El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita: Contribución al conocimiento histórico de la capital de Lusitania 9781841715704, 9781407326177

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El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita: Contribución al conocimiento histórico de la capital de Lusitania
 9781841715704, 9781407326177

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PRÓLOGO
UNAS PALABRAS PREVIAS
ÍNDICE
CAPITULO I. INTRODUCCIÓN
CAPITULO II. ESTUDIO ANALÍTICO-DESCRIPTIVO DEL TEATRO
CAPITULO III. ESTUDIO ANALITICO-DESCRIPTIVO DEL ANFITEATRO
CAPITULO IV. CONCLUSIONES
CAPÍTULO V. APÉNDICE ESTADÍSTICO
VI. BIBLIOGRAFÍA EMPLEADA
VII. PLANIMETRÍA

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BAR S1207 2004  DURÁN CABELLO  EL TEATRO Y EL ANFITEATRO DE AUGUSTA EMERITA

El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita Contribución al conocimiento histórico de la capital de Lusitania

Rosalía-María Durán Cabello

BAR International Series 1207 9 781841 715704

B A R

2004

Published in 2016 by BAR Publishing, Oxford BAR International Series 1207 El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita © R-M Durán Cabello and the Publisher 2004 The author's moral rights under the 1988 UK Copyright, Designs and Patents Act are hereby expressly asserted. All rights reserved. No part of this work may be copied, reproduced, stored, sold, distributed, scanned, saved in any form of digital format or transmitted in any form digitally, without the written permission of the Publisher.

ISBN 9781841715704 paperback ISBN 9781407326177 e-format DOI https://doi.org/10.30861/9781841715704 A catalogue record for this book is available from the British Library BAR Publishing is the trading name of British Archaeological Reports (Oxford) Ltd. British Archaeological Reports was first incorporated in 1974 to publish the BAR Series, International and British. In 1992 Hadrian Books Ltd became part of the BAR group. This volume was originally published by Archaeopress in conjunction with British Archaeological Reports (Oxford) Ltd / Hadrian Books Ltd, the Series principal publisher, in 2004. This present volume is published by BAR Publishing, 2016.

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PRÓLOGO Con este libro ve por fin la luz un trabajo de investigación desarrollado durante varios años -a partir de 1985-, que tuvo su piedra de toque en la defensa como de Tesis Doctoral en la Universidad Autónoma de Madrid el dos de febrero de 1996. Bastantes años para la joven biografía personal de su autora: tantos que parecen querer hacer del estudio y de su proceso formativo una metáfora de las obras seculares, de crecimiento lento, de que se ocupa: el teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita. Como Tesis Doctoral, el Tribunal que la juzgó -y le otorgó la máxima calificación-, compuesto por los Profesores Alfonso Jiménez, Isabel Rodá, Carmen Fernández Ochoa, José Mª. Álvarez Martínez y Ángel Fuentes Domínguez, tuvo a bien subrayar tanto el interés metodológico de la propuesta como el de los resultados, fundamentales ambos, en lo primero, por la forma de aproximarse y valorar arqueológicamente los edificios de nuestro patrimonio arqueológico, y, en lo que hace a sus logros, por la conversión de los edificios en referentes de nuevo valor, no sólo del paisaje urbanístico de la ciudad a la que pertenecen, sino de su historia. Este libro parte de aquélla Tesis Doctoral, despojada de cuanto no era perentorio mantener en ella, enriquecida en lo que ha sido necesario para su puesta al día, y con los retoques que han parecido a su autora pertinentes, muchos de ellos realizados a impulsos de los enriquecedores comentarios vertidos por los miembros del Tribunal en al acto académico de su defensa. El punto de partida científico era el trabajo desarrollado por la Dra. Durán en un equipo decidido a renovar el conocimiento de la arquitectura hispanorromana, que tuve el honor de formar y dirigir en nuestro Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid a partir, fundamentalmente, de 1985, gracias al apoyo de la Comisión Asesora de Investigación Científica y Técnica del Ministerio de Educación y Ciencia, y después de la Dirección General de Bellas Artes del Ministerio de Cultura. Se trataba de poner los cimientos de una revisión -una "nueva visión"- de la arquitectura hispanorromana partiendo de sus elementos constitutivos, de sus fábricas, de la edilicia, que escrutada debidamente abría las puertas a la posibilidad de tipificar las tradiciones edilicias hispanas -una tarea que estaba por hacer- y penetrar con nuevas posibilidades en la recuperación del edificio como un complejo organismo con fases, incidencias diversas, historia en una palabra. Teníamos presente un símil muy eficaz tomado de la Medicina. Si la arquitectura conforma los complejos organismos de los edificios, para conocerlos en su totalidad (recomponer su anatomía) y poder atisbar sus funciones, su funcionamiento (su fisiología), había que empezar por analizar los tejidos que lo componían, la configuración de sus músculos, del esqueleto… Era una tarea imprescindible, pero también temible, llena de dificultades, si se trata de edificios de la inmensidad y la complejidad de los abordados en la presente obra: nada menos que el teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita. No es casualidad que tanto ellos como sus hermanos hayan permanecido mayoritariamente hasta ahora sin un estudio de sus fábricas, sin un análisis de su complejidad como organismo arquitectónico. Pareciera que los arqueólogos quedaran petrificados ante moles que los impresionaban hasta la paralización, haciendo buena la imagen fiera que de ellos dibujara Rodrigo Caro a propósito del anfiteatro de Itálica en la célebre oda a sus ruinas: "Este despedazado anfiteatro, / impío honor de los dioses, cuya afrenta / publica el amarillo jaramago, / ya reducido a trágico teatro, / ¡oh fábula del tiempo!, representa / cuanta fue su grandeza y es su estrago /…mas aún el tiempo da en estos despojos / espectáculos fieros a los ojos /…". Abordar, en efecto, las fieras ruinas de los teatros y, más si cabe, de los anfiteatros, era una empresa arriesgada, una labor que requería de cierto grado de temeridad, de arrojo, de capacidad de acción. Las armas para la inaplazable venatio eran, en primer lugar, el convencimiento de la necesidad de emprender esa tarea, y de que podía hacerse con empeño, una actitud de disciplina científica que hizo suya con entusiasmo Rosalía Durán, como los otros miembros del equipo, que igualmente lidiaron con decisión y éxito cometidos de la misma envergadura. Pero era un arma tanto o más imprescindible una metodología adecuada para abordar con éxito la empresa científica propuesta. Se dibujó una forma de hacer Arqueología de la Arquitectura con planteamientos en buena parte coincidentes con ésta que es hoy una de las ramas más novedosas de la Arqueología dirigida a valorar el patrimonio inmueble. Era convertir los edificios, en el estado en que estuvieren, en yacimientos arqueológicos susceptibles de una lectura secuencial o diacrónica como cualquiera otro yacimiento. Los edificios adquirían así, entre otros valores, una dimensión principal como materialización privilegiada de la historia propia de su ciudad o de la estructura social y política a la que perteneció. Es bien significativo que la Tesis de referencia complementara su título -alusivo al estudio arquitectónico de los dos grandes edificios emeritenses- con el añadido de: nuevas bases arqueológicas para la historia de la ciudad. Las observaciones de Rosalía Durán sobre el anfiteatro y nuestras reflexiones conjuntas en el seno del equipo de trabajo en que realizaba su estudio y su Tesis, nos llevaron a presentar conjuntamente una ponencia en el Coloquio

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Internacional "El Anfiteatro en la Hispania Romana" (Mérida, 1992), sobre los rasgos arquitectónicos y la problemática urbanística y cronológica del anfiteatro emeritense, que rompía abiertamente con una tradición que basaba la ubicación del anfiteatro en la ciudad y su historia al margen de su realidad monumental. Convertido el anfiteatro en el mejor testimonio de su propia historia, los resultados fueron de notable impacto, y podemos decir con no poca satisfacción al cabo de más de diez años que las conclusiones sobre el anfiteatro y la renovación derivada de la metodología aplicada a su estudio señalan un hito en la percepción de los edificios emeritenses y en su dimensión histórica. Quiere decirse, en fin, que Rosalía Durán se convirtió en una protagonista destacada de la renovación de los estudios sobre los monumentos de la Mérida romana, con propuestas novedosas que han ido dándose a conocer en bastantes trabajos sobre aspectos parciales de su estudio general sobre los dos monumentos emeritenses, o que desarrollan alguno de sus aspectos, como podrá comprobarse en la bibliografía citada en el libro. Al servicio de su afán, puso la Dra. Durán el impulso de una energía personal poco común, así como una capacidad de observación y de análisis que el tiempo fue desarrollando hasta convertirse en algo que familiar y convencionalmente llamamos "olfato" para determinada cosa; pero que no es sino el resultado de un adiestramiento fruto del estudio y el esfuerzo. El trabajo que ahora ve la luz, cuya gestión como libro ha sufrido buen retraso por peripecias que no hacen al caso, es muy parcialmente conocido y, sin duda, esperado por la comunidad científica. A través de la divulgación de la Tesis y de publicaciones parciales, sus resultados hace ya tiempo que se han ido incorporando al discurso científico moderno para aceptar o discutir sus propuestas, de modo que la publicación definitiva tiene el valor añadido de satisfacer una apetencia bastante generalizada y positivamente esperada por muchos. Hay que agradecer, por ello, la buena acogida dispensada por la serie de los British Archaeological Reports que le permite ahora salir de la penumbra científica en que se hallaba, y sus responsables se han hecho, por ello, acreedores a nuestro sincero agradecimiento. Pero la mayor gratitud corresponde a la propia autora, que supo aceptar con optimismo y sentido del deber científico y universitario la dura tarea de poner en orden la compleja trama arquitectónica e histórica que albergaban dos inmensos y complejos edificios de principal valor para Augusta Emerita y para la caracterización de las construcciones de su género en Hispania y en el conjunto del Imperio. Que el fruto de su trabajo vea por fin la luz es una buena noticia, entre otras cosas porque salda una deuda que la propia autora tenía con su vocación y su responsabilidad científica. Mi alegría por ello es enorme y mi felicitación a la autora tan efusiva como el caso merece.

Manuel Bendala Galán Catedrático de Arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid

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UNAS PALABRAS PREVIAS El trabajo que presento es fruto del encargo que, en su día, me propuso el Prof. Dr. D. Manuel Bendala Galán. Él me sugirió, como tema de tesis doctoral, el estudio de las técnicas constructivas de los edificios de Augusta Emerita, lo que suponía todo un reto tanto por el prestigio del yacimiento, Mérida, capital de Lusitania y, posteriormente, de la Diocesis Hispaniarum, así como por la cantidad de información que alberga en sus ruinas monumentales y en su rico subsuelo. A estos dos factores había que añadir otro de carácter absolutamente particular: la fascinación personal que la ciudad de Mérida ejerció en nosotros cuando la visitamos por vez primera allá por el año 1984. La obligada visita realizada al conjunto monumental de teatro y anfiteatro, dejó honda huella en nuestro espíritu quizá como premonición de lo que no mucho tiempo después podría sobrevenir. Desde 1985 formamos parte del Proyecto de Investigación que sobre "Técnicas constructivas en la Hispania Romana" promovió y dirigió el Dr. Bendala, fue subvencionado por la entonces C.A.I.C.Y.T. y, posteriormente, durante dos años más, por la Subdirección General de Bellas Artes del Ministerio de Cultura. En dicho proyecto participamos como becaria, lo que nos ofreció una serie de magníficas posibilidades para formarnos en el conocimiento de la Arquitectura Romana, con especial dedicación a la peninsular, al tiempo que nos permitió familiarizarnos con la precisa metodología del estudio de la edilicia: como enfrentarse a un edificio, como seleccionar sus paramentos más significativos, etc. Cuando finalicé la toma de datos de todos los monumentos conocidos y exhumados hasta entonces, incluidos los dos puentes y los tres acueductos. El volumen de datos conocidos nos hizo reconsiderar el marco inicialmente delimitado y, a la vista de la cantidad de nueva información que aportaban el teatro y el anfiteatro, decidimos profundizar en la investigación del mencionado conjunto monumental. Este hecho marcó una segunda fase en los trabajos: ahora acometíamos el análisis exhaustivo del teatro-peristilo así como del anfiteatro desde una nueva óptica: la que partía de un conocimiento bastante profundo del resto de las manifestaciones arquitectónicas de la colonia Augusta Emerita. A lo largo de esta dilatada andadura hemos contado con una gran cantidad de incondicionales que han colaborado para que el presente trabajo se encuentre hoy aquí. En primer lugar, debo expresar mi agradecimiento al director del mismo, al Dr. Bendala, por habernos propuesto un tema tan bello y complejo al mismo tiempo. Debo hacer constar mi reconocimiento al Museo Nacional de Arte Romano, institución que junto con todos sus miembros desde el director hasta los bedeles y mozos de almacén nos facilitaron el estudio de material allí custodiado, concretamente los ladrillos procedentes de las excavaciones del teatro1. Dr. D. José María Álvarez Martínez, con quien hemos mantenido interesantísimos intercambios científicos de los que nos hemos beneficiado notablemente. Debemos reseñar nuestro agradecimiento a la Junta de Extremadura, concretamente a la Dirección General de Patrimonio por habernos concedido todos los permisos para poder llevar a cabo esta investigación. Recordamos, especialmente, a los Sres. Directores Generales Gutiérrez Llerena y Soriano Llamazares, consecutivamente. Al Dr. D. Pedro Mateos Cruz, encargado de las excavaciones realizadas entonces por el Patronato de la Ciudad Histórico-Artística y Arqueológica de Mérida, primero y por el Consorcio de la Ciudad Monumental, Histórico-Artística y Arqueológica de Mérida2, después, quien nos ha brindado siempre las últimas novedades acaecidas en aquel solar así como todo tipo de facilidad para visitar los monumentos cerrados al público. A él y a la institución que actualmente representa, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, sede de Mérida, transmitimos nuestro agradecimiento. Quiero dedicar un recuerdo especial al Dr. Walter Trillmich, por habernos proporcionado generosamente los datos y resultados inéditos de sus geniales investigaciones. Además, nos ha permitido insertar aquí dibujos del Aula de Culto Imperial del peristilo del teatro, realizados por mi misma dentro de un proyecto de investigación conjunto y 1Además, no queremos dejar de mencionar a Al Dr. de la Barrera por su generosidad al proporcionarnos datos de su investigación, entonces inédita. A D. Agustín Velázquez Jiménez, quien siempre nos ha beneficiado con su profundo conocimiento bibliográfico emeritense. A D. Manuel de la Barrera, que nos sirvió de experto guía en el Archivo Fotográfico del mismo museo y a D. Antonio Díaz-Pintiado, quien nos brindó una ayuda inestimable en el estudio del teatro, a la hora de realizar la localización de grapas constructivas así como de los paños poco reconocibles tras su restauración. 2 El Consorcio de la Ciudad Monumental Histórico-Artística y Arqueológica de Mérida, creado en 1996 y que está formado por la Consejería de Cultura de la Junta de Extremadura, el Ministerio de Cultura, la Diputación Provincial de Badajoz y el Ayuntamiento de Mérida y entre sus objetivos se encuentran los de conservar, mantener y revalorizar el conjunto monumental de la ciudad. Se trata, en definitiva, de la ampliación del antiguo patronato. Su gestión se vio recogida y amparada en la Ley de Patrimonio Histórico y Cultural de Extremadura de 1999.

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subvencionado por el Deutsches Archäologisches Institut de Madrid, que realizamos allá por el año 1989 y que deseamos que algún día, no muy lejano, vea la luz. Debo expresar mi gratitud al Deutsches Archäologisches Institut de Madrid, por habernos permitido disfrutar de su espléndida biblioteca y de un ambiente de trabajo incomparable, lleno de comodidad y compañerismo. A los Dres. Dª Carmen Fernández Ochoa y D. Ángel Fuentes Domínguez, del Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid, les debo muchas horas de discusiones científicas y sabios consejos que nos han ayudado a realizar esta singladura. A ellos también les agradezco sus constantes apoyos morales en los ratos de flaqueza y su ayuda inestimable. A la Dra. Concepción Blasco Bosqued, del Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid, debemos agradecerle la oportunidad que nos brindó de poner a prueba en Mérida el método experimental de datación por Termoluminiscencia, en el marco del Proyecto de Investigación que realizaba en aquel momento. No podemos dejar de mencionar a todas las personas que nos acompañaron incansables en el proceso de recogida de datos sobre el terreno a Dra. Castelo Ruano y a los entonces alumnos D. Julio Martínez Maganto, Dª Isabel de la Torre y Dª Marta González Cruz. Tampoco olvidamos a todo el personal que custodia el conjunto monumental del Teatro y Anfiteatro, quienes colaboraron con nosotros en todo lo que hemos precisado y, de esta manera, han conseguido que nuestras estancias de trabajo se convirtiesen en amistosos reencuentros. La realización del aparato gráfico de esta tesis ha sido llevada a cabo de manera casi intachable por el arquitecto D. Juan Ramón Pérez Sánchez. Dedico una mención especial al Dr. Ángel Morillo Cerdán, verdadero acicate y motor de que esta tesis vea definitivamente la luz. A él debemos agradecer su constante ánimo y sus acertados consejos para la edición; asimismo, ha tenido el generoso gesto de ayudarme a revisar y corregir el apartado bibliográfico que se ofrece en la obra. Por último, debo reseñar el constate apoyo y cariño que me han brindado mis padres, espoleándome para llevar a puerto esta nave así como su inestimable colaboración en el cuidado de mis hijos para proporcionarme el tiempo libre necesario para la redacción, primero y la revisión, después, del manuscrito. A mis hijos, Irene y Marcos, que han tenido que renunciar a muchas horas de juegos y compañía a favor de este libro y así lo han aceptado. A Juan Ramón, quien con infinita y amorosa paciencia ha sabido reconducirme, una y otra vez hacia esta tesis. A él también debo agradecerle todas las horas que ha invertido en la realización de planos y dibujos así como en el asesoramiento técnico y bibliográfico específico. Sin todos ellos nunca habría sido capaz de llegar a la meta propuesta. A todos GRACIAS.

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ÍNDICE

CAPITULO I. INTRODUCCIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .13 I.1. Objetivos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .14 I.2. Metodología empleada. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .15 I.3. Algunas notas historiográficas sobre los monumentos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .17 I.4. Estado de la cuestión.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .25

CAPITULO II. ESTUDIO ANALÍTICO-DESCRIPTIVO DEL TEATRO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .31 II.1. Descripción general del teatro.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .32

II.1.1. Localización del edificio.

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II.1.2. El Teatro.

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II.1.3. Las técnicas constructivas.

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II.2. Análisis constructivo del teatro. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .41 II.2.1. Introducción. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .41 II.2.2. Descripciones de los paramentos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .42 II.3. Sistemas y soluciones arquitectónicas empleadas en el teatro. Las sucesivas etapas de construcción . . . . . .102 II.3.1. Introducción.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .102

II.3.2. La primera etapa de los trabajos: proyecto gráfico, replanteo en el terreno y preparación del mismo. II.3.3. El sistema de bóvedas de la primera fase del teatro.

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II.3.4. La culminación del hemiciclo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .108 II.4. Fases constructivas y problema cronológico. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .117 II.4.1. La interpretación tradicional.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .117

II.4.2. Nueva lectura del teatro a la luz del estudio de las técnicas constructivas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .118 II.4.3. Síntesis cronológica del monumento.

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CAPITULO III. ESTUDIO ANALITICO-DESCRIPTIVO DEL ANFITEATRO III.1. Descripción general del anfiteatro

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III.1.1. Localización del edificio. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .132 III.1.2. El anfiteatro. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .132 III.1.3. Las técnicas constructivas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .137 III.2. Análisis constructivo del anfiteatro. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .139 III.2.1.Introducción. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .139 III.2.2. Descripciones de los paramentos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .141 III.3. Sistemas y soluciones arquitectónicas empleadas en el anfiteatro. Secuencias constructivas.

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III.3.1. Introducción. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .194 III.3.2. La primera etapa de trabajos en el anfiteatro: proyecto arquitectónico; modulación; preparación, acomodo del solar y replanteo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .194 III.3.3. El sistema de construcción del anfiteatro: diferencias entre los sectores oriental y occidental. Los distintos modos de apear la parte alta del edificio. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .197 III.3.4. Cuestiones constructivas diversas. Los sistemas de bóvedas empleados. Los dinteles adovelados. Las ventanas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .201 III.4. Fases constructivas del monumento. Problemas urbanísticos y problemas cronológicos. Paralelos técnicos y tipológicos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .210 III.4.1. La interpretación tradicional. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .210 III.4.2. Nueva lectura del monumento a la luz de las técnicas constructivas. III.4.3. Problemas urbanísticos y problemas cronológicos.

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. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .212

III.4.4. Paralelos técnicos y tipológicos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .216 CAPITULO IV. CONCLUSIONES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .223 IV.1. Introducción. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .224 IV.2. La tipología de los edificios. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .224 IV.3. Características constructivas de los monumentos.

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IV.4. Características arquitectónicas de los edificios. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .233 IV.5. Fases constructivas del conjunto Teatro-Perisitlo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .239 IV.6. Fases constructivas del Anfiteatro y la cuestión de la Muralla. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .242 IV.7. El Teatro y el Anfiteatro en la vida cotidiana de Augusta Emerita. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .244

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CAPÍTULO V. APÉNDICE ESTADÍSTICO

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V.1. Introducción. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .252 V.2. La distribucción normal. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .252 V.3. Fichas de aplicación de la distribucción normal.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .253

V.3.1. El Teatro. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .253 V.3.2. El Anfiteatro. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .256 V.4. Reflexiones sobre la aplicación de la distribución normal. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .257 V.5. El análisis de restos.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .258

V.6. Fichas de la aplicación del análisis de restos (Ver CD adjunto)*. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .258 V.7. Conclusiones estadísticas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .258 VI. BIBLIOGRAFÍA EMPLEADA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .261 VII. PLANIMETRÍA (VER CD-ROM ADJUNTO).*

*Tenga en cuenta que el CD que se hace referencia en todo el texto se ha sustituido por una descarga disponible en www.barpublishing.com/additional-downloads.html

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CAPITULO I. INTRODUCCIÓN

Rosalía María Durán Cabello

I.1. OBJETIVOS.

reconocer las características propias de la arquitectura hispanorromana, del que se pudiesen inferir modos constructivos típicamente hispanos, usos preferentes de ciertos materiales, maneras de trabajar los diferentes opera, presencia o ausencia de ciertas técnicas constructivas así como posibles soluciones técnicas y, desde todo esto acometer cuestiones metrológicas, compositivas y estilísticas que permitiesen definir un cuadro cronológico específico para la edilicia hispanorromana. Partiendo de esta base se puede y se debe hacer una historia de las ciudades concebidas como organismos arquitectónicos que evolucionan con mayor o menor vitalidad, según el período socio-político por el que atraviesen. Esto que puede parecer un tanto difícil de detectar e, incluso, de valorar, se puede realizar mediante un minucioso análisis arqueológico y arquitectónico del edificio que se considere y, en el caso de una ciudad, una vez considerados todos, los datos obtenidos marcan pautas inequívocas de cómo se concibió cada monumento, de los factores urbanísticos, técnicos, estéticos, sociales y cronológicos. Todo esto nos conduce, finalmente a desvelar la historia de la ciudad a través de sus restos inmuebles.

El trabajo que ahora presentamos partía de un planteamiento previo y este era el de desecar algunas de las lagunas que presentaba el panorama arqueológico hispano, y más concretamente el relativo a la Historia de la Arquitectura Hispanorromana. Era este, por tanto, un campo que estaba aún por desbrozar en Hispania hasta hace relativamente poco tiempo y ante la falta de datos propios de la Península Ibérica, por lo que las investigaciones se concluían trasladando los datos obtenidos para Roma y el Lacio a nuestros edificios. A este hecho hay que añadir que, en múltiples casos la datación se basaba, casi exclusivamente en criterios epigráficos, sin tener en cuenta que el dato epigráfico puede corroborar la realidad arqueológica pero esta nunca debe supeditarse a la información epigráfica, como ya se ha puesto de manifiesto en monumentos emblemáticos y en la mente de todos está el conocido caso del Panteón de Roma (Lugli, [1934], 1965, 3-19) o el del así llamado Arco de Galieno en el Esquilino de Roma (Lugli [1937], 1965, 299-312), o como parece haberse demostrado recientemente con el arco de Constantino en Roma, de época flavio-trajanea y revalorizado en época tetrárquica por ese emperador (Manino, 1993 [1995], 254-256).

Con estas premisas, en 1985 se puso en marcha un Proyecto de Investigación, dirigido por el Dr. Bendala y subvencionado por la C.A.I.C.Y.T., del Ministerio de Educación y Ciencia, que ha sido ampliado en años sucesivos por la Dirección General de Bellas Artes y Archivos del Ministerio de Cultura. Uno de los frutos de todos estos largos años de trabajo es el presente estudio.

En el caso concreto de Roma y sus inmediaciones, existía una larga tradición de estudios de arquitectura que habían permitido configurar un corpus de datos de incalculable valor. Efectivamente, ya en el siglo pasado e inicios del presente, comenzaron a realizarse trabajos emblemáticos, como es el caso de Choisy (s. a.) o de Van Deman (1912). Para continuar con las míticas obras de Lugli (1957) o de Blake (1947, 1959 y 1973) sobre esta particular región. Todo esto dio lugar a posteriores trabajos de interpretación y análisis de la arquitectura romana así como de las circunstancias estéticas, sociales, económicas y políticas en que se desarrollaron (Bendala Galán, 1992, 12).

El nuevo camino emprendido ofrecía múltiples obstáculos y dificultades. Por ejemplo, en el caso peninsular no se dispone de la valiosa información que aportan -de manera constante- las fuentes literarias sobre la capital del Imperio. Aquí sólo poseemos puntuales y escasas referencias, en algunos casos tan vagas que pueden acogerse a varias interpretaciones. También se advertía un gran vacío a la hora de enfrentarse al estudio de una ciudad: la ausencia de mapas que, como la Forma Urbis, sirviesen de guías para columbrar que hubo en las zonas que no han llegado hasta nuestros días o para saber -de manera aproximada- que hay en las zonas aún por exhumar. Por todo esto, el punto de partida único era, y es, el edificio mismo: un organismo arquitectónico que va desvelando su historia a través de sus paramentos. Esta dificultad ofrece, sin embargo, una gran ventaja: iniciar la investigación sin ningún tipo de prejuicios, lo que en otros casos es mucho más difícil por existir teorías profundamente arraigadas.

Sin embargo, en el caso hispano, la falta de datos no permitía siquiera esbozar interpretaciones dada la escasez de documentación que existía sobre los edificios hispanorromanos. Por tanto y para paliar esta carencia había que partir de estudios básicos, que permitieran posteriormente- extraer conclusiones e interpretaciones como sucedía en el caso de Roma. Para ello había que empezar por analizar las técnicas constructivas y los materiales con que estaban realizadas. En esta situación se hizo realidad la idea fraguada desde hacía tiempo por el Dr. Bendala que consistía en realizar una investigación minuciosa de los aspectos esenciales de la arquitectura hispanorromana: partir de los elementos y de las técnicas constructivas para elaborar un corpus que permitiese extraer una serie de datos donde

La elección de Augusta Emerita como sujeto de nuestra investigación viene dada por múltiples motivos, de entre los que destacan tres. Primero, por ser una ciudad -colonia- fundada ex novo y nacer con el rango administrativo de capital de la recién creada Provincia

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El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita

Lusitania. En segundo lugar, y como consecuencia de lo anterior, por contar con un significativo elenco de edificios públicos, donde poder contrastar, ampliamente, los datos obtenidos así como la vitalidad de la ciudad. Y, en tercer lugar, por el buen estado de conservación que muestran los monumentos emeritenses.

El caso de Augusta Emerita no era una excepción y esta fue la situación que encontramos al enfrentarnos a dicha investigación: la comunidad científica tenía plenamente asumidas las cronologías augusteas para los monumentos sujetos de nuestro estudio. Pero, al final, el análisis arquitectónico, con especial atención a la edilicia, confrontado constantemente con los datos arqueológicos, ha revelado un panorama mucho más rico y complejo de lo que en un primer momento pudimos siquiera imaginar.

En principio incluimos en la investigación todas las construcciones públicas emeritenses con suficiente entidad: los tres acueductos (Cornalvo, San Lázaro y Los Milagros) con sus pantanos, los puentes de la colonia (sobre el Ana y el Barraeca), la muralla, el dique del Guadiana, el pórtico del Foro Local con el llamado Templo de Diana, el posible nymphaeum, o castellum aquae, junto al acueducto de Los Milagros, el circo y, por supuesto, no podían faltar el conjunto formado por el Teatro-Peristilo y el Anfiteatro.

El desarrollo de la investigación, en particular del teatro, dio la razón al planteamiento inicial hasta el punto de comprobar que más allá de lo primeramente pensado, el teatro acredita una vitalidad como edificio muy intensa, con una compleja sucesión de fases constructivas y remodelaciones que lo convertían en una de las pruebas materiales de la propia vitalidad de la ciudad, sobre todo en su dimensión oficial.

Una vez realizada la toma de datos, se puso de relieve que la amplitud de los mismos excedía con mucho los límites convenientes de una Tesis, por lo que optamos por considerar únicamente en este estudio dos de los monumentos más emblemáticos de la ciudad: el teatro y el anfiteatro. Estos poseen suficiente entidad por sí mismos, pero considerados en conjunto nos dan una serie de pautas básicas para el conocimiento de la arquitectura de la ciudad y de su vitalidad en tanto que representan centros donde se desarrollan importantes facetas de la vida oficial de la colonia.

La investigación del anfiteatro también ha desvelado importantísimas páginas de la historia de la ciudad, concretamente de su desarrollo urbanístico, que estaban prácticamente olvidadas. Al igual que en el vecino teatro, también aquí se han puesto de relieve una serie de fases constructivas que, a la postre, no son sino el trasunto de la vida socio-política de la capital de Lusitania. Somos conscientes de que, como en toda labor humana, este trabajo tiene sus deficiencias. Sin embargo, creemos sinceramente que, grosso modo, hemos cumplido con el objetivo del trabajo: partir del estudio de los elementos constructivos como primer escalón, para llegar a pergeñar la historia del monumento desde que se levanto hasta nuestros días y, desde ahí, trascender al fin último: un humilde acercamiento a la Historia de Augusta Emerita desde la perspectiva del análisis arquitectónico con el constante refrendo arqueológico.

Tras centrar nuestra investigación en este conjunto ciudadano, procedimos a completar la toma de datos hasta hacerla absolutamente exhaustiva. De esta manera, se pretendía profundizar en algo que comenzábamos a columbrar: la menuda historia de los edificios no era sino el reflejo o trasunto de la Historia de Emerita Augusta. Efectivamente, iniciábamos nuestra andadura con una hipótesis o planteamiento previo: poner de manifiesto que tanto el teatro como el anfiteatro poseían una historia muy intensa que debía reflejarse en varias reformas y/o transformaciones. Del mismo modo, nos impusimos como punto de partida abstraernos de los datos aportados por la Epigrafía para ambos edificios y atender única y exclusivamente al hecho arqueológico y arquitectónico. En suma, pretendíamos poner de relieve, una vez más, que la Ciencia siempre había admitido sin ninguna prevención el resultado, un tanto superficial, del acercamiento a los edificios basado casi únicamente en los datos aportados por la Epigrafía y/o las Fuentes, en caso de haberlas. No se tenía en consideración que los edificios son organismos cuya vitalidad es el fiel reflejo de los avatares de una sociedad durante un dilatado periodo temporal. De esta manera, al no considerar este aspecto, se daban por firmes conclusiones, generalmente de carácter cronológico, que habían sido obtenidas con un débil respaldo.

I.2. METODOLOGÍA EMPLEADA. Para acometer este tipo de investigación era necesario poner a punto un nuevo sistema de trabajo, lo más sistemático posible, que permitiera, por un lado no desarraigar al edificio del tejido urbano, en que estaba inserto, o lo que es lo mismo, de la historia de la ciudad. Por otro, se pretendía realizar un intenso análisis formal. Todo esto podía ser resuelto mediante el empleo de una ficha de campo que permitiera recoger todos los datos susceptibles de ser mensurados así como valorar y objetivar otros de difícil tratamiento. En este sentido ya existían precedentes metodológicos como los creados y aplicados por Roldán Gómez para el estudio del Opus Testaceum (1987), cuya ficha de trabajo fue posteriormente reformada y puesta a

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Rosalía María Durán Cabello

punto para el Proyecto de Investigación dirigido por Bendala3, en la que se trata de hacer una encuesta a cualquier organismo arquitectónico de manera que no quede ningún aspecto sin recoger. También eran conocidos los ensayos metodológicos orientados al estudio de las tejas, llevados a cabo por Bermúdez Medel ([1985] 1987), concretamente de las halladas en la necrópolis paleocristiana de Tarragona, pero que dado lo específico del tema no eran aplicables a los objetivos de nuestro trabajo.

edificio. Debemos avisar que todas las medidas recogidas en cada punto así como su tratamiento estadístico y los resultados de él obtenidos, pueden ser consultados en el Apéndice Estadístico y en el CD-Rom Fichas Estadísticas, que acompaña a esta Tesis. Hay que subrayar lo primordial que resulta para este tipo de trabajos el análisis formal tradicional. Efectivamente, la descripción visual de los distintos paramentos que configuran el organismo arquitectónico considerados primero individualmente y, luego, como partícipes del conjunto, aporta una ayuda básica y fundamental para la comprensión del monumento y su evolución. Puede decirse, sin temor a exagerar, que una vez que se ha enseñado a la vista a diseccionar y estudiar paramentos, cualquier edificio habla por sí solo y, en buenas condiciones de conservación, puede "responder" a casi todas las preguntas que seamos capaces de formularle. Todo esto conlleva un nuevo entendimiento del edificio, que no queda reducido a lo meramente material -el ladrillo, el sillar- sino que se amplía y trasciende su significado hasta quedar imbricado en la historia de la ciudad por la cantidad de datos que de él se extraen, hecho este que antes era completamente inimaginable.

La ficha de campo que manejamos es, en esencia, la aplicada durante el Proyecto de Investigación arriba mencionado. Parte de aspectos genéricos tales como la localización: el edificio que se estudia, la técnica constructiva que se emplea, la naturaleza de los elementos constructivos allí presentes, el punto o número de orden de estudio dentro del edificio, el paramento a que corresponde. A diferencia con aquella, en ésta hemos considerado necesario especificar ni el yacimiento de que se trata, ni la provincia a que pertenecía, ya que al tratarse dos monumentos muy concretos podría ser excesivamente reiterativo. Otro aspecto que se contempla es el referido al estado de conservación que muestra el paramento que es objeto de estudio y si tiene o no restauraciones; en caso de que las tenga, es necesario describir cómo son estas y tratar de aportar datos referidos a la época en que se hicieron y el responsable de ellas. Esta es una innovación que hemos realizado a la ficha tipo y viene impelida por las circunstancias tan particulares del caso emeritense y, de manera más específica, del teatro y del anfiteatro. Se convirtió este en un nuevo objetivo del trabajo: especificar y cuantificar todos los puntos restaurados, los criterios seguidos, el estado actual de dichas actuaciones, etc. De esta manera cualquier investigador que se enfrente nuevamente al teatro y al anfiteatro, pueda distinguir fácilmente las partes originales de las restauraciones miméticas.

Así pues, aplicando esta metodología podemos ser capaces de aclarar episodios de la historia de Augusta Emerita, que eran poco o nada conocidos, a través del estudio de su arquitectura. En la ficha de campo se reflejó un apartado destinado a la toma de muestras de los materiales de construcción para su posterior análisis en laboratorio. Con esta recogida de muestras se pretendía, sobre todo, documentar si existían diferencias en la composición de las arcillas que permitiesen establecer si los ladrillos o tejas eran fruto de una producción local o de comercio. También se apuntaba una interesante vía encaminada a comprobar si se realizaban diferentes mezclas en el hormigón, dentro de un mismo edificio, que permitiesen -a partir de dichos análisis- comprobar una finalidad diferente: servir de cimentación o configurar la parte más aérea de un edificio. En el primer supuesto, el de las arcillas, la toma de muestras no ha sido problemática pero en el caso de los hormigones, debía practicarse una extracción de tipo probeta, mediante el uso de una broca bastante sofisticada que era prácticamente inviable de aplicar en el trabajo de campo por dificultades técnicas casi insalvables: a la fragilidad de ciertas partes del aparato extractor así como el complejo sistema de fijación que, además, dañaba al monumento, había que añadir la falta de potencia que tenía al ser utilizado con motor de gasolina ante la imposibilidad de llevar un equipo autónomo eléctrico, etc. Así pues, sólo ha sido posible conocer los componentes de los morteros y las argamasas, las arcillas y el signinum. En mucho casos, también se han sometido a análisis para su

Un tercer apartado hace referencia a la posible documentación gráfica que sobre cada punto de estudio concreto puede existir: fotografías en b/n, color y/o diapositivas, planos y figuras. De esta manera, podemos conocer toda la información de que disponemos sobre ese punto en el aspecto visual. El último apartado es el que se dedica a la descripción del paramento. En él hay dos aspectos: uno que podría denominarse como el de la "disciplina de las medidas", que es el que permite objetivar y cuantificar lo que deducimos del segundo, que se dedica a la observación detenida del paramento por sí mismo para, una vez diseccionado y comprendido, relacionarlo con los paramentos colindantes e imbricarlo con el resto del

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El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita

correcta identificación, piedras. Sin embargo, la inviabilidad de extraer probetas de los operus caementicius no ha permitido realizar el estudio que nos proponíamos.

poseemos, deducidas por métodos arqueológicos: están fuertemente distorsionados y dan una antigüedad inconcebible, en algunos casos. Esto es debido, fundamentalmente, a la presencia del granito. Esta roca tiene una gran radiación y al estar en las inmediaciones de las zonas donde se han extraído las muestras las ha contaminado y de ahí se explica que aparezcan con una antigüedad tan marcada. Sabiendo cuál es el problema que plantea este método, confiamos que, en un futuro no muy lejano, se puedan repetir las pruebas teniendo en cuenta estos factores (Blasco Bosqued et alii, 1993, 239-254).

Los análisis a que han sido sometidas las muestras son de dos tipos: uno encaminado a distinguir los diversos componentes mineralógicos de las arcillas cocidas, para lo que se utilizó la Difracción por Rayos-X (DRX) y la Lámina Delgada; estos análisis han sido realizados en el marco de un convenio establecido entre el Proyecto de Investigación y el Departamento de Geología y Geoquímica de la Universidad Autónoma de Madrid, bajo la dirección de la Dra. García Jiménez4. El otro tipo de análisis, aún en fase experimental, está destinado a poder datar la época de la cocción de las arcillas, a través de un sistema basado en la Termoluminiscencia (TL). También se realiza gracias a un Proyecto de Investigación, subvencionado por la C.I.C.Y.T., dirigido en su faceta de Ciencias por el Dr. Calderón, del Departamento de Geología y Geoquímica, área de Física Aplicada de la Universidad Autónoma de Madrid, y en el área Arqueológica, por la Dra. Blasco Bosqued, del Departamento de Prehistoria y Arqueología de la misma Universidad. La Termoluminiscencia consiste en la medición de la pérdida de radiación de las arcillas tras su fase de cocción. Este descenso de radiactividad puede ser mensurado y a partir de dicho dato se puede calcular cuanto tiempo lleva en la nueva situación (cocida). Los resultados obtenidos por las dos vías son diversos.

Por último, dentro de este apartado referido a la metodología, debemos subrayar que no hemos podido realizar ninguna excavación en los monumentos sometidos a estudio por no haber tenido oportunidad para ello. Hubiera sido deseable poder practicar dos o tres sondeos estratigráficos que aportasen un apoyo más a nuestra argumentación. A falta de estas excavaciones propias, hemos recurrido a los resultados de las ajenas, reinterpretando, en algunos casos, los datos que en ellas se aportan. No descartamos, sin embargo, que en un futuro, esperemos que tampoco muy lejano, podamos confirmar, mediante excavación arqueológica, todos los resultados que hemos obtenido mediante el estudio de las técnicas constructivas y el análisis arquitectónico, refrendado en muchos casos por antiguos sondeos. I.3. ALGUNAS MONUMENTOS.

Con respecto a los datos aportados por los estudios de DRX, conocemos los componentes de las arcillas y son idénticos en casi todas las muestras excepto si se han visto contaminadas con yeso, por ejemplo. La presencia de calcita sólo refleja una cocción a una temperatura inferior a 800o que es su punto de transformación; si aparece caolinita significa que el horno superó los 500o y si fueron más de 600o documentaremos filosilicatos. Así pues, estos datos por sí solos no aportan nada para el tipo de estudio que queremos llevar a cabo, por lo que hemos considerado innecesario aportar unos datos poco expresivos que no reflejan ningún aspecto fundamental de la técnica constructiva de los edificios. No obstante, seguiremos experimentando en este sentido en busca de un sistema más ilustrativo de la finalidad que perseguimos.

NOTAS HISTORIOGRÁFICAS SOBRE LOS

El teatro y el anfiteatro de Mérida han llamado la atención de viajeros y eruditos desde tiempos bien remotos. Gracias al interés que suscitaron, poseemos en la actualidad una serie de noticias, descripciones y grabados que se han ido acumulando a lo largo de la historia y que permiten, en cierto modo, reconocer como estos monumentos cambiaban su aspecto por la intervención humana y por la incuria del tiempo. Sin embargo, no se pretende hacer aquí un recorrido exhaustivo a lo largo de la historiografía de ambos edificios -que, por otro lado, siempre ha corrido pareja- sino destacar lo más curioso e interesante de aquélla, de manera que seamos capaces de esbozar con claridad como ha ido evolucionando el conocimiento sobre dichos monumentos. Si comenzamos por los autores musulmanes, observamos que más que una descripción detallada sobre el teatro y el anfiteatro lo que aportan son datos generales a cerca de la ciudad y, como no, de sus portentosas ruinas.

El otro tipo de análisis, el de TL, tampoco ha dado mejores resultados. Por tratarse de una técnica completamente experimental en fase de ajuste, ofrece prometedoras expectativas en un futuro no muy lejano serán de gran ayuda para el estudio de la arquitectura del ladrillo. En el caso de Mérida, hemos aplicado el nuevo método tanto en el teatro como en el anfiteatro así como en el acueducto de Los Milagros. Los datos obtenidos no se corresponden con las dataciones relativas que

El siglo XII. Las primeras referencias con que contamos pertenecen a los comentarios del famoso geógrafo Al-Idrisi, concretamente en su obra Recreo de quien desea recorrer el mundo. En ella se refiere de manera muy genérica a todas las ruinas romanas de la ciudad sin detenerse en más. Dicha obra fue concluida a

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Rosalía María Durán Cabello

mediados del s. XII, concretamente en 1154. Sabemos que siglos después, ya en el s. XVI, fue hecha compendiar por los Médicis, en 1592 (Álvarez Sáenz de Buruaga, 1958, 564-565).

naumaquia, se celebraban los juegos circenses, curules y navales. Ese gran arco que se alza en medio de la ciudad y que el pueblo llama sin fundamento arco del triunfo, fue en otro tiempo el monumento de un ilustre ciudadano, pero los años borraron su nombre, su patria y su linaje."

El siglo XIV. Las noticias de este siglo también poseen un carácter muy general, casi difuso. Las notas que sobre Mérida aporta, el también escritor musulmán, Ismael Imad-ab-Din-al-Ayubi, más conocido como Abulfeda. En su libro, Takaim-al-boldan, se refiere a las construcciones de la ciudad a las que sitúa erróneamente en época de César, aunque es de alabar su vocación de historiador. Conoció la Mérida del s. XIV (Álvarez Sáenz de Buruaga, 1958, 565).

Tras su lectura se puede ver que Nebrija se muestra un excelente conocedor de la Antigüedad y, como muy bien subraya Álvarez Sáenz de Buruaga, identifica sin confusión el anfiteatro y el teatro, sin llamar al primero "naumachia", como sucederá casi hasta época de Mélida (Álvarez Sáenz de Buruaga, 1950, 9).

El siglo XV. Tenemos más noticias, aunque no concretas, en las crónicas de León de Rosmithal de Blatna, que datan del s. XV. En ellas se vuelve a hacer referencia genérica a las ruinas de la ciudad y este habla de que Roma creó y destruyó varias veces Mérida. Lo que a simple vista puede parecer un comentario fácil y un tanto fantasioso, puede que nos esté indicando una apreciación visual del viajero al comprobar la vitalidad que tuvo la ciudad romana que contrastaría bastante con lo que sucedía en su época (García Mercadal, 1952, 980).

Es muy interesante ver cómo en muchos casos los edificios ya habían sido desprovistos de sus revestimientos: mármoles y sillares, lo que da idea del estado de abandono en que se hallaban. En definitiva, los versos de Nebrija se adelantan en casi dos siglos a los de Rodrigo Caro sobre Itálica y son un alarde de conocimiento de la arquitectura romana. El siglo XVI. Los siguientes datos que conocemos se sitúan en 1526, año en el que Micer Andrés de Navagero, embajador de la República de Venecia en la corte del emperador Carlos V, se refiere a Mérida y sus ruinas en dos "cartas" así como en una suerte de "diario de viaje". Esto último resulta particularmente sorprendente, ya que sabemos que Micer Andrés nunca visitó Emerita. No obstante, debió recurrir -probablemente- a las noticias aportadas por otros viajeros y eruditos y, basándose en ellas, hizo sus escritos. En ellos demuestra que conocía la existencia del teatro y del anfiteatro así como el circo y los "varios" acueductos que poseía la ciudad (Álvarez Sáenz de Buruaga, 1958, 569).

Mención especial requieren los versos de Antonio de Nebrija inspirados en las ruinas de Mérida y que tituló De Emerita Restituta. No se conoce la fecha exacta en que la escribió aunque sí sabemos que fue anterior a 1491, año en que fue publicada por el bachiller Vivanco en Salamanca (Álvarez Sáenz de Buruaga, 1950, 8). Como muy bien señala Álvarez Sáenz de Buruaga, Nebrija se muestra como un auténtico conocedor del solar emeritense e incluso llegó a realizar estudios en el circo investigando sobre el tamaño del antiguo pie hispano. Por su interés, reproducimos aquí la traducción del poema de Nebrija:

Pocos años después, en 1542, el viajero portugués Gaspar de Barreiros visitó Mérida. Todas sus impresiones quedaron recogidas en su libro Chorographia editado en Coimbra en 1561. En él dedica a Emerita todo un capítulo, por lo que aporta una información considerable y de gran interés. Por ejemplo, gracias a él conocemos que los emeritenses denominaban al teatro como "Las Siete Sillas", nombre éste que hacía referencia a una realidad material pero que fue arropada con elementos de leyenda. Así el número siete, además de mágico, puede estar haciendo referencia a los cunei de la summa cavea que quedaban inhiestos sobresaliendo del terreno. Respecto a denominarlos como sillas, puede ser porque su función era la de asientos y ellos la reinterpretaron como sedes para otros tantos "reyes moros" -muy vinculados a la historia de la ciudad(Álvarez Sáenz de Buruaga, 1982, 303). También nos proporciona una panorámica de cómo se encontraba el solar del teatro, diciéndonos que estaba el terreno acotado por tapiales, parcelado y sembrado con legumbres y

"Todo se muda con el tiempo y perece con los años. ¿Qué estabilidad tienen las cosas humanas?. Aquí donde está ahora Mérida estuvo en otro tiempo la famosa Emerita, que dio Augusto en premio a sus soldados para que la poblaran. Estas despedazadas moles que ves y estos cimientos en que ha desaparecido la argamasa, pero no la forma circular, eran el anfiteatro donde el pueblo y el Senado presenciaban las luchas de los gladiadores. Aquí donde está ahora el podio y las gradas y las tribunas estuvo en otro tiempo la escena conocida de trágicos y cómicos, donde se representaban las farsas del teatro. Aquí donde se alza este pórtico con sus altas columnas, corroídas y desgastadas por las inclemencias del tiempo, estuvo el palacio de la Curia, donde el Senado daba leyes a la plebe y le comunicaba sus mandatos. Aquí donde está ahora el circo, con su suelo de mosaico, en esos dos estadios que ves y en esa

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El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita

melones. Junto a esta visión hace referencias al teatro del que habla de sus "muy grandes y soberbias piedras de cantería labrada, que dan a la forma fortaleza y majestad". Con respecto al anfiteatro, apenas si hace mención del mismo e introduce un error que se irá transmitiendo de unos a otros autores a través del tiempo: lo denomina como naumachia. Se refiere a él como al Coliseo, todo recrecido en arquerías, así que su inexactitud es notoria. También hace descripción del puente sobre el Guadiana, cataloga como romano-visigoda la Alcazaba, y no olvida mencionar los acueductos de San Lázaro y Los Milagros (García Mercadal, 1952, 962).

"amphiteatro". Una vez aclarado este extremo, la descripción de Moreno de Vargas se hace mucho más comprensible (Gómez Bravo, [1638], 1989, 7; Álvarez Martínez, 1989, 175). El siglo XVIII. Supone un notable incremento de noticias, planos y grabados que nos han llegado hasta nuestros días. Por un lado poseemos las impresiones que a modo de cartas, transmitió Antonio Ponz en su Viaje por España. Efectivamente, en el tomo octavo de la segunda edición, concretamente en su cuarta carta, describe todas las antigüedades emeritenses. Se refiere brevemente al teatro, especificando su ubicación, las partes en que está dividido así como las que de él son visibles. Con respecto a su fábrica se expresa así "su construcción es solidísima de piedras cuadradas" (Ponz, [1784], 119-1206). Nombra también el anfiteatro refiriéndose a él como naumaquia.

A finales del s. XVI, concretamente entre 1593 y 1594, Camilo Borghese, fue nuncio del Papa Clemente VIII en la corte de Felipe II. Aunque no viajó fuera de Madrid, hizo el encargo de realizar una especie de guía para el viajero, que lleva por título Descripción del camino de Irún para Madrid y Portugal. En dicho escrito se aconseja al forastero que emprenda el viaje que a su paso por Mérida visite "las siete sillas" o teatro romano, el "coliseo" así como el arco triunfal (Álvarez Sáenz de Buruaga, 1958, 572-573).

También del s. XVIII poseemos una serie de planos que corresponden a unas excavaciones que realizó Manuel de Villena y Mosiño, por encargo del gobierno portugués, según Macías Liáñez (1929) pero tras otras pesquisas resultó ser español (Guillén Tato, 1935, 224). Este tal Villena fue alférez de fragata de la Real Armada e impartía dibujo en la Real Compañía de Caballeros Guardias Marinas de Cartagena. En 1786 dejó la Armada y tomó los hábitos. En esta su nueva situación, obtuvo cierta prebenda en la Catedral de Cuenca. Es durante dicho periodo cuando excavó y levantó los planos y dibujos de las ruinas emeritenses. Así, en 1791 realizó una colección de planos lavados en colores. En ellos aparece: el arco de Trajano, el templo de Diana, las aras del actual monumento a Santa Eulalia, un capitel de pilastra de orden corintio procedente de una excavación practicada en la calle Holguín -Orguin en el plano-. Levantó planta, alzado y varias secciones del teatro, al que se refiere como "amphiteatro o teatro"; en la narración habla de cómo halló, al menos, uno de los dinteles que coronaban los parodoi con la inscripción de Agripa sobre "un hermoso betún blanco", así como restos diversos de arquitrabes y placas de mármol, en general (Guillén Tato, 1935, 227228, lám. IV, fig. 7). Con respecto al anfiteatro, se refiere a él como "naumaquia" y alude a su rareza dentro de los monumentos y restos de la Antigüedad que se conocían en España. Expresa su opinión de que debía servir de escuela militar donde se ejecutarían ejercicios navales. En la misma leyenda aporta datos de valiosísimo interés para nuestro estudio: la existencia de conducciones de agua que llegaban al anfiteatro. Dice así: "(...) Vista y perfil. en el hay descubierto dies caños, los que / servían para llenar la Naumaquia del Agua q. p.ª este fin / la condusian de destintas partes. Primeramen.te del chorrillo / sitio junto a la Guadiana, donde sevén Vestigios de un Edi/ficio, que al parezer servía p.ª subir el Agua de Dho Rio; / porque en aquella altura, junto donde estava la Ermita de / Sn. Albin, sevé argamasados como de

El siglo XVII. Destaca con la presencia de una de las figuras clave para el conocimiento de Mérida: Bernabé Moreno de Vargas. Este ilustre emeritense publicó su obra Historia de la Ciudad de Mérida en 1633. En ella realiza una descripción del teatro, aunque para él era anfiteatro, y repite la errónea denominación que le diera Barreiros y se refiere a él como Naumaquia. A pesar de confundir el teatro con el anfiteatro, enumera bastantes detalles constructivos del teatro que era posible ver en esa época: destaca lo sensacional de sus bóvedas y, en general, la robustez de la construcción (Moreno de Vargas, [1633], 1987, 81-82). Debemos destacar, por aquello de seguir configurando el aspecto que ofrecía el monumento a través de los años, que el teatro -y quizá el anfiteatro- se encontraba en un predio de su propiedad y que él lo cedió a la villa para explotarlo como cantera para reconstruir el gran puente sobre el Guadiana, destruido tras la gran avenida acontecida en 1603 (Álvarez Sáenz de Buruaga, 1981, 28). Sabemos que pocos años después, concretamente en 1.677, en las Ordenanzas Municipales, en su Título 43, se prohíbe que "se saque cantería de lo visto ni que se excave para extraerla" (Álvarez Sáenz de Buruaga, 1981, 28). Estamos pues ante la primera medida protectora del Ayuntamiento de la Ciudad para sus monumentos. Para subsanar los muchos errores que había vertido sobre la Historia de Mérida Moreno de Vargas, el erudito -también emeritense y beneficiado de la Catedral de Sevilla- Juan Gómez Bravo escribe una obrita que tituló Advertencias a la Historia de Mérida. Esta se publicó en Florencia, en 1638. De todas las correcciones que realiza, quizá la que más nos interesa es que deshace el equívoco que tenía Moreno de Vargas al llamar al teatro

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Estanque p.ª recebirla / como tambien lo confirma, ó hase parezer, la cañeria, q. / va sobre la Antigua Muralla, desde este sitio, hasta la / Naumaquia: asi mismo, otra destinta Cañeria, que / viene dl sitio llamado Borbullon dos, y media Legs, distan/te, de hermosa construcion, cubierta de Bovedas de manpos/teria, de estrecho, á estrecho, con sus estribos, p.ª mayor consistencia, ultimam.te, la que venia del valle de Maripe/res, dos leguas hasta rabo de Buey, subterránea, y desde alli / por Arcos de Ermosa Canteria, de la cual nó existe mas q / dos Arcos llamados vulgarm.te Milagros de Sn. Lazaro de cuja / Agua en el dia abastece la ciudad, por arcos modernos, formados la mayor parte de ellos, sobre los cimientos antiguos / ademas de estos diez caños señalados con las letras A.B.C.D./E.F.G.H.I.K. se encuentran Otros, q' nos haze ver se llenava / hasta la superficie, y de ali ariba, gradas, p.ª los Espectador.s / no puede comprehender el modo, conque concluia, esta a/preciable Reliquia de la Antiguidad" (Gillén Tato, 1935, 226, lám. II, fig. 3). A la vista del texto, queda de manifiesto que es posible que Cornalvo surtiera de agua al anfiteatro, ya que en el resto de la descripción muestra bastante confusión7.

En su escrito, Forner se muestra muy impresionado por "su fábrica de grandes y soberbias piedras de cantería labradas con bastante primor" (Forner, 1893, 27). Por último, menciona el saqueo del teatro para reconstruir el puente del Guadiana y aunque, según él, se sostiene que es obra de Trajano, él cree que es anterior. Con respecto al anfiteatro, Forner se refiere a él como Naumaquia. De ella destaca su figura que es oval y que está "rodeada de fuertes muros de argamasa sin ningún adorno de piedras de sillería. No manifiesta haber tenido arcos como dice Barreiros, sino aquellos que servían de bóvedas a las puertas. Las ruinas que se descubre claramente manifiestan que su fábrica fue continuada sin arcos desde la plaza o suelo hasta lo más elevado (...)" (Forner, 1893, 28). Habla de que el estanque de la arena se llenaría por el canal que venía de la parte de Oriente de la ciudad (San Lázaro). En definitiva, la época de la Ilustración se revela como un periodo de gran interés por las ruinas emeritenses, como lo demuestran las excavaciones que conocemos que se realizaron y todos los escritos a que hemos aludido. No podemos dejar de mencionar que ya durante el reinado de Carlos III, se dan normas para que se vele por los restos del teatro (Álvarez Sáenz de Buruaga, 1981, 29).

El Padre Flórez también se refirió a Mérida en el tomo XIII de su conocida obra España Sagrada. Todos los datos que expresa, están tomados directamente de la Chorographia de Barreiros, con lo que repite sus mismos errores.

Debemos apuntar, por último, que en este siglo se utilizó el espacio delimitado por el graderío del teatro como plaza de toros. Efectivamente, en 1779 tuvo lugar allí una corrida, según atestigua un cartel de seda (Mélida Alinari, 1915, 4).

También en el s. XVIII redactó su obra Agustín Forner y Segarra, titulada Antigüedades de Mérida, aunque no vio la luz hasta casi un siglo después, concretamente, 1857 y fue reeditada en 1893. En esta obra, Forner vuelve a incidir en el error de Moreno de Vargas al llamar al teatro anfiteatro. También pone en evidencia al Padre Flórez por copiar, sin más, las inexactitudes vertidas anteriormente por Gaspar Barreiros. Forner da cuenta de unas excavaciones que se llevaron a cabo también en esta época. Efectivamente, fueron encargadas por la Corte de Madrid a mediados del s. XVIII a la Real Academia de la Historia, quien, a su vez, comisiona a D. Luís José Velázquez -Marqués de Valdeflores- y a Pérez Bayer, para que "demostraran todo el cuerpo principal del teatro, desde sus puertas hasta lo más alto de sus fábricas" (Forner y Segarra, 1893, 25). En el transcurso de los trabajos se sacaron a la luz las entradas de la crypta y todas las salidas de ésta al graderío así como los vomitoria de bajada a ima cavea. También estaban al descubierto -al menos parcialmente- los accesos de los parodoi por la fachada principal. Sabemos que Pérez Bayer, contradijo a Barreiros por la denominación de Naumaquia al anfiteatro, diciendo que no cabe duda de que se trataba de lo segundo, según revela "su figura oval como los (anfiteatros) de Santiponce y Verona" (Ceán Bermúdez, 1832, 388).

El siglo XIX. A lo largo de esta centuria se produce un notable incremento del interés de los eruditos y estudiosos por las ruinas emeritenses, que se traduce en un alto número de publicaciones. En estas se pueden distinguir las de carácter genérico y las más especializadas; del mismo modo, comienza a poder establecerse dos grupos entre los investigadores nacionales y los extranjeros. Para comenzar destacaremos que en 1807, concretamente en orden del 13 de febrero, el rey Carlos IV se expresa en términos de que la Justicia debe velar para que no se maltraten y se auxilien "esos preciosos restos de la Antigüedad" (Álvarez Sáenz de Buruaga, 1981, 29). Nos hallamos por tanto ante una decidida medida de protección del Patrimonio Histórico-Artístico. Una de las primeras menciones de Mérida que se hacen en este siglo se halla en la obra de Ceán Bermúdez, que data de 1.832, Sumario de las antigüedades romanas que hay en España. Este, además de repetir el nombre de "Siete Sillas", hace una descripción muy sucinta del

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teatro, donde se repite el número de puertas que tenía, los sectores del graderío así como unas cuantas medidas. No hace referencia alguna a cuestiones estrictamente constructivas. Con respecto al anfiteatro, son bastante confusos los datos que da y se basa fundamentalmente en Barreiros. Reprocha a Pérez Bayer que diga que se trata de un anfiteatro cuando es evidente que se trata de una naumaquia. Para corroborar el aserto hace una complicada descripción de la cantidad de caños que surtían al monumento. Dice que el principal se hallaba por oriente, cerca de la naumaquia y no era tan suntuoso como lo pretendía Barreiros y sigue "Aquí se repartía el agua por otros canales interiores que rodeaban la tercera precinción, y de ellos pasaba por otros conductos, á los caños que se descubren en todas las gradas hasta el fondo del edificio8. Se ven además los vestigios de algunos estanques en la parte exterior, y ácia el norte, occidente y sur, en los cuales se recogía el agua, que iba después repartiéndose por los canales interiores á los caños de dentro. La fábrica de este espectáculo era toda de fuerte argamasa" (Ceán Bermúdez, 1832, 388). Parece fuera de duda que no están bien diferenciadas las ruinas romanas de otras posibles ruinas, fruto, quizá, de habitaciones subsidiarias.

De gran valor es el trabajo monográfico de Rodrigo Amador de los Ríos y Villalta, publicado en 1880, que se ciñe en exclusiva al estudio del teatro. En dicho escrito reproduce las descripciones de Barreiros y de Fernández y Pérez. Enumera los elementos del teatro: puertas, gradas, caveas, inscripciones y se maravilla de "la dura y sólida argamasa que unía los sillares" (1880, 502). Llama la atención, sin embargo, su creencia de que el teatro se encontraba incompleto, a falta de la fachada trasera. Creemos que esto puede estar relacionado con la observación del núcleo de hormigón descarnado del ángulo oeste. De fundamental interés para la investigación actual es el grabado que acompaña al artículo, realizado por Camacho sobre un dibujo de Arredondo. La fidelidad con el modelo es muy notable y en él se pone de manifiesto que las bóvedas de los vomitoria de acceso a media et summa caveae estaban aparejadas en ladrillo en sus tramos superiores. Es, por tanto, de fundamental importancia dado que actualmente apenas quedan vestigios de ellos. En 1894, ve la luz la obra de Pedro Mª Plano y García, Ampliaciones a la Historia de Mérida, para volverse a editar un año más tarde. En ella se hace eco, como buen conocedor del patrimonio emeritense, de la historia y estado de los distintos monumentos. El teatro lo describe con bastante detenimiento, enumerando sus diferentes elementos y proporciona información acerca del saqueo a que fue sometido para la reconstrucción del puente; dice que por esta causa quedó destruido el tercer sector del graderío y parte del segundo se vio muy afectado. En su calidad de alcalde de Mérida, erigió el monumento a Santa Eulalia sobre las aras y la inscripción del Templo a la Concordia augusta (1894, 17-18). Llevado por su interés arqueológico, en 1888 consiguió permiso y subvención del municipio para poder descombrar el teatro y el anfiteatro. En el primero descubrió parte de las fachadas principales y en el otro, comenzó a descubrir parte del vomitorio norte. Entre los restos que rescató del teatro se encuentran cornisas de mármol que fueron depositadas en el Museo de la ciudad . Al poco de iniciar estos trabajos, Plano fue vetado por el vicepresidente de la Subcomisión de Monumentos de Mérida, por lo que se vio obligado a abandonar las excavaciones.

En 1857, Gregorio Fernández y Pérez, publica un libro sobre Historia de las Antigüedades de Mérida. Los datos que aporta sobre el teatro y el anfiteatro son de lo más confuso. En el caso del teatro, no acaba de decidirse por la denominación: no sabe si se trata de un teatro o de un anfiteatro. Enumera los graderíos, el número de gradas, de puertas, da medidas. Explica el porqué de las Siete Sillas, por la desaparición de las bóvedas de los vomitoria de subida a media et summa caveae. Describe con escasa precisión y alude profusamente a las excavaciones practicadas por Manuel de Villena Mosiño. Entre los restos que dice que éste encontró habla de salones con fuentes y estatuas (1857, 42-44). Respecto al anfiteatro, dice que es una naumaquia y según su explicación parece aclararse que las "famosas cañerías" no son otra cosa que los vomitorios del edificio por que dice "En el día existen aún algunos de ellos, y por la distancia y colocación que estos guardan, se conoce que debía haber dieciocho en todo el círculo9" (1857, 40). Apunta, un dato bastante interesante, ya puesto de relieve por Villena y este es de que en la "naumaquia" confluían las aguas de las cañerías del Borbollón y de San Lázaro.

Hasta ahora sólo nos hemos referido a estudiosos españoles, pero como ya se avanzó, en el s. XIX comienza a despertarse el interés entre los viajeros extranjeros, muy imbuidos de Romanticismo, que buscaban paisajes y monumentos acordes con sus ideas y gustos. En concreto, se trata de figuras de las artes plásticas: Gustav Doré y Alexandre de Laborde.

A mediados del siglo, concretamente en 1867, se produce un hecho de vital importancia para el desarrollo y la protección de las antigüedades emeritenses: se crea la Subcomisión de Monumentos Históricos y Artísticos de Mérida. Desde ella se emprenderán excavaciones y recuperaciones que son el germen de los trabajos emprendidos un siglo después: las excavaciones definitivas y la creación del Museo Arqueológico.

Gustav Doré realizó un viaje por España, acompañado del barón de Davillier y así se llama su obra Viaje por España (1949; 1988). La causa más probable de

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dicho viaje fue la búsqueda de inspiración para realizar sus famosas ilustraciones para El Quijote. En Mérida hizo varios dibujos, pero su valor arqueológico es muy escaso, por no decir nulo, ya que están muy en la línea romántica.

Por la misma época, otro investigador francés se ocupó del tema Raymond Lantier, concretamente del teatro. Efectivamente, tras finalizar las excavaciones -lo grueso de ellas- visitó el teatro y a raíz de este viaje escribió un artículo en donde describe de manera muy precisa la escena, de la que nos aporta datos fundamentales para su conocimiento, ya que tras las diversas restauraciones es ya imposible reconocer algo original en ella. Cuenta, por ejemplo, que el muro de fondo de la escena y las dependencias de estas, eran de ladrillo sobre sillares de granito; estaba rematado con un revoco estucado con relieves blancos que destacaban sobre fondo rojo y azul (1915, 172). Tampoco olvida mencionar el saqueo del edificio bajo el reinado de Felipe III para reparar el puente.

De gran interés es la obra de Alexandre de Laborde, Voyage Pittoresque de l'Espagne, por el gran número de monumentos antiguos que estudia así como por la fidelidad de los planos y dibujos que los acompaña. Para Mérida nos interesa, concretamente, el tomo I, segunda parte (1811) y de él las láminas CLVI: "Vista de la Naumaquia y del teatro antiguo de Mérida" y CLVII: "Plano y secciones del Teatro de Mérida". Ambas son muy interesantes, pero en el caso específico del teatro, el plano no es muy exacto. Todo parece indicar que el propio Laborde hizo algún que otro sondeo en el teatro, llegando a redescubrir el dintel con la inscripción de Agripa (Paris, 1914, 398).

Recién acabada la excavación del teatro, en 1916, R. Vallois fue encargado por l'École des Hautes Études Hispaniques de recoger sus impresiones sobre el teatro. Fruto de esta visita es un artículo publicado en 1919 de incalculable valor para el investigador actual. Además de realizar una pormenorizada descripción, plantea varias cuestiones de importancia y propone soluciones para otras. Así, llama la atención sobre el rebajamiento del suelo de la orchestra (1919, 205); como ya señalara Lantier, vuelve a incidir en el adosamiento y no trabazón entre el podium de la scaenae frons donde reposa la columnata (1919, 208) y subraya que el proscaenium actual es fruto de una reforma, quizá contemporánea al rebaje de la orchestra, mientras que la originaria estuvo detrás del hemiciclo y no tapaba parte de las pilastras de los parodoi (1919, 207). También resuelve el tránsito de la bóveda de cañón de los aditus al dintel de la inscripción sobre la orchestra. La solución la halla en una serie de dovelas trabajadas para recibir una platabanda y desde esta apoyaría una bóveda plana o cubrimiento adintelado en pendiente sobre el que se instalarían las gradas (1919, 193-203, fig. 3, 4 y 9). Visto lo expuesto, queda claro que este artículo es básico para entender muchos detalles hoy incomprensibles, tras las restauraciones, o ya desaparecidos.

El siglo XX. En nuestro siglo se multiplica el número de estudiosos que se ocupan del monumento. Dada la abundancia de publicaciones, debemos hacer una doble división atendiendo por un lado a la nacionalidad de los investigadores y, por otro, a una cesura cronológica que hemos fijado en lo editado antes y durante las excavaciones oficiales del conjunto monumental y las que se produjeron con posterioridad a los trabajos. Respecto a los estudiosos extranjeros, vemos que todos ellos fueron ilustres hispanistas y son figuras míticas dentro del mundo de la Arqueología peninsular. Comenzaremos por los autores germanos, así el prestigioso epigrafista Hübner, redactó para la Real Enciclopedye Pauly Wisova, la voz "Mérida", en 1905, en donde describe los principales monumentos de la ciudad entre los que no faltan ni el teatro ni el anfiteatro. Poco después, con motivo del inicio de las excavaciones el investigador galo Pierre Paris publica varias noticias -resúmenes- de los resultados parciales de las Memorias de Excavación de Mélida. En el primer artículo, de 1912, se desprende un cierto desinterés o una insuficiente valoración del monumento, que rápidamente desaparece en las siguientes publicaciones. Así en la de 1914 alude a lo suntuoso de la escena, a la construcción de Agripa y a la terminación y restauración con Trajano y Adriano; también se refiere a sus mármoles y esculturas, a la restauración acometida en época de Constantino I y sus hijos así como en lo complicado de deslindar unas fases constructivas de otras. Posteriormente, en 1921, escribe Paris un artículo en el que trata de las antigüedades de Mérida. Se refiere al teatro en los términos que acabamos de exponer. Con respecto al anfiteatro, habla de su grandiosidad, fortaleza, lo arruinado de su estado y lo poco suntuoso que es respecto al teatro.

Años más tarde, en 1929, Adolf Schulten, escribió un largo artículo sobre Mérida y sus antigüedades: Mérida. Das spanische Röm. Al referirse al teatro habla de lo bien conservado del graderío, de las inscripciones que mencionan su donación por Agripa en el 16 a.C. así como de la "famosa" reconstrucción adrianea, basada en la lectura de Hübner del epígrafe trucado. Del anfiteatro apenas dice nada salvo enumerar su puertas y demás. La lista de investigadores extranjeros del primer momento, se cierra con I. A. Richmond, quien en 1930 publica su ya clásico trabajo "The first years of Augusta Emerita". Hace una reflexión sobre la fundación de la colonia y cómo esta fue creciendo y los edificios fueron apareciendo según criterios de necesidad. Así, el teatro

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ocuparía, según él, el 7º lugar y el anfiteatro el 10º (1930, 114). Respecto al teatro no hace observaciones constructivas de interés y se muestra muy influido por la lectura de Vitruvio11 aunque hace observaciones tan brillantes como la referida a la escasez del uso del ladrillo en la cavea y confirma que los tramos superiores de las bóvedas de acceso a media et summa caveae están aparejadas en testaceum (1930, 111). Asume una datación trajano-adrianea para el frons scaenae. Sobre el anfiteatro, admite la cronología de los epígrafes y lo destaca como un "valiente trabajo de hormigón y ladrillo" (1930, 111). Y respecto a la relación de este con la muralla sólo dice que se apoya en su lienzo intramuros, sin más (1930, 107).

En 1916, además de continuar con el descubrimiento de la posescena, inició el vaciado y descubrimiento del anfiteatro. De todo esto da cuenta en sendas publicaciones (Mélida, 1916a y b). En años posteriores salieron a la luz las memorias de excavación del anfiteatro. Este comenzó a excavarse por la parte occidental y siguió descubriendo la fachada elíptica en el sentido de las agujas del reloj. Al mismo tiempo vació toda la arena y descubrió las distintas estructuras asociadas a la fossa (Mélida, 1919 y 1921). En 1920 dió por finalizada la excavación del anfiteatro. Debemos destacar que, en un segundo momento, se decidieron a descubrir el pórtico del teatro, labor que les ocupó desde 1929 a 1933, año en que murió Mélida y a comienzos del '34 desapareció Macías. Durante las excavaciones del pórtico estuvieron auxiliados por Antonio Floriano Cumbreño, quien posteriormente se hizo cargo de las mismas. Los resultados de estas fueron parcialmente dadas a conocer en una Memoria que se hacía eco de lo realizado entre 1929 y 1931 (Mélida y Macías, 1932).

Entre los investigadores españoles destacan por méritos propios los excavadores del área monumental: José Ramón Mélida Alinari y Maximiliano Macías. A la tarea de poner ambos monumentos al descubierto dedicaron casi un cuarto de siglo -24 años para ser más exactos- y en estos avatares les sorprendió la muerte. El director oficial de las excavaciones fue Mélida y el supervisor directo de los trabajos fue Macías, Secretario de la Subcomisión de Monumentos de Mérida. Colaboró con ellos en el levantamiento del primer plano del teatro D. Alfredo Pulido y para el del anfiteatro, J. López.

Entre tanto, siguieron realizando publicaciones y participaciones en congresos internacionales para dar a conocer cumplidamente a la comunidad científica los monumentos emeritenses. Destacaremos las publicaciones de Mélida, Catálogo Monumental de España. Provincia de Badajoz (1925) y su participación en el IV Congreso Internacional de Arqueología Clásica de Paris (1929,a y b) así como en obras de carácter general como Monumentos romanos de España (1925) o en su conocidísima Arqueología Clásica (1932; 1952). Macías, fue menos prolijo que Mélida, pero expuso todos sus conocimientos en la obra Mérida monumental y artística, publicada en 1913 y reeditada en 1929, en edición corregida y aumentada.

Se iniciaron los trabajos el 17 de septiembre de 1910 y se prolongaron hasta 1915, año en que se da por descombrado el hemiciclo y sus aledaños. En 1916, durante la excavación de la postscaena descubrieron lo que denominaron como "Casa-Basílica romano-cristiana", que en realidad no es sino una casa situada en las inmediaciones del teatro que nada tiene que ver con una funcionalidad cultual (Durán Cabello, [1987], 1991). El comienzo de la excavación se produjo por la esquina oeste del teatro, como todas las anteriores tentativas -era el lado más próximo a la población, entonces- y se vació de un relleno de tierras cercano a los 8m. de altura hasta el nivel del pavimento romano. Antes de empezar con las excavaciones, Mélida hizo un artículo en el que exponía la situación del monumento (Mélida, 1911a). En el mismo año, 1911, publicó varios trabajos en los que daba cumplida cuenta del comienzo de las excavaciones así como de los resultados preliminares (Mélida, 1911b, c y d).

Como resumen de los escritos de Mélida y Macías, podemos decir que ellos siempre consideraron el teatro como una obra unitaria de época de Augusto; también asumieron la reconstrucción de la escena en época de Adriano tras el supuesto incendio; igualmente reconocen restauraciones asignables a Constantino I y sus hijos en ciertos detalles relivarios de los sofitos y en la última pavimentación de la calle anular. Hay que decir, en su honor, que las descripciones del teatro son muy buenas y denotan un conocimiento del edificio encomiable.

También en 1911, Macías escribe un artículo para dar cuenta del inicio de las excavaciones y comunicar un avance de los resultados de las mismas.

Con respecto al anfiteatro, también aceptaron la cronología augustea de los epígrafes; lo consideraron como un monumento unitario, con tan solo la reforma plasmada en la ampliación central del receptáculo de la harena; no llegaron a comprender las diversas fases que se documentan en la fossa y tampoco supieron

Poco después, Mélida, en 1913, publicó el hallazgo del conjunto escultórico asociado a la escena del teatro (1913). Sin embargo, el estudio más completo ve la luz en 1915, en donde hace una descripción exhaustiva de las líneas maestras de la excavación así como del monumento y los principales hallazgos muebles del mismo.

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interpretar el problema derivado del contacto del anfiteatro con la muralla, que la consideran "anterromana" y puesta nuevamente en uso en época medieval. Se evidencia que este monumento nos les interesó tanto como el teatro y su descripción es mucho menos minuciosa y clara que en el caso precedente, lo que también queda patente en el escaso número de publicaciones que le dedicaron. Parece fuera de duda que no lo llegaron a comprender como al teatro.

consideramos más significativos o que mayor eco han tenido12, descartando las obras de divulgación que han proliferado en estos últimos quince años. En primer lugar es cita obligada mencionar la visión de conjunto que tan acertadamente realizó sobre el teatro Álvarez Sáenz de Buruaga (1982), en donde además de hacer una excelente síntesis historiográfica del teatro, pone de relieve la existencia de diversas fases decorativas y aún reformas constructivas, estas ya de época tardía.

Tras la muerte de los insignes arqueólogos, la Junta Superior del Tesoro Artístico encomendó la consecución de los trabajos a Floriano Cumbreño, quien se hizo cargo de las labores en 1934 exactamente en el punto en que lo abandonaron sus maestros. Fue su colaborador, el emeritense Juan de Ávalos. La Guerra Civil obligó a una larga pausa en las labores arqueológicas emeritenses y en 1943, es nombrado director de los trabajos José de Calasanz Serra Ráfols, que se mantiene en el cargo durante 10 años. Sólo realizó una campaña en el peristilo, de la que nunca publicó memoria alguna. Por su parte, Floriano sí dio a conocer los resultados de sus trabajos; concretamente los referidos al teatro y donde también se hace mención del desescombro de ciertos vomitoria del anfiteatro, son de 1941 y 1944, respectivamente.

Relacionados con la Epigrafía, poseemos dos trabajos alusivos con el anfiteatro y otros dos para el teatro. Al anfiteatro pertenece un titulus pictus que menciona a Dea Caelestis. Fue descubierto en el transcurso de los trabajos de restauración dirigidos por Menéndez-Pidal y auxiliado por Marcos Pous. Fue publicado por García y Bellido y de su texto deduce el cumplimiento de un voto a Némesis (1957). El otro estudio está dedicado a la restitución del texto y dimensiones de los epígrafes dedicatorios del anfiteatro y fue realizado por Menéndez-Pidal (1957). Para el teatro contamos con el análisis de dos importantes inscripciones. Cronológicamente, la primera es la que publicó es la que hábilmente reconstruyó Hübner y leía la existencia de un incendio, que se situó en la scaenae frons. Sin embargo, tras el hallazgo de un par de fragmentos de la misma, García Iglesias (1975) comprueba que la lectura es errónea y que el epígrafe está formado por trozos de diferentes inscripciones, con lo que derrumbaba la asentada creencia del incendio y la reconstrucción con Adriano. El otro epígrafe es el que hace referencia a las restauraciones emprendidas por Constantino I y sus hijos en el teatro, que -para nuestra desgracia- no son especificadas, sólo se habla de ellas como ornatos. Fue dada a conocer y traducida por Wickert (1934).

La importancia de Floriano para el estudio del teatro radica en que al descubrir el muro septentrional de cerramiento del pórtico, descubrió un ambiente de planta rectangular donde se halló el Augusto capite velato así como la cabeza de un Tiberio y de varios personajes de la familia julio-claudia. Él lo interpretó como biblioteca, porque las esculturas tenían cajas para guardar volúmenes. Posteriormente ha sido identificado como posible Aula de Culto Imperial (Álvarez Sáenz de Buruaga, 1982, 310-311). Ya no se realizaron más intervenciones arqueológicas en el conjunto formado por teatro-anfiteatro, excepto una "emergencia" surgida durante la restauración del anfiteatro, que puso al descubierto un enterramiento situado bajo un frogón del graderío medio y que fue excavado por Marcos Pous en 1956 (1961).

También se han extraído interesantes datos del estudio de los restos escultóricos y de relieves procedentes del teatro, ya que en el anfiteatro no se hallaron mármoles ni molduras de este mismo material. Este tipo de hallazgos fueron dados a conocer durante el transcurso de las excavaciones y fueron puntualmente recogidos en el Catálogo Monumental de España. Provincia de Badajoz (Mélida, 1925). Estas mismas esculturas: el Plutón, la Ceres, las thoracatae, etc., volvieron a ser analizadas por García y Bellido, en su obra general sobre escultura romana (1949). Con respecto a las esculturas con corazas, estas fueron incluidas en una investigación de límites más amplios, por Acuña Fernández (1975) quien las ubica a finales de época Flavia. De manera más reciente, han sido estudiados ciertos sofitos procedentes, según parece, del primer cuerpo del frons scaenae (Blanco Freijeiro, 1982) y que pueden ser

Debemos aguardar hasta 1981, año en que se realizan nuevas excavaciones en el Aula de Culto Imperial, en el peristilo del teatro, dirigidas por Álvarez Martínez (1985). Poco después, en 1982, se realizó la cata en la zona de contacto entre la muralla y el anfiteatro. Dicha excavación fue dirigida por Álvarez Martínez y Calero Carretero (1986, inédita). A pesar de no realizarse más excavaciones en el área del teatro-anfiteatro, los estudios y publicaciones sobre ellos menudeaban aunque se han centrado, con preferencia, en el teatro. De ellos destacamos los que

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El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita

datados en la primera mitad del s. IV d. C.. También han sido objeto de estudio unos fragmentos que configuraban un amplio panel con la representación de un congeries armorum, que en opinión de Salcedo Garcés hay llevarlos al periodo Julio-Claudio (1982). Es, igualmente, de gran interés la identificación que realizó Walter Trillmich, de un retrato femenino procedente de las excavaciones del teatro con Agripina Minor, realizado por un taller local, también en fechas Julio-Claudias (1982).

aparecido en las obras de conjunto como una suerte de apéndice arquitectónico del teatro. Su innegable importancia ha sido constantemente ensombrecida por la vecindad y espectacularidad del teatro. Es muy probable que influyeran en este olvido sus pobres materiales constructivos y la ausencia de mármoles moldurados, relieves y esculturas que reflejaran un lujo más romano como ocurre con el teatro. En definitiva, esto es lo que demuestra la historiografía, pero se advierte, como se verá más abajo, que esta tendencia comienza a cambiar, aunque tímidamente.

En el mes de marzo de 1981 se realizó una excavación en el sector norte del pórtico del peristilo, inmediatamente al oeste del Aula de Culto Imperial. Esta intervención, que se realizó bajo la dirección de Álvarez Martínez, estuvo enmarcada dentro del programa de excavaciones sistemáticas acometidas por el Patronato de la Ciudad Monumental Histórico-Artística-Arqueológica de Mérida. Dichas labores tenían como finalidad la delimitación del Aula, aunque a nuestro parecer la planta ya estaba bastante clara, así como la de la entonces supuesta esquina noroeste del pórtico. En palabras de Álvarez Martínez, la excavación permitió conocer "la fecha de abandono del edificio, cuyo espacio fue ocupado con posterioridad por diversas construcciones de carácter agrícola" (sic) (Álvarez Martínez, 1985, 43). Desgraciadamente, la fecha no fue publicada en el informe citado, del que constituye un párrafo de 5 líneas, pero tampoco existe un artículo posterior donde se trate específicamente el tema, por lo que aún se ignora la secuencia crono-estratigráfica del abandono. Igualmente, no se aporta ninguna imagen en la publicación ni siquiera una planimetría para conocer las habitaciones subsidiarias que invadieron el pórtico ni su amortización en época tardo-antigua ni su significación en época emiral, de la que sin duda había material mueble porque ya lo menciona Mélida en sus memorias de excavación.

I.4. ESTADO DE LA CUESTIÓN. En este último apartado del capítulo se pretende exponer los estudios más recientes y las novedades más importantes para nuestra investigación. Los trabajos que atañen al teatro son varios y de diverso carácter. En primer lugar, destacaremos la atención que dedicaron al monumento varios investigadores extranjeros en el marco del congreso Stadtbild und Ideologie. Die Monumentalisierung hispanischer Städte zwischen Republik und Kaiserzeit, que tuvo lugar en 1987, en Madrid (München, 1990). En él, Trillmich puso de relieve la existencia de dos fases consecutivas de construcción y embellecimiento tanto para el teatro como para el anfiteatro; nosotros sólo estamos parcialmente de acuerdo en lo que se refiere al teatro ya que el anfiteatro presenta una evolución muy distinta, según se verá. Por su parte, Dietrich Boschung, hizo especial hincapié en la presencia de retratos de la familia imperial en la scaenae frons y el programa dinástico del sacellum sito al fondo del peristilo. Especialmente interesantes fueron las reflexiones aportadas por Pierre Gros en relación con el binomio teatro-culto imperial. Basándose en la Tabula Siarensis, puso de relieve que el teatro como tal, o sus inmediaciones, son el escenario donde se entremezclan los ritos religiosos y dinásticos, de tal forma que con la muerte del Princeps, ese espacio se convierte en Augusteum. Para el caso específico de Emerita sostiene que al ser anterior a la instauración del culto oficial se aprecia nítidamente una firme y temprana voluntad de subrayar la ideología dinástica, de ahí la presencia de estatuas de Agripa, de sus hijos Gaius y Lucius, y como en el caso del teatro de Marcellus, en Roma, parece erigido en su honor. Con respecto al sacellum, cree que puede ser el primer lugar de la colonia donde se rindiese culto al emperador antes de que estuviese finalizado un templo municipal o imperial.

Entre los años 1989 y 1990, se realizaron sendas campañas de documentación de la así llamada Aula de Culto Imperial, o sacellum, sita al fondo del peristylium. Estuvieron dirigidas por Trillmich con la colaboración Durán Cabello. En ellas se procedió a dibujar todo el ambiente y se levantó planta de su ubicación exacta en el pórtico revelándose su perfecta alineación sobre el eje del teatro. Esta documentación gráfica se acompañó de una descripción y estudio minucioso de los restos pictóricos, de la decoración marmórea y escultórica así como de las distintas técnicas y fases constructivas presentes13. Antes de pasar a exponer el estado de la cuestión sobre estos dos monumentos, queremos volver a subrayar el desequilibrio de la balanza investigadora entre uno y otro edificio. Desde el momento de las excavaciones, el anfiteatro apenas si ha sido objeto de estudio, quizá por no haber sido dado a conocer suficientemente por Mélida y Macías como sí hicieron con el teatro. Siempre ha

Por su parte, Michael Pfanner, se refirió a los aspectos constructivos de la ciudad emeritense y en

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Rosalía María Durán Cabello

En 1993, tuvo lugar un congreso organizado por la Universidad de Murcia y por el Colegio Oficial de Arquitectos de aquella Comunidad, bajo el lema "Teatros Romanos de Hispania" (1994), del que se extrae una visión de conjunto del panorama nacional, aunque siempre incompleta porque en este caso no hay ningún trabajo sobre el monumento emeritense.

relación con el teatro se fija en los distintos modos de estucar el granito y en la marmorización del podium del frons scaenae y destaca que la fachada semicircular fue concebida para ir estucada. Respecto al anfiteatro, hace aportaciones muy interesantes aunque no llega profundizar más a partir de los datos obtenidos. Destaca que la muralla es una construcción anterior al anfiteatro y cómo este, en la zona de contacto con la cerca no posee cara de vista de opus incertum y apoya directamente el núcleo de caementicium. Sólo expone estos hechos como meros detalles constructivos. Del mismo modo destaca la disposición en adaraja de los sillares en zona de unión con las fábricas de testaceum o incertum; llama la atención sobre el enjarje de los arcos de los vomitorios y de que en ellos los sillares por el interior están sólo alisados.

Respecto al anfiteatro, hay que destacar que no había sido objeto de investigaciones puntuales desde la publicación del enterramiento en él hallado, por Marcos Pous. Sin embargo, ha sido sujeto de diversos estudios específicos en el marco del Coloquio Internacional "El anfiteatro en la Hispania Romana", que se celebró con motivo del Bimilenario de su inauguración; dicha reunión tuvo lugar en Mérida, entre los días 26 a 28 de noviembre de 1992 (1994). Por razones obvias, sólo nos haremos eco de las ponencias estrechamente relacionadas con el monumento emeritense.

Una importante aportación para el conocimiento del teatro es el descubrimiento realizado por Trillmich de un sacrarium ubicado en el centro de la ima cavea y en las inmediaciones de la proedria. Localizó su presencia gracias al estudio del "famoso" epígrafe recompuesto por Hübner y completado parcialmente por García Iglesias, y corroboró su existencia mediante el análisis de fotografías antiguas y una pequeña intervención en el graderío. Halló nuevos fragmentos de la inscripción, algunos de capital importancia, que le permitieron descifrar que se trataba de una construcción adrianea, en el año 130 de la colonia, lo que remacha la data fundacional de Emerita. En este espacio de culto se ubicarían las seis basas con las inscripciones AVG SACR coronadas con estatuillas de lares (Trillmich, 1989-90).

En efecto, el anfiteatro de Mérida fue objeto de dos estudios, uno de ellos dedicado a la arquitectura del edificio mientras que el otro se centraba más en la planimetría del mismo. De las cuestiones constructivas Bendala Galán y Durán Cabello, pusieron de relieve el amplio y maduro uso del ladrillo que revela el anfiteatro frente a la escasez del vecino teatro así como su tipología de transición a los construidos sobre bóvedas y muros radiales. Se afrontó el problema arqueológico planteado por su contacto con la muralla, destacándose como ésta es anterior al monumento; con respecto a la cuestión planteada sobre la inutilidad de las puertas por Calero Carretero, Bendala y Durán demostraron el sistemático desmonte sufrido por la muralla en la zona correspondiente al paso. En relación con la cronología del anfiteatro, Bendala y Durán mostraron que dada la presencia de la tumba bajo el graderío, fechable por sus ungüentarios como muy tempranamente- en época de Claudio, el edificio debía haber sido construido en la segunda mitad del s. I d. C.

Igualmente y como fruto de su incesante actividad investigadora, son las nuevas aportaciones de Trillmich para el conocimiento del repertorio iconográfico del frons scaenae con especial atención a la propaganda dinástica de los Julio-Claudios. Así ha podido identificar nuevos fragmentos de esculturas con Gaius y Lucius, un Agripa, una Agripina Minor, un posible Claudio y es probable que un Augusto y un Tiberio. ([1992] 1993)

A esta misma cronología apuntaba la investigación abordada por Álvarez Martínez y Nogales Basarrate, sobre las pinturas con escenas de uenationes procedentes del anfiteatro y reutilizadas en un enterramiento practicado en las inmediaciones del monumento. Dichas pinturas pertenecieron a la decoración pictórica del podium y, posteriormente fueron cubiertas por la marmorización del susodicho podium. Cuando el anfiteatro comienza su declive y se convierte en cantera, sus mármoles -los que quedaran-serían saqueados y las pinturas que estaban bajo ellos fueron amortizadas. Por una serie de detalles como la vestimenta del personaje, su expresividad y la concepción del felino, Álvarez Martínez y Nogales Basarrate, la datan en época Flavia.

También se han dado a conocer aspectos constructivos, de carácter específico, prácticamente olvidados por los investigadores, como son las grapas de sujeción (Durán Cabello, 1990). La uersura del teatro emeritense, ha sido objeto de investigación, concretamente de cuestiones derivadas de su técnica constructiva. Este ambiente está realizado a base de un zócalo, o plinto, de sillares y sus muros están recrecidos en opus testaceum. Muchos de estos ladrillos muestran sellos. Estos han sido estudiados junto con los que se custodian en el Museo Nacional de Arte Romano de Mérida, que proceden de las excavaciones realizadas por Mélida y Macías (Durán Cabello, 1995; idem, en prensa).

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El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita

La cuestión epigráfica fue revisada por Ramírez Sádaba quien puso de relieve que, efectivamente, por paleografía, las inscripciones fundacionales están en concordancia con la data de los títulos que detenta Augusto. Destacó el hallazgo de un nuevo fragmento de dichas inscripciones en el que parece leerse LIV[IA]. También puso de relieve que con la marmorización del podium, donde efectivamente estaban estas inscripciones, estas quedaron ocultas por el chapado. Por lo que propuso, a título de hipótesis, que estas se repitieran en la decoración marmórea con letras de bronce.

manera, mediante investigaciones y estudios de diversa índole, confirman algunas de las conclusiones a las que llegamos durante el proceso de investigación acometido en la tesis. Nos referimos concretamente a dos publicaciones, a nuestro entender, claves, tanto por el rigor de la metodología aplicada como por las conclusiones que se extraen. Una de ellas está referida al área del teatro mientras que la otra lo hace al anfiteatro. La primera de ellas es la publicación de las excavaciones practicadas por Pedro Mateos Cruz y por Juana Márquez Pérez (1997, 301-320; Márquez Pérez, 1998, 525-547) en el área oriental exterior del pórtico situado en la postscaena del teatro. Efectivamente en el transcurso de unas excavaciones allí practicadas con motivo de la construcción de una zona de camerinos estables y respetuosos con el monumento. Allí pudieron comprobar que bajo un sector de tabernae de época bajoimperial se ubicó una calle porticada, de doble crujía, que comunicaba con el aditus este y brindaba paso a la calle perimetral del teatro; este pórtico fue obliterado, casi sin género de duda, con motivo de la construcción de la uersura oriental, acción que implicó una profunda reforma de la circulación del edificio. Esto ratifica y completa la propuesta de circulación que planteamos (Cfr. CD-Rom Planos, nº 11-2 y 12).

A modo de resumen de todo lo expuesto hay que decir con respecto al teatro que es opinión común que el hemiciclo es una obra unitaria realizada en la fecha que mencionan los epígrafes; también está muy extendida la idea de que se reformó completamente el edificio escénico a finales del s. I d. C. y parece sobradamente aceptada la creación del sacrarium trajaneo de la ima cavea. También queda fuera de dudas que durante el reinado de Constantino I y sus hijos, se producen reparaciones en la ornamentación del frente escénico y es muy probable que se repavimentase la calle anular. Con respecto al anfiteatro, la situación desvelada por el estudio de Bendala y Durán no está muy extendida, entre otras razones por permanecer inéditas las Actas del susodicho Coloquio. La creencia más generalizada es que el monumento es el construido en la fecha que indican las inscripciones, que efectivamente se adosó a la muralla de la ciudad y que en la fosa se evidencia una compleja serie de reformas realizadas en época tardía. No ha calado mucho, aún, la cuestión del desmonte de la muralla en la puerta que aparentemente "tapiada"; sin embargo, comienza a ser admitida la cronología flavia del monumento aunque existen mayores reticencias a considerar que, probablemente, el solar en que se ubica sea una ampliación de la cerca muraria de época posterior a Claudio I14.

Pero lo más llamativo es el hecho que bajo la cimentación de este doble pórtico se han podido documentar un total de tres enterramientos, incineraciones, realizados en fosa excavada en el suelo natural: la capa de greda bajo la que aparece la tosca. El ajuar que se pudo recuperar, habida cuenta del estado de arrasamiento a que fue sometida el área cimiterial para realizar el pórtico antes mencionado ha proporcionado fragmentos de TSI, forma Goudineau 16 así como restos de lucernas, concretamente una Deneuve IV F (Márquez Pérez, 1998,543-546). En opinión de Márquez Pérez, esto nos llevaría a unas fechas de la primera mitad del s. I d. C., atendiendo especialmente a la lucerna, lo que no se aviene mal con la datación proporcionada por el estudio del ajuar de la tumba del anfiteatro (Márquez Pérez, 1998, 546).

Una vez expuesta cuál era la situación de partida pasamos a analizar individualmente cada uno de los monumentos sometidos a estudio.

La otra aportación está dedicada al estudio de las lucernas romanas depositadas en el M.N.A.R. y su autor es Rodríguez Martín (2002). En esta obra Rodríguez Martín expone una serie de datos que, para nosotros son del máximo interés. En primer lugar, perfila un dato cronológico crucial a cerca de las primeras producciones cerámicas de la colonia entre las que se encuentra la forma de lucerna Deneuve y dice así: "Las formas antiguas corresponden con la Dressel 5 B o la Deneuve IV A, fechables como muy temprano entre Augusto y Tiberio. (...)Años más tarde, con la entrada en funcionamiento de los talleres emeritenses, la forma Deneuve IV comenzará a realizarse junto con la Deneuve V. Podríamos fechar

ADDENDA. Hasta aquí llegó el texto original que sometimos a examen para obtener el grado de doctora. Obviamente, desde su redacción hasta la fecha se han producido novedades bibliográficas que se recogen en el capítulo correspondiente. En todos estos años que han transcurrido desde la defensa en el mes de febrero de 1996, no son muchas las novedades que se han producido acerca de estos monumentos15; sin embargo debemos subrayar unas cuantas -de gran importancia- porque de una u otra

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este momento entre Claudio y Nerón" (sic) (Rodríguez Martín, 2002, 210). Como se puede comprobar, esta última frase del párrafo de Rodríguez Martín ratifica en todos sus extremos nuestra apreciación cronológica (Bendala y Durán, 1994, 255-256).

Astorga que muestra un reforzamiento de su muralla a finales del s. III d. C. (Rodríguez Martín, 2002, 234). Como se extrae de este caudal de información, parece perfilarse con mucha verosimilitud que la fecha de abandonó de las obras de reforma que se habían iniciado en la fossa sea la misma que la del refuerzo de la muralla, por lo que quedarían, ahora sí, obliterados casi todos los vomitorios del sector oriental, lo que crearía problemas de acceso y circulación interna en el monumento. Este sería, por tanto el elemento detonante en el abandono paulatino del anfiteatro así como de sus reformas. Por tanto, como consecuencia del estudio mencionado de Rodríguez Martín, estamos en disposición de proponer para el anfiteatro una nueva fase:

Pero aún reviste mayor importancia, si cabe, la información que extrae del estudio de un lote de lucernas procedentes del anfiteatro (Rodríguez Martín, 2002, 233235). En efecto, Rodríguez Martín ha podido comprobar que el vomitorium 9, el que está físicamente clausurado por la muralla, fue rellenado cuidadosamente con tierras de aporte de un taller de lucernas, huesos y vidrio ya abandonado, el de la marca GES. Esta unidad de producción ejercía su actividad en el sector oriental de la colonia (por tato, en las proximidades del anfiteatro) y cae en desuso a inicios del s. III d. C.. El autor puntualiza, además, que junto con el material perteneciente a GES aparecen algunas formas de cronología un poco más moderna como las Dressel-Lamboglia 30 b, por lo que Rodríguez Martín cree que el vomitorio 9 del anfiteatro se colmató entre finales del s. III d. C. y comienzos del s. IV d. C. y asocia a esta misma datación el momento en que se recreció la muralla, comparándolo con el caso de

FASE 5, es la que corresponde al cegamiento del vomitorio 9, al refuerzo de la muralla y al abandono de las reformas en la infraestructura de la arena. En este caso, la datación se apoya en datos estratigráficos y es como se acaba de mencionar de comienzos del s. IV d. C.. Colmenar Viejo, julio de 2003

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El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita NOTAS AL PIE

10Estos hallazgos fueron publicados posteriormente por J. R. Mélida en su Catálogo Monumental de España. Provincia de Badajoz (1925, nº 1.012 a 1.020).

3En dicho Proyecto de Investigación, participamos junto

con Roldán Gómez y Ramos Sáinz como becarias de investigación. 4Debemos agradecer a la Dra. García el gran interés y empeño que ha puesto en el estudio de las muestras así como los consejos aportados para acometer el estudio estadístico de esta Tesis.

11Se refiere a los parodoi como pertenecientes a la parte más antigua del teatro -la augustea- y un argumento de su datación lo constituyen las bóvedas de sillares de los aditus. El piensa que son así por "(...) la extrema desconfianza que tenían los arquitectos de Augusto del hormigón como material para soportar grandes pesos (...)" (1930, 111).

5Se trata de la reedición de la obra de Gómez Bravo en

12No se pretende hacer un repertorio bibliográfico, porque ya

está recogido en la obra de Velázquez Jiménez (1992 y 2002).

facsímil. El prólogo es obra de Álvarez Martínez, de ahí que sea la p. 17.

13Los resultados se darán a conocer en breve en una publicación patrocinada, como las campañas, por el Deutsches Archäologisches Institut y dirigida por el Dr. Trillmich con la colaboración de Durán Cabello, así como de Uwe Stadäler y José Fernández, autores de los dibujos.

6También en este caso se trata de una reedición en facsímil de

la obra de Ponz, concretamente de la parte referida a Extremadura. 7Para mayor información sobre los dibujos de Villena Moziño, véanse los trabajos de Canto de Gregorio (1994/5 y 2001.

14Los días 5 y 6 de junio del año en curso, se dieron a

conocer unos avances de las investigaciones sobre el teatro y el anfiteatro emeritense, en el marco de la Mesa Redonda que con el título El ladrillo y sus derivados en la época romana. Producción, utilización y difusión en las provincias occidentales (Hispania, Galia e Italia), organizaron la Universidad Autónoma de Madrid y la Casa de Velázquez. (Durán Cabello, 1995).

8Creemos que esos "caños" a que se refiere son los

canalillos de desagüe pluvial de pasillos y gradas, que se encontraban labrados en los sillares, como aún hoy se puede comprobar en varios puntos. Es evidente que el agua recogida vertía hacia el interior del cuenco, pero de ahí a abastecer el estanque...

15Es cierto que en algunas publicaciones de carácter general,

9Dieciséis corresponden a los vomitorios del anfiteatro y esos

se han utilizado conclusiones aportadas por este trabajo. Si bien, una vez consideradas en el conjunto de la obra en la que están insertas, evidencian que no han sido comprendidas en todos sus extremos ni alcanzadas todas sus consecuencias.

dos que sobran hasta alcanzar los dieciocho que menciona, deben ser los canales que se hallan bajo los accesos norte y sur del edificio.

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CAPITULO II. ESTUDIO ANALÍTICO-DESCRIPTIVO DEL TEATRO

Rosalía María Durán Cabello

II.1. DESCRIPCIÓN GENERAL DEL TEATRO.

Este desnivel se salva mediante una gran escalinata, sita en el costado occidental del hemiciclo, y unas pequeñas escaleras -hoy desaparecidas- en la parte oriental2.

II.1.1. Localización del edificio.

El edificio consta de 16 accesos practicables, más uno inacabado, que se dividen en los siguientes grupos:

El teatro (Fig. 1. Plano 1) se sitúa sobre la ladera de una colina que buza de sur a norte y en confluencia con otra que lo hace en sentido este-oeste, donde se encuentra el vecino anfiteatro. Esta ubicación pone de manifiesto el seguimiento de recomendaciones como las de Vitruvio de que el teatro no se ubique expuesto al sur para evitar el recalentamiento del graderío y, en consecuencia del ambiente (Vitruvio, De arch., V, 3)1. Así, vemos que el caso emeritense permite que el graderío quede resguardado de los vientos del norte y del oeste, que son los predominantes de la zona (Macías Liáñez, 1929, 68). Esta colocación del hemiciclo le reporta una excelente ventilación al tiempo que le confiere una acústica sin perturbaciones, tal y como también prescribía Vitruvio (De arch., V, 3; Hauschild, 1982, 97).

- seis (6) vomitoria de subida a media y summa cavea - cinco (5) vomitoria de paso directo a la ima cavea - dos (2) puertas en los extremos de la crypta, uno al este y el otro al oeste - dos (2) puertas monumentales en la fachada principal: los itinera oriental y occidental, respectivamente - un paso (1) realizado en el recodo que presenta el iter este en su giro hacia la proedria, y que llega al costado oriental mediante unas empinadas escaleras - un acceso (1), similar al anterior, intentó practicarse en el lado opuesto simétricamente. Pero este nunca fue terminado ni tan siquiera llegó a estar en uso pues no se llegó a perforar por completo el núcleo cementicio del edificio.

Para iniciar la construcción del monumento se procedió a tallar parcialmente parte de la primera colina mencionada, en la cual se apoyó directamente toda la parte baja de él, esto es desde la crypta, o pasillo interior que recorre todo el hemiciclo, hacia abajo, comprendiendo toda la ima cavea, el espacio donde se sitúan la proedria griega y la orchestra.

El interior del edificio se caracteriza en el graderío. Este consta de las tres partes consabidas: ima, media y summa caveae, siendo la mayor de ellas la primera. La ima cavea posee 23 gradas y presenta una praecinctio junto al balteus que la separa del graderío inmediatamente superior, la media, y otra, de menor entidad, que se desarrolla delante de las salidas de la crypta al hemiciclo. Estas salidas son las que marcan las seis divisiones radiales del conjunto de gradas, conformando así los distintos cunei. Estos sectores están separados entre sí por scalaria que facilitan el paso a los diferentes asientos de esta parte baja del edificio.

En cuanto a las zonas en donde se desarrolla el cuerpo escénico, pulpitum incluido, así como las choragia y el peristilo del teatro con su “Aula de Culto o de la Casa Imperial” en el extremo del eje axial, se hallan en la parte que fue socavada y explanada para colocar todas las dependencias y áreas que acabamos de enumerar.

Como hemos dicho al hablar de los accesos, este sector del hemiciclo está servido por un total de once (11) puertas. De estas, un total de seis (6) son las salidas desde la crypta.

El resto del edificio se alzó exento sobre el terreno natural tal y como se advierte a lo largo de toda la fachada anular del hemiciclo y, desde el interior del mismo se aprecia que a partir de la cota en la que se desarrolla el balteus que separa la ima de la media cavea, el teatro no se apoya en la colina y es en esta zona donde se construye la parte más aérea y ligera del monumento.

La crypta es un corredor interno, semicircular, que sólo posee dos entradas situadas en los extremos angulares del hemiciclo, esto es una al este y la otra a poniente. A través de estas dos puertas se penetra por dos pasillos que recorren casi una decena de metros hasta llegar a un punto donde realizan un quiebro en ángulo recto. A partir de aquí todo su recorrido es anular. Sólo recibe luz y ventilación a través de las seis puertas antes mencionadas que desembocan en el sector medio de la ima cavea. El pasillo está aparejado con opus incertum en su parte baja, a modo de zócalo y sobre el mismo se apoya una bóveda de cañón de escasa flecha, construida toda en caementicium sobre cimbra. Coincidiendo con los vanos, esto es cada cierto trecho, el muro de fondo de la crypta se ve animado con la presencia de pares de pilastras de

II.1.2. El Teatro. Como ya hemos enunciado brevemente en el apartado anterior, el teatro se encuentra parcialmente apoyado en la ladera de una colina, en la que se cimenta la fachada anular y ante la cual se abren en explanada las partes más llanas del edificio así como el peristilo aledaño. Entre este último y los accesos practicados en la cortina perimetral existe una notable diferencia de cota.

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El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita

sillares que están embutidas en el muro. Son casi como la responsio de las jambas de las puertas, pero hacia el interior. Dichas pilastras muestran los bloques bien alisados y escuadrados, sin ninguna labor más. Hay que señalar, respecto a la cuestión de conservación que todos los paramentos presentan una gruesa capa de líquenes y residuos calcáreos fruto de la humedad en contacto con la cal del hormigón.

estaba destinada para albergar el asiento del legado imperial (1929, 16). En fechas recientes ha sido estudiado e interpretado como pequeño recinto de culto imperial por el Dr. Trillmich (1989/90). Con relación a la proedria, contaba con tres gradas de tan sólo 0’15 m. de altura. Estaba separada del graderío general mediante un banco corrido trabajado en mármol, según evidenciaron los restos hallados, que al menos en su lado derecho, remataba con una figura de grifo (Mélida, 1915, 13), aunque en una publicación posterior habla de un par de esfinges como acabado del banco marmóreo (Mélida, 1925, 137). En los otros dos peldaños de la proedria, se colocarían sillas móviles, bien de madera, bien de bronce, como el mismo Mélida sugirió en su momento (1915, 13).

La media cavea consta, tan sólo, de cinco gradas (5), la primera de las cuales apoyaba directamente sobre el balteus, que posee una altura de 2 mts.. A ella se subía a través de seis vomitorios con escaleras, que continuaban hacia arriba para concluir en la summa cavea. Al igual que el cuerpo inferior, la parte media del teatro estaba dividida en seis cunei y poseía scalaria en los mismos lugares que la parte baja, sólo que aquí casi no nos han llegado restos. También poseía un pasillo semicircular de distribución, o praecinctio, que por la zona más interior estaba delimitado por un macizo muro, el balteus, que servía de separación con el graderío más alto del teatro.

La orchestra conservaba todavía en el momento de su excavación gran cantidad de losas de mármol con las que estaba pavimentada. Los colores eran blanco y azulado. Su tamaño es considerable ya que posee un diámetro de 17 m. Se encuentra delimitada por el proscaenium inmediatamente al norte así como por ambos aditus, en sus laterales, ya que son estos pasillos los que le sirven el libre acceso.

La summa cavea es, igualmente, de reducidas dimensiones, ya que consta de cinco (5) filas de asientos. Como también sucedía en el plano precedente, la primera grada de ellos se apoya inmediatamente en la cumbrera del balteus inferior. Asimismo está dividida en seis franjas y se llegaba a ella a través de las escaleras ubicadas en los seis vomitoria de subida. Este último cuerpo se vería rematado por una suerte de plataforma o pasillo -el porticus in summa gradiatione o porticus in summa cavea-pavimentado con un excelente hormigón hidráulico, y estaría posiblemente protegido del acantilado de la fachada por una barandilla, ya que no quedan restos suficientes para pensar en un parapeto de fábrica, aunque este extremo no es del todo descartable. En esta protección hay que ubicar los postes en los que se amarrarían y tensarían los tirantes del vellum que solía cubrir estos edificios.

Antes de continuar con la descripción hay que mencionar las restauraciones que ha sufrido la cavea, grosso modo. Como ya se ha dicho, la parte más destruida es la correspondiente a summa. Aquí han desaparecido las zonas que se asentaban sobre las bóvedas que cubrían los vomitoria. Los frogones de esta zona que se encontraban en situación más inestable fueron sujetados mediante vigas metálicas e inyecciones de hormigón. Todo esto se llevó a cabo bajo las órdenes de Menéndez-Pidal, aunque es probable que algo hiciera D. Félix Hernández. También es fruto de la restauración de Menéndez-Pidal la colocación de gradas realizadas con hormigón moderno con que se recubrió todo el sector oriental de la ima cavea. Se inscribe, igualmente en este periodo, el recrecimiento de todo el vomitorio de subida sito inmediatamente al noroeste de la entrada occidental a la crypta. Todo este recrecimiento se hizo con sillares graníticos que llevan grabada una “R”.

Otro importante sector del interior del teatro, de su parte más baja, lo constituye el espacio en el que se ubican el sacrarium, la proedria, la orchestra, los aditus, o itinera, con sus correspondientes tribunalia y el proscaenium.

Más recientemente, concretamente a fines de la década de los ‘80, se practicaron nuevas intervenciones restauradoras en el teatro. Consistieron estos trabajos en reconstruir, parcialmente, con hormigón moderno simulando bloques- los vomitorios de subida a media y summa. Al realizar tal empresa han cercenado en gran parte los restos de las bóvedas de ladrillo que cubrían el último tramo de los susodichos vomitorios. Además, en la reconstrucción han considerado -como ya lo hiciera Menéndez-Pidal- que se abriría otra arcada, pero compositivamente hablando queda muy descompensado y asimétrico. Los responsables de estos

El sacrarium, es el espacio cuadrangular que se adapta a la zona inferior de la ima cavea, en su confluencia con la proedria. De la zona del sacrarium habla ya Mélida, refiriéndose a él de la siguiente manera: “Abajo, en el centro del hemiciclo, cortando las tres primeras gradas hay un espacio, de un palco o tribuna pavimentado de cemento y pedacitos de ladrillo, de 6’70 m. de ancho y 2’50 de profundidad” (1925, 134). En uno de sus múltiples escritos, Mélida dice que dicha superficie

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Rosalía María Durán Cabello

trabajos son los arquitectos D. Rafael Mesa Hurtado y D. Jesús Martínez Vergal.

lo que se adelantan del muro de fondo del proscaenium, parecen marcar la presencia de nuevas exedras rectangulares y como tales las consideró Mélida (1925, 138). El otro excavador, Macías no se define al respecto (1929, 82). El murete de fondo, que sirve de “medianera” con el pulpitum, en las partes que aún quedan originales, evidencia que estaba realizado con sillares graníticos. Luego, todo el paramento se encontraba revestido con planchas de mármol y remataba el plinto con una sucesión de delicadas molduras, mientras que por la zona superior aparecía ornado con una cornisa en la que predominaban los motivos denticulados. El grosor del proscaenium con respecto al escenario es de 1’24 m. y la altura de 0’98 m.

Los aditus, o parodoi o itinera, se abren a este y oeste del semicírculo de la orchestra. En esta zona presentan accesos arquitrabados, cuyos dinteles están constituidos por grandes bloques graníticos de 4’50 m. de longitud por 0’75 m. de lado (Macías, 1929, 77) en los que, enmarcados por sencillas molduras, aparecen grabados en letras capitales librarias los siguientes epígrafes: “M. AGRIPPA. L. F. COS III TRIB. POT. III”, repetida en los dos dinteles. En ellos aún quedaba restos de color rojo en el momento de su rescate (Macías, 1929, 78). Las jambas, realizadas en opus quadratum, aparecen animadas con sendos pares de pilastras en resalte con capiteles moldurados, de estilo dórico, que se prolongan a lo largo del interior de los pasillos en forma de sencilla moldura corrida.

Las exedras aparecen pavimentadas con dos capas sucesivas, bastante gruesas, de opus signinum y luego, sobre él, iría el enlosado de mármol. Bajo este pavimento corre una atarjea en dirección oeste. A ella iban a parar las aguas de lluvia que se recogían en este inmenso receptáculo y que, previamente, eran recogidas por otra canalización que discurre por debajo del escalón más alto de la proedria. Ambas conducciones están construidas con ladrillos.

Los corredores propiamente dichos están cubiertos por bóvedas de cañón, que a lo largo de su recorrido presentan distintas alturas y luces. Este hecho plantea un problema con respecto al paso del arco al arquitrabe de la puerta. La solución técnica a este difícil tránsito ya la propuso Vallois. Él propugnaba que el paso del arco hasta la altura del dintel se realizaba mediante una superficie adintelada en bajada en la que se asentaría la continuación de cuatro gradas de la ima. Por encima de ellas y ya sobre la superficie del primer tramo abovedado, se ubicarían los dos tribunalia (Vallois, 1919; Mélida, 1925, 135).

También se advierten intervenciones restauradoras en la zona de la proedria, la orchestra y los aditus. Todos estos fueron objeto de la anastilosis llevada a cabo en el monumento por Menéndez-Pidal. Presenta serios problemas la pavimentación de la orchestra, que aparece “muy regularizada”; en la proedria, al realizarse todo el recubrimiento con ladrillo, se han borrado huellas fundamentales para interpretar con mayor sentido su relación con la orchestra y con el euripus que corre por debajo. Esto impide vislumbrar ciertos datos para identificar otros usos del espacio. En cuanto a los parodoi, fue el occidental el más afectado y está recrecido con sillares de hormigón moderno en la zona donde desemboca a la orchestra.

A pesar de haber sido proyectados ambos parodoi como simétricos, el oriental presenta una variante respecto al oeste. Así vemos que ambos tienen un fuerte giro de 90º al final del tramo más largo -el que estaba cubierto con sucesivos tramos de bóvedas de cañón- y son dos bóvedas de similares características pero de direcciones contrarias, se resuelve el problema con la construcción de una bóveda de esquina de claustro. En esta zona, en el paramento más oriental, el aditus este presenta un vano que da paso a una empinada escalera que conduce hasta la calle que por el exterior va rodeando toda la fachada perimetral del teatro. En el pasillo homónimo no se documenta este hecho.

Delante del proscaenium se desarrolla la parte escénica, compuesta por pulpitum y scaenae frons con sus respectivas puertas o valvae hospitalia, las laterales, y valva regia, la central. Del pulpitum original es muy poco lo que se reconoce de él a simple vista, ya que está cubierto con tierra. Para obtener más información sobre la maquinaria y demás que bajo él debía funcionar, debemos recurrir a las noticias proporcionadas por sus excavadores. Así, Mélida, en la memoria publicada en 1915, habla de las diversas y curiosas estructuras que había en esta zona. Menciona la presencia de una de estas construcciones justo a la izquierda (este) de la valva regia, realizada con sillares de granito y de planta rectangular. Continúa describiendo que más al oriente de esta de sillares, apareció otra de mayores dimensiones, de planta prácticamente cuadrada y gran

El proscaenium sito entre la orchestra y paralelo al pulpitum y la frons scaenae. Cuando se excavó se halló bastante arrasado, pero conservaba aún lo suficiente como para permitir reconstruir su fisonomía. Se trata de un paramento animado por la sucesión de un total de siete (7) exedras, alternando las rectangulares (4) con las semicirculares (3), siendo la central, semicircular, de mayor tamaño que el resto. En los extremos se localizan dos de planta rectangular e inmediatamente en la vecindad de ellas, tanto a este como a oeste, aparecen unas escalerillas que ponen en comunicación el pulpitum con la orchestra. La presencia de dichas escalerillas, por

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profundidad (3’20 x 3 x 3 m.), construida con ladrillo y destinada a contener agua. En el lado derecho, junto a un hospitalium (el occidental), apareció otra estructura similar a la acabada de describir, de tamaño mucho mayor e igualmente con tendencia a la planta cuadrada (4’56 x 4 x 1’10 m.) (Mélida, 1915, 19). Aunque en esta publicación sólo menciona estos tres elementos, en otras posteriores habla, además, de la existencia de doce pocetes, aparejados en ladrillo, de planta rectangular y muy profundos. En su interior, al ser vaciadas en el proceso de excavación, fueron hallados restos de madera y clavos. Esto evidencia que se trata de los siparia en donde se alojaban los postes telescópicos que sustentaban el telón (Mélida, 1915, plano de planta del teatro dibujado por D. Alfredo Pulido; descripciones en Mélida, 1925, 138; 1929, 187-188).

Las columnas de los cuerpos de la escena son casi todas originales; igual ocurre con las basas, capiteles y gran número de elementos de cornisas y arquitrabes, frisos y sofitos de ambos. En el caso de las columnas, todas son originales, recompuestas, y sólo hubo que construir dos fustes para completar la anastilosis (Menéndez-Pidal, 1976, 211). En los extremos del pulpitum y de la scaenae frons se abren dos grandes vanos que ponen en comunicación directa la escena con los parascaenia, y desde estos se accedía a las choragia laterales, sitas en los costados exteriores del cuerpo escénico. Sobre estas grandes puertas remataría, con similar composición, todo el conjunto del cuerpo escénico. Es muy probable que dada la luz de estos vanos, no fuesen arquitrabados, sino cubiertos con arcos, aunque no tan forzado como el que actualmente ha sido reconstruido.

La scaenae frons que contemplamos en la actualidad es fruto de la última restauración, llevada a cabo en los albores de los años ‘50 por D. Félix Hernández y continuada en la década de los ‘60 por D. José MenéndezPidal (Menéndez-Pidal, 1976, 199-202). Hubo otra restauración previa, realizada al poco tiempo del rescate de las ruinas por D. Antonio Gómez Millán, concretamente entre 1916 y 1925, constreñida al primer cuerpo de la escena (Gómez de Terreros, 1993, 114-141). Sin embargo, estas reconstrucciones pudieron ser llevadas a cabo gracias a que apareció prácticamente completo todo el podio del cuerpo escénico.

Mélida también identifica como choragia los espacios que quedan en la parte posterior de la fachada escénica, entre las puertas. En total contabiliza 6, de las que dos de las traseras presentan banco corrido, adosado, para facilitar las faenas de los actores (1929, 141). En el extremo este del conjunto teatral, detrás del parascaenium oriental y justo delante del iter de este sector, aparece una gran sala de planta rectangular, dividida en tres naves mediante columnas. Dicho espacio se comunica con el parodos este, con la postscaena del teatro a la altura de la calle que conduce al vecino anfiteatro, y con el choragium oriental, como ya habíamos dicho. Se trata de la uersura, denominada también basilica, aunque el primer término es el más empleado (Caputo, 1959, 58; Bieber, 1961, 193-4 y 202-3). Sin embargo, Mélida lo consideró siempre como parascaenium (1915, 30). Este ambiente está aparejado en ladrillo, sobre plinto de mampostería y sillares, y luego todo él estaba revestido con una gruesa capa de estuco. Este ambiente no aparece en el extremo occidental del teatro, como suele suceder en el resto de los teatros del Imperio (Grenier, 1958, 737).

El frente consta de un muro de fondo liso, por delante del cual se desarrolla una suerte de pórtico a dos alturas, muy dinámico, que muestra una superficie con cuerpos en avance y retranqueos. A grandes rasgos presenta cuatro grandes cuerpos en resalte y entre ellos se abren también en avance, las tres puertas de la fachada escénica, también porticadas. En ellas las columnas se asientan no sobre el podium del resto de la fachada, sino sobre unas antas que se adelantan con respecto al marco de la puerta, conformando así un acceso con una suerte de vestíbulo rectangular. Este es el caso de las dos valvae hospitalia. El de la valva regia es un caso diferente. Además de poseer mayor tamaño, esta entrada se enfatiza no sólo con la presencia de antas rectilíneas sino que estas quedan enmarcadas, a su vez, por una gran exedra curvilínea que es el podium en esta parte de la scaenae.

Con respecto al aspecto exterior del teatro, debemos comenzar por señalar que consideramos dos fachadas: - la principal, dividida en este y oeste, donde van a desembocar los aditus y - la anular, semicircular o perimetral, como aparece denominada a lo largo de este trabajo.

De lo que ha llegado hasta nuestros días de la fábrica original del frente escénico, vemos que los materiales de construcción empleados fueron sillares y sillarejos, así como ladrillos. De estos últimos sólo poseemos documentos gráficos de la época de la excavación del monumento y alguna que otra descripción (Mélida, 1911, 161; Lantier, 1915, 168 y 172). Luego, todo este podio, iba placado con mármoles y rematado con molduras sobre el plinto y con cornisa en la zona superior del tablero.

Así, las fachadas principales, a pesar de su estado de conservación, muestran la presencia de dos cuerpos arquitectónicos bien diferenciados y sus ejes están centrados en torno a las grandes puertas de los itinera. Dichas puertas presentan unas sencillas molduras que se

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prolongan a lo largo de las cortinas murales y por todo el interior de los pasillos, como ya habíamos dicho. Dichas molduras son las que marcan materialmente el final del primer cuerpo y el inicio del segundo.

aditus y con la orchestra. Este nuevo acceso, estaba claramente separado de la vecina puerta de la crypta este mediante un muro, adosado a la fachada misma del hemiciclo, aparejado en una especie de opus africanum, compuesto por cadenas de sillares entre las cuales aparecen tramos hechos en una mampostería mal trabada.

Los cuerpos inferiores son de mucha menor altura que los superiores, ya que sólo llegan hasta la altura de las líneas de impostas de los arcos. Sin embargo, su factura es también mucho más cuidadosa y delicada, que en los segundos cuerpos.

Algo similar comenzó a ejecutarse en el ángulo opuesto, justo entre la gran escalinata de acceso a la calle anular y la puerta de la crypta, por este sector oeste. En este caso, se comenzó a trabajar un pasillo abovedado perforando, igualmente, el hormigón. En algún tramo de la cubrición se aprecian todavía los restos de enlucido. Este pasillo, no se llegó a concluir, pero a pesar de ello está claro que se intentaba repetir un esquema parecido al del lado oriental. Debemos apuntar que tanto la luz como la altura de este corredor inacabado es sensiblemente menor a todos los realizados en el teatro.

Los cuerpos superiores además de ser mayores, presentaban los epígrafes monumentales con letras broncíneas, alusivos a Agripa, que es mencionado con los mismo títulos que en los dinteles de los parodoi en la zona de la orchestra. Dichos epígrafes estaban enmarcados por sendos pares de cornisas, finamente molduradas que, en ambos casos, no han llegado hasta nuestros días por diversas razones.

Otro importante dato sobre el acceso inconcluso del ángulo oeste es que al igual que aparece en su homónimo un murete separador, aquí también se verifica el hecho aunque con otras características. Efectivamente, al estar inacabado el corredor, la circulación por este sector es mayoritariamente reconducida por la crypta occidental. Así, tras ascender la escalinata, se encontraba el público con un muro que cortaba un segundo tramo de escaleras que conducía hasta la plataforma del primer vomitorio de la zona: uno de subida al graderío superior. Este muro también se adosa a la fachada, pero está aparejado de manera distinta al anterior: se trata de una mampostería de muy buena calidad.

Tenemos que puntualizar que la fachada oriental, con la erección de la uersura, quedó ocultada en su casi totalidad: desde el primer cuerpo hasta prácticamente la mitad del segundo, epígrafe y cornisas incluidos, por la presencia de la cubierta de este ambiente. A pesar de ello, su estado de conservación es mucho mejor que el de su homónima, que se vio muy afectada por el saqueo de sillares del edificio y en la zona más alta aparece desprovista de la epidermis pétrea, quedando al descubierto su núcleo de opus caementicium. Respecto a la fachada perimetral vemos que está animada con la presencia, cada cierto trecho, de puertas que dan acceso a los distintos sectores del interior del graderío. Así, si hiciésemos un recorrido en torno al edificio comenzando por su ángulo occidental, veríamos que tras ascender la escalinata que se adosa al costado del teatro, aparece la primera puerta, que pertenece al acceso oeste de la crypta. Junto a ella, pero situada más al norte, se encuentra el acceso inacabado del que hablamos al comienzo de este apartado. Siguiendo en sentido oesteeste, encontramos otro corto tramo de escaleras, clausurado, que da paso a una suerte de plataforma o rellano, que, a su vez, brinda la entrada al primer vomitorio de acceso al graderío, concretamente a media y summa caveae. A partir de aquí se van alternando pasillos de bajada, que corren en pendiente hasta la ima cavea, salvando en algunos casos dos o tres escalones desde la calle, y vomitorios provistos de escaleras que conducen a los otros dos pisos. Y así hasta llegar al ángulo este, en el que después de un vomitorio de subida, aparece el otro acceso de la crypta, el oriental. Después de rebasarla en el extremo este del edificio, aparece otro vano que es el que, mediante una empinadísima escalera, comunica con el

Se observa pues, en uno y otro lado que con la creación de los nuevos accesos, y la nueva pavimentación de la calle, se varía ligeramente la circulación que tenía el edificio en su primera concepción. En cuanto a la composición arquitectónica de la fachada anular vemos que pese a estar bastante incompleta, es deducible su organización. Como se apreciaba en la fachada principal, esta también tendría dos cuerpos, pero sólo es reconocible en la actualidad el inferior. Esta se organiza con amplios macizos y vanos resueltos según la fórmula canónica en la arquitectura oficial romana: el arco inscrito en un orden arquitrabado (Gros, 1978, 62-63), en este caso de pilastras dóricas apenas sugeridas. No existen arcos meramente decorativos, sino sólo los que resultan ser las bocas o entradas de acceso o vomitoria. Efectivamente, observamos que las puertas de los vomitorios están cubiertas con bóvedas de cañón que en fachada se reflejan mediante un arco de medio punto, con sus dovelas molduradas. A ambos lados de los accesos, estos están flanqueados por pilastras adosadas talladas en los almohadillados de los bloques, que rematan en capiteles

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de orden dórico. Sobre el lecho de recibimiento de los capiteles, correría una sencilla moldura que haría el doble papel de dintel así como de línea diferenciadora entre el primer cuerpo y el segundo. El segundo debía representar un esquema similar al primero pero es probable que ofreciese, a primera vista, el doble número de arcos. En efecto, por un lado reitera la composición de la parte inferior del paramento: se abrirían arcos/balcones en la zona de las escaleras de subida a media y summa caveae, para que estuviesen bien iluminadas y ventiladas. Estos arcos/balcones se hallarían prácticamente encima de las puertas del piso del nivel de acceso por la calle, pero en el caso de los vomitorios de bajada directa a la ima, no tendría ninguna razón de ser -ni se documenta arqueológicamente- que apareciesen dichos vanos. Por eso, lo más probable es que sobre estas puertas de los corredores de bajada, se realizasen unos arcos, ciegos, que ayudasen a completar el esquema compositivo del segundo piso. Este extremo no deja de ser una hipótesis ya que dado el estado de conservación de la fachada a esta altura, totalmente desprovista de sillares, no poseemos datos para confirmar o rechazar esta teoría.

se aprecia que su aparejo era distinto al que aparece en los otros dos. En el norte y este, el muro consiste en un núcleo de opus caementicium revestido de opus incertum, con la utilización de ladrillos para conformar los marcos de las hornacinas de manera regular. El muro oeste presenta, como ya se ha dicho, una suerte de plinto de sillares pero no quedan restos para saber de qué tipo fue la fábrica original. Sí queda, sin embargo, una escasa porción de pared que está realizada en una especie de opus africanum, muy similar al que se plasma en el murete del nuevo acceso de la esquina oriental. La fábrica de opus incertum de los otros lados no era visible por el revestimiento de estuco pintado que portaba. De él quedan restos en la hornacina este más cercana al ángulo noreste del peristylium; pero donde se documenta mayor superficie es en el nicho de la cortina septentrional, también junto a la esquina noreste. En este último se puede contemplar aún la decoración pictórica en alguna zona más resguardada de las jambas. También se documenta como esta capa pictórica fue picada para proceder a estucar y pintar nuevamente la pared. Sin embargo, estas dos últimas operaciones jamás llegaron a realizarse por lo que hoy sólo podemos contemplar el picado y las zonas que se salvaron de dicha acción.

Detrás del edificio del frente escénico se sitúa la calle que desde el anfiteatro se dirige hacia el oeste. Esta vía pública separa la parte trasera del teatro, o postscaena, del gran espacio cuadrangular que conforma el peristylium, en cuyo fondo se localiza un espacio interpretado como Aula de Culto Imperial o sacellum.

