas las venas tienen udloulas, y como de un hechoparticular nopuede concluirse una teoria general, del hecho de que haya udluulas en ciertas venas no se puede concluir que la sangre tÚ todas las venas vuelve al corazón. Se trata de una crítica sensata a la inducción apresurada. A la mención que hada Harvey de los "ruidos" cardíacos, Parisano replicaba con ironía:

Esosruidos se oirán en Londres, en Italia no somos tan finos de otdo. Pero las pruebas de la teoría circulatoria no se limitaban a las válvulasvenosas; había una pléyade de ellas. El médico holandés Bevernwik fue el primero que levantó en el continente su voz a favor de la circulación y del "circulador" (como se llamaba a Harvey), sobre cuyo trabajo se carteó con Descartes, que también era un ferviente harveyano. Poco a poco, la teoría se fue imponiendo: era, fiel al estilo de la época, un contundente golpe al plexo solar de la tradición científica de la medicina, el galenismo, que no obstante seguiría resistiendo por un buen rato.

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Aunque la teoría de Harvey no fue aceptada universalmente al principio, sin embargo, a los pocos afios de su muerte, gracias al microscopio, la única laguna sería que había en su argumentación quedó resuelta con el descubrimiento por Malpighi (que fue el primer italiano que resultó elegido miembro de la Royal Sociery) de los diminutos capilares que conectaban directamente las arterias y las venas.

Pude ver claramente que la sangrese divide y fluye a través tÚ vasostortuosos,y que siempre es conducida a través de pequeños tubos y distribuida por las múltipies flexiones de los vasos. Era el eslabón perdido que falraba para cerrar la teoría circulatoria. Unos pocos afias más tarde, el microscopista holandés Anroni van Leeuwenhoek hizo de forma independiente el mismo descubrimiento. Ahora fíjense qué curioso: los capilares no eran observables,y Harvey los pOStuló para cerrar su teoría, del mismo modo que decidió que los poros de la membrana que dividía el corazón, puestOque no eran observables,no existían, ya que hadan incomprensible que un ventrículo pudiera extraer algo del otro, dado que se contraen y expanden al mismo tiempo. Es decir, eran teóricamente incómodos, y Harvey no vaciló en negarlos, lo cuil demuestra que las ideas científicas avanzan a trope'lOnes,y por claramente

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"En el siglo XVII apareció un novedoso modelo de institución: las

academias, que al principio eran pequeñas asociaciones de personas que tenían mucha curiosidad y el deseo de investigar el mundo natural" magnetismo y electricidad, la parte más importante de sus publicaciones se relaciona con la presión atmosférica y mediciones de la temperatura. Fueron ellos los que hicieron los famosos experimentos sobre el vacío, que llevaron, tras muchas idas y vueltas, a la resolución de este viejo problema. LAcadérnie des sciences de Francia tiene su origen en un proyecto de Jean Baprisre Colberr (1619-1683), ministro de-Finanzas de Luis XIV, de crear una academia general en la que reunir a los científicos de la.época. Ya existía la tradición de reuniones de sauants -sabios O filésofos-, desde hacía décadas, en torno de un mecenas que los financiara. En 1666 Colbert convocó a un grupo de estos savants en la biblioteca del rey. Durante los primeros treinta afias las actividades fueron relativamente informales. Recién en 1699 Luis XlV les dio su primer reglamento para la ahora llamada Acadérnie royale y mudó a sus 70 miembros al edificio del Louvre. Desde allí contribuyó al movimiento científico del siglo XVIII por medio de publicaciones y del poder que le daban las consultas del rey acerca de temas específicos. Esta institución fue cerrada en 1793, en tiempos de la Revolución Francesa, cuando algunos de sus miembros -como Lavoisier- fueron guillotinados. Dos años más tarde se formó un Institut nacional des sciences et des arts, y en 1816 I'Académie des sciences recu-

peró su autonomía que, con algunas variaciones, éxitos y fracasos se mantiene hasta la actualidad. Pero sin duda la más importante, por lo menos en lo referente al siglo XVII, es la Royal Sociery, que empezó a funcionar alrededor de 1645, cuando un grupo de científicos de la época se propuso utilizar e intercambiar experimentos y saberes a fin de aumentar sus conocimientos. Entre sus fundadores se cuentan nombres que harían historia (de la ciencia) y resultan conocidos, como el de Roben Boyle o Roben Hooke. Boyle se refería en sus cartas a ese grupo de científicos como "el colegio invisible". . Otro de sus miembros fundadores, John Wallis (1616-1703), decía en una de sus cartas de 1646:

"En el año 1645, mientras vMa en Londres (m tiempos en 10J que, a causa de lasgt¡erras civiles, con estudios académicos que se interrumplan en nuestras universidades), [...} tuve la oportunidad de conocer a personas valiosas y diversas con conocimientos enfilosofia natural y otraspartes de/conocimiento humanos, y particularmente de lo que se llama Nueva Filosofia o Filosofia Experimental. Hicimos acuerdos, entre varios de nosotros, de encontrarnos semanalmente en un determinado dta y hora, bajo cierta penalidad y con contribuciones semanales para cubrir losgastos de experimentos, con ciertas regias consensuadas entre nosotros,para tratar y discutir nuestros asuntos':

284

El grupo de Londres siguió reuniéndose en el Gresham College hasta el año 1658, cuando tuvieron que ocultarse de los soldados (del Parlamento). En 1660, cuando se produjo la Restauración y Carlos II Esruardo retornó a Londres, volvieron a hacerse las reuniones, que se hicieron más formales y el rey se involucró más en el funcionamiento de la institución. En 1662, en una ceremonia dirigida por el rey, se la bautizó oficialmente como Royal Society y se le dio un estatuto (aunque no financiación). El número de miembros escaló rápidamente gracias a grandes nombres como el mismo Isaac Newton, quien se incorporó en 1672. Lo cierto es que pertenecer a la Royal Society se convirtió en una de las modas de la Restauración, hasta el punto de que mucha gente alejada, o con poco interés en la ciencia, pasó a formar parte de ella, basándose en una curiosa cláusula mediante la cual todo miembro de la nobleza con rango superior al de barón era.automáticamente admitido. Cláusula rara pero pragmática: al fin y al cabo, esa nobleza podía aportar financiación, y se parece a lo que hacen algunas sociedades hoy en día, cuando norn- _ bran a empresarios o ricos industriales en puestos honoríficos. En 1665 iniciaron la publicación de las Philosopbical transactions, la revista científica más antigua de las que aún permanecen hoy. La Royal Sociery adoptó oficialmente el ideario baconiano, tanto en la idea

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Vado producido mediante una columna de mercurio.

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El triunfo del vacío La existencia o no del vado, o su mera posibilidad lógica, había atravesado los siglos. Como les conté al principio, el increíble Aristóteles rechazaba el vado por cuestiones filosóficas y lógicas: puestO que el medio es el encargado de retrasar el movimiento, el vado permitiría una velocidad infinita, lo cual conduciría a aceptar que un móvil pudiera estar en dos lugares simultáneamente. La escuela atomista, por su pane, había postulado el vado, donde se movían libremente los átomos, para sacar a la ciencia del callejón sin salida en el que la había metido Parménides, con su Ser inmóvil que lo llenaba todo uniformemente y no permitía pensar en nada que no fuera él. La postulación de la existencia del vado por parte de los atomistas constituía, para Aristóteles, razón suficiente para rechazar de plano su teoría. Dos mil años después, el asunto no estaba todavía resuelto. Es interesante seguir el itinerario de esta cuestión, que era una de las tantas grandes dicotomías u oposiciones que arrastraba la ciencia desde la Antigüedad, junto a la de la observación o la teoría, la finitud o infinitud, los átomos o el continuum y tantas otras. La enorme autoridad de Aristóteles había oscurecido la idea de vado, aunque muchos medievales pudieron pensar en su posibilidad: al fin y al cabo, si Dios era omnipotente, podía crear un vado si se le daba la gana; era más poderoso que Aristóteles, al fin de cuentas.

No obstante, predominaba la idea aristotélica de que "la naturaleza odia el vacío", el horror uacui, nombre que le dieron algunos pensadores medievales escolásticos, que era necesario para explicar, 'por ejemplo, un ejemplo cotidiano y obvio como el de la ventosa: una vez apretada contra una superficie no puede volver a su forma original porque esto supondría generar vado y, como tal cosa es imposible, la ventosa permanece entonces adherida a la superficie sobre la que se apretó. Es lógico, equivocado pero lógico. Lo mismo se puede decir de un fuelle al que se trata de abrir mientras se tapa su boca de entrada. Evidentemente estas imposibilidades indicaban que la naturaleza odia el vado como, con otras palabras, sostenía Aristóteles, e incluso Platón. Este tipo de evidencias sirvieron en la Edad Media como argumento definitivo. Eso, los medievales, pero sin ir muy lejos el propio Descartes, como les conté en el Fascículo pasado, negó su posibilidad -sin usar ningún elemento divinoal identificar materia y extensión (un atributo que no podía existir por separado, es decir, espacio puro). La cuestión no era menor, porque lo que se estaba discutiendo en realidad era la estructura del espacio (y de rebote, del tiempo): si podía haber vado, también podía haber espacio puro, y el espacio puro, anterior a la materia y a los fenómenos que en él acontecieran, era el que ansiosamente necesitaba la nueva ciencia.

286

El experimento clásico para demostrar el horror al vado de la naturaleza era el que se observaba con las bombas de succión, rubos en los que se genera el vado en la parte de arriba y por los cuales el agua sube desde un pozo: al hacerse el vacío en el cafio de la bomba, el agua se precipitaba a llenarlo. El problema era que la naturaleza parecía tenerle horror al vado pero no tanto: si el cafio de succión era suficientemente largo, a los 10 metros, aproximadamente, el agua dejaba de ascender y allí se quedaba, sin precipitarse para nada a llenar la parte superior del caño. Los poceros lo sabían muy bien. y fue uno de ellos el que resolvió consultar al propio Galileo, que ensayó una explicación de por qué el agua no se elevaba más allá de esa medida y adoptó una solución intermedia: la ruprura de la barra de agua era comparable con la ruptura de una barra de cualquier material que se estira más allá de sus posibilidades. La columna de agua, en determinado momento, vence su resistencia interna y se queda ahí. La explicación era floja, ya que no resolvía la cuestión de fondo: si el agua dejaba de subir, ¿qué es lo que había entre la columna de agua y la parte superior del cafio? Ya por entonces había quienes aventuraban otra explicación: el elevarse de la columna de agua no se debía al horror al vado ni a nada de índole metafísica sino, sencillamente, a la presión del aire sobre el agua, que, al no encontrar

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rimento, obteniendo idénticos resultados. Naturalmente, ni los escolásticos ni los cartesianos se convencieron: para los primeros, el espacio vado estaba lleno de vapores de mercurio, para los cartesianos, obviamente, de materia sutil. Pascal diseñó un experimento vistoso para refutar a los escolásticos: hizo llenar un tubo de agua y otro de vino (tinto), preguntando a los asistentes cuál creían que iba a alcanzar mayor altura. La respuesta general fue que sería el

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agua, ya que el vino, más volátil, dejaría emanar más vapores. Sucedió lo contrario, el vino se elevó unos cuantos centímetros por encima del agua. Luego de esto, Pascal realizó los famosos experimentos del monte Puy de Dome para refutar las tesis cartesianas, que él veía como un nuevo aristotelismo (y en cierto modo tenía razón), Midió allí la columna de mercurio a diferentes alturas sobre el nivel del mar, y pudo comprobar que cuanto más se ascendía, más

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bajaba la columna: la idea de presión atmosférica estaba en marcha (de hecho, Pascal había inventado el barómetro). El fantasma del vado recorría Europa: en Magdeburgo, Alemania, Orto van Guericke hizo la famosa experiencia pública de los hemisferios. JuntÓ dos esferas metálicas huecas de 500 litros de capacidad, hizo el vado en ellas, y luego probó que no alcanzaba con ocho caballos de cada lado para separarlas. Cuando se dejaba entrar el aire, por el contrario, hada falta una fuerza mínima. En tanto, en la Royal Sociery, Boyle y Hooke diseñaron una bomba-neumática que permitía obtener vados más fácilmente, y gracias a la cual-cuenca Newron en los Principia- pudoverse a la pluma y la piedra caer simultáneamente, como sostenía la ley de Galileo. El triunfo del vado tiene una doble significación: por empezar, mostró cómo un experimento en la línea inductiva podía destronar una teorfa derivada de una concepción y sistema metafísico, tanto en el caso de Aristóteles como en el de Descarres, que había durado siglos. Por el otro, fortalecía la teoría del espacio absoluto y previo, y la de los atomistas, que Newton también adoptó y que permitiría el compromiso de 1687. El vado había triunfado. Pero tendría, siglos más tarde, nuevos, divertidos y vistosos avatares. Colaboró en este fascículo Nicolás Olszevicki.

19. Todos los fuegos el fuego: La revolución química ]u

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"Ni los grandes cohetes que van a la Luna, ni los sofisticados robots que arman los circuitos integrados para las computadoras pueden compararse

al

invento que surgió del golpe inteligente de dos piedras de sílex" fuego multiplicó los poderes y las habilidades: cerca de él el barro se endurecía, tornándose duro e impermeable; nada la cerámica, las vasijas, capaces de almacenar y transportar e! agua, e! ánfora griega, los jarrones chinos, e! arybalo incaico y el plato que tenemos en nuestra mesa. El fuego vence al metal: lo derrite y lo vuelve maleable; permite trabajar y dar la forma que uno quiera al cobre, el plomo, la plata y el oro. y más tarde vendrían las aleaciones como el bronce y, luego, el hierro con su cohorte de instrumemos: el taller, el fuelle, e! yunque y el martillo, de donde descienden directamente los altos hornos y el acero, que hoy esparcen sus productos por los cuarro rincones de la TIerra. ¿Cómo no creer que era un dios e identificarlo con el Sol, proveedor también de luz, calor y vida? Cuando aquellas tribus, hordas, grupos o lo que fueran, se transformaron en civilizaciones que construyeron ciudades, el fuego conservó ese valor ritual ele haber marcado un comienzo que todos habían ya olvidado y fue recubierto por leyendas. Prometeo, el fuego olímpico, las fogatas de San Juan, el terror ame el incendio, el silencio ame el fog6n del campamento. Cuentan los rehuelches que K60ch, "el que siempre existió", vivía entre neblinas oscuras en el punto en que el mar y el ciclo se reúnen. Cansado de estar solo, un día comenzó a llorar sin parar, durante tanto tiempo que formó el mal' llamado Arrok. Kóoch, sorprendido,

detuvo sus lágrimas y suspiró, produciendo el viento por primera vez. K60ch quiso ver su obra y, alzando la mano, creó una enorme chispa, el Sol, que iluminó todo a su alrededor. Luego llegaron las nubes y K60ch quedó satisfecho. Tiempo después Elal, un héroe-dios, creó a los Chónek, los hombres, en El Chalrén y se transformó en su guía y protector. Elal comprendió que sus criaturas se sentían solas y desproregidas y les dio el mejor regalo que se puede tener: les enseñó que golpeando dos piedras se pueden hacer chispas, madres de! fuego. Nunca más los tehuelches temieron a la oscuridad ni a las heladas porque eran duefios del secreto del fuego.

Atomos de fuego El aire, que enuuelve y canta, La tierra que germina El agrIaquefluye y lava El pecado y la ropa El fuego en la muralla y en la hogrtera: Cuatro elementos bastaban Para un mundo en ciernes. Sin embargo, fue muy diffcil averiguar qué es el fuego. De pronto parece una cosa viva: se mueve, se propaga, nace y se extingue. A veces, es maléfico, quema la piel y se lleva la vida; a veces es benefactor, sirve en la paz y en la guerra es un arma temible. Cambia de color: si acercamos un poco de sal al

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fuego de la cocina, la llama se vuelve amarilla. El carbón es difícil de encender, una hoja de papel se quema con mucha rapidez, la pólvora se enciende con un fogonazo. Para que vuele una gran roca, es necesaria la dinamita. Para que un aurornévil o un avión puedan moverse hacen falta una serie de pequeñas explosiones de gasolina. ¿Hay algo en común entre esos fuegos? ¿Por qué algunas cosas se encienden y otras no? ¿Por qué se contagia? ¿Qué ocurre cuando algo se quema? ¿El fuego es algo que sale de adentro de la materia que arde? El fuego transforma las cosas: endurece la arcilla, funde los metales, convierte la madera en cenizas y un pastizal en humo, quema la piel y consume casi por completo un trOZO de carbón. ¿C6mo puede ser? No es nada fácil responder. Pero era fatal que una vez que se hubo aprendido a dominarlo, se avanzara paso a paso hasta saber qué era. y cuando los filósofos griegos decidieron comprender qué es el mundo sin recurrir a los dioses, eligieron al fuego como uno de sus componentes fundamentales. Nuestros viejos amigos Empédoeles, y Aristóteles, universal y omnipresente como siempre en rodas las cosas que tienen que ver con esta humana cosrumbre de hacer ciencia. inventaron la teoría de los cuatro elemenros, cuatro sustancias, que formaban rodas las demás, y el fuego fue una de ellas: las otras tres eran el aire, el agua y la cierra.

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"Raro o no, el flogisto explicaba casi todos los hechos conocidos entonces

sobre la combustión. Quemarse, por ejemplo, era perder flogisto. La combustión obviam.ente terminaba

al

agotarse el flogisto del combustible" en la combustión en forma de gas a través del fuego y dejaba atrás las cenizas (o una cal en el caso de los metales). Respecto de! fuego, Becher seguía la linea de Van Helrnonr: e! fuego era el agente universal de las transformaciones, que descomponía materiales complejos en compuestos simples que lógicamente (como las cenizas) resultarían incombustibles, ya que no les quedaba cierracombustible que quemar. No hada falta ser un genio para darse cuenca de que las tres tierras de Becher eran apenas una especie de disfraz casi explícito de los tres principios de Paracelso. Pero resultó que uno de sus discípulos, Georg Ernest Stahl (1660-1734), tomó las ideas de su maestro y las transformó en una teoría general de la combustión y en el espinazo de la química de aquel entonces. A la tierra que Becher había llamado "combustible", la llamóflogisto (de! griego, que significa "quemado" o "llama") y le asignó.e! supremo y noble propósito de ser el eje, la clave,e! agente y el sostén de la combustión. y mucho más. El flogisto era un "principio", una sustancia a medio camino entre la materialidad y la metafísica, pero que aseguraba el funcionamiento químico del mundo. La combustión, según Stahl, era simple: quemarse era simplemente dejar escapar el flogisto oculto en el cuerpo que se quemaba y que como un humo invisible se mezclaba con el aire. Todos los cuerpos capaces de arder con-

tienen flogisto y lo entregan al quemarse. En el momento de la combustión, e! flogisto rompe su unión con los cuerpos y se escapa; la pérdida de flogisto explica el cambio de propiedades de los cuerpos quemados: la madera, al perder su flogisto, produce carbón. Indudablemente, era una idea simple y atractiva. Laverdad es que este flogisro del amigo Stahl era medio raro: ni líquido, ni sólido ni gaseoso,era invisible, estaba oculto y en principio no podía ser aislado porque siempre estaba combinado; en cierta forma se parecía al alcahesto, aquel disolvente universal que había imaginado Van Helrnonr, capaz de lograr que cualquiera de las sustancias volviera al agua original y que, obviamente, no podía ser retenido en ningún recipiente. El flogisco tenía un olorcito metafísico que no pegaba del todo con su carácter material. Pero, raro o no, e! flogiseoexplicaba casi todos los hechos conocidos entonces sobre la combustión. Quemarse era perder flogisro. La combustión obviamente terminaba al agotarse e! flogisto del combustible. La importancia del aire en el asunto se debía a que el aire ponía en movimiento las partículas de flogisto y, dado que ese movimiento es bastante rápido, el flogisro se desprendía. En una campana cerrada de vidrio, la llama se apagaba después de un tiempo, porque un volumen determinado de aire podía absorber una cierta cantidad de flogisto y no más y cuando el aire se

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saturaba de flogisto (se flogistizaba), la combustión cesaba. y respecto del vado, obviamente nada podía arder, ya que... ¿a quién podría entregarle su flogisto? Además, Stahl dixit, había un ciclo del flogisro en la naturaleza: era atraído por el aire atmosférico y luego era reabsorbido por las plantas, como lo probaban las propiedades combustibles de la madera. Al quemarse ésta, devuelvesu flogisro, que pasa nuevamente al aire. El ciclo del flogisro era el lazo principal entre los tres reinos naturales. A mediados del siglo XVIII la doctrina del Ilogisto, que no implicaba grandes rupturas ni con la física aristotélica ni con las teorías en boga de la materia, era ampliamente aceptada y el misterio de la combustión parecía resuelto. El mismísimo Kant lo alabó en su Critica de la Razón Pura como "una de las grandes conquistas del espíritu humano". No era una teoría aislada, una explicación particular de un fenómeno particular, era un sistema completo alrededor del cual se organizó la química, flogisrizada de arriba abajo. Una consecuencia inesperada -en realidad un "daño colateral"- fue la resurrección de la ya obsoleta teoría de los cuatro elementos de Aristóteles. La química del flogisro, tal como la inició Stahl, es atomística, pero los átomos son incognoscibles y sólo se manifiestan en las propiedades que confieren a las mezclasy el nivel esencial de las ínter-

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'(1691-LZ9I)

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"Cavendish se topó con un gas que provenía de la reacción entre ácidos y metales, menos denso que el aire, que ardía si se le aplicaba una llama. y pensó que este 'aire inflamable' era el flogisto. En realidad se trataba del hidrógeno" y se resiste a cambiar: llegó a la conclusión de que el agua debía ser un compuesto de aire puro y flogisto. (En realidad, Cavendish creía que el hidrógeno era flogisto puro.)

Priestley encuentra un nuevo y sorprendente gas Joseph Priescley (1733-1804) era, como Cavendish, inglés, librepensador en cuestiones de religión y ortodoxo en química, flogicista a muerte, sacerdote y uno de los mayores cazadores de sustancias, en especial gases, de todo el siglo XVIII. En 1767, vivía aliado de una fábrica de cerveza y comenzó a interesarse en el fenómeno de la efervescencia que producía el llamado "aire fijo" (dióxido de carbono), un gas descubierto y aislado por Black. Experimenrando incansablemente con él, descubrió un montón de gases más, que pudo describir para su mayor gloria y honor. Pero fue el 10 de agosto de 1774 cuando alcanzó la inmortalidad (y algo más). Con una lupa que concentraba los rayos del Sol, calentó un poco de óxido de mercurio dentro de una campana de vidrio herméticamente cerrada y al abrirla encontró un "aire", un gas sin olor. Cuando introdujo una vela encendida en ese "aire" notó que la llama se avivaba. Evidentemente había obtenido un gas nuevo (el mismo que, aunque él no lo supiera, había aislado Scheele). Era obvio que si ese nuevo gas hacía arder muy bien una vela o permitía vivir a

un ratón, estaba "ansioso" por tomar el flogisro (como un papel por absorber el agua), mucho más ansioso que el aire común, como si careciera por completo de flogisto. Esto es, estaba deflogisticado, y así lo llamó: "aire deflogisticado". Priescley estaba orgulloso de su descubrimiento; después de respirar "su" aire deflogisticado:

mundo. La civilización entera estaba sostenida por andamiajes de flogisto. Todo encajaba: ¿cómo no iba a reinar sin cuestionarnientos? Y además, el flogisto develaba el misterio del fuego y la combustión: era lo que todos estaban esperando desde el momento en que por primera vez el metal se fundió para fabricar una espada o un arado.

Mi pecho se sintió particularmente ligeropor un tiempo ... quién sabrá, pero, en un tiempo este aire puede transformarse en un lujoso artículo de moda. Hasta este momento sólo dos ratones y yo hemos tenido elprivilegid de respirar/o.

El flogisto tenía un punto débil: el enigma de fa calcinación (le los metales

Priescley era un verdadero militante, casi un guerrillero del flogisto, que en ese entonces imperaba sin opositores, por lo menos visibles, y no era para extrafiarse. A nadie se le había ocurrido ninguna otra teoría que explicara tantas cosas; el flogisto ponía en contacto los tres reinos naturales y revelaba el ciclo de nacimiento y muerte de la naturaleza; no era solamente el ageme de la combustión y el fuego, el que había transformado al hombre prehistórico en el hombre poderoso del siglo dieciocho, sino que era el portador de las principales cualidades químicas: una sal combinada con el flogísro, daba un álcali; un ácido universal con el flogisro, daba un ácido nítrico. Era, como la luz, el magnetismo o la electricidad, uno de los agentes imponderables y esenciales del

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Sin embargo, la gran síntesis del flogisro, la coronación de la química que había instaurado Stahl, que había develado los misterios del fuego y que había producido su mejor joya en el aire deflogisticado de Priescley, en el que cualquiera podía respirar de manera exquisita, tenía algunos puntos flojos y uno de los más serios era el problema de la calcinación de los metales. A muy altas temperaturas, un metal también se quema y deja como residuo una cal, cambiando naturalmente su aspecto. Hasta ah1 no había nada raro, ya que era obvio que si el metal perdía su Ilogiste, sus propiedades se tenían que alterar. Pero lo que sí resultaba más que raro, rarísimo, era que, después de perder su flogisro, los metales aumentaran de peso. ¿Cómo era posible? Esta historia de la calcinación de los metales y el aumento de peso era conocida desde hada mucho tiempo. Lo ha-

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"Lavoisier logró no sólo destruir una creencia milenaria sino dar un golpe formidable a la hipótesis de la transmutación, y dio un paso decisivo hacia el principio general: el principio de conservación de la materia' Algunos seguidores de Srahl, como suele suceder, fueron más allá de su maestro y propusieron una solución arriesgada, arriesgadísima: ya que las teorías de Aristóteles y el asunto de los cuarro elementos estaban otra vez en boga (¡en pleno siglo XVIlI!), concluyeron que el flogisto tiene en su naturaleza ir hacia arriba (como el fuego del que es parte) y por lo tanto quitan peso al objeto que era su lastre. Esto es, ¡el flogiste tenía peso negativo! Era una explicación un ranro descabellada, pero la verdad es que los flogici~~ no estaban muy alarmados por la cuestión de los metales, ni el problema les quitaba el sueño: suponían que en algún momento se encontraría la explicación, del mismo modo que los copernicanos imaginaban que tarde o temprano se arreglarían las dificultades físicas del sistema heliocéntrico. Otro problema del flogisro era su inmaterialidad, su carácter casi metafísico... ¿pero acaso no lo eran la luz, el magnetismo o la electricidad ... y hasta la propia fuerza de gravitación? Ya se resolvería. Pero en realidad el mayor problema, el problema fundamental que debía afrontar el flogisro, era que no existfa. El que enfrentó decididamente al Elegiste y lo derrotó fue Anroine Laurent Lavoisier (1743-1794), que lo envió adondequiera que van a parar las sustancias que no existen.

Lavoisier decide revolucionar la química Nada se crea ni en las operaciones del arte, ni de la naturaleza, y se puede eleuar a la categoria de principio que en todo proceso hay una cantidad igual de materia antes y desptlls del mismo ... Sobre este postulado sefonda todo el arte de hacer experiencias en qulmica. Lavoisier, Tratado de qutmica, 1789

era posible juntar un fondo terroso, lo que mostraba que el agua se pod1a transformar, por lo menos en parte, en tierra. Lavoisier realizó la prueba pesando con precisión el agua, la tierra que quedaba y -genial- el recipiente en el que se hada el proceso. Tras calentar todo durante varias horas comprobó que el peso de la "tierra" que había quedado luego de que el agua se hubiera evaporado ¡era exactamente igual que el que habla perdido el recipiente! Es decir que la supuesta "tierra" no provenía del agua sino del recipiente. Conclusión: el agua no se transforma en tierra. En realidad, había logrado algo mucho más importante que destruir una creencia milenaria (que ese mismo afio había destruido también Scheele); el experimento daba un golpe formidable a la hipótesis de la transmutación, pero, quizás más importante aún, daba un paso decisivo hacia el principio general, el eje sobre el que armaría todo su sistema y revolucionaría la química, dándole un carácter newtoniano: el principio de conservación de la materia. Tomó el concepto.newtoniano de masa que el gran Isaac había definido, un tanto confusamente, como "cantidad de materia", la midió por su peso y estableció que nada podía surgir de la nada:

El padre de Anroine-Laurent Lavoisier, un rico abogado preocupado por la educación de su hijo, lo envió a un excelente colegio donde estudió matemáticas, astronomía, química y botánica, se empapó de una ideología razonablemente liberal y se convirtió en un verdadero intelectual del Siglo de las Luces, un caballero de buena posición y hombre con la ideología de la Ilustración a flor de piel, que 10 llevó a apoyar la Revolución Francesa, por lo menos en sus inicios. A los 22 afias, con un ensayo sobre la mejor manera de iluminar las calles de París, recibió una medalla de oro de la Académie des sciences y a los 25 lo aceptaron como miembro gracias a un trabajo sobre el análisis de la pureza del agua de Pares. Pero 10 importante del experimento no era, en realidad la pureza del agua. Resulta que desde hada siglos los alquimistas y luego los químicos (incluyendo al propio La materia puede cambiar de forma, Boyle) habían comprobado que si se capero el peso total de la materia implicada lentaba agua largo tiempo en un recien una reacción quimica sigue siendo el picnre hasta que se evaporaba del codo, mismo.

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El laboratorio

de Lavoisier,

A Lavoisierno podía gustarle el florondaba desde hada un par de alías. del aire con el que se combinaban los giste. Una sustancia imposible de aislar, y es que así como Kepler había roto metales durante la combustión. que al abandonar los cuerpos les agrega- con la obsesión circular, Lavoisier estaNaturalmente, primero corroboró el ba peso y que por lo tanto era pasible de ba rompiendo de una vez por todas descubrimiento de Priesdeyy luego tener peso negativo (como sostenía el con la idea tradicional enquistada des- comprobó que, tras el proceso de calciquímico Guyton de Morveau), no enca- de los orígenes, la que había sido fornación, en la retorta ya no había más "aijaba con su concepto ncwtoniano de la mulada por Aristóteles y aceptada por re deflogisticado",que había sido absormasa como aquello que tiene peso. El los alquimistas, la que hasta el gran bido por el metal durante la combustión "peso negativo del flogisro", desde ese Boyle había terminado por suscribir, la y que sólo quedaba UD "aire fétido" (que puntO de vista, era un disparate, y si los que había impedido comprender el fe- llamó ázoey que hoy llamamos nitrógemetales aumentaban de peso, algo se les nómeno de la combustión: esto es, no), incapaz de mantener la combustión. debía agreg-aral ser calcinados. que la combustión era algo que proveLavoisier no era un intuitivo como nía de adentro del cuerpo que se queEl principio que se une a los metales Kepler, ni alguien que borra sus huemaba. Lavoisier encaró el problema de durante la calcinación, que aumenta m llas y muestra s610los resultados, couna manera opuesta: el principio de la peso y que esparte constituyente de la cal, mo Newton: avanzó paso a paso: por combustión estaba fuera del cuerpo es MM menos que la parte más saludable combustible, que no liberaba ni ároempezar, comprobó que no sólo los y pura de! aire, que luego de combinarse metales aumentaban de peso al quemas de fuego, ni tierra combustible, con un metal, puede liberarse tÚ nueuo marse, sino también el azufre y el fósni flogisro ni nada. con posterioridad, foro. También repitió el experimento En realidad absorbía algo. Algo que que un siglo antes había hecho Boyle. estaba en el aire, o que era una parte escribió en 1778. Había que buscar un Calentó un trozo de estaño en un badel aire. Lavoisier no estaba seguro. Pri- nombre para esta nueva sustancia, un lón herméticamente cerrado, pero esta mero pensó que erael "aire fijo" de nombre que reemplazara al de "aire devez, sí -como si hubiera leído lo que Black, sin poder demostrarlo. Y entonflogisticado" y que no contuviera resahabía que leer-, pesó cuidadosamente ces, en octubre de 1774 recibió una vibios del Ilogisto. el conjunto antes y después de la calci- sita en París. y Lavoisiereligió una palabra que nación. El peso no varió y. por lo tanEra, ni más ni menos que John Pricsproviene del griego y significa "hacedor to, concluyó, nada había entrado atra- tley, el gran químico inglés del flogisto, de ácidos": oxígeno. vesando las paredes de la retorta, coque le habló enrusiastamente de su "aire La verdad es que en eso se equivocó, mo había creído Boyle. deflogisticado", "in which a candle bums porque puede haber ácidos indepenAl abrir el balón el aire entró y, ahora much better tban in common air" (en el dientemente del oxígeno, pero la verdad sí, aumentó el peso del conjunto. Lavoi- cual una llama arde mucho mejor que es que no tiene importancia. El misterio sier se convenció de que el aumento de en el aire común). Un gas que avivaba de la combustión estaba resuelto y de peso experimentado se debía a que el la llama, un gas que la alimentaba... era ah1 en adelante para el flogisro fue el cometal había tomado cierta cantidad de justamente lo que Lavoisierestaba espe- mienzo del fin: exhalabasus últimas boaire para transformarse en cal y no que rando y no es raro que intuyera inmecanadas. No le quedaba oxígeno, si es liberaba flogisto; era una idea que ya lo diatamente que era ése el componente que tal cosa hubiera sido posible.

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· Nacimiento casi místico del acero El acero se produce en los altos hornos agregando al hierro fundido átomos de oxigeno. El proceso de producción es muy complejo, e implica el volcado de hierro en grandes estructuras, dentro de las cuales se producen las transformaciones químicas que permiten dotar al hierro de dureza y lo convierten en un instrumento ideal para construcciones, rieles y todo tipo de maquinarias. El acero que se forma en los altos hornos (en los cuales hay temperaturas de dos mil grados) se acumula, líquido, en el crisol, de donde se recoge y luego enfría. Artesanalmente, el acero se fabricaba desde hace varios siglos, y hacia el 1400 ya eran famosos los aceros toledanos (usados básicamente para espadas y armas).

Inmune al aire, al agua. al invisible Paso del tiempo, que sigue y que no cesa. Fabricaron un horno, donde ardían

Las llamas del infierno verdadero Juntaron minerales, los mezclaron Con el aire inflamado, se sentaron A jugara los dados, Recordaron Un mundo hecho de piedra y de madera, El mundo del origen, el primero, Esperaron Seis, siete,

Despuntaba la edad de los metales: El cobre que no brilla, el bronce alado La plata gris, el oro deseado El hierro, de reflejosvegetales.

Ocho horas Apostaron Sus vestidos al azar del cubilete. El velo del Templo se rasgó, una noche oscura Se abatió sobre sus ojos agrandados Que miraron con espanto: el mundo entero

Un hombre hizo una espada, Otro un arado. Alguien hendió un cuerpo, alguien la tierra y hubo trigo en la paz, sangre en la guerra.

Temblaba.

Pero quisieron más: lo incorruptible, Lo eterno, lo inflexible, la dureza,

Lentamente en el crisol-se acumulaba, La silueta creciente del acero.

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20. Las ideas biológicas después de Harvey

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"Los iatromecánicos imaginaban al cuerpo como una máquina, al estilo cartesiano, aunque con matices: la circulación de la sangre mostraba que el corazón era una bomba: los dientes,

tijeras; los huesos eran palancas" cias perjudiciales en la sangre y rompe el equilibrio de la salud. Así, el conocimiento de los dcidos y los álcalis no solamente explicaba codos los procesos vitales, sino que también indicaban el tratamiento apropiado (esto es: exceso de dcido se compensa con remedios alcalinos y viceversa). Fíjense que detrás de este sistema podemos adivinar la antigua doctrina del equilibrio, ya sea de los humores o de los principios de Paracelso. Lo cierto es que Sylvius tuvo una enorme influencia y tanto la iatroquímica como sus obras fueron leídas y editadas hasta finales del siglo XVlII. Los iatromecánicos, por el contrario, imaginaban al cuerpo como una máquina, al estilo cartesiano, aunque con matices: la circulación de lasangre mostraba que el corazón era una bomba; los dientes, tijeras: los huesos eran palancas accionadas por poleas que eran los músculos; el pulmón era un fuelle; las venas y el corazón conformaban un sistema hidráulico. Incluso fenómenos aparentemente poco mecánicos como la digestión se concebían corno el resultado de movimientos en el estómago, que producía choques entre las partículas de los alimentos y los trituraba. Las glándulas eran filtros y retortas ... Gian Alfonso Borelli (1608-1679), Giotgio Baglini (1668-1706) YSantorio Santorlo (1561-1636) representaron bien esta doctrina y estudiaron bajo su "luz" los movimientos como saltar, caminar, la contracción de los músculos, e introdu-

jeron -novedad importante- la noción caso". Lo que Booerhaave quizá no vela de medida, incorporaron el termómees que él tambiln partía de un sistema tro, y Santorio vivió casi toda su vida general, en este caso de la pum expesobre una balanza de su invención, toriencia clínica y de la mera inducción mando nota de las variaciones de peso sobre síntomas similares. debidas al sueno, a la transpiración y a Lo cierto es que ninguno de estos sistecualquier otra de las variantes mecánimas, al menos por sí solo, podía producir cas del organismo. adelantos sustanciales en el arte de curar. Sin embargo, y a diferencia de los ia- Solamente cuando convergieran y se rroquírnicos, percibieron que la iatrocomplementaran iba a nacer la medicina mecánica era incapaz de explicarlo todo, científica. Y pata eso faltaba bastante. y se abrieron un poco (aunque no dePero ahí estaban, y las polémicas enmasiado) a la química. Es natural que tre latrcquímlcos, latromecánicos y clífueran menos dogmáticos que los iatro- nicos se extendieron hasta el siglo XIX. químicos, ya que su sistema provenía de En cierto modo repetían las polémicas la física experimental, que, como ciengriegas entre escuelas dogmáticas, empícia constituida, estaba abierta a uh exaricas e hipocráticas. Es extraordinario men filosófico más abarcativo. comprobar que tantos desacuerdos y y, si quieren, se puede decir también oposiciones, tan tarde como en los sique hubo una tercera línea, que podría- glos XVII y XVIII, se remontan a los mos clasificar o describir como "clíniorígenes de la medicina, aunque disfraca", y cuyo mayor representante fue zados, es cierto. Herman Boerhaave (1668-1738), el Vitalismo y mecanicismo gran sisternatlzador de la medicina del siglo XVIII. Booerhave renegaba de iaOtra de las polémicas médicas (que troquímlcos y latromecánicosr les repro- también se remonta a la Antigüedad) es chaba haber caído en el antiguo vicio de la que enfrentó a los animlsras o vitalisestablecer sistemas generales y deducir tas con los mecanicistas, dogmáticamente a partir de ahí; para él, Harvey descubrió la circulación de la la sola fuente de conocimiento era la ex- sangre, pero no sabía para qt~/la sangre periencia clínica; nadie habla de la encirculaba. ni cuál era su función: fermedad mejor que el enfermo! y su recomendacién era que la mejor cátedra &sulta incierto si espara distribuir el se escuchaba junto al lecho del paciente. alimento, o el calor. En cierto modo, retomaba la medicina Tenía en la cabeza una mezcla del hipocrática, con su empirismo fundamental, O mejor, con sus "estudios de mundo mágico y la naciente filosofía

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cos de la vieja escuela que adujeron que 10 que se veía a simple vista era lo que Dios queda que se viese,argumento estúpido si los hay, pero que se apoyaba en las imperfecciones-que las había, y muo chas- en los aparatos ópticos de la época. Pero el hecho es que hubo médicos que se resistíana utilizar el microscopio ja fines del siglo XVIII! , Hay un asunto que, por lo menos para mí, llama la atención: la posibilidad de fabricar lentes de aumento se conoda desde hada bastante: recordemos a Roger Bacon. que en el siglo XIII recomendaba el uso de los anteojos. Resulta raro que llevara más de tres siglos utilizar esa propiedad de las lentes para mirar el mundo y ampliarlo. Pero lo cierto es que a nadie se le ocurrió hacerlo. Naturalmente. los primerosapararos eran muy primitivos. producían aberraciones cromáticas. brindaban imágenes confusas. en las que las proyecciones de lo que el científico quería ver, as! como las ilusiones ópticas. jugaban un papel aparato que abrió novísimoshorizontes, nada desdefiable.Algunos eran simples tanto para la medicina como para el eslupas cuidadosamente talladas. que altudio del mundo natural en su totalidad. canzaban muchos aumentos; otros, un mero tubo con una o dos lentes, y una placa para depositar el elemento a exaLos microscopistas Así como el telescopio revolucionó la minar, sin ningún dispositivo mecánico astronomía abriendo mundos nuevos, el para acercar o alejar la lente; el observamicroscopio introdujo los suyos, esta vez dor sostenía el tubo y lo orientaba hacia en el terreno de lo mínimo, afirmando, la luz a la manera de los telescopios.Al además, la utilización de aparatos que principio, el aumento no superaba los ampliaban lossenridos humanos. y que 10 diámetros, pero paulatinamente se fueron rechazadospor muchos científlfueron introduciendo mejoras. vida procede de un proceso metafísico o divino, es evidente que siempre habrá una limitación humana frente a semejantes poderes. Era una ideología completamente reaccionaria que duró ... y dura, como ya dije, en cierta veneración por los "sistemas médicos alternativos", que pretenden paliar las impotencias y las serias falencias de-la medicina. También se puede pensar de otra manera: a pesar de su status newtoniano, dignamente alcanzado, y de sus fantásticos éxitos, hay todavía enormes zonas que la medicina no alcanza a cubrir, y rincones del cuerpo a los que no puede llegar, El vitalismo, o sus residuos, se nutre de situaciones en las cuales la medicina actual fracasa, del mismo modo que la 'medicina folklórica o tradicional cubría las horribles falencias de la medicina prenewtoniana. Pero si nos paramos en, la visión moderna del progreso de la ciencia, no será de allí de donde provengan las soluciones. y ahora ocupémonos un poco de un

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Entre los pioneros del primer grupo de grandes microscopistas -que incluía a Malpighi, quien, recordemos, había encontrado los capilaresque cerraban la teoría de Harvey- se destacaron Robert Hooke y Antonl van Leewenhoek. Hooke parece estar en todo, y en realidad no es que parezca,sino que verdaderamente estuvo en codo: recordemos que en gran parte graciasa él Newton encontró el camino hacia la ley de gravedad. y también es cierto que Newton, al dar a conocer sus estudios sobre la luz y la gravedad, negó toda influencia de Hooke (lo cual llevó a una desagradable controversia científica y personal) y más tarde, durante una mudanza, "perdió" el retrato de Hooke, que permanecía colgado en una pared de la Royal Socieey. Notarán que soy un ferviente partidario de la revalorizaciónde Hooke, que se da en la historia de la ciencia por estos días. Fue un espíritu universal. uno de los más notables de su tiempo, que merece el calificativoque algunos le dan de "el Leonardo inglés". aunque, por supuesto, la gran mayoría de los que usan ese cali. ficativo son ingleses.lo cual permite suponer que la cosa está Unpoco sesgada. Y además. otras dos eosas:en primer lugar.su destacado trabajo en la reconstrucción de Londres tras el incendio que destruyóesa ciudad en 1666 y, en segundo lugar,por la leyde la elasticidad;fa constante de un resortehoy llevasu nombre. Me parecejusto rescatarsu figura opacada por el odio tenaz de Newton,

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"Hooke construyó su propio microscopio, y mejoró mucho el aparato, introduciendo cambios en cuanto a iluminación, platinas y métodos de aproximación, y se dedicó a poner bajo las lentes todo lo que le caía en las manos" La significación teórica de sus descubrimientos no fue comprendida hasta mucho tiempo después. y generó en un principio trabajos mucho más literarios que científicos, basados en la idea de . nuevos mundos en donde nosotros no seríamos más que pequeños "animálculos" invisibles, sólo perceptibles a través de lentes inmensas. Pero sus observaciones merecían adquirir trascendencia cientffica: trabajando 1\ tlenras y en la oscuridad. Leewenhoek se había topado con las bacterias. habla visto los glóbulos rojos. algunos protozoos y otras cosas que más tarde se considerarían encuadradas en nuevos reinos, Sin embargo, su descubrimiento más espectacular fue el de los espermatozoides.

Al observar por ctmlalitÚld el agua vi en ella, con gran asombro, un numero incre!« bl« de pequefi(u animdlculos (animalillos) de distinta tndole. Algunos de entre ellos mm tres o cuatro veces más largos que anchos. EstaJ criatums estaban dotadas de.lante de la cabeza d~patas extraordinariamente cortas y finas (armque soy incapae de distingui,' ,mil cabeza. denomino así a la parte que siempre iba adelante cuando se moidan) [...) El segun~(J tipo de animdlculo formaba un óva/() perfecto. [...) 14mbiln habla un tercer tipo q,~e excedla en número ti los dos anteriores. Eran nnimalillos con cola como los que he senalado que habla en el agufl de II,wla. El cuarto tipo de animalillos era ;nmlbletfun(tJ pequeno; tan pequeno que si se pusiesen en fila. cien de esosanimales diminutos no tlegarlan a alcanzarla longitud de IIn grano de arena gruesa, Yde ser asl. un millón de tales criaturas vivas diftcj/mente aleanzarian el volumen de uno de esosgranos.

Lo.sespermatozoides: eplgenesls'y . preformacionismo

Parecía demasiado fantasiosot esta vez, la Royal Sociery recibió el informe con cierto escepticismo y le encargó. por supuesto a Hooke -ca quién si no?que realizara públicamente la experiencia para verificae las observaciones de Leewenhoek, Así lo hizo Hooke con su habitual genio y diligencia, y el agua se llenó de "animálculos", Leewenhoek fue la primera y única persona en la historia de la Royal Society en ser invitada a formar,parte de ella sin tener ningún tipo de formación académica.

En noviembre de 1677. Leewenhoek envió una carta al presidente de la Royal Sociery informándole de su nuevo hallazgo. La historia había sido más o menos la siguiente: un estudiante de medicina le habla camada que había puesto en el microscopio el semen de un enfermo de gonorrea y que habla observado cómo se revolvían en él un grupo de animalillos (engendrados, según decía. por la putrefacción). Leewenhoek, en un acto heroico de sacrificio por la ciencia, obtuvo una muestra de su propio semen (desde ya se

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ocupó muy bien de aclarar que no habla sido obtenido "por medios pecaminosos", signifique esto lo que signifique) y lo colocó bajo su lente implacable. He visto una multitud de nnimdlculos vivientes, mds de 1000, movilndose en el volumen de un grano de arena. escribió. La embriología sufrió una revolución, Hasta ese entonces. predominaba la reorla epigenérlca (que habla sido acuñada por Aristóteles y fortalecida por Harvey y Descartes). que sostenía que el embrión se desarrolla a partir de material indiferenciado y que los órganos van apareciendo sucesivamente en el curso del crecimiento. El semen funcionaba simplemente como una especie de "va-·· por ferclllzante".

Ovistas y animalculistas Los primeros estudios microscópicos hablan llevado a varios observadores a formular la curiosa teerfa avista: el óvulo femenino contenía en potencia todo el ser fucuro pero en una reducción microscópica: dentro del óvulo (en realidad. como les dije antes, no eran los óvulos sino los folículos de Graaf los óvulos fueron vistos al microscopio recién en 1828) el desarrollo era. simplemente. un despliegue de algo ya preexistente. Los cvisras eran preformist4$. Sostenían que todas las generaciones humanas se

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mucho de lo que uno quería observar, aseguró haber visto el embrión bien formado en un huevo no incubado. Lo único que le faltaba era crecer. Swammerdam (1637-1680), otro de los grandes microscopisras, fue un tenaz defensor del ovismo. En sus minuciosos estudios de los insectos llegó, en algún momento, a ocuparse de la metamorfosis. Mediante pacientes observaciones, había logrado detectar los órganos de la crisálida enrollada en la larva de la mariposa e incluso había logrado hacer salir de la crisálida, hundiéndola en alcohol, la mariposa ya formada. Su conclusión era predecible: .la mariposa está encajada en la crisálida, que a su vez está encajada en la larva. Entonces, los huevos de mariposa encierran mariposas completamente preformadas

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no se producían "novedades", sino un simple desarrollo de seres vivos presentes ya en el Jardín del Edén, Que la naturaleza no produjera "novedades" dejaba cualquier inidativa en manos de Dios .

