El léxico animal del "Cancionero de Baena"
 9783964563170

Table of contents :
El léxico animal del Cancionero de Baena
1. Introducción
2. El léxico animal del Cancionero de Baena
2.1. Nombres genéricos
2.2. El bestiario telúrico
2.3. El bestiario acuático
2.4. El bestiario aéreo
2.5. El bestiario monstruoso
2.6. Reflexiones Anales
3. Bibliografía
4. índice de voces analizadas

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Pilar Montero Curiel / María Luisa Montero Curiel El léxico animal del Cancionero de Baena

MEDIEVALIA HISPANICA Editado por Maxim Kerkhof Yol. 9

Pilar Montero Curiel María Luisa Montero Curiel

El léxico animal del Cancionero de Baena

Iberoamericana • Vervuert • 2005

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El léxico animal del Cancionero de Baena

El léxico animal del Cancionero de Baena

1. INTRODUCCIÓN

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2. EL LÉXICO ANIMAL DEL CANCIONERO DE BAENA 2.1. Nombres genéricos 2.1.1. Genéricos terrestres 2.1.2. Genéricos acuáticos 2.1.3. Genéricos aéreos 2.2. El bestiario telúrico 2.3. El bestiario acuático 2.4. El bestiario aéreo 2.4.1. Aves 2.4.2. Insectos y Arácnidos 2.5. El bestiario monstruoso 2.6. Reflexiones Finales

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3. BIBLIOGRAFÍA 3.1. Abreviaturas bibliográficas 3.2. Bibliografía general 3.2.1. Diccionarios 3.2.2. Ediciones 3.2.3. Estudios

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4. ÍNDICE DE VOCES ANALIZADAS

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El léxico animal del Cancionero de Baena

1. Introducción La segunda mitad del siglo XIV representa el inicio del florecimiento de la lírica culta en castellano; hasta entonces había correspondido a la lengua gallego-portuguesa el honor de servir como vehículo de expresión para los contenidos poéticos elevados, mientras que el castellano daba forma a la prosa, a la poesía narrativa y a la poesía popular. Dentro de las nuevas tendencias líricas, la personalidad más destacada es la de Alfonso Alvarez de Villasandino, cuya producción literaria se ha interpretado como paradigma de la transición entre las dos modas lingüísticas que nutren la poesía peninsular del otoño de la Edad Media. Su obra, y la de otros poetas coetáneos, está recogida en El

Cancionero

de Baena, volumen que la historia literaria ha tomado como el punto de partida de una amplia serie de recopilaciones de poemas que culminan hacia 1511, con el Cancionero General de Hernando del Castillo. En medio de esta encrucijada, que comienza a dar primacía al castellano como lengua poética, el Cancionero

de Baena ofrece una gran riqueza de

materiales dignos de ser analizados. Es extensa la corriente de investigación que ha suscitado la lectura de sus versos de la mano de autores como K. Whinnom, I. Macpherson, J. M. Aguirre, A. A. Parker, J. Y. Tillier, J. Battesti-Pellegrin, F. Márquez Villanueva, C. Potvin, A. Puigvert Ocal, A. Deyermond, B. Dutton, J. González Cuenca, entre otros (Deyermond 1980-1991), lo que ha favorecido, en los últimos años, un aumento de la cantidad y la calidad de los trabajos monográficos centrados en esta primitiva antología poética y en colecciones posteriores.

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Pilar Montero Curie! - M° Luisa Montero Curiel

El presente estudio se concibe con la intención de aportar nuevos datos para la lectura del Cancionero

de Baena desde una perspectiva léxica que contempla

el análisis completo del vocabulario relacionado con el mundo animal. Para desarrollar este planteamiento, se han tomado como punto de partida dos factores fundamentales: por un lado, la obtención del corpus que sirve de base al análisis del vocabulario animal en la antología poética recopilada por Juan Alfonso de Baena y, por otro, la organización temática de dicho corpus y la documentación del léxico en diferentes diccionarios. La primera tarea ha permitido valorar la importancia del material disponible a la hora de realizar un estudio extenso y riguroso de los nombres de animales incluidos en el Cancionero

de Baena, como muestra del uso de un campo semántico específico

en un momento crucial de la historia de la lengua castellana. El inventario léxico se ha obtenido a partir de los tres volúmenes de la edición de José María de Azáceta (1966) y de la más reciente de Brian Dutton y Joaquín González Cuenca (1993), esta última utilizada como base de las referencias incluidas en el estudio. Ambas han sido contrastadas para desvelar matices y significados que, de otra forma, podrían haber pasado inadvertidos, y para encontrar vocablos que, por su escasa documentación en la historia literaria, no habían sido tenidos en cuenta ni analizados adecuadamente. Una vez delimitado el corpus se impone la tarea de su organización y estudio. La gran variedad de términos ha obligado a elegir un sistema de ordenación amplio y, a la vez, coherente, aunque ajeno a la exhaustividad de las clasificaciones zoológicas y sus múltiples subdivisiones. Para ello se ha optado por una repartición temática en cuatro grandes bloques que reúnen, por orden alfabético, los diferentes términos según el medio en el que viven los animales, de acuerdo con agrupaciones transmitidas por los bestiarios y por tratados de carácter enciclopédico de la Antigüedad: en primer lugar, el bestiario

telúrico,

en el que se estudian los nombres de todos aquellos animales que se desenvuelven en el medio terrestre elefante,

león, mona,

sabandija

{buey, burro,

o serpiente).

términos relacionados con el medio acuático

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caballo,

carnero,

cochino,

A continuación se analizan los (albur, ballena,

congrio,

corvina.

El léxico animal del Cancionero de Baena

delfín, morena, rana, salmón, sapo) y, por último, se explica el bestiario aéreo, en el que se incluyen tanto nombres de Aves (avestruz, búho, buitre,

calandria,

cernícalo,

mochuelo,

paloma

cigüeña,

cuervo,

o ruiseñor)

halcón,

filomena,

gerifalte,

lechuza,

como denominaciones de Insectos y Arácnidos

(abeja,

alacrán, araña, mosquito), aunque algunos de estos últimos no estén dotados de la capacidad de volar. Aparte hay que registrar las referencias a los animales monstruosos

o fantásticos

(dragón, hidra, sirena, grifo) que, aunque escasas,

encierran los valores simbólicos más llamativos. Los cuatro bloques van precedidos del análisis de un conjunto de vocablos que se emplean con carácter genérico en cada uno de los grupos (ganado, rebaño y venado, para el bestiario telúrico; pescado y pez, para el acuático; ave y augel para el aéreo, y bestia y sabandija para todos ellos, incluido el monstruoso). Cada vocablo ha sido analizado de una manera individual a partir de todas las referencias recogidas en el Cancionero

de Baena. Tras una definición general

del término según la última edición (correspondiente al año 2001) del Diccionario

de la Real Academia Española (DRAE) —que permite conocer su

vigencia en el español actual— el léxico se ha documentado en diferentes diccionarios con el fin de conocer sus orígnenes, su historia y sus valores en la lengua literaria de las distintas épocas y regiones del idioma. El Crítico Etimológico

Diccionario

Castellano e Hispánico de Coraminas y Pascual (DCECH)

se ha tomado como fuente de información sobre los orígenes de cada palabra y sus primeras documentaciones en nuestra lengua. En muchos casos, los versos agrupados por Juan Alfonso de Baena han permitido modificar las fechas del inicio del uso de determinadas voces según los registros de este diccionario etimológico. Así, el término bayo, que alude al pelaje de ciertos animales del orden de los Équidos en el Cancionero

de Baena,

se adelanta en algunas

décadas a las dataciones convencionales establecidas por Coraminas y Pascual. En el Cancionero

el término forma parte de un refrán ("uno piensa el bayo, y

otro es el que lo ensilla", con variantes ajustadas al verso), tipo de texto que delata el carácter antiguo —y popular— de este vocablo. Por su parte el sustantivo marta (en referencia al animal mamífero carnicero de larga cola, cuya piel es muy apreciada desde antiguo para confeccionar prendas de vestir) se

