El diálogo y las lenguas.
 9781512951370, 1512951374

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l nombre de la colección nos presenta un desafío muy actual en el debate entre diversos campos de las ciencias humanas/sociales, cuyos conocimientos, por lo general, no se interrelacionan a menudo en las investigaciones. Si bien el lenguaje como actividad humana constituye un objeto de investigación abordado por filósofos, lingüistas, psicólogos, sociólogos, historiadores, biólogos, físicos, etc., los segos de las formaciones disciplinares producen recortes metodológicos que no permiten abordar la complejidad del lenguaje humano. En este espacio, como temática central, desde una búsqueda que sostiene la indisección del comportamiento y el desarrollo humanos, se presentarán aportes teóricos sobre el lenguaje humano en su carácter de actividad social y discursiva, en la dimensión de dinámica histórica del desarrollo de las personas y de la sociedad. En consecuencia, se privilegiarán las investigaciones en didáctica de las lenguas que consideren estas mismas dimensiones activas y dinámicas del lenguaje y del desarrollo humano, teniendo en cuenta que cada lengua natural constituye un sistema específico, portador de valores culturales particulares. Se pretende así contribuir a los saberes sobre la constitución de las personas y sus capacidades discursivo-textuales, que no se reducen sólo a la cognición, sino que ahondan en el conocimiento de los procesos genéticos de la relación entre el lenguaje y el pensamiento.



Diseño: Gerardo Miño Composición: Laura Bono

Edición: Primera. Febrero de 2018

ISBN: 978-84-17133-04-7 Lugar de edición: Buenos Aires, Argentina

Prohibida su reproducción total o parcial, incluyendo fotocopia, sin la autorización expresa de los editores. Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra. © 2018, Miño y Dávila srl / Miño y Dávila editores sl

En Madrid: Miño y Dávila editores P.I. Camporroso. Montevideo 5, nave 15 (28806) Alcalá de Henares, Madrid En Buenos Aires: Miño y Dávila srl Tacuarí 540 (C1071AAL) tel-fax: (54 11) 4331-1565 Buenos Aires, Argentina e-mail producción: [email protected] e-mail administración: [email protected] web: www.minoydavila.com

Índice

Introducción Dos conceptos clave del siglo XX para la enseñanza de las lenguas: diálogo y semiosis por Dora Riestra..................................................................................... 11 Triple articulación de la lengua y articulación hermenéutica del lenguaje. Cuando De la doble esencia del lenguaje reinterpreta los textos saussurianos

por Simon Bouquet................................................................................. 13 1. Estado de la situación..................................................................... 13 2. La cuestión irresuelta de una tipología semiótica ........................ 15 3. Interpretación del corpus saussuriano por De la doble esencia: la triple articulación de la lengua................................................... 20 4. Extensión de la interpretación del corpus saussuriano: la articulación hermenéutica del lenguaje..................................... 25 Notas del traductor................................................................................ 30 Acerca de la palabra dialogada. Lev Jakubinskij, lingüista del diálogo

por Ignacio Celery.................................................................................. 31 1. Investigaciones acerca de la palabra viva...................................... 32 2. Aspectos políticos de las reformas lingüísticas.............................. 34 3. Breve reseña histórica y biográfica................................................ 36 4. Lenguaje.......................................................................................... 39 5. Percepción inmediata de la palabra............................................... 41 6. Contornos del lenguaje.................................................................... 42 7. Manifestación de la palabra........................................................... 44 8. Momento aperceptivo...................................................................... 47 Conclusión.............................................................................................. 51 Bibliografía............................................................................................. 52

Pensamiento neosaussuriano, una justificación histórica por Marcos Javier González.................................................................. 55 1. Modelo saussuriano, ¿una obra abierta?.........................................62 2. La mirada filosófica, un actor necesario.........................................65 3. Consideraciones finales....................................................................68 Bibliografía.............................................................................................69 La vigencia de Saussure y la enseñanza de las lenguas................... 71 por Dora Riestra......................................................................................... 1. El signo después de “De la doble esencia del lenguaje”................. 74 2. Gramática y tiempo......................................................................... 76 3. Lengua interna-lengua externa...................................................... 78 4. El sentido y el significado, lo global y lo local del signo................... 81 Algunas conclusiones............................................................................. 82 Bibliografía............................................................................................. 84 El programa de Voloshinov y la enseñanza de los géneros textuales

por Paula Navarro................................................................................. 85 1. Introducción...................................................................................... 85 2. Valentín Voloshinov: un retorno a “sus temas”.............................. 86 3. La enseñanza de los géneros textuales .......................................... 98 Bibliografía........................................................................................... 111 Fragmentos de Voloshinov en contexo. Ensayo de epistemología histórica

por Inna Tylkowski-Ageeva................................................................. 113 1. Introducción ...................................................................................113 2. Voloshinov y la recepción de Bajtin en Occidente........................114 3. Objeto de la investigación..............................................................131 4. Fuentes y traducciones..................................................................136 5. Metodología de la investigación.....................................................137 6. Fines de esta obra...........................................................................137 7. Conclusión (pp. 249-256)................................................................139 Bibliografía...........................................................................................147

Los autores.......................................................................................... 153

Introducción

Dora Riestra

L

as primeras décadas del siglo XX entre los diversos descubrimientos científicos nos ofrecieron una ruptura epistemológica que aún no llegó a asimilarse en las ciencias humanas y sociales. Se trata del estatus y el papel del lenguaje humano en el desarrollo histórico de la especie (dicho esto en términos objetivantes). Las síntesis integradoras de los objetos de estudio positivistas y las concepciones materialistas dialécticas que circulaban entre los autores de principios del siglo pasado produjeron cambios importantes en la cultura humana que nos permiten la autorreflexión respecto de nuestras posibilidades de desarrollo. No obstante, como sucede en la historia de la humanidad, los conocimientos expresados conceptualmente pueden reposar mucho tiempo sin ser utilizados o redescubiertos para ser utilizados efizcamente por los humanos, es decir, las palabras dichas (escritas) nos permiten repensarnos y entendernos como especie productora de cultura o, dicho de otro modo, interactuar entre grupos culturalmente distantes geográfica y temporalmente. Este libro se basa en la hipótesis de que los grupos teóricos pueden conformarse culturalmente a través del tiempo y el espacio. La palabra (o habla) nos permite entendernos (comunicarnos) y reconstruirnos culturalmente. Los autores revisitados en este libro muestran esta capacidad de entender nuestra posibilidad de desarrollo, aunque no se agota en ellos la síntesis desde la que organizamos estos capítulos. El papel del conocimiento y el pensamiento continúa preocupándonos sin respuestas acabadas, las que buscamos desde las diferentes culturas de la antigüedad. Estas culturas, como posiciones filosóficas

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son las que, de una u otra manera seguimos adoptando para ensayar nuevas respuestas a los interrogantes: son el monismo o el dualismo, el materialismo o el idealismo que están en la base de los puntos de partida frente al objeto de estudio. Los que abordamos aquí como autores referenciales: Saussure, Jakubinskij, Vygotski y Voloshinov, desde diferentes contextos geográficos colocan en el centro del debate la problemática del conocimiento y el lenguaje humanos. En este caso, presentamos los puntos de vista desde estudiosos europeos y latinoamericanos, de Europa central y Europa del este, de México, Chile y Argentina, quienes nos encontramos interesados por entender un poco más cómo nos comunicamos y conocemos “lenguajeando”. En particular, nos interpela nuestra posibilidad de interacción humana abordada por este grupo teórico de principios del siglo XX (Saussure, Jakubinskij, Vygotski y Voloshinov), cuya vigencia y potencialidad aún necesitan de más lecturas y nuevos análisis en el trayecto del conocer qué es el lenguaje y cómo transmitir las lenguas para que vivan. Llamamos grupo teórico a los autores que abordamos porque coinciden epistemológicamente ante el problema de la semiosis como acción humana que trasciende la mera cognición como función cerebral individual para situar la entidad de las identidades culturales de los seres humanos. Entendemos que la interculturalidad como práctica social de la especie humana es aún un recorrido por construir, un objetivo que nos convoca a quienes como investigadores y docentes conformamos este libro desde experiencias, formaciones y campos disciplinares diferentes, como lo son la psicología, la lingüística, la filosofía; a todos nos desvela y orienta el estudio del diálogo y de la semiosis, el conocernos y significar o el significar y conocer mientras nos conocemos. Esperamos que estos textos se transformen en un estímulo para debatir y profundizar el conocimiento de los cuatro autores que invitamos a revisitar por toda su potencialidad teórica y su vigencia epistemológica.

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Triple articulación de la lengua y articulación hermenéutica del lenguaje1

Simon Bouquet

1. Estado de la situación

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a revolución del Curso de lingüística general propone la formulación de un programa epistemológico innovador, sobre la base del cual Ferdinand de Saussure fue reconocido como el padre de la lingüística moderna: la fonología de la primera mitad del siglo XX y luego el estructuralismo lingüístico extendido al dominio del sentido son, entre otros, los frutos de este programa. Pero Saussure no fue el autor del Curso, y este libro, a pesar de su importancia, desnaturalizó el proyecto auténtico del lingüista ginebrino en puntos esenciales, así como lo demuestra el doble corpus saussuriano: los escritos autógrafos y los cuadernos de estudiantes (nombrados a continuación con la expresión textos originales). Se deduce que este proyecto auténtico mal identificado se habría instrumentado de manera incompleta. Como corolario, la defensa posestructuralista de un cambio de paradigma en la ciencia del lenguaje ―“Desde el desarrollo de la gramática generativa, el problema del signo desempeña sólo un papel marginal en las teorías lingüísticas stricto sensu”, escribieron Ducrot y Schaeffer en su Nuevo Diccionario de las Ciencias del Lenguaje [IV]― se presenta un poco problemática2. 1

2

Publicado en Arena Romanistica, 12, 2013, pp. 86-103. “De la doble esencia del lenguaje y la renovación del saussurismo”. Número especial a la ocasión del centenario de la muerte de Ferdinand de Saussure (1857-1913). Me complace agradecer a François Rastier por sus oportunos comentarios –así como reconocer mi deuda por su reflexión pionera que combina la perspectiva hermenéutica y la lingüística diferencial–. Cf. el autor, “¿Describe la gramática generativa la dimensión sintáctica de una semiótica saussuriana? Avatares del signo lingüístico, de Saussure a Chomsky”, de próxima edición.

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En la coyuntura de las ideas lingüísticas de finales del siglo XX, el borrado progresivo del paradigma saussuriano tuvo graves consecuencias: se puede sostener que este borrado contribuyó a privar a la lingüística de una epistemología propia. En efecto, si mirando sus criterios de cientificidad, la epistemología de Saussure toma la forma de una epistemología común ―en otras palabras: una epistemología que pueda responder a la calificación de “galileana”3―, ella no define claramente los objetos específicos de un dominio de ciencia unificada, con compromiso heurístico, y de cuya evolución ofrezca un marco de comprensión. Sin embargo, la epistemología saussuriana no ha sido reemplazada por cualquier otra: la moda de la pluralidad académica de las ciencias del lenguaje revela más bien, en este caso, el disfraz de una carencia epistemológica. De hecho, la cientificidad en lingüística se transmutó, de manera bastante regresiva, en una serie de sujeciones reduccionistas ―sujeciones a lógicas, a ontologías, y sobre todo a psicologías o (neuro)ciencias etiquetadas como cognitivas― con las cuales se perdió la coherencia de una lingüística en sí misma, en términos de objeto y método, y se debilitó la propia relación de la ciencia del lenguaje con sus ciencias aledañas. Particularmente estos reduccionismos impidieron a la lingüística la construcción de un diálogo fecundo con las ciencias sociales y las ciencias de la cultura. Por una cruel ironía del destino, mientras la epistemología saussuriana perdía su estatus de paradigma común en lingüística, los textos saussurianos auténticos accedían al estatuts de objeto de publicación ―casi perdidos hasta hoy―, ya que ni esos textos ni sus comentarios tuvieron, en la segunda mitad del siglo XX, la menor influencia en el desarrollo de la ciencia del lenguaje; y si aceptamos la hipótesis de que ellos contienen el germen de una renovación epistemológica, se debe admitir que ésta ha permanecido virtual. Sin embargo, a principios del siglo XXI, un acontecimiento transforma la situación del corpus saussuriano. Mientras que los textos originales, en lo que se refiere a los manuscritos de Saussure, no proponían hasta ahora más que fragmentos de reflexiones medianamente dispares, un escrito del autor que se creía totalmente perdido ―el borrador consistente de un “libro sobre la lingüística general”― fue hallado en armarios polvorientos, donde permaneció encerrado por casi cien años. A la luz de este escrito (De la doble esencia del lenguaje, publicado en los Escritos sobre 3

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Cf. mi Introducción a la lectura de Saussure, Paris, Payot, 1997.

Triple articulación de la lengua

lingüística general [V] en 2002) el corpus total de los textos originales pudo ser releído y reinterpretado. Y esta reinterpretación permite definir con mucha precisión que no se exagera al aceptar hoy una segunda revolución saussuriana en la lingüística general. De esta relectura no se propondrá aquí una guía ni mucho menos un repaso global. Se limitará a ilustrar una cuestión relevante para la epistemología programática saussuriana en la medida en que esta última se funda sobre una concepción semiótica: el tema de las unidades semióticas y su tipología. Esta problemática, que había quedado bastante irresuelta en los textos originales, se iluminó también de forma inesperada y determinante, como se verá, por el manuscrito De la doble esencia del lenguaje. Este nuevo enfoque, como mostraremos, permite reinterpretar a su vez el corpus saussuriano, tanto en el plano de su epistemología de la lingüística general, como en el plano de su proyecto de articular una lingüística de la lengua y una lingüística del habla.

2. La cuestión irresuelta de una tipología semiótica 2.1. Las unidades semióticas en los textos originales, excepto De la doble esencia del lenguaje A lo largo de veinte años la reflexión sobre la lingüística general, como lo demuestran los textos originales sostiene una tesis enunciada a partir del año de 1890 bajo esta forma lapidaria: El hecho más capital de la lengua es que ella consta de divisiones, de unidades delimitables4. Saussure reafirmará esta tesis hasta las últimas semanas de su tercer curso ginebrino de lingüística general ―por ejemplo, en mayo de 1911, durante una entrevista privada con su alumno Léopold Gautier: Esto que es esencial, es el problema de las unidades. Del carácter central de la noción de “unidad lingüística” para la concepción del objeto epistemológico saussuriano, dan cuenta numerosas formulaciones en las lecciones y los escritos como ésta, precisa y radical:

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CLG/E 1.242.1753 – Las referencias a los textos originales están colocadas según las ediciones y el aparato crítico definidos en mi Introducción…, op. cit. (pp. 11-16).

Simon Bouquet

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(…) estas unidades existen y es su juego [el] que hace la lengua: percibimos que ellas constituyen todo el sistema5. Incluso esta otra: El problema de las unidades no es en el fondo diferente del estudio de los fenómenos6. Dicho esto, el objeto denominado unidad lingüística no es visto más que como una realidad oculta; en parte, porque no es directamente accesible a la conciencia de los sujetos hablantes: La lengua nos afecta al no presentar las unidades concretas perceptibles a primera vista7. Por otra parte, porque, correlativamente, el objeto no está adecuadamente descripto como tal: No se puede decir que [la lingüística] se haya dado cuenta, puesto que no ha hecho más que discutir sobre unidades mal definidas8. También el descubrimiento de esta realidad oculta se confundirá con el acceso necesario de una nueva cientificidad en la lingüística, respecto de lo cual Saussure acepta desarrollar el programa: La lingüística tendría la tarea de intentar delimitar aquellas que son realmente sus unidades. (…) Esta determinación de las unidades no es solo su labor más urgente, sino que es casi su ejercicio general9. El que estas unidades sean semióticas ―es decir, que su existencia planteada en el fundamento del proyecto de esta nueva cientificidad sea concebida como indisociable del postulado según el cual la esencia de la lengua ha de ser un sistema de signos― es lo que afirman sin ambigüedad las lecciones ginebrinas, recordando que las unidades mencionadas no podrán ser aprehendidas sino como la unión indisociable de un significante y un significado. La sola significación permite delimitar las unidades10.

5 6 7 8 9 10

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CLG/E 1.242.1753 (destacado en el manuscrito). CLG/E 1.412.2735, curso de 1908-1909. CLG/E 1.242.1753, curso de 1908-1909. CLG/E 1.234.1703, curso de 1908-1909. CLG/E 1.234.1703, curso de 1908-1909. CLG/E 1.248.1802, curso de 1908-1909.

Triple articulación de la lengua

Para establecer las unidades lingüísticas se debe comprobar si el concepto está acorde con la división11. Por lo tanto, si ellas están claramente definidas como entidades llamadas signos ―poseerán como tales una dimensión irreductible― las unidades lingüísticas rebautizadas aquí unidades semióticas no son, en los textos originales publicados antes de De la doble esencia, el objeto de ninguna tipología general explícita. ¿Tal tipología estaría condenada a recobrar básicamente las divisiones tradicionales de la gramática? La hipótesis no es muy satisfactoria, puesto que Saussure, en nombre de la lingüística, de la cual defiende el programa, discute precisamente sus divisiones tradicionales. Es decir, mientras que los ejemplos de las unidades se ofrecen en abundancia en las notas de los estudiantes y en los escritos del lingüista, se debe ―o más exactamente: se debía, hasta la aparición del manuscrito De la doble esencia del lenguaje― limitar a esta constatación: esos textos dejaron irresuelta la cuestión general de una tipología de las unidades semióticas. Antes de examinar cómo De la doble esencia viene, en este punto, a cambiar el estado del corpus saussuriano y, a la vez, a renovar su interpretación, no es ocioso recordar algunos rasgos de la noción de “valor” ―elemento central en la concepción saussuriana del signo lingüístico― pudiendo relacionar esta noción con la de “unidad”.

2.2. Valor y unidades semióticas Tres características unidas a la noción de “valor” permitirán informar mejor al examinar la cuestión tipológica relativa a las unidades semióticas.

2.2.1. Las unidades lingüísticas caracterizadas como valores Lo que funda la noción de “valor” en el programa epistemológico saussuriano es que éste define el signo como “un objeto de naturaleza muy concreta aunque puramente espiritual12”. Este postulado permite imaginar un punto de vista ―llamado sincrónico― considerando la presencia simultánea, en el espíritu del hablante de una lengua, de todos 11 12

CLG/E 1.235.1711, curso de 1910-1911. CLG/E 1.44.263, curso de 1910-1911.

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los signos de dicha lengua. Este punto de vista autoriza a su vez la teoría que otorga a la semiótica saussuriana su originalidad inherente: la teoría de un valor puramente diferencial del signo lingüístico. Sin embargo, en la perspectiva de esta teoría, no hay distinción, como lo proclaman los cursos de 1908-1909 y de 1910-1911, entre valor y unidad: El papel característico del lenguaje con respecto al pensamiento no es ser un medio fónico material, es crear un punto intermedio de tal naturaleza que el compromiso entre el pensamiento y el sonido desemboca inevitablemente en unidades particulares13. No hay distinción entre estos cinco términos: valor – identidad – unidad – realidad – elemento concreto (todo ello: lingüística)14. Esta teoría implica, además, que las unidades semióticas podrán ser el objeto, en tanto valores puramente diferenciales, de una literalización algebraica ―es decir: de una escritura que da cuenta, stricto sensu, de su diferencialidad (llamada también negatividad u oposición).

2.2.2. Caracterización semiótica de las unidades (o valores) del significante Los criterios fundadores de la teoría del valor (objeto mental [VI] = punto de vista sincrónico = diferencialidad = literalización algebraica) son aplicados a las unidades del significante, es decir, especialmente a las unidades mínimas llamadas fonemas en la terminología contemporánea. Estas unidades deben, en efecto, ser consideradas, según el curso de 1907, “en sus elementos de diferenciación”, los cuales reposan sobre los “factores negativos”15 ―en otras palabras: psíquicos, sincrónicos y diferenciales―, Saussure habla, desde su óptica, de “fonética semiológica”16. En cuanto al hecho de que ellas pueden y deben ser el objeto de una escritura literalizada, el mismo curso de 1907 afirma con igualdad: cada una de las unidades “podrá ser catalogada [de] una vez por todas

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CLG/E 1.250.1814, curso de 1908-1909 –Cf. también este mismo curso: “Es el significado quien crea la unidad (la unidad), no existe previamente: las unidades no están allí para recibir un significado” (CLG/E 1.240.1737, curso de 1908-1909)–. CLG/E 1.248.1803, curso de 1910-1911. CLG/E 1.110.787, curso de 1907. Ms. Har. CFS 26, 1969, p. 13.

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por un número representando un valor cualquiera, siempre que no se confunda con aquellos otros números”17. Dicho esto, esas unidades no portadoras de sentidos ―llamadas de segunda articulación en la terminología básica que corresponde a André Martinet― ¿pueden ser consideradas como desprendiéndose de un tipo particular de signo? Para una respuesta explícita a esta pregunta, hará falta esperar la aparición del manuscrito De la doble esencia del lenguaje.

2.2.3. Dualidad fundamental de las unidades (o valores) de significado En el plano del significado, la teoría saussuriana postula una dualidad fundamental en lo que respecta al concepto de “valor” ―una dualidad que, aunque plantea la falta de distinción entre unidad y valor, también parece fundar, por definición, una tipología de las unidades. Esta dualidad del valor, muy mal reflejada por el Curso de lingüística general18, es desarrollada en junio y julio de 1911 para las últimas lecciones ginebrinas. En estas lecciones, el profesor definió efectivamente el valor lingüístico como procedente de “dos esferas”, cada una de las cuales es “generadora de un orden de valor”19: 1. la esfera de la coordinación sintagmática (o de) la combinación in praesentia 2. la esfera de la coordinación asociativa (o de) la combinación in absentia20. Y precisa: Cualquiera sea el orden de las relaciones donde funcione (y [el valor] está destinado a funcionar en ambas), una palabra se encuentra siempre como elemento de un sistema (…) tanto en un orden de relaciones, como en otro orden de relaciones. Eso será algo a considerar para lo que constituye el valor21. Por otro lado, Saussure sostiene que las unidades lingüísticas, siendo “elementos concretos”, incluyen “entidades abstractas de la lengua” (esto

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CLG/E 1.496.3179. Cf. mi Introduction…, op. cit., parte IV, capítulo IV. CLG/E 1.257/276.1851/1981. CLG/E 1.279/292.1990/2060. CLG/E 1.251.1816. La unidad proporcionada aquí como ejemplo –la “palabra”, concepto con estatuto teórico incierto– es para una simplificación pedagógica: de hecho, es un principio general que está planteado.

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no es más que una paradoja terminológica de superficie22) ―que se refieren al fenómeno del valor in praesentia y se ilustran con los ejemplos de la sintagmación [VII]. En lo relativo a las unidades llamadas tradicionalmente de primera articulación, ¿el “orden de valor”, que es la relación semiótica in praesentia, circunscribe realmente un tipo particular de signo? Nuevamente, no se encuentra respuesta explícita a esta cuestión en los textos originales. En cambio, la solución es proporcionada, una vez más, por De la doble esencia.

3. Interpretación del corpus saussuriano por De la doble esencia: la triple articulación de la lengua 3.1. Una tipología de “toda especie de signo existente en el lenguaje” En la perspectiva de las caracterizaciones de la noción de “valor” que se menciona, un pasaje del manuscrito De la doble esencia del lenguaje (10ª De la esencia, etc. [Perspectiva instantánea y fonética. Estado]) formula sin ambigüedad una tipología de las unidades semióticas, ausente en los textos originales. El contexto de este pasaje y la reafirmación de la tesis, fundadora de la noción de “valor”, según la cual la perspectiva instantánea ―en otros términos: el punto de vista sincrónico― permite establecer la naturaleza diferencial del hecho semiótico. Después de haber ejemplificado esta tesis por la oposición morfológica lupus/lupum y por la oposición sintáctica tu es/es-tu, Saussure escribe: Toda especie de signo existente en el lenguaje (1° el signo VOCAL de todo orden, signo completo como el de una palabra, o un nombre, signo complementario como un sufijo o una raíz, signo desprovisto de toda significación completa y complementaria como un “sonido” determinado de la lengua; o [2°] signo no

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Cf. mi Introduction…, op. cit., pp. 301-306. A propósito del problema de las “entidades abstractas de la lengua”, se dirá: “Es un dominio muy difícil de explorar. No vemos aquí más que resquicios y una claridad completa” (CLG/E 1.309.2165-2166). No parece abusivo considerar el programa de la gramática generativa como una contribución significativa al enfoque de este campo específico.

Triple articulación de la lengua

vocal como “el hecho de situar tal signo delante de otro”) tiene por tanto un valor puramente no positivo, por el contrario es siempre esencialmente NEGATIVO23. La enumeración que figura aquí entre paréntesis destaca como evidencia, respondiendo a las propiedades de la noción de “valor” que se ha mencionado, una tipología funcional de los signos de la lengua –por tipología funcional, se entenderá: una clasificación relacionada con la función realizada por estos signos en virtud de su composicionalidad24–. De este modo, trazada en algunas líneas en De la doble esencia, esta tipología es suficiente para reinterpretar el conjunto de textos saussurianos. Es lo que se mostrará formulando, en una terminología y una conceptualización contemporáneas, algunos principios o definiciones concordantes con esta reinterpretación.

3.2. Tipología funcional de las unidades mínimas La lengua comprende tres tipos funcionales de signos, a los cuales corresponden tres tipos de unidades mínimas: 1° El fonema, unidad mínima del signo fonémico De la unidad mínima de este primer tipo semiótico ―diseñado por Saussure como el de “un signo vocal desprovisto de toda significación completa y complementaria como un ‘sonido’ determinado de la lengua”― la caracterización distintiva siguiente puede ser proporcionada en los términos contemporáneos: El criterio tipológico distintivo del fonema es que su significado es la simple designación, en ella misma y para ella misma, del valor diferencial de su propio significante25. 2° El morfema, unidad mínima de signo morfémico 23

Escritos de lingüística general (Paris, Gallimard, 2002; en adelante ELG), De la doble esencia del lenguaje, p. 48 (subrayado y mayúsculas de Saussure). 24 A esta perspectiva de una tipología funcional, se opone, por ejemplo, aquella de una tipología natural fundada sobre la naturaleza de la asociación (por ejemplo, en términos peircianos: icónico, indexal o simbólico) uniendo el significante y el significado de un signo. La tipología natural peirciana da cuenta, por ejemplo, de la determinación semiótica de los hechos de la iconicidad en el lenguaje, pero también de los hechos de la indexicalidad como la anáfora y la deixis. 25 El criterio distintivo exclusivo definido aquí puede ser llamado de autonomía fonémica. Es el funcionamiento ordinario de este tipo de signo. El signo fonémico puede, en un funcionamiento no ordinario (caso de semántica icónica), transgredir la exclusividad de este criterio.

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La unidad mínima de este segundo tipo semiótico ―“signo completo tal como una palabra, o un pronombre, signo complementario como un sufijo o una raíz” según De la doble esencia26― permite caracterizarse por consiguiente en los términos contemporáneos: El criterio tipológico distintivo del morfema es que su significado tiene un valor proveniente de un sistema distinto del de su significante –en este caso: el sistema diferencial de los morfemas de una lengua. 3° La posición sintáctica no descomponible, unidad mínima de signo sintáctico. La unidad mínima de este tercer tipo de signo ―“valor in praesentia” o “signo no vocal como ‘el hecho de colocar un signo delante de otro’” según los términos de Saussure― podrá estar caracterizada de esta manera por la terminología lingüística actual: El criterio tipológico distintivo de la posición sintáctica no descomponible es que su significado es un sentido agregado a un significante de naturaleza geométrica27 –en otros términos: una posición, situada en un espacio linear relativamente hacia otras posiciones, y a la cual se encuentran asociadas las propiedades categoriales y jerárquicas28. Por lo tanto, postular sobre una base composicional la triplicidad tipológica de las unidades semióticas de la lengua es, al mismo tiempo, poner en evidencia el mecanismo de la composicionalidad implicada en esta tipología. 26

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Cf. también: “No existe morfología exterior a los sentidos. (…) Hay (…) todavía menos a nuestros ojos una semántica fuera de la forma” (ELG, Anciens Item, p. 108, destacado por Saussure) y “Definición: la morfología es la ciencia que trata de las unidades del sonido, correspondientes a una parte de la idea, y del agrupamiento de estas unidades. (…) El verdadero nombre de la morfología sería: la teoría de los signos y no de las formas” (ELG, Morphologie, p. 182). El significado sintáctico puede estar observado, en cuanto a su naturaleza, como estando unido por un vínculo parecido a su significante: es la posición de logicistas como Boole y Peirce que caracterizan el signo sintáctico como icónico. La noción de “posición”, en lingüística, indisociablemente geométrica y de naturaleza categorial. La reflexión epistemológica propuesta por J.-C. Milner en su Introducción a una ciencia del lenguaje (Paris, Seuil, 1985) delimita la naturaleza de este signo posicional, donde la sintaxis de Chomsky puede comprender mejor el funcionamiento. Si el pensamiento epistemológico auténtico de Saussure no hubiera estado eclipsado por la sombra monumental del Curso de lingüística general, este avance capital, pero de dominio público, que es la teoría sintáctica chomskiana, hubiera podido estar pensada en un programa muy amplio ―saussuriano― de la ciencia del lenguaje, articulando lingüística de la lengua y lingüística del habla. (Saussure hubiera predicho, de otra forma, la llegada de una semejante sintaxis ―literalizada, formalizada y refutable― y él la designó expresamente, como se ha indicado, bajo el dominio de una semiótica de la lengua). Los errores y los contrasentidos del Curso han permitido, muy al contrario, acreditar la idea ilusoria de una discontinuidad epistemológica entre Saussure y Chomsky.

Triple articulación de la lengua

3.3. Composicionalidad semiótica y triple articulación de la lengua El mecanismo de la composicionalidad semiótica de la lengua, determinada por la linealidad de los significantes (llamado además por Saussure uniespacialidad), conjuga dos modos de composición: 1° Composición interna a cada uno de los tres tipos semióticos. Las unidades mínimas de cada tipo semiótico (fonemas, morfemas, posiciones sintácticas mínimas) se forman en plexos del mismo tipo semiótico (plexo fonémico, plexo morfémico, plexo sintáctico). Estos plexos, resultantes de la composición interna de cada uno de los tres tipos, satisfacen los criterios distintivos de dichos tipos: a nivel fonémico, la unidad “fonema” se compone en plexos (sucesivamente silábicos y polisilábicos) en los que el significado mantendrá la designación de un valor fonológico complejo; a nivel morfémico, la unidad “morfema” se compone en plexos morfémicos, los cuales mantienen los valores (complejos) de un sistema diferencial in absentia; a nivel sintáctico, el concepto chomskiano de “fusión” describe adecuadamente una composición compleja semejante en cuanto a los valores posicionales ―la recursividad sintáctica siendo ella misma un avatar de esta composición. Además, la composicionalidad, en estos tres niveles, puede calificarse con un neologismo, de homomorfa: consecuencia de la linealidad de los significantes, surgida de un análisis similar en constituyentes inmediatos, representable por una arborescencia. 2° Composición de tres tipos semióticos entre sí. La composición máxima de unidades semióticas en plexos del mismo tipo semiótico tiene como fin constituir la unidad mínima de un tipo semiótico distinto. La finalidad de la composición interna de un tipo semiótico puede entenderse como la formación de la unidad mínima de otro tipo semiótico. En otras palabras: un plexo, producido por composición interna en un tipo funcional semiótico, podrá estar considerado como máximo cuando su resultante coincida con la unidad mínima de un signo de tipo funcional distinto. Así pues, la composición fonémica (composición no generativa, es decir, fija en un estado de lengua, y que no puede ser el objeto de alguna recursividad) tiene por finalidad constituir la unidad mínima de signo morfémico. A su vez, la composición morfémica (igualmente no

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generativa, o sea, fija, y no recursiva29) tiene por finalidad constituir la unidad mínima de un signo sintáctico. Al final, la composición sintáctica (generativa y recursiva) regresa necesariamente, por el juego de su principio funcional llamado fusión en la terminolgía chomskiana, a la constitución de una unidad máxima30. En cada uno de estos tres niveles de composición, es necesario tener en cuenta un efecto de retroacción ejercido en las unidades por su telos de un plexo máximo ―este último puede ser identificable, según vimos, como la unidad mínima de un tipo semiótico distinto. Este triple encaje de plexos, basado en las características distintivas claramente esbozadas, es apropiado para racionalizar las divisiones gramaticales. Permite postular una triple articulación de la lengua ―más satisfactoria que la “doble articulación del lenguaje” comúnmente evocada, se muestra como una definición general del fenómeno que puede ser llamado lengua: Toda secuencia de lenguaje interpretada puede ser exhaustivamente analizada, desde el punto de vista de una semiótica de la lengua, como la composición sucesiva –o triple articulación– de fonemas, de morfemas y de posiciones sintácticas. La presente teoría de la composicionalidad semiótica y de la triple articulación de la lengua demuestra in fine el poder descriptivo del concepto saussuriano de “signo”. Este concepto, unificador que distingue simultáneamente los objetos de la lingüística, confiere su radicalidad al concepto de “lengua” ―la lengua que puede concebirse no sólo como un sistema de signos, sino ser exclusivamente, exhaustivamente, concebida como tal: los signos, dice Saussure, “constituyen todo el sistema”, “es su juego el que hace la lengua”. Es en este fundamento objetivo ―los signos de lengua que son por otra parte caracterizados como diferenciales y literalizados según esta característica― que el programa epistemológico saussuriano puede ser el de una ciencia galileana31.

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Conviene distinguir radicalmente, en cuanto a la composicionalidad, por una parte la sintagmación generativa (es decir, generadora de secuencias lingüísticas) de la sintaxis y, por otra parte, la sintagmación fija perteneciendo al léxico de una lengua (que esta última reside, en su lexicalización, sensible o no a los hablantes, y cualquiera que sea la regularidad observada en su propósito). La unidad “frase sintáctica” señalada como S (o S’’ en la teoría llamada X-barra) puede ser vista como el límite último del hecho semiótico consistente pudiendo estar teorizada bajo el nombre de sintaxis (y como el único objeto de la sintaxis generativa). Por lo tanto, es bastante preocupante que sea precisamente una lingüística semiótica la que denigre la doxa reflejada en el Nuevo Diccionario de las Ciencias del Lenguaje citada en la introducción.

Triple articulación de la lengua

4. Extensión de la interpretación del corpus saussuriano: la articulación hermenéutica del lenguaje32 4.1. La esencia doble de la lingüística Si la especificidad de una lingüística de la lengua se pone en evidencia por la interpretación del corpus saussuriano relativo a la cuestión de las unidades semióticas, queda otro desafío, más esencial aun, el de una relectura contemporánea de Saussure: la clarificación de la complementariedad de una lingüística de la lengua y de una lingüística del habla33. En efecto, lejos de confirmar el proyecto apócrifo, proclamado por el Curso, de una “ciencia de la lengua en sí misma y para sí misma”, las lecciones y los escritos trazan el programa, diametralmente opuesto, de una lingüística definida de entrada como dual: [La lingüística] consta de dos partes, la primera que está muy cercana a la lengua, depósito pasivo, la segunda que está más próxima al habla, fuerza activa y origen auténtico de los fenómenos que se distinguen después, poco a poco, en la otra mitad del lenguaje34. Sin embargo, este programa de una lingüística dual no está precisado en los textos originales ―a excepción del manuscrito De la doble esencia del lenguaje―, aunque aparece bajo la forma de una indicación metodológica enunciada repetidas veces en las lecciones ginebrinas: La lengua que representa una unidad satisfactoria para el espíritu, puede proporcionar a esta unidad el lugar preeminente en el conjunto de los hechos del lenguaje, comprender las otras cosas como subordinadas. La lengua será el centro, el resto

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Para un análisis más detallado de este programa epistemológico, cf. al autor, “Principios de una lingüística de la interpretación. Una epistemología neosaussuriana”, en La contribución de los manuscritos de Ferdinand de Saussure, Langages, n° 185, 2012. 33 Entre los escasos lingüistas que reconocen este desafío y su importancia, se puede leer: Jean-Paul Bronckart, “La obra saussuriana y las ciencias del hombre”, en J.-P. Bronckart, E. Bulea & C. Bota (Eds.), El proyecto de Ferdinand de Saussure, Genève, Librairie Droz, 2010 y François Rastier, “Saussure en un futuro: escritos recuperados y nuevas recepciones. Introducción a una relectura de Saussure”, Texto! (Revista electrónica del Instituto Ferdinand de Saussure), 2006. 34 ELG, Informe sobre la creación de una cátedra de estilística, p. 273 (destacado de Saussure). Este texto, data de 1912, es extraído del último escrito de Saussure sobre la lingüística general.

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dependerá de ella. Y de esta manera habrá introducido un orden interior en las cosas que conciernen al lenguaje35. Eligiendo la lengua como centro y punto de partida se tiene la mejor plataforma para dirigirse a otros elementos del lenguaje36. ¿Cómo comprender el rol de “plataforma” asignado a la lingüística de la lengua? ¿Y cómo interpretar esta aparente paradoja: mientras el habla es para Saussure “el verdadero origen de los fenómenos”, es la a lengua la a que ve como el “punto de partida” metodológico para analizar los dichos fenómenos? Sobre estas cuestiones puede, hoy, recibirse una respuesta basada en De la doble esencia –y todo particularmente a la luz de esta ecuación: Semiología = morfología, gramática, sintaxis, sinonimia, retórica, estilística, lexicología, etc., todo ello inseparable37. En efecto, la tesis expresada bajo esta forma lapidaria envuelve dos principios epistemológicos en cuanto al programa de una lingüística dual, que pueden estar explicitadas: 1° Principio de inseparabilidad La lingüística de la lengua (uniendo a los objetos designados tradicionalmente como los de la morfología, de la gramática, de la sintaxis, de la sinonimia, de la lexicología, etc.) y la lingüística del habla (en la que los objetos son los de la retórica, de la estilística, etc.) deberán estar consideradas como inseparables la una de la otra. En otros términos, la lingüística dual proyectada por Saussure no se limitará a distinguir en la lengua y en el habla dos órdenes de fenómenos: el enfoque descriptivo de esta lingüística consistirá en integrar recíprocamente estos dos órdenes. También los criterios de cientificidad de esta lingüística dual ―tanto el criterio de literalización de esos objetos, como los criterios que rigen la formalización y la refutabilidad de sus leyes―, deberán adecuarse a este enfoque descriptivo. 2° Principio de semioticidad

35 CLG/E 1.31-32.156-166, curso de 1910-1911. Cf. también: “¿No es exagerado ver en la lengua la parte esencial, primordial del lenguaje? Los otros fenómenos toman casi ellos mismos un lugar subordinado y llegan a clasificarse de una manera dictada por las mismas consideraciones no lingüísticas” (CLG/E 1.52-56.1325-343, curso de 1910-1911). 36 CLG/E 1.52.321, curso de 1910-1911. 37 ELG, De la doble esencia del lengua, p. 45 (destacado por Saussure).