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que, a su vez, encierran otras mariposas más chiquitas pero igualmente preformadas, y así sucesivamente. Lo mismo pasaba con las mujeres y los hombres (seamos políticamente correctos): los ovarios de Eva conrenían, ellos solos, a toda la humanidad por venir, Sin embargo, las cosas no serían fáciles para la teoría avista: como les conté, el descubrimiento de los espermatozoides por Leeuwenhoek trajo consigo un verdadero sacudón. La hipótesis de que el semen aportaba al huevo algo inmaterial habla quedado destruida, y era un poco difícil pasar por alto la importancia que esos animálculos debían tener en la fecundación. Las teorfas preformistas fueron bien vistas por la Iglesia: al fin y al cabo, según ellas, en la sucesión de las generaciones

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El descubrimiento de los espermatozoides no aclaró las cosas sino que, por el contrario, abrió un nuevo espado para que se imaginaran teorías preformistas diferentes del ovismo. Si los ovarios podían contener generaciones y generaciones de hombreciros ..., homúnculos... ¿Por qué no habrlan de ser los espermatozoides los que alojaran a la humanidad entera? Leeuwenhoek mismo fue el precursor del animalculismo (o espermatismo), la nueva doctrina preformista que mudaba a los homúnculos desde los ovarios hacia los espermatozoides y a la cual adhirieron personalidades de la talla de Leibniz o Boerhaave (quien decía que el semen masculino contenía "los rudimentos del futuro cuerpo humano"). Incluso algunos aseguraron haber visto, dentro del espermatozoide, la cabeza, el tronco y los miembros de la infinitesimal personita (en cuyos espermatozoides había otras personitas más chicas y así sucesivamente). En realidad no eran exactamente "soñadores": como tantas veces, se vio lo que se queda ver. Y más con esos microscopios que usaban, y que comparados con los de ahora eran realmente primitivos, como ya les dije. La gran polémica entre anirnalculisras

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"La doctrina de la generación espontánea fue la respuesta a ese abundante misterio que excedía lo que se podía pensar por entonces, y que una observación más cuidadosa hubiera revelado como lo que verdaderamente era: un mito" jo tierra, de la parte sepultada saldrd un escorpián. El lodo tiene las semillas ql¡e hacen nacer las verdes ranas [...} y 710 es un cachorro lo qlle la osa ha producido en SIl recient«parto, sino carne apenas viva: la madre, lamiendo, la moldea en miembros ['..J. hay quienes creen que, mando la espina dorsal se ha corrompido en un sepulcro cerrado, la médula humana se convierte en serpiente. Ovidio, Las Metamorfosi! Los dioses solían nacer de manera extravagante, como Minerva de la cabeza de Júpiter. o de la espuma del mar, como

Venus, o de piedras. O de soplidos apropiadamente dados sobre barro. árboles o animales o simplemente de la Nada (de la cual el glorioso Parménides predicaba que nada podía provenir): los dioses nadan del deseo, nacían mlticamente, 10 cual, hasta cierto puntO era natural, ya que los dioses eran mitos. a vecescálidos y a veces terribles y a veceslas dos cosas: todos ellos. en última instancia hablan brotado de la imaginación y el terror humanos. ¿Pero de dónde nadan los innumerables animales y animalitos. en especial los insectos que poblaban la tierra y que parecían materializarse ex nibilo en las

aguas corrompidas de las últimas lluvias o de la carne abandonada al calor y que se pudría infructuosamente? La doctrina de la generación espontdnea fue la respuesta a ese abundante misterio que excedía. tal vez. lo que se podía pensar por entonces. y que seguramente una observación más cuidadosa hubiera revelado como lo que verdaderamente era: un mito. como los que se desarrollaban entre las nieblas del Olimpo y se llevaban con ellos ciudades enteras como la anhelada Troya y Micenas. la dorada. Otra vez hay que remontarse al eterno y muchas veces infinito Aristóteles. que

Homero refuta la generación espontánea Pero si leemos a Homero. veremos que en un pasaje, y varios siglos antes que Aristóteles, se acercó increíblemente a lo que los renacentistas pensarían después. En La ¡I'ada, el poema épico que relata "la cólera del pellda Aquiles". éPeJida, es decir, hijo de Peleo se escribe con mayúscula? Yo creo que sí. porque es un patronímico. Bueno, entonces la cólera del Pelida Aquiles y sus "funestas consecuencias paro los aqueos" en el marco de la guerra de Troya ... y aquí hay una cosa interesante La ¡liada no relata la guerra de Troya sino apenas un episodio de la misma. que dura. si no me equivoco. no más que una semana, y en eso reside la genialidad de Homero. porque a través de ese episodio recuperamos todo ... Es notable cómo, leyendo La ¡/Iada uno tiene la sensación de vivir toda la guerra de Troya... Con toda su violencia .... ya que La IIlada es de una violencia que envidiaría cualquier película de Hollywood ...

Pero les estaba diciendo que en La ¡lIada hay una referencia a la idea de que la putrefacción origina vida: en el canro XIX. cuando Aquiles se encera de la muerte de su amigo y escudero Pateado. golpeado por la tristeza, le dice a su madre, la diosa Tetls: "Mucho me temo que en tanto me VOl a combatir. vengando a Patroclo, y 14preparo honrosos fimerales. las moscaspenetren por las heridas de m cuerpo. mgendren gusanos y (o corrompa". " Es decir: para Aquiles. y por lo tanto para Homero. los gusanos no se generan de la propia putrefacción del cadáver, como propondría más tarde la doctrina de la generación espontánea. sino que son engendrados por otros bl· chos que, atraídos por la carne en descomposición. penetran en ella y dejan sus huevos.

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Louis Pasteur demuestra que los microbios no se producen por generación espontánea.

de carne y cerró herméticamente cuatro de ellos, dejando abiertos los demás. En todos los frascos la carne se descompuso y se pudrió, pero s610 aparecieron larvas en los frascos abiertos, donde las moscas habían podido posarse y depositar sus huevos. En los frascos cerrados no pasé nada. Su conclusión fue rotunda: los gusanos, las larvas de las moscas, no eran descendientes directos de la putrefacción, sino que se originaban en los huevos de los insectos. Su conclusión fue publicada en la Es-

perienze intoma alla generasione degli insetti (Experiencia en tomo de la generación de los insectos), un libro en forma de carta que se convirtió en la primera refutación empírica de la doctrina.

De aqu! commcé a dudar si todos ÚJs gusanos de la carne SÓÚJderivaran de las simientes de las moscasy no de las mismas carnespodridas, y mds me confirmaba en mi duda mando en todas lasgeneraciones de moscaspor mi criadas, siempre vi posarsesobre las carnes, antes de que se agtJsanaran, moscas de la misma especieque aquellas que después nacieron. (...) La carne, lasplantas y otras cosassusceptibks ek descomposicián'no desempefían ningún otropapel ni cumplen otra fonción en la generación ek ÚJsinsectos que preparar un lugar apropiado o nido en el cual, en el momento de la procreación, el gusano, los huevos u otra semilla del gusano son depositados e incubados por los animales, y en este nido, ÚJsgusanos,

cuando nacen, encuentran comida suficientepara alimentarse en abundancia. Sin embargo, Redi no fue lo suficientemente drástico en sus creencias como para acabar del todo con la historia ésta, que venia secundada por un séquito de varios siglos y de múltiples pensadores: aunque se atrevió a negar la generación espontánea en la carne podrida, admitía que los insectos que se formaban en los robles eran un producto directo de la fuerza vital del árbol (el error provenía, probablemente, de un resto de vitalismo y de la falta de microscopio para optimizar sus observaciones: Marcello MaIpighi sería el encargado de mostrarle su falencia interpretativa). La historia continué en Holanda y su protagonista local fue Jan Swammerdam (1637-1680), de quien les hablé cuando conté que era partidario del ovisrno, hijo de un farmacéutico de Arnsterdam que le desperté el interés por las ciencias naturales gracias a su colección de curiosidades anatómicas, Meticuloso naturalista y médico, se dedicó pacientemente al estudio de la anatomía de los insectos aprovechando las facilidades (y obviando las dificultades) de los nuevos microscopios caseros. En 1669 compiló los resultados de sus trabajos en una Historia Insectorum Ge-

de herramientas para tratar objetos diminutos y a su inigualable paciencia. Swaromerdam prácticamente se enamoré de los insectos y llevó adelante sus investigaciones con una tenacidad y un apasionamiento propios del más intenso de los amores: sus escritos, de hecho, se parecen bastante más a una colección epistolar de dos amantes que a un sistemático informe de los resultados de sus experiencias científicas.

"Los mdsfinos ekta//es de los cuadros de Apeles son groserasvigas comparados con lafinura con que la naturaleza creó los órganos de los insectos. Los encajes mds.finos debidos a la mano del hombre no soportan la comparación con la trdquea de un insecto. ¿Dónek encontrar un arte que pueda emular enfinura a estosórganos? ¿Dónek un esplritu qtl~pueda describirÚJs?¿Dónde la perseverancia capaz ek penetrar en suspartes mds minúsculas?" se preguntaba Swammerdam en su estudio de un tipo de escarabajo. Y agregaba:

Como los órganos de ÚJsinsectos no son menos complejos en estructura y no sirven en menor acierto a susfinalidades que ÚJs ekl hombre, es imposible admitir que los insectossean engendradospor la descomposición de la materia inerte.

neralis (Historia general de los insectos), en la que ofreci6 dibujos y descripciones sin comparación para la época, obtenidos gracias a su ingenio en la fabricación

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Un golpe duro para la doctrina: el pequeño cuerpo de los insectos revelaba una cadena de órganos tan intrincada co-

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argüía don Pouchet. Fue entonces que intervino la Académie des sclences de París. que, para poner pafios fríos al asunto y terminar de una vez por todas con la aparentemente irresoluble polémica, ofreció una recompensa de 2500 francos a quien pudiera

un tubo en el cual habla intercalado un pedazo de algodón cuyas fibras detenían las partículas solidas. Al disolver el algodón en una mezcla de alcohol y éter, las partículas retenidas se depositaban en el fondo y luego, cuando se las introducía en infusiones orgánicas previamente calentadas, los microbios comenzaban a multiplicarse. En otro de los experimentos, Pasteur colocó un caldo esterilizado en una serie de tubos con diferentes formas, diseñados especialmente para permitir el movimiento del aire pero impedir la circulación del polvo que acarreaba consigo los indeseados gérmenes. El líquido, como era de esperarse (o como nosotros ahora sabemos que ellos deberían haber esperado) permaneció cristalino por meses. Socarronamente, Pasteur solía decir:

arrojar luz sobre la cuestián de la gmemcián espontdnea.

Prefiero creer ql~e la vida proviene de la vida antes de que viene del poluo.

y lo cierto es que los experimentos de Pasteur fueron lo suficientemente prácticos y explicativos como para quedarse con el premio. Pasreur logró doblegar a todos sus adversarios en la última famosa contienda que generó la ya por entonces Vetusta teoría. En un verdadero duelo público de experlmentos y contraexperimentos, Pasteur se propuso demostrar que el aire era el vehículo que transportaba a los microorganismos vivos. Filtró el aire inspirándolo a través de

También pudo mostrar, mediante experiencias igualmente ingeniosas y sencillas, qu~ las sustancias fermentables expuestas al aire permanecen estériles siempre y cuando se limpie de gérmenes el aire en suspensión. Pouchet habla sido derrotado definitivamente, pero la antigua (y ya por entonces destronada) teoría aún conservaba un postrer aliento. Faltaba la última batalla, que se librada en 1876 y que marcaría su fin definitivo ... Ese afio, H. Charlton Bastian, un pa-

Había un vasto grupo, liderado por Pouchet, que aseguraba que sí, mientras que Pasreur sostenía incansablemente que la cuestión era un poco más compleja.

La generación espontánea no produce seres adultos, proced« de la misma manera que la generación sexual qlle, como todos sabemos, es inicialmente un acto completamente espontáneo mediante el cual se unen en un órgano especia! los elementos primitivos de un organismo,

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tólogo inglés. publicó un grueso volumen en el que se aportaban nuevas observaciones a favor de la generación espontánea. En uno de sus experimentos, había calentado orina ácida por encima de la temperatura de ebullición (en torno a los 110°). Esta orina, cuando se la resguardaba del aire, permanecía clara y, al parecer, estéril. Sin embargo, cuando ' se introducía una solución de potasa; procurando que la orina siguiera resguardada del aire, al cabo de diez horas "hervía" de bacterias vivas. Pasreur no se amilanó -la verdad, 110 era momento de tirar tanto esfuerzo por la borda- y logró solucionar el nuevo enigma demostrando la existencia de bacterias resistentes a temperaturas incluso superiores a los 100°. . Y así fue como Pasteur acabó de una vez por todas y para siempre con la historia esa, e inició un nuevo camino que habría de sentar las bases para la esterilización y la antisepsia, claves de la medícina moderna. Peto si hay algo que de venís impresiona es que la doctrina echada a rodar por Aristóteles en el siglo IV a. de C. durara hasta 1876: hay ideas científicas que son persistentes y se resisten a morir. Un poco como tantas ciudades modernas que conservan sus cascos históricos, o las ruinas de los asentamientos antiguos que los precedieron. Colaboró en este fascículo Nicolás Olszevicki.

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21. La ciencia de la Ilustración

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"Los iluministas veían al mundo

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un gran mecanismo racional, gobernado por leyes y principios impersonales cuyo funcionamiento podía ser develado por medio de la filosofía mecánica y la ciencia experimental" Linneo Si el concepto de especie estaba basado en la reproducción, no es extraño que fueran los órganos de la reproducción los que sirvieran de criterio clasificatorio para el botánico sueco Carl Linneo (1707-1778), sin duda uno de los biólogos más grandes de su tiempo, a quien llamaban el princeps botanicorum y que en 1735 publicó su Systema Naturae. En su edición original no era más que un folleto de doce páginas, pero en su edición número 13 era ya un conjunro de tres volúmenes de 500 páginas, en cada uno en las cuales se tomaban en consideración los tres reinos de la naturaleza (animal, vegetal y mineral) y se ordenaba todo sistemáticamente en ciases, órdenes, géneros y especies. En 1749, Linneo dio un paso adelante al introducir su nomenclatura binaria (en la cual cada especie es designada por dos nombres, uno para el género y otro descriptor específico), que luego aplicó sistemáticamente a miles de especies y que, sin grandes modificaciones, sigue en uso hoy en día. Así, el género sirve de denominación común a todo un grupo natural: Pelis domesticas (gato), Felis catus (gato salvaje), Pelis Leo (león), Felis pardus (pantera), Felis tigris (tigre). El término Pelis, obviamente, designa al género de los felinos. Pero Linneo no sólo encontró una manera relativamente simple de nombrar a las especies de tal manera que fueran reconocibles por todos los naru-

ralistas, sino que se lanzó a la caza de nuevos ejemplares desconocidos en Europa, enviando a sus discípulos por rodo el mundo con el objetivo de recolectar y luego clasificar según el sistema binomial toda la naturaleza. Si el sistema de Linneo fue eficaz y exhaustivo en el caso de las plantas, no fue tan feliz con los animales, y directamente desechable en el de los minerales (a los que también pretendió aplicar la noción de orden, género y especie). Deuás de todo esfuerzo sistemático de clasificación, naturalmente, hay un afán de dominación: conocer es controlar. Pero además se esconde una pregunta interesante desde el punto de vista filosófico: ¿los taxones (las unidades de clasificación: especie, género, orden, familia) están en nosotros o están en la naturaleza? ¿Son reales o arrificiales? Pregunta difícil si las hay. El asunto se arrastraba desde el siglo anterior: los parcidarios de una clasificación "natural" trataban de agrupar a los seres vivos según un conjunto tÚ rasgos, tratando de aproximarse a las agrupaciones que parece haber naturalmente en el mundo, mientras que los que defendían la clasificación artificial se basaban en la selección de un rasgo específico que se tomaba como central, o como indicador, y que siempre tenía algo de arbitrario, aunque ese rasgo estuviera relacionado con la característica más conspicua de los seres vivos, como es la reproducción. Fue este asunto, justamente, el que

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enfrentó a Linneo con el gran naturalista francés Georges-Louís Leclerc de Buffon (1707 -1788), a quien volveremos a encontrar más carde en este fascículo, que reclamaba una clasificación "natural". Rayo Linneo, muy religiosos, habían estipulado el principio de la absoluta fijeza de las especies, todas creadas por Dios en el origen y que permanecían tal cual a lo largo de toda la historia del planeta. Se cuentan tantas especies como fueron al principio creadas, escribía Linneo, aunque más tarde debió flexibilizar esa posición, dada la cantidad de especies híbridas con que se encontraba, que le generaban dudas. En 1759 ya escribía: Puede ser que en el reino vegetal Las especies pertenecientes a un .mismo género no sean sino derivadas de una sola especie mediante cruzamientos. Sin embargo, ¿todas esas especiesson hijas del tiempo, o el Creador, en el comienzo del mundo, ha limitado ese desarrollo a un número Limitado de especies?No me atreueria a prommdarme con certeza a este respecto.

y en las ediciones siguientes de su Systema Natume suprimió la afirmación de la imposibilidad de la aparición de nuevas especies. Aunque, como Yernos, incluso en manos del muy creyente Linneo la doctrina de la fijeza de las especies ofrecía al-

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Clases del sistema de clasificación de Linneo.

sin contar sus propiedades mágicas. Por ejemplo, Alberto Magno, el maestro de Tomás de Aquino, había escrito en el siglo XIII D~ Mineralibus et R~bus Metallicis (Sobre los minerales y metales), en el que hacía un inventario bastante organizado de los minerales conocidos, aunque intercalaba sus propiedades mágicas en las descripciones. Allí describía los fósiles como peerificaciones de lo que alguna VC7. habían sido seres vivos y coincidía con casi codos sus antecesores en que los volcanes y los terremotos eran producidos por los vientos de vapores subterráneos. Este tipo de tratados había sido relativamente común tanto en la Edad Media como en el Renacimiento, como De &Metallica (1556) de Georg Bauer, mejor conocido como Agricola, de quien ya hemos hablado en su momento. Pero el siglo XVII introduciría novedades: algunos naturalistas ya miraban los minerales (y el mundo) con los ojos de la nueva ciencia y comenzaban a notar las relaciones que se podían establecer entre distintos tipos de rocas. El danés Nicolás Steno (1638-1686), por ejemplo, estableció dos principios geológicos básicos: primero, que las rocas sedimentarias, es decir, las que se forman por acumulación de sedimentos y que, sometidas a procesos físicos y químicos, resultan en un material de cierta consistencia, se disponen en forma horironcal y, segundo, que las rocas más nuevas están puestas sobre las rocas más

antiguas. Los estratos se disponen de la misma manera que sucesivas capas de pintura, con las más viejas debajo. Los principios de Sreno permitieron a los mineros de los siglos XVII y el.temprano XVIII establecer relaciones temporales entre los tipos de rocas, incluso aquellas que estaban distantes entre sí.

El problema de los fósiles Pero además Sreno avanzó sobre uno de los puntos conflictivos de la geología: los fósiles. Admitió que los fósiles que había encontrado en distintas rocas eran testigos de un episodio remoto que no se encontraba en las Escrituras. No todos 10 aceptaban, naturalmente, y muchos preferían ver los fósiles como producto de misteriosas fuerzas que operaban dentro de las rocas. Edward Lhwyd (1660-1709), por ejemplo, que era el responsable de catalogar la colección de fósiles de un museo vecino a la Universidad de Oxford, concluyó que los fósiles eran meros objetos naturales que debían ser clasificados junto con otros productos de la "madre tierra". Parecido pensaba otro contemporáneo, el médico y naturalista Martin Lister (1683-1712), quien aseguró que esa suerte de caracoles que suelen encontrarse como impresos sobre algunas lajas (amonires), aunque superficialmente parecieran un caracol, no guardaban ninguna relación con los moluscos vivos, ya que, argumentaba, no se habían encontrado animales vivos con esa forma:

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No existe tal cosa como conchas petrificadas [...}, sino que esas conchillas que parecen berberechos son sólo lo que parecen, piedras tÚ un estilo particular y nunca fo~ron parte tÚ ningún animal. Fue Roberr Hooke, otra VC7., quien hizo los mayores esfuerzos por aplicar el método científico para determinar el origen de los fósiles. En su Micrographia postuló que tenían un origen orgánico después de usar el microscopio para comparar la estructura de bosques fósiles y vivientes: Esta madera petrificada se empapó con agtJapetrificante [:.] que ftugo s~fue apropiando de las particulas pedregosas tÚ esa agtla que la permeaba y esasparticulas fueron transportadas por elfluido y se quedaron no sólo en losporos microscópicos, sino también en los intersticios que, mirados por el microscopio, parecen mm sólidos. Palabras más, palabras menos, lo que estaba diciendo era que los minerales del agua se metían en los recovecos del elemento orgánico ocupando su lugar y solidificándose lenrarnente. Hooke suponía que de la falca de equivalentes vivos de algunos de esos fósiles se podía deducir que las especies en algunos casos se extinguían e incluso, con un poco más de audacia, aseguraba que Ha habido muchas otras especiesde criaturas en erasprevias tÚ las cuales no que-

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"Renunciar a una creencia tan ancestral era difícil: el Diluvio, corno

todos los mitos, se resistió a morir y, ante la perspectiva de desaparecer, recurrió

al último y gran recurso que

tienen los mitos: transformarse" la que había sido originalmente creada por Dios. Pero otros investigadoresestaban más inclinados a creer que las montañas en realidad estaban formadas por un proceso natural desde el tiempo del arca de Noé. En esa área en particular faIrabamucho por averiguar, pero e! Diluvio y el Arca de Noé, todavía en e! siglo XVII, eran artículo de fe.

Nostalgias del Diluvio Aquel díafueron rotas todas lasfoentes del grande abismo y las cataratas de los cielosfoeron abiertas sobre la Tierray hubo lluvia sobrela Tierra cuarenta dias y cuarenta noches. y las aguasprevalecieron mucho en extremo sobre la Tierra y lodos losmontes altos que habla debajo de la Tierrafileron cubiertos. Génesis Naturalmente, la idea de! diluvio, así como estaba, no podía resistir: puesto que la superficie de nuestro planeta es, aproximadamente, de 432 millones de kilómetros cuadrados, si lloviera toda e! agua contenida en la atmósfera (alrededor de un millón trescientos mil millones de litros, o 13.000 kilómetros cúbicos) sin quedar ni una gota, ni una molécula - hecho, desde ya, harto improbable-la Tierra quedaría cubierta con una capa de menos de tres centímetros de espesor, que no sólo no taparía los alros monees sino ni siquiera los bajos pastos de este mundo.

Lo curioso es que este sencillo cálculo se realizó ya en el siglo XVII, y estuvo a cargo del reverendo Thomas Burnett (1635-1715), un prominente clérigo anglicano, que más tarde llegaría a ser capellán privado del rey Guillermo III de Inglaterra, y que entre 1681 y 1689 publicó, en cuatro comas La Sacra Teoría de la Tierra. La historia es notable. Burnert, que se guiaba fielmente por la Biblia,pero desconfiaba de la literalidad, partió de esa sensata observación:no había manera de que el diluvio universalhubiera cubierto toda laTierra. Con los datos asequibles en la época y mediante una sencilla cuenta, mostró que el agua que podía haber llovidoen cuarenta días y cuarenta noches era insignificantedesde el punto de vista pluviométrico. Yademás, ¿adónde había ido a parar el agua después? Burnert llegóa la conclusión de que el Diluvio Universalno había sido posible, por lo menos a partir de la lluvia. Pero, incapaz de renunciar al Diluvio, llegó a una notable conclusión: si el desastre no había caído de los cielos era porque había irrumpido desde la profundidad. Tomando una vieja idea de Descartes, conjeturó que en el momento de la Creación la Tierra era una esfera perfecta y paradisíaca, cubierta por una corteza de materia sólida, lisa y sin rasgos, con los océanos fluyendo por debajo de ella. La inundación, según Burnett, ocurrió cuando la corteza se partió, colapsando en fragmentos que se

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hundieron en el agua. Los pedazos irregulares de! caparazón original constituyen el relieve de la Tierra que observamos hoy,sólo las ruinas de lo que fue. En verdad, la SacraTeoría de Burnerr, aunque llamó la atención del mismísimo Newton, no tuvo demasiado éxito. Pero ésa es ya otra historia. Lo cierto es que. venido de arriba o venido de abajo, el Diluvio Universal empezó a hacer agua (como corresponde a un diluvio) ya en el siglo XVII. Pero renunciar a una creencia tan ancestral era difícil: el Diluvio, como todos los micos, se resistió a morir y, ante la perspectiva de desaparecer, recurrió al último y gran recurso que tienen los mitos: transformarse. Y así fue que se transformó en la bella teoría del océano en retirada.

La teoría del océano en retirada

De alguna manera, la extravagante teoría de Burnerr demostraba que e! diluvio no era viable, y se transformó gradualmente en la idea de que, después de la Creación todo el planeta había estado cubierto por un inmenso océano que, gradualmente, se había ido retirando y despejando la tierra firme: este océano primitivo tenía disueltos los minerales que, al depositarse, formaron las rocas, las montañas y todo lo demás. El autor de la idea original había sido el gran filósofo y científico alemán Gonfried Leibnitz (1646-1716) y poco

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"La teoría del océano en retirada fue

calma y gentil y un poco triste. La nueva teoría, acorde con la estética

romántica, irrumpió en la geología y reemplazó al agua amable por los fuegos infernales y la acción de los volcanes" poco los volcanes: pensaba que eran fenómenos modernos y aislados y creía que las erupciones se debían a la combustión subterránea de capas de hulla en las cercanías. Sin embargo, fueron los propios discípulos de Werner quienes demostraron que había volcanes muy antiguos, que muchas de las montañas de ahora eran volcanes extinguidos y que, como si esto fuera poco, la lava que salía de los volcanes no era muy distinta de las rocas que según Werner sólo podían originarse en e! mar. Aunque estaba equivocada, la teoría de Werner ayudó muchísimo a comprender nuestro planeta: organizó los datos geológicos de! momento sobre las rocas, y las grandes eras y períodos que reconocemos actualmente. La idea, además, tenía otros seguidores ilustres. Tal es e! caso de Buffon, de quien les hablé en este mismo fascículo cuando discutimos la clasificación de las plantas. Para nuestro personaje, la Tierra se había desprendido del Sol por el golpe de un cometa y estaba enfriándose lentamente. En e! interior de la Tierra había aún roca fundida y la superficie no era más que la parte que se había enfriado por el paso del tiempo. Las montañas de granito representaban las únicas partes de la corteza originalmente solidificada que todavía se podían ver, mientras que las demás habían sido cubiertas por material depositado en épocas posteriores. Tan pronto como la

corteza se enfrió lo suficiente, comenzó a caer una lluvia de agua casi en estado de ebullición; esa lluvia había cubierto todo o casi todo formando un vasto océano hirviente habitado por seres marinos que murieron cuando e! agua se enfrió. De a1H provenían los fósiles que todavía se podían encontrar en las laderas de las montañas. Los volcanes, a su vez, eran e! resultado de la actividad química que había comenzado hacía muy poco tiempo, al principio de los tiempos modernos. En su libro Las ¿pocas tÚ la naturaleza, sostenía la existencia de siete períodos que se podían asociar, muy oportunamente, con los siete días de la creación. Buffon se esforzó por hacer coincidir su teoría geológica con las ideas sobre el reino animal que expuso en su monumental Historia Natural, de 44 tomos, donde intentó compendiar todos los conocimientos acerca de la naturaleza a la manera de Plinio. Lo que quedaba claro con Buffon era la necesidad de una teoría orgánica que uniera geología, fósiles, largos períodos de tiempo, vida y evolución. Pero aún faltaba para que semejante ambición se viera concretada. Lo cierto es que, palabras más palabras menos, en las primeras décadas del siglo pasado, la teoría del océano que se retiraba, dolorosamente herida, se retiraba de a poco, dejándonos sólo la nostalgia de aquel mar originario, mientras la atención -y la imaginación- se desplazaban hacia e! fuego.

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Los fuegos infernales "La Tierra es un gran mecanismo, sin atisbos tÚ comienzo ni final" James Hurten,

1795

La teoría del océano en retirada fue calma y gentil y un poco triste: había tenido la serena belleza del clasicismo. La nueva teoría, acorde con la estética romántica, era densa y nerviosa; irrumpió como un sturm und drang de la geología y reemplazó al agua amable por Jos fuegos infernales y la acción de los volcanes. Neptuno fue destronado por Plutón, el dios del mundo subterráneo y rey de Jos infiernos; al fin y al cabo, los volcanes siempre habían estado ligados al infierno en el imaginario colectivo. Los plutonistas negaban que el océano se retirara; es más, negaban que hubiera existido jamás un gran océano universal, y negaban que el agua fuera la fuente de! cambio, acaso porque negaban que existiera una fuente del cambio. Aceptaban la idea, muy en boga, que ya habían considerado Descartes y Leibniz (y que, como les conté, había sido utilizada por Buffon) de que la Tierra era el resultado de una inmensa masa de fuego -desprendida probablernente de! 501- que se enfriaba paulatinamente; el centro de la Tierra continuaba siendo para ellos una inmensa fuente de calor y de al/{venía el impulso geológico: la tierra firme no era otra cosa que roca fundida que se había abierto paso desde el mundo subterráneo y luego se

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culan y finalmente surgen nuevamente a través de los volcanes. Las erupciones volcánicas eran una prueba de que el centro del planeca estaba formado por roca fundida. También se podía imaginar que esa lava no siempre llegaba a la superficie, sino que a veces empujaba la costra fría de los continentes hacia arriba, se enfriaba y formaba capas de granico y basalto, tipos de roca muy dura, lo que a su vez generaba elevaciones que carde o cemprano armaban verdaderas cadenas montañosas en un ciclo uniforme y permanente. De esta manera Hurton describía el planeta como una máquina en movimiento perpetuo que se reciclaba a sí misma constantemente. Muy pronto se demostró que Hurron tenía razón -o por lo menos buena paree de razón- y que rocas como el granito (que -según Werner- sólo podían haberse originado en el mar) eran de origen volcánico: con experimentos en altos hornos, el químico James Hall ofreció la prueba de que el granito se solidificaba a partir de un estado líquido. Aunque finalmente perdieron la batalla, los neptunistas se resistieron. Yes que no sólo se estaban enfrentando el agua calma contra los fuegos infernales, o dos teorías geológicas. Lo que en realidad se estaba discutiendo era otra cosa, más fundamental: el tiempo. Hurten pensaba, cambién, que los procesos de formación de las rocas en realidad se daban en ciclos regulares. Su teoría era la base del "uniformisrno"

moderno, que indicaba que los mismos procesos que habían formado la superficie terrescre seguían en acción y eran constantes. Para Hurron en particular, sus observaciones encajaban con la idea de eternidad que resumió con su frase más conocida:

EL resultado, por Lotanto, de este análisisftsico es que no vemos vestigios de un comienzo ni atisbo de finaL. Era el opuesto de cualquiera de las versiones que asignaban un lugar primordial a los cambios bruscos o en un solo sentido (como un diluvio universal o una Tierra muy caliente al principio, o incluso el océano en retirada, que había existido una sola vez), versiones a las que se caracterizaba bajo el título muy general de "carascrofisras", es decir, que creían que había un fenómeno de magnitudes inusuales que repentinamente cambiaba la configuración del planeta. Las distintas versiones de uniformismo y catastrofismo se enfrentarían por bastante tiempo.

Uniformismo Del lado del uniformismo más radicalizado estaba Charles Lyell (17951875), quien sostenía que los procesos de sedimentación, erosión y cambio geológico eran extremadamente lentos y que así habían sido a lo largo de la historia. Su libro, Principios de geoLogla, cuyo primer tomo se publicó en 1830,

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inicia para muchos la geología moderna. Adhería sin fanatismos exagerados a la teoría de Hutton. De hecho, es probable que Lyell reivindicara a Hurten más de lo que le hubiera gustado, como forma de enfrentar la posición catastrofisra generalmente asociada con el diluvio universal, con el océano en retirada y, por lo tanto, con la religión. Como evidencia de sus afirmaciones, Lyell utilizaba las pruebas exiscentes de sucesivos ascensos y descensos en el nivel de la costa mediterránea desde los tiempos de los romanos. Su ejemplo más conocido eran las columnas del Templo de Serapis en Puzzuolo, cerca de Nápoles, Italia, construidas en el siglo 1 antes de Cristo. Sobre ellas había marcas que habían dejado sucesivos ascensos y descensos en el nivel del agua. Si en sólo un par de miles de años se podían encontrar semejantes variaciones, en unos pocos millones se podía justificar la existencia de cadenas montañosas completas. Lo mismo podía decirse de las pruebas que Humboldt había craído de Chile donde, según se calculaba, un terremoto había logrado elevar casi dos metros una franja de tierra de 100 km. de largo. Lyell postulaba que alcanzaba con sumar estas pequeñas catástrofes para dar cuenta de fenómenos mucho más grandes. El argumento era sólido: el tiempo es más importante que la fuerza. El de Lyell es un aporte nada menor, puesto que la fuerza del tiempo permite corn-

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seis de la tarde del sábado 22 de octubre del año 4004 a. de C." tiendo era algo esencial para la cultura humana. Cada gran teoría presenta una cosmovisión, una manera de mirar e! mundo: la teoría de! océano en retirada mostraba un planeta terminado desde el principio, que podía, mal que bien -más mal que bien, pero bueno- encajarse en la historia bíblica de la Creación y e! Diluvio Universal, mientras que el plutonismo, que imaginaba a la TIerra como una máquina en perpetuo movimiento y renovación, exigía, con la mejor buena voluntad, muchos millones de afios para la historia de nuestro planeta. La eternidad asusta tanto hacia atrás como hacia adelante y la gente, que estaba acostumbrada a pensar en un mundo recientemente creado, necesitaba -ella también- tiempo para procesar estas ideas y acostumbrarse a lo que de veras se estaba descubriendo: el tiempo profundo. El "tiempo profundo" ... parece raro, pero no hay otra manera de describirlo. El tiempo profundo ... por debajo de nuestro tiempo cotidiano que medimos en días y afios, por debajo del tiempo histórico que medimos en siglos, se desarrollan procesos lentos, increíblemente lentos, que sólo pueden notarse después de millones de años. Tanto Hutton como Lyell demostraban que a lo largo de la histeria-de nuestro planeta los mecanismos de cambio eran muy graduales, y que -sobre todo- eran los mismos que en el presente y actuaban con el mismo ritmo: los ríos cavaban sus cañadones a través

de los siglos; las rocas eran moldeadas por la lluvia a través de los milenios; las montañas se elevaban con paciencia exasperante, por acción del fuego; la corteza ascendía sin que lo notáramos, y una cordillera podía tardar millones de afios en formarse. Era una verdadera revolución conceptual: de pronto, tras el rudo golpe de enterarse de que habitaban un planeta que no estaba en el centro del universo, los hombres del sigloXIX descubrían que su tiempo, el tiempo de sus vidas, prácticamente no contaba en la inmensidad de los tiempos geológicos, descubrían que los ríos y los océanos, las montafias y los volcanes eran más importantes y más antiguos que ellos, que sus culturas y civilizaciones. Pero no un poco más antiguos, como los dioses de las viejas mitologías, o incluso el Dios cristiano; no: mucho, pero mucho más antiguos, tanto que resultaba difícil de creer. Los nuevos dioses, las fuerzas que lentamente van moldeando la Tierra, trabajaban en escalas que nada tenían que ver con ellos y aliado de las cuales sus propias maneras de percibir el tiempo no significaban nada. El tiempo profundo, el tiempo verdadero de la TIerra, parecía reducirnos a la nada; especialmente, si el pasado había sido eterno, si -como proclamaban los uniforrnisras (cuyo triunfo, al publicarse la Geologla de Lyel1 en 1830, fue completo)-la Tierra era una máquina sin principio ni final,

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La resistencia fue tanta que en 1890 -nada menos-, cuando el historiador César Canrú escribió su monumental Historia del Mundo, no lo podía aceptar: Desde que el saber se rebelócontra Dios, apeló a la ciencia mds antigua y a la mds moderna para desmentir el relato de Moisés,pero, interrogadas la astronomla y la ge%gla, con leal concienciay mds vastosconocimientos, dispusieron en sufavor, y hoy losseisdlas son, pues, seis edades de la Tierra, cuya duración no es dado al hombre calcular;P"O que dejaron de si huellas en elglobo. Queda pues confirmada con losprogresosde la ciencia la narración de Moisés, que no da al hombre mds de siete a ocho mil años de antigi¿edad, y es una maravilla, para quien lee el Génesis,su concordancia con los mds recientes adelantos de la ciencia.

La edad de la Tierra Pero a todo esto, el asunto de la edad de la TIerra empezó, también, a estar sobre el tapete. Tradicionalmente, se estimaba según la interpretación literal de la Biblia. El cálculo se hada siguiendo paso a paso las palabras del Génesis, donde se detallan todas las generaciones, desde Adán a Jesús, y oscilaba, según el teólogo o el científico de que se tratara, entre los cuatro mil y los seis mil años. En 1650, el arzobispo James Ussher, del Triniry College de Dublfn, concluyó que la TIerra (y el universo) habían empezado

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Somos s610unaluz, s610 un chispazo, un instante, apenas un segundo, en la historia, tan viejacomo el mundo de la vida creciendo paso a paso. Tus pirámides, tUSguerras, tu vestido, el dolor que te acosa, la alegria de una noche brillante, el alba, el día, apenas han llegado y ya se han ido. Detrás de tu barrio y de tu gente hay especies,hay rocas: el cimiento lejano, de un planeta en movimiento.

y así, si te detienes un momento oirás en la alta noche, débilmente, al tiempo, que gotea, indiferente.

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22. La luz, el calor, la electricidad

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La refracción de la luz es su cambio de dirección al pasar de un medio al otro, lo que produce imágenes distorsionadas.

yectil ni corno un fluido, sino como un movimiento. La luz era, vista así, sólo una propiedad mecánica del objeto luminoso y del medio de transmisión. A mediados del siglo XVII, los dos grandes Roberts ingleses, Boyle y Hooke, descubrieron el fenómeno de la interferencia: al pasar por una pequeña ranura u orificio y dar en una pantalla, se observaban franjas alternativas de luz y oscuridad, cosa que no pegaba para nada con la concepción corpuscular, que no era suficiente para dar cuenta del fenómeno de inrerferencia. Hooke propuso, entonces, una teoría ondulatoria: la luz consiste en rápidas vibraciones debidas a la agitación del medio. Alrededor de 1690, el gran astrónomo y físico holandés Christian Huygens, en su Tratado de la Luz, la describe como

un movimiento de la materia que se encuentra entre nosotrosy el cuerpo luminoso. Para Huygens, la luz, del mismo modo que el sonido en el aire, se propaga en el éter, el viejo éter inventado por Aristóteles, que seguía vigente incluso para Newton y que en manos de Descartes se había transformado en "materia sutil". La polémica sobre la naruraleza de la luz se arrastraría durante todo el siglo XVIII: la teoría corpuscular estaba avalada por la inmensa autoridad de Newton.y llegó a la Tabla de Elementos del propio Lavoisier, en la que figuraba en

el primer puestO, seguida por el calórico (el fuego, el calor), el oxigeno, el ázoe (nitrógeno) yel hidrógeno; la teoría ondularoria, por su parte, no se quedaba quieta: en 1746, mientras trabajaba en la Academia de Ciencias de Federico el Grande, en Berlín, Leonhard Euler (1707-1783), uno de los mayores matemáticos de todos los tiempos, y sin duda el más grande del siglo XVIII, publicó su Nueva teorla de la luz y el color. Allí explicaba que los objetos luminosos vibran, y el éter lleva dichas vibraciones alojo del mismo modo en que el aire transporta el sonido al oído.

Thomas Young y la doble ranura Pero fue Thomas Young (1773-1829) quien aportó una pieza clave en el rompecabezas de la luz cuando logró entender el efecto de la interferencia. Así como en un estanque, cuando se arrojan dos piedras en distintos lugares, las olas producidas por cada una de las piedras cuando se cruzan entre sí pueden aumentar su tamaño o bien cancelarse, del mismo modo las ondulaciones del éter, si se cruzan, pueden o bien fortalecerse o bien debilitarse hasta anularse. Para demostrar su hipótesis, Young realizó un experimento que lleva su nombre y también se conoce como el de la doble rendija. Proyectó un rayo de luz a través de dos rendijas paralelas entre sí. A través de éstas pasa la luz, se esparce e incide sobre una pantalla donde forma una ima-

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gen que consiste en rayas de luz y sombra: un perfecto ejemplo de interferencia. Young explicó el fenómeno diciendo que se veía luz en aquellos lugares donde las ondas que llegaban de las dos rendijas andaban a la par (en fase), llevando el mismo paso, de manera que los picos de ambas ondas se sumaban. y se veía oscuridad (¿se puede ver oscuridad?) donde las ondas de las dos rendijas no Llevabanel mismo paso sino que estaban desfasadas, es decir, el pico de una onda coincidía con el valle de la Otra, de manera tal que se anulaban. No había forma de explicar el fenómeno si no era mediante una concepción de la luz como una onda. La teoría corpuscular no podía dar cuenta del fenómeno: dos corpúsculos que llegaran a un mismo lugar no se podrían aniquilar entre sí. Corpúsculo más corpúsculo da corpúsculo se vea por donde se lo vea. Pero con la teoría ondulatoria, onda más onda puede generar tanto luz más potente como oscuridad, según la forma en que lleguen. La teoría ondulatoria recibía un espaldarazo, aunque los físicos acérrimamente newtonianos (en especial los británicos) no podían aceptar la idea de que Newton hubiera podido estar equivocado. y lo cierto es que la polémica se prolongó en el siglo XIX. La siguiente escaramuza estuvo a cargo del ingeniero francés Augusrin Fresnel (1788-1827), que en 1818 hizo una histórica presentación en la Academia de Ciencias de París, en presencia de los más importantes físicos

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Tierra

A Júpiter

La medición de Roemer: el retraso que se producía en los eclipses de los satélites de Júpiter se debía al tiempo que tardaba la luz en atravesar la órbita de la Tierra.

El calor: sustancia o movimento

predecía que la luz viajaba más rápido por el agua que por el aire; la otra, que era justamente al revés. En 1850 Fizeau demostró que la"luz se desplaza más lentamente en el agua que en el aire. Es lo que se suele conocer como un experimento crucial, que decide entre dos teorías rivales: la hipótesis corpuscular cayó derrotada y la ondulatoria triunfó. Después de todo, la luz resultaba ser una vibración que se propagaba por el éter, el éter de entonces, desde ya, en el que todos creían. Poco más tarde, Maxwell, de quien tendremos que hablar en detalle, demostró matemáticamente de qué clase de ondas se trataba:

Que por mayo era, por mayo CuanCÚJhace la calor Cuando los trigos encañan Yestdn los campos enflor. Romance del prisionero

Timemos poderosas razones para concluir que la luz en sí misma es fina perturbación electromagnética en formas de ondas que se propagan a través del campo electromagnético según las leyes del electromagnetismo. La hipótesis sobre la existencia de ondas electromagnéticas fue verificada por el alemán Heinrich Hertz en 1888. Así pues, la luz no era otra cosa que iuna onda electromagnética, campos magnéticos y eléctricos que se propagaban en el éter! Era una gran sorpresa, pero el problema de la naturaleza de la luz parecía estar zanjado. y sin embargo, y aunque nadie lo podía sospechar entonces, no estaba dicha la última palabra, ni seria la última sorpresa.

I

Tal como ocurría con la luz, en relación con el calor había dos corrientes principales y en cierto modo parecidas: quienes lo consideraban una sustancia y quienes pensaban que era una forma de movimiento. Asociar el calor con el movimiento no es tan insólito como a primera vista parece: ante fenómenos tan comunes como la agitación de la llama o el calentamiento de los cuerpos por frotamiento o percusión, uno puede pensar que es este movimiento el que genera el calor, agitando o separando las partículas de los cuerpos, provocando su dilatación o, cuando se da con mayor fuerza, su cambio de estado (como cuando el agua se evapora). En cuanto a las causas de este movimiento, las opiniones estaban divididas entre quienes lo atribuían a un origen puramente mecánico y quienes creían que era provocado por un agente material. Quienes interpretaban la presión que un gas ejercía sobre las paredes de un recipiente como el resultado del golpeteo de las partículas del gas sobre esras paredes y comprobaban que, cuando el gas se calentaba, la presión aumenta-

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ba, deducían con facilidad que el calor que se transmitía al gas calentándolo y el aumento de presión consiguiente se debía a que las partículas adquirían mayor velocidad (o vibraban más rápidamente), golpeando las paredes con más frecuencia o fuerza. El hecho no preocupaba demasiado a quienes veían al calor como una sustancia porque la explicación de este fenómeno era todavía más simple: al calentarse el recipiente, entraba en él el calor sustancial, que, como ocupaba espacio, hacía que el gas se expandiera; al enfriarse el gas, salía ese calórico y, por consiguiente, el gas se contraía. Como ven, todo se puede explicar si se pone el suficiente empeño. La concepción movirnientisra, o cinética, era mayormente sostenida por los físicos rnecanicistas, en especial los más rigurosamente newronianos, mientras que los químicos tendían a la idea sustanclalista, es decir, sostenían que habla una sustancia específica (los átomos de calor) que actuaba por su cuenta, penetrando o abandonando los cuerpos. Cuando se difundió la doctrina del flogisro, muchos pensaron que el flogisro era la sustancia del calor. El hecho de que no se pudiera detectar ningún aumento de peso en los materiales calentados era un problema para la reorfa, aunque por momentos se hacía uso y abuso del ejemplo de los metales calcinados, que sí evidenciaban un aumento de peso. Es divertido: como ya les conté, el aumento de peso de los metales calcinados era una seria obje-

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"Rumford concluyó que el calor no se desprendía por la rotura del metal y quizá no procediese siquiera de éste, lo cual resultaba completamente lógico si se corroboraba que, inicialmente, el metal estaba frío" época. En 1792, el elector le dio el tírulo de conde. Y, más tarde, se casó con la viuda de Lavoisier (después de que a Anroine-Laurent le cortaran la cabeza durante la Revolución), con quien proragonizó una relación tortuosa y tormentosa cuyas peleas eran la comidilla de París. No era un tipo muy simpático, y cuando en 1814 se murió a causa de una "fiebre nerviosa" (fuera esto lo que fuere), muy poca gente asistió a su entierro. Pero más allá de las idas y vueltas de la vida de Rumford y de sus andanzas (¿cómo decirlo de.manera eleganre?) éticamente dudosas, hizo un serio aporte a la teoría cinética. El más importante de sus experimentos estuvo relacionado, justamente, con la naturaleza del calor. Cuando supervisaba el arsenal de Baviera, donde los cañones se fabricaban taladrando un molde de metal, observó que se producía un aumento de temperatura en la estructura del cañón, en las virutas metálicas, pero también en la propia mecha o taladrador, de modo que parecía generarse calor continuamente en lugar de con-

I

servarse, como predecía la reoría del fluido calórico. Los partidarios de la reoría del calórico no se conmovieron, desde ya: contestaron que era porque el taladro rompía en pedazos el metal, dejando que el calórico contenido en éste fluyese hacia afuera, como el agua de un jarrón roro. A Rumford no lo satisfacía la explicación, por lo cual hizo una serie de experimentos. En uno de ellos utilizó mechas desafiladas, de modo tal que el taladro giraba sin hacer mella-sobre el metal ni desprender virutas. Y resultó que se producía tanto calor como si se utilizara una mecha nueva. El calórico, entonces, no se desprendía por la rotura del metal y quizá no procediese siquiera de éste, lo cual resultaba completamente lógico si se corroboraba que, inicialmente, el metal estaba frío. Para medir el calórico que salía del cañón, Rumford observó cuánto se calentaba el agua urilizada para refrigerar el taladro y el cañón, y llegó a la conclusión de que si todo ese calórico se reintegrara al metal, el cañón debería fun-

dirse, o sea que no podía haber estado allí desde el principio. Entonces pensó que el calor no podía ser una sustancia material y que más bien parecía ser el resultado del rozamiento o del trabajo realizado por las fuerzas de rozamiento. Además, había un hecho incontestable: la fuente de calor parecía ser inagotable; bastaba que el taladro horadase continuamente el cañón.

