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La música en la Sierra Andina De la Paz a Quito (1920)
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DOCUMENTOS FUNDAMENTALES
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Raoul y Marguerite d’ Harcourt Edición y notas: Fidel Pablo Guerrero Archivo Sonoro de la Música Ecuatoriana
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La música en la Sierra Andina: De la Paz a Quito Introducción Fidel Pabo Guerrero El trabajo que reproducimos ahora, La música de la Sierra Andina de la Paz a Quito -una de las primeras luces etnomusicológicas para América- fue escrito por europeos, los franceses Raoul d´Harcourt (1879- ca.1971) y Marguerite Beclard d’ Harcourt (1884-1964). Esta obra se enmarca en el plan de divulgación editorial del Archivo Sonoro de la Música Ecuatoriana (AS), cuya finalidad es poner a consideración los esfuerzos realizados para el conocimiento de la cultura musical ecuatoriana en diversas épocas. La publicación de este estudio es una necesidad que debía plasmarse desde ha ce demasiado tiempo, cuando quien firma esta introducción trabajaba tempo ralmente en el Archivo Histórico del Banco Central del Ecuador y cuando aún existía la revista musical Opus, donde fue mi propósito incluir este estudio, pero a pesar de los intentos ello no fue factible. Raya pues en el exceso que haya pasado casi un siglo, desde el aparecimiento del original de La musiqué dans la Sierra andine de la Paz a Quito, para que los interesados en el tema en nuestro medio, podamos apreciar este importante documento (una espera desafortunada en la que se hallan también sumados varios otros trabajos).
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El historiador ecuatoriano Jacinto Jijón y Caamaño, adquirió y atesoró grandes obras que circulaban en el mundo sobre América y Ecuador y que hoy reposan en el Fondo bibliográfico que lleva su nombre en el Archivo Histórico del Ministerio de Cultura. Entre esos soportes documentales constan los números del Journal de la Sociedad de París, una publicación de estudios científicos cuyos trabajos estaban editados en su mayor parte en francés. En nuestro país has
ta ahora, los autores de La música en la Sierra Andina: De la Paz a Quito y de su libro fundamental La música de los Incas y sus sobrevivencias, son en gran medida desconocidos; poco se sabe de su obra, ya por la distancia donde la publicaron ya por la barrera del idioma o por descuido. A pesar de que hemos recorrido varios archivos y bibliotecas del país, los trabajos de estos autores nos eran vedados y solo los conocíamos por referencias, sobre todo el de La música de los Incas... (sería años después, gracias a contactos con la Sra. Doris Cepeda, quien se hallaba en aquel momento en París haciendo una maestría, que tendríamos una copia del impreso de 1925). Aún es nuestra preocupación ubicar otros escritos de los d’Harcourt que los hemos visto reseñados en bibliografías antiguas (en la actualidad esto ya se ha logrado gracias a los sistemas de comunicación informática [nota adicionada en el año 2010]). Más sencillo me resultó hacer el hallazgo (y lo digo así pues es como si se trata ra de una pieza arqueológica) de este ensayo que publicamos ahora, que repo saba tranquilamente, sin haber sido revisado por décadas en el Fondo Jacinto Jijón y Caamaño, pero oh desilusión estaba en lengua francesa. A través de uno de los coordinadores de la revista musical Opus, Honorio Granja, y por nuestro pedido se logró que una funcionaria del Archivo Histórico realizara una tra ducción del documento para que se divulgara en la mencionada revista. No se llegó a realizar su publicación debido a que la revista murió repentinamente y la traducción quedó archivada en el instituto emisor. En 1996, aproximadamente, un nuevo hallazgo me empujó nuevamente a ges tionar la publicación: existía una traducción de la Música en la sierra andina en la Revista de Antropología del Perú de 1924, aunque sin los ejemplos musicales. Igualmente, como colaboración desinteresada, esta vez propuse se imprima a través de Abya Yala y luego lo presenté también al FONSAL. En ningún caso, por diversas razones, fue factible su edición. Por ello ahora que hemos logrado establecer este portal web, por fin se ha constituido la posiblidad real de divulgar esta investigación por cuenta propia.
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Son dos aspectos que interesan recalcar en esta apretada introducción. El pri mero, es que la etnomusicología americana debe a los esposos d’ Harcourt las premisas iniciales de carácter científico y estructuras metodológicas que lograron a partir de su investigación. También se los debe reconocer y considerar como recolectores pioneros, gracias a cuya acción se conocen piezas musicales de varias comunidades indígenas andinas, que sin su registro seguramente se habrían perdido. El segundo aspecto que cabe mencionar es que en Ecuador ningún investigador musical había manejado la documentación escrita por los d’Harcourt -con excepción de Segundo Luis Moreno (1882-1972), quien 30 años después hizo una crítica parcial que publicó en 1957-, siendo por tanto desconocidas sus ponencias en sus dimensiones originales, lo cual a su vez impidió de algún modo, un seguimiento que permita la superación de sus planteamientos en estudios posteriores que se realizaron en nuestro medio. La música en la Sierra Andina de la Paz a Quito La música en la Sierra Andina de la Paz a Quito, fue publicado en el Journal de la Société des Américanistes de Paris (t. XII, nueva serie, p. 21-53. París, 1920), como un adelanto investigativo, un informe del que sería su trabajo futuro más impor tante La música de los Incas y sus supervivencias que apareció cinco años después, en 1925 en París. Los autores Margarita Béclard- d’Harcourt y Raúl d’Hacourt, estuvieron en tierra sudamericanas a comienzos del siglo. XX Fueron muy amigos del cientí fico radicado un tiempo en Ecuador, Paul Rivet, quien les proporcionó datos en torno a la música de nuestro país. Los musicólogos franceses
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Marguerite Béclard d’Harcourt nació en París, el 24 febrero de 1884; y, falleció, seguramente en la misma ciudad, en 1964. Musicóloga y compositora. Junto a su esposo Raoul D’Harcourt (Oran, Argelia, Francia, 30 marzo, 1879- París, ca. 1971), realizó una serie de investigaciones de campo; Raoul era conocido
entre los arqueólogos por su trabajo Arqueología de la provincia de Esmeraldas. Marguerite publicó, individualmente, Melodies populaires indiennes: Equateur, Pé rou, Bolivie (1923); y, conjuntamente con su esposo: La musique dans la sierra an dine de la Paz a Quito, y luego La musique des Incas et ses survivances, en donde constan partituras y referencias de música indígena de los tres países andinos ya mencionados. Es realmente un libro sobresaliente de aquella época y que en otras latitudes repercutió como una valiosa fuente para el estudio de la música de la región andina (incluso si alguien se pregunta de donde salieron algunas de las piezas que grabó el grupo francés Pachacamac en los años setentas, pues fue precisamente de ese libro). En 1957 Segundo Luis Moreno publicó el libro La música de los Incas: Rectifica ción a la obra intitulada La musique des Incas et ses survivances, por Raoul y Mar guerita D’Harcourt, en el que rebatía contundentemente las conclusiones acerca de los sistemas musicales y las compilaciones efectuadas por los franceses. Al decir de Moreno, encontró graves defectos en las teorías y transcripciones de los d’Harcourt, las mismas que procuró corregir conforme a su información e interpretación. Sin embargo las correcciones -altitudes melódicas, tonalidad y modalidad- que hizo Moreno, muchas concienzudamente y desde su gran conocimiento de la música indígena ecuatoriana, sin embargo otras, desde la subjetividad, nos parece que presentan los mismo méritos y errores que puedan tener los d’Harcourt. El trabajo de Raoul y Marguerite se inició en 1912, al tiempo que conocieron en el Perú al compositor Daniel Alomía Robles, quien los entusiasmó con mú sica indígena recogida por él, sin embargo poco después al pedírsele que les permitiese obtener copias de las piezas, este músico –lo aseveran- no se las proporcionó; este dato aparte de la anécdota, nos permité saber desde cuándo se fue consolidando su interés e investigación de la música andina; sin embargo tuvieron que hacer un alto al desatarse la I Guerra Mundial (Raoul fue llamado al frente de batalla), y no fue sino hasta 1919 que reanudaron su trabajo. En su contenido el estudio apunta informaciones musicales de regiones de Perú,
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Marguerite Beclard d’Harcourt
Bolivia y Ecuador y está estructurado en segmentos temáticos que tienen apuntes sobre: Los instrumentos musicales (Instrumentos de percusión, instrumentos de viento, Instrumentos de cuerda). Luego una revisión de fuentes de Las crónicas españolas. Pasan al análisis musical a través de Monodías indígenas y puras (La escalas y los modos, La música mestizada, La escala mestizada y los modos, los ritmos (Ritmos binarios, ritmos ternarios, otros ritmos, ritmos libres, ritmos de acompañamiento). Y, cierran su informe con Los géneros y modos de composición (El canto religioso, la Canción).
La presentación, así como lo que concierne a los instrumentos musicales (sección en la que incluyen aseveraciones arqueológi cas) y cronistas españoles fue escrito por Raoul, mientras que la parte analítica técnica de la música la realizó su esposa. En lo referente a la notación hecha por Marguerite, cuentan que se valieron de la trascripción auditiva directa y la grabación en discos de cilindro para el registro sonoro; según se menciona en sus escritos, realizaban fielmente en la noche las transcripciones, pues éstas se iban perdiendo de a poco y después las borraban con bencina para el nuevo uso del cilindro. Para la publicación escogieron el sistema pentagramado de presentar las transcripciones por frases melódicas, ello permite, solo a través de la observación percatarse de la similitud de la primera frase con las siguientes, una especie de tema y variaciones fraseológicas en las melodías, melodías que a su vez fueron clasificadas en diversos tipos de pentafonismo (modos A, B,C, D, E, mayores y menores).
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En las piezas recogidas, referentes a nuestro país, hacen mención como compiladores al cuencano Luis Pauta, a José Dalgo y a Ordóñez; también hay algunas que se menciona fueron cantadas para los d’Harcourt por la esposa de Paul Rivet. Esto nos sugiere que los Harcourt no hicieron precisamente un recopi
lación de campo entre los indígenas ecuatorianos, pues no existe una sola me lodía colectada directamente por ellos, y tampoco se menciona en algún pasaje algo que nos señale la permanencia de los investigadores en Ecuador. En defenitiva, no está claro si llegaron al país, o si fue a través de Rivet que consiguieron los ejemplos e informaciones pertinentes; casi todo indica que colectaron los ejemplos musicales ecuatorianos, a través de terceros. Finalmente queremos señalar que para el anexo de partituras, que originalmente tiene 8 registros hechos por los d’Harcourt, nos hemos permitido incluir algunos ejemplos pautados adicionales que no constan en La música andina de la Paz a Quito, y que los hemos extraído de La música de los Incas, pues el documento de 1920 incluía apenas dos piezas ecuatorianas. Las hemos tomado directamente de la edición francesa de 1925, en la cual también podemos apreciar que los d’Harcourt tomaron varias partituras de los Yaravíes quiteños que diera a conocer Marcos Jiménez de la Espada (que fueron colectados por el músico ecuatoriano Juan Agustín Guerrero) y que se publicaron en las Actas del Congreso de Americanistas publicadas en 1883. Éstas piezas y las rectificaciones hechas por Segundo Luis Moreno serán parte de un próximo estudio.
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Con las trascripciones de los d´Harcourt pretendemos completar en parte una importante colección de fuentes para el estudio de la música en Ecuador: los Yaravíes quiteños de Juan Agustín Guerrero, La música en el Ecuador de Segun do Luis Moreno (que ya publicamos, ambos a través del Municipio en los años 90´s) y si el caso se llega a dar, la edición completa de la Música e los Incas y sus supervivencias (justo en 1990 se imprimía una edición castellana en el Perú2). Sea pues este informe, la Música de la Sierra andina: de la Paz a Quito, un adelanto de un compromiso que lo llevaremos a cabo más adelante.
2 HARCOURT, Raoul y Marguerite d’. La música de los incas y sus supervivencias / Roberto Miró Quesada, traducción. Lima: Occidental Petroleum Corporation of Perú, 1990.
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Fiesta de los Chinchansuyos, conforme dibujo Felipe Huamán
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LA MÚSICA EN LA SIERRA ANDINA: DE LA PAZ A QUITO Raoul y Marguerite d’ Harcourt I Parte
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a Sociedad de los Americanistas de París ha tenido a bien pedirnos la pon gamos al corriente de las investigaciones que, mi mujer y yo, hemos hecho en el Perú desde 1912 sobre el folklore musical de la región andina3 .
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3 Estas investigaciones serán objeto de un trabajo que se publicará posteriormente.
