El nuevo capitalismo
 9788490647769

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Autores
Índice
Qué quiero saber
Cambios que abren caminos
Un capitalismo basado en el conocimiento
El papel de las nuevas tecnologías
¿La tercera revolución industrial?
Un cambio de ciclo
Diez ideas básicas sobre la nueva economía
A escala planetaria
Uso masivo del conocimiento
Más capacidades
Empresas descentralizadas en red
La innovación, elemento clave
Los peligros del mercado de trabajo
Una formación permanente
Unas políticas adecuadas
La mejora de los países pobres
Unos grandes cambios sociales
La revolución digital
Por qué es una revolución
Las condiciones necesarias
La interpretación económica
La globalización y el proceso de mundialización
¿Mundialización y globalización son lo mismo?
Los avances técnicos
Los fundamentos de la digitalización
Nuevos patrones de demanda
Algunos datos
Bibliografía

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El nuevo capitalismo Jordi Vilaseca Joan Torrent Lluís López (coord.)

Director de la colección: Lluís Pastor

Diseño de la colección: Editorial UOC Diseño del libro y de la cubierta: Natàlia Serrano Primera edición en lengua castellana: mayo 2015 © Jordi Vilaseca y Joan Torrent, del texto © Editorial UOC (Oberta UOC Publishing, SL), de esta edición Rambla del Poblenou, 156, 08018 Barcelona http://www.editorialuoc.com Realización editorial: Oberta UOC Publishing, SL ISBN: 978-84-9064-776-9 Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño general y la cubierta, puede ser copiada, reproducida, almacenada o transmitida de ninguna forma, ni por ningún medio, sea éste eléctrico, químico, mecánico, óptico, grabación, fotocopia, o cualquier otro, sin la previa autorización escrita de los titulares del copyright.

Autores Jordi Vilaseca Director de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC y del grupo de investigación ONE adscrito al IN3. Joan Torrent Profesor de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC e investigador del ONE adscrito al IN3.

QUÉ QUIERO SABER

Lectora, lector, le interesará este libro si quiere saber: • Cómo se ha convertido el capitalismo industrial en un capitalismo basado en el conocimiento. • Cuáles son las principales transformaciones económicas derivadas del uso intensivo del conocimiento. • Qué efectos tiene la nueva economía del conocimiento. • Qué pasó durante la Revolución Industrial del siglo xviii para así comprobar si hoy estamos ante un proceso de este tipo, de una nueva revolución industrial. • Cómo afecta la globalización a la economía. • Cuáles son los fundamentos del proceso de digitalización. • Cómo se ha modificado la demanda mundial.

Índice

QUÉ QUIERO SABER

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CAMBIOS QUE ABREN CAMINOS

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UN CAPITALISMO BASADO EN EL CONOCIMIENTO El papel de las nuevas tecnologías ¿La tercera revolución industrial? Un cambio de ciclo ¿Qué son los ciclos económicos? Hacia una nueva sociedad

15 17 20 23 24 27

DIEZ IDEAS BÁSICAS SOBRE LA NUEVA ECONOMÍA A escala planetaria Uso masivo del conocimiento Más capacidades Empresas descentralizadas en red La innovación, elemento clave

29 29 31 32 33 35

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Los peligros del mercado de trabajo Una formación permanente Unas políticas adecuadas La mejora de los países pobres Unos grandes cambios sociales

37 40 41 43 44

LA REVOLUCIÓN DIGITAL Por qué es una revolución Las innovaciones incrementales Las innovaciones radicales Los cambios de sistema tecnológico Los cambios de paradigma tecnicoeconómico Las condiciones necesarias La interpretación económica

47 48 51 51 52 52 53 56

LA GLOBALIZACIÓN Y EL PROCESO DE MUNDIALIZACIÓN ¿Mundialización y globalización son lo mismo? Los avances técnicos

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LOS FUNDAMENTOS DE LA DIGITALIZACIÓN

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NUEVOS PATRONES DE DEMANDA Algunos datos

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Bibliografía

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CAMBIOS QUE ABREN CAMINOS

"Hacia el final del segundo milenio de la era cristiana, varios acontecimientos de trascendencia histórica han transformado el paisaje social de la vida humana. Una revolución tecnológica, centrada en torno a las tecnologías de la información, está modificando la base material de la sociedad a un ritmo acelerado. Las economías de todo el mundo se han hecho interdependientes a escala global, y han introducido una nueva forma de relación entre economía, Estado y sociedad en un sistema de geometría variable". Manuel Castells.

El fenómeno más relevante hoy del sistema económico capitalista es la globalización. Durante la década de los noventa, la economía mundial se ha caracterizado por tres elementos, que han establecido las bases de un auténtico cambio del ciclo económico: el declive de los países capitalistas de economía centralizada (los antiguos países del Este), la potenciación de los procesos de integración económica como instrumento de superación de la Estado nación y los cambios en el liderazgo de la economía mundial. 11

Estas tres novedades explican un periodo de crecimiento económico intenso, basado en un importante avance de la globalización. En este contexto de elevada apertura exterior de los países, las tecnologías de la información y la comunicación han sido empleadas intensivamente por un conjunto de actividades económicas. Del mismo modo que en la primera y la segunda revolución industrial, un formidable conjunto de interacciones tecnológicas, en este caso basadas en el proceso de digitalización, no solo han generado la aparición de nuevas mercancías, sino que también han impulsado cambios importantes en los esquemas productivos del resto de las actividades. Además, los cambios de la producción se han extendido a la demanda, con la aparición de nuevas formas de consumo, nuevos mecanismos de inversión y transformaciones en las relaciones internacionales. En la producción, un amplio abanico de innovaciones en tecnologías de la comunicación y en telecomunicaciones ha generado la aparición de nuevas actividades productivas que, con la transformación de algunas actividades tradicionales, han configurado un panorama económico que se aleja progresivamente de las tradicionales estructuras manufactureras y de servicios. De hecho, las nuevas actividades vinculadas con las tecnologías digitales están superando su desarrollo tecnológico y, actualmente, los bienes y servicios resultantes de su producción no son utilizados solo como recurso por parte de un número 12

creciente de ramas productivas, sino que también se transforman en mercancías de transacción económica. Se está construyendo un amplio entramado de relaciones entre estos nuevos bienes y servicios y el resto de las actividades económicas cuyo principal elemento es la incorporación del conocimiento a la esfera económica. En este libro analizaremos cómo la incorporación progresiva del conocimiento a la actividad económica está definiendo un nuevo tipo de relaciones económicas y sociales. Los nuevos desarrollos tecnológicos han adqurido tanta relevancia que han dado lugar a un cambio estructural: estos nuevos productos son útiles de manera creciente para el resto de las actividades de la economía.

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UN CAPITALISMO BASADO EN EL CONOCIMIENTO

Algunos autores han identificado el panorama económico de finales del siglo xx y principios del xxi con la aparición de una nueva economía, que tiene tres pilares fundamentales: el proceso de mundialización, la revolución tecnológica digital y los cambios en los patrones de demanda de familias y empresas (la diferencia respecto a otras revoluciones es que disponen de unas tecnologías que permiten aumentar la participación del saber en la economía). De hecho, estos tres elementos confluyen en la incorporación masiva del conocimiento a la actividad económica, por ejemplo en la formación o las debilidades de los trabajadores e iniciativas emprendedoras de los empresarios. Básicamente, por tres razones. En primer lugar, el proceso de mundialización modifica las relaciones económicas de base nacional y genera la necesidad de nuevas infraestructuras, que se basan en la producción inmaterial, sobre todo de conocimiento 15

y de información (por ejemplo, las grandes empresas multinacionales que producen a escala global necesitan gestionar grandes flujos de información). En segundo lugar, el desarrollo capitalista mundial ha aumentado la renta disponible de una parte importante de la población del planeta, lo que hace que puedan gastar una porción creciente de los ingresos en mercancías intensivas en conocimiento, como por ejemplo el ocio, la educación, la cultura, el transporte y las comunicaciones. Y finalmente, como resultado del proceso de innovación, las tecnologías de la información y la comunicación aumentan y transforman la creación y la aplicación económica del conocimiento. Internet por ejemplo es un gran contenedor de información disponible para todos los conectados a la red. La confluencia de estos tres elementos genera un círculo virtuoso que va desde la demanda de nuevas mercancías hasta su producción, de la producción a la innovación y de la innovación, otra vez, a la demanda, lo que se traduce en importantes aumentos de productividad y competitividad de algunas empresas, sectores o economías. Podemos pues hablar de un capitalismo basado en el conocimiento, que tiene en este recurso la explicación básica del crecimiento. En la nueva economía global del conocimiento, las capacidades de aprendizaje y de innovación de los agentes económicos y la flexibilidad organizativa e institucional son la fuente

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principal de los aumentos de productividad, competitividad y bienestar.

