El juego metafísico

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CARLOS ASTRADA

ISIC (PARA UN A FILOSOFIA DE LA FINITUD)

LIB.RERIA EL ATIENEO. EDITORIAL BUENOS

AIRES

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Hecho el depósito

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EL JUEGO MET AfiSICO

que ·indica la ley.

(Para Una Filosofía de la Finitud) Pt·ohibida

la

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LIBRER1A EL ATENEO. EDITORIAL BUENOS AIRES

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t•;JJ .HJEGO M.E'!'AJ''1BICO CJAH.LOS ASTHADA

losofa, pero tal posición, por ser una existencial. es intransferible el ser.

En este sentido. las grandes eoncepciones metafísicas son

y no delata una única posibilidad «ob,ietiva» para intel'l'ogar por

jnc•g;os jugad os, cuya significación radica en la puesta personal

el ser, euyo sentido estnviese ya inscripto, eristalizaclo, en el len-

cJ¡•I l'ilcísol'o. c•n PI riesg·o existencial que él ha corrido.

Para com-

Jll'ender la sustancia y la proyeccióu espeeulativa ele esas concep-

guaje milenario de la trascendencia. :l?.l juego metal'ísieo no interpreta un lenguaje mue1'to, cifrado

stu1ados ontológicos ele la «Crítica ... », sobre cuya elucidación exhautiva basa Heidegger su interpretación. ·

Kant nos dice, en lllll pasaje de la CRITICA DE LA RAZON PURA, que para designar su posición renuncia al orgulloso nombre de «Ontología» y prefiere y elige el de «filosofía trascendental». El concepto kantiano de «tra~·cendental» es un concepto crítico; ha nacido de la crítica ele la metafísica dogmática, la que creía poder dictaminar sobre el ente en sí (sobre lo que las· cosas son fln sí) a base de meros conceptos de la razón. Para Kant, el ente en sí ~s un correlato de la intuición divina. «Trascendental» significa a:quella clase de conocimiento que :fundamenta justamente la posibilida de un adecuado conocimiento del ente. Conocimiento trascen. dental es conocimiento ontológico. Üe aquí que a Kant haya que interpretarlo como fundamentador de la ontología en general. «Trascendental», en Kant, tiene un .doble s(lntido: fundamentación ele )a posibilidad del conocimiento óntieo, o sea, de las cosas, y al mismo

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tiempo, conocimiento temático del ser, o sea, conocimiento ?nto:ógico. Kant acepta el concepto tradicional de Metafísica; se mspn·a en la división formal establecida por la metafísica escolar pre-kantiana (de la escuela ele rwoH, Baumgarten y Krusius). Así; tmnbién clistingne entre metafísica general (metaphysicn genemlis) Y metafísica especial (metaphysicn espacictl·is). La primera, o metafísica general, trata ele lo que en general pertenece al ente, o sea, a las cosas, es decir, es ontología, término, para Kant, sinónimo como hemos visto, ele «filosofía trascendental» ; la segunda o metafísica especial, trata clel ente en particular, y sns dominios principales son: la naturaleza, d hombre y Dios. Para Kant, la metafísica general tiene que preceder a la especial. A esta última, sea, la metafísica pr~­ pimente dicha, le llama «metafís-ica en objetivo final» (Metaphystlc in Enclzweclc), mientras a la metafísica. general la considera Y clesil!na como antesala ele la metafísica. Cnnf:orme a este criterio, la CRITICA DE .L.!l RAZON PURA es una fundamentación de la metafísica. No es, como erróneamente se ha interpretado, solo unfl teoría del conocimiento, y mucho menos Kant se propuso destruir la. metafísica. En una carta. a su amigo Marcos Herz, él Jlama a la > «la. metafísica ele la metafísica». En realic1ac1, Kant es el primero que retoma el problema. de la me1'afísica, silenciaclo después ele Aristóteles. Desclt' luego que calJe indagar en qué meelida la determinación esencial de la metafísica es o requiere una crítica de la. mzón 1J1t.ra, pero esto es otro problema. En su con· cepto general, metafísica es conocimiento clf'l ente o. lo que es igual, de las co~·as en cuanto tales y en su. totalíc1ac1; y es sabido que, p·arn. la dirección tradicional, este conocimiento es un conocimiento por conceptos. Kant, ante todo, se p·regunta si el conocimieno del :~te, ele las cosas, es en general posible prescinc1ienc1o ele la metaf1swa. y él ve un caso ejemplar en la física matemática, cuya. caractérística consiste, para Kant, en que antes ele toda experiencia hay un conocimiento a 1J1'im·i; conocimiento n ?Jn·ori ele la esencia ele Ia naturaleza (el el contenido de ésta), vale decir, conocimiento que amplía nuestro saber, y que por esto Kant lo c1esigna. como sintético