Vamos a esforzarnos en resumir los resultados de nuestros trabajos, aún no terminados, particularmente aquellos sobre la comparación de la música de los quechuas, con la música de otros pueblos americanos de la misma raza. Dejaremos todavía en la penumbra ese problema, de evidente interés general, para no exponernos a juicios inexactos o a generalizaciones demasiado ligeras. Cuando se resolvió nuestro viaje al Perú -que ciertamente hicimos por moti vos completamente extraños al americanismo- Jules Ecorcheville, el muy eru dito Director de la Revue musicale francaise S.I.M., caído después en el campo de honor, sabiendo que ambos éramos músicos había insistido para que nos diésemos cuenta de lo que podía ser todavía la música indígena, en uno de los pueblos que fue antiguamente el más civilizado de la América.Ya nos habíamos propuesto hacer esas investigaciones, de manera que le prometimos gustosos nuestro concurso para ese efecto. Desgraciadamente Ecorcheville ya no está más. Saludemos en él, al fino letrado, al incansable investigador, cuya desapari ción deja tan gran vacío entre los representantes de la musicografía francesa. En 1912, la música indiana era totalmente desconocida por el público de Lima, y Europa no estaba mejor informada, lo prueba el pasaje siguiente de una carta escrita, este mismo año, por el profesor Erich von Hornbostel, del Instituto Psicológico de la Universidad de Berlín, un especialista en la materia:
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“Me temo -dice- que no existan muchas canciones antiguas que no hayan sido retocadas por la influencia de la música española, entre los indios actua les del Perú. Las pocas melodías que han llegado hasta nosotros no son sino muestras de una música más bien europea. Quizá sería posible encontrar una música autóctona en las montañas muy lejanas, donde los Aymaras, por ejemplo. En ese caso sería indudablemente un gran mérito, el fijar esos docu mentos antes que desaparezcan del todo”. La carta, como se ve, no es muy alentadora!... Precediendo toda tentativa de anotaciones directas, quisimos asegurarnos que nadie en Lima había estudiado hasta entonces el tema que tanto nos intere
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saba. Así fue como de pronto conocimos al único hombre que, en esa época, había apuntado unos cantos populares verdaderamente indios: Alomía Robles 4 . Es un serrano5, quiero decir con esto que es muy de su tierra, que ha pasado su juventud en los altos valles andinos, entre Huánuco y Jauja. Jovencito formó parte de una maestría y fue un sacerdote -si mis recuerdos son exactos- quien le enseñó los rudimentos de armonía que hoy conoce. Robles, debido a su buena memoria musical, anotó cantos indios, armonizó algunos e incorporó otros, más o menos respetuosamente, en composiciones propias, de un valor relativo. Nos hizo oír en el piano algunos de los aires que había transcrito. Su real belleza unida a su carácter muy especial nos atraían vivamente. Pero cuan do le pedimos a Robles leer y estudiar su colección de cantos, recibimos no una negativa (en el Perú no se sabe negar), pero sí respuestas evasivas para mañana, para pasado mañana6 que terminaron en un resultado nulo. La coope ración de Robles era imposible, pero ya podíamos prescindir de él, sabíamos lo 4 Daniel Alomía Robles. Huánuco, 3 enero, 1871 - Lima, 17 julio, 1942. Compositor y compilador musical. Su padre fue ecuatoriano. Estudió, en su juventud, con Manuel de la Cruz Panizo (solfeo) y con el maestro Claudio Rebagliati (canto, armonía y composición). Además de componer varias obras (una ópera, poemas sinfónicos, zarzuelas, romanzas, opereta y otras piezas) se encargó de coleccionar canciones tradicionales de los indios del Perú. Una de sus obras más conocidas es El cóndor pasa, difundida a nivel mundial. El creador y compilador quiteño Pedro Pablo Traversari manifestaba que “en el Ateneo de Santiago de Chile, en sesión pública del 20 de noviembre de 1899... en los que consta el descubrimiento total del Sistema Pentafónico en series de cinco sonidos descendentes particularmente dispuestos...”. “Unos quince años más ¿por qué no decirlo?, un músico peruano se apropió de ese hecho y fue declarado por la prensa de su país, como descubridor glorioso, de la escala pentafónica, en pugna de la verdad; lo que consideramos justo dejar constancia sin otros comentarios”. Traversari, aunque no lo nombra, parece referirse a Alomía Robles, como quien se apropió de su descubrimiento. En 1917 Alomía pasó por Guayaquil y Quito, dictando conciertos y conferencias, y fruto de la inquietud que dejó con sus programaciones, el compositor quiteño Sixto María Durán escribió dos artículos sobre la música incaica, que se publicaron, el primero, en El Comercio y el segundo en la revista argentina Música de América. (Mayer-Serra, 1947; Traversari,1924, 1949; Durán, 1920; Guerrero, 1982) (N. del E.) 5 En español en el original (N. del E). 6 En español en el original (N. del E).
bastante: la música indígena existía, llena de vida y de interés, no necesitábamos trabajar sino por nosotros mismos. Estalló la guerra7 llamándome al frente e interrumpiendo así nuestras indaga ciones, para ser reanudadas el año pasado8, en el curso de un nuevo viaje al Perú. Lima mientras tanto, había en apariencia evolucionado bastante. No había persona que no hubiera oído hablar de la música nacional9. Robles había parti do para Cuba y los Estados Unidos para hacer representar una zarzuela y una ópera “estilo Wagner”(¡!)10 y era consagrado gran compositor; en fin, un grupo de jóvenes del Cuzco había venido a representar en la capital con bastante éxi to un drama histórico en quechua acompañado de música indiana de escena. ¿Habíamos contribuido en algo a este resurgimiento? Muy probable. Los lime ños saben hoy día, que el arte indio existe y se escriben frecuentes artículos en este sentido, hablan de los antepasados11, de los ancestros, con respetuosa admiración, pero cuando se les indica que la única manera de hacer progresar la cuestión, es conocerla y para eso ir donde el mismo Indio, tratar de ganar su confianza y recoger de su boca sus tradiciones, sus fábulas y sus leyendas, anotar sus costumbres, contestan frecuentemente con la frase tradicional: “El Indio no sirve”12.
7 1914. I Guerra Mundial (N. del E). 8 1919. (N. del E). Este informe investigativo fue escrito en 1920. 9 En español en el original (N. del E). 10 Sobre el asunto ver: Leandro Alviña. La música incaica, lo que es, y su evolución desde la época de los incas hasta nuestros días. Cuzco, 1919. p. 18. [“...respecto a sus óperas, manifiesto que se apartan demasiado de la idiosincrasia musical del arte peruano; no se siente flotar el alma nacional en esas obras, por haberlas europeizado y, tal vez germanizado demasiado. Creo, pues, que habiendo temas originalísimos en el país, no es necesario asimilarse a escuelas de alta metafísica y por ende psicología distinta, como la alemana con su música wagneriana cuya estructura ha seguido el Sr. Robles” (Alviña, p. 18) (Trascripción del E.)]. 11 En español en el original (N. del E.). 12 En español en el original (N. del E.).
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Alomía Robles. Cuando vino al Ecuador en 1917. Compilador y digitalización: Fidel Pablo Guerrero
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Ciertamente, se necesita una considerable dosis de paciencia para recolec tar directamente documentos de folklore, el trabajo es a veces desalentador; puede también tropezar uno en el Indio con un mutismo muy explicable, por el trato que recibieron en otro tiempo -no envidiaban éllos, dijo Garcilaso, la sabiduría de los monos, “que sabían hablar, pero que escondían su lenguaje pe culiar a los españoles, de miedo que les hicieran sacar el oro y la plata de sus minas”13-, o sino está uno obligado a defenderse contra toda manifestación lagrimosa y estéril, debida a la embriaguez. Pero cuando se ha conseguido un resultado, ¡qué pronto se olvida uno del esfuerzo! Además el Indio ama tanto su música que, para romper su reserva, frecuentemente basta tocar en su pre sencia algún aire de su tierra; así atrapado en el ardid empieza a cantar todo su repertorio.
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13 Garcilaso de la Vega. Comentarios reales. libro VIII, cap. XVIII.
Antes que mi mujer los entretenga con nuestras anotaciones y haga el análisis de éllas, quisiera hablarles de dos fuentes de estudio que se nos ofrecen para tratar de conocer lo que era la música de los Quechuas, al tiempo de su inde pendencia: primeramente los instrumentos de música que las arenas secas de la costa peruana nos han conservado, numerosos e intactos, en las tumbas y cerca de los cuerpos de sus antiguos poseedores y, en segundo lugar, por los escritos de los cronistas españoles.
I. Los instrumentos de música
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l estudio del material sonoro ha sido emprendido por medio de los instru mentos antiguos, la cerámica funeraria, cuya extrema riqueza y gran diver sidad se conoce en el Perú, nos ha traído igualmente la preciosa ayuda de sus representaciones exactas.
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Los distinguiremos por: Instrumentos de percusión, Instrumentos de viento, Instrumentos de cuerda (éstos de origen europeo).
Instrumentos de percusión
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os instrumentos de percusión no pertenecen a la música, sino por sus fun ciones rítmicas, de mucha importancia en el arte popular.
En la última escala se colocan los cencerros y ruidores14. La imaginación de
14 Léase, las sonajas y los cilchiles o cascabeles (N. de la Revista de arqueología).
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los Quechuas inventó un gran número de éllos; en principio estos objetos se componen de una envoltura de metal, madera o barro encerrando granos du ros, semillas, guijarros o bolitas de arcilla cocida, que al agitarse hacían sonar las paredes como centavos en una alcancía. Los cencerros están provistos de un puño por donde se los toma, o de un mango de madera. Los cascabeles, o maichiles, eran empleados antiguamente. Dispuestos en for ma de collares, se los amarraban en los puños, en los tobillos o en el cuello; unos eran de metal, otros más sencillos los proporcionaba la naturaleza: pepas de frutas o conchas marinas. Las tribus amazónicas hacen todavía de los cas cabeles un uso corriente. Debemos mencionar también los pequeños cimbales o chil-chil15, hechos de bronce o de dos conchas de grueso bivalvo, y, además, de placas igualmente de bronce, provistas de un anillo y que se tocaban de la misma manera que un gong. El tambor o huáncar16 ha ocupado un puesto importante en las fiestas y re gocijos de los Indios. Los cronistas le nombran a menudo, y la sonoridad ato londradora de estos innumerables instrumentos tocados a un mismo tiempo, ha debido más de una vez obsesionar su recuerdo, porque hablan de ello con cierto espanto. El tambor en el Perú no parece que haya alcanzado jamás la elegancia del de los mejicanos; sin embargo, el simple tronco hueco que ce rraba en sus dos extremidades una piel seca de llama17, sabía adornarse en los días solemnes de un vestido de lana en colores18. Su forma era muy variada: los había largos, como nuestros parches militares del tiempo de la Revolución o del Imperio, pero sus dimensiones más corrientes, que numerosas alfarerías 15 Chil-chil, al parecer sonido onomatopéyico con el cual aún designan los indios ecuatorianos a los cascabeles que usan los Danzantes en sus fiestas. (N. del E.). 16 Aún se usa este nombre para el tambor, entre los indígenas de la sierra ecuatoriana. (N. del E.). 17 Camélido americano. (N. del E.). 18 Bernabé Cobo. Historia del Nuevo Mundo, t. IV, libro XIV, cap. XVII.
Huncar, un tam,bor grande que todavía puede encontrarse en las comunidades andinas ecuatorianas.
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nos han conservado, correspondían más o menos a las de un gran tambor de pandero. Son esas las dimensiones actuales del instrumento todavía en uso, y que se llama tinya (del quechua: tinya = golpear). El redoble con dos baquetas era desconocido; el huáncar y la tinya eran tocados con una varita flexible y en corvada, o sino con una cuerda gruesa, anudada en su extremidad. El que toca la tinya es a menudo, incluso hoy día, el mismo que toca el pincullu19 o flauta con pico. El artista se sirve a la vez de los dos instrumentos, tal cual lo hacen nuestros tamborileros provinciales llevando la farándola20.
19 En Ecuador esta flauta vertical recibe el nombre de pingullu= canilla. Quizá su nombre deriva del hecho que estos instrumentos se construían de canillas humanas o de animales (N. del E.). 20 La influencia española se ha hecho sentir aquí.
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Instrumentos de viento
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a trompeta se llama pututu o queppa. Admirables alfareros los peruanos, fueron unos fundidores medianos, por lo que no hay que admirarse de encontrar trompetas hechas sobre todo de tierra cocida o de madera dura, y pocas de metal. Al menos, no se conoce hoy día ninguna muestra verdade ramente interesante de trompetas metálicas, a pesar de que las Crónicas de los primeros agustinos en el Perú, por ejemplo, señalan las catorce queppas de bronce y plata que estaban antaño al servicio de la Huca Tantazoro21. Los pillajes españoles tuvieron allí lugar. Las formas de la trompeta varían, de la concha marina verdadera o amoldada, y del simple tubo derecho ligeramente tronco-cónico, al instrumento más com plicado cuya tubulura se encorva, formando una argolla, o bien doblándose tres y cuatro veces sobre sí misma, en el mismo plano. La embocadura no varía, tiene la forma de una copita agujereada en el centro, pareciéndose mucho a nuestras modernas embocaduras de cobre. El pabellón donde los Yungas del Norte, representa a menudo una cabeza de animal, zorro o puma con la boca abierta, en son de amenaza; se adorna a ve ces con la efigie de un personaje, tal un instrumento que nos fue dado fotogra fiar en Lima, donde un hombre adornado de ricas vestiduras lleva sonriendo una siringa a sus labios. En Nazca, como era de esperarse, la trompeta está pintada y se ven representadas las imágenes de ídolos y de animales totémicos con estilizaciones tan especiales a esa región. Musicalmente, la trompeta era bastante pobre, poseía sonidos roncos y desga rradores, sus notas se reducían a tres o cuatro sonidos armónicos. Era el ins trumento guerrero por excelencia. Hoy día es menos militar, y toca al ranz des
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21 Relación de la religión y ritos del Perú, por los primeros Agustinos, etc. (Colección Urteaga y Romero, t. XI, p. 33. )
vaches o el sálvese frente a un toro bravo22, más bien que el toque de combate. Consiste en una especie de trompeta de cacería, hecha de partes de cuerno, sobrepuestas unas sobre otras en forma espiral23.
Una bocina turu, instrumento musical elaborado con los cuernos de toro y caña.