El papel de las nuevas tecnologías La irrupción de las tecnologías digitales está transformando profundamente la actividad económica. Estas tecnologías, que agrupamos bajo la denominación de tecnologías de la información y la comunicación y que integran el conjunto de tecnologías de microelectrónica, informática, telecomunicaciones y optoelectrónica, se aplican masivamente a la esfera económica. De hecho, su incorporación a la actividad económica tiene varias manifestaciones. Cada vez son más las ramas productivas que utilizan las nuevas tecnologías. Ya hace unos cuantos años que la actividad económica incluye, entre sus recursos, ordenadores, faxes, líneas telefónicas digitales, cuadros de mando electrónicos, redes de comunicaciones y un largo etcétera de aplicaciones digitales. Ahora bien, la aplicación más reciente de nuevos desarrollos tecnológicos, entre los que encontramos el teléfono móvil, internet y el correo electrónico, ha generado un flujo acumulativo, circular y de grandes dimensiones entre los propios componentes del proceso de digitalización y sus usos productivos. La transformación no se centra solo en la producción. Muchos de los aparatos y de las tecnolo17

gías mencionadas se han convertido en bienes de consumo masivo, con una demanda que incentiva la producción y el proceso de mundialización económica, que transforma la concepción tradicional del mercado, entendido como el espacio físico donde se encuentran la oferta y la demanda. Hoy, muchas transacciones económicas –sobre todo las financieras– no se hacen ni en un espacio físico ni con la coincidencia de la oferta y la demanda en el tiempo: el mercado es la red. De hecho, actualmente las tecnologías digitales nos permiten comprar, invertir y realizar transacciones bancarias, teletrabajar, reservar las vacaciones y los billetes de avión, relacionarnos con la Administración, formarnos, informarnos, divertirnos e, incluso, ligar. Desde el punto de vista del análisis económico, este fenómeno plantea nuevos retos. A la lógica búsqueda de conocimiento como factor productivo y como mercancía sujeta a intercambio, debemos añadir otros focos de interés. En primer lugar, el análisis de las modificaciones de comportamiento de los agentes económicos, tanto si son empresas, consumidores o el sector público. En segundo lugar, es importante analizar las transformaciones que el uso intensivo del conocimiento genera sobre las fuentes del crecimiento, y también las vinculaciones con los otros dos recursos productivos básicos: el capital y el trabajo.

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Finalmente, no podemos olvidar que este recurso intangible transforma algunas de las condiciones de análisis del desarrollo económico. Efectivamente, la economía del conocimiento añade nuevas contradicciones a las desigualdades típicas del capitalismo: las personas, la empresa, el sector o las economías conectadas a la red del conocimiento global en contraposición con las personas, las empresas, los sectores o las economías que permanecen desconectados. Si el conocimiento, vinculado por definición al factor trabajo, es una oportunidad de desarrollo, también es una nueva manera de exclusión del sistema para las personas o las comunidades que no dispongan de los mecanismos de inserción en la economía global del conocimiento. Las tecnologías del procesamiento de la información se han convertido en la base de una revolución tecnológica de gran alcance y penetración, e inciden, de una manera o de otra, en todas las facetas de la actividad humana. Parece, pues, que las tecnologías de la información y la comunicación han adquirido mucha relevancia y se han convertido en el núcleo de un proceso de transformación económica, con la aparición de un nuevo sector productivo, que extiende los efectos al resto de las ramas de actividad.

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¿La tercera revolución industrial? Los principales historiadores de la tecnología nos ayudan a contestar a esta pregunta. Una revolución industrial está integrada por un conjunto de cambios técnicos fundamentales para la producción y la distribución, interconectados con un conjunto de cambios sociales y culturales de primera magnitud. A modo de ejemplo, durante la primera Revolución Industrial el uso de nuevos materiales básicos, como el hierro y el algodón; la aparición de las nuevas fuentes de energía, de la máquina de vapor y de algunos inventos mecánicos, como la máquina de hilar, y las mejoras del transporte, representaron un cambio radical en los esquemas tradicionales de producción, lo que provocó una nueva organización del trabajo. Este amplio abanico de cambios se interconectó con un conjunto de transformaciones sociales y culturales: el declive de la tierra, en detrimento de la producción industrial como factor productivo creador de riqueza, los cambios políticos derivados de los nuevos esquemas del poder económico, con nuevas políticas estatales vinculadas a la necesidad de integración de los mercados nacionales y, finalmente, unos importantes cambios demográficos con el crecimiento masivo de las ciudades, la aparición de una nueva clase social (el proletariado industrial urbano) y de un movimiento (el sindical) y la emergencia de nuevos patrones de autoridad en la familia yen el trabajo. 20

¿Las tecnologías de la información y la comunicación han generado unos cambios técnicos, productivos, sociales y culturales de esta magnitud? Hay un cierto consenso en el ámbito de las ciencias sociales, que incluso incluye a algunos economistas, en relación con el hecho de que durante la última parte del siglo xx se han establecido las bases de un nuevo tipo de sociedad, que denominamos sociedad del conocimiento y que tiene la base material en una revolución tecnológica liderada por las tecnologías de la información y la comunicación. Con todo, esta tercera revolución industrial, basada en las tecnologías digitales, tiene un elemento nuevo que aún no hemos mencionado. Se trata de la aplicación de nuevos conocimientos sobre aparatos de procesamiento de la información/comunicación, por ejemplo los ordenadores, los teléfonos móviles o los faxes. La utilización del conocimiento científico como fundamento de los desarrollos tecnológicos no es un fenómeno nuevo. La base tecnológica de la segunda Revolución Industrial –la electricidad, el motor de combustión interna y las mejoras de las comunicaciones (telégrafo y teléfono)– estaba estrechamente vinculada a la aplicación productiva del conocimiento científico. Ahora bien, actualmente la aplicación económica del conocimiento se utiliza más que nunca en la generación del propio conocimiento.

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En la segunda Revolución Industrial el conocimiento científico descubrió el motor de combustión interna, que, poco a poco, se convirtió en una tecnología clave del esquema productivo. En este caso, el conocimiento actúa sobre una tecnología que, aplicada a los procesos productivos, genera un cambio radical en la actividad económica. Hoy tenemos unas tecnologías que se fundamentan en la aplicación económica del conocimiento. Ahora bien, y esto es una novedad, la incidencia de este conocimiento no se limita a la tecnología, dado que las nuevas tecnologías también inciden en su generación. Dicho de otro modo, las tecnologías de la información y la comunicación se basan en la aplicación económica del conocimiento y, además, son amplificaciones y prolongaciones de la mente humana. Los ordenadores, el software, los nuevos equipos y sistemas de comunicación y, en general, todas las tecnologías digitales mejoran, amplifican e, incluso en algunos casos, sustituyen a la mente humana. Por lo tanto, estamos ante tecnologías que utilizan el conocimiento como input y que contribuyen a la generación del conocimiento como output. Utilizando una visión amplia de la tecnología, la que representa el dominio del hombre sobre la naturaleza, las tecnologías de la información y la comunicación no inciden solo en la capacidad de reproducción y control del entorno, sino que, más que nunca, actúan directamente en el dominio del hombre sobre él mismo, o mejor dicho, sobre su conocimiento. 22

Si queremos abordar los aspectos económicos de esta revolución tecnológica, debemos centrarnos en el conocimiento. En primer lugar porque las nuevas tecnologías son conocimiento. Del mismo modo que las tecnologías aplicadas a la actividad económica derivadas de la máquina de vapor o del motor de combustión interna, las tecnologías de la información y la comunicación son un fondo social de conocimiento para hacer cosas. Por lo tanto, son conocimiento aplicado a la actividad económica. Y en segundo lugar, porque inciden directamente en la creación de conocimiento.

Un cambio de ciclo Un paradigma tecnicoeconómico es un conjunto de interrelaciones entre productos y procesos, técnicas, organización y esquemas directivos que representa un salto cuantitativo en el potencial de productividad del conjunto de la economía y que abre nuevas oportunidades de inversión y de beneficios. Esta definición, desarrollada en la década de los ochenta, vincula estos cambios tecnológicos de gran alcance a la evolución de los ciclos económicos de larga duración. Según esta visión, a finales del siglo xx hemos asistido a un cambio de paradigma tecnicoeconómico (la era digital), caracterizado por una 23

base material basada en inputs de información baratos. ¿Qué son los ciclos económicos? Durante los primeros años del siglo xx y, muy especialmente, después de la Primera Guerra Mundial, el fenómeno económico por excelencia en las economías occidentales no fue la estabilidad. Al contrario. En primer lugar, debido a la consolidación de los ciclos económicos, cada vez más evidentes, y en segundo lugar, después de la paz de Versalles y de todos los problemas que esta supuso, debido a la crisis económica. En cambio, en la Unión Soviética, que apenas empezaba su camino aparte, las autoridades y los economistas se jactaban de haber superado no tan solo el sistema económico capitalista, sino también la inestabilidad inherente al propio sistema, y mediante la planificación decían que habían superado los ciclos y las crisis económicas. Los primeros estudios sobre el ciclo económico que recogían la recurrencia característica de este ciclo (más o menos cada diez años) fueron los de Stanley Jevons, que apuntó que el origen último de las crisis era el ciclo de las manchas solares, dado que estos ciclos de actividad afectaban a la producción agraria y, mediante esta, a la actividad económica en general. Se añadieron después otras explicaciones, no tan 24