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a p1·io1·i. Tal c011.ocmueno • • es pos¡'bl e porque el plan de una naturaleza en general, previamente bo.:·quejarlo, suministra la constitución _ontológica del ente con el cual toda investigación debe podei• relacwnarse; este plan ontológico previo está inscripto en los conceptos Y principios fundamentales de la pertinente ciencia ele la nat.uraleza, Y la previa comprensión del mismo, o sea, el conocimiento ontológico, hace po.:ible la relación col!. el ente es decir el conocimiento óntico. La interrogación: ¿cómo son po~ibles jui~ios . s~n:~ticos a p1·iori'!, es la pregunta fundamental por la interna poSibihdacl del conocimiento ontológico, de la ontología· esto es la ' metafísica genera{

o

En las dos primeras partes ele la «Crítica ... », o sea, en la Estética Y en la Analítica trascendental, Kant se propone echar los fundamentos de la metafísica general u ontología; averiguar cómo el conocimiento del en te (de las cosas) en general es posible, concretamente, precisar las leyes y relaciones causa'es que hacen posible el conocimiento a p1·ioTi del ente físico, de lo que pertenece a la naturaleza. La fundamentación de la meta.física especial Ia ensaya Kant en. la última parte ele la «Crítica ... », en la Dialéctica tmscendental. La tesis fundamental de la filosofía kantiana se expresa en la interrogación por el conocimiento en general, y por lo que pertenece a éete. La esencia del conocimiento yace para Kant en ~~-intuición. Esto es lo que no vió el neo-lwntism~:- Exprr.sa~en­ te· sostiene Kant que todo pensar apunta o tiende a la intuición, es • decir, a lo dado en ésta. Ahora bien., la teoría de la inhtición es la «estética» y la teoría del pensar es la «lógica». El conocer es · un intuir que se discrimina y aclara en el pensar. La intuición, par~ el hombre, es sólo posible mediante el darse del objeto, vale deCir, que es afección. Sólo el conocimiento propio de Dios es en sentido directo, intuición pura, o sea, únicamene intuición. 'Ya en. la escol.lli~) quiere significar que el ser finito tiene que estar preclil::puesto para este darse ele las cosas ; tiene que poseel! receptividad, a la ·que Kant también llama sensibil·iclad. Lo que caracteriza a la intuición finita es la receptividad. No sólo su intuición sino también el pensar del hombre es finito. Así tenemos que 'en el conocimiento se acusa una doble finitud: finitud ele Ía intuición y finitud del pensar. Finitud que consiste en que, para el logro del conocimiento, la intuición y el pensar tienen que marchar juntos. Ahora bien, Kant llama al objeto del conocimiento finito «fenómenn>>, y al objeto del conocimiento absoluto o para Dios. «cosa en sí». Fenómeno es lo que se mue:::tra. El ser finito sólo puede conocer en la medida en que las cosas o el ente se pueden mostrar. La relación entre fenó·rneno y cosa. en sí consiste en que, si~ndo ambos lo mismo, el primero se refiere al conocimiento propio del hombre, y la segunda al conocimiento ele Dios. De aqu¡ que Kant nos diga que la CRITICA DE LA RAZON PURA nos enseña a tomar el ob.feto en dos significaciones, n saber, como fenómeno, 0 como «cosa en sí misma» (1). En realidad no cabría aquí hablar de «objeto» d·e.~de que para el conocimiento absoluto no puede haber objetos. Esto nos explica que Kant haya dejado aclarado (en la .obra póstuma) que la «cosa en sí» no es algo distinto del «fenómeno», mediando entre ambos conceptos sólo una diferencia sub-

