El Delfín de Fidel: La historia oculta tras el golpe del 4F [First ed.]
 978-1505750331

Table of contents :
ÍNDICE......Page 2
Prefacio......Page 6
Introducción......Page 9
Douglas Bravo......Page 12
¡Armas para Fidel!......Page 24
El golpe del Cnel. Edito Ramírez......Page 32
Las guerrillas de Fidel......Page 41
El bolivarianismo......Page 48
La escuela de cuadros......Page 59
Rumbo a la Academia Militar......Page 67
El cadete Chávez......Page 79
Chávez se gradúa de subteniente......Page 91
El subteniente Chávez......Page 98
Chávez en la Brigada Blindada......Page 108
El teniente Chávez......Page 116
El golpe de 1982......Page 130
El capitán Chávez......Page 143
Chávez es descubierto......Page 154
El mayor Chávez......Page 165
La noche de los tanques......Page 174
El “Caracazo”......Page 183
Chávez y su logia son detenidos......Page 192
El Foro de Sao Paulo......Page 209
El Tcnel. Chávez......Page 214
Otro golpe fallido......Page 228
La antesala del golpe......Page 238
El golpe es denunciado......Page 246
La tarde del golpe......Page 259
La captura fallida del presidente......Page 271
El golpe......Page 280
La rendición de Chávez......Page 293
“Por ahora”......Page 309
Epílogo......Page 321

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ÍNDICE Prefacio Introducción CAPÍTULO 1

Douglas Bravo CAPÍTULO 2

¡Armas para Fidel! CAPÍTULO 3

El golpe del Cnel. Edito Ramírez CAPÍTULO 4

Las guerrillas de Fidel CAPÍTULO 7

El bolivarianismo CAPÍTULO 6

La escuela de cuadros CAPÍTULO 7

Rumbo a la Academia Militar CAPÍTULO 8

El cadete Chávez CAPÍTULO 9

Chávez se gradúa de subteniente CAPÍTULO 10

El subteniente Chávez CAPÍTULO 11

Chávez en la Brigada Blindada CAPÍTULO 12

El teniente Chávez CAPÍTULO 13

El golpe de 1982 CAPÍTULO 14

El capitán Chávez CAPÍTULO 15

Chávez es descubierto CAPÍTULO 16

El mayor Chávez CAPÍTULO 17

La noche de los tanques CAPÍTULO 18

El “Caracazo” Capítulo 19

Chávez y su logia son detenidos

CAPÍTULO 20

El Foro de Sao Paulo CAPÍTULO 21

El Tcnel. Chávez CAPÍTULO 22

Otro golpe fallido CAPÍTULO 23

La antesala del golpe CAPÍTULO 24

El golpe es denunciado CAPÍTULO 25

La tarde del golpe CAPÍTULO 26

La captura fallida del presidente CAPÍTULO 27

El golpe CAPÍTULO 28

La rendición de Chávez CAPÍTULO 29

“Por ahora” Epílogo

Libro anterior del General Carlos Peñaloza

CHÁVEZ, EL DELFIN DE FIDEL La historia secreta del golpe del 4 de febrero

Gen Carlos Peñaloza Alexandria Library MIAMI

© Carlos Peñaloza, 2014 Todos los derechos reservados Library of Congress Control Number: 2014959867

www.alexlib.com A mi amada esposa Elsa por su inmensa paciencia. Escribir un libro requiere aislarse del mundo.

Prefacio Mi primer libro, El imperio de Fidel1, cubrió las injerencias de Fidel Castro en Venezuela hasta 1968, cuando derrotado militarmente replegó sus guerrillas. Esta nueva obra Chávez, el delfín de Fidel es la secuela de ese libro, culmina con el intento fallido de golpe de Estado del 4 de febrero de 1992. Esta etapa marca el inicio a la edad de Chávez. El objetivo de esta investigación es aportar datos desde mi punto de vista para clarificar un período que por pugnas políticas se ha pretendido desvirtuar. Esta investigación probablemente generará polémicas que serán bienvenidas para llegar a la verdad de lo ocurrido. 1. Peñaloza, Carlos. (2012). El imperio de Fidel. (Petróleo e injerencia cubana en Venezuela). Miami-EE.UU.: Alexandria Library.

Este libro fue elaborado bajo el amparo de los tratados internacionales que garantizan la libertad de expresión, tales como la Declaración Universal de los Derechos Humanos que establece en su Artículo 19 el derecho de todo individuo a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión. La investigación para escribir esta obra, fue realizada en el Estado de Florida de los Estados Unidos de Norteamérica, ajustado a lo señalado en la Primera Enmienda a la Constitución de este país, que impide cualquier limitación a la libertad de expresión y de prensa. Los hechos se presentan tal como los conozco y como me los relataron los actores, sin embellecerlos ni afearlos. Esta información ensamblada en forma coherente no es una denuncia, ni cacería de brujas y menos ajuste de cuentas. Los posibles delitos descritos han prescrito, al igual que la clasificación de “secreto” de algunas informaciones que incluyo. Los hechos ocurrieron hace más de dos décadas y es hora de descorrer la cortina de secreto que los ha rodeado. Es mi modesto aporte a la historia venezolana y haré los ajustes y aclaratorias pertinentes de demostrarse que hechos descritos no coinciden con la realidad. El vocablo “delfín” era el título que recibía el primogénito del rey de Francia. Es un término que se aplica por extensión al individuo que es elegido por un mandatario para que lo suceda en el poder. Hugo Chávez fue hechura de Fidel y otros artesanos comunistas que lo moldearon a lo largo de su azarosa vida. Este militar revolucionario fue producto de hambres de poder, potenciadas por su elocuencia y carisma. Como un Midas al revés, cabalgó desatinos con su chequera petrolera. Chávez consciente de la maldición gitana que lo envolvía se lamentó en varias oportunidades diciendo “Todo lo que toco lo destruyo”. Luego de décadas de preparación, este Frankenstein tropical trató de dar un chapucero golpe militar por su cuenta y por ello fue a dar a la cárcel. El largo proceso que condujo al alzamiento del 4 de febrero de 1992 (4F) que comenzó medio siglo antes, es el tema de esta obra. La historia post golpe será el tema de un futuro libro que cubrirá hasta la

muerte de Chávez. Chávez, el delfín de Fidel describe la enrevesada trama mediante la cual se gestó ese golpe. No soy historiador, pero sí amante de la historia. Fui testigo de excepción y me siento obligado a describirlo para que aprendamos de nuestros errores. Este relato es un testimonio cándido, en el cual reporto hechos que viví personalmente y otros que conocí a través de escritos y entrevistas con participantes. Al unirlos y analizarlos enhebré este relato histórico-político-militar que a veces parece ficción, pero está basado en situaciones reales. Este volumen no es un libro de historia, sino un libro de historias sobre el desarrollo de la conspiración desde antes de sus inicios. Mi interés se centró no en la mecánica del golpe, sino en la estrategia de la conspiración revelando detalles inéditos que explican su fracaso. El relato se inicia con Douglas Bravo, un guerrillero comunista venezolano. Durante su larga trayectoria logro infiltrar a un número de cadetes a las escuelas de formación de oficiales. Aunque es poco conocido internacionalmente, él fue la persona que descubrió a Chávez. Su rol y el de Fidel Castro en el desarrollo del jefe golpista no son conocidas y deben explicarse. La historia de la injerencia de Fidel en Venezuela en los años 60 fue el tema de mi primer libro “El imperio de Fidel”. Al retirarse Fidel de Venezuela en 1968, Douglas asumió la dirección de la subversión. Las Fuerzas Armadas venezolanas no son monolíticas. La mayoría de los oficiales que prestaron servicio entre la caída de Marcos Pérez Jiménez y el golpe del 4F fueron apolíticos e institucionalistas. Una minoría respondí a a intereses políticos partidistas y otros eran ambiciosos caudillos que aspiraban al poder. Hubo grupos afectos a los partidos políticos de centro como AD y COPEI pero también partidarios del Partido Comunista (PCV) y grupos de extrema derecha. Los conspiradores comunistas controlaron a Chávez a través de intermediarios, sin que este lo supiera. Cuando la logia se fue desarrollando grupos políticos y militares no comunistas le ofrecieron apoyo a cambio de posiciones en el gobierno post golpe. Chávez astutamente les siguió la corriente a cambio de protección. Para atraerlos les prometió parte de la torta luego de triunfar. A varios líderes de esos grupos les ofreció nombrarlos presidentes de la futura Junta de Gobierno. Esa promesa incumplible trajo como consecuencia el colapso del golpe cuando algunos de los engañados se dieron cuenta de la jugada que se les iba a hacer. Chávez fue sembrado en el Ejército por Douglas Bravo para desarrollar una estrategia a largo plazo. Para entonces Douglas había sido expulsado del Partido Comunista de Venezuela (PCV) pero seguía siendo marxista y bolivariano. Por razones de seguridad, Douglas no lo controlaba directamente y Chávez tenía instrucciones de no mostrarse marxista. Al final al darse cuenta de que los marxistas no eran aceptados por los militares procedió sin ellos. El plan original sufrió mutaciones con el tiempo. Para el día del golpe el proyecto de Chávez ya no era el de Douglas. Para el 4 de febrero de 1992 la visión inicial había sufrido una metamorfosis profunda. Alrededor de Douglas y Fidel participó un nutrido elenco de figuras políticas y militares.

Yo mismo fui un actor de reparto en esta trama y me incluyo, porque tuve que ver con Chávez en momentos cruciales de su carrera. En el trasfondo de esta saga se desarrollan varias historias paralelas. Entre estas una tuvo que ver con la sorda pugna Fidel y Douglas por el control del movimiento subversivo en Venezuela. Otra sub trama se centró alrededor de un grupo de militares miembros de una pandilla llamada “Los Panas”. Este grupo se formó en la Academia Militar en 1958 y jugó un rol importante en el desarrollo del complot. Además de esta banda hubo otro grupo militar integrado por seguidores del ex presidente Rafael Caldera, uno de los políticos más conocidos de Venezuela. Caldera sabía de la confabulación y la apoyó tras bastidores, aunque no fue un conspirador activo esperaba jugar un papel similar al del almirante Wolfgang Larrazábal en 1958. Otro hilo de la historia describe la aparición de Nicolás Maduro Moros, el actual Presidente de Venezuela, a quien Fidel impuso como sucesor de Chávez. Poca gente sabe que Maduro y Chávez se cruzaron antes de 4F. Otros actores importantes fueron Douglas Bravo, Ali Rodriguez Araque y los generales Fernando Ochoa Antich, Pedro Remigio Rangel Rojas, Ramón Santeliz Ruiz y el contralmirante Hernán Gruber Odremán, entre otros. Esta obra termina el día del golpe del 4F, luego de la rendición de Chávez y su famoso “por ahora”. Este sintagma quedó anclado en la memoria colectiva una vez que el jefe golpista al rendirse exhortó a sus seguidores en un mensaje televisado en vivo en cadena nacional. Para encuadrar la historia, la investigación se remonta varias décadas antes de la aparición de Chávez. En el proceso revelo hechos desconocidos y polémicos que difieren de la historia conocida y considerada como políticamente correcta. El origen del proyecto fue la obsesión de Fidel para apoderarse de Venezuela. El necesitaba la renta petrolera de ese país para construir su gran designio: el imperio comunista hispanoamericano. El padre de esa idea fue el revolucionario venezolano Gustavo Machado. Ese diseño fue el motor que impulsó a Castro desde entonces. Las andanzas de Castro en la primera fase de este proyecto fueron descritas en detalle en El imperio de Fidel. Después de su retirada de Venezuela Fidel estuvo ocupado en su aventura africana. Esa distracción le permitió a Douglas Bravo poner en práctica su teoría de la revolución mediante un golpe de Estado. A diferencia de la idea de los focos guerrilleros de Fidel y el Che, la visión de Douglas pasaba por infiltrar a largo plazo la institución castrense para dar un golpe militar. El grueso del libro se concentra en el periodo comprendido entre la adolescencia de Chávez y su golpe de Estado en 1992. Al final de los años 80 la insurrección fue alimentada por la caída de los precios petroleros. Luego vino el Caracazo a acelerarla. Durante el largo periodo de su conspiración Chávez estuvo a punto de ser descubierto en varias oportunidades salvándose milagrosamente. Su habilidad para sobrevivir por 22 años en el Ejército, pese a haber sido denunciado en varias oportunidades, fue de antología.

El golpe de 1992 fue un intento desesperado de Fidel por capturar Venezuela en medio de los estragos del “período especial”. Para ello se alió con Lula en el Foro de Sao Paulo. Aunque Chávez fue derrotado, su altiva aparición en TV al ser detenido, teniendo como trasfondo los rostros compungidos de sus captores, sedujo a los venezolanos. La pleitesía a este falso héroe iba a destruir a PDVSA, le empresa petrolera nacional, arruinar la economía y entregar el país a las fauces voraces de los Castro. Ese será el tema de mi próximo libro.

Introducción Fidel Castro En mi libro anterior, El Imperio de Fidel, cubrí las injerencias de Castro en Venezuela durante las décadas de los años cincuenta y sesenta. En esa historia el protagonista fue Fidel y quedaron minimizados actores venezolanos como Douglas Bravo y Alí Rodríguez Araque. En los primeros capítulos de esta obra haré un recuento de ese libro dando relevancia a Douglas, a Alí y a otros actores que jugaron un rol importante en el desarrollo de Chávez. Estas páginas cubrirán la etapa iniciada en 1968 luego que Fidel se replegó de Venezuela y Douglas Bravo tomó el control de la rebelión. El relato hace ver el proceso subversivo que da origen a Chávez y concluye con el golpe fallido del 4F. En este período, Fidel desapareció del escenario pero controlaba los hilos tras bambalinas. Pese a sus derrotas, Castro no abandonó su objetivo de regir el subcontinente. Ahora anciano ha pasado el bastón a su hermano Raúl, pero el objetivo es el mismo. Cuando Fidel retiró sus menguadas tropas de Venezuela, Douglas Bravo trató de llenar el vacío. El guerrillero comunista había perdido el control de la logia militar que creó durante la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez y se proponía reconstruirla. Fidel desconfiaba de Bravo a quien consideraba un rival por el poder en la patria de Bolívar. Al irse, sin que Douglas Bravo lo supiera, el cubano le sembró a su lado a un espía para mantenerse informado. Gracias a este infiltrado, Fidel estuvo al tanto de la creación y crecimiento de la logia de Chávez dentro del Ejército venezolano y del desarrollo de la tesis del bolivarianismo. Esta idea de Douglas la consideró inicialmente una pérdida de tiempo. Tras varias décadas dirigiendo a control remoto la Legión Extranjera Cubana en África, el desplome del imperio soviético lo obligó a modificar su estrategia. Hasta ese momento había usado sus mercenarios como fichas para pagar el subsidio de la URSS. Entretanto seguía incubando una rebelión militar en Venezuela, cuyo petróleo era indispensable para construir su imperio. Para entonces la idea del golpe lo empezó a atraer. Chávez fue el producto de la iniciativa de Douglas Bravo. Este obstinado revolucionario fue un guerrillero mediocre, cuyo principal mérito fue haber permanecido activo en la escena subversiva nacional, durante casi medio siglo, preparando un golpe militar que nunca llegaba. Al transcurrir los años, su rol se fue difuminando y el control de la logia recayó sobre Alí Rodríguez Araque, el hombre de Fidel en Caracas. Luego de una larga

espera, en 1990 la conjura estaba lista para el ansiado golpe. En ese momento el desplome soviético forzó a Fidel a tratar de tomar directamente el control de la logia. Para entonces el teniente coronel Hugo Chávez le tenía preparada una gran sorpresa. Esta obra relata la azarosa historia de Chávez, desde sus oscuros orígenes, pasando por una serie de situaciones en que estuvo a punto de ser descubierto. En su juventud incluso su vida se cruzó sutilmente con la del adolescente Nicolás Maduro Moros quien iba a ser su heredero en la presidencia de Venezuela, luego de su muerte. Gracias a sus habilidades y suerte para escapar de situaciones de peligro y a la protección de algunos jefes militares pudo sublevarse el 4F. Ese alzamiento fue un fiasco que se convirtió en el trampolín de su carrera política. El golpe del 4F no ocurrió en un vacío político. Tres años antes había estallado el Caracazo y en 1990 el colapso de la URSS cambió la visión del esquema revolucionario comunista que se debía seguir en América Latina. En julio de 1990, para enfrentar la desesperada situación, Fidel Castro e Inácio Lula Da Silva convocaron una reunión para crear una organización continental que agrupara a todos los grupos izquierdistas que pululaban al sur del Río Grande. En esa oportunidad Fidel manifestó públicamente lo siguiente: “El objetivo de ese Foro será crear las bases para reestablecer el imperio comunista perdido en Europa Oriental”. La idea de Castro seguía siendo instaurar su feudo hispanoamericano, mientras Lula soñaba con la unión latinoamericana controlada por él desde Brasil. El gran designio de Fidel Castro lo describí en detalle en “El imperio de Fidel”, y dada su relevancia en la saga de Chávez lo recapitulo en las primeras páginas de esta obra. El proyecto de Lula conocido como “El Foro de Sao Paulo”, no incluía un golpe militar. Su visión era unir a los comunistas latinoamericanos en una democracia socialista con elecciones libres, voto universal y secreto. Algunos consideran esta idea un oxímoron dado que los conceptos de comunismo y democracia son antagónicos y no pueden coexistir. Sobre ese particular, Fidel tenía sus propias ideas. Para entonces, en Venezuela el proyecto de golpe de Chávez contra Carlos Andrés Pérez (CAP) estaba a punto de ejecutarse y Fidel no pensaba cambiar ese plan. Para encuadrarse dentro del proyecto de Lula, luego del golpe se instalaría una Asamblea Constituyente que establecería normas para facilitar el control de los poderes públicos, la Fuerzas Armadas (FAN) y el sistema electoral. Simultáneamente, se promovería la imagen de Hugo Chávez convirtiéndolo en un héroe nacional salvador de la patria. Al promulgarse la nueva Constitución se harían elecciones que Chávez ganaría fácilmente. La clave del control de los comicios sería la instauración de elecciones con voto electrónico desmaterializado, es decir haciendo innecesario los comprobantes de votación Esos comicios mecanizados serían controlados mediante un software desarrollado en Cuba por técnicos de la Stasi, la policía secreta de la extinta Alemania Oriental. Con este sistema se aseguraría la permanencia perpetua de la izquierda en el poder.

A comienzos de los años 90, la logia militar de Chávez alcanzó la masa crítica necesaria luego del Caracazo. En ese momento Fidel consideró que estaban dadas las condiciones objetivas y era hora de tomar el poder. Tras la insurrección militar se pondría en práctica el plan del Foro de Sao Paulo. Se instauraría una Junta Cívico Militar, incluyendo viejos políticos de prestigio que no tendrían poder y pronto serían desechados. Chávez, entretanto, sería endiosado y se reservaría el Ministerio de la Defensa y Comandante General del Ejército. Mientras se desarrollaba este escenario, Fidel ejercería el poder a desde La Habana. Engolosinado con su plan, Fidel Castro no percibió que Chávez había incorporado en la conspiración (además de los comunistas) a otros grupos civiles y militares que no le eran afectos. Tampoco se percató de que, aunque el jefe de la logia lo admiraba, tenía su estrategia propia. Obnubilado ante la posibilidad de controlar Venezuela y manejar su ingreso petrolero para financiar la revolución hispanoamericana, el dictador cubano no pensó que podría ser traicionado. El 4F quedó en evidencia una cadena de confabulaciones dentro de la conspiración. Esas traiciones, unidas a los errores en la planificación, ejecución y conducción del golpe dieron al traste con la insurrección. Este libro no solo cubre ese alzamiento. Aquí se analiza el desarrollo del caudillo, su ideología y los grupos que lo apoyaron para crear este fenómeno histórico. Chávez no fue un golpista militar tradicional. Su enrevesada historia, rodeada por una aureola de santidad comunista, aún no ha sido explorada en detalle. Este libro es un modesto intento para explicarlo.

CAPÍTULO 1

Douglas Bravo La resistencia contra el dictador Gen. Marcos Pérez Jimenez (MPJ) Los comunistas venezolanos siempre tuvieron interés en infiltrar a las FAN. El primero en intentarlo fue Gustavo Machado. Posteriormente la idea fue impulsada por Douglas Bravo durante largos años. Finalmente, Chávez concluyó la tarea. Para comprender el plan de los rojos que culminó con la infiltración de Chávez, es necesario conocer la saga de Bravo. Su historia comienza durante la dictadura del Gen. Marcos Pérez Jimenez. MPJ fue miembro de la Junta Militar que gobernó a Venezuela entre 1948 y 1952. Luego del asesinato del Presidente de la Junta, el Cnel. Carlos Delgado Chalbaud en noviembre de 1950, Pérez se convirtió en el “hombre fuerte”. En 1952 se hizo dictador hasta su derrocamiento en 1958. Durante su dictadura se desarrolló un movimiento subversivo que se inició a nivel estudiantil en universidades y liceos. Posteriormente la resistencia se extendió a los sindicatos, las Fuerzas Armadas y la población en general. Uno de los motores de ese movimiento fue Douglas Bravo. Siendo estudiante de secundaria tuve un contacto fugaz con ese líder comunista que hizo creer a algunos subversivos de izquierda que yo era parte de su movimiento. En julio de 1951, a los 11 años terminé la primaria en mi ciudad natal en San Cristóbal, una ciudad ubicada en la región de los Andes. Siendo huérfano de padre, mi mamá obtuvo para mí una beca para estudiar interno en la Escuela Normal de Maestros Miguel Antonio Caro, en Caracas. Las escuelas normales de la época eran liceos que formaban maestros de primaria. Mi plan era ingresar a la Academia Militar al terminar la escuela normal. La Normal “Caro” en esa época tenía un excelente plantel de profesores y recibí buena educación. Algunos profesores eran izquierdistas radicales chilenos y argentinos que trataron de inculcarnos el marxismo. La mayoría de mis compañeros eran muchachos de más de 15 años. Muchos de ellos fueron captados como activistas del Partido Comunista (PCV). Cuando ingresé a la “Caro” no imaginaba que me iba a ver envuelto en el proceso que a partir de Douglas Bravo, dio origen a Hugo Chávez. En la normal se comentaba que MPJ era el “gorila” líder de la logia militar que gobernaba. Como me proponía ser militar el tema despertó mi interés en esos complots. Por la prensa me enteré en marzo de 1952 que el general Batista había dado un golpe en Cuba. En julio de ese año, supe de un alzamiento de coroneles en Egipto. Así me enteré que una logia de militares llamados “Oficiales libres”, dirigidos por el coronel Gamal Abdel Nasser, habían derrocado al rey Farouk. Mis años en la Normal Miguel Antonio Caro En octubre de 1952 fue asesinado el líder de la resistencia del partido AD, Leonardo Ruiz Pineda. Al final de ese año Pérez Jiménez impuso su dictadura. A finales de 1952 los partidos, sindicatos y estudiantes se empezaron a rebelar y se creó la resistencia. Douglas Bravo fue comisionado para organizar y entrenar militarmente a los estudiantes

del PCV en el Liceo “Toro” y la Normal “Caro”. A los 12 años los comunistas no me consideraron candidato a combatiente. Varios de mis compañeros fueron reclutados por esos grupos subversivos y adoctrinados con ideología comunista. En julio de 1953 me enteré de un fallido asalto al Cuartel Moncada en Cuba, donde hubo casi un centenar de muertos entre soldados y civiles. Los atacantes encabezados por Fidel Castro habían sido detenidos. Aunque Cuba estaba en el Caribe a mí me pareció tan lejana como Egipto. En 1954 al pasar al 3er año tomé conciencia de las cosas políticas. Constantemente la Normal era asediada por la policía, y las bombas lacrimógenas eran parte del paisaje. Fui testigo y participé en enfrentamientos estudiantiles con la policía. Aunque por mi edad no fui muy activo, sabía que tras bastidores estaba Douglas Bravo. En algunas oportunidades asistí por curiosidad a sesiones secretas de adoctrinamiento en la propia normal, en horas fuera de labor. Esas clases de ideología comunista me parecían soporíficas. Los combatientes eran mocetones tres o cuatro años mayores que yo. El grupo de activistas comunistas era una minoría muy activa y fanática dedicada a hacer proselitismo o promover disturbios. Para las acciones de calle, eran utilizados muchachos fuertes y por mi edad yo era una impedimenta. Aunque me formé dentro de un caldo de cultivo izquierdista en la “Caro”, fui alérgico al virus marxista. Me había propuesto ser militar luego de graduarme de maestro y sabía que los comunistas no eran aceptados en la Academia Militar de Venezuela (AMV). Ese hecho me creó anticuerpos contra el marxismo En mayo de 1955 supe por la prensa que Batista había amnistiado a los asaltantes del Cuartel Moncada y que su líder, Fidel Castro, se había marchado a México. Antes de su partida creó el Movimiento 26 de Julio (M26) conmemorando la fecha de su asalto fallido al Moncada. En ese momento no di importancia al asunto porque estaba pendiente de mi graduación como maestro. En julio de 1955, tres de mis compañeros se fueron a la Academia Naval y dos a la Escuela de Aviación. Los que fueron a la Marina eran comunistas. Obviamente había un proceso de infiltración a las FAN y el cedazo para impedir la entrada de marxistas no era muy eficiente. No pude ir a la Academia Militar ese año porque no tenía la edad mínima de 16 años requerida. A partir de 1954 Bravo decidió dar un barniz ideológico a sus muchachos. Para adoctrinarlos reclutó al historiador José Esteban Ruiz Guevara. Este hombre diez años mayor que Douglas, era un comunista perseguido por la Seguridad Nacional (SN), la policía política de la dictadura. Douglas lo incorporó a su grupo de resistencia clandestina y le facilitó “conchas” o escondrijos para esconderse en Caracas. A cambio, Ruiz dictaba clases de ideología marxista en la “Caro” y el “Toro”. De esta manera Ruiz se convirtió en un predicador marxista a quien apodamos “El maestro”. En esas funciones lo conocí cuando asistí a sus charlas de catequización. A partir de ese momento los izquierdistas consideraron erróneamente que era uno de ellos.

Fidel en México En México Fidel entró en contacto con el venezolano Gustavo Machado. Este era un importante agente soviético para Latinoamérica. Machado lo puso al tanto de las actividades de la resistencia en su país. El tema interesó a Fidel quien entonces organizaba su expedición a Cuba y tenía gran interés en Venezuela. Ese interés le nació cuando se enroló en 1947 en la fallida expedición de “Cayo Confites”. Esa fue una invasión a República Dominicana financiada secretamente entre otros por Rómulo Betancourt, siendo presidente de la Junta de Gobierno en Venezuela. Como Fidel soñaba en ser el líder de una gran nación hispanoamericana a la cual bautizó “La patria grande”, pensó que Venezuela sería una buena fuente de apoyo para su proyecto. Tras esta idea Fidel se había acercado a Rómulo Betancourt, Carlos Andrés Pérez (CAP) y Luis Beltran Prieto Figueroa cuando estuvieron exiliados en La Habana. En esa época no le hicieron caso porque era muy joven. Lucila Velázquez En México Fidel gracias a Gustavo Machado, se mantuvo en contacto con venezolanos exiliados. Poco después Fidel aceptó una invitación del “Che” a una reunión en el apartamento que compartía su amante, la peruana Hilda Gadea con la poetisa venezolana Lucila Velázquez. Luego de conocer a Lucila, Fidel se dio cuenta que tenía relaciones políticas muy importantes y la cortejó hasta hacerla su amante. Lucila se llamaba en realidad Olga Carmona y era hermana de Isabel Carmona, una heroína de la resistencia venezolana. Isabel era una importante dirigente del partido Acción Democrática que estaba detenida y había dado a luz en la cárcel. Isabel Carmona era gran amiga de Betancourt Esa relación le permitió conocer a su hermano Jesús Carmona, un joven estudiante que le iba a ser muy útil en Venezuela. Mi graduación como maestro En julio de 1955, me gradúe de maestro. Al recibir el título no podía trabajar por ser menor de edad y mi mamá se empeñó en que no fuera a la Academia Militar porque buscaba una beca para enviarme a estudiar ingeniería a los EE.UU. Para complacer a mi madre ingresé al Liceo de San Cristóbal para terminar bachillerato, pero seguía atraído por la carrera castrense. Tradicionalmente, en Venezuela la carrera militar era vista como una profesión honrosa. Esa actividad había servido de trampolín a muchos oficiales para escalar a estratos superiores dentro de la sociedad. Incluso los militares podían ir a la universidad luego de graduarse. Como un bono adicional muchos militares habían sido presidentes, aunque no me atraía la política. Cierre del Fermín Toro y mudanza de la Escuela Caro. Luego de mi graduación la Normal “Caro” fue mudada fuera de Caracas porque el dictador MPJ la considerada un centro de agitación marxista. Sus instalaciones se entregaron al Liceo Militar “Ayacucho”. La idea era que al convertirse en un liceo militar, no caería bajo la influencia de la izquierda. El Liceo “Toro” corrió peor suerte siendo

clausurado. Al cerrar, sus estudiantes tuvieron que buscar cupos en planteles cercanos. Algunos padres lograron que sus hijos fuesen aceptados en el Liceo Militar Ayacucho. Dado que el ingreso a los liceos militares no era controlado por la inteligencia militar, en este lote se colaron varios activistas comunistas. Antes del cierre del Fermín Toro varios estudiantes de este Liceo ingresaron a las escuelas militares. No todos ellos eran comunistas, pero muchos habían sido “tocados” por los reclutadores de Douglas Bravo. A la Academia Militar ingresaron ese año entre otros Ramón Andrés Cuervo Romero y José Luis Prieto. En 1956 ingresó Ítalo del Valle Alliegro. Los menciono porque sus carreras se cruzaron más tarde con las de Hugo Chávez. Cuervo y Prieto alcanzaron el grado de General de Brigada, mientras que Alliegro fue General de División. Alliegro y Prieto fueron ministros de la Defensa. Prieto fue ministro de Defensa de Chávez. El cierre del liceo “Toro” aumentó la presión por cupos al Liceo Militar “Ayacucho”. Ese plantel servía de vivero para generar futuros cadetes. La mayoría de sus alumnos eran hijos o familiares de militares. En 1955 su director era el teniente coronel Martín García Villasmil. Entre sus oficiales de planta estaba el teniente Vicente Luis Narváez Churión. Ambos oficiales llegaron a ser Ministros de la Defensa. Dado que el liceo Ayacucho ocupaba menos de la mitad de las instalaciones de la Normal, el espacio libre fue aprovechado para resolver el problema del cupo del Fermín Toro. De esta manera muchos estudiantes sin cupo de ese liceo ingresaron al “Ayacucho”. Algunos de estos jóvenes traían el virus marxista. Los liceos militares por su naturaleza y la procedencia de sus alumnos se consideraban una fuente no contaminada de aspirantes a cadetes. Los graduados de esos planteles no eran sujetos a mucho escrutinio para el ingreso a las academias castrenses. El hecho que el Liceo Militar Ayacucho era un canal de penetración no vigilado no pasó desapercibido para Douglas Bravo. Las armas de Betancourt En julio de 1956, cuando los preparativos para la expedición de Fidel estaban casi listos, una delación puso en peligro su plan. La policía mexicana detuvo a Fidel y su banda en la hacienda donde se entrenaban y su armamento fue decomisado. Al enterarse Gustavo Machado se puso en contacto con el ex presidente Lázaro Cárdenas. Gracias a sus influencias pronto Fidel y sus hombres estaban en libertad, pero su armamento no fue devuelto. En agosto de 1956, Fidel estaba libre pero desarmado. En ese momento recordó el incidente que ocasionó el suicidio de Eduardo Chibás. En 1951 Fidel era un abogado recién graduado, trabajaba como asistente de Chibas quien era candidato presidencial de la oposición. A través de sus contactos con los venezolanos Fidel se enteró que el Ministro de Educación Aureliano Sánchez Arango había emitido ilegalmente un cheque de $300.000 de la partida secreta. Fidel buscando desacreditar a Sánchez Arango quien era el candidato del gobierno le sopló a Chibas el dato. Este acusó a Sánchez de corrupto. El

acusado reveló que ese cheque se lo había entregado a Betancourt por orden del Presidente Prio Socarras para comprar armas destinadas al derrocamiento del dictador Pérez Jimenez. Al saber esto Chibás se suicidó. Para Fidel en 1955, las armas compradas por los venezolanos podían ser su salvación y Lucila Velázquez era el canal ideal para llegarle al líder venezolano. De inmediato decidió ir con su hermano Raúl al apartamento de Lucila. Allí estaba de visita al joven Luis Prieto Oliveira, hijo de Prieto Figueroa, que estudiaba en la Universidad de México. Fidel le pidió que llamara a su papá para que lo comunicara con Betancourt. De esta manera Fidel habló con Beltrán Prieto y le explicó su apuro. Prieto le indicó que luego de la caída de Jacobo Arbenz en 1954, el alijo de armas había sido sacado de Guatemala y trasladado a Costa Rica. Prieto ofreció elevar la solicitud a Betancourt. El ex presidente accedió ordenando a Carlos Andrés Pérez (CAP) la entrega del material de guerra. Poco después CAP se reunió con Fidel en Costa Rica para la entrega de las armas que permitieron zarpar a Fidel hacia la historia en el Granma. Pedro Miret En agosto de 1956 Fidel se reunió en México con Pedro Miret, uno de sus lugartenientes quien resultó herido en el asalto al Cuartel Moncada. Este individuo, por problemas de salud se había quedado en Cuba organizando el M26. Posteriormente este lugarteniente de Fidel jugó un rol importante en Venezuela. Como Miret no estaba en condiciones físicas para ir a la guerra, Fidel no lo embarcó en el Granma y lo dejó en México encargado de levantar fondos y establecer conexiones con Venezuela. Para cumplir esta misión Miret trabajó con Gustavo Machado en Ciudad de México y dirigió la creación de una célula del M26 en Caracas. Ese fue el inicio de una larga relación de Miret con los comunistas venezolanos La despedida de Fidel Antes de zarpar hacia Cuba, Gustavo Machado invitó a los hermanos Castro y a Miret a una cena de despedida. En esa oportunidad Machado le reveló que el Capitán de Navío Carlos Larrazábal, quien había sido agregado naval en México, le había revelado un secreto importante. En los depósitos de armamento de las FAN venezolanas estaba almacenado un arsenal con excedentes de la Segunda Guerra Mundial que iba a ser desincorporado. Ese material de guerra había sido donado por los EE.UU. Una dádiva similar había sido recibida por Cuba y era dotación del Ejército de Batista. El lote de armas no iba a ser utilizado porque Pérez Jiménez (MPJ) planeaba comprar armas más modernas. Una vez derrocado MPJ, sería factible sustraer parte de este material de guerra y enviarlo secretamente a la Sierra Maestra. El resto del arsenal podría usarse para dotar a revolucionarios civiles en Venezuela. En esa cena Machado informó a Fidel que la resistencia contra MPJ avanzaba y se organizaba un golpe militar. Machado le recomendó a Fidel enviar a Miret a Venezuela. Allí serviría de enlace, primero con la resistencia contra Pérez Jiménez, y luego con el nuevo gobierno que se establecería. Al terminar la cena Machado, le entregó a Fidel un

obsequio donado por la URSS: dos modernos equipos de radio aficionado de onda corta (HF SSB). Con ellos Castro podría comunicarse telegráficamente con Miret en México. Ese radio fue una de sus armas más poderosas que llevó Fidel a Cuba. Douglas Bravo y la infiltración militar Mientras Fidel estaba en la Sierra Maestra, Douglas se desempeñaba como jefe del Brazo Militar del PCV. En esa posición había hecho un excelente trabajo de infiltración en los niveles intermedios y bajos de los cuadros militares. Para mediados de 1957 ya contaba con más de un centenar de militares captados, especialmente en el Ejército. En la Marina no había tenido mucho éxito, pero Carlos Larrazábal, el oficial naval amigo de Machado tenía una célula subversiva en la infantería de Marina que ayudaba a llenar ese vacío. Lo más importante de este oficial naval era clave para acceder a los excedentes de guerra donados por los EE.UU. A comienzos de 1957 Pérez Jiménez recibió una solicitud de su compadre, el capitán de Navío Carlos Larrazábal, quien era agregado naval en Brasil. Como su ascenso a Contralmirante se acercaba, necesitaba volver al país. Pérez Jiménez necesitando gente de confianza a su alrededor y sin saber que su compadre se había hecho comunista, lo ascendió y lo designó Director de Canalizaciones. Esa promoción pasó desapercibida. Luego de una década en el extranjero, nadie se acordaba de su viejo problema disciplinario. La Junta Patriótica (JP) venezolana La necesidad de coordinar las actividades de la resistencia, dio pie a la creación de la Junta Patriótica (JP) en junio de 1957. Esta era una federación de partidos y organizaciones no gubernamentales de oposición que incluía a los comunistas. La JP no era una alianza operativa sino un foro clandestino en el cual partidos políticos, empresarios, militares y fuerzas vivas coordinaban la lucha contra el régimen. Su jefatura era rotativa y cambiaba mensualmente. Douglas Bravo aprovechó este foro para establecer contactos con la logia de militares nasseristas que dirigía el Tte. Cnel. Hugo Trejo. Este grupo estaba compuesto fundamentalmente por oficiales subalternos, y algunos mayores segundos comandantes de batallón. Además de los nasseristas de Trejo que eran izquierdistas nacionalistas, había un grupo derechista conspirando separadamente. Esta logia centrada en la Fuerza Aérea era dirigida por el Cnel. Jesús María Castro León y el mayor Martín Parada. Castro León decía ser nieto del expresidente Cipriano Castro y se había graduado en la Escuela de Aviación en 1928. En 1931 fue descubierto conspirando y pasado a retiro. A la muerte de Gómez en 1935 se reintegró al servicio activo. Ante el creciente número de oficiales captados por Douglas, el PCV creó el Frente Militar de Carrera (FMC). Esta organización integrada por oficiales izquierdistas activos en las FAN fue puesta bajo su mando. El FMC fue creado por el PCV para infiltrar la logia nasserista del Ejército venezolano. Gracias al apoyo del teniente coronel Rafael Aurelio Arráez Morles, Douglas hizo una alianza con el líder de los nasseristas, el teniente coronel

Hugo Trejo. Este oficial no era comunista, sino más bien un hombre muy religioso que se alió con Douglas para derrocar a MPJ. Los comunistas venezolanos A mediados de 1957 el PCV era el partido mejor financiado y organizado de la resistencia, pese a que sus principales jerarcas estaban exiliados. La principal arma de los comunistas era su brazo militar que habían fortalecido con el apoyo encubierto de los soviéticos. En esa época el secretario general del PCV era Pompeyo Márquez (alias Santos Yorme) y Guillermo García Ponce era su mano derecha. Machado, el experto del PCV en temas militares, estaba exiliado en México. El brazo armado del PCV lo dirigía su lugarteniente Teodoro Petkoff, quien era asesorado por el coronel Arráez Morles, un infiltrado comunista que había sido retirado del Ejército por el dictador. La jefatura operativa de los grupos armados en la calle estaba en manos de Bravo, quien estaba encargado de los contactos del PCV con los militares nasseristas y dirigía la operación de infiltración de las academias militares. MPJ sabía de la conspiración dentro del Ejército, pero contaba con el apoyo de los norteamericanos y de sus órganos de seguridad para controlarla. Los yanquis por su lado veían con desconfianza la presencia de comunistas en la resistencia. Mi ingreso a la Academia Militar Mientras la resistencia contra Pérez Jiménez crecía, terminé mi bachillerato en julio de 1957. Al graduarme de bachiller en el liceo Simón Bolívar de San Cristóbal apliqué por una beca en la empresa petrolera TEXACO y fui pre seleccionado. Para obtener la beca debía presentar el examen TOEFL demostrando que hablaba inglés. Simultáneamente me registré como aspirante a cadete para la Academia Militar. Al efecto presenté los exámenes de admisión y fui seleccionado. Como mi inglés era deficiente, la beca para los EEUU no era segura; pero el ingreso a la Academia Militar era un hecho. Ante ese dilema me fui a la vida militar antes de presentar el TOEFL. Para la época de mi ingreso a la Academia Militar, Douglas Bravo trabajaba duro en su proyecto clandestino de infiltración de las FAN y ya había sembrado algunas fichas. Al llegar a la Academia Militar me sentí realizado. Esa era mi vocación y resolvía la estrechez económica en casa. En agosto de 1957 me juramenté como cadete. Al poco tiempo de mi ingreso me di cuenta de que algunos izquierdistas de mi liceo y de la Normal “Caro” habían ingresado conmigo y que otros lo habían hecho antes y eran cadetes superiores a mí. El hecho me pareció extraño porque han debido ser rechazados, pero allí estaban. En aquella época no tenía idea de la operación de infiltración comunista, ni de la creación de la Junta Patriótica y menos de la existencia de la logia nasserista. Fidel en la Sierra Maestra Fidel no había progresado mucho luego de su arribo a la Sierra Maestra. Castro empezó a preocuparse porque sus rivales por el liderazgo de la resistencia contra Batista en las ciudades amenazaban con adelantársele. Era necesario salir de su baluarte para bajar al llano e iniciar su ofensiva antes de que sus adversarios se le adelantaran. El problema

era que aunque tenía suficientes reclutas y seguidores, no contaba con suficiente armamento. Para Fidel, Venezuela era su principal esperanza. Por medio de Pedro Miret y Gustavo Machado en México, el jefe guerrillero se mantenía informado de los avances de la resistencia contra MPJ. Al caer el dictador, contaba con recibir dinero y armas venezolanas. Sin ese apoyo estaba condenado a permanecer enclaustrado en la montaña mientras sus competidores tomaban el poder. El golpe de enero de 1958 En octubre de 1957, Machado informó a Fidel que en Venezuela habría un golpe cívico militar a fines de diciembre. Al caer el dictador MPJ se nombraría una Junta de Gobierno. Machado aconsejó a Fidel enviar a Miret a Venezuela para hacer contactos que serían útiles para conseguir apoyo con la Junta luego del triunfo de la insurrección. Castro ordenó a Miret viajar a Caracas a crear una célula del M26 y coordinar operaciones con los comunistas en la JP. Los comunistas eran el partido más disciplinado, mejor organizado y con mayores recursos gracias al apoyo soviético. Los rojos sabían que en Venezuela los norteamericanos impedirían una revolución comunista que pusiera en peligro su principal fuente de petróleo. Para evitar suspicacias, el PCV decidió encubrirse tras la fachada de la JP. A fines de noviembre el malestar militar era evidente, aun para mí que era un cadete bisoño. El 2 de diciembre de 1957, durante la inauguración de la Escuela Básica de las Fuerzas Armadas, me di cuenta que algo no marchaba bien. En ese acto se hizo una parada a la cual acudió Pérez Jiménez. El ambiente era tenso y la vigilancia alrededor del acto fue excesiva. El primer mandatario tardó casi una hora en presentarse y durante la espera escuché a algunos tenientes murmurando. En ese momento no tenía idea de que un golpe militar estaba en marcha pero aunque solo tenía cuatro meses como cadete intuí que algo grave iba a suceder. El golpe de Trejo Trejo tenía planeado alzarse el 6 de enero de 1958. Entretanto los militares derechistas dirigidos por el Cnel. José María Castro León y el mayor Martín Parada de la Fuerza Aérea habían planeado insurreccionarse la noche del 31 de diciembre de 1957. El 28 de diciembre el dictador detectó los preparativos para la asonada derechista y ordenó la captura de Castro León. Ante la movilización policial y las capturas de los conspiradores de derecha, Trejo decidió adelantar su golpe para el 1o de enero. En esa fecha algunas unidades insurrectas salieron a la calle, pero el tirano logró controlar la asonada. En esa oportunidad fueron detenidos más de 500 civiles y unos 300 oficiales incluyendo a Trejo. La rebelión fue abortada, pero el régimen quedó herido de muerte. Los detenidos fueron acusados de insurrección y encarcelados en los sótanos del Palacio Blanco, frente a Miraflores. Los presos civiles y militares permanecieron juntos por tres semanas. Esto dio oportunidad a

los comunistas de infiltrar aún más a los militares. El 23 de enero de 1958 En la calle la presión popular iba en aumento. Douglas sentía que la dictadura se desplomaba, pero los mejores cuadros comunistas estaban detenidos y la logia nasserista estaba desmantelada. El lunes 21 de enero la Junta Patriótica convocó a una huelga general, pero el régimen se mantuvo firme. El 22 se empezaron a notar movimientos sospechosos en los cuarteles. En la Academia Militar los oficiales cuchicheaban en los rincones. Yo era apenas un cadete de primer año pero presentía que algo serio se cocinaba. Esa noche, en lugar de acostarnos a la hora acostumbrada, recibimos orden de uniformarnos de campaña, tomar nuestro armamento y dirigirnos al parque para recibir nuestra dotación de proyectiles de guerra. Luego de recoger la munición nos ordenaron establecer un perímetro defensivo alrededor a la Academia Militar. Ningún oficial dio explicaciones sobre esos extraños movimientos. Entre nosotros se rumoraba que seríamos atacados por tropas del vecino Batallón de infantería “Bolívar” que era leal al dictador. Al desplazarnos a ocupar nuestras posiciones cerca de medianoche, pasamos frente al despacho del Director, el Cnel. Pedro José Quevedo. Allí vi un grupo de oficiales de distintas fuerzas. Luego me enteré que en ese grupo estaba el Cap. Brett Smith, un infiltrado comunista de Douglas Bravo. Al salir a la calle a ocupar una posición defensiva observé que había demasiados carros frente a la Academia. Muchos oficiales deambulaban nerviosamente y varios convoyes con tropas salían de Fuerte Tiuna en traje de campaña armados hasta los dientes. Cerca de la medianoche, Pérez Jiménez recibió un ultimátum de los conjurados reunidos en la Academia Militar. El capitán de Navío José Vicente Azopardo lo llamó exigiendo su rendición. Cuando el tirano analizó su desesperada situación decidió huir. Huida del General Pérez Jimenez Cuando Pérez Jiménez huyó de Miraflores después de medianoche del 23 de enero de 1958, Fabricio Ojeda, un reportero del Palacio informó a su jefe, el comunista Guillermo García Ponce. Este era el representante del PCV en la Junta Patriótica. En ese momento García ordenó a Ojeda que pasara por su casa recogiendo la proclama anunciando la caída de la dictadura. Este documento debía entregarlo a Amílcar Gómez un líder de URD. Este era el jefe “de turno” ese mes en la JP. Amílcar era locutor de un programa matutino de gran audiencia en Radio Continente. En ese programa que salía al aire a las 5 de la mañana anunciaría al país el derrocamiento de la dictadura. Hecho esto García Ponce ordenó a Douglas Bravo que movilizara sus fuerzas de choque hacia el Palacio Presidencial. En ese pequeño contingente estaba la “fuerza” liliputiense de francotiradores cubanos que debía tomar posiciones en las azoteas de edificios vecinos. La misión de Douglas era controlar Miraflores, antes del arribo de los militares alzados.

Fabricio Ojeda era un periodista de diario El Nacional propiedad del comunista Miguel Otero Silva, compañero de aventuras de Gustavo Machado. Por instrucciones de Machado, Otero Silva había infiltrado a Ojeda en Miraflores. El reportero era un agente comunista que se hacía pasar como miembro de URD. Luego de medianoche, desde mi puesto defensivo, presencié la salida del convoy de jefes militares rumbo a Miraflores. Siendo apenas cadete de 1er año pude observar en primera fila el desarrollo de un golpe de Estado. En ese momento el capitán Brett, notificó a Douglas que los jefes insurrectos encabezados por el CA Wolfgang Larrazábal iban hacia Miraflores. Los comunistas sabían que entre los oficiales alzados había derechistas que aspiraban a formar parte de la Junta de Gobierno. Esto debía ser impedido nombrando a Wolfgang Larrazábal a la cabeza, y su hermano Carlos como Ministro de la Defensa. Wolfgang no era comunista, pero su hermano sí. Antes de que Bravo arribara a Miraflores, la caravana del dictador partió hacia el aeropuerto de La Carlota. Al acercarse los comunistas a las rejas del Palacio de Gobierno hubo una escaramuza con los centinelas. Sabiendo que no contaban con suficientes fuerzas Douglas ordenó retirarse luego de sufrir algunas bajas. Se instala la Junta de Gobierno Cerca de la 1:00 AM hizo su entrada a Miraflores el convoy con los jefes militares alzados. En medio del caos en Miraflores se instaló la Junta de Gobierno encabezada por Wolfgang Larrazábal. Su primera acción fue proponer nombrar a su hermano Carlos ministro de la Defensa. Esa idea no fue aceptada, pero fue designado como su reemplazo en el Comando de la Marina. Gracias a un acuerdo previo entre los partidos AD, COPEI y URD, en la nueva Junta no fue nombrado ningún miembro de la Junta Patriótica ni de los comunistas. Este trio de partidos del estatus integraba un grupo denominado “Pacto de Punto Fijo”. Esa madrugada Fabricio Ojeda se presentó en casa de Amílcar Gómez con la proclama escrita por García Ponce. El presidente de la Junta Patriótica al enterarse de la misión asignada adujo estar enfermo. Ante esto Ojeda decidió ir personalmente a Radio Continente y leer ese documento. Al ser la voz de la proclama los venezolanos creyeron que Fabricio Ojeda era el jefe de la Junta Patriótica, pero solo fue un mensajero. Los oficiales detenidos fueron liberados el 23 de enero en la mañana. Hugo Trejo y otros líderes de ese grupo fueron a Miraflores y forzaron la modificación de la Junta de Gobierno. En medio de la algarabía por la huida de Pérez Jiménez, Salom Mesa Espinoza fue puesto en libertad. Al salir llamó a su asistente Nicolás Maduro García a Cúcuta y le pidió que regresara a Caracas. El Gobierno del Almirante Wolfgang Larrazábal fue un presidente de transición de tendencia populista que introdujo cambios democráticos en un país acostumbrado a las dictaduras. Fue un hombre simpático, honesto y sensato. Demostró ser un militar demócrata, con sensibilidad social y mantuvo la paz durante su breve mandato. Él mismo recortó su periodo como

presidente de la Junta de Gobierno convocando a elecciones presidenciales en diciembre de 1958. Tomó esa decisión pensando que podría ganar los comicios con el apoyo de los partidos URD y PCV. Una de sus primeras medidas, presionado por su hermano Carlos, fue legalizar el Partido Comunista. La institución militar no podía escapar al tsunami de los cambios. Luego de la caída de Pérez Jiménez, en las escuelas militares se incluyeron nuevas asignaturas para inculcar a los cadetes valores democráticos. Profesores civiles empezaron a impartir clases de sistemas políticos alabando a la democracia y se nos inspiró lealtad a la Constitución. Pese al esfuerzo, el militarismo siguió latente en un país donde la mayoría de los presidentes han sido generales. Esta tradición de gobiernos castrenses tiene profundas raíces. El primero fue Bolívar, el primer caudillo venezolano. Este maligno hábito fue alimentado por un culto casi religioso al Libertador y la creación del mito de que las Fuerzas Armadas son la reserva moral de la nación. Los gobiernos civiles no gozan de tradición en Venezuela y la democracia tiene enemigos a derecha e izquierda. Pese al caudillismo endémico, en 1958 un optimismo democrático se respiraba en la región. Fidel Castro en la Sierra Maestra lucía atractivo como un civil demócrata empeñado en derrocar la dictadura de Batista. En esa época el caudillismo militar dominaba la región apoyado por los EE.UU. La llegada de la democracia a Venezuela trajo cambios en los cuarteles. Los uniformados empezaron a hablar de política, un tema tabú prohibido durante la dictadura. En conversaciones muchos militares manifestaban simpatizar con Fidel. El joven guerrillero era visto como un ejemplo a seguir para fortalecer la democracia de la región. E l pensum de las escuelas militares fue sujeto a reformas “democráticas”. El nuevo gobierno promovió la democracia mediante conferencias, seminarios y asignaturas de ciencias políticas. En las aulas se explicaba la democracia, el comunismo, el fascismo y el nazismo. En esas clases se nos enseñó que el Partido Comunista era legal y que era una organización política como cualquier otra. También se nos inculcó que debíamos ser apolíticos, leales a la Constitución y que las FAN no podían ser o pertenecer a un partido político. El apoliticismo implicaba que no podíamos hacer proselitismo partidista públicamente, ni pertenecer a un partido político, ni votar. Con ciertos límites, no era pecado que los militares tuvieran ideas políticas. Al huir Pérez Jiménez se hizo una purga severa en el Alto Mando. Casi todos los generales fueron retirados. En esa época se reincorporaron a las FAN algunos de los oficiales que habían sido expulsados. Los principales batallones y otras unidades clave fueron asignados a estos oficiales de confianza a quienes llamamos “reencauchados”. Los líderes del alzamiento contra MPJ ocuparon cargos importantes, menos Hugo Trejo a quien se consideraba izquierdista. Exclusión del Partido Comunista Al huir Pérez Jiménez hubo, un ambiente de paz que impulsó a los jefes comunistas Jesús Farías y Pedro Ortega Díaz a proponer la disolución del aparato armado del partido y

buscar la “paz democrática”. Este breve periodo de luna de miel se interrumpió ante la exclusión de los comunistas del gobierno. El PCV, que había jugado un papel fundamental en la resistencia, no formó parte de la Junta Militar de Gobierno. Los rojos achacaron su exclusión a presiones de los norteamericanos, los militares derechistas y los partidos del Pacto de Punto Fijo. La nueva situación fue discutida por el aparato militar del PCV dirigido por Petkoff y su segundo Bravo. Esa organización incluía fuerzas de choque paramilitares y el Frente Militar de Carrera (FMC), compuesto por los militares de izquierda infiltrados. Los pacifistas o “palomas” adujeron que había que esperar el desarrollo de las elecciones futuras y que se debía disolver el aparato militar de la resistencia. Esta propuesta fue rechazada por los guerreristas o “halcones” encabezados por Gustavo Machado, Pompeyo Márquez, Guillermo García Ponce, Teodoro Petkoff y Douglas Bravo. Ellos recomendaron mantener el aparato armado y sabotear las elecciones de diciembre de 1958. Los pacifistas lograron que se aceptara la participación en las elecciones el PCV apoyando a Wolfgang Larrazábal. Los guerreristas mantuvieron el aparato armado en el entendido que si perdían esas elecciones, solo quedaba el camino de la guerra. Bravo era el jefe comunistas más agresivo. Según sus declaraciones, para el 23 de enero el Frente Militar de Carrera (FMC) contaba con cerca de 90 oficiales, incluyendo el Tcnel. Trejo. Los alzados, al ser liberados regresaron a sus cuarteles. Trejo, al salir de prisión se fue a Miraflores, pero ya era muy tarde y tuvo que conformarse con el cargo de subjefe del Estado Mayor Conjunto. El contingente militar del FMC era la carta secreta de Douglas y con ellos pensaba tomar el poder. El enviado secreto Cuando Fidel se enteró de la huida de MPJ, buscó ayuda al nuevo gobierno venezolano. Aunque su tendencia izquierdista era conocida, no se había declarado marxista. El centro izquierdismo era una posición “políticamente correcta” y Fidel encubierto con ese manto no despertaba sospechas. Para Castro el apoyo de Venezuela era vital y para lograrlo diseñó un plan. En el pandemonio de los días que siguieron a la caída de la dictadura, apareció en la casa de Wolfgang Larrazábal su hermano Carlos con un mensaje secreto de Fidel. El cubano solicitaba que Wolfgang recibiera privadamente a un emisario personal. Una vez que su hermano le explicó el objeto de la visita secreta, Wolfgang accedió. Esta interesante historia aparece en el libro Un insurrección en dos épocas, editado por el gobierno cubano con autorización de Castro.2 2. Reinaldo Suárez. (2001). Un insurrección en dos épocas. La Habana-Cuba: Editorial Ciencias Sociales. [Libro en línea http://www.lajiribilla.co.cu/pdf/vportada.pdf]

CAPÍTULO 2

¡Armas para Fidel! La operación Manigua Poco después de la caída de Pérez Jiménez, llegó a Venezuela el enviado secreto de Fidel. Para entonces el comandante fidelista Pedro Miret estaba instalado en Caracas y había organizado una célula del M26. Los tres francotiradores de Fidel regresaron a la Sierra Maestra. Al llegar Buch en el aeropuerto lo esperaban Pedro Miret y Fabricio Ojeda. Con ellos fue conducido al despacho del Comandante de la Marina, Carlos Larrazábal. El marino había acordado con Gustavo Machado un plan para la entrega secreta de armas a Fidel. El arsenal que se entregaría incluía 5 mil carabinas M1 Garand calibre 30 con munición. Adicionalmente habría otro material de guerra incluyendo morteros, granadas y minas destinadas a la Infantería de Marina. Eran armas excedentes de la Segunda Guerra Mundial pero estaban nuevas. Un lote similar había sido donado al ejército cubano y estaba en uso; por lo tanto esas armas pasarían desapercibidas. Además de las armas, Buch informo a Carlos Larrazábal que también necesitaban un donativo de 50 millones de dólares en efectivo, más los recaudos de una colecta pública para Fidel. Los fondos de la colecta serían entregados a Pedro Miret, quien los enviaría a la Sierra Maestra. Parte de esos fondos se usarían para era promocionar la imagen de Castro en Venezuela. Terminada la reunión, Carlos Larrazábal coordinó con su hermano la reunión con Buch. Los pormenores de ese encuentro fueron un secreto de Estado. Luego de más de medio siglo, el estatuto de limitaciones para documentos clasificados caducó y la información ya no es secreta. “Manigua” fue el nombre en clave que Buch recomendó para esta operación súper secreta de contrabando de armas. Carlos Larrazábal como Comandante de la Marina de Guerra retiraría el arsenal del Servicio de Armamento del Ministerio de la Defensa. Luego las haría desaparecer, aduciendo que lo había desincorporado por obsoleto. Supuestamente esas armas serían destruidas lanzándolas al mar en una operación de rutina bajo su responsabilidad. Militares de su confianza se encargarían de recoger el material y transportarlo hasta Puerto Cabello. Allí, en un muelle controlado por la Marina de Guerra, harían la entrega en un barco panameño. Esta nave sería fletada en forma encubierta con fondos secretos venezolanos y dotados con tripulación compuesta por miembros del M26. Ese armamento no sería lanzado al mar, en realidad su destino final era la Sierra Maestra. El maquiavélico Fidel tenía un plan genial para ocultar este envío. Para ejecutar este plan ya se habían asegurado la colaboración del Tcnel. Trejo, quien desde el Estado Mayor Conjunto tenía autoridad sobre el Servicio de Armamento. Trejo nombraría como subjefe de este Servicio a un oficial de su confianza. Antes de la entrega, enviaría al Director del Servicio de Armamento a una inspección en San Cristóbal, una ciudad ubicada a mil kilómetros de distancia. En Cuba, esas armas no despertarían sospechas porque estaban en uso en el Ejército.

