El verdadero Díaz y la revolución

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El verdadero Díaz y la revolución

Table of contents :
Preliminares
Forro
Título
Portada
Página legal
ÍNDICE
Parte primera
C 1
C 2
C 3
C 4
C 5
C 6
C 7
C 8
Parte segunda
C 1
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C 9
Preliminares
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ÍNDICE
Parte primera
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C 7
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Parte segunda
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EL VERDADERO DIAZ Y LA REVOLUCION

CAPITULO VI11 L A T I S I S DE IZA hIESOCRACIA

Antcs de l a conferencia Cree1man.-La conferencia Creelrnan.-Efectos dc 1s conferencia Cree1man.-gEra inevitable l a revolución?-;iMcditaciún!! . . . . . . . 371

. . . . . .. . .

CAPITULO IX

La. caida del general Rryss.-El lirohlerna revolucionor i o en 1910.-La segunda ola de agitación.-La ola dc revolución social.-El buen terreno para sembrar vientos.-El eskrtor de l a mesocracia . ... . ... . . .. . . . 411

.....

CAPITULO 1

El Chnncletismo intelectual y la Revolución

¿Que es una Revolución?

Voy a esforzarme por que mis compatriotas entiendan eldrama revol~icionarioq u e hadesmoronado a México, indicando s u muy probable desenlace, porqueen sociología no s e conocen las predicciones d e precisión astronómica. Debo coiiienzsr por exponer científicamente lo que e s iina revoluci6n: Una revolución e s la reacción violent a saludablede un organismo, contra la infección que lo ha invadido. Una revolución, e s lo que el vulgo conocepor iina sinlple indigestión o inise~ereinortal. Es claro que la intensidad d e la reecci6n debe corresponder a la intensidad del envenenamiento. E n elmise~ere,las náiiseas, la diarrea, los sudores copiosos, no son la enfermedad, sino manifestaciones d e los saliidables medios d e que el organismo se valepara sil autodesinfecei6n. En los casos graves d e revolución social, hay diarreas d e stngre, vómitos pestilentes d e pasiones rastreras, transpiración tóxica abundante d e crueldad, d e iniquidad, d e bestialidad; hay saqueo de agua alciierpo, partic~ilarinentea la sangre conduciendo a la asfixia, sincopes alarmantes, cala~nbresen todos los intereses, palidez en todas las virtiides públicas y privadas, cobardías inconcebibles, chocando contra herofsmos

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EL TERDADEHO D ~ A ZY LA I ~ E T O L C C I ~ X

~dinirables,liornbres selectos fraternizando con liresidiarios célebres, damas encol>etadasenorgías de cuartel, reptiles volando sobre ágirilas, tenias liambrientas proclainándose sacerdotisas del c ~ i l t o a. la l>atria,alimanas d e pantanos ecuatoriales proponiéndose para mariposas odrido, hirvient,e, tibia o fría, sonnndo a banqiietes de ratas en destripadas sepiilt:ir>is, a la piierta dc teiiil~losdonde lo:; dioscs pierden s u fe ez si inisinos con el e s t ~ u e n do &el cataclisino. P e r o ni las mntanras sdvajes, ni cosa alguna d e lo antisocial realizado, son la enSeimedr,d. L:Lrevoiuci6n e s la flierza orglinica salvadora que einpreride 1;i liicha para librar del iiiorbo o d e la muerte al orgaiiisino infectado; representa siempre, no en sus pi,ograinas, ni en s u s visiones, ni en sus principios, ni en sus Iiombres, una caiisa. hiimanitaria santa, [le esplendores filosóficos y místicos, de empiije progresista, do fines redentores, y sil verd:tíleio objeto es eliminar d e l a sociedacl, instituciones caducas, rancias costumbres, vicios proflindos, supersticiones idiotas, creencias absurc~as,viejos privilegios agonizantes, atentados impúdicns, errores criminales. S n benéfica acción tiende a arrasar con 'póstoles iiusos, con neurópatas desequi:con fanáticos librados, coi1 sonáinbulos insi~portables: faqiiires, que quieren suprimir por nlslio del inilagro las realic1;ides dolorosas. La revoliicióii gusta devorar militares cobardes y ladrones, estadistas vendidos a la I~ijuriapliitocr&t.icn,clérigos que hnn prostituido el altar, emhnjadores que lamen las ainbiciones contra su patria, [le gohiernos extranjeros, inagistrados que convierten el tribunal en mu!aclar, poetisas sulfídricas, inaestras d e esciiela bribonas, mecanógri~fasciapulosas, demagogas exaltantes g esaltadas, periodistas tabernarios, ba.ndiclos d e levita inviolables, facinerosos pop~ilaresimpiines, falsos patriotas políticos, aduladores qiie secretan toda sli dignidad 7 chupan iniasrnas de tiranía, burócratas voraces que roen hasta la misma

d

EL CHANCLETISMO 1NTELECTU.U

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rapiiia, aristocracias ruines, inhumanas, secas de virtudes cívicas, poblaciones sin virilidad, r w s s tísicas abortadas sobre la miseria o en los patios d e los presidios. Tcdo lo qiie es veneno en la sociedad, la revoluci6ii procura extirl>arlo,sin qiie nunca le haya sido posible triunfar más qiie eliminando excedentes. Los revoliicionarios de iodo el inundo y d e todas las épocas, inflexiblemente han manteniclo y mantienen en todo su vigor las creencias del chancletisino intelectual: Identifican a las revoluciones con un bufo "Valle d e Josafat,," apareciendo d e un lado los hombres justos, patriotas, iiripecables, excelsos, por haber tomado ljarte en la revoluciún, con derecho a castigar a millones de hombres qiie no entenilieron sus jeroglíficos, que no s e calentaron c,on s u s pasiones, que no han visto a sns queriibes, que no lian sentido sus resentimientos ni han sido qiiemaclns sus nlinas por alientos d e vengtxnzns en nombre de In perfección. Conforme a los cinones del chancletismo intelectual, la tarea d e una revoliici6n es dividir a la población en dos partes: una minoría d e arcangeles y una mayoría d e réprobos; de un lado, los jueces, del otro, los reos; d e iiii lado, los obeliscos, del otro las migajas; d e un lado los prodigios de la subliinid'ad, del otro la escoria del vicio. Tal e s la idea delos revolucionarios sobre las revoliiciones. Afortunadamente para el género hiimano las revoliiciones son, como he dicho, fen6menos d e desinfección, no entienden de partidarismos, no saben d e facciones, no son súbditos d e rencores; s u excelsa tarea es barrer con la locura, con la inmundicia, con la criminalidacl, con la debilidad, con los fracasados, con todas las caus::s d e morbo, cuando s e acumulan principalmente en el vientre social. El más terrible enemigo d e los revoliicionarios e s la revoluci6n, por ser implacablemente seleccionista.

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Trabajos eliminatorios de In revolución mexicana

Debo advertir, que la revoliición elimina inocentes porque no obra conforme a códigos penales perfectos, aplicados por tribunales infalibles. Sii le5 ea lalcy del degüello de los albigenses. S i para castigar culpables e s preciso que caigan inocentes, no hay que ~>epenarlos del montón, que todos vayan a la eternidad $ Dios escogerá a los suyos. Hasta la fecha tenemos: ELinlin«iodeiiiocrático d e que al pueblo debe2 gobern:lilo los partidos que él designe, conlo 61 quiera. y durailte el ticinpo que lo juzgue conveniente. L:Lfacción e s tiranía inflexible d e los fracasados en la lucha noble o s;~.lvaje,y biisca cl triiinfo encendienclo hogueras de oclio en conciencias bici1 cargadas con el combustible de la mentir:! ylas supersticiones del analfabetismo. La facción disirlita del DIOnopolio del patriotismo, espide y retira patentes de patriotas a los que s e le arrodillan o la recliazan. Odia la verdad, por s e r ésta el inás enérgico clisolvente de sii prestigio, da so antoriclad, d e s u existenci:i. El medro l>ersonal sin ~nisericorcli~?: constituye todo sil c a i g o mora1,la envidia llena kldo SI: corazón y jninis s e contiene en el robo l>úblico,si se la deja lihrements robar, lo qiie no le han l~crinitiiiolo'; miliúares. Se me d i r j : ;si en 2uIérico nuncnha hal~iilopirti~los~>olitici)s, sino f:icciones, por qiié Iiaii figurado cn ellas Iioinbres co:no CJiiintnna Eco, hfora, AkimAii, Pesado, Cotito, Fernarido IZamirez, Ocanipo, Degollado, Jii&rez,los dos Lercln