jetiva. Vimos y/a que la interrogación fundamenta,~ de 1.a «Crítica ... », finca en saber «cómo juicios sintéticos a p?'ÍO?"i son posibles», y que éste es el problema del conocimiento ontológico, .) sea, del cono-

(1) Kritilc de?· reinen Vemunft, XXVII, od. Kronm, de Hoinrieh Sehmidt, y .ed. Meiner, de Raimund Schmidt.

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cimiento puro. Como sabemos, los -elementos del conocimiento puro, como del conocimiento en g·eneral, son el ú~hdr y el pensm·. Intuir es receptividad ; pensar es espontanei(!.ad. A estos elementos Kant los llama las dos ramas que crecen de una raíz común, pero que nos es desconocida. Intuir y pensar son, pues, las dos fuentes fundamentales de nuestra mente. Dijimos que el problema que se p1antea Kant es el del conocimiento ontológico, es decir, del conocimiento puro. · P'or es·o él interroga por un intuir puro y un pensar puro. De· la posit:.bi::_'l del in·irnero nos da cuenta, como ya lo notamos, la «Estética trascendental»; el pensar puro, a su vez es el nbjeto de la «Lógica trascendental ». lntuicwnes puras son espacio y tiempo (éste implica ya el espacio) ; pensar puro es el «yo pienso una categoría» De donde, los elementos del conocimiento puro son el tiempo y la categol'Ía. La unión de ambos es el problema de la «Crítica ... ». La smtesis del puro intuir. o receptividad pura, y del puro pensar o espontaneida d pura tiene que ser posible. La unión ele ambos es factible por el íntimo parentesco ele receptividad espontánea y espontaneida d receptiva. Esta unión se verifica mediante un miembro intermedio: la facultad trascendenta l de la imaginación, la que es, a un tiempo, receptivida.d espontánea y espontaneida d receptiva. Esto es, en definitiva, el conocimiento ontológico. Pero, ¿qué es la imaginación y qué función asume aquí? La imaginación o jac1tltas imaginandt:, nos dice Kant en la «Antropología ... », es la facultad de tener intuiciones sin .la presenci~ del objeto. En este sentido ella es prod1wtiva, es decir, una facultad de representarse origina.ria.mente el objeto; es una .exhibitio o1·igina.ria, y por consiguiente es anterior a la experiencia. A esta especie de representación pertenecen lns intuicinnes puras del espacio y del tiempo. ~l'oclas las resk'1ntes representacio nes suponen ya una intuición eml5Írica (la que unida al concepto del objeto constituye lo que se llama expe1·iencia.). En este último sentido, la imaginación es meramente reproductiva , se reduce a ser una exhjbitio de-

