Frondizi y la verdad: Un estudio del momento político actual que todo argentino debe conocer

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Frondizi y la verdad: Un estudio del momento político actual que todo argentino debe conocer

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, Un estudio del momento político actual que . todo argentino debe conocer.

Editorial

URANIA

PRESENTA

FRONDIZI Y LA VERDAD

NESTOR MORALES LOZA

frondi i y l Ver ad

EDITORIAL

URANIA

IMP:RESO EN LA ARGENTINA PRINTED IN ARGENTINA

Copyright by EL AUTOR QUEDA HECHO EL DEPÓSITO QUE PREVIENE LA LEY NQ 11.723

DEDICATORIA Dedico esta modesta contribución al restablecimiento definitivo de lo argentino a la juventud_, esperanza de un grandioso destino nacional; a las Fuerzas Armadas) sostén y defensa de los más enaltecidos principios patrios) y a los obreros) columna vertebral del progreso y el bienestar._ J

EL

AUTOR.

INTRODUCCióN "Soy consecuente con la verdad. Busco siempre la verdad, en malquier parte, no impolf'ta de dónde venga". LEANDRO N. ALEM

Una de las cosas más importantes en el juego de los legítimos intereses que se mueven en la política} es el conocimiento de la psicología del pueblo. Tal conocimiento nos permite . descubrir que uno de los basamentos de esa psicología lo constituye su ascendrado amor a la verdad. Esto no impide} sin embargo} que a veces} como un niño grande e inocentón} se deje arrastrar por la mistificación .,y el engaño. Pero el pueblo ama la verdad; busca la verdad sobre todas las cosas} aunque sea dolorosa. Puesto que la adversidad y el sufrimiento son su pan de cada día} sabe sufrir ·el dolor con sencilla y admirable resignación. Prefiere eso al engaño. El mentiroso muere ahogado en el corazón de las masas cuando la falsedad se hace manifiesta. Sírvanos tal introito para esclarecer el porqué de este libro. Juzgando que} como escritores} tenemos una responsabilidad moral con nuestros lectores} creemos necesario establecer primordialmente su razón} su causa y su origen. Muchos lo juzgarán equivocadamente} por incomprensivos} mal intencionados o aviesos} o} simplemente} por necios. O porque no comparten nuestras ideas} o porque no /al.tan quienes tienen por norma oponerse a todo principio dilucidador} para extraer provecho de las confusiones y de las aguas turbias. Empezaremos} pues} por decir que sólo nos guía un propósito fundamental} contenido en tres premisas esenciales: a) esta1

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blecer la verdad; b) con la verdad) guiar o señalar el verda.dero camino a aquellos ciudadanos desorientados y perdidos en el complicado laberinto político; c) con tales premisas, servir al país) que ansía y debe encontrar su verdadero destino. Comprendemos, sin embargo, que la tarea no es sencilla. Porque el sólo intento de llegar a determinar la verdad nos arroja ya en _un pozo negro de ·discusiones) alegatos, réplicas y argumentaciones) donde se debaten desde hace siglos horribres tenidos por mucho más sabios que nosotros. ¿Qué es la verdad? Anatole France consideró esta pregunta la más profunda jamás formulada. No podemos negar que un elevadísimo número de cuestiones depende de ella. Y si llevamos el asunto al campo político_, entonces, ¡ay!) buenas y sobradas razones tendrem_os. para acudir presto en demanda de auxilio médico especzalzzado. , ,,,: Sin embargo) basados en la lógica y la razón, pretende;~ construir edificios ~~ _pensami~r~to imparcial) que darán dignidad a nuestro patrzotzco proposzto. Y lo haremos seleccionando hechos y asentimientos) simples en su expresión) claros en su concepto, porque la madurez nos ha ensefiado que la verdad surge cuando sus fundamentos son la claridad y la perspicuidad. O, como dice Williarn ]ames) "sólo la verdad permanente y universal· hace verdadera la idea". Elucidado el primer e importante principio, fácil será_, creernos nosotros) llegar a las dos premisas siguientes. Pero, en nuestro propósito de lograr el triple objetivo, perrnítasenos determinar algo más. Como escritores_, en consideración al difícil_, crucial y nebuloso momento por el que atraviesa el país, estamos obligados a, buscar y sefiala~ la .verdadera p~lítica. Debemos hacerlo apartandonos de las zdeas preconcebzd,as, de los intereses creados, de las simpatías) de la amistad ¡que obliga y aun de los vínculos de sangre. No es justo que nosotros_, los que usarnos de la poderosa arma de la pluma) renunciemos al deber de servir sólo legítimos intereses de la patria y de la cultura) traicionando altos y sagrados fines; no es lógico que) denotativos como somos en aspectos de ética y de moral) renunciemos a nuestra misión en el preciso momento de demostrar, en la J