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Considerar simultáneamente y de forma semejante los objetos de la lengua y los objetos del habla como semióticas que una lingüística dual satisfará como requisito de inseparabilidad. En efecto, esto que implica la ecuación “Semiología = (…)”38 planteada por De la esencia doble, la caracterización como semióticas de objetos analizados por la lingüística dual no se limitará al orden de la lengua –orden en el cual esta caracterización está firmemente establecida por el principio de la triple articulación– sino que la lingüística dual se extenderá al orden del habla (“Semiología = (…) retórica, estilística, etc. (…)”). A partir de aquí, el objeto así caracterizado por la lingüística del habla podrá plantear una literalización diferencial ―y, sobre esta base, la epistemología de una lingüística dual podrá ligar inseparablemente el análisis de la lengua y el análisis del habla en la escritura de leyes formales articulando la literalización diferencial de los objetos específicos de cada uno de estos dos órdenes. Los dos principios epistemológicos que acabamos de examinar plantean, sin resolverla, una doble cuestión: (a) ¿cuáles serán los tipos de signos atribuidos al orden del habla? y (b) ¿según qué criterio esos signos de habla se dejarán articular a los signos de la lengua? Ahora bien, a esta doble cuestión, la materia de una respuesta consistente es fornecida, como veremos, por un principio cardinal de la tradición hermenéutica: el principio de la determinación de lo local por lo global.

4.2. Signo global y articulación hermenéutica del lenguaje Poner en correspondencia, por una parte, los principios de inseparabilidad y de semioticidad postulados por La esencia doble y, por otra, el principio hermenéutico de la determinación de lo local por lo global39 es un gesto que tiene por consecuencia autorizar una ampliación significativa de la interpretación del corpus saussuriano. Este acto autoriza plantear 38 39

Saussure designa la ciencia de los signos llamada aquí semiótica por el vocablo semiología, aunque él prefiere el de signología. La tradición hermenéutica referida aquí es la de Schleiermacher. Se efectúa, en su lugar, una reducción metodológica respecto de lo que es denominado, desde Dilthey, círculo hermenéutico: en tanto limitante de la noción de global a una secuencia de lenguaje analizada, que no toma en cuenta la determinación de lo global por lo local: en esta perspectiva, los dominios saussurianos de la lengua, por una parte, y del habla, por otra, corresponden con suficiencia precisamente a lo que Schleiermacher llama, por un lado, interpretación gramatical, y por otro, interpretación técnica (o interpretación psicológica).

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la existencia de un objeto semiótico, pudiendo ser llamado signo global, que estará definido (a) como un signo de envergadura superior a la de la triple articulación de la lengua y (b) como un signo que no obedece a la lógica composicional de la mencionada triple articulación, en esto, precisamente, en que se inscribe en la lógica de la determinación de lo local por lo global. En otros términos, este signo global responderá, como tal, de la totalidad de una secuencia de lenguaje analizada (cualquiera sea la dimensión y la naturaleza de esta secuencia) y jugará un rol de interpretante con respecto a las unidades y los plexos semióticos de la lengua. Tal definición vuelve a postular como específica de una lingüística del habla una articulación hermenéutica del lenguaje, complementaria del principio composicional de la triple articulación de la lengua: Toda secuencia de lenguaje interpretada puede estar analizada como la determinación de valores de sus signos de lengua o signos locales (fonemas, morfemas, posiciones sintácticas) por un (os) valor(es) del signo de habla o signo global al cual esta secuencia puede asimilarse. Este principio teórico, que se puede denominar principio de hermeneuticidad, planteado así, como un principio metodológico, se desliza sobre su fundamento, garantizando la cientificidad ambicionada por Saussure ―es decir: enunciando los criterios de literalización, de formalización y de refutabilidad apropiados para sustentar adecuadamente las leyes de una lingüística dual: El sentido de alguna secuencia de lenguaje (SL) podrá ser descripto por las leyes en correlación con un rasgo diferencial del significado global40 de esta secuencia con un (o varios) rasgo(s) diferencial(es) del significado de uno (o de varios) de sus signos de lengua locales. La literalización diferencial será avalada por la comparación de la secuencia analizada (SL) con una secuencia homónima (SL’), donde el significado global, así como los significados locales, serán descriptos por las gramáticas en las cuales ese significado global y esos significados locales se opondrán a los de la secuencia (SL)41. La refutabili40

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Los rasgos del significado global podrán eventualmente estar unidos a los campos conceptuales familiares a diversos enfoques de análisis textual o discursivo, pero padeciendo un cierto déficit epistemológico: discurso, tipo, modo, género, campo genérico, subgénero, registro, dominio, nivel, isotopía, tema, etc. Estos rasgos de significado global podrán por definición ser un único nivel de esta composición, correspondiente a la totalidad de una secuencia de lenguaje analizada, que será considerada. El papel jugado por la homonimia se debe esencialmente el hecho de que, planteanda la ley de correlación, el plan de significado global y de significado local, la correlación de dos variables, requiere la base de una constante: el plan del significante, el segmento fonológico ―fundamento de la homonimia― que cumple con esta función.

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dad de las leyes de correlación, en sí, será garantizada por un ‘juicio de semanticidad’ atestiguando la diferencia de significados entre la secuencia (SL) y la secuencia (SL’)42. Postular semejante epistemología, que se revela en los textos originales al igual que en los desarrollos que éstos permiten, viene a sostener que una lingüística unificada, estrictamente semiótica y estrictamente diferencial, enunciando las leyes algebrizadas y tomando por objeto el acontecimiento psíquico de la interpretación, permitirá la descripción más afinada del objeto empírico “sentido”. Además, este programa plantea de hecho otro principio ―metodológico, también, puesto que no se trata aquí de filosofía del lenguaje―: el de la inescrutabilidad del sentido. Efectivamente, esta lingüística, diferencial de parte a parte, tiene por principio no analizar el sentido en sí mismo, sino exclusivamente las diferencias de sentido. Es en esto fiel a los obstinados desarrollos de Saussure sobre la diferencia y la negatividad, que descubrimos sobre las páginas del manuscrito De la doble esencia del lenguaje. 1. Están la novela En la búsqueda del tiempo perdido de Marcel Proust (secuencia [SL1]) y una secuencia homónima creada por el análisis (secuencia [SL2]), cuya diferencia está marcada por el subtítulo Autobiografía); se notará también el significado global de estas dos secuencias: [TrSéGL(SL1): +novela] / [TrSéGL(SL2): -novela]; - sea el significado local del morfema yo y de sus declinaciones (SéLOs), en todos sus casos excepto en los diálogos, donde se verá también el valor diferencial: [TrSéLOs)SL1): -autor] / [TrSéLOs(SL2): +autor]; - se deduce la ley de interpretación siguiente: [TrSéGL(SL1): +novela] => [TrSéLOs(SL1): -autor] / [TrSéGL(SL2): -novela] => [TrSéLOs(SL2): +autor]. 2. Sea un corpus compuesto de dos secuencias homónimas “¡yo estoy hermosa hoy!”; la secuencia [SL1] es un comentario enviado a su marido por la señora Dupont, quien se mira en el espejo; la secuencia [SL2] es una acentuación, pronunciada por la misma, con una voz infantilizante, a su nieta de dos años que viene muy arreglada; se notará por consiguiente el significado global de estas dos secuencias: [TrSéGL(SL1): -postura infantilizante (o: -hipocorística)] / [TrSéGL(SL2): +postura infantilizante (o: hipocorística)] (nota para SL2: una prosodia hipocorística que pertenece a un significado global, justamente llamado suprasegmental); 42

Dos análisis simples ilustrarán la escritura de tales leyes.

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- O bien, el significado local del morfema yo (SéLOs) que señalará de esta manera el valor diferencial: [TrSéLOs(SL1): +emisor] / [TrSéGL(SL2): - emisor]; - Se deduce la siguiente ley de interpretación: [TrSéLOs(SL2): postura infantilizante] => [TrSéLOs(SL1): + emisor] / [TrSéGL(SL2): + postura infantililzante] => [TrSéLOs(SL2): - emisor]. Para las ilustraciones desarrolladas, cf. el autor: particularmente “Lingüística, interpretación y poesía”, en: Yves Bonnefoy, Poesía y saberes, París, Hermann, 2007; y “Esbozo de una semántica de la Declaración universal de los derechos del hombre”, Texto! (Revista electrónica del Instituto Ferdinand de Saussure), vol. XVI, N° 3, 2011.

Notas del traductor I.

De l’essence double du langage, rótulo VI. Se traduce literalmente “objeto espifijado por Ferdinand de Saussure ritual”, pero se puede usar “objeto a una parte de sus manuscritos, mental” si se desea una interpretación transcriptos por Simon Bouquet en menos abstracta o menos filosófica, de 1996 y publicados en el año 2002 acuerdo con la propia recomendación (Saussure, F. Écrits du linguistique del autor; por el contrario, si se desea générale, Paris: Gallimard). destacar la intención gnoseológica de la reflexión saussuriana resultará conII. Se usa también “palabra” (parole) veniente la primera opción. en una concepción más gramatical o

filológica. Estudios del habla y de la VII. En algunos análisis lexicológicos, palabra pueden llegar a ser campos “estructura sintáctica lexicalizada”. distintos dependiendo de la corriente lingüística adoptada (fraseológica o lexicológica), o en otros casos, por (Traducción realizada por Marcos Javier el tipo de emisión lingüística (oral o González. Revisión de Dora Riestra) escrita). N. del T.

III. État des lieux, además de inventariar un asunto en temas del derecho, supone en el discurso de la ciencia un “estado de la cuestión” o informe de la situación referente a la actualización de un tema ampliamente conocido. N. del T. IV. Cf. Ducrot, O. & Schaeffer, J-M. (1999). Nouveau dictionnaire encyclopédique des sciences du langage. Paris: Points [1995]. N. del T. V. Título en la versión española: Saussure, F. (2004). Escritos sobre lingüística general. Barcelona: Gedisa.

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s ya parte de la tradición atribuir la fundación científica de la lingüística al connotado pensador ginebrino Ferdinand de Saussure. Es igualmente atribuida por la tradición la supuesta distinción del mismo autor entre lengua y habla como dos dimensiones opuestas del lenguaje, de la cual solo la primera podría convertirse en objeto de estudio, dándose inicio a la lógica estructuralista1. Sin embargo, la tradición conlleva procesos de traducción y, por lo mismo, de traición. En este sentido, la tradición no ofrece garantía de originalidad, sino que puede verse invadida de traiciones y falsificaciones diversas2. Así, la tradición en torno a la obra de F. de Saussure se ha erigido principalmente sobre la traición sistemática de su pensamiento (Bulea, 2003). Una paradoja, aparentemente inexplicable, aparece apenas se reconstruye crítica y detalladamente la construcción misma de su supuesto pensamiento. De este modo, nos damos cuenta de las diversas omisiones arbitrarias que los ahora llamado “pseudo-editores”3 del ya famoso Curso de Lingüística General realizaron en el montaje del texto. Y no solo eso: consultaron unas fuentes y otras no, igualmente válidas. El producto final se caracteriza más por motivaciones antojadizas que por una búsqueda y edificación fiel al pensamiento del lingüista suizo. Pero en este artículo 1 2 3

“El término ‘estructura’ apenas aparece en las notas de Saussure, y sobre todo nunca es sinónimo de ‘sistema’, ya que Saussure prefería utilizar la expresión ‘juego de signos’, para subrayar su co-determinación y su dinámica sistémica” (Bulea, 2003, p. 27). “Bally y Sechehaye falsificaron una lección oral del tercer curso, para adecuarla a su tesis” (Bouquet, 2010, p. 40) [T.A.]. “Brevemente, el nombre propio de un Ferdinand de Saussure autor del Curso puede ser considerado como usurpado. Para rendirle justicia, convendría más bien hablar al respecto de un Pseudo-Saussure y de sus pseudo-editores” (Bouquet, 2010, p. 32) [T.A.].

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no revisaremos la documentada bibliografía sobre la historia tanto del texto como de la vida de F. de Saussure, no por carecer de interés (todo lo contrario)4; destacaremos, en cambio, a un autor que, al menos en Occidente, y particularmente, en el contexto hispano-parlante, ha quedado relegado en el olvido y/o ha sido derechamente desconocido. Nos referimos, desde luego, a Lev Jakubinskij (1892-1945). En este artículo revisaremos parte de la obra de este autor, en particular su artículo de 1923 publicado en la revista Palabra Rusa titulado Acerca de la palabra dialogada. Antes de adentrarnos en su estudio, presentaremos parte del contexto en que surgen las ideas principales del autor y luego mencionaremos los aspectos fundamentales de su ensayo.

1. Investigaciones acerca de la palabra viva El diálogo como forma de uso de la lengua fue tratado en modo prioritario, en un comienzo, por los lingüistas rusos de fines del siglo XIX hasta inicios del siglo XX; y, posteriormente, por diversas disciplinas que lo tomaron como objeto de estudio central (Ivanova, 2000). Una primera consideración para entender el contexto en el que se comenzó a desarrollar el concepto de “diálogo” en Rusia la ofrece Romashko (2000) al establecer que “los orígenes de las investigaciones dialógicas rusas no nacieron de una naturaleza teórica única; al contrario, la atención llevada a las características del discurso en forma de diálogo aparece vinculada a los problemas de la práctica lingüística y cultural rusas” (p. 84) [T.A.]. Romashko destaca la particular situación de “disglosia” que caracterizaba a Rusia desde la introducción de la escritura hasta los albores del siglo XVII, es decir, un periodo dominado principalmente por la co-presencia de dos lenguas: la rusa y la eslava5. La primera era concebida como la lengua cotidiana y hablada; la segunda, como “lengua literaria”, es decir, de connotado carácter docto. La diferencia y status entre estas dos era, entonces, evidente. Romashko agrega que “esta situación medieval no cambió sino con Pedro el Grande, que impulsó reformas innovadoras, orientadas hacia Europa Occidental” (ibíd.) [T.A]. 4

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Una revisión completa y detallada de la obra de Ferdinand de Saussure se encuentra en el libro Le projet de Ferdinand de Saussure (2010), editado por Jean-Paul Bronckart, Ecaterina Bulea & Cristina Bota, que compila diversos ensayos de distintos autores sobre el pensamiento del lingüista genovés. A esta situación se agrega el hecho que el francés era la lengua de los “Salones” y el alemán la lengua científica (Sériot, 2003).

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Con la intervención de Pedro el Grande6 se produjo un vuelco mediante el cual la lengua rusa cotidiana, su uso, fue tomada como base para la literaria. No obstante, al haber sido un proceso sociohistórico complejo, esta transformación sociolingüística no se realizó inmediatamente, y menos de manera homogénea. Como tal, estuvo sujeta a diversas contradicciones y fuerzas que favorecieron o entorpecieron no solo su evolución sino también su implementación, ya que se trataba justamente de revalorizar el ruso para ocupar el puesto del eslavo. Frente a estos matices, Sklovskij (1965) sentenciaba que: “La lengua literaria rusa (…) tiene un origen ajeno a Rusia” (pp. 95-96, en Romashko, 2000, p. 84) [T.A.]. Esta afirmación refleja el hecho de que el ruso estándar en la época era tan solo un eslavo transformado, y no una lengua hecha y derecha. Con esta apertura a Europa promovida por Pedro el Grande, Rusia comienza a recibir las grandes obras elaboradas principalmente en alemán, francés e inglés, planteándose así un buen problema a resolver: para realizar el trabajo de traducción en ruso era entonces forzoso normalizar la lengua. En la mitad del siglo XVIII van apareciendo los primeros intentos traduciendo del francés e inglés, las obras literarias; del alemán y del latín, las obras filosóficas, junto con los primeros ensayos escritos en ruso. Pero “las palabras faltan cruelmente. Todo tiene que inventarse, incluso el orden de las palabras (¿se va poner el verbo al final de la proposición, como en alemán, o antes del complemento, como en francés?)” (Sériot, 2008, p. 7) [T.A.]. En este escenario la pregunta resultaba inevitable: ¿dónde se encuentran aquellos discursos, aquellas palabras, aquellas expresiones que constituyen la lengua rusa y caracterizan el modo de comunicar de los rusos? Una investigación posible era ir y sentir el espíritu ruso en la “lengua viva”.

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Pedro el Grande (1672-1725) fue llevado por la idea de hacer de Rusia un país y potencia occidentales, específicamente europeo: “Desde su primer viaje en Occidente, Pedro el Grande extrajo una conclusión fundamental que no abandonó durante todo su reino: Rusia tenía que transformarse en un país nuevo de impronta europea. Para esto era indispensable la reforma radical del ejército, de la administración y de la sociedad” (Carretero, 2003, p. 78). Este ambicioso proyecto no solo implicó distintas reformas económicas, sociales, políticas, religiosas sino que también morales –solo para dar un ejemplo, escribió un opúsculo que indicaba cómo la nueva nobleza de servicio tenía que comportarse–. Una de las razones de estas reformas era concederle un carácter identitario a Rusia a través de una misma lengua. Además del eslavo, como indica Romashko, una de las lenguas doctas era el latín, y como resultado de las reformas implementadas nace la primera generación de escritores rusos (Martínez Shaw, 2003).

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2. Aspectos políticos de las reformas lingüísticas Mientras se desarrollaban los primeros análisis lingüísticos sobre las modalidades conversacionales de los rusos y se inauguraba un acercamiento al lenguaje en su dinámica, vivacidad y creatividad, a nivel social se impulsaban reformas políticas que delineaban las normas lingüísticas que gobernaron la Rusia de entonces. Al respecto, Reznik (2001) refiere que Inmediatamente después de la Revolución de Octubre y del establecimiento del poder soviético en las provincias étnica y lingüísticamente heterogéneas del nuevo Imperio Ruso, la formación de una política de lenguaje y su urgente implementación se volvieron centrales en la agenda política cultural del Partido. (p. 1). [T.A.] En este contexto adquiere relevancia la figura del lingüista Baudouin de Courtenay que había promovido un programa de investigaciones teóricas pudiendo tener una aplicación práctica. Esta orientación práctica fue reforzada por la situación revolucionaria en el país y por el proceso de fundación de una nueva sociedad después de la revolución. Los jóvenes lingüistas participaron activamente en este proceso sociopolítico. Los lingüistas y filólogos enfrentaron el deber cívico que consistía en enseñar el arte de la palabra al pueblo no instruido. (Ivanova, 2000, p. 9). [T.A.] Como la Rusia de ese periodo se caracterizaba por la presencia de diferentes lenguas y diversos lenguajes, la tarea principal del Partido era implementar una reforma del Lenguaje y garantizar su correcta aplicación. El objetivo mínimo era individualizar las particularidades de esta situación, sus diversos y ricos matices, e iniciar una reflexión al respecto. De este modo, como lo indica nuevamente Reznik (2001), se tenía que impulsar un programa que arrojara una teoría y una práctica que evidenciara la influencia consciente por parte de una sociedad del desarrollo y la evolución del lenguaje usado. En esa época, de gran fervor intelectual donde muchas disciplinas vieron su nacimiento en Rusia (psicología, sociología, reflexología), las cuestiones de política lingüística eran de un gran interés para los lingüistas soviéticos: “Había que crear alfabetos para las lenguas no escritas, concebir diccionarios, gramáticas y manuales, ocuparse de codificar las lenguas, enseñar a leer y a escribir a las grandes masas de analfabetos” (Ivanova, 2012, p. 35) [T.A.]. Reznik (2001) sostiene que “el Imperio Ruso fue un estado multinacional cuya expansión colonial en direcciones diferentes condujo a

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la incorporación de muchas tierras e identidades étnicas” (p. 7) [T.A.]. Frente a esta situación, establecer un único lenguaje oficial, el ruso, era, además de necesario, imperativo para la gobernabilidad misma de Rusia. La intención era enseñar a los obreros y a los campesinos a expresar sus ideas en modo claro y exacto para que pudieran participar de la vida política (Ivanova, 2000). Este esfuerzo por unificar y consolidar geográfica y lingüísticamente a Rusia trajo naturalmente importantes consecuencias que favorecieron la identidad nacional deseada por las reformas. Si no se hubiese realizado, se hubiese ido contra la intención original de formar un Imperio sólido y potente. Quizás la consecuencia más paradójica fue un elevado analfabetismo de la población a causa del desconocimiento de los no-rusos de la lengua oficial (había dialectos que no contaban ni siquiera con un sistema gráfico), como a un deficiente, incluso inexistente, programa de instrucción en ruso para los no-rusos. Considerando el carácter problemático de esta situación y la dificultad de implementar las pretensiones del país, existía, por un lado, la tendencia a unificar el lenguaje, y establecer y mantener el ruso como lengua oficial (la así llamada language maintenance), pero, por otro, existía la tendencia opuesta de hacer respetar los lenguajes en su diversidad sin que ninguno fuera más válido que otro (language shift). Una propuesta moderada fue entregada por Uslar (1870, en Reznik, 2001) concediendo la posibilidad de usar el lenguaje local para promover la civilidad rusa. Esta jugada comportaba un doble efecto: conservaba y respetaba las diversas identidades de cada país, mientras consolidaba el proyecto de identidad rusa como nación. Todos estos intentos convergían en la necesidad de elaborar un nuevo acercamiento al lenguaje y desarrollar, en consecuencia, una nueva metodología de investigación. Así, el lenguaje era entendido en su diversidad y vivacidad, es decir, el objeto de estudio era el lenguaje hablado por los usuarios. En general, el lenguaje fue concebido como un organismo natural e independiente, completo en su desarrollo, que fue registrado en documentos escritos. No hay negación del hecho de que la lingüística comparativa dio una preciosa contribución al estudio del lenguaje. No obstante la revolución del siglo XX, el método histórico-comparativo se agotó a sí mismo y los estudiosos del lenguaje enfrentaron una seria crisis. Nuevos enfoques, métodos, un paradigma lingüístico completamente nuevo tenía que ser articulado para resolver problemas lingüísticos contingentes y culturales de la nueva era. (Reznik, 2001, p. 12). [T.A.]

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Continúa el autor y afirma que después de la Revolución (en el periodo comprendido entre 1917-1953) los bolcheviques declararon una nueva política sobre las nacionalidades que retoma un principio establecido por Lenin, a saber, la validez y legitimidad de todos los lenguajes que eran hablados al interior del país: Primero que todo, el nuevo programa idealista privó a Rusia de su status oficial y declaró que el Estado Soviético no tenía una lengua oficial. En segundo lugar, todos tienen el derecho a tener una propia identidad nacional, el derecho a hablar la propia lengua madre tanto en privado como en contextos públicos. (…) Tercero, todos tienen el derecho a la educación y al desarrollo cultural en su propia lengua nacional. (Ibíd., pp. 13-14). [T.A.] Lev Jakubinskij y la palabra dialogada (…) despite his importance, Jakubinskij was forgotten outside Russia. We believe that, in Russia too, Jakubinskij was forgotten for a long time. (Santos de Oliveira, Convergences) El estudio del lenguaje en función de las condiciones de comunicación es una base esencial de la lingüística actual7. (Lev Jakubinskij, Acerca de la palabra dialogada)

3. Breve reseña histórica y biográfica El extenso artículo titulado Acerca de la palabra dialogada8 (Sur la parole dialogale9) editado en 1923 en la revista Palabra rusa (pp. 96-194), refleja sustancialmente el pensamiento de Lev Jakubinskij sobre las distintas dimensiones, formas y funciones del diálogo. Es definido como 7 8

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T.A. Hasta ahora contamos con una traducción directa en español de la obra de Jakubinskij. Existe, no obstante, una traducción realizada por María Victoria Goicoechea de un artículo de Ivanova (2003) El diálogo en la linguística soviética de los años 1920-1930, publicado en Saussure, Voloshinov y Bajtin revisitados (2010), en el que aparecen algunos fragmentos en español de la traducción del francés. En este ensayo, realizaremos traducciones personales del libro de Ivanova (2012) Lev Jakubinskij, une linguistique de la parole. Para simplificar y no saturar el texto, cada vez que hagamos alguna referencia o cita del texto de Jakubinskij, corresponderá al año de publicación y compaginación del mismo. Archaimbault (2000), a diferencia de Kyheng (2003) que tradujo el original en ruso “reč’ ” por “discurso” [Du discours dialogique], considera que es mejor traducirlo por “palabra” para reflejar de manera más adecuada la connotación fuertemente activa del intercambio dialógico en Jakubinskij.

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un texto que inaugura una nueva aproximación a la lingüística: la dialogicidad. Al respecto, Romashko (2000) precisa que “por primera vez, el diálogo constituía el objeto central de un estudio particular” (p. 87) [T.A.]. En este sentido, a nivel local, la lingüística rusa, y tardíamente la disciplina misma, experimenta un giro importante con este artículo que viene a modificar y ampliar el campo de su objeto de estudio dirigiéndose al “sujeto hablante” y al campo de la palabra. Lo relevante era saber “cómo un sujeto hablante usa el lenguaje, cómo elige sus medios lingüísticos y cómo construye su discurso” (Ivanova, 2003a, p. 8) [T.A.]. En la situación comunicativa no sólo se consideraba al enunciador sino que también al oyente. Lev Jakubinskij nació en 1892 en Kiev en una familia de militares10. Su padre, Petr Vasil’evic, era comandante general y dirigía la Academia de Economía militar de la ciudad. En cambio, su madre, Marija L’vovna, era francesa y, por lo mismo, desde niño Jakubinskij dominaba tanto el francés como el ruso (Ivanova, 2012). A temprana edad su interés se volcó tanto al mundo de la palabra hablada y la fonética (Santos de Oliveira et al., 2012), como al de la literatura, orientando, de este modo, su futura profesión. En 1909 entra a estudiar en la Universidad San Vladimir y, al poco tiempo, se cambia a la de San Petersburgo, frecuentando el departamento de estudios rusos y eslavos de la Facultad de filología y de historia. Jakubinskij fue uno de los fundadores del Instituto de la palabra viva11 en 1918, creado un año después de la revolución, cuya finalidad era formarse en la cultura de la comunicación, la cultura del lenguaje y dar, además, la palabra al pueblo, ya que la democracia estaba estrechamente vinculada con la palabra viva (Ivanova, 2003a). El Instituto se caracterizaba también por reunir profesionales de diversas disciplinas: además de lingüistas, había psicólogos, filólogos y filósofos, que se preocupaban prevalentemente del uso que hacían los hablantes del lenguaje y como construían sus discursos, considerando los aspectos psicológicos, contextuales y culturales (Santos de Oliveira et al., 2012). Jakubinskij formó parte de la bien conocida Escuela de Leningrado, que entendía el lenguaje como un acto de interacción social, es decir, era concebido como 10 Un detallado análisis de la vida de Jakubinskij y del contexto tanto intelectual como histórico de su pensamiento, lo ofrece Ivanova (2012) en su Préface y Présentation en su libro Lev Jakubinskij, une linguistique de la parole. 11 Un análisis detallado y documentado sobre el Institut Živogo Slova se encuentra en Ivanova (2008).

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un fenómeno vivo y dinámico, al que se le daba prioridad a su expresión oral. Fue discípulo de Lev Scerba y hereda su concepción del diálogo como fenómeno natural del ser humano, en oposición al monólogo, que se caracterizaba por su artificialidad. El año en que se edita Acerca de la palabra dialogada asumió como docente de la Universidad de Leningrado luego de haber estado vinculado con la formación de profesores de escuela elemental. Muere en 1945 a la edad de 53 años12. Acerca de la palabra dialogada es considerado un texto seminal para el estudio del diálogo, y es, además, definido como “la fuente directa de las reflexiones de Voloshinov sobre el enunciado, y mediante su intermediario, de la teoría bachtiniana” (Kyheng, 2003, pp. 1-2)13 [T.A.]. Y no sólo eso: es un texto que reorientó el objeto de la lingüística, es decir, de la lengua se dirige a la “palabra” y a sus factores determinantes; hizo del diálogo el objeto de teorización de la lingüística en sí mismo y se encuentra en él, por lo tanto, la primera elaboración de la dialogicidad. Para comenzar retomamos la interrogante que se plantea Bertau (2005) en su artículo A dialogical perspective for psycholinguistics: “¿Por qué Jakubinskij, por qué comenzar de este recientemente traducido pero viejo texto?” (p. 17) [T.A.]. Se encuentra en él más que un interés histórico, hay también una suerte de inversión de la tradición de la lingüística de la época dominada por los neogramáticos cuya característica principal era el análisis comparativo entre las lenguas. Para ellos, la atención estaba puesta en los modelos abstractos de la gramática histórica clásica y consideraban “la lengua como una suma mecánica de ‘lenguas’ individuales” (Kyheng, 2003, p. 3) [T.A.]. Jakubinskij, en un comienzo, formaba parte de esta tradición, siendo, por ende, aún más disruptiva la llegada de su artículo. Pero ahora, como resultado de este giro, el lenguaje era entendido como “sistema vivo de signos que expresan nuestros pensamientos y nuestros sentimientos” (Archaimbault, 2000, p. 100) [T.A.]. Lev Jakubinskij fue el primero en poner en lingüística la

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Jakubinsky permanece aislado y sus trabajos fueron prohibidos por motivos políticos (Ivanova, 2003b). Sin embargo, Tylkowski, I. (2013) rebate la tesis que coloca al artículo de Jakubinskij como fuente principal para la formulación del pensamiento de Voloshinov en torno al diálogo, argumentando, entre otras cosas, que cada uno adoptaría métodos de investigación disímiles no confluyendo en lo fundamental: “El análisis detallado de las nociones de diálogo elaboradas en los trabajos de Voloshinov y Jakubinskij muestra que las ideas de estos dos investigadores (exceptuando aquellas relativas a los hechos extra-verbales) no son idénticas: sus bases teóricas no coinciden” (p. 177) [T.A.].

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enunciación/enunciado14 como objeto de estudio de la disciplina, concentrando doblemente la atención tanto en el contexto en que se realiza, como en los factores que lo determinan; y no, como muchos lectores y teóricos inadvertidos15 han visto en las obras rusas de la época, en particular en las de Voloshinov y Bajtin, sobre el sujeto16, que, a decir verdad, no fue para nada contemplado por la incipiente lingüística rusa (Kyheng, 2003). Según Ivanova (2003a), en el artículo de Jakubinskij se encuentra la primera formulación en Rusia –y también mundial– de los principios de la teoría del diálogo como fenómeno complejo y heterogéneo.

4. Lenguaje Jakubinskij establece desde el comienzo que la actividad “lenguajeante” (langagière, en francés), se expresa en su diversidad, a saber, en las diversas lenguas, en los diversos dialectos, formas de hablar locales, individuales, grupales, etc., y también, y siempre, al interior de una lengua dada: “[la actividad lenguajeante] es un fenómeno multiforme (…) que está determinado por la diversidad compleja de factores, que tienen a la palabra humana por función” (Jakubinskij, 2012, p. 57). Entonces, en el momento de estudiar el lenguaje se deben considerar todos estos aspectos donde la función tiene un rol preponderante. Para el autor, la lengua-habla17 es considerada como fenómeno vivo que se presenta en su percepción inmediata, tanto visual como auditiva. Por otro lado, centrarse en la funcionalidad significa contemplar las precondiciones y las finalidades de un enunciado (hechos extralingüísticos), ya que las formas del lenguaje (su diversidad) pueden ser distinguidas por su 14 Hay que ser cautos sobre este término para así evitar lamentables confusiones. Nos advierte Sériot (2010) que “en ruso, no hay ninguna posibilidad lexical para distinguir enunciado de enunciación. (…) La palabra vyskazyvanie (…), puede designar tanto el producto como el proceso” (p. 95) [T.A.]. 15 “Un gran equívoco resulta de investigadores como J. Kristeva buscando de adaptar las ideas de Bajtin-Voloshinov a la principal corriente académica occidental de fines del siglo XX, dando así la retrospectiva ilusión que Voloshinov se debe leer a través de un filtro psicoanalítico” (Sériot, 2005, p. 354) [T.A.]. 16 Por ejemplo, Sériot (2003) sostiene, luego de un análisis profundo, que “Voloshinov no construye ninguna teoría del sujeto” (p. 39) [T.A.]. Por otra parte, cuando nos referimos a “sujeto” lo hacemos considerando que “la enunciación es un término que, después de Benveniste, designa una instancia subjetiva en el discurso: el sujeto, entonces, no es más un punto de partida sino que uno de llegada. Recordemos la fórmula de Benveniste: ‘es en y por el lenguaje que el individuo se constituye en sujeto’” (Sériot, 2008, p. 9) [T.A.]. 17 En su interpretación de la lengua como una actividad lenguajeante, como un hecho real, no había distinción alguna entre lengua y habla (Ivanova, 2012).

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objetivo y por los medios lingüísticos (Friedrich, 2006). De este modo, Jakubinskij considera que la forma precede a la función en el análisis del lenguaje, dando prioridad a un enfoque puramente lingüístico. Para el teórico ruso es necesario comenzar por las peculiaridades del lenguaje tales como la selección de las palabras, las formas gramaticales usadas, las conexiones sintácticas de las palabras y las propiedades fonéticas. Para el autor lenguaje es: una variedad del comportamiento humano. Este es un hecho psicológico (biológico) en tanto manifestación del organismo humano, y un hecho sociológico, en tanto depende de la vida colectiva de ese organismo en su interacción con otros. Se deriva de estas consideraciones que los factores de los que venimos de hablar serán tanto psicológicos como sociales. (Jakubinskij, 2012, p. 57) Se puede apreciar que el lenguaje se localizaría precisamente en el entrelazamiento entre el individuo y lo social. El organismo humano está, de alguna manera, soldado, ligado simultáneamente al contexto y al interlocutor mediante la palabra. La palabra activa es, por lo tanto, el lugar de la realización de la vida, es donde el fenómeno humano se expresa. Al respecto, Kyheng (2003) resume la fórmula de Jakubinskij estableciendo que “el lenguaje es un medio de comunicación, cada comunicación es una interacción, y cada interacción es esencialmente bilateral, por ende, dialógica” (p. 13) [T.A.]. Si bien en el análisis de Jakubinskij se observa una particular atención a la palabra viva, es decir, aquella pronunciada en una situación comunicativa específica, esto no significa que la palabra exista solo en la esfera del intercambio dialógico. Es oportuno advertir, por lo tanto, que para el lingüista no hay solo un lenguaje (un sistema de la lengua) sino que cada forma del lenguaje posee su propia estructura, su propia lengua teniendo su propia gramática. Hay tantas lenguas como formas del lenguaje. Es importante decir que las particulares convenciones lingüísticas siguen siendo un elemento estructurante para los diversos usos, de modo que el lenguaje no se disuelva en la palabra [speech]. El lenguaje no puede desvincularse de su realización en la palabra, al mismo tiempo el análisis de las formas funcionales de la palabra conlleva siempre un análisis de la estructura del lenguaje. (Friedrich, 2006, p. 8). [T.A.]18 18 Una perspectiva diferente la ofrece Ivanova (2012) al sostener que Jakubinskij “critica esta concepción de la lengua como material verbal que existe con independencia del locutor. Según su propia concepción (…), la lengua en general no existe. En cada situación dada, el material verbal es producido de manera diferente en función de los objetivos del locutor” (p. 47) [T.A.].

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La pregunta fundamental que se formula Jakubinskij, articulando su ensayo como respuesta, es saber: en qué medida el enunciado verbal [rečevoe vyskazyvanie] y la comunicación verbal [rečevoe obščenie] están determinados, desde el punto de vista psicológico y morfológico (en el sentido amplio de la palabra), por las condiciones de la comunicación en un milieu habitual dado. (2012, p. 61)

5. Percepción inmediata de la palabra Un aspecto importante e innovador del estudio del diálogo es su carácter inmediatamente perceptivo, en el que lo visual y lo auditivo juegan un rol relevante en las interacciones humanas no mediadas. Por lo general, en este tipo de intercambio, ambos instancias perceptivas están presentes en el diálogo: La percepción visual y auditiva del interlocutor, ausente durante la comunicación verbal mediada, y siempre presente en los diálogos habituales, es un factor determinante para la percepción de la palabra [reč’], y, en consecuencia, para el proceso mismo de la palabra [govorenie]. (Jakubinskij, 2012, p. 81) Inmediato es entendido como automático, proceso que estaría privado de reflexión y que se presenta como respuesta espontánea frente al estímulo verbal. En este punto, el autor retoma y profundiza la distinción apenas mencionada por Scerba, su maestro, entre la naturalidad del diálogo y la artificialidad del monólogo. Siguiendo a Kyheng (2003), la percepción visual y auditiva tiene un rol particularmente importante en la enunciación directa ya que implica de manera directa a los participantes del diálogo: determina al mismo tiempo tanto la percepción global de la palabra por parte del co-enunciador como el modo de hablar del enunciador. El autor establece que la forma dialógica de comunicación (casi siempre no mediada) se caracteriza por un intercambio rápido de acciones y reacciones entre los individuos, en el que cada acto de palabra es una réplica en la comunicación. El intervalo entre uno y otro está marcado, por una parte, por la interrupción, y, por otra, por la sucesión de respuestas. La interrupción por parte del interlocutor aparece como posibilidad real, estructurando, por ende, el enunciado que hace de réplica. Este aspecto determina todo el proceso del habla. La interrupción es también, por lo mismo, una expectativa que entra en el intercambio

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dialógico, instalando, a su vez, la posibilidad de no decir todo. Así, cada enunciado está marcado por su inconclusividad, “cada acto de palabra no es una cosa acabada: supone una sucesión tras la contra-réplica. Además, cada relevo de mi réplica por la de mi interlocutor representa una pausa hasta mi próxima intervención en el diálogo” (Jakubinskij, 2012, p. 103). En el intercambio dialógico, la réplica, al mismo tiempo, responde a y se determina por la réplica anterior del interlocutor, pero es también un elemento del proceso de producción de un enunciado concreto global de cada participante. Ivanova (2003b) esquematiza de este modo el juego de réplicas: Interlocutor A – enunciado A1 Interlocutor B – enunciado B1 (contra-réplica al enunciado A1) Interlocutor A – enunciado A2 (contra-réplica al enunciado B1). (p. 48) Cada enunciado supone su complemento en un tiempo posterior: responde a la réplica del interlocutor que opera como pausa entre A1 y A2. En este sentido, en su forma dialógica, el lenguaje expresa su dinamismo ya que cada réplica compromete una contra-réplica. Así, el diálogo se va determinando en base al último enunciado, y va formando una cadena de enunciados19.

6. Contornos del lenguaje El lingüista ruso considera esencial la percepción de las mímicas, de los gestos y movimientos corporales para la comprensión del diálogo. La presencia inevitable de estas dimensiones puede silenciar y reemplazar lo dicho, y hacer directamente de réplica en el intercambio comunicativo. De este modo, el lenguaje en su viva expresión no se reduce solamente a la palabra pronunciada ni a un intercambio neutral de las mismas, es, ante todo, un conjunto complejo de acciones que condiciona el significado de la comunicación. Particularmente importante es el rol que adquiere la entonación en este entramado de fenómenos lingüísticos. Es en la entonación donde las palabras expresan su sensibilidad a la variabilidad de significado. Como no es posible pronunciar palabras sin entonación, la voz es tan inevitable como el significado de las mismas. La réplica no proferida es igualmente comunicación: los gestos y las mímicas estarán 19 Ivanova (2003a) comenta que en la lingüística rusa el término réplica significa un enunciado deliberadamente producido para un interlocutor.

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siempre presentes20. Así, la semántica en el diálogo va más allá de lo dicho, se sitúa en lo extralingüístico: las mímicas y los gestos tienen una función similar a la de la entonación: en un cierto modo, modifican el sentido de las palabras. De la misma manera que una frase puede tener un sentido diferente en función de la entonación con la que es pronunciada, un acompañamiento mímico (y gestual) puede aportar otro matiz a la palabra, a menudo contrario al que habitualmente se espera. (Jakubinskij, 2012, p. 83) Por otra parte, en la interacción comunicativa situada operan determinados “dispositivos” que condicionan el intercambio dialógico: la situación21 –concebida como suma de condiciones–, es precisamente el contexto en el que la comunicación se realiza. Por lo tanto, para ofrecer una explicación del comportamiento humano se lo debe observar en las situaciones de la vida cotidiana, analizando las reacciones verbales y las acciones de los interlocutores (Ivanova, 2000). Las interacciones se expresan, se desarrollan siempre e inevitablemente, en un contexto determinado no solo por las características físicas y estéticas (disposición del milieu y de los enunciadores y sus características) sino que también por el momento del día y por el periodo histórico en el que se producen. El gesto, agregará Jakubinskij, está tan íntimamente ligado a nuestro comportamiento verbal que acompaña inconscientemente la comunicación dialógica indirecta, por ejemplo, cuando hablamos por teléfono. Con la entonación entran en juego la intensidad, el tono y el timbre que determinarán la percepción de los enunciados. Están siempre presentes pero su relevancia dependerá de su distinción en el intercambio dialógico. Podemos entender el conjunto de estos aspectos como la impostación22 de la voz del enunciador.

