El Evangelio de Pompeya
 9788497774192

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escrito por Jesús uadrado mágico Un misterio desvelado dos mil años después

ROBERTO PASCOLINI

EL EVANGELIO

DE POMPEYA El mensaje escrito por Jesús en el Cuadrado mágico Un misterio desvelado dos mil años después

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EDICIONES OBELISCO

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Colección Estudios y Documentos EL EVANGELIO DE POMPEYA

Roberto Pascolini Título original: Il Vangelo di Pompei l.ª edición: enero de 2008 Traducción: Ton Vilalta Maquetación: Revertext, S.L. Corrección: Aurelia Vigil

© 2006 Edizioni 11 Punto d'Incontro

(Reservados todos los derechos) © 2008 Ediciones Obelisco, S.L. (Reservados los derechos para la presente edición)

Pere lV, 78 (Edif. Pedro IV) 3.ª planta 5.' puerta Tel. 93 309 85 25 - Fax 93 309 85 23 08005 Barcelona - España Paracas 59 Buenos Aires Cl275AFA República Argentina Tel. (541-14) 305 06 33 Fax (541 -14) 304 78 20 E-mail: [email protected] ISBN: 978-84-9777-419-2 Depósito legal: B-311-2008 Printed in Spain Impreso en España en los talleres gráficos de Romanya/Valls, S.A. Verdaguer, l. 08786 Capellades (Barcelona)

Reservados todos los derechos. Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la cubierta, puede ser reproducida, almacenada, transmitida o utilizada en manera alguna por ningún medio, ya sea eléctrico, químico, mecánico, óptico, de grabación o electrografico, sin el previo consentimiento por escrito del editor.

A mi familia y a Aquel que me ha inspirado: gracias.

Ego díxí: díí estís. [Yo dije: dioses sois.] Juan, 10, 34)

Et non potest solvi Scriptura. [Y la Escritura no puede dejar de tener valor.] Juan, 10,35

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Introducción

La presentación de una Obra siempre es algo particularmente difícil, puesto que suele afrontarse al final del trabajo, cuando el cansancio ya se ha adueñado del autor. Una Obra literaria es como un auténtico parto: justamente al final se alcanzan los momentos de mayor esfuerzo y sufrimiento; precisamente durante este período, a menudo, se desea concluir lo antes posible y, tan sólo, mostrar el fruto del propio trabajo, sin revisarlo ni perfeccionarlo. Sin embargo, muchas veces se advierte también una grave insuficiencia en lo expresado, porque se habría podido hacer más, hacerlo mejor (aunque esto, en el fondo, vale para todo). Son muy pocos los estudiantes que se presentan a un examen importante con la certeza de haber aprendido todo lo que hacía falta saber o pensando que no tenían que recordar más. Recordar ... he ahí, quizás, el mayor problema para el ánimo. Más que cualquier ulterior investigación o estudio es importante recordar ... recordar aquello que está grabado en las profundidades de nuestro corazón ... La mayor duda que me asalta al final de este trabajo es la de si he sido capaz de llevar a cabo de la mejor forma posible la tarea que con tanto entusiasmo acepté. El corazón es capaz de volar muy alto, de responder con rapidez a ciertas llamadas sin preocuparse demasiado de poseer también unas alas de la mente robustas y la pluma de un auténtico artista. He llegado hasta donde he podido y he descrito y traducido según mis capacidades lo que he descubierto. Me he referido al fruto de mi trabajo usando el término «Obra» con O mayúscula, no es por vanidad o presunción, sino simplemente por el respeto debido a todo aquello que intenta florecer en el cora11

zón y que a menudo acaba poseyendo un aliento y una voluntad propias. En realidad, de una verdadera Obra -esta vez con mayúscula inicial realmente justíficada=-, a la que todos están invitados, habla cierto mensaje que en breve veremos. Esa Obra es la meta hacia la cual hemos desplegado las velas para emprender nuestro tempestuoso viaje sobre las olas de la Vida, que encrespan un Océano misterioso y oscuro. Frente al Infinito, cualquiera se siente minúsculo y lleno de dudas, y no sospecha que esta inmensidad, esta profundidad abisal en la que la mente teme quedar anulada, está en realidad contenida en uno mismo, quizás en la zona del pecho adonde se lleva la mano y en el punto exacto que indica el dedo al pronunciar la palabra «yo». El tema principal de este trabajo es el descubrimiento y traducción de un documento muy antiguo, escrito en latín, que contiene un mensaje original y «sellado», llegado al pueblo romano hace aproximadamente dos mil años. El documento se ha conservado hasta nuestros días porque se ha mantenido tal y como era, protegido por una estructura que ha garantizado su inviolabilidad. Es también, por tanto, un testimonio preciso dirigido a los siglos y milenios venideros. Este mensaje, que es al mismo tiempo una larga y articulada enseñanza, es sin duda «cristiano», aunque pocos serán los que sepan reconocer como tales las ideas y enseñanzas que contiene. El Soplo o corriente espiritual que lo caracteriza no ha dejado huella ni memoria en la historia oficial de esa humanidad a la que venía a ofrecerse. Hay mucho más. Si, teniendo en cuenta en clave y el período histórico en los que el texto se sitúa, el inspirador del mensaje pudiera ser sin duda Cristo, en el texto se encuentran «firmas» y nombres propios que autentifican el documento y que pueden indicar quién llevó personalmente ese mensaje al pueblo romano. Como sucede habitualmente con las firmas, hasta el final de mi investigación no he sido capaz de «ver» la rúbrica de un nombre preciso, que inútilmente había buscado antes. No es que me resultara indispensable, ya que siempre he «sentido» quién era ese que venía a dar testimonio de determinadas verdades e ideales. Todo testimonio, por otro lado, exige que se verifiquen el nombre y la identidad de quien lo 12

presta. ¡Y en el texto encontramos hasta tres firmas! Una de ellas está trazada con un signo particular, reconocido como válido incluso por la ley, con el que se identificaban las gentes más humildes e incultas: el signo +. Precisamente este símbolo fue escogido también por el Maestro. Las otras dos firmas indican nombres precisos, uno de los cuales es reconocido por la Iglesia primitiva y por sus Padres como el nombre de Cristo. Además, en nuestro documento aparecen los símbolos más importantes del cristianismo primitivo. Resulta difícil ignorarlos y pasar de largo. Con relación a la cuestión más importante e interesante del trabajo, consistente en el descifrado y traducción del mensaje, escrito en latín y dirigido, por tanto, a los hablantes de esa lengua, han surgido posteriormente muchos interrogantes, reflexiones y tesis personales, respaldados por gran número de documentos y códices antiguos, muchos de los cuales son evangelios considerados apócrifos, así como por fuentes acreditadas de la propia Iglesia antigua. En pocas palabras, éste es el escenario que espontáneamente se ha ido conformando en el curso de las páginas que siguen. Durante los años no mencionados en los Evangelios oficiales, también conocidos como «los años perdidos y olvidados» de Jesús, Él, en realidad, habría llevado su luz, su palabra y sus ideas a todos los pueblos del mundo. Por tanto, sus enseñanzas no se difundieron desde Palestina después de su crucifixión, ¡por el simple hecho de que su amor ya había iluminado y calentado como un sol la Tierra entera! Naturalmente, y por desgracia, esa Luz encontró innumerables obstáculos, igualmente universales y omnipresentes. En el documento latino ahora redescubierto asimismo se hace mención a los auténticos opositores a la circulación de determinadas ideas y principios. Existen documentos y tradiciones que atestiguan el paso y la presencia de Jesús en lejanas tierras de Oriente, donde fue conocido con el nombre de «Issa». Durante ese viaje,Jesús, partiendo de jerusalén, habría recorrido la llamada «Ruta de.la Seda», que se adentraba por el Asia Central hasta China, y la «Ruta de la Lana», que desde el Tíbet se dirigía al sur, hacia Cachemira y la India. Probablemente pasó por Da13

