El sello de los sellos 8495399865

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El sello de los sellos
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El Sello de los Sellos

Colección dirigida p o r Raúl H e r r e r o .

H a cuidado este v o l u m e n 9

J u a n F Nevado.

E n p o r t a d a el collage «Los frutos de los espasmos» de J u a n F r a n c i s c o Nevado.

Alicia Silvestre gozó de u n a b e c a de estancia en la Casa del T r a d u c t o r de T a r a z o n a para realizar la p r e s e n t e tra­ ducción.

Giordano Bruno

El Sello de los Sellos

Edición, prólogo y traducción de Alicia Silvestre

© de la t r a d u c c i ó n , el p r ó l o g o y la edición Alicia Silvestre, 2007. © de la edición y el diseño, Libros del I n n o m b r a b l e , 2 0 0 7 . s

© de la m a q u e t a c i ó n , J . F . N e v a d o 2 0 0 7 .

1 - edición Noviembre,

2007

ISBN-10: 8 4 - 9 5 3 9 9 - 8 6 - 5 ISBN-13: 9 7 8 - 8 4 - 9 5 3 9 9 - 8 6 - 1 Depósito Legal: Z - 3 9 0 5 - 2 0 0 7 I m p r i m e : Gráficas O L I M A R . Telf. 9 7 6 7 3 6 0 7 8 I m p r e s o en E s p a ñ a « U n i ó n E u r o p e a [email protected]

a

Avda. Compromiso de Caspe 113, 6 D 50002 ZARAGOZA (España) www.librosdelinnombrable.com

Prólogo

GIORDANO

BRUNO. EL SELLO

DE LOS

SELLOS

«Los filósofos son de algún modo pintores y poetas, los poe­ tas son pintores y filósofos, los pintores son filósofos y poetas. Por eso los verdaderos poetas, los verdaderos pintores y los ver­ daderos filósofos tienen predilección unos por otros y se admi­ ran mutuamente». SIGILLO SIGILLORVM P r o c e d e , m a g n e liber, q u e m n o n m a g n u m Reddit conferta densitas voluminum. Nusquam c o n t e m n e n s p a u p e r u m tuguria Divertito ad superbas fores principum. T u n o n minister c r u e n t o r u m

numinum

Cunctis sedati fructus g e r e n s animi, Nulli abigendus, acceptandus ómnibus P r a e t e r q u a m diris geniis m i s a n t h r o p o n , I n c e d e tutus et in oras Hesperi, Oppositique in partes perge B o s p h o r i , E x t r e m o s q u e axis m u n d i inversi cardines. Officiosum cunctis, nulli n o x i u m , C u m sensus lassus abiget ensiferos, N o n te repellet m u n d u s sero sapiens.

X

Traducción

o

versión

«To mutílate a single word in the Torah, to set it in the imong order, might be to impetil the tenuous links between fallen man and the [Divine presence.» G e o r g e Steiner, After Babel Q u e r e m o s acercarnos a la figura de Giordano B r u n o con el respeto que m e r e c e , y somos conscientes de que ninguna o b r a está jamás totalmente acabada, en especial las traducciones, por eso n o pretendemos dar un sentido completo y lógico a lo que a continuación aparece, sino desvelar u n a de sus interpretaciones, c o n la humilde intención de que las futuras ediciones de esta o b r a t o m e n lo que de útil en ella e n c u e n t r e n y corrijan nuestra apor­ tación en lo que de erróneo o insuficiente pueda haber. En la traducción de la presente o b r a se han valorado tanto criterios contextúales que respetasen el estilo del autor c o m o las condiciones del m a r c o socio-histórico de la obra, tratando de facilitar la lectura de un texto que algunos califican de críptico. P o r tratarse de u n a tarea que al hacerla a solas resultaría p o b r e , es preciso reco­ n o c e r que el trabajo ha sido realizado y perfeccionado gracias a la ayuda desinteresada de diversos especialistas. En p r i m e r lugar agradecemos la ayuda y colaboración de M. A. Granada por sus valiosas r e c o m e n d a c i o n e s bibliográficas, de Ubaldo Nicola p o r su disponibilidad en línea. Además, a la Casa del Traductor de Tarazona, por la b e c a de estancia concedida, al Instituto Italiano de Cultura de B a r c e l o n a y a Darío Tessicini en el Instituto

XI Warburg de L o n d r e s por facilitar la consulta de fuentes bibliográficas de inestimable valor. H e m o s m a n e j a d o la versión latina original y varias traducciones al italiano. Nuestro autor, h a b i e n d o podido elegir escribir esta o b r a en lengua vernácula (italiano) prefirió emplear u n a de las lenguas sagradas, el latín, que hasta e n t o n c e s era una lengua de poder, dominio exclusivo de eruditos y cargos eclesiales. Esta elección n o es casual, sino causal. Los contenidos que en sus libros en latín explora n o podían estar al alcance de todos, p e r o lo que le guía n o es una intención antidemócrata de la cultura, sino antes bien una conservación de lo sacro en sus términos originales, evitando en la medida de lo posible lo que el proceso de traducción pervierte: «¡Pues, en un grado cualquiera, todas las grandes escrituras, y, en el más alto punto, la Escritura Santa, c o n t i e n e n entre las líneas su traducción virtual. L a versión interlineal del texto sagrado es el m o d e l o o el ideal de toda traduc1

c i ó n ! » / ) L a tarea del poeta es traducir, vertiendo el lenguaje del alma, dando luz e m b r i o n e s que son palabras n u n c a antes nacidas. Al intérprete, h e r m e n e u t a y mayeuta, el núcleo del significado le es dado en m a n e r a se diría casi gratuita. L a ardua labor es discernir y construir alrededor de la luz un follaje de sonidos y vocablos que proteja, realce y conduzca a esa Verdad central sin tocarla, directamente, lo cual supondría tal vez mancillarla. Difícil c o m o transportar un huevo sin r o m p e r l o . . .

( 1 ) M a u r i c e G a n d i l l a c , c i t a d o e n p á g . 7 2 p o r j a c q u e s D e r r i d á en Torres de Babel, U F M G , Brasil, 2 0 0 6 .

XII

El Sello de los Sellos: una Clave hacia la

hermenéutica

divina

Al final de su Explicación de los Treinta Sellos, que apostilla su obra titulada Treinta Sellos (Triginta Sigilli), Giordano B r u n o refiere la intencionalidad que le guiaba al escribir El Sello de los Sellos: ¡En cuántos y con cuales modos, y con que revelaciones las informaciones se aclaran para ser figuradas a través deformas sensibles, y ser marcadas y conservadas, lo hemos expresado no sólo aquí, sino también en otros lugares, es más, está descrito bastante ampliamente en uno de los volúmenes de la Clavis M a g n a que se titula El Sello de los Sellos, donde enseñamos a recabar informaciones para todas las operaciones de la psique no sólo a partir de datos sensibles sino también de los otros, de los principios naturales, de los artificiales y quizá en alguna manera de los divinos\S^> L o que para innumerables generaciones deseosas de introducirse en los Misterios Divinos suponía una clave incognoscible

(Absconditorum

Clavis,

de

Guillaume

3

Postel) ( ) viene en esta obra de Giordano B r u n o a alcanzar una de sus mejores expresiones. Hallamos en el Corán (6, 59):«¡Dios tiene las llaves de las cosas ocultas!». Sólo en comunión c o n El, en un rapto místico es posible atisbar su significado. Giordano B r u n o se acerca al Centro ( 2 ) G i o r d a n o B r u n o , II Secando libro Delta Clavis Magna,

a c u r a di

C l a u d i o d ' A n t o n i o , Di R e n z o E d i t o r i , R o m a , 2 0 0 3 , pág. 1 0 6 . ( 3 ) E n La Gran Tríada d e R e n e G u é n o n , Paidós Orientalia, B a r c e l o n a , 2 0 0 4 , pág. 1 7 9 .

XIII (la cuadratura del círculo) c o n claridad de iluminado. Galileo Galilei afirmó: La filosofía está escrita en este grandísimo libro que continuamente está abierto ante nuestros ojos (universo), pero no se puede entender si antes no se aprende a entender la lengua, y a conocer los caracteres en los cuales está escrito. Está escrito en lengua matemática, y los caracteres son triángulos, círculos y otras figuras geométricas, sin cuyos medios es humanamente imposible entender palabra; sin éstas, hay un girar vanamente por un oscuro laberinto.^ El universo es el Verbo divino versado, u n o y múltiple, en la creación (poiesis). Del Universo al U n o es el recorrido por el que B r u n o nos acompaña en nuestra búsqueda espiritual. Pero n o sólo habremos de p o n e r en j u e g o nuestros dones intelectuales. L a meta perseguida n o se alcanza sólo por el entendimiento mental, sino también por la comprensión y la visión mayestática, que provienen de la fe. D e b e m o s aprender tanto c o m o recordar. Según el nolano, recordar quiere decir reproducir en nuestra m e n t e toda aquella serie de relaciones, de correspondencias intensas que constituyen la realidad del m u n d o . R e c o r d a r es por tanto saber entrar en la esencia de las cosas y así poderlas también cambiar. (Re-cordis: re-pasar por el corazón). El Sello de los Sellos aparece ya desde su enigmática estructura c o m o un inteligente libro de estudio y medita-

( 4 ) C i t a d o p o r R o s a r í a Mulieri, 'Ira ermetismo e cabala, Fratelli C o n t é editori, N a p o l i , 1 9 9 9 , p á g . 1 3 .

xrv ción. Veamos c ó m o se manifiesta esa intrincada relación entre n ú m e r o y geometría en su didáctica. Su primera parte comienza con cuatro advertencias (para alejar a los n o aptos). E n c o n t r a m o s que la que debería ser la quinta se subtitula ya primer grado de progresión. Esta aparente superposición

de categorías y / o títulos responde a un

salto de dimensión, que ha de entenderse n o c o m o una adición lineal en continuidad, a las que estamos acos­ tumbrados en un libro al uso; este libro es en sí una clave de c o n o c i m i e n t o , por lo que debe ser tomado c o m o una ascensión hacia la comprensión en tres dimensiones: ima­ gínese una espiral ascendente; el punto en que la espiral alcanza su curva máxima se marca con cuatro puntos, el quinto se traza en el estadio superior. Los grados de pro­ gresión son también cuatro, el que debería ser el quinto se titula «contradicción múltiple» (salto por multiplica­ ción: exponencial cualitativo frente al lineal cuantitativo) y se subtitula primer tipo de contracción. Hay quince tipos de contracción. L a segunda parte del Sello habla de los cuatro rec­ tores (amor, arte, matemática y m a g i a ) . A continuación explica los cuatro objetos (luz, color, figura y f o r m a ) . Y tras eso, h a b l a del progreso de la p r i m e r a f o r m a en las tres d i r e c c i o n e s

(mundo

físico,

m u n d o racional y

m u n d o metafísico). Las formas se despliegan a su vez en d o c e d i r e c c i o n e s , a saber: tipos,

figuras,

reflejos,

similitudes, imágenes, espectros, ejemplares, indicios, signos, notas, caracteres y sellos. Tras varias incursiones multiplicativas que n o nos d e t e n d r e m o s a e n u m e r a r , d a d o q u e a p a r e c e n en el texto suficiente explícitamen-

XV te, h a b l a de los d o c e perseguidores del arte: los cuatro indicios (el sensible, el imaginable, el razonable y el inteligible), los cuatro testigos (abstracción, contrac­ ción, n ú m e r o y m e d i d a ) , los cuatro directores (simili­ tud, proporción, o r d e n y simetría) y p o r fin m e r a m e n ­ te apunta sin explicar cuáles son los cuatro efectos del arte de las artes y del sello de los sellos (invención, dis­ posición, j u i c i o , m e m o r i a ) . Así, tanto en su p r i m e r a c o m o en su segunda parte, hay u n a escala de 4>4>15 ( 4 > 4 > 3 + 1 2 ) , q u e al final del libro viene a sintetizarse de nuevo del m o d o reduccio­ nista q u e sigue: 1 2 > 4 + 4 + 4 > 4 / l > 4 = l . En definitiva, per­ sigue la búsqueda del U n o y su Clavis Magna

( q u e es

otro de los títulos de El Sello de los Sellos) n o es sino un m a n u a l de aproximación a la Divinidad a través de reglas combinatorias, numéricas verbales y racionales. Y es un c a m i n o para virtuosos. Los pecados capitales se combaten c o n las siete espa­ das de las virtudes: las tres virtudes teologales más las cua­ tro virtudes cardinales. Estas siete espadas confluyen en u n a sola que es el Amor. L a ira se combate c o n la com­ prensión, la vanidad con respeto, la avaricia c o n pacien­ cia, la codicia con confianza, la envidia c o n perdón, la gula con generosidad y la lujuria con atención. Los siete pecados capitales n o son sino enfermedades del alma (carencias, desequilibrios). B r u n o las llama constriccio­ nes del ánimo (animus en latín vale por ánimo, m e n t e y alma), esto es, aquel estado anímico en el cual el indivi­ duo n o desarrolla a plena potencia sus capacidades, por falta o insuficiencia de algún elemento. El h o m b r e actual,

XVI desarraigado, habiendo perdido su contacto con la naturaleza, se halla perdido, enfermo. Es mediante el reequilibrio y la reconciliación c o n ella c o m o sana y se encuentra. El éxito de la disposición jesuítica de la m e m o r i a en el espacio (loci) con fines mnemotécnicos radica e n esta visión de lo armónico en la naturaleza. Rumí decía: «Si caminas se abrirá ante ti la Vía». E n efecto, hay un salto de fe necesario y liviano, que nos introduce en nuestro recorrido iniciático. «Todos hs caminos llevan a Roma», «Los senderos del Señor son inextricables». Si está leyendo estas líneas es porque el C a m i n o ya le eligió: el Maestro sale al encuentro del discípulo sólo cuando éste está preparado. Habrá frases del texto que calen en su m e n t e c o m o si hubieran sido pronunciadas por su propia boca, otras darán forma a latencias aún inexpresadas; otras, en fin, caerán directas en los pastos del corazón. Y muchas, c o m o semillas voladoras, simplemente pasarán sin huella por el cuerpo, acaso porque aún n o ha llegado el m o m e n t o para tales enseñanzas. Aunque el texto resulte hermético, n o desista. C o m o c o n tantos otros legados religiosos, nos es costoso identificarnos con el c o n t e x t o del autor, de la época y de las vicisitudes de un c a m i n o ajeno. Pero sólo leyéndolo, que es dar el paso, esta flor preciosa nos permitirá c o n o c e r su aroma y su sentido verdadero. C o n delicadeza y atención, con respeto, paseemos por sus pétalos. L a recompensa sanará nuestras heridas y saciará nuestra sed de c o n o c i m i e n t o otorgándonos las respuestas buscadas. B r u n o sufrió el acoso de m e n t e s n o preclaras coetáneas q u e n o alcanzaron a ver y c o m p r e n d e r . Víctima de

XVII la ignorancia, la envidia, la codicia, n o dudó en c e d e r ^perfumando como el sándalo, el hacha que le hiere», c o m o dijo Gandhi, d e m o s t r a n d o m e n o s m i e d o a la m u e r t e q u e aquellos que le c o n d e n a b a n («Forse avete piú timore voi nel pronunziare la mia sentenza, che io nel riceverla»), Y es q u e el m i e d o es u n a sombra. D o n d e el Amor, q u e es Luz, habita, n o hay espacio para las sombras del m i e d o . D e esto hablan otros pensadores, c o m o Khrisnamurti «Donde hay Amor no hay miedo». Se trata de u n a de esas c o n t r a d i c c i o n e s intrínsecas y paradójicas de la mística, c o n c i l i a d o r a de opuestos. A m e d i d a que nos a c e r c a m o s a la fuente de Luz, nuestra comprensión se h a c e más fácil y más profunda. E n t o r p e c i d o s p o r los sentidos, la razón, la m e m o r i a o el dolor, l e e m o s entre líneas, sin la certeza cordial que es c o m o un faro en la n o c h e . El Sello de los Sellos nos muestra claves para v e n c e r a los e n e m i g o s de la paz del espíritu ( c o n t r a c c i o n e s del a l m a ) . Nos previene c o n t r a ellos y nos desvela c o n qué espada (virtud) v e n c e r cada u n o de los vicios. Es un m a n u a l para G u e r r e r o s de la Luz, para todos aquellos que han e m p r e n d i d o la Vía sin r e t o r n o del aprendizaje espiritual viático. B r u n o , siempre c o n la vista puesta en la t r a s c e n d e n c i a y la eternidad, desentraña las c o m p l e j a s redes de los c o n c e p t o s clásicos y nos dibuja c o n maestría la llave de las llaves, la síntesis geométrica, concéntrica, que c o n t i e n e todas las demás, pues todas las espadas m a n a n de u n a única fuerza, la Luz de ese U n o e n el q u e T o d o tiene su Principio y su Fin.

XVIII

Biografía

Filippo B r u n o nace en 1 5 4 8 en Ñola, Ñapóles donde estudia hasta 1562 especializándose en humanidades y en dialéctica. A los 17 años, ingresa en la O r d e n de los dominicos, cuando cambiará su n o m b r e por el de Giordano. Allí se dedica al estudio de la filosofía aristotélica y la teología de Tomás de Aquino (tomismo). Durante su adoctrinamiento

aparecen

las primeras

dudas sobre la

Trinidad y la Encarnación, rechaza tener imágenes de santos y sólo acepta un crucifijo. No se hará tardar la reacción eclesial: en 1566, c o n sólo 18 años se produce el prim e r proceso en su contra por sospechas de herejía. Otros estaban sufriendo idénticas reacciones por albergar pensamientos alternativos, c o m o es el caso del también napolitano Girolamo Cardano ( 1 5 0 1 - 1 5 7 6 ) . En 1572 se o r d e n a sacerdote dominico en Salerno y pasa al estudio de Santo D o m i n g o el Mayor. En 1 5 7 5 recibe el título de D o c t o r en Teología de la orden. En 1576, de nuevo acusado de desviaciones de la doctrina religiosa, ha de abandonar la orden. Huye a R o m a y se asila en el Convento de Santa María, en Minerva. E n R o m a se lo acusa de h a b e r tirado al río Tíber a otro herm a n o de la Orden. Después de viajar por Italia y Francia llega a G i n e b r a donde abandona los hábitos. Allí se adhiere al protestantismo de Calvino, pero también realiza algunos actos de inconformidad, a causa de los cuales se le prende prisionero hasta que se retracta de lo dicho. Deja el Calvinismo acusándolo de ser contrario a la libertad intelectual. Al

XIX dejar Ginebra va a París d o n d e tras varios tropiezos a causa de la guerra religiosa es aceptado por Enrique III c o m o profesor de la Universidad de París en 1 5 8 1 . Publica sus dos primeras obras: Las Ideas Humanas

y

Cantos Círceos. En 1583 viaja a Inglaterra a dictar cátedra en la Universidad, es n o m b r a d o Secretario del embajador francés, Michel de Castelnau, allí c o n c u r r e asiduamente a las reuniones del poeta Philip Sydney. E n s e ñ a en Oxford la nueva cosmología copernicana atacando las ideas tradicionales. Después de varias discusiones aband o n a Oxford. Sus escritos más importantes son De umbris idearum, de 1 5 8 2 ; La cena de las cenizas, Del universo infinito y los mundos y Sobre la causa, el principio y el uno, estas tres obras fueron escritas e n 1 5 8 4 . E n 1 5 8 5 escribió Los furores heroicos en la que, c o n un estilo de diálogo platónico, poético-científico, describe el c a m i n o hacia Dios a través de la sabiduría. E n 1585 B r u n o viaja nuevamente hacia París c o n el embajador, luego se dirige a Marburgo. Durante esta época se dedica a imprimir las obras escritas en Londres. Ese mismo año, estando en esta ciudad, reta a los seguidores del aristotelismo a un debate público en el College de Cambray, donde es ridiculizado, atacado físicamente y expulsado del país. E n los siguientes cinco años vive en diversos sitios del c e n t r o y este de E u r o p a Marburgo,

Mainz,

Wittenberg,

Praga,

como

Helmstedt,

Francfort y Zurich. E n estos países protestantes escribe m u c h o s trabajos en latín sobre cosmología, física, magia y el arte de la memoria. Demuestra c o n métodos equivo-

XX

cados que el Sol es más grande que la Tierra. E n 1 5 8 6 e x p o n e sus ideas en la S o r b o n a y enseña Filosofía en la Universidad de Wittenberg. En 1 5 8 8 viaja a Praga d o n d e escribe artículos dedicados al Embajador de España y a Rodolfo II. E n 1 5 9 0 se dirige al Convento de las Carmelitas en Francfort y Zurich, Alemania; ahí escribe sus poemas.

Giovanni

M o n c e n i g o , n o b l e veneciano, se convierte en su protector y gracias a él regresa a Italia para impartir cátedra particular. En realidad según muestra la c o r r e s p o n d e n c i a mantenida, M o n c e n i g o esconde el deseo de aprender el don

de m e m o r i a prodigiosa cuya fama antecedía

a

B r u n o , y es en su incapacidad, frustrado, cuando cae en la traición. El 21 de mayo de 1591 M o n c e n i g o entrega a B r u n o a la Santa Inquisición. El 2 7 de e n e r o de 1 5 9 3 se ordena el e n c i e r r o de Giordano B r u n o , en el Palacio del Santo Oficio en el Vaticano. P e r m a n e c e encarcelado durante o c h o años, mientras se prepara el j u i c i o en el que se le acusará de blasfemia, herejía e inmoralidad, bajo el tribunal

de

Venecia, principalmente por sus enseñanzas sobre los múltiples sistemas solares y sobre la infinitud del universo. L a mayoría de los folios del j u i c i o fueron tomados por Napoleón y se perdieron. E n 1599 se e x p o n e n cargos contra él. E n muchas ocasiones a B r u n o se le ofrece retractarse de sus afirmaciones, sin e m b a r g o n o acepta. El 20 de e n e r o de 1 6 0 0 el Papa C l e m e n t e VIII ordena que B r u n o sea llevado ante las autoridades seculares, el 8 de febrero se lee la sentencia en d o n d e se le declara herético impenitente. Pertinaz

XXI y obstinado, es expulsado de la iglesia y sus trabajos son quemados en la plaza pública. Durante todo el tiempo es acompañado por monjes de la iglesia. P o c o antes de ser ejecutado en la hoguera uno de ellos le ofrece un crucifijo para besarlo el cual rechaza y dice que morirá c o m o 5

un mártir y que su alma subirá con el fuego al Paraíso. ( ) Es q u e m a d o el 17 de febrero de 1 6 0 0 e n la plaza C a m p o dei Fiori en R o m a .

Prosecutio:

la

Inquisición

Contempla en la vela que lleva este candelero, a quien doy a luz, aquello que clarificará ciertas sombras de ideas... No hace falta que te instruya en mi creencia. El tiempo todo lo da y todo lo quita; todo cambia pero nada perece. Uno sólo es inmutable, eterno y dura para siempre, uno y el mismo consigo mismo. Con esta filosofía mi espíritu crece, mi mente se expande. Por ello, no importa cuan oscura sea la noche, espero el alba, y aquéllos que viven en el día esperan la noche. Por tanto, regocíjate, y mantente íntegro, si puedes, y devuelve amor por amor. (El Candelero) Paulo III había c r e a d o en 1 5 4 2 la Congregación de la Inquisición, la cual ocasionó la huida de Italia de todo un g r u p o de humanistas h e t e r o d o x o s : O c h i n o , P e d r o Mártir Vermigli, Celio S e c u n d o C u r i o n e , M i n o

( 5 ) M a t e o , 1 2 , 3 1 : "Por eso os digo: Todo pecado y blasfemia se perdonará a los hombres: mas la blasfemia contra el Espíritu no será perdonada a fos hombres».

XXII Celsi, C a m i l o R a n a t o , Flacio Ilírico. E n 1 5 6 4 , Pío IV, siguiendo las r e c o m e n d a c i o n e s de las sesiones X V I I I y X X V del C o n c i l i o de T r e n t o , publicó un p r i m e r I n d e x de libros prohibidos. El Concilio de T r e n t o fue u n o de los puntos culminantes de la historia del m u n d o católico. En él se confirm ó y perfeccionó la purificación, el punto de reunión de todas las fuerzas católicas de la Reforma, la abrupta afirmación de posiciones antiprotestantes. Para rechazar c o n más fuerza la justificación por la fe sola, exageró el valor de las obras y desarrolló la noción de mérito. El Concilio, frente a Lutero y Zuinglio, que se habían burlado de las indulgencias y de las peregrinaciones, frente a Calvino, que había ironizado sobre las reliquias, mantuvo todas las formas tradicionales de piedad; confirmó

también el

culto a las imágenes. Su onda expansiva durará varios años alcanzando en 1633 a Galileo Galilei, quien también resultó procesado y condenado. Jamás habría sido posible efectuar una reforma si la Iglesia R o m a n a hubiese conservado el poder de la Gnosis (ciencia mística). El conocimiento del significado espiritual de los misterios se denominaba, en la antigüedad, «potestas clavium» (el poder de las llaves), poder que hace mucho que dejó de ser herencia de la Iglesia Romana. Durante los primeros siglos de la era cristiana, tal conocimiento quedó en manos de diversas sectas ocultas, motivo por el cual fueron cruelmente perseguidas por los sacerdotes. L a Iglesia perdió en varias regiones el poder, para imponer castigos físicos a aquellos que no compartían sus dogmas. El odio teológico, no obstante, continúa, tanto que se incentiva a los

XXIII cristianos a odiarse, se condenan y persiguen ciertas opiniones libres considerándolas herejías o crímenes políticos. El teólogo R i ñ o Fisichella, a quien J u a n Pablo II nombró obispo auxiliar de R o m a , después de haberle pedido su ayuda c o m o m i e m b r o del Comité vaticano históricoteológico del Gran J u b i l e o , quiso aclarar las implicaciones que se esconden detrás del caso Giordano B r u n o : «Está claro que hoy día vivimos en una época separada por años luz de la cultura del siglo XVII. La maduración de la conciencia eclesial en relación con la pena de muerte ha quedado, hoy por hoy, codificada en los documentos más significativos de la Iglesia, y lo mismo se puede decir de la libertad religiosa. Nadie puede contestar en conciencia la pasión que el Magisterio actual ha puesto en la lucha contra la pena de muerte y en defensa de la libertad de pensamiento y de religión. A pesar de ello, cargamos con el peso de nuestra historia. Ciertamente, se olvida el pasado de algunos con mucha prisa; sin embargo, en el caso de los hombres de Iglesia, la huella de los propios errores permanece hasta el punto de olvidar lo que se está haciendo en el momento presente.» Giordano B r u n o n o sólo fue c o n d e n a d o por la Iglesia Católica, sino también por la luterana y la protestante. Sus primeras obras, De umbris idearum o Cantas ürcaeus, son ya manifestación de un m o n i s m o panteísta. Hay figuras cuya luz deslumhra a los pueblos y estas luces han de tornar a la Luz de la que proceden, de m a n e r a a veces dolorosa. B r u n o denunció las costumbres que estaban pervirtiendo el corazón de la Iglesia, c o m o veremos en la novena y décima contracciones, prácticas libidinosas que andaban lejos de las primitivas enseñanzas y que n o hací-

xxrv an sino insultar a los creyentes, en las que algunos religiosos se vieron aludidos y amenazados. El aniversario de la muerte de B r u n o y el j u b i l e o del nuevo milenio en la Iglesia Católica sirvió para q u e el Vaticano pidiera perdón por el asesinato del ilustre pensador napolitano, pero el cardenal Paul P o u p a r d se adelantó a señalar que ello n o significaba su rehabilitación. U n texto r e c i e n t e del Vaticano dice: «...es justo reconocer que una relación demasiado estrecha con la sociedad de la época alejó a la Iglesia de la primada del amor y de la misericordia, y del justo reconocimiento de la libertad. El deber de la verdad eclipsó el mandamiento del amor. Cuando la Iglesia se alineó con las estructuras civiles y copió sus formas, experimentó aquello por lo que hoy debe pedir perdón. Nosotros, creyentes del 2000,

tenemos que sacar lecciones y hacer memoria.

Recordar el "caso Giordano Bruno" obliga, por tanto, a purificar la memoria creyente de un pecado grande que fue cometido violando el mandamiento divino. La hoguera en Campo deiFiori es ciertamente uno de esos momentos históricos, de esas acciones que hoy día sólo pueden ser deploradas con claridad.» En el a ñ o 2 0 0 0 el papa J u a n Pablo II pidió perdón por los errores que hubieran cometido los hombres de la Iglesia a lo largo de la historia, así c o m o por haber dejado de h a c e r el bien necesario en favor de judíos y otras minorías perseguidas; n o obstante, sostuvo la inocencia de la Iglesia c o m o institución. Asociaciones de librepensadores realizan cada 17 de f e b r e r o un vistoso h o m e n a j e a G i o r d a n o B r u n o en la plaza r o m a n a de Campo dei Fiori, d o n d e u n a

estatua

r e c u e r d a q u e d u r a n t e estos cuatro siglos, B r u n o h a sido

XXV para estos grupos «el símbolo de la libertad de pensam i e n t o frente a la i n t o l e r a n c i a dogmática de la Iglesia».

Filosofía

La o b r a bruniana se encuentra teñida de un ligero averroísmo consistente en la defensa de la superioridad de la vida teórica frente a la vida práctica y la reivindicación del carácter profesional del filósofo. A j u i c i o de B r u n o existe una separación entre filosofía y religión y es equivocada la concepción tomista de la filosofía c o m o análla fidei, esclava de la religión. B r u n o defenderá, c o m o harán a su m o d o todos los copernicanos, que la religión d e b e ser entendida c o m o una ley destinada al gobierno de las masas incapaces de regirse por la razón. Por ello los buenos teólogos n o d e b e n entrometerse en la vida de los filósofos, del mismo m o d o que los filósofos han de respetar el trabajo de los teólogos en su tarea de gobierno de las masas populares. L a función de la religión es, pues, m e r a m e n t e civil. Respecto a sus tesis cosmológicas destaca la idea de la infinitud del universo entendida c o m o expresión de la infinita potencia de Dios, así c o m o la descripción de las estrellas celestes c o m o soles rodeados de planetas parecidos a la tierra. Considerando el universo uniforme, se rompe con la distinción entre m u n d o sublunar y supralunar que había sido establecida por Aristóteles y que sobrevivía en la doctrina heliocentrista de Digges. Otra de sus frases célebres es: «El universo es infinito, —-grita—, ¡y el centro soy yol».