20 A estas alturas son ya conocidos los axiomas de la comunicación humana propuestos por Watzlawcik, Jackson y Beavin en su libro Pragmatics of Human Communication (1993): “No es posible no comunicar” (o bien, la no comunicación no existe), es decir, en el mundo del Pleroma –concepción tomada de los gnósticos, que reprende Jung en su libro Septem Sermones ad Mortuos, que luego retoma Bateson (1998) y que Watzlawick y compañía, a su vez, hacen suyo–, todo se vuelve información, tanto el silencio (si existiera) como la ausencia de movimiento, en la medida en que indican una diferencia. 21 Será una palabra clave en el análisis de Voloshinov. 22 En italiano, por ejemplo, el término “impostazione” hace referencia a “catastasis” que, en lingüística, significa “fase preparatoria de la articulación de los sonidos” [www. grandidizionari.it].

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Además, Jakubinskij incorpora en su análisis un elemento crucial para la comprensión de la palabra ajena, a saber, la toma de posición “el tono y el timbre del locutor, a partir del momento en que toma la palabra, nos obligan a adoptar una cierta posición, a tener una cierta actitud hacia el locutor y su enunciado. Es en función de esta ‘actitud’ que percibimos su enunciado” (2012, p. 89). Habría entonces una doble disposición del enunciador: hacia el locutor y al tema del que se habla (que en Voloshinov será denominado “héroe”). Y el autor especifica que En ocasiones, el tono de las primeras palabras pronunciadas nos obliga desde ya a ponernos a la defensiva, de una manera hostil o favorable, o a cambiar de estado de ánimo; dicho de otro modo, el tono determina el tipo de apercepción de nuestra percepción, forma en nosotros el “punto de vista” con el que vamos a analizar lo que sigue. (Ibíd.) Esta posición implica tanto un estado intelectual como emocional que acompañan en cada momento la impostación de la palabra inmediata. Esta última se expresa en la pluralidad de los gestos y en la diversidad de entonaciones y, entre ellas hay un vínculo íntimo e indisoluble, dando como resultado una determinada posición corporal. Este aspecto ha sido definido como acción conjunta de los estímulos verbales y visuales que se realiza en el proceso de producción del enunciado. Se evidencia, así, una prioridad de estos aspectos sobre las palabras mismas, donde los lados de estas últimas realzan la semántica del proceso de producción de la comunicación. El lenguaje hablado, vivo, es, por lo tanto, una multiplicidad de matices diversos, cada enunciado será siempre único y ni siquiera su mera y misma repetición disminuirá o atenuará su carácter original: vive y muere en el contexto de lo dicho. Un enunciado es fijado solo en tanto representante de la necesaria estructura gramatical de una lengua cuyos componentes, finitos, difícilmente varían en el tiempo. Sin embargo, el objeto de interés de la nueva lingüística es precisamente el proceso de producción del enunciado en situación de comunicación dialógica, es ahí donde despliega toda su riqueza y significatividad.

7. Manifestación de la palabra Se considera, por un lado, esta prioridad de los aspectos “paralingüísticos” que condicionan, generan y acompañan al enunciado no mediado, y, por otro, la contemporánea disminución del rol de las palabras usa-

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das, del contenido, ya que la semántica del enunciado se encuentra en otro lugar: justamente en el modo en el que vienen pronunciadas –la articulación del diálogo y el dirigirse al otro–, en la manera en que son percibidas, recibidas por el otro. Esto se concluye con los momentos aperceptivos de la percepción (ver más abajo), es decir, aquellos que no son determinados por un estímulo específico, produciendo, de este modo, la pérdida de importancia de los estímulos verbales. Basándose en el paradigma psicológico de la época, a saber, el conductismo23, Jakubinskij enfatiza que el acto de producción de un enunciado puede desarrollarse en el curso de la comunicación verbal no mediada como un acto voluntario simple y, en mayor parte, fuera del control de la conciencia y de la atención, en una mayor medida que en la comunicación verbal mediada. (2012, pp. 92-93) En este sentido, el contenido del enunciado se evanece parcialmente y el intercambio dialógico se reduce, en parte, a una respuesta-reacción más automática al enunciado que lo precede. A medida que el lenguaje mismo pierde su protagonismo, desaparece con él la reflexión, que se vuelve, y se ve reducida, a un simple reflejo. Se observa, por lo tanto, una mayor relevancia de las condiciones de comunicación sobre el individuo que posee la palabra. Por lo mismo, dado el carácter reflejo de la interacción, viene eliminada la intención del organismo en el proceso de producción de un enunciado24 y es, por ende, descartada como objeto de estudio, no obstante se mantenga un mínimo de voluntad25. El organismo humano aprende una determinada asociación dando como respuesta refleja una réplica en el diálogo26. Esta consideración llevará a Jakubinskij a hablar de disminución de la reflexión (a diferencia 23

Para el conductismo, “el comportamiento verbal es un componente del comportamiento general del hombre y es considerado como una interacción de estímulos y de reacciones. Por ende, las reacciones verbales son idénticas a las acciones” (Ivanova, 2000, p. 6) [T.A.]. 24 En este sentido, “las ‘causas’ de su producción no pueden ser localizadas en la conciencia lingüística” (Friedrich, 2006, p. 12) [T.A.]. 25 Según Kyheng (2003), la argumentación de Jakubinskij es poco convincente en este punto porque este automatismo (y, por lo tanto, la reducción de la comunicación directa a una simple reacción) y el rol del aspecto analógico del lenguaje, no se limitan a ser banales reflejos, puesto que la situación comunicativa depende también de diversos factores, tales como: cualidades subjetivas del interlocutor, particularidades étnico-culturales, la situación contextual inmediata de la comunicación y el género al que pertenece. 26 La pareja estímulo-respuesta del conductismo se traduce en acción-reacción/respuesta (Kyheng, 2003).

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del monólogo), de las situaciones y enunciados clichés, estereotipadas (lo que se llamará posteriormente en ciencias cognitivas “script” propuesto por Schanck y Abelson) y de los sobreentendidos –que serán retomados y desarrollados por Voloshinov–. La palabra expresa de alguna manera el aspecto psicológico del organismo27 y su acción enunciativa genera y provoca, a su vez, una reacción. Pero la discursividad no es solo palabra exteriorizada, se manifiesta también como palabra interna que, incluso en el monólogo, está siempre presente (se puede expresar, por ejemplo, en una nota al margen del texto), es decir que la preparación de una respuesta se pone como proceso ininterrumpido. Además, es importante subrayar que el organismo reacciona a cada excitación verbal y que esta gatilla en sí pensamientos y sentimientos que, a su vez, producen una reacción verbal28. Y al reaccionar inevitablemente en un determinado modo verbal, el organismo exhibirá la predisposición a la interrupción en el diálogo, cuya expectativa determinará el modo de hablar. Esta característica influirá y definirá el ritmo discursivo. Y es en ese intervalo, a medida que se alternan las réplicas, que tienen lugar la percepción y la comprensión de las palabras del interlocutor, así como la preparación de una respuesta. No es banal decir entonces que se debe aprender a escuchar, estando esta mediada por las prescripciones sociales (Kyheng, 2003). Cuando las reglas sociales que gobiernan tanto el fluir de la comunicación como el comportamiento no permiten expresar libremente el enunciado, este último se generará siempre y de todos modos como “palabra interna”, que, a su vez, buscará su modalidad de expresión29. Específicamente, se consideran tres elementos que se entrelazan en la expresión de la palabra: primero, la propiedad general de nuestro organismo de reaccionar a cada acción orientada hacia un interlocutor; segundo, un fuerte lazo entre nuestras representaciones, nuestros juicios, nuestras emociones, etc. (en particular en reacción a cualquier cosa) y sus manifestaciones en la palabra; y, por último y más importante, 27

Como se verá después, no es del todo errado hablar de “mente” puesto que Jakubinskij va más allá de la conducta: no elimina la conciencia ni la reduce a palabra interna. (Ivanova, 2000). 28 Kyheng (2003) critica este punto porque considera que no es posible, en las ciencias sociales, y en específico en linguística, establecer un criterio para validar una reacción a una acción, “(…) ¿quién podría definir qué acto del lenguaje deberá ser considerado como ‘acción’ y el otro como ‘reacción’?” (p. 16) [T.A.]. Si el fenómeno del diálogo directo se expresa de manera natural habrá siempre un aspecto comunicativo, de inter-accion, donde será imposible distinguir, en rigor, una reacción como respuesta a una acción. 29 Al respecto, Ivanova (2000) comenta que para Watson las manifestaciones verbales pueden ser tanto internas, escondidas, como externas, visibles, audibles.

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el poder que tiene una acción verbal de provocar una reacción verbal que, por lo demás, tiene casi siempre un carácter reflejo30. (Jakubinskij, 2012, p. 95)

8. Momento aperceptivo La comunicación dialógica se define como acto de voluntad simple caracterizada por su dinamismo y automaticidad. Así, como principio económico, quedaría facilitada la eficiencia y la rapidez del intercambio de réplicas en el diálogo. La simplicidad sería una reducción funcional a la complejidad que aporta la simultaneidad de las acciones de recepción del enunciado por parte del interlocutor y la preparación de una respuesta, teniendo por efecto tanto su coincidencia e interposición como su debilitamiento. Se produciría entonces una cierta restricción de la parte verbal a favor de los sobreentendidos que actúan de manera heurística en el intercambio dialógico. (Kyheng, 2003). La complejidad del diálogo, y su probable definición como acto de voluntad complejo, se presentaría precisamente en el momento en que acontece fuera del soporte de los sobreentendidos y de lo predecible, conllevando cierta fricción, reflexión y tardanza en el intercambio. Si bien Jakubinskij en su análisis retoma los principales supuestos del conductismo, no limita, sin embargo, la palabra dialogada a un intercambio reducido a, y definido exclusivamente por, la pareja acción-respuesta (enunciado/pronunciación-réplica), ya que introduce en su campo de estudio el fenómeno de la apercepción. Considera una dimensión no contemplada por el conductismo que refiere el proceso de percepción y comprensión, introduciendo, sobre todo por esta última, una perspectiva mentalista en el conjunto: nuestra percepción y nuestra comprensión de la palabra ajena (como toda comprensión) son aperceptivas : si bien están determinadas por una estimulación verbal externa, lo están aún más por nuestra experiencia interna y externa pasada, y, a fin de cuentas, por el contenido del psiquismo de aquel que percibe en el momento de la percepción misma. Este contenido del psiquismo constituye la “masa aperceptiva” de un individuo dado, por medio de la cual asimila una estimulación externa. (Jakubinskij, 2012, p. 109)

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“Estos automatismos están formados en la base del reflejo y estos juegan un rol importante en el comportamiento verbal. Watson relega la noción de automatismo a la noción de hábito, que es una acción individual adquirida” (Ivanova, 2000, p. 6) [T.A.].

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La masa aperceptiva –término tomado de Johann Friedrich Herbart (Kyheng, 2003; Tylkowski, 2013)– es concebida como un conjunto de experiencias precedentes que integra elementos mentales constantes y estables del sujeto (es decir, su psiquismo), debido a la influencia constante y recurrente del ambiente de los que participa, y a la predisposición del organismo a recibir información transitoria en correlación con la experiencia y las condiciones del momento. Estas últimas, fluctuantes y dinámicas, aparecen sobre el fondo de las primeras y pueden, a su vez, modificar y complejizar la matriz mental31. El aspecto preponderante de los elementos constantes y estables está dado por el conocimiento de una lengua, que es asimilada por sus manifestaciones recurrentes en los ambientes en los que se desenvuelve el individuo, dando lugar a los estereotipos (Jakubinskij, 2012). En otras palabras, aprendemos a percibir y a comprender, y también a responder a las informaciones en un cierto modo, es decir, nuestra comprensión está sujeta a una matriz lingüística que condiciona y permite contemporáneamente la emergencia del diálogo. La apercepción sería la suma de los factores psíquicos, por ende, nuestros hábitos, nuestros procesos mnémicos, nuestras vivencias y nuestro humor. Para la elaborar la dimensión psíquica del individuo, el teórico ruso se basa en la psicología funcional de W. James que consideraba “la conciencia como un flujo dinámico, integrado, ininterrumpido, que está caracterizado por la selectividad, por lo tanto, por la selección de un estado y la eliminación de otros” (Ivanova, 2000, p. 7) [T.A.]. Según Jakubinskij, será de todos modos el contexto a definir la particularidad del intercambio dialógico y no los individuos y su psiquismo (que incluso podría llevar a una comprensión incorrecta32), ya que el lenguaje hablado tiende a su desaparición en la medida en que se adecua a las convenciones sociales que operan en modo automático; se transforman, al final, en hábitos (las situaciones clichés y estereotipadas y los sobreentendidos). En estos se observa una abreviación de las palabras en el diálogo en la medida en que son intercambios comunicativos recurrentes, por lo tanto, se manifiestan mediante sobreentendidos que 31 Friedrich (2006), por ejemplo, ha deliberadamente traducido el término de la versión en alemán “Apperzeption” como “cambio de orientación”. 32 En este punto el análisis de Jakubinskij no es consistente ya que, por un lado, establece que tanto el enunciador como el co-enunciador adoptan una cierta posición en el momento dialógico, sin embargo, por otro, sostiene que una correcta comprensión de lo dicho es posible mediante una posición neutra respecto del enunciado. Y es menos comprensible si se toman en cuenta, además, las particularidades de las situaciones y enunciados clichés en los que se realza el contexto comunicativo por sobre las características individuales de los interlocutores.

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direccionan el desarrollo del diálogo. En la interacción estereotipada se responde con enunciados estereotipados, que, dada la cotidianeidad, están saldados al intercambio dialógico. Estas particularidades son de carácter automático y, por lo mismo, marcadas por la ausencia de reflexión y por la disminución de la importancia del contenido. Pareciera que el lingüista reduce así el diálogo a la comunicación cotidiana. Acá, la masa aperceptiva es crucial en la generación de una correcta comprensión de lo dicho. Comprendemos y percibimos tanto mejor la palabra ajena en una conversación en la medida en que nuestra masa aperceptiva tiene más en común con la de nuestro interlocutor. (Jakubinskij, 2012, p. 119) La predisposición a escuchar el enunciado del otro gatilla las primeras excitaciones verbales que producen una determinada posición la que, a su vez, es un correlato del componente aperceptivo del individuo. Los elementos compartidos pueden ser predisposiciones emocionales, experiencias y conocimientos comunes dentro de una comunidad o un conocimiento recíproco del argumento (Kyheng, 2003). Al comienzo de una conversación, la masa aperceptiva de un interlocutor dado está, en parte, constituida por aquello que le es propio y constante, sin embargo, se va complejizando por el aporte aperceptivo propio de ese momento, por la percepción del interlocutor y de la situación, y, por último, por una representación más o menos concreta del tema de la conversación. Esta base aperceptiva inicial del diálogo se complejiza y se transforma a medida que es percibido el contenido de las réplicas del interlocutor. De igual modo, cada toma de palabra se efectúa sobre el fondo de la masa aperceptiva, que está determinada, a fin de cuentas, por la última réplica que viene de ser percibida. (Jakubinskij, 2012, p. 127) En este punto, la masa aperceptiva aparece como algo más flexible en tanto la base inicial –aquella dada por los aspectos constantes y estables– se ve determinada directamente por la última réplica en el diálogo. Da la impresión de que la masa aperceptiva fuese más transitoria de cuanto lo sea realmente, transformándose (complejizándose en palabras de Jakubinskij) a medida que se desarrolla el diálogo. Según Kyheng (2003), sea cuantitativa como cualitativamente, una réplica en el diálogo en relación a la vivencia del individuo, es solo un determinado aspecto que no integra y no refleja toda la experiencia subjetiva, por ende, pretender lo contrario sería una exageración, y también una contradicción interna en el análisis del lingüista.

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Por otra parte, existe otra dimensión de la palabra dialogada y está justamente en oposición a las situaciones estereotipadas en las que el diálogo se desarrolla en situaciones comunicativas no recurrentes y exige, en consecuencia, una actitud creativa, reflexiva, del sujeto hablante (Kyheng, 2003). En este sentido, Jakubinskij expone una reflexión más bien psicológica que lingüística, caracterizando la configuración subjetiva del hablante como acto volitivo complejo. La complejidad se encuentra en el momento precedente a la expresión de un enunciado en el que el individuo experimenta “una suerte de competición entre motivos y decisiones” (Jakubinskij, 2012, p. 139). Hay una multiplicidad de ejemplos, retomaremos solo uno que tiene que ver con el pensamiento y el decir (los otros, por nombrar algunos, se relacionan con los hábitos y los objetivos; las constricciones de género; la orientación hacia el coenunciador): Caso I. Debo decir una cosa muy desagradable a una persona que amo y respeto. Dos sentimientos se enfrentan en mí: por un lado, quisiera decir todo de una vez llamando las cosas por su nombre, a quemarropa y terminando este asunto, pero, por otro lado, temo ofender a esta persona y molestarla. Es por ello que me expreso con prudencia, paso a paso, hablo por alusión, eligiendo mis palabras, sin ir hasta el final, etc. (Jakubinskij, 2012, p. 141) Es esta tensión interna que experimenta el individuo que distingue sus “prácticas discursivas”. Este momento se presenta como una situación que el individuo debe resolver (porque se enfrenta a una lucha entre motivaciones y decisiones) que no se limita solo a responder en/ al diálogo, se le impone la exigencia de participar creativamente en el momento de expresar su enunciado. En fin, el autor sostiene que los automatismos definidos por su carácter inconsciente y por su falta de conflicto entre motivaciones y elecciones, son mantenidos por cierto “momento constrictivo” y esta función es actuada por el otro, por el coenunciador, “lo que puede oponerse al cambio de toda palabra es el interlocutor y, en general, la persona que percibe la palabra” (Jakubinskij, 2012, p. 151). Es al menos curioso que no sean las prescripciones sociales, el contexto, las que constriñen la evolución del diálogo sino solo el coenunciador (que de todos modos forma parte de la situación, pero el énfasis de Jakubinskij está puesto también sobre las convenciones sociales donde se hipotetiza una mayor influencia del contexto sobre los individuos). Este elemento constrictivo garantiza la inmutabilidad, es decir, el automatismo del diálogo, y la posibilidad de novedad, de progreso de la lengua, aparece cuando este se debilita, cuando no pone resistencia permitiendo, por lo tanto, abrir el diálogo al imprevisto y a su evolución.

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Sin embargo, Jakubinskij es contradictorio al respecto: por una parte, sostiene que la evolución de la lengua es posible, pero, por otra, piensa que el diálogo tiende al automatismo, por ende, a la constricción.

Conclusión Más allá de todas las ideas entregadas por el lingüista ruso respecto del diálogo, y de los inesperados e impredecibles trazos que han dejado sus reflexiones en el recorrido de la lingüística, es de subrayar también su honestidad y humildad, cuando declara que su trabajo no es para nada exhaustivo y que su incompletitud refleja mejor el estado de la lingüística de entonces que una presumible superficialidad de su objetivo y rigor. La concepción del diálogo de Jakubinskij se puede resumir considerando, en primer lugar, que esta manifestación del lenguaje es una variedad del comportamiento humano, un vínculo entre el organismo con el mundo. El diálogo emerge y se crea en la interacción verbal directa entre sujetos hablantes, y, por ende, es una acción conjunta: está siempre dirigida a un otro. El diálogo, como forma natural del lenguaje, se caracteriza por un intercambio de enunciados y cada intercambio actúa como respuesta/réplica a la acción verbal expresada por el otro. Por lo tanto, habrá siempre una reacción, al menos bajo la forma de palabra interna. La respuesta en el diálogo es de tipo psicológica en cuanto refleja (automática, mínimamente voluntaria) y será en cada momento una reacción a un enunciado precedente, y, precisamente por esto, cada enunciado en el diálogo es inconcluso, es decir, dinámico: reclama siempre otra réplica que determina a su vez el enunciado posterior. El lenguaje en el diálogo se simplifica y se automatiza tendiendo a la estereotipia. Así, se observa una reducción del plano de la expresión: a) una simplificación composicional y de los medios de expresión b) una reducción de lo verbal a favor de lo no verbal c) una reducción de lo explícito a favor de lo implícito. (Kyheng, 2003) Por último, el diálogo exige una buena percepción (de la parte verbal, no verbal y paraverbal) y una correcta comprensión (actitud, orientación, masa aperceptiva y conocimientos comunes). La dimensión perceptiva y comprensiva actúan contemporáneamente en el proceso de escucha y de preparación de un nuevo enunciado. El diálogo es, en fin, la forma progresiva del lenguaje, favoreciendo los cambios lingüísticos.

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Pensamiento neosaussuriano,

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E

n 1996, la familia Saussure concedió a la Biblioteca Pública de la Universidad de Ginebra lo que hasta entonces había sido el último hallazgo del trabajo intelectual de Ferdinand de Saussure. Se trata de un conjunto de manuscritos encontrados en una de sus estancias como consecuencia de los trabajos de mantenimiento realizados al inmueble. Se entregó una colección de notas de contenido intelectual, anotaciones con información científica, reflexiones sobre la lingüística, el esbozo de una obra jamás publicada titulada Lingüística general –proyecto dado a conocer en una entrevista de Léopold Gautier con el autor–, plantemientos varios sobre el lenguaje y diversos items de la semiología; también incluye escritos sobre gramática, semántica, fonología, y apuntes filosóficos e históricos. A partir de ese acontecimiento y durante los últimos dieciocho años, en Francia y en Suiza se han intensificado los estudios saussurianos, los cuales han tenido el objetivo principal de definir el pensamiento del lingüista a partir de la descripción y el análisis exhaustivo de sus notas para devolverlo a la comunidad intelectual bajo un esquema interpretativo amplio y más apegado a su propuesta epistemológica iniciadora. Con ello dio comienzo a una etapa heurística y exegética en momentos denominada “retour aux textes” (Bouquet, 1999 y 2002), entendida como el regreso a las manuscritos de Saussure1. A esta ver1

La sola idea de retornar al pensamiento de un autor, en una concepción histórica, invita a pensar en un trabajo diligente sobre las huellas y las pistas de un pasado que se reconstruye cada vez más, pero también es el acercamiento cuidadoso a las aportaciones de algún personaje, teoría o periodo de la historia cuyas elaboraciones finales abonarán al debate de las ideas. No es la primera vez que se utiliza esta etiqueta para el caso

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tiente le sigue una escuela también llamada neosaussuriana –en alusión a las notas del ‘96–. Y aunque pareciera carecer de importancia retomar el pensamiento de Saussure a un siglo del Curso de lingüística general (CLG), la revelación de textos de puño y letra del autor es, en sentido estricto, el reconocimiento de otra fuente legítima2 de reflexiones de un pensador plural, que deben ser valoradas desde una matriz descriptiva elemental para reconocer su valor epistemológico, científico e histórico, es decir, desde la filosofía. En palabras de Bouquet: La aparición de estos textos es un evento inesperado e importante para la historia de las ideas de las ciencias del lenguaje, de la filosofía del lenguaje y muy generalmente de las ciencias humanas. Debido a que su contenido tiene por naturaleza precisar, incluso modificar sensiblemente muchas de las interpretaciones existentes del pensamiento saussuriano, actualmente se resalta, especialmente gracias a estos nuevos textos, las líneas y los temas de una reflexión que, a pesar de su notoriedad, resulta bastante desconocida. (Bouquet, 2002)3 La mención de las “interpretaciones existentes”, empleada por Bouquet, sobre el pensamiento de Saussure invita a aceptar, bajo el ámbito y proceder epistemológico de las ciencias sociales y humanas, o bajo la óptica de la hermenéutica o de la filosofía de la ciencia, que cada una de las explicaciones, reproducciones, adecuaciones y usos que se le han hecho a las categorías de la lingüística dotó de nuevos saberes a distintas ramas del conocimiento, en especial a aquellas relacionadas con el fenómeno del lenguaje, y muchos de esos conocimientos pueden estar

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de Ferdinand de Saussure; ya Françoise Dosse, además de Bouquet, hizo referencia a un “retorno” al autor desde la perspectiva historiográfica (2004, p. 61). La idea que hoy se maneja de retorno refiere además a una distinción entre la obra oral y la obra escrita del ginebrino, una reevaluación de las fuentes. No he encontrado texto alguno que trate o señale la inautenticidad de los manuscritos hallados en 1996 por la familia De Saussure. Llamo aquí legítimo a la contrastación entre un texto producido por su puño y letra y lo creado por terceras personas en su nombre y como homenaje, como es el caso del Curso de lingüística general (CLG). No he de referirme al término legítimo para desvalorizar a aquellas proposiciones que no pertenezcan a su pensamiento, pero sí sería recomendable identificar, en el análisis de sus reflexiones, a dichos enunciados susceptibles de error sobre todo si no fueron redactados por el lingüista, actividad que generaciones venideras de pensadores sí realizaron al CLG. Traducido del original: “L’apparition de ces textes est un événement inespéré et important pour l’histoire des idées en sciences du langage, en philosophie du langage et plus généralement en sciences humaines. Car leur contenu est de nature à préciser, voire à modifier sensiblement bien des interprétations existantes de la pensée saussurienne: aujourd’hui se dessinent, notamment grâce à ces nouveaux textes, les lignes et les thèmes d’une réflexion qui, malgré sa notoriété, s’avère passablement méconnue”.

Pensamiento neosaussuriano, una justificación histórica

hoy susceptibles a revisión. La comunidad de investigadores y catedráticos interesados en evaluar el peso de los manuscritos de Ferdinand de Saussure es numerosa y participa activamente en comentarios y críticas acerca de una correcta y justa revaloración de sus ideas, por ejemplo, autores como Ecaterina Bulea (2010), Françoise Rastier, Jean-Paul Bronckart han realizado trabajos críticos y notables análisis a al corpus saussuriano del ‘96, generando importantes contribuciones a las ciencias humanas. Cabe hacer mención que, a pesar de concentrarse dichos estudios en Francia y Suiza, no significa que todas converjan un mismo punto o que se hayan determinado posiciones estandarizadas. El debate sobre el pensamiento saussuriano ha desarrollado poderosas tendencias. Por citar algunas, tenemos la postura procedente del Círculo Lingüístico de Saussure, que a su vez está compuesta grosso modo por una postura universalista y otra nominalista, entre otras vertientes vinculadas a posiciones epistemológicas; algunos otros grupos se conforman según la línea editorial y corriente adoptada por cada universidad o institución científica tanto en Francia como en Suiza; otras tendencias se expresan a partir de determinados ítems saussurianos o disciplinas asimiladas a la corriente semiótica, lingüística o materia afín; y en buena medida tenemos también investigadores que han adoptado la directriz de algunos de los principales comentadores del pensamiento ya sea saussuriano o neosaussuriano. Por ende, resulta necesaria y pertinente una catalogación de la dimensión intelectual contemporánea del hecho saussuriano, la cual ya encuentra importantes ecos en distintos países y sectores de la ciencia. En lengua hispana son escasas las obras acerca del segundo4 Ferdinand de Saussure, pero comienzan a dar testimonios directos acerca de la pertinencia de abrir nuevamente la discusión lingüística. En 4

Por el momento, me permito hacer una diferencia entre el Saussure del Curso de Lingüística General (CLG) y el Saussure productor de su propia obra escrita, en este caso incluye a los Écrits de Linguistique Général (ELG) entre otros textos de su autoría como lo son sus tesis y artículos. No me propongo separar por completo ninguno de los perfiles intelectuales saussurianos tal como se ha llegado a ubicar, por ejemplo, a Ludwig Wittgenstein entre las dos posturas de su producción filosófica, es decir, el que concierne al Tratactus Logico-Philosoficus y el que refiere a las Investigaciones Filosóficas (un filósofo más preocupado por el pensamiento analítico-representacional y otro más interesado por la realidad práctica del lenguaje); por ahora el segundo Saussure me sirve de guía para distinguir al Saussure textual del Saussure “parafraseado” o comentado. No obstante, hago referencia de que en Suiza y en Francia la presentación de la obra saussuriana se realiza muchas veces en tres perfiles: el Saussure del CLG, el Saussure joven de las tesis fonético-lingüísticas, y el Saussure de los ELG. En mi caso será más práctico diferenciar entre la obra escrita por Saussure y la indirecta, a

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Argentina, una de las representantes latinoamericanas en reproducir y aplicar las tesis saussurianas es Dora Riestra (2010), quien por su estrecha vinculación académica y científica con Ginebra y en especial con la actividad intelectual de Jean-Paul Bronckart, François Rastier, Simon Bouquet y Ecaterina Bulea –algunos de los principales estudiosos del saussurismo–, actualmente discute en la línea de la didáctica de las lenguas la necesidad de esclarecer ciertos planteamientos teóricos sobre el lenguaje y en especial sobre el uso del discurso en los ámbitos educativos y socioafectivos. No obstante, en la actualidad existen comentarios de investigadores quienes aun desconociendo los borradores del lingüista o ajenos a la comunidad científica europea especialista en el tema saussuriano revivifican la imagen del pensador ginebrino como un personaje a quien se le puede seguir apreciando no solo por la trascendencia de sus ideas, sino por las circunstancias en las que estuvo envuelto por cohabitar con una tradición de investigadores que se negaba a aceptar un pensamiento revolucionario o simplemente diferente. En su obra más reciente (2011), el antropólogo lingüista Andrés Hasler reconoce el valor del pensamiento saussuriano como una piedra angular de “nuestra ciencia” [lingüística], pero también como el ejemplo ideal para explicar, desde una mirada histórica, la forma en la que un pensamiento o un conjunto de ideas atraviesan por una etapa de exclusión ya sea por problemas de la ideología del momento o por sesgos motivados por la carga teórica de cada uno de los involucrados en la comunicación científica (Ibarra, 2003), o por la voluntad desmedida y el ejercicio del libre albedrío de un grupúsculo de intelectuales e investigadores que se resistieron a realizar cambios profundos en sus tesis más valoradas, ya sea porque sus principios lógicos o argumentativos hayan perdido validez o porque se negaron a aceptar que sus hallazgos habían caído en desuso por la falta de efectividad pragmática. Un ejemplo claro ocurrió con los defensores del método comparativo, quienes muy a pesar de su persistencia en mantener la rigidez de su estudio sentaron las bases de la lingüística moderna. Los que se han acercado directa o indirectamente a los modelos lingüísticos saben que no se puede excluir totalmente el método deductivo y comparativo del estructuralismo al análisis profundo de los fenómenos del lenguaje. pesar de que el CLG haya sido publicado con su nombre. Quien hubo de señalar a un segundo Saussure fue Louis-Jean Calvet en 1975 (2004, p. 69).

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Pensamiento neosaussuriano, una justificación histórica

Incluso los neogramáticos merecen mi gratitud, independientemente de que la senectud biológica que los alcanzó, aunada a su mezquindad, los haya anquilosado frente al joven Saussure. Todos nos enseñan que el científico escribe para las generaciones futuras y no para sus contemporáneos. Lograr la plena aceptación, o siquiera el respeto, de un grupo de coetáneos cohesionados por una visión estándar muy vigente es augurio de intrascendencia a mediano plazo. (Hasler, 2011, pp. 17 y 18) Esta apreciación, lejos de ser una queja sobre el cuestionable proceder de algunos investigadores que actúan como muros de contención frente a pensamientos nuevos, frescos o revitalizados, desde una mirada de la Historia de las ciencias podría aceptarse como un argumento más a la lista para justificar la necesidad de revisar en todo momento y con mayor profundidad la evolución o desarrollo de cada una de las microhistorias del pensamiento científico. Aquí, la evidencia de una conducta ética en contra de principios favorables para el avance gradual de la ciencia y el desarrollo de la actividad intelectual de personajes notables tiene un valor importante, al menos como registro de una justicia intelectual. La lista de autores que podrían apoyar dicha justificación la encontramos no solo desde una vertiente estructuralista sino desde la crítica marxista en relación con los procesos de la historia de los modos de producción y de los sistemas de pensamiento. Sin dirigirnos muy lejos, en una obra como la que se encargó de coordinar Michel Serres (1998), la vida y el desarrollo intelectual de Ferdinand de Saussure tendrían cabida para la explicación de una Historia del pensamiento estructuralista5 o en una Historia de la ciencia lingüística, 5

De hecho, existe desde 1992 elaborada por Françoise Dosse en Francia: Histoire du Structuralisme, I. Le champ du signe, 1945-1966, e Histoire du Structuralisme, II. Le cant du cygne, 1967 à nos jours, obras editadas por la editorial La Découverte. Sin embargo, a pesar de mencionarse a Ferdinand de Saussure como una influencia básica en el pensamiento estructuralista además de R. Jakobson y C. Levi-Strauss, en dichas obras no existe referencia a los ELG, ya que éstos fueron descubiertos en 1996 y editados como tales en el año 2002 por la editorial Gallimard en Francia. Cf. ambas obras en su versión española (2004). Debo señalar que la obra escrita de Saussure en su mayoría permaneció dispersa, algunas veces como notas, otras desde ciertos artículos publicados, y en buena medida como trabajos incompletos e inéditos ocultos al escrutinio público; se supo además que Ferdinand de Saussure rompía los borradores que utilizaba en sus cátedras; algunos se salvaron. Por esa razón el contenido de las tres sesiones llegó a tener notables diferencias terminológicas o, en el menor de los casos, didácticas. Esto explicaría el ánimo de los principales comentadores y estudiosos de la obra de Ferdinand de Saussure como Benveniste, Coseriu y Martinet por señalar ciertos errores y equívocos al interior del CLG; luego, otros notables personajes aprovecharían el camino andado para fortalecer algunas inconsistencias téoricas de la joven ciencia lingüística y desarrollar nuevos postulados, como Hjelmslev y los semiólogos franceses. Los ELG verían la luz treinta años después de esa intensa actividad y debate teóricos.

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en las que el hallazgo de los manuscritos serían presentados como el final de una narración de suspenso, en especial porque las vicisitudes y los conflictos experimentados por el ginebrino lo sitúan ya como una personaje polémico como la reciente defensa de las teorías de Christian Duverger6, que han generado controversia y confrontación en algunos gremios intelectuales. Para Hasler, no hay duda que recordar este episodio puede ayudar a instruir a las generaciones de jóvenes científicos e investigadores en mantener siempre una distancia objetiva frente a los hábitos y vicios de una colectividad académica: También Ferdinand de Saussure fue vetado, o bloqueado, por la totalidad de los lingüistas afiliados a la escuela neogramática, quienes rechazaron con gran virulencia la lingüística sincrónica y no comparativa propuesta por Saussure. Un factor psicológico en este desencuentro fue la xenofobia de los neogramáticos germanos contra el colega ginebrino y francoparlante. (Op. cit., p. 17) Desgraciadamente, y a pesar del avance de los medios de información y la alta producción de revistas científicas y libros especializados, no ha sido posible romper totalmente el cerco ya sea ideológico, teórico o intelectual que se emplea para evitar a toda costa la actualización de nuevos avances en la ciencia. Sin embargo, merece un estudio la relación de la producción científica con la aparición de diversos fenómenos sociales y comunicativos bajo el contexto de la información tecnocientífica en la era de Internet. Abordaré solo uno al margen de mi tema: la apropiación intelectual del conocimiento hoy en día es moneda de cambio y su impacto sancionador es cada vez menor debido a la falta de criterios para reconocer todas las influencias directas y explícitas en la obra de un autor además de los ya conocidos procedimientos para el reconocimiento de la validez de su aparato crítico. Por el contrario, si esto no fuese posible, el plagio de ideas se realizaría como algo habitual y sin forma de identificar los méritos científicos “claramente” originales. En la actualidad la diseminación teórica saussuriana cohabita en el interior mismo de la discursividad intelectual como un calco teórico comunicativo que ni el mismo autor hubo de evitar como representante de un paradigma en lenta transición. En la actualidad la socialización de los productos científicos ha multiplicado los discursos del conocimiento a tal magnitud que un 6

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Cf. Hasler, Andrés, op. cit., quien incorporó del historiador mencionado algunas propuestas procedimientales para la elaboración de su obra dialectológica.

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investigador puede encontrar la reproducción de su propuesta mucho más desarrollada y avanzada de lo que imaginó tan solo por el hecho de haberlo compartido como idea o inquietud, o como proyecto a futuro. Dicho esto, y sin dejar de lado el interés ético que merece la difusión de la ciencia como fenómeno social, esta masificación y multiplicación de referentes del conocimiento recodifican y unifican saberes al interior de un contexto cultural7. En otro sentido, podríamos decir que los pequeños círculos intelectuales se benefician de la producción científica de grandes instituciones y organismos públicos y privados que definen el rumbo de la investigación en un constante roce de corrientes y tendencias. Para Saussure, el discurso plural de la ciencia no pierde validez, todo pluralismo tarde o temprano, al nutrirse de nuevos estímulos, puede incentivar el desarrollo de nuevas teorías y definir la emergencia de un reacomodo de paradigmas e incluso el revelamiento de viejas falacias para su clausura definitiva y constante. Esto obligaría tarde o temprano a que los grandes constructos científicos se modificaran con el propósito de redefinir sus objetivos académicos y culturales. El saussurismo contemporáneo buscaría no sólo incorporar los datos retomados de los manuscritos en el seno de la investigación lingüística, sino ofrecer nuevos aportes epistemológicos a las ciencias sociales. Esta y otras problemáticas acerca de la difusión de las ideas justifican la mención de Ferdinand de Saussure como ejemplo del proceder de la ética científica frente a los conocimientos legítimos y trascendentes, sobre todo si dichos personajes, lejos de reconocerse por sus aportaciones teóricas, fueron excluidos y reducidos a genios locos o indisciplinados. Pero las vicisitudes experimentadas por el lingüista no son aquí tema central como si constituyese este texto el preámbulo de una biografía; vale, por el contrario, considerar precisamente las condiciones en que determinados pensamientos discurren en la historia, donde los factores 7

Por otro lado, existen factores externos a la dinámica de los institutos de investigación o departamentos de especialización científica que también pueden incidir en el freno de la innovación científica: desde la intervención de una política nacional que vaya en desmedro de las vitalidades creativas de una generación de estudiantes y académicos hasta la falta de un mecanismo idóneo que permita a las universidades unificar los modelos de actualización y productividad de sus científicos, o por lo menos garantizar la difusión efectiva y constante de sus investigaciones no solo a la comunidad intra o interacadémica, sino además el involucramiento de otros sectores sociales y de conocimiento. Esta y otras cuestiones que forman parte de una acción comunicativa hoy fuertemente discutida justifican mi inserción en el contexto de finales de siglo XIX y principios de siglo XX para ubicar el ambiente científico e intelectual que vivió Ferdinand de Saussure.