Paralelo a los muros delimitadores del peristilo se desarrollaba un gran pórtico, de dos naves, que se hacía más diáfano por la ausencia de columnas, delante del Aula de Culto Imperial o de la Casa Imperial.

En la postscaena se abren los choragia, así como los parascaenia y el acceso de las tres valvae. También comunica con este espacio la uersura y un singular ambiente que la precede. Es este último un estrecho habitáculo, de planta rectangular, alargado, que posee un único vano de acceso, orientado al oeste. Está construido con un pequeño plinto de sillares y recrecido por el sur y norte en ladrillo, mientras que el muro de cerramiento por el este es de opus incertum que reviste un núcleo de hormigón. En el umbral de dicho espacio, de naturaleza granítica, quedan las mortajas donde se alojaban los pestillos de la puerta que lo cerraba.

Con respecto al pavimento del pórtico este era de tierra batida, excepto en la parte central del lado norte, como se verá más adelante, que era signino. Las columnas que conforman el pórtico están hechas de granito, con fustes lisos y capiteles jónicos cuyas volutas aparecen tan sólo marcadas. Las basas son áticas sin plinto. Toda la decoración se realizaba mediante estuco: acanaladuras de los fustes, motivos vegetales de los capiteles, etc. Posteriormente se completaban con pintura: roja para los fustes y ocre para las basas y los capiteles, según Mélida y Macías (1931, 3), porque hoy ya han desaparecido casi por completo los restos de las basas y en los capiteles, por acción de los agentes atmosféricos, sólo es apreciable el color blanco. Sobre las columnas descansaba el armazón de madera que sustentaba la cubierta, con toda probabilidad a un agua, hacia el interior del espacio ajardinado. En la zona de “vestíbulo” del Aula de Culto Imperial, la cubierta volaría a mayor altura y, probablemente, sería a dos aguas.

Atravesando la calle antes mencionada, se desarrolla un gran peristylium, de planta rectangular que está delimitado, en tres de sus cuatro lados, por un muro corrido animado en su linealidad con la presencia de hornacinas cada cierto trecho. Este hecho se constata en la pared este, donde se abren dos de estas, de relativa anchura pero de escasa profundidad. En el paramento norte, en su mitad oriental se documentan otros dos nichos de este tipo, mientras que en la otra mitad están por documentar puesto que está sin concluir la excavación de esta esquina. En el testero oeste no se atestigua más que un muro corrido, con basamento de sillares y desmantelado casi por completo. Por lo que de él queda,

Todo el pórtico estaba bordeado por un euripus cuya función era la de recoger el agua escurrida de la cubierta del pórtico mismo. Este canal está construido en opus

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testaceum y revestido con opus signinum por su interior. El exterior estaba cubierto con estuco pintado como el resto de las paredes de esta área.

medida. En ambos casos estaban construidos con ladrillo y revestidos, sucesivamente en el tiempo, con estuco y placaje de mármol, de los que quedan significativos restos.

Como ya se ha dicho con antelación, el lado mejor conservado, por hallarse excavado al completo y restaurado, es el de la mitad oriental. Aquí se documenta por entero el mencionado canal, en cuyos extremos quedan las huellas de la presencia de fuentecillas y/o esculturas. Efectivamente, delante del sacellum -o Aula de la Casa Imperial- quedan los restos del recibimiento de un basamento en el que se constata la presencia de restos de una tubería de bronce. Este dato nos indica que aquí, casi con toda probabilidad, se ubicaba una fuentecilla. También incide en favor de esta hipótesis el hecho de que la pendiente del canal vaya descendiendo hasta la esquina noreste, donde se produce el quiebro del pórtico y del canal hacia el sur. En este ángulo se localiza una especie de alberca, de plan cuadrangular y bastante profunda, en cuyo fondo aparece un gran desagüe para la evacuación de aguas en caso de lluvias intensas. El otro brazo del canal presenta, igualmente, una pendiente que disminuye conforme nos aproximamos al extremo sur, en donde se repite un esquema muy parecido al visto en su homónimo. Así, junto a dicho extremo sur, levemente descentrado del eje del canal, se constata la aparición de una cimentación, hecha a base de sillares, que bien podría sustentar una fuente historiada o una escultura.

Sobre el cuerpo central en avance, se localizaba otra hornacina de dimensiones mucho mayores que las otras cuatro. En la actualidad es apenas visible ya que, en un momento posterior al de su construcción, se procedió a cegarla, cuidadosamente, con sillares y cascotes de obra. Al igual que sucedía con las otras restantes, esta central también está realizada en todas sus esquinas visibles actualmente, así como en su base, con ladrillos. El pavimento de esta sala es un bello opus sectile en el que se emplearon mármoles de diversos tipos, como se verá más adelante. En cuanto a la puerta del Aula, vemos que también es de mármol el umbral. En él se conservan perfectamente todos los orificios destinados a alojar los pivotes y cerrojos de la puerta de hojas articulada o cancela que cerraba el ambiente. Las jambas presentan, igualmente, dos momentos sucesivos. En el trazado original, estaban aparejadas en mampostería y rematadas con ladrillo, para proporcionarles mayor homogeneidad a los cantos. En un momento posterior, se estrecha el vano de paso mediante el adosamiento de nuevas jambas, esta vez confeccionadas al completo en opus testaceum.

El euripus de la mitad occidental se conserva parcialmente ya que falta aún gran parte del lado septentrional por descubrir. En lo que se puede ver, presenta idénticas características a lo reseñado para el del lado oriental.

Delante de la entrada al Aula, se observan una serie de detalles que nos hablan de la importancia del ambiente dentro del conjunto. Uno de ellos es el hecho de que el suelo, en esta zona únicamente, se halle pavimentado con hormigón hidráulico, en cuyas lagunas producidas por el desgaste, queda atestiguada la presencia de otro similar anterior a él. Este muestra una mejor calidad que el de la última fase, que está hecho con trozos muy gordos de teja y/o ladrillo, trabado con un mortero no muy consistente.

En el extremo del eje axial del conjunto teatroperistilo, se abre un espacio de planta rectangular, a grandes rasgos, en el que hallaron numerosas esculturas, cabezas y cuerpos, de entre las que destaca una cabeza de Augusto, capite velato, que llevaron a interpretar dicho ambiente como un Aula de Culto Imperial o sacellum.

Otro de los datos es la presencia de una fuentecilla, con su receptáculo, toda entera realizada en mármol. Lo que ha llegado hasta nuestros días de la fuente, propiamente dicha, es una suerte de elemento cilíndrico que por el desgaste más parece un cono. Aparece adornada con temas vegetales de ramajes y hojas. Tanto la fuente como su cuenco están trabajados en mármol blanco.

Esta sala está construida a base de opus incertum en combinación con grandes paños realizados, en su casi totalidad, en testaceum. Presenta en su frente un cuerpo central que avanza levemente hacia el sur, por lo que los lados restantes de dicho paramento, con respecto a este gran cuerpo en avance, quedan retranqueados y simulan como hornacinas que se reflejan en la planta de la habitación. Sin embargo, el Aula cuenta con un total de cinco nichos, que no llegan hasta el nivel del suelo. Estos se disponen por parejas, dos en el muro este y otros dos enfrente. Los del lado oriental se conservan casi completos, mientras que los del lado opuesto están reconstruidos modernamente, en gran

Entre la fuente y el umbral del sacellum, medio enterrado en el último pavimento de signinum, aparecen los restos de una laja de mármol bien empotrada e in situ. Este hecho nos pone ante dos posibilidades. Una, que puede que sean los restos de un receptáculo de una fuente anterior, o de la misma que ahora vemos pero en un sitio diferente. Y la otra, que se trate de los vestigios del

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revestimiento de una basa o pedestal de la fase anterior, que en el momento subsiguiente desapareció.

que verterían el chorrito de agua en el euripo. La entrada en el vestíbulo del pórtico se enmarcaba con la presencia de columnas de fuste geminado. Estas también se localizan en los tres principales accesos al peristilo desde la calle.

En cuanto a los accesos del peristylium, ya hemos señalado que todo el lado sur estaba abierto a la calle, con la que entraba en contacto mediante dos o tres escalones, dispuestos en los intercolumnios, dependiendo de la altura del suelo original ya que la calle buza hacia el oeste. Sin embargo, debemos precisar que en este espacio se distinguen tres grandes vías para el recorrido del paseante. La primera se halla en la esquina suroriental, y encara a la fachada principal este así como el acceso de la uersura. Sus peldaños de subida desde el nivel de la calle están concebidos junto con los últimos escalones de la calle que viene desde la puerta principal del anfiteatro. Otro acceso se ubica en el ángulo suroeste del peristilo. Al igual que el anterior, también este se encuentra afrontado con la puerta de la fachada occidental. En este caso, el número de gradas que hay es mayor puesto que la calle, como se ha indicado líneas arriba, baja hacia el oeste.

Por último, subrayar que a lo largo de estos jardines debía haber gran profusión de estatuas y esculturas, aras, etc., según se revelan de los restos allí aparecidos, que ponen de manifiesto la gran actividad de los evergetas locales. II.1.3. Las técnicas constructivas. A modo de resumen de todo lo expuesto y como punto de transición a un apartado más específico, vemos que las maneras constructivas que se dan cita en el teatro son -a grandes rasgos- dos: el opus caementicium y el opus quadratum.

Mención especial merece el acceso principal que es el que se halla frente a la valva regia y plasma materialmente el eje simétrico y director de todo el conjunto teatro/peristilo. Se trata, como en los accesos precedentes, de un vano con escalones. En este caso el vano es mucho mayor y aparece magnificado con un retranqueo de la línea principal de recorrido externo del pórtico y conforma, de esta manera, una suerte de vestíbulo. Una vez iniciado el paseo hacia el fondo del jardín, se desarrollan como a mitad del trayecto, tanto a este como a oeste, sendas exedras semicirculares, que en su punto medio conservan aún restos de los basamentos de esculturas (leones o esfinges, a juzgar por las garras que se pueden contemplar). Por el arco exterior de las exedras aparecían pequeños contrafuertes y remates rectangulares en sus extremos; estaban construidas con ladrillo según se pudo comprobar en los restos aparecidos durante el proceso de excavación.

La primera de ellas, el opus caementicium u hormigón, constituye el núcleo o alma de todo el edificio, conformando las partes constructivamente más robustas y con mayores dificultades técnicas. Se observa, también en líneas generales, que los caementa utilizados varían de forma considerable dependiendo del punto de estudio que tomemos. Así, en las zonas de bóvedas alveolares, en los aditus y en la crypta, los caementa son de gran tamaño, su forma es de laja y su naturaleza caliza. Este último aspecto es tan característico de ellas que lleva a Macías a describir estos alvéolos cementicios como “pequeños tramos de piedra menuda de cuña” (1929, 77), lo cual es muy expresivo tanto del tipo como de la colocación de las piedras. En la parte más externa de la línea de fachada, los caementa son también de gran tamaño, esta vez de naturaleza anfibolítica, pero se colocan en sentido horizontal.

Detrás de las exedras se desarrollarían diversos parterres, entre los que discurriría una especie de línea divisoria realizada mediante un pequeño canal tallado en mármol. Este se hallaba, y se halla, entre el euripus y otro ligero murete, concéntrico con los anteriores pero de menor recorrido, aparejado en una mampostería de pésima calidad en la que se utilizó profusamente el ladrillo. Por su cara externa, presenta pequeños contrafuertes, construidos con ladrillos. Quizá sobre éstos o sobre las exedras se ubicasen las pequeñas columnillas de mármol que hoy aparecen diseminadas a lo largo de los arriates del peristilo.

Las mayores diferencias las apreciamos en las zonas internas del graderío. Allí el opus caementicium revela distintas calidades y tamaños de caementa, dependiendo de la zona a la que atendamos. Así, en la parte correspondiente a la zona superior de la ima cavea, una vez rebasada la cota del nivel de terreno de apoyo en la ladera de la colina, vemos que el hormigón posee piedras de gran tamaño -aunque un poco más pequeñas- como en la fachada. En la media cavea se aprecia una considerable reducción en las dimensiones de las piedras de trabazón y comienza a verse la inclusión como caementa de fragmentos de naturaleza cerámica: teja y/o ladrillo machacados.

Una vez que se llegaba a las inmediaciones del sacellum, se encontraba el espectador con fuentecillas esculturales, según se deduce de los restos de basamento,

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Por fin, en la summa cavea, siempre refiriéndonos al sector de las gradas, se manifiesta en toda su magnitud la necesidad de aligerar el peso del sector de asientos dada la altura del edificio y las galerías que se encuentran debajo de este cuerpo y las que le brindan acceso. Así vemos que los caementa empleados son en su 80% de tipo cerámico y su tamaño es más bien pequeño, ya que oscilan entre 15 y 5 cm., grosso modo. Aparecen también algunas piedras que presentan tamaños similares a los especificados para los fragmentos de ladrillos y/o tejas. Sin embargo, lo escaso de su presencia hace que se les pueda denominar casi como elementos intrusivos en esta parte del teatro.

opus africanum y mampostería, que no llega a tener la calidad del incertum. El opus testaceum se empleó, al menos, como elemento enrasador para el arranque de las bóvedas de cubrición de los vomitorios de subida. Aunque en la actualidad no quedan restos ningunos debido a la fragilidad del material y a los diversos avatares, así como a las restauraciones emprendidas recientemente -a finales de los años ‘80-, sabemos de su presencia a través de un grabado realizado por Arredondo y Camacho, en 1880 (Amador de los Ríos y Villalta, 1880, 497-509). También se utilizó el ladrillo en la construcción de la uersura, que es donde se puede apreciar en la actualidad masivamente. De igual manera, el ladrillo se utilizó en el muro de fondo del edificio escénico, según las descripciones que nos proporcionan Lantier (1915, 168) y Mélida (1911, 161) así como los documentos gráficos de la época de la excavación.

Con carácter general debemos decir que el mortero se muestra, por contra, bastante homogéneo en su calidad y composición en todo el edificio. Es una argamasa rica en cal, con un árido muy fino que parece ser arena fluvial. Es muy posible que proceda de los areneros del Ana o del Albarregas, aunque dichos extremos no los hayamos podido comprobar.

En el peristilo se usó el testaceum para conformar las esquinas de los nichos del muro de fondo del mismo; en el euripo y en las exedras y de manera igualmente notable en todo el recinto del sacellum.

En cuanto al opus quadratum, o fábrica de sillería, vemos que se muestra como la epidermis del edificio, revistiendo en la inmensa mayoría de las ocasiones al núcleo cementicio. Es de naturaleza granítica y aparece tanto en las fachadas como conformando los vomitorios. A lo largo de todo estos tramos observamos que aparecen distintos tipos de granito: de grano muy fino a ejemplares de los llamados como de “pata de cabra”; también se documentan diferentes colores de la piedra: desde el gris más típico al de tonos ocres y a los escasos ejemplos que muestran matices rosáceos.

Con respecto al opus incertum, que en gran número de ocasiones sólo tiene categoría de mampostería (al no estar inserta la fábrica en un núcleo de hormigón), vemos que tiene una gran importancia volumétrica. Lo encontramos de manera muy rara en el teatro propiamente dicho, ya que allí constriñe su presencia al muro que se adosa a la fachada, paralelamente, junto a la escalinata occidental, cuya superficie serviría de rellano o plataforma al acceso que nunca pudo ser concluido. En este caso es un auténtico opus incertum, ya que posee el núcleo de hormigón. También lo hallamos, con maneras de buena mampostería, en el murete que intesta en la fachada, perpendicularmente, junto a la entrada oeste de la crypta.

También constituyen elementos diferenciadores el módulo de los bloques, el trabajo de cantería: escuadramiento, alisado, presencia de anathyrosis; presencia y tipos de almohadillado, entre los que distinguimos: (Plano 13, nº.5)

Encontramos incertum en los muros que delimitan la calle con escaleras que viene desde la puerta principal del anfiteatro, así como en el paño este del singular espacio que se abre a la postscaena, junto a las entradas de la uersura y acceso sureste del peristilo.

- Rústico (normal, no sobresale mucho y ofrece una superficie homogénea y bastante alisada) - “Natural” (la almohadilla muestra todas las irregularidades de la piedra sin tallar)

- Abrupto (almohadilla en exceso sobresaliente aunque con plano relativamente homogéneo).

En el peristylium hallamos el incertum empleado masivamente en el muro de cerramiento del gran espacio así como en el Aula de Culto Imperial, donde aparece profusamente excepto en las hornacinas y el cuerpo central. En esta zona se trata siempre de un fábrica que reviste a un núcleo de hormigón.

En el levantamiento del teatro también se emplearon otras técnicas constructivas aunque su significación, volumétricamente hablando, es considerablemente menor. Así se documentan, por orden de importancia, los siguientes tipos de aparejos: opus testaceum, una suerte de

Por último, lo que hemos dado en denominar como opus africanum, en algunos casos tan singular que podría ser llamado “pseudoafricano”, lo encontramos en proporciones más reducidas que los anteriores. Se documenta en el frente del murus pulpitum en donde se

- Abombado ( el sillar muestra superficies muy redondeadas con tendencia cónica) y

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aprecia con nitidez que se trata de una fábrica en la que se utilizan cadenas de sillares y, entre unas y otras, los espacios aparecen “rellenados” con bloques menudos, sillarejos, que bien podrían recordar al opus vittatum. Por tanto, y en puridad, se trataría de un aparejo muy similar al empleado con tanta asiduidad en el norte de África. En este caso, concretamente, se observan pequeñas reparaciones, con carácter de “chapuza”, en donde se aprecia que hubo un desperfecto producido por los enganches de las placas de mármol. Los agujeros o huecos que quedaron fueron reparados con la intrusión de ladrillos, generalmente fragmentados.

II.2. ANÁLISIS CONSTRUCTIVO DEL TEATRO. II.2.1. Introducción. En este apartado lo que se pretende es realizar una disección arquitectónica del edificio, donde se examine minuciosamente muro por muro y de cada uno de estos pequeños “laboratorios” de estudio se proporcionará una serie de datos, que agruparemos en una ficha derivada de la de campo. En ella aparecerán determinaciones tales como el edificio, tipo de técnica constructiva, nº de orden de análisis (en correspondencia con la ficha de campo), el lugar del edificio en que se halla, estado de conservación del paramento, intervención/es de restauración/es sobre él, documentación gráfica (planos y figuras) y fotográfica (fotografías en b/n y color así como diapositivas) de dicho punto y, por último, la descripción del mismo.

Se documenta, nuevamente, el opus africanum en el muro que se adosa perpendicularmente a la fachada, entre el acceso este de la crypta y la salida oriental del aditus del mismo lado. Aquí también aparecen cadenas de sillares, entre las cuales aparecen paños aparejados en una burda e irregular mampostería, en la que se mezclan piedras con ladrillos, trabada con un mortero que parece más bien barro, dado lo deleznable de su consistencia.

En cuanto al muestreo de medidas extraído de cada lugar, será puesto en común en el apartado de datos del Apéndice Estadístico de esta tesis.

Por último, se constata también este tipo de fábrica en los restos de un lienzo, aún parcialmente en pie, localizado en la parte sur de la mitad oeste del peristylium. En él se aprecian ciertos cambios con respecto al último descrito. En este caso aparece sobre una especie de basamento hecho a base de ladrillo, sillares y algo de mampostería, esta última de muy buena calidad. La obra muestra que los sillares se colocan verticalmente y los intersticios aparecen rellenados con una mampostería tan mala e irregular como la descrita para el muro del ángulo este.

El itinerario del recorrido descriptivo y analítico es el que sigue. Se comienza por la nueva abertura practicada en el aditus este; se continúa por dicho pasillo y todo lo largo del proscenio. Prosigue por el aditus oeste y, a través de la escalinata comienza a analizar toda la fachada perimetral con sus correspondientes vomitorios, entre los que se incluyen las dos entradas a la crypta. Una vez concluida la fachada anular, se continúa con la uersura y desde ella la fachada principal este y a renglón seguido pasamos al podium de la frons scaenae, de ahí a la fachada principal oeste, en la zona del parascaenium del mismo lado y desde aquí a la postescena, pasando por el parascaenium oriental, todo el euripo, la singular estructura que flanquea la entrada a la uersura, para concluir en el Aula de Culto Imperial.

Todo lo hasta ahora expuesto no son sino las líneas genéricas de la edilicia plasmada en el conjunto teatroperistilo, pero una descripción pormenorizada, mucho más extensa y exhaustiva se realizará en el apartado siguiente, en el que se analiza paramento por paramento.

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II.2.2. Descripciones de los paramentos.

visto nada de ello. Quiere decirse que en la parte más baja del muro, es posible que no se hayan podido encontrar por el buen estado de conservación y en lo que actualmente ya marca la línea de saqueo de sillares, es posible pensar en un sistema de acarreo y colocación de los bloques mediante el deslizamiento a través de elementos cónicos de madera, bien sobre rampas de tierra, bien sobre la hilada inferior, para su definitiva ubicación. Muy probablemente los bloques desaparecidos portasen orificios para facilitar su colocación en la zona alta de la fábrica con sistema de cabrias. Tampoco hemos constatado la presencia de muescas o rebajes parcialmente escondidos entre las juntas y las almohadillas de los bloques, que revelarían la colocación definitiva mediante palanca desde un andamio, por su cara lateral (Adam, 1984, 44-60, Fig. 85 y 122).

MER.1.1 EDIFICIO: Teatro. TÉCNICA: Opus quadratum. NATURALEZA DEL ELEMENTO CONSTRUCTIVO: Granito, de grano medio, color gris intenso. PUNTO: MER.1.1. PARAMENTO: Aditus oriental, por la zona del acceso abierto por el ángulo este. ESTADO DE CONSERVACIÓN: Aceptable, aunque bastante afectado por vegetación y por nidos de aves (palomas). En la zona donde quedan restos de estuco aparecen innumerables pintadas y dibujos o letras incisas. RESTAURACIONES: La que se realizó al final de la escalera, en donde se reconstruyeron las dovelas desaparecidas con piedra artificial en los lugares donde se reflejan. Este hecho revela que se ejecutó bajo las ordenes de Menéndez-Pidal, en torno a los ‘60. FIGURA: nº 2 PLANO: nº 10 y 12-2 LÁMINA: nº 1 y 2. DESCRIPCIÓN: Paramento de opus quadratum realizado con sillares de superficie muy bien alisada, con anathyrosis aunque estas rara vez se prodigan en los cuatro lados de la cara. Presentan, también, almohadillado rústico, aunque no muy prominente ya que ningún ejemplar de los considerados supera los 5’5 cm.

En cuanto a la disposición de los sillares, no presentan un ritmo específico, pero se aprecia una cierta tendencia hacia la colocación a tizón, cosa bastante lógica ya que de esta manera, la fábrica queda mucho más compacta y cohesionada. La empinada escalera, trabajada en el núcleo cementicio, es fruto de la ampliación del iter oriental, que en la zona de giro abre un pasaje para facilitar el acceso hacia el ángulo NE del teatro. En este punto, la diferencia de cota es muy notable y prueba de ello es la inclinación de la escalera, que es del 43%. La cubrición de dicha escalera es una especie de bóveda, en rampa, formada el opus caementicium perforado del núcleo, visto, que aparece picado y tallado para practicar el paso.

En algunos casos se trata de sillares con una suerte de codo o adaraja, y en una ocasión aparece un sillar recortado de tal manera que tan sólo presenta una anchura de 9 cm.

En las paredes que delimitan las escaleras se puede observar, por un lado la parte donde se perfila con nitidez la epidermis granítica del edificio y su trabazón con el núcleo de hormigón. En estos bloques se evidencian las profundas huellas de los picos y punteros que se emplearon para abrir el paso. En algunos casos se pueden incluso medir: tienen en torno a 2’5 cm. de anchura por ca. 18 cm. de longitud. Mientras, en la parte puramente cementicia, se ve que el potente hormigón se ha regularizado mediante una potente capa de estuco, de color ocre, de la que quedan algunos restos. No podemos precisar, ni siquiera aventurar, la solución que pudo aplicarse a la bóveda para embellecerla, dado que no quedan restos.

Los bloques ofrecen las juntas trabajadas cuidadosamente, por lo que aparecen perfectamente unidos. Su unión es a hueso, pero se hallan firmemente trabados con el núcleo de opus caementicium, que constituye el armazón del monumento. Debemos añadir que no hemos localizado huellas para alojar las herramientas de prensión del bloque para su traslado y ulterior colocación en fábrica, al menos en la cara superior. En las pocas laterales que hemos podido revisar tampoco hemos

Lámina 1.- Vista general de la fachada oriental del teatro, tomada a finales de la década de los años '40 del s. XX antes de la restauración actual de la scaenae frons. Se aprecia como se abrió un hueco en las inmediaciones del ángulo este del teatro para proporcionar un nuevo acceso al aditus tras la creación de la uersura, en la esquina inferior derecha de la imagen.

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Lámina 2.- Interior del aditus este. Al fondo aparece el nuevo acceso (el arco es una reconstrucción moderna). Hay que subrayar la regularidad de los paramentos de opus quadratum, mientras que la cubrición del pasillo se realizó de dos maneras diferentes. Desde el acceso de la fachada principal hasta el quiebro aparecen las bóvedas en quadratum, destacando la de esquina de claustro. El tramo recto del pasillo tiene bóveda de cañón en opus caementicium visto, a la manera republicana.

MER.1.2

aparecen de dos en dos hiladas, grosso modo, sucesivamente, la disposición predominante es a soga y luego, otras dos, con colocación mayoritaria a tizón.

EDIFICIO: Teatro. TÉCNICA: Opus quadratum. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Granito, de grano menudo, color gris claro. PUNTO: MER.1.2. PARAMENTO: Aditus oriental, interior. ESTADO DE CONSERVACIÓN: Bueno, en líneas generales aunque con presencia de líquenes y musgo, fruto de las humedades. RESTAURACIONES: La primera intervención que sufrió fue la de colocar el dintel con la inscripción de Agripa sobre el paso al proscaenium, como sabemos por los documentos gráficos del periodo de excavación de Mélida y Macías. Posteriormente, bajo la tutela de Menéndez-Pidal, la pared externa del corredor, que estaba prácticamente arrasada, fue parcialmente recrecida con piedra artificial hasta la altura de la moldura que marca la línea de impostas. FIGURA: nº 2 PLANO: nº 7 y 10. LÁMINA: nº 3 y 4. DESCRIPCIÓN: Corredor aparejado en sillares, muy bien labrados y alisados, que no presentan casi en ningún caso anathyrosis ni almohadillado. Los bloques están trabajados en planos simulando más elementos: sencillas pilastras adosadas que apenas si sobresalen del paño. Dichas pilastras como ya se ha dicho- son poco salientes y al estar talladas en los sillares son meramente decorativas.

Con respecto al sistema de prensión y traslado de los sillares a su lugar en fábrica, no hemos encontrado en ellos huellas visibles de orificios para emplear el forfices o forceps- o la castañuela. Es muy probable que de utilizarse alguna de estas dos herramientas en concurso, claro está, con la cabria, se empleasen las caras laterales o los lechos de puesta y/o recibimiento, respectivamente, ya que la fábrica del aditus revela un cuidadoso trabajo. Por ello, ante la falta de evidencias no podemos hacer ninguna indicación al respecto. También referido a herramientas, pero para trabajar los bloques podemos apuntar que su alisado es tan perfecto que ha borrado las huellas de la escoda o martillo de diente grueso que suelen emplear los canteros para carear y rebajar los paralelepípedos. El corredor se desarrolla de la siguiente manera. En la parte más baja, a ras de suelo, aparece un pequeño plinto, que tiene todas las trazas de tener función de basamento, que recorre parcialmente el pasillo, más concretamente desde el paso al proscenio hasta casi la mitad del pasaje, bajo el palco. Este plinto gana altura conforme se aproxima al espacio de la orchestra y su grosor, o mejor, lo que sobresale con respecto al muro de fondo es muy poco, oscilando entre lo 9’5 y 10 cm. A una altura de 2’06 m. sobre el suelo actual, aparece por el interior del parodos una sencilla moldura formada por un pequeño talón derecho y dos filetes, que recorre todo el pasillo a lo largo de ambas paredes y se continuaba en las jambas de la puerta de la fachada principal este, marcando allí también la

En la disposición de los bloques no se aprecia un ritmo marcado particular por hiladas; en cambio, sí se nota una cierta alternancia por hiladas. Efectivamente, se aprecia cómo

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central para simular un arco fajón. Todo esto no es sino un recurso estético para imitar soluciones arquitectónicas. En la bóveda se emplea el mismo sistema que en las pilastras: se talla el bloque simulando un arco fajón. Una vez rebasado el mencionado fajón nos encontramos bajo otra sección de bóveda de cañón de sillares, constituida por 17 hiladas. Tras de ella, y a su misma cota, aparece la primera franja aparejada en hormigón visto. Este sistema, revela claramente la manera de construir: se colocaba una cimbra de madera sobre la cual se disponían los caementa, de tipo laja, de forma radial y, sobre ellos se vertía sistemáticamente el mortero. De ahí que la superficie de acabado sea irregular: en algunas zonas quedan las huellas del maderamen de la cimbra; en otras el mortero visto más o menos rugoso y, en otras, donde no llegó completamente hasta el fondo la argamasa, han quedado los caementa vistos, aunque muy bien trabadas con la zona nuclear de la fábrica (fotografía 4). Inmediatamente detrás de ésta, pero a mayor altura, se desarrollan dos nuevos tramos, consecutivos, de bóveda de cañón hecha en opus caementicium. Presentan las mismas características constructivas que las señaladas para la anterior, sólo que en esta zona vemos que el cañón está fuertemente peraltado con la presencia de cuatro hiladas de sillares. Este sector es el más alto de todo el aditus. También se aprecia cómo entre estos dos tramos se atestigua la manera de construir escalonada y sucesiva. Así, lo que se manifiesta es una especie de cicatriz que responde a la unión de dos cimbras. Después de estas secciones cementicias, la bóveda vuelve a perder altura y es por la aparición del único arco fajón de todo el recorrido. Dicho arco está reconstruido por completo, pero su existencia está probada por los restos que se documentan en el iter oeste y, además, por la razón de que sobre él estaba el tribunal y, además, es a partir de él desde donde comienza la cubrición adintelada rampante, hasta culminar en el conocido dintel con la inscripción de Agripa.

línea de impostas del arco. La misma moldura aparece por el acceso a la orchestra. En este punto hace las funciones de capitel de las pilastras pareadas que modulan las jambas de este paso. Esta cornisa se articula siguiendo las pilastras, que se continuaban en la bóveda formando arcos fajones, igualmente tallados, o señalando la zona de paso a un tramo de hormigón visto. El número de hiladas hasta la moldura arriba descrita es de ocho (8), incluyéndola a ella. Sobre esta cornisa moldurada aún se desarrollan otras tres hiladas más, que sirven de peralte a la bóveda de cañón que cubre toda la zona central del pasaje, ya en las proximidades del recodo de este corredor, no aparecen sillares con distinto tratamiento sobre la cornisa moldurada. Estas tres hiladas superiores presentan unos bloques bien distintos de los vistos en el primer cuerpo del parodos. Estos aparecen, al igual que los de abajo, bien escuadrados y alisados, y, además, todos ellos tienen anathyrosis por sus cuatro lados y almohadillados que se encuentran a medio camino entre lo que hemos definido previamente como “natural” y abrupto. Pero antes de pasar a describir la cubrición de este espacio, debemos señalar que toda la parte inferior del pasillo, o primer cuerpo, no es una simple pared lisa sino que en el tramo que va desde el paso a la orchestra hasta el final del lado más interno, justo donde se produce el ángulo de giro, así como en la pared frontera, el muro aparece animado con la presencia de anchas y poco sobresalientes pilastras. Estas coinciden con los diferentes fajones que van marcando las distintas partes que componen la bóveda. Sin embargo, no tienen función estructural sino estética, ya que los fajones que sustentan están realizados en hormigón y el empuje que producen es homogéneo en todos sus puntos. El número de pilastras que se documentan es como sigue: en la pared más interna aparecen cuatro y una más de esquina, que aparenta ser doble y de menor anchura que las otras; mientras, en el muro contrario, aparecen tres y una más en ángulo, también de menor anchura que las otras y que realiza la responsio a la de esquina que avanza menos que esta.

Una muestra inequívoca del anclaje de la cimbra con andamiaje lo constituyen toda una serie de mechinales; estos orificios presentan planta y sección cuadrangular, aunque de poca profundidad, que jalonan a una misma altura, aproximadamente, el cuerpo inferior del pasillo. También redunda en ello la presencia de la cornisa que probablemente se utilizó como apoyo para el arranque de la estructura que soportaba la parte semicircular del encofrado, o cimbra.

La cubrición del iter va cambiando según la zona que consideremos. Así, entrando a través de la gran puerta de la fachada principal, nos hallamos con una bóveda de cañón aparejada por completo en sillería, con el mismo módulo y características que lo descrito para el cuerpo inferior. Después, en la parte correspondiente al quiebro del pasaje, aparece una bóveda de las denominadas de esquina de claustro, lo que comporta una subida de los niveles técnico y estético. Más adelante, donde comienza el siguiente tramo recto, la bóveda es de cañón, ligeramente peraltada, y sus sillares están trabajados con un pequeño resalte por su parte

Por último, y a modo de resumen, debemos señalar que a lo largo de todo el pasillo y, sobre todo, en el cuerpo inferior del mismo, la fábrica se muestra muy regular y homogénea. Aunque, como ya se dijo al comienzo de esta descripción, no existe un ritmo concreto y marcado, se aprecia, a grandes rasgos, un claro predominio de sillares colocados a soga.

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Lámina 3.- Particular del paramento de fondo del aditus este, en el que se aprecia la regularidad de la fábrica de quadratum así como la cornisa moldurada con filetes que da paso al segundo cuerpo. También llamamos la atención sobre la falsa pilastra y el resalte -a modo de falso arco fajón- del arranque de la bóveda de esquina de claustro.

Lámina 4.- Detalle de la bóveda de opus caementicium en las inmediaciones de la salida del aditus E a la orchestra. Se aprecia las diferentes alturas de los tramos así como los fajones en sillares y las zonas realizadas en opus caementicium visto, a modo de alvéolos entre la fábrica de sillares. Por último, debemos llamar la atención sobre el almohadillado de los sillares que sólo se localizan en esta zona de MER 1.2

MER.1.3

orchestra. En cualquier caso, dataría de las labores de Menéndez-Pidal. FIGURA: nº 2. PLANO: nº 2 y 10. LÁMINA: nº 5. DESCRIPCIÓN: Se trata de una pequeña cloaca, o alcantarilla, que corre encajada entre el espacio que queda entre la orchestra y el proscaenium. Actualmente es visible en dos o tres puntos de esta zona. Está toda ella realizada con ladrillo, rotos en algunos casos, y su estructura no es completamente visible. Aún así, por los tramos que están a la luz, se aprecia que consiste en una canalización construida mediante dos muretes paralelos de

EDIFICIO: Teatro. TÉCNICA: Opus testaceum. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Arcilla cocida, de color R-20 de Cailleux. PUNTO: MER.1.3. PARAMENTO: Cloaca, que discurre delante del proscaenium. ESTADO DE CONSERVACIÓN: Relativamente bueno, aunque presenta ciertas roturas. RESTAURACIONES: Probablemente su lado más meridional esté bastante afectado con la reparación del pavimento de la

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Rosalía María Durán Cabello ladrillo, de los que sólo se pueden documentar ahora cuatro hiladas superpuestas ya que la alcantarilla está sin vaciar. Sobre estos muretes vuela una bovedilla de cubrición, también aparejada con ladrillos que se disponen radialmente. Por lo que se puede ver, insistimos, parece que la bovedilla es de cañón bastante rebajado. Acerca de sus dimensiones, hay que decir que se trata de sequipedales, de ca. 29,5 por 43 cm. y su grosor es inferior al palmus: aprox. 5 cm. (Cfr. CD-ROM de Apéndice Estadístico).

También en esta zona, a la altura de la valva regia y delante del supuesto registro anterior, se documenta la presencia de un sumidero de planta circular, realizado en toda su parte externa con plomo. Está fuera de duda que su función sea esa, la de recoger las aguas pluviales y conducirlas directamente a la cloaca. Además se constata en él un cierto acomodo al canal, o mejor una breve depresión semicircular, realizada en el signino y que discurre por encima de la cloaca. Esta conducción superficial recogía el agua escurrida del proscenio y del pulpitum, así como la proveniente de parte de la orchestra.

En la parte correspondiente a la exedra semicircular central del proscenio, aparece un registro de la alcantarilla. Consiste en una suerte de orificio de planta cuadrangular practicado en el punto central de la bovedilla. Se cubría con ladrillos, dispuestos horizontalmente y, sobre ellos, se documenta hoy día una potente capa de opus signinum, hecho con una dura argamasa y con ladrillo machacado. Se documenta, nuevamente, en esta mezcla la presencia de fragmentos de mármol.

En los ladrillos no se aprecia una disposición concreta ni evidencian una obra cuidada en exceso, ya que se trata de una labor de saneamiento que siempre iba a estar a cubierto de la vista del público. Sí es, evidentemente, una realización de gran solidez como lo demuestra el haber llegado hasta nuestros días, y esa solidez es debida, en gran medida, a la buena cochura de los ladrillos, que poseen abundantes desgrasantes, así como al buen mortero que los une, que se muestra rico en cal.

Lámina 5.- Vista parcial de la cloaca que corre delante del murus pulpiti, realizada en ladrillo. En la imagen vemos una rotura resultado de haber robado el cancel o sumidero que hubo en esta zona según revela la planta cuadrangular del hueco.

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El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita MER.1.4

el peldaño. Bajo ellos y a pesar del cemento moderno, se aprecian con nitidez la presencia de dos hiladas más de ladrillo, y según se vislumbra en el ángulo del peldaño, también se disponen a soga.

EDIFICIO: Teatro. TÉCNICA: Opus testaceum. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Arcilla cocida, de color S-25 de Cailleux. PUNTO: MER.1.4. PARAMENTO: Escalerillas del proscaenium/pulpitum. ESTADO DE CONSERVACIÓN: Regular, están muy afectadas por el contínuo afluir de los visitantes y los montajes escénicos de las representaciones que allí se realizan. RESTAURACIONES: Ellas mismas son el resultado de la última reparación realizada en la Antigüedad, pero hoy en día se aprecia que los peldaños latericios han sido unidos, nuevamente entre sí, con cemento. Esta reparación debe inscribirse, sin duda, dentro de las actuaciones emprendidas por Menéndez-Pidal. FIGURA: nº 2. PLANO: nº 2 y 10. LÁMINA: nº 6. DESCRIPCIÓN: Se trata de dos escalerillas, que se disponen en los extremos este y oeste del proscaenium, que ponen en contacto la zona de la orchestra con el pulpitum.

El cuarto y último peldaño, después del cual nos hallamos en la zona de contacto del iter con el proscenio, está formado por dos sillares dispuestos a soga. En ellos, por el lado de la huella, es donde se aprecia la presencia de los agujeros para el forceps. A todas luces se ve que se trata de material reutilizado. En la escalera del extremo oeste, vemos que se reproduce un esquema bastante parecido al de su homónima. En este caso tiene cinco (5) peldaños, que descendiendo desde la escena, aparecen constituidos de la siguiente manera. El primero de todos, al igual que en el caso anterior es de hormigón moderno y, por tanto, de la misma época. El segundo está formado por dos sillares graníticos dispuestos a soga, en los que no son visibles ni agujeros ni ranuras. Están unidos entre sí mediante una finísima capa de mortero.

Como ya adelantamos arriba, estas revelan que son el fruto de la última reparación de toda esta área. Efectivamente, están aparejadas con ladrillos, que se disponen mayoritariamente a soga, pero también se constata la presencia de piedras de forma regular, muy escasas en número. Tanto los ladrillos como los sillares son en gran medida material amortizado. Así, en los bloques se documenta la existencia de agujeros destinados a albergar los extremos de un forfices, o pinzas (Ginouvès y Martin, 1985, 124). En cuanto a los ladrillos, no cabe duda de que son amortizados pues muestran dimensiones dispares y extrañas, y para reafirmar esta idea, vemos que los bordes, no solo en los cantos de los peldaños, están rotos.

El tercer peldaño muestra el empleo mixto de los materiales: ambos extremos están ocupados por trozos de sillares que adquieren, por su tamaño, la categoría de sillarejos. En el del lado oriental se documentan, aún hoy, los restos de una placa de mármol con la que estaba chapada la fábrica de la escalera, que se adhería a ella mediante una potente capa de argamasa. Entre los dos sillares de este segundo peldaño se disponen dos ladrillos colocados a soga. En la parte de la contrahuella de este segundo peldaño parece verse que bajo los ladrillos mencionados puede que haya otra hilada, pero ésta está parcialmente camuflada por una especie de signino.

Los ladrillos están unidos entre sí con argamasa rica en cal, hecho claramente apreciable sólo en algunas zonas, ya que están bastante enmascarados por el cemento moderno.

El tercer escalón está constituido por ladrillos, a excepción de un sillarejo ubicado en su extremo occidental. En cuanto a los ladrillos encontramos dos completos y colocados a soga en el lado este, luego, junto a ellos, aparece uno dispuesto a tizón, tras el cual se abre un hueco en el que se observa la presencia del sillarejo en el ángulo oeste y junto a él un ladrillo, a soga, de la hilada inmediatamente inferior a la de la huella. Este hueco pudo estar completado bien por otro ladrillo completo a soga o por dos rotos; bien por un sillarejo de las mismas características que el que se puede ver en este plano inferior.

La escalerilla del extremo oriental presenta cuatro (4) peldaños. Comenzando desde el pulpitum, el primero de ellos es de hormigón moderno -de la restauración dirigida por Menéndez-Pidal-; los dos siguientes están constituidos por ladrillos y en ellos se observan los siguientes sistemas. En el segundo peldaño, según se comienza el descenso, en la parte correspondiente a la huella, los ladrillos se disponen a tizón, pero inmediatamente bajo ellos, y unidos mediante una capa de argamasa, aparece otra hilada en la que los elementos se colocan a soga.

El quinto peldaño es el que peor se conserva de todos. Por lo que hoy se puede contemplar, son todos ladrillos unidos entre sí y recibidos con cemento moderno. No sabemos hasta qué punto es material original o “reutilizado para restauración”, que, evidentemente es del mismo momento que el escalón primero. En él se ven tres ladrillos dispuestos a soga, unidos entre sí por gruesas capas de cemento. En la contrahuella, y parcialmente enmascarados, se entrevén los restos de, al menos, una hilada más de ladrillo. El ángulo este de la escalera ofrece aquí una profunda rotura.

En el tercer peldaño, el fenómeno es mixto. Así en la zona de la huella aparecen tres ladrillos completos: dos en su parte oeste y uno en el extremo opuesto. Están colocados a soga. Pero en el espacio que resta entre los tres, aparecen dos trozos de ladrillo, no podemos precisar si rotos o recortados, para terminar

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Lámina 6.- Escalera que une la orchestra con el pulpitum. Está aparejada básicamente con ladrillo aunque se documentan sillarejos de granito, fruto de reparaciones realizadas en la Antigüedad. El peldaño superior es fruto de la restauración finalizada en los años '60 del s. XX.. También es moderno el mortero que recubre casi por completo los peldaños.

MER.1.5

Con respecto a los muros debemos decir que también estos, como la gran mayoría del monumento, están aparejados en opus quadratum. Los sillares se nos muestran perfectamente escuadrados y alisados, y denotan un cuidado especial en la colocación de las juntas. Salvo las tres hiladas que corren por encima de la moldura, ningún bloque presenta labores de anathyrosis ni de almohadillado. Debemos señalar también en este párrafo sobre tratamiento de los sillares, que el alisado que se documenta en estos bloques, así como el constatado en MER.1.2, no se advierte huella de ninguna herramienta por lo que podemos que se remató con cucarda3 de grano fino; tampoco podemos olvidar la acción del tiempo como causante de este efecto.

EDIFICIO: Teatro. TÉCNICA: Opus quadratum. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Granito, de grano medio, color gris claro. PUNTO: MER.1.5. PARAMENTO: Aditus occidental, interior. ESTADO DE CONSERVACIÓN: Bastante bueno, aunque debemos señalar que los sillares de la zona de la puerta de la fachada así como, grosso modo, los de la parte superior del lado más externo del corredor, se hallan erosionados por la acción de filtraciones de aguas pluviales. RESTAURACIONES: Sólo se le volvió a colocar el dintel con la inscripción gemela a la del otro aditus, en época de Mélida (entre los años 1910 y 1916, que es la época de excavación del hemiciclo propiamente dicho), como lo atestigua varios documentos gráficos del momento. FIGURA: nº 2 PLANO: nº 2 y 10 y 13-1. LÁMINA: nº 7. DESCRIPCIÓN: Este iter presenta las mismas características constructivas y de distribución que el del lado este. Sin embargo, a pesar de lo simétrico del planteamiento, se observan ciertas diferencias en las que haremos especial hincapié.

Al igual que sucedía en su homónimo, no podemos especificar el tipo de herramienta de prensión que se utilizó para transportar los bloques a su destino definitivo, puesto que dado el esmero de la fábrica, no se aprecia ningún orifico que nos induzca a pensar en uno u otro sistema. Así que como en el otro caso, creemos que tales huellas se hallan ocultas en las caras interiores de los bloques. El primer cuerpo de este corredor está compuesto por ocho (8) hiladas, incluida la moldura. En él también se documenta la presencia de pilastras anchas y poco sobresalientes en la parte baja del corredor. En total, el número de pilastras que se documenta es de cuatro en la pared interna más la doble pilastra en esquina; en el muro contrario se documentan tres normales más otra de ángulo, que aparece más resaltada y que es la responsio de la de esquina. Así, vemos que se repite el mismo planteamiento que en el lado oriental.

Al adentrarnos por él desde la orchestra, el esquema es como en el otro lado: las jambas aparecen moduladas por sendos pares de pilastras, que están coronadas con una moldura -como la descrita para MER.1.2- que se interna y recorre todo el pasillo. Esta zona externa de las jambas conserva aún grandes áreas del estuco con el que estaba revestida toda esta parte delantera del edificio.

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El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita Como en el homónimo, aquí también aparecen los sillares trabajados en planos y simulando pilastras adosadas que, como en su gemelo, apenas sobresalen del paramento. Su función, como ocurría allí, es meramente decorativa aunque van marcando los sucesivos tramos de bóveda ya que, compositivamente, representa soportar los distintos arcos fajones que jalonan la bóveda.

pavimento del corredor. En cualquier caso, ya sea sólo bocel de signino, ya el revestimiento de un posible plinto por esta parte, parece que está claro que su función estructural es la de basamento de la pared de fachada. En cuanto al sistema de cubrición del espacio es el mismo que en el parodos oriental. Se trataría, en la zona de acceso desde la orchestra, de un techo plano en rampa ascendente hasta entrar en contacto con un poderoso arco fajón de sillares. Este da paso a tres tramos consecutivos de bóvedas de cañón peraltado aparejadas en opus caementicium visto, cuyos caementa se disponen radialmente. Los dos primeros trechos de bóveda corren a la misma altura, y la tercera -más interna- a mayor altura. Tras ésta se desarrolla un fajón simulado de sillares y detrás de él el resto de la bóveda de cañón, muy ligeramente peraltada, aparejada por completo en quadratum. En total, este tramo cuenta con diecisiete dovelas. En el quiebro del pasillo se vuelve a realizar una bóveda de esquina de claustro como la que ya habíamos documentado en MER.1.2.

En este parodos no se documenta, exactamente, la presencia del plinto corrido que veíamos en su simétrico, pero aquí lo que observamos es una suerte de canal practicado junto al muro interior, el del graderío. No obstante tampoco aquí el canal llega hasta el final del pasillo, en la zona donde se produce el quiebro, sino hasta la mitad más o menos. En el paramento opuesto no se documenta la presencia de otro canal pero tampoco aparece un plinto corrido. En este caso se trataría de un bocel que reviste el basamento del muro o bien de un plinto que hoy día está escondido bajo la capa de signinum del bocel que, además, forma parte del mismo lecho que el

Lámina 7.- Interior del aditus oeste en el que se aprecian características similares a las documentadas en su homónimo oriental. En este caso cabe precisar en el orden compositivo que no posee otro acceso, y en el aspecto técnico subrayar que se constata el empleo de dos tipos diferentes de granito, como evidencia la erosión de los sillares.

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Rosalía María Durán Cabello Inmediatamente por encima del gran machón de sostén de la escalinata y a 4 m. de distancia de la esquina del edificio, aparece una especie de corredor, inacabado, que fue perforado en el opus caementicium. Su creación contribuyó a desmontar parte de las hiladas de fachada. Este pasillo es muy estrecho, ya que sólo presenta 1’26 m. de luz. Está cubierto por una especie de bóveda de cañón que no es otra cosa que el hormigón regularizado mediante una gruesa capa de estuco. El fondo de este pasillo aparece con la pared regularizada y enlucida; esto debe ser para evitar problemas de filtración de aguas pluviales en el núcleo del hormigón, ya que el agua pura es uno de sus principales enemigos. El suelo que presenta en la actualidad es arenoso, probablemente porque esté por concluir su limpieza arqueológica.

MER.1.6 EDIFICIO: Teatro. TÉCNICA: Opus quadratum. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Granito, de grano mediano, color gris intenso. PUNTO: MER.1.6. PARAMENTO: Fachada, ángulo oeste y entrada occidental a la crypta. ESTADO DE CONSERVACIÓN: Relativamente bueno, aunque esta zona se ve muy afectada por la vegetación y los nidos de las aves (palomas). RESTAURACIONES: Sólo se documenta la reconstrucción de parte de la escalinata de acceso a la fachada perimetral por el oeste. Está realizada con hormigón moderno y se adosa al caementicium romano. No podemos precisar si pertenece al período de intervenciones de D. Félix Hernández o al de D. José Menéndez-Pidal. FIGURA: nº 2 PLANO: nº 2, 8-1 y10. LÁMINA: nº 8 y 9. DESCRIPCIÓN: Este punto abarca varios e importantes paramentos que es conveniente considerarlos juntos porque en un momento avanzado de la vida del teatro, así fueron considerados.

A 2’50 m. de este pasillo se abre la puerta oeste de la crypta del teatro. Tanto la puerta misma como el corredor están aparejados con sillares. En la parte de la fachada se observa que los sillares que flanquean el acceso están muy bien escuadrados, sus juntas también aparecen realizadas con esmero, ya que presentan un acabado levemente curvado y unas uniones impecables. Los sillares aparecen almohadillados y con las anathyrosis señaladas bien en tres de sus lados o por toda la superficie. Además, en dicha superficie de anathyrosis se aprecia un magnífico alisado del bloque, de cucarda o bujarda, herramientas destinadas para tal fin.

Este apartado abarca toda la zona de la fachada, desde la esquina con la fachada principal, hasta el acceso occidental a la crypta. De la fachada, vemos que en su parte inferior, donde arranca la escalinata, es donde mejor se conserva la fábrica de sillería. En ese ángulo, concretamente, se conservan 16 hiladas. Los sillares forman una suerte de pilastra por el lado de la fachada, mientras que en el inicio del muro perimetral aparecen en línea con el muro sin sobresalir en ningún momento. Desde el nivel de suelo actual hay en el ángulo seis sillares seguidos dispuestos a tizón (soga por la fachada principal), y a partir de aquí comienzan a alternarse con sogas. Llama la atención que en esta zona constructivamente tan delicada -la esquina de un hemiciclo-, toda la parte inferior donde se desarrollan los seis bloques a tizón, que estos presenten sus juntas alineadas y no se contrapeen hasta a partir de la sexta hilada. Hemos de suponer que confiaban para esta zona inferior en la estabilidad del edificio y en la fuerte cohesión del hormigón. No podemos descartar el empleo de grapas de sujeción como se documenta en otros lugares a lo largo del muro anular.

El trabajo del almohadillado de estos bloques es muy singular ya que aparecen dos de los tipos definidos en el apartado 1.3 de este capítulo, como son el rústico y el abrupto. Ambos se presentan mezclados aunque se puede vislumbrar una cierta preponderancia de los rústicos en el lado más septentrional de la puerta. Aquí, gracias a los curiosos almohadillados, tallados en dos o más planos, con bruscos cambios de nivel, dejan entrever una especie de pilastra que flanquea la puerta. Sin embargo, no se puede presentar este dato sino como una apreciación ya que en este lado sólo restan cuatro hiladas, lo que supone 1 m. de altura. Los sillares se disponen con sus juntas perfectamente alternadas en la vertical y en lo que queda de las dos primeras hiladas, parece que existe un cierto ritmo alternante de soga/tizón. En las otras dos hiladas, en cambio, lo que se ve es una clara colocación a soga. En el lado opuesto de este mismo punto quedan seis hiladas de altura, aunque no pueden ser vistas completamente por la presencia de un muro de mampostería que intesta transversalmente en la fachada a tan sólo 0’75 m. de la jamba de la puerta y cuyo grosor es de 57 cm.. Estas seis hiladas miden ca. 2’25 m. En ellas destacan varios hechos. Por un lado, que la sexta hilada presenta un módulo mayor de lo que se venía documentando tanto en esta zona del paramento como en la opuesta; efectivamente, de sillares de poco más o menos 30/35 cm. de altura pasamos a estos de casi 60 cm.. Por tanto, estos dos bloques de la hilada rompen la homogeneidad del muro. Otra de las peculiaridades que ofrece este lado de la fachada es que el almohadillado que muestran los bloques es de tipo rústico, que no todos llevan, y, a veces, ni siquiera anathyrosis. También se observan diferencias en la cuestión del acabado. Hay un par de sillares en la hilada inferior que muestran las huellas del puntero usado en su desbastación. Otros, en cambio, están relativamente bien alisados y uno que se halla donde acaba hoy día el muro

Los sillares del ángulo aparecen muy bien escuadrados pero su alisado no es tan perfecto como lo que se ha podido constatar en la fachada principal y en los aditus, ya que en ellos es patente la huella de la cucarda con la que finalizaron la desbastación. Ninguno de los bloques en una anchura de 1 m. aparece almohadillado, aunque se detecta un raro fenómeno con tres o cuatro sillares que habiendo estado almohadillados, se les borró la almohadilla. Este hecho se documenta únicamente en la parte de contacto con el gran machón de opus caementicium revestido de opus incertum que flanquea la escalera. A partir de este punto, el muro parece sobresalir más con la presencia de paralelepípedos almohadillados. Estos sólo son visibles por encima del contrafuerte en que se apoya la escalinata, en los aledaños de la puerta de la crypta, donde sólo quedan entre tres y cuatro hiladas en la actualidad. El resto del paramento que se conserva hasta la altura del corredor que coronaba la summa cavea, está despojada de sus sillares, por lo que quedan vistas todas las tongadas del núcleo de hormigón.

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El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita en las dos primeras hiladas (comenzando desde el nivel de suelo actual) aparezcan sillares de gran altura, de aprox. 45 cm., para en una zona próxima al abocinamiento de la bóveda estos dos bloques, mediante un codo que se les practica, den paso a tres hiladas (fotografía 5) compuestas por bloques cuyas alturas oscilan en torno a los 30 cm. Otro de los detalles técnicos que llama la atención es que la quinta o sexta hilada (dependiendo de la zona del corredor que se considere) está formada por una sucesión de sillares, muy delgados, dispuestos todos a soga hasta llegar a la parte donde la altura de la bóveda pasa a ser de poco más de dos metros. Dichos sillares presentan una altura bastante uniforme de 20 cm. y parece fuera de duda que su función es la de preparar o enrasar el plano para disponer las hiladas de peralte y rampa donde cabalga la bóveda. Inmediatamente sobre ella, aparece una hilada compuesta exclusivamente por tizones que, además, presentan una gran altura: alrededor de 50 cm. Sobre ellos ya se desarrollan las hiladas dispuestas en rampa, que ya aparecen con almohadillado que está a medio camino entre los sillares tipo “natural” y rústico.

adosado al teatro, parece que le cercenaron la almohadilla. Así pues, vemos que este paramento, además de no ser muy homogéneo, estuvo parcialmente afectado por la adición del murete de mampostería. Por último debemos señalar que estos dos grandes sillares de la sexta hilada, al otro lado del murete adosado -ya punto MER.1.7-, se acodan y se transforman en dos hiladas, como se verá en el siguiente punto. No obstante, no podemos dejar de señalar también aquí este hecho para poner de relieve su irregularidad con respecto al resto. En cuanto al corredor de acceso al pasillo anular de la crypta, vemos que la puerta presenta una luz de 1’80 m. y una longitud hasta el quiebro de 14’90 m. En la parte exterior, por el saqueo de sillares de la fachada, la puerta ha perdido la rosca del arco que, probablemente, estuvo formada por dovelas molduradas. Lo que ahora podemos ver son las dovelas de la bóveda de cañón rampante y peraltado que cubre el primer tramo de este espacio. Efectivamente, el arco actual de la puerta presenta una altura de 3’88 m., aprox., y va descendiendo, paulatinamente, hasta llegar a los 8’55 m. de recorrido por el pasillo en donde se abocina y baja bruscamente hasta desarrollar una altura total de 2’14/2’10 m.; esta la conserva en todo su trayecto semicircular. No podemos dejar de señalar la manera en que se produce el abocinamiento del pasillo: de 1’80 m. de luz pasa a 1’10 m. y de 3’88 m. de altura pasa a ca. 2’10 m. Esto último se realiza mediante la colocación de dos adarajas en los paramentos, a modo de arranques del nuevo arco del siguiente tramo de bóveda. Las dovelas están formadas por inmensos bloques, muy bien alisados, que se insertan profundamente en la bóveda con núcleo de hormigón. El intradós de esta suerte de tímpano nos muestra que ya en el nuevo tramo de bóveda, es una especie de arco fajón.

Mención especial requiere el sistema de hiladas en cuña que permite tanto que la bóveda se desarrolle sobre un plano inclinado como que el empuje que se produce se vaya contrarrestando para que no peligre en ningún momento el resto de la fábrica durante el período de construcción. Observamos que en el muro de la izquierda, para el visitante que se introduce en la crypta, la bóveda comienza sobre 11 hiladas que mediante el empleo de sillares acuñados van descendiendo numéricamente y, por tanto de altura, hasta convertirse en 7, si consideramos la hilada constituida por la sucesión de tizones de ca. 50 cm. de alto. Normalmente, se disponen estas cuñas con su parte más ancha orientada hacia la fachada y la más aguda hacia el interior. Esta puede rematar de dos maneras: bien entrando directamente en contacto con la bóveda propiamente dicha, bien encajando en un sillar que siendo igualmente de cuña, lleva una especie de codo que cumpliría la función de “contra-cuña”, para frenar el empuje. Este mismo sistema se documenta en la pared frontera, pero en vez de comenzar con once hiladas lo hace con 9, porque la altura de sus sillares es mayor (Cfr. CD-Rom Planos nº 13-1).

A lo largo de estos 8’55 m. la bóveda está constituida por bloques graníticos insertos en el núcleo de opus caementicium del teatro; en ella se contabilizan 9 hiladas/dovelas. Sin embargo, como a los 5 m. de la puerta, la bóveda comienza a presentar tramos alveolares rellenos de hormigón visto, con los caementa dispuestos por su lado más largo y de forma radial. En las zonas donde el mortero se conserva mejor, se pueden apreciar las huellas de las maderas de la cimbra empleada en su construcción. Luego, a partir del quiebro del corredor, en toda su parte semicircular, la bóveda se compone por entero en alvéolos de opus caementicium, que alternan con una suerte de fajones que no son sino roscas de arco de grande dovelas talladas en granito.

Con todo esto además de ponerse de relieve lo complejo pero efectivo del sistema de rampa, vemos que los paramentos no son nada homogéneos en las dimensiones de sus elementos excepto cuando lo requiere la solución estructural, v.gr. la hilada de sogas de tan sólo 20 cm. de altura, pero constante, o la hilada sobrepuesta a ella con los grandes tizones de 50 cm.. También se concluye en este corredor que se aplican los detalles estéticos como reclamo para poner de relieve un alarde arquitectónico. Parece que la presencia del almohadillado infunde mayor confianza en la fortaleza del sillar que lo porta frente a un bloque que sólo esté escuadrado y alisado.

En cuanto a las paredes del pasillo, se aprecian detalles técnicos y constructivos muy interesantes. Así, en los sillares se constatan ciertas características. En primer lugar, toda la parte inferior del corredor presenta los bloques simplemente alisados y sin ninguna labor estética. Sin embargo, el alisado no es muy bueno ya que la superficie se muestra bastante rugosa. No se documentan huellas del empleo del puntero, por lo que es muy probable que se tratasen con la cucarda.

Con carácter general debemos apuntar que se constata el empleo de los forfices en aquellas zonas donde las hiladas sólo se documentan parcialmente y por las caras laterales de los bloques, lo que revela un trabajo muy cuidado. Estos orificios son circulares y no demasiado profundos. En este punto no hemos encontrado en ningún sillar.

No hemos mencionado en ningún caso que dichos paramentos fuesen homogéneos. Efectivamente, no lo son. En ellos aparecen sillares de alturas y formas dispares. Se constata aquí que tanto el tamaño como la forma de los bloques están totalmente supeditadas a cuestiones técnicoestructurales. Nos referimos con esto a hechos tales como que

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Lámina 8.- Fachada occidental del hemiciclo. En ella se observan el acceso a la crypta, y junto a él, -a la izquierda de la imagen- aparece un acceso que jamás llegó a finalizarse. Llamamos la atención sobre la homogeneidad de las tongadas de opus caementicium que han quedado vistas tras ser robada la epidermis de sillares graníticos. Los pocos ejemplares que quedan in situ muestran almohadillados, entre los que predominan los de tipo rústico.

Lámina 9.- Interior de la crypta oeste está realizada opus quadratum con sillares sin almohadillar. La bóveda de cubrición -que en las inmediaciones con la calle es de tipo decenda de cava- es de cañón y hecha con alvéolos de opus caementicium, con una técnica similar a la documentada en los tramos rectos de los aditus.

MER.1.7

plataforma/descansillo entre la gran escalinata que sube desde el ángulo oeste del hemiciclo y brinda el paso a la crypta, hasta el segundo tramo de escalera que conduce hacia la siguiente plataforma que facilita el paso al primer vomitorium del lado occidental del teatro. Su longitud es de 9’95 m.

EDIFICIO: Teatro. TÉCNICA: Opus quadratum. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Granito de grano grueso, color gris intenso. PUNTO: MER.1.7. PARAMENTO: Fachada entre el acceso oeste de la crypta y el primer vomitorium de subida a media y summa caveae. ESTADO DE CONSERVACIÓN: Se halla muy saqueado desde antiguo, pero lo que resta se encuentra en buenas condiciones. RESTAURACIONES: No se aprecia ningún tipo de intervención. FIGURA: nº 2 PLANO: nº 2, 8-1 y 10. LÁMINA: nº 10 y 11. DESCRIPCIÓN: Se trata de uno de los tramos de la fachada anular más particular. Comprende la pared que va desde la

Su singularidad radica en que de las siete hiladas que quedan, sólo aparecen cinco bloques con almohadillado. Por ello podemos decir, en sentido extenso, que en esta zona los bloques sólo están escuadrados y alisados. En bastantes ejemplares se aprecia como están pergeñadas las anathyrosis nº 1 y/o 3, muy bien alisadas, mientras que el resto del bloque presenta un acabado bastante rugoso. En un porcentaje mucho menor se localizan sillares en los que se perfilan las anathyrosis nº 2 y/o 4. El alisado debió realizarse o con bujarda o con cucarda; sólo las anathyrosis permiten considerar el empleo de la gradina en su alisamiento.

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El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita A partir de aquí vemos toda la altura de fachada en la que el hormigón ha quedado visto, excepción hecha de algunos bloques excesivamente insertados en la fábrica, que resultaron imposibles de robar.

En líneas generales debemos destacar que el trabajo de cantería de este paramento denota un saber hacer muy notable. Las juntas de los sillares se nos muestran levemente curvadas para lograr una perfecta unión. Con respecto a la disposición de los bloques vemos que no se ha aplicado un criterio de ritmo concreto y estricto, sino que se aprecia cierta preponderancia en la colocación por hiladas que dentro de la misma fila. Al analizarlo detenidamente, por ringleras, vemos que en líneas generales predomina la colocación a tizón frente a las sogas. Así en la primera hilada sólo se documentan sillares dispuestos a soga y tizón, casi mitad y mitad (según se entrevé a través del muro transversal de mampostería adosado a la fachada); en la siguiente también se documenta la alternancia de sogas y tizones, pero con predominio de estos últimos. En la tercera hilada se documenta un desarrollo masivo de bloques a tizón con la presencia casi simbólica de alguno a soga; en la cuarta se atestigua el dominio absoluto de los bloques dispuestos a soga. En la siguiente hilada verifica la presencia de sogas y tizones en la misma fila pero sin un ritmo alternante. En la sexta y séptima hiladas se confirma un fenómeno similar a la quinta, pero presentan un detalle singular que comienza a entreverse en la mencionada quinta hilera.

En esta altura de la fachada, no hemos encontrado bloques que presentasen muescas destinadas a albergar las pinzas (ferrei forfices) o la castañuela. Sí hemos documentado, en cambio, la existencia de hendiduras laterales en su cara superior para su acomodo mediante palanca. Estas son pequeñas, delgadas y rectangulares. Opinamos que es muy posible que aquí se colocasen los sillares a través de cilindros de deslizamiento. Junto a la fachada va intestando una escalera que consta de dos tramos consecutivos. El primero de ellos arranca de la cota de suelo en donde se apoya la primera hilada de este punto. Desde aquí y a través de seis escalones se llega a un estrecho descansillo de 0’77 m. de ancho; luego, tras superar otros siete peldaños, llegamos a la plataforma de acceso a vomitorio MER.1.8.. El primer tramo de escaleras ofrece toda la fábrica aparejada con bloques graníticos, descansillo incluido. A partir de él, sólo vemos el núcleo de opus caementicium de la escalera, que ha perdido el revestimiento que conformaba la cara externa de los peldaños. También aparece de hormigón visto el pavimento de la plataforma propiamente dicha, que en su parte vista, desde la calzada perimetral, presenta un frente de opus quadratum realizado con bloques de dimensiones muy dispares entre sí.

Efectivamente, en la quinta hilada, asomando por detrás del murete de mampostería, aparece un sillar a tizón que es el único de toda la ringlera que está almohadillado. A esta misma altura del muro, pero en la fila superior, vemos un gran bloque de 70 cm. de altura que presenta una adaraja, o codo, almohadillado, que se corresponde por la parte de la adaraja con la altura de la sexta filera, pero el resto del sillar, parcialmente retranqueado, participa de la mitad de la altitud de tongada de la séptima fila. Esta séptima, en este punto, se ve compensada con la colocación de un sillar, también a tizón, que posee casi 30 cm. de altura. Entre el sillar con forma de “L” y el bloque complementario se desarrolla la 7ª hilada que prosigue, a partir de aquí, con la presencia de tres sillares: un tizón y dos sogas, con almohadillado, mientras que el resto de la fila son paralelepípedos simplemente alisados.

Esta escalera perdió parcialmente su utilidad con el adosamiento del muro de mampostería transversal al hemiciclo. De esta manera la última calzada que se acondiciona en la zona se ve obligada a dar un rodeo en torno a la plataforma de acceso a MER.1.8 y superar el final del muro de mampostería, con lo que se genera un desnivel entre el arranque del primer tramo de la escalera y la última pavimentación de la calle de 1’38 m. Pero todo esto se verá más con profundidad en otro capítulo del trabajo.

Lámina 10.- Detalle del paramento MER.1.7 donde se observa la unión de dos cuadrillas diferentes de trabajo como lo revelan el uso de almohadillados así como la presencia de sillares acodados para resolver problemas de reunión de dos módulos diferentes.

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Lámina 11.- Panorámica del sector oeste de la fachada semicircular. En la izquierda aparece el acceso a la crypta, así como un muro perpendicular a la fachada que amortiza la calle perimetral original con escalinata que corría junto a MER.1.7. En la zona derecha vemos el vomitorium MER.1.8 en plena fase de restauración y delante de él una plataforma de sillares con escaleras que le da acceso otras el cambio en la circulación perimetral del monumento.

MER.1.8

con carácter estricto. Como lo que tenemos es la sección del paramento sur de la escalera, vemos nítidamente que los sillares se unen entre sí a hueso y que están firmemente insertados en el núcleo de opus caementicium.

EDIFICIO: Teatro. TÉCNICA: Opus quadratum. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Granito, del tipo de “pata de cabra”, color gris metálico. PUNTO: MER.1.8. PARAMENTO: Primer vomitorium de acceso a media y summa caveae por el lado occidental y parte de fachada anular inmediata, por el este. ESTADO DE CONSERVACIÓN: Es uno de los más afectados por la acción humana y por la erosión ambiental. RESTAURACIONES: En la actualidad está reconstruido en su casi totalidad: la jamba izquierda -según se entra- con todo su paramento, el muro que tenía el acceso a la grada media y su correspondiente vestíbulo y el siguiente tramo hasta el vano que ventilaba e iluminaba el descansillo de esta parte de la escalera. Los materiales empleados en ella son piedra artificial, mampostería moderna y ladrillo. FIGURA: nº 2 PLANO: nº 4, 8-1 y 10. LÁMINA: nº 12 DESCRIPCIÓN: Se trata de un pasillo provisto de escaleras que brinda el paso a las gradas altas del hemiciclo, de 1’82 m. de luz. Como ya se ha comentado, es uno de los puntos que peor ha llegado hasta nuestros días. De hecho sólo queda en pié la plataforma exterior de paso a la puerta con sus correspondientes escalones y parte del muro derecho visto desde la calzada, así como alrededor de cuatro hiladas de altura es lo que queda sin saquear de la fachada anular. El ancho de esta fachada es de 9’20 m.

El trabajo de cantería nos presenta unos bloques relativamente bien escuadrados y alisados, aunque bastante afectados por las filtraciones de agua. Ningún bloque porta anathyrosis ni almohadillado. En líneas generales vemos un paramento poco homogéneo, ya que las alturas de las tongadas no son uniformes, y que, además ofrece sillares con formas cuadrangulares pero con tendencia cuneiforme. Estos son los que se hallan en las hiladas de rampa en donde se apoyaba la bóveda de cubrición de la escalera. Formando parte de esta cuña, se documenta la presencia de dos bloques con alturas sensiblemente inferiores al resto: ca. 18 cm. cada uno frente a los aprox. 40 cm., más o menos, del resto. En alguno de los sillares se ve, en la sección, el orificio circular destinado a alojar los ferreus para su prensión y transporte, con lo que el sistema empleado se ve plenamente documentado con esto. Se observa claramente que la escalera, realizada con hormigón y revestida con material hoy desaparecido, probablemente peldaños graníticos, se hizo posteriormente al levantamiento de los muros, ya que el mortero se pega perfectamente a los sillares de la pared. En cuanto al tipo y sistema de la escalera, vemos que se incluye entre las de dos tramos rectos con doble descansillo de media vuelta. Esto se desarrolla de la siguiente manera: mediante un tramo de peldaños llegamos a un descansillo/vestíbulo en donde se abre el vano de paso a la media cavea. Siguiendo en el descansillo, a mano izquierda subiríamos otro tramo de escalera que desembocaría en otro descansillo que tendría una apertura en

Los bloques que conformaban las jambas y el arco de cubrición han desaparecido. Lo poco que podemos reseñar es que por la zona de fachada se aprecia que en la jamba los sillares se colocan a soga alternando con tizones, por hiladas, pero no

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El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita fachada, muy probablemente con un arco (¿ventana o balcón?), para proporcionar luz y ventilación a la escalera. Continuando, y de nuevo a mano izquierda, encontraríamos la última sección de la escalera y el vestíbulo -sin solución de continuidad- que daría paso al praecintio de la summa desde el cual y mediante scalariae exteriores, se subiría a las localidades y al porticus in summa cavea donde se hallarían los mástiles de tensión y sujeción del velum.

completamente irregular, ya que en ella se dan cita bloques de todas formas y tamaños. Están bien alisados y escuadrados, pero sus tipos no son del todo regulares. Se podrían distinguir: bloques de gran tamaño rectangulares y levemente acodados; sillares rectangulares normales colocados bien a soga, bien a tizón; elementos que tienen un grosor tan escaso que parecen estrechas lajas y otros, también muy magros, que se desarrollan en horizontal, que parecen grandes y homogéneas losas. En su disposición no se advierte ritmo ni composición ni tan siquiera continuidad de la línea de hilada. Esto último puede deberse al buzamiento del terreno hacia el oeste.

Respecto al parapeto de la plataforma de acceso que se encuentra en la calle, lo único que podemos decir es que es

Lámina 12.- Interior del vomitorium MER. 1.8. antes de la restauración llevada a cabo a fines de la década de los '80 del s. XX. Se observa con nitidez como los sillares revisten el núcleo de caementicium así como el arranque de la bóveda de cañón rampante que cubría la escalera.

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MER.1.9

A lo largo de todo este inmenso sector del hemiciclo constatamos la totalidad del número de tongadas que lo constituían: más de 40 a razón de ca. 45 cm. de altura por cada una de ellas.

EDIFICIO: Teatro. TÉCNICA: Opus caementicium. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Caementa de gran tamaño de piedra tipo anfibolita posiblemente del mismo solar- y mortero rico en cal, con árido muy fino en el que abunda el cuarzo: probablemente sea arena procedente de alguno de los ríos de Emerita. Es compacto y de gran dureza. PUNTO: MER.1.9. PARAMENTO: Tramo externo, desprovisto actualmente del paramento de fachada, comprendiendo entre el ángulo oeste y MER.1.8. ESTADO DE CONSERVACIÓN: Bastante bueno, aunque con abundante presencia de nidos de aves (palomas) y de vegetación, podada cada cierto tiempo. RESTAURACIONES: Sólo las que se han expresado para el punto precedente. FIGURA: nº 2 PLANO: nº 8-1 y 10. LÁMINA: nº 13. DESCRIPCIÓN: Se trata del núcleo de la fábrica del teatro que en toda esta zona ha quedado despojada de su epidermis granítica por la continua utilización del edificio como cantera a lo largo de su historia. Sin embargo su estado de conservación es inmejorable.

Las tongadas se muestran como capas muy regulares y homogéneas en las que en algún caso ha quedado inserto en su interior algún trozo de sillar o algún bloque que se dispuso a soga por aquello de que conformaría el encofrado pétreo del hormigón que hoy contemplamos. Como hemos precisado, los caementa son de gran tamaño en las partes más bajas de los muros y van disminuyendo su tamaño conforme se gana altura, aunque no faltan ejemplos excepcionales en las zonas altas del edificio. El mortero es de excelente calidad y de una dureza pétrea, prueba de ello es que ni los agentes atmosféricos ni la acción antrópica han podido con él. Efectivamente, el resultado de la mezcla es tan compacto que se revela en detalles tan curioso como la casi total ausencia de coqueras (intersticios sin rellenar) en todo el paramento visto. No se deben confundir con los agujeros producidos por la extracción de bloques en el proceso de “despegarlos” del núcleo cementicio.

Lámina 13.- Imagen que muestra el núcleo de hormigón del teatro tras el saqueo del revestimiento de opus quadratum. Se documenta el sistema constructivo de tongadas sucesivas y el uso de sillares dispuestos a tizón para trabar mejor núcleo y epidermis pétrea.

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Sobre los tamaños y formas vemos que los sillares se muestran de dos maneras distintas: rectangulares y bien escuadrados y cuneiformes y con adarajas, de distintas tendencias, según el punto del arranque de la bóveda en que se ubican. Estos últimos forman parte del sistema de hiladas cuneiformes, que mueren o terminan en otra hilada que posee bloques “contra-cuña”, exactamente donde van a encajar los sillares aguzados que se desarrollan con tendencia trianguliforme.

EDIFICIO: Teatro. TÉCNICA: Opus quadratum. NATURALEZA DE LOS MATERIALES: Granito, de grano mediano y muy deleznable, gris de tonalidad un tanto ocre. PUNTO: MER.1.1O. PARAMENTO: Vomitorium de acceso a ima cavea. ESTADO DE CONSERVACIÓN: En la zona de la portada, está casi por completo desmontado; en cuanto al interior, en los 4 primeros metros de pasillo se aprecia la piedra de los sillares casi carcomida por completo. Creemos que es por filtraciones de agua. En la superficie de los sillares se observa como una especie de afloraciones cuya apariencia, recuerda líquenes petrificados. Y en relación con los bloques, debemos señalar que ofrecen grandes huecos entre sus uniones mostrando en algunos casos formas muy irregulares. Creemos que este hecho también es debido, en parte, a los problemas que tuvo por esta zona el teatro de escorrentías de aguas pluviales. RESTAURACIONES: No se aprecia ninguna. FIGURA: nº 2. PLANO: Nº 3 y 10. LÁMINA: nº 14. DESCRIPCIÓN: En este vomitorio se aprecian, como en el resto, grandes diferencias en el tratamiento de los bloques en fachada y en el interior del pasillo, a pesar de que la fachada está casi desmontada y sólo conserva 5 hiladas de altura en la zona mejor conservada. En esta se documenta la presencia de sillares almohadillados de tipo abombado, que alternan con otros de tipo abrupto. Sólo quedan cuatro o cinco ejemplares, formando parte de las jambas de la puerta, que lo llevan rústico.

En general, las hiladas presentan una altura muy regular excepto la que se encuentra rayana con el suelo actual, que es de ca. 29 cm. mientras que el resto oscila entre 40 y 45 cm., aproximadamente. Con respecto a la disposición de los sillares a lo largo del pasillo, se observa que, en la parte baja, en torno a los 2’10 m. de altura, justo en la zona donde se empieza a constatar el sistema de cuñas de la rampa, los bloques se colocan mayoritariamente a tizón, excepto los paralelepípedos/dovelas de la bóveda y los que funcionan como cuña, que se disponen a soga. Las juntas aparecen muy cuidadas en todas las hiladas excepto en la zona más cercana a la puerta, donde los sillares están tan erosionados que muestran grandes intersticios entre ellos. Además todas las filas se encuentran perfectamente contrapeadas. En ningún bloque se documenta, por su cara vista, huella de utensilios empleados para su traslado y colocación en obra. No obstante, en algunos ejemplares se constata la presencia de una suerte de ranura que podría identificarse con el empleo de la palanca -ferreus vectis- en el acto de su colocación definitiva, pero no podemos desechar por completo que dichas ranuras no sean fruto de la erosión o del intento de robo del bloque.

En el interior del corredor no se atestigua la presencia de ningún sillar almohadillado. Todos ellos están muy bien alisados, probablemente con un sistema abrasivo, pues no se documenta huella de herramientas propias para tal fin, como por ejemplo la gradina o la cucarda.

En general debemos hablar, para el vomitorio, de paramentos bastante homogéneos y regulares, sobre todo en lo que a la parte baja del mismo se refiere.

Lámina 14.- Interior de un vomitorium de acceso a ima cavea realizado en opus quadratum, de sillares sin almohadillar como se documenta en el interior de todos los vomitoria del teatro. Su cubrición es una bóveda en decenda de cava con un sistema de sillares en cuña.

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contamos la inicial medio oculta-, se desenvuelve toda a soga salvo un único ejemplar. Sus sillares, mucho más estrechos que los del resto del paramento, oscilan entre 26 y 29 cm. de altura. Esta misma ringlera se prolonga luego por el interior del vomitorio de subida, con idéntica altura.

EDIFICIO: Teatro. TÉCNICA: Opus quadratum. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Granito de grano mediano, con incipientes afloraciones de maclas pequeñas de cuarzo, color gris blancuzco. PUNTO: MER.1.11. PARAMENTO: Fachada anular, entre un vomitorium de paso a ima y otro de acceso a summa. ESTADO DE CONSERVACIÓN: Regular. Está bastante desmontada de sillares y el hormigón visto se halla un poco afectado por la erosión ambiental y el saqueo de los bloques. RESTAURACIONES: Se observa una intervención en la parte superior, correspondiente al descansillo del vomitorio siguiente, que ha afectado al hormigón de fachada. Ha sido reforzado con cemento moderno. Esta es de 1989. FIGURA: nº 2. PLANOS: nº 10. LÁMINA: nº 15. DESCRIPCIÓN: Se trata de un paño bastante desmontado, del que quedan entre 4 y 8 hiladas en las zonas extremas y su longitud es de 8’20m.

Todos los sillares del paramento están almohadillados y muy pocos de ellos, ya en zona de jamba, aparecen trabajados con dos superficies diferentes dentro de la misma cara. Se documentan dos tipos de almohadillado, mezclados en el frente del muro: los abombados, que son predominantes, y los abruptos. En este caso, no acertamos a discernir plenamente si el abombamiento es fruto de un trabajo así concebido o si se debe a la mala calidad de la piedra y su manera natural de responder a la erosión. Sin embargo, aunque no descartamos una cierta influencia de esta última, pensamos que dado que aparecen todos revueltos sin orden alguno en la constitución de la pared, debe ser fruto de un trabajo especial en una piedra granítica más blanda de lo usual. En los abombados vemos que las anathyrosis no están muy bien delimitadas con respecto a la almohadilla, aunque suelen entreverse por las cuatro caras. Por último, queremos señalar un hecho que ilustra muy bien el dato de la predominancia del tipo abombado: en la sexta hilada todos los bloques excepto uno están tallados de esta guisa.

El aparejo está formado por sillares que aparecen, sin excepción, almohadillados. En líneas generales se observa que los bloques están bien escuadrados, con los bordes ligeramente curvados, pero este fenómeno no se constata sólo en sus aristas, sino también en sus esquinas. De esta manera en algunos puntos se ve la obra un poco erosionada y da la sensación de irregularidad.

También relacionado, en cierto modo, con la disposición de los sillares dentro del conjunto del paramento, debemos subrayar que todos ellos aparecen con las juntas alternadas, de manera que nunca coinciden en la vertical. Este hecho aunque se documenta aquí, no está muy conseguido en este muro ya que vemos que las juntas se hallan muy próximas entre sí en la vertical. Quizá este hecho se vea incrementado por la abundante presencia de elementos dispuestos a tizón.

En la zona donde se conserva mayor altura, en la esquina con el pasillo de subida que le sigue, vemos que la hilada inferior apenas si asoma de entre el segundo empedrado de la calzada. A partir de este punto las hiladas se desarrollan mayoritariamente con bloques dispuestos a tizón, entre los que aparecen poquísimas sogas. Sin embargo, la sexta hilada vista -séptima si

En algunos bloques de la hilada superior se constata la presencia de agujeros circulares para la aplicación de los ferrei forfices empleados para su prensión y puesta en fábrica.

Lámina 15.- Paramento exterior en el que se aprecia claramente un cambio de módulo así como de manera de trabajar la piedra, como se ve en la 6ª hilada o en los sillares trabajados en dos planos diferentes dentro de la misma fachada.

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documentan vestigios uso de gradina. Es posible que se emplease, un doble sistema. Lo más irregular de la superficie del sillar se podría rebajar mediante el empleo de la cucarda o martillo que los franceses llaman “de grano de cebada” (Ginouvès y Martin, 1985, 69, pl. 6.2), que deja una superficie uniforme, con levísima rugosidad.

EDIFICIO: Teatro. TÉCNICA: Opus quadratum. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Granito de grano mediano con incipientes afloraciones de maclas pequeñas de cuarzo, color gris de tonalidad blancuzca. PUNTO: MER.1.12. PARAMENTO: Vomitorium de acceso a media y summa caveae. ESTADO DE CONSERVACIÓN: Le falta la parte superior del paramento original; el lado más afectado es el oriental y la bóveda está desaparecida por completo. RESTAURACIONES: En época de Menéndez-Pidal se completó parte de las hiladas de arranque de bóveda con piedras artificiales según las improntas del hormigón. En 1989 se ha terminado de completar con piedra artificial y sobre estas hiladas, la bóveda que se ha construido es de ladrillo moderno que no deja lugar a dudas sobre su antigüedad; las medianeras superiores se han realizado en mampostería. FIGURA: nº 2. PLANO: Nº 4, 5 y 10. LÁMINA: nº 16. DESCRIPCIÓN: Se trata de un vomitorio que posee un acceso de 1,65 m. de luz. De su altura original quedan ca. 2,90 m. en fachada y en el interior, por el paramento oriental, se puede contemplar aún algún que otro salmer de la bóveda. Sin embargo, el panel opuesto está mucho más destruido por el hundimiento del piso superior del vomitorio. Constaba en su primer tramo de escaleras con nueve peldaños trabajados, también, sobre bloques graníticos.

La disposición que muestran los sillares no es marcada. Se observa que en las tres hiladas inferiores predominan los bloques colocados a soga. La cuarta lo hace al completo a tizón y posee mayor altura de tongada: 50 cm. frente a los ca. 45 cm. de las dos precedentes. La quinta se muestra con alternancia de sogas y tizones y tan sólo 30 cm. de altura de hilada. La sexta es igual que la cuarta, incluso en altura de tongada. Destaca la séptima hilera por estar compuesta mayoritariamente por sogas de aprox. 25/27 cm. de altura y bloques cuneiformes. La octava sólo muestra el inicio de una cuña y la novena hilada se documenta por la aparición de tres salmeres. Debemos señalar que antes de la reconstrucción de 1989, sobre los salmeres pudimos ver la presencia de unos pocos ladrillos, de apariencia y dimensiones “romanas”. Ante lo complicado de su acceso tuvimos que recabar ayuda especial para poder medirlos, fotografiarlos y tomar muestras para su posterior análisis físico-químico. Sin embargo, desaparecieron en un montón de escombros como resultado de la nueva “intervención”. En cuanto a las juntas de los bloques vemos que presentan las esquinas muy redondeadas, pero esto tiene que deberse, sobre todo, a cuestiones de filtraciones de agua. Estas huellas son bastante comunes en los vomitorios de subida, donde los tramos superiores de pasillos y escaleras han desaparecido y favorecen así el fenómeno de escorrentía.

Los muros están aparejados, por su parte más baja, con sillares bien escuadrados y alisados. En el alisamiento no se

Lámina 16.- Vomitorio de acceso a media y summa caveae en el que vuelve a constatarse que el tratamiento de los sillares de pasillos y escaleras es simple y austero frente a los de fachada. Concretamente en este vuelve a documentarse un cambio de modulación en los sillares en una sola hilada, la 7ª.

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de bloques con los almohadillados tallados a dos alturas diferentes, pero esto sólo en la zona próxima a las jambas, únicamente en aquellos sillares que mediante este sistema que provoca una amplia gama de luces y sombras, sugieren la pilastra. En casi todos los bloques se constata la presencia de anathyrosis por las cuatro aristas del paralelepípedo.

EDIFICIO: Teatro. TÉCNICA: Opus quadratum. NATURALEZA DE LOS MATERIALES CONSTRUCTIVOS: Granito de grano mediano, de cierto tono rojizo. PUNTO: MER.1.13. PARAMENTO: Fachada anular, entre un vomitorium de subida y otro de bajada. ESTADO DE CONSERVACIÓN: Muy bueno, por comparación con el resto. RESTAURACIONES: No se aprecia ninguna. FIGURA: nº 2. PLANO: nº 10 LÁMINA: nº 17. DESCRIPCIÓN: Es este uno de los paramentos de la fachada occidental que mejor ha llegado hasta nuestros días. Posee una longitud de 8’12 m. y conserva hasta nueve hiladas de altura, por lo que en las esquinas con los corredores vecinos, se documenta perfectamente el tema de la pilastra adosada sugerida con los almohadillados de las piezas que conforman las jambas. También se han conservado los sillares que llevan tallados los capiteles de dichas pilastras, que, por lo que se observa, eran dóricos-tuscanios.

Con respecto a la disposición de los sillares vemos que al igual que viene constatándose en los paramentos precedentes, no se documenta un ritmo preciso y estricto, sino que van colocados alternando. Así se atestigua en una hilada la presencia de dos tizones seguidos tras los que se colocan cuatro a soga y luego todo tizones hasta que aparece en penúltimo lugar una soga. En líneas generales queda demostrado el claro predominio de los sillares dispuestos a tizón sobre los que lo hacen a soga; Sin embargo, en la sexta hilada, en el arranque del arco moldurado, se ve mayoría de sogas sobre tizones. También debemos hacer constar que en la colocación de los bloques se tuvo sumo cuidado de que no coincidiesen juntas en la vertical. sin embargo, al ser predominante el tizón, se hallan muy próximas unas de otras con respecto a un eje vertical imaginario. A través de dos o tres sillares comprobamos que se empleó el ferreus vectis para la colocación en fábrica de los paralelepípedos. En dos casos aparecen los orificios circulares por la cara vista, en otros muchos se localizan por las laterales.

Los sillares se muestran bien escuadrados y alisados, con sus aristas rematadas de manera curvada. Sus esquinas aparecen en muchos casos bastante romas, lo que provoca la existencia de pequeños intersticios entre ellos. Esto último debe ser, en gran medida, problema de la naturaleza y consistencia del material. Sobre el alisado poco es lo que podemos aportar ya que no se advierten huellas significativas que nos indiquen el o los sistemas empleados. Es posible que se emplease el martillo dentado, o cucarda, y luego un alisado con cepillo metálico. No obstante, dado lo “granuloso” del material es muy difícil entrever estas cuestiones.

En este paramento también se documenta un hecho muy importante: el empleo de grapas de sujeción, del tipo de doble cola de milano. Efectivamente, según se puede comprobar in situ, los bloques aparecen unidos entre sí en la horizontal mediante la colocación de lañas metálicas de las que hoy sólo nos quedan sus mortajas. En total se han detectado ocho mortajas entre las actuales hiladas 8ª y 9ª, pues parece que hay otra medio sepultada por la postrera fase de la calzada. De ellas sólo dos aparecen completas mientras que en los otros casos únicamente nos queda la mitad por haber desaparecido el bloque contiguo con el que estaban unidas. El tamaño “canónico” de estas grapas es de 23,735 cm. de longitud; sin embargo, para la anchura y la profundidad se nos ofrecen datos muy dispares ya que las mortajas nos han llegado deformadas por el robo de las grapas, que se buscaban para beneficiarse de su metal (Durán Cabello, 1990, 104-107).

Todos los sillares, excepto dos o tres ejemplares, aparecen con almohadillado y se distinguen dos maneras de hacer en las almohadillas. Efectivamente, en este paramento conviven el tipo que hemos clasificado como natural con el abrupto, predominando este último. Debemos señalar que se documenta la presencia casi testimonial de bloques abombados, sobre todo en las dos hiladas inferiores. También debemos reseñar la presencia

Lámina 17.- Particular de la fachada semicircular. Se observa que los sillares que configuran la pilastra que enmarca la puerta del vomitorio, están trabajados en planos diferentes lo que unido al empleo de almohadillados del tipo abrupto y natural, aporta un rico juego de luces, sombras y volúmenes. Obsérvese el sillar del ángulo superior izquierdo en el que ve la huella para encaje del ferreus vectis en su almohadilla.

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uniforme, que es la almohadilla propiamente dicha, otra, en la mitad de bloque que subraya su zona sobresaliente, y la tercera, que está tallada en un plano más retranqueado que el fondo anterior. De esta manera se consigue un complejo juego de sombras que proporciona, junto con la forma de las almohadillas, una silueta de pilastra muy tremendista, que según la incidencia de la luz, simula sobresalir muchísimo con respecto al muro, cuando la realidad es que se halla a nivel, y propicia de este modo un marcado sentimiento de fortaleza y perdurabilidad del material.

EDIFICIO: Teatro. TÉCNICA: Opus quadratum. NATURALEZA DE LOS MATERIALES CONSTRUCTIVOS: Granito de grano mediano con incipientes afloraciones de pequeñas maclas de cuarzo. Posee un color gris-ocre con ciertos brillos rosáceos. Llama la atención el tacto “jabonoso” que presentan las caras de los sillares. PUNTO: MER.1.14. PARAMENTO: Vomitorium de bajada a la ima cavea. ESTADO DE CONSERVACIÓN: Bastante bueno aunque con abundante presencia de líquenes y vegetación. RESTAURACIONES: No se le aprecia ninguna. FIGURA: nº 2. PLANO: nº 3, 10 y 13-2. LÁMINA: nº 18. DESCRIPCIÓN: La puerta del vomitorio en fachada es una de las más completas del muro perimetral: sobre la clave del arco de entrada conserva diez hiladas y su luz es de 1’60 m.. En dicha puerta se ilustra, casi totalmente, como era la composición arquitectónica de este primer cuerpo del edificio: se plasma la combinación del arco enmarcado en un sistema arquitrabado. Así vemos que el arco que remata con una moldura, se apoya en sendos sillares que están concebidos como capiteles de remate de las jambas. Esa moldura sirve para subrayar la línea de impostas del arco. Este presenta siete dovelas y la clave no aparece destacada del resto. Todo este conjunto aparece inscrito en una superficie mayor delimitada por un par de pilastras, una a cada lado del acceso, que están talladas en el muro de tal manera que parece que sobresalen del mismo cuando en realidad están en la misma línea. Las pilastras culminan en sillares que tienen labrados sencillos capiteles dóricos. Sobre ellos, a su vez, se desarrolla una hilada de bloques dispuestos a tizón, que llevan en su parte superior una moldura del mismo tipo y su presencia se reduce exclusivamente al ámbito de la portada. No obstante, si seguimos el recorrido de esta ringlera se deduce que es a partir de ella donde comienza el segundo cuerpo del teatro, aunque no esté señalada como tal.

En el interior del corredor no aparece ningún sillar almohadillado. Sin embargo, en la hilera más baja del pasillo, en el inicio del mismo y por el lado oriental, se ve cómo los bloques están incluso sin desbastar. Según se avanza hacia el interior, esta hilada se regulariza y muestra los sillares bien escuadrados y alisados. Justo en esta zona aparece una nueva ringlera, en cuña, que en sus arranques está también casi sin tallar para acabar regularizada en la esquina con el graderío. En lo que podríamos denominar como cuerpo bajo del vomitorio, se documentan aproximadamente seis hiladas, por el sistema de hiladas-cuña que no contabilizamos en esta zona. La bóveda está compuesta por once hiladas en total, incluidas las filas-cuña. En la parte baja del corredor se observa la siguiente disposición de los sillares. En las dos inferiores, que mostraban sus elementos sin tallar, todos los paralelepípedos se colocan a soga. En lo que sería la tercera hilada se aprecia una cierto ritmo alterno de soga/tizón aunque no se lleva a rajatabla. La cuarta se desenvuelve por completo a tizón, mientras que la quinta lo hace a soga. A partir de aquí comienzan las hiladas-cuña con piezas que presentan adarajas, formas triangulares y raras contracuñas. En las caras de los sillares no aparece ninguna huella que ponga de manifiesto el tipo de herramienta empleada para su transporte y colocación en obra aunque a juzgar por lo constatado en su portada, debieron ser los ferrei forfices. Tampoco se localizan huellas de la herramienta empleada en su desbaste, aunque lo más probable es que se rebajasen las caras con la escoda4 y se rematasen con cucarda, ya que no parece gradina. Esto último debe ser lo que les proporciona ese aspecto especialmente rugoso, tan singular.

Las jambas presentan bloques con almohadillado rústico, mientras que las pilastras lo poseen natural y, además, su cara vista está tallada con tres superficies distintas: una, más o menos

Lámina 18.- Interior de un vomitorium de acceso a ima cavea en el que nuevamente se comprueba que los sillares no están almohadillados. Es muy significativo que los bloques que configuran la primera hilada en la zona más alta del pasillo, estén casi sin desbastar mientras que en la misma hilada, en la confluencia con la praecinctio de la ima cavea están perfectamente escuadrados y alisados.

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comenzando por abajo, está parcialmente cubierta por el último empedrado de la calzada y asoma algo más de 31 cm.; la segunda muestra una altura de 42 cm., al igual que la tercera. La cuarta monta 55 cm. mientras que la quinta posee tan sólo 38 cm.. La sexta muestra 48 cm. y lo que se puede computar de la séptima, 50 cm.. 4) La fábrica muestra su parte central muy mal trabada: se comprueba la existencia de grandes huecos, que no son ya intersticios, entre los bloques de una misma fila. En algunos casos la distancia entre los bloques es de más de 12 cm. También se observan considerables oquedades entre hiladas superpuestas. 5) El almohadillado de los bloques es muy irregular porque en este paramento se dan cita sillares simplemente alisados y otros rústicos, naturales y abombados, siendo estos últimos los que más llaman la atención porque casi todos ellos son tizones. 6) Las juntas de los bloques, aunque no llegan a coincidir en la vertical, se encuentran muy próximas y en una visión de conjunto del paramento, sobre todo de su zona central, da la sensación de relativa estabilidad.

EDIFICIO: Teatro. TÉCNICA: Opus quadratum. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Granito de grano mediano con incipientes afloraciones de pequeñas maclas de cuarzo. Color gris con manchas obscuras, de tonos negruzcos y ocres. Es posible que sean debido a efecto de tinción por lavado de aguas. PUNTO: MER.1.15. PARAMENTO: Fachada anular, entre un vomitorium de bajada y otro de subida. ESTADO DE CONSERVACIÓN: Relativamente bueno, ya que se encuentra muy despojado de bloques. RESTAURACIONES: Por su parte más occidental se ve afectado por la intervención de 1989 en el vomitorio de subida al graderío superior. FIGURA: nº 2. PLANO: nº 10. LÁMINA: nº 19. DESCRIPCIÓN: Se trata de un muro muy despojado de su revestimiento de sillares, de los que tan sólo conserva en su zona máxima 7 hiladas, y que posee una longitud total de 7’95 m.

El paramento se desarrolla de la siguiente manera. En la hilada inferior, predomina la disposición a soga. En la segunda, también aparecen varios elementos a soga, pero de entre ellos destaca, en la parte central, una soga muy mal escuadrada y de forma un poco irregular. Junto a ella aparece un tizón con tratamiento de cantería muy similar. Después de ellos, el muro transcurre con una soga más y el resto en tizones. La tercera hilada se desenvuelve por completo a tizón, pero observamos con nitidez en la parte central, sobre los dos sillares peculiares de la hilada inferior, la sucesión de cinco bloques dispuestos a tizón que son considerablemente estrechos y sus juntas son muy anchas. Estos son los que presentan una gran altura en su módulo. La quinta ringlera está compuesta únicamente por sogas. En ella aparecen sillares de lo más anómalo en tratamiento: algunos parecen recién salidos de la cantera y que sus superficies han sido alisadas por la erosión. Sobre esta hilada se desarrolla otra que lo hace con clara preponderancia de los tizones. Sus elementos son regulares hasta llegar a la parte central del paramento donde aparece un bloque que parece que no pertenece al paramento y se halla muy separado de los sillares vecinos. A partir de aquí los paralelepípedos se desarrollan indistintamente a soga -no muy largas- o tizón, y muestran tratamientos de superficie muy irregulares.

Es uno de los paramentos más irregulares del teatro a pesar de que, como hemos venido viendo, nunca se documenta un ritmo estricto ni una alternancia marcada. En esta pared se aprecian zonas muy irregulares, de manera que, junto con otros indicios que veremos más adelante, nos hacen pensar que en este punto se produjo si no la unión de dos cuadrillas distintas de operarios, sí una suerte de restauración antigua, ya que no se percibe con claridad la zona de reunión de los dos grupos. Si se analiza el tratamiento de los sillares y su disposición, vemos que no se puede hablar de una característica única, más o menos generalizable o extensible al resto de los componentes del paramento salvo contadas excepciones. En este caso da la sensación de que se ha construido el muro con sillares procedentes de dos o tres “manos” bien distintas. Esto se comprueba en detalles como: 1) Hay sillares que están normalmente escuadrados frente a otros que son irregulares en este aspecto. 2) En el tratamiento de aristas y esquinas de los bloques observamos que unos presentan aristas redondeadas y otros no, mientras que en unos casos unos tienes sus esquinas vivas y otros las presentan romas. 3) El módulo oscila bastante entre las tongadas: la primera,

En la última hilada, la séptima, por encontrarse incompleta, se documentan agujeros en las caras laterales de los bloques para las tenazas o pinzas de prensión (forceps) que se emplearon en su transporte y colocación en obra.

Lámina 19.- Paramento de la fachada anular del teatro que se caracteriza por su irregularidad tanto en cuestiones metrológicas como de disposición y tratamiento de los sillares. Es especialmente significativa la parte central del panel ya que parece que se produjo bien la reunión de dos cuadrillas de trabajo diferentes o, también muy plausible, que en esta zona se realizó una restauración antigua.

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siete escalones se llegaba al descansillo-vestíbulo donde se abría el vano de paso al graderío intermedio. Los peldaños están confeccionados en granito y el pasillo que hay hasta la calle está pavimentado con un magnífico hormigón hidráulico. Como todos los vomitorios de subida, el sistema de escalera es de dos tramos rectos con doble descansillo de media vuelta.

EDIFICIO: Teatro. TÉCNICA: Opus quadratum. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Granito, de grano gordo y color ocre. PUNTO: MER.1.16. PARAMENTO: Vomitorium de subida a media y summa caveae. ESTADO DE CONSERVACIÓN: Está bastante dañado. RESTAURACIONES: Antes de 1989 tenía un arreglo provisional hecho con ladrillos y cemento modernos, así como un sillar de piedra artificial, en el que se practicó una moldura como las que marcan los arranques de arco de las puertas de la fachada anular. También había un cartel que decía que el vomitorio estaba en proceso de restauración. Según pudimos saber se trataba de algo totalmente ocasional cuya misión era la de resguardar lo más posible lo que allí quedaba de fábrica romana, como por ejemplo los ladrillos del arranque de la bóveda de cubrición.

En los paramentos del vestíbulo, en algunos puntos, y en el primer tramo de escalera, se conservan hasta siete hiladas de altura contando dos de cuña. Ningún sillar aparece almohadillado, excepto en la cara exterior de los que conforman las jambas, que lo presentan de tipo rústico. Todos están bien escuadrados y alisados. Esta última tarea es muy probable que se realizase con cucarda a juzgar por la leve rugosidad de su superficie y la ausencia de huellas más profundas. En estos muros tampoco se observa una disposición rítmica y estricta de los bloques. Así, en las tres hiladas inferiores, se comprueba que se desarrollan casi por completo a soga. Debemos reseñar que la primera hilera está prácticamente cubierta por el último pavimento de hormigón hidráulico con que se dotó. Sobre estas corre la cuarta hilada que se dispone exclusivamente a tizón; la quinta se muestra con alternancia de sogas y tizones de una manera casi metódica. Hay que reseñar que en esta la altura de la tongada es sensiblemente menor a las del resto del vomitorio, pero esto es debido a que es la hilada enrasadora o de preparación para las hiladas-cuña en las que reposa la bóveda rampante. Por último, la sexta y séptima, son ya hiladas-cuña y ofrecen elementos cuneiformes y de tendencias trapezoidales.

En 1989 se ha reconstruido por completo y se han arrasado los vestigios de los ladrillos romanos. Sobre ellos se ha dispuesto una bóveda hecha con ladrillo, cuyos riñones se han aparejado en piedra artificial. El resto de las paredes se han recrecido con mampostería. FIGURA: nº 2. PLANO: nº 4, 5 y 10. LÁMINA: nº 20. DESCRIPCIÓN: Se trata de un vomitorio de acceso al graderío superior, que estaba muy destruido por lo que ahora se presenta casi por completo reconstruido.

Las juntas entre los sillares están cuidadas, con los bordes ligeramente redondeados, lo que subraya el buen trabajo de sus uniones aunque en lo que atañe a su colocación en la vertical, hay dos o tres casos en que coinciden.

Posee una puerta de 1’65 m. de luz, cuyas jambas conservan cuatro sillares, la occidental, y cinco, la oriental. Una vez rebasado el umbral había un corto tramo tras el cual y subiendo

Lámina 20.- Vomitorium de acceso a media y summa cavea. Estaba muy destruido y lo que ahora vemos es el pasillo restaurado con piedra artificial en el ángulo con el descansillo-distribuidor de paso a media cavea y la bóveda, que estaba perdida casi por completo, se ha restituido con ladrillo. Hay que subrayar la buena conservación del pavimento de hormigón hidráulico con que se niveló el vestíbulo con respecto a la nueva cota impuesta por la última calzada que rodea el teatro, quedando el escalón inferior casi engullido por el pavimento de mortero, según se aprecia en la parte inferior de la imagen.

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elemento. Se comprueba, asimismo, la existencia de paralelepípedos en los que las bandas de anathyrosis no se muestran perfectamente diferenciadas con respecto a la almohadilla. En cuanto al tratamiento de las aristas de los sillares, vemos que son muy rectilíneas y que sus bordes están levemente incurvados hacia el interior, lo que transmite la impresión de unas juntas perfectamente ajustadas, sobre todo en la horizontal. En la vertical, en la cuestión de unión de bloques y alternancia de juntas con respecto a un eje imaginario dispuesto en altura, vemos que los ángulos de los bloques no tienen esquinas muy vivas aunque tampoco se las puede catalogar como “romas”. No obstante, y a pesar de estar muy bien trabada la fábrica, se aprecia la existencia de algunos intersticios entre los bloques, de reducidísimo tamaño. Esto no afecta para nada al aspecto de buena obra que desprende la pared en cuestión y, como subrayando este buen hacer, comprobamos que las juntas de los bloques se encuentran perfectamente alternadas en la vertical de manera que excepto en un único caso, no coinciden nunca. Esta es una prueba más del cuido empleado en la erección del paramento.

EDIFICIO: Teatro. TÉCNICA: Opus quadratum. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Granito, de grano mediano con incipientes afloraciones de pequeñas maclas de cuarzo y feldespato. Color gris metálico. PUNTO: MER.1.17. PARAMENTO: Fachada anular, entre un vomitorium de subida y otro de bajada. ESTADO DE CONSERVACIÓN: Bueno. RESTAURACIONES: Sólo lo que le afecta de su unión con el punto precedente. FIGURA: nº 2 PLANO: nº 10. LÁMINA: nº 21. DESCRIPCIÓN: Es este el tramo de fachada más corto de todo el muro anular: sólo tiene 7’75 m. de longitud; además, es uno de los pocos que presenta buen estado de conservación, ya que ha llegado hasta nuestros días con un máximo de nueve hiladas, aunque la más inferior de ellas está casi cubierta por la última reparación de la calzada.

Como ya hemos apuntado, casi todos los bloques aparecen con almohadillado. Se puede distinguir el claro predominio dos tipos: el natural y el abrupto, e incluso se denota mayor presencia del primer grupo que del segundo. También aparecen, aunque en menor medida, sillares del tipo abombado y otros que están por completo sin labrar, salvo que sus superficies están alisadas. Debemos apuntar un dato que consideramos curioso e interesante y es que los sillares que llevan la almohadilla de tipo abrupto, presentan las líneas de anathyrosis mucho mejor delimitadas que el resto y, además, en estas bandas se identifica perfectamente el empleo de la gradina en su confección. En los otros bloques, por lo rugoso de sus superficies, parece que se remató exclusivamente con cucarda. En ningún caso hemos detectado un acabado típico de la aplicación del sistema abrasivo.

El paramento se muestra sólidamente trabado y como una obra realizada unitariamente. En ningún momento se percibe la sensación de rotura o irregularidad que emanaba el anterior tramo de fachada. La disposición de los sillares en el muro no sigue un ritmo marcado y estricto, como ya se ha venido comprobando en muros precedentes. Efectivamente, estos denotan más que una cierta ordenación dentro de la hilada, una suerte de cadencia entre las hileras. Vemos aquí que la primera no aporta mucho dado que se halla casi cubierta por completo por la calzada, pero en la segunda fila se evidencia la clara predominancia de sogas frente a los tizones, que son tres y se colocan seguidos. La tercera ringlera, por contra, se desarrolla mayoritariamente a tizón. Sólo posee dos sogas y la impronta de una tercera que hoy día está desaparecida. En la cuarta hilada el predominio es de nuevo para las sogas, apareciendo los tizones -dos- de manera casi simbólica. Debemos señalar que en esta hilada aparece un sillar que posee una muesca o pequeño acodamiento para engarzar mejor la fábrica. Esto se produce en la parte más occidental del muro, en las inmediaciones con el vomitorio anterior; en esta zona, por la cuestión de la configuración de la pilastra que flanquea la puerta, los sillares ofrecen alturas más desiguales. Comprobamos que en la sucesión de tambores, hay dos muy delgados, en la tercera y cuarta hilada respectivamente; sobre ellos aparece uno considerablemente alto, en la quinta y ya en la sexta se iguala el nivel. Por esto se crea una descompensación a partir de la tercera hilada que llega a compensarse con el gran sillar de la quinta fila, así que para adaptar el desnivel mayor que se produce entre el paso de cuarta a la quinta hilada, es necesario hacer el tránsito mediante un sillar al que se ha practicado un pequeño codo, o adaraja.

Entre las hiladas octava y novena -9ª y 10ª, si contamos la primera casi oculta- se han conservado un total de seis mortajas de grapas del tipo de cola de milano, de las que cinco se hallan completas. Se confirma, al igual que en MER.1.13, que a partir de la novena hilada los constructores consideran que a pesar de que la fábrica queda bien compactada con la inserción de los sillares en el opus caementicium, debe reforzarse la trabazón de los mismos en el plano horizontal, por lo que recurren a este sistema (Durán Cabello, 1990, 107-108). Por último señalar que en estas hiladas altas se ha confirmado el empleo del ferreus forfices, a través de los orificios circulares que presentan las caras laterales de los bloques. Este detalle viene a confirmar el uso casi exclusivo de esta herramienta en la fábrica del teatro así como el cuidado con que se erigió la obra, ya que en escasísimas ocasiones se localiza uno de los orificios por la cara vista del sillar.

En relación con el trabajo de cantería que presentan los sillares, vemos que es relativamente homogéneo. Prácticamente todos los bloques están perfectamente escuadrados y presentan anathyrosis a lo largo de sus cuatro aristas. Sin embargo, el ancho de estas superficies no es nada regular, apreciándose en muchos casos importantes diferencias dentro del mismo

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El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita

Lámina 21.- Este paramento de la fachada anular del teatro es uno de los mejores conservados quedando en pie hasta 9 hiladas. Se percibe como una obra unitaria y sólidamente trabada. En la 9º hilada se han documentado un total de seis mortajas de grapas de doble cola de milano, en la misma hilada en que se documentaron en MER.1.13, lo que pone de relieve que a partir de esta altura los constructores tomaron la precaución de asegurar la trabazón de los sillares entre sí, en el plano horizontal, como refuerzo al poder aglutinante del hormigón.

MER.1.18

prácticamente desmontada y sólo se puede intuir. No obstante, a pesar de la degradación del acceso, es este hecho el que nos permite comprobar lo bien aparejada que está la esquina. Efectivamente, vemos que los bloques se disponen como perpiaños, de tal manera que los dos planos quedan perfectamente trabados y enganchados en su intersección, y unidos sólidamente por detrás con el núcleo de caementicium. Estos bloques están muy bien escuadrados y todos ellos presentan un almohadillado abrupto con bandas de anathyrosis bien marcadas y alisadas.

EDIFICIO: Teatro. TÉCNICA: Opus quadratum. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Granito de grano mediano, con incipientes afloraciones de pequeñas maclas de cuarzo y feldespato. Bastante deleznable, según zonas. PUNTO: MER.1.18. PARAMENTO: Vomitorium de bajada a ima cavea. ESTADO DE CONSERVACIÓN: Se encuentra bastante despojado en la parte de fachada y en el tramo inmediato al umbral, por el interior, los sillares aparecen bastante alterados. RESTAURACIONES: No se le aprecia ninguna. FIGURA: nº 2. PLANO: nº 3, 10 y 13-2. LÁMINA: nº 22. DESCRIPCIÓN: Este vomitorio se construyó sobre el eje de simetría del teatro: desde él se encara frontalmente la valva regia.

Para acceder al pasillo el visitante debe descender seis escalones. Esto es debido al nivel que proporciona la última fase de la calzada. En esta escalera se puede observar con nitidez que cuando se construyó el teatro y se realizó la primera calle, había sólo cuatro escalones de desnivel de cota. Este se agravó con la construcción de la vía actual, por lo que fue necesario dotar de dos nuevos peldaños al vomitorio. Un dato más que nos habla de esta reforma se detecta en el 4º escalón, contando desde el nivel de pié llano del pasillo, en donde se documenta la presencia de una especie de canal, que es la huella de arrastre de un pivote metálico perteneciente a la puerta del vomitorio. También se constata aquí la mortaja del gozne de la puerta.

Como ya se ha adelantado, por la zona de la fachada se encuentra bastante desmontado. De hecho ha perdido toda la rosca moldurada del arco y la cornisa superior que delimita el espacio cuadrangular en que se inscriben estas puertas. Sin embargo, la pilastra del lado más occidental se conserva en relativas buenas condiciones, excepto en la parte del capitel, que es donde está más dañada. Su homónima se encuentra

En el interior del corredor no aparece, como se ha venido constatando, ningún sillar almohadillado. Todos los bloques están bien alisados y los que se ubican en la zona inferior del vomitorio, están bien escuadrados.

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Rosalía María Durán Cabello En cuanto a los que forman parte de la bóveda, se aprecia que en este corredor que tiene una inclinación natural más fuerte, se multiplica el número de sillares con adarajas y formas singularmente “irregulares”. Efectivamente, este fenómeno se comienza a comprobar según se traspasa el umbral. En esta zona, además de tener los sillares sorprendentemente erosionados, el sistema de hiladas-cuñas comienza desde la altura de la puerta: de tres hiladas procedentes del arco de fachada, en menos de tres metros, se convierten en dos. Así vemos un complejo “engatillamiento” de sillares de tendencia trianguliforme frenados por otros de contracuña para preservar la estabilidad de la bóveda del fuerte empuje que se produce al inicio de la misma.

y, por último, la cuarta, es la ringlera enrasadora que prepara la cota de superficie para empezar a desarrollar el sistema de hiladas-cuña de rampa. En la colocación de los bloques se advierte cierta intencionalidad en evitar que coincidan las juntas en la vertical aunque no lo consiguen plenamente. Se comprueba que en dos o tres puntos coinciden y, en general, parece que por la corta altura del cuerpo inferior -tan sólo cuatro hiladas y a partir de aquí se desarrolla la bóveda con 11 hiladas- del vomitorio se subraya la sensación de que las juntas no se distribuyen de forma convenientemente desalineada. La superficie de los sillares es bastante rugosa, por lo que creemos que, también en este caso, se terminaron de labrar los bloques simplemente con la cucarda, pues no se detectan huellas de otra herramienta. Tampoco se documenta en todo el corredor orificios que ratifiquen el empleo del ferreus, aunque por simpatía con el resto de la fábrica del monumento, sospechamos su utilización.

Respecto a la disposición que presentan los sillares en este corredor está, más o menos, marcada por hiladas. La primera de ellas, en contacto con los restos de un pavimento hidráulico prácticamente perdido, se compone mayoritariamente de sogas. La inmediatamente superior ofrece, en cambio, predominio de bloques a tizón. La tercera fila vuelve a ser regida por la sogas

Lámina 22.- Vomitorium de acceso a ima cavea construido sobre el eje de simetría del teatro, por lo que en su salida al graderío encara frontalmente la valva regia. Este pasillo es el más inclinado de todos los accesos traseros y se constata como desde el momento de la erección del monumento, la calle se ganaba descendiendo cuatro escalones. Sin embargo, con la pavimentación última el desnivel aumentó de tal manera que fue necesario añadir dos peldaños más con lo que quedó obliterado el cancel metálico que clausuraba el teatro. Otro dato constructivo muy interesante es la profusión del uso de sillares cuña para realizar una superficie homogénea donde apoyar la bóveda en decenda de cava.

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El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita partir de aquí los sillares presentan otro tipo de trabajo y esto se constata desde la cuarta hilada hacia abajo, siguiendo una imaginaria línea escalonada hacia el este.

MER.1.19 EDIFICIO: Teatro. TÉCNICA: Opus quadratum. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Granito de grano grueso y color ocre, bastante deleznable. PUNTO: MER.1.19. PARAMENTO: Fachada anular, entre vomitorium de bajada y otro de subida. ESTADO DE CONSERVACIÓN: Bastante maltrecho. RESTAURACIONES: Se ha visto muy afectado en su parte centro-oriental por la restauración practicada al piso intermedio del contiguo vomitorio de acceso al graderío alto, ejecutado durante las intervenciones de 1989. FIGURA: nº 2. PLANO: nº 10. LÁMINA: nº 23. DESCRIPCIÓN: Es uno de los paramentos peor conservados del teatro. Conserva tan solo 6 hiladas de altura por su zona más occidental y 5 por la opuesta. Esto es debido a que por esta zona la erosión ha sido más intensa por el arruinamiento de la parte alta del vomitorio que atiende a media y summa caveae. Posee una longitud de 8’25 m.

Comienza así el último sector de la fachada, donde se aprecia un tratamiento distinto de los bloques por la presencia, bastante borrosa del fuste de la pilastra que enmarca la puerta siguiente. En dichos sillares de la pilastra vuelve a aparecer el sistema de labra que trabaja la superficie del bloque en tres planos distintos: uno la almohadilla y dos cotas diferentes para el fondo de la misma. En cuanto al tipo de almohadillado que se documenta en esta parte del paramento se comprueba que predomina el natural -que más bien son las creces del sillar5- y sólo hallamos dos casos que porten el tipo abrupto. Tanto en el sector central como en este oriental, las juntas de los sillares se muestran perfectamente unidas y esta visión queda subrayada por el leve incurvamiento que ofrecen las aristas. En las esquinas de los bloques también se repite esta unión cuidadosa, y aunque sus juntas no son muy vivas, si son lo suficientemente angulosas como para que casen debidamente. Con respecto a la disposición de las juntas de hilada sobre hilada en la vertical, observamos que el trabajo es muy cuidadoso en estos dos sectores en comparación con el primero, ya que en ellos se muestran convenientemente desalineadas.

Si se observa detenidamente el muro, parece que puede subdividirse en tres zonas. Una, en el tercio occidental; la segunda, que ocupa la parte central y la tercera y última, que se reduce al tercio oriental. Entre ellas se aprecia una especie de línea separadora que aísla sillares con formas y tratamientos distintos. Se comprueba así, en el tercio oeste que dominan los bloques que poseen almohadillado abrupto y, en menor medida, otros que lo poseen natural. En esta parte se documenta la presencia de dos o tres sillares con adarajas, que se constriñen a la zona que ocupa la pilastra. Continuando hacia levante, vemos que aparece una enorme mancha de bloques abombados, muy erosionados y ennegrecidos por fenómenos de escorrentía. Inmediatamente al lado de estos, vemos un hecho único a lo largo de todo lo analizado en el muro perimetral: de las 5 hiladas que quedan en este sector y a ca. 3,25 m. de la puerta MER.1.18, coinciden todas las juntas de los bloques en todas las hiladas en la vertical. Es este un dato que nos hace reafirmarnos en la impresión de la confluencia de cuadrillas de trabajo. Además también parece indicarlo así el hecho de que en dicho espacio se dispongan todos los bloques exclusivamente a tizón.

En relación con el capítulo de herramientas debemos puntualizar que no poseemos datos que nos reafirmen o no en el empleo de forceps, pues aunque sólo queden 4/5 hiladas, no aparece ningún sillar en “negativo” que nos permita analizar en las caras laterales de los sillares contiguos. Y en lo referido a herramientas de labra, es en el tercio este donde documentamos sus huellas, aunque muy escasas. Efectivamente, comprobamos que en las bandas de anathyrosis de los sillares con almohadillado abrupto, se empleó el puntero en su delimitación, y no se utilizó ningún otro sistema de alisamiento con posterioridad.

El tercio central del paramento es el más corto de los tres y, también, el más regular. En él se dan cita sillares con almohadillado natural y abrupto. En cuanto a su disposición se ve que la primera hilada, como viene ocurriendo a lo largo de todo el muro perimetral, está prácticamente enterrada por la calzada, aunque según puede entreverse, hay mayor presencia de tizones que de sogas. La segunda muestra un aplastante predominio de los tizones sobre las sogas. Este hecho se vuelve a confirmar en la tercera, y en la cuarta hilada sólo se documenta una soga, pero en toda la longitud del paramento. Es aquí, en esta cuarta hilada, donde mejor se aprecia la línea quebrada que separa este sector del tercio oriental. Efectivamente, observamos que, de manera brusca, varía el módulo de la hilada, haciéndose más pequeño. A

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Lámina 23.- Este paramento es de los que peor estado de conservación presenta. Sin embargo, es muy importante porque en él se evidencia la reunión de dos cuadrillas de trabajo. Esto se pone de manifiesto en la distinta manera de concebir los bloques y, sobre todo porque en la parte más oeste del paramento aparecen casi todos los sillares dispuestos a tizón y, lo más significativo, de las 5 hiladas que restan, todas presentan alineadas sus juntas en la vertical, lo que no se produce en ningún otro muro del teatro. Esto provoca que la fábrica de esta parte del edificio esté más abierta que en otros puntos del mismo.

MER.1.20

DESCRIPCIÓN: Pasillo que brinda el paso al graderío superior, mediante la ascensión de ocho peldaños. Conserva ca. de 2’50 m. de altura y su luz es de 1’75 m. En él se aprecian nítidamente reformas de época romana que afectan, sobre todo, al pavimento y a los dos primeros escalones. Como el resto de los vomitorios de subida, su escalera es de dos tramos rectos y doble descansillo de media vuelta.

EDIFICIO: Teatro. TÉCNICA: Opus quadratum. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Granito, de grano grueso, de típico tono gris. PUNTO: MER.1.20. PARAMENTO: Vomitorium de acceso a media y summa caveae. ESTADO DE CONSERVACIÓN: La parte superior del vomitorio está arrasada y en el primer tramo de escaleras, falta gran parte de la bóveda de cubrición. RESTAURACIONES: La primera consistió en una labor de consolidación de la zona alta del acceso y en la zona inferior, de paso directo desde la calle, se dotó de una bovedilla plana realizada en ladrillo moderno y recibida con cemento, al igual que las consolidaciones mencionadas. También se completaron algunos bloques del arranque de la bóveda con elementos de iguales dimensiones realizados en piedra artificial. Esto se hizo bajo las órdenes de D. Félix Hernández. En la actualidad y durante la intervención de 1989, se han sujetado los frogones altos del graderío mediante pilares metálicos redondos, cimentados en el núcleo de caementicium del edificio y recibidos con cemento moderno. También se ha completado la bóveda con ladrillo moderno, dispuesto radialmente, trabado con cemento. FIGURA: nº 2. PLANO: nº 4, 5 y 10. LÁMINA: nº 24.

Los muros que delimitan la escalera están aparejados con sillares bien escuadrados y alisados, excepto aquellos que forman parte del sistema de hiladas-cuña, que ya hemos visto que toman formas muy singulares. En total conserva entre cinco y siete hiladas, este último dato si incluimos dos de una cuña. En la disposición de los bloque comprobamos que las dos hiladas inferiores se desarrollan mayoritariamente a soga, mientras que la tercera lo hace casi en exclusiva a tizón. La cuarta muestra claro predominio de la soga y la quinta de los tizones. En los sillares se comprueba que sus aristas están levemente redondeadas y sus esquinas son un poco romas, pero en líneas generales las uniones están muy conseguidas. Sólo se documentan intersticios en una zona muy próxima a los peldaños superiores, en donde aparecen algunos bloques un tanto desgastados. Vemos que es el inicio de una erosión provocada por un fenómeno de escorrentía, por lo que no es asignable a una labor más descuidada, ya que la fábrica del pasillo también muestra otros detalles del buen hacer de los operarios, como es la disposición de juntas. Efectivamente, vemos que las juntas de los sillares se colocan convenientemente desalineadas para otorgar mayor estabilidad al muro, excepto en

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El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita dos casos en que coinciden, y es justo en la parte al vecina al escalón de descansillo6.

esta complicación, se optó por compensar el desnivel creado mediante un relleno fuerte el signino, y complementarlo con la creación de dos nuevos escaloncillos.

El acabado de las superficies de los sillares es bastante rugoso y al no documentarse una huella clara y precisa, pensamos que se debieron rematar con cucarda. De igual modo, tampoco se han podido detectar huellas de los útiles de prensión, pero no descartamos que se trate de los forfices.

Antes de concluir la descripción de este punto, debemos hacer un comentario referido al material de construcción con que pudo estar aparejada la bóveda de cubrición del ambiente. En este punto, antes de la restauración de 1989, pudimos constatar la presencia de ladrillos de color, dimensiones aparentes- y factura romana, que se insertaban parcialmente en el núcleo de hormigón y se asentaban, también en parte, sobre la hilada-cuña de apoyo de la bóveda. Al igual que nos sucedió con MER.1.12, cuando intentamos tomar datos precisos de ellos, nos encontramos con que habían sido arrasados por la restauración llevada a cabo en 1989. Por ello, no podemos terminar de zanjar la cuestión de cómo estaban aparejadas estas bóvedas. Nosotros pensamos que el arco de fachada tuvo que ser de piedra, como en el resto del edificio, pero al interior, es muy probable que fuera de ladrillo, aunque no se pueda precisar.

Los peldaños de la escalera están trabajados sobre bloques graníticos, excepto los dos inferiores, que están construidos con una suerte de opus signinum muy consistente. Estos dos son posteriores a los otros seis de piedra como lo demuestran las distintas uniones de este hormigón hidráulico tanto con el primer escalón pétreo como con los muros del pasillo. La razón de su realización hay que buscarla en la elevación del nivel de calle por el nuevo empedrado de la misma. Este hecho provocó que hubiera que bajar dos o más escalones para tomar el vestíbulo y volver a remontar peldaños para acceder al descansillo donde se abre la puerta que da a la media cavea. Por eso, para evitar toda

Lámina 24.- Vomitorio de acceso a media y summa cavea donde se vuelve a repetir el esquema de escalera de dos tramos rectos y doble descansillo así como el sistema constructivo. Sin embargo, en este se aprecia nítidamente como los dos primeros peldaños en la parte inferior de la imagen- estaban cubiertos por una gruesa capa de hormigón hidráulico para nivelar la cota de la entrada al vomitorio tras la repavimentación de la calle.

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Rosalía María Durán Cabello excepto dos bloques. La tercera, se diferencia de las otras porque reduce ostensiblemente su módulo y presenta la siguiente peculiaridad: casi la mitad occidental del paño aparece con los sillares colocados a soga mientras que en la otra parte están a tizón. En la cuarta fila se constata una suerte de ritmo, dentro de la hilera, bastante original: suelen aparecer salteados dos tizones con una o dos sogas y así todo el paramento. La quinta ringlera muestra un claro aumento del módulo, de 40-45 cm. pasa a medir 60 cm., y disposición única a tizón. De los cuatro bloques que restan de la sexta fila, sólo parece evidenciarse que hay cuatro tizones seguidos y no podemos precisar mucho más, excepto que el módulo vuelve a reducirse.

MER.1.21 EDIFICIO: Teatro. TÉCNICA: Opus quadratum. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Granito, de grano grueso, muy deleznable, de tonalidad un tanto ocre. PUNTO: MER.1.21. PARAMENTO: Fachada anular, entre un vomitorium de subida y uno de bajada. ESTADO DE CONSERVACIÓN: Bastante deficiente. Está muy despojado de sillares. RESTAURACIONES: Se consolidó mediante inyecciones de hormigón una zona importante del núcleo de opus caementicium visto y por una grieta que se documenta en el propio paramento. A modo de inciso debemos subrayar que este paramento plantea un problema complejo, como lo es el grado de intervención que sufrió durante su restauración. Según los datos aportados por Menéndez-Pidal, sabemos que D. Félix Hernández se dedicó a la restauración del graderío “(...) acometiendo, también, la consolidación de alguno de los vomitorios altos, o “Siete Sillas”, conteniendo su ruina (...)” (Menéndez-Pidal, 1976, 207). Este autor continúa explicando más adelante que “(...) se continuó siempre con igual sistema, la consolidación y presentación de los vomitorios, procurando dejar intactos los que conservan más claras sus formas y testigos de interés, centrándonos, como reiteramos sobre los más destruidos y en mayor peligro de progresivas destrucciones (...)” (1976, 208). Con respecto a los materiales y sistemas utilizados, Menéndez-Pidal hace varias precisiones. Para los ladrillos se confeccionaron piezas de igual color, grosor y cochura que las romanas pero con la mitad de dimensiones que las originales (1976, 201). En el caso de los sillares, los que se repusieron se hicieron con piedra artificial in situ y “sólo en casos muy especiales y concretos se utilizaron sillares expresamente labrados de nuevo en piedra de granito, como la obra original” (1976, 201). En cuanto a las intervenciones propiamente dichas, especifica que en la “consolidación de zonas afectadas se emplearon llaves ocultas de hormigón armado o visibles mediante sillares pasantes, así como inyecciones a baja presión de cemento (...)” (1976, 202). También apunta que las piezas rotas o fisuradas se recompusieron con anclajes recibidos y pegados con resinas sintéticas y se colocaron, nuevamente, in situ (1976, 202). FIGURA: nº 2. PLANO: nº 10. LÁMINA: nº 25. DESCRIPCIÓN: Se trata de un muro de 8’19 m. de longitud, que se halla colapsado parcialmente. Este hecho es fácilmente reconocible porque parece que el hueco existente se rellenó con cemento y, nuevamente, con los sillares originales. Sin embargo, al no poseer más datos al respecto, sólo podemos describir.