Muy influido por el neoplatonismo y p o r la admisión de la teoría copernicana, a la vez que a c o g i e n d o ele­ mentos del estoicismo, el m o n a d i s m o y la mística, B r u n o defendió la doctrina de la infinitud del universo, que es c o n c e b i d o n o c o m o un sistema de seres rígidos ordena­ dos desde la eternidad, sino c o m o un conjunto que se transforma c o n t i n u a m e n t e , que pasa de lo inferior a lo superior y viceversa, por ser en el fondo todo u n a y la misma cosa, la vida infinita e inagotable. E n esta vida quedan disueltas todas las diferencias, las cuales son pro­ pias sólo de lo superficial, de lo finito y limitado. L a infi­ nitud espacial y temporal del universo

astronómico

c o r r e s p o n d e a la infinitud de Dios, q u e se halla a la vez en el m u n d o y fuera del m u n d o , que es causa inmanen­ te del m u n d o y que está infinitamente p o r e n c i m a de él, cosa que h a de entenderse desde el p u n t o de vista de la coincidencia de los opuestos de Nicolás de Cusa. L a totalidad del universo es c o n c e b i d a c o m o un orga­ nismo (Anima mundi). L a suposición de que todo está entrelazado representa la admisión de un alma del m u n d o siempre que, rechazándose

el m e c a n i c i s m o

ciego, se admite que el todo tiene un sentido. Así, el cuerpo del m u n d o está envuelto por su alma, p e r o a la vez el alma del universo se halla en cada u n a de las cosas, n o parcial y fragmentariamente, sino de un m o d o total y c o m p l e t o . E n otros términos, el alma del m u n d o es aque­ lla realidad que h a c e que todo microcosmos sea un macrocosmos. Giordano B r u n o , Sobre la causa, el principio y el una

XXVII Todo este orbe, esta estrella, no estando sujeta a la muerte, y siendo imposibles la disolución y la aniquilación

en la

Naturaleza, de tanto en tanto se renueva a sí misma cambiando y alterando todas sus partes. No hay un arriba o abajo absolutos, como enseñó Aristóteles; ninguna posición absoluta en el espacio; sino que la posición de un cuerpo es relativa a las de los otros cuerpos. En todos lados hay un incesante cambio relativo de posición a través del universo, y el observador siempre está en el centro. El Universo está penetrado de vida y es, él mismo, vida, esto es, organismo infinito en el cual se hallan los organismos de todos los mundos particulares, de los infinitos sistemas solares análogos al nuestro. Lo que rige esta infinitud es la misma ley, porque es la misma vida, el mismo espíritu y orden, y en última instancia el mismo Dios. Dios está presente en todas las cosas, c o n su infinito poder, sabiduría y amor, p o r q u e es todas las cosas, el m á x i m o y el mínimo o, c o m o dice B r u n o , la mónada de las mónadas; los átomos para B r u n o son orgánicos y vivientes, de m o d o q u e es opuesto a todo m e c a n i c i s m o . E n Sobre lo Inmenso afirma q u e Dios n o es ni personal ni creador, sino más bien la mens virgiliana q u e «agita la materia», principio i n t e r n o de vida, semilla e t e r n a m e n te productiva. L o s Furores heroicos, plagados de símbolos y alegorías, p a r e c e n sin duda h a c e r del universo «una segunda unidad» en q u e se refleja la «primera», a la m a n e r a c o m o el sol ilumina la luna. L a c o n c e p c i ó n m o n a d o l ó g i c a es el c o m p l e m e n t o de esta visión de un universo-vida infinito: las mónadas son los c o m p o n e n tes de los organismos del m u n d o y n o los átomos, q u e son disolución y m u e r t e . L a misión del h o m b r e es el

XXVIII entusiasmo («entusiasmo h e r o i c o » ) ante la c o n t e m p l a ­ ción de esta infinitud, la adoración del infinito, q u e es Dios, en la cual p u e d e hallarse la unidad de las creen­ cias religiosas más allá de todo d o g m a positivo. P o r eso aspira a u n a filosofía dinámica construida c o n los mate­ riales clásicos, incluidos los aristotélicos. P a r a G i o r d a n o B r u n o , la materia está sometida a u n a disolución q u e la lleva al ser p l e n o , del m i s m o m o d o q u e el ser p l e n o es dialécticamente transformado en materia y e n nada. D e ahí la afirmación de q u e «en n a d a se diferencian la absoluta p o t e n c i a y el a c t o absoluto»; y de ahí también la tesis de q u e «en definitiva,

bien que haya

individuos

innumerables, todo es uno, y conocer esta unidad es el objeto y término de toda filosofía y contemplación natural». (Del prin­ cipio, de la causa y del uno). B r u n o sostiene un nuevo atomismo y parece reducir todo cambio a movimientos locales, si bien parece con­ servar el hilemorfismo, sustituyendo la pluralidad de for­ mas y de materias parcialmente determinadas, por el par inseparable de una única materia-base, de la que nacen todas las figuras distintas, y de una forma activa, final­ m e n t e identificada c o n el alma del m u n d o n o engendra­ da y n o engendrable (Sobre la causa), lo cual es una adap­ tación estoico-platónica

del vocabulario

aristotélico.

B r u n o vacila en afirmar un movimiento infinito y descri­ be el universo c o m o un todo inmóvil, pero que reúne una multitud infinita de mundos móviles, calificados a veces explícitamente de «finitos». Acepta la idea de un enten­ dimiento agente único, común a las almas singulares, paralelo, n o obstante, a una especie de «sentido agente»

XXIX pero que para él n o excluye la variedad de los entendi­ mientos y de los sentidos «pacientes», ni desde luego el escalonamiento clásico de las facultades presentado bajo formas diferentes: sentido, imaginación, razón, entendi­ miento y pensamiento o mens. También es afecto a u n a aritmética simbólica imita­ da de Agripa, y afecto a la magia, sin duda «natural» p e r o en las que sobrevive la c r e e n c i a en los d e m o n i o s lanzadores de piedras. Cita c o n frecuencia a los presocráticos, c o m o los átomos de Demócrito, el flujo de Heráclito, el «todo está en todo» de Anaxágoras, o p o n e al aristotelismo e s q u e m a s neoplatónicos,

toma

de

E p i c u r o y L u c r e c i o el gran t e m a de la pluralidad de los mundos, de Avicebrón y de David de D i n a n t expresio­ nes q u e rehabilitan la materia y la presentan c o m o u n o de los tres fundamentos indivisibles: hylé, nous y Dios. M u c h a s de sus c o n c i l i a c i o n e s aproximativas se derivan de Nicolás de Cusa. C o m o él, B r u n o afirma q u e ningún m o v i m i e n t o es e n t e r a m e n t e regular, n i n g u n a

figura

a b s o l u t a m e n t e exacta, q u e dos individuos jamás son indiscernibles. N o hay duda de q u e la más íntima certeza de B r u n o es q u e la naturaleza misma, más q u e el espíritu q u e la mide, es la verdadera «potencia divina» y «el o r d e n i m p r e s o en todas las cosas». Esa certeza n o excluye u n a cierta consideración platonizante de la materia c o m o dispersión e incluso c o m o «prisión»; p e r o e n el n o l a n o , a u n q u e el t e m a de la unidad es siempre central, ésta se p e r c i b e en la multiplicidad misma, t o m a d a al nivel de todo, si n o u n a finalidad p r o p i a m e n t e dicha, o un éter-

XXX n o r e t o r n o , sí al m e n o s una serie de c o m p e n s a c i o n e s m e d i a n t e las cuales los contrarios se equilibran, estando los astros mismos sin duda a b o c a d o s a la m u e r t e , p e r o sin u n a catástrofe cósmica, pues otros les sucederán e n t o n c e s , si es verdad q u e a toda influencia corresp o n d e u n a nueva confluencia. No se trata tanto de u n a multiplicidad de formas c u a n t o de u n a o m n i p r e s e n c i a de la f o r m a universal, inseparable de la «vida q u e vivific a todas las cosas», del alma única q u e mueve tanto abej a s y arañas c o m o los c u e r p o s celestes. Algunos la d e n o m i n a n sentido, otros e n t e n d i m i e n t o o p e n s a m i e n t o , p e r o es sin duda un solo y m i s m o principio, diversificad o e n sus funciones. D e m a n e r a c i e r t a m e n t e esotérica, los Furores lo c o m p a r a n a un e m p e r a d o r q u e l u c h a c o n t r a el desorden q u e debilita su ejército, y en p r i m e r t é r m i n o c o n t r a las «potencias del alma inferior», los grados más bajos de la e m a n a c i ó n

plotiniana,

allí

d o n d e las tinieblas absorben la luz siempre difundida y atenúan el lazo universal del amor. O t r o s textos subrayan más aún la

«continuidad»

e n t r e el a l m a cósmica y sus participaciones singulares, p e r o describen a éstas c o m o espejos«rotos», d o n d e ocurre que, p o r ser éstos demasiado p e q u e ñ o s o «en algun a m a n e r a deficientes», n o dejan discernir «casi nada» de la « F o r m a universal». Esta casi c o n t i n g e n c i a n o afecta más q u e a p o r c i o n e s separadas del c o n j u n t o , consideradas a la m a n e r a de lo explicado, de lo disperso y de lo distinto. Para B r u n o , q u e r e c h a z a la creación e x nihilo y la elección divina e n t r e los posibles, el universo total es sin duda c o m o el principio q u e lo mueve, todo

XXXI lo q u e p u e d e ser, pues c o n t i e n e toda la materia y reci­ be todas las formas en su f o r m a única. L a m u e r t e , las c o r r u p c i o n e s , las monstruosidades n o son ni acto ni p o t e n c i a , sino inexplicables accidentes p o r los q u e unas figuras incompatibles entran en colisión en la m i s m a porción de materia.

Estilo. La mano

libre

«Si el hombre no dispusiese de una mano libre... el hombre en lugar de caminar reptaría, en lugar de edificarse un pala­ cio se construiría un zulo y no le convendría una habitación sino un agujero.» E n su calidad de manual filosófico, y por el manejo de términos abstractos y referencias a la tradición del pensa­ miento, el discurso de B r u n o resulta de u n a riqueza filo­ lógica considerable. Para quien se adentra en la interpre­ tación del personalísimo universo bruniano, es pronto evidente que nos hallamos ante un sistema de principios altamente elaborado, de tan profundas raíces c o m o altu­ ra, que contiene en sí mismo la estructura de un univer­ so completo. Pero si por algo además es interesante la obra del nolano, n o es p o r su calidad teórica sino por la viva hue­ lla de carácter que todavía infunde en sus líneas, mani­ festando opiniones fervientes y argumentándolas c o n vehemencia. A lo largo de sus párrafos veremos desfilar personajes mitológicos e históricos que con maestría trae

XXXII a colación con el fin de sustentar c o n ejemplos prácticos su escrito. Es en efecto esta querencia por la praxis la que se trasluce a m e n u d o , y permeabiliza muchas de sus argu­ mentaciones. U n a m e n t e de capacidades realistas dentro de un universo de intangibles es un don inhabitual. L a memoria, o inteligencia artificial (en condición de creada) constituye una facultad que puede ser adiestrada n o sólo para el propio desarrollo cognitivo sino también c o m o herramienta de visualización de términos y con­ ceptos de cierta complejidad. C o m o la m e n t e , el pensa­ m i e n t o de B r u n o opera en asociaciones por analogía. Los conceptos se hallan todos entre ellos e s t r e c h a m e n t e relacionados, de tal m o d o que pretenden c o n f o r m a r un sistema de pensamiento unitario y c o h e r e n t e . E n este tratado B r u n o parece tratar de inspirar meca­ nismos de memorización basados e n la asociación y apo­ yados en imágenes (sellos), de m o d a en la época. E n efec­ to los sellos en su calidad de i c o n o gráfico, constituyen una especie de mándalas racionales de propiedades cura­ tivas, por cuanto en su interpretación el individuo p o n e en j u e g o su capacidad de relacionar conceptos c o n la libre asociación de la intuición (interrelación de ambos hemisferios cerebrales). Estos sellos son el antecesor directo y perfeccionado de los actuales mapas conceptua­ les, que con limitaciones dan fe de los recorridos de nues­ tra m e n t e analógica. Pero la analogía es sólo u n o de los mecanismos de los que el c e r e b r o se vale a la h o r a de memorizar y almacenar. E n una era aún presidida en el c a m p o intelectual y sobre todo científico por el imperio de lo digital, de la razón y las luces (acaso cegada por

XXXIII ellas), el recuerdo de las teorías para el fomento de la m e m o r i a resulta a veces infantilista, sobre todo si se piensa en la infinitud de modernos aparatos —mecánicos, eléctricos y electrónicos— que se han creado para ello. N o obstante, el sistema educativo lanza evidencias de una creciente incapacidad para c o m p r e n d e r estructuras textuales y de u n a falta de criterio para discernir informaciones relevantes, que parece tener su raíz y su causa n o sólo en los métodos que han desprestigiado y abolido paulatinamente la memorización c o m o método de estudio, sino además en el n o cultivo del pensamiento crítico, verdadero manufactor de ideas y de relaciones conceptuales. Los sellos de B r u n o resucitan el arte de la m e m o ria porque lo aglutinan con el de atención y la relevancia, factores claves en todo acto de comunicación que se tilde de exitoso (en el que efectivamente el mensaje emitido haya llegado y se haya interpretado correctamente por parte del r e c e p t o r ) . C o n el fin de ilustrar de qué m a n e r a h a c e esto, darem o s el e j e m p l o de los e m b l e m a s , para acordarse de los cuales se r e c o m e n d a b a al usuario: «para que la idea se fije e i m p r i m a c o n fuerza suficiente en la m e n t e , h a de sorprender, t e n e r detalle» (intervención de la atención e n el p r o c e s o memorístico); es bien sabido q u e record a m o s m e j o r aquello q u e h a e x c i t a d o nuestros sentidos q u e u n a i m a g e n plana y sin detalles llamativos. O t r o de los valores añadidos de los sellos es su capacidad c o m b i n a t o r i a , q u e eleva ad infinitum su capacidad de provocar la r e m i n i s c e n c i a . E n t r e ellos existe u n a relación tan intrincada q u e resulta imposible separar-

xxxrv los. Su aprendizaje multiplica nuestros recursos, y n o es de e x t r a ñ a r que la m e m o r i a natural del n o l a n o fuera prodigiosa y despertase en m u c h o s la envidia, en especial en aquellos que quisieron c r e e r q u e existía un m é t o d o para llegar a p o s e e r un d o n semejante. S e tratase de un talento innato o desarrollado c o n sistemas m n e m o t é c n i c o s c o m o los q u e a p a r e c e n e n El Sello de los Sellos, lo c i e r t o es que n o h a c e falta c o n o c e r qué porcentaje de su d o n era propio y cuál adquirido para cerciorarse de que, cualquiera que fuera su p r o c e d e n c i a , e r a extraordinario. El aparato intelectual del nolano se erige c o m o un valioso vehículo de comunicación aún en nuestros días, capaz de reconstruir ante nuestros ojos complejas estructuras y relaciones conceptuales. El apoyo imaginal, las anécdotas y las referencias prácticas, consiguen formalizar elementos que de otro m o d o , dado su carácter abstruso o demasiado amplio en ocasiones, escaparían a la mayor parte de los entendimientos. Su forma de describir es sin e m b a r g o prometéica, en el sentido de que «unlversaliza el fuego», esto es, h a c e común lo que hasta entonces había sido patrimonio sólo de las mentes preclaras y presuntamente elegidas. E n efecto, las palabras de B r u n o convierten la filosofía, la teología y la cosmología en algo accesible a través de iconos visuales. Su m a n e j o de otras artes (matemática, filosofía, e t c . ) coadyuva al e s c l a r e c i m i e n t o de estos c o n c e p t o s . Es de r e m a r c a r c ó m o el arte de la m n e m o t é c n i c a c o n t e n i d o en este volumen, es tal n o sólo p o r la capacidad sintética y difusora de c o n c e p t o s que las imágenes e x p a n d e n

XXXV sino p o r q u e estos diagramas funcionan c o m o despertadores de c o n c i e n c i a s dormidas. El l e c t o r enfrentado a ellos ve r e n a c e r un c o n o c i m i e n t o q u e tenía latente ante la sola visión de los mismos, pues t o d o c o n t i e n e todo. El Sello de los Sellos o Sello Sumo viene a fundir y evidenciar la Clavis Magna

( L a gran llave), la clave del discerni-

m i e n t o de las cosas, el último despertar. E n 1 5 8 3 cuando Filoteo Giordano B r u n o da Ñola escribió / / Sigillo dei Sigilli, la C o r o n a de Aragón ostentaba el poder sobre numerosos reinos, entre ellos el de Ñapóles (desde 1501 hasta 1 7 1 5 ) . N o es de extrañar que el autor nolano pudiera haber influido en el estilo de autores de la época, c o m o Baltasar Gracián ( 1 6 0 1 - 1 6 5 8 ) . Este libro, también titulado Segundo libro de la Clave Magna se considera una de sus obras teóricas más importantes. Va dedicada a la construcción de un m o d e l o de la m e n t e y de sus extraordinarios poderes, a través de u n a lengua de imágenes derivadas de la geometría euclídea, lengua concebida para pensar y n o para comunicar, cuyo e m p l e o permite adoptar técnicas afines a aquellas del pensamiento matemático. L a sustitución de las palabras por las imágenes, p o r ejemplo, tiene la exacta correspondencia en el álgebra que a m e n u d o opera las letras en el lugar de los números, m a n d a n d o a un segundo m o m e n t o las operaciones m e n o s urgentes. L a publicación original c o n t i e n e la p r i m e r a traducción integral de los textos b r u ñ í a n o s publicados en 1 5 8 4 en París bajo el título Sigillus Sigillorum (El Sello de los Sellos), Explicatio Triginta Sigillorum (Explicación de los Treinta Sellos) y Triginta Sigilli (Treinta Sellos) y lleva el

XXXVI título de Segundo Libro de la Clave Magna en c u a n t o constituye el desarrollo lógico y la profundización

del dis-

curso sobre la Teoría de la I n t e l i g e n c i a Artificial iniciad o en El Primer Libro de la Clave Magna

(Di R e n z o

Editore, R o m a , 1 9 9 8 ) . C o n el término sello, G i o r d a n o B r u n o se refiere a las estructuras abstractas que p u e d e n d o m i n a r cualquier p e n s a m i e n t o c o m p l e j o y p r o p o r c i o n a n la explicación e n los detalles tan b i e n c o m o la síntesis e x p r e s a d a c o n u n a sola i m a g e n c o n c r e t a . Cualquier tema, e n suma, que la m e n t e h u m a n a p u e d a e l a b o r a r p u e d e reformularse c o m o formas ilustradas en los p r i m e r o s dos libros Treinta Sellos y Explicación de los Treinta Sellos. L a materia del discurso cambia, p e r o las formas en q u e se e x p l i c a p u e d e n ser c o n t e n i d a s d e n t r o del n ú m e r o treinta. El interés práctico p o r esta doctrina es q u e p r o m e t e facilitar la adquisición de c o n o c i m i e n t o profundizada e n los c a m p o s a p a r e n t e m e n t e más lejanos, desde la matemátic a a la historia, desde el d e r e c h o a las lenguas. E n El Sello de los Sellos, e n definitiva, B r u n o e n u n c i a las reglas a seguir en la elaboración del p e n s a m i e n t o según las enseñanzas de Pitágoras y G i a m b i c o , p o n e en guardia c o n t r a los principales e r r o r e s q u e se p u e d e n e n c o n t r a r e n el arte de pensar e ilustra los p r o c e d i m i e n t o s lógicos a e m p l e a r e n el curso del p r o c e s o cognitivo. O t r o término q u e B r u n o e m p l e a para indicar estas estructuras es el término griego matemi: los objetos de la matesi, q u e es el aprendizaje p o r e x c e l e n c i a , el más alto q u e se p u e d a alcanzar, p o r q u e atañe al m o d o de c o r r e lacionar y h a c e r interactuar las n o c i o n e s últimas de

cada ciencia. E n el nivel más bajo, según la clasificación aristotélico-platónica, están los saberes prácticos, sobre éstos los saberes teóricos, que inicialmente

utilizan

datos del m u n d o fenoménico, y e n el vértice se sitúa j u s t a m e n t e la matesi q u e administra todas las informac i o n e s culturales disponibles en el m o m e n t o .

Para

e m p l e a r el lenguaje de P o p p e r y del m i s m o B r u n o , la matesi trata de los objetos del m u n d o , el m u n d o de la cultura en sentido estricto. Durante un período de dos años en Londres (15831 5 8 5 ) , el autodidacta B r u n o dio charlas en la Universidad de Oxford y escribió y publicó seis brillantes diálogos italianos: Sobre la Causa, Principio, y Unidad; Sobre el Infinito, el Universo, y los Mundos; La cena de las cenizas; La Cabala del Caballo Pegaso; La Expulsión de la Bestia Triunfante; y Heroicos Furores. Estos volúmenes contienen los elementos esenciales de su desafiante cosmología, nueva epistemología, y claras afirmaciones sobre ética, religión y teología. Había rigurosamente rechazado el m o d e l o del cosmos geostático, geocéntrico, antropocéntrico, y finito (a causa de su condición de esférico) hallado en aquellos escritos aristotélicos de antigüedad que aún eran apoyados por la Iglesia R o m a n a Católica. Según algunos autores, u n o de los n o d o s centrales de la teoría del c o n o c i m i e n t o en B r u n o se manifiesta en la simbólica relación q u e se c r e a e n t r e filosofía y pintura, a través de la noción de sombra. «He intentado comprender por qué Bruno abre la serie de las obras italianas con el Candelero en las vestimentas de un pintor-filósofo (el protagonista es un pintor cuyas iniciales, G.

XXXVIII

B., aluden al mismo autor) y la cierra con los Furores, en el que un filósofo-pintor pinta

con las palabras una serie de

"impresiones" (descripciones de imágenes simbólicas). En efec­ to, filosofía y pintura ahondan sus raíces en el tema de la som­ bra. El mito de los orígenes del conocimiento (la caverna de Platón) y el mito de los orígenes de la pintura (el primer pintor, según Plinio, habría perfilado una sombra proyectada sobre un muro) toman sus movimientos de proyecciones de sombras. Pero el verdadero filósofo y el verdadero pintor deben ir más allá del "umbral" de la sombra: el pintor debe enriquecer la sombra con el dibujo y con los colores, mientras el filósofo debe salir de las proyecciones deformes a la verdadera naturaleza de las cosas. Es evidente que filósofo y pintor trabajan a partir de las sombras: se miden con la materia, con una realidad expues­ ta a mutaciones y consunciones, reverberos y proyecciones. Hace falta salir de la multiplicidad

a la unidad,

es preciso

captar la sustancia de las cosas detrás del movimiento aparen­ te. Toda la filosofía bruniana del conocimiento se funda sobre el esfuerzo de "ver" el invisible. "Conocer" significa ante todo ver mediante "imágenes". Y, a menudo, para "ver"y "conocer" hace falta "transgredir". Y esta trasgresión puede costar inclu­ so la vida.» A medida que nos adentramos en este tratado nos percatamos de que el habitual discurso filosófico, a veces árido, a veces ininteligible por su alto grado de

figura­

ción, cobra en Giordano B r u n o unas dimensiones retó­ ricas de diferente alcance. E n efecto sus palabras se con­ vierten c o n facilidad en imágenes y las relaciones que establece, así c o m o la m a n e r a y orden en que lo hace, facilitan u n a involuntaria memorización y fijación de

XXXIX c o n c e p t o s que, de otro m o d o , n o solo resultarían incom­ prensibles sino también inaprensibles para el intelecto por su alto grado de abstracción. Pocos amalgaman con tal virtuosismo c o n c e p t o y forma. Sus representaciones gráficas nos despiertan a la m e m o r i a de símbolos olvidados, resúmenes

de otras

vidas, de otros sistemas, de otras dimensiones. Fieles a la filosofía que expresan, concentran en sí cada u n o el todo. Su inspirada voz resucita categorías volviéndoles a dar su n o m b r e olvidado, comulga los opuestos con maestría docta, y resalta la unión de los contrarios, con talante de místico reconciliado. Así vemos aparecer párrafos en los que se evidencia su absoluto panteísmo: todo esta en todo. Intenta tratar los principios herméticos con detalle exhaustivo sin desvirtuarlos demasiado de su esencia pri­ migenia. Antes bien, los devuelve a un estado prístino de comunión y comunicación completa con lo divino, real­ zando su carácter ultraterreno y metafísico. El arte de la enumeración y la descripción comprensi­ va alcanza en su prosa altas cotas de claridad, que de puro sencilla se finge obtusa. Es una hermenéutica de la sínte­ sis y la interpretación geométrica c o m o arte mnemotécnica, que en la época estaba e n boga. Si su o b r a sigue vigen­ te es porque logra capturar la esencia y el espíritu primor­ dial del pensamiento en imágenes. Los sellos son síntesis atemporales de teorías, concentraciones conceptuales que n o podrían ser expresadas de otro modo, sino aludiendo a la parte intuitiva y no meramente lógica de nuestro cere­ bro. En ellos se integra una visión holística del pensa­ miento: la parte imaginativa se une con la racional.

XL

A n t e c e d e n t e s : los

Hieroglyphica

El Renacimiento en su admiración por la Antigüedad, reaviva el interés por la sabiduría cifrada suscitada por los jeroglíficos. Esta atracción por las misteriosas imágenes egipcias existía desde la Antigüedad, pero fue especialm e n t e reactivada en E u r o p a a fines del siglo XV. La editio princeps de los Hieroglyphica de Horapolo, en griego, fue publicada por Manuzio en 1505. El texto, venido del ámbito alejandrino, fundiendo elementos orientales, fue acogido c o n entusiasmo por Ficino y el neoplatonismo de Florencia. Los artistas reconocieron en sus símbolos fértiles fuentes de invención. L a edición de Pierio Valeriano, setenta años más tarde, proporcionó un orden enciclopédico al material jeroglífico, empleándolo para el análisis moral o teológico del m u n d o natural. Numerosos humanistas del Renacimiento —para quienes todo esto era ya familiar

desde

L u c a n o , Apuleyo,

Plutarco,

Clemente de Alejandría y, especialmente, la Enéada V de Plotino— admitían en los Hieroglyphica una

conexión

genuina con la más alta sabiduría. El manuscrito de los Hieroglyphica llegó a Florencia, desde la isla de Andros, de la m a n o de

Cristoforo

B u o n d e l m o n t i en 1422. Su contenido se hizo sin embargo realmente popular a finales de ese siglo, cuando se extendió

la nueva sensibilidad representada

p o r la

Hypnerotomachia Poliphilii de Francesco C o l o n n a (escrita hacia 1467 y publicada en Venecia por Aldo Manuzio, en 1499).

XLI Los Hieroglyphica ofrecían un tesoro de nuevas alegorías que los humanistas aprovecharon bien directamente en sus obras o, más comúnmente, a través de la compilación muy completa y sistemática que hizo Giovanni Pierio Valeriano, también titulada Hieroglyphica (princeps

de

1 5 5 6 ) . P e r o la auténtica relevancia del libro de Horapolo fue, sobre todo, instaurar un nuevo y difundido modelo de comunicación simbólica. Se entendió la representación jeroglífica c o m o u n a forma inmediata, total y casi divina de c o n o c i m i e n t o , opuesta a la mediata, incompleta y temporal propia del lenguaje discursivo. Estas ideas inspiraron a Ficino, Giordano B r u n o , Erasmo, Athanasius Kircher e incluso Leibniz. P o r otra parte, esta obra implantó la m o d a de «escribir con signos mudos» (Alciato) — c o m o se e x p o n e en tantos prefacios de libros de emblemas—, contribuyendo así de m a n e r a decisiva a la evolución y popularidad del género emblemático. D e h e c h o , según ya señalaba Mario Praz, los emblemas se vieron n o r m a l m e n t e en este período c o m o equivalentes m o d e r n o s de los signos sagrados egipcios.

La invención de Giordano pensar

por imágenes.

Bruno:

La memoria

el lenguaje

para

artificial

Aristóteles ubica la m e m o r i a antes del saber, c o m o fase inicial dada p o r el r e c o n o c i m i e n t o del pasado, y después de la expresión del saber, c o m o rememoración de la experiencia que se había aprendido y depositado en la m e m o r i a , pero siempre con el carácter de función subordinada a la estructuración y apropiación del conoci-

XLII miento; es decir, n o c o m o función autónoma, c o n valor por sí misma. D e tal m o d o , una de las búsquedas de los educadores de la época se dirige a idear métodos de apoyo para la memoria, que agilicen los procesos de enseñanza: figuras dibujadas, símbolos algebraicos, cifras y caracteres, lenguajes de diversos tipos, son algunas de las propuestas que, al referirse al desarrollo de la m e m o r i a artificial — eficaz apoyo para la memoria dada por la naturaleza a cada ser humano—, se inscriben en el programa renovador de la escuela, con el propósito de almacenar debidam e n t e la información pertinente y n o saturarla innecesariamente.

«La imaginación y la memoria, repletas de

cosas sensibles, n o captan ni retienen con igual facilidad todas las cosas. Deben, pues, ser ayudadas» (Comento, 1992. p. 2 5 3 ) . P a r t i c u l a r m e n t e novedosa, resulta la propuesta de e m p l e a r las imágenes c o n fines didácticos y a ese resp e c t o , el autor r e c o g e las tradiciones del arte de la m e m o r i a , en las q u e se había f o r m a d o , y traslada algunos de los principios de la pedagogía cristiana al ámbito de la escuela; asimismo, expresa la influencia q u e sobre él e j e r c i e r o n algunos utopistas de los siglos anteriores, c o m o C a m p a n e l l a , y su propósito de e x p o n e r el c o n o c i m i e n t o a la vista de todos. C a m p a n e l l a r e c o r r e las siete murallas concéntricas de la ciudad del sol y nos muestra sus paredes interiores y exteriores, pintadas c o n figuras, c o m o si se tratase de u n libro: «La Sabiduría hizo adornar las paredes interiores y exteriores, inferiores y superiores, con excelentes pinturas que en

XLIII admirable orden representan todas las ciencias [...]. Maestros dedicados a explicar las pinturas,

Hay

los cuales acos-

tumbran a los niños a aprender todas las ciencias sin esfuerzo y como jugando» S^) C o m e n i o se apropia de estas enseñanzas y las aplica a la escuela, y también reportará gran utilidad que el c o n t e n i d o de los libros se reproduzca en las paredes de la clase, ya los textos ( c o n enérgica concisión), ya dibujos

de imágenes

o emblemas que

continuamente

i m p r e s i o n e n los sentidos, la m e m o r i a y el entendim i e n t o de los discípulos. L o s antiguos nos refieren q u e e n las paredes del t e m p l o de Esculapio se hallaron escritos los p r e c e p t o s de toda la m e d i c i n a que transcribió Hipócrates al visitarlo (Comenio, 1 9 8 8 . p. 1 0 3 ) . El f u n d a m e n t o para apelar a los sentidos a través de la i m a g e n también lo aporta Aristóteles a partir del d e b a t e en t o r n o al p r o b l e m a de la sensación, la imaginación y el p e n s a m i e n t o ; de la relación e n t r e alma sensitiva e intelectiva: «Nihil est in intellectu quod non prior fuerit in sensu» («No existe n a d a en el i n t e l e c t o q u e n o haya estado previamente en los sentidos»). L a doctrina aristotélica ubica el último f u n d a m e n t o

del c o n o c i -

m i e n t o e n los sentidos y, particularmente, en las sensaciones. M u c h o s de los fundamentos del Orbis pictus se sustentan aquí: « . . . debe ser regla de oro para los que enseñan que todo se presente a cuantos sentidos sea posible. Es decir, lo visible a la vista, lo sonoro al oído, lo oloroso al olfato, al gusto lo sabroso y al tacto lo tangible; y si alguna cosa pudiera ser percibida por diversos sentidos, ofrézcase a todos ellos ( 6 ) C a m p a n e l l a , 1 9 8 4 . pp. 1 4 7 y 1 5 0 .

[...].