masco, Bagdad y Rhages, hasta llegar a Bactriana; después se habría dirigido a Kabul, más al sur, para adentrarse en el Punjab y la India. Se dice que allí permaneció seis años, enJagannath, Rajagriha, Benarés y otras ciudades santas, para después volver hacia Nepal y las montañas del Himalaya, hasta Lhassa. Más tarde emprendería el camino de regreso siguiendo la ruta de las caravanas hasta Leh, en la región del Ladakh, un área indefinida entre la India, Pakistán, Tíbet y China, donde todavía hoy se encuentran leyendas de carácter cristiano entre la población musulmana. Volvería de nuevo a Kabul, donde todavía existe la llamada «fuente de Issa» en el lugar donde, según la leyenda, Jesús se detuvo a lavarse pies y manos. Seguiría después a través de Persia, recorriendo sus pueblos y ciudades. Por lo que respecta a los viajes por el área mediterránéa y occidental, sólo estarían documentados los que llevó a cabo hacia la lejana Britania. En particular, se conservan testimonios de una estancia de Jesús en Glastonbury, confirmada por el historiador Gildas y por san Agustín de Canterbury, que la refirió al papa Gregorio Magno. Debe recordarse que antiguamente la lana procedente del Tíbet se hilaba en Inglaterra, por lo que determinados lugares serían más «cercanos» y estarían mejor comunicados de lo que suele creerse. En aquellos tiempos se exportaba estaño desde Cornualles hacia Fenicia, y se supone que Jesús usó esta ruta comercial para llegar hasta Britania. Naturalmente, un viaje de tales características implicaba innumerables etapas y en nuestro documento se habla de una «llegada» al pueblo romano; también esto «es necesario tenerlo bien presente y recordarlo». Para el viaje por Britania, las antiguas fuentes inglesas indican un período preciso: los «años de máximo esplendor del imperio de Tiberio», que, según nuestros cálculos, se sitúan entre el 25 y el 27 d. C. (Hay que señalar que las fuentes orientales y tibetanas citadas en este libro mencionan un regreso de Jesús a Israel a los veintinueve años, pero no hablan ni de este viaje ni de otros que realizó en Occidente.) Existen motivos para creer que el emperador Tiberio tuvo conocimiento de Jesús y sus enseñanzas mucho antes de ciertos hechos acontecidos en Palestina, y podría muy bien ser que fuera precisamente durante este período cuando tuvo la ocasión de conocerlo perso14

nalmente. Además, de modo realmente extraño, durante estos años Tiberio abandonó Roma y vagó por la Campania, acompañado sólo por algunos íntimos y por ciertos «filósofos», antes de su definitivo y solitario retiro en Capri. Gracias a determinados textos apócrifos sabemos que, si no al Maestro en persona, Tiberio recibió a los discípulos de Aquél antes de la crucifixión ocurrida en Palestina. Fue después de la misma cuando Tiberio compareció ante ~l Senado para proponer la deificación de Cristo y su admisión como divinidad en el panteón romano. Al rechazar el Senado la propuesta y declarar además ilícita la religión cristiana, el emperador reaccionó con disgusto e impuso su «veto» a tal decisión. El veto fue mantenido por sus sucesores, que, en la práctica, protegieron a los cristianos y no los persiguieron, como comúnmente se cree. El verdadero motivo de las persecuciones sufridas por los cristianos, por parte de Roma, sigue siendo un misterio para muchos historiadores. La religión romana acogía prácticamente a todas las divinidades extranjeras; por ejemplo, toleró el rígido culto monoteísta hebreo, incluso después de haber destruido el templo de Jerusalén. ¿Por qué, entonces, la nueva religión fue perseguida, a veces con ensañamiento? El motivo, en mi opinión, hay que buscarlo precisamente en las enseñanzas e ideas contenidas en nuestro documento. En otras palabras, los cristianos fueron perseguidos no por los dogmas y la doctrina que hoy conocemos, sino pór otras ideas, nuevas, revolucionarias y desconcertantes (¡todavía hoy!). Mi tesis es que los primeros en seguir y manifestar ciertas enseñanzas contenidas en el mensaje llegado hace dos mil años a Roma fueron los que suscitaron esa intensa reacción de rechazo, de desconcierto, de hostilidad, que más tarde acompañaría al nombre de «cristiano» y a todos los que, aun perteneciendo a una corriente distinta de la originaria, asumieron esta denominación (sin menoscabar el valor del martirio que también ellos sufrieron). Mi opinión es que muchos emperadores, empezando por Tiberio, fueron acusados de las más viles infamias a causa del apoyo que prestaron a esta nueva corriente que llegó a los confines de Roma hace aproximadamente dos mil años o, cuando menos, por la simpatía que

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mostraron hacia ella. Por ejemplo, Tiberio fue objeto de las más abominables acusaciones precisamente durante el período de Capri. A grandes rasgos, éste es el escenario que se propone en las páginas del presente libro. He intentado encontrar ideas comunes entre el texto que he traducido y los llamados «evangelios tibetanos», cuyos originales se custodian en Lhassa. Si he preferido los antiguos pergaminos budistas, que narran la vida y las enseñanzas de Jesús, a los Evangelios oficiales, ha sido porque en ellos encontramos las ideas y el pensamiento del «joven» Jesús. Tales ideas habrían sido llevadas a los confines de Occidente y, por tanto, probablemente a Roma. De esta etapa da fe el mensaje del que se habla en este libro. A decir verdad, a menudo he tenido la tentación de no ir demasiado lejos y simplemente limitarme a mostrar cómo se puede descifrar un escrito que durante milenios ha permanecido incólume. Esto, de por sí es algo increíble, fascinante y «mágico», que bien pudiera valer el espacio dedicado a la Obra entera. Además, ésta es también la solución a un enigma que ha absorbido durante siglos el interés de incontables estudiosos y que ha frustrado toda tentativa de resolución. En realidad, el documento ha estado siempre expuesto a los ojos de todos bajo la apariencia de una misteriosa composición conocida como «cuadrado mágico», formando parte de los muchos cuadrados mágicos que la tradición antigua nos ha legado. El nuestro es sin duda el más conocido, el más estudiado y el más profundo y misterioso ... Proponer y traducir una enseñanza original de Jesús es algo que no debería tomarse a la ligera, sin tomar conciencia de la responsabilidad que se asume. Esta enseñanza tuvo que transmitirse, sin duda, por vía oral y pienso que el «escrito» es principalmente un testimonio preciso destinado a las generaciones venideras, esto es, a nosotros. Es evidente que Jesús (o quien lo hacía por Él) hablaba al «pueblo», a la gente sencilla, por lo que, en realidad, el lenguaje del texto es simple y elemental. Sin embargo, se expresan algunas ideas cuyo significado podría ser mucho más profundo y complejo de cuanto pueda imaginarse. Nuestro «cuadrado mágico» ha sido considerado por la tradi16