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que intervienen para destacar el pensamiento íntegro de un personaje vital de determinada ciencia muchas veces pueden no ser favorables ni mucho menos predecibles, pensando que la historiografía sea un catálogo de hechos finitos y accesibles para el investigador, reduciéndolo a un simple espectador pasivo. Si se creyera que esto fuera así, perdería sentido el ejercicio de búsqueda y validación de fuentes de información que realiza cualquier interesado en la historia de las ideas. Llega un punto en que el historiador ya no puede discernir los límites epistemológicos de las fuentes descubiertas debido a que el mismo discurso histórico ha sido incorporado a la historia de las ciencias para ubicarse en el tiempo y en el espacio, pero además para redefinir los datos que las legitiman ante la masificación e hiperespecialización de las disciplinas. Ya no es extraño observar a un biólogo realizar una historia de las epidemias del siglo XX al mismo tiempo que a un historiador interesarse por las técnicas de control de las epidemias utilizadas en América luego de la Segunda Guerra Mundial. Hay una metadisciplina que hoy ya no se ciñe totalmente a la definición del objeto puro de estudio como cuando cada ciencia demarcaba con precisión los lindes de su terreno cognoscente.

1. Modelo saussuriano, ¿una obra abierta? Para comentar el modelo saussuriano de los manuscritos de 1996 me gustaría anticipar una pregunta elemental: ¿por qué regresar a Saussure? Deseo que esta cuestión también sea expresada a su vez como la objeción inevitable en un punto en el que las ciencias del lenguaje han avanzado tan libremente por sendas muy diversas, muchas de ellas, actualmente, sin recurrir al CLG, o incluso sin retomar el referente de algunas líneas elementales atribuidas a Ferdinand de Saussure, apoyándose del argumento de que muchos de sus principios han sido rebasados o corregidos. Quiero decir que hay aquí algunos problemas. Mencionaré uno de ellos de fundamental importancia para justificar el desarrollo del presente subtema. Me referiero al problema de la relectura, en particular a la falta de una cultura de la revisión o repaso bibliográfico consecuente. Es decir, existe en la tradición del pensamiento occidental contemporáneo y en el esquema del desarrollo cultural pedagógico en la era de la globalización una tendencia a minimizar cualquier intención, ya sea didáctica o literaria, de retomar a los autores clásicos de la formación científica para el fortalecimiento del pensamiento intelectual. Esto desde luego tiene consecuencias lamentables no solo en lo que podría-

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mos denominar la calidad investigativa profunda, sino en la definición de un proyecto sólido en lo que respecta a los estudios fundamentales del lenguaje, los cuales tienen una sólida relación con los principios metodológicos de la ciencia formal. Incluso la filología, a la que se ha tildado de tradicional y rústica, ha adoptado criterios muy exhaustivos para el estudio de los textos, y actualmente realiza valiosas críticas de la cultura a través del análisis de los lenguajes. Por lo tanto, lo que hoy podríamos considerar errores de interpretación o precisiones científicas tardías, muchas veces llegan a ser “puntos ciegos” de lectura, ya que difícilmente nuestra memoria puede llegar a mantener vigentes todos los referentes teóricos de las principales corrientes de la ciencia y de sus principales exponentes, más difícil es aún tener almacenados todos los datos formales y categorías de dichos referentes. Recordemos algunas líneas importantes que nos comparte Todorov respecto de la lectura: Nada es tan común como la experiencia de la lectura y nada es más ignorado. (…) se ha examinado (con poca frecuencia) el problema de la lectura desde dos perspectivas opuestas. Una corresponde a los lectores: su variabilidad histórica o social, colectiva o individual. Otra, a la imagen del lector (…) entre las dos se sitúa, de alguna manera, un espacio inexplorado. (Todorov, 1998, p. 59) Por ende, internarse nuevamente al pensamiento saussuriano como actividad de relectura permite no solo actualizar las líneas más citadas de dicho autor, sino que, a la postre de los nuevos hallazgos, posibilitaría reafirmar o plantear tesis que en su tiempo no fueron posibles formular con mayor solidez ante la ausencia de todo un desarrollo teórico y científico prósperos que generó la lingüística y la semiótica durante mediados del siglo XX. Con esto no pretendo marginar los estudios más importantes y serios realizados al libro de cabecera de la lingüística (CLG), cuyos postulados formaron gran parte del sistema epistemológico del estructuralismo y disciplinas venideras, amén de las distintas adecuaciones propuestas para otras áreas del conocimiento como lo hicieron Levi-Strauss o Lacan, por ejemplo. Tampoco excluyo los trabajos, muchos de ellos, de rectificación y ampliación de los principios saussurianos elaborados por Émile Benveniste, Hjemslev, Ducrot, Mounin, Coseriu, Todorov, entre otros investigadores adheridos a la labor lingüística. Pues bien, creo que recurrir a los principales comentadores del pensamiento saussuriano y a los críticos o detractores del CLG nos brinda no sólo una formación

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consistente en las ciencias del lenguaje, sino que además promueve el planteamiento de que el corpus elaborado por Charles Bally y Albert Sechehaye seguirá siendo la fuente inmediata para la discusión –ahora desde la crítica epistemológica– de la situación, el estatus y los alcances del pensamiento lingüístico, permitiendo comprender su dimensión académica e histórica; y sobre todo ofrecerá, a la luz de los manuscritos de Saussure, conceptos e ideas actualizados sobre la semiología saussuriana. Otros fundamentos para una relectura de Saussure los hallamos en Engler y Bouquet (op. cit.), precisamente en la presentación del trabajo de selección, organización y anotación de los manuscritos del ginebrino al mencionar, de acuerdo con las reflexiones observadas, que quizá una de los principales intereses del autor haya sido una investigación de tipo filosófica, la cual tuvo que suspender ante la solicitud administrativa de ceñir o adecuar sus estudios al nombre de la cátedra, siendo la lingüística el ámbito de enseñanza más viable de la distribución curricular proporcionada por la Universidad de Ginebra. Una referencia más la encontramos en el trabajo realizado por Sylvain Auroux (op. cit., p. 13) –mencionado por Simon Bouquet y Rudolf Engler–, investigación historiográfica en la que demuestra que la aparición del término “lingüística” en obras escritas en francés, alemán e inglés, ocurrió entre los años 1870 y 1930; siendo un término corriente que designaba varios objetos de estudio, entre los cuales el lenguaje estaría en el interés Ferdinand de Saussure, aunque según la tradición escolar, la filología, el estudio de lenguas como el latín y el griego y la gramática, serían finalmente las que se verían poco a poco modificadas al incorporar sus propias intenciones científicas al proyecto escolar. Según la lectura de los autores, hay una lingüística general que parte de un conjunto de reflexiones saussurianas, compuesta por tres corpus: 1) algunos escritos de Saussure, 2) parte de los apuntes tomados por sus estudiantes durante las cátedras ginebrinas (1907-1911), y 3) el CLG. A partir de este corpus, la propuesta descriptiva del pensamiento saussuriano se puede desglosar de la siguiente manera: 1- Filosofía lingüística 2- Semiología 3- Epistemología y crítica de la cienca 4- Lingüística general Engler y Bouquet sugieren que el autor procuró mantener la justificación teórica de la nomenclatura de sus cátedras, por lo que habría

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seleccionado parte de sus reflexiones para la enseñanza de la lingüística, la gramática y la fonética histórica, y reservando el resto para el olvido o para futuros proyectos inconclusos. Otra tesis se observa claramente con la descripción del orden de aparición de nuevos postulados teóricos en cada una de las cátedras, siendo la última temporada la de mayor pulimento epistemológico, dejando entrever la facilidad que tuvo el autor de instalarse comodamente un campo cerrado de conocimiento al que le proporcionó el mayor cuidado posible. Lo anterior permite entender el sigilo con que manejó el autor la evidencia de sus estudios ya sea por la presión universitaria, por el contexto intelectual dominado por los neogramáticos consagrados o por prejuicios que el mismo autor habría manifestado a sus propias reflexiones al considerarlas carentes de justificación formalista o débiles desde el punto de vista científico. Por otra parte, casi todas las reflexiones saussurianas fueron etiquetadas como lingüísticas; ese criterio sigue vigente y se presenta muchas veces como un obstáculo para el debate libre y abierto de sus ideas, ideas que pueden establecer nuevos puentes para la discusión contemporánea de la realidad y de la cultura. De tal forma que, si lo que se pretende es una actividad científica próspera al interior del pensamiento saussuriano, lo más idóneo es que sus representantes sean afines, además, a otras formas de pensamiento o áreas del conocimiento, permitiendo una sociedad intelectual plural, pero también uniforme.

2. La mirada filosófica, un actor necesario Uno de los mayores retos de toda teoría o investigación científica –en los tiempos actuales– no se reduce solamente a salir relativamente ileso ante la evaluación y el juicio de una comunidad o academia especializada con la finalidad de depositar los productos a distintos espacios de difusión, sino también superar los avatares de todo proceder intelectual: la crítica. Permanecer incólume ante la vorágine argumentadora significa en términos públicos –al menos como ejercicio cultural– que ciertas ideas no despertaron el más mínimo interés e inquietud en los receptores. Incluso, para un determinado ambiente científico pareciera resultar más atractivo el devaneo intelectual que el debate de las ideas más urgentes de la reflexión contemporánea. No sobra decir que la reintroducción del lenguaje como objeto “novedoso” en el seno de la actividad filosófica, después de un siglo de desarrollo de la lingüística moderna, sugiere el despliegue de posturas confrontativas, puesto que

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hay corrientes del pensamiento que poseen el monopolio de determinados temas del lenguaje que difícilmente dejarán desprotegidos ante la incorporación de nuevas revelaciones, al menos no desde el auge de la filosofía del lenguaje, el desarrollo de las semióticas, el surgimiento de la ontología, el “giro lingüístico”, las cuales lograron contener el poderío de la vertiente analítica y positivista que caracterizaba a la lingüística formalista y estructuralista. Por tal motivo, remover alguna veta de estas posiciones mencionadas por medio del discurso neosaussuriano generará no pocas reacciones. Dicho sea de paso, la vigencia de muchos pensadores universales también depende, en buena medida, de las políticas editoriales adoptadas por las academias o instituciones científicas. Entonces, el discurso científico deviene conflicto ideológico cuando la política del momento limita las voluntades intelectuales del pensamiento creativo. Precisamente este escenario sinuoso e intrincado, en el que una comunidad científica recibe una forma de conocimiento como lo es el pensamiento saussuriano, a la filosofía le resulta un conjunto de problemas apatecibles para discernir y juzgar con desahogado interés. ¿Qué caracteriza a la filosofía para que pueda proceder de tal forma que sea capaz de desmenuzar, incentivar o acaso modificar el impulso de conocimientos frescos? O dicho de otra forma, ¿cuáles son los rasgos del corpus saussuriano que pueden provocar en la filosofía su acercamiento ya sea inicial o permanente? ¿Qué área y discurso particular de la filosofía debe ingresar nuevamente al numen del pensamiento saussuriano para su descripción, su análisis o crítica? ¿Qué validez tendrían estos resultados y cómo repercutirían? Para satisfacer dichos cuestionamientos se consideran aquí las siguientes guías: a) Con el auge de la hermenéutica en sus distintas modalidades y de la semiótica como comentadoras del hecho cultural, la filosofía se mantenido aparentemente ajena a problemas que corresponden a ciencias o disciplinas particulares como la antropología, la sociología y la psicología –especialmente social–. Esta distribución de objetos o fragmentos de la realidad ha orillado a la filosofía a arrinconarse en torno a sus distintas especialidades o áreas de conocimiento como la política, la ética, la lógica, la epistemología, la tecnociencia, temas todos de gran actualidad debido al carácter no finito del pensamiento humano y la emergencia del dinamismo social y cultural. No obstante, la elucidación de estas parcelas teóricas nutren el discurso general de la filosofía, la cual genera fuertes temas de discusión entre las

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ciencias cuando responde a sus principales procedimientos, tales como la prueba lógica-argumentativa, la generación de premisas, el despertar de la duda, la sistematización y la síntesis, aspectos que tienen por lo general el propósito de provocar la crítica, es decir, incentivar el dinamismo teórico y el intercambio de principios. b) Inicia Ferdinand de Saussure su reflexión científica (manuscritos del 96) con un fundamento de carácter gnoseológico, donde coloca al hombre vinculado con entidades mutables y dinámicas: lenguaje, realidad, tiempo y observación o punto de vista (psicología), de tal forma que tenemos un cuadro básico en la generación del conocimiento saussuriano que depende de la integración de dichas entidades, las cuales tienden a un pluralismo cognoscitivo, cuya explicación del observador tornará generalización por la misma naturaleza del lenguaje que solo adquiere sentido para cada individuo. “Hay algo primordial e inherente a la naturaleza del lenguaje y es que, cualquiera que sea el lado por el que se intente abordarlo –justificable o no– jamás se podrá descubrir en él otra cosa que individuos, es decir, seres (o cantidades) determinados en sí mismos y sobre los cuales se opera después una generalización” (2004, p. 28). Esta explicación formaría parte de una matriz filosófica a la que el autor le brinda no menos atención al ubicar como fenómeno la facultad que tiene el lenguaje para señalarse a sí mismo por medio de los individuos y las entidades que le circundan en esa identificación. c) Mario Bunge afirma que “la ciencia no se hace en un vacío filosófico, como creían los positivistas y Popper, sino en una matriz filosófica que, a mi modo de ver, incluye el realismo, el materialismo, el sistemismo y el humanismo. Hay que integrar esas distintas posiciones” (García Molina, 2014). En esa misma tónica, Saussure responde a la exigencia de una base que tenga la posibilidad de colocar en el centro del análisis las formas de construir conocimientos, pero a través del enfrentamiento del objeto múltiple que toda ciencia experimenta, pues lo que existe son puntos de vista y no en sí un objeto dispuesto a su demarcación que inaugure in situ una ciencia concreta. El pensador dirige esta crítica fulminante a su propio contexto: “Para empezar, recordemos, en efecto, que el objeto en lingüística no existe; no está determinado en sí mismo (…) nombrar un objeto, no es más que invocar un punto de vista determinado” (2004, p. 29). En ese sentido, la denominación de las cosas, el uso de una lengua determinada para la conceptualización del mundo tangible no sería el único fun-

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damento para la construcción de la realidad, sino el punto de vista adoptado; en otros términos de su voluntad u orientación: ¿espíritu y psicología? Existe, pues, justificación suficiente para evaluar el peso de esta y otras reflexiones que, aplicando con diligencia un análisis argumentativo y sistemático, permitirán la generación de nuevas tesis y actualizaciónes teóricas de algunas ciencias humanas que tienen como interés la discusión sobre el lenguaje, la historia y la realidad.

Consideraciones finales El tratamiento del universo científico como desarrollo del pensamiento humano ya no puede limitarse a la comprensión de pequeñas parcelas de conocimiento cerradas, concretas, sólidas que están ahí para garantizar la necesidad del hombre de esclarecer las últimas barreras de su curiosidad como muestra de su poderío cognoscente; esa realidad es un flujo complejo, dinámico y de acentuada heterogeneidad que requiere otras formas de organización y participación intelectual. El físico que descubre una nueva partícula para su correspondiente conceptualización y entendimiento del cosmos o de la nada sabe bien que no solo se requiere de determinados recursos y tiempo para lograrlo, sino que se garantice su impacto en la cultura y su promoción científica posterior, cuyo objetivo no será precisamente la armonización de las formas de pensamiento actuales, sino el incentivo a una acuciosa lucha de innovaciones mundiales, bajo el contexto de una tecnociencia impulsada por los modelos de producción industrial y expansionismo económico y financiero, que persiguen el sostenimiento del mercado neoliberal. Regresar al pensamiento de Saussure, como al de otros pensadores modernos y clásicos, permitirá visualizar la construcción de las formas de pensamiento actuales que se ajustaron a un número determinado de perspectivas filosóficas y científicas que tenían como preocupación explicar el lenguaje. Retrotraer el recorrido alcanzado por el discurso de la investigación lingüística en sus distintas direcciones y contrastarlo con el modelo neosaussuriano brindará por lo menos una matriz de principios que lograrán ubicar las relaciones existentes entre el hombre y su cultura, así como claves importantes para el análisis de determinados problemas de la reproducción del conocimiento, la discusión de la realidad, el discernimiento de la ideología como unidad variable y la elucidación del tiempo y la psicología como categorías aglutinadas. El camino es largo, pero será notablemente próspero si se toma una acti-

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tud abierta y mesurada al respecto de las posibilidades que tiene en la era de la globalización la transmisión de ideas que tengan como misión principal el equilibrio de las fuerzas del pensamiento global.

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a enseñanza de las lenguas, aun desde el enfoque actual de las prácticas de lenguaje, presenta una dificultad que hemos constatado a partir de las últimas investigaciones 2. Se trata una ruptura epistemológica que se produce a la hora de abordar la enseñanza de la gramática en la escuela; el objeto de enseñanza se escinde entre el texto, por una parte y los contenidos gramaticales, por otra, sin articulación que permita a los alumnos entender mejor el funcionamiento de la propia lengua, estableciendo relaciones entre el habla y la norma de uso de la lengua. Por el contrario, se produce una distancia entre el saber adquirido por los alumnos y el esperado por los profesores. Frente a esta situación didáctica de frustración y confusión teóricopráctica tratamos de adoptar una mirada crítica y retrospectiva para entender y delimitar la problemática epistemológicamente. El problema didáctico que tenemos hoy en la enseñanza de las lenguas es complejo y depende de la formación de profesores que, en Argentina, brindan los institutos terciarios y las universidades. En primer lugar, la gramática proposicional que se enseñaba (y se enseña) en la escuela proviene de la lógica de Port Royal (Grammaire

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Publicado en la Revista de la Universidade Federal de Pernambuco, Brasil: Eutomia, Recife, 16 (1), 259-274, Dez. 2015©. 2009-2010. P I 35 Universidad Nacional de Río Negro La universidad y la intervención en el sistema educativo: la enseñanza de la lengua primera.2010-2011. Proyecto INFD (Convocatoria 2009, “CONOCER PARA INCIDIR SOBRE LAS PRÁCTICAS PEDAGÓGICAS”) La formación docente inicial:¿cómo construimos el saber didáctico en la enseñanza de la lengua primera? Nº 766, Río Negro, CUE 6200303.2011. PI 40-B-137 Universidad Nacional de Río Negro: De los efectos formativos en los alumnos a la formación de formadores: la enseñanza de los razonamientos argumentativos y la gramática de las lenguas.

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générale et raisonnée de 1660) y su influencia en Europa central que, culturalmente, heredamos en América; se trata de una lógica que ya no nos resulta significativa, después de los desarrollos lingüísticos del siglo XX, pero está presente en nuestros razonamientos y, por eso mismo, pese a formular como necesaria la reflexión metalingüística en los programas, no lo hacemos en la formación de profesores de una manera didáctica coherente; en consecuencia, enseñar lengua, por lo general, no va más allá del comentario espontáneo de textos, una clasificación de las tipologías textuales y una explicación morfosintáctica abstracta, separada del sentido de los textos o, en el mejor de los casos, la justificativa de ese sentido, atribuido a la “estructura gramatical”. Esta es la influencia de Port Royal a la que hacemos referencia. Lo más opuesto a la concepción saussuriana que hemos relevado es el simplificado “estructuralismo escolarizado”, que fue una remodelación de la gramática razonada del siglo XVII. Se intenta reconstruir una única gramática subyacente que aparece en diferentes lenguas (el latín, el griego, el hebreo y diversas lenguas europeas), con el fin de captar la forma del pensamiento y el razonamiento humano. Las clases de palabras se reducen a dos, básicas: los objetos y la manera o la forma del pensamiento, que remiten a la clásica dicotomía entre nombre y verbos (sujeto y predicado) con complementos. En segundo lugar, esta lógica racionalista se vio reforzada por los principios de la gramática generativa de que ciertas oraciones complejas se reescriben como simples, es decir, habría constantes universales como sistema de casos subyacentes. En definitiva, el lenguaje se concibe como representación del pensamiento lógico. Si el cartesianismo reforzó esta posición frente a las lenguas en Europa en el siglo XVIII, las ideas chomskianas del siglo XX encajaron en la misma lógica representacionalista implícita, con una consecuencia en la enseñanza de las lenguas: el espontaneísmo o la no enseñanza metalingüística, como si la gramática de cada lengua en particular fuera un fenómeno inabarcable, cuyo conocimiento funcional fuera apenas accesible a los profesores. En tercer lugar, las gramáticas normativas, que se enseñaron a partir de la creación de las correspondientes academias nacionales de gramática, buscaron establecer una “norma culta” para las lenguas europeas. En el caso particular del español, la primera Gramática de la Real Academia Española data de 1771, con sucesivas actualizaciones y objetivos político-culturales diversos. Estas gramáticas normativas dependen, en parte, de las gramáticas descriptivas o investigaciones

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empíricas (como descripciones de lenguas particulares), aunque no han tenido una ruptura con la concepción de lengua abstracta única de Port Royal. La concepción filosófica que subyace acerca del carácter del lenguaje, como campo lingüístico que se desarrolla en los siglos XVI–XVIII, es la de la descripción de lenguas “exóticas” que acompañó la colonización europea de América primero y de Asia y África más tarde, así como la acción “civilizadora” y “evangelizadora” llevada a cabo. No obstante, en este recorrido histórico es imposible ignorar ciertas rupturas epistemológicas que no fueron consideradas en la época. La posición de Wilhelm von Humboldt sobre el lenguaje fue una ruptura que abordó las lenguas singulares como productos de los pueblos, es decir, un enfoque histórico, geográfico y lingüístico, que anticipa los estudios antropológicos en los Escritos sobre el lenguaje, obra del fin de sus días, entre 1823 y 1835, que preconiza la aparición y la revolución de Saussure. Para Humboldt el pensar no depende sólo del lenguaje en general, sino depende de cada lengua determinada y singular. La diversidad de las lenguas no es una diversidad de sonidos, sino una diversidad de visiones del mundo. La lingüística general debía conocer lenguas singulares. Las poblaciones que se mezclan no conocen mutuamente la composición singular de las palabras de sus dialectos, sino que las acogen como fórmulas en conjuntos; la articulación es un principio que domina las lenguas. Cada elemento subsiste por medio de los otros y ve lo geográfico como determinante empírico de las lenguas que se mezclan. Distinguía lenguas “ricas y sensibles” que debían mezclarse y “lenguas pobres y toscas” que también aportaban para una cultura refinada y compleja. Según Humboldt, el punto de unión clave está entre la ciencia y el arte (capacidad de lenguaje en sus producciones más excelsas). La dependencia recíproca del pensamiento y el lenguaje hace claro y evidente que las lenguas son propiamente un medio no tanto de presentar la verdad ya conocida cuanto, mucho más, de descubrir la verdad antes desconocida. Estos principios humboldtianos, basados en datos empíricos para estudiar el lenguaje humano, volvemos a encontrarlos en la primera década del siglo XX. Saussure –admirado y rechazado en el medio científico europeo– produce una ruptura y una revolución en la lingüística que, como todas las revoluciones, fue amortiguada después por los enfoques parciales de tanta riqueza y complejidad concentrada en sus conceptos. Hoy podemos decir que inauguró una epistemología de base interdisciplinar.

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Han pasado cien años y la potencia teórica de Saussure, escasamente estudiada en el siglo pasado (según Prólogo de De Mauro al Cours de Linguistique Générale, 1973), está siendo descubierta a partir de los manuscritos encontrados en 1996 en la casa del lingüista ginebrino, publicados en 2004 en español como Escritos sobre Lingüística General (en adelante ELG). Justamente, estas relecturas de Saussure son las que nos abren nuevas dimensiones para la enseñanza de las lenguas y, particularmente, una posibilidad de abordaje de la gramática de cada lengua. Desde el Coloquio “Révolutions saussuriennes” realizado en la Universidad de Ginebra en 2007, con la publicación de Le Projet de Ferdinand de Saussure (Bronckart et al., 2010)3, disponemos de las discusiones actuales de los conceptos del lingüista ginebrino después de las relecturas del Curso de Lingüística General a la luz de sus manuscritos (ELG). Por otra parte, la perspectiva interaccionista socio-discursiva en la que nos inscribimos (Bronckart, 1997, 2008, 2013, 2014), nos permite enfocar e introducir la reflexión metalingüística en la gramaticalidad del texto y encuentra en la noción saussuriana de signo revisitada, un camino posible para una redefinición de los objetos de enseñanza de las lenguas. Desde mi modesta relectura de Saussure y de algunos autores que han estudiado y reformulado conceptualmente nociones y principios de los manuscritos y los cursos –entre ellos, De Mauro, Bouquet, Bronckart y Bota, Bulea, Béguelin–, trataré de exponer una relación entre algunos conceptos lingüísticos saussurianos y su potencialidad para la enseñanza de la lengua primera, en función de articular la teoría con la práctica docente actual.

1. El signo después de “De la doble esencia del lenguaje” El manuscrito “De la doble esencia del lenguaje” nos presenta la dualidad lengua-habla desde una complejidad no contemplada antes, ya que “una identidad lingüística implica la asociación de dos elementos heterogéneos (fenómenos externos e internos, una figura vocal, por una parte y forma-sentido, por otra” (ELG, p. 23); descarta idea y forma, ya que el fenómeno es físico (sonido externo) y a la vez psíquico (de con3

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Traducido al portugués en 2014, O Projeto de Ferdinand de Saussure, Fortaleza: Parole et vie.

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ciencia, significación interna). Este principio llevó a Saussure a percibir las unidades delimitables, concepto que, según Bouquet (2013), es clave para entender su epistemología de la lingüística general y su proyecto de una lingüística de la lengua y una lingüística del habla. En el concepto de unidad lingüística, formulado ya desde los primeros textos originales hasta los manuscritos recientemente descubiertos, está el fundamento de la teoría de Saussure y el carácter semiótico que le imprime: “no hay distinción entre valor-identidad-unidad-realidad-elemento concreto (todo ello: lingüística)” (CLG, 1910, ap Bouquet, 2013). La relación (dualidad) entre dos esferas (la de coordinación sintagmática-in praesentia y la de coordinación paradigmática-in absentia), definirá el valor negativo del signo en el sistema. La negatividad del signo por oposición y asociación está expresada de este modo en “De la doble esencia del lenguaje” (ELG): Toda especie de signo existe en el lenguaje (1º el signo VOCAL de cualquier orden, signo completo como una palabra o un pronombre, signo complementario como un sufijo o una raíz, signo despojado de toda significación completa ni complementaria, como un determinado “sonido” de la lengua; o signo no vocal como “el hecho de situar tal signo ante tal otro”) tiene consecuentemente un valor puramente no positivo, es decir, esencialmente, eternamente NEGATIVO (p. 51). El concepto de signo es así presentado en la complejidad de una doble esencia y en el carácter necesariamente negativo que otorga la oposición; no hay mención a representación, sino a realización, ya que es, a la vez, signo fonémico, signo morfémico y signo sintáctico, tres posibilidades de realización sígnica que se subsumen al realizarse: el fonema en el morfema y el morfema en la sintaxis. La organización de las unidades semióticas (signos), que Bouquet (2013) explica como “composicionalidad semiótica y triple articulación de la lengua” es la composición sucesiva –o triple articulación– de fonemas, de morfemas y de posiciones sintácticas”. Esto demuestra el poder descriptivo que contiene el concepto saussuriano de “signo”; de este modo diferencial es como la lengua se constituye en tanto sistema de signos. Saussure define “cuatro puntos de vista legítimos, basados en dos puntos de vista necesarios” (ELG, p. 28). Son cuatro términos a los que alude y que forman un solo todo para la mente(cuaterno): “(un signo/ su significación)=(un signo/otro signo) y además (una significación/otra significación)” (ELG, p. 43).

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Estos puntos de vista que toma ponen de manifiesto la complejidad del objeto delimitado, por lo que el manuscrito ayudó a entender estos conceptos que en las tres ediciones del CLG no quedaban muy precisados.

2. Gramática y tiempo Dentro del enfoque del signo hay una concepción gramatical que rompe con el fijismo de las categorías tradicionales (y con la concepción representacionalista de la gramática de Port Royal mencionada antes), en realidad, como señala Béguelin (2014), Saussure anticipa una crítica al concepto de gramaticalización, rompiendo con los lingüistas de su época, porque introduce un nuevo objeto de estudio de la lingüística. Según Béguelin: A la dificultad de definir las unidades se suma que el objeto de la lingüística, que para Saussure no es una sustancia, sino un hecho de conciencia puro (ELG, 19), asocia indisolublemente una forma sonora y una significación: este ser doble no podría aprehenderse solamente desde un lado solo al mismo tiempo (p. 308). La ruptura realizada para con la lingüística de su tiempo parte justamente del estudio comparatista para criticar y, en realidad, superar las ilusiones de la lingüística histórica de la época. Al poner en primer plano la analogía morfológica, es la conciencia del hablante la depositaria del análisis lingüístico real y, por lo tanto, la que legitima las hipótesis. Según Béguelin, de esta posición se desprende que los conceptos de “gramaticalidad y agramaticalidad” unidireccionales, asumidos posteriormente por muchos lingüistas, así como los estudios diacrónicos actuales, han quedado fuera del fenómeno descubierto por Saussure en su funcionamiento como proceso que transcurre linealmente, es decir, temporalmente y en la conciencia del hablante. El concepto de dinamicidad de Saussure que abreva en la físico-química de su época no pudo dimensionarse ni ser entendido por los lingüistas posteriores. Para afinar esta problemática necesitamos revisar y estudiar la perspectiva saussuriana del tiempo en la lengua y la transmisión de la lengua, así como las diferencias de signos y el concepto de la negatividad. Para Bulea (2014), al resaltar Saussure el carácter permanente, temporalizado y no predeterminado de los cambios lingüísticos, comparte con la termodinámica el principio de la transformación como la evolución y la reorganización de los sistemas (el no equilibrio) en el

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curso del tiempo. Asimismo, se refiere al concepto de dinamicidad para abordar la complejidad del signo como dinámica temporalizada, sin caer en reduccionismos materialistas. Según esta autora, para Saussure el Tiempo es, por un lado, una dimensión interna de las formas semióticas y, por otro, como actor de una realidad sociohistórica evolutiva. Se trata de una “idea de temporalidad activa y productiva”, contraria al concepto teleológico de “evolución lingüística”. Por lo tanto, la temporalidad y la sociedad no son factores externos de la lengua, sino internos; dicho de otro modo, como señala Béguelin, el cambio lingüístico es motorizado por los hablantes, de este modo la gramaticalidad o agramaticalidad no puede evaluarse en los términos direccionales del lingüista que analice exteriormente la evolución de una lengua. Esta crítica a la gramaticalidad entendida fuera del hablante concreto es un dato clave para quienes enseñamos lengua, puesto que aún, después de cien años de los descubrimientos de Saussure sobre el hecho gramatical en el hablante, no es considerado con la necesaria profundización que requiere este aspecto que determina el concepto de gramática en esta teoría. Para la Didáctica de las lenguas se trata de un aporte valioso, en la perspectiva del signo y el texto, frente a la reflexión metalingüística necesaria para entender la lengua funcional, en términos de Coseriu (1991) y, en particular, la “gramática funcional” como funcionamiento de la lengua que se usa concretamente en una situación de comunicación habitual. Esta lengua funcional es, desde Coseriu, la única que podemos enseñar, al ser la lengua concreta que usamos como hablantes, nos permite ejercer la reflexión del hecho gramatical, en sentido saussuriano. En una perspectiva opuesta a estos principios de Saussure, la lingüística aplicada actual, con los diversos modelos teóricos que provienen de este campo general, busca explicaciones externas al hecho psíquico; en otra perspectiva, la concepción de la “norma culta”, que se basa en lo “gramatical y agramatical” como una restricción previa a la reflexión metalingüística también hay un enfoque opuesto al de Saussure; podemos decir, en el primer caso, que se trata de un aplicacionismo abstracto de modelos teóricos y, en el segundo, de una prescripción normativa abstracta, fuera del contexto del hecho de habla; ambas perspectivas obturan la posibilidad de practicar la autorreflexividad inherente al lenguaje humano, que, según De Mauro (2005), a partir de los conceptos saussurianos, es una característica constitutiva de las lenguas:

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cada lengua humana está dotada de la posibilidad de regresar a sí misma, de reflexionar ella misma, es decir, de usar en forma metalingüística reflexiva cada una de sus partes y sus usos (p. 120). En síntesis, como lo expresara Béguelin, Saussure subvirtió el modo de abordar la historia de las lenguas al conferir un primer plano a la analogía morfológica y a la conciencia del hablante como el único lugar posible para efectuar un análisis lingüístico real que legitime las hipótesis de los lingüistas. En lo que respecta a diferencias de signos y el concepto de la negatividad, es el principio fundante de la concepción saussuriana que aporta en la ruptura epistemológica con la concepción representacionalista del lenguaje y las lenguas:

La lengua, por tanto, consiste en la correlación de dos series de hechos: 1º en que cada uno de ellos sólo consiste en oposiciones negativas o en diferencias, y no en términos que ofrezcan una negatividad en sí mismos; 2º en que cada uno no existe, en su propia negatividad, más que porque a cada instante una diferencia del primer orden viene a incorporarse a una diferencia del segundo, e inversamente. (ELG, p. 75) La gramática estructural también queda desmantelada frente a esta concepción composicional del sistema de lengua como oposiciones sintagmáticas en las que el valor=unidad, la noción de valor diferencial del signo, por una parte y la asociación (paradigma), por otra, componen la dualidad de significado; son las dos esferas que generan el valor: para Saussure no existe la relación contenido-forma, forma-sustancia, forma-idea, la doble esencia es indisoluble.

3. Lengua interna-lengua externa Sobre el concepto “estado de lengua”, las lecturas del CLG durante el siglo XX fueron sesgadas por una concepción dicotómica que mantuvo una ambigüedad respecto de este concepto clave sobre el que Saussure (2004) sostiene:

I. Un estado de lengua no ofrece al lingüista más que un solo objeto central: la relación entre las formas y las ideas que en ellas se encarnan.

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Por ejemplo, será erróneo admitir que este estado de lengua ofrece el segundo objeto central de las propias ideas; o bien de las formas; o bien de los sonidos; (objeto necesariamente complejo, dejando de lado los demás atributos) (p. 87). En consecuencia, es el signo indisoluble en la conciencia del hablante lo que existe en cada estado, por lo que la lengua se transforma permanentemente y es imposible fijarla, así como comparar una sucesión de estados. En esta dirección, respecto de la transformación de la lengua, Bota y Bronckart (2014) destacan la “dimensión gnoseológica” de la lengua como un proceso que transcurre en la conciencia del hablante, y constituye el orden gramatical propiamente dicho. Según el CLG (1973, con la colaboración de Riedlinger) es “conciencia y comprensión de la relación de las formas entre sí”. Sostienen Bota y Bronckart que hay un enfoque adoptado por Saussure en los tres cursos dictados en la Universidad de Ginebra, centrado en los cambios analógicos, que consiste en un proceso de creación, que implica comprensión y análisis de las relaciones entre las formas-signos. Saussure afirma que el proceso de creación se da en lo discursivo y, según los autores citados, “el valor del signo es conferido y reconferido en la dinámica sociodiscursiva”. De aquí derivan las relaciones entre signos, textos y géneros, donde los signos viven realmente, además de la conciencia del hablante (psiquismo de las personas para Bronckart). Aunque no abordaremos en este artículo el estatus de los textos y los géneros, y su relación con los signos, es necesario señalar la articulación teórica realizada por Bronckart (1997; 2008) en el marco del interaccionismo socio-discursivo, así como la elaboración metodológica del análisis descendente. A partir del concepto de signo de Saussure, Bronckart (2014) postula que los hablantes se apropian e interiorizan entidades lenguajeras (morfemas, palabras, sintagmas, frases, etc.) como si se tratara de un almacenamiento interno de series asociativas (por orden fónico, semántico, sintáctico). A este orden lo llama lengua interna de las personas y tiene un cierto carácter idiosincrático a diferencia de la lengua externa, la lengua normatizada que depende de una reorganización teórica realizada por lingüistas y gramáticos, operando como una instancia u orden de control para el proceso de producción de los textos. Los conceptos de lengua externa y lengua interna constituyen una construcción teórico-metodológica interesante para el análisis de la

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autorreflexividad que cada lengua construye de sí misma, hablando de sí misma (autonimia), como sostiene De Mauro (2005): La “indeterminación semántica” encuentra en la metalingüística reflexiva la forma de incorporarse al cauce de uso común. La indeterminación es la matriz de la ampliabilidad semántica de las palabras. Gracias a ella las lenguas cumplen el principio de la omniformatividad semántica: a priori no existen límites para la decibilidad (p. 125). El concepto de “lengua interna” sintetizado por Bronckart y el de “indeterminación semántica de la lengua” formulado por De Mauro son conceptos que pueden relacionarse y, en consecuencia, observamos que desde esta posibilidad autorreflexiva que tienen las lenguas singulares en los hablantes es que podemos proponer la reflexión gramatical como espacio interno-externo, inconsciente-consciente. Se trata de enfocar la semiosis como proceso del hablante que sintetiza la relación entre la lengua interna y la lengua externa desde la dimensión gnoseológica de la lengua vivenciada. Creemos que con esta posición teórica adoptada en la enseñanza de las lenguas es posible acompañar y estimular el proceso semiótico de autorreflexión y análisis gramatical los alumnos metódicamente, como un ejercicio consciente de aprendizaje de una lengua que, necesariamente, debe apuntar a integrar lo interno/individual asociado y relacionado con lo externo/colectivo, sistematizado, categorizado, reorganizado, en función de ampliar las posibilidades morfo-sintácticas (semánticas) de los alumnos. Por otra parte, la explicación integradora e interdisciplinaria que le atribuyera Saussure a la Semiología, nueva ciencia para nuevo objeto de estudio, aporta para entender estas relaciones entre lo praxiológico y lo epistémico que se implican para enseñar una lengua: Si se considera un signo o figura vocal como signo (Semiología=morfología, gramática, sintaxis, sinonimia, retórica, estilística, lexicología, etc, pues todo esto es inseparable), lo que implica directamente cuatro términos irreducibles y tres relaciones entre esos cuatro términos y que, además, las tres deben ser transportadas por el pensamiento a la conciencia del sujeto hablante. (ELG, p. 49) En definitiva, la integración esbozada por Saussure aquí y no comprendida mayormente durante el siglo pasado por los lingüistas, con excepciones, como ha sido el caso de Bronckart (2014, 2013), consiste

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en entender dinámica y dialécticamente el funcionamiento del proceso semiótico. Los niveles de elaboración textual que Bronckart denomina “hojaldre textual”, como si fueran capas superpuestas que se interpenetran, son consideradas, a la vez, como decisiones simultáneas de la textualización. Para el análisis se trata de hacer consciente ese interjuego o interrelación de la composición sígnica entre lo interno y lo externo: la lengua interna sería el espacio de los mecanismos de enunciación, de textualización y los tipos de discurso (operaciones psicolenguajeras) y la lengua externa sería el espacio de las explicaciones relativamente objetivadas con diversas derivaciones de los aportes disciplinares en las categorizaciones, que también se modifican, de acuerdo con las descripciones teóricas ensayadas. Ambas dimensiones (la interna y la externa) cambian permanentemente, por lo que la necesidad de estabilizar ciertos contenidos gramaticales de enseñanza debería partir, en cada situación de enseñanza, de las posibilidades reales de los hablantes/individuos/alumnos y no de nociones abstractas a ser introyectadas. Está en juego la selección acertada de las nociones gramaticales objetivadas y su valor heurístico en función del desarrollo real de las personas, este es el estado más o menos compartido entre los profesores de lenguas respecto de la enseñanza gramatical. Por otra parte, es necesario agregar que el lenguaje humano se da “entre”, no “en” un lugar estático (llámese este cerebro o mente o alma), por lo que la lengua externa tendrá siempre otros que la corporicen. El concepto de actividad lenguajera desarrollado por Bronckart (1997), con base en la teoría de la actividad de lenguaje (Vygotski, 1995) como actividad de conciencia de Leontiev (1983), es central en esta perspectiva teórica.