Todo aquello que un cuerpo o sustancia puede continuar suministrando sin limitación 110puede ser una sustancia natural, y me parece extremadamente dificil, si no imposible, imaginar algo capaz de producirse y comunicarse como ei calor en estos experimentos a no ser el movimiento. Rumford se convenció de que había demostrado que el calor no era un fluido, sino una forma de movimiento. A medida que el taladro rozaba contra el metal, su movimiento se convertía rápidos y pequeñísimos movimientos de las partículas que constituían el bronce.

en

Un premio algo raro Rumford estableció dos grandes premios para los descubrimientos científicos relacionados con la luz y el calor. Dichos premios deberían ser medallas de oro o plata de valor igual al interés acumulado por el capital correspondiente allibramienco original, y uno de estos pr.emios lo

controlada la Royal Sociery en Londres. Cuando después de seis años no se había concedido ninguna medalla, el conde Rumford se presentó a sí mismo ante el Comité de Selección, y así en 1802 se convirtió en el primer receptor de la medalla Rumford.

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"En 1745 el científico Musschenbroek,

de Leyden, consiguió 'embotellar' -literaltnente-

los efluvios eléctricos.

En realidad, inventó el primer condensador: la botella de Leyden"

da mediante la interposición de una mera pantalla. De este modo, para las sustancias que se comportaban como el ámbar -el vidrio, el azufre, o la cera- (y exclusivamente para ellas) acuñó el término "eléctricas"; poco después, Thomas Browne, también médico y escritor, inventó la palabra "electricidad".

Como ya conté en su momento, en el año 1600 Gilberr publicó el resultado de sus investigaciones en un famoso trabajo, De Magnete. Pero no se limitó a describir sus experimentos y fue un poco más allá al elaborar una teoría sobre la naturaleza de la electricidad de corte susrancialista: bien acorde a la época,

GiJberr pensó que la electricidad se debía a algo que bajo la fricción se liberaba del ámbar o del vidrio. ¿Pero qué podía ser? Inspirado por la teoría de los humores (era médico), pensó que la fuerza o "virtud" eléctrica era algo parecido a un "humor" que existía en determinados cuerpos. La fricción, al

El arca de la alianza y la electricidad Hay una hisroria curiosa, que hace pensar que los antiguos judíos utilizaban efectos eléctricos, naturalmente sin tener la menor idea de que lo eran. El asunto se le ocurrió a Georg Chrisroph Lichtenberg, un famoso físico del siglo XVIII, quien sostenía que el Arca de la Alianza era una máquina eléctrica. Esta reliquia sagrada que el pueblo de Israel arrastró durante sus vagabundeos por el desierto del Sinaí contenía dos tablas de piedra con los Diez Mandamientos, y estaba construido en madera seca de acacia cubierta (por dentro y por fuera) con delgadas placas de oro: o sea, dos capas de material conductor y una capa de material aislante en su interior, Pero además el tabernáculo entero, donde el Arca estaba depositada, contenía una buena cantidad de objetos de metal, especialmente oro, plata y bronce. Según Lichrenberg, los objetos de metal podrían haber servido para cargar el arca, que habría funcionado como una batería. En el Antiguo Testarnento.Exodo, 40, leemos que una nube solía aparecer sobre el tabernáculo: Entonces una nube cubrió el tabemdculo del testimonio, porque la nube estaba y la gloria de Jehová lo tenia Lleno. y cuando la nube se alzaba del tabernáculo, los hijos de Israel se

moulan en todas susjornadas, pero si la nube no se alzaba no separtían. Porque la nube de Jehová estaba de dla sobre el tabernáculo y elfoego estaba de noche, a la vista de toda la Casa de Israel en todas susjornadas, Si verdaderamente las cosas fueron así y el Arca funcionaba como una batería o como un condensador, cualquiera que no estuviera en el secreto podía haber sido electrocutado por una descarga con sólo tocar el Arca. Yefectivamente, en Levítico 10,2 se nos cuenta que dos de los hijos de Aarón acercaron un incensario de metal al arca (aunque no se les había ordenado) "y llegó un fuego proveniente del Señor y los devoró y murieron". Todo es posible y, si se trataba de un fenómeno eléctrico, es muy probable que los sacerdotes lo usaran para impresionar a sus fieles. Hay otra posible evidencia: el Templo en Jerusalén tenía barras de metal en el techo, que podrían haber actuado como una especie de pararrayos. De hecho, durante los mil años de su existencia nunca fue alcanzado por un rayo, aunque las tormentas eléctricas son abundantes en Palestina. No sé si será verdad (más bien creo que no), pero es una bonita historia.

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"Franklin remontó un barrilete con un alambre en punta conectado a una llave de metal cerca del extremo que sostenía. En plena tormenta, acercó la mano a la llave y saltó una chispa: era claro que el hilo

transmitía electricidad del cielo a la llave" lidad existían no una sino dos clasesde electricidad: una que llamó "vítrea" y «o n Otra resinosa. Hay dos electricidades de naturaleza completamente diferente. Cada una de ellas repele a los cuerpos que contrajeron electricidad de la misma naturaleza y atrae a los cuerpos que tienen electricidad de naturaleza opuesta.

ficción, es simplemente la falta de fluido eléctrico. Franklin asignó un signo positivo a la "electricidad vítrea", y un signo negativo a la falta de electricidad. Se imaginaba a la electricidad como un fluido elástico, compuesto por partículas extremadamente sutiles, dado que pueden p"mear la materia común y aun los mds densos metales, con tanta facilidad qtle no sepercibe ninguna resistencia.

No todos compartían la hipótesisde las

dos electricidades.En 1746, el farmacéutico inglésWilljam Warson sugirió que lasaccioneseléctricasse debían a la presenciade un "éter eléctrico"que en el cargarsey descargarsede un cuerpo se transfiere,pero no se crea ni se destruye. Para Warson, la excitaciónde un conductor no consiste sino en la acumulación de un excedente del éter eléctrico a expensas de algtín otro cuerpo, cuyo stock disminuye en la misma cantidad. Más o menos al mismo tiempo, el primer gran hombre de ciencia norteamericano, Benjamin Franklin (17061790), en la misma línea de pensamiento, proponía una cosa parecida: la cantidad total de electricidad en un sistema aislado es invariable (principio de conservación de la carga), yen realidad hay un solo tipo de electricidad. Para Franklin, la única electricidad que existe es "la electricidad vítrea" de Du Fay; la otra, la "electricidad resinosa",es una

Naturalmenre, los experimentos más conocidos de Franklin fueron sus trabajos sobre la electricidad atmosférica: se tomó muy en serio la sugerencia, hecha por el profesor J. H. Winkler de Leipzig, quien sostenía que la descarga de una botella de Leyden yel trueno yel relámpago eran básicamente uno yel mismo fenómeno. Pensó (y no fue el primero) que el rayo era meramente una descarga eléctrica entre dos objetos con diferente potencial, como las nubes y la tierra, y observó que el rayo tendía a alcanzar edificios altos y árboles, lo cual le dio la idea de atraer el fluido eléctrico deliberadamenre a la tierra de un modo que la descarga no produjera dafios. Vale la pena insistir en que no era una asociación de ideas fácil. A comienzos de 1747. Pranklin escribía Si elfuego eléctrico y el de los rayos es el mismo, como he tratado de demostrar; y admitiendo esta suposición, me pregttnto si el

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conocimiento del poder de laspuntas no podrla beneficiar a los hombres para preservar las casas. las iglesias. los buques. etcétua, contra losgolpes del rayo, fijando perpendicularmente sobre las partis mds elevadas de los edificios, barras de hierro enforma de agttja y doradas para prevenir la herrumbre y al pú de esas barras un alambre que Ilegtte hasta los cimientos de la tierra. ¿No atraerian esas barras de hierro, en silencio, elfuego eléctrico de la nube antes de que ésta pueda aproximarse para dar el golpe? ¿ Y 110 podriamos, por esos medios, precavemos de tantos desastres repentinos y terribles? La cita tiene la forma, para nosotros, de una adivinanza, cuya respuesta está a la vista: el pararrayos. Es bien conocido su experimento decisivo. En 1752 remontó un barrilete en medio de una tormenta. El barrilete tenía en su extremo superior un alambre terminado en punta, que mediante un hilo de seda estaba conectado a una llave de metal cerca del extremo que sosrenía Franklin, En plena tormenta, acercó la mano a la llave y saltó una chispa, con lo cual quedaba claro que efectivamente el hilo transmitía electricidad del cielo a la llave. Más tarde pudo incluso cargar una botella de Leyden, demostrando así que las nubes realmente estaban cargadas eléctricamente. y desde ese momento la barra de Franklin (que conducía las descargas pacíficamente a tierra) empezó a extenderse sistemáticamente. El primer pararrayos fue cons-

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"La electricidad animal y las ranas de

Galvani hicieron furor. No había salón donde no se hablara del tema y los aristócratas se precipitaban al laboratorio para ver a las ranas muertas contraerse bajo la acción de unas pinzas de metal" eléctrica debía obedecer a una ley parecida a la de la gravitación. La hipótesis fue confirmada experimentalmente en 1785 por el físico francés Charles Auguste de Coulomb, y hoy la ley que rige la fuerza eléctrica lleva su nombre: las cargas eléctricas se atraen o rechazan con fuerzas inversamente proporcionales al cuadrado de la distancia que las separa. Con la ley de conservación de la carga, la teoría del Buido único, la ley de Coulomb y la aceptación de la acción a distancia, a fines del siglo XVIII y principios del XIX el estudio de la electricidad había avanzado bastante, aunque no se tuviera aún -y no se tendría por mucho tiempouna idea acabada sobre su naturaleza. Pero, como ya había ensefiado Newton, imperaba el "yo no formulo hipótesis". Se trataba de descripciones más o menos empíricas, que muchas veces producían aplicaciones sensacionales como el pararrayos.

La rana de Galvani

y la pila de Volta

Usamos con cierra frecuencia la palabra "galvanizar", que se rernonta.a los primeros tiempos de las investigaciones en el campo de la electricidad. La leyenda cuenta, o por lo menos así lo leí en algún lado, que un día del afio 1780 Luigi Galvani, profesor de medicina en la Universidad de Bolonia, estaba en su casa dando una clase a sus estudiantes, mientras su esposa preparaba en la cocina el manjar favorito del profesor: ra-

nas, La signara Galvani, demasiado atenta a las explicaciones de su marido, dejó escapar el escalpelo, que cayó sobre el muslo de la rana, tocando la base de zinc al mismo tiempo. La rana -muerta, claro está- se agitó violentamente, como si quisiera saltar del plato. La Signara gritó. El Professore, indignado por la interrupción, irrumpió en la cocina para ver qué pasaba. La Signora le COntÓla historia y, para probarla, dejó caer el escalpelo sobre la rana, que nuevamente salté contrayendo sus músculos muertos. Allí mismo, en el medio de la cocina, Galvani proclamó: "He hecho un gran descubrimiento: ¡la electricidad animal, fuente primaria de la vida!". Es una leyenda, sí, probablemente falsa, pero la historia de la ciencia se alimenta también de la leyenda y de la sustancia de los mitos. Unos afios más tarde, Galvani, además de interminables peroratas y dernostraciones públicas sobre "la electricidad animal", escribió un tratado con un indigerible nombre en latín donde exponía sus teorías. Según él los tejidos animales contenían una 'fuerza eléctrica innata (la fumosa "electricidad animal") que alimentaba a los músculos y a los nervios y salía a la luz cuando éstos eran tocados por objetos de meral. Pensó también que esa "electricidad animal" era una especie de "espíritu vital" que animaba a los seres vivos y creyó haber encontrado la esencia de la vida. Pegaba bien con las teorías vitalistas en boga: finalmente, se habla des-

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cubierto que la electricidad era la escurridiza "fuerza vital". La electricidad animal y las ranas conrracruradas de Galvani hicieron furor. No había salón donde no se hablara del tema y los aristócratas se precipitaban al laboratorio para ver a las ranas muertas COntraerse bajo la acción de unas pinzas de metal. La palabra "galvanizar" nos recuerda aquellas aventuras. La electricidad como "chispa de la vida" se reflejó también en la lirerarura, como lo testimonia el Frankenstein, de Mary Shelley. Los puntos de vista de Galvani y sus teorías sobre la electricidad animal fueron aceptados casi universalmente, con una importante excepción: AJessandro Volea, el notable profesor de física de la Universidad de Pavia. Volra sostenía que en el experimento de Galvani no había ningún tipo de electricidad animal ni nada que se le pareciera. Más aún: para Volta, las infelices ranas 110 jugaban ningún papel, salvo el de conductores de la electricidad, de una leve corriente eléctrica que se producía al entrar en contacto dos metales diferentes (como el cuchillo de hierro yel plato de zinc de la signara Galvani). Era mucho decir, y se desató una virulenta polémica. Galvani murió en 1790 y recién diez afios después Volra pudo demostrar de manera concluyente que, efectivamente, cuando dos merales diferentes entran en contacto se genera un flujo de corriente eléctrica. Recortó discos de diferentes

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yel fructífero concepto de campo magción en electricidad se cerrara, y fue entonces cuando apareció Michael Faranético. Paso a paso, se iba aproximando day, escuchando la conferencia de Davy: a su descubrimiento capital. supongo que hablaremos de Davy en reYa era ún hecho constatado que la colación con la química del siglo XIX, así rriente eléctrica producía un campo magque por ahora les digo solamente que, nético. Faraday invirtió el problema y, entre otras muchas cosas, Davy desenpuesto que la electricidad producía magnetismo, se preguntó si no sería posible trañó el fenómeno de la electrólisis, que era la verdadera explicación del funcioque el magnetismo generara electricidad. namiento de la pila de Volea, . Arrolló una espira alrededor de una Faraday había nacido en 1791 cerca barra de hierro, y la situó frente a una de Londres; su familia era muy modesta segunda espira. Al circular la corriente y su educación, como él mismo contó, por la primera espira, esperaba que la barra, transformada en imán, indujera fite del tipo mm corriente: ÚJsrudimentos una corriente en la segunda espira. de lectura, escritura y aritmética en una esPero no pasaba nada. Es verdad que al cuela diurna común. Las horasfitera de la encender la corrienre en la primera espira escuela las pasaba en mi casayen las calles. se producía una corrienre en la segunda, pero duraba sólo un instante y desaparecía. También al cortar la electricidad que Es decir, nada de estudios superiores. Pero desde muy joven empezó a trabajar imantaba la barra volvía a aparecer una en la casa de un librero y a adquirir culbreve corriente en la segunda espira. Pero tu~ por su cuenta. Fue allí donde un sólo eso. Faraday no lograba producir una cliente lo invitó a la conferencia de corriente continua en la segunda espira y Davy. Faraday plantó la librería y se las tardó en dar con la clave del asunto. arregló para que Davy lo tomara como y la clave del asunto es que un campo asistente. Tenía entonces veintidós años magnético no produce ninguna corrieny no podía haber encontrado un maeste eléctrica. Para que se produzca una tro mejor. Junto a Davy se empapó de corriente eléctrica el campo magnético las técnicas de laborarorio que, una vez . tiene que variar o moverse. Al prender o que empezó a experimentar por su cuenapagar la corriente, el campo magnético ta, rindieron excelentísimos frutos: desvariaba y aparecían breves corrientes en de un método para licuar gases o el desla segunda espira. Mientras el campo cubrimiento del benceno hasta un mejomagnético permanecía invariable, nada. ramiento de las leyes de la electrólisis de Pero Faraday tardó en darse cuenca. Resu maestro. En su estudio del magnetiscién el28 de octubre de 1831, haciendo mo introdujo la idea de líneas de fuerza rotar una espira en un campo magnéri-

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co, logró producir una corriente eléctrica permanente. Había descubierto la induccián eléctrica (que nada tiene que ver con la inducción metodológica de la cual hemos hablado tanto). Fue un descubrimiento feliz. Por empezar, cerró el circuito: así como la electricidad induce magnetismo, el magnetismo induce electricidad. Pero además, en la inducci6n estaba implícita una manera directa y práctica de generar electricidad: hacer girar un conductor en un campo magnético. Llevarla aún cuarenta afias implementarla. Faraday está en la base del mundo moderno. Con él, la electricidad y el magnetismo, los dos campos, que GiIbert había separado hacía ciento cincuenta años, volvían a juntarse y a mostrar su (ntima conexión e interdependencia. S610 faltaba que alguien tradujera esa conexión en el lenguaje de las matemáticas, en una síntesis genial (¿adivinen quién? Maxwell: y es la tercera vez, es decir, que fue el responsable de la resoluci6n de los eres misterios: la luz, el calor y el electromagnetismo). Faraday no había resuelto el problema de qué es la electricidad. Esa tarea quedaría para fines del siglo XIX, y la respuesta habría de ser, en verdad, muy sorprendente. Colaboró en este fascículo Nicolás Olszevicki. [email protected]

23. La ciencia en el siglo XVIII: en búsqueda de la unidad

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"El doble sentimiento de omnipotencia por la racionalidad alcanzada y de inferioridad por la insignificancia de la posición del hombre en la totalidad del universo empezó, como siempre ocurre, por el cielo" do fue necesario, en un esfuerzo verdaderamente titánico. Pero aunque algunos resultados implicaban tranquilidad -Laplace probó la estabilidad del Sistema Solar, por ejernplo-; el gigantesco caudal teórico no agregó verdaderas novedades. Era necesario, en ese punto, alejarse un tanto de la teoría y ponerse a mirar el cielo. Y así, el nuevo impulso vendría de la astronomia observacional.

William Herschel Herschel nació en 1738 en Hannover, que entonces era un principado electoral del Sacro Imperio Romano Germánico y que más tarde se incorporada a Alemania. Hijo de un músico sin recursos, llegó a Inglaterra a los 18 afios de edad como oboísra de las guardias hannoverianas. Como no le gustaba el servicio de las armas, ni siquiera como músico, abandonó el regimiento y después de algunos afios de penurias económicas ocupó el cargo de organista de la capilla Ocragon de Bath, estación termal muy de moda entonces. En ese entonces, los baños termales eran una de las terapéuticas más en boga, y seguramente no eran ni mucho más ni mucho menos efectivas que ahora, Durante dieciséis afios fue organista, y daba lecciones privadas para aumentar sus ingresos, hasta que se desperró su interés, primero por la óptica y luego por la astronomía, posiblemente a partir de un libro que divulgaba el sistema newtoniano del mundo.

Fue una suerte. Herschel, primero, compró un pequeño telescopio, pero pronto no le alcanzó y se puso a construir uno más con sus propias manos. En 1774 pudo por fin contemplar el cielo con un instrumento como la gente. Lo cual tampoco le alcanzó: por el contrario, se puso a construir telescopios cada vez más grandes, rallando y puliendo centenares de espejos, hasta llegar a tener aparatos verdaderamente gigantescos para la época. En 1789, mientras una de las más radicales revoluciones de la hisroria humana se gestaba en el otro lado del Canal de la Mancha, estaba en poder de UI~O de 40 pies de distancia focal, que entonces era una enormidad. Un mes después de la toma de la Bastilla, Herschel se internaba por primera vez en el cielo nocturno con su gigante de 1,20 metro de apertura. Pero no nos adelantemos. Mientras estaba en Barh, repartía su vida entre la música y la astronomía (disciplinas muy ligadas entre sí desde la Antigüedad, si recuerdan, aunque obviamente ya totalmente separadas por entonces), con la ayuda de su hermana Catherina Lucrecia (1750-1848), que funcionó como asistenta de investigación, secretaria y calculista. Hasta ahí, era un -digamos- simple astrónomo aficionado. Pero siete afios después de empezar con su primer telescopio hizo un descubrimiento sensacional, que lo llevó a la fama y al conocimiento público.

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Un nuevo planeta Nuestro amigo exploraba de manera sistemática todo el cielo visible desde Inglaterra, y en el curso de esta exploración, el 13 de marzo de 1781, tropezó con un astro que no aparecía como puntual-como ocurre con las esrrellas-, sino que tenía un disco discernible. La conclusión parecía servida: se trataba de un cometa, y así lo presentó seis semanas después en una memoria a la Royal Sociery: "Reporte de un cometa". Sin embargo, una revisión y análisis de la órbita mostró que ésta no podía corresponder a la trayectoria de un cometa ... ¿Qué era entonces? La conclusión no tardó en llegar: se trataba ni más ni menos que de un nuevo planeta del Sistema Solar, Urano. El descubrimiento causó sensación. Hasta entonces ningún nuevo planeta se había agregado a la serie de los cinco conocidos desde la más remota Antigüedad (Mercurio, Venus, Marre, Júpiter, Saturno) y los merecidos honores se derramaron sobre él. Digamos, de paso, que Urano había sido visto varias veces y por diversos astrónomos, pero en rodos los casos se lo había confundido con una estrella más entre las que lo circundaban. Herschel fue nombrado miembro de la Royal Sociery, la Universidad de Oxford le concedió el titulo de doctor, y el propio rey de Inglaterra lo recibió en audiencia privada, durante la cual William les mostró a él y a su corte las maravillas que se veían a través del

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La Vía Láctea se ve como una franja achatada.

mientras que en la dirección opuesta rendían a acercarse.Este comportamiento sólo podía ser reflejo de! desplazamienro de nuestro propio Sistema Solar. del mismo modo que cuando caminamos en un bosque o entre una multitud los árboles o las personas en e! sentido de nuestro movimiento parecen separarse. mientras que hacia atrás parecen compactarse. Así. pudo anunciar en 1805 que el Sol y todo el Sistema Solar se dirigen hacia un punto situado en la constelación de Hércules (el llamado "apex solar"). y noten una cosa: en todo este razonamiento. desde Halley a Herschel, se ve que la idea de que el Sol es una estrella como las demás está completamente naturalizada.

La galaxia Planetas. estrellas.... el increíble panorama no detuvo a Herschel: e! paso siguiente era averiguar la estructura general de! universo. Por supuesto, no fue e! primero en plantearse e! problema. A lo largo del siglo XVIII, Thomas Wright (17111786).lrnmanuel Kant (1724-1804) y Johann Heinrich Lambert (1728-1777) ya habían formulado hipótesis. Kant, en su AIlgemeine Naturgescbichte, opinaba que el universo estelar. cuyo límite aparente constituye la Vía Láctea. consistía .en un sistema achatado comprendido entre dos planos paralelos y relativamente próximos. del cual el Sol ocupa-

ría más o menos e! centro: un universoisla. No era una idea arbitraria: basca observar el cielo nocturno (en lo posible lejos de las ciudades y otras fuentes de luz, pero entonces había muy poca contaminación luminosa) para ver que las estrellasparecen acumularse en una franja achatada (la Vía Láctea). Wright expresó sus conjeturas en una original Tbeory or Neta Hypothesis 01 Uniuerse (1750). llegando a conclusiones semejantes a las de Kant. Lambert, por su parte. sostenía en 1761 que cada estrella sería un Sol rodeado por planetas. constituyendo un sistema de primer orden; cada sol. al igual que e! nuestro, pertenecería a un conjunto compuesto por un millón y medio de estrellasque circulan en torno de un cenero común de gravedad y forman un sistema de segundo orden; a su vez, un gran número de estos conjuntos forman la Vía Láctea, sistema de tercer orden constituido por un disco de espesor relativamente pequeño. Y era posible que e! conjunto de vías lácteas formara un sistema de cuarto orden. Mientras tanto, Wright tenía'una extraña intuición, que les cuento en un recuadro. Hersche! también estaba preocupado por el tema: El conocimiento tÚ la construcción tÚl cielo ha sido siempre el supremo objeto de mis estudios. escribió en 1811.

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Las especulaciones de Kant. Lamberr o Wright eran razonables -muy razonables en realidad-, aunque su única base empírica era la observación. a simple vista. del hecho de que las estrellas se apiñaban en una franja estrecha. Herschel trató de fundamentar esta hipótesis mediante una exploración más minuciosa del cielo. contando el número de estrellas que pasaban en un riempo dado por el campo visual de su telescopio, y deduciendo estadísticamente la densidad estelar. El proyecto le llevó treinta años y. como obviamente. no pudo observar todo el cielo con su telescopio. que sólo abarcaba 1/830.000 de la bóveda celeste, tuvo que limitarse a un muestreo. Pero el asunto es que llegó a resultados muy parecidos a los predichos por Kant y Lambert: la galaxiaes una inmensa aglomeración heterogénea de estrellas. con la forma de un disco muy aplanado, con dos ejes desiguales. En 1818, Hersche! admitió que sus medios no eran suficientes para dilucidar la proporción entre los dos ejes y vaticinó que la determinación de! verdadero tamaño de la galaxiatendría que esperar a nuevas generaciones de astrónomos y telescopios más potentes, como efectivamente ocurrió. Entre tanto, había observado un tipo de objetos que parecían bastante misteriosos, y que centrarían la discusión astronómica durante todo e! siglo XIX. y es que en la naturaleza de estos

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basada en principios abstractos y geométricos, es la perfecta culminación política del racionalismo del siglo XVIII" tiempo, cambió de postura: tras observar que algunas de ellas eran ifectillamente masas de gas difuso, decidió que se trataba de objetos internos de la galaxia. La discusión se arrastrada durante rodo el siglo XIX y se resolvería recién en la segunda década del siglo xx. Herschel murió en 1822, a los 84 años de edad, y dejó tras de sí un universo mucho más rico y completo que aquel con el que se había encontrado. Gracias a él. las estrellas dejaron de verse como cuerpos celestes de naturaleza enigmática para convenirse definitivamente en soles comparables con.el astro central de nuestro sistema. Ninguna de ellas es fija; rodas, incluso el Sol, se desplazan en el espacio galáctico. Miles son en realidad astros gemelos, como sistemas giratorios cuyos movimientos obedecen a la férrea Ley de Newton. Además, muchas se reúnen en enormes cúmulos que forman nuevas unidades físicas. La distancia, aunque enorme, ya no es la misma para todas. Más allá de las estrellas brillantes y cercanas se abren inmensos campos estelares con débil luminosidad aparente, cuyo conjunto, entremezclado con masas gaseosas, constituye el disco achatado de la galaxia, nuestro universo-isla. Pero mientras Herschel retomaba con fuerza la idea observacional en astronomía, fiel al compromiso de 1758 que combinaba racionalismo y empirismo, y construía un mapa del cielo infinitamente más rico que el que exis-

da hasta entonces, dejando igualmente muchos cables sueltos para que se agarraran de ellos las generaciones sucesivas, aquí, en la Tierra, se producía un sacud6n político, social y conceptual, que también marcarla y determinaría los tiempos por venir y que era el resultado del larvado madurar del racionalismo a lo largo del siglo XVIII: la Revolución Francesa.

La Revolución Francesa y el sistema métrico decimal Aunque no sea un hecho científico, la Revolución Francesa, por su intento de construcción de una sociedad racional basada en principios abstractos y geométricos. por su elevación de la razón a cuestión de Estado, es la perfecta culminación política" de la línea. racionalista francesa del siglo XVIII, además de ser un hito político mayor en toda la historia humana. No empezó, como se suele creer, el 14 de julio de 1789 con la toma de la Bascilla, que se ha convertido en su símbolo emblemático. Fue antes: desde el 5 de mayo de ese año habían estado reunidos los Estados Generales, una antigua institución de origen medieval que congregaba a representantes de los tres estados -la nobleza, el clero y el estado llano (burguesía)- y cuyo objetivo era apoyar o mostrar la aquiescencia de la nación ante determinadas medidas del trono y, en general, aceprar el impuesto -rodas, o casi todas las asambleas medievales te-

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nían el objetivo de convalidar el impuesto-, según el viejo principio de que No hay impuesto sin representación.

Las asambleas tendrían distintos derroteros históricos: mientras que los parlamentos ingleses. después de siglos de prueba y error (bien de acuerdo con el espíritu empirista inglés), se habían convertido en poderes permanentes, los Estados Generales franceses hablan tendido a desvanecerse, y de hecho cada (rara) Ve'L que eran convocados, y no hadan exactamente lo que la monarquía requería, se los disolvía por el simple expediente de descolgar las tapicerías de las salas de deliberación. En este caso, las cosas sedan distintas: los Estados Generales de 1789 hablan sido precedidos por una intensa campaña política que inundé Francia de panfletos. Los principales reclamos eran una constitución, el impuesto consentido por el voto, carreras abiertas a los talentos, igualdad de derechos del estado llano, la periodicidad de la convocatoria. Además, el estado llano tendría doble representación. El trastorno financiero que había forzado el llamado a los Estados Generales no era irremediable: no eran (como se suele creer) los gastos de la corre los principales culpables del descalabro económico; el déficit sólo se había hecho irrernontable por la imposibilidad de imponer el impuesto a las clases ricas, nobleza y clero, y por el altísimo costo

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"Empezaba el Terror, que devoró, como Saturno, a sus propios hijos: cayó Danton y empezó la breve dictadura de Robespierre, que llegó a entronizar a la diosa Razón, y declarar un extraño culto del 'Ser Supremo' como religión oficial" unidades de pesas y medidas que sirviera para todas las naciones. Muy a la francesa, se decidió adoptar como unidad de longirud una diezmillonésima de la distancia entre el Polo Norte y el Ecuador medida sobre e! meridiano que cruza París (jobviamenrel): tal medida es el meero, con múltiplos y submúltiplos contados en el sistema decimal, del cual derivan también las unidades de área, volumen y peso. Los astrónomos Méchain y Delarnbre fueron los encargados de medir el extenso arco de meridiano entre Dunkerque y Barcelona, empresa científica larga y penosa que coincidió con los más turbulentos años de la Revolución: la Asamblea Constituyente dio paso a la Legislativa, y ésra a la Convención, con lo cual Francia se transformaba en república. Luis XVI y María Anroniera subieron al cadalso. Empezaba el Terror, que devoró, como Saturno, a sus propios hijos: cayó Danton y empezó la breve dictadura de Robespierre, que llegó a entronizar a la diosa Razón, y declarar un extraño culto del "Ser Supremo" como religión oficial de Francia. Robespierre fue apresado el IX de Termidor del afio III (27 de julio de 1794: recordemos que la Revolución, para marcar su carácter radicalmente novedoso, había impuesto un calendario propio, también decimal, que destronaba toda resonancia cristiana) y guillotinado un día después. El Dire~~~io que lo sucedió, y más tarde el Consulado, prepararon el camino de! Imperio.

En medio de todo este barullo político, las operaciones geodésicas, que habían sido iniciadas en 1792, sólo pudieron ser terminadas en 1798, superando las más imprevistas vicisirudes (Delarnbre acusado de realista, Méchain detenido en España como espía). No obstante, ya antes de esa fecha, el 7 de abril de 1795 (o el 18 Germinal del afio III de la Revolución) se promulgó la ley que introdujo el sistema métrico. El nuevo orden necesitaba una nueva manera de medir el mundo y la imponía por decrcro. "Para todos los hombres, para todos los tiempos, para rodas las naciones." Ulteriores perfeccionamientos de los instrumentos geodésicos revelaron que el metro patrón, obtenido con tan grandes sacrificios y conservado bajo la forma de una barra de platino en los Archives de Paris, no era sino una unidad convencional, en realidad separado por dos milésimas de milímetro de la magnitud que sirviera de base para su definición. Se fabricó una barra de platino e iridio. que fue depositada en la Oficina Internacional de Pesas y Medidas de Sevres, cerca de París. Sobre la barra se grabaron dos finísimas marcas: la distancia entre esas dos marcas definía el metro. Este metro patrón sobrevivió a la República, al Imperio, ya la Restauración que se produjo cuando Napoleón fue definitivamente derrotado en Waterloo y ascendió al trono Luis XVIIl.'En verdad, el metro reinó indiscutido durante casi doscientos años,

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Pero en 1983, en la Conferencia Internacional de Pesas y Medidas, en París, fue derrocado y redefinido como "la distancia recorrida por la luz en el vacío durante 1/299.792.458 de segundo". Así, la unidad de longitud queda subordinada a la unidad de tiempo, bajo la férrea vigilancia de una de las constantes universales: la velocidad de la luz en el vado, que según la teoría de la relatividad de Einstein es la misma desde cualquier sistema de referencia posible en el universo. Disra de ser una curiosidad. Las ansias de universalidad de quienes quisieron basar el sistema de medidas en las dimensiones de la Tierra (y, no lo olvidemos, en el meridiano de París) cedió al anhelo cósmico de una época que considera haber descifrado una de las claves maestras de la naturaleza, y a la que el estándar del siglo XVIII le parece arbitrario: el metro debe ser definido en función de algo verdaderamente universal, como lo es la velocidad de la luz en el vacío. No por ello, sin embargo, el metro histórico deja de servir aun a sus finalidad es, y justifica las célebres palabras de Napoleón que, no obstante haber sido hostil a la innovación, al referirse al libro de Delarnbre, La base du systéme metriqu« decimal de 1806, donde se resumen los trabajos de los dos grandes geodesras, manifestó: "Las conquistas serán olvidadas, pero el sistema métrico pasará a los siglos venideros".

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dosa descripción morfológica,Saine-Hilairese proponía establecercorrelaciones Etienne GeofFroySaint-Hilaire (1772-1844) fue, sin lugar a dudas, uno y correspondenciasque permitieran reducir la diversidadaparente de formas a de los naturalistas más notables de su época. Había estudiado mineralogía an- la realidad de un tipo único. Esto podía tes de dedicarse a la anatomía de los verificarse,por ejemplo, observando que vertebrados, pero su vocación se decidió los cuerpos del mono, de un hombre, de cuando a los 22 años fue nombrado un elefante,de un pájaro y de un pez esprofesor de zoología en el recientemente taban formados por un cierro número de fundado Museo Nacional de Historia partes colocadas,unas con respectode las Natural, cuyas coleccionesle suminisotras, en idéntico orden, traron abundante material para sus esLa caja de resonancia del mono aullatudios comparados de morfología animal. Más tarde acompañó, junto al gru- dor que confiere a este animal una voz espo de científicos, a Napoleón en su tridente no es sino un abultamiento del campaña a Egipto, donde-estudió los hueso hioides; la bolsa de fas hembras de animales del Nilo; también esruvo en los mamíftros marsupiales es un profundo repliegue de la piel; la trompa deLelefante, España y su trabajo se interrumpió recién en 1840, cuando se quedó ciego. una prolongación excesiva de la nariz; el cuerno del rinoceronte, un cúmulo consiSainr-Hilaire publicó centenares de monografías sobre montones de proble- derable de pelos, etcétera. AsI, por variamas de anatomía comparada, taxonodas que parezcan lasformas, se revelan comfa, paleontología y teratología -el esmo órganos comunes a todos. tudio anatómico de los monstruos, como cabras de.dos cabezasy lindezas por La multiplicidad de las formas del reiel estilo-: fue sin duda el primero en no orgánico era producto de! crecimienemprender el estudio sistemático de las to desigual o diferenciado de elementos deformaciones monstruosas y el primeestructuralmente iguales. ro en advertir la riqueza de informaciones que esta nueva disciplina podía Le es suficiente a la naturaleza cambiar ofrecer a la anatomía comparada. algunas de las proporciones de los órganos Perosu interés principal, y el que es para ajustarlos a sus nuevas fimciones o importante para nosotros, fue suminispara extender o restringir sus aplicaciones. trar pruebas empíricas de la doctrina de la unidad del plan estructural de los seres Lo importante de todo esto es que la vivos(lo cual le valió el elogiodel propio hipótesis de un arquetipo único implica Goerhe): mediante una afinada y cuidaun origen común, sugiere que las espe-

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cies han sufrido trasformaciones en el curso del pasado y conduce como por un rubo a una teoría de la evolución. De hecho, Saint-Hilaire adhirió a un transformismo radical y adoptó una variante de la recría de la evolución que Lamarck había enunciado en 1809 y de la cual ya hablaremos. Los animales que actualmente viven descienden, por una serie de ininterrumpidas generaciones, de animales perdidos del mundo antediluviano. La verdad es que Geoffroy fue el creador de una amplia síntesis pero no siempre reconoció los alcances de sus hipótesis y, sobre todo, no fijó de manera demasiado sensata los límites de validez de sus deducciones. Extendiendo el valor de su plan morfológico a la totalidad del reino animal, llegó a comparar el esqueleto de un artrópodo con la columna vertebral de un vertebrado, no vacilando en sostener que e! insecto vive dentro de su "columna vertebral", mientras que el mamífero vive alrededor de ella. Pasando luego de lo general a lo particular, trató de homologar cada elemento del cuerpo del insecto con un elemento del cuerpo del vertebrado. Tales conclusiones, unidas a sus convic;' ciones transformistas, levantaron la oposición de Cuvier, cuyo sistema taxonómico y la creencia en la inmutabilidad de las especiesse oponían a las concepciones de su antiguo amigo.

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Saint- Hilaire se contorsiona para asemejarse a un pulpo; en el próximo fascículo entenderemos por qué.

1.- Vertebrados, con esqueleto axial y cavidad médular. 2.- Mollusca, con sistema nervioso compacto en masas separadas. 3.-Arciculata, con sistema nervioso consistente en dos cuerdas ventral es; evidencian además la transición del aparato circulatorio vascular de los tipos anreriores hacia el sistema traqueal. 4. - Radiata, sin sistema nervioso ni circulatorio; efectúan las funciones animales y vegetativas en forma rudimentaria, y se caracterizan por una estructura con simetría radiada. Cada UIlO de estos grandes tipos con-

taba con subdivisiones, de modo que se tivaron, en 1830, la resonante centrollegaba a categorías cada vez menores: versia que sostuvo con quien había sido clases, órdenes, géneros y especies. Lo su maestra y amigo en París: Geoffroy inreresanre de todo esto es que los cuaSainr-Hilaire y de la que hablaremos en tro tipos, para Cuvier, poseían la misel próximo fascículo, ya que la polémica, por debajo de los detalles sobre el ma realidad material que los propios organismos individuales que formaban parecido entre mamíferos y pulpos (en parte de la clase; cada uno correspondía lo cual Cuvier tenfa toda la razón), poa un plan de la naturaleza, a un pensanía en juego la idea biológica central del . siglo XlX: la reoría de la evolución. mienro único del creador, y por lo tanto entre esas cuatro formas estructuraColaboró en este fascículo les no había transición posible que permitiera insinuar la idea de una escala Nicolás Olszevicki. evolutiva de los seres vivos. Fueron estas convicciones las que mo- [email protected]

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24. La teoría de la evolución

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"Si uno se lo propone, la línea transformista puede remontarse a la Antigüedad, ya que el propio Anaximandro de Mileto (s. VII a.

c.) opinaba que la vida se había originado en el agua" experienciasfuturas con las especies10Darwin resolvierala cuestión. Pero antes gradan dilucidar cómo ésrasse habían de hablar de Charles Darwin, uno de los engendrado y modificado y Leibniz sumás grandes científicos de toda la histogirió también que las especiesestaban ria, tenemos que hablar de otro Darwin. sujetas a cambios. Erasmus Darwin En Francia, Benoít de Maillet (16561738), como buen neptunista que era Porque nuestro Darwin, el protago-es decir, partidario de la reorfa del océ- nista indiscutible de este fascículo, no ano en rerirada-, ya había tratado de ac- surgió ex nibilo sino todo lo contrario: tualizar las ideas de Anaximandro, "hasu familia había tenido un vínculo casi ciendo descender" a las avesde los peces íntimo con la biología y con el problevoladores, los leones de las focasy al ma de la evolución. Seguramente Rohombre del tritón, compañero legenda- bert Darwin (1682-1754), el padre de rio de la sirena. Erasmus -y bisabuelo de Charles-, fue El transformismo del sigloXVIII ya es el primero en acercarsea una disciplina otra cosa: en pleno Iluminismo, George- que todavía estaba tan en ciernes que ni Louis Leclerc,conde de Bufron (1707siquiera reuía nombre cuando, en 1718, 1788), que era el encargado de los jardi- observó un fósil inusual incrustado en nes del rey, en París, creó su propio y un bloque de piedra que se encontraba muy voluminoso sistema natural que, al en el pueblo y, movido por la curiosirevésde Linneo, sostenía una idea de dad, decidió estudiarlo: ahora se sabe universo en movimiento y cambio: aun- que era parte de un plesiosauro del períque mantuvo los arquetipos fijos (molodo Jurásico. Lo cierto es que, gracias a des internos), creados por Dios, se las él, el fósil fue presentado a la Royal Soarreglaba para induir variacionesque se ciery y, como agradecimiento, se lo invipodrían interpretar como modificación t6 a asistir el 18 de diciembre de aquel de especies.Aseguraba,por ejemplo, que año a una reunión de esta sociedad, muchas de las formas que se podían ver donde conoció al propio Newton, que día a día eran "degeneraciones"de ElUentonces era su presidente. nas anteriores, lo cual-se mire como se Su hijo Erasmus, el abuelo de Darmire- lindaba más con el transformismo win, se formó por lo tanto en un amque con el fijismo. Dicho sea de paso, su biente donde la curiosidad por el munobra también se transformó en un clási- do natural era mayor que lo normal. co de la lengua francesa, más allá de inLuego de recibirse como médico en teresesbiológicos de los lectores. 1755 y ya con cierto renombre como El siglo XVIII empezó a preparar el poera, comenzó a publicar informes terreno para que, en el siglo siguiente, científicos sobre otros temas, entre los

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cualessobresalía la preocupación por la posibilidad de construir máquinas de vapor y por entender el modo en que se forman las nubes. Se casó con Mary Howard, conocida como Polly,y la pareja tuvo tres hijos que llegaron a la edad adulta (Charles, Erasmus y Roben, el padre de Charles). Mientras trabajaba como médico, Erasmus fue nombrado miembro de la RoyalSocieryen 1761, se codeó con científicos de la talla de James Wan, Benjamin Franklin y joseph Priestley, fue el primer inglés en aceptar las teorías de Lavoisiersobre el oxigeno, tradujo a Linneo, se interesó por las inversiones en canales, apoyó la creación de una fábrica siderúrgica... y, fundamentalmente, se hizo muy amigo de Josiah Wedgwood, un millonario fabricante de cerámicas, con cuya hija se casaría su propio hijo, Robert. Ames de que se casaran, Josiah falleció, dejándole como herencia a su hija el equivalente de dos millones de libras actuales. Se imaginarán por qué el hijo de este matrimonio, el mismísimo Charles Darwin, nunca tendría que preocuparse por cuestiones económicas. Lesconté que Erasmus Darwin era, en[reotras cosas,poeta. Pero no era un poeta cualquiera:usabalos versosy lasrimas para intentar atraer a la gente hacia los placeresde la botánica, en una obra que se basabaesencialmenteen las teoríasde Linneo.Y también se le animó a la prosa: en 1794, publicó el primer volumen de . su Zoonomta, donde expusosu teoría so-

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"Las discusiones entre las dos grandes figuras de la anatomía comparada

francesa fueron un verdadero acontecimiento, que sacudió el mundo científico y que tuvo en vilo a miles de personas de la Europa ilustrada" Go~the:¿Qui piensas de estegran evento?¡El uolcdn ha erupcionado, todo está en llamas! Soreal.Ina historia terrible, pero ... ¿podrla haberse esperado, bajo circunstancias tan notables y con un ministro tal, otra cosa que nofuera la expulsián de la familia real? Goetbe.Parece que 110 nos estamos entendiendo, mi buen amigo ... No estoy hablando de toda esagente en las calles,para nada, sino de algo completamente diferente. Estoy hablando de la polémica, de la mayor importancia para la ciencia, entre Cuuier y Geoffroy Saint-Hilaire, que ha estallado en plena Academia.

mente válido. Y algunas de las conclusiones que sacaba -como aquelJa que les conté el fascículo pasado acerca de la homología entre el esqueleto de los artrópodos y la columna vertebral de los vertebrados- junto a, obviamente, su transformismo radical, provocaron la oposición de su antiguo ayudante y amigo Cuvier, ahora convertido en rey -más bien dicrador- de la biología francesa. La tensión entre ambos sistemas estaba latente (el transformismo de Geoffroy era obviamente incompatible con la idea de Cuvier de que entre los cuatro grandes tipos no había. ninguna forma .de relación), pero la ruptura definitiva se produjo cuando Sainr-Hilaire sometió Sorer permaneció callado. con entusiasmo a la Academia de París el Lo que ocurre es que Goethe exagera- trabajo de dos jóvenes naturalistas -Lauba, pero no tanto. Las discusiones entre rencet y Meyranx-, que pretendían delas dos grandes figuras de la anatomía mostrar que la estructura anatómica de comparada francesa, que se lJevaron a pulpos, calamares y sepias podía ser concabo de manera pública a lo largo de cebida como si e! animal fuera un vertedos meses en 1830 pero que se venían brado doblado hacia atrás a la altura del gestando durante toda la última década, ombligo, con la pelvis debajo de la nuca fueron un verdadero acontecimiento, y los pies en la proximidad de la cabeza. que sacudió el mundo científico y que De este modo, un pulpo, al desplazarse tuvo en vilo a miles de personas de la con sus renráculos, ofrecería cierta semeEuropa ilustrada, poniendo sobre el tajanza con los movimientos de un acrópete uno de los temas que habría de ge- bata que marchara simultáneamente con nerar una de las más importantes revosus pies y con sus manos, doblados la caluciones de la cosmovisión occidental beza y los hombros hacia atrás. de que se tenga memoria. Era ir demasiado lejos, sobre codo para Saint-Hilaire había creado un gran sis- alguien que, como Cuvier, basaba su tema, es verdad, pero, como suele ocupropio sistema en una separación tajante rrir, lo había extendido más allá de sus entre vertebrados y artrópodos. La situaposibilidades, para hacerlo universalción lo merecía y la Academia, ni lenta

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ni perezosa, organizó una serie de debates públicos que se llevaron a cabo todos los lunes por la tarde. En discusiones que tomaban horas y en las que los argumentos se repetían hasta el hartazgo frente a un público masivo y ruidoso, el entonces pope de la biología francesa mostró, en primer lugar, que las analogías propuestas por los "apadrinados" de Sainr-Hilaire eran claramente inventadas, pero luego amplió el campo y atacó la unidad de! plan anatómico del reino animal, iniciando así una discusión de mucho mayor alcance, que merece indudablemente un capítulo aparte en la historia de las grandes polémicas científicas. El interés despertado por las discusiones terminó por alcanzar a todos los países donde había científicos que meditaban sobre tales problemas. Parecía que habían vuelto los tiempos antiguos, en los que las discusiones filosóficas sacudían al mundo (como lo testimonia la anécdota de Goeche). Las posiciones de los científicos estaban divididas: los pensadores austeros, acostumbrados a la marcha severa de la ciencia antes que a su vuelo rápido, dieron la cazón a Cuvier, mientras que los espíritus audaces adhirieron a Geoffroy. Acaso por el prestigio con el que ya contaba, acaso por la meticulosidad con la que presentaba sus argumentos o por sus vasúsimos conocimientos de anaromfa, la polémica concluyó con una "victoria" de Cuvier, que logró poner en evidencia las exageraciones de Geoffroy

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Lamarck pensaba que Losanimales podían legar a su progenie los rasgos cambiados (en este caso,

el cuello alto).

lugar prominente en la biología, palabra que, dicho sea de paso, él mismo inventó (al mismo tiempo que los médicos alemanes Treviranus y Burdach). Transformista desde el vamos, Lamarck opro por el arquetipo cambiante que ya vimos que sostenía Erasmus Darwin: su versión de la evolución consideraba que en cada especie determinados animales podían ir cambiando sus características en su interacción con el medio ambiente y legar esos rasgos cambiados a su progenie. En 1809, en su Filosofta zoológica, afirmó que los seres vivos tendían a adaptarse mediante el abuso de algunas partes de su cuerpo y el descuido de otras, abuso y descuido que se transmitían a sus descendientes. Las partes inútiles se atrofiaban gradualmente, mientras las adaptativas se desarrollaban y así, mediante la transmisión hereditaria y la acumulación, lentamente las especies se iban modificando. Los primeros y primitivos seres vivientes se

habían originado por generación espontánea a partir de una especie de caldo inicial y mediante ese mecanismo de adaptaciones, atrofias e hipertrofias, habían dado lugar a la enorme variedad biológica actual. El ejemplo favorito de Larnarck era el de un animal recién descubierro por los europeos: la jirafa. Un antílope primitivo, sostenía Lamarck, aficionado a comer hojas de árbol, estiró su cuello hacia arriba con toda su fuerza para alcanzar el máximo de hojas posible y junto con su cuello también sus' patas y su lengua. El estiramiento así producido se transmitió a sus hijos, que repitieron la operación, estirando patas, cuello y lengua más aún. De esta manera, de generación en generación, las proporciones de aquel olvidado antílope se fueron modificando, hasca devenir toda una jirafa. Los cambios se iban profundizando durante siglos y los sucesivos desarrollos iban mejorando las especies que

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mostraban, al final, la maravillosa adaptación que hoy vemos. La hipótesis era atractiva, qué duda cabe, pero tenía un obstáculo insalvable: los caracteres adquiridos no se heredan. Por más que una jirafa estire su cueUo, su prole no heredará el estiramiento, del mismo modo que, si se le corta la cola a un ratón, sus hijos no nacerán sin cola: la doctrina de los caracteres adquiridos no pasaba la prueba empírica (Lamarck y sus seguidores tampoco habían realizado demasiados estudios concretos que dieran cuenta de los mecanismos· por los que los ambientes permiten este proceso de mejora de la especie, no examinaron fósiles y tampoco prestaron atención a la biogeografía). Aunque, intuitiva como era, podía explicar bastante bien la evolución de las especies. y era efectivamente un avance con respecto a la doctrina que, con mano de hierro, Cuvier defendía en Francia. Pero jusrarnenre la "dictadura" del fijismo

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naturaleza debía resultar determinante a una fracci6n sobrevive a la lucha por la la hora de seleccionaralgunos rasgosy existencia y llega a poder reproducirse. no otros, aunque no podía hacer nada Como nacen más individuos de los que para que "apareciera"tal o cual rasgo. pueden sobrevivir, y parte de éstos deben ¿Qué mecanismo jugaba en la naturaleza desaparecer; en cada caso hay una lucha el papel del criador y se constituía en e! por la existencia, ya sea entre individuos motor de! cambio? Ese era el asunto. de la misma especie, con los de otra o con Esascosasestaba pensando cuando, en las condiciones de vida. 1838, leyó el libro de Thomas Malthus llamado Ensayo sobre el principio de la Ahora bien, cada camada presenta vapoblación, en el cual exponía una teoría riaciones naturales: habrá ejemplares sobre la competencia por sobrevivirque, más y menos fuertes, con un color más según él, se daba en la sociedad humana: y menos propicio al mimetismo, más y menos ágiles, con mayor o menor capaLa poblacián, si no se pone obstáculos a cidad alimentaria o con mayor capacisu crecimiento, aumenta en progresi6n ge- dad de huir de sus predadores. ométrica, en tanto que los alimentos necesarios al hombre lo hacen en progresián Hay también muchas diferencias ligearitmética. ras, como las que se observan en distintos descendientes de los mismos padres, y a las Malthus sostenía que el único límite que llamaremos "diferencias individuapara el crecimiento de la población estales': Estas diferencias son de gran imporba dado por el medio ambiente y la can- tancia, ya que aportan material sobre el tidad de alimento disponible, que, al cual actúa acumulativamente la seleccián multiplicarsemás lentamente que los hu- natural, tal como el hombre acumula, en manos, los obligaría,tarde o temprano, a una direccián determinada, las diferencias competir tenazmente para conseguir el individua/es de las especies domésticas. sustento. Sólo algunos sobrevivirían.Este enunciado tan catastróficocomo poco y seguía: serio (ya que ninguna de las progresiones de Malthus puede ser atestiguada)ayudó Pero cada uno tk estos cambios es tan a Darwin a dar con la clavedel mecanis- pequeño, y su acumulacián tarda tanto mo evolutivo:la selecciónnatural. tiempo, que no alcanzamos a apreciarlo, y cuando observamos las transformaciones De cada especiey en cada gmeraci6n producida! a lo largo de losperiodos geolónacen muchos más ejemplares de los que el gicos s610vemos que lasformas orgánicas medio ambiente puede sostener; solamente actuales son muy diferentes de las antiguas.