Los sillares muestran unas formas y tratamientos bastante desiguales en algunos casos. En ciertas ocasiones, estas diferencias vienen marcadas por la erosión sufrida por los bloques; en otros, por maneras de trabajar distintas. Así, si analizamos todo el paramento, yendo de oeste a este, comprobamos las siguientes características. En primer lugar, la desigualdad: los sillares presentan unos almohadillados abruptos y naturales, y en la parte más afectada del muro se localiza un gran mancha de abombados. Hay que reseñar, igualmente, la presencia de varios bloques completamente lisos y otros que podríamos encuadrar como rústicos, que numéricamente son casi testimoniales. No debemos dejar de destacar que los sillares que conforman la pilastra de MER.1.22, están almohadillados con el tipo abrupto y sus superficies labradas en tres planos, como ya se ha observado en otros puntos precedentes. Como se puede ver en este se concita prácticamente toda la gama. La diversidad también afecta al tratamiento de los bloques: así algunos presentan la superficie de la almohadilla con huellas de haber sido picada con punzón o puntero; en otros se documenta el empleo de la gradina para delimitar lo más posible la banda de anathyrosis; los abombados, en líneas generales, parece que han salido directamente de cantera con esa forma. Los lisos habrán sufrido un simple tratamiento con cucarda. Con respecto a las aristas y formas de los sillares, también se vuelve a constatar la variedad reinante en el muro. Hay sillares con las aristas bien rectas, ligeramente incurvadas y con esquinas levemente romas que colocados en fábrica encajan perfectamente. Luego hay otros que se muestran menos ortodoxos y los ángulos aparecen como “mordidos” por lo que en la unión con otros bloques ofrecen intersticios más o menos considerables. Sin embargo, y como se adelantó más arriba, la disposición de las juntas por hiladas con respecto a la vertical deja bastante que desear. Hay zonas donde coinciden las juntas hasta en tres hiladas seguidas y aunque se encuentran más casos en que se dan cita dos, vemos que están desalineadas pero con escaso cuidado. Las formas que presentan los bloques de esta pared también ofrecen singularidades. De manera excepcional se constata la presencia en fachada de un sillar, con las aristas muy sinuosas, que tan sólo presenta una anchura de ca. 29 cm.; esto nos hace contemplar la posibilidad de que se trate de un bloque recortado y encajado ahí, quizá durante la restauración de Hernández Giménez o Menéndez-Pidal. También se documenta la presencia de un sillar con una pequeña muesca o adaraja, que se sitúa en la zona de transición entre la pilastra y la puerta misma. No incidiremos más en estos tipos porque ya han sido sobradamente

En este paramento se conservan cinco hiladas completas y parte de la sexta, que en realidad es la séptima, ya que el nivel de la calzada oculta completamente la primera fila del muro. En la disposición de los bloques observamos que existe cierta intencionalidad de colocación por hiladas, como ya se ha venido constatando a lo largo de toda la fachada anular. Así la primera que hoy se puede ver se presenta aparejada por completo con sogas. La siguiente, por contra, lo hace a tizón

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El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita descritos. Llaman la atención, en cambio, tres sillares que presentan formas especialmente diseñadas para completar un espacio vacío. Aparecen junto a la rosca del arco de la puerta y uno de ellos presenta una forma casi triangular, ya que se ubica entre un sillar de tendencia trapezoidal y la dovela de arranque del arco. Sobre este aparece otro, marcadamente trapezoidal, con el lado tangente al arco completamente curvo.

No queremos terminar la descripción de este punto sin expresar nuestra impresión de que toda la parte central se halla restaurada de antiguo: por lo abierto de la fábrica (está colapsada); por lo dispar del tamaño de algunos sillares, que parecen reaprovechados (v.gr. el que tiene sólo 29 cm. de ancho); por las juntas tan descuidadas (desalineamiento muy poco conveniente) que presenta. Es muy probable, también, que fuera un paramento anómalo ya en época romana, dada la variedad de tipos de labra que se reúnen. No es posible aventurar nada más, de momento.

A simple vista no quedan huellas de orificios o hendiduras dispuestas a alojar las herramientas para la prensión y transporte de los bloques.

Lámina 25.- Este paramento es uno de los más singulares de la fachada anular del teatro, y especialmente su mitad oriental. Esta transmite la sensación de ser fruto de una restauración, dato este que viene avalado por lo dispar de los bloques que la configuran: por su tratamiento, morfología pétrea así como por la metrología y tipología. De hecho el muro está casi colapsado y fue objeto de restauración desde época bien temprana, a cargo del arquitecto D. Félix Hernández, sucesor en el puesto de Gómez Millán.

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Rosalía María Durán Cabello MER.1.22

alojar los ejes y bisagras de la puerta que cerraba el vomitorio. En esta zona se contabilizan un total de siete hiladas de altura, sin contar las de cuña de apoyo de la bóveda, que posee siete hiladas, como es lógico.

EDIFICIO: Teatro. TÉCNICA: Opus quadratum. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Granito de grano grueso, muy deleznable en algunas zonas, de tonalidad ocre. PUNTO: MER.1.22. PARAMENTO: Vomitorium de bajada a ima cavea. ESTADO DE CONSERVACIÓN: Bueno, aunque hay partes que muestran los bloques muy erosionados como por efecto de filtraciones de agua. RESTAURACIONES: No se aprecia ninguna. FIGURA: nº 2. PLANO: nº 2, 10 y 13-3. LÁMINA: nº 26. DESCRIPCIÓN: Es uno de los vomitorios de bajada mejor conservados. Posee una luz de 1’61m. y está parcialmente “enterrado” por el nivel de la segunda calzada.

La disposición de los bloques en las dos primeras hiladas es mayoritariamente a soga. En la tercera predominan los tizones; en la cuarta de nuevo las sogas mientras que en la quinta se presentan más alternados. La sexta se desenvuelve también a soga y lo más característico de ella es que reduce su módulo considerablemente. A partir de la séptima hilada comienzan las hiladas de rampa. Sin embargo, no podemos dejar de señalar el fenómeno que se materializa en los aledaños de la portada. En un corto espacio de aproximadamente 2’5 m., en la zona inmediatamente inferior al capitel de la jamba, se juntan tres grandes bloques colocados a tizón que presentan un módulo enorme con respecto a todo lo medido en este punto, alrededor de 80 cm. (uno de ellos forma parte de la jamba por ambos lados). Tras estos bloques se nos muestra una especie de rodal constituido por sillares de variados tipos y tamaños, totalmente deformados por la erosión. Este hecho se reduce a la zona mencionada, por lo que creemos que al estar tan interior y no repetirse el fenómeno en ninguno de los dos lados, debe tratarse de un problema del hormigón romano, que tuvo alguna fisura o no trabó bien con la fábrica de sillares, lo que provocó filtraciones de agua.

Es muy interesante estudiar en este punto el problema de los cambios de cota y como afectan estos al proyecto original. Vemos que en la entrada poseemos una estratigrafía del teatro en donde se ve que desde la erección del monumento fue necesario descender al menos un par de escalones para tomar el pasillo. Con el nuevo enlosado de la calle, el nivel se sube unos 44 cm. más y por ello desde la calzada actual hasta el arranque del arco de la puerta sólo quedan 1’53 m.

Como singular de este vomitorio, debemos destacar, así mismo, la presencia en la bóveda de una dovela con planta de “L”, en la parte central, que reúne en sí misma a dos hiladas. También llama la atención la utilización de una finísima laja como calzo o compensación en la formación de un sistema de cuña rampante (lám. 26).

El arco presenta siete dovelas, y tiene los salmeres ligeramente más grandes que el resto de las dovelas, para trabar mejor con los paramentos externos circundantes. Conserva en relativo buen estado las molduras de las jambas sobre las que arranca el susodicho arco. Estas mismas jambas presentan sillares con almohadillados abruptos y naturales y uno o dos ejemplos de rústico.

Los sillares deben haber sido tratados con cucarda o bujarda para alisar su superficie, que como ya se apunto al comienzo de este punto, es bastante rugosa por el tipo de grano. No es improbable que se utilizase la escoda, aunque no podemos aseverar dicho extremo. No se detectan huellas de herramientas de prensión y/o transporte.

En el interior del corredor, como es habitual, no aparece ningún bloque almohadillado. Sí se detectan, en cambio, varios sillares que presentan cajas de distintos tipos y tamaños para

Lámina 26.- Vomitorio de bajada a ima cavea que presenta maneras constructivas similares a los accesos a ima antes comentados. Se observa como la bóveda rampante se apoya sobre una cuña de sillares de los que destaca uno de ellos totalmente irregular, que presenta un rebaje en el que se aloja una fina laja de granito. También hay que llamar la atención de un sillar situado casi a la altura dela clave de la bóveda, que posee planta en "L" para poder reunir en su anchura mayor dos hiladas distintas.

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Esta tercera hilada se ve unida a la cuarta, también por la presencia de una gran soga, esta vez ubicada en el ángulo del vomitorio siguiente. Por último, la cuarta, muestra un cambio de módulo como a mitad de la ringlera: en la zona occidental del paño presenta una altura de ca. 38 cm. y en la oriental, 45 cm., aunque este hecho no le afecta para que predomine, también aquí de manera clara, el tizón sobre la soga. De estas sólo se localizan dos ejemplares que se hallan en la mitad oeste del paramento.

EDIFICIO: Teatro. TÉCNICA: Opus quadratum. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Granito de grano grueso, bastante alterado, gris típico con zonas más claras. PUNTO: MER.1.23. PARAMENTO: Fachada anular, entre un vomitorium de bajada y uno de subida. ESTADO DE CONSERVACIÓN: Muy arruinado. RESTAURACIONES: Las que le afectan por el vomitorio siguiente, que es de acceso al graderío superior. Se ha consolidado los frogones que estaban bastante alterados y prácticamente desaparecidos antes de esta intervención de 1989. FIGURA: nº 2. PLANO: nº 10. LÁMINA: nº 27. DESCRIPCIÓN: Este tramo de fachada se encuentra en casi tan mal estado como los puntos MER.1.19 y MER.1.21. Sólo conserva seis hiladas junto a MER.1.22 y a partir de aquí sólo muestra cuatro a lo largo de toda su longitud, que es de 8’22 m., ya que la hilada inferior está casi por completo tapada por el enlosado.

De la labor de labra de los sillares destacamos lo rectilíneas que presentan sus aristas y su terminación redondeada. Sin embargo, no se puede decir lo mismo de los ángulos que en muchos casos se presentan excesivamente romos. Por estas razones, las juntas están bastante separadas. En algún caso hay un espacio de algo más de 12 cm. En la horizontal se aprecia que los sillares sellan muy bien una fila con otra. Observamos, también, que la disposición de las juntas en la vertical es desalineada, aunque esta sensación queda un tanto empañada por lo abundante de los tizones que provoca una gran proximidad entre las juntas. Es muy peculiar de este paramento el escaso número de sillares almohadillados que aparecen. Los que sí lo están, presentan el almohadillado de tipo abombado en un altísimo porcentaje. Quedan residuales cuatro bloques, de los que dos lo portan del tipo rústico y uno, natural. De cualquier forma, la mayoría de los paralelepípedos del paño no lo llevaron nunca y están casi como salieron de cantera, salvo alisados, simplemente, terminados de rematar por la erosión misma que se ha encargado -posiblemente- de borrar las huellas de la cucarda. Sólo en los tres casos de los rústicos aparecen marcadas las anathyrosis, pero en ellas no se descubren huellas del uso de alguna herramienta concreta.

Presenta prácticamente las mismas características constructivas que las señaladas para los puntos anteriores. Sin embargo, trataremos de reflejar las diferencias que tiene este paramentos con respecto a los precedentes. Respecto al tamaño y disposición de los sillares a lo largo del muro, vemos que la primera hilada posee un módulo mucho mayor que las otras más inmediatas, aproximadamente 48 cm., y se dispone mayoritariamente a tizón. Las siguientes, segunda y tercera, surgen de un grandísimo sillar colocado a soga. En la segunda el módulo muestra una altura de 39 cm. mientras que en la tercera es de 31 cm.. La segunda fila posee un desarrollo conseguido al 50% de sogas y lo mismo para los tizones; en la tercera, hay un leve predominio de los tizones sobre las sogas.

No se han detectado rastros que nos pongan de relieve el sistema de traslado de los bloques a su definitiva ubicación, ya que si posee orificios, estos se deben hallar en las caras laterales de los sillares y al estar todos trabados, es imposible verlos.

Lámina 27.- Paramento de fachada, muy dañado, que sólo conserva cuatro hiladas pues la 5ª está parcialmente cubierta por la última fase de la calzada. Hay que subrayar la diferencia de módulo existente entre las distintas hiladas y, especialmente en la más alta se aprecia como a mitad del recorrido se cambia el módulo de la misma.

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Las paredes que delimitan la escalera están aparejadas con sillares lisos, bien escuadrados en el cuerpo inferior del pasillo, y con adarajas y tipos cuneiformes, en la zona de las hiladascuña. El muro que más altura conserva es el oriental, con un total de seis hiladas, contando las de rampa. En él apreciamos que las dos inferiores se disponen mayoritariamente a soga; la tercera aparece compuesta casi mitad y mitad por los dos tipos. La cuarta fila muestra un bloque con una pequeña adaraja para comenzar a asentar las hiladas de rampa inmediatas y se desarrolla casi por completo a tizón. Debemos hacer constar que entre el peldaño del umbral y la escalera, el pasillo muestra un pavimento de hormigón hidráulico para rellenar todo el desnivel creado por la nueva calzada; por ello, no sería improbable que dicha tongada de hormigón ocultase otra hilada más inferior que la que ahora se contempla como primera.

EDIFICIO: Teatro. TÉCNICA: Opus quadratum. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Granito de grano grueso muy alterado, gris con manchas negruzcas y otras más claras. PUNTO: MER.1.24. PARAMENTO: Vomitorium de subida a media y summa caveae. ESTADO DE CONSERVACIÓN: Bastante dañado. RESTAURACIONES: Durante las intervenciones de Menéndez-Pidal se repusieron en piedra artificial algunos bloques de la hiladas-cuña de la bóveda, así como el capitel de la jamba este, y algunos puntos de la parte alta del mismo. Estaba cubierto con una bovedilla plana en el primer tramo de escalera, hecha a base de ladrillos y cemento modernos. Con la restauración de 1989, se le recreció la parte superior, como en todos los restantes, construyéndose -al igual que en ellos- el balteus del graderío. Se ha cubierto el sector del acceso desde la calle con una bóveda aparejada en ladrillo moderno macizo, como en todos los otros vomitorios, dispuestos radialmente y trabados con mortero de cemento. FIGURA: nº 2. PLANO: nº 4, 5 y 10. LÁMINA: nº 28. DESCRIPCIÓN: Como en todos los casos precedentes, este vomitorio se nos presenta bastante arruinado por el hundimiento del piso superior. Al igual que sucedía en todos los accesos al graderío superior, este también posee escalera de dos tramos rectos con doble descansillo de media vuelta.

En el tratamiento de los sillares vemos que se repiten las aristas bien rectas con bordes levemente incurvados. Las juntas en el plano horizontal son impecables. Los ángulos de los paralelepípedos no están puntiagudos, sino que se muestran un poco romos. Esto provoca que las uniones no queden tan bien selladas como en el sentido horizontal. Las juntas aparecen desalineadas con respecto a la vertical, pero aquí se constata, nuevamente, el efecto óptico que provoca la sucesión masiva de tizones en un paramento que hace que las juntas, a pesar de estar alternadas, no se hallen muy distantes entre sí, por lo que le da un aspecto un tanto peculiar al paramento. En los bloques no detectamos huellas de la o las herramientas utilizadas en su desbastación y remate, por lo que debemos considerar que las producidas por la labra han sido borradas con bujarda. Tampoco son visibles los agujeros para los ferrei forfices ni ranuras para emplear la castañuela. Sí se constata la presencia de cajas cuadradas practicadas en los sillares contiguos a la jamba este, que unidas a las mortajas encontradas en el umbral, nos revelan la presencia de una puerta para cerrar el edificio cuando estuviese fuera de uso.

Para introducirnos en el vestíbulo desde la calle, debemos traspasar un pequeño escalón que hace las veces de umbral. La puerta posee una luz de 1’70 m. El peldaño hubo que añadírselo al vomitorio una vez que se empedró nuevamente la calzada. Tras un corto espacio comienza el primer tramo de escalera, compuesto por siete escalones, todos ellos realizados con bloques de granito.

Lámina 28.- Vomitorio de acceso a las partes altas del graderío que presenta como particularidad el conservar las cajas donde se alojarían bisagras y/o pasadores para cerrar la puerta que tuvo. Se comprueba nuevamente que el desnivel creado por la elevación de la calle se resuelve mediante la colocación de un umbral monolítico así como el relleno del descansillo asta la escalera con una potente capa de hormigón hidráulico.

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El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita MER.1.25

la pilastra oriental completa y casi la mitad de la occidental, no detectamos absolutamente este fenómeno.

EDIFICIO: Teatro. TÉCNICA: Opus quadratum. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Granito, de grano grueso con incipientes afloraciones de pequeñas diaclasas. PUNTO: MER.1.25. PARAMENTO: Fachada anular, entre un vomitorium de subida y otro de bajada. ESTADO DE CONSERVACIÓN: Muy bueno. RESTAURACIONES: Sólo las que le afectan en su confluencia con el punto anterior. Insignificantes. FIGURA: nº 2. PLANO: nº 10 y 13-4. LÁMINA: nº 29. DESCRIPCIÓN: Este tramo de fachada presenta una longitud de 8’20 m. y conserva una altura de diez hiladas en su parte mejor conservada, y en este cómputo incluimos la primera y más inferior de todas ellas, que se halla casi por completo sepultada por la calzada. Es esta la zona mejor conservada de todo el muro anular. En ella se repiten muchas de las características ya señaladas para tramos anteriores, así que trataremos de poner de relieve sus particularidades.

La disposición que muestran los bloques a lo largo de esta cortina muraria es de tizones abrumadoramente. Se atestigua la presencia de varios sillares que lo hacen a soga y que aparecen de manera casi residual; estos se constriñen a las tres primeras hiladas vistas. La cuarta lo hace por completo a tizón, y es en la quinta, donde se documenta un desarrollo casi total de sogas. A partir de ella sólo se construye con tizones. Aquí como en los puntos anteriores, los sillares muestran unas aristas bastante rectilíneas y sus ángulos un tanto romos. Esto produce que en la horizontal las juntas se unan de una manera casi perfecta, mientras que en la vertical se forman pequeños intersticios entre los bloques, aunque no de forma tan marcada como se ha visto en otros lugares. Sí se observa, en cambio, la existencia de ciertos orificios practicados en los sillares de la sexta hilada vista del paño. Se detectan tres y su planta no llega a ser circular del todo. Dos de ellos se encuentran entre dos bloques y el tercero en la arista superior de un solo ejemplar (fotografía 28). Junto a este último, parece que se intentó hacer lo mismo con el bloque anejo por el oeste, pero sólo se percibe una hendidura un poco holgada así como un gran fisura que rompe longitudinalmente en dos el sillar. Quizá por esta razón no se hizo al completo. La finalidad de estos agujeros la ignoramos. Sabemos que no sirvieron para encastrar los postes de un andamiaje por lo reducido de sus dimensiones y por no constatarse en ningún otro lugar de la fachada perimetral. También sabemos que no son desagües, porque no se corresponden con ningún tipo de canalización por el interior del muro y tampoco se han visto en los paramentos precedentes.

Una de las características que más poderosamente llama la atención es que la inmensa mayoría de los bloques están sin almohadillar. Efectivamente, a lo largo de todo este sector de fachada se documenta solamente 18 ejemplares con almohadillado. De ellos seis lo presentan abrupto, otros seis casos del rústico y el resto son abombados, en los que se distingue, al menos, una banda de anathyrosis. Esta última precisión la hacemos porque en el resto del paramento hallamos, grosso modo, dos grandes familias de bloques: los que tienen la cara simplemente lisa y los que están redondeados -abombados- pero que no poseen ninguna anathyrosis que nos ponga sobre la pista de un trabajo de cantería concreto. También hay que destacar que las líneas de anathyrosis bien claras y delimitadas sólo aparecen en los sillares del grupo “abrupto” Así pues, la primera gran característica de este paramento es que carece de la fuerza arquitectónica y del tremendismo que poseían muchos de los precedentes, sobre todo los de la primera mitad. Aquí prácticamente no se detecta el fenómeno del juego de luces y sombras.

En las hiladas superiores de este paramento, en prolongación con el arco de la puerta del punto siguiente, se han hallado un total de nueve mortajas de grapas constructivas. De ellas seis son del tipo “cola de milano”, dos rectangulares, y una de forma de cola de milano pero con remate semicircular (Durán Cabello, 1990, 108-111). También en la zona superior del muro se han localizado en los bloques, por sus caras laterales, los agujeros para alojar los garfios del forfices que se empleó en el traslado y puesta en obra de los sillares.

Otra de las peculiaridades que se comprueba en el paño es que no aparece ningún sillar con su superficie tallada en tres planos diferentes. Este tipo se había documentado abundantemente en otros tramos, y más en particular en las zonas de ubicación de las pilastras; en este caso, que poseemos

Por último destacar la buena calidad de la piedra, que en este muro no se presenta tan alterada como otros ya analizados.

Lámina 29.- Es este uno de los tramos mejor conservados de toda la fachada anular del teatro. Observamos el predominio de los sillares dispuestos a tizón y, lo más sobresaliente, la mayor parte de los bloques aparecen sin almohadillar, lo que le resta la fuerza arquitectónica y el tremendismo que se plasma en los puntos precedentes.

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intersticios por no poseer los bloques esquinas vivas y estar colocados con menor cuidado.

EDIFICIO: Teatro. TÉCNICA: Opus quadratum. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Granito de grano mediano, de color claro, con abundantes líquenes. PUNTO: MER.1.26. PARAMENTO: Vomitorium de bajada a la ima cavea. ESTADO DE CONSERVACIÓN: Bueno. RESTAURACIONES: No se le aprecia ninguna. FIGURA: nº 2. PLANO: nº 3, 10 y 13-1. LÁMINA: nº 30. DESCRIPCIÓN: Es un vomitorio que se conserva en perfecto estado de conservación y muestra un sistema constructivo diferente a lo visto en otros corredores de bajada al graderío inferior; sin embargo, el resultado es el mismo.

En el interior del vomitorio vemos que también aquí los sillares están simplemente alisados y no se documenta ningún ejemplar con almohadillado, como en el resto de los vomitorios. Sin embargo, el sistema de construcción es distinto a todo lo que hemos visto hasta ahora, aunque el resultado sea el mismo: un espacio rectangular alargado, que se abocina en la salida al graderío y que está cubierto con una bóveda de cañón rampante. Efectivamente, al analizar los paramentos del pasillo vemos que las jambas de la puerta de la fachada anular no traban con los muros del vomitorio; aunque están unidos son independientes los unos de los otros. En el corredor observamos que el método con que fue levantado es el siguiente: aparecen dos muros corridos, lisos, paralelos, compuestos por cuatro hiladas (tres y algo más junto a los peldaños de la entrada) que se presentan sin ritmo y sin orden, con sucesiones de sogas y tizones. Sobre esta especie de plintos se colocan grandes cuñas que se desarrollan mediante una serie de hiladas, que al llegar a la pendiente muestran sus sillares simplemente triangulares. Así se crea una especie de gran cartabón en el que se apoya la bóveda. Este método es diferente del utilizado en el resto de los vomitorios, porque aquí no se emplean las rampas que se van abriendo en una especie de “nesgas” o “abanicos concéntricos”, con profusión de sillares de raras formas para ir acomodando la pendiente del corredor con el plano liso del primer cuerpo donde apoya y el lecho de puesta del arranque de la bóveda (lám. 30). Así observamos que aquí, frente a los sillares que vimos -adovelados, trapezoidales con adarajas irregulares- se utilizan ahora otros mucho más regulares en sus formas y tamaños: mediante dos bloques con un diente inferior y uno más rectangular normal, que se suceden en las hiladas 6ª, 7ª y 8ª, se comprimen las cuatro hiladas que componen el cartabón-cuña y con una sola pieza triangular, frenan y rematan dos hiladas de la rampa. Se constata, además la existencia de una gran pieza de arranque, de tipo triangular, despuntada, que se une a una singular dovela con adaraja que aumenta el módulo de esa hilada de la bóveda.

En su parte externa, la puerta conserva en perfectas condiciones la mitad oeste mientras que la este muestra la piedra de los sillares muy alterada. El arco tiene completa su rosca y queda constancia de la moldura rectilínea superior en dos sillares que se ubican sobre el capitel de la pilastra occidental. La pilastra oriental está casi borrada, apenas si sobresale su almohadillado con referencia al muro de fondo, y su capitel ha desaparecido. Su luz es de 1’72 m. y mediante el descenso de dos escalones, uno de los cuales es la propia calzada, se entra en el pasillo en sí. Antes de pasar al interior del corredor debemos apuntar que el trabajo que muestran los bloques que conforman la portada es muy sencillo. Destaca la casi ausencia total de bloques con almohadillado. Los pocos bloques que lo tienen es muy plano pero de tipo natural, por lo irregular de la almohadilla y del acabado de su superficie. Con respecto a la superficie, en los lisos, no se ven rastros o marcas de herramienta. Las juntas en la horizontal sellan bastante bien y continúan presentando incurvación las aristas. Se vuelve a detectar el fenómeno registrado en el paño contiguo: entre las juntas verticales de dos sillares se hace una hendidura de tendencia redondeada. En las juntas verticales, se sigue comprobando la existencia de

Se observa que las uniones de los sillares están más logradas en la vertical que en la horizontal, ya que las aristas se muestran bastante sinuosas. En cuanto al desalineamiento en la vertical de las juntas, se cumple pero de manera un tanto apurada.

Lámina 30.- Este vomitorio de bajada a ima cavea ofrece un sistema constructivo en la cubrición diferente a todo lo demás. Siendo una bóveda de cañón rampante, como en los casos precedentes, el modo de apearla sobre los muros es radicalmente distinto: es un sistema que denominamos "tipo cartabón" y en el que aparecen profusamente sillares tallados de forma triangular para rematar y adaptar una hilada a la línea de apoyo de la bóveda propiamente dicha.

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Con respecto al tratamiento de los sillares, vemos que hay un alto porcentaje de elementos sin almohadillar, y en los pocos que presentan almohadillado, este es muy poco sobresaliente, casi se limita a las creces del bloque, y la almohadilla presenta formas muy irregulares, recordando como sería el sillar en bruto. Así pues, y con estas precisiones, diremos que son del tipo natural, ya que por las irregularidades que poseen no pueden ser considerados rústicos. Se constata, igualmente, la presencia de un bloque con almohadillado abrupto, junto a MER.1.26, formando parte de la pilastra oriental de él, así como dos de tipo abombado, en la tercera hilada del sector oriental.

EDIFICIO: Teatro. TECNICA: Opus quadratum. NATURALEZA DE LOS MATERIALES CONSTRUCTIVOS: Granito de grano medio, muy alterado y con abundantes líquenes. Tonalidad ocre y grisácea. PUNTO: MER.1.27. PARAMENTO: Fachada anular, entre un vomitorium de bajada y otro de subida. ESTADO DE CONSERVACIÓN: Muy deteriorado. RESTAURACIONES: La mitad oriental del paramento está parcialmente reconstruida con sillares tallados modernamente a tal fin. Esto se hizo durante las intervenciones de D. José Menéndez-Pidal en el monumento. Además, toda esta parte junto con el vomitorio siguiente, que está reconstruido por completo, poseen en sus bloques, en la parte central de sus caras una “R” grabada. También fue preciso prestarle atención a los frogones de hormigón de esta zona que se hallaban bastante afectados y se les aplicó cemento moderno para frenar el proceso deterioro. FIGURA: nº 2. PLANO: nº 10. LÁMINA: nº 31 y 32. DESCRIPCIÓN: Este paño, que es el más largo de la fachada anular, con sus 10’60 m., está prácticamente descarnado de sillares. Tanto es así, que en gran parte de su mitad oriental sólo es auténtica la primera hilada, y en el primer sector de esta misma mitad, ha llegado parte de la segunda y tercera hilada (lám. 32). Este punto, también es el que marca el principio o final, según se mire, de la última calzada con que se dotó al teatro.

Continuando con el tratamiento de los bloques, debemos precisar que no siempre están bien delimitadas las bandas de anathyrosis ni son del todo regulares. En muchos casos se vislumbra perfectamente el empleo del puntero en el rebaje de estas superficies (lám. 31). Sin embargo, el tratamiento de aristas y juntas es impecable. Las primeras son muy rectilíneas, no se curvan, y sellan perfectamente las hiladas. En cuanto a los ángulos de los bloques, presentan las esquinas vivas y muy bien pegadas entre sí, salvo en algún punto, debido al deterioro del tiempo y de los avatares sufridos por el monumento, que en este punto en particular, no dejan resquicio alguno. También se comprueba en lo que resta de obra de sillares, que estos elementos se disponen con sus juntas verticales convenientemente desalineadas por tongadas, mucho mejor que en puntos precedentes. Por último, debemos subrayar las siguientes cuestiones: se verifica una gran diferencia en la calidad de la piedra y en el tipo y disposición de los sillares entre la zona que constituye la mitad este de la puerta MER.1.26 y el resto del paramento. En este paramento no se constata huella alguna que nos ilustre sobre la herramienta de prensión y colocación en fábrica. Tampoco se han hallado mortajas de grapas.

En estas hileras, a pesar del escaso número de ejemplares, se aprecia un fuerte predominio de la colocación a tizón frente a la de soga. Esto se ve en las dos “partes” del paño, aunque en el sector oeste aparecen dos grandes sogas seguidas, de poco más de un metro cada una, donde se comprueba nuevamente el mismo fenómeno.

Lámina 31.- Esta es la parte mejor conservada del punto MER.1.27, ya que más hacia el oeste se halla prácticamente descarnado el núcleo cementicio pese a haber sido restaurado en los años '70. Destacar que casi todos los sillares están sin almohadillar y sin trabajar las anathyrosis aunque vemos juntas muy rectilíneas y ángulos vivos. Esta imagen es de contrastar con la siguiente.

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Lámina 32.- Imagen tomada tras excavar la fachada perimetral del teatro. En ella observamos nítidamente lo descarnado de la fachada por el robo de los sillares así como el completo arruinamiento del vomitorio vecino, que daba paso a media y summa cavea; actualmente está reconstruido por entero con sillares de granito y piedra artificial y ladrillo.

MER.1.28

En la parte en mejor estado de la pared, parece comprobarse una cierta preponderancia de los bloques dispuestos a soga frente a los que lo hacen a tizón. En líneas generales se trata de un paramento con los bloques muy bien tallados y escuadrados, pero que no es nada regular en lo que a altura de tongadas se refiere, ni en el tratamiento de los sillares. Efectivamente, se documentan varios casos de paralelepípedos con dientes o adarajas, incluso dos en un mismo bloque, para poder ir encajando las notables diferencias de altura entre los bloques contiguos, para poder enrasar y/o enganchar una hilada. Estos ejemplos se localizan, sobre todo, en la zona de la jamba de la puerta este de la crypta y en la pilastra que flanquea dicho acceso. Es aquí donde se evidencia la unión de dos cuadrillas (Cfr. lám. 32).

EDIFICIO: Teatro. TÉCNICA: Opus quadratum. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Granito de grano fino, textura suave y color gris típico. PUNTO: MER.1.28. PARAMENTO: Fachada anular, entre el vomitorium de subida reconstruido y el acceso oriental de la crypta. ESTADO DE CONSERVACIÓN: Bastante saqueado en su sector occidental, pero en su mitad oriental, bueno. RESTAURACIONES: No se le aprecian. FIGURA: nº 2. PLANO: nº 10. LÁMINA: nº 33. DESCRIPCIÓN: Se trata del penúltimo sector de la fachada anular del teatro, que posee una longitud de 9’10 m. Está muy despojado del revestimiento de sillares y en su zona de confluencia con el último vomitorio del lado este, que está reconstruido por completo y da paso a media y summa caveae, sólo conserva la primera hilada, que en la zona de contacto con la puerta de la crypta, se convierte en la 10ª. Esto pone de relieve que en esta parte, al igual que sucedía en el ángulo oeste, se produce un fortísimo desnivel del terreno. Tanto es así que en fotografías antiguas, se comprueba la presencia de un murete de contención de tierras en cuyo extremo se colocó una escalera de siete peldaños, flanqueada por el muro de contención, por un lado, y por un parapeto de mampostería, por otro. El muro de contención es aún hoy visible y está aparejado, también, con mampostería; sin embargo, de la escalera no queda resto alguno.

Con respecto al tratamiento de los sillares observamos una serie de características en ellos. En primer lugar, no todos los bloques están almohadillados, sino que, en alto porcentaje, aparecen solamente alisados y sin bandas de anathyrosis. Los que presentan labor de almohadillado muestran con claridad que es diferente a todo lo que hemos venido constatando a lo largo del muro perimetral. Son bloques en los que la almohadilla es muy poco sobresaliente y que, en algunos casos, es de forma regular, por lo que se trata de rústicos y en otros consiste simplemente en las creces irregulares del sillar que surgen durante el proceso de desbastación y talla, por lo que los incluimos como naturales. Todos ellos, los de los dos tipos, poseen marcadas las líneas de anathyrosis, aunque no siempre por los cuatro lados. En este último caso llevan, preferentemente, las nº 2, 3 y 4.

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El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita Como características de la labor de cantería se observan, nuevamente, diferencias con el resto de la fachada anular. Vemos aquí que las aristas que son muy rectilíneas, en vez de curvarse, se presentan tras un breve corte a bisel. La unión de los sillares en la horizontal es impecable, y en la horizontal, también es buena, aunque no logra la calidad de sellado que la anterior. En algún caso aislado se observa que las juntas verticales no están cortadas formando ángulo de 90° que están un tanto inclinadas. Sin embargo, se evidencia un buen trabajo en el desalineamiento de dichas juntas con respecto a la vertical, cosa que no estaba muy conseguida en muchos puntos del muro perimetral.

su cara vista. Así en el lado más adelantado, posee bandas de anathyrosis nº 2 y 3, y en breve realce la almohadilla. La otra mitad se encuentra como 12 cm. más rehundida e igualmente posee almohadillado y bandas de las anathyrosis 3 y 4, a cota más profunda. Este fenómeno, que ya había sido documentado en algunos sillares de los que forman las pilastras del muro perimetral, ha sido llevado a sus máximas consecuencias en este paramento. En relación con las herramientas empleadas, vemos que se detectan huellas de los instrumentos de labra así como de los utilizados para su prensión y ubicación definitiva en obra. Dentro del primer grupo identificamos innumerables rastros de cincel o puntero así como en menor número los que conservan las huellas de la gradina. El alisado que presentan sus superficies no es muy esmerado. Dentro del segundo apartado, vemos que en algunos sillares aislados de las hiladas superiores, estos llevan los orificios circulares donde alojar al ferreus forfices, dispuestos en las caras laterales. En un único caso se ha localizado en la superficie vista.

Otro rasgo característico de este paramento es la relativa abundancia de sillares con sus caras vistas trabajadas en dos o más superficies. El ejemplo más notorio lo constituye una gran soga de ca. 1’20 m. de longitud, que se localiza en la pilastra aneja al punto siguiente, con tres cotas distintas: las de los lados y la que forma parte de la superficie en realce de la pilastra. También es muy singular el caso de otro bloque que prácticamente presenta cuatro cotas ya que forma un gran recodo

Lámina 33.- Paramento ubicado entre el vomitorio totalmente reconstruido y el acceso oriental a al crypta. Observamos que está parcialmente cubierto por un talud de tierra, posiblemente realizado tras la creación de nuevo acceso este. Compárese con la lámina 1. Se trata de un trabajo de cantería de muy buena factura aunque no presenta regularidad entre las distintas hiladas. En líneas generales estamos ante una manera completamente distinta de construir a lo visto en el muro anular e incluso, la naturaleza del granito es distinta.

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cubrición era disponiendo primeramente todos los caementa, que presentan forma de laja, por su eje más largo y de manera radial. Una vez dispuestos, se procedía a volcar el mortero sobre ellos hasta que este penetrase por todos los resquicios que quedaban entre las piedras y se remansara sobre la tablazón de la cimbra. De ahí que cuando se retirase dicho encofrado, hubiese partes donde el mortero no llegó por completo: son los huecos donde se documenta la colocación de los caementa, y otros totalmente cubiertos, donde se constata el empleo de la cimbra.

EDIFICIO: Teatro. TÉCNICA: Opus quadratum y opus caementicium. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Granito de grano mediano y tonos ocres. En el hormigón, los caementa son también de naturaleza granítica y también de color ocre; el mortero es de gran dureza, rico en cal y posee un característico color grisáceo. PUNTO: MER.1.29. PARAMENTO: Entrada oriental a la crypta. ESTADO DE CONSERVACION: Bueno. RESTAURACIONES: No se le aprecian. FIGURA: nº 2. PLANO: nº 3 y 10. LÁMINA: nº 34. DESCRIPCIÓN: Al igual que ocurría con su homónimo, este es un pasillo que se abre al exterior mediante una puerta de 4’40 m. de altura y 1’75 m. de luz. La longitud del pasillo hasta llegar al recodo que marca el inicio del corredor interno semicircular es de 14’37 m.

Respecto al tratamiento de los sillares, vemos que en la parte exterior, los que configuran la puerta, se presentan con el almohadillado especificado en el punto anterior así como con el trabajo de sus superficies en distintos planos. En general, predominan los sillares sin almohadillar, con unas superficies bastante poco retocadas con respecto al resultado de la desbastación de las caras, y con unos tamaños muy dispares. En su disposición se observa que en las jambas alternan por hiladas la colocación a soga con la de tizón. También llama la atención las formas curiosas y poco ortodoxas que presentan estos bloques: las adarajas son muy abundantes y superficies con dobles estrechamientos.

Toda su parte más exterior, como unos 5 m. desde la puerta, está construida por completo con sillares, que como en todos los casos precedentes, revisten un núcleo de hormigón. A partir de este punto aparece la bóveda realizada con hormigón visto. A los 6’84 m. de la puerta cesar por la presencia de una suerte de tímpano formado por dos sillares adovelados de arranque y tres grandes dovelas, también graníticas, cuya base es plana y que se adaptan al medio punto a través de un elemento que completa el resto del espacio sobrante hasta unirse con la bóveda. El intradós de este tímpano semicircular marca la altura del siguiente tramo del recorrido de la crypta, que es 2’10 m. así como la nueva anchura del pasillo a partir de este punto: 1’45 m. Se produce, por tanto, un importante abocinamiento así como un brusco cambio en el nivel de la cubrición. Es a partir de aquí cuando la bóveda de cubrición se muestra alternando celdillas realizadas en opus caementicium visto con roscas de arco aparejadas con sillares, conformando una especie de bóveda alveolar.

En el interior del pasillo sólo se constata la presencia de unos cuatro sillares que estén trabajados con labor de almohadillado, que es de un tipo intermedio entre el “natural” y el abrupto. El resto del pasillo muestra todos los bloques alisados; lo único que los individualiza son los distintos tamaños y formas. Aunque en este espacio la bóveda de cubrición también es rampante, la serie de cuñas en que reposa es menos espectacular que en los casos ya analizados y se aproxima más al esquema de cuña-cartabón, como se apuntó en el vomitorio MER.1.26 y como también se constató en el acceso occidental de la crypta. Por tanto, no hay tanta abundancia de bloques con formas de tendencias trapezoidales, contracuñas y el inagotable catálogo de sillares con dientes o adarajas. Se constata, sin embargo, la abundancia de bloques-dovela que presentan su superficie curva, mostrando así el arranque de la curvatura de la bóveda. El interior del corredor muestra que el cuerpo inferior posee nueve hiladas de altura y la bóveda, propiamente dicha, siete, mientras que aparecen dos hiladas de bases rampantes de asiento. La disposición de los sillares en general es, mayoritariamente, a soga. Sin embargo y a pesar de que esta colocación favorece un buen desalineamiento de las juntas con respecto a la vertical, este sistema no está muy bien conseguido, aunque se cumpla en esencia este principio.

Los tramos ejecutados con opus caementicium se muestran sin ningún tipo de revestimiento, por lo que podemos anotar varias cuestiones con respecto a su técnica de construcción. Así vemos que la bóveda se levantó con ayuda de una cimbra de madera, cuyos tableros sirvieron de encofrado en los sectores aparejados con hormigón, ya que en el mortero de su superficie, es visible la impronta que dejaron dichas tablas en la mezcla fresca. También sabemos que el sistema de construir dicha

Lámina 34.- Pasillo oriental de acceso a la crypta. Sus paramentos están realizados en opus quadratum de sillares sin almohadillar como revestimiento del núcleo de opus caementicium. Este núcleo de hormigón aparece en toda su robustez en la cubrición: una bóveda de medio cañón con la fábrica de caementicium sin revestir y en la que se aprecia perfectamente las huellas del maderamen de la cimbra con que fue construida.

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inferior del paño, aunque también aparecen sogas; mientras que, a partir de una altura de poco más de 1’10 m., se constatan muchos más bloques a soga que tizones.

EDIFICIO: Teatro. TÉCNICA: Opus quadratum. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Granito de grano mediano, con tonalidades entre ocres y negruzcas. PUNTO: MER.1.30. PARAMENTO: Último tramo de la fachada anular: zona entre el acceso este de la crypta y la esquina misma del hemiciclo. ESTADO DE CONSERVACIÓN: Bueno, aunque el hormigón visto está un tanto alterado. Gran parte del saqueo de bloques es de época antigua. RESTAURACIONES: No se le aprecia ninguna. FIGURA: nº 2. PLANO: nº 10. LÁMINA: nº 35. DESCRIPCIÓN: Muro aparejado completamente en opus quadratum que reviste al núcleo cementicio de la fábrica. Sin embargo, este paramento sufrió una reforma, ya en época antigua, y es que fue despojado de sus sillares en una franja de ca. 2’25 m. de anchura y el núcleo de hormigón de ella fue perforado.

En el tratamiento de los bloques comprobamos, otra vez aquí, la abundancia de elementos sin almohadillar y el importante número de bloques que aparecen con su superficie prácticamente sólo con el primer rebaje practicado. Aunque no presenten estos últimos almohadillado, los asociamos, por su concepción, con el grupo natural. También se recogen en este paño sillares con almohadillado rústico, sobre todo en el lado más próximo a la esquina del edificio. Casi no aparecen bandas de anathyrosis en los bloques y donde más se localizan es en los del tipo rústico. En los otros es casi circunstancial y, a veces, ocupan tanta superficie del espacio visto, que casi no se pueden considerar anathyrosis. En líneas generales e independientemente del trabajo que ofrezcan los paralelepípedos en su cara vista, están todos perfectamente escuadrados y en su mayoría tienen las aristas marcadas por un corte a bisel. El sellamiento en la horizontal es excelente y lo mismo se atestigua en la vertical. Aunque no falta algún que otro ejemplo que poseen las aristas laterales torcidas y no forman en fachada el consabido ángulo de 90°.

El paramento, por la parte más ancha conservada, presenta un muro que se le adosa perpendicularmente, por lo que no podemos tener una visión completa de esta parte del paño. En el mismo ángulo del edificio se le adosó, también, un muro aparejado todo él con ladrillos y con sillares por su parte superior; es el paño meridional de la uersura, por lo que la fachada no puede ser contemplada totalmente. Sin embargo, en lo que se puede apreciar, vemos que, como en el tramo anterior de fachada, el tamaño, la forma, y el tratamiento de los sillares, no son muy regulares.

Por último y en relación con las herramientas empleadas para la talla y para su transporte y colocación en obra, diremos, sobre las primeras, que en los bloques en los que el alisado es muy malo, se aprecia con nitidez en su superficie el empleo del puntero, que ha dejado huellas bastante profundas e irregulares. Sin embargo, hay otros paralelepípedos que presentan un acabado mas logrado; para estos casos creemos que el útil que se manejó fue la cucarda, de ahí ese acabado especialmente granuloso. En cuanto a la cuestión del transporte y colocación en obra del sillar, en aquellos en los que se podían examinar sus caras laterales no hemos hallado ningún rastro de la utilización de ferrei forfices; es posible que se empleasen castañuelas, pero tampoco tenemos ningún dato que avale esta posibilidad. No podemos dejar de sospechar de los almohadillados que llevan dos sillares. Estos presentan, en la parte central de su superficie vista, una prominencia, de forma más o menos cónica, casi sin labrar y que nos recuerda mucho a los denominados por los investigadores franceses como “tenons de levage” (Adam, 1984, 50, lám. 99 y 100) o “tenons de bardage” (Ginouvès y Martin, 1985, 121) y que Vitruvio (IV, 6,4) llama, por traducción directa del griego como ancon (que parece que tiene más el matiz de ménsula) o como parotis, también tomado del griego y que en opinión de Orlandos, debe ser sinónimo del primero (1968, 89, n.2).

Efectivamente, en lo que al tamaño se refiere, se comprueba que la altura de tongada no es en absoluto uniforme: oscilan entre 29 cm. y 48 cm., con tendencia relativamente ascendente, a excepción de la cuarta hilada, que es la más delgada del paramento, con tan sólo 21 cm. de altura. Respecto a la forma de los bloques, vemos que como a unos 3 m. de la puerta de la crypta, se repetiría en el muro, nuevamente, la indicación de una pilastra. Es aquí donde localizamos otra vez sillares con dientes o adarajas, que están parcialmente ocultos por el muro transversal que intesta justo en esta zona. En el resto del paramento, los bloques son cuadrangulares, de tamaños muy diferentes y dispuestos indistintamente. Así, grosso modo, parece evidenciarse una mayor presencia de bloques dispuestos a tizón en la parte

Lámina 35.- Muro de la esquina sureste del hemiciclo aparejado en opus quadratum. La singularidad de este paramento reside en que el módulo de los sillares, la naturaleza de los bloques así como su tratamiento difiere considerablemente del resto de la fachada semicircular, asemejándose más a lo documentado en los aditus. Por tanto, todo parece indicar que nos hallamos ante una zona de transición en la que abundan los engatillamientos para enganchar mejor dos paramentos en una zona estructuralmente compleja: el ángulo del teatro.

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contempla cómo el ladrillo está prácticamente deshecho y las juntas y tendeles son los que han conservado su impronta. Este hecho pone, además, de manifiesto lo consistente del mortero empleado en la trabazón de estos ladrillos, que es muy rico en cal.

EDIFICIO: Teatro. TÉCNICA: Opus testaceum. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Arcilla cocida, de tonalidad predominante R-17 y S-17. PUNTO: MER.1.31. PARAMENTO: Muro norte de la uersura. ESTADO DE CONSERVACIÓN: Bueno. RESTAURACIONES: No se le aprecia ninguna. FIGURA: nº 2. PLANO: nº 2, 7 y 10. LÁMINAS: nº 37 y 38. DESCRIPCIÓN: Es un muro realizado con ladrillos que reviste un núcleo de opus caementicium. Actualmente quedan vistas en la esquina nororiental 29 hiladas. Estas se apoyan sobre una suerte de basamento realizado en quadratum, compuesto por tres hiladas sucesivas de sillares. Todo él es liso salvo en su ángulo noroeste, donde se abre la puerta que pone a este espacio de la uersura en comunicación con el peristilo y la calle de la posescena.

En los ladrillos también se observa, en muchos casos, que se emplearon desgrasantes de gran tamaño, como pequeños trozos de cuarzo o, también, pequeños cantos de río. Las juntas de los ladrillos están muy cuidadas y bien dispuestas, por lo que no coinciden nunca dos hiladas sucesivas en la vertical. Se caracterizan por ser un poco anchas y no ser excesivamente regulares. Así, la separación entre elementos, oscila entre 1’5 y 2 cm., aproximadamente. En cuanto a los tendeles, son bastante regulares y su grosor oscila entre 1 y 1’5 cm. Lo más importante de este paramento es el hecho de que muchos de estos ladrillos llevan marca latericia. Efectivamente, por la parte superior del paño (Lám. 38), donde se pueden ver por su lecho de recibimiento, se han documentado hasta 14 ejemplares. Ninguno lleva sello por los cantos, por lo que desde la visión frontal es imposible de saber si lo poseen o no. Las marcas que hemos podido documentar in situ son las siguientes: Q·A·S, Q·V·P y L·LC·R.. Sin embargo, durante las excavaciones de Mélida y Macías, se recogieron gran número de ejemplares de este tipo, miles en palabras de Mélida, procedentes de este ambiente según se deduce de sus escritos (Mélida, 1915, 30). En sus publicaciones da a conocer estos sellos, entre los que cita los que nosotros hemos hallado in situ, y da a conocer otros que no hemos encontrado hoy por hoy en fábrica. Sin embargo, los hemos localizado porque actualmente se hallan custodiados en el M.N.A.R. de Mérida y hemos tenido la oportunidad de estudiarlos (Durán Cabello, en prensa). Estas marcas son: T·V·M y L·SA. Menciona este autor otras que no hemos podido encontrar y son: VST, VII y IS - AV (Mélida, 1925, nº 717).

El paramento no es claramente visible dados los importantes restos de estuco que conserva. Aún así observamos que entre la columna del ángulo noreste y la siguiente, hay un tramo en el que la fábrica de sillares se ve interrumpida con la presencia de una suerte de parche realizado con burda mampostería. De los sillares no es mucho lo que se puede decir, pero vemos que son bloques bien escuadrados y con alisados poco esmerados. En sus caras se aprecia el trabajo de la cucarda o bujarda, mientras que algunos de ellos llevan anathyrosis 3, muy bien trabajada con gradina. Respecto a su disposición, observamos que la hilada más inferior, que se apoya sobre una especie de pequeño plinto también granítico, parece que lleva un ritmo alterno de soga/tizón. La siguiente, por lo que se puede ver, parece va enteramente a tizón y, por último, la tercera, lo hace a soga -también en lo que asoma tras la capa de estuco-.

En relación con el tamaño de los ladrillos debemos decir que son paralelepipédicos de, aproximadamente, un pie (pes) por un pie y medio (sesquipedal) de lado y unos 5’5 hasta 6’5 cm. de grosor. Por último, el módulo que se observa es de 13 hiladas por metro de altura (Cfr. CD-ROM Apéndice Estadístico).

Con respecto a los ladrillos vemos que se disponen mayoritariamente a tizón, aunque no falta algún que otro ejemplo de soga por hilada. Llama poderosamente la atención que, en bastantes casos, la cocción de los ladrillos no debió de alcanzar la temperatura necesaria, ya que, en medio del paño, se

Lámina 37.- Vista del paño norte de la uersura. Se aprecia como el muro tiene una cimentación de bloques de granito que sobresalen respecto a la línea del paramento. El basamento se realizó en opus quadratum con bloques bastante dispares, pero lo más importante es que aprovechó restos de un muro precedente aparejado en opus caementicium, que discurría en sentido norte-sur y, evidentemente, fue recortado. Sobre este zócalo el muro se recreció en testaceum; un alto porcentaje de dichos ladrillos presentaban estampillas por su lecho de puesta.

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Lámina 38.- Panorámica del corte transversal del muro norte de la uersura. En ella se observa en planta que los ladrillos se disponían a soga y tizón aunque sin llevar un ritmo fijo. Asimismo, a la derecha de la imagen se ve el núcleo de hormigón del muro.

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pensamos no debe ser confundido con un núcleo de caementicium. En la actualidad sobre la última hilada aparecen sillares de enorme tamaño que parecen pertenecer a una especie de cornisa. En cualquier caso, todas estas piezas están movidas y colocadas aquí. Todo parece indicar que no serían el remate inmediato por el exterior de este paramento.

EDIFICIO: Teatro. TÉCNICA: Opus testaceum. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Arcilla cocida, de tonalidad predominante R-17 y S-17 de Cailleux. PUNTO: MER.1.32. PARAMENTO: Muro sur de la uersura. ESTADO DE CONSERVACIÓN: Bueno. RESTAURACIONES: No se le aprecia ninguna importante, salvo que el estuco está recibido con mortero moderno para evitar su desmoronamiento paulatino. Creemos que esto se hizo durante la intervención en el conjunto monumental de Menéndez-Pidal. FIGURA: nº 2. PLANO: nº 2, 7 y 10. LÁMINA: nº 39. DESCRIPCIÓN: Se trata de un paramento de ladrillo, compuesto por 39 hiladas de altura, que se apoya sobre una suerte de basamento realizado como su contrario con quadratum y “parches” de mampostería. En este caso tampoco es bien visible la parte inferior por los importantes restos del revestimiento de estuco que conserva.

En este lienzo se comprueba que, pese a no documentarse ninguna disposición concreta y fija de los elementos, el número de ladrillos colocados a soga es mayor que en el punto anterior aunque siguen predominando los dispuestos a tizón. Con respecto a las juntas, vemos que son bastante homogéneas y que no están muy distanciadas entre sí, aunque oscilan entre 1 y 2’5 cm. de separación. En cuanto a los tendeles, vemos que son mucho más regulares que las juntas y que su separación es, igualmente, mucho menor. En este paño vuelve a constatarse el fenómeno de la baja cocción de alguna hornada de ladrillos, que ha provocado la desintegración de la arcilla y lo que nos ha llegado ha sido su negativo, enmarcado por juntas y tendeles de mortero con que se traba la fábrica. Respecto al tamaño de los ladrillos, vemos que presentan módulos similares a los constatados en el muro de enfrente: un pié por un pié y medio y unos 6 ó 6’5 cm. de grosor. También aquí se da la ratio de 13 hiladas por cada metro de altura (Cfr. CD-ROM Apéndice Estadístico).

Este paño se adosa directamente a la esquina oriental del hemiciclo y por la parte superior trasera, en las inmediaciones de MER.1.1 y MER.1.30, se ven restos de un poderoso mortero que

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Rosalía María Durán Cabello Lámina 39.- Muro sur de la uersura. En este caso, la zona del basamento apenas si es visible dada la gruesa capa de estuco que aún queda in situ. Sin embargo, parece vislumbrarse en la parte inferior derecha de la imagen, que la parte baja del muro pudo estar aparejada en opus incertum.

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La disposición de los sillares es mayoritariamente a soga y, en conjunto, muestran sus juntas bien desalineadas con respecto a la vertical.

EDIFICIO: Teatro. TÉCNICA: Opus Quadratum. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Granito de grano menudo, de color gris claro típico. PUNTO: MER.1.33. PARAMENTO: Muro de la fachada principal este. ESTADO DE CONSERVACIÓN: Se encuentra bastante restaurado, sobre todo por su extremo más cercano a la orchestra. En la parte correspondiente al segundo cuerpo, está prácticamente desmontado. RESTAURACIONES: En época de Menéndez-Pidal se completó en gran medida parte del paño que faltaba, mediante el empleo de sillares realizados con piedra artificial. FIGURA: nº 2. PLANO: nº 2 y 10. LÁMINA: nº 40. DESCRIPCIÓN: Se trata del muro que va desde la jamba oeste de la portada principal oriental, hasta la desembocadura del parodos este en el proscaenium, donde se ubica uno de los dinteles con la inscripción de Agripa.

Del tratamiento de los bloques destacaremos que ninguno lleva almohadillado. En cambio, sí presentan bandas de anathyrosis muy finas, sobre todo las correspondientes a la nº 1 y/o la 3. Hay, además, otros paralelepípedos que portan un trabajo muy curioso. En efecto, muchos de ellos muestran la mitad longitudinal de su superficie vista con un acabado rugoso, mientras que la zona de ella se revela perfectamente alisada. La situación en el sillar de la parte sin alisar es, indistintamente, la mitad superior o la inferior. A través de estos bloques podemos distinguir los útiles empleados en su talla. En este caso parece que fueron rematados con el trabajo de la cucarda o bujarda. En otros sillares parece adivinarse las trazas de un fino trabajo con puntero, pero dada la naturaleza del granito, estas señales son un tanto equívocas. Otra característica más del tratamiento de estos sillares es que las aristas están cortadas a bisel, en vez de redondeadas, como habíamos documentado para la mayor parte de la fachada anular. El resultado da la impresión de que los bloques están perfectamente sellados entre las distintas hiladas.

Es un paramento realizado por completo con sillares, que no posee núcleo de opus caementicium ya que es el exterior del iter. La unión entre los bloques se realiza a hueso aunque, muy probablemente, estarán asegurados con la utilización de grapas constructivas. Dicho extremo no puede ser confirmado ya que el muro se conserva en buenas condiciones: quedan 15 hiladas completas en altura, justo a medio tramo de la bóveda de la cubrición interior.

El paramento no es un paño liso, sino que se presenta articulado mediante dos pequeños resaltes de 90 cm. de anchura y 8 cm. de adelanto, con respecto al muro de fondo. Estos podrían ser identificados como una suerte de pilastras o pequeños contrafuertes. En cualquier caso, se trata de elementos que se colocan con una finalidad exclusivamente estética, ya que no desempeñan ninguna función técnica. Para construir estos “contrafuertes” se emplea en una altísima proporción sillares

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El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita trabajados por su cara vista en dos superficies con cota diferente, de manera que el muro quede perfectamente atado. En fachada, da la impresión de que, en vez de un sólo elemento son dos, uno en cada plano: el de avance y el que queda retranqueado.

al recorrido que tiene desde el ángulo noreste, se adosa la jamba que, tras la reconstrucción de Menéndez-Pidal, se apea un arco de acceso del parascaenium al pulpitum. Entre dicha jamba y la parte externa del muro que delimita y conforma el aditus este es donde se inscribe el pie derecho antes mencionado. Este se halla trabado perfectamente con la jamba misma del tránsito. El sistema de atadura es bastante singular y se documenta el empleo de sillares dentados que sobresalen ampliamente de la superficie teórica de la jamba para incrustarse en el pié derecho; también se comprueba la utilización de sillares con planta y/o perfil de “Z”, dispuestos verticalmente, que con este curioso sistema de dientes consiguen ligar a la perfección ambos cuerpos. Este mismo pie derecho por su cara meridional se adosa al muro MER.1.33 y se pone, nuevamente, de manifiesto que el tamaño de las hiladas son superiores a los del primer muro.

Conforme avanzamos hacia la orchestra, comienzan a aparecer tímidamente algunos sillares que llevan un discreto almohadillado rústico, pero no dejan de ser una minoría. Contemplado el paramento en su conjunto observamos que en él aparecen varios orificios de sección cuadrangular, relativamente profundos, dispuestos en alturas y distancias bastante concretas, lo que nos hace sospechar que sean los mechinales practicados para empotrar los andamios. En este muro vemos que, también, se constata la presencia de una reforma. Efectivamente, en el “contrafuerte” más cercano a la portada principal por levante, se adosó un machón igualmente aparejado con sillares, aunque de mayor tamaño que los que conforman el muro de fondo. Dicho machón es la responsio de otro muro con el que delimita el espacio del parascaenium. No cabe duda de que el machón sea posterior a la construcción del paño ahora analizado puesto que la fachada estaba acabada con una capa de estuco y la piedra no sería, por tanto, visible. El nuevo elemento que se añade, lo hace por encima de la capa del mencionado estuco. El mismo hecho se vuelve a repetir con la jamba que se corresponde con el remate o inicio, según se vea, del cuerpo escénico: vuelve a adosarse al muro MER.1.33. Como ocurría con el caso anterior, también aquí se evidencia que al unirse lo hizo sobre una capa de estuco anterior a su erección. Idénticas características que estos dos presenta la especie de pie derecho que se ubica en la esquina, formado por la jamba que acabamos de mencionar y el muro de fondo que es, nuevamente, MER.1.33. Efectivamente, en la zona donde el muro denominado MER.1.33 se retranquea con respecto

Otro importante dato que se extrae del análisis de la reunión entre jamba, pie derecho y MER.1.33, es que corroborando la importante reforma o transformación que se practica en este sector del edificio, la moldura que recorría toda la fachada por el exterior, ha sido totalmente cercenada. En esta zona, concretamente, se aprecia cómo en la franja correspondiente a su anchura se han practicado unos agujeros, bastante regulares, de planta y sección cuadrangular, dispuestos un tanto rítmicamente y que, posiblemente, apunten al encastramiento de un andamiaje. El mismo fenómeno de hacer desaparecer la cornisa se documenta en el espacio correspondiente al parascaenium, donde ya mencionábamos lo singular de la anathyrosis 1 de los sillares. Esta no es otra que el resultado de picar la superficie ocupada por la cornisa corrida. Por último, este hecho queda comprobado en la puerta misma del aditus oriental, en donde se ha borrado concienzudamente dicho elemento decorativo. En resumidas cuentas, no cabe la menor duda de que esto es fruto de un fuerte y paulatino proceso de transformaciones de esta parte delantera del teatro.

Lámina 40.- Muro la fachada oriental del teatro que se articula con la presencia de pilastras. En la parte izquierda de la fotografía se ve que se adosó un potente machón sobre una de estas pilastras, también construido en opus quadratum granítico. El patrón empleado en dicho machón es completamente diferente del de la fachada primera del edificio. Los sillares están unidos a hueso y para asegurar la estabilidad, se utilizaron grapas con forma de doble cola de milano. Se construyó con motivo del levantamiento de los parascaenia del teatro.

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labrada de una construcción. Especialmente el que no atraviesa todo el grueso del muro y no tiene sino un paramento o dos cuando más” (R. A. E., 1992, t. II, s. v.). Por todo lo expuesto y para no crear confusión, continuaremos denominándola, por tanto, fábrica de sillarejos.

EDIFICIO: Teatro. TÉCNICA: Opus Quadratum. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Granito de grano mediano con presencia de incipientes diaclasas. PUNTO: MER.1.34. PARAMENTO: Podium del frente escénico, extremo oriental, anterior a la primera valva hospitalis. ESTADO DE CONSERVACIÓN: Restaurado. RESTAURACIONES: La primera que se hizo fue a cargo de D. Antonio Gómez Millán, hacia 1925, con la colaboración de Mélida y Macías (Gómez de Terreros, 1993, 110 ss.). Esta obra fue prácticamente desmontada en los años ‘60 por D. José Menéndez-Pidal para erigir lo que en la actualidad podemos ver. Se recreció todo con mampostería moderna; los sillares son los genuinos, pero mantenemos nuestras dudas respecto a los sillarejos y los ladrillos. De hecho no queda nada de ladrillo, material con el cual estaba construido gran parte del podio de la scaenae frons. Los fustes, basas, capiteles y sofitos son todos originales. FIGURA: nº 2. PLANO: nº 2 y 10. LÁMINA: nº 41. DESCRIPCIÓN: Se trata de un muro realizado mayoritariamente con sillares en sus esquinas y en gran parte de su frente, formando cadenas. Entre estas, se producen espacios que están aparejados con sillarejos y ladrillos rotos, que en innumerables ocasiones actúan casi como calzos. En general podemos decir que el paramento se desarrolla de la siguiente manera: en la parte más baja, sobre el pulpitum, aparece un pequeño plinto, de 0’65 m. de altura, levemente adelantado del cuerpo central del podio, que está realizado con sillares y rematado con ladrillos; sobre estos reposa una moldura de mármol, concretamente es una cyma reversa la que remata dicho plinto, de la que hoy sólo quedan fragmentos. Inmediatamente encima de ella, aparece la zona media del podium, que posee una altura de 1’20 m., construida, como ya se ha mencionado, con cadenas de sillares y los espacios que quedan entre las cadenas, de sillarejo con intrusiones de ladrillo. Dicha fábrica siempre ha sido denominada como mampostería.

El podio también se finaliza con una moldura marmórea, un talón derecho en este caso. Sobre él se desarrolla el remate del podio que también estuvo chapado con mármoles de los que no nos han llegado muestras. A partir de este punto, situado a 2’50 m. de altura, el muro se retranqueaba para convertirse en cortina de fondo del pórtico columnado del frente escénico. En la actualidad está todo él recrecido en moderna mampostería, pero es muy posible que originariamente estuviera aparejado con material cerámico. Esto es lo que parece desprenderse tras el examen de las fotografías de la excavación. Sin embargo, las descripciones que poseemos al respecto, inducen a confusión. Por un lado Mélida dice expresamente en varias ocasiones que el muro del frente escénico estaba aparejado en mampostería (1913, 5; 1915, 16 ss.; 1925, vol. I, 139-140). Lantier, en cambio, dice del susodicho paramento que era de ladrillo con un revoco estucado con relieves en blanco sobre fondo rojo y azul (1915, 172). En principio debemos dar preferencia al testimonio de Mélida, pero este mismo describe la fábrica del podium del frente como de sillares y mampostería (1925, vol. I, 139) mientras que Lantier dice “ladrillos y granito”, como nos muestran las fotografías y la realidad material. Los sillares aparecen bastante bien escuadrados pero no muy bien alisados. En varios de ellos se percibe con nitidez la huella de las herramientas empleadas durante el proceso de su talla. Entre ellas se distinguen, en unos casos, la escoda, y en otros, la cucarda o bujarda. Las juntas se presentan levemente incurvadas y las hiladas ajustan bastante bien entre sí. En cuanto a la disposición de los bloques, vemos que tomado todo el paramento en su conjunto, predomina la colocación a soga, pero, en su ordenación por hiladas, observamos una cierta intencionalidad de alternancia entre sogas y tizones. Lógicamente, donde esto se hace más patente en la cadena que marca el punto medio del paño. Continuando con el podium, observamos ciertos detalles que nos aportan datos de interés. Así, vemos que los sillares presentan bastantes agujeros para alojar las grandes grapas metálicas que sujetaban el placado de mármol. Algunos agujeros están, aparentemente, agrandados por el uso y en su vecindad aparecen otros en mejores condiciones. Esto revela, sin duda, que se trata o bien de la restauración de una chapa rota o de un nuevo revestimiento de marmóreo. Redundando en esta cuestión, observamos que en los sillares se documentan hasta tres tipos diferentes de orificios: circulares, cuadrados así como otros alargados y estrechos. Los primeros sabemos que no se emplearon para acomodar los forfices por su localización descentrada en los bloques; los cuadrados son un tanto irregulares y presentan ca. 4 cm. de lado y, por último, los oblongos y estrechos (aprox. 1’5 cm. de alto, o poco más) poseen casi 5 cm. de anchura. Dado su pequeño tamaño y su escasa profundidad, queda descartado que se trate de mortajas para la castañuela, pero sí parecen indicar que sirvieron para colocar las pinzas de los ferrei forfices y trasladar a su destino el sillar.

A modo de inciso queremos subrayar que el término de “mampostería” no está muy bien determinado por o que da lugar a ciertos equívocos. Además, se distinguen en él variantes. Así, el Diccionario de la Real Academia Española (RAE) la define como: “Obra hecha con mampuestos colocados y ajustados unos con otros sin sujeción a determinado orden de hiladas o tamaños. / Concertada. Aquella en cuyos paramentos se colocan los mampuestos rudamente labrados, sin sujeción, a escuadra, para que ajusten mejor unos con otros. / En seco. La que se hace colocando los mampuestos sin argamasa. / Ordinaria. La que se hace con mezcla o con argamasa”. (1992, t. II, s. v.). Según esto, lo que encontramos en el podium es una mampostería concertada. Sin embargo, una de las características del mampuesto es la de ser una “piedra sin labrar que se puede colocar con la mano” (R. A. E., 1992, t. II, s. v.). En este caso parece que hay que añadir que es una mampostería concertada y careada, y este último término parece que contradice su propia esencia. Por todas estas razones hemos optado por denominarlo como fábrica de sillarejo, ya que dicho término se define por “cada piedra

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El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita Otro de los detalles a que aludíamos líneas arriba es el referido a la singular manera en que aparecen los ladrillos en zonas aparejadas con sillarejos. Efectivamente, en el primer espacio, entre el paso al parascaenium este y la cadena central, hay una parte en que los ladrillos se colocan -rotos y enteros- por hiladas, ordenadamente. Mientras, entre la cadena y la primera esquina del plinto del frente escénico, todos los ladrillos no son sino fragmentos que aparecen calzando los sillarejos de la

fábrica, de una manera muy poco romana, excepto en el ángulo superior izquierdo de dicho espacio. Este hecho nos hace pensar, también, en un arreglo poco cuidadoso, derivado de una posible caída y rotura de una chapa de mármol cuya grapa estuviera empotrada en esta zona concreta del paramento. Hoy por hoy, no se documenta ningún resto de grapa para sujetar la placa de mármol en esta parte.

Lámina 41.- Frons scaenae, sector oriental. Detalle del basamento en el que se ve que el zócalo es de opus caementicium revestido con placas de mármol. Sobre él se desarrolla el tablero en el que hay cadenas de sillares a modo de cimentación de las columnas y entre ellas, en los espacios intermedios, mampuestos muy bien escuadrados, que podemos asimilarlos con opus vittatum. El podium queda rematado con tres hiladas de sillares, de las que la última es considerablemente más delgada e indica su función de elemento nivelador.

MER.1.35

pequeñísimos fragmentos, cumpliendo la función de calzo o de relleno entre las hiladas de sillarejos. Así, vemos que esta técnica tan poco ortodoxa es, igualmente, muy poco romana. Por ello, revisamos nuevamente los textos de Mélida, quien se refiere a la fábrica del podio como mampostería. Pero a través de un detenido análisis de los documentos fotográficos de la época, se observa con claridad en este mismo paramento así como en MER.1.34, que, en primer lugar, no se documentan fragmentos de ladrillo de calzo entre los susodichos sillarejos; en segundo, se aprecia con nitidez que en ciertos lugares faltan los pequeños paralelepípedos. Al comparar la ubicación de estos vacíos con fotografías actuales, vemos que son las zonas en donde los ladrillos aparecen casi completos y colocados ordenadamente por hiladas7. Por tanto, vemos que son fruto de la “reconstitución” de Gómez Millán, quizá más completada tras la nueva intervención en esta parte del monumento de Menéndez-Pidal.

EDIFICIO: Teatro. TÉCNICA: Opus Quadratum. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Granito de grano mediano. PUNTO: MER.1.35. PARAMENTO: Podium del frente escénico; sector entre la valva hospitalis este y la valva regia. ESTADO DE CONSERVACIÓN: Restaurado. RESTAURACIONES: Véase MER.1.34. FIGURA: nº 2. PLANO: nº 2 y 10. LÁMINA: nº 42 y 43. DESCRIPCIÓN: Se trata de un muro con idénticas características que el anteriormente descrito: está constituido en sus esquinas por grandes bloques graníticos y en el punto medio del paño se colocan sendas cadenas de sillares, coincidiendo con la zona que debe soportar el peso de la columna. Entre las esquinas y las cadenas mencionadas, los espacios restantes están aparejados con sillarejo, también granítico, y ladrillo. Este último material aparece en

Los bloques se muestran bien escuadrados y con las mismas características que se han expresado en el punto precedente sobre el alisado y huellas de grapas y herramientas de prensión y transporte.

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Rosalía María Durán Cabello Lámina 42.- Detalle del podium de la scaenae frons, que presenta idénticas características constructivas: laguna de un pseudo opus vittatum entre cadenas de sillares que son la cimentación de las columnas del primer cuerpo. Hay que señalar que en este caso muchos de los mampuestos aparecen calzados con pequeños fragmentos de material latericio. Conserva parte del placado marmóreo del zócalo así como la moldura de tránsito al tablero del podium.

Lámina 43.- Muro oriental de la exedra que enmarca la valva regia. Constructivamente, tiene las mismas constantes que el resto del frente escénico: zócalo de opus caementicium, tablero de una fábrica de mampuestos bien escuadrados entre cadenas de sillares y remate de tres hiladas de opus quadratum. Todo ello se embelleció mediante placas y cornisas de mármol.

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El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita MER.1.36

ocurre con las columnas que reposan en las antas, que son ligeramente mayores que el resto de las del primer cuerpo; este hecho ya lo puso de manifiesto en su día Mélida (1915, 30).

EDIFICIO: Teatro. TÉCNICA: Opus Quadratum. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Granito de grano mediano, de tonalidad ocre. PUNTO: MER.1.36. PARAMENTO: Valva regia. ESTADO DE CONSERVACIÓN: Bastante bueno. RESTAURACIONES: Como en los puntos precedentes ha sido objeto de intervenciones por parte de Gómez Millán, quien completó parte del podio (Gómez de Terreros, 1993, 124-130), sobre todo lo concerniente a la última hilada del mismo (Gómez de Terreros, 1993, 126). También Menéndez-Pidal, quien desmontó toda la reconstitución de Gómez Millán, tuvo que intervenir, aunque no sabemos exactamente cómo. FIGURA: nº 2. PLANO: nº 2 y 10. LÁMINA: nº 44. DESCRIPCIÓN: Por tratarse del eje del teatro y, por tanto, del frente escénico, la valva regia ofrece una disposición mucho más compleja que las hospitalia. Efectivamente, está configurada por una puerta monumental cuyos laterales se prolongan hacia el proscaenium a modo de antas, de planta y sección rectangular. Esta estructura cuadrangular que se conforma se ve ennoblecida por estar inscrita en un ambiente mucho mayor ya que se trata de una exedra semicircular. De esta manera, el frons scaenae está perfectamente articulado con una línea mixta de exedras rectangulares en los casos de las hospitalia y esta, semicircular, en el centro de la monumental composición.

En el tratamiento de los bloques observamos que no están todos perfectamente escuadrados: en algunos casos por presentar dientes y en otros por razones exclusivamente técnicas: vemos que los ángulos son, quizá, un poco romos, lo que provoca la presencia de pequeños intersticios entre los sillares. En cuanto al acabado de las superficies, vemos que están un tanto rugosas, lo que debe ser resultado del trabajo de la cucarda o bujarda. La disposición que presentan los paralelepípedos varía si contemplamos de frente las antas o la zona interna del paramento que conforma el pasillo de continuación de la escalerilla. Así, en las antas se colocan la primera hilada con dos tizones, la segunda con una soga y de esta manera hasta la cuarta hilada, que es la altura que tienen. Mientras tanto, en el paramento del pasillo observamos que el final de los escalones está marcado con la presencia de un pequeño ensanchamiento, que en el muro se traduce en una esquina, y se realiza mediante la colocación de un sillar con diente que recoge en su altura dos hiladas. En esta zona se pasa de cinco hiladas que traen las paredes de la escalera a cuatro en la parte más ancha, hasta el resalte que marca el inicio de las antas. En estos tramos comprobamos que en el lado de la escalera hay presencia, casi indistinta, de sogas y tizones, sin ritmo fijo, en la misma hilada. Luego, en la parte correspondiente al ensanche, parece documentarse que la primera hilada sobre el plinto va a soga; la segunda y tercera se desarrollan exclusivamente a tizón y la cuarta y última, a soga.

Las antas están construidas casi exclusivamente en opus quadratum, mientras que los muros que configuran la exedra, aparecen realizados como el resto del muro del podio: sillares cinchando esquinas y cadenas de lo mismo en la parte central de cada paño -también en los muros semicirculares de esta exedra-. Respecto a los sillares, queremos subrayar que en esta parte central de la escena se aprecia que presentan mayores dimensiones que lo documentado en el resto del podio; lo mismo

Como ya señalamos más arriba, estos paramentos están realizados únicamente en quadratum, por lo que los bloques se ligan entre sí a hueso con la ayuda de grapas de sujeción de la que queda medio vista un gran ejemplar en el plinto, por el lado occidental (Durán Cabello, 1990, 103-104). Sin embargo, actualmente, no poseemos la certeza que tuvimos anteriormente, de considerar este elemento como auténticamente romano, dadas las intervenciones de que ha sido objeto esta zona.

Lámina 44.- Paramento de opus quadratum que pertenece a una de las antas de la valva regia. Llama la atención la disparidad del tamaño de los sillares así como lo singular de su disposición. Como en el resto del edificio escénico, el zócalo está aparejado en opus caementicium, apenas visible por el revestimiento marmóreo, y sobre el mismo se recreció el muro en 4/5 hiladas. Nótese el engatillamiento que presenta uno de los sillares para acoger en él dos hiladas de menor altura.

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Rosalía María Durán Cabello La fábrica de sillarejo se presenta mucho más uniforme que en otras zonas, a pesar de que se documentan huecos en ella; sin embargo, no aparecen ladrillos enteros ni fragmentados como los que hemos visto hasta ahora ejerciendo de calzos.

MER.1.37 EDIFICIO: Teatro. TÉCNICA: Opus Quadratum. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Granito de grano mediano. PUNTO: MER.1.37. PARAMENTO: Muro oeste de la exedra de la valva regia. ESTADO DE CONSERVACIÓN: Restaurado. RESTAURACIONES: Véase los puntos precedentes pertenecientes al frente escénico. FIGURA: nº 2. PLANO: nº 2 y 10. LÁMINA: nº 45. DESCRIPCIÓN: Presenta las mismas características constructivas que los paramentos precedentes, con la salvedad de que aquí el muro es semicircular. También se diferencia de los anteriores en que en los precedentes y en particular, su homónimo, las cadenas no se unen con los bloques que cinchan los ángulos y en este punto sí se comprueba este extremo.

Como características particulares de este paño observamos que los sillares que conforman las cadenas ofrecen un módulo considerablemente mayor que los que aparecen formando parte de las tres hiladas de remate del podio. Además, estas últimas se desarrollan por completo a soga. Respecto a las huellas de herramientas se atestigua con claridad los surcos que la pica de desbaste ha dejado en los bloques. También, en algunos de ellos, se aprecian las bandas de anathyrosis 1 y 3 perfectamente alisadas, lo que nos induce a pensar en el empleo de la gradina con posterior alisamiento por abrasión o, más probablemente, en el uso del cincel. Por último, hay decir que en este paño apenas se visualizan los orificios destinados bien al acomodamiento de los forfices, bien al alojamiento de las grapas de sostén del placado marmóreo. En cualquier caso, no encontramos una explicación convincente para esta notable ausencia.

Lámina 45.- Muro occidental de la exedra que enmarca la valva regia. Presenta idénticas características constructivas que su homónimo aunque en el margen derecho de esta imagen se puede ver el anta que conduce el vano de la puerta principal así como el pavimento de losas de granito que tuvo.

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El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita MER.1.38

sillarejos. Encima de estos huecos aparejados con esta fábrica de sillarejos, corren tres hiladas más de sillares, siendo la última de ellas más baja que el resto, lo que parece ser fruto, en gran medida, de las intervenciones restauradoras, aunque desgraciadamente no podemos precisar la autoría delas mismas.

EDIFICIO: Teatro. TECNICA: Opus Quadratum. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Granito de grano mediano. PUNTO: MER.1.38. PARAMENTO: Último tramo de podium entre la valva hospitalis y el parascaenium oeste. ESTADO DE CONSERVACIÓN: Restaurado. RESTAURACIONES: Véase los puntos precedentes. FIGURA: nº 2. PLANO: nº 2 y 10. LÁMINA: nº 46. DESCRIPCIÓN: Este punto tiene las mismas características constructivas que MER.1.37. Está formado por un plinto de sillares rematado con ladrillos sobre los que reposa una moldura. La parte central se compone de la alternancia entre una cadena de sillares y los bloques de las esquinas, entre los cuales se insertó fábrica de sillarejos bastante regulares, aunque en este caso, calzados con fragmentos de ladrillo e incluso ladrillos enteros bien colocados allí donde han desaparecido los

En todos los bloques se vuelve a constatar la existencia de agujeros bastante uniformes, de tendencia cuadrangular, que manifiestan su utilidad como mortaja de las grapas del chapado marmóreo. Donde se aprecia esto muy claramente es en la quinta hilada, donde se han recolocado fragmentos de la cornisa de mármol, para lo que se han aprovechado los agujeros que en su día fueron practicados. En estos paralelepípedos vuelven a aparecer los agujeros oblongos que hemos interpretado como de posible acomodo para el forceps de prensión y transporte. En relación con el tratamiento de las superficies de los sillares, se ve que, en general, presentan un somero alisamiento, fruto, con toda probabilidad, del trabajo con la cucarda. Sólo hay uno o dos ejemplares en los que se aprecia nítidamente el empleo del punzón, puntero o, quizá, la pica de desbaste.

Lámina 46.- Sector occidental del frente escénico. Nuevamente se reproducen todas las constantes constructivas anteriormente señaladas: zócalo de hormigón rematado por ladrillo para enrasar, tablero con los ángulos cinchados con sillares así como cadenas, también de sillares, que señalan el apeo de las columnas sitas sobre el podium. Este aparece rematado mediante 3 hiladas de quadratum. Los espacios que se crean entre las esquinas y la cadena son rellenados con fábrica de vittatum. Algunos de los huecos fueron reparados ya en la antigüedad mediante la inserción de ladrillos que taponan los huecos dejados por los mampuestos. Tanto este paramento como en el simétrico así como las antae de la valva regia, muestran los sillares numerosísimas mortajas del grapado del revestimiento marmóreo, de manera que sugiere, al menos dos momentos distintos de decoración.

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Rosalía María Durán Cabello vertical y, así mismo, que las juntas de los elementos en la horizontal, se realiza de manera impecable gracias a que las aristas de los bloques se rematan a bisel. De esta manera el resultado es que la unión entre las distintas hiladas aparece perfectamente sellada.

MER.1.39 EDIFICIO: Teatro. TÉCNICA: Opus Quadratum. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Granito, de grano fino, de tonalidad gris clara típica. PUNTO: MER.1.39. PARAMENTO: Muro de la fachada principal oeste. ESTADO DE CONSERVACIÓN: Bueno, en líneas generales. RESTAURACIONES: Presenta recrecimientos en mampostería moderna en los contrafuertes que se adosan al muro de fachada, realizados durante los trabajos de Menéndez-Pidal. FIGURA: nº 2. PLANO: nº 2, 8 y 10. LÁMINA: nº 47. DESCRIPCION: En líneas generales presenta las mismas características constructivas que MER.1.33. Así, vemos que la fachada occidental, que está compuesta por un total de 19 hiladas en el primer cuerpo, es decir, hasta la zona en que se ubicaba el epígrafe de letras broncíneas de Agripa, se desarrolla de la siguiente manera: se trata de un paño aparejado en opus quadratum de bloques lisos, que se articula mediante la presencia de dos pequeños contrafuertes o pilastras adosadas, dispuestos a lo largo del muro de fondo del que apenas si sobresalen poco más de 8 cm. En sentido horizontal, este primer cuerpo se modula mediante la presencia de una moldura sencilla que, al igual que en la fachada este, partiría de los capiteles de las pilastras gemelas que adornan las jambas del aditus en su salida a la orchestra. Esta moldura continuaba en la portada de poniente marcando la línea de impostas y se introducía por ella desarrollándose a lo largo de todo el pasillo.

En este paramento no se documenta ningún orificio que nos indique el sistema de prensión utilizado para su ubicación en obra, ni tampoco nos han llegado sillares con los agujeros rectangulares que se localizan en el sector opuesto. En esta zona del teatro se evidencia que en un momento posterior a su erección, sufrió una reforma con la creación del parascaenium oeste, como se documenta en su simétrico. El muro que conforma dicho ambiente posee un vano en su lado occidental, y su jamba meridional, que es como su responsio, se adosó directamente a la fachada, como ya vimos que ocurrió en el otro sector. También aquí los sillares son de un módulo mucho mayor que los que forman parte de la fachada y su calidad también es distinta: se trata de un granito de grano mediano, de tonalidad ocre. Del mismo modo se evidencian ciertas diferencias en el acabado de las superficies de estos: parece que se trabajaron con escoda, sus aristas no se cortaron a bisel sino que se redondearon, y en uno de los sillares se observa, por su cara vista, un agujero circular para acomodar los ferrei forficeps utilizados en su traslado y puesta en obra. En esta fachada vuelve a repetirse el esquema de puerta de acceso al pulpitum, en la zona donde la fachada se retranquea hacia el sur. En este punto vuelve a aparecer un machón que hace las veces de jamba, que se adosa al muro de fondo MER.1.39, pero en este caso, toda la fábrica se halla muy perdida por esta parte más meridional. Efectivamente, de la jamba sólo quedan tres hiladas de altura y de la parte de la pared externa del aditus, otras tres hiladas. En este sector se vuelve a documentar la presencia, ya traspasado el umbral, de una especie de pie derecho que se trabaría con la jamba -no se puede confirmar por lo arrasado de esta- que se adosa por su cara sur con el muro de fachada. De este pie derecho sólo queda la basa, que, como en el otro caso, es de mayor anchura que la planta del machón, el siguiente escalón, y dos hiladas más. También se comprueba en los restos del final del muro de la fachada, en la parte más próxima a la orchestra (donde deberíamos denominarlo más apropiadamente como aditus) que algunos sillares vuelven a presentar esos orificios de planta y sección cuadrangular que ya habíamos señalado en el lado este. Aquí vemos que aparecen ya en la segunda hilada, lo que nos sorprende un poco si los consideramos como mechinales. De momento, no encontramos una explicación más satisfactoria.

Los sillares aparecen todos, sin excepción, sin almohadillar. Están bien escuadrados y bastante bien alisados. En general se aprecia el empleo de cucarda o bujarda en el acabado de sus superficies, aunque se localizan algunos bloques en los que se detecta un remate menos cuidado y que permite entrever las huellas de la pica de desbaste. Ningún ejemplar ofrece trabajo de bandas de anathyrosis. Lo único que se documenta es en la 8ª hilada que la parte más ancha y sobresaliente de la moldura ha sido cercenada, apareciendo en su lugar una especie de franja relativamente lisa, bajo la cual quedan aún los restos de los dos filetes inferiores que delatan la existencia de dicha moldura. Este hecho contrasta con lo que se documentó en la fachada este, donde el trabajo de borrar este detalle arquitectónico está mucho más cuidado ya que no se rastrean elementos que delaten su antigua existencia. Debemos subrayar que en la disposición de los sillares no se aprecia un ritmo específico ni una intencionalidad concreta. Parece, eso sí, que hay hiladas que se desarrollan completamente a soga y las siguientes se muestran con alternancia, más o menos regular, de una colocación soga/tizón. También se comprueba, como ocurría en el sector oriental de la fachada, que las pilastras -o pequeños contrafuertes- están constituidos por sillares que presentan sus superficies trabajadas en planos, sugiriendo dichos elementos y señalar así el resalte del muro (Lám. 47). De igual modo, se observa que la disposición de los bloques guarda mucho cuidado en el desalineamiento con respecto a la

La fachada conserva grandes superficies con la última capa de estuco que poseyó, actualmente de color blanquecino.

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El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita

Lámina 47.- Particular del adosamiento del machón que configura el parascaenium occidental sobre la fachada principal oeste. En este caso, la potente capa de estuco que aún conserva apenas si deja contemplar que se trata de dos unidades constructivas distintas, tanto cronológicamente como tipológicamente. Hay que llamar la atención sobre la moldura que recorría esta fachada señalando la división de la misma en cuerpos y que partía de la línea de impostas del arco de acceso al aditus occidental. Dicha moldura también existió en la fachada oriental, pero fue cuidadosamente cercenada cuando se realizó la uersura.

MER.1.40

irregulares en las que se adivina el empleo de la pica de desbaste, en unos casos, y la cucarda o bujarda, en otros. En ningún ejemplar aparecen por su cara vista los posibles agujeros para encajar herramientas de transporte y colocación en obra. Esto puede ser fruto de lo cuidado de la ejecución, como se ha venido comprobando a lo largo de todo el edificio y/o, también, a que nos hallamos ante la parte más baja del paramento, para la que probablemente no se precisase de estos artilugios.

EDIFICIO: Teatro. TÉCNICA: Opus Quadratum. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Granito, de grano mediano y tonalidad ocre, con incipiente presencia de maclas. PUNTO: MER.1.40. PARAMENTO: Muro oeste del parascaenium occidental. ESTADO DE CONSERVACIÓN: Muy restaurado. RESTAURACIONES: Recrecido fuertemente con fábrica de mampostería moderna durante la intervención de MenéndezPidal. FIGURA: nº 2. PLANO: nº 2 y 10. LÁMINA: nº 48. DESCRIPCIÓN: Se trata, concretamente, del muro de poniente del parascaenium, realizado en quadratum, que tan sólo ha llegado hasta nosotros con tres hiladas de altura.

Las aristas de los sillares se presentan alisadas y levemente biseladas, lo que provoca una imagen de hiladas muy bien selladas y asentadas en la horizontal. Con respecto a la vertical, también se evidencia el cuidado que se prestó en el levantamiento de la fábrica para que no coincidiesen las juntas, que están muy bien alternadas. Los bloques se disponen mayoritariamente a soga y cada hilada está formada por un único elemento que ocupa toda la anchura. Los sillares se unen entre sí a hueso, aunque es muy probable que estén afianzados, además, mediante el uso de grapas y/o clavijas metálicas.

Los sillares no presentan ningún trabajo especial. Se nos muestran bien escuadrados y con superficies relativamente

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Rosalía María Durán Cabello

Lámina 48.- Paramento que configura la parte oeste del postscaenium. Como se puede apreciar en la fotografía, sólo se conservan original la parte inferior del mismo, aparejada en opus quadratum. El recrecimiento es de mampostería moderna, realizado en la década de los años '60 por el arquitecto Menéndez-Pidal. Hay que hacer notar como los sillares presentan sus aristas alisadas y levemente incurvadas para obtener un encaje perfecto. Ninguno lleva banda de anathyrosis y su acabado consiste en las creces de los bloques vistas, lo que indica que se dejaron así para obtener una mejor cohesión con el estuco que los cubrió.

La fábrica de este ambiente se podría denominar como mixta dada la conjugación de opus incertum, con ladrillo y sillares. Concretamente, las jambas y umbral de la valva, así como las esquinas, están aparejadas con bloques graníticos, de mediana calidad y tonalidad ocre, sencillamente escuadrados y alisados, sin ninguna labor más, y unidos entre sí a hueso. La parte baja del resto del recinto, se construyó con incertum, que revestía a un núcleo de caementicium. En la parte realizada con incertum se advierte la presencia de ladrillos, bien completos o rotos, así como la presencia de piedras-laja cuya finalidad es, igualmente, la de enrasar los planos de las distintas tongadas. Para trabar estas dos fábricas tan distintas se procedió a utilizar el sistema de adarajas o dientes, de manera que con los entrantes y salientes que forman las hiladas de sillares, la obra quedase mejor cohesionada.

MER.1.41 EDIFICIO: Teatro. TÉCNICA: Opus Quadratum. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Granito, de grano mediano con incipiente presencia de maclas. Color gris-ocre. PUNTO: MER.1.41. PARAMENTO: Postscaena, valva hospitalis oeste. ESTADO DE CONSERVACIÓN: Muy restaurado. RESTAURACIONES: Lo que se contempla en la actualidad es el fruto de las obras practicadas bajo el mandato de MenéndezPidal. Salvo la zona más inferior, que está realizada en una suerte de opus incertum que, por tipología y argamasa, parece ser romano, así como los sillares que cinchan los ángulos de este espacio cuadrangular, el resto está elevado con mampostería y mortero moderno. FIGURA: nº 2. PLANO: nº 2 y 10. LÁMINA: nº 49. DESCRIPCIÓN: Se trata de un ambiente de planta rectangular, de pequeñas dimensiones, en cuyo paramento meridional se abre la valva hospitalis occidental. Por el lado opuesto a ella, el espacio queda diáfano, y el muro que se quiebra parcialmente, aparece rematado con sillares redondeados. El vano queda dividido en tres pasos por la presencia de dos columnas que en planta se corresponden con la luz que marcan las antas en la escena.

Con respecto a la disposición y tratamiento de los bloques, vemos que por las razones arriba esgrimidas, la disposición es alterna por hiladas. Así, en los ángulos, observamos que de las cinco hiladas de altura que restan en el lado este (en el oeste sólo quedan dos) la primera de ellas se desarrolla con una única soga, la siguiente con dos tizones y así sucesivamente. Sus aristas son bastante rectilíneas y están levemente redondeadas. En líneas generales sellan bien, hecho que también se constata con las juntas verticales que, además, están bien alternadas. En cuanto a las herramientas empleadas, vemos que los sillares debieron ser alisados con cucarda o bujarda y no se localiza ninguna orientación que nos indique el sistema que se empleó para colocarlos en obra.

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El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita Lámina 49.- Detalle de uno de los ángulos de los espacios que posee el postscaenium. En este caso se trata de una esquina de opus quadratum, de bloques curvos, de la que sólo se conserva 5 hiladas en altura. La disposición de los sillares alterna de una fila a otra con un ritmo preciso: una soga, dos tizones y así sucesivamente. El resto del paramento estaba aparejado en opus incertum, que cada cierta altura, aparecía fajado mediante la inserción de varias verdugadas de ladrillo, cuya finalidad no era otra que nivelar.

MER.1.42

LÁMINA: nº 50. DESCRIPCIÓN: Se trata de un muro animado con la presencia de medias columnas adosadas. Está aparejado con sillares de granito en todo lo que constituye la portada de la valva regia. En sus extremos, vuelven a aparecer bloques graníticos cinchando los ángulos que colindan con ambientes rectangulares que se retranquean con respecto a la línea de fachada trasera del edificio escénico. Entre la portada mencionada y estas esquinas, quedan unos espacios que están construidos con incertum y testaceum. Luego, toda esta variopinta fábrica se cubría con una potente capa de estuco de la que quedan abundantes restos.

EDIFICIO: Teatro. TÉCNICA: Opus Quadratum. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Granito de grano mediano, de tonalidad ocre. PUNTO: MER.1.42. PARAMENTO: Postscaena, valva regia. ESTADO DE CONSERVACIÓN: Muy restaurado. RESTAURACIONES: Lo que vemos actualmente es el resultado de la intervención de Menéndez-Pidal, pero previamente se realizó una reconstitución a cargo de GómezMillán, que fue desmontada casi totalmente para realizar la que hoy podemos contemplar (Gómez de Terreros, 1993, 128-130). Sin embargo, por las fotografías de la época de las tareas de Gómez-Millán, vemos que como aún no estaba completamente excavada la zona del peristilo del teatro (Gómez de Terreros, 1993, fotografías de las pp. 128, 133, 136 y 137); quizá la intervención en esta parte no fue muy importante o, quizá, nunca se vio afectada hasta el período de Menéndez-Pidal. FIGURA: nº 2. PLANO: nº 2 y 10.

En el trabajo de los sillares observamos que están bien escuadrados y alisados, exceptuando los semicirculares que conforman las medias columnas adosadas, de los que hay que señalar su buena factura. Ninguno de ellos deja ver otras huellas de herramientas que no sean la cucarda o bujarda y no sería descartable el empleo del cepillo de púas metálicas; sin embargo, en otros, se distingue el uso del puntero en su desbaste. Las aristas son muy rectilíneas y están ligeramente incurvadas. No se documenta ningún orifico en sus caras vistas que nos indique el tipo de sistema de transporte y colocación en fábrica de los bloques.

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Rosalía María Durán Cabello Con respecto a la disposición, vemos que no marcan ningún ritmo fijo, aunque se aprecia cierta alternancia -bastante irregular- de sogas y tizones. Destacaremos también el hecho de que las medias columnas están formadas con sillares cuyas superficies están labradas en dos cotas diferentes, simulando ser dos o más elementos: al menos un sillar a tizón, “normal”, junto a la semicolumna y otro que sería el medio tambor embutido.

En esta zona que nos ocupa no se documenta ningún orifico que pudiera relacionarse con un posible chapado marmóreo, mientras que según se traspasa el umbral de la valva regia los agujeros para las grapas del placado se multiplican.

Lámina 50.- Valva regia desde el postscaenium. Como se ve, está construida en opus quadratum hay que señalar que las jambas están talladas en los sillares. Estos muestran sus aristas bien alisadas y alineadas así como ligeramente incurvadas, lo que contribuye a mostrar un acabado impecable. Los bloques presentan sus caras vistas sólo alisadas para recibir la decoración estucada, como se ve en la parte izquierda de la imagen.

MER.1.43

compuesta por un único sillar, exceptuando, en ambos casos, las zonas de ángulos que marcan los accesos. Así, en la zona que conduce a la posescena, el muro forma una suerte de remate en “T”, un poco más complejo por el adosamiento de un machón que marca la jamba occidental del acceso a la uersura desde la calle y la posescena; algo parecido, aunque sin adicción de elementos, sucede en el extremo opuesto del muro, lo que se consigue mediante la colocación de dos sillares contiguos dispuestos a tizón. En estas zonas la construcción se halla formada por dos o tres sillares, cuyas uniones se reafirman mediante el empleo de grapas del tipo de cola de milano, de las que actualmente sólo nos quedan las mortajas (Durán Cabello, 1990, 101-103).

EDIFICIO: Teatro. TÉCNICA: Opus Quadratum. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Granito, de grano mediano y textura fina, color gris típico. PUNTO: MER.1.43. PARAMENTO: Muro este del parascaenium oriental. ESTADO DE CONSERVACIÓN: Bueno. RESTAURACIONES: No se le aprecia ninguna considerable, excepto el recibimiento con mortero moderno de los restos de la potente capa de estuco de revestimiento. FIGURA: nº 2. PLANO: nº 2 y 10. LÁMINA: nº 51. DESCRIPCIÓN: Es un paramento similar a MER.1.40, sólo que en este caso se conserva en mucho mejor estado. Prueba de ello es que conserva 8 hiladas en altura. Al igual que él está aparejado por completo en opus quadratum, con sillares de gran tamaño, que se unen entre sí a hueso y no revisten núcleo de hormigón. Como en el caso homónimo, cada hilada está

En relación con la disposición de los sillares, se comprueba que se colocan exclusivamente a soga en las partes lisas del paño, mientras que predomina el sentido tizón en las zonas de vecindad con los pasos a los otros ambientes con los que limita. También debemos hacer constar que el cuidado con que se realizó la obra se manifiesta, también, en detalles como lo bien alternadas que se disponen las juntas verticales por hiladas.

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El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita Respecto al tratamiento de las superficie de los sillares y a las diversas herramientas utilizadas en su ejecución y colocación en obra, vemos que ninguno de los bloques presenta almohadillado. Si portan, en cambio, las anathyrosis 2, 3 y 4, perfectamente alisadas, que revelan bien el empleo del cincel, bien el de la gradina, conjugado con un método abrasivo posterior. La superficie de estos paralelepípedos se encuentra casi sin alisar y en ella se documenta claramente el uso del puntero en el proceso de su desbastación. En algunos casos, este acabado es tan grosero que nos induce a pensar que se tratase de bloques almohadillados que fueron reutilizados para este fin. Sin embargo, el que sean tan regulares y sus juntas aparezcan tan rectilíneas y bien selladas, así como lo excelente de las bandas de anathyrosis, nos indica que además de tratarse de una fábrica de magnífica calidad, el acabado de las caras de los sillares no es sino un recurso para lograr una mejor adhesión del revestimiento de estuco con que se embellecía la obra, como lo prueban los importantes restos que aún quedan.

bloque, o mamelones de carga (Adam, 1984, 46, fig. 89 y 52, fig. 110). Sí se documenta la presencia de un orificio cuadrangular en el lado exterior del paramento, por el lado de la uersura, que tiene todas las trazas de tratarse de un mechinal. Sin embargo, no aparece ningún orificio más en todo el paño excepto un rebaje, de considerable superficie pero de poca profundidad, que se halla en las proximidades del que acabamos de describir. Ambos se localizan en la parte exterior y más meridional de MER.1.40. Por el lado exterior, se le añadió posteriormente el machón de la jamba que delimita la puerta de la uersura hacia la calle de la posescena y hacia el peristilo. También está aparejado con sillares graníticos pero de mayor módulo que los que configuran el paramento como tal. Este machón posee los bloques unidos entre sí a hueso y no muestra traza alguna de un sistema de trabazón con la pared de fondo. Tampoco se documenta el empleo de grapas de sujeción que afiancen la construcción, como está atestiguado en el machón/jamba correspondiente con el punto 40 que se adosa a MER.1.33. Los sillares presentan planta de “L”, para propiciar el estrechamiento del umbral de la puerta y no portan ningún trabajo especial: se encuentran alisados con cucarda y están bien escuadrados. Se disponen todos en el mismo sentido, pues cada bloque configura él mismo una hilada. Tampoco se ven huellas de las herramientas de prensión y colocación en obra.

En este paramento no hemos encontrado huellas que nos revelen el tipo de herramienta que se empleó en su transporte y colocación en fábrica. Efectivamente no se localiza ningún tipo de orificio o hendidura en su cara vista o en el lecho de recibimiento, por lo que debemos considerar bien en la utilización de un sistema de cordajes y ganchos para su transporte, bien en el uso de prominencias en las caras del

Lámina 51.- Muro del parascaenium oriental. En él vuelve a emplearse la fábrica de opus quadratum y en él se utilizaron grapas con forma de cola de milano, según revelan las mortajas que las albergaron. El muro muestra los bloques muy bien escuadrados y con anathyrosis 3. El resto de sus superficie se dejó rugosa para que el ella pudiera adherirse mejor el estuco con el que la obra estaba rematada y del que quedan magníficas evidencias.

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Rosalía María Durán Cabello MER.1.44

desarrollaba el remate tipo albardilla, realizado con mortero y estucado.

EDIFICIO: Teatro. TÉCNICA: Opus testaceum. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Arcilla cocida, de tonalidad predominante R-17 de Cailleux. PUNTO: MER.1.44. PARAMENTO: Canal del peristylium, sector oriental. ESTADO DE CONSERVACIÓN: Bastante bueno, aunque presenta algunas zonas restauradas. RESTAURACIONES: Se documenta unión de ladrillos con mortero moderno en la cara más cercana al jardín actual, por el lado este de la “L” que describe el canal. Los ladrillos, algunos, parecen ser romanos, aunque no podemos asegurar que el resto lo sean; más bien parece de los que se hicieron para las restituciones que se llevaron a cabo bajo las órdenes de Menéndez-Pidal. En cuanto a los que sí parecen ser romanos, no poseemos la certeza de que sean provenientes de este canal. Este fue restaurado junto con el sector levantino del peristilo, durante los trabajos de Menéndez-Pidal. FIGURA: nº 2. PLANO: nº 2 y 10. LÁMINA: nº 52 y 53. DESCRIPCIÓN: Se trata de un canal de sección rectangular de 91 cm. de anchura en la zona superior y 45 cm. en la inferior; con los ángulos del fondo protegidos con la presencia de un cuarto de bocel corrido, de 22’5 cm. de ancho por 15’5 cm. Alto. Está parcialmente excavado y todo él está construido con ladrillo y revestido por su interior con opus signinum. Posee planta de “L” y su recorrido lo realiza por la zona inmediatamente exterior al pórtico: va desde la parte delantera del Aula de Culto Imperial, hasta las inmediaciones del peristilo con la postscaena. En él se observa la constante inclinación que muestran ambos brazos de la canalización hacia el ángulo de unión. En esta zona es donde se ubica una especie de alberca, de planta y sección cuadrangular, y gran profundidad. En su fondo se abre un sumidero para desaguar conforme se fuera llenando de agua.

Por el lado del jardín y más concretamente junto al extremo meridional, se documenta la presencia de una suerte de pilastrillas realizadas con ladrillos rotos que se adosan, desmañadamente, al canal. En el resto del recorrido no se vuelve a atestiguar esto, excepto en la zona septentrional donde tanto por la parte del arriate como en la zona interior del pórtico, se ve como se le adosa una especie de murete aparejado con una mampostería de ínfima calidad, trabada con un mortero que tiene más de barro que de cal. Así pues, los muretes primitivos del canal medían 31 cm. el de la parte interior y 48 cm. el exterior; a este se le añade el de mampostería con un grosor de ca. 30 cm., en aquellos lados en que se ha podido localizar. Toda la fábrica se revestía por el interior con signinum y por el exterior con estuco. En las escasas zonas donde se puede analizar la fábrica del euripo, se observa que la disposición de los ladrillos es predominantemente a tizón, sobre todo en el lado más meridional. En cuanto a la alternancia de las juntas por hiladas, se ve que están bastante bien dispuestas y se observa cierta regularidad en las juntas, que suelen ser bastante estrechas. Con respecto a los tendeles, se aprecia que no son tan regulares como las juntas, aunque sí podemos ver que no son muy gruesos. En general, debemos apuntar que dado que los revestimientos, tanto el hidráulico como el estético, se conservan considerablemente bien, casi no es posible distinguir todas estas cuestiones en los alzados del canal. En relación con la consistencia de los ladrillos, debemos señalar que, en líneas generales, son de considerable dureza y el desgrasante no es fácilmente detectable, así como por su reducido tamaño y, también, por la considerable capa de líquenes que poseen. Sin embargo, en las cercanías de la alberca, en el murete más exterior se observa la presencia de una serie de ejemplares que están a medio descomponer y que presentan una coloración más oscura que los otros: tono S-17 de Cailleux. Esto evidencia una cocción bien a baja temperatura, bien defectuosa por alguna causa que se nos escapa por completo.

En la parte alta del canal se constata la existencia de cinco hiladas de ladrillo en altura. Sobre la última hilada se

Lámina 52.- Particular del extremo sureste del euripus del porticus postscaenam. Delante de él queda el basamento de lo que posiblemente fuese una fuente con base o pedestal cuadrangular. El canal está construido en opus testaceum y al interior está revestido con una potente capa de hormigón hidráulico que en los ángulos remata en el preceptivo cuarto de bocel.

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El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita Lámina 53.- Vista del ángulo nordeste del canal del pórtico de la posescena. Vemos como en la esquina misma, se construyó una suerte de alberquilla, de planta cuadrangular y de algo más de metro y medio de profundidad desde el pluteus del pórtico. Este receptáculo está construido también en ladrillo e igualmente revestido de opus signinum u hormigón hidráulico. Tanto este canal como el ramal que discurría en sentido oeste-este, presentaban una pendiente que permitía que agua pluvial recogida se discurriera hasta la alberca y evacuara rápidamente.

MER.1.45

en la puerta observamos, en primer lugar, que los bloques están trabajados con planta de “T”, y que cada hilada está constituida por un único sillar en la cara vista y dos en fondo. Los bloques están unidos entre sí a hueso y no hay mortajas que nos revelen el empleo de grapas de sujeción.

EDIFICIO: Teatro. TÉCNICA: Opus testaceum. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Arcilla cocida, de tonalidad predominante N-17 de Cailleux. PUNTO: MER.1.45. PARAMENTO: Pared norte del espacio entre la uersura, la postscaena y la escalera que baja desde el anfiteatro. ESTADO DE CONSERVACIÓN: Bueno. RESTAURACIONES: Sólo se le aprecian unos cuantos ladrillos unidos con mortero moderno, probablemente durante las obras de Menéndez-Pidal. FIGURA: nº 2. PLANO: nº 2 y 10. LÁMINA: nº 54. DESCRIPCIÓN: Es este un ambiente rectangular con un vano de entrada y con umbral de mármol. El muro norte, por su exterior, delimita la calle con escalinata que viene desde el anfiteatro; mientras, la pared sur, por su zona exterior, forma parte del paramento septentrional de la uersura.

El muro norte, como ya adelantábamos, se alza todo entero con ladrillos por la fachada que da a la calle. Conserva 14 hiladas de altura máxima, lo que supone 96 cm. de altura. En él se disponen todos los elementos exclusivamente a tizón, por lo que el grosor del muro es de ca. 45 cm.. La colocación de los ladrillos provoca que el paramento ofrezca una perfecta alternancia de juntas por hiladas. Dichas juntas se muestran, en líneas generales, bastante anchas: normalmente a 1’5 cm. y no de manera muy regular. Mientras tanto, los tendeles, son mucho más regulares y suelen presentar un grosor de 1’5 cm. Estos ladrillos presentan buena cocción, ya que no hay ningún caso que esté en proceso de descomposición como se atestigua en otros puntos pero vemos que algunos ejemplares poseen grandes desgrasantes, localizables a simple vista, aunque esto sucede en un grupo muy reducido.

El muro norte, que es el que consideramos en el estudio, está todo entero aparejado en testaceum por su lado de fachada, mientras que por el interior, al encontrarse a una cota inferior su plano de nivelación, vemos que se apoya sobre un basamento formado por sillares graníticos dispuestos a soga. También están construidas en quadratum las jambas de la puerta de acceso.

Debemos señalar que a lo largo de este paramento hemos localizado un ladrillo con sello Q·A·S, muy borroso y otro que muestra la impronta de un pie humano. Toda la pared estaba rematada con un enlucido sobre el que se extendió una capa de estuco. Quedan escasos restos junto a la jamba norte, aunque los suficientes como para poder atestiguar su existencia.

En los sillares observamos dos maneras distintas de estar trabajados, así como dos módulos diferentes. Efectivamente, los que realizan funciones de basamento, son de módulo inferior a los de las jambas y, además, están simplemente escuadrados y casi sin alisar: abundan en ellos las huellas de la escoda empleada en su desbaste. Sin embargo, los que conforman las jambas, además de poseer un módulo de menor tamaño, ofrecen unas superficies considerablemente alisadas, realizadas bien con cucarda o bujarda. Algunos de ellos tienen banda de anathyrosis 3 hecha con gradina. En cuanto a la disposición de los elementos

Otro interesante detalle que debemos subrayar es que bajo el umbral de mármol del espacio que nos ocupa, aparece una gran losa de granito que es la continuación del último peldaño de la escalera al llegar a la calle de la posescena. Esto podría indicarnos que la escalera era, anteriormente, mucho más ancha y que se vio estrechada cuando se erigió la uersura.

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Rosalía María Durán Cabello Lámina 54.- Espacio que se configura entre la escalinata que lleva desde la posescena al anfiteatro y la uersura. Se trata de un lugar de planta rectangular alargada aparejada parcialmente en opus incertum y el grueso de la fábrica es de opus testaceum, muchos de cuyos ladrillos presentan sellos latericios. Las jambas de acceso al espacio estaban trabajadas en sillares graníticos que aprovechan como cimentación restos de un construcción de sillares precedente cuya planta, extensión y finalidad, desconocemos. Algo parecido sucede con el espacio que muestra la imagen, del que sólo podemos conjeturar una función en estrecha relación con la uersura.

MER.1.46

piedras de naturaleza anfibolítica, dispuestas por tongadas que revisten un núcleo de hormigón, la abundancia de ladrillos es tal que nos hace pensar en la denominación de opus mixtum atendiendo únicamente a los materiales. Comprobamos que en medio de la obra de incertum, los ladrillos se utilizan para marcar el inicio o el final de una tongada y enrasar lo más posible el nivel de los planos de recibimiento para la tonga siguiente. Esto se comprueba con claridad en la parte baja de los muros laterales, este y oeste, respectivamente, así como en los espacios que flanquean al cuerpo central avanzado. Sin embargo, la presencia de estos elementos, siendo notable, no es tan marcada y estricta como en otras obras de la ciudad, v.gr. el desarenador del acueducto de San Lázaro, ya que no llegan a formar una hilada completa y mucho menos verdugadas. Pero a partir de cierta altura, ca. 80 cm., en los muros laterales comienzan a abrirse las hornacinas y desde este nivel la utilización del ladrillo se multiplica considerablemente. Su empleo se concentra, sobre todo, en conformar los planos de recibimiento de los nichos así como sus esquinas. En el lado oriental, que es el mejor conservado, se aprecia que la parte superior está casi por completo aparejada con ladrillos e incluso, donde estos han desaparecido, ha quedado su impronta en el hormigón.

EDIFICIO: Teatro. TÉCNICA: Opus Incertum. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Anfibolitas, de tonalidades verdosas y pardas, y arcilla cocida, de tonalidad predominante R-19 y R-20 de Cailleux. PUNTO: MER.1.46. PARAMENTO: Aula de culto imperial. ESTADO DE CONSERVACIÓN: Relativamente bueno, aunque con zonas ampliamente restauradas. El pavimento de opus sectile se halla en franco proceso de desaparición por la craquelación de sus piezas debida, fundamentalmente, a causas atmosféricas. RESTAURACIONES: Bajo la intervención de Menéndez-Pidal se procedió a completar y elevar las hornacinas ubicadas en el paño oeste así como a restituir parte de las jambas con ladrillos de mitad de tamaño que los romanos. FIGURA: nº 2. PLANO: nº 2, 9 y 10. LÁMINA: nº 55, 56 y 57. DESCRIPCIÓN: Se trata de un ambiente de planta rectangular, en cuyo fondo aparece un cuerpo central en avance con respecto al resto del paño. En los muros laterales aparecen sendos pares de hornacinas, que no se reflejan en la planta y en el cuerpo central avanzado se localiza una quinta y mayor hornacina que, en un momento que no podemos determinar con precisión, fue cegada.

El cuerpo central es fruto de una remodelación realizada con sumo cuidado. El paramento, que era liso en un principio, fue minuciosamente cercenado en su zona central para encajar el cuerpo avanzado. Este presenta sus esquinas recrecidas completamente con ladrillo. En la zona inferior, sobre el plinto de mampostería, aparece una verdugada, compuesta por cuatro hiladas. En la parte superior de la base de esta gran hornacina, se

Los paramentos de esta habitación están construidos en opus incertum, un tanto peculiar. Aunque está constituido por

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El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita constata la presencia de hasta siete hiladas de ladrillo antes de abrirse el pavimento de este gran nicho central (lám. 56). En la zona media de esta gran verdugada faltan los elementos cerámicos, por lo que deja visto el núcleo de hormigón que revestían. Este último no ofrece las calidades que se documentan en el hemiciclo.

a los testeros. Dado el buen estado de conservación podemos distinguir hasta dos maneras distintas de empotrar estas grapas. Por un lado hemos comprobado que el sistema más sencillo consiste en vaciar el intersticio que queda entre dos piedras del incertum y empotrar allí el vástago metálico cogido con mortero y una piedrecilla alargada que hace las funciones de calzo. El otro modo revela que está “más programado” y consiste en practicar unos agujeros cuadrangulares, de ca. 4 cm. de lado, muy profundos, en las zonas donde aparece abundancia de ladrillo. En algunos casos recuerdan a pequeños mechinales; con ellos se confundirían si no fuera porque en algunos casos nos queda todavía la piedrecilla alargada de calzo y en los mejores, restos del vástago de hierro.

En el cuerpo central los ladrillos que aparecen suelen estar completos y se disponen mayoritariamente a tizón, excepto en la segunda hilada -sobre el plinto- que se desarrolla casi exclusivamente a soga. Con respecto a las juntas vemos que su colocación no es excesivamente regular, aunque en general está cuidado y predomina una separación entre elementos de ca. 0’5 cm.. Con respecto a los tendeles vemos que tampoco son escrupulosos y la distancia que predomina entre las tongadas es de 1’5 cm.

En las hornacinas del sector oriental se comprueba que cuando fueron proyectadas tenían mayor profundidad, como marca la hilada de ladrillos que señala el plano de recibimiento. En un momento posterior se colmataron casi como hoy vemos, y en ese espacio se pondría, probablemente, un epígrafe con el nombre del personaje que albergaba. En el último momento la moldura de estuco que remataba el campo epigráfico fue perforada con los grandes agujeros de grapas para poner o bien una moldura de mármol o el remate de un epígrafe de mayor tamaño.

La calidad de los ladrillos nos muestra una cocción bastante buena y el empleo de cantos rodados o trocitos regulares de cuarzo como desgrasantes. En cuanto a la consistencia del mortero que traba a estos ladrillos se observa que es muy duro y rico en cal, como lo muestra, también, su característico color blanquecino. En el incertum observamos que, en general, predominan los elementos irregulares de pequeño-mediano tamaño sobre los grandes. No se documenta una intencionalidad en la colocación de las grandes piedras en las parte más bajas de los muros de la sala, sino que aparecen a cualquier altura, asentadas sobre una hilada de piedras pequeñas. Sí se comprueba, en cambio, la intencionalidad en el empleo de piedras cuadrangulares, de tipo laja, que en muchos casos son muy difíciles de distinguir de un ladrillo a simple vista, en las zonas de contacto entre las sucesivas tongadas. En estas hiladas de enrasamiento se unen tanto lajas pétreas como ladrillos, aunque estos últimos suelen ser trozos.

Por los restos que han llegado hasta nosotros es fácil comprobar que en un primer momento las paredes estuvieron únicamente recubiertas con pinturas. Posteriormente fueron marmorizadas, y quizá pertenezcan a esta fase las grandes mortajas de planta y sección cuadrangular. Cuando se deterioró esta decoración, se procedió a pintar nuevamente, como se deduce de trozos de mármol aún cogidos con mortero a las esquinas y sobre los cuales hay restos de pintura. Luego, en otra fase decorativa, volvió a chaparse con mármoles, se creó el plinto corrido y se volvió a parchear el pavimento de la sala. En la última etapa se placó nuevamente el plinto y se estrechó el umbral con el adosamiento de las nuevas jambas. Se rellenó intencionalmente la hornacina del panel central y el resto de los paramentos tuvieron pinturas.

A lo largo de todos los paramentos se documentan, aún in situ, las uñas de hierro con que se sujetaban las placas de mármol

Lámina 55.- Detalle del sector oeste del muro de fondo de la llamada "Aula de culto Imperial". Como se puede ver esta construido con un zócalo de opus caementicium en pequeño resalte, sobre el que el muro se recrece en opus incertum. Este muestra preferentemente, elementos de tendencia regular, cuadriláteros aunque no faltan piezas irregulares de pequeño tamaño que se utilizaban como calzos para que la superficie de recibimiento conservara una superficie lo más nivelada posible. En los intersticios de los mampuestos quedan aún muchos ejemplares de los vástagos de hierros de las grapas que sujetan la decoración marmórea, aunque en un momento anterior fue estucada.

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Rosalía María Durán Cabello

Lámina 56.- Vista general del cuerpo central de la pared principal del "Aula de Culto Imperial". En primer término aparece una suerte de mesa realizada con un tablero de mármol y un fragmento de brazo de asiento de graderío en forma de esfinge (el de la derecha de la fotografía) así como con una reproducción en vaciado de la misma. La composición presenta un cuerpo en avance que se levanta sobre un zócalo de hormigón. La parte central de dicho cuerpo se retranquea respecto al plinto; está construido en opus incertum, sobre todo en su parte central, y en opus testaceum, que se presenta en verdugadas y actúa como nivelador así como en la esquina, donde se utiliza su por su regularidad y fortaleza. Sobre él se abrió un gran nicho de planta y alzado rectangular, con jambas de ladrillo y revestido de estuco en su interior. Posteriormente fue obliterado, por lo que se procedió a su relleno y enrasamiento con el resto del paramento.

II.3. SISTEMAS

Y

SOLUCIONES

EMPLEADAS EN EL TEATRO.

LAS

de la excesiva vecindad del anfiteatro y el problema del trazado de la muralla (Fig. 1). No obstante, sí podemos esbozar las directrices generales que se siguieron a la hora de elevar el edificio; los cambios de usos tecnológicos que se constatan entre las distintas fases, que implican un lapso temporal ciertamente importante, etc.

ARQUITECTÓNICAS

SUCESIVAS ETAPAS DE

CONSTRUCCIÓN

II.3.1. Introducción. En este apartado iremos analizando cómo se han ido sucediendo las diversas tareas en la construcción del edificio, desde lo que denominaríamos actualmente como proyección en estudio y el posterior replanteo del edificio in situ, pasando por la planificación de las diversas tareas de la obra hasta su paulatina finalización.

También intentaremos bosquejar la problemática que se plantea desde el punto de vista de la organización de la mano de obra que interviene en la construcción: las distintas cuadrillas de canteros y albañiles así como la posible jerarquización del trabajo.

En alguno de estos apartados, como sería el primero, sólo podemos apuntar las ideas y datos generales que sobre dibujo arquitectónico en la Antigüedad conocemos. Desgraciadamente no ha llegado hasta nosotros ningún tipo de plano o croquis sobre piedra u otro tipo de material, que aportase luz al conocimiento de la erección del teatro o a la concepción del monumento dentro del trazado urbanístico primigenio de la colonia: la cuestión

II.3.2. La primera etapa de los trabajos: proyecto gráfico, replanteo en el terreno y preparación del mismo. Sobre la primera cuestión, la del proyecto gráfico, sólo podemos remitirnos a lo que se desprende de la obra de Vitruvio y a los datos que aportan las publicaciones de

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El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita

dos investigadores especialistas en el estudio de los teatros así como en el tratadista romano: E. Frézoulsy8 P. Gros9. Al hablar sobre el análisis arquitectónico, Gros parte de dos conceptos distintos que en sus orígenes son inseparables. Uno es el que engloba los componentes modulares y proporcionales de las dimensiones esenciales del edificio o espacio urbanístico, y el otro, se refiere a una especie de esquemas -bastantes abstractos- en los que se indican los puntos de visión privilegiada del conjunto (1985, 231). Es lo que en latín se denomina como prospectus, que podría entenderse como vistas panorámicas “conducidas”, que van desde el interior al exterior; este último no tiene por qué ser muy lejano, y es lo que los alemanes llaman “Durchblick” (1985, 234, n. 5). En relación con la primera cuestión, al remitirnos al tratado vitruviano, vemos que las ideas que aporta M. Vitruvio no son muy claras y, como bien subraya Gros “(...) mezcla, sin decirlo, las diversas fases del trabajo arquitectónico y en particular, no precisa nunca cuando habla de documentos gráficos, ni su destino ni su grado de elaboración” (1985, 238). De hecho, en De Arch., I, 2, 2, se enumeran tres tipos diferentes de croquis arquitectónicos: la ichnographia, o proyección ortogonal en planta, la orthographia, que es lo que se entiende hoy como alzado, y la scaenographia, que muchos han querido identificar con perspectiva10, pero que Gros interpreta como un modo de representación en hilera; esta es herencia de los arquitectos helenísticos (Schlikker, 1949, 176 ss.) y su destinatario natural debería ser el cliente, que sin este documento no podría imaginar cómo quedaría su encargo; también debió ser rápidamente adoptado por los constructores, ya que una perspectiva caballera permitiría calibrar mejor los volúmenes y evitar, de este modo, faltas que de otra manera no se revelaban hasta la conclusión de la obra (1985, 239). De hecho tenemos noticias sobre la existencia de planos muy someros, las formae, realizados para los clientes -personas públicas o particulares- quienes no podían alcanzar a vislumbrar mediante su examen cómo sería el resultado final de la obra (Gros, 1985, 238). Sabemos por Suetonio (Divus Iulius, 31, 1 y 46, 2) que César, en cierta ocasión, se hallaba absorto examinando los planos de una especie de escuela de gladiadores; en ese texto se menciona expresamente el término forma. En otro pasaje, nos narra como mandó destruir una villa encargada por él, porque los resultados no se correspondían con la idea que se había forjado. De todo lo cual se desprende que, en gran medida, los problemas de alzados y perspectivas eran resueltos sobre la marcha, según lo requerían las circunstancias, por el arquitecto y el constructor encargado de las obras (Gros, 1985, 248). Las plantas y alzados realizados por los arquitectos en la Antigüedad, darían preponderancia a las

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cuestiones rítmicas frente a esta serie de detalles de los que estamos hablando. Por ello, y según plantea el estudioso galo, la preeminencia de la cuestión rítmica sobre el plano detallado -tal y como lo concebimos actualmente- puede estar marcada por la necesidad de responder a las interrogantes surgidas de continuo en la “actividad especulativa por el empirismo de los prácticos, para aumentar la parte de la doctrina sobre el ingenium, de la ratiocinatio sobre la fabrica, que Vitruvio, y otros antes que él, intentaron cubriendo todo el campo de la práctica arquitectónica de su tiempo, y fijar el mayor número posible de normas teóricas, directamente trasladables en términos proporcionales o geométricos” (Gros, 1985, 252). Para el caso particular que plantea un edificio como el teatro, vemos que presenta, a la vez, una serie importante de diferencias internas íntimamente ligadas a cuestiones de funcionalidad, perfectamente definidas, con una gran cantidad de problemas que justifican una descripción normativa precisa, que es extremadamente compleja. Vitruvio evita hacer dicha descripción, bastante problemática en sí misma, mediante un trazado geométrico indirecto, que da a la planta una apariencia de simpleza. Lo que, según Frézouls, implica que “el trazado de figuras geométricas, triángulos o cuadrados, no genera directamente la planta del edificio, pero proporciona indicaciones decisivas para realizarlo” (1985, 224, n. 44). Así pués, Vitruvio (VI, 6, 1-6), hace la división funcional del espacio del teatro mediante el dibujo geométrico, lo que revela un procedimiento un tanto artificial, aunque cómodo, que está inspirado directamente en fuentes helenísticas. Esto se comprueba porque con las indicaciones que aporta, se puede proyectar lo esencial de la planta de un teatro griego o latino -depende de si en el supuesto círculo generador de la orchestra se inscriben cuadrados o triángulos- así como parte de su alzado. De hecho, autores como Ferri (1960, 192 ss.) han tachado a Vitruvio de “simplicismo escolástico”, demostrando que siguiendo las indicaciones del teórico latino, se formaba un dodecágono que configura la matriz del teatro, tanto griego como latino, aunque, además de dicha figura geométrica, se localizan en Grecia otros muchos teatros basados en polígonos distintos por no mencionar otras soluciones adoptadas para estos mismos edificios en época imperial. De hecho, Frézouls señala que en época augustea, en Italia, los teatros no se acogen a las normas vitruvianas, apreciándose que su concepción arquitectónica no es reflejo de las normas ya que evidencian acomodaciones, por lo que están sujetos a grandes variaciones tanto de escala como de proporciones. Efectivamente, descubre que las relaciones de la cavea con la orchestra, así como el papel de esta última, son por completo nuevas en el teatro latino respecto al griego así como la concepción unitaria del edificio (1985, 225-6, n. 49).

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Para el caso concreto de la Península Ibérica, contamos con el trabajo de S. Lara (1992, 151-179) quien basándose en el caso concreto del teatro de Sagunto, cree haber encontrado trazados distintos que implican, a su vez, fases constructivas subsiguientes a la implantación original. El opina que el trazado original de Sagunto se ajusta por completo a las indicaciones de Vitruvio. Sin embargo, es muy difícil encajar cualquiera de las propuestas previas -Small (1979), Sear (1990) o Hammond (1965)- o la reinterpretación del propio Lara a cualquier teatro, y en general se ven composiciones geométricas muy forzadas aunque no exentas de todo lujo de argumentaciones para explicarlas. Este hecho se puso de manifiesto en la publicación “Teatros Romanos de Hispania” (1993) donde se realiza una puesta en común del estado de la cuestión tras doce años de investigaciones. En ellas se observa que todos los teatros hispanos presentan un común denominador: es casi imposible conciliarlos stricto sensu con los preceptos de Vitruvio. Estos sólo suelen ser válidos para la configuración de la cavea y hay que recurrir a mil variaciones para intentar ajustarlos a los distintos frentes escénicos. Efectivamente, en el caso del teatro de Cartagena se ha de recurrir a la “reinterpretación” de Vitruvio según una “mezcla” de Small y Sear, para que el trazado aparezca como fruto del seguimiento del tratadista (1993, 79-80, fig. 37 y 38). En el caso de Bílbilis, como suele pasar en casi todos, las hospitales se salen de trazado (1993, 124, plano 3). Tampoco se muestran muy ortodoxas las aplicaciones que el propio Lara ensaya sobre el teatro de Itálica donde nuevamente hay que forzar la inclusión de las hospitales- o en el teatro de Segóbriga donde, igualmente, son excéntricas (Lara, 1992, 174-175 y 176-178). Por tanto, el único caso donde se plasman los preceptos vitruvianos es, “casualmente” el teatro de Sagunto (Lara, 1992, 160-173).

aplicación y en el análisis crítico de los trabajos de D. Small (1983) y de F. Sear (1990) que en profundizar más en lo estrictamente vitruviano. Respecto al caso emeritense dice que no puede entrar en análisis porque la documentación gráfica realizada en 1963 por Menéndez-Pidal, no es lo suficientemente extensa y exacta (1992, 173). Nosotros, a través del presente estudio, hemos podido comprobar que, efectivamente el teatro de Mérida no es estrictamente vitruviano, ya que, aunque repite el trazado regulador genérico, no es muy ortodoxo. Así comprobamos que las escaleras que dividen al graderío en cunei no son radiales en absoluto sino que están un tanto descentradas con respecto al eje generador o punto 0. También se pone de relieve que el edificio escénico está excesivamente retranqueado con respecto a su línea generatriz, lo que provoca que exista una gran distancia entre el proscenio y el podium del edificio escénico. Como consecuencia de esta irregularidad se documenta la descentralización de las valvae hospitalia. Evidentemente, esto revela una fase constructiva posterior a la original, que no puede ser sometida a ninguna de las propuestas de Sear, Small o Lara. Sear opina, que los arquitectos desde los primeros años del Imperio, modificaron el trazado regulador propuesto por Vitruvio sin abandonar su esencia en la aplicación; de hecho los teatros italianos y sicilianos no son en absoluto vitruvianos (1990, 249 ss). Nosotros opinamos que más que de una modificación del trazado de Vitruvio debemos hablar de la existencia de unas normas, de carácter muy general, destinadas, fundamentalmente, a la división de la cavea así como a la disposición de las puertas en el edificio escénico, que fueron expresadas posteriormente por Vitruvio en su tratado.