sencillas y más bien centradas en el propio funcionamiento del sistema económico, pero a menudo se basaban en datos parciales o incompletos. En cambio, tal como se podía esperar, lejos de la teorización, los historicistas e institucionalistas desarrollaron un amplio programa de recogida de datos, que les permitió el estudio serio de los ciclos económicos. Y con estos estudios estadísticos pronto se llegó a definir la coexistencia de tres tipos de ciclos. El primer ciclo, el más corto o ciclo de negocios, tenía una duración de unos 40 meses, y su máxima referencia era la fluctuación de las existencias productivas de las empresas. Recibieron el nombre de ciclos Kitchin, puesto que Joseph Kitchin fue quien los estudió mejor. En segundo lugar, había los ciclos de diez años, los ciclos económicos por excelencia, los mismos ciclos que habían interesado a Jevons, y que recibieron el nombre de Juglar, puesto que fue Clement Juglar quien realizó la descripción más cuidadosa de ellos. Y finalmente, aunque más discutidos, existían los ciclos de larga duración, de unos 40 o 50 años, que fueron observados por Nicolai Kondratiev y que reciben tal nombre desde entonces. La explicación de cada uno de los ciclos era diferente, pero se podía integrar la teoría en un conjunto. Los ciclos Kitchin tenían, según su descubridor, un origen psicológico, y en cierto modo eran el producto de excesos de producción generados por el optimismo, mientras que, una vez queeste clima se ago25

taba, se generaban oleadas de pesimismo, que hacían aparecer una acumulación de stocks. Los ciclos Juglar, en cambio, eran causados por la adaptación monetaria del sistema bancario a momentos de presión. Más tarde, otros autores, aceptando la visión de Juglar, buscaron causas reales a los ciclos de diez años, una de las cuales, que permitió unir los ciclos Kitchin con los Juglar y los Kondratiev, era la obsolescencia de los equipos de capital instalados en determinados momentos. Los ciclos Kondratiev, de 40 o 50 años, podrían tener razones tecnológicas, dado que están causados por el uso de determinadas matrices tecnológicas que son sustituidas por nuevas oleadas de industrialización, pero su autor, en cambio, añadía datos de tipo social y político. Así, existía el ciclo de la máquina de vapor, que desde finales del siglo xviii se alargó hasta la mitad del xix, seguido por el ciclo del ferrocarril, que llegó hasta finales del siglo xix, y el del motor eléctrico, que finalizó con la crisis de 1929. Las crisis económicas graves serían el producto de la coincidencia de las crisis en los tres tipos de ciclos, mientras que en otros momentos la depresión era una situación baja en un solo ciclo, normalmente el Kondratiev.

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Hacia una nueva sociedad Genéricamente, para que un nuevo paradigma tecnicoeconómico o un cambio en la sustitución del capital instalado en la actividad productiva dé lugar a un nuevo ciclo económico de larga duración, se tienen que dar simultáneamente tres condiciones. Primero, la existencia de un nuevo esquema productivo. Es decir, la incorporación de un nuevo factor productivo determinante de las mejoras de eficiencia económica. Este input básico para los aumentos de productividad y competitividad no genera solamente la aparición de nuevas actividades económicas, sino que extiende las mercancías hacia el resto de las ramas de actividad. Segundo, un nuevo esquema en la producción de conocimiento. Es decir, la aparición de nuevas tendencias en el fondo social de conocimiento aplicado a la actividad económica. O dicho de otro modo, un conjunto de nuevas aplicaciones tecnológicas a la actividad económica. Y tercero, nuevos patrones de gasto que desde la demanda impulsen la producción de las nuevas ramas de actividad. Así, la manifestación de un cambio de paradigma tecnicoeconómico fundamentado en las tecnologías de la información y la comunicación también incluye estos tres requisitos. Por lo tanto, para adentrarnos en el estudio de la nueva economía debemos ser capaces de analizar aspectos que alcanzan el conjunto de las actividades económicas de oferta y de demanda y que nos han 27

de conducir hacia la afirmación siguiente: las tecnologías de la información y la comunicación son el núcleo de un proceso de transformación económica, que denominamos economía del conocimiento y que tiene en este recurso el elemento determinante de los avances de productividad y competitividad, lo que nos conduce hacia la construcción de un nuevo tipo de sociedad. Precisamente, este objetivo de análisis es lo que nos permite la presentación de diez ideas básicas sobre la nueva economía que trataremos en el capítulo siguiente. En efecto, una vez vistos los motores de la aparición y la consolidación de la economía del conocimiento, nos adentraremos en el análisis de este recurso y de esta mercancía de importancia económica progresiva, que va transformando las capacidades de los agentes económicos y también la estrategia y la organización empresariales.

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DIEZ IDEAS BÁSICAS SOBRE LA NUEVA ECONOMÍA

La nueva economía, además de fundamentarse en el conocimiento y las capacidades de aprendizaje y de innovación de los agentes económicos, también es global. Esto significa que el capitalismo del conocimiento aparece y se desarrolla en el marco de un proceso más amplio: la mundialización de la actividad económica. Este hecho define la primera gran idea de la nueva economía.

A escala planetaria Sin duda, sin la mundialización de las relaciones económicas no entenderíamos la nueva economía como la entendemos hoy, dado que perderíamos una de sus principales características: la capacidad de trabajo en una unidad a tiempo real y a escala planetaria. 29

El proceso de mundialización está vinculado al capitalismo. Por definición, y con la maximización de beneficios, el capital que no crece muere. Además, crecimiento del capital significa ampliación de mercados y, como resultado, expansión económica a largo plazo. La dinámica capitalista genera profundas diferencias y contradicciones que las sociedades han aprendido a contrarrestar con mecanismos compensatorios. En efecto, las desigualdades generadas por el proceso de acumulación del capital han sido compensadas por varios agentes o instituciones. Primero fue la familia, y poco a poco se fue construyendo un estado de bienestar, que con varias gradaciones se impuso en la mayoría de los países ricos. La crisis fiscal de los estados, la omnipresencia de los mercados financieros y la tecnología han dado lugar a un nuevo tipo de mecanismo compensatorio: la creciente conciencia global sobre la necesidad de fomentar un desarrollo sostenible, que reduzca las diferencias entre ricos y pobres en todo el planeta. También han cambiado los patrones de consumo de las familias. Se trata de un fenómeno vinculado a los aumentos de renta de una parte importante de la población mundial, que pueden dedicar así una parte creciente del carro de la compra a productos menos necesarios. En la actualidad, las sociedades más avanzadas dedican proporcionalmente menos dinero al consumo de alimentación, vestido y calzado, y más dinero a 30

educación, ocio, cultura, vivienda, transporte y comunicaciones. Por lo tanto, desde la demanda hay impulso de nuevas producciones, y muchas de ellas usan el conocimiento de una manera más intensa.

Uso masivo del conocimiento Ya sabemos que cualquier tecnología aplicada a la producción es conocimiento en la medida en que un stock de saber se utiliza para realizar cosas de una manera reproducible. Las tecnologías de la información y la comunicación no son una excepción a ello. Pero, además de esta propiedad que han tenido todas las tecnologías desarrolladas por el hombre a lo largo de su historia, existe una más reciente sobre la que se sustenta la segunda tesis sobre la nueva economía. Actualmente disponemos de unas tecnologías que no solo sustituyen el trabajo manual, sino que también ayudan, y en algunos casos sustituyen, al hombre en el proceso generador de saber (o trabajo mental). Por lo tanto, el análisis de las tecnologías de la información y la comunicación nos conduce naturalmente al estudio económico del conocimiento como recurso o mercancía. Esto no significa que la actividad económica no haya dispuesto nunca del conocimiento entre sus recursos. Al contrario. Los ejemplos del empresario innovador o del capital humano lo desmienten. Ahora bien, actualmente podemos hablar 31

de economía del conocimiento porque disponemos de unas tecnologías que sitúan el conocimiento y la capacidad de aprendizaje (y olvido) de los agentes económicos en el centro del escenario del desarrollo. La nueva economía es sinónimo de incorporación masiva del saber a la actividad económica. Y esto no solo significa que la actividad económica incorpora el conocimiento científico y tecnológico, sino que también comprende el conocimiento técnico y las habilidades de todos los agentes económicos. Además, la economía del conocimiento no se encuentra en un sector ni hace referencia a un recurso económico concreto. Es mucho más que esto. Debemos insistir en la transversalidad y profundidad del concepto. La aplicación económica del conocimiento transforma tanto las actividades de oferta como las de demanda. Justamente, es en este sentido más amplio como debemos interpretar la economía del conocimiento.

Más capacidades Por conocimiento, desde el punto de vista económico, entendemos la acción de conocer. Esta aproximación nos permite acercarnos a los tipos de saber que caracterizan el conocimiento como recurso económico. Hay conocimientos que son fácilmente reproducibles, lo que determina una producción de conocimiento explícito, observable o codificable, mien32

tras que otros son difícilmente reproducibles, hecho que nos determina una producción de conocimiento tácito o implícito. Como en otras revoluciones tecnológicas, las tecnologías de la información y la comunicación han incidido en la generación y la aplicación económica del conocimiento, básicamente por dos vías. La primera es mediante un aumento importante de la dotación de conocimiento observable disponible, y la segunda, mediante la transformación de una parte importante de conocimiento tácito en observable, además de modificaciones importantes de las capacidades y habilidades formativas y de experiencia que el mercado de trabajo requiere a la fuerza de trabajo. En síntesis, la aplicación económica de las tecnologías digitales transforma notablemente las capacidades que los agentes económicos deben desarrollar, y algunas de las más características son el aprendizaje/desaprendizaje, la flexibilidad, la innovación y las capacidades emprendedoras.