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Pilar Montero Curiel - Ma Luisa Montero Curiel

menciona en un poema de Villasandino, aunque Coraminas y Pascual lo atestiguan por vez primera en el Vocabulario

de romance

en latín de Elio

Antonio de Nebrija. El término doral, que puede tomarse como sinónimo de oropéndola,

aparece en un decir castellano de Ferrán Manuel de Lando, a pesar

de que el Diccionario

de Coraminas sitúa el arranque de su uso en el siglo XVII,

en la obra del poeta Polo de Medina y, años más tarde, en el Diccionario Autoridades.

de

Dentro del bestiario monstruoso, el sustantivo hidra aparece en el

Cancionero de Baena en un pasaje mitológico relacionado con los doce trabajos de Hércules; este término fue documentado por Coraminas y Pascual en la prosa de Enrique de Villena hacia 1413; no obstante, su presencia en los versos del Baena permite adelantar, si bien en pocos años, el punto de partida de su uso en castellano. Estos ejemplos, y otros muchos dispersos a lo largo del trabajo, han servido para matizar la historia del léxico animal en nuestra lengua y para precisar los testimonios de sus primeros empleos. En otras ocasiones, los versos recopilados por Juan Alfonso de Baena marcan el inicio de la trayectoria de algunos vocablos en el léxico español. Es el caso de mohíno

como adjetivo aplicado a determinadas bestias; o del

sustantivo

Mancheta, galicismo que alude a una raza canina que encuentra en unos versos de Villasandino su primera documentación castellana. Como híbrido entre pez y mujer, el empleo del vocablo sirena —en la variante serena— también inicia su andadura en esta recopilación poética, según los registros de W. Schmid interpretados por Coraminas y Pascual (DCECH, s.v. sirena). Con términos como dromedario

nos enfrentamos a lecturas difíciles, que

obligan a reflexionar sobre la historia del léxico castellano. Este vocablo se toma como un helenismo del latín y su presencia en los versos del

Cancionero

de Baena, de referirse al animal, permitiría adelantar en algunas décadas la historia de un vocablo que, hasta la fecha, se documentaba por primera vez en Nebrija. Quevedo empleó dromedal,

variante que ilustra sobre la tardanza del

asentamiento del actual dromedario.

La presencia del término dromedarios,

en

plural, en el Bestiario de Brunetto Latini podría situar en el siglo XIV el origen de esta voz en castellano. En el Cancionero de Baena, dromedario

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se incluye en

El léxico animal del Cancionero de Baena

un decir de Villasandino a Ruy López Dávalos "quando comen9Ó aver privanza con el señor Rey don Enrique, por quanto Alfonso Álvarez estava doliente en Lo?oya e el Rey estava en la ?ibdat de Segovia" (p. 98). Dutton y González Cuenca (Cancionero, p. 98) indican en sus notas que los versos de este poema son problemáticos, por una lectura dudosa del vocablo dromedario Diomedano

en lugar de

—relacionado con Diomedes por Menéndez Pidal—, lo cual no

parece probable, a la vista de la rima y por el hecho de que las demás estrofas del poema se abren con la referencia a un personaje ilustre. De ahí las dificultades a la hora de admitir que este dromedario

de Villasandino se refiera

al animal giboso semejante al camello, aunque, una vez constatada.su presencia en el léxico medieval, tampoco puede descartarse por completo, más aún si se tiene en cuenta que en su composición Villasandino traza un cuadro hiperbólico y humorístico de su vejez en el que la figura del dromedario

podría evocar la

imagen de un anciano jorobado. Los datos de Coraminas y Pascual se han completado, por su proximidad con las fechas de redacción de los poemas del Cancionero Vocabulario vocabulario

de Baena,

de romance en latín de Elio Antonio de Nebrija y el

con el Universal

de Alonso de Palencia. En esta búsqueda de los valores antiguos de

las palabras no se ha prescindido de la consulta del Tesoro de Sebastián de Covarrubias, ni del Diccionario

de Autoridades

o el Diccionario

castellano

con

las voces de ciencias y de artes de Esteban de Terreros y Pando con el propósito de conocer la continuidad histórica de un léxico que está plenamente asentado en el castellano de finales de la Edad Media. Los datos proporcionados por estos repertorios de léxico (identificados en la bibliografía final) han servido, además, para atestiguar la presencia de voces foráneas en el Cancionero

de Baena. Así, el sustantivo plural aúneles, con el

sentido genérico de 'aves' o 'pájaros', es utilizado por Francisco Imperial en un decir de carácter alegórico y de temática amorosa; dado el origen del autor, no es improbable que se trate de un italianismo adaptado a las peculiaridades del castellano de la época. Por otro lado, el término blancheta, que utiliza Alfonso Álvarez de Villasandino para nombrar a una perrita faldera, se relaciona con el

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francés antiguo brachet, 'perro de caza'. El mismo origen puede atribuirse a la voz chiva! (o chibal) presente en tres composiciones del Cancionero

como

sinónimo de caballo. A mitad de camino entre el origen francés y el catalán se sitúa una alusión al daine como voz de significado equivalente a 'gamo', incluida en un decir de Villasandino. Por último, términos como

egüedo,

'cabrón', o mandoa, 'muía', guardan parentesco con el vasco. Muchas de estas voces se encuentran en posición de rima; por eso no resulta ocioso atribuir su presencia en los versos del Cancionero

a las exigencias

métricas más que al interés de los autores por asimilar préstamos de otras lenguas. Por ejemplo, chival se encuentra siempre en coplas enlazadas por la rima en -al ('Tamaño como un zorzal / vino don Pedro bien tarde, / faziendo muy grant alarde / e llegó fata el umbral; / desque vio en el portal / sonavan los golpes todos, / apeldó por essos lodos / caballero en su chibal", 286, vv 185-192, p. 489). Las mismas exigencias estróficas fuerzan la presencia de nombres de animales en forma diminutiva y en posición final de verso, como se deduce de asnillo (110, v23, p. 140), monica (105, vi3, p. 133) y ansarino (367, v4, p. 643), cuyas bases son de uso común en el castellano de la época. Otros vocablos aparecen incluidos en refranes y proverbios, con variantes respecto de los modelos tradicionales, según los dictados y los requerimientos del verso y la rima. Se observa en la expresión "como bestias de ortolano" que se lee en un decir narrativo atribuido a Villasandino, variante del refrán "como perro de hortelano". En otro lugar Rodrigo de Arana pide a Juan Alfonso de Baena que abandone sus argumentos críticos dado que no suelen asustar "los pefes pequeños a grandes bocudos" (436, v4, p. 697), como recreación del dicho popular "el pez gordo se come al flaco" con el que Arana trata de representar su fuerza. El antiguo refrán "ave muda no hace agüero" se utiliza en varias composiciones de Villasandino para poner de relieve el carácter agorero que la tradición atribuía al canto de algunos pájaros. El poeta Ferrán Manuel ofrece una plástica variante del refrán "mal puede el camello entrar por el ojo de una aguja" al escribir en uno de sus decires que "non puede el camello nadar en la artesa" (262, v24, p. 465). Estos ejemplos, y otros muchos, sirven para

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El léxico animal del Cancionero de Baena

comprobar que también la poesía de cancionero echaba mano de la sabiduría popular y admitía elementos propios de un registro menos elevado, el del refranero. Dado que muchos de estos refranes están fuera del uso actual, el Vocabulario

de Refranes

y Frases Proverbiales

de Gonzalo de Correas ha

resultado muy útil en la interpretación de algunos versos y ha permitido confirmar la importancia que el léxico animal ha tenido en la paremiología desde épocas remotas. El estudio del léxico animal en el Cancionero

de Baena ha sido de gran

utilidad a la hora de desvelar muchas interpretaciones de carácter literario, en más de una ocasión novedosas o al menos diferentes a las expuestas por otros críticos

que han

estudiado

la obra con

anterioridad.

En

este

sentido,

encontramos con frecuencia personificaciones de animales detrás de las cuales se halla representado un personaje real con todas sus virtudes y defectos. Así, el cardenal Pedro de Frías, a quien el rey Enrique III desterró a la ciudad de Roma a principios del siglo XV, es caracterizado como "bestia empeijible", con el sentido de ser 'dañino' y 'perjudicial' (116, v2, p. 148). El mismo individuo aparece identificado con el puercoespín

en unos versos de Villasandino, con un

evidente valor negativo por el carácter pernicioso de los pinchos de este animal (115, v21, p. 147). En otros versos, el cardenal se identifica con el avestruz, en medio de una equivalencia significativa entre esta ave y la traición (115, v4, p. 147), cualidad moral con la que se retrata en la mayoría de las ocasiones a este personaje y que refuerza, en algunas estrofas, los ataques antisemitas que contra él se lanzan a lo largo del Cancionero.