XLW Puesto que los sentidos son los fidelísimos proveedores de la memoria, la dicha demostración sensual dará por resultado la perpetuidad

del conocimiento; esto es, que lo que cada cual

sepa, lo sepa con constancia.» (Comenio, 1 9 8 8 . p. 1 1 0 ) . U n poderoso método, que él definió el Arte délas Artes, es el Arte de pensar, o Método de la Inteligencia Artificial. Continuando la tradición del Arte de la Memoria, heredada de la antigüedad clásica, y los estudios sobre Lógica y Dialéctica que habían alcanzado grandes progresos gracias a Pietro Hispano y Ramón Llull, B r u n o realizó u n a síntesis que consiste en un lenguaje para pensar, h e c h o de imágenes, en sustitución de la tradicional lengua para comunicar, h e c h a de sonidos. E n los libros escritos en latín, e x p o n e las reglas de la gramática y de la sintaxis de este lenguaje que Leibniz llamó «lingua characteristica», o sea compuesta de imágenes, de la palabra griega «carácter» ( i m a g e n ) . El uso de imágenes en vez de sonidos da evidencia y claridad a los procesos mentales, estimula la m e m o r i a y transmite una cantidad de informaciones que el sonido n o puede contener. Tratándose de libros científicos, son de difícil lectura porque contienen muchos neologismos y el objetivo de la búsqueda n o aparece suficientemente evidente al lector m o d e r n o . Puede decirse que las ilustraciones que se insertan en esta obra manifiestan una gran experiencia en la docencia y un c o n o c i m i e n t o muy amplio — c o m o era propio de las sociedades de aquellos años— en diversos campos: o b e d e c e n a un programa claramente elaborado en relación c o n la enseñanza del latín en lengua vernácula, a la m a n e r a de una lengua viva que retoma contenidos de la

XLV realidad circundante; se organizan a partir de cuadros temáticos q u e actúan c o m o núcleos generadores; el texto aparece en tantas columnas cuantas sean las lenguas de referencia —por ejemplo, latín, c h e c o y alemán— y algu­ nas de las palabras se relacionan a través de un n ú m e r o c o n algún objeto particular de la imagen en su conjunto. La intervención del maestro, se dirige a orientar al alum­ n o para que logre unir el signo visual c o n el auditivo.

Alfabeto

onomatopéyico

El m u n d o en imágenes introduce una novedad para aprender a leer: un alfabeto de letras que el autor llama en unas ocasiones «alfabeto simbólico» y en otras, «alfa­ b e t o vivo». Este recurso dispone la pronunciación de las letras en t o r n o a onomatopeyas animales, «en d o n d e cada letra va relacionada c o n la voz de un animal, y esa voz es imitada p o r la letra» (Contenió, 1 9 9 3 . p . 7 3 ) . Éstos se plantean c o m o alternativa a los silabarios en uso, para fijar las letras en la memoria. Los siglos X V I y X V I I , sensibilizados frente a la amplia proyección de la cultura escrita, son prolíficos en la invención de alfabetos y proveen u n a vasta clasificación para ellos. Así, e n c o n t r a m o s alfabetos cósmicos, en cuyo libro de la naturaleza, Dios imprimió caracteres; alfabe­ tos filosóficos, lexicográficos en función de diversos cam­ pos del saber; alfabetos mnemotécnicos, propios de los ars reminiscendi; alfabetos del pensamiento, simbólicos, pictóricos, vivientes, d e n o m i n a c i o n e s utilizadas indistin­ tamente para referirse a los alfabetos de letras.

XLVI La práctica de estos alfabetos había sido precedida por

otras

manifestaciones

similares, c o m o

la

del

Congestorium artifiáose memoriae ( 1 5 2 0 ) , de R o m b e r c h , ampliamente difundido entre profesores, mercaderes, juristas, filósofos, teólogos y otros [hombres de letras; que plantea los alfabetos visuales c o m o un medio para forta­ lecer la memoria, y los h a c e consistir en representaciones de las letras del alfabeto, ya sea referidas a la enumera­ ción de dibujos de animales ordenados

alfabéticamente

de acuerdo c o n la letra c o n que inicia su n o m b r e , o bien en otra modalidad: objetos cuya figura remita a la de la letra que se ilustra, por ejemplo, unas tijeras abiertas para representar la X . El a n t e c e d e n t e más inmediato al que presenta el Orbis pictus, sin e m b a r g o , lo constituye el alfabeto vivien­ te de De Codiüllus, capítulo II del Ordo studiorum, 1 5 7 6 (Capkosa, 1 9 7 0 ) . De humani

corporis fabrica ( 1 5 4 3 ) , de

Vesalio es a la medicina lo que el Orbis pictus es a la edu­ cación y, sin duda, ambas participan de las tradiciones en t o r n o a la ilustración de los libros c o n fines didácticos. Los 2 7 grabados en c o b r e de la Retórica de Valadés fue­ ron entregados a la imprenta en Perugia (Italia). L o s casi cuatrocientos dibujos a tinta de Ayala sólo llegaron a imprimirse, j u n t o al resto de su Nueva Crónica, en 1 9 3 6 . En la época, e n c o n t r a m o s también u n a influyente figura: Athanasius K i r c h e r ( 1 6 0 2 - 1 6 8 0 ) , erudito jesuíta y polígrafo alemán que publicó a l r e d e d o r de 4 0 libros, m a y o r m e n t e en los c a m p o s de los estudios orientales, geología y m e d i c i n a . Hizo un trabajo p i o n e r o en el estudio de los jeroglíficos egipcios y también fue el pri-

XLVII m e r o en observar bajo el m i c r o s c o p i o la sangre de las víctimas de la epidemia de peste. H a b l a b a 11 idiomas. Consideró fundamental la aplicación del m é t o d o experimental

a todos los procesos de filosofía

Basándose en el sistema g r e c o r r o m a n o

natural.

recomendado

p o r I g n a c i o de Loyola para a c r e c e n t a r la m e m o r i a y e n las r e c o m e n d a c i o n e s de R a m ó n

Llull

(1232-1316),

autor del Árbol de la Ciencia, diseñó u n a serie de 2 7 símb o l o s o signos c o n los cuales se p u e d e n c o m u n i c a r todos los c o n c e p t o s en un idioma universal. Estos son los primeros pasos hacia la lógica simbólica y la m e m o ria artificial. F u e c o n t e m p o r á n e o de Galileo, profesor de matemáticas del C o l e g i o R o m a n o e iniciador del Museo Célebre del Vaticano. Veamos qué es la m e m o r i a para R. Llull: «Viendo el hombre que el león tiene industria en el cazar, conoce que el león tiene imaginación, sin la cual no podría tener industria, y esta imaginación o el imaginar está inserta en el sentir». Q

(Id., Dist. III; Pról.; n / 5 ) . S e refiere el mallorquín a la m e m o r i a , e x p l i c a n d o que el león c o n o c e el sitio d o n d e los venados van a b e b e r y q u e este c o n o c i m i e n t o le p e n e t r a a través de la vista y del olfato. Encontrándose él e n otro sitio, r e c u p e r a de su almacén de r e c u e r d o s los datos que necesita, y c o n c u r r e a cazar venados a d o n d e él sabe q u e p o d r á encontrarlos. Estos dos conceptos, m e m o r i a e imaginación, así explicados, nos permiten c o m p r e n d e r

q u e Llull está participando

del

a m b i e n t e intelectual clásico que el cristianismo se fuerza en compatibilizar: la inmortalidad y semejanza divina del alma h u m a n a tuvo desde la Antigüedad que

xLvni hacerse c o m p a t i b l e c o n las teorías hipocráticas y galé­ nicas de las tres partes (soma, pneuma y psique, Corpus, anima y spiritus; c u e r p o , a l m a y espíritu), y ver p o r tanto e n los animales cualidades anímicas. L a relación de Llull c o n la alquimia y las misteriosas sectas cataras y albigenses, se explica c o n s i d e r a n d o q u e la C o r o n a de Aragón medieval (verdadera e n c r u c i j a d a e n t r e Italia, el n o r t e de E u r o p a y sur hispánico y sicilia­ no, donde

los escritores m u s u l m a n e s

portaron

la

h e r e n c i a helenística e innovaron en el t e r r e n o científi­ c o ) fue un b u e n lugar para recibir toda clase de influencias, en particular el Periphyseon de J u a n E s c o t o Eurígena, la Clavis Physicae de H o n o r i o de

Autun

( p r o h i b i d o en 1 2 2 5 p o r q u e los h e r e j e s lo utilizaban) o la doctrina, quizá derivada del Timeo de Platón, del Anima mundi (o alma cósmica, que atribuye al m u n d o las tres potencias anímicas: m e m o r i a , inteligencia y voluntad). E n c o n t r a m o s referencias a estas y otras facultades ya en la retórica clásica. Ordo el Dispositio, son el orden en que serán tratados los temas, Iudicium es la conclusión de la disertación, Memoria, es el arte de recordar el discurso entero leyéndolo n o de un trozo de papel sino del Locus Memoriae, lugar de la memoria. Desde el m o m e n t o en que éste es un lenguaje por imágenes, los artículos, preposi­ ciones, adverbios, c o n e x i o n e s lógicas entre las diversas partes del discurso, pueden ser representados solamente por imágenes y por su posición recíproca en el espacio. Dado que ésta es una lengua para pensar, su función prin­ cipal es la de guiar el pensamiento a un específico resul-

XLIX tado — l a verdad— que e m e r g e en toda su evidencia al final del proceso. Por esta razón la Inventio no es sólo la búsqueda de un argumento cualquiera a favor de u n a tesis específica, sino que está del mismo m o d o ligada a la prueba de su validez lógica. L a retórica o r i e n t a d a a mover prioritariamente las sensaciones, los afectos y las e m o c i o n e s (psicagogia, la llamaron los antiguos) e n c o n t r ó avance e n la predicación católica surgida

del c o n c i l i o de T r e n t o . L o s

Ejercicios Espirituales d e I g n a c i o de Loyola constituyen el inicio de u n a «edificación espiritual» jesuítica había e x p l o t a d o t e m p r a n a m e n t e las posibilidades epistémicas y persuasivas del dispositivo funcionalista p o r antonomasia: la imprenta. P o r eso los jesuítas trataron el texto evangélico c o m o información y c o m o o b j e t o visible,

por

ejemplo

en

las Imágenes Evangélicas

de

J e r ó n i m o Nadal ( 1 5 9 3 ) , aplicando la lógica visual de la «composición viendo el lugar» de los Ejercicios. Las técnicas antes mencionadas son expuestas en las obras latinas de Giordano B r u n o , que él llama en su conj u n t o Clavis Magna, la gran clave, porque esta enseñanza sería la llave que abre el cofre que c o n t i e n e los tesoros del intelecto, el Nous, c o m o Platón y Aristóteles llamaron a la facultad superior de la m e n t e del h o m b r e . Esta obra entreabre el significado de las obras latinas de B r u n o . M u c h o s académicos c r e e n que la Clavis Magna

nunca

fue escrita o, en todo caso, se perdió. Al contrario, siempre estuvo ante su vista con el título de De Imaginum Composizione (1), Sigillus Sigillorum (2), Lampas Triginta Statuarum (3) y algún otro libro. El motivo por el cual el

L

autor n o quiso dar plena evidencia de su invención está en el h e c h o de que quería estimular la curiosidad de sus lectores y luego elegir personalmente a los estudiantes que merecían ser iniciados en el Arte de Pensar. Por esta razón declaró h a b e r inventado algo que se podía considerar más grande que el descubrimiento de América, p o r q u e es la fuente de ulteriores innumerables invenciones que p u e d e n ser hechas por aquellos que c o n o c e n su Inteligencia Artificial. Su famosísimo «Arte de la Memoria» c o n t i e n e m u c h o más

que

memoria

y

memorizaciones.

Bruno

profundizó, señalando una vía hacia el éxtasis y los estados superiores de conciencia a partir de las disciplinas mnemotécnicas. Cicerón en De oratore retoma el asunto y lo explica muy sencillamente: las personas que han de recordar cosas deben seleccionar lugares y formando vividas imágenes mentales de cada cosa que deseen recordar las han de asociar a esos lugares, de m a n e r a que el orden de los lugares elegidos recuerde el orden de las cosas seleccionadas. Los lugares pueden ser abstractos o imaginarios c o m o también las cosas a recordar. En la Edad Media se usaban entre otros muchísimos esquemas los nueve círculos del infierno dantesco y los doce signos del zodíaco. Quintiliano en su Institutio oratoria cuenta c ó m o Metrodoro de Scepcis ( m e n c i o n a d o en el libro que presentamos) empleaba c o m o lugares o loa, los trescientos sesenta grados de la eclíptica, cosa que revela descomunales desarrollos memorísticos. Del famoso

predicador

Francesco Panigarola se afirma que empleaba hasta cien mil lugares para recordar otros tantos conceptos o hechos.

LI Se basa pues la técnica en crear ante todo imágenes vividas y claras de los lugares reales o ficticios, pudiendo desde luego aprovecharse ventanas, pilares y cuadros del aposento en que u n o se halle. A estos loa hay que asociarles imágenes bien nítidas de cada cosa a recordar. D e h e c h o e n los desarrollos b r u ñ í a n o s del Arte de la M e m o r i a y e n la c o n e x i ó n del n o l a n o c o n el genial alemán Gottfried W i l h e l m Leibnitz, se infieren las huellas de u n a sociedad hermética q u e B r u n o fundara en Alemania

(los «Giordanistas»)

y q u e luego

tomara

f o r m a y se e x p a n d i e r a c o m o la Fraternidad Rosacruz. Esta conclusión es de Yates, quien señala q u e aún resta m u c h o p o r investigar en el tema. S e sabe que Leibnitz e r a Rosacruz c o m o él m i s m o insinúa e n sus escritos y c o m o h a investigado Couturat. D i r e m o s aquí c o m o novedad q u e ciertos símbolos inequívocos q u e aparec e n en la portada de algunas e d i c i o n e s originales de las obras de Leibnitz lo identifican sin lugar a dudas c o m o I n i c i a d o (véanse sus Philosophische Schrifien). Las reglas de su proyectada O r d e n de la Caridad son c o p i a de la Fama Fraternitatis Rosacrucis y su monadología lleva la m a r c a a fuego de la Tradición H e r m é t i c a . Es curioso señalar q u e el gran c o m p e t i d o r inglés de Leibnitz, Isaac Newton también dejó miles de páginas inéditas sobre Astrología y sobre Alquimia. R e t o r n a n d o a la «memoria artificial» o «Arte de la Memoria» diremos que es muy larga la lista de autores eminentes que lo emplearon, incluyendo a Alberto el Grande, Tomás de Aquino y B r u n e t t o Latini (maestro de D a n t e ) , Petrarca, C o r n e l i u s Agrippa y E r a s m o

de

LII Rotterdam. L a técnica es útil y perduró, c o m o se ve en que el último tratado práctico sobre ella apareció en Viena en 1936, debido a Volkmann. Sin embargo, el gran renovador del Arte de la M e m o r i a fue el mallorquín Ramón Llull, quien alrededor de sus treinta y siete años tuvo u n a experiencia iluminativa que cambiaría toda su vida. Teólogo, alquimista, experto en temas de Caballería dedicó su vida a profundizar en el Arte de la M e m o r i a al que le dio contenido y orientación teológicos. Su gran innovación en este c a m p o fue la introducción de un sistema de ruedas concéntricas divididas en sectores y que permiten multiplicar en forma increíble el n ú m e r o de los loa. Esto inspiró tanto a B r u n o c o m o a Leibnitz. A este último lo condujo a tratar c o n problemas de matemática combinatoria, que ya le habían interesado al c o n o c e r los hexagramas chinos del I-Ching posiblemente por obra de misioneros que habían retornado a Europa. L a obra fundamental y culminante de Llull es su Ars Magna donde lo teológico se inserta y estructura en sus ruedas m n e m o técnicas. Y así tenemos todo preparado para que irrumpa el genio de Giordano B r u n o en el mundo de la memoria artificial (nombre este que le fuera dado a estas técnicas por Ramón Llull). Con Yates hay que coincidir en que hay cabala y magia en la obra de B r u n o . Ya es bien sabido cuan caro le costó esto a B r u n o con Mocenigo, quien lo invitó a su casa precisamente para aprender el Arte de la Memoria. El descubrimiento de B r u n o fue que este Arte, practicado de determinada forma, conducía a estados superiores de conciencia y conocimiento, dotando a la creatividad e ima-

LIII ginación de un vuelo que jamás hubieran conocido de otro modo. Esta idea presidió toda su producción, desde su pri­ mera obra hasta la última. Tal vez por ello se animó a decir con su habitual falta de modestia que el comprendía al lulismo mejor que el mismo Ramón Llull (así c o m o había insinuado en La Cena de las Cenizas que Copérnico le había preparado el camino a él). S e a c o m o fuere, si nuestra intención es r e c o n s t r u i r el p e n s a m i e n t o b r u n i a n o , la m e j o r guía serán sus obras publicadas e n Inglaterra d o n d e , al parecer, se sincera más q u e e n sus obras de A l e m a n i a y de Francia. B r u n o t o m a c o m o base de su sistema el n ú m e r o treinta: el p o r qué de ello n o se dice p e r o el n ú m e r o se repite p o r doquier. T r e i n t a son las divisiones de sus círculos lulianos, treinta la lista de espíritus conjurables q u e B r u n o m e n c i o n a , treinta letras tiene el G r a n N o m b r e de Dios, treinta eran los discípulos de J u a n el Bautista, treinta los e o n e s de los gnósticos. L a clave es numerológica y muy simple: 2 x 3 x 5 = 3 0 . L a tríada inicial de los números primos g e n e r a p o r p r o d u c t o el treinta c o m o síntesis o resultante

que

c o r r e s p o n d e a la síntesis de las virtudes teologales ( F e , Esperanza, Caridad) y de la tríada i n t e r n a de las T r e s P o t e n c i a s del A l m a de Agustín de H i p o n a : M e m o r i a , E n t e n d i m i e n t o y Voluntad. B r u n o define T r e i n t a Sellos de la M e m o r i a que d e b e n ser abiertos para llegar al Sello de los Sellos d o n d e se revela un «Secreto» que es el r e t o r n o a la U n i d a d en la unión c o n el Anima

Mundi.

En realidad los Treinta Sellos brunianos son explica­ ciones de las Reglas del Arte de la M e m o r i a complicadas

LIV un tanto artificialmente con nociones cabalístico-mágicas y donde Giordano B r u n o aparentemente n o hace más que e x p o n e r lo que aprendió del Arte de la M e m o r i a en el convento de dominicos. P e r o hay m u c h o más gra­ cias a que B r u n o efectúa u n a curiosa astrologización de la mnemotécnica clásica que le permite n o sólo multiplicar las posibilidades increíblemente sino que además posibi­ lita la interacción de los lugares y de las imágenes o ideas asociadas. L o que hace B r u n o aquí es trabajar con dos conjuntos de ideas: m e m o r i a y astrología (se considera­ ban mágicamente potentes las imágenes y símbolos de los signos del zodíaco). De acuerdo a la tradición m n e m o ­ técnica todo lo recordamos por medio de imágenes, las cuales conviene que percutan en las conciencias y sean e m o c i o n a l m e n t e p o t e n t e s . L o s autores a partir

de

Aristóteles insisten en que únicamente p o d e m o s pensar con y por m e d i o de imágenes. Creadas éstas en cuanto a las dos sucesiones de lugares y de conceptos, se los coor­ dina en correspondencia biunívoca (uno a u n o ) a los ele­ mentos de ambas sucesiones. B r u n o ensaya con u n o y otro sistema de m e m o r i a hasta llegar a u n o que refleje ante todo las casas de un horósco­ po, los signos, los planetas y las estrellas fijas y que pueda reflejar las cambiantes relaciones mutuas que tienen entre sí en el transcurso del tiempo. Naturalmente esto es reali­ zable de distintas formas pero conduce finalmente a una elevación de la conciencia al integrar conceptos a recor­ dar y leyes cosmosóficas. B r u n o m i s m o r e c o m i e n d a p o n e r u n a carga e m o c i o nal-afectiva e n todas las imágenes para poder, en «furor

LV heroico», abrir d e n t r o de la psique lo q u e él llama «las negras puertas de diamante». P o r último, en El Sello de los Sellos B r u n o d e s e m b o c a e n la e x p e r i e n c i a metafísica y se presenta a sí m i s m o c o m o un guía espiritual q u e ofrece esta f o r m a de Misterios Iniciáticos c o m o c a m i n o a la U n i d a d . Esto lo logra B r u n o a través de las reglas astrológicas básicas c o n s i d e r a n d o el Primum Motile, el Secundum Mobile y la Esfera Local en la f o r m a q u e se apuntó a n t e r i o r m e n t e . B r u n o parte aquí de la concepción tradicional: si el h o m b r e tiene e s e n c i a divina e n t o n c e s el divino o r d e n del universo se halla d e n t r o del ser h u m a n o . U n arte q u e r e p r o d u z c a e n la m e m o r i a del M i c r o c o s m o s esa organización divina del M a c r o c o s m o s se a d u e ñ a r á de los p o d e r e s cósmicos ya q u e éstos se hallan d e n t r o del h o m b r e mismo. Es la aplicación directa de los principios de c o r r e s p o n d e n c i a y de mentalismo, a m b o s plen a m e n t e e n c u a d r a d o s en la Tradición H e r m é t i c a . E n suma, esta c o n c e p c i ó n y práctica a b r e n la p u e r t a de un divino éxtasis q u e el n o l a n o practicó h e n c h i d o de un verdadero impulso espiritual q u e se elevaba sobre todo falso dogmatismo. L a Geometría Sagrada es u n a joya que nos c o n c e d e acceso directo a comprensiones que n o se pueden encontrar fácilmente a través de otras formas de enseñanza. Hay m u c h o que aprender en el material de La Flor de la Vida y la Geometría Sagrada es definitivamente una piedra angular del taller. L a Geometría Sagrada es valiosa porque es una meditación para el lado lógico de nuestro cerebro. Casi todas nuestras experiencias meditativas se

LVI centran en el hemisferio d e r e c h o del cerebro: el aspecto intuitivo, emocional, sensitivo. A veces p o d e m o s ver visio­ nes o imágenes, escuchar sonidos tranquilizantes o voces reveladoras en nuestras meditaciones. Todas estas sensa­ ciones se localizan en el lado d e r e c h o de nuestro c e r e b r o , nuestro aspecto emocional-intuitivo. B r u n o desarrolla un c o m p l e j o sistema de e m b l e m a s , conjuntos de imágenes y símbolos e n c a b e z a d o s p o r un l e m a o m o t e q u e e n c i e r r a n un significado peculiar. Se h a h a b l a d o de que los Sellos p u e d a n ser talismanes mágicos, d e c o r a c i o n e s sin sentido, diagramas m n e m o técnicos, lenguaje cifrado, e incluso q u e posean u n a dimensión psicológica. L o cierto es q u e a m e d i d a q u e los observamos vemos que el lado lógico de nuestro p e n s a m i e n t o c r e a nuevas asociaciones y p a r e c e r e c o n o ­ c e r las formas q u e se le presentan. E n efecto, las c o n t e ­ n e m o s n o sólo c o m o m e m o r i a de especie, sino p o r q u e representan las formas de la naturaleza. Así c o m o B r u n o atribuye a la Materia universal las vir­ tualidades que los neoplatónicos

atribuían al Alma e

Inteligencia del Universo, de la misma m a n e r a asigna a las imágenes mentales una fuerza y dignidad ontológicas que parecían estarles reservadas a las Formas Ideales. Decir imaginación es, pues, lo mismo que decir, en su sen­ tido más pleno, vida y c o n o c i m i e n t o . Visto en esta pers­ pectiva q u e

complementa

la

filosofía

idealista

de

Schelling, B r u n o sale al e n c u e n t r o de nuestro tiempo en u n o de sus rasgos más notorios: el interés que, desde hace más de un siglo, despierta todo lo relacionado c o n el psiquismo. E n más de un aspecto, se le puede ver c o m o pre-

LVII cursor del análisis psicológico, particularmente del pre­ conizado por C. G. J u n g y, en general, de las indagaciones de cuantos han tratado de desenterrar ese idioma del alma que consiste en imágenes mentales — c o n los afec­ tos asociados a las mismas— y en redes de itinerarios transconscientes. Pero la importancia de la filosofía prác­ tica de B r u n o va más allá, para incidir en los ricos már­ genes donde florecen la estética y la sociología, la religión y la epistemología. E n el p l a n o estético, el R o m a n t i c i s m o o t o r g ó extra­ ordinaria i m p o r t a n c i a a la imaginación creadora. Para Coleridge o Novalis sólo ésta tiene el p o d e r de abrir las puertas de la trascendencia. O, m e j o r d i c h o , n o hay más t r a s c e n d e n c i a q u e la de la imaginación, cuya reali­ dad es, si c a b e , más verdadera q u e la del m u n d o feno­ m é n i c o . E n c o n s e c u e n c i a , la plenitud h u m a n a sólo es c o n c e b i b l e e n términos de imaginación c r e a d o r a . Casi u n siglo después, futuristas y surrealistas e x t r e m a r o n el proyecto romántico h a c i e n d o c o i n c i d i r e n un m i s m o p u n t o de inmediatez imágenes lo más alejadas posibles, según ya había h e c h o L a u t r é a m o n t

c o n su famosa

«máquina de coser en u n a mesa de disección». «No voy a ocultar — d i c e André Bretón en los Secretos del arte mágico del Surrealismo— q u e para mí la i m a g e n más fuer­ te es aquella q u e c o n t i e n e el más alto grado de arbitra­ riedad», y, en el manifiesto de 1 9 2 4 , cita un texto de Reverdy, de 1 9 1 8 , según el cual: «La i m a g e n n o p u e d e n a c e r de una c o m p a r a c i ó n , sino de un a c e r c a m i e n t o de dos realidades más o m e n o s lejanas. C u a n t o más lejanas y j u s t a s sean las dos realidades o b j e t o de la aproxima-

LVIII ción, más fuerte será la imagen, más fuerza emotiva y más realidad poética tendrá». O b s e r v a c i o n e s análogas hará Salvador Dalí, quien e x a c e r b a el impulso romántic o al p r o c l a m a r a través de su m é t o d o paranoico-crític o , la convertibilidad o m n i d i r e c c i o n a l —tan

brunia-

n a — de los signos perceptibles de la realidad y al quer e r h a c e r de la vida u n a o b r a de arte. B r u n o piensa que mediante los jeroglíficos de sus artes de la m e m o r i a está reinstaurando la religión «egipcia» del m u n d o y la m e n t e , que le era c o n o c i d a por los tratados atribuidos a H e r m e s Trismegisto, los diálogos de Plutarco y los escritos de los filósofos neoplatónicos. Llama la atención el parecido de los sellos de B r u n o y los diagramas de la espiritualidad gnóstica de los siglos II y III. D e b i d o a su formación c o m o dominico, B r u n o pudo c o n o c e r estos últimos a través de los Padres de la Iglesia ( I r e n e o , C l e m e n t e de Alejandría, Orígenes, Epifanio). S o b r e la base de los cosmogramas y de la numerología pitagórica, los diagramas gnósticos y los sellos bruñíanos constan de compartimentos numerados d o n d e — c o m o se ve también en los mándalas del budismo tan trico— se alojan figuras simbólicas. L o que en esos diagramas y sellos se ofrece es un peculiar itinerario del espíritu, comparable al Vía Crucis de la devoción popular católica. E n todos esos casos, los loa y sus respectivas imagines agentes sirven para activar procesos de identificación y proyección empática. A h o r a bien, frente al dualismo ontológico de gnósticos y maniqueos, B r u n o se mantuvo firme

en el m o n i s m o de las tradiciones neoplatónico-

estoica y cristiana.

LIX El epistemológico es otro p l a n o en el q u e también incide la filosofía práctica de B r u n o . No sólo, c o m o Aristóteles tantas veces repitiera en De anima, n o pode­ m o s p e n s a r sin imágenes, sino que hay u n a especial vin­ culación e n t r e los paradigmas científicos y los conglo­ m e r a d o s imaginarios, ya q u e sin éstos aquéllos n o logran afianzarse socialmente. La distorsión h a c i a el B r u n o mágico se p u e d e pro­ ducir si limitamos la selección de textos al B r u n o idea­ lista neoplatónico, o al materialista epicúreo, o al heliocentrista c o p e r n i c a n o , o al luliano, o al hermetista, o al m a g o , o al m n e m o n i s t a : fue todos ellos. Alicia Silvestre

Obra de Giordano

Bruno

1 5 6 8 / 7 1 (?) 1

Arca de Noé (perdida)

1 5 7 6 (?) 1 2

Los alegres p e n s a m i e n t o s ( n o publicada) T r o n c o de agua viva ( n o publicada)

1576/81 1

L e c c i o n e s sobre la esfera ( n o publicada)

2

L e c c i o n e s sobre el «De Anima» de Aristóteles

(no publicada). 1577 1

D e los signos de los tiempos (perdida)

1579/81 2 3

C e n s u r a c o n t r a el De la Faye (perdida) Clavis M a g n a (perdida)

1580 1

El Compendio de Arquitectura y C o m p l e m e n t o

Artístico. 1581/82 1

D e los p r e d i c a m e n t o s de Dios (perdida)

2

D e las sombras de las ideas y el Arte de la

memoria

LXI 1582 3

Candelaio

4

D e u m b r i s idearum

5

Cantus circaeus

6

D e c o m p e n d i o s a architectura

7

Purgatorio del I n f i e r n o (perdida)

1583 1

Ars r e m i n i s c e n d i

2

Explicatio triginta sigillorum

3

Sigillus sigillorum

1584/85 1

L a c e n a de las cenizas

2

D e la causa, Principio et u n o

3

D e l'infinito

4

Universo et m o n d i

5

S p a c c i o de la bestia trionfante

6

Cabala del cavallo pegaseo

7

D e g l ' h e r o i c i furori

1585 1

Arbor philosophorum

2

Figuratio Aristotelici Physici auditus

(perdida)

3

Dialogi dúo de Fabricii Mordentis p r o p e divina

adinventione 4

1 2 0 Articuli adversus Peripateticus

LXII 1586 1

De Lampade combinatoria

2

D e progressu et l a m p a d e venatoria l o g i c o r u m

3

Artificium p e r o r a n d i

4

Animadversiones circa l a m p a d e m lullianam

5

L a m p a s triginta statuarum

6

O r a t i o valedictoria

7

C i e n t o veinte Artículos sobre la Naturaleza y el

M u n d o c o n t r a los Peripatéticos. 8

Ciento sesenta Artículos contra los Matemáticos

y Filósofos de esta época. 1587 1

Lezioni sull «Órgano» di Aristotele ( p e r d i d a ) .

1588 2

D e s p e c i e r u m scrutinium

1589 3

D e Magia

4

T h e s e s de magia

5

D e magia m a t h e m a t i c a

6

D e r e r u m principiis

7

M e d i c i n a lulliana

8

S u m m a t e r m i n o r u m metaphysicorum

9

De Imaginium

10

S i g n o r u m et i d e a r u m c o m p o s i t i o n e

11

O r a t i o consolatoria

LXIII 1589/91 12

Delle sette arti liberali (perdida)

13

Delle sette arti inventive (perdida)

1591 1

D e triplici m i n i m o et mensura, ( S o b r e el míni­

m o y la M e d i d a Triple según los Principios de las T r e s Ciencias Especulativas y de m u c h a s Artes Prácticas). 2

De monade, (Sobre la Mónada, el Número y la

Figura, o sea, Elementos de la más Oculta Física, Matemática y Metafísica). 3

N u m e r o et figura

4

De innumerabilibus

5

I m m e n s o et infigurabili, (Sobre lo I n m e n s o y los

Innumerables, o sea, sobre el Universo y los M u n d o s ) . 6

D e vinculis in g e n e r e

7

D e r e r u m imaginibus (perdida)

8

T e m p l u m M n e m o s y n e s (perdida)

9

D e multiplici m u n d i vita (perdida)

10

D e naturae gestibus (perdida)

11

D e principiis veri (perdida)

12

D e astrologia (perdida)

1595: 13

S u m a de T é r m i n o s Metafísicos.

14

D e s c e n s o a la Práctica.

