Glosario De Arquitectura Defensiva Medieval

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Cubrir, a modo de albardilla, en cuarto bocel o cualquier superficie convexa, el antepecho a la barbeta en ítdsrrves o torres, para favorecer el rebote de los disparos de trayectoria tensa y aumentar la resistencia del parapeto al despodada. El abocelar el parapeto para agudizar el ángulo de incidencia del proyectil y fa&tal. su rebote, es medida frecuente desde fines deI siglo XV en d conjunto de darmas que se adoptan en fortalezas ya existentes, o de nueva planta, p a n adaptarlas a la creciente eficacia poIiorcéeica de la arriileria de pálvora, En el ejemplo de Salpudiera ser obra del Comendadar Mayor Rainlro Lópeís, arúllera e ingeniero formado desde 1482 en H guerra de Granada, y fecharse a l t o antes como despu6 del severa asedio franc8s del Otoño de 1503. En el caso de Torreiobwtón, y a pesar de su aparente homogeneidad estereotómica, el abocelada Jebe correspoil* der a las reformas posteriores ~1 sitio de Juan de Padilla y sus comuneros en Febrero de 1321, El nuevo pasapero, además de abocelarse Fue considerablemente engrosado, inutilizando los matacanes dd siglo XV nl opilarlos, aunque dotándolo de pequeñas y espaciadas troneras de buzón de restringida campo de tiro, Ejeiiipios sidares de abocelamieuro pue. den espigarse por toda Europa, como la francesa torre de Constiai~ce,en AiguesMortes Ic, 1245,abocelada c, ITOO); la rtirre a bastihn de Carretto (c. 1516), en la muralla de Rodas; o, ya consolidadri. la nueva fortificación artaera, en bs fuertes costeros de Enrique VI11 Tudar en la zona d d Canal (1539-401, quizis can influencias de Dwero, aunque desde.1~02 Lmnardo da Vinci diseña para César Borgia profusión de abocdamientos elipLicos, y paco después, hacia 1526, Ucer Benedetto de Rávena ~rescribiapara las rtformas en el castillo del ~ u & ede Frías en ViUdpando (Zamaral que todos kos p c h les que se hipkren cnn de yyr medio vedondos eu In P I ~de J elh. Cuando en esos mismos años las torres de almenaira litorales empiezan a a d a r s e , se difunde paulatinammte el parapeta a la barbeta aboceces

lada, en particular, dga despuks, cuando se introduce el h s t e de colisa. -

Ensanchamimb de embocadura a salida, en los vanos de disparo, siendo en horizontal "deriva" y en vertical "demeune*, y coa menos freEuencia en mnco de cona.

En sus mGtipIes variables, el abecinamiento constituye la solución de compromiso para obtener los máximos k g d o s de observación y tiro con la

minima abertura en el muro, nada fácil si se tiene en cuenta los grosores habid e s de esre dtimo, que al distanciar al tirador del plano externo de la muralla generaba abundante espacio muerto, Esa grave limit'aci6n se corrigió en parte con el achdanado del abociriamienta, m la mayoría de los casos intramuros, aunque en la segunda mitad del sigla XV empez6 a difundirse en rrspittems y cañonex-as el abocinamienta externo, p m i c b e n t e la deriva lateral conocida como canoa~i2reri k~fyang-afse,que tiene &$m extraño y remoto precedente fechado a fines del siglo DI o comienzos del N en las m m d s urbanas galorromanas de Dax b d a s ) , bien cpnseruadas hasta su derribo por la municipalídad haua 1856, simado junta a la Puerta de San Vicente y al que se le atribuye funciones de aspillera para balista a imbornal de drenaje. El abocinado memo llevaría a ulteriores m a vos a m o el ensanshmicnto troncoc6n.ico y a la deriva y demame escalonados, destinada a sosiayar el efecto de "embudo" qrie para los proyectiles contrmios produce el abaEin;umiento externo, disposición escalonadas vigente en tronms y cañoneras d e l a bunkers actudes.

El abocinamiento interno. el m i s antiguo y frecuente, consistia básicamente en una c h a r a de tiro, más tarde

tabuco ventanera, que se cierra con una acusada deriva m a r c a n d o corno jambas el vano de tiro, nomalmente muy mgostu y vertical, al que pronto se a¡%difia un asazichamienta en su base, d aiklet anglo-kancés, para facilitar el dispara, asi como un derrame inferior destinada a favorecer la wayecraria deprimida que hostiga las aproches irunedíatos.

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nado a facílitar la maniobra, El mundo rómano retorna el dispositivo a partir del siglo Im,ron la zozobra de las uicursiones germmas, awque de manaa oc.asional, al igual que la fd£icaciOn bizatlrina temprw, como v a o c en la muralla de la ciudad alta de &ara, entra d9s tarres pentagondes en proa, ceryes-

10 perfecu~nanlos n ~ ~ d en e bsu reino durarite los siglos XIV y 33. Pat in0umcia mudéjar se exlcuentra eesparádicamente m la zona central y mediond del rehá de CasUlla, desde Escdaaa (Talda) o Buitrago de Lozaya (Madrid). hasta Aícalii de Guadaira c s e ~ r n o. ~) Jerez de los CabaIIetos CBadajoz), entre

Eg.9.- M ~ r a ~lahntsdde h kd caiifudalt~de Adkurn (Turph). Acceso e8 recodo tntre (dos brre~penmgonnl~s m prw, carrespundie~tea lds r&~~n~truccdQne~ k C o ~ ~ t17tHe~acLzo e (630-64U6681,trar &s guerras persas.

pondienre a las reca~struccionesde Constante II (641-668) tras las graves destrozos de las guerras persas. La E7iiSzk~Z(paso acodado) i s l h i c a parece adoptarse en fecha temprana, @$S +en el Bagdag de aI-Mánsik (762-765),aunque con certeza plena a El Cairo fatimi (1087-1092) y m el de Saladino 01761184). J Z a Zriquiyga la encontramos en d,ribat de Mmastir, can mawo de una mpliacián hacia d año 1000, recófistnilda en 142ll.,en su sector suroeste, a extramuros dd recinto original construido por Ben Ayan m 796.

La forrificación europea medieval no hizo uso sistemática d d acceso en r e o . do, salva en al-Anddus, donde aparece en h Granada Sr? entre 1025 y 1075, la mantienen almorávides y almohades, y

fines del siglo XlE y mechados del m,

tanto en castiUos coma en rnurauas urbanas, normalmente asociado a una tarre-puerta. En el resto de Eurapa abunda aíía menos, aunque existen ejemplares excelentes que demuestran su conocimiento, como Pembroke {Gdes),cuya muralla-di&@a se awavesaba con uri todo atojado en la Hor-

se~hoeGm-Tower, aldiendo a la planta scrnicircular pro1angad.a de la iorrepuerta construida pos Guillermo el Mariscal, Cohde de Pembroke, a comienzos d d siglo XIII, quizás como recuerdo de su experiencia como templario m Tierra Sania veinte años atrh. Más espectacular es d ejemplar tambih gaks del acceso al c a d o del Conde de LUrcoin en D d i g b (1286-13 1 11, quizsís infiuido par el Maestro Jarnes of Sr. George que trabajaba entonres para Eduardo I en la no lejana fortaleza dr:

Caoarvon (Gales, c. 1296-1323), que tambí6n presenta la ínarabada pero compleja Xhg% Gate, cuyo acceso en recodo está abstaciilizada consecutivamente por dos puentes r e ~ á d e sCinco , puertas y seis rasttillos.,, y dominada durante sus cuarenta maros de trayecro acodado por brrhedetas cerr3tales y srie m a s mur&a. Admimo m Francia puede espigarse dgiin ejemplo coma en las m u r a h s de Náisson idtlier), quizás como resultado de las reformas de Louis de Bourbon en la primera mitad d d siglo X3Y

Matar, con plano recto o superficie convexa, una esquina para poteticiar su fesiseehcia a los impactos,

-w

La vulnerabilidad de las esqurnas m Ias constrticcioaes, parriadameate en hs de planta caadrangular, h e objeto de diversos int:atos de corrección, cuidando la esrereoroda de sus sillares a soga y tbán diatónico, srbsarbiPndolm m sen-

dos barj e s e m í r h , a&dmhdaIas o recurriendo a la plan'ta circular, o, a l menos, a pu&gonua de más lados pata

abrir el &gula recto obtusa, ES, chafl&n puede tjas muy slomrsro c o m en la torre deI homenaje drrl astiDo pacense de NogsEea (1458)y c-in el b ~ & &de O ~ OdrtSPicaza tc 14201, o muy wacbo, como m el h g d ~noroeste ] d d gaditm~de ;A;tfcas de la Irrantera (S. XID?); arrancar des& d melo como en las mencionados a a media Jtura cama m la Eortde9:~rnzdtil* de V i 6-aaw del &sdioJ pmbaMmmre de ra primera mitaddel siglo m Conocido &de bastmre atrás, cümo

en h romnsi hncesa de Sht-Forgeux-

1'Esphse CL0it.q S*m), el M a t ra mati~ de & 4 a acabá impuni6~drrse en d &la 3 X . y &&donos a la Corona de Cas& &a drst las t~rxonri.6mdmleñas de Piara y Arrayomoliaos, e.1 reducto de la Egh&aFcasdo srgoviano de %t@auo (irtapa Arh-L)Bvfla, 146114Y71,y 1%torres delhamexiaie de Feria Badiajoz), P h u e m de Cañedo (Salarnaaca), Segara de la S i m a ITaen], Luwe (Grd~bfi) ol atardo-dhay de indebida stiibtzd4n miza9 de (Ii:Iverq p Zahára de la Sema (Cádiai),

El ~ichaffrirnarsolo a par& de m& a b r a toma m $1mencionado ejmp1a de Villa;fr*mwd d Castfllb, Q en d tosd&& de Bddchas, d shmtina de la Torre del Clavero o d alicantina da: Viüena, todos ellas Urtad~sw partir de mediadas del siglo isN, encontrd eco n a m d a la f ~ ~ c pastrior, a ~ úqtne~ m casas coma en las plazas t r i r n e e ~ . gexlerabaa bafuafl~men loa que d s , g a £ $~ ~0 ~ q ~ & sqBe I& Arfdlk~da Cos c~rdzzhc m fi~dr'dm',y eita tsir m& grm ftxEm en. id: F~~tzjicaeids, como recardaba Cist6bd ds Rajas m 1598; ao obstante, h mEa bafa de la proa del baluarte na so& aManarse para evitar un 6ngdo rnulerio que cirbrima al @dtapte.

Conjunto de mcaadoa, añadidas a una rronstmcción preexistente o conteriiplados en un proyecto de nueva planta, cancebidos p m aptimar el. w o de las amzas de fnego -- y L. para meiai~resistir el hostigdento de 10%r~curstispbat6cnicos.

La padatka htrodrscci8sl de las armas m la fso~ardtiek,leata p a 6 de co88ame desde *s;lmenos la g~imera piwd del siglo no supuso dmaffte gas @ate de a a etapa hicfal apenas cabk alguna m l a apariencia de lsw f0dcp~aai-. P ~dede ~ S cipiet por asediaates g aedIados, m mtos &mas log que Baicíhente res& taban 'rneaaa pe~ju&ca~&~, d esw mejar -pxotegi.CEas pm la fodicaci&h p.ermmmtk que los sitiadares gor Ia de campaña, aárirne ciwndo su Saja

e-

Ag. 14.- Csstik de Mfiwabelhhv (Ávih). Falilsub~agdconstruidca ha&

cadencia de fuego mr,ponla L ~ ~ pedoos dos dgAY1~wa ptesexlcla de la p i a , azüpadsrs &tul; y l a t a s hbarcs de recarga 7 r&enranuff;nto, en hs que se convrGíaq n au vez en b k c o s &era-

hSes. El ci@ca~vo crecir*tSento m d pa@ d w , h dihixs16a de los mh&s de xirspes para las piws de rmocarga p

sir

eonsfp.6ent.e aumento de

cadenua de ftiego, la gadgn&aciGxl de; las d&tes r7xoJaymda lm hiperrrdid. das l~mbadasy Ia de lp: pmpm ciOn entre d pego del prr3p4 y el de SU

1477por ~EDuquede AEba~qnerqne;eqmsada exteriurmmte en lar pvamwlrs décdddr delsaglo XbT COH .un txtr~PiOalumbor abnaecada pw ma mungIa perzrnetmJ qzae sln drsd~dehilitmia el ~zcandiciolaramie~to pimhzliidica prwvta ql @dos@? P! forro at(zluf4du.

1

w g a dde propdai6n, d ajuste del cali'bradQevitanda: vienm excesiva e;a 1% W a s , el

pnfec&onamienro empírico

m la farriíulacian y ~ecudsinde las p61mras, 1%adqri6n de! has50 metdico, ,entre ouos avmccs, sirpusieron que p a a

mediados deJ.siglo XV la nueva ardIeria pirabatistica, debidamerite- empleada, b e ya m a m a putendalmmtc p&grosa para las far.tificacic3nes Ztp migiia, ;at£opt~dose par tadn E u m p pequeñas y ,gtmde,s refamas para su t.lso Idesdedmm y la resista& a la de b a , hasu lIirgar a la cons&uccion de: meva puirnr. especificaente acetrida csrma respuesta. a tan nove& tác-

tka, pol: 10 dm8s m usla incesante rval u c i b que dejaba anticuadas lac bge&sas y laboillosas :s&plic3sconstruidas poca antes, dando a la f a d c a d ó n m ra~icrerse&r*icarnen~e &era hasm wtmces nunca sufrida par mas csnsi-rucciones can aspiraciiin de pqetWdad, aunque la pr~ccicahhia de daascrar que con &cumcIa resdsgbla preeipitada deducir Ebci3; cxpugslabiiidd de: las viejas fortalezas &te a 10s nuevos mes de siti.0.

Probab11zienr;e l a trtznsfmwcidn de saeteas en .tssnm-ir;as,desde m d a d o s de7 s@So m p w el primer paso en fa a d q w c i h , seguido de otros coma $

m

damboradc, de las murdas y BU e~rgmsstmíenta y redwc&6nde alma; refucsm y nrbocd~dodel parapeto en a&wes y toma; atiLtado de fa Mwbraga: apertu-

ra de cañoneras; p~taciar=EBn dd &a&? aamimtu y k deriva mema, mchnada ~3 no, m los vanus apeeíEimm~e phb,&sdcos; favurethiento de mcbos foso^, aarmhente s~cus,para a g i y e r elE de la fmdirza etl ellos, d a d h d o ~ r parte n de su miisa esttucttird; surgimiento del cubete artillsdo, la caponera de flanqrrea p d h&On w pmro-baluartq ~ ~ L OoEdPe s ~ a r i c i 6de~ la t m e del homenaje; ac

Tmto

~:ezre*rljoipegular g rac~so m 8 h a r aretusa se intracIutm rmfúi.as de maya3 a mealar entidad, puaque pxut-e de 10o &smw ,s~mlren p a s r & ~ m mi ~ n d e r d 1 a d quedar stibscrmidm eii la estmctura g& deCWQ

la fartgIewa esi pwtiedar

eamrgit

ea cuys a s d h bta~t.4d&i se limita do ~ r d h a r i oa labor. de

B Q ~ P C&na,

repkteo y cimf:riaci6&

Fig, IR.- &psl$fo de Amq~c~spae CMimpbdikaD,A~ib]. D&d set &mrada r3f&dtes deldgia RV par knr Dátpiln, C w k del Risml cos trm mtzadg dptiE&m7&y ~rblldtnis.d@k@e@miwdo2 bbra de @fl~mnsiera&s c 0 1 f 5 m d Bbmza ~ hacepoco, dprn aitwtzr, zu.7 e&wcdsrra &S&, bboy es ~1.tmirtvbabt?S&nSte. Blirtpkado e9s ba ~ard&rtde sqtmtv&d$eL Sie~ru$e h P~rtbmtyf,h c i k el uaL1e del A&$$ mbte bemrc~sam~dinbmdosmti hdbd fa& para pmlaagdf Ea w@tieoEi&d de SUS pmmeskas de siSiWgr&m eni*lipiad~s~ esc~i.pderPdo W!@PBS~ &kn@~~jr mp&ao#es de @mpdmkfe~ a;i mqflsde c#mt~~&fles, y Q&&&A~Q aJ t-a'mpagrm pavr~&.illlpabenk1 de mttsrracecí6n ~tidtzuda~

Mucho más espectaculares pueden resultar los rrabajos de acondicionamiento en zonas de natwdeza rocasa. Normalmente destacan dos tipos de actuaciones, la t d a en vertical algo atalutada del relieve perimetrd en Eunción de alambor o escarpa, y la excavadún de un foso en soca viva, que además puede actuar de cantera, proporcionando ripios, mampuestos o siUstres para Ia farica. Dependiendo de las dtversas circunstancias, estos fosos rupestres pueden alcanzar extraordinarias dimensiones, corno en e1 caso sino del castillo franco de Saone [c. 1108-113.2) cuya cava mreste tiene ciento &cuenta y seis metros de largo, veinticinco de fondo y de catorce a veinte de ancho, cortando la estrecha meseta montañosa donde se erigi6 la fortaleza con parte de esras ciento setenta mil toneladas de piedra extraída para su excavación; alga miis de tres veces esa cantidad debió arrancarse para tallar el foso de la ciudadela frmcesa de Edessa (Turquía, s. m?), quizis agrandando uno armenio o bizantino preexistente. En los dos casas se dejó sin extraer; cuidadosamente labrado, un pilar de raca nativa de unos veinticinco metros de alta para servir de apoya y entronque entre el sector durmiente y el puente retriictíl que salvaba ambqs fosos. Ejemplares de menor cuantia p r ~ : liferaron en todo Occidente, aunque en general de fechas más tardias, con labras k d e s t a s aunque eficientes y c m acusa& releje como en el ejemplo sevillana de Mairena del Alcor (s. XV) o de mayor entidad como en el gadítano de Espera (S,W?).

El acondicionamiento topográfico alcanza paciente virtuosismo e~ algunas cuevas foEartificadas y, sobre todo, en los castillos rupestres, como en los labrados en los siglos XLT a XIV en los Vosgos

Véase AGUAIX

Conjunto de dispositivos en la parte superior de las murallas, compuesto básicamente de parapeto, parad& y camino de ronda, normalmente al descubierta, y destinados a facilÍtai. h defensa y el desplazamiento ¿e los combatientes.

E1 adarve, como conjunto de diversos elementos combinados, admite múltiples versiones, cuya menor o mayor cornplejídad no siempre responde a secuencias evolutivas o cranológicas. En zafias de d i m a particularmente frío puede ser cubierto en su origen o con pssterioridad, a pesar de bs riesgos y limitaciona que la techumbre comporta, El parapeto o antepecho puede estar &nado o a la barbeta; aspillerado o ciego; a ras de muro o volado canfigurando cadahal$OS, ladronera%, matacanes y/o escaraguaitac. EE o pretil a intramuros, por ser normalmente de menor grosor y ciilidad de ftibriczt ha desaparecido con frecuencia, o por razones tácticas nunca existió, corno ocurre en aIgzrnas bestarres, barbacanais o cercas urbanas para evitar que se utilice de parapeto contra el interior de 1á forriEicaci0n. El camino de ronda puede ser simple, encajonado entre parapeto y parados, o doble y a distiato nivel, siendo el superior -contiguo al antepecho- la platabrma de combate, y el inferior -adyacente ai paradós- la vía desenfilada para el desplazamiento de 10s combatientes y suminisrros; puede responder al grosor de la murda, o cuando ésta es excesivamente estrecha, suplementar su anchura suprimiento el parados y ampliando la banda holladera sobre arcos entre contrafuertes a cobre canetillos en escuadra, al modo de las empalizadas.

Dado que durante toda la húgiiedad y Edad Medía las fartificaciones concentraban su defensa casi exclusivamente en

adarves y terrados a plataformas saperiores de las torres, siendo poco mas o menos simbólico en la mayaría de los casos el uso táctico de las saeteras ahierras a media y baja altura en Ius rriuras, es fácil deducir la transcendencia de esas zonas, habitualmente angostas, y las difi-

Fig. 18 - Gistillo (le Lu Cdahorra (Granado). Co:nnstvuidokacio 1509 por el Marqtrér del Cenete, ofrece de los mirtcrdos tjempios dr n d 4 m cubiertos ert ExpnCa, para amparar gurritas y velas de los frios de

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Sierrri Naiodir.

altades planwadas m. &es del siglo XIV y durante todo el XV con la aulat tina introducci6n de la artillería de p6lv~ra. En esa primera etapa de la pirabalística la gran mayoria de los cañones eran de retrocarga con sistema de másculo o de alcuza, en ambas casos con muy ddectuosa estanqueidad y abundante escape de gases tOxicos de la combustión, lo que dificultaba extraordinariamente su uso en baterías cerradas, obligando a instalarlos a Cielo abierto en adarves y terrados, donde encontraban serios problemds dado el calibre y peso alcanzados en esa. etapa, propensa a la hipertrofia artíllera, con bombardas de hasta quinientos míhetros de boca y de treintai&co a cuarenta toneladari de peso, con una cadencia de hego proporcionada a sus cilracteristicas. Este callejón sin S&da recnol6gica se corrige paulatinamente, y para h e s de siglo y comienzos del XVI se xeducen calibres y se generaliza la avmcarga, aumentando la maniobrabiIidad y eficacia de las piezas, a Ia par que se aumenta considerablemente el grosor de las murallas, hasta les diez metros (Langres, Hm, Salces, etc.), lo que permite habilitar sus adanres coma verdaderas plataformas artillerafi, con gruesos parapetos abocelados, a1 tiempo que se desarrolla, cama construcriOn especificarncrite artuera, e1 eubete. I

Aquel que, a menor altura y mayor proyec&bnhorízontar, precede al del terrado.

El escalonamiento de los a d a m puede producirse par vuelo sobre m b u l a s del isiferíar o por retranquea de la línea de fachada en el superior, y más frecuentemente par la conjuncidn de ambos recursos. Cuanda el retranqueo es acusada y afecta a todo el p c r h e t r ~de la torre, se genera una torre caballera, como en el castillo toledano de Barcience (c. 14691, co el pacense de Burguilos del Cerro (c1400) o en el salmarruna de

Ciudad Rodriga (c. 1572). En 10s adar.rs mlgados sobre m&sulas, ademas de dupiicar 1%capacidad de la línea de 8defensa,se obtiene la venraja añadida d$ mejor contrd de la v e n i d a pie de muro, como en la torre del homenaje del casrillo conqueme de Alarcon Iss. QV-XV), o en el cimcsm de fa catedral & A\&, integrado en la m d a d a n a wmo un gran cubo &en&, y atribuida d maestro Fruchel, en la segunda mitad del siglo m, aunque quizás el adarve cofgado se trate de un añadido &o posterior, ya que resuIta dificil de aceptar un antepecho amatacanado de f&a tan temprana, al igual que ocurre con el muy similar existente pocos maros al sur, en el cubo conri,eruo a la h a del Alcázar,

1

I

El efecto de escalonamiento de estos adarve5 sucesivos permite una cierta profundizaci6n de la defensa, coa un planteamiento símilar al existente entre las admes de Iti muralla y la falsabraga iai una fmificaci6n de doble recinto, en d que la finea exreriar siempre esrá dominada por la interior, d2icuItando que la irrupción en la primera comprometa a la segunda.

Cule$rakde Á v i h E! &zarpo apaNCP desde extmmt~r~s mmo m grm cUba ~ I H E R B ~qge O se hipgra en fa pp~firallawbmw ahaZc~se. Afxibflidoal mestm Emdet, e* L segundamilr~ddel si$a XII, restdIte ~ a u yi~probableqrce $21 a d a m calgddo y f f n g $ a c z ~ ~se# u dobra ~ rnn iampt@Ha.

Fig, 22.-

Aquel que sobre u0 arco lanzado a cierta distancia de la muralla, cruza e1 vacía de un acceso entre dos torres de flanqueo, facilitando el hostigamiento vertical y envolvente, y generando a su pie un espacio a cielo y gda abiertos, intensamente batido, que precede a la prtwta. Es un elemento arcaica de hostigamiento vertical, coevo y semejante a Ia buhedera exterior, que encontramos precediendo a aIgunas accesos como en 1% Puertas de San Vicente y d d Alcázar en la cerca urbana de Aviia (c. 109111501, dentro de su sector oriental, presumibtemente el iniciado por el Conde Raimundo de Borgoña; o en la que comunica el castillo de M o h a de Ara-

Fig 23.-M~írrri/aulbulu rlr. /loill~./Idu~vr. uidudo tvr a! ¡ J ~ e rdel t ~ Alcázffr;pa~iblerne~te de co~mk~zas del

siglo

m.

gón (Guaddajara) con su dbácar, conjunto que debió ser construido entre la etapa de don Manrique de Lara, 1Señor de Molina y Vizconde de Narbona (C. 1139) y la de doña Blanca Alfonso, V Señora de Molina (i. 1293).

Conjunto de elementos que permiten aprestar el imprescindible suministro de agaa para el consumo cotidiano y arbitrar reservas para las situaciones de emergencia.

Todas las evidencias, tanto arquedógims como histáricac, coinciden en confirmar la trascendental importancia que, ea la paz y en la guerra, ei agua tiene pam el sostenimiento de una fortaleza, confirmando el vieja aforismo poliorcético de l t ~ ~ sin ~ i @&be, Z i ~ eneiniigo admtmJ', En fwicibn de factores como lus c h i t i cus, tiopográficas o geolágicos, cada fortaleza intentaba resolver el problema de Ia aguada recurriendo a uno o varios de los siete elementos que a continuaci6n se esbozan, sin olvidar que con frecuencia aparecen varios de d o s simuItáneamente, e incluso inrerreiacionados. Fig. 24,- Castillo de íleelivcr CFalma de lMaldorca3. SecnCIch mostvando un gigmztesm #&be, msmt"da probnblemecte a mmknzos Hd rzgla XIK ron c&pn.hdtebrica para msi trex d l u ~ dee litros ~ de agw, según estu plalaimfrlafian6esa da 1715, rempila&jmto mn las de otras mucbasplazerfuerte~esparfolas par dor Senii&s I Inteligmcia miitlar de LtiB X N g Luis XV, bajo /u &rec&a del ínge~iwamilitar C h d e Masse (16.51-17371, y cotssew& erz el mdurm 'RetwiE der PICÍB~ des fiiitcipah Place.~ dzi Royame d'Espag~edeptcrS 1694jksque 1721 03 n o x sommesn,en bx Atchairos Miliares del ~astibE0de Vipbcen~les,

Pozo. Es el más difundido de todos por su comodidad de uso y relativa constancia en el suministro. Se practicaba la consiguiente perforacíon siempre que se estimara accesible el nivel freática, en ocasiones alcanzando para e110 proafundidadesinauditas para los medios de perforacirjn y extracción pre-industriales, c m o en la forrdaa francesa de

incluida la mi& norte bérica, y de mn selecec-

tad0n, s&mo u otras abandono hmisibft u d de desertización.

Aljibe. E$ el sistema que sigue ea

F&.

23,-Phzaf%certeirde BlJqdiL Mmemd. E&b

irasta ~tlB~ftbsa m~nn&nd lnrrmguf ~rtstxscypnia

poriquem en 1502 sefath,dmpdúraiopor Mknnd f Il46$1493+U211 st m4 r-rrwsiderrtBlefottadmLsde 1514 el Cr~'libeio Reirlde&m@s, pm d p e GtQ M m srilmdrdu de mtl rim metros

n e ~ & ~twdCI.&titus sdre 1ici~dEirr~~3 mhuus jl piig~jl~ m WN.&~, @#2#d rEÉ ~~WHSHBEI&# Sñ H i FI1aW. &O p n ~ a i odebid ahpdamepara &E@& ~atz~ett6'mdh tm rlw & retirada p~fku~~estz m 1769, Toda& 10s .&P@&Yu$# ~ r ' e ~s ~ p a gPl !?fediffdd~ h dd d&hi dafmm mba1h~&uP&EW Id wtff~sdy s,qq&=Zc' e;bFepyn L~DW &V&S

xx

%m!a&mdaaadaMr?w& i d k ~ d m a «ei3cc&wte agttaba d r a ks C U &e ~ wwgmtt &rcernd, arbkipghkm~a~ d f ~ # i dqwepsde r~, rw~tenerh~ra

tdns mi/ ~ o ~ ~ ~ r S ~

1

*-'de atanores e incluso tobedac de &ctiz~~.Ejemplares de ímia dep6síms ,o

d s t a mural~ ~ podtmus a m w á r l a ~

ep k turre del homenaje de tos Sukez de l%&aemaen d casulla pactase de _3P-ia (c.14611,pos duplicado a l a alba* -

rrana-homenaje de Montalbiin (Toledo, c. 1400),en el homenaje palenho de Belmonte de Campos (c. L507), ea el de Salvatierra de Cdatrava (Ciudad Real, ss. XiU-XIV) y, de mayor capacidad, ocupando la planta baja del homenaje, en dos Fortalezas de Guadalajara, Torresaviñb (S, y Anguix (c. 14743).

m?)

Los aljibes convencionales, subterrineos, podían ser de considerable tamaño aunque coexistiendo con otros menores, como en el castillo de Arcos de la Frontera (Cádiz, SS. XHI-XV}, en el que sólo

uno de los cinco actualmente existentes tiene 750 m3de capacidad teórica, volumen que podia ser noublemente mayor cumdo se trataba de dilbes comunales urbanos, como en el casa del construido hacia 1493 por el Conde de Tendilla en la Alhambra granadina, coi^ unos 2,300 m J útiles. Por razones de seguridad y comodidad, lo 11abituaI en las paises mediterráneos es disponer de dos o m& aljibes por fortaleza, uno menor controlado por la torre del homenaje, y otro de mayor capacidad en el patio de armas, aunque tambi6n esta modalidad de suministro está presente en la Europa húmeda, alcanzando m el caso brirfniro a constituir el 15'5% de los procedimientos de aguada castrales, En general la impermeabiiidad se obtenfa cduciendo el interior del alchub con cal hidr.6~lica muy grasa (50% cd y 90% a m a ) y matando las esquiiias con bocdillos, aunque en los casos de paramentos de sillares se podian calafatear las juntas con zzdZuqge: y bctdn, como en Gdicia y Extremadura. E1 tono rojizo que todavía conservan los enIucidos de muchos de estos djibes viene dado par la aplicaci6n de ua tratamiento contra la eutrcifizaci6n de sus aguas, apIicando a sus paredes una m e d a de óxido de hierro, resitia de lentisco, arcilla roja y otros componentes, La conseucci6n de djibes era, con frecuencia, trabajo de especialistas itinerantes, como en los casas de Vatfermoso de Tajuña IGuadalajara, 15131, La Calahorra (Granada, 1509?), y Véiez-

Blanca (Almeria, 1507), todos ellos obra de Francisca Hcnihdez el Vaje~.ci.En ocasiones presenraban problemas de fugas, con la consiguiente pérdida en las reservas de agua y el riesgo ahdido de dañar las cLmieatos de la fortaleza. Son frecuentes los casos de re~1tiIizaci6npata otros usos, en particular calabozos, coma m los castillos pacenses de Valencia del Ventoso, h u a g a y Medellín, en d siglo XV, o a la inversa, la canversión en aljibe de piezas concebidas originalmente para otra función, así la capilla tarda-rornrinica en la fortaleza palentina

de Torrernomtljón, Cuando la escomentía era insulicientc, podía recurrirse a alimentar el aljibe con cintaros de agua desde algún manantial mis o menos cercano, como trabajo en régimen de gabe. la, o encauzando un acueducto. Cuando e1 punto de suministro de agua a captar quedaba fuera del: recinto, a una distancia asequible, podia recurrirse a canstrttir una coracha, o excavar una mina de aguada, a gaterla subterránea descendente, procedimiento este último de vieja tradicion y muy seguro aunque costoso de labrar. El mundo hdenistico y bizantino lo practicó con reiteración, y ciertas fortalezas conservan varios ejemplares, cinco en Sebinkarahisar y dos o más en ~rnasya,~zil~unos quizás de origen rnitriditico. También practicado en Europa, desde d Reino de Escocia, con el elaborado dispositivo subterránea del castillo de Yester

(c. lam,has& d ¿e W a , que afrece vadados ejemplos mis o m m w ~pilrrdas, m u en $ape& y Zafra {Eua&tajwal; ilIc&ar de Segouia; Uceru

ISoria); Paafemada (Leda); Bemivente IZamara); Cueuica; Rtieda de JalOn y Daroca iIZaragúm); Funcatin (Vallado-

lid)! h%oatalbh Al& fa Vieja IMadridE; Eada IMblnga14 Alcal&la Red 0611); Yeste ~AIbacicte)y Mgrich (Badajaa), sin que ea 18 mayorfa de IQS casos puedan darse preCisIonm mnol0gics superiores n la mem a¿scripci6n a una Eortificacjdp derermhada, tanto musulmm como crhtiana. En oleasiri. nes podía el asedimite intmtat aa&r d venara accediendo a 61 por media de minas, como,i4n el largo sitio del casao de Bugw (Mayo 1455 a Enero 147$), en el que ias tropas iisabehas excavaron seis, eficazmente ncutrnlizadas por la c o n t r m h de: los Zfiñigsi, Como &Unativa a1 gcceso sribtarineo, encontramos las corachas de aguada, tanto fae p e ~ i m e i ~ d que a , o g c i ~ m nd venero [Montdbari (Tdeda,c. 14601 o .&uzaderas t$edUa, t. 142013, como las atr&~[ES, que se Emitan P. proyectar una muraíia des& d gmmo ,de hEorrdaa para J acce90 puntual a un sirministcu inabpscable como un rró o un lago ISeviflaGundatquivk, Talado+Tqjo,Aicd6-Gmdaira, Btritrago-Lozaya, etc.). Paradrijicammtt es en los paises 'rnedit~paoint=o~ de tan intensa evaporación donde encontrames Ias mejores ejemplow de dhm~asW B M ~ J E]OS S ~beq~Ytb&a

Fin 1 ~ 8ñediC)~ 1 ~ PUe-

de indicar una prestmcirjn de aperadones proimgadag D, mas p r o b a b l m ~ e , coaedad de recursos bunimas dispanibtes para cubrir el cerca. N o r m h e n k sola en época hdenisda y mmana, a a partir de los Esrados nacionales posre&res a mediados del siglo 2N,hubo ej6rcitos permanentes y organizacicin logidca de suficiente e-dad c ~ m para o poder sostener actuaciones poliorcéticas ura, con iadepuidenrlis de lFrn Ia merearo o&, las faerias agdcoias y otros factores dirimetite$,

enverrd

Sinécdoque de TORRE ALBARRANA.

Vea= AGUADA.

Conjunto de teparos defensivos con medios de fortuna -tierra, madera, p i d a m seca- para la protecci0n del real de una hueste. Aunque perdido el rigor &ciente de la castrametación legionaria romana, las reales salfan senrnrce romando ciertas precauciones, particularmente en territorio potencialmente hostil y, sobre todo, en Ias inmediaciones de una fortificaci0tt sitiada donde siempre era de temer una salida nocturna de los cercados o la Uegada de Fuerzas para intentar levantar el asedio. Dichas precauciones consistían esencialmente en excavar someros fosos y con la tierra p piedras extraídas, ayudrigdose de; las maderas y ramas disponibles, constrtdr patapetos y

empalizadas, siempre que la permanenc i a ¿d casaparnato 10 justificase, En cualquier caso, como los viejos fromeros, copeosp 1ds &$p%dsi&o# PQY@asendar mas segam e! red,

Recinto a m d a d o , paae de un niidea urbano mayor d que suele dominar en altura, con accesos a los aproches, y a 1s ciudad aunque sea e travíis ¿de cor~tchaso albacaras, y que babitiialmente sirve de aUcleo administrativo y reducto poliorcético,

Es una yoz polisEmica y ambigua que autor y época puede encerrar un significado u otro, aunque, can matices, pudiera considerarse equidistante entre h acrbpolis ciisica y la dudadela renacentists y barroca, si bien con mayor corrtddo civil y administrativo que a t a ultima, que: encierra un concepto txduse&

sivamente castrense.

Fomd y huicionnlnenre; 1s alcazaba tiene una clara preemiaencia cronológi; ca, euaiitativa y cuantivativa en ai-AndaIus, aunque m d mundo hispano-+tiano castillos y al&ares pudierorr en ocnsiones desempeñar función similar de "dudeid dentro de ln ciudad", simiIar a p m di; sus c-siractedsticaspoliorcéticas y dimensiones tan ciisrifitas. Adecuada respuesta a determinadas situaciones ricricas, corno i q ~ apoblación propia en h a t o de rebitdía civil, fueran apreciadas como tdes por las autoridades cristianas tras su conquista, restaursndalas y adaptándolas a la nueva: pirobdística, como en las de ALmerIa y Granada por los Reyes Cat6Ucos frente a un probIema mudéjar omnipresente, En La Alhambra vemos como d Comendador Mayor Maestre R a m i r ~Lúpez esti labrando protu-baluartes adadcis ya en Febrero de 1492, pocas semana despu& de su enmga, que puso de marii6esro el atraso conceptual y Eiinciond en las defensas de Ia dcmba nazari,

&o mis de cuatro s&10s antes, utrq rey granadina configura en MsiIaga la alcazaba tal como, en lineas generales, babía de Jl~gatal a m i b castellano de 1-18?. U rré& z&-Badis la completa #m 1057 y 1063,y tiene mglída. ocasión de servirse ¿e ella tres &os despues, en LOGG-1067,cuando eu &uami-

.El& ber6ber baja a la levmrisa Qudad de poblacitin e~eririalmenrtandhsf y pmcede a conuicllmeri reprochespor sa dedd coavivencia con d taiGi seviiho Tbe 'Abbad, al-Matadt'd* Prabablemenrr. de ao exidir la alcazaba, losl ziiiies babean perdido la capitd tfmalaguda. Ea los mes sigios siguientes se completaI.B~ddHlsa.S, t2~€Tlemrir CQD W torre del homenaje (celoquia?)cunstntida a comimzoa del d& XIV enposando una torre anteriar y menor, situada al olhemo oriental de la idcazaba y, sobre d o ,mn 1a Eortalaa de GibralEaro, que ocupa un. psdfasrtro corregido d pparece~ por Yusuf 1 (1333-13543 que tambih ambos reductos con sendas corodrts mncebidas como muralhs en zig-

-

S

suhe las cameter7sFiciris a c d -

Pieroe de pda Q ~ U ~ Pí~%P ~I eanrnPnca &.E m&&rEe trafi&m'd~ h+oiftslicn: i - Torre-& L GI~~bovd~ del Homeftflje,I d a V& o Bla-ñm, cú, de ~~orsup&ciiede ~~d'dmkhr (c.32D m$), te su lid^ & i?tpgmsmfentodt8xrmuo dor barje~pmexis~eut~spam dt$pderse &~padr~zcm qa?s & p ~ d! S L d a iiano&ntrlb&

Pezti#, 2 - Tot7e-pmte obfx e8 m& ulprecprobw de YtrsufI de Grrimdd lf3lS-133, fegdn ma dm&oción d~~rp$*ec~'&, mmpepatvr entancer era p b r7imhirba. 3 - ZUBUh$ r6e Iri aimznb~,con &ceso priilcipd p r ,& rOrri?pt.ieftffd 2. 4 - La "Vi& Vi&", m mesu priwcs$dl dd rpomesfa,q~h'rla Ilnmurla P t l r ~ r lGmi& t y m 162 í23 k VF/IrpulP@. 9- "hBslwkul bmio pcirriw'tzb y inercaniilcon al m e 3 um ~ s f i ahdkva 1103 y o f d~tifar:Idf. 6 Pmr+a delll%rr,que twvp a c c i dable r e d o ha& la h h ~ ~ , 7 - Arrabd dP 'LaTurbd, m1111 de q a t ~ s i d ~n & n aerr i(as sigla$

-

xvlyxm

8 Torrr s(iYfl@ngiiwm excep&mbphi~ alwendruuk 9 -Miira& de$n las6 e# zi&zagf%ltrt$umnte8 qtte bBiu bata d re&m de Saw &LE 10 Sdlidu da& iicrr4 cano& mmo p n i ~ de r ~E~pn64~ a Ifi q&e n dotd defaso, pcrenis ~ c ~ í &y aittepsrertti rle aibitilmd~. 1I B&arte de Sm Pubfa.

-

pdacio, predominantemente abra de Carlos I y Felipe aunque habda de masti-ar una capacidad de aguante poliare6ticrj notable, ni& astrense que palaciega, EI de SetviIla es, segnn e1 tingulo de contemplación, ~wrbeiimudejar, patio marisco, loggia iraliarhante o pastiche neotiistaricista, m8s a menas cercado por tapias y muraUas de dificil adscrJpci6n, coa poco en común cap los dos precedentes, aun camptmiendo can ellos tradicionalmente la dificadós. de alcazar regio.

a,

Ea oeasinnes el cali£itariuo que preceh de al toptinimo puede variar a tenor de las reformas estructurales experimentadas por d lugar aludido. Vemas como ct dcár;ar- de los Austria en Maddd, lwredero a su vez del habitado y ~ttmsf~mixdo ,porlosmonarcss rrastámaras, es convertido tras su terrible incendio en la Nochebuena de 3334 en el Pabo~s'oNwm borbAnieo, de concepcidn diame&mente d~stinta,pues al complejo sincrctismo de la etlquern borgoñ~nay la burocracia Alrstría, sucede ei gran despliegue horizontai de simetría borbónica para d modelo de ceremonia palstiaa cristaIhda en el Vendes de Luis m, que inspirada a Sacchetti dentro de las lirnitaciolnes topagrálicas d d emplazamiento,

Las grandes reformas residenciales introducidas por don &varo dc Luna en la f u r t a l a toledana de. Escalona, tanto antes coma después,del voraz incendio de Agosto de 1438, g por las Sotomayar en su c a s d o cordobés de Gahe~xMBdal&zar, tambih supuso IR "re~aUicaciDn" de &zar para amhris propu~nBculos.

Vkase AGUADA.

Vano descubierto, entre merloi~es,en los parapetos de adarvec y torres. En ocaciones se cubría con un mantelete basculante.

Sm&cdoquede TORRE DE ALMENARA.