Entre las aves de rapiña, el

cernícalo

sirve como representación del mismo Cardenal en un decir de Gonzalo Martínez de Medina (332, vl9, p. 587) que recrea una lucha simbólica entre los /aleones y los girifaltes,

rapaces nobles, por un lado, y, por otro, los cernícalos,

aves

despreciables que simbolizan al cardenal Frías y sus seguidores. Esta muestra de ejemplos permite comprobar que el personaje referido gozaba de una mala reputación entre sus contemporáneos, por ser un hombre dañino, traidor, hipócrita y malvado, cualidades fácilmente atribuibles a los animales con los que se le identifica.

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Otro caso relevante lo constituye el condestable Ruy López Dávalos, relacionado con el gerifalte (75, v9, p. 102; 199, v35, p. 225; 127, v25, p. 159; 292, v54, p. 518) y con el halcón (76, vi3, p. 103) por sus cualidades positivas. Tanto el halcón como el gerifalte son aves de cetrería tratadas de un modo favorable en el Cancionero para elevar las cualidades morales de los personajes a los que se refieren: nobleza, lealtad, templanza, firmeza y fortaleza, virtudes que los hacen merecedores de la confianza de los reyes y de la estima de toda la sociedad. Por su parte, el águila,

como reina de las Aves, representa desde la

Antigüedad a los reyes, nobles y eclesiásticos de alto rango, tradición reflejada en numerosos versos del Cancionero de Baena, como se desprende de un poema de Alfonso Álvarez de Villasandino dedicado a ensalzar las virtudes del rey de Castilla (199, v9, p. 224) y en otro atribuido a Francisco Imperial (226, v205, p. 260) y compuesto con motivo del nacimiento de Juan II, en el que el poeta desea al futuro rey que ascienda tan alto en la vida como lo hace esta ave en el cielo. Estas concepciones se reflejan también en los abundantes poemas que intercalan en sus versos valoraciones, positivas o negativas, sobre el quehacer de los poetas. Por ejemplo, Villasandino califica a Juan Alfonso de Baena de "vil borrico" (365, v i , p. 642) y compara la necedad de este animal con el escaso valor de su adversario en el oficio de la poesía. Los animales más representados en este tipo de composiciones son las aves, por la identificación entre sus cantos y las voces de los poetas. El avefría representa con frecuencia al poeta incapaz de conmover con sus versos (392, vv25-36, p. 664; 395, vv57-64, p. 669, ambas composiciones firmadas por Juan Alfonso de Baena y dirigidas contra García de Vinuesa y Alvar Ruiz de Toro, respectivamente). La graja recibe un tratamiento similar al encarnar en ella la fealdad de los trinos comparable a la mediocridad de los poetas (365, vvl-8, pp. 642-64, de Villasandino contra Juan Alfonso). En el polo opuesto, el ruiseñor, la calandria y la filomena, por citar otros ejemplos, sirven como referentes para elogiar la perfección y la belleza de esta poesía: el ruiseñor asume el papel de poeta en unos versos de Francisco Imperial que tienen como motivo la alabanza del infante don Fernando a través de una serie

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de elogios a personajes importantes de la Antigüedad conocidos por el escritor a través de sus lecturas de Homero, Virgilio, Dante, Boecio, Lucano y Ovidio (vv2-4, p. 305). La hipérbole recogida en la primera estrofa del decir permite al poeta afirmar que en ninguna de estas escrituras encontró una figura "tan gentil" como la del infante (vv7-8). Después de referir detalles sobre la hermosura de los héroes inmortalizados por los grandes poetas, dirige su voz a un ruiseñor para pedirle que promulgue con su canto que todos estos "señores", comparados con el Infante, son "como gemas con rubí". El canto placentero del

ruiseñor

vuelve a ser ponderado en un decir amoroso del maestro fray Diego (550, pp. 348-349) en el cual el ruiseñor se asemeja a la calandria, tanto por su belleza como por sus habilidades canoras. Muchas de las aves mencionadas suelen formar parte, además, del dibujo del locus amoenus

como tópico presente en

numerosas composiciones de temática amorosa. Esta muestra de ejemplos es suficiente para comprobar que los autores del Cancionero

de Baena se apoyan en una visión maniqueísta del mundo a la hora

de elegir los referentes simbólicos animales con los que retratan a los personajes. Por ello, no es de extrañar que en un mismo poema confluyan la paloma y el dragón para contraponer la nobleza y la bondad del rey Enrique III a l a crueldad y el despotismo del cardenal Pedro de Frías (116, vv 17-24, p. 149). Esta visión no es nueva en el Cancionero:

parte de la Antigüedad y llega a la

Edad Media a través de los bestiarios y obras de carácter enciclopédico, para reflejarse en todas las facetas artísticas de este período. Ese origen se deja ver en las numerosas alusiones al león que, como rey de las fieras, se identifica con los monarcas o representa a un personaje notable en las esferas sociales de la época. La identificación entre el león y el rey no puede estudiarse al margen de la simbología cristiana que representa a Jesucristo mediante el león; si el león es el rey de todos los animales, Jesucristo lo es de todos los hombres. En este triángulo, el rey aparece como el representante de Cristo en la tierra en un contexto en el que se entiende a la perfección ese juego alegórico que coloca en el mismo lugar a los leones, a los reyes y al hijo de Dios.

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Por su parte, el cordero asume el simbolismo procedente de la tradición cristiana, a través de la Biblia más que de las concepciones paganas anteriores, para representar a Cristo como Santo Cordero que es fuente de luz (83, vv 17-24, p. 112; 337, vvl51-152, p. 597). La grandeza de la ballena, recreada en un breve poema del mariscal íñigo Ortiz de Estúñiga (+598, vvl-8, p. 798), deriva de la leyenda bíblica según la cual el profeta Jonás fue engullido por este cetáceo. Incluso la identificación del avestruz con la hipocresía, que puede observarse en unos versos de Ruy Páez de Ribera (288, vv57-60, p. 493), procede de una larga tradición tomada de los bestiarios y presente en la literatura cristiana. En ocasiones las cualidades negativas de los animales se evocan para lanzar ataques antisemitas. Davihuelo, judío molesto para Villasandino, es calificado de "bestión mohíno" (182, vv 15-21, p. 207) y su voz desagradable se compara con los balidos de la cabrita y el cabrito en versos próximos (184, vvl-8, p. 209). Otras veces, con intenciones similares, se le acusa de "vil raposo" (207, v36, p. 236). Juan Alfonso de Baena merece el calificativo de "vil borrico frontino",

es decir, señalado en la frente, para denunciar así su condición de

judío (365, vvl-12, pp. 642-643). Además, la identificación del can y el perro con los mahometanos es habitual en numerosas composiciones, como sucede en el extenso poema que envió Juan Alfonso de Baena al rey Juan II para restablecer la paz en el reino de Castilla (+586, v729, p. 756); en él se habla de "los moros, perros, canes", en una especie de aposición explicativa que deja ver la ignominia, la afrenta y el desprecio hacia los moros. En versos posteriores del mismo decir se llega a la equivalencia absoluta entre moros (perros) e infieles (vvl 291-1292). Con intenciones parecidas se emplea la variante femenina perra para calificar a la secta del "falso Mahomad" en un decir de Villasandino (103, v43, p. 131). La visión negativa del perro parte del Apocalipsis, que agrupaba bajo la denominación de perros a los magos, los impúdicos, los idólatras y todos aquellos que aman la mentira y se entregan a ella. Pero esta visión sería insuficiente si no se contrastara con la imagen positiva del perro que, en otros contextos, se toma como el mejor amigo del hombre.