ción hermética u oculta como un auténtico «abismo cabalístico, capaz de someter el ánimo a tortura» (O. Wirth). Personalmente oscilo entre dos estados de ánimo opuestos. Uno de ellos me hace sentir poco apto y sin la altura necesaria para entender determinadas ciencias demasiado profundas, como la de las «vibraciones» sonoras, o mantras, o incluso las «olfativas», a saber, las que guardan relación con determinadas esencias, fragancias o perfumes que ?e asocian a los sonidos (por otra parte, es una práctica habitual liberar en el aire ciertos perfumes e inciensos durante la oración o la meditación). Otro estado de ánimo me sugiere que todo puede ser mucho más simple de lo que la mente llega a creer. Es la mente, de hecho, la que crea los obstáculos, las dificultades, los abismos y los monstruos que los pueblan, a menudo con el objetivo de defender su territorio y la supervivencia misma del límite, más allá del cual simplemente se desvanece. En el transcurso de las páginas de este libro he realizado nuevos descubrimientos, que han enriquecido mi trabajo o confirmado lo que hasta aquel momento sólo era una intuición o una sensación y, a menudo, me he visto obligado a revisar y corregir cuanto había afirmado con anterioridad. Algunas veces he confesado que no me sentía capaz de explicar ciertos misterios y que determinados pasajes eran demasiado difíciles de entender o penetrar; otras veces, en cambio, hubiera querido rectificar y decir: « ¡No, todo es en realidad tan facil!». Ahora que mi trabajo ha acabado, puedo afirmar que desplegar las propias velas para dejar que el Soplo del Espíritu te transporte sobre las aguas de ese Océano de luz que se desbordó del Corazón del Uno, ¡puede ser muy sencillo! Sencillo como pronunciar o dejar brotar del corazón una A o una O ... o quizás una No cualquier otra letra. Si hubiera sido necesaria una particular elevación o agudeza intelectual,Jesús se habría dirigido a los «filósofos» y no a la plebe romana, o a los parias, o a las castas «intocables» y despreciadas de la India. Por tanto, no quisiera alimentar la sensación de misterio, de ocultismo o ni siquiera de peligrosidad con relación a ciertas ciencias, ni la idea de que deberían restringirse al círculo de unos pocos elegidos. A menudo, el motivo para mantener algo en secreto u «oculto» no es otro que el deseo de poseer simplemente la exclusiva con las ventajas que ello conlleva. Y si la mente no se siente a la altura e inclina la ca-

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beza resignada: ante las propias limitaciones o «imposibilidades», es necesario dejar que sea el corazón el que comprenda, porque en él está el verdadero Espacio capaz de abrazarlo todo. Sólo abriendo en cruz los brazos del corazón, para abrazar y entrar en comunión con la Vida y con todos los corazones que en ella palpitan, se abre también la mente y se forma esa gran cruz luminosa, que no es más que la Apertura que nos espera, la puerta que da al Infinito y a la Vida, que no pide más que ser vertida y hervir en nuestro corazón. A menudo he tenido la sensación de encontrarme frente a algo que, de tan profundo, era «insondable», y de haber descubierto sólo una mínima parte del contenido del mensaje. Puede que sea así, ya que mi investigación hubiera requerido mucho más tiempo .y tal vez hubiera sido posible encontrar y sacar a 1~ luz algo más. Pero, a lo mejor, lo desconocido que nos parece infinito e insondable esté contenido en un solo punto, esta vez demasiado pequeño para nuestra grandeza ... De todos modos, es necesario encontrar el valor para soltar amarras y dejar el puerto seguro por el desconocido mar abierto. El tema de la navegación y de los símbolos marineros se repite continuamente, de modo casi obsesivo, en el mensaje al pueblo romano, a esas gentes que, al contrario que los fenicios, siempre temieron al mar. Sin embargo, el «agua» de que nos habla es muy particular y la misma voz latina que indica «navegar» o «nadar» también significa «volar». De modo que, si el agua se hace aire, más que aletas necesitaremos alas ... y sería entonces mucho más difícil evitar respirarlo a pleno pulmón, ¡porque no se puede resistir mucho tiempo impidiendo la entrada del aire, de la vida! O tal vez no ... visto que el hombre parece haber sufrido de apnea durante siglos, rechazando la Vida y las semillas de Luz que ésta contiene. O quizás el del hombre no sea más que un sueño profundo, un letargo, durante el cual la respiración se desarrolla igualmente, pero de forma imperceptible e inconsciente ... Cualesquiera que sean las tesis y las ideas personales presentadas en este libro y que acompañan el descifrado del antiguo y precioso documento, será finalmente él mismo el que, de todos modos, hable y se 18

presente por sí mismo, porque brilla con una luz particular y porque lleva aproximadamente dos mil años callado y. .. ¡ es demasiado tiempo! No sé si he sido capaz de aportar pruebas convincentes a algunas hipótesis que he formulado. Cada lector podrá evaluarlas según su lógica y según lo que «sienta». Ha sido un gran honor poder abrir el cofre del «cuadrado mágico» y leerlo, para después mostrar y compartir las hojas que encierra. Sin duda contiene semillas que en su momento no encontraron un terreno fértil en el corazón de la humanidad. Han pasado dos veces mil años y tal vez ahora la tierra ya esté madura y preparada para acogerlas y hacerlas germinar. Así será para quien desee despertar y recordar a quien verdaderamente Es, sin necesidad de un «nombre», firmando simplemente de esta forma:

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Capítulo 1

1.1. El redescubrimiento de una enseñanza y un mensaje antiguos El presente trabajo versa sobre el descifrado de una misteriosa.y enigmática composición conocida como el «Cuadrado mágico». Nadie hasta el momento parece haber conseguido descifrar su significado real o, al menos, nadie que después haya querido compartir con nosotros su descubrimiento. El término «magia» evoca un arte capaz de obrar prodigios, hechizos, conjuros ... y precisamente corno talismán se usó también este Cuadrado en la antigüedad. Sin embargo, me inclino por emplear el término «mágico» sólo para indicar el fascinante encanto y la belleza que encierra. Cuando conozcamos su verdadero contenido, no podremos evitar sentirnos fascinados y maravillarnos por el arte con el que ha sido compuesto un texto tan intenso, vibrante y complejo, de modo tan condensado, claro y al mismo tiempo oculto a los ojos de cualquier profanador. La admiración hacia su Autor, quienquiera que sea, se profesa tanto por su Arte como por los Principios que manifiesta y de los que nos hace partícipes. Ignoro si alguien más, en secreto, ha encontrado la llave de esta misteriosa composición y ha logrado abrir el cofre, pero sería difícil creer que hubiese querido sellar de nuevo su perfume, su Esencia, enterrándola de nuevo. Si hubiese reservado a un estrecho círculo de personas ciertas informaciones, demostraría no haber entendido en absoluto el Soplo revolucionario de Luz que palpita en el 21

corazón mismo del Cuadrado, un Aire nuevo que se ofrece a los pechos que ya han olvidado ese Océano infinito de Vida que no pide más que ser vertida y hervir en su interior. Procedamos con orden en la descripción de este verdadero hallazgo arqueológico, que a la vez es una aventura apasionante del Espíritu. En 1921, durante las excavaciones arqueológicas en la antigua ciudad romana de Pompeya, se descubrió, entre otras innumerables inscripciones, una composición de palabras identificada de inmediato como un rompecabezas conocido desde hace siglos como el «Cuadrado mágico». En una de las columnas de la construcción llamada la Palestra Grande apareció una secuencia de cinco palabras: rotas, opera, tenet, arepo, sator. Estas cinco palabras latinas estaban alineadas uría debajo de otra, componiendo la conocida figura ·del Cuadrado:

R

O

T

A

S

O

P

E

R

A

T

E

N

E

T

A

R

E

P

O

S

A

T

O

R

Para tener una más correcta perspectiva geométrica, podemos construir un cuadrado con cinco casillas de lado, a cada una de las cuales asignaremos una letra:

T A s o p E R:A T E N E T A R E p sAT oR

R

o

o

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Observaremos que la característica de esta figura es que cada palabra (en latín) que la compone puede leerse en horizontal y en vertical a partir de cada una de las casillas situadas en el perímetro del Cuadrado, y que leyendo cada palabra en sentido inverso se forma de nuevo otra de las cinco palabras: rotas da sator; opera, arepo, y así sucesivamente. Sólo la palabra tenet, aun leyéndola empezando por la derecha, permanece inalterada. No pretendo profundizar situando esta figura en el contexto de otras parecidas, ya sean compuestas por letras o por números, cuyos orígenes se pierden en el tiempo. Los diferentes cuadrados se diferencian entre sí por el número de casillas que los forman: existen cuadrados de tres, cuatro, cinco, etc., casillas por lado. Es curioso el hecho de que este cuadrado, que parece relacionarse con los «cuadrados mágicos» del cinco (que la tradición asocia a la representación del sello planetario de Marte), entre los cuales es sin duda el más conocido, se encuentre precisamente en Pompeya. De hecho, el nombre mismo de la ciudad podría tener origen en el osco, lengua en la que indicaría el número cinco (pompe), esto es, el número de aldeas que se habrían unido para formar la ciudad primitiva. Esta misteriosa composición de palabras, que nos ha sido restituida en su forma original, es en cierto sentido «única». Posee un encanto y una profundidad particulares y se ha convertido en un enigma que ha desafiado el tiempo y las mentes de cuantos han intentado desvelar su misterio. Se ha convertido en el «cuadrado mágico» por excelencia. En adelante me referiré a él con el nombre de «Cuadrado», con la inicial mayúscula, por el respeto y la admiración que, de forma progresiva, ha sabido suscitar en mí. El descubrimiento de este Cuadrado en Pompeya es de extremo interés por dos motivos. El primero tiene que ver con la datación del hallazgo, y el segundo, con la composición original de las palabras, que a partir del medievo se colocaron en orden inverso: sator, opera, tenet,

arepo, rotas. Dejemos para otro momento la pregunta sobre los motivos de esta inversión y dirijamos nuestra atención hacia la datación exacta que podemos atribuir a esta enigmática figura. 23

Sabemos que la antigua Pompeya fue destruida y sepultada por una erupción del Vesubio en el 79 d. C. Sin tener en cuenta otro cataclismo, el terremoto del 62 d. C., que causó graves daños a la ciudad, que fue en parte reconstruida, podemos dar por seguro que esta composición era ya conocida en el 79 d. C. y, muy probablemente, incluso antes. Como no existen noticias de este Cuadrado antes del advenimiento de la era cristiana, y ya que está probada su existencia precisamente en los años en los que el cristianismo empezó a difundirse, para quien ha considerado siempre «cristiano» este Cuadrado no es en absoluto irrelevante tener la certeza de una fecha. ¿Por qué el Cuadrado ha sido definido como «cristiano» por gran parte de sus estudiosos? A juzgar por lo dicho y descubierto· hasta el momento, los indicios y las pruebas serían más bien escasos. Casi todos los estudiosos se han centrado en intentar formar una frase con sentido usando las cinco palabras que forman el Cuadrado, con resultados bastante decepcionantes. Incluso cuando se consigue formar una frase oportuna y con sentido, no parece que ésta sea capaz de afectarnos o entusiasmarnos en exceso. Veremos más tarde cuáles han sido las traducciones propuestas y los métodos de descifrado usados. Cuando descubrí la clave de lectura que me abrió como un libro esta «mágica» composición y comencé a leer su contenido, me encontré ante un mensaje enormemente bello, profundo y elaborado, procedente de un «Alguien» que hablaba en primera persona, dirigiéndose a otros en segunda persona, esto es, «tuteando» a quienes escuchaban sus palabras. Los vocablos, los verbos del Cuadrado, están en latín, por lo que en seguida se me hizo evidente que los destinatarios del mensaje eran quienes hablaban y entendían esa lengua. Por consiguiente, me he impuesto siempre pensar y razonar únicamente a partir del latín y concentrarme sólo en el significado de las palabras latinas. Cuando empecé a examinar el contenido del mensaje, tuve una intuición precisa sobre quién podría ser su autor, o cuando menos su ins24

pirador. Inicialmente me asaltaron algunas dudas, por otra parte inevitables. Me pregunté si no sería más oportuno limitarme a «traducir» el texto, mostrando cómo fuese posible obrar una auténtica «magia» con la lengua latina, o bien ... acometer una tesis mucho más audaz, que sin duda habría desviado la atención de la belleza y el arte de una composición increíble, y que, en cambio, habría suscitado polémica. Eso no es todo. De forma espontánea han surgido y se han multiplicado algunas preguntas, llevándome a profundizar y a poner en discusión muchos escenarios históricos que se daban por seguros. En poco tiempo, todo ha adquirido un cariz inesperado, que me ha llevado mucho más lejos de lo que había previsto, pero he aceptado correr el riesgo ... Como ya he dicho, el Cuadrado contiene un mensaje -o una enseñanza sí se prefiere-, largo, detallado y preciso (en lengua latina). Añado que es, además, absolutamente original, o sea, no puede haber sido traducido de otras lenguas, interpretado o alterado sustituyendo vocablos en el transcurso de los siglos, y que está presente en Roma (en Pompeya, para ser más exactos) seguramente en el 79 a. C. y probablemente incluso antes. Conociendo su contenido, las ideas y los principios que encierra, sin lugar a dudas muy revolucionarios, innovadores, de una «espiritualidad» diferente y de vanguardia (incluso para nuestros tiempos), y conociendo el período histórico y el área en la que aparece, en ese caso ... ¿cómo es posible no pensar en Cristo? Es, sobre todo, un símbolo particular (+,que sin embargo dudo en definir como «cruz»), el que nos orienta en este sentido. Además, en el Cuadrado están contenidos prácticamente todos los símbolos pertenecientes al .cristianismo primitivo. Sería posible hacer como si nada ... Sin embargo, habría que hacer constante referencia a los mismos con un simbolismo igual y paralelo. Los estudiosos del Cuadrado han polemizado siempre sobre la cuestión de si puede o no ser considerado un símbolo cristiano. Por tanto, en el transcurso de los siglos ya se había intuido, transmitido e incluso venerado algo. Sin embargo, hoy, después de haberlo leído y descifrado, las cosas han cambiado y no podemos limitarnos a consíde25