Adarve ui al qued parad68 tiene caracterÍstie~sde parapeto por

comba ri m u d a similar,hostigqble por ambas caras. C m d a una murda .rio se cierra ssbse p' &mq, sino que sirve de ,emine prájegliio para &cc~*.dm .rr im p t r n t ~eztmbw caben

m& scilueiotieis para rw-

Jm ' 3fectr3que hbU~f1wrrn el,

1 muro. w. modo de .msnga, a &mar el pparadhs 1iai.siwa-

mt~pecEtoo paapete m ~ v e i i j o a vez que ambas aaipas.-deLa

bea pader ser ddendidas, canEiguaridia dd re$j:erso u pueda hace m i s v W 1 e e

bien pmtegjda sabm gaa

r r r n . ~-camuaicaci:On pmtkne 4 d m o hdiseidti romgahamci6n de-

Muro bajo a modo de camisa que, entroncado en el puerta exterior, desenfilándola.

ciñe y protege una

Es el dispositivo que más se aproxima en España a Ia babacana europea, con funcionalidad semejante. En el caso de la antepuerta, siempre está en contacto con la muralla en la que se abre la pnerta protegida, generando un espacio m& o menos resguardado e independiente

Fig, 37,- CussdIdo de SigBer~zaG~inda&wI. A~&pwt%ade s.vpq&crik en Ljúrtdem @ismpaI~rigmtirxu,p~~brsbIevente obrn dd pm~$wdoL G d C e $e MescGSPza, a#&s del sigh XtJ pmtegiirdo acclm Jrd~ídosiglo y mtredi~ ende3 por ebp~lado Girón de ~ $ I P P P O S ,

F& 3 6 - G~tidaodesbiote (ladn), Lafortaleza sorima de San Leonardo (constwd por dm Jxran Mal~riguede Lclra hacia 2568) y b de Sabhte @ardon FmnGLIm de hs Cobos, Secretario y hambre de wttfrom de/Evtperudor, a partir de 1539, quedando inacdadu trrrs su nasrerte sietc afios tarde)+

p ~ ~ m z ddet funa d~rtepuertu~ q*.ue; sd&ce dd grm def&to h no teser su ttayeclra de~~nfr~ado, m b~ consigd@nbeusrbcmbi'drsdante la mrilEef fa.

de la liza, de existir ésta, como en la interesante fortaleza abulense de Mumbeltrán, construida entre los años 1462 y 1476, incluida la falsabraga, pero a la que en el primer tercia del siglo XVI, quizás en el clima político del rnovimimto de las Comunidades, los Duques de Aiburquerque añadieton a la falsabraga m extraño alambor con manga perhetral, y una amplia antepuerta semicircular en el lienzo norte, o al menos su portada flanqueada de hemicubos y precedida de amplia rampa de acceso,

En ocasiones la antepuerta encierra una considerable superficie, tenienda en cuenta su naturaleza y función, como en d gran rectkgulo de la fortaleza episcopai de Sigüenza (Guadalajara, c. 1499), precediendo el acceso construido a comienzos del siglo XN por el prelado don Sirnón Girón de Cisneros. Esta antepuerta rectanguIar pudo labrarse a mediados del XV can motivo de las turbulencias con loa guerrems navarros que ocupaban Atienza desde los años de lucha de los Infantes de Aragón, aunque quizás responda a los refuerzos del obispo González de Mendoza veinte años más tarde, tras la resistencia del excomulgado d e h López de Madrid. Algo posterior (c, 1139) es la fortdaa de don Francísco de los Cobos en Sabiote Uaén) en Ia que quizás interviniera Micer Benedetto de Rávena, y cuya entrada está protegida por una ingeniosa

antepuerta en cuarto de &culo, aunque desmerece la vulnerable enfiladura de los dos accesos cansecutivos, particularmente frente a la nueva d e r i a ante la que se pretendía proteger.

misa". Medio siglo antes, en Chipre, los Lusignan habían utilizado la ~écnica de las columnas perpiañas en su nueva fortaleza de Pafm (c. 1198) a la que da nombre, Saranda Kolanes, aunque no pudiera impedir su virtud destrucci6n tan el devastador terremoto de 1222.

Fig, 42.- Cusllldv de Samrídn Kolaprer IPafos, Chiprelb Csnfft~tdripm hs b.ri@mr k n k 1198 y ~abndo~udo CMSeldesa~tmooterremotu de 1222, Sutan& Kob~es ofrece un #so sislcmn'ficada las mhmnos perplat.ic2s a moda de llave que me los parameatas y d migsjdpl de los mms, partd'culurmeate en el smar smeste del r ~ c i a exterior t~ y en la torre-$uer& serpiin'rculdr del bierhz. Ea?medio cMt@~1dr k recidf C ~ ~ # M #de IS ru>tits,que dm nombre a Ia fortd@xa, prucedian de f anrinas de edificzbs plblimr rnmdnas drl &redde Nca Pufo~'.

Mas fiecuente es, para dificultar el de9custrar los paramentas tacad dos, disponer el aparejo a saga y UzOn drat6nico, sin duplicar la soga, para que medio tis56n quede encastrado en el núcleo o waig~jOfide la muralla, obstaculizanda su exttacciOn y a n h d o el paramenta,

-3'

Terreno hmimediato al pethetro exterior de una fortificación, batido por los proyectiles de sus defensores y, por tanto, de miximo valor polioreético, en el que las fuetzss de asedio ejecutan trabajos diversos de aproximación y sitio, en particular el intento de control de posibles padrastros.

~ Jmr~jurgt~ Fig. 43.-Akrcllg (Csirnm), Ed rpti~em,varieddd y origrjnaidad dri f ~ r m uen ; ~ defa8smde ~ P ~ P Q &del de Alar& es rpaa'mtittc excepabtttzl cndre las mpf~eryirdosen dpa#arum~de los ReSnos pe~imrrlares,33 ezfppb~rñienrade h gifl'n amurdllada y SU casrillo I d e p d ~ )c, u ~mtal~mse i rodeddu pw m cerradoy mfmdo ~aeandm4.d J t í ~ rdefi.wde , su extrecbo ocrem m# un rdivedu d o a i d d p r a~nandta toPrPpeatr~ga8PE@ proa, &?anda dej &am-po (i%pim&A, y 10s payibde~pddr~~trns &a!. w g e a opuerta dd w e a ~ d ~por u airad ~ a& I ~ X D ~ ~ S dt. apnxhes & w y origimtde AlarmndIlo. y, t,gttax dbajo, C~&etle,La generalidad k estos propttg~icuIuspudkrm ser obras de doñ JmnMmtld, a mmieasos del sigh XlV.

jbrt$cadtl

P

ii:

en un muro pea disparar par e&. Es voz geneilica que daba tanto ri la saetera nambalisfica como e 1s tronera para fusileros en los f u e s del sigla XlX. h t u r a hrga y estrt!&

9-mteóricos dd prota-abaluar~amien1. coa cela de neófitos, prodigaron ri do lo largo del siglo XW su desdéa el t.i[or pclliorc&ticade las f ~ r ~ c a wm ya a la nnbdg%ra,cansiderbdolas hletas ante los nuevos sistemas de mar y técnicas de asedia; h casuístlcs r ?os cuúm siglo8 siguientes hqbrin de m m r lo precipitada dd asecta, b que ni& 3 la cortedad de recursos disponik ti premura de imprevisros ticticos

Fig. 44,- Csisrilfcde A m &e I(a I:YO>P~EM (Ga'dr'3. A,rpiI1'pt#sptmt?b~iftrofen ei'sddmde lrtf ~ h b m g u s ~ p r e ~ t r i ~ccmrirddaf ~ ~ a i , dtcinte la o k p ~ t i k d ~b forsnfern par !rapas del Duqm k Iktma& enm Ft*hmvocle f 81119 Agudo de 1812, prnktd&meete m aariw dt. bn mm3n de dia W ~ C Yartihdo O par utr des~cnrncnr~ d~ Rnrgmer d rm~rluddBarb@de Baxfuiers dts Clah, i5ra.r aspifte~iis n~pol&wirmse ~ E Y ~ P Y V upikdrrs, B~, ecd Ir0 ) l i f q rpd~terld ~ecirrb egtcrhr dd msliI/~),batie~do~r#osnpmche~ p ~ ~ f r n ~ n d e m turbamr nl~ qac rn#omt+t~lflenll~ proputri~~prfban pudr~stm~ u'tifespura u# biposPiim bn~tbg~nxierrta dede le?( mreria.

d menosprecio di- la capacidad dcbedora del casitslirio, movería can [rea a utilizar, con Ieva retoques, las c j s €malezas para los fines previstos k

saacianes atris.

Qttizk la más frecuente de entre t a ~ metzls refamw daludirEús sea la apwtu1 Je baterías d.e aspillerris pan fusileros s h s edmes, con una adencia igual a k interna que fa de l a g anriguas sneteic o In del almenaje. Distintos episoDS MCQ~ de los sidos XVllI y m P España, como las guerras de Suceh.Napole6nica o Carhtas, ademis de aas wrbulencias m& l a d a , han dejaP b m s ejemplos de estas batedas de cpiYLeras par8 fusileros en murallas rins centenaim de d a s mtls auriguias, B que no debe mover a cómicas y fremca caafueioaes de SIErerptetaciOn. bdsF.ia pueden apreciarse en castillos amo Jimena de la Froatera (Csdizl, S u e n t e s (Cuadalajara) o Arcos de la b e r a ~Cádial.,siempre con detiva -a. limiraci6n atenuada por h aapre. ida cadencia de los vanos. En ocasioaes r m p m e la merlatm roa formas y paaLZ mraiias, genaañdo drs y es&m h s a moda de aspUreras a cielo

abierto, como ocurre en Is g r ~ i nfortaleza de Molina dé Aragóti (Cuadalajara, c. 1139-l293),rdortiflcada por 10s isabelinos en 1836 con múvo de la I Goe&a Carlista, bajo la direcci6n dd oficid de Artilleria dan Ignacio de Castilla, cuyas almenas arrancau d d pavimento de a k e s g terrados, mel cansiguknte riesgo para d defensor y ligera ventaja aqpIar ea el &o deprimido.

El aspillerado retiaate de las viejas fortdczas no acaba en P ~ J .perras del sga m,y aasi vanos k modalidad apaIsada

.=

=

,.-

en general de abocbamiento exterior escahado, en hormigOn armado, revítalizanda Ias escaraguaitsis de la muralladiafragma en el castillo pacense de M e d a (c.1476 y c.l936), o en la gran fotaleza de Dover, tbe Key of Etsgkand, ininterrumpidamente guarnecída y

JT

reforuficada desde d siglo X I a mediados del XX,entre otra; muchos ejemplos en Centroeuropa, islas del. Canal, Gibraltar, o Media y Extremo Oriente, vinculados a contiendas recientes.

Ladronexa en la que la altura del parapeto de frente y flancos no alcama a cubrir a una persona, y habitualmente emplazada más baja que el adarve. Esencialmente es im

endemismo portugu6s.

Se cinsidera qw hace su aparición m Portugd a findes ldeZ siglo Xm, en las f~rtificacioneslalrsadaa por Dionidu 1 (U61-1279!1-3125), particdarmente asociado a las totuces del b e a j e , como parre de la ewducih entre la defensa pasiva y la activa ecloslanada en los ~domidosCapetos y b @ o s dm dias antes. Amplitrnente difundido m el

sk10 X V lushrtsia, en castilllas cama

FQ7 4% Ijiis&&Jade R~he1W z aAlfq Par~qy O+

pme~ertotl~$ix~i&por don Dim3ssiDTí~261-1279/I9ZX~, ta ~ D V F&¿homm4jd ries msMa I Pin6ei e# el ~etcot ~f?fmtdI del re&toJ &t"e algu~ostialmwes &onist!am ma'a &el &l xfrwrlo, cmct&s9imx del m&&$tirtamearepomg.lrai5;coa d a w$%ba~par$ el áos*nf&o &¿ &r&4 err E6(.grr~Lt recddkgadu en$%rt!ws habitat~1 m &J atrat Indulx~rasampeas COW~ yS ~ Q ~ W ~ ~ T C S +

Esiremoa, Reja, Chaves, Montealegre, Campo Maior o Sabugal, g en menor medida m rriwallaa mbam cama Castelo Brmm, continúa a b lago del XV h m danzar el mm& mueliao, eon ejemphres a m a Prnbel Q Beirni a*que su naturaI mluci6n será hacia 1s 'ladronemy el mata& c~nftencionwl~,

Et holbimd grada de &~~ttleddts en ks ladmnerm, de b qve con fiemen& abk, se comemp d daue a idpk bd d o n a d a de sus wocilf-os, ha& que &e p~bI&co rastrar b&ones ..dioaiaiaaoa en d resto d d *rrirmio

gcsaisular, s d v ~ cilw-bttm d a m priixlmas s la raya p~rtirgues~, m

general tar&as y restapadas, g áIIJntla modesta FortiEcati6n eclesiástica de la misma mna. Balcones a m a ~ ~ dsino ~ , las cawctdsricas de los dia&imo$, sI san frecuentes entre liis ladmncms vol@das a nivel de a h a a terrados, sin que su coincidencia funcional signsque hipr&sio&msi Jguna.

a c m astrd francés, britBrllc~a i&no miilr;iples y exceleates ejemplos de tipalogía bien defrniba.

Normhmte asociadni a un foso,sem o Enundado, la barbamrta a d a a modo de tarre-puerta uibmaoa, de travesía ipexcusabIe paa acced.er a la fartifica-

~ i ó nprhcipd. P d e haber mis de una consecutiva, romo en el a s a l l a britbico de Bodieun (C. 043) n m el frac& de Labrede (c. 14191, que a d d s gene-

ran un acceso acodado, en bguIo recto; o varias simultáneas, para otras tantas entradas, como las cuatro del italiano de Estense (Ferrara, c. 1385).Pueden tener una considerable superficie como en Ia fortaleza francesa de Bonaguil (c. 14821, o reducirse al estilizado voPumeu de una torre de pontazgo, como en el ya mencionado castillo de Bodiam, Son siempre más bajas que los admes

de la fortaIeza a la que rece de, para que según e1 principio de la defensa

Fig 46.- CartiIIo de Salce$ íRo$cltá#~,Aurique probabl~mented m delEAae$tre Ramiro &pez catre 149 3 y 1503, ese vederava de fa guerra de Granada conde un complejo y ~icfkrtrehibrido de barB#cttna>a,wr.IUjro medi+ luna, alrsobtta.úmeat@cxqrionaia Jinm ddsiglo XK spi pariic~brpars el natarral de unas tierau sin la mexor rrudicid~m lapr~senciade butbacanas, a lo m m de dntpgert@f,y aun asi tardhs e i~frecuentes,La de SakrtvI mtm toda el trsto de fa fort~kzu, ~ ~ ' ~ ~ c paw c b i dresirlir a /o ~ e j c r p~sihde r d caxtigo artljr'em, mn paraperos muy gvuesos, ~supc&Cr:c.r mwas mrr peqwefias redientiss ea s ~ s frentes y trayecto de acceso cdese~filrildo.Sus terrudos y a d a w son a gok abierta y sin paradds, a m d o de bestotrc: para que en casa de cgpttlrar de Iu barhacana MO re psrdierg ho.rdiEt"uirs cubiem desde dh 81 cuerpoprfncipal dc fa ~rtuleza.EI pawjc a rvav&s de la mismu presenta trm puenta retrbctite~, independietrtesy consecutivos, asícorm al wmos arras tantas puerka b&nhdas. D;e rw base parfefi drrs cqmweras qsra baten el sectap.suroesie del fosa, cl agIcpl qae h$c u * o n e ~ ~ exifden~es~1 i>rtifmofiivei jutato ab sector d1lrwiien1edel pueat~exteri[O~,Nucurulmente, k~badacana que boj1 vemas rwo que ser restnu~datras do$ sucesim~asedias qur saficra Salcet, m particular e/ cid &&al de Riem err U83 y e/ de SLpSawberg en 163g4aatrnquc los grabados de lossiglos X y i (0(¿andd y XClf (Beaui!iedr~aasiñiten.mp e ~ genewl i del c a ~ r l s3statlcid~iettte h niitrridente wpr el a~suub,siendo pwb~bleque d ase?ftamienbode las baterlasfraaccsas estuvien con prehrencid ew d noroerte, aprovecbanda e¿¿me padrastro &j ernphzumietita de kr arrusddfortrrJem aragonesa h a m ó ~ k atfies dd~igSCIm, ¿oque supondtr'u qas dfima k b bavbdca~am sepia dmds afen'ado por h artiIIerfnde tim te3ase. IYIC¡USO da ddebre vohduru de¡ Maesdre Ramiro Ldpez ea Septiembre de de1503, debicj pré~prtrata~ hjo utra o h crvaterndd, hoy &s&paren'du, en a¿secbarnora&, en dheccidn si a~ohdapropug~irinll~ k Rlfonro U k Arfigdn (1152-1f 6211196).

escalonada, en profundidad, su caída no comprometa gravemente la del conjunto, que así domioai a la barbacana. Para potenciar este principio poliorcético, suelen estar abiertas por la gola, a modo de bestorre, como en la gran semicircular del castillo de Carcasona, a intramuros de la ciudad ( c . 1240) o en la que precede a la Puerta de San Julián, en la cerca urbana de Burdcos (c. 1340). Esta tendencia se convierte en norma e medida que Ia barbacana medievd evoluciona lentamente, a la par que se consolida el uso táctico de la artillería de pólvora, desde sus presupuestos neurobalíscicos. En este proceso de cambio acelerado se

~ g d a ry, ya pentapnd en proa, de muy vieja rafcmi)En esta d r b a planta cabe destacar la ingeniosa $isposiúán, a do% niveles, de Sa barbacana s&da del c a s d a de Beynes (Yvehes, t. 1500). Estos batlleuarLaSI verdaderos ensayos proco-abaluartados, suponen una p d veacia de las viejas babacanas medievales en 1.a n u m geornetrfa impuesta por la pirob&stiat.

de m ~ p u m f % artllhda. Otras s ad.opgsdas im 1%media-bm

parn facilitar el giro de Ins piezas de nte con la ado ción tarda de los efustes a, Sude ser ri ocelada,

&mis,

l

o

ae CkPONER&

mBs .di%fp! fs tnop@Itad d r a t a a&& poi. medio de ria puent

Podían llegar

ei.

tener considsrwble

tmmño, alojando m& de cien hombres y diversos ingenios siewabalisticos, y

recubriéndose can pieles frescs para resistir rneior a 10S proyedm incendia&S. En ocasiona podlan cubrir labores para d descostrado y zapa de Ia rnw* o de excauacIIán dc una misa.

Ag.38.-Poribk ~lzu~rilarir de uwa de b bertoms d e f i ~ q r ~ aij c oh tnurd'la urba~ru[C. /2Ytl) o l p clcl ~ cfif~i&io 4 Lorlnu (H~esca),al purew rnn~t'ruIIl@ tws las ufaqnes dtl .f'ezorde lu h p ~ i de a 19q'"qh~n* 1287.

fue asumida en la EortrficaciSn I&umha desde kinasya (s. VI1 a Nicea

L.&.

k XIE1. En Europa occidental aparece

,aa d siglo XIT, en Frmda con Gisors k0?61-U84Jy en LgJaterm con Fram,b g h (c.~ 1189-12001,entre otros. En siirlos Xm y XIlr se generdizgn en ,&reinos, tambik asociadas a cer-

urbanas ú aIbamss, coma en Avi'WE 1355-13711, Tarascón (c. 14001, kdxrnaure (c. 13781, ~ g t (c. k 12001, b p a m s a (c. 1300), o las m u r d a de h s villas eduardianas de Conwy (c. I :mb y Caemarnon (C. 1296).En ItaLia

-

-

1

presencia es a h r&s temprana, corno h Puerta Sopma ( 1153)de las murrrk de Genova, y por influjo bizatino iawrnos m complejo conjunto tardio en

SS

Fig- 49.-MYILIIU ~lrbi~nai de RbovsiIt de los Mtrlas (León). . C h n d t c i a ~mmbhqa'8rP k berborrey aL%wma> m unu cepcrl &buida u la r~poblwümdc Fermnda U de L& TS 137í1571I 188),qu& dgo d~;~pués de susFaiems de U81 y rltl scumiia de Fmm-Lcrea~tderade 1 183-Lo1 paraddjkoor cubor d * e r ~ 1Ter 1 un refuerzo .rensible~nent~po~terinr, de ki p~imcm

I

r~itaddel sigh XW. -

51

é l y .pxmepse dei 'hqs@&u)~ desde intr~&~&o$,~ Stt vknladaia, pat.eimh3F&& P#.- C~I!$&!!dt'&~!d#grl& Dl;r.$iTl (Ldrr),&b aFti8abo de! &gd6 rgiroe&e dade el ipitepjor dd swor rq50r~e~dc1 por ta casa de liáas, e iwacabado trwr ¡a m w t e de segmd~xIk~qmsm 1528.Zos rne~bitpffk~~ para h ui&bz~dassr$8re8 8crag.r fcch#nab@s ificdpnces de $Ogorkdr

nrlY6ka #repiste aj ~ w prw

&~rrems m>ade+&# ambm@damracra+istims de @sfnfd~@lizi~, A u r z ~ hesPom,,Irplmtff t h& m e m rEdur#ar púra m m m de ~ e ' e r e p la s ~gula wnca

&S

wtZ~hZdta'0.

Voz genérica para desipar una fortrficacihn pequeña y de poca defensa. I

I

-

Al parecer tiene su origen en el nombre, Bicocc:ca, de un caserío no fortificado del extrarradio de Milán, en cuyas inrnedraci~aestuvo l t ~ g el ~ r29 de Abñl de 1522 la batalla bomótiima entre las tropas imperiales de Carlos V, al mando del Condestable PrOspiero C o l o m y del Marqués de Facara, y las francesas del Vízconde de Lautrec, que resultaron

gravosamente derrotadas, en particular par las hajw snErridas erttret los piqueros

niizas, hasta entonces pmtigi~1sosmercenarios de nutrido hisrorial, mientras que la infantesa española apenas tuvo p&&da. Don Sebaatih de C o t d i a s ( 1539-1613),paca

posterior a lbti

hs&m, dice que g$ ala moda dé. gnrtbiz, hecha de taE;I~x,corno t~rl~eciik ~ & C P esfn e! soIdBdo que biztrt~ba c~nti~iieh.

Forro e d o r de piezas t a d c a s a cuero p m proteger de las impactos y del fuego a las pamtw y ventanas de mmidem.

co sobre

d meramente ddensi+o, aun-

que éste subsi-, d romo ocurre C O ~ otra pieza malmente elrrepcional, la pesada puerta consWda por una e a y gmesa phcha de brmce, qrre incluye los pivories de fELS r m p s y a& decolada i.on las armas de 10s Fajardo y una hrga inscripcihn p&etraI latina, procedente del castillo almerime de,P6Jez-

~ y a~tuahente a o en ikíéjico, fechada en 151T. A veces los &jes pmmrabm aguzadas protaberan cias piramidales para. impedir el empuje corporal, como m,la puerta principal de1 casdo segoviano de Pedfaza de Iri Si(c. 1465). ~

Son rdefadas h rd'cias histOria s a la virtuaU&d defensiva de estos ldidaps metacos m Izts pueictas y' vent m s , tal como vemos en fa reacción d d monarca n a d MPlrmmszd V tras su destronamiento por una conspiración p&Eiegrl m agosta de 1358 y su reconquista del trono en marm;i de 1362,blinb d o los accesos d ~ ~ U M de OComares. Esta medida preautoria di9 aombre en ocasiones d acceso, d bdb al ba&d (puertadeIiiem) mmciamidas en Cúrduba, & p r o o Huesa.

También era frecuente otra tipo de forra protector, el. redbar30 a base de *&a$ pides de buey rec&riendo la c~ externa, resultando h puertas y ventanas ef-pcoidarde la documenta-

m,

d6n dd ido como m las fundezas afcmtarinas e~txemenilsde Portemdo, G W Y Q y SantlbZez el Aíto, p

las santi@de Montemolín, h9edina de las Tonea y Segata de L 6 n , en 1.195, Al igud que cgn las h a s maálicats, las pieles se fijaban a los pelnazos cm mtopwles.

I

Voz genérica para desigt~ara una torre pequeña integrada en una fortificación.

Tone ciIíndrim o prlsm6tica, m d z a y de redvtido osor, qme sdosada a e q n í n ~ so Iienzos riaicie~rdedesde su base hsta d parapeto, soÍ?r q ~ s h d ~lpia l oocasiones. Quizás resuirle o d w o de laa somem pilastras qne, en función de cumahiiertes, encontramos en Leis grandes torres del homenaje r o d n i c a s de1 poniente y Ia Inglaterra nomasda de los siglos Xí y como Montbatan (101T), N i w (1160-11751, Lo~hes

m,

XI-XII) o Gubldford (E! 1173), Dova (1180-1190)y la Torre Blaaca de Londres (e. 11801.Ya en em época &unos de 10s &njows y & los BP~;PSbpa(SS.

ta sobrepasat. el bo~$wntrafuet.~e pogrerior, alcanzanda en ocasiones seccidn suficiente para alojar en su,interior, sobre roda e9 185 plantas supedores, &una peque% timara, como m &meforr (1175) y Noirtnoudet. (principias $el s. o en Co~&=r [c. 10853 y Coniibrouph (c. 1169).

1

m),

1

En las $$os XHI a ZN, ea un amplio territorio (3ue abarca desde Portugal e la GE& a r i x ~ dse, co~xstruyesiestos borje-contrahette tanto pan d h q u e o y & m o de lienza~como, en parrich, para esqwlar grandes t p t ~ cs u a h p h. En 1á mayotia de Ies casos el defeWrri nos impide eoímbrm la funcionaU d de su eztremo suptiar, p m r&u razonable suponer, a tenor de arras cjemplares cormrvaddas, una tesolucion +nibu a las i~#ic~uagn&iitois,coa iaduda%desposibíEda&esde h q u e o . Can et auge de h EortEcaci6n en h Casrillil t ~ d u - t ~ ~ & í ~se. gmuidigan ra los b@-contr&ate, casia moda de esaq a i t a s prol~rigadashasta d suela, sqyinando las grandes tomes del borne mje cua$ran&w rama a F u d d a I

6m Fc. 1453), VUertts de Esguetra Cc, 1470) y Cada9 de Esgueva (c. 148073; o en mayor a b e r o que bgtdos como m la gran m d e twamda de Fuentes de Vddepem {c. 1470) y el efectista Vdm&a de Dan Juan (c, 1475). En a l g m ~ s casos los barjes~contrsrfuwteffaaqtrem una t m m , otosgindole p r m & asrcllaaa, como a lg de 10s Ennifaz en Lomana [C. 1450'), o comparten can egcaraguaitas 4 esqwhado, como en Toriia (c. 14601 y a Aa@x Ic. M741, aunque a este 13timoc a d o utio de Ia &S barjes, et suroeste, muestra aspilleras ecegda~,cama ~i par s,a interior hubiera habido a a l hueco, escalera de cmcor qtliZd5.

Sinónimo antiguo de LADRONERA*

OrZicia en e f intrad6s de los pasajes de s d~ Iris mismos p o r hos&rtmient~cenital.

c m para ~

déknsa, ccfntE.8 el fotzsmimta

Es un recurso defwi6;o conocida al menos ¿=de &pacaaltmnedievd, y al que se le ha supueerto origen a t m d o ( V b Kdesi, s. VIL) en su rncrddidad exterior a la puerta de acceso, precedi&daIa y defendiéndola, en situacf& Rimilar a un buzón matafuego, h r r á n que asimismo, llegado el casa,cumplirh. Su cometido pxlliarcGticco esd pues mi% cercano al de una l a h e r s ml~idaen la vatical de un acceso que al dio les 0133cíos cenitdes ei el trayecto del pasaje, el murder kok anglosajáin, modalidad de buhedera algo pastedar y que había de urilíaawe hasta al menos bien mttadtt el si$a wms en los reduttas artilladas costeros de Enrique Vm Tudor concebidosmtre U38 y 1543 para Dtd, Walmer, Pendtnnis, y otros posibles lugares de desembarco "papicta" i $ sur de Inghterm

m,

I

1

La bde'dmjt e x t d r r a la puma de ciigm -&o ppncc, en c d quia camt antaiar d.mo~da ad i n g -

1

d6s dd pasaje y a 4- d&n&d i s p d i ~ par&d mmIV&-al ~:mX~*rn, k m s , ~ e a i i r e s bmopñs tmwfuega, g tmm iunh f d c & & & s p o -

1 I

la

como'hispánd-pi&mq suele

1 m-

q m m r m ei.empLog gmalme~etw e dares al S&&. Uno de las m& mca ; Icgie Sepacibeen la patn dfdde k bada mAam th &m% y ) te 956-966).de ,&&adk * t d h cuya dispa-iiritjn pdu&+ espacia a u& ~bi&aa m& de Z& en &m-

m

C3 qtlC'P€?E&%

PiSErnJ EQm6

h de kt

jwd& en b illhmbrg +gm&a, d i &idos del si& XW9 wbjTi&dde , ~ ~ l t simiar m I id gm~radopw w i a&lee rohda, cano m tas de S i R m t e p ddAki4w.r enla w m - d a ñ i a ,&A& (C. 1091-1rm).

fai inv&fp: z m d a cfci: la bx3ie.dexm10r h t n m h t r d a a;&ie~aCt.~nes despnh rmn nmmss fa:OPEiilie%itde 6 la rUrW, EE,MO

- c

hh~ ~ B,Y W Z Z ~ ~

a Samada, ~jbrimiammte Prríb.uidas a k ó n 1y sus Smtre4r;os nice~~o.tes m d &e& r&i de la C i c i a armeda, entre h a l e s de lw C;ür&,

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et m& h&a~fent:(ade.ltthn~us,

ks aCz:~sos,La psiresg fmciad de -rir -0 Idt TeEfl,CB11tf:diII8~,ft$.jo~ d

tiempo y el esp~ci6,m +as foadeoactdmm tamo d &gresame m~d,b conde Pmweltrls de laVega, gtie de&6 srtr I&adu 000 sobre

(de:A3Eonsa %TI a % Mídc C€ttrn:&La li&?, Jt qtle P E S i Z t B d ssxkna &-m en d ae&s a h gmn mi. dona&

pme peot4iggmd cm p ~ q a,qfiir &de. de .~h~jrs.

ya niendonados, o única en pasajes de paca an&my l~nri;itud,como en d cas-

tlao pacense de Nogales 11458-1464). Tmbik puedetl t~&sttF.en el intradós del puente de acceso a las tames &amaw, cama en ía fortaleza de M o n t a & [Tolede, s. o m cualquier otra pasaje, disponga E) no de puertas, y asi

m),

aparece por tripliead~en el pasadizo que, uniendo dictintbs sectores de la h a , arraviesa (3X afid~obajp de Ia mrre del bomemfe en Ciaadmnur (Taledo, c. 14681,

Conductomural que desemboca en la vertical de un vano de acceso, para vertm agua con la que combatir los intentos de quemar las puertsg u otra s u b s ~ a rigreivas s pata hos%ar a los que intenten forzarlas. h c e n d i d a s puertas es d prcicedimienro mhs antiguo y simple, aunque eficaz, para forzar un aeceso, Normalmente se acumuiaha ante ellas fájina seca y aceitada para favorecer la combustión, que podía provocarse desde lejos con proyectiles i n c a M o s . T r d &nialmmte las puertas se defendian de esa agresíún forrhdalñs exrdamente con un blindaje protector a base de lamas o flejes merkllicos remachadas sobrela cara externa del partrin, o encorhdolas Mon p e s a s pides de buey &vetead.as sobre los peinazas de la mrnictura ¿d porraje. En cual* casa si la siniaci6n lo requeda se empapaba insistentemente con agua la madera para awneatar su resistencia al fuego, o pa& tapiarse p r o v i s i d e n t e d acceso par dentro, mientras durase la emetgencia y siempre que no fuera imprescindible su uso. Raramenze se utilizo la rejerfa incombustible, como la camela contra-

iiuegrr denmi~aday@, presente ed los si$oc X R a XKtI eii el norte brrtánico. Cudqukra quE fuesen las p~ecpuucr-

nes a;dopradas para paiac 10s efeam $erl prudente ew intenta evita que &$tese

Sle ~ ~ ~ c ~YeTt a b 8 p T d U ~ ~por a , 10 ter agua por las bdederas, extediira a por la l d m a 8 ~ ~p1 d , m c i 4 o s e eñ ackwiories d sistema de extindúa con un

dispodtiv~esp&co, el b d a matdbe

su, conducta en el grueso del muro extmrz que preiimtri su salida h c t a -

mente mbre la pnMa, uorqihetire en fuma de ranura h~ri;ronxQ,parapravocar la S&& del. a modo de cortina, abriendo la mayor parte pos-le del =E).

$e c o n s e m aigpn6s wee1ente-i e j m p h m ~olsdllosbrir~fücosmma m k braa faardtza concéntrica galesa de

Pr& &l.-Cb##Iq k CsCYpfidiy (nild Gliztiqpa, &4m U ~ i t a ) . E., .s#grniá.t& g3p&aad Xártd ErzML:de h &mn, se ~E-O~U~ l ~ ~ ~ o ~ a d~c ~h w ~ m n d de ~ l r &mata r fñaaafwcg~ abre eJ;mwm& SR" @%mbLm é l p l t t a LOF~FL~S, mve.r~-W pr;n fastao Irr *& t?a&C & cafl~rJdw*h $2, I.2~2-f 270, m r:ottam

por reirtd~~r&m~ dcmifq

a m d uaes~irgwe&~;&d7 m*mocPwPp11#&i en el@@ya a9

m &or&,mnftu

urc+lo;

En la G ~ r i l l adel Ultimo terdo del

sido XV aparecen sendos dispositivos puy snnilares en la puerta del segunda recinto de la f o d e z a segoviana de Coca y eri la. principal de la t o k h a

de Casambios dd Manre, ambas con la intervenciOn d d maeisslla de abra Ali Cara, mudejar procedente de Avda, g a k postdoriniiinte en 1s fortificaciones de Tnrjih ~CBceres). La transcmdencia $4 problemá tiene refleja tardío en las palabras del clásica dan Cristiibai de Rajas, para quien se ha de pramrGr qti~e80 paaedg~ser qg~m~i$as !as ptlertns a2aEgw I a purzgañ f w g o y

para m e d i o se 61% de cabprir ton m e ros y pb~cbasde h i ~ my; 10 mas 3egum es hacer m IQ pue;vtd .una torre y m ekld un c15tiIb pir~ds'e~te~ y UD! OS owjeror przra Rshsr desde arriba aplafifi~ p a ~ dapagar elj%l.go que ekh'h~bi~x~ (Gdiz,20 de Enero de 16071. Fig. 133~-Curn'Lk de CorBrrubim del 1ifmteITotrdo). mutqjhgo sobre et accesa principal, lobradr~por Gwrzt~ioChac6n. Ali Cum, ha& 1 4 6 , paru BaDtt

Superestructura de madera colgada por medio de modillones y mechinales en una muralla o tom, con base y bate aspilleradospara batir el pie del lienzo. I

A m q e ya no se canservan Lrids que eji-mplsres restaurados en epoca moder-

na, la dara I6gica en h disposición de las canes y melchLiales que s i han Iltgado a nosotros en nmer~sosejemplos, y la abundante ismografia coeva a SU usa, permiten conocer con razonable ccrtfdumbre su &cposici6n, de la que es buen prototipo- puntual d wnjtrnto restableado por Eugsne Viallet-le-Duc en &mas puertas y adarves del c a f l o de Careacan motiva de la restameion del coajunto de I.as fo~~%wciones de h ~iudad(1845-1@'9).

Su estrucnira de madera permite un vuelo con proyeccián $msiflernente mayor que el que se obtiene d s tarde con Ias ladroñeras y mxacanes de piedra, y su $abra p rnufitajije debía estar d dcance de la mdXícaci0n de Iús artesnos Iacdes siempre que se tratara de temitories de suficiente ri-a y tradición fmfp~td. Sus Iimitaclones no eran menos eviderrres, resaltando en primer lugar su inadecuada resistencia a los severos impactos que podían U s a r s producir la neurabiePisPca y la tammraria de la epoca, perfecramenze cEpacts de fraaurar los p t s ~ mamparos s de madera. A largo p k a , atru grave inconv d e n t e era el proceso de putrefacción, más ;o menos ripidcr ea las madems europeas, y con particdat. riesgo por la &&a de su melo.

Lra desventaja m6s u s n h e n r e reitera&. el carácter cambastible del caadso. no debía ser raxl ominosa cama se supone aboxi. Llegado el caso, ante el hoaigmimto con proye& incendiarios padk empaparse de agua la s ~ rura, e inchiaco fonwse exteriormente con pellejos frescas de reses, como ommá con las bm.tir&s. Tampoco hay que ch~tuirla posibilidad, ao cemprobable por falta de ejemplares cumemados, de que se recurriera a enfoscar con yeso 10s mamparos p hastras, s e g h la rémica del r!~~E-~ukuPi, corno en las superemchiMS de madera de las castillos japon-, cuyo grueso ttz~didode esayola las convierre en dificilmeme combustibles. En ocasiones el rec-ubrhiato podia ser m& &a y definitivo, aunque de devado precio y gran peso, como cuanda Enrique IU Planmgenet ordena en 1241 constmir m tomo al adarve de 18 Torre Blanca de Londres un cadahalso de herra y ftderte madera, bien cubierto y por ~mrqketode plomo, &$de es! mal se pueh ser irncItm el@ de €aáa'cbg rwre y sifierll vecipsbfiiu rn&or defe~tderh,Si bien d emplomado astt &mente m l%x gubiaas a das aguas de tarbeas e iglerrias, por razones de p m no debit5 serlo en los

-

cradahbLXSos de las fortrffcachnes, ctam melo desacomejabala sobrecarga.

A pt~& del. siglo XCV se he g m d ? ando por toda Enropa ¡a nubsútt~cih ¿e estas supeas~cturz~6. de madera par otras de piedra, rmea pasa el con-uoi pwitud de la d c d -hdranem-*corno para 4 lineal -matacanes-, aunque nunw se abaadanb por completo d uiejo siste* rna y aSI vmos, par @m&, como har'ia 1470 se readifkaban las coruñesas Torres da Mera con mod3loacs y mechi& p w un eadahdso e induso ha& 1309 se instala una h b e r a ¿E madera sobre d acma principal de la forrdeza al~ujmeiiade La Calabm.

~ u g a para r laireFiii166n de los presos, en el que 14 keguricbd tiene preferencia sobre la habitabidad, Las caract&rias orgWtec@ni~de fortalezas medievales sd1m hacer

lgs

innemda Ja ei.Usmcia en su Interior de un lugar iy68*e~ w~aixeraq .nsue6&~lm ~ h e . r p r c u y a s u ~ ~ s a de s trbfdf~ew ~ ~ ~ de a pala ~ ~ y orbe

camente frecuentes, como es la posíbilid d de tenet-que defenderse de un gdpe de mano con los escasisimos combatientes que en la cotidianeidad doméstica nos consta disponían las fortalezas en general, desprovistas par completo del concepto militar de guarnicibn, s a b , hasta cierto punto, en las pertenecientes a las 6rdmes de cabdería y emplazadas en rerritaríos casi perpetuamente canfliccivos e inh6spitos como m el Orienre latino y el eslavo, en cuyos castillos, c o m ~presumiblemente en bs ribat del otro lado de la colina no se prodigaban las bocas inGtiIes. Otra supuesto tictico que matizaba la campartimentaci6n, aunque probablemente circunscrito a &unas zonas britinicas e italianas, era la frecuente piesentia en el interior de la fortaleza de contingentes de mercenarios, en ocasiones deelealtadesindecisas.

Circunstancias como las enunciadas se refleja en dispo~irivoscoma las barbacanas y aatepuertas, Msabragas, tomes del homenaje, rampas & compartimen* taddn a rnurosdafragma, y de manera más sud y reveladora en la dlsposiciOn de las esfaleras interiores, la circulación por los adarues, o m la arficulacion de las cámaras de habitacirjn y de sus vanos. Fig. 90.- Cffrbi&~ de Villafucrte(ValludoiidI- Ed$&

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inilparfdrzfefamibia j#1deo~p11ierslt, bs Franca de Taledo, hd#@

finales de h rex& dicada del szgh XTi: n h s Lprogm~03m diversa ~iiad#de~ ca [email protected] torre del k ~ ~ e # Q j ~~q@irrffrli? g, con baPjes-cont~f~~~rte, timiie a!igualque otm de SU ~ P O C Qy cundicitn el acceso eletrud~,ad #sirel de2 aduwe meridiowdt, mailcidienda ~ p p SU r texccru plaittd. Uiza pasarela retvÚctfIt mntmiath d d e el homenaje, permífk el paso a aalmtutl, pas&iIBtanda el aistamimto ahraduto del idtimo redt/~bo, ZPAPPA

Véase FOSO.