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Sin duda, entre los animales mencionados en este Cancionero,

el cochino y

algunos de sus sinónimos son los más adecuados para llevar a cabo ataques de este tipo, dadas las características ideológicas y gastronómicas de la religión hebrea y la árabe, y el significado que para ellas tiene el ganado porcino. Recordemos, para ilustrar esta afirmación, un breve poema de Alfonso Álvarez contra Juan Alfonso de Baena (367, p. 643), en el que el primero insinúa que su rival es sucio, mentiroso, vil y miserable; los versos se cierran con una finida donde Villasandino llama al de Baena "villano nesfio, gruniente cochino",

en

rima con el "tuerto chazino", de claro parentesco semántico, por ser la carne del cochino destinada a la conserva y la salazón. En otros versos, Baena llama a Villasandino "flemón de tocino", con intenciones ofensivas (366, vvi-8, p. 643). De nuevo, los agravios de Villasandino contra Davihuelo se manifiestan a través de la expresión "vil puerco ensu?iado" (184, v37, p. 210) que completa la serie de insultos lanzados en sucesivos poemas contra este individuo. Estos datos constituyen una muestra de las intenciones que han guiado la redacción del presente trabajo. Concebido con el propósito de desvelar los valores de un campo semántico concreto (el de los animales), el estudio que ofrecemos trasciende los límites de la escueta definición de los vocablos e intenta adentrarse en el complejo ejercicio de la interpretación contextual.

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El léxico animal del Cancionero de Baena

2. El léxico animal del Cancionero de Baena La profusión de alusiones a los animales en los poemas del Cancionero

de

Baena refleja la gran influencia que en la creación poética de finales de la Edad Media ejerce la tradición

de los bestiarios como textos de

contenido

enciclopédico y carácter moralizante, en verso o en prosa, que combinan los recursos propios de la fábula con descripciones de animales reales o legendarios. En ellos se lee que la serpiente tentadora del paraíso habla con una manzana en la boca para prometer la inmortalidad a! hombre, que en tiempos remotos existieron leones alados, chivos expiatorios y dragones de siete cabezas, o que "en Delfos una serpiente pitón salía drogada del cesto y daba presagios cuando se la interrogaba antes de emprender cualquier empresa". El ingenio humano elevó estos seres hasta los tejados de las iglesias y las catedrales, y también logró asomarlos al mundo por las cornisas y los pináculos en forma de gárgolas y basiliscos'. La literatura no se mantuvo ajena a estas influencias, y por eso, a lo largo de su historia, los textos echaron mano de los elementos del mundo animal para representar con ellos determinados contenidos. La lírica se benefició más que otros géneros del simbolismo asignado a los animales por la tradición, asumió el vocabulario y adoptó sus múltiples significados literales y sus valores traslaticios para convertirlos en objetos poéticos. Los autores representados en el Cancionero

de Juan Alfonso de Baena se

apoyaron en esta tradición y acudieron a la simbología animal de los bestiarios para dibujar las virtudes y los vicios de algunos personajes cantados en sus poesías, para juzgar las voces de otros poetas o para identificar determinadas ' Palabras tomadas de la columna que Manuel Vicent, bajo el título de "Bestiario", publicó en la contraportada del diario El País el domingo, 18 de enero de 2004.

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Pilar Montero Curiel - M* Luisa Montero Curiel actitudes personales. En el conjunto de las composiciones que encierra en sus páginas esta singular antología de la lírica castellana, forjada en la transición entre el siglo XIV y el XV, se han documentado alrededor de quinientas referencias que corresponden a más de ciento sesenta especies de animales. Todos ellos conviven en los versos con el dragón fantástico, la hidra monstruosa y la sirena que calma a los marineros con su canto. La realidad más prosaica de la fauna se funde con la fantasía, de manera que la vaca o la oveja que proporcionan leche al ser humano coexisten en estos poemas con el águila que vuela tan alto en los cielos como el personaje al que representa lo hace en la tierra, o con la filomena, la calandria y el ruiseñor que alegran el despertar de los enamorados. Esta simbiosis no puede entenderse al margen de los múltiples significados de las palabras y sus capacidades de traslación, y por eso hemos decidido emprender el análisis detallado de un campo léxico que, visto de un modo unitario y conjunto, proporciona al lector del Cancionero un auténtico bestiario elaborado por diferentes poetas. Un bestiario que parte de las denominaciones generales para adentrarse en las peculiaridades semánticas de un extenso conjunto de fieras que se desenvuelven en medios relacionados con tres de los elementos de la naturaleza: la tierra, el aire y el agua.

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El léxico animal del Cancionero de Baena

2.1. Nombres genéricos Los poetas representados en el Cancionero de Baena acuden en sus versos a una serie de términos que, con valor colectivo, designan a determinadas especies de animales. Para los terrestres, muestran sus preferencias por bestia (que en algunas composiciones también hace alusión a las variedades marinas y acuáticas), por sabandija y, sobre todo, por los sustantivos ganado o rebaño, que suelen aplicarse a los animales domésticos, y venado, como designación común de las presas de la caza mayor. El bestiario aéreo encuentra su reflejo en el sustantivo ave y, en una sola ocasión, en el singular au^el, mientras que la zoología acuática halla en los referentes pescado y pez. sus principales representaciones léxicas. Unos y otros se cargan con frecuencia de valores simbólicos para representar cualidades que los asemejan a los seres humanos. bestia, f. El sustantivo bestia se emplea con el valor genérico de "animal" y se aplica tanto a las especies marinas como a las terrestres, las aéreas y las monstruosas. En los diccionarios de Nebrija y Covarrubias se indica que este vocablo "comprende todos los animales irracionales", como acepción derivada del étimo latino BESTIA. Nebrija identifica el vocablo bestia con fiera. Pese a ello, el término se especializó pronto —según leemos en Autoridades (s.v.)— para designar al animal corpulento y quadrúpedo, y específicamente los domésticos: como caballos, mulos, asnos; pues [a] los salvajes y feroces, como leones, tigres, ossos, elephantes y otros, aunque sean en la realidad béstias, y de quatro pies, siempre se añade el adjetivo Fiero para denotarlos y expresarlos.

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Pilar Montero Curie! - M" Luisa Montero Curiel

Esta información procede del Diccionario

de Autoridades,

aunque "en su

origen y significado latino Bestia [...] comprehenda todo género de animales terrestres, volátiles y aquáticos". El español actual en el diccionario académico (DRAE) elige las acepciones de "animal cuadrúpedo", "animal doméstico de carga", "monstruo o animal fantástico" y "persona ruda e ignorante" a la hora de definir el concepto. Estos valores están presentes en los versos del

Cancionero

de Buena que tienen como motivo central la referencia a una bestia, según se verá a continuación. Además, en la generalización representada por el sustantivo bestia

se

aprecian matices cuando se emplea al lado de otros términos que también aluden a

los

animales

con

intenciones

parecidas.

Un

ejemplo claro

de

esta

particularidad lo proporciona Ferrant Sánchez de Calavera en un decir en el que reflexiona acerca de la vanidad del mundo y la fugacidad de las cosas terrenales, y afirma que la muerte iguala a todos los seres de la creación: Todo el mundo es ser opiniones, empero que lanzan todos a un fito; bestias e aves, fasta el mosquito, nasjen e mueren, segunt los varones (531, vv 17-20, p. 401). Alfonso Álvarez de Villasandino, en un decir dirigido a don Alvaro de Luna "en loores de su persona pidiéndole merced" (182, p. 207), acude a la expresión "bestión

mohino" (aumentativo de bestia),

con la que descalifica a todos

aquellos intrusos que se atrevan a estorbar su encuentro con el condestable de Castilla: Alvaro señor, señor, sabed fierto que emagino que algunt bestión mohino me será estorvador; mas vos, por bondat seguir, non querades consentir que muera buen servidor (182, vv!5-21,p. 207).