rarlo simplemente «cristiano». Es mucho más que eso ... Digamos que sería un «Evangelio» nuevo, desconocido hasta el momento, dirigido a Roma y a sus gentes. En lo que respecta a la identidad del autor, hubiera querido evitar comprometerme demasiado dando nombres concretos y hubiese preferido dejar hablar sobre todo a las ideas que este documento tan antiguo nos ha legado. Pero, en tal caso, ¿ cuántos cristianos actuales hubieran reconocido la doctrina que siempre han practicado? No es que las ideas contenidas en el Cuadrado sean excesivamente heréticas; sin embargo, producen cierto desconcierto. Como se ve, sostener determinada tesis no es sencillo, ya que son muchos los interrogantes que se plantean. Es un hecho que el cristianismo ha triunfado, pero la semilla de las ideas contenidas en el Cuadrado no ha germinado ni ha echado raíces profundas en la humanidad. Cabe suponer que el Cuadrado pueda ser portavoz de una corriente del cristianismo primitivo que nunca logró consolidarse y que, tal vez, incluso fue suprimida. A lo mejor el enigma sea, simplemente, algo que no se quiere ... algo que nos negamos a ver, a aceptar. A veces nuestra propia mente nos oculta algo, le pone un candado y tira la llave para estar más segura de no tener que afrontar lo que no comprende o lo que la desconcierta. Hasta llegar al final de mi trabajo no he encontrado la «firma» que autentifica el documento como «cristiano». En realidad llega a haber tres firmas. Una de ellas consiste en un signo +. Las otras dos nos dan nombres concretos: el de un famoso patriarca hebreo y el de un personaje mitológico mucho menos conocido. Veremos cómo todas estas firmas nos conducen siempre a Cristo, pero el caso es que uno de los nombres en particular fue reconocido por los Padres de la Iglesia como representación y símbolo de Cristo. Por tanto, fue la misma Iglesia primitiva la que reconoció y «autentificó» ese nombre. De todos modos, no sería del todo erróneo decir que nuestro Cuadrado es y, al mismo tiempo, no es cristiano. De hecho, muy pocos cristianos actuales lo sentirán vibrar dentro de sí como cristiano. En

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cualquier caso también es un testimonio preciso que habría que reconocer y respetar. Debo empezar diciendo que la primera clave que me dio acceso al mensaje y al texto contenido en el Cuadrado y, a la vez, me permitió penetrar la esencia misma de toda su enseñanza, se encuentra en una palabra, o mejor, en dos: las tenet, que se cruzan en la parte central del cuadrado formando un símbolo particular: T E T E N E T E

T La traducción de esta composición a partir del latín es, como poco, increíble y mágica (lo veremos a continuación), pero ahora el problema es otro: ¿ qué debía significar este símbolo para un hombre de aquella época? Nosotros, en la actualidad, sobre todo si somos cristianos, diríamos sin dudarlo que es el símbolo de la «cruz», aunque de un tipo particular, con los cuatro brazos iguales. Albergo serias dudas sobre el hecho de que el Cuadrado, en el contexto histórico en el que vino a manifestarse, presentase este signo + como símbolo del sufrimiento de Cristo y que como tal fuese interpretado. En realidad, el símbolo de la cruz como patíbulo apareció en una época más tardía y, según los vestigios que nos han llegado, ésta era más bien parecida a una T, como podemos ver en la figura de la página siguiente, a la que volveremos más adelante.

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Piedra de anillo de época paleocristiana, cruz mística.

La «cruz», como hoy la entendemos comúnmente, procede de la palabra latina cru.x (cru.x, crucis), que significa «cruz, pena, tormento» y también el instrumento utilizado para el suplicio del condenado a muerte, o sea para la crucifixión. En la antigua Roma, este suplicio era considerado infamante y se reservaba a esclavos, bandidos, piratas y rebeldes. La cruz consistía en un palo clavado en el suelo, sobre el cual se levantaba al condenado, que tenía los brazos atados al patibolum, una tabla de madera dispuesta detrás, bajo sus hombros. Veremos que es precisamente a los «rebeldes» a quienes se dirige nuestro Cuadrado, invitándolos a una verdadera «revolución» espiritual. 28

El signo + existe desde la más remota antigüedad y es uno de los cuatro símbolos fundamentales, junto al punto central o centro, el círculo y el cuadrado. Serán estos cuatro símbolos fundamentales los que nos proporcionarán las claves y las pautas para leer el Cuadrado mágico. De la intersección de las dos palabras tenet formando el símbolo + opino que debe interpretarse como la manifestación del Punto en las cuatro direcciones cardinales y, por tanto, como un signo de orientación espacial. Esta cruz debería representar también la intersección de las dos dimensiones, la vertical y la horizontal, la unión, la conjunción en el Centro, de Cielo y Tierra, de Espíritu y Materia. En ella se manifiesta también el misterio de su Centro, que en nuestro caso viene representado por la letra N. Volviendo a la figura precedente del anillo paleocristiano, vemos que en él aparecen los símbolos propios del cristianismo primitivo, muchos de ellos conocidos también hoy, como por ejemplo la sigla XP, el alfa y la omega. Pues bien, también aparecen en nuestro Cuadrado, pero con un significado diferente del que la tradición asocia a símbolos más propiamente «cristianos». Hablaremos de ello más adelante, pero ya podemos señalar lo difícil que resulta ignorar ciertas analogías y parecidos y permanecer escépticos respecto de la matriz cristiana de esta composición misteriosa. Naturalmente, cada uno ve lo que cree o prefiere ver.

1.2. Los verdaderos autores de una persecución Cuanto se expone en este apartado no pretende más que proponer algunos sencillos interrogantes, formular algunas reflexiones e hipótesis. A veces hace falta recorrer caminos desconocidos por lamente, que van en dirección opuesta a los que nuestra convicción toma habitualmente y a gran velocidad, y que discurren por una red de vías ya reconocidas y oficiales. Existen algunos hechos y documentos que fundamentan ciertas tesis, pero no todo el mundo los considera con-

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formes a determinados cánones, normas o verdades aceptadas, y por ello no los toma en consideración. El Autor del Cuadrado no sólo realizó un increíble trabajo de síntesis, una obra de arte que es una verdadera maravilla, sino que se preocupó de hacerla inaccesible a la mayoría y, además, trató que pareciese un simple juego de palabras, sin duda curioso y enigmático, pero nada más. No en vano su mensaje ha desafiado los siglos y ha circulado bajo la apariencia de un sencillo e inofensivo «cuadrado mágico», al que la fantasía popular ha atribuido las virtudes y poderes propios de los cuadrados mágicos, aun «sintiendo» que algo mucho má~ profundo emanaba de él. Las razones de tanta cautela se harán evidentes a medida que nos adentremos en el descifrado de este texto enigmático, pero podemos anticipar que es bastante crítico con un determinado poder institucional romano que siempre fue a un tiempo político y religioso: se hace una clara mención al Senado romano. Ha sido precisamente esta mención la que ha hecho que me planteara una serie de interrogantes y dudas, y me ha empujado a profundizar en determinados argumentos. En primer lugar, la época histórica en que se sitúa el Cuadrado es el período imperial. Creo que la autoridad y el verdadero poder deberían haber estado en manos del emperador, no del Senado. Si el Cuadrado hubiese contenido ideas «cristianas», también él debería haber sido perseguido. Según la historia, fueron los emperadores romanos los que empezaron a perseguir a los primeros cristianos por el delito de «lesa majestad», o sea, por el hecho de que los seguidores de Cristo se negaban a reconocer la divinidad del emperador. En cambio, el escenario que se me ha presentado después de las primeras investigaciones me ha llevado a concluir exactamente lo contrario. Precisamente, el emperador bajo el cual se desarrolló la predicación de Cristo, Tiberio, habría sido muy favorable a sus enseñanzas: 30