Llegamos al instrumento preferido del Indio, al instrumento verdaderamente musical, al que confía sus penas y sus alegrías, al que le hace bailar o encanta su soledad, al que no abandona jamás y que lo sigue hasta su tumba. La flauta en sus dos formas características: la flauta vertical y la siringa.
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La flauta vertical o quena24 se compone esencialmente de un tubo abierto en sus dos extremidades y horadado de huecos a lo largo de una misma genera triz. Su embocadura, semejante en todas partes, consistía antiguamente en un ahuecamiento semi-lenticular practicado sobre una pequeña parte del borde superior del instrumento, con adelgazamiento de la pared interna en ese sitio. El instrumentista por medio del labio inferior, tapando casi completamente el tubo, enviaba su aliento sobre la embocadura y ponía así en vibración la colum na de aire aprisionada en la flauta.
22 En español en el original (N. del E.). 23 En las provincias centrales del Ecuador recibe el nombre de bocina turu. (N. del E.). 24 En lo que hoy es Ecuador se han rescatado instrumentos arqueológicos con las características de la quena, de mucho antes de erigirse el imperio incaico (N. del E.).
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El hueso y la caña eran los materiales más empleados para la confección de la quena. Se encuentran también unas hechas en forma de calabacitas largas y también las hay hechas de terracota. Las dimensiones de la flauta vertical de caña, oscilaban, según nuestros conocimientos, entre 8 y 40 centímetros. El nú mero de sus perforaciones variaba de tres a siete. La quena de hueso era de dimensiones más pequeñas; presentaba a menudo una perforación opuesta a las otras y que el pulgar debía cubrir. Las alas de los pelícanos de la costa, las patas y las costillas de las llamas, en la sierra, proporcionaban el material em pleado para la confección de estos instrumentos. Las flautas verticales de caña, llevan a menudo las señales de un disco termi nal o de una especie de sombrero perforado, cerrando en parte la columna de aire. Este diafragma que se vuelve a encontrar nuevamente en las flautas de tierra cocida tiene como consecuencia la de disminuir la tonalidad25 del ins trumento. Hay otra particularidad que hemos encontrado tres o cuatro veces en las quenas provenientes de Cajamarquilla (Valle del Rímac) y de Ancón. Es tos instrumentos en general ciudadosamente hechos y muy precisos llevaban, además del disco que acabamos de nombrar, otro diafragma interior colocado entre dos perforaciones. Un breve experimento nos indicó que este disco ba jaba la nota correspondiente al agujero bajo el cual estaba colocado, y eso de una manera tanto más sensible, cuanto el disco estaba más cerrado. ¿Cuál era el objeto dado antiguamente a este diafragma? Parece estar uno autorizado a creer en una función de afinación. Además esta particularidad no es el úni co hecho que nos prueba que los Quechuas trataban de mejorar la precisión de sus perforaciones empíricas; numerosas flautas antiguas llevan la señal de huecos tapados cuidadosamente, sea con finas clavijas o sea con una ligadura exterior. La quena moderna ha experimentado algunas modificaciones: en sus dimensio nes en general ha aumentado, su embocadura consiste en una abertura cuadra da, tallada en una parte del borde superior del instrumento, con adelgazamien 25 Al parecer se refieren a la brillantez del instrumento (N. del E.).
to en bisel de la parte externa de la pared de la base de la abertura. Suponed un flautín al que se le haya recortado el pico. En la costa, la flauta del ciego está hecha de latón o de hoja de lata, mientras que en la sierra han quedado fieles a la caña, que la naturaleza en el Perú la produce verdaderamente apropiada a este uso. La manera de tocar la quena no ha variado a través de los siglos. En cuanto a la flauta traversa, es bastante rara y poco popular26. Citemos todavía el pincullu o flauta con pico que creemos de origen moder no, no habiendo encontrado aún ninguna muestra de ellos en las tumbas27. Su fundamento, sin embargo, era conocido, puesto que se aplicaba a los pitos de barro de dos o tres notas, a los pitos, que a pesar de no ser tan curiosos y va riados en el Perú como los de Chirique o del Darien, no dejan de ser por eso menos numerosos e interesantes. La siringa o flauta de pan, se llama en quechua antara. Era casi tan conocida co mo la quena, excepto entre los Chimus. La encontramos hoy en Bolivia como en el Ecuador, pero con formas diferentes. Ha desertado casi por completo de la costa, donde conoció sin embargo, antaño, sus formas más perfectas.
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Este instrumento se compone de tubos yuxtapuestos de una altura y de un diámetro que crecían con regularidad. Los tubos daban cada uno una nota dis tinta. Cerrados en la extremidad inferior se abren en la otra punta y colocados a la misma altura para que la boca del instrumentista, mientras tocaba, pudiera manejarse libremente en línea horizontal. Los sonidos se obtienen así, lo mis mo que cuando se sopla en el tubo hueco de una llave para sacarle una nota.
26 En Ecuador, contrario a lo manifestado por los d’Harcourt, al menos en la época de su investigación, las flautas traversas eran muy diseminadas, e incluso se han hallado vestigios arqueológicos de flautas de las antiguas culturas ecuatorianas (N. del E.). 27 Por el contrario, en México. esa flauta de pico, que llaman hoy día chirimía, estuvo muy extendida en la época pre-corteziana.
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Colección de Antaras
Conocemos dos antiguas variantes de la siringa: la primera es hecha de caña, componiéndose por lo menos de cinco tubos sonoros y a veces hasta de diez o doce. Su largo corriente varía entre 15 y 40 centímetros. Casi siempre está formada de dos series paralelas de cañas, unidas unas con otras por hilos de al godón o de lana, cuidadosamente enrollados y que constituyen con frecuencia una especie de tejido protector. Una de las series está cerrada en su base, la otra abierta; esta disposición que merece fijar nuestra atención no puede ex plicarse fácilmente. ¿Tenía la serie abierta una función de resonancia? O, tenía por único objeto hacer el instrumento más espeso y, como consecuencia, más sólido y sus ligaduras más sueltas. No lo sabemos, pero anotamos dos particu laridades: algunos de estos tubos están a veces tapados en su vértice y son por consiguiente mudos, presentando además con frecuencia, en su base y frente a las notas graves, una abertura cuadrada cuya función se nos escapa nueva mente. Los tubos sonoros son cerrados en su extremidad inferior por discos llenos, de caña, insertos a presión y que forman así verdaderos mecanismos de afinación; la altura variable a la que se les encuentra en los tubos de flautas bien conservadas no dejan duda al respecto. Nunca se encuentran siringas antiguas cuyos tubos sonoros estén cerrados por un nudo natural de la caña, procedi miento grosero y que hoy día se emplea constantemente. La segunda variante de flauta de Pan es la de terracota. No está mencionada en
ninguna parte de los escritos, y los Indios parecen haber perdido su recuerdo. Hasta ahora no se le ha encontrado sino en los puntos de la costa, en Nazca y Cajamarquilla28. La siringa de Nazca, contemporánea de las bellas alfarerías polícromas de la que lleva a veces las pinturas estilizadas, es un instrumento de un trabajo irre prochable. Su largo puede alcanzar 75 centímetros y el número de sus tubos llegará a catorce. La sonoridad es semi-breve y llena, recordando un poco al grave timbre del clarinete. Los tubos modelados con cuidado debían secarse separadamente y el alfarero los envolvía en una pasta fina que los unía, unos a otros. El instrumento así formado era sometido a la cocción, después que la superficie fuera recubierta de emgobo (pasta) cabritilla rojo oscuro. Los tubos gruesos recibían en su extremidad superior una pequeña compresión, destinada a igualar el diámetro de las embocaduras y a volver la ejecución del instrumento más cómoda. La siringa de Cajamarquilla era mucho menos bella que la de Nazca. Los tubos estaban simplemente soldados unos a otros, sin estar cubiertos de una capa protectora o de un barniz, su embocadura era tosca y su base redondeada, quedaba diferente.
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Las flautas de Pan en tierra cocida no tenían el recurso del mecanismo de afi nación de sus humildes hermanas de caña, resintiéndose de esto su precisión. Los accidentes de la cocción -hinchazón o aplastamiento- venían además a destruir las previsiones del alfarero, probablemente los artistas afinaban sus instrumentos por medio de un poco de arcilla colocada en el fondo de los tu bos... pero eso lo ignoramos hoy. En Bolivia las siringas modernas son instrumentos más burdos de obra y más complicados de ejecutar. Se hacen por lo menos en cuatro tamaños diferentes, 28 La arqueología ecuatoriana ha rescatado una flauta de Pan trabajada en piedra (basalto), con cuatro sonidos, de la cultura Negativo del Carchi (N. del E.).
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dando la octava las unas de las otras, y se compran en los mercados, en Puno o la Paz, por ejemplo, en series complementarias29 a fin de que puedan ser to cadas juntas en una misma orquesta. Hubiéramos considerado esta construc ción en series complementarias30 como moderna, si Garcilaso, cuyos recuer dos personales remontan a 1550, aproximadamente, no lo hubiese señalado con mucha precisión entre los Collas31. Las flautas de Pan bolivianas se componen, como antiguamente, de dos hileras de tubos juntos (estos en número de 6 y de 7), pero de manera diferente de lo que sucedía antes, pues las dos series son sonoas, y el artista por un ligero movimiento de báscula dado al instrumento sobre sus labios, se permite soplar alternativamente en una y otra hilera, según la nota que deba hacer vibrar. Estas siringas están así dispuestas32 (en escala diatónica):
1er. rango AUDIO 2do. rango
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29 Las palabras que usan los autores son: series acordadas (N. del E.). 30 Las palabras que usan los autores son: series acordadas (N. del E.). 31 Garcilaso de la Vega. Comentarios Reales, libro II, cap. XXVI. [“De música alcanzaron algunas consonancias las cuales tañían los Indios Collas o de su distrito en unos instrumentos hechos de cañutos de caña, cuatro o cinco cañutos atados a la par, cada cañuto tenía un punto más alto que el otro a manera de órganos. Estos cañutos atados eran cuatro, diferentes unos de otros. Uno de ellos andaba en puntos bajos y otro en más altos y otro en más y más: como las cuatro voces naturales, tiple, tenor, contralto y contrabajo. Cuando un indio tocaba un cañuto, respondía el otro en consonancia de a quinta o de otra cualquiera, y luego el otro en otra consonacia y el otro en otra, unas veces subiendo a los puntos altos, y otras bajando a los bajos siempre en compás”. (Nota transcrita por el E.)]. 32 La palabra usada en el original es: Acordadas (N, del E.).
Existen siringas bolivianas todavía más complicadas y que poseen cuatro hile ras de tubos. La disposición de las series es entonces la siguiente:
1er. y 2do. rango
2do. Y 3er. rango
AUDIO
Se necesitan pulmones de serrano para soplar en estos instrumentos... En el Ecuador la flauta de Pan o rondador33 se compone hoy día de una serie de tubos sonoros, pero muy numerosos34 por lo que es muy ancha. Se la cons truye lo más frecuentemente de caña, pero hay unas elegantes hechas con tu bos de gruesas plumas de cóndor35. A veces la sección de sus sonidos en lugar de dar una escala, da dos escalas alternándose en una distancia de una tercera una de otra: do, la re, si, mi, do, fa, re, etc...
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Terminada esta descripción de los instrumentos de viento, debemos hacerles una declaración: nos ha sido dado sonar más de cien quenas y antaras, prove 33 El rondador en el Ecuador se toca en intervalos armónicos, el intérprete debe hacer sonar dos tubos simultáneamente. Si bien se producen en ciertas secciones del rondador, terceras (dola, re-si, mi-do, etc.), también pueden obtenerse distancias de cuarta (la,re-si,mi, etc.). Quizá sea esta confluencia de terceras y cuartas la que brinda aquella sensación tan ecuatoriana que resulta de tocar el rondador, incluso al azar. (N. del E.). 34 Los hemos visto de 42 tubos. 35 La extinción casi completa del cóndor y el abandono de los instrumentos tradicionales, solo nos permiten, en la actualidad, ver rondadores de plumas de cóndor entre algunos celosos guardianes indígenas que, en número mínimo, aún los conservan (N. del E.).
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nientes de las tumbas antiguas y en buen estado de conservación. Estos ins trumentos dan con un grado de precisión, correspondiente a su más o menos perfecta estructura, toda o parte de una escala defectiva36, compuesta de cinco sonidos, dentro de la octava sin medios tonos. Esta comprobación no es para sorprenderse, no hace sino confirmar el antiguo empleo de una escala todavía en uso en los cantos indios puros de nuestra época. Mi esposa expondrá más detenidamente este punto. En cuanto a los instrumentos modernos dan en general nuestra escala diatóni ca. Sin embargo algunos indígenas permanecen todavía fieles a la construcción de su quena o antara con la escala defectiva antigua.
