Historia de la guerra electrónica : desde la batalla de Tsushima al Líbano y las Malvinas 9788471402165, 8471402165

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Historia de la guerra electrónica : desde la batalla de Tsushima al Líbano y las Malvinas
 9788471402165, 8471402165

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I

LOS

PRECURSORi—ZS DE LA

.

GUERRA

ELECTRONICA

En febrero de 1904, estallaba la guerra ruso—japonesa por con-_ flicto de intereses entre Petrogrado y Tokio, iniciada por Japón con un ataque por sorpresa contra buques de guerra rusos surms cn los pucmm dc Chcmulpn y Port—Arthur, cn el Mar Amarillo, en la costa occidental de la peninsula de Corea. Era aquella la primera guerra en la que ambos contendientes hacían uso de la radio (: telegrafía sin hilos, como se llamaba entonces, para las comuní—

las fuerzas propias. _ caciones entre genial

_

invención hecha por Guillermo Marconi sólo unos pocos años antes, se habían beneficiado, rápidamente sobre todo, las marinas de guerra para los enlaces a distancia entre buque y buque y entre buque y tierra. En particular, los japoneses habían hecho instalar en todos los buques de su flota un aparato de radio copiado del de Marconi, pero de prestaciones francamente inferiores, ya que podía operar sólo en una frecuencia y apenas tenía un alcance de“ 60 millas. También los rusos, en aquella zona de guerra del Extremo Oriente, disponían de radio en sus barcos de guerra y en muchas estaciones de tierra situadas en las proximidades de las bases navales. Desde los primeros días de guerra, los rusos tuvieron ocasión de emplear la radio, además de para las comunicaciones normales, para usos distintos de aquellos para los que había sido inventada, aunque de modo improvisado; usos que pueden ser considerados como acciones de una guerra electrónica embrionaria. _Por ejemplo, durante los frecuentes ataques que la flota japonesa'realizaba contra los buques rusos con base en Port-Arthur, los radiotelegrafistas de estas bases—notaron que, a menudo, antes del ataque oían en sus auriculares un gran intercambio de señales de radio de creciente intensidad entre los buques japoneses que usaban la radio sin limitación ni precaución'alguna. Puesto que estas comunicaciones eran interceptadas bastante tiempo antes de que los buques enemigos fueran avistados, los rusos podían enterarse anti—

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HISTORIA DE LA GUERRA ELECTRONICA

cipadamentc de la inminencia del ataque y dar la alarma a los bu» ques propios y a las baterías de costa antes de que los japoneses iniciaran el bombardeo naval. En una ocasión, algunos barcos rusos de Vladivostok que habían salido a la mar para realizar un ataque por sorpresa contra la base naval japonesa de Gensan, en el Mar del Japón, lograron, gracias a la radio, evitar una trampa mortal puesta por la flota japonesa que había descubierto su salida de Vladivostok. A medida que se acercaban a Gensan, los buques msos interceptaban señales radiotelegráficas cada vez más intensas que revelaban la presencia de muchos buques de guerra japoneses en aquellas aguas dirigiéndose también a Gensam. Ante esto, los rusos renunciaron al ataque, que hubieran terminado trágicamente ya que delante de aquel puerto estaba esperándoles toda la flota enemiga. Pero no fue éste sólo el uso adistinto» del dc las telecomunicacíones que hicieron de la radio los rusos en aquel primer año de la guerra. El 8 de marzo de 1904 los japoneses, para poder atacar y hundir a los buques rus'os fondeados en el interior de la rada de PortArthur, no visibles desde fuera, enviaron dos cruceros acorazados, el Kamga y el Nin/Jin, para realizar un bombardeo naval de la rada con tiro indirecto, valiéndose de la colaboración de un destructor que, convenientemente situado mucho más cerca de la costa, tenía la misión de observar los piques de los proyectiles disparados por los cruceros, y transmitirles ,por radio las correcciones necesarias para que los disparos dieran en el blanco, Pero un operador de la estación de radio de la_base rusa oyó las señales que los barcos japoneses estaban intercambiando y, aunque no comprendió su sig< nificado, inscintívamente cogió el manipulador de su transmisor de chispa ¡, con la intención de interferir ,de algún modo la comuni cación entre los buques enemigos. Su gesto, aunque inconsciente, por resultado que aquel día el bombardeo naval japonés no dio produjese daño alguno a los buques rusos, por cuanto los japoneses, tal vez a causa de las interferencias en sus comunicaciones, interrumpieron la acción y se alejaron. Las operaciones navales durante aquel año fueron, no obstante, desfavorables a los ¡rusos, que perdieron en varios encuentros con la flota japonesa la mayor parte de sus buques de guerra destacados en el Extremo Oriente. Como consecuencia de ello se decidió en Petrogrado enviar al Extremo Oriente a la flota del Báltico para

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' de un condensador descarga lapmterometro oscilante (medidor de chispa). Radiotransmisor

que utilizaba como fuente de energia de radiofrecuencia a través de una bobina y de un es-