LXV

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hypertext

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El Sello de los Sellos SIGILLUM

SIGILLORUM

FILOTEO GIORDANO BRUNO DA ÑOLA EL SELLO DE LOS SELLOS Dirigido a e x a m i n a r todas las disposiciones del ánimo y a p e r f e c c i o n a r las actitudes 1. Aquel espíritu divino que n u n c a residió en las m e n tes sórdidas, m e sugirió esto e n t r e el resto de cosas: h a c e r c o m p r e n d e r en p r i m e r lugar a ti, que dudas y estás inflamado p o r el tema, este principio, esto es, q u e d e b e s h o n r a r c o m o Dios p r i m e r o y más c e r c a n o , magnificarlo c o m o s o b e r a n o , invocar c o m o n u m e n y mirar c o m o luz la misma entidad p o r la cual eres e x c i t a d o e x t e r i o r m e n t e e incitado i n t e r i o r m e n t e . 2. R e c u e r d a q u e e n cada actividad h u m a n a d e b e n existir tres e l e m e n t o s : en p r i m e r lugar las a c c i o n e s individuales d e b e n ser meditadas c o n sabiduría antes de ser llevadas a c a b o ; en s e g u n d o lugar d e b e n ser cumplidas a t i e m p o y c o n prontitud; en t e r c e r lugar, lo q u e h a sido meditado y c u m p l i d o d e b e ser c o n s e r v a d o y defendido c o n valor.

3

3. P o r eso la antigüedad transmite que tres dioses pre­ 1

siden todas las actividades: Palas, V u l c a n o y M a r t e ^ ) . Esta es, p o r así decirlo, una trinidad de dioses «creado­ ra», la cual siempre ayuda a Júpiter, sumo arquitecto del m u n d o , de m o d o que, tal y c o m o toda la trinidad asiste a Júpiter, así del m i s m o m o d o V u l c a n o y Marte ayudan a Palas. ^ 4. D e estos tres soberanos en el arte divino, vemos tres reflejos también en la naturaleza: el reflejo de Palas es el o r d e n c o n el cual está dispuesto el m u n d o , el de Vul­ c a n o es el veloz progreso y la aceleración

decidida

c o m o a p u n t o de dar a luz, el de Marte es la estructura que se transmite de quien g e n e r a a quien es g e n e r a d o . 5. Así las cosas individuales de una fuente p e r e n n e 1) surgen, 2 ) nacen, 3) mientras retornan a su origen, refluyen al mismo punto, y es decir: 1) nacen, 2) adole­ cen, 3 ) alcanzan su cumplimiento; de d o n d e el mismo proceso «principio, m e d i o y fin», que O r f e o definió. 6. L a necesidad —por la cual el h o m b r e , bajo presión, desea e intenta aferrar, c o m o se dice, las alas de la auror a

(3)—

t e

empuja a este desafío y a este intento, puesto

( 1 ) S e g ú n la m i t o l o g í a g r e c o - r o m a n a , Palas es la diosa d e la sabidu­ ría. V u l c a n o es el dios del f u e g o , los m e t a l e s y los v o l c a n e s , f o r j a d o r del h i e r r o y c r e a d o r d e a r t e , a r m a s y a r m a d u r a s p a r a dioses y h é r o e s . M a r t e es el b i e n c o n o c i d o dios d e la g u e r r a . ( 2 ) L a sabiduría, es la r a z ó n q u e inspira y a p a r e c e c o m o p r e p o n d e ­ r a n t e f r e n t e a los o t r o s a s p e c t o s m a t e r i a l e s d e la actividad h u m a n a ( V u l c a n o y M a r t e , r e s p e c t i v a m e n t e M e d i o y Fin, f r e n t e a Palas, P r i n ­ cipio). ( 3 ) «Se p r e n d o le ali d e l l ' a u r o r a / p e r a b i t a r e a l l ' e s t r e m i t á del m a r e , / a n c h e la m i g u i d a la t u a m a n o / e m i a f f e r r a la t u a destra... / T u mi c o n o s c i fino in f o n d o . / N o n ti e r a n o n a s c o s t e le m i é ossa...» (Sal 139,9-10.14c-15a).

4

que así lo quiere Júpiter, que a las difíciles condiciones de vida h a añadido una necesidad persistente, a fin de que el ingenio h u m a n o [texto n o recuperado] n o se anquilose ni m u e r a su fuerza vital. 4

7. R e c u e r d a q u e P r o m e t e o ( ) n o plació a los dioses pues, difundiendo sus tesoros, parecía empujar al género h u m a n o

a un

entorpecimiento, o porque

hizo

c o m ú n para dignos e indignos, sin distinción, un bien extraordinario. 8. T e n siempre c o n t i g o el sabor de un p o c o de este néctar saludable, c o n el cual, u n a vez hayas purificado los letárgicos h u m o r e s

5

del río L e t e o ( \

obtendrás sin

lugar a dudas, la vida celeste c o n los dioses celestes; proseguirás al supraceleste después p o r círculos supercelestiales, desde d o n d e contemplarás debajo de ti a 6

C a r n é a d e s ( ) , Cineas y M e t r o d o r o , que yacen c o n el rostro atónito y q u e n o están ya en lo alto. 9. A u n q u e tú r e c o n o z c a s el t i e m p o pitagórico, el más difícil e insensato de todos (pues p o r m e d i o él todas las cosas son erradicadas del olvido), n o rechazarás tamp o c o el t i e m p o de S i m ó n i d e s ^ ,

(gracias al cual se

( 4 ) Cf. H e s í o d o , Teogonia, 5 6 1 y siguientes. P r o m e t e o fue c a s t i g a d o p o r los dioses al h a b e r e n g a ñ a d o y r o b a d o el f u e g o a Z e u s p a r a dárselo a los h o m b r e s . ( 5 ) Cf. Platón, República, 1 0 , 6 2 1 . El L e t e o , q u e fluye p o r los C a m p o s Elíseos, es el río del olvido, las almas b e b e n d e allí p a r a b o r r a r los r e c u e r dos d e su vida pasada y p r e p a r a r s e p a r a habitar u n n u e v o c u e r p o . ( 6 ) Filósofo g r i e g o c o n i m p o r t a n t e s a p o r t a c i o n e s al e s c e p t i c i s m o . D e f i e n d e e n t r e o t r a s ideas q u e el c o n o c i m i e n t o es i n a l c a n z a b l e . ( 7 ) L a m n e m o t é c n i c a . Cf. Simplicio, C o m m . in Aristot. Phys., 2 2 2 b 17. T a m b i é n e n N e u s Galí U n i v e r s i d a d P o m p e u F a b r a ( E n t o r n o a S i m ó n i d e s , t e x t o e x t r a í d o d e Poesía silenciosa, pintura

que habla, De

Simónides a Platón: la invención del territorio artístico): A S i m ó n i d e s se le

5

investiga, se a p r e n d e y se e n c u e n t r a cada cosa, lo q u e se ha olvidado vuelve a aclararse y lo q u e ha sido trun­ cado t o r n a de nuevo a g e r m i n a r ) . 10. L a naturaleza ha asignado alas exquisitas a todos según su necesidad, p e r o son en verdad poquísimos quie­ nes saben desplegarlas para surcar y batir aquel aire que atribuye la i n v e n c i ó n d e u n a r t e d e la m e m o r i a , d e u n a t é c n i c a m n e ­ m ó n i c a . S e g ú n Plinio (Nat. Hist. VII 2 4 . 8 9 ) , « f i n a l m e n t e p a r a e s t e a s u n t o [scil. la m e m o r i a ] fue e n c o n t r a d o y c r e a d o p o r el p o e t a lírico S i m ó n i d e s y p e r f e c c i o n a d o p o r M e t r ó d o r o d e Escepsis u n a r t e ( a r s ) p a r a q u e lo q u e se h a b í a o í d o p u d i e r a r e p e t i r s e c o n las m i s m a s pala­ b r a s ( u t nihil n o n i s d e m verbis r e d d e r e t u r a u d i t u m ) » . O t r o t e s t i m o n i o q u e r e l a t a esta i n v e n c i ó n es C i c e r ó n ( D e o r a t . II 8 6 . 3 5 1 - 3 5 3 ) : « . . . d o y las g r a c i a s al f a m o s o S i m ó n i d e s d e C e o s , d e q u i e n d i c e n q u e fue el p r i m e r o e n i n v e n t a r u n a r t e d e la m e m o r i a ( a r t e m m e m o r i a e ) . P u e s c u e n t a n q u e e s t a b a c e n a n d o e n C r a n ó n d e Tesalia, en casa de Escopas, h o m b r e rico y noble, y había c a n t a d o u n a can­ c i ó n q u e h a b í a c o m p u e s t o p a r a él, e n la c u a l , a m o d o d e o r n a m e n t o , c o m o h a c e n los p o e t a s , h a b í a e s c r i t o m u c h a s r e f e r e n c i a s a C a s t o r y P ó l u x . E s c o p a s , c o n g r a n m e z q u i n d a d , le dijo q u e le p a g a r í a la m i t a d d e lo a c o r d a d o p o r a q u e l l a c a n c i ó n ; q u e si le p a r e c í a , p i d i e r a el r e s t o a los T i n d á r i d a s , a q u i e n e s h a b í a a l a b a d o e n igual m e d i d a . P o c o des­ pués, s e g ú n c u e n t a n , avisaron a S i m ó n i d e s p a r a q u e saliera, p u e s d o s j ó v e n e s e s t a b a n a la p u e r t a y le l l a m a b a n i n s i s t e n t e m e n t e . Se l e v a n t ó y salió, p e r o n o vio a n a d i e . E n t r e t a n t o , la h a b i t a c i ó n d o n d e e s t a b a c e n a n d o E s c o p a s se d e r r u m b ó , y él y sus p a r i e n t e s m u r i e r o n aplasta­ dos. C u a n d o los suyos q u i s i e r o n e n t e r r a r l o s y n o p u d i e r o n r e c o n o c e r los c u e r p o s d e n i n g ú n m o d o , d i c e n q u e S i m ó n i d e s , c o m o r e c o r d a b a e n q u é l u g a r e s t a b a c a d a u n o t u m b a d o c e n a n d o , fue c a p a z d e identi­ ficarlos

p a r a q u e los s e p u l t a r a n . E s t o fue, c u e n t a n , lo q u e h i z o q u e

a d v i r t i e r a q u e el o r d e n es lo q u e m á s luz trae a la m e m o r i a . » L a a n é c ­ d o t a d e los E s c ó p a d a s p o n e d e manifiesto el c a r á c t e r visual q u e Simó­ nides c o n f i e r e a la f a c u l t a d d e r e c o r d a c i ó n . P a r a r e p r o d u c i r los luga­ res q u e o c u p a b a n los c o m e n s a l e s , el p o e t a r e c u r r e a u n a i m a g e n m e n t a l d e la e s c e n a . Si p o n e m o s e n r e l a c i ó n esta a n é c d o t a c o n su definición d e la p a l a b r a c o m o i m a g e n d e las c o s a s y c o n su c o m p a r a ­ c i ó n e n t r e p i n t u r a y poesía, v e m o s q u e S i m ó n i d e s c o n c e b í a , c o m o o b s e r v a Yates ( 1 9 7 4 [ 1 9 6 6 ] : 4 4 ) , «poesía, p i n t u r a y m n e m ó n i c a e n t é r m i n o s d e i n t e n s a visualización».

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invita y se presta a ser batido para volar n o m e n o s de cuanto parece oponerse a ser surcado: de h e c h o , después de que lo hayas removido surcándolo con esfuerzo, él, agradecido, te impulsará adelante sosteniéndote. 11. S e presentan ante nosotros cosas, signos, imágenes, espectros o fantasmas. Los elementos de

diferenciación

de éstos son lo odioso, es decir, lo deforme y lo malvado; lo deseable, es decir, lo bello y lo b u e n o , y las combina­ ciones entre dos o tres de estos elementos: amableb u e n o , odioso-deforme, y de igual m o d o lo fácil de com­ prender, es decir, lo sensible por abstracción, ni excesivo ni carente, y lo difícil de comprender, es decir lo sensible inferior o que e x c e d e la n o r m a , y por su naturaleza per­ fectamente comprensible (pero sin abstracción). 12. L a naturaleza proporciona estos elementos de media­ ción: el sentido, la concupiscencia, el intelecto y la volun­ tad, de los cuales se originan el ver, el tocar en general, el imaginar, el pensar, y sobre todo el recordar, el reflexionar y el comprender, donde nace, según lo recordado, aque­ llo que n o r m a l m e n t e viene denominado intelecto «que comprende» o «en potencia». A estos elementos se une la formación, cuyos tipos son: la opinión en general, la 8

duda, el escrúpulo, el ligamen^ ), la confianza y la seduc( 8 ) S i g u i e n d o la tradición d e S a n t o T o m á s d e A q u i n o en su Summa Theologica, I, 7 9 , 1 2 0 , significa «impulso h a c i a el bien», «hábito d e los pri­ m e r o s principios». E n la Glosa a Ezequiel 1,6, J e r ó n i m o distingue la sin­ déresis del apetito irascible, el concupiscible y el racional d e n t r o d e la división d e las potencias. San Agustín, e n el libro De libero arbitrio, dice q u e e n la facultad natural d e j u z g a r hay ciertas reglas y g é r m e n e s d e vir­ tudes v e r d a d e r o s e invariables, q u e l l a m a m o s sindéresis. P o r lo tanto, c o m o q u i e r a q u e las reglas invariables q u e nos rigen en nuestros juicios son propias d e la parte superior d e la razón, c o m o dice Agustín e n X I I De Trin., p a r e c e q u e la sindéresis es lo m i s m o q u e la razón.

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ción en general —que excita el placer, la ambición, la curiosidad y la confianza— y por así decirlo el «exceso», que impulsa a la abominación, al terror y al horror. A con­ tinuación, todo esto produce, por una parte la elección y el rechazo, y por otra el asentimiento y la disensión. 1 3 . E n t r e estos p r o c e d i m i e n t o s existe el simple apre­ h e n d e r o «concepción primera», la n u m e r a c i ó n ,

la

medida, el peso, la división, la distribución, la distin­ ción, el o r d e n , la definición, la representación, el argu­ m e n t o y comprensión, q u e es la segunda « c o n c e p c i ó n 9

simple», y — a s í c o m p l a c e llamarla—, r a c i o c i n i o ^ ) . 14. Acordadas estas premisas por nuestra parte, y por la tuya entendidas c o m o d e b e n ser entendidas, es preciso reflexionar atentamente sobre ellas: entre los e l e m e n t o s que existen por naturaleza y de los cuales p o d e m o s fácil­ m e n t e volvernos contempladores, en p r i m e r lugar preexisten en la m e n t e del primer c r e a d o r las ideas — s o b r e cuyo m o d e l o se producen todos los géneros y todas las especies— y seguidamente, a partir de ellas, e m e r g e n a la luz según ciertas sucesiones los elementos indivisibles, que presentan una especie íntegra por su incorruptibilidad o se subsiguen y multiplican en la materia c o n u n a cierta sucesión y distribución. Yo sostengo que estos ele­ m e n t o s de la primera m e n t e son comunicados al p r i m e r intelecto, y apareciendo gracias a él en el orden natural (después de que en cierto m o d o habían preexistido en el arquetipo infinito) se incluyen d e n t r o de cierto con­ fín, y de este m o d o , existen en la naturaleza.

( 9 ) Mentatio e n el t e x t o l a t i n o , valdría decir: actividad d e la m e n t e , raciocinio.

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15. E n t o n c e s a través de los sentidos, casi c o m o si fueran puertas, se convierten en e l e m e n t o s físicos a partir de los metafísicos, de físicos se convierten e n racionales y q u e d a n preparados para ser analizados por los sentidos más i n t e r n o s del h o m b r e , d o n d e para perpetuarse r e c u r r e n a facultades más inmateriales. 16. Y así desde el m u n d o s u p r e m o , q u e es fuente de las ideas y d o n d e se dice que esté Dios o q u e se dice esté e n Dios, se d e s c i e n d e al m u n d o ideado, q u e se dice haya sido c r e a d o a través del p r i m e r o y p o r el p r i m e r o , y de éste se alcanza aquel m u n d o q u e es contemplativo de los dos p r e c e d e n t e s y q u e , c o m o d e s c i e n d e del prim e r o a través del segundo, así c o n o c e r á al p r i m e r o vía el s e g u n d o . D e aquí deriva, c o n un r e c o r r i d o p o r así decir circular, un salto del p r i m e r o al t e r c e r o , y un r e t o r n o del t e r c e r o al p r i m e r o , o —si se p r e f i e r e — girando la perspectiva, del p r i m e r o al t e r c e r o hay un descenso, del t e r c e r o al p r i m e r o hay u n a ascensión a través del i n t e r m e d i o . 17. Cuan admirable será tu obra, si sigues la o b r a de ambas naturalezas; si, sin e m b a r g o , te c o m p o r t a s c o n estulticia y e r r ó n e a m e n t e , al c o n t r a r i o , te llenarás de u n a confusísima calígine, que llaman s o m b r a de muerte. D e este m o d o sin e m b a r g o podrás c o n c e b i r y dar a luz c o n la m e m o r i a y c o n el i n t e l e c t o la estructura y la c o n c a t e n a c i ó n del m u n d o triple, c o n lo q u e e n él está c o n t e n i d o . C o m o habrás e x p u e s t o el útero m i s m o y la a d m i r a b l e matriz a la luz q u e se propaga de n o c h e o de m a ñ a n a , de m e d i a n o c h e o de mediodía, así, yéndole al e n c u e n t r o la recibirás.

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18. No es preciso pues dejar de lado el h e c h o de q u e , tal c o m o o c u r r e c o n los sentidos y sus órganos de m a n e r a natural, las potencias y los actos se r e c o n d u c e n a un único c e n t r o , d o n d e d e b e n a d o r n a r el c e r c a n o atrio de la fantasía c o n formas q u e entran e n la habita10

ción de la m e m o r i a a través del t r i c l i n i o ^ ) del pensam i e n t o ; de m o d o s e m e j a n t e , para aquel que desea r e c o r d a r a su p l a c e r vale la p e n a e m p r e n d e r la vía e n el m i s m o o r d e n . P o r todo esto, ciertas cosas vistas y oídas mil veces te escapan e n el m o m e n t o m e n o s o p o r t u n o , y otras c o n las cuales los sentidos han tenido c o n t a c t o u n a sola vez y de m o d o superficial, c u a n d o están destinadas a durar por toda la eternidad, se a p o d e r a n de los íntimos recesos de la m e m o r i a ; éstas, absorbidas p o r la misma fantasía, han sido asimiladas a través del pensam i e n t o , mientras aquéllas o n o han p o d i d o expulsar la 11

distracción a las p u e r t a s ^ ) o i g u a l m e n t e h a n eliminad o un e l e m e n t o e x t r a ñ o sin i n t e r é s ^ ) alguno. 19. En c o n s e c u e n c i a y n o p o r e r r o r Sócrates llamó al 13

o l v i d o ^ ) u n a suerte de «falta de sentido»; si después ( 1 0 ) El triclinio e r a el c o m e d o r d e lujo d e la casa r o m a n a . E s t a b a form a d o p o r tres l e c h o s , f o r m a n d o los tres l a d o s d e u n c u a d r i l á t e r o , q u e d a n d o libre el c u a r t o p a r a p o d e r servir a los c o m e n s a l e s . ( 1 1 ) R e c u é r d e s e , el u s o m e t a f ó r i c o d e los s e n t i d o s c o m o p u e r t a s , vid. supra. ( 1 2 ) Se h a a d o p t a d o u n u s o m e t a f ó r i c o d e « p e p e » , « p i m i e n t a » . ( 1 3 ) Muy e x p l í c i t o s o b r e léthe ( o l v i d o ) y alétheia es el p a s o del l i b r o X X I I I d e la Ilíada, e n la q u e Aquiles, o r g a n i z a n d o u n a c o m p e t i c i ó n d u r a n t e los j u e g o s e n h o n o r d e P a t r o c l o a s e s i n a d o , «envió al divino F é n i x , c o m p a ñ e r o d e a r m a s del p a d r e , p a r a q u e retuviese e n la m e n t e la c a r r e r a y refiriese la v e r d a d » . «Olvido» p u e s t i e n e a q u í d o s a c e p c i o n e s : r e c u p e r a c i ó n m n e m ó n i c a fallida o i n p u t sensoriales q u e , sin i m p l i c a r la fantasía, n o llegan a ser c o n s c i e n t e s .

10

con

el m i s m o r a z o n a m i e n t o

y memorablemente,

h u b i e r a llamado también «falta de sentido» a la semilla arrojada y n o c o n c e b i d a p o r la m e m o r i a , en verdad habría e x p l i c a d o un c o n c e p t o más profundo. 20. Si por tanto la fantasía n o hubiese llamado lo bastan­ te enérgicamente c o n apariencias sensibles, el pensa­ m i e n t o n o abrirá, y si este «pensamiento-ujier» t a m p o c o 14

abre, la madre de las M u s a s ^ ) , indignada, n o le recibirá. 2 1 . E x c i t a n , e n fin, las cosas q u e , c o n la ayuda del dis­ curso, de la reflexión y de u n a fuerte fantasía, mueven la pasión, y p o r las cuales apasionándonos, desprecian­ do, a m a n d o , o d i a n d o , sintiendo dolor o alegría, admi­ r a n d o y r e c u r r i e n d o a la balanza de los sentidos, reci­ b i m o s u n a impresión de las imágenes del fervor, del desprecio, del amor, del odio, del dolor, de la alegría, de la admiración y de la investigación, y del aspecto de la cosa a recordar. P o r otra parte las imágenes más fuer­ tes y más v e h e m e n t e s , casi, por c o n s e c u e n c i a lógica, se i m p r i m e n c o n más fuerza y v e h e m e n c i a . 2 2 . Si n o obstante o c u r r i e r a que tu naturaleza o la de la cosa a c o n c e b i r n o presentase estas características, q u e la industriosidad estimule las pasiones. E n este ámbito el ejercicio abre el c a m i n o n o sólo a las costumbres mejores y p e o r e s sino también a la inteligencia y ( p o r c u a n t o p u e d e avenir a través del h o m b r e ) a la actividad de todas las facultades según la capacidad del indivi-

( 1 4 ) M n e m o s y n e , hija d e U r a n o y Gaia, d i o s a d e la m e m o r i a . C o m o a m a d a d e Z e u s , e n n u e v e n o c h e s se c o n v i e r t e e n la m a d r e d e las Musas. El j u e g o y la d a n z a , el c a n t o y el p o e m a , p e r t e n e c e n al s e n o d e M n e m o s y n e , a la m e m o r i a .

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dúo. Esto se confirma p o r el h e c h o de q u e los pueblos y gentes más portadas a la libídine y a la ira son las más activas; y e n t r e éstas consideras sobre t o d o impías aque­ llas que odian y aman i n t e n s a m e n t e , mientras si se diri­ gen a d o n d e les c o n d u c e el a m o r y el fervor divino las consideras bastante religiosas: y aquí puedes r e c o n o c e r c ó m o el m i s m o principio material sea i g u a l m e n t e cer­ c a n o a la suma virtud y c ó m o al vicio. 2 3 . L a antigüedad llamó a este tipo de amor, progeni­ tor de toda pasión, aplicación y práctica (y q u e es ambi­ valente p o r el motivo antes m e n c i o n a d o ) «gran d e m o ­ 5

n i o » ^ ) . Si te lo ganas c o n habilidad, sin d u d a para ti n o será n a d a difícil. Y así, c o m o c o n v i e n e , h e m o s expli­ c a d o de dónde, gracias por así decirlo a u n a técnica casi por arte, se p u e d e lograr n o sólo la m e m o r i a de las cosas, sino también la verdad y la sabiduría h u m a n a universal.

( 1 5 ) Cf. P l a t ó n , S y m p . 202(1.

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PRIMERA ADVERTENCIA 2 4 . P e r o p o r estas cosas, sobre todo en realidad p o r la 16

m a d r e de las H e s p é r i d e s ( ) , vamos a e x p o n e r unas advertencias en n a d a accesorias. D e éstas la p r i m e r a viene inferida del h e c h o de q u e , de las cosas q u e se pre­ sentan a los sentidos i n t e r n o s ( c o n los cuales estamos a c o s t u m b r a d o s a imprimir las f o r m a s ) , algunas son figuras,

r e p r e s e n t a c i o n e s , imágenes, r e f l e j o s ^ ' ) , ejem­

plares puros o confusos, separados, reunidos, ordena­ dos p o r o b r a de la i n g e n i o s a fantasía; otras veces sin e m b a r g o vienen infundidas p o r aquellos q u e p o r así decirlo «dan a luz» de esta m a n e r a , en ese sentir q u e d e p e n d e de la facultad de la fantasía. E n el p r i m e r g é n e r o destacan e n t r e los accidentes sensibles — q u e llevan consigo la facultad de h a c e r s e c o n o c e r — las for­ mas e x t e r i o r e s de las sustancias compuestas; e n el s e g u n d o g é n e r o destacan ciertas pasiones q u e , a u n q u e n o sean formas e x t e r i o r e s de sustancias compuestas, aún así se i m p r i m e n e n el p e n s a m i e n t o , en el i n t e l e c t o p r e s e n t e y e n la m e m o r i a n o tanto p o r sí mismas, sino c o n aquéllas y a través de aquélla. 25. Es o p o r t u n o por tanto dar la debida forma a los tipos de fantasmas (sobre los que parece necesario especular), a fin de que puedas encontrarte bien en los actos de las sucesivas potencias; las clases resultan además adecuadas cuando son expresadas de m a n e r a que, por sí mismas ( 1 6 ) L a s H e s p é r i d e s e n la m i t o l o g í a g r i e g a son hijas d e la N o c h e ( N y x ) , y d e la O s c u r i d a d ( E r e b o ) . ( 1 7 ) C o p i a , e n el o r i g i n a l « s i m u l a c r o » , e n el s e n t i d o d e i m a g e n s e m e ­ j a n t e o reflejo.

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recuerdan a formas n o sensibles. Si deseas saber también de qué m o d o puedes h a c e r representaciones de este género, interroga al óptimo magisterio de la madre naturaleza guía que, desde el aspecto exterior del 1 8

l o b o ( ) y sólo desde sus rasgos visibles, introduce en los sentidos internos de la oveja el t e m o r del e n e m i g o y el m i e d o a la muerte. El principio está en el h a b e r consi­ derado aquello por lo cual la m e m o r i a c o n c i b e y retiene en sí para dar a luz en el m o m e n t o o p o r t u n o , y median­ te ciertas apariencias superficiales a través de la vista, resultan conmovidas las varias pasiones del ánimo.

( 1 8 ) E j e m p l o t o m a d o d e F r a c a s t o r o , De. Sympathia et Anthipatia c a p . X I y De Magia p . 1 9 .

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rerum,

SEGUNDA ADVERTENCIA 2 6 . Cuidado e n t o n c e s de n o restringir las facultades del alma s o s t e n i e n d o ( c o m o la mayoría) que la m e m o r i a esté ligada a los órganos corporales, c o m o si la constriñese a la observación i n t e r n a . Esto sucede en realidad a los q u e , b u s c a n d o a ojos c e r r a d o s el espíritu en la cabeza, p r e t e n d e n procurarse la r e m i n i s c e n c i a , recup e r a r las imágenes

olvidadas, disipar las confusas,

d e s e n r e d a r las e n m a r a ñ a d a s . P e r o p r e c i s a m e n t e este m o d o de actuar n o e s c o n d e q u e el ánimo resulta en c o n s e c u e n c i a siempre más debilitado en su actividad; en efecto, c u a n t o más insisten y h a c e n presión, aún más d e s m e m o r i a d o s se vuelven. O m i t o el s o s p e c h o s o interés p o r las otras pasiones del ánimo, r e p r o b a b l e para los hipercríticos. O r a los p o b r e c i t o s se llevan la m a n o a la frente, o r a se g o l p e a n la n u c a , ora se rascan la cabeza c o n un d e d o , y sin e m b a r g o el c o n t i n u o esfuerzo n o muestra sino esto: h a sido destruida la previa esperanza de recordar. 27. Y n o obstante n o sé qué misterio haya en la mano, que procura sueños divinos a quien ha c o m i d o con templanza y sobriedad y n o está cansado, provoca la visión de revelaciones ansiadas, nutre y conserva la m e m o r i a de las mismas; puesta bajo la cabeza de quien duerme, o puesta rápidamente delante de quien se despierta, o bien borra c o m p l e t a m e n t e la m e m o r i a de la visión, o, si aún recuerda haber soñado, n o le viene sin e m b a r g o a la m e n t e en qué estaba soñando; si en su lugar, el toque se hace más ligero y m e n o s intempestivo, recordará costosa y fragmentariamente. Y sabemos que el signo de la máxi-

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m a estupidez se revela (aunque c o n o c i d o por pocos) en aquellos que n o saben en absoluto aguantarse de tocarse la cabeza c o n el toque de la propia m a n o . Y a duras penas c o m p r e n d o el misterio de algunos Galileos, que se transformaron de repente en sumos teólogos, y transmitían la misma capacidad a otros a través de la imposición de las manos. Sostengo además que sea necesario guardarse de la imposición sobre la cabeza de las manos de otros contra nuestra voluntad. P e r o volvamos al punto del que nos h e m o s alejado. 2 8 . E x p o n g o estos a r g u m e n t o s c o n o b j e t o de q u e n o creas q u e la m e m o r i a se produzca o sea o b t e n i d a a partir de la así llamada introspección más q u e a través de la observación de c e r c a o de lejos; proviene de h e c h o p o r así decirlo de u n a «atención», p o r la cual n o p o r m e d i o de los ojos, sino m e d i a n t e una cierta facultad a n ó n i m a del ánimo, q u e es c o l o c a d a en el g é n e r o de la intención o de la tensión h a c i a algo, ve también lo q u e está e s c o n d i d o y casi puesto aparte. Y sin duda el h e c h o que e x p e r i m e n t a m o s de que u n a cosa aplicada a la pupila n o es distinguida, p e r o sí q u e lo p u e d e ser u n a más lejana, tanto más es de atribuírsele al alma c u a n t o más r e c o n o c e m o s q u e ésta está distante de los confines de la materia. Y e n t o n c e s usamos esta distancia: ¿por qué de h e c h o te viene a la m e n t e (dice u n o de los más grandes filósofos) cuan g r a n d e es el cielo, c u a n d o n o p u e d e s a c o g e r e n tu interior sus tan extensas dimensiones? R e c u e r d a e n fin q u e es preciso m i r a r n o las cosas q u e hay en nosotros, sino las cosas mismas m e d i a n t e las cosas q u e hay e n nosotros; a u n q u e apa-

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rezca al a l m a la i m a g e n presente, d e b e m o s orientar nuestra atención a observar n o ésa, sino m e d i a n t e ésa. E n vano creerás conservar en el ánimo u n a cierta ima­ g e n de las percibidas p o r el sentido, a u n q u e el ánimo p o r ello resulte estampado y de algún m o d o r e c i b a u n a cierta m a r c a de la impresión;

de h e c h o c u a n d o la

siguiente i m a g e n sobreviene a plasmar el ánimo, es n e c e s a r i o q u e haya b o r r a d o la p r e c e d e n t e .