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aplicación e interpretación personal) la excelencia de sus normas. Y doblernente censurable es que lo hagamos a plena conciencia. Expresar u.na inexactitud arrastrado por el deseo de buscar la verdad y de hacer el bien) es perdonable_, y no así el decir una falsedad con perfecto conocimiento de causa. , Desviaciones de esta índole suelen ser frecuentes en los polzticos; pero los escritores deben re~hazarlas con ~orror. El hombre de letras) escritor o periodista, que a sabiendas, por un puñado de garbanzos o por otra n~turale:a de soborno~, falsea la realidad) pres entando .cr~~os znfundzos por pr?poszciones evidentes) deberza ser en7uzczado con la mzsma rigurosidad que el criminal alevo~o. y premeditado. _Porque fos consecuencias de su irresponsabzlzdad pueden ser incalculables. ·Bien sabemos que a este punto de nuestra disertación se nos objetará: "¿Y quién nos asegura a nosotros 1q_ue no estarnos buscando) deliberadamente, de exponer una serze de falsedades c01no una sola verdad?". En efecto) hasta que no demostremos la honradez y la sinceridad de nuestras convicciones, propósitos y actos) hasta que no señalemos con certeza objetiva que seguimos, u honradamente creemos seguir, una línea de conducta derecha) justa) decente, y verdadera) razones hab~á para su-poner. que somos unos falsarios) unos mendosos fabricantes de zrrealzd~des. Para demostrarlo, entonces, empezaremos por deczr que no · somos 1políticos. La política pasó a vera de nuestra cas~, ·eufórica y bulliciosa como siempre, szn que nos~tros despertaramos de nuestra abúlica siesta. En consecuencia) no estando umbilicalrnente ligados a ella) somos o procuramos ser imparciales. En segundo término, debemos decir que emprendemos la ardua tarea de escribir esta obra sin que nos seduzcan prebendas, premios o ascensos. Somos escritores independientes y com~ tales, lo decimos con justificado orgullo, no tenemos amos nz patrones. No somos de aquellos desdichados que para def ~nder la pitanza, se ven obligados a escribir o hablar cont:arzando conciencia y principios. Nuestra posición de escritores libres nos evita el desagradable papel de defender c?'rgos o _empleos acaso inmerecidamente logrados. No tenemos ·miedo de zr a la calle . .. porque ya estarnos en ella. Siempre lo estuvimos y nos va 1