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reemplazar los buques perdidos y vengar la derrota sufrida: para mandar esta flota se designó al almirante Zinovi Petrovio Rozestvensky, el hombre destinado a convertirse en protagonista de uno de los acontecimientos más dramáticos de la historia naval de todos los tiempos. Dos años antes, en julio de 1902, este oficial, aún no almirante, mandaba uno de los 31 buques de guerra rusos reunidos en la rada de Reval, en el Mar Báltico, para saludar al Emperador de Alemania, Guillermo II, que en su yate visitaba al Zar Nicolás II. Después de las salvas reglamentarias en honor del huésped, los dos Emperadores, con su séquito de ministros y almirantes, embarcaron precisamente en el crucero Nini”, mandado por Rozest< vensky, para asistir a un ejercicio de la flota rusa en el mar. Los ejercicios, que consistían esencialmente en la ejecución de evoluciones y tiro navales contra blancos tcmolcados, se prolon— garon durante tres horas. Durante ellos, Rozestvensky, casi ajeno a la presencia de ambos soberanos en el puente de su barco, daba las órdenes para las evoluciones y para el tirocomseguridad extrema y notable aplomo: Ello impresionó tan favorablemente al Emperador alemán que en el momento de desembarcar, terminados los ejercicios, felicitó al Zar diciéndole: «Me sentiría satisfecho de contar en mi flota con oficiales tan eficientes como vuestro Rozest-

vensky.» _ También el Zar quedó bien impresionado del comportamiento impecable del Capitán de Navío, Rozestvensky, que desde aquel día llevó una carrera fulgurante. . El 14 de octubre de 1904, acompañado por los buenos deseos de toda Rusia, 59 buques de la flota del Báltico salieron de Libau, en el Golfo de Finlandia, dirigiéndose a Vladivostok, el lejano puerto de la costa oriental de Siberia. Alcanzaron el Atlántico, circunnavegaron el continente africano y tras cerca dedoscientos días de navegación, durante los cuales recorrieron más de 18.000 millas y encontraron dificultades de todo orden, entraron en el Mar de la China Oriental a mediados de mayo de 1905. Rozestvensky tenía que tomar entonces una decisión sobre la ruta a seguir para entrar en el Mar del Japón y llegar a Vladivostok, ya que los accesos a este mar son tres: el Estrecho de Corea con la Isla de Tsushima en medio; el Estrecho de Tsugaru que separa las islas japonesas de Nipón -y Yeso y también, más al norte, el Estrecho de La Pérouse, que se encuentra entre el extremo septentrional del archipiélago japonés y la Isla de Sajalín. La elección del Estrecho que debería atravesar la flota para alcanzar Vladivostok, era muy importante, pues de ello podía depender el destino de la propia flota. A bordo de los buques, desde

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algunos días antes, no se hablaba de otra cosa, tanto entre los oficiales como entre la marinería; el tema de las discusiones era cómo alcanzar Vladivostok evitando el encuentro con la flota japo— nesa dadas las precarias condiciones de eficacia de la flota rusa a causa de la larga navegación. En efecto, el problema de la ruta a seguir se prestaba mucho a la discusión porque cada uno de los pasos antes mencionados presentaba ventajas e inconvenientes, Mu— chos estabanxconvencidos que debería utilizarse uno de los pasos septentrionales, el de Tsugaru o el de La Pérouse, tanto porque la distancia desde la embocadura de tales pasos hasta Vladivostok es menor como porque están más distantes de las bases navales japonesas de Corea. Esta convicción se basaba también en el hecho de que en uno de los buques de la flota, concretamente en el crucero auxiliar Ural, se había instalado, poco antes de salir de Rusia, un potentisimo aparato de radio, construido expresamente en Alemania y que tenía un alcance superior a las 700 millas, verdaderamente excepcional para aquellos tiempos. En la imaginación de los marineros rusos era posible, con tal equipo, entrar en comunicación con los cruceros supervivientes de la base de Vladi— vostok para hacerlos salir del puerto en el momento oportuno para coger entre dos fuegos a la flota japonesa. La única persona a bordo que no hablaba con nadie de tal porblema, ni siquiera con su Estado Mayor, era el propio almirante Rozestvensky, tal vez porque ya había tomado una decisión que no tenía intención de someter a discusión… La flota japonesa, al" mando del almirante Togo, estaba casi toda concentrada en la Bahía de Mesampo, en la parte meridional del Estrecho de Corea, lista para hacerse a la mar para interceptar a los navíos enemigos en cuanto fueran avistados. Para ello el almirante japonés había dispuesto un servicio de vigilancia, con buques en patrulla continua en posiciones y a las distancias oportunas. Un viejo acorazado se había destacado también en el sur de la Isla de Tsushirna, para hacer de puente o relé en- el enlace de radio entre los patrulleros y el mando de la escuadra en puerto. El éxito del plan de Togo se basaba, sobre todo, en que la flota enemiga fuera avistada con la mayor antelación posible y que la noticia del avistamiento llegara sin retraso. En esencia, todo dependía de la eficacia y de la oportunidad de las comunicaciones radioeléctricas, a falta de las males la presa podría esfumarse. El almirante ruso', en cambio, había dispuesto un empleo de la radio completamente distinto, pues habiendo tenido ocasión durante la larga navegación de hacer un balance entre las ventajas e inconve— nientes derivados del uso de la radio, había tomado la decisión

DE LA GUERRA ELECTRONICA

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Derrota de Rotjesvensky.