Habiendo llegado a sus oídos esta enseñanza desde Palestina, donde había tenido comienzo, puso al corriente al Senado, dejando claro que la enseñanza era de su agrado. Pero el Senado la rechazó ... Eus. SE, 2, 2,

1-C

También sus inmediatos sucesores habrían sido de la misma opinión. Dada la siniestra fama de estos emperadores-esto podría parecer verdaderamente extraño. Pero igualmente «extrañas» serían las persecuciones de los cristianos, ateniéndonos a las particulares características y la organización de la religión romana, en las que en breve profundizaremos. Existe otro interrogante: si el Cuadrado es en efecto «cristiano», la «persecución» que sufrió sería a la postre la más exitosa, puesto que una determinada corriente del cristianismo ha triunfado, pero no ha quedado rastro del soplo y de las ideas de que el Cuadrado era portador. Tales principios e ideas han empezado a llamar tímidamente a los corazones de la humanidad muchos siglos después. Por tanto, cabe suponer que el mensaje cuyo guardián ha sido el Cuadrado y portador ha permanecido como «hibernado», a la espera del calor de un nuevo sol y una nueva era. Incluso podríamos pensar que este documento estaba destinado a ser abierto precisamente en nuestros días, como testimonio de lo que en su momento fue dicho y que ahora vuelve de nuevo a ofrecerse con los brazos abiertos, en esa cruz que tal vez sólo pretenda ser el símbolo de un «abrazo» y de una reconciliación con todos y con el Todo. Intentemos ahora profundizar y desarrollar mejor cuanto se ha expuesto con anterioridad. Procuraré fundamentar algunas de mis tesis. Comencemos examinando de más cerca la religión de los romanos. La religión de los antiguos romanos era muy particular. En el transcurso de esta obra tendremos ocasión de volver a ella a menudo, profundizando en algunos de sus aspectos. Por el momento, podemos decir que Roma siempre acogió junto a sus dioses a otras muchísimas divinidades extranjeras. Cuando no veneraron a estos otros dioses, admitiéndolos en el panteón propio, ni declararon lícito su culto (religio licita) al menos 31

toleraron, en la mayoría de los casos, las diferentes religiones. En las oraciones a los dioses se inserían fórmulas destinadas a incluir a los que eventualmente hubieran sido excluidos. Los antiguos romanos llegaban incluso a rezar a divinidades para ellos completamente desconocidas, que habrían habitado en parajes, campos, bosques, etc. La oración comenzaba con un sive deus, sive dea ... , «seas un dios o una diosa ... », con objeto de evitar que la divinidad se irritara si se erraba con el sexo. Podemos decir que, entonces como hoy, se seguía el conocido principio del «nunca se sabe ... », por lo que, cuantas más divinidades incluía la religión, más tranquilos se sentían los romanos. Todo ello sin menoscabo de los dioses considerados como principales, a los que se daba culto en lugares y templos particulares. Lo que se éonsideraba fundamental era sobre todo el ceremonial, la escrupulosidad, la exactitud de los gestos y ritos, más que el aspecto interior y espiritual. De todos modos, cuanto hemos dicho no significa que todo fuese tolerado; muchos ritos, de hecho, fueron considerados peligrosos para el orden social y moral. Un caso que causó gran conmoción fueron las fiestas llamadas Bacanales. Tras una larga y cuidadosa investigación, basada en testimonios de la crueldad y el libertinaje que en ellas se exhibían, se hicieron públicos sucesos escandalosos, a los que siguieron numerosos arrestos y condenas a muerte (seis mil, al parecer). Pero incluso en este caso se continuaron tolerando algunos de los ritos, aunque siempre dentro de unos límites. De todos modos, el motivo principal de que se condenara cualquier tipo de asociación era casi siempre la defensa del orden público. Honestamente, no veo por qué el cristianismo, en sus principios y con la doctrina que hoy conocemos, pudiera haberse considerado tan diferente de la rígida religión monoteísta hebrea o, por ejemplo, del culto de Mitra. El judaísmo siempre se consideró una religión lícita, es decir, autorizada por la ley, incluso después de la destrucción del templo de Jerusalén por los romanos. Por lo que respecta a Mitra, el culto a esta divinidad se introdujo en Roma en torno al 67 a. C. y tuvo una gran difusión, aunque los ri-

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tos no eran públicos y se celebraban en criptas subterráneas parecidas a cuevas. Este culto incluía ritos prácticamente análogos a los cristianos. En ellos se celebraban banquetes sacramentales durante los cuales se consagraba el pan, el agua y el vino, de modo muy parecido a la liturgia del sacramento eucarístico cristiano. Mitra, el Sol invicto (el mismo apelativo dado por la liturgia cristiana a Cristo), nacido el 25 de diciembre de una «roca», en una cueva, era adorado por gentes procedentes de ambientes sociales muy diversos (esclavos, libertos, funcionarios de la administración imperial, militares de cualquier graduación, etc.), pero nunca se habló de ellos con la repugnancia y el hastío reservados a los cristianos y, si este culto desapareció, no fue a causa de ningún tipo de persecución. Sin embargo, el cristianismo, que no presentaba características «orgiásticas» ni comportamientos particularmente escandalosos o inmorales, fue en cambio considerado «abominable» y peligrosísimo. Por tanto, visto que las ideas «cristianas» no eran en absoluto peligrosas, pero sí lo eran las del Cuadrado, podríamos preguntarnos si, tal vez, no fueron precisamente los cristianos, que eran portavoces de ciertas ideas contenidas en el Cuadrado, los que suscitaron tan violenta reacción. Más que de «violencia», yo hablaría de «repugnancia». Parece ser que los primeros cristianos suscitaban repulsión debido a la «absurdidad», o imposibilidad, o a lo inconcebible de sus ideas. La historia y los milagros de Jesús no podían causar demasiada impresión ni sorprender a nadie, puesto que otras religiones presentaban hechos milagrosos, prodigios, resurrecciones, etc. Entre otras cosas, el derecho romano exigía la desaparición del cuerpo como condición necesaria para la consacratio o divinización. Por tanto, se consideraba la posibilidad también de una cierta ascensión o asunción divina ... Livio y Plutarco narran que Julio Próculo afirmó en el Senado que se le había aparecido Rómulo, después de haber desaparecido misteriosamente a los ojos de todo el mundo, y que le había ordenado ir al Senado para hacer saber que, tras su ascensión a los cielos, debía ser honrado como un dios. En mi opinión, lo que causaba temor era más bien una Idea, completamente nueva y revolucionaria, que venía a minar cualquier tipo de 33