Del trabajo de Lara, cabe destacar lo profundo del tratamiento arquitectónico del tema, prueba inequívoca de su formación académica técnica. Sin embargo, la faceta histórica y arqueológica del análisis no está lo suficientemente desarrollada y contrastada. Por ejemplo, llama la atención el hecho de que en un estudio que se centra en la búsqueda de la aplicación de las normativas vitruvianas en los teatros peninsulares, tan solo se maneje una edición de De architectura, que es la que cita, y que se trata de una traducción al castellano realizada en 1582. Además, su estudio se ciñe casi en exclusiva al lugar sujeto de su intervención: el teatro de Sagunto. El punto de partida es la realización de una nueva planimetría desde la que acometer la investigación. La aplicación del trazado vitruviano la nueva planimetría le lleva concluir que al ser geométrico es amétrico, por lo que las dimensiones del teatro pueden variar sin perder un ápice de validez dichas normas. Sin embargo, a lo largo del artículo se centra más en la

En el caso emeritense es posible que las alteraciones que se documentan sean fruto del factor que acabamos de exponer sin olvidar las posibles modificaciones que se deben imprimir al proyecto inicial, realizadas a pie de obra, por dificultades que no fueron contempladas en su momento o que no pudieron ser subsanadas durante el proceso de los trabajos, aunque lo más común es que se pongan ya de manifiesto durante el replanteo del edificio. Como ya se dijo en el apartado correspondiente a la localización del edificio, el teatro se ubicó en una colina que buzaba de sur a norte (Fig. 1). Para aprovecharla se procedió a preparar el terreno mediante el desmonte de la parte media-inferior de ella, con el consiguiente terraplenado de la zona más baja, donde estaba proyectado erigir el peristylium. Es en esta parte, socavada y explanada, por donde comienza a construirse

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el teatro. La primera etapa de los trabajos atañe, por tanto, a la fachada principal con sus respectivos parodoi, y quizá la línea del proscaenium, o incluso él mismo, así como toda la zona en que se desarrolla la orchestra con la proedria y, por supuesto, gran parte de la ima cavea, más concretamente lo equivalente a 14 gradas que es donde se abren las salidas de la cripta, así como las divisiones radiales, mediante scalaria, en seis cunei. Lo más lógico y probable es que el orden constructivo fuese de abajo hacia arriba, finalizando, por tanto, el primer desmonte en la zona de levantamiento de la crypta, cuyo muro corrido hace las funciones de muro de contención de tierras del susodicho desmonte, formado durante el proceso de preparación del terreno. Efectivamente, el proceso de erección tuvo que ser, de abajo arriba, en lo más esencial del edificio y esto es por cuestiones técnicas de fácil comprensión. En primer lugar, debemos subrayar la necesidad que se crea de frenar el empuje del terreno, obviamente mayor en la zona más baja. Para ello se apuntala la pared de tierra del desmonte con el muro de la crypta y se termina de contener el resto de la pendiente con el alzamiento de las paredes interiores de los aditus. Estas últimas, además, tienen como segunda función inmediata el permitir cerrar las graduales semicircunferencias concéntricas, ya que se constituyen en el lateral de las sucesivas tongadas de opus caementicium que las conforman. También de primera necesidad es realizar el canal que corre por debajo de la proedria y que forma parte vital del sistema de drenaje del fabuloso cuenco que se está construyendo. Una vez realizado este receptáculo destinado a la evacuación de las aguas pluviales, se procede a la colocación ordenada de las distintas gradas, de las que las primeras de ellas tienen la misión fundamental de sostener el empuje del terreno y de “aguantar” la primera tongada de caementicium fresco que configura el núcleo del primer peldaño; una vez que esta capa está casi fraguada, se coloca sobre ella el segundo cordón de sillares graníticos y se prepara una nueva tongada de opus caementicium, configurándose de esta manera la parte inferior de la ima cavea. Por esto, cada grada inferior sirve, en cierto modo, de encofrado perdido para la siguiente. De manera casi coetánea, una vez que se erigen las paredes interiores de crypta y aditus, se procedería a levantar los muros paralelos a las anteriores, de manera que se fueran configurando los pasillos. En los parodoi se ejecutarían hasta alcanzar la altura de la moldura que recorre todo el espacio interior y, quizá, también se incluirían las dos hiladas de sillares que se disponen sobre ella. Se avanzaría hasta realizar el quiebro que posee el corredor y también comenzaría a construirse la puerta de la fachada principal así como esta misma. De esta manera

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se podría avanzar en la configuración de las poderosas esquinas del hemiciclo, concebidas como cuerpos prismáticos macizos aparejados, en gran medida, únicamente en opus quadratum sin núcleo de hormigón. Las entradas a la crypta a través de la fachada anular comenzarían a realizarse una vez acabada toda la zona que atañe directamente al graderío, hasta enganchar las fábricas que avanzaban desde las puertas principales hacia los ángulos del edificio. De esta manera se formaba un gran espacio cuadrangular, de tendencia trapezoidal, a modo de célula, que se rellenaba por completo de hormigón. Por la diferencia de cota, se alzaron a hueso y a gran altura: primero las partes correspondientes al final de las fachadas principales. De hecho donde han desaparecido los bloques graníticos por saqueo u otra razón, vemos una obra maciza de sillares que posee algo más de 2 m. de grosor. La razón se halla en el empuje que debe soportar la fachada y el ángulo del edificio procedente del sector de unión con la fachada anular en el tramo comprendido entre los accesos a la cripta, de manera que funcionó como muro de contención. Una vez que se logran trabar los muros, se procede a rellenar con sucesivas tongadas de caementicium los espacios que se habían creado, que presentaban planta cuadrangular y que correspondían a las zonas de ángulo; estos se continuaban en una suerte de espacio en cuña hacia el graderío, delimitados por los muros que conforman tanto los pasillos transversales de la cripta, por la zona más cercana a la cavea, así como por los paños interiores de los aditus. De esta manera, y debido al problema planteado por la diferencia de cotas del terreno, las fachadas principales deberían estar bien crecidas y las bóvedas de los parodoi acabadas cuando se realiza el atado de paramentos con los extremos del anillo perimetral hasta la pared interna de la cripta. La sucesión de trabajos expuesta se puede rastrear en distintas partes del monumento sustanciadas en diversas peculiaridades: las características aparentes de la fábrica, el módulo de la misma, y la similitud de soluciones tecnológicas adoptadas. Estos tres puntos se concretan de la siguiente manera. Por características aparentes de la fábrica, entendemos el tipo de aparejo que presentan los paramentos: opus quadratum y opus incertum, en este caso. En el primero, el elemento definidor son los sillares y de ellos se analiza: escuadramiento, alisamiento, presencia o ausencia de bandas de anathyrosis, almohadillado y tipo de este. Así se pueden agrupar paramentos por su similitud y homogeneidad. En el segundo caso, el del incertum, sólo se localiza en la crypta y no tiene ofrece excesiva complejidad. Así pues, volviendo al opus quadratum en esta primera parte del edificio teatral, encontramos hasta tres grandes maneras

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de trabajar los sillares. En la parte de los aditus se caracteriza la fábrica quadrata por sillares muy bien escuadrados y alisados, y en muchos casos ofrecen sus caras trabajadas simulando otros elementos constructivos pilastras- como ya se ha descrito ampliamente en su apartado (cfr. MER.1.2 y MER.1.5); en la zona correspondiente a las esquinas y los sectores pertenecientes a la fachada anular, encontramos que los sillares están trabajados con bandas de anathyrosis, aunque no por todos sus lados, y presentan almohadillado; sin embargo, estos suelen poseer adarajas o dientes, por lo que no se puede decir que tengan una cara cuadrangular regular, como ya se indicó en las respectivas descripciones (cfr. MER.1.6 y MER.1.30). Por último, los sillares que conforman los accesos de la crypta desde el exterior aparecen todos lisos, bien escuadrados, y sólo algunos presentan un somero almohadillado. También hay algunos ejemplares que ofrecen unas formas más singulares, unos con adarajas, otros cortados a bisel, etc. (cfr. descripciones de MER.1.6c y MER.1.29).

fenómeno similar, sólo que en este punto la aplicación de ambos patrones es más laxa; así, se constata un índice de error de + 2’5 cm., pero se documenta una presencia del pes mucho más notoria, 50%, mientras que el palmipes, sólo aparece en un 30%11. II.3.3. El sistema de bóvedas de la primera fase del teatro. En lo que hemos denominado como similitud de las soluciones “tecnológicas” adoptadas, nos referimos al sistema de bóvedas que se asocian con la primera fase de los trabajos del teatro. En líneas generales encontramos bóvedas de cañón aparejadas con opus quadratum y opus caementicium visto, que se alternan en tramos consecutivos; igualmente se comprueba que hay sectores que están cubiertos con bóvedas de cañón realizadas únicamente con sillares. También se documentan bóvedas de rincón de claustro, o bóveda claustral12, igualmente aparejadas en opus quadratum; finalmente, se conserva una gran bóveda de cañón realizada, casi exclusivamente, en caementicium y en la que aparece, cuando así es preciso, algún que otro arco fajón construido con sillares.

Con respecto al módulo, también se aprecia con nitidez que es diferente en MER.1.2 y MER.1.5. Efectivamente, en estos paramentos predomina el pes, pero dentro de este patrón distinguimos entre el pié itálico (de 27’5 cm.) y el romano (de 29’56 cm.); es más, mediante el análisis estadístico hemos podido comprobar que existe mayor presencia de elementos adscribibles al círculo itálico en la fachada y parodos oriental que en el occidental. Mientras que en las zonas correspondientes a las esquinas observamos que los paramentos son mucho más irregulares.

El primer grupo, está constituido por bóvedas de cañón que en un mismo recorrido van variando su altura mediante la aparición de una especie de tímpanos que hacen de tránsito entre las distintas alturas de los tramos. Este tipo se localiza en los aditus, en gran parte de sus zonas largas rectas, las que encaran directamente con la orchestra, así como en la parte media más interior de los dos accesos a la crypta.

En el ángulo oeste, MER.1.6f, se observa que existe una suerte de convivencia entre ejemplares del patrón pes y otros del tipo palmipes, en una proporción del 36% en el primero de los casos y del 27%, en el otro. No obstante, no podemos olvidar que la amplitud de la muestra es escasa. En el punto opuesto esto es el lado oriental, en MER.1.30, observamos que la irregularidad es bastante acentuada. En primer lugar, el módulo que predomina es el cubitus, pero tan sólo en un porcentaje del 25%.

Las bóvedas de los aditus se caracterizan por presentar alternativamente una sección aparejada con una gran rosca de sillares, o lo que es lo mismo con un arco fajón, con un tramo construido en hormigón. En efecto, tras las zonas de sillares, las bóvedas bajan la altura de la cubrición casi 1 m.. A partir de este tímpano de hormigón se desarrolla un sector considerable realizado en caementicium dispuesto de la siguiente manera: los caementa, que son de tipo laja, se colocan radialmente sobre la cimbra. Una vez colocados, se vertía sobre ellos el mortero fresco de manera que penetrase por todos los resquicios y una vez fraguado, formase un cuerpo único. En algunos puntos, el mortero no llegó a la superficie de la cimbra, y por eso es posible ver cómo se disponían los caementa. En otros lugares, incluso dentro del mismo sector, sí llegó hasta la superficie de madera la argamasa fresca y es por ello que podemos documentar, con bastante detalle, cómo eran estos encofrados, dado que su impronta ha permanecido indeleble. Esto último se aprecia tanto por el intradós de la bóveda como por la

En los accesos de las cryptae se comprueba una cierta homogeneidad. De hecho en ambas se constata que son paramentos mixtos donde se utilizan indistintamente dos módulos: pes y palmipes, aunque se aprecia que el ajuste a los patrones no es muy riguroso. Efectivamente, en el lado oeste se ve que el pes tiene un nivel mayor de ajuste: oscila sólo +1 cm. y supone el 21% de la muestra; mayor preponderancia posee el palmipes en este punto, ya que es el 42% de la muestra. Sin embargo, se observa un margen de libertad o error, mucho más amplio que en el caso anterior: + 2’5 cm. En la otra entrada de la cripta, la de levante, se constata un

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parte del tímpano que marca la altura que se baja el sector precedente de bóveda. A modo de inciso debemos apuntar que las cimbras utilizadas pudieron ser de dos tipos: o bien cercha de tabla gruesa o de camón de piezas enterizas. Estas, sobre todo la segunda, creemos que pudieron ser utilizadas durante la construcción de las bóvedas y arcos de dovelas graníticas aunque también pudieron utilizarse para las bóvedas de caementicium visto (Camuñas, 1974, 776 ss.). Esta manera de construir de lo que hemos dado en denominar como “tímpanos”, para que sea más expresiva la imagen, tiene una razón técnica muy concreta: los encuentros entre tramos diferentes de bóveda. En el caso de los aditus, la cubrición son bóvedas de cañón que están realizadas en varias partes consecutivas y con materiales diferentes: piedra y hormigón. Hemos subrayado que cada sector de la bóveda presenta una altura diferente dentro del corredor, sobre todo en la parte correspondiente al eje este-oeste, y ello es debido a la dificultad que entrañaba. Así Adam explica con claridad que los romanos no consiguieron solucionar airosamente los problemas de estereotomía que planteaba la talla de las dovelas de las bóvedas por arista, por lo que cuando se enfrentaban con el reto de tener que resolver la penetración de dos bóvedas diferentes (dos tramos en el mismo eje), se limitaban a desplazar los arranques, de manera que el nacimiento de una bóveda estuviese en un nivel superior a la clave de la anterior; de esta forma, la más baja queda como “abierta” dentro de un muro vertical, mientras que la siguiente, la que corre a mayor altura, prosigue su recorrido sin interrupción (1984, 207). Después de este razonamiento es fácilmente comprensible que las cubriciones de los parodoi se realizaran de esta manera y que el mismo fenómeno de arranques a diferentes alturas se documentase en los dos accesos desde el exterior a la crypta. Un paralelo exacto a este tipo de solución constructiva lo encontramos en los pasillos radiales del anfiteatro de Nîmes, de “época augustea” según Adam (1984, 206, fig. 453). Mención especial merece la bóveda de cañón que recorre todo el pasillo semicircular que configura la cripta. En efecto, en este caso vemos que una vez superados los tramos de acceso, cubiertos con opus quadratum con una bóveda del tipo de “decenda de cava”13, comienza una de cañón hasta el ángulo que se produce en la galería. En el primer sector recto, continuador del pasillo de entrada, se comprueba con nitidez que está construido con la ayuda de una larga cimbra en la que se alternan franjas realizadas con dovelas graníticas con secciones hechas en hormigón visto; en estas, los caementa se disponen radialmente sobre el encofrado, hecho que también se constata en los parodoi. La altura de esta bóveda es constante y sólo

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cambia en el paso a la de decenda de cava, que transcurre a mayor altura que ella. En el resto del recorrido del pasillo de la crypta se repiten las mismas características, sólo que aquí es muy difícil ver los caementa ya que se trabó con abundante mortero y este penetró por todos los intersticios. También se comprueba que a lo largo de todo su recorrido se emplean una suerte de arcos fajones, que no sobresalen del resto de la fábrica, y que están aparejados con opus quadratum. A lo largo de todo el pasillo no se documenta en ningún punto un cambio de altura de arranque entre los sucesivos tramos de bóveda. Nosotros creemos que esto es debido a la fábrica de hormigón y a que se realizó con la misma cimbra, sin trechos considerables aparejados con sillares, por lo que no fue difícil conservar siempre la misma cota de altura de la clave. Paralelos de esta manera de construir las bóvedas los encontramos en el Templo de Júpiter Anxur, en Terracina, reconstruido en el año 80 a. C. (Blake, 1947, 249; Lám. 42-3; Ward-Perkins, 1976, 31-34, Lám. 33 y 34; Adam, 1984, 194, Lám. 433). Caso similar lo constituyen las bóvedas de hormigón visto del Templo de la Fortuna Primigenia, en Praeneste, datado a fines del s. II a. C por Gullini (1973, 746-799) o de comienzos del s. I a.C. para Ward-Perkins (1976, 34-35, Lám. 49) o Zevi (1979, 2-22). Otro paralelo de carácter colosal lo constituye la bóveda central del Mercado de Vía Latina, en Ferentium (Ferentino), datado por Boëthius y WardPerkins en torno al año 100 a.C. (1970, 242, Lám. 98). En época posterior, syllana, encontramos nuevamente bóvedas aparejadas en caementicium, de manera alveolar en la bóveda que cubre la escalera interior del Tabularium de Roma (Boëthius y Ward-Perkins, 1970, 131, Lám. 72; Ward-Perkins, 1976, 40, Lám. 59; Gros, 1978, 66-68; García y Bellido, 1990, 62-63, fig. 40). También se utilizan bóvedas aparejadas en hormigón visto, con los caementa dispuestos radialmente, en el Teatro de Marcelo de Roma, fechado entre el 13-11 a.C. (Boëthius y Ward-Perkins, 1970, 186-7, Lám. 105) y, así mismo de época augustea es el llamado Templo de Mercurio de Baiae (McDonnald, 1965, 11, Lám. 14a; Ward-Perkins, 1976, 119, Lám. 140-141). Una vez vista la cuestión de arranques a distintos niveles en los encuentros con penetración de las bóvedas de cañón observamos que en los parodoi, también hay partes cubiertas con bóvedas de cañón pero aparejadas, completamente, en opus quadratum, con una calidad excelente, que presentan unas partes más destacadas: son roscas de sillares que configuran arcos fajones. Estos ejemplos los encontramos en las inmediaciones de la zona donde se producen los quiebros de 90°. Justo en el ángulo lo que se produce por esta intersección es una bóveda de rincón de claustro, ya que si hubiese sido un cruce de bóveda se hubiese generado una bóveda por arista.

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Este modelo de bóveda, de tipo claustral, es conocido desde época syllana, concretamente se ha documentado por vez primera en el Tabularium de Roma (Boëthius y Ward-Perkins, 1970, 131; García y Bellido, [1955], 1990, 61 ss; Gros, 1978, 62; Coarelli, 1974). Pero en dicho ejemplo, el material con que está realizada es opus caementicium. Por el momento no hemos localizado un paralelo exacto para este modelo de los itinera, ya que todos los casos de bóvedas de claustrales, de arista o mucho más complejas, como las de villa Adriana en Tívoli (Aurigemma, 1965; Coarelli, 1981; Giuliani y Verduchi, 1975) que han llegado hasta nuestros días y se conocen, están aparejadas en hormigón. En cualquier caso, repetimos que los paralelos más parecidos que hemos encontrado en el Tetrapylon de Cáparra (Cáceres) (García y Bellido, [1955], 1990, 311-312, fig. 514, 515 y 516;) o las bóvedas de arista del postscaenium del Teatro de Philippopolis (Siria) o la del Mausoleo de Teodorico en Rávena (Adam, 1984, 207-210, fig. 454, 455 y 456).

En las bóvedas de rincón de claustro se plasma, al mismo tiempo, un alarde técnico y estético. En efecto, una bóveda de este tipo consiste en el encuentro ortogonal de dos bóvedas de cañón de igual luz. Una de sus mayores dificultades reside en que las dovelas deben ser talladas por el método de “robos” 14. Su construcción es muy similar a la pechina por aristas; como en ella sólo hay que confeccionar los patrones de la dovela seleccionada sobre la testa del arco que genera las bóveda a interceptar (Palacios, 1990, 64-65). Según el ejemplo que propone Andrés de Vandelvira, si se elige, v. gr., la tercera dovela a un lado y otro del rincón, al inscribir esta dovela en un rectángulo, en las dos direcciones, se obtienen cuatro áreas triangulares al restar la forma de la testa de la dovela. Al “robar” los volúmenes sobrantes en las dos direcciones, aparecerán las piezas de arista sin más precaución que cambiar de posición el patrón al aplicarlo al bloque de piedra que se va a tallar (Vandelvira, 1575-1591, 24; Palacios, 1990, 65).

Hemos considerado como paralelo del rincón de claustro el de la bóveda por aristas por cuestiones técnicas, como ya lo pone de relieve el tratadista Vandelvira. Así, en el capítulo que dedica a las bóvedas de planta cuadrada por aristas y baídas dice, con respecto a las primeras, que lo que más se destaca de ellas es su sencillez de traza. Sin embargo, ya trató, parcialmente, este tema en capítulos precedentes al referirse a la construcción de abovedamientos tales como la “pechina por aristas” y la bóveda de “rincón de claustro”. Esta última puede considerarse como el caso inverso o reverso, según se mire, del de la bóveda por aristas. En ambas el trabajo se acomete por el método de robos, pero con la salvedad de que al tallar una bóveda por aristas es preciso que cada dovela tenga su patrón propio, por lo que la más simple de ellas requiere cuatro patrones diferentes. Se distinguen pues, la de aristas de la claustral, en que dependiendo de la manera en que se apliquen los patrones, la arista puede ser cóncava o convexa (Vandelvira, 15751591, p.79 ss; Palacios, 183-187).

Para el caso de las bóvedas de rincón de claustro construidas con sillares no hemos hallado paralelo alguno. Lo más parecido es de épocas posteriores, como son el Tetrapylon de Cáparra, de época flavia (García y Bellido, 1990, 311-312, fig. 514-516) o las bóvedas de arista del Teatro de Philippopolis, en Siria, de mediados del s. III o la compleja bóveda del Mausoleo de Teodorico en Rávena (Adam, 207-210, Lám. 454-456). Están atestiguadas, también, bóvedas de tipo claustral en ambos accesos de la crypta y más concretamente en las partes del corredor donde se producen los quiebros que dan paso a la parte semicircular. La diferencia con respecto a las que aparecen en los parodoi radica en que en este último caso, sólo está aparejado en opus quadratum lo que es la arista como tal ya que el resto, salvo los sillares de los fajones que marcan la zona de intersección de bóvedas, se construyó en hormigón visto. Por tanto, las cuestiones técnicas de empleo de patrones en la talla y el descantillado por el sistema de robos, son idénticas a lo ya visto en el párrafo anterior. No obstante, debemos señalar que en la cripta en estas esquinas lo que si se constata con bastante claridad son las huellas de las rebabas del encofrado con que se construyó la bóveda, sobre todo en las uniones entre los tablones. En general, estas bóvedas de esquina de claustro de la cripta son muy difíciles de ver en la actualidad, ya que están semiocultas por una capa, espesa y de superficie irregular, de una especie de mortero, que interpretamos como consecuencia de filtraciones de agua a través del núcleo de hormigón que corre por encima. En múltiples puntos, la cal del mortero va precipitando y se forman pequeñas excrecencias que ponen de manifiesto que no se trata de una mano de enlucido de remate.

II.3.4. La culminación del hemiciclo. El cambio de módulo. Las diferentes cuadrillas de operarios que se documentan: canteros y albañiles. Hemos visto en los apartados anteriores cómo se comenzó a construir el teatro por la parte más baja del solar, que fue ocupada por la orchestra, y como desde allí se realizó todo un gran primer “cuerpo” que finalizaría con el levantamiento de los muros que delimitan la crypta y su consiguiente cubrición. En los paramentos de la cripta se observa un detalle constructivo que, muy posiblemente, nos esté mostrando el enganche del pasillo semicircular con los fundamentos

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de los muros que conforman los diferentes cunei y vomitoria del hemiciclo. Así, si realizamos el recorrido por el interior de este espacio, observamos que cada cierto tramo aparecen en la pared de fondo dos cadenas de sillares, una junto a otra, que poseen ca. 0’80 m. de anchura y que están separadas entre sí por poco más de 1 m. La distancia que existe entre las cadenas de sillares y las salidas de la cripta al graderío, oscila entre 4 y 5’60 m., ya que las separaciones no son muy uniformes. Debemos añadir que sobre dichas cadenas no aparece ningún tipo de arco fajón o detalle constructivo especial. La construcción en hormigón encofrado sigue siendo igual a lo largo de todo el pasillo excepto en los flanqueos de las salidas al interior del hemiciclo y en las zonas de los quiebros, como ya se ha señalado anteriormente. En un primer momento pensamos que dichas cadenas graníticas podían estar destinadas a enganchar las obras de dos cuadrillas de trabajo diferentes. Sin embargo, la escasa distancia que separa los distintos pares de cadenas hacen desestimar esta posible explicación, aunque revela que corresponde al fin de la cimentación de los muros que configuran los vomitoria de acceso a ima cavea. Pese a que la luz de estos vomitorios, en los aledaños al graderío, es muy superior a esta separación, alrededor de 1’40 m., aproximadamente, no es óbice para que no se corresponda con dichos pares de cadenas ya que, como todo el mundo sabe, las cimentaciones son siempre mucho más anchas que lo que se puede contemplar en las zonas vistas de cualquier edificio o construcción. Esta argumentación queda avalada por dos hechos. Primero, visualmente en la alternancia de salidas entre los vomitoria de ima y las puertas de la crypta, vemos que los vomitorios están casi en el centro entre los seis vanos que comunican el graderío con la cripta. Segundo, la distancia que existe desde las cadenas insertas en el muro de fondo hasta la grada correspondiente del hemiciclo, es la misma que hay desde el umbral del vomitorio superior a la misma grada. Queda, por tanto, comprobado que la función de los susodichos pares de cadenas es la de cimentar los muros que, junto con el balteus, delimitan espacios cuneiformes separados entre sí por pasillos (vomitoria) que forman el continente del núcleo de opus caementicium que sustenta la parte superior del edificio.

pese a ser un edificio que se construye a partir de un proyecto único inicial -salvando las adaptaciones y cambios obligados que se han de realizar durante el transcurso de las obras- su modo de trabajar varía sustancialmente con respecto a la parte inferior ya analizada. Las diferencias más notables las encontramos en hechos tales como: cambio del módulo de los sillares, diferentes maneras de tallar la piedra y diferentes calidades de granito. En razón de los dos factores primeros, es posible, delimitar áreas de trabajo de cuadrillas. Se documenta, también, cambio en las soluciones tecnológicas adoptadas como revelan los distintos modos de construir las bóvedas de decenda de cava. Por ello, iremos analizando separadamente las cuestiones que acabamos de enunciar. II. 3. 4. 1. El cambio del módulo de los sillares. (Cfr. CD-ROM Apéndice Estadístico y plano 10). Efectivamente, hemos podido comprobar a través del tratamiento estadístico de las medidas tomadas en cada paramento que en la parte inferior del teatro, el patrón predominante en la talla de los paralelepípedos es el pes (sin entrar ahora a diferenciar entre itálico, romano o hispanorromano). Sin embargo, observamos que conforme iniciamos el ascenso de la colina por ambos flancos del hemiciclo, esta regularidad y homogeneidad que se había constatado en la parte baja del edificio comienza a cambiar y perderse.

Todo esto pone de manifiesto que cuando se construye la crypta, se va marcando al mismo tiempo las líneas maestras para continuar con la erección del monumento. De hecho lo más probable es que el muro de fondo de la cripta sea -al menos en parte- cimiento corrido del balteus. A partir de ella se comienza a levantar toda una segunda semicorona que incluye, lógicamente, la fachada perimetral del teatro.

En las esquinas del teatro comprobamos que los sillares son mucho más irregulares, incluso en sus formas, ya que muchos de ellos presentan dientes y no se muestran rectangulares por completo. Ofrecen, además, grandes oscilaciones en las alturas de sus bloques esto es una gran varianza- por lo que es mínimo el porcentaje que puede ser encuadrable dentro de un módulo específico. Sin embargo, el hecho de que se constate igual fenómeno en uno y otro lado, nos habla -de algún modo- de cierta homogeneidad. Dicha homogeneidad también se constata en los pasillos de entrada a la crypta. En ellos, en la zona aparejada en quadratum, se utiliza al mismo tiempo dos módulos: el pes y el palmipes. Sin embargo, el margen de error, o grado de libertad, es un poco amplio: +2’5 cm..También se aprecia que en la cripta occidental predomina porcentualmente el palmipes mientras que en la oriental la presencia de pes es mayor. A partir de estas entradas, cada cierto trecho, se observa la preponderancia de otros patrones, lo que, unido al tipo de talla y a la mayor o menor amplitud de margen de error al aplicar el patrón, van mostrando -muy posiblemente- el trabajo de diferentes cuadrillas de trabajo, tanto de cantería como de albañilería.

En la fachada anular y en los distintos vomitorios que en ella se abren, es donde se comienza a constatar que

Si consideramos todos los puntos (tramos de fachada y corredores) del muro semicircular en conjunto, observamos

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que porcentualmente el patrón más utilizado es el cubitus, que supondría un 36% del total. A mayor distancia encontramos los paramentos en los que los bloques han sido tallados con referentes en el pes: 15% y en el palmipes: 15%. Merecen especial atención los paramentos mixtos en los que se advierte la convivencia de dos o tres tipos de patrones, entre otras razones porque suponen el 15% del total. Lo primero que destaca en ellos es que los paramentos anejos, a este y oeste, la predominancia suele ser de uno de sus dos componentes y en el otro lado la del contrario. Por este dato podría deducirse que es en estos puntos donde se realizan las uniones de dos equipos distintos de trabajo. Donde mejor se aprecia esto es en la mitad de poniente de la fachada trasera.

nuevamente, el tándem cubitus/palmipes y, además en considerable porcentaje. Especial mención requiere el muro correspondiente a MER.1.27 en donde se aplica en un altísimo porcentaje el cubitus, que además se ajusta impecablemente a las dimensiones canónicas. Por último, en MER.1.28, vemos que el patrón inspirador es el pes, únicamente, y que su presencia en el muro es considerable. Debemos retomar otra vez el caso particular del paramento MER.1.23, que es totalmente irregular. Efectivamente, este paño está en muy malas condiciones. Tan sólo conserva cuatro hiladas vistas y cada una de ellas -y no completamente- muestra una altura de tongada distinta; sus valores oscilan desde los 30 cm. hasta los 53’5 cm., por lo que vemos que la gama es realmente extensa. Además, entre los bloques de una misma hilada se documentan tipos distintos y se aprecia cómo sus caras de junta están increíblemente distanciadas. Por todo lo expuesto, no sería descabellado considerar la posibilidad de que fuera en este donde se concluyera la obra de la fachada anular, por lo que en dicho testero se utilizarían todas las piezas sobrantes de los puntos más cercanos. Otra posibilidad que debemos contemplar es que dicho paño sufriese una restauración en época romana, cuya data no nos es posible discernir, lo que explicaría lo variado e irregular de sus sillares.

En ella, a partir de la entrada a la crypta vemos que en el primer paño (MER.1.7) predomina el palmipes, lo que sería explicable por la vecindad del mencionado pasillo en el que se documenta este patrón en convivencia con el pes, como acabamos de explicar. Tras este punto con predominancia del palmipes, se suceden tres seguidos en los que el patrón aplicado fue el cubitus, con mayor o menor acierto (MER.1.8, MER.1.9 y MER.1.10), tras los cuales -saltándonos MER.1.11, al que aludiremos seguidamente- hallamos dos consecutivos (MER.1.12 y 13) en donde la preponderancia es del palmipes. Entre ambos grupos, se ubica MER.1.11, en donde se constata la coexistencia de cubitus con palmipes. En MER.1.14 y MER.1.15 se aplica el cubitus, mientras que en MER.1.16, por regularidad en la aplicación del patrón, predomina el cubitus, aunque se constata la presencia de palmipes pero muy poco ortodoxos; idéntico fenómeno se documenta en MER.1.17. En MER.1.18 sólo se rastrea la aplicación del cubitus y en MER.1.19 encontramos, nuevamente, un paramento mixto, donde aparecen mezclados sillares tallados según el cubitus y el palmipes, pero muestran un amplio margen en la aplicación de dichos patrones. MER.1.20 es también mixto, pero en él conviven elementos basados en el palmipes y otros bipedalis y, además, de forma bastante ajustada. No sucede igual en MER.1.21 donde aparece una especie de “muestrario” de diferentes patrones; efectivamente, en él conviven -en orden decrenciente- palmipes, cubitus y bipedalis. El palmipes es el patrón más utilizado en MER.1.22 mientras que en el punto siguiente, MER.1.23, no se detecta ninguno y se nos muestra un paramento completamente anárquico e irregular. Al final de este apartado volveremos de nuevo sobre este paramento.

A modo de resumen podemos concluir con la idea que manifestábamos al comienzo de este apartado: se comprueba de manera palmaria que tanto la aplicación de patrones como la regularidad de los paramentos es totalmente diferente de lo que se había constatado en la zona correspondiente a la fachada principal, por lo que resulta muy extraño pensar que se construyesen de manera casi coetánea. El abandono del pes en beneficio del cubitus y del palmipes es un hecho contundente. II. 3. 4. 2. Las distintas maneras de labrar los sillares. (Cfr. plano 10) Como ya se explicó en el apartado 1.3 de este capítulo, hemos agrupado los diferentes tipos de almohadillado en cuatro clases distintas: rústico, natural, abombado y abrupto. Sin embargo, estos no aparecen en solitario en un paramento sino que, normalmente, hay coexistencia de dos formas de trabajar.

De muy poca relevancia es el ajuste a patrón que se observa en MER.1.24, ya que sólo se rastrea una cierta influencia del cubitus y su aplicación en la talla ha sido muy heterodoxa. En el paño siguiente, MER.1.25, vemos que conviven cubitus con palmipes, predominando el primero de ellos. Sin embargo, coexistencia mitad por mitad la encontramos en MER.1.26 en donde aparece,

Como primera y gran diferencia debemos señalar que los vomitoria se caracterizan por la ausencia de bloques almohadillados a lo largo de sus pasillos. Sólo encontraremos algunos ejemplares labrados de esta forma en las inmediaciones de las jambas de las puertas así como en las hiladas inmediatamente inferiores en donde se apoyan las bóvedas en decenda. Por lo demás, el resto de

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estos pasillos aparecen con los bloques perfectamente alisados y sin ninguna labor especial. Hemos subrayado que en la zona correspondiente a la fachada principal, aditus y ángulos del hemiciclo, hasta los accesos a la crypta, hallamos las dos posibilidades: sillares con almohadillado y lisos por completo. Estos últimos se localizan -fundamentalmente- en ambas fachadas principales y en el interior de los parodoi. Sin embargo, en el interior de dichos pasillos encontramos que las tres hiladas que dan paso a los distintos tramos de bóveda de cañón aparecen con almohadillado. Las almohadillas se encuentran a medio camino entre los tipos natural y abrupto. En la primera parte construida del teatro volvemos a encontrar bloques con almohadillado en el inicio de la fachada perimetral, junto a los ángulos del edificio. Pero como ya hemos visto en el apartado de las descripciones de los paramentos (2.2 del presente capítulo), para hacernos una idea de cómo pudo estar aparejada la esquina oriental, debemos tener como referencia la occidental, puesto que la primera no puede ser vista por el adosamiento del muro latericio de la uersura, al menos en los primeros 5 m. de altura. Así, en el ángulo oeste vemos que los sillares, cuanto más próximos se hallan a la fachada, más semejanzas muestran en su tratamiento. Así se constata que en una zona de ca. 1’5 m. no hay sillares con almohadillado; a partir de este punto es posible que los hubiera, ya que se han localizado bloques en los que parece que la almohadilla ha sido cercenada y parece que esta labor hay que relacionarla con el adosamiento del gran machón de apoyo de la escalinata. Efectivamente, de esta manera sería mucho más efectiva la adhesión del mortero de esta fábrica con una pared lisa, sin almohadillar, pero lo suficientemente rugosa como para que trabe con más fortaleza. Suponemos que algo así debía ocurrir en el ángulo contrario, pero no lo podemos comprobar. Los siguientes tramos que debemos revisar son los correspondientes a los aledaños de los accesos a la crypta. En este caso, la ausencia de datos se produce en la zona oeste, que está casi por completo desmantelada de sillares y sólo quedan las tongadas de caementicium visto. Por ello, y como en el caso anterior, nos remitiremos, sobre todo, a la zona este que proporciona muchos más datos. Aquí hay un claro predominio de los bloques sin almohadillar, aunque concebidos como los que presentan labra del tipo natural. También se comprueba en este punto MER.1.30 que en la zona más próxima a la esquina se hallan más elementos con almohadillados rústicos. En los accesos a la crypta, tanto a este como a oeste, vemos que las zonas de los corredores aparejadas con sillares estos aparecen simplemente alisados, excepto una hilada, dos en ciertos lugares, que presentan bloques con

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almohadilla. Estos se pueden definir como a medio camino entre los tipos natural y rústico. Este hecho es constatable en ambas entradas y nos llama la atención porque es la repetición del mismo fenómeno que se había documentado en los parodoi: paños lisos, hiladas de apoyo de la bóveda con almohadillado y el tipo de este que sea una especie transicional como acabamos de mencionar. A partir de los pasos a la cripta, cada paramento es bastante individual por los tipos de almohadillado que se utilizan en cada uno y la mayor o menor preponderancia de un modelo con respecto al otro. Así, si seguimos un recorrido de oeste a este a lo largo de toda la fachada semicircular, observamos que abundan las “simbiosis” de modelos no muy diferentes entre sí; es decir, que uno es la exageración de una característica del otro que también aparece formando parte del paramento. Sin pretender hacer ahora una descripción exhaustiva de los distintos almohadillados -que ya se vio en el apartado 2.2- pasaremos brevemente por cada uno de los puntos tomados como referencia para este estudio. El paramento inmediatamente vecino a la entrada de la cripta occidental, MER.1.7, se halla muy descarnado de sillares, pero de las pocas hiladas que quedan sólo hay cinco bloques que poseen almohadillado y estos forman la parte de la portada mencionada. Así, podemos decir que en este paramento, al menos por su parte más baja, los paralelepípedos sólo se alisaron. El siguiente punto, MER.1.8, comprende el primer vomitorio por este sector, así como el paño anejo. En el vomitorio, como suele ser normal, no aparece ningún bloque almohadillado en su interior. Además, dado lo arrasado del mismo, tampoco podemos precisar ni aventurar más. En el muro de fachada observamos el mismo fenómeno de desmantelamiento que se constata en el tramo de fachada anterior: en su máxima altura conserva entre cuatro y cinco hiladas de sillares que pueden inscribirse dentro de los de tipo abombado/abrupto. En MER.1.10, primer vomitorio de acceso a ima cavea, los sillares que forman sus jambas se adscriben al tipo rústico. En su interior no parece ningún bloque almohadillado: todos están bastante bien alisados. En el paño, MER.1.11, que tampoco se encuentra en óptimas condiciones de conservación, vemos que todos los sillares están almohadillados y, aunque se documenta la coexistencia del tipo abombado con el abrupto, predomina numéricamente el primero sobre el segundo. El siguiente punto de referencia es un vomitorio de subida a media y summa caveae, MER.1.12. Está bastante

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destruido, pero por lo que aún se ve actualmente, no presenta ningún bloque almohadillado en su interior. Sin embargo, las jambas, presentan los sillares con almohadillados rústicos.

El caso de MER.1.20 muestra un vomitorio de subida con los sillares simplemente alisados por su interior y con las jambas aparejadas con bloques que poseen almohadillado natural.

Como en la línea de fachada anterior, en este nuevo segmento, MER.1.13, conviven dos tipos de sillares: unos trabajados con almohadillado natural y otros con el abrupto. Pero en este caso, predominan los abruptos sobre los naturales. Debemos señalar que hay algún caso de abombado, aunque su presencia es casi testimonial.

Como en el caso precedente, este tramo de fachada MER.1.21- es un tanto irregular. En él se dan cita toda la gama de almohadillados, aunque los que predominan son los abruptos y naturales. Los otros tienen una presencia casi testimonial. También se documenta en este paño la utilización de bloques lisos.

Al igual que sucede en todos los vomitorios, MER.1.14, no presenta ningún bloque con almohadillado en su interior. Los únicos sillares que llevan labor de esta clase son los que forman las jambas de su puerta. Como se vio en el primer pasillo de acceso a ima, aquí también se utiliza el tipo rústico en esta zona tan concreta.

El vomitorio que sigue a continuación, MER.1.22, es de bajada a ima cavea. En él se repite lo que ya se ha venido comprobando en todos los vomitoria: en el interior no aparece ningún sillar almohadillado y estos quedan constreñidos a las jambas de sus puertas de acceso. En este caso se documenta que en la más occidental se emplearon bloques con almohadillado natural mientras que en la otra hay más del tipo abrupto.

La sección de fachada aneja al punto anterior, MER.1.15, se muestra como una de las menos homogéneas de todo el arco. En ella se localizan bloques tallados de diversas maneras: rústicos, naturales y abombados. El tipo proporcionalmente más representado es el abombado.

El punto que vamos a considerar ahora, MER.1.23, es probablemente el más irregular de toda la fachada anular. Este hecho también debe estar influido por la mala conservación del paramento ya que el lugar donde se conserva más altura, junto al vomitorio precedente, sólo tiene seis hiladas y en el extremo opuesto está casi arrasado. A este hecho hay que añadir que de los pocos sillares que quedan no todos están almohadillados, pero entre los que sí tienen dicha labor se adscriben mayoritariamente en el tipo abombado. Se documenta la presencia de dos ejemplares con rústico y otros dos con el natural.

De nuevo nos hallamos frente a un vomitorio de subida al graderío superior: MER.1.16. En su interior no se documenta la existencia de bloque alguno que presente almohadilla. Pero como en casos precedentes, se vuelve a constatar que los sillares que conforman las jambas llevan un almohadillado de tipo rústico. En el siguiente tramo de fachada, MER.1.17, se comprueba la coexistencia de dos tipos de trabajo: los bloques que van con almohadillado natural y los que lo portan abrupto. Se observa, además, que predominan los primeros sobre los segundos.

En MER.1.24., penúltimo vomitorio de subida a media y summa caveae, se repiten todas las características señaladas para los accesos de esta clase. En el interior sólo hay bloques alisados y en la única jamba que se conserva con buena altura, la oriental, los sillares tienen almohadillado abrupto.

El vomitorio MER.1.18 es el que marca la línea de 90° del hemiciclo. Como en los casos precedentes, tampoco se documenta aquí ningún sillar que presente almohadillado en el interior del pasillo. Se comprueba también que las jambas, a pesar de estar un tanto afectadas, están construidas con sillares labrados con almohadillado, de tipo abrupto en este caso.

El paramento que se analiza a continuación, MER.1.25, es, casi con toda seguridad, el mejor conservado de toda la fachada anular. A pesar de las 10 hiladas que presenta, la mayoría de los sillares están simplemente alisados y escuadrados y tan sólo se documentan 18 bloques trabajados, que se reparten en tres grupos de seis elementos: abruptos, abombados y rústicos. La heterogeneidad, como se puede observar, es manifiesta.

El sector de fachada siguiente es MER.1.19 y conserva muy pocas hiladas de altura. Sin embargo, a pesar de lo escaso de sus restos vemos que conviven los sillares con almohadillado natural con los de tipo abrupto. Se constata, así mismo, la presencia de un pequeño reducto de bloques con almohadillado abombado. En líneas generales observamos que, proporcionalmente, predominan los naturales en el lado más oriental frente al occidental donde son los abruptos los más empleados.

El último vomitorio de bajada a ima cavea es MER.1.26. En el interior no aparece ningún sillar almohadillado, como se ha constatado a lo largo de todo este recorrido. Los únicos bloques almohadillados los hallamos en la puerta de acceso conformando las jambas. Incluso aquí, son raros los ejemplares que portan esta

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labor y los que llevan almohadilla es de tipo natural y sobresale muy poco. El arco de la fachada semicircular, concretamente MER.1.27, se halla en franco deterioro, por lo que sólo quedan en su extremo más oriental tres hiladas pero incompletas. Una de las características que más destaca de él es que a pesar de los pocos sillares que conserva, casi todos están sin almohadillar. Los que sí poseen almohadilla la presentan del tipo natural; no debemos dejar de reseñar la existencia en este paramento de un ejemplar de tipo abrupto y dos del abombado. El caso del tramo de fachada correspondiente a MER.1.28, revela que su estado de conservación es mucho mejor en su mitad este que en la contraria. Como acabamos de ver en el párrafo anterior, aquí también se constata la presencia de un alto porcentaje de bloques sin almohadillar. Luego, en el grupo de los sillares que están almohadillados constatamos que coexisten dos tipos el natural y el rústico, predominando el primero de ellos sobre el otro. El siguiente punto, MER.1.29, corresponde al acceso oriental de la crypta. Como ya vimos al comienzo del presente subapartado, presenta características muy similares a su homónima: en la portada no todos los sillares están almohadillados. Muchos de ellos están casi sin alisar, en creces. Los que están almohadillados se hallan a medio camino entre el tipo rústico y el natural. En el interior se documenta la presencia de algunos bloques con almohadillado, ocupando en algunos puntos líneas pertenecientes a dos hiladas sucesivas pero sin llegar a ocupar toda la hilada. Sobre esta línea se apoya la bóveda en decenda de cava, construida por completo en opus quadratum, que cubre el primer trecho de este corredor. Hemos visto, a grandes rasgos, que la diversidad de maneras de trabajar la piedra es notoria. También se comprueba que dependiendo de la zona hallamos el predominio de un tipo sobre el resto. Observamos de oeste a este que una vez rebasada la entrada a la crypta, y a partir del paramento correspondiente a MER.1.8 y hasta MER.1.11, el tipo de almohadillado que predomina es el abrupto y este dato queda corroborado por el hecho de que, además, el módulo que utilizan es también uniforme: el cubitus. El siguiente grupo también tiene como tipología dominante el almohadillado abrupto pero consideramos que es formalmente distinto del anterior por presentar los bloques un módulo diferente, el palmipes, en este caso. Ocuparía desde MER.1.11 a MER.1.13. Después de esta franja, viene un nuevo sector en el que parece predominar el almohadillado rústico sobre los

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otros con los que aparece mezclado. Dicho sector queda, también, definido por el empleo del cubitus como módulo aunque su aplicación no es muy regular y aparece, en ciertos casos, mezclado con otros patrones con escasa representación. Se desarrolla entre los puntos MER.1.14 y MER.1.16. A continuación hay una zona, pequeña, en la que se documenta el empleo del tipo abrupto en sillares que utilizan como módulo el cubitus que aparece mezclado con una pequeño porcentaje de palmipes un poco irregular en su ajuste a patrón. Esto se da entre los paramentos MER.1.17 y MER.1.19. En este último punto, parece evidenciarse la unión de dos grupos distintos de trabajo. Como acabamos de decir, en MER.1.19 se produce un cambio de cuadrilla y esto se aprecia tanto en el tipo de almohadillado como en el módulo que poseen estos sillares. Observamos que ahora aparecen muchos más elementos influidos por el tipo natural y el patrón al que se ajustan es el palmipes, aunque en un punto está mezclado con paralelepípedos de medidas bipedales. Abarca hasta MER.1.21. En este último punto mencionado comienza una suerte de subsector que finaliza en MER.1.24.. Presenta características bastante similares a las analizadas en el punto anterior pero lo que lo individualiza y diferencia de aquel es que son paramentos mixtos en los que los tipos se distribuyen prácticamente mitad/mitad; así comprobamos que en ellos se repite la coexistencia de los tipos abrupto y natural. Sin embargo, el módulo que se les aplica a los bloques sigue siendo el palmipes. Mención aparte merece el punto MER.1.23. En este paramento se observa cómo el tipo que domina es el abombado y no se refleja en todo el paramento la aplicación de un módulo en concreto. Todos sus elementos se distancian mucho de cualquiera de los patrones que venimos comprobando en el resto de los paños. Por todo esto nos reafirmamos en la sospecha de que, o bien se trata de un paño que se hizo al final, con los sobrantes de los otros paramentos o bien sufrió -por razones que se nos escapan- una importante reforma ya en época romana, aunque no hemos podido encontrar otras evidencias arqueológicas que corroboren dicho extremo. Uno de los últimos grupos es el que comienza en MER.1.24, que se caracteriza por la utilización del tipo abrupto, a veces mezclado con otros, y que emplea como patrón al cubitus. Abarca hasta MER.1.25. El último sector muestra como peculiaridad la coexistencia en sus paramentos de bloques lisos con otros trabajados según el tipo natural. El patrón que más aplican es el cubitus aunque no podemos dejar de reseñar que en

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ciertos puntos se advierte la convivencia con sillares desbastados según el palmipes y otros según el pes. Comprende los puntos MER.1.26 a MER.1.28.

aún más, es posible distinguir el empleo de piedras con diferentes coloraciones y texturas, a pesar de ser todas granito, en zonas bastante cercanas.

En MER.1.28 se advierte una especie de doble fenómeno. Por un lado la continuidad en la aplicación del módulo pes, aunque ya aquí en menor medida, y de un tipo de almohadillado similar pero no de la misma clase. Ahora se pasa del que se documentaba como “a medio camino” entre el natural y el rústico, a la coexistencia en el mismo paramento de sillares lisos, naturales y rústicos. Queda, por tanto, de manifiesto en este paramento se verificó la transición, o atadura, entre la primera fase del edificio y el levantamiento de esta segunda y magnífica semicircunferencia.

En la mayor parte de los casos, los cambios de cuadrilla están delimitados por los diferentes vomitorios, que en realidad están delineando las diferentes estructuras cuneiformes donde se apoyan media y summa caveae, aunque en ocasiones, se reúnen en un paramento de la fachada. Este hecho se suele localizar en la parte media del paño, donde se advierte cómo la obra presenta una especie de “fisura”, pese a estar bien trabada la fábrica, propiciada por dos o más factores. El primero de estos es que en una zona concreta observamos que no se consigue una fuerte desalineación de las juntas entre los bloques de las sucesivas hiladas; en segundo lugar, suelen aparecer, a ambos lados de esta línea, sillares tallados con diferente módulo, y, en tercer lugar, puede constatarse que a uno y otro lado de la “fisura” el trabajo de labra de los paralelepípedos es por completo diferente.

A modo de resumen debemos decir que se advierte un cierto gusto por colocar almohadillados rústicos configurando las puertas, sobre todo en la zona occidental de la fachada perimetral. En la opuesta, se observa cierta alternancia con los de tipo abrupto y natural, mientras que en los ángulos del teatro se comprueba la convivencia de rústicos con naturales.

Estas tres cuestiones también son documentables en algunos vomitorios, concretamente en sus puertas, sobre todo en aquellos de acceso a ima cavea, que son los que mejor están conservados. En ellos no existe fisura ya que ésta es el propio vano, pero las jambas son las que muestran bien un trabajo distinto, ya un módulo diferente o bloques con distinta coloración y/o textura. Sin embargo, hay que subrayar que en lo que comprende, aproximadamente, el cuarto oeste del hemiciclo se puso sumo cuidado en la realización de las portadas de los vomitorios, indistintamente si eran de subida o de bajada.

Los paralelos más cercanos a la manera en que están concebidos los bloques de la fachada anular los encontramos en los almohadillados de Porta Maggiore, realizada por Claudio en el 52 d.C. (Lugli, 1957, 329-331; Boëthius y Ward-Perkins, 1970, 208-209; Sear, 1989, 93); o en los de Annio Novus, también acabado en el mismo año 52 d.C. por Claudio (McDonnald, 1965, 13-14; WardPerkins, 1976, 87). Geográficamente más próximos son los sillares del cuerpo inferior del acueducto de San Lázaro, 50/75 d.C. (Jiménez Martín, 1976, 111 ss.; Durán Cabello, 1995, en prensa).

Efectivamente, en todos estos vomitorios, cuatro en total (MER.1.10, MER.1.12, MER.1.14 y MER.1.16; no se incluye el de MER.1.8 por su arrasamiento) se observa que aunque en el módulo empleado no son iguales, sí se ha pretendido utilizar sillares trabajados de la misma manera, con almohadillado rústico para ser más exactos. Esto quizá pueda deberse a la figura del maestro de obras, o del propio arquitecto encargado de concluir el proyecto, que fuesen especialmente severos a la hora de materializar ciertos detalles constructivos -como estos- y dirigiesen una estrecha coordinación entre las distintas cuadrillas que se dan cita en este mismo sector.

II.3.4 3. Los distintos equipos de trabajo: canteros y alarifes. (Cfr. cuadro 1). A la vista de los dos anteriores subapartados estamos en situación de proponer como hipótesis de trabajo la manera en que se fue erigiendo la segunda media corona del teatro, a partir, como ya se ha visto, de la culminación de la crypta y como se acometieron las nuevas obras con un gran número de cuadrillas de trabajo. A simple vista, cuando se recorre detenidamente toda la fachada perimetral del edificio, se advierte en ciertos paramentos que la manera de tratar los sillares es distinta en dos testeros contiguos separados únicamente por un vomitorio. Si se profundiza más en este tipo de observaciones, comprobamos que unos paños son más regulares que otros y que en ciertos casos, dentro de la misma pared, se aprecian dos maneras bien distintas de trabajar tanto en el ajuste a un determinado patrón como en la manera de descantillar y labrar el bloque. Apurando

En el otro lado de la semicircunferencia es posible que se realizasen las labores de distinta manera, por múltiples razones. Una de ellas podría ser que en este sector dirigiese las labores otro personaje menos pulcro en el seguimiento del proyecto; también entra dentro de lo probable que se ejecutase en un período de tiempo poco posterior, en que lo único que primase fuera la celeridad en concluir los trabajos, o quizá, un poco de ambos factores. A fin de cuentas podemos proponer todas estas

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cuestiones pero no podemos vislumbrar la razón última que llevó a realizar la obra de esa manera. Una vez descritas las características que parecen indicar la unión en fachada de dos equipos de trabajo diferentes, pasaremos a ver las posibles cuadrillas que se dieron cita en la edificación del anillo exterior del teatro. La que hemos denominado como C-1, se encargó de labrar y levantar toda la zona que abarca ambos parodoi así como las dos fachadas principales. La homogeneidad comprobada tanto en el almohadillado como en el módulo así lo revelan. Estos fueron, sin duda, los mejores operarios que intervinieron en toda la edificación del teatro y prueba de ello es la pulcritud de la obra, el que realizasen las complejas bóvedas claustrales y que en gran porcentaje trabajasen con el pes itálico. La C-2, que más bien serían dos grupos de canteros y alarifes de muy parecida formación -como también debió suceder en C-1- se ocupó de realizar las esquinas del hemiciclo hasta los dos accesos a la crypta y esta misma, y dejó preparados los paramentos, mediante el sistema de adarajas que se documenta en los bloques anejos a dichas puertas, para que otros individuos se ocuparan de continuar con la construcción. Hasta este punto la homogeneidad y regularidad que se observa de forma simétrica a uno y otro extremo de este primer cuerpo de la ima cavea, no dejan lugar a dudas y se advierte fácilmente que se trata de un trabajo realizado de manera muy meticulosa, muy bien dirigido y llevado a cabo por buenos profesionales. A partir de aquí el número de grupos de trabajo debió multiplicarse para acelerar la finalización del edificio. Por esta causa sería más comprensible la irregularidad que se documenta a lo largo de todo el arco de la fachada trasera y lo escaso de las zonas que se muestran bastante homogéneas. Efectivamente, como ya habíamos dicho unos párrafos más arriba, si comenzamos el recorrido por el lado oeste observamos que una de las cuadrillas debió de hacerse cargo del sector que va desde el paramento de unión de los dos semianillos del edificio, MER.1.7, hasta el punto MER.1.11. Nosotros hemos denominado este grupo como C-3. Para reconocer sus características nos hemos encontrado ante problemas insalvables, tales como el desmantelamiento de sillares que sufre toda esta zona; a pesar de ello, lo exponemos aquí asumiendo las pertinentes reservas. Así, por ejemplo, si el vomitorio MER.1.8 tuvo su portada trabajada con sillares de almohadillado rústico es, sobre todo, una deducción extraída del modo de trabajar, del módulo aplicado y de la coloración y textura de la piedra; debemos aclarar que, sobre todo en zonas especialmente problemáticas como esta, siempre hemos tenido obligado punto de referencia

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en lo que ocurría en el extremo contrario del teatro. A partir de este sector del edificio, hemos podido comprobar que se trata de maneras de hacer muy distintas, por lo que la comparación en busca de una respuesta cuando nos faltan los datos, es por completo inútil. Las características de la C-3, son que utilizan predominante como módulo el cubitus; que enganchan muy bien con las otras cuadrillas con las que limitan, por lo que consiguen resolver con esmero la transición del pie de aquellas -palmipes- al suyo; también porque todos los sillares que aparecen con almohadillado, este se encuadra en los tipos abrupto y abombado y, por último, porque en el vomitorio MER.1.10 se realiza la puerta con tipo rústico. Como ya hemos apuntado en el párrafo superior, sólo podemos proponer como hipótesis que el acceso MER.1.8 también estuviese realizado con sillares rústicos, pero dado lo arrasado de su conservación, no podemos llegar a más. En el paramento MER.1.11 se produce la unión de dos equipos, C-3, como acabamos de expresar y el nuevo grupo, C-4. Esta cuadrilla trabaja hasta MER.1.13, todo el paño de fachada incluido. Sus características nos recuerdan un poco a C-3. Así, el tipo de almohadillados que emplean en los paramentos son del tipo abrupto y abombado, mientras que el rústico lo reservan para la portada de vomitorio que les toca. El patrón con el que tallan los bloques es el palmipes. Se documenta el trabajo de una nueva cuadrilla en los puntos MER.1.14 a MER.1.16, a la que hemos denominado C-5. Esta talla la piedra con el cubitus como patrón, pero lo aplican de manera muy laxa, por lo que los resultados son un tanto irregulares. En lo que respecta a la labor de almohadillado, vemos que las dos portadas que abarca este equipo están labradas con bloques del tipo rústico y el paramento que queda entre ellas presenta una coexistencia de sillares abombados, con naturales y rústicos. Todas estas cuestiones ponen de relieve que se trata de un grupo poco cuidadoso o con poca pericia, ya que no consiguen resultados tan regulares y homogéneos como los precedentes. El siguiente grupo, C-6, presenta características muy parecidas al anterior, sobre todo en lo que a ajuste a patrón se refiere. Efectivamente, esta cuadrilla que actúa entre los puntos MER.1.17 y parte de MER.1.19, aplica también el cubitus aunque utiliza un reducido aunque importante grupo de sillares que se tallan con base en el palmipes pero con un margen de libertad muy amplio. Incluso los bloques que se adscriben al cubitus no son estrictamente ortodoxos. Con respecto a la labor de almohadillado, se documenta un abrumador predominio de sillares abruptos, de tal manera que incluso la puerta del vomitorio que marca los 90° del hemiciclo, tiene los

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sillares de las jambas labrados así, aunque sólo en su mitad más occidental, ya que en él se reúnen dos equipos.

que denominamos como de “sistema cartabón”. En ellos observamos que las bóvedas se apoyan sobre una suerte de rampa, fruto de la diferencia existente entre la altura de la zona de la puerta de acceso desde el exterior hasta el punto donde engancha con otra de cañón dispuesta a menor altura y, esta ya, aparejada por completo en caementicium. Este desnivel parece estar compensado, o completado, mediante una especie de cartabón construido en sillares. Esto es que, por ejemplo, si la diferencia de cotas entre el inicio y el final de la bóveda de quadratum es de cuatro o cinco hiladas, la sucesión y desarrollo de estas va como sigue. La primera de ellas, que apoya directamente sobre el cuerpo inferior del corredor, es la que en ambos casos porta los únicos y raros ejemplares con almohadillado que pueden verse y documentarse a lo largo de toda la fachada perimetral del teatro. Bien, pues sobre esta primera fila se dispone la segunda que discurre sin más hasta llegar a la zona de descenso. Este se hace mediante la colocación de un bloque que no presenta cara cuadrangular, sino que posee forma de triángulo o cuña. En la siguiente se constata ya, en la parte más interna, la presencia del bloque trianguliforme en el final de la hilada y, antes que él, se coloca otro parcialmente adaptado o de transición que ofrece una forma de trapecio muy irregular. Debemos subrayar que la altura de las hiladas de apoyo va descendiendo conforme se aproxima a la zona de dovelaje de la cubrición. También tenemos que destacar que no se documenta, en ningún punto, la presencia de bloques especialmente tallados para recibir las terminaciones trianguliformes de la superficie inclinada del bloque precedente. Todos los sillares, sin excepción, van en disminución sucesiva hasta conformar la rampa lisa de apoyo de la mencionada bóveda.

Este nuevo grupo es C-7 y realiza el tramo que va desde MER.1.19 a hasta MER.1.22. Su toque particular es que trabajan bajo la influencia del palmipes, aunque en algunos puntos coexiste este patrón con elementos bipedales. En lo relativo al trabajo de almohadillado se evidencia que los canteros tienen preferencia por el tipo natural aunque convive con el abrupto en el paramento de fachada así como en la portada del vomitorio, punto 22. El antepenúltimo grupo es C-8 y su radio de intervención no es muy amplio: incluye MER.1.24 y MER.1.25. Se individualiza del resto porque vuelve a emplear el cubitus como módulo rector aunque presenta una reducida muestra de sillares inscritos en el palmipes. Esta falta de homogeneidad también se refleja en los almohadillados; así, en la zona del vomitorio, punto 24, la portada se constituye con elementos abruptos, pero el paño de fachada se destaca por el predominio de sillares lisos, aunque no falta una reducidísima representación -a partes iguales- de bloques abombados, rústicos y abruptos. La última cuadrilla que se documenta es la que hemos denominado C-9. Va desde MER.1.26 hasta poco más de la mitad de MER.1.28. Se individualiza por características como el claro predominio de los sillares lisos sobre los almohadillados y dentro de estos últimos, sólo se documentan naturales, a excepción de los rústicos, que pertenecen ya a la zona de unión con el equipo que construyó la crypta. En el pie se observa que en el vomitorio conviven en igual proporción palmipes y cubitus. Luego el que predomina es el cubitus y ya vuelve a aparecer el pes en la zona de contacto con el primer cuerpo del teatro, junto a la cripta.

El otro modo de construir este tipo de bóvedas en decenda es el que se documenta en el resto de los vomitoria del teatro. Es el de cuñas o nesgas concéntricas, o de “abanico”. Se diferencia del anterior en que en el presente caso toda la parte correspondiente al tramo de “compensación” de alturas en vez de aparentar ser un “cartabón”, se observa que en la puerta que desemboca en la praecinctio finaliza un sistema quasi “concéntrico” de cuñas o nesgas que se van incluyendo, sucesivamente, en otra de mayor amplitud de ángulo hasta reducirse en un único bloque. El paso, o inclusión, de cada hoja del “abanico” en el siguiente se realiza mediante la colocación de sillares que se tallan con unas curiosas adarajas que sólo pueden labrarse in situ, según se va montando la bóveda, ya que ni siquiera en el mismo vomitorio se repiten tamaños ni patrones en dichas piezas de anclaje. Además, estos bloques sirven al mismo tiempo de freno de la hilada superior que reciben. Este hecho se va repitiendo de manera continuada hasta quedar reducido todo el mecanismo en dos bloques rectangulares de tendencia acuñada que pasan a ser en la siguiente hilera el arco de salida al

Consideramos por separado el paramento MER.1.23, por ser tan irregular en la aplicación de módulo -en él no se detecta ninguno en concreto- y por ofrecer sillares lisos que conviven con unos pocos ejemplares almohadillados, rústicos y abombados, estos últimos junto al punto 24. En general se muestra como muy mal trabado. No acertamos a dar con la razón última que provocó este resultado. II.3.4.4. Los distintos modos de construir las bóvedas de cañón rampantes o en decenda. (Cfr. plano 13, nº 1, 2 y 3). De nuevo en este aspecto comprobamos que se producen innovaciones con respecto a la manera de construir las bóvedas de cañón sobre plano inclinado o, lo que es lo mismo bóvedas en decenda de cava. Los primeros tipos constatados de cubriciones de esta clase los encontramos en los accesos de la crypta y son los

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graderío- un único bloque. Cada último sillar conforma o bien los salmeres de los arcos de los vomitorios que desembocan en la ima cavea o una de las dovelas sucesivas (Lám.18 y 22).

ima cavea, los pasillos se desarrollan sobre una superficie inclinada por la preparación del terreno. Si a esto le añadimos la cuestión de que la cubrición también es rampante, obtenemos como resultado que la bóveda debe construirse mediante nesgas o cuñas concéntricas, con dovelas distintas en cada final de hilada, para conseguir un anclaje perfecto así como un sistema lo más estable posible de cara a evitar posibles deslizamientos por empuje durante la construcción. De esta manera lo que se consigue es resolver individualmente cada problema y por eso hay dovelas similares en el mismo pasillo o entre los distintos vomitorios, pero cada caso es muy particular, por lo que no se puede emplear un patrón tipo a la hora de tallar estos sillares.

Para el primer tipo de construcción de bóveda rampante, el que hemos denominado como “sistema cartabón” no hemos hallado paralelos exactos en otros edificios romanos mientras que para el otro modelo, el de “abanico”, en varios de los vomitoria del teatro de Leptis Magna: III, V, etc. (Caputo, 1987, 32-44, tav. 7,2; Tav. 13, 5). No obstante, debemos precisar que aunque en el monumento africano se documenta dicho tratamiento, no es tan acusada su factura como en el caso emeritense y en Leptis, observamos, en cambio, que se “abusa” más de un apoyo de bóveda en una suerte de hilada-ménsula, que se destaca del resto del paño y que, en muchas ocasiones, el problema lo resuelven con platabandas escaleriformes en varias zonas bajo el graderío y en la parte inferior de las rampas de escalera y en las tabernae; también está atestiguado el sistema en los parodoi, que Caputo denomina en este trabajo como “criptas” (1987, 32-44 y 44-54; Tav. 7,2; Tav. 8,3). Los otros paralelos documentados se hallan ya bastante alejados tanto cronológica como geográficamente. Así sólo hemos encontrados casos similares en Asia Menor, concretamente en Pamfilia y Cilicia, donde por la naturaleza del solar y por tradición, se construye casi exclusivamente en opus quadratum. Por ejemplo, son de gran impacto las bóvedas de apoyo del graderío del Estadio de Perge, en Pamfilia, donde la decenda se halla totalmente inclinada de manera que la bóveda queda frenada en el propio suelo. Este edificio está datado entre los años 117-122 (Boëthius y Ward-Perkins, 1970, 406411; Ward-Perkins, 1976, 101, Lám. 116). El otro ejemplo más parecido lo constituye las bóvedas de la infraestructura del Teatro de Side (Cilicia), donde se repite el mismo sistema de apoyo directo sobre el suelo; se data este monumento en época de Antonino Pío (WardPerkins, 1976, 284, Lám. 312).

El sistema de bóvedas rampantes, o en decenda de cava, aparejadas con sillares tienen un paralelo bastante próximo en el teatro de Sabratha y más concretamente en algunas de sus tabernae (Caputo, 1959, p.12). II.4. FASES CONSTRUCTIVAS Y PROBLEMA CRONOLÓGICO. II.4.1. La interpretación tradicional. Como hemos mencionado repetidas veces a lo largo del presente trabajo, el teatro y más específicamente, el hemiciclo, siempre fue considerado como una obra unitaria de época augustea, que según sus excavadores se inauguró en el período comprendido entre los años 16-15 a. C., según las conocidas inscripciones de los dinteles de los parodoi. Todos consideraban que el edificio escénico, casi como llegó a nosotros, era de época de Adriano y son varios los investigadores que vislumbraron en él una reforma, concretamente entre los sillares que conforman el podium del edificio escénico y los que delimitan la pared de fondo del mismo. En este grupo se encuentran Mélida (1925, 140), Macías (1929, 89), Vallois (1919, 193) o el mismo Richmond (1930). Sin embargo, en su adscripción cronológica, todos parten del dato erróneo proporcionado por la ingeniosa restitución epigráfica realizada por Hübner que lleva la construcción del frente en torno al año 135 (CIL, II, 478).

Debemos destacar que la diferencia que se constata entre una y otra manera de hacer viene marcada, fundamentalmente, por cuestiones técnicas. En el caso de los accesos a la crypta desde el exterior, los pasillos se asientan sobre una superficie plana por lo que es sólo la bóveda -en el primer tramo- la que desciende. En este caso se calcula la inclinación del “cartabón” y se realiza para, acto seguido, acomodar la cimbra y construir la bóveda de sillares. Efectivamente, en estos dos pasos la bóveda y su trabazón con el “cartabón” no necesitan contrarrestar empujes porque los más importantes de ellos descargan a través de los paños del propio pasillo y los otros van a descansar sobre la especie de tímpano que se forma cuando engancha con el nuevo tramo de menor altura. Sin embargo, en el resto de los vomitorios de acceso directo a

En cuanto al peristilo, como fue lo último en ser puesto a la luz y su total descubrimiento no pudo ser concluido por Mélida y Macías, ya que murieron cuando iniciaban esta interesante exhumación, su labor tuvo que ser finalizada por su discípulo y colaborador D. Antonio Floriano Cumbreño (1944). Este último, sigue manteniendo el criterio de que todo el conjunto del peristylium es augusteo, como ya habían expresado con anterioridad sus mentores en los inicios de la excavación de dicha zona (Mélida, 1925, 141-142, nº 706).

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Sin embargo, tanto Mélida como Macías eran conscientes de que en el teatro se realizaron restauraciones en otras épocas, como así lo evidenciaban tanto la Epigrafía como la Arqueología. En efecto, contaban con los datos proporcionados por la inscripción en la que se menciona a Constantino I, como Augusto y a sus tres hijos como césares (Mélida, 1925, nº 715, 147 ss; Wickert, 1934, 115-116; Álvarez Sáenz de Buruaga, 1982, 309-310) y en la que se hace referencia expresa de que la fábrica antigua del teatro estaba en ruina, por lo que se procedió a restituirla y dotarla de nuevos ornatos. Esto se halla refrendado arqueológicamente ya que en el transcurso de la excavación se hallaron placas marmóreas con relieves de temas geométricos, vegetales y animales. Según el detenido estudio realizado por Blanco Freijeiro (1982) llega a poder identificar hasta tres sofitos diferentes que, por sus dimensiones, parece que ocuparon las cornisas del primer cuerpo de la scaenae frons (Blanco, 1982, 25). En cuanto a su datación, este mismo investigador la lleva, estilísticamente, a época Bajo Imperial y propone que, si realmente formaron parte de la decoración de la escena, su cronología debe inscribirse en el período comprendido entre los años 333 y 335 d. C, cuando se ejecuta la restauración auspiciada por Constantino I y sus hijos, que fue supervisada por el comes Acilius Severus (Blanco, 1982, 28).

Álvarez Sáenz de Buruaga (1982, 310) fueron conscientes de la importante reforma que afectó al sector oriental del teatro: la creación de la uersura. Sin embargo diferían en sus adscripciones cronológicas. Así, Richmond observó que los agujeros de las letras del epígrafe situado sobre el arco de la fachada no se correspondían con los ejemplares custodiados en el Museo, así como que esta zona estuvo toda ella cubierta con estuco y que se trató de una habitación nueva; inscribe esta remodelación dentro de las obras supuestamente realizadas por Adriano, según se desprende de la inscripción varias veces aludida (1930, 115-116). Por su parte Álvarez Sáenz de Buruaga, subraya que se abrió un nuevo acceso en el parascaenium este, de bajada, pero el lo incluye dentro de las reformas realizadas en época constantiniana (1982, 310).

También incluyen en época de Constantino tanto Macías (1929, 89) como Álvarez Sáenz de Buruaga (1982, 310) la última pavimentación de la calle que bordea la fachada anular del teatro y que provocó que los vomitorios de acceso a ima debieran compensarse mediante el añadido de peldaños mientras que los vomitorios de paso a media y summa tuvieron que ser parcialmente rellenados para elevar el nivel del suelo de uso anterior y ponerlo a ras de la nueva cota de la calle.

Fase 1. La primera parte del monumento que se alzó es la que corresponde a la orchestra, fachadas principales con sus respectivos parodoi culminados, así como los ángulos del edificio hasta incluir la crypta con sus dos accesos exteriores y su cubrición también finalizada. Este es el sector que se muestra más en consonancia, desde el punto de vista cronológico, con los epígrafes en los que se menciona a Agripa. Los datos más reveladores al respecto son:

A partir de este punto, ya no vuelve sobre el teatro ningún estudioso y es común opinión entre los investigadores que en un breve período de tiempo, quizá también motivado por la pronta e importante cristianización de Emerita, el teatro quedara en desuso y abandonado a una amortización del espacio por parte de particulares, como se desprende de los datos estratigráficos documentados tanto en el vaciado del hemiciclo (Mélida, 1915, 6) como en el del peristilo (Floriano Cumbreño, 1944, 158-159). Los datos que se aportan sobre el particular no son abundantes ni precisos, por lo que los apuntes cronológicos acerca del cambio de uso del conjunto teatro-peristilo se reduce a “monedas de Constantino y sus sucesores”, “candiles de época arábiga”, etc. sin aportar ningún dato más ni advertir ninguna reforma ni nada.

- La gran homogeneidad que se documenta en la ejecución de los paramentos.

II.4.2. Nueva lectura del teatro a la luz del estudio de las técnicas constructivas. Como ya hemos puesto de manifiesto a lo largo del presente capítulo, el análisis de la edilicia del monumento permite hacer una clara disección de las distintas fases en las que se construyó el edificio e incluso, plantear nuevas propuestas cronológicas para las mismas (Cfr. CD-ROM de Planos, nº 11-1 y 11-2; 12-1 y 12-2).

- El predominio del módulo pes sobre otros, especialmente en la parte de ambas fachadas donde, además, se constata la convivencia de este módulo con otros elementos de clara raigambre itálica. Luego, en la parte de los ángulos del hemiciclo, se aprecia ya el comienzo de la transición pues conviven dos patrones el pes y el palmipes. - El empleo de soluciones técnicas y estéticas propias de época tardo-republicana y augustea, como lo son en el apartado técnico: el uso de bóvedas de cañón realizadas con sillares que se encuentran a diferentes alturas, como ocurre en los distintos vomitoria del teatro de Leptis Magna datado entre los años 1-2 d. C. (Caputo, 1987, 32 ss) o el caso, relativamente diferente, que plantea la bóveda del llamado “Templo de Diana” de Nîmes (Adam,

Antes de concluir el presente apartado, debemos subrayar que primero Richmond (1931) y después

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1984, 190, 422); el empleo de bóvedas de cañón, que hemos denominado como “alveolares” (en las que se alternan tramos aparejados en opus caementicium visto con otros en opus quadratum) especialmente las secciones realizadas en hormigón visto, poseen un claro origen en las bóvedas del templo de la Fortuna Primigenia, de Praeneste (Zevi, 1979, 2-22) o como algunas de las bóvedas de las terrazas de las subestructuras del Templo de Júpiter en Anxur (Terracina) de comienzos del s. I a.C. (García y Bellido, 1955 [1990], 69-71; Adam, 1984, 147, fig. 298 y 433). En cuanto a la combinación de tramos construidos en hormigón visto alternados con roscas de sillares, formando así la especie de alvéolos, no hemos hallado un tipo idéntico. Otra importante cuestión técnica la constituye la ejecución de bóvedas claustrales aparejadas completamente en quadratum. Esto supone un auténtico alarde constructivo tanto en cuestiones puramente tectónicas como estereotómicas. Como se ha puesto de relieve en el apartado correspondiente, no hemos hallado ningún paralelo exacto para dicho tipo de cubrición ya que a pesar de estar ampliamente documentadas las bóvedas claustrales ya desde el Tabularium de Roma (Lugli, 1946; Coarelli, 1974; García y Bellido, [1990], 61-62), estas se realizaron en opus caementicium y no aparecen ejemplares similares en Gallia ni en Asia Menor y zona del Oriente Próximo ni siquiera en el Norte de África, pese a ser todas estas zonas claros exponentes de la preponderancia de la arquitectura en piedra sobre la del hormigón. Así, volvemos a poner de relieve que los tipos más cercanos -por razones arquitectónicas ya esgrimidas- son los constituidos por las bóvedas de arista aparejadas en piedra. - Y, por último, la ausencia total de material cerámico en esta parte de la construcción. Efectivamente, como se ha señalado únicamente aparece el ladrillo en las estructuras relacionadas con la recogida de aguas: cloaca del proscaenium y canal bajo las gradas de la proedria. Este dato concuerda perfectamente con el hecho ampliamente probado de que el empleo masivo del ladrillo en Hispania es algo bastante escaso y de introducción poco temprana (Roldán Gómez, 1994; Durán Cabello, 1995 [1998]). Entre lo que podríamos denominar como plasmaciones de carácter estético encontramos detalles tan típicos de las composiciones arquitectónicas augusteas, como los motivos que se materializan en las portadas de las fachadas principales, donde los arcos con su moldura de media caña -a modo de arquivolta- se inscriben en un cuerpo alargado rectangular, ligeramente adelantado con respecto al resto del paño. Una composición muy similar la encontramos en la llamada Porta Urbica de Spello (Italia), que se abre en la muralla de esa ciudad y que es de época augustea (Blake, 1947,

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200, Lám. 17-2; Ward-Perkins, 1976, 210, Lám. 237; Adam, 1984, 183, fig. 402), aunque el motivo de la arquivolta extradosada que se apoya sobre una sencilla moldura que señala la línea de impostas, lo hallamos ya desde la segunda mitad del s. III a.C., como aparece en Falerii Novi, en la llamada Puerta de Júpiter (Blake, 1947, 75 y 199, Lám. 16-3 y 16-4; Boëthius y Ward-Perkins, 1970, 101, Lám. 64; Adam, 1984, 174, fig. 379) o en las denominadas Puerta Romana y Puerta Marzia de Perugia, que data de fines del s. II a.C. (Ward-Perkins, 1976, 28, Lám. 26-27; Adam, 1984, fig. 378). Este modo de componer se seguirá repitiendo en épocas posteriores, en edificios aparejados en opus quadratum, como en la Puerta de Pátara, en Licia, ya en el s. II d. C. (Adam, 1984, 184, fig. 405). Dentro de las cuestiones ornamentales o estéticas, se contempla también todo lo referente a tipos de molduras y cornisas empleadas en la parte baja del teatro. En los parodoi, observamos que el límite entre el primer y el segundo cuerpo del pasillo está señalado mediante la presencia de una moldura -un tanto irregular en su facturaque semeja ser una cyma recta pero que, en ciertos tramos del amplio recorrido, se convierte en un simple caveto flanqueado por listeles. Con respecto a las cornisas que enmarcaban los epígrafes de las fachadas principales, poco o nada es lo que se puede decir de ellas ya que su perfil apenas si es reconocible tras la concienzuda labor de cercenamiento a que fue sometido. En resumen, podemos decir que este tipo de ornamentos tan sencillo, es muy propio del gusto tardorrepublicano y de comienzos del imperio, lo cual se aviene muy bien con la cronología que aportan tanto la realidad arqueológica como la información epigráfica. Fase 2. La segunda parte del monumento está constituida por la culminación del graderío del hemiciclo con su correspondiente fachada perimetral, y todo el cuerpo escénico, con el proscenio incluido. En este sector del teatro se constatan una serie de características que ponen de manifiesto que se aplican nuevas soluciones técnicas y estéticas. Si bien, para mayor comodidad, analizaremos primero el hemiciclo, como tal, y, a continuación, la fachada escénica. Así pues, en la zona correspondiente a graderío y fachada anular, distinguimos las siguientes peculiaridades en el apartado “técnico”: - En primer lugar, se observa que en los lugares donde han desaparecido las gradas graníticas y queda visto el hormigón del núcleo, éste comienza a mostrar la inclusión de material cerámico como caementa en la zona correspondiente a la media cavea, mientras que en lo que se puede rastrear de la summa, la presencia de dicho

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material aumenta considerablemente. En ambos casos, al encontrarse muy fragmentada la cerámica, es prácticamente imposible discernir si se trata de teja o ladrillo machacados. En cualquier caso, queda patente que se perseguía un fin: aliviar peso en la parte aérea del edificio, es decir, aquella que ya no se apoyaba directamente sobre la colina.

casos conviven en el mismo paramento aunque con distintos porcentajes. También cabe señalar que se aprecia que los paramentos de la mitad occidental se muestran mucho más homogéneos que los de la oriental (Cfr. CDROM y Apéndice Estadístico). La cuestión modular hay que cotejarla con otro importante aspecto: el trabajo de labra que muestran los sillares. En este caso volvemos a comprobar que ocurre algo muy similar a lo documentado en la aplicación de los patrones métricos: la mitad oeste de la fachada se muestra mucho más regular que la de levante, predominando los almohadillados de tipo abrupto y rústico sobre el resto. Mientras, en el sector oriental, vemos que todo es mucho más heterogéneo; así, aunque sigue constatándose la presencia de sillares abruptos, comienzan a aparecer los lisos y los naturales. Estos detalles se ponen de relieve especialmente en el tratamiento de las portadas de los vomitoria, donde se constata que en el lado oeste casi todas las jambas llevan almohadillados rústicos mientras que a partir del eje que marca los 90° del hemiciclo, se alterna el empleo de sillares de dos tipos: naturales y abruptos. Este hecho se acrecienta hasta comprobarse en ciertas ocasiones que en una misma puerta, cada jamba lleva un almohadillado diferente, en consonancia con el paramento vecino.

- Relacionada íntimamente con esta última idea, vemos que a partir del sector del teatro que se asienta en la loma, el sistema de construcción se realiza mediante la ejecución de una suerte de grandes cuñas, los cunei, separadas entre sí por espacios relativamente amplios: los vomitoria de la fachada semicircular. Esto se comprueba fácilmente en la zona correspondiente a la transición entre media y summa caveae, en la parte de la fachada perimetral. Este hecho también es observable en el interior del edificio en donde se aprecia con nitidez la alternancia, bastante regular, que existe entre los accesos directos desde la calle a ima y cómo en el maenianum superior, en el punto intermedio entre una y otra puerta, se perfila el paso de la subida desde la misma calle a la media cavea. Ambos accesos desembocan en el graderío en los dos baltei que posee el hemiciclo. Así, se aprecia con claridad lo ya expuesto del sistema de subestructuras cuneiformes macizadas, a las que también hemos denominados como cuñas o cajones. Es más, dicho fenómeno es detectable al realizar detenidamente el recorrido de la crypta, en donde vemos, en el muro corrido de fondo, que cada cierto tramo aparecen pares de cadenas de sillares inmersas en el opus incertum que forma el primer cuerpo del pasillo. Estos pares de cadenas van marcando la línea de cimentación de los cunei, y la distancia de separación entre cadena y cadena corresponde, con bastante exactitud, a la luz de la puerta de salida del vomitorium a la grada.

Este hecho, puede ser debido a varias causas: Primera, que se iniciase la fachada perimetral a partir del ángulo noroeste y el trabajo estuviese más vigilado o coordinado. Segunda, que la mitad oriental se viese más afectada por un posible factor de urgencia en la conclusión de las obras y de ahí la descoordinación o la participación de cuadrillas de canteros y alarifes bien distintas entre sí.

- Otra cuestión técnica es la referida a la homogeneidad de los paramentos de la fachada perimetral, concretable en dos aspectos: el modular y el de las cuadrillas de canteros documentadas a través de los tipos de almohadillado. Efectivamente, al realizar un análisis detenido de los distintos paños que configuran el gran semicírculo de fachada, observamos que la manera de tratar los bloques no es siempre la misma. De igual modo, cuando se procede a la recogida de dimensiones mediante muestreo, se ratifica la impresión anterior y comprobamos que conviven varios patrones en todo el sector.

Tercera, que el sector este se haya visto mucho más atacado por la incuria del tiempo y de la acción antrópica sobre las ruinas, como se pone de relieve en las fotografías antiguas, e incluso actualmente, a pesar de las intervenciones restauradoras. Pertenece, también, al apartado técnico la cuestión de construir las bóvedas de cañón rampante -o en decenda de cava- que cubren los vomitorios, especialmente los de acceso al graderío inferior. Como ya se vio en el apartado correspondiente, este tipo de ejecución varía notoriamente con respecto a lo documentado en los accesos de la cripta. En el presente caso se trata de bóvedas que a pesar de estar realizadas con ayuda de cimbra, deben garantizar estabilidad absoluta ya que se hallan asentadas sobre una superficie bastante inclinada; dicha estabilidad es crucial durante el proceso de vertido y fraguado de las sucesivas tongadas de hormigón. El riesgo se reduce casi a cero

Con respecto al tema modular, se documentan varios hechos. Por un lado, observamos que en las zonas aledañas a los accesos de la crypta se emplea con un alto porcentaje el palmipes como patrón de transición. Luego, en el resto, queda de manifiesto la utilización, poco aleatoria, tanto el palmipes como el cubitus y en muchos

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cuando las bóvedas quedan cohesionadas con el resto de la fábrica. Por este motivo, en vez de emplear el sistema de hiladas que finalizan en sillares trianguliformes que conforman el ángulo de inclinación de la bóveda (sistema que hemos denominado como “tipo cartabón” y utilizado en la cripta), en este sector se aplica un sistema mediante el cual se respeta, por un lado, el grado de inclinación particular de cada corredor, y, por otro, el empuje que provoca la inclinación del plano donde se asienta la bóveda. Este sistema se configura como una especie de abanico, con nesgas concéntricas en el que cada hilada debe frenar a otra más pequeña que finaliza en su interior. De ahí que cada sillar deba ser acabado in situ y por ello no se encuentran dos bloques iguales que desempeñen la misma función. En otro orden de cosas, pero también relacionado estrechamente con la estabilidad, hemos podido documentar el empleo de grapas con forma de doble cola de milano en la zona más centrada de la fachada perimetral a partir de la 8ª/9ª hilada de altura (Durán Cabello, 1990, 117). En estos casos, se recurre al empleo de grapas para evitar algún posible movimiento, en la horizontal, de la hilada durante el proceso de vertido de su correspondiente tongada de opus caementicium. Este fenómeno sólo ha podido ser comprobado en este sector del teatro, pero en las zonas más próximas a los ángulos, dado su mal estado de conservación, no puede rastrearse (Durán Cabello, 1990, 112 ss.) y tampoco han podido ser documentadas en las fachadas principales. En relación con las cuestiones de la decoración arquitectónica de esta parte del teatro, lo más destacable es la composición de la fachada perimetral del edificio. En efecto, el anillo perimetral nos muestra una composición típica de la arquitectura romana y esta es la del arco inscrito en un dintel. Así encontramos en las puertas de los vomitorios arcos de medio punto dovelados y moldurados por su línea de extradós; dichas molduras se prolongan como señalización de la línea de impostas de los arcos. Las claves no aparecen enfatizadas en ningún caso. El conjunto se ve flanqueado por sendas pilastras que culminan en capiteles dóricos justo por encima de la línea superior de la moldura del arco. Estos capiteles sustentan un dintel moldurado, que enmarca toda la parte superior de la composición aunque esto sólo se puede constatar en MER.1.26. En el resto de la fachada, dado su estado de desmantelamiento, no es posible hallar el dintel por lo que no podemos afirmar rotundamente que esa moldura de media caña sirviera de línea de delimitación en fachada entre el primer y segundo cuerpo del monumento. Respecto al almohadillado, no incidiremos nuevamente aquí en las cuestiones más técnicas,

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estrictamente hablando, sino en ciertos detalles de orden estético-decorativo. Uno de las peculiaridades que más llama la atención del tratamiento de la superficie de los bloques del muro perimetral es lo sobresaliente de las almohadillas, hecho este al que se une otra singularidad: prácticamente ningún bloque presenta anathyrosis. Estas dos características, unidas entre sí, muestran como resultado una fachada con marcados efectos de claroscuro, realmente tremendistas y barrocos, que contrastan abiertamente con los almohadillados que se realizan en la parte de los ángulos del hemiciclo. Además, estos acabados propician que la composición arquitectónica, pese a ser tan equilibrada, aparezca en movimiento continuo ya que dependiendo de la hora del día en que se contemple produce distintas impresiones al espectador, según se alarguen o acorten las sombras que proyectan las almohadillas de los bloques. Lógicamente, este factor se enfatiza mucho más en la zona de los vomitorios donde las pilastras que flanquean la puerta al estar constituidas por sillares cuyas superficies presentan hasta tres cotas de plano diferentes- multiplican el número de luces y sombras y con ellas la visión barroquizante del edificio. Toda esta concepción visual del edificio no posee precedentes directos en la arquitectura local hispana realizada en piedra, aunque contamos con notables ejemplos como los sillares almohadillados de época bárquida empleados en la Puerta de Sevilla de Carmona (Jiménez Martín, 1989, 193) o los que conforman los muros de la ladera sudoeste del foro de Carteia, probablemente de época íbero-púnica (Roldán Gómez, 1992, 181). En cualquier caso se trata de sillares bien escuadrados que pueden o no llevar almohadillado y anathyrosis, que se documentan en la península Ibérica a raíz de los contactos con los pueblos colonizadores, griegos y púnicos. Sin embargo, se conocen aún más remotos precedentes peninsulares de la arquitectura realizada a base de sillares, como es el caso de la muralla del Cabezo de San Pedro, datada en el Bronce Final (Fernández Jurado, 1989, 345-6; ídem, 1988-89, 156 ss.). En definitiva, el tremendismo que poseen los sillares de la fachada anular del teatro de Mérida, no tiene parangón en el panorama arquitectónico hispano anterior a la conquista romana, ni siquiera en la misma Roma donde ya se utilizaba el opus quadratum desde el s. VI a. C.; allí se sistematizó y perfeccionó su uso a partir del s. IV a. C. por influjo del mundo griego (Lugli, 1957, 169; Adam, 1984, 114). Únicamente se documenta la utilización de este tipo de bloques almohadillados durante los reinados de Calígula y Claudio, esto es, entre los años 41 al 68 d.C.. Es lo que Lugli definió como el VI período de la maniera romana (1957, 329-331), que aparece en contados edificios que quedan perfectamente singularizados por su utilización como son el Templo del Divino Claudio

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(Boëthius y Ward-Perkins, 1970, 217-219; Sear, 1989, 94), Porta Maggiore (Lugli, 1957, 329-331), el Vestíbulo de la Domus Aurea (Lugli, 1957, 330), el Aqua Virgo (Boëthius y WardPerkins, 1970, 185-186) o el Pórtico de las Fosas Tiberinas, en el puerto de Ostia (Lugli, 1957, 329-331; García y Bellido, 1955 [1990], 259-260; Ward-Perkins, 1970 [1981], 48-56; Marta, 1986, 14; ídem, 1985, 96, nº 184). Como muy bien expresó en su momento García y Bellido, el dejar los sillares prácticamente sin desbastar, casi como venían de la cantera, pudo deberse mas que a motivos de celeridad en la ejecución a cuestiones estéticas tales como la apariencia que proporcionan estos bloques: su rusticidad aporta una fuerte impresión de solidez y fortaleza, por lo que de intento se realizaron así (García y Bellido, 1955, [1990], 260).

letras de bronce que lo componían y cuya lectura es idéntica a los que se hallan sobre los parodoi y sobre las portadas de la fachada principal. La altura de los bloques es menor que los de las portadas de acceso a los aditus por la fachada principal. Estos sillares perfectamente identificables en las fotografías antiguas, reposan hoy en parte- en los aledaños de la así llamada CasaBasílica. Se podría reconstruir, incluso, el proceso de traslado de los bloques durante las sucesivas labores de excavación y primera restitución del scaenae frons. Otro aspecto que puede servirnos como hilo conductor es el referido al módulo empleado. Teniendo en cuenta lo que hemos expresado líneas arriba a cerca de la cautela que hay que mantener con esta parte del edificio, observamos que los paramentos más “fiables” son los que corresponden a MER.1.34 y MER.1.38. En el primero de ellos predomina el palmipes mientras que en el otro es el pes. El resto de los paños del frente escénico, se caracterizan por su heterogeneidad y diversas irregularidades. Debemos señalar, también, que la misma fábrica del podio pone de relieve un detalle que extraña mucho: que no se hubiera construido toda por completo en opus quadratum, como el resto del hemiciclo y se emplease un sistema mucho más rápido y barato que muestra a todas luces que desde el primer momento se concibió para estar revestido.

Por todo lo expuesto, parece más que probable que el paramento anular del teatro se concluyó -al menos- en época de Claudio ya que esa manera de trabajar la piedra carece de precedentes locales y en Roma hemos visto que se circunscribe a un reducido y determinado período cronológico. Queda así probado que efectivamente el teatro se concluye en fecha bastante posterior a la que arroja la dedicatoria de los epígrafes. En este mismo sentido ya se pronunció Jiménez Martín (1976, 119, n. 80). Dicha manera de trabajar los sillares se vuelve a documentar en otros monumentos emeritenses como son los arcos del cuerpo inferior del Acueducto de San Lázaro (Jiménez Martín, 1976, 119) o muchas de las puertas y contrafuertes del Anfiteatro, como se verá en el siguiente capítulo de este trabajo.

Respecto al revestimiento, todo parece indicar que en un primer momento fuese únicamente estuco, a juzgar por los restos de dos chapados diferentes de mármol que tuvo: uno de tonos rosáceos/rojizos y el segundo, de tonos blanquecinos/azulados. Todo esto nos está mostrando, como poco, tres etapas diferentes dentro de la vida de esta parte del edificio.

En relación con el edificio escénico, ya hemos señalado que el podium está realizado a base de cadenas de sillares entre las cuales aparece una suerte de mampostería que en ciertos casos es tan homogénea que nos recuerda al vittatum. Su composición no es lineal sino mixtilínea y en su desarrollo se alternan tramos lisos con exedras cuadrangulares (valvae hospitalia) y entre estas una de mayor tamaño y de planta semicircular (valva regia). El análisis de esta estructura es bastante complejo dadas las importantes restauraciones que ha sufrido; sin embargo, se han salvado una serie de detalles que nos permiten plantear una serie de cuestiones.

Otra cuestión de fundamental importancia es la que concierne a la relación entre el frons scaenae y el proscenio y el muro externo de los parodoi. Así observamos en el lado oriental que el apoyo del posible dintel, o del arco moldurado con mármol que reconstruyó Menéndez-Pidal, que pone en contacto pulpitum con parascaenium en el lado más cercano al graderío, es una suerte de machón, aparejado en sillares de módulo mayor al documentado en los puntos MER.1.33 y MER.1.39, respectivamente, y, además, estos machones se adosan al muro de la fachada pero sin trabar con él. Esto también es comprobable en el sector oeste, aunque en esta zona se encuentra en peor estado de conservación.

A través de las fotografías tomadas durante el proceso de excavación, o inmediatamente después, y el de la primera restauración, se observa que las antas de las hospitalia no traban con los muros delimitadores del cuerpo escénico; en cuanto a la altura del podium y a la disposición de la columnata del primer orden, vemos que el recrecimiento está realizado de manera un tanto parcial sin atenerse estrictamente a los elementos que se encontraban caídos junto a su base: son los epígrafes que poseen los orificios para empotrar los vástagos de las

Parece muy probable que, en un primer momento, antes de finalizar por completo el graderío y la fachada perimetral, el teatro funcionase con un frente escénico temporal, posiblemente de madera, hasta que se construyese uno estable y definitivo. Por este motivo se

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entendería el hecho de que no trabe el machón/jamba arriba mencionado con el paño exterior del parodos, la diferencia de módulo empleado, el singular tipo de la fábrica, etc. Por tanto, resulta evidente que el podium del scaenae frons se erigió en una etapa constructiva posterior, probablemente durante el reinado de Claudio I, al igual que la fachada trasera. Esta afirmación no sólo se basa en datos extraídos del análisis de la técnica constructiva sino que, además, posee una doble apoyatura: la que se deriva del estudio del grupo escultórico que allí estaba y la del análisis de los capiteles de las columnas. Para el primero de estos apartados, contamos con las investigaciones llevadas a cabo por Trillmich quien, siguiendo criterios estilísticos e iconográficos, aísla un grupo escultórico compuesto por dos esculturas con coraza militar, dos togados y otra que porta vestiduras de tipo Júpiter. Todas ellas son identificables como retratos y son paralelizables con los grupos de la familia real de Claudio localizados en el teatro de Cerveteri o los que se hallaron en el “Foro Vecchio” de Leptis Magna (Trillmich, 1992 [1993], 114-115). Dentro del grupo emeritense propone que las dos thoracatas gemelas representasen la pareja Británico-Nerón; también pertenece al conjunto un retrato muy deteriorado de Julia Agripina, adscribible al tipo “Veleia”, en el que aparece como emperatriz o, posiblemente, como Augusta, lo que no ocurrió sino a partir del año 50 d. C.. Igualmente reconoce en un togado, de tamaño mayor que el natural y de estilo algo más tosco que el resto del conjunto, una posible representación de Agripa, abuelo de la emperatriz, aunque no se puede descartar que perteneciese bien a un Augusto o, quizá, al propio Claudio (Trillmich, 1992 [1993], 115-116). En resumidas cuentas, parece claro que se trata de un conjunto de miembros de la extensa familia de los JulioClaudios, colocados allí durante el reinado de Claudio. Es muy probable que dicho grupo escultórico fuese donado por el emperador o, quizá, por la emperatriz Agripina, quien jugaba un importante papel en las provincias hispanas (Trillmich, 1992 [1993], 115), una vez que el podium quedase finalizado. Este hecho enlaza directamente con el siguiente argumento, que es el de la asignación cronológica de los capiteles de las columnas del frente escénico. Estos son de tipo corintio normal, cuyas hélices y volutas poseen un ligero resalte y el ábaco presenta esquinas fuertemente pronunciadas y sin decoración; los caulículos son gruesos y cortos. Todo esto, en opinión de De la Barrera, supone una innovación con respecto a modelos anteriores (1984, 85). En cuanto a la datación de estos capiteles, el mismo De la Barrera los sitúa entre mediados y fines de s. I d.C. y se decanta por una cronología flavia, de la década de los años 70 d.C.15.

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Como se puede comprobar, son muchas las evidencias que nos conducen a admitir que el edificio escénico se realiza en dos momentos: el primero hasta época de Claudio, con quien se erige el podio y se adorna con la galería escultórica familiar, y el segundo, que se centra en período flavio, quizá más específicamente domicianeo, que es cuando se concluye todo el cuerpo escénico con sus respectivas columnatas. Sin embargo, no podemos dejar de expresar la incógnita que se nos plantea en relación con el momento en que se le añaden las antas a las valvae hospitalia. No podemos precisar si fue en este momento o se realizó con Trajano la primera gran marmorización del conjunto, pero creemos que la adición de dichos avances a las valvas debe estar íntimamente unida con el placado en mármol del podium y con la nueva serie de esculturas de tipo idealizado: las thoracatas, la Ceres y el Plutón. Tampoco nos hallamos en situación de determinar con exactitud si es en este mismo período cuando se levantan los muros que delimitan los parascaenia. Fase 3. Una importante reforma se llevó a cabo durante el reinado de Trajano y esta fue la creación en la ima cavea de un sacrarium destinado al culto imperial. La existencia de dicho espacio fue rastreada por Trillmich a través de los restos fragmentarios de una inscripción procedente del teatro y publicada en su día por Mélida (1925, nº 714, 147), de la que dicho investigador halló nuevos y fundamentales trozos para completarla en los fondos del M.N.A.R.. De su nueva lectura y estudio extrajo rica información. En efecto, aunque ya se sabía que era de época de Trajano, descubrió que en ella se menciona el annus coloniae 130 y que se habla de un “sacrarium Larum et imaginum”, es decir, de culto imperial, dedicado por la Provincia. Tras esta lectura realizó la identificación de diversas piezas como pertenecientes al mencionado recinto. Entre ellas se hallaban restos del pluteus marmóreo que delimitaba el ambiente, unas pequeñas aras o pedestales (6 en total) con la inscripción AVG(ustis) SACR(um) así como una thymele decorada con guirnaldas, cuyo estilo es encuadrable entre el final de los Flavios y el período Trajaneo (Trillmich, 1989/1990; Ídem, 1992 [1993] 116117). Posteriormente, y a través del análisis de fotografías antiguas de la etapa de la excavación, descubrió el posible espacio en la parte baja del graderío por lo que procedió a realizar una pequeña excavación en el sector para confirmar tal extremo. Los resultados obtenidos ponen de manifiesto la existencia de un recinto cuadrangular en la parte central de la ima cavea, con cabecera semicircular adaptada al arco de la grada-, delimitado por un barandal de mármol cuyo surco de encaje se documenta en el pavimento de signinum del sacrarium. Es probable que poseyera en ambas esquinas del fondo una suerte de plintos en donde reposarían los pedestales con las representaciones de los lares. Igualmente propone que los

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frontales de los mencionados plintos estuviesen decorados con los relieves de armas estudiados por Salcedo Garcés (1983) (Trillmich, 1992 [1993], 116). Entre ambos plintos se dispondría la inscripción tratada al comienzo del párrafo (Trillmich, 1989/90, Lám. 11,2).

de mármoles blanco/azulados,. En algunas zonas puede comprobarse, sin género de duda, que esta nueva marmorización cubre las antiguas placas de tonos rosáceos que aún permanecían in situ, como ocurre en la unión de la exedra de la valva regia, por su lado oriental, con el avance de la puerta.

También en esta fase trajano-adrianea se realizarían importantes remodelaciones en el edificio escénico. Efectivamente, es en este momento cuando se le añaden los parascaenia. Estos se adosan parcialmente a los muros de fachada de los aditus. Están ejecutados en opus quadratum pero el módulo de los sillares es considerablemente mayor que el de las fachadas, se acerca mucho al cubitus, y el trabajo y el color de los bloques es diferente.

Del mismo período son los dos sofitos estudiados y publicados por Blanco Freijeiro (1982, 23-28). El primero muestra temas de entrelazados vegetales, diversos cables y motivos animales tales como aves afrontadas bebiendo de una crátera así como una pantera; en el otro conjunto se aprecian diversos sogueados así como elementos que casi podrían denominarse como arabescos y las trazas de la figura de una lechuza que mira hacia el espectador. Ambos están realizados sobre placas de mármol. Blanco se expresó así en cuanto a su estilo: “(...) tiene un sabor tan marcadamente tardío, dentro de la Antigüedad, que espontáneamente no vacilaríamos en atribuirlo al Bajo Imperio” (1982, 27). Con respecto a la cronología de estos sofitos las considera como pertenecientes a la restauración llevada a cabo por Constantino y sus hijos, entre los años 333 y 335, apoyándose en el dato epigráfico (Blanco, 1982, 28).

Otra de las innovaciones que se ejecutan es la de dotar a las valvae de antas y escalerillas, hecho que se evidencia por no trabar en absoluto con la fábrica de sillares anterior: la de las jambas. Fase 4. La siguiente gran acometida de obras y reformas parece que acontece durante el reinado de Constantino I y sus hijos, como ya se esbozó más arriba. Probablemente en este momento es cuando hay que situar la última reparación de la calle que bordea todo el teatro, lo que supone un recrecimiento de la cota general del pavimento. Esto provocó que los vomitorios de bajada directa a las gradas debieran compensarse mediante el añadido de dos o tres escalones más. Mientras, en los accesos a media y summa caveae, para evitar el nuevo desnivel fue necesario implantar un procedimiento de compensación basado en un sistema de escalones de bajada-rellano-escalones de subida. El nuevo desnivel se rellenó con una suerte de opus signinum, que llegó a cubrir alguno de los antiguos peldaños. Esta particularidad ya fue señalado en su día por Macías (1929, 90) y posteriormente por Álvarez Sáenz de Buruaga (1982, 310).

Por fin, la última gran reforma se lleva a cabo en época tardía -grosso modo- y consiste en la construcción de la uersura oriental del teatro. Su erección comporta la obliteración voluntaria del epígrafe broncíneo con la dedicatoria de Agripa, así como el cercenamiento de las cornisas que lo enmarcaban y la moldura de media caña de la puerta del aditus este. Su levantamiento comporta un importante cambio circulatorio en el conjunto teatroperistilo cuyo mejor exponente es la realización del nuevo paso que se realiza en el ángulo este del hemiciclo, donde se perfora todo el núcleo de opus caementicium y se reconduce el paso hasta esta nueva puerta mediante la construcción de un muro aparejado en opus africanum realizado con material reutilizado.

Sin embargo, las obras emprendidas en este período se centraron más en cuestiones de carácter decorativo, según se desprende del dato epigráfico (Mélida, 1925, nº 715, 147ss; Wickert, 1934) y de los hallazgos arqueológicos. En efecto, podemos identificar como perteneciente al período constantinianeo la última pavimentación de la orchestra, con mármoles de tono blanco/azulado; entre las losas se descubrieron dos reutilizadas que portaban inscripciones por la cara oculta y que estaban recortadas para encajar en las dimensiones del nuevo enlosado. En una de ellas se menciona al emperador Tiberio mientras que en otra aparece el nombre de un tal Cornelius, que fue flamen Iuliae Augustae (Mélida, 1925, nº 718?).

La característica más sobresaliente de la uersura es que está levantada casi en su mitad con opus testaceum. Este hecho constituye ya, por sí mismo, un dato de notabilísimo interés porque como se ha visto, este material cerámico es escasísimo en todo el monumento. Pero, además, dichos ladrillos son doblemente importantes porque en muchos casos portan sellos por su lecho de recibimiento, según se desprende de los hallazgos realizados in situ (Durán Cabello, 1995, en prensa). Estos ladrillos son rectangulares del patrón pedales/sesquipedales (lydion) y presentan un grosor que se aproxima en muchos casos al palmus, pero que suele ser inferior a este. Lo más característico de ellos son las estampillas que muestran. No se trata en ningún caso de

También de esta misma época son los nuevos chapados con que se embellece el podium, concretamente

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marcas con las típicas fórmulas en las que se hace referencia a la oficina, figlina o así, sino que aparecen tres letras que pueden o no estar separadas entre sí por interpunciones. Existe un sólo caso en el que aparecen cuatro letras. Las marcas que hemos hallado en los ladrillos insertos aún en la fábrica son: Q.V.P., L.LC.R y Q.A.S.. También hemos podido localizar piezas procedentes de las excavaciones de este sector del teatro, del mismo tipo, y que actualmente están custodiadas en el M.N.A.R. de Mérida, así como dos nuevas marcas: T.V.M. y L.SA. Todas ellas eran conocidas a través de los escritos de Mélida (1925, nº 717), pero las que hemos encontrado in situ eran inéditas por completo (Durán Cabello, 1995, [1998 a]; ídem, 1998 b). Así unas de las primeras tareas a la que procedimos fue a realizar una confrontación entre las marcas publicadas por Mélida y las que se pudieron reconocer tanto en el M.N.A.R. como en la uersura. Mélida recoge la marca H·C·R en una sola ocasión y nosotros creemos que debe ser asimilada con la que hemos recogido como L·LC·R·. También da a conocer estas Q·A·S y Q A·S así como una que no se ha podido documentar, que es S·A·Q. Con respecto al grupo de la marca Q·V·P, cita uno que tampoco ha podido ser localizado en la actualidad y es V·P. En este caso no sabemos si es una nueva marca o se trata de uno como los reseñados, pero roto. Algo similar sucede con la impronta T·V·M, de la que el autor recoge una en la que sólo aparece V M. Por último, habla de otras que no hemos podido encontrar en ninguno de los dos lugares y son: V S, V S T, V I I así como IS - AV. En principio parecía claro que se trata de tria nomina, aunque este hecho discordaba con la corriente que sostenía, hasta hace poco, la práctica ausencia de tria nomina para las fechas en que nos movemos. Si bien los hallazgos arqueológicos y los estudios realizados demuestran que este dato no siempre cierto ni tan siquiera en la propia Roma, puesto que es durante esta centuria cuando se pone en boga en la capital del Imperio la antigua costumbre romana de utilizar tria nomina. De esta moda conocemos incluso su nombre: exotismo y sabemos que tuvo un fuerte arraigo entre los personajes notables del mundo de la política y de las finanzas. En cuanto a los paralelos en el uso de tria nomina para estas fechas, conocemos tituli picti así como sellos anfóricos, datados todos ellos entre la segunda mitad del s. III y la primera mitad del s. IV d. C. (Durán Cabello, 1998, 162). El hecho de que en los sellos no se mencione a la officina o a la figlina, nos hace pensar que las iniciales deben corresponder a conditores y aboga a favor de este presupuesto el dato de que se encuentren escritos en letras capitales. Por tanto, si consideramos esta hipótesis de trabajo, el paso inmediato es indagar de quien o quienes se puede tratar. Como movimiento previo consideramos que

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la búsqueda debía realizarse entre la nómina de personajes de singular categoría social relacionados con la alta administración hispana o imperial de estos momentos. Sin embargo, no podemos olvidar que precisamente para estas fechas en Mérida, las refacciones de los edificios públicos no tienen nada que ver con los curiales, en general, ni con ediles, en particular, sino con la Administración Provincial y, especialmente, Vicarial, sobre todo a partir del reinado de Constantino (Durán Cabello, 1998, 163; Fuentes Domínguez, 1995). Como consecuencia de lo expuesto realizamos una investigación en los grandes repertorios epigráficos (CIL II y XV) y prosopográficos (PIR, I-IV; PRLE, I y II) cuyos resultados nos sorprendieron porque casualmente todas las marcas recogidas coincidían con un grupo de notables, de la segunda mitad del s. IV, estrechamente relacionados entre sí, encabezado por Quintus Aurelius Synmachus o Simmacus En efecto, Quintus Aurelius Simmacus debe corresponder con la marca Q.A.S.. Su relación con Lusitania es indiscutible (Arce, 1982) así como su influencia en la órbita cortesana sin olvidar que era el máximo representantes de la facción pagana senatorial en Roma (EAA, s. v. Simmachi). Su vida es bien conocida merced a sus famosas Epistulae así como los datos epigráficos que nos detallan su extenso cursus honorum. Del mismo sólo mencionaremos que entre los años 384 y 385 fue praefectus Urbis Romae, lo que le otorgaba el tratamiento de uir clarissimus; posteriormente, en el 391 fue consul ordinario y su currículo remata con el título de orator Dissertissimo (Jones, Martindale y Morris, 1971, 865-870). Este último honor nos pone sobre la pista de su excelente formación en retórica; conocemos también su gusto por la lectura así como por la edición de los ya entonces clásicos. Refrendando esta circunstancia son los personajes que pertenecían a su círculo más íntimo, entre los que figura una de los pedagogos más famosos de aquellos días: Tiberius Victor Minervius, con toda probabilidad el del sello T.V.M., que cuyos panegíricos y controversias eran celebradas como excelentes; de él sabemos que vivió hasta los 60 años y que entre sus distinguidos discípulos se encontraba el poeta Ausonio y a él mismo se le atribuye la educación del joven Simmacus (Jones, Martindale y Morris, 1971, 603-604; Durán Cabello, 1998, 164). Otro de los personajes que parecen corresponder a los tria nomina L·SA es Septimius Acyndinus, quien fue uir Clarissimus y uicarius Hispaniarum entre los años 317 y 326. Más tarde, en el 340 fue cónsul Ordinario. Además, sabemos que poseía una villa en Bauli y esta propiedad se la vendió a Símmaco. Sin embargo, cabe también la posibilidad, más remota en nuestra opinión, de que las siglas correspondiesen al personaje

Rosalía María Durán Cabello

nominado como Sallustius en las Epistulae. Fue el susodicho Sallustius un importante personaje ya que en el 387 fue praefectus Urbis Romae. Además hay que subrayar el hecho de era de origen hispano y que consecuencia de estas dos circunstancias le regaló a Símmaco cuatro cuadrigas (Ep., V, 56). En similar caso se encontraria un personaje también mencionado en las Epístolas, cuyo nombre era Stilico. Él fue comes et magíster utriusque militae (Ep.,V, 7) y quizá por esta cualidad proporcionó euectiones a Símmaco (Durán Cabello, 1998, 165).

sus participación económica en el proyecto (Durán Cabello, 1998, 166-167). De todo lo expuesto se infiere además que pese a ser monopolio imperial el negocio ladrillero, se encargaron en dichas figlinae los materiales para ejecutar la obra, que fue ejecutada con dinero de particulares. Respecto al marcaje con tria nomina, debe entenderse como una sistema de control interno dentro de la propia ladrillería, que le serviría para no confundir la producción oficial con la privada al tiempo que permitiría llevar el cómputo de los ladrillos pagados por cada particular. Al tratarse, por tanto, de un sistema de control interno dela officina, no hay que extrañarse el que no aparezcan las siglas de indicación del título de uir Clarissimus, ya que todo ello quedaría sobradamente explícito en un gran epígrafe dedicatorio que se alzaría en la uersura, del que, obviamente, no ha llegado ni un solo fragmento hasta nuestros días (Durán Cabello, 1998, 167-168).

De más difícil asignación es el caso del sello Q:V:P:. A algunas de estas iniciales responden importantes personajes hispanos que participaron de manera activa en la compra y traslado de caballos en Lusitania para su posterior envío a la Urbs. Podría tratarse de Petronius, que fue uicarius de la diocesis Hispaniarum, y a quien Símmaco escribió pidiéndole recomendaciones para obtener los permisos de traslado de los caballos (Ep. VII, 105 y 106; Durán Cabello, 1998, 165).

II.4.3. Síntesis cronológica del monumento. Tras la marca L.LC.R podría encontrarse algún miembro de la familia hispana de los Laudacios, quienes eran muy famosos por sus yeguadas. De hecho, Símmaco, pide a Euphrasius, quien residía en Hispania y, además, tenía categoría de uir Clarissimus, que elija, reserve y envíe por mar cuatro cuadrigas de dichas yeguadas (Ep., IV, 60). Sin embargo, tampoco podemos descartar que se trate del tal Longinianus, a quien escribe Símmaco agradeciéndole las cartas de recomendación que le facilitó (Arce, 1982, 141). Sobre esto último, queremos subrayar que, es harto significativo el hecho de que el prefecto de Roma tenga que pedir recomendaciones en Hispania para llevar a cabo su transacción, pues pone de manifiesto un inequívoco clima político hostil a su persona y a cuanto representaba (Durán Cabello, 1998, 165).

A modo de resumen expondremos en cuatro líneas cómo se desarrolla a lo largo del tiempo el edificio teatral. El edificio debió inaugurarse sin concluir en la fecha que se extrae de los famosos epígrafes en los que se menciona a Agripa en su tercer consulado y en su tercera potestad tribunicia, la clásica del 16-15 a.C. El segundo hito temporal vendría marcado por la finalización del hemiciclo y el comienzo del frente escénico hasta el remate de su podium, con sus inscripciones en la parte superior del mismo -como en el odeón-teatro de Aphrodisias (Isler, 1994, vol. III, 431432)- y la dotación de un amplio repertorio escultórico de carácter propagandístico, representante de la familia del emperador Claudio y que se realiza durante su reinado.

Por tanto, la reforma del teatro que se realizó a fines del s. IV fue obra de Q. Aurelius Simmacus, sus amigos así como personas notables, de origen hispano o residentes en Hispania, que le fueron favorables en todo el asunto relacionado con la compra de caballos para realizar los juegos de celebración del acceso de su hijo, el joven Símmaco, a la praetura. Así pues, Quintus Aurelius Simmacus y el referido grupo, en agradecimiento la Prouincia y al uicarius Hispaniarum, en su capital, realizaron un acto de evergetismo en el teatro: le dotaron de uersurae, de las que carecía. Pero para afrontar este terrible gasto, ya que no sólo era la construcción de los ambientes como tales, sino el desmantelamiento de parte de la fachada en el inicio del tramo semicircular así como la perforación de los nuevos pasos a través del núcleo cementicio, es muy probable que recurriese a sus más íntimos amigos de la élite senatorial pagana para recabar

La tercera gran etapa está marcada por la finalización del frente escénico, que según se desprende del análisis de sus capiteles, pudo realizarse entre el final de la época julio-claudia y el período flavio. La era trajanea también dejó su huella indeleble en el teatro. Durante este período se transformó el sector central de la parte más baja del graderío para instalar en ella un sacrarium destinado a rendir culto imperial. También ahora se dotó al teatro con parascaenia de los que carecíay se remodeló el frons scaenae con la adición de antas y escalerillas en sus puertas. Otro importante hito lo constituye la era de Constantino I y sus hijos, de la que, además de contar con datos arqueológicos, poseemos fehaciente información

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El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita

epigráfica. En este período se repara por última vez la calle que va rodeando al teatro. Esta mejora supone la realización de una serie de desmañadas reformas en los vomitorios debidas al recrecimiento de la cota inicial del pavimento. También pertenecen a esta época los dos sofitos con temas de cables y sogueados cuyo estilo, según opinión de los especialistas, es claramente tardío.

opuesto del hemiciclo, pero nunca se concluyó. La prueba incontestable de este intento lo constituye el corredor abandonado que perforó parcialmente el núcleo cementicio por esa zona y la separación voluntaria entre el paso a la cripta occidental y el primer vomitorio de acceso a media y summa caveae, con el levantamiento de un muro realizado en opus incertum.

Por último, en época tardía, quizá a fines del s. IV, se realiza la última gran obra en el edificio, una reforma que supone un cambio radical en el sistema de circulación interna del conjunto teatro-peristilo: la uersura oriental. Por esta causa se debe abrir un nuevo acceso a través del núcleo de opus caementicium hacia el parodos este y, además, se reconduce la circulación hasta la nueva puerta separándola de la entrada a la cripta mediante la creación de un muro aparejado en opus africanum. Poseemos, también indicios de que se intentó realizar una obra similar en el extremo

A partir de esta época, el edificio languidece albergando primeramente zonas de habitación subsidiarias, especialmente en la zona del pórtico del peristilo, para convertirse posteriormente en cantera de nuevas construcciones. Posteriormente se transformó en un predio de cultivo en tiempos de Bernabé Moreno de Vargas y, más tarde, incluso, ejerció las funciones de coso taurino. Finalmente devino vertedero de la villa hasta el momento en que fue rescatado por sus redescubridores D. José Ramón Mélida y D. Maximiliano Macías.

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Rosalía María Durán Cabello NOTAS AL PIE

10De esta manera figura en la traducción que manejamos, realizada por la Drª Andreu (1973, 8).

1La edición que manejamos es una traducción de la Drª. Dª. Carmen Andreu, de la Universidad Complutense de Madrid, y revisada por el Dr. Arquitecto, D. Fernando Higueras. Está editada por Ediciones de Arte y Bibliofilia, en Madrid, en 1973. La traducción está basada en la edición latina de Valentius Rose, Leipzig, 1899, de la Bibliotheca Scriptorum Graecorum et Romanorum Teubneriana.

11Una diferencia tan significativa de los porcentajes puede ser debida a lo reducido del muestreo tomado en MER.1.6f, donde sólo se han podido considerar 14 elementos, por lo que los resultados pueden estar algo distorsionados. Además, no podemos olvidar que, dada la distancia entre ambos puntos, dicha diferencia nos está revelando el trabajo de dos grupos de canteros y estructores distintos, que trabajan a la par.

2De estas del lado oriental sólo queda testimonio de ellas en las fotografías del monumento realizadas en los años inmediatamente anteriores a la restauración dirigida por Menéndez-Pidal.

12Así la designa Paniagua (1993, 76) quien la define como la surgida por “la intersección de dos cañones formando ángulo, pero donde se suprimen las partes superiores de la intersección, originando una bóveda con aristas entrantes y plementos triangulares curvos (...) los arcos que originan sus aristas pueden ser rebajados, de medio punto o apuntados”.

3Cucarda es un martillo de boca ancha y cubierta con puntas de diamante, con que los canteros rematan ciertas obras de sillería (Diccionario de la R.A.L.E., 1992, s.v.; Bassegoda Musté, 1972, C1). Y bujarda es un martillo de dos bocas, cubiertas de dientes, usado en cantería (Diccionario de la R.A.L.E.,1992, s. v.; Paniagua, 1993, 78). El resultado de la aplicación de estos no difiere de forma considerable, de ahí que lo apliquemos casi indistintamente.

13Esta denominación la tomamos del famoso arquitecto renacentista Vandelvira, cuya obra ha sido recientemente revisada por Palacios (1990). Define las decendas como arcos o techos abovedados, cuyo eje de revolución se encuentra inclinado con respecto al plano horizontal y cuyas superficies se hallan cortadas, a su vez, por otros dos planos. En definitiva, se trata de arcos o bóvedas que ponen en contacto dos zonas que están en distintas cotas (Palacios, 1990, 75 ss.).

4Escoda es un martillo con corte en los dos lados, que sirve para labrar piedras y picar paredes (Diccionario de la R.A.L.E., 1992, s. v.; Paniagua, 1993, 148), aunque también sirve para vaciar las molduras de perfil cóncavo (Madariaga, 1970, s. v.).

14También en este caso seguimos a Vandelvira. El método de los “robos” consiste en hacer un patrón por testa de cada dovela así como otro patrón que corresponda a su proyección horizontal. El primero de estos dos patrones es un rectángulo en el que se inscribe la forma de la dovela. Dicho rectángulo define la cara superior del bloque que se desea trabajar. Sobre ese sillar se procede a calcar la silueta de la dovela, normalmente con una rodela, y, acto seguido, se pueden descantillar los triángulos esquineros sobrantes pero trabajando la piedra en vertical. Así, se obtiene una dovela tan larga como se desee. Con el otro patrón mencionado al principio, se logra delimitar con exactitud su longitud (Palacios, 1990, 19-20).

5Llamamos creces a lo que Bassegoda Musté (1972, C-1, fig.2) describe del proceso de talla: “Para la labra, se empieza por cortar fajas contiguas a las aristas en el bloque desbastado, dejando creces en las caras”. Así pues, son las superficies naturales del bloque que quedan tras acometer la desbastación del mismo. 6Según Madariaga (1970) con este nombre se designa al peldaño que forma el reborde de un descansillo. 7Cfr. nuestras láminas. 42,43 y 44 con Gómez de Terreros, 1993, 121.

15Esta fecha ha sido propuesta por De la Barrera en el marco de las investigaciones realizadas para su Tesis Doctoral, defendida en 1994, cuyo título es “La decoración arquitectónica de los Foros de Augusta Emerita”; que permanece inédita. Agradecemos al autor el habernos proporcionado este dato para nuestra Tesis.

8Este autor se ha ocupado del teatro romano como organismo arquitectónico desde 1972, año en que realizó la tesis sobre este sujeto, centrado geográficamente en Italia y en Sicilia. De él son especialmente útiles las obras de 1982, (A.N.R.W., II, 12-1, 343441) y la de 1985 (“Le dessin d’architecture dans les sociétés antiques”, 213-229). 9Gros ha realizado un considerable número de trabajos dedicados, especialmente, a Vitruvio; destacamos de 1973 (MÉFRA, 85, 137 ss.), de 1975 (Latomus, 34, 986 ss.); de 1976 (MÉFRA, 99, 669 ss.) y (BEFAR, 231) y, por último de 1985 (“Le dessin d’architecture dans les sociétés antiques”, 231-253).

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El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita

CUADRO 1. GRUPOS DE TRABAJO EN EL TEATRO PUNTO MER.1.1 MER.1.2 MER.1.5 MER.1.6F MER.1.6I MER.1.7 MER.1.8 MER.1.10 MER.1.11 MER.1.12 MER.1.13 MER.1.14 MER.1.15 MER.1.16 MER.1.17 MER.1.18 MER.1.19 MER.1.20. MER.1.21 MER.1.22 MER.1.23 MER.1.24 MER.1.25 MER.1.26 MER.1.27 MER.1.28 MER.1.29 MER.1.30 MER.1.33 MER.1.39

MODULO P/PP PM/PI PM/PI P/PP PP/P PP C C C/PP PP PP C C C/PP(I) C/PP(I) C C/PP PP/B PP PP I C C/PP C/PP C P P/PP C PM/PI PM/PI

ALMOHADILLADO R MIXTO N - AB MIXTO N - AB N-R MIXTO N - R SIN MIXTO AB - B R (INT.: SIN) MIXTO AB - B R (INT.: SIN) MIXTO AB - N R (INT.: SIN) MIXTO B-N-R R (INT.: SIN) MIXTO AB - N AB (INT.: SIN) MIXTO AB - N N MIXTO AB - N MIX. N-AB (I: SIN) MIXTO SIN - B AB (INT.: SIN) MIX. AB-B-R N (INT.: SIN) MIXTO SIN - N MIX. N-SIN-R MIXTO N - R N-R SIN SIN

ABREVIATURAS P = pes Pm = pes monumentalis Pi = pes italicus Pp = palmipes C = cubitus I = irregular Sin = liso Ab = abrupto B = abombado N = natural R = rústico Int = interior del vomitorio Subrayado: lo que predomina.

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CUADRILLA C-1 C-1 C-1 C-2 C-2 C-2/C-3 C-3 C-3 C-3/C-4 C-4 C-4 C-5 C-5 C-5 C-6 C-6 C-6/C-7 C-7 C-7 C-7 C-10 C-8 C-8 C-9 C-9 C-2/C-9 C-2 C-2 C-1 C-1

CAPITULO III. ESTUDIO ANALITICO-DESCRIPTIVO DEL ANFITEATRO

Rosalía María Durán Cabello

III.1. DESCRIPCIÓN GENERAL DEL ANFITEATRO

claramente en las entradas al edificio: por el lado este se llega al imum maenianum a pie llano mientras que en el flanco de poniente es necesario subir dos tramos de escalera para alcanzar la misma praecinctio. No obstante, por el exterior la diferencia de cota no es tan importante y no hubo que realizar escalinatas para poner en contacto uno y otro lado del monumento como hemos visto que ocurría en el vecino teatro.

III.1.1. Localización del edificio. El anfiteatro se sitúa inmediatamente al este del teatro (Fig. 1). Al igual que aquél, se aprovecha parcialmente de la topografía del solar. Así, la media elipse oriental se apoya directamente en la loma de una colina que buza en dirección este/oeste. También aquí el edificio se ve afectado por las estribaciones de una colina que buza hacia el norte y sobre cuya ladera se asienta el teatro. El eje mayor, por lo antes dicho, también discurre en sentido sur/norte, encajado literalmente en el terreno. Mientras, el tercio suroeste del anfiteatro se halla apoyado sobre el terreno natural con idéntica inclinación hacia el septentrión. Es, por tanto, el sector centro y noroeste del edificio el que se encuentra construido completamente exento. Estas características topográficas influyen decisivamente en los modos, sistemas y soluciones constructivas que se aplican en cada zona del anfiteatro.

El edificio consta, como el teatro, de 16 puertas practicables, que pueden agruparse de dos maneras: a) Atendiendo a su rango: tenemos que la construcción cuenta con tres (3) accesos principales: los que se hallan en los extremos del eje longitudinal y la entrada monumental del oeste, y trece (13) de segundo orden. Entre estos últimos se encuentra el vomitorium homónimo al principal del lado occidental, que no presenta tratamiento monumental como el otro. b) Tomando como elemento definidor el destino de los vomitoria. El resultado es casi igual que el precedente. Efectivamente, de los dieciséis pasos tan sólo tres no conducen al imum maenianum; así los dos grandes portones del eje longitudinal conducen directamente a la harena mientras que el pequeño eje transversal, por el lado oeste, guía hacia un pequeño portillo que, igualmente, brindaría paso a la arena y cuya misión principal sería la de ganar la tribuna que se hallaba en la zona inmediatamente superior. El resto de las puertas conducían todas -de manera más o menos directa, mediante escalinatas o a pie llano- al graderío inferior pero, al mismo tiempo, y gracias a la presencia de pasillos y escaleras secundarios facilitaban el paso a medium et summum maeniana.

Al acometer el estudio del anfiteatro, vemos que para este edificio no contamos con ninguna recomendación constructiva transmitida por Vitruvio, ya que no hace mención alguna del edificio en su tratado aunque sí de los juegos gladiatorios. El monumento emeritense se encuentra en estrecha vecindad con el teatro. Efectivamente, se hallan separados por una calle -de apenas una decena de metros en la zona de la uersura- y expresamente imbricados mediante otra calle, transversal, que va desde la portada principal del anfiteatro hasta la posescena y el peristilo, salvando el desnivel existente con una escalinata. También se encuentra materialmente unido a la muralla de la colonia a su paso por lado suroriental de la ciudad.