de T e j d a y otros conspiciios'? Porque las facciones s610 sirven para derrocar buenos o malos gobiernos, g cuando quieren gobernar, es decir, ciiando s e proponen desmoronar al país, s e les oponen los hombres superiores d e mérito, apoyindose en los militares, hasta que 1% opinión pública, conquistada por el chaiicletismo intelectual, desorganiza ;I los militares y a p o p el triunfo d e las facciones pitrndespiiés apoyar a utra facción que la salve d e las calamidades anoldon Joaquín Frs.ncisco Pacheco, i el 24 dc sel~tieinbred e en nota dirigida a s ~gobierno, 1860, le decía: "lia perdido el pueblo de tal inaiiera toda noción d e derecho, todo principio d e bien, toda idea y todo acto d e subordiiiación y de autoridad, qiie no hay en él posible, 110s sus so10.j esfiierzos, sino la anarquía y la tiranía." El ministro d e 1ngli~teri.aen Mtxico, Mr. TVykc, informaba a sii gobierno en niayo de 1861: "Las facciones combatientes liiclinn para adiienarse del poder, a fin de satisfacer su codicia o sil vengnnzn, entretanto el pais s e hunde más y más cada día, mientras la población s e ha briitalizado y degradadohasta un ponto que cansa horror contemplarla." El ininistro d e Fancia en Mésico, conde Diibois de Saligny, en su informe oficial de 28 d e abril de 1861, comienza conlas siguientes palabras: "En el estado de anarqiiía, o mejor dicho, d e

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EL V E R D ~ D E R Onid\;!Y LA BEVOLUCI~N

descomposición social eu que s e encuentra este desgraciado país . . . . . '' Desp~iésdel triunfo de la República, en 1867, el partido militar ejecutó magistralmente nueve cuartelams excitado por el civilismo faccioso. Dos d e los cuartelams fueron inny graves, pues e s t u ~ i e r o na punto d e derrocar a1 "Dene~néritodo las Américas," incrustUdo en sil recleccionisrno que iba cristalizando en dictacliira; el cilartelam del Plan (le la Xoria, en beneficio d e Porfirio Díaz, no logr6 esterininar a Benito Juárez, el eterno d e 1s época, por haber obrado ésto con sil habitual circiinspecci(~ii,p a g ~ i i u o a la naturaleza el horrible e inevitable tributo ei 18 de julio d e 1872. El &ritor cle "Alglinas Csml>aRas,"~eteriinoi>orfirista d e los dias de prueba, relata en el tercer tomo d e sil interesante obra, qiie al s e r recibida e:i Tepic, la noticia de li innerte d e Jiiirez, en un grullo d e eniiiicnteu revolucionarios cledicados a penosa canipaka, la sensacional nueva yrodiijo inmensa. tristeza en aquellos eneniigos del tirano que habian proclamado iin,a revol~iciónsin más principios q iie derroci~i'ir Jiiárez por traidor a las felices instituciones conquistadas por el piieblo. Aquellos hombres de armas g noble8 miras, exclamaroii angustiados: i & ~ i ébandera toineremos ahora para continuar la revoluci6n.? hluerto Juhrez, la revoliición habia perdido su bandera ostensible, y no l~odias e r apoyada por la clase enérgica de coinbate y creencias cie nino, rlne creia en que realmente el iiidio d e Giielatno liabia untado a la democracia mexicana, banada en Ir% sangre tibia y reconfortante del archidiicine hlaximilittno. Era necesario ceder y acogerse a la, amnistía deoretada por el gobierno interino de don Sebastián Lerdo cle Tejida. Públicamente, el general Donato Guerra, porfirista apnsionaclo, cleclaró en la prensa qne el partido militar continiiariü. luchando por llevar al poder, , infatigacontra todo viento g níarea, a Porfirio D i a ~el ble pertnrbador d e la paz pública desde 1659. Xo obtante la legitimidad indiscutible [le la prcsi-

LAS CONSTITUGIOPiES POL~SICAS

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dencia del verdaderamente ilustre Lerdo deTejada, el partido militar acaudillado por el antirreeleccionista Porfirio Díaz, no le permitió terminar su periodo constitucional, caracterizado por una escrupulosa, honradez administrativa, por una sequedad d e sangre arcad iana, por iin respeto exageronia el hambre de los hombres d e armas. Hasta entonces, (Iliifl), la deuiocracia liahia signific d o hambre de los hombres (le arrn:rs, linnibre de los hombres d e toga, hninbre 6 c los 1ioii1'urt.s d e pluma, hambre d e los hombres sin apetito de trabajar, y también hambre de riqiiezas, d e desvergüenzas, de bajezas pesadas en doblones, d e ra:streris:no tejido con babas deadiilación. Era ya necesario un dictador que repartiera pan y palo por convenientes, según el grado del pnder ~>ersonal d c cadaapetito; mucho, al terrible; mcdirina:ncnte, al útil, y el caldo, con alguno qiie otro garbam«, a los reptiles. Conio acontece generalmentc, corresponde al iniis astiito delos doriiagogos d e iina annriiiiia, con dotes de doinndor (le fieras terribles o iisqiierosas, transforinarse eii pontífice i;iignsto, sereno, inexorable d e la paz, del orden, de la ley

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EL VERDADERO D ~ A ZY LA REVOLCCI~E

salida d e su ambición, d e la honestidad creada por s u ambición; en Moisés de su pueblo, en César de su ejército, en vicario d e su Dios, en maestro infalible de la política, en doctor sublime y seráfico d e la facultadde crear naciones con las tinieblas d e los abismos, el polvo de las ruinss y la abyección de razas aplastildas por tradiciones siempre adorables mientras se conservan incultas.

CAPITULO Iil El G e n e r a l D i a z como D i c t a d o r

Todos los eneinigo de la Dictadiira, lit han juzgado desde lo alto d e u3a montafia de iinbccilidad. Se la reprrieba que no 11aya.n f uncionndo CXmaras Legislativas verdaderamente independientes, que no haya folgurado iIn Porler Judicial justiciero, que no s e haya respetado el sofragio popiilar, infalible y universal, que no s e libertad de la prensa y del libelo, que haya s:itisfeclio l i ~ io.3 E:itiidos no liax~tnconservado integra su soberanía, j-,sobre t o h , rjiie el geneni1 Diaz s e liaya "reelegido" siete veces, y mostrado iin apego al poder, d e ostión a1 agua saladil. En tina palabra, s e le acusa d e lo que no pretec(li6 ser, d e lo que la nación no quiso qne fuera, de!o que laopinión pública, escéptica en materia de deinocracia, no le haya pedido verbenas demagógicau. S e le acusa de no Iiaber sido Presidente Constitucional de una República imposible, que ni siqniera existía en i,i imaginación de los republicanos, porqile nunca habían cntendii:~la relxíblica, ni La libertad, ni lit democracia. La imbe~ilidncls e muestra en creer posible que la fo:.inn d e gobierno de un p;iís, de!~erida d e la volunt,ad di: u n liombre. 1,a forma de gobierno depende escliisi-