de utilizar lo menos posible aquel precioso medio de comunicación para consegiir su objetivo principal, que era llegar a Vladivostok sin ser descubierto y atacado por la flota japonesa. Puesto que la interceptación de eventuales comunicaciones de radio por los japoneses podría revelar la aproximación de la flota rusa“, or— denó que. «no se emitiera ningún mensaje a través del'éter». Se había llegado, entre tanto, al 25 de mayo de 1905 y los buques rusos, formados en dos largas columnas, navegaban a la velocidad de 9 nudos en dirección al Estrecho de Corea. La mar estaba agitada y la visibilidad era escasa. Desde la mañana, las estaciones de radio de algunos buques habían podido interceptar

débiles e incomprensibles emisiones de radio. A medida que la flota rusa continuaba su avance, el número de estas transmisiones aumentaba, así como la intensidad de las señales recibidas: se trataba, evidentemente, del intercambio de comunicaciones entre los navíos japoneses en exploración y el mando de la flota. Rozestvensky parecía ignorar la existencia del adversario, y sin preocuparse de destacar al menos algún torpedero en descubierta, proseguía lentamente en su ruta. En la noche'del 27 de mayo la luna estaba en cuarto menguante y en la mar había niebla que reducía la vibilidad a poco más de una milla. No hubo ningún avistamiento hasta cerca de las 02.45 horas. Entonces, el crucero

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auxiliar japonés Sbinana Maru, que estaba en misión de explora— ción a unas 40 millas a poniente de las islas Goto, descubre de improviso por la proa, entre la niebla, un buque que navega con las luces encendidas. El crucero japonés, no pudiendo distinguir la clase ni la nacionalidad del barco sospechoso ni saber si se trataba de un buque que navega aisladamente o formando parte de una formación, comienza a seguirlo, sin comunicar a nadie su avista— miento. Más tarde, hacia las 04.30 horas, se acerca al buque para reconocer mejor sus caracteristicas y puede identificarlo como un buque hospital de la flota rusa. También el buque ruso se percata, a su vez, de “la presencia del crucero japonés, confundiendolo con un buque amigo y le dirigió algunas señales luminosas de recono— ¿miento. De este error cometido por el adversario, el comandante del Sbinano Maru deduce que el buque navega sin duda con otros y, en consecuencia, cierra distancias para tratar de descubrir toda

la formación. Hacia las 04.45 horas una clara permite al Sbírmno Mam dis— tinguir, a poco más de media milla del buque hospital, la larga fila de acorazados y cruceros rusos. Inmediatamente comienza a llamar por radio al buque del almirante Togo para darle la noticia. En aquel entonces la radio estaba aún a un nivel bastante primitivo, y el enlace entre dos aparatos situados a cierta distancia era bastante dificultoso a causa, sobre todo, de los estáticos atmosféricos, por lo cual el Slyimmo Mm no lograba transmitir su precioso mensaje. Entre tanto, tam— bién en los barcos de Rozestvensky los serviolas habían descubierto al buque sospechoso que se había acercado poniéndose a navegar a un rumbo paralelo a la formación rusa, desapareciendo de cuando en cuando entre las brumas del alba. No era posible reconocerlo, pero de su comportamiento podía inferirse que se trataba ciertamente de un buque enemigo de exploración. Todos esperaban que Rozestvenslry destacase inmediatamente a los cruceros más velo— ces de la flota para destruir al incauto enemigo. Aquel era un momento extremadamente importante porque de la decisión que se tomase podía depender el destino de la flota rusa y el éxito o fracaso de la misma guerra. Rozestvensl—ry ordenó a todos los buques apuntar sus cañones sobre el Sbinano Mam, pero la orden de abrir fuego se hacía

esperar.

Entre tanto, en muchos de los barcos rusos los radiotelegra— fistas de guardia pudieron interceptar las emisiones del Sbinano Maru llamando al buque del almirante Togo para comunicarle su descubrimiento. A bordo del Ural, el buque ruso que como se ha dicho, tenía la estación transmisora más potente de la flota, el co-

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mandante, indignado porque no se toma ninguna medida contra el explorador japonés que ahora parece querer desafiar casi a toda la flota, consulta con su oficial de comunicaciones la posibilidad de aprovechar su potente radio para contrarrestar, de algún modo, la acción del Slaínano Maru. Ambos convienen en que transmitiendo una señal continua sobre la misma frecuencia usada por el buque japonés, la emisión, por su gran potencia, podría sofocar y, por tanto, perturbar la emisión del navío japonés tanto como para impedir, probablemente, la comunicación del avistamiento efectuado. Con esta convicción el comandante del Ural, pide al buque insignia autorización para usar la radio para perturbar precisamente las transmisiones del Sbímmo Maru. Pero a los pocos minutos el Almirante responde con este lacónico mensaje: «No impida a los japoneses telegrafiar.» Rozestvensky rechazaba asi un consejo que, en aquella circunstancia, podia resultar valiosisimo. El motivo de tal decisión está aún por esclarecer: acaso fuera debido a que quería dar a toda la flota una demostración de su propia seguridad en el enfrentamiento con el enemigo, o bien a que no había asimilado el valor de aquella novedad que constituía la perturbación .electrónica de las comunicaciones. Entre tanto el Sbimmo Maru, sin perder de vista al enemigo, se distancia lo necesario para poder esclarecer con precisión la composición de la formación rusa y seguir mejor sus movimientos. Así, apenas conseguido el enlace por radio, pudo transmitir finalmente este mensaje: «He avistado al enemigo», y después, sin ser perturbado lo más mínimo, comenzó a pasar información sobre situación, rumbo y la velocidad de la formaciónenmiga, de la“ que podia deducirse claramente que se dirigía hacia el Estrecho de Corea. Pero de pronto cayó una espesa niebla, poco antes del alba, y los buques adversarios se perdieron completamente de vista. Esta era una ocasión extremadamente favorable a la flota rusa para sustraerse a aquel impecable seguimiento y dirigirse hacia los estrechos septentrionales de Tsugaru o de La Pérouse. Alguien del Estado Mayor rogó a Rozestvensky que reconsiderase la situación, pues ya era claro, por el creciente tráfico radiotelegráfico, que había comenzado un estrecho cambio de información y órdenes entre el mando de la flota japonesa y el Sbínano Maru, al que se habían unido entre tanto otros buques de exploración. Todo fue inútil. Entonces, los comandantes de los buques mayores, exasperados por la inercia de Rozestvensky frente a tanta audacia enemiga e ignorando su anterior prohibición, ordenaron a sus radiotelegrafistas perturbar de todas las formas posibles las comunicaciones por radio entre los buques enemigos. Pero ya era demasiado tarde. Cuando se disipó la niebla con la luz del alba, el escenario no