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TERCERA ADVERTENCIA 30. A eso añade el h e c h o de que Eurídice, mientras miraba hacia atrás a los infiernos, fue privada de la luz here19

dada de los antepasados, y O r f e o de ella m i s m a ^ ) ; ¿quién de h e c h o retorna i m p u n e m e n t e c o n la m e n t e a aquello que ha desaparecido? ¿Quién p o n i e n d o la m a n o en el arado y mirando atrás puede alcanzar la meta? L a muerte progresa más c o n una tensión simple y apropiada, y muchísimo con una tensión simplicísima, la muerte que al m e n o s representa de m o d o unitario,

cuanto

puede, lo que n o había logrado unificar. A eso se refieren estos versos nuestros: 2

0

Huyendo de la ciega pentápolisC - ) de los sentidos incapaz de superar la cima del monte vuélvese atrás hacia Sodoma la hija de Lot queda quieta, transformada en piedra insensible. Nuestra Mnemósine se debilita y vaga si n o es alcanzada c o n r e m o s y c o n velas. N o yazca pues u n a facultad en p o p a y otra en proa, desistan mientras tanto de un

( 1 9 ) S e g ú n el m i t o , O r f e o se e n a m o r a d e la ninfa E u r í d i c e , q u i e n , h u y e n d o es m o r d i d a e n su pie p o r u n a s e r p i e n t e y fallece. O r f e o , triste, va al i n f i e r n o , y e m p i e z a a c a n t a r c o n su lira. R u e g a y c o n v e n c e a H a d e s , dios del bajo m u n d o y P e r s é f o n e , d e q u e p e r m i t a n a E u r í d i c e volver al m u n d o de los vivos. Se lo p e r m i t e n c o n la c o n d i c i ó n d e q u e e n n i n g ú n m o m e n t o se vuelva a m i r a r l a hasta q u e n o salgan los d o s a la luz del sol. O r f e o n o resistirá la c u r i o s i d a d y p e r d e r á así i r r e v o c a b l e m e n t e a su a m a d a . ( 2 0 ) L a p e n t á p o l i s está c o n s t i t u i d a p o r c i n c o c i u d a d e s , a saber: S o d o m a , G o m o r r a , A d m a , S e b o i m y B e l a ( S o a r ) , c u y a d e s t r u c c i ó n se n a r r a e n el Génesis, 1 9 .

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trabajo i m p r o p i o , ni disturben las facultades q u e en absoluto p u e d e n p r o p o r c i o n a r ayuda. Es bastante evi­ d e n t e q u e nuestros sentidos más i n t e r n o s actúan c o n más facilidad y eficacia si los sentidos e x t e r n o s están a d o r m e c i d o s , y n o se p u e d e dudar de c ó m o , sobre todo, la tensión de observar algo se vuelve más débil p o r el oído. H o m e r o , a u n q u e privado de la luz e x t e r n a , fue tan valioso en agudeza i n t e r n a q u e u n o de los más i m p o r t a n t e s filósofos afirmó q u e e n él d e s p u n t a b a n capacidades artísticas derivadas sea de lo h u m a n o q u e de lo divino. Aquel q u e p r o p u s o c r e e r que la virtud se realiza en la e n f e r m e d a d c o m p r e n d i ó q u e la virtud del 21

alma florece al desflorarse la virtud del c u e r p o ^ ) .

( 2 1 ) Vid. C i c e r ó n , Cato Maior, X I V : E t e n i m , c u m c o m p l e c t o r a n i m o , q u a t t u o r r e p e r i o causas, c u r s e n e c t u s m i s e r a videatur: u n a m , q u o d a v o c e t a r e b u s g e r e n d i s ; a l t e r a m , q u o d c o r p u s faciat infirmius; tertiam, q u o d privet fere ó m n i b u s voluptatibus; q u a r t a m , q u o d h a u d p r o c u l absit a m o r t e . E a r u m , si p l a c e t , c a u s a r u m q u a n t a q u a m q u e sit iusta u n a q u a e q u e , v i d e a m u s . A r e b u s g e r e n d i s s e n e c t u s abstrahit. Q u i b u s ? A n eis, q u a e i u v e n t u t e g e r u n t u r e t viribus? N u l l a e n e igitur res sunt seniles q u a e , vel infirmis c o r p o r i b u s , a n i m o t a m e n a d m i n i s ­ t r e n tur?

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CUARTA ADVERTENCIA 30. Absteniéndose e n fin de las llamadas «bebidas cír22

c e a s ( ) » , estemos atentos a que el ánima, seducido p o r las apariencias sensibles n o se afinque en ellas hasta el p u n t o de privarse de la vida intelectual y — e b r i a del vino de las pasiones corporales y de la autoridad del vulgo ( q u e c u a n d o llama a los oídos sin la luz divina o de la razón, n o es introducida p o r la discriminación de la vida e t e r n a en la tan n o b l e sala triclinar de n u e s t r o c o n s e n s o ) — pase la n o c h e p o r su duda en el presuntuoso domicilio de la i g n o r a n c i a y allí, c o m o agitada p o r íncubos de u n a fantasía turbada, perdidas las connaturales alas de la inteligencia, se precipite, y c o n t e m 23

plado el rostro de P r o t e o ^ ) halle u n a imagen, n u n c a p e r f e c t a m e n t e formada, en la cual quiera aquietarse. D e j e m o s pues, d e j e m o s de admirar esas apariencias

( 2 2 ) d e C i r c e . P a r a el v o c a b l o « c í r c e a s » véase. C i c e r ó n , Div. Q_. C a e s . , 5 7 . Estas b e b i d a s i n d u c í a n al olvido d e la p a t r i a y a n i m a l i z a b a n el espíritu: O d i s e a ( X ) : « L o s i n t r o d u j o , los hizo s e n t a r e n sillas y sillones, y e n su p r e s e n c i a m e z c l ó q u e s o , h a r i n a y r u b i a miel c o n vino d e P r a m n i o . Y e c h ó e n esta p ó c i m a b r e b a j e s maléficos p a r a q u e se olvid a r a n p o r c o m p l e t o d e su tierra patria. D e s p u é s q u e se lo h u b o ofrec i d o y lo b e b i e r o n , g o l p e ó l o s c o n su varita y los e n c e r r ó e n las pocilgas. Q u e d a r o n éstos c o n c a b e z a , voz, p e l a m b r e y figura d e c e r d o s , p e r o su m e n t e p e r m a n e c i ó invariable, la m i s m a d e a n t e s . Así q u e d a r o n e n c e r r a d o s m i e n t r a s l l o r a b a n ; y C i r c e les e c h ó d e c o m e r bellotas, f a b u c o s y el f r u t o del c o r n e j o , t o d o lo q u e c o m e n los c e r d o s q u e se a c u e s t a n e n el s u e l o » . ( 2 3 ) Odisea (LV, 4 3 9 y ss.). P r o t e o es c o n o c i d o p o r sus t r a n s f o r m a c i o nes: «El a n c i a n o n o se olvidó d e sus e n g a ñ o s a s artes, y p r i m e r o se c o n v i r t i ó e n m e l e n u d o l e ó n , e n d r a g ó n , e n p a n t e r a , e n g r a n jabalí; t a m b i é n se c o n v i r t i ó e n fluida a g u a y e n á r b o l d e f r o n d o s a c o p a , m a s n o s o t r o s lo r e t e n í a m o s c o n f u e r t e c o r a j e . »

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presentadas p o r los sentidos, q u e son c o m o sombras de las cosas, y esforcémonos en lo íntimo p o r volver a escu­ c h a r e n el ánima el discurso del i n t e l e c t o guía q u e n o s es propio. E n este p u n t o se r e c i b e n los b a n q u e t e s de los dioses, q u e se han r e u n i d o ya a llamar a nuestra p u e r t a para almorzar c o n nosotros. E n las confrontaciones de lo que nos encontramos delan­ te, además, tengamos cuidado de considerar que las imá­ g e n e s n u n c a se c o r r e s p o n d e n

e x a c t a m e n t e c o n los

modelos y p o r eso esto es m e n o s claro y ciertamente diverso y «otro» ( c o m o el ente puede ser diverso de lo que es del ente, el accidente diverso de la sustancia, el sonido diverso de lo que r e s u e n a ) . De h e c h o aquello que debe ser c o n c e b i d o sobre la verdad de las cosas n o puede ser expresado de m a n e r a completa por ninguna apa­ riencia sensible, pero la esencia de las cosas se insinúa en nosotros por una especie de orden que da a sus acciden­ tes. Nosotros expresamos estas cosas, para n o agotarlas, c o n signos y ciertos símbolos, pues nuestras palabras son aún insuficientes para decir más. P o r este motivo los Pita­ góricos, Platón y quienes siguen la teología negativa, sos­ tienen que cada definición d e b e ser evitada en la predi­ cación y en la denominación de Dios, aunque cualquier cosa (también perfecta) se pueda decir y pensar del cre­ 24

ador del m u n d o , pero n o viceversa^ ), en vista de un c o n c e p t o más elevado e inalcanzable.

( 2 4 ) N o t a del t r a d u c t o r : e n el original: «viceversa», e n el s e n t i d o d e relación intercambiable y bidireccional, c o r r e s p o n d e n c i a biunívoca.

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QUÍNTUPLO Y SIMPLE GRADO DE PROGRESIÓN P r i m e r grado de progresión 3 1 . A estas cosas d e b e m o s dirigir el c u a d r u p l o progreso de las facultades cognoscitivas, de m o d o q u e subam o s sin e r r a r desde el sentido, que trata sobre el cuerp o , a la fantasía, que trata s o b r e las imágenes de los cuerpos, y de ésta a la imaginación, q u e trata sobre la atención p o r las imágenes, y de allí al i n t e l e c t o , q u e medita sobre la naturaleza c o m ú n de los objetos individuales. E n t r e estas facultades el sentido o c u p a el nivel más bajo de tal progreso cognoscitivo, dado q u e subsiste sólo en relación a otros e l e m e n t o s , y p o r eso es comparado c o n una línea recta, mientras el i n t e l e c t o es c o m p a r a d o c o n un círculo: de h e c h o está absorto e n la contemplación de aquello q u e tiene en sí y e n t o r n o a sí. L a representación tiene u n a posición i n t e r m e d i a , n o es totalmente recta ni circular, y p o r eso su progresión 5

será c o m p a r a b l e a u n a línea o b l i c u a ^ ) . C i e r t a m e n t e n o atañe al sentido c o n o c e r p e r f e c t a m e n te las cosas e x t e r n a s al alma, sino sobre todo referirlas a quien las c o n o c e ; a la imaginación en c a m b i o corresp o n d e c o n o c e r n o sólo esas cosas, sino también las q u e están e n el alma, en c u a n t o r e p r e s e n t a c i o n e s de los sentidos; además a la razón c o r r e s p o n d e investigarse a sí misma, mientras al intelecto c o n o c e r s e a sí m i s m o . S o s t e n e m o s sin duda, puesto q u e siempre sentimos, que el sentido nos p e r t e n e c e , mientras en c u a n t o a lo q u e se refiere al i n t e l e c t o los Platónicos están e n duda,

( 2 5 ) Cf. C o m e n t a r i o d e F i c i n o a las Enéadas d e P l o t i n o (V, 1-2-3-6).

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sea p o r q u e n o h a c e m o s siempre uso de ello, sea porq u e está «separado» — d i c e n así e x a c t a m e n t e — pues n o es él q u i e n n o s da su c o n s e n t i m i e n t o , sino q u e más b i e n s o m o s nosotros q u i e n e s m i r a m o s h a c i a lo alto a él. P e r o e n g a ñ a n y se e n g a ñ a n d i c i e n d o así: c o n v i e n e más, e n verdad, r e c o n o c e r que el i n t e l e c t o se dirige a nosotros y nosotros a él, y de ahí q u e él nos p e r t e n e z c a y nosotros p e r t e n e z c a m o s a él. Nosotros sin d u d a le pert e n e c e m o s siempre, pues él iluminándonos siempre n o s t i e n e siempre presentes, a u n q u e n o siempre esté p r e s e n t e a n t e nosotros, y en c o n s e c u e n c i a n o siempre es nuestro pues n o siempre le prestamos atención, n o siempre n o s d e j a m o s iluminar. Nosotros p o r tanto p o s e e m o s p e r f e c t a m e n t e el sentido, a u n q u e n o lo usamos p e r f e c t a m e n t e ; somos poseídos p e r f e c t a m e n t e p o r el i n t e l e c t o , que actúa e n nosotros sin interrupción; son intermedias las facultades q u e g l o b a l m e n t e son definidas p o r la imaginación, e n relación a c u a n t o n o s p o s e e n y son poseídas p o r nosotros. Las imágenes m e n t a l e s de las cosas son totalmente esenciales; las imágenes impresas c o n el t i e m p o de allí e n el i n t e l e c t o son casi esenciales; aquellas q u e saltan desde las últimas y diariamente de la m e n t e al intelecto son tenidas p o r aún m e n o s esenciales; las que son p r o p o r c i o n a d a s p o r la razón a partir de la imaginación son casi accidentales; las proveídas p o r los sentidos a la imaginación resultan del todo accidentales. P e r o llegados a este punto n o hace falta esconder el h e c h o de que se suelen distinguir dos tipos de sentido: el inferior - m e d i a n t e el cual n o se distingue la naturaleza del objeto ni su calidad, sino que viene sólo percibida 23

una cierta impresión de las cualidades corporales, y el superior, que reúne en profundidad naturaleza y cuali­ dad. El primero es obtuso y por así decirlo, adormecido, y se e n c u e n t r a también en las plantas; el segundo sostie­ nen que es sólo propio de los animales. Hay además tam­ bién u n a tercera acepción de sentido. Epicuro de h e c h o llama sentido a cada c o n o c i m i e n t o , Demócrito y Empédocles al intelecto, los Pitagóricos a la m e n t e y al espíritu vital, y creen que éste esté en todas las cosas según un determinado

criterio. Y ciertamente, según

nuestros

principios, sostenemos que todo esto converja en un único principio. L a m e n t e de h e c h o , que mueve la masa del universo, es la que da forma a la semilla a partir del centro, lo hace crecer desde su hipóstasis según grados admirables, lo dota de extraordinarios artificios, delinea las características y da forma con suma precisión a las plantas y a las vetas de minerales que n o han sido aún pri­ vados de espíritu vital: de todas éstas derivan las virtudes animales, c o m o es bien sabido por quienes n o cierran los ojos al considerar los elementos de la naturaleza. Si tu contemplación se detuviera sobre este p u n t o , seré llevado a c r e e r q u e n o estás d o t a d o de sentido en vano. S e g u n d o grado de progresión 3 2 . C o n s i d e r a pues q u e e n nosotros hay dos tipos de capacidad

6

i m a g i n a t i v a ^ ) : e n c o n t r a m o s la

( 2 6 ) Cf. r e s p e c t i v a m e n t e P l o t i n o , Enéadas.

primera

IV, 3 , 3 1 y III, 6 , 4 . L a

m e m o r i a p e r t e n e c e a la i m a g i n a c i ó n . L a p a r t e afectiva del a l m a es a q u e l l o d o n d e p a r e c e n suscitarse las a f e c c i o n e s y s o n las a f e c c i o n e s las q u e v a n seguidas d e p l a c e r o d e p e n a (cf. Aristóteles, E t i c a N i c o m a q u e a 1 1 0 5 b, 21-23.)

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r a z o n a n t e e n el alma, d u e ñ a del r a z o n a m i e n t o y del j u i cio, en c i e r t o m o d o similar a la razón; la segunda sin e m b a r g o en el alma, o principio vital, falta de razón y p o r ésta última impresa en nosotros; este tipo de imaginación n o h a c e tanto uso de la razón y del razonam i e n t o , sino q u e más bien es transportada p o r un cierto instinto s o b r e las pasiones corporales, y e n c u a n t o sentido c o m ú n a todos está en la base de los demás sentidos. L o s Platónicos y los Aristotélicos sostienen q u e en las almas brutas exista esta segunda sin la p r i m e r a . P e r o esta afirmación es arbitraria y e x i g e la credulidad de la fe, más q u e p o d e r ser verificada y c o n v e n c e r a la razón. Es más fácil de h e c h o intuir q u e c o n c l u i r c o n u n a demostración q u e el i n t e l e c t o n o ha sido introducido e inserido en todas las cosas según un c i e r t o criterio, y q u e las cosas t i e n e n u n a m e n t e indivisible más e s t r e c h a m e n t e unida de c u a n t o ellas mismas p u e d a n ser divisibles, y q u e ésta es tan fecunda c o m o para g e n e rar, e n cada cosa, según su fuerza, el i n t e l e c t o p r o p i o , que se p u e d e llamar sentido o m e n t e propia o instinto, m i e n t r a s tú lo entiendas bien. C o m o de h e c h o ningún c o l o r es p e r c e p t i b l e sin luz, a u n q u e u n o se manifieste más, y otro m e n o s , así e n m o d o a l g u n o llega algo al c o n o c i m i e n t o sin la participación del intelecto; h e m o s d i c h o q u e esta participación, de a c u e r d o a la diferenciación de las cosas y a la multitud de especies, d e s c i e n d e en todas las cosas c o m o p o r u n a progresión analógica, mientras el sentido asciende, y desde aquí también la imaginación, m i e n t r a s la razón desde allí d e s c i e n d e e i g u a l m e n t e

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asciende, de m o d o q u e la m i s m a virtud y el m i s m o principio del c o n o c i m i e n t o r e c i b e n diversas d e n o m i ­ n a c i o n e s según las diversas funciones y los diferentes medios. D e aquí P l o t i n o ( q u e n o está lejos de esta distinción; p a r e c e de h e c h o p o n e r s e de a c u e r d o c o n nosotros en gran parte, si n o en t o d o ) se ve atribuyendo al m u n d o vegetal un tercer, p o r así decirlo, tipo de imaginación, y sostiene q u e ésta n o sea un r e c o r r i d o o u n ir y venir a través de las formas c o m o la primera, ni u n a intuición de la forma, c o m o la segunda, sino q u e , antes bien, sea u n a expresión y u n a impresión en la materia de la f o r m a q u e e n sí m i s m a es i n t e r n a m e n t e vital, p o r lo q u e se afirma q u e la acción de la naturaleza sea p o r así d e c i r l o u n a imaginación y un a g e n t e sustancial. A esta opinión es afín aquella q u e quiere q u e la naturaleza sea un i n t e l e c t o inspirado q u e o p e r a i n t e r n a m e n t e . Y c i e r t a m e n t e deriva de u n a c o n e x i ó n nada débil, de u n a unión de u n a fuerte unidad e identidad, puesto q u e de la facultad «elementativa» proviene la vegetativa, de ésta la c o n c u p i s c e n c i a y el sentido, de éstos la razón y la imaginación, de los cuales, al fin, derivan la voluntad y el i n t e l e c t o . D e estos e l e m e n t o s se p u e d e c o n c l u i r en m o d o demos­ trativo q u e si e n el sentido hay participación del inte­ lecto, el sentido será él m i s m o i n t e l e c t o . D e h e c h o esta transfusión de virtud de u n a p o t e n c i a a otra n o perte­ n e c e a la materia, sino a la forma. Y e s difícil ver e n qué m o d o haya c o n t i n u i d a d de u n a f o r m a a la otra, y e n qué m o d o la f o r m a sea escindible de la naturaleza o de

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la razón i n d e p e n d i e n t e m e n t e de la materia; e n conse­ c u e n c i a u n a sola e s e n c i a simple es propia de una única, p r i m e r a , total y simple p o t e n c i a , que es n e c e s a r i o se divida, se distinga y se multiplique e n el sujeto, y lo q u e es único y m i s m o t o m e diversas d e n o m i n a c i o n e s según las diversas actuaciones, así p o r e j e m p l o : el sentido en sí siente s o l a m e n t e , e n la imaginación p e r c i b e también sentir; también el sentido, q u e es ya de un c i e r t o m o d o imaginación, en sí imagina, en la razón, p e r c i b e imagi­ nar; el sentido, que es ya razón, en sí a r g u m e n t a , e n el intelecto se da c u e n t a de a r g u m e n t a r ; el sentido, q u e es ya i n t e l e c t o , e n sí c o m p r e n d e , p e r o en la m e n t e divina c o n t e m p l a su inteligencia; la m e n t e divina del resto de su viva e s e n c i a p o s e e y r e e n c u e n t r a cada cosa, e ilumi­ n a el i n t e l e c t o hasta lo profundo de la materia. Ésta es la luz q u e r e s p l a n d e c e e n las tinieblas más densas, es decir, en la profundidad de la materia, y es demasiado p o t e n t e para p o d e r ser a p r e h e n d i d a y superada p o r las tenebrosidades; en la naturaleza sin e m b a r g o preserva cierta uniformidad y proporción, habida c u e n t a de las propiedades de las especies. C o m o sus tinieblas, así también su luz. Esto q u i e r e n decir los cabalistas cuan­ 2 7

do dicen: «No existe quien se e s c o n d a de su c a l o r ( ) , toca de un e x t r e m o al o t r o , de la base a la c i m a de la escalera o de la c i m a a la base, y las tinieblas n o serán 28

oscurecidas p o r t i » ^ ) , etcétera.

( 2 7 ) Cf. Ps. 1 8 , 7 . ( 2 8 ) Cf. Ps. 2 3 8 . 1 2 .

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T e r c e r grado de progresión 3 3 . Los Platónicos vienen d i c i e n d o que, sobre el a c t o imaginativo, móvil sobre lo q u e es móvil, está el a c t o racional, móvil sobre lo q u e es inmóvil, y sobre éste está el a c t o intelectivo, a b s o l u t a m e n t e inmóvil sobre lo q u e es inmóvil. D i c e n q u e esta p o t e n c i a inmóvil sea el intelecto propio, sobre la base del cual se m i d e n y valoran los principios más c o m u n e s y más acertados de las artes y de las ciencias y la m i s m a diversidad de las cosas y de las opiniones, y q u e m e d i a n t e la p o t e n c i a del i n t e l e c t o , q u e ve siempre todo e i n m e d i a t a m e n t e , cualquiera está i n m e d i a t a m e n t e en condición de ver. P e r o se p u e d e objetar: ¿por qué n o decir q u e la razón es el m i s m o intelecto, q u e en un m o m e n t o mira aquí, o r a p r o d u c e allí en el a r g u m e n t a r grados diversos y progresivos de r a z o n a m i e n t o ? Difiere c i e r t a m e n t e el práctico del teórico, p e r o , ¿qué impide q u e aquel m i s m o q u e aquí sirve allí m a n d e , sea o r a contemplativo, o r a activo? Y d a d o q u e se admite u n a m i s m a esencia, ¿por qué n o admitir u n a m i s m a p o t e n c i a de la esencia, q u e según la diversidad de la materia, de los órganos y de los actos sea empujada a actos diversos? ¿No es quizá u n a sola y misma luz la que se revela que puede expresar cualidades contrarias y diversas? El calor único y mismo en el acto, la única y misma fuerza del calor, n o sólo producen efectos diversos en e l e m e n t o s diversos, sino efectos contrarios e n e l e m e n t o s contrarios. ¿Quizá llamarás diversa y contraria la fuerza del calor por el cual la cera se derrite, el b a r r o se e n d u r e c e ,

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y algunas cosas c r e c e n , otras d e c r e c e n , algunas m u e r e n , otras se reavivan? ¿Quizá atribuiremos a la naturaleza del calor propiedades igualmente diversas y diferentes puesto que hay e l e m e n t o s diversos por género, y dentro del mismo género de diversa especie, y actos diversos por género y especie? ¿Por qué c u a n d o Plotino dice que entre el intelecto y la imaginación hay u n a doble razón primera — u n a especulativa que se alza c o n t r a el intelecto, la otra activa que se rebaja más bien frente a la imaginación, y de éstas la activa está más lejos de la m e n t e , antepuesta a la actividad y en un cierto m o d o sierva de los elementos externos, mientras la especulativa se comporta de m o d o opuesto— p o r qué e n t o n c e s n o se p u e d e decir que la misma potencia aquí y ahora es pasiva, vinculada, vuelta hacia lo bajo, y allí y ahora está vuelta hacia lo alto, n o vinculada y activa? Es ciertamente la misma potencia de la naturaleza a causa de la cual parte de la tierra está quieta en su puesto o se mueve por leyes naturales, y por la que lo que tiene un puesto determinado se posa y se desplaza, incluso si hay una diferencia de especie entre u n o y otro movimiento. ¿Por qué cuando habla de la triple razón (la prim e r a excelsa e ideal en el intelecto, que es ella misma el intelecto, del cual n o existe en materia ni la esencia ni el acto; la segunda seminal en la naturaleza del alma misma, de la cual se e n c u e n t r a en la materia n o tanto la esencia cuanto el acto, la tercera formal, es decir, la forma sustancial del cuerpo, del cual se hallan en la materia al mismo tiempo la esencia y el a c t o ) , por qué entonces n o

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dice que una única razón se comporta de tres maneras 29

según la variedad de los s u j e t o s ? ' ) Cuarto grado de progresión 3 4 . S o b r e el acto racional viene c o l o c a d o el acto intelectivo, q u e dicen sea doble: c o m o de h e c h o sobre el alma p o r así decir c o r p ó r e a está el alma p u r a y simple, así también sobre la inteligencia animal está la intelig e n c i a p u r a y simple. Añadimos a eso q u e la voz se r e m o n t a a un solo y m i s m o principio virtual: es p r o d u c i d a p o r los órganos vocales, d o n d e también está su origen, c o m o si se originase en sí misma, y lo m i s m o vale para aquella q u e está en el aire y para aquella q u e está en los órganos del oído; allí es producida, allí es emitida y percibida; ¿quién dirá p o r eso que hay u n a p o t e n c i a p o r la cual surge, otra de la cual p r o c e d e y p o r la q u e es emitida, y otra más p o r la q u e es oída? Y así i n n u m e r a b l e e infinit a m e n t e , según un múltiple criterio, puesto q u e se

( 2 9 ) Según U b a l d o Nicola, «es equivocada la distinción n e o p l a t ó n i c a e n t r e u n a razón individual, el p e n s a m i e n t o discursivo (cf. Plot. Encadas V, 3 , 5-6-7) y u n a r a c i o n a l i d a d p u r a , abstracta e i n d e p e n d i e n t e (intelecto p r o p i o , p e r o aquí e n el sentido d e "en c u a n t o tal"). D a d o q u e p a r a B r u n o la u n i d a d d e la psique está f u n d a d a sobre el principio d e la unidad-racionalidad del universo, la u n i c i d a d de los p r o c e s o s psicológicos, t a m b i é n a nivel cognitivo-intelectivo,

puede confirmarse mediante

ejemplificaciones de o r d e n natural: únicos son el calor, la voz, la luz, q u e t a m b i é n se e x p r e s a n e n m o d o s tan diferentes, así c o m o ú n i c o es el principio d e la racionalidad. T o d a s las otras sutiles distinciones e n t r e intelecto e i m a g i n a c i ó n (cf. Plot. Enéadas V, 3 , 7 ) y c a d a bipartición del m i s m o intelecto (Enéadas V, 3 , 6 ) son equivocadas. Es n e c e s a r i o adquirir u n p u n t o d e vista unitario.(Vasoli, 1 9 6 8 ) »

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e x p r e s a a través de infinitos sentidos, si resultan impli­ cados, diferenciados de u n criterio. A un único y mismo principio virtual se remonta la luz que está en el sol —donde parece ser originada en sí misma y casi absoluta—, la luz en el aire circunstante o éter, y la luz en un cuerpo iluminado; y por eso cesa de estar en un cuerpo si ha dejado de estar en el aire; deja de estar en el aire si deja de estar en el horizonte hemisférico. U n único y solo sujeto r e c o n o c e u n a única y sola raíz y un solo principio virtual. D e aquí d e b e surgir el criterio p r o p o r c i o n a l del p r i m e r intelecto a los otros intelectos, del p r i m e r y superior nivel de e n t e n d i m i e n t o a los otros niveles. U n a sola luz ilumina todo, un solo espíri­ tu vital vivifica todo d e s c e n d i e n d o según grados esta­ blecidos desde las cosas más altas a las más bajas y vol­ viendo a subir desde las más bajas a las más altas, y c o m o sucede e n el universo, así también sucede en los 30

r e f l e j o s ^ ) del universo. Y p a r a quien sube más alto n o sólo será evidente la vida única e n t r e todas, la luz única e n t r e todas, la b o n d a d única, y el h e c h o de q u e todos los sentidos son un único sentido, todos los entendi­ m i e n t o s un solo e n t e n d i m i e n t o , sino también el h e c h o de q u e todas las cosas en fin — e s decir, el entendi­ m i e n t o , el sentido, la luz, la vida— son u n a única esen­ cia, u n a única p o t e n c i a y un único acto. Esencia, potencia y acto; ser, poder y actuar; ente, poten­ te y agente son u n a sola cosa; así que todo es una sola cosa, c o m o bien comprendió Parménides con su ente

( 3 0 ) Véase n o t a 17, p á g i n a 5. Imágenes reflejas.

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único y todo. El comenzar y el ser comenzado, el hacer y el ser h e c h o , el superior y el inferior, n o son entes, sino que p e r t e n e c e n al ente, n o son lo que es uno, sino aquello que pertenece, se origina, desciende del uno. H e m o s q u e r i d o tratar estos temas n o p o r q u e sea éste el m o m e n t o de h a c e r c o n s i d e r a c i o n e s sobre la naturaleza de estas cosas, sino para e n s e ñ a r a investigar, meditar y realizar la unidad en cada multiplicidad, la identidad e n cada diversidad. Q u i e n de h e c h o n o prepara, n o busca, n o c o m p r e n d e y n o realiza la unidad, n o prepara, n o busca, n o c o m p r e n d e y n o realiza nada; quien n o alcanza u n solo y único sentido y un único entendim i e n t o a partir de los múltiples sentidos y de los múltiples niveles de c o n o c i m i e n t o , n o posee ningún sentido, ningún e n t e n d i m i e n t o ; quien en definitiva n o c o n o c e el e n t e n d i m i e n t o m i s m o y n o o p e r a a través de él, n o c o n o c e n a d a y en n a d a opera. Según los grados de participación c o n la unidad, sin e m b a r g o , algunos c o n o c e n y actúan participando de ella.

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LA C O N T R A C C I Ó N M Ú L T I P L E P r i m e r tipo de contracción 3 5 . D e la consideración de las p r e c e d e n t e s afirmaciones n o p a r e c e claro c ó m o u n a virtud múltiple se origin e a partir de las múltiples c o n t r a c c i o n e s . El resultado de la contracción espacial es q u e todos aquellos que se han retirado en soledad e r e m i t a han sido inventores e n las artes, en las ciencias, en las virtudes y en las costumbres, maestros, guías y pastores de pueblos. Pitágoras, q u e d u r a n t e diez años n o frecuentó a los h o m b r e s , se convirtió en un gran y verdadero cont e m p l a d o r de la naturaleza de las cosas. Tras una soledad de veinte años, Zoroastro progresó en cada magia y adivinación, c o m o también Zamolxis, Abaris y otros. Tras la soledad del m o n t e O r e b Moisés llegó a superar en maravillas a los m a g o s de su Faraón. S e dice q u e Jesús de Nazareth n o c o m e n z ó a decir y h a c e r cosas milagrosas antes de h a b e r m a n t e n i d o el conflicto c o n el diablo en el desierto. R a m ó n Llull, a b s o l u t a m e n t e t o n t o e idiota, tras su retiro se mostró profundo

en

n u m e r o s a s invenciones. Paracelso, q u e se gloria más del título de e r e m i t a q u e del de d o c t o r y maestro, fue un guía y u n a autoridad innovadora, n o inferior a ningún médico. Por eso durante un tiempo han estado óptimamente considerados entre los Egipcios y Babilonios los Ociosos Contempladores, entre los Galos los Druidas, entre los Persas los Magos, entre los Judaicos los Fariseos, entre los Indios

33

31

los Gimnosofistas, entre los Cristianos los M o n j e s ( ) , 32

entre los M a h o m e t a n o s los B a b a s o s ^ ) , sea porque contemplaron la naturaleza de las cosas, sea porque moderaron las costumbres. Pero entre éstos hallarás

que

muchísimos se retiraron de la vida mundana para huir de la fatiga y de las preocupaciones humanas, seducidos por el a m o r al ocio y por la gula, mientras poquísimos, atraídos por el a m o r a la virtud, lo hicieron para perseguir la bondad y la verdad; y si algunos hubieran

aparecido

c o m o tales entre ellos, habrían sido suprimidos por la i n m u n d a y envidiosa multitud. O m i t o pues que, de éstos, (el h e c h o es incluso famoso) se generaron descendientes perniciosísimos que abusaron del ocio teniendo c o m o objeto la supresión de la humanidad y la abolición de la paz humana, maestros de aquellos que a veces, por la destrucción de la vida humana y civil, enseñan a los h o m b r e s a n o t e m e r por su mala conducta, y a dar crédito a n o sé qué muy sórdidas fantasías, a las cuales —además de a ciertas creencias sobre

( 3 1 ) Esta e n u m e r a c i ó n , j u n t o c o n algunas adiciones h e c h a s p o r el autor, p a r e c e h a b e r sido e x t r a í d a d e las Vidas de los filósofos de Diógenes Laeráo (I, 1) «Algunos d i c e n q u e el estudio d e la filosofía se o r i g i n ó c o n los bárbaros. E n ello e n t r e los Persas existieron los Magos, y e n t r e los Babilonios o Asidos los Caldeos, e n t r e los Indios los Gimnosofistas, y e n t r e los Celtas y Galos h o m b r e s llamados Druidas y S e m n o t e o s , c o m o Aristóteles relata e n su libro sobre Magia, y Soción e n el vigésimo t e r c e r libro d e su Sucesión d e Filósofos». ( 3 2 ) B a b a s o s , tal vez p r o c e d e n t e s del c a b o B a b a , en el e x t r e m o O . d e Asia M e n o r ( 2 6 ° d e long. E . ) , o bien s e g u i d o r e s d e B a b a s , p e r s o n a j e israelita q u e vivió e n el siglo I a . C . D u r a n t e a l g ú n t i e m p o fue c o n s e j e r o d e H e r o d e s A s c a l o n i t a , q u i e n p r o n t o le r e t i r ó su favor y le hizo s a c a r los ojos.