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EL VEKDEDEKO DÍAZ Y LA R E V O L U C I ~ N

va e indeclinablemente de la forma del pueblo. Largo tiempolleva la sabiduríade las nüciones de haber anunciado la gran verdad d e aspecto eterno: "Los pueblos tienen los gobiernos que merecen." Cnreciendo hféxico d e clase gobernante, por s e r proletaria 1o más ilustrada y la única d e acción, su ley política e s Inoy cono. cids y e s la que inexorablemente ha regiclo a Perú, Venezuela, Ecuador, Colombia, Centro América: pasar de la dictadura a la anarquia causada por las facciones, y pasar d e las facciones a la dictadura. De donde s e deducía ya en 1880, que el único gobierno orgbnico en México era el dictatorial. Una foca no discurriría como el chancletisnio intelectual, declarando penco a un caballo excelente, porque no reune las relevantes prendas que r a l z a n a un notario consejero d e familias ricas. Detiirl~ary condenar al general Diaz por no haber ejecutado lo imposible: ser President,e deinúcratn en país d e esclavos, sobrepasa a lo permitido en estupidez. Los teólogos no s e ocupan lo quedebieran en política, para ensefiar que Dios hiw al hombre, demúcrata cuando está abajo, g monticrata cuando está arriba. Todos los nat~iralistasque han estudiado el Cosmos, ven que el rayo s e ha hecho para herir y no para recibir palizas, que los peces grandes viven gracias a que s e comen a los chicos, que todos los hombres que aprenden a leer y escribir quieren man. dar ytodos los que inandnnc~uierenque perpetuamente s e les obedezca. Los natliralistas han visto que la roca colocada más alto aplasta a los que están debajo. Las verdaderas democracias niinctr han existido. Antigua. mente, los amosdel pueblo se llamabandescaradamente amos, y en 1s actualidad signen d e amos con el nombre (le servidores de los pueblos, a los que se ha convencido de qne están haciendo con gracia y facilidad lo que no pueden, gobernarse a si mismos. Una democracia moderna de cariie y hueso, e s rin erliiilibrio entre diversos nmos bastanteli&bilespara no (lcjarse amarrar por el más águila. El primer ensayo serio de democracia, rendido el dosnutre bolshel-isla S la hiinlaniilad

E L GENERAL D ~ A ZCOMO DICTADOR

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tiembla yacon la soberania del pueblo. EnRusia, todos prefieren en estos momentos un gobierno no aristócrata, pero tampoco d e puro y limpio peladaje. S e me p u d e objetar que nadie niega que en las Ila~nadasdemocracias modernas los gobiernos obedecen a la opinión pública. ¿Pero, qué cosa es la opinión pública si no es la opinión d e los amos del público? Fabrican la opinión pública, los periodistas con s u s mentiras, siis cl~antagefi, sus falsas doctrinas, sus exageradas y viciosas informaciones r con el poder sugestivo que para. los bobos, duefios de la fuerza muscular del mundo, tiene la letra d e molde. Copio del libro d e Ednardo Prado, "La Ilusión Yanqui," página 131, el siguiente precioso dociiinento: "Brindis por la Prensa Independiente de Mr. John Swinton. antiguo redactor d e ?he TdDune y I%e Sun. "Xo 1i;i.y en los Estaclos Unidos algo que pueda Ilamnrse una prensa independiente, si no es en las ciudades d e escasa iinportancie. Vosotros lo sabéis yo lo sé. Ninguno d e vosotros :se atreve a manifestar tina opinión honrada. Si lo hacC?is,d e antemano estdis seguros d e qiie ésa no s e piiblicará. Yo recibo ciento cihcuenta dólares a la semana, por no llevar mis opiniones honradas al periMico en que escribo. Algiincs (le vosot,ros reciben una compensación s e m e j ~ n t epor iin servicio semejante. Si yo permitiera que itna edición d e mi periódico sacara a luz opiniones honradas, antes de 24 horas, como Otel, mi ocupación habri:i terminado. El individuo que fuera tan insensato que s e ocupara d e escribir opiniones honradas, se reríaen medio de la calle en busca d e otro oíicio. El del periodista de Neví Yorl;, coiisiste en deforrnar la verdad, en mentir descoradamente, en pervertir, en envilecer, en hacer gracia a los pies de Mammon, y en vender a su país y a s u r222, a cambio del pan de cada día, o lo que e s igual, d e s u salnrio. lutocrático,la opinión pública la fabrican las inedianias del proletariado intelectrial. iQuiéii derrocó a1 general Santn-AnnaY No fueron las batallas ganadas por héroes homéricos, sino el proletariado intelectual. ¿Quién derrocó a Porfirio Diaz.? F~ieronlos misinos, sin más diferencia qiie en 1909 s e l!nmaban Batalla, Barrón, Nata, Sarabia, y toda la terrible legión. El general Dim no puede s e r culpable ?e haber deseinpeBado en México, iin cargo que exigía fisiológicamente el organismo nncional. Responder a noble y legítima necesidad d e vida o miierte para un pueblo, sacrificándose, si e s posible, hasta cometer actos d e b~~ndido, no puede s e r d e ninguna manera agravio sangriento y diabólico para ese pueblo. Si el sacrificio por la patria ha llegado liasta entregar el Iionor, todos nienos la patria tienen el derecho de condenar al patriota loco o santo. El general Diaz ante la moral, la religión, la ciencia, clliatriotismo y la historia, sólo linede s e r c i ~ ~ p a bile i c haber sido mal dictador; y e s la cuestión que voy resolver. Las obligraciones (le un buen dictador, son: ciar paz sólida al i capaz de tranquilizar las coilciencias gravemente estropeadas por la anarquía.; dar srgurid;:~1a, toclo el pueblo contra las empre3n cle los malliecliores del orden común; hacer justicia de Califa; dotar n la nación de una buena administración pública; procurar iiii progreso económico qiie determine gran

bienestar material en la sociedad, particularmente en las clases populares. Si s e trata de procesar al general Diaz, por haber barreusado la Constitución de 57, no cumpliendo con sus deberes de caudillo de la libertad y la democracia, confieso leal y honradamente que merece los mismos anatemas, las mismas maldiciones, los mismos suplicios, Ix misma execración de los demócratas que no existen en México, que el Presidente don Benito Juárez, ese otroimpúdico violador dela Constitución de 57, e n beneficio de s u satiriiisis reeleccionista. Eso de que en hléxico Juárez gobernó democráticamente, está bueno para embaucar al medio pelo social. Aun cuando Juárez Iiiibiera querido, no habría gobernado democriticamente, siendo In Constituci6n de 57 el "Dromedario ile las cincuenta y siete jorobas." Kingún gobernante d e México ha gobernado democráticaniente, por la seilcills razón de que el pueblo mexicano no es demócrata, pues la democracia es todo acción popiilar y no de caudillo, prócer, apóstol, milit a r brutal o licenciado trapacero. Un pueblo que ne: cesita permiso del Presidente d e la República para ejercer su soberanfa, e s menos soberano que un carnero ante un coyote. Esta verdad será aceptada mexicanainente, cuando suba nuestra civilización hasta s e r capaces de tener conciencia política e historia, patria. Lo que designamos por historia, no es más que un papel con el cual las facciones pretenden limpiarse d e snciedad y de crímenes, y Iiartarse de glorias que, analizadas, resultan úlceras. El único gobernante que s e esmeró en gobernar con iiriaConstit~ición,muy superiora la del57, fuéel general don hlariano Arista. El único seudopartido decent e qxe ha querido d e buena fe gobernar con tina ley cle médula. mexicana, representativa d e la vida nacional política, ha sido el moderado. Desde 1848 hasta 18j3, en que gobernaron los irreprochables d e la Pena y Pena, Herrern y Arista, el país, con sus piilmones ya cle tisico, respiró el olor de la saliid patriótica. El ré-

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EL VERDADERO D ~ A ZY LA RETOLUCI~N

gimen sano y dulce de los moderados que reunían las más altas superioridades de la nación, fué barrido por las facciones, la roja, la verde, 1s amarilla, la negra, la aristocrática, la democrática, la piojosa; a ninguna convenia la honradez, el orden, el culto del deber y el respeto a la justicia.