Muralla que partiendo del recinto fortifiicadopermite d acceso protegido e w puoto no muy lejano, n o d e n t e para procutar Ia aguda, y can a h e de doble antepecho cuando puede ser hostigada por ambas caras. En ocasiones, si Iti distancia es menor, Is coracha puede ser perimetraí, en 'TI", incorporando así el punto y w &ea inmediata al pleno control del reciata. En cualquier caso, la coracha ea una albarrana hipertrofia& Como decm añadida a Io anterior, produce iñeYfra$lm.eare una forzosa r o m p á ~ ~ t a c i de 6 nlas aproches, con evidente ventaja para In guarnici6a y t n a d i m o iac~nveniatepara hiptsteticm3asedíantes, que veg h t e m p i d a la continuidad del cerca perimetral e impedidos de transz'& r6pidamentt .efectivosde un sector a o m ,p m e~tpb. tat tm éxitu p,~twal o repila umi silida. Su extremo exterior m& &ado por ma torre y, en aciyiones, t e bien ea punt. hetmedios, tal como peitmir ser el c m de la sevillana Torre de la 'Plata, rducna c r k b (3s. xnJ>a mcmacba h k d e que desde el aleazar venfa ot morir a la Torre dd Om.,eq la rnargepizquiada dd Guaddguivk7dande se &da uno de los ememos de la cadena qde conmkba el río,

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Rmdto evidente la trurclerabiilidad de uña coracha, hostigabh par ambas

catas, sb aperrris Banqueo y gravosa de gnmecep debidsmrrrte, p6t la qué su conapro dic!ilxñente podía subrevivir a un cisrtri.'dasamllo de 16 pbbát'stica. Para intentar cme& esa drmabiiidad se arliirraron ~oluciones&bridas de I

c~rsb~a/mtnrm/alhrr-, corno eri hs de 18's fortalezas de Panferrkidn (León)y Segovía, en lis que b agua& se pradab1por medio de w a ingeniosas &pbsi&ries qae almnmbm al SII y al Eresw, respartivamente.

casas

ReHuvamente fmtlente en Irt España &a, es tambih demata presente ep hs EoráEicam e d i d e s de otras pairres európeo~,p a r t i h a t e desde

ia segunda mirad del si~joXLZI. AsJ3 reaemos a m& de ej-plo, fa construidá por Luis E£en Cat~asanapsra acce-

Fig. 91.-F I I # s ~ de ~ ~i\ltarrsu!b&t E ITa&dd.Cwu& ~ ~ h e n hP ZCI (kP #gpladtlI &$& dp~dt?id&+'W de & sane d1'bd~r~n(s mrdimn4 qw Et d&&, al f&sta¡ p i e ia b~shmartiILdaqtri R imi~S;cr.a la tqtr'kd?de fu ir)lageft,h maralb C Irl t(lrdt%ibvl&#e & dos P E C C dii ~ ~gruesa S par &m de & ~ o b m qae m I M a m h a dr wndr c@amteperbo h &+mi&, cuyo &SE e d p por 5mme5 ~ ~ &~&mq&e PIti'lre# J# p i t ~ d u $ d d g rpblc - el pozo m &&a.s dfre~bnr~s; .&trdgmmSq S& acce.rB tnkible m ur ih b b , de L tpte urr2t)rwt L cara& $imp~~deatlnpo &crr)o, ~ Q I W Y ) siel aso ddpw t~niereqw m campmipiBa cm eE wt&rI y seprefiiers @orm&r c d#w pmeiwr r~ $os t ~ ~ u d opor ~ e hs ~ t d nE?@ ~povr , i mask?#,e# Ka da exrerior de & & , eqtffurcdsu $1 con m bmmLcircu/av&m, a ~ 4 Irrm deljñrtm 3 ~ " d rrrnryOr (220 x U3 CWJ, u, 4li cxa&truá

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mttq y I ctwo de l a&m p'np urrp $al& SuBiwrHttea

bmth ktidb~md~pt~ *en'dñonu& miva d~oIE~&lz ha3 otrmiLpor &vpmdhient~d.k 4& &hii ser i w p e a c u p ~ ~ mwsdastc, & m m m WBE attwsfwdews,y m&m& QI(C dl) 1424 rt&gid &e! Rey nzixUjrwkli, y e# 1&2$ de k ffU.ada v i d a de do# &m&Lsrnd, b ~gsrndUtSe e¿IQ#~lrderrj.ruc e# tmqsrzi6n &~iz9tidI0, por cas~~udrlTd a.pw&teMud &.

CORACHA (Cont.t.)

Fig: 92;. Carti/h d t Bsrítrago de Lo~byrt(Madriii1. h coracha qsse parfaendo dei dvg& sureste & Iu j á t t a ! ~p ~e ~ e f f ea d ida sa'rgmm del Fis h r o p , para procura me aguda prore& etr taso tie.e.r*dioy, quaUazás, ajn$mr mpldwtc p&fmo h ~ dc~truidu y y &g&. El k b o & di~potre.&p m ~ e t oS& CH d mrtado rneri4ioitd parece i~dirurqat otra pmtecddw , desas#& d hrt#dmienpa por el wIqw en mdqt(iercaso era ~nflatzrnencaj~nndnm h el dicad oriental d d castiI/~y mdh d~rechdd e l h q d . h

c a r a ~m b m t i d #purece ser obr@antffiwd b rebrrta dedos Moydoxn, a #yo k q k pasa M t r a g d~ ene&do~aW s&So

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der a hs bmcales del do Aude. Entre 1283 y U%,Eduardo 5 labra m G I e s $ casrino de Conwy, en ia c d u e n e l a de los ríos Gyfh y Ccrnway, m c ~ m a dhdoseisla a l maestra James of SL. George, tfacisra del castillo de M h t , quien construye dos corachas Buvides, hoy parcidmente destniidac, p a g h a mmte ~srmbles a mv&-deiconagdia wnrigw y miigios aquml6$im, Funciones de catada, en h,time el m w gue une los psJlr&s posit8ciw y Castd SantJAn&q tan fitil en 1527 para Cfemente VII. Pomguesas, amqw ~dtlshetanas, són las tota.&as construidag enBe 1459 y 1548 m Alcazaseguer,

Alda jt S&. La estructura relativamente d'kbii de las c ~ r a c h ahace ~ que, e menudo, su desroza sea superior a 10s demás dementas de kfodficaci6n a la que sirve: frecuente decrepitud que mueve en acadones a ideaf$ca-trla con c d q u í e r resta de. muro vagamente perperrdicular a la rema, coma en el caso toledano de RSonhlhari,

A veces, la h Ú 6 n de coracha la c m ple una verdadera tmre dbmtana, come en e1 caso del c r a s ~ os¢viilaaa de Las Agr;rzaderas4que d e k coarolar la 'aguada en el manantid más impoitante de la zona,de e s t r l a secana ~

Coxm" Lienzo de m u d a entre dos torres.

Véase MURALLA EN ZIGZAG FLANQUEANTE.

Reducto srtilladq de pequeñas dimensiones y de suyo a cielo abierto, para fa defensa de lienzos o aiñgulos de murdas a las que precede.

Fig. 93,-A6Ergzár RMI t& G I F ~ U P J B CSeUafl~).Pkau &@adeimhete &erO ~ m p ~ k d@St id e $ f - b h&i &@d@ dd Al&r R e d y pdr tmtv pm htftlas a p o d a y no cm el mrScd~rd e ~ m m - q c p~ ~ e ~e mJle ka perid~~i@&. AtriBIdid~desde d si&? a Frrtwkm Ramave~de ki Madrid a de OYB~B, ~QM&P& PDY IufbJ L &m mwor & ;IOSádcdzwesy gwoestzr

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h ~&ridnddi? (50. IX-iQ78J$y a k qse sen>E~& cama

ff#4Ym#r¿e

Secwt~tt-ib~ Arhiho Muprp ufms de confim h n s m ~ mtlerre, Marzo k 3351, mmldrsti~aha Jos mwi$msm S~~:YFII: &m&~. De xer de& -FW atodakp m c e profm$te q ~ S e

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SE &u&TB S

Cabo W Y F 1486

y IW, m~sbbtt+tendo elpn'mer~de ifas

~Etetestarl.idm8 de kr Pmft~sarla.

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Los cubetes son el resultado de la conveniencia poliorcética de emplazar Ia nueva pirobaltstira al nivel dé apoches y con cierta grado de agrupamiento, normalmente para la defma de fo&cacianes que respondían a supuestos ráctlcos neurobalisticos. En los reinos peninsulares tenemos ejemplos fechables mtre las das Ultimas décadas del siglo AV y la primera del XtTT. En el ángulo _üWdel Alcázar Real de Carnona (SeviIla) se labra hacia 1486/88 un cubete pcdlero, de atribución verosímil a l Capitán Mayor de la Artillería, Francisco hnka de Madrid, operativo en la zona en aquellas años, lo que de confirmarse o convertiría probablemente en la primera canstruccirín especificamente artiUera de la fortificación española, cmcebida para batir los aproches y no el foso, careciendo por ranto de condición de proto-caponera,Pocos años despues

debirj construirse, aunque con aspecto más arcaico, el cubete palentino de AscudiUa, can un cuerpo inferior de cañoneras aiiocínadras y otro superior de troneras de cmx y orbe. Hacia 1509, en el Elanca de poniente del palimpsesto alpujarreña de La Caíahorca, se labra un peque50 nibete artillero, de acceso desconocido y virtualidad problemática, con muros atdutados y cañoneras abocinadas en hipettrofiado prdo y ~ r b eEstos . tres cubetes coinciden en la corrección estereotomica de su apareja, en oponer un frente vagamente circular y en el núcleo central a cielo abierta, a retaguardia de las c h m s de tiro, solución inevitable mientras no se consiguiera una mejor estanqueidád de lus gases tóxicos de la combustisn en las amas de mrocarga, y una idanea ventiíarión fotzsda en las casamatas de riro, pues ambas avances no se generalizarían basra

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mediadas del siglo XVI, e incluso el segando no se conseguiría plenamente ni aun cuatrocientos años después en los complejos buukesianoc frrinco-demanes.

C I Z S ~dispone ~ ~ U de dos nivdes defwpS d i~ferior pnm ~rriIIer&&gew y el ~ z i p e h para r rtma~ pwtitiEn, y debió ser labra& ba& 1500 Nerfig. 70).

adusado aIfientc ocdeatafdebe-fórtideilg, mxid borda de la#& pr6mpipi~d~ ladera qxe no p ~ e d exer batid@

dqu~darde~&h& pw uias bqedorfas excesf'riameñ&~ b r mimtras ~ ~ 5 gil0 el Y ~ $ de Q k 6aeJetu dande se empiaro d pmpagwícuIo sbb pwede ser h-osbdbk& d d e su cari~nerdsepat~arC~airaS y ello neargYLahente.Adeterrfs,ei m6e#e#a tiene ~ á acero s qóre elsen&d,sis m~~f~anZeuciiín aigwg con di~terios de Iufortakaa, y mmar ~ ~ e s t rirneptitocm ar de ab~ndonae# str gkwciOn,

Una curiosa variante de los tres 4emplos ya expuestos es la que ofrece la batería en bestorre circular del frente oriental de la fortaleza toledana de Montalbiín, adaptación pirobalistica que debió añadirse en la etapa de don Alonso TeIlez GirOn (1474-1527). De wios diez metros de dtum y doce de &a tro, en mampuestos bien enripiados y hgueados, presenta unos arcaicas merlones de albardillas n cuarro aguas, Sobre una base alamborada, ofrece m primer ni& can desordenadas cañoneras circulares con abocinamiento y esviajes de ladrillo, rematado con otro de vaneras así mismo circulares. Su gola descubierta se abre ha& h fortaleza, que la domina, evitando así que la pérdida de ese eubete comprametiera la seguridad de las sucesivas h e a s de resistencia, articuladas m la fdsabtaga, las albarranas y la muralla principal.

Inspirados m d mismo principio de acomodo p m ía nueva artílletia pYobaIística que los cubetes, tenemos unas estrucruras de tamaño sensiblemente mayor, con planta peatagonal en proa y una superficie también a cielo abierto, de entre trescientos y seiscientos metros cuadrados, para curnpiir una funciún similar, amque con preferencia hacia eE. flanquea rasante. Probablemente construidas hacia la ÚItíma decada del sido XV, deben constituir los bastianes que menciona en ocasiones la pdiskmica documentación de la época, directos precedentes del baluarte que, tras su eclosión pocos aíios después, configuraria la fortificacián hasta el siglo XIX. Buenos ejemplos de estos bastiones los tenemos en Cl flanco occidentaI la fortaleza cacweña de Tmjillo, y en el oriental de la pacense de Las Arcos, cautela de 10s Suárez de Figueroa frente a los portugueses.

Cualquier totre de fortificación, y en particular la de sección circular.

Fortificación habilitada en la roca nativa aprovechando cavidades y abrigos naturales, completados con labra posterior y un mínimo de fábrica,

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Las evidentes cualidades defensivas de las cuevas naturales también fueron aprovechadas en &pocamedieval, y ello con nnri hecuencia y dispersibn notabIes. Esras fortZicaciones rupícolas sueIen ser de m a r tamaño quelas epígeas, lacalizarse en comarcas de muy baja densidad de poblaciún y, can frecuencia, encontrarse vinculadas a grupos violenros abiertamente al margen de la ley, de muy diversa condicirin social, desde el chevaliev-Brágrand encastülado, a los golfines que guarnecian las penas bravlzs, acusados todos de malfetría5 y sin más rastros archivistiws que parcas minutas judiciales, o cansinas y reiteradas exhorraciones en Cartes como las de Toro en 1371, en las que Enrique TI ordena y manda que la$ pennus bra'asns e mmas e ateros &e smf-chas e publa&$ rin nerestra maadtrdo s e m de~ribadzsporque de exlos lagares bú venido e viene macho v ~ ael daplao a la nwestra tderr~t.,.el qae de oqtri adehirsrte ntngurso aon ssea osado de poblar las $&tales fortcakzds syn nuestro s?lrrindado; al iguaI que hiciera su abuelo ?ilfonso X I o su tataranieta Isabel 1. Nos consta que .t es la naturaIeza de dgunos de los Hohkflb~rge~z dphos e d s cados en las macizos de Suiza, Alemania, Italia y Austria, en su mayor parte de vida efimera, como Krepfenstein, Rappenstein y Dan&, tres Grottenbwgen del Oriente Suizo; San Gottardo, a unos sesenta Kilómetros al norte d e Trento, Iabrsdo en el siglo X y más tarde convenido en eremltoria baje la adv~caL70n epóníma; Wolkmsteín, abandonado hacia 1390, o Castel Corona, en uso m 1217; K r o n m e ~en ~ d Tírol, LstWier Klorz en Baden-Württemberg, a las

bharos de Stein y de Loch, de mayor entidad arquitectónica, como en los esiovenos de Luknja y Predjama.

[Fzg. 97.-C~ailIoraipestre $e AitAbn íl&es'nhd P&k, d e m r s i ~ jM& , dardio que Rappen~tein~ Aitdohn esti f~~r.wcfImenaeprdximu n lasfor&tezar rupicahdr de los Vosgasadsauhnos.

Xmbiin en el Medio Oriente encontramos este sistema defensivo, utilizado tmto por cristianos de Ultramar como por los nativos musulmanes. Las 'Cuevas de Tyron", en el sudeste Iibanés, labradas aprovechando las diaclasac de un acantilado, fueran ocupadas a los irabes en 1165, quienes las volvieron a recuperar en 1260; mas allá delJordán, en Israel, sobre la torrentera del Yarmouk, d Habis, y un poco al sur la Cavea de Roob, tres endaves rupestres francos denominados por Deschamps grotkes-uzgks, y con la misma funcián se podría citar en el frente musulmán a Zalin, en una escarpadura cercana a su fortaleza de Shelzar, aunque con vicual desde la cueva hasta la ciudadda crisciana de Apamée, y que fue sometida en 1108 descolgando con cadenas una gran barrica blindada y con arqueros desde el borde superior del acantilado hasta la altura dd adarve trogloditico. Tampoco en España, con abundantes zonas kársticas, resul~adesconocida esta variedad de fortifícaci6n rupícola, conoci4ndose algunos ejemplos de cierta entidad, como la fortaleza de San Adrián (Guipúzcoa), en el Iargo túnel homónimo, larga galería natural integrada eg, uao de los ramales de la ruta jacobea, y en cuya boca septentrional se conctmyó parsi el control de peaje una bicoca almenada, para la que se nombraba alcaide, aunque ya en U92 estaba arnrinada p en desuso,

En tierras de Soria, en Yuba, se habat6 m a cavidad de unos mil metros cuadrados, con dos aljibes en su interior y la embocadura, de quince metros de anchura cerrada por una muralla de dos de grueso, precedida de foso, Otros ejemplos más modestas pudieran considerarse los de Garadén (Albacete),en la Hoz del Jucar, o Bairente Uab),

De mayor entidad es el núcleo de fortificaciones rupestres identificables en La Rioja, tipolOgicamente próximas al modelo alpino ya mencionado. Castañares de las Cuevas todavía ofrece sufícientes restos para colegir su importancia poliorcética, con murallas de buena sillería y mampuestos enri~iados,restos de un cadaialso, saeteras con deriva inter.na y ventana de vano y poyo geminados; cerrando unas cavidades en la Sierra de Moncdvillo, de unos quinientos metros cuadrados de superficie, incluido un manantial para la autosuficiencia de aguada, todo eIlo fechable aproximadamente a fines del siglo XIXI. Similar, aunque algo menor, es el caso de InestriHas, en un acantilado sobre e1 río Athama, que aún canserva merlones con albardilla a cuatro aguas y saeteras convencionales, pudiendo correspanderIe cronología similar al ejemplo anterior, siendo pro babfement e más antiguas los leves restos de reductos rupestres en la Meseta de Valdemerria. ParaleIas a estas fortificaciones troglodíticas existen tres variantes, formal y funcionalmente distintas. En primer lugar, el mero sasbterrime~-~ef.gio, por lo general excavado artificialmente y sin vinculación directa con ningún edificio en superficie, de muy amplia cronología, y que ha propiciado una bibliografía ct6nicu, particularmente francesa, no s i m pre seria, En segundo lugar los hipogeos enriscadas, excavados en farrdones de naturaleza blanda, pero sin más defensa estrucrural que la pasiva de su difícil

Sinirnimo antiguo de REPOSETE,

Véase ABOCXNAR.

acceso devado. Diseminadas por toda la Península Ibérica, aunque preferentemente en su mitad orienrd, tienen asimismo una cranoIogia amplia y vaga, con frecuentes episodios de reutilizacibn, aunque en algunas zonas como e1 antiguo Reino de Granada, aparecen documentalmente vinculadas a rebeliones y resistencias de los rnoriscos, como en el levantamiento de 1568-1570, en el que las fuerzas del Marqués de Mondéjar y don Juan de Austria tuvieron que expugnarlas con "humo, bombas de fuego y kargu~e~cahs".Sin un contexto de esrratigraffa arqueológica es habitualmente imposibIe enmarcar cronológicamente su ejecuciún y uso, dada la extrema simpleza funcional del diseño e incluso la dificultad subsiste cuando el modelo es más complejo y elaborado, como en el caso francés de La Rhone (Périgord), que en su madurez tipolágica dispone incluso de un haha. En tercer lugar, los ~astinosrupestres, en los que su emp1azarniento y labores de acondicionamiento topográfico tienen un carácter tan escarpado y drástico q u e configuran gran parte de sus estructuras, por lo demás conv%ncionales,En +unas zonas como en los Vosgos alsacianos, se ofrecen ejemplos paradlgmáticos de estas fortalezas rupestres que ocupan, remoddándolas, las crestas rocosas, como en Alt Windstein, Heckenctein o Froensburg. En general, tuvieron su período dgida en los siglos X I I y Xm. entrando en decadencia desde mediados del XTV, para ocupar la Uanura renana,

V h s c ABOCINAR.

Véase ABOCINAR.

Amancal: d revestimiento de sillares o ladrillos de rin muro, dejando al descubierto su núcleo de mampuestos enripiados, m á s vulnerable a la agresihn,

Fig. Y9.- Castai'Iodel buore (Parir). A l ~ m h de r da torre delkraguIowoveste de1 trigo casdilEo mnstmido por Eefdp~U h g ~ ~e ~ t oi r1190 t y 12D2, hhoy parnahente w ~ ~ m md elorubsbselo delpalacio kona6riimo. La tort-eprere~fasa a&&arZos1 estweot~tlvdia p~rcidmestedcmarada, pmhdbJemeirn para reatiiizar L sifbtk en br epems estrud~rcsrpakuciegas He Vadwi y Barba~es,co~stwirdaassobre hfkrhlezcr partsirya de !al Cdpe-te.

En las murallas con cuidada estereotomia petrea, los zapadores de superficie tenían como primera misión descostrar un sector de la base del muro para poder progresar en la perfaraciiin del núcleo o migajón, labor inicialmente dificil pues, al margen del hostigamiento desde 10s adarves, el forro de sillares solía estar cuidadosa y reciamente trabado. Si era posible, se procuraba comenzar par wna esquina, donde los paralelepípedos muestran dos caras, facilitando su apalancamiento. La artilleria, tanto la neurobalística como la pirobaIistica, actuaba de forma similar, intentando alcanzar el núcleo, formado por hormigón de inferior calidad, y menos resistente a los impactos, Así,en el asedio de Dreux en junio de 1593 estabrg opuesta las haterid1 del Rey zdlau torre de form~d antigua y de tan perfecta arq~itectura, que los bulazw que ca~traelk se disparaban la dañaban paco; por ID cm2 tdn I~lge-

nierti i ~ g i é sbiza cubar eIr el cimienfa de ella tres ISareilZos, que, si b f m hicieron menor efecto del qge saeken las minas, derrib6 =BU parte de la torre y la descostrb de suert.te qae 2~ artilke~eá,al batir lo resta~zte,ha& grandes progresos. Los paramentos descostrados hoy visi-

bles pueden ser el resdrado de trabajos poliorcEticos o, con frecuencia, de la

exrracú6n del material para su reutilizaaón, particularmente en los vivos, y ello desde epoca bien temprana, tal como previamente había ocurrido con el opzls qlaudrdtam de los edificios romanos al descubierto,

D-- ~...W T A B ibuti1izar eI adarve de una fortaleza asediada-pormedio de la artilIería,

Los grosores con los que habitualmente están construidos e1 parapeto, la merIatura y el paradós que integran e1 adarve, lo canvierten en la parte más v h e rable de una muralla a los impactos de la artillería, ran to neurobalistica como pirobalística, de manera que, al concentrarse las posibilidades de defensa en esa zona, su neu&&zaciÓn compromete gravemente la posibElidad de resistencia de la posición.

Efectuar las suficientes y escogidas demoliciones en una fortalez, que, sin des. truirla, se convierta en indefendible sin antes proceder a lentas y =+osas reparaciones, , .. quedando por tanto inservible para el enemigo, si la ocupa. , u , -

a

Normalmente esas demoliciones se centraban en d arrasamiento de los adarves, neutralizando así la principal línea de defensa, y en la apertura de grandes hendiduras verticales en los muros de torres y cortinas, debilitando irreversiblemente la resistencia estructu;ral del conjunta. Fig. 100.- Osnilo de Piwrcfi~¿sfOase3. V I S ~ dC I parti? de m libaprafla de h l r a i i tlaostrdwrlo h f$~~dakeza tras rs, de~fp1a#áehmie~p EOpar e# t 617, p atP1es del pmlijo y umplia proceso de rcc>gc~aci6~ asmzido en IXJ7 par Viadet h Dac para NapoJón UT,qge b&& de demluerI~"e&tcd~rino f-;piepmdur qw pudo texer en los &@S p p ~ ~ailab natlerte del Dgqw de Vokaís, Fa el Oto@ de 1407. ,

m

de nna fortificación, sea del homenaje o no. Es gdicisma inticoducido en el siglo XM,y a su vez viene del domtnium Iaho, como expresion simbdilca del catácter dominical de la construcción.

La torre más conspicua

Estructura circular de mampostería en tomo a un pequeño patio central, con muralla y adarve perimetral, habitualmente &ida sobre una mota nilitificial, substituyendo a una fortificacibn anterior en madera. Virtualmente circunscrito al territorio britiinico, donde recibe el engañoso nombre de shelf-keep, suele proceder de reemplazar con una estructura incombustible de piedra, hacia los siglos XZI y XB, a otra de madera construida en los primeros cien años de la conquista normanda, con frecuencia sobre una mota artificial de tierra y cascajos, dentro del pmceso evolutiva desde el ~ o t t e - a m i b d e y (mota y aldea) de la segunda mitad del siglo XI a las formas superiores como los castillos concéntricos de Gales (1272-1307), construidos para Eduardo 1 por el maestro saboyano James of St. Geoge. Un curioso y remoto precedente formal del doqión anular, mera coincidencia, es d Broch escocés del sigIo -primero, gran torre circular en

~iedraseca, ciega, salvo la angosta entrada, con un pequeño patio o pozo de luces central, que aparece tanto aislado como en grupo.

El donjOn anular puede adoptar una planta exterior circular, ovalada o ~ o l i gonal, y mostrar adasada una torre-puerta de acceso, conectada con el camino de ronda ~erimetralalmenado. En la mayoría de los casos se construye sobre una mota artificial formada por sucesivas capas de acarreo moderadamente compactadas, con el consiguiente riesgo estructural por asiento irregular y de corrimientoc a medio plazo. El diámetro total de la tarre-puerta suele oscilar entre veinticinco y cuarenta metros, y ser el resultado de sucesivas reformas,

taI corno ocurre en la torre real de Windsor, con tres forras sucesivos de fuera hacia dentro, reduciendo la superficie pero aumentando la altura, debidos a Guillermo 1 (c, 1075), Enrique II (1134-1159)y Jorge IV (1820-1830). C i e r t ~parecido presenta Ia organización castra1 de Arundel, cuya gran mota de veinte metros de altura por setenta de d i h e t r a en la base sostiene un donjón anular de hacia 1130; a diferencia de Restonnel (c. 11251, que apenas muestra más apariencia de mata que la que le otorga la culntraescarpa del foso y una breve bemna que rodean al deinjón anular de treinta y cinco metros de diametro, conservando la altura original de la muraila can ocho metros y un grosor de dos, una torre-puerta coma en el suroeste y otra igualmente pequeña para alojar una capilIa en el lado opuesto, producto de una gran reforma interior en la segunda mitad del siglo XIV can motivo de una estancia del Príncipe Negro en 1362.

Otros ejemplos de torre-patio los tenernos ea Carisbrooke (c. 1135) de planta levemente oval; Cardiff (s. con planta poligonal; Berkeley (c. 1160);Durham (S, m?)de planta octogonal; Tamworth (c. 1170); o Tomes (C. 1326). dos curiosas variantes del mode-

lo habitual aparecen en Farnham y en Launcatan, En el primera de los casos, un castillo conctruido en 1140 con torre del homenaje cuadrada, en los años de las anarquía de Esteban (1135-11541, por su hermano el obispo de Wh&es-

ter, y derribado por Enrique II (11541189), es vuelto a construir hacia 1200, forrando la base de la mota con un enorme donj6n anular de cincuenta metros de diámetro que genera un tambor macizo de diez de altura, a partir de cuya superficie superior se construye el patio circular y las dependencias anejas, aunque conservando para la aguada el profundo pozo de la vieja torre del homenaje cuadrangular de 1140, debidamente prolongada hasta Ia nueva cota. En el segundo de los casos, Launceston, la empalizada de la mota correspondiente a los primeros tiempos de la conquista normanda se reconstruye en piedra a comienzos del siglo XIII, y unos treinta años después se arrasan las estructuras que rodean el patio y se labra en s u centro una torre de diez metros de diámetro y veinte de aItura, que duplica en alzada a1 viejo adarve perimetral, convirtiéndose así en una camisa ciega del tipo alsaciano. La torre-puerta septmwional y la barbacara son añadidos de los siglos XLII y

m.

Combinación de capilla y ú I h o reducto de resistencia, existente a veces en fortalezas de pequeño tamaño vinculadas a Ordenes religiosas de Caballería Aunque no muy frecuente, es la 16gi;ica respuesta polivalente a la escasez de espacio y recursos poliarcéticos en un castillo de reducida magnitud y tinilaridad religiosa, Los templarios debieron utilizarla en Tomar (Ponugal, c, 1200) y, sobre todo, en Chastel-Blanc (Siría, c. 1190), dande construyeron el gran danjón-capilla de San Miguel, con mas de

DONJÓN-C~PILLA (Cont.) medio millar de rnetrcis cuadrados de supedicie construida y veintisiete metros de altura sobre d suelo, más arnplias subrerrheos de aguada y comunica&bes. Debi6 ser comolidado tras el t m e moto de 1202, y finalmente fue ocupado en 1271 por Ba~bars,

En el Reino de Castilla se labró un muy curioso ejemplar por parte de la Orden de Alcantara, a fines del siglo en las recién conquistadas tierras sevillanas, El donjón-capilla de Catte (Mantellano) ofrece una apariencia única en Fspaña, can su planta te-trabsidaly un gótico ran europeo corno ajeno d entorna en que nace y pmanece. Formalmente presenta claros precedentes

m,

en los daminios de Capetos y Plmtagenet, como la torre Guinette ~8tampes,c. 1140) o la de CMford (York,C. 12621, en las que se ensaya el polilobdada como vía de superacián dé la pasividad sin h q u e o en las grandes torres del hamenaje cuadrangulares de1 rwmhniccs francés de Poniente. La complejidad de la planta terrabsidd y la proporcionalidad de su coste can la supdcie habitable llwa a que hacia 1300 se abandone en Occidente come opción woliitiva, adoptándose prderentemmte la planta &alar, mientras que en los reinas pentnsdres predomina la cuadrangular en el extraño y tardío fkmcímiento de torres del homenaje durante la segunda mitad del siglo m

Fzg. 102,-Cv.tiiLfode Cottc ISeuiIId). El donj6n-capii!o desde el snrc)&e, ~ m s t v d d tw o dc los Úbsider qge configurarp stt-e~ccepcirilfo¿~!allda tefrahsidd, sobre .mplinto achafin~do.Sur MWOJ, g w m s y casi cifgos, sorftpnenuwa uimm canj~naijnde &vedas g ó k m c ~ ~ f i nervtrdsrru na de piedrct frm,a y pdewtep1terii JaterW. SB~S cwldTladm d&*tZiid~ son mernmente posiunr, ademd1:de b inhmenter a ra empIazami'e~toal Bode de rtcaflfifad~, e~ las ~~tn'batirnrres dpIrpw&5n de P@nwbaF~nbdbIemmfe ~ ~ d m i i etr d 0e l i l t i w ~ser& de/ sfdo X U I ~ Uh Y Orden de Alr$Pmtw, m h cota xafp&~ k apr modesto ersacagilisI&mtcuq&s des~obtadotras kt revuelta mixde'&r de 1264,

Sector estático, en la calzada

de un puente, que precede al r e ~ á d cuya , capacidad de franqueo suele ser insdciente para alcanzar de esearpa a contraescarpa en el fusa a

En un principie solfa ser de madera, como l a plancha rerráctil, para, de acuerdo eori el procesa que desde el sigla XI al XiV llevó a la adopción de h piedra, incombustible e imputreacible, pasar a ser de fábrica e incluso, por su posicí6n pqendicular al eje d d foso, babilltarse a s bajos de caponerea. Fig. 1Q3.- Cmtiii~ f,hapzesca fihfa'ta'~). Hay bdfldnre rer&uvdo, time s d arSgcn en 61 re~m1mcci6fi de FrntrGP'm Sfina, ha& 24JOf de rrea ~amafirtaIern s ~ b r les e restos diale~tr~ anterior, h hr Visme,fXEa h imagen, ed darrPeEe~tede arr puente deuadrkzope~tma4 mpr didi~edínjceiorenfnn&nes de mpmra.

Emwurca Gdieismo de uso antiguo pera dencnninsr a la CANONERA y s la TRONERA.

Situacián aopiogr$ca de una fortificaci6fi; e~ecuhncandicionada por factores como cualidades defensivas del ~Iíeve,bcil;dad de aguada, control de comunicaciones, de materiales de conswucción nativo o reu&able, y preexistencia de un niícleo de población d que proteger y/o mntroIñu:

Este emplazamienta ropcrgr6fico Muird notablemente en su configurau611 p tipología, resultando determinante en algunos supuestos. Así, una gran fartdeza de mmaiia como la rhipriota de San Wilarión, Riendamour para las Lusignan, cuyo enorme perímetro de murdas esencialmente biaanthas del sido Xi plante6 grandes problemas de cobertura rrn 1229 a Juan de Jibdln, en

Fig. 1M.- CastiIIo de ktp H i b i ó ~(Rep G&ca Turm del Naute dB C k t j ~ JT#intf~rtstkza . de empluzmiettte rnu~~tnPPofu~ aariugue de grun cxtmriisz eIemmd~s b i a n t r j , y~ L u s i g ~ ñ de , los si&s Xl el XV.

Fig. 103.- Carlilh de ViJ&Zonso (Zumor~}.Pepe& de llanara, &isíkivaa terc5~del sigio XV, c m la rtggL~1iZadqgc d ~mplazarrripntnraso iefac2itu.

f0rtalew

Fig. 106,- C~diIb de Las Agarend~rasfSeui!h). e%#@adepresi#n dnhe hms bevemente domhdntes, @#fiquea ~ufiiie12kCb8fdnh como para

Empdam&

Fig. 1107.- Ca~fa't!~ y murudu urhawa de Beirnonte ÍCaenca). GMO antes y después lanuípoiis, calmabasy cistdadel'ar), ei cartiIIlo bujumedimdd i~ftc~rado ea Mensar urbsnas me& aclcpat tzn empft~~rnik~to damina~itey excéHtríco, u acaklio 'o~tre tiampo y abierto y el burgo t~teL&.

guerra con el Emperador Federico II Hohenstaufen. A pesar de su densidad y calidad de construcciones ofrece el aspecto caótico que el abrupto solar le impone, surgiendo a modo de merecencia rupestre en la serena soledad de las montañas de Kyrenia. Por el contrario, en la abierta llanura ceredsta zarnorana los Ulloa labran hacia 1470 un pequeño castillo, Villalonso, notable por su regularidad y cuidada estereatomía, casi un castillo-torreón,con la libertad morfolágica de m tablero de dibuja, sin que el terreno imponga la servidumbre de cotas e isohipsas.

En ocasiones un factor como el control de una aguada paaicdarmente ventajosa puede situar la fortaleza en m emplazamiento deprimido, inadecuado por otros conceptos como la relativa proximidad de padrastros, tal que ocurre con el castillo sevillano de Las Aguzaderas, si bien cuando fue construido hacia 1348 por el Cabildo de la Catedral hispalense la inmadurez de la artillería pirobalísuca restaba ventaja a las cotas dominantes de su entorno, compensadas ampliamente por el indudable provecho que significaba el dominio de un manantiaí inagotable en una comarca de profunda secano. No menos determinante es la integración de una fortaleza como referente ultima de una &ama urbana, particularmente en vilIas a m u d a d a s como la conquense de &¡monte, en la que a comienzos de la sejpnda mitad del siglo XV el Marqués de Villena pkae e qzkiere que la dicha eiillu toda sea cercada epr derredor de cal e de canto fusta la fortdeza que su merced mwn& facev e sefice epl el C ~ T Y O de Sm Chrisfohl,proyecto en curso que aunque no llegara a culmixlarce por completa con la muerte de Villena en 1474, aiin muestra notable interés y esplendor, por su castillo palaciego vagamente triangular, y una muralla urbana que a pesar de ser concebida en 1456 presenta curiosos arcrtismos como tramos en sigzeg flanqueante o alguna torre albarrana de frente semicircular.

Retraerse a la defensiva en un lugar apto para ello, sea o no fortaleza.

Son muy frecuentes los episodios documentados en los que un grupo de combatientes en situación de inferioridad táctica se encastikla en iglesias, monasterios, palacios, perras brgvas, mevas y demás posiciones improvisadas, en ocasianes resistiéndose durante largo tiempo, como el Conde de Lemos y su hueste, asediados en la catedral de Orense durante cuatro meses (X-147lwA1472) por el de Benavente.

Véase BLINDAJE.

Visual que se establece entre el punta accesible m6s alto de una foP"tificaci6ny otra u otras dentro de su radio de visibilidad; de gran impottancia pata la transmisión de comunicaciones, en particular para las torres de almenara cosieras o interiores y en para las fortalezas fronterizas integradas en litieas castrales, como la "mrisca" o la 'cgalIega" que defendían los bordes granadinos o portugueses dd Reino de Sevilla,

Véase CALABOZO.

Pequeño barje cilíndrico o prismático, habitualmente macizo, proyectado sobre rniinsulas o canecillos desde el parapeto de torres o adarves, al q u e + sobrepasar en altura.

Presente en la fortificación europea desde el siglo XZV, con un diámetro levemente superior d modela castellano

y con frecuencia hueca y aspillerada, preludiando la gariw d d sistema abaluartado. El b a ~ f i m de~las torronas tardías escocesas se aproxima más a la escaraguaita española, no así el CYO'OW'Saest de mayar envergadura, ni la écbtauguette francesa, de la que probablemente proceden los demás modelos europeos, tanto de vuelo sobre m6nsulas escalonadas (Moricq, s. XV) como sobre conrraEuerres simples o dobles (Cheirmon, c. 1390; Arques, c. 13 161. Asociada tradicionalmente en Francia al puesto resguardado de un vela o guaita, se supone sucede en &bria a las anteriores de madera, como ocurre con la evolución cadahalco-rnatach.

Estilsutdu erearag~uibaen esrofurcdeza de lo^ AImlrantes de Gartilda, de Iimpara akl,za"a y sobre dh las ama$de ¡os Enrhziez.

Fzg,109.- Casfsr/loddp Olrr~illosde SaxainSti (Burgos). Corta boqe eqziiflero a medio cami~ocntfe la mar~gz.i&& tardamediain1y Iu gatida renacentiSta cuw d a a m a s flordehadar cde los Cartagcna, iihijt.judeomneimsoqatlr lo labrara en Ia segranda mitad Ll siglo XV.

En el Reino de Castilla eclosiona a partir de los iiltimos años del gobierno de Juan U, alcanzando vigencia más o menos simbblico-decorativa hasta los primeros años del Emperador. Vinculada preferentemente a la fortificación señorial tardo-trastimara, también aparece en grandes obras de la Corona como en las torres del homenaje del alcázar de Segovia (c. 1454) y de la fortaleza de Salces (c. 1497). Cuando su vuelo es suficiente, alcanzando su centro geomktrico a la línea del antepecho (Guadamur, c. 14681, tiene un eficaz valor de flanqueo, y su posible ángulo muerto a pie de muro suele estar corregido con un alambor en la base de la muralla o emplazando las escaraguaitas por parejas con el mismo eje de proyección, de forma que cada una bate Ja base de la otra. Dado su escaso diimetro casi siempre son macizas, aunque suelen soportar hacia intramuros una pequeña escalera a cielo abierto para acceder a su diminuto terrado. Si su origen morfológico es la ladronera de esquina, su evoluci6n leva a la garita aspillerada, detectable en los ejemplares tardios y más o menos palaciegos (Torme, c. 1510). En ocasiones la escaraguaita surge como

remate de un borje-contrafuerte, a

modo de atrofiado cubo angular o de flmqueo, como en los reiterados de1 castillo leonés de Valen& de Don Juan (c. 1475). Despr~vistade todo valor funcional por su reducido tamaño, quedando en mera decoración, quizás con estimación simbólica, la encontrarnos coronando terronas y casas de hidalgos guipuzcoanos hasta bien entrado d siglo XVL, como en Cestona, Azpeitia, Oñate, Vergara o Fuenterrabia.

Fig. 110,- Gsa-&erte de los Ldpm k S a i m m Tome

(hrgad, Vbtuparcia! de kr arnpliaa51, en b bronca atlnqut S& aqzritec&ro ~ w r dd d nn~nplB3en.t~ b%rr&s, &de la escamguaitaye bu dmenido m g ~ n~usmztada t~ sobre u= ba$c-m~trp&rfe, alegciria de un pusado utrsrd a& m del toda wuterto.

Véase FOSO.

ESPACTO MUERTO Sector de aproches que no puede ser batido desde ningún punto de la for&cación

Fraaja de terreno en suave pendiente desde el borde de la contraescarpa del foso

hasta c o h d i r s e con el suelo natural circundmte.

Es un itdianismo usado hasta e1 siglo

XVII, en que fue desplazado por su sinónimo el galicisma glacis. En ambos casos es voz vincdada preferentemente

a la fortiEicaciOn abduartada.

Pequeno borje sobreelmdo en la cota dominante de una fortaleza para potenciar al m6ximo su capacidad de enlace 6ptico,

Edg- 7 11.- Cmt& Ep&ii.t mgEh

de Las Ag&ex~fs ~SevidIu) 1419 mbrc d termdo de

mre de! homartaj? &E

de d F 4 si&

apdMr,

4 JirblIm&d L Lfot&&Zdevcr del CIEbiddo

cwkd~ahcf~ bispabwse. Dehit! mnsfmirsapctxa rii d e t e BptimI estdadu por ios dstms 8circw&t'es d d o el empIa~arnict~td dq*midQ, & rsre c~~fdI.Io, E2ascmo por d i~dmarde la rrsp6wk se &ctUapo~dphricídtlAcon pews &temas m p&ms prnauk~u~rlser~ LrrfcmgiQf~be m m d v&e ~ &as atrkI a~tes& Irr intew1.an0nresfmr~dmo.

Resulta evidente la importancia que para toda fodración reviste el adecuado dominio visual, tanto a los efectos de enlace óptica como de vigiIancia de aproches o de cualquier objetivo que 1e estuviese encomendado, como camino, rio, costa, dedadero o población subyacente. En ocasiones la propia masa de la fortaleza puede estorbar la observación, por lo que inrtrcsa destacar un punto de entre la misma, un pequeño b ~ r j ede vigrlancin a i modo del OQW'S nest de algunas fartificaciones británicas como el existeate en el castillo de Wrarwick (C. 13801,entre las torres de Guy y CIarance, al parecer para supervisar d roque de tinieblas eíl el burgo contiguo. Tambih pudiera interesap subreelevarse unos pocos metros por encima dd temada d s alto para poder enlazar visualmente con un punto someramente ocdro tras el horizonte, carno debs ocurrir en d casulIo de Las Aguzaderas ( S e d a , c. 13481, en el que hacia 1419 los Ribera construyen una espécda sobre la torre del homenaje, cilfndro hueca de mampostería desde cuya cíispide se vislumbran las almenas de El Garod, propicdad que acababan de adquirir al veinticuatro hispalmse Pernán Rodríguez de Esquivel, y liigicamente f a interesaba el .enlace óptico de ambos prapugnádos familiares,

p@ted&r

Como mientras menor sea el perimetro de la plataforma de abservaci011más

fácil y rápida era la vigilancia en todas las direcciones para el único guaita que soh ocuparla, fue relativamente c d n a partir del siglo XUl la construcei6n sobre las e s m m de fortalezas píeexistentes o en las de nueva planta, de espéculas, en ocasiones sorprendentemente diizadas. Aunque su esbeltez y devaci6n exenta hacen muy vulnerables a estas borjes, aun se conserva buena

1

variedad de d o s , como en las castillos franceses de BilIy (Atlier, c , 1247 6 1358),prolongando la caja de una escalera de caracol, remtso por lo demás razonable y frecuente, o en el sorprendente Castehau-de-Lévis (Tarn),cuya increíble espérula adosada a l a torrerefugia tiene poco más de tres metros de lada y casi cincuenta de altura, siendo construida hacia 1235 por el ambiguo Gicard Alaman. En los reinos peninsulares destaca Ia fortaleza labrada en QKte (Navarra) por Carlos 111 de Avreux (1361-1387/1425), con profusión de espéculas como en Hs torres de los Cuatro Vientos (1414) y m la del Vigía o del Avis (1415).