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Aquellos con un carácter más adaptativo tendrán mejores posibilidades de llegar a reproducirse, y como el carácter no es adquirido sino natural, lo transmitirán a sus descendientes. En sucesivas generaciones, la selección actuará una y otra vez en favor de ese rasgo, que tenderá a hacerse predominante. Y así, estos caracteresdiferenciados, cuando se acumulan, a través de las eras, terminan por dar lugar a una nueva especie. No es que el antílope de Lamarck estirara su cuello hasta convertirse en jirafa, es que, para continuar con el ejemplo, aquellos antílopes que debido a las variaciones naturales tenían el cuello un poco más largo podían alimentarse mejor, y tenían, en consecuencia, más chances de procrear una descendencia que, como se trataba de un rasgo natural, heredaría el cuello largo. Debido a la lucha por la existencia, la más pequeña variación, si es de 'alguna manera favorable a lo. individuos tÚ una especie, ayudará a la conseruacián d~ Jos mismos y será, en general, heredada por sus descendientes. Estos, a su vez, tendrán mejores posibilidades de seguir con vida, pues de los muchos individuos de una especie que nacen, s610 un pequeño número puede sobrevivir.

La operación, repetida al compás de las generaciones, iría lentamente favoreciendo la reproducción de los que tuvieran cuellos más largos hasta dar, mucho

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Charles Darwin, uno de los científicos que cambió para siempre la cosmovisi6n del hombre.

El segundo libro de Darwin, EL origen del hombre y la selección con relación al sexo, expandió la evolución para incluir cuestiones morales y psicológicas. Ya fuera por miedo, por cautela o por falta de convicción, en ninguna parte Darwin habló específicamente del hombre como descendiente de los monos, sino que le dejó ese campo a uno de sus más fervorosos apologistas, Thomas Huxley (1825-1895), el abuelo del escritor. HuxIey llevó las conclusiones de la teorfa de la evolución máslejos que el mismo Darwin y publicó, en 1863, su propio libro (La evidencia del lugar del hombre en la naturaleza), en el que aseguraba que

En cualquier grupo de órganos que se estudiara, las diferencias estructurales que separan al hombre del gorila y del chimpancé no son tan grandes como las que separan al gorila de los monos mds simples. Provocó, desde ya, el horror de la sociedad de la época. Esos dignos caballeros y .damas vicrorianos que-se consideraban el centro del mundo (un poco como los norteamericanos de hoy) no aceptaban fiícilmente estar emparentados con los monos. Pero lo cierto es que del mismo modo que Copérnico había descentrado a la Tierra del centro del universo, Darwin descentraba al hombre del cenero de la biología, y destruía la idea de su especificidad, presentándolo como el resultado

de una fuerza ciega, la selección natural, que actuaba sin objetivos ni propósitos. Había que ser cauto, no obstante, con la cuestión religiosa. y Darwin ciertamente lo fue: Hay magnificencia en esta concepción de que la uida; con sus variadas posibiliJodes, foe alentada originariammte por Dios en unaspocas formas o en una sola, y que, mientras la Tierra giraba segtén la ley de gravitación, desde un comienzo tan sencillo sepropagaron y desarrollaron formas infinitas, cada vez mds hermosas y deslumbrantes. Pensado así, la selección natural no sólo no le restaba importancia y magnificencia a la tarea divina de la creación sino que, por el contrario, se las sumaba: si Dios podía lograr la maravillosa diversidad de la vida a partir de la conjunción de una sola forma original, un puñado de leyes físicas y, fundamenraJrnenre, el tiempo (cosa que a Dios, por supuesto, le sobra) ... ¿para qué esforzarse en vano diseñando tantas especies desde el principio? ¿No era más conmovedor pensar que en un arquetipo (como aquel en el que pensaba Saint-Hilaire) estaba contenida, en potencia, toda la vida que habría de venir? Para la Iglesia Anglicana, por lo menos, la respuesta estaba clara: no. Cuando Thornas Huxley defendió frente al obispo I de Oxford la teoría de la evolución y éste le preguntó si él descendía del mono por

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parre de madre o de padre, respondió con británica y darwiniana Rema: Preferirla descender del mono por ambas partes y no tener el minúsculo cerebro de quien fonnuló la pregunta. Darwin murió en 1882 y fue encerrado con todos los honores en la Abadía de Wesrmmster, cerca de la tumba de Newton,

La teoría de la evolución estaba incompleta Aunque es mucho lo que permanece oscuro, no puedo abrigar la menor duda de que elpunto de vista que hasta hace poco sostenla la mayoria de los naturalistas, y que yo mantuve anteriormente, a saber, que cada especie ha sido creada de manera independiente, es erróneo. Estoy convencido de que las especies no son inmutables, sino que las que pertenecen a lo que se llama el mismo género son descendientes directos de a/gzma otra especie generalmente extingtúda, de la misma manera en que las variedades reconocidas de una especie cualquiera son descendientes de esta especie. Darwin El origen de las especies tuvo un impac-' to comparable a los Principia de Newton (si es que algo se le puede comparar) y terminaría por convertirse en el eje de la biología. Pero la teoría de la evolución de 1859 tenía sus dificultades: ¿por qué es que hay especies tan definidas y faltan

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"Los rasgos seleccionados 'positivamente' no están ligados a valores 'positivos' trascendentales sino relativos: puede ser positivo algo en un determinado ambiente

. en otro " y negat~vo Una confusión sobre la supervivencia del más apto Darwin era consciente de que el término "selección natural" que utilizaba para describir este proceso invitaba a la confusión, ya que "seleccionar" parece un acto volitivo, de la voluntad. Por eso, reconoció que no podía encontrar uno mejor pero se ocupó de aclarar posibles dudas:

Se ha dicho qll( yo hablo de la selección natural como de una potencia activa o una divinidad, pero ¿quitn hace cargosa un autor que habla de la atracción de los planetas? La selección natural no es una fuerza que actúe con propósito alguno, ni en determinada dirección;

'no produce" loscambios, como han entendido ciertosautores;sólo implica la conservación tÚ las variacionesque apareceny qut: resultan beneficiosaspara los uresorgánico:en su adaptación a las condiciones tÚ vida. Asimismo, los rasgos seleccionados "positivamente" no están ligados a valores "positivos" trascendentales sino relativos: puede ser positivo algo en un determinado ambiente y negativo en otro. La velocidad, el tamaño, la vista o incluso la inteligencia pueden ser buenos, malos o neutros en un medio ambiente siempre cambiante, y sólo se manifies-

tan como tales a lo largo de millones de afios. La selección natural sólo conserva los rasgos adaptativos, es una fuerza ciega y puramente material. Por supuesto, la tentación de usarla en cuestiones sociales fue inmediata y ase lo hizo la corriente del darwinismo social, al aplicar la lógica de la evolución a la sociedad humana, argumentando que las personas y los grupos están sujetos a las mismas leyes de selección natural que había descripto Charles Darwin. De esta manera, por ejemplo, la dominación de un pueblo por otro era entendida como un mero reflejo de una supremacía "natural" legitimada por la ciencia positiva. Uno de los representantes más conocidos del darwinismo social fue Herhect Spencer (1820-1903), que acuñó el concepto de "supervivencia del más apto". Spencer pensó a la sociedad como un organismo vivo en el que eran válidas las leyes biológicas. Así, el individualismo y la competencia funcionaban como las.claves para entender a una sociedad que tiende a mejorar inevitablemente, de la misma manera que las especies -supuestamentemejoraban gracias a la evolución. La teoría spenceriana especulaba a partir de una definición del más apto muy alejada de la ciencia darwiniana y manejándose con períodos de tiempo que nada tienen que ver con la biología, pero era de esperar que el capitalismo triunfante, todavía con grandes resa-

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bios de la Revolución Industrial, la utilizara para legitimar algunas de sus atrocidades. La derivación más terrible del darwinismo social, sin embargo, fue la eugenesia, inventada por el antropólogo británico Frances Galron (1822-1911) (primo de Darwin), quien creó el término a partir del griego e1~genes,que significa "dotado por la herencia de la cualidad de los nobles". La idea de Galton era que los rasgos mentales y físicos eran hereditarios y, por lo tanto, debería cruzarse a los mejores para generar una raza de seres superiores. Prácticas eugenésicas se produjeron durante la primera mitad del siglo XX en muchos paises "insospechables", y las teorías y horrores raciales de los nazis están vinculados con ellas.

Balance La teoría de la evolución integra finalmente a la biología dentro del universo de las disciplinas newtonianas y la selección natural se transforma en el principal mecanismo que describe la historia de la vida. El mundo orgánico, así, tiene una historia que puede ser descripta, analizada y contrastada. Y aunque en ese sentido la teoría de Darwin es plenamente clásica, la selección natural, esa fuerza ciega sobre la que casi nada se puede decir y que sólo permite explicaciones expost (después de los hechos), no es completa ni enteramente newtoniana, ya que incluye el

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La teoría de Darwin quitó al

hombre de su lugar privilegiado como centro de la Creación.

Los rasgos adaptativos sufren acumulación, que se hace más pronunciada con cada generación. . Ya medida que varIan las cercustancias malevas las especies van cambiando y salen especies nuevas.

Las especies esringuidas millones de años atrás aunque hayan sido valientes dejan güesos, nada más. y hay que andarse con mucho ojo porque acá en el arrabal ies más fuerte que la yuta la sdesión natural! El malevo de suburbio que no sabe biología podrá tener muchas minas pero siempre anda en la vía. No me gusta la inorancia aquí hay que usar la cabeza. Como dijo Charles Darwin, siempre por algo se empieza. y le digo al malevaje que es importante estruirse porque si no, cualquier día, van a tener que estinguirse. Male~o que-da consejos no es malevo, es un amigo,

escuchen lo que les digo y estudien la evolución para estar bien preparados cuando llegue la estinción". Milonguira darwiniana con su corte y su quebrada, enseguida se termina y aquí no ha pasado nada.

384

Milonguica darwiniana que se canta con ternura en el barrio de Pompeya cuando la noche está oscura. Colaboró en este fascículo Nicolás Olszevicki. [email protected]

25. El triunfo de los átomos en el siglo XIX

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Los átomos de Dernócrito.

bies, "sin partes" (eso es lo que significa precisamente a-tomo en griego; "a", sin y "tomo", parte). Ya recordaran cómo razonaba Dernócrito: si un cuchillo penetra la materia es porque hay en ella vados, intersticios' naturales por donde abre el cuchillo su camino separando a los átomos; si no existieran esos intersticios, el cuchillo jamás podría penetrar. Así, concluía, cada sustancia no es más que un conjunto de pequeñas partículas macizas, indivisibles y específicas de esa sustancia. Hay infinitos átomos que, gracias a sus formas complementarias, pueden combinarse dando todas las demás. Aunque invisibles, los percibimos por sus propiedades secundarias: por ejemplo, aquellas sustancias con átomos redondeados acarician la lengua (y tienen gusto agradable), mientras que las que están formadas por átomos rugosos resultan 'ácidas e irritantes. Los átomos-de Dernócriro eran invisibles, pero para nada abstractos o teóricos, sino perfectamente reales. Y aunque no pudiera haber evidencia empírica sobre su existencia, para los atomistas eran una realidad contundente. La otra respuesta fue la de Aristóteles, quien sé opuso al atomismo de la escuela de Abdera y lo criticó ácidamente al sostener que la materia podía dividirse indefinidamente. Y era coherente, porque Aristóteles, al negar radicalmente la posibilidad del vacío, no podía aceptar que entre átomo y átomo no hubiera nada. Además, argumenca-

ba, si los átomos tenían volumen, por chico que fuera éste ... ¿por qué no se iban a poder dividir? Bastaría con tener un instrumento suficientemente fino. El argumento era razonable. Pero el asunto es que como la controversia era imposible de resolver experimentalmente, ambas posiciones (o creencias) se mantuvieron en equilibrio a lo largo de los siglos. A pesar de la enorme 'autoridad de Aristóteles, un atomismo larvado empujaba a los alquimistas; Galileo, Newron y los hombres de la Revolución Científica -en Inglaterra especialmente- en general fueron atomistas, y los físicos del siglo XVIII, que se interesaron por los gases, tendían a pensarlos como conjuntos de partículas, imaginando que la presión sobre las paredes de una caja se debía al golpeteo simultáneo de grandes cantidades de átomos. Descartes y los cartesianos, por el contrario, sostuvieron la continuidad e' infinita indivisibilidad de la materia, que identificaban con el espacio mismo. Así las cosas, cuando en el año 1771 se publicó la primera edición de la Enciclopedia Británica, la palabra "átomo" se describía casi con la misma definición de Dernócriro:

En filosofta (sic), una particula de materia tan pequeña que no admite división. Los átomos son-la "minima naturae" (los cuerpos más pequeños) y re conciben como losprimeros principios de toda magnitud ftsica.

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Lo cual muestra que no se había avanzado nada y los átomos seguían siendo tan especulativos corno siempre. Lavoisier, de hecho, escribió imprudentemente:

Respecto de esos-simples e indivisibles átomos de los cuales toda la materia está compuesta; es muy probable que nunca sepamos nada sobre ellos.

Es decir, una especie de programa negativo, que hablaba delo que nunca se podría hacer. Siempre es peligroso. Y en este caso, justamente, los. átomos químicos estaban a punto de entrar en escena.

Un señor que confundía los colores Tal vez no haya que culparlo demasiado a Lavoisier por no haberredondeado "del todo" su revolución; al fin y al cabo, la Revolución Francesa se encargó de cortarle la cabeza antes de que pudiera intentarlo. Bastante hizo, de, todos modos, pero lo cierto es que la tarea quedó en manos de John Dalton (1766-1844), que le dio rango constitucional y cuantitativo, a la vez que un contenido empírico, a la.gran intuición de Dernócrito sobre la estructura de la realidad. Dalron nació en la pequeña localidad inglesa de Eaglesfíeld, pero en 1793 se trasladó a Manchesrer, donde habría de vivir el resto de su vida y donde regularmente presentó trabajos ante la Literary

Dalton dibujaba los átomos como pequeñas bolitas.

and Philosophical Sociery,que presidió a partir de 1817. El primero trataba "de la ceguera ante los colores", enfermedad que padecía y que desde entonces se llama daltonismo. Más o menos desde 1800, nuestro amigo venia reflexionando sobre el hecho -bien conocido por los químicosde que si un compuesto contenía dos elementos en la proporción de cuatro a uno, siempre iba a mantener esas proporciones y nunca 9 a 1, o 4 a 2. Esto es: no importaba qué cantidad de ese compuesto se tuviera, las proporciones siempre sedan fijas. y lo curioso es que, además, involucraban números enteros. Louis-joseph Prousr (17541826) pudo demostrarlo pesando los compuestos cuidadosamente. Dalton llegó entonces a la conclusión de que este fenómeno era una buena prueba de la existencia de los átomos de Dernécrito, dado que se entiende fácilmente si se supone que cada elernentOestá formado por partículas indivisibles: si la partícula de un elemento pesa cuatro veces más que la partícula de otro y el compuesto se forma al unir una partícula de cada uno, las relaciones de peso serán justamente ésas (4:1) Y ninguna otra. Para elaborar una teoría científica de los átomos, Dalron usó esta ley de las proporciones simples y también la ley de las proporciones múltiples, en las que un elemento se combina en dos proporciones definidas, como por ejemplo el carbono, que puede

hacerlo con una parte de oxígeno, y da monóxido -CO- o dos y da dióxido de carbono -COl-. y así fue como en 1808 dio a conocer estas ideas en su Nuevo Sistema de Pi/osofia Qufmica, basándose en un nutrido aporte de hechos experimentales y cuatro supuestos. • Toda la materia está compuesta de átomos sólidos, indivisiblesy completamente homogéneos, es decir, sin huecos en su interior. • Los átomos son indestructibles y preservan su identidad en todas las reacciones químicas¡ no pueden descomponerse para formar arras átomos. Las reacciones químicas implican un cambio en la distribución de esos átomos: las cenizas que quedan después de la combustión y los gasesque se liberan son de la misma materia que había al comienzo, pero reorganizada. • Hay tantas clases de átomos como elementos químicos: a cada elemento químico corresponde un tipo de átomo definido y específico y, por supuesto, no es posible transmutar un átomo en otro distinto. Hasta aquí, seguía los pasos de Dernócrito (salvo en el hecho de que para Demécrito había infinitas clases de átomos), pero el cuarto supuesto iba más lejos: • Cada átomo está asociado con una magnitud propia que lo caracteriza: el peso atómico.

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Resumiendo: los átomos daltonianos son sólidos, indivisibles, incompresibles y completamente homogéneos -sin huecos en su inrerior-: son indestructibles y preservan su identidad en todas las reacciones químicas. Hay tantas clases de átomos como de elementos químicos, a cada elemento químico corresponde un tipo de átomo definido, y difieren ligeramente en peso. Precisamente, la característica que define a un átomo es su peso (peso atómico, para ser más precisos), el encargado de darle entidad experimental y de sacarlos del limbo especulativo. Con estos supuestos, Dalron daba a los átomos entidad cienrfficay experimental, ya que el peso atómico se podía medir y de paso permitía cuantificar completamente la química. Y ahí, justamente ahí, estaba el asunto. Porque lo que hizo nuestro amigo fue calcular los pesos atómicos de los elementos definidos por Lavoisier (comando como unidad el peso del hidrógeno) y sentar firmemente la nueva teoría, que fue aceptada por la mayoría de los químicos, sorprendentemente, con relativamente poca oposición. Con Dalton, la química se hizo atomista y, aunque las discusiones subsistieron, especialmente acerca de si los átomos eran "reales"o no, ya no habría marcha atrás: aunque los átomos aún no se podían ver, ahora por lo menos se podían pesar, y pasaban definitivamente, pues, del terreno de la filosofíaal de la química.

"Las pequeñas bolitas de Dalton se combinaban en e átomos compuestos', lo cual parecía resolver el problema de la estructura de la materia. Eran corno los

de Demócrito, macizos, y así habrían de perdurar hasta comienzos del siglo XX" Las pequeñas bolitas de Dalron, además, se combinaban en "átomos compuestos" (en terminología actual, moléculas), lo cual parecía resolver el problema de la estructura de la materia. Eran como los de Dernécriro, macizos, y así habrían de perdurar; s610 hacia comienzos del siglo XX cada uno de los presupuestos de Dalton empezó a ser demolido por nuevos y asombrosos descubrimientos. Si bien Dalron era cuáquero y sus principios no le perrnirían admitir ninguna forma de gloria. el éxito de la teoría atómica daltoniana crecía y su fuma también; empezaron a lloverle honores de las sociedades científicas extranjeras y su entierro, en 1844, estuvo muy lejos de su deseada intimidad: se acercaron allí más de 40.000 personas.

La hipótesis de Prout Los átomos de Dalron se impusieron, pero las dudas respecto de su existencia real se mantuvieron durante muchas décadas. Todo el mundo estaba convencido de que la teoría atómica era esencial y conveniente para calcular proporciones y compuestos, pero los átomos propiamente dichos no se podían ver ni tocar y, de hecho, se manejaban como entidades puramente abstractas o matemáticas (algo así como los meridianos y los paralelos: aunque la geograBa no funciona sin ellos, nadie espera tropezar con un meridiano cuando viaja por la superficie de la Tierra). ¿Se trataba entonces de elernen-

tos teóricos o tenían existencia -y consistencia- Bsica? La verdad es que nadie era capaz de contestar esa pregunta. Aun en 1860 los átomos eran tomados con mucha precaución por los químicos, y no había, por cierto. ninguna prueba de su existencia real. Pero además había otro asunto, un reparo de tipo metafísico y si se quiere hasta religioso. Dalton había supuesto que a cada uno de los elementos químicos -en esa época se conocían ya unos cuantos-le correspondía un átomo distinto. lo cual implicaba que el mundo estaba construido por lo menos con cincuenta bloques básicos elementales. y esto ya resultaba increíble. ¿Cómo podía ser, argumentaban algunos, que Dios hubiera utilizado tantos bloques distintos para construir el mundo? Entre los detractores de la teoría estaba Humphry Davy, el hombre que puso en el camino de la ciencia a Faraday y que encima había encontrado, él mismo, más bloques, como el sodio. el potasio y el cloro. Era difícil de creer. La vieja obsesión por la simplicidad, la firme y enraizada creencia de que el fondo de la naturaleza es sencillo, la obsesiva convicción de que la arquitectura del mundo es elegante y simple reaparecía una vez más. Es una creencia, por supuesto, porque no hay ninguna razón para suponer que el mundo en el fondo es simple. Podría perfectamente ser muy complicado, y hasta se puede decir que lo es. Este

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asunto de la simplicidad se había planteado en astronomía: el sistema astronómico griego, elaborado por Tolomeo, era extraordinariamente complejo, era infernalrnente complicado y Copérnico lo reformó, entre otras cosas. por eso. Algo por el estilo pensaría el físico inglés WiUiam Prout en 1815. casi una década después de la formulación de Dalron. Prout observ6 un fenómeno muy interesante: los pesos atómicos de casi rodos los elementos se aproximaban mucho a números enteros yeso, pensaba, no podía ser porque sí ni por casualidad. El hidrógeno es el más simple de los elementos y su peso atómico es 1. Los pesos son los pesos de los átomos, pero medidos en relación con el peso de un átomo de hidrógeno. Si se lo midiera en gramos, sería 0,000 000 000 000 000 000 000 001 de gramo o poco menos lOa la menos 23 gramos. El peso arómico del carbono es 12, es decir, que pesa como doce átomos de hidrógeno, yel peso atómico del nitrógeno es 14, es decir, equivalente a 14 átomos de hidrógeno. El oxígeno tiene un peso atómico de 16, el sodio 23 y así sucesivamente. Tenía que haber una explicación para semejante fenómeno. A Prour se le ocurrió que, de alguna manera, todos los elementos eran conglomerados de átomos de hidrógeno. El peso atómico del carbono era 12 porque el átomo de carbono estaba formado por un paquete de 12 átomos de hidrógeno, y el peso atómico del oxígeno era

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Ti = 48 El tornillo telúrico y Béguyer de Chancourtois era por cierto la única incógnita: también era desconcertante la proliferación de los elementos: ¿Podía ser que el mundo se edificara a partir de cincuenta elementos químicos? ¿Cincuenta sustancias elementales? ¿No era demasiado? ¿No tenía que haber un orden subyacente? En busca de ese orden esquivo estaban los químicos. Porque lo cierto es que a cada rato se descubrían nuevos elementos, lo cual planteaba inquietudes e interrogantes nuevos: ¿Cuántos elementos había exactamente? ¿Habría un límite o se irían multiplicando ad infinitum: ¿No había algo de arbitrario a la hora de definir un elemento, puesto que siempre era esperable que algo que había sido reconocido como elemento se subdividiera aún más (como pensaba el viejo Aristóteles)? Además, se podía percibir que cienos grupos contaban con propiedades similares, de modo que se irnponía la necesidad de pensar en algún criterio que permitiera poner orden en el caos de la profusión elemental. Johan Dóbereiner, catedrático de química en la Universidad de Jena, percibió en 1829 que uno de los elementos recientemente descubiertos, e! bromo, tenía cierras propiedades y un peso atómico que lo situaban a mitad de camino entre el cloro y el yodo. Lo mismo ocurría, según se dio cuenta un tiempo después, con el estroncio (que estaba a mitad de camino entre el calcio y e! bario) y con el selenio (que se posicionaba entre el azufre y el telurio). Llamó triadas a los grupos,

pero pensó que podía tratarse de una simple coincidencia y no elaboró ninguna explicación ulterior. Recién más de treinta afios después hubo un nuevo intento de encontrar un patrón que ordenara todo. Alexandre Emile Béguyer de Chancourcois ideó en 1862 un ingenioso "tornillo telúrico", que, por más nombre de invento que tenga, en realidad no es otra cosa que una conjetura que permitía organizar los elementos que presentaban entre sí similitudes físicas y químicas. Consisría, como ustedes pueden ver en la imagen de arriba, en un cilindro sobre el que había trazada una línea en espiral descendente, a lo largo de la cual se ubicaban los elementos a intervalos regulares, en función de su peso atómico. Cada dieciséis unidades de peso atómico, las propiedades de los elementos correspondientes tendían a exhibir llamativas similitudes con los que estaban por encima de ellos en el cilindro. El problema es que, a diferencia de! volátil autor de estas páginas (que pretende que sus lectores entiendan lo que escribe), Chancourrois no se preocupó demasiado y su artículo fue publicado sin la ilustración del cilindro: fue, como pueden imaginar, virtualmente incomprensible. Dos años más tarde, el científico inglés John Newlands (1837-1898), sin haber escuchado nada de 10 que hada su colega, elaboró su propio patrón: descubrió que si listaba los elementos en orden ascendente de pesos atómicos,

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en líneas verticales de siete, las propiedades de los elementos correspondientes a las líneas horizontales eran notablemenee similares: En otras palabras, el octavo elemento a partir de uno dado es una especie de repetición del primero, como la primera octava en una escala musical. La llamada "ley de las octavas" tenfa sus problemas, uno de los cuales (acaso el más importante) era que las propiedades de algunos elementos, en especial de los de peso atómico más elevado, no encajaban para nada. Cuando comunicó sus hallazgos a la Chemical Society de Londres, sus integrantes se limitaron a ridiculizarlo. En medio del jolgorio general, uno llegó incluso a.pregunrarle si había pensado en organizar los elemeneos por orden alfabético. Recién en 1887 su trabajo fue reconocido y la Royal Society lo condecoró con la Medalla Davy en 1887. Era el turno de Mendeleiev.

Mendeleiev resuelve el problema Dimirri lvanovich Mendeleiev (18341907) nació en Tobolsk, Siberia, el mismo afio en que su padre se quedó ciego. Fue el menor de los catorce hijos que tuvo Maria Dimitrievna Kornilieva, quien debió hacerse cargo ella sola de la familia porque su marido, que era director de la escuela local, fue echado de su

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La tabla periódica de Mendeleiev. cendental carta del químico francés Paul Lecoq de Boisbaudran:

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La historia del sueño puede ser más mitológica que real, pero lo cierro es que ese día Dirnitri descubrió que cuando se listaban los elementos por orden de pesos aró micos, sus propiedades se repetían en una serie de intervalos periódicos. Por este motivo, llamó a su descubrimiento tabla periódica de los elementos. Su histórico trabajo fue publicado dos semanas después bajo el titulo "Una propuesta para un sistema de los elementos". Empezando por la parte superior de la columna de la izquierda, las columnas verticales lisran los elementos en orden ascendente de pesos atómicos, mientras que las horizontales agrupan los elementos de acuerdo con propiedades similares. A primera vista parecía haber una serie de problemas con su tabla. Para empezar, si todos los elementos se agrupaban horizontalmente en función de sus propiedades; algunos de los pesos atómicos no encajaban en el orden aseen-

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dente exacto. En tales casos, Mendeleiev sugería que el peso del elemento en cuestión había sido mal calculado. Pero lo más audaz de todo fue que, donde no había un e1emenro que encajara en el patrón, dejaba un espacio vacío: algún día aparecería, en la naturaleza, el elemento destinado a ocupar ese sitio. Por poner sólo un ejemplo: en la novena fila horizontal predijo que debía haber un elemento aún no descubierro entre el aluminio y el uranio. Llamó a este elemento eka-aluminio, vaticinó cuáles serían sus propiedades y anunció que cuando fuera descubierro su peso atómico sería 68. El sueño de Mendeleiev necesitaba, para convertirse en realidad, que la empiria lo avalara: hacía Falta que hiciera su aparición estelar (o mejor dicho, atómica) alguno de los elementos destinados a ocupar los huecos dejados ad hoc por el creador. y así fue: a finales del verano de 1874, la Academia de las Ciencias de París recibió una tras-

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Hace dos noches, e/24 de agosto de 1875, entre las tres y las cuatro de la mañana he descubierto un elemento nuevo en 'tila muestra de mlfuro de zinc procedente de la mina Pierrefitte, en los Pirineos. El gallium (galio) tenia un peso atómico de 69, pertenecía al grupo del boro y estaba situado entre el aluminio y el uranio: el nuevo elemento respondía casi a la perfección a las propiedades que Mendeleiev había predicho para el "eka-aluminio". Cinco años después, el químico alemán Clemens Winkler detectó la presencia de otro elemento -el gerrnanio-, cuyo lugar había quedado hueco en la tabla periódica a la espera de su hallazgo. Los descubrimientos de estos nuevos elementos, predichos por Mendeleiev, tuvieron un impacto similar al que tuvo el retomo del cometa Halley para la Ley de Gravitación: ya nadie podía dudar de la ley periódica de Mendeleiev. Con la tabla, quedaban posicionados los ladrillos de los que estaba construido el universo. Sufrirían algunos movimientos a lo largo del siglo XX, es cieno, pero la estructura se mantendría prácticamente incólume.

A;unqu~pe,rsis.ttan ciertas incogrutas AJgunas cosas, sin embargo, no estaban contestadas, y tenían que ver con la también vieja historia de los cómo y los

El átomo de Thomson, modelo "budín inglés", con los electrones incrustados como pasas de uva.

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porqui. Mendeleiev había mostrado cómo se ordenaban los elementos, es cierto, pero ... ¿por qué ocurría eso? Era una pregunta que muchos podían tratar de "merafisica", sobre todo aquellos que se basaban en la vieja cantinela de que en ciencia no interesa el porqué, sostenida por el "no formulo hipótesis" newroniano: desde esta perspectiva, las cosas son como la experiencia -la única gufa certera- muestra que son, el discurso de las cosas es el resultado de los experimentos, y punto. As] como los jueces hablan por sus fallos, la naturaleza sólo habla a través de los experimentos. Pero lo que ocurre es que el discurso de las cosasno es un código, es un lenguaje y, en consecuencia, tiene su gramática, su sintaxis, incluso su retórica y su literatura. y ahí hay mucha tela para cortar, ya que la pregunta por el porqué es equivalente a preguntarse si no habrá otra estructura, más profunda, que explique, por ejemplo en este caso, los motivos por los cuales la tabla periódica se ordena como se ordena. La iniciativa por entender esta estructura profunda ya no corría por cuenta de los químicos sino que estaba, desde hace rato, en manos de los físicos.

Los físicos juegan con los tubos de vado Yes que mientras los químicos se entretenían con la tabla periódica y discutían sobre la "realidad" de los átomos y las moléculas, los físicos estudiaban los

efectos de la electricidad cuando se la hada atravesar un rubo de vado -o con un gas muy enrarecido-e en el electrodo positivo (ánodo) aparecfa un resplandor verdoso y era lógico pensar que se debía a algún tipo de radiación que salía del cátodo (electrodo negativo). A esta emisión se la Llamó, de manera no demasiado creativa, "radiación catódica". Lo que no estaba para nada claro era la naturaleza de esos rayos catódicos y se armó una verdadera controversia: había quienes los consideraban ondas electromagnéticas como las que existían -según las ecuaciones de Max:well, que como veremos más adelante resolvieron y unificaron definitivamente la electricidad yel magnetismo- y los que pensaban (como los físicos ingleses en general) que se trataba de partículas. Joseph John Thomson (1856-1940), en 1897, demostró categóricamente que se trataba de partículas, ya que eran desviadas por campos eléctricos y magnéticos de una manera que no cuadraba con las ondas electromagnéticas. ¿Pero de qué partículas podía tratarse? La. verdad es que no había demasiadas alternativas. Puesto que eran atraídas hacia el electrodo positivo, era obvio que estaban cargadas negativamente. Thomson intuyó que se trataba de las partículas que transportaban la unidad de carga, algo así como los "átomos de la electricidad" -rnerarnenre teóricos, por supuesto- a los que el físico alemán ]oseph Goldstein, que andaba más o menos en

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lo mismo, ya había llamado "electrones". Pero había algo más. Cuando midió la masa de sus electrones, encontró que era extraordinaria, ridículamente pequeña: iUn electrón pesaba solamente un milésimo de un millonésimo de millonésimo de millonésimo de millonésimo de millonésimo de gramo! Y sobre todo, pesaba menos que un átomo de hidrógeno. ¡Menos que un átomo de hidrógeno, el más liviano y sencillo de los átomos! ¿Cómo podía ser? ¿Y de dónde salían esos electrones? y aquí es donde Thomson lanzó una hipótesis afortunada y audaz, muyaudaz, una de esas hipótesis que hacen historia: que los electrones salían de adentro de los átomos. Era una afirmación terrible: los átomos de Dernécrito, los átomos de Dalron, macizos, indivisibles, compactos, fundamento último de la materia. .. ¡tenfan partes, después de todo! ¡No eran indivisibles! iTenían cosas adentro! Como dijo el propio Thornson, muy a la inglesa:

La suposición de qtte exista un estado de la materia mds finamente dividido que el átomo es en cierto modo sorprendente. No era "en cierto modo sorprendenre...". Era incretble.

El asunto no terminaba ahí En realidad, nadie se imaginaba todavía que lo pequeño encerraba un mundo. Pero así era: los experimentos de-

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"Había algo vertiginoso en el átomo de Rutherford: estaba constituido, casi en

su totalidad, por espacio vacío. La materia, finalmente, estaba compuesta por trocitos de nada, duros núcleos rodeados por una lejanía de electrones" positivamente, compensaban las cargas negativas de los electrones. El número de protones que tenía el núcleo, por su paree, determinaba de qué elemento era el átomo (un protón significa hidrógeno, dos helio, tres, litio, cuatro beriJio y así; el hierro tiene 26 y el oro 79 protones). Al fin yal cabo. Prour no andaba tan equivocado cuando sugirió que todos los átomos eran agregados de átomos de hidrógeno. Puesto que un protÓnera, efectivamente, un núcleo de hidrógeno, y puesto que todos los núcleos eran agregados de protones, es decir, de núcleos de hidrógeno, ¡resultabaque Prout había dado, casi, casi, en la tecla! Era interesante, además, ese núcleo compuesto por protones. Puesto que el número de protones en el núcleo era la marca de identidad del elemento, se abría una inquietante posibilidad: bombardeando al nitrógeno, Rutherford comprobó que su carga de siete protones pasaba a nueve pero enseguida perdía un protón y se quedaba con ocho... ¡ypor lo canco se habla convertido en oxígeno! ¡Sehabían transmutado átomos! La cosa era tan extraordinaria que Ruthcrford y su discípulo Soddy vacilaron en anunciarla ... la palabra "transmutación" tenia tan mala fama que tuvieron que hacer verdaderos malabarismos de lenguaje para dar a conocer el fenómeno al público y llevó algunos afias que se aceptara del todo. Además, había algo vertiginoso en el átomo de Rutherford: estaba constirui-

do, casi en su totalidad (el 99,99999%), por espaciovado. La materia, finalmente, estaba compuesta por trocitos de nada, duros núcleos rodeados por una lejanía de electrones:si les quitáramos el espacio vado a los trilJonesde átomos de nuestro cuerpo, el resultado cabría holgadamente en la cabezade UD alfiler:todo lo que nos rodea, lo que somos y lo que hay es, casi Integramenre,espaciovado. Sin embargo, y a pesar de ese irremediable y terriblevado, este modelo tenía un atractivo profundo, entroncado con uno de los más antiguos mitos humanos: la identidad entre micro y macrocosmos, que lo más pequeño se parecieraa lo más grande. Pensarque en el fondo de la materia se repetía una estructura parecida a la del sistemasolar, con el núcleo en el lugar del Sol, los electronescomo planetas y la atracción eléctricaen el papel de la gravedad, que el universo tuviera una sola impronta repetida en diferentesescalas, excitabala imaginación. En verdad, era de un encanto irresistible:ien el reino de lo diminuto aparecíala misma estructura que en lo inmenso! No es de extrañar que el átomo, como un sistema solar en miniatura, tuviera un éxito fulminance y que su imagen perdure hasta hoy, como si fuera un logotipo de nuestra época.

Nada es perfecto Sin embargo, el átomo de Rutherford, a pesar de su indudable encanto, tenía un gravísimo defecto: ocurre que,

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según las leyes del electromagnetismo establecidas por Maxwell, cuando una carga eléctrica gira, como los electrones alrededor del núcleo, emite ondas electrornagnéricas y en consecuencia pierde energía, que pronto no le alcanza para mantenerse en órbita y cae irremisiblemente hacia el centro. El hermoso átomo de Rurhcrford no era estable: los electrones caían al núcleo y el átomo se derrumbaba sobre sí mismo. ¿Habría que abandonar la bella idea de un sistema solar en miniatura? No. Yaestaba lista la mano, o mejor dicho la mente saJvadora.Niels Bohr (1885-1962), que habla nacido en Copenhague, en 1911 se doctoró en fIsica, se destacó en fútbol y ganó una beca que le permitió viajar a una de las mecas de la física del momento, Cambridge, para trabajar con J. J. Thomson, el descubridor del electrón. Parece que no se llevó muy bien con Thomson (las malas lenguas dicen que era muy autoritario, pero quizá valla la pena aguantarlo; al fin y al cabo siete de las personas que trabajaron con él ganaron el Premio Nobel), y pronto se orientó hacia Rutherford, cuyo átomo inestable se sostenía tenuemente en el vado, con la amenaza de inmediata catástrofe. Bohr actuó con rapidez y un poco alocadarnenre: siguiendo los pasos de Planck y Einstein, y con una increíble audacia. en 1913 elaboró una teoría del átomo completamente novedosa. Puesto que si los electrones de Ruther-

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taba de una órbita a otra. No era fácil de digerir y las reacciones a la propuesta de Bohr fueron una mezcla de entusiasmo y escepticismo que a veces llegaba a la incredulidad. El mismo Rutherford, que-seguía de cerca a su alumno, fue f!l~y cauto. Pero el nuevo modelo ¡funcionaba en los experimentos! Yes que las cosas son así: la ciencia avanza con pasos de ciego, con audacia e irresponsabilidad, y a veces una propuesta temible es la base sobre la que pueden apoyarse los que vendrán después. El átomo de Bohr (o el de Rutherford salvado por Bohr), con su núcleo ocupado por protones, de carga positiva, y los electrones en órbitas fijas a su alrededor, fue un hallazgo feliz y permitió los modelos más complicados que vinieron después. Naturalmente, ésta no era la idea que había tenido Dalton de sus átomos (ni Demócrito, desde ya). Ahora resultaba que los átomos no 5610 eran divisibles, sino que tenían una complicada estructura interna. Pero con sólo dos partículas, el electrón y el protón, se explicaban todas las propiedades de la materia y la profusión de elementos de la Tabla Periódica .. y sin embargo, todavía faltaba algo. En ciencia, las cosas son así: siempre falta algo.

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Colaboraron en este fasclcuJoNicolás Olszevicki y Esteban Magnani. h.ideascientificas@gmail,com

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26. El anhelo de la conservación y la ley de leyes

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René Descartes (1596-1650).

guens, llegó a una conclusión diferente. Digamos de paso que Huyguens admiraba a Newron, pero descreía de la teoría universal de la gravitación, a la que juzgaba absurda por el dichoso asunto de la acción a distancia: ¿cómo creer que dos masas separadas se atraen mutuamente cuando no hay nada que medie entre ellas? Visto así: ¿qué era la fuerza de gravedad sino un nuevo ente metafísico subrepticiamente introducido en la mecánica? No valía la pena expulsar por la puerra a la metafísica del ámbito de la física -rezongaba- para . que volviera a colarse por la ventana en forma de atracción gravitatoria. No fue lo único que rechazó Huygens: también se resistió a la idea cartesiana de que la cantidad de movimiento constituía un invariante y aseguró que sólo se conservaba si se tomaban en cuenta las direcciones y sentido de las velocidades, lo cual tomaba todo demasiado complicado; Introdujo entonces otra cantidad:

La JUmadi! ÚJsproductos entre la masa y el cuadrado de la velocidad de cada cuer-

po es la misma antesy despuésdel choque. Es decir: la masa por la velocidad al cuadrado antes del choque debía dar lo mismo que la masa por la velocidad al cuadrado después. Esa cantidad se conservaba y era un número, de modo que se podía prescindir del análisis de las direcciones y sentí-

dos (es lo que nosotros ahora llamamos energía cinética). El siguiente actor del drama de la conservación fue el gran filósofo y científico Gorrfried Leibniz (1646-1716), que tomó las demostraciones de Huyguens, llamó a la cantidad en cuestión foerza viva y consideró que se trataba de un principio general de la física: elprin-

cipio de conseruacián de lasfuerzas vivas. Leibniz, como Descartes, razonaba a partir de posturas metafísicas generales, pero estaba un poco más atento a los progresos de la física moderna: al adoptar la relatividad del movimiento enunciada por Galileo, rechazaba la posibilidad de que el sustrato de lo real fuera algo relativo al observador (el movimiento) y sugería que tenía que haber algo que verdaderamente existiera de manera absoluta. Ese algo, sustrato inconfundible de 10 real, era la fuerza, inherente a la materia y que subsistía por fuera de roda movimiento. La fuerzaera la causa del movimiento, la capacidad de actuar, que permitía el pasajede la metafísicaa la naturaleza. Analizando cuidadosamente el fenómeno de la caída de los cuerpos, sostuvo que la cantidad propuesta por Huygens se conservabaen todos los casos,y para referirsea aquel producto acuñó la expresión foerza viva (vis viva). Lo que permanece invariante en todo Cambiomecánico es el producto entre la masa del cuerpo y el cuadrado de su velocidad. La discusión entre cantidad de rnovi-

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miento y fuerza viva fue objeto de una polémica que recién se resolviócuando D'Alernberr (1717-1783), el autor del "Discurso preliminar" de la Enciclopedia, demostró que tanto la conservación de la cantidad de movimiento como la de la foerza viva podían deducirse matemáticamente a partir de la ley de Newton. Así, estableció un principio general en la mecánica, fundamental para los físicos de una época en que, justamente, la mecánica era el centro de la física (y de toda reflexiónsobre la naturaleza). Se había conseguido un principio de conservación, pero... ¿qué pasaba fuera de la mecánica?Porque si bien era la estrella, como ya les dije, no era la única rama de la física,sino que estaba rodeada por muchas Otras:por nombrar sólo algunas que ya conocemos: la que estudiaba el calor o la que estudiaba la electricidad. Empezó a dibujarse entonces la idea de que la ley de conservación de la fuerza viva había que extenderla a otros terrenos. y así llegamos al sigloXIX, cuyo recorrido dio paso, en cincuenta o sesenta años, hacia la conquista de una formulación verdaderamente universal de conservación, la ley de leyes:el principio de conservación de la energía. Veamos cómo se llegó hasta allí.

La causa de Mayer Julius Robert Mayer (1814-1878) estudió medicina en Tübingen, visitó'París cuando lo expulsaron, durante un año, de la universidad, y se embarcó en

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'(9IL 1-9v9I) Z!uq!dl pd!l.fllO~

"Si era claro que la fuerza, o la fuerza viva, .se conservaba, y las causas eran indestructibles, quedaba legitimada la pregunta sobre qué ocurría con las causas cuando el movimiento no tenía . , .. " corno consecuencia mas movirmento ciado que a nosotros, desde nuestra terminología actual, nos puede parecer un tanto desconcertante. Pero no para él, que además aclaraba que había solamente dos tipos de "causas" (las fuerzas y la materia) y que nunca se convertían una en Otra, de acuerdo con la experiencia (lo cual era una afirmación bastante audaz). De modo que la materia, cuando funcionaba como causa, tenia a la materia por efecto y lafiterza, como causa, trola como efecto a la foerza. El primer enunciado no es otro que la ley de conservación de la materia de Lavoisier:"nada se pierde, todo se transforma", esto es, la cantidad de materia involucrada en cualquier transformación química o físicapermanece siempre constante. El segundo es el de Leibniz. Si era claro que la fuerza, o la fuerza viva, se conservaba, por la ya razonada indestructibilidad de las causas en el terreno de la mecánica, quedaba legitimada la pregunta de la que parda Mayer para hacer toda esta especulación, que como recordarán consistía en saber qué ocurría con las causas cuando el movimiento no tenía como consecuencia más movimiento. Por ejemplo, cuando una pelota elástica choca contra una pared también elástica y su movimiento cesa, ¿en qué se ha convertido la causa? Si las fuerzas son causas, y las causas, como sabemos, son indestructibles, no se pueden destruir: sólo podrán cambiar de forma.