CAPITULO IV La Obra d e Paz

La Rinción alta de la perfidia

Napoleón 1definió: "Ladictadura o elcesarismo, es la ambición de uno contra la ambición d e todos." E s una luclia a toda trampa, a toda indecencia, a toda impiedad, a. todo crimen. Con toda clase d e armas: 1%intriga, la perfidia, la cobardía, la traición, la snciedad. LRpalabra "todos," que s e encuentra en la clefiuición de Napoleón, e s cabalística y significa los "Grandes" de Maquiavelo; "Los Príncipes" d e Luis XI. E n hléxico, después d e la independencia, los fuert e s haii sido los caciyiies, los generales, los licenciadas. Al triunfar una revolución regeneradora d e la religión, o limiento de las sagradas promesas d e la revolución. La mayoría d e los próceres, no viaja por las nubes, haluchado por el poder para obtener riquezas, honores, impiinidades; y si respeta a un caiidillo siipremo, e s para evitar la anarqiiía y que el desfile en la Presicleiicia, d e los héroes presidenciables, tenga lugar en el orden seaalado por siis respectivos méritos. Esos seláceos son antirreeleccionistas furihundos, y sii resoluciónes soinbria e inquebrantable para matar al caiidillo traidor qiie pretenda reelegirse. Sólo los Siipremos C:~iidillos d e raza inferior, porciiia o cabnllar, comienznii imponiendo s u dictadura, ciiando no poseen los tepbsitos d e oro indispensables para comprar ambiciosos, ciialquiera que sea su ambición, y sobre todo para comprar a los partidarios d e ciialquier rival. Una Iiiclin f ~ a n e ndel Siil~rernoCaudillo contra los Altos Barones d e la Revolución, l)rovistos d e ejércitos propios, y diciéndoles como el Mariscal de Sajoiiia en ~ s Anglnis," la I~atalla.de Fonteiioy: " A rous, ~ > I e s s i e ules es labor d e g ~ l o p i npolítico. Esa c1:tse de partidas d e uno contra muclios, sólo se juega con perfidia, con perfidia maquiavélica, con 1)erfidi;i znpoteca. Rccordernos con iinción, que en México la opinión pública llamaba al geileritl Díaz, "Don Pérfido," con lo que basta para, probar qiie cl pueblo llegb a descubrir la condición fundamental del oficio d e domesticar hombres brutos. o por embrutecerse. Enciientro necio, que al gener:il Diaz, con pala de se])~ilturero,s e le haya echado en cara so perfidia. ¡Ser o no ser! Si iin país sólo puede tener gobierno cuando solümente lo hace posible la perfidia, hay que compadecer o renegar de la raza que la necesita, pero de ningún modo convertir en cargo criminal para un honibre, el elemento que desgraciadamente lo hard precioso para la posible existencia d e tina sociedad. YOSoy

,

LAOBRADEPAZ

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d e los qiie creen que el fin justifica los medios, cuando no hzy mejores medios parsalcanzar el fin,y cuando ést e e s muclio mSs elevado que lo bajo de los inedios. Yo siempre he aprobado, y no soy el único, el degiiello d e Holofernes, en la bella leyenda de Judith, y la punaIncla de Carlota Corday al inmuiido Marat. La viuda hebrea y la virgen francesa, han liccho más por la noble caiisa del feminismo que todas las legiones d e maestras de esciiela normalistas.

La nulificaci(in d e los próceres b6licos

1 1

i

El general Díaz jamás había leido a Maqiiiavelo, y sin embargo pensaba como el mal entendido político florentino. El "Príncipe" debe gobernar con los "Grandes," mientras los elimina. E s imposible s e r dictador pretendiendo tratar a los "Grandes" como esclavos. El general Diaz, dictador d e rriz:i, no cometió en 1677 la torpeza d e intervenir en las elecciones federales y d e los Estados. Dejó a cada prócer bélico que d e la. gran torta tuxtepecana conquistada, tonlase s u gran tajada. Cada cual s e apoderó de su feudo, y la rapina comenzó con compás d e galopa, excepto una minoría d e selectos revolucionarios notables por su probidazl y sentimientos civicos. Los "Altos Hombres d e Arinas," al convertirse en gobernadores, s e vieron obligados a dejar el mando d e sus personales ejércitos, los que por el gobierno federal fueron considerablemente reduoidos o ref undidos,enviados los oficiales del ejército del Norte al del Sur, los de Occidente al ejército de Oriente, y así barajada la oficialidad, quedaron como jefes relativamente superiores, los predilectos, los leales, los amigos incondicionales del Supremo Caudillo. El principio de no reelección sirvió mucho para formar la dictadura, pues cada prócer al terminar sil pe-.

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E L VERDADERO D ~ A Z Y LA REVOLUCI~N

ríodo constitucional, s e vi6 obligado a dejar el puesto d e gobernador, quedando sin más cargo que el d e general eri cuartel, de un cuartelque no existia, o d e divisionario sin divisihn, encargado d e estndiar la influencia del clima ruso en la caballeria mexicana, por s i algún día fuera necesario despacharla a Siberia. La Constitiición d e 57, siendo un instr~imentodelicado e infalible para forjar dictaduras, omitió prescribir que las elecciones de gobernadores constitucionales de los Estados, tiiviesen lugar e n el mismo ano, el mismodiü y a la ini:jm:thora,coii elobjeto de ública en doce zonas iiiilitnres, y éstas en jefaturss de ;irmas que pasaba.^^ (le treinta. Tratándose d e un ejército de veinte mil lioinbres, su división cii treinta 1)::rtes arrojaba menos de un batallbn pur jefe. La secrik~rizncióiid e los pri>cere.i bélic1h5no odia. hacerse sin l>eligro. I'or lo coiriún, eran lio!nbres de prestigio en los F>stae" sli nrtilleria, sii armamento, sus municiones, su oficialidad y toda sil vergiienz:. Sólo el ejército federal debiii. hacerse cargo de la paz, y de dejar sin soberanía :Llos Estados, desde el mo-

LA OBllA DC PAZ

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inento en qiie el diieiro d e toda la fuerza armada d e la República fiiera el Ejecutivo federal. A los gobernadores de los Estados, s e les dejaron algunos fusiles viejos, machetes, carabinas de le guerra de Independeucia y las municiones indisl>ensables para emprender combates flojos con los malhechores de1 orden comiin. El ejército ieíleral, único gliardián de las instit~iciones consistentes en i& alnbición~lelCé.;ar, debinconservar ]a pazen toda ln Repiiblica. sin artillería ni atnetralladoras S soliiment,e con cincuenta tiros por l~laza.S e orclen6 sccretainente el desarri~ecoinpleto de Ins te. rribles serianían; la de Sierra Gorda, Guerrero, Ix. t1i11, Piieblii, Álicn. Htiachiriarigo, Ajusco. Los caciqiies quedaron destionatlos, s u s clinastias disueltas, sil arrogancia doblegada, siis inanas suprimidas. El poder fecleixl iu6 el único poiier en todo el país. El ge~ierltlDiaz, rle una galantiiia rovincialista. ii P o r la primera vez desde el gol~iernocoloniiil, s e siipo lo qite era obedecer, lo qiie era gobierno, lo q u e era orden, lo que era patria rnexicana. Las libertades e r c r e t ; t d ~ spor la vieja. y cr61iica. :inarqoia, liahiari desaparecido y la opinión pública se sintió feliz sin democracia d e facciones y sin facciones d e turbulentos depravados. Digan lo que quieran los enemigos del porfirisrno, la dictadura establecida suavemente, fué aclamad8 por todas las clases sociales como un inmenso bien; la paz, sielido cosa nuera y bella en la nacibn, iiisl~iróal ~ i i e b l osentimientos d e gratitud y d e lesiltad, para el Caiidillo que habia pacificado a. su patria, c r e ~ e n d o que esa paz sería eterna.

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EL VERDADEKO D ~ A Z Y L A RETOLUCT~N

-"General Dumas, dijo bruscamente Napoleón 1 a Mateo Dumas, ¿habéis sidode esosimbéciles que creen en la libertad?" -"Sí, sire, y soy aún uno d e esos imbéciles." -"¿Y habéis trabajado como los demás, por ambición?" '< - No, sire, y seguramente calculé mal, porque estoy en el punto d e partida d e 1790." - "Vosotros os habéis hecho cargo d e los motivos que os han hecho obrar así, no podéis s e r diferentes de los demis, el interés personal está. siempre en todo." El general Díaz, fué también uno de esos imbéciles que hasta 1867, creyó en la libertad. Después de Degollado, el general Diaz, como caudillo del grupo liberal, impuso una emoción d e reverencia y iin pensamientode elevado liomenaje. Después de Degollado, no hay una hoja de servicios más limpia, tina honradez más intransigente, un valor más elegante, una fe más ardiente en la. libertad, unadevoción más mistica por la democracia, una aiisteridaiieblo, traidores n la patria y dignos de todos los stil~licios. El general Díaz, al triunfar en 1876, ordenó cliie a todos los militares qiie habían servido al "timno," y que no s e les conservase en el ejército, s e les diera un sileldo suficiente para cubrir sus urgentes iiccesidiides y alejar de sil pensamiento ideas d e pertiiibeciónpública. Todos los liomhres (le armas, dijo, tenfan derecho a la maternal protección de la patria, y debinn s e r tratados como hermanos, capaces de enmienda y civis~iio.Soracto d e beprendida. la opinióii 1)Úblic:~con seine~~inte nex.olencia inusitado, y con un caudillo qlie resueltamente condenaba peisec~icionesy vengxnzas, s e le fiié el resriello, y al recobrarse exclamó: "¡Ha llegado al fin el Pacificador!" Un publicista inglés, afirina que en la Ainérica latina, s61o hay dos grandes partidos políticos irrecoiiciliables y siempre consecuentes con s u s principios: los i115 los oxt, los qiie est:in dentro y los que están fuer a del presupuesto, los que comen del gobierno y los que (lependen, para nlimeiitarse, de lo que dia por clia disponga In Divina Providencia. La fórmoln de la paz en fiinción de los apetitos de los i i ylos ~ o~at,es: ciiando los in son iiiiiclios menos, que los out, la paz cs iinposible, los ideales hierven constnnteniente, y todos qiiiercn qiic los arados se conviertaii e n fiisiles y ia moneda circulnnte en municiones para coniliiistar los grandes princi1)ios. Ciiando por su número los o i ~yt los in s e ecliiilibran, la paz existe precaria. Sólo cuando los in son más niiinerosos que los out, la paz tonin consistencia (le beneficio serio.