La colecta para Fidel El apoyo financiero, incluyendo fondos públicos y privados, se entregaría utilizando como cobertura una colecta pública. La recolección de fondos a nivel nacional se promovería simultáneamente con una campaña publicitaria exaltando la imagen de Fidel. El publicista Rene Estévez, quien estaba encargado de realzar la imagen de Wolfgang Larrazábal, manejaría la propaganda. La logística estaría a cargo de un equipo que nombraría Jesús Carmona, el hermano de Lucila Velázquez. Este joven al regresar de México fue elegido presidente de la Federación de Centros Universitarios de la Universidad Central de Venezuela (FCUCV). Carmona, propuso como tesorero a un estudiante de Derecho llamado Alí Rodríguez Araque. En abril de 1958, se inició la campaña “Un bolívar para la Sierra Maestra”, que fue coordinada por Fabricio Ojeda del lado venezolano y el cubano Pedro Miret en la acera cubana. La colecta la harían grupos de estudiantes de la UCV. Alí Rodríguez Araque debía entregar la recaudación a Miret. En esa actividad, Alí se ganó el remoquete de “El habilitado” y la confianza de Miret. Los fondos serían enviados a Fidel en los vuelos clandestinos que transportarían las armas donadas a Cuba. Esta misión convirtió a Miret en un importante funcionario cubano luego del triunfo de la revolución. Gracias a esos servicios llegó a ser subsecretario de Defensa, miembro del Comité Central y del Buró Político del Partido Comunista de Cuba. Además jugo un rol importante en el desarrollo en Cuba de Nicolás Maduro Moros, el futuro presidente de Venezuela. A los fondos de la colecta, Carlos Larrazábal agregaría fondos de la partida secreta de la Marina en un monto igual a las donaciones recogidas. Ese dinero, convertido en dólares, se entregaría en efectivo al comandante Miret. Así, la dádiva sería oculta y legal porque parecería provenir de una colecta pública. Simultáneamente, la campaña publicitaria elevaría el prestigio de Fidel ante la opinión pública venezolana e internacional. Reunión entre Larrazábal y Buch El presidente accedió a asistir a la reunión con Buch al día siguiente. Para evadir a los periodistas, se decidió que se celebraría tras la fachada de una cena privada en casa de René Estévez. Este amigo de confianza de Wolfgang Larrazábal estaba casado con la periodista Isa Dobles, amiga de Fidel. A la entrevista solo asistirían Wolfgang, Carlos y Buch. En esa reunión se discutirían temas delicados que, de conocerse, crearían un escándalo internacional afectando la relación con EE.UU. Adicionalmente, podría generar un roce con los partidos del Pacto de Punto Fijo afectando la candidatura de Wolfgang para las elecciones presidenciales. El tema de la entrega sin autorización de armas norteamericanas era espinoso y seguramente sería vetada por Washington si se descubría. El apoyo a Fidel molestaría a Betancourt, quien sospechaba que el cubano era comunista. Para rematar, Venezuela enviaría armas a las guerrillas de un país con cuyo gobierno mantenía relaciones diplomáticas. Carlos Larrazábal tenía instrucciones de Gustavo Machado de evitar estos temas. Tampoco debía hablar del proyecto de Fidel para invadir a varios países del

Caribe. Esas cuestiones eran muy sensibles y podría descarrilar el plan. Carlos solo hablaría de la donación en secreto de un pequeño lote de armas y pertrechos obsoletos que iban a ser destruidos. Una vez autorizada la entrega, él ejecutaría el plan como Comandante de la Marina de Guerra. Para facilitar entregas posteriores la Marina compraría en forma encubierta un avión civil con fondos de la partida secreta. Luego de una breve conversación, Wolfgang accedió a dar apoyo. Previamente su hermano lo había convencido de que el plan era seguro. Las armas se entregarían con los seriales borrados. Luego del triunfo de Fidel serían destruidas para no dejar rastro. Wolfgang satisfecho con la explicación autorizó a su hermano a proceder. Rene Estévez se encargaría de la campaña publicitaria y Fabricio Ojeda coordinaría con la FCUCV la colecta. El Comandante de la Marina actuó sin solicitar autorización al Ministro de la Defensa, porque para efectos legales era una operación de rutina. Además, al no notificar evitaba preguntas inconvenientes. El armamento estaba asignado a la Infantería de Marina y él estaba autorizado para desincorporarlo y destruirlo. Luego de la entrevista, Buch salió de Venezuela de incógnito del mismo modo que entró. Por su parte, Miret se quedó en Venezuela coordinando con Fabricio Ojeda, Ramón Carmona y Alí Rodríguez los detalles del plan. Este embarque de armas y el apoyo financiero fue decisivo en el triunfo de Fidel, así como la campaña publicitaria que promovió exitosamente su imagen en Venezuela. Carlos Larrazábal entra en acción Carlos Larrazábal informó a Hugo Trejo, la decisión de Wolfgang de entregar las armas a la Marina y le recomendó nombrar un oficial de confianza como 2º en el Servicio de Armamento. Para ese cargo Trejo designó al mayor Evelio Gilmond Báez. Gilmond había comandado el Batallón Blindado Bermúdez en el alzamiento del 1º de enero. Un día antes de la fecha de entrega de las armas, Trejo ordenó al jefe del Servicio de Armamento realizar una inspección lejos de Caracas. Gilmond quedó encargado —y él mismo me confirmó cómo hizo la entrega. Para recoger las armas, Carlos Larrazábal envió un convoy de la Infantería de Marina al mando de su sobrino, el teniente de Fragata Jesús “Chuchú” Molina Villegas. Gilmond autorizó el retiro del cargamento. En este convoy se embarcaron 200 toneladas de material de guerra que se dirigió a Puerto Cabello, donde en un muelle custodiado por la Infantería de Marina esperaba un carguero. Una vez que las armas fueron puestas a bordo, la nave zarpó en la madrugada rumbo a Cuba, sin que el Ministro de la Defensa ni el jefe del Servicio de Armamento se enteraran. En el trayecto, los seriales de las armas fueron borrados y el material fue desembarcado en un puerto abandonado en el oriente de Cuba controlado por la guerrilla. Dado que eran del mismo tipo que las armas del Ejército de Batista, era prácticamente imposible trazar su origen. El arsenal se trasladó desde la costa en pequeños lotes a la Sierra Maestra.

Posteriormente hubo pequeños envíos clandestinos por vía aérea. Estos vuelos sirvieron para establecer un puente aéreo entre Caracas y La Sierra Maestra. Al efecto, Carlos Larrazábal ordenó al capitán de Fragata Héctor Abdelnour Mussa, edecán de Wolfgang, la compra de un avión con fondos de la partida secreta y designó al capitán de Navío Alberto Taylhardat como piloto. Ataque contra Nixon Las operaciones encubiertas del Plan Manigua se hicieron sin que la inteligencia norteamericana se enterara. Por esta razón las relaciones de Washington con Caracas se mantuvieron cordiales. Una señal de simpatía fue el anuncio de una visita de cortesía del vicepresidente Richard Nixon. Entre los acuerdos de ayuda a firmar se incluía una beca a un estudiante de la Academia Militar (AMV) para cursar estudios en la West Point. En abril de 1958 siendo cadete de 1er año me notificaron que yo había sido seleccionado para esa beca. Para prepararme fui enviado a un curso acelerado de inglés y recibí mi pasaporte. Mi ingreso a West Point estaba previsto para agosto de ese año. El martes 13 de mayo de 1958 el Cadillac blindado de Nixon fue atacado por una turba comunista en Caracas. Este hecho causó un roce diplomático. Como medida preventiva, los americanos enviaron buques de su flota frente al puerto de La Guaira con unidades de paracaidistas y marines. Aunque esas tropas no desembarcaron, entre las consecuencias colaterales del incidente estuvo la cancelación de mi beca. El Pacto de Caracas El armamento y la ayuda financiera recibida por Fidel desde Venezuela cambiaron el rumbo de la guerra en Cuba. Para julio de 1958 ya Castro estaba en capacidad de pasar al ataque. Entre tanto, Batista (que sabía del fortalecimiento de la guerrilla) se preparaba tardíamente para lanzar su “Ofensiva de verano” con el fin de aniquilarla. Mientras Fidel se apertrechaba, Miret organizaba en Venezuela (por orden de Fidel) el “Pacto de Caracas”, un acuerdo análogo al Pacto de Punto Fijo en Venezuela. Fue un acuerdo entre once partidos y organizaciones políticas, incluyendo a los comunistas, y llamaron al pueblo de Cuba con el fin de unir esfuerzos en un Frente Cívico Revolucionario para derrocar la dictadura de Batista. Ese Pacto reconoció a Castro como jefe militar supremo de la lucha. Hecho esto Fidel ordenó la proclamación de Manuel Urrutia Lleó como candidato presidencial en Miami. Dado lo vital del apoyo venezolano, Fidel le ordenó a Urrutia que se mudara a Caracas para actuar como embajador extraoficial a fin de establecer relaciones estrechas con los candidatos más fuertes en las elecciones de diciembre: Wolfgang Larrazábal y Rómulo Betancourt. Ultimátum del Ministro de la Defensa En julio de 1958 pasé a segundo año en la Academia Militar. Me sentía veterano y ansiaba que llegaran los nuevos cadetes para practicar el mando. El 22 de julio de 1958, estando de vacaciones, supe por la prensa que el Ministro de la Defensa, el general Castro León dio un ultimátum al gobierno planteando la proscripción de AD y el PCV y el destierro de Betancourt. De inmediato me presenté al cuartel del Ejército en San

Cristóbal y me mandaron a mi casa. Ante esta grave situación, Wolfgang Larrazábal buscó protección con su hermano Carlos, quien era el Comandante de la Marina. Durante este incidente, el Presidente se refugió en la residencia presidencial de La Guzmania (en Macuto) rodeado por el Batallón de Infantería de Marina acantonado en La Guaira. Al ver que su llamado no tuvo apoyo en las FAN, Castro León dimitió y fue al exilio mostrando que la derecha había perdido fuerza en las FAN. La generación militar del 58 Al terminar mi primer año como cadete fui de a mi pueblo natal. Mi promoción fue la última en ingresar a las escuelas militares con el general Pérez Jiménez. Al llegar a San Cristóbal pude notar que a raíz de su derrocamiento existía rechazo hacia los militares. La antipatía era consecuencia de la dictadura y había que darle tiempo al tiempo para que se disipara. El asunto me molestó, pero mi interés estaba en volver a la Academia a recibir a los cadetes nuevos. Al llegar los reclutas tendría oportunidad no de comandar, sino de “dragonear”. Los cadetes de segundo año no teníamos comando oficial sobre los nuevos, pero los mandábamos igual. Los reclutas nos servían de conejillos de indias para practicar nuestra ficticia autoridad. En ese momento estaba ansioso de regresar a la AMV para poner mis manos sobre la generación del 1958. Los infiltrados en las Fuerzas Armadas Con la caída de Pérez Jiménez, el número de aspirantes a cadetes se redujo sustancialmente por el rechazo a los militares. Este hecho hizo que los filtros de ingreso se hicieran menos exigentes. La situación facilitó la infiltración de las FAN por todos los partidos políticos, pero los comunistas fueron los más agresivos sembrando varios agentes encubiertos en la organización castrense. Estos agentes infiltrados conocidos popularmente como “topos” fueron insertados o “sembrados” en los partidos democráticos y entre los militares para espiar e informar lo que pasaba en esas organizaciones e influir en el proceso de toma de decisiones. Los topos sembrados por Douglas Bravo tenían otro objetivo: formar una logia militar para dar un golpe de Estado. Los infiltrados eran familiares o amigos de políticos o activistas de partidos. Muchos de ellos tenían incluso vocación militar y algunos fueron buenos oficiales. Los años 1958 y 1959 fueron turbulentos en Venezuela, porque la actividad política en los liceos se incrementó y a las escuelas militares ingresaron algunos jóvenes ideologizados. La mayoría de los nuevos cadetes no tenía interés en la política, pero algunos nuevos cadetes estaban politizados. En esos dos años ingresaron varios cadetes que llegaron a ser generales y tuvieron un rol protagónico durante el golpe de Chávez el 4 de febrero de 1992. Un cuarteto notable La promoción “Gen. Ambrosio Plaza” de la Academia Militar ingresó en agosto de 1958 con Larrazábal y se graduó en 1962 con Betancourt. Esa cohorte fue integrada por solo

65 subtenientes, mientras que en la mía (un año antes) fuimos 121 subtenientes. En 1958 el prestigio militar estaba de capa caída y hubo pocos aspirantes, obligando a relajar los requisitos de ingreso. Entre ellos un trío de amigos que siempre andaban juntos me llamó la atención: Ramón Guillermo Santeliz Ruiz, Carlos Santiago Ramírez y Fernando Ochoa Antich. Todos jugaron un rol relevante durante el golpe de Chávez en 1992. Los dos primeros provenían del Liceo Militar “Ayacucho”. Antes de ingresar al “Ayacucho”, Santeliz había sido alumno del revoltoso Liceo “Fermín Toro”. Ochoa era varios años mayor que yo, venía del “Andrés Bello” y tenía buenas conexiones con el partido AD. Sin que lo supiéramos, Santeliz era un infiltrado del Partido Comunista. Un tío era el adoctrinador marxista Esteban Ruiz Guevara, de Douglas Bravo. Ruiz Guevara recomendó su sobrino a Douglas como un muchacho inteligente, con mente de estratega. Él lo conocía desde niño y lo había adoctrinado en el Liceo “Fermín Toro”. Como conocía sus habilidades, lo recomendó como el candidato ideal para desarrollar la idea de Douglas de organizar en la AMV una nueva logia militar que reemplazara al viejo FMC creado contra Pérez Jiménez. Douglas aceptó la recomendación de Ruiz Guevara. Luego del cierre del “Fermín Toro”, logró que Santeliz ingresara al liceo Militar “Ayacucho”. Desde allí lo sembró en la AMV. Así se inició la larga carrera de este topo comunista, quien demostró ser un intrigante, un estratega maquiavélico y un líder mediocre. Por esa razón lo apodé “Rasputín”, como el maléfico místico que fue consejero del último Zar de Rusia. Fernando Ochoa Antich es hijo del mayor retirado Santiago Ochoa Briceño, un militar prestigioso retirado durante la dictadura de Juan Vicente Gómez. En el gobierno de Medina Angarita su padre fue jefe de la Policía de Caracas y enfrentó dignamente a los golpistas en la revolución de octubre de 1945. Posteriormente a la caída del Presidente Gallegos fue gobernador de los Estados, Trujillo y Lara. Después de la caída del dictador Pérez Jimenez fue gobernador del Estado Táchira y se dedicó a la diplomacia siendo embajador en Colombia y España. Desde niño Fernando tuvo estrechos nexos con Carlos Andrés Pérez a quien su familia conocía desde que era un muchacho. Esta circunstancia lo convirtió en un hombre de confianza de CAP. Estos lazos afectivos acercaron a Ochoa al Partido Acción Democrática. Desde que lo conocí siendo cadete me pareció que Fernando por su personalidad tenía buenas aptitudes para la política y la diplomacia. Con el correr del tiempo me convencí que influenciado por su padre tenía aspiraciones políticas que podría desarrollar al pasar a retiro. Ochoa ingresó en 1957 con mi promoción, pero tenía una materia reprobada que no aprobó y volvió a su casa. Carlos Santiago Ramírez por su parte tenía un perfil diferente: Era el líder y el mejor estudiante del trio, pero además también demostraba gran ambición y lo atraían las ideas políticas de ultraderecha. Su objetivo era el poder y entró a la Academia Militar para ser presidente.

La pandilla de “Los Panas” En Venezuela “pana” significa ser integrante de una pandilla. En la clase que ingresó a la Academia Militar en 1958 se formaron varias pandillas. La más grande era el clan de “Los Panas” que tenía varias células. Este grupo de adolescentes uniformados cometían travesuras, y siendo superior me dediqué a perseguirlos. Ese grupo no conformaba una logia. Solo eran amigos que cometían faltas leves para divertirse. Este apelativo no es peyorativo y fue adoptado por ellos mismos que se identificaban como tales. Entre los miembros más notorios de este grupo estaban inicialmente los cadetes Carlos, Santiago Ramírez, Ramón Guillermo Santeliz Ruiz, Fernando Ochoa Antich, Carlos José Neumann Rodriguez, Andrés Fuentes Martínez, Julio Alberto Moreno Sarmiento, Tito Armando Santana Quevedo, Domingo Hernández Villavicencio y Marcos Yánez Fernández. Dos miembros de este grupo, Genaro Guaitero Díaz y Francisco Rodriguez González, fueron expulsados de la Academia al descubrírsele nexos comunistas. Ambos eran infiltrados de Douglas Bravo. En esa oportunidad Santeliz fue investigado, pero el teniente Pérez Arcay y otros oficiales nasseristas abogaron por él permaneciendo en la Academia. Con el correr del tiempo este grupo se fue fraccionando. Uno de los subgrupos de “Los Panas” era liderado por Santiago Ramírez, Santeliz Ruiz y Ochoa Antich3. En este trío Santeliz se convirtió en el consejero y confidente de los otros dos llegando a ser su “Rasputín”. En lo sucesivo a este clan lo llamaré genéricamente “Los panas”. Como estos cadetes tenían liderazgo, alrededor de ellos se agruparon algunos miembros de su promoción. Dada la amistad de Ochoa con un cadete de 3er año llamado Fernán Altuve Febres, lograron que este los protegiera. Un hermano de Fernán, llamado Vasco, se graduó de subteniente en 1959, pero pidió la baja y se dedicó a la carrera diplomática. Altuve no terminó la carrera militar y posteriormente se hizo ingeniero de armamento y empresario. Con el correr del tiempo Altuve y “Los Panas” se mantuvieron en contacto y finalmente sus carreras convergieron en el golpe de Hugo Chávez Frías el 4F de 1992. Ese día Altuve acompañó a Santeliz, siendo ambos consejeros de Ochoa, a detener a Chávez. 3. Ochoa Antich, Fernando. (2007). Así se rindió Chávez. Ed. SEC SA, 2007, p. 32

Al año siguiente ingresó la Promoción “General José Tadeo Monagas” que se graduó en 1963 con 57 subtenientes. En ella estaba el cadete Pedro Remigio Rangel Rojas proveniente del Liceo Militar “Ayacucho”. En la Academia se rumoraba que este cadete tenía una relación familiar con José Antonio Pérez Díaz. Este político fue fundador e importante líder del Partido social cristiano COPEI e incluso llegó a ser Presidente del Congreso Nacional. Uno de sus hermanos fue entrenador de futbol de la Academia Militar y Rangel era uno de sus pupilos. Por allí se iniciaron los contactos de Rangel con COPEI y Rafael Caldera. Rangel antes de ser alumno del Liceo Militar había atendido el “Fermín Toro con Santeliz”. Luego ambos fueron al Liceo Militar Ayacucho. En la Academia Militar se acercó a un grupo rival de “Los panas” liderado por el cadete Jesús Tovar Jiménez, quien se

había graduado de La Salle y tenía amigos en el partido social cristiano COPEI. El rol de estos oficiales en la conspiración que precedió al golpe de Chávez, es poco conocido. Los cuatro representaban un microcosmo de los movimientos políticos en Venezuela. Santeliz era un infiltrado del partido comunista, Ochoa y Rangel tenían contactos en AD y COPEI, respectivamente y Santiago estaba relacionado con grupos de extrema derecha.

CAPÍTULO 3

El golpe del Cnel. Edito Ramírez El intento de golpe de Edito Ramírez La noche del 20 de febrero de 1961, siendo yo alférez (cadete de 4º año) ocurrió un hecho extraño en la Academia Militar. Esa noche hubo un conato de golpe cuando el coronel Edito Ramírez intentó tomar mi Alma Mater con un grupo de civiles armados. En ese momento ese oficial de ultraderecha era director de la Escuela Superior del Ejército. Durante su carrera había sido conspirador activo desde la revolución de octubre en 1945. Su entrada fue facilitada por algunos oficiales adscritos al instituto, incluyendo a los tenientes José Antonio Herrera Betancourt y Pedro Maximino Oliva Campos. La intentona buscaba sublevar a la AMV que iniciaría a un golpe de Estado para derrocar a Betancourt. Al detectarse a los golpistas alguien disparó la alarma y las sirenas nos despertaron y nos hicieron ir corriendo a formación al patio de ejercicios. Allí nos enteramos que había ocurrido un conato de golpe, pero que gracias a un grupo de cadetes la insurrección había sido debelada. Según me enteré en los corrillos esa noche el coronel Edito Ramírez fue detenido por un grupo de cadetes de tercer año. Al día siguiente me enteré que el jefe golpista había sido capturado por miembros del clan de “Los Panas”. A mi esa extraña acción por iniciativa de “Los Panas” me pareció sospechosa. Como cadete de 4º año no veía ninguna razón para que ellos hubieran estado presentes allí a esa hora sin autorización y empecé a investigar. Los detalles de lo ocurrido fueron descritos casi medio siglo más tarde por el general de división y exministro de la Defensa Fernando Ochoa Antich, un miembro de ese grupo en su libro Así se rindió Chávez. Según Ochoa:. “Desde mi ingreso a la Academia Militar mis mejores amigos fueron Carlos Santiago Ramírez y Ramón Santeliz Ruiz […] Nosotros tuvimos una importante actuación durante el alzamiento del Cnel. Edito Ramírez […] Esa noche el brigadier Santeliz Ruiz siendo el rondín de guardia me despertó al darse cuenta de la situación anómala y decidimos reforzar el servicio […] Poco después junto con el primer brigadier Carlos Santiago Ramírez, pasamos por el Salón de Honor y vimos cuando el Tte. Herrera Betancourt con unos civiles detenía a los Tenientes. Quero Franco y Guevara Sánchez […] seguimos a la prevención (entrada principal de la AMV) y vimos que el Tte. Pedro Oliva Campos tenía encañonado al Mayor Carlos Carnevali Rangel. En ese momento llegó a la AMV el Tte. Cnel. Tulio Misael Pernía, Comandante del Cuerpo de cadetes y detuvo al Tte. Oliva Campos y nos ordenó vigilarlo […] La mayoría de los cadetes eran partidarios del alzamiento”4. La historia de esa noche narrada por Ochoa, deja muchos cabos sueltos: ¿qué hacían unos cadetes de 3er año deambulando sin autorización a medianoche por el Gran Hall de la AMV? ¿Por qué decidieron actuar personalmente en lugar de notificar a sus jefes naturales? ¿Por qué no detuvieron al teniente Herrera Betancourt que había arrestado a los oficiales de guardia? Porque el Tte. Herrera no detuvo esa noche al Tte. José Humberto Vivas quien era el 2º turno ronda? ¿Qué hacían en la prevención (Hall de entrada de la AMV), cuando Edito Ramírez detuvo al mayor Carnevali? ¿De qué lado

estaban estos cadetes cuando llegó el Cnel. Pernía? ¿Por qué Ochoa dijo que la mayoría de los cadetes estaban de acuerdo con el golpe? 4. Elino Martínez, Rafael. (2012). Conversaciones secretas. Caracas, Venezuela, Editorial Libros Marcados.

Particularmente creo que esta última observación no era cierta. Aunque entre los cadetes había infiltrados de derecha e izquierda, en ese momento la mayoría no teníamos inclinación política, ni simpatías golpistas. El rumbo de la asonada cambió tan pronto llegó a la Academia el comandante del Cuerpo de Cadetes, el Tcnel. Tulio Misael Pernía. Al arribar Pernía se encontró en la prevención al Cnel. Edito Ramírez con los tenientes alzados y “Los Panas”. Estos alumnos estaban allí sin justificación, pero en ese momento al verlos el Cnel. Pernía les ordenó detener a Edito Ramírez, Herrera Betancourt y Oliva Campos junto a los civiles allí presentes. Los cadetes del clan de “Los Panas” obedecieron automáticamente al Comandante del Cuerpo. Entre los civiles detenidos esa noche estuvo un ex cadete llamado Fernán Altuve Febres, quien en la Academia había protegido a “Los Panas” por su amistad con el cadete Ochoa Antich. Todos ellos iban a jugar un papel importante en el golpe del 4F. ¿Qué hubiera pasado si Pernía no llega a la Academia? ¿Apoyaban “Los Panas” el golpe y se vieron obligados a cambiar los planes y simular la detención del coronel golpista? Dos testigos presenciales del incidente, el teniente Herrera Betancourt y Eddie Ramírez, un civil hijo de Edito, me informaron que una partida de 10 cadetes armados detuvieron al jefe golpista. La pandilla de “Los Panas” estaba compuesta por 10 integrantes. ¿Fue pura coincidencia? Eso tal vez nunca lo sabremos. ¿Qué hacían “Los Panas” allí esa noche en vez de estar durmiendo? El misterio se espesa si tomamos en cuenta que el Cnel. Edito Ramírez era de ultraderecha al igual que Santiago Ramírez. Santeliz era comunista (sin que lo supiéramos) y Ochoa era cercano a los adecos. El único “Panda” de derecha era Santiago, quien era primer brigadier y el cadete de mayor jerarquía en la pandilla. Ese enigma se explica porque el jefe del golpe de esa noche era el Cnel. Hugo Trejo, el nasserista conectado con Douglas Bravo. Para entonces todavía existía una estrecha conexión entre militares comunistas y derechistas que databa de la lucha en la resistencia contra Pérez Jimenez. Lo ocurrido esa noche nunca se aclaró y pronto el incidente se olvidó. Personalmente estoy convencido que esa noche “Los Panas” eran parte del golpe abortado. Pienso que al menos Santeliz tuvo información previa de lo que iba a ocurrir esa noche. En esa fecha tuve guardia de alférez de día y por curiosidad revisé el rol de guardia nocturna. El segundo turno de rondín lo tuvo mi compañero de promoción el alférez Jorge Álvarez Gardier. El auxiliar del rondín había sido el brigadier Santeliz quien sospechosamente había cambiado su turno de guardia para coincidir con la entrada de los golpistas. También noté que ni Santiago Ramírez, Ochoa Antich y el resto de “Los Panas” no tenían guardia esa noche.

Ese hecho me puso suspicaz y hablé con mi comandante de compañía, el capitán Ángel Belisario Plasencia. Al oírme me dijo sonriendo maliciosamente: “Peñaloza, no seas tonto. Ochoa Antich es ahijado de Carlos Andrés Pérez (CAP) y no les van a hacer nada”. CAP, a la sazón, era el Ministro del Interior de Rómulo Betancourt. Este evento, que luce inconexo con Chávez, quien apenas tenía 7 años, fue un presagio de lo que ocurriría 31 años más tarde. El 4F de 1992 Ochoa, Santeliz y Santiago siendo generales jugaron un rol importante en ese golpe. Este hecho no fue una simple coincidencia. Siendo alférez la tarde de sábado 15 de abril de 1961 me enteré de la invasión de Bahía de Cochinos y el fracaso de la invasión por Playa Girón. Después de la victoria, en el entierro de las víctimas de ese combate Fidel Castro visiblemente agitado reveló que era marxista y comunista. A partir de ese momento se disiparon mis dudas sobre ese personaje y me hice anti fidelista. El Stte. Peñaloza En julio de 1961 me gradué de subteniente. Con orgullo recibí el sable de mando de manos del presidente Betancourt. Había logrado graduarme de 4º en mi promoción entre 121 oficiales y sentía tener el mundo por delante. Al graduarme me olvidé del extraño incidente de “Los Panas” al cual nadie le prestó atención. Hasta allí llegaron mis pesquisas, pero me quedó la duda. Al recibirme como oficial, me asignaron al Grupo de Artillería Ayacucho como oficial de tiro de la batería de obuses de 155 Mm. En ese momento esta era el arma más poderosa del Ejército. El Grupo Ayacucho compartía el Cuartel Urdaneta en Caracas con el Batallón Blindado Bermúdez. El comandante del Grupo de artillería era el Tcnel. Gonzalo Pío Zamora Torres y mi comandante de batería era el capitán Carlos Coello Adrianza, quien era un oficial muy severo. El mayor Héctor Vargas El Grupo de Artillería Ayacucho y el Batallón Blindado Bermúdez compartían el comedor de oficiales del cuartel Urdaneta. A mediados de 1962, un día domingo, estaba de guardia en la prevención. Ese día el jefe de los servicios del Cuartel Urdaneta era el mayor Héctor Vargas Medina. A la hora de almuerzo entró Vargas y se sentó a mi lado. Pensé que me iba a reclamar algo, pero me trató con amabilidad y me dijo que tenía buenas referencias mías. Luego me hizo algunas preguntas capciosas sobre mi estadía en la Normal Miguel Antonio Caro. Después entabló una charla sobre las guerrillas y me insinuó que esos jóvenes tenían razón en coger el monte. Al terminar me dijo que tenía un hermano comunista y que contaban conmigo pero no me dijo para qué. Esa conversación en la cual él llevó la palabra todo el tiempo me causó desazón. Incluso asumí que él pensaba que yo era comunista. Había oído que Vargas estaba complotando pero no me invitó a conspirar. Al día siguiente pasé la novedad a mi comandante de batería, el Cap. Coello. Luego de oírme me dijo: “Ten cuidado con Vargas, porque a él lo sigue el Servicio de Inteligencia de las FAN (SIFA). Si sabes algo más, avísame”.

Al mayor Vargas Medina se le conocía entre los oficiales como “El macho”, y se decía que era muy osado y que había tenido buena actuación en el golpe contra Pérez Jiménez. Posteriormente, en circunstancias similares, conocí al capitán Elio García Barrios quien comandaba una compañía del Batallón Blindado Bermúdez. Este oficial manifestaba abiertamente su fervor por Fidel. En ese cuartel había además un grupo de capitanes y tenientes que también alababan al cubano. Aunque eran una minoría, a mí me pareció raro que hubiese tantos izquierdistas juntos en un cuartel del Ejército. Eso no podía ser accidental. En las conversaciones con mis compañeros de armas era evidente que el presidente Betancourt no era popular en el gremio castrense. Pese a esto no se producían denuncias contra los murmuradores, porque los comentarios eran chismes y no propuestas de acciones subversivas. Los críticos tanto derechistas como izquierdistas eran una minoría. Los murmullos contra el gobierno eran normales, sin llegar a hablar de golpe, aunque esta posibilidad era implícita. Los golpes de 1962 Durante mi primer año como oficial hubo varios intentos fallidos de golpe que fueron debelados fácilmente. La policía política de Betancourt era eficiente y actuaba con rapidez. Lo que realmente impidió un alzamiento del Ejército contra Rómulo fue el aumento de la amenaza comunista. Esto hizo que los militares se unieran contra el enemigo común apoyando la democracia. Ante esta situación, los infiltrados de izquierda —que eran minoría— se vieron obligados a adoptar una baja silueta. Entretanto, Betancourt fue aplicando una acertada política hacia los militares que junto a su rabioso anticomunismo lo hicieron aceptable en los cuarteles. Para fines de 1961 los comunistas ya estaban muy activos. Los disturbios callejeros, la guerrilla urbana y los primeros núcleos guerrilleros en La Azulita y Turimiquire tuvieron a los militares ocupados patrullando las calles y las montañas. La siguiente década fue un continuo trajín de lucha antisubversiva. Por esta razón, mi generación castrense terminó siendo una de las fogueadas en combate antiguerrillero. En el proceso la mayoría nos hicimos anticomunistas. Las asonadas navales Al entrar 1962, la actividad subversiva militar se aceleró. Se produjeron y abortaron varias asonadas castrenses que fueron consideradas hechos aislados. La inteligencia militar detectó la conspiración que lideraba el comandante de la Armada, el vicealmirante Carlos Larrazábal, quien promovía una sublevación contra el gobierno de Betancourt, por lo que fue obligado a renunciar y forzado secretamente a retirarse a comienzos de febrero. Su plan contemplaba una sublevación de las bases navales de Puerto Cabello y Carúpano. Simultáneamente actuaría el Batallón de Infantería acantonado en la Guaira, el destacamento 99 de la Guardia Nacional en Maiquetía y varias unidades del Ejército, incluyendo las acantonadas en el Cuartel Urdaneta. El alzamiento sería cívico-militar y en él participarían militares, así como fuerzas

comunistas provenientes de guerrillas rurales y urbanas más algunos oficiales. Para ello se utilizaría a los oficiales infiltrados por Douglas Bravo y personal de la Marina. Al iniciarse las sublevaciones, los focos guerrilleros bajarían de la montaña e irían hacia las ciudades para apoyar la revuelta. Al triunfar la asonada Carlos Larrazábal sería nombrado jefe de la Junta de Gobierno. A partir de ese momento Cuba y Venezuela se aliarían para apoderarse paulatinamente de Hispanoamérica bajo la dirección de Fidel Castro. El retiro forzado de Carlos Larrazábal decapitó el movimiento insurreccional y los subversivos empezaron a actuar erráticamente. El Guairazo fue abortado a fines de febrero, el Carupanazo a comienzos de mayo y el Porteñazo en junio de 1962 de ese año. Esos alzamientos, mostraron poca coordinación y fueron dominados fácilmente. Luego del desastre, Fidel decidió no continuar con la estrategia de Bravo de aliarse con los militares sino combatirlos frontalmente. El 3 de junio de 1962 en la mañana, el Grupo de Artillería Ayacucho recibió órdenes de movilizarse hacia Puerto Cabello. Nuestra misión era emplazarnos en posiciones de tiro en las afueras de la ciudad para bombardear el Castillo Libertador, donde se habían hecho fuertes un grupo de guerrilleros prófugos. El capitán Coello me informó que mi batería de obuses de 155 mm había sido seleccionada para apoyar a las unidades que tomarían a Puerto Cabello y luego procederían a tomar por asalto al Castillo Libertador. A los veintiún años de edad esa noticia me entusiasmó ante la posibilidad de entrar por primera vez en combate. Cuando la columna de artillería se preparaba para abandonar el cuartel rumbo al frente, nos informaron que los sublevados se habían rendido. Pocos días más tarde me enteré de que tres de mis compañeros de la Caro, que eran oficiales de la Marina infiltrados por Douglas Bravo, estaban detenidos luego de alzarse en Puerto Cabello. La promoción de 1962 de la Academia Militar Unos meses después del Porteñazo (en julio de ese año), fueron designados al Cuartel Urdaneta un grupo de oficiales recién egresados de la AMV. Entre ellos estaban los subtenientes de blindados Fernando Ochoa Antich, Carlos Santiago Ramírez y Ramón Salas Mendoza. Al Grupo de Artillería Ayacucho fueron enviados Ramón Guillermo Santeliz Ruiz y Hernán Machado Peraza. Todos eran miembros del grupo de “Los Panas”. Para entonces yo era el oficial de tiro de la batería de 155 mm y “Rasputín” fue designado como mi auxiliar y compañero de habitación. A mí me llamó la atención el hecho que en el grupo de nuevos, todos eran del clan de los “Los Panas” y que los 3 cabecillas del grupo fueran enviados al Cuartel Urdaneta. Luego de un año de graduado me había olvidado de ellos y ahora iban a trabajar conmigo. A partir de ese momento empecé a vigilarlos. Santiago parecía ser el caudillo (era el 2º de su promoción). Santeliz, quien había ocupado el 10º puesto era el intrigante. Ochoa era el número 39 entre 65 graduados, lucía como el “político”. Luego de haber sido testigo de las fallidas insurrecciones del Carupanazo y del Porteñazo, yo intuía que algo se tramaba con esos nombramientos capciosos.

Los admiradores de Castro Luego de un año sirviendo en el Cuartel Urdaneta, me consideraba veterano. En julio de 1962 la llegada de “Los Panas” me puso suspicaz. Para entonces tenía razones para sospechar que algo extraño ocurría en mi cuartel. Percibía un patrón de conducta entre algunos de los oficiales que me intrigaba. En ese cuartel había un grupo de hinchas de Fidel que, sin ser mayoría, eran influyentes y expresaban sus puntos de vista abiertamente. Eso me preocupaba porque Fidel había confesado ser comunista. En julio de 1962 hubo los acostumbrados cambios militares. Como Comandante del Grupo de Artillería fue designado el teniente coronel Juan Manuel Sucre Figarella, un distinguido y caballeroso oficial que llegó a ser Comandante del Ejército. Mi comandante en la primera batería de tiro, el capitán Coello fue enviado a otro destino. En su reemplazo fue nombrado el capitán Enrique Medina Rubio. Junto a él llegó el capitán Jacinto Pérez Arcay para para comandar la segunda batería. Pérez Arcay había sido mi comandante de pelotón en la AMV. Al hablar con ellos era evidente su admiración por Fidel. El capitán Medina era un oficial inteligente y culto. Con él hice buena amistad. Poco después conocí a su hermano Arístides, quien era un conocido historiador comunista. En los meses subsiguiente observé que el capitán Medina Rubio era muy amigo del capitán García Barrios del batallón blindado. Medina era muy culto y trató de inculcarme ideas marxistas, pero falló en el intento. Aparte de ser comunista, era una buena persona y un oficial serio, militarmente hablando. Posteriormente, con Chávez en el poder ocupó cargos muy importantes. Además del capitán Medina pude notar que, a partir de julio de 1962 habían llegado otros oficiales izquierdistas. Era evidente que alguien los estaba concentrando en ese cuartel con algún propósito. Ese hecho no me parecía ser accidental e intuí que podía haber una intención oculta. En ese momento sospeché que alguien podría estar manipulando los nombramientos en la Dirección de Personal del Ejército. Como no tenía pruebas y era solo un modesto subteniente sin mayor peso, no dije nada. Para entonces los admiradores de Fidel me trataban como si fuera parte de su cofradía, aunque hasta ese momento nadie me había invitado a una conjura. Algunos de los oficiales admiradores de Castro se acercaban a mí para entablar amistad y yo les llevaba la corriente. En ese momento no sabía que eran miembros de la logia nasserista infiltrada por Bravo para derrocar a Pérez Jiménez. Para todos los efectos, ellos lucían como militares nacionalistas y antinorteamericanos, que no ocultaban su admiración por Fidel y su antipatía contra Betancourt. Estrictamente esto no era violatorio de las normas. Castro era un extranjero muy popular aunque su apoyo encubierto a la guerrilla se empezaba a notar.Siendo apolítico no tuve problemas para relacionarme con todos los grupos en ese cuartel. Como venía de la Normal Caro que era un semillero comunista al igual que el Liceo Fermín Toro, los izquierdistas me consideraban un aliado potencial. Debido a la falta de oficiales fui nombrado

temporalmente ayudante del teniente coronel Sucre Figarella, quien me tomó confianza y me hizo su pupilo. Esa relación me permitió contarle mis recelos sobre el número de oficiales izquierdistas en el Cuartel Urdaneta. Él me dijo que yo tenía razón, y que iba a informar a la Dirección de Inteligencia Militar (DIM). Poco después algunos de los sospechosos fueron cambiados a otras unidades fuera de Caracas. La guerrilla urbana crecía y los ataques al cuartel de francotiradores con armas largas y mira telescópica desde los gigantescos bloques de apartamentos que lo rodeaban eran mortíferos. De esa manera tuvimos bajas dentro del cuartel. Continuamente teníamos que salir a patrullar las calles en Caracas e, incluso, en ocasiones tomamos los barrios populares del 23 de enero, Lomas de Propatria y Casalta que estaban controlados por los subversivos. En esas operaciones muchos oficiales tuvimos el inevitable bautizo de fuego. Ramón Santeliz A partir de julio de 1962 en la primera batería de obuses de 155 mm yo era el oficial de tiro y Santeliz mi auxiliar. El capitán Medina Rubio ordenó que compartiera mi habitación con él y gracias a esa cercanía iniciamos una buena amistad. Ambos éramos jóvenes solteros y nos gustaba ir a fiestas, especialmente salir a bailar con chicas y tomarnos unos tragos. Al irlo conociendo mejor me di cuenta de que también era un ciego admirador de Fidel y no trataba de ocultarlo. Él a su vez creía que yo también lo era y le seguí la corriente. “Rasputín” era un izquierdista extraño. Le gustaba vestir bien e ir a restaurantes y discotecas caras. Era también fanático del hipismo y en muchas oportunidades íbamos los fines de semana al hipódromo, donde nos reuníamos con su gran amigo el capitán de blindados Elio García Barrios. Este capitán me cogió inquina porque al tratar de captarme le saqué el cuerpo. Luego lo denuncié ante el teniente coronel Sucre, quien lo reportó a la Inteligencia Militar. Al no ver acción ante mis denuncias deduje que acusarlos por tener ideas izquierdistas no tenía sentido. Nos habían formado dentro de la doctrina democrática que, aunque los militares fuéramos apolíticos, teníamos derecho a pensar y simpatizar a título personal con doctrinas políticas o personas de cualquier signo. Lo que sí constituía una infracción era formar parte de un partido político. Luego de unos años me di cuenta de que esa ingenua doctrina no era aplicable a los comunistas. Con el correr del tiempo me hice amigo de Santeliz. Cuando me tomó confianza trató de convencerme infructuosamente de las bondades del socialismo. Desde lejos observaba con curiosidad sus cuchicheos secretos con otros miembros de “Los Panas” en el Cuartel Urdaneta. Ochoa Antich y Santiago Ramírez eran sus mejores amigos y me acercó a ellos. Pese a que fuimos cercanos, nunca me habló de su familia ni me invitó a su casa. Solo me hizo saber que vivía en el cuartel y que tenía un tío que daba clases de historia en la Normal Miguel Antonio Caro. Para entonces la “Caro” había vuelto a su sede original en la Avenida Sucre de Catia. Años más tarde supe que su tío era Esteban Ruiz Guevara, el catequizador de Douglas y futuro mentor de Chávez. En la habitación que compartíamos en el cuartel, pude observar que “Rasputín” tenía

libros de literatura marxista. Un día ojeándolos conseguí un folleto de la comunista chilena Martha Haernecker, en el cual describía sus experiencias en Cuba en 1960 y me di cuenta de que era propaganda comunista. Lo vi por encima y me pareció un librito de introducción al comunismo. Yo había leído que la Haernecker era amante de Manuel Piñeiro, el sanguinario cubano conocido como comandante Barbarroja. Este tétrico personaje se había graduado en la elitista Universidad de Columbia en Nueva York y era hijo de un gerente de Bacardí. Pese a ese pedigrí fue el fundador del G2 y era el encargado de coordinar los movimientos armados revolucionarios en América Latina. Siendo más antiguo que Santeliz le ordené que sacara de inmediato esos libros del cuartel. Él cumplió mi orden sin chistar. Aunque su izquierdismo era evidente, nunca me invitó a conspirar ni a unirme al PCV. Estos incidentes con Santeliz los report é confidencialmente a mi Comandante, el teniente coronel Juan Manuel Sucre Figarella, quien me recomendó que lo siguiera observando. Mi amistad con “Los Panas” La rutina del día a día y los riesgos comunes que compartíamos patrullando las calles, en la lucha contra la guerrilla urbana me acercaron a “los Panas” que servían conmigo en el Cuartel Urdaneta. Con excepción de Santeliz los demás estaban concentrados en el Batallón Blindado Bermúdez. Al pasar el tiempo me hice amigo de los tres líderes del clan. Cuando me casé por el civil en 1964 con Elsa, “Rasputín” me pidió ser el padrino de mi boda a lo cual accedí. Eso estrechó nuestra amistad. Poco a poco la relación se fue cementando, pero intuía que mi membresía en el grupo no era total. Me daba cuenta de que cuando llegaba adonde estaban reunidos, cambiaban de tema de conversación. Asumí que era porque les llevaba un año de antigüedad. Pese a la desconfianza, hice amistad con Santeliz, Santiago y Ochoa. Al conocerlos mejor me di cuenta de que él intrigante del grupo era el izquierdista “Rasputín”. Santiago era un derechista ambicioso con ansias de poder. Ochoa quien me llevaba 3 años de edad era el político y diplomático. Además tenía excelentes contactos con el partido social demócrata AD. Sus ideas políticas eran ligeramente izquierdosas, sin llegar al radicalismo de Santeliz. A mí me gustaba conversar con ellos porque tenían condiciones intelectuales superiores al promedio de los demás oficiales. En esa época supe que Ochoa Antich era amigo cercano de Carlos Andrés Pérez, el ministro del Interior de Betancourt. El alzamiento fallido de Vargas Medina Luego de las insurrecciones navales empezaron a correrse rumores de una conspiración en el Cuartel Urdaneta, a fines de 1962. En esa oportunidad fue detenido el mayor Héctor Vargas Medina y otros oficiales por sospechas de organizar una conspiración con Douglas Bravo y el PCV. Para esa época su hermano Rafael Vargas Medina era un guerrillero del PCV sindicado del asesinato de 6 policías. Esas detenciones neutralizaron el potencial foco golpista. Luego del fracaso de los alzamientos navales y del Cuartel Urdaneta, el esfuerzo

comunista se centró en la lucha guerrillera. El “Aparato Armado” creado por Douglas había sufrido fuertes bajas, pero un pequeño grupo de militares infiltrados aún se mantenía dentro de las FAN e incluso había algunos que desertaron para unirse a las guerrillas. Esta guerra de baja intensidad produjo una serie de importantes acciones militares en Venezuela.. La mayoría de los cuadros de las guerrillas venezolanas habían sido formados en Cuba para mediados de 1962. Entre ellos había varios desertores de las FAN junto con un número importante de oficiales del ejército rebelde cubano. Estos últimos actuaban como comisarios políticos y hasta como comandantes de tropas en operaciones. Los focos guerrilleros rurales En esa época había una pugna por el control de la guerrilla entre Fidel y algunos jefes locales, como Argimiro Gabaldón y Douglas Bravo. Ese pugilato impidió que las guerrillas tuvieran unidad de comando. Por un lado estaban las constantes injerencias de Fidel que quería manejar la guerra a control remoto desde la Habana, y por el otro estaban los jefes guerrilleros venezolanos que aspiraban al mando. Esto creó una situación de anarquía. Las prioridades y estrategias no eran las mismas en los diferentes grupos armados. Esta situación y la lucha por el control del apoyo soviético condujeron a la guerrilla al desastre. Los primeros frentes guerrillero de importancia fueron el “Rafael Leonardo Chirinos” y el “Simón Bolívar” del PCV. Ambos fueron establecidos a comienzos del 62. Argimiro Gabaldón comandó el “Bolívar” en las montañas de Lara, Trujillo y Portuguesa. Douglas dirigió el “Chirinos” en la Sierra de Falcón. En 1962 hubo intención fue hacer una operación conjunta con los alzamientos navales, pero al fracasar se convirtieron en focos guerrilleros rurales permanentes. Posteriormente se activaron otros focos de menor importancia en los estados Yaracuy, Portuguesa, Sucre, Barinas y Apure. Paralelamente, el MIR inicia el establecimiento de un frente en el estado Miranda. Ante esa acometida guerrillera se crearon los batallones de cazadores. Esta eran unidades de infantería ligera formados con la mitad de las tropas de un batallón de línea que actuaban en forma similar a las guerrillas. Estos batallones —altamente móviles y bien entrenados— empezaron a actuar con una doctrina de empleo táctico novedosa causando estragos en la guerrilla.

CAPÍTULO 4

Las guerrillas de Fidel Pugna por el comando de la guerrilla A mediados de 1963, Fidel achacó las dificultades en Venezuela a la falta de liderazgo entre los jefes guerrilleros locales. Para enfrentar la situación propuso nombrar al “Che” Guevara como comandante en jefe en Venezuela. El “Che” le reportaría a él como comandante supremo en La Habana. Esa idea fue rechazada por los líderes venezolanos de la guerrilla. Para convencerlos, Fidel propuso enviar varios alijos importantes de armas a Venezuela que serían empleados para fortalecer la guerrilla antes de las elecciones presidenciales de diciembre de ese año. La obvia intención era sabotear esos comicios y de ser posible, impedirlos. Antes del envío, Fidel pidió al PCV que enviara a un delegado de alto nivel para negociar ciertas condiciones. En septiembre de 1962, el PCV designó a Rafael Elino Martínez, un miembro del Buró Político para coordinar en La Habana la entrega del material bélico5. 5. Elino Martínez, Rafael. (2012). Conversaciones secretas. Caracas, Venezuela, Editorial Libros Marcados.

Al llegar el enviado del PCV, se reunió en La Habana con el alto mando militar cubano. Primero conversó con Raúl Castro, el ministro de la Defensa. Luego con Manuel Piñeiro, el legendario comandante “Barbarroja” creador del G2, director general de Inteligencia y encargado de los movimientos armados en América Latina. Posteriormente, se reunió con el comandante Arnaldo Ochoa y los hermanos La Guardia antes de hablar directamente con Fidel. Las conversaciones sobre el envío de las armas fueron fructíferas, pero cuando Fidel tocó el tema de llevar el “Che” a Venezuela, Martínez le dijo no tener instrucciones al respecto. A fin de “facilitar” esa decisión, Fidel le entregó medio millón de dólares en efectivo para el Buró Político del PCV y ofreció enviar dos cargamentos de armas a fines de ese año. Pese al abierto soborno recibido, el PCV no aceptó la propuesta indecente de Fidel6. 6. Elino Martínez, Rafael, Ibid.