Empresas descentralizadas en red La nueva economía se caracteriza dentro de la actividad empresarial a partir de dos conceptos clave: el e-business y la empresa red. El proceso de mundialización, las nuevas tecnologías y la nueva demanda transforman la organización y la estrategia empresa33

rial, y hacen que la actividad se lleve a cabo mediante redes informáticas (e-business) y definiendo un modelo organizativo y estratégico basado en la descentralización en red de las líneas de negocio (empresa red). Este proceso de transformación implica modificaciones de los dos inputs tradicionales de la actividad económica (el capital y el trabajo), y también de las prácticas empresariales y del elemento determinante del crecimiento a largo plazo: la innovación. El estudio de la transformación de la empresa pone de manifiesto que con la nueva economía debemos abandonar una concepción de la tecnología como agente externo y, por lo tanto, centrar el análisis en la interpretación del progreso tecnológico como un factor interno. Hoy, la red se configura como el modelo de estrategia y de organización más adecuado para las empresas. Con esta aproximación podremos estudiar elementos intangibles tan característicos de la nueva economía como la flexibilización de la actividad productiva, el cambio cultural, la nueva división del trabajo, fundamentada en los equipos multidisciplinarios, la creatividad y la experiencia del trabajo y, finalmente, la toma de decisiones, que se basa en estos nuevos elementos competitivos. Por otro lado, a pesar de que el diseño organizativo de la actividad empresarial ya hace muchos años que tiende a la descentralización, la irrupción de las tecnologías de la información y la comunicación rompe con el límite clásico de la descentralización or34

ganizativa. Es decir, la evolución competitiva del entorno empresarial supone la formulación de estrategias que requieren organizaciones altamente descentralizadas para lograr unos niveles de eficiencia cada vez más elevados. El resultado final de este proceso ha sido la configuración de la red de empresas. Ahora bien, las tecnologías de la información y la comunicación representan un salto cualitativo en este proceso. ¿Por qué? La clave es la mejora de la gestión de la información entre los diferentes elementos de la cadena de valor. Las nuevas tecnologías permiten descentralizar en red el conjunto de líneas de negocio (y esto incluye la definición conjunta de la estrategia) en un sistema de geometría variable de todos los elementos de valor de la organización. Las tecnologías de la información y la comunicación permiten el paso de la red de empresas a la empresa red, al superar la concepción de la tecnología como un recurso e integrarla como un elemento central de la cultura empresarial, que se traslada a la estrategia y, por lo tanto, a la organización.

La innovación, elemento clave Uno de los elementos clave de la nueva economía global del conocimiento es la innovación, entendida como la aplicación de cualquier tipo de conocimiento 35

que genere una nueva mercancía o una mejora del proceso productivo o de la organización empresarial. Hoy, el proceso de mundialización nos aboca a estrategias competitivas basadas en la innovación porque otras estrategias, como por ejemplo la de salarios bajos, ya no se pueden plantear en una estrategia de competitividad a largo plazo. Así, la innovación es el elemento clave en la definición de una estrategia de ganancias de productividad y como instrumento de diferenciación del producto y la ganancia de la cuota de mercado. Pero no todo es invertir en tecnología por el mero hecho de hacerlo. Solo una combinación sabia de usos de las tecnologías de la información y la comunicación con una reorganización estratégica y organizativa, junto con la formación adecuada de los trabajadores, nos conducirá a los resultados esperados. Todo indica que la innovación basada en el conocimiento vinculado a las tecnologías de la información y la comunicación está detrás de los incrementos de productividad sostenible que experimentan algunas economías avanzadas, lo que nos sugiere la consolidación de un nuevo marco competitivo. En la nueva economía, las fuentes de la eficiencia productiva ya no se basan mayoritariamente en la competencia por salarios y los tradicionales recursos competitivos, sino que la creación de nuevas mercancías (innovación de producto) y las combinaciones más eficientes en la generación de las que ya hay (in-

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novación de proceso) resultan ser el verdadero fundamento de la maximización de beneficios.

Los peligros del mercado de trabajo Si la innovación es el elemento determinante de los aumentos de productividad, uno de los fundamentos es sin duda el trabajo. En la nueva economía, el conocimiento y las capacidades de aprendizaje y de innovación de los agentes económicos son la fuente principal de los aumentos de productividad y de competitividad. En este sentido, a pesar de que los efectos del cambio tecnológico sobre el mercado de trabajo han sido ampliamente estudiados, a partir de la segunda mitad de la década de los noventa se ha producido en muchos países un fuerte proceso de innovación, que no se ha trasladado en toda la magnitud al conjunto del mercado de trabajo. Este hecho sugiere que las interacciones entre el proceso de digitalización y sus repercusiones sobre el mercado de trabajo son, como mínimo, complejas. Una visión empírica de los países industrializados mostraría que en los últimos años los aumentos de ocupación se han generalizado en los tramos de ocupación más formada (en terminología anglosajona, los white-collar workers). Además, los salarios relacionados con los usos intensivos de la tecnología son más elevados que en el resto de las actividades. Por otro 37

lado, la pérdida de puestos de trabajo se ha concentrado en los trabajadores menos formados (los bluecollar workers). Hay, pues, evidencia de que la innovación tecnológica reduce la demanda relativa de fuerza de trabajo menos cualificada. Además, también se da una relación entre el atraso de la formación vinculado al cambio técnico y la bajada de los salarios. Dicho de otro modo, a pesar de que cualquier momento de cambio técnico, como el actual, tiene unos efectos favorables sobre la creación de empleo, el riesgo de exclusión de una parte de la fuerza de trabajo, que puede quedar atrasada o simplemente no subir al tren de la nueva economía, es evidente. Por lo tanto, la influencia sobre la ocupación del cambio tecnológico es el resultado combinado de las innovaciones en las ramas productivas y las condiciones concretas del mercado de trabajo. Cuando una empresa intensiva en conocimiento lleva a cabo innovación y tiene un aumento de ocupación, los efectos sobre el conjunto del mercado de trabajo son indirectos y se trasladan a otros sectores. La ocupación perdida con el cambio tecnológico tiende a concentrarse en la fuerza de trabajo del sector manufacturero y en los trabajadores menos formados, mientras que los nuevos puestos de trabajo requieren más cualificación y se concentran en los servicios. El impacto final será positivo si las condiciones necesarias para que la traslación sea eficiente, sobre 38

todo la estabilidad macroeconómica y la eficiencia microeconómica, se cumplen y se combinan con las condiciones suficientes relativas a la adaptación al cambio del mercado de trabajo y las instituciones que inciden en él. Así, la nueva economía también implica una transformación radical de las condiciones laborales. El avance de la empresa red, el proceso de mundialización y la capacidad tecnológica consolidan un tipo de trabajo flexible, que deja poco margen a la estabilidad laboral y salarial. Conceptos como ocupación autónoma, trabajo a tiempo parcial, trabajo temporal, teletrabajo, subcontratación, trabajo por objetivos o remuneración variable y opción de acciones (stock options) son inherentes a la nueva economía. Por lo tanto, el aumento del trabajo flexible, los cambios en los determinantes de la generación de ocupación, con una nueva línea divisoria entre el trabajo genérico y el trabajo autoprogramable, y la individualización de las relaciones laborales generan nuevas contradicciones no solamente en el seno de la oferta y la demanda de trabajo, sino también en todo el entorno que rodea la vida laboral. La exigencia y el compromiso de este nuevo tipo de trabajo, el estrés, la conciliación de la vida familiar y la vida laboral y la falta de referentes en la intermediación y la negociación salarial, con unos mecanismos pensados para la sociedad industrial, son algunos de los ejemplos más significativos.

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Una formación permanente La nueva economía sitúa el conocimiento y el trabajo flexible en el centro del crecimiento económico. Pero también las habilidades y las capacidades que requiere el mercado de trabajo se han modificado, con la aparición de nuevas necesidades que se deben desarrollar. Esto nos lleva, inevitablemente, a un replanteamiento de la formación tradicional. Con la nueva economía, las viejas estrategias de formación, pensadas como un periodo para la educación y otro para el desarrollo profesional, han pasado a mejor vida. De lo que se trata hoy es de utilizar las tecnologías de la información y la comunicación para formarse a lo largo de toda la vida, y no solamente esto, sino con un modelo centrado en el estudiante. El estudiante debe aprender a aprender y ha de aprender a emprender. Es más, una vez desarrolladas las actitudes y las aptitudes necesarias, la formación en el puesto de trabajo se convierte en el camino necesario para el casamiento eficiente y sostenido entre la oferta y la demanda de trabajo. Así, la formación permanente pasa a ser el vehículo con el que se construye la nueva economía. Y, además, es evidente que en la sociedad del aprendizaje global la formación se debe combinar con la máxima flexibilidad, lo que representa romper con las limitaciones del tiempo y el espacio. La nueva formación ha de solucionar viejos problemas, pero también debe ofrecer nuevas oportuni40

dades, con una ampliación y adaptación de la oferta formativa a una demanda creciente. En síntesis, la nueva situación requiere un sistema formativo flexible, que cubra una demanda permanente en el tiempo y deslocalizada en el espacio, con un espíritu abierto y flexible.