Al triunfar en 1867 el partido republicano, las finanzas públicas eran en números redondos: Rentas federales ...... .$ 15.000,000 Rentas de los Estaclos, en totalidad .............. G.000,000 Rcntts de los Municipios 5.000,000 Total

. . . . . . . . S 26.000,000

Los egresos feclcrales, eran: Pago de deuda pública. . S 0,000,000 Ejército . . . . . . . . . . . . . . . . 9,000,000 Para eniplendos públicos 4.500.000 1,500,000 para se, .... bicios públicos.. 4,500,000 por UAO . Los $11 dispirsiei.on d e . . Ingresos en 10s Est:idos: Para ejkrcito, arinamen. to 5 actitndes políticas bélicas.. . . . . . . . . . . . ..5; 3,200,000 Para la burocracia.. .... 2,200,000 Para servicios.. ........ 600,000 Total..

.... ..S

G.000,000

Los &1~1nicipios de la Rel~úblicadispusieron para emp1e:idos de la clase media, aproximadamente de un mill6n de pesos anuales. Total, para 1s clase media resiielta a vivir del gobierno o a hundir el país, siete millones setecientos mil pesos al ano. Para funcionarios y empleados federales de los E Y tados municipales, la paz, ni como broma decente se podía acelltar. En 1910,ba situaciún era floreciente para ia mesocrac i n inexicann. Rentas federales . . . . . . . $ 110,000.000 Rentas de los Estados.. . 33,000,000 Rentas cle los Rliinicipios 31.000,000 Total

. . . . . . . . $ 171.0CQ,000

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EL VERDADERO D ~ A ZY L A K E V O L C C I ~ N

Habiendo disuelto los Estados, por indicación punzante del "Príncipe," todos sus ejércitos, las rentas eran en su totalidad para la burocracia y las mejoras inateriales de los gobernantes. La Federaciún gastaba en ejército y marina, dciida pública y servicios, cincuenta millores de pesos alano, quedando parela biirocracis federal, sesenta y dos miIlo~iesde pesos. Puede pressnt'arse: Destinaárvulos escrofulosos. Al ser burocratizados en 1906 los ferrocarriles mexicanos, el Dictador obtuvo ocho mil empleos más par&

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laclase media. Al desarrollarse el comercio y la minería, se multiplicaron los empleos para dicha clase media, y los siieldos subieron hasta hacerse respetables. Antes d e la Dictadura funesta, los empleados d e la mayoría d e los Estados sufrian privaciones que los hacían mártires, sin excit'arculto, ni admiraciún, ni In caridad de siis semejantes. Los gobernadores, con rar a s excepciones, empleaban las rentas públicas en sus tropas, en prepararse para las inevitables guerras por la democracia y la desvergonzada rapiíia para ponerse fuera d e las intemperies políticas y crisis sociales. Lx Ciencia nunca quiso investigar las causas que hacisii vivir a hombres y familias que no comían. El general Díaz, tan pronto como s e sintió el amo d e los goberna. dores, les iiilpiiso el pago completo y exacto de todos sus empleados, bajo pena de destitución. Las burocracias de los Estados, al sentir que en sus entraíias renacian elementos d e vida lisonjera, s e manifestaroii adictas hasta la muerte a la Dictadura. "Porfirisinri" quería decir: existencia tranquila, risueiía, para los que tanto y tantos anos habian sufrido. Toclo el in~indo aprobaba. los ruidos d e sil vientre, que decían: "mtier a la Constitnción d e 57, viva la reeleccióii."

Todo plebeyo eii el poder, respira eii atmósfera aristocrátic:~,porque el poder, mientras riás persoiial es, más posee esencia d e aristocracia. La aristocratiza. ción del general Diaz, era inevitable, biológica, pues Iiasta los animales s e aristocratizan cuando su posición alta los distingue d e sus semejantes. Aristocratizado el plebeyo César, debía llenar los deberes irnpiiestos por su niievo rango social; proteger a las clases privilegiadas que s e imponen por su lujo, su elegancia., s u educación, sus perfiimes, 311ssentimientos éticos y sus cost,iimbres castellnn:~~.

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EL VERDADERO D ~ A ZY LA B E T O L U C ~ ~ X

El general Dim reconoció en las clases privilegia. das, no el privilegio deno pagar contribiiciones, sino el cieno pagarlas completas contribuyendo a los gastos públicos con roaosa moderación. Sin embargo, los terratenientes pagaban menos con. tribiiciones directas en los tiempos de Juárez y Lerdo d e Tetada, que no s e atrevieron a destruir privilegios enraizados en siglos de tradición. Hay un atavismo DOlitico, coino loliay biológico, y el respeto al~>asado exist e aun cuando s e le odie. La corriente de tumbas de los siglos, encierra sieinpre gran parte d e la vida ]>re. sente y del porvenir. El César recomendó a los gobernadores de los Estados que tratasen n la Agriciiltiirü, a la. Industria, a1 Coniercio, como matroiias sagradas dignas de culto y fiscales respetos. Se entendía por Agricultiira, Comercio é Industria, a los grandes iincendados, a los grandes industriales, a los grandes comerciantes. F u é iisiial qiie los gobernadores apelasen indirectamente, por medio d e sus amigos, a las clases ricas, para que lcs expidiesen certificados d e buenaconducta y solicitaran del César cliie los reeligiera, Iiaciéndole notar i politica, y no tenían niás que seciindaban s ~admirable pensamiento que la gloria rle s e r sus más humildes colaboraclores en la obra gigaiitesca del México maravilloso. Con ese privilegio económico de casi exención d e contribiiciones; con las garantiasdeseg~iridadabsoluta en todo el país para las personas, la propiedad, los ciiltos, el trabajo, la vida social y privada; con cierto afecto, color d e reacción, mostrado al catolicisnio; con la cooperación del elemento oficial en las fiestas aristocráticas, las clases ricas mexicanas adoraron al "Príncipe" correcto, serio, afable, distinguido, dueao de mo-dales d e aiitúcrata descendiente d e los Hohenzollerii o de los RomanoR. Esa aristocracia mexicana de abolengo, siempre le fuéfiel en los tiempos de grandeza, siempre Ic fuf adicta y respetuosa en los tiempos ¿te adversidad, y ha sido noble, leal y decente, arrodillándose

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ante sil tumba, calentándola con las preces de su fe en la misericordia de Dios, especial para los conductores rle pneblos desgraciados.

Los apnratos de terror supremo

Xo seria posible el gobierno, s i el César estuviera ntados presentes.