4. El sentido y el significado, lo global y lo local del signo Frente al dilema: ¿lengua o habla?, si bien fue postulado con claridad por Saussure que primero es el habla como determinante de la lengua, para la Didáctica se plantea la problemática del sentido frente a la problemática del significado y el papel del léxico en la enseñanza, es decir, son dos niveles semiológicos donde uno determina al otro: lo global es determinante de lo local. En el plano didáctico sostenemos que frente al “todo inseparable del signo” mostramos/nos detenemos/nos situamos primero en el sentido global para después entrar en las relaciones isotópicas (sentido local y su efecto) en el texto.

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Dirá Bouquet (2013) que “toda secuencia de lenguaje puede ser actualizada desde una semiótica de la lengua”. Sostiene que la triple articulación se produce como composición sucesiva, que nos muestra la lengua como sistema de signos y la relación entre las unidades saussurianas delimitadas como tres tipos de signos: 1) el fonema o signo fonémico (valor igual al significante); 2) el morfema o signo morfémico (valor distinto del significante, sistema de la lengua); 3) la posición sintáctica o signo sintáctico (no descomponible en unidad mínima/lineal, propiedades categoriales y jerárquicas). Los tres tipos de signos que se subsumen en la composición sucesiva muestran la relevancia que Sausure otorgó al concepto de unidad mínima según Bouquet, puesto que la composición fonémica constituye la unidad mínima del signo morfémico, la composición morfémica es fija, no generativa, constituyendo la unidad mínima del signo sintáctico que es generativa y recursiva. Estos tres signos que ponen en evidencia la lengua como sistema, nos permiten transitar didácticamente los textos, invirtiendo el orden composicional: desde el signo sintáctico y el morfémico al signo fonémico; de este modo recorremos los textos desde el sentido global a los significados locales lexicales y la relación sonora y gráfica (la oralidad y la escritura con sus componentes de dicción y ortografía). De nuestra parte (Riestra, 2005; 2006), proponemos para la enseñanza un orden descendente de lo global a lo local y, en particular frente a la reflexión gramatical; lo denominamos trayecto didáctico de “uso-sentido-forma” para focalizar aspectos de la composición textual, coincidente con el concepto del determinismo del signo global como determinante del signo local.

Algunas conclusiones Para nosotros, didactas y profesores de Lengua, el concepto de signo es la herramienta de base: nos comunicamos mediante significaciones y diferencias de significaciones, por lo tanto, desde aquí tenemos que enseñar lengua. Hemos observado que las aplicaciones de estudios  de la Lingüística o la Psicología transferidos al aula producen efectos de vaciamiento de contenidos de enseñanza. Pareciera que enseñamos al utilizar termi-

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nologías técnicas actualizadas cuando en realidad no enseñamos nada, exponemos formalismos descriptivos, clasificatorios, muy distantes del carácter praxiológico de las actividades de leer y escribir, que son procesos de desarrollos personales, desiguales, realizados en el tiempo y espacio concretos, es decir, en un contexto físico, social y subjetivo determinante. Como los signos viven en textos orales o escritos y se producen en géneros (en determinada situación comunicativa), las relaciones entre las nociones teóricas saussurianas cobran un sentido nuevo en la medida en que comprendamos esta articulación gnoseológica entre lo interno (lengua individual) y lo externo (lengua colectiva). Por otra parte, la lengua funcional, como objeto de enseñanza, nos plantea la cuestión del método didáctico a instrumentar en el abordaje de los textos desde el sentido global pasando por la significación lexical e isotópica local. Los objetos de enseñanza tienen el nivel de complejidad señalado por Saussure al definir la Semiología: - en la superficie de los textos identificamos las configuraciones de unidades lingüísticas, pero no podemos ignorar que se trata de un sustrato psico-verbal, inconsciente en esa elección lingüística. En este sentido, Bronckart (2002/2013) nos ofrece un instrumento didáctico para introducir las nociones gramaticales: - en los tipos de discurso, que son efectivamente las unidades psicoverbales, subyacen las operaciones psíquicas, reconocemos los mundos discursivos (el contar y el exponer de las prácticas lenguajeras). Tanto a nivel de la progresión didáctica en la propuesta de enseñanza de la lengua, como a nivel de método elaborado con un cierto criterio de articulación, debemos atender a dos planos de elaboración que es necesario diferenciar entre lo global y lo local del signo lingüístico. En síntesis, la conciencia gramatical de la lengua es consecuencia de la comprensión de la propia semiosis, en primer lugar y, después, de la interacción con el profesor; éste en su explicación técnica utilizará el conocimiento lingüístico disponible en diálogo con los diferentes procesos gnoseológicos de los alumnos. Como consecuencia, entendemos que la enseñanza de la gramática, necesariamente, comienza a partir de un texto, en el espacio individual autorreflexivo ya que, en la medida en que se lee, escucha, enuncia (se interactúa verbalmente), va resignificándose, con las posibilidades de

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articulaciones sígnicas disponibles (lengua interna). El archivo o acervo personal de cada individuo hablante, es decir, la lengua interna, puede reorganizarse mejor en la medida en que los profesores ofrezcamos las relaciones fónicas, morfológicas y sintácticas en ciertos esquemas reflexivos previamente planificados (lengua externa).

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El programa de Voloshinov

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En la vida real, nosotros jamás pronunciamos ni oímos palabras, sino que oímos la verdad y la mentira, lo bueno o lo malo, lo importante o lo nimio, lo agradable o lo desagradable. La palabra aparece siempre llena de un contenido y de una significación ideológica o pragmática. (Voloshinov, El marxismo y la filosofía del lenguaje, p. 112).

El centro organizador de cada enunciado, de cada expresión, no se encuentra adentro sino afuera: en el medio social que rodea al individuo. (Voloshinov, El marxismo y la filosofía del lenguaje, p. 149).

1. Introducción

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n octubre de 2012 se realizó en San Carlos de Bariloche (Argentina) el seminario de doctorado “Saussure, Vygotski y Voloshinov: el signo lingüístico como problema epistemológico”, organizado por la Universidad Nacional de Río Negro Sede Andina, al cual asistí en el marco de mis estudios de posgrado en la Universidad Nacional de Rosario. El dictado del seminario estuvo a cargo de la Dra. Dora Riestra (Universidad Nacional de Río Negro) y del Dr. Cristian Bota (Universidad de Ginebra, Suiza). Como trabajo de acreditación se sugirió problematizar la práctica de enseñanza desde el marco teórico abordado en el seminario. Las reflexiones que compartimos a continuación son producto de ese trabajo de articulación teoría/práctica. En este contexto, el “retorno” a la obra de Valentín Voloshinov que proponemos, en particular a El marxismo y la filosofía del lenguaje (1929), implica no sólo reconocer la autoría de ese texto (históricamente adjudicado a Mijail Bajtin) y promover la reivindicación de un autor

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fundamental para las Ciencias del lenguaje; sino también recuperar su teoría programática sobre el signo lingüístico, el enunciado y los géneros, que continúa interpelándonos y podría habilitar nuevas propuestas para la didáctica de las lenguas. En pos de ese objetivo, organizamos este trabajo en dos partes: en primer lugar revisitaremos, a partir de algunas lecturas contemporáneas de la obra de Voloshinov, los conceptos de signo lingüístico, enunciado y género del lingüista ruso; además de recuperar sucintamente su teoría sobre el diálogo. En la segunda parte vincularemos el programa de Voloshinov con un problema didáctico actual: ¿cómo enseñar los géneros textuales sin desatender su estatuto sociolingüístico? Haremos referencia concretamente a la enseñanza de los géneros de textos orales institucionalizados en el nivel secundario en Argentina. En ambos segmentos, se hará hincapié en la caracterización del signo lingüístico como entidad social vinculada inexorablemente a situaciones de comunicación concretas y a ámbitos sociales organizados; en consonancia con el método sociológico propuesto por el autor ruso para el estudio y la generación del lenguaje.

2. Valentín Voloshinov: un retorno a “sus temas” i. Signo, enunciado y género En su obra El marxismo y la filosofía del lenguaje (1929)1, Valentín Voloshinov (1895-1936) buscó “construir una filosofía del lenguaje de acuerdo con los principios marxistas. Estos principios habían de basarse en un enfoque semiótico y materialista” (Bubnova, 2009, p. 7). En ese contexto se interroga acerca de la naturaleza de los fenómenos ideológicos y de los fenómenos del lenguaje. Desde esta perspectiva marxista, planteó que los productos ideológicos (herramientas de trabajo como el martillo y productos de consumo como el pan) además de formar parte de la realidad social como cuerpos físicos, pueden poseer una significación y funcionar como signos, es decir,

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Esta obra se publicó en español por primera vez en 1976 con el nombre El signo ideológico y la filosofía del lenguaje; un año después de la muerte de Bajtin y seis años antes de la publicación en español de “El problema de los géneros discursivos” (1982, 1979 en ruso).

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reflejar y refractar esa realidad. En este sentido, el autor ruso postulará que cada “zona de la creatividad ideológica” –concepto al cual denominará en otras ocasiones “esfera ideológica”– tiene una función particular en la vida social –científica, estética, moral, religiosa–, pero que todos los productos o fenómenos ideológicos se unifican por su carácter sígnico. Como a todo signo se le pueden aplicar criterios de valoración ideológica (mentira, verdad, corrección, justicia, bien), el área de la ideología coincide con la de los signos: “donde hay un signo hay ideología” (2009, p. 28), escribirá Voloshinov en su obra, resultado de su tesis doctoral, en la cual define la ideología como una superestructura en relación –no mecánica– con las bases económicas ante cuyos cambios reacciona. Los signos, fenómenos del mundo exterior que se crean en el proceso de comunicación de un ámbito social determinado, presentan contenidos ideológicos políticos, religiosos, jurídicos, científicos, literarios, entre otros. El signo lingüístico (Voloshinov escribirá “palabra”) es, como los otros signos, un producto ideológico que se genera en la interacción entre las distintas clases sociales en el ámbito social. Sin embargo, posee un estatuto particular debido a que es “el fenómeno ideológico por excelencia (…) que acompaña a toda creación ideológica” (2009, pp. 33 y 35). Al respecto señaló Voloshinov: “todas las manifestaciones de la creatividad ideológica, todos los demás signos no verbales aparecen sumergidos en el elemento verbal y no se dejan aislar y separar de éste por completo” (2009, p. 35). Además, la palabra opera como medio de la conciencia, que se estructura verbalmente dado que no hay acceso a la conciencia si no es a través de los signos2, por eso ésta asume un carácter ideológico y social. En este contexto, define la palabra como “fenómeno satélite obligatorio (…) que está presente en todo acto de comprensión y en todo acto de interpretación” (2009, p. 36). De este modo, en el primer tercio del siglo XX Voloshinov concibió al signo lingüístico como un signo ideológico que no se puede analizar en abstracto ni disociar del proceso de comunicación social en el cual surge. Es decir, para este autor las leyes de la creación lingüística son 2

Voloshinov criticó al psicoanálisis en su libro Freudismo. Ensayo crítico (1927) precisamente porque este enfoque no asumía el carácter discursivo, sígnico, de las representaciones psicoanalíticas. Desde su perspectiva psicológica de índole sociológica, concibe a la conciencia individual como un hecho ideológico y social, en oposición al positivismo de las corrientes dominantes de la psicología. En El marxismo y la filosofía del lenguaje postula que “la conciencia tiene un contenido ideológico determinado por factores sociológicos (2009, p. 146).

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sociales: “la palabra en los labios de un individuo aislado aparece como producto de interacción de las fuerzas sociales vivas” (Voloshinov, 2009, p. 73). No hay forma de separar el signo ideológico de las condiciones políticas y sociales debido a que las bases (existencia real) determinan al signo –se codifica aquí su perspectiva marxista– que, a su vez, refleja y refracta esa existencia en un proceso de generación dialéctica en el cual el carácter omnipresente del signo lingüístico resulta crucial debido a que explica las relaciones no mecánicas entre las bases y la superestructura. Por otro lado, considera que los signos se realizan en enunciados (textos) en la interacción verbal. En palabras de Riestra, Voloshinov “diferencia significado neutral de la forma lingüística del signo ideológico, que solamente se realiza en enunciados, es decir, con un sentido y en un contexto” (2012a, p. 81). Así, la situación extralingüística “entra en el enunciado como componente indispensable de su sentido” (Ivanova, 2010, p. 53). Asimismo, los enunciados que surgen en la comunicación verbal asumen formas variadas; es decir, constituyen distintos “géneros discursivos”3 –“que hasta ahora no han sido estudiados” (2009, p. 41), destacó en 19294–. Así, los géneros se configuran como las formas de la comunicación semiótica verdadera (Voloshinov, 1929). Desde este punto de vista, las relaciones de producción y la formación político-social determinan los contactos entre los hombres como las formas de la comunicación verbal, los géneros, que presentan una naturaleza social, del mismo modo que el signo lingüístico y el enunciado. En palabras de Cristian Bota y Jean-Paul Bronckart, los géneros constituyen “las formas materiales precisas de la expresión psicológica del cuerpo social” (…) se trata para él [Voloshinov], por un lado, de estudiar la determinación que ejercen las formas de organización política y las formas de actividades sobre estos géneros y, por el otro, de poner en evidencia las diferentes formas de representación colectivas que concretan los signos organizados dentro de estos mismos géneros. (2010, pp. 121 y 122)

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En su obra, Voloshinov se refiere a “géneros discursivos” y “géneros de la vida cotidiana”. El concepto hace referencia a la forma que asumen los enunciados en la interacción discursiva. Por eso, Ivanova también los denomina ‘géneros verbales’. Nosotros preferimos la noción “géneros de textos”. Utilizaremos estos términos indistintamente. En “El problema de los géneros discursivos” (1979) de Bajtin, leemos: “con esto se explica el hecho de que el problema general de los géneros discursivos jamás se haya planteado” (2008, p. 246).

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Para Voloshinov, los géneros son “un reflejo ideológico de ésta [la comunicación social] en su tipo, estructura, finalidad y composición social” (2009, p. 156) debido a que son parte del medio social que los determina. Así, afirma que “la estructura del enunciado (…) es una estructura social. La estructuración estilística del enunciado es una articulación social” (2009, p. 150)5. Por eso el género es definido como “estructura tipo del enunciado, que posee sus formas gramaticales y estilísticas” (Ivanova, 2010, p. 59). Voloshinov precisa este enfoque sociológico indicando que cada época y cada grupo social tiene un repertorio de las formas discursivas homogéneas de la comunicación ideológica real (de trabajo, administrativa, de la vida cotidiana, ideológica –en sentido estricto– y literaria). Existe entonces una unidad orgánica entre la forma de la comunicación social (la comunicación laboral, por ejemplo) y la forma del enunciado, es decir, el género. Como consecuencia, la clasificación de las formas del enunciado debe basarse en la clasificación de las formas de comunicación discursiva que están determinadas por las relaciones de producción y por la formación política-social (2009, p. 43). La perspectiva del autor ruso respecto del lenguaje determina que su estudio deba incluirse en la esfera global de la comunicación social organizada: “para observar un fenómeno del lenguaje (…) es necesario situarlo en una atmósfera social” (2009, p. 77), además de considerar una situación social concreta o inmediata. Se requiere, por lo tanto, un abordaje interdisciplinario. En efecto, el marco del cual parte Voloshinov es una semiótica de tipo ideológica, más amplia que el pensamiento filosófico-lingüístico de la época al cual califica como “no sociológico”. Así, los enunciados son abordados lingüística y sociológicamente en la articulación de los componentes no verbales con los verbales, es decir, la 5

Voloshinov refuta a Vossler y, de algún modo, a Bajtin antes de la publicación de “El problema de los géneros discursivos” (1979). Efectivamente, para Voloshinov el signo ideológico presenta una realidad social que no condice con el estilo individual al que hace referencia Bajtin –“todo enunciado (…) puede reflejar la individualidad del hablante (o del escritor), es decir, puede poseer un estilo individual” (2008, p. 248)–. “Esta individuación estilística de la lengua sólo es productiva en un enunciado concreto desde el punto de vista de la creatividad y de la historicidad. Es aquí donde tiene lugar la generación del lenguaje que posteriormente se asienta en formas gramaticales: todo lo que llega a ser hecho gramatical, antes fue hecho estilístico. Así puede ser resumida la idea vossleriana de la prioridad estilística sobre la gramática” (2009, p. 85) y agrega en nota al pie que esta idea será criticada más adelante. Sin embargo, el enunciado “todo lo que llega a ser hecho gramatical, antes fue hecho estilístico” se replica casi textualmente en el artículo “El problema de los géneros discursivos” (1979) de Bajtin, pero como una afirmación del autor y no una crítica.

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articulación entre los signos y el contexto de comunicación. Del mismo modo, los géneros o formas del enunciado presentan regularidades –estabilizadas por el uso– de índole lingüística y comunicativa. El resultado de estos postulados es la definición de un orden metodológico descendente para el estudio del lenguaje, que es coincidente con la forma en que éste se genera: 1) formas y tipos de interacción discursiva en relación con sus condiciones concretas; 2) formas de enunciados concretos, de algunas actuaciones discursivas en estrecha relación con la interacción cuyos elementos son estos enunciados, esto es, los géneros de las actuaciones discursivas, determinados por la interacción discursiva, en la vida y en la creación ideológica; 3) a partir de ahí, una revisión de las formas del lenguaje tomadas en su versión lingüística habitual. El mismo orden vale para una generación concreta del lenguaje: primero se genera la comunicación social (fundada sobre las infraestructuras), en ella se generan la comunicación y interacción discursiva y, finalmente, esta interacción se refleja en el cambio de las formas de la lengua. (2009, pp. 153 y 154) Bronckart explicita la propuesta metodológica de Voloshinov del siguiente modo: Voloshinov propone entonces un programa metodológico, que se caracteriza por un proceso de análisis descendiente de la actividad lingüística concretada en el discurso dialógico: en primer lugar, plantea analizar las condiciones y los procesos de interacción social (o incluso, las formas materiales precisas de la expresión de la psicología del cuerpo social (Voloshinov, 1977), es decir, las formas de actividades humanas con las cuales se articulan y en las que se ubican las producciones del lenguaje; luego se deben analizar la estructura global y las propiedades de estas producciones del lenguaje (los “tipos o géneros de textos/discursos” que semiotizan las interacciones) y, finalmente, analizar la estructura interna de esos textos/discursos, o los niveles allí implicados de organización de los signos: partes de texto, estructuras semántico-sintácticas, valores de las unidades mínimas o de las palabras. (2008, p. 9) El método sociológico propuesto por Voloshinov en el cual se articula lo no verbal con lo verbal sistematiza un programa que incluye la conceptualización epistemológica del signo lingüístico como signo ideológico de naturaleza social, de la cual se desprenden las nociones de enunciado y género. Es decir, es un método fundado en sus supuestos epistemológicos. Consideramos que en esa formulación radica la potencia de su programa. En términos didácticos, si se asume esta perspectiva, las actividades de producción y análisis textual deberían inscribir cada forma

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lingüística en un contexto y en una situación concreta debido a que “fuera del contexto la palabra no es signo, es señal, idéntica a sí misma” (2009, p. 110). De hecho, Voloshinov determina que lo que le interesa al hablante no es lo idéntico de la forma lingüística sino el aspecto que la convierte en un signo apropiado para las condiciones concretas de una comunicación dada; es decir, le interesa la forma lingüística “como un signo siempre mutante y elástico” (2009, p. 108) que se desarrolla en un contexto comunicativo. Por eso este autor, para quien “la lengua en el proceso de su realización pragmática es inseparable de su contenido ideológico o vital” (2009, p. 113), le critica a la perspectiva que denomina “objetivismo abstracto”, en cuyo marco ubica a Ferdinand de Saussure (1857-1913), la ruptura entre la lengua y su capacidad ideológica, es decir, entre la forma lingüística y su contenido ideológico. La concepción de lengua que le adjudica a Saussure es la de “sistema de formas normativamente idéntica (…) formas estables y autónomas” (2009, p. 98), regida por una ley que se asienta en un criterio lingüístico (lo correcto e incorrecto) en tanto correspondencia con el sistema normativo de la lengua, en cuyo seno no tienen lugar ni el motivo ideológico ni los valores ideológicos6. Este enfoque no se interesa por la relación entre el signo y la realidad ni por el individuo que lo genera, sino por la relación entre los signos dentro de un sistema cerrado. En otras palabras, les interesa tan sólo la lógica interna del propio sistema de signos, tomado, como en el álgebra, independientemente de las significaciones ideológicas que corresponden a los signos. (2009, p. 95) Para Voloshinov, en cambio, los enunciados no pueden separarse de la comunicación discursiva ni de la esfera ideológica (la literatura, la ciencia o la vida política). Así, propone una percepción etnológica-lingüística del lenguaje vivo que deviene del carácter multiacentuado del signo ideológico cuyo cruce de acentos (de las distintas clases sociales que hablan una misma lengua) provoca que el signo (como el enunciado y sus formas, los géneros) presente una naturaleza social y un contenido ideológico. En este contexto consideramos que la noción “género de la vida cotidiana” propuesta por Voloshinov, producto de la caracterización del signo 6

La posición de Voloshinov se basa en la lectura contemporánea del Curso de lingüística general (1916); no incluye la obra completa del lingüista suizo. Actualmente, producto de los manuscritos de Saussure hallados en 1996 y las nuevas lecturas de su obra, se han establecido vínculos entre ambos autores (cf. Riestra, 2012b y Navarro, 2015).

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lingüístico como signo ideológico generado en relación dialéctica con las bases, el cual supone un abordaje metodológico descendente; requiere ser recuperada-transformada desde la orientación sociológica del lingüista ruso quien explicita la relación entre los géneros y las condiciones sociales. Para ello resulta necesario revisar la conceptualización de la categoría “género discursivo”7 que circula actualmente en la literatura crítica, los manuales escolares y universitarios y los programas de los distintos niveles educativos argentinos, que es deudora principalmente del capítulo “El problema de los géneros discursivos” (1979) de Bajtin; cuya interpretación más extendida se ha reducido a la definición de los “géneros discursivos” como tipos relativamente estables de enunciados, su vinculación con las esferas de actividad humana además de la distinción entre géneros primarios o simples –comunicación discursiva cotidiana– y secundarios o complejos –ideológicos–. El enunciado bajtiniano “los géneros discursivos son correas de transmisión entre la historia de la sociedad y la historia de la lengua” (2008, p. 251) adquiere un sentido más acabado en El marxismo y la filosofía de lenguaje (1929) debido a que Bajtin formula la relación entre los géneros y las transformaciones de la vida social pero sin referirse al sustento marxista de dicho vínculo. Por otro lado, la postulación de un método descendente para el análisis y la generación del lenguaje constituye un recorrido ausente en la propuesta del autor de Estética de la creación verbal8. En síntesis, el enfoque epistemológico desde el cual Voloshinov precisa la naturaleza de los fenómenos del lenguaje –el signo, el enunciado y los géneros– permite fundamentar que El marxismo y la filosofía del lenguaje (1929) es obra suya y no de Bajtin9, como se ha supuesto hasta no hace mucho tiempo10. En efecto, el análisis de la obra de Voloshinov y de Bajtin propuesto por Bota y Bronckart, producto de los materiales 7 8

Incluimos esta noción para referirnos al término mayormente utilizado. La lectura simultánea de El marxismo y la filosofía del lenguaje (1929) de Voloshinov y “El problema de los géneros discursivos” (1979) de Bajtin es un recorrido posible para encontrar las réplicas y desviaciones entre ambos puntos de vista. 9 Las obras del “Círculo Bajtin” fueron atribuidas a este autor por el semiólogo ruso V. V. Ivánov. Esta suposición se mantuvo vigente hasta los años 1990, cuando comenzó a discutirse su autoría, aunque actualmente todavía se lee y escucha que Voloshinov es un pseudónimo de Bajtin. 10 En “Les textes: types et prototypes” (1992), Adam adjudica a Bajtin un párrafo de la obra de Voloshinov en la cual se establecería la filiación marxista de Bajtin. Según Adam, “Bajtin escribe ‘La tipología de estas formas es uno de los problemas más vitales para el marxismo’” (1992, p. 5). Leemos en Voloshinov: “La tipología de estas formas es una de las tareas más urgentes del marxismo” (2009, p. 43).

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históricos actualmente disponibles, indica que la teoría de los géneros de textos es acorde con “una perspectiva interaccionista social, adherida al marxismo” (2010, p. 108); opuesta a la fenomenología radical de Bajtin. Tatiana Bubnova explica que “el libro de Volóshinov, atribuido a Bajtin, y la confusión en torno a la autoría contribuyeron considerablemente a la interpretación ‘semiótica’ y ‘marxista’ del ‘dialogismo bajtiniano’” (Bubnova, 2009, p. 6). Sin embargo, es en los textos de Voloshinov donde son introducidos y desarrollados los temas fundamentales de “tipos y formas del discurso” (…). Después de la desaparición de Voloshinov, Bajtin retoma entonces estos temas por su cuenta, cada vez más específicamente y los reformula en su propia perspectiva (siempre fenomenológica) pero sin citar jamás a Voloshinov. (Bota y Bronckart, 2010, p. 110)11 Por ende, reconocer y retomar el aporte de la obra de Voloshinov al estudio de los géneros textuales desde una perspectiva de índole sociológica e interaccionista de la creación sígnica permitiría repensar su transposición didáctica en los distintos niveles del sistema educativo. Bota y Bronckart lo sintetizan del siguiente modo: “para plantear (…) el papel de la práctica de los géneros en el desarrollo de las capacidades de pensamiento y razonamiento (cf. Bronckart, 2004), conviene referirse e inspirarse esencialmente en la obra de Voloshinov” (2010, p. 124).

ii. La teoría del diálogo Como señalamos anteriormente (cf. punto 1.i.), Voloshinov buscó precisar en El marxismo y la filosofía del lenguaje (1929) la realidad concreta de los fenómenos del lenguaje. En esta obra definió la palabra como el signo ideológico por excelencia y la distinguió, en el marco de su programa de filosofía marxista, del resto de los signos ideológicos. Al definir la palabra como un signo social e ideológico puso en evidencia el 11

Esta tesis se ha desarrollado en el libro de Jean-Paul Bronckart y Cristian Bota, Bajtin desenmascarado. Historia de un mentiroso, una estafa y un delirio colectivo (Antonio Machado Libros, 2013). En este trabajo nuestro objetivo es recuperar “los temas” de Voloshinov y analizar sus aportes respecto de la noción géneros de textos y su posible efecto en la didáctica de las lenguas. La discusión acerca de la autoría de El marxismo y la filosofía del lenguaje, que consideramos saldada, excede este propósito. Por otro lado, como ocurrió con las nuevas lecturas de la obra saussuriana; consideramos que la sistematización de la categoría ‘géneros de textos’ requiere recuperar, más allá de la autoría apócrifa, la obra de Bajtin no sólo para diferenciarla del programa de Voloshinov, sino también para incluir las discusiones teóricas que se produjeron durante más treinta años y que resultan insoslayables.

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carácter ideológico de la comunicación semiótica que está determinada por leyes económicas y sociales. En esta obra también se refirió al carácter dialógico de la interacción discursiva. La problemática de la filiación de conceptos y teorías abarca no sólo la noción “géneros de la vida cotidiana”, sino también la teoría del diálogo que se ha adjudicado a Bajtin, pero cuya formulación, según Ivanova, se inicia en 1923 en el artículo “Acerca de la palabra dialogada” del lingüista ruso Lev Jakubinskij (1892-1945), con quien Voloshinov trabajó y a quien retoma y cita en sus escritos12. Jakubinskij analiza la palabra dialogada como manifestación esencial del habla cotidiana y se refiere al diálogo como “una característica fundamental de todas las formas de interacción verbal (…) fenómeno complejo formado por varios factores, tanto lingüísticos como extralingüísticos” (Ivanova, 2010, pp. 47 y 51). De acuerdo con la perspectiva de este autor, el diálogo presenta una naturaleza oral y por su forma se opone al monólogo. La obra de Voloshinov continúa estos principios, aunque desde un enfoque epistemológico distinto, en sus escritos de los años 1920, los cuales deben enmarcarse en la posición interesada por el estudio de las lenguas vivas que promovió el análisis de la práctica del habla cotidiana, de la lengua oral, y que se define en antagonismo respecto de la lingüística histórica-comparativa “que se ocupaba de un objeto muy alejado de la vida real” (Ivanova, 2010, p. 68). En este sentido, Voloshinov se refiere a los cadáveres de la lengua escrita y señala que “la lingüística europea (…) partiendo casi exclusivamente de las formas anquilosadas de las formas escritas (…) no ha podido poner de manifiesto el proceso de surgimiento del lenguaje y de la génesis de sus tipos” (2009, p. 115). Es el estudio de las lenguas vivas el que permite explicar cómo surgen los géneros de la vida cotidiana. Voloshinov considera que en un acto de producción los signos lin­ güísticos responden y se orientan a un interlocutor –no abstracto sino real o potencial, entendido este último con la condición del interlocutor–13, el cual se encuentra inscripto en una época y en una clase social e interviene activamente en el proceso de comprensión. La posición del interlocutor (que se configura como un auditorio social estable) define

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Este tema ha sido tratado por Irina Ivanova en su trabajo El diálogo en la lingüística soviética de los años 1920-1930 (2010). 13 El pensamiento o discurso interior también se dirige a un auditorio. Recordemos que para Voloshinov la conciencia es un acontecimiento social (cf. nota 2).

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al género lingüísticamente (su entonación, la elección de las palabras y la composición del enunciado). Como consecuencia, la forma del enunciado se determina no sólo por la situación social más englobadora sino también por los participantes (locutor/interlocutor) de la situación social más concreta. Se comprende así la idea de “orientación social completa del enunciado” a la cual alude Voloshinov, que integra la situación social englobadora y la situación social inmediata. En este contexto, el lingüista ruso define la palabra como un acto bilateral: “se determina en la misma medida por aquel a quien pertenece y por aquel a quien está destinada (…) toda palabra expresa a ‘una persona’ en su relación con ‘la otra’” (2009, p. 137). De esta manera, Voloshinov se distancia de las corrientes lingüístico-filosóficas de su época (tanto del subjetivismo individualista cuyo máximo referente es Vossler como del objetivismo abstracto en el cual inscribe a Saussure); las cuales, según su perspectiva, toman al enunciado monológico aislado como punto de partida en la reflexión sobre el lenguaje. Para el lingüista ruso, la realidad concreta del lenguaje en cuanto discurso es la interacción discursiva que se lleva a cabo en forma de diálogo. Como señala Ivanova, “el diálogo es la forma natural de existencia de la lengua” (2010, p. 62). Voloshinov distingue entre esta acepción de diálogo “en sentido estricto como una forma de la interacción verbal, y un diálogo en sentido amplio como la comunicación verbal de todo tipo” (Ivanova, 2010, p. 55). En este último sentido, el diálogo es sinónimo del proceso general de interacción. Escribe Voloshinov: “el diálogo puede ser comprendido extensivamente, no sólo como la comunicación verbal directa oral de las personas presentes, sino como toda comunicación discursiva” (2009, p. 152). Por eso, puede postular una base dialogal común en la organización de todos los tipos de interacción verbal: del habla interior a las partes relativamente acabadas de un monólogo, es decir, a los párrafos, que considera análogos a las réplicas del diálogo e, incluso, hasta una intervención compleja impresa, como un libro. (Ivanova, 2010, p. 56) Este principio dialogal de todas las interacciones, que define como dialogismo, sumado a su naturaleza social lleva a Voloshinov a la idea de géneros verbales de la vida, es decir, él liga en un complejo el género, el diálogo-conversación y el dialogismo. Se puede decir que el género verbal es el medio en el que el enunciado nació y vivió, el diálogo es

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la forma principal de la comunicación verbal y el dialogismo es la característica principal de todos los enunciados. (Ivanova, 2010, p. 59) Dicho de otro modo, si el diálogo es la forma principal de la interacción discursiva; el enunciado, en tanto producto de dicha interacción, se encuentra determinado por esa naturaleza dialogal del mismo modo que el género, la forma del enunciado. La comunicación discursiva, oral o escrita, es dialogal y, por lo tanto, inacabada14. En este punto cabe señalar que la caracterización de la interacción discursiva como de la realidad dialogal del lenguaje se sustenta en la comunicación verbal oral15, que Voloshinov extiende al lenguaje escrito. En este sentido, Ivanova se refiere a la forma principal de la comunicación verbal con el término “diálogo-conversación”, en el cual “diálogo” y “conversación” –el género de texto protípico de la comunicación oral– se homologan. Asimismo, la noción “géneros de la vida cotidiana” como reflejo ideológico de la comunicación social (cf. 1.i.) se desprende de los géneros del discurso cotidiano (ideología cotidiana), que Voloshinov distingue de las formas de la comunicación ideológica en sentido exacto (políticas, literarias, científicas) que no habían sido estudiadas hasta ese momento desde el enfoque sociológico del lenguaje que él postulaba. Esta perspectiva de los géneros de la vida cotidiana es semejante al estudio de Jakubinskij sobre el papel de los clisés en la teoría del diálogo: “hay frases-clisés que están ligadas, simultáneamente, a las situaciones-clisés y a los temas-clisés” (Ivanova, 2010, p. 50)16. En Voloshinov este principio se expresa en la postulación de un género de la vida cotidiana unido a una situación estable de la vida cotidiana. Las formas de los enunciados, es decir, los géneros, se desarrollan en el marco de esas situaciones estables y son producto de esa estabilidad. Por eso, “hay que

14 Cf. Ivanova, 2010. 15 En su obra señala que “la palabra se produce mediante los recursos de un organismo individual sin intervención alguna de instrumentos o materiales extracorporales. Por ello, la palabra llegó a convertirse en el material sígnico de la vida interior, es decir, la conciencia (el discurso interno). La conciencia sólo pudo desarrollarse al disponer de un recurso elástico y expresivo: la palabra” (2009, p. 34). Del mismo modo, la naturaleza arbitraria del signo lingüístico postulada por Saussure fue determinada a partir del estudio del lenguaje oral. 16 Aunque se diferencian por la perspectiva sociológica de Voloshinov, ausente en Jakubinskij (adscripto al formalismo ruso) quien se refiere a una simultaneidad pero no a una determinación de las condiciones sociales por sobre el enunciado.

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comenzar por el análisis del ‘enunciado de la vida cotidiana’, es decir, por el análisis de la ‘palabra’ en el diálogo cotidiano” (Ivanova, 2010, p. 53). Por último, la idea del enunciado no-acabado (en oposición a una concepción monológica del enunciado) es consecuencia del estudio del diálogo en sentido estricto, que se extiende a todos los tipos de comunicación –orales y escritas– en una acepción amplia del término. Todo enunciado se dirige a una recepción activa (interlocutor) entendida como actualización de los significados sociales de los signos; y se inscribe en una esfera de la comunicación discursiva en la cual entabla relaciones con las actuaciones discursivas anteriores y futuras (idea de réplica). Por eso, se caracteriza por ser “tan sólo un momento en la comunicación discursiva continua” (2009, p. 152). Pese a que la relación entre los géneros y del dialogismo no alcanzó un carácter acabado en la obra de Voloshinov (Ivanova, 2010, p. 62), resulta posible afirmar que la noción “géneros de la vida cotidiana” sistematiza los fundamentos epistemológicos y metodológicos del programa de Voloshinov debido a que el lingüista ruso construye este concepto a partir de su definición del signo lingüístico/palabra. La naturaleza social, ideológica y bipolar del signo lingüístico/palabra se proyecta en los géneros en tanto formas del enunciado en que se organizan los signos lingüísticos en relación con situaciones sociales estables. Como consecuencia, esta noción permite articular los aspectos no verbales o extralingüísticos de la interacción con los componentes lingüísticos del enunciado; en consonancia con un método descendente que parte de la situación extralingüística en la cual se genera el enunciado para abordar sus aspectos constitutivos de índole lingüística. En palabras de Ivanova: “Es esta unidad de lo verbal y de lo no-verbal del más alto nivel que se realiza en la noción de ‘género verbal de la vida’” (2010, p. 58) la que amplía en la década de 1920 el campo de la lingüística al incluir los aspectos pragmáticos y la que posibilita que Bajtin elabore su teoría en los años sesenta. Por otro lado, la naturaleza dialogal de la interacción discursiva en la cual se sustancia el carácter bipolar de la comunicación humana, presupondría que en la generación del lenguaje el interlocutor o auditorio social determina lingüísticamente al signo/enunciado/género, y que el hablante “toma prestada la palabra en cuanto signo del acervo social de los signos existentes” (Voloshinov, 2009, p. 138) y la inscribe como réplica en la cadena continua de las actuaciones discursivas.

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Las proyecciones didácticas de estos postulados epistemológicos y metodológicos aún deben ser indagadas. Consideramos que la enseñanza de los géneros de textos a la luz del programa sociológico de Voloshinov, en particular los orales, se vislumbra como un recorrido posible debido a que la interacción verbal oral permite consolidar la posición epistemológica de este autor, quien en la década de 1920 postuló la naturaleza social, ideológica y bilateral del signo lingüístico, del enunciado y de sus formas, los géneros.

3. La enseñanza de los géneros textuales i. Estado de situación “Un hablante de lengua materna no se enfrenta a la palabra extraída del diccionario, sino a la palabra que forma parte de los enunciados más diversos”, afirma Voloshinov en 1929 (p. 111). Es decir, la palabra en contexto, el signo ideológico. Como consecuencia, la comprensión no se reduce al reconocimiento de una forma idéntica (el significado) sino a la comprensión de su significación en un contexto concreto (lo que denominamos el sentido)17. Para Voloshinov, estos postulados tienen un correlato en la enseñanza: “enseñar cada forma lingüística sólo en un contexto y en una situación concreta” (2009, p. 111). Pese a que las prescripciones oficiales de enseñanza de la lengua materna adhieren a estos presupuestos desde que se instauró “el enfoque comunicativo” en Argentina, no es lo que siempre ocurre en las aulas de clases. La inclusión de los géneros textuales (géneros verbales de la vida cotidiana, en términos de Voloshinov)18 como objeto de enseñanza del espacio curricular Lengua y Literatura de los niveles educativos inicial, primario y secundario, se produjo a partir de la Reforma de 1993 y se ratificó en los Núcleos de Aprendizajes Prioritarios (2006/2011, 2012).

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Voloshinov distingue significado y sentido en relación con la lectura canónica del Curso de lingüística general (1916). Las lecturas contemporáneas de los Escritos de lingüística general (Saussure, 2004) rechazan la posibilidad de un significado fijo en la perspectiva epistemológica del signo lingüístico desarrollada por el lingüista suizo. En esta parte del trabajo nos referiremos al término “géneros de textos” –que se corresponde con el marco epistemológico de Voloshinov– y, en algunas ocasiones, al concepto “géneros discursivos” que se incluye en los documentos prescriptivos y en parte de la literatura crítica. Del mismo modo, aludiremos a los textos (enunciados para Voloshinov).