Unas políticas adecuadas Si el conocimiento es el factor productivo más relevante de la nueva economía, es lógico pensar en la necesidad de una política económica que fomente la generación de este recurso. Esta política de información integral y coordinada debería tener como objetivo la incorporación del máximo conocimiento posible en la actividad económica. En consecuencia, los ejes principales de esta política deberían concretarse en tres instrumentos. El primero, una política de generación de conocimiento. Es decir, un impulso directo a todo tipo de formación, con el objetivo de aumentar la dotación económica de conocimiento tácito y explícito. Unido a un impulso a la investigación y al desarrollo, y a la puesta en marcha de todo tipo de mecanismos de fomento de la innovación. El segundo, una política de difusión del conocimiento. Es decir, el establecimiento de los mecanismos necesarios para que el conocimiento generado se traslade a la actividad económi41

ca. Esto pasa por establecer unas condiciones económicas generales favorables para el desarrollo de las infraestructuras digitales, para fomentar el desarrollo de la industria de la información y para establecer mecanismos dirigidos a la incorporación progresiva del conocimiento en el conjunto de la actividad económica. El tercero, una política de distribución del conocimiento. Es decir, el diseño de una política de distribución de las rentas generadas por este nuevo conocimiento incorporado a la actividad económica. Se trata, pues, de un instrumento distributivo de la renta generada, con la particularidad de que es ex-ante y no ex-post. Es decir, incide en el aumento de las capacidades para asimilar la transición hacia la economía del conocimiento, en lugar de diseñar políticas una vez se ha producido la exclusión de los agentes económicos. La idea básica que hay detrás de este instrumento es la democratización del conocimiento como elemento de crecimiento económico a largo plazo. Solo una verdadera política de no-discriminación de ningún tipo al acceso y a la incorporación del conocimiento a la actividad económica podrá garantizar el objetivo de lograr una economía del conocimiento al alcance de todo el mundo. Los economistas hemos aprendido que la inversión es la condición básica para aumentar los niveles de renta de los países a largo plazo. El argumento incide en el hecho de que la inversión es el elemento que garantiza el crecimiento económico a largo plazo

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y que, por lo tanto, para crecer más se debe invertir más. Si la economía actual dibuja una situación en la que el conocimiento se convertirá en un elemento clave en la explicación de las mejoras de bienestar a largo plazo, la inversión en este recurso se vuelve primordial. Si además tienes un punto de partida inferior al de los países de tu entorno, el esfuerzo debe ser superior para avanzar en el proceso global de convergencia.

La mejora de los países pobres Hemos mencionado reiteradamente las posibilidades que tiene la nueva economía para el crecimiento económico. Pero damos por hecho algunas condiciones mínimas. Dicho de otro modo, nos hemos referido a las economías más desarrolladas. ¿Y las economías de la periferia del sistema? La nueva economía también representa una oportunidad para estos países. Las tecnologías de la información y la comunicación pueden ayudar a saltarse etapas del proceso de desarrollo y situar a estas economías en el mapa de la economía global del conocimiento. Algunos países, como Hungría, Corea o Irlanda, o algunas regiones, como Bengaluru, en la India, lo están consiguiendo. Solo se debe aprovechar el conocimiento disponible 43

y disponer de infraestructuras mínimas y, sobre todo, de trabajo cualificado y de iniciativa empresarial. Hay que romper el mito de la divisoria digital entendida como una barrera tecnológica infranqueable entre ricos y pobres. Tanto porque la divisoria es evidente en los propios países ricos como porque la tecnología está disponible en todas partes. No es una cuestión de elegir entre comer o utilizar internet. La cuestión es que sin una aplicación intensiva del conocimiento a la actividad económica el desarrollo de los países económicamente más atrasados se retrasará aún más. Las economías pobres deben entrar en la red global del conocimiento porque es una manera de garantizar el crecimiento y el desarrollo económico en un futuro.

Unos grandes cambios sociales Finalmente, y como no podría ser de otra manera, la nueva economía abre las puertas a un nuevo tipo de sociedad. Estamos ante un proceso de revolución industrial, parecido al de la segunda Revolución Industrial, en el que el uso de nuevos materiales básicos, como la combinación de nuevas aleaciones de materiales, los plásticos, la fibra sintética y óptica, las cerámicas sofisticadas y el silicio, la aparición de nuevas fuentes energéticas, como la evolución de los combustibles sólidos hacia los combustibles sintéti44

cos y las energías renovables, y algunos inventos mecánicos, como el ordenador, la espectacular mejora de los transportes y las comunicaciones y la progresiva computerización, digitalización y robotización de la actividad productiva, han cambiado radicalmente la producción y los esquemas de organización del trabajo. Estos cambios técnicos y productivos se combinan con profundas alteraciones políticas e institucionales, como la necesidad de plantear políticas globales para satisfacer necesidades globales, y también con transformaciones sociales y culturales de primera magnitud, como por ejemplo la incorporación progresiva del conocimiento en la explicación de los aumentos de productividad y competitividad, los nuevos requerimientos de formación, la incorporación masiva de la mujer al mercado de trabajo, el aumento de la demanda de mercancías intensivas en conocimiento, la preocupación por el crecimiento sostenible y el interés por las desigualdades económicas y sociales del mundo. Estamos ante un nuevo paradigma tecnicoeconómico, basado en el conocimiento, que define un nuevo esquema en la función de producción de los países más desarrollados, una importante transformación de la producción del propio conocimiento y un impulso desde la demanda de los bienes y servicios intensivos en conocimiento. Las modificaciones del entorno laboral, los efectos ideológicos y culturales, los cambios instituciona45

les y políticos y, en conjunto, los nuevos modos de relación del individuo con el entorno definen algunos de los efectos de las nuevas actividades económicas sobre las bases sociológicas e institucionales.

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LA REVOLUCIÓN DIGITAL

Uno de los rasgos característicos de las economías actuales es la consolidación de un nuevo tipo de tecnología, basada en la digitalización, que agrupamos bajo la denominación de tecnologías de la información y la comunicación, y que ha impregnado el conjunto de la actividad económica, hasta el punto de establecer la base material de un nuevo tipo de sociedad. ¿Cómo podemos describir este proceso? A partir de las nuevas aplicaciones tecnológicas digitales, se ha desarrollado un nuevo sector productivo, el sector de las tecnologías de la información y la comunicación, que genera bienes y servicios que poco a poco son utilizados por el resto de las actividades económicas. Ahora bien, la novedad de esta tercera revolución industrial no pasa por el hecho de que se fundamenta en nuevos conocimientos e informaciones, sino que la verdadera novedad es la utilización del conocimiento para generar aparatos que incidan directa47

mente en la generación de conocimiento y en la sustitución de habilidades mentales. Como señala el profesor Castells: "Así, los ordenadores, los sistemas de comunicación y la descodificación y programación genética son amplificadores y prolongaciones de la mente humana. Lo que pensamos y cómo lo pensamos queda expresado en bienes, servicios, producción material e intelectual, ya sea alimento, refugio, sistemas de transporte y comunicaciones, ordenadores, misiles, salud, educación o imágenes". De hecho, una revolución industrial no se basa solo en la aparición de un nuevo recurso productivo estratégico en la explicación del crecimiento y el desarrollo económico, sino que también son necesarias otras transformaciones sociales, culturales, institucionales y políticas.

Por qué es una revolución Como señalan los historiadores de la tecnología, el fenómeno que denominamos revolución industrial se sustenta en dos elementos básicos que nos pueden ayudar a determinar si actualmente nos adentramos en una revolución o no: un conjunto de cambios técnicos fundamentales en la producción y la distribución de bienes, acompañados por un conjunto de cambios sociales y culturales de primera magnitud.