estructura religiosa (y me atrevo a decir incluso cristiana, en caso de

que ésta hubiera sido ya estructurada y codificada). Prosigamos con las persecuciones de los primeros cristianos. Puesto que el Cuadrado y su mensaje están escritos en latín y se dirigen claramente a los hablantes de esa lengua (concretamente al «pueblo romano»), voy a hacer siempre referencia a las persecuciones de Roma y no a otras, como las llevadas a cabo por las autoridades judías (que fueron, en realidad, las más peligrosas). Además, quisiera limitarme al siglo r d. C. o poco más allá, esto es, al período en el que la voz del Maestro debía de estar más viva en la memoria y en el corazón. Fue sólo con el advenimiento de los emperadores Decio (249-251) y Valeriana (253-260) cuando las persecuciones a los cristianos se hicieron masivas, sistemáticas y se extendieron por todo el Imperio; habiendo tenido antes, no obstante, un carácter muy local y esporádico. Si tomamos como fecha de referencia el 79 d. C., año de la destrucción de Pompeya, reinaban entonces como emperadores Vespasiano (69-79) y Tito (79-81). Pero, puesto que considero nuestro documento llegado a Pompeya como portador de un mensaje original cristiano, quisiera retroceder y empezar por el emperador bajo cuyo reinado predicó y fue crucificado Jesús. Veremos sucederse en el poder absoluto a Tiberio (14-37), Calígula (37-41), Claudia (41-54) y Nerón (54-68); al llegar a este último quisiera detenerme, ya que precisamente bajo el mandato de Nerón tuvo lugar la primera persecución oficial de los cristianos. En la actualidad, muchos historiadores -aunque otros persisten en negarlo-, consideran como fundamento jurídico de las (futuras) persecuciones de los cristianos un senadoconsulto del 35 d. C. Como he dicho, otros historiadores lo consideran una invención apologética, pero existen como contraprueba las actas originales del proceso celebrado contra el senador cristiano Apolonio, bajo el imperio de Cómodo, y entre el 183 y el 185 d. C.; de estos documentos se desprende que la sentencia de muerte se fundamentaba en este senadoconsulto, que negaba al cristianismo el estatus de religio licita. 34

El procónsul Perenio dijo: Apolonio, el senadoconsulto establece que se acabe con los cristianos. Actas de Apolonio, 23

El emperador Tiberio, al recibir las noticias que llegaban desde Palestina, sin duda redactadas por Pilatos y que hablaban de la resurrección de Jesús y de los milagros que se le atribuían, compareció ante el Senado y pidió la consagración de Cristo como dios. Como emperador tenía la prerrogativa de dar indicaciones, aunque no vinculantes, sobre las decisiones que aguardaban. El Senado rechazó la propuesta porque no había examinado previamente la cuestión y no había sido el primero en juzgar y reconocer la naturaleza divina de Jesús; además, aprovechó la ocasión para declarar la religión cristiana «ilícita». Esta decisión contrarió a Tiberio, que la vetó haciendo uso de su potestad tribunicia, la cual le otorgaba el derecho de intercesión y de oponerse a las decisiones del Senado. Tiberio, manteniendo la opinión que tenía antes, no hizo nada Juera de lugar contra las enseñanzas de Cristo. EUSEBIO, SE 2, 2, 1-6

El pronunciamiento del Senado contra una voluntad explícita del emperador debía tener motivos mucho más graves que un simple desquite por una «prioridad» no respetada. Para entender mejor ciertas relaciones de poder volvamos atrás, a los tiempos en que Tiberio no había aceptado aún el cargo de emperador. Ante las dudas de Tiberio, un senador, Quinto Auterio, le gritó Usque tandem (¡hasta cuándo nos dejarás sin guía!), lo que desagradó al futuro emperador. Dándose cuenta de que lo había irritado, el senador se postró ante él, aferrándose a sus piernas y pidiéndole perdón. Tiberio tropezó y se cayó y ¡ poco le faltó al senador para que los guardias lo pasaran por la espada! Esta anécdota ilustra el hecho de que nadie se oponía a un emperador a la ligera. De todos modos, Tiberio no sólo vetó la decisión, sino que llegó a amenazar con severidad a los acusadores de los cristianos. 35

El César mantuvo su parecer y amenazó de muerte1 a los acusadores de los cristianos. TERTULIANO,

Apologético,

5,

2

Pero él no cambió de opinión y amenazó de muerte a los acusadores de los cristianos. EUSEBIO, SE

2, 2, 6

Parece bastante improbable que la toma de posición de Tiberio estuviera sólo condicionada por simples informaciones recibidas desde la lejana Judea. Para exponerse tan decididamente, es de suponer que el emperador conocía bien y de forma directa la cuestión (examinaremos mejor este aspecto en otro capítulo). Desaparecido Tiberio, también Calígula (37-41), Claudia (41-54) y Nerón (este último durante diez años, hasta el 64 d. C.), mantuvieron extrañamente el veto impuesto al pronunciamiento del Senado. Parece ser que con Nerón, ciertas ideas «incendiaron» la Urbe de modo tan manifiesto que lo obligaron a restablecer el orden (esencial para los romanos) y a «disculparse». La persecución que ordenó se limitó prácticamente a la ciudad de Roma. Nerón fue tachado por los evangelios apócrifos de impío y pagano asesino de mártires ( Ciclo de Pilatos, Curación de Tiberio, pág. 20). Si profundizamos en la tradición cristiana apócrífa, veremos cómo el rostro de algunos emperadores y sus actos aparecen descritos por los mismos «cristianos» de modo muy distinto al que nos ha transmitido la tradición.

l. La frase en latín es Caesar in sententia mansit, comminatus pericu!um accusatoribus Christianorum. A pesar de que en la mayor parte de los textos haya sido traducida como una amenaza de muerte por parte del emperador, en mi opinión la amenaza de

pericu!um podría referirse al simple riesgo de un juicio o de un proceso contra los acusadores.

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A partir del siglo III a. C., los constructores romanos empezaron a construir unos edificios llamados insulae para albergar a la creciente población; estos edificios, de tres, cuatro y hasta cinco plantas, tenían una estructura de madera que hacía constante el riesgo de incendio. Tras el incendio del año 64, Nerón intentó regular las construcciones imponiendo un límite de veinte metros de altura para las insulae y un espacio de tres metros entre un edificio y otro.