Borie de nanqueo con planta triangular y terrado, por lo general a ras de adarve.

E1 esperante es un dispositivo de flanqum muy infrecuente en la fort5caciÚn tardo-medieval española, asociado a los balbuceos del protoabaluarramitnta, aunque pudieran rasmearce orígenes formales en eiementos bastante anteriores, como las curiosas torres pentagondes en proa de los siglos XI aT XV, de prabable origen bizantino en su fomdaci6n teórica, y de Ias que la mitad norte peninsular conserva una cincuentena de ejemplares. Surge el esperonte c m o respuesta a la dnerabiIidad de las torres de flanqueo fiente a la creciente eficacia de la artillería de pólvora, ante 10 que se opta por ¿isponer los lienzos de forma que el ángulo de incidencia del proyectil sea lo más agudo posible, propiciando el rebote o, al menos, restándole capadad de penetración. Sus limitaciones flanqueantes sólo se vieran corregidas, años después, con el desarrollo del planteamiento abaluartado, entre los siglos XVI

Y=.

sureste, ama~tacadado,~ P el I recikto bter#r de la

forrrlarf, de buda 1468.

Encontramos un despüegue sistemática de esperontes en el castillo toledano de Guadamw: (c. 1468-1402) y en el riojano de Cuzcurnta de Ifio Tirón, de la segunda mitad del siglo XV, aunque ejemplares sueltos pueden verse en la cerca exterior, sector ENE, de la fortaleza cacereña de Bdds de Monroy, quizás parte de la rdorma del XVZ, y sobre todo en b excepcional muraUa&&a&ma del castiilo rosellonés de Salces (c. 14971, atribuible a1 a d e r a e ingeniero Ramiro López, m aragonés vetemo de la gue-

rra de Granada.

Hemip.irámide de mampostería que adosada al pie de torres y murallas Iss protege contra la zapa y tormentarii, y cuyos planmi obücuos faditan d rebote de los impactos.

Es un dispositivo que aparece en contados lugares y, en general, de cronología avanzada, como en la torre de Malmuerta, albarrana octogonal en la Puerta de Colodro de la rnurana urbana de Córdoba, al parecer construida entre 1406 y 1408, se& testimonio epigráfico coevo. Una disposici6n muy similar y de idénticos resultados protectores es la que se obtiene forrando la base con un alambor u b angeueiaa, que arranca de planta cuadrada con independencia de Ia que tenga la Torre, por 10 que cuando ésta es circular o poligonal con cinco o más lados se produce una compIeja estereotomia de pechinas y trompas en el entronque de ambos voliirnenes que generan un rdeje asimismo desigual, como ocurre en la torre del ángdo meridional de la falsabraga del castillo vallisoletano de Simancas (c, 15101, en la del homenaje de la pequeña fortdeza riojana de Préjano (c. 1465?) o en una torre del sector noroccidental de la muralla urbana de Niebla (Huelva,s. XV?).

Sólo una atenta obsenracion d d despiece en su apareja pudiera permitir con cierta fiabilidad deducir si los posibles espolones son coevos a los pañas que protegen, o el resultado de refuerzos posteriores.

Piedra grande que se arrojaba a los enemigos desde lugares altos.

Esta curiasa acepción de esquina aún recogida por la Real Academia Española, con leves retoques respecto a edicio-

nes anteriores, en. su diccionario de la Lengua Española 113922'), parece proceder de un relato de Gutierre Díaz de Gámes (1378?-c. 1448) en su biografía

del Cande de Buelna (c, 1378-1453),El Victoricsl. CrOlaica de Pera NPIao, en el que dude al uso, esporádico y por extrema necesidad, de los sillares arrancados de los vivos como proyectiles para la defensa de un propugnácdo mal abasra-

do, tesitura enojosa en la que antes valdrían como tales los merlones, gárgolas, albardiUas o cualquier otra pieza estnicturalmente prescindible y más fácil de Extraer que un siUar bien encastrado.

Muralla m& baja que la principal que pata mayor defensa se levanta delante de eUa, mediando entre ambas la liza. Aunque Filón de Bizancio (c. U0 a,C) recomendaba anteponer a las murallas

unas h e a s sucesivas de defensas avanzadas, éstas estaban compuestas por fosos, terraplenes y estacadas, efímera castrametación de campaña que ocupaba una ancha franja perimetral de lo que en circunstancias normales hubiera sido el espaito, y en ningún caso cabe atribuir al tratadista helenistico la promoción de1 antemuro o falsabraga, ya que toda parece indicar, por ahora, que se encuentra en siii plenitud inicial dentro del mundo clásico en las fortificaciones de Constantinopla en la primera mitad del siglo V, en particular tras las reparaciones de 447 de la muralla nrbana algo anterior (c. 413) afectada por les seismos anatdios. En estos mismos &os de Teodosio II debió lfzcorporarse el antemuro a cercas sdblemente anteriores, como en la de Nicea del sido III,muy dañada por los tres grandes terremotos de la segunda mitad del sqlo IV.

Dos siglos despu&s,la nueva dinastía abasida establece flamante rápitalidad en Bagdag, que al-Mansur construye entre 762 y 766 según modela circular de vieja raigambre oriental de hititas, partes, persas y sasánidas, La Bagdad de al-Mansur era un drculo perfecta de unos dos mil quinientos metros de diá-

metro, bordeado por una muralta torteada de diecisiete metros de dtura, que a su vez estaba precedida por una falsabraga de catorce, separadas ambas por una liza VkTl) de unos cuarenta metras de anchira, todo ello atravesado por cuatro accesos en recodo equidistante~.Esta presencia de antemuro en el mundo paleoislámico pudiera tomar su origen no sólo de fuentes bizantinas sino de ejemplos muy anteriores, ya muertos, como el doble recinto de Zinjirli, en la Siria septentrional, ciudad neohitita probablemente destruida en el siglo VI11 a.c. por las empañas asirras a poniente del Eúfrates. En cualquier caso parece que el dispositivo es conocido hacia el año mil en Ifriqiyya, el Magreb occidental y al-Andalus, y en este iiltimo encontramos menciones de sitara desde el siglo XI en adelante para Mallorca, Málaga, Sevilla, Ciirdoba, Cáceres o jerez de la Frontera, y con carácter aún más generalizado en las fortBcaciones nazaries como Granada, Antequera, Moclin, Laja, Baza o Almería,

En los reinos hispano-cristianosconsta su existencia aproximadamente desde la misma época, y así en el sigIo XZT para PampIona (Navarra, 1189) o Castellb6 [L6rida, 119T), generaliigndose poste-

riormente, en p a a i d a r en los de CastiUa, cuando la dífusión y el perfeccionamiento de la artillesia de pólvora porencid la £alsabraga especialmente en los castillos, hasta entonces menas dotados de d a s que las murdas urbanas, como respuesta protectora e inicial acondicionamiento pirobalistico. Esta falsabraga del sido XV suele presentar un alambor de acusado releje, prácticamente proIongación de la escarga del foso que casi siempre carece de berma, ofreciendo asimismo los primeros ejemplos de troneras incorporadas a la fortificaci6n tardo-medieval castellana. Buenos ejemplos de esta modalidad tardia de antemuro los encontramos en castillos camo en los de Nogales (Badaioz, 1458-1464), Pioz (Guadalajara, c. 14751, Mornbeltrán (Avda, c. 1476), El Real del Manzanares (Madrid, C. 14791, Niebla (Huelva, c. 1480) o el Al#xar Nwevo de Sadúcar de Barrameda (Cá&z, c. 14771,

En otras zonas de Europa accidental existen numerosos y excelentes ejemplos de dable recinto, tanto en cercas urbanas como en c a d o s . Entre las primeras cabe destacar el antemuro que ciñe por completo la vieja muralla de Carcasona (Aude), añadido a partir de 1228 rras la ocupación par las tropas de Luis Vm de Francia c m motivo de la Cruzada contra los Cátaros del sur. t o n kilometro y medio de recorrido y dieciséis torres mayores y algunos borjes menores, reforzada, cincuenta años después de su construcción, por Fdipe IIP (12451270/1285), la falsabraga urbana de

Carcasona es probablemente la más

cabal de las conservadas a Europa. El mismo dispositivo de ddensa pero aplicado a los castiilos encuentra su miximo exponente en la segunda mitad del siglo XIIi en el Gales recih conquistado por Eduardo 1 de Inglaterra (1239127211307}, con la edosidn de las fortuZezas concéntricas coma Caerphilly (c. 1277-1326), Harlech (1283-1290) o Beaumaris (c. 1295-1330), las dos úItimas obra del Maestro James of St. George, saboyano al servicio d e la Corona PIantagenet. Beaumaris, emphzado en la cosra de la Isla de Anglesey, es considerado paradigma de castillo colaceMa'rico,y presenta una completa falsabraga de ocho metros de altura, con dos puertas iritensmente defendidas, doce torres de flanqueo y un pequeño puerto fortificado pasa permitir el atraque de las naves en la misma liza de fa fortaleza, conservando aún algún noray de argolla para d amarre. LSgicamente, en todos los casos y modelos de antemuro o falsabraga durante los más de dos d e n i o s de SU vigencia poliorcética, se respeta la norma básica de situar a una altura sensiblemente mayor el a¿arvaCdel a muralla interior y principal respecto al de la exterior, la fdsabraga, de f u m a que se permita el doble hostigamiento de los aproches y que si el asediante consiguiera ocupar Ia primera línea pudiera ser neutralizado desde un segundo escdón con ventaja de padrastro.

Véase PUERTO FORTIFICADO,

Voz genérica para designar cualquier recinto fortificado, con independencia de su cronología y titularidad. A diferencia de otras voces genéricas, que si se emplean circunscritas a una

epoca más o menos precisa: casfro para la antigüedad, castillo para l a Edad Media, jkerte para Ia modernidad, 6thker para lo contemporáneo.

Edificios de titularidad y h c i ó n religiosa que ofrecen claros signos pasivos o activos de forfl~cación;tanto mevos a su eonstfucción como añadidos en respuesta a una coyuntura m& o menos efíme'a. Como cualquier otro estamento con capacidad económica y jurídica, o de fado, para labrar reparos defensivos en sus edificaciones, el cIero secular o regular, en general profundamente imbricado en la vida temporal de su época y sometido a los avatares violentos de su tiempo, también cbnsrruyó e incluso detentO edificios con clara anicdación defensiva, desde angustiosas turres-teLgio del monacato irlandis, las chicfech de 10s siglos X y XI, hasta magníficas catedrales fortificadas como la de Santa Cecilia de Albi (Tarn), construida entre 1282 y 1390 junto ai castillo-palacio episcapal algo anterior. En general el Midi llanguedociano y pirenaico es muy rico en for&caciones erlesiásSicas, viéndose involucrado en ciertos fenúmenos hkt0ricos proclives a ello como la revolución albigense en el siglo XIII o el tradado de la sede apos~6licaa Aviñón de 1309 a 1378, aunque esas circunstancias sólo acentuaron una tendencia preexisrente desde el siglo NI, con realizaciones como las catedrales de Maguelonne y de Agde y otros numerosos templos fortdicados, indúida la variedad de doniDn-capib como Les Sainres-Maries-de-la-Mer{Bouches-duRhont, c. 11441, tendencia que sería alimentada por sucesas posteriores como las guerras anglo-francesas y las de religión, ya en franco desarroo Ia artillería de pólvora, lo que haría más difícil la situación en estos refugios eclesiales en toda Francia, y buen ejemplo de 10 cuál sería, entre tantos otros, los atroces acontecimientos de la resistencia de los lugareños de Quincy-en-Brie (Seine-etMarne), sublevados en 1590 contra la Sanra Liga, en su iglesia parroquid, no Eorttficada, que fue atacada por el Conde de S&r-Pol, combatiéndose en las naves y capillas, sobre las bóvedas y el

campanario, con un balance de mil cien muertos H mayor parte abrasados vivos. Este tipo de luchas purroq&la, equitativamente compensados en su iriregnsrno católicos y caIvinistas, representa uno de los últimos capíttdos de una larga historia d d uso de los edificios eclesiásticos como refugio pasivo o propugnácuío activo en tiempos de turbulencia, historia que arranca con las generaciones obscuras de las hvasi~nesgermánicas y escandinavas, y empapa todo el tejido social europeo durante más de mil años. De lo previsible del supuesto da buena fE: lo abundante de los reparos preestablecidos, lo frecuentemente que se habilitaban los edificios de culto para hacer frente a esas temidas e inexorables contingencias, Prototipo en esa cotidianeidad ominosa pudiera ser la iglesia p a ~ r a ~ u de id Sainte-Radegonde (Aveyron),en ei obispado de ~ o $ e z ,que ofrece otros eiemplos paradigmátictls como la iglesia fortificada de Inieres o la propia catedral diocesana, integrada en la murda urbana desde el sido MV.Saint-Radegande fue en gran parte reconstruida en 1328, como iglesia de nave h i c a flanqueada con das torres de campanario, cuerpo casi ciego y amatacanado, cubierta abovedada y sobre su trasdás cuarenta tabucos de camaranchones para que las familias de la parroquia pudieran proteger sus reservas y pósitas, y refugiarse en Caso de necesidad, contando con un pozo de aguada bajo la nave del culto, sendas cámaras con chimeneas para el párroco y un guerrero profesional, ambos designados por el obispo de Rodez, un pequeño recinto ex~eriorpara el ganado y una barbacana, todo ello dotada de saeteras, escáiraguaitas y matacanes. No era infrecuente que estas iglesias rurales estuvieran discretamente

conectadas con una red de subtetrrheosrefugios excavados en el subsudo de la

localidad. Junto con estas Eodicaciones eclesi&ticas de carácter netamente comunal existlan otras miis específicas de la dereeia, tipol0gicamente ~Iasificablesen numerosas variantes. Hemos mencionado ya la cloicf~cbo borje de cobijo del monasucisma irlandés en torno d año mii (&de mmes-refúgio),pera no menos peculiar es la relativa abuadancia de vertoriax fout;ficadas en parroquias de la aciaga regllbn fronteriza anglo-escocesa, Estas tartanas de phrroeas o Vi~at's Pekes tienen hoy su mejor expanate en Cordbridge (Northumberland), construida a comienzas del siglo XIV con sillares del cercano Suerte romano de Corstapiturn, con tres cámaras superpuestas en 1% que aún se conserva, sorprendentemente, toda la hfmarrrictura domestica de rnamposteria en una vivimda de su condiu6n: chimenea, hegadero y letrina con sus b a j e s , poyos ventanem, taca rnwafes, mesa, oratorio y atril; accedibdose:a ello al traspasar uaa cancela o yeti y una gruesa puerta reforzada con alamud, miarras que d terrado estaba protegido por m h e almenado mladnoneras en los áñguh. En el mismg condado septemrimd se conservan otros Va'ctlrJsPeles cama Ancmfi:, Embleton, Pontdand o Whittoxi Tower. ~ondduablemcntemayor es la entídad de los reparos defensivos en los grandes y ricos monast:eríos baiornedievales, perpetua renrarien para el saqueo o, en ocasiones, residencia esporidica o retiro de sus poderosas patronos y proteaores. Lo más frecuente era convertix Ia tapia o bardíu de excomunion que delimitaba y protegía el terreno o ámbito de clausura canónica en cerca con adarve o, al menas, disponer espaciadas torres de flanqueo y una puerta con cierta rapacidad de resistencia, a d'ierencia de las iglesias urbanas, que cancentra-

de dar Gsnspr.~sasdesde d wr. i ~ e a d duratte a $ p o ~ ~ c a de d aBe& de Auge#, e8 4 pnnmlmitad dd ri& Xl& m se m&ye basta d XW, a2aBXndo1.e Is ~ ~ ~ I g t r oc lxgo Herpue~. ~

ban su defensa al nivel de las techumbres o en las torres-campanario, salvo que también dispusieran de ella para englobar en su protección al cementerio parroquia1 que, Ilegado el caso, servitía de refugio para la cabaña de la feligresía, tal como se concibió en SentWi, Montjoie-en-Couserans y en Camon, todos ellos en AriSge, aunque en el Ú I h o caso se trata de una abadía destruida en la guerra de los Cien Anos y refortificada en las de Refigibn.

grandes cmtz'Ltor monis&'cos aragoneses de los siglos XI al XüI, coma Loarre, Alquézar y Moratearagtin, que asumieron pronto una condicibn cenobitica, más o menos simuldnea con otros usos, a partir de una fortaleza preexistente a la que se transforma aunque sin comprometer su condicidn de propugnácdo,

del resto de la Europa medieval, tam-

También las catedrales experimentaron en ocasiones procesos parcides de fodicacir!in, como la de h a , que desde mediados del sido XIT incorpora su cimorro a la m u r d a urbana y aún a fines del XV sigue adoptando reparos defensivos, incimo para batir el interior de las naves. En los mismos anos que el maestro Fruchel. (c.1192) trabaja en. Ia catedra1 nbulense, se construye la de Santa María en Sigüenza, con tamos visus de fortaleza que cuando en una fría mdrugada de 1297, los partidarios de La Cerda toman en goIpe de mano el castillo episcopai, d prelado, don Garcia, faera por L YZ'EIQ dando m y grandes voces efiese a me&r a S a m a Mdrh para hacerse fume alli, al igual que intentaron otros españoles en Octubre de 1936, con menos fortum para d o s y para la adusta catedral.

b i h se ofrece aún tierro elenco de fortificaciones edesiásticas, aunque en cantidad y variedad sensiblemente inferior a la que cabrfa esperar de "una sociedad organizada para fa guerraN.En áreas de fuerte influencia francesa subsisten conjuntos rnonásticos de tradición cistaciense con evidente fortificacicin como en Vemela (Zaragoza), con amplia cerca tomada que he reforzada en epoca tan avanzada como en 1444; en NuévaIos (Zaragoza), con puertas, ladraneras y cerca estimadas de fines del siglo XIV; en Santas Creus (Tarragona),con defmsas de fechas simihres; y sobre todo en Santa María de Poblet (Tarragana) cuya tercer recinto amuralIado, y su Puerta Real, fueron labrados hacia 1377, en los años de Pedro I V el Ceremonioso y el Abad A&Ó. Distinta es el caso de los

Diversas coyunturas históricas propiciaron que en algunas zonas se constmyerm iglesias fortificadas de nuwa planta o se añadieran algunos elementos defensivas a otras ya existenres, toda vez que con frecuencia la parroquia era d único edif3cio con cierta entidad arquitectónica de una pequeña localidad y el exclusivo lugar de posible refugio para sus habitantes. La mera proximidad a fronteras c ~ ~ c t i vpuede a s inreativar el fen6men0, a1 íguaI que un estado de guerra latente a activo como en la raya castellana-aragonesa a mediados del siglo XIV,las guerras y tensiones sucesorias de los úitimos T r a s t w a s , o las disputas docesanas, sedes vacantes y otras causas intraeclesides. Circunstancias como las enunciadas llevaron al acasn-

Puentes y faros costeros sollan ser obras benéficas diocesanas o abaciaies y con frecuencia, por su trascendencia logística o por su aislamiento, necesitaron cierto grado de fartificaciúnpreventiva. N~turalmentelas Ordenes de Caballeria, faceta del. rn~nasticismomedieval, poseían encomiendas y casteXlanías con fortalezas que en poco se diferen&bm de las de titularidad laica, n no ser en el enfasis arquitec16nico de sus capillas caswales, a l i d que los castillos episcopales, WtuaLaente idénticos a los de los demás señorios seculares.

En lis reinos bpáriicos, como m los

F ~ R Z Z ~ C A ECLESIÁSTICAS ~NES (Cont.) Hamiento de los templos en ocasiones al margen o contra la voluntad de los titulares de ellos, que sálo en el reino de Leo,, y en los &os finales de IsabeI T, promulgaron cuatro interdictos episcopales oponiendose a do,si bien al tiempo otros prelados casteflanos procedín a costosas campañas de fortíficad6n en iglesias de sus dibcesis, como el bragado Obispo segoviana Juan Arias Dávila ljudeoconverso y casri/lera como los Cartagena burgaleses en Olmillos de Sasarnón), que aproximadamente entre 1463 y 1490 convirtiól a San Miguel. de Turegano en la iglesia-castillo mis espectacular e interesante de los reinos peninsulares, a la cual gaarnes$o e rreparo porque estaba tañ fucd de tomar qge qwlquiera tyrmo fucilmente o! padiera o m par y poseer e consiguientementateiapropiar a sy bs frutos e rrentax de la iglesiu y d qae no se debio mexospreciar ni dexar syn rreparm porque en el misma lugar

tema el alSt~padomuyor purte de sus ventas que en lugar de todo ek obispado, según expone en su testamento desde el exilio romano donde moriría en 1497, tras siete años de extrañamiento, lejos de sus pararnos segovianos y de la fortaleza que tan providencia1 le resultaría no para proteger los diezmos sino su persona, en los días aciagos de un Rey co~8 quien era naús peligrosa h lealtad que la trae'dn, al decir de Colmenares. Aunque no con el grado de fortaleza

de Turégano, subsisten otras iglesias encasti&das de mayor o menor interGt;, como San Juan-de Portomarin (Lugo), quizis en origen donjbn-capilla de utla encomienda de freires sanjuanistas en el siglo XIII;las zaragozanas de Cariñena, Uncastillo o Ejea de los Caballeros; las soríanas de Fuenresauco, Valtejeros o Mezquerillas; las burgalesas de La Aldea, Gumiel del Mercado o Frias; las cacereñas de Valverde de la Vera, Jaricejo o Jarandilla de la Vera; las pacenses de Nogales, Monesterio o La Morera; las ilerdenses de Ager, ALins o Id; y tantas

Fig. 118.- 1glesia.ci~tiIIo de Tarégcrno (Segovia). .b mwe del homenaje desde dss cbtbie~fasde bas naves. &te reductofue labrado por d Obiípa h a s Dávila entre 146-3y 1490, Incppastal~dum 61 uu prgmpa~iario mmdnim de hacia 1200 erigido sobre d uam pre~biterio,qque destaca por sal midada e s ~ e r e ~ t m d a embutida en os~mwepue~tos m p z k d ~dd s

de iglesias cuyo encasfilhmiento fue efhero y con medios de fortuna, apenas un rudimentaria cadahalso en el campanario, unas aspilleras abiertas aprovechada el adelgazamiento del muro en un arcoseIio o el tapiado tosco de los accesos superfluos o de excesivo tamaño; en definitiva, intervenciones que apenas dejan rastro materiaI, y de las que misten numerosos testimonios locales, en particular para algunos mornentas históricos como la segunda mitad del siglo XV y comienzos d d XVI, o las primeras dkcadas del XM con motivo de la invasiOn napoleónica y las guerras civiles subsiguientes. ozras, en particular esa mayoría

Fig. 1120.-CastiIIo epismpdl'ale Ucem (Sotid. Ld t8rre del Aomenge desde elsanieste, donde se txtitnde glna peq~enaweseta q ~ e f i asiento e de m burgo r n ~ ig!rsE'ay m~adh de mrurpostcrin, tufeladopUr h fortgLzd. Lygar pevfenccác~teal episcopado dr 0d e d e w m i z o s deL sigla XTV,d q u e parm quefue dur~nfeelpoiíifficadode don Pedm Gawi'a de Montoya f14$4/1475) mgnrdo re realiaron b abras ~ ú s~bstmeiales, s segadas uen afior dtsp~és por hs qfectwdgs d &#

m t e el Ijt-eve episcopado ¿e! btdmanisu kb#o~dtode l ~ ryiE S C Y(f(i@ir1564/15661. ~V~

Las fortalezas cons&dac o transformadas por las Órdenes de Caballería son indistinguibles de las laicas salvo, quizás, por su tendencia a ocupar más superficie que la media del entorno dada su condición colectiva, su mayor complejidad administrativa y el frecuente m a n t M e n r o de una pequeña guarnición estabIe en las de frontera, alga de ordinario inusitado en las fortalezas nobiliarias. Otro posible matiz diferenciador seria la presencia habitual de una pequeña igIesia o capilla, más o menos integrada en el dispositivo general. de la defensa como en el caso del donjóncapilla, elemento mucho menos usual en los castdas señoriales a pesar del tópico devota, Buenos ejemplos de estas fortificaciones semhonástícas pueden ser Cansuegra (Toledo, SS. m X V T Z para ) la Orden de San Juan, cuyo rnagnifico archivo fue destrozado con todo lo demás por la soldadesca napole0nica que lo ocupO (1809-1813),como en tantos o ~ o castillos; s Salvatierra y Cdatrava la Nueva (Ciudad Red, ss. XII-XV? y c. 1217-1826, respectivamente) para la Orden homónirna; Evlontesa (Valencia, 1319-17481, sede de la de su nombre hasta los terremotos de Marzo y Abril de 1748 que la sepultaron, perdiéndose en este siglo la extraordinaria ocasiQn de

exhumar nrn adecuada t&níca de excavación un testimonio arqueoltigico de su magnitud y rareza; Ponferrada (León, c. 1185-13081, aunque en su mayor parte sea posterior a la etapa de los templarios, correspondiendu a señorlos de 10s Osario, Castro y Enríquea; entre otras

muchas que fueron encomiendas de k t a s y de otras Órdenes 4 s e&ei-as, como en el caso de la alfionsí Santa María de bpaíia, muy probable autora de Ia p&&a e intersante fortaleza de Torre-Espella(Cidíz, c. 1279).

Zanja ancha y profunda que sude preceder a una murda, a la que protege de la zapa y difidtmdo la apro&aeiOn de la tomentaria y la infantería. Su vertiente w la muralla se denomina escarpa y hacia el espalte contraescarpa. La cava puede ser seca

o hunúable,

El foso cama elmento defensivo es prabablemente, tras la elemental barricada, el dispositivo poliorcetics más antiguo, constante y ubicuo en la fortiíicaci8n de todos los tiempos, sobreviviendo al paso de la casrrmetación disica a Ia alta y bajomedieval, a l protoabnluarzado renacenüsta, a la eclosi6n barroca, a la indefinición decimwntinica y, Iracra d a t u punto, a las pmtrimerfas c~nternporheas.Ciñéndonos. al periodo medieval cabe resaltar que h excavadón del foso constituye, en genmil, el b á s importante, voluminoso y transformador de los trabajos de a~ondicionamiento topogtáfco (&.) que se efeaúa en el emplazamiento de una frirtalirza, proceso en el que suelen obtenerse simuitáneamente materiales para la construcción de la superestrnctura, sea tierra y cascajo para una mata y aldea, o sillares y ripio para las paramentos de una Eodicaeión de mampostería,

interesa uaa cava seca y más profunda que a n c h ~pero , si fuera arcilloso tiene ventaja H de a p , ancha y somera, En ambos supuestos canstituye d mejor

Que el foso o cava sea iaúlsdibtg o seco depende más de las características ropográfícas, geologicas y ccltnáticas dd

lugar que del criterio paliorcético del constructoc Ambas cspciones tienen venrajas e inconvenientes de muy diversa hdole, y no sólo defensivas, aunque simque en caso plificando pudiera &rse be elecd6n posible, si el h e es rocosa

Fig* 121.- C&i& de Mdifcnffdd A h r dwiCfti3.Foso ejccau~dom h mclr, ron e~wrpuabambard8zt y mrtrtnmmqa umbzcnd. &diera m ~ t c q o a d eat reform~ afen'tiadag per eLm Cande de A r a 1472.

obstáculo contra h s minas, pre y postpirotécnicas, y contra la tormentarki asediante, pues en el primero de los casos dificulta extraordinariamente el uso de las máquioas de percrisihn como el ariete, de zapa como la gata o de asalto como la bastidri, y en el segundo, e1 ancho e inundado, además mantiene alejada la artdleria neurobalisuca, casi al borde de la zona polémica

Al tratar del acondicionamiento topográüca aludimos a las extraordinarias dimensiones volmétricas que alcanzaban algunos fosos secos excavados en la roca, particdarmente en las fiortdezas cruzadas del sído XII. Otros del mismo tipo, peto abiertos en suelos no compactos, requerían un forro de mamposterin para evitar el decmaronamiento de los taludes, la caos honda chdpada manriqueña, que en ocasiones presenta una cuidada esterearoda, indebidamente interpretada como paramento hidridico. El forrado o ckapado puede ser tambien en aparejo latericio, siendo así en general cuando el resta de la fortdeza esta recubierta de 10 mismo, confundiéndose la escarpa con el alarnbar de la falsabraga, como en el gran faso segoviano de Coca, del último tercio del sído XV, cuya contraescarpa semeja hoy un segundo antemuro al no haberse acumulado en su trasdos los rellenos que hubieran nivelado el espalto, esencialmente hacia el suroeste. Otras fortalezas de la segunda mitad del XV que conservan visibles gran parte de sus fosos son Pioz (Guadalajara), Medina del Campo (Valladolid),Mairena del Alcor (Sevilla), San Silvestre (Toledo), Casasola (Madrid) o Salces (Rosellón), al igual que Peñafid (Valladolid) o Morón de h Frontera (Sevilla) mantienen las cavas que precedían a sus murallas.dia&agma. Sin embargo, siendo el foso seco tanto el perimetrico como el sectorial frecuente en las fortalezas de llanura o en las encumbradas, y constando documentalmente su existencia, en la mayo& de los

,

casas ya no son perceptibles, habiendo quedado cofmatados por escombros o residuos durante siglos de desuso, y ocultando aci posibles caponeras, poteraas, re-fosetes, durmientes o cudquier otro dispositivo propio de ese sector.

Los fosos iwndables, virtualmente desconocidos en la Península saivo contadas y extrañas excepciones como en Calatrava la Vieja (Ciudad Real, s. X?), sí alcanzan notable importancia cuantitativa y sobre todo cualitativa en la fortificación de Europa occidental entre 10s siglos Xm y XV, con abundantes ejempIos como el francés de Labrsde (Gironde, c. 1308-14191,el italiano de Estense (Ferrara, c. ~ 8 5o)el inglés de Bodiam (East Sussex, 1385), aunque quizis sean o t r ~ sdos especímenes británicos, el galés de Caerphilly y el inglés de Kenilworth, donde se alcanza d para-

digma de las defensas hidriiulicas medievales. Caerphilly (Mid Glarnorgan) es una iniciativa de1 Conde de Gloucester en 1268, oponikndose a Upelyn, régulo galés, que atacO la fortaleza en construcción en 1270 y 1271,

aunque probablemente no seria hasta c. 1326 cuando estuviera terminado y operativo el extenso y complejo dispositivo hidrLiilico para embalsar y regular los dos lagos arrificiales a distinto nivel, con uria gran presa fortificada de unos trescientos metros de longitud, túneles, compuertas, puentes y embarcadero, En Renilworth (Warwickshire) fue probablemente Simán de Monfort (c. 120812651 quién completó hacia 1255 un castuo cien años anterior (c. 1120-1150) con unas defensas acuhicas que formaron el Great Mere, lago de unas cincuenta hectareas de superficie retenido por una gruesa presa de alga más de cien metros de larga, doble muralla y sendas torres-puerta en los extremos. La fartaleza, aislada en la laguna, resistió seis meses de activo asedio en 1266, defendida por el hijo de Simóa de Msn-

foae contra Enrique IIIy su prímogéníta, el futuro Eduardo 1,que utilizaron inútilmente gabarras protegidas y bastidas flotantes, destrozadas por la neurabalística de los monfortinos, obliiados a rendirse d cabo par falta de bastimentas y una epidemia de tifoideas, aceptando las generosas condiciones de capitulación del Dictgm ofRenikwarth en la Navidad de 1266. Propugnáculos con fosos inundados de las caracteristicas de los existentes en Caerphill~o en K d worth, cuelen ser clasLFicados tipalógicam a t e como wakr-castles o como t k e fortresses, y el espécimen británico 016s antiguo ~ u d i e r aser Saltwood (Kent), castillo de planta ovalada de hacia 1170, que tuvo carácter hcustre al represar m torrente cercano, siendo una de las fortalezas de los Arzobispos de Canterbury al menos hasta d pontificado de Courtenay (c. 1381).

Sinónimo antiguo de FORTALEZA, Don Sebastián de Covarrubias (1611) lo emplea para referirse al castillo msellonés de Salces.

Borje cortio y hueco para abrigo y defensa de los centinelas, de común aspillerado y cubierto. Es dispositivo muy tardío, normalmente vinculado a la fortificación abaluartada, Confundida habitualmente con las escaragurJtae o las espécdas, sus predecesoras funcionales, la garita es m demento mucho menos frecuente y más tardío de lo que cabría suponer, al menos en su versión de mampostería, que e5 la Unica con ciertas probabilidades de haberse conservado, y siempre en menor medida que otros dispositivos dado e1 escasa grosor de sus paredes,

imprescindible si se quiere que sobresdga del paramento y que al vela o guaita no se le multipUque el espacio muerto en derredor de la garita,

Es probable que, dada h conveniencia de liviandad, m las zonas de clima especidmente $uro se protegiera la guardia con garitas de madera, particdarmente emplazadas en los ángulos externos, si

Fig. 123,-Muruihi arbnrma de Ciadail IIgclrig~ (Sab~oawcal.Garita de mtirseLIposibIernc~~e de h reformar de Feiípe V o Lrabe!D, *~fantdlkrsobre ltx ~ d ~ e dde/ tía# k ~ Kadmrzera gs,iz$r arw la ki nrul de E M ~ U11~(1369/1371). :

bien no se ha conservado ningín ejemplo claro, ni materialmente ni a través de la iconagrdía coeva. En cualquíer caso, resulta evidente que en bastantes ocasiones los cadahalsos y las ladroneras pudieron hacer las veces de garitas, en especial de noche, cuando la vigilancia se centraba en los aproches inmediatos, y más de oído que de vista. Tenemos algún caso de transformati0n tardía de una ladronera medieval, aprovechando el soporte de sus canecillos, en garita para la vigilancia de un acceso, como o c m en la murda wbana sahnmtina de Ciudad Radrigo, en la que, centrada por los encastres de los cigoñales de un puente retrictd desaparecido, asoma al nivel del adarve la ki~ternao cuba de una garita cubierta a media ~armzju,q~xe en lugar de sustentarse sobre la tradicional culdcIamp 10 hace sobre tres canerílbs, único rastro de una ladronera destruida tiempo atris.

Guas Sinónimo de ESPALTO.

Conjunto de aportes informativos que sobre piedra, y por extensión sobre toda la superficie de lo construido, ofrece una fortaleza (heráldica, epigrafía, marcas de canteria, grafitos, rejuntados, etc.).

Al igud que en la arquitectura medieval no defensiva, 10s testimoaíos gliptografims suponen una valiosa aportaciOn para Ja Ieda~iaarqueológica de una fortificación, si bien esa interpretación debe ser cautelosa, evitando llegar a conclusiones falsas, 'toda vez que no son infrecuentes ciertos £enómenos que pueden mover a canfusicin, particularmente de tipo heráldico y epigráfico, como la reinstalación o el reuso de piezas prace-

denres de otra etapa constructiva, anterior a pcisterior, e induso de un edificio distinto y no farzasamente próximo.

El testimani~berdZdico puede v d a r en valor y fiabilidad según zonas y &pocas, la calidad de1 d i s t a , la exactitud del moddo o plan@ia orighal, e induso la buena o mala fe en el propósito dd titular, La gran carga simbólica de ese elemento, dificil de penetrar ahora, lo hace

susceptible a los avatares a los que su propio vdar testimonial le comeLe y vincda. Buena prueba de ello es la relativa frecuencia con que aparecen picadas, hasta borrar piezas y figuras, algunas piedras armeras, a modo de dam~zatio memoriae para sus combatidos titulares, como ocurre con los blasones del polémica obispo se8oviano don Juan Arias D i d a en su extraordinaria igiesia-castiUo de Turégano (c. 1463-1499), a diferencia de los de sus inmediatos sucesores, don Juan Arias del VilIar (14971501) y don Diego dc Rivera (15121543 ) , de pontificados más cómodos para el rebaño, El frecuente incumplimiento de la ortodoxia heráldica puede inducir a ertor en la datacihn o atribución, c~ncediendovigencia de facto a la de iure, como d suponer que la presencia o ausencia de un atributo en las

armas de una persona concreta pueden fecharlas con el p~stqztarnlalateqn~m de la data de la cancesión que autoriza el uso del atributo en cuestión, cal que corona de tihilo, colar de orden, escudete de concesi6n, etc. Igualmente arriesgado es suponer automática la acofación de las armas conyugales, el uso preferente de las paternas, la incorporación de las mate-, erc,, y extraer conclusiones cronológicas Q generacionales, determinantes, de su existencia Q faIta. La habitual ausencia de colores y metales en la heráldica pétrea también le resta cierto grado de certidumbre a la adccripdón, pero no obstante todas estas prevenciones, fa presencia de testimonio heráIdiro mienta y facilita para reconstruir el pasado de los restos de un edificio, arquitectónico y sociolbgico.

Aómemaje de la:pequeñofor~aEw.Las armm son las de Figweraa, a In i-~aiaerda,y h de MaweE, por las I Coracdes de Feria, qHe segis indica ie Iúpida P~~icia~ott 5.a construcuú~m 1458, FA cdefews(~de sw tierra e de b x neoradu~esde e k b . E# d acct~sotal rea#to mteriw fe msemast zamba& asarmor de lo5 Figarem-Mu~steby Osario-Rajas, ~e~n;ndos tilufures del ora dad^, axicomo adra i#smipciBtp e# fa que se #a#$-exta que se araM la ~ P mU 24#.

Teóricamente menos anfiboliigico, el domme~toepigrdfico también debe ser tomado con cierta cautela, y someterla a depuración textual. Aunque más infrecuente que el heráldico, su presencia se incrementa desde mediados del siglo XTII Lorca (Murcia),La Algaba (Sevilla) o Zorita de 10s Canes (Guadalajara)] y a todo lo largo del XIV y del XV [ h a gala (Badajoz), AImansa (Albacete) o Huerta de la Qbispdla (Cuenca), esta

última inscripción, aunque de 1473, redactada en latín, quizás por tratarse de una fortaleza episcopal y en unos años [C. 1470-1479) en los que detentaba la sede conquense e1 Cardenal anconés don Antonio-Jacabo de Véxleris, legado pontificio para aplacar las di~erasionesdel reho de Custillal, Tambih son reiativamente numerosos los testimonios epigráfims conservados fuera de su contexto arquitectbnico, y en general sin adscripción segura.

Pueden tener particular interés las marcas de canteria, ramo f as vinculadas al proceso de extracción en cmtera, como a las de1 trabajo estereotomico o a las de indicaciones de ubicacibn, d bien se esti aún lejos de poder interpretar el exacto alcance de su signíficado, y m& a& de poder obtener fiables cronologías absolutas e incluso relativas, En ocasiones, amparsindose en el carácter ibaante de las cuadrillas de canteros, se interpreta la mera coincidencia formal de algunos signos lapidarios de lugares muy distantes entre s í como prueba de autoria compartida, abuso hiperdífusionista parricularmmte ingenua si se tiene eo cuenta la forzosa simpleza de las marcas de canterla, sencillez que mdtiplica exponencialmente las posibilidades de coincidencia azarasa, Los grafito5 ocasionales, plaga contem-

poránea y bendición coeva, pueden constituir documentos valiosos según las circunstancias de su factura. Los más Fig. U>.Fort$cmr'ones de k d e ~ m fISalammcal), i Anspliu m~~~trupa'u d~ miarcm de uf~ptm% m las sila'aes graaitkos H hr asnitrdts.

interesantes suelen ser los grabados o pintados sobre el mortero fresco, durante la ejecución de la obra, y por tanto estrictamente cowos con d a ; con frecuencia representan bocetos de portadas y otros elementos relativamente complejos, a modo de insrmcciones visuales al personal de la obra, conservhndose dos buenos ejemplos de lo apuntada en la pared de1 acceso a la torre del homenaje desde el terrado del aula maior (c. 1477) en el castillo gaditaxlo de Santiago (SanIúcar de Barrameda),y en el muro de fa

la fortaleza de TorreEstrella (Mediua Sidonia, c. 12803), en la misma provincia. En ocasiones estos grafitos caevos pueden identificar la autoda del operario ejecutor del trabajo, como en el imradds de la bóveda baida en La segunda &mara de la torre del homenaje (c. 1432-1485) del castillo de Arcos de la Frontera (Cádiz). Entre los grafitos no vinculados con el proceso constructivo, pero poco posterior al mismo, los asuntas más frecuentes, en casi toda Europa, suelen ser los de iconografía religiosa, en particdar en lugares que sirvieron para calabaza; las rnuescas contables, a manera de calendario para poder caIcdar d tiempo transcurrido, o de contabilidad en el trasiego de mercancias y vaiores; los nombres propios unidos en ocasiones a datos como edad, nave oriental de

profesión o a una angustiada invocación divinal; y, curiosamente, la representación grifica de barcos, en ~casíonescon buen pulso y meticuloso detalle que permiten identificar familias nhuticas como gaIeras Erancesas a carracas italianas, e incluso aparejos con palos y vdas concretas o tipos de timones y gobernalles, de indudable interis para la arqueología náutica.

También 10s rejmfddos, esgrafiados agradados y demás t r a t e e n t o s externos proporcionan ~ o m a c i ó nútil para la percepción e UiterpretaciOn del documento arquitect6nic0, como en el uso de escoria de fundición o de carbOn mineral para el ltagueado de mampuestos, el enjaIbegado con lechada de almagre en los depósitos para H aguada como tratamiento contra la eutrofización dd contenido, o el recortado de las rebabas de los rejuntados configurando sImbalos vinculados al edificio, como las hojas de higuera del linaje Figueroa en los lienzos de las fortalezas pacensi- de los Condes de Feria en Nogales (1458-14641, y en Feria (c. 1458)-

Fig, 127.-Ca~tiila de N o g a h lBnd~i~zi, mtre la ~bndLYrzprofusiúw & rembri~ie~os decor~~tioos de agrmihdns y !&ea;dos adn swbsirfentefen o t e par(idigma'&Cacastidio-bm@6ndes&cau, sim&~cas,das hajss de AigueaScmblemu ISetdidHco del lirpda Figtisroa, comtrztcior de k pequctPdfirtudew es& 1458y 146.4.

'A Sinónimo de CAPONERA.