liISTORIA DE LA GUERRA ELECTRONICA

perimentó un gran alivio y ordenó inmediatamente a todos sus buques abandonar el fondeadero para salir al encuentro del enemigo. Hacia las 13.30 horas, mientras la formación rusa, con el acorazado Suvorof)‘ en cabeza, a bordo del cual iba el almirante Rozestvensky, navegaba ya por el Estrecho de Corea, a levante en la Isla de Tsushima, aparecieron en el horizonte los buques japoneses. Rozestvensky fue el primero en ordenar abrir el fuego: dos minutos después, apenas todos los buques llegaron a sus puestos de combate, respondió Togo con sus cañones. Un verdadero huracán de próyectiles se abatió inmediatamente sobre el buque in— signia ruso. La torre de mando, dentro de la cual estaba todo el Estado Mayor de la flota, fue alcanzada reiteradamente. El mismo Rozestvensky fue gravemente herido y perdió el conocimiento, mientras casi todos sus oficiales caían muertos 0 heridos, El resultado del encuentro es bien conocido: el almirante Togo, con rápidas y geniales maniobras, rodeó a los buques rusos con un círculo de fuego, destruyendolos inexorablemente, uno tras otro. Sólo tres de ellos lograron alcanzar Vladivostok, mientras otros tuvieron que izar bandera _de rendición al enemigo.._A bordo de uno de éstos últimos, se encontraba sin conocimiento a causa de las heridas recibidas el almirante Rozestvensky, que cayó prisio— nero de los japoneses. Así, aquella seguridad en sí mismo y aquel desdén hacia los demás que, durante unos ejercicios en el Mar Báltico, unos años antes, habían permitido a Zinovi Petrovích Rozestvensky representar un brillante papel ante dos emperadores, le fueron fatales frente al enemigo en los momentos más importantes previos a la

© Captura de Rotjesvensky X

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Rendición de

los

buquesíupervmentes

Persecución de los

buques

rusos

supervwlentes

Bases de la flota japonesa

Amanecer _ del dia 27. 1.° avistamiento de la flota rusa

La Batalla de Tsushima.

había cambiado en nada: la flota de Rozestvensky, seguida por los buques exploradores enemigos, continuaba el cho de Corea, indiferente a todo, como atraida hacra un destino ineludible. En el bando contrario, el almirante Togo, que _desde hacía días vivía horas de gran ansiedad por carecer de noticras de la flota rusa, apenas tuvo la comunicación del Sbinana Maru, ex-

ru'mbo hacra

Estre-

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batalla. Es difícil establecer hoy si una conducción distinta de las ope— raciones habría podido llevar a un resultado diferente en la difi< cilisima empresa asignada a Rozestvensky. Quizá el intento de impedir al audaz Sbinano Maru usar su radio para señalar la presencia de la flota rusa, hubiera resultado también inútil dada la neta superioridad desde cualquier punto de vista de la flota japonesa sobre la rusa,_Con__todo,r no, puede me’ que s a _ola- prob ¡lidadtparawliqzestji rnos de observarse ' Ts shimaje la que perecieron '

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II

LOS ALBORES DE LA

GUERRA ELECTRONICA

Los austríacos fueron los primeros en comprender que la intertransmisiones de radio ajenas, era un medio excelente para adquirir las informaciones militares y políticas que, hasta entonces, se venían buscando a través de acciones de inte— ligencia costosas y peligrosas. En efecto, cuando en el año 1908 se produjo la crisis política halo—austríaca como consecuencia de la anexión de Bosnia y Herzegovina, por parte del Imperio Austro— húngaro, los austriacos, que se habían distinguido siempre en el arte del espionaje, hicieron uso de la interceptación .y descriptación del tráfico de radio transmitido y recibido por el Gobierno italiano, usando la información así obtenida para evaluar mejor la situación y para tomar decisiones sobre política exterior. Posteriormente, durante la guerra italo—turca en 1911, el servi— cio secreto del Imperio Austrohúngaro, siempre muy interesado por los acontecimientos políticos 'y militares italianos, desarrolló un excelente trabajo de inteligencia electrónica, interceptando todas las transmisiones de radio entre Roma y Trípoli, donde habían desembarcado los italianos. De tales interceptaciones los austríacos obtuvieron valiosa información sobre los movimientos de las tropas italianas de la metrópoli y sobre la marcha diaria de las operaciones militares en Libia, Este ha sido, sin duda, el primer caso histórico en que se usaron sistemas de radio en lugar de los tradicionales (espías, caballería, etc.) para seguir, paso a paso, el desarrollo de una campaña militar que tenía lugar a centenares ¿'de kilómetros de dis— ceptación de las