Es de sobras conocida la existencia de toda una tradición de evangelios y episodios neo testamentarios llamados apócrifos. Los textos a los que ahora quisiera prestar atención son unos códices, o documentos, escritos en griego y en latín, llamados Actos de Pilatos, conocidos con posterioridad como Evangelio de Nicodemo. Esta Obra era considerada un documento oficial encontrado entre los registros públicos del pretorio de Pilatos. Así lo afirman expresamente el códice latino Ambrosiano, el Einsidlense y el Halense, entre otros. En realidad, los escritos han sido muy manipulados; a menudo se confunden los nombres de los emperadores, etc. Sin embargo, de ellos habla Justino en la Primera Apología, Tertuliano en el Apologético, Eusebio de Cesárea en su Historia eclesiástica, Gregario de Tours en su Historia Francorum, etc. Además, la versión latina de estos códices no nunca se consideró uno de tantos apócrifos, sino que tuvo un 37

peso enorme y una vasta difusión durante toda la Antigüedad. Vale la pena señalar que, además de haber gozado de gran prestigio durante el medievo, algunas de las historias que contiene, como la de Verónica o la de la «túnica» deJesús, no sólo gozaron de una excelente acogida entonces, sino que han persistido hasta nuestros días. ¿Cuáles son los hechos que tanto nos interesan? Trataré de hacer una breve síntesis, ya que los códices son muchos y algunos retoman los mismos sucesos exponiéndolos de manera diferente. En resumen, nos cuentan que Pilatos mandó una carta a Tiberio contándole los hechos protagonizados por Jesús, de los que había sido testigo. Se mostró muy arrepentido de haberlo condenado, narró sus prodigios y dijo que, contra su voluntad, había sido asesinado un hombre tan pío y austero como nunca antes se había visto ni se verá ( Ciclo de Pilatos, carta de Pilatos a Tiberio, párr. I). Tiberio se disgustó y manifestó su asombro por el hecho de que se hubiera mandado a Jesús al suplicio: ¡Qué crueldad y qué vergüenza! Ciclo de Pilatos, carta de Tiberio a Pilatos, párr. 2

Después montó en cólera y acusó a Pilatos de no haber ni siquiera esperado, como preveía la ley, y de haber ejecutado la sentencia contra ese hombre justo, de cuyas milagrosas curaciones habían llegado testimonios hasta él, en Roma. ¿Cómo has podido consentir que lo crucificaran sin motivo alguno? Si no podías aceptarlo como Dios, deberías haberlo aceptado al menos como médico. Ibídem, párr. 4

Después de que te lo confiaran, hubieras debido ponerlo a seguro, mandármelo a mí, en vez de permitir que ésos crucificaran a un hombre tan digno, autor de tantos milagros ... Ibídem, párr. 3

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A continuación, el emperador llamó a Pilatos a Roma con el propósito de someterlo a juicio. Según otros códices, en cambio, el emperador, gravemente enfermo, mandó a Jerusalén a Volusiano, un hombre de su confianza, para que encontrara a Jesús y lo condujera hasta él, con ruegos y grandes honores. Y es a través de Volusiano, que en lugar del Maestro le trae a la Verónica, como el emperador sabe de la crucifixión de Jesús. Curado por la imagen de Jesús, que la mujer llevaba en un paño de lino, Tiberio instó al Senado a que consintiese que Jesucristo fuese considerado y adorado como un verdadero dios. El Senado no lo consintió y entonces Tiberio

montó en cólera e hizo masacrar, con muchas penas, a numerosas personas muy nobles del Senado, porque no habían consentido a Cristo; y quien hasta aquel momento había sido moderado con todos, se encarnizó cruelmente con la nobleza romana. Ciclo de Pilatos, Curación de Tiberio César Augusto y condena de Pilatos, párr. 13

Es interesante notar como, para el autor del códice, la figura de Tiberio se transformó de «moderada» en cruel y sanguinaria a causa de su toma de posición a favor de Cristo. Los biógrafos de la época, que acusaron a Tiberio de tantas infamias, tuvieron la misma opinión de la religión cristiana ... lo cual debería hacernos reflexionar. Podemos constatar que esta misma versión era comúnmente aceptada en los ambientes eclesiásticos todavía en el siglo XVI si leemos un pasaje de los Annales ecclesiastici escritos por el cardenal Cesare Baronio (1538-1607), en los que se narra minuciosamente la historia de la Iglesia hasta 1198. En torno al año 35 d. C., encontramos:

La crueldad de Tiberio contra los senadores es narrada por Camelio Tácito en el 5 de los Anales, por Dión en el lib. 58 y por Suetonio en Tiberio, cap. 61. Pero Onofrio, en el cap. 4 del lib. 7, añade que fue justo que Dios hiciese sufrir a los senadores porque habiendo propuesto Tiberio, por la relación de Pilatos, que Cristo fuese incluido entre los Dioses, se le opuso el Senado, y no se hizo. 39

Una nota al margen dice: Tiberio encolerizado con los senadores. Tiberio propuso a Cristo como Dios y el Senado se opuso.2 De nuevo en los apócrifos encontramos que Tiberio: creyó en Nuestro Señor Jesucristo, fue bautizado, fue salvado y dejó en paz este mundo. Ciclo de Pilatos, Curación de Tiberio, párr. 19

Y después de haber sido bautizado y curado de todos sus males y tras haber alabado al Señor: entonces, el emperador Tiberio fue instruido en todos los artículos de lafe. Ciclo de Pilatos, Venganza del Salvador, párr. 35

Existe otra versión según la cual el emperador Tiberio salvó a Jesús, que vale la pena citar, ya que existirían documentos y vestigios arqueológicos en Cachemira que documentarían la presencia de Jesús en aquellas tierras en edad muy tardía, después de la crucifixión. A tenor de lo descubierto por Anne Givaudan y Daniel Meurois, cuando Jesús fue alzado en la cruz, no todos sus seguidores y discípulos perdieron la esperanza, pues sabían que alguien ya había intercedido en su favor ante el emperador. La misma herida de lanza que Jesús sufrió en el costado habría sido un intento de hacerle respirar a toda costa, una especie de neumotórax para retardar la asfixia de un cuerpo ya muy castigado. Cuando todo parecía haber llegado a su fin, se habría recibido una carta en la que el emperador Tiberio ordenaba hacer nueva luz sobre la figura de Cristo y detener la ejecución. Jesús fue depuesto de la cruz, aunque dado por muerto. En Rozabal, en Cachemira, existe una tumba conocida como la «tumba de Rozabal» o la «sagrada tumba de Cachemira», en cuyo interior se encuentran los restos de Yuzu Asaph. Fida M. Hassnain, director del Departamento de Arqueología del Estado, es autor de im2. Annales eclesiastici del R.P. Cesare Baronio, traducidos en compendio por monseñor Panigarola, obispo de Asti - MDXCIII, pág. 217.

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portantes estudios y detalladas investigaciones sobre este yacimiento y sobre libros antiguos, impresos o manuscritos, en sánscrito. En esta tumba se han encontrado una cruz tallada en madera y una losa con las huellas de dos pies sobre los que se aprecian, en relieve, las señales de sendas heridas. En la tumba de Rozabal, venerada por los musulmanes, se cree que reposa Jesús, crucificado en Palestina muchos años antes y llegado después a Cachemira, donde habría vivido hasta muy avanzada edad. Quienquiera que dé crédito a estos testimonios llegados desde Cachemira no podrá hacer más que preguntarse cómo pudo Jesús sobrevivir a la crucifixión. A menos que intervinieran las autoridades romanas, la condena a muerte por crucifixión no ofrecía ninguna oportunidad de salvación al condenado, ya que se certificaba su muerte con métodos bastante expeditivos y brutales. No existiendo, obviamente, médicos a disposición para tal fin, generalmente se procedía a romper las tibias del desventurado. Nadie podía sobrevivir a esta última agresión física. Por tanto, si los vestigios de Cachemira poseen algún fundamento (se trata de una simple hipótesis), si Jesús sobrevivió realmente, no sería absurdo pensar que fue gracias a la decisión, tomada por los romanos, de suspender la ejecución. Esta decisión habría pasado