Pequeño foso que corta inesperadamente un pasadizo, de suyo interior y mal iluminado, y que habitualmente está cubierto por tablones, que se retiran todos o en parte cuando las circunstancieslo aconsejan. EBun recurso defensivo infrecuente aunque constante, al menos desde h a les del siglo XJI,en que lo encontramos por quinrupllcado en el castillo gaks de Cirreg Cennen (1277-13071, hasta comienzos del XVI, presente m la fortaleza espafiola de Sdces (RoselIón, 14971503).A diferencia de los fosos perimetrales exteriares no consrituye un obstaculo de lento y rirduo forzamiento, aunque si útil para romper el ímpetu de un ataque puntuaI, dado su carácter imprevisto y contundente. Fuera de pasajes recoletos, donde su eficacia poliorceitica es mayor, lo encontramos con anterioridad, pues se corisrruye uno, siglo y me& ames que en Carreg Cenaen, precediendo inmediatamente al rastrillo exterior, en la puerta oriental del castilla de Carcasona (c. 11201, encastrado entre las das tomes de flanqueo que enmarcan ti acceso, a modo de un pozo cuadradb de tres metros de lado y cuatro de profundidad, que muestra en sus bordes el rebaje para acomodar los tablones que habituaLnente lo cubrían, siendo retirados sólammte en circunstan'cias excepcionales, y no con las precauciones nocturnas usudes, que si afectaban a otros dispositivos de operatividad más ágil como rastrillos o puentes reticsictiles. Vuelve a ser frecuente su uso m la fortlficaciOn contemporánea, prodighdose en los pasajes subterráneos de los reductos de infantería, artillería y apoyo Jogís-

rico de la Lhea Maghot, resolviendo su eclipse por medio de un puente de&zante lateral, controlado desde una crimara blindada contigua y paralela al pasaje interceptado,

Sinécdoque de V& dn pace, que es a su. vez sulbnimo d t i s t a de calaibol;~srtbterri. neo o mazmorra, can matiz monástico. Al parecer oriunda de Francia en el siglo XVI, es expresi6n &dida en d XIX para M i i r er ciettos supuestos de la timnia feudalI

Pequeña obra voladiaa con parapeto y sudo aspillefado, ea un muro o torre, para el control de la vertical de una puerta, esquina u o- punta vulnerable situado a su pie. Pieza esencid en la defensa vertical, la ladronera, a pesar de su lograda y eficiente simpleza farrnd y hriciond dista mucho de mnacerse con terma en mif origenes espaciales y temporales. Respecta a la primera de las coordenadas todo paecr: apuntar hacia una amplia zona mediorioental, entre el tramo septenrrional del Nilo y la costa accidenrd del C~spio,y en manto a su cronolo$ia inicia1' podría estar aproximadamente entre los siglos VI y VIU. E1 ejemplar más antiguo, dar0 e incuestionable en su huanalidad, sería el que domina la hnica entrada al recinto menor de Q a l al-Hair ash-SharG, a unos úen kil6metro; al noroeste de Pamira, castiIlo del desierto sírio construido hacia 729 por el mismo C&a Orneya, Hishh, que lo hace dos años antes con Qasr &Hair alGhasbT, no lejos del anterior, y mbdque aprovecha las ruinas de un monasterio

Fj& l?u.- Fe~labzdde iMu~e;r~Jbrí~ f?Bbe&j- hdos krdmneras tpe $imqt(em e4 tq&lplar de h P D ~ de! E homcngie, albarrana y prr&g0nafe~ proa, en d sector norefbe. &&era m m r d f f faore h dn dakddn rpJgrdPw de Jafgwa a ~ r t e r i amNacidiegdo ~ rqencia &t+ Igan Mmuei m $id'q~u~ de T&& d&r&ela m#crr&a &Aifasa Xi,pomseñog derpueS deL eti#ega dc lbs rwg!~zfifi la C m t ~por , fe? W J V ~ ~ I P ~ O X , 7 Si'@.

Fk. f 31.- 6stj;llo dr G U Y C ~ Mf~CM~ ~ cOaZAmpbh ), ladronere sobre elacceso prinnpul, obra probabbe del hfarguésde V i ~ hdam d i a d ~dd s sigh y q a s proxiwtidade~murih comh~latien&o da# Jorge Manr-qzleEigueroa efi 7477.

m

bizantino fechado epigrhficaanente en 559, que al parecer disponía de una ladronera pata la protección del acceso a una torre, ahora incorporada al b g d o noroeste del nuevo paIacia fortificado Omeya. Estos &positivos para. la defensa vertical eran conocidos en la arquitectura preidbica de Siria seprmtrlond, y el ejemplo más anUguo pudiera ser en h torre de almenara de Dar Q%, fechada en 35 1, aunque otros ejemplos, incluso anteriores, parecen corresponder a letrinas voladas, lógicamente sin hacerlas coincidir como las ladraneras cwn la vertical de acceso. Estas l a h a s , forrnalmente muy semejantes, parecen ser sus precedentes directos, y ya aparecen con. aparejo latericiu y sobre m&sulas de piedra en las m u r d a s de Roma reformadas por Majencio entre 3 O6 y 3 12, constitupndo los ~ecess~~iuvum de la baja latinidad,

Tras este temprano inicio, prestarno siriaco a la arquitectura defensiva paleoislárnica, la ladronera sigue apareciendo esporádicamente en otras f o d caciones, como en algunas puertas de la nueva murda urbana de El C a b , construida en 1087 ante el inminente peligro de los turcos seIjúCidas, al parecer baja la dirección de tres arquitectos armenios; en ella vemos como Bib-m-Nay tiene una ladronera en su pasaje interior, si bien la defensa vertical en la cara externa del acceso se confía a una buhedera, dispositivo de gran tradidrin armenia, y a las que deben referirse las fuentes árabes al hablar de s u q w (caer), E h Europa no parecen existir antes de finales del siglo XIE, conservándose ejemplares britanicos del XIV como Kidwelly (Dyfec, c. 13401, Cooling (Kent, c. 1380) o Bodiam East Sussex, c. 13851, aunque en realidad sean más cortas adrtwes amatac~adossobre las puertas de acceso exterior que puras ladronem puntuate~,dentro del proceso de substitución de los cadahalsos de madera por voladizas de mampostería iucombustible. E a la Penúisula parecen surgir hacia la misma epoca, fechindose epigráficamente algunos ejemplares tempranos en la torre de El Carpia (COrdoba, 13251, tanto en las esquinas del antepecho como a media altura, en la tercera planta de la torre, aunque su aspecto sea más evolucionado de lo que cabría pcnsar para una prora-ladronera en sus bdbuceos üpol6gicammte iniciales. Poco posteriores pudieran ser Ias cuatro que: Elansuean la delantera de la torre del homenaje ptagonal en proa en el a s t d o t~ledanode Montalbin, o en h dd seviilano de AIcdá de Guadaira, fechables hacia la segunda mitad del mismo siglo

m.

En líneas generdes, tras el abandono del cadahdso y previo al uso sistemático del matacán, las ladroneras se solían canstruir en batería y a la altura de adarves y

terrados, como en el castillo

1:ig. 134.- Castillo de ObmiIIos de Smirtón (Beirgus). Ldronera sobre un accero en el sectar t~eridiunatd~'6 recinto ittterior, de mediados del siglo XV, sbm probable de Pedro de Curtageno, huo del Obispo de Bprgor, eebjtideoco~verroPablo de Sarata MnPrir.

I;ig 135.- C,tídiI¡o dt V~alwciadt Dorj J~tan{Le*). Aparatosa e inrficuz ladmerb s&re cis a c c m mtigun u & forre del howeñaj¿: ribereda JeJEFia. E obro de las Acuña, D t l p e ~L Vialencia de DanJuan1 hacia 1470.

Fig. 136.- Muralba ur$araa de Rodns (Dodecapreso, G r e ~ k )Lad~anea . y saeierd estribada en las proxdmidclde~de in Pzretg &L Mur, cpa ~ l s e t o r

Fzg. 137.- Castiblo de Espera (Cidid Cunecdlos de bocel escglopiiado qae sost~vierors~ n hdroraero u sobre el armo del recinto i~twiar,obra probnbb de i o ~ Ribera en la reprrda mitad dck siglo XV.

pardaario de /lo c m , fichada qigrifE1:umerrk 1478, &>.ante el mi?esgrmgoc i Pime ~ dirlabslssom

vallisoletano de Tiedra o en el leonés de Quintana del Marco, en ambos casos quizás de hacia 1400, aunque en ocasiones pudieron instalarse en torres y m u d a s preexistentes. Esa disposicián en batería es muy anterior en el irea medioriental, tanto cristiana como musulmana, y la encontramos en proporciones inauditas en la muralla exterior del Krak de los Caballeros (c. 12001, de la Orden de los HospitaIarios de San Juan,asi como en la gran torrepuerta de la ciudadda siria de Alepo, como parte de la acumuIación defensiva del acceso construido por Malik a$Zahir entre 1204 y 1215.

Con la difusión de los matacanes, cuya generalización sobreviene según las zonas entre la primera mitad del siglo XIV y mediados del W ,las ladroneras suden quedar circunscritas a la defensa puntual del acceso, funu6n que mantendrían con frecuencia lncluso en la faaificaciOn abaluartada, hasta bien entrado el siglo XVEi- Aunque con tipología y fundonatidad bien definidas, adopta formas y tamaños muy variados, desde el lujo estereotómico en el castillo de Gucimuñoz (Cuenca,c. 1470) a la modestia latericia en la Mota de Medina del Campo (Valladolid, c. 1482), de la hipertrofia de Montealegre (Valladolid, c. 1348?) a la discreta pequeñez de Olmillos de Sasamón (Burgos, c. 14461, o desde la inoperante escenografía de Valencia de Don Juan (León, c. 1470) a la &ciencia escurridiza del puerta de Roda (c. 1478), e incluso Con algún C U ~ O S Ocaso de polivalencia funcional como el aún existente en la fortaleza cacereña de Belvís de Monroy, sobre la puerta de acceso a la crujía meridional desde el patio interior, una ladronera que domina su vertical, pero que al ser observada desde ei interior de la tercera planta muestra el hogar de una chimenea convencional, que según las Urcunstanúas lo requiriesen, actuaría con una u o t r hinci6n. ~

Fig. 138.- Casdilta akBIuis de Monroy {Gfceyes). íodmnera y bogar da chimenea en d sobraido dosde mece duiikz dofia habe! de Ahurag en 1433, nüent~urlaforbadezll era aedMda por las Mcnmy-Sot~mayor.

mmo

-

Porci6n de la muralla que media entre dos torres consecutivas.

\

Franja de terreno comprendida entre la murda principal y su falsabraga.

mmo Voz popular para designar a la TORRE DEL HOMENAJE.

Pasadizo abovedado, construido en e1 grosor de la muralla par encima dd nivel del sudo y dotado de saeteras, que permite e1 hostigamiento hacia el exterior de la foxtaleza o en algunos casos hacia intramuros, en el supuesto de irrupcibn del adversario, al tiempo que facilita unas comunicaciones rápidas y discretas por el perímetro

de la fortificación.

Dispositivo conocido en el munda bizantino desde el siglo VI (En Dara, glosada por Procopio), transmitido al musulmih mas tarde (Ukhaidir, s. Vm; Cairo, s. X I ) , la encontramos entre los europeos de Ultramar poco despues (Baqhris, s. XII; Markab, c, 1186; Krak de los Caballeros, C. 1200; Chastel-Pelerin, c. 1218) y en Francia desde &es del siglo XI en la tome del homenaje de Lo& (Arques, c, 1125; Chgteaudun, c. 1180; Coudray-Salbart,c. 1226; T.Constance, en Aigues-Mortes, c, 12451, pasando a la Inglaterra nomanda desde un principio (Londres, C. 1078; Newcastle-upon-Tyne, Lí68/1178; Dover, 1180/1290) y a Ia de Eduardo 1, en la marca galesa, a parth de 1278 con la legada del maestro sabciymo Jacques dtll Saint-Georges, quien fa instala en los ~astiiIosde Fhe, Caemarvon y Beama-

ris. En Italia tenemos dgún ejemplo en

la b d h t e excentricidad de Federico U, como en Lucera (c. 1235), aunque a mado de manga cobijada en un alambor de acusado releje.

En los reinos peninsulares es recurso virtualmente desconocido, si exceptuamos algiin palimpsesto castral, como la gderia perimetral bajo el alambor de la falsabraga del casullu de Mombeltrán (Ada, c. 1485?), que recuerda e1ya citado ejemplo Hohenstaufen m Lucera, asi como d de Termoli.

Batiente de madera y/o metal que cubre las almenas a voluntad de los defensores, bascuIando entre dos merlones contiguos,

Sólo las ranguas en las que basculaban los paneles, en los casos en que la conseroaci6n de los merlones permite detectadas, facultan ahora a idenGcar la asada existencia de nianteletes, dispositivo por la demás no muy generallzado, y que parece introducido a partir del siglo XIII, posiblemente en sus inicios para las almenas/ventanas de los adarves cubiertos, propios dio climas &S, y en los que jugarían más un papel de aislamiento que defensivo, a modo de contraventana, aunque siempre mejoraban el cOntrol de la vertical a pie de muro, al permitir su observacibn y hostigamiento a cubierto de tiros frontales, Frecuentes en Francia desde fecha temprana (Carcasona, c. 1285),pasan a tierras británicas (Maxsroke, c. 1345; Stokesay, s. XV; Warwick, c. 1380; Corbridge, c. 1305; etc,) y resto de Europa, aunque en España no abundan las pruebas de su uso, e induso en algunos de Ios ejemp1o.s pudieran corresponder a restauraciones abusivas. En Orgaz (Toledo, c, 1470) aparecen en toda su merlatura, así como en Belmonte (Cuenca,

Fig. 140.- Cusfildo.de Oropesa Iiokcdo]. Pritniei'phno de rtpehrura, en adarve ji escaragu~ida~ mastramda las rnnguas horizonbulespara encastrar d eje de dos mtmtelefes~ U nrbririan C a uolunbad lm ulmenas. E ~ t a peqrreña fortalw debió ser mrrsrruida m eel tiftimo tercio delsiglo XV, aunque afectada ppocos uños despué~por el imito de hs fuerzas Uñperiaies, m Marzo de 122'21,masda era de loor Pera de G ~ z r n á ~ .

menor medida en Ampudia (Palencia, c. 1440). Con clara aunque tardia influencia francesa los encontramos, entre otros catalanes, en San Genís de Vilasar (Barcelona) y Vulpellac (Gerona).

c. 1467) y en

En definitiva se trata de la versiiin reducida y estática de la cleda, mamparo miivil de madera forrado de metal, aspiIlerado, que se usaba para cubrirse en trabajos de zapa a en combate de c d e s y barricadas.

Largo antepecho voladizo en el adarve de un lienzo o en una torre, sustentado sobre ménsulas o contrafuertes y con el sudo aspillerado para el control de la vertical del pie del miira,

El matacan es el m á s reciente de 10s dispositivos para el contra1 y defmsa de la vertical, entre los que también se encuentran la buhedera, el cadahdso y la ladronera, y en cierta medida epítome de todos ellos, al compendiar sus m&dades defensivas puntuales y lineales, aunque perdiendo algunas ventajas específicas de cada modelo.

E1 controI de la vertical, imprescindible para evitar el espacio muerto aI pie de las murallas y para hostilizar cficazmente los trabajos de zapa, puede ser ejercido puntualmente sobre un lugar sensible o vulnerable como una puerta o esquina, por medio de buhederas o de ladronera$, a bien linealmente sobre la banda perimerral de la base del muro, y su alambor si Io hubiere, a través de matacanes o cadahdsos. Los peligros que la naturaleza combustible y putrescible del cadahalso suponían, y las limitaciones de su COHIpleja cqinteria en zonas poco dotadas para ello, impuso paulatinamente el matach de mampostería, aunque perdiendo alguna capacidad de vuelo y hostigamiento. Considerando el tipo de soporte o susrentación, el matacán puede serlo sobre contrafi4ertes o sobre modilla~zezescalonados, adquiriendo con ello caracteristicas distintivas no s6lo formales.

El matacán sobre carztrúficeries, en d fondo una cadena de buhederas, parece surgir a mediados del siglo Xü, en &unas regiones francesas como el Languedoc, preferentemente vinculado a edificaciones reIígíosas de tradicicin ramánica, en las que abundaban esos refuerzos en la cara externa de los muros, bastando unir con arcos la cabeza de los contrafuertes, Buenos ejemplos pueden considerarse, entre otras Eartíficaciones eclesiásticas, las catedrales de Agde (Hérault, c. 117fl), de Villeneuve-IesMaguelanne (Hérault, s. XIII) o Santa Cecilia de Albi (Tarn, c. L282-1390),

MATACÁN(Cont.)

Fig. 144.-car~ilkode T o t r ~ p ~ d i ~&vrgosI. rse Matacanes sobre riztidildpaer y cafre e~car(~gwai@de sonorte abocebdo. e8 el tewado del m c k o de este e i t r d r ~bf&h ~ dé mtiUa y rasn-fuette, qtie emba bbránd~sea& ePrtre 1539 y 1524pasa b~ Vuldiuieto,y que f u c ~objea de iamdicriidP1 regk a instancfasdejKFdacra y regidore1 de la uk&d & Burgos, ablig&n$ared derribo de dafnlsabagu y puefife Kwadizo, mmo Q d e s m k y EOEm~tarel frsso, pem d$a9ido hta~tak? torre del hame~tzj~ adk! hoy una de Ins mabr maserwdm de CasbilI~. Em 1520 garmi~baew ei& adims de ppotbriira e lom&urdare

de nerttIIcrid i c d i c h som, partio de los avcaBC;cesy

cdpaptes ... graebrudo5por su itl.titiLi&d paro hacer rejo$ y clmse.., Tu&& eg la regunda mitad del siglo XVBT e.!Maxqlbés de Barriotddcbó tenia enqplou~dos matra ~5*7ptes ea las eswrug~aita-r arqui~pw~s de ld

aunque no siempre puede establecerse e1 carácter caevo de los arcos respecto a los contrafuertes que los sustentan, pudiendo tratarse de una incorporacion dgo posterior como respuesta a violencias sabrwenidas. En cualquier caso, d aprovechamiento de los contrafuertes para amratacanar iglesias perdura 1argo tiempo, y lo v c i ~ v a o sa encontrar en algún ábside castellano del ultimo tercio de1 siglo XV, como en el de la iglesia de San Pedro de CuéIIar (Segovia, c. 14711, Este sistema tambiin se empleó, aunque en bastante menor proporcihn, en las fortificaciones laicas y desde época igualmente temprana, como en las torres dd hamenajede Ambleny (Aisne, c. 1140), ChAreau-Gaillard (Eure, 11961198) o Nioa (Deux-Sevres),esta Última construida en la segunda mitad del siglo XD por Enrique XT. PImtagener (1U31154/1189), asi como en algunas murallas como Lucheux (Somme, c. 1200) o en Ia ingeniosa combínacirin de matacanes sobre cantrafiertes y base alamborada canstruida por Hugo de B o d e en FarchevilIe (Essonne) hacia 1291, y sobre todo en torres y lienzos de los fortificados palacios puntificios de Aviñón (Vauduse), en particular, el KGo, labrado por Benedicto X I I entre 1334 y 1342. En ocasiones se ensayaron sistemas mixtos de contrafuertes y rnodillones como en la iglesia fortificada de Lec-Saintes-

Maries-de-la-Mer (Bouches-du-RhCine), estrunura romhica comenzada hacia 1144 y cuyos resaltes fueron aprovechados doscientos años más tarde (13681394) para, camplementados con ménsulas de bocel escalonado, tender un matacán perimetral. Más elaborada a h es la torre del homenaje del casulla episcopd de Clansayes (DrOme, s. XIII), cuyo ingeniaso juego de ~ontrafriertesy admes volados a media altura le permite cambiar de la planta cuadrangular a la octogoaal por medio de una Gmbínación de volúmenes g uaa muy cuidada estereotomia al servicio de un virtuosismo de utilidad poliorc6tica dudosa,

explícitos vinculan con áreas o períodos concretas, corno los modillones en pirámide invertida propios de los Mtatacdraes bretaner, pres&tes-al menas desde h e s del sigIo XJV m fortalezas como Largo&-en-Elven (Morhhn), cuya enorme torre del homenaje, quizás la más alta de Europa con sus casi- sesenta metros de alzada, fue construida antes de 1394 y coronada con los caraceeristicos ancones piramidales para sostener el parapero arnatacanado, al igud que en Tonquédes lC8tesdu-Nord, c. 1406),Josselia (Morbihan, c. 1407) 0 Combciu~g(XIie-etVilaine, s. XV) Estos matacanes bretones aparecen esporidicarnente fuera de su territorio natural, ptobahiemente iievados por canteros o clientes de esa procedencia, mcontrándase en foaificaciones disrsintes como Bonaguil (Lat-et-Garonne,c. 1450-1483) 0 Chaumonr-sur-Loire (Loir-et-Cher,1465-1481),e incluso en algunas fortaiezas de la Peaúicda, como enla navarra de Qhe, donde se construyen entre 1414 y 1416 las torres de la Jayosa Guarda y de Avis, en las que interviene el mezonevo Janin de Lome, -procedente de la ciudad entonces francega de Tournai. Circunstancias semejantes pudieron concurrir en la portuguesa de Porto de Más, entre Tomar y el Atlántica, de fecha y factura indetermi-

.

Fig. 147.- Tovma u%Olmos tPicnzn CBtlrgd. Tramo de e~qiw'iao perfectnmentc co~~.efya&del parapeta a m a t m o d o y almenado, con miilQdaextereofo~fa, tamq.uefeble.Debid Jer c a n s ~ i d ae9e ek pv'mer twno del si& por los C a r i b l o - ~ SdeDla vega, pasando por venfa en 1431a sus parimte~¡os Vehsca, Cmdes Q$ Ham,y H&S bmde Dtlq~esde Frks.

xv

nada.

Fig. 148.- Castillo de PePíaranaa de Duero (BPargos). Debiú ser mnstmrida L rawe del hornenqk m el segundo tercio del si$u XVpw don Diega Ldpez de Sút7iga y Gurmán, Condt-xtabk de Casrlllap Conde ide Wratlda del Cm#@,m umso ekttad~Y ubicación táctico rimiiur n la ysilis~lekra~ia de Pe@ufiel.

Otro aspecto forma1 orientativo es d p d del ancón o memula, que puede derivar de la austeridad del gótico a s trense a la minuciosa compfeiidad de la consola prora-renacentista, coma en las tomes dd homenaje de C d o s VU en el castillo de Mehun-sur-YGvre (Cher), construido entre 1367 y 1390 por el Duque de Berry, y hoy casi reducido a Iac miniaturas de Pal de Limbourg. Plenamente renacentista son ya los modillones en las matacanes que circurrdau el terrado de1 extraño homenaje de Belmonre de Campas (Palencia), obra de un personaje no menos curioso, don Juan Manuel ( 1470?-153.871, descen-

diente de Fernando IíI de Castilla y miembro de una familía, los Manuel, autora de las ~ri~inalídades castrales de Alarcón (Cuenca), Cifuentes (Guadala-

conjuncibn una imagen paradigm4tica de la arquitectura castra1 tardotrastarnara, llena de simbolismo soúalógico aunque no desprovista de sigdicado poliorcrhico, La combinación mata&-escaraguaita adopta múltiples camposiciones que guardan poca relación con supuestos problemas en el ritmo de los rnodillones al cubrir las esquinas de una torre tetragonaI, obedeciendo más bien a criterios de usanza general y elecci6n personal, dentro del marco simbólico apuntado, que al igual que con los merlones, llevaría a prolofigar su uso, ~on~ejernphres atrofiados, en rnoment.6~y lugares ya carentes de función defensiva, pero impregnados de carga alegúrica.

jara) o Montealegre (Valladolid); primer Toi&n de Ora español, Privado de Felipe el H m o m , Embajador de Isabel I en Flandes y de MaximiIiano en Roma, acompafía al Emperador en las Cortes de ValIadoIid, en 1527, cuando debe estar labrindose esta torre, de cuerpo vieja y ropaje nueva, a la romma.

En los reinos castellanos es frecuente durante la segunda mitad del siglo XV el uso combinado en adarves y torres d d antepecho amatacanado y las escaraguaitas aboceladas, Uegando a constituir esa

Sinónimo de CALABUZO, con matiz subterráneo.

T~amamacizo del antepecho, entre dos almenas, para la protecci6n del defensor en

un adarve o torre. Suele rematarse con alb~pdilha dos o cuatm aguas, cuartos de circulo tangentes u otras formas de tardía compIejidad. Acostumbra a presentar un frente de una a tres veces el de las almenas contiguas y a estar perforado por aspjuera soportando en ocasiones las r q u a s para el basculamiento de manteletes.

Aunque la merlatura era un recurso defensivo conocido y frecuente desde época preclásica, pudo no ser de uso universal en la alta Edad Media hispanomusuImana, según parece desprenderse de las fuentes documentale5 referentes a la toma de Évora por el futuro Ord~ña IT de León en el 913,omisión que se ha sugerido extensiva a otras cercas urbanas emirales como Mérida, Madrid o Toledo, negligencia inexplicable por cuanto convertiríalos adarves en pretiles

de azoteas

La siempre escasa anchura disponible en un adarve y la conveniencia de no

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provocar espacios muertos al impedir la proximidad del tirador al p h o exterior de la muralla, vedaba que el antepecho, y por consiguiente los merlones, tuviera un grosor considerable, Esta debilidad estructurd ha supuesto que en la abrumadora rnayoria de los casos no se haya conservada la rnertatiira original, e incluso que cuando por tal se tenga pueda ser el resultado de reposiciones o reestructuraciones m& o menos coevas, aunque siempre dentro de fa funcionalidad operativa y lejos de la merlonitis, hilarame patología de Ias rehabilitaciones arquitectónicas aún en uso, consistente en prodigar unos áirninutos medones nanqueados por diiatadas almenas en cualquier muro al que se atribuya origen defensivo. Los manteletes, introducidos en el siglo XIII, no alcanzaron un uso realmente general en Europa y el Mediterráneo, aunque su único rastro, las ranguas horizontales para su bascuIamiento entre dos melones contiguos, serian de los primeres elementos en s& el dererioro apuntado. En cualquier caso debieron ser relativamente comunes en amplias zonas de influencia Erancesa y episódicos, además de rardíos, en las marginales, Más idrecuente aún fue el abocinamiento de las almenas, en general asociado con las refotrnas pirobalisticas, como en los dllatadísimos merlones a d e r o s de hacia 1500,

El valor defensivo y simbólico de Ia rnerlatura era tan evidente que llegó a representar la abstracción del concepto de fortaleza, conformando el lenguaje técnico y jurídico, Así vemos como en la Cancillería de la Inglaterra Plantagenet la carta-patente autorizando la consmcuán de un castillo se denomina ljceace t o crelaelkate, ambigüedad simbólica documentada desde 1143 (para Bíshopton) hasta 1533 (para Cowáray), aunque en este idtimo caso el documento txpedido a Sir Wiltiarn Fitzwilliani parece

tener caricter de anacrónico formulismo legal, vacío dei contenido y significado que hasta pocos años antes tuva, que no obstante se mantendrla en un plana simbólico muchas generaciones después de la desaparición de sus usuarios, como alegoría de u n a condición estamental.

E ~ 153.. 6xdt'lbodeB d ~ .&ee2 1 . 1 9 ~ ~(Fairni&) 0~ sitraih a kr MB~&PMde ~ I G U h befeera de%& dd sigh aLgo wteria~ de In @e& meridional del segavidm T~rigazau, coro~mdaL ~ Nanaepech exti-emdameizteddgado, ,mi masimsles 'esat~ptiLerrrsde &d~.(~nrZearo exfsm,es la t o m del bownrpje. En da i ~ ~ g re. e percibe g el cmbto t.stert!etÓmicoa tr a h r a da Em ~udtmemdd rrrm del baIcBn, mfi un pnammio iizfertorde riddarejar &gw~~dos y otra s&peYu>rde silbres casi 8 ) ktresq mmbio p e prciadt'a kr mfttetrSr e ~ m r á i & t dq ~ c t~l~sa'mrl en ei adgwe S& PBX ello rebajarre u h p f e d ~ ~ f i m w

Conbnto de pasajes subterráneos destinados a accedet a diversos puntos dentro y fuera de la fortaleza por motivos de comunicaciones, suministros o conmataqaes, y los efectuados por el nisedante para penetrar a destruir las defensas. Tanto ames como después de la &oen la poliorcetica, ducción de la 10s trabajos subterraneos adquirieron considerabIe impartancia en la gesúún de las fortificasiones, Biversificados en mUIUples cornctidoc, desde la obtención y almacenamiento de agua (&de aguada), custodia de cautivos (pide caldom), lugar de refugio más o menos a&vamente protegidos (vide cueva fortificada), a las galerías subterráneas de acceso puntual, Estas d h s , geniéricamente denominadas d a s , cabe &vi&las por su naturaleza eh dos tipos, las previsas y construidas antes de su uso

perentorio, y las improvisadas en funcí6n de las circunstai-it.iasticticas. Entre las minas pxevlstas la más frecuente, y ello desde época heIenísuca, es la de aguada, para acceder a un punto de suministro, normalmente fuera del recinto, a cubierto de contingencias hostiles (ot'd~taguada), Son también bastante comunes, a partir de mediados deI siglo m a s vinculadas a la defensa y control de la escarpa y crintraescwpa dd foso, acceso a las caponeras y contraminado estático, pudiendo citarse buenos 4emplos parcialmente conservados en La Mota de Medina del Campo (Valladolid,

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(Cont)

c. 1496), Niebla (Huelva, c. 1470), los franceses de Salce (1498-15091, Dijon (1479-15123 o La Guerche (c. 1490), Respecto a las legendarias minas de cornunicacibn exterior que permitían las entradas y salidas discretas y poca comprometidas, todo parece indicar que fue-

ron bastante menos frecuentes de lo que se supone aunque más reales de lo que se afirma. En su rnayor parte deben encontrarse aterradas o inundadas y, en cualquier casa, can los dos accesos irreconocibles, a pesar de Io cual se conocen algunos ejemplos incuestionables como

p&.154- Cmkiih de $t. Ancdwta @fe). Phrnketris de los 6rrpbak~de miisfly coafr~ranttii~ exc~vudase# h roca baja kaforrdm8 nrzobirpul (c. 1200-1371)dslvawde el asdiofianm-ercocis 8 la gcrcrrrardún protestante i'nfihrrrdq ea 154647.Se detectan hs mcesieios intentos de Los ~itirldospa~n laca1hr & diremiriti k lo mim y ~ ~ w t r a k a rpor l a medio de m~framims,hasta log~arlo pfentuudmte e t ~saa t m r a tentahtia, ~rrtlrnpile~~d~ en /a &era de m h a y aada~sdoa bs mpadores de/ Cmde de Arran,

en los castillos galeses de Pembroke (s. XIII) y Carreg Cennen (SS. XIII-XIV); en el escocés de Yester (s. Xml; en los franceses de La Roche-Guyon (s. Xm)y Chateau-Caillard (1196-1198); el austriaco de Troyenstein (s. XIV); o los españoles de Valfermoso de Tajuña

(Guadalajara, s. XV?), Ucero (Soda, SS. XTV-XV), Nogales (Badajoz, 1458-1464) y Zalamea de la Serena (Badajoz,SS. XV-

m).

Entre las minas improvisadas, respuesta a coyunturas del momento, destacan las practicadas por las fuerzas de asedio para penetrar o derruir las defensas y, en ocasiones, las contraminas de los sitiados para combatirlas. En la etapa anterior al uso bélico de la pólvora se intentaba provocar el desplome de alguna zona vulnerable, borje o esquina de Ia torpe, zapando sus cimientos desde una galeria subterránea debidamente entibada, hasta conseguir apuntalar y arriostrar con cuentos dichos cimientos, que así quedaban sostenidos en precario equilibrio; embadurnado el apuntalamiento de grasa de cerdo o aceite vegetal, se despejaba la galería e incendiaba lo empentado, provocando, en teoría, d desplome del punto o sector elegida. Esta técnica se empleó con asiduidad desde Britania al Mediterráneo, siempre que los medios y las circunstancias, como el tiempo disponible para el asedio o la naturaleza topográfica y geológica del emplazamiento, lo permitieran, constando su uso, por ejemplo, en Bungay (1174), Toron (1197), Rochester (1215),Dover (12161, Bedford (1224) o Beirut (1231-32). Los asediados intentaban detectar la existencia y dirección de posibles trabajos de minado observando probables acumulaciones de escombros en d área de cerco y, sobre todo, con la escucha atenta del subsuelo y la transmisión de vibraciones inicialmente casi impercep tiblcs, utilizando medios de fortuna como cuencos llenos de agua (Caen, 1417), pequeños cascabeles suspendidos (Rodas, 1522) o acechando el agua de los aljibes y pozos. Detectado e

identificado el trabajo de mina, se intentaba proceder a su neutraIización a c a vando contraminas convergentes, como en Dyrrhachium (1108), Tortona (1155), Carcasona (1240) o Safet (1266). Si era demasiado tarde y el desplome inevitable, podía llegarse a un acuerdo, como en el castillo hospitalario de Markab, asediado en 1285 por los mamelucos, que habían conseguido penetrar bajo la gran torre del homenaje y su camisa, apuntalando los cimíentos y ofreciendo a continuación que unos expertos de entre 10s sitiados inspeccionaran los trabajos subterráneos y constataran su ineluctable eficacia, lo que levó a un inmediato pacto de rendicibn condicional. Con la introducción de la pólvora en Ia poliorcética los efectos de una mina podían resultar mucho más devastadores, si bien dicho uso paradójicamente no parece haberse iniciado hasta sido y medio después de las balbuceos pirobalisticos, y ello por iniciativas italianas y - españolas en la segunda mitad del siglo XV y comienzos del XVI, con algún obscuro precedente en Pisa (1403) o Belgrado (1439). No menos ambiguos son los sucedidos en el sitio del castillo de Torrejón de Velasco (Madrid, 1465) y, siete años después, en la catedral de Orense, asediada por el cande de Benavente (1472),pues en los dos casos carecemos de certeza sobre la naturaleza defiagrante o explosiva del procedimiento udizadcr. Entre ambas fechas conocemos un ejemplo inusitado que une mina y polvera de manera imprevisible, con motivo del asedio a que estaban sometidas las fuemas de Fernh Arias de Saavedra por las huestes sevillanas: en el mes de Henero del ago de 1469, hicieron los del castiZlo de Ukrera una mina por debaxo de tierra, hasta llegar a u m lomBarda que tevtian sobre el dicho csrstillo, que estaba del custiZZo un tiro de ballesttz. Y por allí la llevaron por fuerza, que no se la pudieron defender. El éxito de Francisco Ramírez de Madrid en el cerco de

Málaga (1487) al volar el terrado (?)de una torre de cabeza de puente con el disparo de P P ctrrtago ~ la boca arriba desde una mina que bajo ella había perforado, es tan extraño como único, aunque ya en el mismo año los genoveses intentaban contra el castillo de SarzanelIo otra voladura subterránea. El mercenario Pedro Navarra úene mayor fortuna contra el Castel Nuovo de Nápoles en 1495, asediado por los aragoneses, o de nueva en Junio de 1503 en el tambien napalitano Casteíl deWOvo, aunque es tres meses después, en el Rosellón, donde tenernos el ejemplo más claro, con motivo del sitio francés al castillo de Salces, ocasi6n en la que su autor, Ramiro López, consigue explosionar una obra exterior (barbatrana?) ya ocupada por las tropas de Reux, volanda con ella cuatrocientos asediantes, h e c b pedáps ~~ los aierpos, que hem Iustima de vev.

Molino de agua o viento que por su impormcia económica o trascendencia logística se protege con reparos defensivos de sonsideración.

Entre otras foríificaciones económicas -puertos, faros, puentes- los molinos, tanto de energía hidráulica como eólica, representan el intento de mantener, en un mundo de violencia latente, el h n cionamienro de un mínimo de apoyo logística para la supervivencia de grupos sociales ya algo complejos, y por tanto vherables a las cantingencias que qiriebren su cotidianeidad.

La Europa medieval canociá pronto el perfeccionamiento y difusión d e la molienda fluvial y mareal, y así encontramos que 5610 en la remota Inglaterra de fines del siglo XI el Domesduy Book (1086) enumera cinco mi1 seiscientos veinticuatro molinos hidriiulicos; por d contrario los de viento, oriundos dei sur

de Afganicth en el siglo M, no se constatan en d~cumentacióneuropea hasta 1185, aunque pronto se dífunden, sobre todo en las grandes llanuras, donde las aguas son perezosas y se congelan en invierno. La autonomía e6ica los hace particularmente aptos para las fortalezas, y a mediados d d siglo XLII d Krak de los Caballeros tiene en su recinto exterior una torre del molino; Saphet, vados de dos,y el malecón oriental d d puerto fortificado de Rodas está cubierto en el siglo XV por una larga bateria de molínos de viento. Los fluviales no flotantes podían alcanzar considerable volumen al acoger varias piedras de molienda y porque su propia estructura debía ser capaz de resistir las avenidas, por lo que no eran &des de dotar de cierta capacidad de defensa, al menos pasiva, siendo en ocasiones pequeñas fortalezas. Hacia 1300 en la comarca entre e1 Garona y el Dordoña, próxima a Burdeos, se construyen varios de ese tipo con cuidada estereotomía, Espier, Daignac, Lsibarthe o Bagas, y no lejos, también en Aquitania, Barbaste, El mundo musulmán también ofrece buenos ejemplos, como sobre el río Banias a su paso por Damasco, probable obra mameluca del siglo XV,que por la situación y ángulo de tiro de las aspillermis pudo compartir su misión con la de caponera en el foso que aislaba el extremo noroeste de la ciudadela respecto de la muralla urbana. También en España se ha conservado algún ejemplo como el construido en el siglo XIV por la Orden de Cdatrava en el arroyo de El Cubo, cerca de Torredoniimeno ('Taén), molino harinero, de sillaresy con epigrafia fundauonal.

Eminencia de poca altura, natural o artificial, que se levanta sobre un llano. Por sinécdoque puede aludir a la mota castral,

Fortificación, preferentemeilte attomedieval, construida con madera y tierra apisonade, que suele constar de una mota artificial para encumbrar una torre a modo de bastida, y a su pie un recinto con estacada para cobijar una oblación, toda ello habitualmente circundado por un foso. Puede admitir múltip es combinaciones a partir de esos dementos básicos,

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Disposición defensiva de origen obscuco y contravertido, en cualquier caso anterior al siglo IX para grandes áreas de Eumpa continental, y áncdada a la ominosa rutina de la violencia exterior, particularmente la b&ca y escandinava, mi como, ea gran medida, a las circunstancias simplificadas en d apotegma feudal de sautle tewe s m s seigae~r

En lo que se supone su forma prime& za y temprana, previa a la presencia de una muta aneja, ofrece notabIe simiIiwd cm la castrametacijn estaciona1 romana, y debió tener un earzicter preferente-

mente c o m u d Decaída la organización caralingia, y aún mis fragmentado el territorio europeo entre d Vístda y d Ebro, los balbuceos de la primera época feudal fueron auspiciando la erección de motas, integrándose como elemento binario con las aldeas de foso, terraplén y estacada, preexistentes. La técnica para su ronstrucciOln era simple, rápida y eficiente, dífiriendo.poco de la habitualmente empleada para los terraplenes penimetrales. El material se obtenía a pie de obra, gran parte: d d mismo al excavar

el foso, sin revesur y por tanto con seccicín en "V". No requerk mano de obra especializada, y las plazos para su ejecucidn está documentalmente demostrada que eran muy breves, unos pocos días, disponiendo de personal suficiente para un tajo laboral reducido. Se superponian tongadas sucesivas y decrecientes de tierra pref'erentemente arcillosa, cascajos y, en ocasiones, troncos para riostrar d cenjun~o,continuamente apisonádo, hasta alcanzar la altura de meseta deseada, de cinca a veinte metros, procurando un punto de eqdbria m el dedive resuhante para que, sin provotar una escorrentía pluvial excesivamente erosiva, generara unas laderas disuasorias, díficdtosas de ascender para el agresor y fáciles de hostigar para el agredido, En ocasiones se aprovechaba una muela natural, procediéndase d acondicionamiento topográfico pertinente, o un pequeño curso di- agua para habiljtar un foso inundable, salvable can m puente, que al menos desde el siglo XI podía ya disponer de un sector retráctíl precedido de otro dwrmimte,

Fa. 156.- Der Hebsferkmqp (Akemawid.Rertitun'Om del atadio f i ~ a l hu& , d rigdo XII, de esta moda y aldea en lo$ pundanas &/baja Rin, Aabhda y evolucionanda dede ek siglo IX, iatnalmente wmn refugia m n t los ~ ~ikhgos.

En la meseta superior del volumen troncocúnico obtenida, de diez a ttekta metro de diámetro, se erigía una torre de gruesa carpinreria, circundada de su propia estacada si quedaba espacio suficiente en derredor de la bastida. La superestructura de estas torres y empalizadas sólo nos son conacidas por la torpe y escasa iconografía más o menos coeva, pero parece razonable suponer que elevaban al menos dos plantas, por razones defemivas y de parquedad de espacio diponible. A partir de p m i s a s tan simples como eficientes para el contexro poliorc&tico altomedieval, la práctica arqueologica demuestra que se midaban multitud de variantes, como mofas con una, dos e inclnsa tres aldeas separadas, aldeas can una o das matas anejas, y motas sin ninguna aldea adyacente. Esta ec~ructuracastrd fue introducida en las Islas Británicas por los normandos, en número i n ~ i ~ c a ndurante te el reinado de Eduardo 111c t Carafesor (c. 1000-1042/10G61, y masivamente ttnc la llegada de Guillermo 1, Duque de Normanda {c. 1027-1066/1087), Cuya oganizaciOn feudal del territorio supuso la siembra de innurnetablec mo~i-cwzatbaa'Zey en los años inmediatamente posreriora a Hastings, aunque casi desde el primer momento se construyeron también algunas fartalezas en piedra, como la Torre Blanca de Londres, por d propio

Rey y su hijo R u f ~entre 1078 y 1095 aproximadamente. Ai poco tiempo de su erección, algunas motas cambiaron su coronación de madera, la $urri?nligneam de los documentos de la epoca, por otra de piedra, a veces de tipo donjón anular, como en el castillo real de Windsor, transformado en sheil-keep por Enrique 1 11068-110011135), No siempre daba buen resultado e1 cambio, por cuanto la mota de tierra compactada se mostraba a veces incapaz de proporcionar adecuados cimientos a una estructura tm pecada y p w o m t e , produciéndose desplomes o agrietarnientos precoces, como en la gran torre tetrabsidai de Clifford (Yarkshire), erigida en York por Enrique 111 enrre 1243 y c. 1265, para reemplazar a otra, tambien de piedra, destruida por una galerna en 1228, y que a su vez habia sustituido a la original de madera, construida en 1069 e incendiada con motivo del progmmo de la judería en torno a 1190. En otros casos se soslayaba el problema edificando en primer Iugar la torre, desde el suelo natural, para después acumular en derredor una mota, que enterraría el cuerpo inferior de la estructura, como se pudo comprobar en Lydford (Devonj, d ~ m ufirme s ad nlstodiendos pmoner en 1195, que mantendría su condición carcelaria hasta el sigIo pasado, y que al ser excavada en 1957 permití6 descubrir que que bajo su cuerpo, en el interior de la mota, existía otra torre o fase anterior actuanda de cimientos para la estructura actualmente visible.