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mucho mejor que a otros) porque tenemos un alma insobornab'le. En consecuencia) escribimos este libro libres de imposiciones) compromisos) inducciones} y sin tener intereses privados o componendas con terceros. No nos interesa otro objetivo) ya lo hemos dicho) que el de servir a la verdad} a nuestros conciudadanos y al país. No existe otro propósito en nuestra conducta y quien se obstine en ver en ella un fin mezquino y oculto) desde ya lo señalamos como a un insigne y mendaz dzfamador. Errarum humanum est. . . Bien pudiera ser que nuestros juicios y convicciones estén equivocados. Creemos) sinceramente) que no. Al· menos} del exhaustivo análisis de la situación) extractamos la certeza de que hemos hallado) en medio de una tonelad~ de ~arbón y de vidrio, algo que se nos aparece como un valioso diamante. Un examen técnico ultérrimo} el de la histori~) nos dirá si estuvimos equivocados o no}· si el pretendido diamante no era otra cosa que un vulgar vidrio} semejante a muchos otros que lo rodeaban} o uno verdadero y por tanto valioso para el país. De nuestra actitud surge otro problema que encaramos con serena altivez. Los conceptos que el lector amigo hallará a lo largo de esta exposición} acaso nos definan políticamente. Acep- · tamos. esa definición como una consecuencia de nuestro acto. Y no nos avergonzaremos de haber perdido la virginidad cuando/ caímos en el deseo de realizar un elevado ideal. Seremos entonces lo que deberíamos haber sido siempre si nosotros, como sucede con una buena parte de los escritores) no nos encastilláramos en la negativa torre de marfil) juzgándonos, ¡oh, funesto error!, muy por e'ncima de los problemas o las inquietudes que afligen ·al país. Ha llegado la hora de que los escritores hablemos, como deben hacerlo todos los que se precian de tales: con la verdad en los labios. Continuemos) en el campo político, defendiendo enaltecidos y sagrados principios que propugnamos en nuestras obras. Continuemos siendo dignos y conscientes paladines de la moral )" de la ética) contra la falacia que tanto daño está causando a la Nación. Debemos hablar. Hablemos, entonces. El silencio de los hombres pensantes ha hecho creer en la derrota de la democracia. 16

Hablemos y sefialemos. Pensemos cuánto bien se puede realizar para la patria adoptando) cuando aún es tiempo, una actitud valiente y resuelta. En tal caso, hasta el honrado error sería justificable. Contribuyamos a que los prejuicios se dávanezcan como la niebla ante lá aparición del sol. Procuremos con nuestra actitud buscar la reconciliación de los intereses discordantes, la confrontación de los objetivois dispares, si con ello vamos a extender nuestra comprensión y nuestro dominio de las cosas. Reunámonos los escritores en la parrhasia ateniense y de nuestras polémicas, discusiones y aun ·riñas surgirán verdades que ayudarán al país a encauzar su destino, saliendo del letal estagnamiento en el cual se debate. Y en la consecusión de tan elevado propósito, no escatimemos sacrificio alguno. Entremos en el circo sabi~ndo que las fieras no son aquellas que nos esperan en la arena, prontas a hacernos pedazos, sino las otras) las que están encaramadas en las galerías. Ellas, multitud de ciegos politicastros, gritarán, vociferarán, aullarán, bajando insistentemente el pulgar. Permanezcamos indiferentes a ellas. Son los resentidos) los rezagados, los huérfanos del apoyo popular, que nos condenarán a priori, por haber tenido la osadía de buscar la verdad, por haber intentado quitar la venda de los ojos de nuestros conciudadanos de$orientados, muchos de los cuales llevan uniforme. · Y al hablar, hagámoslo con serena energía. Aun en el error, el hombre que habla con firmeza es perdonable) porque sólo la sinceridad otorga una voz clara, sonante. No altisonante, que esa es la voz de los dictt'J,dores. Hecha esta breve digresión, hablemos del hombre.

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CAPíTULO I FRONDIZI, EL ELEGIDO "Yo, con la franqueza de mi carácter, con la sinceridad de mi vida, podré decir también lo que pienso de la marcha del Poder Ejecutivo ... , lo que agita mi corazón de verdadero patriota, de sincero republicano; lo que contrista y apena mi conciencia sin mancha, mi conciencia de,hombre de principios, que ha luchado siempre por los derechos del pueblo, por las libertades públicas, por la moral y por la honorabilidad administrativa". LEANDRO N. ALEM

* * * Decía Montesquieu que el principio de la democracia es la virtud. Al popularizar Voltaire y Rousseau los inapreciables lemas de libertad e igualdad, lograron darle una fisonomía propia a la democracia. Tales fueron los engranajes que dieron impulso a la clase media para ir en procura de la supremacía política. La libertad significó liberación de la tiranía feudal; la igualdad significó la admisión de las clases populares, junto con la aristocracia y el· clero, a los honores y gangas del gobierno. Pero nues~ros tiempos' están muy lejos de aquellos cuando la democracia llegó a América, dando vivas a la libertad y a la igualdad. Son otras las condiciones que informµ.n la democracia, porque la libertad y la independencia del hombre han desapa-