La forma de las fuerzas

La otra forma que puede asumir la foerza es el calor; y sin e] reconocimiento Pero entonces: ¿qué otra forma, a la de fina conexión causal entre movimiento que nos hemos acostumbrado, como y calor es tan dificil explicar la producción nos acostumbramos al movimienro, es capaz de asumir la fuerza?Mayer obser- de calor como dar cuenta de! movimiento vaba que, llegados a este punto, sólo la que desaparece. experiencia podía conducir a una conclusión. y su experiencia determinante (Lo cual explicaba, de paso -y acá había ocurrido en alramar, cumplo con mi promesa de retomar el En uno de los momentos angustianproblema de las sangrías en el barcotes de su travesía a las entonces Indias el fenómeno sobre el rojo brillante de Holandesas, actualmente Indonesia, la sangre que le había llamado la atennuestto amigo tuvo una intuición: ción en un principio: el calor de los mientras el mar se agitaba en torno y trópicos hada que el cuerpo no necesitara "quemar" tantO oxígeno para manse debatían angustiosamente los tres mástiles de su nave, pensó que las tener la temperatura; al quedar más oxígeno en sangre, se veía con ese paraguas agitadas debían ser más cálidas ricular color rojo.) que las calmas. En el momento, aquéMayer fue cauteloso al respecto: lla no era más que una impresión pasajera, y acaso equivocada, pero en cuanNo quiero establecer definitivamente ro las aguas se calmaron hizo lo que rodo buen científico hubiese hecho en su que, en muchos CtIJOS, no sepueda hallar lugar: reprodujo la situación para veriotro efecto del movimiento mm que el calar; y que no sepueda encontrar otra causa ficar si su intuición había sido correcta. Llenó la mitad de una botella de para el calorproducido mm que el movimiento. No hablo en esostérminos. Más agua y comenzó a sacudirla violentamente. Al cabo de unos minutos, pudo bien prefiero suponer que el calorprocede comprobar que había elevado la tern- . del movimiento. De otro modo deberlamos perarura del agua en un grado, de doce resignarnos a la observación de una causa a crecegrados centígrados. ¿De dónde sin efecto, y de un efecto sin tina causa. provenía ese calor que mediante la agiy trató de establecer una conexión tación podía ser llamado a la existencia en cuanto uno quisiera? No lo dudó: cuantitativa: de las vibraciones mismas. Como el Beaglea Darwin, la expeSi existe una ecuación que relaciona las riencia de a bordo le sirvió a Mayer para foerzas y el movimiento, por un lado, con responder a la pregunta fundamental: el calor;por el otro, su solución exige que

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-e[ UOO op-euo!:>-e[aJ alUalU-el:>aJ!p eq-el>'> JO[1::>[a anb -elmsa~ 'lOpn 'CqeJ:>u:>gas ''Cq-e[n:>l!:>:>lU:>!lJO:>tl[ onb -ep!p:>w 'C 'S:)1 -Ol:>npuo:> SO[!'4SO[u:> onb l-eAJasCjO:>p -eCj-efapou onb S'C[ua '1::>!lqJ!j ns ap S1::>!n -:>?P seumbpur S'CIrod op-eupSl':f -eJlU:>S os onb Á Jal>'>lpmw :>p 1::>1:>:> 'Cpsod onb arped ns :>p epepal:>l{ tl]l:>:>:>AJ:>:> errn ap S'C!:>mutlg S'C[uoo S'C:>y]luap SdPru -ernbur sns -eq'Cpmu!:} anb 'Op!::>dlqel>'> Jl:PlsnpU! un -eÁel:> sotre S?llPU!:>A sor tl :Sdm-eAe sope!:>eJgSdp Á SdUO!:>1::>![dwo:> :>p :>lq!1 OAruS:>ep!A ns 'l)~;)100 ns :>p 'Crap e!:>udlaj!p V' '(6BB1-B1BI) amo[ ll0:>Sdld saure] :JaÁew anb s:>uo!snpuo::> S'CWS!lUS'C[e !S'C:>9gan S?lgU! Jl:!Jlsnp -U! OlJd!:>un 'OlUPS!P OU!we:> un 10d

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La rueda de paletas de Joule. cantidad de combustible que la máquina consumía, lo cual lo llevó a iniciar un inmediato estudio del fenómeno. Con la misma suposición de fondo que Mayer y Rumford (esto es, que de algún modo el calor y el trabajo mecánico eran dos aspectos de un mismo fenómeno, que se manifestaba, muy claramente, con el rozamiento), Joule inició sus investigacionesy llegó a la conclusión de que existía, en efecto, una relación invariable entre el trabajo yel calor. Otra vez como Mayer, supuso que si el calor podía traducirse en movimiento (y viceversa),su relación tenía que poder medirse cuantitativamente, por lo cual se concentró en establecer numéricamente esa equivalencia. El más famoso de sus experimentos fue el de la rueda de paletas.. Joule elevaba el peso mediante la manivela; el peso gradualmentedescendía y hada girar las paletas que, sumergidas en el agua, giraban. Al cabo de un ciertO tiempo, el peso alcanzaba su punto más bajo y las paletas se detenían. Joule medía entonces el cambio de temperatura del agua. La explicación era sencilla: lafuerza viva del peso, como la llamaba Leibniz, o lafoerza, como la llamaba Mayer (o el propio Joule), se había convertido en calor mediante el rozamiento de las paletas contra el agua. Joule medía el cambio de temperatura y calculaba la cantidad de calor empleado, al tiempo que comprobaba que la cantidad de calor producida por el ro-

zarnienro de los cuerpos, sólidos o líquidos, era siempre proporcional a la cantidad de fuerza gastada. La cantidad de calor necesariapara ekuar la temperatura de una libra tÚ agua en un grado Fahrenheit equivale al gasto de una foerza mecdnica que representa la calda de 50 kilos de una altura de un metro. Establecida la relación entre calor y movimiento, en 1847 presentó sus ideas en la Asociación Británica para el Avance de las Ciencias, en Oxford. William Thomson, probablemente el más famoso científico inglés del momento (que más tarde se llamaría Lord Kelvin), asistió a aquella presentación y, tras algunas dudas, se convenció de las ideas de Joule. Aquí hubo una pequeña disputa de prioridades. Mayer se enteró del trabajo de Joule y escribió a la Academia Francesa de Ciencias para dejar en claro que él había sido el primero que había tenido la idea de la equivalencia (en lo cual tenía perfecta razón). En cuanto su carta fue publicada, Joule reaccionó. Sabía que el prestigio científico de Thomson, que lo apoyaba a él, prevalecería ante cualquier academia. Pero Thomson fue diplomático y obró con verdadera elegancia:le sugirió a Joule que admitiera la prioridad de Mayer sobre la idea del equivalente mecánico, pero que reclamarasu propia prioridad sobre la verificaciónexperimental.

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Lo cierro es que Joule había terminado por establecer numéricamente la equivalencia entre el calor y el movimiento. Pero esa equivalencia, ¿no suponía la existencia de otras? En términos propios de Mayer:'¿no existirían nuevas formas equivalentes del calor y el movimiento a las que no nos hablamos acostumbrado todavía?

Helmholtz y, finalmente, la Gran Ley Hermann Helmholtz nació en Potsdarn, Alemania, en 1821. Hijo de un profesor mal pago de colegio secundario, que había servido en el ejército prusiano contra Napoleón, asistió a los cursos de filosofiay de literatura que imparda su padre. Le interesaba la físicay quería estudiar en la universidad, pero la posición económica de la familia exigía de Hermann la obtención de una beca, y como el gobierno sólo sostenía económicamente a los estudiantes de medicina, no tuvo más remedio que iniciar el camino hacia la profesión de médico. Así, estudió en Berlín, pero asistió paralelamente a otros cursos de la universidad, como los de química y fisiología. Incursionó en las matemáticas por cuenta propia, leyendo a Euclides -obviamente- y a Laplace, y llegó, de alguna manera, a las mismas conclusiones que Mayer y Joule. En 1847 escribió un artículo ("Sobre la conservación de la Fuerza') en el que estudiaba los principios matemáticos

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termodinámica iba a echar un balde de agua fría sobre el optimismo del primero" versasa lo largo de la historia, la respuesta no era ni el agua, ni el Ser,ni los cua- , tro elementos, ni la fuerzavital, ni siquiera la sustancia divina (cuando Napoleón preguntó a Laplace por qué no había mencionado al Sumo Hacedor en su Mecánica Celeste, Laplace contestó: "No he tenido necesidad de esa hipótesis"):en el universosolamente hay materia y energía, y nada de ellasse pierde jamás. Era un panorama tranquilizador: el mundo como mecanismo cedía a la imagen del mundo como un motor. La materia y rodas los-movimientos eran acompañados por un combustible, la energía, que no se consumía sino que se transformaba. Entonces los científicos vieron el mundo que habían construido (o explicado) y constataron que era bueno. Aunque no por mucho tiempo.

Carnot sienta las bases Porque pronto el segundo principio de la termodinámica iba a echar un balde de agua fría sobre el optimismo del primero. No voy a contarles en detalle la conquista, si es que así puede llamársela,del segundo principio, porque se volverla rodo demasiado técnico. Pero sí puede decirse que sus primeras formulaciones se.remontan al libro Reflexions sur la puissance motive du fou (Reflexiones sobre lapotencia motriz 'delfuego) que en 1824 publicó el joven Sadi Carnot (17961832)" hijo del Gran Carnor, que había

participado de manera decisivaen la Re- William Thomson volución Francesa (organizando y ar(Lord Kelvin) y las leyes mando a los ejércitos de la república) y de la termoditiámica William Thomson, que más tarde sería que luego se convertiría en ministro de lord Kelvin, pasó casi toda su vida en enGuerra de Napoleón Bonaparte. En su libro, Carnot (hijo, obviamentornos universitarios.Su padre, James te) analizaba la eficiencia de las máquiThomson, era profesor de matemáticas nas para convertir el calor en trabajo y en la Royal AcadernicalInstirurion de demostraba que el trabajo se producía Belfasr hasta que se mudó a Glasgow,pacuando el calor pasaba de una fuente ra ocupar un cargo a111. William asistióa con temperatura más alta a otra más ba- clasesuniversitariasdesde Jos 10 años ja, al tiempo que constataba que siem(¡desdeJos 10 añosl) y escribió su primer pre el calor fluía de un objeto más catrabajo a los 16. La vocación estaba clara: liente a otro más frío, y nunca al revés unos años más tarde, se trasladó a la Uni(lo cual es ya un enunciado primitivo versidad de Cambridge y se licenció en del segundo principio). 1845, habiendo obtenido ya varios preCarnot murió de cólera a los 36 afias mios por sus ensayoscientíficosy hade edad, y aunque sus cuadernos contebiendo publicado una seriede trabajos nían más descubrimientos relacionados en el Cambridge Mashematical fournal. con esta teoría, en la época en que murió Tras conseguir la licenciatura, trabajó aún no habían sido publicados y la madurante algún tiempo en París, donde se yoría fueron quemados, junto con sus familiarizócon la obra de Carnot. Luego efectospersonales.Allí aparecían algunas retornó a Glasgow en 1846 (cuando tecosasque luego proclamarían los trabajos nía 22 años) y ocupó la cátedra de Filode Mayer y Joule, 10 cual muestra, de pa- sofía Natural hasta que se jubiló, a los so y una vez más, que lasideas científicas 75 años, en 1899. Y fíjenseen esta curiosidad: después de jubilarse, se matrino sólo funcionan en la mente de un culó como estudiante de investigación científico particularmente genial,sino que flotan en el "espíritu de la época". para no perder la práctica, con lo que, además de haber sido el estudiante más El problema es que lasReflexions no tuvieron mucha influencia en sus tiemjoven que hubo en aquella universidad, pos: recién la tendrían sobre la generallegó a ser también el más viejo. Falleció ción de físicosque llevó a cabo la revoen Largs, a unos 50 kilómetros de GJaslución de la termodinámica, especialgow,el 17 de diciembre de 1907. mente William Thomson y Rudolf En realidad, su fama e importancia en Clausius, de quienes tendremos que ha- Inglaterra se basaba especialmente en blar a continuación. sus contribuciones a lo que ahora llama-

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SOlSOPO) Ud Á 'el~S;)p os 'S;)uopewJoj -stren sns ;,p OSInJ P Ud 'eJSldU:>U"J '10J1::>Ud dlUdWllA!l!UY:>PopeWJOjsuen el{ os onb O~fCÁer¡ 's;) 01S3: 'OpOl IdP ojrerodnoar y.rpod os ou 'J0J1::>P JUJdd -noai ered ofeqan ;,S;)resn ;)1:>!nb;,s oS -;,nl Á oíeqen rpnpord erad 10J1::>'C2!1!ln as !S onb ::>:>:>Iqelsd dlU;)WIUlU;)UJUPUry OJ:>d':>lU;)!J1::> spur OJIO II OJ.IJs-yw Ol:>f -qo un :>p resed OWSrw JS rod :>p:md JOI -1::> Id 'e!JUUlsunJJp vwLJU!U ;>lUdwmnl -osqe OJ:>d'eun~U1u ofeq onb 'S;)pnruq s-yw S;)uope¡nWJoj sns dP eun ua 'dJ!P onb '1::>!tuyU!POWJ:>lel dP Ádlep~:>s

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"El descubrimiento de la entropía resultaba tristísimo. No era nada

agradable, en medio de una época de confianza y expansión, tomar conciencia de que la muerte térmica del universo era inexorable" ranrizaba la eternidad del universo, el segundo principio era decididamente pesimista, ya que aseguraba que el constante aumento de la entropía conduciría inexorablemente a la muerte térmica del cosmos: como en cada proceso físico una parte de la energía se convierte en calor, tarde o temprano la totalidad de la energía seda calor, incapaz de producir trabajo mecánico alguno, y todo movimiento cesaría, todo se hundiría en una nada sin límites, en la que flotarla la materia disgregada. Una inmensa nada inmóvil e inerte donde, aunque por supuesto la cantidad de energía total seda idéntica, la entropía alcanzarla su máximo y ningún fenómeno podría producirse, porque en ningún caso la enrropía podrfa disminuir. El descubrimiento de la enrropfa resultaba tristísimo, No era nada agradable, en medio de una época de confianza y expansión, tomar conciencia de que cada fósforo que se enciende, cada movimiento, cada pensamiento (que genera calor a partir de los circuitos eléctricos cerebrales) aceleran la muerte térmica del universo; no era el mejor momento para saber con total certeza que todos los esfuerzos terminarían siendo mera radiación térmica, vulgar temperatura, miserable vado caliente. La entropfa marcaba una flecha del tiempo que señalaba la tumba, un reloj que contaba minuciosamente los segundos hasta disolverse él mismo en un calórico final. En un mundo donde se pensaba que todos los pro-

cesas eran reversibles, el segundo principio de la termodinámica aseguraba que el mundo evolucionaba en una sola dirección: la de la muerte térmica. No podían funcionar eternamente los ciclos geológicos que había sollado Hutton, ni resultaba cierta su idea de que la TIerra era un enorme mecanismo, sin comienzo nifinal: en cada ciclo, la entropía forzosamente tenía que aumentar. Tampoco el Sol podría brillar por siempre, porque cualesquiera que fueran las formas en que producía su calor (por entonces desconocidas), no había forma ni mecanismo natural alguno que pudiera restituir ese calor perdido para que el Sol siguiera funcionando. y así siguiendo. Sin embargo, había una paradoja, algo que no encajaba del todo. El segundo principio venia a declarar que los procesos termodinámicos eran irreversibles, pero resulta que el calor era un proceso mecánico, originado en el movimiento de las moléculas. Y la mecánica, a diferencia de la termodinámica, sí es reversible (salvo por el detalle del rozamiento). Dado que los flujos de calor se daban siempre de una fuente más caliente a una más fría (el único proceso permitido), era posible pensar que si se invertía el movimiento de las moléculas se podría reverrir el proceso. Porque ... ¿cómo podía ser que un proceso reversible como el del movimiento de las moléculas pudiera dar origen a un proceso irreversible como el flujo de calor, que no era sino el resultado de ese movimiento?

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El problema dejó perplejos a los físicos que estudiaban la termodinámica, incluyendo al propio Maxwell, que sembró la sospecha de que el segundo principio era de naturaleza estadística. Veamos cómo es eso.

Boltzmann y la interpretación estadística de la entropía Ludwig Boltzrnann nació en 1844 en Viena, en 1867 se doctoró en Física, ocupó distintas cátedras y enseguida se destacó como una autoridad en mecánica estadística, dejando su nombre vinculado a figuras de la talla de Helmholtz y el mismísimo Maxwell, dios del electromagnetismo. Su fama crecía aceleradamente y tanto prometedores talemos como figuras importantes se acercaban para trabajar o polemizar con él. Pero además de su enorme cantidad de trabajo en la mecánica estadística, Boh:zmann le encontró una vuelta al segundo principio de la termodinámica o ley del aumento de la entropía, considerada con inexorabilidad por sus contemporáneos, aunque algunos planteaban sus dudas. Lo que hizo fue interpretar la entropía como la medida del desorden de un sistema. Cuanto más desordenado, más entropía; por poner un solo ejemplo, el hecho de que las moléculas se distribuyan al azar ocupando todo el ámbito donde el volátil autor de estas páginas escribe hace que el sistema sea más desordenado que si todas las moléculas que

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Cómo se fabricó el fin del mundo De las nueve jerarquías celestiales que en el siglo VI describió Dionisio Aeropagira (que más cardesería conocido como el pseudo Dionisio) -en orden descendente: serafines, querubines, tronos, dominaciones, virtudes y potencias, principados, arcángeles y ángeles propiamente dichos-, eran los tronos y las dominaciones los que se encargaban de fabricar con exquisito cuidado las leyes de la naturaleza. Que eran elevadas a la asamblea conjunta de serafines y querubines para que les dieran su aprobación, y cada éxito se festejaba con estallidos de alabanzas, himnos, danzas, cánticos espirituales y bailes de los que raramente estaba ausente el champagne. Cuando la asamblea seráfica aprobó finalmente, después de muchos retoques, idas y vueltas, la ley de inercia, los nueve coros se corrieron una francachela tan larga que pareció agotar la Eternidad, al mismo tiempo que las partículas abandonaron su movimiento caótico e impredecible, irregular y sin finalidad alguna (porque de repente estaban acá, de repente allá y nadie entendía nada) y comenzaron a moverse en línea recta y con velocidad absolutamente uniforme.

y cuando algunos eones más carde (¿quién cuenta los períodos de la erernidadi) las dominaciones tallaron la ley de gravitación, que los tronos corrigieron mínimamente sustituyendo la cuarta potencia de la distancia por la segunda, y ésta apareció en el Boletín Oficial del Empíreo, las partículas se atrajeron gravitatoriamente y muchas empezaron a moverse unas alrededor de las otras: tanto los tronos como las dominaciones se sintieron felices ante un mundo que funcionaba como un perfecto mecanismo, se dedicaron a completar la obra afilando la mecánica de sólidos, de fluidos y de gases (el agua bajó por las laderas y el humo se elevó mientras se expandía con precisión) y decidieron, emborrachadas por el éxito, relegar a los principados y arcángeles a ocuparse de la termodinámica, siempre más fastidiosa y menos limpia (o por lo menos así les parecía). Pero tanto los principados como los arcángeles se tomaron la tarea muy en serio y abordaron el problema con decisión. Usando todos los recursos (incluso la fuerza física y mental) aislaron la idea de energía y discutieron qué hacer con ella duran-

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te interminables reuniones, pero cuando la tuvieron lista, el mundo se llenó de pronto de luz y de calor: los átomos, que no habían hecho hasta entonces más que obedecer las leyes frias de la mecánica, se desviaron de sus trayectorias, chocaron entre sí y empezaron a formar grupos lechosos que inmediatamente se contrajeron bajo la acción de la gravedad, y en cuyos centros se produjeron fusiones nucleares que empezaron a irradiar nueva luz y calor al espacio, mientras se organizaban las galaxias espirales y empezaban a rotar lentamente como ruedas arrancadas de algún fuego de artificio. y al contemplar tanta belleza (el cosmos negro, vado, frío y mecánico, de pronto bullente de calor y luz gracias al invento de la energía), los principados y arcángeles decidieron en un solo instante que nada de eso debía perderse y que aquello debía permanecer por siempre, aunque s610 fuera para asegurar tan maravilloso espectáculo, y así fue como diseñaron la "ley de leyes": el principio de conservación de la energía, que aseguraría que por toda la eternidad la energía existente en el mundo sería siern-

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27. Los rayos X y la radiactividad



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Tubo de vado como los que usaba Roentgen.

un haz de rayos catódicos (que, como J. demostró poco después, eran un chorro de electrones) choca con la pared de vidrio de un tubo de descarga. esta pared fluorece y emite una radiación de propiedades sorprendentes. Muy sorprendentes, en verdad. La mayoría de los objetos parecían ser transparentes ante ella. Esta nueva radiación era can penetrante que podía atravesar el aire. el vidrio. el papel y la madera: se propagaba en línea recta. no se desviaba por la acción de un campo eléctrico o magnético y electrizaba el aire. Naturalmente. de todas estas propiedades. la que hizo a estos rayos inmediatamente famosos fue la capacidad de atravesar los tejidos blandos del cuerpo pero no los tejidos duros: cruzan sin problemas la piel y los músculos, pero son detenidos por los huesos, que aparecen delineados sobre una pantalla fluorescente o una placa fotográfica: Roencgen le pidió a su esposa que interpusiera una mano en el haz. y pudo fijar sobre una película fotográfica los huesos de esa mano, donde se distinguía claramente el anillo de matrimonio. El impacto fue formidable: Roenegen recibió el primer Premio Nobel de Física que se otorgó, en 1901. En verdad, y en honor a la justicia, hay que decir que, según parece, la primera radiografía fue tomada antes de que se inventaran los rayos X, y completamente de casualidad. En 1890 Arthur WGoodspeed. de la Universidad de Pennsylvania, mientras esta-

J. Thomson

ba fotografiando chispas eléctricas y descargas en tubos de vado, vio dos discos negros en una de las placas, que no pudo explicar en su momento. Pero luego del anuncio de 1895, en febrero de 1896 repitió la exposición y. efectivamente, pudo comprobar que los dos discos se debían a la "sombra" en rayos X proyectada por un par de objetos circulares. Obviamente que el descubrimiento "verdadero", por decirlo de alguna manera, le correspondía a Roencgen. y es por eso que el nombre "Rayos Roenrgen" se imponía por sí solo. Pero, curiosamente, el que persistió para otorgarles otro nombre fue el propio Roentgen, que eligió un apodo exrraño para una radiación extraña: rayos X. X, como la incógnita de una ecuación matemática. La X significaba que Roentgen no sabía en realidad qué eran. Supuso -y no andaba lejos de la verd.ad- que los rayos eran análogos a los rayos de luz, pero mucho más energéticos. En realidad, no tenía demasiada idea. Y lo cieno es que no podía tenerla. Ni podía saber que su descubrimiento era el primer eslabón de una larguísima cadena que modificaría el curso de la historia humana. El mismo Roenrgen se preocupó de difundir el resultado de sus experimentos: el anuncio fue hecho el 28 de diciembre de 1895 y corrió como un reguero de pólvora. Hacia enero de 1896 se había creado una enorme conmoción en todo el-mundo. El 20 de enero, en la reunión semanal de la Academia de

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Ciencias francesa. Henri Poincaré mostró las primeras fotografías con rayos X tomadas por Roentgen, y uno de los cienrfficos presentes tuvo una idea que decidió poner en práctica de inmediato y corrió a su laboratorio. Se llamaba Henri Becquerel. ¿Habrá otras sustancias también fluorescentes capaces de producir rayos X?, se pregunraba Becquerel, sin siquiera sospechar que estaba a las puercas de un descubrimiento sensacional. ¿Por qué no probar con un compuesto de uranio?, ¿por qué no el uranio?, pensaría un tiempo después Becquerel.

El gran descubrimiento: la radiactividad El sol no brilla siempre en París. El 20 de enero de 1896, Henri Becquerel oyó hablar de los rayos X y se apuró. Hijo y nieto de físicos, Becquerel ocupaba la cátedra de Física del Museo de Historia Natural en París, y era un experto en fluorescencia. La reunión de la Academia de Ciencias en la que Henri Poincaré mostró radiografías y habló de los rayos X recién descubiertos por Roentgen le había dado una idea: tras escuchar que los 'nuevos rayos emergían de la zona fluorescente del tubo de descarga se le ocurrió probar con varias sustancias fluorescentes para ver si ellas también emitían rayos. Fue corriendo a su laboratorio e inició los experimentos, exponiendo diversos compuestos convenientemente envueltos a la luz solar sobre

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independiente hasta finalizada la Primera Guerra Mundial. Apenas cuatro años después de un nuevo intento de rebelión polaca en 1863, que implicó aún mayor represión por parre de los ocupantes rusos, nació María Sklodovska. Su familia pertenecía a la intelligeruzia varsoviana: su padre era profesor de física y su madre directora de un colegio, y la vida de la familia estuvo signada por las dificultades políticas, la estrechez económica y la desgracia: la madre de María murió de tuberculosis cuando ella era muy chica. Pero a pesar de la penuria, María recibió de su padre las bases de una educación científica; desde muy joven se orientó hacia la química y la física. Cuenta la leyenda que, cuando quiso matricularse en la Universidad de Cra-

covia en aquellas materias, se le respondió amablemente "que en esas disciplinas no había vacante, pero que podía intentar seguir estudios en labores, cocina y economía doméstica". La anécdota puede no ser cierta pero refleja perfectamente el hecho cierro de que no tenía demasiadas posibilidades de recibir enseñanza superior en la Polonia sometida. Y así, sus pensamientos se volvieron hacia el sueño de todos los polacos: Francia. Ya un hermano y una hermana mayores que ella se habían marchado a París en busca de una formación universitaria. En 1891 consiguió juntar el dinero necesario y emprendió el decisivo viaje. En París llevó una vida dura. Se inscribió en la Sorbo na y vivió con una frugalidad rayana en lo irresponsable: los desmayos provocados por la pésima

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alimentación e incluso el hambre requirieron la intervención de su hermana y su cuñado, ya recibidos de médicos. Pero se graduó con las mejores notas, lo cual era una hazaña para una mujer en aquellos no tan lejanos tiempos. Sin embargo no todo fue estudio: en 1894 conoció a un físico francés, que se había hecho ya un cierto nombre por el descubrimiento de la piezoelectricidad (la manera de producir un potencial eléctrico aplicando presión sobre ciertos cristales). El 26 de julio de 1895 se casaron. El físico en cuestión se llamaba Pierre Curie. María Sklodovska se transformó -para siempre- en María Curie. Corrían los tiempos de la radiación y María buscaba un tema de tesis. Hacia muy poco que Roenrgen había anunciado la existencia de los rayos X. y menos todavía que Becquerel había encontrado una radiación de naturaleza desconocida, emitida por las sales de uranio. La radiación de Becquerel no era ni de lejos tan espectacular como la de Roentgen: no permitía obtener forografías de los huesos, ni se perfilaba como una atracción de circo, donde ya algunos empezaban a bailar en esquelero detrás de una pantalla iluminada con rayos X. No, nada de eso: la radiación de Becquerel era firme y persisrenternente emitida por el uranio, un elemento sin demasiada tradición: ni despertaba demasiado interés, ni tenía demasiada utilidad, en el extremo de la Tabla Periódica de los Elementos químicos: no ha-

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otorgaron el de química. Además fue la primera mujer en acceder a la Academia Francesa de Ciencias. Incluso la muerte de Pierre, arrollado por un carro en las calles de París en 1906 =tras lo cual María ocupó su cáredra-, contribuyó a fortalecer el impacto de su historia. A medida que el radio y la radiactividad ganaban terreno tanto en las ciencias teóricas y experimentales como en la medicina, donde eran utilizados para combatir el cáncer -en lo qUe se llamó entonces "curieterapia"> ganó fama universal. Durante la Primera Guerra Mundial reformó las unidades que utilizaban la radiología -entonces bastante incipientepara atender a los heridos, y montó laboratorios radiológicos móviles que conducía ella misma. Cuando en 1921 viajó a los Estados Unidos, fue aclamada por verdaderas multitudes y cuando murió en 1934, Francia y el mundo entero le rindieron homenaje. Además, fue la fundadora de una dinastía científica, ya que su hija Irene Cueie también habría de ser una física renombrada. Madame Curie es el arquetipo del científico que en una época importante resuelve o inicia un camino importante. En aquellos años de radiación incipiente y radiactividad balbuceante, el polonio y el radio contribuyeron a establecer el nuevo fenómeno como uno de los' temas centrales de la investigación científica. Los rayos X y la radiactividad eran fenómenos nuevos y espectaculares, muy apropiados para un cambio de siglo.

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y sin embargo, no eran más que el preámbulo de una aventura que sólo estaba empezando: la aventura de conresrar una de las preguntas más viejas del mundo (¿de qué y cómo están hechas las cosas?), la aventura de comprender y descifrar la estructura de la materia.

Espectros En 1895, el descubrimiento de los rayos X causó sensación. Los periódicos del mundo les dedicaron páginas y páginas y no es para asombrarse. Hoy, cualquiera de nosotros está acostumbrado a ver radiografías, pero, en el momenro, Jos rayos X parecían capaces de acceder a lo invisible, de fotografiar un objeto encerrado dentro de una caja de madera y sobre todo, de ver, sin necesidad de bisturí, lo que nunca se había visto hasta entonces: el interior del cuerpo humano. Había algo mágico en esos rayos de Roentgen. Cuando en mayo de 1986 Edison hizo la primera exhibición pública de los rayos X en Nueva York, cientos o miles de personas hicieron cola para interponer sus manos o sus piernas en el haz de rayos y ver la sombra de sus huesos dibujarse en la pantalla fluorescente. Aun en 1927, Thomas Mann, en La montaña mdgíca, muestra el impacto que producía la visión de una radiografía.

El Dr. Becber llevó luegosu amabilidad hastapermitir que elpensionista contemplase su propia mano en lapantalla luminosa. y Hans Castorp vio lo que ya debla

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"Muy pronto se empezó a observar que las largas sesiones en que los pacientes eran sometidos a irradiación

X, a veces durante horas, generaban problemas, y problemas serios. No obstante, la furia radiológica siguió" formaría en un inocente corderito. Se escribieron poemas, se hicieron bromas y se especuló con inquietantes posibilidades: ¿no se podría acaso espiar la desnudez de las mujeres mediante un adecuado uso de rayos X? En el verano de 1896, un estudiante de Columbia llamado Herbert Hawk hada demostraciones de equipos en lugares públicos, enfocando los rayos sobre su cabeza, para que los espectadores se extasiaran contemplando su mandíbula en la pantalla. La Legislatura del estádo de Nueva Jersey, Estados Unidos, debatió una ley que prohibía el uso de rayos X en los binoculares de teatro. (Dicho sea de paso, las legislaturas estaduales norteamericanas tienen una interesante tradición en inmiscuirse en cuestiones científicas: en 1897, en Indiana, las cámaras estuvieron a puntO de aprobar una ley que fijaba el valor del número pi, yen la década del 20, en Tennessee, se prohibió por ley la enseñanza de la teoría de la evolución de Darwin.) También en 1896, Snowden Ward, uno de los más prolíficos conferencistas sobre las maravillas de los rayos X, mostró a una audiencia de médicos, estudiantes y fotógrafos la radiografía de una mano de un chico con un doble pulgar, pero cuando se quiso repetir el experimento el doble pulgar no apareció por ninguna parte (lo que había pasado era que, durante la exposición, la mano se había movido un poco). Los rayos X también parecieron la pa-

nacea médica: más allá de las radiografías, se pensó que podían servir (y se aplicaron) como tratamiento para múltiples enfermedades. Un texto de 1907 hace un listado de las dolencias que los rayos X podían aliviar: lupus, eczema, acné, psoriasis, lepra, tuberculosis, neuralgias, migrafias y epilepsia, además de diversos tipos de cáncer. Sin embargo, desde muy temprano, se empezó a observar que las largas sesiones en que los pacientes eran sometidos a irradiación X, a veces durante horas, generaban problemas, y problemas serios. No obstante, la furia radiológica siguió: hubo zapaterías que colocaron tubos de rayos X de tal modo que uno podía ver exactamente cómo calzaban los huesos del pie en el zapato que estaba comprando, y esta costumbre se mantuvo hasta losaños '50. Como los elixires y remedios que curaban todas las enfermedades, verdaderamente los rayos X parecían mágicos. No es de extrañar que cosas muy parecidas ocurrieran con la radiactividad.

Los años locos No tanto como con los rayos X, pero la geme también se enloqueció con la radiactividad. Una bailarina célebre pidió a María Curie que empapara con radio sus ropas vaporosas para hacerlas brillar e impresionar a su público. Los Curie se negaron -no tenían mucho radio para desperdiciar-, pero se hicieron amigos de la artista.

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No fUe el único caso: la radiactividad desató una oleada de aplicaciones extravagantes: en 1919 se vendía una "crema activa" radiactiva, y los carteles anunciaban que "provoca una actividad particular de revitalización de los tejidos: la piel, colocada en situación de juventud eterna, se torna más fina y más blanca y las arrugas desaparecen". En 1933 se promocionó una crema de belleza a base de radio y torio; se decía que respondía a una fórmula de un tal Dr. Alfred Cucie (que jamás existió), y se describía como una "revolución en el arte de embellecer el rostro", Digamos, de paso, que en las minas de uranio de Ioachimstahl se tomaban "baños radiactivos", para los cuales se hablan construido instalaciones especiales: los "pacientes" se sumergían en agua'que contenía radio y respiraban el radón -gas peligrosamente radiactivo- que se desprendía del suelo. Aun hoy, en Europa existen estaciones termales que promocionan los mismos "saludables vahos" de radón. También se intentó aplicar en medicina a tontas y a locas: los Laboratorios Pierre Koeheren de Estrasburgo inventaron una "compresa de radio" y sostenían que servía para curar migrañas, arteriosclerosis y apendicitis. El propio Pierre Curie pensó que la radiactividad podía ser útil para tratar afecciones de los ojos. En 1899 se informó que el radio estimulaba la retina y se especuló con que podía devolver la vista a los ciegos. Incluso se llegó a tomar "radiografí-

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cuestión de horas y otros, como el del torio o el uranio, que tardan millones, o miles de millones de años" del Stmnd Magazine, Thurstan Holland, que había tomado radiografías de diamantes y que había encontrado un pájaro momificado sometiendo a los rayos X Wl objeto que le habían traído de Egipto, contaba la siguiente historia bajo el título "Aventuras de un hombre de Ciencia":

Un hombre sospechosode haber robado un diamante y habérselo tragado para ocultarlo fue traído a mi laboratorio: lo hice desvestir y luego, de alguna manera, me las arreglépara que se colocara en una posición tal que los rayos X pasaran a través de su cuerpo. Apagué la luz y saqué la cobertura de la cámara. El resultado jite una excelente placa mostrando el diamantejusto debajo la válvula ileocecal Naturalmente, el autor ignoraba que los diamantes falsos son opacos a los rayos X y los diamantes verdaderos no. O sea que el diamante robado, en realidad, era falso. No faltaron los fraudes. Un joyero de Virginia, Estados Unidos, sostuvo que podía fotografiar lo invisible sin el uso de rayos X. El mismo Dr. Braduc, que usó los rayos X para que sus pacientes dejaran de beber o de fumar, prerendié haber tomado una radiografía del alma. Lo cierto es que, salvo esas exageraciones, que no fueron las únicas ni las mayores, como se verá, la radiografía inaugur6 una nueva época en la medicina. Por más que las primeras racüografías fueran toscas, con poca resoluci6n y

requirieran mucho tiempo de exposición, los rayos X salvaron cientos de miles de vidas y propinaron a la medicina un impulso verdaderamente formidable. Como la anestesia, transformaron ramas enteras de la medicina y, muchos años más tarde, sus descendientes directos, como la tomografía computada y la romografía de emisión de positrones, seguirían transformándolas.

La radiactividad y el tiempo Las sustancias radiactivas "trabajan" emitiendo partículas o rayos: los núcleos de los átomos que las componen están constantemente degenerando yescupiendo partículas alfa, beta o rayos gamma hasta que alcanzan la estabilidad. Uno de los problemas de la desintegración radiactiva estaba relacionado con el tiempo. Porque uno se podría preguntar lo siguiente, y hasta encontrar una paradoja de la naturaleza: los núcleos se desintegran radiactivamente para alcanzar configuraciones más estables y niveles de energía más bajos, desprendiéndose de partículas molestas. Un núcleo de torio 23·0,por ejemplo, se saca de encima una partícula alfa, con lo cual se convierte -al perder dos protones y dos neutrones- en radio, que es un poco más estable aunque sigue siendo radiactivo. Ser más estable no es más que una aspiración legítima de cualquier núcleo biempensante y no podemos reprocharle al torio -ni a ningún otro núcleo- que desee hacerlo. Pero,

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¿por qué se toma tanto tiempo? ¿Por qué no se desintegra instantáneamente? ¿Por qué a una partícula alfa le puede llevar millones de años abandonar un núcleo que no la quiere y que no desea sino desprenderse de ella? y sin embargo, es así. En vez de sacarse de encima alfas, betas y otras yerbas de un saque, cada elemento radiactivo tiene su propia paciencia, su ritmo de desintegración, un tiempo característico que depende de él solamente y cuyas cifras se cocinan en el interior del núcleo, como si tuvieran un reloj y un programa interno. Hay núcleos que se desintegran en cuestión de horas y otros, como el del torio o el uranio, que tardan millones, o miles de millones de anos. Ese tiempo característico, que mide lo que a cada núcleo le "cuesta" desintegrarse -el precio temporal de su lucha por la esrabilidad-, se denomina "perfodo de semidesintegración" o "vida media" -como también es usual, debido a un abuso de traducción de las palabras haifLift del inglés-. Yel período de sernidesinregració n de un núcleo, que es característico de él, y s610 de él, es el tiempo en que una cierta cantidad de ese elemento tarda en reducirse a la mitad. Por ejemplo, el período de sernidesintegración del radio 226 es de 1600 afios. Pues bien: si tenemos diez gramos de radio, al cabo de 1600 años tendremos cinco; después de otros 1600 tendremos dos y medio y así sucesivamente. Lo mismo ocurrida si hu-

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U. S. Radium Corporation.

empezó a percibir que la sobreexposición podía ser peligrosa. En 1903 murió Clarence Dally, el ayudante de Edi-

son, que había seguido trabajando sobre los rayos X, convirtiéndose en la primera víctima de la radiación. Yaen 1902 uno de los pioneros de la radioprotección, WilIiam Rollins, advirtió el peligro y aconsejó exponer una placa fotográfica a cada equipo por siete minutos y, si se velaba, aumentar la protección. En 1908, los miembros de la Sociedad Americana de Rayos Roenrgen, durante su reunión anual, escucharon la lectura de una larga lista de personas que habían sido afectadas por e! abuso de los rayos X y se enteraron de que las compañías de seguros de vida empezaban a considerar con cuidado las pólizas de los radiólogos. Pero los radiólogos no se impresionaron demasiado. Habían adquirido la costumbre de "medir" la potencia del tubo de rayosX metiendo la mano en e! haz de rayos; el tiempo que tardaba en enrojecerse la piel y el tamaño de la zona afectada les daba una idea de cómo funcionaba el equipo. Esta peligrosa práctica se aplicaba también en los lugares de fabricación de los equipos, y no se interrumpió a raíz de las primeras advertencias; como suele suceder cuando aparece una herramienta poderosa, nadie estaba muy dispuesto a limitarse en su uso. Los rayosX eran demasiado útiles como para amarrocarlos. Además, los datos sobre efectos y posibles rnedi-

das de protección eran completamente imprecisos: no existía una guia adecuada para protegerse y nadie podía decir a ciencia cierta cuánta protección exactamenre hacía falta. Muchos radiólogos se negaron incluso a blindar los rubos de rayosX, e incluso hubo quien trató de que se desterrara la palabra "quemaduras" para referirse a los daños de la radiación. ¿Razones?Podría ahuyentar a la gente y detener el progreso de una disciplina terriblemente promisoria. Al fin yal cabo, los rayosX estaban salvando miles de vidas. Durante la Primera Guerra Mundial, cuando los rayosX mostraron toda su potencia y efectividad, las propias necesidades bélicas hicieron que no se tomaran medidas precautorias: además de trasladar los equipos, sobrecargarlos con blindajes parecía imposible, y probablemente muchos de los radiólogos de guerra hayan sufrido por eso. Naturalmente, era absolutamente cierto que los rayos X salvaban miles de vidas y ahorraban infinitos sufrimientos, pero el argumento no era incompatible con medidas adecuadas que permitieran salvar aún más vidas. Además, después de la guerra, como ya vimos, los rayosX se usaron en muchas aplicaciones disparatadas: la gente era irradiada sin ninguna necesidad para combatir la tilla o el acné, o para superar la depresión, o para tratamientos de belleza o depilación. Estas sesiones, que a vecesduraban horas, produjeron un

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buen volumen de datos sobre los riesgos de la sobreexposición. Algo parecido ocurría con la radiactividad. En abril de 1901, Becquere!les pidió prestado a los Curie un rubo que contenía radio, que llevó durante seis horas en un bolsiJlo. Luego descubrió que le había quemado la pie! a través de la ropa, y producido una herida muy parecida a las quemaduras que causaba la sobreexposición a los rayosX. El propio Pierre Curie investigó el asunto, exponiendo sus brazos a la radiación y comprobó que, efectivamente, el radio producía quemaduras. Lo mismo pasó con el radio, que ya se mostraba como una herramienta efectiva contra el cáncer. Como en el caso de los rayos X, se abusaba de la radiactividad, y se la usaba como terapia en e! caso de un montón de sinrornatologías y enfermedades contra las cuales poco y nada tenía que hacer. Y,en fin, funcionó la negación: en 19161a revista medica Radium sostenía que "el radio no tenía efecto tóxico alguno".

Una estabilización (precaria) Pero el exceso de confianza adquirido durante la guerra produjo más muertes entre los radiólogos y e! personal auxiliar que trabajaba con ellos. En los años '20 se produjo el escándalo de las pintoras de relojes envenenadas con radio, que pueden leer en el recuadro. Fue la década en que empezaron a insinuarse las primeras medidas de protección. En 1920 la Sociedad Americana de Rayos

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de seguridad, al que contribuyó con una cifra muy similar el sueco RolfSieven en 1925. Durante el Primer Congreso Internacional de Radiología de 1925, aunque no se tomaron medidas efectivas, se vio la necesidad de definir unidades. En el Congreso Internacional de Radiología de 1928 se adoptó el romtgen como unidad internacional de exposición a la radiación (que se definía como la cantidad de radiación necesaria para producir una determinada cantidad de iones en una determinada cantidad de aire). Sobre el radio, se recomendó que estuviera bien blindado, que se manejara sólo mediante pinzas y que se guardara en cajas de plomo, y se especificaron medidas de higiene en los lugares de trabajo, aunque no se incluían referencias a las "dosis de tolerancia". Se creó, sin embargo, el Comité Internacional de Protección de los Rayos X y el Radio (que ahora se Llama ICRP: Comisión Internacional de Prorección Radiológica). En 1927 se calculó que una "dosis de enrojecimiento" era 600 roenrgen. Re-

cién en mano de ) 934 el Comité Internacional de Rayos X y Radio adoptó el límire de Murscheller: 6 roentgen por mes, o 0,2 por día. Mientras tanto, en el Massachusetts Institute ofTechnology se iniciaban estudios serios sobre el efecto de la radiación en animales y seres humanos. Hacia 1941, el MIT había estudiado 27 personas expuestas al radio y cuando el 26 de febrero se reunió un comité ad hoc que revisó los casos, encontró que aquellos que tenían menos de mediornillonésimo de curie (una unidad que represenraba la cantidad de radiación emitida por un gramo de radio) en su cuerpo no habían sufrido daños, mientras que sí los habían padecido quienes albergaban en el cuerpo más de 1,2 millonésimo. El límite de 0,1 millonésimo de curie se usó como cope, y el de 3 millonésimo de millonésimo de curie por litro de aire como límite para el radón. En los Estados Unidos se estableció el límire de 0,1 roentgen por día para la radiación X y gamma. Finalmente, se estaba llegando a la

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adopción de medidas que permitieran utilizar los beneficios de la radiación sin sufrir sus riesgos. Aunque la historia de la protección radiológica recién empezaba: en los anos treinta se levantó en Hamburgo un monumento a los mártires de la radiación. De modo que hacia los afias treinta el estudio de las radiaciones se había estabilizado, ya se sabía más o menos bien qué cantidad era dañina y cuál inofensiva, y la protección radiológica salvaguardaba la vida y la integridad física de los radiólogos. Poco más tarde, se cernió sobre el mundo la ominosa sombra de la bomba atómica lanzada sobre Hiroshima, que daría a rodo uso de la radiactividad (incluso al más pacífico) un tinte indeleble de miro bélico. Pero ésa es ya otra historia. Colaboraron en este fascículo Nicolás Olszevicki y Máximo Rudelli. [email protected]

28. Las ideas biológicas en el siglo XIX

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"La exploración y el desarrollo de la teoría celular se pareció conceptualmente más a la exploración del cielo, dependiente de lo que permitían ver los telescopios de la época, que a las grandes generalizaciones mecánicas, físicas o químicas" jido que une las ulsceras, la grasa y los conductos adiposos, Malpighi encontré en una muestra de sangre de puercoes-

pín unos glóbulos que poseen una silueta de una forma particular y son rojizos; su aspecto general es el de una guirnalda de coral rojo. En una comunicación enviada a la Royal Sociery en 1682, Leeuwenhoek COntó que en una muestra de sangre de raya habla podido distinguir unas partículas planas y ovaladas que flotan en un agua cristalina. Cuando se encuentran aisladas, estas partículas ovaladas carecep de color, pero cuando tres o cuatro de ellas se apilan, empiezan a mostrar un color rojo. Ambos estaban viendo los glóbulos rojos, aunque obviamente no lo sabían. y menos que menos podían intuir que esas partículas vistas al azar y que no aparecían en otras muestras animales tuvieran algún cipo de generalidad. En 1672, en su libro Tratado sobre la naturaleza irritable del tejido, el médico inglés Francis Glisson propuso que los tejidos animales están formados por "unidades fundamentales e irritables", a las que llamó "fibras", y sugirió que eran ellas las que formaban a todos los seres vivos. Cien años más tarde, Albrechr von Haller (1708-1777) -uno de los anatomistas más importantes de la segunda mitad del siglo XVIII (y acaso el más importante de todo el siglo), que exploró todos los rincones de su ciencia e hizo

enormes contribuciones a la medicina, dejando una obra escrita de montones y montones de volúmenes- tomó la idea de Glisson, y su enfoque fue dominante durante todo el siglo del Iluminismo. Para él, la unidad de los seres vivientes y el elemento tectónico de la materia viva estaba dado por las fibras, que en el microscopio se revelaban como masas alargadas e inorganizadas y que, según pensaba, componían las partes sólidas, tanto de los vegetales como de los animales. Lo estableció casi como un axioma-y esto no es una exageración-, como pueden ver por su fumoso apotegma:

La fibra es,para elfisiólogo, lo que es la lin eapara el geómetra. Haller pensaba, además, que las fibras que se veían con el microscopio estaban formadas por rnicrofibras más pequeñas aún, unidas por una sustancia pegajosa. Tras analizar distintos tejidos animales, llegó a la conclusión de que existían tres tipos de microfibras: las musculares, las nerviosas y las celulares (estas últimas, deda, eran las encargadas de sostener el cuerpo). Había oeras variantes, pese a la amplia aceptación de la fibra: por ejemplo, en 1781, el anatomista italiano Felice Fontana escribió:

. Los primitivos cilindros retorcidos que descubri en el tejido nervioso, los tendones y los músculos, son los más pequeño!