Instrumentos de cuerda (modernos)
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ebemos añadir algunas palabras sobre dos instrumentos de cuerda que por su popularidad y su transformación en el país han adquirido hoy día derecho de ciudadanía entre los indios: el charango y el arpa. Estos instrumen tos son de directa introducción europea, pues eran desconocidos antes de la llegada de los españoles. El charango es una especie de mandolina o bandurria, pero mientras ésta posee seis cuerdas dobles, el charango no tiene sino cinco. Su particularidad consiste en la utilización de un carapacho de armadillo para su caja sonora. Este ani mal se llama en quechua quirquinchu, de donde viene el nombre de charango, de quirquinchu. Wiener habla de la utilización de un carapacho de tapir37, ... pero él exageraba38. Los artistas peruanos que tocan el charango son más bien cholos
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36 En otro escrito, los d’Harcourt, modifican este precepto, dejan de considerar defectiva a la escala pentafónica, y la conciben como una escala completa. (N. del E.). 37 Wiener. Pérou et Bolivie (cap. consagrado a la música). 38 Decir exagerado, es un eufemismo. Los tapires no tienen carapacho (N. del E.).
que indios. La construcción de este instrumento puede ser corriente o muy cui dada, según los medios del poseedor. El arpa es hoy día completamente india, se encuentra en todas partes de la sie rra entre el Cuzco y Quito. Es un instrumento rústico, sin pedales, de un sonido bastante agudo y de una extensión de cinco octavas. Su forma es la conocida de estos instrumentos, pero dos especies de muletas de madera sostienen su base, de modo que el arpa se encuentra en posición casi horizontal cuando se toca en descanso. No solo está destinada al artista sedentario, al ciego que todo un día toca el mismo aire en la puerta de una casa, sino que se utiliza también en las diversiones de los bailarines y los acompaña; en este caso el arpista, que toca caminando, voltea el instrumento y lo tiene boca abajo en sus brazos. En el Ecuador el arpa tiene a veces dimensiones muy reducidas y se acerca, más bien, en tamaño a la lira.
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II. Las crónica españolas
H
ubiéramos querido enseñaros en la medida que las Crónicas lo permiten, el sitio que ocupaba la música del indio en la época de los Incas. El tiempo de que disponemos no nos permite, por hoy, sino generalidades. A través de los siglos que precedieron a la Conquista, las manifestaciones sociales o religiosas, las fiestas reclamaban cada año más el concurso de cantos y de la danza, pues se sabe cuán estimada fue por los amos del Tahuantinsuyo, que supieron multiplicar, desarrollar y hasta codificar las diversiones a través de las estaciones. Los Incas proseguían así la aplicación de su deplorable política, mientras el tiempo permi tía el trabajo útil de los campos, ataban al trabajo del suelo a la masa de agricul tores -es decir al pueblo-, con rigurosas leyes, que un ejército de funcionarios policiales, de delatores oficiales y jerarquizados, tenían interés en vigilar la ejecu ción. Les confiscaban a estos agricultores el producto de su trabajo, en vista de
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una repartición común y, siendo los guerreros los espías de la “corte”, no eran por cierto olvidados; en cuanto la agricultura decaía, les convidaban a fiestas inumerables, a orgías interminables en las cuales se ahogaba toda inicativa, toda idea de revuelta, preparando así la esclavitud futura y definitiva de sus súbditos. Cualquiera que fuesen los abusos y sus funestas consecuencias, las fiestas se desarrollaban sobre todo en el Cuzco, en un marco y con una pompa que de ben fijar nuestra atención, puesto que la música les estaba íntimamente ligada. Fuera de los regocijos extraordinarios, consecuencia de una victoria o suje ción de una provincia al imperio, o coronación de un nuevo príncipe, etc... el calendario de los Incas inscribía en el transcurso del año fiestas regulares men suales, de las cuales, cuatro principalmente tenían una importancia y duración excepcionales. Eran en junio, el Intip-Raymi o fiesta del Sol propiamente dicha; en septiembre la Citua, que debía alejar del Cuzco y de los centros poblados las epidemias y los males de toda clase; en noviembre, las largas ceremonias y las pruebas a que debían someterse los jóvenes de casta noble para ser reci bidos orejones39, en fin, en marzo la renovación del fuego sagrado. Estas fiestas tenían todas un carácter religioso; preparándose a ellas con la abstinencia de algunos alimentos y observando la continencia. Principiaban por sacrificios de llamas y libaciones en honor de las potencias celestes, como el Sol, la Luna y el Trueno; después venían, siguiendo un ceremonial especial y reglamentado con cuidado, los taquis, es decir las danzas y los cantos -la palabra encierra las dos acepciones- que correspondían a la fiesta celebrada. Hasta los vestidos eran reglamentados. En cuanto a los taquis tenían cada uno su nombre: por el Intip-Raymi, por ejemplo, era, nos dice Cristóbal de Molina40 la danza Huayllina, bailada cuatro veces al día, y entrecortada de exclamaciones, donde la palabra Triunfo sonaba a manera de estribillo. Para la fiesta de la expulsión de enfer
39 En español en el original. 40 Cristóbal de Molina. Relación de las fábulas y ritos de los Incas (Colección Urteaga y Romero, 1916, t. I, p. 24 y siguientes).
medades, después de las ablusiones hechas al alba, todos entonaban el cántico Alauicitua mientras que la antara hacía oír el aire Ticatica. El taqui-Huari estaba reservado para las ceremonias de los jóvenes orejones y no lo cantaban o bai laban sino en esa época; se remonta a los tiempos de Manco Cápac, el que se hubiera prohibido su ejecución en cualquier momento. Se bailaba también en estas fiestas, después de las pruebas de resistencia física experimentadas por los jóvenes, el taqui Coyo o Kolli, es decir, la danza ligera, la danza de las piernas flexibles. Estos ejemplos podrían ser multiplicados. Fuera de la música ritual las fiestas proporcionaban la ocasión de oír relatos históricos, los cantos épicos compuestos por los Amautas y los Harahuec o poetas oficiales; así como las escenas dramáticas, los episodios de guerra eran igualmente representados, pues existía un teatro en el sentido más o menos preciso de la palabra. ¿Qué nos queda de todo ese pasado? Las denominaciones de los taqui, salvo dos o tres excepciones, no son para nosotros más que títulos, a menudo in traducibles, a causa de la ortografía fantástica de los cronistas; de las narracio nes épicas, subsiste la única leyenda de los grandes hechos de Pachacutec en Betanzos41 y Gamboa42; el arte dramático Ollantay no es sino una adaptación, en quechua es verdad, pero concebida a la manera europea; de la antigua obra, algunos fragmentos que se pueden considerar como auténticos han sido feliz mente incorporados en élla.
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Podemos decir que la obra musical y poética de las grandes manifestaciones político-religiosas ha muerto. Ha sucumbido bajo el fanatismo del clero espa ñol, y bajo las persecuciones del tribunal de Santa Fe. Desde 1583, el primer concilio provincial de Lima ordenó sistemáticamente quemar todos los quipus y medios nemotécnicos que poseían los indios, para 41 Juan de Betanzos. Suma y Narración de los Incas. 42 Sarmiento de Gamboa. Segunda parte de la Historia general llamada Indica.
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guardar el recuerdo de los grandes hechos de sus antepasados; después, son las prohibiciones contenidas en las Constituciones Synodales de 1614, prohibien do las danzas, los cantos o taquis en su lengua materna o general ( es decir en quechua), ordenando quemar todos los instrumentos de música: quenas y antaras, con excepción única de los tambores, por ser empleados en las fies tas de Corpus Christi43; y en 1617 los cuestionarios para uso de los visitadores eclesiásticos, lo mismo que los edictos para extirpar la idolatría en el Perú, que Arriaga cita en su obra44, después de haberse vanagloriado de destruir seis cientas tres huacas45, más de tres mil conopas46 y de haber hecho condenar seiscientos setenta y nueve ministros del antiguo culto. En su carta pastoral de 1649, Villagómez, Arzobispo de Lima, reproduce las prohibiciones anteriores, agravándolas con castigos corporales: cien chicota zos y una semana de calabozo por haber bailado el baile Ayrihua en las fiestas de la cosecha, en caso de reincidencia el culpable era remitido al brazo secu lar47... pero detengamos nuestras citaciones. A pesar de las prohibiciones y castigos, los Indios, bajo apariencias de conver sión supieron conservar sus fiestas antiguas, cuando coincidían con las de la Iglesia católica, de modo que durante mucho tiempo el Corpus Christi o fiesta del Señor no fue para los indígenas sino el Intip-Raimi. No estamos bien segu 43 Constituciones synodales del Arzobispo de los Reyes del Perú, 1614. [“”Para que con ayuda de Nuestro Señor, sean suprimidas las ocasiones de reacer en la idolatría y que el demonio no pueda continuar ejerciendo sus triunfos, es preciso no consentir más todo aquello que tenga lugar en dialecto local o en lengua general (es decir en quechua), las danzas, los cantos o taquí antiguos, y se deberá vigilar de que sean quemados los instrumentos de este uso, tales como los tamborines, cabezas de ciervo, antaras, etc., no dejando a disposición de los indios sino tambores que usan durante el Corpus Christi”]. (47, I, cap. VI). 44 P. Pablo Joseph de Arriaga. Extirpación de la idolatría del Perú. Lima, 1621. 45 Huaca. Designación de un sitio sagrado. (N. del E.). 46 Conopa. Designación de un lugar sagrado. (N. del E.). 47 Pedro de Villagómez. Exortaciones [sic.] e instrucción acerca de las idolatrías de los indios del Arzobispado de Lima.
ros que no sea todavía así, en el fondo de sus corazones... Más hábiles algunos sacerdotes, desde el principio de la conquista, compren dieron la importancia de los cantos y de la música entre los Quechuas, y tentaron utilizar este medio para la mayor gloria de Dios. Garcilaso nos dice por ejemplo que, en 1551, el maestro de capilla de la Catedral del Cuzco ha bía arreglado de tal modo, para la fiesta del Santísimo Sacramento, el célebre canto del Haylli que obtuvo entre los indios un éxito enorme. Estas tentativas a pesar de las prohibiciones que hemos citado, se reproducían de tiempo en tiempo. Tenemos una prueba en los numerosos cánticos e himnos indios can tados hoy en la Sierra48. Felizmente la Inquisición no pudo alcanzar al alma del pueblo, sus sentimien tos íntimos, sus efusiones amorosas, las cuales fueron transcritas en cantilenas amorosas de una rara belleza y que están todavía palpitantes. Gutiérrez de Santa Clara en 159049, y Garcilaso, más o menos en la misma época50, señala ban la gran variedad y alababan la íntima unión de las palabras y de la música de los cantos, lo que permitía a una amante comprender, por el lejano sonido de la quena del bien amado, el ardiente llamamiento a los tiernos reproches que él le dirigía.
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Estas cantilenas han conservado la denominación de haraui; que en la boca de los españoles, se ha convertido sucesivamente en harabi o haravi, y despúes yaraví51. 48 En Ecuador, Segundo Luis Moreno indica que entre las piezas de raíz indígena que fueron modificadas con textos litúrgicos están: Yupaichishca, Perdón, etc. (N. del E.) 49 P. Gutiérrez de Santa Clara. Quinquenarios, t. III, cap. LXIII, p. 549. [“Tienen estos Indios unas flautillas con dos agujeros arriba y uno abajo que llaman pingollos y con estas flautillas cantan sus romances que se entienden claramente lo que dicen. Y con ellos llaman a las Indias y a las mozas, de noche, las que están encerradas en sus casas y en las de sus amos y como entienden quien tañe el pingollo, se salen escondidamente y se van con ellos.” (Transcripción del E.)]. 50 Garcilaso de la Vega. Comentarios reales, libro II, cap. XXVI. 51 En un artículo aparecido en el Nº 2 de la revista alemana La cultura latinoamericana, Cöthen,
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En cuanto a las danzas, han perdido su especialización ritual, se han uniforma do con la desaparición gradual de las fiestas del antiguo culto; algunas de éllas subsisten todavía y son muy populares, tales como la kashua o la hunca. Se ejecutan en las fiestas religiosas y políticas actuales. Dejo la palabra a mi señora que va a disertar sobre la música indiana, tal cual existe todavía en la Sierra andina.
II parte
De nuestros viajes al Perú hemos traído una importante colección de cerca de doscientas melodías, la mayor parte anotadas directamente -cantos y danzas-, que nos permiten echar una mirada en conjunto sobre el folklore musical de la región andina. Este folklore extremadamente rico y vivo comprende, por una parte las mo nodías indianas puras, que la tradición oral ha conservado casi intactas en las altiplanicies de la Sierra, por otra parte, un género de música muy especial, posterior a la conquista, que resulta de la introducción de elemento europeos, principalmente españoles, en la música indiana pura, género de música que lla maremos mestizada.
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1916, bajo la firma de M. Friedenthal, se da a la palabra yaraví un origen imprevisto, que nos permitimos resumir aquí: Según la imaginación del folklorista, los Conquistadores y sus sucesores tenían la costumbre en su patria de usar la exclamación semítica ya Rabbi, ya Rabbi para decir : señor o amo, y lanzar sus impresiones de un momento triste. Ellos, de allí en adelante, por el carácter muy melancólico de los cantos indios en Perú, no dieron paso a vacilar en su aplicación a la expresión conocida de Yarabí o yaravi (en razón de la constante confusión española entre b y v); esto es todo. .
Monodías indígenas puras La escala y los modos
L
as melodías indianas puras de los antiguos civilizados del Ecuador, del Perú y de Bolivia estaban construidas sobre una escala defectiva, pentatónica, co mún además a muchos de los pueblos primitivos. De las melodías anotadas en la Sierra andina, y de buen número de instrumentos encontrados en las tum bas, podemos de manera segura, determinar la escala indiana en uso, antes de la llegada de los españoles, en el antiguo Tahuantinsuyo o imperio de los Incas. Para darnos una idea clara y rápida, tomemos nuestra escala diatónica moder na de siete sonidos de la que retiraremos los medios tonos:
AUDIO
Ej. 1
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y nos queda la sucesión incompleta de los cinco sonidos anteriores, que es precisamente la escala indiana. Por lo demás, así como entre los griegos y, más tarde, en los modos eclesiásti cos de la Edad Media, se consideraba cada nota de la escala diatónica, como el punto de partida de un modo diferente (modo de do, de re, de mi, etc.), de la misma manera podemos concebir ideológicamente un modo sobre cada grado de la escala pentatónica, lo que daría las cinco series siguientes: Modo A (mayor)
Ej. 2
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Modo B (menor)
Ej. 3
AUDIO
Modo C (mayor) Ej. 4
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Modo D (menor) Ej. 5 AUDIO
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Modo E inusitado
Ej. 6
AUDIO
Prácticamente, el estudio de las monodías indianas que poseemos, nos revela: el uso frecuente del modo A (mayor), muy frecuentemente del modo B (me nor), bastante frecuente del modo D (menor); y, el empleo más bien raro del modo C (mayor). En cuanto al modo E, no hemos encontrado un solo ejemplo, y hasta estudiar lo más ampliamente, lo consideraremos como inusitado en la Sierra andina52.