Las relaciones entre Castro y el PCV comenzaron a agriarse cuando los jefes comunistas se dieron cuenta de que Fidel (a sus espaldas) había convencido a Khruschev de que él (Fidel Castro) debía manejar los fondos destinados a la revolución en Venezuela. Además de controlar el apoyo financiero, Fidel había conseguido que lo nombraran Comandante en Jefe de la rebelión en ese país. También insistió en nombrar al “Che” como jefe de un comando unificado guerrillero en Venezuela al que denominarían “Fuerzas Armadas de Liberación Nacional” (FALN). Douglas Bravo se molestó porque consideraba que él era el candidato natural para ese cargo. Douglas se oponía a que Fidel fuera el comandante operativo en Venezuela. La idea de Fidel de enviar al “Che” para dirigir las guerrillas venezolanas le parecía descabellada, al igual que el manejo centralizado de los fondos para la guerrilla desde La Habana. Esos temas generaron fricciones entre el PCV y Fidel. Dada la necesidad de fondos para la subversión y armas para la guerrilla, se acordó que el “Che” se fuera a Venezuela a

mediados de 1963. Este viaje clandestino ocurrió y hubo varios avistamientos del argentino disfrazado en Caracas, pero no pudo ser capturado. Como no hubo acuerdo, al irse el “Che” con las manos vacías, Douglas se auto designó comandante de las FALN. Mi experiencia antiguerrillera Hasta mediados de 1963 El PCV estuvo esperando en vano los cargamentos de armas que prometió Fidel a cambio de la aceptación del Che Guevara como Comandante en Jefe de la guerrilla venezolana. Un alijo fue descubierto por la Guardia Nacional en Punta Macoya a fines de ese año y el otro no pudo desembarcar en Playa Las Galdonas. Al no recibir las armas esperadas, las guerrillas comunistas venezolanas se sintieron liberados de compromisos con Fidel. En consecuencia exigieron la creación de un comando único de las guerrillas del MIR y del PCV dirigidas por un venezolano. En medio de este escenario, Douglas Bravo decidió tomar el mando de las guerrillas venezolanas creando las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN) y empezó a ampliar el foco guerrillero de la Sierra de Falcón. Ante este reto el Ejército venezolano creó un Teatro de Operaciones en la zona y lanzó la “Operación Torbes” en la cual intervinieron tres batallones de infantería y unidades de apoyo de ingeniería y artillería con la misión de destruir ese foco guerrillero. En esa oportunidad fui enviado a la Sierra de Falcón al mando de la unidad de artillería junto con el subteniente Venancio Benito Reverón Delgado, quien era mi observador adelantado. Esa fue la primera oportunidad en que se utilizó la artillería en la lucha antiguerrillera en Venezuela. En las montañas operamos por varios meses bombardeando cuevas que servían de refugio a los rebeldes. En nuestra área de responsabilidad, operábamos varios subtenientes. Entre ellos estaban José Heriberto Machillanda Pinto y Oswaldo Sujú Raffo. En nuestra zona de operaciones, a los 22 años yo era el oficial más antiguo y asumí el mando. Fue una buena experiencia militar y me enseñó a valorar la importancia de la inteligencia en el combate. Los informes de inteligencia nos hicieron saber que en la zona operaban unos 200 irregulares, incluyendo 50 cubanos. A fines de septiembre de 1963 la Guardia Nacional descubrió el alijo de armas enviado por Fidel a Punta Macoya. Otro arsenal que iba a ser desembarcado en la lejana Playa de San Juan de las Galdonas (en la Península de Paria) no pudo hacerse ante la vigilancia militar en la zona. Al no ser recibidos esos dos alijos, la futura ofensiva guerrillera que Fidel tenía en mente no pudo hacerse y su influencia en Venezuela empezó a disminuir. Los fracasos guerrilleros habían dejado claro que Fidel no caminaba sobre el agua. Finalmente, tras una serie de escaramuzas y emboscadas manteniendo una presión constante sobre las fuerzas de Bravo, nuestra zona de responsabilidad fue despejada y la guerrilla cubano-venezolana se retiró. En noviembre de 1963, una vez cumplida la misión exitosamente, recibí órdenes de reintegrarme a mi unidad de artillería a Caracas. El 22 de noviembre, cuando iba con mi convoy rumbo a mi base, me enteré de la muerte del presidente John Kennedy.

Antes de llegar al cuartel me informaron vía radio que habría una parada a nuestra llegada. Al entrar al cuartel noté que en el patio de ejercicios, frente a una tribuna de honor, estaban formados el Grupo de Artillería y el Batallón Blindado Bermúdez. Para mi sorpresa, en la tribuna estaban el presidente Rómulo Betancourt, el ministro de la Defensa Antonio Briceño Linares y los dos comandantes de batallón del cuartel. Al bajar de los vehículos llenos de polvo, formé a mi pequeña unidad frente a la tribuna y el Presidente dio unas breves palabras felicitándonos por haber cumplido la misión asignada. Luego nos condecoraron y después de saludarnos, el primer mandatario se marchó. En realidad no creía haber hecho nada heroico, ni siquiera algo especial. Había cumplido con mi misión y me sentía orgulloso y alegre al regresar sano y salvo con mis tropas. El gesto de Betancourt fue una muestra del cuidado que puso en manejar y acercarse a los militares. Poco a poco la antigua desconfianza castrense hacia él iba abriendo paso al reconocimiento de su importancia en la lucha contra el comunismo. El hombre de Fidel A mediados de 1964, luego de varios años fuera de Venezuela en Cuba y en la URSS, Alí Rodríguez Araque regreso luego de culminar sus estudios avanzados en la escuela de cuadros soviética, donde había sido enviado por Fidel. Al llegar a La Habana tenía instrucciones de presentarse ante su amigo Pedro Miret, quien lo esperaba y de inmediato fueron al despacho de Fidel a recibir instrucciones. Fidel le hizo saber sin mucho protocolo que debía unirse a la guerrilla de Douglas Bravo en la Sierra de Falcón. Él ya había dado instrucciones para que Douglas lo nombrara su asistente. Su misión era mantener secretamente informado a Fidel sobre las actividades de Douglas, mientras cumplía tareas como su lugarteniente. Unas semanas más tarde Alí retornó a Venezuela para cumplir la misión asignada. Al efecto se embarcó en un submarino soviético con un contingente de cubanos enviados a reforzar esas guerrillas. El desembarco fue una madrugada cerca de Punta Macoya. Las órdenes de Alí eran precisas. Él sería “El hombre de Fidel” en Venezuela. Su cobertura en la guerrilla sería como experto en explosivos y asistente del jefe guerrillero. Su verdadero trabajo era espiar a Douglas. Ese mismo año Esteban Ruiz, huyendo de la policía de Barinas, buscó refugio en la sierra de Falcón con su antiguo jefe Douglas Bravo. Debido a su edad no podía ser combatiente, por eso fue utilizado como adoctrinador y correo de la guerrilla. Los frentes guerrilleros del PCV y MIR siguieron actuando sin un comando único local. El mando supremo seguía siendo a control remoto desde Cuba, porque Fidel manejaba los fondos soviéticos. Raúl Leoni es electo En las elecciones de diciembre 1963 resultó electo el candidato de AD, Raúl Leoni. En ellas los comunistas se habían declarado en rebelión y se abstuvieron. El resultado de estos sufragios fortaleció la democracia y las FAN permitiendo que Leoni iniciara en 1964

su política de pacificación, a la cual denomino “Gobierno de amplia base”. Esta nueva política ampliaba el círculo del Pacto de Punto Fijo a otros partidos, incluyendo a los comunistas. La falta de armas y el éxito de las elecciones de 1963 fueron un grave retroceso que fue reconocido en abril de 1964 el VI Pleno del Comité Central del PCV. Para entonces, una mayoría del PCV, entre los cuales estaba Douglas Bravo, buscaba reducir el control de Castro sobre las operaciones de la guerrilla venezolana pero sin abandonar la lucha armada. Pese al contratiempo y a tener en prisión a muchos de sus líderes, el Pleno del PCV confirmó la línea del partido de continuar el uso de la fuerza y la lucha armada para hacer la revolución. A pesar de las derrotas, Fidel todavía era un Mesías revolucionario para muchos venezolanos. La propaganda comunista había hecho ese milagro, aunque los jefes del PCV no pensaban lo mismo y Douglas lo criticaba abiertamente. Por su parte, la prisión hizo cambiar algunas mentes. Entre los comunistas presos una minoría deseaba volver al marco legal. Los dirigentes comunistas presos en el Cuartel San Carlos empezaron a rumiar nuevas soluciones. Pronto las contradicciones entre el deseo de seguir combatiendo, la necesidad de quitarle el control de los recursos a Castro y la esperanza de paz se hicieron evidentes. En medio de este dilema, Bravo trabaja en el desarrollo de su idea de socialismo bolivariano para separarse del comunismo soviético que detestaba. En el VI Pleno del PCV, las dos alas del partido se hicieron evidentes. Pedro Ortega Díaz fue el líder pacifista abogando por volver a la legalidad. Pompeyo Márquez, Guillermo García Ponce y Teodoro Petkoff pidieron continuar la lucha armada bajo nuevas condiciones. Y en la montaña Douglas Bravo, Argimiro Gabaldón, Fabricio Ojeda y otros comandantes guerrilleros continuaron enfrentando a las fuerzas militares del Gobierno exigiendo al mismo tiempo el control sobre el apoyo soviético. El VI Pleno terminó con un triunfo de los halcones partidarios de la línea dura y la guerra, ratificando mantener la lucha armada. En mayo de 1964, luego de finalizar la “Operación Torbes” en la sierra de Falcón, se realizó la 5a Conferencia del Frente Guerrillero “José Leonardo Chirinos”. Asistieron representantes del PCV, MIR, URD y otros grupos de izquierda. Gracias a la influencia de Bravo, la conferencia produjo la tesis de la “Revolución Combinada” con carácter cívicomilitar, dando prioridad a la lucha armada. Esa tesis dio cabida por primera vez al pensamiento socialista bolivariano. Mi ascenso a Teniente En julio de 1964 ascendí a Teniente y fui nombrado Comandante de un pelotón de cadetes en la Academia Militar. Era un cargo prestigioso y me sentí honrado y feliz al ser escogido. Al llegar, el director era el general de Brigada Martín García Villasmil, mientras que el comandante del Cuerpo de Cadetes era el coronel Jorge Ernesto Osorio García. Ambos oficiales eran militares muy conocidos. Tras bastidores se rumoraba que eran los

líderes de la logia nasserista, luego del retiro de Hugo Trejo. Durante mi permanencia de dos años como oficial de planta me hice cercano a ambos y nunca me insinuaron nada fuera de lo institucional. En octubre de 1964 fue depuesto el dictador soviético Khrushchev. Su reemplazo fue Leonid Brezhnev. El nuevo zar rojo vino con la idea de suspender la política de apoyo a la fracasada subversión en Latinoamérica para concentrarse en África. La idea de Brezhnev fue bienvenida por el grupo pacifista del PCV que empezó a presionar para retirarse de la guerrilla. La nueva política de Brezhnev no le bien a Douglas Bravo que deseaba continuar la lucha. Mientras esto ocurría, el gobierno de Leoni lanzó una campaña de pacificación en 1965 dando inicio al proceso de desmovilización de la guerrilla, y en forma simultánea se inició una nueva operación militar. Como resultado, la guerrilla urbana se debilitó, el frente “Manuel Ponte Rodríguez” (comandado por Maneiro) fue golpeado duramente y el frente Ezequiel Zamora fue dispersado. Por su parte, los frentes “José Leonardo Chirinos”, “José Antonio Páez” y “Simón Bolívar” fueron golpeados duramente pero se mantuvieron operativos. Crisis en el PCV Para decidir la estrategia que se debía seguir ante la situación existente, el Buró Político del PCV se reunió en diciembre de 1965. En esta reunión hizo acuerdos con el MIR para actuar en forma conjunta uniendo sus brazos armados: las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN) y el Frente de Liberación Nacional (FLN). De esa manera se integraban todos los frentes guerrilleros con Douglas Bravo a la cabeza. La decisión intensificó la lucha interna entre las facciones del PCV, y en respuesta Douglas publicó el “Manifiesto de Iracara” en marzo de 1965 defendiendo su posición guerrerista. Pese a que buena parte del PCV era partidaria de continuar la guerra, el partido se fue alejando de Fidel Castro al ver que este los había desplazado del manejo de la ayuda soviética. Gustavo Machado, quien estaba preso, empezó a modificar sus puntos de vista y a deslindarse de Fidel y de la violencia. Los continuos golpes que sufría la guerrilla fueron erosionando la moral de los combatientes. Al caer preso, el líder comunista Guillermo García Ponce se puso al frente de los dirigentes subversivos encarcelados en el Cuartel San Carlos y propuso un repliegue táctico para volver a la legalidad. Estas ideas eran contrarias a las de Fidel y Douglas. Ante este planteamiento, Douglas —quien no estaba de acuerdo ni con Fidel, ni con el repliegue— decidió mantenerse a su lado a pesar de no simpatizar con muchas de sus ideas. En diciembre de 1965 se reunieron los jefes de las FALN, Douglas Bravo y dos militares desertores: el capitán Elías Manuit Camero y el mayor Pedro Vegas Castejón con el propósito de manifestar públicamente su desacuerdo con el repliegue. La reunión fue considerada por el Buró Político Comunista detenido en el Cuartel San Carlos como una maniobra divisionista. La decisión del Buró Político era inapelable y solo quedaba la obediencia o la ruptura. En ese momento, Douglas decidió romper con el PCV y crear el

Partido de la Revolución Venezolana (PRV) reconstituyendo al mismo tiempo las FALN como una fuerza armada sin vinculación con los comunistas. Pese a las diferencias Douglas y Fidel se unieron contra el “viraje” del PCV. Ante la decisión pro repliegue y pacificación, adoptada por los jefes del PCV con su política de “Paz democrática” y la consecuente retirada forzada, Fidel decidió “huir hacia adelante” promoviendo la Conferencia Tricontinental de La Habana. Su intención era buscar apoyo internacional para continuar operando en Venezuela. En esa reunión hizo un apasionado llamado a la revolución mundial, pidiendo continuar la lucha en Venezuela, pero era demasiado tarde. El “giro” soviético Los soviéticos, cansados de las continuas derrotas de Fidel decidieron abandonar Latinoamérica y utilizar a los cubanos en África. Pese a la decisión del Kremlin, Castro pidió autorización al Kremlin para hacer un último intento para capturar Venezuela y apoyar el esfuerzo final que el “Che” proponía en Bolivia. En junio de 1966, Fabricio Ojeda fue detenido y asesinado por la policía política. Este suceso hizo que Douglas Bravo se convirtiera en el principal comandante de la subversión. Para mediados del 66 el aparato guerrillero venezolano estaba prácticamente destruido. Fidel trató de revivirlo enviando dos pequeñas incursiones con mínimos refuerzos, pero fue en vano. A mediados de 1966 la guerrilla castrista pasó de ser una amenaza a una molestia. En ese momento el Ministerio de la Defensa convocó a un concurso para que oficiales optaran a una beca para estudiar ingeniería Electrónica en los EE.UU. Yo participé y tuve la fortuna de ganarla. Esos estudios me alejaron de Venezuela por cinco años. La fuga del San Carlos En febrero de 1967 se escaparon de la prisión del Cuartel San Carlos los líderes Pompeyo Márquez, Teodoro Petkoff y Guillermo García Ponce. Estos dirigentes del PCV que habían pertenecido a la línea dura se habían desplazado a la facción que proponía el regreso a la legalidad. La idea del repliegue tomó fuerza y Fidel molesto acusó al PCV de cobardía al ordenar la retirada militar. La tajante respuesta del PCV no se hizo esperar: “No aceptamos tutelaje de Castro, pese a sus grandes méritos revolucionarios. No somos agentes de Cuba”.. Poco después, el PCV decidió formalmente abandonar la lucha armada, reanudar el trabajo popular y participar en elecciones. En octubre del 67 el “Che” fue fusilado en Bolivia y la URSS cortó definitivamente los apoyos a la revolución en Hispanoamérica. A partir de ese momento empiezan a agravarse las diferencias entre Fidel y Douglas. Para entonces Douglas estando fuera del control del PCV, empez ó a hablar de la necesidad de reestructurar la guerrilla e implantar un socialismo con acento venezolano basado en Bolívar. Bravo buscaba unificar, bajo su tutela, el comando de todos los frentes guerrilleros, reemplazando el imperialismo soviético con el socialismo bolivariano. El Movimiento Electoral del Pueblo

A fines de 1967 ocurrió una nueva escisión de AD. En esa oportunidad el ala izquierda se separó siguiendo a Luis Beltrán Prieto Figueroa, quien fundó el Partido Movimiento Electoral del Pueblo (MEP) de orientación socialista. Prieto aspiraba a la presidencia en 1968, pero Betancourt y otros líderes escogieron a Gonzalo Barrios como candidato para reemplazar al presidente Leoni. Esta nueva división ocasionó la derrota de AD y el triunfo del Dr. Rafael Caldera, el candidato socialcristiano del partido COPEI. En el grupo que siguió a Prieto estaban los sindicalistas de AD, incluyendo el diputado Salom Mesa y su asistente Nicolás Maduro. En 1964 Maduro había logrado obtener partidas de nacimiento forjadas para sus hijos. Entonces, Maduro laboraba en Caracas pero mantenía a su familia en Cúcuta. Salom era secretario general del MEP en Caracas y Maduro era el secretario de organización. Ambos eran infiltrados comunistas en el MEP. Durante las vacaciones Maduro traía a su familia de Cúcuta a Caracas. En esas oportunidades Maduro llevaba a su hijo Nicolasito a la sede de la seccional del MEP. Maduro había apodado a su hijo “Nikito” en honor a Khruschev. En este ambiente de orientación socialista se crio el futuro presidente de Venezuela portando documentos de identidad forjados.

CAPÍTULO 7

El bolivarianismo Simón Bolívar, el Libertador Bolívar fue un hombre excepcional en su época. Por ser creador de la Gran Colombia es considerado el adalid de la integración de la América Hispana. Su idea no abarcó Brasil, EE.UU, Canadá o los países angloparlantes del Caribe. El Libertador tuvo reservas para acercarse a EE.UU. y Brasil por considerar que ambas potencias tenían intenciones imperiales. En Venezuela (desde el siglo XIX) la figura de Bolívar fue endiosada con intenciones políticas. Esa actitud de adoración interesada por el Libertador se inició varias décadas después de su muerte en 1830. Durante los años finales de su vida, este prócer pasó de ser un héroe admirado para convertirse en un caudillo repudiado por sus seguidores. La causa fundamental de la antipatía fue el sistema político centralista y dictatorial que pretendió imponer a la Gran Colombia. Su proyecto de integrar las antiguas colonias de la América hispana y soldarlas en un país centralizado generó resistencia. Para muchos líderes locales su verdadero propósito era establecer un imperio de corte napoleónico bajo su hegemonía. En esa época la mayoría deseaba establecer una república confederada con un Estado de Derecho liberal burgués. Ese modelo, basado en la división de poderes propuesta por Montesquieu y la consagración constitucional de los derechos fundamentales, era el desiderátum de la opinión pública. Bolívar no era partidario de este esquema porque creía que en la región no estábamos preparados para la democracia, ni para una federación. Según él, nuestros pueblos necesitan un gobierno autoritario centralizado bajo un dictador. El propósito hegemónico propuesto por él al final de su existencia no fue bien acogido. Su giro hacia la dictadura convirtió al héroe mítico en un ser repudiado por sus antiguos seguidores. El aborrecimiento al semidiós fue tan grande, que al morir, el Congreso venezolano se negó a permitir el traslado de sus restos mortales a la patria. La resurrección de Bolívar Doce años después de su muerte, el general José Antonio Páez, siendo Presidente de Venezuela, ordenó repatriar sus restos. A partir de 1870, Guzmán Blanco, un dictador del siglo XIX, inició con fines políticos un proceso sistemático de rescate de su imagen. Gracias a alabanzas, discursos laudatorios, y dando su nombre a grandes obras, Bolívar volvió a ser venerado en Venezuela. Estos rituales, motivados por la conveniencia política, lo convirtieron en un ícono sagrado de los venezolanos. Otros gobernantes continuaron esta obra de endiosamiento convirtiéndolo en un objeto de culto. Esa devoción cuasi religiosa al héroe, se manifiesta con mayor vigor dentro de las Fuerzas Armadas que se consideran herederas de las glorias de ese gran hombre. La veneración extendió en menor grado al resto de Hispanoamérica. De esta manera el realismo mágico produjo el milagro tropical de santificar a un masón, pese a los

ditirambos de los marxistas que no compartían esa ardorosa admiración. De allí que Marx no puede ser acusado de bolivariano. La opinión de Marx sobre Bolívar Tras su muerte, el rechazo no se limitaba a Venezuela. En 1858 Carlos Marx escribió una filípica contra Bolívar, en la cual no ahorró insultos. Marx se recreó narrando la entrega de Miranda hecha personalmente por Bolívar a los españoles para eliminar a su peligroso rival. A partir de allí acusa al Libertador de una serie de hechos condenables y lo insulta a título personal. En realidad el creador del comunismo no sentía admiración, sino odio por él. Dado esta antipatía contra Bolívar, es de esperar que sus discípulos tengan reservas en su contra. Bolívar no fue un santo pero si un gran guerrero y estadista, cuyo carisma y calibre político lo convirtieron en un mito. El Libertador fue polifacético, pero no pudo ser marxista. Marx tenía apenas 11 años cuando Bolívar murió. El socialismo del Siglo XXI El bolivarianismo es una ideología política de izquierda ensamblada con partes del comunismo tradicional embebido dentro de un culto cuasi religioso a Simón Bolívar. Douglas creó este extraño híbrido luego de ser expulsado del PCV en 1966, y romper relaciones con Fidel en 1968. En el gobierno de Chávez, este engendro procreó al Socialismo del Siglo XXI. Este menjurje ideológico no tiene que ver con la creación de Heinz Dieterich, EL sociólogo y analista político alemán que acuñó la frase “Socialismo del Siglo XXI”. Es difícil imaginarse a Douglas como un teórico político, porque es un hombre de acción amante de la violencia y no un pensador. Sin ser un intelectual creó esa ideología mitológica a la cual llamó socialismo bolivariano. Pese a ser marxista propuso ideas políticas que parecieron heréticas a los comunistas ortodoxos. Aunque fue expulsado del PCV siguió siendo marxista a su manera. Sus planteamientos cambiaron la estrategia de la izquierda radical en Hispanoamérica. El capital político de Bolívar Conociendo la veneración de los venezolanos por Bolívar, Bravo decidió utilizar su imagen como señuelo. Sabía que los militares venezolanos son bolivarianos y nacionalistas y que por instinto rechazan el internacionalismo marxista y los imperialismos. El proyecto de Fidel iba en dirección contraria. Quería instalar un feudo regional comunista dirigido por él, protegido por el paraguas soviético. La metrópoli del imperio de Fidel sería La Habana y el centro de la “Patria Grande”. Para enfrentar esta tesis Douglas creo el bolivarianismo. Como el PCV estaba ilegalizado en Venezuela, el nombre de Bolívar proveía una buena cobertura para reuniones abiertas en “Sociedades Bolivarianas”. En esos cónclaves el virus comunista se ocultaría tras el nombre de “Cátedra Bolivariana”. Por ello Bravo adoptó la táctica de no hablar de marxismo e incluso de asegurar que su movimiento no era comunista.

Siendo Bravo un comunista herético, se atrevió a colocar a Bolívar por delante de Marx. Otra apostasía fue oponerse al imperialismo soviético y castrista. Su posición ante Fidel es similar a la de Páez contra Bolívar en la guerra de Independencia de Venezuela. El intento de Bolívar de convertir la confederación en dictadura produjo la disolución de la Gran Colombia. Una discrepancia análoga produjo la ruptura entre Fidel y Douglas. En la concepción de Douglas, Bolívar sería el ídolo fundamental en el altar de su revolución. Esa efigie atraería a los militares a una alianza con sectores izquierdistas. Esta visión, no buscaba destruir las Fuerzas Armadas, sino catequizarlas y utilizarlas para construir su proyecto. Las ideas de Bravo no son originales, pero el conjunto para hacer una revolución bolivariana forma un todo armónico novedoso. El brebaje inventando por Douglas es más potable para el hispanoamericano común que el intragable “Manifiesto Comunista”, de Marx y Engels. El pueblo llano del trópico gusta más de lecturas románticas y heroicas, rociadas con realismo mágico que la pesada jerigonza marxista. La veneración al héroe es una concepción que encuadra dentro del imaginario popular de la tierra de los caudillos. El socialismo bolivariano es comunismo hecho a la medida de los hispanoamericanos. Bolívar, imán para atraer militares Como Douglas Bravo es un comunista librepensador se atrevió a colocar a Bolívar por delante de Marx. Su concepto de la Patria Grande era la de una confederación de repúblicas comunistas autónomas. Esta concepción se opuso al imperialismo soviético y castrista. Su posición ante Fidel es similar a la de Páez contra Bolívar en la guerra de Independencia de Venezuela. Recordemos que el intento de Bolívar de convertir la confederación en una dictadura produjo la ruptura de La Gran Colombia. Una discrepancia análoga produjo la ruptura entre Fidel y Douglas. La añorada unión de las antiguas colonias españolas sigue siendo una entelequia. Una mezcla variopinta de románticos utópicos y castristas ansía que el sueño de Bolívar se cumpla. Simultáneamente se teme la aparición de un súper caudillo napoleónico como Fidel o Chávez, que podría convertirse en dictador perpetuo cabalgando una ideología fracasada. Este debate no ha producido acuerdos y sigue abierto a disputas. La nueva unión hispanoamericana El Libertador, pese a su talla como líder, no pudo poner en práctica su visión geopolítica porque su bonapartismo fue rechazado. Pese a ese fracaso, la idea de la unión hispanoamericana sigue viva en algunos sectores políticos, pero sin consenso sobre la tendencia doctrinaria que abrazará y la estructura política que adoptará. Sobre este tema estamos muy lejos de un consenso. Luego de la muerte de Bolívar, otros líderes intentaron resucitar el proyecto sin mayor éxito. Fidel y Chávez han sido los últimos en pretenderlo. El desplome soviético causó el naufragio comunista en Latinoamérica. Los sobrevivientes, encabezados por Fidel y Lula, mantienen su pretensión de imponer su

versión totalitaria marxista de la “Patria Grande” en la región. La estrategia para lograr este objetivo fue desarrollada en el Foro de Sao Paulo. Para ellos, el bolivarianismo es una envoltura que sirve para meter de contrabando el comunismo a través de elecciones manipuladas. Por otro lado, un grupo no comunista en la región sueña con establecer una confederación democrática similar a los EE.UU. Los proponentes de la idea conforman una minoría en Hispanoamérica. Una tercera corriente, que hasta ahora es mayoritaria, prefiere mantener el estatus quo actual compuesto por un archipiélago de mini países sin peso geopolítico específico. El plan de Douglas Bravo Al romper con Fidel en 1968, Bravo puso manos a la obra para desarrollar su visión. Su limitación era la falta de recursos, al no contar con el apoyo soviético. Su primera decisión fue nombrar a Luben Petkoff, el hermano de Teodoro, como segundo al mando de las guerrillas. Su idea era utilizarlo como comandante operacional en las montañas, mientras él se encargaba de desarrollar el PRV, manejar los asuntos estratégicos de su proyecto y recaudar fondos mediante secuestros y asaltos a bancos. Alí Rodríguez Araque convertido en “Cdte. Fausto” fue nombrado su jefe de estado mayor. Pese a no ser un teórico, Douglas dio gran importancia a la ideología, por eso se rodeó no solo de combatientes sino de intelectuales marxistas. Uno de ellos era Nelson Sánchez, (alias el Comandante “Harold”). Este activista de muy baja silueta fue el primer ideólogo del movimiento. “Harold” utilizó su cobertura como docente en el Liceo Caracciolo Parra Pérez de Mérida para contactar jóvenes estudiantes en esa ciudad universitaria. En poco tiempo convirtió a la Universidad de los Andes (ULA), en un foco importante del PRV y fuente de reclutamiento. Por su éxito en Mérida fue enviado a Caracas, donde coordinó las actividades clandestinas del PVR. A partir de allí su misión fue coordinar el desarrollo de la nueva logia militar crearse y mantener contacto con oficiales nasseristas que permanecían en las Fuerzas Armadas. Para encubrirse consiguió un trabajo como como profesor de educación media en un liceo de la capital. Para reemplazar a Harold como ideólogo, Douglas intentó reclutar a su amigo y camarada Alfredo Maneiro, quien era un intelectual comunista que había creado el foco guerrillero de La Azulita con Argimiro Gabaldón y Kleber Ramírez en 1960. Luego había comandado con poco éxito el Frente Guerrillero Manuel Ponte Rodríguez en el oriente del país. Maneiro no fue un buen combatiente, pero sí un brillante teórico. Maneiro no aceptó la propuesta porque se había pacificado y pensaba fundar su propio partido político. En su lugar recomendó a Kleber Ramírez para esa posición. Kleber incorporó al movimiento la concepción del estado comunero, desarrolló la idea del comunismo bolivariano y modificó la visión de la unión hispanoamericana de Fidel. Para esto fijó una estructura de confederación compuesta por naciones socialistas bolivarianas. Su concepción era diferente al imperio comunista monolítico promovido por Fidel. El “Aparato Militar” En el pensamiento de Douglas Bravo la acción militar fue siempre central y le trajo una

merecida fama de ser “militarista”. A diferencia de Fidel que odiaba a los militares y quería destruir la institución castrense, Douglas predicaba que “la revolución se haría con los militares y no contra ellos”. Por ello dio gran importancia a la penetración de la institución armada, especialmente a las academias militares. De esa manera controlaría esas instituciones desde adentro. Douglas mantenía en mente sus experiencias en los años cincuenta como agitador en el Liceo Fermín Toro y la Normal Miguel Antonio Caro. Estos planteles habían sido una cantera de dirigentes comunistas financiada por el propio Gobierno. La guerra de guerrillas en Venezuela diezmó los cuadros militares que Bravo formó. Su actitud ante los militares se podría sintetizar con la frase “si no los puedes derrotar, únete a ellos”. Por eso se propuso hacer una metamorfosis de la organización militar desde adentro. Dada la idolatría al Libertador imbuida a los militares, desarrolló la doctrina bolivariana como la ideología del PRV. Con esa arma Douglas se proponía infiltrar a las FAN desde abajo hacia arriba. Douglas mantenía contacto con un grupo de viejos militares nasseristas que habían envejecido y necesitaba cuadros jóvenes para reemplazarlos. Hugo Trejo, seguía siendo una ficha importante, pero ya era un hombre mayor. Algunos exalumnos del Fermín Toro que había infiltrado en el Ejército ya eran capitanes, aunque ninguno se había revelado como líder. Ninguno tenía la capacidad y carisma para formar la logia militar que ansiaba. Su plan necesitaba un nuevo liderazgo y tiempo para que sus infiltrados llegaran a posiciones de mando como comandantes de batallón. Esas unidades tácticas son los caballos de batalla de los golpes de Estado. La necesidad de un líder La unidad de mando de las agrupaciones revolucionarias y la formación de cuadros imbuidos con su doctrina bolivariana era prioritaria para Douglas Bravo. Había creado el PRV como una estructura paraguas para integrar bajo su sombra una confederación de subversivos incluyendo militares. En cuanto a la formación de cuadros, su intención era diferente a la de Fidel. Él criticaba la obsesión del cubano de inculcar a sus seguidores no solo la idea de la “Patria Grande”, sino en promover el culto a su personalidad. El objetivo del caudillo cubano era imbuir a sus seguidores la creencia que él era un mesías para hacerlos sumisamente leales. Bravo pensaba diferente. Para inculcar sus ideas a los futuros líderes fundaría una pequeña Escuela de Cuadros bolivariana donde formaría los primeros apóstoles que predicarían su doctrina. Después de la huida del general Pérez Jimenez, Douglas trató de poner en práctica la idea de la Escuela de Cuadros. Fidel se opuso, luego que Douglas había infiltrado algunos topos en las escuelas militares. En este grupo estaba el Cap. Santeliz, un marxista convencido que había infiltrado, pero no tenía madera de líder. No al foquismo Douglas no compartía la idea de Fidel de repetir en Venezuela la estrategia del foquismo

cubano. Las condiciones en ese país eran muy diferentes y el Ejército local estaba mejor preparado que el de Batista. La situación requería una estrategia distinta y la lucha debía ser dirigida por un venezolano. Además no estaba de acuerdo con imponer su voluntad a la fuerza en otros países. Lo prioritario era desarrollar el aparato urbano y acelerar la infiltración de las FAN. El problema teórico de Douglas era cómo presentar a los militares el bolivarianismo como un concepto compatible con el marxismo. La solución fue no mencionar públicamente el marxismo ni el comunismo, pero usar tras bastidores su ideología. A partir de allí el mantra ante sus seguidores pasó a ser el bolivarianismo con un sentimiento anti yanqui. Ese sería el motivo central y la inspiración de la revolución. La unidad de mando La institución militar tiene una estructura jerárquica piramidal, probada en combate por siglos. Esa organización da autoridad a los superiores para dar órdenes y hacerlas cumplir. Dentro de ese sistema, en un teatro de operaciones hay un solo comandante en jefe en el tope de la organización. Este precepto básico militar no pudo establecerse en Venezuela durante las guerrillas de los años 60. Fidel no lo permitió, manteniendo varios comandos que dirigía desde La Habana. La estrategia del cubano era la clásica “divide y vencerás”. Como consideraba a Douglas un rival peligroso se dedicó a interferir y desautorizar sus órdenes. Gracias a Fidel, la guerrilla venezolana nació dividida y murió dividida. Al retirarse Fidel de Venezuela, Douglas quedó al mando auto designándose Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN) y del Partido Revolucionario Venezolano (PRV). La persecución constante del Ejército, las deserciones, la falta de fondos y la política de pacificación habían hecho estragos. En 1968 la revolución venezolana estaba en terapia intensiva. En esa situación Douglas decidió permanecer en las montañas. Desde su puesto de comando en la Sierra de Falcón, se proponía dirigir a las guerrillas rurales y al movimiento subversivo urbano. Para facilitar el control delegó el comando de las operaciones guerrilleras en Luben Petkoff. La dirección del esfuerzo urbano, la formación de cuadros y el desarrollo de la futura logia la puso en manos de Alí Rodríguez Araque. El componente militar del plan La creación de una nueva logia militar integrada por oficiales jóvenes fue un elemento clave en el plan de Douglas Bravo. Cuando alcanzara la masa crítica necesaria y se dieran las condiciones objetivas, este grupo daría un golpe. Esa insurrección sería apoyada en las ciudades por fuerzas de choque de civiles y las guerrillas bajarían de las montañas a rematar la faena. Los primeros jóvenes formados en la Escuela de Cuadros que ingresaran a las escuelas militares, serían los jefes de la logia. El más carismático de ellos sería el cabecilla. Una vez sembrados los primeros miembros de la logia iniciarían el reclutamiento de nuevos seguidores. Este sistema de retroalimentación interna aceleraría el crecimiento de la

logia para hacerla llegar a su masa crítica. Los primeros graduados de la Escuela de Cuadros irían al Ejército por ser la fuerza más poderosa y desde allí la logia irradiaría su influencia en el resto de las Fuerzas Armadas. Este plan requería un líder carismático, audaz y disciplinado capaz de construir y dirigir la logia. Descubrir y formar a este cabecilla militar era crucial. Esta misión fue encomendada a Esteban Ruiz Guevara, un adoctrinador comunista con quien Douglas había hecho equipo en los años 50 en la resistencia contra Pérez Jiménez. Rafael Caldera gana las elecciones en 1968 En diciembre de 1968 se realizaron elecciones presidenciales en Venezuela. Para entonces me encontraba estudiando ingeniería en la Universidad de Houston. Los principales candidatos fueron Rafael Caldera por COPEI, Gonzalo Barrios por AD y Luis Beltran Prieto Figueroa por el MEP. Dado que el resultado fue muy reñido, el Consejo Supremo Electoral tardó más de una semana para emitir resultados definitivos. En esa época la gran mayoría de la oficialidad era apolítica, salvo algunos infiltrados por los partidos durante la resistencia contra Pérez Jiménez. Luego del triunfo de Betancourt en diciembre de 1958, algunos oficiales afectos a AD ocuparon posiciones importantes. Entre ellos estaba el general Heraclio Anzola García, un compañero de promoción del coronel Hugo Trejo que fue reincorporado al Ejército por Betancourt. Este oficial formó a su alrededor a una célula de oficiales pro adecos. Esta no era una logia golpista, sino supuestamente un grupo de “amigos” de AD. Paralelamente, en secreto, un pequeño grupo de sobrevivientes de la logia nasserista del coronel Hugo Trejo, de tendencia izquierdista, conspiraba con los comunistas. Ante la tardanza en los resultados empezaron a correr rumores que el general Anzola, el Comandante de los Elementos Orgánicos del Ejército, la gran unidad de combate acantonada en Caracas, preparaba un golpe en caso que Caldera triunfara. En ese entonces el oficial de mayor confianza de Caldera era el Tcnel. Iván Moros Ghersi, el comandante del Batallón Blindado Bermúdez. Dada la situación Moros empezó a asesorar furtivamente a Caldera. Simultáneamente el Dr. Pedro Pablo Aguilar, un líder de COPEI experto en asuntos militares, invitó a oficiales del Batallón Blindado Bermúdez a una reunión con Caldera en su casa. Esos oficiales, que no pertenecían al grupo de Moros, eran los subtenientes Carlos Santiago Ramírez, Ramón Santeliz Ruiz, Fernando Ochoa Antich y José Salas Mendoza. 6 Todos eran del clan de “Los Panas”. Poco después de esta reunión el Consejo Supremo Electoral encabezado por el Dr. Manuel Rivero emitió los resultados. Simultáneamente el Comandante del Ejército, el general Roberto Morean Soto informó públicamente que respetaba los resultados y la idea del golpe se disipó. Luego que Caldera ganó las elecciones se propuso crear dentro de las FAN un grupo de oficiales copeyanos similar al de Anzola. Al igual que el grupo militar pro adeco, los oficiales pro copeyanos no constituían una logia golpista, sino una fuente de información militar para esos partidos. Para esta misión el presidente electo Caldera seleccionó al Tcnel. Iván Moros Ghersi.

Este general se graduó en 1951 en la Academia Militar. Era primo hermano del Dr. Carlos Alberto Moros Ghersi, un prestigioso médico y senador militante del partido COPEI y hombre de confianza de Caldera. Dadas estas relaciones familiares, Moros fue atraído por los socialcristianos. En 1964, siendo mayor Moros Ghersi, fue designado segundo comandante del Batallón Blindado Bermúdez acantonado en el Cuartel Urdaneta en Caracas. En 1966 ascendió a Teniente Coronel y pasó a ser Comandante de esa unidad. Estando en ese cargo su segundo comandante era el mayor José Humberto Vivas y entre los oficiales adscritos a ese batallón estaban los tenientes Carlos Santiago Ramírez y Fernando Ochoa Antich. Ese mismo año se incorporaron a ese batallón un grupo de subtenientes recién graduados, entre los cuales figuraban Moisés Orozco Graterol y Richard Salazar Rodríguez. Estos oficiales jugarían un rol importante durante el golpe del 4F. Luego del triunfo de Caldera, el presidente electo dio instrucciones a Moros Ghersi para dar una cena en su casa e invitara a un grupo de oficiales de confianza. El propio Presidente electo asistiría discretamente para conocerlos. Casi todos los convidados eran oficiales del Cuartel Urdaneta y en su mayoría eran de blindados y amigos de Moros. Entre ellos estaban el mayor Vivas, y los tenientes Orozco y Salazar. Ochoa y Ramírez, aunque eran plazas del Batallón Bermúdez, no fueron invitados porque eran considerados simpatizantes de AD. El único artillero del Cuartel Urdaneta invitado al agasajo fue el mayor Rafael Vale Huerta. Nadie del grupo “Los Panas” fue invitado porque Moros Ghersi los consideraban pro adecos. Al día siguiente, alguien informó al general Heraclio Anzola sobre esta reunión. Este oficial era el superior inmediato del Batallón Bermúdez. Anzola se molestó y amonestó a Moros por organizar un acto político con militares. Esta reprimenda le fue útil porque al saberlo Caldera, lo nombró jefe de su Guardia de Honor. Al recibir ese comando, Moros solicitó a varios oficiales de blindados de su confianza. Entre otros fueron a servir con él los tenientes Jesús Tovar Jiménez de la promoción de 1962, Moisés Orozco Graterol y Richard Salazar Rodríguez del 66. Al llegar Moros, les pidió que recomendaran a oficiales de infantería para llenar plazas vacantes, Orozco propuso a su amigo el capitán Pedro Rangel Rojas con quien había estado en las guerrillas. Rangel tenía el aval del senador José Antonio Pérez Díaz, uno de los fundadores de COPEI. Richard Salazar, por su parte, recomend ó a su hermano el subteniente Raúl Alejandro Salazar Rodríguez. Estos oficiales constituyeron el núcleo de la célula copeyana creada por Moros. El papel de estos oficiales en la carrera de Chávez y durante el 4 de febrero de 1992, fue crucial. El gobierno de Caldera Este presidente socialcristiano llegó al poder precedido de dos gobiernos socialdemócratas que enfrentaron una guerra de guerrillas promovida por Fidel. Esta invasión fue enfrentada con éxito pese a que el precio promedio del petróleo había subido apenas 6% desde $3,00 en 1958 a $3,18 en 1968. Luego de la huida de Pérez

Jiménez, el presidente Betancourt tuvo dificultades cuando el precio del crudo bajó en 1959. Caldera confiaba en que al pacificar el país tendría más recursos al reducirse los gastos militares. Nunca imaginó que tres años más tarde los precios del petróleo se triplicarían al final de su gobierno. A comienzos de la década de los 70 sobrevivían en las FAN algunos remanentes de la logia nasserista de Hugo Trejo y todos eran fichas comunistas. Entre ellos estaban los tenientes coroneles Alberto Müller Rojas, Enrique Medina Rubio, Jacinto Pérez Arcay y Elio García Barrios. Todos seguían en servicio activo pero ninguno tenía condiciones de líder. Como sus simpatías izquierdistas eran evidentes fueron relegados a cargos administrativos sin mando de tropas. Entre los oficiales jóvenes graduados luego de la caída de Pérez Jiménez, había un grupo de oficiales conspiradores. Entre ellos los más conocidos eran los mayores Jacobo Yépez Daza y José Luis Prieto, ambos pertenecientes a la promoción de 1958. El primero era el prototipo del oficial nasserista, aunque nunca formó una logia efectiva. El segundo era un infiltrado de Bravo desde que fue alumno en el Fermín Toro. Su papel en la promoción de 1958 de la Academia Militar fue análogo al de Santeliz en la promoción de 1962, pero por su carácter nunca formó una logia funcional y se limitó a simular que era un oficial de derecha para vigilar a Yépez Daza. En la Aviación sonaban como potenciales conspiradores de izquierda los nombres del capitán José Miguel Ángel González y los tenientes William Izarra (quien tenía un hermano comunista) y Francisco Visconti. En la Marina sonaban en los corrillos golpistas los nombres del capitán de Corbeta Carlos Luengo Romero y del teniente de Navío Hernán Gruber. Estos movimientos subversivos eran embrionarios y “Rasputín” tenía la misión de penetrarlos y coordinarlos. Aparte del grupo que controlaba Yépez Daza, en el Ejército funcionaba la pandilla de “Los Panas” que no tenía una tendencia política definida, porque sus miembros tenían diferentes inclinaciones. Al iniciarse la década de los 70 “Los panas” eran capitanes. Para entonces Carlos Santiago Ramírez había iniciado una logia derechista en la Brigada Blindada. Santeliz era su consejero y lo asesoraba estratégicamente mientras mantenía informado a Douglas Bravo. Como Ochoa Antich era de blindados y compadre de Santiago, se presumía que pertenecía a ese grupo pese a sus conexiones con AD. Todos ellos eran amigos míos desde mi época en el Cuartel Urdaneta. Para entonces me había alejado del grupo mientras estudiaba en los EE.UU. El crecimiento de esta logia se estancó cuando Santiago fue enviado por tres años para hacer un curso de Estado Mayor en España. La nueva logia Los viejos militares izquierdistas eran útiles a Douglas Bravo para reclutar a otros oficiales y apoyar la retaguardia del movimiento subversivo, pero no para ejecutar un golpe de Estado. Su función sería encubrir y proteger las nuevas generaciones de cuadros militares comunistas. Había que empezar de nuevo penetrando las FAN desde la base. En la nueva logia, el énfasis debía ponerse en descubrir candidatos con liderazgo. Estos

líderes debían ser capaces de dirigir una rebelión militar al llegar a los grados de mayor o tenientes coroneles. En esos grados estarían en condiciones de controlar batallones. Los miembros de la vieja logia tendrían la misión de infiltrar las direcciones de inteligencia y personal de las fuerzas para alertar sobre investigaciones contra la logia, limpiar los expedientes de informes indeseados, asignar cargos claves para las nuevas promociones de infiltrados y favorecer su ascenso. La vieja logia nasserista sería reemplazada con una nueva estructura compuesta por oficiales subalternos. El horizonte del golpe En 1968 al producirse la ruptura con Fidel, Bravo necesitaba consolidar su débil posición unificando el mando de los guerrilleros en las montañas. Adicionalmente, debía fundar la escuela de cuadros para desarrollar la logia militar. Esta no sería una organización permanente sino el semillero de los primeros cuadros. Una vez que formara las promociones iniciales sus graduados empezarían a reclutar nuevos seguidores. En esa escuela se inculcaría a los cursantes ideología bolivariana, técnicas de infiltración, conspiración y disciplina. Los graduados que mostraran liderazgo serían sembrados en las academias de formación de oficiales, mientras que los demás irían a las universidades. El éxito del proyecto requería encontrar y desarrollar líderes que luego serían los evangelistas del socialismo bolivariano. Entre los primeros graduados de esta escuela era indispensable captar candidatos con atributos naturales de liderazgo. Esa tarea no era fácil. Los grandes líderes nacen no se hacen. Las nuevas técnicas de liderazgo pueden perfeccionar a los líderes naturales, pero se necesita que el futuro cabecilla tenga condiciones innatas para el mando. Entre ellas está inteligencia, carisma, elocuencia, presencia, audacia y otras dotes que son parte del arsenal de un líder. Conseguir a un joven con esas condiciones sería más fruto del azar que de exámenes o educación especializada. Ese líder, una vez infiltrado en el mundo castrense, debía formar un núcleo de seguidores en su promoción, que serían sus apóstoles para iniciar discretamente el esfuerzo de captación de otros cadetes. Por razones de seguridad, Douglas Bravo no lo contactaría hasta que hubiesen pasado varios años de su inserción en la Academia Militar. El proceso de desarrollo de la logia debía ser lento y cauteloso para evitar ser detectados. En ningún momento el líder debía mostrar simpatías por el izquierdismo y menos hablar de comunismo o marxismo. Siempre actuaría como un fiel nacionalista imbuido por las ideas del Libertador y profundamente antinorteamericano. Mientras fuera cadete, las labores de captación se reducirían al mínimo centrándose en algunos compañeros y unos pocos cadetes de años inferiores. Las labores formales de reclutamiento de otros oficiales se iniciarían lentamente en los cuarteles al graduarse y se acelerarían una vez fuese nombrado instructor de la Academia Militar. El proceso de captación sería piramidal. Cada nuevo recluta se convertiría en reclutador de subalternos y seguidor del líder de la logia. De esa manera el crecimiento de las células secretas sería viral y el rol del líder sería fundamental. El plan de Douglas solo

funcionaría si se descubría a un líder excepcional. El problema estaba en descubrir a este diamante en bruto y cómo pulirlo para desarrollar su potencial. Con los limitados recursos con que contaba, Douglas no tenía capacidad para hacer una adecuada campaña de selección de candidatos. Tampoco podía aplicarles baterías de exámenes psicológicos, ni usar técnicas de desarrollo de líderes. Su puesto de mando estaba en las montañas de Falcón. Conseguir a un joven con condiciones de líder era como buscar una aguja en un pajar. Por fortuna Douglas conocía a la persona ideal para esa misión: José Esteban Ruiz Guevara, el intelectual comunista que se había desempeñado con éxito en una función similar en los años 50 cuando coordinaba la agitación en el Fermín Toro y en la Normal Caro. Varios de sus alumnos fueron infiltrados como cadetes en las escuelas militares, entre ellos su sobrino Santeliz Ruiz, quien ingresó a la Academia Militar en septiembre de 1958. Al iniciarse las guerrillas Ruiz Guevara siguió a Douglas hasta la Sierra de Falcón. Entonces ya rondaba los cincuenta años y fue utilizado como correo y adoctrinador comunista. Douglas sabía que este viejo luchador comunista era un intelectual admirador de Bolívar y Zamora, así como un excelente catequizador con buen olfato para descubrir líderes. En 1969 al recibir Caldera la presidencia, Bravo le ordenó a Ruiz Guevara retirarse de las guerrillas de Falcón para dedicarse a crear la escuela de cuadros.

CAPÍTULO 6

La escuela de cuadros Los pioneros de Fidel Para los comunistas, la formación y adoctrinamiento de los futuros líderes es fundamental. Durante su estadía en Cuba en 1960, Douglas observó la organización juvenil castrista de “Los Pioneros” y pensó hacer algo parecido en Venezuela. Estos son grupos de adolescentes miembros del partido comunista adoctrinados como fanáticos de una secta que obedece ciegamente y le debe lealtad a Fidel y la revolución. Se identifican con una pañoleta roja anudada al cuello y son el primer peldaño de un largo proceso ideológico. Están destinados a ser el semillero de los futuros dirigentes del partido, las Fuerzas Armadas y los cuerpos represivos y de seguridad. En Cuba, los Pioneros empiezan como niños de primaria. Al pasar a secundaria, luego de una selección, algunos son enviados a liceos militares llamados “Camilitos” (en honor a Camilo Cienfuegos). Los Camilitos son una organización integrada por catorce liceos militares, en los cuales el Gobierno les inculca más a fondo la ideología castro comunista y la formación militar. Juegan un papel similar al que tenía la Komsomol soviética. Tanto los Pioneros como los Camilitos son filtros diseñados para seleccionar a los candidatos que serán enviados posteriormente a las escuelas de la élite cubana en La Habana. Entre ellas la Escuela Vocacional Lenin, que forma los ingenieros y técnicos que dirigirán las empresas del Estado y la Escuela Superior de Cuadros Ñico López encargada de formar a los futuros líderes políticos y militares del régimen. A estas instituciones son enviados los hijos de los miembros de la nomenclatura y la crema y nata de los jóvenes del Partido Comunista cubano. La escuela de cuadros cubana Al terminar el bachillerato en “Los Camilitos” algunos de los graduados más destacados son enviados al ejército rebelde. Luego de prestar servicio militar, los que demuestren mayor lealtad al régimen son seleccionados para asistir a las universidades o a las escuelas militares. Al graduarse, los que muestren mayor potencial de liderazgo y los familiares de altos funcionarios del régimen son enviados a la Escuela Superior de Cuadros Ñico López. En esa institución, además de profundizar el adoctrinamiento marxista, se hace énfasis en el desarrollo de los futuros líderes. Los graduados de esta elitesca escuela hacen carrera acelerada en el gobierno y las Fuerzas Armadas revolucionarias. Además de alumnos cubanos la escuela superior de cuadros recibe un nutrido contingente de extranjeros, especialmente hispanoamericanos. Los mejores graduados en la Ñico López ingresan a la nomenclatura cubana, que es un grupo de funcionarios élite que a lo largo de su vida ocupan posiciones claves en el régimen, convirtiéndose en los amos de Cuba. Algunos extranjeros, seleccionados muy cuidadosamente, han hecho este recorrido de formación ideológica y luego han sido exportados a sus países como agentes castro comunistas. Entre otros podemos citar a Nicolás Maduro (en Venezuela) y Evo Morales (en Bolivia). Israel Silva Guarnizo un

comunista colombiano dice haber sido compañero de estudios en esta escuela con Maduro entre 1986 y 19877. 7. ABC de España “La vida oculta de Maduro” Recuperado de http://valenciainforma.wordpress.com/2013/03/28/abc-deespana-la-vida-oculta-de-nicolas-maduro.