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Otra nación que, como Austria, habia ”" en todas sus guerras, era Francia. precedieron al primer conflicto mundial, el servicio se logró interceptar y registrar todas las transmisiones que las emba— jadas extranjeras en París hacían a sus respectivos gobiernos y todos los mensajes diplomáticos procedentes del exterior. La operación más brillante de inteligencia electrónica realizada

del espionaje

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MARIO DE ARCANGELIS

en Francia fue la interceptación de un largo mensaje transmitido al embajador alemán en París desde el Ministerio de./Asuntos Exteriores Alemán en el que se comunicaba la declaraCion de guerra . que se iba a hacer a Francia. — la El servicio secreto francés, que había logrado ya solo clave para descriptar los mensajes no puso alemanes, en claro aquel mensaje, sino que consrguio modificar el texto antes de que llegase al embajador alemán, tanto que este tardó mucho en interpretarlo, mientras Francia ganaba un tiempo precioso acelerando las medidas de ., . Durante toda la Primera Guerra Mundial, la interceptacion de. las transmisiones de radio, de carácter diplomático, adquirio una importancia cada vez mayor, llegando a extremos El servicio secreto inglés logró la clave de los codigos alemanes, de modo que durante tres años nes de interceptar y descriptar todos los mensajes por el Ministerio de Asuntos Exteriores Alemán a sus embajadores en el extranjero. . Los ingleses lograron mantener en secreto este golpe magistral del servicio de inteligencia, hasta el extremo de no deCirselo siquiera a los americanos, sus aliados, hasta que los alemanes, que su servicio no sospechaban lo más minimo aquel grave fallo secreto, trataron de meter en la guerra a los mejicanos, prome—_ tie'ndoles la anexión de Texas, Arizona y Nuevo—Méjico. Pero la Primera Guerra Muhdial, desde el punto de vista eke: trónico, se recuerda principalmente a causa de algunos acontecimientos importantes que pueden como el prologo de la propia yryerdadera guerra electrónica. . el momento de la declaración de guerra a Alemania por la Gran Bretaña, los cruceros alemanes Gaeben y Brerlau se encontraban en el Mar Mediteráneo, seguidos de por el mo— crucero inglés Gloucerter, que debia transmitir por vimientos a Londres que, a su vez, tendría que dar instruccwnes a la escuadra británica en el Mediterráneo para interceptar y des— truir a los dos cruceros alemanes; sin embargo, no podian _cono— cerse las intenciones de éstos y la derrota que a seguir, ya que podían refugiarse en Turquía, aliada de Alemania, o en Italia,» todavía neutral. _. __ . tre el l ¿gig lu'tran'siriist'wíeíl: E'Bi' .ngucesgeny, M15511it…de informes“ o denes_relagi…vidad de cruceros“ adversarios Afuéfbnaíntergptadag por éstos que, en el “los momento que consideraron más op perder su “…… “"“” na accio ,pe

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HISTORIA DE LA GUERRA ELECTRONICA

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Estos cambiaron varias veces de frecuencia, pero Llama-¿eses? alemanes lograron siempre impedir el intercambio de mensajes.

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este modo, los dos buques alemanes, cambiando de imprevisto su derrota, lograron sustraerse a la persecución, dirigiéndose hacia los — Dardanelos.-y arribando a un puerto ¡de _Turquía. .

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(cine?, ya . _ que, por primera vez en la historia, se emplearon las ondas elec» tromagnéticas eficazmente, no para transmitir un mensaje a una estación de radio amiga, sino solamente con el deliberado propó-

sito de interferir electrónicamente las transmisiones de radio del enemigo para impedirle su uso. Aunque de manera menos ostensible, se desarrollaron también actividades de guerra electrónica en los frentes terrestres con gran

eficacia. Desde algunos años antes del estallido de lu l’rimcm Guerra Mundial, tanto Austria como Francia habían constituido en el ám— bito militar organizaciones especiales para interceptar el tráfico de radio de los ejércitos extranjeros de su interés. La organización austríaca, en aquel momento, había alcanzado desarrollo suficiente para proporcionar también informaciones valiosas al Servicio Secreto alemán que, por extraño que parezca, no había creado aún una organización semejante. En realidad, no sólo Alemania, sino tampoco otras naciones habían llegado a comprender con la prontitud debida la importancia de la interceptación de las transmi— siones de radio del adversario. Particularmente faltos de preparación y simples eran los rusos, por ejemplo, que tal vez ni siquiera al inicio de las hostilidades se dieron cuenta de que las emisoras de radio podían interceptarse por cualquiera que se pusiera a la escucha sobre la frecuencia oportuna. La interceptación por parte del enemigo de los mensajes que transmitieron en claro con órdenes y despliegue de fuerzas poco antes de las batallas de Tannenberg, y de los Lagos Masurianos contribuyó, notablemente, a las victorias del general Hindemburg, sobre ellos. Los rusos después, comprendieron la necesidad de ci— frar los mensajes propios, pero el servicio de interceptación austriaco fue tan hábil que descubrió rápidamente la clave para descifrarlos; los alemanes, a los que les enviaban regularmente los textos correspondientes en claro, pudieron'ºasí conocer dia a día todos los movimientos del Ejército ruso hasta el momento de la Revolución bolchevique de 1917 y del armisticio en el frente oriental,