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. . ación como facultad de La elefinición de .la Im~gm bién Kant la for. . . l resencm de este, tam intuir un obJeto sm a p l . ' trascendental». La imagma· te en la «Dee uccwn < • . el l mula expresamen · . . nte la perspectiva e . l toda experiencia. e1e1 e ' . , ción forma, antes e e . ·t· f rmación de perEpectiva horizonte ele la objetividad. Pero es a ~ solamente antes de . . lel tiempo no acon ece · en la pura Imagen e . ·tes d~ toüa posible expe. · el 1 nte smo a ·'-' esta o aquella expenencia . e ~ '., ler)ende de la pl'Csencia t la magmacwn no e 1 riencia. En tal ac o, 1 '• la imaginación, incluso 1a . , ,, E la «Antropo ogia», ' ele ente a,guno. n . l re ·resentacioncs sensibles, pero, emos es, para Kant, productiva, está consignada,~ as p . , l «Cntica ... », como v ' . . 1 . resentaeión origmaria en a en cambio, aqui en a. . muustra una rep . . una facultad que su . 't• . bsolutamente ele una mtui· slll necesi ¿u a ., ematismo trascenclenPura imagen elel 1;¡empo, , . E~ 1 laboracwn del «esqu ste carácter de la facultad ción empinea. n a e .l t tal» se manifiesta de modo evic en e , ~. l es elable preformar el · . ., A,' tanto a C;,ca e . . de la imagmaewn. si, en . . , a de lo persistente, , ·. )lo de la sustancia, o se ' puro esq~wma., por CJemr ' .. , lO' así como permanente · · 1 mente a la VlSlOll a bo t ella trae, antleipac a .. t j· lo se lnuecle mostrar es a . . honzonte an e .oc · v:presenem, en cuyo . b · •t De modo que, en · · ta ele un o 16 0 · o aquella presencia eoncre '., d •t.' . más tiene por fun. o·inaelOn pro UC IVa Ja . , la «Crítica ... », la ¡mao .. ·- 11 c'c < • · • la pura VISlO ·1 la' obJ'etimdad en . 'n ima{)'inar «ObJetos», smo . d . y en tanto cw o . 11 cl'b'lJ. a la tTascen encta, ' V 1 decir que e a 1 ' < ' l . . '· facultad trascendent a1 de genera . ae · &:ta es su tarea, se; la designa, con razon, « la imaginación». rivativa ( 1).

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C l ubre una tercera :E uent e fundamental, .. , 1Samiento puro, arraiComo vemos, I ant e_ ese .. , . ntmmon pura Y pel · " t clel conocimiento ontoen la que las antenores, l ., tercera J.Uen e gan. La imaginacwn como . .

(1)

Hin der.

. . 1 t parii.gmfo 28, ed. VorAnth7'opologio in pragmatisolwr H tnsw ~ .,

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lógico es _una facultad :esencial del alma humana, y esto nos dice que, en cuanto tal, la imaginación no es reductible a los elementos puros, (la intuición pura y los conceptos puros) con los que ella juntamente constituye la trascendencia. Kant sostiene expresamente que la imaginación es una función indispensable del ·alma sin la cual no habría absolutamente conociniiento. De aquí que él la llame la facultad de la «síntesis en general». Por consig~üente·, el fundamento de la posibi ,iclad de los juicios sintéticos a prion:, o sea, del conocimiento ontológico, es la facultad trascendental de la imaginacwn. Pero ésta, en última instancia, no es otra cosa que el tiempo p-rimario. En efecto, acabamos de ver que Jos elementos del conocimiento puro son, según Kant, tres: la intuición pura, la imaginación pura y la inteligencia pura. (los conceptos puros). El problema, aquí, es la. ~midad de estos tres elementos, es decir, la esencia de su síntesis primaria Esta síntesis, en relación a estos tres elementos puros del conocimiento puro, se realiza, para Kant, en tres etapas o momentos: 1) la síntesis de la aprehensión en la intuición, 2) la síntesis de la repro-ducción en la imaginación, y 3) la síntesis del reconocimiento en el concepto. Aunque en la enumeración de estos tres modos de la síntesis, Kant menciona la «síntesis de la reproducción en la imaginación» aparentemente como un elemento entre otros, en realidad aqueUos no son tres porque también son tres los elementos que pertenecen a la unidad esencial del conocimiento puro, sino que tal trinidad de los modos de la síntesis tiene nn. fundamento más primario, el que nos aclara porqué clichos tres elementos están unidos para constituir, a su vez, sobre la base de su unidad primaria (aquel fundamento), la unidad esencial de estos tl'CH elementos del conocimiento puro. Tal fundamento primario y unitario no es otro que el tiempo, y la imaginación la facultad intermedia media.ciora entre los otros dos (intuición e inteligencia). E'sto nos hace ver que precisamente los modos de la síntesis son tres porque en ellos se manifiesta el tiempo; ellos expresan la triple unidad dei tiempo como presente, pasado y futuro. Si la unidad primaria esencial del conocimiento ontológico tiene lugar mediante el tiempo y, a su vez, la posibilidad ele este