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recido debido a factores económicos y la igualdad no existe desde el momento en que hay débiles y poderosos. El ~islamiento y la independencia de los pueblos han des- ... aparecido desde que el comercio internacional ha extendido sus garras. 1='ªs .tierr~s libres disminuyen a medida que aumentan las mmigrac10nes y los ~ateos. La libre competencia sufre los~ata9ues de los monopolios. Los pequeños comerciantes, an.ta:r:o l~bres en s1~ c~me~cio, son d?minados por los grandes distnbmdores. ~i siqmera. los diarios escapan a esta r~gla, pues ya no existen los directores-propietarios independientes, aquellos que eran responsables de sus propias mentiras. La raíz más profunda que lleva a pensar en la decadencia de la democr~cia, origen. de, todas las falacias políticas, debido a lo cual esta en un t:is d~ fracasar en su propósito, radica en. la fuerza de la fatalidad impersonal de la evolución econó~mca. Los hombres pueden llamarse libres sólo cuando son igu~les en ~apacidad y poder. El restó de ellos se debate en la ignor~ncia, y ·la ignorancia, al decir de Emerson, es "la 9ue provoca ~a imp~d.icia por el poder". Ella hace que surjan por doqmer _par~sitos polític~s cuya ambición por el poder los lleva a humillarse y servir a los que gobiernan y a los gobernados. . Un panorama así desalentador es. el que se nos ofrece a la vista en el campo político argentino. Acaso nos sirva de consuelo pensar que otro tanto ocurre en otras naciones, más o me?os a~elantadas políticamente que la nuestra. Pero ello no qmta numeras a la realidad. La situación política del país empezó a tomar un curso francamente decadente a partir de las elecciones de 1951. Desde entonces se hizo manifiesta la bancarrota de los valores morales que sostenían la nacionalidad. Poco a poco, los hechos más ala;mantes vinieron a justificar la inquietud general y se agudizó el tono de ahogada ansiedad que se escuchaba en toqo el país. H~s.ta que en tensa at111;ósfera se produjo la primera y pre~1sible exl?los10n ~e magmtud. El proceso peyorativo que sufna la ~ación habia llegado a un grado peligroso. Y luego de los primeros brotes de violencia, la opinión nacional que-

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dó sencillamente aterrada. ¿Era que, debido a la total falencia de valores, se iba a producir la temida guerra civil? El fantasma de la guerra civil obligó a todos los argentinos a tomar una posición más firme y más clara. Era necesario, primero, restablecer e~ equilibrio; eff segundo luga:,, buscar el encausamiento del pa1s por derroteros de recuperac10n. Pero esto no se podía lograr fácilmente. Muchas voces se alzaban al mismo tiempo -esos son los beneficios de la democracia-, pero ninguna parecía tener la calidad, el vigor y la firmeza necesarios para hacer frente a un poder orgamzado y al parecer muy fuerte. Todos los a;gentinos n;ti!aban a su alrededor y nunca como entonces se hizo tan patetica su ansiedad. Diógenes redivivo~ provisto de su lámpara, buscaba a un hombre ... ¡Y no lo encontraba! . . . Inútil fué que se encaminara de un punto a otro del país, allá do~de moraba~ ~os hombres más representativos y los que decian ser a~tenticos voceros del pueblo. Esos hombres, con raras excepc10nes, se mantenían: cerrados en sus casas, sino acobardados, al menos guardando prudente silencio. El temor no hace presa del corazón de los hombres grandes, de los verdaderos estadistas, se dijo Diógenes, desilusionado, yendo infructuosamente de Córdoba a Tucuvián y de aquí a Rosario y La Plata. Era cierto que, en las presentes circunstancias, resultaba aventurado y aun peligroso asumir una actitud opositora franca y resuelta. Pero no es menos cierto que los verdaderos voceros del pueblo no deben vacilar frente a las posiciones del enemigo, so pena de que su poco edificante actitud provoque desilusión y escepticismo. Y eso fué precisamente lo que sucedió. Explotando psicológicamente la situación, el entonces mandatario ofreció la erección de tribunas para el debate público e incluso garantías a los opositores, en procura de una alardeada aunque poco convincente pacificación. La impresión general era de que se trataba de un ardid para descubrir las posiciones adversarias y destruirlas. Sin embargo, alguien tenía que probarlo. Alguien debía hacer el sacrificio de su persóna, si era necesario, y señalar con mano firme y tono categórico el peligro que enfrentaba la Nación, 21