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Pensamos que las dificultades que se presentan en la enseñanza de los géneros de textos radica principalmente en la conceptualización de esta categoría y su correspondiente transposición didáctica, situación que se agrava en el caso concreto de los géneros orales. En pocas palabras, su abordaje ha sido predominantemente teórico y su caracterización principalmente lingüística. Este enfoque didáctico es producto, entre otras razones, de la confusión de esta noción con la de “tipologías textuales”19 que “lógicamente no se integran en torno a un eje epistemológico común” (Rébola, 2010, p. 2). Como consecuencia, los géneros de textos se enseñan como tipos textuales y no se conciben como “organizadores globales que influyen en todos los aspectos textuales” (Rébola, 2010, p. 4), es decir, pierden su estatuto sociolingüístico que vincula el contexto comunicativo con las características efectivas del texto. Dice Riestra al respecto: “la denominada didáctica del texto acabó tratando el objeto empírico como una abstracción, es decir, la enseñanza de la ‘comprensión de textos’ apunta a (…) reconocer ‘tipos de textos’, como clasificaciones prototípicas aplicables a los textos en general” (Riestra, 2012a, pp. 85 y 86). La naturaleza social de los géneros de textos y su relación con las esferas ideológicas y el contexto discursivo inmediato que incluye al locutor e interlocutor no forman parte de la caracterización de esta categoría en los documentos que prescriben la enseñanza de la lengua en el nivel secundario (documentos oficiales, programas, planificaciones, materiales didácticos). Por ende, su enseñanza no condice con la complejidad con la cual fue concebida por Voloshinov, quien “liga las situaciones constantes a las formas verbales constantes y a los enunciados concretos, al considerarlos como un todo” (Ivanova, 2010, p. 58). Tampoco resulta coincidente con la perspectiva actual de enseñanza de la lengua cuya finalidad es desarrollar “la competencia comunicativa”20 de los estudiantes (“capacidad discursiva-textual” desde nuestro 19 Así, podemos leer en los documentos oficiales prescriptivos nominar indistintamente géneros textuales y tipos de textos sin diferenciar su estatuto teórico. Por ejemplo: “La escritura de textos (narraciones, exposiciones, cartas y argumentaciones) atendiendo al proceso de producción y teniendo en cuenta el propósito comunicativo, las características del texto, los aspectos de la gramática y la normativa ortográfica aprendida en cada año el ciclo, la comunicabilidad y la legibilidad” (Contenidos Básicos Comunes, 1997). Pese a que las prescripciones de los Núcleos de Aprendizajes Prioritarios representan un avance en la conceptualización de los géneros de textos, la confusión con los tipos textuales no desaparece completamente: “conversación, discusión, narración, exposición, debate y argumentación” (2011). 20 No discutiremos este concepto porque no se corresponde con el objetivo global del trabajo.

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marco teórico), ni con el objeto de enseñanza global del espacio curricular que compartimos: la actividad de lenguaje o las prácticas de lenguaje. Así, una tarea de reconocimiento de las partes del género noticia periodística en las clases de lengua no logra articular los aspectos verbales del texto con los no verbales debido a que propone un abordaje centrado en un aspecto (su composición), pero absolutamente desvinculado de la esfera ideológica particular (el periodismo, en este caso) con la cual se relaciona y que lo determina; como aislado de la situación social inmediata de la interacción que incluye al locutor e interlocutor. Por otro lado, según la tarea descripta, parecería que la formas sociales constantes del periodismo no determinan el estilo, la composición y el contenido del género analizado. ¿La disociación sería la misma si se preguntara por qué la noticia presenta esa composición y no otra? o ¿por qué el titular de la mayoría de las noticias se organiza en la estructura binaria sujeto/predicado?21 De modo semejante, la caracterización teórica en un manual escolar de los “géneros discursivos”22 y la tarea que se propone a continuación de clasificar un texto, según sean primario o secundario con la respectiva justificación por parte del estudiante; no promueve el desarrollo de su capacidad discursiva-textual debido a que se enseña un contenido teórico (la noción de “género discursivo”) y se le propone al alumno que clasifique el género del texto que ha leído, sin que dicha clasificación resulte valiosa para, por ejemplo, su comprensión. En este contexto, la situación de la enseñanza de los géneros de textos orales resulta aún más problemática. La “lengua oral”, que también se constituyó en contenido de enseñanza en la Reforma de 1993, no ha atravesado un proceso de didactización que habilite una enseñanza sistemática de los géneros orales institucionalizados, propios de la lengua oral formal, como la exposición oral, el debate, el examen oral, entre otros. En trabajos anteriores hemos expresado que la enseñanza de los contenidos de lengua oral, en particular de los géneros orales formales que se encuentran explicitados en los documentos prefigurativos de nuestro país, se realiza de forma mayormente espontánea y asistemática 21 Para ampliar esta propuesta, se puede consultar el artículo “Una posible salida del laberinto: del género de texto a los contenidos gramaticales” publicado en abril de 2015 en la sección “Para enseñar” de la revista El toldo de Astier, disponible en: [http://www. eltoldodeastier.fahce.unlp.edu.ar/para-ensenar/una-posible-salida-del-laberinto-del-genero-de-texto-a-los-contenidos-gramaticales]. 22 Este término y “tipos de textos” son las nociones que suelen incluir los manuales escolares.

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en el contexto de enseñanza de otros contenidos, principalmente sobre escritura y gramática, que constituyen el verdadero objeto de enseñanza. Por lo tanto, no se enseñan géneros de textos orales sino que se trabajan actividades escolares de “lengua oral” (Navarro, 2014). Por ejemplo, en relación con un género particular como el debate, cuya enseñanza se encuentra prescripta en tercer año del secundario; de una serie de entrevistas con enseñantes de este nivel educativo pudimos concluir que, según las concepciones de los docentes, este género “es concebido como una actividad escolar que surge espontáneamente en el contexto de la clase y que, por lo tanto, rehuye la enseñanza sistemática” (Navarro, 2014, p. 117). Las concepciones de los docentes entrevistados acerca del debate, la dificultad para dar cuenta de la forma en que llevan a cabo su enseñanza y las nulas referencias bibliográficas para fundamentar sus prácticas, nos hacen presumir que han dispuesto de pocas orientaciones en su formación como en los materiales didácticos que consultan. Como sostienen Dolz y Schneuwly (1997), los docentes cuentan con muchas referencias para enseñar gramática pero no para enseñar a textualizar, situación que se agudiza en el caso de estos nuevos contenidos que no forman parte de la tradición escolar argentina, centrada en la escritura. Así, los estudiantes continúan produciendo e interpretando textos, la mayor parte de ellos escritos, monológicos, aislados de un contexto real o simulado, en oposición “a la orientación del proceso vivo de la comprensión de los hablantes que intervienen en una interacción comunicativa determinada” (Voloshinov, 2009, p. 128). El interrogante acerca de cómo enseñar los géneros textuales sin desatender su estatuto sociolingüístico que planteamos en este trabajo se vincula con la finalidad de desarrollar la capacidad discursiva-textual de los estudiantes. Desde nuestra perspectiva, el programa de Voloshinov, que es retomado por el interaccionismo socio-discursivo (Bronckart, 2004, 2012), permitiría reinstalar la didáctica de las lenguas como enseñanza del lenguaje en términos de actividad creadora (enérgeia), como proceso continuo de generación llevado a cabo en la interacción discursiva de los hablantes, es decir, “como una actividad articulada a un marco social y como una actividad que se realiza en textos, textos que se inscriben en un género y que se construyen con los recursos de una lengua natural dada” (Bronckart, 2012, p. 39). La propuesta del autor ruso puede ser recuperada dado que, como señala Riestra, “la vigencia del marco epistemológico continúa, quizá

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con más fundamentos que cuando lo formulara, anticipándose casi cien años” (2010, p. 143).

ii. El programa de Voloshinov para la didáctica de la lengua materna a) Secuencias didácticas y consignas de tareas contextualizadas Si recuperamos la tesis fundamental del trabajo de Voloshinov (el enunciado es el fenómeno sociológico y real del lenguaje); la enseñanza de la lengua centrada en los textos los debe inscribir siempre en un contexto. De este modo, comenzaríamos a evitar la enseñanza abstracta de la actividad de lenguaje. En este punto, cabe mencionar que los postulados que propuso Voloshinov en los años 1920 fueron retomados por distintas corrientes de las ciencias del lenguaje, como la lingüística del texto y la pragmática. De modo que la relación de los géneros textuales con los contextos sociales forma parte de las perspectivas teóricas que conforman este campo disciplinar, aunque esto no implique la adhesión a una filosofía del lenguaje con bases marxistas como la propuesta por el autor ruso. Sin embargo, no se ha conseguido que esta concepción del enunciado y sus formas vinculadas a situaciones concretas de comunicación y a las distintas esferas ideológicas, guíe las propuestas didácticas en el nivel secundario. Esto resulta fácilmente comprobable al analizar manuales escolares que adscriben a un enfoque que, en términos teóricos, hace referencia a la comunicación contextualizada pero que en las consignas de textualización y de comprensión textual no vinculan los textos con su contexto extralingüístico ni recuperan el carácter bilateral de la palabra. Como consecuencia, las propuestas convierten al objeto texto en una producción monologal, aislada y abstracta. En particular, creemos que el método sociológico descendente de análisis y producción del signo lingüístico propuesto por Voloshinov podría concretizar en la enseñanza el siguiente postulado: “La comunicación discursiva jamás puede ser comprendida y explicada fuera del vínculo con una situación concreta” (2009, p. 153). Es decir, su programa se puede concebir como una perspectiva teórico-metodológica que permitiría organizar la enseñanza de los géneros textuales sin descuidar su dimensión sociolingüística, y sin confundirlos con tipologías abstractas

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que reducen la enseñanza de la textualización humana a un plano descriptivo y clasificatorio. Una manera de llevar a cabo esta propuesta es elaborar secuencias didácticas (cf. Bronckart, 2007) centradas en la enseñanza de un género de texto cuyas consignas incluyan todos los factores involucrados en las actuaciones discursivas dado que la situación social y los participantes determinan la composición, el estilo y el contenido temático semiotizado en el enunciado/texto. La perspectiva del interaccionismo sociodiscursivo (Bronckart, 2004, 2007, 2012) ha desarrollado en los últimos años secuencias didácticas desde este enfoque. Este programa, que retoma a Voloshinov entre sus antecedentes, define al texto como una unidad comunicativa determinada por aspectos funcionales/praxeológicos (el texto como unidad comunicativa vinculada con el contexto comunicativo) además de epistémicos/lingüísticos (la lengua como sistema semiótico autónomo). En consecuencia, el objetivo es articular, en la enseñanza de los géneros textuales, los aspectos lingüísticos/epistémicos que los constituyen con los aspectos funcionales/praxeológicos. Para ello es necesario considerar en la elaboración de secuencias didácticas al método descendente de Voloshinov, el cual da cuenta del tránsito de uso a la forma del texto (cf. Riestra, 2006). La secuencia didáctica se define como un dispositivo metodológico (Dolz y Schneuwly, 1997) que organiza una serie de clases orientadas al desarrollo de la capacidad discursiva-textual, oral y escrita, de los estudiantes a partir de la enseñanza de un género textual, sin reducir su enseñanza a un formato o a una tipología, y trabajando los problemas técnicos de ese género. La primera fase de la secuencia se propone inscribir al alumno en una situación concreta de comunicación vinculada al género objeto de enseñanza. Se explicitan aquí todos los factores involucrados en la producción de un enunciado/texto: participantes, objetivo comunicacional, género textual, situación social. Se recupera, por tanto, el concepto de contexto extralingüístico formulado por Voloshinov “en el que incluye el espacio común para los participantes, los saberes compartidos, su comprensión de la situación y su estimación común de esa situación” (Ivanova, 2010, p. 53). En suma, se materializa el enfoque sociológico de lenguaje, además de la aplicación del método descendente propuesto por el autor ruso

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que parte de los componentes no verbales para llegar a los verbales, articulándolos: el trabajo sobre los textos tiene un enfoque directamente práctico y se despliega en una lógica descendente, centrada, primero, en la elección de géneros adaptados a las situaciones de comunicación, luego en los niveles intermedios de estructuración (tipos de discurso, procesos de coherencia temática, procesos de coherencia interactiva), finalmente, en las condiciones de uso de diversas unidades y estructuras movilizadas en sus diferentes niveles. (Bronckart, 2012, p. 53) Para ello, la enseñanza de la lengua debe partir de producciones verbales concretas, los textos, en correlación con su contexto de producción como con el género de texto movilizado. Por ejemplo, en su investigación sobre la enseñanza de la expresión oral en francés, específicamente sobre los procesos de aprendizaje de la exposición oral en los colegios ginebrinos; Dolz y Schneuwly (1998) propusieron una secuencia didáctica en un curso de quinto grado de nivel primario a partir del siguiente escenario: los estudiantes escuchan una grabación de una exposición oral realizada por un alumno sobre el escorpión venenoso. De este modo, entran en contacto con una producción verbal concreta, en este caso oral, que funciona como disparador para que el profesor les proponga realizar exposiciones orales sobre animales, que a su vez serán grabadas y escuchadas por otros estudiantes. Es decir, en la consigna se explicita el género de texto (exposición oral), el tema (x animal) y los interlocutores/destinatarios (otros estudiantes) quienes, conjuntamente con los locutores, se inscriben en un contexto escolar prefigurado por dicho género. Con el objetivo de mejorar la toma de palabra en público por parte de los alumnos, la primera fase de la secuencia didáctica se organiza en cinco módulos de enseñanza: 1- escucha y análisis de una exposición oral de un adulto, 2- toma de notas para preparar una exposición oral, 3- documentación y toma de notas sobre el animal elegido para la exposición, 4- entrenamiento en la paráfrasis de términos técnicos, 5- planificación de la exposición oral y entrenamiento para la buena dicción antes de la toma de palabra en público. (Bronckart, 2007, p. 162) Una vez realizadas estas actividades, los alumnos presentan sus exposiciones, que son grabadas y desgrabadas a los fines de analizar las capacidades adquiridas e iniciar la segunda parte de la secuencia didáctica en la cual el docente propone determinados módulos de enseñanza,

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de acuerdo con las dificultades observadas en la primera exposición. Por ejemplo, los estudiantes repitieron sistemáticamente los mismos organizadores orales para garantizar la continuidad de la toma de palabra: ‘entonces, hem, voy a hablarles…/ entonces su definición…/ entonces la relación con el hombre’; no utilizan ni los marcadores lingüísticos que permiten introducir explícitamente las partes del texto, ni la paráfrasis que explican el vocabulario científico o técnico. (Bronckart, 2007, p. 162) Por lo tanto, en este segundo momento de la secuencia, la enseñanza se concentra en esos contenidos. Finalmente, se propone la segunda consigna de tarea en la cual se describe el nuevo contexto comunicativo que supone la textualización en el mismo género. De esta manera, se busca garantizar “las condiciones necesarias para que los alumnos se apropien de un género textual” (Bronckart, 2007, p. 163). Para alcanzar este objetivo se trabajan componentes no verbales del contexto extralingüístico (intención, interlocutores) y verbales (paráfrasis, marcadores del discurso) en relación con un género de texto como la exposición oral que se vincula con la esfera de la creatividad ideológica ideológica (escolar) que será la que determine los aspectos composicionales, estilísticos y de contenido del género elegido. La articulación de estos aspectos se debe materializar en las consignas de tarea, que definen además lo que será evaluado, y en los distintos módulos de enseñanza propuestos. En síntesis, el estudiante desarrolla su capacidad discursivo-textual en un género particular a partir de actividades de escucha y textualización en un contexto comunicativo escolar que no disocia los componentes no verbales de los verbales sino que enseña el hacer textual vinculado a la situación de comunicación que es la que prefigura el despliegue de determinadas estructuras del sistema de la lengua. En esta configuración, son los géneros de textos los que operan como articuladores de los aspectos no verbales y verbales, y de los contenidos gramaticales y textuales. La propuesta se concretiza en la elaboración de una secuencia didáctica organizada en torno al género de texto elegido. b) Los géneros de textos orales como objeto de enseñanza: una oportunidad para la didáctica de las lenguas Como anticipamos en la primera parte de este trabajo, consideramos que los textos/enunciados orales y sus formas, los géneros, plasman de

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forma más acabada la perspectiva epistemológica y metodológica de Voloshinov, con la cual acordamos desde un enfoque interaccionista socio-discursivo. Así pues, entendemos que la enseñanza de los géneros textuales orales formales –la exposición oral, el debate, la entrevista, el examen oral– presenta una oportunidad para la consecución de la finalidad del espacio en el cual nos desempeñamos. Los caracteres del enunciado/texto y de sus formas, los géneros, tal como los describió Voloshinov en los años 1920, a saber: su vinculación con la situación social concreta y con las esferas de actividad humana; su naturaleza bidireccional; el estatuto activo del receptor y el carácter dialogal de todo enunciado/dialogismo; resultan más palpables en la textualización oral, principalmente por la presencia física del interlocutor y por el contexto extralingüístico compartido. En este marco, queremos destacar que el factor que ha sido considerado como instituyente de la escritura y sus efectos psicológicos (cf. Vygotski), es decir, la distancia contextual con el interlocutor que el escritor debe resolver “en soledad”; asumiría un rol formativo en la didáctica de las lenguas debido a las particularidades que presenta en las textualizaciones en géneros orales en las cuales los participantes comparten el contexto extralingüístico y se vinculan a una misma situación social. Esto se debe a que aunque los géneros de textos orales formales son objeto de enseñanza porque no se aprenden, como la conversación, en el seno familiar y social, y se asemejan a la escritura –con la cual también se relacionan– por el nivel de planificación y las características que asumen; mantienen en su realización los caracteres que Voloshinov consideró para describir la naturaleza social y bipolar de la palabra. En este sentido, del programa formulado por Voloshinov nos interesa recuperar la concepción amplia de diálogo que extiende el carácter bipolar del signo/enunciado/género oral, a los signos/enunciados/géneros escritos. Para orientar los efectos formativos buscados, el diseño de las secuencias didácticas de los géneros de textos orales debería incluir una instancia de evaluación posterior a las textualizaciones realizadas por los estudiantes, que sea guiada por el enseñante y llevada a cabo por el locutor y sus interlocutores/destinatarios. En este sentido, en experiencias didácticas llevadas a cabo en el nivel secundario hemos evidenciado que la devolución de los interlocutores/destinatarios al locutor luego de su actuación discursiva constituye una instancia fundamental de desarrollo y de reflexión praxeológica y epistémica del lenguaje y la lengua.

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En este análisis, el docente recupera los factores que aparecen explicitados en la primera fase de la secuencia didáctica (relaciones sociales, intención, público, género) que se ponen en relación con los aspectos lingüísticos/epistémicos enseñados23. De este modo, se habilita “el pasaje del actuar textual a la reflexión lingüística” (Riestra, 2010, p. 156). Asimismo, se evita caer en el reduccionismo de enseñar los géneros de textos únicamente en sus aspectos praxeológicos/funcionales dado que “conocer el texto sin estudiar la composición discursiva del mismo es un imposible o un absurdo como objetivo didáctico” (Riestra, 2012, p. 86). Es decir, se materializa el estatuto sociolingüístico de los géneros. Como explica Rébola: “el género orienta la realización de la acción verbal, tanto desde el punto de vista de los contenidos, como en lo referente a la estructura comunicacional y a las configuraciones de unidades lingüísticas utilizadas en la textualización” (2010, p. 5). Para dar un ejemplo concreto, volviendo al debate, los estudiantes de tercer año del nivel secundario se formatean en este género socialmente significativo que se caracteriza por la complejidad de su infraestructura textual debido a que combina los tipos de discurso teórico e interactivo (Bronckart, 2004) y se organiza en las secuencias textuales argumentativa y dialogal (Adam, 1992). A su vez, exige distintos mecanismos de textualización (marcadores discursivos característicos del discurso teórico y verbos de opinión, por ejemplo) y de posición enunciativa (modalidades apreciativa y pragmática); además de la combinación de estructuras sintácticas simples para la formulación de la hipótesis y de estructuras complejas para la explicitación de los argumentos: Estoy totalmente en contra de la tenencia de armas eh por parte de los civiles [postura explicitada en una estructura sintáctica simple]. Eh en Argentina y en muchas partes del mundo la tenencia de armas aumenta los índices de violencia yyy también aumenta el número de muertes por asesinatos eh homicidios y ya sean suicidios. Datos estadísticos de la Encuesta Nacional de Formadores de Riesgo en Argentina revela que el 54 por ciento de los homicidios que se dan en Argentina 23 Una manera de consolidar la articulación entre los aspectos no verbales y verbales, además de explicitar y controlar la propuesta de enseñanza, es registrar en una Ficha de evaluación aquellas capacidades logradas por los estudiantes como lo que deben mejorar. La Ficha de evaluación es un instrumento que el docente sociabiliza durante el desarrollo de la primera fase de la secuencia didáctica, en la cual los alumnos entran en contacto con el género debate (ven un debate, por ejemplo) y con sus características (que se sistematizan en la Ficha de evaluación).

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se utilizan armas de fuegos [argumento enunciado en una estructura sintáctica compleja] eh y en este porcentaje solo el 36 por ciento se da en situaciones de robo lo que quiere decir que la mayoría de los casos de los homicidios no es un ladrón que mata a una persona sino un civil que mata a otro civil ya sea por una discusión o por un conflicto familiar, etc. / en estas estadísticas podemos ver que darle un arma al civil es darle un problema a la sociedad. (Primera intervención monogestionada de un estudiante de tercer año del nivel secundario en el debate sobre la tenencia de armas de fuego, Rosario, 2013) A partir del análisis de las textualizaciones orales producidas por los alumnos, en los módulos de enseñanza destinados a desarrollar su capacidad discursivo-textual en el género objeto de enseñanza, se trabajan los aspectos que se deben mejorar. En este caso, los procedimientos lógico argumentales propuestos; la incorporación de marcadores del discurso (estructuradores de la información, reformadores de resumen y conclusivos) como la inclusión de voces de personajes en la fase de la argumentación, considerando que el objetivo del género es defender una postura personal para convencer al público/auditorio. Además, se debe tener en cuenta que el debate supone instancias de textualización monogestionadas cuando los participantes exponen sus posturas (el ejemplo anteriormente citado), como poligestionadas (cuando discuten con sus oponentes y los refutan). Como consecuencia, en este género oral, el carácter dialogal del enunciado resulta palpable para los participantes, quienes asumen el papel de locutor e interlocutor de manera alternada. El rol activo del interlocutor24 es concreto en este caso, tal como se ilustra en el siguiente segmento del debate: Participante 1: Quería comenzar el debate preguntando eh, y creo que los tres mencionaron lo de los fines defensivos, eh vos M. mencionaste lo de hacer mención y sólo mostrar el arma. Yo quería preguntarte cómo podés explicar que haya tantas muertes siendo tus estadísticas que demuestran que sólo se hace mención o sólo se muestra el arma. ¿Cómo se explican tantas muertes por abuso de tenencia de armas? Participante 2 (M.): Eh, yo me centré en casos de robos y a veces se disparan. 24 El debate supone un desdoblamiento del interlocutor/destinatario. Por un lado, se encuentran los interlocutores con los cuales el locutor discute y, por otro, está el público/ auditorio que escucha y ve el debate de forma directa y es el que evalúa, guiado por el enseñante, las textualizaciones de los participantes. Así, en un curso de treinta estudiantes se pueden realizar cinco debates sobre temáticas distintas que tendrán un público de más de veinte personas (además de los seis participantes que debaten, se debe considerar el rol del moderador que lo coordina). El estudiante se enfrenta a una instancia compleja de recepción e interactúa, de diferente modo, con ambas.

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P. 1: Claro, bien, los casos de robo representan el 25 % del abuso de armas, eso lo dije en la postura, lo dijo C. (participante 3), por la Dirección Nacional de Política Habilitante. El 75 %, que es la mayoría, se da en situaciones pocas esclarecidas de enfrentamientos interpersonales, de barras, de pandillas, venganzas, mafias. Entonces, de cada cuatro personas que mueren por tenencia de armas, por abuso de tenencia de armas, sólo una es en situación de robo. P. 4: Eh, te quiero decir que cuando vos hablás de mafia ahí pertenece al tráfico ilegal de armas, y el tráfico ilegal es mundial, no depende de Argentina si va a probarse acá. P. 1: No, es solamente tráfico ilegal de armas. P. 4: Sí, una mafia cómo te pensás que la consigue, no la va a tener declarada (…). (Rosario, 2013) De esta manera, aunque el estudiante no haya tenido en cuenta a su interlocutor en la primera instancia de textualización; la participación y evaluación posteriores al debate le permiten, en la segunda textualización en este género, orientar anticipadamente su palabra “hacia su interlocutor, teniendo en cuenta quién es, a qué grupo social pertenece, cuál es su posición jerárquica respecto al locutor” (Ivanova, 2010, p. 57). En este sentido, si retomamos la propuesta de Rastier sobre el aprender como la anticipación de la recepción, “lo que la retórica antigua llamaba ‘l’accommodatio’ (el acomodo)” (2012, pp. 67 y 68); comprendemos que el aprendizaje se produce en el encuentro con la alteridad. Por eso, consideramos que la anticipación, escucha y comprensión del interlocutor/auditorio social es uno de los aspectos más formativos que ofrecen los géneros de textos orales, los cuales implican el encuentro con el otro y, en el caso del debate, además, con otros puntos de vista25. En un contexto de estas características, las posibilidades que se vislumbran en torno a la “actualización” de los géneros textuales como objetos de enseñanza son prometedoras. En efecto, el género de texto es un “megainstrumento” en términos didácticos (Schneuwly, 1994) dado que el ser humano se desarrolla como persona en las interacciones verbales mediatizadas por los géneros. Así, Bronckart postula que “la finalidad general de la enseñanza de lenguas apunta al dominio de los 25 El vínculo entre las formas del enunciado, los géneros, y las situaciones sociales (y políticas) se expresa en este género en particular a partir del concepto de democracia propuesto en los documentos prefigurativos de la Reforma educativa de 1993: “poder decir y decirse en iguales condiciones de efectividad” (Fuentes, 1996, p. 294).

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géneros en tanto instrumentos de adaptación y participación en la vida social/comunicativa” (2007, p. 158). En el caso concreto de los géneros orales, se podría reorientar la enseñanza-aprendizaje de diversas nociones y capacidades que es posible transferir a otras modalidades y géneros. En este trabajo nos referimos específicamente a la interacción con el interlocutor en un mismo contexto extralingüístico y social, que se debe integrar en la secuencia didáctica en tanto dispositivo que efectiviza la articulación entre los componentes no verbales y verbales de los géneros. Por otro lado, como actualmente la enseñanza de los géneros de textos orales no se presume como sistemática (cf. punto 2.i.), el método descendente para el análisis y la generación de los textos desarrollado por Voloshinov se asumiría con menor resistencia en la elaboración de secuencias didácticas de este contenido didáctico, que con contenidos que se encuentran arraigados en otras concepciones del lenguaje y de la lengua y, como consecuencia, en propuestas didácticas de índole mayormente teórica. Para ello se debe profundizar el proceso de modelización26 de los géneros de textos a enseñar, principalmente de los orales, sin olvidar que: la modelización consiste en discriminar los aspectos composicionales en un género con el objetivo de encontrar las regularidades (…) por lo que esos aspectos encontrados en los distintos niveles de la producción del texto pueden organizarse secuencialmente, de acuerdo con el recorrido didáctico más eficaz, en función de la apropiación del género por los alumnos. No se trata de saber describir géneros, sino de conocerlos (y dominarlos) en su realización como acciones de la actividad de lenguaje. (Riestra, 2012a, pp. 87 y 88) En conclusión, la potencia del programa de Voloshinov para la didáctica de las lenguas radica en la conceptualización del signo lingüístico/ enunciado/género como un fenómeno de naturaleza social y dialogal, perspectiva epistemológica que está en consonancia con el método descendente de la textualización que este autor propuso. Desde este enfoque, se podría evitar la enseñanza teórica, descriptiva y abstracta de los géneros, al recuperar el estatuto sociolingüístico de esta categoría, punto de vista

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La modelización consiste en la elaboración de un modelo didáctico destinado a los docentes y alumnos, que se elabora a partir de la observación de un corpus de textos auténticos (escuchar una exposición oral, ver un debate). Una vez elaborado dicho modelo, se estipulan los objetivos de enseñanza y comienza el desarrollo de la secuencia didáctica.

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imprescindible si nuestra finalidad es el desarrollo de las capacidades discursivo-textuales, orales y escritas, de los estudiantes/ciudadanos. Se cimentaría, además, el carácter de actividad del lenguaje que constituye todavía un desafío debido a que “es una construcción histórica relativamente reciente” (Riestra, 2010, p. 130) y se haría hincapié en el carácter sociohistóricamente dependiente de la semiosis que, desde la perspectiva del grupo teórico al cual no hemos referido en este trabajo, se concibe como un proceso colectivo e individual en el cual los signos lingüísticos, realizados en enunciados y sus formas, los géneros, constituyen la herramienta colectiva del medio social que permiten el desarrollo de las personas en la interacción social. La propuesta de retorno a la obra de Voloshinov, autor imprescindible para las ciencias del lenguaje, se inscribe en este objetivo de formación.

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El programa de Voloshinov

Fragmentos de Voloshinov en contexo. Ensayo de epistemología histórica1 Inna Tylkowski-Ageeva

El pensamiento humano jamás se limita a reflejar el mundo de existencia del objeto que apunta a conocer; siempre refleja también la existencia del sujeto que conoce, su existencia social concreta. El pensamiento es un espejo doble en el que los dos lados pueden y deben alcanzar a una limpidez sin mezcla. (V. Vološinov, Le Freudisme. Essai critique, Saint-Pétersbourg, Asta-Press Ltd. [1927], 1995, p. 106).

1. Introducción

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l objeto de estudio es el pensamiento de Valentin Nikolaevic Vološinov (1895-1936) y el contexto intelectual ruso de principios del siglo XX, en el que nació y se desarrolló. El marco espacial es Rusia. El marco temporal, los años 1890-1920. La noción de contexto es polisémica: se utiliza en los estudios literarios, en sociología, en psicología, en lingüística, etc. Su comprensión varía según las disciplinas. En análisis literario tiene un rol de primer plano (Maingueneau, 1993) y se asocia al conjunto de circunstancias o condiciones (históricas, culturales, sociales, políticas, intelectuales, etc.) en las que una obra literaria está situada (Fath, 2009, p. 34). En psicología, se entiende por contexto estímulos de segundo plano que acompañan acontecimientos de primer plano. En lingüística (Cosnier, 1991; Schmoll, 1996a), la definición varía según las elecciones teóricas y metodológicas de los investigadores, con dos grandes tendencias en la forma de concebirla: (1) como el conjunto

1

Agradecemos al editor, Prof. Marc Arabyan, la autorización para publicar el fragmento en español. Traducción realizada por María Victoria Goicoechea y Dora Riestra. Edición original francesa: © Éditions Lambert-Lucas, Limoges (Francia), 2012.

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del texto que rodea un elemento a estudiar (palabra, sintagma, frase, enunciado…) y del cual depende el sentido (se habla de co-texto, se distingue “macrocontexto” y “microcontexto”2); (2) como la situación de comunicación en la que se encuentran los interlocutores (incluyendo “sus conocimientos compartidos, sus respectivas posiciones sociales, sus propios intereses”) que permiten la producción y la interpretación del sentido de las palabras, de las frases, de los enunciados, etc. (Schmoll, 1996b, p. 5). Esta noción ambigua y relativamente problemática está considerada como inaprehensible cuando se trata de establecer el sentido de una unidad lingüística (Schmoll, 1996a, p. 235). Para explorar la hipótesis de que la noción de “contexto” es también indispensable en el dominio de la historia de las ideas, donde el material de investigación se presenta, la mayoría de las veces, bajo forma verbal, es necesario verificar, por analogía o más bien por extensión de la noción tal como se la entiende en lingüística, se entenderá por “contexto”: (1) el conjunto de textos publicados en una época dada, y (2) las discusiones que se desarrollan en el mismo período en las instituciones científicas (incluidas las publicaciones), dicho de otro modo, las obras y los debates científicos que pueden ser considerados como una fuente de inspiración o de reflexión para un investigador, cuyo conocimiento es indispensable para interpretar sus trabajos. Se estudiará aquí a Valentin Voloshinov. ¿Por qué él? Para responder esta pregunta se traerá la discusión sobre la paternidad de textos aparecidos bajo su nombre en los años veinte, lo que permitirá entrar en materia.

2. Voloshinov y la recepción de Bajtin en Occidente 2.1. La modernizacion del pensamiento bajtiniano Mijaïl Mijaïlovitch Bajtin es uno de los intelectuales rusos más citados desde hace treinta o cuarenta años no sólo en Rusia, sino también en Occidente (Avtonomova, 2009, p. 104). Es en los años 1970 cuando aparecen las traducciones en inglés y en francés de dos de sus obras, 2

El macrocontexto de una palabra [mot] es definido como “un entorno más amplio que la palabra que precede o sigue al término enfocado, por oposición al microcontexto” (Diccionario de lingüística y de ciencias del lenguaje 1994, p. 291). A continuación, considero el “macrocontexto” como el contexto de la época y el “microcontexto” como las discusiones que se desarrollan en el seno de un grupo de intelectuales, de investigadores o de amigos y los trabajos publicados por los miembros de ese grupo.

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Fragmentos de Voloshinov en contexo

La poética de Dostoïevski y La obra de François Rabelais, escritas respectivamente en 1929 y 1940; ambas fueron reelaboradas por Bajtin a petición de un grupo de estudiantes entusiasmados por los estudios literarios (entre los que estaban Sergej Bocarov y Vadim Kozonov) y reeditados en Rusia en 1963 y 1965. Esas traducciones le otorgan a Bajtin un inmenso éxito en Occidente. A tal punto que, en 1997, Caryl Emerson constata que existen no solamente “estudios bajtinianos”, sino también una “bajtinología” y una “bajtinística” (Emerson, 1997, p. 30). Dicho de otro modo, existe una suerte de “industria” donde las ideas de Bajtin encuentran su aplicación no sólo en los estudios literarios, sino también en psicología, en filosofía, en los estudios sociales, etc. Su nombre sirve de referencia a trabajos que abordan todo tipo de problemas: la suerte de los sin domicilio fijo, las consecuencias del colonialismo, la situación de las minorías sexuales, del movimiento feminista, etc. (Avtonomova, 2009, p. 111). Bajtin deviene una suerte de clásico, cuyas ideas en sí mismas interesan menos que su posibilidad de aplicarlas en los dominios más inesperados (ibíd., p. 114). Su pensamiento ha sido modernizado y confrontado con los problemas del siglo XXI. Cierta modernización de las ideas bajtinianas fue introducida en Francia por Julia Kristeva, quien las presentara durante un seminario dictado por Roland Barthes en 1966. El texto de su exposición fue publicado en 1967 en la revista Crítica bajo el título “Bajtin, la palabra, el diálogo y la novela” y retomado en 1969 en el compilado Semiotiké, recherches pour une sémanalyse, aparecido tres años antes de la publicación de las primeras traducciones de las obras de Bajtin. Este artículo representa el único acceso a sus ideas para el público de la época. Aquí Kristeva coloca a Bajtin en el marco de sus propias preocupaciones. Como lo señala Jean Peytard: ella no presenta solamente los conceptos y el enfoque de M. Bajtin, sino que los afina, los comenta según su concepción del texto, los utiliza como justificación de sus tesis, como transformación y reafirmación de las mismas. (Peytard, 1995, p. 15) Kristeva atribuye a Bajtin la noción de “intertextualidad” por la que intenta darle una profundidad histórica a los textos literarios, reubicados en su contexto cultural y puestos en relación con las producciones literarias existentes. La “intertextualidad” consiste, en consecuencia, en el hecho de que los textos remiten a lo ya escrito, a lo ya existente. La noción de “intertextualidad” aparece como un “derivado” del concepto

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bajtiniano de “dialogismo”. Sin embargo, esta autora no se refiere a la idea de un “diálogo” entre los textos como relación anticipada con las obras posteriores, sino más bien a la noción de “interferencia” (Huser, 2001, p. 42). Esta idea ejerce una influencia en intelectuales tales como Michel Riffaterre, Gérard Genette y otros, y hace surgir nuevas nociones como la “paratextualidad”, la “metatextualidad”, la “hipertextualidad”, etc. (Peytard, 1995, pp. 115-122). De aquí aparece la idea lanzada por Todorov de que Bajtin es el primero en haber “formulado una verdadera teoría de la polivalencia intertextual” (Todorov, 1981, p. 44). Por otro lado, Julia Kristeva se propone adaptar Bajtin al gusto del público francófono de los años setenta (Kristeva, 1998), caracterizado por: 1. el apogeo del paradigma estructuralista con su “muerte del sujeto”; 2. “cierto número de tentativas de superación, de desbordamiento, de pluralización” (Dosse, 1992, p. 71) del estructuralismo, lo que entre otras cosas se traduce por la emergencia de la teoría de la enunciación de Émile Benveniste (Ono, 2007); 3. el interés por el psicoanálisis, en particular por las ideas de Jacques Lacan; 4. el desarrollo del análisis del discurso (Pêcheux, 1969); 5. la insatisfacción ante los estudios literarios y, en consecuencia, la difusión del modelo estructural en el campo literario; 6. la lectura de obras de Marx y de Engels por Louis Althusser (Para Marx y Leer el Capital aparecido en Maspero en 1965); 7. el interés por lo que pasa en el “Este” tanto en el plano literario como político (Dosse, 1991 y 1992; Sériot, 2010, p. 15). Jean Peytard describe la época y el enfoque de Julia Kristeva como espacio que favorecerá la recepción de las obras bajtinianas. Esta posición fue criticada por Claude Frioux (1971) y Henri Meschonnic (1971) y aún hoy perdura la polémica. El reproche principal a Kristeva consiste en haber “afrancesado” y atribuido a Bajtin una modernidad que no era la de la Rusia de los años veinte. También abona en esta dirección el análisis realizado por Zbinden (2005): En este artículo [“Bajtin, la palabra, el diálogo y la novela”] ella [Julia Kristeva] entremezcla sus comentarios y pasajes del libro sobre Dostoievski sin operar una separación muy neta entre los dos, pero, sobre todo, se compromete a crear un modelo de investigación “isomorfía de la lógica propia”, del lenguaje poético, dado que el lenguaje, a fortiori poético, no se conforma en la lógica científica. Esta tarea

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que ella asume por el biés de su lectura de Bajtin, constituye una prioridad para la semiología literaria que reclama. En el curso de su análisis Kristeva realiza una serie de desplazamientos de sentidos. Lee Bajtin desde el punto de vista de una teoría de la producción textual, proyectando así el dialogismo sobre el plano del lenguaje (asimilando “ese doble aspecto de la lengua” a la oposición entre lengua y habla [langue et parole], a los ejes sintagmático y paradigmático, así como a las nociones de código y mensaje, tales como las define Roman Jakobson); ella interpreta ciertos términos bajtinianos de manera abstracta, ciertamente literal, como es el caso de slovo que en ruso designa entre otras cosas “mot” y “discurso”, mientras que Kristeva entiende mot como “unidad mínima de texto”, es decir, “el mediador que religa el modelo estructural con el entorno cultural (histórico)”. Esta declaración deviene naturalmente de la afirmación de que “en lugar de la noción de intersubjetividad se instala la de intertextualidad, y el lenguaje poético se lee como doble”. Sobre todo reinterpreta el concepto de ambivalencia como “la inserción de la historia (de la sociedad) en el texto, y del texto en la historia”. Si es cierto que no se sabe gran cosa de la biografía o de las filiaciones intelectuales de Bajtin en la época en la que Kristeva lo leía, es, sin embargo es probable que ni el “modelo estructural” ni una concepción posestructuralista del sujeto y de la historia debieran preocupar a Bajtin. (Zbinden, 2005, pp. 29-30) Para Peytard este modo de criticar el enfoque de Kristeva se impone en razón del “impacto” de las ideas bajtinianas que obligan a “tomar posición” (Peytard, 1995, p. 16). Después de Bajtin, “nada será como antes: dialogismo, carnaval, enunciación, discurso ajeno, y otros conceptos (…) es decir, comienzan a operar” (ibíd.). Peytard (como otros intelectuales franceses) no se plantea la cuestión de saber si esos conceptos son de Bajtin: en Francia durante los años 1960-1970 y hasta el presente los trabajos que se apoyan en las fuentes primarias examinando la obra bajtiniana en relación con “l’air du temps” y “l’air du lieu” son casi inexistentes. De allí resultan los numerosos malentendidos de interpretación del pensamiento de Bajtin.