La idea de Bravo Douglas decidió crear una escuela de cuadros para adoctrinar a los futuros líderes juveniles, antes de enviarlos a las universidades y academias militares. En ese momento estaba convencido de que el futuro de la revolución no estaba en la guerrilla, sino en la captación y adoctrinamiento de jóvenes para dar un golpe cívico-militar. La creación y dirección de esa escuela la puso en manos de Esteban Ruiz Guevara. Debido a la falta de recursos el proyecto de Douglas era más limitado que el de Fidel. Su idea estaba basada en su experiencia en la resistencia contra Pérez Jiménez. Solo un pequeño grupo de estudiantes izquierdistas de secundaria atenderían este curso. Los alumnos serían seleccionados sobre la base de su potencial como líderes y tomarían clases en la tarde al salir de sus programas regulares en el liceo de Barinas. Ruiz Guevara se encargaría de inculcarles la ideología bolivariana y tendría ojo avizor para detectar líderes potenciales. Al terminar su bachillerato, estos muchachos irían a las universidades o ingresarían a las FAN para actuar como apóstoles de la revolución bolivariana. Los que fueran a la Academia Militar tendrían como tarea organizar una logia bolivariana que en poco más de una década daría un golpe de Estado controlado por Douglas. La idea de Bravo era usar la imagen de Bolívar como símbolo cohesionador de una fuerza de choque cívico-militar capaz de establecer el socialismo en Venezuela. Su actividad se encubrirí a simulando ser una inocente “escuelita bolivariana” privada. Encubiertos tras la apariencia del culto al Libertador, los alumnos harían deportes y se les inculcaría el bolivarianismo, es decir, el socialismo según Douglas Bravo. General Juan Velasco Alvarado Mientras Douglas Bravo trataba de crear una logia militar a partir de cero, en Perú el 3 de octubre de 1968 se produjo un golpe militar incruento liderado por el general Juan Velasco Alvarado, quien derrocó el frágil gobierno civil de Fernando Belaúnde. El alzamiento militar indicaba que en Hispanoamérica los militares seguían siendo actores políticos fundamentales. Este alzamiento vino a confirmar la teoría de Douglas y lo impulsó a acelerar su plan. En el caso peruano, un escándalo sobre un contrato petrolero asignado fraudulentamente produjo indignación en las FAN. Esta fue la excusa para que Velasco, siendo ministro de la Defensa, tomara el poder. Este general izquierdista había sido el primero de su promoción en la Escuela Militar de Chorrillos y luego había formado una logia golpista. Esta práctica era común en Perú y de allí esa nefasta tradición militar se extendió a otros países hispanoamericanos. Velasco Alvarado tenía prestigio en el Ejército y sobre esta base desarrolló una logia con una nebulosa doctrina llamada “Peruanismo”. El objetivo de esta organización era

hacer justicia a los pobres, promover la igualdad y luchar contra el imperialismo norteamericano. Básicamente ese fue el mismo libreto de Fidel Castro en 1959, aunque el cubano no era un militar de carrera. La idea fue calcada por Douglas Bravo, quien reemplazó “Peruanismo” con “Bolivarianismo”. Rafael Caldera es electo En diciembre de 1968, Caldera ganó con apenas treinta mil votos de ventaja. En segundo lugar terminó el candidato de AD. Este partido se vio perjudicado por el cisma encabezado por Prieto Figueroa con el Movimiento Electoral del Pueblo (MEP). Al ser proclamado por el Consejo Supremo Electoral (CSE), Caldera expuso su futura política de pacificación de la guerrilla. En la Sierra de Falcón esa fue una mala noticia para Douglas Bravo. La política de apaciguamiento de Leoni había causado deserciones en sus filas y ahora la de Caldera lucía más preocupante. El camino de la guerrilla al estilo de los años sesenta se estaba cerrando y debía volver a la opción del golpe militar infiltrando las FAN. Para entonces, los sobrevivientes del antiguo Frente Militar de Carrera (FMC) eran oficiales superiores activos, sin comando de tropas y sin un líder capaz de aglutinarlos. Douglas necesitaba sangre fresca para iniciar una tarea de largo plazo. Para poner en práctica su idea decidió infiltrar las FAN con oficiales subalternos adoctrinados. Simultáneamente debía controlar los grupúsculos subversivos de izquierda que pululaban anárquicos en el país. Ello ameritaba levantar fondos y no era fácil. Ante ese negro panorama, Douglas dio instrucciones a Ruiz Guevara para abandonar la guerrilla e instalar la escuela de cuadros y con jóvenes que tuvieran liderazgo. Al llegar a Barinas, su ciudad natal, Ruiz se topó con su viejo amigo Hugo de los Reyes Chávez, un maestro de escuela primaria. Este le contó que luego del triunfo de su compadre Caldera, había renunciado al MEP y regresado a COPEI. En retribución, fue nombrado director de la escuela primaria del cercano caserío de Sabaneta y se había visto obligado a dejar a sus hijos mayores en Barinas bajo el cuidado de su abuela materna Rosinés. Los dos adolescentes atendían el liceo local. Rosinés era una amiga de la infancia de Ruiz. José Esteban Ruiz Ruiz Guevara era un comunista conocido en esa región de los llanos y había vivido una vida itinerante. Era uno de los fundadores del PCV en Barinas junto con José Octavio Jiménez, el padre de Rafael Simón Jiménez un compañero de liceo de Hugo Chávez. Durante la dictadura de Pérez Jiménez fue perseguido. Siendo fugitivo trabajó con Douglas Bravo en la clandestinidad en Caracas adoctrinando jóvenes en el Liceo Fermín Toro y en la Normal Miguel Antonio Caro. Al caer la dictadura en 1958 regresó a su tierra natal. Cuando en 1962 Douglas creó en la sierra de Falcón el frente guerrillero “José Leonardo Chirinos”, Ruiz Guevara se le unió. En 1963 Douglas envió a Francisco Prada Barazarte (alias “El Flaco”), un veterano del Fermín Toro, a establecer el frente guerrillero “José

Antonio Páez” en los llanos. Prada pidió a Ruiz acompañarlo. Cuando Prada, cayó preso, Ruiz se unió de nuevo a la guerrilla de Douglas. Ruiz había demostrado tener buen ojo para detectar candidatos con aptitudes para infiltrarlos en las escuelas militares. Durante la dictadura de Pérez Jiménez captó, formó e infiltró varios de sus discípulos en las escuelas militares. Luego del triunfo de la democracia en 1958, algunos de esos oficiales siguieron en la institución castrense. Como el izquierdismo de estos oficiales era evidente, no alcanzaron posiciones de comando. En los años setenta ya no eran jóvenes y ocupaban posiciones administrativas sin mando de tropas en las áreas de personal, inteligencia, finanzas y justicia militar. El plan de Douglas requería formar una logia joven con comando de tropas. A los viejos nasseristas se les asignó la tarea de proteger a los cadetes que se irían infiltrando. El núcleo de la escuela de cuadros funcionaría a partir de septiembre de 1979 en la casa de Ruiz Guevara simulando ser una sociedad bolivariana juvenil. Barinas era una pequeña capital de provincia situada a 150 Km. de la frontera con Colombia, donde él era un conocido historiador retirado y sus charlas bolivarianas no serían sospechosas. Su casa estaba cerca de un terreno baldío donde los adolescentes podían jugar béisbol, además de ser adoctrinados en el bolivarianismo. El béisbol sería el magneto para atraer jóvenes. Luego de recibir su misión, Ruiz Guevara empezó sus tareas de reclutamiento. Su casa era pequeña y sus clases no podían tener más de diez alumnos. Este número era suficiente para conformar un equipo de béisbol. Tres plazas las ocuparían sus hijos y necesitaba otros siete jugadores. Los candidatos más inmediatos eran los dos hijos del maestro Chávez, que vivían en la casa de al lado en la Urbanización Rodríguez Domínguez. Adán (el mayor) cursaba 5º año y Hugo 4º. Ambos eran miembros de la juventud comunista. Hugo Chávez Frías Adán y Hugo vivían con su abuela paterna Rosinés, quien era amiga de la infancia de Ruiz Guevara. Sus padres habían sido casi familia. Rosinés era hija del famoso bandido local Pedro Pérez Delgado conocido por el nombre de guerra “Maisanta”. Este personaje operó en la región a comienzos del siglo XX convirtiéndose en una leyenda urbana. Ruiz Guevara había sido criado por un lugarteniente de “Maisanta” y conocía muchas anécdotas sobre él. Con esta información creó una versión romántica de “Maisanta”. Para él, Pedro Pérez Delgado no era un bandido sino un luchador social que se había alzado contra la dictadura de Gómez. Según Ruiz, en sus andanzas como guerrillero Maisanta se convirtió en una especie de “Robin Hood” de los llanos. Estas historias atraían al joven Hugo Chávez. El padre de Hugo, el maestro Chávez, también era viejo amigo de Ruiz. Mientras este último permanecía en el PCV, el maestro Chávez peregrinó entre varios partidos iniciándose en el ala izquierda del partido socialcristiano COPEI. Estando allí conoció al candidato Rafael Caldera. Según versiones no confirmadas, Caldera en una visita a la región apadrinó a su hijo Hugo y que por ello el muchacho fue bautizado como Hugo

Rafael. Esta historia nunca fue desmentida por Caldera quien se limitó a decir que tenía demasiados ahijados. Años más tarde, el padre de Chávez empezó a gravitar hacia la izquierda y decidió abandonar COPEI. Eventualmente se convirtió en militante del partido Unión Republicana Democrática (URD), e hizo amistad con el diputado José Vicente Rangel. Cuando en 1967 Luis Beltrán Prieto Espinoza fue expulsado de AD, arrastró consigo a la izquierda y a los sindicalistas de su partido. Una vez fuera de AD, fundó el Movimiento Electoral del Pueblo (MEP), partido de tendencia socialista. Para entonces Venezuela se preparaba para unas nuevas elecciones en diciembre de 1968. En ese tiempo URD y el PCV bajo el nombre “Unidos para avanzar” (UPA) apoyaron a Prieto. Al triunfar Caldera, el maestro Chávez volvió a COPEI. La Escuela de Cuadros en Barinas A fines de 1969 Ruiz Guevara estaba listo para iniciar las actividades ordenadas por Douglas. Para entonces había estructurado un programa de estudios de dos años. En la escuela se impartirían, en horario extra cátedra, cursos de ideología socialista bolivariana a 10 estudiantes del liceo local. Oficialmente el currículo ofrecía un inofensivo ciclo de conferencias sobre Bolívar, Zamora y héroes locales combinadas con actividades deportivas. En esos cursos no se hablaría de comunismo, ni de Douglas Bravo, para no despertar sospechas y pasar desapercibidos. Hablar de marxismo estaba prohibido, pero estaba prevista una sobredosis de odio contra los EE.UU. Hasta entonces las escuelas militares exigían que los aspirantes a cadetes hubiesen aprobado al menos el tercer año de secundaria. Para el año siguiente estaba previsto elevar el pensum a nivel universitario y requerirían el título de bachiller para ingresar. Por ese motivo el historiador decidió exigir tercer año de bachillerato como requisito de ingreso a sus alumnos en la escuela bolivariana próxima a abrir sus puertas. El joven Hugo Chávez Sabaneta es un pequeño caserío situado a 30 Km. de Barinas donde laboraban como maestros de primaria los padres de Hugo. En ese pueblo nació Hugo Rafael Chávez Frías el 28 de julio de 1954, siendo el segundo de seis hijos. Desde la niñez, Hugo se aficionó al béisbol y a la historia. Las leyendas sobre su bisabuelo Maisanta lo trastornaban y lo impulsaron a conocer más sobre él. Su famoso antepasado era un enigma. Su madre, doña Helena, nieta de Maisanta, decía que había sido un forajido. Mientras que su abuela paterna, Rosinés, afirmaba que había sido un héroe. Hugo preferí a la versión de su abuela. Adicionalmente, no se sentía cómodo al lado de su ruda madre, quien lo maltrataba. Como en Sabaneta no había liceo, al crecer los dos hijos mayores (Adán y Hugo) fueron enviados a Barinas a casa de la abuela Rosinés, quien era una mujer cariñosa. No áspera ni gruñona como su madre doña Helena. Luego de mudarse a Barinas, la niñez de Hugo fue feliz. La buena señora preparaba excelentes dulces de lechosa (papaya) y unas golosinas llamadas “arañitas” que sus nietos vendían en la calle. En el resto del tiempo

libre jugaban béisbol. Como Rosinés era muy católica obligó a Hugo a ser monaguillo en la iglesia cercana para despertarle vocación sacerdotal. El intento fue un fracaso. La abuela Rosinés exaltaba a Maisanta. Según ella Huguito era idéntico a su papá (Pedro Delgado, alias Maisanta) y por eso ella no se cansaba de narrarle sus hazañas. Al crecer Hugo buscó saber más sobre su famoso antepasado, quien al morir los dejó menesterosos. De este personaje solo quedó su recuerdo y el escapulario embrujado que le dio su abuela. La carrera militar En julio de 1969 al terminar Hugo su tercer año de bachillerato se aparecieron por el liceo de Barinas los reclutadores de la Academia Militar. Las visitas de captación de aspirantes ocurrían todos los años. En esa oportunidad, y al año siguiente, Chávez no mostró vocación por ser militar, prefiriendo soñar con ser jugador de béisbol profesional. Un mes después de la visita de los reclutadores militares, vino a su casa Ruiz Guevara para invitarlo a ingresar a su escuela bolivariana y Hugo se sentó a escucharlo. Las historias que el viejo contaba eran música para sus oídos. Ruiz era un gran narrador de cuentos del llano incluyendo sabrosas leyendas sobre la vida de Maisanta. La invitación de Ruiz para oír historias y jugar béisbol sonaba interesante, pero Hugo no estaba convencido. Al hablar con los hermanos Chávez, Ruiz observó que Adán no tenía madera de líder sino de operador político, pero en Hugo vio destellos que le llamaron la atención. Adán aceptó de inmediato ingresar a la escuela bolivariana, pero Hugo estaba reacio a la idea. Para convencer a Hugo, Ruiz usó como reclutadores a sus tres hijos quienes junto con los hermanos Chávez eran activistas de la juventud del PCV en el liceo O´Leary además de buenos amigos. Los hijos de Ruiz (que al igual que su padre eran comunistas convencidos) le revelaron a Hugo que su padre había sido guerrillero en la Sierra de Falcón bajo las órdenes de Douglas Bravo y que había sido criado por el secretario de Maisanta. Esa aureola romántica y la promesa de saber más sobre su famoso bisabuelo atrajeron a Hugo. Poco después aceptó ir a las charlas de Ruiz. Chávez ingresa a la escuela de cuadros “Escuela de cuadros” fue un título pomposo para la modesta escuelita que estableció Ruiz en su casa. Como ese nombre tenía connotaciones comunistas no fue utilizado. Ruiz la llamó “Sociedad Juvenil Bolivariana de Barinas”. La sede estaba frente a una plaza y una cancha deportiva destartalada, donde los jóvenes jugaban béisbol. Las clases empezaron en octubre de 1969. Los primeros alumnos fueron los hijos de Ruiz, cuyos nombres reflejaban el fanatismo comunista del padre: Federico (por Engels), Vladimir (por Lenin) y Tania Marx Lenin Ruiz Tirado. A ellos se unieron los hermanos Chávez y cinco activistas juveniles del Partido Comunista local. Entre ellos estaban Luis Velázquez Alvaray, quien llegó a ser Magistrado del Tribunal Supremo de Justicia y Luis Reyes Reyes quien ingresó a la Escuela de Aviación y ocupó relevantes cargos en el gobierno de Chávez.

En casa de Ruiz, los hermanos Chávez (junto con otros muchachos) fueron introducidos al socialismo bolivariano. A Hugo las clases de ideología lo aburrían. Él no era un político sino un beisbolista aficionado a las historias de Maisanta. El “Manifiesto Comunista” le hacía bostezar, pero Maisanta era su plato fuerte. Pese a la escasez de recursos, el mentor hizo un buen trabajo moldeando las mentes de estos jóvenes. Ruiz observaba con gran atención a Hugo y notó que tenía buena voz, era elocuente y emanaba carisma. Pronto se convenció de que tenía los genes de Maisanta y el talento natural de liderazgo que andaba buscando. La leyenda de Maisanta Hugo Chávez creció en Sabaneta oyendo las historias desdeñosas de su mamá Elena sobre su bisabuelo. Elena era hija de Rafael Infante, uno de varios hijos naturales de Pedro Pérez Delgado (Maisanta). El famoso guerrillero había abandonado al padre de Elena siendo niño y esta lo odiaba. En cambio, su abuela Rosinés le narraba historias heroicas sobre él al igual que Ruiz Guevara. Este tenía credibilidad por ser historiador y por haber sido criado por Fidel Betancourt, el secretario de Maisanta. A partir de ese momento la mítica leyenda de Maisanta, hilvanada magistralmente por Ruiz, entremezclada con perfume marxista, lo cautivaron. Según Ruiz, Maisanta fue un legendario y valeroso guerrillero que se enfrentó al tirano Gómez en defensa de los pobres y murió en prisión en el Castillo de Puerto Cabello. Luego de su muerte, el régimen propagó la versión de que había sido un bandolero salteador de caminos. Para Ruiz Maisanta fue un caudillo popular. Ya viejo fue capturado por el general Gómez y enviado a prisión con grillos en los pies al Castillo de Puerto Cabello donde murió en 1924. Por coincidencia, mi tío abuelo, el general Juan Pablo Peñaloza, quien dirigió una guerrilla contra Gómez en el estado Táchira, corrió la misma suerte muriendo en esa prisión en 1931. Ruiz también le inventó a Hugo la leyenda que si no hubiesen hecho preso a Maisanta, hubiera tomado el poder y habría hecho la revolución en Venezuela. Esta revelación lo impactó. La historia de su famoso ancestro lo enorgulleció profundamente. A partir de allí empezó a cuajar en su mente el sueño de convertirse en un moderno Maisanta liderando una revuelta contra el Gobierno. Poco a poco su sueño de ser beisbolista empezó a ser desplazado por el de completar la tarea de su bisabuelo. Las enseñanzas de la escuela de cuadros En la escuelita de Ruiz ante las leyendas de Maisanta palidecían las historias de Simón Bolívar, Simón Rodríguez y Ezequiel Zamora. Aun así Chávez aprendió a reverenciar a Bolívar. La figura de Zamora clamando por igualdad y redención de los pobres fue otro modelo importante. Por eso adoptó la copla de Zamora “Oligarcas temblad” como himno de batalla. Simón Rodríguez lo emocionó menos, pero adoptó algunas de sus ideas. Aparte de las leyendas de Maisanta, Bolívar y Zamora las clases de ideología comunista disfrazada de bolivarianismo le parecieron pesadas. La idea de integración hispanoamericana si lo impresionó.

Al concluir las clases teóricas, el grupo iba a la cercana cancha deportiva a jugar béisbol. En ese deporte Hugo era un líder. Desde la tribuna, Ruiz observaba ese talento que desplegaba Hugo. En 1970, Adán Chávez ingresó a la Universidad. Hugo, por su parte, iniciaba el 5º año de bachillerato. Para entonces Ruiz estaba convencido de que Chávez era el candidato ideal para los planes de Douglas.

CAPÍTULO 7

Rumbo a la Academia Militar La evaluación de Chávez Durante los dos años que lo estuvo adoctrinando, Ruiz no perdió de vista a Hugo. Intuía que tenía madera de militar y además contaba con un verbo encendido aunque tendía a ser deslenguado. Su inteligencia, sin ser superior, era suficiente. El muchacho no era culto pero le gustaba leer, tenía buena memoria, así como dotes histriónicas y de mando. En actividades deportivas y artísticas se transformaba en un líder carismático y su voz retumbaba como un trueno. Ruiz también notó que los demás muchachos lo seguían por ser un líder natural. Su carácter era jovial, dicharachero y le gustaba ser el centro de atracción. Le encantaba cantar tonadas populares y animar reuniones sociales. Como buen llanero, le gustaba declamar y cantar corridos acompañado por arpa, cuatro y maracas. Este mocetón podía ser el líder que Douglas Bravo necesitaba. Ruiz sabía que su sueño no era ir a la universidad, ni ser militar sino convertirse en jugador de béisbol profesional. Eso sería un mal aprovechamiento de su talento. Luego de conocerlo por dos años Ruiz Guevara estaba convencido de que era un líder nato y lo persuadiría para que fuera militar. El reclutamiento de Chávez A partir de 1971 la Academia Militar empezó a exigir el título de bachiller como requisito de ingreso. En esa oportunidad Ruiz Guevara aguijoneó a Hugo para que tomara una decisión. Para adornar su oferta, Ruiz le hizo ver que la beca de los militares era generosa, que además de educación universitaria incluía en forma gratuita internado, uniformes, comida y hasta un pequeño estipendio. Hugo empezó a ceder ante la presión, pero todavía soñaba en ser como su ídolo, el famoso beisbolista “El látigo Chávez”. La revolución era algo etéreo que aún no le había entusiasmado. Para persuadirlo le insinuó que en la Academia podría seguir jugando béisbol y tendría chance de ser reclutado como jugador profesional. Para impedir que Chávez tomara otro rumbo, Ruiz arreció sus esfuerzos para convencerlo. Al efecto habló con la abuela Rosinés para que lo aconsejara. Estas presiones y la necesidad de salir de la pobreza, hicieron que Hugo aceptara ir a la Academia Militar. Al final lo que lo decidió no fue su apego al marxismo, sino la idea de su abuela Rosinés de que él debía convertirse en el nuevo Maisanta y lograr el sueño de su famoso antepasado. Ruiz Guevara había logrado su objetivo. Pensaba que este muchacho tenía más potencial de líder militar que su sobrino el capitán Ramón Guillermo Santeliz Ruiz, quien aunque era un comunista inteligente no era capaz de dirigir un golpe. Era un conspirador teórico de escritorio y Douglas buscaba un líder audaz y carismático. En julio de 1971, cuando Chávez presentó los exámenes finales de quinto año en el Liceo O´Leary, surgió un contratiempo.

Los exámenes de admisión Chávez no podía recibir su diploma de bachiller porque había sido reprobado en una asignatura y debía presentar examen de reparación. Ese diploma era exigido para ingresar la AMV. De inmediato Ruiz habló con el papá de Hugo haciéndole ver que la única esperanza era recurrir a su compadre el presidente Caldera. El viejo Chávez accedió a viajar a Caracas y fue recibido brevemente por el mandatario, a quien había conocido en la campaña electoral de 1968. En esa oportunidad accedió a apadrinar a Huguito. Al verlo, le rogó al Presidente que intercediera para que a su ahijado se le permitiera presentar condicionalmente los exámenes de admisión en la Academia Militar. Su ingreso solo sería posible si aprobaba la asignatura pendiente. El presidente Caldera le prometió interceder ante el nuevo director de la Academia Militar, el general Jorge Ernesto Osorio García. Gracias a esta recomendación Chávez presentó los exámenes de admisión en la Academia Militar y sus calificaciones no fueron nada especial. Era un estudiante ligeramente superior al promedio, con un cociente intelectual normal, formado en un liceo público de provincia. Fue aceptado por dos razones: en las pruebas deportivas había demostrado ser un buen pitcher y el director, el general Osorio, estaba impresionado porque el presidente Caldera lo había recomendado. Para este joven general, con un proyecto para reformar el plan de estudios de la Academia, el aspirante a cadete era un ticket para congraciarse con el Presidente. Luego de presentar los exámenes de admisión Chávez logró aprobar la asignatura reprobada y recibió su diploma de bachiller. Cuando salió en la prensa la lista de aspirantes aceptados, Chávez estaba allí y Ruiz Guevara fue el primero en felicitarlo y le pidió que fuera a su casa para darle instrucciones y despedirse. El aspirante Hugo Chávez fue aceptado por la recomendación del Dr. Caldera y porque en 1972 se celebrarían los juegos Inter Institutos, una especie de mini juegos olímpicos entre las academias castrenses. Esta justa deportiva era tomada muy en serio en el ambiente militar y el reclutamiento de talento deportivo era prioritario. La AMV necesitaba reforzar su equipo de béisbol para derrotar a su rival, la Escuela de Formación de Oficiales de las Fuerzas Armadas de Cooperación (EFOFAC). Según el entrenador del equipo de béisbol, Chávez no era una estrella pero sí un buen jugador. No tenía suficiente talento para ser jugador de béisbol profesional, pero sí para jugar a nivel de las escuelas militares. Con estos créditos no fue difícil aceptar al joven. Manual del infiltrado Antes de despedirse, Ruiz Guevara dio al futuro cadete algunos consejos sobre lo que debía hacer. Durante los cuatro años del periodo de formación como oficial tendr ía prohibido hablar de marxismo o manifestar inclinaciones comunistas con otros cadetes. De esta manera se evitaría las detecciones tempranas ocurridas durante la época de Betancourt. Al graduarse como oficial debía continuar en la misma tónica hasta recibir nuevos lineamientos. Solo podía formar su primera célula secreta una vez que fuera

autorizado para captar seguidores. Su discurso debía ser nacionalista y antinorteamericano, sin hacer alusiones comunistas. Su conversación debía centrarse en Simón Bolívar, la lucha contra la corrupción y las ofensas del imperialismo yanqui. Los candidatos que debían ser captados tenían que ser militares con capacidad de liderazgo para atraer nuevos reclutas. Estas técnicas eran parte de la cartilla estándar de la KGB para sembrar agentes dentro de las fuerzas enemigas. Chávez seguiría al pie de la letra los consejos de su mentor. Técnicamente él no era un miembro del Partido Comunista, porque Douglas Bravo había sido expulsado de ese partido. El joven aspirante a cadete era un bolivariano, la nueva criatura de extrema izquierda creada para infiltrar el Ejército. Sobre el particular, Ruiz Guevara negó que Chávez fuese comunista antes de ingresar a la Academia Militar en una entrevista: “Chávez no entró al Ejército catequizado, el Partido Comunista no influyó nada en eso. Él ya tenía una formación política y llevaba metida en la cabeza la función del Ejército Rojo”8. Técnicamente Ruiz tiene razón. La ideología que le inculcó fue el “bolivarianismo”, no el comunismo. El primero es una variante del segundo. Al mentor de Chávez se le pasó por alto que el “Ejército Rojo” era el nombre del Ejército de la URSS. 8. Marcano, Cristina y Alberto Barrera Tyszka. (2004). Hugo Chávez sin uniforme. Caracas: Editorial Random House Mondadori.

El camarada “Harold” Chávez fue aleccionado para que al salir por primera vez de permiso debía comunicarse desde un teléfono público con un misterioso personaje llamado “Harold”. Por razones de seguridad se identificaría con el “santo y seña” Maisanta/Bolívar. Ruiz le advirtió que si llegaba a conocer información de interés para la causa o creía haber sido detectado se comunicara de inmediato con su manejador. Por último le indicó que cuando fuera a Barinas durante sus vacaciones lo visitara para recibir instrucciones. Dicho esto, el viejo maestro dio por terminada la reunión. Al marcharse, Ruiz le regaló un ejemplar del libro El diario del Che en Bolivia, para que lo leyera durante su largo viaje a Caracas. Luego de abrazarlo le advirtió: “Léelo con atención pero no se te ocurra presentarte a la Academia Militar con este libro”. Al salir de la casa, Chávez ya era un soldado de la revolución antes de ser un cadete de la AMV. Aparte de esas instrucciones, antes de marcharse Hugo sabía muy poco de su misión. Ruiz Guevara solo le indicó que luego de ingresar a la Academia Militar esperara instrucciones. Las técnicas de la seguridad de información requerían compartimentar o fragmentar los secretos para que su totalidad solo fuera conocida al más alto nivel. Las técnicas de inteligencia incluyen la “necesidad de saber” para los operadores. Según esta práctica, los topos deben conocer solo lo estrictamente necesario para cumplir su tarea. De esa manera si son capturados no revelarían información clasificada. Hugo era entonces un adolescente que estaba en el nivel más bajo de un proyecto revolucionario y ni siquiera conocía a Douglas Bravo. Al ingresar a la Academia Militar, Chávez iba a convertirse en un topo sin saberlo. Al marcharse, Ruiz Guevara le hizo saber que su

sobrino, el capitán Santeliz Ruiz lo contactaría en la AMV y le daría instrucciones. El escapulario de Maisanta Luego de despedirse de su familia, Hugo repasó mentalmente las instrucciones recibidas. Su misión era más difícil que la de su hermano Adán quien había ingresado un año antes a la Universidad de Los Andes (ULA). Él le dijo que ese instituto era un hervidero comunista y eso le encantaba. En cambio, él iba a meterse en un antro derechista. Ruiz le había inculcado el amor por la causa marxista y el odio por la derecha y los socialdemócratas. Antes de partir, en medio de las lágrimas de despedida, su abuela le entregó el escapulario que usó como talismán su bisabuelo Maisanta. Ese amuleto le había dado suerte y lo había salvado de muchos peligros, hasta que lo atraparon las fuerzas del dictador Juan Vicente Gómez. Hugo, con fervor, se lo puso al cuello y se marchó hacia su futuro. En la Academia Militar le hicieron quitar su amuleto, porque no estaba permitido usar abalorios, pero lo mantuvo siempre en su cartera. Rumbo a lo desconocido Mientras el autobús rodaba hacia Caracas, Hugo ensimismado empezó a leer el libro del “Che”. Esta no era su lectura normal. Sus favoritas eran epopeyas históricas de tono grandilocuente como Venezuela Heroica, de Eduardo Blanco que le encantaba. Para distraerse le gustaba leer las populares novelas de vaqueros del español Marcial la Fuente Estefanía. No leía la prensa y ni siquiera se enteró de que había una crisis militar en el país debido a la renuncia del Ministro de la Defensa de Caldera. Tampoco supo que habían nombrado a un nuevo director de la Academia Militar. Aparte de las hazañas guerreras de Bolívar y de su bisabuelo Maisanta, sabía muy poco de historia militar de Venezuela. Al llegar a Caracas recogió su morral, tomó un taxi y se fue a Fuerte Tiuna. Al ingresar a la prevención de la Academia Militar no se dio cuenta de que aún cargaba el libro que le obsequió Ruiz Guevara. Por fortuna, el brigadier que lo recibió no revisó su material de lectura. De haberlo hecho, allí hubiera terminado su carrera militar. Ese fue su primer escape. En lo sucesivo, la buena suerte no lo abandonó. Creía que el escapulario de Maisanta lo protegía. El 4 de febrero de 1992 ese caudal de buena fortuna se agotó. En agosto de 1971 ingresaron a las FAN los dos primeros infiltrados provenientes de la Escuela de Cuadros de Ruiz Guevara: Hugo Chávez Frías a la Academia Militar y Luis Ramón Reyes Reyes a la Escuela de Aviación. El plan de Douglas estaba en marcha. Era cuestión de tiempo y paciencia mientras crecía la logia y se dieran las “condiciones objetivas”. “La casa de los sueños azules” La Academia Militar de Venezuela es el centro de formación de la mayoría de los oficiales del Ejército de ese país. El uniforme de salida de los cadetes es azul celeste con un vivo azul turquí y es de corte prusiano, al estilo de fines del siglo XIX. De allí el nombre poético conque llamaban ese instituto militar. La Academia es un edificio espartano y no

tiene nada de paradisíaco. Es un centro de formación destinado a endurecer a los cadetes y a hacerlos obedientes a las órdenes sin discusión. Es una escuela de guerreros, aunque la mayoría de sus graduados no hayan estado jamás en combate. En todo caso el tema de la guerra, la batalla, las armas, la disciplina, el valor, la violencia y la gesta militar son el trasfondo de la educación que allí se imparte. Fui cadete en esa Academia entre 1957 y 1961 y guardo recuerdos de días felices, duros y hasta dolorosos. Recibí una buena educación aliñada con algunos maltratos. Al salir, mi mente había cambiado. El civil quedó atrás y había jurado defender la Constitución. Mi madre me enseñó que un juramento es algo sagrado que debía tomarse en serio. Tenía la vida de soldado por delante y una promesa que cumplir. Algo similar le debe haber pasado a Hugo Chávez, pero este era un topo con una misión muy diferente. Él era un infiltrado que venía a prepararse como soldado para asaltar el poder. Para ello debía hacer un juramento que luego traicionaría. La Escuela Militar de Gómez El general Gómez fue un campesino con poca educación formal pero muy inteligente. En mayo de 1899 invadió Venezuela desde Colombia con su compadre Cipriano Castro. Luego de una serie de encuentros, los rebeldes tomaron la capital en octubre cuando el presidente Andueza huyó. Cipriano Castro asumió el poder designando a su compadre como comandante de la mesnada que lo llevó al poder. Con Cipriano Castro se inició el desarrollo de la industria petrolera en Venezuela y comenzó la construcción de una Academia Militar. En 1908, Castro enfermó y se marchó al extranjero para curarse, dejando a su compadre encargado de la presidencia. Una vez en el poder, Gómez impidió el regreso de Cipriano Castro e impuso una feroz dictadura. Con Gómez Venezuela empezó a recibir una renta petrolera creciente gracias a la popularidad del motor de combustión interna y la Primera Guerra Mundial. Al tomar el poder, decidió que era necesario acelerar la construcción de la Academia Militar. Conocía las fallas militares existentes y la necesidad de profesionalizar a la oficialidad. Para entonces existía un precario cuerpo militar mal organizado y sin entrenamiento. Los oficiales provenían de las propias tropas y eran aguerridos pero en su mayoría analfabetas. A ellos se les llamaba “troperos” y popularmente “chopos de piedra”. Chopo era el nombre coloquial que se le daba a los fusiles de la época. Etimológicamente, la palabra viene del italiano “schioppo” que significaba fusil o mosquetón. Gómez, sin ser un militar profesional, intuyó la necesidad de crear un ejército bien armado y entrenado para dominar a los caudillos que pululaban en el país. En esa época el modelo militar prusiano estaba de moda y Gómez importó al coronel chileno Samuel Mc. Gill para dirigir esa escuela. Desde entonces, la AMV sigue el modelo prusiano en medio del trópico. Esa contradicción es parte de nuestro realismo mágico. Gracias a la renta petrolera y al nuevo Ejército, Gómez acabó con los caudillos y gobernó hasta su muerte. El respeto a la antigüedad

La antigüedad, medida en términos de tiempo de servicio en el grado o méritos reconocidos, es una respetada tradición militar. En Venezuela, las periódicas revoluciones militares han dado al traste varias veces con esa tradición que es una de las columnas sobre las cuales descansa la institución armada. En 1945, la revolución de octubre envió a sus casas a los viejos oficiales “chopos de piedra”. El 23 de enero de 1958 al asumir la nueva Junta de Gobierno casi todos los generales y la mayoría de los coroneles fueron pasados a retiro por considerarlos Pérez jimenistas. En esa jerarquía solo quedaron unos pocos generales. Los más antiguos eran los hermanos Wolfgang y Carlos Larrazábal que eran contralmirantes graduados en 1932, y en la aviación quedaba el general Jesús María Castro León, graduado en 1928. Este había perdido cuatro años de antigüedad al ser retirado de las FAN en 1931 por conspirar contra Gómez. En 1935 a la muerte del dictador fue reincorporado con la misma antigüedad de los Larrazábal. Por su antigüedad y tras haber sido relegado por Pérez Jiménez en el mando, el contralmirante Wolfgang Larrazábal fue electo presidente de la Junta de Gobierno. Al asumir el poder, propuso a su hermano como Ministro de la Defensa, alegando que era el más antiguo después de él. El Alto Mando Militar se opuso aduciendo que Carlos era compadre de Pérez Jiménez, había pasado doce años como agregado militar fuera del país (antes de ascender) y que como Almirante había ocupado un cargo civil en el Ministerio de Comunicaciones. A Wolfgang no le quedó más remedio que designar ministro de la defensa al general Castro León, de la Aviación Militar quien tenía la misma antigüedad que ellos. Castro León fue destituido como Ministro de la Defensa el 23 de julio de 1958 y pasado a retiro luego de presentar un ultimátum a Larrazábal. Su reemplazo fue el general Josué López Enríquez, quien era Comandante de la Aviación y había ascendido el 5 de julio. Carlos Larrazábal pensó protestar ese nombramiento amenazando con pedir la baja. Su amigo, el líder comunista Gustavo Machado lo convenció para que continuara en el Comando de La Marina, donde su presencia era indispensable para los planes que organizaba el PCV. La purga de Betancourt Dos meses después de que Castro León fue expulsado de las FAN, Wolfgang Larrazábal se lanzó como candidato presidencial, para lo cual se vio obligado a pedir la baja, pero su hermano Carlos continuó al frente de la Marina de Guerra. Betancourt gano las elecciones en diciembre de 1958 y al asumir el poder en febrero de 1959 retuvo al general López Enríquez como Ministro de la Defensa. Gracias a la insistencia de Wolfgang, el Presidente electo ratificó a regañadientes a su hermano como Comandante de las Fuerzas Navales. En ese tiempo, Betancourt tenía información sobre la relación de Carlos con el líder comunista Gustavo Machado. A partir de allí lo mantuvo bajo discreta vigilancia. Como aún quedaban algunos coroneles antiguos afectos a Pérez Jiménez conspirando, Betancourt decidió purgarlos emitiendo un decreto que pasaba a retiro a los oficiales al cumplir treinta años de servicio. Como la edad promedio de graduación de los

subtenientes es de veinte años, esta decisión obligaba a dar de baja a los militares a los cincuenta años. Betancourt sufrió un atentado terrorista el 24 de junio de 1960 en la Avenida Los Próceres en Caracas. En ese incidente resultó muerto el jefe de su Casa Militar y fue herido su Ministro de la Defensa, por lo que se vio obligado a nombrar al general de División Antonio Briceño Linares, otro general de la Fuerza Aérea menos antiguo que Carlos Larrazábal. Para entonces los generales más antiguos del Ejército habían sido pasados a retiro en la purga de Pérez Jimenistas. Briceño Linares permaneció como Ministro el resto del periodo presidencial de Betancourt. La pacificación de Leoni y Caldera En las elecciones presidenciales de 1963 fue electo Raúl Leoni. Al recibir la presidencia en 1964 continuó con esta práctica y nombró como Ministro de la Defensa al general Ramón Florencio Gómez a quien mantuvo en ese cargo durante todo su Gobierno. En esas elecciones fue electo diputado por AD Salom Mesa Espinoza, quien al asumir su curul le pidió a su asistente Nicolás Maduro García (exiliado en Colombia) que regresara a Caracas. Maduro le pidió ayuda para obtener la documentación de nacionalidad venezolana a su familia colombiana que incluía a su esposa, tres hijas y un varón llamado Nicolás Maduro Moros. Esta solicitud era tarea fácil para un diputado del gobierno con influencias, pues esta práctica ilegal era común en esa época, bien fuera mediante sobornos a los funcionarios encargados o por medio de tráfico de influencias. De esa manera el indocumentado arubeño obtuvo esos documentos sin llenar los requisitos de ley. La partida de nacimiento de Nicolás Maduro Moros —hoy presidente encargado de Venezuela— emitida en la Parroquia Santa Rosal ía de Caracas en 1964 contiene información falsa y no presenta los datos filiatorios requeridos por la ley venezolana, por lo cual es ilegal. Esa partida de nacimiento fue la que presentó ante el Consejo Nacional Electoral para optar a la candidatura presidencial el 14 de abril del 2013, luego de la muerte de Chávez. Maduro no podía ser Presidente porque su partida de nacimiento es falsa y no es venezolano. Durante los años del gobierno de Leoni la democracia se fue consolidando en Venezuela y en Hispanoamérica y la guerrilla castrista se fue minimizando. Al finalizar su mandato, muchos comunistas estaban convencidos que la guerra de guerrillas no tenía futuro y algunos revolucionarios se fueron pacificando. El primer presidente socialcristiano de Venezuela que asumió el poder en 1969 fue Rafael Caldera. Pese a ser conservador, en materia militar tenía sus propias ideas y al tomar el cargo anunció que haría importantes cambios en la política socialdemócrata y anticomunista del Pacto de Punto Fijo, auspiciado por sus predecesores. Además, abandonó la práctica de formar gobiernos de coalición con figuras políticas de la oposición y anunció que ampliaría la política de pacificación iniciada por Raúl Leoni. Caldera se proponía hacer la paz con la guerrilla y terminar esa guerra. La política

iniciada por Leoni había hecho que algunos guerrilleros depusieran las armas, pero muchos continuaron luchando. Entre estos figuraban Douglas Bravo y su lugarteniente “Fausto”. La política de pacificación de Caldera y el repliegue de Fidel fueron duros golpes para las guerrillas. La mayoría de los insurrectos se legalizaron, pero en las montañas y en la subversión urbana quedaron grupos pequeños de comunistas empecinados en la salida violenta. Pocos días después de asumir el poder Caldera, el líder marxista Teodoro Petkoff, que acababa de ser detenido, anunció su respaldo a la pacificación. Casi inmediatamente el partido comunista fue legalizado y en abril Caldera indultó a varios comunistas detenidos incluyendo a Guillermo García Ponce, Pompeyo Márquez y Teodoro Petkoff. Este indulto negociado creó un fuerte nexo entre Petkoff y Caldera. La actitud de este último al asumir su primer mandato fue sorpresiva, porque se suponía que era un hombre de derecha anticomunista. El problema era que quería apartar a Venezuela de la “Doctrina Betancourt”. Para ello era necesario imponer cambios en la política exterior y en el manejo de las FAN. Sus planes incluían romper con el tono anticomunista que regía la política exterior e impregnaba la institución militar. En este proceso se acercó a los comunistas legalizando ese partido, aceleró la política de pacificación iniciada por Leoni y, desconfiando de los generales que consideraba socialdemócratas, decidió hacer cambios profundos en la política militar. Los últimos nasseristas El ejemplo de Egipto en 1952 atrajo el interés de los militares venezolanos. Ese año el general Muhammad Naguib, al frente del Ejército, derrocó al Rey Farouk. Al año siguiente una logia militar izquierdista llamada “Oficiales libres”, dirigida por coronel Gamal Abdel Nasser, destituyó a Naguib y tomó el Gobierno. Luego del fracaso del alzamiento del 1º de enero de 1958 en Venezuela y la toma del poder por la Junta Militar encabezada por Wolfgang Larrazábal, la logia de Trejo trató de imitar lo ocurrido en Egipto y se les empezó a llamar “nasseristas”. Luego del retiro de Trejo se empezó a mencionar en los corrillos la existencia de nuevos líderes. Entre estos se mencionaba a los generales Martín García Villasmil y Jorge Osorio García, quienes no actuaron en el golpe del 1o de enero del 1958. Aunque nunca fueron señalados públicamente como nasseristas, los políticos sospechaban de ellos. Por eso, aunque ambos fueron oficiales prestigiosos, sus carreras militares terminaron abruptamente. Mi experiencia en los EE.UU. En 1966 siendo Teniente, el Ministerio de la Defensa convocó a un concurso para que oficiales optaran a una beca para estudiar ingeniería electrónica en los EE.UU y yo decidí participar y tuve la fortuna de ganármela. Me enviaron a estudiar en la Universidad de Houston en Texas. Para ese entonces la guerra en Vietnam estaba en su apogeo y el movimiento hippy estaba de moda. En los EE.UU. los izquierdistas trataban de tomar ventaja de la oposición a la guerra, pero tuvieron poco éxito. Durante esos años Fidel se retiró de Venezuela, Douglas Bravo tomó el control de la subversión y Rafael Caldera fue

electo presidente. Durante 5 años viví en Texas y ascendí al grado de Capitán inmerso en un ambiente civil. Al estar fuera del régimen castrense, en contacto permanente con profesores y estudiantes universitarios, mi óptica política cambió. En este lapso vi las diferencias entre algunos valores del sistema político militar entre Venezuela y EE.UU. Hasta ese momento creí que en Venezuela teníamos una democracia y compartíamos los valores de occidente. Al estar en EE.UU. en un ambiente civil me di cuenta de que esto no era cierto del todo. Desde la distancia pude presentir que en el trasfondo se agitaban los fantasmas de nuestro pasado autoritario y mercantilista, los cuales podían transmutarse en modernos y peligrosos caudillos gracias al petróleo. En la universidad pude ver que EE.UU. enviaba a los futuros generales a hacer cursos de postgrado en universidades. La idea no era perfeccionar sus conocimientos técnicos sino hacer que los futuros jefes se adaptaran al mundo civil. Este contacto permite a los militares desarrollar una actitud prodemocrática, contraria a los golpes de Estado e impide la formación de una casta militar separada. En Venezuela, luego de la huida de Pérez Jiménez, los contactos de los oficiales con la vida civil se incrementaron al permitirles que por su cuenta asistieran a las universidades. Posteriormente, esa política se revirtió al crearse universidades militares con la intención de separar a los militares de la influencia civil. A fines de los años sesenta dos hechos marcaron un cambio de tendencia. El golpe dirigido por el general izquierdista Velasco Alvarado en Perú y la elección en 1970 del candidato socialista Salvador Allende indicaban que la izquierda estaba de vuelta. En 1968 el Gen. Velasco Alvarado, siendo Comandante General del Ejército peruano, dio un golpe de Estado. Los alzamientos militares son parte del escenario latinoamericano, pero este golpe tenía una particularidad: Velasco era un izquierdista radical. Él no fue el primer socialista militar en llegar al poder en la región, pero su insurgencia influyó mucho. Cuando Velasco reconoció Cuba, estrechando relaciones con Fidel, dejó en evidencia que la influencia cubana no se limitaba al Caribe. Para la época del golpe de Velazco yo estudiaba en los EE.UU. y el Perú se convirtió en el tema del día. Charlando con un compañero en la Universidad que era un coronel americano, le pregunté: ¿Por qué los militares americanos no dan golpes de Estado? Él me miró sorprendido y me respondió: —Aquí un golpe es inconcebible. Si alguien me invita a conspirar para tumbar al gobierno, lo enviaría al manicomio más cercano. Esa respuesta me hizo entender por qué somos tan diferentes. Yo sabía que en Venezuela las conspiraciones militares para asaltar el poder eran parte de la vida diaria. En ese momento me convencí de que mientras los militares y los políticos latinoamericanos no modernicemos nuestras mentes seguiremos hundidos en el atraso. Mi regreso a Venezuela

Poco antes de mi graduación como ingeniero, conocí en la universidad a un estudiante palestino que había desertado de un campo de entrenamiento en Cuba. Según él, desde 1967, la Organización de Liberación de Palestina dirigida por Yasser Arafat había enviado más de tres mil jóvenes para entrenarse en Cuba como terroristas. Allí había sido entrenado con africanos e iraníes. Evidentemente, el interés de Fidel no se limitaba a América Latina. Al regresar a Venezuela en 1970 noté que la actitud antinorteamericana crecía en el Ejército, incluso algunos me criticaron por haber estudiado en ese país. Aunque la guerra de guerrillas estaba siendo derrotada, la figura de Fidel era admirada no por su izquierdismo, sino por su odio a los norteamericanos. Luego del repliegue de Fidel de Venezuela aparecieron otros militares izquierdistas en la región. Además de Velasco Alvarado (en Perú), recuerdo a los generales Líber Seregni (en Uruguay), Juan José Torres (en Bolivia), Carlos Prats (en Chile) y a Omar Torrijos (en Panamá). El izquierdismo militar estaba en boga y en Venezuela había un cambio profundo en la política militar. Para entender ocurrido debo recapitular. La política militar de Betancourt Luego de la caída de Pérez Jiménez fueron reintegrados a las FAN algunos militares que habían sido expulsados por la dictadura. Estos oficiales comprometidos con la democracia fueron puestos al frente de la institución castrense y el viejo generalato fue retirado. Entre los reincorporados estaban algunos oficiales comunistas. Para acelerar la salida de los viejos oficiales afectos a Pérez Jiménez, Betancourt estableció por decreto un sistema de retiro automático de los militares al cumplir 30 años de servicio. Este decreto permanecería en vigencia durante diez años para permitir remozar los mandos castrenses. Pasada una década, se restablecería el viejo sistema que permitía extender la carrera de los altos jefes hasta los 60 años dando continuidad a los mandos. Para evitar el cambio anual de los altos jefes militares, Betancourt dispuso que el presidente tuviera capacidad de extender la carrera de algunos militares más allá de los treinta años fortaleciendo el liderazgo de los ministros de defensa y comandantes de fuerza. Gracias a esa política, los generales Antonio Briceño Linares y Ramón Florencio Gómez permanecieron cada uno durante cinco años al frente del Ministerio de la Defensa con los presidentes Betancourt y Leoni. Durante ese largo periodo de mando tuvieron tiempo para convertirse en líderes capaces de enfrentar la amenaza castro comunista. La política militar de Caldera Cuando Caldera apareció en escena en 1969, echó abajo el sistema de relevo de los altos mandos implantado por Betancourt y continuado por Leoni. Caldera relegó a algunos de los hombres que habían liderado la lucha antiguerrillera por considerarlos afectos al partido Acción Democrática. Estos militares fueron reemplazados por oficiales cercanos al partido COPEI o que tuvieran diferencias con AD, decisión que introdujo la política dentro de las FAN. Luego, Caldera cometió otro error haciendo permanente el decreto temporal de

Betancourt que obligaba el retiro automático de los militares al cumplir treinta años de servicio. La intención de Betancourt de purgar a los Pérez jimenistas con esta medida temporal, la convirtió Caldera en una política permanente de rotación anual de los mandos. Esto condujo al ritual del retiro anual de los altos mandos que se iban a sus casas al cumplir cincuenta años. De esta manera se inició el hábito de decapitar el liderazgo castrense cada año incorporando anualmente nuevas promociones al poder. Esta perversa práctica debilitó la cohesión de las FAN dando oportunidad a las promociones militares de que se aseguraran un año en el poder. El sistema degeneró convirtiéndose en un mecanismo de corrupción, purgas internas y tráfico de influencias. Mientras los altos mandos rotaban en un carrusel anual, grupos de oficiales conspiraban para apoderarse del país. El modelo militar implantado por Caldera fue un error histórico que debilitó el mando permitiendo que conspiradores de izquierda siguieran en servicio activo protegidos por oficiales de mayor jerarquía, pese a múltiples denuncias en su contra. La política militar de Caldera no fue buena, pero su estrategia de pacificación fue exitosa porque estimuló el adiós a las armas de muchos guerrilleros. Caldera no liquidó las guerrillas pero las debilitó mucho. En ese periodo, Douglas Bravo (actuando independientemente de Castro y los soviéticos) siguió tratando en vano de unificar los díscolos grupos subversivos. Al ver que no progresaba resolvió cambiar de táctica y volver a sus orígenes organizando la subversión urbana e iniciando su plan de infiltrar las FAN con el objeto de tomar el poder. En materia militar, Caldera consideraba que los generales de más alta graduación de esa época eran pro adecos, es decir, eran simpatizantes o cercanos al Partido Acción Democrática (AD) de los ex presidentes Leoni y Betancourt. Él no confiaba en esos militares y buscó la forma de excluirlos de los altos mandos. Para ello debía violar la tradición de la antigüedad nombrando y ascendiendo a militares reconocidos como anti adecos. Algunos de ellos eran considerados simpatizantes del movimiento nasserista que había liderado el coronel Hugo Trejo en los años cincuenta contra Pérez Jiménez. Para entonces, Trejo estaba retirado y se había convertido secretamente en ficha de Douglas Bravo. La nueva política militar le trajo problemas a Caldera con algunos jefes castrenses. Caldera rompe la tradición militar Al llegar a la presidencia, Caldera nombró como jefe de su Guardia de Honor al teniente coronel Iván Moros Ghersi, a quien conocía por ser primo del senador copeyano Carlos Moros Ghersi. De esta manera lo adoptó como su hombre de confianza en el mundo militar y le encomendó formar un grupo militar de apoyo. Este espaldarazo presidencial le dio a Moros la oportunidad de proponer para el Alto Mando a oficiales superiores a él que consideraba adversarios de los adecos. Entre ellos estaban los generales Martín García Villasmil y Jorge Ernesto Osorio García a quienes los adecos señalaban como nasseristas. Como jefe de la Casa Militar recomendó al general Juan Manuel Sucre Figarella, quien

(aunque tenía un hermano que era líder de AD) era muy religioso y miembro del Opus Dei. A esa organización religiosa pertenecía Caldera. Por su parte, para trabajar con él en la Guardia de Honor, Moros Ghersi solicitó a los oficiales que había reunido en su casa luego del triunfo de Caldera. Cuando Caldera decidió nombrar a un nuevo Ministro de la Defensa, el general más antiguo era Pablo Antonio Flores Álvarez quien era Inspector General de las FAN. Siguiendo la tradición, debía ser nombrado Ministro de la Defensa, pero Caldera lo consideraba “adeco” pese a haber sido el militar que insistió en reconocer su apretado triunfo. El nuevo Presidente escogió para el más alto cargo militar al general Martín García Villasmil, un distinguido oficial de artillería muy culto, educado en Francia. García era de menor antigüedad que Flores y al designarlo, Caldera rompió una tradición muy apreciada por los militares. El general Flores se sintió ofendido y se declaró en rebeldía negándose a cumplir órdenes del nuevo Ministro de la Defensa. El caso fue llevado a juicio y finalmente Flores fue encarcelado en el Cuartel San Carlos por dos años. Esta acción de Caldera marcó la primera intromisión abierta de un jefe de Estado en los asuntos militares contra la voluntad de la institución. Esta conducta se hizo ley en los años subsiguientes. Mientras Caldera iniciaba su mandato con una tormenta militar, en octubre de 1969 comenzó (modestamente) a funcionar en secreto la escuela bolivariana de Ruiz Guevara en Barinas. Salvo Douglas, Alí y “Harold” nadie se enteró del hecho. Luego de ser designado Ministro de la Defensa, el general García Villasmil empezó a tener diferencias con el presidente Caldera. El Jefe de Estado estaba preocupado por la tendencia de este general de dar declaraciones a la prensa. Adicionalmente, García había manifestado no estar de acuerdo con algunos ascensos y asignación de cargos que Caldera proponía. Esto creó tensión entre ambos. A mediados de 1969 García Villasmil manifestó públicamente su disgusto por la continua intromisión del presidente Caldera en el tema de los ascensos y cargos militares. Estas declaraciones provocaron su inmediata renuncia que, para muchos, fue una destitución así que fue reemplazado por el vicealmirante Jesús Carbonell Izquierdo. Ese año Caldera ascendió al grado de General de Brigada a una nueva generación de oficiales encabezada por Jorge Alberto Osorio García. Estos ascensos dieron inicio a la política de Caldera para relevar a los generales que consideraba pro adecos en los altos mandos. En julio de 1970 Caldera nombró director de la Academia Militar al general Osorio. Este prestigioso oficial de infantería, además de méritos militares, tenía porte marcial, carisma y fama de prusiano. Su nombre era mencionado en forma velada como uno de los sobrevivientes de la logia nasserista dentro del Ejército. Un año después ingresaba el cadete Chávez a la Academia Militar.