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que he podido encontrar en todas las partes y órganos que conozco. Son mucho más pequeños que las más pequeñas uestculas rojas presentes en la sangre. Todos mis intentos por romperlos en cilindros ,de menor tamaño han follado. y el filósofo de la naturaleza Ockem, en 1805, sostenía que todos los seres orgánicos son aglomeraciones de vesículas o "células mucosas". Había para todos los gustos. Aunque en general la terminología era confusa (y suena muy confusa a nuestros oídos actuales). ¿Qué queda decir Von Haller cuando hablaba de "microfibras celulares"? La palabra célula se usaba, seguramente, con distintos significados, y muy probablemente los que hablaban de "células" querían decir cosas diferenres. Por ejemplo, es posible que Von Haller identificara las "rnicrofibras celulares" con las "células" de Hooke sin que esto significara una aproximación a la célula moderna. Pero es interesante que la palabra se usara. Además, es muy probable que si veían células, o creían verlas, las consideraran como una de las tantas cosas que hay en el organismo, como los nervios, o las venas, o los órganos, pero no como el componente principal. Toda esta confusión terminológica que en cierto modo denotaba que los conceptOSmismos eran confusos no debe extrañarnos si pensamos en las vueltas de las fuerzas vivas de Leibniz, las causas de

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"Schwann estableció que la célula era un elemento común a los reinos animal

y vegetal, una de las grandes generalizaciones de la biología, que se convirtió en el eje para la interpretación de todos los fenómenos biológicos" eran las ciencias naturales (cosa por cierto no muy frecuente entre los suicidas fallidos) y se dedicó con energía a su estudio. En 1838 publicó un informe que hada de la célula la base de la morfología vegetal y sostenía que todas las plantas, con el conjunto de sus órganos, no eran más que una aglomeración de células. La célula es la unidad básica viviente de la estructura vegetal y represenra la entidad fundamental a partir de la cual la planta se desarrolla. Cada célula lleva una doble vida: una autónoma y primaria que pertenece a la célula como unidad y otra incidental y secundaria, como parte integral de una planta. Ambos procesos vitales son manifestaciones de una fuerza formadora o plasmadora que prevalece en toda la naturaleza, dando origen a los cristales inorgánicos, a las células orgánicas, y reuniendo a éstas en la estructura completa de los seres vivos. La parte complementaria de la obra botánica de Schleiden estuvo a cargo, como no podía ser menos, de un zoólogo, que extendió la idea al mundo animal. Theodor Schwann (1810-1882) hizo de todo: entre otras tantas cosas mostró, adelantándose a Pasteur, que la fermentación y la putrefacción eran producidas por microorganismos, cosa a la que nadie prestó la más mínima atención en su momento. Pero la parte más importante de su obra fueron sus investigaciones sobre la estructura celular de los tejidos animales. A fines de

1838 comprobó que en la cuerda dorsal del renacuajo había células provistas de núcleos semejantes a las células vegetales descritas por Schleiden (el núcleo había sido descubierto, o avistado, digamos, poco antes, en 1831, por Robert Brown). Observó lo mismo en el tejido embrionario del cerdo y en las hojas germinales del pollo; buscó células en los más diversos tejidos del organismo animal, oponiéndose a las tesis de Bichat de que los tejidos eran irreductibles -10 cual era "cierto" si se tiene en cuenta que, con una miserable lupa por instrumento como la que él usaba, los tejidos pueden parecer irreductibles- y generalizó el asunto mediante un enunciado general: Por diferentes que sean "lostejidos, existe un principio uniuersal en su desarrollo, y este principio es laformación celular: Así estableció que la célula era un elemento común a los reinos animal y vegetal, una de las grandes generalizaciones de la historia de la biología, que tuvo impacto inmediato, y que se convirtió en el eje para la interpretación de tOdos los fenómenos biológicos (por lo menos en el nivel micro). Es que reemplazar los 21 tejidos de Bichat por una única unidad fundamental abrió de pronto enormes posibilidades a la fisiologíay a la patología, e incluso con el correr del tiempo aclaró algunos problemas que subsistían en

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torno de la fecundación -uno de los méritos de Schwann fue haber reconocido que el huevo es una célula, sea su tamaño microscópico o macroscópico-. Sin embargo, la teoría no estaba para nada completa: varias incógnitas quedaban florando en el aire: ¿Cómo se reprodudan las células?¿Yde dónde salfan? Tanto Schleiden como Schwann pensaron que el proceso se parecía al de una cristalización en la cual quien cumplía el rol del líquido cristalizable era el "ciroblasrerna",la masa sernilíquida y sustancia fundamental de la célula. ¿Peroa partir de qué?, ¿de un material difuso?Y entonces, ¿cómo era que ese material difuso previo a la célula no constituía él la buscada unidad? Aquí había un agujero teórico, sin duda. El citoblasrema, poco después, fue llamado "protoplasma" por obra y gracia del botánico Hugo von Mohl (1805-1872), que dio un paso adelante respecto de Schleiden y Schwann: se ocupó de describir con bastante fidelidad el desarrollo y evolución de la célula y sugirió que se reproduda por división (cosa que ya había sido observada por otros biólogos). Pero igual no alcanzaba: quedaba pendiente el mecanismo de esa división. Los botánicos suponían que, antes de que ocurriera, el núcleo se disolvía en el protoplasma para reconstruirse más tarde en las células hijas. Recién en 1852 Robert Remak (1815-1865) pudo establecer que era en cierta forma

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Figura del cartílago en crecimiento, de la Cellularpathologie

de Virchow.

del siglo XIX, un siglo que estuvo incansablemente en busca de la unidad en todos los ámbitos y, aunque de manera provisoria, la encontró. Con la evolución, con el principio de conservación de la energía, con la teoría atómica, con la rabia de los elementos, el mundo parecía organizado y manejable. y así se mantendría hasta la llegada del fin de siglo, que cambiaría el panorama y pondría a la ciencia (y al Universo) patas arriba. Pero ésa ya es otra historia.

II Pasteur y la teoría de la infección microbiana La destrucción de la materia orgánica muerta es una de las necesidades para la perpetuación de la vida Es necesario que la fibrina de nuestros músculos, la albúmina de nuestra sangre, la gelatina de nuestros huesos, la urea de nuestras orinas, la materia leñosa de las plantas, el azúcar de losfrutos, el almidón de las semillas ... se tmnsformen lentamente hasta alcanzar el estado de agua, amoníaco y anbidrida carbónico, de forma que estosprincipios elementales de la sustancias orgánicas complejas vuelvan a ser recogidos por las plantas, elaborados de nuevo, sirvan como alimento a nuevos seres vivos semejantes a los que le dieron vida y así continúen ad infinitum hasta elfin de los siglos.

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Louis Pasteur Si Dalton completó la obra de Lavoisier y puso a la química en la senda

cuantitativa al introducir los átomos y los pesos atómicos, fue Louis Pasteur quien estableció un nexo de hierro entre la química y la biologCa de lo minúsculo, nexo que permitía explicar la relación entre vida y materia como un flujo de continuo intercambio. Se traraba de una preocupación que flotaba en el ambienre: de hecho, si lo recuerdan, a mediados del siglo XVIII, el propio Srahl, con su teorfa del flogisro, había intentado explicar este comercio constante enrre lo vivo y lo químico. Hacía siglos que la vida y la muerte se cruzaban cotidianamente en las pestes que asolaban Europa y no había ninguna teoría convincente que las explicara (al menos desde el punto de vista científico). Era tiempo de empezar a hurgar de manera un poco más consecuente en las causas de las enfermedades, para romper con las esferas aristotélicas que representaban la teoría de los humores o la generación espontánea en el campo de la biología. Además, como es evidente, un nuevo mundo de animales diminuros se habla desplegado frente a la mirada de los hombres de ciencia gracias al trabajo de los microscopistas. Ya les conté unos fascículos atrás que cuando Antoni Van Leeuwenhoek miró por la lente de su microscopio, vio una gota de agua que bullía de animales diminutos que nunca ames habían sido observados y los llamó "infusorios", o "animálculos"; luego vio los que vivían en su propia saliva y

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más carde las primeras bacterias, espermatozoides y demás. Nadie podía imaginarse entonces el poder de aquellos "animálculos" o "infusorios", ni el papel que juegan en el mundo cotidiano. El sentido común indicaba que era a lo más grande a lo que había que temer; como los rerrernoros, las bombas de los cañones o incluso la pinza del dentista, mientras que lo más pequeño, lo minúsculo, no podía representar ningún peligro. Pero ya se sabe: el sentido común suele ir para un lado, mientras que la realidad lo hace para el Otro. Es lo que empezaban a sospechar quienes tenían los pies en una Tierra que no parecía moverse y que, sin embargo, lo hacía.

Inesperados fabricantes de cerveza Ya nos encontramos con Louis Pasreur (1822-1895) cuando hablábamos de la generación espontánea. Era hijo de un curtidor y ya a los 23 años había resuelto un curioso problema sobre la estructura de los cristales de ácido tartárico y sus propiedades de desviar la luz hacia la izquierda o la derecha, [o cual le había dado cierta reputación, Pero sus primeros grandes trabajos. que le permitirían tener un gran impacto en la realidad cotidiana de la gente, esruvieron relacionados con la fermentación y la putrefacción. Ambos fenómenos eran objero de una polémica entre quienes sostenían que eran procesos purarnenre

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"En tiempos de Pasteur, grandes médicos introducían medidas antisépticas, aunque no supieran bien cuál era el origen de la enfermedad. El caso

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Scmmelweis

muchas veces es puesto como modelo de investigación científica" pebrina; el tercero sufrida de la otra enfermedad, la "flaqueza",yel cuarto desarrollaría ambas enfermedades. Sus predicciones se cumplieron al pie de la letra y su reputación siguió creciendo. Por si faltaba algo para aumentar su faenade ser capaz de sobreponerse a cualquier dificultad, una hemorragia cerebrallo había dejado casi paralizado del lado izquierdo. Pero en cuanto se repuso un poco publicó un libro que describía sus investigaciones, mientras los campos de gusanos de seda volvían a dar ganancias por primera vez en una década. y como era de esperar, en poco tiempo su técnica de selección se utilizaba comúnmente en Austria e Italia.

Epidemias, contagio Durante la epidemia eTesífilisque se produjo en Francia en el siglo XVI Girolamo Fracasroro (1478?-1553), e! mismo que había tratado -inútilmentede arreglar con 79 esferasel sistema de Aristóteles. y el responsable de la primera descripción exhaustiva de la sífilis, sostuvo la primera hipótesis más o menos precisa sobre la existencia del contagio por medio de un agente vivo, que transmitía la enfermedad a través de objetos contaminados o incluso de! aire. La idea, a pesar de hacerse bastante evidente en las epidemias (y de que se tomaran medidas teniéndola en cuenta, dado que se aplicaba la cuarentena), chocaba en cierta forma con la idea de que la enfermedad provenía de adentro

I del cuerpo por un desequilibrio en los humores. En tiempos de Pasteur, grandes rnédicos como Joseph Lisrer (1827-) 9) 2) o Ignaz Semmelweis (1818-1865) empezaban a introducir medidas antisépticas, aunque no supieran exactamente cuál era el origen de la enfermedad. El caso de Semmelweis es particularmente inreresante porque muchas veceses puesto como modelo de investigación científica. Vamos, pues.

El curioso caso de Sernmelweis y el misterio de la sala número 2 El Hospital General de Viena era una de las instituciones más prestigiosas de Europa, pero tenía un punto negro: la atención de las parturientas, que alcanzaba altas cifras de mortalidad por la fiebre puerperal. El hospital tenía dos pabellones dedicados a la atención gratuita de pactoS de mujeres que carecían de dinero paca pagarla (obreras, sirvientas, solteras. prostitutas y mendigas). En la sala 2 las parturientas eran atendidas bajo la dirección del doctor Bartsch, y los casos de mortalidad por fiebre puerperal eran muy bajos (de! 2 al 2,7 por ciento). En tanto, en la sala 1, bajo la dirección del doctor Klein, la-mortalidad era cinco veces mayor. Semmclweis, miembro del equipo médico de la Primera División de Maternidad del Hospital de la Escuela Superior de Medicina, se propu-

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so descubrir qué variable era la que incidía en el curioso fenómeno. Primero descartó la teoría de las influencias epidémicas, es decir, la atribución de la prevalencia de la enfermedad a los cambios atmosférico-cósmico-telúricos. Semmelweissostenía que si la frecuencia de muertes se debiese a tales "influencias epidémicas", no debería haber diferencias en la mortalidad entre los dos pabellones o salas. Algunos médicos sostenían que el hacinamiento era la causa de la mayor mortandad en la sala 1. Semrnelweisseñaló que había un mayor hacinamiento en la sala 2, en parte como consecuencia del terror y la resistencia que oponían las mujeres que ingresaban al hospital para ser internadas en la sala 1, rernible por e! alto número de muertes. Se preguntó si la posición física de , las mujeres podía influir en el fenómeno: en la sala 1 las parturientas se mantenían acostadas de espaldas, mientras que en la sala 2 se las mantenía de lado. Semmelweis hizo atender a las mujeres de la sala 1 en la misma posición que en la sala 2: la tasa de muertes no bajó. En 1846, una comisión designada para investigar este problema atribuyó el mayor índice de mortalidad al examen poco cuidadoso que se realizaba a las mujeres en el trabajo de parto. Semmelweis refutó la idea argumentando que el parto es un acto mucho más violento que el reconocimiento. y

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"La inoculación de material infectado para prevenir enfermedades ya se había practicado en China, India y Persia, donde se habían tornado muestras

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casos poco virulentos para salvar del contagio. a personas sanas " ciento. Era imprescindible documentarlo en forma suficiente para convencer a las incrédulas sociedades médicas. Pero no lo aceptaron ni lo comprendieron, y los ataques que le dirigieron fueron tales que empezó a perder su equilibrio mental. Escribió cartas y manifiestos en los que acusaba de asesinos. a quienes se oponían a sus teorías. Es célebresu "Carta abierta a los profesoresde obstetricia", que comienza así: ¡Asesinos! Llamo así a todos los que trabajan sin tomar las medidas que propongo con el fin de combatir lafiebre puerperal. A ellos me dirijo y me declaro su enemigo, de la manera en que hay que hacerlo frente al autor de un crimen. No puedo menos que tratarlos de asesinos. Para atajar los males que deploramos en Lasclínicas para parturientas no hay que cerrar éstas, sino que es preciso arrojar de ellas a los tocólogos, que son los verdaderos portadores de las epidemias. ¡ELcrimen debe cesar!¡Estoy velando para que el crimen cese! Un grave ataque de esquizofrenia obligó a su familia a buscar ayuda médica y prácticamente lo recluyeron en su casa, con la idea de mandarlo luego a un asilo en Viena. Pero Semmelweisse enteró, y un buen día salió sigilosamente de su casa, fue a la clínica de maternidad, agarró un bisturí con el que los estudiantes estaban haciendo la autopsia del cadáver de una

mujer que había muerto de fiebre puerperal, se hizo un pequeño corte en el dedo y luego introdujo su mano en el vientre del cadáver.El 13 de agosto de 1865, después de unas pocas semanas de enfermedad, murió a causa de la misma enfermedad que había combatido.

Una alianza entre Jenner y. las vacas derrota a la viruela En 1854, cuando se produjo un repentino brote de cólera en la Broad Streer de Londres que mató a 500 personas en un radio de 200 metros, un estudioso de la época llamado John Snow concluyó, y luego demostró, que el problema residía en que la fuente de agua que se utilizaba en el área estaba contaminada con materia orgánica . proveniente de un enfermo de cólera. Eran pasos firmes, pero inciertos, porque faltaba el dato fundamental: saber cuál era exactamente el agente de transmisión. El médico rural inglés Edward Jenner (1749-1823) comprobó el saber popular de que las ordeñadoras de vacas, que solían contraer la viruela vacuna (poco peligrosa para humanos), y que se transmitía de manera directa de las ubres al ordeñador, no desarrollaban la variante humana, más peligrosa, de la enfermedad. A partir de 1778 empezó a reunir sus observacionesy el 14 de mayo de l796 hizo la prueba. decisiva:tomó fluido linfático de la mano de una lechera y lo inoculó en el brazo de James Phipps,

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un chico sano 'de ocho afias, a: quien dos semanas más tarde expuso al pus de la viruela humana. El chico no se enfermó; quedaba demostrado que la viruela vacuna inmunizaba coima la humana. Era el primer caso de vacunación empíricamente comprobado, aunque Jenner había desarrollado su método sin tener idea del agente causal de la enfermedad, ni el mecanismo porel cual se producía la inmunización. La vacuna se extendió enormemente e incluso ]enner fue premiado por el Parlamento inglés, aunque los casos en los que la enfermedad sí se desarrollaba pese a la vacunación siguieron generando polémicas. En realidad, la idea de inocularse material infectado para prevenir enfermedades ya se había practicado en China, India y Persia, donde se habían tomado muestras de casos poco virulentos y se habían colocado en lastimaduras de personas sanas que quedaban a salvo del contagio. La esposa de un embajador inglés en Constantinopla, a fines del-siglo XVII, llevó la práctica a sus compatriotas, que comenzaron a utilizarla. De allí pasó a América, donde en 1721 un médico la utilizóen Bastan para prevenir la viruela, estimulado por un terrateniente local que se había enterado de esta práctica por sus propios esclavos africanos. Se introducía el material infectado debajo de la piel del paciente, que si bien no siempre desarrollaba la

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palabra vacunacion como homenaje a Jenner y la definió como la capacidad de aumentar la resistencia de un ser

vivo a un agente enemigo específico" de las gallinas. Durante sus experimentos se topó con que un cultivo de bacilos que guardaba desde largo tiempo era incapaz de provocar la enfermedad en las gallinas en las que lo inoculaba. Probablemente molesto por el contratiempo, consiguió una nueva cepa virulenta y la introdujo en sus gallinas, algunas de las cuales habían recibido el bacilo fallido. Para su sorpresa, estas gallinas no desarrollaron la enfermedad, mientras que las otras sí lo hadan. iPasteur comprendió que había encontrado otro caso en el que la vacunación funcionaba! En la publicación sobre su descubrímiento utilizó la palabra "vacunación" como homenaje a Jenner y la definió como la capacidad de aumentar la resistencia de un ser vivo a un agente enemigo específico. Era un paso que servía para prevenir una enfermedad más, pero que también permitía ilusionarse con lo que podría hacerse con muchas otras. En los cuatro años siguienres aplicó la técnica con éxito a la prevención de otras enfermedades animales. Alcanzaba con atenuar al agente virulento por medio de calentamiento, el paso del tiempo o por medio de un pasaje intermedio por otros animales: en cada caso las enfermedades eran ligeramente diferentes y había que descubrir sus particularidades para debilitarlas exitosamente .. Por otro lado, 'había que afinar bien los experimentos y reducir los fracasos

rrido con el cólera de las gallinas: ¿cuál podía ser la diferencia? En uno de los tantos intentos dejó reposar el líquido en el que hada sus cultiPasteur recibe ayuda de vos: comprobó que el líquido de la suun gigante: Robert Koch perficie no producía la enfermedad, En 1876 Robert Koch (1843-1910) mientras que el del fondo si lo hacía, y publicó una obra completa donde descri- concluyó que las bacterias más peligrosas habfan decantado hacia el fondo de los bía el bacilo que produce el carbunclo y unas esporasmuy resistentesal calor que recipientes y, por lo tanto, la parte supese desarrollan una vez que se dan lascon- rior del líquido serviría como vacuna. diciones necesarias.Dos años más tarde y así estuvo en condiciones de dar un explicabaen una nueva obra que los migolpe maestro contra quienes aún se croorganismos no sólo producen enferoponían a la vacunación: el2 de junio medades, sino que cada uno de ellos pro- de 1881 hizo una demostración pública duce una enfermedad específica. frente a periodistas y diversas personaliPasreur, que durante sus propios esdades en la aldea de Pouilly le Fort, tudios sobre el carbunclo no supo de la Francia. Allí inoculó 48 ovejas con el obra de Koch, avanzaba sobre el tema carbunclo que sabía que era virulento. partiendo de los mismos principios Las 24 que previamente Pasreur y sus que había establecido para demostrar colaboradores habían vacunado no que no era posible la generación esmostraron síntomas de la enfermedad, pontánea. Sabiendo que ya se habla en tanto que las otras murieron en meobservado que en la sangre de los aninos de dos días. Era una demostración males muertos por el carbunclo se enacabada del origen microbiano de la contraba una suerte de bastoncitos rec- enfermedad junto con la de Koch. Pero tes, se dedicó a aislarlos y reproducirtambién era una prueba contundente los en su laboratorio. sobre la vacunación. Diluyendo una gora de sangre en suEn las dos décadas siguientes se descesivasmuestras de orina esterilizada, cubriría la mayoría de las bacterias pudo comprobar que la última muestra causantes de enfermedades (aunque no seguía produciendo la enfermedad tal necesariamente las vacunas). El mismo como la primera, aunque ya no quedara Koch encontró el bacilo de la tubercunada de la sangre originaria, pero sí las losis, una de las principales causas de bacterias, que evidentemente eran el muerte de la Europa de aquel enton"principio virulento" causante de la ences, aunque la vacuna debió esperar vafermedad. Era algo que no le había ocu- rias décadas. al mínimo para evitar darles argumentos a quienes no creían en la vacunación, en su mayoría médicos.

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Sin embargo, todavía faltaba dar el paso decisivo: experimentar las vacunas "de laboratorio" en seres humanos. y le tocó a la rabia.

El turno de los perros Pasteur comenzó a estudiar la rabia, según se cree, porque de chico había presenciado la muerte de varios de sus vecinos a causa de la mordida de un lobo rabioso. A pesar de sus avances y experimentos se resistía a probar si los resultados también se verificaban en los seres humanos. Finalmente la realidad lo obligó: e16 de julio de 1885 el niño de 9 afios Joseph Meister llegó a su laboratorio acompañado del médico local y cubierto de mordeduras de un perro rabioso. Los médicos le dijeron a Pasreur que las posibilidades de que se desarrollara la enfermedad eran muy altas y se hicieron responsables de las consecuencias que pudiera tener el tratamiento. Durante los días siguientes se le inocularon 13 versiones distintas del virus atenuado, cada una más virulenta que la anterior. El pequefio joseph no tuvo ningún síntoma de rabia. El éxito de la primera aplicación de la vacuna contra la rabia, un azote milenario, no sólo aseguró el triunfo de la teorIa de la infección microbiana, sino que repercutió en todo el mundo hasta el punto de que se generara una campaña internacional para juntar fondos que permitieran crear un instituto especialmente dedicado a la rabia. Además, por

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supuesto, convirrió a Pasteur en una especie de héroe público mundial. Por otra parte, con la masificación de la técnica se multiplicaron los errores y comenzaron a surgir médicos, como el mismo Roben Koch, que se negaban a vacunar a sus pacientes, lo que no impidió que el método se siguiera popularizando. Tal vez los médicos no le perdonaban a un químico como Pasteur que se metiera en un campo que le era supuestamente ajeno, como la medicina. Por otra parte también es cierto que en aquel entonces nadie comprendía por qué funcionaba la vacunación para prevenir la enfermedad. ¿Qué era lo que ocurría? La respuesta llegaría recién hacia fines del siglo XIX, junto con el nacimiento de los estudios sobre inmunología: las células de nuestro cuerpo son reconocidas por nuestro sistema inmunológico; cuando aparece un elemento extraño' se desencadena una respuesta defensiva de este sistema que empieza a producir anticuerpos para neutralizar ese elemento. Al colocar elementos atenuados que no pueden producir la enfermedad, lo que se le está dando al cuerpo es la información necesaria para que se pueda defender en el futuro si llegara a ingresar al cuerpo un microbio capaz de producirla. En 1878 el cirujano militar Sedillot inventó la palabra microbio para los gérmenes capaces de provocar enfermedades. Al poco tiempo se descubriría que no sólo las bacterias sino rarn-

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bién los virus pueden producirlas. Pasteur murió en 1895, cuando ya llevaba años tan debilitado que prácticamente no podía trabajar.

La teoría de la infección microbiana Poco antes de morir dio una conferencia a jóvenes estudiantes para la que tuvo que usar a su hijo corno intermediario con el público. Allí SOStuVOque la ciencia "traería la felicidad al mundo". Este católico devoto tenía también mucha fe en la ciencia como camino constante e irreversible hacia la verdad. Su cuerpo yace en el Instituto Pasteur de París, en una pequefia capilla en cuyos mármoles se puede leer: «Fermenta-

tions, GénéradoTU dites espontanées, Etudes S1Ir le oin ... " y más nombres de los trabajos con los que fue develando los secretos de la vida. Bastante tiempo después, durante la Segunda Guerra Mundial, cuando los nazis ocuparon París, el porrero del instituto se suicidaría para no tener que guiar a los invasores a la tumba de Pasteur. Se llamaba Joseph Meister: era aquel mismo chico de nueve años en quien por primera vez en la historia de la humanidad se probó una vacuna fabricada en el laboratorio. Colaboraron en este fascículo Nicolás Olszevicki y Esteban Magnani. [email protected]

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29. El mapa y el territorio: las geometrías no euclidianas, el infinito y el éter

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El quinto postulado!

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las dos rectas B y D se cortan del Indo en q uc los anguloe (~ y ~) suman menos que dos rectos.

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--------------------------------------------------------los ángulos menores que dos rectos. Los primeros cuatro son sencillos y no presentan mayores dificultades. Pero el quineo postulado... daba mucha tela para cortar,

El misterio del quinto postulado El quinto postulado, como ya lesconté en su momemo, era molesto. No tanto porque hubiera alguna duda sobre su verdad sino a causa de su enunciado: imagino que ustedes, amables lectores del fascículo,habrán tenido que examinarlo detenidamente para comprender qué es lo que está diciendo. y seguramente recién cuando vieron el dibujo se lesaclaró el panorama. Lo cual es lógico, porque tal y como fue enunciado, el postulado es demasiado complicado: parece artificiosoy carecede la sencillezde los otros. El propio Euclides había tomado buena nota de este asunto y, siempre que pudo, evitó recurrir a él. De hecho, el quinto postulado y su artificiosatextura se convirtieron en un dolor de cabeza permanente... durante dos mil afias, hasta tal punto que -¡en 1759!- D'Alembert llamó al problema "El escándalode los elementos de la geornerrfa". Yadesde laAntigüedad se habían hecho intentos por reemplazarlo por algún enunciado que pareciera más evidente y sencillo. Hubo muchas propuestas, pero la que se impuso y es más famosahoy en día fue la de john Plavfair (1748-1813), quien recién en 1795 aseguró que el

-postulado euclidiano podía simplificarse ab omni naeuo vindicatllS (Euclides ~O~lCmuchísimo si se lo reemplazabapor uno rada de ()da ~,lpl'll1733). El probl~ parecía terminado..., solamente parecía. que dijera que por UD punto exterior a una recta pasa una sola paralela. De ahí Poco después de Saccheri, johann que el quimo postulado sea conocido Heinrich Larnbert (1728-1777) abordó como "el postulado de las paralelas",co- el asunto. En su libro (escrito en 1766 y mo lo llamaremos en adelante. publicado en 1786) Teorta de las rectas Hubo un segundo tipo de abordaje, paralelas, Lambert, como Saccheri, conque consistió en intentar demostrar el sideró las dos posibles opciones. Tamquinto postulado deduciéndolo de los bién como Saccheri, encontró que suotros, de tal manera que dejara de ser poner que no pasa ninguna paralela cuestionable. Entre los que emprendieconduce a una contradicción. ron este camino, el esfuerzo más imporSin embargo, cuando analizó la otra tante, por lo menos cronológicamente, hipótesis (que pasan muchas) llegó a refue hecho por Gerolamo Saccheri sultados muy extraños, como por ejem(1667-1733), un sacerdote jesuita y plo que los ángulos interiores de un profesor de la Universidad de Pavía. Lo triángulo suman menos que 180 graque pretendió hacer fue negar el axioma dos. Resultados extrañísimos, por cierde las paralelasy mostrar que se llegaba to, pero que no consriruían ninguna a una contradicción (lo que nosotros contradicción lógica. llamamos una demostración por el ab¿Y entonces? Y entonces ocurrió algo surdo). Negar que por un punto extefundamental, porque Larnbert avizoró rior a una recta pasa una sola y única el hecho de que cualquier colección de paralela es suponer que, o bien no pasa hipótesis que no condujera a contraninguna, o bien pasan muchas. dicciones ofrecería una posible geomeSaccheriempezó suponiendo que no tría, que sería una estructura lógica váhabía ninguna paralela y, trabajando con lida, aun cuando pudiera tener poco este presupuesto, llegó a la tan ansiada que ver con el espacio físico real y a contradicción. Luego probó con la sepriori verdadero. Era un paso concepgunda posibilidad. Aceptó que por el di- tual tremendo, abismal, y Lamberc duchoso punto pasa más de una paralelay dó frente al precipicio. logró demostrar muchos teoremas, hasta Pero quien no vaciló en absoluto fue que llegó a una propiedad tan extraña Gauss, a quien suele considerarse -si que la consideró una contradicción: con- bien el asunto es discutible- elprinceps cluyó así que el quinto postulado estaba mathematicorum, el más grande matedemostrado, y tituló su libro, por si a al- mático del siglo XIX. Hasta el año 1799 guien le quedaba alguna duda, Euclides Gauss trató, como tantos otros, de de-

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"De repente toda la construcción de la mecánica

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espacio euclídeo absoluto, mostraba

la hilacha"

Riernann (1826-1866), discípulo de Gauss y posteriormente profesor de matemáticas en Gotinga. En la geometrfa de Riemann no sólo no pasa ninguna paralela ppr un punto exterior a una recta, sino que ni siquiera existen rectas paralelas. Lo cual parece rarísimo, aunque no lo es: para visualizarla, se la puede pensar como si las rectas fueran los meridianos terrestres, que al cortarse en los polos no conocen el paralelismo. De repente toda la construcción de la mecánica newtoniana, que se había basado en la idea de un espacio euclídeo absoluto, mostraba la hilacha. En su conferencia en la Facultad de Filosofía de Gotinga de 1868, titulada "Sobre las hipótesis que se encuentran en los fundamentos de la geometría", Riernann reconsideraba el problema general de la estructura del espacio. Y lo hada -esro es lo interesantedesde una perspectiva empírica: ya no alcanzaba con que la geometría contara con una lógica interna implacable, sino que la pregunta, ahora, era por las condiciones que se le presuponían al propio concepto de espacio antes de que se determinara mediante la experiencia cualquier propiedad que pudiera presentarse en el mundo físico. Era roda una novedad: las verdades auroevidentes de Euclides podían depender de la experiencia. En verdad, y acá me veo obligado a hacer una digresión, es algo injusto decir que Euclides no hubiera considerado esta posibilidad. A pesar de oponerse decididamente al empirismo, el propio con-

cepto de "autoevidencia" es una suerte de concesión. ¿Por qué seda auroevidente e indiscutible que, por ejemplo, "toda recta limitada pueda prolongarse indefinidamente en la misma dirección", salvo por el hecho de que, efectivamente, parecía que en la práctica era así? (Y digo "parecía" porque en la práctica no existen ni las rectas ni los segmentos abstractos de Euclides.) Resulta, entonces, que lo que Riemann estaba diciendo era que los axiomas de Euclides no eran las festejadas verdades auroevidentes, sino que eran simples verdades empíricas. De este modo, la cuestión misma del espacio, de su naturaleza y su geometría, tambaleaba. El mapa que se había diseñado, que parecía tan perfecto y habla conducido a creer en un progreso indefinido y sin obstáculos en la carrera del conocimiento, empezaba a generar algunas sospechas: ¿tenía que ser un mapa euclídeo? ¿O a lo mejor convenía explorar el territorio con un mapa no euclídeo, a pesar de sus extrañas y antiintuitivas propiedades? Si éste era el caso, el terreno era pantanoso. Porque si cualquier geornetría lógica (es decir, que no presentara contradicciones internas) podía ser aplicada al espacio físico con éxito, resultaba que este espacio físico en realidad no era otra cosa que un espacio lógico con cantas posibilidades de ser representado como geometrías no contradictorias pudieran posrularse. Definitivamente, ya no era el espacio en el que los científicos seguros del siglo XIX se manejaban.

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se encargaría de demosy el siglo trar que efectívarnenre era así, y aún más, que la geometría real del espacio no es precisamente la euclídea. Pero ya llegaremos allí.

II- El triunfo del infinito La enorme soliscicacién del postulado de las paralelas se debla en parte al recelo de Euclides (y de los matemáticos griegos en general) ante el concepto de infinito: las paralelas son rectas 9ue no se cortan ni siquiera en el inhnito) Wl lugar no definible, donde nadie sabia lo que pasaba realmente. Así, el postulado de las paralelas estaba relacionado con el concepto de infinito, que no había sido resuelto jamás por los matemáticos griegos: Euclides, de hecho, seguía a Aristóteles, que aceptaba el infinito como una cantidad que crecía sin límites (es decir, un infinito potencial) pero negaba la posibilidad del infinito real (o actual), es decir, del infinito existente aquí y ahora. La respuesta aristotélica o euclidiana es la primera que se le ocurre a quien trata de responder acerca de la definición del i11finito desde el sentido común, o, 10 que es i lo mismo, desde la intuición directa. Uno suele imaginarse una cantidad muy grande. Pero las cantidades muy grandes, como, digamos, el número de granos de arena de todas las playas de la tierra (del que, como recordarán, se ocupó Arquímedes en su momento en su Armario) están lejísimos de ser infinitas, tan lejos como lo están las estrellas que vemos en el cielo, feliz-

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------rificado. Sin embargo el tema del infinito no hada sino empezar. Faltaba enfrentarse con las cantidades infinitamenre grandes, y ésa fue la tarea de Georg Cantor (1845-1918).

Cantor y los infinitos Para encontrarnos con conjuntos que ningún número pueda contar debemos recurrir al mundo de los objetos matemáticos. Pero no necesitamos adentrarnos demasiado: ahí nomás, en el zaguán, tenemos a Jos números naturales (1, 2, 3, 4, 5, ... ), que obviamente son infinitos,

terriblemente infinitos. Y cuando uno se enfrenta con conjuntos infinitos, enseguida encuentra que funcionan de manera peculiar, para decirlo suavemente (si no, miren el famoso ejemplo del hotel de Hilbert que cuento en el recuadro). Cantor pensaba las cosas desde el punro de vista de la teorfa de conjuntos. y fue justamente trabajando con conjunros que se dio cuenca de algo muy raro. Dos conjuntos son iguales si se pueden poner en relación uno a uno sus elementos. Cuando uno se preguma, por ejemplo, si hay más números na rurales o más núrne-

--

-- ---

--

ros pares, conjuntos infinitos ambos, la primera renracion C~ decir que hay m.:ls naturales que pares, ya que solamente rugunos de los naturales son pares. Cantor demostró que la respuesra.intuitiva, como tantas otras veces, no era coerecta, [111ca determinarlo, no habCa más que poner en correspondencia los dos conjuntos:

1

2

2

4

3

6

4

8

y así siguiendo. Como es evidente, siempre habrá un

El hotel de Hilbert El gran matemático David Hilbert ponla como ejemplo un hotel de infinitas habitaciones y un viajero que llega durante una noche de tormenta y ve en la puerca el cartel que dice COMPLETO. En un hotel finito, la temible palabra sumiría a nuestro viajero en la desesperación (el hotel de Hilbert queda a cientos de kilómetros de cualquier otro lugar civilizado, en medio de un páramo, rodeado de ciénagas espantosas, habitadas por caníbales). Pero en este caso nuesrro viajero pide tranquilamente un cuarro. El conserje no se inmuta (en realidad ni siquiera se sorprende). Levanta el teléfono y da una orden general: que el ocupante de la habitación uno se mude a la habitación dos, el de la habitación dos a la habitación tres, el de la tres, a la cuatro, y así sucesivamente. Mediante esta sencilla operación, la habitación uno queda vacía, lista para el nuevo huésped, todos los ocupantes del hotel tienen, como ames, una habitación, y el hotel seguirá, también como ames, completo.

Ahora supongamos que en vez de llegar un solo viajero llegaran infinitos. El conserje, esta vez, indicaría al ocupante de la habitación uno que se mudara a la dos, al de la dos, a la cuatro, al de la tres, a la seis, y otra vez lograda acomodar a la multitud recién venida en las habitaciones impares, que quedarían rodas vacías. Y si el dueño del hotel decidiera clausurar Lamitad de las habitaciones, no por eso la cantidad de cuartos cambiaría. Sería la misma y tan infinita como antes. El particular comportamiento del Hotel de Hilbert es apenas una pequeña anomalía que se presenta al manejarse con el infinito. Hay más. Digamos de paso que el hotel de Hilbert es una fantasía matemática que no podría tener realidad física, ya que, si el universo es finito, no cabría en él, y si no lo es, como en el caso de los granos de arena, tendría una masa y un volumen infinitos, que producirían trastornos en cualquier tipo de universo con el que nos manejemos.

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decir que hay más números irracionales que números naturales, enteros o fraccionarios. El número transíinito que los mide es e, la potencia del continuo" notado también que, simplificando un poco, hay la misma cantidad de números narurales que de pares, con el mismo razonamiento que usaría Cantor dos siglos después. Pero la cosa fUemás allá: ese raro comportamiento fue sólo la primera sorpresa de las muchas y muy razonables que Canror tenía para sacar de la galera. La siguienre, aún más extraña que la anterior,

fue que los infinitos no son codos iguales. En efecto, Caneor demostró que la cantidad de números irracionales, o la cantidad de puncos de una recta, es mayor que aleph cero, es decir que hay más números irracionales que números naturales, enteros o fraccionarios. El número transfinito que los mide es más grande que aleph cero: f.uniHarmente se 10 llama e, la potencia del continuo. Los puntos

de una recta.Ias rectas de un plano. los números irracionales. tienen la potencia del continuo. En un recuadro les demuestro por qué los números irracionales son más que los naturales y los pares. De modo que si al hotel de Hílbert, que tiene alcph cero habitaciones, llegaran e viajeros, no habría manera .de ubicarlos. aunque el hotel estuviera vado: las habitaciones no alcanzarían. Esta

La Biblioteca de Babel y el infinito "El universo (que otros llaman la Biblioteca) se compone de un número indefinitk, y tal vez infinito, de gakrlas Ílexagonales con vastos pozos de ventilación en el medio, cercadospor barandas bajísimas. " Jorge Luis Borges, "La Biblioteca de Babel" Los hombres siempre acostumbraron a jugar con los grandes números: en una de sus piezas maestras, Borges imagina al Universo como una vasta biblioteca de hexágonos regulares que se extienden sin límite en todas direcciones: a cada uno de los muros de cada hexágono corresponden cinco anaqueles; cada anaquel encierra treinta y dos libros de formato uniforme; cada libro es de cuatrocientas diez páginas; cada página de cuarenta renglones; cada renglón, de ochenta letras de color negro, donde prolijarnenre se alinean veinticinco símbolos ortográficos, sin orden ni significado alguno. El universo físico es una penosa selección de posibilidades: la Biblioteca de Borges, por el contrario, es total y sus anaqueles registran todos los libros posibles que pueden construirse combinando los veinticinco símbolos ortográficos: número, aunque vastísimo, no infinito. En efecto, el número no es infinito, en efecto es vastísirno. Borges intenta inducir (y lo logra) en el lector la zozobra de

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la totalidad. Pero ¿a cuánto asciende la totalidad? O mejor dicho: ¿cuántoS libros hay en la Biblioteca de Babel? La piadosa aritmética permite que el cálculo sea simple. Elementales multiplicaciones nos indican que en cada libro hay un millón trescientos doce mil espacios. Un sencillo razonamiento permite inferir cuántos libros diferentes pueden construirse en esas condiciones. Puesto que en el primer espacio puede figurar cualquiera de los veinticinco signos que menciona el autor, sólo para el primer lugar hay ya veinticinco posibilidades distintas. Pero esas veinticinco posibilidades se multiplican por veinticinco al llegar al segundo espacio, ya que allí también puede aparecer cualquiera de los signos ortográficos (debe recordar el lector que los libros no necesitan tener sentido, basta que sean posibles). Esas 625 (25 x 25) posibilidades que brindan los dos primeros lugares se veinticinco-furcan nuevamente en el tercero, y en el cuarro, hasta llegar al último espacio del último renglón de la úlcima página; para saber cuánras posibilidades hay en total tengo entonces que multiplicar 25 por sí mismo un millón trescientas doce mil veces: el número que describe el resultado no tiene nombre propio en ningún idioma: es un uno seguido de 1.836.800 ceros. Un hombre dotado de la suficien-

'p1:pn"ElOJ 1:111:U!J:ll!W!lJpod OU ;¡p ll!lSn~1.re ll¡ OPUE¡ -t;yas 'almsa:>U! un :>11Js:>~hog 'O~hl:qWd U!S 'op -r=r= l:lC¡Elj ejrpod llJunu -SOSI1J!P eJhl!pOl UOS S;¡lU1,'lSU!501 -:>W!1d SOl :uqos SOJU:>!W!:>OUO:> sonsonu anb OpEp- Z:>AjEl'O '1:P!)spG ou OSJdh!Un l:l 'l!:>:;llonq!g l!1pep!jEdJ U:l l:J;>t1JOSl;lA -!un l:l !S :J!;:);)P S'3 ·sowso:> J:lp O!lOl"Cl!AlllJ:losdejoo P "EJlpnp -ord Á '1ll"[-e·syw OW!SflPnW S:l¡;>qeg ap ln:>lonq!g -el :lp pep -!suJp E1 'OWS!lU JS :>lU:>WJEUg"j?J;mnuo:>:lS amour --eprug;;¡PU! U9!SUlldXd ns Jll!n¡J;¡S OSJ;¡A!Un p !S -eJJ-eU!tUl;>l;¡P onb 'o:>!JP::>JOjEA F'P 1::>J;)::> Ánw l!pUll Sdjl!TIl:>llsaucpeurusa Sl!sp:)JdU11 l:JhEPOl sur Ul)J:l;¡S(o:)!q¡;l:) OJ1;¡WPU:lJ Jod SOWOlY ap OlaUI\lU ¡a) osrasnm ydP pep!SUdp 1:J :syw 1:S0:) eno J... ·t:!::>=9!U~!SU! l!yl! sop!::mp;¡J ueponb ;¡Ju;;¡wt:A:)nu sorre(:>1seur ~:)Jllsynb sor:>p treredas sou anb (SOl;>:>Zd!P 0[9S trer ;¡P Op~;>5 oun un) -e!:)mlS!p ;>p ZTIIsojre ;>p S:luolJ!w ¡!ID 'Z:I!P sO'] 'lllZdd -uro OU!Sotp;¡1.J sowt:jJqllt{ ou :>lUdW"llA:)nU'ounJ:l¡-e oprnbsor re(:>p U!S '50Jqn SOl uoo SOtIrelJ?UdITO¡ !S :OSJ;¡Arun. Id Ud ou pquH :>p 1?J:>]Onq!H l?1 'SOJ;>:> fOZ¿ ;¡P OP!n¡J;,s oun un ;¡P 'mi S091: u;> opesardxs 'orper un "EppU;>l-ep-eWJO]JSl! llJ;¡]S;¡-e[ '-el::>lldwo::>eseur eun uo SOJq!1soy SOpOl sourerenm] (U:>plO PP U9!SUdldJd EUllAE¡ Ud O!:>EdSdOJS;¡IOWun rrednoo ;mb) Sdpnb

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"y para colmo, de un momento a otro, el longevísimo éter -esa sustancia empírica, metafísica e inasible que se arrastraba desde los tiempos de los griegos, y que llenaba uniformemente el espacio, empezó a dar muestras de inexistencia" IJI-EI éter Eran épocas de conmoción. El siglo XIX parecía haber construido un edificio de conocimiento gigantesco sobre el que sólo faltaba seguir agregando pisos (acaso indefinidamente), pero cuyas bases, se creía, estaban tan sólidamente establecidas que nada podría hacerlas tambalear. y de repente aparecían nuevas geometrías e insospechados infinitos, que, por más abstractos que fueran, hacían pensar que la estructura podía no ser tan firme. y para colmo, de un momento a otro, el Iongevísimo éter -esa sustancia empírica, metafísica e inasible que se arrastraba desde los tiempos de los griegos, que se aferraba con uñas y dientes a la existencia, que llenaba uniformemente el espacio y que se encargaba de sostener un edificio cuyas rajaduras ya se tornaban visibles- empezó a dar muestras de inexistencia.

Biografía etérea Ya hemos hablado de esro en fascfculos anteriores, pero vale la pena repasarlo para entender el grado de importancia que tuvo la cuestión del éter. Cuando Aristóteles acuñó por dos milenios este feo asuntillo de los cuatro elernentOS (tierra, agua, aire y fuego), que había tomado de Ernpédocles, inventó un quinto elemento, una quintaesencia para los cielos, libres de corrupción, sujetos a regularidades eternas, y donde el cambio estaba prohibido. Como podrán

adivinar, se trataba del éter, que formainconveniente en una época poco indiba las esferas y los planetas y aseguraba nada hacia la experiencia, y rnds prola perfección del espacio supralunar, pensa al sueno y la imaglnerla-. Recordemos que para Aristóteles, disPero cuando Descerece (1596-1650) cípulo de Platón a pesar de las enormes decidió reconstruir el conocimiento sodiferencias que separan sus filosofías, ha- bre bases firmes, le dio al éter un papel bía dos mundos onrológicamenre difemuy disrinto. Puede parecer raro, porrentes, gobernados por leyes diferentes y . que uno diría que en el universo rígidaformados por sustancias diferentes: el su- mente mecanicista de Descartes, el éter blunar, corrupto y cambiante, yel supra(incoloro, inodoro, insípido y casi puralunar, de la órbita de la Luna para afuera, mente metafísico), en principio no paperfecto y eterno, donde el cambio no recía un personaje adecuado. Pero como era posible. El hecho es que, como comDescartes no aceptaba la existencia del ponente exclusivo del mundo supraluvado, ya que para él la materia era insenar, desde su nacimienco el éter no fue parable de la extensión (el espacio), su de este mundo: formaba las esferas, pero universo era un plenum, y como era un más allá de cualquier alcance. La palabra plenum algo tenía que ocupar codos los griega aetber significaba originalmente el huecos en los que no hubiera nada. El cielo azul, o el aire de las alturas, supuescandidato a ocupar ese lugar, naturaltamente más puro y distinto del aire más mente, fue el éter, que Descartes describajo, al nivel de tierra. Los romanos imbió como materia sutil, infinitamente portaron la palabra, y Lucrecio (siglo 1 divisible y sin límites en extensión, a.C}, ensu De rerum natltrahabla del El éter cartesiano era diferente del aristotélico; no se limitaba a llenar, coinnubilus aether diuum numen sedesque mo una mera presencia ontológica que quietae. tranquilizaba conciencias con horror al (el éter sin nubes qt¿e cubre y protege a la vado. Nada de eso: el éter era activo, esdivinidad y SIl! i'lgares de paz) . taba por todas partes y transportaba las fuerzas magnética y gravitatoria (ya que, El éter aristotélico persistió durante la recordemos, Descartes tampoco aceptaEdad Media como una pieza de la cosba la acción a distancia). La fuerza no mogonía, como aquello que ocupaba podía transmitirse sino por la presión o los espacios vacíos, como una sustancia el impacto, esto es, sólo por contacto, de metafísica y teológica no muy implicada modo que el éter cartesiano era el encarcon las cosas prácticas, modestamente gado de formar los torbellinos o vórtices fuera de alcance de los mortales -lo que funcionaban como vehículos de las cual, dicho sea de paso, no era un gran acciones a distancia, fueran cuales fue-

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de su movimiento). Y esa corriente teníaque poder ser medida. Es lo que se propuso el físico norteamericano Abraham Michelson.

El experimento de Michelson- Morley En el fondo, la idea de Michelson era sencilla, Puesto que el éter estacionario era una cosa material y rodeaba la tierra como un océano, ésta, al moverse en él, debía recibir una corriente de éter en contra. Así, si se enviaba un rayo de luz en la dirección contraria a la corriente de éter y un rayo de luz en dirección perpendicular a la corriente, el rayo en dirección contraria a la corriente debía mostrar un pequeño retraso respecto del otro, del mismo modo que la corriente de un río retrasa el movimiento de un bote, pero no influye en quien lo cruza a nado perpendicularmente. En vista de ello, Michelson ideó el siguiente experimento: enviaría un rayo de luz en una distancia definida y otro en una distancia igual pero en ángulo recto a la dirección del primero. Ambos rayos se reflejarían en un espejo y volverían en seguida a su punto de partida común. El viento de éter renía que producir un retraso en uno de los dos rayos. El experimento tenía que estar preparado para detectar diferencias mínimas, y para no ser afectado por las condiciones externas (vibraciones del edificio, por ejemplo) pero esa exigencia no lo arredró, y diseñó un ingenioso aparato

lJamado inrerferórnetro. Trazó los planos de una máquina que fue construida por un fabricante de Berlín. y con ese nuevo instrumento realizó el experimento. O los experimentos, mejor dicho. . El primero se realizó en el laboratorio de Helmholtz, en el Instituto Físico de Berlín. El instrumento fue colocado sobre un basamento de piedra, pero las vibraciones del rránsito por la noche causaban alteraciones. Michelson, en vista de ello, fue al Observatorio Astrofísico en Potsdarn, en abriJ de 1881, para realizar otra tentativa. AlU, el instrumento extraordinariamente sensible dio resultados, aunque las pisadas en la ca1Jea una manzana del sótano del observatorio dificultaron grandemente las observaciones. La cosa es que los experimentos de Michelson no detectaron retardo alguno en la transmisión de la luz en ningún sentido: los rayos volvían en el mismo instante. Dio cuenta de sus averiguaciones en el número de agosto de 1881 delAmmcan [ournal of'Science bajo el título "The Relative Motion of the Earth and the Luminiferous Ether" ("El movimiento relativo de la Tierra y el éter lumínico"). Desde ya, no todos se convencieron y lo que siguió fue la crítica más habitual para cualquier experimento que contradiga las creencias arraigadas: que estaba mal hecho. Así, por ejemplo, sir Oliver Lodge, una figura prominente en los círculos científicos ingleses, se neg6 a aceptar la conclusión experimental de Michelson, y siguió definiendo al éter como

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una sustancia continua 'lile llena todo el

espacio, que pl~ede vibrar luz, que puede ser rrarnfom1ado en elec/:ricúladposilivd J negativa, que ro torbellinos constituye materia y qu.e transmite por conrinu/dad

y no por impacto todas las accionesy reacciones de 1ue es capaz la materia. Digamos, de paso, que el propio Michelson tampoco estaba demasiado convencido del asumo. De modo que decidió seguir probando. En 1866 conoció a Edward w. Morley, del Western Reserve CoUege, y juncos proyecraron otra serie de experimentos, que fue generalmente conocida con el nombre de "experimento Michelson-Morley''. En 1887 todo el voluminoso aparato (muy mejorado) fue montado en una pesada losa de piedra que flotaba en mercurio para evitar errores debidos a vibraciones, presiones y tensiones. Otra vez no apareció retraso alguno en ese ir y volver de la luz. Los resultados eran claros: no había ningún éter estacionario. Michelson informó, sin embargo, que los resultados de su experimento podían ser explicadospor la suposición de qtte la tierra arrastra al éter casi a su misma velocidad, de manera que la velocidad relativa entre el éter y la superficie de la tierra es cero o sumamente reducida. Pero además de esta posibilidad, exisda otra. Aunque era extraña, extrañísima, tanto que era dificil creerla.