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Los historiadores de la tecnología han llegado a un cierto consenso sobre el hecho de que, al menos, hubo dos revoluciones industriales. La primera, cuyo inicio podemos situarlo hacia la última parte del siglo xviii, y la segunda, que habría empezado a finales del siglo xix. Las dos se caracterizan por el desarrollo de unas nuevas tecnologías, en las que, y en el primer caso, destaca la máquina de vapor y, en general, el proceso de sustitución de los instrumentos por las máquinas, mientras que en el segundo caso destacan la electricidad y el motor de combustión interna, y también el desarrollo de las tecnologías de la comunicación, mediante el telégrafo y el teléfono. Aun así, los investigadores subrayan una diferencia importante entre las dos revoluciones industriales: la importancia del conocimiento científico para impulsar el desarrollo tecnológico. A pesar de que en la primera Revolución Industrial un cierto conocimiento permitió la sustitución de los instrumentos por las máquinas, no fue hasta mediados del siglo xix cuando el desarrollo del conocimiento científico se vinculó estrechamente a la actividad económica. En un trabajo seminal, el historiador de la tecnología Melvin Kranzberg define los elementos que caracterizan lo que denomina la era de la información a partir de los rasgos definitorios de toda revolución industrial. El autor concluye que asistimos a una revolución porque se están transformando las condiciones de la vida y la sociedad. Y esta revolución es 49

una revolución industrial porque el desarrollo de la tecnología productiva establece las bases de los cambios socioculturales. A pesar de que seguramente todavía es pronto para determinar el alcance de esta nueva sociedad, Kranzberg hace un esfuerzo de síntesis de estos cambios. Entre los cambios técnicos destaca que la incorporación a la producción de las aplicaciones derivadas de las tecnologías de la información y la comunicación, junto con la aparición de nuevos materiales, las nuevas fuentes energéticas y la revolución de las telecomunicaciones, han generado un conjunto de nuevos bienes y servicios, que van extendiendo un amplio abanico de conexiones sinérgicas hacia el resto de las actividades. Esta nueva manera de invertir, producir y consumir va de la mano de nuevos patrones de comportamiento de todos los agentes económicos, que desembocan en cambios sociales. La aproximación económica a los planteamientos que hemos expuesto nos la da la noción del cambio de paradigma tecnicoeconómico. La visión de los paradigmas abre las puertas a un análisis del crecimiento económico desde una percepción amplia. En esta línea, los economistas Christopher Freeman y Carlota Pérez sugieren una tipología de la innovación que insertan en la dinámica de los ciclos económicos. Esta clasificación de la innovación comprende una distinción entre innovación incremental, innovación radical, nuevos sistemas tecnológicos y

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cambios en los paradigmas tecnicoeconómicos o las revoluciones tecnológicas. Las innovaciones incrementales Son un tipo de innovaciones que se producen más o menos continuamente en la actividad industrial y de servicios y con más o menos intensidad por sectores y países, como resultado de la combinación de las presiones de la demanda, de los factores sociales y culturales de las oportunidades tecnológicas y sus trayectorias. Las innovaciones incrementales no son resultado de la investigación aplicada a la actividad productiva, sino que provienen de la aplicación y la mejora de la producción a propuesta de los ingenieros o de los usuarios de la tecnología. Estas innovaciones tienen una importancia capital en la mejora de la eficiencia de uso de los factores productivos y a menudo se las asocia con los efectos de escala y las mejoras de productividad derivadas de aumentos de eficiencia y calidad. Las innovaciones radicales Las innovaciones radicales, que suelen incorporar combinaciones de productos e innovaciones de proceso y de organización, se distribuyen irregularmente 51

entre los sectores productivos y en el tiempo, si bien aumentan la tendencia de crecimiento de los nuevos mercados y las oportunidades de nueva inversión. Acaban conduciendo la economía hacia un cambio estructural, si bien su efecto macroeconómico es relativamente reducido y localizado, si no es que un conjunto de innovaciones radicales se vincula al ascenso de nuevas industrias y servicios como, por ejemplo, la industria de materiales sintéticos o de semiconductores. Los cambios de sistema tecnológico Se basan en la combinación de innovaciones incrementales y radicales, junto con innovaciones en las organizaciones y sus esquemas directivos. Según Freeman y Pérez, son cambios tecnológicos –o constelaciones de innovación– de gran alcance, que afectan a un conjunto importante de ramas de una economía y que pueden generar la aparición de nuevas ramas de actividad. Los cambios de paradigma tecnicoeconómico Son cambios en los sistemas tecnológicos de gran alcance, que tienen una influencia capital en el comportamiento de toda la economía.

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Un cambio de este tipo se vincula con un conjunto de innovaciones incrementales y radicales y, eventualmente, incorpora un número de nuevos sistemas tecnológicos. Este tipo de cambio tecnológico tiene una característica fundamental: su capacidad de penetración en el conjunto de la economía. No supone solo la emergencia de un nuevo tipo de productos, servicios, sistemas e industrias, sino que también transforma directa o indirectamente el resto de las ramas de la economía. De hecho, Freeman y Pérez son claros a la hora de interpretar la noción de cambio de paradigma tecnicoeconómico: "Nuestra concepción es mucho más amplia que la de un conjunto de innovaciones o de un cambio de sistema tecnológico. Nos referimos a una combinación de interrelaciones de innovación entre productos y procesos, técnicas, organización y esquemas directivos, que representa un salto cuantitativo en el potencial de productividad del conjunto de la economía y que abre un conjunto de nuevas oportunidades de inversión y de beneficios". "Structural Crises of Adjustment, Business Cycles and Investment Behaviour".

Las condiciones necesarias Una vez definido el cambio de paradigma tecnicoeconómico, se deben dar las condiciones para que 53

se pueda trasladar al conjunto del sistema económico y social. De hecho, a grandes rasgos, para que se dé la traslación entre paradigmas, un factor productivo o input –o conjunto de inputs– ha de representar un cambio en la estructura de costes relativos del conjunto de la economía, lo que incluye una disponibilidad universal y también la necesidad de superar las limitaciones institucionales. En cuanto a la primera parte de la afirmación, esta condición comprende tres elementos: que los agentes económicos tengan una percepción inequívoca de que este input representa una clara y rápida tendencia a la baja de los costes relativos, que haya una disponibilidad ilimitada de oferta del input y que tenga un claro potencial de uso o de incorporación a los productos y procesos del conjunto del sistema económico, directamente mediante nuevas innovaciones o indirectamente mediante la reducción de costes y el cambio de calidad de los otros inputs del sistema. La segunda parte de la afirmación, relativa al entorno institucional, hace referencia a los cambios tanto internos como del entorno empresarial que el nuevo paradigma debe afrontar para superar el viejo. En este contexto, Freeman y Pérez vinculan la evolución a largo plazo de los ciclos económicos con la noción del paradigma tecnicoeconómico, de modo que desde finales del siglo xviii y hasta la actualidad podemos distinguir cinco oleadas o ciclos de Kondratiev.

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Con todo, se llega a la conclusión tentativa de que en las últimas dos décadas del siglo xx hemos asistido a un cambio de paradigma tecnicoeconómico caracterizado por una base material vinculada con las tecnologías de la información y la comunicación y por la consolidación de una nueva economía basada en el conocimiento. Finalmente, los autores afirman que la cristalización de un nuevo paradigma tecnicoeconómico incluye un conjunto de nuevos elementos: una mejor práctica en la organización de la empresa y en la planta de producción; un nuevo perfil de capacidades de los trabajadores, que modifica tanto la calidad como la cantidad del trabajo, y también los patrones de distribución de la renta correspondientes; una nueva combinación productiva, con nuevos productos que son intensivos en la utilización del input, que ha representado un cambio en la estructura de costes relativos y que, además, son los preferidos por la inversión y representan una proporción creciente del PIB; nuevas tendencias en las innovaciones, destinadas a sustituir los componentes productivos relativamente más caros por el nuevo o nuevos factores preeminentes más baratos; un nuevo patrón de localización de la inversión nacional e internacional, dirigido al aprovechamiento de las ventajas comparativas, que ha generado el cambio en la estructura de costes relativos; una oleada de inversión de infraestructuras; la tendencia de las pequeñas empresas innovadoras a 55

entrar rápidamente en las ramas más expansivas de la economía y, en algunos casos, a iniciar nuevos sectores de producción; la tendencia de las grandes empresas hacia la concentración, el crecimiento o la diversificación en las ramas de la economía donde el input relevante se produce y se utiliza más intensivamente, y un nuevo patrón de consumo de bienes y servicios y nuevas formas de comportamiento del gasto familiar y la distribución.

La interpretación económica Una vez señaladas las condiciones económicas que hay detrás de la manifestación de un cambio de paradigma tecnicoeconómico, es el momento de hacer una breve aproximación a la concepción metodológica que lleva a cabo la ciencia económica de la tecnología. El cambio tecnológico alcanza una colección muy compleja y amplia de las actividades humanas. Además, las tecnologías no solamente cambian con el tiempo, sino que, de hecho, hay numerosas tecnologías que coexisten a la vez. Esta heterogeneidad hace claramente sospechoso cualquier intento de hablar sobre tecnología y sus consecuencias en conjunto. No es posible llegar a comprender las complejidades de la tecnología, las interrelaciones con otros componentes del sistema social y sus consecuencias 56

socioeconómicas sin una voluntad de cambiar modos de pensamiento muy agregados a otros más dispersos. Debemos pasar de una concepción más general en la que las diferentes tecnologías se tratan como si fueran una a otra más específica. Incluso se ha de estar preparado para "mancharse las manos" y adquirir familiaridades con los detalles importantes de la misma tecnología. Solo de este modo es posible desarrollar una apreciación de las características tecnológicas particulares y de las consecuencias que nacen de estas (o consiguen nacer). No es posible analizar los efectos del cambio tecnológico con independencia del contexto particular en el que aparece, dado que la eficacia de la propia tecnología ejercerá consecuencias de tipo muy variado en sociedades que difieren en cuanto a las instituciones, los valores, los recursos y la historia. De hecho, esta mirada nos propone una visión amplia del conocimiento que incorpore todo tipo de innovaciones, y no solamente las relacionadas con las formas más puras, en un contexto en el que la producción se puede vincular con los hechos económicos, de manera que también podemos considerar las numerosas fuerzas de presión contra la frontera de posibilidades de producción que hacen que se extienda o fluctúe en regiones limitadas. El economista e historiador de la tecnología Nathan Rosenberg considera que la ciencia económica

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muestra un prejuicio que no le permite aproximarse correctamente al fenómeno: "El prejuicio que tanto me preocupa se puede advertir fácilmente. Los economistas, cuando trabajan con el proceso de cambio tecnológico, revelan una conceptualización jerárquica de diferentes formas de conocimiento similares a las del científico estudioso de las ciencias naturales. Es decir, dan la máxima importancia a las formas puras de conocimiento, conocimiento científico que implica un grado de generalidad más elevado y amplio. En cambio, tienen en muy poca consideración el conocimiento tecnológico o industrial porque es demasiado específico y particularista en su naturaleza, y muestran poco interés por el modo en que este conocimiento es producido o difundido". Solo una visión amplia de este tipo nos permitirá una aproximación completa al fenómeno del progreso tecnológico, y por lo tanto a la interpretación económica del conocimiento. Así, el próximo estadio de nuestro viaje pasa, necesariamente, por un análisis detallado de los elementos determinantes del proceso hacia el logro de este nuevo tipo de economía, es decir, de los tres pilares de la nueva economía: la mundialización económica, las tecnologías de la información y la comunicación y los cambios de la demanda.