CAPÍTULO 8

El cadete Chávez General Jorge Osorio García En julio de 1969, en medio del tumulto causado por la insubordinación del general Pablo Flores, Caldera nombró Ministro de la Defensa al general García Villasmil y ascendió al grado de General de Brigada a una nueva generación de oficiales encabezada por Jorge Alberto Osorio García. Estos ascensos dieron inicio a la política de Caldera para relevar a los generales que consideraba pro adecos en los altos mandos. García y Osorio eran oficiales de prestigio con una excelente carrera. Ambos eran señalados veladamente como líderes de la logia nasserista. El general Osorio fue nombrado Director de la Academia Militar (AMV) en julio de 1970. Esa escogencia fue bien recibida en el medio castrense. García, tenía porte marcial, carisma y fama de prusiano. Aparte de ser una figura apolínea, tenía inclinaciones hacia la enseñanza, pasando la mayor parte de su carrera como oficial de planta de la AMV. En julio de 1969, siendo Capitán, terminé mis estudios de ingeniería eléctrica en la universidad de Houston. Al regresar a Venezuela fui enviado al Servicio de Comunicaciones para participar en el diseño del “Sistema de Comunicaciones para la Defensa Nacional” (SICODENA). Estando allí fui llamado por el general Osorio con quien había trabajado siendo teniente. Osorio me tenía aprecio y me preguntó si quería volver a la Academia Militar como comandante de una compañía de cadetes. El me necesitaba además para participar en el diseño y desarrollo del Plan Andrés Bello. Acepté pero la transferencia no fue posible porque el Servicio de Comunicaciones se opuso. Yo había firmado un contrato para trabajar por cinco años en esa dependencia antes de irme a estudiar. Sin embargo fui autorizado para trabajar a tiempo parcial en ese proyecto. Al terminar el diseño del Plan Andrés Bello el general Osorio invitó al presidente Caldera para presentárselo. A esa reunión fui invitado junto con otros oficiales y profesores civiles que habían colaborado con el proyecto. En esa oportunidad Osorio me presentó al presidente. Desde entonces cada vez que lo veía me saludaba. Al mismo tiempo empecé a dar clases de física a los cadetes. Uno de mis alumnos fue Hugo Chávez, un estudiante promedio quien no llamó mi atención por no verle en clase facetas descollantes. Luego de familiarizarme con el proyecto del Plan Andrés Bello, sus lineamientos me parecieron buenos. Solo me intrigó el énfasis para exaltar la figura del Libertador como un semidiós. El plan contemplaba la creación de una cátedra bolivariana como centro del pensum y una nebulosa sociedad bolivariana con cadetes escogidos y una misión no definida. Para mí esa sociedad lucía como el embrión de una secta inconveniente. En privado le confié a Osorio mis reservas. El general arrugó la cara y me dijo: —Peñaloza, usted regresó de EE.UU. americanizado, pero se le irá quitando y entenderá lo que estamos haciendo. Los gringos no son de confiar. En ese momento consideré imprudente responder. Entretanto, gracias a la exitosa política de pacificación de Caldera, las guerrillas se habían ido minimizando. Fidel se

había replegado y Douglas Bravo no tenía los recursos ni el poder de convocatoria para convertirse en jefe único de la subversión. Pese a esas dificultades, el jefe guerrillero había iniciado en Barinas su proyecto de Escuela de Cuadros y Hugo Chávez era uno de los alumnos. Osorio García hizo una gran labor como director de la AMV entre 1970 y 1974. En su primer año desarrolló un ambicioso plan académico elevando la AMV a nivel universitario. El plan de Osorio empezó llamándose “Plan Bolívar”, pero luego cambió su nombre a “Plan Andrés Bello”, por instrucciones del presidente Caldera. A Osorio no le gustó el cambio de nombre, pero obedeció. El plan giraba alrededor de un código de honor centrado en la figura de Bolívar. Ese Código dice en su artículo 10: “Estoy orgulloso de ser un legítimo heredero de las glorias de Bolívar y de cumplir con mi Código de Honor”. Para inculcar estas ideas se creó en la AMV una cátedra bolivariana destinada a exaltar al Libertador, así como una Sociedad Bolivariana para agrupar a los cadetes más fervorosos del héroe. El culto a Bolívar era de vieja data, pero a partir de la llegada de Osorio adquirió matices extremos. Dentro de ese rígido código se inculcó a los cadetes que eran “herederos de las glorias del Ejército libertador” y que ellos serían los generales del año 2000 sobre los cuales descansaban las esperanzas de la nación. Las doctrinas que inculcó Osorio facilitaron la creación de una logia militar centrada en Bolívar. La primera promoción que se formó bajo esa concepción fue la de Chávez en 1975. En relación con las reformas, el general Ochoa Antich 9 comentó al respecto: “Las reformas académicas en las Fuerzas Armadas han tenido importantes consecuencias históricas en Venezuela. Así ocurrió en 1908, al fundar Cipriano Castro la Escuela Militar de Venezuela. El prestigio militar del general Isaías Medina Angarita, que lo condujo a la Presidencia, surgió al haber sido durante once años consecutivos comandante de la compañía de cadetes. Las principales conspiraciones militares del siglo XX están relacionadas con vinculaciones que surgieron en la Academia Militar”.

El compañerismo y solidaridad entre los militares facilita la formación de logias castrenses dirigidas por oficiales ambiciosos con prestigio. Estas logias son adoctrinadas y usadas como instrumento para derrocar el Gobierno. Osorio, siendo coronel había sido durante tres años Comandante del Cuerpo de Cadetes y posteriormente (por cuatro años) director de la AMV. En ese tiempo trabaje con él y nunca supe que estuviese conspirando. Por su presunta asociación con los nasseristas Osorio era visto con recelo por los políticos. De esa manera se creó fama de anti adeco atrayendo la atención de Caldera. Triunfo de Allende En noviembre de 1970, en Chile, el candidato socialista Salvador Allende ganó la elección presidencial en una segunda vuelta —apoyado por los socialcristianos y los comunistas—, luego de firmar públicamente un acuerdo de respetar la Constitución. En 1971, al tomar el poder, restableció relaciones con Cuba y empezó a violar la Carta Magna. Pese a haber sido candidato de una pequeña minoría, al llegar al poder asesorado por Fidel Castro trató de imponer un sistema socialista a troche y moche. La injerencia cubana llegó al punto de que Fidel pasó más de un mes en Chile apoyando Allende. Esto

despertó recelos entre los militares. Ante esta situación el presidente norteamericano Richard Nixon dio instrucciones a la CÍA para defenestrarlo. A mediados de 1971, las medidas económicas socialistas hicieron aparecer los primeros síntomas de desabastecimiento y la resistencia contra él empezó a organizarse. Al regresar a Cuba, Fidel hizo escala en Lima y se reunió con el dictador Juan Velasco Alvarado. Fidel consideraba a este general un “compañero de ruta”, no suficientemente revolucionario para su gusto. El infiltrado de Douglas Bravo En agosto de 1971, antes de irse a la AMV, Chávez visit ó a su maestro Ruiz Guevara para despedirse. En ese momento, la izquierda tenía grandes expectativas ante la llegada al poder de los socialistas en Perú y Chile. Al irse, Ruiz le entregó el santo y seña para ser contactado en Caracas ordenándole que lo memorizara. Ese año se dio inicio al “Plan Andrés Bello” y a la Academia Militar se le dio rango universitario. De allí en adelante, los oficiales (al graduarse) obtendrían una licenciatura en ciencia y artes militares. Cuando a Chávez le preguntaban por qué había ingresado a la Academia Militar su respuesta era la misma: estaba allí por vocación siguiendo el ejemplo de su bisabuelo Maisanta, quien había luchado por la democracia contra Gómez. Al final, añadía que le hubiera gustado ser un jugador profesional de béisbol como su ídolo el pitcher Látigo Chávez, pero que su deseo fundamental era ser oficial para servir a la patria. La historia caló y todavía hay personas que repiten esa fábula. En ese momento nadie se imaginaba que él era un infiltrado de Douglas Bravo. A los pocos días del ingreso quedó en evidencia el talón de Aquiles de Chávez. Al ser llevado a la piscina para una prueba de valor, al subir a la plataforma de saltos que tenía diez metros y entró en pánico antes de lanzarse. Gracias a una patada por el trasero fue lanzado al agua y se hundió como una piedra. De allí los salvavidas lo sacaron boqueando y fue enviado al equipo de natación para enseñarle a nadar. En la piscina demostró incapacidad total para ese deporte. Pese a que nunca aprendió a nadar, Chávez permaneció en la AMV porque el equipo de béisbol lo necesitaba. Aparte de ese detalle, lucía ante sus superiores como un cadete normal. Luego de un mes de duro entrenamiento, se les permitió la primera visita a los cadetes nuevos. El recluta Chávez no tenía familia ni amigos en Caracas y esperaba al contacto que Ruiz Guevara le había anunciado. Esa tarde, cuando los familiares empezaron a llegar, él se colocó en el patio de ejercicios en un lugar que su mentor Ruiz Guevara le había indicado al lado de la culebrina, un cañón español del siglo XVI emplazado en el patio de ejercicios. Esta vieja pieza de artillería es un emblema de la Academia Militar. A los pocos minutos de espera, se le acercó un hombre alto, de unos treinta años, blanco y delgado vestido impecablemente de civil, pero con porte militar. Al verlo le preguntó: — ¿Le gustan los caballos? Hugo reconoció de inmediato la primera parte del santo y seña que le habían asignado y emocionado respondió con la clave acordada: — ¡Claro, soy bisnieto de Maisanta!

Luego de un apretón de manos, el visitante se presentó como el capitán Ramón Guillermo Santeliz Ruiz. Al asegurarse de que nadie estaba cerca le dijo que era plaza del Grupo de Artillería Freites en Barcelona. Santeliz le dio un teléfono que debía memorizar y le dijo que en su primera salida a la calle llamara a ese número, desde un teléfono público. Si alguien atendía identificándose como “Harold” él debía responder “Maisanta”. Hecho esto recibiría nuevas instrucciones. Al terminar, “Rasputín” le dijo que cuando lo viera en público simulara no conocerlo. Dicho esto, el Capitán se marchó como una sombra. Un mes después, en su primera salida a la calle en uniforme de cadete, Chávez se montó en el autobús de la Academia que lo dejó en la Plaza del Silencio, en el centro de Caracas. Al ver un teléfono monedero llamó. Luego de dos repiques, una voz profunda respondió: —Habla Harold. El joven cadete emocionado balbuceó: —Hola, soy Maisanta. De seguidas “Harold” le dio una dirección en el barrio del Cementerio y le dijo que tomara un taxi hasta allá. Antes de colgar, le dijo que en el taxi se asegurara de que nadie lo seguía. Media hora más tarde Chávez conoció a Harold, quien le dijo que a partir de ese momento él sería su contacto. Se verían esporádicamente acordando citas telefónicamente utilizando una clave que se iría cambiando. Después de una larga entrevista, “Harold” dio por terminada la reunión. Antes de separarse le dio instrucciones a Chávez para que se incorporara a la Sociedad Bolivariana y al Grupo de Teatro en la Academia Militar. Allí recibiría clases de actuación que le serían útiles. Durante sus años como cadete no debía tratar de reclutar a ningún compañero, ni hacer comentarios políticos y menos hablar de socialismo, marxismo o comunismo. Terminada su entrevista con “Harold”, Chávez se fue al Cementerio para visitar la tumba de su ídolo beisbolero el Látigo Chávez. Ya no sería pelotero profesional, pero seguiría practicando ese deporte de origen norteamericano durante toda su vida. Por ahora se había ganado un puesto en el equipo de béisbol de la Academia. Aparte de eso, durante sus permisos de fin de semana, visitaba el apartamento de unos amigos de su padre en el barrio de El Valle. Ese lugar era muy conveniente porque podía ir caminando desde la Academia. Allí los fines de semana leía la prensa, veía televisión y se ponía al día sobre lo que pasaba en Perú con Velazco y en Chile con Allende. El cadete Chávez La trayectoria del cadete de Sabaneta no fue descollante pero tampoco pasó desapercibido. El dicharachero llanero fue un cadete superior al promedio sin ser un alumno excepcional. Siguiendo las prédicas de Ruiz Guevara, Hugo estudió duro para quedar en el tope de su promoción pero no era un alumno sobresaliente. En la Academia sus superiores le dieron notas elevadas en “Espíritu Militar”. Esa era una evaluación

subjetiva, no académica para medir atributos militares. Algunos superiores la usaban para hacer subir en el orden de mérito a sus pupilos. Gracias a sus altas calificaciones en “Espíritu Militar” Chávez se graduó como número 8 de su promoción. El interés de Chávez no estaba en los libros, sino en áreas para las cuales tenía talento natural. Por eso fue un buen deportista sin ser una estrella. Otras áreas en las cuales se distinguió fueron el teatro y la Sociedad Bolivariana. Hugo tenía buenas condiciones histriónicas, una voz retumbante de barítono y un talento natural para contar leyendas del llano y de Maisanta. Estas habilidades lo convirtieron en el sempiterno animador de actos culturales, declamador y miembro de grupos musicales criollos. La sociedad Bolivariana le permitió conocer muchos detalles de la vida del héroe. Allí estudió su pensamiento político, copió su lenguaje rimbombante y se convirtió en discípulo fanático del Libertador. De esta manera, el joven animador se convirti ó en elocuente orador. Estas influencias —unidas a las lecciones aprendidas en materia de liderazgo, táctica, estrategia, geopolítica e inteligencia— lo fueron preparando para cumplir la misión que le habían asignado. Durante su período de formación dominó sus instintos naturales absteniéndose de hacer comentarios públicos que lo evidenciaran como hombre de izquierda. Pese a esa autocensura política, su liderazgo magnético pudo manifestarse en otros planos. Por eso siempre se le vio rodeado de seguidores atentos a sus ocurrencias y a sus fábulas. Al ingresar a la AMV, el apodo de “Tribilín” que recibió en Barinas lo siguió. Poco a poco el carácter extrovertido de Chávez y su afición por cantar joropos y corridos de su tierra le ganaron otro sobrenombre. En su limitado repertorio, sus dos principales éxitos eran el corrido “Furia” del famoso cantautor llanero Juan de los Santos Contreras, “El Carrao de Palmarito” y el poema Florentino y el Diablo, del barinés Alberto Arvelo Torrealba. Debido a la vehemencia con que declamaba estos poemas, Chávez empezó a ser llamado “Furia”. Sus relatos sobre las hazañas de su bisabuelo le ganaron el mote de Maisanta. Empieza la crisis chilena En su intento por implantar el socialismo, Allende aplicó el libreto comunista. Nacionalizó las grandes industrias (especialmente las minas de cobre y los bancos). Puso bajo control del Estado el sistema de salud y la educación e inició la expropiación de tierras para una reforma agraria. Para garantizar la seguridad alimentaria creó un sistema de distribución de alimentos y control de precios. Adicionalmente tomó otras medidas socialistas incrementando la intervención del Estado en la economía. El primer año, mientras se consumían los bienes nacionalizados, la economía creció y la inflación se redujo. Luego afloraron los problemas causados por la destrucción del aparato productivo. A finales de 1971 fui enviado a un curso de comunicaciones en Italia. En 1972 la economía empezó a desplomarse y se iniciaron protestas obreras y estudiantiles que culminaron en 1972 con una huelga nacional de 24 días. Las exportaciones se redujeron a menos de la mitad y la importación de alimentos se dobló. Mientras las protestas aumentaban, el Congreso acusó a Allende de pretender instalar

una dictadura castro comunista. En 1972, el Presidente chileno viajó a la URSS para recibir el premio de paz soviético, pero el objeto real del viaje era pedir un aumento de la ayuda que recibía del imperio rojo. La URSS apoyaba en lo económico, político y militar, pero no era suficiente. En Moscú los soviéticos lo condecoraron pero le negaron ayuda adicional. El teniente coronel Müller Rojas Regresé de Italia en febrero de 1972 y esperaba ascender a Mayor en julio de ese año. A mi regreso al Servicio de Comunicaciones me informaron que debía aprobar el curso Avanzado, que era requisito para el ascenso. Hasta ese momento asumía que por ser ingeniero eléctrico con postgrado en Comunicaciones ese curso táctico no hacía falta. A fin de explicar mi caso, pedí una entrevista con el director de la Escuela de Comunicaciones. Como este oficial estaba de vacaciones fui recibido por el subdirector, el teniente coronel Alberto Müller Rojas a quien no conocía. Al exponerle mi caso, Müller me dijo que ese curso era presencial y obligatorio, duraba un año y debía esperar el inicio del próximo curso en agosto. Ante esa situación le informé que si no ascendía en julio me vería obligado a pedir la baja. Luego de cavilar un poco, Müller me propuso hacer el curso por correspondencia y me dio plazo de cuatro meses para concluirlo. Como no tenía alternativa, acepté el reto. En junio terminé el curso y pude ascender a Mayor. Este episodio me permitió conocer a Müller Rojas, quien se convirtió en mi mentor y me di cuenta de que era un intelectual de izquierda cuyo discurso era similar al del capitán Santeliz. Müller era inteligente y culto pero además fanático de Fidel. Él me dijo que tenía buenas referencias mías de sus compañero de promoción Enrique Medina Rubio, con quien yo había servido en el Cuartel Urdaneta. Como Medina era otro devoto de Castro no me sorprendió que fueran camaradas. Posteriormente me invitó a su casa y nos hicimos amigos. En esas reuniones sentí que estaba tratando de captarme para algo pero sin plantear nada. En una oportunidad me manifestó saber que yo había sido alumno de la Normal Miguel Antonio Caro y que eso le daba confianza. Después, un compañero me dijo en privado que Müller era de la logia de los nasseristas. Müller me invitó a reuniones sociales en su casa. A algunas asistieron políticos de izquierda. De esa manera conocí a Alfredo Maneiro, un comunista renegado que había fundado el partido Causa R. En un aparte, Maneiro me preguntó qué posibilidades había para un golpe militar en Venezuela. Yo le respondí que esa era una etapa superada en el país. Después de ese encuentro no lo vi más. Esta conversación la reporté a mi jefe, el general Diomedes Quintero Silva, quien era el jefe del Servicio de Comunicaciones. Luego de oírme, sonrió y me dijo: —No le pares. Ese Müller es un loco que se la pasa con comunistas. Yo lo seguí tratando, porque me distinguía y nunca me propuso conspirar. En 1989, luego de ser nombrado Comandante del Ejército en 1989 tuve encontronazos con él estando ya retirado por sus labores proselitistas de izquierda en la Academia Militar y

Escuela Superior. El libro rojo de Mao Los cadetes de las FAN venezolanas celebran cada dos años unas competencias deportivas llamadas “Juegos Inter Institutos Militares”. Estos torneos son dominados por el Ejército y la Guardia Nacional por ser las academias con mayor número de cadetes. La lucha por ganar dio origen a gran rivalidad entre ambas escuelas. En abril de 1972 estaba prevista una nueva edición de esa justa y era especial para la Academia Militar porque se iniciaba el Plan Andrés Bello. En 1971 la AMV venía de sufrir humillantes derrotas en béisbol ante su eterna rival. Para cambiar esa tendencia, el general Osorio ordenó al coronel Gabriel Rico, comandante del Cuerpo de Cadetes que reclutara beisbolistas de alto nivel. En julio de 1971, cuando se presentaron al examen de admisión los nuevos aspirantes, los jugadores de béisbol fueron tratados con especial consideración. Entre ellos estaba Hugo Chávez, quien en las pruebas deportivas había demostrado tener potencial. Chávez impresionó bien a José Antonio Casanova, el manager del equipo. El problema con este aspirante es que no era bachiller, porque llevaba una materia para reparación. Normalmente los aspirantes en esta situación no pueden presentar el examen de admisión, pero en su caso este “detalle” fue obviado. Haciendo una excepción ordenada por el general Osorio, se le permitió presentarse al concurso de admisión e ingresar en forma condicional dándole oportunidad de presentar la materia reprobada a posteriori. En abril de 1972, pese a la presencia de Chávez en el equipo, la EFOFAC volvió a derrotar a la AMV en béisbol en los Juegos Inter Institutos. Pese al descalabro, quedó claro que Chávez era indispensable en el equipo. En ese momento fue designado Comandante del Cuerpo de Cadetes el coronel Vicente Luis Narváez Churión. Poco después, Narváez trajo a la Academia como segundo Comandante del Cuerpo, al mayor Ramón Andrés Cuervo Romero. Ambos eran artilleros y habían trabajado junto al capitán Santeliz Ruiz en el Grupo de Artillería Freites en Barcelona. Cuervo además había sido alumno del Liceo Fermín Toro en la época de la resistencia contra Pérez Jiménez. En octubre ocurrió un incidente que casi tira por la borda la carrera militar de Chávez. El 20 de octubre a las once de la noche, el teniente Pablo Machillanda Pinto supervisó el relevo de guardia nocturna. Cumplida esta tarea rutinaria fue a pasar revista a los puestos de centinela y al recorrer los pasillos de los dormitorios notó a un grupo de alumnos cuchicheando. Al acercarse, el grupo se dispersó corriendo por las escaleras hacia el piso superior. Machillanda los siguió y vio que el último arrojó un objeto al jardín de la planta baja. Machillanda lo siguió y lo vio entrar a un dormitorio. De allí y lo sacó de una cama donde trataba de ocultarse bajo la cobija. Al hacerlo levantar, lo identificó como el cadete de segundo año Hugo Chávez, quien estaba completamente uniformado. Chávez fue obligado a ir con el teniente Machillanda a recoger el objeto que había lanzado al jardín. Al revisarlo, el Teniente vio que era una copia de El Libro Rojo de Mao Zedong, que es un volumen de propaganda comunista de los chinos durante el período de

la revolución cultural. En esa época la obra estaba prohibida dentro de la Academia Militar y era distribuida por Bandera Roja, que se catalogaba como maoísta. Chávez es perdonado El teniente Machillanda pasó esta novedad al jefe de Servicios, el mayor Cuervo, quien conocía al infractor por ser ambos jugadores de béisbol. Al enterarse del hecho, Cuervo le hizo ver a Machillanda que si tomaban acción contra Chávez pondrían en riesgo el triunfo en el próximo campeonato de béisbol ante la EFOFAC. En esa situación le hizo ver que era prudente obviar lo ocurrido y limitarse a amonestar verbalmente al cadete. Así se hizo y Chávez se salvó de nuevo. Cuervo no pasó el reporte al otro día a su superior el Cnel. Narváez y el asunto pasó desapercibido. Una semana después, al salir de permiso a la calle, Chávez se sorprendió al ver que “Harold” conocía el incidente. Al efecto recibió un regaño de su manejador quien le dio instrucciones estrictas de no introducir literatura comunista a la Academia y no predicar la doctrina marxista a los cadetes. Muerte de Salvador Allende Al llegar Chávez al tercer año, el tema de Allende en Chile estaba en el tapete. La aplicación de la doctrina socialista amenazaba con destruir la economía y la agitación de derecha iba en aumento. A mediados de 1973 los soviéticos aprobaron el envío gratuito de artillería y tanques al Ejército chileno para apaciguar a los militares. El golpe de Estado del general Pinochet impidió la entrega de este material de guerra. El 11 de septiembre de 1973, militares al mando del general Augusto Pinochet dieron un golpe de Estado. Antes de rendirse, Allende se suicidó. Cuando el golpe contra Allende estaba en marcha, Fidel envió de más de cuatro mil soldados, incluyendo helicópteros y tanques a Siria. Estas tropas reforzaron la coalición de países árabes —encabezados por Egipto y Siria—, que planeaban un ataque de sorpresa contra Israel durante el Yom Kippur. Una vez en Siria, la fuerza expedicionaria cubana fue desplegada y combatió en las Colinas del Golán, en la frontera entre Siria e Israel. En octubre de 1973, estalló la guerra del Yom Kippur. En esa guerra una coalición formada por Egipto y Siria lanzó una operación combinada contra Israel. En esa oportunidad los israelíes fueron apoyados por los EE.UU. y los árabes por la URSS y Cuba. Para esa operación Castro aportó una brigada de tanques, tres batallones de infantería y 20 pilotos de helicópteros bajo el mando del general Néstor López Cubas. En esa guerra las unidades cubanas sufrieron importantes bajas que nunca fueron reveladas. Además de cobrar por su legión extranjera, Fidel buscaba foguear las tropas que pensaba usar después en hispanoamericana Las guerrillas en el gobierno de Caldera Después de la muerte de Argimiro Gabaldón en 1964, Douglas logró que los remanentes del Frente Simón Bolívar en las montañas de Lara y Portuguesa aceptaran su jefatura. Tras la retirada de Fidel de Venezuela y la llegada al poder de Caldera, Douglas trató de

tomar el control del resto del movimiento subversivo. La política de pacificación iniciada por Leoni, la retirada de Fidel y la pérdida del financiamiento soviético habían causado una reducción importante en la guerrilla rural. Esto hizo necesario reorientar el esfuerzo hacia la subversión urbana. En este proceso, Bravo comisionó a “Fausto” para integrar el PRV con los dos grupos que se escindieron del MIR: la Organización de Revolucionarios (OR) y Bandera Roja (BR). Estas bandas armadas habían formado parte del Frente Guerrillero Antonio José de Sucre. Entretanto, Bravo continúo con poco énfasis la lucha guerrillera en las montañas de Falcón. En medio de este proceso de transición ingresó Chávez a la Academia Militar en septiembre de 1971. En esa época, el MIR se había fraccionado en tres grupos independientes. Uno dirigido por Américo Martín y Moisés Moleiro del MIR que se pacificó. La guerrilla que operaba el Frente Antonio José de Sucre en las montañas de Oriente decidió seguir operando bajo la denominación de Bandera Roja, bajo la dirección de Carlos Betancourt, Gabriel Puerta Aponte y Américo Silva. En las ciudades, la juventud del MIR decidió seguir operando en la clandestinidad bajo la denominación de Organización de Revolucionarios (OR). Este grupo era de tendencia maoísta y operaba bajo el mando de Julio Escalona, Marcos Gómez y Fernando Soto Rojas. En la década de los años 70, Bandera Roja continuó con la concepción del foco guerrillero promovido por el “Che” Guevara. Al efecto siguieron operando sin efectividad en el oriente de Venezuela. OR, por su parte, trató de desarrollar un modelo subversivo diferente basado en las ciudades a través de estructuras legales y semi legales. Para ello creó en 1973 una agrupación de fachada denominada “Liga Socialista”. Este grupo dirigido por Jorge Rodríguez y Oscar Battaglini ejecutaba operaciones de guerrilla urbana y penetraba los liceos y universidades. En 1972 el “Comandante Fausto” asoció el Partido de la Revolución Venezolana (PRV) con Bandera Roja (BR) y la Organización de Revolucionarios (OR). Su objetivo era captar esos grupos para realizar secuestros y asaltos a bancos. Una de las primeras acciones de esta nueva banda fue el secuestro de Carlos Domínguez, “El Rey de la Hojalata” en 1972. El Movimiento al socialismo (MAS) El líder comunista Teodoro Petkoff luego de pacificarse se apart ó del PCV en 1969 a raíz de los incidentes de “La primavera de Praga”. Este fue un periodo de liberalización política que intentó cambiar los aspectos totalitarios soviéticos para avanzar hacia una forma más democrática de socialismo. Esa tentativa fue aplastada por una brutal invasión soviética que produjo un repudio mundial a la URSS. Estos hechos motivaron a Petkoff a escribir su obra Checoeslovaquia: El socialismo como problema. Pese a su separación del PCV, Teodoro siguió aferrado a las ideas socialistas y marxistas. El solo se oponía al estalinismo. En 1972, Petkoff y un importante grupo de seguidores se separó del PCV fundando el Movimiento al Socialismo (MAS). Este movimiento aún existe tratando de construir un socialismo con rostro humano como prometió Alexander Dubceck. Pese a sus diferencias

con los comunistas tradicionales, el MÁS sigue teniendo importantes vasos comunicantes secretos con la izquierda radical y es posible que haya acuerdos de trastienda entre ellos. En 1973, Jorge Rodríguez un líder izquierdista del MIR fundó la Organización de Revolucionarios (OR). Este grupo clandestino pretendía seguir la guerrilla urbana, pero al mismo tiempo participar en las elecciones de ese año. Al efecto utilizó como fachada legal a la Liga Socialista (LS). Ese grupo estaba integrado por Carmelo Laborit, Oscar Battaglini, Julio Escalona, Marcos Gómez y Fernando Soto Rojas. Alí Rodríguez Araque por instrucciones de Douglas Bravo se acercó a este grupo tratando de captarlo. De esta manera llegó maltrecha la subversión comunista al final del gobierno de Caldera, mientras Chávez avanzaba en sus estudios en la Academia Militar y Fidel se adentraba en África. A fines de ese año la atención se centró en las elecciones presidenciales. Carlos Andrés Pérez llevaba ventaja sobre su opositor Lorenzo Fernández. En ese momento el partido COPEI puso en la palestra la supuesta nacionalidad colombiana de CAP. En ese entonces el ataque era liderado por Alfredo Tarre Murzi, el director de la Revista venezolana Semana. En medio de la polémica, el embajador de Venezuela en Ecuador, el padre del capitán Fernando Ochoa Antich, dirigió una carta a Tarre desmintiendo que CAP fuese colombiano. En ella hizo constar que él había sido testigo del nacimiento de CAP en Rubio, estado Táchira. Las elecciones fueron ganadas por CAP, quien luego de los comicios llamó a Fernando Ochoa Antich y le preguntó qué cargo deseaba su padre. Fernando le comunicó a CAP que quería ser embajador en España. Poco después, el mayor retirado Ochoa Briceño fue designado embajador en Madrid y Fernando fue enviado al curso de Estado Mayor en Francia10. Carlos Andrés Pérez, presidente En diciembre de 1973, CAP fue electo Presidente de Venezuela. El antiguo asistente de Betancourt había sido un eficiente Ministro del Interior combatiendo la guerrilla. Los resultados hubiesen sido aún mejores si se hubiera detectado a tiempo a un infiltrado de Fidel sembrado a su lado. Me refiero a su jefe de Seguridad personal y Comisario de la DIGEPOL, Orlando García. Pese a su fama de ministro-policía contra la subversión castrista, CAP siempre admiró a Fidel por haber derrocado a Batista y por su actitud antimperialista. Al asumir el poder en febrero de 1974, las guerrillas castro comunistas y el movimiento subversivo de izquierda se habían venido a menos gracias a la exitosa política de pacificación iniciada por Leoni y acelerada por Caldera. A comienzos de 1974, Venezuela vivía un boom económico por la subida del petróleo causada por la guerra del Yom Kippur. Poca gente se enteró que Fidel había enviado a varios miles de soldados cubanos a combatir del lado de Siria en esa guerra. En ese momento CAP contando con dinero abundante, se dedicó a desarrollar sus grandiosas ideas de la “Gran Venezuela” y el “Nuevo orden económico internacional” que dieron

origen a la “Venezuela Saudita”. CAP empezó a reunirse con Fidel secretamente en la isla La Orchila. En esas citas sigilosas este lo convenció de que estaba dedicado a liberar África y no tenía interés en subvertir Venezuela. Según él, Douglas era ahora a quien CAP debía perseguir. Castro pasaba información secreta a CAP para crearle dificultades a Douglas. Esos datos los recibía de Alí Rodríguez Araque. En medio de esa luna de miel con Fidel, y creyendo a la guerrilla derrotada, CAP convocó a una reunión extraordinaria de la OEA para suspender las sanciones económicas a Cuba. Cuando su propuesta no fue aprobada, CAP reinició unilateralmente las relaciones diplomáticas y comerciales con La Habana echando por tierra la doctrina Betancourt. Fidel continuó sus planes de infiltración, entrenando en Cuba comunistas venezolanos y de otros países hispanoamericanos. El juego decisivo En abril de 1974 se celebraron de nuevo los juegos Inter Institutos militares y a la final del torneo de béisbol llegaron los equipos de la AMV y la EFOFAC. Ese juego (celebrado en el terreno del estadio universitario) fue muy peleado, pero al final parecía que el equipo de la Guardia Nacional iba a ganar. En el noveno episodio, el juego iba 4 a 2 a favor de la EFOFAC con dos outs. En la última oportunidad al bate para la AMV, con las bases llenas, el manager José Antonio Casanova sacó como bateador emergente al brigadier Hugo Chávez. Al primer lanzamiento, Maisanta dio un enorme batazo que se estrelló contra la pared del estadio. Con ese hit de oro, la AMV quedó campeona. Ese día por primera vez, Chávez fue considerado un héroe. Entre las congratulaciones y premios recibidos, el coronel Narváez Churión lo felicitó y lo nombró miembro de la Escolta de Bandera, una honrosa designación para los cadetes. Ese año Chávez obtuvo la nota más alta en Espíritu Militar y avanzó varios puestos en el orden de mérito antes de graduarse. Fidel en África y Medio Oriente Luego de la crisis de los misiles en 1962, el Kremlin firmó un tratado secreto con Washington accediendo a retirar sus misiles nucleares de Cuba y suspender su apoyo a la revolución comunista en Latinoamérica. A cambio, los yanquis acordaron sacar sus misiles nucleares de Turquía y prometieron no invadir Cuba. A partir de entonces el Kremlin puso su mira sobre los yacimientos petroleros de África y el Medio Oriente. Este objetivo convirtió a las tropas de Fidel en mercenarios soviéticos cuando empezó a enviar fuerzas cubanas como “proxis” para promover la revolución en otros países. La necesidad del subsidio soviético obligó a Castro a aceptar el trato a regañadientes y a realizar el trabajo sucio a la potencia comunista. A cambio, Fidel recibía un importante estipendio para mantener a flote su improductiva revolución. Las primeras operaciones de Fidel en África y el Medio Oriente, que se iniciaron a fines de los años 60 fueron de poca monta. Durante los primeros años de ese acuerdo, Fidel siguió apoyando las guerrillas en forma limitada en Venezuela hasta su repliegue en 1968. La experiencia de Fidel en Hispanoamérica durante los años sesenta no fue exitosa,

pero en el proceso formó un grupo de oficiales y tropas fogueados en combate. La URSS utilizó inicialmente a este personal para dar apoyo logístico y asesoramiento militar a movimientos marxistas africanos. Después los empleó como fuerzas de combate. El interés soviético se centraba en el control del tráfico del petróleo mundial. Para ello necesitaban dominar a los países del Cuerno de África ribereños al Mar Rojo. Frente a estas naciones navegaban los tanqueros que se dirigían a través del Golfo de Adén hacia el canal de Suez, proveniente del Medio Oriente. Para controlar este tráfico, los soviéticos se proponían convertir Etiopia, Somalia y Djibouti en Estados satélites. Otro objetivo era el control de Estados petroleros en la Costa Atlántica del África como Nigeria y Angola. Nigeria era el productor más importante, pero había logrado su independencia de Inglaterra en 1960. Dados sus lazos con Gran Bretaña la captura de ese país no era fácil. Ante esa situación el Kremlin puso su mira en Angola. En esa colonia portuguesa se desarrollaba una guerra de independencia. Portugal era menos fuerte y sería más fácil de enfrentar que Inglaterra. Para extender la influencia soviética al Medio Oriente era necesario establecer nexos con Estados clientes como Argelia, Egipto, Libia, Iraq y Siria. Este teatro de operaciones le permitió a Fidel hacerse líder del tercer mundo y aliarse con los islámicos fundamentalistas y el movimiento de liberación africano. Este trabajo mantuvo a Fidel fuera de Hispanoamérica. Revolución de “Los Claveles” En abril de 1974 se produjo la “Revolución de los Claveles”, que provocó la caída del dictador portugués Antonio de Oliveira Salazar. Esa revuelta militar fue el principio del fin de las colonias lusitanas en África. La retirada portuguesa brindó a los soviéticos la oportunidad de convertir Angola en un país cliente de su imperio comunista. Angola, además de petróleo, sería una base excelente para extender el dominio soviético a países vecinos como Zimbabue, Mozambique y Namibia. A partir de ese momento instalaron regímenes comunistas en esos países utilizando a Cuba como pantalla. En julio de 1974 fue derrocado el emperador Haile Selassie en Etiopía y reemplazado por una Junta de Gobierno militar de tendencia izquierdista, encabezada por el teniente coronel Mengistu Haile Mariam. Este oficial era un comunista partidario de la Unión Soviética y pronto el imperio rojo envió tropas cubanas para apoyarlo. Con Somalia y Etiopia bajo control, el plan soviético en el Cuerno de África iba bien encaminado.

CAPÍTULO 9

Chávez se gradúa de subteniente Relevo del general Osorio García Al asumir el poder, Carlos Andrés Pérez reemplazó al general Osorio como director de la AMV. En ese momento, este general tenía cuatro años en el cargo, hecho que era inusual. Los directores generalmente pasan uno o dos años en sus cargos. Osorio formó una generación de oficiales que recibieron su orientación sobre el destino manifiesto del Ejército en la vida nacional, siendo imbuidos con una veneración casi religiosa hacia Bolívar. Los primeros tres años de formación castrense de Chávez bajo Osorio dejaron en él una marca perenne. Durante el período de Osorio no hubo una relación estrecha entre este general y el cadete Chávez. La diferencia en edades, personalidades y la propia dinámica de la formación militar no facilitó ese trato. Osorio fue un oficial marcial, autoritario y elitista mientras que Chávez fue un cadete desgarbado, populachero y humilde cuyos valores militares estaban más cerca de Maisanta que de Bolívar. Chávez parecía estar centrado en el béisbol que lo había hecho popular. Pese a esas diferencias, entre ambos había algo en común: los dos eran carismáticos y tenían una misión. La de Chávez la descubrimos el 4 de febrero de 1992. La de Osorio nunca la conocimos. Lo que sí está claro fue que la obsesión de Osorio con Bolívar y su idea de que las FAN eran un grupo con un estatus superior destinado a guiar al país, encajaron dentro de los planes de Chávez. Pese a los contrastes entre estos personajes, este general andino tuvo una gran influencia sobre la educación militar y política del joven llanero. Sembró en la mente de los cadetes la idea de que el pensamiento de Bolívar era la guía fundamental en la vida política del país, y que las FAN estaban encargadas de velar por ese patrimonio como herederas del Ejército Libertador. Al entregar la dirección de la Academia Militar el general Osorio fue apartado de la línea de mando. Nadie supo qué pasó, pero luego de pasar a retiro este distinguido oficial empezó a gravitar hacia la izquierda políticamente. Ya antes con el coronel Hugo Trejo (el líder de los nasseristas venezolanos) había ocurrido algo parecido al caer bajo la influencia de Douglas Bravo. Aparte del nuevo plan académico “Andrés Bello”, y la exaltación del bolivarianismo, el rumor sobre el presunto “nasserismo” de Osorio no llegó a manifestarse abiertamente. Al partir Osorio, fue nombrado director de la AMV el general Carlos Valero Monasterios, quien era un buen oficial de ingeniería pero de un corte militar tradicional. Para entonces el alférez Chávez estaba en el último año de sus estudios en la Academia Militar. En esa época era conocido como el jardinero izquierdo del equipo de béisbol, animador de eventos y orador elocuente con voz engolada y retórica recargada y pomposa. En septiembre de 1974 ingresó un nuevo grupo de cadetes reclutas a la Academia Militar. Entonces Chávez era alférez, alumno de cuarto año. A su pelotón fueron asignados varios cadetes nuevos, entre ellos Orlando Madriz Benítez. Pronto Chávez le

tomó confianza al bisoño cadete y lo convirtió en su pupilo. Ese nexo iba a durar muchos años e iba a conducir al descubrimiento del plan del golpe de 1989 y al fracaso del golpe del 4 de febrero de 1992. Viaje al Perú A fines de 1974, en medio del vendaval revolucionario peruano, el dictador Velasco invitó a una delegación de cadetes venezolanos a visitar el Perú para asistir a la celebración del sesquicentenario de la Batalla de Ayacucho. Debido a la popularidad de Chávez, el coronel Narváez Churión lo seleccionó para ese viaje. Como se pedía que un cadete pronunciara palabras alusivas, Chávez fue designado el orador. Para mayor coincidencia, él cumplía años el 28 de julio en la fecha de independencia peruana. Las estrellas se le habían alineado a Chávez, el dicharachero alférez de Sabaneta. Ese viaje fue el primero que hizo al extranjero, pero lo que más le entusiasmaba era que vería a uno de sus ídolos: el dictador izquierdista Velasco Alvarado. Cuando Chávez llegó al Perú ese país estaba en medio de una revolución izquierdista. El general Velazco Alvarado luego de tomar el poder en un golpe de Estado se hizo dictador imponiendo políticas de izquierda radical. En tres ellas destacó la nacionalización de las principales industrias las cuales pasaron a ser monopolios del régimen. Seguidamente implantó una reforma agraria expropiando las haciendas existentes y pagándoles a sus dueños con bonos sin valor. El objetivo era entregarles la tierra a los pobres para brindarle al país seguridad alimentaria. Esta medida era inviable, porque Perú es un país árido con solo 2% de tierra agrícola. De igual manera eliminó la autonomía de los poderes y estableció un férreo control de los medios de comunicación. En 1974 expropió todos los periódicos y envió al exilio a sus editores. Durante su proceso revolucionario, Velasco empezó a confrontar a los EE.UU., luego de expropiar a una subsidiaria de la empresa petrolera Standard Oil y a la compañía Cerro de Pasco que explotaba las minas de cobre. Adicionalmente inició la reclamación de una zona económica marina exclusiva de 200 millas. La situación empeoró cuando expulsó al Cuerpo de Paz y a los agregados militares norteamericanos para invitar al país a asesores soviéticos. A continuación inició una febril compra de material de guerra de ese país comunista. La enorme cantidad de armas compradas a la URSS la hizo con intención de lanzar una invasión masiva por tierra, mar y aire contra Chile. Velasco pensaba que con esa fuerza militar, y con el apoyo de militares chilenos partidarios de Allende, podría recuperar los territorios perdidos en el siglo XIX durante la Guerra del Pacífico. Al terminar la guerra restauraría el gobierno socialista Chile y se aliaría con ellos. En medio de esta vorágine política arribó a Lima el alférez Hugo Chávez junto con otros once cadetes de las academias militares venezolanas. Al llegar al Perú, la delegación venezolana fue invitada al palacio de Gobierno. Allí Chávez tuvo la oportunidad de estrechar la mano del general Velasco. Ese momento fue inolvidable. Sus ideales coincidían y el alférez soñaba que algún día podría hacer algo similar en Venezuela. Al retirarse el grupo de cadetes, Velasco les entregó una copia del

libro La Revolución Nacional Peruana, en la cual desarrolla la idea de la unidad que existe entre el Ejército y los sectores empobrecidos. Chávez leyó ávidamente este panfleto y lo convirtió en su libro de cabecera. Durante su corta estadía, los cadetes venezolanos asistieron a conferencias dictadas por militares del régimen, que eran cursillos de propaganda marxista y adoctrinamiento para un golpe de Estado. Por esos años el Gobierno peruano (con la ayuda de la URSS) invitaba con frecuencia a militares de otros países a visitarlos para tratar de adoctrinarlos. Un bono adicional de esa visita fue un breve encuentro con el general Omar Torrijos, el líder izquierdista de Panamá. Al regresar a Caracas, Chávez estaba convencido de que en Venezuela debía repetirse la experiencia peruana y panameña. Su idea influenciada por el pensamiento de Douglas Bravo era crear una alianza cívico-militar de izquierda. Ahora veía con claridad que en la Academia Militar la gran mayoría de los cadetes eran de clase humilde y serían fáciles de captar. Por ahora debía abstenerse de reclutar seguidores, porque tenía instrucciones de esperar hasta después de graduarse para iniciar el reclutamiento de miembros para su logia. Al regreso del Perú, atesoró en su pequeña biblioteca el libro de Velasco pensando que le sería de utilidad más adelante en su proyecto. Por ahora su pensamiento giraba alrededor de su graduación y le molestaba la posibilidad de ir a combatir a los remanentes de las guerrillas que aún sobrevivían. Douglas Bravo se va al exilio Mientras CAP disfrutaba la presunta derrota de la guerrilla, los restos de la subversión se reorganizaban. En 1974, Douglas logró en la clandestinidad que el Partido Revolucionario Venezolano (PRV) junto con Bandera Roja (BR) y la Liga Socialista (LS) unieran esfuerzos para liberar a los guerrilleros presos en el Cuartel San Carlos. El propósito era demostrar que la revolución vivía y reforzar los cuadros de la guerrilla rural con los evadidos. En enero de 1975, un grupo mixto conformado por miembros del PRV-FALN, Bandera Roja y la Liga Socialista construyó un túnel de setenta metros que daba acceso al Cuartel San Carlos. Por esa vía lograron rescatar a 23 guerrilleros que muy pronto se unieron a las fuerzas guerrilleras de Bandera Roja en Oriente. A partir de ese momento la actividad guerrillera empezó a incrementarse. El presidente CAP molesto decidió terminar de una vez por todas con el movimiento subversivo. Ordenó una intensa persecución para capturar a Douglas vivo o muerto. Pronto los órganos de seguridad estaban tras su pista. Entretanto Orlando García el cubano jefe de seguridad de CAP mantenía informado a Fidel de esos planes. Ante la posibilidad de ser detenido, Douglas huyó a Francia a mediados de 1975. Su lugarteniente “Fausto” quedó encargado del manejo clandestino del PRV y de las relaciones con Bandera Roja (BR), la Liga Socialista (LS) y otros grupos de izquierda. Con Douglas exiliado, Alí Rodríguez empezó estableciendo una alianza con Jorge Rodríguez de la LS y los hermanos Gabriel y Eder Puerta Aponte de BR. La idea era unir fuerzas para ejecutar conjuntamente asaltos y secuestros para recaudar fondos. El

lugarteniente de Douglas inició contactos exploratorios con partidos de izquierda legales, como el MEP (encabezado por Luis Beltrán Prieto Figueroa) y con la Causa R, que era un pequeño partido dirigido por Alfredo Maneiro. Rodríguez Araque desde la Causa R proveyó información sobre empresas trasnacionales que operaban en Guayana. El MEP —gracias al control de varios sindicatos— consiguió información privada de propietarios y ejecutivos de empresas que eran blancos rentables. Como contacto entre el MEP y Alí Rodríguez fue designado el diputado Salom Mesa Espinoza, quien era jefe de la seccional de ese partido en Caracas. Salom, desde su larga detención en 1951, había ido desplazándose lentamente hacia la izquierda radical y se había convertido en un topo comunista. A fin de burlar la vigilancia policial Salom utilizaba como correo a su asistente Nicolás Maduro García. Aparte de estas actividades subversivas, Alí Rodríguez supervisaba a través de “Harold” el desarrollo de la nueva logia golpista bolivariana. Esa información la pasaba a Douglas y secretamente a su verdadero jefe, Fidel. Independencia de Angola En 1975, cuando los portugueses decidieron retirarse de Angola, nacen Angola y Mozambique como Estados independientes. Estos nuevos países contaban con el apoyo de la URSS con mercenarios cubanos haciendo el trabajo sucio. Angola es importante por sus yacimientos petroleros, los segundos en África, después los de Nigeria. Esta riqueza, y su posición estratégica en la costa Atlántica, atrajeron a grandes potencias como la URSS y los EE.UU., pero también a Sudáfrica y a las guerrillas locales de UNITA. Luego de la independencia, los soviéticos enviaron 25 mil tropas cubanas para apoyar el nuevo Gobierno en su lucha contra UNITA y Sur África. En este escenario de guerra de baja intensidad los cubanos combatieron en Angola durante más de una década. Su misión era brindar seguridad contra posibles incursiones de Sur África y ataques de la guerrilla local UNITA liderada por Jonas Savimbi, quien estaba apoyado por EE.UU. En Sudáfrica, el gobierno racista había logrado controlar la situación con la detención de Nelson Mandela y se mostraba interesado en anexar el territorio de Namibia. La graduación de Chávez En julio de 1975 se graduó la promoción Simón Bolívar, la primera formada en el nivel universitario con el Plan Andrés Bello. De 185 aspirantes a cadetes que ingresaron en 1971 se graduaron 85 tenientes. Sus integrantes fueron los primeros oficiales en recibir la Licenciatura en Ciencias y Artes Militares. Hugo Chávez se graduó ocupando el puesto número 8 entre 75 tenientes. Esta posición indica que fue un alumno superior al promedio graduado en el 10% tope de su promoción. Esa alta posición la logró gracias a sus elevadas notas en “espíritu militar” que le asignaron algunos de sus jefes para “ayudarlo”. Durante sus cuatro años de estudio, Chávez cumplió con las estrictas instrucciones de confidencialidad que le impartió Ruiz Guevara. Pese a ser muy gregario y popular con sus compañeros y subalternos, tuvo pocos amigos cercanos. Esta actitud impedía generar

sospechas acerca de sus inclinaciones políticas. El engaño y el secretismo funcionaron al punto de que el 4 de febrero de 1992, luego de 17 años de servicio como militar, solo 8 de sus 65 compañeros de promoción lo acompañaron. Ninguno de ellos estuvo por encima de él en el orden de mérito de su graduación, ni sabían que su líder Maisanta era un hombre de izquierda. Chávez no quería competidores a su alrededor sino seguidores. La misma actitud de reserva la tuvo con los subalternos con quienes mantuvo distancia, con la excepción de algunos pupilos que utilizaba como “ordenanzas” para hacer mandados y como mensajeros. En el argot militar venezolano la palabra “pupilo” indica una relación especial entre un superior y un subalterno, que incluye una actitud paternal del superior y filial por parte del pupilo. Dentro de los cuarteles, que son entidades cerradas con una estructura social rígida, algunos superiores se convierten de manera informal en padres, mentores y defensores de subalternos con quienes simpatizan. A cambio de esa protección, el pupilo debe lealtad, fidelidad y presta algunos servicios. La relación mentor-pupilo no es oficial ni ilegal. No está prohibida y no tiene connotación sexual. Además de los pupilos entre los militares existen los ordenanzas que son subalternos que se desempeñan como ayudantes de cámara personales de sus jefes. Chávez y sus manejadores Cuando Chávez terminó sus estudios, “Fausto” reportó el hecho a Douglas y a Fidel. El dictador cubano tenía las manos llenas con sus guerras africanas y no le dio mayor importancia. Conocía el plan de Douglas y no tenía fe en él. Además sabía que faltaban años para ver resultados. Por su parte, Douglas estaba exiliado en Francia y había ido perdiendo el control del PRV. El flamante oficial Chávez recibió el sable (símbolo de mando) de manos del presidente de la república Carlos Andrés Pérez (CAP). En ese momento, nadie pensaría que ese larguirucho subteniente sería capaz de intentar derrocarlo casi dos décadas más tarde. Por breves momentos, las manos de CAP y Chávez estuvieron en contacto y Maisanta emocionado solo atinó a decir: ¡Gracias, Sr. Presidente!”. Frente a CAP, el joven topo no parecía temible. En ese momento un golpe lucía improbable. Al recibir las presillas de subteniente, Chávez logró el primer objetivo propuesto. Hasta ese momento el plan se desarrollaba bien. Se había hecho oficial del Ejército sin haber sido detectado como infiltrado. Tenía una red de amigos con los cuales no había hablado de conspirar, pero lo haría más adelante cuando llegara el momento. Al comenzar su carrera, saldría del entorno protegido de la AMV para enfrentarse a la realidad. Al terminar el acto de graduación, se cambió de civil y fue a reportarse ante “Harold”. En esa reunión fue felicitado efusivamente y antes de retirarse, su contacto le informó cuál sería su primer cargo. De esa manera fuera de lo común Maisanta se enteró de que iría al Batallón de infantería Cedeño. Esa unidad estaba prevista para conducir operaciones de limpieza de los focos guerrilleros de Bandera Roja en Oriente y su misión sería reportar los planes del Ejército. Al marcharse, Chávez se preguntó a sí mismo: ¿Cómo diablos pudo saber «Harold» esa información confidencial?. La explicación era

sencilla. Un topo en la Dirección de Personal del Ejército Mientras en los años setenta el general Jorge Ernesto Osorio García promovía el endiosamiento de Bolívar en el ámbito militar, Douglas Bravo restableció su control clandestino sobre el nombramiento de oficiales en el Ejército. Esa capacidad le había sido muy útil en los años cincuenta y le permitió ubicar a sus infiltrados en unidades estratégicas. Ahora la volvería a usar para ubicar a los miembros de la logia de Chávez. Luego de la caída del general Pérez Jimenez Douglas sembró como empleado en la Dirección de Personal del Ejército a un joven civil apodado “Guerrita”. Este sujeto fue quien facilitó la manipulación de los nombramientos militares en años posteriores. A través de Guerrita era relativamente fácil ubicar a ciertos oficiales en cargos de interés e incluso limpiar expedientes, eliminando informes o calificaciones que afectaran sus carreras. Ese funcionario trabajó en la Dirección de Personal del Ejército por más de tres décadas. Por largos años el trabajo de “Guerrita” fue muy eficiente haciéndose indispensable y pasando desapercibido. Su experiencia y fenomenal memoria lo convirtió en la mano derecha de los jefes de personal del Ejército. Tuvo un poder discrecional para asignar cargos a oficiales subalternos y superiores. Guerrita se jubiló antes del 4F y murió poco después llevándose sus secretos a la tumba. Las actividades encubiertas de Guerrita eran evidentes desde los años sesenta. En esos años era notorio que un grupo de conocidos oficiales conspiradores de izquierda gravitaba sospechosamente hacia ciertas unidades que tenían tradición golpista. La Academia Militar en Fuerte Tiuna, el Cuartel Urdaneta (ubicado en Catia), donde se acantonaban el Grupo de Artillería Ayacucho, el Batallón Blindado Bermúdez y algunas unidades de tanques y paracaidistas en Maracay y Valencia eran conspicuas. A la caída de Pérez Jiménez muchos oficiales del FMC de Douglas fueron ubicados en esas unidades. Esos extraños nombramientos no fueron accidentales, pero nadie condujo una investigación que pusiera en evidencia lo que ocurría. “Los Panas” salen del país Al graduarse Chávez, por coincidencia fueron enviados al exterior para realizar curso de Estado Mayor los tres líderes de “Los Panas”, quienes para entonces ostentaban el grado de Mayores. Su escogencia no fue difícil porque los tres eran buenos oficiales, inteligentes y tenían buenos contactos. Fernando Ochoa Antich fue enviado a Francia. Carlos Santiago Ramírez a España y Ramón Santeliz a Brasil. En esos países permanecieron por varios años. Para entonces solo “Rasputín” sabía de la existencia del subteniente Chávez. Las primeras vacaciones como oficial Luego de graduarse, a Chávez le concedieron dos semanas de permiso para visitar a su familia. El Chávez que regresó hecho Subteniente a Barinas no fue el mismo muchacho que ingresó a la Academia Militar cuatro años antes. En la AMV, el recién graduado afinó ciertas habilidades que le iban a ser muy útiles: había estudiado oratoria y ahora hablaba con soltura en forma grandilocuente con pomposidad y frondosa labia. Su pasantía por la

Sociedad Bolivariana le había hecho conocer bien al héroe del cual hablaba con aplomo y vehemencia. En el teatro había aprendido algunas técnicas histriónicas y se había convertido en un locuaz maestro de ceremonias. Luego de ver su familia visitó a su mentor. El maestro Ruiz Guevara al hablar con el apreció el cambio que había sufrido su pupilo. Él no se había equivocado, Chávez tenía madera de líder. Ya no era el desmañado Tribilín que había ingresado a la AMV. Ahora algunos le llamaban con respeto Maisanta. Pronto empezaría a tejer una red de seguidores en las unidades por las cuales pasaba. En pocos años tendría una logia bolivariana con la cual tomarían el poder.

