Ensayos sobre la historiografía peninsular del siglo XV

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ENSAYOSSOBRELA HISTORIOGRAFÍA PENINSULARDEL SIGLOXV

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BIBLIOTECA ROMÁNICAHISPÁNICA DIR.IGIDAPOI. DÁMASO ALONSO

11. ESTUDIOSY ENSAYOS

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ROBERT B. TATE

ENSAYOS SOBRE LA HISTORIOGRAFÍAPENINSULAR DEL SIGLO XV VERSIÓN ESPA1-tOLADE

JESÚS DfAZ

BIBLIOTECAROMÁNICA HISPÁNICA

EDITORIALGREDOS,S. A. MADRID

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O ROBERT B. TATE, 1970. EDITORIAL CREDOS, S. A. Sánchez Pacheco, 83, Madrid. España.

Depósito Legal: M. 8221 - 1970. Gr68cu Cóndor, S. A., Sánchez Pacheco, 83, Madrid, 1970. - 3401.

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INTRODUCCIÓN

Los artículos incluidos en este libro representan los frutos de la investigación realizada durante las dos décadas de 1950 y 1960. Todos, excepto los dos últimos, hán aparecido ya impresos. Aprovecho esta oportunidad para agradecer a los editores de las diversas revistas y homenajes el permiso concedido para imprimirlos aquí. Desde su publicación ha llegado por fuerza nuevo material a mis manos; ello me ha obligado a poner al día los ensayos y a corregir ciertos errores de menor cuantía. En general, sin embargo, no he introducido cambios argumentos. esenciales en Mi trabajo puede calificarse, en su mayor parte, de obra descriptiva, ya que el campo que he escogido había merecido poca atención desde que Georges Cirot deslindó el terreno hace unos sesenta años con sus Etudes sur l'historiographie espagnole. Les histoires générales d'Bspagne entre Alphonse X et Philippe II, 1284-1556 (Bordeaux, 1904). Prescindiendo de Paz y Mella y de Sánchez Alonso, se ha hecho poco más sobre las historias latinas del siglo xv comparadas con la historia vernácula de la misma época. Aquí la figura central ha sido Juan de Mata Carriazo con su magnífica serie de estudios y textos. En verdad, para poder componer una obra sólida sobre las historias latinas mayores, ha de prepararse una serie de textos bien anotados y editados. Hay cantidad de textos vernáculos que esperan

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todavía un editor; el principal de ellos es, sin duda, la Crónica de Juan 11 de Castilla, por no mencionar a López de Ayala, Martínez de Toledo, Pétez de Guzmán (Mar de historias), Enriquez del Castillo, Rodríguez de Almela, Carbonen, etc., pero es cosa que hace pensar que, aparte la Historia de la guerra de Nar,arra, de Nebrija, no dispongamos de ediciones más recientes que las del siglo XVII de Lorenzo Valla sobre Femando de Antequera, Beccadelli sobre Alfonso V de Aragón, Alfonso García de Santa María, Sánchez de Arévalo, Margarit, Lucio Marineo Sículo; mientras que del texto más \ significativo de todos, las Décadas de Alfonso de Palencia, existe únicamente una traducción que es muy difícil de obtener, no siendo, por otra parte, enteramente fiel al original. Quedaré muy satisfecho si la presente obra simplemente llama la atención sobre esta falta tan manifiesta de atención por parte de las pasadas generaciones de medievalistas, en la esperanza de que alguna institución venga a inaugurar la publicación de un Monumenta Hispanica. Los estudios publicados anteriormente han aparecido como sigue : I. "Mythology in Spanish Historiography of the Middle Agea and the Renaissance", Hispanic Review, XXV (1957), pp. 1-18. 2. "López de Ayala, hnrnanist historian?", Hispanic RevinD, XXV (1957)> páginas 157-174. 3. ''The Anacephaleosis of Alfonso Garda de Santa Maria", en Hispanic Studies in Honour of l. González Llubera (Oxford, 1959), pp. 387-401. 4. ''Rodrigo Sánchez de Arévalo (1404-1470) and bis Compendiosa Historia Hispanica'', en Nottingham MediefJal Studies, IV (196),pp. 58-80. 5. "An Apology for Monarchy. A Study of an unpublished 15th ccntury Castilian Historical Pamphlet'', Romance Philology, XV (1961), péginas 111-123. 6. "The Paralipomenon Hispaniae of Joan Margarit, Cardinal Bishop of Gerona", Bulletin of the 1ohn Rylands Library, XXXIV (1951), páginas 137-165. 7. "El manuscrit i les fonts del Paralipomenon Hispaniae", en Bstudis Romanics, IV (1953-54 [1957]), pp. 107-137. 8. "Nebrija the Historian", Bulletin of Hispanic Studies, XXXIV (1957),

páginas 125-146.

9. "Gonzalo Garda de Santa Maria : bibliófilo, jurista, historiador", bajo el título "Four Notes on Gonzalo García de Santa María,,, Romance Philology, XVII (1963), pp. 362-372.

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Introducción

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"A humanistic biography of John II of Aragon", Bulletin of Hispanic Studies, XXXIX (1962), pp. 1-15. u. "Lucio Marineo Sículo y Gonzalo Garda de Santa María", bajo el título "A humanistic biography of John II of Aragon -a note", Homenaje a 1aime Vicens Vives (Barcelona, 1965), I, pp. 665-673. 10.

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ABREVIATURAS

ACA AFA ARSNSP BAE BAH BHi

B'JR BRAB BSS o BHS

Gane. Cast. CDIACA CHDB CODOIN

Dormer, Progresos

ER GSU Hisp. Hisp. lllustr.

Archit10 de la Corona de Aragón. Archivo de filología aragonesa. Annali, R. Scuola Normale superiore di Pisa. Biblioteca de autores españoles. Boletín de la Academia de la Historia Bulletin hispanique. Bulletin of the 1ohn Rylands Library (Manchester). Boletín de la Real Academia Española. Bulletin of Spanish Studies, más tarde Bulletin of Hispanic Studies. ed. Foulché-Delbosc, Cancionero castellano del siglo XV (Madrid, 1915), 2 vols. Colección de documentos inéditos del archif1o de la Corona de Aragón (Barcelona, 1852-1864). Cuadernos de historia de España. Colección de documentos inéditos para la historia de España (Madrid, 1852). J. Dormer y J. Andrés de Uztarroz, Progresos de la historia en el Reyno de Aragon y elogios de Gerónimo Zurita su primer cronista (Zaragoza, 1680). Estudis Romaffics. Giornale Storico della letteratura italiana. Hispania (Madrid). ed. A. Schott, Hispaniae illustratae... scriptores t1arii (Frankfurt, 1603-1605), 4 vols.

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Hispanic Re-oie-w. Modern Language Re-oie-w. Nueva revista de filología hispánica. Revista de füología española. Revista de filología hispánica. Revista de archfoos, bibliotecas y museos. RetJUehispanique. Romance Philology. Speculum.

HR MLR NRFH RFB RFH RABM RH

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MITOLOGfA EN LA HISTORIOGRAFfA ESP~OLA DE LA EDAD MEDIA Y DEL RENACIMIENTO

I

Los capítulos introductorios de las historias generales de la Edad Media y del Renacimiento tratan invariablemente de acontecimientos sacados de la historia bíblica y de la mitología clásica. Los investigadores de la historiografía no se preocupan normalmente de estos capítulos que, a primera vista, parecen seguir un modelo convencional y no contener información vital sobre los principios históricos seguidos por el autor. Este descuido brota de la convicción de que el material tiene poco que ver con el cuerpo de la historia, de que puede contribuir poco a iluminar la época de que trata o en la que fue escrito. A lo sumo, estos capítulos introductorios han servido de tajo para modelar sobre él la teoría de una Edad Media extremadamente falta de crítica, crédula, en oposición a una distinción sagaz entre hecho y ficción propia del Renacimiento. Esta actitud no atribuye una función específica a estos prólogos y refuerza la opinión persistente de que el historiador medieval no fue más que un compilador que acumuló material sin un fin predeterminado. El objeto de este ensayo es intentar mostrar que estos capítulos de la historia mitológica no fueron compuestos de una manera puramente imitativa, que hubo factores definidos que determinaron la selección del material y su composición, que son útiles, desde un punto de vista literario, para determinar la actitud de la época con respecto a su herencia clásica, y que, finalmente, la llegada del Renacimiento no supuso una disminución del esfuerzo en este terreno.

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Con miras a su ilustración hemos limitado el campo a los reyes mitolóS,icos de ~paña, particularmente a la suerte corrida por la figura de ~ércules, /desde la crónica del siglo XIII de Ximénez de Rada, Arz°'bispo Toledo, conocido por el Toledano, hasta la Crónica de España de Florián de Ocampo, el historiador del siglo XVI: esto es, a través de todo el ciclo de la creación, rechazo y redescubrimiento de la crónica medieval. Hablando en términos generales, la historia general de la Edad Media se basaba en la síntesis de las estructuras cristiana y clásica, realizada principalmente durante los siglos II y 111 d. de C. Demuestra de qué manera el mundo más pequeño, pero de mayor influencia, del judaísmo y del cristianismo se funde en la esfera más grande del Imperio Romano, cuyas historias sometió a la interpretación de la providencia divina, absorbiéndolas en la nueva cronología de las Siete Épocas y de las Cuatro Monarquías, que giraban no sobre la destrucción de Troya o la fundación de Roma, sino sobre los acontecimientos de la Creación, del Diluvio, del Nacimiento y de la Crucifixión de Cristo. Una historia general de este tipo, que abarcaba todo el mundo conocido, como la de Isidoro o Pedro Comestor, fue imponiéndose como ejemplo dentro de los confines de los dif erentes reinos cristian(?s. Pero, semejante a un renuevo en las primeras fases de crecimiento, la crónica local hizo derivar todavía su fuerza del tronco de origen. Su pasado remoto, sus orígenes, eran los del conjunto; el apéndice no tenía filiación propia. En España, la transición de la crónica, dentro de la gran esfera de la cultura romana, a la versión local se ejemplifica en la comparación de la historia de Isidoro con la del Toledano. Para Isidoro, el centro vital del mundo es Roma. Profesa la mayor admiración por el poder unificador del Imperio y el prestigio de su cultura. Sus lamentos por él están mitigados únicamente por la nobleza de sus conquistadores visigodos 1• Se han puesto de relieve muchas veces las diferencias de perspectiva, construcción y material empleado por Isidoro y sus imitadores

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Cfr. José Luis Romero, "San Isidoro de Sevilla", CHDB, VIII (1947),

páginas 5-71.

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posteriores en los recién nacidos reinos cristianos (p. e., el Tudense 2, por un lado, y el Toledano 3, por otro). La identificación del Tudense con Isidoro ilustra la calidad arcaizante del reino de León, heredero, con estilo propio, de la tradición visigoda. El Toledano representa el reino progresista e innovador de Castilla. El primero sobrecarga los capítulos introductorios con acontecimientos distantes, en el tiempo y en el espacio, de las cancillerías españolas y los construye sobre el esquema de las Seis Épocas, de las que constituye un apéndice la historia visigoda y posterior. Aquí difiere la historia del Toledano. Surge únicamente de las aspiraciones de Castilla a ser reconocida como igual en el trato internacional. Se deja a un lado el esquema de las Seis Épocas, y se relega a un plano secundario el conjunto de la historia antigua, tanto la bíblica como la greco-romana. Esto no significa, sin embargo, que las secciones consagradas a los orígenes de Hispania no tengan importancia. Por el contrario, el escritor hace diversas adiciones interesantes que implican una refundición parcial de su material histórico. De esta manera toman forma las tradiciones independientes de la Península, y se establece de manera coherente Ualeyenda de Hércules como progenitor de la monarquía española)

n Como Dante nos dice, las figuras de la mitología clásica pueden ser interpretadas de manera literal, moral, alegórica o analógica. Las tres últimas conciernen al moralista, mientras que la primera es prerrogativa particular del historiador. Desde la Primera Crónica General hasta el Renacimiento los dioses y héroes clásicos fueron concebidos siempre como humanos en su origen, exaltados más tarde a causa de sus aportaciones a la humanidad. En las obras históricas españolas es raro, de hecho, encontrar el mito interpretado de manera que no Lucas Diaconi Tudensis Chronicon Mundi, en A. Schott, Hisp. illustr. Vol. IV. 3 Roderici Ximenii archiepiscopi de rebus Hispaniae libri X, ibid., volumen 11 (también conocido bajo el titulo de Historia Gothica). 2

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sea euhemeristica, y esto vale tanto respecto de los tempranos historiadores humanistas, como Margarit, como de los elaboradores de mitos en el Renadroicnto tardío, como Lorenzo de Padilla. El tradicionalismo de enfoque puede justificar bien que los historiadores españoles, particularmente de los siglos xv y xv1, se distingan de los demás europeos. Hércules era considerado desde hada siglos como el resumen de • la virtud heroica. Por ello, su carrera como hombre precede, según Farnell, a su carrera como dios 4• Su culto estaba lo bastante extendido para ser adorado como una divinidad pan-helénica, viniendo a alcanzar más tarde toda la Magna Grecia e Italia, a lo largo de las playas ligures, hasta llegar a España. Heródoto es quien primero nos informa sobre la magnitud de su difusión por las costas meridionales del Mediterráneo 5, pudiendo deducirse de su relato que el héroe griego vino a identificarse con la divinidad Melqart de los fenicios. La expansión de esta raza de mercaderes hasta Cádiz explica la existencia de un templo de Hércules en este puerto. Es otro caso más de la fusión de un dios-héroe griego con un semita. Aristóteles, en una declaración considerada como dudosa, afirma que había una determinada ruta, conocida por el nombre de "heracleana", que conduda desde Italia hasta el país ibérico. Refiérese probablemente a la ruta de la Riviera que discurría desde Italia hasta España. Se puede suponer que la ruta estaba colocada bajo su protección y que esto está en conexión con la propagación de su culto desde Masilia. La literatura greco-romana afirma al mismo tiempo múltiples conexiones ¡ de Hércules con el extremo oeste de Europa, localizando vagamente en l o cerca de Hesperia la isla mítica de Erytis, el jardín de las Hespé\ rides y el reino del pastor Gerión. - El Tudense no presta atención a las conexiones locales de la leyenda de Hércules en su historia de la España primitiva. No tenían, evidentemente, significado para él. Se limita a mencionar unos cuantos incidentes desconectados referentes a la derrota de Anteo, a la destrucción de Troya y a la muerte del héroe sobre una pira en llamas. Pero el Toledano vio aquí la clave para una etnología clásica 1

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Sobre este tema, cfr. L. R. Farnell, Grsek Hero Cults (Oxford, 1921). Heród., 2.42.