Sinónimo de MOT&

Dispositivo de compartimeritación destinado a segregar un reducto de resistencia, incluyendo la torre del homenaje, del conjunto de la fortaleza, por medio de una muralla interior con adarve. Particularmente en uso durante e1 sigIo XV español, afectaba a fortalezas

MURALLA-DIAFRAGMA (Cont,) dc considerabletamaño y espacios abiertos del tipo de Ias albacaras, ya que en

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Fig. 157.- CasrfLl~de Pciiafieb (VabE~1dt)lidS. Fosa intruw~c~o~ q ~ precede e a h rnu~alh-diafifigma~ mmparhhmianda la okizrgaddfortaleza y gfnmtzdo tln wdttcto gge ertgbba arimlsmo la gran torre dri home~tsjeEs tln diqo.~ititiointegtado ed pri~cipio e n h organimrclción tricticd de este rnnffrrifíeoca~tikIa, kmbudo a la maerte de su &&o, e¿Maeftre de Cadatrava dola Pedro Girdtt, m Mayo de 1466

circunstancias normales estas fortalezas tenían una escasisima guarnici6a, si de guarnición podía hablarse, y sólo entraba en funcionamiento polioreético la totalidad de la fortificaci6n en caso de llegada de refuerzos o de acoger en su interior a la población del errtom amenazada, por lo que en ocasiones era pmdente habilitar un peque60 sector o reducto, dgo mayor que Ia torpe del homenaje, donde recluirse en épocas de paz, y así tener posibilidades de rechazar un siempre temido golpe de mana con los exiguos efectivos disponibles de ordinario, abandonando por canso previamente el resto de la fortaleza. Cuando se trataba de castillos "recogidos", con predomhancia de super£icies cubiertas en torno a un pequeño patio de armas central, modelo frecuente en la Castilla tardotrastimara, sólo la torre deI homenaie podía ser aislada del resto del edificio.

El &positivo consistia esencialmente en una muralla interior con adarve, que unia otras dos exteriores y convergentes, generando una superficie amurallada y vagamente rriangular, segregada del grueso de intramuros y con posibilidades defensivas autónomas y autasuficientes (aguda, accesos, etc.), En algunos casos la muralla-diaEragma era precedida por su propio foso, salvado con puente restáctil, como en el reducto construido por el III Conde de Arcos en el castillo sevillano de AlcalE de Guadaira (c. 14805, en el madrileño de Fuenudueiia de Tajo (s. XV), en el jiennense de Peña de Martos (c. 1470), o en las reformas del 1x1 Conde de Ureña en la fortaleza sevillana de Mor& de la Frontera (c. 1528), aunque es en algunos castillos de nueva planta donde la murallad i a 6 . a alcanza ~ su más depurada virtualidad, como en el proyecto no culminado del. Maectre de Calatrava, don Pedro Girón, en el vallisoletano de Peñafiel (1456-1466), o en el labrado

para la Corona por Ramiro López en d Rosellón, Salces (1497-1503), Abundan no obstante Ias murallas-diafragma más sencillas en fortalezas como la cacereña d e Portezuelo (antes de 15441, de l a Orden de Alcántara, en la dmeriense de Tabernas (s. XV), o en la pacense de Mérida, labrada por la condesa de Medellín entre 1474 y 1479, con una torre de acceso en codo hacia el interior del Conventual santiaguista. Otras murdas-didrama dotadas de torres de flanqueo y/o acceso se encuentran en Azuaga (Badajoz, c. 14861, en Baños de la Encina Uaén, c. 14007) o en Setefilla (Sevilla, s. XV), quedando reducido el flanqueo a dos escaraguaitas aboceladas en Med& {Badajoz, c. 1480).

En el mundo de la castrametación medieval británica abunda H divisirjn en das sectores bien definidos y compartimentadas desde Ia mota y aldea de la segunda mirad del siglo XI, aunque es a partir del Xm cuando se consolidan los imer and outer bailey o ward, separados por una muralla interior habitualmente torreada, siendo el castillo gdes de Pembroke (c. 1210) un ejemplo claro y remprano. En el caso de Francia, de donde la llevan los normandos a Inglaterra, ocurre igud con la raotte d busse-cow, y su evoluuón posterior.

Fig. 159.- Castilio de Bainos de la E~zci~za Qa6d Trumo mmm~arlode la mrr rall~-cbiafra~>na que aisl~~ba d sector de la torre del homenaje, ~AbmmaGordas, del redo h dl fortalezu. E n 1644 atin coxseniaba el otro trama que, partiendo deb cubo desmochado, cerraba e¡ reducto;posteriormente debió rer derribndo y d rnuñów de arrunqae conver&Jo en la escalera que hay [email protected] murnih [nikfiragmay ia torre del homenaje pudieron seT conswa&r hacia 1400, integrando un reducto o «alcaxarejou dentro de esta f o r t a h ra/zj'n/fichaduepigra'fic~~mente: en el ano 968.

La que se forra por uno o ambos paramentos para reforzalcla aumentando su espesor, reparar un descostre o corregir una patología de la construcciiin.

Resdta más habitual de lo que pudiera pensarse, aunque ton frecuencia no es perceptible al cubrir el revestimiento por compIeto la estructura oiighd, así eclipsada en su apariencia e incluso volúmenes al quedar como miga$ra o núcleo de una fortificación posterior, como ocurri6 en algunos lienzos y torres de la cerca de Rodac tras el proceso de protoabaluartamiento emprendido hacia 1480 por el Gran Maestre Pierre

Fig. 16U.- CasidIo de htziIh de 'e Sierra IhiLn). Paramento de dllarejo deisiglu XW forrmdo otro de rrsampye~tos~~rápiudos pmbabiemente del XW, estafortaleza epismpuf cbuIeiaie.

d'Aubusson, De igual forma, una torre de regulares proporciones puede convertirse en una gran masa forrándola exteriormente con un grueso muro, coma sucede con Ia del homenaje del castillo s e d a n o de Morón de la Fronte-

ra, que Uene en su interior una torre alcantarina del siglo XIV de 168 m', siendo la superficie de la construida por el III Conde de Ureña hacia 1528, de 435 m',

Alto y grueso lienzo de muralla que, interponiéndose en la ánics vía de acceso, protege y oculta una residencia más débilmente fortificada amparada tras ella.

Probablemente d u n d a del área germánica, donde recibe el nombre de rcbzUmaae~,este pecuIiar disposirivo de defensa es característico de emplazamientos mantafiosos, en los que con hecuenua se ubicaha el propugnáculo en el extremo de una estrecha meseta, y por tanm con w a sola posible via de acceso e incluso aproximacibn, ante la que se

concentraban las parcas defensas del reducto. Particularmente abundante en Renania-Palatinado y zonas limítrofes, la muralla-escudo alcanza sus máximos exponentes en la fortificación tardomedieval de transición artillera, con ejemplares hipertrofiados coma el castillo de Neuscharfeneck, próximo a la frontera septentrional de Alsacia, cons-

truída esencialmente en la primera mitad del siglo XIIL, aunque toa amplias reformas en la segunda mitad del XV, pero al que se protege hacia 1530 anteponiendo hacia el. este en su Unica acceso viable un gran rcbildma~er, casi ciego, de cincuenta y ocho metros de largo y doce de grosor, a cuyo amparo, desenfiIadas, subsisten Ias estTucms castrdes anteriores.

Un ejemplar estructural y funciondmente bastante similar, de cronologia muy semejante, si bien en cierras distin%asy distantes, 10 tenemos m el c a s d a escoces de Craignethan (Strathclyde), que en 1532 estaba siendo construido para Sir James H a d o n af Finnart, hija natural del Conde de Aman y por tanto biznicto de Jacabo II de Escocia, Sir James pasó gran parte de su juventud en el Continente, probabIemente m Fran-

cia y regiones aledañas, donde al parecer adquirib sólidos conocimientos de arquitectura y fortificad9n, que le valieron a su vuelta a Escocia su nombramiento como Maestre de las obras del Rey, cargo que mantendria hasta su ejecucion por Jacobo V en 154Q, como consecuencia de un obscuro episodio ddictiva de lesa majestad. Durante su etapa conrinentd pudo estudiar o crirnprobar sobre el terreno la virtualidad de$ schiidmatzer en las regiones renanas, y pocos años despues aplicarla al castilio que se construyó en Craignethan, anteponiendole un foso y labrando en su fondo una de las primeras caponeras de las Islas Británicas, descubierta en las excavaciones de 1962 tras quedar sepultada cuatro siglos bajo los escombros de la muralla-escudo, desmantelado eI castillo en 1579 al caer en desgracia los Hamíltun, muertos o exiliados.

Defensas que circundan un núcleo urbano en reclrito cofititiuo.

El mundo dtomediwal debió canocer un crecido número de ellas, en razonabie estado de ciprovechamiento, procedentes de la intensa y apresurada campaña de fortificacian urbana extendida a casi toda d Imperio a £Uiales del siglo JII y principbs del IV,en la Tetrarquía, corno reacción a las incursiones germanas inmediatamente anteriores. El retraimiento de la vida ciudadana impidió un reuso adecuado de las mismas, pero el restablecimiento pleno a partir del siglo XII deEii6 tomar referencia en 10s aun abundantes restos de la castrametación bajo-itnpenal ramana a la hora de renovar a fondo o sacar de nueva planta cercas para las ciudades de repoblacidn seaIenga, camo en Avda (C. 1091-1150), iniciada par el Conde Ralmundo de Borgoña, yerno de Alfonso VI de C a s a , que pudo aportar maestros de obra fran-

ceses, o como en Aigues-Mortes, en las bocas del Ródano, cuyo reducto, la torre aibarrana Constance, fue labrado por Luis IX hacia 1249, y el resto de la muralla urbana por los Felipe I IIy IV entre 1271 y 1300; en ambos ejemplos el aire de ranamidad de la cerca es indudable, aunque la trama urbana interior no responda a criterios ortoganales y los disposiúvos para la defensa en puertas, tomes y lienzos sean plenamente medievales. Sus respectivas superficies de intramuros, treinta y cuatro hectáreas para Avi~ay dieciséis para Aigues-Mortes, eran comparativamente reducidas teniendo en cuenta las, grosso modo, cuatrocientas cuarenta de París en el siglo XlV, casi seiscientas de la Córdoba califal y la Sevilla almohade, o las ciento sesenta de Zaragoza, aunque estas grandes superficies amuralladas probable-

mente no estuvieran edificadas y pobladas en su totalidad, quedando a intramuros huertas y feriales agropecuarios. En cualquier caso, las cualidades poliorcéucas de las cercas y las urbanísticas de su interior, estaban principaImente vinculadas a la topografía de1 asentmiento y la adecuada explotación de las accidentes del terreno -desniveles, ríos, tostas, etc.-, que en ocasiones podían predeterminar su planta y reducir el esfuerzo defensivo a unas iíneas o sectores de ataque posible, como en Alarcón (Cuenca, s. XIV) o Arcos de la Frontera (Cádiz, SS, m - X V ?) , que concentraban sus reparos en una pequeña parre del perímetro urbano, cuidando la orogrdía del resto, inabordable pata un tren de sitio, El simbolisrno medieval de la murda urbana es de una constante recurrencia, desde las Partidas alf'onsics a mediados del sigla sanm c o m son llamadas los muros et las puertas de las cibdades e de la1 ua'ZZus, hasra identificarse con la

m,

fortificación por antonomasia, coa la civilización, entre los tratadistas del abaluartamiento barroco, la defensa propia es la fort$cc1cr0n, en ella goza de sZks &elaes ZLI paz, y de su socorro la guerrQJ se vive con qaietad y se teme mevos a la hostilPdnd, porque guarda el sueño a los que abriga ... Bca'rbaror son los hombres g w peregrinan por el campo y por el monte cos~las amas; la Fort&ca&6n los polae en CompañW ciod (Vicente Mot, 1664). Pervivencia del viejo apotegma latino extra civitatem nulla secarifas. Na menor carga simbblica tiene su reiterada presencia en la heráldica concejil o en la iconogrdía religiosa tutelar.

E1 esfuerzo económica de su consrrucción y mantenimiento se pone de manifiesto en una compleja y controvertida política impositiva de ámbito local, cama el corzado de la cerca o la aa'cabalina en tierras castho-leonesas, aunque las reparaciones no solo tenían por misión mantener operauva la defensa, pues también se trataba de conservar su

Fig. 162.- MufalIa mbma d~Aigigu-Morter IGrfrQ, Pwbh &e rsrteva plalttd ~idrgiddu do hrgo de ¿d reguttdcz A t a d de! &o! XLTl en ¿a1mnrirntgs del Rhdano como piiketpuerto merlilerrdy1mde los Gapeto, nltida~~~mte amumddada y con ama gran torre & a r m ~ a como rt.dp- cn su ríngulo notoeste.

condición de barrera fiscal con la que controlar las pechos y tributos del concejo, como el de la barra y porfaqa burgales, el teloiteum altomedieval y la l e d a o lerda de Aragón, Cataluña y Navarra.

En e1 replanteamiento de la estrategia defensiva en los Estados surgidos de las postrimerías medievales, las plazas folzificadas fueron quedando virtualmente circunscritas a Ia fronteriza, terrestre o marítima, y algunos puntos claves del interior, todo &o a1 margen de iniciauvas concejiles o señoriales en orden a la defensa dd territorio, tendencia irreversible a pesar de episddicas reactivaciones como durante las turbulencias comuneras. La mencionada cualidad de barrera fiscal no era suficiente motivo para su merosa mantenimiento, y la ruina progresiva fue el único futuro, cuando no el derribo sistemático pocos años despuh de sus últimas y gravosas

reparaciones, como ocurre en el concejo burgalés de Covarrubías que arrasa su cerca a &es del cigh XVI por consejo de Francisco Vdés, mediso de Felipe II, para mejor ventilar el caserio, doTiente de una epidemia prirticuIiamiente perniciosa, como la que sufrirían los ediles municipales y espesos del sigIo XM y primera mitad del XX, tocados del pregresismo del momento con algunas gatas jacobinasi, que les UevB al g~zosoceremonial del derribo de las murallas urbanas, restos del obscwantzssnaa medieva2 que impedían la salubridad y expansicín civil... aporía que hubiera dejado perplejos a sus predecesores en el gobierno coacejil cuarro siglos atrás, que las construyeron y mantuvieron, entre otras razones vitales, en defensa de sus h e r ~ s y libertades ciudadmas. Atín subsiste un tenue rastro de la densa malia de cercas urbanas que

defendieron a muchas generaciones de burgueses europeos, y en los viejos reinos peninsulares pueden espigarse testimonios degradados pero con sectores o elementos no rnixuficados por rebabilitacionex recientes en lugares, ademiis de Iris ya citados, como ALbarracín (Teruel), Balaguer (Lérida), Berlanga de Duero {Soria),Buitrago (Madrid), Calatañazor (Soria),Castellar de la Frontera (Cádiz), Daroca (Zaragoza), Fuentidueña (Segavia), Galisteo y Granadílla (Cáceres), Madrigal de las Altas Torres (Avila), Mansilla de las Mdas (León), M o r d a (CastdOnl, Niebla {H[iic=lva),Palazueltx (Guadalajara), Pedraza de la Sierra (Segovia), Rello (Saria), Ronda (Málaga), Tmjitlo (CBcercs), Urueña &'dado-

lid) o Vactis (Toledo),de unas setedentas cercas idendicadas. En el de PortugaI destacan Alandrod, Bragama, Elvas, fivor-a, Marialba, MarvZo, Mértola, Monsaraz, MourZo, Numao, Penela, Sinua, Sorreha o Torres Vedras, entre otras. Algunos de los citados ofrecen interesantes palimpsestoc arqueológicos corno en eí caso de las murallas de Evora, compleja trama de cunstrucriones y reconstrucciones romanas, califales, bajomedievales crisrianas y abalnartadas, con d a e n t o s del interis de 10s rastrillos romanas o de los sectores septenttlond y occidental con trazados en zigzag flanqueante, construidos por MORso N hacia 1350.

Cerca de planta regularmente zigzagueante para obtener el franqueo sin disponer de torres. Las murallas en dientes de sierra o en cremallera, variedades ambas del mismo concepto d d zigzag flanqueante, se usaban desde la época de Filipo 11 de Macedonia (382-336 a.c.), concebidas segiin FilOn de Bizancio por ei ingeniero Polyados, De escaso uso en el Peloponeso aunque abundantes en Asia Menor, tienen su época hrea entre los años 340 y 260; aunque se le reproche a su aclame la escasa superficie para emplazar la aaillería neurobalistica. La fortificación bizaritina recurre poco a este diseño, salvo en el período obscuro de los siglos VII y VID, como en la cerca de la ciudad jonia de Metropolis.

F?g* 1M.-Murall~~ ~ ~~ii g1z d g f l ~ f i ~ n p n rde r f e&¿& ICwncu). PW de tmz mzcralh t b r h ~ uposrbkm~nte , del sagfa Xc que m LLSBsecta7m r e pmbe-la al w c e del Bed$k EF proh~fbkm a&mpn'd~wt',rlima,2 pot datada m& u hsfiqres su~ti~glsajs'ns qat udjkgm reatmgo de A&B& VllIVllI

Excepcionalmente, en Castilla y Aragán aparecen murallas en zigzag flanqueante a lo largo de la baja: Edad Media, camo en el c a s a 0 toledano de Almonacid (c. 1380)o en el pontevedres de Sotomayor (c. 14903, aunque es en las cercas y corachas urbanas donde su presencia es más constante, así en las con-

quenses de Belmonte (c. 14561, Cañete (s. XN?) y Uclés (x. XII?), y la zaragozana de Mequinenza(s. la dcarreiia Brihuega (S/£), en la albacara de Molina de Aragrjn (Guadalajara, s. XIX), en las murallas "de Carlos V* en Gibraltar (s. XVI?) o en la coracha de la alcazaba de Málaga-Gi'bralfaro, a1 parecer construida par Yusuf 1(1333-1354). Ea Portugai, AZfonso N labra hada 1355 largos tramos en los sectores sepremional y occidental de la m d a urbana de h o r a en claros dientes de sima.

m?),

Como resalte de flanqueo sobrevive a las reformas renacentistas, corno en Xa planta de estrella "en cremallera" diseñada por Francesco di Giargio Martini (1439-1501),e induso alcanza d hiperEuncionalismo de la L h e a Maginoc, como en los reductos de Haekenberg, Roche la Croix o SaUite Ag~es,

'm-

Frg. 163.-Almznk de Gfbtal~r. Miinlkf e8 zigmg finguearpte $8 el frente Prareste, defc~dimdo L4 CahBowu hasta d *ánsita de{ istmo y ki lllrtrkw Iátme~ mswa $6 L bahia Ivrtrflg. 34). Debe spr d resul&& de rtnca itsbensu refccr'dn de sigJ&sXVl pr XUI mbre Eiemx del XTV, seg& proyectas m hqge bR8ewiteim0~ hgedetd~de Rávena>Cahi, Fratl~a,IO$AR~OP~B¿& $pana-& Rajas o &tiva de Am&, obras m ~ t i ~ rn ah ~ace~a'yar wedias+y ea purbz'dar ei de&o~.~rnd~?,dde 1779 a 1783, m8 ifiteasa acdhdrfd drtd~ie~a.

:m:*

Similitudes funcionales y fo~malesque en ocasiones presentan ciertas forti)ícaciones del siglo XIX, y eventualmente anteriores e incluso pasteríores, con la bajomedieval, singularmente patente en los hertes colaniales y las torres artilladas y de fusileros.

La conflumaa del revivir historíústa en el diseña arquirecrónico con unos planteamientos tácticos que se estimaban sobrepasados, genera un fmbrneno poIiorc6tico que desde mediados del siglo m,y durante unos ochenta años, se produce en diversas tierras (&rica mogrebí y sahariana, Jordariiit, sdranatos de1 Mar de aman, P d s u I a hdica, etr.), fenrjmeno s&n

el cual 10s ejércitos regulares europeos consecuyen unas fortificaciones de pequeño y mediano tamaño,concebidas para resistir ataques de bandas incantroladas carentes de ardería de retrocarga o cualquier clase de armamento pesado. Dichas consaucciones, que en Imms generales resultaron plenamente eficaces m un mundo

.-

ticticamente adaptado a los tighremt bereberes o los pa maoríes, presentan en función de los condicionamientos indicados una serie d e elementos Euncionales de raigambre medieval, con presencia de matacanes, Iiidroneras, escara* guaitas, fosos con menguado releje del darubor, buhederas, troricras de buz6n o aljibes para captaciones pluviales. Todavía subsisten buenos ejemplares en Ceuta y Melilla, incluso guarnicionados en algunos casos, constituyendo excelente repertorio para el estudia de un modelo de castrametacirjn tan singular, que bajo la apariencia de retroceso evolutivo tras la eclosion abaluartada de Vauban, no hacía sino dar respuesta a

unas premisas tácticas y operauvas p e a liares de la postrera expansiíin europea.

Esta concepción estructural y h c i o nal medievahante, puramente práctica, no debe con£uti&se con otros ejemplos sincrónicos como Ulm, quizis la mejor conservada de las fortalezas alemanas del siglo X I X , a orilIas del Danubio, ron detalles como la Ciudadela Wdhelmsburg o Blaubeurer Tor; o anteriores como la torre del Príncipe en Bayona, en las forrificaciones de Monte Real, al parecer inexplicablemente reconstruida bajo "historicismo medieval" en 1564 y 1663;.En estos casos, su arcaismo es puramente estético y no funcional, tributo a una moda ai usa, corno las diversas variedades del GotiSic Reuz"ural o del Tmbad~edrque florecían en la Europa de mediados del siglo pasado. La idea de una fuerte torre, paliédrica o cillndrica, como compendio cucimo p eficaz del arte de la castrametacióri estaMe no era nueva, y desde mediados del siglo XV, al menos en Italia, exictia una tendencia a la fortaleza circular en los tracistas, como Leonaxdo da Vhcí, en polémica con la naciente formulación del bastión rríangular q u e acabaría imponiendo la artilleria pirobalística, De hecho, a comienzas del siglo XVI se

concibieron para las costas del Lacio unas torres de almenara extraordinariamente premanitorias de lo que se proyecraría trescientos años después para el frente de tierra ceutí; tal es el caso de la Torre di S. Michele, en la margen izquierda de la desembocadura tiberina, constmída por Giovanni Lippi para Pio V hacia 1568 según proyecto anterior de Michelangelo Buonarotti, con planta octogonal y pozo central de iluminación y ventilación para disponer de paramentos exteriores ciegos, mitad inferior alamborada y puente levadizo.

Sin embargo, el proyecto defensivo a base de torres exentas y artilladas más cuidadoso nunca proyectado, probablemente sea el concebido muy a eomientos del siglo XIX para 10s alrededores de Paris, con catorce fuertes, y que no fue llevado a la práctica. Hoy lo conocemos gracias a unas cuarenta y seis magníficas acuarelas planimetricas procedentes de la Colección de 10s Duques de Wdhgton, en las que detalladamente se presentan los catorce proyectos, esencialmente torres circulares, sernicirdares y cuadrangulares, algunas capaces de montar milleda sobre afusre de colisa y con adminículos como hornos para "balas rojas", No menor era el esfuerzo, aunque en un despliegue muy disperso por su candición Jitord, en el caso de las ciento tres torres Martello troncocánicas construidas entre 1805 y 1812 para proteger las costas británicas contra desembarcos napolebnicos, setenta y tres en el litoral meridional y veintinueve en el de levante, si bién posteriormente se extenderían a Irlanda, Jersey, Orkney, Suráfricn o Canadá, Aunque de muy variadas formas e incluso tamaños, debieron resultar un elemento disuasorio eficimte, sin olvidar el shakesperiano siive~se@> wAicb sewes it ia the o f i c of a wdl, or as a moat defensive to a kouse, ~ g a i n s t the enuy of ZCXJ happier lands..,Una de sus originalidades ocasionales era el desigual grosor de muros que primaba el

frente marítimo, único desde el que era razonable esperar el castigo artillero, a diferencia de las torres de Plazas y Presidios transfretanos, concebidas para su defensa tout azimzlr. Igualmente notable resulta Ia cadena de diminutos fuertes cuadrados, guarnecidos de cincuenta hombres, con foso y puente levadizo, que protegía a intervalos de cinco kilómetros, el "Camino de las Cruces", por donde circulaban las recuas con los metaies preciosos camino de Portobelio, hoy sumergidos en Ia jungla y sólo visibles desde el aüre; al parecer construidos d filo del 1600, algunos han sido descubiertos al sobrevolar en helicóptero el supuesto itinerario.

Al margen de las peculiaridades de la castrametación colonial, siempre existieron, hasta la 11 Guerra Mundial al menos, los partidarios de la opción estratégica según la cual resultaba menos gravoso para las defensas fronterizas terrestres y marítmas la construcción y guarnicionamiento de fortificaciones estables, que el mantenimiento continuo de un voluminoso ejército susceptible de ser desplegado en tan dilatado teatro de operaciones, doctrina que llevó a los británicos en la década de 1860 a construir las últimas fortalezas autosuficientes o "castillos" erigidos en las Islas, las PUL merston's Foklzes. En el caso magrebí las pequeñas fortificaciones medievalizantes se diseminan en función de la inseguridad de las áreas bajo administración colonial, al margen de consideraciones fronterizas, concepto por lo demás bastante indefinido aún hoy en la zona.

En el ejemplo de Ceuta, el detonante que hizo ver la necesidad de unas obras avanzadas que defendieran a cierta dístancia la plaza, impidiendo el asentamiento terrestre de baterías de avancarga que hostigaran sus defensas principales, vino dado por la Campaña de 185960, en las que las tropas del Conde de Lucena vivieron cómo centenares o miles de guerreros a pie, espada en mana tratan de conquistar, en el más puro estilo

medieval, los reductos atrincherados espaGoles, a la sazón concebidos según las doctrinas oficiales europeas, y por tanto inadecuados para resistir la aplastante superioridad numérica de unos combatientes de arma blanca impulsados por el gran y ciego valor del hnatismo. En respuesta a esas "nuevas" premisas tácticas, se recurre a las viejas formas, nunca del todo olvidadas, que da& lugar a sucesivos proyectos entre 1862 y 1870, casi todos d o s debidos a los ingenieros militares de la Comandancia Exenta de Ceuta. Esos proyectos responden a dos criterios bastante distintos, de un lado se conciben grandes o pequeñas torres lisas, circulares, poligonales o cuadradas, y del otro un cilindro profusamente flanqueado por torres pentagonales en proa, de vieja tradición. Ambos tipos estaban circundados por un foso seco con refosete, pues aunque la tradición clásica moderna (desde Francesco Laparelli - 1566, o Girolarno Ruscelli - 1583, en adelante) aconsejaba para los pequeños fuertes el foso húmedo en evitación de golpes de mano, ni la topografía ni los recursos hidrícos de las Plazas de Soberanía lo permitían. El control d d foso y los dambores de escarpa y contraescarpa se efectuaba por medio de matacanes y troneras de amplísimo derrame exterior, pues por su tamaño no era posible el uso de caponeras, como en el excelente ejemplar de torre en Fort Frederick, Ontario. En lo que toca a Melilla, su proximidad e idéntica administración metropolitana, hace que la respuesta a problemas semejantes sea de notable similitud, aunque su mayor aislamiento respecto a la Península haya incentivado la construcción de fuertes de capacidad superior, para guarniciones sensiblemente más numerosas y nutrido artillado. De entre los fuertes-torre, muchos han desaparecido, corno el de Cabrerizas Bajas, literalmente volatilizado por una explosión en abril de 1928, o la curiosa torre de

Santa Lucía, posiblemente algo anterior que las demás, que estaba emplazada en la Falda alta del actual Parque Lobera, y cuyo único acceso era por medio de una galeria subterránea desde la Plaza, lo que &cdtaba extraordinariamentesu toma.

Fig. 16ff- Pmyecm de &mpara La &#ea exlaiat.deC E W ~ fA.dd&V2f&sA BYiQIICBÍP poia de Jcc~esial&%?, faro, tiqtiqdt#rti ~ h c i ~ ypwp&mas. h

Como se comprenderá el aparente retroceso poliorcético pergeñado más arriba no es tal, sólo la respuesta lógica a unos supuestos tsicticos nuevos, aunque viejos al tiempo, pues como decía el Maestro "de lo moderno", Vauban, tart defort2;fZer rae consiste pas en des régles et de1 'syst?naes, mais ekniquemelat dalas le bon sens el I'expé~ienee.

Vandad de rastrillo en la que los traviesanos verticales descienden sin traba horizontd, independientemente, para evitar que un obstáculo puntual impida la bajada

del conjunta del peine.

Extremadamente infrecuente por lo enojosa de su manejo, esta modalidad de rastrillo debió caer pronto en desuso, aunque ~ o n s e ~ r a m o los s encastres en piedra para su empleo en algunos accesos, como en el trama central del pmadizo en la Puerta de San Vicente de la muralla de Aviilá (c. 1091-11501, en el sector oriental de la cerca, presumiblemente el más antiguo, iniciado por el Conde Raimundo de Borgoña.

bt~pem o an ob.~tOc~lo pmtskal como, por ejemplo, rir el mti& de Lln~~hgot&i (Lothian) en 1313, en grce ~ Q X guerreros deRobevt k Bmce penetrarp en hfortalezu ~ H U ~ Z E Q ~ ~par C I las trapa delcwlac~&madoEduurd~17 Plnntagmc*t(ver RdKWLLO).

Punto dominante y a distancia de hostigamiento desde donde puede codwtirse una plaza.

Aunque se procuraba elegir para el emplazamiento de una Eortificaciiin el punto dominante d d entorna, owos criterios (aguada, comunicaciones, etc,) podian imponerse, y bajar a cotas inferiores el lugar seleccionado, que así se vería amenazado en caso de asedia por esas emi~encizsque seiiarean la plaza. La amenaza de padrastros se extendió con la evoluciOn de los sistemas de armas, pues cotas dominantes inacuas por su distancia de la fottaleza para la vieja torrnentaria neurobalisuca se convirtieran en plenamente operativas y eficaces con el desarrollo de la pirobalística, bien para el tiro tenso a por el segundo sector, tal como debi6 ocurrir en e1 RoseIIón con la nueva fortaleza de Salces h i r o Lbpez, 14371, combatida por la artillería francesa en Septiembre de 1642 desde los padrastros del frente norte, incluido el del arrasado emplazamiento del viejo casúilo Iabrado a fines del siglo XU por Alfonso 11de Aragón.

En situación de ventaja poIiorc6tica evidente, el dispositivo de defensa podía extenderse al padrastro ominoso desde un principio, ocuphdola g fortificándolo asimismo, con la ventaja añadida de, en casa de sitia, coger d d revés a las fuerzas de +asedio. Esta cautela debi6 animar a don Juan Manuel para ocupar las alturas circundantes a su plaza de Aiarcón (Cuenca, c. 13201, en angostas hoces del Jiícar, can verdaderas albarranas de padrastros o aproches como las torres del Campo,Narconcíilos y Canavate, notable muestrario de formas originales, desde su constante penragonal en proa a la acumulación de borjes, con más de una coincidencia en la casuarnetación de Federico TI de Sicilia serenra

l-'zg. 169 - Fortrfliracionr~sde iLloLrw dcjlivgrirr (Guaddajaral. .hborre de Aragds d d c eluakme narestf del casriLh, con la triiacberapura Irr camtcrricaCi4n a cubierto qerr debió recmphmr ulaa posible niracha rowsitblida, aab igual que la mqor parte d d sistema defetlseio m&n&s, entre ~ O Joriglus XZT y X N .Esta a h r r a n a de aproches ~nbrutuNI^ corprpictlo padrastro que iiainim el cus!idla 31 la villa murudu, y rnrtestra unrr pdanin pmtngotral m p m con goL de oreju~rs,cerade con w o cumI~acu~drangtrkdrcon restos d~ C M ~ O Srsqai~serosque dehe Ser esencialmetzte el resubtudo de das obras de reforbifíca&n lImdasa cabo pat rl artiIIm don Ignacio de CastiIh m 1836, con moti~o la primera garewa carlkta. A esns ~rrI$masrefwrn~~~ corresponden b estiIirn& daerhr'gra abocii?aclnparafusideros,edrasttih m qRe se imicia el eamirio mbierto hacia elpadrastr Ivrt fig. 204k y otros eleme~tosqne revitalizaron la r&a de rer de Ia vieja forkaleza.

PADRASTRO ( Cont.) años antes. Situación semejante patece colegirse en la relación entre la gran fortaleza de Mdina de Aragón (Guaddajara, $s. XII-XiV) y su avanzada Torre de Aragón, que ocupa un conspicuo padrastro a un centenar de metros al noae, aumentando con ello sus enlaces visuales, y caso de haber sido la actual trinchera de unión, o camino cubierto

carlista, una coracha anteriormente, se lograba además del mencionado fuego de revés, la compartimentaciáln de las fuerzas de asedio; planteamiento similar al existente entre la dcazaba de Málaga y la fortaleza de Gibralfaro, padrastro ampliamente corregido con las fortificaciones construidas a mediados del siglo XIV por Yusuf 1de Granada.

V d a de madera o estacada que se hace para la defensa de un puesto, para cerrar el terreno en que se ha de hacer una fiesta pública o para otras fines. Véase ALBERGADA

Véase ADARVE.

Escalera o rampa de mamposteria, exenta o adosada al muro, pata acceder a una entrada elevada,

Las ventajas defensivas de los accesos elevados se ven contrarrestadas por los inconvenientes cotidianos y domésticos, por lo que pronto debieron arbitrarse patines para faclltar el uso del vano en cuestión, que aun así mantenía parte de sus cualidades precautarias, máxime si se manrenia alejado del m u r o o la puerta, a modo de tramo durmiente, y se salvaba el paso h a 1 can un puente

Fig. 170,- Castiiiu de Olvera (Cn'did. Patin para d acceso elevade m !a towe del bornetraje: amboi~pobra de Gunnnnef, JtU$igos o G i r m ~ tras s ~ s rmraqaista en 1927, si bren el patín pwdiem rer ~ l g posterior o a Id torre.

retráctil, disposiciirn de uso temprano como en Ias torres de homenaje anglonormandas del tipo de la de Rodester, construida por el Arzobispo de Canterbury hacia 1128, y Farnham (c. 1200), o de patin simple, sin puente retráctil, como en Chateau-Gaiiiard (c. 1197).

F,lpatín subsistir&como recurso mimtras se siguiers utilizando la disposición defasiva de acceso devado, que había de perdurar largo tiempo aún, si bien circunscrito a fort3icacioaes menores. Se detecta su uso sistemático en las tarronas vascuences de los siglos XV al XVD, o en las torres dmenatas costeras del XVI al XVIlI, aunque con frecuena a no se pueda distinguir si el paUn es como a h puerta que sirve, o algo posterior.

Fig. 171.- Tarrona de los V@hco(Espinosado 1us Mo~feror, Burgo$. Patili qw a d e a Isr pla~ttnafta de h antepgerta cu&te>rtdIm este excipclurmlpmtot~ode tamnu* pra86iemmte /abra& e# & pr'naer@m i t ~ dbe!#& X V p w Pedra FersAdez h VeIurco, Cmde de HUYO y CmdestobJed~ CusbiIda, y ampkba hacia el nme5te a ftnsAl wásmo o c6mFnzaz de6 Xw,dtdpu ea ka que 1e aiiadití et pdn'n y e! $ari@~c1adfapfg~hr de h nrtepuerrta.

El &S amplio y despejado de una fortaleza, al que acceden las caballedas y pemnite la concentración de los defensores. Es voz de suyo polisémica y a veces anfibolhgica.

Sin611imoantiguo de RASTRILLO.

Conjunta de técnicas y disposiciones destinadas a la expugnación o defensa de plazas fuertes.

Al. parecer su origen viene deI régulo alejandrino Demerrio 1 P~liorcetes(c. 336-283 a.c.), Rey de Macedonia (706287 a.CJ g- hijo del diadocos Anrígono,

conrnditón de Alejandro Magno en las campañas de Asia. El sobrenombre de Poliorkete~,o debelador de ciudades, rememara los numerosos asedios que dirigió, destacando los fracasas, comts ante las nabateos en su intrincada úudad rupestre de Perra (312 a.c.), en el desierto de la Arabia Pétrea, o ante Rodas, a la que tras das años de sitia tuvo que abandonar (3 05-304 a.c.), a pesar de la tcrrmentaria concebida para la ocasitjn, como el helépota descrito por Diodoso, MdO, en darada cautividad, en el valle del Orontes.

Franja de terreno despejado al pie de la cara interna de una muralla utbana, expedita

para los requetimientos defensivos de la misma,

Es una de las prescripciones de los teijricas htilenisticos, corno Filón de Bizanáo (c, 120 a.c.), que establece la conveniencia de respetar una banda de esas caractaísricas y con una mehura de unos veinticinco metros para facilitar la circulaci6n de los defensores y de su apoyo lúgícrico, de la ronmenta& neurobalística a, en casa de crisis perentoria, para el[ en& urgente de rehetzos hacia m punto comprometido o desbordado de Ea cerca, N a t u r h m t e , en los apiñades burgos medievales no s o h respetarse tan lógica teorema, y si no en un principio, desde pronto debib permitirse apoyar edificaciones de viviendas e &titucianes en la cara Interna de la muraila, que se encantraban así una parte subctancid de la construccidin ya ejecutada, y con inusitada solidez. Cuando la cerca perdfa toda vigencia g respete, el proceso se repetía a extramiuos, e&cándose en lizas, bemas y fosos colmatados, hasta que la muralla pasaba a ser una gruesa medianera en el viejo cacerío y un recuerdo en la toponimia urbana, latente e invisible desde calles y p l ~ s ,

En algunas pequeñas ciudades amuraUadas, pueblas de fundación medieval con escaso d e s a r d o posterior, se hm conservado restos significativos de la bema, como en la me mJIitaire, con servidumbre son aed&carzdz, inrramuros de Aigues-Marta (Felipe m, c. 12811); en amplías zonas del perímetro interna de la repobiaci0n de Caernarvon (Eduardo 1 1283-c.1338);o en las murallas de Avila (Raimundo de Borgoíía, c. 10912150), particularmente en sus flancos meridional y accidental, y donde induso las casonas de los rqobkado~esadosadas a Ia muralla suelen ser tres o cuatro siglos posteriores a ellas, correspondiendo sus elementos defensivos a Ls banderias del momento.

Puerta pequeña y exclusivamente peatonal, contigua a la prcíncipd, que se abre en algunas murallas por razones de seguridad y comodidad,

La morosa apertura de los reparos defensivos en un acceso principd, habitud.meate compuestos de puente retdctil, rastrilla y puerta, e1 gran hueco resultante, vuherable a una espolonada, y sobre codo la inevitable lentítud en e1 cierre ante una emergencia, salvo con d peine, aconsejaba la existencia de un pequeiío acccso anejo, exclusivamente pearonal y poi d o menos vulnerable a un golpe de mano. N o debí6 ser muy frecuente, pero aún se conservan bastantes ejemplos Franceses y brirbicus, coa una cronalopía que cubre desde la guerra de las Cien Años hasta comienzos del siglo XVT, a r e los que cabrfa citar Tarascán (Bouches-du-Rhone, 14401449); Bonaguil ILot-et-Garonne, c. 1480-1509); E v a u (Indre-et-Loire, c. 1442); Vitré (Ille-et-Vgaine, 5s. XiVm);C m b o u r g (Ille-et-Vilainc, SS. XIV-XV) : ~ a n g e a(lndre-er-Loirep ~~ Fig. i 72.-Gstillo Une Riwu (Indre-ei-Loite}. EEl acuni doble debe rer s. XV);Largoet-en-Elven (Morbihan, abra de Pieme de Beaxr~att~ Cbnnedehin de CBrtus VII, hacia 1442, &re updnfortol~xuprcnU'sieprte de! riglo Xm, ss KV): o South Wingfield (Derb~shire,

c. 1440-1460); Raglan (Gwent, c. 1430-

1445); Bothwell (Strathclyde, c, 1400); etc., mientras que en la Peninsula es un dispositivo extremadamente raro y tardío, con algiííl ejemplo como m la fortaleza portuguesa de Vlla Vicosa, correspondiendo a lac reformas del IV Duque de Braganza (1479-15321, en el primer tercio del siglo XVI. Una muy infrecuente varíedad de por-

tillo peatonal es el constituido por un pasaje más o menos acodado que transcurre pardelo al acceso principal, por el interior del muro al igual que una manga, y que permite el paso en hilera, evitando la necesidad de abrir las grandes puertas o izar pesados rastrillos, pero que por su angostura y disposicibn resulta fácil para la guarnición controlarlo e interceptar el pasa. En los casos conocidos no se encuentra precedido de puente retrictil, al carecer de foso preFig. 273,- &dd!u Sf~msmIMEGn). Pwti6h y cd ~bssadidopara d encotrt.de s i r p m t l e p~utonizi,&!ECdpo b18& par cbk@&ride han&1450,

vio, salvo en el ejemplo de la Puerta de Crow, en la muralla urbana de Nevers (Nievre), acceso labrado entre 1393 y 1398 por el maestro Jehan des Amognes. Como ejemplos de portillos peatonales acodados cabe citar Bressuire (Deux-

Sevres), reconstruido en la segunda mitad del siglo XV por Jacques de Beaumont, chambelán de Luis XI, o Berzy-leSec (Aisne), asimismo reconstruido hacía 1448 por Pierre de Louvain, y destrozado en 1918.