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52 De las averiguaciones sobre la música indiana de los Estados Unidos, nos han hecho encontrar en ese país, numerosos ejemplos del modo E
Modo B (menor). Estudiaremos brevemente la escala indiana bajo la for ma de su modo B (menor), el más frecuentemente empleado en el Perú, que transcribiremos para más comodidad. Modo B (menor)
Ej. 7 AUDIO
Empezando, como lo indico, por el grado agudo de la escala, característica de la gama indígena, al igual que la de los antiguos griegos y a la inversa de nuestra escala moderna, es netamente descendente, con atracción de lo agudo hacia lo grave. La curva general de la melodía peruana es entonces desviada desde arriba hacia el bajo de la escala, saltando a veces grandes intervalos, pero con frecuentes oscilaciones ascendentes, de arranques expresivos que siempre re caen tristemente.
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La nota de reposo principal de este modo, que sería impropio llamarla tónica, está colocada en el grado grave, que por su importancia lo considero como el primer grado de la escala. Contaremos pues los cinco grados, de abajo hacia arriba, al contrario de la pendiente. Las frases musicales conclusivas o determinantes del modo acaban a menudo por el primer grado precedido del segundo, en un movimiento de tercera me nor descendente, completamente típica53. Otra característica de este modo es el gusto que tienen los peruanos de pasar bruscamente del V al I grado, sea directamente, sea más a menudo tocando el 53 Ver el fin de las monodías Nº 6 y 8.
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IV o el II grado, subiendo o bajando, lo que da lugar a un intervalo de séptima menor en dos o tres notas, que les gusta mucho:
Ej. 8 AUDIO
Ej. 9 AUDIO
Este atrevido movimiento melódico no es el único que se permiten los Que chuas; suelen ejecutar tranquilamente saltos de décima: Ej 10. AUDIO
y no para producir resultados cómicos. Esta libertad, esta flexibilidad de línea contribuye a dar a la música indiana un encanto penetrante. La música indiana pura es exclusivamente monódica. El sistema musical indio privado de armonía, de medios tonos y con mayor razón de todo cromatismo, no lleva modulaciones. En cada modo encontramos especies de cadencias melódicas, suspensivas y conclusivas, que no puedo señalaros. Sobre ciento cuarenta melodías indianas puras, encontramos más de ochenta construidas sobre el modo B (menor),lo que constituye una imponente mayoría54.
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54 Ver las monodías Nº 3, 5, 6 y 8.
Se puede encontrar en la impresión que dejan las caídas tendientes hacia el grave, terminadas por intervalos descendentes de tercera menor, y en el hecho de que muchas de las lamentaciones amorosas se cantan sobre este modo, las razones que explican el carácter de tristeza proverbial que los viajeros han encontrado siempre en la música popular peruana, carácter que seguramente domina, pero que no conviene exagerar; muchos bailes55 de giro rítmico movi do y alegre, están igualmente en este modo56. Esta sola tercera menor conclusiva y una lejana relación con nuestro modo menor moderno habrían bastado para evocar la tristeza a oídos europeos, nu trido del “menor” de los clásicos y de los románticos, que traducían infalible mente “amor traicionado” o “marcha fúnebre” (la libertad de nuestra música contemporánea tiende a hacer desaparecer esta impresión, arbitraria por lo demás). Por otra parte los viajeros que han cruzado el Perú o el Ecuador, casi siempre han confundido la música indiana pura con la música mestizada -de la que el yaraví o triste es una de sus formas célebres-, llamando ciertamente la atención su acento extraño y desolado, que viene de la mezcla íntima de ele mentos europeos incorporados en la escala indígena. Más tarde hablaremos de estos cantos.
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Voy a deciros algunas palabras sobre los otros modos indios: Modo A (mayor). Llamamos este modo mayor a causa de las dos segundas mayores que la terminan. Modo A (mayor)
Ej. 11 AUDIO
55 [En español en el original]. Danzas. 56 Ver las melodías Nº 3 y 5.
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Es frecuentemente empleado, tanto en el Perú o en Bolivia, como en el Ecua dor y numerosos yaravíes de carácter triste están sobre esta serie57. Los reposos principales y los conclusivos se operan sobre el I grado de la es cala, al que se llega generalmente por grado conjunto o por la tercera. Los saltos melódicos bruscos son en general menos frecuentes, la línea está menos accidentada, más conjunta; citemos sin embargo un yaraví que contiene el intervalo de séptima menor directa, y este de décima menor: Ej. 12 AUDIO
Modo D (menor). La serie menor, modo D, parece tener gran aceptación en el Ecuador. Modo D (menor)
Ej. 13
AUDIO
Se acerca al modo B en lo que se refiere al gusto muy vivo, principalmente en las frases conclusivas, pasando del V al I grado, tocando el IV (lo que da una se gunda, seguida de una sexta menor, o una séptima menor en tres notas) y, muy frecuentemente, del IV al I grado directamente, en un intervalo descendente
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57 Ver monodías Nº 1 y 2.
de sexta menor, esencialmente particular a ese modo y que le da una impre sión interrogativa. Ej. 14
AUDIO
La música mestizada
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l lado de las monodías indianas conservadas puras en la montaña, gracias a las dificultades de acceso del país, existe también en el folklore actual, en plena vida, es decir en continua transformación, un género especial -la música mestizada- que proviene de la indígena pura, en la cual se han introducido, en proporciones sumamente variables, los elementos europeos; el estilo que re sulta de esto es completamente original, obedeciendo a sus propias leyes mu sicales, y si incluye a veces algunas durezas y un poco de mal gusto se ha desli zado en él, no por eso ha dejado de producir melodías muy bellas y expresivas.
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La escala mestizada y los modos
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a aparición del sistema tonal europeo, importado en América por los Con quistadores debió producir, por lo menos en el oído de los naturales del país, tanto efecto como sobre su vista los caballos montados por los presti giosos extranjeros. Poco a poco sus monodías se impregnaron de ello, modi ficándose su gama bajo esta influencia. En un artículo publicado en el Mercurio peruano del año de 179258, encontramos una alusión de un yaraví oído en el
58 Mercurio peruano, No. 117, 118. Carta sobre la música: en la que se hace ver el estado de sus conocimientos en Lima, y se critica el Rasgo sobre los Yaravíes impreso en el Mercurio núm.
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Perú, de cuya descripción se puede deducir que los medios tonos y por lo tanto el sistema armónico europeo, se había infiltrado en él. Pues, es un hecho importante de anotar, el folklore andino mestizado, no es de origen español y matizado de indio, sino muy indio de origen con influencia europea, donde domina el elemento español. Así se formó otra escala muy curiosa, que tuve la sorpresa de descubrir tra bajando las melodías mestizadas, tanto las de Bolivia como las del Perú y del Ecuador. Hela aquí en sus dos modos principales, derivados directamente de sus hermanos indios puros: el modo Aa (mayor), el modo Bb (menor)59: Modo Aa (menor)
Ej 15
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Modo Bb (menor)
Ej 16
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La sabrosa serie mayor reproduce al inverso uno de los modos eclesiásticos más típicos, el modo de fa, el hiper-mayor con su intervalo de tritono60, vién
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101 / TJC y P. 59 Las notas gruesas son la de la escala indiana, las chicas representan los grados añadidos bajo la influencia europea. 60 El musicólogo ecuatoriano Segundo Luis Moreno declara en su crítica al trabajo de los d’Harcourt, como inexistentes las escalas mestizas con tritono. Precisa que la escala es: la si do re mi fa sol la; llenándose con los intervalos de la escala diatónica los espacios de la dos terceras menores y estableciéndose una distancia de segunda menor entre el VI y VII grado. (Moreno, S. L. La música de los Incas. Quito, 1957). (N. del E.)
dose allí lógicamente la influencia europea: ¿no se servían corrientemente en Europa de estos modos en la música, especialmente en la época religiosa de la época colonial? Además, se sabe cual fue el despotismo que pesaba sobre los indígenas en los siglos que siguieron a la conquista, la presión que el clero espa ñol ejerció, para reemplazar poco a poco las fiestas del sol con las ceremonias católicas que tenían su música litúrgica, fuente de influencia sobre la que no hay necesidad de insistir más. El modo Aa conserva frecuentemente su incli nación y sus características indígenas, es a veces incompleto por no emplear más que seis grados, eliminándose, sea el VII, que rara vez toma el carácter de sensible, sea el IV grado que precisamente forma el intervalo de tritono. El modo Bb, no es otro, que el viejo modo de re de canto llano61. Cuando es de formación más reciente, este modo tiene a menudo una alte ración en su V grado, tomando entonces el carácter de la sensible europea y, modificado de esta manera, se acerca a nuestro la menor clásico, el que Bach subía así, para bajarlo de nuevo suprimiendo los accidentes, y esto precisamen te en la primera mitad del siglo XVIII.
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Modo Bb modificado62
Ej 17
AUDIO
Sin
embargo, cuando las melodías mestizadas, construidas sobre este último modo, guardan la inclinación y las características indianas, alternando con la inclinación y las características modernas, esta mezcla viene a tener para no sotros un efecto verdaderamente nuevo.
61 Ver monodía Nº 7. 62 Ver monodía Nº 4.
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Poco a poco en las líneas melódicas populares, sirviéndose de esas escalas, que podríamos llamar “coloniales”, se encontraron otras anomalías, en cierta manera “mestizajes de mestizajes”, unas acomodadas al gusto peruano63, otras acercándose mucho a las españolas, más en boga en la costa. El tiempo de que dispongo me impide entrar en detalles que podrían ser inte resantes a la vez que históricos y estéticos. Todas las melodías mestizadas que hemos recogido en el Perú, Bolivia, Ecuador, obedecen a este sistema del que he dado la escala y los modos principales Aa, Bb, las unas puras sin modulación, las otras conteniendo “mestizajes de mesti zajes” muy reconocibles y más o menos numerosas. Siendo pues así muy fácil de diferenciar un texto musical indígena puro, de un texto mestizado.
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Los ritmos
L
os ritmos indianos pueden contarse entre los más libres y los más variados de la música popular.
Alguién decía en Arequipa: -“aquí ha venido un pianista español, que se vio ab solutamente incapaz de sentir y de reproducir ‘la medida’ de nuestra música nacional”. La gente del pueblo, cholos e indios, quienes en su mayoría cantan, bailan o tocan flauta, tienen esos ritmos en la sangre y los repiten fielmente por instinto. Es por éllos que hemos podido aprehenderlos y compenetrarlos. La principal y la más general de las características rítmicas indianas es el apoyo sobre el tiempo, que se encuentra, es cierto, en la mayor parte de las músicas
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63
Ver monodía Nº 4.
primitivas, quiero decir con eso, que los ataques nunca se hacen sobre un si lencio. Ritmos binarios
L
os ritmos binarios que hemos podido hacer entrar en una medida de 2/4 y de 6/8, son los más frecuentes.
Los ritmos vivos de 2/4, ritmos de danza, muy numerosos, son a menudo de corte regular, bien marcados sobre cada tiempo, un tanto incitantes. Otros que guardan el apoyo sobre el primer tiempo, son después sincopados y en trecortados; hablaremos de ellos más luego64. Otros en fin están constituidos en parte por tresillos y en parte por corcheas iguales. Algunos ritmos a 2/4 son de movimientos lentos o moderados. Los ritmos 6/8 son infinitamente flexibles y variados. Hay unos lentos65, otros rápidos.
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Entre los rápidos, que son innumerables, y contienen los ritmos indios más típicos66 -sincopados y jadeantes-, citaremos en particular los de las lamenta ciones que canta llorando la India o el Indio conduciendo al cementerio los restos de su bien amado67. Tenemos también otros bastante complicados, a la vez binarios y ternarios, alternativamente; toques ternarios, siguiendo a los binarios son ejecutados al mismo tiempo. Creo haber llegado a notarlos de una manera clara a la lectura.
64 Ver monodía Nº 3. 65 Ver monodía Nº 2. 66 Ver monodía Nº 5. 67 Ver monodía Nº 1.
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He aquí un ejemplo. Los toques rítmicos son representados por crucecitas colocadas sobre las notas. Ej. 18 AUDIO
En compás de 2/4 o 3/4, puede existir un ritmo parecido68 que yo he notado con tresillos, divididos de la misma manera. Ej. 19 AUDIO
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Ritmos ternarios
L
os ritmos ternarios se aplican sobre todo a movimientos lentos o mode rados en 3/4, los lánguidos y melancólicos yaravíes. A veces están sujetos a cambios frecuentes de compás, como sucede tan a menudo en los cantos po pulares del mundo entero. Otros ritmos
R
aros son los ritmos encerrables en un compás de 4/4; se encuentran sin embargo algunos ejemplos como en la encantadora melodía ecuatoriana Pirucha69.