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co110cimiento puro e·s la facultad trascendental de la imaginación, entonces ésta se revela -como el tiempo primario. De donde, la facultad trascendental .de la imaginación, es necesariamente la raíz de las dos fuentes del conocimiento: sensibilidad e inteligencia.

sar puro. Aunque Kant ha colocado el «Yo pienso» y la razón en general, es decir, el pensar puro, el yo de la apercepción pura, en oposición rigurosa con todas las relaciones temporales, la .sínte· sis del reconocimiento puro tiene, como veremos, también car-ácter temporal. Esta síntesis que, en la característica de la génesis empírica ocle la conceptuación, surge como tercera síntesis, es justa· mente la primera, o sea, es, en realidad, la síntesis conductora de las dos anteriormente caracterizadas. Surge con anterioridad a eUas. Vale decir que en la base ·de las dos .primeras síntesis (sín· tesis de la aprehensión y síntesis de la reproducción) yace una unificación o síntesis del ente en atención a su identidad; y es sa. bido que a estn síntesis ·dirigida a lo idéntico, o sea, el presentarse del ente o cosa como el mismo ente, la llama Kant la síntesis «en el concepto», siendo, pues, el concepto la representación de la unidad, la que, como lo idéntico, vale para. muchas representaciones. De esta síntesis de la identificación Kant dice justamente que su unificar es un ¡·econoce1·. Ella indaga de antemano y atisba lo que anticipadamente tiene que sei· representado ~omo idéntico. Esta síntesis indagatoria y progresiva de la identificación presupone, como necesariamente empírica que es, una identificación pura. Esto s·ignifica que el reconocimiento puro tiene que ofrecer la posibilidad para algo así como el identificar. Pero, si esta síntesis pura reconoce, ·esto a la vez nos dice que ella no indaga. un ente que puede presentársele como idéntico, sino que ella indaga el horizonte de lo presentable en general. Su indagar como indagar puro implica la formación primaria de este pre responder, o sea, del ftdtwo. De esta manera se nos muestra también el tercer modo de la síntesis, o síntesis del reconocimiento, como un modo de sín-· tesis esencialmente configurativo del tiempo. Sí para Kant la aprehensión, la reproducción y la pre-configuración (o. reconocimiento) son funciones de la imaginación empírica, entonces la preconfiguración o· pre formación pura es necesariamente un acto de la imaginación pura. Este modo de la pura pre-formación muestra hasta en su estructura interna una primacía con relación a los

Lo que Kant Ha;.na «síntesis ele la aprehensión», «síntesis de la reproducción» y «SÍntesis del reconocimiento» no quiere significar que la aprehensión, la reproducción y el reconocimiento realicen una síntesis, .sino que 'la síntesis, en cuanto tal, tiene el carácter o de la aprehensión o .de la reproducción o del reconocimiento. La síntesis, o facultad de síntesis, se efectúa, pues, en el modo de la aprehensión, de la reproducción y del reconocimiento, y posee un carácter temporal. Para la intuición pura, la imaginación pura y el.pensar puro una correspondiente síntesis puramente aprehensiva, reproductora y recognoscente es esencialmente constitutiva. Estos mo-dos de 'la pura síntesis determinan la condición de posibilidad para la síntesis empírica que tiene lugar en nuestra relación cognoscitiva con las cosas. , La síntesis pura de la aprehensión posee en sí carácter temporal, porque· ella, como presente en general, ce presentativa, i'ormativa del tiempo. Si la síntesis empírica se dirige al ente o cosa presente en .el ahora es justamente porque antes la pura síntesis aprehensiva se dirige al ahora, es decir, al p1·esente mismo, de modo que este dirigirse intuitivo al ahora forma en sí, 0 dibuja, el objetivo a que él se dirige. La síntesis pura de la reproducción coni'igura el pasaclo como tal. Esto significa que la imaginación pura, es, con relación a este modo de la síntesis, configurativa del tiempo. Podemos llamarla pura «reproducción» no simplemente porque va tras de una cosa paMela o de la que anteriormente se ha tenido noticia, sino .porque, en cuanto ella infiere en general el ho. rizonte de este posible «ir tras», o sea, el pasa.do, da forma a este «después» como tal. Vale .decir que la ptwa 1·eproducción de hecho, configura la posibilidad de la rep1·od·ucción en genm~al,' porque ella trae a la visión el horizonte de lo «anterior» y como tal lo mantiene abierto. La síntesis pura del reconocimie~to debe c~ns­ tituir el tercer elemento del .conocimiento puro, o sea, el pen-