2.2. Las dificultades para acceder al pensamiento de Bajtin Tzvetan Todorov justifica esos malentendidos. En su introducción a Mijaïl Bajtin. El principio dialógico (1981), afirma que Bajtin es “un pensador cuyas elecciones fundamentales son extrañamente estables”, pero también que el conjunto de su sistema es difícil de comprender por un público francófono (Todorov, 1981, p. 10). Esta situación ha sido pro-

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vocada por las malas traducciones de los textos bajtinianos, hechos por traductores que ciertamente no son especialistas en Bajtin y oscurecen su sistema terminológico: Las traducciones existen: pero no estoy seguro de que haya que alegrarse. (…) Lo que me parece (…) grave (…), es que Bajtin ha sido traducido por personas que no conocían o no comprendían su sistema de pensamiento (hay que reconocer que no era fácil). De hecho, sus conceptos esenciales, los de discurso, enunciado, heterología, exotopía y muchos otros son traducidos por “equivalentes” confusos, o bien desaparecen pura y simplemente por el cuidado del traductor por evitar las repeticiones o las oscuridades. Además, la misma palabra rusa no siempre se traduce de la misma forma por diferentes traductores, lo que en el lector occidental puede crear dificultades artificiales. (Ibíd., p. 11) Aun más, si el contenido de los términos utilizados en sus trabajos no siempre está determinado de forma definitiva: el propio Bajtin confiesa servirse de una terminología, a menudo, ambigua y repleta de variaciones que explica por el carácter dinámico de su pensamiento: La cohesión de una idea en desarrollo. De donde un cierto inacabado interno de muchos de mis pensamientos. Pero no quiero transformar el defecto en virtud: en mis trabajos hay también muchos inacabados externos, inacabados no del pensamiento sino de su expresión, de su exposición (…) mi gusto por las variaciones y la pluralidad de términos para designar el mismo fenómeno. La multiplicidad de perspectivas. El acercamiento con lo lejano sin indicación de los enlaces intermediarios. (“Extractos de las notas de los años 1970-71” [Izzapisej 1970-7, godov] en Estética de la creación verbal (Bajtin, 1979, p. 360), citado por Todorov, 1981, p. 11) Todorov también se refiere a “la no-publicación (o la publicación tardía, o la publicación bajo pseudónimo)”3 de los textos (Todovov, 1981, p. 10) que impiden, al lector francés, ver en qué consiste el conjunto de la obra de Bajtin y dificultan la interpretación de sus ideas. Estas también suscitan otro problema: Todorov supone que, porque no prevé la publicación inmediata de sus trabajos, Bajtin no articula “entre ellos los diferentes fragmentos [de su] sistema” (ibíd.). Eso afecta la organización interna de sus obras y vuelve su pensamiento difícil de aprehender. 3

Por “no-publicación”, Todorov comprende los escritos que solo aparecieron después de la muerte de Bajtin en 1975; por “publicación tardía”, se refiere a La Obra de François Rabelais, escrita en 1940 y publicada en 1965; como “publicación bajo pseudónimo”, designa los textos de Valentín Voloshinov y de Pavel Nilolaevich Medvedev que durante largo tiempo fueron atribuidos en Francia a Mijaïl Bajtin.

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Para hacer a Bajtin “legible en francés” (ibíd., p. 12), Todorov expone esas ideas en Mijaïl Bajtin. El principio dialógico, donde publica tres textos de Voloshinov (bajo el nombre de Voloshinov) traducidos por Georges Philippenko y Monique Canto-Sperber: 1. “Slovo v zizni i slovo v poèzii. K voprosam sociologiceskoj poètiki” [La Palabra4 en la vida y la Palabra en la poesía. Cuestiones de poética sociológica] (1926), bajo el título de “El discurso en la vida y el discurso en la poesía”; 2. “Konstrukcija vyskazyvanija” [La construcción del enunciado] (1930) con el título “La estructura del enunciado”; 3. “O granicax poètiki i lingvistiki” [A propósito de las fronteras entre la poética y la lingüística] (1930), con el título “Las fronteras entre poética y lingüística”. Marxismo y filosofía del lenguaje. Los problemas fundamentales del método sociológico en la ciencia del lenguaje (en adelante, MPL) publicado en Leningrado en 1929 bajo el nombre de Voloshinov, fue presentado por Todorov como “las primeras formulaciones” de “la teoría del enunciado” de Bajtin (Todorov, 1981, p. 67). Y Todorov distingue los textos “inspirados o incluso escritos por [Bajtin], pero firmados por sus amigos V. Volochinov y P. Medvedev (ibíd., p. 9) y los trabajos de estos últimos como “escritos del Círculo de Bajtin” (ibíd., p. 177). Al hacerlo, no precisa los criterios en base a los cuales ha distribuido los textos, lo que refleja cierta hesitación de su parte en “el debate sobre la verdadera identidad del autor” de esos textos (ibíd., p. 9).

2.3. ¿Quién es el autor de los textos aparecidos bajo los nombres de Voloshinov y de Medvedev? La paternidad de los trabajos publicados en los años veinte bajo los nombres de Voloshinov y de Medvedev, atribuidos en los años setenta a Bajtin, se discute aún hoy. El debate fue lanzado en 1973 por Vjacheslav Ivanov, quien en su artículo “La importancia de las ideas de M. M. Bajtin sobre el signo, el enunciado y el diálogo para la semiótica

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La Palabra (con mayúscula) es un neologismo propuesto por Patrick Sériot para traducir el termino slovo. Ambiguo en ruso, puede ser traducido en francés como “lenguaje”, “habla” [“parole”], “lengua”, así como “palabra” [“mot”] en sentido lingüístico o tipográfico del término (Sériot, 2010, p. 19).

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contemporánea”, cita tanto los textos de Medvedev y de Voloshinov como si fueran de Bajtin. Declara que éste es su verdadero autor, afirmando que existen “testimonios” (sic) que pueden “confirmar” la paternidad de Bajtin acerca de los trabajos mencionados: El texto principal [osnovnoj] de los trabajos 1 a 5 y 7 (un libro firmado por Medvedev, dos libros y tres artículos firmados por Voloshinov) se debe a M. M. Bajtin. Sus discípulos V. N. Voloshinov y P. N. Medvedev, bajo los nombres de quienes está publicado, únicamente han realizado pequeñas interpolaciones, también han modificado ciertas partes de esos artículos y de esos libros (o, incluso, los títulos, como en Marxismo y Filosofía del lenguaje). Que todos esos trabajos remiten a un mismo autor –lo que confirman las declaraciones de los testigos–, el texto mismo nos impone admitirlo. (Ivanov, 1973, p. 44, en Todorov, 1981, p. 17) Ivanov no proporciona ninguna prueba directa que apoye esta afirmación5. Ciertos autores como Roman Jakobson y Marina Yaguello retoman la idea de que los “testimonios directos” promueven que “no se permite la duda, en cuanto a la paternidad” bajtiniana de los textos “controversiales” (Yaguello, 1977, p. 10). Roman Jakobson juega un papel importante en la difusión de las ideas bajtinianas en Estados Unidos y en Francia. Es por su interés que en 1973 se efectuó la traducción inglesa, posteriormente, en 1977, la traducción francesa de MPL. Si la traducción inglesa fue publicada bajo el nombre de Voloshinov, la francesa apareció con el nombre de Bajtin, seguida de la mención entre paréntesis de Voloshinov. En su prefacio, Roman Jakobson retoma a Ivanov e insiste en la atribución de MPL (así como de otros textos firmados por Voloshinov) a Bajtin: Se acaba de descubrir que el libro en cuestión y muchas otras obras publicadas a fines de los años veinte y comienzo de los treinta bajo el nombre de Voloshinov como, por ejemplo, un volumen sobre la doctrina del freudismo (1927) y algunos ensayos sobre el lenguaje en la vida y en la poesía, así como sobre la estructura del enunciado fueron, en verdad, compuestos por Bajtin (1895-1975), autor de obras determinantes sobre la poética de Dostoïevski y de Rabelais. (Jakobson, 1977, p. 7) Jakobson presenta a Voloshinov como un “adepto” y un “discípulo del investigador eminente” (Bajtin) y su nombre como un “pseudónimo

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Existe gran número de trabajos consagrados a esta problemática. Me limito a la descripción de las tendencias principales y cito a título de ejemplos los nombres de los investigadores más conocidos.

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escrupulosamente guardado” que permite “gracias a una modificación obligatoria del texto e, incluso, del título, salvar lo esencial del gran trabajo” (ibíd.). Sin embargo, hasta ese momento, Jakobson había mencionado a Voloshinov como autor de MPL en su correspondencia y sus artículos (Sériot, 2010, p. 40). Marina Yaguello, en su propia introducción a MPL, además de hacer de Voloshinov un testaferro de Bajtin, se refiere también a Medvedev como un “alumno”, un “amigo dedicado” y un “ferviente admirador” de Bajtin, miembro del “círculo” de Bajtin (Yaguello, 1977, p. 9): Bajtin no sólo es un gran investigador que escribe bajo los nombres de sus amigos, sino también el organizador de sus actividades científicas. Para explicar el “juego de testaferro”, Yaguello se refiere a Ivanov: Según el profesor V.V. Ivanov, alumno y amigo de Bajtin habría dos motivos: en primer lugar, Bajtin habría rechazado las modificaciones impuestas por el editor; por su carácter intransigente, habría preferido no publicar antes que cambiar una coma; entonces, Voloshinov y Medvedev habrían aprobado las modificaciones. En segundo lugar, habría motivos de carácter más personal, ligados a su gusto por la máscara y el desdoblamiento y, también, pareciera, a su profunda modestia de científico. Él habría declarado que un pensamiento verdaderamente novedoso no necesita ser firmado por su autor para asegurar su permanencia. En este sentido, el profesor Ivanov lo compara con Kierkegaard, quien igualmente se escondió bajo seudónimos. (Ibíd., p. 10) Otros autores –por ejemplo Todorov– tienen una actitud más crítica. En Mijaïl Bajtin. El principio dialógico, al citar además de a Ivanov, los nombres del eslavista americano T. Winner, a quien Bajtin habría confirmado que era el autor de los libros aparecidos bajo los nombres de sus amigos (Voloshinov y Medvedev) y de la esposa de Bajtin, quien habría dado a entender que éste había escrito El método formal en la ciencia de la literatura. Introducción crítica a la poética sociológica (en adelante El método formal en la ciencia de la literatura) publicado en 1928 por Medvedev, Todorov pone en duda la validez de sus testimonios. En lo que concierne a los “testigos” mencionados por Ivanov, cuestiona su existencia (Todorov, 1981, p. 18). Pero, curiosamente, en 1984 en su prefacio de la edición francesa de La Estética de la creación verbal, se refiere a “numerosas fuentes autorizadas (soviéticas)” que revelaron en 1973 que “Bajtin es el autor o, en todo caso, el coautor principal de tres libros y numerosos artículos, publicados bajo otros nombres en Rusia” (Todorov, 1984, p. 8). La ambigüedad de la posición de Todo-

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rov se manifiesta, también, en su forma de resolver el problema de la paternidad de los textos “disputados” (controversiales): por una parte, subraya las diferencias de estilo y de problemática entre los textos de Bajtin, de Voloshinov y de Medvedev y, por otra parte, encuentra “una gran homogeneidad de pensamiento” en los trabajos de los tres autores (Todorov, 1981, p. 20). Es por esa razón que avanza la tesis de que “esos textos fueron concebidos por el mismo (los mismos) autor (es), pero que han sido redactados, en parte o en su totalidad, por otros” (ibíd.). Las reflexiones sobre el contenido de las obras de Voloshinov y Medvedev que se encuentran a continuación en Mijaïl Bajtin. El principio dialógico muestran que Todorov admite la idea de que estos últimos son los autores de la totalidad de sus textos. Al mismo tiempo, no quiere “refutar la tesis según la cual Bajtin sería el único autor de sus escritos” (ibíd., p. 23): Una conclusión parece imponerse: es inadmisible que se borren pura y simplemente los nombres de Voloshinov y Medvedev, y que, de ese modo se coincida con el deseo manifiesto de Bajtin de no asumir la publicación de tales escritos. Pero es totalmente imposible no darse cuenta de la unidad del pensamiento que testimonia el conjunto de esas publicaciones (y que puede atribuirse, siguiendo diversos testimonios, a la influencia de Bajtin). Propondré, pues, adoptar para el conjunto de esos textos el siguiente proceso tipográfico: mantener el nombre con el que han sido publicados, seguido de una barra oblicua, precediendo el nombre de Bajtin: Medvedev / Bajtin, Voloshinov/Bajtin. En particular, la barra se eligió por la ambigüedad que introduce: ¿se trata de una relación de colaboración?, ¿de sustitución (pseudónimo o máscara)? ¿o de comunicación (el primer nombre designa el receptor, el segundo, el emisor)? (Ibíd., pp. 23-24) Proponiendo considerar las obras aparecidas en los años veinte como el fruto de un trabajo colectivo, Todorov no minimiza la importancia de Bajtin: pone a Bajtin en primer plano, como aquel que ha inspirado a sus amigos. Jean Peytard comparte ese punto de vista e introduce la noción de “grupo BMV” para subrayar que en los años veinte Bajtin, Medvedev y Voloshinov trabajan juntos y elaboran “tesis colectivas” (Peytard, 1995, p. 11)6. 6

Esta tesis es compartida por Jean-Jacques Lecercle que, utilizando únicamente el nombre de Voloshinov como autor de MPL, sin embargo, precisa: “Investigaciones más recientes muestran que Voloshinov no es simplemente un testaferro, que había redactado una tesis en la que los principales temas del libro ya habían sido presentados, y que no hay ninguna razón para privarlo de su obra en provecho de su amigo más célebre. Al no tener acceso a las fuentes primarias, no puedo tener una opinión definitiva sobre la cuestión. Utilizo el nombre “Voloshinov” para indicar una autoría

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Durante los años setenta, una tercera posición consistió en considerar a Voloshinov y Medvedev como los únicos autores de los textos “disputados”. Fue defendida por Bernard Gardin, quien insiste en las convicciones marxistas de Voloshinov como único autor de MPL (Gardin, [1978] 2005). La cuestión de la paternidad de Bajtin no se plantea únicamente en el mundo francófono. Las discusiones se dieron en otros países occidentales, como también en Rusia. Se dieron las mismas tendencias que en Francia. Actualmente domina la idea del carácter colectivo de la redacción de los textos “disputados” (Alpatov, 2005, p. 118; Avtonomova, 2009, p. 115). Pero otros investigadores señalan la ausencia de pruebas positivas para modificar la atribución de esos escritos (Perlina, [1989] 1996, p. 34; Emerson, 1997; Boneckaja, 1996, p. 8; Tihanov, 2004, pp. 44-45; Brandist, 2002a y 2004). El biógrafo de Voloshinov, Nikolaj Vasil´ev rastrea su recorrido y muestra que Voloshinov fue un investigador independiente de Bajtin (Vasil´ev, 1991, 1995, 2003). El hijo de Pavel Medvedev, Jurij Medvedev, hace lo mismo y reatribuye a su padre El método formal en la ciencia de la literatura (Ju. Medvedev, 1995 y 2008; Ju. Medvedev & Medvedeva, 2001, 2006, 2008) y especialmente su epílogo a la traducción francesa de El método formal en literatura. Introducción a una poética sociológica (2008). Si en el curso de los años 2000 en Rusia y en los países anglosajones, la tendencia a considerar a Medvedev y Voloshinov como los autores de sus escritos tomó fuerza, se observa, por otro lado, cierta reticencia. Raros son los trabajos que atribuyen la paternidad de los textos “disputados” únicamente a Voloshinov o a Medvedev. Esta tesis es defendida por Patrick Sériot (Sériot, 2007a, 2007b, 2010) y por Jean-Paul Bronckart y Cristian Bota (Bronckart y Bota, 2008, 2011) autores de una obra polémica en la que la “pseudonimia”, para retomar la palabra de Peytard, se convierte en un asunto de “plagio”, es decir, de aprovechamiento por parte de Bajtin de las ideas de Voloshinov y de Medvedev.

2.4. El pretendido “Círculo de Bajtin” El “Círculo de Bajtin” fue mencionado por primera vez en 1967 por el psicolingüista Aleksej Leontiev (Leontiev, 1967, pp. 86-88). En 1971, colectiva de enunciación: la corriente marxista de los trabajos del círculo de Bajtin” (Lecercle, 2004, p. 102).

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en el artículo consagrado a la crítica dirigida por Boris Pasternak al formalismo, Gabriel’ Superfin menciona la “Escuela de Bajtin” y cita entre sus representantes a Medvedev, Voloshinov y al especialista en literatura Lev Pumpjanskij (Superfin, 1971, p. 530). Bajtin comienza a utilizar el término “Círculo de Bajtin” en los años setenta en “discurso referido” en las entrevistas con Viktor Duvakin: Duvakin: Ud. no era célebre en la época. Bajtin: No, sólo era conocido en círculos extremadamente reducidos. Había, a mi alrededor, un círculo que, ahora, se llama el “Círculo de Bajtin”. Incluye ante todo a Pumpjanskij, Medvedev, Voloshinov. Al respecto, hay que decir que estaban en Nevel’ todos, salvo Medvedev (…). Estando los tres en Vitebsk, fue allá, en efecto, donde se plantearon los fundamentos de ese círculo que, después, se formó en Leningrado. Yo daba conferencias a título totalmente privado, en mi casa (…). Di un curso de filosofía, primero sobre Kant (era un apasionado de Kant) y después abordamos temas más generales. (Bajtin, 2002, p. 161, citado de Seriot, 2010, p. 20) En 1981 aparece “M. M. Bajtin y M. I. Kagan, a partir de los materiales de archivos familiares”, de Judif’ Kagan (bajo el pseudónimo de K. Nevel’ skaja), donde ella destaca el papel desempeñado por su padre, Matvej Kagan en la organización en 1918 en Nevel’ del “seminario kantiano” en el que participaron Bajtin, Voloshinov, Pumjanskij, la pianista Marija Judina, el poeta, escultor y arqueólogo Boris Zubakin. Sin embargo, según lo referido por Judif Kagan, ese “seminario” no existió mucho tiempo. En 1918, Marija Judina parte para Petrogrado. En 1919, Pumjanskij y Voloshinov se desplazan a Vitebsk. En 1919, Zubakin parte para Vitebsk y después, para Smolensk para trabajar en el Instituto de Arqueología. En 1920, Kagan está en Petrogrado para enseñar en la Universidad Judía, después en Orel donde da cursos en la Universidad. En 1921, se instala en Moscú donde trabaja, a partir de 1922, en la RAXN7 (en adelante la GAXN) (1921-1931). En 1924 entra al Consejo Superior de la Economía Nacional para ocuparse de recursos energéticos y se aleja definitivamente de sus amigos (Kagan, 1992, p. 62). Respecto de Bajtin, se reúne en 1920 con Pumjanskij y Voloshinov en Vitebsk, donde conoció a Medvedev y al musicólogo Ivan Sollertinskij.

7 La Rossijskaja Akademija Xudozestvennyx Nauk (RAXN) [Academia Rusa de Ciencias Artísticas] recibe en 1925 el nombre de Gosudarstvennaja Akademija Xudozestvennyx Nauk (GAXN) [Academia del Estado de Ciencias Artísticas].

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Pumjanskij, al fin de 1920 y Voloshinov y Medvedev en 1922, vuelven a Petrogrado (Kagan, 1992, p. 61). Voloshinov retoma los estudios superiores8. Esta vez se inscribe en etnología y en lingüística en la Facultad de Ciencias Sociales, donde estudia lógica y psicología, disciplinas económicas y sociohistóricas, lingüística general y comparada, teoría y metodología de la literatura, así como lenguas y “las ciencias ideológicas”9 (Vasil’ ev, 1995, p. 10). Como lo remarca Vasil’ev, ese plan de estudios condiciona el cambio del centro de interés teórico de Voloshinov. De la historia y de la teoría de la música de los años 1910, se desplaza hacia el marxismo, la psicología y la lingüística (ibíd., p. 10). Ese desplazamiento encontrará su expresión en sus trabajos de los años veinte, que se articulan alrededor de los problemas del lenguaje, de la conciencia, de la cultura (la “ideología” en términos de Voloshinov), de la interacción social y del marxismo como método sociológico de las investigaciones en el campo de las ciencias humanas. Voloshinov termina sus estudios superiores en 1924, el año de regreso de Bajtin a Leningrado. Al año siguiente, como supone Judif’ Kagan, se retoma el “seminario kantiano” (pero sin su inspirador Matvej Kagan) que finaliza en 1928 con el arresto de muchos grupos de intelectuales de Leningrado (incluido Bajtin, por su participación en las reuniones del grupo religioso Resurrección) (Kagan, 1992, p. 62). Además, Medvedev, Voloshinov, Bajtin y Judina, allí encontraron al biologista y futuro historiador de las ciencias Ivan Kanaev, al orientalista Mixail Tubjanskij y al escritor Kosntantin Vaginov (ibíd.). El periodo entre 1925 y 1930 también es el de la publicación de los textos de Voloshinov que resultan de sus estudios doctorales en L’ ILJaZV10 (1923-1930), donde es colaborador a partir de 1925 (Vasil’ ev, 1995, pp. 11-15). Medvedev también trabaja en esta institución y en el Instituto de la Literatura Rusa fundado en 1905, conocido como Casa Pushkin, y dirige una actividad científica intensa (Ju. Medvedev, 2008, p. 345). Por lo tanto, Voloshinov y Medvedev par8

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Comenzados en 1913 en la Facultad de Derecho de la Universidad de San Petersburgo (Petrogrado a partir de agosto de 1914, Leningrado a partir de enero de 1924), interrumpidos en 1917 por razones económicas. Para subsistir trabajó como profesor. En 1918, se convirtió en presidente del Comité ejecutivo de los colaboradores del tribunal popular del distrito de Petrogrado y secretario del Despacho de asuntos criminales (Vasil’ ev, 1995, pp. 5-6). En 1919 dejó Petrogrado, donde reinaba la hambruna, rumbo a Nevel’. Se trata de ciencias humanas y sociales. Abreviatura del ruso Institut sravnitel’ noj Istorii Literatur i Jazykov Zapada i Vostoka [Instituto de historia comparada de las literaturas y las lenguas de Occidente y de Oriente].

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ticipan de encuentros entre amigos con quienes, según Judif’ Kagan, siempre mantuvieron contacto por correspondencia (Kagan, 1992, p. 61); durante los años veinte, ellos dirigen sus investigaciones dentro de instituciones científicas independientemente de Bajtin, cuya biografía contiene “zonas en sombra” sobre todo en el campo de su formación (Seriot, 2010, pp. 33-35). Eso pone en duda la idea de que haya podido ser el líder científico del grupo. La tesis de la influencia intelectual ejercida por Bajtin sobre Voloshinov y Medvedev, así como sobre Pumpjanskij, Judina, Zubakin, Kagan, Kanaev, Vaginov y Tubjanskij fue presentada al público francés por Todorov en Mijaïl Bajtin. El principio dialógico, apoyándose en el artículo de Nevel´skaja (Judif´Kagan) (Todorov, 1981, p. 13). Sin embargo, los hechos que aporta Judif’ Kagan basados en los archivos familiares muestran que el “Circulo de Bajtin” (o como ella lo denomina, el “seminario kantiano”) como grupo de investigadores estable, jamás existió. Patrick Sériot rehúsa considerar el pretendido “Círculo de Bajtin” como un fenómeno institucional: La expresión “Círculo de Bajtin” es una invención tardía y apócrifa. Jamás ha sido empleada, nadie de esa época dijo “Círculo”. Por el simple hecho de ser proclamada como una evidencia, engendra la ilusión retrospectiva de que M. Bajtin habría sido una suerte de líder, jefe carismático de un grupo de estabilidad institucional reconocida. La denominación de ‘Círculo’ contribuye a la edificación de un mito, del Gran Relato donde el conjuro y la íntima convicción ocupan el lugar de prueba y de argumento. Es ignorar el papel de otros miembros de esta nebulosa informal de personas que a menudo se encontraban, pero cada uno participaba, además en otros grupos. Pavel Medvedev y Valentin Voloshinov frecuentaron a menudo el ILJaZV (…) en Leningrado, no así el departamento de Bajtin. (Sériot, 2010, p. 19) Esta posición no tiene precedente: la mayoría de los investigadores que trabajan en el domino de los “estudios bajtinianos” consideran la noción de “círculo de Bajtin” como inevitable. Entre ellos se encuentran, no solamente los que defienden la “unidad de pensamiento” demostrada en los trabajos de Bajtin, Voloshinov y Medvedev, y que, en base a ese hecho, atribuyen la paternidad de los textos “disputados” (controversiales) únicamente a Bajtin, sino también se encuentran los que defienden la posición de que Voloshinov y Medvedev son los autores de la totalidad de sus textos. Para estos últimos, si se emplea el término usado por Jurij Medvedev para nombrar al “Círculo bajtiniano”, no es la concepción o la redacción de Bajtin lo que explica los paralelismos

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entre las ideas formuladas por éste y las tesis sostenidas en las obras firmadas en los años veinte por Voloshinov y Medvedev, sino la pertenencia a una “colectividad de pensamiento” [myslitel’ nyj kollektiv]. De ese modo, investigadores cuyas posiciones son diametralmente opuestas utilizan la misma noción de “Círculo de Bajtin”. Sirve para argumentar a “favor” o “en contra” la tesis de la paternidad bajtiniana de los textos “disputados”. Se discute con frecuencia la presencia de las ideas marxistas en Bajtin y en los textos firmados por Voloshinov y Medvedev. Los investigadores se basan en el marxismo como uno de los criterios para intentar resolver el problema de la atribución de los textos “disputados”.

2.5. La cuestión del marxismo en los textos “disputados” y en los escritos de Bajtin El carácter marxista de las obras de Bajtin y de los textos “disputados”, en particular MPL, ha hecho correr mucha tinta: en casi todos los trabajos destinados al análisis y la interpretación de esta obra y de la obra de “Bajtin/Voloshinov”, en general, los investigadores se preguntan sobre la importancia que conceden a las ideas marxistas el autor de MPL y el propio Bajtin. Las respuestas ofrecidas se orientan en tres direcciones (Alpatov, 2005, pp. 201-202). La primera se resume en la afirmación de Marina Yaguello: MPL “es marxista de principio al fin” (1977, p. 11). Su opinión es compartida por Bernard Gardin ([1978] 2005), Jean-Louis Houdebine (1977), Jean-Jacques Lecercle (2004, pp. 101-102) y otros. A esto se suman los trabajos que, sin poner en duda el interés del autor de MPL por el método marxista, subrayan el carácter “no dogmático”, “no canónico” del marxismo ruso a comienzos del siglo XX (Babic, 1998a; Zemljanoj, 2004; Dimitriev, 2007). La segunda se caracteriza por la negación del papel del marxismo después de la formación de Bajtin (Voloshinov) considerado como autor de MPL y de otros textos “disputados”, por ejemplo, en Michel Aucouturier (1978, p. 13; 2007, pp. 148-149), Vitalij Maxlin (1998b, pp. 485, 487) e Igor Peshkov (1998, p. 567). La tercera, intermedia, engloba los trabajos en los que sin insistir en las convicciones marxistas de Voloshinov, los investigadores interpretan su concepción como una mezcla de marxismo y de filosofía alemana: la

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Lebensphilosophie y las ideas neo-kantianas (Tihanov, [1998] 2005) o de Dilthey y Husserl (Vauthier, 2002, p. 258). La negación del carácter marxista de los textos de Bajtin y de los escritos “disputados” es propia de los investigadores que trabajan, principalmente, en Rusia. Además, para Maxlin y Peshkov, Bajtin es el único autor de sus propios escritos y de las obras de sus “discípulos”. Dado que él siempre declaró que jamás había sido marxista, aunque se interesaba por esta concepción (Bocharov, 1993, pp. 76-77), en los comentarios de MPL, Maxlin afirma que Bajtin se esconde en sus textos detrás de dos máscaras: la de otro autor (de Voloshinov, en el caso de MPL) y la de una concepción que no es la suya (el marxismo) (Alpatov, 2005, p. 202). Insistiendo en el antimarxismo radical de Bajtin disimulado detrás de apariencias marxistas, Maxlin utiliza la concepción bajtiniana de “carnaval” para poner en evidencia “el sentido ambivalente, ‘serio-ridículo’ [ser´ëzno-smexovoj] del ‘marxismo’ bajtiniano” (Maxlin, 1998a, p. 466) y afirma: Todo el texto de MPL es una inversión carnavalesca del lenguaje [jazyk] oficial en el que se logra decir lo que ese “lenguaje” mismo, es decir el marxismo como concepción del mundo, no dijo jamás ni podrá decir sin dejar de ser eso que constituye la pretendida ‘alma’ del marxismo (…). (Maxlin, 1998b, p. 485) Al analizar la noción de “ideología”, incluso la “de lo cotidiano”, de “signo ideológico”, de “lucha de clases” elaboradas en MPL, Maxlin presenta la utilización de esos términos como “polémica” de Bajtin con el marxismo y en ello ve el “pathos del diálogo con el marxismo en la lengua del marxismo” (Maxlin, 1998b, pp. 486-487). Su posición es compartida por Peshkov, que interpreta el contenido de MPL como “una lucha carnavalesca contra el marxismo” haciendo referencia al artículo de Craig Brandist “La significación política de la lucha contra las ideas de Saussure en los trabajos de la escuela de Bajtin” (1995), donde presenta la hipótesis de que la crítica del sistema de lengua como objeto de la lingüística refleja la hostilidad de los miembros del “Círculo de Bajtin” contra el régimen soviético totalitario; Peshkov escribe: Todo el pathos de MPL es justamente la lucha contra el totalitarismo (principalmente marxista) de la lengua, una lengua que, por su objetivismo abstracto, es apta para destruir a las personas. (Peshkov, 1998, p. 567) De ese modo, Maxlin y Peshkov intentan explicar el contenido marxista de MPL (así como de otros textos de Voloshinov y Medvedev) por el

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“gusto de la máscara” de Bajtin que, profundamente antimarxista, utiliza la “jerga” marxista para “desmitificar” y “demitificar” el marxismo de los años veinte en Rusia. Según Maxlin, ese marxismo se caracteriza por “el empleo de la ciencia tradicional (propiamente dicha “burguesa”) de sus elementos débiles [slabyx storon]: por una parte, del idealismo, del subjetivismo y, por otra parte, del sustancialismo positivista caracterizado por el culto a lo hecho” (Maxlin, 1998b, p. 484). En sus comentarios en El método formal en la ciencia de la literatura, también atribuido a Bajtin, Maxlin escribe: En el marxismo, Bajtin toma y critica justamente eso por lo que los marxistas siempre criticaron a sus oponentes, más precisamente se trata de la tendencia a la sustancialización y a la “ontologización” abstracta y objetiva, es decir, a la del idealismo agravado y al “monologismo”. (Maxlin, 1998a, p. 468) Destacando la posición no marxista de Bajtin, ciertos investigadores rusos, como Elena Bogatyrëva, subrayan el carácter “neutro” de los textos de Bajtin y de los escritos “disputados” y defienden la tesis de que los trabajos publicados y firmados en los años veinte por Voloshinov y Medvedev “están unidos por una suerte de terminología ritual destinada a dar testimonio de su orientación marxista”. El vocabulario marxista y el “sociologismo vulgar” que se manifiestan en sus textos representan “un tributo a la época” (Bogatyrëva, 1993, p. 59). La idea de que los textos “disputados” (concretamente MPL) son “neutros” también es expresada por Alpatov. Al analizar el reflejo del marxismo en MPL, llega a la conclusión de que “la problemática lingüística del libro no es marxista ni antimarxista” (Alpatov, 2005, p. 213). Según él, los autores de esa obra, Bajtin y Voloshinov, consideran el marxismo sin adherir a él. Su enfoque es empírico: utilizan las ideas que pueden serles útiles como, por ejemplo, la distinción de Plekhanov entre la “ideología” y la “psicología del cuerpo social” (ibíd.). Por tanto, Alpatov se niega a considerar a Bajtin/Voloshinov como un ejemplo de lingüística o de filosofía del lenguaje marxistas. Para él, las ideas marxistas “[únicamente] imponían los límites del enfoque, la orientación sociológica ‘ideológica’ general del libro”. Estimulaban el interés por ciertos problemas, haciendo ignorar otros. Respecto del problema de la “inclinación” de Bajtin hacia el marxismo, Alpatov propone resolverlo destacando la evolución personal del sabio. Hostil al marxismo al final de su vida por las persecuciones que había sufrido, pretendía en los años veinte ser “marxista-revisionista” (ibíd., p. 206). Para decir eso Alpatov se basa en el acta de la acusación

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contra el grupo religioso Resurrección que contiene el testimonio de Bajtin, detenido en 1928 por haber participado de sus actividades (Ju. Medvedev, 1999, p. 100). Respecto de Voloshinov, Alpatov no pone en duda sus convicciones marxistas (Alpatov, 2005, p. 204). Al subrayar que los investigadores que atribuyen MPL a Voloshinov como autor, insisten en su marxismo, Natalia Avtonomova, que comparte el punto de vista de Alpatov sobre la doble paternidad de MPL, plantea una pregunta retórica: “¿Bajtin podía utilizar un lenguaje marxista?”. Anteponiendo el eventual interés de Bajtin por la problemática marxista, responde: Y ¿por qué no? Era una persona suficientemente tolerante y en el pensamiento marxista había elementos, por ejemplo la crítica social [social´nyj kriticizm], que lo atraían como a muchas otras personas. (Avtonomova, 2009, p. 115) De ese modo, se observa en Rusia una evolución que comienza en los años 2000 –diferente de los años 1900 donde dominaba la idea del carácter antimarxista de MPL–, admitiendo un interés de Bajtin por el marxismo. Es curioso que en Francia ese carácter marxista no se haya puesto en duda. De ese modo, al presentar MPL, Marina Yaguello afirma que “no hay ninguna duda (…) para volver a preguntar por las convicciones marxistas de Bajtin” (Yaguello, 1977, p. 11). Por lo tanto, ella señala que el título de MPL no refleja el contenido “mucho más rico” de la obra: Como subraya Jakobson en su prefacio, lo más sorprendente en ese libro es su título, puesto que el contenido, mucho más rico que la tapa, no es esperable. Bajtin expone la necesidad de un acercamiento marxista de la filosofía del lenguaje, pero, al mismo tiempo, toca prácticamente todos los campos de las ciencias humanas (…). (Ibíd., pp. 11-12) A continuación, para presentar la crítica al Curso de lingüística general (en adelante CLG) hecha en el MPL, Yaguello afirma que Bajtin no formula sus objeciones desde los principios marxistas, sino que se refiere a los puntos débiles de Saussure en una crítica de carácter doctrinal y no político: Hecho remarcable, Bajtin no critica a Saussure en el nombre de la teoría marxista, ampliamente proclamada, la critica en su propio terreno; es decir que encuentra la falla en el sistema de oposición lengua/habla, sincronía/diacronía. (Ibíd., p. 13) Esos dos señalamientos de Yaguello provocan una respuesta de Gardin ([1978] 2005) para quien la atribución de MPL a Bajtin “desmar-

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xializa” el contenido de la obra, así como todo el enfoque de Voloshinov. Respecto de la crítica de Saussure, para él, es de carácter fundamentalmente marxista. De ese modo, al hacer una distinción entre la teoría y el método marxista, corrige: Ciertamente, no es en nombre de una teoría marxista de la lengua, por lo que Voloshinov critica a Saussure, sino en nombre del método marxista. (Gardin, [1978] 2005, p. 83) Todorov comparte el punto de vista de Gardin: los ataques contra la lingüística estructural, el psicoanálisis y el formalismo son realizados por Voloshinov y Medvedev en nombre del marxismo; de allí extraen lo esencial de sus críticas (Todorov, 1981, pp. 20-21). De ese modo, la terminología marxista utilizada en sus textos no está “conformada desde lo exterior”. Todorov indica que “Bajtin jamás publicó con su nombre un solo escrito polémico y, en sus propios escritos, las referencias a la doctrina marxista son muy discretas” (ibíd., p. 21), pero no lanza la conclusión de que Bajtin no es ni el autor ni el coautor de los textos “disputados” (controversiales).

3. Objeto de la investigación El problema de la paternidad de los textos aparecidos en los años veinte bajo los nombres de Voloshinov y Medvedev parece difícil de resolver (Alpatov, 2005, pp. 94-118). Las tentativas hechas para comparar el estilo de los textos “disputados” de los de Bajtin (Perlina, [1989] 1995, pp. 31-32; Vasil´ev, 1991; Nikolaev, 1998; Peshkov, 2000 y 2004), de confrontar sus aproximaciones a las maneras de abordar los fenómenos en los trabajos firmados por Bajtin (Bronckart y Bota, 2008) no aportó hasta el presente solución aceptada por todos los investigadores que trabajan en el campo de los “estudios bajtinianos”. Los resultados de esos análisis no siempre son convincentes, corresponden, a veces, a lo que los investigadores quieren demostrar y dependen de sus convicciones científicas personales. El estudio de Peshkov que emprende un análisis del estilo de los textos “disputados” y de los escritos de Bajtin, es un buen ejemplo. Partiendo de la frecuencia de las palabras y de las combinaciones de las palabras en los trabajos mencionados, llega a la conclusión de que su autor es Bajtin. Por tanto, los pasajes que preceden la descripción de la metodología de investigación y los resultados obtenidos sugieren que Peshkov ya conocía el resultado final: el fin de su análisis es encontrar

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argumentos para defender la tesis de que Bajtin escribió los textos firmados por Voloshinov y Medvedev (Peshkov, 2000-2004). El objetivo de este libro no es resolver el problema de la paternidad de los textos “disputados”, sino examinar la hipótesis de que Voloshinov es el autor de los textos aparecidos bajo su nombre en los años veinte, es decir, de dos libros, concretamente MPL y El Freudismo. Ensayo crítico [Frejdizm. Kriceskij ocerk] (en adelante, El Freudismo) y de siete artículos11: 1. “Po tu storonu social´nogo. O frejdizme” [Más allá de lo social. Sobre el Freudismo], 1925; 2. “Slovo v zizni i slovo v poèzii. K voprosam sociologiceskoj poetic” [La Palabra en la vida y la Palabra en la poesía. Cuestiones de poética sociológica], 1926; 3. “Novejsie tecenija lingvisticeskoj mysli na Zapade” [Las nuevas corrientes del pensamiento lingüístico en Occidente], 1928; 4. “Konstrujcija vyskazyvanija” [La construcción del enunciado], 1930; 5. “O granicax poètiki i lingvistiki” [A propósito de las fronteras entre la poética y la lingüística], 1930; 6. “Cto takoe jazyk?” [¿Qué es la lengua y el lenguaje?], 1930; 7. “Slovo i ego social´naja funkcija” [La Palabra y su función social], 1930. A continuación, propongo explorar las consecuencias prácticas de esta hipótesis, es decir, ver si los efectos de la lectura de esos textos considerados como de Voloshinov suscitan interpretaciones diferentes de los propuestos hasta el presente. Por tanto, es la obra de Voloshinov el objeto de esta investigación. Decisión dictada por la diversidad de temas que ese investigador aborda en sus trabajos (los problemas de filosofía del lenguaje, de psicología y de sociología). El contexto intelectual de comienzos del siglo XX en Rusia cuando el pensamiento de Voloshinov fue elaborado, es, en consecuencia, reconstruido a partir de los textos mencionados anteriormente12. El marco espacial está limitado a Rusia. Al respecto, hay dos razones. La primera 11 Los proyectos de investigación de Voloshinov han sido retomados y publicados (ed. Francesa en Voloshinov, 2010: 471-517); no dejan ninguna duda sobre el hecho de que Voloshinov durante tres años en la redacción de MPL. 12 Voloshinov también es el autor de poemas y artículos de musicología escritos entre 1913 y 1922 (Sèriot, 2010, p. 95). No serán tenidos en cuenta aquí, donde me limito a trabajos posteriores.