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3 3

Ceres y B a c o ' ) (según sus abundantes y peregrinos dogm a s ) — los Dioses que recompensan deberían mirar algo más (a tales fantasías) que a las obras buenas, para enviar a los pueblos peligrosos hacia la antigua barbarie, y alejarlos del final hacia el que son conducidos por todas las leyes. El paso del tiempo es el antídoto del veneno, y el m u n d o , habiéndose percatado tarde de su mal, juzgará que éstos deben ser sin duda exterminados c o m o la cizañ a del mundo, c o m o gusanos y langostas, incluso c o m o escorpiones y víboras, deben ser eliminados desde sus mismos fundamentos, así c o m o deberían ser castrados aquellos que se refugian en el ocio, en la avaricia, en la ambición. P e r o de este tipo depravado de contracción dirijámonos a otras. S e g u n d o tipo de contracción 36. P o r la contracción espacial de la imaginación, gracias a la adquisición de una indiferencia por lo lejano y lo próximo, h e m o s visto a algunos agitarse sobre u n a cima alta y estrecha y estar quietos erguidos sobre un solo pie en el aire; lo mismo, o incluso más, h e m o s visto suceder a causa de la imprudencia a quienes, atormentados por la 3 4

bilis n e g r a ' ) , se iban por altos precipicios. ( 3 3 ) Diosa del g r a n o y dios del vino r e s p e c t i v a m e n t e , r e p r e s e n t a n los dos e l e m e n t o s principales d e la eucaristía, e n lo q u e v e m o s u n a clara r e f e r e n c i a al cristianismo y e n particular a las estructuras eclesiales. Apar e c e c o m o o p i n i ó n b r u n i a n a la apostasía. ( 3 4 ) H i p ó c r a t e s ( 4 6 0 - 3 7 0 a.C.) L a s e n f e r m e d a d e s se p r o d u c e n p o r u n desajuste d e los c u a t r o h u m o r e s esenciales: F l e m a , bilis amarilla, bilis n e g r a y s a n g r e . Así p o r e j e m p l o , el e x c e s o d e bilis amarilla c a u s a b a ira m a n í a c a , y el d e bilis n e g r a , m e l a n c o l í a .

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T e r c e r tipo de contracción Por la así llamada contracción del horizonte hacia el centro (de la que quizá se ha hablado ya antes) las cosas alejadas lo máximo posible de algunos fanáticos de la religión — q u e se han apoderado de la mirada de la inteligencia— se vuelven claras al sentido que n o yerra, mediante esa fuerza de ánimo que n o está limitada por los confines del cuerpo. Así se narra que el alma de u n o 35

de C l a z o m e n e ^ ) había errado, abandonado el cuerpo, hasta el punto de anunciar desde muy lejos sucesos efectivamente transcurridos; también el sacerdote C o r n e l i o , que vivía en Padua, se dice que haya estado tan presente 36

en la batalla de T e s a l i a ^ ' c o m o para poder contar lo que allí sucedió y el resultado con todo detalle. También 37

el pontífice P í o ( ) en nuestros días tuvo la visión frente al pueblo r o m a n o — q u e convocó entonces a oración pública— del suceso contemporáneo de la batalla naval

( 3 5 ) A n a x á g o r a s d e C l a z o m e n e (circa 4 9 6 - 4 2 8 a . C . ) fue el p r i m e r filósofo q u e se estableció e n Atenas, a l r e d e d o r del 4 8 0 A.C. T u v o c o m o a l u m n o s a Pericles, a Sócrates y t a m b i é n a Eurípides. F u e discípulo d e A n a x i m e n e s . Cf. Vidas d e los Filósofos m á s ilustres d e D i ó g e n e s L a e r c i o (II, 3 , 1-4): «Ausentóse, finalmente, a fin d e e n t r e g a r s e a la c o n t e m p l a c i ó n d e la Naturaleza, d e s p r e c i a n d o t o d o c u i d a d o público, d e m a n e r a q u e d i c i é n d o l e u n o : « ¿ N i n g ú n c u i d a d o os q u e d a d e la patria?», resp o n d i ó , s e ñ a l a n d o al cielo: «Yo v e n e r o e n e x t r e m o la patria» Se dice q u e a n u n c i ó , antes d e caer, la p i e d r a q u e cayó e n E g o s - p ó t a m o s , la cual dijo c a e r í a del sol». ( 3 6 ) Cf. Liber Prodigiorum,

Giulio O s s e q u e n t e ( 6 5 ) y Noctes Atticae d e

Aulo Gellio(XV, 1 8 , y sig.). ( 3 7 ) P í o V, quien previo en R o m a la victoria d e la flota cristiana c o n t r a la o t o m a n a e n la batalla d e L e p a n t o ( 7 o c t u b r e 1 5 7 1 ) .

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[que estaba teniendo lugar] más allá de los confines del mar J o n i o . Cuarto tipo de contracción 3 8 . P o r la contracción de la tensión hacia el aspecto de la cosa a c o n o c e r , el ánimo está sujeto a sueños divinos, visiones y revelaciones; para aquel q u e capta el verdad e r o significado nada es difícil. Q u i n t o tipo de contracción 3 9 . P o r la contracción m e d i a n t e un a c t o de fe se sostien e que el ánima prevalezca y d o m i n e sobre los c u e r p o s hasta el p u n t o de q u e n o e n vano se dice p o d e m o s m a n d a r incluso a los m o n t e s . Esto en verdad se verifica efectivamente y en su m á x i m o grado c u a n d o se detecta u n a cierta c o r r e s p o n d e n c i a e n t r e el principio activo y el pasivo. L o s dioses han manifestado de h e c h o n o p o d e r producir efectos admirables sobre q u i e n e s n o presentan dóciles sentimientos de temor, amor, esperanza, alegría, tristeza y g e n e r a l m e n t e de a c u e r d o . S a b e m o s que esto es exclusivo y característico e n t r e los principios de los magos y de los médicos. T i e n e n mayor p o d e r los médicos, e n quienes muchísimos confían, y los e n g a ñ o s q u e n o tocan a quien los desprecia, impresionan a quien tiene m i e d o de ellos: h e visto p e r d e r el j u i c i o a los individuos más supersticiosos e ignorantes, y sin e m b a r g o n u n c a a aquellos más cautos y astutos. También los e n c a n t a d o r e s , si n o se excitasen ante ese espíritu más v e h e m e n t e q u e h a c e falta inculcar, combatir, disolver y vencer, n o vencerán, n o disolverán, n o

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combatirán ni inculcarán el espíritu. D e ahí esas artificiosas magias, de ahí los e n c a n t a m i e n t o s médicos. Y c i e r t a m e n t e c u a n d o estamos a r d i e n d o a causa de u n a pasión excitada p o r los e l e m e n t o s naturales c u m p l i m o s empresas q u e nos resultan imposibles en c o n d i c i o n e s de quietud y placidez. S e x t o tipo de contracción 4 0 . Por u n a cierta contracción movida de un ímpetu de 38

afecto filial el hijo mudo de C r e s o ' ) soltó la lengua a pronunciar —según se c r e e — palabras nunca oídas; sostenemos que eso n o pueda haber pasado según natura por ninguna otra razón sino porque el ánimo encerrado en aquel cuerpo, despertándose gracias a un fuerte afecto, pronto profirió las palabras que ya conocía; el h e c h o de que haya pronunciado después el n o m b r e de Creso sin haberlo oído nunca antes no es en absoluto digno de f ( 3 9 ) A propósito sin embargo de los muchos que, c o m o e

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el hijo de P o l i ó n ' ' y otros, hablaron precozmente en la ( 3 8 ) H e r ó d o t o , I, 8 5 : « P o r su p a r t e C r e s o , e n m e d i o d e su p r e s e n t e d e s a s t r e , al ver q u e se le e c h a b a e n c i m a , n o h a b í a t o m a d o p r e c a u c i ó n a l g u n a ni le i m p o r t a b a lo m á s m í n i m o m o r i r bajo sus golpes; sin e m b a r g o , su hijo, el m u d o e n c u e s t i ó n , al ver a t a c a r al p e r s a , p r e s a d e a n g u s t i o s a z o z o b r a , r o m p i ó a h a b l a r y e x c l a m ó : "¡Soldado, n o m a t e s a Creso!". Esas f u e r o n , p u e s , sus p r i m e r a s p a l a b r a s y, e n lo sucesivo, ya p u d o h a b l a r d u r a n t e t o d a su vida». ( T r a d u c c i ó n d e F. R. A d r a d o s , Credos, 1992). ( 3 9 ) L o s n o m b r e s d e p e r s o n a , s e g ú n la t e o r í a p l a t ó n i c a d e la r e m i n i s c e n c i a , n o e s t a b a n c o m p r e n d i d o s e n el m u n d o ideal. ( 4 0 ) Del c o m e n t a r i o d e d i c h o jesuíta a la o b r a d e Virgilio, c o p i a Acosta, palabra p o r palabra, el a r g u m e n t o d e la égloga: «Ajustadas las paces e n t r e Octaviarlo, y A n t o n i o se p u s o fin a las g u e r r a s civiles, s i e n d o C ó n sul y m e d i a n e r o Polión, d e quien e n este m i s m o t i e m p o n a c i ó u n hijo.

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primera infancia^ ), es preciso sostener que el desarrollo del cuerpo n o resultó tal que n o se pudieran reproducir especies recibidas anteriormente, y por eso tales parecieron n o haber podido p e r m a n e c e r más tiempo en un cuerpo de tal género. Séptimo tipo de contracción P o r u n a cierta contracción p r o c e d e n t e del temor, yo m i s m o , dejado solo c u a n d o estaba desnudo, a la vista de u n a serpiente e n o r m e y además viejísima, q u e asom a b a p o r u n a a b e r t u r a en la p a r e d de casa, llamé visib l e m e n t e a mi padre, q u e estaba en la habitación contigua, y m e daba c u e n t a de q u e él c o r r í a c o n otros sirvientes, b u s c a b a u n bastón, gritaba que la serpiente se a c e r c a b a , p r o n u n c i a b a palabras más v e h e m e n t e s q u e las que u n o profiere c u a n d o está fuera de sí, y así también c o m p r e n d í a — n o m e n o s de c u a n t o a h o r a c r e a p o d e r c o m p r e n d e r — q u e los otros, p r e o c u p a d o s p o r mí, h a b l a b a n . Y transcurridos bastantes años h e recordado este episodio — c o m o d e s p e r t á n d o m e de nuevo D e aquí t o m a ocasión el P o e t a , p a r a describir el Siglo d e O r o , q u e se p r o m e t í a n los R o m a n o s después d e tantas calamidades; y aplicar al hijo d e Polión lo q u e la Sibila C u m e a h a b í a profetizado del n a c i m i e n t o d e J e s u c r i s t o y d e su purísima M a d r e . N o falta quien diga, q u e las alabanzas del n i ñ o r e c i é n n a c i d o c u a d r a n m e j o r a D r u s o , hijo d e Livia, m u j e r d e O c t a v i a n o A u g u s t o . C o m p u s o Virgilio esta Égloga, siendo d e 31 años, el d e 7 1 4 d e la fundación d e R o m a , siendo Cónsules Asinio Polión y D o m i c i o Calvino (Publii Virgilii Maronis Bucólica, notis hispaniás illustrata ab Josepho Petisco e Societate Jesa, lis usum Scholarum ejusdem Societatis. Villagarsiae. Typis Seminarit A n n o MDCCLVIII, p p . 4 0 - 4 1 ) » . ( 4 1 ) E n el t e x t o latino a p a r e c e infantia e n su a c e p c i ó n p r i m i g e n i a (infari) (fari h a b l a r ) , es decir, l i t e r a l m e n t e , la e d a d e n la q u e aún n o se habla.

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de un s u e ñ o — a mis mismos progenitores, q u e e n t r e todas las otras cosas de ésta n o se a c o r d a b a n e n absoluto, suscitando su estupor. Vale la p e n a aquí considerar c ó m o p u e d a s u c e d e r p o r un milagro q u e un sordo de n a c i m i e n t o , y consiguient e m e n t e m u d o , p u e d a h a b l a r c o r r e c t a m e n t e p o r propia inspiración, n o p o r u n a e x t e r n a , instilada mediante un arte mágico. P o r otra parte p a r e c e r á verdaderam e n t e imposible a quien tiene j u i c i o q u e c u a l q u i e r a pueda llevar a c a b o un acto bajo el m o d e l o de cosas q u e n o posee e n actitud, y q u e esta m i s m a p e r s o n a pron u n c i e palabras q u e n o h a oído n u n c a ni a p r e n d i d o es u n a contradicción intrínseca o mejor, evidente, q u e nuestros maestros sostienen n o pueda ser o b j e t o de milagro. S o b r e la base de este principio n o asimilado c o n suficiente claridad, los Platónicos aseguraron q u e las formas de las cosas se hallan p o r naturaleza de m a n e r a innata en el ánimo. Octavo tipo de contracción 4 2 . P o r u n a cierta contracción p r o c e d e n t e

de

un

r e p e n t i n o t e m o r q u e c o n t r a e o e m p u j a el espíritu hasta la r o c a del corazón y a las otras partes internas, o c u r r e q u e los e n f e r m o s sanen de la mayor parte de las enfermedades, así c o m o c r e e m o s q u e las e n f e r m e d a d e s q u e surgen p o r u n a cierta causa p u e d a n ser curadas p o r el principio c o n t r a r i o . P o r n o h a b l a r del h e c h o de q u e gracias a u n a cierta contracción que sucede e n relación a un ánimo b i e n f o r m a d o , se preserva el p r o p i o cuerpo y aquél de los otros, así c o m o cantó Zoroastro y

40

practicó Pitágoras, A p o l o n i o y también Abaris. También el espíritu, tras haberse manifestado a través de los rayos e m a n a d o s p o r el o j o , si de nuevo se c o n t r a e p o r diversos afectos u n a vez q u e se h a r e c a r g a d o de diversos objetos, i m p r e g n a c i e r t a m e n t e el ánimo de pasiones similares. E n c o n s e c u e n c i a ciertas cosas c o n sólo mirarlas suscitan náusea, estupor, dulzura, t e m b l o r y e m o c i o n e s parecidas; si nos damos c u e n t a de que o t r o está mal, nosotros mismos acusamos dolor en el m i s m o punto; si vemos esparcirse la sangre de otros, sentimos que a nosotros nos falta. Es preciso sostener que ello sin d u d a e n t r a ñ a algo espiritual contraído del e x t e r i o r al interior. Y esto n o sólo se origina en la vista, sino también en la fantasía, desde el olfato, ya que p o r el olor de algunos fármacos también e l e m e n t a l e s c o n t r a e m o s un efecto purgativo, y e s c u c h a n d o después algo pavoroso, incluso considerándolo imaginario nos estremec e m o s , y n o e n vano c o n t r a e m o s e n f e r m e d a d e s al contacto c o n algunos. N o v e n o tipo de contracción 4 3 . P o r la contracción q u e se origina del fervor a m o r o so s a b e m o s q u e se subsiguen eventos de diverso g é n e r o a imitación de la cosa imaginada o vista o deseada; lo 4 2

sabía también J a c o b ( ) , q u e p o n i e n d o ante las ovejas y c a r n e r o s unas varas descortezadas y de diferente c o l o r lograba q u e los p e q u e ñ o s n a c i e r a n de más de un color. También las mujeres encintas i m p r i m e n al propio feto

( 4 2 ) Génesis 3 0 , 3 3 .

41

el aspecto y las características de la cosa q u e desean 43

más a r d i e n t e m e n t e . ( > D é c i m o tipo de contracción 44. P o r la contracción de los sentidos externos, mientras reposan durante el sueño de los actos que a ellos competen, e x p e r i m e n t a m o s que los sentidos internos, c o m o si fueran más vitales, p e r c i b e n más vivamente las clases (de objetos) que a ellos c o m p e t e n . Y c u a n t o s m e n o s son los sentidos en aquel que p o r naturaleza dice ser partícipe de ellos, todavía más potentes resultan. P o r eso Demócrito, deseando tener separada la m e n t e de los sentidos, se arrancó los ojos por los cuales se sentía obstaculizado. P e r o n o sólo hace falta constatar una eficacia mayor en los sentidos c u a n d o están en n ú m e r o menor, c o m o si la contracción tuviera lugar sobre una base cuantitativa, sino que sucede también que el mismo sentido sea dotado de una eficacia mayor p o r una disminución de la grandeza. E n los muchísimos que lo practican se ha evidenciado c ó m o el sentido, cuanto más c o n c e n trado, más eficaz. P o r eso estamos obligados a aguzar la vista por la debilidad del movimiento por parte del objeto, y p o r la debilidad del sentido por parte del órgano visual, hasta contraer en un espacio más restringido el fuego visivo. Dejo de lado el h e c h o de que las águilas ven más agudamente que nosotros, y las serpientes más agud a m e n t e que las águilas.

( 4 3 ) C o m ú n m e n t e llamados, antojos.

42

D e c i m o p r i m e r tipo de contracción 4 5 . Se añada a éstas un cierto tipo de contracción miserable, que vemos p l e n a m e n t e realizado en las personas rudas, sucias y vulgarmente hipócritas, de las cuales algunas, atormentadas por una bilis más negra y densa de c u a n t o la naturaleza c o n c e d e , continúan dedicándose a placeres venéreos y turbios, otras van en busca de revelaciones fútiles y bestiales que se originan en las turbas de su fantasía animal; y si alguno desea saber c ó m o se desarrolla todo esto, preste atención a lo que sigue. F o r m a n parte de este g é n e r o de hombres-bestia los q u e , cebadísimos

de hierbas crudas y espinosas y

l e g u m b r e s flatulentas, y untados de grasa de c a c h o r r o c o c i d o , se d e s n u d a n a continuación en el silencio de la n o c h e , c u a n d o la brisa es fresca al p u n t o j u s t o , y h a c e n q u e — h a c i e n d o reaflorar aquel calor c o n c e n t r a d o en las partes internas y tratado c o n los m e n c i o n a d o s excipientes gracias a la acción de la grasa u n t a d a q u e penetra a través de los poros de la c a r n e — se h i n c h e n fácilm e n t e los vasos de la libídine y se l l e n e n de semen artificial. Mientras tanto, excitados p o r la imaginación de prácticas venéreas, que es causada al m i s m o t i e m p o p o r la predisposición

p r e c e d e n t e y p o r el estímulo

del

m o m e n t o , alcanzan u n a lánguida excitación, a través de la cual son c o n d u c i d o s a un acto de imaginación fantástica tan intenso que, c u a n d o ellos mismos produc e n u n a libidinosa ventosidad y un líquido, l e n t a m e n t e en,el largo espacio de la n o c h e , después de q u e se han despertado n o hay nadie que p u e d a c o n v e n c e r l e s de q u e se h a n q u e d a d o en aquellos lugares; de h e c h o tie-

43

nen fijo en la mente el haberse dedicado a coitos noc­ turnos reales c o n los h o m b r e s o mujeres deseados. Y c i e r t a m e n t e p a r e c e que sea verosímil y c o n f o r m e a natura q u e al m i s m o t i e m p o sean tomados p o r un pla­ c e r n o indiferente; la eyaculación de h e c h o n o m a d u r a c o m o en el acto de un coito ordinario, sino q u e viene diferida y p r o l o n g a d a p o r el h e c h o de q u e , sin utilizar el c u e r p o , sólo c o n la fuerza del p e n s a m i e n t o , e n u n a emisión c o n t i n u a y ralentizada a través de los vasos de la libídine se p r o d u c e n una ventosidad y un líquido inducidos artificialmente. H e aquí u n a de las c o n t r a c c i o n e s i n m u n d a s del ánimo, para afrontar la cual s a b e m o s que es suficiente u n a téc­ n i c a q u e dirija la naturaleza y la s e c u n d e c u a n d o t o m a su curso. Sin e m b a r g o , han solido c o n v e n c e r l o s (pues es n e c e s a r i o que estas personas predispuestas al placer se convenzan también) de p o n e r en j u e g o para estas cosas la p o t e n c i a de los p e n s a m i e n t o s en p r o p i o b e n e ­ ficio, y para h a c e r creíble esto usan ciertas e x p r e s i o n e s célebres, q u e casi se tienen p o r sacras, y otras sospe­ chosas p o r su significado e s c o n d i d o , y también gestos supersticiosos y c o n o c i d o s practicados de m o d o irra­ cional. Y estas prácticas, a u n q u e de p o r sí n o p u e d e n p r o d u c i r ningún resultado, son sin e m b a r g o de tal efi­ cacia en el ánimo de los crédulos q u e c o n d u c e n sobre todo a u n a turbación de la fantasía, y sin q u e ésta sea alienada p o r pasiones de tal g é n e r o sirven para p o c o o casi nada. E n efecto sucede p o r un h e c h o físico que la fantasía de éstos p u e d a ser turbada de m o d o más apro­ piado y eficaz gracias a la estimulación de un c i e r t o

44

t e m e r a r i o t e m o r q u e una r u d a pasión impulsa a la audacia. Es de h e c h o bien sabido q u e estas cosas son imposibles para los ánimos más n o b l e s y para las men­ tes más evolucionadas y q u e p u e d e n dirigir el acto ima­ ginativo sobre el o b j e t o de la fantasía.

Estas cosas

( c o m o otras q u e m e n c i o n a r é e n breve) son enviadas al f o n d o n o por la materia que p r o p o r c i o n a a las m e n t e s más divinas una melancolía más c o n t e n i d a , sobre la que ellos se alzan gracias a la firmeza del p e n s a m i e n t o , sino a través de u n a cierta debilidad del r a c i o c i n i o hun­ dida en el s e n o de u n a materia más bruta. D e c i m o s e g u n d o tipo de contracción 4 6 . P e r o dirijámonos a h o r a a esos personajes nuestros apocalípticos, n o demasiado ingeniosos, los cuales, p o r más q u e sean afligidos p o r un tipo de la m i s m a melan­ colía bastante m a l o l i e n t e , n o obstante difieren en el objetivo p o r la diversidad de la libídine. D e t e s t a m o s esto sobre todo, pues estos n e c i o s a l i m e n t a n al m i s m o t i e m p o n o sólo la p r o p i a turbia estupidez sino también la de los demás ignorantes y asnos, ante los cuales apa­ r e c e n c o m o profetas y reveladores de piedad. Aquellos, q u e desprecian e n e x c e s o el a l i m e n t o natural,

tras

h a b e r sido llevados a la delgadez insana y al vicioso 44

abrazo s a t u r n a l * ) , se a p o d e r a n de ciertas técnicas de meditación ( q u e c r e e n pías) más aptas para turbar la

( 4 4 ) Del lat. saturnalis. L a R A E d a tres a c e p c i o n e s 1. P e r t e n e c i e n t e o relativo a S a t u r n o , 2. Fiesta en h o n o r del dios S a t u r n o y 3 . O r g í a desen­ f r e n a d a . Hay q u e t e n e r e n c u e n t a q u e e n la c e l e b r a c i ó n d e este dios tiene su o r i g e n el carnaval.

45

fantasía, siendo cómplice la sombra de la noche se deslizan hacia u n a cierta tristeza, por lo q u e

flagelándose

sin demasiada violencia h a c e n aflorar el calor desde las partes internas a aquellas más externas, de m o d o que, u n a vez este calor sea refluido al m á x i m o posible al interior, la tibieza melancólica se distienda más ampliam e n t e en su espíritu y, para q u e n o falte ocasión algun a de alcanzar el éxtasis, e m p u j a n d o la reflexión del 4 5

ánimo a la m u e r t e de algún Adonis ( ) y a ñ a d i e n d o a la tristeza una c i e r t a dulce tristeza (de h e c h o s a b e m o s que su libídine n o c a r e c e de lágrimas) se deslizan hacia u n a excitación de otro g é n e r o , y al m i s m o t i e m p o , p o r el efecto del sentido turbado, fácilmente p o r impulso de su p r o p i o espíritu se u n e n a alguna inteligencia de aquellos espíritus i n m u n d o s y al m i s m o t i e m p o burlones, y yo al final n o sé a qué mirada desvelada y a qué palabra de míseros y tristes n ú m e n e s p u e d a n creer, exaltados hasta el p u n t o de oír y p e r c i b i r esas cosas que jamás habrían podido a p a r e c e r en su p e n s a m i e n t o . S a b e m o s sin e m b a r g o q u e este ímpetu de la fantasía turbada en algunos hizo efecto hasta el p u n t o de des( 4 5 ) A d ó n , (Adonis, e n g r i e g o ) n a c i d o d e un árbol d e m i r r a cuya c o r t e za se rasgó tras diez meses d e gestación según la mitología y n a c i d o del mítico rey Ciniras y su hija Mirra, e n el festival d e Afrodita, e n Pafos. E r a t a m b i é n u n título g e n é r i c o d e los dioses ( A d o n a i significaba A m o , D u e ñ o , S e ñ o r ) , p e r o llegó a convertirse e n divinidad especial, personal y acaso la m á s i m p o r t a n t e d e F e n i c i a a través del A d ó n d e Gebal, o Adonis d e Biblos. N o c o n o c e m o s su v e r d a d e r o n o m b r e , a m e n o s q u e fuera el T a m u z babilónico. E r a un dios j o v e n , u n a divinidad d e la v e g e t a c i ó n , s i n g u l a r m e n t e d e la primavera, q u e r e n a c e a u n a n u e v a vida después del invierno, p o r lo q u e n o es e x t r a ñ o q u e se identificara c o n el egipcio Osiris y q u e a m b o s mitos se influyeran c o n m u c h a intensidad.

46

cubrir, inflingidas en el propio c u e r p o c o n el fervor de 4 6

u n a imaginación demasiado ardiente, l l a g a s ' ' de dioses heridos, de los cuales habían contraído el aspecto e n el ánimo c o n demasiada intensidad. D e c i m o t e r c e r tipo de contracción 47. A este último tipo de contracción n o referiré en absoluto aquello que t e n e m o s por cumplido en un h o m b r e de altísima contemplación, Tomás de Aquino: mientras éste era raptado —recogidas las fuerzas del ánimo— e n el cielo que se había imaginado, se unieron el espíritu animal, el sensitivo y el móvil, hasta tal p u n t o que el cuerpo se elevaba de la tierra libre en el aire; y si bien los m e n o s cultos atribuyen el h e c h o a un milagro y basándose en una ignorancia arcana y presuntuosa n o c r e e n fácilmente, sabemos sin e m b a r g o c ó m o esto pueda verificarse

fácilmente

gracias a la potencia natural

del

ánimo, y m u c h o antes lo sabía Zoroastro. No sé si los «señores teólogos» quieran incluir en este tipo de con4 7

tracción el rapto en éxtasis de San P a b l o ' ) , que ni él mismo estaba seguro si había ocurrido en el cuerpo o fuera del cuerpo.

( 4 6 ) Estigmas. ( 4 7 ) Segunda

Carta a los Corintios, ( 1 2 , 2 ss.): « C o n o z c o a un h o m b r e e n

Cristo, q u e c a t o r c e a ñ o s ha —si e n c u e r p o n o lo sé, si fuera del c u e r p o , n o lo sé. Dios lo s a b e — fue a r r e b a t a d o hasta el t e r c e r cielo». P a b l o habla d e sí m i s m o e n t e r c e r a p e r s o n a p a r a d e s t a c a r q u e e n tales visiones, t o d o fue o b r a d e Dios, sin m é r i t o a l g u n o d e su p a r t e . Según los rabinos, h a b í a tres cielos: el atmosférico, el astral y el e m p í r e o . San Pablo se refiere al ú l t i m o e n t e n d i é n d o l o c o m o cielo espiritual, m o r a d a d e Dios.

47

D e c i m o c u a r t o tipo de contradicción 4 8 . Hay también u n a pésima contracción, basada e n el criterio del «alimento contrario» q u e se o p o n e diametralmente a la complexión natural, p o r el q u e , en las personas pésimamente

nutridas se c o n c e n t r a en las

partes vitales del c u e r p o un h u m o r tal q u e , p o r un lado a causa de la alteración del p r o p i o espíritu se vuelven locos y exaltados, y p o r o t r o lado a causa del acogim i e n t o de un espíritu e x t e r n o se inflaman de energía. D e h e c h o n o es difícil q u e algunos se a p r o x i m e n deprisa y bastante deseosos de los c u e r p o s simples a la materia p o r ellos predispuesta, al igual q u e es natural q u e nazca u n a vida animal y espiritual de c u a l q u i e r semilla c o l o c a d a y dispuesta a b u e n fin, y el ánimo enseguida interviene, en c u a n t o presente por doquier, en u n a c o n c e p c i ó n o b t e n i d a según las reglas. Según este criterio, c o n la añadidura del d e c i m o p r i m e r o y d e c i m o s e g u n d o tipo de contracción, gracias a u n a técnica consabida, los rudos se vuelven de g o l p e sapientes, los crédulos (también p o r superstición) contemplativos, p e r o en éstos el espíritu de sapiencia n o es p r o p i o , sino forz a d a m e n t e c o n j u g a d o c o n el propio. P o r tanto h e m o s e x p e r i m e n t a d o q u e los espíritus furiosos y los mismos espíritus intelectivos h a n sido expelidos c o n más frec u e n c i a c o n ciertos e x c r e m e n t o s animales preparados 48

c o n m e d i d a s a t u r n a l ^ ) ; también un m o n j e de B r e s c i a (mientras yo estaba presente para cuidar de é l ) , que

( 4 8 ) E n la alquimia medieval el s a t u r n o e r a el p l o m o .

48

gracias a esta técnica parecía h a b e r s e convertido

de

r e p e n t e en profeta, gran teólogo y c o n o c e d o r de toda lengua, siendo recluido en la cárcel p o r iniciativa de los m o n j e s q u e adscribían u n a tal g r a n d e sapiencia a un principio m a l i g n o , p o r el efecto del acetabolÁ^

mez­

50

clado c o n el zumo de p o l i p o d i o * ) pisado, u n a vez liberado de los h u m o r e s y del espíritu

melancólico,

resultó el asno q u e siempre había sido. D e c i m o q u i n t o tipo de contracción 49. En fin la contracción del ánimo más loable y en ver­ dad propia de los filósofos es aquella por la cual Anaxar­ 5 1

c o ' ' , impasible en el soportar los latigazos, afligía al tira( 4 9 ) Acetabole-1.