!.)

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otros dos, la que consil::te -en que en él, o sea en la «sínteis pura en -el concepto», se ma:nifiesta la más prmaria esencia del tiempo, el que, precisamente en virtud ele dicha primacía, se temporaliza primariamente a partir del futuro. Y así debemos concluir que, si· la facultad trascendental ele la imaginación, como la pura facultad formativa., configura en sí el Úempo, ·entonces ella es el tiempo pri-

rnm·io.

En definitiva, los modos de la síntesis pura (como síntesis de la aprehensión pura, de la reproducción pura y del reconocimiento puro) no ::;on tres .porque se relacionan con los tres ele· montos eld conocimiento puro (intuición pura, pensar puro e imaginación pura), sino porque ellos, en sí origmariamente unidos Y con~.gurativos del tiempo mismo, determinan la temporalización ele éste (como tn·esentc, pasado y [1.ttn·ro). Estos tres modos de la síntesis .pura están unidos de manera primaria en el tiempo triplemente unificador, y solamente por esto yace en ellos la posibilida·cl de 1a unificación o síntesis primaria de los tres elementos del conocimiento puro. Aquí lo que primariamente unifica -que sólo en apariencia es la facultad intermedia y mediadora de la imaginación trascendental- no es nada más que el tiempo p1'i11w1·io. Sólo en virtud de este enraizamiento de lo unificador en ei tiempo puede ser la racultad trascendental de la imaginación la raíz misma .de la /;rascenclcncia. El tiempo primario es lo que hace posible a la facultad trascendental de la imaginación, la que en sí esencialmente es Teceptividad espontánea y espontaneidad receptiva. Solamente en esta unidad pueden ir juntos sensibilidad pura, como receptividad espontánea, y apercepción pura, como espontaneidad receptiva, y formar ·la esencia unitaria de una razón finita, pura y sensible. La func1amentación de la metafísica en Kant nos lleva, pues, a la l'acnltad trascendental de la imaginación, y ésta es la raíz

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ele las dos fuentes del conocimiento, sensibilidad e inteligencia. Como ta-l raíz, la imaginación hace posible la unidad primaria de la síntes:s ontológica. Pero la imaginación, a su vez está enraizada en el tiempo primario. Este es el fundamento din·ámico y en devenir que aflora en la fundamentación kantiana de la metafísica; J.'nnclamentación que comienza en la nwtaphysica genemlis Y es, así, interrogación por la posibilidad ele una ontología en general. La onto-logía plantea el problema de la esencia de la .constitución ontológica .del ente, es decir, interroga por el ser en general. ·Sobre el tiempo, como fundamento, se desarrolla la fundamentaión de la metafísica. Pero la interrogación por el ser, la interrogación central de la fundamentación de una metafísica, no e.·'und wciss nit, wohin; ntich wunde>·t, dass ich so frohUch bin.»