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LA GLOBALIZACIÓN Y EL PROCESO DE MUNDIALIZACIÓN

La economía del conocimiento es la forma que adopta el desarrollo actual del sistema capitalista. El desarrollo económico es el resultado del funcionamiento de una ley general, la maximización de beneficios, que da lugar al crecimiento económico. Este crecimiento tiene lugar en el mercado, el espacio en el que confluyen oferta y demanda, y adopta una forma cíclica. Por lo tanto, el desarrollo capitalista es el resultado de la maximización de beneficios bajo las leyes del mercado. El desarrollo capitalista ha coexistido con diferentes elementos institucionales que se han relacionado de varias maneras con su tendencia natural hacia la expansión. En efecto, no es hasta la década de 1870 cuando podemos empezar a identificar el capitalismo con la tendencia hacia la mundialización, que también ha coexistido con la consolidación del Estado

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nación y con la aparición de la primera organización empresarial mundial: la empresa multinacional. El capitalismo industrial es la forma del sistema económico en la que la industria se organiza mediante la fórmula capitalista, con empresarios que avanzan el capital y trabajadores asalariados, con el objetivo de producir para el mercado y obtener beneficios para el empresario. El advenimiento de este tipo de capitalismo se produjo con la Revolución Industrial y la incorporación de la maquinaria a gran escala en las antiguas manufacturas. El carácter expansivo de la dinámica del desarrollo económico ha hecho adoptar al capitalismo diferentes formas a lo largo de su historia. A partir de una economía local, que emerge frente al feudalismo, el crecimiento económico lleva hacia la ampliación del mercado a escala nacional, hecho que da lugar a la culminación de los estados nacionales. La superación del mercado nacional como consecuencia del crecimiento económico abre las puertas a uno de los fenómenos decisivos en la consolidación del sistema: la mundialización. La dinámica económica del siglo xx se explica por el avance de este proceso de mundialización económica.

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¿Mundialización y globalización son lo mismo? La nueva economía se fundamenta en un proceso, tan viejo como el propio capitalismo, y que es inherente a su propia dinámica: la mundialización económica. No es nuestro objetivo analizar este fenómeno, pero sí que querríamos destacar algunos rasgos característicos que lo vinculan con la revolución digital. Es importante tener en cuenta que mundialización y globalización no son exactamente lo mismo. La mundialización económica es uno de los resultados del sistema capitalista porque su lógica maximizadora de beneficios se vincula claramente a la ampliación de mercados. La globalización económica, que se inscribe en el marco general de la economía mundializada, es un fenómeno relativamente más nuevo y que se basa en las capacidades de producción, distribución, cambio y consumo mundial y en tiempo real, lo que implica una movilidad importante de mercancías y de factores productivos. La nueva economía, que basa su funcionamiento en la incorporación masiva del conocimiento a la actividad productiva y a las capacidades de trabajo en línea, tiene una relación importante de causa-efecto con la mundialización económica y con las tecnologías digitales. Sin la mundialización económica no entenderíamos la nueva economía como la entendemos hoy, y sin la revolución digital, seguramente, la globalización no sería posible.

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Es importante señalar también que la economía mundial no es lo mismo que la economía internacional. En efecto, la economía internacional basa su foco de interés en el estudio del comportamiento y de las relaciones económicas internacionales, pero sin tomar la economía mundial como un único objeto de estudio. Las nuevas teorías del comercio internacional, la relación entre apertura exterior y crecimiento económico, el estudio de las interrelaciones entre tipos de interés, tipo de cambio y mercados financieros, así como el análisis de los procesos de integración económica, son algunos de los campos abordados con éxito por la economía internacional. Todos estos cambios no se han producido por azar. Es evidente que la investigación científica ha tenido un papel importante. Pero sin una base económica que permitiera la difusión, e incluso la aparición, el avance de la nueva economía habría resultado imposible.

Los avances técnicos Acabamos de ver cómo la consolidación de una economía global está estrechamente vinculada a la utilización económica de la tecnología. Ya hace mucho tiempo que los economistas sabemos que existe una estrecha relación entre el avance técnico y la economía. La historia económica nos da infinidad de 62

ejemplos de inventos o avances técnicos que no se han convertido en un progreso tecnológico generalizado por la falta de un sustrato económico y/o por la existencia de dificultades sociales para hacer uso de él. Por lo tanto, hay una lectura posible de los procesos de cambio técnico a partir de la necesidad del hombre de dominar y controlar la naturaleza y los desarrollos sociales. Desde el principio de los tiempos, con el descubrimiento del fuego, los primeros instrumentos, la agricultura o la navegación, hasta la actualidad, con los viajes al espacio y el análisis del comportamiento de los átomos y los genes, los avances tecnológicos tienen un denominador común: el dominio del hombre sobre la naturaleza. Aun así, estos progresos no se han producido por arte de magia. Cualquier proceso de innovación tecnológica exitoso necesita un sustrato económico adecuado y dos condiciones: una necesidad social para que se produzca y una capacidad social para asumirlo y utilizarlo. Así, para analizar cualquier proceso de cambio técnico es imprescindible abordar las características de la economía sobre la que se establece. Para no remontarnos a los albores de la historia, nos referiremos a los descubrimientos que han modificado la vida de los hombres durante el desarrollo del sistema económico. Distinguimos, al menos, cuatro aplicaciones tecnológicas que han determinado diferentes fases del desarrollo capitalista. 63

En primer lugar, la utilización de la fuerza mecánica aplicada a la producción: el maquinismo. Este conjunto de invenciones constató la capacidad de la sociedad para asumir un nuevo modo técnico de producción, que dio lugar a la primera Revolución Industrial. Las ramas productivas vinculadas a la industria textil son las pioneras en este campo. No obstante, las bases productivas de esta revolución industrial se establecieron a partir de la utilización de nuevos recursos naturales, como el carbón, el acero y la energía del vapor, además del salto adelante de los medios de transporte y la comunicación, como el ferrocarril y la navegación de vapor. En segundo lugar, el descubrimiento de la electricidad y la capacidad de controlar su uso. Este avance supuso una nueva revolución industrial, la segunda, que afectará no solamente a la producción, sino también al conjunto de la sociedad, con el uso urbano y doméstico de esta energía y con la utilización masiva de electrodomésticos en los hogares. En tercer lugar, el descubrimiento del motor de combustión interna permitió la construcción de automóviles, nuevas generaciones de ferrocarriles, barcos y, finalmente, la aviación y los vuelos espaciales. La propia noción de espacio y distancia se vio fuertemente alterada por este invento, de manera que el mundo se vuelve más pequeño y las distancias se acortan. Además, también se producen modificaciones importantes en la producción, con un cambio en el recurso natural predominante (el carbón cede la 64

primacía al petróleo), y con la aparición de nuevos sectores productivos (como la petroquímica, las fibras artificiales y los plásticos). Y, en cuarto lugar, la actual revolución digital, con la incorporación masiva de las tecnologías de procesamiento de la información y la comunicación, que han modificado casi todas las facetas de la vida humana y han abierto oportunidades importantes de crecimiento. Estos cuatro periodos del desarrollo capitalista tienen un denominador común: un cambio profundo en las actividades económicas, con oficios que desaparecen y otros que se crean, la obsolescencia y la aparición de nuevos instrumentos, el agotamiento y la sustitución de habilidades técnicas y un avance continuo hacia la mejora del conocimiento sobre la naturaleza, la sociedad y la vida humana. Este conjunto de transformaciones reciben el nombre de desarrollo de las fuerzas productivas, que generalmente se acaban traduciendo en mejoras evidentes de la calidad de vida y del bienestar de la población, si bien esto no garantiza la eliminación de la distribución injusta de estas mejoras entre todos los habitantes del planeta. La economía como ciencia se ocupa del estudio de los procesos de producción, distribución, cambio y consumo de mercancías, y de su evolución, lo que implica, entre otros, el estudio del cambio técnico y de los efectos distributivos de su aplicación.