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El léxico animal del Cancionero de Baena La elección de los términos encaja con el planteamiento de unos versos en los que la voz del poeta elogia a don Alvaro y admite, aunque no acepta, la presencia de perspectivas contrarias a la suya en la reunión con el noble personaje. Mohíno es un adjetivo que se aplica a quien se enfada con facilidad, "hinchándosele las narizes, que es la parte que más se altera en el hombre quando se enoja" (Covarrubias, Tesoro, s.v. mohíno). F. Cantera Burgos explica que ese "bestión mohino" encierra una alusión satírica al judío Davihuelo, en la que el aumentativo refuerza las connotaciones de bestialidad y rudeza atribuidas al nombre genérico que analizamos2. Coraminas y Pascual documentan por primera vez el vocablo mohíno en castellano en el Cancionero de Buena, en el decir compuesto por Juan Alfonso de Baena contra Juan García de Vinuesa que emplea este adjetivo al lado de otros como "vil", "astroso" y "fornezina" (aplicado al arte "bastardo, nacido de fornicio"3 de su contrincante en la batalla poética): Johan García, muy ladina es mi arte que precedo e non es, segunt concedo, tal la vuestra, vil, mohína, muy astrosa, fornezina; por lo qual, si mal haedo yo vos dó o vos enredo, non será la culpa mía; (392, vvl-8, p. 663). La expresión "bestión mohino" del poema de Alfonso Álvarez es coherente con el significado que la tradición atribuía a este adjetivo al lado del sustantivo bestia, como explica Covarrubias en su diccionario cuando anota que el vocablo tiene su origen en el toscano muso, que "vale el hozico de la bestia, parte adonde se manifiesta su cólera y malos siniestros, y porque las muías que tienen el hozico todo negro son maliciosas las llamamos mohínas, y éstas son hijas de muía y de caballo". Coraminas y Pascual explican que en el español clásico mohíno tuvo dos acepciones principales: por una parte, la ya indicada de " Cantera Burgos: "El Cancionero de Baena: judíos v conversos en éC, 71-111. Covarrubias: Tesoro, s.v. fornesino lo toma como "término antiguo" con la acepción señalada.

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Pilar Montero Curiel - Ma Luisa Montero Curiel

'enojado' y, por otra, 'molesto, pesado', que no es ajena al poema de Villasandino si se tiene en cuenta la relación del "bestión mohino" con el calificativo "estorvador" utilizado poco después en los mismos versos. El adjetivo mohíno vuelve a aparecer, con el sentido de 'falso', aplicado al enemigo, en una respuesta de Juan Alfonso de Baena a Alfonso Alvarez: Señor, pues el viejo está tan canino e quiere comigo andar en rendajos, yo le prometo de dar dos quebrajos que I' salgan las tripas por el estentino. Pues cate que parla el suzio mohíno, tahúr renegado, en lo que trastaja, ca, si mi lengua del todo desgaja, rasgada le veo su toca de lino. (368, vv 1-8, 643-644). En otras composiciones bestia se emplea como apelativo para poner de relieve las malas cualidades morales de un personaje concreto. Así debe interpretarse el uso de este vocablo en un decir que Alfonso Álvarez de Villasandino compuso contra Juan Alfonso de Baena, en el que bestia

se

acompaña de pécora con las connotaciones de 'crueldad' y 'maldad' que este vocablo encierra en el uso frecuente de la expresión "mala pécora": Bestia, pécora en dissierto, tus palabras aviltadas fazen las mías erradas, tanto que me desconcierto. (106, vv65-68, p. 136). El mismo sentido tiene la expresión "bestia e m p e ^ b l e " (116, v2, p. 148) utilizada por Alvarez de Villasandino en un decir en el que el adjetivo que acompaña a bestia debe entenderse como 'dañino' o 'perjudicial', referido ai cardenal Pedro de Frías, a quien el rey Enrique III desterró a la ciudad de Roma a principios del siglo XV.

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El léxico animal del Cancionero de Baena

Con valor

figurado,

el sustantivo bestia

se aplica al hombre rudo o

ignorante, acepción antigua que Covarrubias justifica por las semejanzas entre el modo de vivir de estos seres y los animales. Así, el arzobispo de Toledo, don Pedro de Luna, califica de bestias a los toscos que ignoran el Credo, en una composición que se edita como respuesta a Alfonso Álvarez de Villasandino, que había solicitado al eclesiástico trigo, cebada y vino suave (p. 179): Bestias son de las montañas los que non saben el Credo, quantos beven vino azedo trávales en las entrañas. Vuestras palabras estrañas nos alegran de rendón, más que las de quantas son en Yuncos nin en Cabañas. (154, vvl-8, p. 179).

Un motivo similar inspira el decir de Ruy Páez de Ribera sobre los males de la sociedad de su tiempo y la gran soberbia del ser humano (298, pp. 528-529), ilustrada con el ejemplo de Nabucodonosor, rey de Babilonia, que, arrastrado por este pecado capital, recibió el castigo de Dios y se vio alejado de su poder para vivir catorce años entre las bestias: Por el grant soberves^er de Nabucodonosor, le tolliste tú, Señor, el regnado e su poder e aun le feziste ser quatorze años de tálente

con las bestias egualmente por fazerle conos?er. (298, vv33-40, p. 529).

La filiación del término bestia con el hombre ignorante se halla en unos versos de Gonzalo Martínez de Medina "quando estava en la privan§a Juan Furtado de Mendoza, Mayordomo Mayor del Rey nuestro señor, diziéndole cómo este mundo es muy falle?edero e dura poco" (pp. 600-604):

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Pilar Montero Curiel - Ma Luisa Montero Curiel Pues tú, gusanillo, criado a su mies, sueño e viento, cosa corrompida, ¿non vees tu seer quán poquillo es? ¡Non más que ro^ío procede tu vida! Assí como bestia e cosa adormida es quien non conos^e lo que ante sí vee e en las mundanas glorias se revee e la perfección de Dios se le olvida. (339, vv 153-160, p. 604). La expresión "como bestias

de ortolano" se lee en un decir narrativo

atribuido a Villasandino y referido a las justas que en las vísperas de Santo Tomás servían para conmemorar el cumpleaños de Juan II. La estrofa evoca el refrán "ser como el perro del hortelano", que ni come ni deja comer: Peroque luego de mano más de mí non saberás, non sé si adevinarás quánto pierdo o quánto gano; yo por lealtan;a afano figurando abtoridad de los que con geguedat andan derredor en vano, como bestias de ortolano. (217, vv 19-27, p. 246). José María de Azáceta explica que esta composición "hace referencia a algunas circunstancias que no podemos identificar" (Cancionero, II, p. 379). Dutton y González Cuenca optan por ofrecer diferentes versiones del refrán en el Cancionero

y en tratados paremiológicos de la época. En sus versos, el

proverbio califica a todo aquel individuo que no aprovecha una cosa para él ni consiente que la aprovechen los demás. La originalidad reside en el empleo de bestia en lugar de perro o can, que serían términos más apropiados para recrear el dicho popular, si bien el texto no pierde el sentido ofensivo, gracias a la igualación entre los sustantivos bestia y perro. No sería ocioso pensar en la asociación, corriente en la época, del perro y el can con los judíos y los moros, para comprender el valor eufemístico que en la composición puede adquirir el

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El léxico animal del Cancionero de Baena genérico bestia. Tampoco hay razones técnicas, ni de rima ni de cómputo silábico, para justificar esta preferencia. La identificación del sustantivo genérico bestia con la seipiente guarda su mejor muestra en el "Dezir a las siete virtudes" compuesto por Francisco Imperial, según se verá más adelante: Contigo estavan fasta aquella ora que viste el agua de la clara fuente. Oye, mi fijo: guarda que agora aquellas bestias non buelvan la fruente, ca d'estas dueñas ninguna consiente ser vista de ojo que las sierpes mire, e quien las mira, convien' que se tire d'aqueste jardín e fuera de la puente. (250, vv305-312, p. 3134). Dutton y González Cuenca anotan al margen de la expresión "volver la fruente" la variante fuente que es la que figura en el manuscrito del Cancionero y la que restaura la coherencia con la mención al mismo elemento en el verso 306. Según esta lectura, fruente sería una variante de fuente con -r- epentética. "Volver la fuente" o "revolver la fuente" son expresiones que aparecen en la lírica primitiva gallego-portuguesa como símbolos de la pérdida de la doncellez, en medio de unos esquemas metafóricos que identifican lo femenino con el agua. Otra lectura del verso permitiría afirmar que fruente es una variante (con diptongo etimológico) del sustantivo frente, para indicar que las bestias no miran para atrás porque no desean ser vistas ("ca d'estas dueñas ninguna consiente / ser vista de ojo", vv9-10). sabandija, f. El sustantivo femenino sabandija, que define en todos los diccionarios consultados al "reptil pequeño o insecto, especialmente de los perjudiciales o 4 Se encuentran más referencias en el verso 335 del mismo poema, donde se ofrecen los nombres de las serpientes, entre ellas la sierpe Alenxada y la sierpe Celestina, a las que se califica de bestias. En el verso 388 se menciona una bestia mansa.