Pequeña abertura de paso ~eatonatque se abre en una de las hojas de un portón, por razones de seguridad y comodidad en la apertura.

A modo de portillo atenuado, coincidiendo en motivos y ventajas aunque sin poder hablarse de acceso doble como ocurre en d anteríor. La mera dificultad y molestia inherente a la apertura y cierre de las hojas en las grandes puertas, can el engorroso acompañzimiento de la maniobra de alamudes, aldabas, cerrojos y pestillos, aconseja practicar la apertura de una puerta pequeña a través de una de las hojas, para ser utilizada en los casos en los que no fuera necesario o conveniente descubrir la totalidad del vano. Estas circunstancias concurrían en cuaIquier edificio con suficiente entidad como para disponer de portones, par lo que encontraínos postigos en casaos, iglesias, monasterios o cocheras, y en cualquier época.

Al ser i.m elemento de vida más breve que otros de mampostería, son muy infrecuentes los casos'en los que se han conservado las puertas originales y, por tanto un posible postigo, aunque con razonabIe grado de certeza se pueden apuntar algunos, si bien tardios m su mayor parte. Caben citar las puertas siguientes, todas ellas recubiertas de un blindaje a base de lamas o chapas de hierro remachadas a los montantes, cabios y peuiazos del bastidor: iglesia fortificada de N.S. de Doms, en Avíñón (Vaucluse) encastillada por Juan XXII entre 1316 y 1334; forraleza aragonesa de Salces (Rosellón, c. 1500); castiIio de

F&. 175.- Cdstilh de La C@!ghorra( G r a d ~ 1Pattigd, . bEilidado camo elportii~~~ en el acceroprinupdde la fort~teza.T& i d k a p e s e #Latade Impettras ~Ir'ginnmler,iinstdadrrr huce miquiflienmaños par d híarqztdsdel Cmete (ver&. 31,177 y 221).

La Cataborra (Granada, c. 1504); o iglesia fortificada de Malauche (Vauclme, s.

m?).

Puerta pequeña para acceder del recinto a Ios aproches y destinada a entradas y saSidas discretas, pqr lo que suele abrirse en sector Bspera y poco frecuentado e incluso en ocasiones a cierta altura sobre el terreno exterior.

Dispositivo Irecuente en la fortificación antigua d menos desde el segundo rnrlenio, como en las muralIas urbanas hititas de Hattusas (Boghazkoy, c. 15901.560 a.c.),con nueve túneles-poterna de hasta sesenta metros de recorrido y salida a los aproches. Hacia e . 120 a.c., el tratadista helenístico Fílón de Bizancio enfatizaba su utilidad para que los cercados pudieran efectuar salidas inopinadas contra las fuerzas de asedio, recomendando que estuvieran desenfiladas para soslayar la observación enemigas y que fueran dispuestas de forma que al replegarse la guarnición hacia ellas nunca tuvieran que presentar su costada derecho, el más expuesto al no poderse cubrir con el escudo.

En parte por las razones expuestas en

el caso de los postigos, pero añadiendo el matiz de un uso previsiblemente esporádico y vinculado a circunstancias de cierta excepdanalidad, la, poterna tiene

Fig, 176.- &s~ikIode Muritesd IVuteaciaI. Poter~roclc accc~oetmado en la fortaleza de /la Orrde~de CobaJle~6~ bomd~iiina,dc L primera rnitud del siglo

XlV,y a y o pasaje interior qlaedó septl/tado, con

naobiligrio, m los teFremotos de Marm y Abril & 1748. En (a imagen Je COnStafd el i~tepeso aconddcionamie?rtu fopogrdficadel enaph~mienfa, n?yainaccesibzlidad dejá aislddor a los maltrechos s.apcruit,ientes de 10s scísnaar hasta que fiegnmn las nywdm y cons&trimn s ~ b iar las rakPaas ddpatio de

fveyre~y

Uf??i+d.r y

cimaras ndyacenres

sus mejores cualidades en un mimetismo circunspecto que le permita destacar lo menos posible, asi como ea una concepcien, ejecucibn y ubicación que tenga en consideración el grado de seguridad necesario para un acceso, secundario y ocasional pero acceso al fin, que inevitablemente estará menos vigilado y protegido por la guarnición que el principal y

habitual. La existencia de poternas es bastante aunque en ocasiones el grada de destrucción de la fortaleza no permita

su identificación, o su ubicación en el fonda del foso, hay calmatado, impida su deteccibri. La cava h e zara querenciosa para salida de las poternas, como ocurre en fa falsabraga del castillo de Woz (Guadalajara), construida en e1 úleimo tercia del siglo XV cercando a un castillo levemente anreriar, y en cuyo sector noroeste desciende una escalera labrada en el interior de su alambar, escarpa del Cmo, en cuya fondo abre su acceso la poterna, desenfiiada de los aproches y súlo observable desde la conmescarpa. A veces se abre entre el durmiente y la escarpa, bajo un puente retráctil, como vemos aún en el sector oriental del foso segoviano de Coca (c. 14961, quizks bajo el de Guadamur (Toledo, c, 1502), y claramente en las fortalezas gdesas de Caldicot (Gwent, c, 130O), Aberystwyth (Dyfed, c.12271, Laugharne (Dyfed, s.XIV?) o Neath (West Glamorgan, c. 1321?), y con gran complejidad, bajo el puente de cigoñales, el durmiente y ia barbacana, en el castillo francés de Beynes (Yv&es, c, 1300), constrrrid~en el siglo XIV aunque con intenao acondicionamiento pirobalístico de finales del siglo XV, o en el de Louan 1Seine-et-Marne, SS. XIJI-XV), con. una poterna al foso desde los subterráneos, únicas zonas no afectadas hacia 1628 por las demoliciones del Cardenal Eche.lieu7en un caso similar ai de la gran fortaleza de Saint-Gobain (Aisne, c. 1240), desmantelada en 1474 por Luis XZ, y de Ia que sOlo se canservan unas complejas estructuras bajo ta cota e w , ocultas desde 16% por sucesivas fábricas de vidrio, estructuras que disponen de cuatro paternas al foso protegidas por buhederas, rasuiUo y una manga perimetral. Aunque en estos casos no se pueda hablar de misas de comanicacidila exferiur, algunos castillos británicos presentan túneles de acceso a poternas en el foso, como en Bristol (Ama, s. XíD?i can dieciséis metros de recorrido, en Knaresbwriugh (Yorkshire, c. 1307-1350) con veíntiocho, y al parecer mayores trayectos subterráneos

en Denbigh (Clwyd, 1282-13111, asediado por los cromwelianos desde Abril a Octubre de 1646, y en Winchester (H~mpchire,c, 1330-13401, en ambos casos con los túneles-poterna defendidos con puertas, rastrillos y buhederas interiores, y en el drimo de ellos con

Fig. 177.- GrttZ~ de h Cahbo~wfGrmuda). h t m u m e i f h z a m~m$tz+ p&&~~enf# tqbd~ pocor asos d q a é s de rtd r n ~ s & w Ehuda ~ 3r091 q z á s mrs mm1m de &E astw~ida~ de IQS ~ O ~ ~ I W S alpz'jcrrefis en 6ri z e g d mkd belri$u XVI, VI,& &da e# Din"aBre de IX;8 y Etler~$e 1569, p e gFBm pn~f2lLas& rnflc.f b@ms o, p ctm mrma h f~dw si% beuunddd~por das mi&&s r 0 e . e de ~ Gwadsj. Por deferiop~sepr ef empclperiiarni~~to &ei.wtátde Ju patcm sepmmtreq ~ & ermIiraíd0 na mbaer pmfamnfeI ~ p w t B&~~d_crda a tpe Iú c m h l csps &es de háem rojqad~s y ~wucBadosB hptriwos, &m y MQ@~&~@SGWEdwm cha~~floñes, u& se advde~dms f w~&.s cle lrir hm~cusd d ezt&&& jl

mortera B~~pmdido,

una bifurcación que, pasando bajo el foso, permite salir bien al interior del burgo, o a los arrabales extramuros. La existencia de paterna no guarda relación con las dimensiones de la fortaleza, pudiendo estar presente en algunas muy reducidas, del tipo castilío-torreón, como Nogales (Badajoz, 1458-1464), en la que además se abre, en la camisa, a unos tres metros de &ura sobre el nivd original de1 terreno exterior, característica defensiva no infrecuente en otros vanos d e esta naturaleza, como ocurre

m

en Montesa (Valencia, c. 1330) o, con pequeño desnivel, en la desapercibida poterna de La Calahorra (Granada c. 15091, que semitapiada permite advertir el blindaje como de flejes de hierro que aiin conserva tras el emparedamienro, efectuado con toda probabilidad poco después de su construcción, por

causas desconocidas, aunque quizás relacionadas con las revueltas de los moriscoc alpujarreiias en el segunda mitad de1 siglo XVl[.

>Zl

Vease AGUADA.

Huecu practicado en el nabo de una escalera de caracol, cuadrado o circular, o en la clave de una búveda, para el trasiego riipido y c6modo de rnuniciiin, agua y otros productos necesarios, La extremada angostura y frecuentes revueltas, habituales en las escaleras de las fortalezas, podian resuItar muy enfadosas para el desplazamiento urgente de impedimenta y suministros, por lo que era frecuente habilitar trampillas en las bóvedas, normalmente cubiertas can alzapones por su trasdós, por las que trasegar el avituallamiento, particularmente en caso de asedio, circunstancia que impediría hacerlo par la fachada y por me& de cabriq quizk el método más habitual en lo cotidiano.

Mas ingeniosa y mucho menos frecuente es la adopción, siempre que la superficie disponible lo permitiera, de una escalera helicoidal de planta cuadrada, y cuyo nabo, hueco, es un pozo asimismo tetraaguh3 a cielo abierto y con frecuentes vanos de comunicación e ih-

minacidn entre $ pozo qr la rampa escalonada. Se trata del caraol k emperfzdores m~drado,difundido por tratadistas de la estereratomía renaceotista como Philibert de L'Orme a Andrés de Vandelvira, y cuyo hueco central psoporciana un 6ptimo pozo de suministros, ya utilizado desde al menos la segunda mitad de1 siglo XV en torres dd homenaje de fartalezas como las de la Casa de Medina Sidania m Niebla (Hudva) o Sanliícar de Barrameda (Cádizl, y en pozos, quizás de avada, en los casdlos de Portilla (Valladolid) y Casasola (Madrid). Cuando el espacio disponible para la cornunicacich vedcal era menor po& recurrirse al caracal de Mallorca, escalera helicoidd de planta circular m la que en lugar del n&6 habitual 10 acupa un va& generado por d giro de un pasamano tamhii-n helicoidal en el que

rnacen 10s pddaños, que m u e r a en e1 dlindro de la caja de escalera. La excesi'va complejidad estereotómica d d C~PUCQG: d e MakIorca debi6 circunscribirlo prefe-: yentmenre a la arquitectura rdigiasa y

galadal, desde 10s años de Vandelvim o? $Gil de HontañOn hasta pleno sigla: 'XVm, en que aún se la encuentra en el: ?monasterio del Desierto del Cuervo -(Cádiz, c, 1717-17721, logicamente vh, &cdadoa la torre-campanario al permitir; le1 manejo delas maramas de tañido des-, ,de abajo, encauzadas por el hueco helicoidal.

VoZ. genirica pata designar "una fortaleza o lugar murada usado para defenderse y pelear contra el enemigo".

Viaducto de mampos~'ay/o madera provisto de reparos defensivos destinados a controles el paso. 4-

-m'@&.

La gran irnportdncr'a que para las ~omunicadones,el comercio y la guerra tenian los escasos puentes disponibles, fomentaba la rentabiIidad del pontazgo y, llegado d caso, la importancia táctica e inclirso estratggica de su control. Su forúficaciiin fue mucho más frecuente de lo que hoy se puede colegir, pero e1 hecho de que los elementos de control, particdamente torres-puerta, constreñían el gdibo de Ios vehiculris, y que con frecuencia estas elementos, como basuUas y cadahalsos, eran de madera, significa que en 1á mayor parte de los casos hayan desapatecido. Por razones económicas y geográfícas, en las reinos penulsdares fueron menos

FZg,178.- Puefiraiefirt&cnda &$.m M ~ r d fl51edd t~ G o p i k depfd~ntdd~ la d a d de fa mnrgm izquierda. Cm~trtlPdohe& la primera mhd Hd sigio US,f r90 estuba mrnpieta

m,

Gg. 173.-Prrmtefort@c~dade Pade~~e del Arrribispo (T01eda)~ Constrwidopor dprehdo hled~raodon Pedro Tenurio, se t e r ~ k es ó Qct~brede 1388, fms d o años de obrds gi pieihs mn la mediun'dn dejiwli I de Casti'IIa y Clemm~eVT1 de Rama. En 1772 se prolongó por ambas cabezas mpr algum- aiiuaQderus gsle gtenuarow el p&i en .aionw3 de asna» cn~&en%dim de slr t@loga"a. A comieraxus de este siglo se derrzrt-ahron la &rrs exeepzionrales kor~sforf$cadax que en saa tramo cenfraj tdesempetsubaart labows defi~dsitibsy dL.polzkazgo para el peaje L ~ P Y ~ D I ganada P ~ S ~ p mercancias, torres qae ~ s b a b adotadax ~ de hdronerds y terrdos &erad.dos, fardimmte d i ~ con o ~ techariprbresB cuarrn ~gaas,y que upoyadas en sencdos pibres &i pues&, f,ci..idwtujamare~y mprtv~tujumares,m ~ ~ t r up h h~fa) exagomd e# doble pmo, aateque la de la murgcPt izquierdaperdia a n'mtuakwa ba mntru£djamar,geaemdo una peque& te~raacr sotrrc el e n e b a r a h amtacanadrr. E~trla imagen, ei pwftte a medkdos delsl&bM X eiifta agtras abajo desde Fa mirgea dere& se& upr grabado de Parceuisb, +guestt& desmtrarbo el pa fin &ded emba~cadro,trbidwdolo en el coiztratgj~li~ax.

abundantes que en otras zonas de Eurapa, pero aún se conservan suficiente número de ejemplares, algunos más o menos restaurados, como para tener una cierta idea de los distintos modelos funcionales que estuvieron en uso, disponiéndose además de abundantes rderencias archivísticas, dada su condición fiscal e induso aduanera, y lo gravoso que su construcciC;n y mantenimiento resultaba. En los puentes hispano-cristianos el dispositivo básico de control solía estar constituido por una o varias torrespuerta, en las cabeceras de: la orilla o sobre los pilares intermedios, y que al recrecer la planta con tajamar de 10s mismos, adoptaban la configuración pentagonal en proa. Se defendían con puertas encoradas o chapadas, rastriIlos, buhederas, cadalnalsos y ladroneras, articulándose con el dispositiva general de la cerca urbana cuando tenía cariictror de acceso a v d a amurallada, como en d caso de los de Alcántara y San Martx'r~ (Toledo, SS. XII y XIV) o bien confiaban a su propia condición de fortaleza aislada cuando se ubicaban fuera de los ap~ochesurbanos o en abierto descampado, como en los casas de Puente del Arzobispo (Toledo, c. 1388) y Frias (Burgos, c. 1375).Con las rdormas de la red viaria (al filo del siglo XX) fueron destruidos excelentes cspecímenes como Balaguer (Lérida), Aréva-

lo (Ada), el p citada d d Arzobispo, o d sahnantha de Fuente del Coqpsto.

de Besaltí i[Geronra),Puente de la Reina (Navarra),Belorado (Logreño)o Toro

Otros ejempfar;es conspicuos fueron los

(Zarnosal.

Fi&. 180.- PuentedeJAdi-~po (Tohdu).#&ry

wtratajamar dande se 3 @ u m ~ i&P tone Be En murgen &uimrdo, inartntnrfo el emhartrtdem arrtacmnsdo w.ittOmdaqtw se agrega en el si& L a rnume bit&& rqie&tes rfPJ ;wnmt~+r, S& 1zrefmpara la tmum eImdom, es srn &dida qw recrea3 sa t m d original. ~

m.

Pasarela de madera tendida sobre un foso frente a ana puerta, que puede girar hasta la vertical, impidiendo el tránsito y cubriendo el vano de acceso, o retraerse hacia el interior del recinto.

Ei conjunto de dispositivos destinados a controlar el acceso a una entrada g agrupados g-ricamente bajo la denominaciún de puentes rmhcdes, pueden ser clasificados desde el punto de vista de su funcionamiente mecánico, hasta camienzos del siglo XVI en cuatro gmpos básicos, deslimntes, ImbIes por terno, basmkntes por contrapeso trasero y leuadizo por cigoñales; cada uno de 10s

cuales a su vez admite variaates especifi-

mEl sistema más antigua y limitado es el deslisante, anterior al siglo ZaTP y que fue desplazado con la intraducción de las tres siguientes, más cámodos y rápidos de maniobrar, y que comparten el sobre un eje de muñonec encastado sobre sendas ranguas horizontales de

piedra, con hcúeacia el único rasero de la pasada existencia de un puente r d c d.No obstante el abandono del s&mm desíkmte, m o un cierto renacer en los albores de 1500 entre los tratadistas italianos como Fmacesco de Giorgio Martini, y muy pesteriomente,entre 1875 y 1940, en fogna de cubierra con deslizamiento lateral que oculta un haba en los pasajes subterriheos de reductos cama los de la Linea Maginot. En su uso

Fig. 185.- Ca~aUuJc S~riiliidgu(Súrrlúrí-irde Barrame&, GfdidRongu~bonfontdpera el @e de rra pblmk iarbft?antre e/ w.kmoiorh )r ef sector nomte de I*o &a, de bu& 1478.

medieval, y dado lo enfadoso de su maniobra deslizante en precario equilibrio, sólo debió salvar luces cortas, y aun así con carácter p e a t d

El primer puente realmente giratorio

he el íznbb por

torno, introducido

hacia 1200 en las b d e z a s redes francesas por.Fe1ipe ZI Augusto (11651180/1223). Aunque lento y trabajoso de izar por carecer de un lastrado compensatorio, supo& un progreso &dente que encauzaba ba& la introduccióng mediados dei siglo MV del contrapeso, bien trasero, en una prolmgación del tablero de paso, o en Ia misma posición pero en loscigoñdes de dwaüón.

El contrapeso necesario para compensar ia gran carga del tablero podia obtenerse s i n m b d o su movimiento con el de otro dispositivo próxho y también pesado, el rastriilo, de forma que el empuje pos gravedad del rasttlllo en descanso sirviera para contrarrestar el esheno de levantar el puente bizscuhvzte, como a l p a c e r o-a en foi fortaleza de Alnwick (Nortbumberlmd) rras las d o m a s de los Percy a lo larp del sigio

m.

Todo parece indicar que el progreso mayor en orden a la simpEcaci9n de la maniobra en los puentes con eje de muñanes vino dado por la adopción, hacia fines dd siglo XIV, dd sictema levarisio par medio & cigoñales, muy difundido hasta comienzos dd siglo XVI. Esas grandes vigas de madera, provistas del adecuado conrrapeso en la

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cabeza contraria a la de la cadena para la suspensicin d d tablero, rrabajaban por parejas en 10s puentes carreferos y aisladas en los peatonales, menores y más livianas. Su pasada existencia se detecta claramente en las hendiduras para el encastre de cigoñaIes que aparecen, encima de las puertas de acceso, en numerasos astillos del siglo XV, particularmentefranceses e italianos.

miento progresivo de u ~ u scontrapesas por sendas pendientes de pedid elípsoida1 o el sistema Poncekt, de gran uso entre 1840 y 1875,consistente en un cuidadoso equilibrio entre el esfileno de maníobra del pumte, progresiva desde la vertical a la horizontal, y su cantrabah c e o por medio de cadenas de pesados eslabones que van repasando, inerres, m el su&.

Con el perEecdonamiento de la pimbalistica el sistema de elevacibn por cigoñdes t x hizo excesivamente vulnerable dado su desarrollo a extramuros, desprotegido,por lo que se petmciaron los otros sistemas b~smbir~te~, de comapeso interior, que acabaranpredominando en la EorYficaciÓa abaluartada e íneluso posteríor, generando mejoras subcmciales e ingeniosas como el $&e~ L DekilZe Z (c, 17501basado en d desliza-

En los reinos peninsulares el puente retraed nunca dcanz6 el auge que en otras zonas de Europa, y los pocos e j a plos constatados corresponden casi invariablemente a pasardas peatonales al servicio del principia de la compartimwtaaOn $e h defensa, interiores y no extenoses en plantas altas y no a ras de suelo. En su escasa frecuencia, el sector en el que mas probable resdm encontrarlo podría ser el de los accesos a la

Fig. la-Grtrib¿e bmr iI"4dlodoIsd).P&enfeIcuadiif~~ rna prqueiía # g 8 ~ k ~ el merpo alta y d &a& de

& m~npIe+ imr delboRIcnriik, pea&gonak e* proa m oGho bOr& ~doadot.Wmk f 490-

torre del homenaje desde los adarves contiguos, corno en bs casos de ViVal o m ~(Zmrora, c. 14701, fscar (Valladolid, c. 1490) o Sanlúcar de Barrameda {G&díz,c. 1477), siendo el de hcar uno de los pocos ejemplos de pumie h d i z o por cigoñr-ilcs conservados en España.

DeI upo bas~t~kante, con alguna modalidad de contrapeso trasero, era el que accedia al homenaje de Pioz (Guadalajara, c. 1465?) desde un path que arrancaba, contiguo a la puerta, desde el patio de m a s .

E.&. 189.- Cj,~i¡!ode Pz& IGr~daL@rFal. P;rer~tc bosdurte por mttaqtmo 1rader0 ertm lo torre del barnmie y el p& qte ~ti-cededpufio de utsnaq pr~b~blemmte de Irr ~egundstlirtfaddeE rdgb XK

Vano de acceso, que en un recinto forhficado es su punto mBs débil y comprometido, por lo que concentra la mayor acumulación de recursos de defensa activa o pasiva para dificultar su forzamiento. Si, como en la mayoria de los casos, las circunstancias obligan a renunciar al acceso elevada, cada puerta exterior se

convierte forzosamente en un gran quebranto del hermetismo perirnetral que debe prevalecer m toda f o d e z a , y pos tanto se hace acopio en d a s de todos los

PUERTA (Cont.) dispositivos de defma disponibles para paiiar en lo posible su vulnerabilidad congénita. TPóricametzte, debe& estar precedidas de barbacana o de antepuerta, foso salvable con puente retráctü, puertas de hojas exreriormentt blindadas e interiammte reforzadas can &mudes, dominadas desde arriba con buzones matafuego, ladroneras y/o buhederas y desde los costados por torres de Banqueo, para ma vez ingresadas en el pasaje de entrada reiterar la alternancia de rastnnos u Organos, accesos en recodo, aspilleras larerala, bubederas cenitdes, haha, eancdas incombustibIes, y demás reparos defensivos. &ira vez se presenta una concentrau6n similar de dementas para hostilizar un intento de forzamiento, pero lasi siempre aparecen varios de d o s .

Los portones, cuyo tamaño y refuerzos hacian alcanzar ua peso considerable, siempre estaban firmemente encastrados en rsnguas de piedra dura, en ocasiones protegidas contra d desgaste del giro par unos mquillos de hierro embutidos donde alojar los gorrones.

Al reducir la luz del acceso se poteri-

8Eg. 192.- CistiIIci be Tnguem dr3' V& W d l o d o l ~ . A~qsr& g Y M ~ W de bs tresporaje6 m e m i p o ~en el paqk &?decCeIB $e IO b o r T P P ~ r t , par [OS

RaMe~-Gaevuruen 1453 y que m d&

vme&Ifo

s#bst~nirisi-ñte#te por los a J . a & d e w d b s en U21 , 4 difmpia dc &fal$úbrwque rcrvo q1ve ser rec~rtsty& cim atios de~p~Ps.

ciaa sus posibilidades defensivas, tal cama octrrre con portilios, postigos y poternas, e induso se adoptan cierres espedes romo las puertas de basculamiento superior, a modo de mantdetes, de ocasional aparicibn en poternas hmas. Tanibik pos ello éúgwia fortaleza expone coma zCnzco acceso una angosta entrada, no mayor que una discreta paterna, &cardando con la envergadura de la fábrica, d como ocurre en el casrilIo kanés de GrajaI de Campos, construido hacia 1519 por d a Femando de V i a , ComendadorMayor de Castiüa, m vísperas de las Comunidades. Foaalezn tardia y can intenso acondicionamiento piro balistico, aunque no menos evidente aspecto de incondusa, quizás por imposiciones de la Corona, Grajd de Campos o£rece una puerta, rinico acceso actualnente conocido, sin

más defensa que h vertical proporcionada por ei mata& perimetrai, y abriéndose en una muralla atafutada hasta el

adarve, sin nin@ vano pirobalistico que la cubra, ni deferisa exenta que la preceda y proteja.

Fig. 194.- CarMo de Gmjgl de Ginrpos (León). onico IICCSO acxrcaf a 1P forhlew, de bado 1519, qave debiO qgeddr Ijfd6ntcha.

Sinónimo antiguo de POTERNA, quizás a partir de Bab al Gadr, denominaci6n que recibíasen el Occidentemusuhnán. -

P t m y r ~zue m T W Q ~ N Nombre habitual para designar una POTERNA al menos desde el siglo MII.

Conjunto de reparos destinados a guiar, defender y controlar el paso por agua y por tierra a un puerto naval. Los dispositivos para la defensa debieron ser bistanre hecuentes en los peque-

ños puertos medievales,dada su doble vulnerabilidad potencial -acuática p

h riquezas que en algunos momentos podían d r c u n s t ~ ~ e n t e acoger. E1 rápido incremento en e1 arqueo y calado de las naves con la di-siOn de Ia navegación oceaaica, y de bs deasvos en convoyes y Bota, ~upusola rransfomaatb destructora de la mayor parte de ellos, aunque la conservaci6n otasioaal de algunos demencos y la d a tiva fiabilidad de la iconografi'aantigua o de las descripciones documentales,peimiten reconstruir las características generales de esos puertos. terrestre-, y

Tornanda d ejemplo pamdigmática de Roda durante los dos siglos de soberada de la Orden homóníma (1309-1522), vemos como su disponibilidad pomaria estaba constituida por una dársena prinupal de unas doce hecdreas de superfcie- respaldada en d wserio de una ciudad densamente amurallada, y defendi-

fig8@S-- RbHs @odemmao). & S ~ I J Hdel ~p~ R~ fa&& h n)~ife~ddmduyryfte are& wmdd26 de Íefuníoh lefszz d2 de Eaemde U2.X q q ssp& el S&f& r q 3 i ~de e 19 W e n 4'eSdnI~anEI'PJerndíemafMeriit&nea Otxi$&& ,&ít~ m& de da y resguardada por dos malecones iÉo5c~Batora9as deedet&wp m m m i b en esm &larr.LQb f t 1del p ~ e f # - e s ~ ~ g ~ ~ zki i $r a a~ h ~ ~ ~ d e h M a convergenres h a que penetrando en d mar deI:mn& IZMb54)p y u h d d a p r b de N&G m ~ i & abrazan la darsena, y cuyas torres de h& 14-20y dedadupar m terrcriaoro ea 1863,p r r n f i ~ ~ i d h cabecera (de Naillac, c. 1420, y de los irrfa~res&s wfeIlan~-ñmgo~fe$as, E t i ~ r umba~ e &mesw cmazba 12 Molinos, c. 1440) flanqvean la bocma y hbitd adm tema o &&endi& .cmmLrbs.mEy p m L permiten, además de cruzar sus fuegos, f lrri ~14Q srrimhbye d bn@ti&o wdualbo d& Grma táeL tender una cadena a flor de agua para P~I~oP, 81fi~deadm~qfcedarba pmte&por d ; ~ m p q ~ u g rdei o L mgwlki wbamy del Colkcblum, Iiku defeasruia uiai&por impedir la navegación, franqueando el das mbadLms C & L e ~ t p d CILTE& e dmtrle eiposlktl7 m paco cuanda, distendida, reposa en el ~tomrta. A L dvccbd k &forre cit. H@ikcseab6a #tia &wmt lecho de la embocadura. Ademh de esa mx&rW, E.Smd~dI$í, #4g1c~r& pw d mk& y lo @m &Sm &m principal y amurallada, se dtspoi?ai.~&, ddhhtmga apaña1de &imükL 0461aía de otra, contigua al noroeste, con su I W , y yue um& I&P&amaloa pure laE gakrarde Ia Ordertporsb

propia rndecón pardelo a la costa p la torre de San Nicolas (c. 1464) en su extremo, reguardando un iF~ndeadero, Madraki, y la atarazana de las galeras de la Orden. Esta segunda dhena era de aguas someras, lo que impedía h maniobra de las pesadas carracas, y su dmación a extramuros In convertia en impracticable durante los asedios turcois, y cízm en d de 1444 u&aron d mdecón de San Nicolás de padrastro para bombardear d propugnáculo de N&c, se constmyó la r m e mencionada entre 1464 y 1467, gracias a la ayuda de los lejanos Duqua de Borgoña, cuyas armas aún se conservan en &, a pesar de Iíis destracciones dd nuevo asedio de 1480 y del terremoto dd año &guíente,

Además de Ios nialecoaes torreados y la bocana encadenada, podía haber asi&u un faro fottifii~ado,tome defemiva con. un gran fanal de aceite en su terrado, como en Partu Pí (Mallorca), construida poco mtes de 1300, y que en U69 alcanzaba su luz dos millas y cinco cables, y en 1454 negaba a has tres d a $ y dos cables gracks a sus diecisiete Iámparas de aceite. Derribada en 1613 a l construir el h e de San Carlos, se trasladó el fanal a la torre de La Cadena, que como su nombre indica servía, junto can su apuesta de Pelaires, para Moquear la botana, Se ctmservan ambas, fechables hacia mediados del sigIa MV, cuaciradas, de irnos siete metros de lado por veuiddOs de b, aunque la de La Czdena casi dupIica esa altitud con e1 recrecknienta de 1613, a partir dd parapeto matacanado. Otros faros mevos o

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alga mtedoncs, en &es-Mortes (Torre Comtmce, c. 12481, La RQ&& (Torre de La Linterna, s. XVJ o CoUaure; y en ocasiones revitalizando y fort%cando faros romanos, como en Boulogrie, maneni ido hasta 1544 como paríe de las defeasas urbanas, o en la torre de Héscules, en La ComEa, si bien en este último su actual apariencia extmá responde a la rmtauraci6n ordenada por Carlos I D y concluida en 1791 según proyecto

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del teniente del Cuerpo de HidraUltcos de Marína don Eustaquia Gianaini, alcanzando los 49 metros de altura, aunque ocuttando los reparos defensivos que tuvo durante su etapa medieval intermedia. Los faros con hecuericia se debian a iniciativa ecisihtica, igual que los puentes, y eran cuidados por macoretas y colocados bajo la advocación de San Nicoks.

Entre otros puertos que coaism~adaún parte substancial de sus fortificaciones medievales pueden citarse el de La %&elle, con las t o m de La Cadena y de San Nicolis, que desde el siglo XTV flanquem Ia bocana; el de Marsella, can la torre de San Juan (c. 1351))construida por la Orden de Rodas, aunque reformada en 1447; o M u s o el pequeño puerto

lacustre italiano de SimGone, construido por los Scalígeri, que controlaban la región de Verona, hacia f 300, para el resguardo y peaje del lago Garda.

De distinta naturaleza b c i o n a l que los h s , aunque tambíb senales maritimas vkualies, las tomes de afmenata costeras emiten hacia tierra la infomiacián captada en el mar; por lo que dentro de LE posibilidades de la topografía litord ocupan emplazamientus prominentes con buena vísibílidad hacia y desde d agua, cualidad que permite en la actualidad su restauración y revitalización, instalando en el terrado de 1%viejas almenaras faros, balizas y demis señales marítimas, si bien en ocasiones con intervenciones innecesariamente traumátieas.

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Dispositivo para interceptar el paso por un adarve sin rebajar la altura exterior de la muralla, convirtiendo un tramo rEef camino de ronda horizontal en un plano sumamente inclinado e intransitable, con función de foso, La rampa de comp~mentaciónes un diseño, probablemente no anterior a mediados deI siglo XV,tan ingenioso y simple como infrecuente, que permite impedir el paso por el adarve sin reducir la altura de la muralla o debilitar en exceso su grosor, al convertir e1 camina de ronda en un talud de corto releje e impracticable, que vierte hacia uirramuros. Puede no ser salvable, indicando la voImtad de incomunicar defhitivamenre dos sectores de una f o ~ c a c i ó nnor, malmente en el punto de encuentra de una muralla con otra estructura de mayor volumen y/o h r a , como ocurre en el c a s d o salmantino de Sanfelices de los Gallegos, donde hacia 1478 se decide que el camino de ronda septentrional de la m u r d a cien años anterior, no se

comunique con la forrdeza que el Duque de Alba se está labrando entonces, p con la cuai mtronca, para lo que se desmontan los dtirnos metros de adarve, previos al pIano de contacto, y se construye en su lugar con una buena sillería, que contrasta con los mampuestos anteriores, un amado talud pedectamente inabordable. Otros ejemplos similares, - . * .algo posteriores, m la conUue;ncia del iienzo noroeste de la mnrsUa urbana de Famagusta (RepúbIica Tmca del Norte de Chipre) con la cíudadela de Bello,muy probablemente obra de las reformas venecitmas de c. 1492, sabre estruauras prexistmres de las Lusignan y los genoveses; taigbién en los castillos Pajardos de VétezBhco ( h e ría, c. 1512)y Mula (Murcia, c- 1524). *.

Cuando se pretende que el obstáculo que representa la rampa de compartírnentación no sea dehitivo, pero sí saIvable a voluntad de la guarnición, se arbitra un puente levadizo que restituya el tránsito por el camina de ronda siempre que proceda, como ocurre ante la torre aIbartana meridional del castillo de Montalbán (Toledo, c. 1474).Puede obtenerse un efecto semejante, aunaue debilitando más la muralla, al s u b s i k ~ r la rampa por un peque50 foso que corta el camino, pera dejando reducido d grosor del muro al parapete o antepecho. coma acune en las dos puertas de acceso desde los adarves a l aula maiar del castillo de Santiago, en Sanlúcar de Barrameda íCi&, c. 1477). Este dispositivo que colabora a la compartímentación de la defensa puede, pues, responder a proyectos de nueva planta, a a reformas puntuales introducidas en fortificaciones ya existentes.

Pesada reia de madera y/o hierro que se desliza verticalmente entre hendiduras laterales, a modo de cornptkrta, para poder bloquear rápidamente el pasaje de ingreso a una fortificación. Se h a órgano cuando los travesaños verticales descienden sin traba horizontal, independientemente, para evitar que un abstácuio puntual impida la bajada del conjunte.

El rastrillo coma dispositivo para la defensa de las puertas era conocido y usado al menos desde el. siglo a.c., cromo ruvo ocasiha de comprobar M bal en e% 208 coa h murallas de la ciudad adriática de Salapia, sorprendido por la inesperada cataracta que cortaba la retirada a sus tropas irdiitradas, aunque sil uso nuca alcanza eo el mundo romano la gener&ad6n que logrh en

RASTRILLO (Cont.) E m p a occidentalentre las siglos m y XV.Tampoco se prodigaron m la fodi~aci6nbizantuia ni en la mus&ma oriental, aimque ambas asoaocieron y a a m i t i m n su uso; con algunadej%kqdleom e d i o ~ l d e l dde -.ES

F&

227.- 251u~~lba i!~ Grbrul&r. Turw de p t t ~ ~ t u oimcndrado en d secm oric~talde la afwzah, contigua B Ir torreip~ertam c ? ¿ c nredi8Bos &l XIW. &t ~atterhtur~ er nroderm, y b witud q e r i o r dd cuerpoparece rerpander ti una r e f e c 5 ~antigua de

cntvaiura iadmis.

disposici6n semejante a las tarres de flanqueo de la murda en la n-crópolki metinida de Chellah (Rabat, c. 13291339), o en la Ilamnda rorre de la hquisicióri del Akdzai- Real de Córdoba, de 1á segunda mitad del sido XV, d igud que la fortaleza segaviana de CastSlovo,

en la de Bitly (AUier, c. 1358)y almas más, memas coincidencias estructurales en este fenómeno de cambio en Iaplanta, a media altura, y que no dejada rastro en el supuesto apuntado de la mera conservación del p d de planta en cota cero como único dato fehaciente para la lectum arquealOgica de uaa torre arrasada.

La comstmida fuera del tecinta foietific~rda,ri mayor o meriar distancia del mimo y con el que sude estar mida por media de un puente, coracha o mina, asumiendo una funcih p&or&tica pdcdrir y distintiva según su ubicación en el dispositivo general de defensa de la pcisicián.

S e g h su pssicióri, y cansecuante fun-

ci6n táctica, pueden establecwse cinco disposiuvos hrsicional y esrruaurhente distintas, y con frecuencia de coordenadas espacio-temporales distantes.

A) Torres albarranas de Banqueo, aisladas o en bateria, Es ei tipo más mt6ctonamate andalucí,tradicionalmente ron orlgilnes cro'tl016gicos en las f o d caciones almahades de la segunda mitad del &lo X[I coma la alcazaba de Badaioz,. r d o d c a d a hacia 1169 con motiva . de las ofensivas portuguesas de Geraldu Smpavor y Alfonso 1,aproximadamense en los mismos años que las albananas de Gceres, aunque últknamm~ese lleva en ocasiones la cronalogia de la BwrrZ~iyylan mediados del siglo M para sus primeros ejemplares, en Euncion de las cmdusioaes exrrafdas por 10s excavadores de la fortaleza de Calatrava la Vieja, En cualquier casa el irea de dimibucion de las albarranas de flanqueo, por ahora se ciñe a la Península, donde los ejemplares cristianos cubren una a m p h zona, desde las contradictarias 'bestarres en Mansilla de las Mulas (Ledn, c, 1181f),a las famosas bate* de albarranas m tierras de Tdedo como Montalbin, Escalona y Talavera de h Reina, fechabies en los siglos XPIl y X N ; la alcmeza de Zorita de los Canes, que presenta la cualidad de estar e p i g i ficamrslte datada a finde$cid siglo XlZ; la saIrnanrina de San Felices de los Gallegos; la abuleme de Madrigal de Ias Altas Torres; la burgalesa de Sotopalacios, extremadamente tardía [fines del siglo XV) y plurivalente como molino del U'blerna; las segovianas de Turkgana y, quizis, AyMn; la osceazse de MontearagQn;la &arv&a de Silves; y las andaluzas de Belalcázar (Colrdoba), Santa Cmalina íJaen), M d n de Ia Frontera

Torre agarratu en ej ~ectot.p$aPesfede ki cera ~ e r r O ram . te~tim~n!ia epig~dfam sobre la cbve deiarro, "r6npero:& me fe/dt m Ea L Y ~de hJ1:et:CCC ef xxWn/unno' [el freyw c~ktroutrPwo D faz ya era Comendador de Zaniir ~rehtu agos antes, eir4 1260). Ewpk~rodah a&umna m

enepirsddd ladera>~pront~ ddió .tener p d l o r i i ~de~ des1d'z~dmwakaroept Id ciwentacfds, por Ita que le admivn a modo de contrafuerte an 6oij'e~mikfrmhr, muol~imdo d mnjurato ea ~ k p ~cdmzsd d ñspizemda;.r ~ f a r m & ~ b en k ln seggnL mitad iid siglo XVa j~zgarporbr troneras de

(Sevilla), Teba (.Málaga) a Vdez Blanco (AIrnería).

Su fuincid~ tiSctim es genera m bnqueal'eariolvente estático, sobre toda en las zonas paimarakrs m& vulnmbles a la agresi0n.

Su nexo de u n i 9 ~con el recinta principd, en las vasiones cristianas, es pseferentemente a base de arcasJ y nQ solameme para permitir el recorrido be Iér h a , mas la acieara [Manulhh, TurEgano 3) sino, quizás, para en caso de zapa mirarle dafios cacesivos al lienzo matriz con el desphme. % más un vewrte de teerc~arborala;o de albacaras cristianas que de c.astilas "ecerí-adas",y de 1s quincena de ejemplos an~eriorrneateexpuedas, tan 5610 urio c=cirrspr;indea la segunda posibilidad, en d mraiio sincretkrna de Sotapdaciols.

Su pi-nra pxesems la varíedd usual en la poliUitckGm de b &poca,salvo la circular: recí6nguIú, poligano cqriil6rer.a, paza~tly t.i czuríosa pmtagond w proa.

F&.233.- CTasiIIu-ahdir~de Monke~r&n (Nwesrcl). Tom~ alharrama PS eeb scetar rteuc~~e, q8id-fde ibucin 121x0, can w ~ ~ i 4 8 ~ emziy i t~imikEr 0 w h de pdfdogk Z ~ t i t ade lm Cmei, ~dolecede @ S ~ P U C # ~C~B@&&PI$B TZ~~ @ ~ r udf? ~ .197JI. Fama p~~bede wforcaIezn B~SBE~SCQ m%vida r q ~ 1 t dede a ~ felaes dd aa'gko X, fwhcnri ~:astrulfme~z& m loJ. b,&wt~ofdei Reim de A~sagóa,@E-en (~JQmkma Loave y &qaizaff ce~t#eiaofrece preeede~trs

B) Torres albarzreanas del bornetaje, La idea de segregar el elemenra que difusamente denominarnos darre del homfrnaj~del rechra principal arrancs de su propia origen conceptu~l,y así se presenta por gTan parte de Europa oceide~talen la alta Edad Media, bajo l a forma de mara y aldea Una vez difundida la consrrucciáa de piedra con adecuada esrereot~mia,~o se alvida deJ todo d cancepto, y vemos cbmo enrre c~mienzasdel siglo MIS y mediadas del XTI Fesurgen ejemplares de este viejo plmrmento po~orcgiuc~, gmerafida unas xom albarranas que par Ia natud e z a de su miVOii alcmzm una. calidad g perfeccion muy supefiores a sus predecesoras de mero flmqueo, el tipo "Awque ya hanos ~Msiderado más s d ~ . Este fenámeno de reviral'nacion del viejo ccrnepto mota y aldea parece sur-

gir en 10s dominios cstpetaa de Felipe hlugirsta, de donde par,& algunos &os despues a la Inglaterra de Eduardo I y m la primera .mitad del sig10 IZV a la M&otca de J h e IU.En 10s reino3 de Casrda, sodayando el higwdifusidssu mmo, psrece m6s prudente &a apadddn a una edosibrr de?Ias viejas albarranas de flmqum, nunca dd todo

abmdmadas. Sigrdado ma vaga secuencia mnaldgica pasamas a considerar una deema de ejemplos de este tipo "E" crn Europa Occidentd ITrraktd~nE P I Q Una~de~las~úhhmc fortalmas construidas por Felipe II h g u s t ~hacia , '120, tras la ex~"ri.encia a m d a d a de casi cuarenta años I&mdo innovaciones en 10s mmíemas del "siglo de. ora" de la arquitectura castrmse europea, siguiendo d p h cuadrangular que se eapandfa desde fines del XIí a ambos lados del Cmd La particularidad que m& nos intere~aahora es que la torre del homenaje se yergue exenta, alhuwd:~~, frente al ángulo NW dirl cuadrado nociato, c m planta circular (13'60 81y 25 m de altura, Cwaada su propia =va, un putate 1.evadizo1s unía aI patio de armas del c~stdls,mientras quq acepdonalmmte, atro accesa m& discreto y segura esa .posÍble a travks de una mha que baja d fusa ~úmpliriel misma carneti.&. Esta camp&enwta. ciBn de la defensa, tan antigua como

hgeaiasa, q a r ~ e e rescrupulosamisnte i copiada en diversas fmtificaci anes, iticlusú urbanas, en 1% s i p k ~ t e ssesmaños.