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E L VERD-UJERO D ~ A Z Y LA R E V O L U C I ~ N

Ahora bien, ningún Presidente puede gobernar s i n disponer, por lo menos, d e la mayoría absoluta d e la Cámarade dipiitados, en el sistema unicamarista; luego, una d e dos: s i el Presidente no cuenta con la mayo. ría d e la Cámara, no puede gobernar, y en el caso d e que cuente, contará también a los gobernadores d e los Estados como esclavos. Luego, según la Constitución de 57, la anarquía debió prevalecer en México, o el Presidente s e r el amo d e los gobernadores; con lo cual la Federación resulta aniquilada. Luego, según la Constitución d e 57, en México sólo eran posibles la annrquia o la dictadura. Ya indiqué que la Constitución d e 57 favorece el despotismo destructor d e la soberaniade los Estados, al no ordenar que las elecciones d e gobernadores d e los Estados, tuvieran lugar el mismo afio, el mismo día, n l i ~misma hora. La imposiciún d e los gobernadores hubiera sido casi imposible. Siendo el Presidente de la República el amo d e los gobernadores d e los Estados, fácilmente opera el terror sin escandalizar ni horrorizar con sangre, atentados, violencias. Disponiendo el Presidente de todos los jueces y magistrados d e la República, las clases ricas quedan encadenadas como perros mansos y mudos, a las puertas d e los juzgados, de donde puede salir sil ruina como rayo silencioso. El terror judicial queda así establecido, sin que haya costado maromas de patibiilo o alaridos de victimas suplicatorias mordidas por tenazas incandescentes. Siendo los gobernadores sirvientes distinguidos del Presidente de la República, nombran las jurintas calif i c a d o ~d. ~ e cuotas para las contribuciones directas, a personas d e su devociún y estimaciún, y les ordenan imponer a los propietarios y comerciantes desagradables ciiotas ruinosas, quedando así establecido el terror fiscal; r toda personade intereses experimenta la necesidad d e manifestarse frenético por el reeleccionismo y aclmiracior del hombre que hn hecho una naci6n de autómatas.

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Desde la Independencia liasta 1860, o mejor dicho, desde el establecimiento del gobierno colonial, los empleados públicos fueron inamovibles, existía la propiedad d e los empleos. El servicio politico cambiaba con rapidez d e decoración; las revoluciones pasaban, iban y venían sin vaciar las oficinas públicas; el inismo empleado servía a la república centralista ofederalista, a la militar como a la civil, a la democrática como a la teocrática. El empleado público podía s e r juicioso, recto, digno, iieutral, limpio d e manchas d e intrigas, leal a todos los gobiernos constituidos; procreaba tranqiiilamente, educaba a sus hijos con ideas decentes, esperaba la vejez con la esperanza d e que lo sostendría la Naciún a quien había servido, y qiie al morir, su familia quedaría al amparo del Estado, del que recibiría la pensión llamada Moiitcpío. La necesidad d e robar a le Nación, no podia llegar a ser disculpable. El empleado inamovible no está obligado a meterse en decenns trágicas, ni a redactar peritdicos aduladorea, iii a conciirrir a clubs, ni a escuchar discursos demag6gicos, ni miicho menos a conspirar para retener S L I posición: Habia ciertamente, canallas burocráticas, pero representaban minoría; la mayoria era respetable y lucía entre sus miembro3 un vasto grupo sobresaliente, exquisito, excitante d e veneración y simpáticos recnerdos. La Constitucibn d e 57, ec116 a perder por completo la honorable institución; desde luego, todo lo burocratiz6, y una vez que convirtió en empleados ~ ~ ú b l i c o s a gran número d e particulares que vivían con independencia desempefikando empleos sociales,invistió al Presidente de la República d e la facultad de remover libremente a sus empleados, sin darles plazo al despedirlos cuando le conviniera; con lo caal caían en peor condición que los sirvientes más Iiumildes d e los paises civilizados. Desdo ese momento, los hombres libres servidores de la nación, quedaban convertidos en esclavos del Presidente de la República iy qiié esclavos!

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EL VERDADERO D ~ A ZY U REFOLVCIÓN

En los paises coloniales, el esclavo aparece come emocionante bestia negra, inspirando pasión por refrescarla con un baRo d e justicia. S u condición excita. simpatía, su silencio respeto y su desgracia. duda; porque no s e sabe qué es peor contra el Iiombre, si la li. bertad sin caridad o la esclavitud con las atenciones y consideraciones que un buen ganadero concede a s u rebano. El esclaro blirócrata, blanco o canelo, es abominable, salvo numerosas excepciones. Un fantasma lo persigue exhibiendo una idea persistente: la probabilidad de s~ destitución; teme que s u jefe no lo encuentre clemasido reeleccionista; iin chisme maligno a tienipo, y toda sil vida s e hunde en la indigencia, con familia y todo. Está obligado a sobresalir en servilismo, para sostener su nombre en la lista d e la cofradia d e los "Amigos Incoiidicioi~alesdel Caudillo.'' Tiene qiie ceder por lo bajo el treinta por ciento d e s u sueldo, para las ctielgus del senor Presidente, d e su Ministro, d e la esposa, los hijos y los yernos d e éste, y aun d e la coiiciibina, d e Giiadalsjara, d e S u Excelencia; a vcoes, ésta es una biiena niadrina y In introduce en su familia como el inejor d e sus apoyos, y la matrona honrada s e dedica a adular a la. aventiirera iml>údica. P o r sil parte, él ya sabe que sólo es posible conservarse, adulando y delatando, y ,adiviiia que la mejor adulación es inscribisse en iin cliib reeleccionista, declamar una arenga reelecci«nista en cualquier tribuna, formar e n tina nianifestiición c:illejera reeleccionista, hasta derretirse por el sol estival, y si es valiente y inalvado, su fortuna está hech:? inatando en duelo o en rina ventajosa, a un antirreeleccionista estorboso, impertinente, peligroso, desagradable al Sumo Protector. El matonismo en todas las dictaduras, e s t j sobre todos los méritos, y asf como el talentodigno y deslumbrador e s mamntial d e infortunio y título para la l>ostergación y frialdad en el Capitolio, el matón e s todo un personaje a quien todos los cobardes rinden homenaje y todos los empleados falso cariíío, sabiendo que cuenta en la. colección d e los "dedos chiquitos del César."

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Tan ~ ~ r o ncomo t o el César tainbaleapor el viento que trae revoliición, la fainilia del esclavo burócrata le avisa qiie s e prepare para traicioiiar; para lo cual, s e halaga i~ciialquier antirreeleccionista pujante a quien el día anterior s e le nesi.ba. el saludo y se temía su contact,o, confiindiéndolo con rata bubónica. Estalla la revoliición, al inomeiito de sekalarse lacargada, la traición s e verifica: el parásito adulador se sacude, driza sil cobardía, descarga s u ferocidad mental contra los ídolos mancliaclos por siis impiiros ósculos; iiolos ronipe, porque su brazo es d e trapo y su corazón d e estiérc,ol; s e conforma con morder el granito o el bronce de la efigiedel César y untarla d e saliva rábica siiniilada. Al día sigiiiente de la victoria revolucionaria, con sana deganso, persigue a sus amigos d e arer, seíialándolos al po~~ulacho para que los linche; él jamás ha transigido con la tiranía; si cobraba sueldo del gobierno, lo Iiacía para entregarlo a un periódico patriota de oposición que por olvido no nombra. Tal es el tipo del burócrata creado en abundancia por ln Constittición de.5'7, proveeclora de esclnvos para tuc1:i clase de tiianos. Lo que primero clebe prociirar una nscitn que asl>ir a a la libertad, a la lionradez: :il respeto universal, a iin puesto clecoroso en la. civiliziicitn, y aun n la vida, es tener y Conservar a sus grandes intelectuales indepenclientes, libres. intactos en su soberanía individual, con medios para siibsistir siii necesidad de venderse a uii protector qiie los deshonre. Antes d e la promulgación d e 1 ; Constitucitn ~ cle si, la beneficeiicia religiosa y privada, hacía vivir a. directores, administradores J- einl>leados de toda esgecie, fuera del gobierno, independientes, serenos y firmes en sus posiciones sin temer ai ' iniseria. La carrera eclesiástica prociiraba vida indel~endieiit e del gobierno, a cerca d e cuntro mil ciiras bien dotados y a niás d e seis mil eclesiásticos regulares y seglares, inás a un gran número d e adininistradores y empleados d e c ~ i y ovientre repleto de alimentos brotaba el valor necesario paraque sil cabeza pudiera $mi4

tir ideas dignas de liombres blancos. Ln instrocciún pública d e corporaciones en toclos s u s griidos, poseía notable y numeroso profesorado qi;e sentía l>atriotisino y no temía morir deliainbre por censurar los actos u del gobierno o s e r desagradable a ciialc~~iie~~favorito odalisca d e la administraci6ii ~>ública. Triunfó la Constitiicióii d e 57 y trilinfó I:t degradación de la clase intelectlinl. Está bien l>r«blidoque u11 hombre cle ciencia, sin familia, con cien pescis cada nies, o con familia y doscientos pesos mensuales, des1)recialas más grandes ricluezas aun cii:rriclo s e le ofrezcan inillones. Hay por sul)liesto, casos excepcionales, que más bien deben atrihiiirse a falsos lionlbres de ciencia. A los verdacleros, no Ics importan las rique. ms, pero a casi todos los dob!eg:.s el hambre, especialincnte si tienen iamiiia. Lo que no consigue coi1 cien inillones Rockefellcr, lo obtiene iin gobierno que siiprima el sneldo uetinel gobieriio deshliccrse sin respoiisabilidad, de las persoiins desagradables. El iiiatonismo llena una gran fiinción en las autocracins latinoamericanas y aun en los gobiernos de facciones. Los que saben inat;ir a siis semejnntes esturbosos al "Principe" o a las facciones, asumiendo elios toda Iu. respon-