~e~lamando la vigencia y el ·restablecimiento de los principios eti~?s y morales, que reclamaba toda la ciudadanía. ¿Pero,

qmen se atrevena a ponerle el cascabel al gato? . At;isiosa, an~u~tiosamente, el pueblo argentino, Diógenes, m~redulo, pesimista, escéptico, provisto de su lámpara recorrió las call~s d: ciudades y pueblos. Los nombres de los hombres s~~10s circulaban de boca en boca. ¿Quién tendría ~l valo: ~ivico moral de ~acer escuchar su .voz rectora? ... c.~abattm~, Balbm? ¿Los radicales unionistas, como Zavala Ort~z, Perkms, Per:tte? ¿Ta~ vez los viejos hombres del socialismo, ~on Palac10s y Gh10ldi a la cabeza? ¿Los demócratas prog~esistas, l?s . conservadores, como Solano Lima, acaso los democratas ~ristianos? Pero el nombre que más. confianza y respe.t~ con:itaba era el ~~ Art,u:o Frondizi, presidente del Con;ite ~aci?n~l la Umon Civica Radical. Toda la ciudadama~ sm distl?c10n de banderías políticas, confiaba en su capacidad y v~hmento. Suficientes muestras había dado en la Comara de Diputados acerca de sus dotes de estadista. . Que el pueblo tiene un agudo sentido de orientación política. lo. ?emostr,ó en es~~ ocasión. Porque entonces, cuando la d:~iius10i:i .crecrn, surg10 una voz autorizada, dando orientaCion defm1da, clara y valiente, a· las esperanzas argentinas. ~sa v?z era la. de Artur~ Frondizi, la única que quebró el s~lenc~o Y el miedo con firmeza y energía, dando la formulación ~nequívoca de recup~ración democrática que reclamaba el ~~1s. Sus palab~as, sobrias, sensatas, desprovistas de rencor poht~co, se espar.c,1eron por los cuatro confines, provocando no solo , la at:~c10n y la admiración de la ciudadanía, sino su alegn~. ¡D10genes había encontrado a su hombre! A p~rtir de ~quel momento ,el nombre del doctor Frondizi alcanzo proyecc10nes ecuménicas. Hasta entonces, como lo de- mostraba. e~, voto de la Convención Nacional del radicalismo, que, lo ehg10 en 1951 en segundo término en el binomio que debia hac~r. frente a la fórmula presidencial oficialista, el doc· tor Frondm, aunqu~ había tomado la iniciativa y dirección de muchos asuntos importantes debatidos en la Cámara de Re~res~ntantes, sólo era considerado uno de los hombres del radicahsmo, entre Sabattini, Balbín, Zavala Ortiz, Sanmartino Y otros. Pero desde aquel 27 de julio de 1955, el pueblo,

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admirado por su resuelta y combativa acti~ud, por l~ profuny humanidad de sus conceptos, lo situó en primer plano a la cabeza de todos los hombres más conspicuos del país. Es que el pueblo, que no es un ente amorfo y sin se~t~do, como creen algunos, había sabido apreciar los valores ~ivicos y morales, las cualidades de espíritu de este luchador mc~?­ sable, cuyo lema es y ha sido si~mpre ~ograr pa;a la ~ aCio~ y todos su~ habitantes, sin .dis:r~mma~iones sociales m pohticas condiciones de moral, Justicia y libertad. A~uel histórico discurso, pro~unciado el 27 de julio d~ 1955 por radio, analizado en conJunto y en sus partes, pei:mitió que se tuviera una idea de la estatura moral del es:adista. Ella lo destacaba limpiamente sobre los otros estadist~s o políticos, perteneciesen a su partido o no. No cree~os mcu. rrir en una hipérbole al sostener que el so~o anunc10 de s~ discurso provocó sensación en toda la Argentma y aun en paises extranjeros. · . . .. En tal ocasión, entre otras cosas, Frondiz1 diJo:

~didad

"En mi carácter de presidente del Comité Nacional

~e

fa Unión Cívica Radical, me dirijo al pueblo de la Republica para exponer la condm:ta del radicali~mo en . esta

hora di~icil para.!ª Nación; ... El señoi: .President~- de la República anunc10 su propos1~0 de pa1c~ficar el pa1s y .s,olicitó la opinión de los _i;arudos pohtI~~s... La Umon Cívica Radical, en su ses10n del 8 de diciembre de 1952, dictó una resolución en la que afirmó, de modo ca:egórico, la necesidad de la convivencia entre los argentmos. ~n aquella oportunidad, se dispuso: "Form~~ar un s~lem­ ne llamamiento al sentimiento de responsabilidad nac10nal para que, con la. visió;i de Patria:, se restablezcan las .condiciones de convivencia y de umon entre los argentmos, que se basan en el retorno leal a la Const~tución y e~ la vigencia efectiva de las garantías que configuran el cl1m3 de la dignidad humana." En eso estábamos entonces. En eso estamos hoy.

Frondizi formula a continuación las cuatro advertencias, admirable síntesis de su discurso, que impresiona y satisfü~e

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por su digno, valiente y categórico laconismo y por la profundidad conceptual que informa:

"Primera advertencia: Desde su advenimiento a la vida · cívica argentina, el radicalismo ha bregado desde el llano y ha propugnado desde el gobierno el cumplimiento total y la vigencia plena de la Constitución Nacional. Por ello entiende que la pacificación debe venir por el camino de una recta aplicación de la Constitución y no acepta, bajo ningún pretexto, soluciones que de cualquier manera restrinjan o violenten el sistema representativo, republicano y federal. . "Segunda advertencia: No entraré al examen de las causas determinantes del drama nacional. Al radicalismo no lo mueve el rencor, el odio ni el deseo de revancha. No viene a expresar agravios ni a exhibir culpabilidades, sino exponer las grandes ideas en, torno a las cuales será posible el reencuentro de los argentinos. Por lo demás, nuestra lucha nunca estuvo dirigida contra personas o grupos de personas, sino contra sistemas políticos y sociales del pasado y del presente que, si subsistieran, negarían altura y nobleza al porvenir.

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"Tercera advertencia: La pacificación no puede ni debe ser una nueva forma de sometimiento. Queremos la paz, pero no a costa de la libertad ni de la renuncia a nuestros ideales democráticos. Desde ya afirmamos que, antes de sacrificar una" sola de esas reivindicaciones, preferimos ser perseguidos por nuestra lealtad a la causa del pueblo y no gozar de la tranquilidad cómplice que pudiera obtenerse, traicionándolo. :'Cuarta advertencia: La Unión Cívica Radical $eñala y exige hec~os. concretos. La pacificación sólo podrá resultar del cumph~iento de un conjunto de condiciones objetivas que m~ral~~en y democraticen al país. Moralización\ y democrat1zac10n que ninguna promesa verbal puede substituir". 24