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de la monarquía española. Naturalmente, un historiador cnstiano tenía que sentir como primera necesidad el comenzar su prólogo partiendo del poblamiento del mundo por los descendientes de Noé. Una tradición aceptada señalaba a Tuba! para el papel correspondiente en España. Sin embargo, trata más extensamente de la llegada de Hércules, ya que ésta ligaba la antigüedad de España a la del mundo clásico. La obra del Toledano es, por ello, paralela de la creación de Franco, uno de los descendientes romanos de Eneas, el fundador de la dinastía francesa en la crónica de Fregedario, y de la aparición dr-!ruto en la historia de los británicos de Godofredo de Monmouth. ~l Toledano llegó tarde al campo, y fue probablemente la política internacional la que le incitó a llenar este vacío de la historia española) Fue él quien estableció una firme conexión entre Geryon Tríceps y la Península, haciéndole jefe, en virtud de su nombre, de las tres provincias de Galicia, Lusitania y Bética, en vez de señor de algún vago oscuro reino en el Oeste 6• Este afán por poner de relieve la presencia del héroe clásico en la Península conduce al T oled.anono sólo a detallar el robo del ganado de Gerión, sino también a elaborar {i contribución personal de Hércules a la formación del mapa interior de Españij En conexión con esto registra la imposición del nombre de Lusitánia, la fundación de Tarazona, Urgel y Barcelona. Pero, lo que es más importante de todo, cr~a a Hisp~ti.9, ----=-a quien Hércules, habiendo conquistado toda la Península, confía las riendas del gobierno. Esto no es una invención enteramente gratuita. Barcelona poseía un templo de Hércules. El nombre de lugar Tarazona deriva de tirios y ausonios, dos tribus que acompañaron a Hércules en su viaje a España. E) T oled.ano sigue en esto una práctica común medieval y clásica respecto a los nombres de lugar, lo mismo que al establecer la conexión de Hércules con los fenicios. En lo que se refiere a Hispano, bien puede tratarse de una invención; por otro lado, hay un rasgo característico del culto de Hércules en la cuenca occidental del Mediterráneo. En algunos lugares estaba estrechamente enlazado con Iolaos, su sobrino y compañero de armas. Farnell no acierta a dar razón clara de esto, considerando que puede

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6 m capítulo VI tiene por título De adfJentu et tJictoria HeTculis in Hispaniam et pugna illius cum Geryone tricipite.

HISTORIOGRAFfAPBN., 2

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ser debido a influencia fenicia 7• El Toledano no estaba tratando despreocupadamente de los precedentes clásicos. Su propósito era algo más inmediato. En comparación con el laberinto de información clásica y bíblica suministrada por Isidoro y el Tudense, el Toledano deshebró y elaboró, a partir de sus lecturas clásicas, el único hilo que a juicio de la posteridad suministraba una "véritable forme de conscience ethnique", como señala Seznec en relación con casos similarecJProveyó a la dinastía española de un título de nobleza, según (elmodelo de Eneas y su fundación de Rom~ Más allá de la absorción del dios-héroe en la trama de la historia peninsular, el Toledano no forzó su interpretación del carácter de Hércules. Ninguno de sus actos cae fuera de la credibilidad de la mitología clásica. Es más que probable que estas elaboraciones estén relacionadas al reavivarse el interés por los estudios clásicos del llamado Renacimiento de los siglos XII y XIII. Su historia está compuesta definidamente con un ojo puesto en la escena europea. La manera de abordar el mismo episodio en las historias de Alfonso el Sabio presenta ciertas diferencias 9• No estamos ya reducidos a los limites de la información clásica, ni ponen el énfasis los compiladores reales en los mismos aspectos de la herencia del pasado. A pesar de que emplean más ampliamente las fuentes greco-romanas que en el caso del Toledano, no demuestran la misma sensibilidad por la tradición clásica. Esto no significa que los compiladores fuesen insensibles a la herencia cultural de Europa, sino todo lo contrario, como lo demuestra el tratamiento extenso de la historia romana no hispánica. Pero no estaban en modo alguno tan ligados a su pulsación como Isidoro o el mismo Toledano. El mero hecho de que escribieran en lengua vernácula es prueba suficiente de que interpretaron la tarea desde otro ángulo. Los compiladores alfonsinos hicieron un esfuerzo enorme para acumular la totalidad del saber humano e intentaron volver a juntar de nuevo en el campo histórico las vastas concreciones de las mitologías clásica y cristiana. Esto se reFarnell, op. cit., p. 130. 8 J. Seznec, La Survivance des dieux antiques (London, 1940), p. 22. 9 Primera Crónica General de España, ed. R. Menéndez Pida! (Madrid, 1955), capítulos IV-VIII. 7

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fleja en su manera de tratar la leyenda de Hércules. No contentos con los principales aspectos de la historia que les ofrece el Toledano, elaboran una teoría, como la que se puede encontrar en Cicerón, De natura deorum, de que hay más de un Hércules, siendo los más importantes el tebano, el tirio y el argivo. El Hércules argivo llega a España por invitación de sus habitantes, para liberarlos del tirano Gerión. Pero su cualidad principal no es la de héroe y conquistador, su virtud suprema en el mundo greco-romano, sino la de "sabio", adquisición suma del mundo semita, "ca leyo Hercules et fue grand estrellero e otrossi grand sabio en los otros saberes" 10• Va acompañado de Atlas, "muy grand sabio del arte destronomía.. . que morara mucho en el monte Allant, catando las estrellas". Hércules funda Sevilla después de haber consultado con él la posición de las estrellas 11• Para el Toledano, Hércules fue el distribuidor de las tierras conquistadas entre sus compañeros de lucha, como un adelantado de la frontera cristiano-mora. Para los compiladores de la Crónica fue el astrólogo y el constructor de extrañas estatuas de bronce 12• La misma presentación del episodio participa de las características de la prosa narrativa del tiempo: la serie de fabulae potenciales está desplegada en tomo a la figura de Hércules, incluyendo una narración dentro de otra, que trata del hallazgo de las columnas de Hércules por Julio General Estoria, ed. Solalinde, p. 305. El Setenario, ed. K. H. Vanderford, p. 19. "Sevilla... fue comen~miento de la puebla de Espanna : ca por ella e por el rrey Espan, que ffue ende ssennor, ovo asi nonbre e lo a oy en dia toda la tierra". 12 La estatua de bronce erigida por Hércules en Cádiz, "una ymagen de cobre bien fecha que cataua contra orient e tenie en la mano diestra una grand llaue" (Primera Crónica General, ed. cit., p. 8), es presumiblemente una referencia a alguna efigie allí existente. La descripción parece estar tomada del Liber Sancti 1acobi, libr. IV, que es la Crónica del pseudo-Turpin. En el capítulo IV de la última hay una descripción de una imagen vinculada, según el autor, al culto de Mahoma: "Est igitur in maris margine lapis antiquus, opere sarracenico optime sculptus ... super quem elevatur imago illa anticalco optimo in effigie hominis fusa, super pedes suos erecta, faciem tenens versus meridiem et manu dextra tenens quandam clavem ingentem" Historia Karoli Magni et Rotholandi, ed. C. Meredith-Jones (Paris, 1936), página 102. aavem es evidentemente una lectura equivocada de clavam, "clava" o "maza". 1o

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César, de la misma manera en que se disponen en tomo al tema principal los elementos estructurales de la narración oriental. Pero lo que es más importante de todo desde el punto de vista de este ensayo, Hispano, el compañero de Hércules en la versión del Toledano, viene a ser ahora su sobrino y extiende su linaje a Liberia y Pirro, nombres de ascendencia clásica y posteriormente gobernadores míticos de la Península.

111 Desde el reinado de Alfonso X hasta el de Juan II 4C Castilla la "conscience ethnique" de España permaneció relativamente dormida. Las crónicas reales de Castilla limitábanse a los acontecimientos de cada reinado y no se maoifestó erudición histórica de ningún otro tipo de más amplias perspectivas hasta comienzos del siglo xv. Como la historia antes y después de esta época difiere señaladamente en su enfoque y en sus interpretaciones, hay que buscar la explicación de este cambio en los cataclismos sociales y políticos de gran relieve acaecidos en el reinado de Pedro I, que tuvieron también sus efectos sobre el cuadro cultural de la Península. La historia deja de ser prerrogativa de gentes cercanas a la curia real y es cultivada en círculos sociales más amplios. Aparece en latín y en romance, en prosa y en verso, con profusión creciente, siendo la diversidad de perspectivas un reflejo de la diferenciación de los diversos estratos de la comunidad. Es esta producción histórica dispersa e individual lo que incitó a Galíndez de Carvajal a pedir el nombramiento de un historiador real para terminar con una situación en que "cada uno se ingiriese a escribir lo que le place en loor de pocos y en perjuicio de todos" 13• En muchas de las obras de esta época hay un mayor interés que antes por las remotas tradiciones de Castilla, en desacuerdo notable con el Toledano. La búsqueda de una herencia exclusiva, lo más indepen13

Anales bretJes del reinado de los Reyes Católicos, en BAB, LXX,

página 533.

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diente posible de un fondo europeo, revela el estado espiritual de las aspiraciones castellanas y viene a revalorizar muchos datos consignados por los historiadores clásicos. En los primeros ejemplos de la crónica general de España en el siglo xv no hay divergencias fundamentales. Un dato bastante significativo: fueron conversos los que se ocuparon de evocar las dinastías de Castilla después de un lapso de casi un siglo, Pablo de Santa María y su hijo, Alfonso García de Santa María. La crónica rimada del primero, Las edades del mundo, sigue la tradición de Alfonso el Sabio; como en las obras de éste, existe un cierto distanciamiento del mundo greco-romano. Gerión, por ejemplo, pasa a ser Gedeón. Este Gedeón no es ya el gobernador de las provincias romanas de España, sino del "castellano pueblo" 14• Lá Hispaniaclásica, cuna del pastor de ganado Gerión, se ha rendido así a la importancia superior de Castilla; desde este momento, la mayor parte de los historiadores castellanos se esforzarán por relacionar todos los acontecimientos importantes de la antigüedad no con Hispania,sino con Castilla, o con Hispaniaconsiderada bajo la guía de Castilla. El mismo plan es seguido sucintamente por Alfonso García de Santa María en su crónica latina, la Anacephaleosis, en la que declara expresamente que Hispano fue el primer rey de toda España 15• Desde mediados del siglo xv en adelante, este interés incipiente por la historia antigua de la Península dio origen a un criticismo más explícito, tanto en romance como en latín, de las fuentes históricas 14

Entonce en aquella mesma sazon oyendo dezir que el pueblo castellano era tan sujeto de aqueste tirano fue luego movido por esta razon aquel grande Ercoles con entencion de le ... , o fazer cruda guerra.

Foulché-Delbosc, Canc. cast., 11, p. 181. La confusión Gedeón/Geryon pudo haberse originado en un texto corrompido de la Primera Crónica General. "Y en tiempo deste Gedeon ... que fue juez en Israhel... fue Hercules, aquel que fizo muchas maravillas por el mundo... y en la vida de Gedeon murio Hercules". Bd. cit., p. 7. 15 Alfonsi a Cartagena Bpiscopi Burgensis Regum Hispaniae Anacephaleosis, en Hisp. illustr., vol. l.