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68 Ver la monodía Nº 6. 69 En el original no consta la transcripción de Pirucha, para insertarla, con el Nº 9 en este estu-
En cambio los de 5/4 nos traen a menudo sus fantasías, sea ritmada en 2 y 3, sea en 3 y 2; son casi siempre de un carácter vehemente o apasionado. Ciertos ritmos entrecortados y sincopados, de los cuales hemos hecho alusión anteriormente, hablando de los ritmos binarios, merecen llamar nuestra aten ción. Ej. 20 AUDIO
Ellos parecen ser muy indígenas, sin embargo no hemos podido todavía apre ciar exactamente su origen. En el libro de T. P. de Mello A música no Brasil70, lo encontramos mencionado de procedencia negra, pero no estamos convencidos de ello71. Muy favorecidos, alrededor del Cuzco en las danzas llamadas kashua, son estos ritmos que los creadores modernos introducen en su música para imprimir el “estilo incaico”. Pero en el Cuzco y en el interior del Perú, juzgamos la influencia negra como nula. ¿Acaso se hubiese podido establecer por sus re laciones con la costa? Es dudoso; encontramos nuevamente estos ritmos, con el mismo carácter en la música Chipena Buffalo, Apache de los Estados Unidos, y todas las danzas modernas norteamericanas los reflejan (two step, cake walk, etc.). Hasta más amplio estudio, consideramos estos ritmos comunes a varias razas.Yo los supongo, por mi parte, más puramente indios cuando se presentan más bien como un apoyo rítmico sobre el tiempo, que cuando son el resultado de una determinación seguida.
dio, la tomamos de La música de los Incas, de los mismos autores (N. del E.). 70 T. P. de Mello. A música no Brasil. 71 En Ecuador, el motivo está presente tanto en la melodía como en la parte rítmica del sanjuanito indígena y mestizo (N. del E.).
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Ritmos libres
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n fin, algunas de las líneas melódicas de nuestra colección nos han pare cido demasiado libres para soportar la sujeción de una barra de compás. Están sin embargo sometidas a una ley rítmica misteriosa, guardando cada una su personalidad. El canto popular conoce, bajo todas las latitudes, estas líneas rebeldes, que son las fuentes puras de la fantasía; guardémonos de turbar su curso y vamos a refrescarnos en éllas. Ritmos de acompañamiento
A
l lado del ritmo de la melodía misma, a veces semejantes a éste o comple tamente diferente, el Indio confía a los instrumentos de percusión (tinya o tamboril72 y también palmoteando), unos ritmos destinados a acompañar la voz o la flauta. Los cruzamientos rítmicos que resultan de ahí, son singulares, vigorosos y sutiles a la vez.
En los días de fiesta en la Sierra, se oye desde lejos los golpes dados en el bombo73, el ruido sonoro de las manos al palmotear una con la otra, pronto dominado, el acercarse de los músicos, por el sonido un tanto gangoso de las quenas y el timbre rudo de los cantantes, mientras que los pies rápidos zapa tean en el suelo sin descansar. Evoquemos también el sonido de la quena solitaria del llamero74 que lleva su rebaño en las alturas. El sol acaba de desaparecer tras el oscuro perfil de las montañas, el frío cae sobre el valle. Entonces se desarrolla una melancólica, pura y caprichosa línea de flauta, cien veces repetida, insistente y monótona, que lleva el pensamiento muy lejos, hacia el pasado misterioso de un pueblo... Y esta música está toda impregnada de la atmósfera de los paisajes: la inmen
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72 [En español el original] (N. del E.). 73 [En español el original] (N. del E.). 74 [En español el original]. Conductor de llamas.
sidad de la puna desierta, cubierta de hierbas secas de un amarillo pálido y afelpado, donde pastan las elegantes llamas, bajo el azul de un cielo donde los cúmulos poderosos se enganchan al horizonte de dentadas cimas nevadas; de los ríos75 que corren entre valles estrechos, cauces entre enormes murallas o anchas talas casi fértiles; del clima, excesivo y rudo y, a través de la pureza absoluta del aire en las altitudes, del brillo sorprendente de la luz - del Dios Sol-, o el de las estrellas en la noche; todas estas influencias del decorado, han reaccionado fuertemente sobre el subconsciente de los antiguos y modernos Quechuas, modelando su ser sensible e inspirando su música, que les debe en parte su carácter hecho de austera grandeza, de encanto melancólico, un poco monótono o de vivacidad libre y salvaje. Los géneros y los modos de composición
A
ntes de ejecutar algunos cantos y danzas de nuestra colección, quisiera darles una rápida ojeada de las formas de la melodía popular indiana y mestizada y de los diferentes géneros de composición que élla comporta.
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Las formas musicales son muy rudimentarias en el folklore andino, lo mismo que en el canto popular en general. Fuera de una cuantas piezas raras que poseen dos frases musicales distintas -por consiguiente en forma binaria- podemos decir que se reducen a la única forma de variaciones: un mismo motivo repetido con modificaciones meló dicas, rítmicas, o melódicas y rítmicas a la vez. El número de repeticiones no es fijo y hasta pueden diferir siguiendo la fantasía del cantor. Esta forma toca a la improvisación que es todavía muy frecuente en esos cantos llenos de vi da. Como en Rusia, se encuentra una especie de rapsodias que componen en nuestros días para la quena, o sobre las palabras, sean españolas, sean quechuas, melodías espontáneas que reflejan sus preocupaciones del momento. Estos cantos o pastorales toman la gama defectiva de sus antepasados, con frecuen 75 [En español el original] (N. del E.).
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cia pura de todo mestizaje. Hemos anotado una especie de lamentación que data del año 1895: un centro indio de oposición se había formado cerca de Huanta, contra el presidente Piérola. Este para destruirlo envió un cierto co ronel Parra, con algunas tropas; un número bastante crecido de Indios murió. Hoy día cantan todavía esta aventura con palabras quechuas sobre la gama indiana. Otro ejemplo nos ha sido proporcionado en la guerra del Pacífico, en la lamentación patriótica cantada por los soldados cuzqueños en la batalla de Arica (1879), palabras de actualidad sobre un aire antiguo. La música es una composición flexible y encantadora, no tiene nada de guerrero, y parece un yaraví, destinado a otros fines. Podemos distinguir en las monodías indianas o mestizadas, anotadas por noso tros, los diferentes géneros de composición siguientes:
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1. el Canto religioso, 2. la Canción, 3. el Baile76 cantado e instrumental, 4. la Pastoral.
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1. El canto religioso
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ubsisten algunos cantos religiosos antiguos, que son llamados todavía him nos al Sol, al Inti. Una muy noble muestra de este género, nos ha sido dada por el Sr. Robles; es de un admirable sentimiento musical.
Después de la conquista, la religión católica había reemplazado el antiguo culto indio. Los indígenas, ayudados por los curas, tradujeron a su lengua las palabras latinas de la liturgia y las adaptaron sobre sus antiguos aires. Poseemos un curioso
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76 [En español en el original (N. del E.)].
y muy bello ejemplar de un“De profundis”77,en quechua,sobre la gama pentatóni ca. Hemos igualmente recogido varios otros cantos religiosos y cánticos indios78. 2. La canción
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n primera fila coloquemos el harahui, conservando este viejo nombre que chua, para designar los cantos tristes y lentos, generalmente con palabras de amor, de carácter indio puro, anterior a la conquista. Hemos podido reco ger algunos bellos ejemplares con palabras en quechua, principalmente los que están insertos en el famoso drama Ollantay79. Por la explicación histórica que mi marido les ha dado de la palabra harahui, resulta que en el tiempo de la colonización, este género quedaba como el tipo del canto popular indígena. Después de un siglo o dos de ocupación, la mez cla de razas se había operado en parte, los peruanos, teniendo sangre india, se transportaron al pasado y, cuando quisieron retomar un arte nacional y refe rirse a los Indios, es el harahui que trataron de imitar y que devino al yaraví más o menos mestizado. Poemas en quechua, y sobre todo en español, fueron más tarde compuestos bajo el nombre de yaraví y a veces adaptados a verdaderos aires antiguos. Es el caso del famoso yaraví de Melgar: Delirio, que se aplica a una música indiana, a pesar de que su ritmo haya sido -en la época del poeta o más tarde- europeizado. Melgar, joven patriota peruano, uno de los primeros caídos bajo las balas españolas, al principio de la guerra de la independencia, escribió toda una colección de poemas a los que dio el nombre de Yaravíes. Algunos de ellos fueron cantados, lo sabemos, pero la tradición, salvo para Delirio, no nos ha conservado su música.
77 La pieza no consta en el original, pero la hemos incluido con el Nº 10, tomándola de la Música de los Incas (1925), de los mismos autores (N. del E.). 78 Ver monodía Nº 8. 79 Ver monodía Nº 2.
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El yaraví colonial que ha llegado a ser quizá, el tipo musical más original del fol klore peruano, se debe a la mezcla de dos razas. Construido sobre las escalas mestizadas, algunos de estos aires contienen “mestizajes de mestizajes” nota bles. El que se encuentra más a menudo y que tiene un papel eminentemente expresivo, consiste en un equívoco entre la tercera menor y la tercera mayor del modo, oídas una después de otra, con algunas notas de distancia, el inter valo mayor precediendo el menor en una especie de cromatismo muy especial, bien imputable al gusto nacional peruano. He aquí una muestra en los tres últimos compases del ejemplo siguiente, que pertenece a la menodía Nº 4. AUDIO
Ej. 21
Con mucha frecuencia -bajo una influencia española, así lo creemos-, los ya ravíes, de movimiento lento, están seguidos, en la ejecución, de otro trozo de movimiento vivo que proviene o no de la pieza de principio y que se llama la fuga80. Su fin parece ser la diversión que se juzga necesaria para el auditorio, después de la impresión de tristeza dejada por el yaraví. En algunos casos ex cepcionales la fuga81 -casi siempre bailada-, vuelve con las mismas palabras y su música invariable, después de cada repetición del movimiento lento, como si fuera un refrán. Además de los yaravíes, de otras canciones amorosas -innumerables Palomi
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80 El yaraví que contiene una fuga y que hemos insertado con el Nº 13, no consta en el original, ha sido tomado de la Música de los Incas, de los mismos autores (N. del E.). 81 En el Ecuador, esta sección del yaraví, también se llamaba fuga y generalmente tenía ritmo de tonada o albazo. Hemos recopilado un yaraví pautado de fines del siglo XIX cuya parte del allegro recibe el nombre de Charada. (N. del E.).
tas82-, hemos anotado canciones sobre motivos diversos83: canciones de calle, canciones de peregrinación, de viajeros, romanzas, narraciones, etc. Estas canciones toman a veces el carácter de las rondas europeas con coplas y estribillos. No hemos oído ningún berceuse [(canción de cuna)], esta forma tan corriente de la canción popular, ¿sería acaso desconocida de las mamás peruanas?, -se puede uno preguntar-; la costumbre de cargar a sus hijos sobre sus espaldas hasta cuando se duermen, suprime generalmente la acción de mecerlos.
3. El Baile (cantado e instrumental)84
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ntre las danzas del antiguo imperio de los Incas, la más célebre que ha lle gado hasta nosotros es la kashua, danza rítmica, difundida todavía, y que el padre Cobo describe así: “El baile llamado kashua es característico, no se eje cutaba antiguamente sino en las grandes fiestas, es una rueda o corro de hom bres y mujeres asidos de las manos, los cuales bailan andando alrededor”85.
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La kashua era por consiguiente en el siglo XVII, como hoy día, una danza canta da. Contiene con frecuencia ritmos indios apoyados sobre el tiempo, entrecor tados y sincopados, de los que ya les he hablado86. Puede ser únicamente ins trumental y confiada a la quena, acompañada de los instrumentos de percusión. El tacteo consiste en un pisoteo sobre el mismo sitio, en extremo rápido, que requiere mucha agilidad sin tener precisamente gracia; es puramente indio.
82 83 84 85 86
Canción donde la mujer amada es comparada a la paloma. Ver monodías Nº 6 y 7. Ver monodía Nº 5. Bernabé Cobo. Historia del Nuevo Mundo, t. IV, cap. XVII. Ver monodía Nº 3.
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El zapateo87 parece ser la traducción española del tacteo, pero designa igual mente otra danza rápida, con el mismo pisoteo del bailarín solo, de afición entre los negros, no solo en la Costa peruana, pero sobre todo- y llevando el mismo nombre de zapateo - en la Argentina y en el Brasil, donde la influencia india es muy débil, y en Méjico. Hemos podido coleccionar algunas danzas rítmicas muy curiosas y de gran ca rácter, los bailes guerreros88, o danzas guerreras, la khachampa donde el bailarín se coloca de perfil, evocando los bajos relieves egipcios, y los rusos modernos, quienes en sus ballet se han inspirado en esos bajo-relieves. En medio de otra danza guerrera llamada maccana, los danzantes juegan con una especie de sables de madera, un arma muy en honra entre los antiguos peruanos. El nombre de huayno se da ahora a una gran variedad de danzas cantadas o instrumentales, un poco a troche y moche, sin que le hayamos oído designar a una forma muy fija. El huaynito y el sanjuanito89 provienen de ello.
4. La pastoral
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n numerosas fantasías o improvisaciones, los llameros o los arrieros90 ex presan sus penas y sus alegrías con la quena. Estas pastorales en forma de variaciones son de un gran encanto rústico.