El anfiteatro posee como elemento definidor la harena. Es esta la heredera directa de los espacios públicos donde tenían lugar los juegos gladiatorios. Vitruvio al hablar de los munera y de cómo éstos tenían lugar en la plaza pública de cada ciudad (De Arch., V, 1, 2), especifica que en las ciudades itálicas, a diferencia con las griegas, los foros son espacios rectangulares y alargados con proporciones de 3/2, lo que hace ver a Golvin la relación del espacio de la antigua arena de los anfiteatros menos evolucionados (Golvin, 1988, 304/305). En el caso emeritense la arena es elipsoidal y posee unas proporciones de 64’5 m. en el eje mayor, o longitudinal, por 41’2 m. en el menor, o transversal, por lo que su proporción es de casi 3/2, concretamente de 1’56. Está delimitada por el podium, un muro continuo que sólo presenta dos grandes vanos en los extremos del eje longitudinal, de 4’18 m. de luz. También se interrumpe para dar salida a las carceres, o espacios adyacentes a las puertas del gran eje. Sus dimensiones son de 2’05 m. de anchura. Igualmente, el podium queda abierto por las dos

III.1.2. El anfiteatro. El anfiteatro es del grupo de los que se apoyan parcialmente en colina (Fig. 3; lám. 106), como el prototipo nº 3 de la clasificación de Golvin (Golvin, 1988, p. 407). Es un modelo intermedio entre los que se construyen a base de dos medias coronas elipsoidales rellenas, o de relleno continuo si seguimos la definición de Golvin, y aquellos que se recrecen mediante arcos y bóvedas. Así comprobamos que el monumento emeritense se halla a medio camino de estos, ya que la mayor parte de su graderío se apoya sobre un relleno artificial de tierra, contenido por muros que forman una suerte de cuñas o cajones (Golvin, 1988, p.109 y ss.). El anfiteatro, al estar asentado en el costado de una colina, muestra gran desnivel en la cota de sus accesos entre el lado oriental y el occidental. Esto se comprueba

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El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita

puertas que daban acceso al posible Nemeseion y a la tribuna oriental ubicada sobre él. Estas miden: 0’86 m. y 0’58 m., respectivamente. Al menos debía haber otro lugar de paso similar a estos en el lado oeste, que pondría en contacto la harena con el palco occidental, pero dado lo arruinado del monumento en esta zona no se puede precisar más. Tenemos noticia por Mélida de que en el sector suroeste del podium se abría un reducido espacio de planta cuadrangular cuyas dimensiones son 3’10 m. de fondo por 2’05 de ancho. Plantea como posible función que se trate de un lugar de refugio contra las fieras para los operarios del anfiteatro. Sólo se refiere a este espacio en el Catálogo Monumental de España. Provincia de Badajoz (1925, t. I, nº 738, p. 166 y t. III., Lám. LXXIII, fig. 107, y Lám. LXXIV, fig. 108). En la actualidad, tras la restauración no es visible. La harena presenta diversas estructuras en su subsuelo, o fossa. Encontramos en ella, a simple vista, un gran espacio estrecho y alargado que atraviesa de lado a lado el anfiteatro, siguiendo el eje mayor, que en su parte central aparece considerablemente ampliado por la intersección de un área cuadrangular de gran tamaño. Conectadas con esta fosa se localizan tres amplias conducciones. Dos de ellas se sitúan alineadas con el eje longitudinal y la tercera con el brazo occidental del eje transversal. Esta última es la que mejor se conoce y sabemos que su función era de desagüe, ya que desemboca en la cloaca que transcurre entre el postscaenium del teatro y el peristylium. Debemos señalar que tras un examen más minucioso de todo el conjunto, se hallan los restos -muy alterados- de un espacio de planta rectangular en el que se inscribían gran parte del ambiente rectangular alargado antes mencionado, aunque desconocemos su desarrollo en la parte central de la elipse ya que pudo ser destruido por la excavación del área cuadrangular (Bendala y Durán, 1995, 250-251). Otro de los elementos definidores del anfiteatro es, como en el caso del teatro, el graderío. En este caso, al igual que sucedía en el teatro, también se divide en tres grandes sectores, denominados maeniana. En el monumento emeritense, la parte mejor conservada es la inferior, o imum, en la que se instalaron 12 hileras de localidades, si contamos la fila de sillas móviles que se instalaría sobre el podium. El cómputo de gradas de los otros dos maeniana es mucho más complicado de realizar, habida cuenta del estado ruinoso de dichos maeniana, especialmente en la zona correspondiente al summum. Por esta causa, las cifras dadas por los distintos estudiosos deben tomarse con cierta reserva; así Mélida dice que sólo reconoce un frogón de hormigón en el que se contabilizan seis gradas y algunos trozos caídos, para a reglón seguido declarar que la zona media poseía 11 filas al igual que el imum y, según él, también el summum maenianum (1919, 23). Por su parte Golvin, contabiliza un total de 11 filas

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para el primer maenianum -cifra en la que incluye la línea de asientos instalada sobre el podium- y 11 gradas para cada uno de los restantes sectores; el basa todos sus cálculos en el plano proporcionado por Mélida (1988, 109-110). Nosotros hemos contabilizado sobre el terreno 8 gradas para el segundo maenianum a la vista de la restitución hecha por Menéndez-Pidal, que la ejecutó tras un pormenorizado estudio de la parte mejor conservada de la cavea inferior (1955, 292). Con respecto al summum, no se documentaron los suficientes restos como para poder realizar una reconstrucción, ya que sólo quedaban algunos frogones dispersos como resultas de las voladuras practicadas en el monumento (Mélida, 1919, 11). A título de hipótesis, podemos suponer que también tuviera 8 gradas como el sector precedente. Cada maenianum se encontraba, a su vez, subdividido en varias secciones por la presencia de scalaria. En el imum maenianum es muy probable que hubiese catorce cunei, servidos por dieciséis escalerillas1. En el medium maenianum habría un total de dieciocho cunei y veinte scalaria. Por último, el summum maenianum, es posible que tuviera treinta y cuatro cunei y treinta y seis scalae. El acceso a cada una de las partes del graderío se realizaba de distinta manera, dependiendo de la puerta de edificio que se tratara y si se ubicaba -grosso modo- en la mitad este o en la oeste. Así, dado el desnivel existente entre una y otra, en la parte levantina, se llegaba a pie llano a la praecinctio que reúne los distintos cunei del imum maenianum, mientras que en el lado poniente, más concretamente en la zona central, el imum se ganaba tras subir escaleras de dos tramos. Sin embargo, debemos subrayar que el sistema de circulación interna del edificio era muy similar al del teatro. Así, el acceso al graderío inferior siempre se realizaba de manera directa, mientras que para tomar plaza en los pisos superiores, era necesario utilizar vomitoria secundarios2 y subir escaleras, inevitablemente. Los vomitoria presentan un aspecto muy homogéneo por el exterior y ciertas variaciones -por lo arriba explicado- en su interior. Así, en fachada, todos ofrecían un arco de medio punto rebajado flanqueado por pilastras sugeridas por los almohadillados de los bloques y rematados en la parte superior con una sencilla moldura. Una vez que se atraviesa el umbral el espectador se encuentra ante dos opciones: a) si continúa en línea recta por este corredor accede al imum maenianum. b) La otra posiabilidad es tomar el camino de una de las dos puertas que se abren, inmediatamente, a uno y otro lado del pasillo central, que dan paso a escaleras de tres tramos rectos con descansillos de cuarto de vuelta, que

Rosalía María Durán Cabello

desembocan en un corredor gemelo al de la planta inferior y que conduce a la praecinctio y, desde allí, tomar plaza en el medium maenianum o continuar por los sistemas de scalaria del graderío para llegar hasta al summum.

escaleras de tres tramos rectos con dos descansillos de cuarto de vuelta, como hemos visto anteriormente. El otro camino se abre a la izquierda, o derecha del espectador depende de la puerta que se elija- y consiste en un pasillo que desemboca en la praecinctio de la cavea baja.

Para comprender mejor el desarrollo de los vomitorios dependiendo de su ubicación, haremos un recorrido en el que tomaremos como punto de partida la puerta principal del anfiteatro3. Observamos que ésta posee, lógicamente, un tratamiento especial que se refleja en sus dimensiones, sensiblemente mayores que las de las otras puertas excepto las del eje longitudinal, así como por la presencia de un pavimento de losas de granito a todo lo largo del pasillo. Se distingue, también, del resto en que el acceso directo al graderío inferior está restringido ya que en esta zona se ubica uno de los dos tribunales del monumento, concretamente el de las autoridades (puluinar o suggestum). Por lo que, a través de él, sólo se puede acceder a la ima cavea por las escaleras de los vomitorios secundarios.

En el lado sureste de la gran puerta meridional y parcialmente trabada con el anfiteatro, aparecen los restos de una gran estructura de planta cuadrangular aunque adaptada a la curva del edificio. Es de considerables dimensiones, ya que mide 7’40 m. de largo por 0’90 m. de ancho y conserva una altura de 0’60 m.. Frente a ella, un poco en diagonal, aparece otra estructura de dimensiones similares aunque conserva una altura mucho mayor: 4’30 m. por 7’65 de longitud y ca. 3 m. de profundidad. El tipo constructivo de ambas -claramente relacionadas una con otra- es muy similar: basamento de sillares y recrecimiento de opus testaceum.

Siguiendo por la empinada platea -cuyo enlosado ha desaparecido casi por completo-, se abre una nueva entrada que brinda el paso al graderío inferior a pie llano, es el V. 4. Poco después, está la gran entrada meridional del eje longitudinal.

Volviendo al interior del vomitorio, al final del pasillo, ya en las inmediaciones de la harena, se abrían a uno y otro lado sendas carceres. A pesar de estar bastante arruinadas se pudieron reconstruir gracias al estudio de sus restos y a la mejor conservación que ofrecían las ubicadas en el gran acceso norte. Presentan planta trapezoidal, subdividida en dos espacios: uno muy reducido, que bien pudo ser una especie de comedero, y el mayor, en el que se reconocía la existencia de un pequeño banco corrido. Se comunicaba con el pasillo a través de una pequeña puerta y de una oquedad que permitiría -si se admitimos que este lado funcionó como comedero- echar el alimento a las fieras. Dichas carceres abrían a la harena mediante un espacio adintelado -rematado con la cornisa del podium- de poco más de un metro de altura, que cerraba con una verja metálica de la que quedan en el umbral huellas del sistema de anclaje y cerramiento.

El gran acceso sur, a pesar de estar muy reconstruido, conserva los suficientes vestigios para mostrar lo monumental de su tratamiento. Efectivamente, sus dimensiones son mucho mayores que las de la portada occidental; posee aún gran parte de sus robustas esquinas y evidencia que está materialmente excavada en la ladera descendente de la colina, por lo que hay que bajar unas escalerillas para acceder al corredor. Dicho corredor ofrece una fuerte pendiente hasta llegar a la altura de la harena, donde se nivela el plano por completo. Al igual que ocurría con la puerta principal oeste, aquí sólo se puede acceder a la parte baja de las gradas a través de los vomitorios secundarios. Estos comunican con el pasillo mediante dos o tres escalones con forma de cuña para guardar la estabilidad y salvar el notable desnivel. Tras rebasar los escalones mencionados, aparece un espacio distribuidor de planta cuadrangular que muestra dos vías: una, afrontada a los escalones susodichos, que es la que conduce a medium et summum maeniana mediante

Continuando con nuestro recorrido por la fachada este del anfiteatro, observamos que los dos vomitorios siguientes al gran eje, V. 6 y V. 7, son de lo mejor conservado del edificio. Presentan, como todos los del lado oriental, acceso directo y llano al imum maenianum. Destaca de estos dos el V. 7, que conserva todo el arco de granito de la entrada y casi la altura total -en ciertos puntos- de la bóveda de cañón que cubre el corredor. En general, se distinguen de los restantes por conservar, en ciertos casos, completas las bóvedas de cubrición de los primeros tramos de los subvomitorios. También sorprende al visitante la altura que conservan los muros de las cajas de las escaleras de acceso a medium y summum, ciertamente considerable. Efectivamente, en la parte correspondiente al segundo descansillo de cuarto de vuelta, se aprecian con nitidez los vanos abocinados de las ventanas que proporcionaban luz y ventilación a dichas escaleras. Los restos de ellas nos indican que apenas eran discernibles en fachada y se verían como simples saeteras.

Continuando el recorrido hacia el sur, los siguientes vomitorios, dos, conservan aún parte de las escaleras que conducían al imum, siendo el desnivel más notable en el paso más próximo a la puerta principal. Entre este vomitorium y el siguiente aparece adosado a la fachada un canal de mampostería revestido con opus signinum que se pierde en curva hacia un desagüe practicado entre la puerta principal del anfiteatro y el ángulo noreste del uersura del teatro.

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El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita

El siguiente acceso muestra idénticas características que los anteriores, aunque su estado de conservación no es tan bueno ya que presenta su parte más meridional bastante desmontada. Conserva, sin embargo, en excelente estado el umbral de la puerta en el que se encuentra -aún hoy día- parte del gozne metálico de la puerta o verja de cerramiento; el umbral, de plan rectangular, está tallado en losa granítica y muestra las acanaladuras de uso de la puerta; además conserva el remate en cuarto de caña que lo recorría por tres de sus lados. Otro elemento diferenciador que debemos destacar es la presencia de escaloncillos para pasar del corredor principal a los secundarios. También hay que subrayar que a partir de este vomitorio y hasta casi el V. 13 (el otro acceso del eje longitudinal), los tramos de escalera son más cortos y menos empinados que los anteriormente descritos para los otros subvomitorios. A partir de este punto, nos encontramos con la zona de unión entre muralla y anfiteatro. Efectivamente, continuando hacia el norte nos encontramos ante V. 9. Esta es la entrada que, a simple vista, parece estar cegada por la presencia de la muralla y ha sido objeto de largas discusiones. Como se ha demostrado y se explicará más adelante, esto jamás fue así. Prueba de ello es que el vomitorio posee un pavimento de cal que tiene la misma cota que la muralla en el tramo correspondiente con la luz de la entrada (Bendala y Durán, 1995, 256, lám. VIII,1 y 2). Su estado de conservación es muy malo, especialmente su zona sur. Se aprecia, con respecto a los anteriores, que pese a repetir las mismas características, el tratamiento de las puertas de acceso a los vomitorios secundarios está mucho menos cuidado. No se documenta la presencia de escaloncillos en la entrada a los vomitorios secundarios para salvar la leve diferencia de cota entre pasillo y subvomitorio. El recorrido hacia el norte debe hacerse extramuros, por la presencia de la muralla, como se ha mencionado más arriba. El siguiente paso es el que corresponde al V. 10. Está prácticamente arrasado hasta el nivel del pavimento en la zona de la puerta propiamente dicha. A partir de él la muralla se separa y unos cuantos metros más allá muestra los restos de lo que fue una pequeña puerta o portillo. El acceso al anfiteatro por este punto también podría realizarse sin tener que bordear la muralla por el exterior, esto sucede si el visitante sigue el sentido nordeste/sureste. Efectivamente, delante del V. 11 se localiza una platea realizada con grandes losas graníticas que acaban en una suerte de machón cuadrangular, también hecho con sillares, que señala el portillo antes mencionado. Así, desde V. 11 a V. 10 se podía llegar atravesando un angosto pasaje encajonado entre la muralla y el propio anfiteatro, nivelado con la cota de la platea. El V. 11 se encuentra casi por completo destruido. Su esquina meridional apenas si sobresale del suelo. Sólo

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conserva un fragmento del umbral de la puerta, aún in situ, y semejante a los documentados en otras puertas del anfiteatro. Conserva, también, restos de un posible enlosado cerámico, cuyos vestigios son realmente reducidos y para el que no hemos encontrado paralelos en otros puntos del edificio. El último vomitorio antes de llegar a la gran puerta norte, también se halla bastante derruido en la zona de los ángulos. De hecho, casi todo el tramo de fachada del anfiteatro entre V. 11 y V. 12 ha desaparecido. Presenta las mismas características que los anteriores y conserva, como en casos precedentes, parte del umbral in situ y otra parte removida. Los subvomitorios también están muy arruinados. El V. 13 es el acceso norte del eje longitudinal. Se conserva en mejor estado que su frontero meridional, por lo que presenta muy pocas restauraciones, y posee idénticas características. Como notas diferenciadoras, debemos reseñar que en este nunca se documentó la presencia de escalones para salvar la pendiente y llegar a la harena, contrastando con lo que sucede en el extremo opuesto4. También debemos reseñar que los muros que delimitan el pasillo central conservan prácticamente toda su altura y el arco fajón granítico también sobrevivió hasta nuestros días. Gracias a que esta zona del edificio ha llegado bastante intacta a la actualidad, aporta gran cantidad de información. Así, las carceres aunque habían perdido las bóvedas de cubrición, revelaban una planta rectangular dividida en dos espacios. El menor, se encontraba inmediato a las pequeñísimas puertas que las comunicaban con el pasillo y su longitud se desarrollaba en dirección a la arena; era estrecho y corto y por la zona de la puerta formaba casi un todo con el ambiente mayor. Además, este espacio comunicaba con el pasillo central a través de una especie de oquedad semicircular tallada en el bloque que podría permitir dar de comer a las bestias sin el menor riesgo, ya que hemos de suponer que debían estar allí algún tiempo hasta el momento en que se celebrasen los juegos. Contiguo a este espacio se desarrolla la habitación mayor, de planta trapezoidal, que conserva aún los vestigios de un banco corrido, adosado a la pared, que recorría al menos el muro colindante con el núcleo del graderío y así como el del fondo. Hay que hacer una mención especial de los subvomitorios de V. 13, especialmente del oriental que se halla en inmejorables condiciones. Gracias a su estado de conservación ha proporcionado importantes datos para la reconstrucción de sus homónimos. Este, como aquellos, posee varios escalones para salvar el desnivel entre la pendiente del pasillo y el plano del umbral. Una vez traspasado este, se abre un pequeño distribuidor de planta cuadrada que brinda paso al imum maenianum, tomando el pasillo meridional, o a medium y summum, si se sigue

Rosalía María Durán Cabello

por él de frente. Uno de los múltiples datos que nos proporciona este pasillo es el de la afluencia de público hacia uno u otro sector. Este hecho queda documentado en el grado de desgaste y reparaciones que muestran las escaleras de acceso a medium et summum maeniana mientras que en los escalones del corredor que lleva a la parte baja del graderío este hecho no se manifiesta de tal manera. La explicación hay que buscarla en que el pasillo que conduce al imum sirve a un público más restringido: el de la tribuna ubicada sobre el gran arco que desemboca en la harena así como a unos cunei mucho más reducidos que los otros dada la presencia del vano del corredor. Este tema se retomará más adelante.

mismo, en este caso vemos que entre un vomitorio secundario y otro, se desarrolla un enlosado granítico que sirve de acera mientras que en el caso anterior todo el suelo es de tierra apisonada, como en todos los vomitorios del anfiteatro5. Las escaleras de este acceso presentan tres tramos con dos descansillos antes de llegar a la praecinctio. Los subvomitorios de V. 15 y V. 16 se encuentran en excelente estado ya que conservan, en la mayoría de los casos, el arranque de la bóveda de cañón latericia que los cubría, según se constata en el tramo inicial. El buen estado de conservación se refleja, también, en la altura de la infraestructura del sector alto del edificio que aún resiste en pie, en todo el tramo que va desde V. 15 a V. 16. Efectivamente, desde la fachada se aprecia con claridad el complejo sistema de muros radiales y “concéntricos” a la harena, perfectamente trabados entre sí, formando un sistema reticular -que está compuesto por una serie de espacios que recuerdan alvéolos o células- donde reposaban los frogones de las gradas superiores y proporcionaban lugar donde ubicar las cajas de las escaleras de subida a aquellas.

El tramo que discurre entre el V. 13 y el V. 15 es el más arruinado de todo el anfiteatro. Efectivamente, en este punto la fachada sólo sobresale ligeramente y el V. 14 está desaparecido casi completamente aunque precisaría una minuciosa limpieza arqueológica, que seguramente, desvelaría más detalles acerca de su fisonomía. Por ahora, únicamente se columbra el espacio que ocuparía el pasillo. Hay que reseñar que, conforme seguimos el recorrido hacia el suroeste, la fachada va ganando en altura y se conservan, aceptablemente, importantes restos de la calzada que bordeaba el anfiteatro aunque a partir del V. 13 desapareció la platea granítica. Sin embargo, debemos subrayar la presencia de un muro consistente, aparejado en incertum con núcleo de caementicium. Está adosado a la fachada y se pierde, un par de metros más allá, en sentido oeste. Su función o pertenencia a una estructura aneja al anfiteatro, se nos escapa por completo dado lo reducido de sus restos. A la vista de su ubicación, en los aledaños del V. 15 y dada la marcada pendiente que posee la calle empedrada, se nos ocurre que pueda tratarse de una manera de desviar las aguas pluviales de estas entradas, a las que en caso de una fuerte tormenta -tan típica de esta climatología- anegarían. Es posible que, al mismo tiempo, cumpliese el papel de muro de contención de tierra ya que está arrasado en su lado este mientras que ofrece una altura de casi 0’50 m. por su otro lado.

El último gran elemento definidor del anfiteatro emeritense es su fachada. A primera vista lo que se destaca es su singular color rojizo, resultado de la piedra anfibolítica que configura el opus incertum. Como nota general hay que subrayar que el incertum aparece muy bien careado, con juntas recibidas6 y con inclusión -cada cierto trecho- de cadenas de sillares graníticos dispuestos en adaraja, presenta un despiece muy interesante que revela la solución adoptada por los técnicos ante cada dificultad impuesta por el terreno. Respecto a la resolución exterior del edificio debemos subrayar que el desarrollo en altura varía desde los tres pisos que mostraba en la zona centrooccidental para, paulatinamente, conforme se elevaba el terreno siguiendo la elipse hacia el sur o hacia el norte, ir reduciéndose hasta quedar en dos cuerpos en la parte de levante. Por esta razón, el sistema constructivo es mucho más complejo en la mitad occidental -erigida exenta- que en la oriental. Esto se deja traslucir, también en detalles compositivos de la fachada.

Los V.15 y V. 16 son los que mejor se conservan de la mitad occidental, aunque el primero de ellos presenta su parte de fachada más destruida. Ambos repiten el mismo esquema: según se traspasa el umbral y se recorre un pequeño tramo se abren los subvomitorios a uno y otro lado, conservando las puertas el dintel adovelado. Por el lado inmediatamente interior de dichas puertas se desarrollan una serie de escaleras que son las que conducen hasta la praecinctio del imum maenianum. En el caso de V. 15 el primer escalón arranca casi desde el mismo punto de las jambas más interiores de los subvomitorios. La escalera posee 12 peldaños y un gran descansillo. En el caso de V. 16 vemos que posee ciertos elementos diferenciadores con respecto al anterior. Efectivamente, aunque el esquema circulatorio es el

La fachada se desarrolla, en líneas generales, horizontalmente, de la siguiente manera. Los vomitorios aparecen enfatizados con robustas portadas graníticas. En ellas destaca la figuración de pilastras adosadas en las jambas que flanquean las puertas, sugeridas por el almohadillado de los sillares, y los airosos arcos de medio punto rebajados y adovelados, trabajados también con sillares graníticos. Los paños entre los accesos aparecen construidos con un impecable incertum, que rompe su linealidad con la presencia de contrafuertes, realizados

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El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita

con la misma técnica y en cuyo eje muestran cadenas de sillares graníticos dispuestos en adaraja. Dependiendo del segmento de edificio que se elija, observamos que pueden aparecer hasta dos contrafuertes en un mismo sector; también puede aparecer una especie de banco corrido, practicado en la misma fachada, en el que apoyan los contrafuertes mencionados, y que parece que cumple la función de refuerzo del basamento -una suerte de zapata con respecto a la fachada retranqueada- en el cuarto sureste del anfiteatro. Toda la zona que conforma el primer cuerpo del edificio estaba rematada por una cornisa latericia, compuesta por tres piezas. Actualmente ha desaparecido por completo excepto en el paño norte de la puerta principal, frente al teatro, donde se rastrean ciertos vestigios. Sobre esta cornisa se sucedería, probablemente, una serie ininterrumpida de arquerías ciegas que en ciertos lugares albergarían las saeteras de las ventanas que iluminaban y ventilaban los subvomitorios (Bendala y Durán, 1995, 253). También entra en el terreno de la hipótesis que el edificio quedase rematado con otra cornisa de ladrillo donde se ubicarían las piezas tipo ménsula donde alojar los mástiles de sostén del velum. Es probable que en la parte más alta del summum hubiese una suerte de pórtico o corredor, mejor lo segundo, protegido del vacío de la fachada por un parapeto o barandilla. Por último hay que destacar que el anfiteatro se beneficiaba del peristylium del teatro como área lúdica, ya que así lo permitía su vecindad y el acceso directo que le brindaba la escalinata que conduce a la posescena del teatro y, por tanto, al pórtico de acceso al jardín. III.1.3. Las técnicas constructivas. Aunque ya se han adelantado algunos datos en el apartado anterior, es este el lugar donde trataremos específicamente de la edilicia del anfiteatro. En líneas generales podemos decir que son cuatro los opera que se dan cita en este monumento, aunque atendiendo al volumen construido, que no a su mayor o menor importancia técnica, son: opus caementicium, opus incertum, opus testaceum y opus quadratum. Aunque a primera vista los aparejos nos induzcan a pensar que nos encontramos ante un monumento similar al vecino teatro, el análisis y composición del mismo revela que fueron concebidos separadamente, como se verá más adelante. El hormigón, u opus caementicium, constituye en gran medida el núcleo del edificio, sobre todo en aquellas zonas donde la construcción se realizó exenta por completo. Se comprueba que el hormigón se empleó como núcleo de los muros que conforman los dos cuartos de corona elipsoidal de poniente, en toda la zona que

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configura el imum maenianum. Efectivamente, en este sector vemos aflorar el núcleo cementicio detrás del podium que delimita la harena, en las zonas limítrofes con las carceres; en el pasillo principal oeste, en las ya desaparecidas escaleras que conducían al tribunal y también era el núcleo de los dos potentes muros elípticos que cerraban estos dos colosales compartimentos por detrás, según se comprueba en la praecinctio del imum maenianum. En el sector opuesto, el hormigón se empleó como capa preparatoria de la pendiente del lugar para recibir las gradas de piedra. El opus caementicium de esta parte posee un color grisáceo característico, con un mortero de buena calidad con abundante cal y árido de arena de río y los caementa son de tamaño mediano7 y de naturaleza mixta: aparecen anfibolitas y granitos. El hormigón sigue apareciendo como núcleo del balteus que separa imum y medium, con características similares a las que acabamos de describir. También se usó el hormigón para hacer los graderíos de medium et summum maeniana. Efectivamente, son estos los frogones de hormigón tan característicos de la fisonomía actual del monumento. El hormigón de ellos presenta ciertas características que lo distingue del anterior. En efecto, el mortero es mucho más rico en cal y su color es más blanquecino; también se documenta el empleo de arena de río como árido (Durán Cabello, 1991-92, 65, n. 41). La diferencia más notable se aprecia en los caementa entre los que hay dos tipos: cantos de río de tamaño mediano y grande y caementa de tamaño medio de naturaleza anfibolítica. Estos últimos se disponían directamente sobre la tierra que rellenaba los cunei por su cara más plana; sobre ellos se vertía un mortero de cal y una vez fraguada esta capa preparatoria se hacía el hormigón según lo hemos visto arriba, para formar el graderío. El opus incertum es la siguiente fábrica del anfiteatro por importancia de volumen construido. Constituye prácticamente todo el revestimiento exterior del núcleo cementicio de los muros. Lo vemos a lo largo toda la fachada así como en los vomitorios y en los subvomitorios. También está atestiguado en las tres conducciones que desembocan en la fossa. Se trata de una mampostería realizada, básicamente, con dos tipos de rocas: la más utilizada es anfibolita ya que constituye el subsuelo en que se asienta el anfiteatro y, en mucha menor medida, el gabro. La fábrica de incertum aparece muy cuidada. Todo parece indicar que el material pétreo procede del solar, fruto de las labores de explanación y talla. Son piedras de tonos rojizos y pardos, que aparecen bien careadas, dado que su naturaleza permite cortes limpios, ligeramente exfoliados.

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Al contemplar los paramentos se observa que los elementos que conforman la mampostería presentan distintas formas aunque se repiten dos o tres de manera más característica: una pseudopiramidal, otra trapezoidal y otra tipo “laja”. La abundancia de dichos tipos viene impuesta por el modo de construir que implica el opus incertum. Efectivamente, los muros se recrecen mediante sucesión de tongadas y el cambio entre una y otra es apreciable por lo regular y homogéneo del plano de construcción. Esto se consigue mediante el uso del tipo laja antes mencionado -en ocasiones puede ser confundido a simple vista con ladrillos- y otras piedras de menor tamaño que trabajan como cuñas en el fin de hilada para compensar espacios y evitar así cualquier basculación mientras fragua el muro. De esta manera los paramentos poseen la solidez deseada al tiempo que otorgan un notable nivel estético al edificio. En este sentido debemos señalar que la fábrica de incertum se remataba con juntas recibidas con mortero en el que se señalaba una línea. Dicho motivo, además de proporcionar aún más solidez a obra, le confería indudables valores estéticos (Bendala y Durán, 1995, 250); quedan vestigios de este detalle en los V.14 y V. 15, como se verá más adelante. En la fachada no se documenta este fenómeno, sobre todo por lo delicado del material: un mortero de relativa dureza que, evidentemente, apenas ha podido sobrevivir al paso de los siglos.

vomitoria y subvomitorios así como para las bóvedas que rematan las carceres. También aparece utilizado con fines decorativos: en efecto, sobre los paños de opus incertum aparece formando una moldura de tres piezas que marca la línea de impostas de las bóvedas de cañón rampantes que cubren los vomitorios. En los subvomitorios se documenta, también, en las ventanas que les proporcionan luz y aire a estas escaleras. Estas son una suerte de troneras por lo que su ejecución es mucho más precisa y sencilla si se hace con ladrillo que con la fábrica de mampostería del resto de los paramentos. Finalmente, volvemos a encontrar ladrillo en las dos estructuras asociadas al anfiteatro ubicadas junto al gran acceso meridional. En la que se adosa al monumento, parece que la obra era exclusivamente testácea -excepto el basamento granítico- mientras que en la estructura de responsio, los ladrillos revisten un núcleo de hormigón. Excepcionalmente se atestigua la inclusión aislada de ladrillos dentro de paramentos de incertum. Con respecto al opus quadratum lo primero que destaca es que se emplea de manera más selectiva: se recurre a él para destacar los lugares de acceso y para cinchar los ángulos del edificio en las zonas donde existen mayores empujes. Aparece en todos los accesos del anfiteatro, monumentalizándolos. Como ya se ha visto, son jambas con pilastras simuladas por los almohadillados que “sustentan” arcos con dovelaje granítico. También se utiliza para enmarcar las puertas que dan paso a los subvomitorios. Se documenta, igualmente, en todos los contrafuertes del edificio, donde aparece formado cadenas con los bloques dispuestos en adaraja.

Con respecto al tamaño de los mampuestos que configuran el incertum del anfiteatro, debemos señalar que son de tamaño medio y grande8, lo que proporciona una mayor rapidez a la hora de levantar la tongada y, al mismo tiempo, le confieren gran solidez y belleza a los paramentos. Las piedras pequeñas son de dos tipos: irregulares, que se suelen emplear como calzo de las mayores y las de tipo laja, que sirven para enrasar la tongada y ofrecer así un buen plano de recibimiento para la siguiente.

Aunque el incertum con núcleo de hormigón ofrece gran resistencia y durabilidad -como lo demuestra el propio monumento- el uso de sillares graníticos en ciertos lugares hay que considerar que subraya una necesidad tectónica: la de fortalecer las zonas más delicadas por la acción de los empujes. Pero, además, hay que advertir en su empleo un indudable factor estético que lleva, también, una potente carga psicológica. La cuestión estética se plasma en la ruptura de la monotonía de las paredes rojizas con las tonalidades grises de los sillares así como en el almohadillado de los bloques, que aporta un notable efecto cambiante de luces y sombras sobre el edificio. El trasfondo psicológico va íntimamente ligado con la naturaleza del material, que es sinónimo de fortaleza y robustez.

El opus testaceum se emplea abundantemente en todo el edificio. Donde primero se documenta es conformando las bóvedas de cañón rebajadas que cubren las conducciones ubicadas bajo los dos grandes accesos sur y norte. También aparece, como bóveda de cañón aunque sin rebajar, en el canal que conduce a la cloaca que corre bajo el porticus postscaenam del teatro. De ladrillo es el revestimiento del balteus que separa el imum y el medium maeniana. También aparece en gran cantidad en el posible Nemeseion, formando una suerte de tres nichos, en la pared este de dicho ambiente, así como formando un murete adosado al podium en este mismo sacellum y del mismo material son las escaleras que permitían la comunicación entre el editoris tribunal y el susodicho Nemeseion.

De opus quadratum es todo el podium que delimita la harena así como la cornisa que lo remataba. De la misma fábrica son las escaleras que conducían a la tribuna oeste así como el enlosado del V. 1. Todas las gradas del monumento eran de sillares graníticos y también las

El material latericio se emplea profusamente para la construcción de las bóvedas de cubrición de todos los

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El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita

escaleras que los servían así como los petos que protegían la última grada de la praecinctio. También aparecen cadenas de sillares dispuestos en adaraja en medio de los paramentos de incertum, simulando sustentar el fajón inicial de un tramo de bóveda rampante, cosa incierta como se verá en el apartado correspondiente. No todos los sillares son iguales y al igual que hemos comprobado en el teatro, aquí también podemos distinguir varias maneras de tratar los bloques. Hemos documentado los siguientes grupos: 1) Con respecto a la forma del paralelepípedo: A) Simplemente escuadrados (son los sillares regulares). B) Sin escuadrar en ambos o en alguno de sus extremos. Aparecen como bloques totalmente irregulares excepto en sus partes centrales, donde se muestran perfectamente tallados. Dentro de este grupo podemos distinguir: B-1.- Aquellos sillares cuyos extremos son absolutamente abruptos y exagerados, mostrándose con todas las irregularidades del estado natural de la piedra. B-2.- Estos bloques también muestran sus extremos sin regularizar con alisados y anathyrosis, pero su aspecto es mucho menos “agresivo” que los anteriores. 2) Con respecto al trabajo de almohadillado: - Lisos (a veces llevan una o dos anathyrosis). - Rústicos. - Naturales. - Abruptos. El opus quadratum del anfiteatro se diferencia del documentado en el teatro en factores como la tonalidad de la piedra y la granulometría de los bloques, que en ambos casos es muy homogénea. Efectivamente, casi todos los sillares muestran el gris claro con tonalidades brillantes típicas del granito, aunque no falta algún que otro ejemplo de matiz ocre; no se documenta ningún caso de granito rosáceo. En cuanto a la granulometría, vemos que en el anfiteatro no se constata la presencia de granito del tipo “pata de cabra”. También se aprecia bastante homogeneidad en el módulo de los bloques del edificio.

breve nota de Floriano Cumbreño que aunque no quedaba por conocer nada fundamental para la comprensión del conjunto, faltaba por comprobar “algunas peculiaridades constructivas, tales como la exploración completa de la fossa, las puertas, el sistema de escaleras, la solución dada a los vomitorios, etc.” (Floriano Cumbreño, 1940-41, 446). Así en la primavera de 1936 se procedió a continuar con el vaciado de la fosa “descombrando ángulos y continuando por la galería occidental” (1940-41, 446). Sin embargo, cuando preparaban el entibado para la mencionada galería, les sorprendió la guerra. Hemos de aguardar a 1940, año en que se reanudaron los trabajos de dejar al descubierto toda la fachada -en ciertos puntos estaba aún parcialmente oculta- y vaciar algunos de los vomitorios que quedaban por descombrar9. A partir de esta década se hace cargo de las labores de restauración del conjunto monumental emeritense Menéndez-Pidal. El arquitecto pone de relieve el estado ruinoso en que se encontraba el sector sur, muy afectado desde antiguo por haber sido utilizado como cantera y, además, por haber sido desprotegido del relleno que lo colmataba, sufría grandes daños por los arrastres de aguas y tierras. Según sus propias palabras lo primero que hizo fueron “nivelaciones de conjunto y después replanteos con materiales provisionales, materializando en ellos los resultados, mediante tabicados de rasilla tomada con yeso, para no adherir estas pruebas con demasiada fuerza al monumento, acumulando e integrando en ellas los datos de interés (...)” (MenéndezPidal, 1955, 292). Todo esto se formalizó, posteriormente la definitiva consolidación del V. 5 y la restitución de la ima cavea en este sector hasta la altura de la praecinctio y la valoración y restauración del posible Nemeseion. Esto último le permitió dar con la resolución definitiva de la altura total del podium y del remate de las carceres. En resumen, esta es la visión global de las diferentes técnicas constructivas que se documentan en el anfiteatro emeritense, que en el siguiente apartado se contemplarán de manera más detenida, tal y como se ha realizado para el caso del teatro. III.2. ANÁLISIS CONSTRUCTIVO DEL ANFITEATRO. III.2.1.Introducción.

No podemos concluir este apartado sin realizar, aunque sea de manera breve, una visión de conjunto sobre las intervenciones restauradoras que ha sufrido el anfiteatro. El anfiteatro comenzó a excavarse en 1916 y en 1918, Mélida dio por concluidas las labores. Sabemos por una

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Al igual que se ha hecho con el teatro, en este apartado se describirán minuciosamente la gran mayoría de los paramentos que conforman el monumento. No se analizan todos, ya que ha primado, sobre otros, el criterio de conservación del muro sometido a examen.

Rosalía María Durán Cabello

Como en el edificio precedente, cada pared se convierte en un pequeño laboratorio del que se extraen una serie de datos que reflejamos en la ficha ya conocida.

completa al anfiteatro, procederemos a estudiar su interior, comenzando por la zona correspondiente a la praecinctio entre imum y medium; para luego descender hasta el posible Nemeseion y se completará el recorrido con el podium y la fossa.

También en este caso seguiremos un itinerario descriptivo-analítico, para mayor orden y comodidad (Cfr. Fig. 1 y CD-Rom de Planos nº 20). Comenzaremos por la puerta principal, la oeste, para adentrarnos hasta el final de ese vomitorio. Después se recorrerá la fachada y los vomitoria mejor conservados, en muchos de los cuales se entrará. Este trayecto sigue una dirección contraria a la de las agujas del reloj. Una vez que hayamos dado la vuelta

Por último, debemos reseñar que el muestreo de medidas tomadas en cada punto de estudio aparecerá recogido en su apartado correspondiente dentro del Apéndice Estadístico del presente trabajo (Cfr. CD-Rom Estadística).

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El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita

III.2.2. Descripciones de los paramentos.

a través de las bandas de anathyrosis que bordean por arriba y por abajo dichas prominencias, algunas de cuales llegan a sobresalir 0’22 m. con respecto a la banda de anathyrosis.

MER.2.1

La portada muestra dos planos, uno -que corresponde a la jamba como tal- retranqueado en 0’165 m. con respecto al otro. En ella los sillares se disponen con un ritmo alterno por hiladas: en la inferior aparecen tres bloques colocados a tizón, en la siguiente dos a soga y así sucesivamente. Este marcado ritmo en la disposición hace que las juntas de los sillares no coincidan y aseguran, también así, la estabilidad de la fábrica en un punto delicado como lo son las esquinas. En definitiva, tanto el retranqueo como el almohadillado de los bloques, repiten el mismo concepto, constatado una y otra vez, a lo largo de la fachada anular del teatro: pilastras sugeridas por el juego de luces y sombras que provoca el almohadillado de los bloques, aunque aquí es ligeramente diferente al del otro monumento -ya que la fábrica en que se inscribe es opus incertum- se aprecia un cierto manierismo.

EDIFICIO: Anfiteatro. TÉCNICA: Opus quadratum, que reviste un núcleo de opus caementicium. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Granito de grano grueso. PUNTO: MER.2.1. PARAMENTO: Puerta principal del anfiteatro. ESTADO DE CONSERVACIÓN: Bueno, aunque no queda ningún resto del arco que cubría la puerta. RESTAURACIONES: Ninguna apreciable. FIGURA: nº 3 PLANO: nº 14 y 19. LÁMINA: nº 58. DESCRIPCIÓN: Muro realizado con sillares bien escuadrados, que muestran una superficie muy bien alisada en sus caras laterales así como en las anathyrosis, que normalmente aparece en las cuatro bandas.

Hay que reseñar que en ambos lados de la puerta, se documenta la presencia de un único sillar que aparece cabalgando entre los dos planos de fachada y se manifiesta expresamente con la presencia de una almohadilla de plano diagonal. Esto se constata en la séptima hilada de la jamba norte y en la quinta de la sur, donde se hace más acusada la solución.

No todos los bloques presentan almohadillado y se comprueba una convivencia en el mismo punto de tipos rústicos y naturales, predominando los primeros. Debemos hacer constar que se localizan dos sillares que poseen almohadillado abrupto. En este mismo sector aparecen sillares simplemente escuadrados y alisados.

En el intradós de la puerta no se documenta ningún sillar almohadillado. Todos están perfectamente alisados y escuadrados y la única singularidad que presentan es un orificio en la parte superior de esta cara vista del bloque para encajar el forfices. El que estos agujeros aparezcan en mayor número por el intradós es debido a que se intenta no afectar la cara vista del bloque, aunque no faltan ejemplos en este mismo punto en que la oquedad se halla en plena almohadilla, lo que le resta primor a la labor de cantería.

En la actualidad conserva una altura de 9 hiladas, presentando la última una moldura realizada a base de filetes que marca la línea de impostas del arco que cubría la puerta. El vano tiene una luz de 3’52 m. y las jambas una anchura de 1’10 m., respectivamente. Por el exterior esta puerta aparece como una obra robusta, gracias a los sillares almohadillados, en algunos casos bastante señalados por su prominencia y por las bandas de anathyrosis que los rodean. La sensación de fortaleza se acentúa por la presencia de sillares del tipo B-1. Efectivamente, en los ángulos externos de las jambas aparecen sillares cuyos extremos son totalmente irregulares. A simple vista parecen bloques sin trabajar y sólo se puede apreciar su condición de sillar trabajado

Con respecto a las herramientas empleadas en el trabajo de labra, se reconocen las huellas del pico en algunas almohadillas así como del puntero. En las superficies lisas -anathyrosis y caras del intradós- se aprecia el uso de la gradina y de la escoda para regularizar el acabado final.

Lámina 58.- Vista general de la puerta principal del anfiteatro. En ella, pese al tratamiento monumental que presenta, están reflejadas todas las constantes que luego aparecerán repetidas en el resto de las puertas: umbral, jambas y arco -si lo hubiera-o platabanda se construyen en opus quadratum. El tratamiento de los sillares difiere en la fachada de la zona del intradós: en el exterior los bloques llevan una ancha banda de anathyrosis y el almohadillado no está trabajado sino que muestra las creces de las piedras; mientras, en el intradós, los sillares aparecen perfectamente alisados y en ningún caso llevan anathyrosis ni almohadillado. El resto del paramento se hace en opus incertum, con bloques de tendencia regular, de tamaño mediano y con acabado encintado.

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Rosalía María Durán Cabello MER.2.2

adaraja hasta completar las cinco hiladas de altura que poseen ambas entradas.

EDIFICIO: Anfiteatro. TÉCNICA: Opus quadratum como revestimiento de un núcleo de opus caementicium. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Granito de grano grueso. PUNTO: MER.2.2. PARAMENTO: Puertas de acceso al graderío desde el V.1. y paños laterales del mismo vomitorio. ESTADO DE CONSERVACIÓN: Bastante bueno. RESTAURACIONES: En época de Mélida (1919, 19, n. 1) se construyeron arcos de ladrillo sobre este pasillo como medio de contención tras el vaciado de tierra del vomitorio. No poseemos datos de que bajo la dirección de Floriano Cumbreño o de Menéndez-Pidal, fuesen retocados o se realizasen nuevas intervenciones en este sector. FIGURA: nº 3 PLANO: nº 14, 19 y 22-1. LÁMINA: nº 59. DESCRIPCIÓN: Traspasado el umbral de la puerta de V.1, a 6’50 m. se abren, a derecha e izquierda, sendas puertas que conducen al público a los tres órdenes del graderío. Estas puertas poseen sus jambas y dinteles aparejados con sillares. Estos se hallan unidos entre sí a hueso y cinchan los ángulos que forman los muros del vomitorio con los de los subvomitorios, que están construidos con opus incertum y revisten al núcleo de opus caementicium.

En el caso de la puerta norte vemos que ha conservado parte de su umbral y algunos escalones. Tiene dintel monolítico en el que se apea parte de la fábrica de hormigón moderno que sustenta los arcos latericios de contención del pasillo. El que se trate de una pieza monolítica cuando todo lo documentado revela que se construyeron dinteles adovelados, hace sospechar que sea una intervención restauradora de época de Mélida o bien de Menéndez-Pidal, aunque no se poseen más datos sobre el particular. La puerta sur no conserva nada del dintel. Con respecto al almohadillado de los sillares, vemos que aparecen mezclados rústicos y naturales, predominando los últimos sobre los primeros. Hay que reseñar que los bloques no ofrecen homogeneidad en sus formas ya que hallamos sillares escuadrados normales junto a otros del tipo B-1. Estos últimos sólo se han localizado en las jambas que no llevan almohadillado y se utilizaron para formar el diente sobresaliente de la adaraja. A lo largo del vomitorio aparecen sendos pares de cadenas de sillares. El primer par conserva una altura de 7 hiladas en el lado norte y 8 en el sur, mientras que el más interior presenta en ambas cadenas 8 hiladas de altura. En las cadenas todos los paralelepípedos muestran almohadillado y predomina el tipo abrupto. En este caso se trata de sillares “formados” casi en exclusiva por las bandas de anathyrosis 1 y 3, el resto es el bloque en bruto.

Es curioso el hecho de que, en ambas entradas, la jamba más próxima a la puerta de la calle, presenta sus sillares sin almohadillar mientras que las jambas más interiores sí poseen almohadillado aunque sólo en su cara de fachada al vomitorio. Hay que reseñar que estas jambas más externas sobresalen bastante del plano de la pared, concretamente 17 cm. en el lado sur y 22 cm. en el norte. A partir de ellas, el pasillo sufre un ligero estrechamiento.

Con respecto a las herramientas empleadas en el transporte y colocación de los bloques, se observa en algunos casos el orificio para el forfices, pero se documenta escasamente. Es posible que en el caso de las cadenas, las oquedades se encuentren en las caras laterales de los sillares. En cuanto a los utensilios usados en la desbastación y labra de la piedra se documenta puntero acabado con cucarda y bujarada directamente en las bandas de anathyrosis.

Las jambas están constituidas por un único sillar por hilada y su disposición es alterna, soga/tizón, por lo que forman

Lámina 59.- Interior del vomitorium principal del anfiteatro. Está construido con paños de opus incertum que cada cierta distancia aparecen jalonados por cadenas de sillares dispuestos en adaraja. A la izquierda de la imagen se ve la puerta de un subvomitorio que conduce al imum maenianum, aunque en este caso se ha cubierto con un dintel monolítico, fruto de la restauración. Frente a ella se abría otra puerta con idéntico destino. El pasillo está pavimentado con losas de granito, de irregular disposición y tamaño. Por último, el pasadizo estaría cubierto por una bóveda de cañón construida en diversos tramos, seguramente descendentes, conforme se aproximaba a la harena.

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realizados en granito, que dan paso a un descansillo de planta cuadrangular perteneciente, con toda probabilidad, a una escalera de tres tramos rectos con dos descansillos de cuarto de vuelta que desembocaría directamente en la tribuna, ya que este acceso tuvo que estar restringido al gran público, que no podría utilizarlo para llegar a su asiento de la ima cavea. En el caso de la escalera sur se comprueba que tras el descansillo hay cinco peldaños monolíticos -muy desgastados- de granito y quedan los restos en hormigón de un 6º y un 7º escalón. Mientras, en el lado norte, además de los dos escalones de la puerta, se documentan restos del primer peldaño en granito y quedan los vestigios de 6 escalones más en hormigón, sin revestimiento de piedra.

EDIFICIO: Anfiteatro. TÉCNICA: Opus quadratum revistiendo un núcleo de opus caementicium. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Granito de grano fino, tonalidad gris metálico. PUNTO: MER.2.3. PARAMENTO: Accesos a la tribuna oeste. ESTADO DE CONSERVACIÓN: El paso norte se encuentra prácticamente desmantelado, mientras que el sur está un poco mejor y permite columbrar cómo era el sistema. RESTAURACIONES: No se aprecia ninguna y no se tiene noticia de las haya habido. FIGURA: nº 3. PLANO: nº 14 y 19. LÁMINA: nº 60. DESCRIPCIÓN: Al final de V.1 aparecen, a uno y otro lado del pasillo, unos accesos realizados con fábrica de sillares que conducían a la tribuna occidental del anfiteatro o puluinar. Se hallan en desigual estado de conservación pero existen los restos suficientes para evidenciar lo simétrico de las estructuras.

Lo que queda del muro de la subida meridional es muy reducido, tan solo tres hiladas de altura que muestran los sillares unidos entre sí a hueso. Todos aparecen bien escuadrados y alisados; ninguno de ellos está almohadillado aunque sí presentan bandas de anathyrosis, sobre todo la 3 y la 4, aunque en un caso se aprecia la 1. Estas bandas están levemente más deprimidas que el resto de la superficie del bloque por lo que puede dar la sensación -en algún caso- de almohadillado.

En ambos casos se comprueba que la pared de incertum del vomitorio se cincha con sillares para conformar una de las jambas del acceso. Al otro lado del vano, el paramento ya era completamente de quadratum y así seguiría hasta la zona de puerta(s) de servicio con la harena a través del podium.

Los sillares se disponen siguiendo un ritmo alterno dentro de la misma hilera: soga/tizón/soga... etc., para contrapearse en la superior. De esta manera las juntas no coinciden. Ningún bloque posee orificios para el forfices. Con respecto a las herramientas empleadas en su labra se aprecia el uso de gradina y de cucarda.

El umbral lo constituye el enlosado granítico del vomitorio y tras él aparecen un par de escalones, también

Lámina 60.- Escaleras de acceso al tribunal principalis. Están aparejadas en opus quadratum, con bloques lisos, unidos a hueso, que sólo muestran banda de anathyrosis en el lado inferior. No llevan en ningún caso almohadillado; tampoco estuvieron sujetos con grapas, dado que el grosor del muro es de un solo sillar. La caja de la escalera está realizada en incertum de pequeño y mediano tamaño y apenas si conserva restos de encintado.

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está formada por dos tizones. En el caso de las hileras 3ª y 5ª, vemos que las juntas se hallan muy descentradas y, en general, se aprecia una cierta intención de buscar la asimetría para enfatizar el motivo de adaraja.

EDIFICIO: Anfiteatro. TÉCNICA: Opus quadratum, revistiendo un núcleo de opus caementicium. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Granito de grano grueso. PUNTO: MER.2.4. PARAMENTO: Contrafuerte inmediatamente al sur de la puerta principal de Poniente. ESTADO DE CONSERVACIÓN: Relativamente bueno. RESTAURACIONES: Se observa una consolidación en la parte meridional de la cadena, en la zona correspondiente a la fábrica de incertum. FIGURA: nº 3. PLANO: nº 19. LÁMINA: nº 61. DESCRIPCIÓN: Se trata de uno de los muchos contrafuertes que animan la fachada del anfiteatro, en cuyo centro se enmarca una cadena de sillares unidos entre sí a hueso y dispuestos en adaraja. El contrafuerte mide 2’81 m. de anchura y conserva casi 2 m. de altura. La cadena de sillares presenta cinco hiladas de altura y una anchura variable, cuyos extremos son 1’10 m. en las zonas más estrechas y 1’30 m., en las más anchas. Sobresale 0’25 m. con respecto al plano de la fachada.

Todos los bloques de la cadena son del tipo B-1 y están almohadillados: se registran ejemplares abruptos y naturales, que van delimitados por sendas bandas de anathyrosis, concretamente la 1 y la 3. Son estas anathyrosis las que nos muestran realmente por donde discurre el bloque, ya que los almohadillados enmascaran el retranqueo que poseen algunos de los sillares, cuya planta sería de “L”. Así, si observamos las anathyrosis, son paralelepípedos perfectamente regulares pero vistos de frente da la sensación de que son bloques meramente preparados con una cara de puesta y otra de recibimiento, lo que provoca una sensación muy acusada de fortaleza. Se aprecia con nitidez que la disposición dentada de la cadena señala las sucesivas tongadas del opus incertum que conforma la fachada. Concretamente en este punto contabilizamos 6 tongadas perfectamente niveladas con el lecho de recibimiento de los sillares. En algunos puntos se puede observar aún las juntas recibidas de esta fábrica. Parecen percibirse huellas de escoda en alguna almohadilla y de cucarda en las anathyrosis, pero están tan erosionados que apenas quedan vestigios de ellas. Tampoco poseen ningún elemento que permita reconocer el uso de forfices ni de ferreus vectis.

La disposición de los paralelepípedos es arrítmica; en la primera hilada aparece una soga, al igual que en la 2ª. La 3ª está compuesta por dos tizones mientras que la 4ª es una soga y la 5ª

Lámina 61.- Detalle de la fachada en el cuarto elipsoidal suroeste. Vemos una cadena de sillares dispuestos en adaraja que presentan una disposición en la que se alternan la presencia de dos tizones para en la siguiente hilada aparecer una soga. Respecto a la talla es muy singular ya que en las sogas sólo aparecen marcadas las bandas de anathyrosis superior e inferior y en los tizones en tres de los lados. En cuanto al almohadillado es del tipo natural y recorre toda la superficie del bloque, que sólo evidencia ser piedra trabajada merced a la presencia de la anathyrosis.

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En el sector norte también se observa que los sillares que flanquean el vano están prácticamente sin almohadillar, no presentan anathyrosis y están ligeramente redondeados aunque no llegan a ser abombados como los del teatro. En cuanto a los que sí llevan almohadilla, vemos que son de tipo rústico. Al igual que sucedía en V.1, los sillares están simplemente alisados en el intradós. Con respecto a la zona más adelantada de la pared, vemos que muestra todos los bloques almohadillados naturales aunque hay algún caso de rústico. También se evidencia una mayoritaria presencia de anathyrosis 1, 2 y 3, y en los ejemplares que se presentan retranqueados aparece la 4. Esta sólo se da en la zona que está en contacto con la jamba mientras que en la parte que traba con la fábrica de incertum, desaparece.

EDIFICIO: Anfiteatro. TÉCNICA: Opus quadratum, que reviste a un núcleo de opus caementicium. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Granito de grano grueso, en proceso de alteración y con tonalidades grises y ocres. PUNTO: MER.2.5. PARAMENTO: Fachada del primer vomitorio hacia el sur (V.2). ESTADO DE CONSERVACIÓN: La esquina norte se halla en relativo buen estado mientras que la contraria se encuentra prácticamente arrasada. RESTAURACIONES: No se tienen noticias de que las haya habido aunque el incertum junto a la jamba norte parece un poco “retocado”. FIGURA: nº 3. PLANO: nº 15 y 19. LÁMINA: nº 62. DESCRIPCIÓN: Paramento de fachada correspondiente a un vomitorio. Repite, sin tanta monumentalidad, el mismo esquema de la puerta principal: muro retranqueado en su mitad más cercana al vano para resaltar una suerte de pilastras sugeridas tanto por los almohadillados como por la utilización de sillares del tipo B-1. La luz de este acceso es de 3’51 m.

Apenas quedan huellas de las herramientas con que fueron trabajados. El buen alisado que muestran, sobre todo en la zona del intradós así como en las bandas de anathyrosis, parece indicar una labor de gradina. En cuanto a los útiles que se emplearon para su colocación en obra no queda ningún vestigio que nos revele su tipo. Debemos destacar que en la entrada se conservan restos del umbral, que era granítico, con reborde de media caña en su parte más exterior. Está muy destruido. Hay que reseñar, por último, la presencia de dos sillares fuera de plaza, junto al sector sur, que en la parte central de su lecho de recibimiento poseen restos de haber tenido elementos metálicos, quizá grapas o espigas para asegurar mejor la unión en las hiladas altas de la fábrica a hueso. Aunque no sabemos con certeza si pertenecen a este punto, bueno es saber que fue práctica empleada también en este edificio como en el teatro (Durán Cabello, 1990).

De las cinco hiladas que se conservan, la inferior está prácticamente cubierta por las losas de la platea y de la quinta sólo queda un sillar. La disposición de los paralelepípedos es un poco singular: la 1ª hilada parece que está formada por tres tizones; la 2ª -de norte a sur- tiene dos tizones y una soga; la 3ª : una soga y dos tizones; la 4ª dos tizones y una soga y, por último, el sillar que queda de la 5ª, es una soga. De esta manera el contrapeado de las juntas queda asegurado.

Lámina 62.- Detalle de una jamba perteneciente al vomitorium 2, al suroeste del anfiteatro. Como se puede apreciar los paramentos son de opus incertum mientras que la puerta está aparejada en opus quadratum. Los sillares aparecen trabajados hasta en tres superficies, pues configuran una suerte de pilastra que enmarca la puerta; casi todos poseen anathyrosis por los cuatro lados. A la derecha se ve el pasillo del vomitorium.

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almohadillados tanto por la zona del vomitorio como en el intradós. Las almohadillas son todas del tipo natural y están circunscritas por las anathyrosis 1 y 3.

EDIFICIO: Anfiteatro. TÉCNICA: Opus quadratum con núcleo de opus caementicium. NATURALEZA DE LOS MATERIALES CONSTRUCTIVOS: Granito de grano gordo, tonalidades gris-ocre. PUNTO: MER.2.6. PARAMENTO: Interior del primer vomitorio hacia el sur (V.2). ESTADO DE CONSERVACIÓN: Relativamente bueno, ya que los escalones son modernos. Estos y las losas graníticas del pavimento fueron saqueadas. RESTAURACIONES: No se le aprecia ninguna ni se tiene noticias de intervenciones. FIGURA: nº 3. PLANO: nº 16 y 19. LÁMINA: nº 63 y 64. DESCRIPCIÓN: Se repite el mismo esquema que en el resto del edificio: tras rebasar el umbral se abren a izquierda y derecha las puertas de los subvomitorios que dan paso a medium y summum maenianum. Las puertas están realizadas con sillares mientras que el resto de las paredes del pasillo están construidas en opus incertum que aparece reforzado a la mitad del recorrido por dos cadenas de sillares graníticos. Toda esta fábrica reviste al núcleo cementicio del edificio.

Los sillares se disponen en adaraja y los que sobresalen son del tipo B-1, llevado a sus máximas consecuencias, ya que los extremos de son auténticos bloques sin desbastar. La puerta sur presenta las mismas características que la de enfrente aunque no conserva ninguna dovela del dintel y ofrece una altura máxima de seis hiladas, contado con la de basamento. Guarda, sin embargo, parte del enlosado granítico del acceso y del pasillo. También hay que destacar que sus almohadillados son rústicos y sobresalen menos que en la otra puerta y lo mismo sucede con los extremos de los sillares: a pesar de ser del tipo B, son menos espectaculares que los vecinos. El trabajo de los sillares muestra el empleo de la escoda y de la gradina y muestran una labor poco cuidada que contrasta con la de la fachada. No se documentan vestigios de uso de forfices. Otros detalles de interés son los que nos muestran cómo el edificio se adapta a la topografía del terreno: la altura de la puerta norte es mayor que la sur para poder enrasar con una línea imaginaria los dinteles. Por otra parte, se crea una escalinata de acceso al sector bajo del graderío, por la diferencia de cota.

De las dos puertas la que mejor se conserva es la norte que muestra, aún in situ, su dintel adovelado con clave diferenciada. Posee seis hiladas vistas y asoma una séptima de basamento. Los sillares que la conforman son muy irregulares y aparecen

Lámina 63.- Puerta de un subvomitorio del vomitorium 2. Las jambas están constituidas por sillares que se alternan en su disposición, con almohadillados de tipo natural, apenas trabajados en sus extremos, para conseguir una sensación de gran fortaleza. La obra está rematada por una platabanda con la clave destacada. Los sillares presentan similares características de talla que las jambas.

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Lámina 64.- Interior del vomitorium 2. El acceso a los subvomitorios, dispuestos simétricamente a izquierda y derecha; a ellos se hace a pie llano mientras que para ir al imum maenianum es necesario subir una escalera. Los paramentos son de opus incertum y aparecen cinchados por cadenas de sillares.

MER.2.7

Los mampuestos que conforman esta fábrica son de tamaño grande y mediano, aunque no falta elementos de tamaño pequeño cuya función es la de asentar la tongada y calzar los espacios que puedan quedar entre dos piedras de gran tamaño y de forma irregular. También se constata la presencia de piedras del tipo laja que proporcionan gran uniformidad al plano de recibimiento de la tongada. En estos paramentos no se encuentra un solo ladrillo, que en ocasiones aparecen -esporádicamente- mezclados con los elementos del tipo laja.

EDIFICIO: Anfiteatro. TÉCNICA: Opus incertum trabado con un núcleo de opus caementicium. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Anfibolita de tonalidades rojizas y pardas. Se localiza puntualmente algunas piezas de pizarra y gabro. PUNTO: MER.2.7. PARAMENTO: Subvomitorios del V.2. ESTADO DE CONSERVACIÓN: Bueno, aunque no quedan restos de la cubrición ni de los peldaños. RESTAURACIONES: No se documenta ninguna. FIGURA: nº 3. PLANO: nº 16, 17 y 19. LÁMINA: nº 65. DESCRIPCIÓN: Se trata de los pasillos de acceso a las zonas altas del graderío cuyos muros están construidos con incertum.

Las hiladas inferiores están aún a medio desenterrar ya que los pasillos todavía no han sido vaciados por completo, mientras que las superiores están parcialmente perdidas. En zonas muy reducidas se aprecian aún los restos de juntas recibidas aunque en ellas no se detectan la incisión que se atestigua en otras partes del anfiteatro.

Los muros están recrecidos mediante sucesión de tongadas, que se corresponden por el interior con las tongadas del núcleo de opus caementicium. Actualmente conservan poco más de dos metros de altura y no conservan restos de la bóveda de cubrición latericia. En la parte en mejor estado se documentan 6 tongadas, cuya altura oscila entre los 0’58 y 0’60 m., según muestran las que se hallan completas.

Hay que destacar que la trabazón del incertum con los sillares que configuran las puertas de los subvomitorios evidencia una labor menos pulcra. Efectivamente, vemos que han desaparecido parcialmente las piedras del incertum y aparece tras de ellas el núcleo de opus caementicium. En definitiva se muestra como la unión de dos fábricas mal trabadas.

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Lámina 65. Interior del subvomitorio meridional del vomitorium 2. Presenta los muros construidos en opus incertum con núcleo de hormigón. La fábrica de incertum muestra un ejecución muy cuidada en la que se aprecia el empleo de piedra tipo laja para conseguir nivelar la tongada. El tamaño de los mampuestos es un tanto irregular pero se pueden encuadrar entre los de tamaño mediano y pequeño.

MER.2.8

que oscilan entre los 0’50 y los 0’60 cm. de altura. Esta oscilación es bastante acusada y revela, por tanto, una cierta irregularidad sobre todo si lo comparamos con el punto precedente.

EDIFICIO: Anfiteatro. TÉCNICA: Opus incertum trabado con un núcleo de opus caementicium. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Anfibolitas de tonalidades rojizas, ocres y pardas. PUNTO: MER.2.8. PARAMENTO: Fachada entre los vomitorios V.2 y V.3., donde se localiza el canal de evacuación pluvial. ESTADO DE CONSERVACIÓN: Regular. RESTAURACIONES: Se aprecia que se ha vertido hormigón moderno, realizado a la romana en uno de los compartimentos de la subestructura del anfiteatro. También parece que se ha retocado el paramento. Aunque no se tienen noticias al respecto, su aspecto parece indicar que son tareas que se acometieron bajo las ordenes de Menéndez-Pidal. FIGURA: nº 3. PLANO: nº 19. LÁMINA: nº 66. DESCRIPCIÓN: Se trata de un paño muy arrasado que se desarrolla entre dos contrafuertes, por lo que el paramento queda articulado en tres partes.

Los mampuestos son de tamaño mediano y grande y llama la atención la escasez de elementos de calzo así como de piezas tipo laja de enrasamiento. Además, se observa una mayor presencia de ladrillo, siempre de manera muy residual, así como de teja que se localiza, sobre todo, en los cambios de tongada. Por lo expuesto, se entiende que el nivel entre las distintas tongadas no sea muy homogéneo y ello dificulta el cómputo de dichas capas. El muro está bastante enmascarado por los restos de una capa de mortero que nada tiene que ver con el sistema de recibimiento de juntas. Es posible que se trate de un enfoscado de carácter hidráulico, dada la presencia del canal que parte del contrafuerte sito más al sur y que va en pendiente curva hasta llevar las aguas a una alcantarilla próxima, situada entre el anfiteatro y el vecino teatro. Los contrafuertes que jalonan la cortina están bastante arrasados y de las cadenas de sillares que los dividen apenas si quedan bloques de las primeras hiladas.

Está realizado todo con fábrica de incertum que conserva casi 2 m. de altura, en la que apenas se distinguen 4 tongadas

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Lámina 66.- Fachada del anfiteatro en el cuarto suroccidental. En primer término, a la izquierda de la imagen aparecen los restos de una cadena de sillares y tras de ella, todo el muro realizado en opus incertum. En este caso el paramento aparece levemente retranqueado y delante de esta zona, aparece una canalización que va a evacuar a un sumidero de alcantarilla situado entre el teatro y el anfiteatro. Su función es la recuperar el agua de la lluvia que en este sector en pendiente, produce escorrentía. En la parte derecha de la fotografía se ve un pequeño murete perpendicular a la fachada que funcionaba como murete de contención del terreno y en su base, procedente del oeste, aparece el canal del que no conocemos su recorrido completo.

MER.2.9

Este gran frogón de hormigón muestra dos partes bien diferenciadas. Por un lado se observa que el lecho de puesta está formado por una capa de cantos de río de gran tamaño, dispuestos por su cara más plana. Están unidos entre sí con un mortero rico en cal, de gran dureza. Esta peculiaridad se pone de relieve en el hecho de que en muchos lugares han desaparecido los cantos y ha quedado su impronta intacta en el mortero.

EDIFICIO: Anfiteatro. TÉCNICA: Opus caementicium. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Cantos de río y anfibolitas, para los caementa. PUNTO: MER.2.9. PARAMENTO: Frogón de la summa cavea perteneciente al cuneus entre V.2 y V.3. ESTADO DE CONSERVACIÓN: Regular. RESTAURACIONES: Ninguna. FIGURA: nº 3. PLANO: nº 19. LÁMINA: nº 67. DESCRIPCIÓN: Se trata de un cuneus del tercer maenianum, bastante destruido, en el que se aprecia parte de las gradas. Por su estado de fragmentación, puede ser de los frogones que fueron dinamitados como menciona Mélida. Suponemos que es del sector más alto del graderío porque están muy fragmentados y sus restos se hallan siempre junto a la línea del muro de fachada. Además, poseen caementa de menor tamaño, lo que los diferencian de los del segundo maenianum. El que estudiamos no presenta más de cuatro gradas, aunque por otros ejemplares sabemos que el summum maenianum tuvo seis.

Sobre el lecho de cantos de río se desarrollan las gradas realizadas en caementicium, esta vez con caementa de anfibolitas de tamaños mediano y pequeño. El mortero que los traba es de muy buena calidad, muy compacto y rico en cal. Como árido del mortero se observa la presencia de una arena muy fina, de tipo fluvial. Los frogones presentan en la actualidad un color gris plomizo muy intenso10, que dificulta distinguir los restos de sillares de granito que quedaron insertos en la fábrica. Estos bloques suelen estar dispuestos a tizón, lo que explica que aún permanezcan trabados y no fuesen expoliados. En el hormigón no se documentan improntas de encofrado de madera, por lo que queda claro que fueron los muros de incertum quienes sirvieron de contenedores a las sucesivas tongadas de caementicium.

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Lámina 67.- Frogones de hormigón pertenecientes al medium maenianum, en el cuarto elipsoidal suroeste. Como se puede ver están muy destrozado y desplazados respecto a su emplazamiento original. Sin embargo aún se puede reconocer la forma de las bóvedas aunque en otros casos se pueden reconocer las gradas. El opus caementicium muestra una sólida fábrica hecha a base de caementa de tamaño mediano y un mortero de cal y arena de río muy compacto.

MER.2.10

apenas desnivel. A partir de este punto la entrada al primer sector del graderío es directa. Este hecho será una constante a partir de aquí -salvando el caso del gran acceso meridional, con problemática específica- hasta la gran puerta norte de la elipse.

EDIFICIO: Anfiteatro. TÉCNICA: Opus quadratum que reviste un núcleo de opus caementicium. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Granito de grano grueso. PUNTO: MER.2.10. PARAMENTO: Vomitorio anterior a la gran entrada sur (V.4). ESTADO DE CONSERVACIÓN: Bueno. RESTAURACIONES: Ninguna. FIGURA: nº 3. PLANO: nº 19. LÁMINA: nº 68. DESCRIPCIÓN: En esta puerta es el lado meridional el que mejor se conserva: posee 6 hiladas y algo más de 2 m. de altura. Presenta idénticas características que las puertas anteriores. La luz del acceso es de 3’53 m.

La fachada del vomitorio vuelve a estar concebida en dos planos distintos, siendo la zona de las jambas la que queda retranqueada. Este detalle arquitectónico junto con los almohadillados de los bloques, sugieren al espectador la figura de una pilastra adosada. Los sillares que configuran este paramento aparecen almohadillados únicamente en la zona de la fachada ya que por el intradós, aparecen únicamente alisados. Existe una excepción en la jamba meridional donde un sillar de la tercera hilada, que hace esquina con el vano, prolonga su almohadilla también por el interior. Con respecto a la disposición de los bloques se comprueba que en la zona norte, de las cuatro hiladas que restan, el ritmo que ofrecen es: en la 1ª hilada tres tizones; en la 2ª hilada dos sogas y sigue alternamente hasta completar la altura existente. También se documenta un ritmo alterno en la zona meridional, aunque allí la primera hilada -de basamento- y la segunda se compone de dos sogas cada una; en la 3ª aparecen tres tizones y así sucesivamente.

Debemos destacar que en este vomitorium se comprueba como el monumento se va adaptando a la topografía del solar. Efectivamente, en los anteriores -excepto la entrada principal, V.1- hemos visto que se debían superar una serie de escalones, concretamente hasta dos tramos de escalera, para llegar desde la calle hasta la praecinctio de distribución del imum maenianum y también se ha señalado en el apartado anterior- que la calle va ascendiendo hasta culminar en la gran puerta meridional de la elipse. Este es el último acceso antes de llegar al eje longitudinal y aquí se gana el pasillo distribuidor del imum maenianum a pie llano desde la calle sin tener que subir escaleras ni superar

El almohadillado que aparece es de dos tipos, rústico y natural, predominando este segundo sobre el primero. Se documenta un único ejemplar que posee almohadillado abrupto.

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El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita También se comprueba en esta portada la presencia de sillares cuya superficie se muestra en dos planos: corresponden a los bloques situados en la zona de retranqueo -o adelanto, según se mire- del muro. Estos muestran una almohadilla con plano diagonal, para salvar el desnivel entre uno y otro cuerpo; así, la parte del sillar que queda retranqueada ofrece un almohadillado del tipo abrupto, mientras que por la otra zona es poco sobresaliente.

almohadillas se aprecia el empleo de la escoda y del puntero, especialmente este último, que se distingue claramente por su trazo rectilíneo frente al de la escoda que es más curvo. No se localizan vestigios de las herramientas empleadas en el transporte y colocación en obra. Sólo se documenta la probable mortaja para la castañuela en un sillar del lado norte y en otro, un agujero redondo quizá para el forfices, que está en la zona del intradós.

Los bloques que delimitan esta portada pétrea muestran sus extremos poco escuadrados, con grandes prominencias, sin desbastar apenas, por lo que se encuadran en el tipo B-1.

Antes de continuar con la descripción del siguiente punto, debemos aclarar que aunque en el plano xx aparezca señalado el V.3, este no ha sido considerado en el presente apartado descriptivo. Esta decisión viene impuesta por el estado de conservación en que ha llegado hasta nosotros. Efectivamente, su grado de destrucción es muy importante ya que está arrasado casi por completo. De hecho Mélida no lo vació por esta razón, dado que ya se columbraba la situación y fue Floriano Cumbreño quien procedió al desescombro (Floriano Cumbreño, 1940-41, 446).

Todos los paralelepípedos llevan bandas de anathyrosis de las que nunca faltan la 1 y la 3. La aparición de la 2 o la 4 depende de la colocación del sillar dentro del paramento. Así, si llevan la 4, significa que la 2 es una prominencia natural del bloque en la zona donde la adaraja traba con la cortina de incertum. Si por el contrario lleva la 2, la adaraja se produce por el lado opuesto. En caso de que el bloque se encuentre situado en medio del lienzo, no aparece ninguna de las dos bandas.

Sólo conserva cinco hiladas en la jamba norte de su fachada y poco más en las jambas de los subvomitorios. Sin embargo, sí hemos tenido en cuenta las medidas de los sillares que aún quedan en pie a efectos del estudio modular de los elementos del edificio.

Con respecto a las huellas de tallado de los bloques está atestiguado el uso de gradina para las bandas de anathyrosis y en toda la superficie correspondiente al intradós de la puerta. En las

Lámina 68.- Vista de una de las puertas del vomitorium 4, en el sector suroccidental del anfiteatro. Está aparejada en opus quadratum; los sillares del intradós del vano aparecen sin trabajar, sólo alisados pero por el lado de la fachada todos presentan bandas de anathyrosis y almohadillados naturales y abruptos. Hay que destacar que en la segunda hilada aparece un sillar con almohadillado en el intradós. Es el único caso en todo el anfiteatro, lo que revela que se trata de un error. Nuevamente se repite la composición de las pilastras que flanquean la puerta.

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presentan una tendencia cuadrangular bastante acusada y homogénea.

EDIFICIO: Anfiteatro. TÉCNICA: Opus quadratum y opus incertum que revisten y se traban con un núcleo de opus caementicium. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Granito de grano grueso y anfibolita, de tonos rojizos y pardos. PUNTO: MER.2.11. PARAMENTO: Muros que conforman el segundo tramo del pasillo de V.4. ESTADO DE CONSEVACIÓN: Bueno. RESTAURACIONES: Refuerzos del relleno de los compartimentos de la estructura con hormigón moderno, probablemente de época de Menéndez-Pidal. FIGURA: nº 3. PLANO: nº 19. LÁMINA: nº 69. DESCRIPCIÓN: En este pasillo se plasma en toda su magnitud como se complementan las fábricas de mampuestos y de sillares y como se relacionan ambas con el ladrillo.

Los lienzos de incertum aparecen perfectamente trabados con la cadenas de sillares que se intercalan en los paramentos así como con las jambas; en ambos casos, la disposición de los bloques es en adaraja y revela una obra cuidada y unitaria al presentar las tongadas idéntica altura que los bloques, de manera que puede seguirse a través del paramento, sin dificultad, las líneas de unión entre ellas. Se comprueba en este punto otro uso de los sillares: el de preparar un plano especialmente nivelado y continuo. Efectivamente, junto a las cadenas aparecen sobre la tercera tongada de incertum sendos sillares, bien escuadrados y alisados, sobre los que reposaban los arranques de un arco fajón de la bóveda de cubrición del pasaje, aparejado en ladrillo. Dicho arco marca el comienzo de un nuevo tramo de bóveda, en decenda de cava, y realizada también con ladrillo. Esta bóveda apoyaba directamente sobre una cornisa latericia que remataba el muro de incertum.

En este tramo se conservan únicamente tres hiladas de opus incertum, realizado con elementos de tamaño mediano y grande, en los que no quedan restos de juntas recibidas. Se constata una labor muy cuidada gracias al empleo de finísimas lajas para enrasar las tongadas y se intuye una especie de intencionalidad en el corte de dichas piedras, que

Apenas si quedan restos de los ladrillos aunque se pueden documentar algunos vestigios en la zona correspondiente al arco fajón, donde se revelan como sesquipedales de buena cochura. De la cornisa sólo adivinamos su existencia por lo alineado de la superficie de la obra de incertum en algunos puntos.

Lámina 69.- Interior del vomitorium 4. En la imagen observamos el detalle de los restos del apeo de uno de los arcos fajones que articulaba la bóveda. Como se puede aprecia, estaba aparejado en ladrillo e iba a reposar directamente sobre un sillar que servía para nivelar de manera más rigurosa la tongada de incertum y así establecer un lecho de recibimiento que no plantease ningún problema de estabilidad.

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Sorprende de dichos sillares que pese a repetir su disposición en adaraja, los dientes de esta no traban profundamente con el paramento de incertum. Asimismo se comprueba que los extremos de dichos bloques no presentan esas exageradas y robustas protuberancias que se han venido documentando en los anteriores vomitoria. Así pues, queda claro que la forma de estos bloques es del tipo que hemos denominado como B-2.

EDIFICIO: Anfiteatro. TÉCNICA: Opus quadratum que reviste un núcleo de opus caementicium. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Granito de grano grueso, de tonos gris obscuro y claro brillante. PUNTO: MER.2.12. PARAMENTO: Puertas de los subvomitorios de V.4. ESTADO DE CONSERVACIÓN: Aceptable. RESTAURACIONES: Ninguna. FIGURA: nº 3. PLANO: nº 19. LÁMINA: nº 70, 71 y 72. DESCRIPCIÓN: Presentan idénticas características que las descritas con anterioridad aunque estas se caracterizan por su irregularidad y lo poco esmerado de su trabajo de cantería.

En ninguna de las dos entradas quedan restos de los dinteles aunque conservan otras partes. La puerta norte muestra una losa granítica que debió pertenecer al pavimento del pasillo. La entrada sur presenta un pequeño escalón a medio camino del subvomitorio, también realizado en granito. Dado lo poco cuidadoso de su trabajo se distinguen con nitidez las herramientas que se emplearon en su desbastación y tallado. En líneas generales se aprecia un intenso uso de la bujarda para alisar planos, incluidas las bandas de anathyrosis. Sin embargo, esta labor de alisado es tan limitada que en ciertos sillares se aprecian aún los surcos del puntero sin borrar. Estos se hacen muy notorios en el sillar que posee el almohadillado abrupto.

La puerta que más superficie conserva es la meridional, con 5 hiladas, aunque la septentrional tiene 4. Lo que destaca de ellas es lo dispar de las medidas de sus bloques, ya que muestran una gran dispersión. En la mayoría de los sillares no existe el almohadillado excepto por la banda 3 de anathyrosis que está bastante rebajada y proporciona una sensación de almohadilla. Únicamente aparecen tres sillares que sí lo están y son de tres tipos diferentes: natural, rústico y abrupto. Llama la atención que uno de estos tres, el natural, lo es por el intradós.

En ninguno de los ejemplares se han podido detectar mortajas para alojar la castañuela o los forfices que pudieran emplearse para su elevación y colocación en obra.

Lámina 70.- Subvomitorio meridional del vomitorium 4. La jamba derecha aparece casi por completo destruida pero esto permite contemplar el núcleo de la fábrica de caementicium. La disposición de los sillares en las jambas es alterna. En cuanto al trabajo de los bloques vemos que sólo llevan anathyrosis en sus lados horizontales y el almohadillado apenas. si sobresale. Respecto al pasillo, vemos que la pendiente es muy poco pronunciada y que aún conserva un pequeño escalón formado por dos grandes sillares.

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Lámina 71.- Detalle de la bóveda de opus testaceum del subvomitorio meridional del vomitorium 4. El arranque de la bóveda se señala mediante una cornisa moldurada de ladrillo, que no hace sino marcar la línea de impostas. También se comprueba que la bóveda es de cañón, de tramos rectos y que se van superponiendo en altura conforme se asciende por el pasillo, aunque aquí está completamente arruinada.

Lámina 72.- Interior del vomitorium 4 en el que se reproduce, nuevamente el esquema compositivo: a izquierda y derecha se abren las puertas de los subvomitorios y al frente se ve como desemboca en el imum maenianum. Esta imagen ilustra el problema de desnivel que existe entre los distintos accesos al anfiteatro; en unos hay que subir una escalinata para llegar al primer graderío mientras que en otro accede a pie llano.

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Con respecto a los contrafuertes poseen una anchura de 2’60 y 2’64 m., respectivamente, y sobresalen de la pared 0’20 m.. Las cadenas de sillares que los atraviesan ofrecen un aspecto desigual. Así, la más cercana a V.4 sólo conserva cuatro hiladas, pero la 4ª está formada por un sillar -a sogaque no parece que pertenezca a ella y está movido por completo. En las restantes vemos que la inferior va a soga y la siguiente la componen dos tizones, para aparecer nuevamente una soga en la 3ª. En la otra cadena vemos que quedan siete hiladas de sillares. La disposición de estos en las dos primeras filas es de una soga en cada uno, para aparecer en la tercera un bloque de dimensiones notabilísimas: 1’50 m.; sobre él hay dos tizones y las dos filas siguientes están constituidas por sendos sillares a soga. De la séptima sólo queda uno de los dos tizones que la conformaban.

EDIFICIO: Anfiteatro. TÉCNICA: Opus incertum y opus quadratum, trabados entre sí, que revisten al núcleo de opus caementicium. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Granito de grano medio. PUNTO: MER.2.13. PARAMENTO: Fachada entre V.4 y V.5. ESTADO DE CONSERVACIÓN: Bueno. RESTAURACIONES: En la cadena más meridional parece que el sillar de la 4ª hilada es moderno, fruto de una intervención restauradora y lo mismo ocurre con la mampostería que se desarrolla entre el V.4 y el primer contrafuerte, en la que no existen tongadas y el mortero es moderno, de yeso, lo que le confiere una singular apariencia blanquecina. Aunque no podemos precisar en que momento se llevó a cabo, es probable que se realizara durante la restauración de Menéndez-Pidal. FIGURA: nº 3. PLANO: nº 19. LÁMINA: nº 73. DESCRIPCIÓN: El desarrollo de este tramo de fachada es similar a lo que se documenta en casi todo el recorrido exterior del edificio. Concretamente, este sector es de los que presenta dos contrafuertes.

Respecto al trabajo de labra que muestran los paralelepípedos, vemos que todos están almohadillados, y predomina el tipo natural sobre el abrupto. En el caso de las sogas, todos llevan bandas de anathyrosis; si se trata de tizones, la 2 ó la 4, según. Estas bandas aparecen muy rehundidas con respecto a la almohadilla, lo que favorece más la sensación de realce de ésta. Un dato singular que se constata en este punto es que los sillares colocados a soga, sólo presentan regularizadas las superficies de puesta y recibimiento del bloque, mientras que el resto es un volumen más o menos irregular, como recién salido de cantera. Queda fuera de duda que dichos sillares que evocan grandemente a los del tipo B-1- se identifican mejor con los del grupo B-2. Los ejemplos más significativos de esta manera de trabajar los hallamos en el segundo contrafuerte, en las hiladas 2ª, 3ª, 5ª y 6ª.

Por la intervención restauradora vemos que la cortina va desde el ángulo del último vomitorio del sector este, cuya esquina aparece cinchada con opus quadratum, hasta el gran vomitorio meridional, definido igualmente con una puerta aparejada con sillares. Entre una y otra puerta, el resto de la cortina se realiza con opus incertum. Este tramo medianero no es liso sino que aparece animado con la presencia de dos contrafuertes en resalte. Estos, a su vez, llevan en su parte central una cadena de bloques que sobresalen con respecto al plano del contrafuerte, y se disponen en adaraja.

Un caso específico lo constituye el sillar que forma la 4ª hilada del primer contrafuerte. Este presenta todas sus superficies amplias completamente alisadas: ni siquiera llevan bandas de anathyrosis. Sin embargo, en los extremos observamos almohadillados realmente abruptos, inscritos entre bandas mucho más anchas de lo normal que podrían cumplir el papel de anathyrosis. Este externo no lo aseveramos categóricamente ya que, realmente son muy anómalas. Además, tras un detenido análisis del mismo, se plantea con toda intensidad la hipótesis de que más que almohadillas se trate de protuberancias11 para transportar el sillar hasta su definitiva colocación en el muro. Esto explicaría que el almohadillado de muchos sillares presente cortes de amplias superficies y muy limpios, y quedaría corroborado por la ausencia de mortajas donde alojar la castañuela o los forfices. Así pues parece muy verosímil la posibilidad de que se transportasen los sillares con cordajes anclados en las protuberancias dejadas para tal fin en los bloques.

En la zona más próxima a V.4, se observa que todo es fruto de una restauración. Sólo la primera tongada es auténticamente opus incertum, que muestra una fábrica de mampuestos de tamaño mediano y, en menor medida, grandes. Abundan entre las piedras los elementos de tipo laja y se observa escasa presencia de pequeñas piedras de calzo. El resto de la pared está recrecida en mampostería con mortero de yeso. El tramo comprendido entre las cadenas está también algo retocado por su parte superior. Se contabilizan, de manera segura, cinco tongadas de incertum, aunque de la quinta sólo quedan algunas piedras de tamaño muy grande que pertenecerían a la primera hilada de esta tongada. En total se conserva ca. de 2’10 de altura de fachada.

Finalmente, las herramientas que pueden ser documentadas a través de las huellas de uso son la gradina en las bandas de anathyrosis y bujarda en ciertas partes alisadas. Los salientes de transporte serían retirados ya in situ con ayuda de la escoda o de la pica de desbaste.

En el opus incertum se comprueba una mayor presencia de mampuestos de tamaño grande siendo el resto de tamaño mediano. También se documenta una importante cantidad de piedras cuadrangulares bastante regulares así como elementos tipo laja. No quedan vestigios de juntas recibidas. Estas mismas características vuelven a repetirse al otro lado del segundo contrafuerte, donde continúan las cinco hiladas.

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Lámina 73.- Panorámica de la fachada en la que se observa como las cadenas de sillares centran cuerpos en avance con respecto al paramento. Se ve como los muros de opus caementicium revestidos de incertum configuran una suerte de alvéolos que en la parte baja del edificio se macizan con tierra. En la parte superior de la fotografía se observa un gran frogón de caementicium en el que quedaron trabados algunos sillares que se disponían a tizón. Este gran macizo reproduce parte del graderío y está caído sobre la praecinctio del imum maenianum.

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el almohadillado de los sillares así como por el ligero adelanto, con respecto al vano, de las zonas donde se ubican dichas pilastras. Presenta una luz de 4’67 m.

EDIFICIO: Anfiteatro. TÉCNICA: Opus quadratum que reviste un núcleo de opus caementicium. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Granito de grano mediano-grueso. PUNTO: MER.2.14. PARAMENTO: Puerta meridional del eje longitudinal (V.5). ESTADO DE CONSERVACIÓN: Parcialmente restaurada. RESTAURACIONES: Sabemos que gran parte de la anaparástasis del anfiteatro se realizó en este sector, que era de los peor conservados del edificio. Efectivamente, sabemos que, tras la excavación, el vaciado del pasillo propició un inicio de colapso en los paramentos y la escorrentía hizo el resto. Tampoco podemos olvidar que esta zona se vio muy dañada por las voladuras que sufrió el monumento. Por todo ello, Menéndez-Pidal restituyó casi todo el pasillo y no podemos precisar hasta qué punto intervino en la fachada granítica. Es posible que recolocara algunos bloques ya sueltos o movidos para asentar la moderna cubrición del vomitorio. En cualquier caso, está fuera de duda que los sillares sean romanos. FIGURA: nº 3. PLANO: nº 14 y 19. LÁMINA: nº 74. DESCRIPCIÓN: Nuevamente vuelve a repetirse el mismo esquema de portada que en el resto: vano cubierto por arco de medio punto y flanqueado por pilastras simuladas en el paramento mediante el juego de luces y sombras provocado por

El lado en mejor estado es el occidental. Conserva seis hiladas, lo que supone una altura de algo más de 3 m.. La séptima está constituida por un sillar cuyo plano de recibimiento está trabajado en pendiente y en su cara interior meridional muestra una parte rebajada, con forma de ángulo. Esta cavidad está destinada al anclaje de la dovela del riñón del arco de medio punto que cubría dicha entrada. La zona oriental de la puerta se halla en peor situación porque aunque por el intradós conserva hasta siete hiladas de altura, la zona de fachada está un poco afectada, sobre todo por las modernas escaleras que se acondicionaron como una más de las tareas de restauración para facilitar el recorrido del visitante por el monumento. Este hecho se aprecia con claridad en los bloques que se encuentran trabados con la fachada, en clara relación con la estructura que hemos denominado punto 17 (Fig.3 y CD-Rom Planos nº 20), donde se observa que han sido parcialmente alterados por el reacondicionamiento del sector. Efectivamente, aquí se colocaron unas escalerillas, realizadas modernamente con granito, junto a un murete destinado a contener el empuje de la tierra de la zona y que está realizado con hormigón moderno. Por el lado oeste termina la obra moderna con otros escalones, también hechos en la actualidad con granito. Todo parece indicar que durante los trabajos de restauración, se intentó quitar los sillares trabados junto a

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El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita MER.2.17 creyendo que estos estaban caídos o movidos. La realidad es que parecen faltar uno o dos bloques de la primera hilada de la estructura antes mencionada, justo a la altura donde comienza la escalera este, ya que en la zona más próxima al vano se comprueba que existían más sillares para compensar el desnivel existente desde época romana. Quizá estos últimos sean el único vestigio de la escalinata que hubo de tener este acceso en la antigüedad.

de la 2 ó la 4, depende exclusivamente de la parte en que esté ubicado el sillar. Así, aparece la 4 en la parte oeste de la puerta y en la zona más próxima al vano y la 2, en este mismo lado occidental pero en la parte más extrema. Al otro lado de la puerta el fenómeno se repite aunque a la inversa. La disposición de los bloques a ambos lados de la puerta es la misma que se ha documenta en los puntos precedentes: 1ª hilada, tres tizones; 2ª hilada, dos sogas y así sucesivamente hasta cubrir toda la altura que hoy queda. También aquí se constata la presencia de sillares que presentan una almohadilla mayor para salvar el desnivel de plano que se provoca por el retranqueo de la zona más inmediata a la puerta.

Los sillares aparecen muy bien escuadrados y alisados por la zona del intradós de la puerta. Mientras que por la parte de fachada todos aparecen con almohadillado. Este es de dos tipos: natural, que es el de la mayoría, y rústico, del que sólo se recogen tres ejemplares. Sólo hay un caso de un bloque que presenta almohadilla del tipo abrupto, y está en el lado oriental de la puerta. Con respecto a su escuadramiento, vemos que en los límites con los paramentos de opus incertum se muestran irregularmente escuadrados aunque no de manera tan rudimentaria como en puntos anteriores, por lo que se encuadran dentro del grupo B-2.

En los paralelepípedos se documenta el empleo de cucarda para las superficies lisas. En las bandas de anathyrosis se aprecia la gradina mientras que en los almohadillados se constatan huellas de puntero y escoda. No es descartable la utilización de pica de desbaste para las almohadillas, ya que en ciertos casos la superficie muestra un descantillado de lasca grande y plana.

Igual que se viene comprobando en los vomitorios anteriores, todos los bloques llevan anathyrosis y de manera constante, la 1 y la 3. Luego, como ya hemos visto, la aparición

En ningún caso hemos encontrado mortaja para alojar la castañuela y en la parte oeste hemos hallado un sillar con agujero, presumiblemente para el forfices.

Lámina 74.- Detalle de la escalinata que da paso a la puerta principal del sur, sobre el eje longitudinal del anfiteatro. La fotografía es muy expresiva porque muestra como el anfiteatro está parcialmente encajado en el terreno natural. Se comprueba, una vez más, que la portada recibe un tratamiento especial con una composición de un arco de medio punto -desaparecido-, seguramente con la clave destacada, enmarcado por sendas pilastras, todo ello en opus quadratum. Las pilastras sustentarían un dintel, seguramente la cornisa moldurada de ladrillo que recorría toda la fachada del anfiteatro señalando el final del primer cuerpo y el inicio del segundo.

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Estas puertas son más monumentales que las de los otros vomitoria, pero esto es en atención a su tamaño que no a su composición arquitectónica. Esta muestra las jambas construidas con sillares de tamaño muy dispar. Es posible que esto sea una de las pruebas de que se montaron casi completamente durante la restauración, y aunque sean elementos romanos deben pertenecer a otras zonas o puntos del edificio. Si parecen estar aún in situ unas seis hiladas.

EDIFICIO: Anfiteatro. TÉCNICA: Opus quadratum que reviste al núcleo de caementicium.. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Granito de grano grueso, de tonalidad ocre. PUNTO: MER.2.15. PARAMENTO: Subvomitorios del acceso sur del eje longitudinal. ESTADO DE CONSERVACIÓN: Muy restaurado. RESTAURACIONES: Esta zona fue de las más reconstruidas durante las restauraciones de Menéndez-Pidal. Las puertas de los subvomitorios revelan intervenciones modernas que se advierten en detalles tales como las rebabas de mortero moderno en ciertos puntos, la disparidad de los sillares así como la presencia de una robusta viga metálica que sustenta el dintel adovelado oriental y soporta el empuje de las jambas. Aunque esta puerta apareció completa (Mélida, 1921, lám. VI) se hizo necesario asegurarla con este puntal metálico. Es posible que algunos de los escalones de acceso a los subvomitorios sean antiguos aunque no estamos en condiciones de poder aseverar tal extremo. También aparecen escaleras hechas con mampostería moderna para facilitar el tránsito a los pasillos que conducen al graderío inferior y a las escaleras que llevan a la parte alta. FIGURA: nº 3. PLANO: Nº 14 y 19. LÁMINA: nº 75. DESCRIPCIÓN: Estas son las puertas que desde el gran eje brindan acceso al graderío. Así, una vez que se ha traspasado el umbral del vomitorio, habría una serie de escalones para salvar el desnivel. Transversalmente a estos, a uno y otro lado, aparecían otros peldaños: los de las puertas de subvomitorios. Estas puertas servían a los tres maeniana: imum, medium y summum. Hay que destacar que en la puerta occidental se aprecia claramente como apoya el muro de incertum directamente sobre la roca madre parcialmente preparada.

La disposición de los sillares es en adaraja aunque no tan expresiva como en el V.2 o en el V.4. También se diferencia de aquellos en que los almohadillados apenas si sobresalen: en la mayoría de los casos están propiciados por la presencia de bandas de anathyrosis. En los casos de mayor prominencia, los almohadillados son de tipo natural. Tan sólo hay un caso de abrupto. Por el intradós los sillares se muestran muy bien alisados aunque en la puerta occidental, por la parte inferior y hasta la 4ª hilada, se ven las huellas del puntero. Dichos bloques están parcialmente cubiertos por unas escaleras hechas con mampostería moderna. Se constata la presencia de varios bloques simplemente escuadrados y alisados, que no llevan siquiera anathyrosis. Llama también la atención que los sillares no son regulares por sus costados pero se acercan mucho a un escuadramiento canónico, como no se pueden incluir como de tipo A, se engloban como B-2. En definitiva estos sillares se muestran con menos “personalidad” que los documentados en los subvomitorios precedentes. El dintel de la puerta oriental no tiene viga sustentante por la zona del pasillo. Está realizado con tres dovelas. De ellas, la clave no se destaca y muestra bandas 1 y 3. Las anathyrosis se han alisado con gradina así como las partes lisas. Con respecto a los almohadillados, se documenta un amplio uso del puntero y, quizá, la pica de desbaste o la escoda. En ninguno de los sillares se ven orificios que revelen el empleo del forfices. Al estar la estructura completa no podemos saber si hay mortaja para la castañuela.

Lámina 75.- Subvomitorio oeste del eje longitudinal sur (vomitorium 5). Pese a estar restaurado conserva suficientes elementos originales para documentar. Nótese cómo la fuerte pendiente del vomitorium debía ser salvada mediante una escalinata lo que implicó la creación de una suerte de rellano para buscar un mismo nivel de cota con el umbral del subvomitorio. También hay que subrayar que las jambas se apean a distinta cota, a causa del desnivel. Los sillares de la puerta están almohadillados por el exterior y lisos al intradós. Sobre la platabanda se ha reconstruido la cornisa moldurada de ladrillo que definía el arranque de la bóveda.

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del anfiteatro, las únicas que ponen en contacto directo el exterior con la harena, ya que en el proyecto arquitectónico no se concibió ningún otro paso que sirviera para llevar animales o personas hasta la harena12. Para ello se procedió a tallar y preparar la roca madre del lugar para que sirviera de cimiento y asentar así, directamente sobre ella, los muros radiales que conforman dichas galerías. Por estas razones, este vomitorio y su correspondiente por el N., presentan una pendiente tan acusada, salvada, probablemente, mediante escalinatas.

EDIFICIO: Anfiteatro. TÉCNICA: Opus quadratum revistiendo un núcleo de opus incertum. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Granito de grano grueso, de tonalidades ocres. PUNTO: MER.2.16. PARAMENTO: Interior del vomitorio central sur (V.5). ESTADO DE CONSERVACIÓN: Muy restaurado. RESTAURACIONES: Se aprecia que la fábrica de incertum de los paramentos tuvo que ser reconstruida con mampostería moderna: apenas quedan más de tres tongadas de altura original. Las pilastras que jalonan el vomitorio, fueron recompuestas y las carceres rehechas. Los bloques graníticos que hacen las veces de escalones para ayudar a salvar tan pronunciada pendiente aparecen ya en las fotos publicadas por Mélida en la primera memoria de excavación (1919). Sin embargo, desconocemos si estos escalones son los restos de los antiguos o, si se colocaron allí durante el transcurso de la excavación. Toda la bóveda aparejada en ladrillo así como la cornisa latericia que marca la línea de impostas es obra de Menéndez-Pidal. FIGURA: nº 3. PLANO: nº 14 y 19 LÁMINA: nº 76. DESCRIPCIÓN: A lo largo del pasillo se observa en varios puntos cómo los paramentos de mampostería moderna -antiguamente de incertum- reposan directamente sobre la roca madre. Este hecho vuelve a constatarse en las cadenas de sillares situadas en el primer tramo del descenso. Es en esta zona donde se documenta la fábrica de incertum con mayor altura de todo el pasillo.

Las primeras cadenas del corredor muestran la típica disposición en adaraja y conservan una gran altura, asegurada por el lienzo de incertum original con el que traban: casi 4 m. Todas llevan únicamente anathyrosis 1 y 3, que resaltan almohadillados bastante dispares. Se documentan naturales, sobre todo, y algunos rústicos y abruptos, de manera testimonial. Aunque muchos de estos bloques podrían adscribirse al tipo B2, ofrecen unas formas tan “erosionadas” que no parecen tener relación con los anteriores. En este caso su aspecto es mucho más cuidado, sobre todo en los extremos de los bloques. Las pilastras que sustentan el fajón de sillares parece que son reconstruidas en gran medida aunque con elementos antiguos en apariencia. La disposición de los bloques muestra el siguiente ritmo: una soga en la 1ª hilada; dos tizones en las tres hiladas siguientes para acabar con dos sogas sucesivas. En total posee una altura de 6 hiladas. Los bloques también se muestran muy homogéneos en los almohadillados: rústicos y presentan, solamente, las anathyrosis 1 y 3. En todos los paralelepípedos se documenta el alisado de las bandas con gradina mientras que las almohadilladas se rematan con puntero o con la pica de desbaste.

Antes de continuar con la descripción específica, hay que subrayar que este vomitorium presenta ciertas peculiaridades que lo diferencian del resto, derivadas de su cometido y ubicación. Como ya se ha ido describiendo a través de los puntos precedentes, desde la gran puerta occidental hasta aquí, el terreno ofrece una pendiente a la que el edificio se va adaptando. Al llegar a este punto, una de las zonas más altas de la colina en que se apoya, hubo que practicar una de las dos grandes galerías

Hay que señalar que todos los sillares de este pasillo muestran sus aristas rematadas a bisel. Este hecho no se había documentado con anterioridad. No hay vestigios de uso de forfices y es poco probable que se emplease la castañuela.

Lámina 76.- Interior del acceso vomitorio principal sur. Se ve la cadena realizada con sillares dispuestos con ritmo alterno, que se apean directamente sobre la roca natural que aflora en este punto. A ambos lados de la cadena el paramento se desarrolla en opus incertum, bastante irregular tanto en tamaño y forma de los mampuestos como en su ejecución. En la parte inferior izquierda de la fotografía aparece el incertum recubierto con una capa de enlucido.

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extremo ya ha sido comentado en MER.2.14. Sobre los bloques graníticos la estructura estaba aparejada con opus testaceum, del que no quedan sino vestigios.

EDIFICIO: Anfiteatro. TÉCNICA: Opus quadratum y opus testaceum. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Granito de grano grueso, tono gris y ladrillo, color Cailleux N25. PUNTO: MER.2.17. PARAMENTO: Estructura adosada inmediatamente al este de V.5. ESTADO DE CONSERVACIÓN: Regular, está despojado casi completamente de ladrillos. RESTAURACIONES: Ninguna. FIGURA: nº 3. PLANO: nº 19. LÁMINA: nº 77. DESCRIPCIÓN: Se trata de una estructura rectangular que al estar trabada con el muro de fachada del anfiteatro adopta esa misma forma curvilínea.

La fábrica de quadratum muestra unos bloques muy bien alisados y escuadrados. Todos los sillares de la primera hilada no poseen almohadillas mientras que los de la segunda hilada muestran un impecable almohadillado rústico. Las anathyrosis no aparecen de manera uniforme, ya que algunos llevan 1, 2 y 4; otros 1, 2 y 3; en otros casos aparecen todas y, en el caso de los simplemente alisados, no llevan ninguna. Queda atestiguado el empleo de gradina para las bandas de anathyrosis y lechos de puesta así como caras laterales, y el puntero en las almohadillas. No se empleó ninguna herramienta para su colocación, tipo ferreus o castañuela. Con respecto a los ladrillos, donde mejor se conservan es junto al contrafuerte que hay al este de la gran puerta sur. Allí quedan restos de dos hiladas que se disponen a tizón; la argamasa que los une es rica en cal. Las llagas son bastante estrechas y de los tendeles no podemos decir nada por contar tan solo con dos filas. En ninguno de ellos hemos encontrado sellos. Son del tipo sesquipedalis (lydiones) y no son reutilizados.

Consiste en un basamento realizado con sillares, que en la parte más oriental constaba de dos hiladas y en la zona más próxima a la puerta anterior, probablemente más ¿cuatro?, aunque actualmente sólo parece quedar la zona inferior. Este

Lámina 77.- Vista del cuerpo que se adosa a la fachada del anfiteatro por el lado sureste del anfiteatro, junto al gran acceso meridional. Está construido con una suerte de basamento de opus quadratum y sobre él apenas si quedan dos hiladas de ladrillo de recrecimiento del susodicho cuerpo.

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actual. En lo que asoma de ella no se documenta la presencia de bloques almohadillados, aunque sí se aprecia en alguno la anathyrosis 1.

EDIFICIO: Anfiteatro. TÉCNICA: Opus testaceum y opus quadratum, que revisten un núcleo de opus caementicium. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS: Granito de grano grueso, tono gris obscuro y ladrillo, color Cailleux R-19. PUNTO: MER.2.18. PARAMENTO: Estructura de responsio a MER.2.17. ESTADO DE CONSERVACIÓN: Bueno. RESTAURACIONES: Ninguna. FIGURA: nº 3. PLANO: nº 19. LÁMINA: nº 78. DESCRIPCIÓN: Se trata de una construcción de planta cuadrangular frente al anfiteatro que, por su parte trasera, parece inscribirse en otra de similar aspecto pero de tamaño mayor. Esta zona está aún por terminar de excavar por lo que este extremo es revisable a la espera de su puesta a la luz.

La segunda hilada está compuesta por siete bloques que se disponen alternativamente a soga y a tizón. Todos ellos están almohadillados, aunque de manera poco notoria. Son almohadillas rústicas que están sugeridas, más bien, por las bandas de anathyrosis que por lo sobresaliente del almohadillado. El aspecto del alisado está menos conseguido que en el punto anterior: aquí se evidencia en muchos lugares el uso del puntero que no ha sido borrado definitivamente por la gradina. No se documentan ninguna huella de herramienta de colocación. La fábrica latericia conserva aproximadamente 40 hiladas de altura. Los ladrillos se disponen a tizón, mayoritariamente, y en muchos casos se colocan los ladrillos entre las hiladas por su cara plana. Todos son sesquipedalis excepto estos últimos que presentan unas medidas poco ortodoxas de 30’5 por 16’7. En ningún caso son reutilizados.

Está aparejada casi de igual manera que MER.2.17: basamento compuesto por dos hiladas de sillares y recrecimiento de ladrillo por su cara frontal, aunque posee un núcleo de opus caementicium. En los ángulos que dan paso a la zona más amplia de dicha estructura, se observan zonas construidas en una suerte de incertum, o quizá, de caementicium careado.

El análisis del muro latericio revela que las llagas son un poco anchas e irregulares y lo mismo sucede con los tendeles. En general el mortero que trababa los ladrillos ha desaparecido, por lo que están todas las juntas descarnadas. A juzgar por los restos actuales, todo el paramento estuvo revestido con estuco, lo que es muy plausible dado lo poco vistoso de la construcción.

La fábrica de sillares es muy similar a la del punto precedente: todos los bloques están bien escuadrados y alisados. La primera hilada está casi cubierta por el suelo de

Lámina 78.- Estructura relacionada con el anfiteatro, responsio de la que aparece en la lámina. 76. Está construida a base de un basamento de opus quadratum, de que sólo se vislumbran dos hiladas y el resto de la construcción está hecha de opus caementicium revestido de opus testaceum. Sobre este último hay que llamar la atención respecto a su disposición, ya que, como se puede observar, en muchos casos se colocaron por su cara plana. Luego, toda la estructura estaba revestida con una potente capa de estuco, de la que casi no quedan restos.

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Rosalía María Durán Cabello MER.2.19

toda la mitad oriental y vuelve a cambiar a partir del vomitorio norte del gran eje.

EDIFICIO: Anfiteatro. TÉCNICA: Opus quadratum como revestimiento de un núcleo de opus caementicium. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Granito de grano grueso. PUNTO: MER.2.19. PARAMENTO: Primer vomitorio por el SE (V.6). ESTADO DE CONSERVACIÓN: Bueno. Se conoce completo desde el periodo de excavación (Mélida, 1921, 7, lám. III). RESTAURACIONES: Recrecimientos en mampostería y ladrillo de cornisa y bóveda por el interior. Se realizaron bajo las ordenes de Menéndez-Pidal. FIGURA: nº 3. PLANO: nº 19. LÁMINA: nº 79. DESCRIPCIÓN: Nuevamente encontramos un paramento de quadratum con la ya clásica composición de puerta cubierta con arco rebajado, concretamente escarzano; las jambas están flanqueadas por dos cuerpos adelantados cuyos bloques almohadillados simulan pilastras.

El vomitorium que se analiza es, probablemente, el punto en mejor estado de todo el monumento. En él se conservan 9 hiladas de altura a cada lado del vano, rebasando el nivel de la clave del arco. El arco está compuesto por 13 dovelas de las que 4, correspondientes a los salmeres, están enjarjadas con las jambas. La clave está diferenciada. Todas las dovelas presentan anathyrosis por las cuatro bandas y el almohadillado que tienen es de tipo rústico, pero casi plano. A ambos lados de la puerta la disposición de los sillares es la ya comprobada en todos los puntos precedentes: 1ª hilada compuesta por tres tizones; 2ª hilada: dos sogas y así sucesivamente. En este paramento aparecen pocos sillares almohadillados y los que lo están, son mayoritariamente de tipo rústico aunque no falta algún ejemplar de natural, completamente testimonial. Se constata una gran presencia de bloques simplemente escuadrados y alisados. Debemos destacar la nueva expresión del almohadillado en aquellos bloques que emplean su almohadillada como transición en el retranqueo del paramento. Antes habíamos documentado sillares con sus anathyrosis, y almohadillados muy cuidados, tipo rústico. Por contra, estos son del tipo abombado, no llevan bandas y en muchas ocasiones la almohadilla es un plano totalmente en diagonal.

Este vomitorium presenta un cambio substancial en lo referente a accesibilidad. Como se ha documentado en el cuarto elipsoidal suroeste, en casi ningún vomitorio se puede llegar a pie llano hasta la praecinctio que sirve al imum maenianum. Este hecho se ha comprobado en V.2 y en V.3, ya que la puerta principal -la occidental- presenta una problemática distinta, al igual que la gran entrada meridional, como se ha explicado. Se ha comprobado que a partir de V.4, la praecinctio está -más o menos- a la misma cota que la calle que rodea al anfiteatro, por lo que no hay que salvar ningún desnivel para llegar hasta el pasillo de distribución del graderío. Sin embargo, hay que puntualizar que en los dos vomitorios intermedios del cuarto suroriental, existe una ligera pendiente ya que el nivel del exterior está un poco más alto que la cota de pavimento del pasillo. A partir de aquí existe casi el mismo nivel entre interior y exterior del anfiteatro. Este hecho se mantiene constante en

Respecto al escuadramiento que presentan los paralelepípedos en las estribaciones de la portada, debemos subrayar que estos son del tipo B-2, casi en transición al grupo A, al igual que se ha documentado en el V.5. En el trabajo de los bloques se observa el empleo de escoda y puntero en su desbastación y gradina en las zonas alisadas, fundamentalmente las anathyrosis y el intradós. En ningún bloque se ven acomodos para los forfices.

Lámina 79.- Vomitorium 6 situado en el cuarto sureste del anfiteatro. Es el único que ha conservado completo tanto el arco de acceso así como gran parte del corredor. La fachada está construida en opus quadratum, de sillares graníticos en los que se advierte que sólo han sido labrados con anathyrosis y almohadillado los del tercio superior de los paramentos así como las dovelas del arco escarzano; el resto aparecen apenas alisados, mostrando aún las creces del proceso de talla.

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El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita Poseen una luz de 1’60 m. y están aparejadas con opus incertum hasta una altura de 1’70, aproximadamente. Las puertas de acceso a dichos pasillos son de sillares dispuestos en adaraja, entre los que predominan los que están simplemente escuadrados y alisados. Conservan sus dinteles adovelados, en los que se destaca la clave.

MER.2.20 EDIFICIO: Anfiteatro. TÉCNICA: Opus testaceum, trabado con un núcleo de opus caementicium. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Ladrillo, color Cailleux R-19. PUNTO: MER.2.20. PARAMENTO: Bóvedas de los subvomitorios de V.7. ESTADO DE CONSERVACIÓN: Muy bueno. Hay fotografías tomadas durante el periodo de excavación en las que se muestra el excelente estado en que llegaron a nuestros días (Mélida, 1921, 7, lám. IV A). RESTAURACIONES: Existen partes de la bóveda del pasillo meridional completadas con ladrillo moderno; su homónimo está mucho menos reconstruido. Son de la época de MenéndezPidal. FIGURA: nº 3. PLANO: nº 16 y 19. DESCRIPCIÓN: Son estos los subvomitorios mejor conservados del anfiteatro, especialmente el septentrional, sobre todo en sus tramos de arranque.

Las bóvedas que cubren estos pasillos secundarios son de cañón rebajado, casi escarzanas, y están realizadas completamente con ladrillos dispuestos mayoritariamente a tizón. Esta manera de aparejar tiene su razón de ser en la disposición, ya que de esta forma, los elementos traban mejor con el núcleo de opus caementicium que los cohesiona por el interior. En el subvomitorio meridional se documenta la existencia de un tramo de más de 0’20 m. en que la bóveda se conserva por entero. Los ladrillos son sesquipedales de gran consistencia y dureza; evidencian una buena cocción y el desgrasante que poseen es muy fino aunque no falta algún que otro grano de mayor tamaño. Las llagas son bastante regulares, quizá un poco anchas. El mortero que asoma por entre ellas es muy resistente y rico en cal.

MER.2.21 EDIFICIO: Anfiteatro. TÉCNICA: Opus quadratum que reviste un núcleo de opus caementicium. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Granito de grano grueso y mediano. PUNTO: MER.2.21. PARAMENTO: Interior de V.6., puertas de subvomitorios, cadenas y jambas de la salida a la praecinctio. ESTADO DE CONSERVACIÓN: Bueno y parcialmente restaurado. RESTAURACIONES: Se ha reconstruido casi toda la cornisa latericia que recorría el pasillo marcando la línea de impostas de la bóveda. Esta se ha rehecho por completo incluidas los dos fajones: uno de ladrillo y otro de sillares. Probablemente este último, conservase sus arranques aunque no podemos aseverar tal extremo. Todo esto se ejecutó bajo las ordenes de MenéndezPidal. FIGURA: nº 3. PLANO: nº 16, 19 y 22-2. LÁMINA: nº 80. DESCRIPCIÓN: El interior del vomitorium, muestra el esquema que se viene observando en todos: la parte baja de los paramentos está construida con opus incertum mientras que a partir ca. 1’80 m. de altura, se desarrolla una moldura latericia formada por tres piezas: la inferior es un cuarto de bocel y sobre ella se coloca una escocia; la moldura queda rematada con la presencia de un listel, o sea un ladrillo simple y corriente. Esta

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moldura desempeña el mismo cometido que cualquier hilada de enrasamiento. Sobre ella vuelve a aparecer el incertum hasta la altura del dintel de los subvomitorios. Ya sobre ellos el espacio estaba cubierto con una bóveda escarzana recta, realizada en testaceum. La moldura sólo está documentada hasta la primera jamba de los subvomitorios, ya que sobre la segunda volteaba un fajón construido con dovelas graníticas que marcaba por un lado la zona donde arrancaba un nuevo tramo de bóveda recto y de menor altura que la anterior. A partir de este tramo, señalado con la presencia de un fajón de ladrillos, arrancaba una tercera bóveda. Esta era inclinada y, también, de ladrillo. Aproximadamente a medio recorrido de esta tercera bóveda, aparecía un nuevo arco fajón realizado en testaceum, cuyos arranques reposaban sobre una suerte de “ménsula” constituida por un bloque granítico. En la parte anterior de este fajón, en ambos lados del pasillo, aparecen en el paramento las cadenas de sillares que enganchan los distintos paños de mampuestos. La bóveda va en declive hasta su desembocadura en la praecinctio, donde quedaría rematada mediante un arco escarzano. De dichos arcos no han llegado ninguno hasta nuestros días, por lo que no sabemos si eran latericios o graníticos, como las jambas de la puerta con el pasillo distribuidor. Los sillares que configuran las jambas del vomitorium con la praecinctio aparecen bien escuadrados y alisados pero sin almohadillar. Son de grano mediano, con pequeñas protuberancias y se comprueba en ellos el uso de la cucarda en el trabajo de cantería. No se encuentran huellas sobre uso de forfices y tampoco de castañuela.

Rosalía María Durán Cabello Las cadenas del pasillo muestran la mayoría de sus bloques almohadillados y con anathyrosis 1 y 3. La almohadilla es de tipo natural y muy poco pronunciada. Los bloques tienen sus lados cortos sin trabajar y, además, son poco abruptos, por lo que se encuadran en el tipo B-2. En dichos sillares se reconoce claramente el uso del puntero en su desbastación, lo que muestra una obra poco cuidada.

En las puertas la mayoría de los paralelepípedos sólo están escuadrados y alisados, pero descuidadamente. Junto a estos ejemplares aparecen cuatro sillares que llevan un notable almohadillado de tipo abrupto y en los que se documenta la presencia de las anathyrosis 1 y 3. El trabajo de cantería se ejecutó con puntero y escoda, según se desprenden de la observación las huellas aún visibles. También hay que subrayar la presencia en dos de los bloques de orificios circulares destinados al acomodo del forfices; estos agujeros aparecen en plena almohadilla.

Los sillares que delimitan las puertas de los subvomitorios son de granito de grano grueso, con tonalidades ocres, y se disponen -como vienen siendo típico- en adaraja.

Lámina 80.- Interior del vomitorium 6. En él contemplamos la puerta del subvomitorio septentrional, realizado con sillares que presentan diferentes tratamientos: unos llevan anathyrosis y están almohadillados mientras que otros sólo aparecen apenas escuadrados, de manera que ofrecen un aspecto mucho más robusto. A la izquierda de la imagen se ven los fajones que van marcando los distintos tramos de la bóveda, que poco a poco va descendiendo conforme se aproxima a la praecinctio del graderío.

MER.2.22

LÁMINA: nº 81. DESCRIPCIÓN: Se trata de un tramo de fachada bastante bien conservado que presenta peculiaridades bastante interesantes. Por este motivo, en esta ficha se analizará el quadratum y en la siguiente el incertum.

EDIFICIO: Anfiteatro. TÉCNICA: Opus quadratum, revistiendo a un núcleo de opus caementicium. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Granito de grano grueso y anfibolita. PUNTO: MER.2.22. PARAMENTO: Fachada entre V.7 y V.8. ESTADO DE CONSERVACIÓN: Aceptable. RESTAURACIONES: Es posible que se haya robustecido la obra con mortero moderno, pues este tramo estaba en buen estado cuando se excavó (Mélida, 1921, lám. I)13. De ser así sólo cabe pensar que se hiciera con Menéndez-Pidal. FIGURA: nº 3. PLANO: nº 19.

En este sector se aprecia que de las dos cadenas, ninguna se dispone en el eje de un contrafuerte, centrándolo, como se venía comprobando a lo largo de toda la fachada del monumento. La mejor conservada es la meridional, que posee aún 5 hiladas in situ y vestigios de la 6ª. De esta sólo queda un trozo de sillar trabado con la fábrica de caementicium del núcleo. La disposición de los sillares es arrítmica; en al 1ª hilada aparecen dos tizones; la 2ª y 3ª hilada están compuestas por dos sogas,

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El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita respectivamente; la 4ª son dos tizones y la 5ª una soga. Estos bloques evidencian un trabajo bastante rústico: a pesar de estar bien escuadrados, las anathyrosis son como aristas aunque un poco más anchas de lo normal y están talladas a bisel. Sólo se distinguen como auténticas anathyrosis las 4 y 2, respectivamente que llevan los bloques que se disponen a tizón.

Estos bloques se muestran bastante bien escuadrados, aunque se muestran un poco esmerados en su regularidad, pertenecen al tipo A. Se presentan relativamente bien alisados, pero sus almohadillados si es que pueden llamarse así- son muy especiales. En efecto, vemos que los bloques poseen una suerte de estrechas bandas de anathyrosis -las cuatro- bastante rehundidas y con remate de bisel. Estas son las que propician la protuberancia del resto de la superficie cuya apariencia es la misma que la de cualquier sillar únicamente alisado.

Los almohadillados son muy prominentes y ocupan casi toda la superficie del sillar, pero mostrando una superficie muy lisa. Se podrían definir como de tipo rústico y abrupto, si atendiéramos a su prominencia. En dichas almohadillas queda patente el empleo de la escoda en su desbaste y el puntero en menor medida. En ninguno se han encontrado pistas sobre el posible empleo de forfices o castañuela.

En la cadena norte se evidencia un amplio uso de la cucarda y en algún caso parece verse la escoda, pero este extremo es menos seguro. Al igual que ocurría en la cadena anterior, tampoco constatamos uso de forfices o castañuela.

En la cadena septentrional sólo se conservan 4 hiladas de altura, de las que la 1ª y la 2ª lo hacen a soga, la 3ª con dos tizones y la 4ª vuelve a ser un soga.

Lámina 81.- Cadena de sillares que centra uno de los contrafuertes del cuarto sureste del anfiteatro (MER.2.22). Es muy llamativa la irregularidad que muestran los sillares tanto en lo referente a módulo, como a escuadría o incluso en lo tocante a la disposición de los bloques por hiladas. Y lo más singular es que aquí, en este sector del edificio, las cadenas de sillares de los contrafuertes no presentan la típica disposición en adaraja, cosa que se documenta en el resto de la fachada.

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Rosalía María Durán Cabello MER.2.23

función aunque sospechamos que el hecho de hallarse en el cuarto elipsoidal sureste, donde no aflora la roca madre y el terreno presenta declive hacia poniente, indica que pueda tratarse de una especie de zapata. Además, concretamente en este punto, tendría su razón de ser por la ausencia de contrafuertes.

EDIFICIO: Anfiteatro. TÉCNICA: Opus incertum como revestimiento del núcleo de opus caementicium. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Anfibolitas de tonos rojizos y pardos. PUNTO: MER.2.23. PARAMENTO: Tramo entre V.7 y la primera cadena del paño. ESTADO DE CONSERVACIÓN: Relativamente bueno. RESTAURACIONES: Parece que tiene restos de mortero moderno, pero no se puede asegurar nada al respecto. FIGURA: nº 3. PLANO: nº 14. LÁMINA: nº 82. DESCRIPCIÓN: Se trata de un tramo que conserva una altura de siete tongadas de incertum. Presenta entre el machón norte del vomitorio y la primera cadena del paramento, una suerte de banco corrido, también realizado con mampuestos, y se documenta desde la gran puerta sur del anfiteatro. Este banco aparece adelantado con respecto al muro de la fachada y conserva una altura de ca. 0’70 m.. No conocemos muy bien su

La fábrica muestra mampuestos, predominantemente, grandes, de tendencia trapezoidal e irregulares, mostrando siempre una cara plana en el lecho de puesta o en el de recibimiento y, a veces, en ambos. En los cambios de tongada se observa una mayor utilización de elementos finos, tipo laja, así como pequeñas piedras para el calzo y acomodo de las grandes. De esta manera se revela como una obra muy cuidada y robusta. No se conservan restos de juntas recibidas. Es probable que la tonalidad blanquecina que se ha mencionado en el apartado de “Restauraciones”, pueda ser uno de los vestigios de la capa de estuco que cubrió la fachada del monumento. En la gran puerta sur se encontraron restos de color claro bajo unas bandas rojas (Mélida, 1919, 19). Esto es simplemente una hipótesis difícil de comprobar.

Lámina 82. Paramento de opus incertum perteneciente al cuarto sureste del anfiteatro. Se diferencian claramente dos tipos de fábrica: por un lado la de la parte inferior izquierda, realizada con mampuestos pequeños e irregulares y, por otro, la de la zona central de la imagen en la que aparece un incertum de factura impecable, con piedras de gran tamaño en las que se cuida perfectamente la nivelación de las tongadas.

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El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita escuadrados y su alisado revela, con total claridad, el uso del puntero en su desbaste. No llevan anathyrosis, pero sus juntas están muy bien unidas y muestran los cortes de sus aristas a bisel. En ningún caso llevan almohadillado salvo la protuberancia natural del bloque enmarcada por las profundas aristas. A pesar de estar menos cuidados que los de MER.2.23, revelan gran similitud en el tratamiento de sus caras con aquellos. En ninguno se ha localizado agujero para el forfices ni oquedad para la castañuela.

MER.2.24 EDIFICIO: Anfiteatro. TÉCNICA: Opus caementicium revestido de opus incertum y opus quadratum. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Anfibolitas de tonos pardos y rojizos y granito de grano grueso/medio; mortero rico en cal. PUNTO: MER.2.24. PARAMENTO: Vomitorium de contacto total con la muralla (V.9), según la disposición del edificio, corresponde al extremo oriental del eje menor del anfiteatro. ESTADO DE CONSERVACIÓN: Bastante arrasado en fachada. RESTAURACIONES: Ninguna. FIGURA: nº 3. PLANO: nº 15 y 16. LÁMINA: nº 83 y 84. DESCRIPCIÓN: Este vomitorio ha constituido desde el momento de su excavación un punto de controversia a la hora de entender la relación del anfiteatro con la muralla y viceversa.

El opus incertum debemos analizarlo en la zona más próxima al interior del vomitorium ya que en la fachada no queda nada. Muestra notables diferencias entre la parte inferior que siempre iba a estar oculta por la tierra- y la que configura el pasillo. Efectivamente, en la parte soterrada aparece un tipo de incertum realizado con mampuestos de gran tamaño, aunque de formas muy irregulares. Se sigue observando minuciosamente la altura de la tongada, que es idéntica a la altura de los sillares de la esquina. No podemos registrar el número exacto de capas que hay hasta terreno virgen, dado el estado de abandono en que se encuentra el lugar de la excavación, pero registramos desde el nivel de suelo de uso del vomitorium, al menos, cinco tongadas. Llama la atención comprobar en el perfil meridional de la cata estratigráfica que justo donde aparece la línea de pavimento, la fábrica de mampuestos se transforma con la utilización de elementos de tamaño mediano y pequeño, con profusión en el uso de piedras pequeñas, de calzo y acomodo, y otras de tipo laja. En ninguna de las dos partes se documenta la existencia de juntas recibidas.

A primera vista se observa que la muralla cierra materialmente el acceso al anfiteatro por el vomitorio; también se constata que la muralla está arrasada en todo este sector. En similares condiciones de ruina se halla la portada del vomitorio, de la que sólo quedan los sillares que cinchaban los ángulos del pasillo, pero en el nivel de basamento. El resto de la estructura de sillares está perdida casi por completo. Ocurre lo mismo con el incertum: no se ve nada en fachada y vuelve a aparecer en la zona de basamento y en pasillo. La zona de basamento está hoy a la luz tras las excavaciones practicadas por Calero Carretero y Álvarez Martínez14. Del paramento de fachada sólo queda en pié su potente núcleo de caementicium. A partir de la altura de las puertas de los subvomitorios, este pasillo presenta condiciones de conservación similares a los hasta ahora vistos.

Con respecto a los paramentos de fachada, dentro de su alto nivel de destrucción, podemos diferenciar entre el lado norte y el meridional. Este último conserva escasos vestigios aunque de capital importancia mientras que el otro está completamente arrasado. Así en el lado sur de la puerta se constata que el anfiteatro, en la zona de contacto total con la muralla -hasta las inmediaciones de V.8- no poseía cara vista y sólo tenía un muro de hormigón, “concéntrico-elipsoidal” que delimitaba las traseras de las subestructuras. Este muro apoyaba directamente sobre la cara interior de la cerca muraria, construida también en opus incertum aunque con elementos casi ciclópeos15. La prueba incontestable de ello se halla en un mampuesto de la muralla que aún permanece adherido al muro de hormigón del anfiteatro por su cara plana mientras que su interior, de forma irregular y más bien picuda, como sucede con todas las piezas que se emplean para construir una fábrica de incertum, muestra cómo estaba trabado a un núcleo de hormigón hoy desaparecido.

El hormigón que forma los muros de fachada del monumento en esta parte, muestra una obra muy robusta realizada con caementa de tamaño mediano y grande, de tipo anfibolítico, trabados con un excelente mortero rico en cal cuyo árido, muy fino, parece ser arena fluvial bastante decantada. Los sillares de las jambas revelan que la obra de quadratum no continuaba por ambos lados del muro externo del anfiteatro, sino que aquí se ceñía exclusivamente a delimitar las jambas del V.9. Sus características no comportan una trascendencia excesiva, habida cuenta que desde el primer momento iban a estar cubiertos por un pavimento de tierra apisonada y cal, del que aún se conservan restos del sondeo estratigráfico allí practicado. Los sillares están bien

Por todo ello queda aclarado sin género de duda que el anfiteatro utilizó la cerca muraria como cimbra perdida, o encofrado, según se prefiera, durante su construcción.

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Lámina 83.- Vista general del interior del vomitorium 9. Como se puede observar, el paso está cegado por la muralla. El suelo actual del pasillo coincide más o menos con la cota del suelo de uso romano, por lo que la excavación que se ve en la imagen registra el nivel inferior al pavimento. Asimismo, los sillares de la imagen son los cimientos de la jamba sur de la puerta; todos están sin trabajar porque jamás iban a ser vistos. Por último hay que llamar la atención sobre un dato de importancia capital: la muralla está desmontada para que pudiera ser practicable la puerta y la prueba es su cota de arrasamiento coincide con la cota del suelo de uso del vomitorio.

Lámina 84.- Panorámica del vomitorio 9 desde la zona extramuros. En primer término aparece la muralla con su torreón semicircular y detrás el hueco de lo que fue el acceso al anfiteatro. Es evidente que la muralla fue intencionalmente desmontada y nivelada en la zona en que el anfiteatro fue a adosarse a ella, de manera que la ampliación del anfiteatro tuviese el nuevo acceso practicable y no inútil como sugerían algunos autores.

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El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita MER.2.25

subvomitorios sólo muestran la presencia de un único escalón para adaptarse al nivel hasta llegar al descansillo de cuarto de vuelta. Este hecho también se documenta en los otros subvomitorios del cuarto elipsoidal sureste.

EDIFICIO: Anfiteatro. TÉCNICA CONSTRUCTIVA: Opus quadratum que reviste un núcleo de opus caementicium. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Granito de grano grueso, de intenso color gris. PUNTO: MER.2.25. PARAMENTO: Vomitorio anterior al del eje este del anfiteatro (V.8). ESTADO DE CONSERVACIÓN: Bastante afectado, sobre todo en la zona de fachada. RESTAURACIONES: No se le aprecia ninguna. FIGURA: nº 3. PLANO: nº 15 y 16. LÁMINA: nº 85. DESCRIPCIÓN: Como en casos anteriores, se trata de un pasillo con acceso a pie llano hasta la línea de la praecinctio. Muestra la misma distribución que en los casos anteriores.

En las cadenas se conserva una altura de 5 hiladas en ambos casos. En ellas los sillares están colocados en la ya clásica disposición en adaraja, y aparecen bien escuadrados, con anchas bandas de anathyrosis 1 y 3 y un leve almohadillado. Este es de tipo rústico, muy poco expresivo y es, fundamentalmente, resultado de la presencia de las bandas rehundidas. Por sus formas pertenecen al tipo B-2. Por último, debemos añadir que en sus superficies se revela el empleo del puntero y la bujarda en su desbaste. En general se muestran muy en la línea de los sillares de las jambas de las puertas secundarias. En ninguno de los dos casos se puede documentar el uso de las herramientas de transporte y colocación en la obra: no hay orificios en las caras frontales -ni en las del intradós de las jambas- ni cavidades en la cara de recibimiento de los mismos, por lo que hay que descartar la utilización de forfices y castañuela.

La puerta de fachada está arrasada hasta el nivel de cimientos. De ella queda, en cambio, en bastante buen estado, el umbral. Dicho umbral está constituido por una gran losa granítica rematada con un cuarto de bocel y en uno de sus ángulos internos muestra, aún in situ, el gozne circular de hierro del batiente meridional.