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del pasado. Por un lado, clérigos como Alfonso García y Sánchez de Arévalo deploran la escasez de material o el descuido deliberado de los historiadores clásicos, mientras que nobles y letrados como Fernán Pérez de Guzmán y Femando del Pulgar no solamente acusan a Justino y Lucano de indiferencia respecto al pasado de España, sino también muestran gran reserva sobre las normas éticas de los historiadores y poetas romanos. Pérez de Guzmán, por ejemplo, habla con menosprecio de "la poca e pobre sustancia" de la Bneida y de las "trufas" de Ovidio 16• Esto no es debido, como algunos críticos han sugerido, a su perspectiva cristiana de la literatura pagana, sino a su juicio sobre la poca importancia de su contenido comparado con la antigüedad heroica de su propio país, que careció, por desgracia, de un Homero o de un Virgilio para dejarla consignada a la posteridad No es de extrañar, por ello, que Gerión haya cesado de ser un tirano y suplante a Hispano como primer rey de España. El propósito de Sánchez de Arévalo en los capítulos introductorios de su Compendiosa Historia Hispanica es la reconstrucción del pasado remoto de España y el estudio de la monarquía española, centrada precisamente en Castilla 17• Supone que había existido una Castilla nominal como corazón espiritual de Hispania mucho antes de la destrucción de Troya, y que hubo allí reyes mucho antes de Gerión. Tampoco se menciona aquí la leyenda de Hércules, a pesar de la intención manifiesta de seguir al Toledano y de la presencia continua de este último como fuente. El siglo xv estaba tan poco satisfecho como el x111 con un origen tan reciente de. España y tan homogéneamente clásico. Puede aducirse como razón de ello la estancia de Ruy Sánchez en Roma y su susceptibilidad respecto a las despectivas observaciones italianas acerca de la cultura en España 18• La Compendiosa Historia Hispanica se opone al espíritu de la Primera Crónica General, que con su profundo interés por la historia romana integró a toda España en el campo europeo -aunque ello fuese a su maCfr. Canc. cast., 11, p. 711. 11 Roderici Santii Bpiscopi Palentini historias Hispanicae partes IV., en Hisp. illustr., vol. l. Obra conocida originalmente bajo el nombre de Compendiosa. He empleado este término para evitar confusiones. ts Cfr. p. 102. 16

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nera-, concepción obligada por los intereses imperiales de Alfonso. Es significativo que Ruy Sánchez repita la difundida leyenda de la arrogancia literaria y política de Alfonso el Sabio 19• Es la primera vez que aparece en una historia castellana desde que se hizo presente en la crónica catalana de Pedro el Ceremonioso. Subraya la imprudencia de las pretensiones del monarca al trono imperial y, en otros tratados menores políticos, tales como la Suma de la política y De Monarchia orbis, muestra su antipatía a la idea de que España se someta a la jurisdicción imperial. Según él, el monarca ideal, apropiado a las necesidades de España, no es Alfonso el Sabio, sino Femando el Santo. En las últimas décadas del siglo xv la actitud negativa frente a la leyenda de Hércules es reemplazada por ataques abiertos a la relación del héroe con la primitiva historia española, especialmente en las obras de Ruy Sánchez, Margarit i Pau y Fabricio de Vagad. No se pueden equiparar sus obras por razón de su valor o perspectiva. En primer lugar, sus autores eran por nacimiento uno castellano, otro catalán y el tercero aragonés. Lo que les une es la convicción común de la calidad "no-española" de Hércules y su negativa a admitirlo en el panteón nacional. Margarit, un humanista, descubrió materiales hasta entonces desaprovechados para la historia del pasado remoto de España en Diodoro Sículo, Estrabón y probablemente en Heródoto, todos los cuales son favorables a la posteridad de Hércules, sin hacer caso deliberadamente de sus opiniones en este punto, y adoptando la de Lactando, el apologista cristiano tardío, a causa de sus violentas críticas a la moral de los dioses y héroes greco-romanos. Para Margarit, Gerión es el guardián leal de sus manadas y Hércules el ladrón pirata. Se propuso estudiar la figura de Hércules en el mayor • número posible de textos, y con este bagaje intenta disminuir su estatura distinguiéndole del Hércules tebano, al que atribuye los Doce Trabajos. El Hércules argivo fue producto de un matrimonio adúltero, el seductor de la hija de Telamón y el consejeró ·malintencionado , de Jasón en la expedición de los argonautas. La leyenda de que construyó las columnas en Cádiz fue una vana imitación de las elevadas por el héroe tebano en Libia, y la leyenda de haber ensanchado el estrecho de Gibraltar, fue una falsificación deliberada. Finalt

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Compendiosa, p.

196.

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mente, al no hallar un testimonio clásico en favor de los descendientes españoles de Hércules, Hispano y Liberia, no hace mención de ellos en el ParalipomenonHispaniae. La crónica de Fabricio Gauberte de Vagad ejemplifica el rechazo de la tradición greco-romana, identificada por el autor con la supremacía cultural de Italia 20• Homero, declara, habría dado la vuelta en su tumba si hubiese sabido de las hazañas de los antiguos españoles que eclipsaron con mucho las de la llíada 21• Abidis, el rey mitológico de España mencionado por Justino, fue más grande que Ciro, Rómulo o el mismo Moisés 22• Más que ninguno de sus predecesores destaca el mérito singular de un Hesperio, que precedió a Hércules como rey indígena, frente a Hispano, el delincuente descendiente de un infame pirata. Se opone a que los historiadores españoles comiencen sus obras con Hércules, que no debió su reputación más que a las ficciones mentirosas de los poetas griegos 23 •

IV

Al finalizar el siglo xv, Castilla sube con paso firme al escenario de la política europea. La estima internacional viene a ser un nuevo factor, vital en su vida cultural. Un contacto más estrecho con los eruditos italianos y sus pretensiones de superioridad intelectual y culCrónica de Aragón (Zaragoza, 1499). Ibid., f. Afüv. 22 Ibid., f. Bvir. 23 Ibid., f. Bvii4. "Q>mien~n en el como en rey primero de hespaña. comien~an en un estrangero y dexan al natural. dexan al rey hespero, rey tan excellente de hespma ... fuera más justo llamarle [Hércules] robador de lo ageno y deshonesto ladrón de ganados... mas [sus hazañas] fueron fermoseadas por la tanta eloquencia de los poetas de greda; que de públicos ladrocinios fizieron cauallerias ... y esto pudo bien ser que fue qui~á la causa que des~ibi6 a nuestros coronistas que no sabiendo llegar al tuétano de la verdad de la poesía y parando en la sola corteza favorecida con tan gran título de alavan~ tan desygual tomaron por loor el denuesto y la infamia por favor''. 20

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Mitología en la historiografía española

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tural, exi~ que se hallase alguna respuesta a las crecientes acusaciones ~ barbarie y falta de madurez, que salían de las plumas de historiadóres tales como Guicciardini. Los historiadores españoles se habían esforzado denodadamente en señalar el número de gobernantes que la Península había dado al Imperio Romano, pero esto no bastaba a un Petrarca o un Boccaccio. Sin embargo, este anhelo de un pasado digno de consideración quedó largo tiempo insatisfecho. En 1498 Annius de Viterbo publicó en Roma sus Commentaria super opera auctorum diversorum de antiquitatibus loquentium, de los que una sección llevaba por título De primis temporibus et quatuor ac 'Digintiregibus primis Hispaniae et ejus antiquitate. Esta "contribución" a la historia no era probablemente una obra altruista de erudición. Giovanni Nanni (había latinizado su nombre en Annius) fue un dominico al servicio del Vaticano durante el pontificado de Alejandro VI y agregado al embajador castellano, en Roma, Bemardino de Carvajal, en cuya casa estuvo alojado 24 • Testigo, evidentemente, del ascendiente cada vez mayor de la influencia española en la política italiana, dedicó su obra a los Reyes Católicos, haciéndola preceder de una lisonjera alabanza de su política reciente. Su promoción al cargo de magister sacri palatü puede haber sido el resultado, según Tigerstedt, de su oposición sin compromiso a la supremacía cultural griega y a sus discípulos contemporáneos que podían, de alguna manera insidiosa, comprometer la fe. Sea de ello lo que fuere, sus "revelaciones" desplazaron la polémica sobre Hércules y los orígenes · de España a un plano menor y dieron origen a una no soñada perspectiva de antigüedad en favor de la dinastía española. Además, el interés contemporáneo por la mitología pre-griega suministró los equi- valentes egipcios de la jerarquía griega tiempo de que tales contactos pudieran perpetuar también diferencias de perspectiva · subyacentes y profundamente arraigadas. ''Pugnabant Hispani pro libertatc quam vita cariorem habent, adeo quod nullus ex ducibus Romanorum reperiebatur qui acceptare auderet se mitti adversus eos. lbi cecidit Sergius Galua consul; ibi Scipio Africanus in finibus Galecie mortuus est [ ! ], vbi adhuc hodie eius cxistit honorabilis tumulus ... Indita et nobilis militie Gothorum gens, non ignorans summj dei esse preceptum 'libera eum qui iniuriam et violentiam patitur', prcdictos Alanos et Suevos et demum ipsos Romanos vi et armis ab Hispanis expulit". De monarchia, f. 54r. 43

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UNA APOLOGÍA DE LA MONARQUÍA (Estudio de un opúsculo histórico castellano inédito del s. xv)

El ensayo anterior estuvo consagrado a la descripción de la obra histórica mayor de Ruy Sánchez de Arévalo y a las ideas principales que constituyen el fondo de su concepción. El presente se ocupa del crecimiento y de la elaboración de la Compendiosa Historia Hispanica y del impacto de los acontecimientos contemporáneos y los consiguientes cambios de estructura y de propósitos. Los datos acumulados en los años recientes han mejorado nuestro conocimiento de las circunstancias que rodean la composición de la historia en el transcurso de los años 1462-69, desde las últimas etapas del Congreso de Mantua hasta poco antes de la muerte de Arévalo; en otras palabras, el período que corresponde a su estancia permanente en Italia. El Libellus de situ et descriptione Hispaniae et de regibus et regnorum ortu et successu ac de clarioribus bellis et gestis in ea, dedicado a Pío 11, puede adscribirse, como Trame ha señalado, al año I 463 1• Guarda estrecha relación, literal en algunas partes, con la Compendiosa tanto en los hechos como en la interpretación, pero, MS A 4S (s. XV) de la Biblioteca Capitular de Padua, ff. 55v-67r. La otra copia (s. XVI) mencionada por A. García García en "Un opúsculo inédito de Ruy Sánchez de Arévalo ... ", Salmanticensis, IV (1957), p. 477, está en la Ambrosiana (Milán), Cod. Lat. D 144 Inf., ff. 1r-1&'. Las diferencias entre las dos, según García, son pequeñas; él cree que derivan ambas de una tercera. Cfr. también Trame, R. Sánches de Arévalo (Washington, D. C., 1958), p. 115. 1

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en contraste con ella, es extremadamente breve, absteniéndose del continuo teorizar moral y político que obstaculiza la narrativa histórica de la última. El Apéndice I muestra de qué manera resultan comparables sus 14 cortos capítulos con las partes 1-IV de la Compendiosa. Hablando en términos generales, el Libellus suministra a esta última obra la introducción y la conclusión, que vienen a ser esencialmente teorías sobre el origen y la jerarquía de los reinos peninsulares y un breve examende la dinastía de los Trastárnara hasta Enrique IV, rey en aquel tiempo de Castilla. Entre estas dos scccioDCS se extiende un vasto foso cronológico, rellenado en la Compendiosa por la historia de los visigodos y de los primitivos reinos cristianos (particularmente Castilla) ~asta Alfonso XI. De esta suerte, el Libellus está ciertamente en contradicción con lo que se describe en su título ; el análisis que va a continuación intentará, en parte, explicar el énfasis aparentemente deliberado puesto en las épocas primitivas y tardía de la historia peninsular. También haré una estrecha comparación de las secciones de las dos obras que se corresponden, señalando adiciones y cambios de actitud. En el corto preámbulo del Libellus, impreso aquí por vez primera en el Apéndice I, aparece una cita de las cartas de San Jerónimo, cuya elección necesita una explicación. Ello es debido a que ha sido tomada de un contexto distinto. Fue empleada por vez primera por Arévalo, unos meses antes, en relación con un acontecimiento que abulta de manera desproporcionada en la conclusión del Libellus, la recuperación final de Gibraltar en 1462 de las manos de los moros, bajo Enrique IV. La campaña de Gibraltar debe haber tenido un significado más allá de lo ordinario en un siglo en que el "espíritu" de la Reconquista había sufrido tal quiebra que la toma de Antequera en 1410 y unas cuantas escaramuzas fronterizas tomaron proporciones considerables en las páginas de los escritores contemporáneos. Arévalo, en calidad de procurator de Enrique en el Vaticano, recibió el encargo de informar al Papa acerca de los detalles 2• Se ha de recordar que en el malogrado Congreso de Mantua, convocado por Orario habita ad Pium 11 de felicissima recupnatione famose ciuitatis et castri de Gibraltar: Cod. Vat. Lat. 4881, ff. 225r-227r. Cfr. también Trame, pp. 96-103, I 142