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de la existencia efectiva de átomos y moléculas, un tema que se discutía desde los tiempos de Dalton. El cuarto (fin de junio) abordaba e! problema planteado por el experimento de Michelson y Morley, aunque sus autores ·no eran citados para nada en el trabajo, y tenía un título en apariencia abstruso: "Sobre la electrodinámica de los cuerpos en movimiento". En la historia y la ciencia quedarfa con un nombre mucho más sonoro y elocuente: Teorla de la Relatividad. En su trabajo, Einstein enfrentaba los

problemas del movimiento absoluto, el electromagnetismo y sus derivados con una solución original. y una visión del mundo radicalmente distinta de la que había reinado hasta entonces. Del quinto nos ocuparemos un poco más adelante.

La Teoría de la Relatividad Especial

Durante esos afias de preparación, Einstein habla reflexionado cuidadosamente sobre los conceptos corrientes de espacio y tiempo y había llegado a la con-

El tren de Einstein y la relatividad de la simultaneidad Imaginemos un tren que se mueve con movimiento rectilíneo y uniforme, una persona adentro de ese tren y un jefe de estación que observa, obviamente desde la estación, lo que ocurre alli. Imaginemos ahora, también, que todavía no se ha inventado e! sistema de apertura automática de puertas y que, por lo tanto, la tarea de! hombre que está parado en uno de los vagones, exactamente en el medio, es enviar dos rayos de luz (uno a su derecha y uno a su izquierda) para que los reciban unos detectores que hay en las puercas delantera y trasera y se abran. Miren la figura 1 de arriba: el hombre parado en el medio arroja dos haces de luz, que viajan a 300 mil kilómetros por segundo, de manera simultánea. De modo que las puercas, para él, abren exactamente al mismo tiempo: la distancia que recorre la luz, que fue liberada en el mismo instante hacia la derecha y hacia la izquierda, es la misma y, como la velocidad es la misma también, tarda el mismo

tiempo. Si el vagón midiera 600 mil kilómetros de largo, dirlamos que tanto la puerta de adelante como la puerta de atrás se abren al pasar un segundo de que nuestro hombre mande sus señales, Ahora bien: ¿es esto lo mismo que percibe el jefe de estación? Por más raro que suene, no. Como la velocidad de la luz es absoluta (o sea, es la misma para él que para el pasajero) y no se ve afectada por el movimiento del tren, lo que ve nuestro nuevo observador es que la puerca trasera se mueve hacia el pulso de luz, mientras que la delantera se aleja de él. Miren ahora la figura 2: para él, entonces, la puerta trasera se abre ames que la puerca delantera, porque la distancia que recorre la luz para llegar allí es menor. Esto quiere decir, nada más y nada menos, que la apertura de las puertas, que es simultánea para el pasajero, no lo es para el jefe de estación. Lo cual muestra que algo raro pasa con el tiempo, como les muestro en el próximo recuadro.

472

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"La luz siempre viaja a la misma velocidad en el vacío y así la miden todos los observadores,

independientemente

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sistemas de referencia inerciales (en movimiento relativo y uniforme)" S610habrán de coincidir en una cosa los observadores: el valor de la velocidad de la luz en el vado, idéntico para codos. La luz se propaga siempre en el espacio vado con una velocidad que es independiente del CIIerpO emisor.

La luz siempre viaja a la misma velocidad en el vado y así la miden todos los observadores, independientemente de sus diferentes sistemas de referencia inerciales (en movimiento relativo y uniforme). Era mucho decir, sobre todo si se lleva la cosa a la empiria: si alguien va corriendo a doscientos mil km/s al lado de un rayo de luz que se mueve a 300 mil km/s, no lo ve moverse a cien mil (como ocurriría en un marco newtoniano), sino a 300 mil. Yen el improbable caso de que alguien pudiera correr a la misma velocidad de la luz, no la vería quieta, sino moviéndose ¡también a 300 mil km/s! Pero el principio de constancia de la velocidad de la luz implica abandonar la idea de un tiempo único. Basándose en la constancia de la velocidad de la luz, Einstein demuestra la relatividad del tiempo, del espacio, de la masa y de la simultaneidad.

El principio de relatividad Decía Einstein: Los infructuosos intentos de detectar un movimiento respecto del éter luminica llevan a La conjetura de que ni losfenómenos

de la mecánica ni los de la electrodinámica (el electromagnetismo) tienen propiedades que correspondan al concepto de reposo absoluto. Elevaremos esta conjetura (CIIYO contenida serd denominado en adelante "elprincipio de relatividad") al estatus de un postulado. Es decir, ningún experimento, ni mecánico, ni electromagnético, ni éptico (ni de ningún tipo) permite distinguir entre el reposo yel movimiento (rectilíneo y uniforme). Einstein incorpora así el electromagnetismo al principio de Galileo. Las leyes de la física (y no sólo las de la mecánica) son idénticas y tienen la misma formulación en todos los sistemas de referencia. Lo cual vale para las ecuaciones de Maxwell y para toda otra ley. Por eso el experimento de Michelson y Morley no había detectado ningún viento de éter, ni retraso en los rayos de luz: el principio de relatividad lo prohibía. En cierta forma, la Teoría de la Relatividad establece que los movimientos son relativos, pero las leyes (y la velocidad de la luz en el vado) son absolutas. Es casi una teoría del absoluto más que una teoría de lo relativo. 10 que ocurre es que el postulado de invariancia de la velocidad de la luz transforma en relativas otras magnitudes: los intervalos de tiempo, los intervalos espacialesy la masa. El espacio y el tiempo se mezclan en un continuo espacio-temporal de cuatro dimensiones, en el que el valor

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de metros y segundos depende de los sistemas de referencia. Piénsese en la obra de demolición de este muchacho: ha destruido el espacio

y el tiempo absolutos de Newton, ha extendido los principios de la relatividad a codos los fen6menos y ha establecido -eso sí-la velocidad de la luz como absoluta e idéntica para todos los observadores y como la velocidad tope a la que se puede mover cualquier objeto material o que transporte informaci6n.

EQuivalencia de la masa y fa ene reía y no conrorme con todo eso, en septiembre de ese mismo afio Einstein presentó un nuevo trabajo (el quinto de esa gloriosa seguidilla de las que les hablé al principio) donde abordaba el problema de la materia y la energía en el marco de la relatividad. "¿La inercia de un cuerpo depende de su contenido de energía?", se preguntaba. Del mismo modo que el espacio y el tiempo se combinan en un continuo espaciotiernpo.Jo.que percibimos como materia o como energía son distintos aspecros de un mismo fenómeno, de un continuo de materia y energía, y su equivalencia está dada por la famosa fórmula: e = mc2 Cuando estalla una bomba atómica, parte de la masa de los átomos de uranio que se fisionan se transforma en

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Milonga relativista Milonga relativista, milonguita pasajera. Que se compone en Almagro y se cama en Balvanera. Hubo un malevo en Retiro que sin fuerza ni jactancia chamuyaba al malevaje pa' combatir su inorancia, y esplicaba los conceptos del tiempo y de la distancia. "Si ustedes quieren saber qué pasa en nuestra ciudá hace falta la teoría de la relarivida. Todo es relativo a todo como lo sabe el más bruto, el tiempo, el fac6n yel tango están muy relacionados con el espacio asoluro.

El tiempo que todos piensan que es uniforme y perfecto que es lo igual por eselencia que anda siempre al mismo paso y con la misma pacencia transcurre distinto en cada sistema de referencia." "¿Y el éter?", preguntó alguien. "No hay éter", le conresté. "Lo crelan los antiguos pero el éter se acabó." Einstein dej6 muy claro que el éter ya no esistía y ahora s610 se usa para la odontología Con la relatividá uno entiende el universo y todo queda muy claro sin dar vueltas y sin verso.

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Las estrellas, las galaxias, la materia y la energía se someten al poder de esa eselente teoría. Las lentes gravitatorias sin Einstein no esistirían. Y sin esas grandes lentes, esos que no ven bien, ¿qué harían? Es una cosa profunda y esencial para el malevo: ese hombre con su mente construyó el mundo éÍe nuevo. El esplicé el universo desde Almagro hasta Pompeya, Estudien esa teoría, nada funciona sin eya. Milonga relativista, milonguita pasajera. Que se compone en invierno y se olvida en primavera.

31. La teoría de la deriva continental y la estabilización de la geología

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Tierra había nacido corno un cuerpo muy caliente y se estaba enfriando se impuso lentamente como la línea principal de pensamiento en la geología" -------------------------explicación sobre su origen. La Tierra de Lyell, en cierta forma como la de Hurten y los plutonistas, "era un eterno mecanismo sin atisbos de principio o de final". Los continentes se hundían, convirtiéndose en fondos marinos, y los fondos marinos ascendían para formar nuevos continentes, todo lentamente y sin catástrofes a la vista. Pero había otra idea circulando, una variante que entroncaba en parte con la vieja teoría que había propuesto Benoir de Maillet (1656-1738), y que ya había sido adelantada por Descartes, según la cual laTierra había sido un trozo desprendido del Sol que se había ido enfriando lentamente. Si se aceptaba esro, era evidente que en su origen era un cuerpo muy caliente. y allí el uniformismo fallaba, ya que si el planeta se estaba enfriando los procesos contemporáneos no podían ser exactamente los mismos que en épocas anteriores: en todo caso, si se hubiera admitido su parecido, se tendría que haber aceptado también que, por fuerza, habían sido mucho más energéticos y violemos... y ahí se caía de nuevo en un terreno grato al carasrrofisrno, terreno, justamente, que los uniformistas luchaban por evitar, Lo cierto es que la teoría del enfriamiento parecía explicar muchas cosas, y en 1828 aparecieron pruebas: un especialista en botánica fósil, Adolphe Brongniarr (1801-1876), mostró que en el período terciario (es el que va desde 65 a 1,8 millón de años atrás) había

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habido un clima mucho más benigno. Las grandes cantidades de carbón acumuladas que databan de entonces eran, para él, la evidencia de que allí, en zonas actualmente desérticas o frías, había existido una vegetación exuberante que luego se había depositado y carbonizado. El "clima benigno" significaba nada más y nada menos que calor, por lo cual el hallazgo de Brongniart, según lo interpretaban algunos, apuntalaba la teoría del enfriamiento progresivo de la Tierra. (Dicho sea de paso, y aunque no tenga mucho que ver específicamente con el tema, Brongniarr hizo una observación casi profética sobre la Tierra originaria: dedujo que la atmósfera tenía que haber estado cargada de dióxido de carbono -C02- y las primeras plantas lo habían descompuesto tomando el carbono y liberando el oxígeno; era ese oxígeno liberado por las plantas el que permitió que proliferara la vida animal. Casi como -se supo después- realmente ocurrió.) De a poco, la idea de que la Tierra había nacido como un cuerpo muy caliente y se estaba enfriando se impuso lentamente como la línea principal de pensamiento en la geología. Parecía obvio que debajo de la superficie había por lo menos una capa a muy alea temperatura: la prueba eran las erupciones en forma de lava ardiente que emanaban de las bocas de los volcanes. Sin embargo, Lateoría tenía sus inconvenientes. Uno de ellos era que dis-

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timos geólogos calculaban que, aunque el centro de laTierra estuviera muy caliente, la cantidad de calor que llegaría a la superficie sería insignificante. En este sentido, representaba una seria objeción para quienes pensaban, como Brongniarr, que el clima externo estaba relacionado en forma directa con la temperatura interna del planeta. Seguramente por eso, porque cuando la ciencia deja de explicar ciertas cosas es la propia ciencia la que tiene que salir a buscar nuevos caminos, surgió una línea de pensamiento alternativa que negó el hecho de que la temperatura estuviera bajando desde el origen: quienes adscribieron a esra nueva teoría consideraron que efectivamente había habido una variación climática a lo largo de la historia del planeta, pero esa variación no se podía describir como un enfriamiento constante. Por el contrario, lo que había habido era una alternancia de períodos cálidos y períodos muy fríos. Estos últimos tienen un nombre famoso y una viral importancia para el desarrollo de las ciencias geológicas: las glaciaciones.

Las glaciaciones confirman lo que se suponía El asunto era el siguiente: en el norte de Europa y de América del Norte parecía haber señales claras de que el paisaje había sido "tallado" por glaciaresgigantescos, que habían arrastrado grandes capas de piedritas, piedras y rocas gi-

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llegó a la nada novedosa conclusión de que efectivamente la Tierra se enfriaba y, junto con la temperatura, bajaba el ritmo de' cambios geológicos. Pero al mismo tiempo -y esto sí era novedosopropuso que más comunes que los plegamientos eran las superposiciones de una "cáscaraterrestre" que se había quebrado, fenómeno que había sido más o menos repentino. De acuerdo con otros geólogos, sugirió en 1861 que los continentes actuales habían sido, originalmente, uno solo (al que llamó Gondwana), que se había partido por el constante enfriamiento del planeta. La idea servía perfectamente a los biólogos, que ya habían observado que existían muchas especies comunes en los distintos continentes, coincidencia muy difícil de justificar: ¿cómo podía explicarse que esos animales "universales" hubieran llegado a rincones tan alejados entre sí como Oceanía, Mrica y América? , El continente único de Suessresolvía la cuestión con cierta elegancia, pero ge-

neraba sus serios problemas: había que dar un buen motivo, para empezar, de por qué el continente originario se había partido en pedazos. y aunque todavía no hubiera una respuesta sensata, el nombre "Gondwana" quedó -larvadamente, mientras se desarrollaba la teoría unificadora- y aún ahora, f150 años más tarde, sigue siendo el que utilizamos para referirnos a la masa de Tierra que luego dio origen a los continentes del Hemisferio Sur y que se había separado antes dePangea, un supercontinente aún más grande. , Por ahí apareció otro dato: que el material del que están hechos los continentes es más liviano que el del fondo ele los océanos. Fue por ello que Clarence Dutton (1841-1912) presentó un modelo en el que los continentes se movían como balsas livianas.respecto de las rocas fundidas más densas que estaban bajo la superficie. Vale decir que la teoría que indicaba que la Tierra se enfría estaba equivocada, pero no del todo: es verdad que la

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temperatura de la masa planetaria baja muy lentamente, pero no es cierto que eso pueda provocar una condensación suficiente como para justificar la existencia de montafias y otras formas de relieve. En realidad, la idea coincidía con el estado de cosas del momento: si efectivamente la Tierra había empezado co- ' mo un cuerpo muy caliente, no había mecanismo conocido que pudiera mantener ese calor. El propio lord Kelvin, esa especie de dios de la termodinámica que conocimos al hablar de ella, creía que el calor solar tenía que estar disminuyendo, ya que ninguna estrella podía durar más de 20 o 40 millones de años (lo cual, obviamente limitaba la antigüedad posible del planeta). Esos períodos, que en otros casos se elevaban hasta los cien millones de años, eran en cierto modo escasospara justificar la teoría de la evolución. Aun a los geólogos les resultaban cortos para acomodar sus observaciones sobre los lentos procesos de sedimentación.

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una especie de cinta transportadora: la presión ascendente podía romper un continente y hacer que sus partes se movieran en direcciones opuestas" pos muy recientes (en tiempos geológicos muy recientes, claro), a juzgar por su enorme altura.

Pero habfa un problema La hipótesis de la deriva continental tuvo poco éxito y en general no fue muy bien recibida por la comunidad geológica. y la verdad es que, por más explicativa que resultara, tenía una falla grande: Wegener era incapaz de proponer un mecanismo que justificara la deriva y la forma en que los continentes podían vencer la enorme fricción que implicaba arrastrarse sobre el lecho marítimo. En realidad, no es que fuera incapaz de proponer un mecanismo cualquiera: era incapaz de proponer un mecanismo convincente. Porque lo cieno es que ensayó dos hipótesis ad hoc (especialmente diseñadas, es decir, que no se desprenden de la hipótesis principal) que "justificaban" el movimiento. Una era que la Luna ejercía una atracción que desplazaba las masas continentales hacia el Oeste. Cuando se calculó esa fuerza, arrojó una cifra ridícula en comparación con la que hada falta. La otra era que la rotación terrestre produda una fuerza centrífuga que alejaba a los continentes del Ecuador. La comunidad científica la rechazó principalmente debido a que las fuerzas generadas por la rotación terrestre tampoco alcanzaban ni lejanamente para justificar el desplazamiento.

Así, aunque la teoría de la deriva continental podía dar cuenta de muchas cosas, le faltaba lo fundamental, es decir, explicar cómo podía ser que los continentes anduvieran a la deriva, en Un momento en que en la geología prevaleda una visión estática sobre el interior de la Tierra. Porque si bien muchos de los argumentos paredan contundentes, había demasiadas cosas que quedaban en la oscuridad. Wegener, de hecho, aseguraba que en realidad a su teoría le faltaba un "Newron", lo cual seguramente era una exageración. y así, sin Newrons a la vista, la cosa no andaba.

f\parece una posibilidad: las placas tect6nicas Sin embargo, en 1929, más o menos en la época en la que Wegener dejaba de ser tenido en cuenra y un año antes de su muerte, Arthur Holmes, el mismo que midió con precisión la edad del planeta, comenzó a trabajar con una hipótesis diferente que dio a conocer en 1944. Ese afio, publicó un libro que se convirtió en un clásico de la disciplina (Principios de geologia ftsica), en el que incluyó un capítulo sobre la hipótesis de que los continentes andaban a la deriva flotando por el planeta sobre un mar de roca fundida, el manto, que era más denso, pesado y en constante ebullición. Dentro del manto, las zonas más profundas y calientes ascendían en forma de corrientes de lava elevándose

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desde lo profundo, hasta enfriarse y volver a caer, formando verdaderos chorros de roca ardiendo que suben y luego bajan. El proceso de enfriamiento y calentamiento, repetido en muchas ocasiones, daba como resultado una corriente suficientemente fuerte como para mover los continentes. Holmes sugirió que esta convección térmica funcionaba como una especie de cinta transportadora: la presión ascendente pedía romper un continente y hacer que sus partes se movieran en direcciones opuestas. Tenía sentido, pero había dos inconvenientes insalvables.Por un lado, casi del mismo modo en que Aristóteles creía en un espacio supralunar inconmovible y ajeno al cambio, todavía los geólogos creían firmemente en un interior de la Tierra estable y quieto; por el otro, la convección térmica era incomprobable en esa época y, por lo tanto, no llegaba ni a la categoría de hipótesis. Para hacerlo, necesitaría del desarrollo de una nueva disciplina, o subdisciplina, o campo de estudios, o como se quiera llamarla. Es un lugar común en la historia de la ciencia: una teoda parece estancarse y, por más'que acude a todos los medios que tiene a su alcance, no logra salir adelante. Y lo que ocurre es que las herramientas que tiene a su alcance, tanto teóricas como observacionales, muchas veces no son suficientes, y posiblemente necesite de unos cuantos años para que aparezcan nue-

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cordillera de los Andes

Fosa peruano-chilena

La Tierra tiembla El miedo a los terremotos sigue hoy tan vigente como en las épocas más remotas y no hay nada de extraño en esto: los terremotos no sólo son portadores del desastre sino que en ellos se conmueve aquello que en el trasfondo de la cultura humana representa lo firme por excelencia: la tierra. Todas las religiones antiguas incluían un ítem especial referido a los terremotos: para la mitología griega, el responsable era Poseidón, titular de las aguas, que, en las frecuentes rencillas inrerdioses (que cada tanto convertían al Olimpo en un conventillo) solfa conmover- la tierra fume y agitar las montañas como muestra de furor =acordémonos, con nostalgia quizá, que fue la ruptura con esta explicación mítica la que llevó a Tales de Milero a seguir este largo camino que ahora nosotros estamos siguiendo-. En la versión japonesa, la oficina de terremotos estaba a cargo de Na-no-Kami, que también se ocupaba de la fertilidad)' de los minicomponentes, y, en lo que respecta a nuestras culturas latinoamericanas, en el centro ele Colombia existió alguna vez un tal Chibchacurn, que llevaba la tierra sobre sus hombros. Cada vez que Chibchacum se cansaba de su postura, y pasaba la Tierra de un hombro a otro, los colombianos tenían terremoto en puerca. Aunque la moderna explicación sobre el origen de los terremotos es diferente, éstos siguen siendo la zona más violenta de relación enrre el hombre y la geología. Los terremotos asuelan ciudades y dejan vastas regiones en ruinas, causan miles de víctimas y privan de vivienda y habitación a otros tantos miles: el panorama de ciudades destruidas, con la gente acampando en calles y plazas cubiertas de escombros, con los socorros que no alcanzan es, desgraciadamente, mucho más frecuente de lo que debería ser si se aplicaran los novedosos recursos de la arquitectura. Pero lo cierro es que permanentemente se producen tern-

blores de tierra en muchísimos puntos de la corteza terrestre, de distinta intensidad y que no salen en los diarios. Muchos de ellos son levísimos. y s610 delicados aparatos son capaces de registrarlos. En realidad, la cierra firme, geológicamente hablando, es muy poco rume. tiene poco de estable. y su característica no es precisamente la quietud. Obviamente, los terremotos tienen que ver -como todocon las placas tectónicas y las zonas de gran actividad sísmica son aquellas donde las placas están en contacto. Efectivamente, las placas pueden chocar froncalmenre, o deslizarse lateralmente: estos movimientos generan enormes tensiones de la corteza, que en determinado momento superan la capacidad elástica de las rocas. Entonces, éstas se quiebran, o en los lugares donde hay ya enormes fisuras que separan bloques rocosos (fallas), estos bloques se deslizan: el terrible terremoto que en 1971 azoró a Yungay, Perú, y causó cincuenta mil víctimas, fue el producto de la fricción entre la placa del Pacífico Este y la de Nazca. También fue un deslizamiento lateral de dos placas, a lo largo del sistema de fallas de San Andrés, lo que produjo el terremoto de 1906, que devastó completamente la ciudad de San Francisco en EE. UU. y el mayor terremoro conocido, que tuvo lugar en Lisboa el primero de noviembre de 1755, se debió a la acumulación de tensiones que produce el choque de la placa africana con la que soporta al continente europeo. Sin embargo, ya no estamos inermes anre ellos: la moderna construcción anrisfsmica ha probado resistir movimientos de tierra [Oralmente desoladores: en 1985, apenas una semana después del terremoto que pulverizó la ciudad de México D.F., uno similar se abatió sobre Japón:.no pasó nada, 'ni hubo una víctima. Enojados o cansados, ni Poseidón, ni Na-no-Kami, ni Chibchacum pueden nada contra un arquitecto bien preparado.

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Dorsal del Atlántico

manto, que llega hasta los 2800 km. de profundidad y que está formado por rocas en distintos estados de fusión: las rocas del manto fundidas o sernifundidas fluyen lentamente y gigantescas corrientes de roca más caliente que su entorno suben desde las profundidades hasta la corteza, chocan con ella y se desplazan hacia los costados con la fuerza de un monstruo irnparable. Debajo mismo del manto está el núcleo terrestre, que soporta el peso de rodo el planeta y que tiene también unos 3500 km. de radio, aproximadamente el tamaño de Marre. Está formado de hierro, un poco de níquel y pequeñas proporciones de otros elementos (oxígeno, azufre y potasio). La parte externa del núcleo es líquida (fluida) y su parte interna sólida. En cuanto a su temperatura: en la frontera entre manto y núcleo hay unos 3300°. Dentro del núcleo, entre el límite líquido y sólido, llega a unos 6600°, más que en la superficie de! Sol, La conexión más directa que existe entre el rnanro y la superficie terrestre, además de los movimientos que producen los terremotos, son los volcanes, que funcionan básicamente como caños conectados con el interior de la Tierra. Cuando el magma sale por e! cráter y entra en contacto con la atmósfera, empieza el desastre: los gases se liberan y las rocas fundidas salpican y arrasan rodo lo que está a su alcance. Incluidas ciudades enceras. Pero eso no era codo.

Un planeta con su historia Una vez armada la tectónica de placas, con sus supercontinentes que se rompen, sus continentes que navegan y sus acucianres cordilleras alzándose, sus volcanes mensajeros del desastre y con la avalancha de datos, mediciones, exploraciones, dataciones y otros "ones" cada vez más precisos, se pudo reconstruir la historia de ese planeta que llamamos Tierra: el Sistema Solar nació hace cuatro mil quinientos millones de años, como una esfera de polvo estelar que rotaba alrededor del Sol recién nacido, que empezaba a transformar su enorme peso en gigantescas temperaturas en su centro y, con ellas, a fusionar el hidrógeno para dar luz y calor. Los pedazos de polvo chocando una y otra vez se pegotearon hasta formar piedras y fragmentos más grandes que siguieron creciendo hasta ser primero planetoides y luego planetas. Podemos soñar la primera imagen de la Tierra: una enorme esfera de hierro y nfquel envuelta por un manto de roca en estado de fusión. En pocos millones de años más, en la parte superior del manto se formó una especie de costra que flotaba sobre la roca fundida, mientras el planeta entero era bombardeado por meteoritos. Quinientos millones de años después, la Ilu~ia de meteoritos cesó. La Tierra tenía ya un manto y un núcleo, mientras la costra se fundía, volvía a

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subir y se enfriaba, reciclándose una y otra vez, acumulando materiales más pesados; había ya parches continentales más grandes y empezó a formarse la corteza oceánica. Mientras tamo, el agua lanzada como vapor por los volcanes elementales del principio y traída por los meteoritos del bombardeo llenaba los huecos; para la época del fin de la lluvia de meteoritos, parece, había ya océanos en este mundo primitivo y desolado, en cuya atmósfera faltaba por cornpletO el oxígeno, que empezó a acumularse cuando apareció la vida en el mar, hace tres mil quinientos millones de afios. Los primeros continentes eran pequeños y crecían despacio, pero mil quinientos millones de años más tarde aparecieron los continentes verdaderamente grandes, hasta que fueron suficientemente pesados para partirse e iniciar el ciclo geológico de las placas tectónicas, agrupándose y rompiéndose una y otra vez. Dos mil millones de años más tarde, el Horno sapiens evolucionó en uno de los continentes resultantes de la última fractura: Africa. Nada, apenas un suspiro en la inmutabilidad y serenidad de la roca. Colaboraron

en este fascículo Nicolás

Olszevicki y Esteban Magnani. h.ideascíentí[email protected]

Canción de cuna del volcán

(glosa)

Nana, niño, nana, del volcán enorme arrojando lava.

El cráter muy fino, la cumbre astillada, el túnel enorme donde sube el magma.

Cenizas oscuras por doquier brotaban cubriendo los campos como fina grava que mata al ganado y quema las plantas. Nana, niño, nana, del volcán enorme arrojando lava.

)

Duérmete, clavel, que el volcán se comienza a encender. Duérmete, rosal, que el volcán ya comienza a estallar.

Lanzaban ceniza ¡ay, cómo lanzaban' La sombra corría más fuerte que el agua. Duérmete, clavel, que el volcán se comienza a encender.

Duérmete, clavel, el volcán se comienza a encender.

que

Duérmete, rosal, que el volcán ya comienza a estallar. Nube cenicienta. residuos de magma. ¡No vengas, no entres, cierra la ventanal ¡No cubra la nube tu colcha de Holanda!

Duérmete, rosal, que el volcán ya comienza a estallar.

El niño se duerme.

Allá en lo profundo se funden placas y forman burbujas de roca incendiada que suben cruzando la corte blanda.

Duérmete, clavel, que el volcán ya comienza a ceder.

496

El niño descansa.

Duérmete, rosal, que el volcán ya se empieza a apagar.

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32. La genética

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"Mientras Darwin luchaba por encontrar una explicación de la herencia, en medio del silencio de un monasterio austríaco, un monje llamado Gregor Mendel (1822-1884) publicaba buena parte de la solución a este problema" diversas partes del cuerpo produdan unas partículas específicas, o "semillas", que se transmitían a la descendencia en el momento de la concepción haciendo que ciertas partes de la progenie se asemejaran a esas mismas partes de los padres. Aristóteles (384-322 a. C.), por su parte, neg6 que el semen proviniera de todas las partes del cuerpo: de hecho, los hijos muchas-veces se parecen más a sus abuelos, o sus bisabuelos, que a sus padres. Si era así: ¿de qué manera estos parientes lejanos podrían haber contribuido con las "semillas" de la carne y de la sangre que eran transmitidas de los padres a los hijos? Para resolver este enigma, Aristóteles postuló que el semen del macho estaba formado por ingredientes mezclados en forma imperfecta, algunos de los cuales habían sido heredados de generaciones pasadas. El semen se producía en el cuerpo masculino a partir de la-sangre, y era un vehículoadecuado para transportar el pneuma, principio vital encargado de iniciar el desarrollo fetal gracias a un calor que estimulaba e! crecimiento, de! mismo modo que el Sol estimula e! crecimiento de las plantas. Por su parte, la materia de! cuerpo era aporcada en forma exclusiva por e! fluido menstrual de la mujer. El macho, en todas las especies, aporcaba el principio vital o alma; la hembra cooperaba con la materia, además de hospedar al niño en su vientre y darle alimento. En la fecundaci6n, el semen masculino se mezclaba con el fluido

menstrual, que para él era el "semen femenino". En esa mezcla, el principio masculino le daba forma a la sustancia amorfa femenina, a partir de la cual se desarrollaba la progenie. Galeno (130-200) se diferenció de Aristóteles al intentar explicar por qué los hijos se parecen tanto a su madre y ancestros maternos como al padre y ascendientes paternos. Para él, ambos progenitores aportaban forma y materia al mismo tiempo, y ambos eran capaces de contribuir al desarrollo del embrión, lo que se conoció como "teoría de las dos. semillas". Semillas que, dicho sea de paso, no tenían la misma jerarquía: dado que las mujeres eran más "frfas" que los hombres y, por ello, más pequeñas, recubiertas con menos pelo, y con 6rganos reproductivos internos, su aporte era más débil; en los hombres, el calor interior hacía que los órganos reproductivos fueran externos y su semilla más poderosa. Bastante después se planteé la oposición entre epigénenesis y preformación, de la que ya hemos hablado en su momento, que se extendió a lo largo de varios siglos. La disputa era sobre si el individuo que iba a nacer ya estaba preformado en el semen masculino (o en el óvulo femenino) o si en verdad surgía de un tejido indiferenciado. Los preformacionisras pensaban que el semen o los ovarios femeninos albergaban un hombre muy pequeño (o una mujer minúscula) con todos sus 6rganos, y éste sólo necesitaba crecer en ta-

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maño, lo cual, en los humanos, tenía lugar durante los nueve meses de embarazo. Se creía que sucedía lo mismo con todos los demás seres vivos; es más, estaban convencidos de que todos los organismos, los pasados, los presentes y los futuros, existían desde el primer acto creador y estaban a la espera de ser activados mediante la fecundación. En una vaca estarían preformadas todas las vacas futuras descendientes de ella; en el fruto de un naranjo, todos los futuros naranjos. Los embriones de las generaciones sucesivas de una especie determinada se guardarían, uno en el interior de otro, al igual que las muñecas rusas, que encajan a la perfecci6n una dentro de otra. Cada uno se desarrollarla cuando le llegara el memento. En los seres humanos, esa entidad preformada y diminuta se denomin6 "homúnculo", que es e! diminutivo latino de hombre, o sea, "hornbreciro", WilIiam Harvey (1578-1657), el descubridor de la circulación de la sangre, por su parte, fue el represenrante más destacado el epigenetismo, una doctrina que negaba que el organismo estuviera preformado y recuperaba las ideas de Hipócrares y de Galeno de que todas las partes del cuerpo contribuían al desarrollo del futuro ser. Lo que sostenía esta teoría es que el embrión se formaba a partir de una mezcla más o menos homogénea de sustancias materna y paterna; a lo largo del desarrollo, esa materia se iba diferenciando progresivamente y

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Las arvejas dan la clave Si Darwin hubiera leído este fascículo, se habría enterado de que en esos mismos momentos, en medio del silencio de un monasterio austríaco, un monje llamado Gregor Mendel (1822~ 1884) publicaba buena paree de la solución a este problema. Pero prácricamente nadie lo leería hasta el siglo siguiente, cuando comenzara a desarrollarse la reoda genética propiamente dicha.

Así eran las cosas y así son muchas veces: aislado· de todos los científicos de su época, un clérigo desconocido elaboraba las respuestas que necesitaba Darwin y que, dicho sea de paso, no dependían del desarrollo de grandes tecnologías (si se excluye la compleja y mal repartida tecnología de la pacienciaj.: Mendel nació en un pequeño pueblo llamado Helnzendorf en la región de Moravia, que en aquellos tiempos perre-

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necía al Imperio Austrohúngaro (y hoy forma parte de la República Checa). Dado que sus padres eran campesinos pobres, la idea de realizar estudios universitarios parecía ciertamente utópica, hasta que vino la ayuda en la forma de unos dinerillos que le prestó su hermana menor y que le permitieron asistir durante dos años al Instituto Filoséfico de la ciudad de Olmürz (actualmente Olomouc, República Checa). La vida no era fácil allí para un estudiante sin recursos, por lo cual optó por la única salida viable para alguien que en aquella época buscara lila educación pero no tuviera el dinero para solventarla: con el nombre de Gregor, entró como fraile en un convento agustino en la ciudad checa de Brno (entonces BrÜDn), en el centro del Imperio Austrobúngaro. Dado que, a diferencia de otras órdenes, los agustinos daban mucha importancia a la enseñanza y a la investigación, Gregor pudo estudiar todas las disciplinas que lo entusiasmaban y -lo más importante para nuestra historiatuvo libre acceso al invernadero. Allí realizarfa, entre 1854 y 1862, sus famosos experimentes sobre la reproducción y la herencia, cuyos resultados presentó eres años después en las reuniones de la Sociedad de Historia Natural de BrÜDn. En 1866 los publicó en las actas de la Sociedad con el título de "Experimentos sobre hibridación de plantas", y ciertamente hubieran generado una revolución impresionante en el campo de la

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Figura 1: la primera ley de Mendel. El dominante amarillo da una generación G 1 de todos guisantes amarillos, con un gen recesivo cea".Si bien el genotipo es Aa, el fenotipo es amarillo porque el gen amarillo es dominante.

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no podía entender cómo un híbrido Aa. transmitía el carácter A y perdía el recesivo,ya que defendía la idea de la herencia por mezcla,por completo contraria a los resultados de Mendel. Naegeli le recomendó experimentar con otra planta llamada "diente de león". Por desgracia, Mendel no encontró rastros de sus leyes al experimentar con esras plantas que, como se descubrió años más tarde, se reproducen sin fertilización ni entrecruza-

miento de distintos ejemplares, con lo cual cada descendiente es un clon de la planta madre. Además, en 1868 fue elegido abad de su monasterio y quedó absorbido por las tareas administrativas. Murió en enero de 1884, a los 63 años, dos años después que Darwin, quien nunca supo de sus trabajos. Poco después de su muerte, en el patio del monasterio, en el lugar que había ocupado el invernadero, se hizo una

hoguera con todos sus papeles personales y científicos. Es posible que el nuevo abad, por pura competencia con su predecesor, quisiera eliminar todo recuerdo de su antecesor, unos papeles en los que nadie parecía estar interesado.

Una sustancia cualquiera Para que en algún momento se llegara a la formidable síntesis que fue la genética primero fue necesaria otra síntesis

Las tres leyes Las conclusiones de Mendel dieron lugar a lo,que se conoce como leyes de la herencia, principios que funcionan de manera general en todas las especies. La primera ley, de la "uniformidad de los híbridos de la primera generación", afirma que cuando se cruzan dos individuos de dos variedades puras de la misma especie, que difieren en el aspecto que presenta un mismo carácter (por ejemplo semillasamarillas versus verdes), los descendientes serán igualesentre sí e iguales a uno de los progenitores, el que aporta el factor dominante (semillasamarillas). Pueden ver esto en la figura 1. La segunda leyes la de la "segregaciónde los caracteres" y demuestra que los factores hereditarios constituyen unidades independientes, que pasan de una generación a otra sin sufrir alteración alguna. Si se cruzan entre sí los descendientes de la primera generación (a partir de dos líneas puras), el carácter recesivo transmitido por uno de los progenitores (semilla verde), que no se manifestaba. se hace evidente en una cuarta parte, y el dominante en las tres cuarras partes de los descendientes. Pueden verlo en la figura 2.

La tercera ley,de la "independencia de los caracteres", afirma que cada caracter se hereda en forma independiente de los demás. Las tres leyesde Mendel permiten explicar y predecir cómo serán los rasgosfísicos (fenotipo) de un nuevo individuo. Ahora bien, sólo la segunda y la tercera se refieren a cómo se transmiten los caracteresa la descendencia. La primera, en cambio, no traca acerca de la transmisión, sino de la expresión de los caracteres. Suele afirmarse que, si Darwin hubiera conocido el informe de Mendel, habría podido pensar en un mecanismo para la selección narural y su teorfa habrla quedado mejor respaldada frente a los adversarios.Sin embargo, quienes se oponían a esas ideas estaban menos preocupados por el mecanismo de la selec~iól1natural que por el hecho mismo de que esa selección hubiera acontecido: la reorfa darwiniana atacaba las creencias más básicasacercadel lugar del hombre en el universo y del papel de cualquier dios en la creación. Sin embargo, cuando murió fue encerrado en la abadía de Wesrrninster,junco a tantas glorias de la ciencia inglesa.

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Las cromatinas tal como las vio Walter Flemming.

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pondencia que Mendelle había enviado, y cuando leyó la obra de De Vries rápidamente encontré una similitud ... una enorme similitud con los resultados de nuestro monje, a tal punto que acusó a De Vriesde plagio. El susodicho tuvo que "aceptar" que había leído a Mendel poco antes de publicar su libro y que no lo había citado porque "no se había dado cuenta", aunque aseguró que había Llegadoa las conclusiones por sí mismo. Haya sido como haya sido, en las siguientes publicaciones reconoció explícirarnente la primacla del abad. El tercer hombre fue el botánico austríaco Erich von Tschermak (18711962). También él realizó experimentos con arvejasy también él llegó a las mismas conclusiones que su compatriota había registrado unas décadas antes. Mientras escribía los resultados de sus experimentos, Tschermak encontró W1a referenciaal trabajo de Mendel que lo llevó a buscar la obra y rápidamencedescubrió que el abad no sólo había Llegado a los mismos resultados que él, sino que lo había superado. En 1900, los tres investigadorespublicaron una suerte de reivindicación de la obra del monje. Las leyesde Mendel experimentaron una verdadera resurrección. Pero, así y todo, seguían sin dar ninguna respuesta (y ni siquiera una pista) acerca de la naturaleza de 10 que Mendel había llamado "factores hereditarios". El principio organizador ya estaba; ahora el asunto

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era avanzar para describir esos paquetiros de información que hadan que una arveja fuera verde O amarilla, que un pájaro tuviera el pico de talo cual forma o que un chico fuera rubio o morocho, y no hubiera siempre una regresión al promedio, como temía Darwin, Todo apuntaba a los cromosomas: al fin y al cabo, como los factores heredirarios, aparecían de a pares. En 1902, el estadounidense Walter Surton (18771916), cuando aún era un estudiante, escribió un par de trabajos que daban la demostración más temprana de cómo es que los cromosomas funcionan dividiéndose y volviéndose a juntar en un individuo nuevo y sugirió que este mecanismo podía dar cuenca de las leyes mendelianas. Pero había una objeción casi de sentido común: los cromosomas eran muy pocos (23 pares, como recordarán), y, si verdaderamente transportaban los factores hereditarios de los rasgos, tenían que estar sobrecargadísimos. "Factores hereditarios": la terminología empezaba a resultar pesada. El 31 de julio de 1906, durante la 33 Conferencia de Hibridación y Reproducción de Plantas, se aceptó la palabra "genética" (de la palabra griega genos, que significa, entre otras cosas, "generación") como nombre para el estudio de los fenómenos de la herencia y la variación y, en 1909, WiJhelrn Johannsen (18571927), un fisiólogovegetal, decidió que los factores hereditarios deberían recibir un nuevo nombre y los llamó "genes".

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. Aparecen candidatos firmes Todos corrían la carrera en busca de esos "genes"hasta entonces invisibles.Y la cosa transcurría con cierta vertiginosidad. Hacia el año 1908 Thomas Morgan (1866-1945) instauró un nuevo método de experimentación con moscas del vinagre, como se conoce habitualmente a la Drosophila melanogaster, bicho que tiene la ventaja (para los investigadores, por supuesto, no para ellas)de hacer todo su ciclo vita1-desarroUo, reproducción y muerte- en dos semanas. Era una gran mejora cronológica frente a las arvejas,con las cualesconseguir una nueva generación llevaba meses. Morgan estaba seguro, como tantos otros, de que los cromosomas tenían mucho que ver con las leyes de la herencia, pero era obvio que no podían ser ellos mismos los factores hereditarios, sino que, en todo caso, debían transportar gigantescospaquetes de esos factores.A esos segmentos de los cromosomas que efectivamente estaban encargados de almacenar la información hereditaria los IJan16,siguiendo la terminología de Johannsen, genes. Herman Müller (1890-1967), biólogo estadounidense, se dedicaba mientras tanto a preguntarse cómo es que si sólo se heredan rasgospaternos y maternos, cada tanto pueden aparecer mutaciones que no tienen antecedentes en la especie. En 1923, tras numerosos experimentos en los que irradiaba los cromosomas con rayosX, concluyó que las

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La doble hélice.

Puede parecer increíble, pero en esas para facilitar se llama A, G, C y T. Por sus características químicas, la A sólo secuencias está la información que perse puede unir con la T y la G con la C, mite que se forme un ojo en toda su lo cual no deja tantas opciones de complejidad, que se produzcan jugos combinaciones. gástricos o que indica la forma en que Toda la información hereditaria, que una neurona debe contactarse con otras especificalas característicasde un indivi- para, por ejemplo, leer estas líneas. Es duo, está contenida en los genesy los ge- un recetario para crear proteínas que se nes no son sino trozos de ácido desoxicombinan en una complejidad pasmorribonucleico (ADN). Cada par azúcarsa. Es mucha información y cada célula base es un nucleótido -hay cuatro difela tiene absolutamente roda porque., de rentes, obviamente, porque hay cuatro hecho, nuestro cuerpo entero proviene basesdiferentes-. Lo impresionante es de una sola célula, formada por la que con estos cuatro nucleótidos, como unión de un óvulo y un espermatozoisi fueran las letras de un.alfabero mínide que sufrió millones de divisiones cemo, se escriben todas las instrucciones lulares. necesarias para la materia viviente, desEl trabajo de Watson y Crick no fue de los virus a los elefantes, en secuencias un final sino un comienzo: con el como ATGTGAGGGGG, que especifi- tiempo se fue reve!ando.la gran cuescan la forma en que cada célula fabrica tión pendiente, que consistía en deterproteínas. minar de qué manera el orden de las Un gen es, entonces, un trozo de unidades que componen el ADN (reADN. Su longitud es variable, según la cuerden: ATCG) podía especificar la especie y la función: puede ir de unos secuencia de aminoácidos en una pro.pocos cientos a varios miles de nucleóriteína. El mecanismo hallado asombra dos seguidos, que se aprietan en mucho por lo maravilloso. Dicho de manera menos que una milésima de milímetro. simplísima: el ADN o, mejor, una parUna señal (una cierra combinación de . te del ADN correspondiente a uno o nucleóridos) en la hebra indica que el varios genes, se copia en una molécula gen comienza; una segunda señal anunde ácido ribonucleico (ARN), que se cia que empieza e! mensaje genético (es llama ARN mensajero. Este ARN decir, la sucesión de nucleótidos relemensajero sale del núcleo y es llevado vante para la fabricación de una detera los ribosornas, unos pequeños orgáminada proteína), hasta que una tercera nulos que se encuentran en el citoplasma de la célula, donde es "leído", y se señal anuncia el fin del mensaje. Una última señal informa a quien correspon- ensamblan los aminoácidos que forda que allí termina e! gen. marán las proteínas.