Respecto a los sillares que configuran las esquinas del vomitorio con la praecinctio, se comprueba que poseen idénticas características que los de los subvomitorios. Están bien escuadrados y su alisado es poco esmerado. En ningún caso aparecen bandas de anathyrosis ni almohadillado. En ellos vuelve a documentarse el empleo de la bujarda y el puntero en su desbaste. Tampoco presentan oquedades de ningún tipo. Sin embargo, muestran una distinción fundamental de los anteriores y es la disposición de los paralelepípedos. Efectivamente, en este caso, por el lado del vomitorio aparecen a soga siendo, por tanto, el lado de tizón el que está en la praecinctio. El que no se coloquen formando adaraja puede estar motivado por el hecho de que en esta esquina existe un potente núcleo de hormigón que cohesiona el ángulo. También puede ser debido a que en esta zona no debe trabar con otro paramento de incertum, hecho que obligaría a poner en práctica, nuevamente, la disposición alterna. Finalmente y enlazando con este dato, no debemos olvidar que ya en la cavea, engancha con un muro de testaceum que, dada su estabilidad y su cohesión al núcleo cementicio, no precisa del consabido sistema.

Mejor conservación ofrecen las puertas de los subvomitorios, las cadenas de mitad del pasillo y las jambas que confluyen con la praecinctio. Efectivamente, las puertas de los pasillos secundarios conservan unas alturas de 5 hiladas, en el lado sur, y 4 en el norte. En ellas los sillares aparecen muy bien escuadrados aunque alisados de manera rudimentaria. En ningún caso -de lo que hoy podemos ver- presentan almohadillado. La disposición sigue siendo en adaraja, con bloques absolutamente regulares pertenecientes al tipo A. Con respecto a la superficie de los bloques, estos no presentan bandas de anathyrosis; el alisado es muy rugoso y muestran con nitidez el empleo de puntero y bujarda. Debemos apuntar, a modo de inciso, que al igual que se llega a nivel hasta el pasillo distribuidor de la cavea, estos

Lámina 85.- Vomitorium 8 del anfiteatro. Pese a que ha perdido todo el revestimiento de opus quadratum de la portada, han dejado in situ el umbral de granito. Aunque no es visible en la imagen hay que subrayar que aún está en su sitio el gozne de bronce de uno de los dos batientes de la puerta. La disposición interior así como la técnica constructiva empleada es similar a lo documentado en el resto del monumento.

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Sobre este lecho preparatorio se desarrolla el cuneus de opus caementicium. Este hormigón nuestra muchas diferencias con la capa preparatoria. Las más notorias de estas diferencias son: la naturaleza de los caementa, mampuestos de anfibolita en este caso, y el color del mortero: gris intenso.

EDIFICIO: Anfiteatro. TÉCNICA: Opus caementicium. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Cantos de río, anfibolitas y mortero rico en cal. PUNTO: MER.2.26. PARAMENTO: Frogón perteneciente, con toda probabilidad, al medium maenianum. ESTADO DE CONSERVACIÓN. Bueno. RESTAURACIONES: No se aprecia ninguna. No es descartable una recolocación, pero no existe ningún dato al respecto. FIGURA: nº 3. PLANO: nº 19. LÁMINA: nº 86. DESCRIPCIÓN: Se trata de un monumental sector del graderío, realizado completamente en opus caementicium, que está descolocado y se halla en una zona muy próxima al lugar por donde corre el balteus que señala la primera grada del medium maenianum. Es este dato unido al número de gradas que parece poseer, nos hace pensar que pertenezca al segundo sector del graderío.

Al igual que se ha documentado en otros puntos del anfiteatro, una de las características más sobresalientes de este hormigón es su dureza. Efectivamente se revela como una auténtica roca artificial y este rasgo evidencia, fundamentalmente, un excelente proceso de fraguado. De hecho el hormigón adquiere mayor dureza cuanto más tiempo se le concede al fraguado, ya que de esta manera se reduce el riesgo de que queden huecos denominados modernamente por los arquitectos como coqueras-. Efectivamente, un amplio periodo de fraguado permite al opus caementicium asentarse mejor, tanto a los caementa como al mortero, y así se evita el peligro de fisuras en el edificio, bastante comunes en los hormigones modernos por el insuficiente tiempo de secado, entre otros factores. Los caementa del gran frogón son anfibolitas de tamaño grande, dispuestos por capas horizontales sobre las que se vertía abundante mortero. El recrecimiento se hace por tongadas. En los laterales no se observan huellas de un encofrado lígneo porque eran los propios paramentos los que hacían dicha función. Sin embargo es muy probable que se utilizaran en la configuración de las gradas, aunque este dato no puede ser cotejado dado lo alterado del perfil de estas.

Se documenta que el cajón de asiento de las gradas estaba delimitado por muros de hormigón revestidos con opus incertum y con sillares, y con testaceum por la parte de la praecinctio. Este compartimento quedaba macizado con un relleno de tierra. Sobre la tierra se vertía, según queda atestiguado, una capa preparatoria compuesta por cantos de río de tamaño mediano dispuestos sobre sus caras más planas. Estos aparecen fuertemente cohesionados por la adición de un mortero de cal de gran dureza y de inconfundible color blanco. La robustez de este mortero se pone de manifiesto en el hecho de que en ciertos lugares, probablemente por las voladuras que sufrió el monumento, los cantos de río han desaparecido, pero su impronta ha quedado grabada de manera indeleble, conservando aún las partes más delgadas, aquellas que ocupaban los intersticios entre las piedras.

El mortero del frogón ofrece un color gris intenso y evidencia gran riqueza de cal y presencia de arena muy decantada, de tipo fluvial. Si se observa con mayor detenimiento se advierten pequeños puntos negruzcos, probablemente sean carbones de algunas briznas vegetales que cayeron, o se añadieron voluntariamente, durante el proceso de elaboración del mortero o, quizá, durante el fraguado. Asimismo se localizan minúsculos nódulos de cal y pequeños granos de cuarzo.

Lámina 86.- Frogón de opus caementicium, perteneciente al summum maenianum. Como se puede ver, la parte inferior del mismo emplea como caementa grandes cantos de río trabados con un mortero de gran dureza. Sobre esta cama se perfilaban las gradas, aquí se aprecia parcialmente, y el hormigón que las configuraba se hizo a base de grandes caementa de anfibolita. En la parte posterior se observa el corte recto fruto del empleo del encofrado de madera durante su construcción y proceso de fragua.

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El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita MER.2.27

disposición en adaraja de los sillares, que son del tipo B1. Idénticas características muestra la jamba opuesta, cuyo intradós también aparece con almohadillas.

EDIFICIO: Anfiteatro. TÉCNICA: Opus caementicium, opus incertum y opus quadratum. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Cantos de río, anfibolitas y mortero rico en cal. PUNTO: MER.2.27. PARAMENTO: Vomitorium posterior al que contacta plenamente con la muralla (V.10). ESTADO DE CONSERVACIÓN: Regular, en general, y arrasado en la portada. RESTAURACIONES: No se aprecia ninguna. FIGURA: nº 3. PLANO: nº 15, 16 y 19. LÁMINA: nº 87. DESCRIPCIÓN: Este vomitorio presenta ciertas peculiaridades en su portada. Al igual que ocurría en el vomitorium anterior, lo que podemos analizar de su fachada es la parte correspondiente a cimientos, es decir, lo que nunca iba a ser visto por estar soterrado.

Respecto al acabado de las superficies se documenta el uso de la gradina en las anathyrosis, que suelen aparecer por tres e incluso las cuatro bandas, mientras que los almohadillados revelan el empleo de la escoda, el puntero y la bujarda. No se localizan oquedades para aplicar el forfices o la castañuela. En las jambas de los subvomitorios, sin embargo, los sillares están casi sin almohadillar y tan sólo presentan las anathyrosis 1 y 3, lo que provoca un ligero realce. Están bien alisados y escuadrados; pertenecen al tipo B-2 y se disponen en adaraja. Respecto a las herramientas sólo se identifican huellas de las de desbaste: bujarda y gradina. Sólo conservan tres hiladas de altura en ambos casos. En las cadenas y en las jambas de ángulo con la praecinctio se constatan idénticas características que en MER.2.25.

Uno de los rasgos más destacables de este V.10 es que la pared meridional del pasillo es ligeramente más larga que su frontera ya que es este lado el que conecta con la cerca muraria y, por el lado sur, la fachada está completamente arrasada. En la zona septentrional conserva un poco de la altura vista, ya que la mayor parte que se puede contemplar corresponde a cimientos. La fachada continúa su recorrido en dirección N-NW y llega a enlazar con la platea de losas graníticas que por aquel sector rodea al anfiteatro. La puerta del V.10 enlazaba con la mencionada platea gracias a un ramal de la misma, que parece que era de idénticas características que la actualmente conservada. El susodicho ramal nos es conocido gracias a las fotografías y a la memoria de excavación de Mélida (1919, 18, lám. V). Tras el vaciado de este ángulo curvilíneo que forman anfiteatro y muralla, los vestigios desaparecieron.

El opus incertum ha desaparecido de la zona vista en el tramo comprendido entre la puerta principal y las secundarias: sólo es observable en la parte de cimientos, donde se muestra como una fábrica robusta compuesta por mampuestos de gran tamaño. Solamente quedan 7 tongadas de altura. Entre los intersticios de los mampuestos no aparecen agujerillos por la presencia de piedras pequeñas de calzo y la abundancia de mortero que los rellenaba. Este es uno de los factores que diferencian este incertum del que se ve en la parte superior del pasillo, donde la fábrica además de presentar elementos de tamaño mediano, se muestra muy descarnada. Con respecto al hormigón son varias las cuestiones a señalar. En primer lugar se observa que por la zona rayana con la muralla, el muro delimitador de los contenedores de la cavea debía ser de escaso grosor y, quizá, también consistencia. Efectivamente, este último ha desaparecido por completo junto con su revestimiento de incertum lo que ha provocado el desparramamiento del relleno. Este hecho no se constata en la esquina contraria, excepto en la zona que estaba cinchada con sillares. Tras el expolio de estos, el relleno de tierra se ha desbordado.

Los sillares de la puerta de fachada, a pesar de estar destinados desde el primer momento a estar ocultos por la tierra, ofrecen un magnífico trabajo: están muy bien escuadrados y alisados. Todos llevan bandas de anathyrosis y almohadillado, predominando el tipo rústico más puro de todo lo hasta ahora documentado en el monumento. Dichas almohadillas se prolongan incluso por el intradós de la puerta. Este hecho es de capital importancia, ya que es el único vomitorio del anfiteatro donde se documenta. La disposición de los sillares es alterna por hiladas, como todo lo comprobado anteriormente en fachada, en el intradós meridional: una hilada compuesta por dos sogas, la siguiente con tres tizones, etc. En la parte sur quedan aún in situ 6 hiladas de altura. Hay que subrayar que la jamba de sillares traba perfectamente con el paramento de incertum gracias a la

En los pasillos, en las zonas donde ha desaparecido el revestimiento de mampuestos, aparece el muro delimitador del cuneus del medium maenianum donde se observa que junto a los caementa anfibolíticos aparecen, con cierta profusión, cantos de río, dispuestos en capas y trabados por un duro mortero rico en cal, de tonalidad gris intensa, como el que aparece en MER.2.26.

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Rosalía María Durán Cabello Lámina 87.- Vista general del cuarto nordeste del anfiteatro. En primer plano y a la derecha aparece la muralla, desmontada por completo y enrasada con la cota del suelo del vomitorium 10, que aparece en el cuadrante inferior izquierdo de la fotografía. Es notable ver como la cerca sigue su trazado en línea recta hacia el norte mientras que la fachada del anfiteatro se incurva. Llamamos la atención sobre el hecho de que únicamente en esta puerta de todo el anfiteatro, el intradós presenta la fábrica de quadratum con los bloques perfectamente almohadillados y con bandas de anathyrosis, así como en el exterior septentrional.

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posible que perteneciesen a una reforma posterior, acaecida durante el vasto periodo de amortización del edificio. Es bastante verosímil que sean los restos de un pavimento cerámico y sería este el único punto del monumento en que se documenta aunque, probablemente, el anfiteatro habría dejado de ser utilizado como edificio de espectáculos.

EDIFICIO: Anfiteatro. TÉCNICA: Opus quadratum que reviste al núcleo de caementicium. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Granito de grano grueso. PUNTO: MER.2.28. PARAMENTO Vomitorium antepenúltimo al gran eje longitudinal por su parte norte (V.11). ESTADO DE CONSERVACIÓN: La puerta de la fachada está arrasada hasta la primera hilada, en la zona en mejor estado. El interior del vomitorio, por comparación, está bastante mejor. RESTAURACIONES: No se documenta ninguna. FIGURA: nº 3. PLANO: nº 16, 17 y 19. LÁMINA: nº 88. DESCRIPCIÓN: A pesar de lo arruinado de la puerta de fachada, la jamba septentrional -que es la mejor conservada- deja entrever su primera hilada que apenas sobresale del suelo. En ella se vuelve a comprobar la disposición de los sillares con ritmo alterno por hilada. Está compuesta por tres tizones mientras que la siguiente tendría dos sogas y así sucesivamente. En uno de los bloques se documenta la presencia de una ranura destinada para albergar la castañuela.

Las puertas de los subvomitorios conservan una altura máxima de 5 hiladas (ca. 1’80 m.), como revela la jamba norte. En ambas, los sillares que predominan están bien escuadrados y alisados y no presentan almohadillado, excepto dos -en la jamba septentrional- que lo están por el intradós. Sin embargo, más que hablar de almohadillado -que sería de tipo rústico- debemos hablar de la presencia de bandas de anathyrosis, fundamentalmente la 1 y la 3, especialmente esta última. Los bloques se disponen en adaraja, no muy marcada, y, algunos de ellos, por su forma, pertenecen al tipo B-2. En el acabado de los paralelepípedos queda atestiguado el empleo de cucarda en las superficies más amplias y la gradina en las bandas de anathyrosis. No hay elementos para considerar el uso de los forfices o de la castañuela. En las cadenas de la mitad del pasillo se destaca el empleo de dos tipos diferentes de granito. Así en la cadena sur la piedra es de grano fino y tonalidad grisácea típica: brillante y con matiz perlado. Mientras, en la cadena norte la piedra es de grano grueso con protuberancias y ofrece tonos ocres. Como es típico aparecen los bloques formando adaraja. Al igual que alternan en la disposición también lo hacen con el almohadillado, apareciendo mezclados los que lo llevan con los que no. El tipo que se documenta es natural, muy suave, y por la forma lateral se incluyen en el grupo B-2. En el acabado de sus superficies se

En la entrada quedan también restos del umbral, concretamente un trozo de losa granítica rematada con cuarto de bocel. En las proximidades de la puerta se pueden observar una serie de ladrillos, colocados a modo de losetas de pavimentación. Aunque no se puede descartar que sean fruto de un derrumbe, es

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El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita documenta el empleo del puntero y la gradina para las zonas más reducidas: las anathyrosis. No poseemos datos sobre el empleo de otras herramientas, de transporte, como el forfices o la castañuela.

Debemos señalar, que en el subvomitorio norte, en la zona de la jamba este, y en el intradós occidental, se atestiguan sendas reparaciones de antiguo. Son más bien chapuzas y consiste que en la parte entrante de la adaraja, el incertum se perdió -ignoramos las causas- y los huecos que se produjeron en los paramentos fueron taponados con trozos de ladrillo, rotos y, probablemente reutilizados.

Finalmente, los sillares que configuran las jambas de tránsito al pasillo distribuidor del graderío se muestran únicamente bien alisados y escuadrados, sin almohadillar. Parece que se trabajaron en su totalidad con cucarda. Sólo quedan dos hiladas de altura.

Lámina 88.- Vista general del vomitorium 11. En la imagen podemos observar el paramento oeste del pasillo. En primer plano se encuentra la jamba sur del subvomitorio, aparejada en sillares sin ningún tratamiento específico. También en opus quadratum aparece la cadena a mitad del corredor, con la clásica disposición en adaraja. En este caso, los bloques aparecen con almohadillado natural alternos con otros únicamente alisados y con las anathyrosis señaladas.

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punto precedente. En la puerta de fachada la jamba sur ha desaparecido; la norte conserva una hilada de altura y revela la disposición alterna comprobada con anterioridad: tres bloques dispuestos a tizón. Queda una sola pieza del umbral, es lisa y se conserva aún in situ. Luego hay otra, movida, en medio del vomitorio.

EDIFICIO: Anfiteatro. TÉCNICA: Opus quadratum que reviste a un núcleo de opus caementicium. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Granito de grano mediano/fino de tonalidad gris. PUNTO: MER.2.29. PARAMENTO: Último vomitorio del cuarto elipsoidal suroriental (V.12) ESTADO DE CONSERVACIÓN: Bastante arrasado, sobre todo por su parte sureste. RESTAURACIONES: Es posible que los sillares que forman las jambas de la praecinctio sean fruto de la anastilosis llevada a cabo por Menéndez-Pidal en este sector, donde el balteus de opus testaceum está completamente restaurado. FIGURA: nº 3. PLANO: nº 15, 16 y 19. LÁMINA: Nº 89. DESCRIPCIÓN: Presenta casi las mismas características que el

Las jambas de los subvomitorios muestran paralelepípedos únicamente bien escuadrados y alisados sin almohadillado ni anathyrosis, aunque algunos bloques -muy pocos- si presentan la 1 y la 3. Su disposición continúa siendo en adaraja. En sus superficies se evidencia el empleo del puntero y la cucarda. Las cadenas se muestran muy heterogéneas; por su aspecto da la sensación de que los bloques se colocaron tal cual salieron de la fase de escuadramiento y, además, de distintas manos. Son bloques simples, excepto dos: aparecen almohadillados, tipo natural, y con anathyrosis 1 y 3. Por sus formas, todos pertenecen al tipo A. Sus superficies revelan el uso de la bujarda y la gradina para las bandas.

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Rosalía María Durán Cabello Hemos de señalar que en la cadena meridional aparece un bloque con una forma peculiar que denota claramente que no es un paralelepípedo. La cara vista muestra un sillar muy regular por las aristas 2, 3 y 4, pero en la superior, la 1, no es recto sino que en la parte central lleva una ligera depresión en la que se encaja parcialmente el sillar de la hilada superior. A simple vista no se puede confirmar que fuera reutilizado, aunque así lo parece y está fuera de duda que no es un bloque clásico.

esta parte: a partir de aquí empieza a buzar la pendiente hacia el oeste, aunque de una forma muy tenue. Este hecho provoca que, de nuevo, sean necesarios los peldaños en los vomitorios secundarios. De ellos se documentan 3 en la entrada sur y 2 en el acceso norte. En ambos casos los escalones están formados por bloques de granito. Y la otra cuestión es que de nuevo se constata una reparación antigua, concretamente junto al intradós oeste del subvomitorio norte. Al igual que se constató en MER.2.28, la desaparición del incertum provocó un agujero en el muro, esta vez de dimensiones más considerables -casi 0’30 m.- que fue taponado con ladrillos rotos.

Antes de finalizar debemos subrayar dos cuestiones relacionadas con los subvomitorios. La primera hace referencia al cambio de nivel que comienza a plasmarse en

Lámina 89.-Interior del vomitorium 12. En este pasillo se observa que la puerta principal está prácticamente arrasada; de hecho, sólo conserva la primera hilada en su jamba occidental. En mejores condiciones se encuentra el acceso al subvomitorio, que vuelve a mostrar los sillares únicamente escuadrados sin ninguna otra labor cosa que ya difiere en la cadena, donde aparecen dos bloques almohadillados uno muestra la protuberancia de tipo natural mientras que el otro la lleva de tipo abrupto.

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El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita MER.2.30

tizones. Al igual que ocurre en el resto de las portadas, en este caso también se aprecian dos planos, uno retranqueado con respecto al otro. Esto se consigue mediante sillares trabajados en dos planos diferentes, uno más adelantado que el otro y se enganchan a través de la superficie almohadillada, que en casi todos los casos es de tipo rústico y bastante prominente.

EDIFICIO: Anfiteatro. TÉCNICA: Opus quadratum que reviste a un núcleo de opus caementicium. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Granito de grano gordo. PUNTO: MER.2.30. PARAMENTO: Vomitorium posterior a la gran entrada norte (V.15). ESTADO DE CONSERVACIÓN: Bastante bueno. RESTAURACIONES: Es muy probable que la jamba meridional haya sido restituida parcialmente. También creemos que están restaurados o, al menos, recolocados modernamente, los sillares que cinchan las esquinas con el pasillo de la cavea, ya que en esta parte el balteus de ladrillo y el muro de hormigón que reviste es moderno. Todas estas acciones son fruto de la restauración de Menéndez-Pidal. FIGURA: nº 3. PLANO: nº 15 y 19. LÁMINA: nº 90. DESCRIPCIÓN: Se trata de una portada que sigue los esquemas ya comprobados en el resto de los vomitoria del anfiteatro. Con respecto a su interior vemos que en este punto la diferencia de cota entre el exterior del monumento y la praecinctio es muy notable, por lo que posee dos tramos de escaleras, con un descansillo intermedio antes de desembocar en el interior de la cavea.

El trabajo de acabado de los sillares se realizó con cucarda en las grandes superficies y gradina en las anathyrosis. No hay huellas de otras herramientas de labra ni de transporte y colocación. Conserva aún parte del umbral in situ. Consiste, como se ha visto en otros accesos, en una losa granítica cuyo extremo exterior está rematado con un cuarto de bocel. Las cadenas se encuentran en muy buen estado de conservación. Se hallan en la zona donde se produce el descansillo de la escalera y ofrecen una altura de 6 hiladas la norte y 8 la sur. Excepto un sillar, todos los demás están únicamente escuadrados y alisados y no llevan bandas de anathyrosis. El único bloque almohadillado es de tipo natural y lleva anathyrosis 1 y 3. Las cadenas se desarrollan con la ya clásica disposición en adaraja. El escuadramiento de los sillares de la portada, muestran una tendencia a la exageración. Sin embargo debemos incluirlos como B-2. También las cadenas de mitad del pasillo poseen los bloques del mismo grupo B-2, aunque en algunos casos cabe inclinarse más por el grupo A. Por cuestiones de clarificación, se opta, también en este caso, el grupo B-2.

La puerta se muestra un tanto restaurada por su ángulo meridional, por lo que analizaremos el norte. Ahí conserva tres hiladas de altura. Muestra una mayor superficie revestida con quadratum y los sillares siguen disponiéndose de manera alterna aunque con peculiaridades. Así, la primera hilada está constituida por 4 tizones; la segunda por un tizón y una soga de tamaño descomunal: 1’05 m.; la tercera muestra de nuevo cuatro

Respecto a las herramientas que se documentan en ellos es la cucarda y el puntero para las grandes superficies mientras que en las anathyrosis se percibe la gradina. No existen orificios para otros útiles.

Lámina 90.- Aspecto de la portada del vomitorium 15, situado en el cuarto noroccidental. De su estado de conservación hay que subrayar que está un poco afectado puesto que las jambas apenas si conservan 4 hiladas de altura. Los sillares del lado de fachada presentan almohadillado sólo para definir las pilastras de la composición arquitectónica. En el resto del paramento aparecen simplemente alisados, aunque por el lado interno es lo preceptivo en este monumento.

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intradós de la jamba oriental. Es de tipo natural y muy irregular. También es el único que posee anathyrosis y aparece en sus cuatro lados. En el acabado de los paralelepípedos se constata el empleo del puntero, la bujarda y de la gradina.

EDIFICIO: Anfiteatro. TÉCNICA: Opus quadratum que reviste un núcleo de opus caementicium. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Granito de grano grueso y tonos ocres y grisáceos. PUNTO: MER.2.31 PARAMENTO: Puertas de los subvomitorios de V.15. ESTADO DE CONSERVACIÓN: Bueno. RESTAURACIONES: Ninguna. FIGURA: nº 3. PLANO: nº 16, 17 y 19. LÁMINA: nº 91. DESCRIPCIÓN: Las puertas que dan acceso a las escaleras de subida a la parte alta del graderío se conservan completas, incluida su cubrición.

Respecto al escuadramiento de los sillares, son de un tipo de transición entre el grupo A y el B-2. Se elige el segundo grupo, B-2, porque los bloques son lo bastante irregulares como para no poder considerarlos como del otro. Los dinteles están compuestos por tres dovelas almohadilladas. Llevan destacada la clave y en la puerta norte, en la almohadilla, aparece un agujero para el forfices. Se muestran con almohadillado natural, desbastado con escoda probablemente- y rodeado por bandas de anathyrosis coincidentes, esto es: el extremo occidental lleva la 2 y la 3; el oriental la 3 y la 4 y la clave la 2, 3 y 4

Como en casos anteriores las jambas llevan los sillares colocados en adaraja y poseen una altura de 5 hiladas en tres de las cuatro jambas excepto la interior, la sur, que lleva 6. Ambas puertas están cubiertas por dinteles adovelados.

Los interiores de ambos subvomitorios están bastante bien conservados aunque ambos han perdido los peldaños del primer tramo de escalera. Conservan una gran altura de paramentos pero no han llegado hasta nuestros días los arranques de las bóvedas latericias que los cubrían.

Todos los bloques se muestran sin almohadillar. Sólo hay un ejemplar que lo está y se localiza en la puerta norte, por el

Lámina 91.- Vomitorium 15, situado en el cuarto noroccidental, es uno de los mejor conservados del anfiteatro. Muestra la escalera de dos tramos con descansillo que conduce hasta el imum maenianum y al pie de ella, flanqueándola parece los subvomitorios que dan acceso a los sectores altos del graderío. Todo el pasillo está construido en opus incertum y jalonado por cadenas de sillares, excepto la puerta de fachada y las de los subvomitorios, que están aparejadas en quadratum.

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punto anterior: un extremo tiene la 2 y la 3; el otro, la 3 y la 4 y el central 2, 3 y 4.

EDIFICIO: Anfiteatro. TÉCNICA: Opus quadratum que reviste un núcleo de opus caementicium. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Granito de grano muy fino y color gris blanquecino. PUNTO: MER.2.32. PARAMENTO: Gran portada norte del eje longitudinal y subvomitorios (V.13). ESTADO DE CONSERVACIÓN: Muy destruido en el ángulo oriental. RESTAURACIONES: No se aprecia ninguna. FIGURA: nº 3. PLANO: nº 14 y 19. LÁMINA: nº 92. DESCRIPCIÓN: En este acceso volvemos a encontrar el mismo planteamiento que en las otras dos entradas principales: la oeste y la sur. Lógicamente guarda más similitudes con esta última de la que parece ser su réplica simétrica. La cara externa de esta puerta está muy descarnada y sólo muestra sillares almohadillados -tipo rústico muy esmerado, con anathyrosis- en la primera hilada, a ras de suelo, que es lo que queda de altura. Por la zona del intradós, sin embargo, conserva hasta 6 hiladas y aquí aparecen los sillares perfectamente escuadrados y alisados, mostrando un trabajo muy cuidado. También influye en el resultado de la labor la calidad de la piedra, que en este caso es granito de muy buena calidad. La disposición que revelan por el intradós es: en la 1ª hilada dos tizones; en la 2ª una soga y un tizón; en la 3ª un tizón y una soga; 4ª soga y tizón y así sucesivamente. Es el ritmo alterno que se ha venido comprobando que se materializa en todas las portadas. Los bloques están alisados con cucarda y el resultado es óptimo. En ninguna de las caras laterales aparecen los orificios para los forceps y no hallamos tampoco hendidura para la castañuela. Como ocurría en el vomitorio simétrico por el sur, este también está encajado en la loma de la colina. Por esta razón se crea una fuerte pendiente hasta la harena, pendiente que se salvaba mediante escalones. Restos de ellos quedan aún junto a las entradas a los subvomitorios. Los subvomitorios presentan las jambas con sillares prácticamente sin almohadillar, excepto dos ejemplares en la puerta oeste y cinco en la jamba este. El acceso oriental presenta la jamba norte compuesta por 7 hiladas mientas que la sur tiene 8; esto es debido al desnivel del pasillo. Los sillares que la componen son de granito de grano grueso y tonalidad ocre. Su acabado es muy rugoso y evidencia empleo del puntero y de la bujarda. Muchos de ellos si llevan señaladas las anathyrosis, normalmente la 1 y la 3. En el caso de los sillares almohadillados vemos que, de los cinco que hay, tres lo llevan abrupto y dos natural. El dintel está formado por tres dovelas y no posee clave diferenciada; las dovelas llevan bandas de anathyrosis dispuestas como en el

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Conserva aún dos escalones para llegar hasta el descansillo que están realizados con bloques de granito. El descansillo está tallado en la roca del solar que en la parte más interna aparece tallada a modo de peldaño que da acceso a la escalera que sube a medium et summum maenianum. En dicha escalera, el primer descansillo también es de cuarto de vuelta y está, igualmente, tallado parcialmente en la roca; el primer escalón del tramo siguiente muestra que es fruto de una restauración: está hecho con ladrillos sesquipedales dispuestos a sardinel. Nuevamente encontramos la roca madre bajo los cuatro peldaños de bloques graníticos, que nos llevan por un pasillo hasta la praecinctio. El subvomitorio oeste se halla en mejor estado que el frontero. Sus jambas están compuestas por 7 y 9 hiladas, respectivamente, para salvar el desnivel del terreno. Su aspecto aparece muy irregular ya que los sillares son de tamaños diferentes, tres aparecen almohadillados -rústicos- frente al resto que son lisos y uno de estos presenta en la almohadilla el agujero para el forfices. La disposición, como en el acceso oriental, es en adaraja y muestran, como en el opuesto, un escuadramiento del tipo B-2 aunque excesivamente regularizado. El granito que se empleó en esta parte es de grano grueso y color ocre. El acabado de los sillares está realizado, preferentemente, con cucarda aunque también se localizan huellas de puntero. En muchos casos llevan señaladas las anathyrosis 1 y 3. El dintel también es adovelado y presenta levemente diferenciada la clave. Las tres dovelas llevan anathyrosis: en un extremo: la 1, 2 y 3; en el otro: 1, 3 y 4 mientras que la clave lleva 2, 3 y 4. Parece que la parte superior de la almohadilla de la clave muestra una especie de rotura, como de haber sido destruido un agujero para el forceps. Posee tres escalones realizados en granito para llegar al espacio distribuidor. De frente encontramos otros cinco peldaños graníticos que son el comienzo de la escalera de tres tramos con dos descansillos de cuarto de vuelta. Hacia el sur hay otros cinco escalones que nos conducen directamente al imum maenianum. En este subvomitorio no aflora la roca madre por ningún lado y se pone de relieve, en las zonas donde faltan peldaños o donde la escorrentía ha quitado el suelo, que está asentado sobre un relleno de tierra. Con dicho relleno se niveló el terreno para compensar el declive de la loma hacia occidente. Por último, debemos señalar la presencia de dos mechinales, uno en cada lado sur de ambos subvomitorios, de tipo cuadrado. Parece que son modernos aunque no se puede descartar su posible antigüedad; podrían indicar la zona de anclaje de una cimbra para construir, sobre la jamba más meridional de cada puerta, un arco fajón, probablemente, de dovelas graníticas. No se puede descartar que sea la huella de colocación de un puente de un andamio actual.

Rosalía María Durán Cabello

Lámina 92.- Primer tramo del vomitorium 13, concretamente se trata del paramento oeste. Como se puede observar, aún queda in situ un gran peldaño de granito, como evidencia de la escalera que hubo para salvar la pendiente existente. En los vestigios de la fachada del vomitorio como en la del subvomitorio oeste, los sillares, mayoritariamente, están únicamente alisados. Respecto al opus incertum hay que destacar que aún se observan los restos del encintado en la parte superior de la puerta del subvomitorio.

entre ellas. Por ello se procederá a describirlas una a una, primero las de mitad del pasillo y, luego, las que sustentan al arco.

MER.2.33 EDIFICIO: Anfiteatro. TÉCNICA: Opus quadratum, que reviste un núcleo de opus caementicium. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Granito de grano grueso. PUNTO: MER.2.33. PARAMENTO: Cadenas interiores del gran vomitorio norte (V.13). ESTADO DE CONSERVACIÓN: Bueno. RESTAURACIONES: En las carceres, fundamentalmente, y en la parte alta de pasillo, la obra de incertum que ha desaparecido ha sido sustituida por mampostería moderna en la que quedan los mechinales de los andamios utilizados durante la restauración, esto es en el paramento este. También se ve lo mismo sobre el gran arco fajón. Gran parte de la bóveda latericia entre los fajones de granito está reconstruida con ladrillo moderno. Todas las obras se realizaron bajo las ordenes de Menéndez-Pidal. FIGURA: nº 3. PLANO: nº 14 y 19. LÁMINA: nº 93. DESCRIPCIÓN: A mitad del vomitorio aparecen dos grandes cadenas de sillares, una en cada paramento, y más abajo, a 3’52 m., aparecen otro par de cadenas, esta vez con claro carácter tectónico, por la función que ejercen: sobre ellas vuela, aún hoy, un gran arco escarzano, que actúa como un fajón de la nueva bóveda que parte de aquí.

Las primeras muestran grandes diferencias entre sí. La oriental posee una altura de 4’60 m. y conserva 12 hiladas, pero de ellas parece que las cuatro últimas son fruto de la restauración aunque es posible que sólo se trate de una recolocación de los sillares caídos. La disposición de los bloques es la clásica en adaraja y arranca de una soga. Entre los bloques aparecen cuatro casos que únicamente están escuadrados y alisados, con las bandas de anathyrosis señaladas: concretamente la 1 y la 3. El resto llevan almohadillado: cinco de tipo natural, dos de tipo rústico y un ejemplar abrupto. Por lo regular de su escuadramiento se encuadran junto a los paralelepípedos del tipo A. En el acabado de sus superficies se aprecia el uso del puntero en los almohadillados rústicos y, probablemente, la escoda en las almohadillas naturales. En los lisos queda atestiguado el empleo de bujarda y en las bandas de anathyrosis la gradina. No quedan huellas que revelen la utilización de los forceps o de la castañuela en su colocación en fábrica. Hay que destacar que en el lado norte de la cadena, a la altura del tránsito entre la 8ª y 9ª hilada, aparece un mechinal cuadrado. Este es antiguo frente a los que se hallan al nivel de la 12ª, que parecen actuales. En cualquier caso, lo que nos revela es el empleo -más que de andamiajes- de una cimbra para construir la bóveda y dichos mechinales podrían estar destinados a recibir vigas de anclaje de aquella.

Lo que caracteriza a este punto es la gran heterogeneidad que muestran las cadenas y las notables diferencias que existen

En la oeste quedan 11 hiladas, lo que supone una altura próxima a los 4’50 m. La cadena arranca de una soga de reducidas

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El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita dimensiones y crece, también, en adaraja como en el resto de los ejemplares del anfiteatro. Aquí hay mayor presencia de sillares almohadillados, concretamente siete, de los que cuatro son de tipo rústico, aunque bastante prominentes, y tres son naturales. Los cuatro bloques restantes aparecen bien escuadrados y alisados, con sus bandas de anathyrosis marcadas: en todos los casos son la 1 y la 3. Sus formas son bastante regulares aunque el escuadramiento de los laterales de dos o tres bloques es poco ortodoxo, sin embargo deben incluirse en el grupo A.

aparecen cuatro bloques seguidos -de la 5ª a la 8ª hilada- muy bien escuadrados y alisados, que sólo llevan trabajada al anathyrosis 3. Todos, por su regularidad en el escuadramiento, pertenecen al tipo A. El acabado de su superficie muestra las huellas de puntero en todas las almohadillas; la bujarda está atestiguada en los bloques lisos y la gradina en todas las bandas de anathyrosis. Tampoco aquí hallamos vestigios que indiquen el uso de forfices o castañuela.

El tratamiento de sus superficies muestra la aplicación masiva de la bujarda en casi todas las superficies excepto en los bloques con almohadilla de tipo natural y en uno liso, en el que el alisado revela un desbastado previo con puntero. La gradina está documentada en todas las anathyrosis. Como en la otra cadena, aquí tampoco hay referencia del uso del forfices o de la castañuela.

La cadena del lado oeste presenta igual altura y número de hiladas que la oriental. En este caso arranca de un sillar dispuesto a tizón y se desarrolla en adaraja. Aquí, al igual que sucedía en la otra, vuelve a comprobarse la irregularidad de la alternancia, ya que por el lado meridional, muchos bloques están alineados por sus extremos; de hecho sólo se adentra en la fábrica de incertum un bloque de la segunda hilada.

En este paramento, por el lado norte, también se comprueba la presencia de un mechinal cuadrado a la altura de la 11ª hilada, pero no hay responsio por la otra cara de la cadena.

En esta cadena aparecen todos los sillares sin almohadillar excepto el de la 2ª hilada y, quizá, el de la 5ª. Todos están bien escuadrados aunque sus alisados son muy poco esmerados ya que son muy notables las huellas del puntero empleado en el rebaje. Todos poseen bandas de anathyrosis 1 y 3, bastante rehundidas. Esto provoca la sensación de una cierta protuberancia de la zona central de los bloques. En algunos sillares se detecta el uso de bujarda y, en todos los casos, las anathyrosis están trabajadas con gradina. Hay que subrayar lo regular de sus formas y, por tanto, su inclusión en el tipo A.

El arco fajón que marca el inicio de otro tramo de bóveda, esta vez de menor altura, está formado 17 dovelas de granito, que aparecen sin almohadillar en la parte del pasillo y ya almohadilladas en el arco que desemboca en la harena. Estas dovelas están muy bien escuadradas y alisadas y muestran la anathyrosis 3. Todas llevan, por la parte superior, un orificio circular que evidencia su colocación con ayuda de forfices. El tramo de bóveda que corre entre arco y arco es rebajada, y está aparejada en opus testaceum; donde mejor se conserva es en el lado occidental.

Se documenta, en este caso, en al menos un sillar, el orificio para el empleo de castañuela durante su transporte y colocación. Sin embargo, el bloque en cuestión, fue colocado sin cuidado. Efectivamente, la cara vista del sillar fue utilizada como lecho de puesta; de ahí que la oquedad donde se alojó la herramienta sea visible.

El arco de inicio descansa sobre una cadena de 3’70 m. de altura, compuesta por 9 hiladas de sillares colocados en adaraja, que parten de una soga. Sin embargo, la adaraja es muy irregular y poco pronunciada en sus alternancias; este fenómeno se agudiza por su cara sur donde los bloques aparecen alineados por sus extremos.

También esta comprobado el empleo de cimbra en la construcción del arco fajón y de la bóveda, gracias a la presencia de dos mechinales, uno a cada lado, de la cadena en la transición entre la 5ª y la 6ª hilada.

Los cinco sillares almohadillados de la cadena, son en dos casos de tipo rústico y en tres ocasiones, de tipo natural. Luego

Lámina 93.- Tramo intermedio del vomitorium 13 en donde se aprecia en toda su magnificencia el paño de opus incertum así como las cadenas de sillares que articulan el lienzo. Además, se ve como el paño original conservaba una altura cercana a los 4 m. y es en este sector en el que se observa el cuidado con que está ejecuta la fábrica así como restos del encintado que tuvo en su momento.

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Rosalía María Durán Cabello MER.2.34

dos tizones en la 3ª. En esta no se aprecia la presencia de algún sillar moderno.

EDIFICIO: Anfiteatro. TÉCNICA: Opus quadratum y opus incertum, que revisten un núcleo de opus caementicium. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Granito de grano grueso, tonalidad gris intensa, y anfibolita de tonalidades ródenas y pardas. PUNTO: MER.2.34. PARAMENTO: Fachada entre los vomitorios V.15 y V.16. ESTADO DE CONSERVACIÓN: Regular. RESTAURACIONES: Parece que el muro ha sido fortalecido con hormigón moderno y hay algunas zonas donde ha desaparecido el incertum y ha sido sustituido por mampostería moderna. Con respecto a los sillares es posible que sean fruto, también, de una anastilosis. Todas estas acciones deben pertenecer a la campaña de intervenciones de Menéndez-Pidal. FIGURA: nº 3. PLANO: nº 14 y 19. LÁMINA: nº 94. DESCRIPCIÓN: Se trata de un tramo largo de fachada que aparece animado con la presencia de dos contrafuertes. Todo el paramento es de opus incertum excepto sus ángulos, donde aparece el opus quadratum de las portadas, y en las partes centrales de los contrafuertes que están ocupadas por cadenas de sillares colocados en adaraja.

Los sillares están todos almohadillados, predominando el tipo natural sobre el rústico; de los nueve sillares sólo dos son rústicos. Todos los bloques presentan profundas bandas de anathyrosis, básicamente la 1 y la 3, en los que van a soga. Los que se disponen a tizón llevan tres bandas y alternan dependiendo del lugar de colocación en la cadena; así hay bloques que pueden llevar la 1, la 3 y la 4, para unirse con otro que lleva la 1, la 2 y la 3. De esta manera se forma una especie de franja lisa entre los robustos almohadillados. Los bloques muestran su regularidad por la línea de anathyrosis. El resto de la superficie y, especialmente, por los laterales, parecen que están por tallar. Por tanto, pertenecen al grupo B-1. En el acabado de sus superficies se detecta el empleo de la escoda en los almohadillados de los bloques de tipo natural y el puntero regularizado -sin mucho éxito- con bujarda en los otros sillares. En todas las anathyrosis se utilizó la gradina. No se encuentran vestigios del empleo de forfices o castañuela. Es posible que no se utilizasen estas herramientas para colocar un bloque a una altura tan baja. El incertum está muy restaurado y presenta grandes bloques trabados junto a otros de calzo que no cumplen ese cometido. Otro dato de interés es la casi nula presencia de piedras de tipo laja. Asimismo, es muy difícil, sino imposible, diferenciar el cambio de tongadas, ya que la obra se presenta muy revuelta Todo esto hace pensar que se trate de un restauración casi masiva, ya que sólo a ras de suelo se ven piedras que recuerdan el incertum que se documenta a lo largo de los paramentos del anfiteatro: piedra obscura, bien asentada con juntas más o menos descarnadas y sin capa blanquecina sobre ellas. Por todo lo antes dicho, queda bastante claro que se trata de una restauración.

En los dos contrafuertes quedan tan sólo tres hiladas de altura. Tras ellos aparece el núcleo de hormigón moderno con que se restauró la zona. En las cadenas observamos que la disposición de los bloques es alterna y distinta entre sí. Así, la meridional presenta una gran soga en la 1ª, dos tizones en la segunda y posee otra soga en la 3ª. Sobre esta última pieza hay serias dudas de que se trate de un ejemplar romano ya que la piedra apenas si posee pátina. La cadena norte, comienza con dos tizones, para mostrar una soga en la 2ª y volver a presentar

Lámina 94.- Aspecto que presenta el anfiteatro por su costado occidental. Es muy expresivo el sistema de alveolos diseñado para soportar el graderío medio y superior de este sector del monumento. Dichos muros están construidos con opus caementicium y se distribuyen en dos direcciones básicas: radiales y concéntricos, tomando siempre como punto de referencia la arena. De esta manera, se configuró una suerte de estructura hueca en la zona donde no podía ser apeada sobre un declive del terreno, tal y como se comprueba en la semielipse oriental.

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El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita MER.2.35 EDIFICIO: Anfiteatro. TÉCNICA: Opus quadratum como cara vista de un núcleo de opus caementicium. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Granito de grano grueso. PUNTO: MER.2.35. PARAMENTO: Interior del vomitorio V.16. ESTADO DE CONSERVACIÓN: Bueno. RESTAURACIONES: Ninguna. FIGURA: PLANO: Nº 16, 17 y 19. LÁMINA: nº 95. DESCRIPCIÓN: Este es el último vomitorio para completar el recorrido elipsoidal. De los que han llegado hasta nuestros días, es el que más diferencia de cota muestra entre la platea y la praecinctio del imum maenianum. Presenta idéntico sistema de circulación interior que el resto de los vomitoria que hemos ido describiendo: tras rebasar el umbral, se abren a uno y otro lado los subvomitorios, que están unidos entre sí por un pavimento de grandes losas graníticas que se adentra parcialmente hasta topar con las escaleras, del mismo material, de los subvomitorios. Las losas están colocadas en el mismo sentido que las que forman los umbrales: el lado más ancho en sentido norte/sur. Por sus características recuerda mucho a la que aparece rodeando -por el exterior- la parte N-NE del anfiteatro. Enlazando con este paso transversal de losas, comienzan unas empinadas escaleras compuestas por 8 peldaños y un descansillo, otros cuatro escalones y un nuevo descansillo para rematar de una forma un poco peculiar: con dos peldaños y una especie de rellano que da paso a los últimos cuatro peldaños que se abren, finalmente, sobre la praecinctio. Hemos de anotar que en la entrada no quedan restos del umbral y desde su hipotética colocación hasta el paso transversal el pavimento es simplemente de tierra. Las puertas de los subvomitorios se conservan enteras; en ambos casos poseen unas jambas compuestas por 6 hiladas cada una, con los bloques dispuestos en adaraja. Los pilares más próximos a la calle arrancan de bloques dispuestos a soga y, es muy probable que en las interiores ocurra lo mismo, según se deduce del intradós. Entre los paralelepípedos predominan aquellos que no llevan almohadilla aunque muestran unas poderosas protuberancias fruto de la realización de las bandas de anathyrosis así como del hecho de haber sido sólo parcialmente desbastados. Efectivamente, en la puerta norte contabilizamos que de los 12 sillares que conforman las jambas sólo aparecen con almohadillado canónico tres ejemplares, de los que dos son de tipo rústico y el tercero es abrupto. El resto de los bloques aparecen con las bandas muy profundas, lo que provoca la sensación de almohadilla y esta sería en ciertos casos de tipo natural por lo rudimentario de su talla. Con estas características se reconocen 3 ejemplares. Respecto a la disposición de las bandas de anathyrosis hay que decir que los que están almohadillados o simulan estarlo- poseen la 1 y la 3. El resto aparecen simplemente bien alisados y sólo poseen anathyrosis 3.

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El escuadramiento es muy irregular en todos los bloques, sobre todo en las partes laterales, donde alcanzan unas cotas de tremendismo notable. Son todos dignos exponentes del denominado grupo B-1. En el acabado de sus superficies se documenta el empleo de la escoda y el puntero. En los alisados se remató la labor con cucarda y, en general, todas las anathyrosis se realizaron con ayuda de la gradina. En el subvomitorio sur sólo aparecen 2 bloques almohadillados por la profundidad de las anathyrosis con respecto al plano de desbaste y podrían ser de tipo rústico. El resto de los sillares salvo 3 ejemplares que, aunque están alisados, presentan la anathyrosis 3, en dos casos, y la 1 y la 3, en uno- sólo están bien alisados. Su escuadramiento es defectuoso por los laterales y, al igual que ocurre en la puerta de enfrente, todos los sillares son del tipo B-1. Las puertas están rematadas por dinteles adovelados, de tres piezas cada uno. En el de la puerta septentrional vemos que tanto las dovelas laterales como la central llevan bandas de anathyrosis. Así la dovela más exterior posee la 2 y la 3; la contraria, la 3 y la 4, y la clave: 2, 3 y 4. La clave no está diferenciada de las dovelas. En la puerta frontera la clave aparece sin almohadillar y ligeramente retranqueada con respecto a las otras dovelas. Estas llevan únicamente anathyrosis 1 y 3. Las herramientas documentadas son la gradina para las anathyrosis y el puntero y la bujarda para el resto de las superficies. En ambos dinteles los bloques laterales son del tipo B-1 los más cercanos a la calle y B-2 los que enlazan con los paramentos del pasillo. También se documenta en los dos dinteles la presencia en la parte superior de las dovelas de orificio circulares que delatan el empleo del forfices en su colocación. También aparece en una dovela, aún in situ, del arco fajón de sillares que reposaba sobre las jambas más interiores de las puertas, concretamente en la norte. En las cadenas de mitad del pasillo vemos que las dos conservan 6 hiladas vistas y una séptima asoma por entre los escalones. En las dos vuelve a repetirse la disposición en adaraja de los sillares, pero se diferencian en que la norte posee casi todos sus sillares con potentes almohadillados mientras que la meridional tiene casi todos sus bloques alisados y con las bandas de anathyrosis sugeridas. Así, en la norte, hay 3 paralelepípedos con almohadillado abrupto y los otros 3 restantes son rústicos. Los primeros, por su forma, pertenecen al grupo B-1 mientras que los segundos se encuadran mejor en el B2. Las almohadillas abruptas están trabajadas con puntero mientras que las otras lo hacen con bujarda. Las anathyrosis aparecen siempre tratadas con gradina. En la cadena meridional todos los sillares se muestran bien escuadrados y alisados y sólo en la 7ª hilada se documenta la presencia de un bloque con almohadillado rústico. Las superficies están tratadas con bujarda y las anathyrosis con gradina. En ninguna de las dos cadenas aparecen orificios para los forceps y tampoco se observa en sus caras vistas- oquedades para la castañuela.

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Lámina 95.- Escalera de acceso al imum maenianum del vomitorium 16. En primer término aparece un pavimento realizado con losas de granito que pone en contacto los subvomitorios que llevan a medium y summum maenianum, al tiempo que desempeña la labor de descansillo previo a la subida de peldaños. La escalera, al ser tan larga, ha sido partida en dos tramos de 8 y 10 peldaños, respectivamente con un breve rellano entre ambos.

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PLANO: nº 14 y 19. LÁMINA: nº 96. DESCRIPCIÓN: Este paramento sólo posee un contrafuerte en fachada. Como en el resto del anfiteatro, el contrafuerte está dividido simétricamente por la presencia de una cadena de sillares dispuestos en adaraja, con ritmo muy marcado a partir de la 4ª hilada ya que las dos inferiores no alternan y la 3ª sobresale poco.

EDIFICIO: Anfiteatro. TÉCNICA: Opus quadratum que reviste el núcleo de opus caementicium. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Granito de grano grueso. PUNTO: MER.2.36. PARAMENTO: Último tramo de fachada, entre V.16 y V.1. ESTADO DE CONSERVACIÓN: Bueno. RESTAURACIONES: Se le aprecian ciertas chapuzas en la fábrica de incertum, concretamente se ven ladrillos que rellenan huecos a uno y otro lado de la cadena que jalona el contrafuerte. Creemos que estos son fruto de reparaciones puntuales aunque de épocas distintas. Las que están atestiguadas por el lado norte de la cadena son antiguas con casi total seguridad: por el tipo de material, por la forma de trabar y por la pátina que poseen. Sin embargo, las del lado contrario presentan mayores problemas: parece una obra más moderna a pesar de que se halla parcialmente bajo la cornisa romana. Pero la característica de los ladrillos y su mezcla “tan de nuestro tiempo” con mampuestosnos indican que, probablemente, se realizaran en época de Mélida. Esto se infiere de la sencillez de la obra y por la falta de afán de imitar lo más posible la fábrica. En cualquier caso, aunque fuera una actuación más de la intervención de Menéndez-Pidal, no poseemos datos escritos o información gráfica que arroje luz sobre la cuestión. FIGURA: nº 3.

La cadena conserva 8 hiladas, lo que supone cerca de 3 m. de altura. Muestra el despiece siguiente: las dos primeras hiladas está formadas por elementos a soga; la 3ª son dos tizones; 4ª y 5ª, son nuevamente sogas; la 6ª, otra vez con dos tizones, para concluir en la 7ª y 8ª con dos sogas. Todos los sillares están almohadillados y se distinguen varios grupos: tres bloques poseen almohadillado rústico, en la 1ª, 2ª y un tizón de la 3ª. El resto son de tipo natural aunque bastante prominentes. Caso especial es el sillar de la 5ª, cuya almohadilla es más bien el resultado de tener unas profundas bandas de anathyrosis. A pesar de ello, debe ser incluido en el grupo de los de tipo natural. Las herramientas que se emplearon en su talla son, fundamentalmente, puntero y, en menor medida, bujarda para las superficies grandes, o sea los almohadillados. En las anathyrosis vuelve a constatarse, una vez más, su realización por medio de la gradina.

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El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita Hay que subrayar que las sogas presentan una forma un poco diferente de lo que se había documentado hasta ahora. Como ocurre con otros muchos sillares, el escuadramiento lateral apenas si existe y dado lo rudimentario del trabajo de los costados de dichos sillares, está claro que se encuadran en el tipo B-1, excepto las dos primeras hiladas que son muy regulares. Las sogas, muestran un lateral mucho más prominente que otro, por lo que aun estando bien centradas- en la sucesión de hiladas, varían en el adentramiento en el paramento de incertum. Así la 4ª penetra más por el lado meridional mientras que la 5ª lo hace hacia el septentrional y así alternativamente hasta la 8ª. Si se observan detenidamente, vemos que sus formas son muy

familiares dentro del conjunto del anfiteatro y más concretamente de las zonas de fachada. Efectivamente esta cadena está realizada con sillares de los que conforman las portadas de los vomitorios que presentan siempre un lado más prominente que otro y el mismo tipo de rehundimiento de las anathyrosis y, como en aquellas, son dichas anathyrosis las que nos hacen ver que, realmente, se trata de bloques labrados; es decir, que los regularizan. No presentan marcas que aporten indicios sobre el uso de forceps y no hemos constatado en la 8ª hilada hendidura para la castañuela.

Lámina 96.- Se trata de una cadena de sillares que centra el último contrafuerte en el tramo de fachada comprendido entre el Vomitorium 16 y el principal (V 1). La cadena muestra la típica disposición en adaraja y con un ritmo fijo a partir de la 4ª hilada; los sillares están todos almohadillados aunque son muy diferentes entre sí: los hay de tipo rústico, en menor medida, y del tipo natural. Por último, hay que llamar la atención sobre la restauración con ladrillos que se aprecia en la fábrica de incertum, que encuadramos en las obras de restauración emprendidas por Menéndez-Pidal.

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zona del agujero, no cabe duda que se trata de una pieza amortizada. Los otros bloques también parecen ser reutilizados, según se deduce de lo rodado de sus ángulos.

EDIFICIO: Anfiteatro. TÉCNICA: Opus testaceum que reviste un núcleo de opus caementicium. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Ladrillos de color Cailleux P-39, de buena cochura, con bastante desgrasantes de tamaño medio y grueso. PUNTO: MER.2.37. PARAMENTO: Sacellum bajo la tribuna editoris, posible Nemeseion. ESTADO DE CONSERVACIÓN: Restaurado. RESTAURACIONES: Fue reconstruido casi por completo por Menéndez-Pidal. En dichas obras se utilizaron ladrillos de tipo y medidas romanas, sesquipedales, y se realizaron con cocción baja para obtener unos elementos lo más parecidos posible. Actualmente, sin las fotografías previas a las obras son ya difíciles de distinguir. Para más información, consúltese los trabajos de Menéndez-Pidal de 1955 y 1957-58. FIGURA: nº 3. PLANO: nº 14 y 19. LÁMINA: nº 97. DESCRIPCIÓN: Es este un espacio de planta cuadrangular delimitado por el lado oeste por el podium de la arena, cuyo paramento interno estaría forrado hasta una altura imprecisacon ladrillo. Actualmente se conservan un máximo de 7 hiladas originales en la parte suroeste del aula. Los ladrillos aparecen todos dispuestos a soga, si se atiende -como es lo normal- a la cara vista del muro. No quedan restos de un posible enlucido de la fábrica latericia.

Sobre los sillares se desarrollan cuatro resaltes apilastrados, de ca. 0’70 m., y separados entre sí una distancia próxima a 1’20 m.. Están realizados con ladrillos rectangulares y casi cuadrados, que evidencian ser reutilizados. El machón original es el segundo comenzando por el lado norte, los otros están reconstruidos aunque en el tercero se observa que la primera hilada es auténtica. En el original vemos que la disposición de los bloques es irregular. Así, de las 6 hiladas que conserva, la primera está formada por tres ladrillos a tizón -sesquipedales-; la segunda por un tizón, un trozo latericio de complemento y uno a soga (también son sesquipedales); en la tercera aparece una soga, un trozo de mármol de complemento y un tizón de tipo bessal grande (casi 24 cm.); la cuarta lleva un tizón, estrecho para ser sesquipedal, fragmento de ladrillo como complemento y una soga; la quinta y la sexta se desarrollan del mismo modo lo que provoca la alineación de sus juntas: primero aparece una soga y luego un tizón. En ninguna aparecen elementos para completar el espacio requerido. Los machones descritos delimitan tres nichos de planta rectangular. El fondo de las hornacinas muestra una especie de hilada de ladrillos dispuestos de canto, cuya cara forra el núcleo de opus caementicium de la obra. Dichos ladrillos son cuadrangulares, porque aparecen rotos con esta forma. Por otros lados se aprecia un forrado hecho con tejas como preparación para un posterior estucado. De hecho, en las memorias de excavación Mélida dice que se vislumbraba una pintura con la representación de unas figuras borrosas (1919, 25).

El lado sur muestra en la actualidad un muro de mampostería moderna que lo separa de otro espacio alargado, transversal a la harena, en el que se aloja una estrecha escalera de dos tramos rectos y descansillo en cuarto de vuelta, que pone en relación directa la tribuna editoris con la harena, a la que se llega a través de una pequeña puerta practicada en el podium. Dicha escalera presenta los peldaños construidos con opus testaceum dispuesto a sardinel.

El último de los resaltes lo constituye el muro que separa este reducido ambiente de una pequeña escalera de dos tramos y descansillo de cuarto de vuelta, que está afrontada con otra pequeña puerta practicada en el podium y que desemboca en la tribuna editoris. Quedan pocos peldaños originales aunque suficientes para atestiguar que estaban aparejados en testaceum y dispuestos a sardinel, como en el caso anterior.

El posible Nemeseion, por su lado oriental, muestra una suerte de plinto formado por sillares dispuestos a soga, sin almohadillar, simplemente bien escuadrados y alisados. Uno de ellos aparece con un orificio de acomodo del forceps, por lo redondeado de sus aristas y por el descantillado que muestra la

Por último, hay que destacar que, en el muro norte, el que delimita por ese lado la escalera, en su parte baja deja entrever como aflora en este punto la roca madre del solar.

Lámina 97.- Interior de la estancia ubicada bajo el tribunal editoris, interpretado como posible Nemeseion. En la fotografía se puede contemplar uno de los cuatro machones de ladrillo que compartimentaba en nichos la pared, machones que se asentaban sobre una suerte de banco corrido realizado a base de sillares amortizados. En el fondo del nicho también se empleó el ladrillo como revestimiento, al menos en la parte inferior, dispuesto de cara; no quedan restos del enlucido que remataba la fábrica y sobre el que irían las pinturas que documentaron Mélida y Macías.

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El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita MER.2.38

No se trata de un paramento liso sino que está animado con la presencia de cuatro contrafuertes separados entre sí 1’65 m., aproximadamente. Estos contrafuertes poseen un frente de 0’44 m. y sobresalen -con respecto al muro de fondo- 7cm. Están realizados con ladrillos confeccionados ex profeso: con planta de “L” y de metrología sesquipedal, como los del resto del paramento. Es esta una prueba de la intencionalidad en el diseño de los mismos.

EDIFICIO: Anfiteatro. TÉCNICA: Opus testaceum que reviste un núcleo de opus caementicium. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Ladrillos de color Cailleux R-19, bien cocidos y con desgrasante fino. PUNTO: MER.2.38. PARAMENTO: Balteus del imum maenianum entre los vomitorios V.7 y V.8 (Sector centro-oriental). ESTADO DE CONSERVACIÓN: Bastante desmontado. RESTAURACIONES: Ninguna. FIGURA: nº 3. PLANO: nº 16 y 19. LÁMINA: nº 98. DESCRIPCIÓN: Paramento realizado completamente con opus testaceum excepto en sus esquinas que aparecen cinchadas con sillares que delimitaban las jambas de las puertas de salida de los vomitorios a la praecinctio. Todos los ladrillos que configuran el balteus son de primera mano.

Se disponen mayoritariamente a tizón, para trabar más profundamente con el núcleo cementicio y están cuidadosamente contrapeados. En los contrafuertes presentan una colocación alterna por hiladas: en una hilada aparece una soga y en la siguiente dos tizones y así sucesivamente. Tanto llagas como tendeles son bastante pequeños y regulares, lo que revela una obra muy bien ejecutada. Actualmente están bastante enmascarados por una gruesa capa de líquenes. Entre el balteus y el resalte protector de la última grada del primer maenianum se desarrolla el pasillo distribuidor de esta parte de la cavea, o praecinctio. Está pavimentado con un mortero de cal mezclado con ladrillo machacado, de color rosáceo muy blanquecino. Es de gran dureza puesto que ha llegado hasta nuestros días. En esta zona se conserva muy bien y se comprueba como, efectivamente, este fue el último que tuvo el edificio ya que en la parte que limita con el balteus, el pavimento se superpone en parte a la primera hilada.

Actualmente quedan diecisiete hiladas en los puntos más altos aunque ahí las piezas están peor conservadas. La fábrica está sólidamente trabada con el núcleo de caementicium y prueba de ello es que donde han desaparecido los ladrillos se reconoce su existencia a través de la impronta que dejaron en el hormigón fresco.

Lámina 98.- Sector de praecinctio en el arco de elipse suroccidental. En ella podemos apreciar el pavimento de la misma realizado con caementa de piedra y fragmentos latericios, todo ello trabado con un fuerte mortero rico en cal, que le confiere impermeabilidad. Se destaca el balteus realizado en opus testaceum animado con pequeñas pilastras. Asimismo se aprecia en el núcleo de opus caementicium la impronta de los sillares graníticos que conformaron el graderío.

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aparecen muy bien contrapeados; los contrafuertes presentan una colocación alterna por hiladas: una compuesta por una soga y la siguiente por dos tizones. Tanto llagas como tendeles son estrechos y regulares, lo que evidencia un trabajo muy pulcro. Todos los ladrillos, tanto de la parte retranqueada de la pared como los de los resaltes son de tipo sesquipedal.

EDIFICIO: Anfiteatro. TÉCNICA: Opus testaceum que reviste un núcleo de opus caementicium. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Ladrillo, color Cailleux R-15, de buena cochura. PUNTO: MER.2.39. PARAMENTO: Balteus del imum maenianum entre los vomitorios V.8 y V.9 (Sector centro-oriental). ESTADO DE CONSERVACIÓN: Bueno. RESTAURACIONES: Ninguna. FIGURA: nº 3. PLANO: nº 16 y 19. LÁMINA: nº 99. DESCRIPCIÓN: Paramento de ladrillo de idénticas características que el punto anterior.

Las esquinas aparecen cinchadas con sillares pertenecientes a las puertas de los vomitorios. Con estos no traban ya que no se disponen en adaraja. En el ángulo con V.8 aparece un sillar perforado con dos agujeros comunicados entre sí. La praecinctio, queda delimitada por el lado exterior por el balteus y por el interior por un resalte granítico que protegía la últma grada del imum. Se conserva en bastante buen estado y presenta un pavimento de tipo hidráulico compuesto por ladrillo machacado trabado con un mortero de muy buena calidad, rico en cal. Es de gran resistencia y se conserva en excelentes condiciones. El pavimento del pasillo distribuidor se halla en buen estado aunque a la mitad del paramento se constata un rodal donde se ha perdido y deja ver otro anterior muy alterado.

Conserva un máximo de 17 hiladas, lo que hace 1’40 m. de altura. Como el precedente, también presenta cuatro contrafuertes separados entre sí poco más de 1’65 m. y también tienen 0’44 m. de frente y sobresalen 7 cm. El paramento muestra una disposición mayoritaria a tizón para trabar mejor con el núcleo de hormigón y

Lámina 99.- Praecinctio correspondiente al cuarto suroccidental, en el que volvemos a ver el balteus de testaceum y, sobre todo, el núcleo cementicio que revestía. En la esquina inferior izquierda aparece un canal de evacuación de agua del pasillo, trabajado en un sillar de granito. Es patente la total destrucción del balteus y las gradas del imum maenianum en esta parte del monumento.

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La disposición de los ladrillos en los contrafuertes es alterna por hiladas: una hilada está compuesta por una soga mientras que en la siguiente aparecen dos tizones. En las zonas lisas o retranqueadas del paramento los ladrillos se colocan abrumadoramente a tizón. En todos los casos se observa que se cuida mucho que no coincidan las llagas, es decir, que están muy bien contrapeados. Tanto llagas como tendeles son estrechos y bastante regulares, lo que sigue revelando una obra bastante esmerada.

EDIFICIO: Anfiteatro. TÉCNICA: Opus testaceum revistiendo un núcleo de caementicium. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Ladrillo, de color Cailleux P-15, de buena cochura. PUNTO: MER.2.40. PARAMENTO: Balteus del imum maenianum entre los vomitorios V.9 y V.10 (Sector centro-oriental). ESTADO DE CONSERVACIÓN: Bueno. RESTAURACIONES: Ninguna. FIGURA: nº 3. PLANO: Nº 16 y 19. LÁMINA: ver nº 99. DESCRIPCIÓN: Este punto no ofrece sensibles diferencias con los anteriores. Como ellos, se trata de un paramento de opus testaceum que también reviste un núcleo de opus caementicium y en cuyos ángulos con los vomitoria aparece cinchado con los sillares de las jambas de las puertas de estos.

Se continúa comprobando que todos los ladrillos, sesquipedales, son de primera mano, como en el resto del balteus; en los resaltes apilastrados los ladrillos son sesquipedales diseñados con planta de “L”, expresamente fabricados para construir el mencionado balteus. El pasillo en este punto conserva muy bien el pavimento, aunque con algunas fisuras. Se vuelve a comprobar aquí como se superpone en algunas zonas sobre la primera hilada de ladrillos y ofrece una superficie levemente cóncava. En esta zona ha desaparecido la línea de sillares que protegían la última grada del imum maenianum del trasiego del público. Sin embargo, ha quedado -aún in situ- un canal labrado en un tizón del desaparecido parapeto, que comunica directamente con el pasillo y cuyo cometido era el de evacuar las aguas pluviales.

Conserva en su parte más completa un total de 11 hiladas que miden 0’89 m. de altura. Sigue presentando cuatro contrafuertes distanciados entre sí ca. 1’60 m. y de 0’44 m. de frente; sobresalen 7 cm.

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perdidos. También presenta cuatro contrafuertes de 0’44 m. de frente y separados entre sí en ca. 1’65 m.. Todos los ladrillos que presenta son sesquipedales de primer uso y los de los contrafuertes continúan con planta de “L”. En las partes lisas del paño predomina la disposición a tizón mientras que en los contrafuertes el ritmo sigue siendo alterno por hiladas: soga; tizón/tizón; soga y así hasta alcanzar la altura total del parapeto.

EDIFICIO: Anfiteatro. TÉCNICA: Opus testaceum que reviste un muro de opus caementicium. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Ladrillo, color Cailleux R-20, bien cocido, con desgrasantes de cuarzo y mica visibles. PUNTO: MER.2.41. PARAMENTO: Balteus del imum maenianum entre los vomitorios V.4 y V.5 (Sector suroccidental). ESTADO DE CONSERVACIÓN: Parcialmente restaurado. RESTAURACIONES: En el ángulo oriental, donde confluye con el subvomitorio oeste del gran eje pasillo sur, está restaurado con sillares y ladrillos fabricados expresamente para realizar la reconstrucción. Por la parte de arriba, el frogón del medium maenianum está fuertemente consolidado con hormigón moderno. Todo esto se realizó bajo las ordenes de MenéndezPidal. FIGURA: nº 3. PLANO: nº 16 y 19. LÁMINA: nº 100; véase también nº 99. DESCRIPCIÓN: El balteus sigue mostrando las mismas características que los puntos precedentes. Conserva una altura de 16 hiladas, que miden 1’12 m.. Está aparejado con sillares en las esquinas con los vomitorios, aunque se hallan bastante

A grandes rasgos se revela una obra bastante cuidada, en la que se observó atentamente el contrapeado de las hiladas. El esmero es extensible a la regularidad que muestran llagas y tendeles, excepto en el lado más occidental del paramento. Aquí la obra está bastante abierta aunque se debe al arruinamiento. En efecto, se comprueba que tanto el relleno como el peso de los frogones fuera de lugar, están provocando el colapsamiento del muro. En esta zona el pavimento del pasillo se encuentra en peores condiciones. En algunos lugares, como la desembocadura del subvomitorio este del gran pasillo meridional, ha desaparecido por completo. Sin embargo, aquí se conserva bastante del pequeño peto que protegía la última grada y se vuelve a documentar la presencia del canalillo tallado en uno de los tizones de esa fábrica para aliviar el pasillo de agua de la lluvia.

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Rosalía María Durán Cabello MER.2.42. EDIFICIO: Anfiteatro. TÉCNICA: Opus testaceum que reviste un núcleo de caementicium. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Ladrillo color Cailleux P-20, de buena cochura, con desgrasantes de cuarzo y mica. PUNTO: MER.2.42. PARAMENTO: Balteus del imum maenianum entre los vomitorios V.3 y V.4 (Sector suroriental). ESTADO DE CONSERVACIÓN: Relativamente bueno. RESTAURACIONES: Ninguna. FIGURA :nº 3 PLANO: Nº 16 y 19. LÁMINA: véase nº 99 y 100. DESCRIPCIÓN: En este paño vuelven a repetirse las mismas características de todos los otros puntos que se estudian del balteus. El único elemento diferenciador entre ellos es el estado de conservación y la presencia o no de restauraciones. En este caso posee aún 13 hiladas in situ, lo que supone una altura de 0’84 m.

Se consolida el desarrollo articulado del muro mediante los resaltes apilastrados, que sobresalen 7 cm. y cuyo frente es de 0’44 m.. Siguen apareciendo cada 1’65 m., aproximadamente. Los ladrillos siguen siendo de primer uso y todos son sesquipedales, incluidos los que poseen planta de “L”, confeccionados así para configurar los contrafuertes. Los ladrillos se siguen disponiendo a tizón en las partes retranqueadas del paramento y alternamente por hiladas, en los contrafuertes, como se ha explicado anteriormente. La obra vuelve a aparecer muy cuidada en detalles como el contrapeado por hiladas de las juntas así como en la regularidad que muestran tanto llagas como tendeles. También queda un trozo bastante grande del pavimento del pasillo delante del tramo que analizamos y en algún punto se superpone a la primera hilada, como se ha constatado en paramentos precedentes.

Lámina 100.- Detalle del balteus en la zona oriental del anfiteatro. En este caso podemos comprobar la altura hasta donde llegaba el balteus de testaceum y como detrás de él aparece ya el potente núcleo de opus caementicium. Conviene recordar que los ladrillos que configuran las pilastras fueron realizados ex profeso y todos ellos presentan planta de "L".

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El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita MER.2.43

LÁMINAS: nº 100. DESCRIPCIÓN: Vuelven a repetirse las mismas características que en todos los paramentos analizados del balteus. El único rasgo diferenciador que presenta con los anteriores es que conserva 12 hiladas de altura, lo que supone 0’845 m. Por lo demás vuelven a aparecer cuatro contrafuertes, ladrillos sesquipedales, disposición a tizón en las partes retranqueadas y alterna por hiladas en los resaltes apilastrados. En general se evidencia una fábrica muy cuidada y realizada con elementos nuevos.

EDIFICIO: Anfiteatro. TÉCNICA: Opus testaceum que reviste un núcleo de opus caementicium. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Ladrillo color Cailleux P-19, de buena cochura. PUNTO: MER.2.43. PARAMENTO: Balteus del imum maenianum entre los vomitorios V.2 y V.3 (Sector suroriental). ESTADO DE CONSERVACIÓN: Bastante arrasado. RESTAURACIONES: No se le aprecia ninguna. FIGURA: nº 3. PLANO: nº 16 y 19.

El pasillo en este punto se conserva bastante alterado y presenta muchos rodales donde se ha perdido por completo.

MER.2.44 EDIFICIO: Anfiteatro, TÉCNICA: Sillería. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Granito de grano medio-grueso. PUNTO: MER.2.44. PARAMENTO: Esquinas del espacio cuadrangular central de la fossa. ESTADO DE COSNERVACIÓN: Relativamente bueno. RESTAURACIONES: Ninguna. FIGURA: nº 3. PLANO: nº 14 y 19. LÁMINA: nº 101, 102 y 103. DESCRIPCIÓN: Se trata de tres ángulos que aparecen fortalecidos con sillares. El cuarto es posible que no los hubiese tenido nunca o que fueran amortizados para otra construcción. La fossa está configurada por un espacio alargado y estrecho, de planta rectangular, que lleva en ambos extremos escalerillas, cuatro en total. Se asemeja bastante a un estanque. Dicho espacio está bien centrado sobre el eje longitudinal del edificio. Está formado por muros de 0’40 m. de grosor, aparejados en opus caementicium y revestidos por su interior con una potente capa de opus signinum, u hormigón hidráulico. Este espacio se inscribe en otro de planta rectangular, de una fase precedente, que está aparejado con un excelente opus incertum y con ladrillos, en lo poco que se puede documentar. Los ladrillos se emplean como enrasadores de tongada y se observan en el nivel de suelo de uso actual de la harena. Cuando se realizó el estanque que hoy vemos revestido con signinum quedó un espacio muerto entre una y otra obra, que era necesario rellenar para fortalecer la segunda de las construcciones, por lo que se colmató de tierra. En una fase constructiva posterior, la tercera, se practicó un nuevo y gran espacio central, de planta cuadrangular, que cortó en la parte media al vaso. Para fortalecer y regularizar la zona de unión entre los dos ambientes se procedió a colocar estas piedras en el lugar donde quedaba el espacio relleno entre la primera y la segunda fase constructiva la del estanque-. De esta manera se

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robustecieron los paramentos en estos puntos donde no existía muro ni roca madre que configurara el nuevo ambiente. Para tal fin se emplearon bloques amortizados de otras construcciones emeritenses. En el ángulo suroeste (lám. 101) vemos que aparecen tres hiladas que taponan el hueco que hay entre el muro del estanque y la roca natural. Los sillares presentan claras señas de reutilización: varios agujeros para forfices, aristas muy redondeadas, etc. Su colocación muestra unos detalles que, inequívocamente, revelan una obra muy mal ejecutada y desmañada: los bloques aparecen calzados con piedrecillas y lajas entre ellos. Parece intuirse una cierta intencionalidad en la disposición de los sillares: 1ª hilada, con una soga y un tizón; 2ª hilada con un tizón y una soga y 3ª con una soga y un tizón. El lecho de recibimiento de esta tercera hilada enrasa -más o menos- con la parte superior del estanque. Como se ha dicho los bloques, en su días, fueron movidos con forceps según revelan los agujeros y en sus superficies se reconoce la huella de puntero y de bujarda, a pesar de estar bastante erosionadas. Ninguno presenta almohadillado ni anathyrosis. En el ángulo sureste (lám. 102) sólo hay dos hiladas, formadas por dos bloques cada una y extremadamente irregulares. También son fruto de la amortización de una -o varias- construcciones anteriores. Como en la otra esquina, también aquí aparecen los sillares con orificio destinado al forfices y los sillares calzados con piedras de menor tamaño. Rellenan igualmente, el hueco entre el estanque y muro anterior hasta enlazar con la pared rocosa del nuevo espacio. Respecto a la disposición que muestran, esta consiste en la primera hilada con un estrecho tizón junto a una gran soga y en la segunda, dos sogas pequeñas. También se atestigua aquí que los sillares tienen las aristas muy rodadas. Esta erosión afecta, igualmente, a las huellas de las herramientas, que se encuentran muy borrosas. Se documenta el uso del puntero y de la cucarda. Ningún sillar posee anathyrosis ni almohadillado. Por último, en el ángulo noreste se documenta la presencia de dos hiladas de sillares, también calzados como en los casos

Rosalía María Durán Cabello anteriores, e igualmente reaprovechados. En la hilada inferior aparece una soga -relativamente grande- y un tizón. La segunda hilada está compuesta por tres tizones. De estos últimos, dos de ellos muestran por su cara vista un agujero de ca. 0’20 m. de diámetro y bastante profundidad, como para embutir un madero en él.

Por contra, y con carácter general, se trasluce que todos estuvieron muy bien alisados en su momento. A lo largo y ancho de toda la superficie de la harena, se hallan sillares como los que acabamos de describir: con oquedad grande y profunda en la parte central de una de sus caras. Es posible que alguno taponara el hueco de la zona noroeste y se quitaran durante el transcurso de las excavaciones o bien, que ya estuviesen movidos desde antiguo. Debemos subrayar que ninguno de estos tiene en su superficie rastros de empleo de herramientas de prensión y transporte.

El acabado de estos sillares, es igual que en los otros puntos: utilización de puntero y cucarda y, en este caso, no hay ninguno con huella de forceps. Están, también, muy desgastados por la erosión y como en los otros ángulos de la fossa, tampoco aquí aparecen sillares que lleven anathyrosis ni almohadillado.

Lámina 101.- Particular del ángulo suroeste de la infraestructura de la arena. Como se observa, la tablilla reposa sobre un potente muro de opus caementicium que al exterior se encontraba revestido con una gruesa capa de hormigón hidráulico u opus signinum. En un momento posterior, el muro de hormigón fue cuidadosamente recortado para realizar un ensanchamiento, en cuya ejecución se emplearon materiales ya amortizados, sillares en este caso, que aparece calzados con lajas diversas.

Lámina 102.- Panorámica de la mitad septentrional de la infraestructura de la arena, en la que se puede contemplar las diferentes fases arquitectónicas que se documentan en el subsuelo. Así, en primer plano vemos el muro que definía el vaso alargado, dotado de sendos pares de escalerillas en sus extremos así como la ampliación, inconclusa, que sufrió al final de su existencia. Al fondo de la imagen, bajo el gran acceso norte, aparece una conducción hidráulica íntimamente relacionada con la subestructura del anfiteatro.

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El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita Lámina 103.- Pormenor de la zona de reunión de las tres estructuras del subsuelo del anfiteatro. Pese a lo alterado de los restos, está claro que hubo una primera estructura cuadrangular, realizada en opus incertum y rematada a cierta altura mediante una verdugada de ladrillos. En un momento posterior esta estructura parece que fue parcialmente rota para acoplar la conducción hidráulica. En una fase posterior, la estructura inicial rectangular es sensiblemente estrechada: se construye un nuevo vaso, con muros de opus incertum revestidos de hormigón hidráulico y dotado de escalerillas de acceso en ambos extremos. El espacio restante entre una y otra estructura se macizó con arena y cascote.

MER.2.45

pertenecientes a la tercera hilada. Estos en vez de aparecer rectilíneos se muestran muy sinuosos, como con mordiscos. Esto contrasta con las líneas de juntas que están muy bien pegadas y cuidadas.

EDIFICIO: Anfiteatro. TÉCNICA: Opus quadratum que reviste un núcleo de opus caementicium. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Granito de grano grueso. PUNTO: MER.2.45. PARAMENTO: Podium delimitador de la harena, sector noroeste. ESTADO DE CONSERVACIÓN: Bueno. RESTAURACIONES: No se aprecia ninguna. FIGURA: nº 3. PLANO: nº 14 y 19. LÁMINA: nº 104. DESCRIPCIÓN: Se trata de un paramento del que quedan tres hiladas de altura y falta una cuarta, correspondiente al remate en cornisa moldurada.

En la segunda hilada aparecen en los bloques unos agujeros de planta y sección rectangular, dispuestos escrupulosamente en la parte superior del sillar, casi en la línea de juntas con la hilada superior, y que están distanciados entre sí unos 0’55-0’60 m. El tamaño que suelen presentar estos agujeros es de 6x10 cm., 6x14 cm., 5x12 cm., etc. Estas oquedades estaban destinadas a albergar las grapas metálicas que se empotraban en el paramento y en el exterior acababan en garfio, o uña, para enganchar en finísimas mortajas que llevaban preparadas las placas de mármol. Las grapas se afianzaban con más contundencia al muro con la inserción de una piedrecilla de calzo cogida con mortero, lo que aseguraba su inmovilidad y, por ende, la de la placa.

La segunda y tercera hiladas muestran también un ritmo alterno aunque irregular en la disposición de los sillares: soga y tizón, predominando en ambas hiladas los elementos dispuestos a tizón sobre las sogas. Los bloques están bien alisados y se puede apreciar la huella de la bujarda. No se documenta en ellos utilización del forceps y parece que tampoco se utilizó la castañuela, por lo que colocarían en obra con ayuda de cilindros y palancas así como con rampas de tierra.

Los agujeros de la tercera hilada están muy rotos y borrados por la erosión, pero se documenta perfectamente tanto su presencia como su situación alineada con los de la hilada inferior. Su mal estado puede deberse a que fueran rotos de antiguo para beneficiar el metal de las grapas. Este fenómeno también explicaría el tamaño dispar que presentan los de la segunda. Asimismo lo irregular de las aristas del lecho de puesta de muchos sillares de la tercera hilada puede ser fruto del desmonte de las placas de mármol. En esta operación hay que buscar el hueco y apalancar para mover la losa de su encastre. Una vez sacada se cortan las partes salientes de las grapas y se procede a preparar el muro para las pinturas. En algunos casos, la capa de mortero que adhiere la placa de mármol al paramento puede ser muy dura por lo que se explicarían los daños causados a los sillares en la zona de unión del placado. No se puede descartar, tampoco, que esas irregularidades sean debidas a la utilización de la palanca en su colocación, aunque parecen unas marcas un tanto excesivas.

Se observa que la fábrica está inmejorablemente contrapeda. Sin embargo, este cuidado choca con el tratamiento que presentan las aristas de los lechos de puesta de los sillares

El paramento presenta, aún visibles, restos de estuco en algunas zonas incluso con restos de pintura, que en un momento posterior a la marmorización, decoraría el podium.

La primera hilada presenta los sillares formando un resalte; estos, por su parte superior muestran un profundo rebaje que, en conjunto, forma una especie de pequeño canal. Este, por el lado de la pared revela que fié practicado sobre una moldura preexistente. La disposición de los bloques es alterna de soga y tizón. En el trabajo de su superficie se observa la huella del puntero en el canal y sus paredes y gradina en el resalte, que recuerda -en cierto modo- a un cuarto de bocel.

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Lámina 104.- Podium que separa la arena del graderío. Como se ve está aparejado en opus quadratum de sillares graníticos, lisos y de gran módulo. Tanto en la parte superior como en la inferior, estaba rematado con una moldura granítica. Sin embargo, el plinto moldurado fue cuidadosamente cercenado y en él se practicó una suerte de canal destinado a recibir las lastras marmóreas que en una segunda fase embellecieron el podium. Corroborando este dato se ven los agujeros, regularmente distribuidos, destinados a albergar las grapas destinadas a asegurar las losas de la nueva decoración.

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grado de arrasamiento que muestra en este sector, podría deducirse una intencionalidad en la destrucción y de ahí su estado.

EDIFICIO: Anfiteatro. TÉCNICA: Opus quadratum que reviste un núcleo de opus caementicium. NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Granito de grano grueso. PUNTO: MER.2.46. PARAMENTO: Podium delimitador de la harena, sector sureste. ESTADO DE CONSERVACIÓN: Restaurado parcialmente. RESTAURACIONES: Cuando Menéndez-Pidal reconstruyó el Nemeseion y la parte sur junto con las carceres, restituyó la altura total del podium y su remate moldurado. Según se desprende de su escrito, parece que se limitó a recolocar bloques y a tallar algunos sillares de cornisa, aunque este extremo no lo podemos aseverar (Menéndez-Pidal, 1955, 292-293). FIGURA: nº 3. PLANO: nº 14 y 19. LÁMINA: véase nº 104. DESCRIPCIÓN: Presenta idénticas características que el punto anterior. En este caso aparece el podium completo. La hilada de base presenta también la acanaladura destinada a encastrar las placas marmóreas tras haber cercenado la moldura que llevaba en un principio. Sin embargo en este sector se encuentra muy dañada la zona de encaje, falta en múltiples puntos y en algunos casos está borrada por completo y enrasada con la cota de la harena. Dicha cota era bastante más baja cuando el podium poseía la moldura inferior ya que ahora está nivelada con el punto de remate de la moldura con el muro. Es más, dado el

Las otras dos hiladas, segunda y tercera, parece que se disponen de modo más regular que en el punto anterior. Efectivamente, se documenta un cierto ritmo alterno de soga/tizón, contrapeado por hiladas. En este caso se puede hablar muy poco acerca del trabajo de labra que presentan los sillares, pues toda esta zona conserva abundantes restos de la capa preparatoria del estuco así como vestigios de pintura, en tonos blancos y rojizos. Hay que apuntar que, como en el punto precedente, los bloques aparecen bien escuadrados y alisados; en ellos tampoco es visible huella del uso del forfices o de la castañuela pero se constata, nuevamente, los agujeros practicados cada cierto trecho para alojar las grapas de sujeción del placado marmóreo. La cuarta y última hilada está formada por un filete liso, tras el cual se desarrolla un caveto coronado por un plinto. La labra de estos bloques revela una labor muy cuidada y en su superficie alisada se detecta el empleo de la cucarda, lo que permitiría una buena adhesión del acabado estucado. En algunos sillares moldurados, fuera de lugar, es posible comprobar la existencia de un orificio en su lecho de puesta que se corresponde con otro idéntico en el lecho de recibimiento del bloque de la tercera hilada. Estos estaban destinados a alojar las espigas metálicas que los mantenían unidos por hiladas, por tratarse de una fábrica a hueso.

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observa una búsqueda de la adaraja para enganchar mejor con los muros de opus incertum. El que se emplease ladrillo en la realización de las ventanas pone de relieve la busca de un acabado muy regularizado, difícilmente lograble con una fábrica de mampuestos. Se trata de ventanas con vano rectangular, de tendencia alargada, y abocinadas. Por la zona de fachada no se apreciarían a simple vista ya que por el exterior no estaban señaladas mediante marcos de ladrillo, sino que se verían simples saeteras en la obra de mampostería.

EDIFICIO: Anfiteatro. TÉCNICA: Opus testaceum que reviste parcialmente un núcleo de opus caementicium NATURALEZA DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS: Ladrillo color Cailleux R-19, con desgrasantes gruesos. PUNTO: MER.2.47. PARAMENTO: Ventana de iluminación y ventilación del subvomitorio meridional de V.7. ESTADO DE CONSREVACION: Bastante bueno, aunque se documenta que en algunos puntos los ladrillos casi han desaparecido y sólo quedan las juntas de argamasa. Aparecen bastantes ejemplares rotos sobre todo en las partes de ángulo y en el escalonamiento que configura el abocinamiento de la ventana. Se conserva en condiciones bastante similares a las que refleja el dibujo de ella publicado por Mélida (1921, lám. V). RESTAURACIONES: Ninguna. FIGURA: nº 3. PLANO: nº 17 y 19. LÁMINA: nº 105. DESCRIPCIÓN: Es una de las pocas ventanas que han llegado hasta nuestros días del anfiteatro. Se ubica en el descansillo de la escalera de acceso a medium et summum maeniana, en la zona donde se produce el cuarto de vuelta. Está aparejada por completo en opus testaceum y reviste por la zona de las jambas al núcleo cementicio del monumento.

Por el interior vemos que se desarrollan sobre el forjado a partir de una fina tongada de incertum sobre la que se colocan las hiladas de ladrillo. El abocinamiento es muy suave y se verifica en la parte más alta de la ventana. El marco de la ventana está concebido como una puerta: con sus jambas y su dintelcapialzado, en este caso- y, la ventana propiamente dicha, aparece como retranqueada con respecto a las jambas para provocar mayor efecto en el abocinamiento. Con respecto a la disposición de los ladrillos por hiladas se observa que, en la parte correspondiente a las jambas, predomina la colocación a tizón mientras que en la que se abocina para dar paso al vano, aparecen, preferentemente, a soga. La obra se muestra muy bien ejecutada ya que tanto llagas como tendeles son bastante estrechos y regulares. Este esmero también se advierte en el contrapeado de las sucesivas hiladas.

La parte más alta conserva hasta 28 hiladas que suponen una altura de casi 2 m.. En la disposición de los ladrillos se

Lámina 105.- Ventana situada en el subvomitorio oeste del acceso nº 7. Está aparejada en opus testaceum y se comprueba cómo se traba con la fábrica de incertum mediante un sistema de adaraja. Según se observa, los vanos no fueron concebidos grandes sino que son de tipo saetera, para lo cual, el ladrillo se constituye en un elemento constructivo idóneo para realizar el abocinamiento de la ventana. La ventana no tenía una señalización específica al exterior, según se desprende de los restos conservados.

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Rosalía María Durán Cabello

III.3. SISTEMAS EMPLEADAS

EN

Y

SOLUCIONES EL

aquí se infiere un mensaje claro: el espacio donde se ejecuten juegos gladiatorios debe ser más largo que ancho (Golvin, 1988, 304). No obstante, el tratado vitruviano aporta más datos sobre el foro que pueden servir de pista para el estudio del anfiteatro. Además de calificar su forma como “oblonga”, especifica las dimensiones ideales de dicha plaza, que a todas luces debe ser rectangular: concretamente se refiere a ella como un espacio cuyos lados suelen tener una proporción de 3/2, o sea 1’5 (Vitruvio, V, 1, 2). De este dato, autores como Golvin piensan que se debe buscar un estrecha relación entre las dimensiones del foro y las de la harena del anfiteatro, sobre todo en los edificios de estructura menos evolucionada, como sería el caso emeritense (Golvin, 1988, 305).

ARQUITECTÓNICAS

ANFITEATRO.

SECUENCIAS

CONSTRUCTIVAS.

III.3.1. Introducción. En este apartado trataremos de cuestiones puramente arquitectónicas que van desde cómo se supone que se verificó el replanteo del proyecto sobre el terreno hasta la culminación del edificio, pasando por aspectos tales como: preparación del terreno; acomodo a la topografía del solar del monumento; el reflejo de lo anterior en el sistema constructivo de las distintas partes del edificio; la modulación; las soluciones adoptadas para resolver el asentamiento de la parte alta del graderío sobre vanos; los tipos de bóvedas construidas; la metrología de los elementos constructivos y el diferente modo de trabajo; la elección de materiales de construcción para una determinada finalidad; las distintas cuadrillas de canteros y de structores. Los problemas que se plantean en cuestiones urbanísticas como la excesiva proximidad del teatro y el fenómeno del adosamiento a la muralla de la colonia, etc.

Parece bastante probable que el foro influyese de manera determinante en ciertos elementos del anfiteatro, como lo es la harena. Pero luego, en lo que se refiere al resto del edificio, no encontramos una información tan “precisa” como esta. Únicamente sabemos que alrededor de la plaza pública se construían balconadas de madera a las que se accedía mediante escaleras del mismo material. Desde allí la perspectiva permitía contemplar el espectáculo en toda su magnitud. El nombre de estas localidades viene de muy antiguo, probablemente de principios del s. IV a. C.. Efectivamente, en el 390 a. C. tuvo lugar un incendio que destruyó parte del Forum Romanum tras el cual tuvo que ser reconstruido. Sabemos que décadas después aún proseguía la restauración y puesta al día de la plaza pública. Concretamente, en el año 338 a. C., el censor Caius Maenius erigió la columna Maenia al oeste del Comitium y al sur de la Carcer. En las inmediaciones de esta columna levantó balconadas de madera para poder seguir con mayor comodidad el desarrollo del espectáculo, por lo que a dichas balconadas se les denominó como maeniana, en honor a su creador (Festus, 134 b, 22; Golvin, 1988, 19).

En definitiva, se intentará realizar una aproximación, lo más afinanada posible, a la realidad del monumento y cómo llegó este a ser lo que hoy se nos representa que fue. III.3.2. La primera etapa de trabajos en el anfiteatro: proyecto arquitectónico; modulación; preparación, acomodo del solar y replanteo. III.3.2.1. El proyecto arquitectónico. Al igual que sucedía con el teatro, en este caso tampoco poseemos ningún documento -plano sobre pergamino o piedra- que desvele como fue concebido el monumento por su creador: únicamente contamos con los restos arqueológicos para, a través de ellos, dilucidar la mayor cantidad posible de datos, por lo que se examinará detenidamente la tipología del edificio para ensayar así un acercamiento al complicado proceso de la plasmación gráfica sobre el terreno, o replanteo.

Ya hemos esbozado en el capítulo del teatro las cuestiones referentes al dibujo en la Antigüedad, por lo que no abundaremos sobre ello. Sin embargo, hay que hacer especial hincapié en cómo se llevaba a cabo, de manera práctica, la implantación de un edificio como el anfiteatro. Para lo que seguimos la directrices que propone Golvin (1988, 404 ss).

Si, como primera medida, recurrimos a las fuentes, ya se ha explicado, al comienzo de este capítulo, que Vitruvio no menciona el anfiteatro aunque si se refiere a los juegos gladiatorios que tenían lugar en el foro. Efectivamente, Vitruvio, en el capítulo dedicado a las plazas públicas, tras especificar que las de los griegos eran cuadradas recomienda que no se construyan así, con esa misma disposición, ya que en este ambiente era donde tenían lugar los juegos gladiatorios y era esta una costumbre de sus antepasados. Más adelante concluye que por esa razón, los foros, deben ser oblongos y propiciar así el desarrollo de estos espectáculos (Vitruvio, V, 1, 2). De

En opinión de Golvin, que parte de Vitruvio, una vez que ya se han superado las fases de cogitatio y de inventio, en las que se esboza y se solucionan las cuestiones básicas del proyecto, se pasa al estadio siguiente dividido, a su vez, en otras etapas: inventio, que es cuando se establece de manera definitiva y minuciosa las relaciones de medidas entre las diferentes partes de la obra, y la dispositio, que es la plasmación gráfica de todo lo anterior que se resume en: ichnographia, orthographia y

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scaenographia. Tanto Gros (1976, 63-63) como Golvin (1988, 404) son de la opinión de que la ichnographia debía de ser el esquema más preciso y, por tanto, el que seguiría detalladamente el redemptor o locator constructor-, pues es en el nivel del suelo donde se aprecia que las relaciones entre las diferentes dimensiones es más rigurosa. Una de las labores más importantes y difíciles era la de fijar el valor real del módulo. Para ello se hacían cálculos que permitiesen deducir, en función de los distintos valores que se le podían atribuir al módulo, cuáles podrían ser las dimensiones reales del edificio planeado. “La determinación del valor del módulo debía consistir en la regulación necesaria para obtener la capacidad deseada: no había que sobrepasar las condiciones de aforo y gasto. Por todo esto se comprende el interés que representaba el empleo de los trazados de base desde el inicio de la concepción del edificio y cómo su estudio era inseparable de la determinación del valor práctico del módulo” (Golvin, 1988, 404, sic). Para implantar un monumento como el anfiteatro sobre el solar elegido para su ubicación, se procedía a realizar su trazado mediante la combinación de las propiedades de las figuras geométricas simples. Estas se dibujaban en el suelo, a gran escala, una vez que se había aterrazado todo el terreno o, al menos, el concerniente a la harena y como acto previo al adosamiento de la cavea a una loma. Hay que señalar que este sistema se denomina de trazado derivado y se utiliza, fundamentalmente, en los anfiteatros construidos exentos. El trazado derivado parte de la creación de una línea recta perfecta que marque uno de los dos ejes maestros del edificio. Para asegurar la regularidad de dicha línea se empleaban aparatos de precisión como la dioptra o el chorobates. Una vez dibujada esta se hacía una segunda línea completamente ortogonal a la primera; para ello se utilizaba una cuerda y se recurría a dibujar triángulos rectángulos (2,3,4) o, en otros casos, se hallaba la mediatriz de un segmento recto mediante el uso de triángulos equiláteros. En este caso, corresponde siempre al eje menor e implica que ya está modulado. Así pues, lo que se hacía era dejar señalados en la harena los centros de la elipse O1 y O2, así como sus focos y la división modular de los ejes; también eran accesibles durante todo el proceso de construcción los centro O3 y O4, que son los que determinan la fachada del monumento y son los que se encuentran, obviamente, más cerca de la línea del podium. Cuando ya se habían trazado los ejes sobre los que bascula el anfiteatro, la modulación general venía impuesta por la implantación de los triángulos, lo que permitía comprobar de manera lineal cualquier medida.

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Gracias a la meticulosa determinación de los ejes, tanto la delimitación de los muros radiales como la de los curvos era mucho más precisa. Así, una vez dibujado todo el edificio en planta sobre el suelo, se procedía a su construcción definitiva de manera ordenada. Lo primero que se realizó del anfiteatro fue el trazado de la harena. Para ello, una vez elegido el lugar se procedió a explanar la zona donde ubicar la almendra del edificio. Parece que el sistema empleado en el trazado o replanteo fue uno bastante simple y universal: el trazado directo sobre el terreno, o método del jardinero. Este consiste en señalar directamente sobre el suelo el contorno del podium aplicando únicamente las propiedades geométricas de la elipse: la suma de las distancias desde cualquier punto de la elipse es constante. Es este un sistema rápido y eficaz, aunque tal y como se ha enunciado es sólo válido para el trazado de la harena. Efectivamente, cuando se quiere trazar el muro de fachada, este no es paralelo o “concéntrico” al del podium porque hay que añadir la anchura del graderío, que normalmente presenta más grosor por el eje transversal corto- que por el longitudinal. Esto podía ser subsanado con la creación de dos nuevos focos para realizar la elipse exterior -muro de fachada- pero es un sistema muy complejo y poco aplicado en anfiteatros que se apoyaban total o parcialmente en una colina o aprovechan el encajonamiento de un valle (Golvin, 1988, 388). Así, para resolver por el medio más sencillo la segunda fase del trazado directo, se procedía con una cuerda de longitud constante colocada en línea recta perpendicular a la elipse del podium y se iban señalando los contornos de otras. El método de la cuerda presenta el inconveniente de que es casi imposible colocar, en un terreno un poco accidentado, perfectamente perpendicular la cuerda, por lo que en estos anfiteatros la fachada se muestra bastante irregular y con tendencia redondeada frente a la harena (Golvin, 1988, 389). El caso del anfiteatro de Mérida es un tanto singular. Tras realizar un cuidadoso plano del edificio, se han puesto de relieve una serie de datos hasta ahora desconocidos y de considerable importancia que nos revelan por un lado las distintas fases de su proyección y trazado y, por otro, el sistema particular de trazado que en él se empleó. Efectivamente, tras levantar el plano del monumento, una de las primeras cosas que destaca es la planta de la harena: es perfectamente elíptica, mientras que en un altísimo porcentaje de este tipo de edificios es oblonga. Este hecho creemos que tiene un interés particular y, probablemente, nos está señalando un factor cronológico, como se verá más adelante. Por otro lado, y después de haber hallado los focos de la elipse de la harena, al buscar los centros que ayudaron a situar los

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muros radiales y concéntricos que delimitan los compartimentos de apoyo del graderío así como a dibujar la línea de fachada, observamos que en vez de tener un total de cuatro centros, como documenta Golvin en su estudio (1988, 390 ss.), el de Mérida posee ocho centros: dos son los que generan los ángulos cuya bisectriz es el eje longitudinal; otros dos forman la parte central del edificio y tienen como mediatriz al eje transversal; por último, hay cuatro centros que proyectan otros tantos ángulos, de menor tamaño, que consiguen una transición regular entre los cuatro anteriores que acabamos de citar. Esto nos pone ante un elaborado sistema de proyección destinado a conseguir un edificio muy regular partiendo de un pie forzado, como es el hecho de que la harena sea elíptica, para trazar otra elipse concéntrica, lo más regular posible.

cálculos pertinentes, todo parece indicar que el MÓDULO que rigió en la proyección de la harena era equivalente a 10 pes monumentalis, o lo que es lo mismo M = 2’95 m.. Si dividimos la longitud del eje mayor de la harena 64’5 m. entre el valor del módulo, obtenemos un resultado de 21’81 M, que redondeando pueden ser 22 M.. Al hacer la misma operación con el eje transversal, tenemos que 41’2 m. entre 2’95 m., es 13’93 M, que redondeando nos da 14 M. Si procedemos a reducir la fracción 22/14, nos queda la irreductible 11/7, cuyo resultado es de 1’57, casi el 1’56 que tiene sobre el terreno. Si no redondeamos y dividimos directamente 21’81 entre 13’93, entonces el resultado si es de 1’56. Sin embargo, por análisis de restos vemos que el resultado no es todo lo ajustado que pudiéramos desear. Por ello, procedimos a realizar otros cálculos en busca de una mayor exactitud. Para ello, basándonos en la metrología que ofrecen los ortostatos que configuran el podium, bipedales, como se recordará (Cfr.CD-Rom Apéndice Estadístico), hicimos el cálculo con el presupuesto de que M = 10 bipedales, o lo que es lo mismo M = 5’91 m.. Al realizar las mismas operaciones vimos que los restos de los cocientes eran de 10’90 m. y 6’96 m., respectivamente para los ejes mayor y menor de la harena. El resultado, en definitiva, era igual al caso de aplicarlo en pies, 11 M por 7 M, pero queda patente una mayor exactitud.

Parece, por tanto, bastante claro, que el trazado del podium y de la harena es anterior -temporalmente- al del resto del edificio. Esto supone una serie de trabas a la hora de hacer el trazado del resto del edificio, problemas estos que deben ser resueltos con una mayor complejidad técnica. Todo esto viene a subrayar dos cuestiones de capital importancia: - Por un lado, el que la harena sea elíptica y posea una proporción de 1’56, nos sitúa ante una aproximación al canon vitruviano de las plazas públicas, que sostiene Golvin.

El siguiente paso consistió en hallar la modulación del anfiteatro con la cavea y si el módulo utilizado fue el mismo, lo que parecía bastante probable. Así que volvimos a realizar las operaciones pertinentes. Comenzamos por hallar el resultado de la proporción eje longitudinal (126’3 m.)/eje transversal (102’6 m.), que era de 1’23. Posteriormente, vimos que el resto más ajustado procedía de dividir las longitudes de los ejes entre el módulo M = 10 bipedales; de donde 126’3 m. entre 5’91 m., daba 21’37, para el eje mayor y 102’3 m. entre 5’91 m., 17’36. Al realizar la comprobación con los datos así obtenidos vemos que el resultado es idéntico, de 1’23. En este caso se observa que los cálculos no eran muy ajustados. Por ello, nos decidimos a seguir con la búsqueda.

- De otro nos revela dos etapas, distantes en el tiempo y en la técnica de trazado; la primera, la más antigua y basada en la creación de una elipse simple mediante trazado directo -con mucha probabilidad- y la segunda, cuando se replantea el terreno para la ampliación del anfiteatro a partir de la primitiva harena, en donde se emplean las últimas “novedades” del trazado derivado, tan inherente a los anfiteatros agrupados por Golvin como flavios (Golvin, 1988, 392-395). III.3.2.2. Modulación. En el ensayo de cálculo y búsqueda de la modulación empleada en el anfiteatro, hemos seguido las directrices planteadas por Golvin (1988, 305 ss.).

Tras probar con distintos patrones, considerando un posible cambio por el tiempo, se pudo comprobar que no se utilizó ni el palmipes ni el cubitus. Entonces se sopesó, como hipótesis de trabajo, que el valor del pes hubiese cambiado y esto trae consigo, obviamente, otro valor para el bipedal. Así, si admitimos el valor del pes igual a 30 cm., el nuevo MÓDULO = 6 m. Al volver a realizar los cálculos, siguiendo un estricto criterio en el análisis de restos, observamos que los resultados de los cocientes son mucho más ajustados: para el eje longitudinal, 126’3 m. entre 6 m., da 21’05 m.; para el transversal, 102’3 m. entre 6 m., da 17’10 m. Queda de manifiesto que estos resultados están mucho más ajustados y si se dividen entre ellos, comprobamos que el resultado es de 1’23.

Respecto a la harena sabemos que el resultado del cociente de sus ejes es de 1’56. Este dato es el que nos servirá para probar o no que la propuesta de modulación sea la correcta. Como hipótesis de trabajo hemos considerado como muy probable el empleo del pes monumentalis de 29’57 cm. como patrón métrico. Así, hemos procedido a calcular cuantos pies pudo tener el módulo, para lo que nos hemos servido del análisis de restos. Una vez realizados los

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Por todo lo expuesto, si redondeamos, vemos que para todo el anfiteatro, incluida la cavea, la modulación es de 21 M para el eje longitudinal y 17 M para el transversal. Parece bastante probable que al hacer la ampliación del graderío, lo que se hizo fue dar una especie de anchura constante a la elipse de la harena, por lo que se le añadieron 10 M a la proporción inicial que definía el contorno del podium, que se recordará que era de 11 M por 7 M. III.3.2.3. Preparación, acomodo del solar y replanteo. De todo lo anterior se infiere que el solar elegido para construir fue acondicionado de la siguiente manera. Como se trataba de una loma cuya parte superior estaba bastante allanada, lo más importante era crear el desmonte en la zona correspondiente al podium y explanar la parte correspondiente a la harena y a la superficie donde tenía que asentarse la mitad occidental del edificio. En un segundo momento, y para la construcción del resto del edificio, hubo que practicar otro desmonte, en sentido norte/sur, que marca el eje longitudinal del anfiteatro y que, como ya se ha visto en las descripciones específicas, está materialmente encajado en la colina aunque transversalmente. En este proceso se allanó la parte al oeste del eje longitudinal, aunque no completamente, de manera que quedó como un badén donde sólo habría que construir totalmente exenta la parte central de esa semielipse, o sea cuatro cunei.

acondicionado y se procedería a llevar a cabo la construcción. Es posible que el orden que se siguiera para erigir el monumento fuera más o menos así. En primer lugar está claro que se delimitaría el podium por el lado oriental, cuando se practicó el desmonte, y, acto seguido, construir exento el mismo podium por el sector oeste. Cuando se procedió construir el resto del monumento, se tuvo que marcar el nivel definitivo de la praecinctio en el lado este para que sirviera de referencia constante mientras se construía la semielipse oeste hasta esa altura. Efectivamente, esa tuvo que ser la tarea que se acometería de manera prioritaria: construir los dos cuartos de corona elipsoidal que configuran el imum maenianum occidental. Una vez que se alcanzara la cota del pasillo, se procedería a completar en su anchura total esta semielipse hasta la línea de fachada. Desde aquí se proseguiría con la construcción, esta vez ya en altura hasta la parte alta del edificio. A partir del momento en que se pasa a construir en altura, se pueden ir construyendo los compartimentos de dos en dos, por lo que afecta a los dos pasillos abovedados: el que conduce al imum y el que desemboca en la praecinctio que sirve a medium et summum maenianum. Una vez realizadas estas cubriciones, los trabajos pueden ir finalizándose de manera paulatina y sucesivamente.

También durante este proceso de preparación del terreno se excavaría en la arena para realizar el primer receptáculo de la misma, con unas dimensiones de 18’35 m. por 3’70 m. de ancho (Mélida, 1919, 29, lám IV y XVI) y cuyo fondo parece que estaba a ca. 4’80 m. de profundidad con respecto al nivel actual de la harena. Quizás este estuviese rodeado por una estructura mayor, también rectangular, de ca. 56’30 m. por 10’76 m. (Mélida, 1919, 29, lám. XVI), que hoy apenas se vislumbra en algunos puntos.

Es muy probable que cuando se alcanzase la cota de la primera praecinctio en la semielipse oeste, se emprendieran las labores propias en el sector oriental. Dado el sistema de cunei semimacizados que se empleó, es fácil que se pudieran ir construyendo todos a un mismo tiempo, gracias a la presencia de varias cuadrillas de estructores y canteros. En definitiva, tuvo que existir una organización del trabajo muy similar a la que se ha documentado en el teatro.

En la parte superior de la loma, se completaría la tarea de explanación y relleno, todo ello propiciado por la presencia de la muralla en esta zona. Sin embargo, sabemos que esta labor no fue todo lo esmerada que debiera puesto que en el compartimento sito inmediatamente al este del gran eje por su acceso meridional, se colocó sobre una sepultura romana de cremación de hoyo, como se verá más adelante. Esto pone de relieve que no se aterrazaría convenientemente.

III.3.3. El sistema de construcción del anfiteatro: diferencias entre los sectores oriental y occidental. Los distintos modos de apear la parte alta del edificio.

Una vez trazadas las líneas maestras de los grandes ejes y del podium que delimita la harena, se terminaría de plasmar todo el proyecto sobre el solar ya totalmente

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En la construcción del anfiteatro emeritense se aprovecharon las ventajas que ofrecía el terreno, por lo que la media elipse oriental, en lo que corresponde al sector del imum maenianum, se apoya directamente en esta pendiente. Dicha loma fue parcialmente tallada y preparada convenientemente para colocar sobre ella todo el graderío inferior. Los límites de la semielipse fueron materialmente encajados en el terreno de manera que se perfilase el gran eje longitudinal con sus dos accesos. Al

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final de ellos se desembocaba en la harena, que es fruto de una intensa labor de desmonte y aterrazamiento, según revela la roca madre que aflora por varios puntos.

servir de base a otra hilada de bloques que configura una nueva grada y así sucesivamente hasta alcanzar las seis alturas que tuvo. Así, los bloques que conforman el graderío sirven de encofrado perdido a los distintos escalones. Sin embargo, al no quedar casi sillares trabados con la fábrica de caementicium, no descartamos la posibilidad de que se emplease un encofrado lígneo del que tampoco se vislumbran huellas dado lo erosionado de los frogones.

La semielipse occidental, sin embargo, presenta el imum maenianum formado por dos cuartos de corona elíptica, separados entre sí por lo que constituye el eje transversal del anfiteatro así como de la semielipse oriental. Están construidos con muros radiales que son cortados por otros de tipo curvo. De esta manera se configuran dos grandes compartimentos cuyo interior está relleno de tierra. Dichos compartimentos se adaptan al perfil del solar de manera que en sus extremos los muros curvos presentan menor altura que en la zona central que es la parte más baja de la pendiente sobre la que se ubica.

Los muros perpendiculares de las cajas de escalera no son otra cosa que muros radiales que traban con los curvos que acabamos de mencionar. De esta manera se crea un entramado de muros en cuyos extremos se alojan las cajas de las escaleras y, entre ellas, en los cunei mayores, aparecen una serie de reducidos espacios, que son los que sustentan los frogones del summum maenianum. El graderío superior se apoya en esta trama de muros pero sus empujes los transmite, también gracias a ellos, al paramento exterior -la fachada-, por lo que para contrarrestarlos se dotó a toda la fachada de robustos contrafuertes que aminoraran esa pesada carga. A estos contrafuertes van a parar los muros radiales interiores que trasladen el empuje del graderío alto como si de arbotantes se tratara.

Evidentemente, la parte más compleja, en lo que a construcción se refiere, es la zona central de la mitad oeste. Esta se alzó hasta el nivel de la primera praecinctio una vez construida la mitad oriental para tener siempre la referencia de nivel. Además, los muros de cerramiento de los dos grandes compartimentos así como sus paralelos bajo el balteus de separación del imum et medium maeniana, debieron alzarse paulatinamente por dos razones: su considerable altura -que haría preciso un complejo sistema de andamiajes y encofrados- y su aparejo: según se deduce en los puntos donde se ha perdido el revestimiento y son visibles aparece una fábrica de opus caementicium.

Se puede distinguir, sin embargo, una solución particular en cada compartimento de la semielipse oeste. Esto es debido a dos razones fundamentales: la problemática particular que presenta cada compartimento al adaptarse a la topografía del solar y la posibilidades que se abren al tratarse de elementos individuales y yuxtapuestos, lo que permite trabajar en varios de manera simultánea y sin interdependencia: cada cuadrilla de albañiles trabaja con su propio sistema aunque siempre dentro de unas pautas generales que debían ser más estrictas para las cuestiones de acabado mientras que para el resto sólo se podría exigir que el trabajo fuera concienzudo y resistente.

Paralelamente a la construcción de los muros curvos se tuvieron que realizar los grandes muros radiales que, bajo el pavimento de uso del monumento, traban con ellos. Son estos muros radiales los que configuran los diferentes vomitoria. Una vez que se alcanzó la longitud determinada para los pasillos -que es prácticamente la misma que la anchura de los dos maeniana superiores del edificio- se construyó la parte trasera de estos compartimentos o cunei yuxtapuestos. Efectivamente, detrás del muro que sustenta al balteus y casi coincidiendo con las jambas internas de las puertas de los subvomitorios, aparecen otros muros curvos. Están realizados en opus incertum con núcleo de caementicium y son paralelos a los que delimitan los diferentes cunei por el pasillo. Estos nuevos muros curvos señalan la parte interior de las escaleras de acceso a las gradas altas y la línea de la praecinctio existente entre medium et summum maeniana. Con la construcción de estas paredes se delimitaban los cajones donde apoyar la media cavea. Dichos compartimentos estaban rellenos de tierra y rematados con una capa de cantos de río trabados con un consistente mortero; sobre ellos se disponían las gradas siguiendo este orden: tras una tongada de hormigón se colocó la primera línea de sillares graníticos y se echó la siguiente tongada para conservar el nivel y

Por lo arriba expuesto, es necesario hacer un breve recorrido por cada cuneus para atestiguar la solución que se adopta en cada uno de ellos en razón de su localización dentro del anfiteatro y la anchura de fachada que posee. Para mayor comodidad, hemos denominado a cada cajón con una letra del abecedario, saltando la “Ch”, “Ll” y “O” para no crear confusión alguna. Se ordenan desde el ángulo noroeste, siguiendo hacia el S-SO hasta llegar a la parte E y terminar en la esquina N-NE (Cfr. CD-Rom Planos nº 19). Si consideramos el cuneus A vemos que por su lado oeste está destruido. En él comprobamos que el cajón de sostén de la ima cavea no está cerrado por completo, sólo posee los ángulos que se corresponden con los muros que por esa zona delimitan la escalera. Sin embargo, presenta

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un pequeño muro curvo que constituye la pared interna del tercer tramo de la escalera, sita a oriente, que traba con el muro radial que hace, a su vez, de pared interna del tramo intermedio de la misma. Dicho muro radial traba con uno de los dos contrafuertes de la fachada. Todo este gran compartimento estaba relleno de arena y, en la actualidad, está muy arrasado. El siguiente gran cajón, el cuneus B, está destruido en su mitad oriental. En él se repitió el mismo sistema de no cerrar la trasera del compartimento de la cavea media, que traba con el radial del tramo intermedio de la escalera. Este muro radial, parcialmente roto, parece que estaba trabado con el contrafuerte de ese lado de la fachada. Como en el caso precedente, también estaba macizado con tierra dicho espacio y hoy está casi arrasado. El compartimento C presenta una planta más cuadrada que los precedentes. A diferencia de ellos sí tiene cerrado el cajón de sostenimiento del medium maenianum. También se distingue de los anteriores por tener, además de los dos muros radiales de los tramos intermedios de las escaleras, otro muro radial más en la parte más cercana al V.16. Tiene, asimismo, una especie de muro radial que es el que define el tramo intermedio de la escalera vecina a V.15, que traba con la fachada. Del mismo modo, presenta un nuevo muro curvo paralelo al de cerramiento del graderío media y a la fachada. Esta pared es la que conforma, igualmente, los paramentos interiores de los últimos tramos de las cajas de escalera. Toda esta serie de pequeñas células que se han creado estaban macizadas con tierra en toda la altura del primer cuerpo del edificio. A partir de aquí se convierten en compartimentos estancos que descargan el peso de la parte superior del anfiteatro. El cuneus D es de menores dimensiones que el anterior. Presenta muchas semejanzas con él: está cerrando el compartimento del imum maenianum; posee dos muros radiales que traban con la trasera del imum maenianum, que van a enganchar con el único contrafuerte de la fachada, y que forma los muros interiores de las cajas de escalera. Tiene también un radial en el lado norte, formado por el muro exterior del tramo intermedio de la escalera. Muestra dos muros curvos nuevos que parten de los paramentos interiores de los últimos tramos de las cajas de escalera, que van a trabar con los dos radiales que unen fachada y cierre del imum. Este mismo esquema se repite por completo en el compartimento E, con la única salvedad de que no hay mas que dos muros radiales; no existe ningún tercero como en los dos casos anteriores. El cuneus F vuelve a presentar las mismas peculiaridades que el C: la trasera del imum maenianum

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está cerrada y de ella parten dos muros radiales que traban, a su vez, con los contrafuertes de la fachada, y que forman los muros interiores de los tramos intermedios de las cajas de escalera. Aparecen otros dos nuevos radiales: los que configuran las zonas exteriores de los mismos tramos intermedios de las escaleras y que, también, enganchan con la fachada. Posee un gran muro curvo paralelo a la fachada que se constituye, además en parte interior de las cajas de escalera, en su último tramo. Hay que destacar que se vislumbran los restos de un muro radial, un tercero, que trabaría muro de imum con fachada y se sitúa hacia la parte meridional del cajón. Los huecos estaban macizados con tierra hasta la altura del primer cuerpo del edificio. El compartimento G aparece muy destruido por su costado septentrional. En él se comprueba que está cerrada la trasera de la medium maenianum y que, al menos, poseía un muro radial que unía dicha pared de cierre con la fachada, trabando con el único contrafuerte que posee. Se atestigua, nuevamente, la altura del relleno de tierra. El cuneus H es el último de la semielipse occidental. Presenta tres muros curvos: el de cierre del imum maenianum, la fachada y otro intermedio que parte de la pared interna de la caja de escalera oeste y va a trabar con el muro radial que cierra por oeste de la otra caja de escalera. Luego posee dos radiales, el que se acaba de mencionar y otro que cierra por el este la caja de escaleras junto al V.4. Ambos radiales enganchan trasera de imum maenianum con la fachada, en donde traban cada uno con uno de los dos contrafuertes que presenta este tramo. Se vuelve a constatar el macizado con tierra de los huecos así creados. En la mitad oriental del anfiteatro la construcción del graderío medio y alto no planteaba tantos problemas como en el sector opuesto. En este caso, los cunei se asentaban directamente sobre el terreno natural, en el que se practicaba una pequeña zanja para asentar los cimientos de los muros. Dichos muros están aparejados en opus caementicium y revestidos por las zonas externas con opus incertum y opus testaceum, respectivamente. Estos cajones, o compartimentos, al igual que sucedía en la otra mitad, están macizados con tierra y la superficie donde tomaba contacto con el robusto frogón que constituye el graderío estaba, también, realizada a base de una capa de cantos de río dispuestos por su cara plana y trabados por un consistente mortero. La colocación de esta capa de cantos de río tiene una sencilla explicación: se precisa una superficie suficientemente dura, rugosa y no deslizable para comenzar a echar las distintas tongadas de caementicium. No podemos olvidar que estos cajones tenían un desnivel

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mínimo para poder desarrollar en altura el graderío, si además esta rampa está realizada con arena -la del rellenosería muy difícil, si no imposible, asentar de manera estable la gran mole de hormigón, que por gravedad tiende a deslizarse hacia el interior del anfiteatro. Este hecho queda patente en el muro del balteus cuyo revestimiento latericio presenta una serie de resaltes apilastrados que no son otra cosa que pequeños contrafuertes dispuestos para frenar los empujes provocados por la masa cementicia del graderío, que se veían incrementados por su disposición inclinada.

que tiene en su zona de fachada. Presenta un segundo muro curvo que se desarrolla entre los dos radiales y que se alinea con los interiores de los últimos tramos de las cajas de escalera. Posee un tercer muro radial que es paralelo al radial de la mitad norte. En este compartimento, como en el anterior, aparece por la parte de fachada la zapata del paramento. En este caso sólo recorre el tramo que va desde las inmediaciones de V.7 hasta acabar junto al contrafuerte dispuesto más al norte. Vuelve a constatarse una vez más el macizado con tierra de los huecos hasta la altura del primer cuerpo.

En la parte trasera de esta subestructura del graderío medio y alto, se vuelve a comprobar que los muros curvos que cierran los cajones del medium maenianum traban con otros de tipo radial que son los que configuran los tramos intermedios de las escaleras de acceso a la parte alta del edificio.

El cajón L es de los más pequeños y de planta con tendencia trapezoidal. Muestra, como los anteriores, completamente cerrado el muro curvo de la parte trasera del imum maenianum, pero en vez de tener dos radiales, entre este y la fachada, aparece un grueso muro de hormigón macizo, de 1’44 m. de ancho. A partir de este gran tirante interior, en la fachada se comprueba como el anfiteatro se apoya completamente en la muralla. Esto queda patente en el hecho de que la zonas que aún quedan en pie de la fachada, muestran que jamás tuvieron revestimiento de muro de opus incertum y lo que queda visto es el núcleo de opus caementicium, que empleó la muralla a modo de encofrado perdido. Este dato queda probado, además, por la presencia de una piedra de incertum perteneciente a la cara intramuros de la cerca defensiva (Cfr. lám. 84). Esta fue arrasada en un momento posterior pero dicha piedra no pudo ser saqueada, como el resto, por haber quedado adherida al hormigón fresco del muro delimitador del anfiteatro.

En este sector del anfiteatro se comprueba, igualmente, que son varias las soluciones que se emplearon para el asiento de los frogones pertenecientes al summum maenianum y, además, se distinguen claramente dos zonas: el cuarto suroriental, totalmente exento, y el cuarto nororiental, parcialmente apoyado en la muralla de la colonia. Por ello se revisará ahora cada compartimento de manera particular. En el cuneus I vemos que las cuestiones se resuelven de una manera muy similar a lo que se ha documentado en la mitad occidental. Efectivamente, se constata la trabazón de los muros radiales -los que delimitan el tramo intermedio de las escaleras- con los muros curvos -los que contienen por detrás los frogones del medium maenianum y configuran por delante la fachada-. Se aprecian restos de un muro curvo trabado con los radiales, que correría paralelo al de cierre del cajón de medium y a la línea de fachada. El espacio que se ha formado por los dos muros radiales y la fachada, aparece macizado con tierra.

El cuneus M también es de los más pequeños del anfiteatro. Presenta la parte norte bastante dañada pero en la sur se documenta la existencia de un radial que engancha parte de la trasera del cajón del medium maenianum con la fachada. Dado lo destruido del sector no podemos aseverar que esta trasera estuviera completamente cerrada. No reviste, por contra, duda la existencia de otro muro radial ya que como se ha ido viendo a lo largo de los otros compartimentos, estas paredes delimitan, en parte, los tramos intermedios de las cajas de escaleras. En este caso, los radiales no descargaban en el contrafuerte, como se ha visto en otros ejemplos, ya que en todo el tramo de fachada hasta una altura desconocida, lo que se veía era la muralla en la que estaba apoyada esta parte del anfiteatro.

El compartimento J se documenta el cierre del cajón del graderío medio y la presencia de dos radiales, los que delimitan ambas cajas de escalera por la zona interna. Dichos muros radiales traban con el muro de cierre y con la fachada, donde traban con el único contrafuerte que posee el tramo. Debemos subrayar que, a lo largo de la fachada, por la parte baja, con una altura de ca. 0’80 m., el muro muestra una suerte de banco corrido o zapata, que creemos que debe considerarse como una especie de cimiento visto.

El compartimento N es del tipo de mayores dimensiones. En la actualidad muestra sin cerrar el muro curvo que delimita el cajón donde se asentaba el imum maenianum y no se advierten vestigios que demuestren lo contrario. Sí posee los dos muros radiales que cierran por la parte interna las cajas de las escaleras. Estos traban con el curvo de cerramiento y van a descargar,

El cuneus K, es de los de gran tamaño, como el C y F de la mitad occidental. Tiene cerrada la parte de atrás del medium maenianum; de este muro parten dos radiales que van a trabar con los dos contrafuertes, respectivamente,

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respectivamente, en uno de los dos contrafuertes que tiene este tramo de fachada. El espacio entre los dos muros radiales está macizado con tierra como el cajón de asiento del graderío medio. El cuneus Ñ está casi arrasado por su lado septentrional. Por el costado meridional presenta sin cerrar la parte trasera del compartimento de asiento del imum maenianum, pero en la parte que corresponde a la caja de escalera vemos que sale un muro radial que va a trabar con el contrafuerte de la fachada. Se constata la presencia de un segundo muro curvo que configura la parte interna del tercer tramo de la escalera. En dicha escalera, el segundo descansillo de cuarto de vuelta, aparece macizado con opus caementicium. Es muy posible que el espacio que formaban los dos muros radiales -arrasado el norte- estuviese como el gran receptáculo del imum: macizado con tierra. Por último, el cuneus P, se muestra muy dañado por su lado oriental. Presenta, como el anterior y su frontero, A, la trasera del cajón del graderío medio sin cerrar. Tuvo que tener dos radiales, aunque ahora sólo conserva uno, el del oeste que traba con la trasera del imum y engancha con la fachada en el contrafuerte. En este caso se vuelve a documentar la existencia de otro muro curvo, que configura la pared interna de la caja de escaleras en su tercer tramo. Este traba con el radial antes mencionado. Se vuelve a repetir aquí que el espacio del segundo descansillo de cuarto de vuelta está macizado con opus caementicium. El resto de los espacios conservan el relleno de tierra aunque están muy arrasados. A modo de resumen, se podría decir que en la zona centro occidental la parte alta del edificio se apea mediante un sistema de entramado de muros, curvos y radiales, que configuran habitáculos estancos en los que se apoyarían los poderosos frogones del summum maenianum. Estos espacios, que son una suerte de células internas del monumento, sólo estaban macizados con tierra hasta la zona correspondiente al primer cuerpo de altura. Ejercían, de esta manera, las veces de potente cimiento de la parte trasera. A partir de la altura mencionada, dicha células estaban vacías porque no necesitaban el relleno para sustentar más o mejor; al contrario, si hubiesen estado macizadas, lo único que hubieran conseguido sería complicar la cuestión estructural de este sector del monumento ya que añadirían un empuje más a la fachada y más concretamente a los contrafuertes. Se ha comprobado que es en las inmediaciones de los extremos de la semielipse occidental, cuando se encuentran cunei sin apenas entramado, v.gr. B y G. También se aprecia que sólo necesitan un tirante los compartimentos que delimitan los grandes accesos por la

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parte más cercana a estos y donde el desnivel era más pronunciado: A, H y P. En la mitad oriental, por contra, vemos que apenas se utiliza el sistema de subestructuras y se emplea más el macizado en la zona de cimientos o partes bajas del anfiteatro. Así, se aprecia en los compartimentos J y K que el muro de fachada, por su parte inferior, presenta una suerte de zapata y es en K, donde aparece un muro curvo -a modo de “contratirante”- justo a partir de la zona donde el muro ya no lleva esa especie de banco corrido. Pero el ejemplo más expresivo de todo esto que estamos exponiendo lo constituye en cuneus L. En este caso se ataja el problema por lo sano macizando con opus caementicium el estrecho espacio que queda entre una y otra caja de escalera. Lo que no podemos saber es hasta que altura llegaba este poderoso muro de hormigón. Otra solución peculiar que se documenta en la semielipse oriental es que tanto en Ñ como en P aparecen dos pequeñas células macizadas en hormigón. En ambos casos se sitúan entre la caja de la escalera y la parte trasera de un contrafuerte. Esto puede indicarnos que lo que se pretende es apuntalar el susodicho contrafuerte por la trasera: para evitar, quizá, que colapsara tanto por los empujes del graderío como por el mismo relleno de los cajones. Esto explicaría -entre otras razones- lo arrasado de los paramentos de incertum en este sector del anfiteatro, donde no quedan ni sus núcleos de caementicium. III.3.4. Cuestiones constructivas diversas. Los sistemas de bóvedas empleados. Los dinteles adovelados. Las ventanas. El cambio de módulo en los sillares y las distintas maneras de labrarlos. La mampostería y las juntas recibidas. Cuadrillas de trabajo documentadas. En este apartado se tratarán varios de los detalles constructivos que imprimen un carácter particular al anfiteatro. Los sistemas de cubrición que se documentan a lo largo del anfiteatro no son muy variados, pero como ya se ha comprobado en los apartados precedentes que los rasgos más diferenciadores vienen propiciados por la adaptación del edifico a la orografía del solar. Esto implica grados de inclinación distintos entre unas zonas y otras, complejos sistemas de uniones entre bóvedas de alturas diversas, etc. Consideramos, también, como sistema de cubrición los dinteles. Estos se muestran muy homogéneos entre sí aunque evidencian la personalidad de su cantero, que es lo que les individualiza.

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Igualmente se acometerá la cuestión, quizás menos preciosista, de los distintos tratamientos que se dan tanto al aparejo de sillería, u opus quadratum, como a la fábrica de mampuestos, u opus incertum, donde ya se comienzan a vislumbrar maneras de hacer distintas, lo que nos conduce a identificar distintos grupos de trabajo.

Por último debemos destacar una vez más que en todo el anfiteatro no hubo ni una sola bóveda aparejada en quadratum. Todas sin excepción están construidas con ladrillos que se disponen radialmente. Bóvedas de cañón dispuestas sobre un plano horizontal las encontramos poco representadas. Uno de los puntos que estaría cubierto de esta manera sería el V.1 en todo el tramo que va desde la puerta de acceso al vomitorio hasta las cadenas interiores (lám. 58 y 59), ya en las inmediaciones de los accesos a la tribuna o suggestum. Estaría construida, probablemente, en opus testaceum como todas las del anfiteatro. Esta es la más grande de su tipo que se desarrolla sobre la horizontal.