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Pío II para llamar la atención de los príncipes de Europa sobre la creciente amenaza turca, Arévalo había reiterado en diversos discursos la preocupación dominante en Castilla por la continua amenaza islámica a la Cristiandad desde el noroeste de Africa. Tal había sido, naturalmente, el argumento de Enrique IV en los comienzos de su reinado, habiendo dado toda clase de señales de querer continuar la obra de la Reconquista, pero el dinero reunido para la guerra se escapaba frecuentemente en donaciones obligadas al Arzobispo de Sevilla, Beltrán de la Cueva, y a otras personalidades cuyo apoyo era esencial para el rey. Es un hecho que en 1456, como Zurita observó, los embajadores castellanos en Roma habían encontrado al Vaticano escandalizado "por auerse publicado que el Rey de Castilla, por dinero, auía hecho paz y tregua con el Rey de Granada, en tiempo que tanto fauor se daua a la empresa contra el Turco" 3 • El clero castellano, catalán y portugués, cargado con diezmos redoblados, no era entusiasta de las nuevas contribuciones impuestas por Pío en las fases inaugurales del Congreso de Mantua, y el colector papal en Castilla, Antonio de Veneris, encontrábase frente a un cuerpo de opinión presta a discutir por extenso el caso en Roma. Además, las presiones políticas en los flancos norte y este de Castilla difícilmente dejaban a . Enrique libre para concentrar su atención en Granada. En este momento se realizó una ambición acariciada por la famiUa Guzmán, y Gibraltar cayó en manos de una fuerza capitaneada por el Duque de Medina Sidonia y Alonso de Arcos, algo que vino como anillo al dedo para la reputación de Castilla en el Vaticano. De esta suerte ofreciósele a Arévalo la oportunidad de sugerir al Papa en un discurso tenido a finales de 1462, que no tenía ya motivo para estar disgustado. Estas circunstancias explican por qué la mayor parte de su discurso se halla literalmente trasladada al capítulo l3 de nuestro texto. El que el significado de este acontecimiento ejerciera, un año más tarde, una influencia decisiva en la composición de este opúsculo puede ilustrarse de manera definitiva con las palabras finales del discurso sobre la caída de Gibraltar : •

Cfr. Eloy Benito Ruano, "Granada o Constantinopla", Hisp., XX (196),p. 9. 3

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"Rccipe insigne sacrificium hoc acceptabilc holocaustum quod tue Sercnitati occidens Hispania transmictit ut illud jheronimi verissimum de ca diccre ualcas quia in occidente sol justicie et fidei oritur. Non enim cius terre gleba inanis iacet et uacua; sed nec cjus frumenta in lolium aucnasque dcgcncrant, set in cius cespite tcrra fecundo dominici seminis puritatem centeno fidei fructu accumulat ad gloriam Dei omnipotcntis qui est bcncdictus in sccula" (f. 2271}4• "En el Oeste se ha levantado el sol de justicia". Esta imagen bíblica conduce derechamente al núcleo de la introducción del Libellus, dirigida, como la oratio, a Pío 11. Sea o no que el Papa le haya encargado escribir el opúsculo, como él mismo pretendía, se agarró al único punto que podía impresionar al último cruzado papal en el desierto del pesimismo mantuano y que justificaba igualmente la falta de apoyo positivo de Castilla en el Congreso. En su carta original, Jerónimo había contrastado el celo espiritual del Oeste, i. c. Roma, con la estéril discusión teológica en el Este, la gloria de Cristo frente al Príncipe de las Tinieblas. La antítesis del sol que se levanta y de Lucifer se traslada al contexto del "renacimiento" de la cruzada castellana, como reacción frente a los inquietantes éxitos turcos en Lesbos y Bosnia. El Libellus proviene de esta suerte de los esfuerzos de Arévalo para poner estos acontecimientos contemporáneos en una adecuada perspectiva histórica, pudiendo ser calificado por ello como la primera tentativa hecha por un castellano de interpretación de la historia de España para los círculos eclesiásticos de Roma. Como Trame sugiere, bien pudo suceder que el interés de Pío por asuntos históricos y geográficos, ampliamente documentado en sus obras, se haya extendido a España por el discurso de Arévalo sobre Gibraltar. El Obispo hada gala de íntima amistad con el Papa y nos haría creer que Pío le daba a leer sus borradores antes de que La referencia está tomada de una carta (XV, 1) de San Jerónimo al Papa Dámaso : "lbi [Roma] .caespite terra fecundo dominici scminis puritatem centeno fructu refert, hic obruta sulcis frumenta in lolium auenasque degenerant. Nunc in occidente sol justitiae oritur, in oriente autcm lucifer ille qui ceciderat super sidera posuit thronum suum. 'Vos estis lux mundi, uos sal terrae', uos uasa aurea et argentea; hic testacea uasa ucl lignea uirgam ferream et aetemum oppcriuntur incendium". 4

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Una apología de la monarquía

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fuesen finalmente redactados (Compendiosa, p. 244). Concluyendo, su introducción declaraba que estas reivindicaciones de un indígena en favor de su país hallarían justificación en el propio vasto conocimiento de Pío, y es más que posible que el Papa, leyendo el Libellus, pudiera haber sugerido a Arévalo material adicional de lectura que entraría más tarde en la Compendiosa. Se puede medir, en efecto, el impacto de su estancia continuada en Italia comparando las introducciones de las dos obras. Permaneciendo como queja la ignorancia de los extranjeros y el prejuicio contra España, el autor prefiere en último término atribuir este estado de cosas a la falta de interés de los españoles por una auto-justificación literaria o histórica. La comparación salustiana de los romanos activos con los griegos contemplativos desaloja la imagen de Lucifer y el sol de justicia 5• Esta sustitución de argumentos basados en los escritos patrísticos por uno de naturaleza más marcadamente humanista señala un cambio de enfoque; esto se apoya en la declaración subsiguiente de Arévalo de que intenta emplear fuentes no españolas (e. g. clásicas) para que los lectores no duden de la exactitud de sus declaraciones (Compendiosa, página 122). Se puede suponer, por lo tanto, que se disponía del conocimiento de tales fuentes desde 1463, una hipótesis que corrobora el argumento de que Pío puede haber sido responsable de dirigir a Arévalo a los geógrafos griegos y romanos que el Papa mismo había 5

"Sed quia prouenere ibi scriptorum magna ingenia, per terrarum orbem Atheniensium facta pro maxumis celebrantur. Ita eorum qui ea facere uirtus tanta habetur, quantum ea uerbis potuere extollere praeclara ingenia. At populo Romano numquam ea copia fuit, quia prudentissimus quisque maxume negotiosus erat; ingenium nemo sine corpore exercebat" (Cat., VIII). Permítaseme añadir a mi ensayo sobre la Compendiosa, p. 80, otros datos sobre la persistencia de este tema de los silenciosos pero heroicos españoles en el siglo XVI y XVII; cfr. Francisco de Medina en un Prólogo a Anotaciones a Garcilaso de Femando de Herrera : "Habiendo los buenos espíritus atendido con más fervor a recobrar la libertad de la patria que a los estudios de las ciencias liberales''; Quevedo : "España, cuya gente en los peligros fue siempre pródiga de la alma, más atendía a dar que a escribir ... destas [acontecimientos durante la colonización romana] y de otras innumerables hazañas nada escribieron; todo lo escribieron los romanos ... dejaron a los latinos el decir; en tanto que no supieron ser historiadores, supieron merecerlos" (La hoTa de todos, ed. Clás. cast., pp. 203-204).

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empleado. Lo que más impresiona cuando se compara el Libellus con la Compendiosa es la inmensa cantidad de lecturas que Arévalo debe haber acumulado despu~ de haber preparado el primer esbozo: ya que en ~te, prescindiendo de Justino, no hace ninguna cita por extenso de autoridad alguna, y los errores elementales acerca de la historia de su propio país parecen indicar que se había confiado a una memoria imperfecta o a fuentes inadecuadas de segunda o tercera

mano. El último capítulo del Libellus, no el primero, es el que contiene el núcleo real de las dos obras históricas, ya que se conal>e como una tradicional Laus Hispaniae,tratando, como el elogio de Isidoro siglos antes, de las ventajas naturales de la tierra y de las virtudes de sus habitantes. Se basa, además, en la misma fuente, Justino, que había acentuado el valor de los españoles, su aversión al mucho beber y a cualquier otra cosa que pudiese debilitar su primitiva tenacidad. A esta cualidad añade Ar~alo una ortodoxia religiosa que les había hecho intolerantes respecto de las novedades desde los días de la visita de Santiago. Estos rasgos característicos, con las razones para su adopción, vienen a ser más tarde un tema destacado de la Compendiosa. Sin embargo, en los capítulos introductorios de ~ta desviase Arévalo del modelo tradicional de las historias más antiguascon sus preliminares bíblicos para esbozar una introducción cosmográfica, mencionando a los "antiqui cosmographi" Plinio, Solino, lo mismo que a los historiadores Justino y Orosio. La elección de los dos últimarnmte nombrados está dictada por una pref ercncia por los testigos reales, que es lo que tradicionalmente se supone que ellos fueron. Aunque puede haber estado intentando mostrar las cinco provincias de la antigua España en un marco contemporáneo, la forma de exposición y parte del contenido recuerdan inevitablemente los argumentos de Alfonso Garda, en el Concilio de Basilea, acerca de que la provincia de ultramar de la Mauritania, Tingitania, es parte integrante de España 6• La medida de la ampliación de estos datos en la Compendiosa puede colegirse del hecho de que el último capítulo del Libellus viene a ser los cuatro primeros de la obra más larga. La ampliación se 6

La fuente utilizada aquf, sin embargo, es Pesto Rufo, Breuiaritlffl n,m gesttn'Um populi Romani (ed. Foerster, Viena, 1874), p. 8. ar. p.

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realiza de una manera un tanto tosca, ya que el sistema del autor no es alterar la sucesión original de materias, sino interpolar sus lecturas más recientes y, en la medida de lo posible, sustituir un nombre de más autoridad como fuente, por ejemplo, Estrabón en lugar de Justino. Al comentario del último sobre las ventajas del clima español añade las observaciones de Estrabón sobre la pureza del aire y la ausencia de peligrosas bestias salvajes (Geogr., 111, 2, 13, y 6); esto lleva a sugerencias sacadas de la Política de Aristóteles y de la Agricultura de Paladio Rutilo sobre los factores que contribuyen a una población sana. Estrabón, utilizado por vez primera en una historia peninsular, le suministra naturalmente datos excelentes sobre la inmensa riqueza natural del país, prestando apoyo a sus teorías sobre el efecto del clima en el carácter, que deben haber sido formuladas después de la redacción del Libellus. La caracterización de los prisci Hispani incluye una digresión sobre la lucha persistente y obstinada de los Hispani contra el invasor extranjero, particularmente los romanos. Cosa significativa, la época romana en España, tan fundamental para el desarrollo subsiguiente del país, no merece en los cuatro libros de la Compendiosa más que una referencia de pasada a la lucha incesante y a menudo ineficaz del Imperio con los indígenas. La lealtad de las tribus ibéricas en Sagunto puede haber contribuido a la ruina de los cartagineses 7, pero después del asedio de Numancia los romanos salieron "potius victos quam victores". El asesinato traidor de Viriato, tomado de Justino (XLIV, 2, 7-8), se atribuye ·a sus aliados africanos y no a sus mismos conciudadanos. La idea central, que el reino principal de toda España es Castilla con León, ha sido elaborada ya en los capítulos 3-4 del Libellus, juntamente con su interpretación de los orígenes de la monarquía que en tiempos mitológicos gobernó en toda España. La existencia de tal monarquía se sugiere por medio de las figuras míticas de Teucer, Gargoris y Abidis, mencionados por Justino sin una indicación clara Esta sección sobre las relaciones de los iberos con los romanos formaba originalmente parte de su tratado sobre el mando y administración de la fonaleza, escrito por el tiempo en que estuvo encargado de la fortaleza papal de Sant'Angelo (compuesto entre diciembre de 1465 y octubre de 1467), MS Vat. Lat. 4881, ff. 11Sv-119v. 7