508

Reproducción y evolución:

la teoría smtenca

Recién con e! desarrollo de la teoría cromosómica, que' explica la herencia y la genética en general, se elaboró en.la década de! 30 la gran síntesis neodarwiniana que dio al evolucionismo por selección natural una solidez absolutamente indiscutible. La fundación de la genética echó una nueva luz sobre el darwinismo: si los caracteres pasan de generación en generación mediante unidades de herencia discretas, como los genes, el punto oscuro de la teoría de Darwin quedaba aclarado. Los genes sufren cada tanto leves cambios al azar (mutaciones), que implican pequeñas modificaciones de los rasgos que transportan. Cuando se produce la mezcla de portadores de caracteres "b uenos""y m alos"( con rodas as las as ssalvedades de! caso: recuerden que no hay caracteres buenos o malos de manera absoluta, sino que dependen siempre del contexto), éstos no se mezclan en la descendencia, sino que aparecen puros en el nuevo individuo. La selección natural desecha a los portadores de genes con modificaciones "malas"y conservaa los que tienen genes "buenos", expandiendo, de esta manera, estos últimos genes, que sí se reproducen. Así, con la guía aportada por la genética-y no sin·duro trabajo-, entre 1930 y 1940 se elaboró la Teoría Sintética (o Síntesis Neodarwiniana), que nuevamente dio una explicación acabada de la evolución natural

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El espectro electromagnético.

chispazo entre lo que se medía experimentalmente y la teoría clásica. La cuestión es así: las leyes del electromagnetismo clásico preveían que un cuerpo negro ideal, cuando estaba en equilibrio térmico, debía emitir energía en todos los rangos de frecuencia (desde las ondas más largas a las más corras) pero siguiendo una proporcionalidad muy específica: a mayor frecuencia, 'mayor energía emitida. Lo cual suponía que en el rango más elevado del espectro (es decir, aquel con frecuencias más altas y longitudes de onda más cortas: el ultravioleta, dado que los rayos gamma aún no se conocían) la emisión de energía debía ser enorme, infinita, en realidad. y resulta que la curva de emisión del cuerpo negro no encajaba para nada con lo que se esperaba. La energía infinita que predecía la teoría, y que obviamente no podía ser, era llamada "catástrofe del ultravioleta", y atrajo la atención de un buen número de físicos durante la última década del siglo diecinueve. Uno de ellos fue Max Planck (1858-1947), un científico a todas luces clásico que quería explicar la catástrofe del ultravioleta mediante las leyes de la termodinámica, en las cuales se había mostrado especialmente interesado. Por entonces, se conocían dos ecuaciones que, unidas, O mejor dicho, pegadas, o enganchadas, proporcionaban una pasable descripción del comporta-

miento del cuerpo negro: una que daba buenos resultados para grandes longitudes de onda, y otra q.uese ajustaba bastante a las observacionesefectuadas a baja longitud de onda. Pero lo cierro es que era un pastiche, y nadie podía creer que no existiera una única ley que describiera el comportamiento de un cuerpo que, en el fondo, era un dispositivo sencillo y estilizado. Planck tenía enfrente al cuerpo negro y un puñado de leyes en las que no confiaba del todo, tal fue la cuestión. Se venía ocupando de él desde 1895 y hasta 1900 publicó varios artículos, muy interesantes, sí, pero que no resolvían el problema. Ensayaba vueltas de tuerca diferentes, pero siempre se quedaba a mitad de camino: parecía ser que, o bien había que aceptar la discrepancia entre la teoría y la empiria, o bien había que arreglárselascon la ensalada de las dos leyes. Pero en 1900 Planck cambió de estrategia y dio un salto al vado. Como muchas veces pasa en la historia de la ciencia, una vez agotados los recursos razonables se prueba con uno que a primera vista no lo es y esto no siempre se produce como resultado de consideraciones científicas frías, serenas y lógicas, sino como un medio extremo en el que se mezclan el azar, la intuición y la buena o mala suerre. Así fue: ahí lo tenemos a Planck, decidido a probar con una solución inverosímil: ni más ni menos que suponer,

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contra toda la teoría clásica de la físicay todo lo que se sabía sobre la naturaleza de la energía, que ésta no era emitida ni absorbida en forma continua, sino en pequefios "paquetes", o cuantos, tal como si se tratara de partículas. Era un disparate, cosa que él mismo pensaba a medias, pero resulta que con esa suposición en apariencia disparatada consiguió una fórmula matemática simple que proporcionaba la forma completa de la curva y que concordaba perfectamente con las observacionesde la radiación emitida por el cuerpo negro. Aunque, por supuesto, nadie -ni él- entendía cuál podía ser el soporte físico de semejante hipótesis. Una vez que hizo conocer su fórmula en una reunión de la Sociedad de Física de Berlín en octubre de 1900, Planck intentó encontrar una interpretación física para su ley (esencialmente matemática) haciendo varias hipótesis para ver cuál encajaba mejor con las ecuaciones. Finalmente, tuvo que aceptar una que no le resultaba muy grata: imaginar a los emisores de radiación como pequeños -pequeñísimos- osciladores, que emitían energías que se expresaban por la fórmula

donde v es la frecuencia y h es una constante que desde entonces se conoce como la Constante de Planck. La fórmula es una de las más importantes

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ondulatoria y corpuscular que habían competido entre sí desde el siglo XVII" en cambio, se utilizaban haces de luz de frecuencia más alta (utravioleta, por ejemplo, en lugar de luz azul o roja), los electrones avanzaban más rápidamente. El asunto era inexplicable desde la mecánica clásica.Aunque no lo era tanto si se utilizaban los resultados de Planck y se consideraban sus ecuaciones como base. Pero nadie se atrevía a dar este importante y peligroso paso... Excepto Einstein. Lo que hizo fue aplicar la ecuación de Planck y afirmar que, así como la radiación electromagnética se transmitía en "paquetes", la luz no es una onda continua, como los científicos habían creído durante cien años, sino que está integrada por cuantos =que después se llamarían fotones-. Con esta asunción simple se explicaba todo, Al afirmar que la luz estaba compuesta por fotones, Einstein estaba diciendo que toda la luz de una determinada frecuencia (v), es decir, de un color particular de! espectro electromagnético, consiste en fotones de la misma energía E. Cada vez que uno de estos fotones golpea a un electrón, le proporciona la misma cantidad de energía y, por tanto, la misma velocidad. Mayor intensidad de luz significa simplemente que hay más cuantos de luz (fotones) de la misma energía; sin embargo, si hay cambio del color de la luz, la frecuencia varía y, por ello, se altera la energía transportada por cada fotón. En consecuencia, ese fotón le transmite más energía al elec-

trón, que parte con mayor velocidad. La teoría de los fotones no fue aceptada de inmediato, y aunque los experirnentos con el efecto fotoeléctrico concordaban con la propuesta de Einstein, pasaron más de diez años hasta que el físico experimental norteamericano Robert Millikan -que logró una determinación ajusradísima del valor de h, que midió muy precisamente la carga del electrón en un célebre experimento y que, cosa curiosa, había sido un tenaz opositor a la postulación einsteiniana- mostró experimentalmente que la teoría del efecto fotoeléctrico era correcta. Mientras tanto, Einstein amplió sus ideas cuánticas sobre la radiación en los afios que siguieron y mostró que la estructura cuántica de la luz es una consecuencia inevitable de la ecuación de Planck. Ante una comunidad ciendfica poco receptiva, el físico más importante de! siglo SOStuvOque la mejor forma de entender la luz podría consistir en una fusión de las reorlas ondulatoria y corpuscular que habían competido entre sí desde el siglo XVII. A pesar de que en 1917 Einstein ya estaba convencido de la realidad de lo que hoy se llaman fotones, recién en 1923 quedó completamente demostrada su existencia. El efecto fotoeléctrico, digamos de paso, se convirtió en una pieza central de la tecnología moderna: e! funcionamiento de las células fotoeléctricas se basa en él,

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así que cada vez que veamos CÓmose abren automáticamente las puertas de un ascensor, estamos recibiendo un ramalazo del trabajo de Einstein. Pero ahora retrocedamos unos años, hasta 1912. Discúlpenrne por estas idas y vueltas: la historia de la ciencia es tan desordenada como la historia humana y muchas veces la cronología es, para la narración, más un obstáculo que una herramienta. Revisirernos un tema que hemos tocado ya y que constituyó un espaldarazo más para la reoda cuántica.

El átomo de Bohr, nuevamente Ya hablamos en su momen tOsobre la manera en que Bohr resolvió las dificultades del modelo de Rutherford del átomo, que lo presentaba como un sistema solar en miniatura, con un núcleo en el centro y bandas de electrones girando alrededor como los planetas alrededor del Sol. Y vimos cuál era la dificultad. Al girar, siguiendo las leyes de Maxwell, los electrones debían perder energía, con lo cual se suponía que debían caer hacia el cenero, cosa que obviamente no ocurría: la materia no se suicidaba. Vimos también cómo Bohr solucionó el problema: afirmó que los electrones alrededor del núcleo de un átomo se mantenían en la misma órbita porque no podían radiar energía continuamente (como exigía la teoría clásica), sino que sólo podían

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Max Planck (1858-1947), el pionero de la mecánica cuántica.

---------------canismo de la desintegración de un átomo individualizado y con ello se lograría explicar el asunto. Yes aquí donde se produce una bifurcación entre las ideas clásicas y las cuánticas o, digámoslo de otra manera, entre la manera clásica de pensar el mundo y la manera cuántica de pensar el mundo. En el mundo clásico todo tiene su causa. Y no me refiero sólo al mundo de la física clásica, sino a aquel inaugurado por la primera formulación de la ciencia hecha por nuestro viejísimo amigo Tales de Milete: uno busca la causa, y la causa de la causa, y se remonta por la cadena causal hasta donde quiera, o hasta una causa primera, si es que la hay, o si uno cree que la hay. Pero un átomo radiactivo se desinregra en un momento dado, sin que aparentemenre haya una razón para que esto ocurra. Tiene una probabilidad de hacerlo en cada momento, y en algún momento lo hace. Un. fenómeno como éste desafía una de las más arraigadas concepciones de la ciencia: el determinismo. ¿Qué es esto? Sintéticamente, un modo de concebir la realidad de manera tal que nada está librado al azar: si hay cosas que no podemos prever o explicar no se debe a que sean naturalmente impredecibles o inexplicables sino a alguna deficiencia nuestra (falta de información, o falta de instrumentos adecuados, o falta de atención). Lo decía Pierre Simon Laplace (1749-1827):

Podemos mirar el estado presente tÚI universo como el efecto del pasado y la causa de sufuturo. Se podrta concebir un intelecto que en cualquier momento dado conociera todas lasfim'ZIJS que animan la naturaleza y lasposiciones de los seres que la componen; si este intelecto fuera lo suficientemente vasto como para someter los datos a análisis, podria condensar en una simple fórmula el movimiento de losgrandes cuerpos del universo y del átomo más ligero;para tal intelecto nada podrla ser incierto y elfuturo, así como elpasado, estarlan frente a sus ojos. El azar al que nos referimos habitualmente, desde esta perspectiva, es sólo producto de nuestra falta de información: la bolilla de la ruleta gira y cae en un número "al azar", pero si un demonio, al estilo del de Descartes, o una súper súper computadora como la Multivac de Asirnov, pudiera reunir rodos los daros sobre la trayectoria de la bolita -sus choques con las ranuras de la ruleta, la velocidad con la que corre, la magnitud del rozamiento- podría pronosticar exactamente en 'qué lugar caería. Si coloco un alfiler en punta en una mesa en perfecto equilibrio y no hay una razón para que caiga para. un lado o para el otro (razón que, insisto, nosotros podemos desconocer pero no pasar por alto), éste se quedará donde está por los siglos de los siglos. El universo actúa siempre y cuando haya una buena razón para que haga esto O

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aquello; si no, no hace nada y permanece donde está. Pero resulta que en el mundo cuántico no es así: esta causalidad directa, determinista, que aún hoya nosotros nos parece algo bastante intuitivo, desaparece can pronto como nos fijemos en la desintegración radiactiva y en las transiciones de los electrones en el átomo. En cierto modo era fatal que esto ocurriera, aunque estaba implícito en la teoría del cuerpo negro de Planck: para llegar a su fórmula, el físico alemán se había inspirado en Boltzmann (las ideas nunca surgen de la nada) y su interpretación estadística de la entropía, de la cual hablamos en el fascículo respectivo. La entropía, vimos entonces, era para él un fenómeno probabilístico. No era una "cosa" que crecía, sino que expresaba la tendencia del universo a ubicarse en los estados más probables, que son los más desordenados. A través de ese hueco que abrían Planck, Einsrein, Rurherford y Bohr, una nueva forma de azar, un "azarontológico, se deslizaba en el mundo. El asunto era saber si lo hada para quedarse. Al principio, la mayoría de los físicos pensaban que no, pero en seguida fueron desbordados por nuevos y aún más extraños descubrimientos.

De Broglie: partículas y ondas Ya les conté que los fotones pasaron a formar parte del lenguaje científico

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"La intención de Schrodinger fue amplificar la incertidumbre cuántica hasta llevarla a términos

cotidianos: ¿quién puede imaginarse a un gato como una mezcla de gato vivo y gato muerto?" con la medición. Nada de eso. La incertidumbre cuántica parece ser un rasgo fundamental de la naturaleza: no es que sea imposible medir simultáneamente velocidad y posición de una partícula atómica o subarórnica, sino que hablar de la velocidad y la posición simultáneas de una parrfcula carece de sentido. Volviendo al ejemplo de la dirección y el teléfono, lo que el principio de incertidumbre afirma es que el señor X no puede tener a! mismo tiempo dirección y teléfono definidos: o bien lo llamamos a un teléfono celular cuya posición es totalmente imprecisa, o bien lo llamamos a un teléfono de línea, que sabemos dónde está. pero que no nos da ninguna garantía de encontrarlo. Naturalmente, estos fenómenos no se observan en el mundo macroscópico, debido a su incidencia infinitesimal, pero de todas maneras plantean preguntas (por ahora sin respuesta) sobre la estructura de la realidad.

Paradojas y posibilidades No es sorprendente que muchos f(sicos de prestigio, incluyendo a Einstein, hayan dedicado décadas enteras a tratar de enconrrar vías alrernativas a esta interpretación de la mecánica cuán rica. Sus intentos han fallado todos, y cada nuevo Fallo por acabar con la interpretación de Copenhague ha tenido el contradictorio efecto de reforzar su base. Ya dijimos que, para los ffsicos de Copenhague, lis imprecisiones, proba-

bilidades e incerridumbres de la mecánica cuántica no son una limitación de la ffsica, o la señal de que la mecánica cuántica es una reorfa incompleta, sino que la naturaleza es así: un electrón es una superposición de probabilidades de estar aquí o allá, tal y como la mecánica cuántica lo describe. Pensar en un electrÓn en tal lugar no tiene sentido (a menos que lo observemos, en cuyo caso la función de onda "colapsa" hacia una posición fija, todos los estados se condensan y el electrón aparece campante ocupando una determinada posición). La primera paradoja famosa postulada para poner en entredicho esta postura fue planteada por el mismísimo Schrodinger, quien en 1935 propuso un curioso experimento mental que quedó en el folklore como "la paradoja del gato de Schrodinger". Y es así. Imaginemos una caja completamente cerrada que contiene un gato vivo y una pequeña cantidad de material radiactivo. Imaginemos también que dentro de la caja hay un dispositivo diabólico (pero perfectamente posible) por el cual cuando una partícula es emitida por alguno de los átomos radiactivos, se pone en funcionamienro un derecror que a su vez suelta un martillo que rompe una ampolla de vidrio llena de un gas venenoso, efectivo e insrancíneo, O sea, apenas un átomo se desintegra, el gato muere. Para la mecánica cuántica, no hay maneta de saber en qué momento un átomo se va a desintegrar: todo se reduce a probabilida-

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des. Solamente mirando podemos saber si e! átomo se ha desintegrado o no, y mientras la caja esté cerrada, los átomos en cuestión son una mezcla de dos estados (se desintegró-no se desinregró). Entonces, razonaba Schrodinger, puesto que no tiene sentido pregunrarse si el materia! radiactivo se desintegró o no hasta que abramos la caja y miremos, tampoco tiene sentido pregunrarse si el gam está vivo o no hasta ese mismo momento. Simplemente -siguiendo la interpretación de Copenhaguc- el gato está en una mezcla de dos estados, "vivo" y "no vivo", y pensar que está vivo o que está muerto no tiene sentido. Obviamente, la intención de Schrodinger fue amplificar la incertidwnbre cuántica hasta llevarla a términos cotidianos (¿quién puede imaginarse a un gato como una mezcla de gato vivo y garo muerror) de tal manera que chocara aún a los teóricos de Copenhague. Naturalmenre, a éstos no les chocó, aunque hasta ahora no hay respuesras enteramente satisfactorias a la paradoja, que Einsrein celebró efusivamente. (Dicho sea de paso, no es raro que Schrodinger haya elegido a un garo, animal que tiene mucho de misterioso y extraño. El garo de Schrodinger, con su mezcla de estados, es primo directo de! garo de Cheshire de Lewis Carral! en Alicia en el PIlÚ de las Maravillas, capaz de esfumarse por parees y dejar su sonrisa flotando.) La segunda paradoja corrió por cuenta

de Einstein, quien durante los afios treinta y cuarenta mantuvo una pertinaz y divertida discusión con Niels Bohr sobre este mismo punto. Para Einstein, el electrón tenía que tener una velocidad y una posición determinadas: si la teoría se las negaba, era una muestra de la debilidad de la teoría; para Bohr, la teoría era firme como una roca, yen todo caso la debilidad era de la naturaleza, o de nuestro concepto de la realidad. Einstein proponía experimentos (teóricos) que permitieran medir velocidad y posición

de un electrón en forma simultánea (para mostrar que se violaba el Principio de Incertidumbre), experimentos que Bohr refutaba graciosamente. Uno de los más sonados quedó en la literatura como la paradoja EPR (por Einstein, Podolsky y Rosen, que lo sugirieron en 1935). Simplificando las cosas hasta el escándalo, la idea era la siguiente: supongamos, decían Einstein, Podolsky y Rosen, que dos partículas, A y B, parten en direcciones contrarias, de tal manera que a partir de una de ellas uno pueda deducir

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la situación de la otra. Entonces, uno podría perfectamente medir la posición de A, y la velocidad de B. A partir de la velocidad de B, se deduce la de A, con lo cual sabríamos exactamente ambas magnitudes de A, en contra del Principio de Incertidumbre. Bohr no se inmutó y aseguró que, al medirse la posición de la parúcula A, la velocidad de la partícula B se alteraría, como si "supiera" que a su compañera la estaban midiendo. En este punto, la cosa desembocó en un callejón sin salida, porque el experimento era entonces impracticable. Pero en los años '70 el físico británico John Bell inició un camino teórico que permitió a Alain Aspect en 1982 llevar a cabo un experimento que zanjó la discusión. En vez de elecrrones, posiciones y velocidades, se usaron fotones y direcciones de polarización, pero el sentido del experimento fue el mismo. Y tanto los trabajos 'de Aspect de 1982 como las repeticiones ulteriores le dieron la razón a Niels Bohr y refutaron a Einstein. La polémica sobre la mecánica cuántica, no obstante, sigue. No es para sorprenderse. En ella está comprometida nuestra concepción del mundo y de lo que entendemos por "realidad". El universo es, tal vez, un lugar aún más misterioso de ló que solemos imaginar. Colaboró en este fascículo Nicolás Olszevicki. [email protected]

34. La bomba atómica y la fisión nuclear

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"La masa que faltaba se había liberado en forma de energía. Hasta tal punto encajaba que, aunque ni Frisch ni Meitner lo sabían, en ese momento y en aquel apartado rincón de Suecia comenzaba la era nuclear" aceptar, pero enfisica nuclear hemos recibido ya tantas sorpresas que en ningzín caso, ante una situación extraña, podemos decir, sin dudar, 'es imposible". y se fue a pasar las Navidades en Kungalv, en el sur de Suecia, a casa de una familia que la había invitado. AUí se le unió su sobrino, el físico Otro Prisch, que a la sazón vivía en Dinamarca, donde se había refugiado de los nazis. Tía y sobrino caminaron, pasearon y esquiaron, pero inevitablemente la conversación recayó sobre los sorprendentes experimentos de Berlín. Parecia imposible. Era impensable 'cortar" el núcleo, si se pierna en la cantidad de ligazones nucleares que había que romper, contó más tarde Frisch, a quien, aunque estaba intrigado por el asunto, estaba más urgido por esquiar. Pero Lise era implacable y, finalmente, tía y sobrino se senraron sobre unos troncos. Meitner sacó un papel y un lápiz e hizo algunosdibujos en los que sugería la manera en que el núcleo podía dividirse, e!ongándose lo suficiente y luego dividiéndose en dos panes, dos pequeños núcleos de relativamente poco tamaño (en este caso, bario -el elemento 56- y criptón -el elemento 36-) que se separarían a gran velocidad, debido a la energía liberada: 200 millones de elecrrén-volc, (El electrón-voltes una medida de energía, una medida muy

chica, que se usa a nivel atómico y nuclear. Aún doscienros millones de electrón-volt no son demasiado para el mundo en que nos movemos cotidianamente, pero para un solo átomo son una 'barbaridad.) ¿Pero de dónde podría salir semejante cantidad de energía? ¿De dónde podían venir nada menos que doscientos millones de electrón-volt? Use Meitner había asistido a conferencias de Einstein en 1909, en las que éste había expuesto la fórmula de equivalencia entre masa y energía (Eemc-) y ese día -era e! 24 de diciembre de 1938- las recordaba perfectamente bien.

También recordaba -conró Frischque al partirse el núcleo de uranio, los dos núcleos resultantes no pesaban exactamente lo mismo que el núcleo original, sino un poquito menos. Yponiendo esepoquito menos 'en la fónnula de Einstein, le daba justo 200 millones de electrán-volt. Todo encajaba. Esa masa que faltaba se había liberado en forma de energía. Hasta tal punto encajaba que, aunque ninguno de los dos lo sabía, en ese momento, y en aquel apartado rincón de Suecia, comenzaba la era nuclear.

La fisión del uranio Meitner no estaba del todo segura, por lo cual no comunicó sus conclusiones a Hahn y regresó a Estocolrno.

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Frisch, en cambio, volvió a Copenhague y fue corriendo a contarle las novedades a Bohr, quien "inmediatamente y en todo se puso de acuerdo con nosotros", según le escribió a Meitner ese mismo día. Meimer y Frisch escribieron un trabajo sobre el tema consultándose por teléfono (¡por los teléfonos de entoncesl). Frisch lo redactó en borrador el 6 de enero y se 10 mostró a Bohr, que le pidió el trabajo en limpio. El tiempo volaba. Frisch alcanzó a pasar sólo dos páginas del trabajo y se las alcanzó a Bohr en la estación desde donde salía el tren que lo llevaría al puerto para embarcarse hacia los Estados Unidos. Bohr prometió no decir una palabra durante el viaje, para preservar la prioridad de Meitner y Frisch, que dedicó los días.siguientes a preparar los experimentos e inició las mediciones el 13 de enero. El 23 de enero apareció el primer artículo en Nature. ¿Qué nombre ponerle a un fenómeno tan insóliroiFrisch fue a ver a William A. Acnold, un biólogo amigo, y le preguntó: "¿Cómo se llama, en biología, el proceso por el cual una célula se divide en dos?". y Arnold le contestó: "fisión".

La noticia se extiende Bohr había prometido no comentar los resultados, pero durante el viaje en barco no se pudo contener y habló de la fisión con León Rosenfeld (19041974), el gran teórico belga, que también viajaba. A su vez, cuando el lunes

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Los neutrones que se emiten cuando se fisiona el uranio pueden partir nuevos núcleos y generar una reacción en cadena. contienen seiscientos mil millones de billones (6 x 10 23) de átomos. Si todos ellos se fisionaran, liberarían energía suficiente como para levantar un millón de toneladas a diez mil metros de altura. Yeso ya es como para tener en cuenta: la fisión nuclear es, en relación con la masa involucrada, uno de los procesos más energéticos del universo. ¿Pero de dónde sale esa energía? Como les decía antes, es la que estaba acu-

mulada en el núcleo para mantenerlo amarrado. Son fuerzas poderosas. Después de producida la fisión, después de haberse partido el núcleo de uranio, las masas sumadas de los subproductos resultantes (el bario, el criptón y los [res neutrones viajeros) son ligeramente menores que la masa original que albergaba el núcleo recién fisionado. Esa pequeña

diferencia de masa da cuenta de la energia liberada, siguiendo laformula de Einstein.

Otra posibilidad era el plutonio, que, según se había calculado, también se fisionaba. Pero el plutonio tiene un pequeño inconveniente: no existe en la naturaleza y, si existió alguna vez, ya se desintegró. Si uno quiere plutonio, no puede ir y servirse: tiene que fabricarlo: era uno de los famosos "rransuránicos": el elemento 94. Entre noviembre de 1939 y marzo de 1940, Ernesr Lawrence (1901-1958), con su ciclotrón de

La carta de Einstein En el verano de 1939, los físicos Leo Szilard y Eugene Wigner se entrevistaron con Einstein y le pidieron que escribiera una carta al presidence norteamericano Franklin Delano Roosevelr para informarle de que esta nueva forma de energía se podía utilizar para fabricar bombas y advertirle sobre el peligro de que esas bombas quedaran en poder de Alemania.

pado. Esta acción probablemente debe ser entendida en el sentido de que el hijo del uiceministro de Relaciones Exteriores alemán, WJn Weizacker, foe asignado al Instituto Kaiser Gui'llermo'en Berltn, donde algunosde los trabajos norteamericanos sobre el uranio están siendo reproducidos.

El trabajo reciente hecho por E Fermi y L. Szilard (.oo) me conduce a creer que el elemento uranio puede transformarse en una nueva e importante foente de energía en el[uturo próximo. (.oo) Este lluevo fenómeno podría conducir a la construcción de bombas y es concebible -aunque mds incierto- que puedan fabricarse bombas extremadamente poderosas de un nuevo tipo. Una sola bomba de esta clase, llevada por 1In barco (sic) y detonada en un puerto, podría perfectamente destruir el puerto entero junto con parte del territorio circundante. Sin embargo, esas bombas podrian ser muy pesadas para transportar por aire. (oo) Tengo entendido de qu.eAlemania ha suspendido la penca de uranio de las minas checoslovacas que ha OCII-

La carta se entregó a Roosevelr e111 de ocrubre de 1939 (ya había escalIado la Segunda Guerra Mundial) y el 6 de diciembre de 1941 Roosevelt autorizaba el comienzo de la construcción de la primera bomba atómica. El resto no fue, precisamente, silencio. La famosa carta no fue la única intervención de Einstein en el problema nuclear. Más tarde -el 7 de marzo de 1940-, enviada otra más para insistir sobre la necesidad de contar con una bomba nuclear. y aun después, una rercera carta para pedir que la bomba, que ya había sido construida, no se arrojara sobre Hiroshima.

Albert Einsrein

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Mapa de la ocupaclOn alemana hacia 1941. • I

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en 1942

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del 111Reich

Reich Y sus aliados

TcfTitorios satélites del Eje

O TefTitorios ocupados

por el Ejeantes de 1942

O TefTitorio aBado más grandes que jamás se hubiera reunido en la historia =tres millones de hombres, siete mil piezas de artillería y dos mil quinientos aviones- empezó la invasión de la Unión Soviética. Las defensas rusas se derrumbaron y en agosto los nazis alcanzaron las bocas del Dnieper en el Mar Negro. El 2 de diciembre de 1941 algunas avanzadas alemanas penetraron en los suburbios de Moscú. Pero allí mismo empezó la reacción soviética, que COrtÓ la ofensiva alemana. Para marzo, el Ejército Rojo había recuperado casi 250 kilómetros. Como una rueda que cae por la ladera de la montaña y nadie puede parar, la guerra se global izaba: el 7 de diciembre de 1941, los japoneses atacaron por sorpresa y destruyeron LaFlota del Pacífico en la enorme base norteamericana de Pearl Harbor. Los Estados Unidos respondieron declarando la guerra al Japón y automáticamente, y en cumplimiento de la alianza germano-nipona, Hitler declaró la guerra a los Estados Unidos. Ahora, el conflicto era total: desde Oriente a Occidente, el planeta entero estaba involucrado. En el verano del '42, las tropas alemanas sortearon Moscú y cruzaron el Donetz. Esta vez, el objetivo era una ciudad llamada Stalin grado. Mientras ranro, en Chicago, yen el máximo secreto, bajo las gradas de la tribuna del campo de deportes de la universidad, se estaba construyendo un reactor nuclear, que estuvo listo para

ser probado el 2 de diciembre y fue un perfecto éxito. No había sido -ni había pretendido ser- un gran negocio: la potencia alcanzada había sido sólo medio watt (y había costado W1 millón de dólares). En el Pacífico se desarrollaba la batalla de Guadalcanal, la mayor avanzada realizada hasta el momento sobre el Imperio del Japón, yel Departamento de Estado norteamericano informaba que dos millones de judíos habían perecido en Europa y que cinco millones más estaban bajo inmediara amenaza. Todo se sabía.

La carrera por la bomba Si se lo piensa fríamente, había buenas razones para temer que los alemanes fabricaran una bomba atómica, razones tanto históricas como científicas. En realidad, los físicos de Alemania y los del campo aliado eran más o menos lo mismo: habían participado juntos de los años dorados, habían integrado los mismos equipos, eran discípulos unos de Otros (como Heisenberg de Bohr). Idéntica formación, idéntica información: ¿por qué no habrían de planear y proyectar las mismas cosas? ¿Por que no habían de pensar en una bomba, si era una idea que practicarnente a todo el mundo se le había ocurrido apenas se descubrió la fisión? Efectivamente, en setiembre de 1939 la Oficina de Guerra alemana había convocado a una conferencia en Berlín, a la que asisrió la primera plana de

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la física nuclear, donde se analizó el estado de la cuestión, se examinaron las probabilidades de fabricar un arma basada en la fisión. En una segunda conferencia, desarrollada en setiembre, se delineó un Plan Preparatorio para explotar las consecuencias de la fisión nuclear. La dirección de la investigación teórica estaría a cargo de Heisenberg, el mismo que había enunciado el principio de incertidumbre que vimos en el fascículo anterior. Nada tiene esto de sorprendente, y no tiene nada de sorprendente que algunos de los físicos no alemanes se asustaran. Mientras Alemania avanzaba sobre Europa sembrando el terror y la destrucción, también avanzaba en el camino de la bomba. Al comenzar la guerra, los físicos alemanes estabari muy a la par' de sus legas británicos y norteamericanos.

co-

El proyecto Manhattan A pesar de que Einstein ya se lo había sugerido un par de años atrás, como ya les conté, la decisión final fue tomada por Roosevelt recién el 9 de octubre de 1941: ese día resolvió usar la enorme masa de recursos que hacía falta para construir la bomba atómica. Era muy oporruno: un mes y medio más tarde, el 7 de diciembre, los japoneses bombardeaban Pearl Harbor y los Estados Unidos entraban en la guerra. Como es natural, la guerra aceleró todo. El Proyecto Manhattan (llamado así por una oficina, precisamente en Man-

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\ punto de quiebre: el ejército alemán, que estaba hasta entonces invicto, fue derrotado en la más sangrienta batalla de la historia de la humanidad, que se cobró, según se estima, entre tres y cuatro millones de vidas. Luego de seis meses de una lucha tenaz y encarnizada, el 31 de enero de 1943 el teniente Von Paulus, completamente cercado por el ejército soviético, desobedeció las órdenes de Hitler y se rindió con 91 mil soldados hambrientos. Desde ese momento en adelante, los nazis no harían más que retroceder. Unos meses antes, en el norte de Afri-

1942. El norte de Africa estaba perdido para los alemanes. y para colmo, ya desde principios de 1942 la aviación inglesa y sus aliados norteamericanos habían empezado el bombardeo sistemático del "Reich" alemán, y los raídes penetraban cada vez más profundamente en el territorio enemigo con la intención de destruir la industria de guerra nazi. En 1944, las misiones empezaron a bombardear Berlín. Era el comienzo del fin: Alemania había perdido la guerra.

ca, el general inglés Montgomery había resuelto esperar al ejército alemán comandado por Erwin Rommel cerca de una estación de ferrocarril llamada El Alamein, donde le había infligido una terrible derrota el 25 de octubre de

Negra feche del alba te bebemos de noche te bebemos a mediodla. La muerte es un maestro venido de Alemania, te bebemos en la tarde y la mañana bebemos y bebemos.

La derrota alemana

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La muerte es un maestro venido de AIemama. Sus ojosson azules, te hiere con una bala de plomo; con precisián te hiere; un hombre habita en la casa tus cabellos de oro Margarete azuza contra nosotrossus mastines nos sepulta en el aire, juega con las serpientes y sueña. La muerte es un maestro.venido de Alemania. Paul Celan "Hoy, Dla D': ha dicho la BBC al mediodla, y con razón: "Este es 'el d{am. ¡El desembarco ha comenzado! Transmisián inglesa en alemán, holandés, francés. Transmisián inglesa en alemán a las once: discurso del comandante en jefe, eL general Dwight Eisenhower. A mediodia, en ingLés:la lucha dura empezará ahora, pero después de ella, la victoria. El año 1944 es el año de la victoria completa. ¡Buena suerte! Diario de Ana Frank, martes, 6 de junio de 1944 Efectivamente, el 6 de junio de 1944 los aliados occidentales comenzaron la invasión de Europa. Bajo el comando general de Dwight Eisenhower, cientos de miles de hombres desembarcaron en las costas francesas de Normandia, mientras los aviones dejaban caer miles de paracaidistas detrás de las filas alemanas. Era el esperado "día D". A las 9

6f~ ''CPllIOJlUo:>S;)P U9P:>l!;)1 eun U;) oiuadar ::>ptreIlUJq!1 ;;>S'S;)u -O;) sOl ;;>pS?A'CIl 'CdlUdW;;>lU;;>!:>'Cd sopcpnm 'SO;¡P~1U sOl 0p -treno ejnnco ynb I-eAJ;¡sgo e UOl'C:>!1';;>P ;)S Á eftreI-eu eun anb ;;>puel~ ~W ou oA!l!sods!p un U;¡ UOl'CJl;;>:>UJ01 'O!UOJnld 1:>UOl:lÁnJ1SUO:>;l1'U9pnIOA;) ;¡P soue ;:¡p S;)UOII!W l!W orreno S'CJl 'Sl!f:>ldwo:> selnJ?IOW seSd J... 'el;;>!nb{t:n:> endl)S;) mm ;¡P JOP;:¡pdlfC 'CgeJ!~ onb ooedo odioro un dlgOS sou:nn 01 rod l'CUOpnl0A;:J Á asnonpordai ;;>pS;):>ed'C:>'se¡n:>?IOW sefdldwo:> Ud SOWOJy SOl 'C.t0l{"!!OptreU!qwo:J ''CqU[ugUJl ;¡lU;;>W;)lq'llJeld -W! 'Cl$? OJ;;>d'~[lUnreu el dp 9!:JdJ'CdcS;)p Á 9!~U!lXd ;;>s'9P -orede O!UOJnld P ~selpJ1S;¡ sel onb sonour treqeJnp Á ;;>lU;¡W -ep!dYJ u-eqeJadlU!S;)p ;)Ssano 'SJlq'ClSJ trel;;>sou~lV 'O!treln I;¡ Á O!JOl P 'O!U!umre p Á OJO ¡;¡ 'o]J;)!ll ¡;¡ Á ell!ld 'CI 'O!UJ Id Á O!I-eq P 'OUJ~911!U I;¡ Á OUd~JXO I;¡ UOl;¡!:>UU ;¡lU;¡W -esouod ~'C:>!1'9!1:>dulge.ll!1 ;¡P SOlJfI!Sl.':'>S0l nUdll Á SOlUdW -;¡Id S0l .tmrrsuoo ered dlUdW;;>lU;¡!:>ed 9[eqeJl OSldA!Un 1'3 'solUdWdld SOA;;>nuS()I opedso I;¡ rod opues

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bunker, mientras las tropas soviéticas estaban apenas a un kilómetro de distancia. Su sucesor Doenitz firmó la rendición incondicional de Alemania en

la medianoche deI 8 de mayo de 1945" 1945, el sistema de transportes del Tercer Reich ya estaba paralizado. En enero del '45 cayó Varsovia en poder de los rusos, que en pocos días más hicieron pie en Alemania. Los aliados se acercaban por el Oeste también: en la noche del 22-23 de marzo cruzaron el Rin y, en abril, el E1ba, mientras los soviéticos llegaban a los suburbios de Berlín en ruinas. El 30 de abril, Hitler se suicidó en su bunker, mientras las tropas soviéticas estaban apenas a un kilómetro de distancia. Su sucesor Doenirz (luego juzgado y ejecutado en los juicios de Nurernberg) firmó la rendición incondicional de Aleman ia en la medianoche del 8 de mayo de 1945. La Segunda Guerra Mundial -o por lo menos su parte europea- había terminado. La guerra provocada por Hitler fue probablemente la más destructiva de la historia: en 1945, cincuenta países se habían unido a los aliados y movilizaron sesenta millones de personas, de los cuales por lo menos diez millones murieron, aunque las cifras de China y URSS son vagas. Nueve países se habían unido al Eje y movilizado treinta millones de hombres, de los cuales por lo menos seis millones murieron. El total de los explosivos que se usaron fue de seis millones de toneladas de TNT. Las bajas civiles debido al hambre, enfermedades, bombardeos y campos de exterminio, fueron aún mayores; el mundo entero se vio envuelto en una vasta maquinaria de con-

flicro. Las atrocidades cometidas por los nazis establecieron un antes y un después en la historia de la barbarie humana, bien nutrida por cierro. Quedaba Japón y la guerra en el Lejano Oriente. Los norteamericanos avanzaban de isla en isla a costa de grandes pérdidas humanas. Por el Otro lado, los ejércitos soviéticos, liberados del frente alemán, se preparaban para la invasión de Manchuria, ocupada por los japoneses. Lo cierro es que, a esa altura, Japón ya estaba derrotado. Los bombardeos habían dañado completamente su capacidad de guerra y sus ejércitos cedían. Lo cual no significa que las cosas fueran fáciles; el alto mando japonés no aceptaba los términos de rendición incondicional exigidos por los aliados. La derrota final era segura, pero la invasión y ocupación de Japón iban a ser sangrientas y costosas.

Más brillante que mil soles Yo soy el Tiempo que creciendo alianza y arrebata todo. Yo soy la Muerte que estremece los mundos. Bhagavad-Gita

Brilló con una luz másfuerte que la luz del mediodía San Juan de la Cruz Volvamos, entonces, a lo nuestro. En julio de 1~45 -la guerra en Europa ya

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había terminado- la bomba atómica estaba lista para ser probada y la fecha del ensayo fue fijada para el 16 de ese mes. Los científicos estaban tan seguros sobre la bomba de uranio que no la probaron, pero sí la de plutonio y su delicado mecanismo de detonación. La prueba se llamaría "Triniry", nombre tomado de un soneto de John Donne, cuya poesía religiosa Oppenheimer andaba leyendo por esos días. En mitad del desierto, trescientos cincuenta kilómetros al sur de Los Alamos, en un lugar muy apropiadamente llamado Jornada del Muerto desde los tiempos de los españoles -lleno de escorpiones, víboras de cascabel y rarántulas-, se montó una torre de acero sobre una base de hormigón. A treinta metros de altura había una plataforma donde se instaló el artefacto de plutonio. A quince kilómetros, en cada dirección, se pusieron puestos de observación para aquellos que tendrían el raro privilegio de presenciar el -experimenro en mayor escala de la historia humana. A las dos de la mañana, todos los participantes estaban en su lugar, en el campo base. A las 5.29 el artefacto estalló: El general Thomas Farrell, una de las figuras fuerces del proyecto Manhattan, pensó:

Todo el lugar se iluminó con una luz impresionante, de una intensidad mucho mayor que el mediad/a ... treinta segundos después de la explosión, la presión del

SE1:>Edwo::>seJdjS:l ouroo 9U!~ElU! ;¡S Olp::> 'S1:u!nJ Ud 'U9dl![ IdP 1:JUI 'Ows!npu~ IdP 0pl!J~ -n!::> setpnw -ouooo e[ Á EP!TIJ)S:lP -e'1l!lS:lesouode] -9urJO onb 'sourore 501 :OlJ:l!::>EJ;) J... -es OJ'1!1[J 'VJ!D-PVllll'ivlf[/ I;)P :l(esed un U9pe!Al: el '1:Nt.1:U!)jOUd :llUdW'tl!U:l1 9pJO::>dJ'OP!lJl!lS:l P sen 'opoen::> JdW 'vz,,¡V.I.1t./vu v¡ 3.JqOSop eJll!'1wo::> os Á seu!d!l!d sel operadnoai -!:llfU:lddO 9SUdd onb 01 dl1j ZdA (l!~ UCJ'1cq SOpe!lll SOl ~sopp.dn::>o SO!JOl!Jldl 'OWS!W Id l:lS e llJ1dAloAou eÁ opunw -J.I.!nbpll Vlqll'f3.1.qtuOCf 73 snb O¡UJ!tu!:Jou SOl :lp :lSJeJ!ldJ e OpL'UOj eJ;) -EJJJn~ Id orad 'epcue~ Eqe1sd CJ1:ln~ Cl 'O::>!X -O:J3p maio] V/l.J1ZU171m '¡O.l.1uo:J3? VUl.I.oj Ud ~e S-elSpSCj sepuJlod S1:[ :lp 'C::>!U~ -YW OA;)nN :lp OlJ:l!SJp [:l uc opunw [:l PII·JIlU nun 'OIl3ItU 027'11opf:Jpu vft/vH U;¡ uorotdurrun -OSJ:lA!1111pp SCSUd1U! 1:1- uode]' Á 'Op!PU:lJ cJqelf os cÁ l!!uew -;)IV '[!W O::>U!::> Á eruareno SOlU:>pSOp d scmp syw ~'I!I- soursooornur IdP sez :9SUJd 'SOW01Jl SOl ;,p syw oood tIllJd 'CUf!tISOJ!H Jp S;'l -ldl1j sel :OAdnu o~(l! ;¡P OZUd!UJO:>1;) '01 ;)P O::>p?UgELUOlU;)LUOUIId d!peu OLUO::> -::>:lP ua 'eqe::>!pu! -operodsa 01 cnb JOÁ ope!pmsJ EJqUt( onb '!'1qr :JeEsI JOp!S¡ -UC1!'1llt¡ SO[ ~t61 ;,p oruní ap oc 13 enano ;)11janb- 0p!(Jl!lSJ 13 '1:1::>1:1U! pcpn!::> eun JSJ;)::>'Cl{ -eui Sd::>;¡A EJg:lp 'llWle eAJnU III ;¡P nqanrd el 'e::>!w -oiusurom Id Ulsel{ OSOJ;¡pod ~W OA '3¡t/!IOrlV.l.3 ou :mb JJU3UiV/l.JJ!rod l/Iq -91e egUlo'1 ul Jp OlU;¡!We'lUll[ P :dpU:l!l -rsojdxa 1;) '.L~ ;¡P sepelduOl HW ;)lU!;)A -VI mbumr 'l1J3Uv¡d 73 UOJ .ll1U!Ul.I.31 ,( V.l;JJ -ua ;¡S 'SOJpJl!'1uloq SOl ;¡P oirede sep!U e :llUd(l!A!nbd U9!SOldXJ esoroxed eun op -UJ V.I.3js9U.1.1V v¡ .I.V!PU3:JU! VIPorl UP!SOldx3 -anretn dlUdW'Csopep!n::> UOJ;¡11jsano se[ -uopnpord 'O!UOlTI{d;>p SO;)P¡;¡U;)P S;)U VI snb J3.I.J OJU3tuOUi U1: .I.0¿ '''3JUVll!.I.q orod 'elS!I1!1 Jp 9l{::>Elos OlOÁ)I ':llUdUl -0ll!W ;¡P SdU0II!W ;)P s;¡uomUl ;)P SdUOn ZllJ uun 3p 9pUtlU! iJI O.l.3JUiJO7Jp El '07nJ eJ-~J;)UdIII 00Je1 -¡eU!d 'SO[dWd1 SOl dP esouode] pllpn!::> -!LUd::>OPU;)epUU;)::>l!WIU -pJJJdu 13 .I.od opVpVUOU17 VqV./S3 ~ "Z1tl -dq!J Á uoroured as opun~;)S ;)P SOW!S?U el 'OlOÁ)I Á !">(l!se~1!N'ElclJ!N 'em>¡o)l 3JUV¡I,uq v¡ 31tj JJUVUO!wrltu! o/Ui 07 'ElIT!lfSOJ!H UOJ:l11jSJI'1!sod Sdpepn!:> -omw seuade uc 'IETIl::>dp1U!07..l:lI1jS:ldP scl :'C::>!W91eeqwoq 'e[ Jp od[dw;) lJW SOyE elUdn::>up ;;Ipo~:lJU[O{e SO::>!JJ1Ud!::> .osuad 'l!:>!P9!lJd U[qE.l -rrd IJ ered o::>u'e['1un J!:3;)[;)e 9::>!PdP ;)S ;)P SdUO!~dl rod sopez!JO:ll 'SOPEI;)t(lIU el mJ[dLUO:> E opeprwe Á 'O!:>dO:>;)l[J UeUel[U1!W Ol::>:l,{OldPP OllUdP (l!!::>;)dsJ 'SOPCU!A!PU'sop!n~;)slJd 'sopclJ!lSdAU! Olld!qn::>S:lp U}qelf onb '~J~;)S 0!(!W3 'sopeínnsa SOW01JlSOl 't(:>S!Jd Á lJU1!:lW odruf un '~%l dP l!J:lAewpd El U31 UOJ:l!JqroSJp Ol:lJ:>;)SoÁn:> OUlOJ!!I;¡ 'sop 'sopU1z'iJr rop o oun pVP!lV3.1. UJ UO.l.31tj mbun» 'somunu eW!lfSOl!H ;)P Ud J!JJEd UOlllJ~O[ Ul:jl!H 0110 Á l:lUl!:l}i\J SJuo!::>e:>!unwo:) ;)P (l!l!dsol{ [dP o::>!P?W =n ,(pepaid U!S 9;>plCqWOg !Ul1;¡cronb rop o oun iod V.liJ!lI7lJUVUi ss mb O!rJu'ivUi P 'dJ'1wnppJd::>U! UI e o(np;>j ~J;)'1U;)5!dH 3p lfsv¡f 0:JSJJuv3/i U1: OUiO:JVJ,?3.1.V¿ 'I!Á!l{::>llHo>¡!l{::>!1f-l!WJp 0!Jll!P I;¡O onb OLUOlJ!l:l ';>!lTI:) U}J'eW dP dlUl!!P --eJ ourore [J 'SU::>!luyn:>SJÁ:l[SUI\'!9!l;)W " 'v¡¡;Jt¡,( 17f!I!,J 'VJ3!l1b :9Su;)d 'sen vp:uvd vUVyvUi v¡ 'ouv,ulUi3J V.Jg" -os Á 9U![d!:>s!p ltlog :mb OUlOly p 'UJm -;)llS:l ser dp OlUd!UlllUO!::>ury [J Opl!J]!:> -S;)P U}q-elfdnb ';)tpJg SUUH o:>!sJ] 13 Ew!l{SOlffi -e~!LU U;) SdlEloS Sl!W:llS!SOUlO::>9U~EW! plOjl;)tpn(l ;)nb sopeA SOUlOly SOl 'sopel -STIJ::>U! SdUOll::>:J[:lUO::>UOSLU0l{~;¡P sou 'OSO.l.3?odop -;)11 SOUlOJySOl 'U01¡eO :>p SO::>!J9;)1SOUl -'!L IV S17pll/1..I.JS3.1. 31UJUiV¡OS S1JZ.l.31tjOpVJ -01J! SOl 'U9!::>el!Ae12El dP SdÁ;)1 selU Jd1 -VI3p IOUiV¡qV'f3ttb .lvsu3d OZ!lf rou S0.l.10 -;)lllOS -opnd Oll Á- oS!TIb U01A\;¡N ;¡nb Á SOIl/.I.1uo:J rOUl1 sOJ v p!ltrltu3 rou 3nb 3.1.!11

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Kokura Nadie recuerda el nombre de Kokura, Kokura está en el noroeste de la prefectura de Fukuoko en la isla de Kyushu. ¿Pero quién conoce el nombre de Kokura? En 1933 se construyó un arsenal, y desde entonces la ciudad se volvió un punto estratégico. y nadie oyó hablar de Kokura. La gente de Kokura siguió viviendo como hizo siempre, y los días amanecieron y terminaron, como siempre. y el tiempo pasó y la gente nació y murió, como fue siempre. Yen 1963 Kokura y cinco ciudades cercanas se fundieron en una nueva ciudad que se llamó Ki-

takyushu. Yel nombre de Kokura dejó de figurar en los mapas Kitakiushu es ahora un gran centro de comercio

con más de un millón de habitantes. y nadie hablará más de Kokura. Nadie babia de Kokura, nadie la recuerda, y sin embargo la segunda bomba atómica, la que hizo estallar en pedazos Nagasaki, esa misma, no estaba destinada a Nagasaki sino a Kokura. El avión se llamaba ¿cómo se llamaba el avión? Bock's Car, eso es, está bien que lo recuerden, ya bordo instalaron la bomba de plutonio y alzó vuelo. Tres días después de Hiroshima alzó vuelo, alzó vuelo, poco antes de las cuatro de la mañana de un amanecer de Tinian navegando hacia'e1 $01 alzó vuelo, alzó vuelo hacia Kokura. Y voló. Y voló. Y voló. Entre las ocho y las nueve menos diez dio vueltas sobre Yakoshima esperando a susescoltas,

uno de los cuales no llegó; y sin él, sin esperarlo, siguió vuelo hacia Kokura. ¿Cómo sería ese día? No lo sé. ¿Qué destino tenía en el almanaque del tiempo? ¿Quién decidió que sobre Kokura hubiera nubes bajas? y voló. Y voló. Y voló. El avión llegó a las diez menos diez. y voló y voló, en círculo, esperando que el cielo se despejara. Ese día los habitantes de Kokura habrán mirado el cielo, y dicho: "[Qué día gris sobre el fondo gris de la guerra!". Algunos habrán dicho: "Aquellas nubes no nos dan tregua, ¿no podrían mostrarnos un poco el sol sobre el fondo gris de la guerra?". y por encima de esas nubes

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un avión, ¿cómo se llamaba?, el Bocks Car, con una bomba atómica ya lista volaba, y volaba, y volaba, dando vueltas y vuelras en círculo, esperando que las nubes se abrieran. ¿Cuántos habitantes de Kokura habrán mirado al cielo deseando que el cielo se despejara?, como lo esperaba el piloto. Pero nada, la meteorología inclemente no dio tregua, y para tristeza de los habitantes de Kokura el tiempo no mejoró y como no había esperanzas ni noticias de un cielo despejado el avión dejó de dar vueltas en círculos y voló, y voló, y voló hacia Nagasaki. Los habitantes de Kokura vivieron porque ese día estaba nublado.

35. La medicina científica entre la anestesia y los trasplantes

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