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En todos los frentes, los estados mayores habían podido ya conocer y apreciar las ventajas operativas que podian derivarse de

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MARXO DE

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la interceptación de las comunicaciones del adversario y‘ pedían que este servicio se potenciara más, Había nacido, prácticamente, la inteligencia electrónica, actividad que asumiría un papel cada vez más importante en el arte militar moderno. Aunque apenas habían transcurrido una quincenalde años, desde que Guillermo Marconi había transmitido por primera una señal a través del espacio, la radio había hecho progresos para permitir su uso eficaz a partir de la Primera desde buques, aeronaves e instalaciones terrestres fijas o Pero para la inteligencia electrónica eran necesarios aparatos mas “fºgºsa—(19.3. los receptores eriwuso. ’ , en efecto,!"i" visaje ansmi'ti'do pp? eníi' ,wtsf'º“ " penas perceptible por 'Í "alga; Q. Si era c1estar”-l limite—delNalcance,“

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. ¿53 Por otra parte, tampoco era . desÍriptar siempre necesario comp etamente un mensaje cifrado del enemigo para saber lo interesante sobre sus fuerzas: por medio del análisis del tráfico radiotelegráfico interceptado se podía hacer, casi siempre, una primera apreciación sobre la disposición de las fuerzas enemigas en el campo de batalla y sobre sus intenciones en yísperas de una ofensiva. De aquí que para incrementar la capaCidad de recepción de las comunicaciones del enemigo, los receptores de radio fueron dotadºs de amplificadores basados en un dispositivo in< ventado sólo unos años antes: la lámpara termoiónica o válvula amplificadora. El principal elemento que hay que buscar para interceptarlas comunicaciones del enemigo es, obviamente, la frecuencia utilizada por éste. Como en la guerra todos los contendientes hacen lo posible para mantener secretas sus frecuencias de trabajo, y a este fin se cambian continuamente, el empleo de equipos de interceptación precisaba operadores muy adiestrados que tenían que variar pacien» temente las sintonias de sus aparatos arriba y abajo hasta encontrar la utilizada por el enemigo. Una vez localizada se recibía y regis— \

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DE LA GUERRA

ELECTRONICA

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traba minuciosamente todo el tráfico hasta que el enemigo volvía a cambiar de frecuencia. Durante el primer conflicto mundial ambos contendientes experimentaron el engaño electrónico en sus formas más sencillas, como, por ejemplo, transmisiones falsas, comunicaciones ficticias y otros ardides por el estilo, encaminados a desorientar a los mandos enemigos. Ni siquiera las comunicaciones por hilos pudieron sustraerse a la interceptación enemiga. En los frentes terrestres, en los que estaba muy difundido el uso del teléfono, se recurría a los medios más inesperados para escuchar las conversaciones del enemigo. En la guerra de trincheras se utilizaron ampliamente sistemas telefónicos que se servían de un solo hilo para enlazar dos interlocutores, cerrándose el circuito por tierra. Como el único hilo estaba siempre en campo propio, los mandos militares, convencidos de que el enemigo sólo podía escuchar si se conectaba a este hilo, no se preocupaban lo más mínimo de las posibles interceptadones, por lo que hablaban siempre en claro. Pronto esto resultó completamente ilusorio y los primeros en comprenderlo fueron los mandos británicos del cuerpo expedicionario en Francia que ya en 1915 empezaron a darse cuenta de que los alemanes preveían y prevenían con demasiada regularidad las acciones ofensivas preparadas por ellos, ¡se diría casi que los alemanes recibían una copia de sus órdenes de operaciones cuando los ingleses se preparab a ejecutarlas! alemanes habíarig Poco tiempo después se aclaró el misteri y Iconstruid "un 'aparat'o'fq' diante … " ‘ fhio '

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XConcretameme, consistía en un generador de ruido eléctrico que, sirviéndose de un tubo electrónico de gas, lo inyectaba cn el suelo alrededor del

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MARIO DE ARCANGELIS

HISTORIA DE LA GUERRA ELECTRONICA

nora no sólo acabó con las interceptaciones, sino que permitió a los ingleses al año siguiente desarrollar y realizar, a su vez, un nuevo sistema de interceptación telefónica a través de tierra que, sirviéndose de mayor número de válvulas electrónicas y otros medios técnicos, permitía interceptaciones telefónicas hasta distancias entre cuatro y cinco mil metros. En los dos últimos años dela guerra, estos sistemas interceptadores llegaron a ser tan eficaces que en el frente occidental los Estados Mayores de ambos bandos, dándose cuenta de que el uso del teléfono en primera línea tenía más inconvenientes que ventajas, dictaron disposiciones severamente restrictivas relativas al uso de los teléfonos de campaña. . Desde el principio del conflicto los esfuerzos de técnicos y militares se empeñaron en la construcción de aparatos cada vez más perfeccionados, no sólo para asegurar las comunicaciones entre 'las fuerzas propias, sino también para localizar las estaciones emisoras adversarías. Esto último fue posible gracias al desarrollo de un sistema radiogoniome'trico inventado por el italiano Artom, que había descubierto la acción direccional de una antena de cuadros, o sea, la capacidad de una antena de este tipo para determinar la dirección de una emisora electromagnética. En general, la radiogoniometría se basa en la recepción directa de la onda de superficie de un radioemisor. Una antena de cuadro es capaz de recibir tal onda, de determinar su dirección y, con el auxilio de una antena normal, también el sentido de llegada de dicha onda (esto es, de establecer si la estación transmisora se en— cuentra en un sentido o en el opuesto, 180 º respecto a la estación