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Pilar Montero Curiel - Ma Luisa Montero Curiel

molestos" (DRAE, s.v.), probablemente de origen prerromano y emparentado con el nombre vasco de la lagartija (sugandilla, suangilla,

sanguandilla,

segundilla)

se documenta en castellano a principios del siglo XV bajo la forma

sabandija

(DCECH, s.v.). Como se ve, el vocablo adopta pronto un valor

genérico especializado para designar animales pequeños, sentido que está presente en los versos de Baena que vamos a citar. Coraminas y Pascual, entre los testimonios que aducen para explicar la historia y los valores del vocablo, mencionan una composición de Francisco de Baena, en la que una dama rechaza a su galán en uno de los poemas más mordaces del

Cancionero: Señor, cuello de botija, yo non vos querría ver, ca me han fecho entender que sois mala savandija e que tenéis una agrija do la non queréis tener, (105, vv25-30, p. 133).

Las connotaciones negativas del vocablo se repiten en otros autores clásicos, hasta Quevedo, citado por el Diccionario

de Autoridades

para ilustrar la

definición de este "animalillo imperfecto de los que se crian de la putrefacción y humedad de la tierra" (así en el Tesoro de Covarrubias) y "por translación significa la persona pequeña o despreciable, por su forma, acciones o estado" (Autoridades,

s.v. sabandija).

Este sentido traslaticio es el que predomina en los

versos de Baena, en un decir en el que el caballero, en versos anteriores, había sido denostado con apelativos como "vientre de potrica" (v9), "cara de demoño, / viejo, falso e contrecho" (vvl7-18). El contexto en el que se incluye la mención a la sabandija apoya el juicio del Diccionario

de Autoridades,

según el

cual esta traslación semántica se dice por dicterio, que no es sino un "dicho satyrico, picante, mordaz y maldiciente, que hiere, y lastima, y aun infama" (Autoridades,

s.v. dicterio). Así pues, el contenido de los versos de Baena está

claro y sirve para calificar al personaje como bicho vil y despreciable, dotado de atributos

viriles

insignificantes,

si

se entiende agrija

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con

los

sentidos

El léxico animal del Cancionero de Baena

etimológicos de 'aguijón pequeño' o 'piedra pelada y chica' (DCECH, s.v. guija i). Los modernos editores del volumen toman agrija como sinónimo de 'grieta', 'fístula'; si se acepta esta lectura, la estrofa podría interpretarse como una crítica a la supuesta homosexualidad del individuo denostado.

2.1.1 Genéricos terrestres ganado, m. El sustantivo ganado, apacientan

que se refiere al "conjunto de bestias que se

y andan juntas" (DRAE, s.v. ganado),

se emplea en varias

composiciones del Cancionero de Baena que recrean ambientes pastoriles. Este sustantivo deriva del verbo ganar y se documenta en castellano desde los orígenes, primero bajo la variante ganato

(con la -t- sorda intervocálica

conservada en las grafías) en las Glosas Emilianenses

y en un documento

riojano de hacia 1044 y, más tarde, con la solución ganado, habitual desde el último cuarto del siglo XI. El vocablo se empleó con el sentido primitivo de 'ganancia' y 'bienes', de donde derivó la acepción de 'riqueza pecuaria' presente ya en el Poema de Mió Cid y general en la lengua española de todos los tiempos. Se trata de una "evolución semántica fácil de comprender en economías rudimentarias como la de los primeros siglos de la Reconquista [...], en que el ganado era casi la única forma de riqueza existente" (DCECH, s.v. ganar). Sebastián de Covarrubias explica que "primera y especialmente sinifica el hato de las ovejas, y luego cualquier otro que se apacienta en el campo. Y es de advertir que antiguamente la riqueza e prosperidad de un señor, no consistía en censos, ni juros, oro y plata, sino tan solamente en la abundancia del ganado y del esquilmo del, aprovechándose de la lana, leche, queso". El Diccionario Autoridades

de

va más allá al definir el vocablo como "nombre genérico [que se

da] á las bestias de una especie, que regularmente se apacientan juntas: como ganado ovejuno, cabruno, vacuno y otros, de que en otros siglos se han servido

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Pilar Montero Curiel - Ma Luisa Montero Curiel

los hombres para sus ganancias, de donde tiene esta voz su origen y etymología". En el Cancionero

de Bctena, ganado

se emplea con el sentido genérico de

conjunto de animales que se apacientan y andan juntos. Así se refleja en un decir que Francisco Imperial compuso con motivo del nacimiento de quien, con el paso de los años, llegaría a reinar con el nombre de Juan II. Son versos en los que el poeta manifiesta sus deseos de prosperidad para el recién nacido, en asuntos tan estimables como la virtud de su descendencia y la fertilidad de las tierras y los animales, representados mediante los sustantivos genéricos aves, peces y ganados: Aya fijos e fijas, nietas e nietos, en nuestras virtudes todos le parescan. Granen los panes, metan los sarmientos, frutales e flores fruten e florezcan, de yervas los prados todos reverdescan, los aires diversos sean purificados, omnes e pefes, aves e ganados multiplicando en su tiempo crescan. (226, vv217-224, p. 261). Goze simientes e todas las flores, pezes e aves e todo ganado sean perfetos en todos sabores, el su tiempo sea d'aquesto abastado; e aun por que biva en más gasajado de todas las aves sea calador, e muy grant montero e grant venador, e dóle mis flechas e arco en donado. (226, vv296-303, p. 262). El vocablo ganado, en su origen latino, es sinónimo de 'riqueza' y, en este sentido, se identifica con el término thesoro en la pregunta que plantea Ferrant Sánchez de Calavera sobre el mundo al revés. En los versos 17-24 se establece un contraste entre las distintas suertes de los ricos y los pobres con estos términos:

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El léxico animal del Cancionero de Baena

Señor, yo veo que a mí non fallesfen pérdidas e daños, biviendo en pobreza, dolencias, cuidados, pesares, tristeza; e veo a otros que nunca adolesgen, señores de villas e de alearías, ganados, labranzas e mercadurías, con muchos thesoros alegres sus días, sus algos non menguan, mas ante aprovesíen. (529, vv 17-24, p. 394). En otras ocasiones, el ganado se integra como un elemento más del mercado y las transacciones comerciales de los últimos años de la Edad Media: Ya dexemos la materia de las brevas d'este año, curando de ir a la feria do venden ganado e paño, por foír de todo engaño que pruevan arrendadores, (172, vvl-6, pp. 196-197). Por último, en un decir de Alfonso Alvarez contra Pero Carrillo, alguacil mayor de Toledo y de Burgos, la voz ganado se incluye en una frase proverbial que alude al buen pastor, atributo que se da a Cristo, porque alimenta, guía y guarda a sus rebaño. Los primeros versos representan la queja de la voz poética contra el adverso destino de su horóscopo, situación que se representa con el verbo costelar, que parece tener un significado similar al del verbo predestinar

a

partir del sustantivo constelación*, con reducción del grupo culto -ns-: Porque fui mal costelado sabe Dios que me manzillo; grant ferida en el tovillo da dolor entribulado; por ende, dize un doctor: 5 Dutton y González Cuenca: Cancionero, 139. Al parecer, el verbo costelar se emplea en el Cancionero con el valor de 'predestinar' relacionado con el sustantivo constelación (4, v48; 64, v3; 110, v8; 277, v 2 l ; 380, v3; bien costelado: con buen horóscopo 199, v58; mal costelado: con mal horóscopo 110, v8).