CAPÍTULO 10

El subteniente Chávez El Diferendo con Colombia En agosto de 1974, al tomar posesión Alfonso López Michelsen, declaró que a su país le asistía el derecho a la plataforma submarina y aguas del Golfo de Venezuela. Estas declaraciones crearon tensión entre ambos países. La tirantez se intensificó cuando los colombianos hicieron una maniobra militar en la frontera con gran despliegue de hombres y armas. Poco después de la graduación de Chávez, López Michelsen pronunció un polémico discurso ante los nuevos oficiales de la Escuela Naval colombiana. En esa oportunidad planteó la tesis del “condominio de estados ribereños”. Luego inform ó que se habían reanudado las negociaciones con Venezuela para la delimitación de las áreas marinas y submarinas y que los derechos de Colombia serían defendidos. Estas declaraciones aumentaron la tensión. Chávez en los cuarteles El subteniente recién graduado al llegar a los cuarteles se sintió como pez en el agua. Pronto su carisma y magnetismo innato, le hicieron popular. Sus atributos de liderazgo atrajeron a su alrededor seguidores militares, incluyendo superiores, compañeros de promoción y cadetes pupilos de menor antigüedad a los que llamaba afectuosamente “mis bolivarianos” y posteriormente “mis centauros”. De esta manera Maisanta se convirtió en líder de un grupo militar bolivariano, que no despertaba recelos sino admiración entre superiores y subalternos. Chávez no perdía oportunidad de dar conferencias alabando al héroe y exaltando sus glorias. En esas charlas siempre recordaba a su audiencia que Bolívar había pronunciado en 1829, poco antes de morir, la frase: “Los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia a plagar la América de miserias en nombre de la libertad”. Luego remataba teatralmente, como en trance: “Bolívar siempre se opuso al imperio”. Con esta aseveración insinuaba que el Libertador se refería a los norteamericanos, cuando en realidad el prócer hablaba del imperio español. Como su actividad proselitista “bolivariana” no era considerada de carácter político era bien visto y hasta apoyado por sus superiores. Con esos dardos, Chávez promovía el nacionalismo y el odio hacia los yanquis, sin hablar de izquierdismo y menos de socialismo o comunismo. En ningún momento Chávez hacía referencia a otras frases famosas del héroe, como aquella en la cual dijo: “Un soldado feliz no adquiere ningún derecho para mandar a su patria. No es el árbitro de las leyes ni del gobierno, es defensor de su libertad”. Esta frase era tóxica para él, como la kryptonita para Superman. Gracias a esta campaña para promover a Bolívar como un ícono casi religioso, Chávez adquirió renombre en el medio militar. Se hizo conocido como un apóstol bolivariano sin connotaciones políticas. Incluso atrajo a superiores fervorosos del Libertador, quienes lo empezaron a proteger convirtiéndolo en su pupilo predilecto.

Siguiendo las instrucciones durante sus primeros años como subteniente, Chávez se abstuvo de hablar de política o conspiración a sus seguidores. Su objetivo era armar una inofensiva red de bolivarianos que no despertara recelos. La Brigada de cazadores Al crearse la brigada de cazadores conformada por batallones ligeros y móviles diseñados para la lucha antiguerrillera el batallón “Cedeño” fue adscrito a esta brigada y su sede fue establecida en Cumana, la capital del estado Sucre en el oriente de Venezuela. El comando de la brigada de cazadores funcionaba en Maturín, la capital del Estado Monagas. Como le había informado “Harold”, Hugo fue enviado a sentar plaza como comandante del pelotón de comunicaciones del Batallón de Cazadores general “Manuel Cedeño”. Su designación como oficial de comunicaciones no fue accidental. Estos oficiales rotan por todas las unidades del Ejército tanto las de infantería, blindados, artillería, ingeniería, caballería etc. facilitando la propagación de la logia. Chávez no fue al Batallón “Cedeño” por accidente. Esa unidad estaba destinada a conducir operaciones guerrilleras en el oriente del país donde operaba Bandera Roja (BR). En esa unidad, como oficial de comunicaciones, tendría acceso a información operacional que pasaría clandestinamente a sus manejadores utilizando correos de BR. Las declaraciones del presidente de Colombia Alfonso López Michelsen (conjuntamente con la actividad de las guerrillas FARC en la frontera del Arauca) hicieron cambiar los planes del Ejército venezolano. En lugar de perseguir guerrilleros pronto varios batallones fueron movilizados para vigilar la frontera colombiana. Uno de ellos fue el “Cedeño”, al cual encomendaron la misión de patrullar la región del Cutufí en el estado Apure. Esto cambio temporalmente los planes de los manejadores de Chávez. Pronto “Harold” dio instrucciones a Chávez para que hiciera contactos discretos con las FARC. Debido a estos eventos, la permanencia del Batallón Cedeño en la región del Arauca continuó hasta que la situación tensa entre Venezuela y Colombia se distendió a comienzos de 1976. El secuestro de Niehaus El regreso del subteniente Chávez y su Batallón a su base en Caripito, estado Monagas, coincidió con el sonado secuestro del industrial William Niehaus en Caracas. El 27 de febrero de 1976 un grupo armado de Bandera Roja entró a su residencia en la Urbanización Prados del Este en Caracas y se lo llevaron. Ese fue el inicio de un largo cautiverio que duro más de tres años, así como de una enconada persecución por orden de CAP. Desde La Habana, Fidel, quien sabía lo que ocurría gracias a Alí Rodríguez Araque, aprovechó para denunciar a CAP que Douglas era el organizador del secuestro. Dada la importancia del secuestrado la policía inició un gigantesco operativo para rescatarlos. Entre los sospechosos estaban Douglas Bravo, Fernando Soto Rojas, Ali Rodríguez, Salom Mesa, Fortunato Herrera y David Nieves. Douglas Bravo y Soto Rojas huyeron a Francia. Los demás se dieron a la fuga dentro del país9. 9. Organización de Revolucionarios (OR). (1970 mayo 15). Recuperado de http://www.cedema.org/uploads/OR_1970-0515.pd

Pronto la DIGEPOL (la policía política de Venezuela) detuvo a Jorge Rodríguez, el jefe de la Liga Socialista, señalándolo como uno de los cabecillas del secuestro. Durante los interrogatorios, el detenido murió a causa de golpes recibidos. Poco después fueron apresados el diputado Salom Meza (del MEP) y David Nieves (de la Liga Socialista) acusados de cómplices. Cuando esto ocurrió, Nicolás Maduro García, quien era correo de Salom con Alí y Jorge Rodríguez huyó a Cúcuta. Al desaparecer dejó encargada de la mensajería a su esposa. Para la época, el hijo de Maduro García, Nicolás Maduro Moros, era un espigado mocetón de 16 años pero según su cédula falsa tenía apenas 12 años. El adolescente no había terminado primaria en Colombia y había trabajado como colector de autobús en Cúcuta. Al ser llevado a Caracas en 1964, fue presentado ilegalmente al registro civil por sus padres alegando tener menos edad para minimizar sospechas. En Venezuela, de acuerdo con la ley, los recién nacidos debían ser presentados poco después de nacer. Al llegar a Caracas en 1975 fue inscrito en el sexto grado de primaria en el Colegio San Pedro. Sus compañeros de la época que tenían un promedio de edad de 12 años lo recuerdan como el más alto de la clase, con acento colombiano y lucía como si tuviera más de 15 años. Al terminar la primaria en 1976, el adolescente Maduro fue inscrito en el Liceo Urbaneja Achelpohl, que estaba ubicado cerca de su apartamento en la urbanización de clase media alta Las Acacias en Caracas. La responsabilidad de criar a sus hijos y ser correo clandestino abrumó a la madre de Nicolás. Pronto le pidió a su hijo que la relevara en esas tareas. Para entonces su vástago tenía 17 años, medía casi dos metros de estatura y apenas iniciaba la secundaria pero ya era un hombre corpulento. A partir de ese momento Nicolás Maduro hijo, siendo estudiante de bachillerato, se convirtió en el mensajero entre Salom Mesa y Alí Rodríguez Araque. En ese plantel, el joven se hizo líder juvenil del Movimiento Estudiantil de Unidad Popular (MEUP), la fachada legal de la Liga Socialista. De esta manera, Nicolás Maduro Moros entró en contacto con Alí Rodríguez. Con el correr del tiempo se convirtió en su pupilo, guardaespaldas, mensajero y hombre de confianza, mientras su padre el sindicalista del MEP permanecía oculto en Cúcuta. En esas andanzas Maduro sirvió de mensajero de Ali con “Harold” y conoció a Chávez. Chávez se reúne con Alí Rodríguez A fines de 1976 el Batallón “Cedeño” fue transferido desde la frontera con Colombia a su guarnición de rutina en Caripito. Aprovechando este cambio, Alí Rodríguez decidió que era tiempo de conocer personalmente a Chávez. Alí había sido informado que el Ejército iniciaría operaciones contra los guerrilleros de Bandera Roja en la zona del Turimiquire en el oriente del país. Aunque Ali estaba en la clandestinidad, debido a la persecución desatada por el caso Niehaus, decidió convocarlo a su escondite. Para entonces su madriguera o “concha” (como se le dice en Venezuela) era una casa de campo cerca de Ejido, su pueblo natal en las montañas del estado Mérida. Para hacer el contacto Alí se comunicó con Adán Chávez (el hermano mayor de Hugo), quien luego de graduarse en la

Universidad de los Andes (ULA) en Mérida, se había quedado dictando clases en ese instituto. En julio de 1976, Chávez atendió la convocatoria pidiendo un permiso de vacaciones. En esa oportunidad fingió visitar a su hermano Adán en la ULA. Ese fue el primer contacto entre ambos hombres. La reunión se hizo para que Maisanta presentara una evaluación del avance de su actividad y explicara los planes del Ejército contra la guerrilla de Bandera Roja. Al terminar, se le darían instrucciones sobre lo que debía hacer en esas operaciones. Luego de la presentación, Rodríguez Araque quedó impresionado por el carisma de Chávez, su elocuencia y la seguridad con que abordaba todos los temas. Lo que más le atrajo fue cuando le dijo que en apenas dos años el grupo de “bolivarianos” ya estaba compuesto por unos diez subtenientes de las últimas dos promociones, más una docena de cadetes en la AMV. Esas cifras eran bajas, pero esperanzadoras porque eran muy superiores a las de Santeliz. Después de oírlo, el jefe comunista le dio instrucciones que sorprendieron a Chávez. Su primera misión era una operación guerrillera en la cual él debía traicionar a sus compañeros del Ejército. Esta aviesa acción estaba diseñada para probar su compromiso con la revolución. Antes de terminar esa reunión, Chávez pidió a un subteniente recién graduado para que lo apoyara durante en la operación que se planificaba. Al efecto recomendó al subteniente Wilme Moreno, quien había sido su pupilo en la Academia Militar y era nativo de la región donde iba a operar. Antes de marcharse Ali le informó que al ascender a Teniente (en julio de 1978) iba a ser enviado como instructor a la Academia Militar. Ante este prospecto Chávez entregó una lista de oficiales que eran sus mejores amigos dentro de su promoción. La lista incluía a: Jesús Urdaneta Hernández, Felipe Acosta Carles, José Miguel Ortiz Contreras y Yoel Acosta Chirinos. Al presentar esta solicitud informó a Alí que el estimaba que con este refuerzo podría controlar un centenar de oficiales y cadetes para 1980. En ese momento, Alí le preguntó cuáles eran sus proyecciones para un futuro golpe y Chávez manifestó que podría iniciarse la planificación preliminar entre 1984 y 1985, aunque consideraba necesario esperar a su ascenso a Mayor en 1986. En dos o tres años a partir de ese momento los líderes de la logia serían mayores segundos comandantes de batallón. Al ocupar esos cargos les sería fácil arrebatarles el mando a los tenientes coroneles comandantes de batallón. Para entonces estimaba tener unos trescientos oficiales conjurados bajo su mando. Con este número de oficiales en la logia Chávez consideró que sería capaz de controlar más de quince batallones en Caracas y la región central y que podría tumbar al Gobierno con la colaboración de las fuerzas de choque del PRV y otros movimientos subversivos. “Fausto” quedó emocionado con estas cifras. Ahora sí estaba convencido de que Chávez tenía un potencial muy superior al del inefectivo teniente coronel Santeliz. Al retirarse, aconsejó al Teniente que siguiera actuando con prudencia y baja silueta. Por ahora no

debía tocar temas de ideología marxista con sus seguidores, ni hablar de conspiraciones o golpe, pero debía mantener su línea bolivariana nacionalista y antinorteamericana a la espera de instrucciones. Al regresar a Caracas, Alí reportó la entrevista a Fidel en un informe secreto. Este documento fue entregado con grandes precauciones al embajador cubano en Caracas. Cuando Fidel lo leyó sonrió complacido ante las buenas nuevas. A partir de ese momento estuvo más atento a las andanzas de Chávez. Ahora tenía que planear cómo sacar de juego a Douglas Bravo. El Batallón Cedeño en Cumaná El Ejército preparó una operación para aniquilar las guerrillas en el Oriente a finales de 1977. En mayo el Batallón Cedeño fue enviado a Cumaná. Su misión era operar con otros batallones contra los insurrectos de Bandera Roja en la región de Cantaura. Por esos días se reportó al batallón el subteniente Wilme Moreno, oficial infiltrado de Bandera Roja que había sido “pupilo” de Chávez en la AMV. Moreno serviría de correo entre Chávez y la guerrilla. Chávez como espía pasaba información operacional a Bandera Roja a través de Moreno. En agosto de 1977 un grupo combinado del PRV, BR y LS liberó a varios guerrilleros presos en la Cárcel de La Pica, en el estado Monagas cerca de Cantaura. Los prisioneros rescatados fueron a engrosar las filas de la guerrilla de Bandera Roja. Con la llegada de estos refuerzos aumentó la actividad subversiva produciéndose frecuentes enfrentamientos y secuestros. Incluso se rumoraba que el industrial secuestrado Niehaus estaba en el área. En noviembre de 1977, el presidente Pérez ordenó a la Brigada de Cazadores eliminar ese foco. La emboscada de “La Gloria” La zona entre Cantaura y Aragua de Barcelona era un bastión de Bandera Roja. De acuerdo a informes de inteligencia, una cuadrilla de unos 60 hombres del Frente guerrillero Américo Silva (bajo el comando de Gabriel Puerta Aponte) operaba en la zona. La base de esa guerrilla estaba en la serranía de Turimiquire. Para destruirlos, el Comando Unificado de las FAN organizó una amplia operación de rastreo y barrido a comienzos de noviembre de 1977. Al efecto fueron enviados varios batallones a establecer 4 comandos operacionales desde donde se enviaban fuerzas de tarea. Entre estos batallones estaban el “Bolívar”, “Silva” y “Cedeño”. Chávez quien por ser oficial de comunicaciones tenía acceso a mensajes secretos, empezó a enviar información a Bandera Roja con el Stte. Moreno. El 9 de noviembre, antes de iniciarse el despliegue para la operación, informantes reportaron el avistamiento de guerrilleros cerca del caserío La Gloria, a 5 Km. de Aragua de Barcelona. El 14 de noviembre fue secuestrado Domingo Guzmán Adrián, un hacendado propietario del Hato “La Esperanza” y sus captores empezaron a pedir rescate. Ante estos hechos el Comando de la Brigada de Cazadores, a través del Comando Operacional Nº 1, ordenó una operación de rescate con una fuerza de tarea

integrada por dos pelotones del Batallón “Silva” y dos del “Cedeño”10. El 16 de noviembre, el Ejército lanzó esa operación. La misión incluía un rastreo en el área cercana al caserío La Gloria. Como Bandera Roja sabía que un convoy militar pasaría por allí, preparó una emboscada. 10. “Capítulo VII 13, Emboscada “La Gloria” 18 de Noviembre de 1977. (2010 abril 03). Recuperado de http://loscincodelinea.blogspot.com/2010/04/capitulo-vii-13-emboscada-la-gloria-18.html

El 18 de noviembre, dos pelotones del Cedeño en la vanguardia y dos del Silva en la retaguardia fueron enviados a bordo de camiones hacia el área de despliegue donde se iniciaría el rastreo a pie. En ruta hacia sus puntos de partida, los camiones con tropas del Batallón “Cedeño” — comandados por los Sttes. Chávez y Moreno en la vanguardia— pasaron por el sitio de la emboscada sin ser agredidos. Quince minutos después, el convoy con tropas del Batallón “Silva” al mando del Tte. Julio Rodríguez fue atacado por los irregulares muriendo seis soldados y cinco salieron heridos incluyendo el Tte. Rodriguez. Investigaciones hechas en el lugar indicaron que unos doce guerrilleros habían pernoctado en el sitio la noche anterior y sabían de la operación. La forma cómo se realizó la emboscada suscitó sospechas. La pregunta obvia fue por qué no atacaron la unidad de vanguardia. Para investigar lo sucedido fue designado el Tcnel. José Murga Cabrices el comandante del batallón “Cedeño”. Chávez bajo sospecha Al regresar a su guarnición a Cumaná, Chávez fue sometido a varios interrogatorios sobre la emboscada por ser considerado sospechoso. Chávez y Moreno, se mantuvieron firmes en su versión de que no tenían nada que ver con el asunto. La inteligencia militar no tenía pruebas firmes contra ellos. Solo había una declaración de un informante que dijo haber visto a Moreno reunirse con miembros del grupo Bandera Roja un día antes del ataque. Aunque el coronel Murga estaba seguro de que Chávez había sido el soplón de esa operación, esa información no fue considerada suficiente para acusarlo ante el Consejo de Guerra. Maisanta. Ante estos resultados, los dos subtenientes fueron dejados en libertad. Al regresar a su guarnición ambos fueron transferidos a otras unidades. El coronel Murga le hizo saber al comandante del Batallón “Cedeño” sus sospechas y pasó un informe sobre el caso a la Dirección de Inteligencia del Ejército. Ese año en la calificación de servicios de estos oficiales Murga reportó el hecho y ambos fueron mal evaluados. Luego de los interrogatorios, Chávez asumió que el registro del incidente sería parte de su expediente profesional. En ese momento creyó que su carrera había sido destruida y que lo mejor para él sería pedir la baja e irse a jugar béisbol como había planeado originalmente. Ante esa crítica situación decidió escribir una carta a su mentor José Esteban Ruiz Guevara en Barinas. El contenido de la carta fue revelado años más tarde por Ruiz. Según informó a un periodista del diario comunista Tribuna Popular en una entrevista en marzo de 1998, Maisanta le comunicó a Ruiz: “Me voy de baja. Yo no quiero estar aquí. Este no es el

Ejercito de Bolívar”. 10 La noticia alarmó a Ali Rodriguez Araque. Su intención de irse de baja encendió las alarmas. Ante esta situación, Alí pidió ayuda a Ruiz Guevara, quien era la única persona a quien Hugo respetaba y obedecía. Ruiz le respondió tajantemente a su pupilo: “Hugo, no te puedes ir. Debes hacer lo que sea necesario para permanecer más tiempo. Sigue en el Ejército, te necesitamos allí”. Siendo presidente Chávez le dijo al periodista: “Ruiz estaba en lo correcto. Era una necesidad quedarme como ordenó mi viejo camarada.11” 11. Roz, José Sant. “J. E. RUIZ GUEVARA, eminente sabio y maestro de Chávez:. Recuperado de http://ensartaos.com.ve/entrevistas/j-e-ruiz-guevara-eminente-sabio-y-maestro-de-chavez-ningun-proceso-revolucionariopuede.

En esa misma entrevista, Ruiz Guevara reconoció que entre 1968 y 1980 fue secretario general del PCV en Barinas, que estuvo en las guerrillas en los años 60 y que al regresar a su pueblo convirtió su biblioteca en un nido de conspiración y sitio de predicas marxistas al cual concurría Chávez con otros amigos. Estas declaraciones las traigo a colación, porque hay personas que creen que Chávez se hizo comunista después de conocer a Fidel en 1994 en La Habana. Ante las exigencias para que continuara, Chávez acató las instrucciones de su maestro. En el futuro inmediato debía mantener una baja silueta para que su caso se enfriara. Ruiz Guevara le informó que no se preocupara por su futuro, porque ellos se encargarían de enrumbar su carrera como estaba previsto. De esa manera Maisanta se enteró de que sería transferido de la Brigada de Cazadores a la Brigada de Blindados. Previamente pasaría del arma de comunicaciones a la de blindados. Entre los tanquistas no era conocido y podría empezar de nuevo. Chávez aceptó luego de que su mentor le aseguró que ascendería a Teniente sin problemas, y que le darían el apoyo solicitado para ir como oficial de planta a la Academia Militar con el fin de acelerar las labores de reclutamiento de su logia. La única exigencia fue que no hablara de comunismo, sino de nacionalismo, anti yanquismo, corrupción y bolivarianismo. Santeliz transferido a la Dirección de Personal La emboscada de La Gloria puso al plan subversivo en peligro en noviembre de 1977. Ese incidente amenazó la carrera de Chávez podría destruir el tinglado golpista. Con Douglas exiliado en Francia, Rodríguez Araque giró instrucciones para minimizar el incidente y transferir a Maisanta a un lugar seguro. En ese momento la organización de Douglas Bravo se movilizó para sembrar al teniente coronel Santeliz en la Dirección de Personal del Ejército con el fin de reforzar a “Guerrita”. A este infiltrado se le asignó la misión de asegurar que el caso de Chávez pasara desapercibido. Otra tarea de “Rasputín” era ejecutar los múltiples cambios previstos al ascender la promoción de Chávez a tenientes en julio de 1978. En ese momento el grupo de líderes de la logia debía ser enviado a la Academia Militar. El incidente de “La Gloria” afectó profundamente a Chávez hasta el punto de que luego de llegar a la presidencia lo rememoró en varias oportunidades colocando su rol en un

plano heroico. Una vez en su programa “Aló Presidente” se explayó sobre el tema, narrando que siendo subteniente en operaciones antiguerrilleras había tenido un incidente con su comandante de Batallón. Según Chávez, un día al regresar al campamento, luego de un patrullaje, observó que un coronel golpeaba a un guerrillero con un bate de béisbol. Ante el abuso se abalanzó sobre su superior arrancándole el bate y le dijo: “ —Usted no puede violar los derechos humanos de los prisioneros. Luego de ese pretendido incidente, el coronel se retiró pero tomó venganza. Poco después lo evaluó mal en su calificación de servicio y le pasó un informe negativo que afectó su ascenso. Esa leyenda no es creíble, pero como mitómano, Chávez creía sus propias mentiras. La leyenda narrada por Chávez no menciona la emboscada de La Gloria ni los seis soldados muertos por su infidencia. Tampoco señala que el superior que le levantó un informe fue el para entonces coronel José Murga Cabrices. Este oficial era el jefe de Estado Mayor de la brigada de Cazadores. Murga era un corpulento gigantón de casi dos metros de estatura y muy malas pulgas. Fue un oficial de policía militar muy estricto, pero muy justo. Si el subteniente Chávez hubiera intentado hacer lo que contó en televisión, seguramente hubiese sido arrestado y se hubiera abierto una investigación sumarial y esto no ocurrió. Luego de la emboscada de La Gloria, los manejadores de Chávez actuaron con rapidez para salvaguardar la carrera de su pupilo. Luego de esta conversación, Chávez fue enviado misteriosamente a un nuevo destino en el Batallón Bravos de Apure en Maracay, sin que él o sus superiores inmediatos solicitaran ese cambio. Además de la transferencia de unidad también le fue tramitado el cambio del arma de comunicaciones a la de blindados. La escogencia de la Brigada Blindada no fue accidental. Esa unidad había sido convertida por el general Rangel Bourgoin en el centro del bolivarianismo en el Ejército, aunque hubo ninguna relación entre ese general y el chavismo. Lo importante es que esa era la unidad más poderosa de esa fuerza y estaba situada en una posición estratégica que la hacía indispensable para un golpe de Estado. Las logias de Santeliz Santeliz nunca ocultó su simpatía por la izquierda, pero por instrucciones de Ruiz Guevara se cuidó de manifestar ser comunista. A los militares durante la democracia se les había inculcado que teníamos derecho a nuestras propias ideas políticas, pero no podíamos afiliarnos a organizaciones partidistas ni hacer proselitismo. Mientras no se violara abiertamente esa norma, éramos libres de creer en lo que quisiéramos. Al ingresar a la Academia Militar, “Rasputín” trató de captar a “Los Panas”, pero se dio cuenta de que Santiago tenía más liderazgo. Ante esto decidió unírsele para utilizarlo como cobertura de sus andanzas conspirativas. A su lado podía pasar desapercibido mientras desarrollaba en forma paralela su logia, bautizada como “Asociación Revolucionaria de Militares Activos” (ARMA). Santeliz es un estratega intrigante que

siempre actuó tras bambalinas. Por no ser carismático no pudo montar la logia que Bravo quería. Su fracaso hizo necesario que su tío creara en Barinas la Escuela de Cuadros y reclutara a Chávez. Chávez sale del Batallón Cedeño Al recibir instrucciones, Guerrita logró enviar a Chávez a otro batallón y limpiar su expediente. En Venezuela los cambios militares normalmente se producen en el mes de julio. Transferencias extemporáneas como esta revelan la existencia de algún tipo de problema que debe ser informado al comando de la unidad que recibe al oficial. En esa oportunidad nadie reportó al comando del Batallón Bravos de Apure que había sospechas contra Chávez. Tampoco se impartieron instrucciones para mantenerlo bajo observación, una medida que es rutinaria en estos casos. En su expediente de unidad tampoco había ningún informe sobre la emboscada. Todo esto tuvo visos de complicidad para ocultar el hecho. El Bravos de Apure es un batallón de tanques encuadrado dentro de la Brigada Blindada y acantonado en la ciudad de Maracay. Al llegar a esa unidad, Chávez era un completo desconocido por no pertenecer al arma de blindados. Eso era lo deseado por sus manejadores para permitirle comenzar de nuevo su vida militar pasando desapercibido. De haber permanecido Chávez en la Brigada de Cazadores, lo más probable es que no hubiera ascendido a Teniente y allí hubiera terminado su rol en la revolución. Filtrar información al enemigo en situación de combate es traición. Es un crimen muy grave en el medio militar. En esos años los órganos de seguridad del Estado andaban tras la pista de los secuestradores de Niehaus y rastreaban a fondo la zona de operaciones de Bandera Roja en Oriente. En esas pesquisas Chávez fue detectado por la inteligencia militar junto con el teniente Wilme Moreno. Pese a ser considerados sospechosos, no hubo suficientes pruebas para imputarlos. La salida intempestiva de Chávez de la Brigada de Cazadores le hizo perder la pista a los sabuesos de la DIM en la zona de operaciones. Su pasantía por la Brigada Blindada sería temporal, mientras se olvidaba el incidente de “La Gloria” y se establecía su red en esa unidad. Una vez que su caso fuera dejado de lado, sería transferido a la AMV. Ese sería su destino por varios años para darle tiempo de montar su logia golpista en la casa de los sueños azules. Los cambios de arma o servicio no son frecuentes en el Ejército. Generalmente este requerimiento se presenta cuando un oficial alega una supuesta persecución y hostigamiento por superiores dentro del arma de su especialidad. Chávez no invocó esa causa y todos los trámites fueron hechos por terceras personas en Caracas. Al aducir hostigamiento, Chávez quedaría en evidencia y eso era precisamente lo que se quería evitar. Por eso la transferencia se manejó discretamente desde la Dirección de Personal. La obsesión golpista En los años setenta, después de tres lustros de democracia, se consideraba que hablar de golpes en Venezuela era un anacronismo. Para muchos ese pensamiento era un rezago del pasado que había sido superado luego de la derrota de la guerrilla. El Estado de

Derecho parecía haberse arraigado luego de que tres presidentes democráticos electos se rotaron en el poder. Pese a esta aparente placidez, algo extraño bullía en los cuarteles. Bolívar en una oportunidad dijo proféticamente: “Venezuela es un cuartel”. Esa apreciación fue acertada. El Libertador fue el primer caudillo militar de ese díscolo cuartel y pese a su capacidad de mando, a duras penas pudo mantenerlo bajo control. Al final, enfermo y sin fuerzas, no pudo más y abandonó esa lucha estéril diciendo: “He arado en el mar”. Luego de su muerte, ese país cerril fue presa de caudillos menos brillantes, golpes de Estado y dictaduras dirigidas por generales. En los primeros siglos, los militares en el poder eran de derecha y fueron malos gobernantes. Ahora los de izquierda resultaron peores. Para un revolucionario venezolano, de izquierda o derecha, el camino para acceder al poder es mediante un golpe de Estado. Douglas Bravo no fue la excepción, porque su visión incluía una acción cívico-militar para lograr su objetivo. En Venezuela esa concepción basada en el uso de la fuerza debía incluir la poderosa Brigada Blindada, que es una unidad militar ubicada estratégicamente en una posición central que permite ejecutar o suprimir un golpe. Su cuartel general en Valencia, en pleno corazón del país, bloquea el paso hacia Caracas a cualquier intentona golpista. Del mismo modo, esa unidad puede aplastar una insurrección en Caracas o lanzar un golpe contra el Gobierno. Para cualquier militar y para los civiles venezolanos era obvio que cualquier alzamiento tenía que contar con esa Brigada. La miel del poder atrajo a las moscas golpistas al panal de esta unidad acorazada.

CAPÍTULO 11

Chávez en la Brigada Blindada El general Rangel Bourgoin La Brigada Blindada es una unidad de tanques AMX 30 franceses comprados por Caldera a Francia en 1973, por recomendación del coronel Moros Ghersi. Este material fue adquirido como medida disuasiva ante los frecuentes roces fronterizos con Colombia por diferendos limítrofes. Al completarse su dotación, esa brigada se convirtió en la más potente del Ejército. Dada su importancia estratégica, para los subversivos era indispensable infiltrarla. Su poder de fuego era determinante para tomar el poder en Venezuela. Los primeros oficiales para esas unidades fueron formados en Francia y su activación se inició en 1974 bajo el mando del general Luis Enrique Rangel Bourgoin, hermano del líder marxista Domingo Alberto Rangel quien por fortuna tenía inclinaciones políticas contrarias. Domingo Alberto Rangel Bourgoin, el hermano del general fue el mercurial político que encabezó la escisión del MIR de Acción Democrática en 1960, lanzando a la juventud de AD en brazos de Fidel. Su hermano militar Luis Enrique no era comunista, pero tenía inquietudes políticas con un marcado barniz bolivariano. Sus ideas coincidían con las del general Osorio García en cuanto a venerar a Bolívar y convertirlo en un objeto de culto casi religioso. Cuando la brigada se activó, Chávez era alférez o cadete de cuarto año. Al graduarse en 1975, la idea de sus manejadores era darle la oportunidad como oficial de comunicaciones de rotar por unidades de diversas armas del Ejército para que pudiera contactar y captar más seguidores. Eventualmente, sería enviado a la Brigada Blindada y luego a la AMV por largo tiempo para desarrollar una logia dentro de ese instituto. El general Rangel Bourgoin, siendo bolivariano impuso un exacerbado culto al Libertador en esa unidad. Él recibió las primeras promociones de subtenientes formadas por el general Osorio que venían imbuidos con esa idea del culto a Bolívar. Con su doctrina de mando instituyó en el seno de esa unidad una serie de extrañas tradiciones y simbología “bolivariana” que convirtieron a sus tanquistas casi en una secta militar. El pensamiento del general Rangel giraba alrededor de El Libertador. El culto a Bolívar no era algo extraño en el medio militar venezolano, pero era exacerbado en su caso. Este general siempre mantenía una silla vacía a su lado en honor al Libertador en todos los actos públicos de la brigada y aun en el comedor de oficiales. Al tomar la palabra, siempre se dirigía a la silla vacía como hablando con el Padre de la Patria. Mucho antes de que apareciera Chávez, ya Rangel había endiosado a Bolívar y había convertido su imagen en un icono de los altares militares. Las acciones de ese general reforzaron en la Brigada Blindada las enseñanzas impartidas por el general Osorio en la Academia Militar. En esa brigada, el bolivarianismo era un valor fundamental. Aunque la intención del general Rangel no fue golpista, su obsesión bolivariana facilitó el desarrollo de una conciencia militarista en el Ejército.

Chávez en la Brigada Blindada Luego de que CAP recibió el poder de manos de Caldera a comienzos de 1974, el grupo de oficiales ensamblado por el general Moros Ghersi en la Casa Militar fue enviado a otras unidades. Como la mayoría eran tanquistas, casi todos fueron asignados a la Brigada Blindada. Estos oficiales no constituían una logia golpista, sino un grupo de militares afectos a Caldera. Esa brigada había sido fundada por el general Rangel Bourgoin. Posteriormente, Rangel fue Ministro de la Defensa y al pasar a retiro fue candidato presidencial. Para su campaña usó sin éxito como plataforma política el bolivarianismo. A comienzos de diciembre de 1977, Chávez se presentó en Maracay ante el Tcnel. Luis Arcángel Pulido Hernández. Este era el comandante del Batallón Blindado “Bravos de Apure” que formaba parte de la Brigada Blindada. Su llegada no fue fortuita. Sus manejadores lo enviaron allí para protegerlo del Tcnel. Murga Cabrices. Este oficial lo acusó de filtrar información a la guerrilla que condujo a la emboscada de “La Gloria”. Pulido no estaba al tanto de esa historia. Para el ese subteniente recién llegado era una buena adquisición, porque necesitaba un oficial de comunicaciones. Además venía precedido de fama como animador de actos culturales y tenía gran habilidad para recitar poemas llaneros y organizar conjuntos folclóricos de arpa, cuatro y maracas. El segundo comandante de ese batallón era el mayor Richard Salazar Rodríguez, jugador de béisbol y miembro del grupo del general Moros Ghersi. Para el Chávez también fue bienvenido, porque fortalecía el equipo de béisbol. Al llegar, Maisanta trabajó duro para impresionar a su nuevo comandante de Batallón. Él sabía que además de sus influencias en la Dirección de Personal del Ejército necesitaría buenas notas y una recomendación para ser enviado a la Academia Militar más adelante. El incidente de “La Gloria” aún estaba fresco y era una espada de Damocles que pendía sobre su cabeza, pese a que sus manejadores le aseguraron que esa investigación no aparecería en su expediente. Como Chávez era un oficial de comunicaciones, sus conocimientos sobre tanques eran muy básicos. A fin de llenar este vacío Chávez se acercó al capitán Rafael Eduardo Hung Díaz. Este oficial era un experto en blindados que había hecho cursos de tanques AMX30 en Francia. En ese batallón era considerado el oficial más conocedor de esos vehículos acorazados. Aunque Maisanta no pertenecía a su compañía le pidió que le diera clases. Hung accedió y empezaron a reunirse a mediodía con ese fin. De esa manera Maisanta se ganó otro amigo. Para entonces no se imaginaba que el día del golpe este oficial sería el subjefe de la Casa Militar de CAP. Chávez consiguió en Maracay un ambiente propicio que le sirvió de caldo de cultivo para reclutar seguidores. Sus primeros blancos fueron sus compañeros de promoción y oficiales menos antiguos en la Brigada y el Regimiento de Paracaidistas.En ese batallón se encontró al teniente de blindados Ramón Alfonso Carrizales con quien tenía amistad desde la Academia. Ambos eran llaneros y compartían un profundo resentimiento social contra las clases altas. Carrizales ingresó a la Academia con el apellido Rengifo de su

madre, solamente. Su padre lo reconoció después de que se graduó de Oficial. Aunque era un año más antiguo que Chávez, pronto cayó bajo su influencia y se convirtió en uno de sus primeros seguidores. Esta relación dio grandes frutos a Carrizales. Cuando Chávez llegó a la presidencia, Carrizales se convirtió en un funcionario estrella y ocupó altos cargos en el Gobierno incluyendo el de vicepresidente de la República, Ministro de la Defensa, Ministro de Infraestructura y Ministro de la vivienda. Su esposa fue nombrada Ministra del Ambiente. En julio Chávez ascendió a teniente, entre los últimos de su promoción debido al incidente de “La Gloria”. Como ya el ascenso en sí mismo había sido difícil, sus manejadores decidieron que debía permanecer un año más en ese batallón para hacerse olvidar. Ese tiempo lo aprovecharía para hacer crecer su logia en Maracay y Valencia, una ciudad cercana donde queda el Comando de la Brigada Blindada. Luego de su ascenso el Tcnel. Pulido fue transferido y en su reemplazo fue designado el Tcnel. Hugo García Hernández, un compañero de mi promoción. En 1979 García pasó a otro destino siendo reemplazado por el Tcnel. Humberto Prieto. Este último lo puso en contacto con su hermano, el general José Luis Prieto, uno de los viejos nasseristas que aún permanecían en el Ejército. El coronel José Humberto Vivas Al llegar Chávez a la Brigada Blindada ya no estaba de comandante el general de brigada Rangel Bourgoin. El comandante de esa unidad era el general de brigada Giselo Payares y su segundo y jefe de Estado Mayor era el coronel José Humberto Vivas. Este último mostraba el acendrado espíritu bolivariano inculcado por el general Rangel Bourgoin. Siguiendo los pasos de su jefe, Vivas se convirtió en un entusiasta evangelista del pensamiento bolivariano. Vivas había servido con Moros Ghersi en el Batallón Blindado Bermúdez en Caracas y era miembro de la célula de Moros. Durante esa época Maisanta fue adoptado por los oficiales del “grupo de Moros”, cuyo núcleo central estaba en la Brigada Blindada. Para entonces nadie sospecha que Chávez era izquierdista. Protegido por este grupo la actividad de Maisanta no se circunscribió al batallón “Bravos de Apure” sino además tuvo facilidades para andar suelto por las unidades de la brigada blindada donde se hizo conocido como animador, declamador y cantante de corridos llaneros. Incluso, pese a no ser de blindados Chávez fue nombrado “Gran Gurú” de la brigada. Este era un personaje trajeado como un miembro del Ku Kux Klan que servía como símbolo de la unidad en bautizos de oficiales y otros actos, Este trato especial le permitió hacer una campaña de captación para su logia entre los oficiales menos antiguos el en toda la brigada blindada convirtiendo esa unidad en el corazón de la logia. La línea de mando clandestina Desde su ingreso a la AMV, Maisanta vivió dos vidas. En una era un militar profesional y en la otra un conspirador izquierdista. En cada rol estaba bajo cadenas de mando distintas. Además de la línea de mando militar, Chávez tenía una secreta dentro del

Partido de la Revolución Venezolana (PRV). Al llegar a Maracay, fue informado de que su contacto con el PRV sería a través del médico asimilado Carlos Zambrano. Este a su vez reportaba a “Harold” en Caracas quien dependía de Alí Rodríguez. En algunas oportunidades Hugo rompía esta línea de mando comunicándose con sus manejadores a través de su hermano Adán quien trabajaba en Mérida. Este reportaba directamente a Rodríguez Araque. Alí manejaba al PRV mientras Douglas estaba exiliado. Chávez, por razones de seguridad, aún no conocía a Douglas. En Maracay estaba su paisano Luis Reyes Reyes, un Teniente de la Fuerza Aérea que había sido condiscípulo en la Escuela de Cuadros de Ruiz Guevara en Barinas. En la aviación Reyes resultó ser un buen piloto de jet, pero no tenía las condiciones de Chávez para ensamblar una logia. Alí decidió que ambos actuaran separadamente hasta que él lo indicara. En Maracay, Chávez inicio contactos esporádicos con el coronel retirado Hugo Trejo a través de su asistente, el mayor retirado de la GN Ítalo Brett Smith. Este último fue un infiltrado en la GNB por el Partido Comunista y era amigo de Douglas Bravo desde sus tiempos de liceístas en Falcón. Trejo era el líder de los oficiales retirados del viejo FMC y servía como asesor de Douglas y enlace con las logias de Santeliz y Chávez. Maisanta se reunía esporádicamente con ellos para conversar, pero no había una relación formal de mando. Para entonces, Chávez había mostrado mayor potencial que “Rasputín”, cuyo grupo ARMA nunca tuvo fuerza. Igual sucedió con el R-83 de William Izarra en la FAV y el de Hernán Gruber Odremán en la Infantería de Marina quienes no pudieron organizar una conjura seria. La actividad subrepticia de Maisanta en Maracay no fue detectada por los órganos de inteligencia de su batallón, de la Brigada Blindada ni por la Dirección de Inteligencia Militar (DIM). La Guerra de Ogaden Mientras Chávez trataba de pasar desapercibido en Maracay, Fidel estaba activo en el continente negro. En el Cuerno de África, la URSS había logrado establecerse en Somalia y Etiopía. En Somalia gobernaba el general Barre y en Etiopia el general Mengistu. Ambos se habían declarado socialistas y había firmado tratados militares con la URSS. Al firmarse estos acuerdos, el imperio soviético envió tropas y asesores militares cubanos para entrenar el ejército somalí y el etíope convirtiendo a ambos países en Estados clientes. La URSS tenía la intención de integrar ambos países en un solo Estado, junto con otras naciones del Cuerno de África. En ese proceso, Mengistu y Barre no lograron ponerse de acuerdo sobre quién sería el presidente de la confederación. En julio de 1977, el general Barre ordenó la invasión de la provincia etíope de Ogaden e inició la guerra. Tres meses más tarde Somalia se había apoderado del 90% de Ogaden. En ese momento la URSS expulsada de Somalia apoyó masivamente a Etiopía. Los soviéticos establecieron un puente aéreo para proveer armas y por barco transportaron más de 12 mil soldados cubanos adicionales, incluyendo varios batallones de tanques al

mando del general Arnaldo Ochoa. Luego de una cruenta lucha, las fuerzas etíopes y cubanas expulsaron a los somalíes de Ogaden en marzo de 1978. A esa guerra Fidel envió en total casi 20 mil hombres y tuvo más de mil muertos. En comparación, según sus propias palabras, en Venezuela solo había perdido 157 hombres. El triunfo en Ogaden fue promocionado por Fidel con bombos y platillos para mostrar al mundo su capacidad militar. Pese a sus alardes, Venezuela aun lucía inalcanzable. La Guerra del Yom Kippur había elevado el precio del petróleo creando la Venezuela Saudita. En esas condiciones de abundancia era imposible que una guerrilla triunfara. Entretanto, Fidel siguió cultivando secretamente la amistad con CAP mediante reuniones secretas en la isla de La Orchila. Simultáneamente recibía información clasificada sobre Venezuela de sus infiltrados Orlando García y Alí Rodríguez Araque. Luego de Ogaden el Kremlin decidió enfocar su atención en Angola, que era un blanco más lucrativo. Al efecto envió a ese país tropas mercenarias cubanas. La Causa R A comienzos de 1978 Douglas estaba exiliado en Francia y su movimiento subversivo no levantaba vuelo por falta de recursos. Las guerrillas agonizaban. La logia de Santeliz era una entelequia y la única pieza salvable era el embrionario movimiento de Chávez. Alí trabajaba con las uñas tratando de mantener funcionando el PRV y los grupos subversivos urbanos. Alí no le veía perspectivas a la lucha guerrillera y pensaba que era prudente volver a la legalidad mientras la logia de Chávez se desarrollaba. Era solo cuestión de tiempo para que el Ejército liquidara la guerrilla de Bandera Roja en Oriente. Como la situación se hacía insostenible, se convenció de que debía reintegrarse a la vida política abierta. Desde allí podría manejar (en forma encubierta) la logia de Chávez que era su carta de triunfo. En ese momento el los comunistas veían con alborozo la caída del precio del crudo. En medio de esta situación Alí decidió tender puentes con Maneiro. El ex comunista pacificado había fundado el partido Causa R con Pablo Medina y Andrés Velásquez. Este pequeño partido crecía y tenía buenas perspectivas futuras. Alí propuso una alianza entre el MVR y la Causa R. Alí abandonaría la clandestinidad para unirse a la Causa R y desde allí mantendría (en forma encubierta) el control de los grupos clandestinos del PRV, incluyendo la logia de Chávez. Ante ese ofrecimiento, Maneiro pidió reunirse con Chávez para evaluarlo. Maneiro había comandado el fallido frente guerrillero Ponte Rodríguez en Oriente y se había separado del PCV junto con Pompeyo Márquez y Teodoro Petkoff, luego de la invasión soviética a Checoslovaquia. Desde entonces la intención de Alí era enrolarlo en el PRV, pero Maneiro era muy independiente y no estaba interesado. Cuando Petkoff fundó el MAS en 1971 también trató de reclutarlo, pero Maneiro rehusó estableciendo su propio movimiento. A comienzos de 1978, Maneiro estaba buscando ampliar sus contactos militares.

La estrategia de Maneiro era desarrollar legalmente una base obrera en las industrias básicas de Guayana, mientras simultáneamente trataba de organizar clandestinamente una conspiración militar. Al darse las proverbiales condiciones objetivas, él activaría las dos alas del movimiento y tomaría el poder. Esta idea, que era semejante a la de Douglas, era más fácil de plantear que de poner en práctica. Para concretar su visión, Maneiro (al crear la Causa R) se acercó en 1971 al coronel Alberto Müller Rojas. Este era un oficial en servicio activo que se definía como anarquista y estaba deseoso de iniciar una conspiración militar. Müller había sido captado por Douglas Bravo, desde antes de la caída de Pérez Jiménez. Luego del derrocamiento del dictador, había permanecido infiltrado por años dentro del inefectivo Frente Militar de Carrera (FMC). Luego de ascender a General no tuvo comando de tropas. A comienzos de los años setenta, cansado de esperar por una revolución que nunca llegaba, Müller abandonó el grupo de Douglas y se unió a Maneiro. Una de sus tareas fue reclutar militares. En esa época lo conocí cuando me trató de enganchar sin éxito. Reunión de Chávez con Maneiro A comienzos de 1978, Alí organizó una entrevista entre Maneiro y Chávez a la cual no pudo asistir por problemas de salud. La reunión fue en Maracay en el apartamento de Maisanta, quien acababa de presentarse para sentar plaza en el Batallón “Bravos de Apure”. Maneiro asistió acompañado por el ex guerrillero pacificado Pablo Medina, quien había renunciado al PCV para unirse a la Causa R. La reunión fue breve por razones de seguridad. Al despedirse, Maneiro salió convencido de que Chávez tenía condiciones de líder, pero con 25 años le pareció muy joven para dirigir el sector militar. Como el proyecto apenas se iniciaba y se requerían por los menos cinco a diez años para que la economía se deteriorara más y se dieran las condiciones objetivas habría tiempo para que Chávez se desarrollara. Al hablar con Müller Rojas sobre el encuentro, este le recomendó esperar antes de tomar una decisión. Para entonces Müller había hecho contacto con el teniente comunista Francisco Arias Cárdenas, quien también trabajaba en la construcción de su propia logia y era otro posible aliado. Maneiro se lo mencionó a Chávez a quien no le atrajo la idea de aliarse, porque Arias era un año más antiguo y el deseaba ser el jefe máximo. Luego de la reunión, Chávez, preocupado porque su rival Arias había sido enviado como comandante de cadetes en la Academia Militar un año antes, decidió crear formalmente una organización clandestina propia. Hasta entonces sus grupos bolivarianos habían sido informales. Este nuevo grupo sería el embrión de la futura logia, pero sin revelar todavía sus objetivos golpistas. A esta organización la llamó con el rimbombante título de Comité de Militares Bolivarianos, Patrióticos y Revolucionarios (CMBPR). Los primeros integrantes de este núcleo fueron dos íntimos amigos de su promoción: Jesús Urdaneta Hernández y Jesús Miguel Ortiz Contreras. Ambos trabajaban en Maracay en el Regimiento de Paracaidistas. Ellos fueron parte del grupo originario a los cuales Chávez insinuó la idea de iniciar una conspiración para derrocar el Gobierno. Pare

entonces, su planteamiento era muy simple: había que tumbar el régimen para eliminar la corrupción y el entreguismo del país a los norteamericanos. La ideología del nuevo gobierno sería el bolivarianismo y su objetivo sería establecer la “Patria Grande” de Bolívar. En ese discurso, el izquierdismo radical no aparecía y sus palabras no generaban rechazo. La actitud de Chávez era compartida por muchos oficiales que consideran que las FAN son la reserva moral del país. En ciertas circunstancias debían actuar para salvaguardar la patria, basados en los ideales de Bolívar. Maisanta siguió predicando su visión a pequeños grupos de compañeros y subalternos. Este discurso pronunciado en tono conspirativo, fue atrayendo cada vez más seguidores. Se inicia la conspiración Una vez aclimatado en Maracay, Chávez inició formalmente su labor de reclutamiento. No hablaba de marxismo ni de golpes. Su discurso iniciaba comentando la situación económica que atravesaba el país, sin mencionar la caída del precio del petróleo. Luego pasaba a rememorar las glorias de Bolívar y remataba su arenga diciendo que algún día saltaría la chispa para corregir ese estado de cosas. Para él la corrupción en el Gobierno y los mandos militares, junto con la explotación norteamericana, eran las causas del empobrecimiento. Siguiendo estas directrices, al ascender a teniente en julio de 1978, Chávez se había limitado a captar para su movimiento a sus compañeros Urdaneta Hernández y Ortiz Contreras, así como a los tenientes Pedro Alastre López y Carlos Díaz Reyes. Previamente había incorporado a su pupilo Wilme Moreno. Todos tenían menor antigüedad que él y eran de absoluta confianza por haber sido sus pupilos en la AMV. Ese pequeño grupo fue el embrión de su movimiento. Adicionalmente se había hecho popular entre los subtenientes sin conspirar. En su batallón, Chávez se hizo pupilo del segundo comandante el mayor Richard Salazar Rodríguez y del teniente Carrizales Rengifo, quien le llevaba un año en la carrera. La relación con Richard Salazar lo puso en contacto con el grupo del general Moros, que estaba concentrado en la Brigada Blindada. De esta manera se hizo pupilo del coronel José Humberto Vivas, jefe de Estado Mayor de la Brigada Blindada quien estaba casado con una familiar de Richard. Los altibajos petroleros Venezuela flota sobre un mar de petróleo y desde el inicio del siglo XX, al llegar la era petrolera, se convirtió en un país mono productor y rentista. Desde el comienzo de la producción industrial de crudo la estabilidad política de esta nación pasó a ser función del precio del hidrocarburo. A mayor producción y precios había periodos de prosperidad económica y tranquilidad política. Si bajaba la producción o los precios, sobrevenían dificultades financieras acompañadas de agitación política y militar. La historia de Venezuela en el siglo XX fue un reflejo de la historia del precio del petróleo. Este fenómeno no pasó desapercibido para los marxistas. Los vaivenes del crudo podían generar revoluciones y debían sacarle provecho.

Por muchos años, debido al exceso de oferta, los precios se mantuvieron relativamente estables entre $3 y $3,50 por barril. Esto ocurrió, pese al continuo aumento del consumo, por la falta de coordinación y acuerdos entre los productores. En 1960, la creación de la OPEP en la Conferencia de Bagdad cambió este panorama. Dada su preponderancia en materia de producción, este nuevo cartel fue capaz de influir decisivamente sobre los precios. En octubre de 1973 la guerra del Yom Kippur causó la primera sacudida fuerte en la historia del precio del crudo. En esa oportunidad, el costo promedio del producto subió casi en un 40% de $3,50 a $4,75. Debido a las tensiones en el Medio Oriente el precio del crudo siguió subiendo y llegó a $14,95 a fines de 1978. El gobierno de CAP fue el beneficiario de este aumento de más del 300%. Paralelamente, la riqueza fácil inició el crecimiento de una clase política y empresarial parásita y corrupta. Pese a estos problemas, la abundancia de dinero permitió a CAP gobernar sin mayores problemas, pero sin poder erradicar las guerrillas.

CAPÍTULO 12

El teniente Chávez El plan de carrera de Chávez A Chávez Douglas Bravo le delineó una carrera empezando como cadete desde la base de la oficialidad del Ejército. Al graduarse tenía prevista una pasantía inicial en unidades de cazadores como oficial de comunicaciones para conocer sus tácticas y recibir información de sus operaciones. Luego iría a una unidad de tanques para familiarizarse con la brigada blindada. Después iría a la Academia Militar y antes del golpe haría escala en la brigada de paracaidistas. De esta manera al sublevarse, siendo mayor o teniente coronel, tendría una amplia experiencia y sería conocido en las unidades encargadas del alzamiento. Durante ese tiempo iría madurando y ascendiendo mientras construía su logia. Era un plan de largo plazo ante el cual había que ser paciente y en el cual muchas cosas podrían salir mal. Lo primero en no funcionar fue su pasantía por los cazadores. En esa oportunidad se salvó de casualidad de ser detectado y expulsado del Ejército. En diciembre de 1977, al ser investigado como sospechoso en la emboscada de “La Gloria”, Chávez fue transferido intempestivamente del Batallón “Cedeño” al Batallón Blindado “Bravos de Apure” en Maracay. El comandante de ese batallón, el Tcnel. Pulido Hernández no fue informado de las graves sospechas que se cernían sobre ese oficial. Gracias a su personalidad, Chávez se ganó el aprecio y confianza de Pulido y del ٢º, el mayor Richard Salazar Rodríguez. Este último lo introdujo al coronel Vivas quien era el Jefe de Estado Mayor de La Brigada. Esa relación le permitió deambular por los batallones de esa unidad e iniciar subrepticiamente el reclutamiento para su logia. Los primeros seguidores que enroló fueron sus compañeros de promoción Jesús Urdaneta Hernández y Yoel Acosta Chirinos, quienes servían en el Regimiento de Paracaidistas y Gustavo Pérez Issa, Mario Velandia y Víctor Rojas Mujica en el Batallón Pedro León Torres. En este batallón encontró a su antiguo pupilo en la Academia Militar, el sargento técnico de ٣ª (ST٣) Orlando Madriz Benítez del Centro Especial de Formación de Oficiales del Ejército (CEFOE|). Con ellos dio inicio a su logia. Chávez asciende a Teniente En medio de este escenario, en julio de 1978, Chávez fue promovido al grado de Teniente entre los últimos de su promoción sin que Santeliz pudiera hacer algo para evitarlo. Las calificaciones de servicio impuestas en la Brigada de Cazadores, luego de la emboscada de “La Gloria”, no pudieron ser cambiadas a tiempo y las calificaciones de la Brigada Blindada no fueron tomadas en cuenta para ese ascenso. Por eso ocupó uno de los últimos puestos de su promoción al ascender. Este bajonazo no impidió su transferencia un año después a la Academia Militar (AMV) como estaba previsto, gracias a una hábil maniobra del Tcnel. Santeliz. Años más tarde, Chávez evocó este incidente en su programa de televisión “Aló Presidente”, que se transmitía en cadena nacional. En esa remembranza reconoció que

fue enviado a la AMV pese a estar entre los últimos de su clase. De no haber ascendido en esa oportunidad, hubiese sido un terrible golpe para el proyecto de infiltración. Para entonces, “Fausto” ya reconocía el potencial de Chávez. En el corto tiempo en que estuvo en la Brigada Blindada Maisanta tuvo oportunidad de hacer contactos importantes. Se había ganado la confianza de varios oficiales de los grupos del general Moros Ghersi y de Santiago Ramírez. Esos contactos le serían útiles más adelante. Para entonces esperaba ser nombrado oficial de planta de la Academia Militar. Él no debía preocuparse por esto, porque de los cambios se encargarían más tarde “Rasputín” y Guerrita en la Dirección de Personal del Ejército. El Tcnel. Carlos Santiago Ramírez En julio de 1979 fue nombrado comandante del Batallón “Pedro León Torres” en La Brigada Blindada el Tcnel. Carlos Santiago Ramírez, el líder del grupo de “Los Panas”. Santiago era un oficial, graduado en 1962, como 2º en su curso. Había hecho una carrera promisoria y tenía prestigio entre los oficiales de blindados. Desde cadete Santiago tuvo apetito secreto por ser presidente, dando un golpe de Estado. Para ello necesitaba comandar un batallón y crear una logia. Ese plan requería esperar llegar al menos al grado de teniente coronel. Como la travesía de subteniente a teniente coronel toma 15 años, el golpe tendría que esperar. Siendo mayor fue enviado al curso de Estado Mayor en España junto con el mayor. José María Troconis Peraza. Allí ascendió a Teniente Coronel en 1977 como primero de su curso. Su ambición de poder y sus inclinaciones políticas de derecha se acentuaron luego de estudiar tres años bajo la dictadura del general Francisco Franco a quien tomó como ejemplo. Hasta ese momento, Santiago, aparte de controlar al grupo de “Los Panas”, el cual no era una célula golpista sino una peña de amigos, no había avanzado mucho en sus planes para organizar una logia. Él esperaba llegar a un grado más alto para iniciar el reclutamiento en serio. Durante mi carrera tuve estrecho contacto con él y con sus compañeros de promoción Ramón Santeliz Ruiz y Fernando Ochoa Antich, con quienes hice una buena amistad siendo subtenientes en el Cuartel Urdaneta. En todo ese tiempo ninguno me invitó a conspirar. Tal vez porque aún no complotaban o porque siendo Santiago muy ambicioso, no deseaba subordinarse a mí. Santiago estaba convencido que para dar un golpe debía alcanzar un alto rango y ocupar el primer lugar de su promoción para alzarse. Para asegurarse de alcanzar las posiciones que aspiraba, además de ser un buen profesional, necesitaba apoyo político. Por eso se alió con Ochoa quien era muy amigo de CAP y los adecos. Para formular sus planes, el derechista Santiago necesitaba un estratega y esa tarea se la asignó a “Rasputín” sin darse que era comunista. Santiago entra en acción El clan de “Los Panas” alcanzó el grado de teniente coronel en julio de 1977. A partir de allí empezaron a salir de su letargo. Durante el mandato de CAP, Ochoa Antich fue

nombrado comandante del Batallón de Custodia del Presidente al regresar del curso de Estado Mayor. En esa oportunidad, según Ochoa, se reunieron en el círculo Santiago, Santeliz y el a conversar. En un momento dado Santeliz le dijo a Ochoa: “Fernando esta es la oportunidad. ¿Por qué no detienes al presidente Pérez? Ochoa manifestó no ser un traidor y “Rasputín” riéndose le dijo “Son bromas Fernando”12. 12. Ochoa Antich, Ibid, p. 36.