cedencia y, por tanto, por triangulación, determinar la posición de la estación emisora ". El radiogoniómetro resultó ser un instrumento de trabajo precioso para la inteligencia electrónica y para la adquisición de infor— mación sobre el enemigo. No siendo en verdad muy amplio el empleo de la radio en los ejércitos de entonces, la localización de una estación emisora enemiga coincidía casi siempre con el desmibrimiento y localización del lugar en que se asentaba un mando de gran unidad y la distribución territorial de las estaciones de radio daba una idea muy fiel de la organización del frente enemigo. Por otra parte, trazando sobre el mapa las localizaciones sucesivas de una misma estación de radio, era posible conocer los movimientos de la fuerza enemiga. Particularmente organizados en este sentido estaban los ejércitos franceses e ingleses que disponían desde 1915 de buenos sistemas radiogoniome'tricos, por lo que podían conocer la distribución de las grandes unidades enemigas, los movimientos importantes de fuerzas y a menudo también las intenciones del enemigo a cerca de un ataque inminente. Todo esto permitó a los aliados tomar a tiempo las medidas oportunas y desbaratar, incluso, los planes operativos del adversario, contribuyendo de este modo a imponer a los alemanes una larga guerra de desgaste, en la que los aliados tenían la ventaja de disponer de mayores recursos. Pero fue en las operaciones aeronavales en las que el radiogo— niómetro obtuvo los resultados más importantes durante la Primera Guerra Mundial. Especialmente los ingleses dieron un gran impulso a la radiogonimetría constituyendo cuatro redes de estaciones de interceptación y de goniometría (o D/F : Direction Finder, como se llama hoy), para dar apoyo a la Armada, comprometida en tareas vitales dentro del contexto general de la guerra. Obtuvieron resultados excelentes en la determinación de los movimientos de los submarinos alemanes que atacaban el tráfico mercante y subían a la superficie para transmitir sus informes a sus mandos y recibir órdenes “. Muchos hundimientos de submarinos ocurridos tras la puesta en funcionamiento de las redes de intercep—

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había trasladado a Inglaterra hacía de las desilusiones sufridas en su patria, perfeccionó allí el método usado por su compatriota Artom, usando una válvula amplificadora nueva y más sensible que permitía captar señales debilísirnas, no perceptibles hasta entonces con los receptores normales a cristal. _ Ya en 1914, al inicio del primer conflicto mundial, era posible buscar e interceptar emisiones electromagnéticas enemigas con el nuevo tipo de radiogoniómetro, determinando la dirección de proa

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º El procedimiento para radiogonometrar una estadón emisora seleccionada (por ejemplo, un radiofaro de navegación) era el siguiente: se sintonizaba el receptor (a cuya entrada se conectaba la antena/_ de cuadro) a la fremencia de la estación transmisora elegida y girando elicuadro en tomo a su eje vertical, se determinaba la dirección de propagación de la onda basándose en el mínimo de recepción (que permite una mejor selectividad que al maximo). Se pasaba después a la determinación del sentido, conectando una antena auxiliar unida a la de cuadro. “ Determinaban cual era la dirección de procedencia, de la emisión radio interceptada y mediante triangulación obtenían 1a situación del submarino. '

circuiro de retorno del teléfono de campaña a fin de impedir que las conversacionesl que pasaran a través de este fueran interceptadas.

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tación radiogoniome'trica se han atribuido a éstas, que mantenían informados a los buques cazasubmarinos de todos los movimientos de los submarinos enemigos. En verdad, esto no era muy difícil para los ingleses, ya que los submarinos alemanes no tomaban precaución alguna ante el peligro a que se exponían haciendo un uso indiscriminado de la radio. Dorados de potentes transmisores que operaban en la frecuencia 750 kc/s. con horario preestablecido, los submarinos alemanes Asalían a superficie y transmitían largos mensajes de forma bastante tipificada, lo que facilitaba enormemente el trabajo no sólo de los criptógrafos sino también de los radiogoniometristas británicos, tanto en la búsqueda de las emisiones procedentes de los submarinos, como en la determinación exacta de su situación. Con los progresos técnicos conseguidos en el campo de la radio y de sus accesorios, fue también posible construir radiogoniómetros de dimensiones y pesos tan reducidos como para ser transportados por los propios agentes de inteligencia electrónica. Desde que los alemanes comenzaron los primeros bombardeos sobre Londres por medio de dirigibles, surgió el problema de llegar al objetivo de noche, con las ciudades enemigas completamente oscurecidas. Inicialmente los dirigibles utilizaban para este objeto los sistemas de navegación astronómica, pero los resultados eran poco satisfactorios por las varias dificultades intrínsecas a este tipo par— ticular de aeronave, además de la posible presencia de nubes o niebla. Así que los alemanes abandonaron este sistema y pasaron a usar el guiado a distancia de los dirigibles, sirviéndose para ello de la red radiogoniome'trica instalda en Alemania. Pero sea por la gran distancia o por la magnitud de los errores angulares debidos a la propagación electromagnética (efecto Gwry), la recepción y la precisión de las demoras radiogoniome'tricas no permitían un em— pleo eficaz de los dirigibles. Por ello se abandonó también este sistema de guía a larga distancia y se pasó al de guiado próximo, hecho por agentes secretos alemanes enviados a Gran Bretaña clandestinamente. Estos se instalaron, con sus radiogoniómetros portátiles, en una casa situada a algunos kilómetros de la periferia de Londres, y desde allí tomaban las demoras de los dirigibles en su aproximación y los guiaban por radio hacia la capital con sufi— ciente precisión a pesar de la oscuridad, la niebla y el oscurecimien— to. Mas la presencia de emisiones electromagnéticas extrañas antes de cada bombardeo aéreo, hizo sospechar al servicio secreto inglés que, con un cierto número de radiogoniómetros montados sobre vehículos, comenzó una tarea sistemática de interceptación y de radiogoniometría. Por otra parte, los dirigibles alemanes cometían