(Yo vivo y no sé que tiempo: mue1·o y no sé cuando; viajo y no sé hacia donde; :r me admiro que tan contento esté). Estos versos nos dicen de un vivir que, amHJUé' carente de certidumbres trascendentales, se complace en sí mi~mo con audaz eonf'ianza. Vivimos en la ignorancia del sentido último de nues· tra actividad, pero e.llo no implica que uo reflexionemos sobre este sentido. Aun entregados a las más arduas in¡¡uisiciones trascendentes, ensayando, en pos de una certeza eliminadora de todo riesgo, todas las audacias metafísicas, podemos sentir como el Magíster 1\tJ:artinus. Así Scheler, al mismo tiempo que emprendía el asalto metafísico a las cuestiones últimas, podía muy bien, aun ignorando el sentido de sus excepcionales afanes, admirarse de estar tan con. tento, de sentirse lanzado en el empuje de su ~.confiada y gozosa audacia. Alcg·ría del f'ilósofo frente al denso misterio, que si blo quea sus pasos y pone un temblor de angustia en su pecho, ha sabido también brindarle, para consuelo y olvido, la J'lor maravillosa de la vida, exaltada y g·loril'icada po1· goce y desespera. ción, profundos, inmotivados. Scheler vivió identificado con su tiempo, ¡misando en las suyas sus más adentradas palpitaciones. Hasta en el vivir audaz y vibrante él fué para nuestra época como el ondear de su propia bandera. Ya que la muerte ha acallado su gran voz, ella siente que le falta el vigía inhépido y g·eneroso que, junto con el «alerta» para el combate espiritual, le anticipaba los lemas y el rumbo ele su avance hacia más plenos contenidos éticos y vitales, haCJa más amplios horizontes especultivos, hacia nuevas valoraciones históricas.

CAPITULO U

EL «A PRIORI» EMOCIONAL Una de 'las innovaciones más fértiles del pensar fenomenológico consiste en el desplazamiento del punto ·de vista filosófico, desde una reflexión que se movía en el vacío, haG.i.lt lo inmediato;. un adentramiento en la vivencia.,-en la estratifica~I611cfé.. senHd~ que 1~ es peculiar- que de~~~~iJre y galvaniza en ésta otros contenidos, libertando de su entraña uno de los núcleos, ya en estado de latencia, de la nueva temática filosófica. Scheler inicia esta reversión trayendo a luz y validez otros estratos de la subjetividad hasta entonces reprimidos y suplantados por el imperio exclusivo de la razón -reducción ele lo subjetivo .cognoscente a lo racional-. Su aporte se resume en el concepto de lo emocional que, cobrando valor cognoscitivo, deviene aut~ntica vía de acceso a] cosmos, punto de partida para una inferencia metafísica legítima. Contra la primacía de la mUo, .Scheler afirma el derecho de los restantes fenómenos de conciencia. Así, frente a Kant y si.1 apriorismo racionalista, exige un apriorismo ele lo emocional, y cunsecuentcmente una previa disyunción de la errónea unidad, dominante hasta ahora1 entre aprim·ismo y racionalismo. La filosofía -.aduce- .adhiere hasta hoy a un prejuicio que