En julio de 1979, luego de la elección de Luis Herrera, Santiago fue nombrado comandante del Batallón Blindado Pedro León Torres en Valencia. Santeliz no fue nombrado comandante de batallón, por su izquierdismo. Santiago al llegar a esta posición comenzó a trabajar en la construcción de su logia derechista, sin darse cuenta de que los comunistas le llevaban la delantera y que estaba infiltrado por los izquierdistas a través de “Rasputín”. Poco después de recibir su batallón entró en contacto con el teniente Chávez y decidió captarlo. A fin de proteger sus flancos hizo algunas jugadas defensivas. Primero se acercó al líder copeyano Lisandro “Paito” Estopiñán, el gobernador del estado Carabobo. Sus buenas relaciones con COPEI le permitieron encubrir sus movimientos en la derecha, mientras que su flanco adeco lo protegía su compadre y compañero Fernando Ochoa, quien ahora estaba en la Academia Militar. Santiago permaneció dos años al frente del Batallón Blindado Pedro León Torres en Valencia. Desde esa posición empezó a reclutar oficiales para su logia con la cual pensaba dar un golpe de Estado. La mayoría de los militares captados por Santiago servía en la Brigada Blindada y el Regimiento de Paracaidistas en Maracay. Esas unidades eran a la vez la cantera de Chávez e inevitablemente Santiago empezó a reclutar oficiales de esa logia. Al saber de las incursiones de Santiago entre sus seguidores Chávez les ordenó: ¡Síganle la corriente!” En la logia de Santiago había algunos miembros de su promoción, pero para efectos operativos buscó oficiales menos antiguos. Su ejecutivo era el mayor Alexis Sánchez Paz. Este era un oficial adscrito a la Brigada de Paracaidistas en Maracay, que se distinguió durante la lucha antiguerrillera de los años 60 y 70. En esa actividad sufrió un accidente en un salto en paracaídas que le lesionó la columna vertebral. El accidente le indujo dolores que lo convirtieron en adicto a la morfina. Su adicción lo llevó a acercarse a los carteles del narcotráfico. Oficial de planta de la Academia Militar En la institución castrense, el cargo de comandante de una unidad de cadetes es honorífico. Cada año, los militares recién ascendidos que ocupan los primeros puestos del orden de mérito en sus promociones aspiran a esa designación. Esos cargos atraen a oficiales ambiciosos que ocupan los primeros puestos en sus promociones. Aunque Chávez al graduarse estaba en un percentil alto en su grupo, la baja que sufrió por los sucesos de “La Gloria” hizo el proceso más complicado. Los últimos del curso no son enviados a comandar cadetes.

La idea de Bravo era correcta. Oficiales con alta capacidad de liderazgo al ser oficiales de Planta de la AMV ganan prestigio y ascendiente ante las nuevas generaciones. Un oficial carismático que pase mucho tiempo en ese instituto puede captar numerosos cadetes como seguidores, porque los cadetes son adolescentes con mentes maleables. El presidente Medina Angarita fue el caso más relevante, al permanecer en la AMV durante once años consecutivos ganándose el aprecio de los nuevos oficiales, pero hubo otros casos. Precedentes históricos El coronel José Becerra, fue director de la AMV desde 1928 a 1936, formando la generación que dio el golpe del 45. El mayor Raúl Castro Gómez dirigió la AMV entre 1947 y 1951 educando a los militares que derrocaron a Pérez Jiménez. La experiencia del general Osorio García, quien permaneció al frente de la AMV desde 1970 hasta 1974 cuando Chávez fue cadete, fue similar. Becerra, Castro Gómez y Osorio García fueron sacados del Ejército cuando se consideró peligrosa la influencia que ejercían sobre los graduados bajo su dirección. Salvo Medina, ningún oficial que sirvió largos períodos en la AMV tomó el poder. Pese a este hecho, Douglas creía que era posible formar una generación de oficiales revolucionarios infiltrando topos desde cadetes y luego haciéndolo pasar largo tiempo como instructores en la AMV. Asumía que si sembraba a un líder carismático, que siguiera sus órdenes, podría conformar una logia desde ese instituto de formación de oficiales. Cuando estos oficiales llegaran a comandantes de batallón, con el grado de teniente coronel, controlaría el Ejército. Los intentos de infiltración militar La experiencia de Douglas Bravo en los años 50, después de captar a un grupo de oficiales ya graduados, e infiltrar varios cadetes en las escuelas militares, no había dado los frutos esperados. Fidel Castro, al tomar el control de la subversión en Venezuela en 1959, no creía en planes de largo plazo y ordenó a Douglas suspender esa actividad. Al replegarse Fidel en 1968, Douglas solo contaba entre los militares con algunos sobrevivientes del viejo Frente Militar de Carrera. Adicionalmente, la logia de Santeliz no se había desarrollado. El sobrino de Ruiz Guevara no tenía condiciones de líder y no fue posible enviarlo como instructor de cadetes. Dado los pocos cargos disponibles en la AMV, los oficiales instructores normalmente no permanecían en ellos por más de dos años. La alta rotación es necesaria para dar oportunidad a otros oficiales destacados que vienen ascendiendo. Esa política de personal buscaba evitar la formación de caudillos. Por esta razón, los casos de oficiales que sobre extendieron su pasantía formando cadetes son la excepción. El caso del general Osorio García fue un buen ejemplo de un oficial que trató de establecer un liderazgo desde el tope pero fue descarrilado. Para evitar esto a Chávez se le diseñó un plan de carrera diferente. Chávez en la Academia Militar

Luego de servir por un año y medio en la Brigada Blindada, se creyó llegado el momento para que Chávez fuese transferido a la Academia Militar que sería el semillero de la logia. Los oficiales de planta tienen contacto diario con los cadetes, que son la materia prima para los cuadros de la revolución. Los cadetes por su juventud y por estar sometidos a una disciplina férrea son fáciles de catequizar y manipular. La Academia Militar sería la cuna de la revolución. Dado que Chávez tenía tras de si la mancha de la emboscada de “La Gloria” se hizo necesario hacer un rodeo para convertirlo en oficial de planta sin despertar suspicacia. La consigna era hacer olvidar ese episodio y por lo tanto debía ingresar en forma muy discreta. Para septiembre de 1979 Chávez tenía las mejores calificaciones logradas por un teniente en la Brigada Blindada. Además tenía recomendaciones y felicitaciones no solo de sus jefes los tenientes coroneles Pulido, García y Prieto, sino también del coronel Vivas, el Jefe de Estado Mayor de la Brigada quien lo consideraba un gran oficial. Con esos laureles, más la recomendación del general Moros y los buenos oficios de Santeliz y Guerrita en la Dirección de Personal no tuvo ningún inconveniente para ser enviado a la Academia Militar. A fin de evitar murmuraciones a su llegada a la AMV, Santeliz ideó una estratagema de diversión. Al efecto inventó un cargo para que ingresara como oficial, sin hacer ruido al Alma Mater. Para ello se aprovech ó que era un buen beisbolista y que en 1980 estaban programados los Juegos Inter Institutos Militares. Al efecto la Dirección de Personal creó el cargo de oficial asistente en el Departamento de Educación Física y Deportes de la Academia Militar. Por ser ese un cargo administrativo y no de comando de cadetes se obvió el detalle del orden de mérito por ser Chávez un héroe deportivo conocido. Así regresó subrepticiamente a la Academia en octubre de 1979 sin que nadie mencionara el incidente de “La Gloria”. Mientras ocupó este cargo, Chávez mantuvo una baja silueta al punto que la mayoría de los cadetes de la Academia Militar no supieron que era parte de los oficiales del plantel. Como visitaba con frecuencia la Brigada Blindada, muchos oficiales creyeron que seguía trabajando allí. El plan tenía previsto que luego de un tiempo prudencial Chávez pasaría sin ser notado a ser un teniente más dentro del cuerpo de cadetes. De esa manera furtiva, Chávez volvió a la casa de los sueños azules sin que casi nadie se diera cuenta. Muchos cadetes de la época incluso no recuerdan haberlo visto como teniente en la Academia, durante sus primer año allí. Siendo presidente, Chávez se jactó en su programa de televisión de haber sido el primer teniente de su promoción en ser instructor de la AMV. En verdad antes que el llegaron Acosta Carles y luego Jesús Urdaneta Hernández, compañeros de promoción y miembros de la logia. Posteriormente, Santeliz a pedido de Chávez envió a la Academia a otros dos miembros de su promoción solicitados por Chávez: Yoel Acosta Chirinos y José Ortiz Contreras. El envío simultáneo de cinco tenientes de la misma promoción a la AMV tampoco era común. Las promociones de Chávez y Arias Cárdenas fueron la excepción.

Un cargo a la medida Al regresar Chávez a la Academia Militar como teniente, el director era el general de Brigada Luis Felipe Paris Sánchez y en el Comando del Cuerpo de Cadetes estaba encargado el teniente coronel Carlos Gallanti Carrillo. Hugo tenía instrucciones de no presentarse al Cuerpo de Cadetes sino al Departamento de Deportes ubicado en el gimnasio de la Academia. Al llegar ocuparía el cargo del asistente del capitán Pablo Machillanda Pinto, un oficial de comunicaciones campeón de pentatlón militar. Machillanda lo conocía, porque siendo Chávez cadete de 2º año ocurrió el incidente del Libro Rojo de Mao. Al presentarse Chávez en octubre de 1979 al capitán Machillanda, el Jefe de Deportes se extrañó porque el cargo de asistente no existía en el organigrama y él no lo había solicitado. Ademas Machillanda recordaba el incidente del libro rojo siendo Chávez cadete. Al indagar, fue informado de que ese nuevo cargo fue creado especialmente por el Comando del Ejército para reforzar la AMV para los Juegos Inter Institutos. En estas circunstancias nadie se preocupó por saber cuál era la posición en el orden de mérito del nuevo teniente ni indagar sobre su pasado. Para el trabajo que iba a realizar tenía cualidades de sobra como deportista y Machillanda necesitaba un asistente. Al llegar, Chávez no tuvo contacto directo con los alumnos. Su oficina quedaba en el gimnasio de la Academia Militar a varias cuadras de distancia del edificio que albergaba las aulas y dormitorios de cadetes. El aislamiento de Chávez en el Departamento de Deportes de la AMV fue cuidadosamente planificado por sus manejadores. Machillanda le asignó como función supervisar el entrenamiento de los atletas de alta competencia y del equipo de béisbol. Como ocurrió en la Brigada Blindada, su llegada no fue precedida por un reporte del incidente de “La Gloria”. De ese grupo de cadetes salieron los primeros reclutas para su logia. El Capitán de Corbeta (CC) Hernán Gruber Odremán En septiembre de 1978 fui enviado a hacer curso en la Escuela Superior de Guerra Naval. Previamente había hecho por correspondencia el curso de Estado Mayor del Ejército de los EEUU, pero mis superiores me recomendaron que asistiera al de la Marina de Guerra. A ese curso asistía una mayoría de oficiales navales, pero había invitados de las demás fuerzas. Al ubicarnos en el aula me asignaron un puesto a la izquierda de un capitán de corbeta con apellido alemán y casi 2 metros de estatura. Era el CC Gruber, a quien conocía por ser hermano de Roberto Gruber un compañero mío de la Aviación Militar. Roberto fue Alférez Mayor pero Hernán no era tan buen estudiante. Hernán entró a la Escuela Naval un año después que yo, pero fue reprobado en primer año y tuvo que repetir. Al graduarse Hernán fue enviado a la Infantería de Marina porque se mareaba navegando, lo cual lo deprimió. Siendo ambicioso quería ser Comandante de la Armada y Ministro de la Defensa, pero en la infantería de Marina lograr esas aspiraciones le iba a ser muy difícil. En las fuerzas navales los mejores cargos los ocupan oficiales de a bordo y

los infantes de marina normalmente son relegados. De todas maneras aspiraba a ascender en el primer grupo de almirante de su curso y luchas por las altas posiciones, En el curso tuvimos ocasión de compartir aunque le llevaba le llevaba a Gruber dos años de antigüedad. De esa manera supe que compositor de música folklórica. En ocasiones nos tomarnos unos tragos con otros y Gruber era jocoso echando chistes. También cantaba y declamaba buscando convertirse en el centro de atención. Cuando tenía unos tragos de mas tendía a hablar mal del gobierno diciendo que las autoridades civiles eran unos ladrones. En ese particular el no era el único en manifestar esa opinión. Al terminar el curso habíamos hecho amistad, pero cada quien tomó su rumbo y no lo vi por varios años. La Teología de la Liberación Al llegar Chávez a la AMV, ya estaba allí como oficial de planta el teniente Francisco Arias Cárdenas. Este hecho no le agradó a Chávez porque ahora tenía un competidor más antiguo. Arias había sido infiltrado un año antes que Chávez por un grupo de sacerdotes izquierdistas. Esos curas eran seguidores de la Teología de la Liberación y estaban asociados con el grupo subversivo Bandera Roja. Esta corriente marxista nació en Colombia en 1968 basada en las ideas del sacerdote Camilo Torres Restrepo. Camilo fue un clérigo comunista que se unió a la guerrilla del ELN que operaba en el Departamento de Santander, en la frontera con Venezuela. Este sacerdote murió en combate en 1966. Arias fue captado por seguidores de Camilo Torres siendo seminarista. Su grupo, que era parte de Bandera Roja, tenía una idea similar a la de Douglas Bravo al infiltrarlo en la Academia Militar. La rivalidad entre ambos fue evitada gracias a la alianza forjada por Rodríguez Araque y los hermanos Puerta Aponte de Bandera Roja, quienes se pusieron de acuerdo para actuar en forma coordinada. A partir de allí se firmó un pacto de no agresión entre las logias de Chávez y Arias, aunque aquel siempre receló de Arias. La crisis iraní Irán, que era miembro de la OPEP, a fines de 1978 atravesaba serios problemas económicos, sociales y religiosos. El empeño del Shah en occidentalizar su país creó profundas resistencias entre los fundamentalistas islámicos, incluyendo un importante sector de las fuerzas armadas. Adicionalmente, la corrupción en el Gobierno era rampante y la represión arreciaba. Sobre Irán flotaba un fermento pre revolucionario y el Shah fue el último en enterarse. En Venezuela, en medio de la borrachera petrolera, pocas personas sabían lo que ocurría en el Medio Oriente. Para los políticos de ese país el maná petrolero parecía eterno estimulando la orgía del gasto. Para los revolucionarios marxistas locales, los sucesos en Irán eran una esperanza. Una revolución islámica no sería marxista, pero si antinorteamericana y antioccidental y eso era una buena noticia. En medio de esa crisis en Irán, se efectuaron las elecciones en Venezuela a comienzos de diciembre de 1968. Al terminar su mandato, CAP no podía ser reelegido. La Constitución venezolana de entonces establecía que durante los dos periodos presidenciales subsiguientes a su

entrega del poder los presidentes salientes no podían ser reelectos. Esta limitación obligó a CAP y a Caldera a retirarse temporalmente de la política. En materia militar CAP continuó la política de relevar con frecuencia a los ministros de la defensa al cumplir treinta años de servicio. Al igual que Caldera, al entregar el poder dejó estructurado un grupo de oficiales “pro adecos” conformado por sus edecanes. Entre ellos estaban el teniente coronel de la aviación Filmo López Uzcátegui, el Capitán de Fragata (CF) Héctor Jurado Toro y los tenientes coroneles del Ejército Herminio Fuenmayor y Oscar Barreto Leiva. Este grupo estableció estrecha relación con Cecilia Matos, la amante del Presidente. A otro nivel se movía Fernando Ochoa Antich, quien había sido comandante del Batallón de Custodia del Presidente y era cercano a Doña Blanca, la esposa de CAP. Todos ellos iban a reaparecer en el segundo gobierno de Pérez y jugaron un rol en el golpe de Chávez. Los hermanos De Sola En 1968 los hermanos De Sola se iniciaron en la política apoyando la candidatura de Rafael Caldera. Luego de su triunfo, obtuvieron jugosos contratos con el Gobierno. En las elecciones de 1973 como Caldera no podía ser reelecto levantaron fondos para la campaña de José Vicente Rangel (JVR), el candidato del MÁS. Gracias a estos apoyos, los De Sola se hicieron amigos entrañables de JVR. Para las elecciones de 1978, los hermanos, buscando un candidato para apoyar, conocieron a Renny Ottolina. Este popular animador de televisión en Venezuela les pareció con potencial para ser un excelente candidato presidencial. Para ellos, Renny era similar a Ronald Reagan, el actor de Hollywood que era gobernador de California. Reagan era un derechista conservador que en ese entonces aspiraba a ser presidente de los EE.UU. Renny, asediado por los De Sola, accedió y los hermanos se convirtieron en sus estrategas. Fundaron el partido Movimiento de Integridad Nacional (MIN), que fue el embrión de un partido de derecha que no existía en el país. En las elecciones de diciembre de 1978 Renny Ottolina se lanzó como candidato. Los promotores de su candidatura fueron los hermanos Parsifal y Vinicio De Sola quienes adversaban el partido AD. Vinicio, quien murió hace varios años, fue el más conocido (e incluso fue cadete de la Academia Militar). Cuando ingresé a mi Alma Mater en 1957 él era alumno de segundo año. En esa época nos hicimos amigos. Al finalizar ese año fue expulsado del instituto por escaparse sin permiso. Al irse a la vida civil, Vinicio se dedicó a los negocios con su hermano quien era un hombre de confianza de Caldera. La experiencia de Vinicio en la AMV lo había persuadido de que Bolívar sería un buen símbolo para una campaña electoral. Este convencimiento no tuvo nada que ver con las ideas de Douglas Bravo, pero coincidían. De esa manera Renny empezó a utilizar la imagen y las frases del Libertador en la búsqueda de votos. Fue el primer candidato presidencial venezolano en utilizar en forma intensiva la figura de Bolívar en su estrategia electoral. En marzo de 1978 Renny Ottolina se mató en un accidente de aviación que no quedó muy claro. Incluso hubo quienes especularon que había sido un atentado, porque

era peligroso para los partidos del estatus AD y COPEI. De no haber muerto Renny podría haber ganado esos comicios. Elección de Luis Herrera El 3 de diciembre de 1978, luego de la muerte de Renny Ottolina, fue electo presidente el socialcristiano Luis Herrera Campins, candidato de COPEI. Para entonces el precio del petróleo bajaba, lo cual contribuyó a la derrota de AD. Sin que nadie en Venezuela se lo imaginara en ese momento, en el mundo persa estaba a punto de hacer erupción una revolución islámica. Una semana después de la elección de Luis Herrera se realizó una enorme marcha de protesta en Teherán. Más de diez millones de iraníes en las calles pidieron la renuncia del Shah y el regreso del Ayatolá Jomeini. Para entonces, los cuadros de oficiales militares del Shah habían sido infiltrados por los fundamentalistas islámicos. Un número importante de ellos rechazaban los intentos de occidentalización del Gobierno y eran rabiosamente antinorteamericanos. Cuando en enero las manifestaciones callejeras se hicieron violentas, las fuerzas militares no obedecieron la orden de reprimirlas. A partir de ese momento se inició un rápido colapso del régimen. El 16 de enero de 1979, el Shah huyó del país y se instaló un gobierno provisional. A raíz de estos hechos el precio del petróleo empezó a repuntar. El 1º de febrero de 1979 regresó de un largo exilio de quince años en Francia el Ayatolá Jomeini convertido en un líder político. El fenómeno de Jomeini fue semejante al del general De Gaulle al volver a Francia, luego de su exilio en Inglaterra. Al retornar Jomeini a Teherán lo esperaba en el aeropuerto una multitud de seis millones. Esta demostración de fuerza popular le permitió impulsar un referéndum para instalar una república islámica con tendencia antioccidental y antinorteamericana. La propuesta fue aprobada y el Ayatolá fue nombrado líder supremo de por vida. El nuevo líder nombró a un Primer Ministro dispuesto a complacer sus deseos. La revolución iraní había comenzado. El sueño de un imperio persa volvió a renacer en el árido territorio iraní. Las ofensas de Alejandro Magno y el mundo occidental aún no se habían olvidado. Ante la súbita revolución, los soviéticos y los comunistas del mundo aplaudieron. Ellos, sin ser islámicos radicales, sabían que habían ganado un nuevo aliado contra su odiado enemigo: los yanquis. Ese aliado tenía tres armas poderosas: un sectarismo religioso excluyente que podía extenderse en el Medio Oriente, un odio por los yanquis y eran un importante productor de petróleo miembro de la OPEP. Tan pronto Jomeini tomó el poder Fidel Castro empezó a alabar la revolución islámica. Al igual que ocurrió con el golpe de Nasser en Egipto en 1952, en los cuarteles venezolanos se generó interés en hacer una revolución similar. Para ese momento nadie sabía quién sería el Ayatolá venezolano. Candidatos no faltaban, Douglas Bravo creía ser él. Lo mismo pensaba Santiago Ramírez y Hugo Chávez. En Cuba, Fidel Castro pensaba igual. Luis Herrera asume la presidencia

Un mes después de que el Ayatolá asumió el poder en Irán, Luis Herrera hizo otro tanto en Venezuela. Al recibir la presidencia pronunció en su discurso la frase: “Recibo un país hipotecado” aludiendo a las enormes deudas dejadas por CAP. Para entonces la revolución iraní había creado gran inseguridad en el mercado petrolero. Como consecuencia del nerviosismo existente, el precio del crudo empezó a subir. Cuando Luis Herrera asumió el poder, el precio del petróleo había caído y empezaba la inquietud en los cuarteles. Herrera nombró jefe de su Casa Militar al general Moros Ghersi, quien trajo con él al grupo de militares que había integrado en la Guardia de Honor de Caldera. Entre los miembros de ese grupo estaban el teniente coronel Pedro Remigio Rangel Rojas, los mayores Moisés Orozco Graterol y Richard Salazar Rodríguez, así como su hermano el capitán Raúl Salazar Rodríguez. A este grupo se unió posteriormente el teniente coronel Tovar Jiménez, el oficial de blindados que siendo cadete fue miembro de la banda rival de “Los Panas” en la Academia Militar. Este prestigioso oficial había hecho una buena carrera y se había convertido en un competidor peligroso para Santiago Ramírez. Tovar quien era exalumno de los salesianos en Caracas, también era amigo de Moros Ghersi. Por ello este lo transfirió de segundo comandante del cuerpo de cadetes como comandante del Batallón de Seguridad del presidente Luis Herrera. En esa oportunidad Chávez, quien era conocido por algunos miembros del grupo de Moros, fue invitado a unirse a la Guardia de Honor. Declinó porque sabía que como segundo Comandante de la Guardia de Honor había sido nombrado el coronel Murga Cabrices, que fue el coronel que le había levantado un informe a raíz de la emboscada de La Gloria. Ese cargo no le convenía y además su plan exigía ir a la Academia Militar a reclutar cadetes para su logia. A diferencia de Pérez, Herrera no era admirador de Fidel. Herrera mantuvo al cubano a raya pese a sus continuos pedidos de ayuda. El rechazo generó roces con Cuba que llevaron al retiro de los embajadores y las relaciones quedaron en manos de encargados de negocios. Nicolás Maduro Moros huye a Cuba Pese a la intensa búsqueda, William Niehaus estuvo desaparecido por más de tres años. Poco después de que el presidente Luis Herrera asumió su cargo, una patrulla policial lo encontró en junio de 1979 encadenado en una choza. En declaraciones posteriores, Niehaus dijo haber estado dos veces a bordo de un barco. De allí surgieron rumores de que, ante la presión policial, fue embarcado en un yate de Luben Petkoff y llevado a Cuba para ser ocultado e interrogado por el G2, debido a su presunta participación en el golpe contra Allende. Al ser rescatado los secuestradores realizaban gestiones para cobrar el rescate de un pago millonario en dólares del cual se habían pagado una parte. Ese dinero fue robado por los secuestradores. Durante el cautiverio de Niehaus, la policía política mantuvo presión constante sobre la Liga socialista y Bandera Roja. A raíz del rescate la policía obtuvo pistas que conducían

entre otros al joven Nicolás Maduro Moros. Este individuo luego del secuestro había actuado como mensajero entre Jorge Rodríguez y “Fausto”. Cuando Alí se enteró que su guardaespaldas Maduro Moros iba a ser detenido, pidió a su amigo Pedro Miret en Cuba que lo sacara del país y lo llevara clandestinamente a su país. Para entonces Miret era quien era miembro del Comité Central y del Buró Político en Cuba del Partido Comunista de la isla. Pedro Miret Miret tiene una historia interesante. Fue uno de los hombres de mayor confianza de Fidel Castro. Desde 1955 pertenecía a la dirección del movimiento “26 de Julio” y había estado en Venezuela luego de la caída de Pérez Jiménez cumpliendo una misión secreta de Fidel. Durante ese período trabajó con Rodríguez Araque coordinando la entrega de armas de la Infantería de Marina venezolana a Cuba. En esta actividad se hicieron buenos amigos. En marzo de 1958, llamado por Fidel, viajó clandestinamente a Cuba en un vuelo del puente aéreo que Larrazábal estableció con la Sierra Maestra. A partir de allí tuvo una carrera importante y su poder se multiplicó. En diciembre fue ascendido a comandante y en 1961 fue uno de los jefes militares que actuó en los combates de Playa Girón. Posteriormente fue nombrado subsecretario de Defensa y miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba. Durante muchos años, Miret fue el enlace entre Rodríguez Araque y Fidel. Hasta el golpe de 1992 él estuvo encargado del proyecto Venezuela en La Habana. Miret, quien era ingeniero civil, logró convencer a Fidel en 1974 para crear una elitesca escuela vocacional preuniversitaria que sería atendida por los mejores estudiantes de Cuba. Esa institución tendría una disciplina casi militar y estaba destinada a formar a los mejores cuadros técnicos del país para lograr el desarrollo de la isla. Este instituto llamado Escuela Vocacional Lenin se convirtió en un lugar de estudios privilegiado que no solo fue atendido por los mejores estudiantes de Cuba, sino también por los hijos de la nomenclatura comunista de la isla y de algunos países latinoamericanos. Maduro llega a Cuba La petición de Alí a Miret fue atendida con rapidez. A los pocos días el fugitivo fue recogido en una lancha en la Vela de Coro y llevado a Aruba con un pasaporte falso. Allí tomó un vuelo a Holanda, luego viajó a Cuba con escala en Praga. Y a partir de ese momento su formación quedó en manos de Pedro Miret. Con ese poderoso protector, Nicolás Maduro se convirtió en una estrella en ascenso. Como no había terminado el bachillerato, Miret lo envió a la Escuela Vocacional Lenin, donde cursaban estudios sus hijos y los hijos de Fidel entre otras luminarias. Allí se demostró que Maduro no tenía la capacidad intelectual para ser un técnico calificado, pero sí tuvo la habilidad para hacerse amigo de los retoños de algunos de los jefes del castrismo con los cuales jugaba béisbol. Esas conexiones de la Escuela Vocacional Lenin le iban a resultar muy útiles. Gen Rangel Bourgoin nombrado Ministro de la Defensa

En junio de 1979, luego del rescate de Niehaus, el presidente Luis Herrera Campins nombró como ministro de la Defensa al general Rangel Bourgoin. Este alto oficial era un promotor del bolivarianismo que no tenía relación con el movimiento subversivo del mismo nombre liderado por Douglas Bravo y que incluía a Chávez. A la llegada de Luis Herrera al poder, el general Moros Ghersi recomendó una serie de nombramientos y reajustes militares similares a los hechos por Caldera en 1969. Los jefes militares de CAP fueron considerados “adecos” y reemplazados por generales afectos a COPEI o adversos a AD. Su elevada posición le permitió al nuevo ministro de la Defensa, Rangel imponer su estilo y costumbres bolivarianas a toda las FAN, con la cual facilitó sin proponérselo el desarrollo de las actividades subversivas de la logia de Chávez. Entre los cambio propuestos por Moros Ghersi en el Ejército estuvo el nombramiento del teniente coronel de blindados Jesús Tovar Jiménez, como segundo comandante del Cuerpo de Cadetes. Tovar era un excelente oficial que venía realizando una buena carrera ocupando cargos de prestigio. Habiendo sido alumno del Colegio La Salle, Tovar tenía contactos socialcristianos. Además al ser de blindados había servido con oficiales miembros de la célula del ex presidente Caldera. Siendo cadete fue rival de Santiago Ramírez y de “Los Panas”. Ese viejo encono se mantenía vivo luego de tantos años. Tovar había sido atleta de alta competencia y su interés en los deportistas y en blindados lo acercó a Chávez. La logia de la Aviación El Tcnel. de la FAV, William Izarra es hijo del coronel merideño de la aviación Izarra Avendaño. En la Escuela de Aviación se graduó de primero en un curso de solo cinco alumnos. Fue piloto de combate aunque tenía más de intelectual que de guerrero. Su hermano, el periodista comunista Richard Izarra lo encaminó por la senda del marxismo. Como oficial mantuvo baja silueta, disimulando su izquierdismo bajo fachada de militar disciplinado. Siendo teniente en 1971, su hermano fue detenido por actividades subversivas. Al visitarlo en la prisión del Cuartel San Carlos entró en contacto con seguidores de Douglas Bravo. Como oficial estudioso sacó la Licenciatura en Educación en la UCV, hizo una maestría en Planificación en Harvard y obtuvo un doctorado en Ciencias del Desarrollo en el CENDES de la UCV. Uno de sus profesores, el comunista Joaquín Marta Sosa le inculcó el mantra de Douglas Bravo: “La revolución se hace desde dentro de las FAN”. Izarra regresó a Venezuela con el grado de mayor en 1979, luego de terminar sus estudios. Para entonces era un izquierdista ultra radical con contactos islámicos fundamentalistas. Durante sus estudios visitó Libia, Irak y Argelia buscando apoyo para su plan. Su ambición de poder lo llevó a crear una logia militar en la FAV a la que llamó R83 en la cual captó al teniente Francisco Visconti. La denominación del movimiento corresponde al año en que según sus cálculos estarían listos para sublevarse. Este movimiento era independiente de Douglas Bravo pero Santeliz lo detectó y se le acercó mientras secretamente informaba de sus actividades a “Fausto”.

El subteniente Madriz es detenido En agosto de 1979, al llegar a su casa en Caracas, el Stte. Madriz consiguió a tres ladrones armados y se enfrentó a balazos con ellos. Este oficial, que era uno de los mejores tiradores del Ejército, mató a los tres antisociales. Madriz fue detenido temporalmente para averiguaciones en el Cuartel San Carlos. El incidente le ganó fama en el Ejército como hombre de acción. Por su muestra de temerario valor personal pronto se convirtió en pupilo de Santiago Ramírez, el comandante de su batallón que lo visitaba asiduamente en la cárcel. Al salir en libertad, Santiago lo reclutó para su logia sin saber que Madriz ya estaba juramentado con Chávez. Madriz informó a Chávez en la Academia Militar de los avances de Santiago. Sus instrucciones fueron claras: —Sígale la corriente y no le hable de nuestra logia. Durante su encarcelamiento, Madriz recibió varias visitas de Santiago, pero Chávez se mantuvo al margen para no generar sospechas. Chávez solicitó a “Harold” apoyo legal para Madriz. En esa época había regresado a Venezuela Douglas Bravo, quien al enterarse del caso de Madriz envió al mayor retirado comunista Brett Smith para que lo asesorara. A partir de ese momento, Brett fue su abogado defensor durante el juicio. De esa manera Brett y Madriz se hicieron amigos. Al ir a juicio Madriz fue absuelto por actuar en defensa propia. Al salir de la cárcel volvió a la Brigada Blindada con Santiago para continuar su actividad conspirativa. A partir de allí el teniente Madriz inició una estrecha amistad con Brett y se hizo pupilo de Santiago. La escuela de Blindados Poco después de recibir cargo en el Departamento de Deportes de la Academia Militar Chávez fue enviado a realizar el curso medio en la Escuela de Blindados en enero de 1980. Ese curso se hacía por correspondencia mientras los oficiales continuaban trabajando en sus unidades, de manera que este oficial continuó prestando servicio en el Departamento de Educación y Deportes de la AMV. En esa época, el director de la Escuela de Blindados era el coronel José Humberto Vivas quien era un admirador de Chávez. Al final del curso Maisanta quedó ubicado en primer lugar en el orden de mérito entre veinticinco alumnos. El hecho de que un oficial de comunicaciones con poca experiencia en tanques hubiese quedado por delante a los oficiales de blindados en su propia escuela causó sospechas. Chávez nunca fue un excelente estudiante ni era experto en blindados. Algunos oficiales cuestionaron ese extraño resultado. Condiscípulos opinan que Chávez fue “ayudado” por el aprecio que le tenía el Director y por sus compadres José Rafael Angarita y Ramón Alfonso Carrizales Rengifo. Ambos oficiales le llevaban un año de antigüedad pero tenían nexos estrechos con él. Angarita es de Barinas, estudió en el liceo O’ Leary con Chávez, entró a la AMV un año antes y era el jefe de Evaluación, la oficina que elaboraba el orden de mérito. Carrizales es llanero de Saraza, era jefe del Departamento Académico y gran amigo de Chávez desde sus tiempos de cadete. Chávez es transferido al cuerpo de cadetes

El primer lugar en el curso medio, unido a las altas calificaciones que le impusieron los comandantes Pulido Hernández y García Hernández, más los elogios del coronel Vivas, hicieron olvidar en el Ejército que Chávez había ascendido a teniente entre los últimos. Al terminar el curso fue nombrado comandante de un pelotón de cadetes. Ahora venía precedido por el prestigio de ser el alumno número uno del curso de blindados y nadie puso reparos. Los venezolanos tienen memoria corta y el incidente de “La Gloria” había sido olvidado. Al integrarse al cuerpo de cadetes había un nuevo director en la Academia, el general de Brigada José Antonio Olavarría. El comandante del cuerpo de cadetes era el coronel José María Troconis Peraza y el teniente coronel Fernando Ochoa Antich era el jefe de instrucción militar en el Departamento Académico. Ochoa era amigo cercano del general Olavarría. Este general a su vez mantenía una estrecha relación con el ex presidente Caldera. En el momento de la llegada de Chávez al Cuerpo de Cadetes, Santeliz entró en acción tomando medidas para protegerlo. Para ello lo recomendó a Ochoa Antich su compañero de “Los Panas”, quien no lo conocía. Por su parte Chávez en la Academia se hizo imprescindible en el Teatro, la Sociedad Bolivariana e incluso en la promoción de la teoría del liderazgo y el proyecto de desarrollo de la inteligencia. Estos proyectos los impulsaba Olavarría. Pronto este general notó las dotes especiales de Chávez y lo nombró ayudante. Para entonces el líder de “Los Panas”, el Tcnel. Santiago, conspiraba en la Brigada Blindada donde era comandante del Batallón Blindado “Torres”. Santiago siendo economista de derecha, pensaba instaurar un régimen similar al de Pinochet en Chile. Entretanto “Rasputín” seguía en la Dirección de Personal y Ochoa laboraba en la Academia Militar. En esa época Santiago daba los toques finales a su proyecto de golpe de Estado contra Luis Herrera que daría al ascender a coronel en julio de 1981. El rol de Ochoa Antich en esa conspiración no fue claro. El niega haber conocido lo que planeaba Santiago. Entretanto el Tte. Madriz se desempeñaba como correo entre Santiago y Chávez, mientras mantenía una buena amistad con el mayor Brett.

CAPÍTULO 13

El golpe de 1982 Vuelven los golpes La revolución iraní disparó de nuevo los precios del petróleo. En 1980 el crudo superó los $41 por barril y durante un corto periodo pareció que a Venezuela había regresado la época de la bonanza. Ante el alza de los precios, Luis Herrera actuó como lo había hecho antes CAP. Con el crudo arriba procedió a solicitar nuevos préstamos pensando que la orgía petrolera sería eterna. Pasada la euforia inicial se inició una lenta pero sostenida caída del crudo. En aquel momento nadie se imaginó que habría que esperar más de dos décadas para que se revirtiera esa tendencia. Después de casi dos décadas sin golpes de Estado los políticos venezolanos consideraron que ese resabio castrense se había extinguido. Pronto ese idílico escenario iba a cambiar. A medida que el precio del crudo caía, los golpistas empezaron a salir de su larga hibernación como termitas moviéndose en forma oculta en los cuarteles. En ese momento las principales logias eran las de Santiago Ramírez y Hugo Chávez, aunque había otros conspiradores como William Izarra, Francisco Visconti, Hernán Gruber y Jacobo Yépez Daza atizando el fuego. Douglas Bravo retorna a Venezuela Douglas regresó al país a comienzos de 1980 preocupado por los rumores de golpe de derecha. Al llegar, Alí Rodríguez le hizo ver que Santeliz tenía bajo control a Santiago Ramírez y que de ser necesario sería sacado de juego. Mientras tanto era usado como distracción para despistar las investigaciones que pudiera generar la actividad de Chávez. Aunque Douglas estaba enfermo, sabiendo que contaba con la logia más grande decidió entrevistarse con los cabecillas de las diversas logias activas para integrarlas. Chávez acudió a la cita con grandes expectativas. Era un admirador del viejo guerrillero, gracias a las historias que le había contado su maestro Ruiz Guevara. Al iniciarse el encuentro, Douglas indagó sobre la logia y Chávez lo puso al tanto. Al ser interrogado sobre los plazos para el alzamiento, Chávez dijo que necesitaba cinco años más. Este lapso le daría tiempo para ascender a mayor y ocupar el cargo de segundo comandante de batallón. La larga espera desanimó a Douglas. Terminada la reunión, se despidió fríamente. Chávez esperaba que lo felicitaran por su trabajo, pero Bravo fue áspero para mostrar su autoridad. Posteriormente, Douglas se reunió con el teniente Arias Cárdenas, el jefe de la logia de Bandera Roja. Al conversar con él se dio cuenta de que no tenía la madera de líder de Chávez y le recomendó que uniera fuerzas con Chávez para aumentar las probabilidades de éxito del golpe. Arias aceptó. A continuación Douglas citó a Santeliz a quien conocía bien. Este le informó sobre su pequeña logia “ARMA”, compuesta por oficiales superiores de su generación. “Rasputín” le comunicó que había hecho contacto con el mayor William Izarra, quien había creado el movimiento R83 en la Fuerza Aérea. Este oficial tenía un hermano que

era un periodista comunista. Douglas pidió que trajeran a Izarra a su presencia para evaluarlo. Al entrevistarlo se convenció de que tampoco tenía madera de líder. Izarra era inteligente y un fanático comunista y muy antiguo. Además la aviación es una organización minoritaria en el contexto de las Fuerzas Armadas. La dirección militar del golpe tenía que estar en el Ejército y se había convencido de que Chávez era su mejor ficha. Pese al deseo de Douglas de controlar las logias, su salud se lo le impidió y tuvo que tomar reposo. A partir de allí Douglas fue perdiendo influencia. Douglas Bravo es desplazado Antes del regreso de Douglas, Rodríguez Araque decidió pacificarse para tener más libertad de movimiento. El plan de Ali fue unirse a un partido legal y obtener un escaño en el Congreso. Desde allí, gozando de inmunidad parlamentaria, seguiría controlando la subversión y monitoreando el crecimiento de la logia militar de Chávez. Entretanto mantendría la ficción que Douglas seguía al mando pero el divorcio era inevitable. La logia militar de Chávez era la de mayor potencia, pero aún no estaba a punto y no estaban dadas las condiciones objetivas. Alfredo Maneiro le tendió un puente de plata acogiendo a “Fausto”” en su partido Patria para Todos (PPT). Con esta base política Alí ganó una diputación. Desde su curul siguió controlando a Chávez y su logia, así como al grupo de Santeliz. También siguió manteniendo contactos con Bandera Roja y la Liga Socialista. A partir de ese momento empezó a distanciarse de Douglas, quien seguía en la clandestinidad. Tras la muerte de Maneiro en 1982, el PPT pasó a ser dirigido por el líder sindical Andrés Velázquez. Rodríguez Araque siguió militando en ese partido dirigiendo la corriente radical junto con Pablo Medina y el general Müller Rojas. Tras esa fachada, en el congreso “Fausto” se convirtió en un experto en política petrolera. A todas estas su pupilo, el jóven Nicolás Maduro Moros seguía en Cuba formándose bajo la tutela de Pedro Miret. Las otras conspiraciones A partir de julio de 1980, Chávez siendo comandante de pelotón de cadetes, empezó a trabajar en firme para hacer crecer su logia. Santeliz y Chávez, no se reunían en público, pero tenían buena química. Chávez, que era apenas teniente, lo consideraba un estratega y le pedía consejos. Pese a la diferencia en grados militares, la relación entre ambos no era de subalterno a superior, sino de camaradas. “Rasputín” tenía instrucciones de proteger, sin interferir, las actividades de la logia de Chávez. De esta manera se hicieron amigos. Para impresionar a Chávez, “Rasputín” le había hecho ver que él manejaba un grupo conspirativo que incluía oficiales de alto grado en el Ejército, Marina, la Fuerza Aérea y la Guardia Nacional. Chávez sabía que la logia de Santeliz no era mayor cosa. A él le preocupaba más la logia de derecha de Santiago donde su amigo estaba infiltrado. Santeliz le recomendó seguirle el juego a Santiago y al mismo tiempo acercarse a Ochoa Antich en la Academia Militar. Ochoa era compadre de Santiago y amigo del general

Olavarría, el director de la AMV. Este general tenía potencial para ser comandante del Ejército. El concepto estratégico del golpe Para Douglas y “Fausto”, tanto Izarra como Santeliz eran útiles, pero no pasaban de ser revolucionarios de salón. Por eso decidieron no mezclarlos con la logia de Chávez para que no trataran de arrebatarle el mando. La solución fue integrar la mini logia ARMA con el R83 en una organización que actuaría como el estado mayor para planificar y organizar el golpe. En ese estado mayor Izarra se encargaría de los aspectos ideológicos del bolivarianismo y Santeliz de formular el concepto estratégico y diseñar la maniobra del golpe. Una vez elaborados estos lineamientos generales, Arias Cárdenas se encargaría de la preparación del plan de operaciones. El ejecutivo operacional sería Maisanta. Santeliz estableció que el golpe debía lanzarse al coincidir una crisis económica con un viaje del Presidente al extranjero. La captura del Presidente en Maiquetía evitaría la toma del Palacio de Miraflores que con una guarnición de 1.500 hombres era un bastión formidable. Para capturar al Presidente sería necesario infiltrar oficiales en la Casa Militar, Guardia de Honor y en las unidades de infantería de Marina y Guardia Nacional cercanas al aeropuerto. Luego de secuestrar al Presidente, tropas del Ejército pertenecientes a la 3ª Brigada de Infantería en Fuerte Tiuna (Caracas), Brigada Blindada en Valencia y la Brigada de Paracaidistas de Maracay se insurreccionarían tomando la capital y las principales ciudades del centro del país. Previo al golpe deberían infiltrarse esos batallones con oficiales de la logia. El Ejército sería apoyado por la Fuerza Aérea. En la Base Aérea Libertador de Maracay los pilotos de combate en la se sublevaría al mando del Tcnel. Visconti y el capitán Reyes Reyes. El comando de la operación sería instalado en la Academia Militar como había ocurrido durante la caída de Pérez Jiménez. Ese instituto sería tomado desde adentro por miembros de la logia infiltrados como oficiales de planta. El puesto de comando alterno sería el Museo Militar, la antigua sede de la Academia Militar cercana al Palacio de Miraflores. Como la principal fuerza enemiga sería el Ejército era indispensable infiltrar la oficina del Comandante General y la Dirección de Inteligencia de esa Fuerza. La DIM y la DISIP también debía ser infiltradas para conocer cualquier investigación contra la logia que adelantaran. Para el alzamiento, las logias de Chávez y Arias, junto con las logias navales y aéreas, actuarían unidas y serían el brazo armado. En ese momento, la logia de Chávez era la más grande y activa entre todas. Por esa razón Chávez empezó a actuar, de hecho, como el jefe máximo, aunque era el menos antiguo. Para evitar confrontaciones por la antigüedad, Chávez insinuaba que los jefes de la logia eran “iguales”, aunque en el fondo sabían quién llevaba la batuta. Chávez propuso bautizar a su logia como el “Movimiento Bolivariano Revolucionario” (MBR 200). El numeral “200” se refería al bicentenario del nacimiento de Simón Bolívar que se celebraría el 24 de julio de 1983. La logia sería apoyada y protegida dentro de las FAN por los oficiales miembros de la logia conjunta de

Santeliz e Izarra y por los rescoldos de la logia nasserista que aún seguían en las FAN. Los oficiales retirados del FMC tendrían una misión similar. El día del golpe, a las fuerzas militares insurrectas se les uniría un grupo civil compuesto por miembros del PRV, Bandera Roja y Liga Socialista. El armamento para los civiles sería sustraído de los parques militares por miembros de las logias. Los oficiales retirados del Frente Militar de Carrera (FMC) tendrían solo funciones de apoyo. Alí Rodríguez convenció a Douglas de que no convenía revelar que el comandante en jefe sería él, para evitar problemas con los oficiales anticomunistas. Había que mantener la ficción de que la revolución sería de carácter nacionalista, antimperialista y dirigida por militares. Douglas aceptó la propuesta sin intuir que sería echado a un lado. La conspiración de Santiago Ramírez Mientras Santeliz, Chávez y Arias cumplían las tareas asignadas en el proyecto de golpe izquierda, Santiago adelantaba un golpe de derecha. Extrañamente, en ambos casos el estratega era Santeliz aunque también se les había unido el Cnel. Jacobo Yépez Daza. “Rasputín” se mantuvo cerca de Santiago para vigilarlo e informar a “Fausto”. El plan era dejarlo actuar mientras su actividad sirviera de cobertura al golpe de Chávez. De poner en peligro el plan sería delatado y sacado de juego. Santiago Ramírez siendo comandante del batallón blindado “Torres” en Valencia, mantuvo contactos con Chávez en la Academia Militar, asumiendo que contaba con su logia. En ese período, su segundo Alexis Sánchez Paz comandaba un batallón de paracaidistas. Ambos tenían prestigio y ascendiente entre los oficiales de esas unidades. Además de la logia de Chávez, había comprometido a varios comandantes de batallón del Ejército en Fuerte Tiuna y ensamblado un variado grupo de conspiradores de todas las fuerzas. Entre ellos estaban el capitán de corbeta Hernán Gruber Odremán (por la Marina), el teniente coronel William Izarra (por la Fuerza Aérea) y el teniente coronel John Jaramillo (por la Guardia Nacional). Para entonces, Santiago no sabía que Izarra era comunista. A fines de 1980, Santiago consideró que estaba listo para ejecutar su plan antes de ascender a coronel. Santeliz lo convenció de que debía esperar a que se dieran condiciones más adecuadas. Mientras tanto se irían incorporando más oficiales a la conspiración y se organizaba mejor a los civiles que participarían. Santiago, aceptó a regañadientes. El plan de Santiago Ramírez A comienzos de 1981, Santeliz (presionado por Santiago) se vio obligado a presentar su proyecto del plan de operaciones del golpe. Ese plan fue un refrito del de Chávez. En esa operación Santiago contaba con el soporte de la logia de Chávez integrada entonces por más de cien oficiales concentrados en Caracas, Maracay y Valencia. Estas fuerzas serían apoyadas por unidades de la Infantería de Marina, la Fuerza Aérea y la Guardia Nacional en Caracas y La Guaira. Al triunfar la sublevación se formaría una Junta de Gobierno dirigida por Santiago e integrada por importantes figuras militares y civiles. Al tomar el poder se suspenderían las garantías y se pasarían al retiro todos los generales y la

mayoría de los coroneles. Como faltaban detalles por ultimar, Santeliz convenció a Santiago esperar su ascenso a coronel en julio de 1981. Al entregar su batallón iría a la Academia Militar. En ese momento el director de la Academia Militar era el Gen. Olavarría a quien Ochoa había recomendado a Santiago como futuro Comandante del Cuerpo de Cadetes. El golpe lo daría desde esa posición en 1982. Santiago no estuvo muy convencido con el retardo propuesto por “Rasputín”, pero accedió. El general José Antonio Olavarría Este general del arma de ingeniería militar, ingeniero graduado en la Universidad de Stamford en EE.UU., hizo una carrera militar distinguida. Su ingreso al seno del Ejército fue una rareza por provenir de la aristocracia de Venezuela. Él no fue el primero ni el último militar de clase alta en ingresar a las FAN, pero tradicionalmente la mayoría de los oficiales proviene de la clase media baja. En ese sentido las escuelas de formación de oficiales son un trampolín para el avance social de muchos graduados. En 1980, siendo Olavarría director de la Academia Militar, el petróleo alcanzo un pico de $41. Cuando entregó en julio de 1982 había caído a $32. Posteriormente el crudo siguió bajando y avivó la conjura golpista dentro del Ejército. Al llegar este inteligente, pero ingenuo, general a la Academia, ya Chávez tenía dos años como oficial de planta del instituto y su conspiración estaba en marcha desde hacía un lustro. Olavarría probablemente no estuvo involucrado, ni supo de la conspiración en marcha, pero el complot cogió cuerpo durante los dos años en que él estuvo al frente de la Academia Militar sin que él lo notara luego que Chávez se le metió por los ojos. La conjura continuo desarrollándose allí en los años sucesivos bajo otros directores. El equipo de Olavarría Cuando Olavarría tomó la dirección del Instituto formó un equipo de calificados oficiales. Entre ellos estaba el coronel de infantería José María Troconis Peraza, quien fue nombrado Comandante del Cuerpo de Cadetes y el teniente coronel Fernando Ochoa Antich, como jefe del Departamento de Instrucción Militar. Troconis fue designado por ser el primero de su curso como coronel, pero el caso de Ochoa fue distinto. Olavarría sentía gran estima por el mayor retirado Santiago Ochoa Briceño, la cual hizo extensiva a su hijo Fernando Ochoa Antich. El padre de Ochoa había sido muy cercano al expresidente Medina Angarita, quien antes de morir le regaló sus presillas de general. Años más tarde, el mayor Ochoa Briceño se las regaló a Olavarría al ascender a general de brigada en 1979. Gracias a este afecto, Ochoa tenía influencia sobre Olavarría. Santiago, conociendo esta relación, le pidió a su compadre Ochoa, que lo convenciera para que lo nombrara en el prestigioso cargo de Comandante del Cuerpo de Cadetes, en reemplazo de Troconis. Entre los oficiales de planta en la Academia en ese momento estaba Chávez, quien se había integrado al cuerpo de cadetes con prestigio académico luego de quedar primero en el curso de blindados. Su primer comandante de compañía fue el capitán Lucas

Enrique Rincón Romero, de quien se hizo pupilo. Para entonces ya tenía fama como pelotero y animador de eventos. Entretanto el Tcnel. Santeliz (desde la Dirección de Personal del Ejército) coordinaba con Guerrita los nombramientos de oficiales subalternos y había logrado enviar a la Academia Militar al teniente Chávez y cuatro de sus compañeros de promoción líderes de su logia. En este grupo estaban Jesús Urdaneta Hernández, Felipe Acosta Carlés, Joel Acosta Chirinos y José Miguel Ortiz Contreras. Adicionalmente había logrado ubicar en la Academia al teniente Francisco Arias Cárdenas. Con este grupo de apoyo Chávez intensificó el reclutamiento. Antes de ir a la Academia había logrado enrolar a una docena de subtenientes en la Brigada Blindada y el Regimiento de Paracaidistas. En el año anterior. Siendo asistente del jefe de Deportes había captado a cinco atletas de alta competencia. Ahora, desde el cuerpo de cadetes ese número aumentaría rápidamente. 1980 marcó un hito en el crecimiento de la logia. En los años anteriores Maisanta había logrado reclutar solo un pequeño grupo de seguidores. Ese número no era suficiente para alzarse y era necesario acelerar el reclutamiento. Chávez comandante de pelotón de cadetes Cuando Chávez se integró al cuerpo de cadetes en julio de 1980, su llegada coincidió con la del general Olavarría. Este jefe no sabía de la emboscada de “La Gloria”, porque era un secreto bien guardado. Chávez tenía ahora el comando de un pelotón de cadetes y acceso al batallón de alumnos. Santeliz le recomendó acercarse a Olavarría, por ser un potencial candidato a comandante del Ejército. Además debía hacerse amigo de Ochoa Antich. Esto no fue difícil para Chávez, porque una de sus habilidades era ganarse a sus jefes convirtiéndolos en sus protectores. Una vez en el cuerpo de cadetes, para hacerse conocido y popular, empezó a actuar activamente como maestro de ceremonias en actividades culturales y sociales y a promover la Sociedad Bolivariana. Esa organización fue la cobertura perfecta para disimular su actividad conspirativa. Para entonces los contactos de Chávez con Douglas se hacían con mucha discreción a través de Elizabeth Sánchez, una prima de su manejador Nelson Sánchez (“Harold”), quien gracias a Santeliz tenía acceso a Fuerte Tiuna. El lugar para los encuentros furtivos era su casa en el barrio Prado de María, cerca de la antigua Normal Gran Colombia. En esas visitas, Chávez conoció a Herma Marksman una comunista a quien convirtió en su amante. La teoría del liderazgo En la AMV, Olavarría introdujo el concepto del liderazgo en el medio militar. Hasta entonces el mando que se enseñaba era el autocrático con el jefe atrás empujando a sus tropas dando órdenes y velando por su cumplimiento. Ese viejo liderazgo es conocido como “hagan lo que digo”. Olavarría implantó el liderazgo al estilo israelí donde los oficiales deben ir adelante exigiendo a sus seguidores “Hagan lo que hago”. Esto fue una revolución y muchos oficiales de la vieja escuela se opusieron a este nuevo concepto que les pareció sacrílego y hasta político. Desde mi punto de vista esta visión de liderazgo era

superior a la vieja versión que nos habían inculcado, pero su aplicación generó resistencias. La nueva doctrina de liderazgo creó empatía entre Olavarría y Chávez, quien vio que promover esa idea era una vía de acercamiento al Director de la AMV. Pronto Chávez se convirtió en un entusiasta apóstol de convertir a los cadetes en líderes y empezó a llamar a sus seguidores “centauros”. Olavarría apreció los esfuerzos del teniente Chávez y lo tomó bajo su tutela. La inteligencia se “aprende” Además de introducir la teoría del liderazgo en la Academia Militar, Olavarría quiso aplicar las ideas del Dr. Luis Alberto Machado en materia de inteligencia. Este intelectual había convencido al presidente Luis Herrera de que la inteligencia podía enseñarse aplicando ciertas técnicas. El primer mandatario compró la idea creando el Ministerio de la Inteligencia, cuyo propósito era programar acciones para incrementar la inteligencia de las personas y de los pueblos. El general Olavarría se entusiasmó y ofreció a los cadetes como conejillos de indias en cursos diseñados probar esas técnicas. Entre los primeros graduados estuvo Chávez. Luego de concluirlo se convirtió en un propagandista de los cursos de desarrollo de la inteligencia dentro de la Academia. Esta actividad le permitió acercarse a Olavarría y conocer a Corina Parisca, esposa del rico empresario Enrique Machado Zuloaga y madre de la política María Corina Machado. De esa manera tuvo ocasión de rozarse con gente de la alta aristocracia a la cual detestaba. El proyecto de Machado se centraba en una asignatura denominada “Enseñar a pensar” basada en las ideas de Edward de Bono. Según Machado era posible desarrollar la inteligencia mediante la utilización intensiva de herramientas de pensamiento junto con el uso de la televisión y medios audiovisuales. Para las pruebas en la Academia Militar se nombró un pelotón de cadetes dirigido por Chávez para ser sometido al entrenamiento propuesto por Machado. Para promover el experimento, un conocido director de televisión fue traído para dirigir la grabación de escenas de esas actividades. Esta experiencia le permitió a Chávez desarrollar sus habilidades como presentador y le hizo conocer el poder de la televisión para llegarle a las masas. Luego de que el presidente Herrera terminó su mandato, el programa fue descontinuado. La Sociedad Bolivariana y el pelotón de desarrollo de inteligencia fueron cubiertas perfectas para ocultar la labor proselitista de Chávez permitiéndole hacer crecer con impunidad su logia. Chávez hipnotiza a Olavarría Chávez fue hábil para ganarse la confianza de Olavarría, gracias a su liderazgo, notoriedad como maestro de ceremonias y organizador de eventos. Adicionalmente, su participación en la Sociedad Bolivariana, como jugador de béisbol en el equipo de oficiales, y activismo en cursos de desarrollo de la inteligencia lo convirtieron en un favorito del director. El hecho que más impresionó a Olavarría fue cuando Chávez lo convenció que hiciera un

experimento para determinar quién era el oficial con mayor liderazgo en la Academia Militar. Al efecto en el patio de ejercicios formaron en una fila los oficiales al frente del batallón y se ordenó a los cadetes colocarse en columna detrás del oficial más admirado. La victoria de Chávez en esta elección sui generis fue avasallante. Esta demostración deslumbró a Olavarría quien empezó a promocionarlo como la personificación del liderazgo. El liderazgo militar era el gran proyecto del Director de la AMV y esto explica la valoración especial que le brindó a Chávez. La admiración de Olavarría y otros oficiales le garantizó protección y libertad de acción al conspirador. Gracias a su habilidad y trabajo tesonero, un año más tarde contaba con un numeroso grupo de seguidores. Entre los principales estaba el alférez mayor Roland Blanco La Cruz, el cadete de mayor rango en la AMV junto a los alféreces auxiliares Edgar Hernández Behrens y Carlos Luciano Guyón Celis, el alférez Hugo Armando Carvajal Barrios y el brigadier Antonio Rafael Rojas Suárez, entre otros. Blanco La Cruz y Rojas Suarez eran infiltrados del grupo subversivo Bandera Roja. Este grupo de cadetes junto con sus cuatro compañeros de promoción que “Rasputín” envió para apoyarlo, creó la base sobre la cual Chávez armó su logia. Este proceso se hizo bajo la mirada impávida de oficiales que lo consideraban un ejemplo para los cadetes. La demostración tangible de liderazgo y los atributos demostrados por Chávez impulsaron a Olavarría a nombrarlo su ayudante personal. Esta designación no era ortodoxa porque esa posición la ocupan normalmente mayores o capitanes. El Director de la AMV no estaba equivocado. Chávez era un auténtico líder, pero no militar sino político. Lo peor es que había sido sembrado en el Ejército para destruirlo. A su alrededor flotaba un efluvio que inquietaba a algunos. Por esta razón no todos los que conocieron a Chávez lo amaban. Dada su personalidad, con él no había términos medios. O se simpatizaba con él o se le odiaba. La hipótesis de Caraballeda Luego de los roces con Colombia en 1975, la situación del diferendo se distendió. A comienzo de los años ochenta, cuando los colombianos sintieron que Venezuela se debilitaba por la caída de los precios del crudo, empezaron a presionar de nuevo por la negociación de límites. Ante esto el presidente Herrera nombró una comisión negociadora integrada por Gustavo Planchart Manrique, Luis Herrera Marcano, Pedro Nikken y el vicealmirante Elio Orta Zambrano. Este grupo, en conversaciones con sus pares colombianos, desarrolló una propuesta. La proposición fue llamada “Hipótesis de Caraballeda” no incluía la exigencia de la “costa seca”, que se había convertido en una cuestión de honor entre los militares venezolanos. En octubre de 1980, Herrera entregó al Alto Mando Militar copia del proyecto. Pronto los detalles de estas negociaciones se empezaron a filtrar generando murmuraciones en el seno de las FAN. Alarmado ante el ruido de sables, Herrera ordenó a su canciller José Alberto Zambrano Velasco que explicara la hipótesis ante los oficiales de la guarnición de Caracas.