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acerca de su imperium. Se les considera como anticipaciones de la aparición de Hércules y Gerión, que en las historias más antiguas de España tendieron un puente sobre el foso entre la leyenda clásica y la auténtica historia de la Península. Pero al componer los capítulos correspondientes de la Compendiosa, Arévalo debe haber percibido que ciertos argumentos necesitaban ser corroborados. Lo consigue con ayuda del discurso de Alfonso García sobre la precedencia en el Concilio de Basilea, del que toma la hipótesis de que ha habido reyes en la región llamada ahora Castilla antes de la destrucción de Troya, que Gerión no fue un monstruo tricéfalo, sino gobernador de tres provincias, y que Hércules, después de la derrota de Gerión, puso a su nieto Hispano en el trono. El otro desarrollo extenso se halla en el campo de la historia goda, descuidado en el Libellus e interpolado aquí literalmente de la Historia Gothica de Ximéncz de Rada y del Speculum de Vicente de Beauvais. Podemos estar casi ciertos de que el Libellus fue escrito sin referencia directa al Arzobispo de Toledo, ya que en él se hace referencia a los vándalos responsables de introducir la herejía arriana en España 7 se supone que el reinado efectivo visigodo comienza con Teodorico, que derrotó a los suevos y expulsó a los vándalos. En la Compendiosa, lo mismo que en la Historia Gothica, la narración de la historia visigoda comienza propiamente con Atanarico, pero Teodorico conserva todavía un puesto destacado, ya que se considera haber tomado posesión de .Mauritania,un hecho que sirve de apoyo a la reivindicación contemporánea de Castilla del litoral africano, propuesta anteriormente por el Obispo de Burgos. El capítulo 5 da una versión extremamente confusa de la historia antigua de los reinos cristianos imposible de relacionar con una fuente anterior y ni siquiera remotamente conectada con la Historia Gothica. Pero hay una cierta lógica loca en una historia que establece que un rey de León hizo a su hijo conde de Castilla y que un rey posterior, Alfonso de Castilla, envió a su hermano a conquistar Cantabria y Celtiberia, naciendo como resultado de ello el reino de Navarra. En lo que afecta a Aragón y Valencia, Arévalo ve al Cid actuando bajo las instrucciones de Alfonso VI en la conquista de estos dos territorios, en los que pone como rey al segundo hijo del monarca leonés. La aparición de Portugal como estado independiente se

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considera debida, naturalmente, a Alfonso VI, y se pone ulteriormente de relieve que Castilla, en cuanto distinta de otros reinos, hizo toda clase de esfuerzos para conquistar los territorios moros cerca de sus fronteras. Ahora bien, todo este tejido de mentiras y medias verdades, bien sea algo amañado o inconsciente, tiene por fin establecer un hecho: "Reges omnes qui post cladem Hispanie erecti sunt ex trunco atque stipite regni Hispanie quos nunc reges Castelle appellamus, descendisse et originem tulisse, nonnulli tamen remotius, aliqui propinquius" (f. 59I). El capítulo 6 se adentra algo más en los argumentos con los que se atribuye la hegemonía a Castilla y León. Coincide esto literalmente con la parte I, capítulo 17 de la Compendiosa, mostrando que los años que habían pasado no le habían persuadido a modificar ninguna de sus opiniones. De la costumbre aceptada de escribir Hispania por Castilla arguye que el rey de Castilla es el único titulado a llamarse rey de España, mientras que los demás emplean los nombres de sus reinos particulares. Además, como consecuencia de la historia de Castilla, heredera de los visigodos, el territorio actualmente ocupado por los moros y las Islas Canarias pertenecen por derecho a ese reino. Esto es una versión casi literal de los argumentos aducidos por Alfonso Garda (Allegationes ... super conquesta lnsularum Canarie contra Portugalenses) y una indicación más de la deuda ideológica de Arévalo. Es claro, pues, que las tesis básicas avanzadas en la Compendiosa se hallan ya presentes en el Libellus. En el último, este entusiasmo excesivamente activo y un conocimiento esquemático de la historia le llevaron a exagerar su tesis, hecho que debe él mismo haber reconocido cuando leyó más tarde la Historia Gothica, ya que en la primera se eliminan todos los absurdos manifiestos y se sustituyen casi palabra por palabra con cosas copiadas de Ximénez de Rada. El Libellus y la Compendiosa marchan parejos a partir de la primitiva historia de _Castilla.La historia posterior, en las partes 11, 111 y en la primera sección de la parte IV, abarca los reinados de los visigodos y de los primitivos reyes leoneses y castellanos hasta Alfonso XI. Se sacan estos datos en último término de la Historia Gothica, de la Crónica de 1344 y de los concurrentia de Ptolomeo de HISTORIOGRAFÍA PBN., 8

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Lucca y Martín de Troppau (a la manera de la Anacephaleosis).El problema más interesante es el que presenta el empleo de la compilación vernácula. En muchos lugares, Arévalo, como Alfonso Garda antes de él, cita una fuente llamada Hispanorumannalia, que se puede idet,tificar fácilmente con la Cr6nica de 1344. El empleo más constante de esta fuente tiene lugar en los reinados de Fernando 11 de León y Alfonso Castilla, en que Arévalo incluye 1a larga historia de los cuatro votos de Lope Díaz de Haro en Alarcos, el asesinato de Lope de Arenas en mpose la storia del reame di Spagna, dove si trova ogni cosa degna di memoria infino a• t-empi sua". (Parecería que Vespasiano no había visto muy de cerca el volumen.) 17 Cirot, G., Les Histoires Générales d'Bspagne entre Alphonse X et Philippe 11 (Bordeaux, 1904), p. 143. 18 Las observaciones de Vasco son en su totalidad favorables: "Laboravit in eodem argumento latine Joannes Gcrundensis cpiscopus et ita laboravit, si quam ille diligenter et crudite plcraque scripsit, tam emendate fuisset opus impressum. Sed ad ea quoque quae ille pulchre ac docte collegit, plwima addemus, quae ipsum scculi vitio, vcl librorum penuria fefellerunt, aut quae alia quavis de causa ponenda non putavit". Hispaniu Cronicon, en Hisp. lllustT., I, p. 57419 Bibl. Hisp. Vet., 11, p. 320. 20 Historia Valenti~ I, coL 172, n. 7. 1s

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El "Paralipomenon" de Joan Margarit

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lada a compendios como la enciclopedia de autores catalanes de Torres Amat, quien no tuvo un conocimiento personal de la obra 21• España Sagrada y el Viaje Literario de Villanueva no ofrecen comentarios de importancia. Hasta que Fita y Colomer elaboró su edición de las Actas Capitulares de Alf onsello, vicario general de Margarit en Gerona, no se hizo una tentativa de estudiar la obra en detalle 22• La defensa entusiasta que Fita hace de Margarit contra sus censores fue seguida unos años después por un breve discurso en el que describía el manuscrito del Paralipomenon de manera muy sumaria, acompañándolo de un primer ensayo biográfico23• Esta vindicación del Obispo llevó probablemente a Fita más allá de los límites de un legítimo entusiasmo, pero a él se debe que Cirot fuese capaz de valorar el verdadero mérito del Paralipomenon y de asignarle un lugar destacado en la historiografía española. Escribió : "desde el punto de vista de la historiografía, Juan de Gerona parece haber sido el principal innovador y e) primer representante indiscutible del Renacimiento en España. Los que le han precedido, aunque algunos hayan estado imbuidos por el humanismo, pertenecen todavía a la Edad Media, de la que tienen el espíritu y la forma escolástica y a cuyas tradiciones acomodan generalmente sus ideas referentes a los orígenes, sin aportar nada nuevo" 24• A partir de esta época, Margarit ha ocupado un puesto de importancia cada vez mayor. Fueter, en 1914, le reivindicaba como el primer discípulo español de Leonardo Bruni 25• Sánchez Alonso le asigna un puesto de primer orden en la época historiográfica que se extiende desde el Paralipomenon a las crónicas de Ocampo 26• En su opinión, esta ciencia sufrió mucho con la desaparición de esta obra en el tiempo de la popularidad de los anales de Annius de Viterbo, que volvieron a introducir tantísimas fábulas en la concepción de la antigüedad española. 21

22 23

24 25 26

Artículo Magarit y Moles. Los Reys d'Arago y la Seu d, Girona (Barcelona, 1873). Cfr. Bl Gerundense y la Bspaña PrimititJa (Madrid, 1879). Cirot, op. cit., p. x. Histoirs de l'historiographis (ed. francesa, París, 1914), p. 275. Historia de la historiog,-a/ía ,spañola (Madrid, 1941), I, p. 361.

HISTORIOGRAPÍA PBN., g

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Ensayos sobre la historiografía peninsular del s. XV

No es nuestra intención examinar aquí el valor científico del modo de obrar de Margarit ni apoyar o refutar las censuras hechas a su ignorancia de la geografía antigua, ni valorar tampoco la verdad de sus teorías personales comparadas con el saber moderno. Nos contentaremos con establecer en qué medida refleja el Paralipomenonla penetración de nuevas ideas venidas de Italia, marcando así una nueva época en la historiografía española.

111 Las principales diferencias entre el Paralipomenon de Margarit y la historiografía española contemporánea son debidas en primer lugar a su relación con Italia. Es verdad que varios historiadores compañeros suyos pasaron también largas temporadas allí, pero parece que han sido insensibles en gran parte al revivir de los estudios clásicos. Recapitulemos brevemente las relaciones de Margarit con Italia. Fue uno de los pocos historiadores que se formaron por aquel tiempo en Italia, en la universidad de Bolonia, en la que se doctoró en derecho canónico n. A continuación sirvió en las cortes de Alfonso V y Nicolás V, que se destacaron, como ya hemos mencionado, por el aliento prestado a los estudios históricos. Margarit estaría también en Roma por el tiempo en que se estaban realizando las principales traducciones de los historiadores y geógrafos griegos 28• Abarca éste la primera parte de su vida, de 1447 a 1453. Pasó los años 1459-1461 r, Bolonia es la primera universidad en establecer una cátedra de humanidades a comienzos del siglo XVI, que se ocupaba principalmente de las romanae antiquitates. Cfr. G. Zaccagnini, Storia dello Studio di Bologna durante il Rinascimento (Ginebra, 1930), p. 274. 28 En la dedicatoria de su Ortographia a Nicolás V, Giovanni Tortcllo, el bibliotecario, menciona la importancia de estas traducciones históricas. La jerarquía que impone a las diversas actividades del Papa es interesante. Cfr. Müntz et Fabre, La Bibliotheque du Vatican au xveme siecle (Paris, 1887), p. 36. "Video enim quantis impensis et sumptibus quantaque diligentia greca oratorum volumina historicorum et philosophorum atque summorum theologorum in latinam linguam traduci procuras".

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El "Paralipomenon"de Joan Margarit como embajador de Juan II en el Congreso de Mantua, presidido por otro gran historiador, Eneas Silvio, ahora Pío 11, y al que asistieron otros eruditos, tales como Flavio Biondo, Francisco Filelfo, el Cardenal Bessarion y Rúy Sánchez de Arévalo de Castilla. Durante parte de sus viajes, Margarit estuvo acompañado por Vespasiano da Bisticci, historiador y librero florentino. La relación personal de Margarit con los humanistas de la época es todavía extremamente oscura. Prescindiendo de Vespasiano, del que puede haber adquirido la veneración por Leonardo Bruni 29, mantuvo correspondencia con el erudito griego Hilarión de Verona. En la última parte de su vida, hacia 1470, tuvo un secretario italiano llamado Guarino di Novellis. De 1461 a 1481 permaneció en Cataluña, escribiendo durante este tiempo otras dos obras, Templum Domini y Corona Regum, continuando presumiblemente la composición del Paralipomenon.Pasó los restantes años de su vida, 1481-1484, en -la corte pontificia. Murió en Roma en noviembre de x484. A este contacto con la Italia humanista ha de atribuirse su concepción del Paralipomenon.La recreación de la Roma antigua era considerada por los humanistas en general como una perspectiva básica de la historia universal y en particular como la herencia que colocaba a Roma y al Vaticario en el centro del mundo. Margarit, como súbdito de un reino en la periferia de ese mundo, al mismo tiempo que reconoda la deuda contraída con la cultura clásica, percibía que la antigüedad de Hispaniano debía rendirse ante ninguna otra en su augusta grandeza 30• Margaritse yergue así con un pie en Italia y el otro en España. Su finalidad es acrecentar el valor de la península, su técnica es la del humanista italiano.

Paralipomenon, f. 7r, ''nostre aetatis historiographorum princeps". "Quum vero compererint inter omnes mundi provincias maximam nobilissimamque Hispaniae antiquitatem maximis laudibus extollendam et exterarum gentium commentariis ac variis libris atque descriptionibus labore maximn comprobatam, non potui calamum continere". Paralipomenon, f. 1•. 29

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IV Las obras de Margarit, en general, como las de la mayoría de los • humanistas, revelan una preocupación por las perspectivas más am, plias de la historia. En el mismo discurso ante las Corts de Barcelona, en 1454, recordaba la gloria de Grecia, un reino que habían conquistado sus ilustres predecesores; y Juan II de Aragón adquirió por su oratoria la aureola de un héroe romano, un Fabricio o un Camilo. Unos diez años más tarde se concibe el Templum Domini como estudio de la posición de la monarquía respecto de la autoridad espiritual desde los tiempos más antiguos hasta el día presente. La Corona Regum, no obstante su plano ético, está llena de digresiones históricas 31• Esta penpectiva se apoya en una conciencia profunda de la importancia del pasado. Por pasado parece entender no el pasado reciente, sino el estudio de los orígenes. "Quis enim", declara con un aire ciceroniano, "futuram agere vitam excogitat, qui diem suae nativitatis ignorat aut quis quo tendat scire potest, qui unde venit nesciat?" 32• Encuentra difícil por ello perdonar a los historiadores pasados, cualesquiera que hayan sido sus intenciones, por deslizarse a la ligera sobre las etapas más antiguas de la historia de España. Acusa en particular al Toledano de pasar por encima de esta época como si fuese "super prunas gradiens" 33• Esta preocupación por los orígenes ha de considerarse como una identificación primaria de la perspectiva de Margarit con la de los humanistas. Margarit tenía que crear, por lo tanto, un nuevo plan para su historia por medio del cual se descentralizase la historia antigua de España del marco universal de obras tales como la de Trogo PomCfr. R. B. Tate, 1oan Margarit i Pau, pp. 102-116. Paralipomenon, f. 1r. lbid., f. 1r. Cfr. tambim f. sr. "Rodericus Toletanus antiquitatem Hispaniae subticens vel ignorans ncminem ante Gcryonem ... Gcryonis gesta sicco pede pertransit, tanquam qui pcr ignotam provinciam fugitivus cupit ad notam sibi pcrtingcre". 31

32 33

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HIGAN.....