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consiste en reducir el campo de la investigación. En segundo lugar, en lo que sigue trato de llamar la atención acerca de las particularidades del universo intelectual ruso en el cambio de los siglos XIX y XX. No ignoro la influencia de la ciencia alemana ejercida en los intelectuales rusos, incluido Voloshinov. Numerosos estudios ponen en evidencia la relación entre las ideas de este último y la filosofía de la Vida, la fenomenología, el neo-kantismo alemán (v. Tihanov, [1998] 2005; Brandist, 2002a, 2002b, 2004; Lähteenmäki, 2002; sobre Bajtin y la filosofía alemana, v. Clark y Holquist, 1984; Rudova, 1996; Tihanov, 1997, 1998, 2000a, 2000b; Brandist, 1997; Poole, 1998; Vauthier, 2004b). Pero los trabajos sobre la relación entre la concepción voloshinoviana y las de sus contemporáneos rusos son más raras (Ivanova, 2003; Zbinden, 2003; Alpatov, 2005, pp. 36-71; Lähteenmäki & Vasil´ev, 2005; Velmezova, 2007; Simonato, 2008; Brandist, 2009; Radunovic, 2009; Lähteenmäki, 2010). A pesar del creciente interés de los investigadores por esta problemática, hasta lo que yo conozco, no existe ninguna monografía sobre este tema. En el círculo ruso hay, sin embargo, algunas excepciones. Una de ellas es el análisis de las ideas de Wilhelm Dilthey como fuente posible de la noción de “ideología de la vida de todos los días” (o “de lo cotidiano”) en Voloshinov. Igualmente, me detengo en las teorías de Ferdinand de Saussure y de Sigmund Freud, fuertemente criticados en los textos voloshinianos. Los nombres de otros investigadores occidentales citados por Voloshinov también son mencionados. Pero, una atención muy particular está puesta en los intelectuales rusos de los años 1890-1920. Este periodo corresponde grosso modo a los años de la vida de Voloshinov y constituye el marco temporal del estudio. Su límite superior es el año 1930, a partir del cual Voloshinov no publica nada más. Los años 1890, que se caracterizan por la introducción del marxismo en Rusia, el desarrollo de la sociología rusa, la constitución de la psicología como ciencia independiente, la elaboración del psicoanálisis, son elegidos como límite inferior: los problemas científicos planteados se encuentran en el centro de vivas discusiones, el eco de las cuales se percibe en los textos de Voloshinov. Me permito traspasar ese límite para referirme a la noción de signo en San Agustín, en los ideólogos, en Marx y en Engels, en los trabajos sobre el “habla interior”, para mostrar la génesis de las nociones (de “signo”, de “ideología”, de “habla interior”) utilizadas en los años veinte por los científicos rusos, incluso por Voloshinov. A pesar de la presencia del término “contexto” en el título de este libro, no tuve la ambición de abarcar el conjunto de los textos publicados

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en los años 1890-1920 y las discusiones que se desplegaron en la época en Rusia. Sólo he seleccionado elementos del período que me parecen importantes para comprender a Voloshinov. La elección descansa en dos criterios: (1) “material” y (2) “temático”. El criterio material concierne a los autores mencionados por Voloshinov, sobre todo en los pasajes en los que expresa su opinión respecto de esto o aquello y elaborando su propia concepción. De ese modo, examino los trabajos de Rozlija Shor, Gustav Shpet, Georges Plekhanov, Lev Jakubinskij, Lev Vygotski, Konstantin Kornilov. El segundo criterio corresponde a los temas abordados por Voloshinov: 1. las bases de la lingüística “marxista” (comprende la recepción de la teoría de Saussure en Rusia); 2. los principios de la psicología “marxista” (comprende la recepción del psicoanálisis); 3. la filosofía del lenguaje (incluida la elaboración del problema de la Palabra); 4. el análisis de las interacciones sociales (que comprende las verbales); 5. el marxismo (incluida su aplicación al análisis de los hechos verbales y los fenómenos de la conciencia). En la sociedad rusa de los años veinte, estos temas eran vivamente discutidos por los investigadores en la prensa y en las instituciones científicas. Apoyándome en esas discusiones, reconstruyo la “biblioteca virtual” de Voloshinov, es decir, lo que él podía saber y leer al elaborar sus textos. Es por esta razón que al analizar, por ejemplo, su empleo de la palabra ideología, apelo, no solo a Georges Plekhanov, sino también a Lenin, Alexandre Bogdanov, Nicolas Boukharin, Vladimir Adoratskij, Isaak Razumovskij, a pesar del hecho de que Voloshinov no cita sus nombres. He optado por lo mismo frente a las concepciones de los sociólogos rusos Eugène de Roberty y Pitirim Sorokin, a quienes Voloshinov no se refiere explícitamente. Los analizo en relación con el problema de la interacción social (que comprende la verbal) muy presente en Voloshinov. Aunque al recurrir a los investigadores que no han sido nombrados, trato de encontrar un ligazón indirecta (una suerte de enlace intermediario) entre sus trabajos y los de Voloshinov. Los nombres de Medvedev y de Bajtin están prácticamente ausentes en su libro. Sus textos no formaban parte del “contexto intelectual de Voloshinov” como yo lo comprendo. Por un lado, por una razón temática: a diferencia de Bajtin y Medvedev que destinan sus textos al análisis de

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las obras literarias y poéticas, así como a los problemas metodológicos y teóricos de los estudios literarios13 , Voloshinov, a pesar de su interés por este campo, no procede a la elaboración de los problemas relativos a la ciencia de la literatura. Los problemas literarios no forman parte de sus temas centrales. Por otra parte, quisiera verificar una hipótesis. Se la puede formular como: el contexto intelectual general de la época (el “macrocontexto”) en el que trabaja un investigador (en mi caso, Voloshinov) juega un papel de primer plano en la interpretación de su obra, ella permite aprehender el sistema de su pensamiento y comprender sus ideas. De ese modo, me propongo ver qué puede aportar un enfoque inverso del que se puso en juego hasta el presente en los “estudios bajtinianos”. Actualmente, domina el rechazo a examinar los trabajos de Bajtin y las obras firmadas en los años veinte por Medvedev y Voloshinov independientemente unas de otras. Esta negativa se apoya en la idea de que el análisis separado de los textos de esos tres investigadores induciría a “errores de interpretación” e impediría captar el sentido de sus textos. Este enfoque (que consiste en analizar el “microcontexto” del pensamiento de Bajtin y, en consecuencia, de Medvedev y Voloshinov) es adoptado, principalmente, por los defienden la tesis de que Bajtin es el autor de los textos “disputados”. Entre esos últimos se encuentra Irina Popova que, en los comentarios a la edición rusa de 2008 de La Obra de François Rabelais, escribe que “toda tentativa por examinar aisladamente un trabajo cualquiera de M. M. B. [Mijaïl Bajtin] o de ‘su círculo’ (…) reducido, algunas veces altera completamente su sentido” (Popova, 2008, p. 851). Esta autora formula la idea insistiendo en la paternidad bajtiniana de la concepción formulada en los textos aparecidos en los años veinte bajo el nombre de Voloshinov. Su argumento principal es el interés manifiesto por la escuela de Karl Vossler, en particular por Leo Spitzer, por la obra de François Rabelais. 13 Como lo atestiguan las obras de Bajtin y Medvedev escritas y publicadas en los años veinte, las de Bajtin son La Poética de Dostoievski (1929) y “El autor y el héroe en la actividad estética” de 1924, publicada en 1977 (únicamente el capítulo “El problema del autor”), en 1978 (únicamente el capítulo “La forma espacial del héroe” conocido en Francia como “Le tout spatial du heros”), completo en 1979 y vuelto a publicar en 1984 en francés bajo el título L’auteur et le heros; A propósito de las cuestiones de la metodología y de la estética de la creación verbal.1.El problema de la forma, del contenido y del material en la creación artística verbal, escrita en los años veinte, fue publicada íntegramente en 1975 con el título El problema del contenido del material y de la forma en la creación artística verbal, y en francés en 1978 con el título Problème du contenu du matériau et de la forme dans l’oeuvre littéraire. Para la bibliografía de Medvedev, v. Medvedev, 2008, pp. 349-354.

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Popova remarca que ese hecho pasó inadvertido en los años veinte en Rusia: los trabajos sobre Rabelais de esa época no fueron traducidos ni discutidos por los intelectuales rusos. Pero, dado que, por una parte, los nombres de Vossler y de Spitzer son citados en MPL y que, por otra parte, Bajtin escribe una obra sobre Rabelais, es “lógico” considerar a Bajtin como la persona que concibió MPL (ibíd., pp. 850-851). La necesidad de analizar los textos de Bajtin, Medvedev y Voloshinov como “indisolublemente ligados” también fue presentada por investigadores que comparten la idea de la doble (ciertamente triple) paternidad de los textos “diputados” como, por ejemplo, Bénédicte Vauthier. En su artículo “Leer Medvedev para comprender mejor a Bajtin. La relación entre pensamiento y lenguaje en la obra de juventud de Bajtin” aparecida en 2008, propone aclarar la concepción de lenguaje formulada por Bajtin mediante la lectura de los textos de Medvedev y Voloshinov. Establece las correspondencias entre las ideas de esos investigadores y pone en evidencia los paralelismos entre sus textos. Yo no niego la existencia de esos paralelismos. Pero supongo que pueden ser explicados no sólo por el trabajo colectivo de Bajtin, Medvedev y Voloshinov, sino también y, sobre todo, por el hecho de que ellos trabajan en el mismo contexto histórico, cultural e intelectual, superando sus encuentros amistosos. ¿El conocimiento de ese contexto es suficiente para comprender sus ideas? ¿O la interpretación de las concepciones de Bajtin, Medvedev y Voloshinov requiere el análisis de sus textos como elementos indisociables de un solo proyecto científico que perdería su coherencia si faltara uno de los elementos, cuyo sentido no puede ser restablecido fuera de ese proyecto? Intentaré responder esas preguntas sobre la obra de Voloshinov, a quien propongo considerar como un investigador independiente de Bajtin y Medvedev.

4. Fuentes y traducciones Las fuentes primarias constituyen el material principal de esta obra. La mayoría no son accesibles a los francófonos. Esto repercute en la organización de la exposición que abunda en citas. Las mismas, generalmente, se dan en mi traducción y fue precisamente esto lo que me llevó a corregir la traducción a partir del original ruso y a indicar entre corchetes el término ruso correspondiente. Lo mismo para las fuentes secundarias, sobre todo las que remiten a la sociología y la psicología

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rusa, la introducción del psicoanálisis en Rusia y las fuentes de la noción de “diálogo”. El corpus estudiado está constituido por los textos de Voloshinov (los dos libros y siete artículos mencionados anteriormente), por trabajos que elegí analizar como elementos del “contexto intelectual de Voloshinov”. También me apoyo en los documentos de archivo. Son traducidos en francés y presentados en los anexos. Su relación con la concepción de Voloshinov es indirecta. Sin embargo, reflejan sus discusiones que se desarrollaron en los años veinte en Rusia en torno a cuestiones de filosofía del lenguaje y del desarrollo de la lingüística rusa. Ayudan a comprender la atmósfera en la que Voloshinov trabajó.

5. Metodología de la investigación En esta obra se ha adoptado cierto enfoque epistemológico. Proponiendo un modo de lectura de textos “controversiales” aparecidos en los años veinte bajo el nombre de Voloshinov, discrepando con la mayoría de investigadores que consideran a Bajtin como su verdadero autor, me propuse verificar si ese modo de lectura producto de nuevas interpretaciones, es decir, si la forma de leer los textos científicos tiene una incidencia en la interpretación de las teorías que en ellos son formuladas. Se trata de una indagación epistemológica sobre el modo de producción de los conocimientos. Analicé de forma detallada los textos y los términos utilizados por los investigadores. El examen del contenido de las nociones me parece importante para comprender el conjunto de los sistemas de pensamiento. Intenté no dejarme influenciar por la significación actual de los términos para aprehender el sentido que los investigadores daban a las palabras en los años 1890-1920. Igualmente, atendí a la comparación de trabajos de Voloshinov con los de otros investigadores rusos que constituyen su “contexto intelectual”. De ese modo, este trabajo se inscribió en el marco de una epistemología histórica y comparada.

6. Fines de esta obra El fin principal de esta obra fue verificar las hipótesis de trabajo formuladas anteriormente, es decir, ver si el análisis de la concepción de Voloshinov, independientemente de las ideas de Bajtin y de Medvedev, en

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el contexto intelectual general de los años 1890-1920, permite aprehender el sistema de pensamiento voloshinoviano. Una de las tareas es interpretar las ideas de Voloshinov teniendo en cuenta las concepciones de sus contemporáneos. Otra consiste en intentar esclarecer ciertas nociones como, por ejemplo, la “ideología”14 que analizo en primer lugar. En el primer capítulo, también examiné la forma de comprender el marxismo y el método marxista en los años 1890-1920 en Rusia. Al hacerlo no analicé los orígenes ni la base filosófica del marxismo. La crítica a las posiciones de los teóricos rusos del marxismo no fue parte de mis objetivos, sino la comparación con el significado actual de los términos marxismo e ideología en Rusia y en los países occidentales, incluida Francia. Si bien las diferencias existen, su análisis escapa al campo temático de esta investigación. Respecto del marxismo de los años 1890-1920 en Rusia, es decir, la interpretación rusa15 de las ideas formuladas en los textos de Marx y Engels, me gustaría subrayar que comprenden dos partes: el materialismo dialéctico y el materialismo histórico. Este último se relaciona, en la usanza de Rusia, con la doctrina social (o con la sociología). Las cuestiones propuestas por la ética, la estética, la filosofía de la historia y el derecho pertenecen, igualmente, a la esfera del materialismo histórico (Wetter, 1962, p. 7). El materialismo dialéctico representa la base filosófica. Es por esta razón que al hablar de materialismo histórico, menciono a veces entre paréntesis “dialéctico” y viceversa. El término marxismo está, a veces, empleado entre comillas. Se trata, en ese caso, de un discurso referido: los investigadores (por ejemplo, Voloshinov, Shor, Kornilov) califican sus concepciones de “marxistas”, es decir, afirman utilizar un método de investigación marxista. Los capítulos segundo y tercero constituyen el estudio de la aplicación de este método a los hechos verbales y a los fenómenos de la conciencia, que realizara Voloshinov.

14 Por convención, sea cual sea la lengua (rusa o francesa) utilizada, la cita de nociones se hará en redondilla entre comillas y la cita de términos (cita autonímica) en itálica sin comillas. 15 En el cambio de siglo en Rusia, la recepción de los textos de Marx y Engels no fue homogénea. Su análisis detallado sale del marco de esta obra. Sin embargo, me esfuerzo en mostrar que las ideas de Marx y Engels han sido interpretadas no solamente desde el punto de vista político y revolucionario, sino también como una doctrina científica que permite abordar los problemas ligados a las ciencias sociales, a la psicología, a la literatura, a la filosofía del lenguaje, etc. Ciertos investigadores rusos de la época vuelven a trabajar las ideas de Marx y Engels antes de aplicarlas a sus investigaciones.

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En el cuarto y último capítulo, analizo la noción de interacción social y, más precisamente verbal, que ocupa un lugar central en Voloshinov. Esta noción se inscribe en la historia de las ideas sociológicas en Rusia. En ese capítulo intento responder la cuestión planteada por Catherine Depretto en Mikhaïl Bajtin, hoy (1997) que consiste en saber “si la consideración de lo social no [podría] tener otras fuentes que el sociologismo marxizante [sociologisme marxisant] de la Rusia de los años veinte” (p. 13). Además, del análisis de la concepción de Voloshinov, también asumí la tarea de descubrir el universo intelectual de comienzos del siglo XX en Rusia, poco conocido por el público francófono (occidental).

7. Conclusión (pp. 249-256) El objetivo principal de este estudio ha sido verificar la hipótesis de que la lectura “en contexto” de los trabajos firmados en los años veinte por Voloshinov, considerado como investigador independiente de Bajtin y de Medvedev, permitiría comprender el pensamiento, la lógica y la terminología. El análisis detallado de la noción de “ideología”, omnipresente en los textos de Voloshinov, en el marco de discusiones sostenidas por los teóricos del marxismo y por los investigadores de orientación marxista en torno a esa noción, mostró que su carácter ambiguo en Voloshinov, proviene de su utilización plurívoca en la bisagra de los siglos XIX y XX en Rusia. En esta época, ideología significa no solamente la expresión de la situación política de una clase, sino, también y sobre todo, el resultado de la actividad cultural de una sociedad (el lenguaje, el arte, la filosofía, la ciencia, la moral, etc.). El hecho de que sea definida por unos en términos semióticos no impide que sea comparada por otros (y, a veces, los mismos) con la “superestructura” que se eleva sobre la “base” económica de la sociedad. Todas estas significaciones del término ideología están presentes en Voloshinov. En consecuencia, la utilización de una terminología marxista aporta sentido, no está allí casualmente. Voloshinov afirma especialmente utilizar la metodología de investigación “marxista”, que asocia a la sociología. Esa proximidad no tiene nada de sorprendente: la idea de que el marxismo (el materialismo histórico) puede constituir una sociología forma parte del “aire del tiempo” y “del aire del lugar” en la Rusia de los años veinte. Como testimonio, entre otros La Teoría del materialismo histórico (manual popular de sociología marxista), muy popular, en la que Boukharine presenta las

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ciencias sociales (problemáticas de la sociedad, del equilibrio entre la naturaleza y la sociedad humana, de la relación entre los elementos de la sociedad –entre ellos la “ideología”…). Además, formula los principios fundamentales del método marxista de análisis de los hechos sociales: el materialismo, el monismo, el holismo, el determinismo, incluso social, la noción de totalidad, de ligazón, de interacción [vzaimodejstvie] y de devenir continuo e ininterrumpido. Se encuentran esos principios en los textos de Voloshinov, donde ese sistema marxista de valores constituye una grilla de lectura. Voloshinov la aplica al estudio de los hechos verbales, de los fenómenos de la conciencia y de la cultura (de la “ideología”), de la interacción social que él entiende como un intercambio interindividual, principalmente verbal. De ese modo, se comprende la permanente insistencia de Voloshinov acerca de: 1. el carácter objetivo de los hechos verbales y de la conciencia; 2. la naturaleza social de lo que parece individual; 3. la ausencia de frontera cualitativa entre el “interior” y el “exterior”, entre la conciencia y la “ideología” (o la cultura), entre la vida psíquica y la vida social; 4. el rechazo a estudiar los fenómenos aislados; 5. la negación de toda separación y de toda división; 6. la necesidad de analizar únicamente los fenómenos “concretos” y “reales”; 7. la definición de los hechos verbales y de la conciencia como proceso; a lo que se añade la búsqueda de un principio explicativo único de la cultura, de la conciencia y de la vida social. En Voloshinov, el principio único es la Palabra [Mot] considerada como fenómeno semiótico y material, accesible a la observación inmediata y, de hecho, al análisis objetivo. Es, por una parte, el “medio” de la conciencia, por otra parte, la condición de la vida social. La Palabra es un medio de intercambio interindividual, de fijación y de transmisión del saber, de la cultura (de la “ideología”). En tanto tal, es la base sobre la cual Voloshinov borra la frontera cualitativa entre la vida psíquica individual y la vida social, entre la conciencia y la actividad sociocultural que desemboca en la creación de la “ideología” (de los sistemas de las ciencias, del arte, de la religión, de la moral, etc.). De allí la necesidad que experimenta Volosinov de elaborar una filosofía del lenguaje (de la Palabra) basada en los principios marxistas evocados anteriormente. Ese hecho constituye la particularidad y la originalidad de su concepción.

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Al mismo tiempo, la utilización del marxismo como base metodológica es fuente de contradicciones. El proyecto de construir una concepción que represente la “síntesis” de teorías radicalmente opuestas no conduce a la creación de un sistema de ideas coherente. Los defectos de la filosofía del lenguaje de Voloshinov ya fueron señalados por sus contemporáneos: Rozalija Shor, Aleksandr Romm, Vladimir Derzavin, autores de reseñas de MPL. Representantes (o ligados, en el caso de Derzavin) de la Escuela lingüística de Moscú e influenciados por las ideas de Gustv Shpet, esos autores (en particular, Shor) recriminan a Volosinov: 1. examinar un objeto accesible a la observación inmediata (la parole/ habla en términos saussurianos) en lugar de analizar un objeto de conocimiento teórico (la langue/la lengua); 2. proponer un método poco fiable de análisis de los hechos verbales; 3. concentrarse en la parte práctica de MPL en el análisis de textos literarios, dejando de lado el estudio anunciado de la “lengua” en su función social, es decir, del lenguaje en cuanto medio de intercambio verbal interindividual. La pertenencia institucional de Volosinov a la sección de metodología de la literatura en el ILJaZV, que testimonia su interés por la poética, la estilística y la estética, explica su preferencia por la Palabra [Mot] poética o artística. Eso se manifiesta no sólo en la tercera parte de MPL, sino también en “La Palabra en la vida y la Palabra en la poesía” donde apela a la poética teórica como parte de de la sociología del arte (Volosinov, [1926] 1995, p. 62). Ahí distingue los lenguajes poético y práctico y examina este último como base y potencial de la Palabra artística que, desde el punto de vista jerárquico, implícitamente expresado en ese texto, ocupa un lugar superior. De ese modo, las dos primeras partes de MPL pueden ser consideradas como “preparación” para el análisis de la Palabra artística. El lenguaje práctico es presentado como inferior al lenguaje artístico no solo en “La Palabra en la vida y la Palabra en la poesía”, sino también en “A propósito de las fronteras entre la poética y la lingüística”. Si en el primer texto la Palabra poética esta puesta en relación con el lenguaje práctico, en el segundo, se opone a la lengua en tanto objeto de estudio de la lingüística cuyo nombre es utilizado peyorativamente. En “A propósito de las fronteras ente la poética y la lingüística” Voloshinov se dedica a la crítica del enfoque de las obras que propusiera Vinogradov, que consiste en partir de las formas lingüísticas utilizadas por los poetas

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para estudiar sus estilos individuales. Volosinov refuta la primacía de la lingüística sobre la poética y, en consecuencia, de la lengua en tanto sistema de formas sobre la Palabra artística. En MPL, la lengua como sistema es considerada como una “abstracción”. De ahí que Vinogradov (también Baudoin de Courtenay, Krusevskij, Fortunatov, Shor, etc.), fuera considerado por Voloshinov como el representante típico del “objetivismo abstracto” fundado por Ferdinand de Saussure. Saussure es severamente criticado en MPL y rechazado sin apelación. Era considerado por los lingüistas rusos (Shor, Romm, Peterson y otros) que trabajan principalmente en Moscú como el investigador cuya obra (el Curso de Lingüística General) puso fin al enfoque psicofisiológico de la lengua y marcó el pasaje a una “nueva” lingüística “teórica” basada en la significación (el sentido) de la palabra/Palabra y en su forma interna. Voloshinov presenta el CLG como incompatible con la filosofía del lenguaje “marxista” que debe basarse en los principios de la dialéctica, del materialismo, del monismo y del hombre como “factor” de la historia y “creador” de toda producción sociocultural, incluida la lengua. Voloshinov le reprocha a Saussure tomar una abstracción (la “lengua” en tanto sistema de formas) para una realidad, oponer la “lengua” y la “palabra/habla” (o más bien de distinguirlas dentro del fenómeno del “lenguaje”), optar por el estudio sincrónico y definir la “lengua” como fenómeno independiente de la voluntad del sujeto que habla. Esta crítica de la teoría de Saussure a través del prisma del materialismo histórico apunta a dos objetivos. Primero, dirigir objeciones a Shor (y otros representantes de la Escuela de Moscú influenciados por las ideas filosóficas de Shpet sobre la Palabra [Mot]), que propone en sus trabajos una lingüística “marxista” opuesta a la que prevé el mismo Voloshinov. Al mismo tiempo, defender la concepción de Vossler y de su Escuela definida en MPL como “subjetivismo individualista”. Aunque también es criticada como “neo-filología idealista”, esa corriente responde, según Voloshinov, a los principios del marxismo y, en consecuencia, a sus expectativas, más que al “objetivismo abstracto”. La tesis propuesta por Vossler y Spitzer de que el lenguaje es un proceso continuo en el que el individuo juega un papel “creador” es idéntica a la posición de Voloshinov, que comparte la idea formulada por Plekhanov de que el hombre es el “factor” de la historia. De ese modo, elaborando los principios de una filosofía del lenguaje “marxista”, Voloshinov se apoya en el “subjetivismo individual” que “corrige” por la primacía de lo social sobre lo individual, tomando del “objetivismo abstracto” la noción de

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signo verbal como fenómeno material y objetivo. Ciertamente, la noción de “signo” en la concepción de Voloshinov es más amplia que la de “signo verbal”. Por “signo” Voloshinov designa todo producto sociocultural (o “ideológico”), incluida la Palabra [Mot]. Voloshinov aplica el método marxista solamente a los hechos verbales. Asimismo, se interesa por la psicología (sin que eso constituya la prueba de su “eclecticismo” o de su gusto por las ciencias humanas en general). La interdisciplinariedad es una característica de época. Tomemos, por ejemplo, a Gustav Shpet. Filósofo, se especializa en psicología y en lógica, se interesa por la semiótica y la historia, la estética, la literatura, el teatro, etc. En cambio, el interés de Voloshinov por la filosofía del lenguaje y la psicología está dictado, ante todo por sus convicciones “marxistas”. Los teóricos rusos del marxismo (Plekhanov, Boukharin y, sobre todo, Bogdanov) reservan un lugar particular al lenguaje y a la conciencia. Esta última constituye en Bogdanov la condición de la vida social: “sin conciencia no hay intercambio. Es así porque la vida social, en todas sus manifestaciones, es de naturaleza psíquica y consciente” (Bogdanov, [1902] 1904, p. 50), y el lenguaje es “el instrumento poderoso de su organización” [moguscestvennoe organizujuscee prisposoblenie] (1904, p. 68). El rechazo a reconocer la existencia de una fuerza “inconsciente” que influye el comportamiento de los individuos sin que se den cuenta, negativa formulada en los trabajos de los teóricos del marxismo mencionados anteriormente, está también presente en los textos de Voloshinov. Eso se manifiesta en su crítica al freudismo. Resueltamente holista, Voloshinov niega la división del psiquismo en conciente, preconsciente e inconsciente, el inconsciente no existe para él. También reprocha a Freud su pansexualismo, el subjetivismo y el psicobiologismo de su teoría. En la actualidad, esa crítica al psicoanálisis puede parecer banal. Ubicada en el contexto de los años veinte en Rusia, caracterizado por la efervescencia en torno al freudismo y la atribución a este último de categorías propias del marxismo (el materialismo, la dialéctica, el monismo, etc.), esa crítica es bastante original. Por un lado, porque los análisis argumentados del psicoanálisis son casi inexistentes, por otro, porque su crítica es de carácter doctrinal y no político (como por ejemplo en Deborin y Jurinec). Además, presentando las ideas de Freud, Voloshinov busca ser “fiel” a las categorías psicoanalíticas y evitar cualquier acercamiento a otras concepciones muy populares (fisiología y reflexología). Para Voloshinov, la crítica al freudismo no constituye un fin en sí. Presenta un punto de partida para la elaboración de su concepción de la

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conciencia. La conciencia coincide para él con el psiquismo. De carácter verbal, semiótico, la conciencia es un fenómeno objetivo, accesible para el análisis. Allí reside, además, una particularidad de su concepción, que consiste en introducir la conciencia en el dominio de estudio de la psicología. En el contexto de los años veinte dominado por la reflexología y el behaviorismo (o la teoría del comportamiento), el estudio de la conciencia no tiene su lugar. Ese enfoque no es comparable con el de Vygotski, a quien Volosinov se refiere explícitamente en sus textos. La elaboración de la concepción de la conciencia que realiza Voloshinov en El Freudismo y en MPL se inscribe en la investigación de bases de una psicología “marxista”. Si en El Freudismo, Voloshinov comparte la posición de Konstantin Kornilov que hace la “síntesis” de la psicología objetiva y subjetiva, en MPL opone el psicologismo y el antipsicologismo, y avanza en la tesis de que la psicología “marxista” debe estudiar la conciencia en tanto dominio semiótico, objetivo, teniendo en cuenta el “medio” [milieu] sociocultural o ideológico y semiótico del individuo. La definición de la conciencia como fenómeno semiótico lleva a Voloshinov a apelar a la psicología de Wilhelm Dilthey, así como a la hermenéutica en tanto método de investigación en ciencias humanas que permite interpretar el sentido (la significación) de todo producto sociocultural (incluso verbal) y de transmitirlo a los demás. De allí, la importancia concedida (1) a la noción de “comprensión activa” que implica no solamente el hecho de tomar al significación (el sentido) del signo (incluso, verbal), sino también su apreciación, y (2) a los problemas de la transmisión del habla [parole] del otro (de su sentido y de las actitudes que vehiculiza). Voloshinov insiste en el enfoque sociológico de los hechos psíquicos. Al hacerlo, sigue a Kornilov. Sin embargo, la idea de que la psicología debe tener en cuenta los datos sociológicos no es original. La relación estrecha entre la psicología y la sociología ya ha había sido establecida a principios del siglo XX por Eugène de Roberty. Representante del “sociologismo” según Las Teorías sociológicas contemporáneas de Pitirim Sorokin, Roberty define la vida social como interacción “psicofísica” y “psicológica” interindividual que desemboca en la creación del “pensamiento” social. Insiste en la importancia de la socialidad y del intercambio para la creación de los fenómenos sociales (sistemas de conocimientos, de creencias, de la moral, del arte, etc.) y también del hombre. Este último es siempre el producto de su “medio”, de la sociedad en la que vive. El intercambio social constituye la condición de la aparición y del desarrollo de los procesos psíquicos superiores. De aquí la tesis de Roberty de

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que los hechos psicológicos son el resultado de la interacción social. En consecuencia, deben ser explicados por los fenómenos sociales. De ese modo, la psicología en cuanto disciplina científica debe apoyarse en la sociología. El enfoque de Roberty está muy presente en Voloshinov. Ese hecho parece paradójico en un primer abordaje. La psicología de Roberty, quien se proclama “neopositivista”, y, en consecuencia, no marxista, es “burguesa”, como se decía en los años veinte en Rusia. Sin embargo, está muy próxima al marxismo de Plekhanov, Bogdanov y Boukharin. Primero por su problemática. Como los otros rusos mencionados, Roberty se interesa por las nociones de sociedad, historia, cultura. Estudia el proceso de creación de la “ideología” en el sentido en el que la entienden los marxistas. Ciertamente, no considera las fuerzas productivas como el principio único de la historia. Para él, los cambios históricos son fenómenos “cosmo-bio-sociales” y deben ser explicados en base a los datos de la geografía, la química y la física, etc. En cuanto a la evolución de la cultura (de la “ideología”), está determinada por el progreso de las ciencias. A pesar de esas diferencias, el marxismo tal como se formó a comienzos del siglo XX en Rusia y la concepción de Roberty, tienen un punto en común: el principio del determinismo social que se traduce por la primacía de lo social sobre lo individual –lo que han hecho las dos doctrinas de la corriente llamada “sociologismo” por Sorokin. De esa manera, se puede volver a la cuestión de Catherine Depretto (1997, p. 13), mencionada en la introducción, si “tener en cuenta lo social no [podría] tener otras fuentes más que el sociologismo marxista de la Rusia de los años veinte”. Se puede responder que el enfoque sociológico de la conciencia y de los fenómenos verbales establecido en los textos de Voloshinov tiene dos fuentes: las concepciones de los sociólogos rusos como por ejemplo Roberty y el marxismo tal como se formó a comienzo del siglo XX en Rusia. En esa época, el marxismo fue considerado por los intelectuales rusos como un método de investigación en ciencias sociales y humanas. Como tal, el pensamiento de Roberty forma parte de la historia de las ideas sociológicas en Rusia. La ausencia de ruptura entre dicha sociología “burguesa” y la marxista en los trabajos de Voloshinov se manifiesta también en la comprensión de la vida social como intercambio interindividual. De allí, el recurso de Voloshinov de la noción de interacción social, principalmente verbal. Definido como “diálogo”, ese concepto corresponde al “hecho social elemental” de Pitirim Sorokin. Su estudio de la interacción de dos individuos por intermedio de

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“mediadores” –por lo tanto, el lenguaje– representa la fuente principal de inspiración de las teorías del diálogo de Jakubinskij y Voloshinov. El interés por el diálogo también está determinado por las investigaciones sobre el “habla viviente” [parole] realizadas en el seno de instituciones científicas tales como el Instituto de la Palabra Viva y la GAXN. La particularidad de la concepción de Voloshinov consiste en no detenerse en la noción de “diálogo”, en ir a explorar su elemento constitutivo, el “enunciado”, tanto como las estructuras sintácticas en las que el enunciado se realiza. Sus ideas constituyen, de hecho, una suerte de anticipación en las reflexiones de los intelectuales rusos sobre la noción de “interacción social”: Roberty avanza sobre la importancia de la socialidad [socialité] (de la interacción social), Sorokin analiza el hecho social elemental (los elementos del intercambio interindividual), Jakubinskij llama la atención acerca de las particularidades de la interacción verbal (del “habla dialogal”) y Voloshinov examina la unidad elemental de esta última, el “enunciado”. De ese modo, la reconstitución del universo intelectual de Voloshinov (“macrocontexto” de su obra) permite explicar el contenido de los términos que utiliza en sus textos, la elección de los problemas que aborda y la metodología de análisis que aplica. Esas últimas son dictadas por sus convicciones “marxistas”. Dado que en la bisagra de los siglos XIX y XX en Rusia, el marxismo como doctrina sociológica ha contornado las concepciones denominadas “burguesas” (Roberty, Sorokin), se encuentran también elementos propios de estas últimas en los textos de Voloshinov. La lógica interna de sus obras en la dirección del análisis de la interacción social y verbal reencuentra, entonces, toda su coherencia. Consiste en estudiar los hechos psíquicos (la conciencia), el lenguaje, el enunciado, las estructuras sintácticas como elementos constitutivos del intercambio verbal y social. El conocimiento del contexto intelectual general en el que ha trabajado Voloshinov es, de ese modo, extremadamente clarificador para la interpretación de su pensamiento. El recurso de Bajtin y Medvedev (“microcontexto” de su obra) no es ni obligatorio ni indispensable para comprender su sistema de pensamiento. De ese modo, la cuestión del “Círculo de Bajtin” en tanto “colectividad de pensamiento” [muslitel´nyj kollektiv] y el problema de la “parternidad” bajtiniana de los trabajos “disputados” se presentan bajo una nueva luz. La relación directa entre la conciencia individual y la cultura (la “ideología”), la puesta en evidencia del contenido social de la conciencia, el enfoque semiótico y comunicativo, la comprensión de

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una obra literaria (de un “enunciado”) como hecho social (o sociológico), la importancia del método sociológico (marxista) en análisis literario, el recurso de las nociones de “diálogo” (de interacción socio-verbal) y de “socialidad” que juega un papel de primer plano en la constitución de la conciencia y en la creación sociocultural (“ideológica”) están presentes no solamente en los textos del “grupo BMV” o del “Círculo de Bajtin”, sino también en otros investigadores como Sakulin, Shpet, Roberty, Sorokin, Jakubinskij. Esos últimos no forman parte del “grupo BMV” ni del “Círculo de Bajtin”. Sus libros no han sido atribuidos a Bajtin, alegando la presencia de esas ideas. ¿Es absolutamente necesario poner en relación directa las concepciones de Bajtin, Medvedev y Voloshinov? La respuesta es no. “La comunidad académica ganaría más sin perder tiempo en distinguir (…) los investigadores que sin ser idénticos tienen pensamientos próximos” (Perlina, [1989] 1995, p. 34). El análisis de sus pensamientos independientemente unos de otros podría constituir la etapa siguiente de los “estudios bajtinianos”: en lugar de buscar las correspondencias y los paralelismos en sus textos, sería interesante reconstruir los “contextos intelectuales” de Bajtin y de Medvedev. Eso permitiría poner en evidencia las particularidades propias de las ideas formuladas por cada uno de estos tres investigadores: Bajtin, Medvedev y Voloshinov.

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Los autores

Simon Bouquet Docente-investigador en Epistemología lingüística en la Universidad de Berna en 1997. Desde 2013 es Maître de conférences. Departament de Sciences du langage. Université de Paris Ouest-Nanterre. Ignacio Célèry Psicólogo PUC, especialista en terapia con adultos, parejas y familias. Formación en psicoterapia en CAPS de la Universidad de Chile y en Centro Episteme (Italia), sede del Centro Milanese di Terapia della Famiglia. Docente y supervisor clínico del Diplomado en Psicoterapia Sistémica de la Universidad de Chile y docente de pregrado de la Universidad Alberto Hurtado. Marcos Javier González Nació en la ciudad de Xalapa, Veracruz, México en 1981. Licenciado en Lengua y Literatura Hispánicas por la Facultad de Letras Españolas de la Universidad Veracruzana. Realizó estudios de Antropología Lingüística en la Facultad de Antropología de la Universidad Veracruzana, Maestría en Ciencias de la Educación en el Instituto de Estudios Universitarios, en la ciudad de Xalapa. Paula Navarro Profesora en Letras, Universidad Nacional de Rosario. Docencia en los Profesorados de gestión pública “Olga Cossettini” y “Bernardo A. Houssay” (Rosario). 2013. Jefa de Trabajos Prácticos de “Práctica de la Comunicación Oral y Escrita” (Universidad Nacional del Litoral). Doctoranda del Doctorado en Lingüística (Universidad Nacional de Rosario). Investiga cómo el proyecto de enseñanza de la oralidad y de los géneros de textos orales fue puesto en práctica en el nivel secundario luego de la recuperación de la democracia.

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Dora Riestra Desde 2016 es Profesora consulta Universidad Nacional de Río Negro. Ex Profesora titular regular en Didáctica de la Lengua y la Literatura, Universidad Nacional de Río Negro (2009-2015). Ex profesora titular de Lengua en Instituto de Formación Docente Continua de Bariloche (2004-2009). Continúa la docencia en Posgrado en diversas universidades nacionales y extranjeras. Investiga la relación entre el desarrollo del lenguaje y las lenguas. Inna Tylkowski-Ageeva  Licenciada en Letras en 1996 -Université d’État Pédagogique de Čeboksary (Russie). En 1997 en Université d’État Linguistique de Moscou (Russie). Entre 2007y 2010 fue Asistente diplomada en la Sección de lenguas y civilizaciones eslavas de la Université de Lausanne, Faculté des Lettres- Enseignement du russe. En 2010, junto a Patrick Sériot, profesor de la Universidad de Lausanne (director de CRECLECO) traducen del ruso al francés, Marxisme et philosophie du langage de V. Voloshinov.

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Esta edición se terminó de imprimir en febrero de 2018, en los talleres de Bibliografika, ubicados Carlos Tejedor 2815, Munro, Provincia de Buenos Aires, Argentina.