Nesles-e?a-Tardes~Is(&sn:crl. Muy paca $esp&, hacia 12115~ el Conde de Dreux cunszmyr una réplica ea las marismas lúnitrofes al &me, que reproduce, a escala algo menor, el casrill~red de Daurdm. Al i d que el mtleriar2deva su hornmaie cmi ciego (27 m dt,, 17 base alambaradd en d hgulo NE del recinto e u a h & w , del que e& sepa-

rada por un faso de unos nueve mmos de anchura, quedando cumdcadrr por un puente Ievadizrs, que dada su luz dcbicj contar con un estribo internedio, Camx de potemis o &a al -&o% en la rradicl6n del idtimo reducto vigente

endXIyelXE. TUWdad Roi. Aigaes-M~esP r n ~ e ~ c d , En las marismas de las antiguas bocas del R6dmo, hoy ya alejada 7 km da Mediterritnw, se encuentra esta pegueEia ciudad portuaria amurdada en el siglo m,de planta rectsngulas (SO0 x 500 m), y en cuyo ángdo W Iexenes, Luis IX labra entre 1242 y 1248 w i a gran t w e cillndrica (32m alt,, 22 a, base dambcrrada) despues Urnada de C a n s t m , Faro, guaí~ay ultima reducto, debi6 preceder algunas atlas d ~ s t o de la cera wbaraa AL igual que w los casos anteriormente considerados, se encuentra separada del reehto por un fam, de unos qnince-mewos de mcbua, en absoluta autosuficiencia hcional, con acceso ,rmáaíld pomerio y poterna d e s d a d a sobre las aguas Sres.

Fig. 234,- Mwda ~drhm? de Modrigald8 &?a Toriey.&bfid.Unta de L at a v e ~& ~ J ~ ~ I Q Q O ? u d b i w ~ y~perat~~orsa$ a PS ~ ~ Q IGQWQ L , kd acn"dmfalde de O~a~u!apiedra~ m b m.ismia BY& Fe iu

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~ vecIéra P mstmidlr 1302 Ira nirdild $e M u a h apd6 d Fmm~kdwN p a r g q~ ecffti)dzard E"+c

20

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En

o= ..................... ...................... ...................... IGLESIA ROMANICA ..................... .................... JUAN ARIAS DAVILA. OBISPO DE SEGOVIA, 146 1 -1 497

JUAN -ARIAS DE SEGOVIA.

DEL VILLAR, OBISPO 1 495- 1501

CROQUIS ESQUEMATIC0 DEL

CASTILLO DE T U R E G A N O PROVINCIA DE SEGOVIA (Segun D.G.B,A., 1968)

DlEGO DE RIVERA 1512-1 543 I I

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El castíllo de Las Aguzaderas lormaba parte del conjunto de peqneíias y grandes fortalezas iritcgradas vaganlente en la llamada b a ~ z h moizrcn, que vigilaha y protegía cj! flanco suroricntal del Reino de Sevilla, frentc a la Granada nazarí, Está empla~adoen la laciera Laja de una depresión, rodeado de sualres oteros algo doiiiinantes, aunque lo suficientemente ¿Estantes para no constituir padrastros peligrosos con los sistemas cle armas en uso a nlediados del siglo XV,en quc se debió prod~icjrel grueso de su construccibn (ver fig. 106).

Su ernplazaliliento ~Ieprimidole pcrmitc el control de un iicn manantial, d e aloro sosteilido, recurso vaüosu en unas tierras de riguroso secano donde las aguadas experimentan acusado estiaje. Todo parece indicar que tamhién la planta de la fortale~ase ajusto a la tupografía del hoi7tanar. La primera se componde hásicaniente de una consideraLlc turre d d homenaje a caballo sobre el lienzo occiciental de iin recinto ruadrangillar dotaclo de torres angulares así mismo cuadrangulares, teniendo la del sureste carácter dc albarrana que se proyecta hacia cl lnencionado venero, coi~trolindoloaulque no aislándolo, Ésta debia ser Ea disposici6n a mediados del siglo tras su construcción por el Cabildo catedralicio hispalense, pasando a la Corona y pocu desp~iésa los Ribera en 1380; estos últimos efectuaron reformas substailciales en 1419, encerrando el rilanantifil tras una muralla que parte del frente de la albarrana. flanqiieando los liemos largos con sendos cubos semichrlricos con la gola no enjarjacla en el paramento preexistente, y ccinstruyendu sobre el tcrradu del hornel~ajeiina espécula que facilita el cnIace óptico con el ccrcano castillo de El Coronil, distante cuatro kilhrnetros en línea recta, comunicación visual que debiíi ser particularmente illteresante para los Ribera a partir del indicado año de 143Y, en el que adquieren también la propiedad de esta segunda fortaleza, prbxiina aunque con lomas intermedias, circunstancias que clehió llevarles a labrar la espécula para el lnencionado enlace óptico entre los '10s propuanácu!os familiares (verhfig. 111 1.

m,

Ln torre del homenaje presenta una notable semejanza formal, particularn~enteen su distrihucjón interna y rclativra calidad estereotórni~a,con otras de la bon& mnzorisca corno Lopera, El Águila y Utrera, coincidier~doincluso en vt~riacrnartas de canteria con las dus íiltimas, lo que pcldría indicar unas fechas del último tercio del siglo XIV, toda vez que la torre del homenaje ciel castillo Je Utrera debió ser construida entre las destrucciones de Muhammad V en 1 368 y 1398, en qiie aíin se conriniraban Iris obras de fortificación ~ulisi~uierites a la devastación naaarl, todo lo cual sugeriría una cronología quizás excc-sivaimentc alta para reductos cuino Lopera o EI hguila, habitualinmte tenidos como algo posteriores. La fortaleza de las Agrrzücleras tirvo anexa una aladea de la que no s1l1)~itcrastro visible, prnlriblemiite de origen musiilm'an aullque repoblada en 1381, siendo aludida como villa en doculxenración casteilana de 1425 y 1458! perdikndose el rastro posteriormente. El castillo cxyerimei~taun Fugaz proyecto de cont7erslón en almona de 1734, abandonái~dosesri iilantellimienco desde 1802, v no constando que poco desptlk fuera ocupado por tropas i~apoleímicnsa diferencia de otras fortalezas cercanas cc~iiloArcos de la Erontcra, Olvera o Espera, probablemente al no estar emplazada en núcleo de población.

El castillo-torreón de Nogales es rin buen exponente de ese modelo castral, a medio camino entre el castdlo propiamente dicho y la torrona, en el que el elemento de mayor importancia volumétrics, poliorcética y doméstica es una torre, que destaca y domina ostensiblemente las otras partes subsidiarias de ella y apenas de más entidad quc una camisa escasamente flanqueada, que con frecuencia es añadido posterior, como en el ejeinplo burgalés de Lezarla de Mena, en el que una potentc torrona del último tercio del siglo XIV es rodeada en la scguilda mitad del XV de una canlisa con vanos pirobalísticos. En el caso de Nogales la construcción de ambos elcmemos por los Suiírez de Figuerna, Condes de Feria, es consecut.iva, siéndolo la torre en 1458 y acahándosc la camisa y sus c ~ ~ b angulares os en 1164, según sendos teseinonios epieáficos y heráldicos aún conservados sobre sus respectivos accesos (ver fig. 124).

Situadv en las tierras pacenses próximas a la raya dc Porrugal, se ernpIaza sobre el extrenia noroeste de un destacado monte (2-451mts) que domina ampliarneme la Ilaniira círcui~dante,y cuya retlucidbirmeseta superior acogía igualmente el pequeño burgo reasentado en 1448, y cuya modesta cerca se apoyaba en dos puntos fuerces, el ciego Abside de la iglesia dc San Cristóbal al sureste, y e1 castillo-torreiin en el rumbo contrario. Dicha cerca e ~ ~ t r o n c a b[Cl a eil los borjes que flanquean el acceso principal, que su vez estaba precedido de un foco [Bl, l1oy cegado, que se salvaba con un puente re~rictilIEl, dando paso al único tramo de liza que estaba a cielo abierto, puesto que los otros tres sectores IF-Fl se cubrían al nivel del camino de ronda con una breve techumbre sustentada sobre el adarve y las caras opuestas cIc la torre. Estos tramos cubiertos cobijaban el acceso a una mina que corre bajo el foso CG], y la poterna [A]qrie sc abre a los aproches, en acusada ladera hacja el Rivera de Nogales, modesta corriente salvada por un puerite lateí-icio de seis ojos, coevo s la lortzleza. Los cuatro cubos esquineros de l a c ~ m i s aso11 macizos, alojándose encactrsida e11 cada uno de los terrados unas pequeñas tinajas con funci9n desconocida, Esta camisa apenas alcanza la cuarta parte de la altura del homenaje, y presenta tempranas cañoneras circulares (ver fig, 87). La torrona tiene seis plantas, cubiertas las impares por alfarjes hov perdidos y las pares por bGvedas de cañón cuil plementería de ladrillo, La caja de la escalera se ubica en el ingulo septentriona1, y aloja una de tramos rectos en torno a un nabo macizo. a cuyo pie se abrc un pozo de cinco metros de profundidad cuadrai~g~dar con planta en "E", de función desconocida. En el rincíin oriental de la planta baja [HI se abre una trampilla que da acceso a los dos niveles subterráneos de la torre, integrados por sendas cámaras abovedadas superpuestas, siendo la inierior un alji he coi1 veinte metros cúbicos de capacidad, cuatro veccs menor a la del exktente lrentc al lienzo silreste [DI, probablemente de iiso con1tinal. Dc las seis plantas meiicionadas, la tercera es la mejor dotada, disponiendo de chimeilca y de la hita ventana de regular tamaño dei propugiliculo, cubierta con un arco dr solito ~ n ~ r e l a dcompuesto o por tres dovelas graníticas, de las que falta la clave. Estas plantas repiten la disposicibn de cámara y camarela, aisladas con puertas de dos hojas y alamudes, a cuyas pequeñas aberturas exteriores se accede atravesando los dos metros y medio de grueso muro de la torre por tabucos con poyos ventaneros. El terrado conserva parte de1 imepccho y los merlories con albürdillas a cuatro aguas, así como los canecillos que soportaban una ladronera en la vertical del vano a i ~ ~ r e l a dy ode1 acceso a la torre, mientras que la entrada de la canlisa se protegía verticalmente con una buhedera en el intradós del breve pasaje. Los paramwtos muestran, coino en otras Cort~lezasde la Casa de Feria, ilagueadfis con hojas de higuera, sirnl~olopíadel h a j e (ver fig. 127).

PLANO N' g

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* b CROQUIS ESQUEMATiCO DEL + +:Y

CASTILLO 50a2

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DE

NOGALES

PROVINCIA DE B A D A J O 2 [Segun MORA-FIGUEROA. 19841

O mis.

249

El castillo de Guadamur, situado a doce kiliiinetros al siiroeste de Toledo, no lejos de Ia margen izquierda del Tajo, está emplazado en terreno llano, en los arrabales del pueblo l-iornóriimo, señorio de los LOpez de Ayala desde 1445. Veinte años después, don Pedro, Alcalde r oConde de Fuensalida, inicia la construcci611 Mayor de Toledo y f ~ ~ t r i1 de la lortalezs, aprobada y sancionada poco más tarde, en 1468, por Enrique IIT. Este don Pedro es el autor de la mayor parte dc la fortaleza que hoy, con ciertas alteraciones, conocemos. La torre del homenaje en su lilenitud, y ei cuerpo central f l a i ~ ~ u e a ddeo cubos y esperontes, constiti~yenesta primera etapa de hacia 1468, que sería completada, transcurridos unos treinta y cilico anos, por su nieto, el I l J Conde de FuensaIida, con el recrecimiento del cuerpo central y el envolirirniento del conjuilto con falsabraga artillada y loso. Restaurado por el Conde del Asalto, tras su adquisición en 1887, lo Itie exteriormente coi1 mesura y discrecióil plausibles, según se colige de la iconografía de mediados del siglo XTX, y sin incurrir eíl la merlonitir ya rpidémica por aquellos años.

Su tclrre del homenaje, con coronamiento de escaraguaitas y parapeto amatacanado, responde a un tipo frcc~ienteen los reinos de la Castilla de Eilriyue IV e Isabel 1,tanto en las fortale~asseñoriales corno de realeilgo, aunque ofrece la inusual particularidad de un pasadizo intramural al llivel J e la lisa, protegido con tres buhederas consecutivas, del que se infiere la existencia de iin proyecto de antemural, previo a la fdsahraga actual, en el que se encastraba la cara norte del l-iornenaje. No menos llamativo, aurique dudoso en su morfología actual, el amplio foso de escarpa empedrada, la CUM h o n h c h ~ p a d ude Manrique Figuercia, y de inmediato, sin bernla interniedia, la falcabraga alambor~tdade acusado releje, dotada d e arcaizcintes cafioneras y troneyas circulares para un incipiente artillado con armas ligeras bajo cubierta p los calibres mayores en adarves y terrados, para evitar e( sofoco S/ facilitar Ia maniobra d e recarga emorices siempre problemática, tanto con los sistemas de alcuza y de misculo de estai~clueidacJdefectuosa corno en los primeros ensayos de avancarga. Dicha f ~ l s a b r a ~ presenta a iina altura bastante reducida respecto a la cota de espalto o de aproches, buscando un blanco.eIusivo, pero ante el asalto frontal el foso le devuelve la altura Jifícilmcnte escalabre d e las viejas murallas anteriores al desarrollo de la pirubalística. Este ariteillural conturnea, équidistmte, al cuerpo central y al horneilsje, repitiendo la pauta de cubos angulares y esperontes de flanqueo, y generando la liza que sólo se ensancha algo frente a la puerta de ingreso a la zona resiclcncial, con el resalte suroeste de la falsabraga. Conlorme a la ortodoxia del escdonan~ientoen profundidad, cada sucesiva línea de resistencia domina y bate a la precedente para que su pérdida no comprometa irrernisillemente a la siguicrite, Iiasca alcarizar el postrer reducto del homenaje. Los t-sperontes (ver fig. 112) constituyen el elernen~ode personalidad más acusada y excepcional de eillre los existentes en la fortaleza de Guadamur, siendo un dispusitjvo de flanqueo muy infrecuente en la rortificación tardo-medieval española, asociado a los balbuceos del proroabaluartamiento, y su presencia en cl cuerpo central, fechablc a comienzos de la segunda mitad del si& XV,resiilta rnricho más insólito que SLI dirplicaci611 en la falsabraga artillada de inicios clel XVI.

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M DERREDOR DE LA ESURPA. AMPLlO FOSO, DE C O W W P A MODERNA

CROQUIS ESQUEMATICO DEL

C A S T I L L O DE G U A D A M U R PROVINCIA

DE

TOLEDO

[Segun MORA-FIGUEROA, 19941

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El Castillo de la Villa, en Cádiz, hoy sólo nos resulta coilocido m la apariencia a través de la copia de un croqrris de planta cri 1599, uil relieve de 1 3 ~to 1 en la gran maqueta de la Plaza de Cádiz que por orden de Carlos VI labran los ingenieros militares en 177711779, así como en diversas y vagas descripciones y viñetas anteriores a su Ienta consunción bajo el agobio del mísero caserío del Pópulo, sometido a los sórdidos avatares adnlinistratisros y v í c t h a del iinperdonablc anacronismo poliorcético qiic habría de nlanifestarse casi desde su construcci6nl hacia 1467, por Jon Kotlrigo Ponce de León, U1 Conde de Arcos y I MarquEs dc Cádiz, que adopto para ello unos criterios formales acusadamente fieles a la tradición medieval, siguiendo traaris que casi eran ya viejas al nacer, de espaldas al muildu de la nueva artillería pirobalística que se le venia encima, y que pronto debería hacer acto de presencia en una plma Iroilteriza de primera Enea como el CMdiz del siglo XlrI. El ConcEe de Arcos debió construir el castillo tras la incorporación de la villa a su señorío, haciéndolo en d extremo sureste J e la cerca alfonsí, erigida a partir de J 260, y utilizan~lopara su fábrica los siIIares extrnidos de las cercanas ruinas del teatro del Gades romano. El resultado debió ser una fortaleza de reducidas proporcimes,son unos inil qrunientos metros cuadrados construidos, v sin duda de las menores entre Ias concroladas pur la Casa de Arcos, aunque ofreciendo algunos aspectos dc interés como el reci~lctodel homenaje, ubicado en el sector sureste, doniinando el acceso al castillo e integrado er-i la línea de la muralla urbana, hacia la mar abierta, Estc reducto estaba compuesto por u11 volirrnen cilúlcliico y otro cúbico, el segundo sensiblcme~~te mayor, y aunque eil la mencionacia maqueta de 1/77 aparecen casi con la misma altura de terrado, es bastan te probable que se deba al acondicinnamien tn pirobalístico posterior que aloceló el antepecho y abri6 almenas abocinadas, pero que en origen la torre cilíndrica dominara u1 altura a la masa cut-idrarigular contigua, que encerraría una modesta alalck muior de poco mb de ochei~tametros cuadrados, elenlento habitual en las fortalexas capetas y angevinas y hasta cieitu punto en las aragonesas y caralaras, pero extremadamente infrecuente en Ias de los Reinos de la Corona de CastiVa, aunque no cIeja de ser signibcativa la existencia muy próxima eil el tiempo y el espacio de un notable paralelo labrado por el 11 Duque de Medina SiJoilia en el castillo Nuevo o de Santiago (c. 14/71, en San1úcai de Barrameda (Cádiz), curiosa coincidencia que une circunstancia~mmtea dos Cacas contrapuestas y aritagónicas. Con la incorporación de la ciudad a la Cciruna tras la muerte de don Kodrigo, en 1432, el castillo cede pa~rlatinarnenteen sus funciones defensivas, e incluso cuantIo fue utilizado para algo semejante a :iqiieIlo pasa 10 que fue concebido, el resultacIu distO mucho dcl prcipósito prístino; así, en Julio dc 1536 varios ndes de atemorizados gaditanos de toda laya, encabezados por el Corregidor. .. buscaron refugio en su desatendido recinto huyeildo desordenadamente de las tropas de1 II Conde de Essex, para rendirse m a s horas desptiés tras impaciente espera de los refuerzos del VCI Duque de Medina Sidoriia, que no se dcterininaria a entrar en Cádiz hasta diez y siete días inás tarde, abandonada ya pcir los ingleses con sus hervicos rehenes gaditanos. EII cl siglo XVTI scría utilizado para almacén de pOlvora, en el como sede de la Real Academia de Caballeros Guardias Marinas y del Real Observatorio Astrori6mico, y en cl X I X se acelera su deterioro y degradacih, coi7 múltiples estructuras parásitas adheridas a sus n~uralias,derribos parciales y transSotinaciíin en 1872 para Asilo de la Infancia, cuyos maltrcchos restos tras la explosi6n de minas navales en 1947 fueron demolidos.

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El castillo de Fuentes de Valdepero, segirri los testiinonios epigráficos y heráldicos conservados en él,h e c o n s r r ~ d opor don Diego Pérez-Sarmientíi y Manrique, Adelantado NIaycir de Galicis y 1 Conde de Santa Marta, siendo por tanto posterior a 1442, en que fue concedido clichn condado porJriai7 TT. Cuales f ~ ~ e slas e s inoti~~aciones de los ubicuos Sarmiento del segundo tercio del siglo XV,es el caso que la rortaleza de Fuentes de Valdcpcro acumula originalidad cn sus casi dos mil nietros dc superficie construida, de los y iie cerca de la mitad curresponden a la gigantesca torre del homenaje, quizá la de nxiyor planta de entre las edificadas en los reinos de la Pei~ínsula,.niiilque, inacabada o desinochada, 1loy no llegue a los veinte metros de altura. Sus inurcis alcanzan los nucve metros de grosor en la c8inar:i inferior, y cstiil f l a i ~ ~ ~ i c a de d ograndes s borjescoi~trafuerre,así mismo nlumborados (ver fig. 55).

Debid sufrir dcslrozos en las revueltas comuneras y, más prosaicamente, en manos de un contratista de carreteras que para obtencr grava hacia 1919 prncedih a una den~olición de firmes. Todavia se identifican moldui-as de buen3 labra, conio marcos í k aspilleras abociiladas, en los tnuretec de ~ i e d r aseca Je corralones cercanos. Es J e destacar la coincidencia en al menos diez marcas de canteria con las de la también excepciond torre del homenaje vallisoletana de Peñafjel, a sesenta kilómetros al sureste, cibra inacabada de don Pcdro Girón hacia 1466. En general su estereotoimia es cuidadosa, particularmente en los trabajos de piedra franca como la ya rilencioilada gliptagrafía de1 Conde de Santa Mai-ta, los moditloi~esdc los matacanes y del gusirdapoIvo. o c l arco :iilgrdado sobre 18 ventana aspillerada del cubo noresLe (ver Gg. 269).

La eclosion Je grandes torres del homenaje en la Castjlla tardo-trastalliara, íntimamente asociada ccin el aiige señorial simultáneo, generó especímenes que habrian sido realnlcmc significativos m su desmesura, aunque siilo algunos, quizás no los mis ~ a r a d i ~ m á t i c ose s ,han coilservado razonalilemente completos, como en ) O S L~ISOSde Belalcázar (Cíjrdoba),labrado por los Sototnayor hacia 1463, Feria {Badajoz),construido por don Lorenzo Suárez de Figueioa, 1Cul~cIede Feria, hacia 1438 (ver Jlg. 242),0 en el ya mencionado de Peñafiel. A juzgar por los restos, otros ejemplares pudieron ser aun más impresionantes, lo que en definitiva era un clecto buscado, y eiitre ellos cabe q ~ ~ i zequiparar ás al truncado homenaje de Fuentes de Valdepero el cIe Niebla (TTuelva),obra del 11Duque dc Meclimsjdonja. en el Úllimo lercio del siglo XV, derribadu por el terremoto de Lisboa en Noviembre de 1755, o 4 qyuc labraba el 111Conde de Ureña en la antigua fortaleza alcantssjna cle Morón de la Frontera (Sevilla),cuya ~onstrucciónfue abancioi~adahacía 1528 por imcrcIicto del emperador. En ambos casos, on ukense y sevillano, Icis hiperrrofiados home~lajes engloban en su interior, suhsumiéndolas físicc~mente,sendas torres de lileilor ramaño y mayor antigüedad,

El castiIlo de Mombeltran está emplazado sobre un otero de 13s esrribaciones meridionales de la Sierra de Grcdos, al paso cle una importante c a ñ a d a mesteña que baja del Puerto deiPico (1.352 mts), y junto a un modesto afluente del Tiétar. El cuerpo central y la falsabraga fueron construidos por don Beltran cIe la Cueva, IDuque de Aiburqrierque, y a juzgar por los testiruunios heráldicos debí6 hacersc entre 1462 y algo después de 1476,t-ltenor de la presencia de las arinas conyugales de sus dos matrimonios, Mendoza y Enríq'iiez Je Toledo. A esa etapa pertenece la torre del homenaje. de planta exterior similar a la del castillo de Pioz (Gtiadalajara, c. 1490), circular a extramuros y angular ü intramuros, ron iina cáinara interior octogonal y un pilar central que apea l a bóveda, cotno e11 la torre al Ponsí de Lorca (Murcia, c. 1 273) a en el reducto-lionienaje de fscar (Valladolid, c. 1490). Este homenaje probahlerneiite nunca fuera acabado, y por tanto no serin resultada de un descreste el que su &mara superior esté en alberca.

A una etapa algo posterioi; hacia el primer tercio del sigla XVT, quizis al TI Duque don Federico Fernáildez de la Cueva, corresponde la aniepuerta curva adosada al lieilzu norte de la barrera, cuyo acceso está flanyucado por dos borjes dotados de 1 as nlisrnas rone eras de palo orbe que ya aparecen cil los rnerlones y antepechos de adarves y terrados, tarito en e1 cricrpo central conlo en la barrera. Precisamente a csa barrera u falsabmga sc le ados6 exteriormente, entonces o poco antes, un alambor de corto releje (c. 60") que alcanza las tres quintas partes de su altura, Supuestamente para reforzarIa contra los efectos de la pirobalística, pcro que sorprendentemeilte está ahuecado por el recorrido de una rnanga perimetral. aparenteniente inútil, y que cn cualquier caso debió debilitar considerablemente al mencionado alambor, p r i r ~ ~ n d odc lo su virtrialidad teórica (ver fig. 14). El proceso de adaptación palaciega en la primera mitad de1 siglo XVT, conlo en Belalcázai (Lórdoba), Canena 0ai.n) o Belvis de Monroy (Cáceres), no itnpidió el abandono residencia señorial de estas fortalezas, fenbmcno que también se produce en aquellas que al Cilo de 1500 fueron concebidas y construidas desde un principio c m la doble condición, interior y exterior, de castillo y pd.ilacio,corno vernos en 1 , Calahorra ~ (Granada) o en Vélez Blanca (Aheria), todas elIas desasistidas de sus tit~d-ilaresd poco de ser Iabradas, o incIuso nunca finalizadas del todo, en evidente contradicción con situaciones similares en otros reinos de Europa occidental, en los que Ia nobleza, aunque colaborara más con la Corona, vertcbraildo Ejércitos, Amadas, Embajadas y Consejos eii los nuevos Estados nacionales, no por cUo abandona sus raíces y residencias rurales, muchas de d a s ininterr~rn~idamen te habitadas hasta ahora. COMO

El castillo de La Calahorra se encuentra enlplazatlo en el extremo meridional de rina alargada loira amesetada, eil las estribaciunes scptmtrionales de Sierra Nevada, a la bajada del Puerto de La Ragua (2.011 mts), vía de penetración desde el eje Guadix-Almería (ver fig. 84). Disfr~~ttancln de uli clima continen~alTrío, cuilstituye uno de los contados ejeinplos de fortalezas peninsulares dotadas de adarves cubiertos, en la tradicibn franco-germiilica (ver fig-. 18). Coiistruirlo hncia 1509 pur don Rodriga Díaz de Vivar y Meoclozr-i, 1 Marqués del Cenete, hijo sacrílego del Gran Cardenal Mendoza, su grado tle ccii~servaciónes de todo punto excepcional, propiciado por un cierto abandorio marginal quc l-ia soslayado las iiaturales iefunnas y adalitacionec que la Crecuenración de los titulares hubiera inipuesto. Quhienros años después de su instalaciDn, aún conserva los portoilcs y el postigo originales (ver fig. 175),así colno el blindaje (fig. 51), el altlamud (fig. 30), cerrojos y armellas, las armaduras de cubiertas, o un amplio muestrzirio de la rcjeria coeva que defiende los vanos exteriores. Incluso la poterna tapiada e11 el lienzo noroeste contiene embebida en la rnai~~posteria su pequeña aunque gruesa puerta Llmdada, con lamas irnlricadas y remachadas a su armazon por clavos chanflones (ver fig. 177).

El carácter excepcional del pequeño aunque notable palacio t-enacentista ilorditálicu cobijado en su interior, con abundoso y rei~erativoregistro bibliográfico, ha eclipasado el indudable interCs castra1 de esta fortaleza, arcaizante y ~ o v e d o s a u11 tiempo, que, a pesar de las supuestas fanfarronadas epigráficas de don Rodrigo, sólo era probable que fuera hostigada por iraccibles pecheros moriscos de notoria incompetencia poiiorcética, como por ejcn~ploocurrierii e11 el Invierno de 1568/1569 coi1 los rnonlíes alpujarreños. A~ulqirela valurnetría y cot~fi~uración gcneral responde más a 13 de LUI propugnáculo de mediados del siglo XV que de comienzos del XVI, su cuerpo está aderezado con alguilos dispositivos ciertan~entc nnvedcisos ~7 apropiados a la nueva tecnología pircihalística, conio el sorprendeilte cuhete artillero qirc bate e1 vacío de la linea de releje de la ladera occiciental (ver fig. ?E), dotado con troilcras de acusado abociilamiento externo (Cig. 2651, o como el inusittido rediente deflactor que protege de las trayectorias rasames en el lienzo oriental (figs. 206,207 y 208), lienzo en el que se abre cl acceso principal, cuyo pasaje puede opilarse con un tablacho tapiador (fig. 22i), y ante el que se conserva un tramo recto de falsabraga cowa con adarve alineriado y dotado de troneras, que observado desde el pie de la ladera oriental actea de muralla-escudo (fig-. 84).

La nlencionada concepción palaciega de su interioi;

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deduce de tantos otros casos peor conservados, está articulada de forma que n o interliiera en exccsu la trama defensiva, basada esencialmente e11 la planta baja de los cubos meridionales y de la torre d d homenaje :il noreste, la cámara artdera y, sobre tcido, los adarves perirnetrales. En la medida de la posible ambas m wndos, el protector y el protegido, la supei-vivencia tidusta y el refinamiento sutil, están nítidamente com~sartimeiltadosy su conexión adnionitoriamente vedada con una inscripcidn en el dintel del transito que advierte

V.CIL)IJEIA1iXA RE LICET,

PLANO N. 14

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CROQUIS ESQUEMATICO DEL

C A S T I L L O DE L A C A L A H O R R A PROVINCIA DE GRANADA [Sauun MORA-FIGUEROA. iQ94) I I

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Este proyecto de torre artillada con una pieza de afuste sobre colisa es obra del Capitán don PauIino rUdaz, se& instrucciones de la Junta Superior Facultativa (Madrid, Marzo de 1862),uno dc los varios modelus propuestos, y algunos construidos, para la defensa de las lineas avanzadas de las Plazas de Soberanía norteafricanas. Levemente troncocbi~ica, ecra torre astillada ofrece algunas características interesantes como el parapeto ciego a la barbeta que cobija una colica, en disposición muy semejante a otro niodelo, medio sigla anterior, previsto para la defensa periinétrica cle Ias afueras cIe París, tras la caída dcl En~perador;troneras dc buzón para batir el foso y la contraescarpa por auseilcia de rnatacmes u de ladroneras; sin patín para acceso único elevado, por la segunda puente levadizo, tan solo una escalera retrsíctjl, como de alinenara costera, con las armas reales de Isobel11 sobre el arco cscarzano de la entrada. simbologia heráldim que al parecer molestaba sobren~ancraa los nativos de las cabilas yebIíes, que desencadenaron la campaña de 1857 al derribar y destruir las armas reales con e1 hito honterizo qiie delumtaba los campos desde 1845. Lógicatnentc el grosor trasd6s/intrad6s de lri bóveda superior es considerable, ya que debe soportar ea su clave el eje de giro para la colisa.

A todo lo Iargo de la segunda mitad del siglo XIX se siguieron proyectando y construyendo diversos modelos de torres exentas par21 iina pequeña guarnición de fusileros, encargados de controIar la cotidianidad fronteriza magrebí, y en las que podían retraerse en caso de agresión generalizada. Aigunas tenían mayor disímetro y entidad, disponiendo de u11 sucinto patio de luces, h s o y refosete, aljibe, rnerlatura ahocinada y aspilleras (ver £ig.167),llegando a contar con algunas caponeras para mejorar el flr-inqueo.Todavía en 1894 se erigieron torres de inconfundible aspecto rnediwalizai~te, coi1 merlatura convencional e induso matacanes sobre coi~trtifilertes... fiincionales y operativas en su contexto táctico, como en el caso del reducto octogonal en la posición Reina Kegente, pam el cerco exterior de Mdilla (ver fig. 166).Doce afios antes se construían en el Pirineo oscensc otras torres de fusileros con guarniciíin cie un oficial y veinticinco hombres cada una, de excelente estereotomía pétrea, con puente levadizo y maracanes perimet~alessobre pirámides invertidas del modelo utilizado a finales del siglo XU en ChiteauGaillard. El neomedieviIisrno en fortificaciones coloniales españolas incidió tambien en esrructuras de mayor entidad, corno los fuertes melillenses de Rostrogorda y Cabrerizas Altas, cada uno de ellos guarnecidos con tres oficiales, ciento veinticinco hombres y los servidores de siete o nueve piezas de artilleria de calibres medios y de una ametralladora, estando asinlismo dotados con fosos, capotlera, inatíícanes, caiioiieras y aspilleras de fusileros, todo e l u según documentación de 1894; cien años después, siguen guarnidos.

PLANO N' 15

PROYECTO DE 1862 P A R A UNA TORRE EN L A LlNEA

AVANZADA

DE L A

PLAZA DE CEUTA

[Segun MORA-FIGUEROA. 1988)

1

La fortaleza de Montalbán representa por su situación, dimmsiones y distribuci6il. u11 curioso enigma castra1 en tierras de Toledo, replegado al LorcIe dc la gargdnta del Toscón, abrupto y modesto afluente de la margen n-ieridional del Ti~jo,con cm emplazamientu y topografía circundan~cque sólo deja opcihn Je ataque conveaicioi~alpor el sector noreste, en el que se concentran las defensas, duplicando y aun rriplicando las líneas de resistencia, Joininadas por dos grandes torres albarranas con planta pen tsgoilal eil proa (ver figs. 115 y 250).

El conjunto de siis fortificaciones es el complejo resultado de las obras duraiite sucesivtrs titularidades. En la segunda initad d d siglo XiJI la Orden del 'Ikrnple, a la y ue Je lue corifiscada por la Coromia en 1308, muriendo su último Comendador, Frcy Lopc Fcrnández, en alguna prisión del Arzobispacio de Toledo; a lo largo del siglo X1Y como fortaleza de realengo, y particularmente entre 1321 y 1325 en que don Jnan Manuel, en Iti minoría dc AEonsu X, se intitula Regente en amplias zonas del Tajo medio, y es plausible que labrara las dos grandes torres albarranas, aunque en cualqiiier caso con Pedro 1en 11354 y con Jwan I en 1383 ya tiene entidad siificiente como para alojar y defender o reteiler algíul primate con nutrida compafia: en el transcurso del siglo XV se prodigan las rnudanms y titrhulrncias que rvmpen la rutina rural de la fortaleza, comerizando con el asedio del Otoño cle 1420 a Juan 11,de quince años, protegido por el emergente don Álvaro de L~ina,quc recibiría el castillo por donación de la Corona en 1137, y cuya viuda, en 1461/ 1462, seria a su vez cercada por las fuerzas reales, pasando posteriormente la fortaleza en nireva donación al 1 Marqués de Villala, siendo heredada en mayorazgo pnr su tercer hijo don hlonso Téllez-Giriin (tras Cugsz pertenencia de hecho al I IConde de Alba de Turnles en 1471/1472), que lo haliria desde la muerte de su padre en 1474 hr-ista la suya en 1527. Entre los siglos XIIl y XVI cuatro periodos en particular debieron rnoIdear las extensas fortificaciones aún en buena meclrda conservadas; encomienda templaria, regencia de don Juan Mailuel, cIo~lrlliiosde don Avaro de Luna y de su viiida, y señorío de don AJonso Téllez-Girón, si bien existen lagunas cronológicas en Las que pudierm IIevarse a cabo algunas de las reformas de ampliación o de reducción dcl perímetro defendible (ver figs. 91 y 199). Entre otros aspectos significativos, destacan en el organigrama defensiva de MontalbAn las disposiciones para la aguada y para la defensa vertical. Son notables los difíciles y reiterados esfuerzos, con originales aunqiie q uixis esri-riles soIuciones, encaminadas a asegurar el indispensable suniinistro de agua en cualquier situación, ccrmci las que, precisainente en ese aspecto, se plantearon en los difíciles días de 1420 y 3 462. Esrin presentcs uua cunspicua variedarl de sisten~asalteri~.atEvoscomo aljibes subterráneos, cisternas murales, pozo, mina y coracha8deaguada, o muro de contericiiin/retención, diversidad de todo punto infrecuente que rara vez concurre en una fortaleza, y que además los datos disponilIes sugieren no alcanzó a resolver un problema tail blísico para su cualificación dcIcl~si\~a. Respecto a la defensa vertical, destacan las buhederas en el intradós de los arcos dc unión de las torres albarrar-ias,y, sobre todo, las ladroneras que flanquean los tajamares de dichas torres, que de aceptarse su carácter coevo con esas all-iarrrinüs peilcagonales en proa. las lecharían en el primer tcrcio del siglo XiV, cronología infrecuentemente alta para la arqriitectura defensiva pe~linsular(ser figs. 60 y 130).

R E S T O S DE L A CAPILLA

La fortaleza de Salces pudiera ser considerada como paradigma arquetípico del casdlo tardomedicml en su fase final de tt-ansiciiin hacia fuerte artdlero, protolaluartado. Dci. primero mantuvo elementos distintivos como una gran torre del homenaje a caballo sobre el ljenzo nuroeste, postcriormerite desmochada; considerables cubos esquinercis; escaraguaitas en diversas torres, más tarde enrasadas n destruidas; esl-iéc~dal-iipertrofiada sobre el homenaje, en la actualidad desaparecida; o un notable énfasis en la compartimentaci6n dc la defensa, con presencia de dispasiúvus inírecueotcs como inurallci diafragma n haha (ver fig. 128).

De su caricter innovador como Fiierte artillero cabe des tacar, entrc otros aspectos, su bajo perfil desdc los aproches, emergiendu de tin ancho y profilnde foso (ver Eig. 122);la presencia de rev&~es propiamente dicho; el uso sistemitico de caponeras; los parapetos a la barbeta y abocelados en los adarvcs (ver fig.1 ) ; o el grosor de las murdas, que alcanza los once metros de ~namposteriamaciza en la apertura del acceso principai, frente a la gola de la barbacana (ver fig. 46). Construida emre 3 437 y 1503 con las directrices e inteweilciíin personal del Maesrre &miro Ló~iez,artillero e jngeniero veterano d e la guerra de Granada, la fortaleza fue sometida a diira prueba, cuando aun lio esraba del todo finalizada su construcción, con inutivo del asediu del Mariscal de fieux en cl Otoño de 1501, cerco que supuso a1 menos una importante voladura de mina pirob:ilística que debió provorctr la destruccion de la barbacana acodada, similar a la todavía existente, que estaría einplazada en la cortina noreste. Diclia explosibn, una de las primeras de s u naturaleza eil ln historia de la poliorcética, fue llevada a cabo por el propio Ranliro López, con gran quebranto de las fuerzas atacantes. Despuks dci infructuoso asedio, al tiempo que se reparaban los destrozos se debió proceder a ciertas mejoras puntuales en base a la experiencia s~ifrida,como el aumento coi~sjderablede altura y releje en el alambor de los liei~zos,aunque eiio también supiisiera opilar y por tanto neutralizar cssj medio centenar de troneras dcl nivel sernisuh terráneo quc batía11 el kuso y la contraescarpa. Dependiw do de la fistjiidad icoilogríCica de los testimonios del siglo XVI (OiIanrisi o C;oiizdo de Ayora) y primera mitad del XVIT (Besulieu), se podría establecer aproximadamente la secuencia de reformas habidas hasta la definitiva pérdi Ja españoln tras los acuerdos gestionados con la Paz de los Pirineos para el Roselliin (1659-1665),e indusci aIgo posteriores, pues el propio Mariscal Vauban en un m m o r i a l de 1679, parcialmente ejecutado en 1631, aconseja la olituracibn de ladroneras o m atacanes, supresión de algunos pacl~-astros,o mejora del canlii~ocubierto. Paulatinamente, la foí-taleza cie Salces se fue transforinai~doa partir de la obra inicid del genial Ramiro LOpez, experimentado ya con Ins ensayos granadinos en la Alhambra y CZéjar, obra concebida mwiac en lo quc poco después serían las propuestas de Durero que en las de la ya en sazón escuela italiana, aunque siempre coiitemplando como dirimente a la ultiwa rcktio ~rgis.y asi en O a u bre de IT02, cuaildo &n no estaba del todo culminada su construccjbn ya nos consta documentalmente su artJlado, entre rilacloq uines, cerbatanas, lonibarcictas, sacal~ucheso fdcones, con ciento dieciocho piezas, tanto de metal como de hierro, las de alcuza con sus respectivos misculos dc respeto, así como rrece mrl seiscien tos veinte proyectiles, y los correspoildjentes barriles de pólvora, costales de salitre y carbón de sauce, atacadores scgiin calibres, y demás prcparos artilleros. Once nieses desptiés, la fortdrza estaba asediada por ci Mariscal de Rieux, al manda de veinte mil hombres.

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1. 2. 3.

TAHONA HARINERO SUBTERRNEO DE

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Aih4ACEN

LA TORRE

PLANO

DEL HOMENAJE

5. CAtABOZO 6. POLVORIN

7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. e

COCINA AGUADA FOSO DEL MURO DIAFRAGMA CABALLERIZAS PATIO DEL REDUCTO FOSO EXlFRlOR CAPONEFA TRAZ4DO DE L K ESTRUCWW DEWARECIMC C INACABADAS

CROQUIS ESQUEMAPICO DEL

CASTILLO DE S A L C E S ROSELLON, FRANCIA [Segun P. TRiJTTMAN, 14801