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A partir del conocimiento de estos procesos se pueden establecer vínculos con las diferentes fases del desarrollo económico. No queremos reproducir la explicación de todas las fases del capitalismo, pero sí que es importante destacar que cada etapa de progreso tecnológico ha sido vinculada a una determinada manera de organizar el sistema. La eclosión del maquinismo y de la industrialización se vincula a una fase concurrencial del capitalismo, con empresas de pequeña dimensión y fuerte competencia a los mercados. La difusión de la electricidad, la introducción del automóvil y de todos sus derivados se vincula a otra fase del capitalismo, en la que la competencia deja de ser el eje central de la economía, y aparecen las sociedades anónimas, las grandes corporaciones y la concentración y centralización de capitales. En esta fase, que denominamos fase monopolista de base nacional, una pequeña empresa no puede gestionar una siderurgia o una fábrica de material de transporte, lo que nos conduce hacia la oligopolización de la actividad económica y hacia la vulneración de los principios del libre mercado. Además, la tendencia fuertemente expansiva de este periodo da lugar al imperialismo, que, mediante la colonización, llevó el capitalismo a todos los rincones del planeta. Aun así, después de la Segunda Guerra Mundial, con la consolidación plena de la electricidad, el automóvil, las comunicaciones y la aparición de nuevas industrias, como la nuclear, el ámbito de acción de 66

la economía vuelve a cambiar. El marco nacional se queda pequeño y surge en potentes empresas multinacionales, que son las verdaderas protagonistas de esta nueva fase, que denominamos fase monopolista de base mundial. La competencia se establece entre estas empresas, pocas y grandes, en un contexto de mercado mundial. Además, las fronteras económicas del Estado nación empiezan a difuminarse, a la vez que el proceso de mundialización de la actividad económica se acelera notablemente, sobre todo a partir de las transacciones financieras y del comercio de mercancías intermultinacionales y/o intramultinacionales. ¿Qué está sucediendo en la actualidad? Quizá lo más relevante es que en este momento conviven los últimos vestigios de una economía construida con fundamentos nacionales y otra economía de ámbito mundial. En este contexto, se producen confrontaciones importantes entre la base nacional y la base mundial. Un ejemplo de nuestro entorno inmediato: la industria textil, algunas producciones agrarias y ganaderas y otras actividades productivas quieren continuar existiendo, si bien son muy conscientes de que el avance efectivo de la mundialización pone de relieve la falta de competitividad de estas producciones en el mercado mundial. En síntesis, el mundo está cambiando y la economía cambia con el mundo. Aun así, hay elementos importantes en esta situación de cambio: el capitalismo y la transición a una economía basada en el co67

nocimiento. Otros rasgos que caracterizan la economía de hoy son los siguientes: un sistema capitalista mundial polarizado entre centro y periferia que pasa por un proceso de globalización acelerado, y un sistema globalizado que está en crisis porque no hay un ámbito político mundial que tenga atribuciones suficientes para regular la economía mundializada. En cambio, no se está creando una sociedad mundializada. Además, el mercado genera desigualdades y no tiende, en la fase actual, al equilibrio. Esta situación, si no se actúa, puede conducir al caos y al desorden internacional. Hemos visto cómo la producción y la circulación, en un mercado mundial y con diferentes intensidades, de mercancías, capitales, tecnologías y trabajo son una realidad de la actividad económica en la actualidad. Ahora bien, ¿cómo inciden las tecnologías de la información y la comunicación en este proceso de globalización económica? La respuesta llega básicamente por dos vías: las tecnologías de la información y la comunicación proporcionan la infraestructura necesaria para que la circulación de mercancías e inputs a escala global sea un hecho e inciden en la generación de conocimiento tácito y observable mediante la difusión internacional de la tecnología y las redes de conocimiento.

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LOS FUNDAMENTOS DE LA DIGITALIZACIÓN

Uno de los rasgos característicos de las economías actuales es la aparición y la consolidación de un nuevo tipo de tecnología, que basa el funcionamiento en el proceso de digitalización. Entendemos por digitalización la representación codificada de una señal mediante flujos de luz que se identifican, por ejemplo, con dígitos binarios. A modo de ilustración, la representación de cualquier tipo de datos de información (gráfica, audio, vídeo, fotografía) o de magnitudes físicas por medio de dígitos. Un digitalizador es un dispositivo que convierte información de naturaleza determinada no digital en información digital manejable por ordenador. A menudo, las tecnologías que hacen posible este proceso de conversión de elementos físicos en elementos digitales se agrupan bajo el denominador común de tecnologías de la información y la comunicación. 69

De hecho, este fondo social de conocimiento que trata digitalmente la información y la comunicación ha impregnado la actividad económica, hasta el punto de que algunos autores sitúan la utilización masiva de estas tecnologías en la vanguardia de una tercera revolución industrial. A pesar de que la breve, pero revolucionaria, historia de las tecnologías de la información y la comunicación ha sido ampliamente explicada durante los últimos años, conocer bien los nuevos fundamentos tecnológicos y los cambios que han generado se vuelve necesario para la interpretación de este nuevo tipo de economía que se está formando. En estos años las oleadas de innovación de los tres principales componentes tecnológicos de la electrónica –la microelectrónica, los ordenadores y las telecomunicaciones– han sido esenciales. Un simple vistazo a todas las innovaciones nos permite entender que nos encontramos ante un conjunto formidable de interacciones tecnológicas que han establecido las bases de un cambio sustancial en las relaciones económicas de las sociedades modernas.

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NUEVOS PATRONES DE DEMANDA

La demanda es el tercer pilar, junto con la revolución tecnológica y la globalización, de la economía del conocimiento. La novedad consiste en, como ya hemos visto más arriba, los cambios en los patrones de demanda de las empresas y las familias. En cuanto a las familias, la idea básica que hay detrás es la siguiente: a medida que aumenta el nivel de renta de una economía, la estructura del consumo por componentes de gasto se tiende a concentrar en los capítulos con una elasticidad de renta elevada, en detrimento de los productos de primera necesidad, como la alimentación, el vestido y el calzado. Un sencillo ejercicio de cálculo de porcentajes de la estructura del consumo privado nos permitirá confirmarlo. Si comparamos la dinámica de las partidas de consumo de las familias españolas en relación con la de las familias de Estados Unidos, Canadá, Japón, Reino Unido, Francia, Alemania e Italia –que son los siete grandes países de la Organización para la 71

Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE)–, se pone de manifiesto que la estructura del consumo privado en España todavía presenta una participación importante del gasto en alimentación, bebidas y tabaco, y vestido y calzado. Ahora bien, la comparación con los últimos treinta años muestra que la participación de estas dos tipologías de consumo ha presentado una tendencia inequívoca a la baja (también en los países de la OCDE), en sintonía con las importantes mejoras de renta de la economía española, que, poco a poco, acerca la estructura de gasto a la de las economías más ricas de su entorno. Esta mejora de la renta también se ha traducido en un aumento relativo de las partidas de gasto vinculadas a la sanidad, los transportes y las comunicaciones, así como al ocio, la enseñanza y la cultura. En síntesis, podemos afirmar que las mejoras de renta de las economías desarrolladas durante las últimas dos décadas se han traducido en un cambio en la estructura del consumo, que impulsa, desde la demanda de consumo, o bien la producción de mercancías conocimiento, o bien el uso intensivo del conocimiento en la producción del conjunto de bienes y servicios. En cuanto a la inversión, y como demuestran los registros de contabilidad nacional de Estados Unidos, pero también de otros países, el avance espectacular de la formación bruta de capital fijo en equipos y software se ha convertido en uno de los fundamen-

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tos que explican los incrementos sostenidos de productividad de esta economía. Este tipo de inversión, que incluye básicamente el gasto en ordenadores, periféricos, equipos de procesamiento de la información y software, ha presentado un incremento exponencial en los últimos años. De hecho, por primera vez en la historia de Estados Unidos, una tipología de inversión se ha acercado, y mucho, al volumen total de las exportaciones de bienes y servicios.

Algunos datos En el año 2000, y medido en dólares constantes de 1996, este tipo de inversión se situaba en 1.087 miles de millones de dólares, muy poco por debajo de los 1.133 billones del total de exportaciones de bienes y servicios. Y no solamente esto, sino que este extraordinario volumen de inversión se ha dinamizado espectacularmente en los últimos años. Si tomamos 1991, año de inicio del actual ciclo expansivo de Estados Unidos, como base 100, esta tipología de inversión había acumulado un incremento del 162% en el año 2000, incremento que contrasta, y mucho, con el avance acumulado del PIB (un 37%). De otro modo, si calculamos la aportación de la inversión en equipos y software en el crecimiento económico de Estados Unidos, los resultados son 73

concluyentes. Entre 1990 y 1995 la inversión en las tecnologías digitales explicó 0,5 puntos porcentuales del crecimiento económico de Estados Unidos, participación que ha superado el punto porcentual en la segunda mitad de la década de los noventa (entre 1996 y 2000). Además, a partir de 1995 la inversión en equipamientos y software ha explicado de manera sostenida cerca del 25% del crecimiento económico de Estados Unidos. No es extraño, pues, que con estos registros inversores la productividad del trabajo haya presentado un claro repunte alcista a partir de la segunda mitad de la década de los noventa. La tasa de crecimiento de la productividad de Estados Unidos muestra un salto significativo: ha pasado de crecer de tasas próximas al 1,5% de media entre 1990 y 1995, a un 2,7% de media entre 1996 y 2000.

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