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Pilar Montero Curiel - M" Luisa Montero Curiel quando muere el buen pastor derrama todo el ganado. (110, vv8-14, p. 139). Dutton y González Cuenca (p. 139) anotan la posibilidad de que los dos últimos versos constituyan un refrán que, sin embargo, no logran identificar en ningún tratado. Si se interpretan estos términos al pie de la letra, parecen sugerir que las cosas que quedan sin guía se disgregan hasta perderse. Todo el poema se construye a partir de una estructura paralelística en la que cada estrofa se remata con un refrán puesto en boca de un hipotético "doctor" al que los editores del poemario, "por las cosas que cita Villasandino" (p. 139) en el poema, hacen coincidir con un tratado de paremiología. rebaño, m. El sustantivo rebaño presta su valor genérico de "hato grande de ganado, especialmente lanar" a un decir del Cancionero de Baena. Este vocablo, común al portugués y al castellano, es de origen incierto y en lo antiguo se representó mediante la forma rabaño, como explican Coraminas y Pascual, que aducen como primer registro literario la variante rrabanno en un glosario de Toledo de hacia 1400, para traducir los vocablos grex y gregarius. Alfonso Álvarez de Villasandino, en su respuesta a una pregunta de Gonzalo Martínez de Medina, introduce el sustantivo rebaño, en posición de rima, en los siguientes versos: Por ende, señores, caliéntese el baño en que vos bañedes con mucha amistad, si non ¡mal pecado! la reguridad fará que perescan los más del rebaño. (334, vv29-32, p. 590). El poeta, en esta composición que reflexiona sobre el devenir político de Castilla, suplica que los súbditos (representados mediante la imagen del rebaño, que también tiene connotaciones religiosas) permanezcan unidos para evitar

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El léxico animal del Cancionero de Baena fisuras. Aparte se podría pensar en un juego burlesco entre baño y rebaño, este último con carácter intensivo, dado el tono general del poema. venado, m. El sustantivo venado se emplea en dos composiciones del Cancionero de Baena con el valor genérico de "caza, acción de cazar" o "producto de la caza", continuador del sentido que en latín tenía VENATUS (derivado de VENARI, 'cazar, ir de caza'). Así se documenta en Berceo, en el verso 510e de la Vida de Santo Domingo de Silos, "buscades la batuda teniendo el venado"; se repite en el Libro de Alexandre (893c, 1797b) y en Juan Ruiz (271c) (DCECH, s.v. venado), entre otros, testimonios que permiten constatar cómo el español medieval conserva el significado etimológico del vocablo. En el siglo XVII, Covarrubias lo define con referencia al latín cervus: "díxose a venando, porque particularmente es ca?a de entretenimiento y en que se ocupan los señores, del verbo venor, -ris, feras indago et quasi circumvenio". El Diccionario de Autoridades informa sobre el uso de venado como sinónimo de ciervo ("especie de ciervo parecido a él") y del desgaste de la acepción primitiva, que se define como un arcaísmo semántico en el léxico del siglo XVIII ("en lo antiguo se llamaba qualquier res de caza mayor"). Junto a venado encontramos referencias a las actividades de la caza y sus agentes, escondidas bajo los sustantivos montero y venador. Este último refuerza el sentido genérico de venado en las composiciones del Cancionero de Baena. La primera alusión se encuentra en un decir de Pedro González de Mendoza que recrea el conocido tema de la mujer mora (o judía) hermosa que hace extraviarse al enamorado cristiano, y se plantea como una estructura fija cercana al refrán: Quando falla buen venado ponle canes el montero e desina él del collado: "¡Adelante, cavallero!" (252, vv21 -24, p. 322).

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Pilar Montero Curiel - M* Luisa Montero Curiel

La segunda mención aparece en una cantiga del maestro fray Diego, que, según los editores del poemario, está destinada a toda la tierra de León, para elogiarla o denostarla, según convenga. En esta ocasión, el poeta ensalza las riquezas venatorias de la región con las siguientes palabras: De fuegos e leña eres ahondante, aires de peña has a tu talante, rica e bienandante de muchos venados, en sotos e prados mucho deleitosa. (502, vv77-84, p. 345). El valor genérico de venado puede precisarse con unos versos tomados del decir de Imperial al nacimiento del rey don Juan; en ellos el término se asocia a los sustantivos cagador y montero con los que establece una correlación de sentidos con leves diferencias significativas: Goze simientes e todas las flores, pezes e aves e todo ganado sean perfetos en todos sabores, el su tiempo sea d'aquesto abastado; e aun por que biva en más gasajado de todas las aves sea ca?ador, e muy grant montero e grant venador, e dóle mis flechas e arco en donado. (226, W297-304, p. 262). Calador,

derivado de cagar, se documenta en castellano desde el siglo XIII

(Coraminas y Pascual lo atestiguan en 1256 en Aben Ragel, Libro cumplido los judizios

de las estrellas,

y hacia 1275 en la Primera

Crónica

de

General).

Montero se relaciona con montería (término documentado en castellano desde el segundo cuarto del siglo XIV, Libro de la Montería) para aludir a toda actividad de caza que se desarrolla en el monte, y venador, que, como se acaba de apuntar, remite a venado con un sentido similar al de montero (así en Berceo, en el Calila y en otros autores y textos medievales). Covarrubias, cuando define el

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El léxico animal del Cancionero de Baena

sustantivo venado, explica que "deste nombre le toma en latín el calador y le llamamos venator".

En la definición de cagado r, apunta una diferencia

semántica interesante entre este sustantivo y montero, que ayuda a entender la variedad léxica registrada en los versos de Imperial: "la ca?a de fieras se llama montería, por buscarse entre los montes". Imperial asigna al calador

la

habilidad de cazar aves (acción que en latín, según Covarrubias, se expresaba con el término aucupium), de donde podría deducirse la especialización de este término para las aves y la caza menor en general y los otros dos (montero y venador) para la caza "de jabalíes, venados y otras fieras que llaman caza mayor", por decirlo con las palabras del Diccionario

de Autoridades

(s.v.

montería).

2.1.2. Genéricos acuáticos Los términos pescado

y pez funcionan y alternan en los versos del

Cancionero de Baena como denominaciones genéricas de una clase zoológica constituida por animales que

viven

en el

agua. Pero no se

emplean

indistintamente, como veremos a continuación. pescado, m. Pescado tiene el valor de "pez comestible sacado del agua por cualquiera de los procedimientos de pesca" (DRAE, s.v. pescado)6, tal y como reflejan los versos que Juan Alfonso de Baena escribe en respuesta a Juan de Guzmán, que emplea en la misma composición pez y pescado para poner de manifiesto la

f' La consideración del pescado como alimento comestible queda bien clara en la definición que de este vocablo ofrece Covarrubias: Tesoro, s.v.: "es todo género de pezes. Pesca, la que está en la red, o se ha sacado a la orilla fuera del agua... Los pescados que comúnmente se comen, principalmente donde ay puertos, son los siguientes: mero, sávalo, lenguado, azedía, xibia, raya, besugo, dentón, albur, anguila, cafón, rubio, cicial, atún, pulpo, tollo, congrio, vacallao, gallo, salmonete, bonita, barbo, róvalo, lacha, arenque, boga, sardina, cerdón, cangreso, astión, camarón, rana y otros muchos (...) con sus admirables propiedades dignas de considerarse, pues son tales que por ellas prueba Plutarco ser más prudentes los animales de agua que los de tierra".

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Pilar Montero Curiel - M" Luisa Montero Curiel

especialización

significativa

acepciones. Junto al pescado

de

las

dos

voces

en

sus

correspondientes

selecto se habla del "pez de vileza", que en una

lectura atenta del verso podría tomarse como una alusión a las costumbres alimentarias de los judíos (Dutton y González Cuenca, Cancionero,

p. 871):

Señor, yo comí salmón e corvina e otros pescados de grant gentileza, empero sepades que pez de vileza nunca jamás entro en mi cozina. (405, vv9-12, p. 677). En su respuesta, don Juan de Guzmán recupera los dos términos para arremeter contra Baena. Con respecto al pescado, adversario que consuma calamayo,

se limita a aconsejar a su

especie grata a Santa Lucía (patraña de las

enfermedades de los ojos) "para aclarar la vista", según los dictados del Lucidario.

En cambio, y de un modo deliberado, acude al término pez con el

sentido de "sustancia resinosa que se extrae del tronco de determinados árboles y que se utiliza como pegamento", para expresar así el deseo de

ver

definitivamente callado a su opositor cuando la lengua se le quede adherida al paladar, en un ingenioso juego de palabras con dos términos que, siendo idénticos en su forma, tienen géneros, sentidos y orígenes diferentes 7 : Poeta muy noble más que Sagitario, aprehendervos ove muy llano de plan, por los consonantes que son con afán a mí presentados por vuestro mundayo; por ende, rendidvos e comed calamayo que es un pescado de los de luzía8 que para aclarar la vista querría, que assí lo dispone el buen Lu9¡dayo. Dígovos ?ierto por los de Molina que sois concluido, señor, d'aspereza, ca cierto vos digo por la mi rueza 7

Coraminas y Pascual: DCECH, ss. vv. pez 1 y pez II. * La lectura que de este verso hace Azáceta: Cancionero, III, 874, da más sentido al verso y a la alusión a la santa patraña de las enfermedades de los ojos: "vn pescado de los que Lusia / para aclarar la vista qucrrya".