A n t i g u a unidad d e m e d i d a d e c a p a c i d a d . 2. Recipien­

te u s a d o p a r a c o n t e n e r líquidos, difundido e n la antigua R o m a . 3 . Ven­ tosa q u e p e r m i t e a d h e r i r a superficies lisas p r e s e n t e en algunos g u s a n o s y anfibios. 4. C o p a q u e c o n t i e n e los ó r g a n o s r e p r o d u c t o r e s de los liqúe­ nes. 5. El cáliz de las flores. ( 5 0 ) El polipodio [Polypodium

vulgare ssp. serrulatum,

(= P . c a m b r i c u m

ssp. c a m b r i c u m , = P.australe)] es u n h e l é c h o , vistoso y r e l u c i e n t e e n t i e m p o h ú m e d o , q u e e n r a i z a e n grietas g r a n d e s y rellanos d e r o c a d e a m b i e n t e s sombríos. ( 5 1 ) A n a x a r c o d e A b d e r a (Diógenes L a e r c i o , I X , 10, 5 9 ) : fue discípulo de D i ó g e n e s d e E s m i r n a . O t r o s d i c e n lo fue d e M e t r o d o r o Q u í o . Ana­ x a r c o , pues, tuvo familiaridad c o n Alejandro, floreció hacia la Olimpía­ d a C X . N i c o c r e ó n , t i r a n o de C h i p r e , fue a m i g o suyo. H a b i é n d o l e Ale­ j a n d r o p r e g u n t a d o en u n convite q u é le p a r e c í a d e la mesa, dicen q u e r e s p o n d i ó : « T o d o magnífico, o h rey; p e r o d e b i e r a a d e m á s servirse e n ella la c a b e z a d e c i e r t o sátrapa»; estas palabras las dijo vuelto h a c i a Nico­ c r e ó n . Este, a c o r d á n d o s e de la injuria, después d e la m u e r t e del rey, c o m o navegase A n a x a r c o y fuese llevado p o r fuerza a C h i p r e , lo c o g i ó y lo m e t i ó e n un m o r t e r o , y lo m a n d ó m a c h a c a r e n él c o n m a j a d e r o s de h i e r r o . A esto él n o c u r á n d o s e del suplicio, p r o n u n c i ó aquella c é l e b r e sentencia: « M a c h a c a el c u e r o q u e c o n t i e n e a A n a x a r c o ; p e r o a A n a x a r ­ c o n o lo m a c h a c a s . » M a n d a n d o N i c o c r e ó n le c o r t a s e n la lengua, dicen se la e s c u p i ó e n la cara.

49

n o Nicocreón más de cuanto él mismo estuviese siendo torturado, y aquella por la cual Polemón n o palideció ni siquiera tras las mordeduras de perros rabiosos, y aquella por la cual L o r e n z o insultaba a los enemigos virilmente tanto con brasas ardientes c o m o c o n una alfombra de rosas. ¿Y bien? ¿No es acaso verdad que un más decidido placer, temor, esperanza, fe, desdén y desprecio de la realidad alejan del sentimiento presente? Y entonces se verifica la realización de la perfecta filosofía, en caso de que alguno por la profundidad de la especulación se separe de las pasiones del cuerpo tanto que n o sienta dolor en absoluto. Creemos por otra parte que en aquel que h a llegado a un punto tal que n o siente dolor, haya mayor virtud que en otro que lo siente y resiste. En efecto Epicuro n o juzga verdaderamente virtuoso a quien admite el sentido del vicio opuesto. N o sufre la angustia de la muerte quien se interesa más por otro aspecto de la cosa. Algunos, siendo arrastrados sobre todo por el deseo de seguir la voluntad divina (en la que creían

firmemente),

no

eran turbados por amenaza alguna ni por miedo alguno de origen diverso que les persiguiese. ¿Debería yo quizá considerar intenso el a m o r por la virtud que n o pueda disipar el miedo de un h e c h o transitorio? Fácilmente podría creer que quien tiene miedo de los h e c h o s temporales n o haya estado n u n c a en contacto c o n h e c h o s divinos; de h e c h o quien es de veras sabio y virtuoso, desde el m o m e n t o en que siente dolor, es feliz en un grado máximo (cuanto consienta la condición de la vida presente), si quieres mirar la cosa con el ojo de la razón. 5 0 . P o r todo esto tienes la posibilidad de darte c u e n t a de cuántos m o d o s , sabia, inútil y p e l i g r o s a m e n t e , pue-

50

das c o n t r a e r el espíritu, r e u n i r las fuerzas, revertir el á n i m o hacia la especulación, a la comprensión de lo q u e es especulado y a la conservación de lo q u e ha sido c o m p r e n d i d o , e i g u a l m e n t e , puedas c o m p o r t a r t e acti­ v a m e n t e en c a m p o s afínes m e d i a n t e lo q u e es afín, en c a m p o s p r o p o r c i o n a l e s m e d i a n t e lo q u e es proporcio­ nal, en c a m p o s diversos m e d i a n t e criterios analógicos, y e n fin en c a m p o s contrarios m e d i a n t e aquello que es opuesto. D e esto n a c e esa consideración q u e c o n d u c e a la inteligencia, a la sensatez y a la m o d e r a c i ó n de las pasiones. Sin e m b a r g o , a u n q u e resulte un p o c o labo­ rioso, es preciso ser cauto para q u e tú —batiéndote excesivamente c o n t r a objetos de la fantasía y p o r así decirlo n o poseyéndolos sino siendo más bien poseído 52

p o r ellos ( c o m o dicen le sucediera a A n t i f e r ó n ^ ) ) — te guardes sobre todo de situarte en el g r u p o de quie­ nes son arrastrados más q u e arrastran. Nosotros h e m o s c o n s i d e r a d o tales aquellos que c o n la dieta, la soledad, el silencio, la sombra, la unción, los latigazos, el calor, el frío, la tibieza, ora t e n i e n d o contraído el espíritu, o r a habiéndolo relajado, c o n la fantasía turbada p o r la vana meditación de fantasmas van al e n c u e n t r o de u n a miserable locura.

( 5 2 ) Cf. Aristóteles, De memoria, 1, 4 5 1 a .

51

S E G U N D A P A R T E D E EL SELLO DE LOS SELLOS 1. C o m o los ramilletes, las pajillas, las pieles sutiles y otras cosas de este g é n e r o , arrojadas al fuego, se con­ traen al m o d o de las cosas q u e se dice son las únicas dotadas de sentido, c o m o si huyesen de la i n m i n e n t e destrucción, huyen y escapan de allí c o m o p u e d e n , así a n i n g u n o falta, a u n q u e sea indiferente y obtuso c o n r e s p e c t o al sentido, el principio natural gracias al cual p u e d e fortalecerse y defenderse m e j o r de la condición presente. Si observas luego c o n más atención,

no

encontrarás n a d a q u e sea mutilado, tajante y totalmen­ te m u e r t o hasta el p u n t o de estar c o m p l e t a m e n t e pri­ vado de alguna preocupación interior p o r sí mismo, de cualquier g é n e r o q u e ésta sea. C o n vistas a tutelar el p e r f e c c i o n a m i e n t o del ánimo, d e b i e n d o ser instruidos, dirijámonos p o r tanto a la educación personal de nues­ tro a n i m o ; esto e n verdad, — e x i l i a d o del m u n d o inte­ ligible, patria de la luz— es ayudado p o r u n a facultad natural que p o r así decirlo está en popa, bajo cuya guía, c o m o la c e n t e l l a q u e se dirige h a c i a el propio cielo, aparta a la navegación de posibles obstáculos y, a u n q u e

53

i n c o n s c i e n t e m e n t e , es apartada de ellos. Además el ánimo, c u a n t o más p o t e n t e es en los asuntos del cuerp o , más p o t e n t e s distracciones posee, hasta el p u n t o de n o ser obstaculizado en las propias i n c l i n a c i o n e s naturales y a c c i o n e s por los vértices de los impulsos de la m a t e r i a q u e es causa de turbación. C o n o c e por tanto, c o n o c e esas p e q u e ñ a s distracciones, y c o n s i d e r a c ó m o h a c e falta l u c h a r c o n t r a una ciega calígine, q u e es 53

n e c e s a r i o dejar fuera a la p u e r t a ^ ) . Considera sobre todo los cuatro r e g e n t e s i n t e r n o s de las acciones: amor, arte, magia, matemática.

( 5 3 ) L a p u e r t a d e los sentidos c o r p o r a l e s .

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LOS CUATRO REGENTES El a m o r 2. El a m o r es aquello p o r cuya p o t e n c i a todas las cosas son generadas; está en todas las cosas, vivo e n aquello que está vivo, gracias a él todo lo q u e está vivo vive, y es él m i s m o la linfa vital de lo que está vivo; calienta lo q u e está frío, i l u m i n a lo q u e está oscuro, despierta lo q u e está a d o r m e c i d o , vivifica lo q u e está m u e r t o , h a c e r e c o r r e r a las cosas inferiores la región supraceleste, transportándolas c o n divino furor; p o r su c o m e t i d o las almas son ligadas a los cuerpos, p o r su guía son alzadas a la contemplación, p o r su vuelo se u n e n a Dios superadas las dificultades naturales. Es él quien e n s e ñ a qué cosas son nuestras y cuáles de otros; es él quien h a c e q u e otras cosas sean dominadas y poseídas p o r nosotros, y q u e m a n d e m o s y d o m i n e m o s al resto de cosas; de h e c h o la necesidad, q u e se burla de todo, o b e d e c e sólo al amor. Volvamos pues a h o n r a r l o , m i r a n d o n o a los tres lugares sino a todo, estimulados n o tres veces, n o siete, sino siempre. El arte 3. D e b e m o s pues traer a la m e n t e esto a propósito del arte: cuanto c o n más precisión se dedican a la propia finalidad

las cosas naturales respecto a las artificiales,

m e n o s actúan según un cálculo; por eso comprendió bien Aristóteles c ó m o el mayor cálculo n o sea el criterio de la mayor pericia e inteligencia. Efectivamente experim e n t a m o s en nosotros que el arte más perfecto n o cal55

cula m u c h o , y el arte elaborado n o tiene necesidad de razonar, sea porque actuamos a semejanza de la naturaleza, sea porque la naturaleza actúa j u n t o a nosotros. P o r tanto el arte se realiza p e r f e c t a m e n t e en el m o m e n 54

to en q u e está c o n e c t a d o a la naturaleza a g e n t e ^ ) ; de h e c h o , todo está dispuesto de m a n e r a q u e arte y naturaleza tengan u n a c o n e x i ó n , sea p o r q u e el arte consiste en un cierto sentido de imitación de la naturaleza, sea p o r q u e , c o m o es imposible q u e lo que es natural n o sea partícipe del arte, así t a m p o c o lo q u e es fruto del arte p u e d e faltar de la naturaleza. N o hay n a d a c o m p l e t a m e n t e artificial q u e n o d e p e n d a de la naturaleza; de aquí, tal y c o m o del arte c o n o c e m o s los caracteres racionales o naturales de cualquiera, así es preciso aplicar a la naturaleza el principio del arte y de la razón. Para c o n s e g u i r p o r tanto un arte p e r f e c t o y c u m p l i d o , es preciso q u e te unas al alma del m u n d o y vivas u n i d o a ella q u e , l l e n a de principios racionales p o r natural fecundidad, g e n e r a un m u n d o l l e n o de principios simi55

lares. Y estos principios ( c o m o también P l o t i n o ^ ) c o m p r e n d i ó ) plasman y dan f o r m a a todas las cosas en las semillas, c o m o si fueran p e q u e ñ o s m u n d o s . Desde el m o m e n t o en que el alma está presente en todas partes y está entera y en el e n t e r o y en cualquier parte entera, por esto según la conformación de la materia podrías ver en cada cosa, aunque fuera p e q u e ñ a e incompleta, el m u n d o , y c o n mayor razón la imagen del

( 5 4 ) Cf. Ficino, Thed. plat. II, 7, 1 0 1 . ( 5 5 ) Cf. Plotino, Enéadas, maticus».

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IV, 3 , 10. «Rationes seminales»,«locus sper-

m u n d o , por lo que n o sin motivo p o d e m o s afirmar c o n Anaxágoras que todo está en todo. Cuando por tanto algo se realiza del m o d o en que la esencia de su alma parece exigir respecto a u n a tal materia, n o sucede por una decisión accidental y p o r una consideración calculada (así de h e c h o crea el arte, que es posterior y emula a la naturaleza) sino por un principio interno, puesto que la naturaleza despliega la forma presente. Ve por tanto de d o n d e n a c e el admirable arte. L a matemática 4. T o d o s los sabios fueron unánimes al sostener q u e también la matemática contribuye a la construcción del ánimo, ya q u e lo que es visible es imagen de lo q u e es invisible. D e h e c h o las cosas q u e están e n el m u n d o inteligible se h a c e n tangibles c o m o en un espejo en el m u n d o sensible. Aquí se mueven, se diferencian; allí sin e m b a r g o están inmóviles en un o r d e n p e r p e t u o e i n m u t a b l e . L a matemática, e n s e ñ á n d o n o s a abstraer desde la materia, el m o v i m i e n t o y el tiempo, n o s vuelve intelectivos y c o n t e m p l a d o r e s de los tipos inteligibles. P o r eso Pitágoras, Platón y todos aquellos que se e m p e ñ a r o n e n h a c e r n o s c o m p r e n d e r temas profundos y difíciles, n o usaron n u n c a otros m e d i o s que la matemática. Y aquel m i s m o adversario de los matemáticos, más p r o p e n s o a la lógica, Aristóteles (quien es m e j o r a c u s a n d o q u e a r g u m e n t a n d o ) , mientras se esfuerza en descifrar las profundidades de la naturaleza, ¿cuántas veces c o n s t r e ñ i d o p o r la necesidad, r e c u r r e a la despreciada matemática?

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A nosotros nos es c o n c e d i d o alcanzar desde las imágenes y las sombras de los cuerpos — q u e son oscuros elementos sensibles—, mediante los e l e m e n t o s matemáticos — que Platón considera oscuros inteligibles—, hasta las ideas, que considera claras inteligibles, así c o m o también su claridad se i m p r i m e en nuestra razón mediante los instrumentos de la matemática. Obvio el h e c h o de que entre la matemática y la física se r e c o n o c e un espacio para los h u m o r e s de ciertos cuerpos naturales que conservan íntegras las características, dentro de determinadas distancias: de éstos alguna vez se sirvieron los magos para arruinar a alguno. Esto comprendió Heráclito, y lo confirmaron Epicuro, Sinesio y Proclo, mientras nosotros de eso sabemos bien p o c o , y los nigromantes lo e x p e r i m e n t a r o n en grado máximo. La magia 5. ¿ Q u é decir de la magia, q u e c o n el i n t e r m e d i a r i o de la matemática c o m p a r t e el h e c h o de ser casi equidistante de la física y de la metafísica? Hay dos tipos: la prim e r a que, sea m e d i a n t e la credulidad y la fuerza de la fe, sea m e d i a n t e otros n o loables tipos de contracción, mortifica el sentido, m e d i a n t e el cual su e s e n c i a (de la magia) viene absorbida p r o f u n d a m e n t e

a través

de

algún e l e m e n t o e x t e r n o , a tal p u n t o q u e la m e j o r naturaleza se transforma en la i m a g e n de algo p e o r (y ésta aviene e n t r e los magos deshonestos, q u e empujan al h o m b r e o algún animal hacia un c i e r t o espíritu e m b l e m a de los e l e m e n t o s q u e p e n e t r a n , y una vez cumplidas las u n i o n e s c o n la p o t e n c i a o b i e n c o n la sustancia de

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estos e l e m e n t o s , realizan cosas admirables e n los cuer­ pos, e n las pasiones, e n las artes y en las zonas y en las r e g i o n e s del m u n d o , alterando, agitando, transforman­ do, o c u l t a n d o ,

manifestando,

ligando,

disolviendo,

extrayendo, i n t r o d u c i e n d o , real o a p a r e n t e m e n t e ) ; el segundo tipo de magia, n o obstante, es aquella que, a través de u n a fe vigilada y los otros apreciables tipos de contracción, está tan lejana de servirse en caso alguno de la turbación del sentido, q u e lo sostiene sin e m b a r ­ go c u a n d o r e n q u e a , lo c o r r i g e c u a n d o yerra, lo forta­ lece y lo agudiza c u a n d o es débil y obtuso. C u a n d o esta magia r e c o n o c e , p o r virtud del gran dae56

wiow' ) ( q u e es el a m o r ) , q u e el a l m a está u n i d a al c u e r p o a través del espíritu, y q u e el espíritu a través del alma a d q u i e r e u n a p o t e n c i a más a u t ó n o m a y divina, y que todas las cosas del m u n d o están ligadas y c o n c a t e ­ nadas e n t r e ellas a través de un n ú m e r o mayor o m e n o r de intermediarios, y q u e c u a n d o n o se e s c o n d e el alma es d o b l e — e s decir, superior y más intelectiva, q u e r e p r o d u c e en sí misma lo bello, e inferior, q u e lo repro­ d u c e e n otro lugar—, y q u e la p r i m e r a es c o m p a r a d a a u n a Venus superior, la segunda a u n a inferior y vul­ 5 7

g a r ' ) , y ésta es la m a d r e del a m b i g u o C u p i d o , e n las

( 5 6 ) L o s griegos y los r o m a n o s a veces e m p l e a r o n el t é r m i n o p a r a los e g o s divinos e n el ser h u m a n o . L o s filósofos c o m o Platón dividieron los daemones en tres clases, «las dos primeras son invisibles; sus c u e r p o s son p u r o é t e r y fuego (Espíritus Planetarios); los Daimons d e la t e r c e r a clase son vestidos c o n vaporosos cuerpos; son n o r m a l m e n t e invisibles, p e r o a veces, h a c i é n d o s e a sí mismos c o n c r e t o s , se vuelven visibles p o r u n o s p o c o s segundos. Estos son los espíritus terrenales, o nuestros c u e r p o s astrales». H a d e e n t e n d e r s e c o m o fuerza motriz del á n i m a , pensamien­ to creador. ( 5 7 ) Cf. Platón, Symp. 1 8 0 d y ss.

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dos caras del cual consiste el sentido de la naturaleza, de p o r sí m i s m o llamado vida, c o n t e m p l a esto en todas las cosas de la naturaleza; en realidad de este sentido deriva el deseo en las partes de los c u e r p o s y e n los principales m i e m b r o s del m u n d o , es decir, los mayores seres vivientes y los dioses, a fin de q u e ellos r e t o r n e n a su lugar, y r e c o r r a n los circuitos vitales. Si de h e c h o estas cosas n o tuvieran tales p e r c e p c i o n e s , n o serían n u n c a movidas a lo q u e c o n v i e n e y hacia el lugar q u e les c o n v i e n e . D e aquí bien dijeron ( a u n q u e n o todos lo c o m p r e n d a n b i e n ) q u e la o b r a de la natu­ raleza es o b r a de inteligencia. L a magia natural t i e n e en c o m ú n c o n la supersticiosa y c o n la divina este prin­ cipio: todas las cosas, p o r un cierto estímulo i n t e r n o , según sus fuerzas huyen del mal y persiguen el b i e n , y algunas se mueven desde sí mismas, otras son movidas p o r algo, otras p o r un principio i n t e r n o , que es siem­ pre n e c e s a r i o o propio de quien t i e n e necesidad, otras de un espíritu e x t e r n o (y éstas a veces consisten en aquello de lo q u e o t r a tiene n e c e s i d a d ) , otras en fin se mueven p o r naturaleza, otras c o n violencia, otras sin o p o n e r resistencia. D e aquí, c o n s i d e r a n d o la p r e s e n c i a o falta de a c u e r d o y la fuerza de ambas, gracias a la apli­ cación de principios a principios, de causas agentes c o n receptoras, la magia, e m u l a d o r a de la naturaleza o m n i ­ p o t e n t e , se h a c e aliada de ella y de algún m o d o su d i r e c t o r a y r e c t o r a c o n vistas a su propio b e n e f i c i o . Los cuatro objetos 6. H a c e falta p o r tanto considerar cuatro objetos: luz, color, figura, forma; a éstos d e b e m o s a p r o x i m a r n o s 60

desde cuatro p u n t o s de vista, según u n a cierta analogía o b t e n i d a de los grados del cuadruplo m o d o de consi­ derar: metafísico, físico, racional y moral. La luz 7. Considera, por tanto, c o m o los Platónicos, la luz c o m o fuego y forma del cielo, imagen de la vida celeste (de m o d o que lo que en la vida celeste es intelectual, en un cuerpo celeste es luminoso, c o m o aquello que en la m e n t e es intención, en la voz es discurso o palabra), e n c e n d i d a por Dios en el sol, en el cual se encuentran las otras cualidades, de las cuales las más importantes son: el calor vital y placentero, una cierta actividad motriz y formadora de todas las especies. Hay una luz más íntima gra­ cias a la cual el sol brilla c o n luz propia: se considera dife­ rente de este tipo la luz que desde allí se difunde por todo c o m o una imagen del sol. Por tanto de esta luz que se ha e n c e n d i d o en nosotros pasamos a la luz esparcida que la e n c i e n d e , después a aquella de la que es derrama­ da físicamente, por tanto a esa íntima que es el principio de la efusión, en fin de aquella que está en un cuerpo divi­ sible c o m o e l e m e n t o divisible a esa más simple e indivisi­ ble: c o m o si se pasase de un sonido trascrito e impreso en la materia con los caracteres propios a u n o escuchado, por ejemplo esparcido por el aire, después a u n o emiti­ do, por tanto a los principios orgánicos de emisión, en fin a la simple potencia y a la facultad indivisible a cuyo m a n d o los órganos o b e d e c e n . Q u e aquella luz p r i m e r a e inicial existiese antes del sol, si n o por duración al m e n o s p o r naturaleza, lo com-

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p r e n d i e r o n O r f e o y los egipcios, cuyos misterios quizá r e p r e s e n t a Moisés en sus parábolas. P o r esto los antiguos caldeos, todos los egipcios, los Pitagóricos, los Platónicos y otros óptimos c o n t e m p l a d o r e s de la naturaleza adoraban más a r d i e n t e m e n t e este sol (Platón lo llamó hijo visible e i m a g e n del sumo Dios, a su nacim i e n t o Pitágoras t o c a b a h i m n o s c o n su lira, y Sócrates e r a raptado en éxtasis saludando su d e s p u n t a r ) , considerándolo vista y oído e n t r e las otras estrellas, n o privados de m e m o r i a y a g o t a n d o las o r a c i o n e s ; n o es cond e n a d a la idolatría de aquéllos, pues, volviendo los ojos del c u e r p o a imágenes vivientes y a óptimos vestigios de la divinidad, a través de un culto p o r así decir «exterior» ( q u e también Dios p a r e c e p e d i r n o s ) se refuerzan p r i n c i p a l m e n t e en la religiosidad interior y más e n c e n dida del ánimo. D e h e c h o , nosotros, q u e somos guiados de la m a n o al c o n o c i m i e n t o a través de las cosas sensibles h a c i a aquellas inteligibles, y c o n análoga progresión desde las cosas incorpóreas a través de aquellas corpóreas, estando c o m p u e s t o s de u n a d o b l e naturaleza participamos de la divinidad. P o r eso, puesto q u e nuestro c u e r p o y nuestra alma, el sentido y el i n t e l e c t o , son medios para celebrar, y puesto q u e ambas facultades nos impulsan hacia lo divino a través de los m e d i o s de ambas, sean los templos y los lugares sagrados, sean q u i e n e s se dice q u e habitan en ellos, la naturaleza proc l a m a p o r todas partes que d e b a n ser o b j e t o de un d o b l e culto; ella también, sobre el m o d e l o de las estrellas que d e p e n d e n de u n a sola fuente de luz, e n s e ñ a a

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r e c o n o c e r —más allá de todos los i n n u m e r a b l e s dioses regentes del m u n d o — un solo príncipe, padre y Dios. El c o l o r 8. El c o l o r es c o n s i d e r a d o la cualidad q u e sigue a la luz, y se sostiene difiera de la luz j u s t a m e n t e p o r el h e c h o de q u e es la calidad visible desplegada sobre u n a super­ ficie,

mientras la luz es la calidad n o susceptible de

extensión alguna p e r o que c o r r e a cualquier parte en u n a fracción de segundo. El c o l o r n o es visible sino gra­ cias a la luz; de h e c h o , el c o l o r n o p a r e c e ser n a d a sino luz debilitada: a su semejanza los fantasmas n o son inte­ ligibles sino a la luz de la razón, y así los fantasmas más c e r c a n o s a la razón son más inteligibles, c o m o los colo­ res más c e r c a n o s a la luz son más visibles; además, c o m o la luz se ofrece p o r sí misma a la vista, así la evi­ d e n c i a racional [se ofrece] al intelecto, mientras el c o l o r se presenta al ojo c o m o los fantasmas a la razón. L a luz es también f o r m a universal de cada visible y del color. L a luz se difunde u n i f o r m e m e n t e en todos los colores: transmigra p o r los varios colores mientras es r e c o g i d a por los varios sujetos, y tal c o m o se c o m p o r t a la luz c o n todos los colores, hasta el p u n t o de q u e éstos son constituidos de u n a variada participación de luz a partir de materias diversas, así también se c o m p o r t a la p r i m e r a luz c o n todas las luces sensibles, hasta el p u n t o de que las diversas luces están constituidas p o r la varia­ da participación de aquella luz.

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L a figura 9. L a figura es, p o r así decirlo, n o una cantidad sin cali­ dad, n o u n a calidad sin cantidad, sino que es calidad en cantidad; n o es luz, n o es color, n o es huella de luz y c o l o r (de h e c h o a veces la j u z g a m o s al t a c t o ) , n o es can­ tidad pura, n o es p u r a calidad, sino unidad q u e deriva de ambas y a ambas. Sin e m b a r g o en su g é n e r o a través de ésta, que se presenta a la vista gracias a la luz, la naturaleza es sobre todo reveladora de cosas profundas y arcanas, es decir, a través de u n a figura visible la natu­ raleza nos indica la razón de las formas. Este es aquel fuego q u e P r o m e t e o sustrajo a escondidas a los dioses y dio a los h o m b r e s , éste es el árbol del c o n o c i m i e n t o del bien y del mal; de h e c h o ésta es la similitud de la forma. La forma 10. U n a es la forma primera, subsistente p o r sí y de sí, simple, indivisible, principio de cada esencia, forma­ ción y subsistencia; ella se c o m u n i c a a todos sin ser m e r m a d a , cada forma que es c o m u n i c a d a en ella es e t e r n a y una; ella de h e c h o es la absoluta f o r m a del ser y da a todos el ser, p o r lo que viene llamada también padre y dador de formas, hasta el p u n t o de q u e n o es la f o r m a de los m i e m b r o s y de las partes del m u n d o y de todo el universo, sino la f o r m a absoluta de la f o r m a del universo y de sus partes. Y además la f o r m a es infi­ nita, pues es todo el ser, de m o d o q u e n o está limitada a este o ese ser, de ser contraída a esta o aquella mate­ ria o sujeto, c o m o viceversa se dice infinita la m a t e r i a

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que n o esté delimitada p o r este o aquel ser a través de la forma. Esta f o r m a se dice que en dar el ser a todos d e s c i e n d a p o r ciertos grados, y se dice que la materia ascienda a esta f o r m a p o r los mismos grados, y de la diferencia, de la alteridad y de la diversidad de partici­ pación de esta materia y de esta f o r m a en sus grados p r o c e d e la diferencia, la alteridad y la diversidad de los entes. Esta f o r m a universal del ser es luz infinita, que se c o m p o r t a c o n todas las formas c o m o la f o r m a de la luz esencial c o n las formas de la luz participante, de las luminosidades y de los colores. A través de la variada participación de la misma en los diversos entes, la mate­ ria se despliega según diversas figuras. El progreso de la primera forma en las tres direcciones 11. L a forma primera, que llamamos hyperusia y —en nuestra lengua— supraesencia, extendiéndose

de la

sumidad de la escala de la naturaleza hacia lo ínfimo y profundo de la materia, en el m u n d o metafisico es fuen­ te que dispensa cada idea y forma, y difunde semillas en el seno de la naturaleza; en el m u n d o físico i m p o n e las huellas de las ideas sobre el dorso de la materia, c o m o modificando una única imagen según la especie en un n ú m e r o de espejos opuestos; en el m u n d o racional reproduce las sombras numerales de las ideas en el senti­ do, aquellas específicas en el intelecto, iluminando según su poder las oscuridades de aquél, avivando los colores de las cosas y de las intenciones. E n tal primera causa se dicen formas la entidad, la bondad, la unidad; en el m u n d o metafisico se dicen: ente, bien, lo que está antes

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de los muchos; en el m u n d o

físico: entes, bienes,

muchos; en el m u n d o racional: lo que es de los entes, de los bienes, de los muchos. El despliegue de las formas en d o c e d i r e c c i o n e s 12. Las formas intrínsecas de las cosas naturales se des­ pliegan en d o c e m o d o s (de a c u e r d o a los cuales asu­ m e n d o c e d e n o m i n a c i o n e s ) ; se trata p o r tanto de tipos, figuras, reflejos, similitudes, imágenes, espectros, ejem­ plares, indicios, signos, notas, caracteres, sellos: n o pedir la diferencia y la distinción e n t r e éstos al gramá­ tico ni al vulgar filósofo, sino medítala c o n tus capaci­ dades. Si quisiéramos desplegar estos c o n c e p t o s c o n otros n o m b r e s , e m p r e n d e r í a m o s un p r o c e d i m i e n t o sin fin, de h e c h o c r e e m o s que en los n o m b r e s n o exista n i n g u n a p u r a sinonimia. P o r tanto cada u n o según la propia capacidad intente multiplicar la diferencia p o r doce. L a multiplicación de los d o c e revestimientos de la f o r m a intrínseca 13. Estos d o c e revestimientos se multiplican hasta q u e m e d i a n t e ellos mismos se o b t i e n e n d i r e c t a m e n t e u n o p o r u n o , mientras m e d i a n t e los otros se o b t i e n e n indi­ r e c t a m e n t e todos. De h e c h o n o sólo especie, figura y reflejo y el resto del e l e n c o son revestimientos de las formas

esenciales, sino, mientras

singularmente

se

o b t i e n e n por d o c e , de ellos mismos derivan también c i e n t o c u a r e n t a y cuatro. S e dice en efecto: I ) especie de la especie, I I ) especie de la figura, I I I ) especie del

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reflejo, IV) especie de la similitud, V ) especie de la ima­ gen, V I ) especie del espectro, V I I ) especie del ejem­ plar, hasta la especie del sello. Y después: I) f o r m a de la especie, II) f o r m a de la figura, I I I ) f o r m a del reflejo, hasta la f o r m a del sello. Y así en adelante, se o b t i e n e n las otras e s p e c i e s del r e v e s t i m i e n t o

una

por

una

m e d i a n t e las restantes. Esta derivación está representa­ da en aquella figura que h e m o s susodicho, en la cual los solos e l e m e n t o s de la r u e d a i n t e r n a son derivados m e d i a n t e todos aquellos de la r u e d a e x t e r n a , y aque­ llos q u e están dibujados en línea recta fuera del círcu­ lo p e n e t r a n el círculo en A, del cual a través de un o r d e n de s e g m e n t o s alcanzan a los otros asuntos obli­ c u a m e n t e . P o r tanto, A indica 'la e s p e c i e ' , B 'la figura', C 'el reflejo', D i a similitud', E 'la i m a g e n ' , F 'el espec­ tro', G 'el e j e m p l a r ' , H 'el i n d i c i o ' , I 'el signo', K 'la n o t a ' , L 'el carácter', M 'el sello'. Estos son e n u m e r a ­ dos en un o r d e n tal que los p r i m e r o s siete p u e d e n ser representados por e j e m p l o c o n una pintura, u n a escul­ tura y un espejo, y e n t r e éstos, los primeros en m o d o más idóneo q u e los siguientes, los c i n c o sucesivos en u n a condición más confusa y general, los tres últimos sobre todo c o n el auxilio de la gráfica. Las d o c e formas de las voces y su derivación 14. A ello sigue la consideración de las doce formas de las voces, gracias a las cuales damos forma ora a lo que se ha de encontrar, ora a lo que se debe juzgar, ora también a lo que se debe recordar. Son también esas doce origina­ les, designadas c o n doce elementos: A significa «solu-