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CARLO S AS1'RÁ DA

EL JUEGO l'viE'rAF:i:SICO

tente en tiene su origen en la antigu a maner a de pensar , consis e inadetament comple ch rialicla «senso y » «razón una separa ción de ión, distinc esta a me Confor u. espírit clel ctura cuada a, la e~orialidad emocio nal, vida total a nuestr ésta ,cn enclida de este moélo" 'compr ada adsinfund nte semeja de uencia Consec odio. y inchiso amor ir, incripció n es que todo lo que es alógico en el espírit u (prefer zaorgani tuir, sentir, amar, odiar) cons1dérase cl,ependiente ele la lo de ión ción psico-f ísica del hombr e; asimism o que la formae evola alógico es función de los cambio.s· de organiz ación en las peculia lución vital e históri ca, y depend iente por tanto de ridacles del contor no y sn acción. ntar si, Mas, liberán dose del prejuic io apunta do, eabe p1·egu ria origina ad así como el puro pensar partici pa de una legalid ema anímic l¡Ue no tolera ser reduci da a los cánone s de la vicl·a r y querer pírica, no habría un puro amar y odiar, un puro aspira de nuesfísica psico que siendo indepe ndient es ele la organi zación llegaAsí ión. reducc tra especie human a rechaz an tambié n tal actofi los de pr'ÍO?'Í a mos finalm ente a inquiri i· por las legalid ades y nes relacio de cia existen alógico s y, por consig uiente, sobre la que a des cualida y objetos conflic tos tambié n a p1·ior,i entre loR sostien e estos actos tienden . Como resulta do ele tal inquisi ción u tic, espírit del odiar y amar Schele r: «El sentir, el preferi r, el e de ndient indepe tan es que nen su propia substa ncia a 1J'I'iO?··i, la Aquí . pensar puro del leyes la experi encia induct iva como las materi as, como allí, hay una intuici ón esencia l de los actos y sus hay eviallí, como aquí nes; relacio ele su fundam entació n y sus fenome inación determ la en ud exactit dencia y la más estrict a nológic a» (1). nal, '!.'al substa ncia priorís tica origina ria, propia de lo emocio e esto manifi ele puesta ser puede y , no es extraíd a del pensar e incumb que -tarea lógica la ele dencia investi gada con prescin (1) De1· Formalism,us in ller Ethi7A ed. Halle 1921

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1lie 11latedalt! We?·tcthilc, pág. 61,

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los valores a una ética materi al del valor. li'enomenoloo·ía de io "domin un pues, Y de la vida emocio nal constit uye, comple tamente aparte , indepe ndient e ·de la lógica. odiar Aun mús; 1~ara Schele r, «el apriori smo del amar y del otro todo de último ento fundam el hasta lmea, es, .en. última r aprioa?r~oriSmo, Y con ello el i'undam ento común ,del conoce idos E conten de stico apriorí que1·m· del el como ser del l'lStlCo n . . él la razón ' Y no en un pl'lmad o sea ele la razón teoréti ca sea de ~r~ctica, encuen tran les esferas de la teoría y 'ele. 1~ práctic a su ultima trabaz ón y unidad fenome nológic as.» (1) , t' de toda nociól1 m1s riana del amor está . lejos La idea schele 1ca . · p del 11 · do salvan citivo, cognos . or el co:ltra rio, su conato .' HI3~0. , claplena de zona una en mueve se ad, t~·cla va~ u edad Y oscnnd a a que ridad, sm perder , por ta:11.o, de vista la finalid ad objetiv erróne a la tando descar r, Schele amente Precis apunta1~ ;"us actos. l esencia ad identid una en amor el ir consist concep cwn que hace f' as (Hegel ' Eduard o von Hart1na 11>·n) , a n·ma cerperson las ele ,, .. _ , • penetr ación terame nte: ·«Perte nece justam ente al amor aquella d disualida individ otra en ación penetr otros, los compú insiva en . de su tinta; Y, sin embarg o, una afirma ción cálida y sin reserva «realid acb y «modo de ser» (2). alto inPor este camino , promis or en germin acione s del más de leyes las cer estable de terés especu lativo, él acome te la tarea n relació en Así, nal. la esenci~ }: del sentido de la vida emocio y ares. sino·ul s valore los a lo SU?Jetlvo, las de prefere ncia de '1 ' ( "'. o , la< 1•11 f•e 1•eneJa hacer posible ' en lo obJ'etiv re ve a· tivame nte, correla • • •, conoy ado explor ser ele tible ewn) de un remo del valor, suscep verdad es ciclo ele nu~nera tan estrict amente objetic a como las matem áticas. como La concep ción de Schele r ele nn «aprio rismo del amor» l origina y da base de todo otro apriori smo, arranc a de una profun (1)

Op. cit., pág. 60.

(2)

W esen

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li'o?··men ' ¡ c1•

s ympat 7tie, · pág.

82, Bonu, 1926.

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CARLOS ASTRADA

interpretación ele la supuesta teoría de un «primado de -la voluntad» en San Agustín. Lo que, según Scheler, se llama en San Agustín