Es el último punto de este apartado, el que nos ayuda a reconocer el área de actuación de los varios grupos de operarios que intervinieron así como el número de ellos. Esto último se detecta, como ya se explicó en el caso del teatro, a través de las características aparenciales de la fábrica: módulo de los sillares y/o tamaño y disposición de los mampuestos; tipo de escuadramiento y almohadillado que presentan los bloques; presencia o ausencia de juntas recibidas y profusión en el empleo de mampuestos regulares o, por contra, de forma bastante irregular y varias cuestiones más que se verán más abajo.

Hay que hacer notar, sin embargo, que la bóveda de V.1 no se desarrollaría en todo el recorrido lisa ya que cada cierto trecho presentaría un arco fajón para acostillar tan grande vano y ayudar, de esta manera, a fortalecer el hueco de los empujes del graderío que se asentaba sobre él. Los fajones debieron ser de piedra, como el que volteaba y reposaba sobre las jambas internas de las puertas de los subvomitorios; también entra dentro de lo probable que hubiese un par de tramos más, que irían, igualmente, jalonados con arcos fajones -quizá escarzanos-. El tercero de estos tramos debía rebajar considerablemente la altura de la bóveda para dar paso a otra, muy pequeña, en decenda, que sería la que cubriese el distribuidor de subida a la tribuna. No sería de extrañar que los otros dos fajones que acabamos de mencionar también estuviesen aparejados con sillares, por tratarse del pasillo principal cuyo acceso interior está reservado únicamente a las autoridades y personal de alto rango, nunca al público en general, aunque fuese el “selecto” del imum maenianum.

III. 3. 4. 1. Cubriciones: los sistemas de bóvedas empleados y los dinteles adovelados. A lo largo de todo el anfiteatro hemos documentado el uso de varios tipos de bóvedas: de cañón o medio punto- y de medio punto rebajadas. Esto en cuanto a su tipología, porque con respecto a su disposición están atestiguadas las normales, que discurren sobre un plano horizontal, las que Vandelvira denominaba como “decenda de cava” (Palacios, 1990, 75 ss.), es decir que están sobre un plano inclinado, y en esviaje16. Lo primero que debemos apuntar es que, normalmente, en los vomitoria no aparecen cubiertos por una sola bóveda sino que toda su longitud se ve cubierta por dos o tres tramos de bóvedas. Dichas bóvedas se unen entre sí gracias a la presencia de arcos fajones, que pueden ser de dos tipos: de medio punto o escarzanos. Así, son estos todos los elementos arquitectónicos de cubrición que se dan cita en el anfiteatro. No podemos olvidar la presencia de arcos adintelados o dinteles adovelados, platabandas, en definitiva, como cubrición de los vanos de tránsito.

Hallamos, nuevamente, trazas de bóvedas de cañón dispuestas sobre planos horizontales en los vomitorios V.2 y V.16, que son los más cercanos a la puerta principal del anfiteatro. Esto significa que parten de una cota de pavimento muy similar y, también, es muy parecida la rampa que deben ascender hasta llegar a la praecinctio del imum maenianum. Sin embargo, este hecho donde mejor se comprueba es en V.16 (lám. 95), por encontrarse en mejor estado que su simétrico. Efectivamente, vemos los restos de un tramo recto de bóveda de cañón, aparejada con opus testaceum, que discurría desde el arco de entrada hasta las jambas internas de los subvomitorios. Sobre ellas volaba un arco fajón, ligeramente rebajado, realizado con dovelas graníticas. En ambos casos la bóveda reposaba sobre una moldura, también latericia, que marcaba al mismo tiempo la línea de impostas. A partir del arco fajón rebajado seguía otra bóveda rebajada, en decenda, seguramente de ladrillo, que terminaba a la altura de la primera cadena. Encima de esta cadena se desarrollaría un arco escarzano de poca altura y desde aquí hasta la

Antes de analizar los distintos grupos y sus peculiaridades, hay que hacer notar que todas, absolutamente todas las bóvedas y arcos se construyeron con ayuda de cimbras. Estas pudieron ser del tipo “cercha de tabla gruesa” para las que se aparejaron con ladrillo y de “camón de piezas enterizas” para los arcos de sillares. La primera de estas ofrece una superficie de puesta muy poco accidentada lo que favorece la construcción a base de pequeños elementos: los ladrillos dispuestos radialmente, mientras que la segunda se adapta mejor a las necesidades de los sillares que, por su mayor tamaño, se acoplan bien con este sistema (Camuñas, 1974, 776).

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praecinctio la nueva bóveda rebajada asimismo latericiase apoyaba en una superficie horizontal. Un sistema de bóvedas muy similar al que acabamos de describir se plasmaría en los vomitorios V.3 y V.15 (lám. 91), aunque la inclinación del tramo en decenda no es tan pronunciada como en los precedentes en razón de su ubicación. Como ocurría anteriormente, es más fácil de comprobar en V.15 dado su buen estado de conservación. Otros accesos al anfiteatro donde se verifica la presencia de un tramo de bóveda de cañón dispuesta horizontalmente, son las puertas del eje longitudinal por el norte y el sur, respectivamente, o lo que es lo mismo: V.5 y V.13. En efecto, a pesar de que el V.5 (lám. 74) esté todo reconstruido no hace sino materializar los vestigios que aún quedan en el vomitorio opuesto. En este último (lám. 90 y 91) se vislumbran los restos en la primera parte del corredor, desde el arco de entrada hasta la altura de las jambas interiores de las puertas que conducen al graderío subvomitorios-. Sobre estas jambas, quedan aún algunas dovelas graníticas del robusto arco fajón que cerraba este tramo. Dicho fajón estaría levemente rebajado para dar paso a un tramo de bóveda de menor altura y dispuesta en decenda. Estaría realizada en testaceum y se apoyaba, como se ve en ciertos puntos, sobre la cornisa latericia que, nuevamente, señala la línea de impostas. Tras el arco fajón se abría un nuevo tramo de bóveda, esta vez rebajada y, como ya se ha apuntado, en decenda. Terminaba este trecho intermedio en un muro a plomo, que estaba soportado por un nuevo fajón de tipo escarzano e, igualmente, aparejado con dovelas graníticas. Sobre este corría la última bóveda, de idénticas características que la anterior, e iba a morir en otro arco casi gemelo del precedente, que desembocaba en la harena. Bóvedas de medio punto rebajadas son las más extendidas en todo el anfiteatro. Las encontramos, sobre todo, en los vomitoria de la semielipse oriental del anfiteatro, grosso modo. No obstante, se podría hacer una suerte de distinción dependiendo de la magnitud de acortamiento de la flecha que pueden presentar. Efectivamente, en algunos casos cuesta trabajo diferenciarlas de un sólo golpe de vista de otra de cañón, mientras que, en otras ocasiones, no ofrecen la menor duda. Creemos que estos matices vienen impuestos por soluciones puntuales de nivelación del graderío, por lo que en algunas zonas la altura debe ser mayor que en otras, dependiendo -obviamente- de la ubicación del vomitorio que se analice. Encontramos bóvedas de este tipo en el sector este, como se ha dicho, pero el mejor ejemplo lo constituye el V.6. Este fue el acceso en mejor estado que encontró Mélida, además de la gran entrada del sur. En este vemos que el arco de acceso, es escarzano (lám. 79) y que por el

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interior, hasta llegar a las jambas interiores de los subvomitorios, la bóveda está bastante rebajada y presenta una leve inclinación hacia el interior del pasillo. Sobre dichas jambas voltea un arco fajón de sillares, igualmente rebajado. La bóveda va a terminar en una gruesa rosca de ladrillo, que no es otra cosa que un nuevo fajón esta vez aparejado con ladrillos, de tipo rebajado, que provoca una considerable disminución de la altura de la bóveda. Casi de manera inmediata, aparece un nuevo fajón, que además de ser escarzano y de fábrica latericia, vuelve a rebajar considerablemente la altura del pasadizo por la inclinación que debe adquirir para que asiente correctamente el frogón del medium maenianum. El tramo intermedio de bóveda está muy inclinado y rebajado. A partir de este punto la bóveda se mostraría muy rebajada y aboquillada por su desembocadura en la praecinctio del graderío inferior. De este mismo tipo, pero prácticamente sin inclinación en el primer tramo tuvieron que ser las bóvedas del cuarto noreste, concretamente de los V.11 y V.12. En ellos se repetiría un esquema muy similar. Caso especial es el de V.4, que dada su ubicación en la parte alta de la loma, aceptablemente aplanada, brinda la entrada a pie llano. Es muy probable que este poseyera el primer tramo, desde la entrada hasta las jambas interiores, cubierto con bóveda de cañón. Luego tras el fajón que marca el cambio de tramo aparecería una bóveda rebajada y en decenda hasta el siguiente formero. Este representaría un brusco descenso de altura y estaría realizado en ladrillo. Su presencia marca un pasaje inclinado y aboquillado hasta la praecinctio. No podemos comprobar si este hecho se repetiría en el V.14 ya que está destruido por completo. Sin embargo, dada la pendiente que presenta allí el terreno, es posible que no fuera como aquí. Es muy posible que sean del mismo grupo las bóvedas que cubren los canales que corren bajo el eje longitudinal en la fossa. Efectivamente, la parte visible actualmente muestra sendas bóvedas de medio punto rebajadas que, aparentemente, se desenvuelven sobre un plano completamente horizontal. Mélida, en la memoria de excavación no hace ningún comentario al respecto sobre una posible inclinación. Su recorrido es muy corto y no supera en ninguno de los dos casos los 3 m. (Mélida, 1919, 27, lám. XIII). Se documenta el empleo sistemático de bóvedas de medio punto rebajadas en todas y cada una de las cajas de escaleras de los subvomitorios. Efectivamente, independientemente que se trate de escaleras de tres tramos con doble descansillo de cuarto de vuelta que es el sistema utilizado en la zona centro-occidental del anfiteatro- o bien que sólo sea un pasillo terminado en

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codo seguido de una escalera de dos tramos con descansillo de cuarto de vuelta que es lo documentado en los subvomitorios del cuarto suroriental-, en todos los casos las bóvedas son rebajadas y están construidas con ladrillos dispuestos radialmente. Para cubrir en las cajas de escalera los tres tramos que conducen al sector alto del edificio, se construyeron bóvedas rebajadas que se disponían a diferentes alturas y se unían entre sí mediante arcos rebajados. En definitiva, es un sistema similar al documentado en los vomitoria de acceso a media et summa caveae en el teatro.

encontramos arcos realizados con dovelas graníticas tanto de medio punto como escarzanos. Sin embargo no se documenta que haya arcos de medio punto, sensu stricto, que estén aparejados con ladrillo. Otra cuestión digna de subrayar es el predominio que se constata en el uso de los fajones realizados con ladrillo frente a los de sillares. Además, conviene poner de relieve que se aprecia mayor presencia de estos últimos, los graníticos, en la zona oeste frente al sector oriental del anfiteatro. Esto puede deberse a concepciones estéticas: la zona occidental es la más monumental ya que por su ubicación está muy ligada al conjunto de teatro-peristilo. También pueden aducirse, quizá, razones técnicas: al ser la oeste la parte recrecida en hueco parece claro que un fajón de ladrillo no sustenta lo mismo que una rosca de sillares aunque tiene a su favor ser mucho más barato y fácil de construir que los otros.

Debemos puntualizar que en la semielipse occidental el acceso a las gradas altas comporta subir dos alturas en los subvomitorios del V.1 y un sólo piso en el resto de los vomitoria. En estos casos, todas las bóvedas se desarrollan en decenda, sobre rampas a veces bastantes pronunciadas. Sin embargo, en el sector opuesto, se comprueba que dada la escasa diferencia de cota entre el nivel de la calle y el graderío, no es necesario construir tres tramos de escalera, sino que el primer tramo se convierte en un pasillo que, tras producir un quiebro de cuarto de vuelta, encara unas escaleras (Cfr. CD-Rom Planos nº 16 y 17; lám. 85).

Debemos hacer notar que del resto de los arcos, los que coronarían todos los vomitorios del edificio, no tenemos mayores datos que los que nos proporciona V.6. Se tratarían, al menos en el sector oriental, de arcos rebajados y enjarjados17. En ellos se cuida mucho la terminación de los sillares que se muestran perfectamente escuadrados y con una esmerada labor de almohadillado rústico. El cuidado en la obra también se refleja en las cuestiones estéticas como es el hecho de diferenciar la clave por el tradós del arco.

Un subgrupo especial lo constituyen las bóvedas en esviaje. Concretamente hemos atestiguado la presencia de cinco ejemplares de este tipo, de los que cuatro cubren las carceres y el quinto se encuentra en la tercera galería de la fossa, la que discurre bajo el pasillo que marca el eje transversal, el oeste.

Planteamos como hipótesis de trabajo que por el lado oeste del anfiteatro, al menos para los vomitoria V.1, V.2, V.3, V.15 y V.16, todos tuvieran un arco de medio punto sobre sus puertas de acceso, que, además, se correspondería con las bóvedas del mismo tipo que se documentan en aquellos en sus primeros tramos. Es también bastante probable que se utilizaran para los grandes accesos del eje longitudinal, es decir en los V.5 y V.13. Estos darían paso a una bóveda rebaja que comenzaría a la misma altura que su línea de extradós.

En las carceres se observa que se trata de bóvedas de medio punto rebajadas, cuyos arranques no lo hacen sobre un plano horizontal sino sobre una superficie oblicua. A esto hay que añadir que están construidas sobre un plano inclinado, por lo que también podrían ser consideradas como en decenda. Como el resto de las bóvedas del anfiteatro, estas también estaban aparejadas en testaceum, con los elementos dispuestos radialmente. El otro punto es la galería que hay bajo el pasillo principal del anfiteatro por el oeste. Dicha galería presenta los muros con fábrica de incertum y sobre ellos discurre la cubrición, realizada en ladrillo. Se trata de una bóveda de medio punto rebajada, cuyos arranques se disponen en situación oblicua al plano horizontal. Este hecho es el que la convierte en una bóveda en esviaje.

Por último debemos referirnos a todos los arcos que cubren los subvomitorios del monumento. En todos encontramos la misma tipología: arcos adintelados o degenerados o dinteles adovelados o platabandas. La terminología es amplia pero el significado es idéntico. Se ha comprobado fehacientemente que en todos los casos, sin excepción, esas puertas presentaban el dintel formado por tres dovelas acuñadas. Dentro de ellos se encuentran diferencias que pensamos que se deben, fundamentalmente, a la presencia de distintas cuadrillas de canteros trabajando al mismo tiempo en diferentes sectores del edificio. Se pueden distinguir, dentro de lo exiguo del número de dinteles completos, el grupo que se documenta en los V.15 y V.16, en los que las claves están muy diferenciadas sobre todo por lo rudimentario y

Respecto a los arcos ya hemos hablado algo de los fajones al describir las bóvedas. Como se ha ido viendo estos arcos, siendo todos fajones pueden presentar características distintas. Las diferencias vienen impuestas tanto por su tipología: que sean de medio punto o escarzanos, como por su fábrica: opus testaceum u opus quadratum. Se pueden añadir aún ciertos detalles que no se han mencionado con anterioridad. Por ejemplo,

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rústico de su tratamiento; otro apartado lo constituye el que se destacan por sobresalir levemente por el intradós, como sucede en V.6 y por fin, un tercer grupo donde aparecen tan bien encajadas y tratadas que el dintel se puede confundir con una lada de sillares. Este sería el caso de V.2, V.5 y V.13. No obstante, queremos hacer hincapié en que no se trata de pautas estrictas sino de tendencias, ya que podemos encontrar dos concepciones distintas en un mismo vomitorio. III. 3. 4. 2. El opus incertum: diversidad en la fábrica y el uso de juntas recibidas. Su combinación con el ladrillo: las ventanas. Dada la naturaleza del opus incertum podría decirse que la heterogeneidad es su rasgo más característico. Efectivamente, algo de esto hay al tratarse de una fábrica de mampuestos firmemente insertados en un núcleo de opus caementicium y, además, trabados entre sí con mortero. Esto le permite utilizar elementos muy dispares tanto en formas como en tamaños. Sin embargo, si se analiza minuciosamente los paramentos realizados con esta obra, enseguida vemos que hay maneras muy regulares de recrecer muros con esta técnica: utilizando mampuestos bastante escuadrados, siempre careados; empleando sistemas complementarios para salvaguardar la estabilidad de la hilada e, incluso, introducir motivos que tienen en origen una razón técnica y que pasan a ser una cuestión estética. Por tanto, en el opus incertum como en opus quadratum existen maneras muy peculiares de trabajar y se pueden reconocer sino “manos” como en la cantería, sí cuadrillas de trabajo que siguen unas determinadas pautas. A pesar de todo lo dicho, insistimos en que, dada la esencia misma de la fábrica, es mucho más difícil aislar las distintas cuadrillas de albañiles que trabajaron en el anfiteatro. Sin embargo, se pueden poner de relieve una serie de detalles que pueden encaminar a ello. Para empezar hemos intentado aislar paramentos basándonos en las siguientes cuestiones: tamaño de los elementos, formas que presentan por su cara vista, regularidad en el nivel de la tongada, proporcionalidad en la presencia de pequeños elementos de calzo: formas, tamaños y naturaleza de estos. Y, por último, utilización de juntas recibidas. En definitiva, es como confeccionar una ficha de campo que nos ayude a objetivar algo bastante heterogéneo y, por tanto, difícil de encasillar. En el estudio no se han considerado ciertos paramentos por parecernos restauraciones de MenéndezPidal, que se caracterizan por no poder distinguir ni una sola tongada. Además hay que añadir que presentan una pátina blanquecina y las formas de las piedras con que están recrecidos esos muros no poseen ni un lado escuadrado.

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Tras el análisis de los lienzos del anfiteatro, creemos distinguir los siguientes modos de construir con opus incertum: - Tipo A: Se caracteriza por los mampuestos de tamaño medio, con formas claramente trapezoidales, muy regulares, así como rectangulares. Se dispone en tongadas muy bien niveladas en las que aparece un porcentaje muy bajo de elementos de calzo y entre estos predominan los de tipo laja, que en muchos casos -en la zona de la fachada occidental- son ladrillos. En ninguno queda restos de juntas recibidas. Se documenta en los siguientes puntos: V.1, V.2, V.15, V.16 y el trozo de fachada entre este vomitorio y V.1. - Tipo B: Las piedras que lo configuran son de tamaño grande y mediano, predominando el primer tipo sobre el segundo. Las distintas tongadas aparecen bien niveladas aunque no se utilizan muchas piedras de calzo; en el caso de hacerlo así, se comprueba una preferencia por las de tipo laja. Estas son anfibolitas, como en el resto de los elementos de los paramentos. En este caso hemos podido documentar exiguos restos en el subvomitorio meridional de V.4. Esta forma de construir ha quedado atestiguada en los siguientes puntos: V.4 y fachada entre V.4 y V.5. - Tipo C: Muestra una fábrica realizada a base de elementos medianos y grandes, predominando los últimos sobre los primeros. Sus formas son muy irregulares y conviven con otras piedras de tipo “cuadrangular”18, que son las más regulares. Estas ayudan a conservar la nivelación de la tongada junto con los elementos de calzo, que son fundamentalmente de tipo cuña aunque no faltan ejemplos de lajas. Como en los casos anteriores, los calzos son también anfibolitas. En estos paramentos no hemos podido documentar presencia de juntas recibidas. El tipo C es el que configura los siguientes puntos: V.5, el tramo de fachada que hay entre V.5 y V.6 y en V.6. - Tipo D: Este grupo se individualiza por utilizar piedras de pequeño y mediano tamaño, lo que le da una fisonomía de “mosaico” a los paramentos. Esta idea se acentúa más por las formas que presentan los elementos, trapezoidales irregulares junto con otras de tendencia “cuadrangular”. Estas irregularidades tienen su más fiel reflejo en la nivelación de la tongada, que en este tipo es muy aleatoria a pesar de que se usan profusamente elementos de calzo de tipo cuña, casi en exclusiva. Tampoco hemos hallado restos de juntas recibidas; es más, en este grupo destaca, casi como una característica más, lo descarnado de la fábrica.

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Se ha podido documentar en los siguientes lugares: fachada entre los vomitorios V.7 y V.8, en V.8, V.9 y V.10, este último con reparos pues está en transición con el grupo E.

toda la fachada señalando el cambio de cuerpo, o en el interior de los vomitoria con idéntico cometido. En ambos casos lo que se persigue es regularizar por completo la nivelación de la fábrica de los muros de mampostería, porque aunque se enrase muy bien, siempre es más seguro seguir recreciendo sobre unas verdugadas de ladrillo, lo que imprime, además, mayor uniformidad al paramento.

- Tipo E: Se caracteriza por ser una fábrica de piedras de tamaño grande, que muestran formas de trapecios regulares y alternan con otras “cuadrangulares”. Se desarrollan conservando una excelente nivelación en la hilada a pesar de emplear escasamente elementos de calzo. Estos suelen ser de tipo laja como ladrillos- y son también anfibolitas. Entre los paramentos de este grupo destaca uno por conservar intacto el acabado con juntas recibidas con mortero que aparecen adornadas con una incisión; esto es en el tramo de fachada entre V.10 y V.11. También se columbran vestigios en el V.13 junto al subvomitorio oeste.

Los aparejos vuelven a conjugarse en los vomitorios del sector oriental del anfiteatro, concretamente en los arranques de los arcos fajones de ladrillo. En dichos muros se observa con nitidez que las opera están adosadas pero en ningún caso traban, como ya se había visto, por ejemplo, en la asociación “paramento de incertumcadena de sillares”. Sin embargo, existe un elemento arquitectónico que asocia perfectamente ambas fábricas: las ventanas.

Además de los lugares mencionados, este modo de construir se localiza, también, en el V.12. Como ya se había adelantado en el párrafo anterior, el V.10 se muestra en clara transición entre los tipos D y E, ya que ofrece una suerte de “mezcla” de características. Nuevamente hallamos un punto de transición en el V.13, porque además de presentar las peculiaridades que definen al grupo E, posee otras diferentes, lo que nos induce a pensar en esto. Sin embargo, dado que V.14 está destruido por completo, no podemos comprobar este extremo.

Como ya se ha visto, las ventanas que ventilaban e iluminaba las escaleras de acceso al imum et summum maeniana son de tipo tronera y están construidas por completo con ladrillos. La fábrica latericia se apoya sobre una tongada de incertum y, según se puede comprobar hoy día, enganchaba perfectamente con los muros colaterales a ella. Efectivamente, en el caso de los muros que ejercían de medianera con la caja de escaleras del vomitorio vecino, los ladrillos traban diagonalmente con ellos, es decir que tienen la mitad de su superficie empotrada diagonalmente en la medianera. En el caso de la pared donde se abre la tronera se comprueba que, a partir de ca. 0’80 m. de altura, los ladrillos se traban con la obra de incertum como un elemento más y van formando adaraja, para lograr una mejor cohesión. Luego, en la parte más alta de la ventana, ya casi a la altura de su capialzado, la fábrica de mampuesto llega casi hasta el vano, que en este punto tan sólo estaría delimitado por una columna de ladrillos. El remate superior sería, lógicamente, a regla aunque no podemos aventurar si los ladrillos se dispondrían en ese breve espacio a sardinel o si, por el contrario, se colocarían por hiladas horizontales, como parece sugerir la parte más alta.

- Tipo F: Este un tipo un tanto anómalo, más bien transicional, por lo que lo hemos dejado en último lugar. Si sólo se documentase en un punto, sopesaríamos el que se tratase de un cambio de cuadrilla o algo así pero se documenta en una zona concreta: el tramo de fachada que va entre V.6 y V.7 y en V.7. Se aprecia muy distinto de las fábricas vecinas con las que apenas tiene algún punto en común. Se caracteriza por presentar piedras medianas y grandes, muy regulares, frente a los tipos que le flanquean, de tipo “cuadrangular” y trapezoidal. Esto junto con el intenso uso de piedras de calzo de tipo cuñas anfibolitas, naturalmente- provoca que la nivelación de las hiladas sea muy buena. No se vislumbran restos de juntas recibidas ni nada por el estilo dado lo descarnado de la fábrica. A lo largo de la descripción individualizada de los paramentos se ha visto que la fábrica de incertum aparece jalonada, cada cierto tramo, con la presencia de cadenas de sillares o con las jambas de las puertas, también del mismo material y con idéntica disposición: en adaraja. Sin embargo, no se ha hecho especial hincapié en su trabazón con el aparejo de testaceum.

III. 3. 4. 3. El cambio de módulo en los sillares. (Cfr. Apéndice Estadístico y CD-Rom Planos nº 19). Al igual que se ha comprobado en el caso del teatro, aquí encontramos, nuevamente, que el estudio de la metrología aporta datos preciosos: además de poder saber que patrón o patrones se utilizaron, permite comprobar la homogeneidad o heterogeneidad de la construcción y ayuda a dilucidar de qué forma se afrontaron los trabajos.

El opus incertum se sirve del testaceum, básicamente, para conseguir superficies planas allí donde lo necesita, como se comprueba en la cornisa moldurada que recorría

En los sillares del anfiteatro se documenta la presencia de tres módulos: el cubitus, el palamipes y el

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bipedal. Este último se localiza exclusivamente en el podium que delimita la harena y no vuelve a aparecer mas que de manera residual entre los bloques reutilizados que se emplearon en la última reforma de la fossa. Sin embargo, estos por ser de procedencia desconocida no los incluimos a efectos estadísticos, por lo que el bipedal supone únicamente el 6% de todos los paramentos de quadratum del anfiteatro. Sobre otro de los pies utilizados, el cubitus, se observa que aparece, fundamentalmente, en el cuarto suroccidental, incluidas las estructuras exteriores del monumento. Volvemos a encontrar este patrón en los vomitorios más septentrionales, en V.12 y V.13. Supone el 34% del total. Por último, los bloques de tipo palmipes se dan cita en los cunei K y L y en todo el cuarto noroccidental de la elipse. En total suponen el 22% de la muestra. Caso aparte lo constituyen los paramentos con tipos mixtos, de cubituspalmipes o palmipescubitus. El que se expresen de una u otra manera es atendiendo al que predomina de los dos, lo que en ocasiones supone mínimas diferencias. Está claro, sin embargo, que su aparición suele marcar una zona de transición o unión de cuadrillas, como se verá más adelante; también puede estar reflejando la realización de un paramento con material sobrante de dos equipos distintos de canteros. El grupo Mixto cubituspalmipes supone el 6% mientras que el Mixto palmipescubitus, el 12’5%. Se localizan de manera dispersa. Por último, hay un alto porcentaje de bloques de tamaño irregular, que no son encuadrables en ningún patrón al uso y su anomalía se ve corroborada por su trabajo descuidado. En algunos casos se ha considerado la posibilidad de que se trate de ejemplares reutilizados, o empleados en la construcción del anfiteatro cuando habían sido concebidos para otro edificio. También es posible que se trate, en otros casos, de sillares tallados ex profeso para las labores de restauración aunque este extremo lo consideramos menos probable, dado el afán imitador de la restauración de Menéndez-Pidal (V.7 está reconstruido por completo en su fachada a imagen y semejanza de V.6). En definitiva, estos bloques irregulares suponen el 12% del total. Este dato lo consideramos muy revelador porque pone de manifiesto un trabajo mucho menos minucioso y esmerado que el que se plasmó en el vecino teatro. A caballo entre los grupos mixtos de cubitus/palmipes y el grupo de los irregulares, aparecen dos más que remachan la idea de diversidad aunque su presencia no es achacable a la construcción del edificio sino a los avatares de su menuda historia. Efectivamente, se trata de dos tipos mixtos: uno de cubitusirregular y el otro cubitusbipedal.

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El primero de ellos es resultado de la restauración de Menéndez-Pidal, aunque con sillares romanos -¿serán del anfiteatro o procederán de otras ruinas?- y el segundo nos coloca ante la reforma tardía de la fossa donde está sobradamente probada la amortización de elementos. III. 3. 4. 4. Las diferentes maneras de labrar los sillares. (Cfr. Apéndice Estadístico y CD-Rom Planos nº 19). En el apartado de la labra consideramos dos aspectos: uno el que se refiere al tipo de escuadramiento que presentan los bloques, que denominamos en su apartado correspondiente como A, B-1 y B-2, respectivamente, y otro que atiende al tipo de almohadillado que llevan, los consabidos tipos: natural, rústico y abrupto, que conviven con otros que no lo están, los “Sin”. Hay que advertir que en el caso de los paralelepípedos que llevan almohadillado abrupto, estos son una reducida minoría en el conjunto del opus quadratum del anfiteatro y, normalmente, en los lugares en que se constata su presencia siempre suelen estar en solitario. Se puede decir, sin especial reserva, que allá donde están representados no hay nunca más de tres ejemplares -en la zona más nutrida- por lo que adelantamos ya que casi no se va a hacer referencia a ellos por ser su existencia algo simbólico o testimonial. Hemos constatado varías pautas en la agrupación de tipos, algunas de las cuales ya fueron atestiguadas en el caso del teatro. En primer lugar debemos subrayar que se distingue netamente el exterior de las puertas de los vomitoria del interior -el intradós- de las mismas, porque en la zona de fachada siempre aparecen los sillares con almohadillado mientras que en el intradós siempre se muestran únicamente alisados y muy bien escuadrados. Este hecho, como buena regla, sólo presenta una excepción y la constituye el V.10, como se verá más adelante. Asimismo, debemos llamar la atención sobre los bloques que configuran el podium que delimita la harena. Estos se caracterizan por la ausencia de almohadillado y se muestran siempre bien escuadrados y alisados. También hay que destacar que en múltiples ocasiones se ha documentado la convivencia de dos tipos diferentes de almohadillado e incluso, de escuadramiento en un mismo punto. Esto ya se comprobó en el teatro y revela la coexistencia de dos formas de trabajar. Al igual que sucedía con el módulo de los sillares, estos dos aspectos del trabajo de los mismos se pueden ir agrupando por zonas concretas de la elipse, como se verá seguidamente. El podium, ya se ha adelantado, está formado única y exclusivamente por bloques sin almohadillar y muy bien

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escuadrados, del tipo A. Este emparejamiento de SinTipo A no se vuelve a producir en ningún lugar más del anfiteatro, excepto en los pequeños paramentos que delimitan las escaleras de acceso a la tribuna occidental, o suggestum. Sin embargo, por metrología y modo de trabajo, se advierte con nitidez que son cosas distintas por completo. Esto constituye un dato de suma importancia que conviene retener en la memoria ya que se retomará en el siguiente apartado.

son del tándem rústico-”sin” y con respecto al tipo de su escuadramiento conviven el B-1 con el B-2. Sin embargo, se advierte una cierto hilo conductor si atendemos a la metrología de los bloques. Un caso especial lo constituye el V.12 y el interior de V.13. En este corto espacio los sillares son del tipo A. Sin embargo, en el V.12 predominan los “sin” sobre los naturales mientras que en la parte interna de V.13 los naturales son más abundantes que los rústicos. El exterior de V.13 muestra ya la transición a una amplia zona, que abarca prácticamente todo el cuarto noroccidental y que se revela bastante homogénea y con indudable personalidad, frente a lo atestiguado en el cuarto nororiental, donde parece que se ha empleado todo el material sobrante de la obra.

Se ha comprobado que a lo largo del tramo comprendido entre los vomitorios V.1 y V.4, tanto los paramentos como las cadenas muestran siempre una coexistencia de tipos de almohadillado, concretamente natural y rústico. En este emparejamiento suele predominar la presencia de tipos naturales sobre los rústicos, aunque en algunos puntos es al contrario: de siete paramentos donde ha quedado atestiguado, sólo en dos hay mayoría de rústicos. De igual manera, y en este mismo sector, se documenta que el tipo de escuadramiento que predomina es el B-1.

Desde V.13 hasta V.15 parece claro que el almohadillado y el escuadramiento es el mismo: rústico y B2, respectivamente. Sin embargo, hay que hacer una salvedad con respecto al interior de V.15, que muestra bastante paralelismo con el interior de V.16: sillares sin almohadillar y del tipo B2. También sobre este último hay que subrayar que posee tres sillares abruptos.

En V.4 se vislumbra una zona de transición según se desprende de los sillares internos de dicho vomitorio (subvomitorios y cadenas) que es uno de los dos puntos de todo el anfiteatro donde se documentan los bloques con almohadillado abrupto -tres- y el escuadramiento es ya del tipo B-2. Este fenómeno queda probado en el siguiente punto, por lo que se configura una nueva zona.

En MER.2.34 se constata el inicio de otro grupo muy en consonancia con el primero de todos los aquí enumerados. Se caracteriza por la presencia de bloques con escuadramiento B-1 (V.16 los posee en su zona de fachada) que presentan almohadillados en coexistencia: naturalesrústicos y, también, rústicos únicamente.

Este nuevo espacio comprende desde MER.2.13 hasta el V.6, en donde se comprueba la existencia de una nueva zona de transición. El nuevo sector se caracteriza, fundamentalmente, por el escuadramiento de sus sillares que son todos del tipo B-2. Con respecto al almohadillado se observa el siguiente fenómeno: en las partes correspondientes a fachada siempre aparece el tándem naturalrústico, y, además, por este orden; mientras, en el interior de los vomitorios en el que se incluye V.6- sólo se constata la presencia de bloques con almohadillado natural.

Por último debemos hacer referencia al caso que constituyen MER.2.17 y MER.2.18. Estos los consideramos aparte por estar en estrecha relación con el anfiteatro aunque no forman parte de ninguno de sus elementos definidores por excelencia y a pesar de estar el punto 17 parcialmente trabado con la fachada. En ellos se observa que los sillares son fruto de una misma cuadrilla: en ambos casos, se trata de bloques con almohadillado rústico y su escuadramiento es del tipo A.

Otro grupo se localiza en el tramo comprendido desde el exterior de V.6 hasta el exterior de V.8. Se caracteriza por tener únicamente sillares con almohadillado rústico, aunque ya en la zona de transición aparecen abundantemente los “sin”; también se observa coexistencia en los tipos de escuadramiento: se dan B-2 y A. Este último se encuentra, especialmente en la zona de transición.

III. 3. 4. 5. Los distintos equipos de trabajo que intervinieron en la erección del anfiteatro. (Cfr. Cuadro 2). Tras el análisis de los diversos módulos empleados en el anfiteatro, así como de las distintas maneras de construir con opus incertum y los diferentes modos de labrar los sillares, vemos que se perfilan con bastante nitidez grupos homogéneos que nos están revelando la actuación de las múltiples cuadrillas de trabajo que participaron en la construcción del monumento.

A partir del interior de V.8 y hasta el V.9, se desarrolla una zona donde los sillares poseen almohadillados rústicos-”sin”, predominando los primeros; con relación al tipo de escuadramiento, son del grupo B-2.

Encontramos zonas muy claras donde coinciden cuadrillas de estructores, los que realizaban el incertum, con cuadrillas de canteros. Se observa gran diferencia

Entre V.10 y V.11 se observa que existe una cierta mezcolanza de tipos. Efectivamente, en V.10 los sillares

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entre grupos, diferencia esta que viene derivada de los distintos trabajos. Efectivamente, es mucho más lenta la labor de cantería que la de mamposteria. En este caso los mampuestos salen prácticamente “hechos” de la cantera19 mientras que los sillares hay que trabajarlos de manera más detenida y su colocación en obra es bastante más complicada que el sistema de hiladas/tongadas del incertum, que gracias al empleo de encofrados se agilizaba mucho más la tarea. Si excluimos de las cuadrillas de canteros los que hicieron el podium, que hemos denominado como C0, así como los que realizaron las estructuras de MER.2.17 y MER.2.18, que hemos dado en llamar C9, nos queda un total de 9 grupos de trabajo. Estos grupos se conjugan bastante bien con los de albañiles. De estos últimos hemos diferenciado claramente cinco equipos: A, B, C, D y E. Tenemos aparte un subgrupo F, del que creemos que más que de gente nueva, se trata de una zona de unión de dos cuadrillas y de ahí lo heterogéneo de la fábrica. No se puede descartar que se trate de una zona construida por operarios menos expertos. En cualquier caso, no contamos con más elementos para decidir acerca de una u otra posibilidad. Antes de continuar debemos hacer notar que, en el cuarto noroccidental, dado lo arrasado de la fachada y vomitorios no podemos decir nada. Aventuramos, sin embargo, que justo en esta zona hoy perdida, se desarrollase el trabajo de otro grupo de canteros y estructores a juzgar por lo que se vislumbra en V.13, que delata en el trabajo de cantería una zona de transición. Si a esto unimos el hecho de que en V.15 se documenta una cuadrilla de cantería distinta a la de su fachada contigua y que a partir de V.15 y, al menos, hasta V.2 se constata el trabajo de un mismo equipo de alarifes, parece muy verosímil que en esa zona -hoy vacía de datos- se plasmara el trabajo de otros grupos tanto de alarifes como de canteros. Un caso con ciertas concomitancias con el que acabamos de describir se da desde la fachada entre V.2 y V.3 hasta V.4. en todo este sector apenas si quedan restos relevantes de opus incertum. Como ya indicamos en la descripción individualizada, hay serias dudas de que haya importantes zonas restauradas en época de MenéndezPidal. Por lo que planteamos, a modo de hipótesis de trabajo, que se desarrollase la organización del trabajo de una manera más o menos “simétrica” a lo observado en el resto del edificio. Entonces, la cuadrilla A de albañiles llegaría hasta el V.3 desde donde comenzaría su trabajo la B, ya que extraña de esta lo reducido de su campo de actuación. A la vista de todo lo expuesto más arriba, el resultado sería el que sigue:

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- El grupo A trabaja en relación con las cuadrillas de canteros: C1, C2 y C8. Su campo de trabajo es toda la fachada principal del edificio frente al conjunto monumental teatro-peristilo. - El grupo B habría que ponerlo en relación con las cuadrillas C2 y C3. Esto explicaría que en el tramo de fachada entre V.3 y V.4 se continúe utilizando el mismo patrón en los sillares pero el modo de escuadrarlos y almohadillarlos sea tan diferente: se produce un solapamiento de grupos. - El grupo C sólo está en contacto con la cuadrilla C3 y esto se plasma en la homogeneidad de resultados a lo largo de todo el gran pasillo sur y del primer tramo de fachada por el este. Es el V.6 donde parece que se produce el cambio de cuadrilla de canteros. A partir de V.6 se produce una sucesión arrítmica y confusa entre diferentes grupos de obreros. Esto puede ser achacable a la dificultad que entraña objetivar una fábrica tan irregular de por sí que además conserva superficies de tamaños muy variables. - El grupo D parece que trabaja en contacto con dos equipos distintos C4 y C5. Sin embargo, esto no lo podemos aseverar taxativamente dado lo arrasado de la fachada ya que ni siquiera permite cotejarlo con la portada de sillares, que siempre aporta datos más fiables. Su labor la desarrolla en el interior de los vomitorios que se adosan materialmente a la muralla, por lo que no presentan fábrica de mampuestos en la fachada. - El grupo E hay que ponerlo en relación con las cuadrillas C5 y C6, sobre todo con esta última, aunque una vez más encontramos superficies muy arrasadas por lo que los problemas se multiplican. Su zona de actuación es todo el sector que va desde donde se “despega” el anfiteatro de la muralla hasta el gran vomitorio norte. Se localiza un paño en excelentes condiciones en el paramento entre V.10 y V.11.; a partir de aquí la fachada está prácticamente arrasada y hemos de guiarnos por el interior de los vomitorios. Hay que subrayar que es esta zona de fachada la que muestra la fábrica de incertum mejor realizada del resto del anfiteatro, incluida la fachada principal. - El grupo F parece que es o bien un conjunto de aprendices o la zona de finalización de obra por lo irregular de ella. Trabaja junto con la C4. - Es muy probable que existiera un grupo G que actuaría en coordinación con la cuadrilla C7. Ellos serían los responsables del tramo entre V.13 y V.15, que es la zona donde únicamente se localiza a esa C7. A la vista de lo expuesto, parece fuera de duda que es mucho más sencillo identificar diferentes “manos” de canteros que grupos de estructores que realizan opus

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incertum. Además, como se ha visto, la cuestión -a vecesse complica más cuando se intenta conjugar ambos factores.

una urna de barro, donde se hallaban depositados los restos de la cremación, y tres ungüentarios de vidrio, como ajuar (Cfr. CD-Rom Planos nº 18-2). Lo más importante de ella es que se encontraba intacta e in situ. Marcos Pous la situó cronológicamente en un período comprendido entre el 25 a.C., como año fundacional de la colonia, y el 8 a. C., por el dato epigráfico que fechaba el edificio.

III.4. FASES CONSTRUCTIVAS DEL MONUMENTO. PROBLEMAS URBANÍSTICOS Y PROBLEMAS CRONOLÓGICOS. PARALELOS TÉCNICOS Y TIPOLÓGICOS.

La otra cuestión es la derivada del contacto existente entre el anfiteatro y la muralla. Esta no se encontró hasta la segunda campaña de excavaciones que practicó Mélida en el anfiteatro, esto fue entre 1919 y 1920 (1921). Por su interés, reproducimos aquí las impresiones del arqueólogo tras el hallazgo: “Comenzando el desmonte poco más arriba del extremo occidental [debe decir “oriental”] del eje menor del monumento, se descubrieron unos trozos de las murallas que formaron el antiguo recinto de la ciudad. Dos de esos trozos merecen consideración. Uno de ellos llega casi a tocar la primera puerta desde el eje menor del anfiteatro [nuestro V.10] y debió obstruirla, lo que indica que tal lienzo de muralla es posterior a ese monumento. De la jamba de la derecha sólo dista dicho lienzo, que trae dirección oblicua, 1’25 m. y casi toca a la jamba izquierda [de hecho lo hace inmediatamente al vano, por la zona de fachada]. El espesor de esta muralla es de 2’86 y su altura por su paramento interior, en el punto citado, sólo llega a 1’60 m.. (...) Siguiendo, pues, hacia el S. la muralla en cuestión, a pesar de hallarse ocultas por la tierra muchas de sus partes, descúbrese primero el trozo antedicho, cuyo paramento interior toca con la fachada y puerta del Anfiteatro, del que luego se separa por ser la traza de éste curva y recta la de la muralla; y continuando ésta, de la que sobresalen de la tierra algunos trozos, a 15 m. del punto acabado de indicar, se ve parte de una torre cuadrada que se destaca del paramento exterior de la misma valla, cuyo espesor por tal punto es de 3 m. Pero es de notar que dicha torre si bien es de la misma piedra rojiza que los lienzos, difiere de estos en la construcción, pues en ellos es de mampostería [así se refiere siempre Mélida al opus incertum], y en la torre de carácter ciclópeo, con sillares poligonales, algunos enormes. A la vista de todo lo que va descrito de la muralla inclínase a pensar el observador que esta fábrica puede ser de origen anterromano, como parece indicarlo la torre, y destruida en parte por los romanos para tomar por el lado oriental el terreno que pedía el Anfiteatro, debió ser reconstruida en la Edad Media, que es cuando lógicamente puede datar el trozo que obstruye la citada puerta del monumento romano” (1919, 3 y 4).

III.4.1. La interpretación tradicional. Desde el periodo de excavación y tras exhumarse los epígrafes dedicatorios del monumento, nadie puso en duda que el anfiteatro fuese de una obra ejecutada en el año 8 a.C., por orden de Augusto, y de que se realizase de manera unitaria. Fue Menéndez-Pidal el primero que puso de relieve, con pruebas tangibles, que el anfiteatro había sufrido reformas en la Antigüedad (1955, 295 y 299) aunque jamás albergó duda sobre la cronología que se desprendía de la lectura de los epígrafes (1957-58, 205 ss.). Actualmente, Golvin (1988, nº 77, 109-111) asume la cronología augustea sin el menor recelo y pone de relieve la existencia de reformas, según evidencian las distintas estructuras que se solapan y cortan en la fossa harenaria (1988, 110). Sin embargo, no parece tener muy claro el orden en que estas se suceden entre sí ni cómo ubicarlas cronológicamente: sólo dice que son postaugusteas. Aunque hace mención de los trabajos de Menéndez-Pidal, no recoge la aportación del restaurador sobre las reformas que constató tanto en el podium como en el posible Nemeseion, aunque dice muy laxamente que la reforma de la fosa es la más importante que sufrió el anfiteatro emeritense (Golvin, 1988, 110), lo que implica que quizá reconozca que hay otras. Debemos subrayar, especialmente, una doble cuestión básica para la nueva lectura del anfiteatro y se refiere por un lado al problema que supone la presencia de una tumba bajo el anfiteatro y, por otro, la cuestión urbanística derivada de la anterior e íntimamente relacionada con el contacto de la muralla. Aunque las planteemos por separado para estructurar mejor el tema, ambas están estrechamente ligadas como se verá pormenorizadamente en el siguiente subapartado. La existencia de la tumba no fue conocida hasta 1956, durante los trabajos de restauración del anfiteatro. Una de esas labores consistía en recolocar los frogones del graderío superior en su lugar correspondiente. En una de esas tareas, sobre el cajón de la media cavea del cuneus I apareció una tumba (Cfr. Fig. 3 y CD-Rom Planos nº 18-1). Fue dada a conocer por Marcos Pous (1961, 90-103, especialmente 90-96), que era el arqueólogo supervisor de las tareas de restauración. Se trataba de una tumba excavada en hoyo, compuesta por

Es evidente que dicha interpretación es fruto de su escasa presencia durante las labores de excavación (era Macías quien controlaba las labores diariamente y, probablemente, el llevaría un diario paralelo al que hiciera Mélida) así como del sistema de desescombro y vaciado

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con que se excavó el monumento: a base de vagonetas como las explotaciones mineras a cielo abierto. Todo lo hasta ahora expuesto nos pone ante la teoría comúnmente admitida: el anfiteatro es una construcción augustea, que posee ciertas reformas -sin datar- en el podium, las puertas del Nemeseion y en la fossa; por un “error” de cálculo se vio constreñido por su lado sureste por la muralla: esta, de hecho, dejó inutilizado desde siempre uno de sus accesos20, nuestro V.10. III.4.2. Nueva lectura del monumento a la luz de las técnicas constructivas. Una vez planteada cual era la hipótesis en uso, lo que más llama la atención del anfiteatro y, concretamente, de su técnica constructiva, es que se trata de un edifico donde el opus testaceum se encuentra ampliamente utilizado. Volvamos a enumerar, a modo de recordatorio, que todas las bóvedas están construidas con ladrillo; todo el balteus que separa imum de medium maenianum, es latericio; todas las ventanas que proporcionaban aire y luz a las cajas de escaleras de los subvomitorios son de fábrica testácea; los tres nichos y las escaleras relacionadas con el Nemeseion, igualmente de ladrillo; las escaleras que unían la tribuna editoris con la harena, de testaceum; se vuelve a documentar el uso de este material en una de las estructuras de la fossa y en las canalizaciones con ella relacionadas; finalmente, se encuentra opus testaceum a lo largo de todos los muros del monumento, incluida la fachada, formando una cornisa moldurada que marca el cambio de cuerpo. También lo hallamos en la estructura sita al sureste del monumento (MER.2.17 y MER.2.18). En definitiva, podemos hablar con propiedad de un uso muy extendido y maduro del ladrillo en el monumento emeritense. Este dato nos pone ante un hecho consumado y es que en Hispania se introduce el ladrillo de manera tardía y nunca se emplea profusamente. La excepción de esta regla se encuentra en Betica, concretamente el caso de Itálica (Roldán Gómez, 1993, 303 ss.). Para Mérida, ya hemos documentado en el teatro que sólo está atestiguado el uso del ladrillo en la construcción perteneciente a época de Claudio. Y así se pone de manifiesto en otros monumentos emeritenses: el pórtico del foro local, donde ya se usa con cierta profusión, de época claudiana; la así llamada “Aula de Culto Imperial”, en el peristilo del teatro, también del tercer cuarto del s. I d. C.; el acueducto de San Lázaro, en la zona de la “Casa del Anfiteatro” y en su desarenador de agua, también del mismo período (Durán Cabello, 1995, 132-135). Todos estos edificios, aún teniendo un porcentaje considerable de ladrillo en su construcción, no llegan a las cotas que se alcanzan en el anfiteatro. Todo ello nos sitúa en la tesitura de reconsiderar la cronología del monumento.

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Otro importante dato relacionado con las técnicas constructivas lo constituye el argumento que han manejado casi todos los estudiosos que se han ocupado del monumento y es la “gran semejanza” existente los sillares del teatro y los del anfiteatro. No se puede negar que existe una intensa inspiración de los canteros en el vecino teatro: buena prueba de ello es el tremendismo con que están ejecutados muchos de los sillares, especialmente el denominado tipo B1, aunque con una concepción mucho más “rudimentaria” en el anfiteatro que en el teatro. En cualquier caso, salta nuevamente la cuestión cronológica: esta forma de trabajar los sillares sólo se da con Calígula y, especialmente, con Claudio I y algo en época postclaudiana. Todo lo expuesto hasta ahora contrasta, sin embargo, con el grupo de sillares que configuran el podium que delimita la harena, donde impera la regularidad en el patrón -bipedal, como se recordará- y en el escuadramiento y alisamiento de los mismos. Estos, por sí mismos, pueden pertenecer a cualquier época, pero no hay que olvidar que dichos bloques son los soportes de las inscripciones augusteas del monumento. A la vista de todos estos argumentos se evidencia que el anfiteatro, tal y como lo conocemos hoy, es fruto de, al menos, tres grandes fases constructivas. La primera fase es en la que se realizó el podium. Este, además de llevar los epígrafes muestra una labor y una metrología completamente diferente a todo lo que aparece en el resto del edificio. Es posible que en este mismo período existiese ya el habitáculo sito en el cuarto suroccidental (Cfr. CD-Rom Planos nº 20 y lám. 106). No se rastrean huellas que permitan aseverar la existencia de accesos desde la harena hacia ambas tribunas. Es muy probable que pertenezcan a esta primera fase el conjunto de la arena constituido por un amplio receptáculo rectangular de 56’83 m. de longitud por 10’81 m. de anchura y 1’65 m. de profundidad, que circunda a otro de menores dimensiones: 18’35 por 3’70 m. y 4’75 m. de profundidad. Ambas construcciones están realizadas en opus incertum, aunque de la mayor sabemos que enrasa con el nivel actual de la harena mediante la presencia de ladrillos -aunque también pudieran ser tejas, ya que sólo se rastrean en planta y en escasos lugares-. Es posible que ya en esta primera fase existiera el habitáculo del cuarto suroccidental (Cfr. CD-Rom Planos nº 14 y 20; lám. 106). La segunda fase es la que configura el anfiteatro casi tal y como lo conocemos hoy: el espacio delimitado por el podium se vio incrementado con la adición todos los maeniana y, por supuesto, la línea de fachada con la estructura sureste la formada por MER.2.17 y MER.2.18-. El podium sufrió ciertas reformas: se le abrió un hueco para permitir el paso a la tribuna editoris

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y así como al suggestum; debió continuar en servicio el habitáculo de la fase I; también se construyeron en este mismo período las carceres. En cuanto a los epígrafes fundacionales ubicados en el podium, fueron amortizados al acometer la marmorización del mismo, como revelan las mortajas para las grapas de sujeción del placado. Otro efecto de la marmorización del podium fue el cercenamiento sistemático de toda la moldura inferior, la que estaba en contacto con la harena. La fossa sufrió un importante cambio: se realizaron las tres canalizaciones que conocemos, se rellenó todo el espacio central, en su parte más profunda, y se construyó un nuevo receptáculo también rectangular- un poco más corto y más estrecho que el precedente: 53’55 m. por 7’10 m. y de la misma profundidad. El nuevo espacio estaba provisto de escaleras en cada uno de sus cuatro extremos y estaba revestido por completo con una gruesa capa de hormigón hidráulico, u opus signinum.

esta fase se restauraran con ladrillos los peldaños de la escalera del subvomitorio este del gran acceso norte del anfiteatro (MER.2.32). Es igualmente verosímil que se realizara ahora la restauración documentada en la cadena sita inmediatamente al norte de la puerta principal del monumento: MER.2.36. III.4.3. Problemas urbanísticos y problemas cronológicos. El enunciado de este apartado supone poner el dedo en la llaga de dos de las cuestiones más controvertidas del anfiteatro. Como ya se ha esbozado en los epígrafes anteriores, nunca se ha puesto en duda que el anfiteatro que hoy se puede visitar sea de cronología augustea, aunque hay autores que admiten ciertas reformillas, lógicas por otra parte, a lo largo de su dilatada vida.

A modo de inciso debemos subrayar que es muy probable que existiesen unas “proto-entradas” a la harena en la fase I, que coincidirían con el eje longitudinal y en la fase II quedan configuradas tal y como se han descrito.

Paralelamente a lo arriba expuesto, siempre se ha considerado por separado la relación de la muralla con el anfiteatro, planteándose la cuestión en términos casuísticos ¿qué fue antes la muralla o el anfiteatro?, que se resolvía con el contundente argumento de que esa muralla, sin duda, formaba parte de la cerca fundacional, lo que suponía una datación anterior al teatro, por tanto antes del 16 a. C. y, obviamente, mucho anterior al 8 a. C.. Una vez aclarada la ubicación cronológica de la cerca, resurgía la cuestión ¿se construyó el anfiteatro con una puerta “cegada” desde el principio?. La respuesta, era siempre un poco decepcionante: “un error de cálculo les hizo topar con la muralla”. Dicha equivocación también podía explicar la inusual cercanía existente entre el teatro y el anfiteatro: “el área estaría reservada para un edificio de menores dimensiones o, simplemente, mal calculada y por eso hubo de encajarse entre el teatro y la muralla, afectando más a la segunda”. La solución era poco convincente incluso para quienes la esgrimían, ya que si se admitía una obra colosal y perfecta para el teatro, de tan sólo 8 años antes que el anfiteatro, cómo explicar ese craso “error de cálculo”, máxime cuando dicho error quedaba parcialmente paliado al exaltar lo excelente de la urbanización del conjunto monumental de ocio y la alineación de los ejes de ambos edificios.

La tercera fase comporta nuevos cambios aunque no de la envergadura que la fase precedente. Es en este momento cuando se realiza el Nemeseion, construido por completo con materiales amortizados, incluidos los ladrillos. La construcción del Nemeseion comporta el practicar una nueva puerta en el podium. Este también sufre una reforma y consiste en el macizado con hormigón del espacio existente entre el parapeto, o valla protectora, y la primera grada y aparece ahora una grande y ancha en ese lugar. Entra también dentro de lo posible que sea en esta fase cuando se produce el último gran cambio en la fossa. Efectivamente, ahora aparece un gran espacio cuadrangular en el centro de la arena que corta por el medio el receptáculo anterior. Este nuevo espacio mide 22’3 m. por 18’5 m. y 3’65 de profundidad. Está inconcluso y se realizó socavando la roca madre del solar, que aflora por varios puntos. En la zona donde cortaba a los receptáculos precedentes, regularizó los vanos que quedaban con sillares amortizados. No se supo nunca de ningún tipo de acabado o revestimiento de sus muros que son de roca viva sin tallar.

En resumidas cuentas, la relación entre el anfiteatro y la muralla se mostraba como un círculo vicioso en el que lo único que estaba claro era que la muralla era anterior al anfiteatro -sin género de duda augusteo- y clausuró una puerta desde la erección del monumento.

Es posible que, bien relacionada con esta fase o ya diseminado por el tiempo, se realizasen ciertas restauraciones: nos estamos refiriendo a todos los casos documentados por el sector del cuarto nororiental en donde queda ampliamente atestiguado el empleo de ladrillos reutilizados como taponadores de huecos que se produjeron en el incertum. También es probable que en

Después de un exhaustivo análisis arquitectónico, una vez puestos en orden los datos obtenidos y conjugarlos con los ya existentes conocidos por la comunidad

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científica, realmente muy poco valorados y, a veces, casi ignorados, la interrogante tiene respuesta.

partir de este punto ambos edificios se distancian, sobre todo el anfiteatro por su trazado elíptico.

El análisis de las técnicas constructivas del anfiteatro nos situó ante unos hechos incontrovertibles. En efecto, el estudio minucioso del vomitorio “clausurado” por la muralla, nuestro V.9, revela que dicho vomitorio jamás estuvo cerrado al tránsito con el exterior. Esta afirmación está basada en un hecho irrefutable: cuando se construyó el anfiteatro, este aprovechó la existencia de la muralla y la utilizó a modo de encofrado perdido. Es decir, el núcleo de opus caementicium que delimitaba la fachada, nunca estuvo revestido con opus incertum como se documenta a lo largo de todo el anfiteatro. Para contener el hormigón fresco mientras fraguaba, en vez de emplear un encofrado de madera se utilizó la cara interior la intramuros- de la muralla para tal función. Prueba palpable de ello es que una de las piedras de la muralla, que igualmente es de fábrica de incertum, quedó adherida al hormigón fresco del anfiteatro (Bendala y Durán, 1992, [1995], 256). A pesar del arrasamiento posterior de la muralla y del saqueo sistemático a que ha sido sometido desde antiguo el edificio, esta quedó in situ gracias a estar materialmente pegada a la fachada del anfiteatro.

El V.10 se distingue del resto de los vomitorios por presentar el lado meridional del pasillo ligeramente más largo que el opuesto. Esto refleja una clara intención por parte de los constructores del anfiteatro de enganchar con la muralla. Pero lo más interesante de este vomitorio es el tratamiento que presenta su jamba meridional. Como se recordará todos los vomitorios, sin excepción, tenían el intradós de su puerta realizado a base de sillares únicamente alisados, en ningún caso se almohadillan por la parte interna. En este caso, vemos que el intradós de sillares es mucho más amplio de lo documentado en el resto del edificio, y todos los bloques que lo configuran están almohadillados. Así, cuando se iba hacia ese vomitorio desde el eje norte, éste mostraba el tratamiento de portada ya que esta no existía por la presencia de la muralla. Otra prueba más del especial tratamiento que tuvo el acceso V.10 se constata en la fotografía realizada durante el periodo de excavación, que muestra como de la platea de losas graníticas, que se localiza en el sector septentrional del anfiteatro y que conduce al portillo de la muralla, sale un camino que lleva intramuros a este acceso, mientras que para llegar a una localidad del V.9 había que hacerlo desde el exterior de la cerca muraria.

Este dato, siendo muy importante, por sí solo no aclara la cuestión de la clausura del vomitorio. Hay otro dato arqueológico irrefutable: la muralla fue arrasada concienzudamente a lo largo del espacio correspondiente a la luz de la puerta. Esto queda corroborado por el hecho de que la cota del nivel de arrasamiento de la muralla y la del pavimento de cal -que marca el suelo de uso del vomitorio- son iguales. Lo que se pone de relieve, por tanto es una innegable intencionalidad (Bendala y Durán, 1992 [1995];255-256). A ambos lados de V.9 la muralla se conservaría, probablemente, en toda su altura -ignoramos cuál- y no dejaría asomar al anfiteatro mas que en su parte alta. Así pues, V.9 se convertía en un vano de la muralla que brindaba paso al anfiteatro. Corroborando esto se observa que sólo hubo dos filas de sillares por la parte que marcaba el intradós de la puerta cuando se rebasaba la muralla. Dichos sillares no tienen ninguna función arquitectónica pero sí estética: emular al resto de los accesos del anfiteatro, todos aparejados en quadratum según se ha visto. Todo lo que se ha expresado en los párrafos anteriores se ve revalidado por lo que sucede en el vomitorio situado inmediatamente al norte de éste. Efectivamente, siguiendo la línea de fachada hasta el siguiente vomitorio se vuelve a comprobar que la muralla actuó de encofrado del núcleo de caementicium de la fachada. Al llegar a V.10 vemos que el contacto entre la muralla y el anfiteatro finaliza en la parte exterior de la jamba sur de dicho vomitorio. A

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Una vez aclarada la interrogante que suponía la relación entre muralla y anfiteatro, queda perfectamente comprobado que la muralla es anterior y se amortiza, parcialmente, para erigir el anfiteatro. Sin embargo, este hecho plantea una nueva serie de cuestiones: si la muralla es la fundacional, aprox. 25-20 a. C., ¿cómo se va a destruir, aunque sea parcialmente, tan sólo 13 años después?. Para contestar a esta nueva incógnita debemos recurrir a un dato escasamente, o nada valorado, de la reciente historiografía del monumento: nos referimos al hallazgo de una tumba en su interior. Páginas atrás, cuando se ha tratado la interpretación tradicional del monumento, hemos referido el hallazgo en 1956, de una tumba in situ (Fig. 3 y CD-Rom Planos nº 20) publicada por su excavador, Marcos Pous (1961). Dicha tumba se constituye en uno de los puntos claves para la interpretación de los problemas cronológico y urbanístico (Bendala y Durán, 1992, [1995], 255-256). Como ya se apuntó más arriba, se trata de una cremación en urna de barro depositada en un hoyo practicado en el terreno natural que recubre a la roca madre del solar. La urna poseía un humilde ajuar compuesto por tres ungüentarios de vidrio, toda ella se encontró en buen estado de conservación. En la publicación, Marcos Pous aporta la sección de la tumba (Cfr. CD-Rom Planos nº 181), en la que se comprueba que la misma capa de terreno natural que rompió la tumba fue de nuevo rota, poco más

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allá, por el apeo del muro oeste del cuneus I, en el nivel de la media cavea.

realizado con elementos de gran tamaño, tanto que al propio Mélida le parecieron ciclópeos, según se vio. Esta misma manera de construir se vuelve a documentar en el tramo que asoma en la “Casa del Anfiteatro”. Sin embargo, en otros puntos donde se ha podido documentar la muralla, esta aparece construida con bloques medianos, como se ve en la zona de la Alcazaba. La diferencia de fábrica puede ser explicada bien por necesidades estratégicas distintas: en la Alcazaba era meramente simbólica pues la ciudad estaba bien guardada por el curso del Ana y por el dique de contención del mismo. Pero, también puede estar motivada por un cambio manera de hacer acaecido tras un periodo de tiempo considerable: casi un siglo21.

Es evidente que la tumba es anterior al anfiteatro, por lo que Marcos Pous no tuvo reparos en datarla entre el 25 a. C. y el 8 a. C.. Sin embargo, como también dio a conocer dibujos y fotografías del ajuar en la susodicha publicación (Cfr. CD-Rom Planos nº 18-2), se ha procedido a estudiar nuevamente el material a la luz de los conocimientos actuales. Los ungüentarios son los que aportan datos más concretos ya que la urna es un tipo muy común de dilatada cronología. Sin embargo los ungüentarios responden a una tipología fácilmente clasificable y de cronología situable en torno al reinado de Claudio. Los tres ungüentarios son asimilables a la forma 26 de Isings (1957, 40-41) y son resultado de la evolución de la forma 6. Uno de los emeritenses muestra los hombros un tanto señalados, como los ejemplares antiguos, mientras que los otros dos muestran el tránsito entre cuello y panza mucho más sinuoso. Además, en los tres ejemplares, está claramente rehundido el umbo de la base. Según Isings este tipo se da en el periodo comprendido entre Claudio y Nerón. Y en fechas similares los sitúa el estudio más reciente de Goethert-Polaschek sobre los vidrios renanos (1977, formas 70a y 70b), concretamente los sitúa en la segunda mitad del s. I d. C.. Paralelos peninsulares los hallamos bien atestiguados, en la necrópolis de Segóbriga (Almagro Basch, 1977, 211-246) o los ejemplares de la propia Mérida. Dentro de estos últimos, pertenecen al grupo 2º de la sistematización de Caldera de Castro (1983, 7-80) datados por la autora en un período comprendido entre Claudio y los Flavios.

Llama la atención, urbanísticamente, lo regular del trazado de la muralla desde la puerta sita sobre el Decumanus, actual Puerta de la Villa, en dirección sur, a su paso por la c/ José Ramón Mélida. A partir de aquí se conocen segmentos de ella, pero uniéndolos se observa (Cfr. CD-Rom Planos nº 1-2) que en la zona correspondiente al anfiteatro, la cerca realiza un extraño desplazamiento, casi forzado, con respecto a la línea que traía desde la Puerta de la Villa. Por tanto podríamos estar ante una ampliación de la cerca (Bendala y Durán, 1992, [1995], 258). De hecho sabemos por las fuentes (Tácito, Hist. 1, 78; Suetonio, Galba 3; Plutarco, Galba 20) que bajo el gobierno de Otón en Lusitania tuvo lugar un aumento de población. Este ha sido interpretado como repoblación por Álvarez Sáenz de Buruaga (1976, 21) o como una amplia deductio de veteranos, según de Santos Yanguas (1989, 123). Por su parte Canto de Gregorio cree que se trata adiectiones familiares, pero de familias nobles, aunque también interpreta que podría tratarse de libertos y clientes en general, quizás relacionados con la familia de Otón (1988, 174-175). Nosotros nos inclinamos más por la segunda acepción, pero en cualquier caso lo importante es que esto nos está indicando -con toda probabilidad- una ampliación del pomerium, que además está precisamente datado: en el período comprendido entre los años 6869 d.C.

Después de todos estos datos queda claro que la tumba, como muy temprana, debe llevarse a época de Claudio, aunque por paralelos parece que puede ser algo más moderna. Esta cronología supone un duro revés para la interpretación tradicional y vuelven a crear una serie de interrogantes tales como: si la tumba es de tiempos de Claudio ¿cómo es posible que se encuentre intramuros?. Está claro que cuando se realizó la tumba, el enterramiento se practicó fuera de la ciudad ya que la prohibición de enterrar intramuros se remonta a la Ley de las Doce Tablas y sabemos que esta se cumplía escrupulosamente. Por tanto, la presencia de la tumba nos está indicando que la muralla no podía estar construida cuando se realizó el enterramiento. Este hecho nos sitúa ante nuevas cuestiones: la muralla en que se apoya el anfiteatro ¿era o no la fundacional?. Esta pregunta se ve contestada por el análisis constructivo de la cerca muraria así como por otro razonamiento de tipo urbanístico.

A la vista de los argumentos expuestos, estamos en disposición de proponer como hipótesis de trabajo la siguiente secuencia: FASE 1. En el 8 a.C., fecha dedicatoria de los epígrafes, hubo un anfiteatro situado extramuros (Cfr. CDRom Planos nº 20-1). Probablemente pertenezca a este primer anfiteatro el podium de granito con las inscripciones y, probablemente, el habitáculo así como entradas en los extremos del eje longitudinal. También pertenecerían a esta primera fase las dos estructuras rectangulares y concéntricas de la fossa. El resto del edificio pudo ser de carácter provisional, de madera, como está ampliamente

Respecto a la técnica constructiva, se observa que la parte oriental de la muralla presenta un opus incertum

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El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita

documentado a lo largo y ancho de todo el Imperio. Proponemos como ejemplo un anfiteatro simple con parte de su estructura efímera -los maeniana- y extramuros, el caso de Emporiae (Golvin, nº 93, 121; Sanmartí-Gregó et alii, 1992, [1995], 139 ss.). Con respecto a la muralla, esta debía transcurrir por las inmediaciones de la platea que separa al teatro del anfiteatro. El segundo hito se produciría en los últimos años del reinado de Claudio, o con Nerón: se haría el susodicho enterramiento extramuros y, posiblemente, no lejos del anfiteatro. FASE 2. Sería la de la ampliación del recinto urbano con Otón, en el 69 d.C., que implica la construcción de un nuevo tramo de muralla y ésta que el primitivo anfiteatro quedase intramuros (Cfr. CD-Rom Planos nº 20-2). FASE 3. En fechas poco posteriores, en plena dinastía Flavia, se procedería a erigir un anfiteatro estable y monumental, para lo cual se aprovechó el podium aunque se le hicieron reformas puntuales como se ha visto más arriba- así como las ventajas que ofrecía el terreno: una gran loma donde asentar, al menos, media elipse. Se amortizarían en este momento las antiguas estructuras de la fossa y se crearían las tres canalizaciones y el receptáculo rectangular con escaleras y revestimiento de signinum (Cfr. CD-Rom Planos nº 21-1). Durante la construcción del gran anfiteatro que hoy conocemos, se realizó la estructura cuadrangular del sector sureste del monumento con su responsio. Tiene la misma cronología evidentemente- que el anfiteatro por estar trabados parcialmente los arranques de MER.2.17 con la línea de fachada. Respecto a su función y restitución, ya fue brevemente apuntada por Mélida: soportar una bóveda de cañón, aunque no aventuró su funcionalidad (Mélida, 1921, 9). Si se observa detenidamente el Plano 21-1, se ve que desde el soporte frontero al anfiteatro (MER.2.18) hasta la zona donde la muralla vuelve a reaparecer con toda su altura, pudo existir una especie de muro-horquilla que canalizara la entrada hacia la ciudad a través de esta gran puerta. Por el otro lado, esto es hacia el norte, sería el propio anfiteatro el que ejerciese la función de muralla hasta la zona en que vuelve a documentarse la muralla exenta y con su portillo, es decir, inmediatamente al noreste del anfiteatro. El que el anfiteatro se construyese junto a la muralla y esta fuera parcialmente arrasada no sería un hecho excepcional ya que así se ha atestiguado en el anfiteatro de Arlés, de fines del s. I d. C., donde se destruyó parte para levantar el edificio (Gros, 1992 [1995], 13 ss.); algo similar se constata en el de Nîmes, también de época flavia, donde el anfiteatro se alza a 10 m. de la muralla y esta se encuentra arrasada por completo (Gros, 1979, 616-617; ídem, 1992, [1995], 13 ss.). Este fenómeno está

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ampliamente documentado en épocas posteriores, igualmente en la Galia, como son los casos de Amiens o de Périgueux (Frézouls, [1987], 1990, 85, n.49), el primero con una cronología “anterior al s. II d. C.” (Golvin, 1988, 126) y el segundo de época de Tiberio y acabado en la segunda mitad del s. I d. C., según se deduce del dato epigráfico (Golvin, 1988, 160-161). Algo similar, pero ya de un momento posterior, s. III d. C., se documenta en Metz, Trèves o Vienne (Bedon, Chevalier y Pinon, 1983, 105). En resumidas cuentas, es muy probable que las estructuras MER.2.17 y MER.2.18 soportasen un arco que enfatizaría, de esa manera, la puerta de la muralla de la ciudad por este sector. FASE 4. (Cfr. CD-Rom Planos nº 21-2). A fines del s. II o inicios del s. III d.C., se realizaría una importante reforma: la construcción del Nemeseion bajo la tribuna editoris que, probablemente, comportaría la reorganización de la zona de contacto entre la primera grada y el podium. Es posible que también se realizase ahora la gran intervención en la harena que supone excavar el espacio cuadrangular en el centro de la misma y amortizar el “estanque” precedente así como las canalizaciones a él asociadas. A modo de inciso, debemos explicar que el dato cronológico viene dado por una inscripción que se hallaba in situ, junto a la puerta del subvomitorio occidental, en el gran eje norte. Se trata de un titulus pictus que en la actualidad se conserva en el M.N.A.R. de Mérida. Fue descubierta por Menéndez-Pidal y dada a conocer por García y Bellido (1957, 29). Es un epígrafe pintado en blanco sobre rojo, que recubre una cartela de estuco con forma de tabula ansata y sus dimensiones son: 0’87 por 0’32 m. y posee un grosor de 7’5 cm.. Está escrita con letras cursivas capitales y podía leerse: Deae Inuictae/ Caelesti Nemesi/ M. Aurelius fili.../ Roma V(otum) S(olvit) A(nimo) L(ibens)/ Sacra V. S. (García y Bellido, 1967, 9091). Tras su estudio, García y Bellido, interpretó que se trataba de un sacrificio realizado a la divinidad según se deduce de su última línea. Respecto a la datación la situó en el s. II aunque según sus propias palabras “mejor del s. III” (1967, 91). El donante, es un liberto de Caracalla y sería, por tanto, un beneficiario más de la Constitutio Antoniniana del 212. Por esta razón hemos llevado la construcción del Nemesion a unas fechas cercanas, data por la que abogan, igualmente, el uso de materiales amortizados. Debemos plantear ahora la incógnita que supone la existencia del pequeño habitáculo situado en el sector suroeste del podium, que sólo nos es dado a conocer a través de planos y fotografías de 1925 por Mélida ( 1925, nº 738, 166 y Lám. LXXIII y LXXIV) (Cfr. CD-Rom Planos nº 20-1 y lám. 106). Lo único que sabemos de él son sus dimensiones 3’10 m. de profundo por 2’05 m. de

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ancho. Ignoramos si es fruto de una reforma o estuvo detrás del podium siempre, con qué materiales estaba construido, etc. Ya dijimos en la descripción general del edificio que su excavador, Mélida, suponía que serviría para la protección de los operarios del anfiteatro frente a las fieras que deambulaban por la harena. Dado lo exiguo de los datos, poco es lo que podemos deducir de él, aunque son de gran ayuda las imágenes de las fotografías (Mélida, 1925, t. III, lám. LXXIV) y nuestra lám. 106. Un dato muy importante sería saber la anchura de su puerta sobre la harena, pero no es dada a conocer. Sin embargo, si nos fijamos en la planta que proporciona Mélida (1925, t. III, lám. LXXIII) está reflejada la puerta con la misma anchura que la habitación misma. Siguiendo con el análisis de las fotografías antiguas, parece que se trata de una remodelación que sufre el podium, por lo mal trabado los sillares que hacen de jambas. Se advierte, además, que, dado que se localiza bajo una zona de graderío, su cubrición pudo ser una bóveda rebajada rampante, como las de las carceres aunque no se puede descartar que fuese un espacio adintelado en pendiente (cfr. lám. 106). En las fotografías recientes se observa que con la restauración de Menéndez-Pidal, las jambas se quitaron de su lugar y dicho espacio se macizó con arena. En la actualidad apenas es distinguible dado el progresivo deterioro del monumento.

(que estuviese en mal estado) quizá por su reducido tamaño, o bien por una posible promesa a la diosa, o por todas estas causas, se erigió el Nemeseion que hoy se puede visitar.

En cualquier caso, respecto a su construcción cabe pensar que lo más lógico es que se trate de un espacio que se erige a la vez que el cuarto elipsoidal suroccidental, ya que si se realizase a posteriori, habría que desmontar las gradas, romper la capa preparatoria de opus caementicium y el relleno del gran compartimento inundaría el espacio, por lo que sería necesario montar un complejo sistema de encofrado que sujetase durante las obras ese desmonte. Esto, por ejemplo, se pudo hacer bajo la tribuna oriental porque allí no había relleno sino que estaba la roca madre. Cabe plantearse, a título de hipótesis, si no podríamos estar ante un sacellum previo al Nemeseion del s. III. Esta idea no es del todo descabellada si tenemos en cuenta la importancia de estos edificios dentro del culto imperial (Gros, 1992 [1995], 27-28) y, también, del culto a Némesis-Caelestis, tan particularmente ligado, en el caso español a los anfiteatros (Canto de Gregorio, 1984, 188 ss.) e íntimamente relacionado con el componente militar de la población, de ahí su proliferación en Pannonia, Moesiae o Daciae (Canto de Gregorio, 1984, 193). Sabemos que estos lugares de culto suelen caracterizarse por ser estancias situadas en las proximidades de las entradas principales, como en el caso de Itálica, o de habitáculos en relación con la harena, como ocurre en Tarraco (Canto de Gregorio, 183 y 186). Se podría pensar que tras construirse junto con el “gran anfiteatro”, en un momento posterior quizá en la época a la que nos lleva la inscripción, s. III- bien por razones arquitectónicas

Por último, como respuesta al argumento urbanístico basado en la concepción unitaria de teatro y anfiteatro, a su vez fundamentado en los datos epigráficos de ambos edificios y en el hecho de la alineación existente entre los ejes de ambos monumentos, vemos que no reviste mayor problema para adaptar el anfiteatro a la trama urbana existente, para lo cual centran su eje transversal con la postscaena del teatro, simplemente.

Por último, con respecto a la cronología del actual sacellum a Némesis, debemos señalar que encaja muy bien la datación del s. III ya que, por paralelismo, en un lapso poco mayor sitúa Canto de Gregorio la cronología del de Itálica (1984, 194). No se poseen datos que nos permitan ubicar cronológicamente las reparaciones documentadas en varios paramentos así como en las escaleras del subvomitorio este, en el gran eje septentrional, aunque es probable que las mayores se realizaran en la última fase y las menudas a lo largo del devenir del edificio. A partir de este momento no poseemos datos que nos alumbren acerca del momento de abandono de la actividad en el anfiteatro. Suponemos que se colmataría lentamente y sabemos que fue utilizado como cantera para reparar el puente en una de las múltiples avenidas del Guadiana, concretamente la de 1608. Luego fue utilizada como área de cultivo y sus muros aprovechados para instalar edificaciones parasitarias.

III.4.4. Paralelos técnicos y tipológicos. Bajo este epígrafe queremos hacer una valoración de los rasgos constructivos y arquitectónicos más característicos del anfiteatro. Entre los primeros se prestará especial atención a elementos tales como la disposición en adaraja del conjunto opus quadratumopus incertum; la trabazón entre opus incertumopus testaceum; la concepción del opus quadratum: el tratamiento de los bloques, los arcos rebajados y las bóvedas del mismo tipo, arcos en esviaje y dinteles adovelados, etc. El segundo apartado se centrará en la búsqueda de similitudes con otros anfiteatros del Imperio, rastreando posibles influencias o paralelismos en el modo de solucionar problemas parecidos. En este caso se tendrá especialmente en cuenta la cuestión cronológica.

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El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita

Dentro del primer apartado, es muy difícil encontrar un tipo exacto, o casi, al sistema de aparejo entre el opus incertum y las cadenas de sillares dispuestos en adaraja. Lo que más se asemeja o, al menos lo recuerda bastante, es el opus africanum. Sin embargo, esta fábrica suele mostrar unas cadenas muy irregulares y dispuestas muy próximas entre sí y este, claro está, no es el caso. En la línea de combinación de dos tipos de construcción basados unos en la presencia de elementos regulares (sillares) y otros irregulares (mampuestos del incertum), encontramos cierto parentesco, aunque muy lejano en la combinación que se realiza en el anfiteatro de Pompeya entre opus quasi reticulatum y pequeños bloques de tufo. Este data del 80 a. C. y en esta misma órbita se encuentra en anfiteatro de Casino (fin del s. I a. C.), en donde los muros están recrecidos en opus quasi reticulatum y las esquinas aparecen protegidas con cadenas de sillares, aunque sin disponer en adaraja, como se apreciaba tímidamente en el caso de Pompeya (Adam, 1984, 142 y 143). Encontramos una posible fuente de inspiración más certera en las subestructuras de la terraza del Templo de Júpiter Anxur en Terracina, donde todos los muros están realizados con incertum de tamaño pequeño e irregular y los ángulos de las puertas aparecen cinchados con pequeños sillares dispuestos en adaraja para conseguir una mejor trabazón (Ward Perkins, 1976, 31-34, Lám. 33-35; García y Bellido, 1990, 69-70, Lám. 51). Hay que puntualizar, sin embargo, que esta manera de construir con opus incertum difiere bastante de la emeritense, y puede ser debido a la diferente naturaleza de la piedra empleada. En el caso italiano, se trata de elementos más pequeños, dispuestos irregularmente y en los que difícilmente se pueden reconocer tongadas. Donde mejor se pueden distinguir es en la muralla de Terracina, datada entre el 90 y el 82 a.C., realizada en incertum con núcleo de opus caementicium y en la que se aprecian las tongadas de crecimiento del muro, aunque mal niveladas (Adam, 1984, 139-140, Lám. 297). Otro ejemplar bastante parecido, al menos conceptualmente, al caso del anfiteatro emeritense lo encontramos reflejado en la parte alta del hemiciclo abovedado del templo de la Fortuna Primigenia, en Praeneste, de fines del s. II para Gullini (1973, 746-799) y de comienzos del s. I a. C. para WardPerkins (1976, 34-39, Lám. 50) o García y Bellido (1990, 63-67, lám. 43). Por su parte, Marta define a este tipo de opus incertum como un “segundo periodo” que sitúa entre finales del s. II a. C. y el 55 a. C., y dice que representan “la muratura ufficiale dell’età di Silla” (Marta, 1986, 19-20). Respecto a la combinación opus incertumopus testaceum, encontramos un problema más o menos parecido al que planteaba el apartado precedente y las dificultades vienen dadas, fundamentalmente, por lo distinto del incertum emeritense frente al itálico. A pesar

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de esto debemos subrayar que la unión entre ambos materiales suele realizarse mediante un sistema de adaraja en los más regulares, en este caso los ladrillos, incluso si en vez de incertum es reticulatum como se ve en el Piccolo Mercato de Ostia (Adam, 1988, 145-146, lám. 311). Un sistema de trabazón que recuerda mucho a lo que se documenta en las ventanas del anfiteatro lo hallamos en el anfiteatro de Pompeya, donde tras el terremoto del 62 hubo que aparejar arcos en ladrillo para evitar posibles desplomes; las jambas o pies derechos en que se apoyan dichos arcos también son de testaceum y traban en adaraja con la primitiva fábrica de incertum. Se data en el 80 (Adam, 1988, 165 y 177, Lám. 387). De menor nivel estético pero válido para la idea que queremos resaltar es el ejemplo de una reconstrucción de Pompeya, posterior al 62 d. C., realizada a base de una suerte de incertum y testaceum, cuya trabazón se realiza mediante adarajas (Adam, 1988, 165, Lám. 362). La combinación de opus incertum con opus testaceum (mixtum) este último dispuesto en verdugadas entre las tongadas de aquél, la sitúa Marta en el periodo comprendido entre la mitad del s. I d. C. hasta el s. III (1986, 20). Así pues, se observa que la conjugación de ambas fábricas en un mismo muro, es un hecho que se produce muy puntualmente y en Italia sólo aparece casi formando el tándem quasi reticulatum/ reticulatumtestaceum. Además, la gran diferencia reside en que en Italia muy pronto casi todos los edificios se construyen en ladrillo o, en todo caso, en opus mixtum, mientras que en la Península Ibérica la utilización del ladrillo resulta un fenómeno muy reducido: en la Tarraconense sólo hay escasísimos ejemplos y casi siempre en íntima relación con establecimientos termales; en la Betica, se documenta un fenómeno similar con la excepción de Itálica (Roldán Gómez, 1992; ídem, 1993) y en la capital de la Lusitania se vuelve a constatar este fenómeno (Durán Cabello, 1995 [1999]). Respecto al tipo de ventana que se utiliza en el anfiteatro, vemos que son aboquilladas, como saeteras, que iluminaban de arriba abajo. Un ejemplo de forma similar que no de fábrica, lo hallamos en las ventanas de la subestructura abovedada de la acrópolis de Ferentinum (s. II a. C.), precursora de este tipo de soluciones que posteriormente se perfeccionaron en los tres grandes santuarios republicanos de Terracina, Tibur o Praeneste (Ward-Perkins, 1976, 34, Lám. 39). Si examinamos otro de los opera presentes en el anfiteatro, el opus quadratum, vemos que encontramos paralelos más exactos y constreñidos en un periodo de tiempo muy concreto. Efectivamente, el modo de escuadrar los sillares y el tipo de almohadillado que poseen son típicos de época de Claudio I. Así, sus influencias más directas están en Porta Maggiore (Lugli, 1957, 330-331), en el arco terminal del Aqua Virgo y,

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sobre todo, en las subestructuras aterrazadas del Templum Divum Claudium, que fue terminado por Vespasiano en el año 70. Boëthius y Ward-Perkins consideran esta manera de trabajo como altamente manierista e inequívocamente representativa de los severos edificios claudianos, que muestran una forma de labra “decididamente pasada de moda” (Boëthius y Ward-Perkins, 1970, 209, Lám. 115117). De hecho, Ward-Perkins, ve en la cara este del Templo del Divino Claudio, una remembranza del de Júpiter Anxur (Boëthius y Ward-Perkins, 1970, 217-219). Respecto a este mismo templo, Sear se expresa en términos parecidos, haciendo especial hincapié en la marcada rusticidad de los arcos y en cómo sus claves se proyectan sobresaliendo hacia el exterior ([1982], 1989, 94, lám. 50).

en el caso emeritense, al estar unidas a hueso, muestran las juntas oblicuas para sostenerse entre sí por gravedad. Las inferiores son las que marcan el final del primer piso -dinteles- y las otras forman conjunto con los arcos de descarga. Las superiores llevan en todos los casos bien diferenciada la clave (García y Bellido, 1990, 77, lám. 59). Sin embargo, existe una diferencia fundamental con los arcos adintelados del anfiteatro y es que en estos, a pesar de estar adovelados, sus tres piezas no son dovelas casi radiales como se documenta en las tabernae precitadas, sino que son sillares dispuestos por su lado longitudinal y con las juntas oblicuas, según se ha explicado, con la clave brevemente señalada, aunque en ocasiones lo está de manera ostensible. Hallamos algo similar en los dinteles de los vanos laterales de Porta Maggiore, compuestos por cinco piezas sobriamente molduradas (Ward-perkins, 1976, 89, lám. 104). También, salvando las distancias, está en la línea de las platabandas del templo de Baco en Baalbek. Aquí están compuestas por tres elementos pero difieren de las emeritenses en que estas se presentan ricamente decoradas y, pertenecen al s. II d. C. (Adam, 1984, 187, Lám. 409).

Salvando las distancias, son los sillares del tipo que hemos denominado B1 los que más y mejor se ajustan a los que conforman la terraza del Templo del Divino Claudio. Sin embargo, en el mismo edificio, hay otros que hemos denominado como tipo B2 que se muestran casi “directamente” influidos por los que constituyen algunas de las pilas del Aqua Claudia (Adam, 1984, 118119, Lám. 252). Adam hace referencia, al igual que ya lo hicieran Boëthius y Ward-Perkins, a la gran trascendencia de esta manera de trabajar y cómo en el Renacimiento se inspiran directamente en las obras del periodo de Claudio (Adam, 1984, 118-119; Boëthius y Ward-Perkins, 1970, 209).

Otro interesante detalle constructivo es la profusión de arcos y bóvedas rebajadas que se documenta en el anfiteatro. Efectivamente, los vomitorios de la parte este eran todos rebajados y en el cuarto sur, serían mucho más acusados que los de la parte noreste, como se ve en el V.6. Esto puede deberse, como ya se ha apuntado, a la adaptación puntual a la topografía del lugar. Sin embargo, en la parte oeste, concretamente en la zona donde el desnivel se hace más notorio y es necesario remontar escaleras para acceder al imum maenianum, estaban cubiertas con bóvedas de cañón según se desprende de los arranques que aún quedan in situ.

Como también subrayan estos últimos, esta manera de trabajar los sillares se documenta sólo durante un corto espacio de tiempo del que el Templo del Divino Claudio es el punto final. En Mérida ocurre algo parecido: sólo encontramos opus quadratum trabajado de esta manera en la fachada anular del teatro, en los sillares de las puertas y cadenas del anfiteatro -excepto en el podium y ambas tribunae- y en los bloques que configuran las arcuationes del primer cuerpo del acueducto de San Lázaro, como ya hizo notar en su día Jiménez Martín (1976, 119, n.80).

Entre los tres vomitorios principales existen diferencias. Así, el oeste, estaría casi por entero cubierto con bóveda de cañón mientras que los que se abrían a norte y a sur, sólo tendrían el primer tramo de esta manera, es decir hasta la altura de las jambas más al interior de los pasillos. A partir de aquí la bóveda se rebajaba, como demuestran los arcos fajones con dovelas graníticas que han llegado hasta nuestros días y que se ubican en la zona media de dichos corredores (MER.2.16 y MER.2.33). Hay que subrayar que todas estas bóvedas, excepto la del vomitorio occidental (V.1), se disponen en decenda. Paralelos de arcos rebajados aparejados en granito es mucho más complicado de hallar y si exceptuásemos aquellos relacionados con los puentes, casi no encontraríamos ninguno.

En relación con el opus quadratum, pero desde el punto de vista estrictamente arquitectónico, se encuentran los dinteles adovelados que coronan todos los accesos de los subvomitorios. Ya se ha demostrado que en todos los casos se trata de tres dovelas, unidas a hueso con las juntas oblicuas para conseguir un perfecto encajamiento y lograr así que se sustenten por gravedad. Este sistema que es denominado por otros autores como arco adintelado, arco degenerante, arco a nivel o arco a regla, así como platabanda (Madariaga, 1970, s. v.; Paniagua, 1993, s. v.) lo encontramos en época de César. Efectivamente, en su Foro y más concretamente en las tabernae que se construyeron en la zona noroeste, aparecen arcos de medio punto de descarga y bajo ellos se desarrollan dobles platabandas compuestas por siete dovelas cada una. Como

Lo más antiguo que hemos hallado es de época republicana y se trata de tres arcos del Ponte di Nona, en la Vía Praenestrina (Ward-Perkins, 1976, 41), aparejado todo él con sillares. Bóvedas ligeramente rebajadas se

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El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita

encuentran en las subestructuras del Templo de la Fortuna Primigenia, en Praeneste, en la zona de los hemiciclos columnados (Ward-Perkins, 1976, 34-39, lám. 47 y 49; Gros, 1978, 51 ss.). También encontramos una bóveda rebajada y en decenda cubriendo una escalera interior del Tabularium (García y Bellido, 1990, 61-63; Boëthius y Ward-Perkins, 1970, 131; Ward-Perkins, 1976, 53, lám. 59). Arcos rebajados aparejados en ladrillo se documentan multitudinariamente y suelen ser, fundamentalmente de descarga. Los hallamos en las Termas del Centro, en Pompeya del 62-79 d. C. (Adam, 1988, 187, lám. 412) así como en la sala octogonal de una de las estancias radiales de la Domus Aurea de Nerón, del 64 (García y Bellido, 268-271; Ward-Perkins, 1976, 103, lám. 122) y ya en épocas posteriores en la Domus Augustana y en los Mercados de Trajano. Por último, en relación con los arcos en esviaje son infinidad los ejemplos que hemos encontrado pero se trata casi siempre de arcos de descarga. Están atestiguados, igualmente en la sala octogonal de la Domus Aurea, y también en las bóvedas de subestructura del gran anfiteatro de Puteoli (Ward-Perkins, 1976, 232, 260), de época flavia (Golvin, 1988, 180). Respecto al otro gran bloque de este apartado, referido a cuestiones tipológicas, podemos hacer una división. Por un lado, situaremos los anfiteatros cuyas plantas sean más similares, y, por otro, buscaremos paralelos a zonas concretas del monumento emeritense, como las carceres, el pequeño habitáculo del podium y el posible Nemeseion. Por similitud de plantas, encontramos bastantes concomitancias con el caso de Augustomagus Sylvanectum (Senlis), en lo que se refiere al sector inferior del edificio: todo apoyado en grandes compartimentos, como el sector occidental de Mérida. También hay ciertos paralelismos en la disposición simétrica de las carceres asicomo en las capillas situadas bajo las tribunas, con nichos destinados al culto, posiblemente, de Venus y Hércules, según los restos escultóricos. En la tribuna norte se aprecia una reforma en el s. III. Está datado en época augustea (Golvin, 1988, nº 21, 81, pl. VIII,1). El anfiteatro de Ancona, data de principios del s. I d. C.. A primer golpe de vista muestra la totalidad de la cavea asentada y dispuesta de un modo que recuerda mucho al emeritense. Se tuvo que añadir una fachada nueva contra la antigua, por el mal estado de aquella. La nueva muestra muros muy animados con contrafuertes y zonas retranqueadas con pilastras. La reforma se data según criterios constructivos (opus mixtum a base de

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reticulatum y verdugadas de testaceum) en el s.II (Golvin, 1988, nº 78, 110-111, pl. XV,9). Uno de los ejemplares más en sintonía con el anfiteatro de Mérida es el de Casinum (Casino), datado en la segunda mitad del s. I d. C., por un epígrafe que hace mención de la donante. Se apoya parcialmente en una loma, recortándola en gran medida, y la otra mitad está construida exenta. El nivel inferior es muy parecido al emeritense: en los extremos del eje transversal aparecen dos estancias que reducidas dimensiones que no saben si interpretarlas como carceres o como sacella. Nosotros, por el tamaño, nos inclinamos por la segunda opción aunque supone un serio problema la inexistencia de carceres. Quizá fuese esa la finalidad de la estancia del subsuelo (Golvin, 1988, nº 82, 114, pl. XXVII,1 y 2). Otro anfiteatro de innegable parentesco con el emeritense es el de Mediolanum Santonum (Saintes). Se construyó en época de Claudio, según se deduce de una inscripción actualmente perdida. La harena está parcialmente excavada y el graderío aprovecha la pendiente en algunos casos recortándola y en otros como basamento para los compartimentos de asiento de la cavea. Aunque está aparejado en opus vittatum, este muestra sus juntas especialmente destacadas, “subrayadas al fuego”, que dicen los franceses. Utiliza quadratum sólo en las entradas axiales, el podium y las gradas. La diferencia más notoria con el de Mérida reside en que el sector este del de Saintes está construido exento, al modo de los anfiteatros flavios (Golvin, 1988, nº 100, pl. XXXI,1-3). Otros paralelos con respecto al modo de estar compartimentada la cavea lo hallamos en Syracusae (Siracusa). Este anfiteatro está parcialmente excavado: sus galerías de servicio de la harena así lo revelan. El resto de las estructuras se apoyan en un sistema de compartimentos rellenos que recuerdan mucho a la solución aplicada en Mérida y en Saintes. Con respecto a la fachada, este siciliano debía ofrecer un aspecto muy macizo, como el de Emerita. Su datación es un poco compleja y cabría situarla entre Augusto y Nerón. En el s. III sufrió restauraciones y marmorización del nuevo balteus del podium, según desvelan los epígrafes de esa parte (Golvin, 1988, nº 85, 115-116, pl. XIII,2). En esta misma línea de compartimentación y asiento de la cavea se encuentra el caso de Segóbriga (Cabeza del Griego, Cuenca), que está parcialmente tallado y apoyado en la pendiente de la colina y los extremos y la otra semielipse están construidos sobre compartimentos macizados. Por técnica constructiva también es parangonable con el emeritense, ya que está aparejado con opus vittatum -y no en incertum, como sostiene Golvin- en el que se insertan verdugadas de opus

Rosalía María Durán Cabello

testaceum; las esquinas y el podium están aparejadas en opus quadratum. Se inició en época de Claudio (36-60 d. C. es el resultado de una estratigrafía) y se concluyó la galería norte entre Nerón y los Flavios, concretamente en el año 68, según avala un dato epigráfico (Almagro Basch, 1992, [1995], 139 ss; Golvin, 1988, nº 88, 119, pl. XV,7 y XLVII,5).

En el caso de Carnuntum (Petronell), se supone que tuvo anfiteatro desde su conquista, en torno al 63-68 d.C., que quedó ocupada por la Legio XV Apollinaris. Este anfiteatro debía ser una suerte de ludus de madera, entre los años 103 y 107, con la división administrativa de Pannonia, esta ciudad asume la capitalidad y es en el periodo comprendido entre Adriano y el año 180 cuando se hace el monumento estable. Este posee un suggestum sobre el eje oriental y bajo él parece que pudo estar el Nemeseion. En época de Marco Aurelio se construyó un anfiteatro civil, mucho más irregular que el militar y más pequeño, que también tuvo Nemeseum en el extremo del eje oriental (Golvin, 1988, nº122 y nº 123, 135-136, pl. XIV,5 y XIV,6).

También guardan cierto parecido con el de Mérida el de Herdoniae (Ordona), de mediados del s. I d. C., en lo que se refiere a la disposición de las carceres, que nos indican que el habitáculo -actualmente perdido- del anfiteatro emeritense pudo ser esto o un sacellum, como también propone Golvin (1988, nº 26, 84, pl. VIII,7). Encontramos concomitancias, igualmente, con los anfiteatros de Venafrum (Venafro), por la disposición de los compartimentos y por la técnica constructiva; se fecha en época augustea (Golvin, 1988, nº 87, 119). Con el de Patavium (Padua) por la manera en que presenta la compartimentación de la cavea así como por el aspecto pesado de la fachada; este también es de época augustea y sufrió restauraciones puntuales en época tardía, realizadas con ladrillo, como en Mérida. También muestra, como rasgo definitorio, la ausencia de galerías periféricas cubiertas, como ocurre en Mérida y en Lyon (Golvin, 1988, nº 90, 120, pl. XV,2). Y por alusiones, el caso de Lugdunum, datado en el 19 a.C., muestra un sistema de “cajear” el graderío muy parecido al caso emeritense; también está aparejado en incertum y el aspecto de la fachada de esta su primera fase, debía ser muy pesado. Igual que ocurre en Mérida, bajo la tribuna, en el eje este, posee una estancia posiblemente relacionada con el culto a Némesis (Golvin, 1988, nº 85, pl. XVII,1).

En el caso de Aquincum (Budapest), se supone que tuvo que poseer un ludus militaris de madera, pero no es hasta época de Antonino Pío -según acredita un epígrafe- que la Legio II Adiutrix Pía Fidelis construye el permanente con incertum. Tiene un amplio subsuelo y se documentan pequeñas habitaciones bajo las tribunas, sobre el eje transversal. No se puede aseverar si eran carceres o alguna de ellas sirvió como Nemeseion. Posee, como en el caso de Mérida, dos pequeñas habitaciones dispuestas en diagonal a los dos ejes de la elipse. El anfiteatro civil parece que data del 162, según una inscripción. También está construido con incertum y posee un Nemeseum sito junto al eje axial, en el oeste. No posee subsuelo y presenta cuatro carceres que recuerdan al habitáculo de Mérida. Es de menor tamaño que el militar y su estructura más compacta (Golvin, 1988, nº 124 y nº 125, 137-138, pl. XIV,4 y XIV,8). A modo de resumen de todo lo expuesto parece claro que este tipo de edificio prolifera por lo sencilla que resulta su construcción: se apoyan parcialmente y se recorta la roca del lugar; luego se asienta la cavea sobre rellenos compartimentados y “poco” más. Además, otra de las ventajas que presenta este sistema es que la piedra procedente de la preparación del terreno suele ser empleada en la propia construcción del monumento, de ahí que la mayoría de los anfiteatros de este tipo estén aparejados con vittatum o incertum. Así pues, son las condiciones que ofrece cada lugar las que inducen a adoptar uno u otro tipo de aparejo. Como nota cronológica, hay que observar que la mayoría de los ejemplos pertenecen al periodo julioclaudio y los monumentos más notables: Casinum, Saintes, Mérida o Siracusa están a caballo entre el final de los JulioClaudios y los Flavios.

Estos esquemas de compartimentación del relleno del graderío se vuelven a documentar en anfiteatros posteriores de zonas tan alejadas como Isca Silurum (Caerleon) que también está parcialmente tallado y se asienta sobre ocho compartimentos y se data en esta su segunda fase (la primera era de madera) en el 125 d.C.; o como también lo es el caso de Sabratha, del s. II d. C., que se muestra con un sistema de compartimentos-cunei- muy similar al caso emeritense. Este posee una gran fossa. (Golvin, 1988, nº 108 y nº 120, 128-129 y 134-135, pl. XII,5 y XIII,3). Por último, como paralelos de espacios de culto relacionados con Némesis, poseemos los casos de los anfiteatros de Carnuntum y Aquincum, en Pannonia Superior e Inferior, respectivamente.

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El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita

CUADRO 2. GRUPOS DE TRABAJO EN EL ANFITEATRO PUNTO MER.2.1 MER.2.2 MER.2.3 MER.2.4 MER.2.5 MER.2.6 MER.2.10b MER.2.10 MER.2.12 MER.2.13 MER.2.14 MER.2.15 MER.2.16 MER.2.17 MER.2.18 MER.2.19 MER.2.21 MER.2.22 MER.2.25 MER.2.27 MER.2.28 MER.2.29 MER.2.32 MER.2.33 MER.2.30 MER.2.31 MER.2.34 MER.2.35 MER.2.36 MER.2.45 MER.2.46

MODULO Pp C I C/Pp C C C C/Pp C I C I C/Pp C C Pp/C Pp/C Pp Pp Pp/C Pp/C C C C Pp I Pp Pp Pp B B

ALMOHADILLADO R-N N-R Sin N-R R-N N-R N-R N-R N - Ab N-R N-R N N R R R N R R - Sin R - Sin R-N Sin - N R N-R R Sin N-R Sin-Ab-R N-R Sin Sin

ABREVIATURAS P = pes Pp = palmipes C = cubitus B = bipedal N = natural R = rústico Ab = abrupto Sin = liso I = irregular Subrayado = lo que predomina

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TIPO B-1 B-1 A B-1 B-1 B-1 B-1 B-1 B-2 B-2 B-2 B-2 B-2 A A B-2 B-2 A A y B-2 B-1/B-2 B-2 B-2 B-2 A B-2 B-2 B-1 B-1 B-1 A A

CUADRILLA C-1 C-1 C-1 C-1/C-2 C-2 C-2 C-2 C-2/C-3 C-2/C-3 C-3 C-3 C-3 C-3 C-9 C-9 C-3/C-4 C-3/C-4 C-4 C-4 C-4/C-5 C-5 C-5 C-6 C-6 C-7 C-7 C-8 C-8 C-8 C-0 C-0

CAPITULO IV. CONCLUSIONES

Rosalía María Durán Cabello

IV.1. INTRODUCCIÓN.

la loma de la colina en que se asienta, tras una concienzuda labor de terraplenado que se consiguió mediante el recorte de la roca madre del lugar. El terraplén ha quedado fosilizado en el monumento en el muro de cerramiento trasero de la crypta.

En este último capítulo del trabajo no se trata tanto de realizar un resumen de los diferentes aspectos que han sido contemplados a lo largo del mismo si no de poner de relieve los datos más significativos. Estos se enfocarán desde tres ángulos complementarios: la técnica constructiva, el análisis arquitectónico y el hecho arqueológico, lo que nos permite abordar una nueva lectura de los edificios, mucho más enriquecedora que la tradicional. Todo esto se desglosará en varios apartados para subrayar más la importancia de los resultados obtenidos tras concluir la investigación que nos propusimos.

La crypta es considerada por Boëthius y WardPerkins como un elemento característico de los teatros de época augustea, de presencia no muy extendida y de cronología más bien restringida. Se podría decir que es una innovación de este periodo (1970, 171). A partir del muro de fondo de la crypta, el graderío se apoya sobre una poderosa subestructura constituida por un sistema por compartimentos, formados por la intersección de muros radiales con dos concéntricos con respecto al punto generador: el muro de cierre de la crypta y el muro de la fachada anular del teatro. Los muros radiales están señalizados en el de fondo de la crypta mediante la presencia de sendos pares de pilares de sillería, embutidos, que se disponen frente a cada una de las salidas del corredor anular al graderío. A partir de la media cavea hay zonas concretas que se apoyan sobre las bóvedas de los vomitoria que bajan a la ima cavea. Y lo mismo sucede con la summa cavea.

El primero de ellos tratará de la tipología del teatro y la del anfiteatro y su relación con otros edificios de idéntica función. El segundo estará dedicado, exclusivamente, a las características constructivas que definen tanto al teatro como al anfiteatro emeritenses, haciendo un repaso de las técnicas constructivas documentadas en ellos y su posición en el panorama de la arquitectura romana, en general. En tercer lugar se hará una valoración de las características arquitectónicas de ambos edificios, incidiendo en aspectos de fundamental importancia: arcos, bóvedas y composiciones empleadas. También se contrastará con otros edificios.

Esto, que puede ser considerado como un método de construcción poco evolucionado, es un hecho sobradamente probado tras un estudio de conjunto de los teatros romanos (Ciancio Rossetto y Pisani Sartorio, 1994): siempre que se puede aprovechar la naturaleza del terreno se hace, independientemente de la época, a pesar de que la construcción en hueco -sobre bóvedas radiales y semianulares- fuese algo sobradamente experimentado como revela el teatro de Marcelo dedicado en el 23 a.C..

El cuarto y el quinto apartados estarán dedicados a exponer, brevemente, las sucesivas fases constructivas atestiguadas en cada monumento así como sus respectivas propuestas cronológicas. Por último, ubicaremos al teatro y al anfiteatro dentro de la trama urbana e histórica de la colonia, desde el levantamiento de los edificios hasta que pasaron a tener un uso subsidiario.

Con respecto al scaenae frons, los parascaenia, la postscaena y la uersura, vemos que el problema se agudiza en Mérida. Ya se ha demostrado que el podium donde apoya la columnata del frente escénico no traba con el muro de fondo. Dada la abusiva restauración, actualmente es muy difícil afirmar categóricamente que el primer frente escénico fuese rectilíneo, como lo hace Courtois (1989, 193, n.329). Sí es más probable, a la vista de su planimetría, que la fachada escénica estuviese compuesta por tres nichos: dos de planta rectangular y el de la regia de plan semicircular y con mayores dimensiones y profundidad. No se puede descartar, tampoco, que sólo existiese este último, como se documenta en el teatro de Pola, de época de Augusto (Courtois, 1989, 167-173; Ciancio Rosseto, Pisani Sartorio y H. P. Isler, 1994, 303). También parece muy probable que las escaleras se añadiesen en una época posterior, ya que es casi una característica excepcional que los teatros augusteos las tengan y su aparición es aún

IV.2. LA TIPOLOGÍA DE LOS EDIFICIOS. Tanto el teatro como el anfiteatro se muestran como edificios muy pesados y compactos por ausencia de vanos, o expresado de otra manera: la típica disposición de arquerías superpuestas de diferentes órdenes. Esta carencia viene impuesta por motivos económicos pecuniarios y de tiempo- así como por razones técnicas, como se demostrará. El Teatro se nos muestra como un edificio que aprovechó ventajosamente la naturaleza del solar elegido. Efectivamente, la parte baja de la ima cavea se encaja en

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El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita

rara en Italia en todos los teatros erigidos durante el s. I d. C. (Courtois, 1989, 292). El teatro emeritense tampoco tuvo parascaenia ni uersurae. En el caso de los parascaenia se documenta la existencia de dos, que es lo normal. Sin embargo, en el caso de las uersurae sólo hay una y, como los parascaenia, tampoco pertenece al edificio augusteo. Esto es un fenómeno más singular y sólo parece bien atestiguado en el teatro de Faesulae (Fiesole, REG. VII: Etruria), de época augustea pero cuya scaenae frons se finalizó el bajo el reinado de Claudio (Courtois, 1989, 154-159; Cancio Rosseto, Pisani Sartorio y Ruggiero, 1994, 460-462). En relación con la postscaena, el caso emeritense también es muy singular ya que es bastante difícil discernir entre las nuevas moles de mampostería. Sin embargo, aparecen claros varios aspectos: - No se trata de un muro rectilíneo sino que genera varias exedras de tipo rectangular, unas más profundas que otras y dos de ellas presentaban sendos pares de columnas, para subrayar su unión con las valvae hospitales. Lo reducido de su tamaño viene impuesto por la presencia de exedras o “retranqueos” en el muro escénico. Es esta otra característica del periodo augusteo que perdurará durante todo el s. I d. C. (Courtois, 1989, 195). - Hay que destacar un interesante detalle únicamente constatado en la exedra este y es la presencia de una especie de banco corrido que la cinchaba. Esto, además de mostrar lo integrado de estos espacios con el postscaenium nos muestran que estaban destinadas a acoger a los paseantes. Algo similar se documenta en el teatro de Corinto, del s. II d. C., cuyas exedras sitas a la espalda del edificio escénico estaban pertrechadas con banquetes corridos, realizados en piedra (Courtois, 1989, 195, n.339). Así, parece claro que no se utilizaron como bastidores. - El hecho de que las exedras de la trasera del edificio escénico estén planteadas como se acaba de explicar pone de relieve la existencia del porticus postscaenam desde el proyecto original, con su sacellum al fondo del xystus. En definitiva, según se desprende de todo lo expuesto, nos encontramos con un teatro en su primera fase constructiva- típico de época julio-claudia: ima cavea parcialmente acomodada en un desmonte del terreno, presencia de crypta, resto del graderío apoyado en substructiones macizadas con opus caementicium, ausencia de parascenia y de uersurae; scaenae frons bastante lineal, probablemente con una gran exedra central; postcaenium poco desarrollado pero abierto al uso del público.

225

El anfiteatro. Con este monumento sucede que lo poco esbelto de su construcción ha servido como argumento irrefutable para verificar su cronología augustea. Efectivamente, según la tipología elaborada por Golvin, se encuadra entre los anfiteatros de transición, esto es los que se apoyan en subestructuras continuas macizadas y los que se alzan en hueco, sobre complejos sistemas de bóvedas anulares y radiales. Aquí nos encontramos ante un tipo de rellenos compartimentados. Como se ha comprobado esto es rigurosamente cierto en la mitad oriental del anfiteatro, mientras que la occidental y, más concretamente, en su zona central, la compartimentación se realiza sobre un entramado de muros radiales y elipsoidales que delimitan espacios rellenos hasta la altura del paso del primer al segundo cuerpo y a partir de aquí irían vacíos para aliviar los empujes. Estos tipos transicionales son típicos del periodo julio-claudio donde conviven edificios de estructura macizada o plena, con otros construidos sobre vanos sistema de bóvedas ya mencionado-. A propósito de esto, Golvin opina que no se construyen en hueco por cuestiones técnicas y pone, también, como parangón el teatro de Marcelo. Subraya que este tipo de construcciones son más fruto de la necesidad: el sistema de asentamiento sobre subestructuras macizadas es mucho más rápido y menos costoso que los erigidos sobre bóvedas; esta economía se traduce, también, en la menor monumentalidad de dichos anfiteatros frente a los espectaculares de tipo en hueco (Golvin, 1988, 270-272). Esto también se refleja en las diferentes técnicas constructivas aplicadas en unos y otros edificios; así mientras que en los de estructura plena lo normal es que se construyan con fábrica de opus incertum, reticulatum o vittatum, los exentos suelen hacerlo en opus quadratum como revestimiento de la osamenta de opus caementicium. Sólo se ha documentado la existencia de un anfiteatro de estructura macizada construido en opus quadratum y es el de Syracusa (Golvin, 1988, 272). Es también sintomático de este tipo de anfiteatros la atrofia que muestran en su subsuelo. El caso de Mérida se ajusta a la perfección, ya que en su configuración definitiva sólo tuvo un receptáculo central, rectangular y alargado, que pudo compatibilizar las funciones de subsuelo, mediante un sistema de pies derechos que sostuviesen un entarimado -lo que sería la versión lígnea del foso italicense- y de escenario destinado a juegos acuáticos o pequeñas naumaquias, como parece evidenciar el excelente revestimiento de opus signinum con que está rematado y el complejo sistema de canales que debieron abastecerlo y evacuarlo, sin que podamos precisar más la cuestión.

Rosalía María Durán Cabello

Por tanto, parece totalmente fuera de duda que el hecho de que tanto el teatro y, especialmente, el anfiteatro emeritenses se construyan sobre subestructuras plenas en vez de hacerlo sobre substructiones huecas -bóvedas radiales y anulares-, se debe fundamentalmente a cuestiones económicas y no a razones técnicas, puesto que retos de este tipo estaban sobradamente probados y resueltos. Además, se evidencia un hecho muy propio de la idiosincrasia romana: el sentido de la praxis. No sólo en el caso emeritense sino hasta las más alejadas fronteras del Imperio, los arquitectos e ingenieros aprovechan las ventajas que le ofrezca el lugar para construir, independientemente de las dificultades técnicas que conllevase hacerlo sin beneficiarse de ellas.

revestidos con opus incertum mientras que los de tamaño grande se utilizan en zonas, arquitectónicamente hablando, más delicadas y siempre están revestidos con opus quadratum.

IV.3.

El material cerámico, ladrillos y/o tejas machacados, sólo ha sido atestiguado en los hormigones que configuran las partes más aéreas del monumento. Se comienzan a documentar en el cuerpo medio del edificio; su presencia no es muy abundante y siempre aparecen como acompañantes secundarios de los caementa anfibolíticos de pequeño tamaño. En la parte más alta la proporción cambia y los cerámicos son mayoría frente a los lapídeos, que aparecen de modo casi testimonial.

CARACTERÍSTICAS

CONSTRUCTIVAS

DE

El empleo de cantos de río como caementa sólo se ha detectado en aquellos casos en que había que asentar un sector de graderío realizado con potente fábrica de caementicium sobre una superficie lisa y deslizante como lo es la capa final de los rellenos de tierra. Para evitar deslizamientos y proporcionar una superficie firme, nivelada y suficientemente rugosa que asegurase una excelente trabazón, se disponían los cantos de río por su cara plana sobre la tierra y una vez dispuestos se vertía un mortero rico en cal.

LOS

MONUMENTOS.

Visualmente, el teatro y el anfiteatro aparecen como edificios muy diferentes, incluso desde el aspecto cromático. Efectivamente, el teatro se destaca como una obra gris, granítica, de magnífica sillería, mientras que el anfiteatro se advierte como una construcción casi “musiva”, de marcada tonalidad rojiza, consecuencia de su fábrica de mampuestos u opus incertum. Sin embargo, esto es sólo la primera impresión que recibe el espectador. Como ya se ha visto en el análisis constructivo de cada monumento, además de lo que acabamos de señalar se ha constatado el empleo de otras técnicas. Ítem más, cuando se trata del mismo sistema constructivo, se ha podido documentar que el tratamiento o la manera de ejecutar, difiere entre un edificio y otro.

Concretando, únicamente en el TEATRO ha quedado atestiguado el empleo de caementa graníticos. Se han empleado para construir las bóvedas de cubrición de los parodoi y de la crypta y siempre aparecen dispuestos radialmente y vistos. Se percibe, también sólo en el teatro, el empleo de caementa anfibolíticos de gran tamaño. A ellos se recurre sólo en aquellas zonas de las tongadas que corresponden al muro de cerramiento anular del edificio, esto es por la zona de fachada. Allí son fácilmente visibles en todos los lugares donde ha sido saqueada la sillería de revestimiento.

Opus caementicium. Tanto en el teatro como en el anfiteatro se constituye como núcleo de los edificios. Sin embargo, ya se ha puesto de relieve que existen notables diferencias en la manera de construir entre ellos. A lo largo del estudio ha quedado atestiguada la utilización de caementa de cuatro naturalezas distintas: granitos, anfibolitas, cantos de río y ladrillo y/o teja machacado.

El uso de material cerámico como caementa ha sido comprobado únicamente en el teatro. En efecto, su aparición se detecta en la media cavea y su presencia se hace masiva en el sector más aéreo del monumento: la summa cavea.

Los caementa de granito sólo se documentan en las bóvedas de hormigón visto. Son de tamaño grande y siempre se disponen radialmente. En ciertos casos, conservan en las rebabas del mortero las improntas de la cimbra de madera que los soportó durante su construcción y fragua.

En el ANFITEATRO se percibe otra manera de realizar el opus caementicium. En él se utilizan caementa anfibolíticos de tamaño mediano para formar el núcleo de todos los muros radiales que configuran la subestructura del edificio. En ningún caso aparecen de tamaño grande.

Los anfibolíticos son los más utilizados y aparecen de tamaño pequeño, mediano y grande. Los primeros suelen utilizarse en los hormigones de los cuerpos intermedios de los monumentos, para aligerar peso. Los segundos se emplean como núcleo de los muros que luego van

Es exclusivo del anfiteatro la utilización de cantos de río como caementa. Se localizan sobre la superficie de tierra que rellena los compartimentos donde se asientan

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El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita

los frogones de la media cavea. Estos frogones están realizados con anfibolitas de tamaño mediano y pequeño, en la zona media del monumento y la proporción es inversa en la parte correspondiente a summum maenianum.

ocasiones están casi sin escuadrar. En efecto, son típicos del monumento los bloques del tipo B-1, que conviven con otros menos exagerados o B-2; hay también muchas zonas donde los bloques son absolutamente normales, encuadrables en el grupo A.

En general, con respecto a los morteros debemos señalar que los que muestran un contenido en cal más alto son los que constituyen las bóvedas alveolares de aditus y crypta, en el caso del teatro, y los que traban la capa preparatoria realizada con cantos de río, en el anfiteatro. En el resto de las fábricas cementicias son morteros con una proporción normal de dos de cal por cuatro de arena, de gran consistencia.

En el alisado de los bloques se han detectado varios acabados, que pueden resumirse en tres grandes grupos: los que muestran una superficie casi sin imperfección alguna, los que llevan algunas rugosidades y surcos y los trabajados descuidadamente. Estos acabados son, en muchos casos, resultado del tipo de herramienta que se haya empleado en el proceso de desbaste.

Opus quadratum. Se utiliza en los dos monumentos, pero de manera preponderante en el teatro. De todas formas, en ambos casos se revela como una labor muy bien ejecutada y muy expresiva, que ha permitido detectar y aislar claramente la existencia de diversos grupos de trabajo faenando al mismo tiempo. Son varias las características que definen una fábrica de sillería: modo de escuadrar bloques, formas de alisar y herramientas utilizadas, presencia o no de anathyrosis, presencia o ausencia de almohadillado, tipo de almohadillado, metrología de los sillares y tipo de útiles aplicados en su transporte y colocación en obra. Con respecto al modo de escuadrar los bloques hemos documentado la presencia de paralelepípedos regulares que hemos denominado como Tipo A conviviendo con otros bloques que dan la impresión de estar a medio terminar, que hemos agrupado como Tipo B-1 y se muestran casi sin escuadrar; por último, hemos podido distinguir un prototipo intermedio de los anteriores, definido como Tipo B-2. También ha quedado atestiguada la realización de sillares acodados, que han sido utilizados, básicamente, en los paramentos de transición. En este apartado no podemos dejar de mencionar las formas tan singulares que adquieren los bloques que conforman las bóvedas en decenda de cava, que son un alarde del dominio de la estereotomía. En el TEATRO los sillares de los paramentos aparecen, generalmente, bien escuadrados aunque no faltan ejemplos de sillares acodados, pero su presencia es muy escasa. Sí abundan, en cambio, los sillares con dientes y de formas bastante caprichosas en la configuración de las bóvedas en rampa que cubren los vomitorios de bajada a la ima cavea. Algo similar debía suceder en el primer tramo de los accesos a la media, pero el estado de ruina no deja sino sospechar su existencia. En el ANFITEATRO no se han documentado sillares con dientes o codos, son siempre paralelepípedos, que en

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Así, la superficie perfecta se consigue mediante la aplicación de la cucarda o bujarda de grano fino: su plano está formado por un alto número de pequeñas “cabezas de diamante” que producen una área sin altibajos. Cuando aparecen rugosidades notorias, suele deberse al empleo de la gradina. Depende de que ésta tenga los dientes de mayor o menor anchura para que el acabado sea más o menos regular: cuanto más diente, menor anchura y el resultado es siempre mejor. En otras ocasiones se ha comprobado que los bloques presentan su superficie llena de surcos, que suelen ser más o menos paralelos entre sí. Estos son fruto del trabajo con puntero o aguja y maza22. Los sillares que aparecen únicamente alisados suelen estar trabajados con cucarda o bujarda, si son de buena factura. En menor medida aparecen los rematados con gradina, ya que supone un trabajo más lento y es una herramienta más específica. El puntero se documenta únicamente en los sillares que no estaban en zona de paso concurrido o en fábricas desmañadas. En el TEATRO casi todos los sillares muestran haber sido trabajados con cucarda o bujarda, y sólo existen escasos ejemplos de puntero y/o escoda. Está perfectamente atestiguado el empleo de la gradina para la delimitar las bandas anathyrosis. En líneas generales se evidencia una esmerada tarea de labra y acabado en el opus quadratum de este edificio. El ANFITEATRO, no revela en absoluto un trabajo cuidadoso, al contrario, pone especial interés en mostrar una obra preñada de manierismo donde se resalta ostentosamente la irregularidad y robustez de la piedra. Aunque evidencia una cierta inspiración en el vecino edificio, supera con creces los sectores más expresivos del muro perimetral del teatro. Todo esto se plasma en la abundancia de los tipos B-1 y B-2, sobre todo en las zonas de mayor afluencia de público, como es el sector occidental. En el lado opuesto, aparece mayoritariamente la convivencia entre los sillares del tipo B-2 y con los del tipo A, mientras que el tipo B-1 está casi ausente.

Rosalía María Durán Cabello

Por otra parte, debemos señalar que tanto en el teatro como en el anfiteatro hemos constatado la presencia de anathyrosis únicamente como elemento decorativo. En ningún caso se ha podido detectar este trabajo como sistema de ajuste de caras laterales, o las de puesta, de los sillares. Hay que precisar, igualmente, que su presencia o ausencia es un fenómeno estrechamente ligado a la manera de hacer de la cuadrilla de canteros que se hace cargo de un sector de la construcción. Se han detectado sillares únicamente alisados pero con un exquisito trabajo de anathyrosis en bandas. En otras ocasiones la anathyrosis es más marcada y provoca un ligero rehundimiento con respecto a la superficie del sillar, lo que le otorga al bloque un aspecto levemente almohadillado. Por último, se da ampliamente el uso de anathyrosis en los sillares con almohadillado prominente para subrayarlo.

agrupado de la siguiente manera: rústicos, naturales, abruptos y abombados. Como se recordará, los rústicos son los típicos, con su almohadilla en realce y de superficie alisada y homogénea. Los naturales son los que la almohadilla muestra todas las irregularidades de la piedra sin labrar. Los abombados aparecen como bloques con una gran prominencia de acusada tendencia cónica. Y, por último, los abruptos suelen presentarse con un almohadillado en exceso sobresaliente y su almohadilla puede aparecer con la superficie relativamente homogénea o casi sin trabajar. En el TEATRO hemos podido comprobar una cierta preferencia por el empleo de almohadillado rústico en la configuración de las puertas de los vomitoria de acceso a ima cavea, al menos en el sector suroccidental, mientras que en los mismos accesos del suroriental se evidencia una alternancia entre el empleo en solitario del tipo abrupto y natural. En los paramentos de los ángulos del hemiciclo queda constatada la convivencia en el mismo punto de ejemplares rústicos y naturales. En los paños intermedios se han podido documentar otro tipo emparejamientos, pero casi siempre de modos bastante parejos: abombado con abrupto (MER.1.8 y MER.1.11), naturales con rústicos (MER.1.6 ó MER.1.28, por ejemplo), etc.

En el TEATRO, la anathyrosis es un elemento verdaderamente definitorio porque aparece de manera abrumadora. Hay que destacar, sin embargo, que no aparece nunca asociada al almohadillado abombado ni a los bloques lisos de la fachada anular. Está ampliamente atestiguada en las fachadas principales así como en ambos parodoi. En dichas zonas se aprecia una labor exquisita y en muchos casos en que el bloque está sin almohadillar son las bandas estas las que sugieren un cierto realce.

Los paralelos más próximos a esta manera de concebir el almohadillado los encontramos en Porta Maggiore, realizada por Claudio el año 52 d. C. (Lugli, 1957, 329-331; Boëthius y Ward-Perkins, 1970, 208-209, lám. 115-117; Sear, 1989, 93), en el Anio Novus, también acabado en el 52 d. C., por Claudio (MacDonal, 1965, 1314, lám. 17 a 20; Ward-Perkins, 1976, 87, lám. 103-104). En la misma Mérida encontramos ejemplares de similar factura en las arcuationes del Acueducto de San Lázaro, del tercer cuarto del s. I d. C. (Jiménez Martín, 1976, 111ss.; Durán Cabello, 1999 [1995], p. 218).

El ANFITEATRO muestra que los sillares escuadrados a la manera B-1 y B-2, se presentan como paralelepípedos gracias a una finísimas bandas de anathyrosis que demuestran la destreza de los canteros y subrayan, nuevamente, la intencionalidad de las superficies abruptas y llenas de imperfecciones de una labra inacabada. Son dichas anathyrosis las que demuestran que estamos ante auténticos bloques trabajados. Efectivamente, en las fachadas de los vomitoria o en las cadenas de los contrafuertes, vemos que las hiladas están perfectamente unidas entre sí con superficies planas y regulares, bien talladas que dan paso al exceso natural del granito apenas descantillado.

En el ANFITEATRO se ha podido constatar la convivencia de dos formas de almohadillar, que puede aparecen juntas en el mismo punto o no. Los almohadillados en cuestión son de tipo natural y rústico; también aparecen en ocasiones de un solo tipo emparejado con sillares únicamente alisados y escuadrados, los “SIN”. Sólo hay un punto, MER.2.12, donde se ha podido atestigua la existencia de sillares con almohadillado abrupto aunque de manera residual. Hay que señalar que la almohadilla natural, en el anfiteatro aparece siempre de manera más sobresaliente que en el teatro.

En los sillares lisos, los del tipo A, no se ha constatado en casi ningún ejemplar la presencia de anathyrosis. Este hecho está rigurosamente probado en los bloques que conforman el podium que delimita la arena. Se detecta, en cambio, en algún ejemplar que a todas luces procede de otro edificio. En relación con el trabajo de anathyrosis hay que destacar el hecho de que en un altísimo porcentaje, aproximadamente el 90%, todas estas bandas alisadas se han realizado mediante el uso de la gradina.

Con respecto al trabajo de labra y almohadillado que muestran los bloques del anfiteatro, se observa que evidentemente- se inspiran en el vecino teatro, pero aquí tienen su propia personalidad. Hemos encontrado tipos muy similares de los bloques del tipo B-1 en los arcos del

Los almohadillados que se han empleado tanto en el teatro como en el anfiteatro son de varios tipos y se han

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El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita

Claudianum, o Templo del Divino Claudio, acabado por Vespasiano en el 70 d. C. (Lugli, 1957, 329-331; Boëthius y WardPerkins, 1970, 217-219, fig. 91, lám. 122; Sear, 1989, 94) o en los sillares del Vestíbulo de la Domus Aurea de Nerón sobre el Foro, del 65 al 68 d. C. (Lugli, 1957, 330). Sin embargo los ejemplares más parecidos al concepto que expresan los B-1, los encontramos en el Pórtico de las Fosas Tiberinas en el puerto de Ostia, realizado por Claudio en entre los años 50 y 54 d. C. (Lugli, 1957, 331; McDonald, 1965, 13-14, lám. 17 a 20). Para el tipo transcional A/B-2 hay paralelos casi exactos en el Aqua Claudia terminada en el año 52 d. C. (Ward-Perkins, 87, lám. 117; Adam, 1984, 118-119, lám. 252; García y Bellido, 1990, 259, lám. 398) o en el arco terminal del Aqua Virgo, de similar datación (Boëthius y Ward-Perkins, 1970, 185-186, lám. 117). En el acabado o confección del almohadillado también se han podido documentar asociaciones entre el útil empleado y resultado obtenido. Así, se ha comprobado que los bloques de tipo rústico se labran con cucarda; los de tipo natural con escoda o con puntero; los abruptos suelen aparecer trabajados con puntero. El caso de los abombados es más especial porque su aspecto no es tanto fruto de un trabajo singular como de la calidad de la piedra. En efecto, en los sillares con este tipo de almohadillado se ha podido comprobar que no llevaban bandas de anathyrosis y que la almohadilla era una prominencia de formas suaves y redondeadas, cuyo aspecto se ha acentuado más por fenómenos de erosión: el granito tiende a redondearse granito en bolas- por efecto de escorrentía así como por la acción eólica. Una cuestión de capital importancia en el estudio de cualquier operus quadratum es la de la metrología. Podemos decir que tanto en el teatro como en el anfiteatro hemos documentado casi todo tipo de patrón: pes italicus, pes monumentalis, palmipes, cubitus así como el doble pie o bipedal y otros ejemplares no clasificables. Porcentualmente, lo menos representado es el pes italicus. Luego, en un segundo lugar, aparecen el pes monumentalis seguido de cerca por el bipedal. La gran mayoría de los bloques se acogen a los patrones del palmipes o bien del cubitus. En el TEATRO el patrón más utilizado fue el cubitus de 44’35 cm. Aparece solo en 12 paramentos, lo que supone casi el 31% de toda la fábrica del monumento. También en solitario aparece el pes monumentalis en una proporción del 12’82% y el palmipes en un 15’38%. De gran significado es el emparejamiento o convivencia de cubitus con palmipes, que se detecta en 9 paramentos y supone un 23%. Otras fórmulas mixtas que no tienen

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importancia estadísticamente, aunque sí arquitectónicamente, son las parejas pes monumentalispes italicus, en ambos aditus; el binomio pes monumentalis-palmipes y, por último, el más testimonial de todos, palmipes-bipedal. En el ANFITEATRO se ha constatado, igualmente, que el patrón más utilizado en la labor de cantería es el cubitus, con una incidencia del 35’48%. El palmipes también se emplea con largueza, pero en menor medida y supone el 22’58% del total. En el anfiteatro emeritense llama poderosamente la atención el alto porcentaje de sillares que no se acogen a ningún patrón usual: un 12’90%. Igual porcentaje posee el binomio de convivencia palmipes-cubitus y el menos representativo es el inverso, el cubitus-palmipes. Lo mismo que sucedía en el teatro, encontramos en este monumento un hecho que a pesar de no tener gran significación estadística, sí la posee arqueológicamente hablando: se trata de la presencia de sillares trabajados con medidas de bipedal. Sólo se constatan en el podium que delimita la harena y ya no se vuelve a documentar ningún sillar de este tipo en todo el edificio excepto en los bloques amortizados que conforman la reforma del subsuelo de la harena. Por último, en relación con las herramientas empleadas durante el transporte y colocación definitiva de los bloques en fábrica debemos constatar que se empleó en ambos monumentos únicamente el forfices y aunque está atestiguada la presencia de algunos sillares que muestran una ranura destinada a la castañuela, parece que son procedentes de otros edificios y su presencia e meramente testimonial. Hay que subrayar el cuidado que se pone en evitar que los orificios para el forceps coincida con la cara vista del sillar. Este hecho revela una esmerada tarea, y se hace más patente en el Teatro que en el Anfiteatro. También debemos apuntar que en ambos edificios se emplearon grapas de doble cola de milano para asegurar la estabilidad de las hiladas en la horizontal. Este hecho está muy extendido en el Teatro, por sus características propias, mientras que en el Anfiteatro sólo se documentan en los bloques de los epígrafes y en los sillares de las cornisas que remataban tanto el podium de la arena como los accesos del eje longitudinal sobre la arena, donde se ubicaban sendos palcos. Igualmente se observa que el tamaño de las de teatro es menor que las localizadas en el anfiteatro. Opus incertum. A pesar de que su uso está documentado en ambos monumentos, es en el anfiteatro donde alcanza su mayor empleo y expresividad. De hecho, el opus incertum es la fábrica que encarna la imagen más recurrente del edificio. Como ya se dijo, el incertum también posee una serie de características que hacen posible el catalogarlo. Estas

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son: tamaño de los elementos que lo constituyen, formas que muestran dichos elementos por la cara vista o fachada del incertum, regularidad del nivel de la tongada, índice de presencia de elementos de calzo así como la forma, tamaño y naturaleza de estos, y por último, utilización, o no, de juntas recibidas. Con todos estos componentes hemos podido distinguir hasta seis grupos en el ANFITEATRO:

Para la manera de trabar el incertum con las otras dos opera presentes en el monumento, se destacan estos ejemplos: en la Basilica de Praeneste, del 80 a. C., aparece una cadena de sillares en medio de un paramento de incertum (Boëthius y Ward-Perkins, 1970, 143 y 146, lám. 87). Respecto a la manera de trabar el incertum con las cadenas de sillares dispuestos en adaraja poseemos un ejemplo muy expresivo en el Santuario de Hércules, en Tívoli, acabado entre el 60-50 a.C. (MacDonald, 1965, 67, lám. 4; Ward-Perkins, 1976, 31, lám. 44) o en el Mercado de Ferentium (Ferentino), del año 100 a. C., donde se combina perfectamente en los pilares de las arcadas el opus incertum con los sillares colocados en adaraja (Boëthius y Ward-Perkins, 1970, 242, lám. 98) o en las Tabernae del Foro de Alba Fucens, junto a la Basílica, volvemos a encontrar este motivo arquitectónico. El conjunto este data del 150-100 a. C. (Lugli, 1957, 469, lám. CX-1).