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ción», B «composición», C «adición», D «disminución», E «similitud c o n el principio», F «transposición», G «abs­ tracción», H «concreción», I «denominación», K «etimo­ logía», L «interpretación», M «consonancia». Esas son nada m e n o s que multiplicadas en ciento cuarenta y cua­ tro por mutua derivación, hasta que en la derivación se observe una cierta conveniencia; ésta, sin e m b a r g o en m o d o confuso, observado sólo el orden de combinación, proceda así: I) solución de la solución, II) solución de la composición; III) solución de la adición; IV) solución de la disminución; V ) solución de la similitud c o n el princi­ pio, y de los restantes que siguen hasta llegar a doce, y después X I I I ) adición de la solución, X I V ) adición de la composición, X V ) adición de la adición, X V I ) adición de la disminución, X V I I ) adición de la similitud c o n el prin­ cipio, y del resto hasta llegar a veinticuatro. Es necesario operar de igual m a n e r a a propósito de los restantes segmentos para llegar o r d e n a d a m e n t e al núme­ ro completo, c o m o aparece en la figura correspondiente, donde éstos son representados en línea recta en los ele­ mentos del círculo inferior, oblicuamente en los elemen­ tos del círculo superior, y viceversa. Aquí se evidencian doce combinaciones, sobre todo con criterio duplicador mediante doce segmentos de un círculo al otro, después ciento cuarenta y cuatro, después, tras h a b e r unido A del círculo inferior c o n el mismo A del círculo superior — diciendo «composición de la composición»—, en conse­ cuencia desde A se procede con varios segmentos por todos los otros elementos del círculo superior: primero por B —diciendo «solución de la composición»—, des-

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pues por C —diciendo «solución de la adición»—, y así en adelante. Respecto a los demás elementos es análogo el criterio y la práctica. Si después en la práctica, algunos de ellos resultan tales que n o puedes fijarlos con tus fuerzas, abandona; de h e c h o n o estamos tan ocupados que n o podamos dejar nada por estudiar al ingenio de los otros, c o m o n o somos tan perezosos c o m o para abandonar las cosas que son más necesarias. Las d o c e formas de las cosas 15. También las formas generales de las cosas son doce: es decir, diez categorías a las que se añade el movimiento (L) y la causa ( M ) . Explicaremos más adelante las especies de estas formas. Obviamente también ésas han sido expresadas c o n sustantivos c o m o «esencia», «subsisten58

cia», «sustancia»* ) y n o sin e m b a r g o «ser», «subsistente», «substante», sin embargo considéralas tal cual, sea que son denominadas por otro, sea que denominan otra cosa; de h e c h o en la práctica se captan en lo c o n c r e t o , en lo abstracto, en la potencia activa, en la potencia pasiva,

( 5 8 ) Metafísica, Aristóteles, libro VII, 1 0 2 8 a - 1 0 4 1 b , c a p . XIII: «Es i m p o sible, p o r otra parte, es absurdo, q u e la esencia y la sustancia, si son u n p r o d u c t o , n o sean ni un p r o d u c t o d e sustancias, ni un p r o d u c t o d e esencias, y q u e ellas p r o c e d a n d e la cualidad. E n t o n c e s lo q u e n o es sustancia, la cualidad, t e n d r í a la prioridad s o b r e la sustancia, y sobre la esencia, lo cual es imposible. N o es posible, q u e ni en el o r d e n d e las n o c i o n e s , ni e n el o r d e n c r o n o l ó g i c o , ni e n el d e p r o d u c c i ó n , las modificaciones

sean a n t e r i o r e s a la sustancia; d e o t r o m o d o serían suscepti-

bles d e t e n e r u n a existencia i n d e p e n d i e n t e . P o r o t r a parte, e n Sócrates, e n u n a sustancia, existiría e n t o n c e s o t r a sustancia, y Sócrates sería la sustancia d e dos sustancias. L a c o n s e c u e n c i a e n g e n e r a l es q u e si el individ u o h o m b r e es u n a sustancia, y todos los individuos c o m o él, n a d a d e

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en acto, en la a c t i t u d ^ ) , en la eficacia, en la eficiencia, en el efecto: en suma, implican todos los modos que pue­ den implicar: de h e c h o en la esencia está implícito el ente, el ser, la entidad, el hacer ser, el convertirse en ser, el poder ser, activamente, el poder ser pasivamente, el haber dado el ser, el haber recibido el ser y otras, c o n las otras formas de formas, si se desea. Todas éstas, c o n ter­ minología más ruda pero también más expresiva y de sig­ nificado más preciso, se dicen seificat^),

ser seificado, sei-

ficable, seificativo, h a b e r seificado, seificado. Similarmente en la sustancia está implícito el substante, el substanciar, la sustandalidad, el sustantificar, el ser sustantificado, el sustantificativo, el sustantificable, el sustantificante, la sustantificación, lo que es sustantificado, el h a b e r sustantificado, el haber sido sustantificado. Y similarmente hay que imagi­ nar para las otras formas. El uso de estos e l e m e n t o s está m á x i m a m e n t e adaptado a cada operación del intelecto, para que se manifieste en una cosa o en otra. D e h e c h o , si q u e r e m o s p r o b a r a r g u m e n t a n d o q u e algo es grande, es preciso intentar lo q u e e n t r a en la definición es sustancia d e c o s a alguna, ni existe sepa­ r a d a d e los individuos, ni en o t r a cosa q u e en los individuos; es decir, p o r e j e m p l o , que, fuera d e los animales particulares, n o hay n i n g ú n o t r o animal, ni hay n a d a de lo q u e e n t r a e n la definición. ( 5 9 ) E n el sentído de p o t e n c i a c o m o t é r m i n o

filosófico.

( 6 0 ) Se ha de c o n s i d e r a r q u e B r u n o aquí c r e a u n a e n t e r a c a t e g o r í a de vocablos a partir del v e r b o ser («essere») y «sostanti» ( q u e t r a d u c i m o s p o r «sustanti», d e la raíz d e «sustancia» más el sufijo frecuentativo «ficare», q u e según el Vocabulario delta Lingua Italiana di Zingarelli: [del latín «ficare»], equivalente en verbos c o m p u e s t o s d e n o m í n a l e s a «faceré», hacer. E n verbos d e origen latino significa «hacer, convertir, fabricar; beneficiar, dulcificar, panificar, planificar».

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asumir términos medios, o causas, p o r su grandeza, p o r 61

su m a g n i f i c e n c i a ^ ) , p o r eso que h a c e cosas grandes, p o r lo q u e h a sido h e c h o grande, p o r eso q u e p u e d e convertirse e n grande, p o r eso q u e p u e d e h a c e r gran­ de, h a h e c h o grande, se h a convertido en

grande.

I g u a l m e n t e es preciso h a c e r lo m i s m o c o n las otras for­ m a c i o n e s implícitas en la grandeza, y después c o m e n ­ zando desde el inicio de la tabla m e d i a n t e otros térmi­ nos, desde su gran esencia, ser sustancia, subsistencia, m o l e , n ú m e r o , etcétera; de m a n e r a similar somos lle­ vados a la m e m o r i a de la grandeza gracias al grande, al h a c e r grande, al h e c h o grande y gracias a más cosas y a todas, mientras vienen dispuestas c o m o se d e b e , c o m o h e m o s a p u n t a d o c o n la técnica que conviene. P o r tanto estos términos son revestimientos y formas de sí y de los otros: de sí en m o d o velado, reflexivo y reduplicativo, mientras el o b l i c u o , el abstracto, el asunto c o m o sustantivo, del m i s m o m o d o se forman en m o d o direc­ to, c o n c r e t o y asumido c o m o adjetivo; de los otros, sin e m b a r g o , p a r t i e n d o en progresión desde un término a los otros, asumidos c o m o abstractos, c o n c r e t o s , obli­ cuos, directos, adjetivos, sustantivos, activos o más. El abstracto re-forma el c o n c r e t o y viceversa, la eficacia la 62

eficiencia, el a c t o la a c t i t u d ^ ) , el ser el p o d e r y el ser o p e r a d o y viceversa. Al final, todas las cosas f o r m a n todas las cosas y son formadas p o r todas las cosas y,

( 6 1 ) Literal del latín, magnificare, magnum faceré, h a c e r g r a n d e . Pasó a las lenguas r o m a n c e s e n siglo X I I I c o n el valor d e glorificar, celebrar, exal­ tar, y t a m b i é n h a c e r p a r e c e r m á s g r a n d e , m á s n o b l e , m á s bello. (62)Ver nota 59.

71

mientras todas las cosas son formadas y figuradas a tra­ vés de todas las cosas, p o d e m o s ser llevados a investigar, encontrar, juzgar, razonar y r e c o r d a r todas las cosas m e d i a n t e todas las cosas. Las d o c e formas de las i n t e n c i o n e s , divididas en tres clases 16. I g u a l m e n t e d e b e m o s p r o c e d e r en el g é n e r o

de

ellas en lo q u e respecta a las d o c e formas de las inten­ ciones, en las cuales: 1) A significa «el g é n e r o » , B «la definición», C «la propiedad», D «el accidente»; 2 ) E «la oposición», F «la modalidad», G «la equipolencia», H «la consecuencia»; 3 ) I «la distribución», K «la c o m ­ paración», L «la división», M «la distinción». Las d o c e formas de las costumbres, distribuidas en tres órdenes 17. También respecto a las formas morales: 1) A signifi­ ca «la justicia», B «la prudencia», C «la fuerza», D «la templanza»; 2) E «la ley de la natura», F «la ley de Dios», G «la ley de las gentes», H «la ley del Estado»; 3) I «el necesario», K «lo honesto», L «lo útil», M «lo deleitable». Las d o c e formas de las formas 18. Son también doce las formas de las formas, p o r las que todas las cosas se distinguen, se dividen, se contraen, se limitan, se definen, se juzgan, y que originan todas las combinaciones artificiales. De ellas A significa «en primer o segundo análisis», B «en m o d o absoluto o relativo», C

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«en acto o en potencia» (

6 3

\ D «simplemente o según

algo», E «en m o d o intrínseco o extrínseco», F «en m o d o verdadero o aparente», G «per se o por accidente», H «en sentido c o m ú n o propio», I «en m o d o necesario o con­ tingente», K «mediato o inmediato», L «natural o atribu­ tivo», M «principal o reductor». Los d o c e f u n d a m e n t o s próximos de las formas 19. Los fundamentos de las formas son de dos tipos dife­ rentes. Algunos de h e c h o están próximos y están justa­ m e n t e en la base de cada modalidad del considerar; otros son primeros y están colocados en la base de todas las modalidades, n o sólo del considerar sino también del ser. E n t r e los fundamentos próximos A significa «si es«, B «qué es», C «de qué cosa es», D «cuan grande es», E «de qué tipo es», F «dónde está», G «cuándo es», H «en qué m o d o es», I «con qué cosa está», K «en torno a qué cosa está», L «por qué cosa es», M «por qué es». Los d o c e p r i m e r o s f u n d a m e n t o s de las formas 2 0 . E n t r e los p r i m e r o s fundamentos de las formas A sig­ nifica «el divino y superesencial», B «el ideal», C «el inteligencial», D «el cósmico», E «el daemónico», F «el sensi­ tivo», G «el vegetativo», H «el p r i m e r compuesto», I «el elemento», K «la costumbre», L «el raciocinio», M «el discurso». A éstas o a símiles cosas miran los magos, y a partir de éstas los Cabalistas han indagado el significa­ d o p o r m e d i o de la explicación del cuatro en d o c e , en ( 6 3 ) A q u í e n c a m b i o utiliza «potenza» y n o «attitudine».

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el n o m b r e de cuatro letras (64) q ;

U e

s e

r e c o n d u c e al

d o c e , y de los cuatro lacios de la simbólica Jerusalén e n d o c e puertas, y a los cuatro espíritus cardinales en d o c e gracias a los dos espíritus secundarios de c a d a u n o , y a los cuatro ejes del m u n d o e n las d o c e casas de distribución, y a los cuatro ángulos de la tierra e n los d o c e principados de las vicisitudes. P o r tanto tales d o c e en sí o b t e n i d o s migran e n los c i e n t o c u a r e n t a y cuatro e n t e s antes especificados, y dicen q u e — m a n t e n i e n d o siempre la misma p r o p o r c i ó n — se d e b a p r o c e d e r más allá p o r submúltiplos hasta los i n n u m e r a b l e s e l e m e n t o s indivisibles, explicándose la m ó n a d a superesencial p o r cosas generalísimas a través de las más generales, las generales, las especiales, las especialísimas.

( 6 4 ) Tetragmmmaton: todas las d e n o m i n a c i o n e s m o d e r n a s del j u d a i s m o e n s e ñ a n q u e está p r o h i b i d o p r o n u n c i a r las c u a t r o letras del n o m b r e d e Dios, Y H W H , e x c e p t o p o r el G r a n S a c e r d o t e e n el T e m p l o .

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L O S D O C E C O N T I N U A D O R E S D E LAS A R T E S 1. Los cuatro índices. 2 1 . Además son d o c e los c o n t i n u a d o r e s de las artes, y cuatro son sus índices; el sensible, el imaginable, el razonable, el inteligible. Sensibles son las cosas q u e , c o m o las pinturas y las escri­ turas, p r e s e n t a n las apariencias y razones de las cosas a los sentidos i n t e r n o s a través de los e x t e r n o s . E n t r e ellas resultamos sobre todo impresionados p o r las cosas visibles: de h e c h o a través de éstas se nos insinúan las diferencias

s o b r e s a l i e n t e s de

las cosas,

desde

el

m o m e n t o en que en el universo las apariencias presen­ tadas m e d i a n t e el o j o , más p r o p i a m e n t e letras, caracte­ res y figuras, p r e s e n t a n d o la armonía, el principio, el o r d e n de las esferas, p u e d e n suscitar la agudeza de nuestro e n t e n d i m i e n t o hacia el e n t e n d i m i e n t o de los regidores del m u n d o , y en fin hacia aquella del único r e g i d o r que está p o r e n c i m a de todo ( p o r el principio según el cual al final todos los diversos, los varios y los contrarios apuntan al u n o ) . Están después los principios imaginables, los cuales, en ausencia de sensibles e x t e r n o s , n o s presentan los fan­ tasmas de aquéllos; y eso que se presenta en ciertos m o m e n t o s y en d e t e r m i n a d o s lugares, esto siempre y en todas partes h a c e n c o n t e m p l a r ; y eso que en el m u n d o físico n o se c o m p o n e , n o se divide, n o e x c e d e un t é r m i n o definido de cantidad y n ú m e r o o n o lo alcanza, lo imaginable lo divide, lo c o m p o n e , lo con­ tiene, lo amplifica.

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Son pues razonables las cosas por las que discutimos de c u a n t o se h a d i c h o p r e c e d e n t e m e n t e ,

examinamos,

a r g u m e n t a m o s , investigamos, e n c o n t r a m o s , renegando de la materia nos volvemos h a c i a el i n t e l e c t o y nos alzamos a cosas más altas y puras. E n definitiva las especies inteligibles son aquéllas p o r las cuales, a b a n d o n a d a la t e n d e n c i a al r a z o n a m i e n t o dispersivo, c o n u n solo acto p o s e e m o s todo, vivimos felices, imitamos la e t e r n a inteligencia de la m e n t e . E n efecto, después de que a través de la especie racional, p r o c e d i e n d o a tientas c o m o los ciegos en la sucesión, continuación y p r o c e d i m i e n t o , h e m o s j u z g a d o al tacto la esfera, la c o n o c e m o s p o r fin a través del inteligible, casi en la especie visual, de r e p e n t e y más allá de t o d o discurso argumentativo. P o r ello, gracias a las especies inteligibles nos trasladamos a aquellos atrios en los cuales c o n un c o n t a c t o único a p r e h e n d e m o s más de cuanto en otro lugar alcanzaríamos c o n n u m e r o s o s actos. Aquí halla confirmación aquel dicho: «Mejor un solo día en tus atrios q u e mil años en otro lugar»

.

La m e n t e de gran a l c a n c e está p o r e n c i m a de los inteligibles: e n ella c o i n c i d e n especie y acto, acto y potencia, p o t e n c i a y esencia; y c o m p r e n d i e n d o e n t e r a m e n t e el todo c o n posesión c o m p l e t a y en el t i e m p o p e r f e c t o , y n o siendo presa de o b s c u r e c i m i e n t o de vicisitudes alguno, es j u s t o a ella a la q u e hay que e n t e n d e r q u e se refiere lo q u e dicen los Cabalistas: «Mil años a tus ojos son c o m o el día de ayer que ha pasado».

( 6 5 ) Salmos, 8 3 , 1 ] .

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2 ) Los cuatro testigos 2 2 . Existen cuatro testigos (abstracción, contracción, n ú m e r o y m e d i d a ) sin los cuales nada se p u e d e demos­ trar. E n t r e ellos sobre todo la abstracción tiene una impor­ tancia n a d a baladí. D e h e c h o en vista de la verdad de las cosas es útil, incluso n e c e s a r i o , considerar u n a cosa sin la otra ( p o r e j e m p l o u n a esfera sin la m a t e r i a ) , incluso si en la mayoría de los casos es nocivo, falso e imposible c r e e r o afirmar q u e u n a cosa exista sin otra. Es bastante evidente c ó m o sin abstracción n o p u e d a n a c e r en nosotros noción, especulación

o procedi­

m i e n t o alguno; de h e c h o las cosas q u e r e a l m e n t e son n o se presentan a los sentidos, hasta las que son perci­ bidas se dice sean signos, c o m o un espejo o un e n i g m a de aquéllas. Estas, según el o r d e n universal, c o n e x i ó n , c o r r e s p o n d e n c i a y similitud de las cosas, que n a c e de la generación que se r e m o n t a al p r i m e r amor, son signo, ejemplar y figura. P o r ello, en las cosas sensibles en sí n o está la verdad de lo real; de h e c h o lo que es en ver­ dad, que es siempre, que subsiste, q u e siempre fue, será (de d o n d e aquel bello d i c h o "nada nuevo bajo el sol"), esto está oculto a nuestros sentidos: a ellos se ofrece n o la sustancia q u e está en la base, sino p o r así decirlo las impresiones, colores, disposiciones,

figuras

de ella,

movimientos c o n t i n u o s , alteraciones y lo q u e es siem­ pre otra cosa y todavía otra cosa más, p e r o sin e m b a r g o n o lo q u e es verdadero y simple. Así q u e esto d e b e insi­ nuarse c o n la abstracción, que p o r así decirlo disipa los velámenes de las cosas sensibles. P o r este motivo, c o n

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gran solicitud se actuó de manera que se introdujeran c o n c e p t o s matemáticos c o m o e j e m p l o s de las cosas a considerar y p o r la contemplación, en fin, del solo ente. Es n e c e s a r i o c o m p r e n d e r , pues, que la c o n t r a c c i ó n n o es m e n o s útil; de h e c h o en ella tiene el origen, c o m o e n huellas e impresiones, la noción de multitud, de diversidad, de c o n t r a r i e d a d y de u n i f o r m i d a d de todas las esencias; éstas de h e c h o se c o n t r a e n a través de sus diversas figuraciones en el s e n o de la materia, c u a n d o u n a sustancia más divina transmigra hacia u n a [sustancia] c o r p ó r e a d e n s a y oscura y de alguna m a n e r a se c o n s t r i ñ e en los límites de ésta última. Así de h e c h o a través de u n a c o n c e n t r a c i ó n , el inteligible u n o y verdad e r o d e s c i e n d e a nosotros, de m o d o q u e es n e c e s a r i o q u e n o s a l c e m o s a él por m e d i o de la abstracción. Y en verdad esto i n t e n t a m o s c u a n d o clasificamos los infinitos e l e m e n t o s indivisibles en tipos, las i n n u m e r a b l e s especies en los muchísimos géneros i n t e r m e d i o s , y éstos en diez o d o c e categorías, y a su vez éstas en u n a única analogía suprema, de m o d o q u e —persiguiendo u n a suerte de c o n t r a c c i ó n opuesta m e d i a n t e las mismas i n t e n c i o n e s — c o n t r a e m o s el ser múltiple e infinito particular en el ser de la e s p e c i e y del g é n e r o , y éste en el ser del g é n e r o m á x i m a m e n t e universal, y esto en el ser simple o esencia: asimismo el después e n el antes, los efectos en las causas, las causas parciales en las c o m u n e s , y las próximas e inmediatas en r e m o t a s y mediatas, y las segundas en primeras y las múltiples en u n a sola. P o r tanto la c o n t r a c c i ó n resulta d o b l e : gracias

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a la p r i m e r a u n a f o r m a absoluta se convierte en f o r m a de esto y de aquello (a condición de que, sin e m b a r g o , n o pierda n a d a de la propia sustancia y n o disminuya la integridad q u e le es p r o p i a ) , gracias a la segunda con­ tracción la naturaleza inferior, de a c u e r d o c o n u n a cierta predisposición al a s e n t i m i e n t o y a la o b e d i e n c i a , a veces p o r impulso natural, a veces p o r impulso cog­ noscitivo, se r e c o g e c o m o multitud partícipe y r e c o g e en unidad los m u c h o s entes participantes. Gracias a la p r i m e r a contracción u n a f o r m a infinita y absoluta e n la esencia viene definida en esta y en aquella materia; gra­ cias a la segunda, u n a materia infinita e i n d e t e r m i n a d a en n ú m e r o viene d e t e r m i n a d a en esta y aquella forma. También gracias al n ú m e r o se realiza

óptimamente

toda contemplación y disposición del ánimo, c o m o se c r e e y n o p o r casualidad q u e lo m i s m o c o n c u r r a a la eficiencia de las cosas. G u a r d é m o n o s sin e m b a r g o del considerarlo desde el p u n t o de vista e c o n ó m i c o y con­ sistente en las vanas y sutiles cuentas de los matemáti­ cos; considerémoslo más b i e n presente en un cierto cri­ terio c o m b i n a t o r i o , del cual h a sido extraída la máxi­ ma: « c o n o c e m o s la realidad absoluta e n sus números, presa de la imaginación,

los poetas r e c i b i e r o n los

n ú m e r o s de las Musas, los dictados de los versos, A p o l o 6 6

inspira a los vates los n ú m e r o s » ' ) , de m o d o que com­ prendas q u e los n ú m e r o s n o son otra cosa q u e ciertos claros principios metafísicos, físicos y racionales q u e tanto la m a t e r i a c o m o el i n t e l e c t o — m i e n t r a s se des-

( 6 6 ) N ú m e r o e n a m b o s s e n t i d o s e t i m o l ó g i c o s , c o m o figura o cifra, y c o m o d e la m é t r i c a d e los versos.

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pliegan y se dirigen a la f o r m a superior o luz— p u e d e n c o n c e b i r según u n a o la otra modalidad de entendi­ miento. También la m e d i d a se j u z g a sea u n a especie de princi­ pio activo de toda cosa que sigue u n a regla y en la cual b u s c a m o s la verdad y la justicia. N o se trata de aquélla c o n o c i d a sólo p o r los geómetras prácticos, sino de aquella m e d i a n t e la cual valoramos la i m p o r t a n c i a de la sustancia y de las propiedades de las cosas, y midien­ do los confines de las cosas y e s t a b l e c i e n d o líneas divi­ sorias oportunas

definimos y c i r c u n s c r i b i m o s todo.

P e r o nosotros m e d i m o s los actos m e d i a n t e los efectos, las potencias m e d i a n t e los actos, las facultades median­ te las potencias, las esencias m e d i a n t e las facultades y en fin a través de éstas j u z g a m o s la i n c o n m e n s u r a b i l i ­ dad de todas las esencias. Es esta fuente la q u e e n ver­ dad mide, pues las otras según un o r d e n inverso m i d e n las cosas subsiguientes a través de las p r e c e d e n t e s , y ésta es la m e d i d a de todas las cosas, aparte de la cual n i n g u n a otra se p e r c i b e c o m o adecuada. D e h e c h o en esas cosas que en n a d a se distinguen se verifica u n a per­ fecta c o n c o r d a n c i a . 3) L o s cuatro directores Nos dirigimos a toda cosa o b v i a m e n t e r e s p e c t o a simi­ litud, proporción, o r d e n y simetría. El símil a m a a otro símil, disfruta de otro símil, es lle­ vado h a c i a otro símil; el s e m e j a n t e excita, mueve y arrastra al símil; el símil n a c e , es y se c o n o c e a partir del símil. P o r tanto, obtenidas las similitudes, h a c e m o s

80

c u a l q u i e r cosa, y llevamos a c u m p l i m i e n t o toda cosa u n a vez éstas se le asocian. Vale la p e n a utilizar u n a proporción c u a n d o cuatro tér­ m i n o s subsisten dos a dos p o r género, c o m o poseyendo dos e n similitud; de h e c h o n o sólo las cosas son seme­ j a n t e s a las cosas, sino q u e además p a r e c e n estar en relación igual éstas c o n aquéllas, c o m o aquéllas c o n las otras. E n la proporción tiene origen la consistencia en el aspecto de las cosas, la belleza en la disposición de ellas, la gracia en el sentido, el deleite e n la razón y la gloria e n la inteligencia. Gracias al o r d e n , el caos físico ha sido c o m p u e s t o en el bello espectáculo del m u n d o ; gracias al o r d e n , el caos inteligible h a separado n e t a m e n t e el m u n d o metafisico del e t e r n o , y lo h a p r e s e n t a d o distintamente; gracias al o r d e n impulsamos el caos imaginable al t e r c e r m u n d o , q u e es reflejo de los dos m u n d o s p r e c e d e n t e s . El o r d e n es el c o n t i n u o o p o n e n t e de la casualidad y del azar. C o n sólo c o n c e b i r la simetría, en fin, r e c o r d a m o s cual­ quier

cosa c o m o c o m p u e s t a , c o m p l e j a ,

conjunta,

mixta, unida, o r d e n a d a . D e h e c h o a u n q u e o b s e r v e m o s distinta, e x t e r i o r e i n t e r i o r m e n t e u n a parte tras otra, un m i e m b r o tras otro m i e m b r o , u n a especie tras otra especie, aún así n o alcanzaremos la regla de la perfec­ ción sin la c o m p a r a c i ó n a r m ó n i c a y h o m o g é n e a

de

todo c o n todo, o al m e n o s de lo más i m p o r t a n t e c o n lo más i m p o r t a n t e , y t a m p o c o — e n c o n s e c u e n c i a — de aquella e s e n c i a que consiste p o r así decirlo en u n a acti­ tud de las partes; de aquí bastante a propósito se dice: «quien c o m p r e n d e , c o m p r e n d e o el u n o o nada».

81

C o m o c o n s i d e r a m o s círculo los trazos de infinitos seg­ m e n t o s q u e c o n v e r g e n desde la c i r c u n f e r e n c i a hacia un único p u n t o , gracias a la c o m p a r a c i ó n de

más

m i e m b r o s c o n un único e l e m e n t o indivisible, sucede que p e r c i b i m o s la figura de una estatua, de un árbol, de un c a m p o , de un jardín, de un edificio, y de cual­ q u i e r sólido; así pues, alcanzada la simetría en las cosas que n o s están enfrente y en las i n t e n c i o n e s q u e n o s p r o p o n e m o s (de h e c h o aquellas q u e están privadas de ellas — s e a cosas q u e i n t e n c i o n e s — , n o son considera­ das dignas de ser perseguidas), fácilmente nos elevare­ m o s a c o n s e g u i r los cuatro nobilísimos efectos q u e a h o r a serán e n u m e r a d o s : los cuatro buscados efectos del arte de las artes y del sello de los sellos: INVENCIÓN, DISPOSICIÓN, J U I C I O , M E M O R I A

82

Diagramas Herméticos de Giordano Bruno

A. Illustrazioni da Artículi 1 6 0 c o n tro I Matematici

Fig. 1 Athius Apollii

Fig. 2 Atrius Veneris

mm>i Fig. 3 Atrius M i n e r v a e

Fig. 4

«5

84

Fig. 11

Fig. 12

85

86

Fig. 2 3 S p e c u l u m M a g o r u m

Fig. 2 4 A n u l u s Gigis

88

Fig. 3 5 T h e u t i Radius

Fig. 3 6 T h e u t i Circulus

Fig. 41 Campus martis

Fig. 42 Rex

B: Illustrazioni da D e Tríplice

Fig. 4 3 C o i n c i d e n t i a A n g u l i

90

Minimo

Fig. 4 4 C o i n c i d e n t i a O p p o s i t o r u m

Fig. 4 7 Anthiphontis Tetragonismus

Fig. 4 8 E x a m e n Tetragonismi

91

Fig. 5 3 Plectrul M o r d e n t i s

92

Fig. 5 4

Fig. 5 9 Atrius Veneris

Fig. 6 0 Atrius M i n e r v a e

93

65 Leucippi Triangulus

Fig. 66 Schala Comprensionis

Fig. 7 0 H o r t u s Solis

Fig. 71

Fig. 8 2

Fig. 8 3

Fig. 8 4

Fig. 8 5

í IXI Iklkl IklBlfcl lkladklkl I H U Í « k l k l Ikikcflfckltl lklk«faS«rj(kik] B

Fig. 8 7

Fig. 8 6

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Fig. 8 8

Fig. 8 9

97

Fig. 9 5

Fig. 9 6

Cielo

C h e é il s e c o n d o sigillo

Catena

III Sigillo

100

Enciclopedia Quadrata C h e é il X V I I I Sigillo

101

Enciclopedia Binaria

C h e é il X I X Sigillo

102

R u o t a di Vassaio

C h e é il X X I Sigillo

103

Pellegrino

C h e é il X X X V I Sigillo

104

X X I X Sigillo

105

F i g u r a del Sigillo dei Sigilli

P e r la d e d u z i o n e e la m o l t i p l i c a z i o n e d e l l e f o r m e

í

ti

106

T r e n t e s i m o Sigillo

Jordani Bruni

108

T r e n t e s i m o Sigillo

ÍNDICE

PRÓLOGO por Alicia Silvestre Traducción o versión

'X x

El Sello de los Sellos u n a Clave hacia la h e r m e n é u t i c a divina Biografía

XII xvm

Prosecutio:La Inquisición

xxi

Filosofía

xxv

Estilo. L a m a n o libre

xxxi

A n t e c e d e n t e s : los Hieroglyphica

XL

L a invención de G i o r d a n o B r u n o : el lenguaje para pensar p o r imágenes. L a m e m o r i a artificial

XLI

Alfabeto onomatopéyico

XLV

O B R A DE G I O R D A N O B R U N O BIBLIOGRAFÍA

EL SELLO DE LOS SELLOS.

LX LXV

1

P r i m e r a advertencia

13

S e g u n d a advertencia

15

T e r c e r a advertencia

18

Cuarta advertencia

20

Quíntuplo y simple grado de progresión

22

L a C o n t r a c c i ó n Múltiple

33

111

Segunda parte de El Selfo de los Sellos

53

Los Cuatro R e g e n t e s

55

Los D o c e c o n t i n u a d o r e s de las Artes

75

DIAGRAMAS H E R M É T I C O S

ÍNDICE

112

83

111