Quisiera decirles como cantan los Indios: las voces de los hombres que hemos
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87 [En español en el original. (N. del E)]. 88 [En español en el original. (N. del E)]. 89 Incluimos 2 sanjuanitos ecuatorianos (Nº 11 y 12) que, aunque no constan en el original, fueron recogidos por los d’Harcourt para la Música de los Incas (N. del E.). 90 [En español en el original. (N. del E)]. Conductores de burros o de mulos.
oído no eran bellas; órganos al aire libre, rudos y toscos, las de las mujeres, al contrario, suaves, débiles y un poco lloronas. Nos dicen que no es lo mismo en todas partes, así que no nos apresuremos en juzgar. Los Indios cantan de una manera muy expresiva, demasiado expresiva inclusive; tienen por ejemplo la costumbre, en las piezas tristes, y que ellos sienten vivamente, de entrecortar su canto con verdaderos sollozos. Ellos tienen sus efectos, sus manías propias, que consisten en ciertos grupettos que se deslizan ante una nota de descanso, por ejemplo:
Ej. 22 AUDIO
o en numerosas pequeñas notas de adorno, a menudo con intervalos muy grandes de la nota principal; unas, sumamente graciosas, otras verdaderamente chuscas. Debemos algunos de nuestros mejores cantos a un serrano que era conocido en la región de Ayacucho como el mejor cantor. Poseía en efecto, una voz de barítono, más bien fuerte que agradable. Este valiente personaje, con un artificio que él juzgaba de un efecto espléndido, ejecutaba una especie de eructo artístico - con vuestro perdón- que colocaba delante de una nota importante, como ornamento.
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En general, las voces son perfectamente ajustadas. Hemos podido escribir sin dificultad los intervalos oídos y estamos seguros de su exactitud en los cantos que hemos recolectado. Todo nuestro esfuerzo se ha concentrado sobre la notación rítmica que esperamos presentar con precisión91.
91 En las monodías que siguen [del Nº 1 al Nº 8], las armaduras están basadas sobre los accidentes que comportan, en sus diversos modos, las escalas defectivas o mestizadas.
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BIBLIOGRAFIA La Bibliografía ha sido agregada a base del libro La música de los Incas y sus supervivencias, de los mismos autores, pues no consta en la publicación original. Aquellas entradas que llevan un asterisco son fuentes usadas por nosotros como complemento a la edición del presente estudio.
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Lamento Indio
(Plaintes de l’ Indien) Recogido por Luis Pauta* Cuenca (Ecuador)
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Lamento del Indio** Lumbuc, lumbuc mi wakani kuyay pal’a wikita kail’a tatak mi uptani, ama pisicunispa. Ay! Traducción: Lloro, lloro, lágrimas de amor. Bebo de esta fuente, “que no le pase nada, que no se pierda”, diciendo.
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*. Al parecer se trata del compositor cuencano Luis Pauta Rodríguez (1858-1945). **. La traducción textual de las piezas transcritas en esta sección, han sido tomadas de La música de los Incas y sus supervivencias (1925), de los mismos autores. (N. del E.)
Nº 2
AUDIO. Dar Click
Yaraví
Canto popular inserto en “Ollantay” Cuzco (Perú)
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Yaraví* Canto popular de Ollantay Cuzco (Perú) Urpi wiwaskaytan chinkachikuni huk chimllillapi. Pakta rikuwak tapukuipuni kay kitillapi. Millay munaymi, sumak uyanpi, koyllur sutinmi. Pakta pantawak hukpa kayllampi, rikuy sutinmi. Killawan kuska Inti mattinpi nanak kaspchiypi; kuskan illanku hukpa sutinpi Ancha kusipi. Traducción: He perdido la paloma que crié, de un solo parpadeo, si la vieras, pregúntale en este mismo lugar. Recuerda su nombre para que no te confundas; a pesar de su hermoso rostro, ella no merece ser querida. Junto con la luna, a espaldas del sol, se han ido con nombres ajenos, con mucha alegría.
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*. La traducción textual de esta pieza y de las siguientes han sido tomadas de La música de los Incas y sus supervivencias (1925), de los mismos autores. (N. del E.)
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Kaswa
Danza cantada e inserta en “Ollantay”
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Nº 4
Yaraví
Canto mestizado
AUDIO. Dar Click
Yaraví Canto mestizado Nº 4 Cantado por Hurtado Jauja (Perú) Huk urpichatam uywakarkani, llapa sonkkoywan kuyakuyaspa, chaymi kananxa sakkerillawan, mana imapi piñachiapti? Tuta ppunchaumi maskamullani, llaki sonkkoti sinchi llakisxa, llapa rumita tapurikustin ichas yanaycha rikuni nispa? Intim tataylla, kanchariwanki, mana, pallwanka tutallawanmi, iskaynin koyllur ñawichallanwan manaña masta, kawawaptinxa.
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Traducción: A una palomita he criado amándola con todo mi corazón ahora me ha abandonado sin que en nada la ofendiera. Noche y día la he buscado con el corazón de pena, muy entristecido preguntando a todas las piedras “tal vez has visto a mi amada”, diciendo. Padre, Sol, me has de alumbrar, si es que nunca más me viera con sus dos ojitos de estrellas sin ella todo se me oscurece.
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Baile
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Tocado en quena Jauja (Perú)
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Canción del Molle*
Cantado por Alenjandro Fernandini Huancavelica (Perú)
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AUDIO. Dar Click
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Arbol llamado en Europa “faux-poivrier” (Schinus mollis).
Canción del mollé Mollé, mollé miskki ruru mollé sachacha, sumuchaykita upiyas kaymantam, warma yanallaywan tinkuniñacho. [Rayan, rayan, mallkichalkiway pampaykamuway.] (bis) Inti, Killa, rendixanchanta kanchay kamuway; Inti, Killa, calorchaykiwan koniykachiway, Koyllur, Koyllur, akochinchaykiwan hanchaykamuway, Koyllur, Koyllur, kayaskay urpiwan tinkuykunallatpak.
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Traducción:
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Molle, molle, arbustito molle de fruto dulce, desde que bebí tu esencia ya no me encuentro con mi amada. Rayan. rayan, con tu tierra planta, entiérrame. Sol, Luna, por la rendijita, alúmbrame, Sol, Luna, abríguenme con su calorcito. Estrella, estrella, alúmbrame con tus rayos, estrella, estrella, para unirme con mi paloma amada.
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Nº 7
Pitucacha
AUDIO. Dar Click
Canto mestizado Cantado por la señora Maguiña Puno (Perú)
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Traducción: Luhiantate, Pitucacha, lihuantate de to cama, - Kunanti tutaya!
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Embróllale a tu madre con achaque de mear - Kunanti tutaya!
Levántate, Pitucacha, levántate de tu cama, ¡ahora, que todavía es de noche! Embróllale a tu madre con achaques de mear ¡ahora, que todavía es de noche!
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Xesupak Wanui Cantado por Padre L. D.
AUDIO. Dar Click
Norte del Perú y Ecuador
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Traducción: Uyay, churikuna, kristianos kaspaka, uyay tukui shungu Iglesia mamata.
Hijos, escuchad siendo cristianos, de todo corazón escuchad, a la madre Iglesia.
Paymi kamachikum xuchayuk runata; shutinpak shimini paypak rimashkaka.
Ella ordena a los pecadores; lo que ella dice es palabra adecuada.
Jesúspak pasionta Uyaychik waskaspa. Kasnami willakun paypak kipukana.
Escuchen llorando, la pasión de Jesús. Así la cuentan los amautas narradores.
*En La música de los Incas consta con el título Uyay Churikunan (N° 4, p. 240)
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Ah, desde muy adentro (De profundis) (N° 1*, p. 235) Modo D, conclusión en modo A.
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Recogido pro el P. Grimm Quito (Ecuador)
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* A partir de aquí los ejemplos son tomados de La música de los Incas (1925), la numeración que se incluye es la misma que consta en ese trabajo.
De profundis (Ah, desde muy adentro) Adaptación del P. Grima Alau ukumanta kanman, Apu Yaya, Kparini. Wakayta uyarikupay, ñuca mañakta uyapay. Kan xuchata rikukupi, Apu, pi shayarikunga? Kanka pambachik shungumi, kambak shimipi shuyani. Ñuka shungu shuyan, Apu, Ñishkapi. Sayninamanta tutakama, churikuna, Apu Yayapi, shuyachun. Chasna kachun!
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Traducción: Desde muy adentro, Padre, ¡Señor! te grito. Escucha por favor mi llanto; concédeme lo que te pido. ¿Quién podría levantarse Señor, sabiendo que tú ves todos los pecados? Espero la palabra de tu corazón que todo lo perdona. Mi corazón espera ¡Señor! Tus hijos ¡Señor!, te esperan desde el amanaecer hast a la noche. ¡Así sea!
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Ah, Shamui Kamak-espíritu… (N° 2, p. 237) Modo D, conclusión en modo A
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Recogido y publicado por el P. Grimm Quito (Ecuador)
Ah, Shamui Kamak-espíritu… Ah, Shamui Kamak Espiritu, Kombakunata rikunui. Shungukuna kamashkanki, Kayta graciawan xundamui. Kan mukanchita kushichik Yayamanata kushka kangi, Kausak pugyu, mina kuyay Almakunak xawimi. Kan kanchis akl’ash graciayuk, Kan yayapak al’ichikmi, Yaya pakta kusha nishka, Kal’ukuna rimachingi. Casna kachum! Traducción: Oh, ¡Espíritu Creador! Ven, Ve a los tuyos. Tú has creado los corazones, Ven, llénalos con tu gracia.
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Hay algo que a nosotros nos alegra, Tú estás junto a tu Padre, Manantial de vida, amor ardiente Ven, mira nuestras almas. Tú que posees siete gracias escogidas, Tú que arreglas las cosas por tu padre, Tú que eres la promesa del Padre, Tú que haces hablar a las lenguas. Así sea.
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Ah, Mañachiymanta Kusi… ( N° 3, p. 239) Modo D, conclusión en modo A
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Recogido y publicado por el P. Grimm Quito (Ecuador)
Ah, Mañachiymanta Kusi… Ah, mañachiymanta kusi, Nazaretpak yupay wasi, May sumaymana pakarik Iglesisata wiñachinmi. Juri inti kay pakata, Achikyachaypi musushpa, Kay wasimanta sumakta Manapacha rikurkachu. Chayman ashpa ashka angelkuna Xamak pachamanta pawan, Kay al’ipak kausanata Ricumushpa yupaychanmi. …. Chasna kachun! Traducción: Oh! Alegría de mi pedir Tú que escoges las casas para Nazaret, ¡Cómo haces crecer la Iglesia Tan, tan resplandeciente!
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No se ha visto nunca Una casa hermosa como esta, Iluminada por el sol Dorado que gira. Desde lo alto del mundo Muchos, muchos ángeles vienen aquí; Viéndonos, escogiéndonos, para vivir mejor. Así sea.
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Yo soy indiecito (N° 5, p. 241-242) Modo A
Cantado por Mme. P. Rivet Cuenca (Ecuador) AUDIO. Dar Click
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Yo soy indiecito Yo soy indiecito de San Sebastián En ayunas vengo y sin almorzar, Por cumplir la vigilia De la Navidad.
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Pasacalle religioso (N° 6, p. 243)
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Apuntado por Ignacio Ordóñez Paute (Ecuador)
Ah, Tayta, tayta, mama... (N° 12, p. 251) (Llanto) Modo D, indeciso
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Ah, Tayta, tayta, mama… Ah, Tayta, tayta, mama, Mama, mama, guagua, Ah.
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Nyuka Kusal’a (N° 14, p. 253) Modo C Anotado y publicado por R. Karsten
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Río Napo (Ecuador)
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Nyuka Kusal’a
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Nyuka kusal’a, Nyuka kuril’a, Imamant’ sakishkani? Imata tukushkani?
Traducción: Esposo mío, hermano mío, por qué te estoy dejando? Qué es lo que estoy acabando?
Llanto (N° 19, p. 258) Modo D
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Cantado por Mme. P. Rivet Cuenca (Ecuador)
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Llanto Ñuka vidal’a, wañurka! Traducción: La vida mí a había muerto.
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Doña Lorenza (N° 22, p. 260-262) Modo D Cantado por Mme. P. Rivet
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Cuenca (Ecuador)
Doña Lorenza -Doña Lorenza, Doña Lorenza, Doña Lorenza, Casarakuyta, Casarakuyta!-Imashinata? Casarakuyta Kambachepeko Kambavidal’a, Casarakuyta?Traducción: -Doña Lorenza, -Doña Lorenza, -Doña Lorenza, ¡Él se casa! ¡Él se casa!
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-¿Cómo? ¿Se casa él, Mi amante? ¿Se casa él, Mi vida?
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Machaska, borracho… (N° 22, p. 262-263) Modo D
Cantado por Ignacio Ordóñez Paute (Ecuador)
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Machaska, borracho… Machaska, borracho, Fregado estoy. Sin rancho, sin cama, Sin wambra, sin nada Fregado estoy!
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Cuando al mundo (N° 23, p. 263-264) Modo D
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Cantado por Mme. P. Rivet Cuenca (Ecuador)
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Cuando al mundo Cuando al mundo nací apenas, Mi destino fue llorar. He llorado sin cesar Y no han calmado mis penas.
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Por esa tu l’akta (N° 24, p. 265-266) Modo D Cantado por Mme. P. Rivet Cuenca (Ecuador) AUDIO. Dar Click
Por esa tu l’akta Por esa tu l’akta Kusi purinimi Mas si no te veo, Wakakunimi. Cuando yo me ausente Muy lejos de aquí, Hallarás mi nombre Wacha rumipi.