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graves errores en la utilización de la radio, ya que, al igual que los submarinos, transmitían siempre en la misma frecuencia, usaban los mismos indicativos para enlazar con las estaciones radiogonio— métricas en tierra y como volaban a una velocidad bastante re— ducida, los operadores ingleses sólo tenían que escuchar una llama— da de los dirigibles con su correspondiente indicativo y tomarles demoras a intervalos breves y regulares, para deducir que se apro< ximaba una incursión sobre Londres. Todo esto facilitó, enorme— mente, la tarea de los ingleses que consiguieron así localizar exactamente el edificio del que procedían aquellas emisiones electromagnéticas sorprendiendo y capturando a los agentes secretos alema— nes. Sin embargo, los ingleses no desmantelaron en seguida la pequeña estación de radio clandestina alemana, sino que la usaron la noche siguiente para guiar a los dirigibles alemanes sobre un lugar deshabitado de la costa del mar del Norte, donde les esperaban algunos 'aviones caza que hicieron verdaderos estragos entre los dirigibles. Desde entonces ya no se utilizó más el dirigible como bom— bardero, ya que su _gran vulnerabilidad a los ataques de la caza había quedado patente a los alemanes. Después de aquel incidente se en— viaron a bombardear Londres los aeroplanos tipo Gotha, mientras que los dirigibles se destinaron a misiones secundarias como el reconocimiento aéreo. . Pero la actuación más interesante y eficaz de la red radiogoniométrica inglesa, tuvo ocasión de manifestarse en la víspera de la gran batalla naval de Jutlandia. En el año 1916 se habia extendido en la opinión pública inglesa un grave descontento por el compop tamiento pasivo de su «Grand Fleet», que no lograba obstaculizar eficazmente las incursiones de la flota de alta mar alemana contra algunas localidades costeras de Gran Bretaña. E1 vivo recuerdo de la batalla del Dogger Bank, en la que el almirante alemán Hipper logró sustraerse a la acción de la escuadra inglesa al mando de almirante Beatty, dolía a los que se consideraban dueños de los mares y reclamaba venganza. Pero la situación geográfica, la rela— ción de distancias entre las bases y otros factores favorecían la audacia de la flota alemana que lograba siempre descargar sus gol— pes y alejarse antes de que llegaran los ingleses: era, para éstos, un problema de tiempo difícil de resolver. A fines de mayo de aquel año, los alemanes habían programado una incursión naval a gran escala contra las costas británicas, con la participación también de submarinos y dirigibles. Para evitar que los ingleses pudieran enterarse de la salida de puerto de la flota de alta mar mediante el servicio de interceptación radiogoniomé— trica, los alemanes pensaron engañar al Almirantazgo británico con una estratagema de naturaleza electrónica,

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Algunos días antes del señalado para la salida, óstos habían cambiado el indicativo radiotelegráfico del buque insignia «Friedrich der Grosse», por el de una estación de radio situada en el muelle del puerto de Wilbelmsbaven, base de la flota alemana: de este modo, los ingleses, que radiogoniometraban sistemáticamente las emisiones de radio con el indicativo del buque insignia alemán, localizandolo siempre en el mismo lugar, creerían que éste y toda la flota alemana no habían abandonado sus bases. En los últimos días de mayo, sin embargo, el servicio de inter— ceptación de radio inglés, registró un aumento tan repentino como insólito del número de mensajes de radio transmitidos desde un buque de indicativo desconocido que se encontraba en el puerto de Wilbelmshaven: algunos de estos mensajes contenían órdenes so— bre dragado de canales a través de campos de minas, pedidos de lmlízzimicmti, (le :iprovisinnnmicnto, etc. . Todo ello era indicio bastante claro, para el Servicio Secreto de la Marina británica, de que la flota alemana se estaba preparando para una operación importante en la mar, por lo cual se intensificó la vigilancia, especialmente por parte de las "estaciones radiogoniométricas instaladas a lo largo de la costa inglesa, para tener bajo control cuanto sucediera en Wilhelmshaven. _ En la tarde del 30 de mayo, la confianza que la Marina británica había depositado en el servicio de interpretación goniome'trica, fue ampliamente recompensada porque los radiogoniometristas ad< virtieron que los ángulos que indicaban la demora, esto ¿es, la dirección de procedencia de las emisiones del buque alemán de indicativo sospechoso comenzaban de improviso a variar. Esto venía a significar para el Almirantazgo británico que aquel buque había levado anclas y que, casi con seguridad, la Flota de alta mar alemana estaba saliendo de Wilbelmsbaven para bombardear, una vez más, alguna localidad inglesa. Con esta convicción, el Almirantazgo ordenó a Lord ]ellicoe, jefe de la _