A continuac10n, impulsado por esa inquietu~ interi~r que siempre le hizo correr en auxilio de los perseguidos sociales y políticos, declara: "Será siempre fuente de perturbación la existencia de argentinos separados violentamente de sus ~ogares po: razones de militancia política. Esto hace también necesaria la sanción inmediata de una amplia amnistía que comprenda a cuantos sufren persecusión, cárcel o destierro, por haber defendido sus ideales". Una réplica contundente a las tendenciosas afirmacione.s de que las actuales demandas del tribuno del. pueblo en el mismo sentido son dictadas por razones electoralistas. . Señala luego en su discurso que se .~eben tomar .medidas ~on­ cretas que configuren una reparac10n ~e :~s bienes socrn~es fundamentales: la moral, la libertad, la 1usticrn, la democra~ia, la cultura y la soberanía política y económica. Por ello, d~ce, la pacificación o~liga a n:oraliza;'. a liberar, a restaurar la JUSticia, a democratizar la vida pohtica, a defender la cultura argentina y la soberanía económica. "Todas estas condiciones -agrega-, una vez satisfechas, crearán el clima de libertad que el país necesita para al~an­ zar la paz interior ... La Unión Cívica Ra~ical no q~1~r.e que perdure el sisma que ha llevad? al pa1s a esta ~i!icil encrucijada, ni acepta volver al régimen que combatI~ .. : La disconformidad del radicalismo con el presente no sigmfica conformiclad con el pasado que hizo posible este presente. Para que la Argentina pueda desarrollarse conforme a los dictados de su historia y de su realidad física y humana, la Unión Cívica Radical sostiene que deben cumplh:se transformaciones profundas, contenidas en sus formulac10nes programáticas, referentes a la política cultural, económica, social e internacional del país ... Volver a un regimen de libertad no supone retornar a viejos criterios conservadores. La libertad no es una mera expresión formal. Para ser plena y efectiva debe penetrar hasta el fondo de las relaciones sociales y eliminar de ellas las causas de la

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inseguridad, de la expoliación, de atraso económico y del desamparo móral ... " Frondizi termina su memorable discurso, diciendo: "Queda dicho el pensamiento de la Unión Cívica Radical. .. En el libre debate de las ideas y de los programas está la solución del problema que angustia a la vida nacional ... Por eso su conducta se inspira en la angustiada esperanza del país, del pueblo y del hombre argentino que ansía vivir, en plenitud, sus derechos democráticos, emancipado del odio y del temor y liberado del peso de todo privilegio cultural, económico y social". . . ,

"La palabra para el futuro rector, la dirá eI rector de nuestro partido, Arturo Frondizi, a quien quiero en su persona y sirvo en .su autoridad, porque en Frondizi se ha dado el caso humano extraordinario de que persona y autoridad interpreten en moral y en doctrina al radicalismo y al país".

Manos agradecidas, corazones llenos de , gratitud, aplaudieron sinceramente, rubricando así tan valientes y expresivas declaraciones, que reflejaban el sentir nacional. Todas las miradas se volcaron - entonces hacia el hombre que había sabido enfrentar, con sencilla serenidad, factores adversos y peligrosos; hacia el hombre cuyo nombre tenía ahora un sentido y un significado en el corazón del pueblo. . Ni lerdos ni perezosos, otros políticos tomaron el sendero abierto en la maraña política a golpes de machete por el doctor Frondizi. Y otros nombres se sumaron al de él: Balbín, Ghioldi, Palacios. . . Por doquier surgieron las declaraciones y las resoluciones políticas partidarias de la hora. Pero el admirable Diógenes apenas se molestaba en escucharlas. Había encontrado a su hombre y eso le bastaba. ' En aquél momento de eufórico entusiasmo, nadie escatimaba méritos ni alabanzas a Frondizi, ni siquiera sus enemigos declarados de hoy. Oigamos lo que decía uno de ellos, el doctor Ricardo Balbín, en un discurso que pronunció el 3 de octubre de 1955, e~ el Luna Pak. Cabe señalar aquí, sin embargo, que por ese tiempo Balbín ocupaba todavía uno de los primeros puestos en el radicalismo intransigente. Podía, por tanto, demostrar una generosidad que hoy no siente. Pecía así Balbín:

Eso decía Ricardo Balbín en octubre de 1955. ¡Cómo cambian los tiempos, eso que sólo ha transcurrido un poco más de un año! Es que jamás, desde que César se sonrió al ser elegido Pontífice Máximo, ha caído tan bajo la política; y rara vez el código moral de un pueblo ha soportado tales cambios y violencias como los que afecta hoy el campo político argentino. El fin maquiavélico lo justifica todo, hasta la traición a los ideales. Antes era cuestión de pacientes y sacrificadas luchas partidarias. Hoy, por enci~a de _los parti~os ·y au:i de los a~­ gustos intereses de la patna, existen las mfluencias subterraneas y las inteligencias secretas que determinan las conductas individuales. Desde aquella memorable ocasión, el doctor Frondizi, cuya estatura moral ha ido creciendo, ha pronunciado otros discursos y. ha hecho ·declaraciones ·públicas, así como · e nuestra i I · eIe b e facilitarse Pn tod f ne ustna. Esta Provisión " . a orma . " . N eceszdad de cabitales Pa. . : rJzac10n, . , necesitamos l a un1niJ s . l . ar nuestra industriafundamentalmente ~~p1t~ es. Esos capitales deben prov~nir , es uerzo y del ahorro nacional, si~