1 1 111111

Bl "Paralipomenon" de 1oan Margarit

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peyo y sirviese al mismo tiempo de prólogo a las varias historias de

los godos en España. Establece explícitamente que no intenta ir más allá de los comienzos del reino godo, dado que el asunto había sido tratado de manera tan completa por escritores anteriores. Este nuevo plan parece responder a la incidencia de dos fuerzas : en primer lugar, el ideal humanista contemporáneo de "patria", expresado en el tipo de historia llamado por Fueter "publicista", como la historia de Florencia de Bruni o la Roma Triumphans de Flavio Biondo, y, en segundo lugar, un conocimiento más profundo de los textos clásicos que brindaba ahora en cantidad suficiente nuevo material con el que se hada posible un plan de este tipo. El Paralipomenonpuede dividirse en cuatro partes : a) Una sección etnográfica y topográfica b) La historia de España en la época precartaginense c) Las Guerras Púnicas en España d) La dominación romana hasta César Augusto

Lloro I Libros 11, m Libros IV-VII Libros VIII-X

Había pensado extender su obra hasta los tiempos de los Emperadores Arcadio y Honorio 34, la época considerada normalmente por los humanistas como el comienzo de la Edad Oscura 35, pero por alguna razón nunca se llevó esto a efecto. Dado que el MS de Madrid y la edición de Nebrija terminan ambos en el mismo lugar exactamente (el último párrafo del MS es un autógrafo), es posible que el resto no se haya perdido, sino que nunca se haya completado. Las secciones que tratan de las Guerras Púnicas y de la conquista de Roma pertenecen al campo bien trabajado de la historia clásica. Pero es bastante significativo que esta época sea tratada detalladamente con material sacado de Livio, César, Suetonio y otros, por vez primera, si se prescinde de la Primera Crónica General. Margarit selecciona en estas fuentes el material pertinente, uniendo de manera 34 35

Ibid., f.

2r.

Biondo, Decades (Basilea, 1531), I, p. 3. "Culmen vero ipsum et tanquam vcrticem, Theodosü supcrioris quadragcsimi tertii, ac deccm annis postea Archadii et Honorii illius filiorum temporibus fuisse dicimus, quia licct multas cladcs, multa incommoda sacpc antea passa cssct res Romana".

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1 34

apropiada los episodios con las circunstancias externas para evitar la discontinuidad 36• No adopta una actitud tan apologética ante el empleo de las fuentes puramente romanas de la historia de España en esta época como Ambrosio de Morales, quien, más consciente del hecho de que un país ha de poseer sus propios datos históricos, explica que no es culpa suya si los primeros libros parecen ser más bien una historia de Roma que de Espa!a. La diferencia entte las dos obras yace en el hecho de que Margarit obraba bajo la influencia de la finalidad didáctica de la historia, que tenía para el humanista su mejor ilustración en las hazañas de los héroes de Grecia y Roma; mientras que Morales, tanto por motivos patrióticos como científicos, fue llevado a tratar exclusivamente de España. Margarit intenta guardar un camino medio entre la historia de Roma y la de España, pero su criterio humanista tolerante perm.ítele ampliar este propósito una y otra vez. Hace esta observación sobre las proezas de César : "eius f acta adeo magna sunt, et a viris illustnbus commendata ut debite debeant interseri, ne ab Hispanis ignorentur" 37• Las secciones más originales e interesantes son (a) y (b). Aquí despliega Margarit toda su habilidad para someter el nuevo material a su propósito. La sección (b) puede incitar en gran parte a críticas, pero no hemos de olvidar que estaba roturando un terreno nuevo con escaso aparato científico que le guiase. Sin embargo, mediante un examen cuidadoso de los textos, logró eliminar una gran cantidad de fábula y leyenda. Este plan está influenciado por la historiografía humanista, con su interés predominante por la investigación de la antigüedad, con capítulos extensos sobre topografía y con la preocupación por las hazañas de los griegos, de los romanos y de los cartagineses. Como verdadero erudito, Margarit consideraba también su obra como un regalo a la posteridad, una obra de arte lanzada al futuro, de la que otros podrían aprovecharse. "Nos vero omnem antiquitatem amplec36 Paralipomenon,f. 72r. "Hunc tamen in eis explicandis observabimus modum, ut res extra Hispaniam gestas brevi relatione perstringam ceterae vero quae ad Hispaniam peninent copiosa relatione describerentur". 31 Ibid.

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El "Paralipomenon" de 1oan Ma,garit

13S

tentes vetustiora Hispaniae gesta, quatenus ex approbatis scriptoribus comprobare potuimus, futurae posteritati decrevimus annotare'' 38• Tal es el puente que salva el foso entre Trogo Pompeyo y la historia peninsular de tipo isidoriano-toledano. Es la primera tentativa moderna de construir una introducción adecuada de la historia de España.

V

Una de las diferencias esenciales, en lo concerniente a la técnica, entre el cronista medleval y el historiador humanista era la selección y el modo de tratar las fuentes. El erudito quattrocentista subrayaba la falta de sistematismo en el manejo anterior de fuentes de cualquier tipo. No había correlación critica adecuada, ni, sobre todo, sentido de co~po~ición. Esto queda claramente expresado en un diálogo·ae Eneas Silvio: "No se ha de creer necesariamente todo lo que se escribe, y únicamente las Escrituras canónicas tienen autoridad indudable. En otros casos se ha de descubrir quién es el autor, qué vida ha llevado, a qué secta ha pertenecido, y cuál es su mérito personal. Es necesario también considerar con qué otros relatos está de acuerdo, y de cuáles difiere y si lo que dice es probable y está de acuerdo con el tiempo y el lugar de los que trata" 39• Esta doctrina no podría aplicarse con todo su rigor en el campo de la historia antigua. Sin embargo, el historiador humanista cuidará de escoger los autores más próximos a los acontecimientos de que trata. En el quattrocento se consideraba que tales autores eran, naturalmente, los historiadores griegos y romanos, que brindaban al mismo tiempo un modelo para la presentación literaria de la historia. El humanista prefiere también consultarlos en sus textos originales, si es posible, y no a través de compilaciones medievales. De esta suerte,

38

39

Ibid., t. 8•. C. M. Ady, Pius 11 (London, 1913), p. 299.

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lú, 216. García de Santa Maria, Pedro, 218 n. García de Santa Maria, Tomú, 214, 215.

Gargoris, 97, 111, 173. Garibay, Esteban de, 30. Gayangos, Pascual de, 62 n. Gedeón, 21 y n. Geijerstam, Regina af, 238 n. Gelio, Aulo, 137. Gerión, 16, 17, 19, 21 y n., 22, 23, 26, 30, 31, 62-63, 68, 96, 97, 112, 141, 145. Gerundense, v. Margarit, Joan. Giambullari, Pier Francesco, 211. Gil de Zamora, Juan, 189. Giovio, Paolo, 211 y n. Gloucester, Humphrey de, 60. Godof.redo de Monmouth, 17. Gómez Barroso, Pedro, v. Barroso, Pedro. Gómez de Toledo, Obispo de Plasencia, 251. González Llubera, l., 183, 184, 187 n., 193 Y n. González de Mendoza, Pedro, 122 n. Gonzalo de Ávila, 253, 254. Graco, Tiberio, 157 n., 172. Grant, M., 49 n. Gregario Magno, San, 81 n. Griffiths, T. G., 122 n. Grifón, F., 221.

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Guarino de Veroaa (Guarino Guarim1,83, 171. Gubern, R., 265 y n. Guescliu, Bcrtrand du, 42, si:, 89, 116, 286. Guevara, Diego de, 264Guicdardini, Francesa,, 2s, 253 n. Guillermo de París, 220, 229, 257. Guimaries, Duque de, 201. Gutiérrez, Marco, 114Gutiérrez del Caño, M., 122 n. Guzrn6n, Vasco de, 238. Haebler, Conrado, 220 n., 221, Y

222

n.

Hahn, Ulrich, 75, 79 n. Hall, Bclward, 289. Haller, S9 n., 61 n. Himel, 237. Hay, D., 140 n., 184, 185 n. Hebrera, Antonio de, 226 n. Heli, Andrés, 213 n. Hércules, 14-32, 62, 68, 94, 96, 112, 144-145, 147 n., 148, 167 n., 173, 174 Y n., 175 n. Heredia, Beltrán de, 61 n. Heródoto, 16 y n., 23, 83, 137 y n., 155, 187. Herrera, Alfonso de, 195, 209. Herrera, Femando de, 109 n. Hesperio, 2.4. Higinio, 188. Higuera, Jerónimo Román de la, 31. Híjar, Luis de, Conde de Bclchite, 268. Hilarión de Verona, 127, 131, 164. Hiparco, 137, 169 y n. Hipias, 169 n., 170. H ispaniae illustratae.. . scriptores mrii, v. Schott, A.

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Indice de nombres propios Hispano o Hispalo, 17, 20, 21, 22, 24, 26, 27, 31, 68, 112, 189. Historia Gothica, v. Ximénez de Rada, Rodrigo. Historia de la guerra de Navarra (= De Bello Navariensi), v. Nebrija, Antonio de. Historia Hispanica (= Compendiosa Historia Hispanica), v. Sánchez de Arévalo, Rodrigo. Historia KaToli Magni et Rotholandi, 19 n. Hofer, Philip, 66 n. Holinshed, Raphael, 289. Homero, 2.2, 24, 169 n., 173, 187, 224. Honorio, 133, 181. Horado, 161. Huizinga, J., 280 y n. Hurtado de Mendoza, Diego, 222, 248. Hurus, Juan, 220 n., 221. Hurus, Pablo o Paulo, 219., 220 v n., 221, 222, 223, 257, 267.

lberus, 26. Ibn Arragel, Mose, 289. Illa, Vizconde de, v. Castro, Felipe de. Infantes de Aragón, 57, 58, 70, 232; v. también Emique de Aragón, Juan 11 de Aragón. Inocencio VI, 89 n., 116 y n. Íñigo Arista, 223, 225, 267. Iolaos, 17. Iranzo, Miguel Lucas de, 247. Isabel, hija de los Reyes Católicos, 223, 278. Isabel la Católica, 26 n., 27, 101, 118119, 122, 126, 149 y n., 160, 161, 181 y n., 186, 192, 194 n., 199,

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349 202, 203, 204, 206, 223, 226 n., 227, 234, 249, 250, 278, 287, 288, 292-293; v. también Reyes Católicos. Isidoro, San, 14-15, 18, 43, 64, 67, 81, 82, 83, 93, 110, 135, 1~6 y n., 138, 139, 148, 155, 157, 158 n., 163 y n., 188, 189, 237. Isis, 144. Italus, 26. ltinerarium (de Antonino Pío), 138, 173, 187, 188. Jacob, E. F., 59 n., 60 n., 61 n. Jaime I de Aragón, 267. Jaime de Aragón, hermano de Pedro IV, 278. Jasón, 23. Jcan d' Albret, 206, 207. Jedin, H., 102 n. Jenofonte, 26, 169 n., 170. Jerónimo, San, 47 y n., 106, 108 y n., 220. Jiménez de Cisneros, Francisco, v. Cisneros, Cardenal. Jiménez de Rada, Rodrigo, v. Ximénez de Rada, Rodrigo. 1oannis Secundi ... vita, v. García de Santa María, Gonzalo. Jofre, Juan, 220 n. Jordanus (o Jordanes), 73 n. Josefo, Flavio, 137, 156, 187, 224. Juan, hijo de los Reyes Católicos, 206, 223. Juan I de Aragón, 44, 175. Juan II de Aragón, 27, ,:,7, 70, 118, 126 y n., 131, 132, 166, 168, 177, 215, 216, 217, 222 y n., 223, 224, 226, 227 n., 228-248, 249-262, 264, 267, 269, 296, 304, 305.

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Juan I de Castilla, 41, 43, SI, 92, 117. Juan II de Castilla, 20, 33, 46, 57, 58, 64, 66, 70, 71, 76, 77, 86, 90, 92, 168, 169, 215, 232, 288. Juan I de Portugal ( Joio I), 282 y sigs. Juan de Córdoba, 72 n. Juan de Gante, 90. Juan de Gerona, v. Margarit, Joan. Juan de Navarra, v. Juan II de Aragón. Juan de Salisbury, 102. Juan de Segovia, S9 n., 61 n., 62 n. Juana la Beltraneja, 118-119. Juana Enríquez, 216, 233, 241, 243, 246, 247, 253, 259, 260. Juana la Loca, 192, 277. J uce Abemos, 215 n. Julián de Toledo, San, so. Júpiter, 30, 144, 145. J ustiniano, 64. Justino, 22, 24, 83, 84, 97, 110, 111, 136 n., 137, 145, 155, 158 n., 173174, 178, 187, 224.