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sabilidad del acto, disfrutan, como ya lo dije, d e grandes consideracioiies y pingiies recompensas. El matonismo se emplea, d e preferencia., con los iiitelectuales que inspira11 serias desconfianzas. P o r supnesto que la Constitución d e 57, favorece a toda satisfacción del goberiiante, las maniobras sanguinolentas d e inatonisino llolitico. Siiestros inexl~ertoscoiistit~iyeiitesd e 1856, iiivistieron al Congreso d e la facultad absoliita d e exl>eclir leyes de amnistia. La amnistia sólo es iieces a i.', i,i y inoral, en los c:isos d e delitos politicos atribiiiclos a colectividacles. Faciiltas al poder legislativo l>ar;lqiie expida :nniiistías por delitos del orden coniún, cometidos por una o varias personas, e s bávbaro y profundamente Inmoral. Si liay dictadura, el dictador goza delllenalibertad de asesinar sin responsabilidad lejial ni moral. El matón que qiiiere agradarlo y exlllotnr siis iras, i~nprovisaun disgusto por cnestióii ajena a la política, coi1 la 1Ierson:i clesagradable al César, la iiiata y deja que la saciedad comente el caso, sii~estioiiadapor la preriqa goa i n ocobieriiista, que s e esnierará en presentar al 1~-e.' mo iin vengador d e s ~ personal i tionrn ~ f e n d i d a .En el caso que el asesino indigne al público y los tribunales s e vean obligados a intervenir, el aiitócrata les ordenará que c~implancon la ley penal, salvándoseasí el decoro del gobierno, y algiinos días después de senteticiado el asesino, ordenará al Congreso que lo pon@ en libert,ad, expidiendo tina ley ~>rivativa de amnistía. En el caso de que no lisya dictacliira, sino facciones, la que domina en el Clongreso ponclrii en libertad, por medio de las leyes d e aiiinistia, a los más feroces criminales que decoran los presidios, para eiiil~learlos en las elecciones, aterrorizar a l a s niultitiides, someterlas, asesinar a los líderes nclverssrios, collar a la prensa enemiga; en una palabra, eiitregar al lmeblo al temor. Y si los tribunales excitndos por la grita pública, proceden, la faccióii dominante en el Congreso expedi1.á la terrible ley d e amnistía Eii ningún país de fac-

ciones o dictaduras, el Congreso piiecle tener facultades para conceder amnistids ~ o delitos r del orden común, aplicándolas a inalliechores que deben s e r juzgados para satisfacer a la soberanía sücial, que recliaza las patentes d e inrio1;ibilidad concedidas 110sloa politicos corruptos s los facinerosos que lo5 sirven. En h:bsico tiivo lugar iin escándalo clc es:. cliise, el ano d e lb94, en el negociodel diielo Verástegiii-Eoinero. Convirtieron el dclito cohl,irión niexicana e! f r ~ i t ode s u trabajo durniite toda su vida. Tan ahsurdo precepto coi~stitiicionalsuh1ev;i Jinst;i, a un bandido con residuo-; iinpei.cel>tibles de hiiinaniílad, pero no a los políticos honrados quqjioclalnan 1" otliosa Constitucióii d e 57. Se ine dirá, íliie nuiicn un jefe l~olitico,lia iiiipuesto una multa de ~1~iiriieiitos pesos a iin jornalero; eso e:ong;i,co11sidel.a ~nonstriiosala Cous-

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EL VERDADEILO D ~ A ZY LA K E P O L C C L ~ S

titiición d e 57,3; porque no necesita dar un esciiidalo para mantener al jornalero con la boca pegada a sus botas con familia y todo; hasta imponer cada nies dos pesos de inolta a un liombre (lile gana un peso oclieilta. centavos por semana, para confiscarle t d a sir independencia y todo s o sisteiiia nervioso. Con ese precepto tan bello de la Constitlicióii de 57, nue';tr;i raza, que lo agliantaba, tenia qiie acabar. P o r supuesto que la Constitnción de 57, autoriza el encarcelamieiito del ciudaet,iiidad, si11juicio previo y sin una acnsaciO!i, que aunque caloiiiiiiosa, valga algo la pena. Para imponer en hféxico la 111,isidn perpet~iaa un pobre jrii!iiileio o habitaiite de 1111pueblo, basta con proceder coino sigue: escogida la rictima completainente inoc,ente, sii tirano en lo absoluto irresponsable coiifoin~ea 1ii ley coiistitiicioiial, ordenaba u n nies de arrest,o fiindado e n , . . . . . . . . . . . . . no estaba obligado a fundar la orden; la víctiinn siifria el castigo, s i no qiieria. que la. declarasen levaiitisca y la matasen. Concliiido el inas de arresto, sc Ic declaraba libre; salia a la calle, y al l~isarla,esa npreliendido en virtud d e nueva orden del jefe l)olitic», y asi wcesivainente, hasta que le conviniera a l i ~ crllel autoridad suspender el castigo. Cuando el general Pacheco se hizo cargo del gobierno d e IvIorelos, la l>reiisad e la capital armó una grita con la histuria del "Hombre d e Tetecala," nn infeliz qiie llevaba más de cinco anos d e sufrir prisibn, l>orel sistema de repetir meiisualmente l;t aiitoridad s u orden d e arresto correccional. El general Pacheco puso en libertad a la victiina; el jefe político f u é ca1)tiirado y sometido a juicio, la Suprema Corte Federal, obrando correctainente, 10 amparó porque habid obrado conforme a siis faciiltades. No e s necesario tener a iin hombre cinco o diez años en la cárcel para aterrorizarlo, basta que sepa que lo pueden poner preso a 11ei.petiiidad arbitrariainente o por seis meses, para doblegarlo y hacerlo a!,r»iedad,el capital extranjero sedespediría para siempre d e blésico, los negocios qnedarian l~aralizados,las fuentes d e riquezz convertidns en fueii-

(*) En C i i t ~se~ Ilnnisn '.ersoiialarde coi1 deinasiaila viveza, con l > e ~ ligro para. el bienestar común." Los trabajos del cn.ti?igiiiiraclores lerdist:is, en el l>iiert»ile Veracruz, sin iorinnción de caiisn, dirigic l i x por el gol~erniiclordel I3stado, geiieral íloii Liiis blier y Teráii, obedecientlo la orden del C:auroinetid;iseii el comy>lot,n i n g u ~ na de ellas fiié inolestada, fiiela. ensabie, mientras que o1 generalReyes, s e desbordaba; matu~ido,era un poeta Iiisbérico inspirado por Huitzilopoclitii. En cuarito al exterminio de periodistas dorante la Dictadura, s e lia presentado dernag6gicameiite, couio la mayor partede los cargos. Los periodistas que atravesarondisgustados la IagiinaEstigia, fueron: Carrasco, Ordóiiez, Valadez, Olmo.; y Contrer8.s y Rodrigiiez. Total: cinco en treinta y ciiatro anos del trabnjo de terror. Un tir;mo, qne en treinta y cuatroarios exterminan cinco o seis periodistas, e-. una oveja dulce en la raza de los einperadores absolutos. Hay que considerar que el César jamás orden6 el asesinatode nn l>eri«dista. Eii el asesinato d e Carr:isco, en Miscoac o Tacol~aga,liubo ciiestión de faldss, comiilicada con 200 gramos er.sr>nalagrida, febril; niinca s e mnnifestó enemigo del Dictador. Oliiios y Cont~eras, f i d asesinado en P~ieblapor atacar person:ilineilt,e al gobernador Nartínez, linstn en sii riila privada, sacándole, según cliceii, iiii asrinto tenebroso en que figur~thnn faldas. Fles~)ectod e 1;i iiiuerte de Rodrigiiez, en Oaxiica, no s e sabe s i Iiiibo Tina inndrugndora preparada por el &sesino,y sí se sabe que la causa del ciisyusto iio £114 iii l>oIitica. Alio~::~i~ieli,todos los pe-