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Traducción: Por ese tu pueblo Alegre me paseo Más si no te veo Lloro. Cuando yo me ausente Muy lejos de aquí, Hallarás mi nombre Escrito en una piedra.
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Mala cristiana (N° 25, p. 267-268) Modo D, parte central en modo Bb Recogido por Luis Pauta
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Cuenca (Ecuador)
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Mala cristiana Mala cristiana Tú eres la causa De mi desgracia Ay! Golpecitos a la puerta Piedritas a la ventana Tan de mañana.
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Pirucha (N° 31, p. 276-277) Modo D
Cantado por la Sra. De Rivet Cuenca (Ecuador)
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¿Qué te parece Pirucha, lo que nos está pasando? ¡Ay, ay, ay, Pirucha mía!
¡Toma por haber querido y yo por haber amado! ¡Ay, ay, ay, Pirucha mía!
Tristezas me depara… (N° 32, p. 278-281) Modo Bb Cantado por Mme. P. Rivet
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Cuenca (Ecuador)
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Tristezas me depara… Tristezas me depara la luz del día, -Ay! Ídolo del alma mía!La sombra de la tarde, melancolía. -Ay! Ídolo del alma mía!Cuando oigas la plegaria de mis exequias, -Ay! Ídolo del alma mía!No permitas me entierren sin que me veas, -Ay! Ídolo del alma mía!Porque yo quiero llevar a mi sepulcro Tu bella imagen. -Ay! Ídolo del alma mía!Fuga: Mi palomita se fue A tierra donde nació, Ay mi palomita se fue volando, Yo, pobrecito, quedo llorando. Ay, mi palomita, no sé, no sé… Y que tú no lo comprendas, Es lo que me mata a mí. Ay, mi palomita, no sé, no sé… Mi palomita se fue volando.
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Soy peregrino… (N° 33, p. 282-283) Modo Bb incompleto Cantado por Mme. P. Rivet
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Cuenca (Ecuador)
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Soy peregrino… Soy peregrino, soy desgraciado, Sin propio asilo, sin propio hogar. En mis desvelos y desconsuelo, Busco las selvas para llorar.
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Wambrita (N° 69, p. 337-338) Modo D
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Cantado por Mme. P. Rivet Cuenca (Ecuador)
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Wambrita El amante: Wambrita wambra putiada, Con quien dormiste anoche, Wambrita? Atatay! Wambra cochina, He de avisar a tu madre, Wambrita! La madre: Para qué pariste madre, A esta hija tan desdichada, Wambrita! Que aun al ser afortunada, Ha sido desdicha en mí, Wambrita!
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En plaza sentada … (N° 70, p. 340-341) Modo A
Cantado por Mme. P. Rivet Cuenca (Ecuador)
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En plaza sentada …
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En plaza sentada Mis chichas vendiendo, Runa ca’ diciendo: “Doña caseremos”.
No es así, indiecita, Yo te he de adorar, Con el soplemento No te he de faltar.
Indio de los diablos No mes has de engañar, Porque si casando, Poñete has de dar.
Si es así, indiecito, Si me has de adorar, Anda llama al cura Quiero casarar.
Palomita, paloma (N° 71, p. 342-343) Modo D
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Recogido por Luis Pauta Cuenca (Ecuador)
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Palomita, paloma Palomita, paloma Paloma blanca, Llévame a tu cielo De mi esperanza.
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Nunca mi bien, hallarás… (N° 72, p. 343-345) Modo D AUDIO. Dar Click
Recogido por Luis Pauta Cuenca (Ecuador)
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Nunca mi bien, hallarás…
Hallarás quien bien te quiera, Pero como yo jamás!
Nunca mi bien hallarás, Amor mío, cielo mío! Quien, como yo, por ti muera Amor mío, cielo mío!
Con más amor cada día, Amor mío, cielo mío! Obstinado te amaré Amor mío, cielo mío!
Tarde de la noche vengo… (N° 73, p. 345-346) Modo Aa, incompleto AUDIO. Dar Click Recogido por Luis Pauta
Cuenca (Ecuador)
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Tarde de la noche vengo… Tarde de la noche vengo A llorar en tus umbrales; En pago de esta fineza, Hagamos las amistades.
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Quien te dio la cinta verde (N° 74, p. 347) Modo Aa Cantado por Mme. P. Rivet
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Cuenca (Ecuador)
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Quien te dio la cinta verde Cantado Mme. P. Rivet Cuenca Quien te dio la cinta verde, Que te de la colorada. Quien te dio la mala noche Que te de la madrugada. Quien te dio la barriguita, Que te mantenga en la cama.
Ay! Chuchi caldito… (N° 75, p. 348-349) Modo Aa Cantado por Ignacio Ordóñez Llazhum, Paute (Ecuador)
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Ay! Chuchi caldito… Ay! Chuchi caldito Mal sazonadito, Con chulla rurito Mal sazonadito.
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Chichu misita charini… (N° 76, p. 349) Modo D
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Cantado por Ignacio Ordóñez Azoguez (Ecuador)
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Chichu misita charini…
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Chichu misita charini, Caramba! Azogues plazama l’ukchini, Caramba! Real y mediota katuni, Caramba! Sumak cholama gastana Caramba!
Rosario yungata l’aykuni, Caramba! Buena mulama montana, Caramba! Chunchi ladota tigrani, Caramba! Traducción: Encuentro una gata preñada ¡caramba! Bajo la plaza de Azogues ¡caramba!
Vendo por real y medio ¡caramba! Gasto en una hermosa chola ¡caramba! Voy al Valle del Rosario ¡caramba! Montando una buena mula ¡caramba! Regreso por Chunchi ¡caramba!
Santo San Juanito… (N° 125, p. 417-418) Modo A AUDIO. Dar Click
Cantado por Mme. P. Rivet Otavalo (Ecuador)
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Santo San Juanito… Santo San Juanito, Santo de Otavalo, Mana kuyakpika, (si no me quiere) Dale con el palo.
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San Juanito (N° 127, p. 420) Modo Aa Apuntado por Ignacio Ordóñez
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Cotocollao (Ecuador)
Chivito (N° 144, p. 448-449) Modo indeciso, conclusión en modo B Recogido por José Dalgo
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Ibarra (Ecuador)
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Pisagua (145, p. 449) Modo B
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Recogido por José Dalgo
Ibarra (Ecuador)
Kurikinga (146, p. 450-452) Modo Dd
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Colectada por José Dalgo Ibarra (Ecuador)
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Kurikinga… (N° 147, p. 453-454) Modo D
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Cantado por Mme. P. Rivet Cuenca (Ecuador)
AUDIO. Dar Click
Kurikinga Cantado por la Sra. De Rivet Kurikinga, mapanawi da la media vuelta, Kurikinga, da la vuelta entera, Kurikinga, menea que menea, Kurikinga, bebe la copita, Kurikinga, hasta que te canses, Kurikinga, Kurikingamapanawi da la media vuelta, Kurikinga!
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Nariz de oro, ojos sucios, da la media vuelta, nariz de oro, da la vuelta entera, nariz de oro, menea que menea, nariz de oro, bebe la copita, nariz de oro, hasta que te canses, nariz de oro, nariz de oro, ojos sucios, da la media vuelta, nariz de oro.
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Mapachina… (N° 148, p. 455-456) Modo D, conclusión en modo A
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Cantado por Mme. P. Rivet Cuenca (Ecuador)
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Mapachina… Mapachina, karishina, (china sucia, sin virtud) Amiga de los varones, Si los varones le agarran, Le han de hacer poner calzones. Eso le gusta a la china, Pespuntiadito a la chola, Hombro con hombro a la linda!
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Quisiera que entre mi llanto… (N° 149, p. 457) Modo A AUDIO. Dar Click
Cantado por Mme. P. Rivet
Cuenca (Ecuador)
Quisiera que entre mi llanto… Quisiera que entre mi llanto Saliera el alma de mí. Mas vale morir así Que de quebranto en quebranto. Fuga: Katachy, katachy, katachy, (Abrígala, abrígala, abrígala) Con ese tu xiru ukunchi; (con este tu traje) Cobija, cobija, cobija, Con esa tu leva vieja!
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Quisiera, quisiera ser danzantito… (N° 150, p. 458-459) Modo D AUDIO. Dar Click
Recogido por Luis Pauta
Cuenca (Ecuador)
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Quisiera ser danzantito Con el cascabel al pie,
Dundu chil, ¡chil-chil-chil! Para bailar con mi novia
Desde ahora al amanecer Dundu chil, ¡chil-chil-chil!
Baile de los danzantes (N° 151, p. 460) Modo A, conclusión en modo C AUDIO. Dar Click
Cantado por Mme. P. Rivet
Cuenca (Ecuador)
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La Ñutuchishka (N° 152, p. 461-462) Modo A AUDIO. Dar Click
Cantado por Mme. P. Rivet
Cuenca (Ecuador)
El baile de mi sombrero… (N° 153, p. 462-464) Modo Bb AUDIO. Dar Click
Cantado por Mme. P. Rivet
Cuenca (Ecuador)
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El baile de mi sombrero Se baila de esta manera Sacándolo de la cabeza, Poniéndolo bajo el brazo,
Y no queriendo bailar, Se hace poner a cualquiera, A cualquiera que no quiera.
Mañana cuando me vaya (despedida) (N° 183, p. 509-510) Modo A AUDIO. Dar Click
Recogido por Luis Pauta Cuenca (Ecuador)
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Mañana cuando me vaya (despedida) Mañana cuando me vaya Con que corazón me iré? Cada paso que yo diere, Por tu ausencia lloraré.
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Aire de bocina (N° 189, p. 517) Modo C AUDIO. Dar Click Cantado por Mme. P. Rivet Cuenca (Ecuador)
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Alausí (N° 202, p. 536-537)
AUDIO. Dar Click
Notado por Luis Pauta Cuenca (Ecuador)
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INDICE LA MUSICA DE LA SIERRA ANDINA DE LA PAZ A QUITO
Introducción ...........………………….................................. Primera parte ...........…………………................................... I. Los instrumentos musicales ...........………………….......... Instrumentos de percusión ...........…………....... Instrumentos de viento ...........…………………........ Instrumentos de cuerda ...........………………….......... II. Las crónicas españolas ........................…………………........ Segunda parte ..................…….........…………………………...…
Monodías indígenas y puras .................…………………........ La escalas y los modos ...........………………….......... La música mestizada ...........…………………............... La escala mestizada y los modos ……………............. Los ritmos ....………..........................................................… Ritmos binarios ...........…………………................... Ritmos ternarios ......................…………………........ Otros ritmos ...........…………………....................... Ritmos libres ...........…………………....................... Ritmos de acompañamiento .…………………......... Los géneros y modos de composición ……………............. El Canto religioso ...........…………………......... La Canción ...........…………………....................... El Baile ...........…………………................................... La Pastoral ...........…………………....................… Bibliografía ...........…………………..................................
Partituras ...........………………….................................. Lamento del indio (Cuenca, Ecuador) ................ Yaraví (Cuzco) ...................................................... Kaswa (Cuzco) ....................................................... Yaraví (Jauja, Perú) ............................................... Baile (Palca, Perú) ................................................ Canción del molle (Huancavelica, Perú) ...............
126 132 137 137 140 148 149 154 155 155 161 161 164 165 166 166 168 168 169 170 171 173 174 176 178 178 179 181 182 184 186
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Pitucacha (Puno, Perú) ........................................ Xesupak Wanui (Perú y Ecuador) ....................... De profundis (Ecuador) ....................................... Ah, Shamui Kamak-espíritu (Ecuador) ................. Ah, Mañachiymanta Kusi (Ecuador) .................... Yo soy indiecito (Ecuador) ................................... Pasacalle religios (Ecuador) ................................. Ah, Tayta, tayta, mama (Ecuador) ....................... Nyuka Kusal’a (Ecuador) ...................................... Llanto (Ecuador) .................................................. Doña Ñorenza (Ecuador) ..................................... Machaska, borracho (Ecuador) ........................... Cuando al mundo (Ecuador) ............................... Por esa tu l’akta (Ecuador) .................................. Mala cristiana (Ecuador) ..................................... Pirucha (Ecuador) ................................................ Tristezas me depara (Ecuador) ............................ Soy peregrino (Ecuador) ...................................... Wambrita (Ecuador) ............................................ En plaza sentada (Ecuador) ................................. Palomita, paloma (Ecuador) ................................ Nunca mi bien, hallarás (Ecuador) ...................... Tarde de la noche vengo (Ecuador) ..................... Quien te dio la cinta verde (Ecuador) .................. Ay! Chuchi caldito (Ecuador) ............................... Chichu misita charini (Ecuador) ........................... Santo San Juanito (Ecuador) ................................ Sanjuanito (Ecuador) ........................................... Chivito (Ecuador) ................................................. Pisagua (Ecuador)................................................ Kurikinga (Ecuador) ............................................. Kurikinga (Ecuador) ............................................. Mapachina (Ecuador) .......................................... Quisiera que entre mi llanto (Ecuador) ............... Quisiera, quisiera ser danzantito (Ecuador) ........ Baile de los danzantes (Ecuador) ......................... La Ñutuchishka (Ecuador) ................................... El baile de mi sombrero (Ecuador) ...................... Mañana cuando me vaya (Ecuador) ................... Aire de bocina (Ecuador) ..................................... Alausí (Ecuador) ....................................................
188 189 190 192 194 196 197 197 198 199 200 202 203 205 206 208 209 214 216 220 221 223 225 227 229 230 231 232 233 234 235 238 240 242 244 245 246 247 249 251 252