=

Keniston, 77 n. Kristeller, P., 71 n., 152 n. Kuersteiner, A. F., 38 n., 117.

Lactancio, Firmiano, 23, 103, 138, 144 y n., 145 y n., 156, 174La Ma.rche, Olivier de, 280. Lambea, Tomás, 268, 269, 270, 278, 304, 305. Lanuza, Juan de, 217. Lanuza, Martín de, 243, 253. Lanzarote, 46, 285. Lapesa, Rafael, 34, 45, 49. Lara, los, 121.

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Latassa, F. de, 213., 220 n., 221 v n., 222 n., 255 n., 270 n. Lea, Henry Charles, 213, 216 y n., 219.

Le Bon, Jean, 44Lemus y Rubio, P., 186 n., 192 n., 193 n., 194 n., 202 n. Leovigildo, 94Le Roy, Louis, 211 y n. LibeUus de situ et descriptione Hispaniae.. ., v. Sánchez de Arévalo, Rodrigo.

Libn Sancti 1acobi,19 n. Liberia, 20, 24, 27, 68. Libre de Feyts d'Annes de CatalMnYa, 125 y D.

Libro de los consejos e de los consejeros, 41 y n. Libro verde de Aragón, 21~ 216, 217, 218.

Lida de Malkiel, Maria Rosa, 8o n., 123 n., 229. Lindley Cintra, L. F., 68 n. Livio, Tito, v. Tito Livio. Lopes, Femio, 33, 52 n., 265, 281, 282-284, 285, 287. L6pez de Ayala, Pero, 8., 33-54, 89 y n., 117, 121, 175, 212, 265, 277, 285-286, 290: Cr6nicas, 33-54; traducción de Tito Livio, 44 y sigs. López de Carvajal, Bernardino, 25, 73 n., 74López Estrada, F., 49 y n., 71 n. López Martínez, Nicolás, 213. López de Mendoza, migo, Marqués de Santillana, 36, 47, 58, 175, 179López de Meneses, A., 35 n. López de Toro, J., 184 y n., 204-205, 206 n., 238 n., 244 n. López de Zúñiga, Diego, 28.

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Indice de nombres propios Lozoya, Marqués de, v. Contreras y López de Ayala, Juan de. Lucano, Marco Anneo, 22, 124, 138, 187, 196, 200, 202, 245, 261. Lucena, Juan de, 72 n., 99 y n. Luis XI de Francia, 118, 142, 157, 234. Luis XII de Francia, 207. Lulio, Raimundo, 42. Luna, Alvaro de, 36, 47 Y n., 57-58, 70, 90-91, 121, 199, 234, 247 y n., 290. Lusus, 26.

Llan~a, Conrad, 272. Llubera, v. González Uubera, l. Macrobio, 103, 137, 157. Maduren Marimón, M., 122 n., 138 n., 166 n., 238 n. Magnus, Johannes, 73 n. Malory, Sir Thomas, 280. Manetti, Giannozzo, 123. Manlius, C., 239. Manuel I de Portugal, el Afortunado, 278.

Manuel, Juan, 36, 37, 39-40, 42, 4S

n., 53, 212. Maquiavelo, Nicolás, 210 n. Maravall, José Antonio, 68 y n. Marcial, 143, 224. Margarit, Joan, 8, 16, 23-24, 33, 75, IOI,

123-150,

151-182,

185, 187,

299303: Paralipomenon Hispaniae, 123150, 151-182, 299-303; otras obras, 189, 190, 191, 207, 211, 292,

126.

Mariana, Juan de, 31, 32, 98 n. Marineo Siculo, Lucio, 8, 27, 47, 7S,

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351 101 y n., 150, 182, 187, 188-189, 190, 191, 193-194, 195-196, 197 n., 209, 210-211, 223 n., 231, 248, 249262, 266, 267, 288 y n., 292-293 : De Rebus Hispaniae Memorabilibus Opus, 249-262. Mario, Cayo, 163, 178. Márquez Villanueva, F., 213. Martí, 238. Martín de Troppau, 114, 187, 188, 200, 281.

Martínez, Alvar, 51. Martínez Añíbarro, M., 62 n., 63 n. Martínez de Bolea, Pedro, 272, 273, 274.

Martínez Ferrando, J. E., 266 n. Martínez de Toledo, A., 8. Mártir, Pedro, 150, 238 n., 244 n. Martius, Q., 239. Masdeu, Juan Francisco, 31. Mata Carriazo, Juan de, 7, S3 n., 101

n.,

184 y n., 198 y n., 264 n.

n., 202 n., 247

Matamoros, v. García Matamoros, Alfonso. Mauregato, 87. Máximo, 30-31. McPheeters, D. W., 220 n. Medina, Duque de, 203. Medina, Francisco de, 109 n. Medina, Pecho de, 30. Medina Sidonia, Duque de, 107. Meerseman, G. G., 103 n. Mehus, 71 n., 81 n. Mela, Pomponio, 83, 84, 136 n., 137, 155, 157, 164, 169 187, 188, 224.

n.,

170, 171,

Mele, E., 2 I I n. Melqart (o Melkart), 16. Mella, Juan de, 74.

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Ensayos sobre la historiograffapeninsulardel s. XV

Mena, Juan de, 123 y n., 229. Menéndez y Pelayo, Marcclino, 33, 40, 101 n., 179 n., 184, 188 n., 206 n.

Menéndez Pidal, Ramón, 18 n., so n., 79 n., 82, 88 n., 122 n., 142 n. Meredith-J0nes, C., 19 n. Meregalli, E., 35 n., 37 n., 41 n., 42 n., 45 n. Merlín, 42, 285. Metelo, Quinto, 201, 286. Metge, Bemat, 33. Miguel, hijo de Manuel I de Portugal y de Isabel de Castilla, 278. Miquel y Planas, R., 46 n. Mocedades de Rodrigo, 121. Moerbeke, William de, 81. Moisés, 24, 156. Mollat, G ., 89 n. Mommsen, 187 n. Moniz, Egas, 272. Monte, Piero da, 6o n. Morales, Ambrosio de, 30 y n., 134, 150. Morel-Fatio, A., 30 n., 263 y n. Morlanes y Malo, Bartolomé, 225, 254-255. Morreale, Ma.rgherita, 212, 213 n., 220. Muestra de... las Antigüedades de España, v. Nebrija, Antonio de. Mundó, A., 141 n. Muntaner, Ramón, 242, 281. Müntz et Fabre, 130 n.

Nanni, Giovanni, v. Annius de Viterbo. Nebrija, Antonio de, 8, 27-28, 29, 32, 56, 123, 127, 136, 146, 150, 18321 I, 212, 222, 241, 248, 249, 262,

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288 n., 292, 293, 296: De &llo N""ariemi (= Historia da la gu,rra de NtlfJarra), 204-208; Decada (=Décadas), 194-204; M~stTa tu ... las Antigüedadss de Bspaña, 186192. Nebrija, Sancho, 75, 126 n., 127, 133, 152-153, 154, 177, 197, 211. Nicolás V, 77, 130 y n., 171. Nicolás de Cusa, 77. Nino, 144Niño, Pero, C.Onde de Buelna, 286. Noé, 17, 156. Nogara, B., 140 n., 184 y n., 290 n. Nordstrom, J., 72 n. Nova ti, F., 47 n. Novellis, Guarino di, 131. Núñez Cabeza de Vaca, Pedro, 215. Ocampo, Florián de, 14, 29-30, 31, 32, 127, 128, 129, 194 n., 209 V n., 263: Crónica de España, 29-30. Odriozola, A., 204 n., 221. Olmedo, Félix G., 192-193. Omphale ( Onfalia), 175 n. Ordoño II de León, 70. Orosio, Paulo, 94, 110, 125, 136 v n., 138, 144, 155, 180, 181, 188. Ortega, Juan de, 20 I. Osgood, C. G., 144 n. Osiris, 25, 30, 31, 1440tterbourne, 281. Ovidio, 22, 138, 161.

=

Pablo (o Paulo), C.Onde, 50. Pabón, J. M., 238 n. Padilla, Gutierre de, 205. Padilla, Lorenzo de, 16, 31 v n. Padilla, Maria de, 116.

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Indice de nombres propios

353 86 y n., 124-125, 247 y n., 276-277, 286 n. Pérez de Guzmán, Juan, 221 n. Periegetes, Dionisio, 137, 138, 140 n., 160, 169 n., 173. Perotti, 83, 102. Petrarca, Francesco, 25, 34, 42 n., 44, 93, 123, 138, 139, 158, 178 n., 179, 180, 187. Petreyo, 179. Piccolomini, Eneas Silvio, v. Pío 11. Pimentel, Rodrigo de, Conde de Benavente, 47, 175. Pío 11, 73 n., 77, 83, 99, 102, 105110, 117-n8, 120 n., 131, 135, 136 n., 140 y n., 147, 171, 267, 291.

Paladio, Rutilio, 84, 111. Palau y Dulcet, Antonio, 79 n. Palencia, Alfonso de, 8, 101 y n., 127, 141 n., 185, 186 n., 187, 211, 288 n. Palenzuela, Alonso de, 74. Palma, Bachiller, 289. Pannartz, Arnoldo, 75, 80 n., 171. Papias, 157, 158 n. Paralipomenon Hispaniae, v. Margarit, Joan. Pastor, L. von, 102 n. Pau, Geroni, 140 n., 141 n., 149 y n., 188, 189, 191. Paulo 11, 78, 102-103, 172. Paulo, Conde, v. Pablo. Paz y Melia, A., 7, 101 n., 217 n., 223 n., 227 n., 231-232, 255 n.

Pirro, 20, 68. Platina, v. Sacchi, Bartolomeo. Platón, 187. Plinio el Viejo, Cayo, 83, no, 137, 148, 155, 157, 159, 163, 164, 169 n., 170-171, 187, 189, 200, 246 n.

Pazzi, familia, 198. Pedro, San, 236-237. Pedro I de Aragón, 225-226. Pedro 111 de Aragón, el Grande, 35, 271, 274, 275, 277, 278. Pedro IV de Aragón, el Ceremonioso, 23, 225, 276, 277, 278. Pedro I de Castilla, el Cruel, 20, 36, 37, 38-39, 40, 41, 51, 59, 70, 89, 90, 92, 116-117, 118, 285, 286. Pedro de Portugal, Condestable, 176, 179, 240-241, 246, 262, 267. Pedro de Portugal, infante, 287. Pelayo, 69, 9S, 100. Pelzer., A., 76 n. Penney, C. L., 220. Peratallada, Bemat de, 271. Pérez de Ayala, Femán, padre del Canciller, 35. Pérez y Gómez, Antonio, 221 n. Pérez de Guzmán, Femán, 8, 22, 28, 36, 37, 38 n., 49 y n., 58, 6s y n.,

Plutarco, 137, 178 v n., 210 n., 224. Plutino, Girolamo, 194, 209. Polibio, 48 n., 83, 101, 137, 157 n., 170, 187. Polo, Gaspar Gil, 270 y n. Polo, Marco, 270. Pompeyo, Cneo, 180. Pompeyo, Sexto, 180. Pompeyo Magno, Cneo, 163, 178 n., 179, 180. Pomponio Leto, 102, 103. Porcelli de Pandoni, 290. Posidonio, 137, 170, 172, 187. Prades, Conde de, 260 n. Primera Crónica General, v. Alfonso X el Sabio. Príncipe Negro (Eduardo de Inglaterra), 37, 42, 51, 286.

HISTORIOGRAFfA PBN.t 23

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Ensayos sobre la historiografíapeninsular del s. XV

354

Prisciano, 139J 140 n .., 158 n., 159, 173, 187, 188, 189. Provenza, Conde de, 40. Prudencio, 202 n. Ptolomeo, Claudio, 83, 125, 137 Y n., 138, 140 n., 142, ISS, 157, 159, 162 n., 167, 169 n., 170 y n., 171, 172, 187, 200. Ptolomco de Lucca, 113-114, 116-117. Pulgar, Femando del, 22J 56, 101 y n., 184 y n., 197-204, 206, 209-210, 227, 241, 247, 248, 253 n., 265, 288 y n. : Cr6nica de los Reyes Católicos, 197-204.

Quevedo, Francisco de, 109 n. Quintiliano, so. Ram, familia, 214. Ramírez de Ávalos, Mosén Diego, 254 D. Ramiro II de Aragón, el Monje, 88. Ranzano, Pietro, 193. Rebolledo, Rodrigo de, 243, 252, 253. Recaredo, 94. Régulo, Quinto, 272. Rey, A., 41 n. Reyes Católicos, 25, 27, 28, ~S, 98, 101,

122,

126,

149 Y D., 16o,

161,

181, 182, 185, 190, 192, 193, 194, 198, 199, 203, 204, 206, 209, 210, 217, 223, 227, 249, 277-278, 287, 292, 295, 296; v. también Fernando el Católico, Isabel la Católica.