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rioclistas exterininados,lo fueron antes del afiode 1896, pues don hlaiiuel Romero Riibio, Secretario d e Gobernación, y suegro altamente cot,izado del César, aunque conciliador S profundo eneiiiigo de las medidas violentas, nunca quiso tomar con los gobernadores d e los Estados, actitudes rlne pudieran disgust,arlos. S e debe aprender que el general Diaz, orgitnizó lentamente sil adniirable despotismo, y terininú su krbor al bajar a la. tumba, en 1893, el general (ion LIanuel González, y al s e r transforinado el imperio militar en imperio civil, con gobernadores de Estaclos casi todos honorables, opuestos por sus creencias, seiitiinientos y eiiucnción, a medidas sanguinarias. Esto, unido a rol~Ieiiias nuestra historia, g p a n bien dibiijar la persoimlidad ética del general Dím, los sigiiientes heclios: Asesiiiato del gobernador (le Jalisco, general don 1'Lninón Corona, el más peligroso de los rivales del general Díaz para disputarle la presidencia en el terreno legal o en el revoliicionario. &Hubo intervención del iiiinensamente al~rovechadoen el asesinüto? Muerte repentina, con carácter d e envenenamiento, del general surinno don Caniito Neri, jefe d e la revoluci6n en el Estado d e Guerrero, iniciada en octubre de 1893; amnistiado que reliusó ir a la capital de la República. Xeri murió despiiés d e un banquete a la inexicanaque le f ué ofrecido, al inismo tiempo que iin médico vasposo de la capital apareció en el Estado de Guerrero, aniinciando que había escogido al Estado para estiidiar las plantas cítricas. i,Tiiro el general Díaz noticias de la prepara-

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L.4 OBRA DE PAZ

ción del asesinato del borrachín Arnulfo Arroyo, cliie lo había golpeado s i n a r m a s en la cabeza? ¿.El siiicidio del jefede policia don EXiiardo Velázqiiez,i~iéel disfraz d e un asesinato? iEn la muerte repentina clel ge~ieral don Jiian [le la LuzEnriquea, gobe~naclordel Estado d e Veracriiz, no hubc~factor artificial? Como se ve, hay kastnnls tarea para la c ~ i t i c ahistórica alilicada con inGtodo rigriiosaniciite científico, exenta por coingleto de partidarininos, cle odau d e pasión >- d e albanales d e rencor. Al César, cargos iiiuy graves se le han heclio d e crueldad, de salvajislno y olyio:, coiisigiiicnte, de tribiis; en consecuenci;i, el yaqtii l>riviln~ixclo, y s o tribu, eran hechos contra la ley sul>reni:i del [)ais.qiie elgobierno estaba en la obligación d e hacer i.eq>etar. La Coiistit'ución reconoce a los hal~itantesde hIéxico el derecho d e asociarse para formar corp»i.: que obedecen a uii jefe absoliito. Los yaquis no eran nómadas ni salvajes, luego no er:i.ii tribu, eran :rgricultores, y bárbaros, y preteiicliaii ser nación liüblaban d e lii "nación yaqiii" como iiii francés de i ; ~i i ~ c i ó n fraiicesa. Ningún inexicaiio debióhaber acept'adola existencia cle iiiia nación yaqui o de cualquiera otra 'lase, dentro de la iiaciónmexicana. Pero como el patriotismo eriMéxico e s impercel~tible,excepto cuando s e trata de yaric~iiis;como e s iina farsa, todos los i~xtriotasaceptaron que el territorio 11~trii1 estuviera manchado por la existencia de iina nación 'Járb:lra que nadie liabia reconociclo. La Constitiici6n de Ti declara que, el Estado d e Sonora integro, e.: parte (le! territorio patrio, y si11 embargo, los cí>iistitucioiialistas patriotas al~oyabaii los derechos d e la iinción ~ a q u i qiie , ineruiab:~nel territorio nacioilal y nfendian graveiiiente sil soberanía. Esa frase: "los ~ a q i i i sfueron 6esi)ojados desos tierras," es inadiiiisible por lo ambigua. ¿,Dequé tierras s e trata'? ¡.De !ns tierras d e la nació11 yayui.? El general Diaz no podía reconocer l>roiiieiiacles :L la ii'aciún yaqiii, porque como inesicano, como civilizado, como gobernante, no recc~nociaa la nnción yaqui. Esa desvergüenza nunca la cometió; sólo los patriotas s e lian adornado con ella. ¿Pertenecinii las tierras a 13 tribii yaqui' Ya Iie di-

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cho (lile la tribu yaqui no podia teiier ante el [~ueblo mexicano, ni ante la Constitución, ni ante la Dictadura personalidad jurídica, y iio existiendo el propietario, no puede existir su propiedad, cuando el tal propietai.io es una colectividad. L a s tierras eran de los yaquis como siml~lesmexicanos? ¿Con qué título? La prensa independieiite del gobieriio, y del criterio huiliaiio, respondía que a titiilo de qiie los >ac(iiis eranlos aborígenes, tit,iilo el iiiás sagrado de todos. En &Iéxico,el 35 por ciento d e la l)oblacibii es de indios aborígenes, r e 1 t>. ' 2 i. e. tante ~ d e criollos y inestizos' y cegún la doctrina d e los defensores de loa yaqliis, liih inestizo.;, criollos y extranjeros prol~ietariosen hlbsico, debe:i iestitiiir a los aborígenes todo lo que los es:>anoles les quit:~r.on, más 10s edificios coiistruídos en terreiio ajeiio sin coiisentimiento d e sii dueíio. Ei zapatisino ha sido una consecuencia 16xica del yasque Iinn iiijiiriado al César por sii campana. [le patriotisiiio, iiaii escupido s u s rencores sobre In bandera tricoloi. Es cierto qiie el gobierno di6 concesiones d h colonización en la región féitil de Sonora, dispiit:icla por los yaqiiis; pero tales concesiones fiieroii otorgailas sin perjiiicio del ~>ri'gi'ai!iad e clotar a cada fauiili;i 5-aqui d e un lote ol>lilas,todas las tierras cultivables del territorio, y la regiOn del yaqiii es una d e las niejures del país. Locura. y falta grave [le :>ati'iotisrno habria sido, consentir en cilie iio s e tocaran las tierras d e 10s yaqnis, que sólo en iinn peqiieiia parte ciiltivaban. El l~iieblo inesictrno tiene derecho a Cisl-ioner de esas tierras para si1 aliinentacií~n,era el verdadero propietario, y el general Díaz, como representante de siis derechos y necesidades, estaba obligado a entregarle esas tie: ri.as: hncieiido que indivicliios o corporaciones agricolas 1;)sexplotasen coiiforrne a contratos sensatos de coionizaciúii, que no pudieron cuniplirse a causa d e l:t guerra yaqiii. Hiibo criieldad en 1ti gliel.ra, y bastante, s i no hubo iiiás, i ~ i épor la benevolencia del Césnr. Se debe acabar con las farainallas. Para que haya gnerra civilizad ~es, preciso qlie los beligerantes sean igualmente ciaparecer el salvajisino, coino vilizados, y aiiii así, l>~iede nos lo lia ensenado la gran guerra etiropea. Los soldatlos civilizados s e cansan d e su generosidad, d e su corrección, de s u civilización, de recolectar crueldad y ferocidacl e11 cninbio d e decencia, tolerancia, perdón, ca~i~lacl, altruisino; llega un inoinento en que sus jefes no pueden exigirles qrie s e mantengan en juego clesveiirajoso. Además, la natiiraleza bestial del hornh e , eiiterracla. bajo capas socia!es d e educación y costiinibies, Ilegn :I estnllai. y a. poner en acci61ial llom-

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EL FERD.IDER0 D ~ A ZY L.\ REVOLCC~ÓS

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