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descartar la colaboración del ahorro extranjero, y del ordenamiento de nuestro comercio exterior ... "Aumento de la productividad. Si bien la exigencia de una mayor producción está fuera de toda discusión, es conveniente aclarar al respecto. . . La productividad sólo puede mejorar si concurren a eilo la voluntad del trabajador, la de los empresarios y la del gobierno. "Las bases del programa de largo aliento que propugnamos para nuestro país, son las siguientes: "19) Integración de la producción agropecuaria, la mine~ ría y la industria en el desarrollo económico nacional. "29) Promoción de una industrialización completa, es decir, que parte de la industria pesada pase por todas las fases de la pequeña, la mediana y gran industria. Para ello hay que llevar adelante el plan siderúrgico que puso en marcha la visión y el patriotismo del general Savio. "39) Amplio desarrollo de las industrias química~ auxiliares y de las industrias livianas y electrometalúrgicas, que el p;;i.ís ha dado sobradas muestras de poder afrontar. "49) Creación de un mercado interno en coristante crecimiento, mediante la elevación del nivel de vida de la población de la ciudad ·y del campo. "59) Descentralización industrial y descongestionamiento de las grandes ciudades, en beneficio de las regiones del interior mediante la explotación integral de los recursos del suelo y la creación de industrias locales en todo el territorio nacional. "69) Promoción de la exportación de productos manufacturados, especialmente hacia los países limítrofes, a fin de procurar a nuestras industrias un mercado adecuado a las dimensiones requeridas por la empresa moderna y lograr el abaratamiento racional de los costos y la mejor utilización de los recursos productivos. "79) Capacitación .intensiva de los trabajadores y los técnicos, mediante la creación de centros de investigación, ensayo, aprendizaje y formación de los expertos e investigadores que trazan ·las líneas futuras de nuestro progreso técnico y tecnológico y pondrán al país en la senda de las grandes conquistas de nuestro tiempo.

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"Para realizar este programa, se debe convocar a todos los sectores del país, pues todos tienen un lugar que ocupar y un deber que cumplir. Serán sus grandes motores los trabajadores organizados y la iniciativa privada,. que tendrá todo el estímulo y la protección que necesita. Ratificamos así la posición que los radicales fijamos en la Declaración de Avellaneda de 1945 y las Bases de Acción Política de 1948, cu~ndo, al establecer los límites de la política de nacionali-" za,rn:~nes, expresamos que "el principio de la libertad ecor:om1ca, dentro ~,e un plan para el progreso social argentino, ~1~n~ :ina f1:'-nc10n creadora que desempeñar, mediante la 1111ciat1va privada en su realidad creadora". "~.los industriales tocará, por supuesto, una gran responsab1hdad, pues deberán mejorar la calidad de sus productos, para favorecer el consumo nacional y la exportación. Tampoco podrán estar ausentes de este programa de realización pop~Iar. y naciona.l, las Universidades, que deberán producir l~s tecmco.s capacitados requeridos por los avances tecnológ1c;os. y .soci_ales de la moderna industria. Deberán participar, asimismo, l~s fuerzas armadas, porque, cada día más, la defensa nac10nal depende de la capacidad científica y técnica del país. "Estos.~on nuestros puntos de partida y las metas que nos hemos fqado. Pero el progreso de la industria no es solamente un i~perativo del desarrollo nacional y de la grandeza y el bienestar de nuestro país. La industrialización de la ~rgent.:i~a será ,u1: paso. decisiv~ hacia la integración y la hbe~ac10n econo~mca latmoamencana. No queremos que se repita en América Latina la situación que condicionó nuestro desarrollo. Queremos que se alcen chimeneas en todos. los campos