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El léxico animal del Cancionero de Baena que tomastes cosa amarga, sardina; este consonante con pez de resina s'os pegue a la lengua; pues de mal jesta non sabéis trobar, mi noble ballesta cruel vos firió con arma vezina. (408, vvl-16, pp. 678-679). Este pez de resina (Nebrija, Vocabulario,

s.v. pez negra del pino y pez

blanca), con el que el poeta desea frenar las dañinas palabras de Juan Alfonso, procede del latín PIX, PICIS y, desde el siglo XIII, es de uso general en castellano. De él deriva el sustantivo pecina como "cieno negruzco" o "asunto turbio" con el que Juan de Guzmán, en una "finida" bastante irónica, remata sus alegatos: Demando por juez que tiene espaciosa retórica alta e muy libidosa a Martín Alfonso assí bien vistosa e dé la sentencia sin turbia pecina. (408, vv 17-20, p. 679). Con la acepción de 'cosa o asunto turbio', pecina es un derivado de pez (resina) que muestra su primera documentación en estos versos del

Cancionero

de Baena, según explican Coraminas y Pascual. De nuevo, esta recopilación poética marca el punto de partida en el uso literario de un término que después ha tenido una amplia difusión en castellano y que el Diccionario

de la Real

Academia Española, en su última impresión, define como "cieno negruzco que se

forma en

los charcos

o

cauces

donde

hay materias

orgánicas

en

descomposición" (DRAE, s.v. pecina2 f . Como alimento, el vocablo pescado se emplea al lado de vino, carne y pan en un decir de Alfonso Alvarez de Villasandino dirigido a Tello de Guzmán, conde de Vizcaya y hermano de los reyes Pedro I y Enrique II, en el que expresa el malestar que ha sentido después de abandonar la corte aquejado de un grave mal

En la entrada anterior (pecina1), pecina se define como un femenino antiguo con el sentido de "estanque de peces". Autoridades, s.v. pecina, explica que "trahen esta voz Nebrixa y el P. Alcalá en sus Vocabularios; pero ya no tiene uso, porque oy se dice Piscina". Debajo, ofrece pecinal como "charco de agua estancada, ó laguna que tiene mucho cieno".

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Pilar Montero Curiel - Ma Luisa Montero Curiel

de amores, y cómo ha procurado cuidar su salud con una dieta elaborada a base de alimentos saludables: El uno es grant Soldán, de los mundos Criador; el otro es el Amor, más lindo que gavilán; porque en el uno creí e al otro obedes^í, luego en punto guaresgí con buen vino, carne, pan e pescado quanto me dan. (150, vv 19-27, p. 174). El poeta confiesa que el gran Sultán (que puede responder a una imagen poética del Dios creador, pero también a la del monarca) y el Amor se han hecho cargo de sus males, y los buenos alimentos y bebidas le han ayudado a recuperar sus fuerzas. Dos verbos, creer y obeceder,

que reflejan el carácter de

la relación que el yo poético mantiene con el espíritu y con los sentimientos. pez. m. El vocablo pez responde a la designación de animal "vertebrado acuático, de respiración branquial, generalmente con extremidades en forma de aleta, aptas para la locomoción y sustentación en el agua" (DRAE, s.v. pez), acepción ya apuntada en la entrada anterior, que puede completarse con nuevas referencias como las que recogen estos versos compuestos por micer Francisco Imperial con motivo del nacimiento del futuro rey Juan II: Goze simientes e todas las flores, pez.es e aves e todo ganado sean perfetos en todos sabores, el su tiempo sea d'aquesto abastado; (226, vv296-299, p. 262). El plural peges se encuentra en un decir de Rodrigo de Arana contra Juan Alfonso de Baena, en el que el primero invita al segundo a abandonar sus

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El léxico animal del Cancionero de Baena

argumentos críticos, dado que no suelen asustar "los pe?es pequeños a grandes bocudos" (436, v4, p. 697), recreación del dicho popular "el pez gordo se come al flaco" con el que Arana trata de representar en el poema su poderío.

2.1.3. Genéricos aéreos au^el. m. El sustantivo augeles, con el sentido genérico de 'Aves pequeñas' o, mejor, 'pájaros', se encuentra en un decir de Francisco Imperial (+601, pp. 802-804) de carácter alegórico y temática amorosa, enmarcado en el tópico del

locus

amoenus, que habla de la crueldad de una dama: Solo en l'alva, pensoso estando en una floresta de rosas e flores, oí aufeles, oí roseñores, cantos de amor dulcemente cantando; (+601, vvl-4, p. 802). Este vocablo está emparentado con el catalán antiguo ocell, también con el significado de 'ave', y con otros romances que asimilaron términos parecidos para designar este concepto (DCECH, s.v. ave). En la tradición del

Cancionero,

el término podría interpretarse como un italianismo atribuible a Imperial, en consonancia con el hecho de que este autor es uno de los máximos exponentes de la introducción inicial del italianismo en la lírica castellana, tanto en la forma, como en el contenido. ave. f. El sustantivo ave, y su plural aves, aparece en casi una treintena de composiciones para designar de un modo genérico a todo "animal vertebrado, ovíparo, de respiración pulmonar, pico córneo y cuerpo cubierto de plumas, con dos alas que son aptas, por lo común, para el vuelo" (DRAE, s.v. ave). Es un vocablo corriente en los textos medievales (se registra en el Poema de Mió Cid,

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Pilar Montero Curie! - M° Luisa Montero Curiel

en Berceo, la Primera Crónica General, el Poema de Fernán González, el Libro de Apolonio,

en los escritos de Don Juan Manuel y en Juan Ruiz, entre otros),

como revelan Corominas y Pascual en su Diccionario.

El término se conserva

en el romance castellano, en portugués y en sardo, con escasas muestras en el catalán antiguo, donde ha sido sustituido por ocell y sus derivados, voz que muestra también una referencia en el decir +601 de Francisco Imperial (p. 802). En el Cancionero

de Baena, ave se emplea para nombrar a todo animal

vertebrado que tiene el cuerpo cubierto de plumas, posee habilidades para el canto y es presa destacada en las cacerías. En otros casos, la alusión genérica a las aves se esconde detrás de textos en los que los pájaros sirven para representar determinadas actitudes humanas. Con este sentido se incorpora a una composición de Alfonso Álvarez de Villasandino que se dirige al condestable don Ruy López, retirado en Arenas tras su campaña en Portugal, para que acuda a la llamada del rey don Enrique III. Todo el poema se estructura a partir de la consideración del rey como "falcón aventajado" que, ante las amenazas de "las otras aves", desea que su "gerifalte" (ave de rapiña y de altanería que representa al condestable Ruy López Dávalos en el poema) cobre "gentil vuelo" y regrese: Por ser un poco apartado, pensaron las otras aves quebrantar uñas e llaves al falcón aventajado; mas el ca9ador loado, flor d'España, espejo e esmalte, membrós' de su gerifalte e tornólo en su estado. (75, vv9-16, p. 102). Con valor genérico, al lado de otras alusiones animales, utiliza mifer Francisco Imperial el sustantivo aves en su decir compuesto con motivo del nacimiento del rey don Juan en la ciudad de Toro, en unos versos que hablan de un prado frondoso de aromas y cantos de pájaros: Goze simientes e todas las flores, pezes e aves e todo ganado sean perfetos en todos sabores, el su tiempo sea d'aquesto abastado;

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El léxico animal del Cancionero de Baena e aun por que biva en más gasajado de todas las aves sea calador, e muy grant montero e grant venador, e dóle mis flechas e arco en donado. (226, W296-303, p. 262). Con frecuencia, este sustantivo se inserta en enunciados que reproducen refranes sacados de la tradición antigua y que los mismos poetas se encargan de insertar en los textos mediante verbos dicendi y expresiones que apoyan el carácter popular de este tipo de fuentes ("segunt verbo antigo"). Así se observa en dos ejemplos sacados de textos de Villasandino que se basan en el refrán "ave muda no hace agüero"; en el primero de ellos, el poeta justifica, mediante el refrán citado, su osadía a la hora de dirigirse al rey don Enrique para pedirle el aguinaldo en "una fiesta de Navidad", según se lee en la rúbrica que precede al texto: Pues señor, franqueza obrando fazetme mer