El tipo A, que presenta piedras de tamaño medio, preferentemente trapezoidales, con tongadas muy bien niveladas y casi sin lajas de calzo. Se concentra en la parte centro-occidental del anfiteatro. El tipo B muestra mezcla de piedras medianas y grandes, con tongadas bien niveladas y escaso uso de lajas enrasadoras. Se documenta en el cuarto suroccidental. El tipo C también posee elementos grandes y medianos, pero ya mucho más irregulares y alternados con otros cuadrangulares; tongadas niveladas con ayuda de cuñas y lajas. Se construye de este modo en el cuarto suroriental.

Por último, la combinación o trabazón del opus incertum con el opus testaceum, ha sido menos fructífera ya que los paralelos más cercanos siempre son de reticulatum/testaceum. A pesar de eso vemos que los más próximos al caso emeritense -conceptualmente hablandoson las adarajas de ladrillo que se manifiestan en la puerta del Odeón de Pompeya, del 80 a. C. (Blake, 1947, 229, lám. 39-1; Lugli, 1957, 479).

El tipo D emplea tamaño pequeño y mediano, de tipo irregular con elementos cuadrangulares; el nivel no está muy logrado y se utilizan profusamente piedras de calzo. Se documenta esta manera de construir en la parte centrooriental.

En el TEATRO se documenta el opus incertum en el muro de la escalinata que da servicio al sector oeste del teatro. Se trata de una fábrica de elementos medianos y grandes, bastante irregulares, de tendencia redondeada cuyas tongadas están muy bien niveladas y se usan profusamente los calzos, de tipo laja. Es visualmente muy diferente de lo documentado en el anfiteatro.

El tipo E se caracteriza por los elementos de gran tamaño -trapezoidales y cuadrangulares-, excelente nivelación en tongada y casi ausencia de calzos. Presenta restos de juntas recibidas con incisión. Se da en el cuarto nororiental. Por último, se encuentra el tipo F, con tamaños medianos y grandes, muy regulares y nivelación muy buena con abundancia de calzos. Queda atestiguado en un pequeño tramo entre la zona de dispersión de los tipos C y D. Podría ser considerado como una variante de E.

De características similares es el muro que se adosa perpendicularmente al hemiciclo, junto al acceso occidental de la crypta, aunque la gran diferencia reside en que éste no posee núcleo de hormigón y se trata, por tanto, de una sólida fábrica de mampostería.

Encontrar un paralelo exacto para una obra de opus incertum es muy difícil dado que los mampuestos son, en gran parte, resultado de la naturaleza de la piedra en que se tallan. Pero aún así, hemos podido comprobar que, en líneas generales, los paramentos que más recuerdan a los del anfiteatro emeritense son los del anfiteatro de Pompeya (Blake, 1947, 229 y 350, lám. 38-1; Lugli, 1957, 479) así como en el Teatro Grande de Pompeya, ca. 70 a. C. (Blake, 1947, 229; Ward-Perkins, 1976, 19). También guarda bastantes semejanzas con el que aparece en la Porticus Aemilia, erigido en el 193 y restaurado en el 174 a. C. (Blake, 1947, 234, lám. 42-3; Boëthius y WardPerkins, 1970, 107-108, fig. 62; Ward-Perkins, 1976, 57).

El incertum configura todo el muro de cerramiento del pórtico del peristylium así como los muros que flanquean la escalera que pone en contacto el anfiteatro con la posescena y los jardines, así como en el sacellum del peristilo. En la zona del pórtico y del sacellum se advierte una estructura muy heterogénea en cuanto a tamaño de los elementos, donde se usan piedras grandes cuyos huecos son rellenados por otras de diverso tamaño, según necesidad, como un puzzle. Abundan las piedras pequeñas que actúan como calzo, así como finas lajas y ladrillos; estos dos últimos componente procuran regularizar las tongadas, aunque no están tan bien niveladas como en el Anfiteatro o como en la escalinata

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El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita

del sector oeste del teatro. En ningún caso se ha podido documentar la existencia de juntas recibidas.

incertum del pórtico, donde configuraba los ángulos de las hornacinas que animaban dicho paramento.

El opus incertum del muro delimitador de la escalera, es de buena factura, con un potente núcleo de hormigón y muestra elementos irregulares de tamaño mediano y pequeño así como profusión de calzos, entre los que aparecen ladrillos.

Igual fenómeno se documenta en el sacellum, donde se observa que se utilizó también para configurar los ángulos de las hornacinas que se abren en los muros laterales. Sin embargo, en el caso del Aula está probada una reforma que consistió en crear un gran cuerpo adelantado en el paño central del ambiente, que servía de podium a una gran hornacina central. Todo este cambio se realizó con fábrica de testaceum de primera mano, esto es no amortizado y completo. Sin embargo, en el caso de los ladrillos utilizados en el incertum para configurar los ángulos, parece que fueron cortados aunque también es posible, que estuviesen rotos.

Con carácter general, debemos subrayar que es en este último lugar donde aparecen más ladrillos como componentes de la fábrica. En menor proporción se hallan en el muro del pórtico y vuelven a ser bastante más numerosos en el sacellum. Hay que destacar su total ausencia en el muro de apoyo de la escalinata, lo cual es altamente significativo por tratarse de una de las primeras zonas erigidas del teatro. En el anfiteatro también se utiliza poco el ladrillo en la obra de incertum, aunque no faltan ejemplos. Es más normal hallarlos en las zonas correspondientes a restauraciones de época antigua. Sólo hemos podido encontrar un paralelo, bastante cercano para el incertum del machón de apoyo de la escalinata occidental. Se trata de las subestructuras de Porta San Marino, que datan de fines del s. II - inicios del s. I a. C., y que muestran unas tongadas muy ordenadas y niveladas, como en este punto del teatro (Lugli, 1957, 473, lám. CXIII-2). Opus testaceum. Esta fábrica es, porcentualmente, poco importante en el teatro, pero es casi un fósil director de cambio de fase constructiva y época en el levantamiento del edificio. Sin embargo, en el anfiteatro, el ladrillo se encuentra muy extendido y su uso se revela muy maduro. En el TEATRO comienza a constatarse la aparición de ladrillo, o mejor, material cerámico machacado en el opus caementicium del núcleo de la media et summa caveae. En el interior del hemiciclo aparece formando la cubrición de una cloaca que corre delante del murus pulpiti así como en el euripus que se encuentra debajo de las gradas de la proedria. Sin embargo, la zona aparejada con ladrillo casi exclusivamente es la uersura. Tres de sus cuatro muros están construidos con dicho material y es en ella donde se documenta la existencia de bolli laterizi. Dichos sellos son los únicos hasta el momento documentados en Augusta Emerita que tengan procedencia precisa, porque se desconoce este dato para la famosa teja CI·A·E o para otra que lleva C·P·D·C. Por último, debemos destacar de estos ladrillos de la uersura que son todos nuevos, no se encuentra ningún ejemplar reutilizado ni colocado roto. Ya en el exterior, acabamos de señalar que está sobradamente atestiguada su presencia en la fábrica de

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El ladrillo también se utilizó para construir el euripus que bordea todo el pórtico. Está realizado con ladrillos nuevos aunque evidencia ciertas restauraciones modernas con presencia de elementos rotos y/o cortados. También parece que fueron ladrillos completos los que formaron las exedras semicirculares que se abrían a uno y otro lado del paseo central del xystus. Sí está constatado, en cambio, el empleo de ladrillos reutilizados en la construcción del pequeño murete que delimita los diversos parterres. En el ANFITEATRO el uso del ladrillo está muy extendido: configura todas las bóvedas, las ventanas de la cajas de escalera, el balteus que separa el imum del medium maenianum, las tres conducciones del estanque de la harena así como el recrecimiento de las dos estructuras sitas al sureste del monumento: posible arco junto al eje meridional. También es empleado como elemento decorativo, configurando la moldura de tres piezas que recorría toda la fachada señalando el paso del primer al segundo cuerpo. Pero dentro de este panorama general debemos puntualizar varios hechos: - Aunque no podemos afirmarlo tajantemente, todo indica que en la primera fase constructiva no se utilizó el ladrillo, ya que las canalizaciones pertenecen a un segundo momento. - Todos los ladrillos que se emplearon en construir el gran anfiteatro, tal y como lo conocemos hoy, son nuevos; en ningún caso se ha constatado el uso de material reutilizado en esta fase monumentalizadora. Buena prueba de ello es la realización ex professo de los ladrillos con planta de “L” que configuran los resaltes apilastrados del balteus. - Se ha documentado el empleo de material latericio reutilizado en reformas, como los utilizados en la construcción del Nemeseum o todos aquellos rotos que “taponaron” huecos del incertum o los recortados que se

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dispusieron por su cara plana en MER.2.18.. Esta forma de colocar los ladrillos por su cara plana es muy significativa ya que nos está indicando una cronología avanzada, de hecho en el primer monumento donde se comprueba una disposición similar es en las bóvedas de las Termas de Caracalla, donde se ven ladrillos cortados o tejas igualmente recortadas, colocadas por su cara plana y se utilizan de esta manera para revestir las bóvedas, construidas también en testaceum (Cozzo, [1928], 1970 lám. LI, fig. 103); están datadas entre los años 212-216 d. C (Ward-Perkins, 1976, 295 y 298). Posteriormente, vuelve a atestiguarse un fenómeno similar en las dos últimas Basas Honoríficas del Forum Romanorum, hechas con ladrillos que llevan sellos post-dioclecianeos y muchos ejeplares aparecen dispuestos de cara; están datadas entre los años 340-370 d. C. (Heres, 1982, 118, lám. XXVIII 1-2).

En definitiva, queda perfectamente comprobado el hecho de que el cambio de técnica constructiva en estos monumentos nos indica el paso a una nueva fase constructiva y, por tanto, cronológica dentro de la historia del edificio. TEATRO. No se utiliza el ladrillo en la primera fase constructiva pero se documenta en la conclusión del edificio: aparece como caementa en la parte alta del graderío y configurando las bóvedas altas de las escaleras de acceso a él y, también, en el muro de fondo del primer scaenae frons, como evidencian las memorias de excavación y las fotografías de esas mismas fechas. Su uso sigue siendo muy restringido como evidencia la construcción de la hornacina central del sacellum. Hay que aguardar hasta un momento tardío ¿quizá el s. IV?- en que se utiliza más ampliamente y es para erigir la uersura.

- No se ha podido encontrar, desafortunadamente, ningún ladrillo procedente del anfiteatro que llevase sello. Dado el alto volumen del material, parece bastante probable que estuviesen sin marcar.

Un importante dato cronológico y estético lo aporta la presencia de dos fábricas distintas en el muro de delimitación del pórtico. Se utiliza el opus quadratum simplemente escuadrado y alisado, unido a hueso y sin grapas, en la pared oeste mientras que la oriental está aparejada con incertum en el que se detecta la presencia de ladrillos. Todo esto pone de relieve que primero comenzó a construirse el lado occidental, de manera más lujosa, por su proximidad al centro de la ciudad, mientras que el muro de cerramiento por el este se hizo con un simple opus incertum en el que se incluyeron algunos ladrillos.

Con carácter general, tanto para el teatro como para el anfiteatro, los ladrillos completos, nuevos son sesquipedales, rectangulares, con un pie de 30 cm. de anchura y un grosor próximo al palmus (7 cm.). Opus africanum. Es muy importante y significativa su presencia, pero en volumen tiene poca significación. Sólo se halla presente en el conjunto teatro-peristilo. Encontramos construido en opus africanum el muro que señala y delimita la entrada al nuevo acceso practicado en el ángulo este del hemiciclo, el que perforó todo el núcleo de hormigón para poner en contacto el iter este con la calle que separa a teatro y anfiteatro. Se trata de un muro muy tosco, realizado a base de sillares reutilizados dispuestos en cadena, entre los cuales se desarrollan paños aparejados en mampostería de anfibolitas y ladrillos amortizados, todo ello trabado con barro.

ANFITEATRO. Como se ha puesto de relieve en el teatro, aquí tampoco se documenta el uso de ladrillo asociado a la fase originaria del monumento. No está claro que la primera estructura rectangular del subsuelo, aparejada en mampostería y con presencia de ladrillo, pueda ser asociada a la época fundacional. Esta se distingue por el empleo de grandes sillares únicamente bien escuadrados y alisados, y, metrológicamente, bipedales. La segunda fase, en la que se erige el edificio monumental que hoy conocemos, utiliza ampliamente el ladrillo combinando con el incertum de juntas recibidas y bastante regular así como con el quadratum, inspirado en la estética del muro perimetral del teatro aunque en este caso lo lleva a sus máximas consecuencias. En ningún punto de esta fase se emplea ladrillo reutilizado aunque sí se constata este hecho en el caso de algunos sillares dispuestos en las zonas menos concurridas del edificio.

El otro punto donde se empleó el opus africanum es en el paramento occidental del pórtico del peristilo. Este lado, desde su creación, estaba construido de distinta manera que su contrario y que el muro de cabecera del espacio de paseo. Poseía, al menos, un alto plinto de sillares bien escuadrados y alisados, sobre el que pudo alzarse el resto de la fábrica de incertum, aunque lo consideramos poco probable. Lo que nos ha llegado es parte de un muro que aprovecha los sillares del pórtico como basamento y está recrecido con sendas cadenas de bloques graníticos, reutilizados, entre los que se desarrolla una fábrica de burda mampostería en la que se incluyen ladrillos rotos. También está trabado con barro.

La utilización de ladrillos rotos y reutilizados señala una nueva fase del monumento, que en ciertos casos va asociada con el empleo de sillares amortizados, como sucede en el Nemeseum.

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El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita

Esto es, a grandes rasgos, lo que desvela el estudio de la técnica edilicia de los monumentos. IV.4. CARACTERÍSTICAS

ARQUITECTÓNICAS

DE

LOS

EDIFICIOS.

Ya hemos visto en el anterior apartado que las diferencias de modos constructivos son bastante marcadas entre el teatro y el anfiteatro. Dichas diversidades se acentúan en muchos casos en el terreno de las soluciones arquitectónicas ya que éstas no sólo vienen dadas por la tipología y finalidad del monumento sino por el tipo de aparejo que se utiliza. Esto se materializa, en el caso del opus quadratum, en el teatro, en las manifestaciones esplendorosas de la talla que revelan las bóvedas de rincón de claustro o el alarde del dominio de la estereotomía que denotan las bóvedas en decenda de cava. Nada parecido se encuentra ni siquiera se rastrea en todo el anfiteatro. Algo similar sucede, a la inversa, en el anfiteatro que ofrece una marcada pericia en el dominio de la aplicación latericia llegando a cotas estilísticas, como demuestra la moldura cerámica que recorría todo el monumento. Veamos pues que soluciones arquitectónicas son adoptadas en uno y otro edificio. ARCOS. Los tipos de arcos que han podido ser atestiguados son: - Atendiendo a su construcción: todo lo que se ha documentado son arcos de un solo centro como lo son los de medio punto, los peraltados y los rebajados. - Respecto a sus peculiares características: se ha comprobado la existencia de enjarjados, y arcos adintelados, o platabandas. TEATRO. En este monumento se ha documentado la presencia de arcos de medio punto y arcos de medio punto peraltados. Todos están construidos con dovelas graníticas. Entre los de medio punto normales están todos los arcos que coronan las puertas de acceso a los vomitoria así como los que cubren los accesos a los parodoi desde el exterior. En todos los casos y por el extradós del arco, las dovelas que los componen presentan una sencilla moldura de media caña, que le confiere cierto aspecto de “arquivolta”. Este tipo de composición de arquivolta extradosada que se apoya en una moldura de idéntico tipo que, a su vez, señala la línea de impostas, y todo ello se inscribe en un cuerpo rectangular adintelado en breve adelanto o retranqueo con respecto al resto de la superficie es de claro gusto republicano y la encontramos sobradamente representada en monumentos tardorrepublicanos y augusteos.

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El origen del modelo lo encontramos en edificios de época plenamente republicana, sobre todo en las puertas de las ciudades, como son las Puertas de Giove y Bove, en Falerii Novi, del s. II a. C. según Blake y del 241-200 a. C., según Boëthius y Ward-Perkins (Blake, 1947, 75 y 199, lám. 16-3 y 16-4; Boëthius y Ward-Perkins, 1970, 101, lám. 64; Ward-Perkins, 1976, 28, lám. 25; Adam, 1984, 174, fig. 379). También son de innegable parecido son la Porta Romana y la Porta Marzia de Peruggia (Italia), datables en el s. II a. C. aunque con refacciones y añadidos posteriores (Ward-Perkins, 1976, 28, lám. 26 y 27). Claros paralelos son la Porta Urbica o la de S. Ventura, ambas de la muralla de Spello (Italia), construidas en época augustea (Adam, 1984, 183, fig. 402; Ward-Perkins, 1976, 210, lám. 237). Sin embargo, sobre la de S. Ventura se da una pequeña controversia ya que Boëthius sostiene que es preaugustea (1970, 308) y Blake (1947, 200. lám. 17-2) la tiene por augustea. Tipos similares son la llamada Porta Romana, en Ascoli Piceno (Italia), datada en el 50 a. C. (Blake, 201 y 233, lám. 18-4). Nos encontramos, por tanto, ante un tipo muy arraigado y extendido en los monumentos de época de Augusto, sobre todo en las puertas de las ciudades que se crean ahora, o se reforman, vemos que surgen con un marcado carácter monumental como se evidencia en la Puerta de Augusto en Fanum Fortunae (Fano, Italia), o en otras del mismo tipo y época como las de Augusta Taurinorum (Turín, Italia), Nemausus (Nîmes, Francia) o Augustodunum (Autun, Francia), cuyas construcciones se escalonan entre el año 9 a. C. de Fano y el + 16 d. C. de las ciudades galas (Ward-Perkins, 1976, 210, lám. 234). Debemos subrayar que no sólo se utiliza esta composición en las puertas de las ciudades sino también en arcos honoríficos, como el Arco de Augusto en Susa, fechado entre los años 9-8 a. C. (Boëthius y WardPerkins, 1970, 302, lám. 162). O los arcos honoríficos de Aosta, Orange, Pola -llamado también “dei Sergi”- o Rímini, todos de época augustea y con similares planteamientos y algo del mismo tipo se documenta en los arcos que coronan los vanos del augusteo teatro de Orange (Francia) (García y Bellido, 1990, 184-185, fig. 229 a 233). En el la Península Ibérica contamos con magníficos ejemplos de época republicana como son la Puerta de Sevilla, en Carmona (Jiménez Martín, 1989, 193) o el Arco de Bará, en Tarragona (Dupré i Raventós, 1994, 275). No se puede dejar de mencionar el Arco de Medinaceli, porque aunque se atribuye al periodo trajaneo (García y Bellido, 1990, 406, fig. 696) todas sus características parecen retrotraerlo a la época augustea, como sostenía Blanco Frejeiro (1982, 577).

Rosalía María Durán Cabello

Respecto a los arcos de medio punto peraltados, sólo se documentan dos ejemplares en todo el teatro y corresponden a las dos entradas que posee la crypta aunque su composición arquitectónica es similar a lo que acabamos de describir. Sin embargo, para encontrar paralelos de arcos peraltados realizados con dovelas, la cuestión se vuelve bastante más compleja porque el hecho de buscar un paralelo en quadratum reduce drásticamente las posibilidades.

Los arcos rebajados son los que más abundan en el anfiteatro. Los encontramos aparejados tanto en opus quadratum como en opus testaceum. Para los que están construidos con sillares, ya se ha apuntado en su apartado correspondiente que son muy raros de encontrar en edificios que no sean puentes aunque los precedentes pueden hallarse, nuevamente, en época republicana.

Un precedente de estos arcos peraltados lo encontramos en la galería con arcos de la subestructura del Templo de Júpiter en Anxur (Terracina, Italia), probablemente reconstruido después del año 80 a.C. (Ward-Perkins, 1976, 31-34, lám. 34 y 35). Arcos ligeramente peraltados y construidos con dovelas los hallamos en la llamada Puerta de Herculanum, de Pompeya, datada entre el año 80 a. C. y el periodo augusteo (Adam, 1984, 152, lám. 330). También encontramos utilizados los arcos peraltados en las aberturas practicadas en la muralla Serviana de Roma, hacia el año 90 a. C. para poder disparar mejor la artillería (Adam, 1984, 177, lám. 386).

Efectivamente, del periodo comprendido entre fines del s. II a. C. y los inicios del s. I a. C., hallamos arcos rebajados y doblados, con dovelas de piedra en la cobertura de la desembocadura de la Cloaca Maxima en el Tiber, la llamada Puerta de Augusto de Perugia (Italia) o la Porta Maggiore de Ferentinum (Ferentino, Italia), también datada hacia el 80 a. C., como la Cloaca Maxima (Adam, 173-178, lám. 377, 378 y 388). También rebajado y realizado con dovelas de piedra, pero de esmerado acabado es el arco por el que desemboca en la harena el vomitorio norte del Anfiteatro de Pompeya, o algunos de los arcos de las arquerías exteriores de sustentación; se data entre el 80 a. C. y los comedios del s. I a.C. (Ward-Perkins, 1976, 19, lám. 17 y 18; Adam, 1984, 177, lám. 387). Levemente rebajado es el arco central de la Porta Praetoria de Agusta Praetoria (Aosta, Italia), datable en el 50 a. C. (Blake, 1947, 201 y 233, lám. 18-4) y en el 25 a.C., según WardPerkins (1976, 210).

Entre otros ejemplos, de época posterior, con un tratamiento y acabado más esmerados pero construidos según el mismo principio, se hallan las arquerías de los dos cuerpos superiores de la llamada Porta dei Borsari, de Verona datable en época flavia aunque fuertemente inspirada en los modelos augusteos (Ward-Perkins, 1976, 84, lám. 99).

En época posterior, encontramos arcos rebajados aparejados con sillares almohadillados, en las puertas secundarias del Claudianum de Roma (Lugli, 1957, 353), que fue acabado en el año 70 por Vespasiano (Boëthius y Ward-Perkins, 1970, 217-219, fig. 91 y lám. 122).

Antes de pasar al siguiente subarpartado, debemos señalar que en el teatro no se han podido documentar arcos adintelados aunque su existencia parece más que probable en el interior de los aditus para realizar el tránsito de la bóveda al dintel así como en las seis puertas de la crypta que desembocan en el graderío, donde es posible la presencia de arcos adintelados, al menos para las tres dovelas centrales.

Arcos rebajados pero aparejados en ladrillo son infinitamente más abundantes aunque se emplean para aliviar los empujes del muro y, normalmente aparecen enviajados. Señalamos, a modo de recordatorio, los arcos de descarga de las Termas del Centro, en Pompeya, datables entre el 62 y el 79 d. C. (Adam, 1984, 187, lám. 412) así como los arcos rebajados de ladrillo que aparecen sobre la Vía del Foro de Pompeya, también de esta misma fecha (MacDonal, 1986, 77, lám. 74 a).

ANFITEATRO. Aquí apenas se ha documentado la existencia de arcos de medio punto, siendo los rebajados los más abundantes. También se constata la presencia de arcos adintelados, o degenerantes, así como arcos enjarjados.

Encontramos profusamente empleado el arco rebajado aparejado en opus testaceum en la Domus Aurea de Nerón. En efecto, aquí se reconocen en la superestructura de ella (MacDonald, 1965, 39-44, lám. 32-34), en las estancias radiales y se fecha en el 68 d. C. (Ward-Perkins, 1976, 103, lám. 122; García y Bellido, 1990, 268-271). Nuevamente documentamos arcos rebajados construidos en ladrillo en la rampa que une el Palacio de Domiciano con la Domus Tiberiana, obviamente de época posterior ya que se fecha entre los años 81 al 96 d. C. (MacDonald, 1965, 47-49, lám. 35-36).

Acabamos de expresar la certitud que poseemos de que se emplearan arcos de medio punto, quizá incluso peraltados, pero de ellos no quedan apenas vestigios. Es muy posible que estos se dieran cita en el vomitorio central del anfiteatro V.1 y en los dos aledaños. Concretamente en el V.16 quedan los restos de una dovela de arranque de un fajón de este tipo. Esta es la única prueba que se posee de su existencia. Por esta razón evitamos hacer aquí una enumeración de paralelos cuando desconocemos el modelo exacto.

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El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita

Aunque quedan fuera del marco cronológico en que se inscribe el anfiteatro, no podemos dejar de mencionar los espléndidos ejemplares que se conservan en los Mercados de Trajano, sobre todo, en las habitaciones junto a la llamada “basílica” (Blake, 1973, 22-28, lám. 21, 2-2 y 34; Sear, 1989, 160-165, fig. 92 a 95). Respecto a los arcos enjarjados, concretamente en el caso del anfiteatro, rebajados y de dovelas de piedra, apenas hay paralelos. Los que se documentan son de lugares y épocas dispares, pero tienen como hilo conductor pertenecer a zonas donde la fábrica predominante es el opus quadratum. Se encuentran más paralelos si atendemos a las obras de ingeniería, como se verá seguidamente. Efectivamente, dentro del campo propio de la ingeniería encontramos paralelos en la misma ciudad, como muestran los arcos de los aliviaderos del gran puente sobre el Guadiana, en su primer sector, el más próximo a la ciudad datable en época augustea (Álvarez Martínez, 1983, 61-63; Durán Cabello, 1991-92, 49). También en otro puente encontramos enjarjes similares, esta vez en la Gallia Narbonensis. Se trata de uno de los arcos que aún quedan del puente de la villa de Ambrossum, de época augustea (Adam, 1984, 311, lám, 662). Encontramos, igualmente, enjarjes realizados con dovelas angulares en el llamado Arco dei Pantani, que es uno de los accesos al Foro de Augusto (Ward-Perkins, 1976, 70, lám. 86; Adam, 1984, 186, lám. 408) o en otro punto más distante en el tiempo y en el espacio como es la Puerta de Antonio en Sufetula (Sbeïtla, Argelia) (Adam, 1984, 185, 406). En las arcadas del Claudianum observamos enjarjes pero estos consisten en compartir el sillar-dovela del riñón dos arcos a la vez; por tanto, se parece en poco al caso emeritense, cuyos enjarjes son más parecidas a los casos precitados. Sin embargo, el arco más pequeño del nivel inferior de Porta Maggiore, está hecho con dovelas angulares y presenta enjarje como en Mérida (Ward-Perkins, 1976, lám. 103 a 105; Sear, 1989, 93, fig. 49). En cuanto a los dinteles adovelados o arcos adintelados, donde primero se documentan es en las Tabernae del Foro de César datadas en el 51 d. C. por Lugli y en época del propio César, por García y Bellido (Lugli, 1957, p. 359, lám. LXXXVI,1; García y Bellido, 1990, 77, fig. 59). Se localizan ejemplares de este tipo en el Teatro de Ferento (Italia), de época augustea; en el Teatro de Orange (Francia), también augusteo; en el Anfiteatro de Syracusa (Italia), datado entre Augusto y Nerón (Golvin, 1988, 115-116); en el primer maenianum del Anfiteatro de Verona (Italia), de época flavia; en el criptopórtico bajo la puerta Libitinensis del Anfiteatro

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Flavio de Roma (Cozzo, 1970, 211, fig. 133), como bien hace notar Lugli (Lugli, 1957, 353). En Hispania contamos con el bello ejemplar ubicado en la actual de la Torre de la Audiencia, en Tarragona, de época flavia (Aquilué et alii, 1991, 67 ss.). BÓVEDAS. Los tipos de bóvedas documentadas tanto en el teatro como en el anfiteatro son variados: - Si atendemos a su técnica de construcción vemos que pueden ser: de opus caementicium visto, de opus quadratum, de opus testaceum y mixtas de opus testaceum con fajones de quadratum. - Si atendemos a otros factores técnicos: anular, de cañón, de cañón peraltado, de esquina de claustro, de cañón rebajado, en decenda de cava con sistema de cartabón o con sistema de nesgas- y enviajada, o esviajada. TEATRO. En el teatro se construyeron bóvedas de opus caementicium visto, de opus quadratum y de opus testaceum. De estas últimas sólo poseemos escasos vestigios en ciertas partes altas del graderío, allí donde la restauración no se ha llevado a cabo. Sin embargo, nos consta la existencia de bóvedas latericias que cubrían los segundos y terceros tramos de escaleras que conducían a summa cavea: los apoyos de ellas estaban bien hundidos y trabados con los frogones de hormigón que configuran la summa cavea y pueden ser rastreados en los acantilados formados por la desaparición de dichas bóvedas. Además, contamos con un documento gráfico de gran valor como es el grabado que a finales del siglo pasado realizó Camacho sobre dibujo de Arredondo y que ilustró un artículo de Amador de los Ríos sobre el teatro (1880). Aparejadas en opus caementicium visto están las bóvedas que cubren parte de los aditus y otras que hacen lo propio en ciertos tramos de la crypta. En los dos casos el sistema es el mismo: los caementa se dispusieron radialmente sobre la cimbra y una vez colocados se vertió el mortero sobre ellos; por eso, en muchas ocasiones, el mortero no llegó a cubrir totalmente la superficie de apoyo en el maderamen de la cimbra y quedaron las piedras vistas; en otros casos, sí pudo recubrir el mortero esa superficie y en ella quedaron las improntas, a modo de cicatrices, de los tablones de madera de formaban la susodicha cimbra. Tanto en los parodoi como en las dos zonas de la crypta alternan rítmicamente tramos de hormigón visto con otros que suelen ser fajones de sillares, en el caso de la crypta, o tramos de bóveda de cañón peraltado realizada en opus quadratum, en el caso de los aditus. Este sistema constructivo de colocar radialmente los

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caementa y dejar vista la fábrica cementicia, es un detalle de gran sabor republicano y tardorrepublicano, como evidencian los paralelos que de él hemos localizado.

arco. Entre estas estarían las puertas de las ciudades, mencionadas páginas atrás, como pueden ser la de Hispellum (Spello, Italia), de época augustea, o la Porta Palatina de Augusta Taurinorum (Turín, Italia), también de la misma época (Ward-Perkins, 1976, 210, lám. 236 y 237) o el mismo Arco de Orange (García y Bellido, 1990, 184, lám. 232). De un periodo posterior tenemos las bóvedas de cañón radiales, aparejadas en quadratum, del gran anfiteatro de Nîmes, de época flavia (WardPerkins, 1976, 217, lám. 229; Adam, 1984, 207, 453; García y Bellido, 1990, 185). Un poco en esta línea de combinarse bóvedas de cañón corrido dispuestas a diferentes alturas, está el bello caso del llamado Templo de Diana, de Nîmes, datado en el 123 (Ward-Perkins, 1976, 343; Adam, 1984, 190, lám. 422; García y Bellido, 1990, 347 y 408).

Bóvedas de este tipo las hallamos en las subestructuras del Templo de Júpiter Anxur, en Terracina (Italia), reconstruido en el 80 a. C. (Blake, 1947, 249, lám. 42-3; Ward-Perkins, 1976, 31-34, lám. 33 y 34; Adam, 1984, 194, lám. 433). También se reconocen bóvedas de este tipo, de hormigón visto, en el Santuario de la Fortuna Primigenia, de Praeneste (Palestrina, Italia) datado su construcción entre la segunda mitad del s. II a. C. y los comienzos del s. I a. C. (Ward-Perkins, 1976, 34-35, lám. 49; Zevi, 1979, 2-22). Un paralelo prodigioso lo constituye el Mercado de Vía Latina, de Ferentium (Ferentino, Italia) compuesto por una nave central cubierta con una gran bóveda de cañón de caementicium visto y con los caementa dispuestos radialmente; se data en torno al 100 a. C. (Boëthius y Ward-Perkins, 1970, 242, lám. 98). Años más tarde, volvemos a encontrar bóvedas similares en el Tabularium de Roma, donde la escalera está cubierta por completo con una bóveda de hormigón realizada por secciones o en alveolos (Boëthius y WardPerkins, 1970, 131, lám. 72; Ward-Perkins, 1976, 40, lám. 59; García y Bellido, 1990, 62-63, fig. 40). Dentro de esta tipología cabe recordar las bóvedas de apoyo del Teatro de Marcelo, en Roma, construidas con los caementa dispuestos radialmente y fechado entre los años 13-11 a. C. (Boëthius y Ward-Perkins, 1970, 186-7, fig. 83, lám. 105). De época augustea tenemos el fabuloso conjunto termal de Baiae (Italia), conocido por el nombre de Templo de Mercurio. Tanto en las estructuras abovedadas como la cúpula del ambiente de planta central están realizadas en hormigón con los caementa dispuestos radialmente, a la manera republicana (MacDonald, 1965, 11, lám. 14 a; Boëthius y Ward-Perkins, 1970, 299; WardPerkins, 1976, 119, lám. 140 y 141).

Respecto a las bóvedas de cañón construidas en decenda de cava, se han constatado dos manera diferentes de construirlas y se las ha denominado como “sistema de cartabón” y como “sistema de nesgas o en abanico”. El primero de ellos consiste en apoyar la bóveda sobre una superficie inclinada, dada una diferencia de cota existente entre los dos puntos que delimitan el espacio que debe cubrir. El desnivel existente entre ambos es compensado mediante la construcción con sillares de un cartabón que se forma por la presencia de bloques trabajados como triángulos rectángulos que se van acoplando por hiladas hasta conformar la superficie de apoyo de la bóveda. El otro sistema, el “de abanico”, es más complejo que el anterior y consiste en -de menor a mayor- en el punto más bajo, una dovela por su intradós se corresponde con dos bloques que, a su vez representan una hilada cada uno; estos a su vez recogen el final de otras hiladas y así, sucesivamente, se forma un sistema concéntrico en el que en vez de aparecer sillares triangulares, se utilizan otros más singulares con parte medio triangular que sirve de diente para recoger y frenar una hilada superior que acaba en él. Estas bóvedas tienen, además, la dificultad añadida de que cada dovela de reunión de hiladas es distinta al resto y debe ser tallada in situ.

Es bastante notable el repertorio de bóvedas construidas en opus quadratum que posee el teatro. Las más sencillas son las de cañón ligeramente peraltado que cubren los aditus, alternando con los alvéolos de hormigón. Sin ser raras ya que ofrecen una tipología que no reviste excesivos problemas técnicos, no son muchos los paralelos que se encuentran y siempre están en zonas donde por la naturaleza del terreno- prima la técnica del quadratum. En la mayor parte del territorio del Imperio, desde época de Augusto, todas estas bóvedas se construyen en opus caementicium, por lo que el encontrar tipos en concordancia se hace un poco difícil. Así, bóvedas de cañón corrido que discurren a diferentes alturas en un mismo tramo, encontramos en el Teatro de Leptis Magna (Libia), augusteo, (Caputo, 1987, 32-44) o en el Teatro de Sabratha (Caputo, 1959, 12). Otros ejemplos lo constituyen el interior de las puertas de las ciudades que, dada su longitud supera la concepción de

Paralelos para estos tipos los hallamos en épocas y territorios alejados. Sin embargo, lo más próximo a nuestro caso lo hallamos en las bóvedas de los vomitoria y de las subestructuras del teatro de Leptis Magna, de época augustea (Caputo, 1987, 32-44, lám. 7-2 y 13-5). Los otros paralelos los hallamos en Asia Menor, concretamente en Perge (Pamfilia) y en Side (Cilicia) donde se usa casi exclusivamente la piedra, por lo que la mayoría de las construcciones son de opus quadratum. En este sentido llama poderosamente la atención las bóvedas de apoyo del Estadio de Perge, que se hallan

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El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita

totalmente inclinadas y se frenan sobre el terreno. La época de su construcción es entre los años 117-122 d. C. (Boëthius y Ward-Perkins, 1970, 406-411; Ward-Perkins, 1976, 101, lám. 116) o las bóvedas de la subestructura del Teatro de Side, del mismo tipo que el anterior y, probablemente, de época de Antonino Pío (Ward-Perkins, 284, lám. 312).

ninguna bóveda construida en opus caementicium visto o en opus quadratum.

Debemos recordar que la bóveda que más complejidad técnica entraña es la de rincón de claustro (Sear, 1989, 79, fig. 41; Palacios, 1990, 65; Paniagua, 1993, s. v.). Paralelos exactos construidos en opus quadratum no hemos hallado, aunque sabemos de abundantes ejemplos de bóvedas similares aunque aparejadas en hormigón, con ayuda de cimbra, v, gr. en el Tabularium. Sin embargo, nuestro objetivo es encontrar ejemplos similares conceptualmente. En este sentido contamos con la bóveda de arista que cubre el Tetrapylon de Caparra, de época flavia (García y Bellido, 1990, 311-312; fig. 514 a 516), las bóvedas de arista del Teatro de Philippopolis (Siria), de mediados del s. III d. C., o la compleja bóveda de arista del Mausoleo de Teodorico, en Ravenna (Italia), ya en el s.VI (Adam, 207210, lám. 454 a 456).

Bóvedas construidas exclusivamente con ladrillo las encontramos cubriendo todas las cajas de escaleras de los subvomitorios. También se realizan sólo en testaceum las cubriciones de las tres canalizaciones que discurren en el subsuelo de la harena y de idéntico material eran las bóvedas que cerraban las carceres.

La bóveda anular del teatro es la que cubre el tramo semicircular de la crypta. Está completamente aparejada en opus caementicium visto y apenas se ven los caementa. Cada cierta distancia aparece perforada con la presencia de un vano que brinda el paso hacia el graderío. Precedentes de este tipo de bóvedas los tenemos en el Templo de la Fortuna Primigenia, en Praeneste, aunque aquí acasetonada (Ward-Perkins, 1976, 34-39, lám. 46 y 47). Sin embargo, poseemos un paralelo muy cercano en la bóveda de la crypta del teatro de Ferentium (Ferento, Italia), cuya primera fase es de época de Augusto (D’Atri, en Cancio Rosseto y Pisani Sartorio, 1994, 454-456; Courtois, 1989, 151-154) y algo similar se documenta en el Teatro de Volterrae, iniciado bajo Augusto y concluido con Claudio, donde la summa cavea reposa sobre un corredor anular abovedado (Ruggiero, en Cancio Rossetto y Pisani Sartorio, 1994, 112-115; Courtois, 1989, 159-163). En el Teatro de Pompeya se construyó una crypta bajo la summa cavea, aboveda, en época de Augusto, entre el 13 y el 2 a. C. (Courtois, 1989, 121). El Teatro de Sepphoris/Diocaesarea (Zippori, Israel) también posee un corredor anular abovedado sobre el que se apoyan los riñones del graderío. Construido antes del 17 a. C. y reformando a mitad de época imperial y a comienzos del s. IV d. C. (Isler, en Cancio Rossetto y Pisani Sartorio, 1994, vol. 2, 353-354). ANFITEATRO. En este edificio encontramos poca variedad tanto en técnica constructiva como en tipo de bóvedas empleadas. En efecto, con respecto a la técnica constructiva, debemos subrayar que no encontraremos

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En el caso del anfiteatro encontraremos bóvedas realizadas únicamente en opus testaceum o de tipo mixto, por la inserción dentro del testaceum de arcos fajones aparejados en quadratum.

Los tipos que se han documentado en el anfiteatro de bóvedas realizadas sólo con testaceum son: de cañón rebajado, rampantes y en esviaje. Las bóvedas de cañón rebajado las encontramos repartidas a lo largo de todos los subvomitorios del anfiteatro, con sus elementos dispuestos de canto, esto es trabados por sus caras de recibimiento pero por su cara más ancha y no por la más estrecha, lo que le conferiría una sección más radial. Este tipo de bóvedas son muy comunes en la arquitectura romana y las encontramos muy bien representadas en las sucesivas residencias palaciales de los emperadores, en Roma. Así, vemos paralelos en los ambientes adyacentes a la sala octogonal de la Domus Aurea neroniana (MacDonald,1965, 39 a 44, lám. 32 a 34; WardPerkins, 1976, 102-104, lám.120-122; García y Bellido, 1990, 268-271, lám. 414 a 416). También encontramos bóvedas rebajadas de ladrillo en la llamada Domus Transitoria, construída en el 60 d. C. por Nerón y desaparecida con el incendio del año 64 d. C. (MacDonal, 1965, 21, fig. 3). Igualmente hallamos tipos muy similares en las rampas que ponen en comunicación la Domus Augustana, más conocida como Palatium, con la Domus Tiberiana; se trata de una obra realizada por Rabirio en el 92 d. C., según Ward-Perkins (1976, 104118); más laxa es la cronología que le otorga MacDonald, entre los años 81 y 96 d. C. (1965, 47-49). Debemos señalar que los paralelos que hemos traído a colación son exclusivamente de bóveda de cañón rebajado, normales, no esviajadas, porque eso corresponde a este nuevo párrafo. De este tipo de cubriciones, que vemos en la conducción oeste del anfiteatro emeritense, contamos con tipos muy parecidos en el castellum aquae secundario de Pompeya, conocido como Arco de Calígula, sito al final de la calle de Mercurio. Se trata de un auténtico arco, de ahí el nombre popular, construido completamente en ladrillo y su vano está cubierto con una bóveda rebajada en esviaje; quedó fuera de servicio en el 62 d. C.; otro castellum secundario, también en Pompeya, adosado al muro exterior del Forum

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con la reforma julio-claudia de la zona, presenta un nicho cubierto con una bóveda latericia rebajada y en esviaje (Adam, 1984, 276-280, lám. 590-591). Abundantes ejemplos de bóvedas rebajadas en esviaje y construidas en ladrillo nos las proporciona, nuevamente, la Domus Augustana, en el piso superior al patio de las habitaciones privadas así como en la zona de la fachada que mira hacia el Circo Maximo (MacDonal, 1965, 47-49; Ward-Perkins, 1976, 104-118, lám. 126 y 132).

Tabularium, que es donde se materializa por vez primera y, a partir de aquí se documenta, sistemáticamente, ya completamente asimilado y llevado a más altas cotas en el Teatro de Marcelo, inaugurado en el 13 a. C.. Es la base definitoria de la arquitectura de Roma o la Stadtrömische architekture, definida perfectamente por Gros (1978, 62-63). El caso concreto del teatro presenta la peculiaridad de que al estar sobre subestructuras macizadas, es más difícil perforar el muro de cierre. Aunque no se conservan vestigios que correspondan al segundo cuerpo de la fachada, no creemos probable que se reprodujesen arcadas con parapetos o balaustres en el segundo descansillo de las escaleras. Entre otras razones porque dada la alternancia de direcciones de los vomitoria las arcadas quedarían alternadas por cuerpos pero descentradas con respecto al paramento inferior. Es muy posible que tal y como se documenta en el anfiteatro, hubiera sencillas saeteras para ventilar e iluminar dichos accesos. Parece bastante improbable imaginar una decoración simulada con el almohadillado repitiendo el esquema del primer cuerpo en el segundo, con arcos ciegos.

Respecto a las bóvedas rebajadas colocadas en rampa23, hemos podido encontrar escasos paralelos, pero creemos que esto es debido más a un silencio que a una ausencia material. Lo más parecido son los nuevos tramos de bóveda doblada que cubren el vomitorio norte del anfiteatro de Pompeya, reforzado tras la erupción del 62 d. C. (Adam, 1984, 164-165, lám. 359 y 387). Debemos recurrir, de nuevo, a la rampa que conduce de la Domus Augustana a la Domus Transitoria (MacDonald, 1965, 21, fig. 3). Las bóvedas de los vomitoria son las que presentaban su cubierta testácea jalonada con la presencia de dos arcos fajones aparejados con robustos sillares. Para estos casos no hemos encontrado paralelos porque ya hemos señalado en repetidas ocasiones a lo largo del trabajo que la construcción en opus quadratum no está muy extendida excepto en aquellos lugares donde las características del terreno lo propician: abundancia de piedra y tardanza en adoptar el opus caementicium por falta de arena volcánica para su realización; sin olvidar una fuerte tradición en el trabajo de la piedra (Ward-Perkins, 1976, 284). En esta situación se hallaban las provincias orientales de Cilicia, Panfilia, Siria, Palestina, Arabia. Por lo que en las zonas donde se construye en caementicium es difícil encontrar la asociación quadratum-testaceum y lo más común es hallar: incertum-testaceum y testaceum-vittatum. No descartamos que halla asociaciones de ambos materiales aunque no hayamos podido encontrarlas.

Hay sobrados ejemplos de teatros que poseen su fachada trasera maciza, casi sin puertas de acceso, debido -en la mayoría de los casos- a que se apoyan directamente en la colina. Así conocemos el Teatro de Augustodunum (Autun, Francia), de época de Vespasiano, que posee una fachada maciza y los seis vomitorios que en ella se abren lo hacen en la parte central del hemiciclo (Razzola Borgia, en Ciancio Rossetto y Pisani Sartorio, 1994-1, 354-356). El Teatro de Gerasa (Djerash, Jordania), consagrado entre el 90-92 d. C., está completamente apoyada su cavea por lo que la fachada es del todo maciza (Isler, en Caiancio Rossetto y Pisani Sartorio, 1994-2, 83-84). En el caso del Teatro de Vienna (Vienne, Francia), de época de Augusto, se apoya por completo en una colina y sólo es accesible desde la summa cavea (Razzola, en Ciancio y Pisani, 1994-2, 38-40). Algo similar a esto se documenta en el Teatro de Caesarea Stratonis (en Kaisarije, Israel), datado en el 4 a. C., donde al estar todo apoyado, sólo posee fachada la summa caveae (Isler, en Ciancio y Pisani, 1994-2, 348-351). Este mismo fenómeno se repite en el Teatro de Vasio Vocontiorum (Vaison-la-Romaine, Francia), de época de Tiberio-Claudio, que sólo poseía fachada vista en la parte del porticus in summa gradatione (Razzola, en Ciancio y Pisani, 1994-2, 20-22). También ocurre algo similar en el Teatro de Tauromenium (Taormina, Italia), donde el teatro romano se instala aprovechando el griego, por lo que la fachada la constituye un doble pórtico, en la parte de la summa (Isler, en Ciancio y Pisani, 1994-3, 50-52). Un caso casi idéntico al anterior es el del Teatro de Volterrae (Volterra, Italia), iniciado con Augusto y acabado con Claudio, que se apoya en una pendiente y la fachada, por tanto es maciza

COMPOSICIONES ARQUITECTÓNICAS. Tanto el teatro como el anfiteatro son edificios masivos y esta característica constructiva se traduce también en la composición arquitectónica de sus fachadas. Son estos muros macizos únicamente perforados por las necesarias puertas de acceso así como por ventanas, de tipo saeteras, que apenas serían perceptibles en la fachada. En el TEATRO encontramos tanto en las fachadas principales como el muro anular una composición que es paradigma de la arquitectura romana: arcos entre semicolumnas que sustentan un entablamento (WardPerkins, 1976, 40). Este sencillo sistema se repetirá hasta la extenuación a lo largo y ancho de todos los edificios romanos. Así, desde el año 78 a. C. en que se erige el

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El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita

y sólo presenta dos accesos (Ruggiero, en Ciancio y Pisani, 1994-3, 112-115). Algo parecido sucede con el Teatro de Tergeste (Triestre, Italia), de época augustea/julio-claudia, que posee el porticus in summa cavea probablemente de dos plantas, por toda fachada monumental, ya que en el muro semicircular tan sólo posee dos accesos. En la parte de los riñones ya presenta cierta fachada (Ruggiero, en Ciancio y Pisani, 1994-3, 7981). Estos sólo son algunos de los múltiples ejemplos que existen de teatros parcialmente apoyados y con subestructuras macizas que no permiten una fachada arquitectónica. En la Península Ibérica hallamos casi todos los teatros con fachadas macizas, así el Teatro de Sagunto además de tener crypta posee una fachada anular maciza (Hernández et alii, 1993, 25-42). El Teatro de Cartagena también está parcialmente apoyado, como en Sagunto, y al igual que él posee crypta y está restituido con seis vomitorios que parten de una fachada anular macizada (Ramallo et alii, 1993, 51-92). El Teatro de Bilbilis es un caso paralelo al de Volterra o al de Vienne; se accedería por la parte superior y el porticus in summa gradatione sería la única fachada del teatro (Martín-Bueno y Nuñez, 1993, 119132). El Teatro de Itálica tampoco tuvo fachada anular ya que estaba completamente apoyado en la colina y en su primera fase sólo poseía tres accesos y por la zona alta del edifico -un posible porticus in summa cavea- (Corzo, 1993, 157-171). Los casos como el del Teatro de Málaga (Rodriguez Oliva, 1993, 183-194), el del Teatro de Segóbriga (Almagro, 1982, 29 ss.) o el del Teatro de Metellinum (del Amo, 1982, 317 ss.) ponen de relieve fachadas anulares macizas con escasos accesos y sin alardes compositivos y, además, con carácter general, la cronología de todos estos es muy temprana. En el ANFITEATRO nos encontramos ante un problema similar. Se trata de una estructura muy pesada y compacta que no permite desarrollar una composición arquitectónica de vanos. A este hecho hay que unir, además, la adaptación transversal del edificio a un relieve en declive, que supone una parte, la occidental, con tres alturas de fachada mientras que en el resto del edificio apenas si son dos. El primer cuerpo se desarrolla de manera canónica los vomitorios repiten el esquema de arco inscrito entre pilas sugeridas por el almohadillado e inscrito todo bajo un arquitrabe. En ningún caso se ha tenido constancia de la existencia de dicho arquitrabe en piedra, pero encontramos en su lugar la cornisa latericia que puede hacer esa función a la vez que señala el tránsito al segundo cuerpo del monumento. En el resto del cuerpo inferior, la fachada podría muy bien sugerir una estructura adintelada por la presencia de la citada cornisa moldurada y así como por los contrafuertes con sus cadenas de sillares.

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Del segundo piso no han llegado suficientes vestigios como para que podamos hacernos una clara idea. Sabemos, en cambio, que las ventanas que iluminaban y ventilaban las cajas de las escaleras, no tenían reflejo en la fachada, eran simples troneras que pasan desapercibidas por completo. Es posible, como sugiere el Dr. Bendala24, que estuviese decorada con una sucesión infinita de arcos aparejados con ladrillo, lo que aportaría un efecto estético bastante impactante. En muchos de esos huecos se alojarían las troneras. Pero esto sería sólo una composición de carácter estético ya que dichas arquerías, como las de descarga, aquí no jugarían tal papel. En resumidas cuentas, podría ser más o menos y salvando las distancias cronológicas y geográficas, algo parecido a lo que reflejan las ruinas del Anfiteatro Castrense, de comienzos del s. III d. C. y construido completamente en ladrillo (Adam, 1984, 157-158, lám. 346). Anfiteatros masivos como el de Mérida hay muchos y en cada caso se optó por una solución acorde con las necesidades. Así el paralelo más próximo es el Anfiteatro de Ancona (Italia) datado en el s. I d. C. y restaurado en el s. II. En esa restauración hubo que adosar una nueva fachada por peligro de colapso de la antigua. Esta muestra el muro con retranqueos, presencia de contrafuertes y pilastras (Golvin, 1988, nº 78, 110-111, pl. XV,9). Luego, en esta línea también están el Anfiteatro de Casinum (Casino, Italia), de la segunda mitad del s. I d. C. (Golvin, 1988, nº 82, 114, pl. XXVII,1 y 2); el Anfiteatro de Syracusae (Siracusa, Italia) también es muy parecido al emeritense y su fachada muy compacta; data del periodo comprendido entre Augusto y Nerón (Golvin, 1988, nº 85, 115-116, pl. XIII,2) o, en menor medida, el Anfiteatro de Mediolanum Santonum (Saintes, Francia) en su parte que no está construida exenta; está fechado en época de Claudio (Golvin, 1988, nº 100, 124-126, pl. XXXI,1-3). En el panorama peninsular encontramos un único paralelo, con bastantes concomitancias y este es el Anfiteatro de Segóbriga. Se apoya parcialmente en una colina, donde en algunas zonas aparece recortada la roca madre; el resto del edificio que no está tallado se apoya en compartimentos macizados. Por resultados estratigráficos se sabe que se comenzó con Claudio y que finalizó en el tránsito de Nerón a los Flavios (Almagro Basch, 1995; Golvin, 1988, nº 88, 119, pl. XV,7 y XLVII,5). IV.5. FASES PERISITLO.

CONSTRUCTIVAS DEL CONJUNTO

TEATRO-

En este apartado se realizará un breve repaso a través de las distintas etapas por las que atravesó el conjunto teatro-peristilo hasta llegar a ser lo que hoy podemos reconocer en sus ruinas. Antes de continuar debemos hacer constar varias cuestiones:

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- No incidiremos en aspectos de edilicia, salvo lo imprescindible, ya que todo ello ha sido sobradamente descrito en las fichas y en los subapartados dedicados a las técnicas de construcción.

simetría del hemiciclo, y en cuyo extremo se concibió el sacellum o Aula de Culto Imperial. Además del replanteo, es muy posible que se comenzase a construir el muro de cerramiento de la crujía oeste, aparejada en granito, al menos en su alta base, a diferencia con el resto de los paramentos del peristilo. También se procedería a acometer las tareas pertinentes de desmonte en el lado norte del conjunto, con el fin de comenzar la construcción del sacellum.

- Tampoco vamos a iterar cuestiones relativas al proceso técnico de construcción, aunque en determinados momentos hagamos mención de ello, porque no es este el lugar que le corresponde. Remitimos, pues, al subapartado específico.

Cronológicamente debe corresponder a la fecha de los epígrafes dedicatorios: 16-15 a. C.

- Por último, debemos apuntar que según se vayan exponiendo las fases, se aportará una datación relativa para cada una de ellas ya que no poseemos datos estratigráficos procedentes de una excavación moderna.

SEGUNDA FASE. (CD-Rom Planos nº 11-2). No debe tener cesura temporal con la primera pero constructivamente hablando se evidencia un cambio muy significativo.

PRIMERA FASE. (CD-Rom. Planos nº 11-1). Es en la que se realiza el desmonte de la colina en donde se apoya la parte baja de la ima cavea así como la orchestra. También se procedió a explanar toda la superficie correspondiente al solar donde se iba a ubicar el peristylium. Una vez acabado este capítulo se replantearía el edificio sobre el terreno y se acometería su construcción.

En esta fase se culmina el hemiciclo con su fachada trasera, donde se evidencia una nueva metrología en los sillares, nuevas maneras de almohadillar los bloques, nuevas e ingeniosas formas de realizar las bóvedas en decenda y una cuestión fundamental: la aparición del uso del ladrillo. El material cerámico aparece empleado como caementa en las zonas aéreas del monumento y formando las bóvedas de los tramos más altos de escalera que desembocaban en la summa cavea.

En el primer golpe de trabajo se construyeron buena parte de las fachadas principales, comenzando siempre por el lado occidental -que es el más cercano al núcleo poblacional inicial-, con sus aditus; por supuesto, la orchestra y las gradas de la ima cavea hasta alcanzar la altura de las salidas de la crypta sobre el graderío. Se construirían, también, los ángulos del hemiciclo hasta enlazar con los accesos a la crypta.

Durante este mismo período se concluye el scaenae frons, que era mucho más sencillo que el actual, rectilíneo y, probablemente, con una exedra señalando la valva regia. Ahora se le añade un muro que lo recorre por delante, parcialmente, donde se apoyan las columnas. En este primer conjunto no se realizaron ni parascaenia ni uersurae. Respecto a su construcción, pudo constar, muy verosímilmente, de plinto de opus quadratum y, sobre él, recrecimiento en opus testaceum; es muy probable que de manera automática, como acabado de la obra, se procediera a su marmorización. Debemos decorar el frente escénico con el grupo escultórico estudiado por el Dr. Trillmich, que parece ser que se trata de una galería imperial, concretamente de la familia de Claudio (1993, 114-116).

Mención especial merece la cripta, ya que en ella vemos fosilizado el replanteo del edificio y sus subestructuras. Nos estamos refiriendo a las cadenas de sillares que aparecen separadas aunque en parejas, distanciadas entre sí cierto trecho. Estas no son sino los cimientos de los compartimentos que delimitan los vomitorios que corren por arriba. Así pues, era absolutamente necesario que estuviera acabada la crypta para poder construir la parte alta. Por tanto, queda como bastante probable que estuviese materializada la planta de las subestructuras macizadas en que se apoya la cavea, nos referimos, por supuesto al nivel de cimentación que no de recrecimiento.

El peristilo también está terminado en esta segunda fase. Concretamente el sacellum es muy posible que se terminara a finales del periodo augusteo y/o comienzos del reinado de Tiberio. En su primer acabado estuvo decorado con estucos pintados pero con la finalización del teatro y, específicamente, de la scaenae frons, se reformó: se practicó la hornacina central más grande y ancha que el resto y se marmorizó.

Es muy probable que existiese un germen de scaenae frons, de líneas rectas en donde se abren las hospitales y con una sencilla exedra semicircular, sin antas ni podium delantero ni escaleras. Del murus pulpiti de esta fase no sabemos nada aunque posiblemente habría algo.

Es muy probable que también sean de esta fase las letrinas situadas en las proximidades del ángulo noreste del peristilo, delante de las cuales se desarrollaba una

También en esta primera fase se haría el replanteo del pórtico del peristilo, situado perfectamente sobre el eje de

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El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita

escalinata construida con recio opus caementicium y revestidos los peldaños de ¿sillares? que bajaban directamente al interior de la crujía oriental del peristilo, al que accedían a través de una de las exedras cuadrangulares que animaban el muro de cerramiento. En esta época el canal que recoge el agua que vertían las cubiertas de los pórticos iba a ras de suelo sin murete que lo cercara entre las columnas exteriores de las crujías, al igual que se documenta en el Pórtico del Foro Local de esa colonia. La datación de la conclusión definitiva de esta panorámica urbanístico-arquitectónica sería el reinado de Claudio, sin poder precisar más. TERCERA FASE. (CD-Rom Planos nº 12-1). En esta época se realizan importantes reformas en el edificio y se le añaden estancias. Entre lo más importante figura la creación en el centro de la ima cavea de un sacrarium de planta rectangular, delimitado por un pluteus de mármol, en el que sobre sendos plintos se colocaron lares et imagines necesarias para realizar ceremonias cultuales de carácter oficial. En el panel central de cerramiento estaría el epígrafe donde se hace la mención del año fundacional de la colonia; sobre los plintos se ubicarían las seis aras con las inscripciones AVG SACR y, dichos plintos estarían, posiblemente, decorados con finos relieves con el tema de congeries armorum (Trillmich, 1993). Además de la construcción del sacrarium, la scaenae frons sufrió una remodelación: se le añadieron las antas a todas las puertas, también se les dotó de escaleras y es posible que se reparase el mármol. Se le añadieron ahora las esculturas thoracatae. Es muy probable que el murus pulpiti que ahora vemos sea el que se construyó en esta época a causa de la reforma del frente escénico así como por la creación de los parascaenia. En el peristilo es probable que se creen ahora los nuevos escalones de acceso a la crujía sur, la que se abre a la posescena, y, quizá que se realizase algún estucado. Cronológicamente estamos en el reinado de TrajanoAdriano, según se desprende de la inscripción del sacrarium (Trillmich, 1991-92), de la nueva composición del frente escénico (Courtois, 1989, 290-300) así como del cambio en la metrología del módulo aplicado a los parascaenia. CUARTA FASE. (CD-Rom Planos nº 12-2). Se acometen reformas en el conjunto de tal envergadura que

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incluso afectan a la circulación del edificio. Algunas son conocidas por datos epigráficos y, otras, por la realidad arqueológica. Sabemos que Constantino I y sus hijos hicieron reparaciones y lo dotaron de nuevos ornamentos (Wickert, 1934, 113-128). Esto parece que puede traducirse en el terreno material en la presencia de ciertos sofitos pertenecientes al frons scaenae estilísticamente asignables a este período (Blanco Freijeiro, 1982, 23 ss.) y, al parecer, en la última pavimentación de la calle anular que supuso la colmatación parcial de los vestíbulos de los vomitorios de subida al graderío alto y un forzado descenso en los que conducían a la ima cavea (Álvarez Sáenz de Buruaga, 1982). Pese a no contar con bases suficientes para aseverar esto último, es bastante verosímil por lo que lo aceptamos con las reservas necesarias. La innovación más importante consiste en la creación de la uersura oriental. Su aparición supone desmontar parte de la fachada principal de ese lado, cercenando cuidadosamente las cornisas molduradas que enmarcaban el epígrafe de letras broncíneas de Agripa. A diferencia de lo que opina Courtois de que las uersurae -foyers- son lugares para el tránsito normal del público antes, durante y después de la representación (1989, 299), en Mérida supone la total restricción del paso al gran público. Prueba de ello es que se debe perforar el hemiciclo por su ángulo este para poner en contacto el exterior con el aditus oriental y permitir así el libre acceso a la parte baja de la ima cavea. Subrayando, además, esta intencionalidad y para evitar equivocaciones entre los caballeros que debían acceder por la crypta y los que debían hacerlo por la nueva entrada recién creada, se separó esta de la otra mediante la construcción de un muro aparejado en opus africanum. En el sector occidental comenzó a hacerse, de hecho se ve una galería a medio perforar en el costado del hemiciclo, pero esta es pequeña y tenía que desembocar sobre la media cavea dado el gran desnivel que presenta aquí el terreno -recuérdese la gran escalinata con que hubo que dotar a este sector para posibilitar la viabilidad de su acceso-. Sin embargo, en este lado del teatro la reforma nunca llegó a terminarse y no se construyó uersura. Creemos que entre las razones que impidieron esta refacción hay dos de importancia capital: - Si se construía la uersura, el acceso se vería restringido como ocurrió en el sector oriental, por lo que se imponía construir un nuevo acceso para llegar a la parte baja de la ima cavea. Sin embargo, el nuevo acceso, por un error de cálculo o por dudosa incapacidad de perforar el machón de apoyo de la escalera así como el núcleo de hormigón del edifico, no desembocaba en el sector

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preferente de la ima, como correspondía, sino en la parte alta, la misma que se podía ganar a través de las salidas de la crypta. Por esta razón, en el sector occidental, se construyó un muro de opus incertum que conducía especialmente al público privilegiado a sus asientos de la zona inferior.

datos arqueológicos que podrían estar indicándonos esta posibilidad. No podemos, sin embargo, desarrollar la idea en el presente trabajo porque consideramos que no es el marco adecuado y lo dejamos para posteriores investigaciones, aunque no dudamos en plantearlo aquí como sugerente hipótesis de trabajo o como tema de reflexión.

- Es muy posible que, detrás de todo esto se encuentren problemas económicos y político-sociales. IV.6. FASES En el peristilo se reforman las hornacinas del sacellum: se ciega por completo la central de manera intencionada, con cascotes de derribo; se acortan los cuatro nichos laterales. La luz del umbral es reducida mediante el añadido de sendos machones de ladrillos. Se parchea el placado de mármol del plinto y del pavimento, aprovechando en algunos casos lastras parietales; el resto se decora con estucos pintados.

CONSTRUCTIVAS DEL

CUESTIÓN DE LA

ANFITEATRO

Y LA

MURALLA.

Tal y como se ha apuntado para el caso del teatro, aquí intentaremos poner de relieve los distintos hitos de la historia del monumento y su entorno hasta llegar a nuestros días. Tampoco vamos a incidir en esta exposición en cuestiones propias del análisis de la técnica constructiva, ya que no es el lugar ni el objetivo de este subapartado, excepto cuando la argumentación lo haga absolutamente imprescindible. También dejamos intencionalmente a un lado volver a describir el desarrollo material de los trabajos de replanteo del edificio, cuestión ya tratada en su correspondiente apartado. Por último, lo mismo que se ha hecho en el epígrafe precedente, aquí se acompañará la exposición de cada fase de su correspondiente apunte cronológico, dato este que en ocasiones deriva directamente de alguna de las excavaciones allí practicadas mientras que en otras ocasiones es relativo.

Por otra parte, se cierra con material amortizado la exedra que mediante la escalinata ponía en contacto el pórtico con las letrinas. Es también muy posible que ahora se construya el murete entre las columnas para proteger el canal receptor de aguas pluviales y que se construya un murete de pésima mampostería que dibuja un nuevo diseño de parterre. Se hace una reforma o reparación, no hay más datos, en el muro de cerramiento de la crujía oeste, con el levantamiento de un muro aparejado en opus africanum.

PRIMERA FASE. (CD-Rom Planos nº 20-1). Del anfiteatro originario, del que hacen mención las famosas inscripciones, es muy poco lo que queda pero es altamente representativo. Se trataba, muy verosímilmente, de un edificio definido por el podium de granito que también actualmente delimita la harena. Dicho podium estaba decorado con sendas molduras en su parte inferior, cornisas también molduradas en la superior y rematado en la zona de la tribuna editoris así como en el suggestum con los epígrafes a los que se aludía más arriba.

Cronológicamente nos estamos moviendo en un amplio marco que abarca todo el s. IV d. C. Addenda. Sabemos por Vallois (1919), que examinó concienzudamente el teatro antes de las desgraciadas restauraciones, que la orchestra fue rebajada, al menos, en 37 cm. con respecto a su pavimento original. También señala que el nuevo murus pulpiti va a intestar contra las jambas de las salidas de los aditus, ocultando parcialmente las pilastras que las adornan. De idéntica manera subraya que el pavimento de los parodoi fue rebajado por debajo de la cota de la hiladas de nivelación y se revistió -entonces- con el pavimento de signinum, que se realizó con leve, pero constante, inclinación hacia el interior de la orchestra. Hace notar, igualmente, que se advierten ciertas “irregularidades” en el paso de las gradas de la proedria a la zona de paso que aúna orchestra con parodoi.

Todos los datos parecen apuntar hacia el hecho de que los maeniana de este primer monumento fuese de madera, cosa -por otro lado- muy común en otros anfiteatros del imperio, sobre todo en su primera fase. Recordemos aquí los casos de Aquincum, Carnuntum o Caerleon, cuya primera estructura fue lígnea y tras un periodo -más o menos amplio- se erigen definitivamente en piedra.

Todo esto nos hace preguntarnos ¿no sería verosímil que el teatro de Mérida, como tantos otros, sufriera una adaptación allá por los comedios del s. II, o s. III, en que tantos edificios son adaptados para las representaciones de thetímime? (Le Glay, 1989, 214, n.45). Es un tema que planteamos por su interés y porque se columbran ciertos

Este primer anfiteatro, contaría con una pequeña sala que se abría a la harena por el cuarto suroccidental del podium. En la actualidad apenas es visible por la intervención restauradora así como por el acelerado y progresivo deterioro que está sufriendo el monumento.

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El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita

Respecto a su funcionalidad sólo podemos apuntar que se trate de una carcer o que sea el primer Nemeseum del anfiteatro. Es muy probable, aunque casi imposible de probar, que pertenecieran a esta primera fase las dos primeras estructuras practicadas en el subsuelo de la harena. Una grande rectangular, construida con mampostería y parece que rematada por en su zona de contacto con la harena por ladrillos. La otra es de menores dimensiones, situada en el centro de la anterior pero a bastante más profundidad. Sólo sabemos que estaba también construida con mampostería. Así pues, podemos conocer la existencia de esta primera fossa aunque no podemos precisar su función concreta. Es posible que mediante un entarimado sostenido con pies derechos de madera, pudiera cumplir con la misión de subsuelo y/o carceres. Si se considera la posibilidad de que se utilizara como auténtico subsuelo, parece que cobraría más fuerza la idea de que la sala antes mencionada fuese un espacio de culto. En este primer momento el anfiteatro se ubicaba extramuros de la ciudad, como lo demuestra el enterramiento que quedó incluido en la estructura de la ampliación del mismo. Cronológicamente nos estamos moviendo en la datación que se desprende las inscripciones conmemorativas: el año 8 a.C.. SEGUNDA FASE (CD-Rom Planos nº 20-2). Esta fase no alude tanto a cuestiones constructivas y se centra, sobre todo, en importantes innovaciones urbanísticas. Entre esta fecha y la segunda fase, se realizó en primer lugar -al menos - un enterramiento y no es improbable que hubiese más por la zona. Se fecha, como muy pronto, en época de Claudio. Años después tuvo lugar la ampliación del perímetro urbano por esta zona, quizá tras las adiectiones familiares de Otón, lo que nos situaría en los años 68/69 d.C. TERCERA FASE. (CD-Rom Planos nº 21-1). Corresponde a la transformación del anfiteatro primitivo en uno monumental. Se aprovechó el podium del originario así como las ventajas del lugar en que se encontraba para construir el nuevo beneficiándose de la pendiente natural para adaptar a ella el imum maenianum este. El resto de la estructura oriental se alzó sobre simples compartimentos macizados, como se recordará, mientras que el sector occidental se convertía en el más monumental, con su fachada de tres alturas y estructura mixta: en parte macizada, en parte construida en hueco. El nuevo anfiteatro sólo tiene tres entradas monumentales: la norte, la sur y la oeste, siendo esta

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última la principal. Sin embargo, no está enfatizado el acceso por el este al edificio, por donde se accedía directamente a la tribuna editoris. Esta situación viene impuesta por un problema urbanístico: al construir el anfiteatro se hicieron mal los cálculos y hay una zona del mismo que se adosa materialmente a la muralla. Dicho encuentro provocaba que tres puertas quedasen casi sin servicio por lo que la cerca, a pesar de haber sido construida recientemente -no existía en la fase anterior como lo demuestra la presencia del enterramiento que queda englobado en este nuevo edificio- es parcialmente desmontada en las zonas de los vomitoria afectados y se arrasa hasta alcanzar la misma cota que el nivel de pavimento del edificio. En cada uno de los tres vomitorios se resolvió el problema de una manera diferente. En el más septentrional de los tres, como intesta con la muralla por su jamba sur, esta muestra un intradós de mayor tamaño que el resto de los del anfiteatro y es concebida como si se tratase de una fachada. El vomitorio que queda a medias entre el anterior y el que marca el eje oriental, se le abrió el paso -estaría totalmente tapiado- desmontando la muralla en una anchura equivalente a la luz de la puerta y se niveló con el pavimento de dicho pasillo. En el caso del vomitorio que señala el eje este, la muralla llegó hasta sus aledaños pero a partir de aquí fue literalmente arrasada hasta volver a reaparece una decenas de metros más allá, ya muy separada del monumento. En esta segunda fase es posible que se amortizaran las estructuras del subsuelo anteriormente nombradas. En su lugar se construirían las tres conducciones que corren bajo los tres accesos principales del edificio, uno de los cuales debe estar relacionado con el abastecimiento de agua al edificio -probablemente el sur- mientras que los otros, especialmente el oeste, fueron concebidos para todo lo contrario: evacuar las aguas. Estas canalizaciones están íntimamente unidas con el nuevo espacio rectangular que amortiza las estructuras de la primera fase. Aunque la anchura de este es más reducida, la longitud es casi la misma y muestra sus cuatro esquinas con escaleras que le facilitan el acceso desde la harena. Todo él está revestido con una magnífica capa de opus signinum de excelente calidad, lo que hace considerar con toda seriedad su uso para espectáculos acuáticos sino naumachiae. Respecto al podium, es posible que el habitáculo que se abría en el cuarto suroccidental, siguiese aún en funcionamiento, aunque ahora cubierto por el graderío de la primera cavea. También es probable que sufriera algún tipo de reforma, que obviamente se nos escapa. La monumentalización del podium se refleja en el hecho de que sus ángulos son derribados para abrir las carceres que

Rosalía María Durán Cabello

flanquean los accesos del eje longitudinal sobre la harena. No son estas las únicas aberturas que se le practican ahora, también en esta fase se realiza la puertecilla que pone en contacto la harena con la tribuna editoris y algo parecido ocurriría con el suggestum. Así mismo, en esta fase, se cercena cuidadosamente la moldura inferior del susodicho podium para acoplar las placas de mármol que lo recubren en esta nueva etapa. Los epígrafes fundacionales también son ocultados por la marmorización aunque no se puede descartar que dichas leyendas se repitieran ahora sobre mármol y, quizá, con letras de bronce.

Prueba de ello sería el hecho de que esté enteramente construido con materiales amortizados: los sillares están muy rodados y los ladrillos son reutilizados. También en esta época se realizó una reforma por la parte superior del podium: se rellenó con mortero el hueco que existía entre el parapeto y la primera grada, creándose una nueva de gran anchura. La datación de este Nemeseum puede estar relacionada con un epígrafe, un titulus pictus, dedicado a Dea Caelestis por un liberto de Caracalla. Según se desprende de su estudio, podría situarse en el cambio del s. II al s. III d. C. (García y Bellido, 1967, 91).

Cronológicamente nos hallamos en un momento posterior a la erección de este tramo de la muralla, así que debemos situarnos en el último tercio del s. I d. C., en pleno periodo flavio.

Se puede considerar como posible, aunque no muy probable, que en la tercera fase se comenzara la reforma de la harena, o mejor, de su subsuelo. No tenemos datos fiables que nos confirmen la idea o nos indiquen lo contrario. Lo que es evidente es que el estanque naumachia- revestido de signinum ha dejado de servir, quizá ha cambiado la moda de los juegos o, simplemente, las conducciones de abastecimiento se han vuelto inservibles. De cualquier forma y sea la razón que sea, estas canalizaciones están ya por completo desligadas del nuevo ambiente cuadrangular que se abre en la harena, cortando por su centro el receptáculo anterior, tallando la roca madre que lo delimita. La zonas construidas de fábrica presentan materiales amortizados de muy diversa factura. Por esta última razón y por el hecho de que quedó inacabada, creemos posible su pertenencia a esta CUARTA FASE, inconclusa, tras la cual se abandonaría el anfiteatro.

En esta misma fase constructiva se construyó en la fachada, en su extremo sureste, una estructura cuadrangular que tenía su responsio en otra similar aunque de planta más compleja y aún por terminar de excavar. Todo parece indicar que se trata de las pilas de un arco que cubriría este pasaje. Dicho arco pudo muy bien ser la nueva puerta de la ciudad por este punto. Como la erección del anfiteatro supuso la parcial destrucción intencionada de la muralla, este monumento, dada su masividad se constituye en inmueble defensivo hasta la zona donde se vuelve a documentar la muralla en toda su grandeza. Hasta este mismo punto iría un muro que uniría la puerta-arco con la cerca, formando así una suerte embudo de entrada a la ciudad. También se realizaron pequeñas intervenciones destinadas a canalizar las aguas de la lluvia que por las pendientes de que circundan al anfiteatro, debían tornarse torrenciales. Así se le adosan un canal, con su revestimiento de signinum y sus cuartos de bocel, en el cuarto suroccidental que va a desaguar a una cloaca sita entre el teatro y el anfiteatro y, en el cuarto noroccidental, se documenta el adosamiento de un murete sin más. Ambos están construidos en incertum.

Su abandono repentino debe estar relacionado con alguna poderosa razón de tipo socio-político, como las oleadas de alanos de fines del s. V d. C.. Estas fechas están atestiguadas en los tramos reparados de la muralla sita al sureste del anfiteatro: en torno al año 483 d. C. (Calero Carretero, 1986). Es la misma datación que para la primera reparación del puente; de esta se tiene constancia a través de una inscripción que dice que las obras fueron acometidas por el conde Salla, durante el reinado de Eurico (Álvarez Martínez, 1983, 50). Por lo que proponemos esta datación como fecha de abandono del monumento.

Respecto a la datación de estas mejoras, repetimos que deben ser casi contemporáneas a la construcción del anfiteatro, así que debemos llevarlas como mucho a fines del s. I d. C. CUARTA FASE. (CD-Rom Planos nº 21-2). En este periodo no se acometen tareas tan espectaculares como en el anterior aunque algunas de ellas son bastante notables.

IV.7. EL TEATRO Y EL ANFITEATRO EN LA VIDA COTIDIANA AUGUSTA EMERITA.

DE

Puede que sea un epígrafe un tanto pretencioso para el último subarpartado de esta Tesis, pero bajo este título se intentará imbricar ambos edificios en la trama urbana y social de la colonia. Es este un ambicioso proyecto que se escapa del marco ideado para el presente trabajo, pero del

La más significativa de todas ellas es la creación del Nemeseion bajo la tribuna editoris. En toda su construcción se advierte que se trata de una reforma emprendida en un momento quizá no demasiado propicio.

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El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita

que no nos resistimos a dar aquí unas breves pinceladas como si de un cuadro expresionista se tratara. En un principio, a finales del s. I a. C., el teatro quedaba como un gran monumento situado próximo al ángulo sureste de la muralla y muy cerca de una de sus puertas: la que se abría en la calle José Ramón Mélida y daba salida a una calzada, como se puede comprobar en los jardines del Museo Nacional de Arte Romano. Es muy posible que en las inmediaciones del teatro, poco más a oriente de la línea que marca el muro este del pórtico corriese el lienzo defensivo fundacional y en un área no muy lejana, pudo existir un portillo que facilitase el acceso al modesto anfiteatro de la ciudad. Efectivamente, el contraste debía ser muy notable entre un majestuoso edificio, macizo todo de cantería bien labrada y, al otro lado de la cerca, poco más que un sobrio podium de granito con los maeniana de madera: un auténtico ludus militaris. El entorno entre uno y otro edificio también era muy diferente. El teatro tenía a sus espaldas un espacioso porticus postscaenam en cuyo eje y al fondo, se abría una pieza fundamental en la incipiente vida de la ciudad: un sacellum donde honrar a la persona de Augusto y a sus próximos, componente de la Domus Augusta. Este reducido ambiente tuvo que ser de vital importancia en el desarrollo de la vida emeritense hasta que no estuviese terminado el llamado Templo de Diana, de culto municipal o imperial, que pasaría a tomar el relevo en las cuestiones litúrgicas de los grandes fastos (Gros, 1990, 387). Sin embargo, está fuera de duda que su presencia es absolutamente precisa para poder desarrollar ciertos rituales como se sabe por el decreto de Gytheum. En este se especifica que las ceremonias de culto imperial debían comenzar por ir en procesión hasta el templo de los divi y allí recoger con sumo respeto y recato las imágenes de Augusto, Tiberio y Livia. Desde allí se debían transportar procesionalmente hasta el teatro, donde se hacían los sacrificios específicos con vino e incienso delante de dichas imágenes, para una vez concluidos retornar con el mismo orden hasta el templo donde se volvían a alojar las estatuillas (Gros, 1990, 384). Todo esto nos pone delante de un bello pórtico que acogería el recorrido de la procesión rodeado por fuentes de agua y frescos jardines. Es muy posible que el recorrido viniera por el oeste, desde la zona de la llamada Casa-Basílica, y entrase en el pórtico por su lado más monumental: el que estaba aparejado todo con quadratum, como el teatro. Por esta crujía se dirigiría el cortejo hasta la puerta del sacellum en donde recogerían las esculturas de Augusto y, quizá, de Tiberio y de Livia. Desde aquí podrían continuar por la crujía este y entrar en el teatro bien por el parodos bien por la zona del parascaenium -inexistente- oriental o, más probablemente,

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ir por el postscaenium hasta la valva regia y ganar así la zona central, quizá de la orchestra, donde se realizarían los sacrificios. Una vez concluidos saldrían nuevamente por la regia y, esta vez en línea recta, concluirían su recorrido en el sacellum. En definitiva, mientras no estuvo terminado el templo de culto imperial, el teatro asumió todas las funciones propias de un Augusteum. Un hecho así fue puesto de relieve en la ciudad de Nîmes por Gros (1984). Para acoger toda esta pompa el entorno debía estar sumamente cuidado. Sin embargo, en el caso del anfiteatro, se encontraba a campo abierto, junto a los muros de la ciudad y rodeado por los enterramientos. Es muy posible que tuviese preparada una vía para facilitar su acceso al público y quizá una platea. Es posible que la platea que asoma por el sector noreste del edificio y que se vuelve a localizar en el interior del V.16, sea la fosilización de esta que se menciona. En esta línea cabe, también, suponer que, el pavimento de losas que muestra el acceso principal parte de esa vía que conducía por el portillo hacia el ludus. No sería improbable que este primer anfiteatro contase con un espacio dedicado al culto, que bien pudiera ser el ambiente localizado en el sector suroccidental del podium, ya que de todos es sabido que los anfiteatros son indispensables para poder desarrollar los sacra augustalia que comportaban obligatoriamente ludi (Gros, 1990, 381). En su defecto, esto es si carecían de ello, se encontraban muy cercanos al sacellum del teatro para poder cumplir con los preceptos. Es sabido que los juegos comenzaban con el desfile de la pompa, de un marcado carácter religioso, que debía detenerse ante un lugar de culto, el Nemeseum quizá, para realizar los sacrificios pertinentes y solicitar de la divinidad un éxito en el desarrollo del espectáculo. Además, no podemos perder de vista que es posible que se organizasen de manera periódica juegos en honor de Némesis como parece evidenciarse en Aquincum, Carnuntum, o Caerleon, cuyo origen fundacional es militar (Le Roux, 1990, 207). Es muy posible que nos encontremos ante un caso similar en Augusta Emerita. Con el auge y desarrollo de la ciudad, en época de Claudio, se concluye definitivamente -decoración incluida- el teatro. Se crea en el sacellum la gran hornacina central y se procede a su marmorización. Todo el entorno se revaloriza y aparecen estructuras relacionadas con los servicios públicos como las letrinae, situadas en la calle paralela al postscaenium por el norte. Para facilitar el acceso a los ociosos a dicho lugar, el pórtico fue proyectado con una hornacina abierta, en el ángulo noreste, que albergaba una escalinata para llegar a la calle de arriba y a dicho lugar.

Rosalía María Durán Cabello

En el último tercio del s. I d. C. se produce una gran remodelación en toda esta parte de la ciudad: se amplía el pomerium de la misma hacia el levante y se acomete una importante tarea con la construcción del nuevo sector de la muralla y la obliteración de la precedente. Esto conlleva, entre otras cosas, prolongar las cloacas y construir un nuevo agger. Una vez finalizadas estas tareas se prepararía el terreno para proceder a la ampliación del edificio. Para ello hubo que colmatar la fossa para poder construir el nuevo estanque, hubo que traer las conducciones de agua para llenarlo, etc.

Con el paso de tantos años el teatro y el anfiteatro debieron sufrir un deterioro notable. Sabemos que esto era cierto en el caso del teatro, como bien especifica la inscripción constantinianea y conocemos parte de la nueva decoración del scaenae frons donada por la familia de Constantino. También sabemos que se dotó al teatro de una uersura pero sólo por el lado este, quizá por problemas técnicos y, probablemente, económicos así como sociopolíticos. Esto comporta que se cierre la escalera que desde el pórtico comunicaba con las letrinae y que sólo se pueda acceder al sector oriental de la ima cavea preferente a través de una nueva entrada que se practicó perforando el núcleo del hemiciclo. Se señalan los nuevos accesos a la zona preferente de la ima a través de muros dispuesto en la entrada oeste de la crypta y en la nueva puerta este.

Tras finalizar las obras de infraestructura del anfiteatro, se procedería a hacer un exacto replanteo del edificio para incluirlo y adaptarlo al trazado de la ciudad, de ahí que su eje transversal esté perfectamente alineado con el postscaenium del teatro, hecho este que hizo creer a todos los especialistas que fueron fruto del mismo proyecto urbanizador.

La calle perimetral se repavimentó, lo que supuso rellenar los vestíbulos de los vomitorios que daban paso a media et summa caveae y que hubiese que dotar de hasta dos nuevos peldaños de bajada a los que servían la ima.

Una vez inaugurado el nuevo anfiteatro se crearían las tabernae que hay sobre el ángulo sureste del pórtico, mirando hacia el anfiteatro y casi inmediatamente después se comenzarían a realizar nuevas refacciones en el teatro.

Hubo que practicar reparaciones en el muro de cierre de la crujía oeste del pórtico, donde se recreció en opus africanum, como el murete señalador de la nueva entrada del aditus este. El paramento occidental del pórtico, por el exterior estaba totalmente oculto por la nueva etapa de la llamada Casa-Basílica y las termas -semipúblicas- anejas a ella, que llegan a invadir el pórtico (Durán Cabello, 1990, 368).

Efectivamente, nos encontramos ya en unas fechas en que se realizaron nuevos cambios en el teatro: se remodela parcialmente el frons scaenae con la adición de antas delante de las tres puertas y se les dotó de escaleras. Se construyeron ahora los parascaenia del edificio, ya que fue concebido sin ellos, al más puro estilo republicano (Courtois, 1989, 197). En el centro del sector bajo de la cavea se realizó el sacrarium donde se alojaron los lares y las imágenes imperiales para rendirles culto, junto con una thymele y relieves de victorias y congeries armorum.

El sacellum debía hallarse en estado semiruinoso, por lo que se condena la hornacina central y se acortan las cuatro laterales. Se estrecha la luz del vano de acceso con el adosamiento de sendos machones aparejados con ladrillo y se procede a parchear los mármoles del sectile reutilizando trozos del antiguo revestimiento del plinto. Dicho plinto vuelve a marmorizarse y el resto de la estancia se decora con pinturas. Los nichos llevarían placas de mármol con los nombres de los personajes, probablemente.

En el tránsito del s. II al s. III, comienzan a rodearse estos monumentos de casas privadas, como lo demuestra la primera fase de la llamada Casa-Basílica (Durán Cabello, 1991, 367) o el complejo doméstico de las “Casas del Anfiteatro” (Mateos Cruz, 1995). En ambos casos se pone de relieve el poco respeto que demuestran las construcciones privadas para con el espacio público.

En el anfiteatro habían quedado inservibles las conducciones hidráulicas y se habían producido muchos desperfectos en los muros de incertum. Todo esto se repara mediante taponamientos con ladrillos.

En esta época se realiza una reforma en el anfiteatro: se crea un -¿nuevo?- Nemeseum bajo la tribuna editoris y se hace una especie de grada-”proedria”, rellenando el hueco que quedaba entre el podium y la primera grada.

Es muy probable que a fines del s. IV se decidiera realizar un auténtico subsuelo para el anfiteatro, al modo del de Itálica, por ejemplo, pero esta labor se vio entorpecida por tener que excavar en roca viva. Si a esta dificultad añadimos la inestabilidad política del momento, es muy comprensible que se dejase la obra inacabada para pasar a trabajar en lo urgente: reforzar la muralla de la ciudad por ese punto.

No sería difícil de imaginar que si se realizaron alguna vez espectáculos acuáticos en el teatro -thetímimepudieron hacerse ahora los cambios necesarios. En el peristilo puede que se construyera el murete que delimita por el interior el euripus receptor de las aguas pluviales y pudo haber un nuevo diseño de parterres.

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El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita

En el teatro observamos un fenómeno parecido. Todo el pórtico estaba decorado con bellos estucos pintados, quizá realizados a la vez que la última revalorización del sacellum. En esta época se pensó en volver a decorar con pinturas, para lo que era necesario picar previamente las anteriores. Y así se hizo, pero nunca jamás recibieron la última decoración. Es probable que esta acusada inestabilidad influyera en el abandono de búsqueda de solución para crear la uersura oeste.

A partir de aquí ambos monumentos se convierten en residencias subsidiarias y, más tarde, en canteras para construcciones y reparaciones de otros edificios emeritenses. Pasaron largos siglos como tierras de labor y apriscos monumentales; incluso hicieron las veces de coso taurino. El paso inexorable del tiempo y los elementos hicieron el resto, aunque afortunadamente no lo suficiente como para permitirnos reconocer en ellos reflejos de lo que fue Emerita.

NOTAS AL PIE

8El baremo que hemos fijado durante el trabajo de campo para determinar el tamaño de los mampuestos del opus incertum, es el siguiente. Consideramos que un elemento es grande cuando supera los 35 cm; mediano, cuando se encuentra entre 20 y 35 cm. y pequeño cuando mide menos de 20 cm.. Estas medidas se toman siempre en el eje mayor de la cara vista ya que, normalmente, presentan formas trapezoidales irregulares.

1Dado el estado de conservación en que ha llegado a nuestros días, los datos los extraemos de lo que se puede analizar en el sector noroeste del primer graderío. Así, lo más verosímil es que coincidiendo con cada vomitorium hubiese una escalerilla. Igualmente habría otras que bordearían los accesos del gran eje a la arena, a uno y otro lado y, también, afrontadas a vomitorios de acceso indirecto.

9En época de Mélida y Macías sólo se vaciaron algunos con

2Nosotros hemos denominado a estos vomitoria secundarios

el fin de avanzar más en el conocimiento de detalles fundamentales y dejaron el vaciado del resto para mejor momento (Mélida, 1920-21, 4-5). Otros accesos se dejaron voluntariamente sin excavar por lo arruinado de su estado, por ejemplo nuestros V. 2 y V. 3, según manifiesta el propio Mélida (1920-21, 10).

como subvomitorios. 3Por establecer un orden que facilite la localización de los distintos corredores a la hora de describir y para cuando sean objeto de comentarios particulares, hemos numerado los vomitorios partiendo de la puerta principal -V.1- en sentido inverso al de las agujas del reloj. Para más información ver plano 19.

10El color está provocado en gran medida por la gruesa capa de líquenes que recubre estas moles. De hecho, éstas han permanecido siempre al aire por lo que se muestran más alteradas que las que estuvieron cubiertas hasta su excavación.

4Este detalle pone de manifiesto una de las muchas cuestiones que se plantean sobre la funcionalidad y circulación dentro del anfiteatro: el lugar de acceso de las jaulas con los animales. El hecho de que en la puerta sur se documentaran escaleras parece que limita bastante la posibilidad de que fuera éste el lugar de acceso, al menos para las fieras de gran tamaño (toros, leones, etc.). Más adelante se volverá sobre el tema al tratar de los recorridos dentro del edificio.

11Este elemento es lo que los investigadores franceses denominan como “tenons de bardage” (Ginouvès y Martin, 1985, 121, lám. 33,1 y 6; 37,7). 12No debemos olvidar que las puertas que se abren en el podium de la harena están destinadas, básicamente, a poder acceder desde la harena a las tribunas y al posible Nemeseion. Incluso para ganar las denominadas carceres había que utilizar uno de los accesos del eje mayor. También servían para reunir el cortejo de la pompa antes de proceder al desfile y proporcionarles un recorrido rectilíneo para abandonar la harena.

5Recordamos aquí que ya se apunto en V. 12 la posibilidad de que tuviese un pavimento cerámico, del que quedaban escasos vestigios. El resto del susodicho vomitorio presenta suelo de tierra apisonada. En otros vomitorios se adivinan restos de enlosado granítico y es probable que fuera así en todos, pero el uso del anfiteatro como cantera a través de los años ha despojado al edificio de sus pavimentos.

13Hay que puntualizar que el pie de fotografía de Mélida es erróneo, ya dice que “Fachada del anfiteatro por Occidente”, cuando debe decir “Oriente”. Esto es fácilmente comprobable porque en toda la fachada de poniente no hay un paramento con estas características y la fotografía se identifica perfectamente con el punto de trabajo MER.2.22.

6Como se verá en el apartado de descripción puntual, son muchos los paños que conservan aún un excelente encintado. 7Para especificar las denominaciones del tamaño de los caementa exponemos aquí el baremo que hemos utilizado durante el trabajo de campo. Así, por “pequeños” consideramos todos los ejemplares cuyo eje mayor oscila entre 5 y 15 cm.; “medianos” los que van entre 15 y 25 cm. y los “grandes” más de 25 cm.

14Los resultados de estos forman parte de la Memoria de Licenciatura de Calero Carretero, La muralla romana de Augusta Emerita, Cáceres 1986 inédita aunque consultable gracias a la gentileza del autor.

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Rosalía María Durán Cabello 15Este es un dato objetivo, ya que la misma impresión expresó Mélida y creyó, por tanto, que era de época prerromana y reparada y reutilizada en periodo medieval (1921, 4). 16Se denomina esviaje a “la inclinación perpendicular de una superficie con respecto de una bóveda que la atraviesa; y en particular, dirección oblicua de los lados de una bóveda o arco.” (Madariaga, 1970, s. v.). 17Un arco enjarjado es “aquel cuyos salmeres son sillares del muro dispuestos horizontalmente y como tales funcionan, pudiendo ser sustituidas las dovelas hasta la altura de los riñones por otros tantos sillares en igual disposición” (Paniagua, 1993, s. v.).

21Según noticias orales proporcionadas por el Dr. Mateos Cruz, responsable de las excavaciones de la ciudad de Mérida, las últimas prospecciones que se están llevando a cabo en dicha ciudad están poniendo de manifiesto que existen múltiples enterramientos dentro de la muralla, encuadrables en el s. I d.C., por lo que en la actualidad se está cuestionando la homogeneidad constructiva y cronológica de la cerca muraria. Agradecemos desde aquí la amabilidad del Dr. Mateos al comunicarnos este extremo y al proporcionarnos el plano de la ciudad con los tramos de muralla constatados. 22Para mayores datos sobre el particular remitimos además de los trabajos ya citados en sus correspondientes apartados, los de Varène (Dijon, 1974) o la obra general de Ginouvès y Martin (1985).

18Denominamos como “tipo cuadrangular” a aquellas piedras que no son cuadradas, ni trapezoidales ni rectangulares pero recuerdan a las figuras de los paralelogramos. 19Es casi seguro que la roca extraída durante el proceso de preparación y acomodo del terreno para la construcción del anfiteatro, sirviera para construir gran parte de los paramentos de incertum, si no todos. La anfibolita, además, ofrece una naturaleza exfoliable que permite un fácil careo del mampuesto. 20Esta es la tesis sostenida por Calero tras realizar dos sondeos estratigráficos en la zona. Los resultados se hallan recogidos en su Memoria de Licenciatura, La muralla romana de Augusta Emerita, (Cáceres, 1986), inédita. Por esta razón agradecemos al autor su generosidad al dejarnos consultar libremente su obra.

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23El término “decenda” lo reservamos exclusivamente para las bóvedas realizadas en gran aparejo u opus quadratum, por lo que emplearemos “rampa” para estas latericias. 24Esta es opinión suya que no llegamos a desarrollar en el trabajo conjunto (Bendala y Durán, 1995). Agradecemos el que nos permita dar a conocer su parecer.

CAPÍTULO V. APÉNDICE ESTADÍSTICO

Rosalía María Durán Cabello

1 1/2 . (x - µ)2 / σ 2 f(x)= ---------- . eσ . √2π siendo π = 3,1415...; e = 2,7182...; -∞ < µ < +∞ y σ > 0. Esto gráficamente se representa con la conocida Campana de Gauss. en este caso se dice que ξ tiene una distribución normal N (µ,σ).

V.1. INTRODUCCIÓN. Al encarar el estudio de todos los datos recogidos, lo primero que había que diferenciar era que independientemente del sistema de análisis que se empleara no se podían considerar de manera conjunta el opus quadratum y el opus testaceum. Efectivamente, cada uno ofrece una problemática específica y debían ser tratados, al menos en principio, separadamente.

En la distribución normal hay que observar que: - Depende de los parámetros µ y σ. - Su función de distribución es 1 x - 1/2 . (x - µ)2/ σ2 F(x)= -------------- . ∫ e . dx σ . √2π -∞ -∞ Zα) = α, mientras que para las áreas a la derecha es P (Z < Zα) = 1-P (Z > Zα) = 1-α. Esto es muy útil, ya que la variable tipificada Z nos permite calcular áreas de cualquier variable de distribución normal. Este proceso se llama Tipificación (Quesada, Isidoro y López, 1987, 250-255). En nuestro caso se disponía de bastantes muestrales y lo que se necesitaba era comprobar si se trataba de distribuciones normales y, de ser así, que probabilidades tenía cada paramento (muestra) de estar adscrito a un patrón métrico determinado. Por ello como ya se había calcula la media (µ) y la desviación típica de cada punto, se aplicó en cada caso la fórmula antes expresada: Z (Probabilidad, porcentaje) = ξ (patrón métrico romano) - µ (media de cada paramento), y dividido todo por σ (desviación típica de cada punto). El resultado obtenido se coteja con las tablas y en ellas se calcula el porcentaje o probabilidad de que ese patrón concreto se hubiera aplicado al muro. V.3. FICHAS NORMAL.

DE APLICACIÓN DE LA DISTRIBUCCIÓN

V.3.1. El Teatro.

precedente, y en este caso el italicus sólo se halla de manera testimonial. MER.1.6F.- a) pes monumentalis (29,57 - 33,86): 3,37= - 1,27 0,1020 10%. b) palmipes (36,96 - 38,86): 3,37= - 0,56 0,2877 28,77% 29%. c) cubitus (44,35 - 38,86): 3,37= 1,62 0,0526 5%. Aquí se observa el claro predominio del palmipes (29%) sobre el pes monumentalis y el cubitus, representados en unas proporciones muy reducidas: 10% y 5%, respectivamente. MER.1.6INT.- a) pes monumentalis (29,57 - 34,21): 4,86= - 0,95 0,1711 17%. b) palmipes (36,96 - 34,21): 4,86= 0,56 0,2877 28,77% 29%. En este caso se comprueba el empleo de dos pies: el pes monumentalis con 17% y el palmipes con un 29%. En cualquier caso la representatividad no es muy marcada. MER.1.7.- b) palmipes (36,96 - 36,67): 3,68= 0,07 0,4721 47%. En este caso sólo se comprueba el empleo del palmipes, que representa el 47% de la muestra. De manera residual, inferior al 5%, se atestigua pes monumentalis y cubitus.

MER.1.1.- a) pes monumentalis (29,57 - 34,3): 7,47= - 0,63 0,2643 26%. b) palmipes (36,96 - 34,3): 7,47= 0,35 0,3632 36%. c) cubitus (44,35 - 34,3): 7,47= 1,34 0,0901 9%. En este punto conviven tres patrones diferentes de entre los que predomina el palmipes, con un 36%, seguido del pes monumentalis, 26%, y existe una presencia residual de cubitus, con tan sólo un 9%.

MER.1.8.- c) cubitus (44,35 - 45,88): 3,01= - 0,50 0,3085 30,85% 31%. A pesar de ser un paramento contiguo al anterior, aquí sólo se documenta la aplicación del cubitus aunque no muy extensamente.

MER.1.2.- a) pes monumentalis (29,57 - 28,75): 1,78= 0,46 0,3228 32%. a’) pes italicus (27,5 - 28,75): 1,78= - 0,70 0,2420 24%. En este paramento se documenta la coexistencia de dos tipos de pie: el italicus, con un significativo 24%, y el monumentalis, con mayor presencia aunque no excesiva: 32%.

MER.1.11.- b) palmipes (36,96 - 40,3): 1,84= -1,82 0,0344 3%. En este paramento no se documenta el uso de un pie determina y es el palmipes “lo más significativo” con tan sólo un 3%.

MER.1.5.- a) pes monumentalis (29,57 - 29,26): 1,10= 0,28 0,3897 38,97% 39%. a’) pes italicus (27,5 -29,26): 1,10= - 1,62 0,0526 5%. Nuevamente se documenta aquí el predominio del pes monumentalis, con mayor presencia que en paramento

253

MER.1.10.- c) cubitus (44,35 - 44,15): 1,84= 0,10 0,4602 42%. Nuevamente vemos que se aplica únicamente el cubitus y de manera más intensa que en el anterior.

MER.1.12.- b) palmipes (36,96 - 46,87): 9,68= -1,02 0,1539 15%. c) cubitus (44,35 - 46,87): 9,68= -0,26 0,3974 39,74% 40%. d) bipedalis (59,14 - 46,87): 9,68= 1,26 0,1038 10%. En este caso se comprueba que es el cubitus el patrón que domina aunque se encuentra cierta representación de palmipes y bipedalis.

Rosalía María Durán Cabello

MER.1.13.- b) palmipes (36,96 - 43,72): 6,66= -1,01 0,1562 15,62% 15,5%. c) cubitus (44,35 - 43,72): 6,66= 0,09 0,4641 46,41% 46,5%. Nuevamente se atestigua la predominancia del cubitus aunque el palmipes aparece con un significativo 15,5%.

c) cubitus (44,35 - 46,87): 8,02= -0,31 0,3783 37,83% 38%. d) bipedalis (59,14 - 46,87): 8,02= 1,49 0,0681 6,81% 7%. En este paramento se vuelve a repetir el binomio cubitus-palmipes, aunque la presencia porcentual de ambos sea menor. También aparece el bipedalis, aunque sea de manera residual.

MER.1.14.- c) cubitus (44,35 - 47,62): 3,49= -0,93 0,1762 17,62% 17,5%. Este paramento también está regido por el cubitus aunque de manera no muy representativa.

MER.1.21.- b) palmipes (36,96 - 43,17) : 8,54= -0,72 0,2358 23,58% 23,5%. c) cubitus (44,35 - 43,17): 8,54= 0,13 0,4483 44,83% 45%. d) bipedalis (59,14 - 43,17): 8,54= 1,53 0,0630 6,3% 6%. Se documenta una situación muy parecida a la constatada en el paramento precedente con la salvedad de que en este, los tres patrones que se dan se aplican de forma más intensa.

MER.1.15.- b) palmipes (36,96 - 46,75): 6,88= -1,42 0,0778 7,78% 8%. c) cubitus (44,35 -46,75): 6,88= -0,34 0,3669 36,69% 37%. También en este paramento predomina el cubitus, de manera más ostensible que en el precedente y, en este caso, se rastrea uso quasi testimonial del palmipes y algo de bipedalis, en un porcentaje ínfimo (menos de 5%).

MER.1.22.- b) palmipes (36,96 - 45,17): 8,05= -1,01 0,1562 15,62% 15,5%. c) cubitus (44,35 - 45,17): 8,05= -0,10 0,4602 46%. Como viene siendo la tónica, otra vez se atestigua la dualidad cubitus-palmipes, con claro predominio del primero sobre el segundo y existe un presencia inferior al 5% de bipedalis.

MER.1.16.- b) palmipes (36,96 - 46,12): 7,63= -1,20 0,1151 11,5%. c) cubitus (44,35 - 46,12): 7,63= -0,23 0,4090 40, 9% 41%. Se repite la misma dualidad que en el punto anterior: cubitus-palmipes, pero en el presente caso los porcentajes son más significativos. También se constata una presencia inferior al 5% de bipedalis. MER.1.17.- c) cubitus (44,35 - 42,42): 3,04= 0,63 0,2643 26%. Este paramento muestra un empleo no muy intenso del cubitus y en él se rastrea una presencia residual de palmipes, inferior al 5%.

MER.1.23.- b) palmipes (36,96 - 42,45): 7,75= -0,70 0,2420 24%. c) cubitus (44,35 - 42,45): 7,75= 0,24 0,4052 40,52% 40,5%. En el presente punto se observa una relación “más equilibrada” entre el cubitus y el palmipes y no se hallan datos significativos de bipedalis.

MER.1.18.- b) palmipes (36,96 - 45,6): 8,08= -1,06 0,1446 14,46% 14,5%. c) cubitus (44,35 - 45,6): 8,08= -0,15 0,4404 44%. De nuevo se documenta el emparejamiento cubituspalmipes, con claro predominio del primero, y en este paramento también está atestiguada una presencia inferior al 5% de bipedalis.

MER.1.24.- c) cubitus (44,35 - 48,8): 6,40= -0,69 0,2451 24,5%. d) bipedalis (59,14 - 48,8): 6,40= 1,61 0,0537 5%. Aquí hallamos que se empleó el cubitus casi en exclusiva ya el el bipedalis aparece como algo residual y también se constata una presencia inferior al 5% de palmipes.

MER.1.19.- b) palmipes (36,96 - 44,47): 7,78= -0,96 0,1685 16,85% 17%. c) cubitus (44,35 - 44,47): 7,78= -0,01 0,4960 49,6% 49,5%. Estamos de nuevo ante un caso idéntico al anterior en el que sólo cambian las cantidades de las proporciones, porque éstas siguen prácticamente iguales.

MER.1.25.- c) cubitus (44,35 - 42,32): 2,72= 0,74 0,2296 23%. Se repite el dominio en solitario del cubitus como patrón métrico y, de los otros patrones, sólo se atestigua el palmipes aunque en un porcentaje muy inferior al 5%. MER.1.26.- b) palmipes (36,96 - 42,32): 6,18= -0,86 0,1949 19,49% 19,5%. c) cubitus (44,35 -42,32): 6,18= 0,32 0,3745 37,45% 37,5%.

MER.1.20.- b) palmipes (36,96 - 46,87): 8,02= -1,23 0,1093 10,93% 11%.

254

El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita

Nuevamente nos encontramos ante un paramento mixto de cubitus y palmipes, en que sus porcentajes se hallan mucho más cercanos que en los casos precedentes. No hay rastro de bipedalis. MER.1.27.- c) cubitus (44,35 - 42,97): 2,36= 0,58 0,2810 28%. En este punto parece que sólo se aplicó el cubitus y no muy intensamente. MER.1.28.- b) palmipes (36,96 - 40,45): 9,26= -0,37 0,3557 35,57% 35,5%. c) cubitus (44,35 - 40,45): 9,26= 0,41 0,3409 34%. La singularidad de este paramento reside en que en el binomio largamente documentado han cambiado las proporciones y ahora es palmipes-cubitus. Tampoco hay rastros de bipedalis. MER.1.29.- a) pes monumentalis (29,57 - 32,55): 5,83= -0,51 0,3050 30,5%. a’) pes italicus (27,5 - 32,55): 5,83= -0,86 0,1949 19,49% 19,5%. b) palmipes (36,96 - 32,55): 5,83= 0,75 0,2266 22,66% 22,5%. Este punto difiere totalmente de los cinco o seis anterior. Aquí encontramos, en proporciones no muy dispares, la coexistencia de pes italicus con pes monumentalis y palmipes. MER.1.30.- a) pes monumentalis (29,57 - 38,55): 9,70= -0,92 0,1788 17,88% 18%. b) palmipes (36,96 -38,55): 9,70= -0,16 0,4364 43,64% 43,5%. c) cubitus (44,35 - 38,55): 9,70= 0,59 0,2776 27,76% 28%. En este paramento se observa un claro predominio del palmipes que va seguido por el cubitus y de manera más lejana por el pes monumentalis. MER.1.33.- a) pes monumentalis (29,57 - 28,25): 1,03= 1,28 0,1003 10%. a’) pes italicus (27,5 - 28,25): 1,03= -0,72 0,2358 23,58% 23,5%. Aquí encontramos que se aplica de forma notable el pes y de manera más específica se observa el predominio del tipo italicus sobre el monumentalis, cuya representación es un tanto escasa.

c) cubitus (44,35 - 41,62): 9,06= 0,30 0,3821 38,21% 38%. Se trata de un paramento mixto de palmipes y cubitus, en el que este último prevalece, por reducida diferencia, sobre el primero. MER.1.36.- c) cubitus (44,35 - 52,8): 7,82= -1,08 0,1401 14%. d) bipedalis (59,14 - 52,8): 7,82= 0,81 0,2090 20,9% 21%. El emparejamiento que se documenta en este punto es más singular que lo visto hasta ahora: bipedalis-cubitus y la presencia de ambos no es muy importante. MER.1.37.- a) pes monumentalis (29,57 - 38,02): 8,54= -0,98 0,1635 16%. b) palmipes (36,96 - 38,02): 8,54= -0,12 0,4522 45,22% 45%. c) cubitus (44,35 - 38,02): 8,54= 0,74 0,2296 22,96% 23%. Aquí se dan cita tres modelos distintos, de entre los que predomina el palmipes, seguido lejanamente por el cubitus. El pes monumentalis está escasamente representado. MER.1.38.- a) pes monumentalis (29,57 - 35,5): 4,74= -1,25 0,1056 10,56% 10,5%. b) palmipes (36,96 - 35,5): 4,74= 0,30 0,3821 38,21% 38%. Paramento en el que se aplica de manera más extensa el palmipes aunque está atestiguada una presencia residual de pes monumentalis. MER.1.39.- a) pes monumentalis (29,57 - 28,17): 1,45= 0,96 0,1685 16,85% 17%. a’) pes italicus (27,5 - 28,17): 1,45= -0,46 0,3300 33%. Nos hallamos de nuevo ante un caso muy similar al de MER.1.33, donde se documenta de forma precisa la plaicación del pes en exclusiva y, dentro de este, hay mayor presencia del tipo italicus que del monumentalis. MER.1.40.- c) cubitus (44,35 - 42,27): 2,55= 0,81 0,2090 20,9% 21%. En este sólo se observa el empleo del cubitus pero su presencia no es muy cuantiosa.

MER.1.34.- b) palmipes (36,96 - 37,07): 2,24= -0,04 0,4840 48,4% 48%. El palmipes es el patrón que se aplica exclusivamente en este paramento y, además, de manera notoria.

MER.1.41.- b) palmipes (36,96 - 42,25): 4,27= -1,23 0,1093 10, 93% 11%. c) cubitus (44,35 - 42,25): 4,27= 0,49 0,3121 31,21% 31%. Aquí se constata -de nuevo- el tándem cubitus-palmipes, con clara preponderancia del primero sobre el segundo.

MER.1.35.- b) palmipes (36,96 - 41,62): 9,06= -0,51 0,3050 30,5%.

MER.1.42.- b) palmipes (36,96 - 41,95): 6,73= -0,74 0,2296 22,96% 23%.

255

Rosalía María Durán Cabello

En este punto se repite prácticamente lo mismo que en el anterior el cubitus dobla en presencia la palmipes.

c) cubitus (44,35 - 41,95): 6,73= -0,35 0,3632 36,32% 36%. Otra vez hallamos la pareja cubitus-palmipes, erpo en este caso las diferencias entre ambos son menores que el muro precedente.

MER.2.10.- c) cubitus (44,35 - 42): 2,46= 1,10 0,1357 13,57% 13,5%. Aquí sólo se rastrea el cubitus aunque de forma más bien residual.

MER.1.43.- c) cubitus (44,35 - 41,44): 1.27= 2,29 0,0110 1,1%. En este paramento no se documenta la aplicación clara de un patrón determinado y es el cubitus “lo más significativo” con su 1%.

MER.2.11.- c) cubitus (44,35 - 41,82): 2,46= 1,02 0,1539 15,39% 15%. Se repite prácticamente lo mismo que el paramento precedente y casi sin variar el porcentaje.

V.3.2. El Anfiteatro.

MER.2.12.- b) palmipes (36,96 -43): 5,50= -1,09 0,1379 13,79% 14%. c) cubitus (44,35 -43): 5,50= 0,24 0,4052 40,52% 40,5%. En este caso nos encontramos ante un paramento mixto, en cual predomina con claridad el cubitus sobre el palmipes, escasamente representado.

MER.2.1.- b) palmipes (36,96 - 36,02): 2,52= 0,015 0,4960 49,6% 49,5%. En este punto se comprueba que se aplica únicamente el palmipes y, además, de manera amplia. MER.2.2.- b) palmipes (36,96 - 42,1): 3,22= -1,59 0,0559 5,59% 5,5%. c) cubitus (44,35 - 42,1): 3,22= 0,69 0,2451 24,51% 24,5%. Aquí se constata mayor presencia de cubitus quedando el palmipes como algo residual.

MER.2.13.- b) palmipes (36,96 - 45,63): 7,08= -1,22 0,1112 11%. c) cubitus (44,35 - 45,63): 7,08= -0,18 0,4286 42,86% 43%. Se repite el mismo caso que en el punto anterior y los porcentajes entre el cubitus y el palmipes apenas si varían, aunque aquí son mayores las cantidades.

MER.2.3.- b) palmipes (36,96 - 47,28): 9,27= -1,11 0,1335 13,35% 13%. c) cubitus (44,35 - 47,28): 9,27= -0,31 0,3821 38,21% 38%. d) bipedalis (59,14 -47,28): 9,27= 1,27 0,1020 10%. Nuevamente se observa el predominio del cubitus aunque en un lejano segundo plano aparecen palmipes y bipedalis de manera casi testimonial.

MER.2.14.- c) cubitus (44,35 - 42,3): 2,13= 0,96 0,1685 16,85% 17%. Aquí sólo se documenta la plaicaión del cubitus y de manera escasa. MER.2.15.- a) pes monumentalis (29,57 - 37,92): 6,58= -1,26 0,1038 10%. b) palmipes (36,96 - 37,92): 6,58= -0,14 0,4443 44,43% 44%. Paramento mixto compuesto, fundamentalmente, por pes monumentalis y palmipes, siendo el primero casi testimonial.

MER.2.4.- b) palmipes (36,96 - 39,07): 5,42= -0,38 0,3520 35%. c) cubitus (44,35 - 39,07): 5,42= 0,85 0,1977 19,77% 20%. Se trata de un paramento mixto en el que predomina por poca diferencia- el palmipes sobre el cubitus.

MER.2.16.- b) palmipes (36,96 - 43,5): 7,55= -0,86 0,1949 19,49% 19,5%. c) cubitus (44,35 - 43,5): 7,55= 0,11 0,4562 45,62% 45,5%. En este caso vemos que es el cubitus el que predomina con autoridad sobre el palmipes cuyo uso no está muy extendido en el presente ejemplo.

MER.2.5.- b) palmipes (36,96 - 41,73): 3,72= -1,28 0,1003 10%. c) cubitus (44,35 - 41,73): 3,72= 0,70 0,2420 24,2% 24%. A pesar de presentar los mismos patrones que el punto anterior, el porcentaje de estos varían aquí, predominando el cubitus sobre el palmipes.

MER.2.17.- c) cubitus (44,35 - 42,77): 3,58= 0,44 0,3300 33%. Se documenta el uso exclusivo del cubitus pero no de manera amplia.

MER.2.6.- b) palmipes (36,96 - 41,85): 4,65= -1,05 0,1469 14,69% 15%. c) cubitus (44,35 - 41,85): 4,65= 0,53 0,2981 29,81% 30%.

MER.2.21.- b) palmipes (36,96 - 38,97): 6,61= -0,30 0,3821 38,21% 38%.

256

El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita

c) cubitus (44,35 - 38,97): 6,61= 0,81 0,2090 20,90% 21%. Paramento mixto de palmipes y cubitus, aunque predomina el primero sobre el segundo, la diferencia de porcentajes no es tan llamativa como en casos anteriores.

c) cubitus (44,35 - 41,12): 3,78= 0,85 0,1977 19,77% 20%. Se vuelve a documentar la convivencia entre palmipes y cubitus, con predominio del primero sobre el segundo aunque no tan marcadamente como el punto anterior.

MER.2.22.- b) palmipes (36,96 - 40,95): 6,53= -0,61 0,2709 27%. c) cubitus (44,35 - 40,95): 6,53= 0,52 0,3015 30%. En este paramento mixto de palmipes-cubitus están representados ambos patrones sin apenas diferencias de porcentaje.

MER.2.33.- b) palmipes (36,96 - 44,85): 7,29= -1,08 0,1401 14%. c) cubitus (44,35 - 44,85): 7,29= -0,06 0,4761 47,61% 47,5%. A pesar de que aquí se vuelve a constatar la dualidad palmipes-cubitus, en este caso el cubitus domina por completo quedando el palmipes como algo residual.

MER.2.25.- b) palmipes (36,96 - 40,82): 4,54= - 0,85 0,1977 19,77% 20%. c) cubitus (44,35 - 40,82): 4,54= 0,77 0,2206 22%. Se repite de manera casi idéntica el mismo fenómeno que en el caso anterior.

MER.2.34.- a) pes monumentalis (29,57 - 36,2): 6,70= -0,98 0,1635 16%. b) palmipes (36,96 - 36,2): 6,70= 0,11 0,4562 45,62% 45,5%. c) cubitus (44,35 - 36,2): 6,70= 1,21 0,1131 11%. En este caso el patrón que predomina es el palmipes y quedan en un lejano segundo plano el pes monumentalis y el cubitus.

MER.2.28.- b) palmipes (36,96 - 40,27): 4,74= -0,69 0,2451 24,5%. c) cubitus (44,35 - 40,27): 4,74= 0,86 0,1949 19,49% 19,5%. Nuevamente encontramos el emparejamiento palmipes-cubitus aunque en este caso el primero es ligeramente superior al otro. MER.2.29.- b) palmipes (36,93 - 40,22): 4,60= -0,70 0,2420 24%. c) cubitus (44,35 - 40,22): 4,60= 0,89 0,1867 18,67% 19%. Nos hallamos ante una caso casi igual al del paramento precente, incluso en los porcentajes y en las mínimas diferencias existentes entre ellos. MER.2.30.- b) palmipes (36,96 - 37,45): 6,60= -0,07 0,4721 47%. c) cubitus (44,35 - 37,45): 6,60= 1,04 0,1492 14,92% 15%. En este paramento el predominio del palmipes sobre el cubitus es muy abultado, quedando este último en una baja proporción. MER.2.31.- b) palmipes (36,96 - 42,65): 8,11= -0,70 0,2420 24%. c) cubitus (44,35 - 42,65): 8,11= 0,20 0,4207 42%. Aquí la proporción se invierte con respecto al punto anterior: el cubitus es mucho más empleado que el palmipes. MER.2.32.- b) palmipes (36,96 - 41,12): 3,78= -1,10 0,1357 13,57% 13,5%.

257

MER.2.35.- b) palmipes (36,96 - 40,42): 4,99= -0,69 0,2451 24,5%. c) cubitus (44,35 - 40,42): 4,99= 0,78 0,2177 21,77% 22%. Paramento mixto en el que se hallan, casi en idéntica proporción, palmipes y cubitus. MER.2.36.-b) palmipes (36,96 - 38,5): 3,66= -0,42 0,3372 33,72% 34%. c) cubitus (44,35 - 38,5): 3,66= 1,59 0,0559 5,59% 5,5%. Aquí se observa la preponderancia del palmipes y el cubitus está representado de manera casi testimonial. MER.2.45.- d) bipedalis (59,14 - 57,37): 1,58= 1,12 0,1314 13%. Paramento adscrito al patrón bipedalis aunque escasamente representado. MER.2.46.- d) bipedalis (59,14 - 56,6): 3,32= 0,76 0,2236 22%. En este caso se observa una mayor presencia del bipedalis aunque el porcentaje no es muy alto. V.4. REFLEXIONES

SOBRE

LA

APLICACIÓN

DE

LA

DISTRIBUCIÓN NORMAL.

A la vista de los datos, se plantea un serio problema como consecuencia de la considerable irregularidad de un paramento o por un desajuste en la aplicación de un patrón

Rosalía María Durán Cabello

métrico determinado y, sin embargo, el porcentaje que arroja es muy alto, lo que indicaría que la presencia o aplicación de un prototipo metrólogico es muy intensa. En efecto, en algunos casos se ha puesto de manifiesto que el dato estadístico no se corresponde con la realidad, puesto que las “anomalías” de las que se hablaba arriba quedan reflejadas en un alto valor de σ. Así, si µ dista bastante de ξ, esta diferencia queda solapada la ser dividido por una σ muy alta, por lo que nos da un resultado que, cotejado con las tablas, nos resulta altamente significativo.

se hace es evaluar el grado de libertad que tiene la aplicación del patrón, o patrones; luego se agrupan por prototipos y se calcula su presencia, porcentualmente, dentro el paramento y de esta manera, los porcentajes que se obtienen son un reflejo muy próximo a la realidad de lo que sucedió en cada paramento. Este sistema permite, además, comprobar de forma fehaciente la convivencia de dos patrones distintos en un mismo paño y, por tanto, el trabajo de dos grupos de canteros distintos, así como la unión de dos cuadrillas de structores. Los resultados obtenidos por este método contrastan bastante con las probabilidades calculadas en un primer momento.

El problema planteado posee también su inverso. Así, en paramentos con bloques muy regulares la σ es reducidísima. Cuando procedemos a realizar la resta entre ξ y µ, el resultado es mínimo, pero cuando lo dividimos por otro número igualmente pequeño, su resultado en la tabla nos muestra una representación o porcentaje realmente escaso, que no concuerda con la realidad arqueológica.

V.6. FICHAS DE LA APLICACIÓN (VER CD ADJUNTO).

DEL ANÁLISIS DE RESTOS

V.7. CONCLUSIONES ESTADÍSTICAS. De todo lo expuesto se infiere que los resultados que se han ofrecido en las páginas anteriores, deben ser considerados como una expectativa más que como una probabilidad real, por lo que para obtener datos más fiables se ha optado por emprender otro camino que considere más el factor individual de cada elemento dentro del muestral en estudio, de manera que enmascare lo menos posible los resultados.

Si comparamos los resultados obtenidos a través del cálculo de la distribución normal con los datos que arroja el análisis de restos, observamos que en prácticamente ningún caso se cumple la hipótesis que se proponía a raíz de la distribución; en ciertas ocasiones, muy raras, encontramos ciertas concomitancias entre los resultados, pero esto sólo se documenta de manera genérica ya que no se ratifica a la hora de compara los porcentajes obtenidos mediante uno u otro método.

V.5. EL ANÁLISIS DE RESTOS. Se confirma lo que se enunciaba al comienzo de este apéndice y es que el sistema de análisis de restos permite aproximarnos de manera mucho más certera a la realidad y los porcentajes obtenidos son fruto del estudio de elementos individualizados de cada población -paramentolo que avala la verosimilitud de los mismos.

Consiste en calibrar la diferencia que existe entre cada sillar del paramento objeto de análisis y los diferentes patrones métricos considerados y documentados ya previamente: pes italicus y monumentalis, palmipes, cubitus y bipedalis. En definitiva se trata de realizar una simple resta: al patrón más cercano a la medida que se estudia se le resta ésta y la diferencia es la que nos indica lo ajustado o relajado de la aplicación del patrón; cuanto más cercana a 0 es la diferencia, más perfecto es el trabajo de cantería de ese sillar en concreto. Sin embargo, en este caso se ha de tener en cuenta ciertos aspectos como es el hecho de que la labra de la piedra al ser un trabajo artesanal, es susceptible de sufrir alteraciones por lo que debemos fijar un margen de fluctuación para las medias. En este caso se ha considerado como bastante ajustado a patrón el margen de E1,5 cm.. Se interpreta como aceptable a todos aquellos cuyas dimensiones oscilan con E 2,5 cm., aunque denotan cierta impericia en la labor o una relajación en la aplicación del pie.

En el caso de la distribución normal los resultados son, sobre todo, hipótesis de adscripción de un paramento a un determinado patrón métrico. Sin embargo, llama poderosamente la atención el hecho de que, en un mismo punto de estudio, convivan patrones tan separados entre sí, cuando la realidad arqueológica que se observa es mucho más regular que eso. Esto viene provocado por utilizar la media del paramento como elemento de cálculo, ya que la media -normalmente- enmascara bastante la realidad de una población. De ahí que en un mismo punto, con una media asignable en principio al palmipes, por ejemplo, cuente también con una significativa presencia de cubitus y pes monumentalis. Este tipo de situaciones no se dan con el análisis de restos, que lo único que permite es reconocer la aplicación -más o menos rigurosa- de uno o dos patrones, como mucho. Este hecho se da en casos especiales y revela que se trata de muros o paramentos

El proceso que se ha seguido en cada punto de estudio consiste en, una vez realizadas las restas, lo primero que

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El teatro y el anfiteatro de Augusta Emerita

transicionales, donde se unen dos cuadrillas de trabajadores y/o canteros, dato este que pasa por completo desapercibido tras el estudio de los resultados obtenidos de la aplicación de la distribución normal. Respecto a los resultados -propiamente dichos- del estudio de los paramentos se constatan una serie de datos: - Si se compara la exactitud de uno y otro sistema, es el del análisis de restos el que se revela más preciso. - Cuando examinamos un paramento muy regular, la aplicación de la distribución normal distorsiona el resultado arrojando un porcentaje mucho menor (Cfr. en ambos casos MER.1.2 o MER.1.39; MER.2.1 o MER.2.30). - Se constata, también, el fenómeno contrario al anterior: al analizar un paramento muy irregular la previsión de la distribución normal enmascara los datos, haciéndolo parecer en sus porcentajes mucho más regular e incluso oculta convivencia de dos patrones en un mismo paramento (Cfr. en ambos casos: MER.1.6Interior o MER.1.23, este último como caso paradigmático; o los casos de MER.2.13 y MER.2.16).

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A la vista de lo expuesto, parece que lo aconsejable al realizar un estudio estadístico sobre una población similar a la que hemos sometido a exámen, es hacer una previsión, esto es ver si los muestrales contemplados siguen o no una Distribución Normal. Con esto ya podemos hacernos una idea de qué es lo que vamos a encontrar tras un cálculo más detallado, para lo que se debe someter a la muestra a un estudio de Análisis de Restos que se revela como básico para afrontar los estudios de edilicia: permite aquilatar, con bastante precisión, el grado de libertad, u oscilación, con que se aplicaron los patrones metrológicos; la coexistencia de dos o más patrones dentro de un mismo paramento, que evidencian, probablemente, la unión de dos grupos de trabajo o la zona final de la obra, donde pudieran emplearse los sobrantes de las otras cuadrillas; también nos aporta valiosas pistas sobre la pericia o impericia de los operarios, etc.. En definitiva se trata de poder afinar lo más posible en cuestiones técnicas y sociales -como es la ordenación de los grupos de trabajo- que se desprenden de un meticuloso análisis de los resultados estadísticos obtenidos de los datos tomados sobre el terreno.

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VII. PLANIMETRÍA

ÍNDICE DE PLANOS 1.- TOPOGRAFÍA Y UBICACIÓN DE LA MURALLA. 2.- TEATRO. PLANTA BAJA, CRYPTA Y ACCESO A IMA CAVEA. 3.- TEATRO. PLANTA DE ACCESO SUPERIOR A IMA CAVEA. 4.- TEATRO. PLANTA DE ACCESO A MEDIA CAVEA. 5.- TEATRO. PLANTA DE ACCESO A SUMMA CAVEA. 6.- TEATRO. PORTICUS IN SUMMA CAVEA. 7.- TEATRO. ALZADOS SECTOR ESTE. 8.- TEATRO. ALZADOS SECTOR OESTE. 9.- TEATRO. SACELLUM. PLANTA Y ALZADOS. 10.- TEATRO. PUNTOS, METROLOGÍA Y ALMOHADILLADO. 11.- TEATRO. FASES CONSTRUCTIVAS 1 Y 2. CIRCULACIONES. 12.- TEATRO. FASES CONSTRUCTIVAS 3 Y 4. CIRCULACIONES. 13.- TEATRO. DETALLES CONSTRUCTIVOS. 14.- ANFITEATRO. PLANTA DE ACCESOS A LA ARENA. 15.- ANFITEATRO. PLANTA DE ACCESO A IMUM MAENIANUM. 16.- ANFITEATRO. PLANTA DE ACCESO A MEDIUM MAENIANUM. 17.- ANFITEATRO. PLANTA DE ACCESO A SUMMUM MAENIANUM. 18.- ANFITEATRO. SECCIÓN. TUMBA Y AJUAR. 19.- ANFITEATRO. PUNTOS, METROLOGÍA Y ALMOHADILLADO. 20.- ANFITEATRO. FASES CONSTRUCTIVAS 1 Y 2. CIRCULACIONES. 21.- ANFITEATRO. FASES CONSTRUCTIVAS 3 Y 4. CIRCULACIONES. 22.- ANFITEATRO. DETALLES CONSTRUCTIVOS.