Reynolds, Barbara, 193 n., 211 n., 281 n. Rienzi (o Rienzo), Cola di, 103. Rihuerga, Fr. Juan de2 30, 128. Riquer, Martín de, 44 n., 4S n., 175.

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Roberts, M., 73 n. Rocaberti, Bernat Huc de, 254. Rocaberti, Juan, 253, 254Rodrigo, 68 n., 69, 87, 9~., 145-146. Rodríguez de Almela, Diego, 8, 6s y n., 69 n., 70, 72 n.., 96 n., 114115, 119, 120. Rodriguez-Moñino, Antonio, 268 n. Romano, David, 213. Romero, José Luis, 14 n., 3S n. Rómulo, 24Round, N. G., 123 n. Ruano, Eloy Benito, 107 n. Rubinstein, N., 168 n. Rubió i Balaguer, Jordi, 122 n., 123 n., 138 n., 153, 166 n., 216 n., 237, 238 n., 265, 273 n. Rubió i Lluch, Antoni, 44 n. Rufo, Pesto, 110 n. Ruiz, Juan, Arcipreste de Hita, 53 Y n. Ruiz, Violante, 216. Ruiz i Calonja, J., 265, 266 n. Russell, Peter, 36 y n., 37 Y n., 39 n., 43-44, 47 n., 52 n. Rychner, J., 44 n. Sacchi, Bartolomeo, llamado Platina, 91, 99, 102. Salazar de Mendoza, Pedro, 197 n. Salisbury, Juan de, v. Juan de Salisbury. Salomón, 164 n. Salustio, 80, 137 y n., 178-179, 224, 237-248, 252 n., 256 y n., 262. Salutati, Coluccio, 47 y n. Samaran, C., 44 n. San Oemente, Conde de, 230. Sénchez, Brianda, 215. Sánchez, famfüa, 214.

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Indice de nombres pro,pios Sánchez, J. M., 220 n., 221 n., 226 n. Sánchez, Luis, 215. Sánchez Albornoz, Oaudio, 35 n., 37 n., 43 n. Sánchez Alonso, Benito, 7, 33-34, 48, 51, 129 y n., 140 n., 148, 184 y n., 193 n., 197, 198, 202 y n., 204 y n., 232 y n., 237 y n., 254 n., 257 Y n. Sánchez de Arévalo, Rodrigo o Ruy, 8, 22-23, 28, 60, 63, 65 y n., 69 n., 74-104, 105-122, 124, 125, 131, 148, 170 n., 174, 182, 185, 187, 191, 195, 211, 242 n., 293, 297-298: Compendiosa Historia Hispanica, 22-23, 74-104, 105-122, 297-298; Libellus de situ et descriptione Hispaniae .. ., 105-122, 297-298; otns obras, 75 y sigs., 86-87. Sánchez Moya, 213. Sancho, hermano de Enrique II de Castilla, 90, 117. Sancho II de Castilla, el Fuerte, 142

n. Sancho IV de Castilla, el Bravo, 43, 48, 88-89, 92, 272. Sancho 111 de Navarra, el Mayor, 70, 95. Sancho Ramírez de Aragón, 271, 277. Sansón, 145, 174 n. Santa Cruz, Alonso de, 263, 264 y n. Santa María, familia, 56, 213 y sigs. Santa María, Francisco de, 215 n. Santa Maria, Pablo de, 21, 51, 58, 214, 215: Las edades del mundo, 21.

Santa María, Violante de, 215, 216. Santángel, familia, 214. Santángel, Luis de, 216, 217. Santiago, 94, 100, 110.

35S Santillana, Marqués de, v. López de Mendoza, fñigo. Santini, 168 n., 184, 185 n. Saraiva, A., 284 n. Saturno, 144, 174. Scarparia, Jacopo Angelo da, 171 y n. Schiff, Mario, 44 n., 125 n. Scholderer, V. S., 75 n. Schott, A., 10, 15 n., 21 n., 22 n., 28 n., 50 n., 65 n., 76 n., 80 n., 101 n., 102 n., 128 n., 141 n., 167, 168 n., 170 n., 188 n., 189 n., 19S n., 197 n., 206 n. Sears, H. L., 41. Seboso, 137, 169 n., 170. Segura, Alonso de, 251 n. Sem Tob, 53 y n., 212, 226. Séneca, Lucio Anneo, 196, 202, 241. Séneca, Marco Anneo, 196. Serapis, 156. Serrano, Luciano, 57 y n., 61 n., 62 y n., 63 n., 76 y n. Serrano y Sanz, Manuel, 213 v n., 214 y n., 215 n., 216 y n., 217 y n., 218 n., 219, 221 n., 222 n., 232 n. Sertorio, 178 n. Servio, 187. Setanti, Luis, 254. Seznec, J., 18 y n. Sforza, Francisco, 126 n. Sicorus, 26. Sicroff, Albert A., 58 n., 227 n. Sículo, 31. Sila, Lucio Comelio, 163, 178. Sileno, I 87. Silio Itálico, 157, 188, 196. Silo, 87. Silva, Juan de, Conde de Cifuentes, 61 n.

HISTORIOGRAFÍA PEN., 23*

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Ensayos sobre la historiog,-afíapeninsulardel s. XV

356

Simón Dfaz, José, 62 n., 8o n. Sisebuto, 69. Só y de Castro, Fnncisco de, Vizconde de Evol, 217. Soberanas, 273 n. Sobrario, 219. Solalinde, Antonio G., 19 n. Soldevila, F., 269 n., 274Solino, 83, 110, 137, 138, 187. Soria, A., 71 n. Sozómeno de Pistoia, 138, 158 n., 159, 176 Y n. Spira, Vindelino da, 238. Staaff, E., 212, 213 n., 217 n., 220 n., 257 n. Storey, R., 289 n. Strong, E. B., 36 n. Strozzi, Palla, 171 n. Suárez, F., 27. Suárez Femández, Luis, 3S n., 36 n., 59 n., 63 n., 121. Suetonio, 49, 133, 138, 178. Sweynheim, Conrado, 75, 80 n., 171. Tácito, 137 n., 224, 252 n. Tarifa, Marqués de, el Viejo, 17s. Tarragona, Arzobispo de, 247 n .., 253, 260. Tate, Robert B., 8-9, 38 n., 49 n., 65 n., 86 n .., 125 n .., 126 n., 132 n., 247 n., 286 n. Telamón, 23. Tendilla, Conde de, 201. Teobaldo, 222. Teodorico, 112. Teodosio, 133 n. Terencio, 67. Téucer (o Teuao), 97, 111. Thomich, Pedro, 146, 147 n. Ticknor, George, 51 y n.

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Tifeo, 30. Tigerstedt, E. N., 2s y n. Timco, 137, 169 y n., 187. Tito Livio, 34, 43, 44-52, 98, 102, 125, 133, 137 y n., 141, 142, 156 Y D., 157 n., 175-178, 179, l8o, 187, 205, 224, 237, 24S, 248, 286. Tito Livio de Forli, 193. Toledano, el, v. Ximénez de Rada, Rodrigo. Tolón, Pedro, 219. Tomás de Aquino, Santo, 40. Tomiris, 94, 243. Tonelli, T., 71 n. Toni, T., 74 n., 7S, 77, 87 n., 99 n., 101 n. Torqucmada, Juan de, Cardenal, 6o, 74, 75, 77• Torres, hermanos, 271. Torres Amat, F., 129 y n. Torres Fontes, J., 115. Tortelli de Arezzo, Giovanni, 48 n., 130 D., 188, 189, 224Trame, R. H., 74 n., 76, 86 n., 87 n., 99 n., 101 n., 105 y n., 106 n., 108, ns, 117, 118. Trastáma.ra, los, 37, 57, S9, 89, 1o6, 116, 119, 121-122, 234, 285, 287. Trissino, Gian Giorgio, 93. Tritemio, J., 281. Trogo Pompcyo, 82, 83, 98 n., 124, 125, 132-133, 135, 136 y n., 137, 173, 187. Túbal, 17, 30, 31, 67, 189. Tudense, el, v. Tuy, Lucas de. Turmo y Palacios, Manuel, 220 n. Turpín, Pseudo, 19 n. Tuy, Lucas de, el Tudense, 15-16, 18, so, 81, 82, 189: ChTonicon mundi, 15-16.

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Indice de nombres propios Ubieto Aiteta, A., 213, 217 n., 273 n. Uhagón, F. R. de, 78 n. Ulises, 173. Ullman, B. L., 42 n., 49 n. Ullman, R., 49 n. Unamuno, Miguel de, 82. Urraca de Castilla, hija de Alfonso VI, 87, 277. U ztarroz, Juan Francisco Andrés de, 10, 213, 224, 225, 230, 264, 266, 267, 270 n., 278. Vagad, Fr. Gauberte Fabricio de, 23, 24, 28, 148, 191, 223, 224, 226, 26 3-279, 293, 304-340: Crónica de Aragón, 24, 263-279; Epílogo de los Reyes de Aragón, 263-279, 304340. Vairani, T. A., 78 n. Valentí, F., 175, 237. Valera, Diego de, 63, 65 y n .., 101 y n., 224, 241, 277. Valerio Máximo, 46., 102, 114., 138, 286. Valois, N., 60 n. Valla, Lorenzo, 8, 83, 102, 147, 197 y n., 224, 291. Vanderford, K. H., 19 n. Varrón, 144, 187, 188, 189. Vaseo, Juan, 122 n., 128 y n., 167 n., 268 y n. Vaseus, v. Vaseo, Juan. Vaxjo, Ragvaldi, 72, 73 n. Vega, Lope de, 30, 270 y n. Vegecio, 201. Vendrell, F., 213. Veneris, Antonio de, 107. Venua, Pietro, 194 n., 250 n. Vexoris, 94.

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357 Vicens Vives, Jaime, 232 y n., 234, 265, 266 n., 269 n. Victorial, v. Díez de Games, Gutierre. Vidal de Noya, Francisco, 238. Vilamarí, Bemat de, 252. Villani, Giovanni, 281. Villanueva, Jaime, 129. Villanueva, Miguel, 218 n. Villena, Marqués de, 118. Vindel, F., 220 n., 221 n., 222 y n. Virgilio, 22, 138, 144, 156, 187., 200, 202, 208 y n., 234 n., 243 n., 245, 246 n. Virgilio, Polidoro, 25, 193, 281. Viriato, 98, 111, 174, 178, 293. Visconti, Filippo Maria, 76. Vives, Luis, 27. Voigt, G., 140 n., 171 n. Wamba, 50, 88. Wauquelin, 281. Weiss, R., 140 n. Witiza, 67 n. Ximénez de Embún, 273 n. Ximénez de Rada, Rodrigo, el Toledano, 10, 14, 15, 16-18, 19, 20, 22, 26, 32, 48, 50 y n., 56., 62., 64, 66, 67, 68, 69, 70, 71, 72, 75, 81-82, 83, 84, 85, 87, 91, 93, 9S, 100, I 12, 113, 125, 132, 135, 136 Y D., 147 n., 148 n., 149-150, 155, 189, 191, 211, 281: De Rebus Hispaniae (= Historia Gothica), 16-18. Ximénez de Urrea, Pedro, 242. Yanguas, J., 205. Yusuf, Alazar, 215.

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Ensayos sobre la historiografía,eninmlar del s. XV Zaccagníoí, G., 130 n., 137 n. Zaccaria, V., 71 n.

Zenóo, 244 D. Zúñiga, Juan de, I~

Zamora, Obispo de, 207. Zarco, Julián, 62 n. Zayas, Gabriel de, 24 Zcllfelder, A., 59 n., 62 n.

Zurita, JcróníDX>de, IfYT, 197, 213, 2IS n., 223, 224, 225, 226, 231, 248 J n., 252 n., 253 ~ 261~ 263, 264, 265, 279.

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192-

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iNDICE GENERAL

Págs. Introducción

7

Abreviaturas

10

Mitología de la historiografía española de la Edad Media y del . . t o . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. Renactm1en López de Ayala, ¿historiador humanista? . . . . . . . . . . . . . . . . .. La Anacephaleosis de Alfonso García de Santa María ........ . Rodrigo Sánchez de Arévalo (1404-1470)y la Compendiosa • H.ispanica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . tona H is U na apología de la monarquía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. El Paralipomenon de Joan Margarit, Cardenal obispo de Gerona . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. El manuscrito y las fuentes del Paralipomenon Hispaniae . . . . .. Nebrija, historiador . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. Gonzalo García de Santa María, bibliófilo, jurista, historiador. Una biografía humanista de Juan II de Aragón ........... . Lucio Marineo Sículo y Gonzalo García de Santa Maria . . . . .. Los escritos históricos de Fr. Gauberte Fabricio de Vagad ... La historiografía en la España del siglo XV • . • • •• • . . . ..

13 33 SS

74 105 123 151 183 . 212

228 249 263 280.

Apéndice I . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ..

297

Apéndice 11 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ..

299

m ... ... ... ... ...

304

Apéndice

índice de nombres propios ...

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341

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