La “bomba” de Tovar Jiménez La exposición de Zambrano se hizo en el teatro de la AMV. Entre los más de mil asistentes estaba el teniente Chávez. Al terminar la presentación fueron notorios los murmullos de desaprobación. Para apaciguar los ánimos, el canciller abrió un periodo de preguntas. En ese momento levantó la mano el Tcnel. Tovar Jiménez, el rival de Santiago Ramírez en su promoción. Tovar además era miembro del grupo del general Moros Ghersi y había sido segundo comandante del cuerpo de cadetes de la AMV en 1979. Al momento de hacer la pregunta se desempeñaba como comandante del Batallón de Seguridad de la Guardia de Honor presidencial. Al tomar la palabra, Tovar criticó con firmeza el proyecto. Ante esta situación el ministro de la Defensa, el general Tomas Abreu Rescanieri, disgustado, le ordenó callarse y dio por terminado el acto. El canciller se retiró abochornado mientras más de mil oficiales lo abucheaban. Este incidente fue un acto de rechazo masivo a la Hipótesis de Caraballeda. Ese día marcó un hito en la campaña de reclutamiento que adelantaba Chávez. La exposición del canciller había enardecido a la oficialidad y el nacionalismo había brotado a flor de piel. A partir de ese momento la crítica al Gobierno por esa hipótesis pasó a ser parte del discurso de Chávez. Ese incidente, unido a la crisis económica, aumentó la impopularidad del Presidente Herrera y la posibilidad de su derrocamiento empezó a vislumbrarse entre los golpistas. Un bono adicional fue que la atención de los cuerpos de inteligencia se apartó de los grupos de izquierda y empezó a centrarse sobre Tovar Jiménez. Se agota la paciencia de Santiago En junio de 1981, poco antes de su ascenso a coronel a comienzos de 1981, Santiago se enteró de que el presidente Herrera había programado un viaje a Nicaragua para el año siguiente. Esa era la oportunidad esperada. La crisis económica se agravaba y la popularidad de Herrera caía junto con el precio del petróleo. Ante esta situación, Santiago decidió que el golpe se daría al regreso del presidente de su viaje en junio de 1982. En pocos días ascendería a coronel y al ser promovido esperaba ser nombrado comandante del cuerpo de cadetes. Faltaba poco más de un año para ejecutar el golpe de Estado y debía iniciar las acciones preparatorias. Santeliz, al conocer las intenciones de Santiago, notificó a “Harold”. Este se comunicó con Alí Rodríguez, quien reportó la novedad a Fidel. El dictador cubano reaccionó enviando instrucciones precisas: Ese golpe debía detenerse denunciándolo ante la DIM. Para no dejar al descubierto las logias de Santeliz y Chávez, solo se filtraría información orientada a crear sospechas contra Santiago. El golpe de Santiago A mediados de junio del 81 la Dirección de Inteligencia Militar (DIM) empezó a recibir información de un golpe organizado en el Ejército para ser ejecutado en 1982. De inmediato se abrió una investigación determinando que el aparente jefe de la conspiración era el coronel Santiago, aunque no había pruebas fehacientes contra él. Esa

información preliminar le fue presentada al presidente Herrera por la DIM. Las investigaciones indicaban que los presuntos líderes del movimiento eran Santiago, Santeliz y Ochoa, los líderes de “Los Panas”. Santeliz y Ochoa fueron incluidos porque su conexión con Santiago era muy evidente. A finales de junio el presidente Herrera designó Comandante del Ejército al general de división Vicente Luis Narváez Churión. Al notificarle su nuevo cargo le informó sobre las sospechas de golpe. Narváez le respondió que estaba en cuenta porque el Director de la DIM era su compañero de promoción el general de división Rafael Machado Santana y que tenía un plan para manejar la situación con discreción sin armar escándalo. El plan tenía que ver con los presuntos jefes del movimiento el Cnel. Jacobo Yépez Daza y los tenientes coroneles Carlos Santiago Ramírez, Fernando Ochoa Antich y Ramón Santeliz Ruiz. Todos ellos eran candidatos a ascenso en pocos días. El caso debía manejarse con pinzas para evitar suspicacias y reclamos por falta de pruebas. Cuando Narváez explicó su plan, Luis Herrera estuvo de acuerdo. Para ese momento el proceso de elaboración de las listas de ascensos estaba casi finiquitado y la ubicación de los jefes del golpe estaba decidida. Santiago esperaba ascender de primero y ser nombrado Comandante del Cuerpo de Cadetes. Ochoa sería Jefe de Operaciones (G٣) en la Brigada Blindada en Valencia y Santeliz G3 de la 3ª división de infantería en Caracas. Chávez permanecería en la Academia Militar. El Gen. Narváez tenía otros planes. El lío de los ascensos Para finales de junio de 1981 la junta de evaluación de ascensos a coroneles, había terminado su tarea. Esa junta estaba dirigida por el general de brigada Ramón Andrés Cuervo Romero, un exalumno del Liceo Fermín Toro en la época en que Douglas Bravo y Ruiz Guevara actuaban allí. Cuervo era artillero y gran amigo de Santeliz. Al finalizar su misión Cuervo presentó la lista de ascensos a consideración del comandante del Ejército. En ese elenco Santiago Ramírez estaba a la cabeza de su promoción y Tovar Jiménez en segundo lugar. Entre otros candidatos estaban incluidos Ramón Guillermo Santeliz Ruiz y Fernando Ochoa Antich. Cuando el general Moros Ghersi, el jefe de la célula calderista en el Ejército, supo de esta lista empezó a ejercer influencias para modificarla. A su juicio Tovar Jimenez, debía ser movido al primer lugar y Ochoa Antich al último. Moros consideraba a Tovar de su grupo y a la vez detestaba a Ochoa por considerarlo pro adeco. Estas maniobras políticas ocurrían tras bastidores dentro de un Ejército que se consideraba apolítico. De acuerdo con los procedimientos establecidos, la lista de ascensos debía ser aprobada por el comandante del Ejército antes enviarla a consideración de la Junta Superior. El comandante general tiene la potestad de hacer cambios al orden de mérito propuesto. Al revisar la lista Narváez procedió a poner en práctica su plan para sacar de juego a Yépez, Santiago, Santeliz y Ochoa. La decisión de Narváez fue enviar a Yépez como agregado militar en China. Al mismo

tiempo propuso bajar a Santiago al segundo lugar subir a Tovar a encabezar la lista de ascensos a coronel. Adicionalmente rebajó en el orden de mérito a Santeliz y sacó de la lista de ascensos a Ochoa, por considerarlo un infiltrado adeco. La lista corregida fue enviada al Ministro de la Defensa. Al ser revisada por la Junta Superior, el Ministro Abreu Rescanieri impugnó el ascenso de Tovar Jiménez por el incidente del Teatro de la Academia Militar. Ante esta objeción, el general Narváez defendió su criterio. Como Abreu estaba de salida del ministerio había perdido autoridad y la Junta Superior decidió no hacer cambios en el cuadro de ascensos. Cuando la lista fue elevada a consideración del presidente Herrera, Abreu le manifestó privadamente que Tovar no debía ascender por su intervención contra el proyecto de Caraballeda. El Presidente, quien estaba informado del caso y conocía bien a Tovar quien era comandante de un batallón de la Guardia Presidencial, le dijo a Abreu que revisaría su propuesta. Al retirarse el Ministro de la Defensa, Luis Herrera consultó al general Moros, el jefe de su Casa Militar. Este general convocó a su segundo, el coronel Murga Cabrices para oír su opinión. Murga fue el oficial que tuvo el problema con Chávez en la Brigada de Cazadores a raíz de la emboscada de “La Gloria”. Murga opinó que Tovar debía ascender. Moros estuvo de acuerdo con la recomendación. Siendo un oficial de blindados que conocía bien a Tovar y a Santiago aconsejó al Presidente una solución salomónica. Propuso ascender a Tovar, pero bajarlo al segundo lugar del orden de mérito, colocando de nuevo a Santiago en el primer lugar de la lista de ascenso a coronel. Esta solución fue aprobada por el presidente Herrera para aplacar al ministro Abreu. En medio de esta lucha, el general Olavarría abogó a favor del ascenso de Ochoa Antich ante Luis Herrera. El Presidente aceptó su recomendación y ordenó incluirlo en la lista de ascensos. Narváez, cumplió la orden, pero lo colocó de último. Narváez Churión aborta el golpe Una vez que la lista de ascensos es aprobada por el Presidente, el comandante del Ejército tiene la potestad de asignar a esos oficiales a cargos acordes con su nuevo rango. En el caso de los sospechosos de tramar un golpe, Narváez los asignó a posiciones administrativas sin mando de tropas. Al efecto dejó sin efecto los nombramientos propuestos previamente para ellos por la Dirección de Personal y los envió a lugares distantes. Yépez fue elegido embajador en China. Santiago fue designado director de una escuela agrícola recién creada en Isla de Guara, en el lejano territorio federal del Delta Amacuro. Santeliz fue designado jefe de la circunscripción de reclutamiento militar del estado Barinas. Ochoa Antich fue enviado como jefe de Asuntos Civiles de la Brigada de Cazadores en Maturín. Con estos cambios, el general Narváez alteró los planes del presunto alzamiento que el grupo ARMA tenía previsto para 1982. El caso se manejó con hermetismo y oficialmente nunca se supo lo que paso. Esto no fue óbice para que los rumores sobre el presunto golpe abortado circularan en el Ejército. Tovar Jiménez, comandante del cuerpo de cadetes

Al ascender Tovar en julio de 1981 fue designado por el general Narváez como comandante del cuerpo de cadetes de la Academia Militar. Este prestigioso cargo es ambicionado por los coroneles que aspiran a llegar al tope de la carrera. Cuando Tovar se presentó para recibir su cargo no sabía que su cuestionamiento al Proyecto de Caraballeda había ofendido al general Olavarría. El Director de la AMV había participado en su diseño y estaba muy molesto con él. Adicionalmente Santiago, Santeliz y Ochoa que eran pupilos de Olavarría, veían a Tovar como una amenaza por el liderazgo de la promoción. Todos estos factores se confabularon contra el a partir de ese momento. Cuando Tovar se presentó a recibir el comando del cuerpo de cadetes, el oficial saliente Troconis Peraza le manifestó que Olavarría le había informado que Santiago era el designado para ese cargo y que se había iniciado el proceso de entrega. Ante esto, Tovar presentó su oficio de nombramiento y Troconis informó a Olavarría. Esta noticia contrarió al director de la Academia Militar y el hecho se sumó a su molestia. Como no podía hacer nada Olavarría acató la orden, pero el hacha de la guerra con Tovar había sido desenfundada. Al entregar su cargo, el coronel Troconis (quien había tenido bajo su mando a Chávez) pasó a ser subdirector de la Academia mientras este continuaba reclutando cadetes para su logia. A raíz de los cambios hechos por Narváez, la conspiración de Yépez y Santiago quedó desmantelada, pero por falta de pruebas los cabecillas no fueron detenidos. Chávez no fue detectado y siguió desarrollando su logia. Santiago proscrito muy lejos de Caracas no tuvo más remedio que suspender el golpe. Tal como estaba planeado ninguna sospecha recayó sobre Chávez. La guerra de Las Malvinas El 2 de abril de 1982 se inició la guerra de las Malvinas. La superioridad militar de los ingleses quedó en evidencia. La Junta Militar argentina había actuado bajo la presunción de que Inglaterra no respondería militarmente ante las presiones norteamericanas. Galtieri se equivocó al pensar que los yanquis, basados en la Doctrina Monroe, garantizarían la soberanía de los países de América Latina. Los militares argentinos contaban que el Presidente Ronald Reagan los apoyaría. El desastre militar produjo la caída de la Junta Militar. Esta guerra tuvo una gran repercusión en Venezuela exaltando el sentimiento anti yanqui. El presidente Luis Herrera, desde antes de la guerra, manifestó pleno apoyo diplomático a Argentina. Al comenzar las hostilidades apuntaló abiertamente a ese país, aduciendo el principio del pluralismo ideológico y de solidaridad con países hermanos. Luis Herrera convocó a una reunión de presidentes latinoamericanos para eliminar la Organización de Estados Americanos (OEA) y reemplazarla por una nueva organización que excluyera a los gringos. Adicionalmente donó algunos misiles Otto Melara y una buena cantidad de munición naval de calibre 40/70 al gobierno de Galtieri. Herrera insinuó la posibilidad de invadir Guyana. Herrera ansiaba el triunfo argentino ante la “Pérfida Albión”, para denunciar el Protocolo de Puerto España. Una derrota

argentina significaba ceder la Guayana Esequiba. Por eso presionó para que los firmantes del Tratado de Asistencia Recíproca (TIAR) se pronunciasen a favor del retiro de las tropas inglesas. La guerra concluyó con una rotunda derrota para los argentinos el 14 de junio de ese año. En este conflicto murieron 649 militares argentinos y 255 británicos. La derrota hizo pasar por debajo de la mesa la denuncia del Protocolo de Puerto España. El nacionalismo mostrado por Luis Herrera en la Guerra de Las Malvinas, le hizo ganar popularidad haciendo olvidar por unos meses los problemas económicos del país. Paralelamente, las relaciones con los EE.UU. se enfriaron. El efecto positivo de la actitud de Herrera fue breve. El progresivo endeudamiento externo, el aumento de la inflación, la fuga de divisas y los evidentes signos de recesión se confabulaban contra su Gobierno. La retórica antimperialista de Herrera llevó a todos los partidos a apoyar su política exterior. Sus posiciones antinorteamericanas y la cercanía de las elecciones hicieron postergar los golpes de izquierda y derecha preparados, a la espera de que se dieran más adelante las ansiadas “condiciones objetivas”. Roces entre en Tovar Jiménez y Olavarría Gracias a su famosa pregunta al canciller Zambrano Velasco en octubre de 1980, Tovar se había convertido en una figura notoria en el Ejército. Cuando se supo que había sido rebajado del primer al segundo lugar en las listas de ascenso a coronel, su prestigio aumentó por considerar que la democión había sido injusta. Aunque su prestigio aumentó, sus problemas se iniciaban. Al recibir el cargo de comandante del cuerpo de cadetes en julio de 1981, Tovar estuvo un año bajo el comando directo del general Olavarría. Simultáneamente uno de sus subalternos fue el capitán Chávez. Durante ese período, Tovar fue evaluado mal por Olavarría en su rendimiento castrense. Súbitamente, este oficial con fama de buen profesional y responsable fue evaluado como si fuera un militar marginal. Las calificaciones de servicio a los oficiales son apreciaciones subjetivas que hacen los superiores a sus subalternos en una escala del 1 al 100. Los oficiales que ocupan los primeros puestos de los órdenes de mérito normalmente tienen calificaciones entre 99 y 100. Tovar fue calificado por Olavarría con 70 puntos. Este bajo concepto le arruinó su carrera y demolió sus aspiraciones de llegar a general. En medio de estas luchas intestinas, el teniente Chávez siguió construyendo su logia sin mayor vigilancia. Debido al percance, la relación entre Santiago, Ochoa y Olavarría se estrechó. En julio de 1982 Olavarría ascendió a general de división y pasó a otro cargo. En ese momento, el general Assing Sánchez fue nombrado director de la Academia Militar con Troconis como subdirector y Chávez ascendió al grado de capitán.

CAPÍTULO 14

El capitán Chávez El Regimiento de Paracaidistas El general Olavarría ascendió a general de división en julio de 1982, pasando a otro destino. En su reemplazo como director de la Academia Militar fue designado el general Fernando José Assing Sánchez, quien era el primero de su promoción y tenía prestigio como comandante de tropas. Assing, al igual que sus tres antecesores, se desempeñó al frente de la Academia Militar sin detectar la conspiración que se desarrollaba. A partir de 1982 empezaron a circular en el Ejército rumores de la existencia de la logia de oficiales subalternos “Los COMACATES”. Ese año Chávez fue promovido al grado de capitán luego de pasar varios años comandando cadetes. Su logia era aún pequeña pero ya contaba con 17 tenientes y 43 cadetes concentrados en la AMV, la Brigada Blindada y el Regimiento de Paracaidistas.. Durante esos años el crecimiento de la logia había sido lento para evitar detección de los organismos de seguridad. En la promoción de 1979 reclutó a Carlos José Mata Figueroa, quien llegó a ser Ministro de la Defensa durante su presidencia. En 1980 captó al alférez mayor Gerardo Alfonso Lizcano Acevedo, quien era maratonista. En los dos años siguientes, bajo la dirección del general Olavarría, fue transferido al cuerpo de cadetes aumentando la captación de seguidores. En la promoción de 1981 obtuvo una buena cosecha reclutando al alférez mayor Ronald Blanco La Cruz, a los alféreces auxiliares Edgar Hernández Behrens, Carlos Luciano Guyón Celis y a los alféreces Hugo Carvajal Barrios y Jesús del Valle Morao Cardona. Finalmente, en la promoción de 1982, alistó en la logia a los alféreces a Antonio Rafael Rojas Suárez, Reyes Rafael Pérez Acuña y a Henry de Jesús Rangel Silva. Este último también fue Ministro de la Defensa durante su presidencia. Al irse, dejó en cuarto año a un selecto grupo de seguidores que incluía a los hermanos Carlos y Cliver Alcalá Cordones, Jesús Alberto Aguilarte Gámez, Luis Rafael Valderrama Rosales y Jesús Alberto Santiago Carmona. En total al marcharse dejó sembrados más de veinte seguidores. El ascenso de Chávez lució como un evento rutinario, pero para los que manejaban los hilos de la conspiración fue un hito importante. La revolución ahora tenía capitán y la logia seguía creciendo. El proyecto de Douglas se iba desarrollando pero estaba lejos de alcanzar su “masa crítica”. Chávez al menos estaba demostrando tener magnetismo para reclutar seguidores y en ese terreno superaba ampliamente a Santeliz y a Arias Cárdenas. En base al plan en desarrollo previsto, era necesario que Chávez pasara a otro destino para continuar expandiendo la conspiración. Ya había servido como oficial de comunicaciones en la Brigada de Cazadores y marcado tarjeta en la Brigada Blindada antes de ir a la Academia Militar. El siguiente paso era hacer una pasantía por el Regimiento de Paracaidistas. De esta manera, al llegar a la categoría de oficial superior, tendría un buen conocimiento del corazón del Ejército y suficientes seguidores en

unidades claves. Al ascender a capitán Chávez fue designado oficial de inteligencia del Regimiento de Paracaidistas en la ciudad de Maracay. Allí Santeliz concentró a sus compañeros de promoción de la logia. Hecho esto, volvería a la Academia Militar para afinar los detalles finales del plan que ejecutaría al llegar a mayor o teniente coronel. Luego de reportarse a los paracaidistas, el petróleo cayó por debajo de $20 y la crisis económica se acentuó. El Regimiento de Paracaidistas En el Regimiento de Paracaidistas, Chávez como de costumbre impresionó favorablemente a su comandante, el coronel Héctor Luis Manrique Maneiro conocido como “El Tigre”. Manrique fue un modesto oficial a quien lo apodaron así no, por su ferocidad, sino por sus ojos. Como en otras unidades, Chávez hipnotizó a su jefe y este lo convirtió en pupilo y ayudante personal, como habían hecho sus jefes anteriores. Al llegar al Regimiento de Paracaidistas estaban allí los compañeros que estuvieron con él en la Academia Militar. Entre ellos los capitanes José Miguel Ortiz Contreras, Jesús Urdaneta Hernández, Felipe Acosta Carlés y Joel Acosta Chirinos. La presencia de estos oficiales no fue accidental. Eran el núcleo central de la logia de los “bolivarianos”. Hasta ese momento eran solo amigos entrañables. Chávez se había guardado de hablarles de la conspiración y menos de su inclinación izquierdista. Al grupo se unieron el teniente Raúl Isaías Baduel, un oficial de paracaidistas graduado un año después de Chávez. En el regimiento, Chávez no fue comandante de paracaidistas, sino oficial de escritorio como oficial de inteligencia (G2) de la unidad. En verdad, él prefería ser maestro de ceremonias, declamador y ayudante de los jefes antes que lanzarse en paracaídas. Esto le permitía libertad de movimiento para ocuparse de los asuntos de la logia. Durante su permanencia en esa unidad se mantuvo al margen de los soldados. Ni siquiera saltó de un avión. Se destacó animando actividades culturales y sociales, recitando poemas, dando discursos y en el campo de béisbol. Su actividad fundamental fue organizar la logia, encubierto como ayudante del comandante de Regimiento. Durante esta época, Chávez por instrucciones de “Fausto”, cambió el nombre de la logia por el de MBR-200 y le dio carácter cívico-militar. Ali le informó que su movimiento estaba encuadrado bajo el Partido Revolucionario Venezolano (PRV) de Douglas Bravo y que seguiría siendo controlado a través de Nelson Sánchez (a) “Harold”. El Regimiento “José Tadeo Monagas” Cuando Chávez fue enviado al Regimiento de Paracaidistas, fui nombrado coronel comandante del Regimiento de Comunicaciones de Combate “General en Jefe José Tadeo Monagas”. Esta unidad contaba con mil seiscientos hombres y estaba compuesta por tres batallones de comunicaciones y una compañía de guerra electrónica. El Regimiento estaba acantonado en Fuerte Tiuna en Caracas. Para mí, esa designación fue un gran honor y me llenó de orgullo. Desde mi puesto de mando tuve ocasión de ver cómo el país se deterioraba y cómo los clamores contra la corrupción en el Gobierno iban en aumento. Como comandaba tres batallones en Caracas algunas personas se acercaron a

sondearme insinuando hipotéticas conspiraciones, sin indicar nada concreto. Cuando esto ocurrió los denuncié a la DIM sin hacerles caso. Habiendo sido educado como militar de carrera, me consideraba apolítico y así lo había jurado ante la Constitución, por lo tanto no creía apropiado hablar de temas políticos. Siempre evadí discutir sobre esos asuntos con compañeros militares que insinuaban la necesidad de la toma del poder mediante un golpe de Estado. Pese a que trataba de evitar el espinoso tema, las conversaciones sobre este asunto se iban haciendo cada día más frecuentes y la cuestión empezó a discutirse abiertamente en los cuarteles. Al oír a mis interlocutores sugerir esa idea, les recordaba que Bolívar había dicho en forma de reproche que Venezuela era un cuartel. Los continuos golpes en nuestra historia han sido muy dañinos para nuestro país. A todos los que me tocaban el tema les decía que si éramos verdaderamente bolivarianos no debíamos buscar soluciones militares a problemas políticos. Pronto me di cuenta de que mi prédica caía en oídos sordos. En realidad la situación de Venezuela se estaba haciendo insostenible por la caída de los precios del petróleo y la corrupción rampante. Una de esas “propuestas indecentes” me la hizo Santeliz poco después de recibir el comando del regimiento. Para entonces estaba en Barinas bajo sospecha. Como éramos amigos me invitó a almorzar. Luego de felicitarme por mi cargo, me dijo en voz queda: —Ahora estas en posición de tomar el poder. Necesitamos tu ayuda. Ante la no muy velada insinuación le pregunté: — ¿A qué te refieres? Viendo mi reacción se rió diciendo: —No tomes la cosa en serio. Estaba bromeando. De inmediato cambiamos de tema y empezó a hablar de su pasión: las carreras de caballos. Luis Herrera viaja a Managua Luis Herrera viajó a Nicaragua para asistir a la celebración del 3er aniversario de la revolución sandinista, el 20 de julio de 1982. El viaje causó un enfriamiento adicional de las relaciones entre Caracas y Washington. En Managua, Luis Herrera utilizó un discurso izquierdista hablando de su intención de solventar las diferencias entre Venezuela y Cuba y de solicitar el ingreso de su país en el Movimiento de No Alineados. Antes de marcharse de Nicaragua habló de la necesidad de crean un organismo regional latinoamericano que no incluyera a los EE.UU. Todas estas declaraciones fueron bienvenidas por Fidel, quien decidió que era mejor dejarlo terminar su Gobierno. En ese momento Fidel estaba muy ocupado con la guerra en Angola. El regreso de Luis Herrera de Nicaragua se hizo sin contratiempo. El presunto golpe de Santiago había sido abortado y como Venezuela no tiene memoria, el asunto fue olvidado. En julio de 1983, el general Narváez y el director de la DIM (el general Machado Santana) pasaron a retiro. En diciembre de 1983 hubo elecciones presidenciales y la gente se olvidó del asunto. Esos comicios fueron ganados por Jaime Lusinchi de AD

donde Ochoa tenía apoyo. Pronto Santiago, Ochoa y Santeliz volvieron a ocupar cargos en Caracas como si nada hubiera pasado. La masacre de Cantaura En la década de los años ochenta las guerrillas en Venezuela casi habían desaparecido. La mayoría de los subversivos se habían acogido a la política de pacificación y actuaban en política de manera legal. Entre los comunistas solo el Frente Guerrillero “Américo Silva” de Bandera Roja se opuso a entregar las armas. Ese grupo armado operaba en su reducto del oriente del país, en una zona entre la serranía de Turimiquire y la ciudad de Cantaura en el estado Anzoátegui. La DIM había hecho un buen trabajo siguiendo las operaciones de este grupo ubicando su reducto cerca de Cantaura. El 4 de octubre de 1982 el campamento fue cercado por el Ejército y bombardeado por la Fuerza Aérea. En la acción fueron sorprendidos cuarenta y un guerrilleros y veintitrés de ellos murieron en combate. Este fue un golpe mortífero a la guerrilla. La operación de Cantaura fue comandada por el general Murga Cabrices en su condición de comandante de la Brigada de Cazadores. Su jefe de operaciones fue el teniente coronel Alexis Sánchez Paz, uno de los combatientes antiguerrilleros más distinguidos del Ejército. Secretamente Sánchez era a la vez el jefe de operaciones de la logia de Santiago. El comandante del Batallón de Cazadores que actuó en Cantaura fue el teniente coronel Ismael Antonio Guzmán un oficial muy cercano al Cnel. Ochoa Antich. La policía política (DISIP) también participó en la acción bajo las órdenes del comisario Henry López Sisco. Esa acción fue considerada una operación de combate y el caso quedó cerrado. Años más tarde, bajo el gobierno de Hugo Chávez, se calificó esa operación como un crimen de guerra y una violación de los Derechos Humanos. El primer discurso político de Chávez En la Brigada de Paracaidistas en Maracay la vida seguía su curso rutinario. Para el Cnel. Manrique, la llegada de Chávez fue bienvenida. Cada vez que había que pronunciar un discurso escogía a su ayudante como orador de orden. Él podía hablar por horas sin leer un papel, aunque su grandilocuencia y la extensión de sus discursos exasperaban a muchos. Manrique admiraba la habilidad intrínseca de este capitán y su soltura hablando en público. El 17 de diciembre de 1982, al conmemorarse el aniversario de la muerte de El Libertador, el jefe del Regimiento había invitado al cronista de la ciudad, un historiador local, para dar el discurso de orden ese día. Cuando el orador invitado notificó que no podía asistir, Manrique designó a Chávez para pronunciar unas palabras. Él cumplió la orden, pero se le fue la mano. A la una de la tarde, con el micrófono en la mano, Chávez sufrió un arrebato y empezó a hablar sin freno con el estilo encendido de un predicador protestante. Primero empezó citando a Martí: “Bolívar tiene mucho que hacer en América todavía”. Luego continuó enardecido: “¿Cómo no va a tener Bolívar qué hacer en América con tanta miseria, con tanta pobreza, desigualdad?” Esas palabras bíblicas despertaron a la audiencia

adormecida en la pesada tarde de Maracay. Luego, el espíritu de Maisanta encrespado se le salió por los poros y continuó con su catilinaria. Así siguió hasta que un mayor exasperado le increpó: —Chávez, pareces un político. Ante la reprimenda pública saltó el capitán Acosta Carlés diciendo: —Chávez no es político. Lo que pasa es que así hablamos los oficiales bolivarianos. Viendo que la situación amenazaba con irse de las manos, Manrique se levantó y gritó: — ¡Qué esto no salga de aquí!—, y agregó: —Señores oficiales, todo lo que el capitán Chávez ha dicho yo lo asumo. Luego de esta aseveración, Manrique mintió al decir: —Anoche le dije que hablaría hoy y él me informó sobre lo que iba a decir. Ahí murió el barullo. Al concluir la arenga, los oficiales se retiraron en silencio. Chávez se había salvado de nuevo. Al terminar la accidentada ceremonia la revolución bolivariana había sobrevivido a otra tormenta. El juramento del Samán de Güere Esa tarde luego de su perorata, Chávez invitó a los cuatro oficiales de su círculo más cercano a reunirse en el casino de oficiales del Regimiento. Había decidido por su cuenta que era hora de exponer a sus compañeros el plan para tomar el poder. También los invitaría a formar parte de la jefatura del movimiento. Para atraerlos les diría que en ese grupo todos eran iguales aunque él sería “Primus inter pares”. Para hablar en confianza necesitaban privacidad a fin de burlar la vigilancia de la inteligencia militar. Al efecto tenía en mente un lugar simbólico para la ceremonia. Una vez reunidos, los invitó a trotar aprovechando que la tarde era libre. Su intención no era hacer ejercicio sino comentar el incidente ocurrido durante su inflamado discurso. Ese hecho le serviría de punto de partida para abordar el tema principal que tenía en mente. Cuando los invitados llegaron al casino, la pandilla compuesta por los capitanes Hugo Chávez, Jesús Urdaneta Hernández, Felipe Acosta Carles y el Raúl Baduel salieron a trotar en dirección al emblemático Samán de Güere. Este histórico árbol de unos 180 metros de circunferencia, situado en las cercanías del Regimiento de Paracaidistas, había sido declarado monumento nacional porque bajo su sombra había descansado Simón Bolívar. Según la leyenda, bajo su extenso follaje, que podía albergar fácilmente varios miles de personas, se enfrentaron los indios Arahuacos y Caribes en una cruenta batalla antes de la llegada de los españoles. Posteriormente, el árbol fue testigo de una masacre cometida por los conquistadores contra los indígenas. Era un símbolo regado con sangre. Bajo la copa del árbol, el cuarteto celebró una ceremonia imitando el juramento de Bolívar en el Monte Aventino en Roma. En esa oportunidad Chávez, que era muy dado a los actos rituales y a la brujería, tomó la palabra parafraseando al Libertador y dijo solemnemente: —Juro por el Dios de mis padres, juro por mi patria, juro por mi honor que no daré tranquilidad a mi alma ni descanso a mi brazo hasta no ver rotas las cadenas que

oprimen a mi pueblo por voluntad de los poderosos. Elección popular, tierras y hombres libres, horror a la oligarquía. Al terminar, todos levantaron su brazo derecho y se juramentaron emocionados. A partir de ese momento la logia estaba oficializada. El breve discurso bajo el samán tenía más de Maisanta que de Bolívar. Ese día fue el bautismo oficial de la revolución. Chávez, bien aleccionado, solo había hablado de bolivarianismo, patriotismo, compasión por los pobres, castigo a los corruptos y repudio a los yanquis. Para entonces había decidido tomar el control de la logia y desarrollar su propio plan que no coincidía con el de Douglas Bravo ni el de Alí Rodríguez. Usaría a los civiles para recibir su apoyo y refuerzos, pero al final sería él quien daría las órdenes. A partir de allí empezó a identificar su logia como Ejército Bolivariano Revolucionario (EBR 200). De esta manera daba a su logia un carácter estrictamente militar. Los COMACATES La leyenda del juramento bajo el Samán de Güere se extendió como una llamarada por el Ejército. La existencia de una conspiración era un secreto a voces, pero los nombres de los cabecillas no eran conocidos. Pronto el correo de las brujas empezó a anunciar que venía un golpe para sacar a los yanquis de Venezuela y sancionar a los ladrones enquistados en el Gobierno. A partir de enero de 1983, empezaron a circular rumores en el Ejército sobre la existencia de un grupo golpista llamado “COMACATES”. Esta extraña palabra era una abreviación de varios grados militares. Significaba “comandantes, mayores, capitanes y tenientes”. La intención evidente era dejar fuera a los generales y coroneles. Siendo coronel y comandante de un regimiento me tomé la cosa en serio y empecé a investigar sobre el presunto grupo de confabulados. En los años ochenta los venezolanos intuían que algo extraño ocurría en los cuarteles. Con la poca información existente se deducía que había un grupo de oficiales subalternos conspirando. En Venezuela esto era novedoso. Los golpistas de este país siempre habían estado dirigidos por generales o coroneles ansiosos de poder, que se alzaban cuando veían una oportunidad que debilitada al Gobierno. En este caso, los sospechosos estaban como de costumbre de baja silueta y vigilados desde que el intento del golpe de 1982 fue abortado. Tradicionalmente los oficiales subalternos, tenientes y capitanes, no eran los líderes, sino los combatientes que expondrían sus vidas y derramarían su sangre al frente de su tropa. El cambio del centro de gravedad de la conspiración a nivel de los oficiales subalternos en Venezuela se debió a Douglas Bravo. Él fue el que bajó el nivel de la conjura a las bases de la oficialidad al crear una conspiración militar empezando desde abajo hacia arriba entre los oficiales. En 1983 la conspiración de Douglas Bravo ya tenía más de una década empollando y contaba con un numeroso grupo de oficiales subalternos y cadetes. Algunos generales y coroneles ambiciosos ya habían detectado a este grupo y trataban de captarlo. La gran

idea de Chávez fue simular que se había subordinado a estos cabecillas para lograr su apoyo y protección. En el fondo, el propósito era ganar tiempo mientras su logia se desarrollaba y se daban las “condiciones objetivas”. Solo faltaban pocos años para que él y sus compañeros de promoción, que constituían la jefatura del movimiento, alcanzaran el rango de mayor. Al llegar a ese nivel serían segundos comandantes de batallón y podrían lanzar un golpe por sí mismos, sin someterse al comando de los coroneles y generales golpistas que trataban de controlarlos. De esta manera el nombre de COMACATES se popularizó y se convirtió en una leyenda urbana en Venezuela. Oí por primera vez esta palabra en febrero de 1983 siendo coronel comandante del Regimiento de Comunicaciones. El grupo de Chávez nunca se llamó a sí mismo COMACATES, pero en cierto modo el nombre servía de cobertura porque era un grupo intangible y fantasmal tras el cual perdían tiempo en pesquisas los organismos de seguridad del Estado. El nombre funcionó sin proponérselo como un mecanismo de distracción que, unido a hábiles maniobras de contrainteligencia, contra información y el apoyo y protección de altos jefes militares, permitieron a la logia pasar desapercibida por largo tiempo. El “Viernes Negro” Ante la inesperada bonanza petrolera causada por la revolución iraní, el presidente Luis Herrera aumentó irresponsablemente la deuda externa del país. Pronto la caída del precio del petróleo le hizo ver su error. Cuando la gente en la calle empezó a sentir los efectos de la contracción económica se iniciaron protestas callejeras. Cuatro años después de la bonanza creada por la revolución iraní, el Gobierno no pudo seguir ocultando la grave situación económica. El viernes 18 de febrero de 1983, con el precio del barril de petróleo rondando los $10, se produjo el colapso económico. Ese día el Presidente anunció a regañadientes la devaluación del bolívar y el inicio del control cambiario. A esa infausta fecha los venezolanos la llamamos el “Viernes Negro”. Ese día, los sueños de la Venezuela saudita se evaporaron como un espejismo y la democracia empezó a entonar su canto del cisne. Ese fatídico viernes marcó el momento de ampliación generalizada de la conspiración. A partir de allí la logia de Chávez empezó a crecer aceleradamente dentro del Ejército. Para entonces la logia de Santiago había sido neutralizada por Narváez y la conjura se centraba en Chávez. El “Juramento del Samán de Güere” del 17 de diciembre de 1982 marcó el arranque simbólico de la organización golpista.Después del “Viernes Negro”, la economía aceleró su caída en barrena y las “condiciones objetivas” de los marxistas empezaron a titilar en el horizonte. En la Habana, Fidel se mantenía al tanto de lo que ocurría dentro de la creciente logia de Chávez y se mantenía al acecho. Entretanto Douglas Bravo había regresado enfermo de Francia, y estaba perdiendo el control del movimiento que había creado. Por su parte Chávez convocó en mayo de ese año a una reunión del alto mando de su logia, compuesto por algunos compañeros de promoción. Allí anunció que el golpe

posiblemente se daría entre 1988 y 1990, después de su ascenso a Mayor cuando controlaran suficientes cargos de segundos comandantes de batallón. En esa reunión informó que en julio de 1983 volvería a la Academia Militar para acelerar el reclutamiento de cadetes para la logia. Además anunció que Santeliz, había prometido aumentar el número de aspirantes a cadetes que ingresarían en la AMV ese año para tener más cadetes que captar. Estos nuevos subtenientes de la logia se graduarían en julio de 1987. Mi encuentro con los COMACATES En agosto de 1983, fui designado para hacer el curso del Instituto de Altos Estudios para la Defensa Nacional (IAEDEN). Este es el curso de mayor nivel para oficiales y al mismo son invitados alumnos civiles. Aunque sentí dejar mi Regimiento, debía tomar ese curso si quería ser general. A fines de agosto, pocos días antes de entregar el mando del Regimiento, recibí un reporte del oficial de inteligencia de la unidad. Me informó sobre volantes subversivos que circulaban en algunos de las cuadras o dormitorios de la tropa. Al leer los panfletos me di cuenta de que no usaban el típico lenguaje de la extrema izquierda, sino un vocabulario más de cuartel redactado por militares. Los volantes resaltaban la corrupción de los altos mandos militares y de principales autoridades del Gobierno. Además insistían en la necesidad de reemplazarlos con sangre nueva patriótica y no contaminada. Intrigado ordené montar una trampa para capturar a los que distribuían esa propaganda. La primera noche que activamos la celada cayó infraganti un subteniente recién graduado. Al ser traído a mi presencia se negó a dar información y dijo no ser miembro de los COMACATES. Sabiendo que el subteniente había cometido un delito y no una falta sancionable con el Reglamento de Castigos Disciplinarios, decidí pasarlo a la orden de las autoridades superiores solicitando la apertura de una averiguación sumarial. Si la investigación determinaba que el caso lo ameritaba, el indiciado debía ir a juicio militar, ser sancionado por los tribunales de acuerdo con la normativa del Código de Justicia Militar y ser dado de baja. En vista de que el subteniente había cometido un delito, su investigación no estaba bajo mi jurisdicción como comandante del Regimiento, sino competía a la Dirección de Inteligencia Militar (DIM) y a la Justicia Militar. Los comandantes de unidades militares solo están autorizados para sancionar faltas establecidas en el Reglamento de Castigos Disciplinarios. Ante esta situación notifiqué a mi superior inmediato, el general de Brigada Simón Tagliaferro de Lima, en el Comando Estratégico del Ejército. Tagliaferro notificó a la DIM Militar y a las pocas horas una delegación de ese organismo vino a buscar al indiciado. Días más tarde entregué mi comando y me fui al curso del IAEDEN. El IAEDEN En septiembre de 1983 me presenté al IAEDEN el curso. Mi promoción fue la Nº 13 de ese Instituto. Al ingresar conocí al general José Antonio Olavarría con quien nunca había servido. Entre los cursantes había oficiales de las cuatro fuerzas militares. Además asistía

un grupo de civiles calificados. Al comenzar el curso me olvidé del subteniente que repartía volantes. Entre los militares me encontré a viejos amigos del Ejército incluyendo a los coroneles Carlos Santiago Ramírez, Ramón Guillermo Santeliz Ruiz y Juan Antonio Torres Serrano. Los tres eran ex alumnos del Liceo Militar “Ayacucho”. Santiago y Santeliz eran miembro del grupo “Los Panas” que formaban una cofradía muy unida. Allí solo faltaba Ochoa quien se desempeñaba en la Casa Militar. Torres no era miembro de ese grupo, pero había sido su alférez mayor, es decir el número uno. Yo les llevo un año de antigüedad, pero tenía buena amistad con todos ellos. Entre otros oficiales del curso estaban el coronel Jesús Tovar Jiménez, el rival de Santiago en su promoción, con quien también tenía buena relación. Al enterarse que ascendería a general de brigada en julio, Santiago y Santeliz me invitaron a un brindis. En un momento dado puse en el tapete el tema de los COMACATES opinando que eran unos locos porque era imposible que tuvieran éxito. Santeliz cometió un desliz al comentar que el presidente era muy vulnerable al regresar cerca de media noche de un viaje al exterior. Ese comentario me puso a pensar. Chávez regresa a la Academia Militar En julio de 1983 fue nombrado el coronel Rangel Rojas Comandante del Cuerpo de Cadetes de la AMV, simultáneamente fue designado el capitán Chávez quien provenía del Regimiento de Paracaidistas con toda su comitiva de conspiradores, incluyendo a los capitanes Urdaneta Hernández, Acosta Chirinos, Acosta Carles y Ortiz Contreras. Junto con ellos fueron enviados a la Academia ese año 18 oficiales subalternos miembros de la logia golpista. En Cnel. Rangel designó a Chávez comandante del Curso Militar (alféreces alumnos de cuarto año). En ese momento todas las piezas que Chávez necesitaba estaban en su puesto, pero por la inminencia de las elecciones no se creyó propicio el momento para montar un golpe de Estado. Ese año con ese numeroso grupo de conspiradores arreció el reclutamiento de la logia. Para entonces, el director de la AMV era el general de brigada Fernando José Assing Sánchez y el subdirector era el coronel Arnoldo Rodríguez Ochoa, quien le había recibido el cargo al coronel Troconis. Chávez, usando sus conocidas tácticas, pronto se hizo amigo de Assing y Rodríguez, quienes eran deportistas. Rodríguez Ochoa había sido jugador del equipo de béisbol y Chávez tuvo buena química con él. Los COMACATES arrecian su campaña En el curso del IAEDEN, como en el resto de las FAN, la comidilla del día eran los misteriosos COMACATES. La crisis económica avanzaba en forma implacable a medida que el precio del petróleo caía. En la calle la mayoría de los venezolanos estaban convencidos de que la mala situación económica era causada por la corrupción y el despojo del petróleo por parte de los norteamericanos. En ese momento, la existencia de la conspiración de los COMACATES era vox populi y eran considerados como una especie

de “Robin Hoods” salvadores de la patria. Para fines de 1983, la logia había arreciado la campaña de distribución de volantes subversivos y eran muy activos pintando grafitos en los cuarteles. Su tema era un llamado a la insurrección contra el Gobierno corrupto criticando la injerencia norteamericana en el país. Entonces, la misión militar norteamericana tenía su oficina dentro del propio Fuerte Tiuna. Este hecho los convirtió en blanco favorito de los conspiradores. A todas estas, la DIM estaba infiltraba y no descubría a los cabecillas del movimiento subversivo. Lo que ocurría daba la sensación de lenidad o complicidad de algunos jefes con el grupo de oficiales subalternos que conspiraba en forma notoria. La elección de Jaime Lusinchi Las elecciones presidenciales estaban previstas para fines de 1983. Aunque el IAEDEN es una institución militar, la presencia de un numeroso grupo de alumnos civiles hizo que el tema político fuera inevitable. La mayoría de los civiles pertenecían al partido de gobierno COPEI, aunque había representantes de AD y de la empresa privada. La discusión sobre las candidaturas dividió el curso en dos grupos compuestos por miembros tanto civiles como militares. En ese ambiente polarizado entré a formar parte junto con mis amigos Santiago Ramírez, Santeliz Ruiz, Rodríguez Citraro, Mola Jiménez y Albornoz Tineo en un grupo que fue considerado anti oficialista. Otro grupo de militares encabezado por Tovar Jiménez se agrupó con los alumnos civiles que apoyaban la corriente socialcristiana del gobierno de Luis Herrera. En ese ambiente, el grupo que yo integraba empezó a ser llamado “Los notables” por los socialcristianos. El apodo fue por analogía con un grupo de presión que existía con el mismo nombre en el mundo civil. Entre los integrantes de este grupo se contaban el expresidente Rafael Caldera, el escritor Arturo Uslar Pietri, el ex fiscal general Ramón Escobar Salom, José Vicente Rangel y el rector de la Universidad Simón Bolívar, Ernesto Maíz Vallenilla. El apodo de “notables” no calzaba con nuestro grupo, porque los notables civiles eran un grupo de derecha y nosotros éramos apolíticos. Pese a las diferencias entre ambos grupos, en el IAEDEN no hubo actitudes agresivas. Mientras en el IAEDEN hacíamos una elección atípica en el medio militar, en la Academia Militar había una elección de otra naturaleza eligiendo la reina de belleza del instituto. A esa elección asistió Vinicio De Sola, quien en vida fue muy aficionado a las mujeres bellas. Esa noche en el Teatro de su Alma Mater, Vinicio, quien era un proveedor del Ejército, departió con algunos de los jefes de la institución. Durante el acto, el maestro de ceremonias fue un capitán que lo impresionó con su soltura y facilidad de palabra. Su accionar en el escenario le hizo recordar a Renny Ottolina. Al terminar el acto quedó impresionado con ese oficial en quien vio destellos de líder político. Luego de averiguar su nombre lo invitó a su casa e inició una buena amistad con él. Chávez se sintió complacido con el interés de Vinicio y le siguió la corriente. Elección de Jaime Lusinchi En diciembre de 1983 ganó las elecciones Jaime Lusinchi Al asumir el poder continuó la

política de Luis Herrera de no estrechar relaciones con Cuba. Hasta ese momento el régimen de Fidel había sobrevivió gracias al generoso subsidio soviético de $6 mil millones al año. Durante ese período, la economía de la URSS se fue debilitando lentamente y al mismo tiempo el monto del subsidio a Cuba fue disminuyendo debido a la crisis de la economía soviética. En febrero de 1984, luego de asumir la presidencia Lusinchi, fue nombrado director de la AMV el general Eliodoro Guerrero Gómez, en reemplazo de Fernando Assing Sánchez. Como los cambios de rutina ocurrían en julio, ese cambio extemporáneo despertó suspicacias. Algunos se preguntaron si Lusinchi sospechaba de “algo” en la Academia, o si el objetivo era sacar de algunos cargos a oficiales incómodos. Seis meses después, tanto Gómez como Assing ascendieron a generales de División y fueron enviados a comandar divisiones. En julio, el presidente Lusinchi nombró al Gen. Olavarría comandante del Ejército. Ese mes ascendimos a generales de Brigada mi compañero Arnoldo Rodríguez Ochoa y yo. Olavarría, al recibir cargo me designó director de la Academia Militar y al coronel Juan Antonio Torres Serrano subdirector. El nombramiento de Torres contrarió a Santiago, quien aspiraba a ese cargo. Él sabía que la Academia Militar era el centro de la conspiración y quería estar allí para controlarla.

CAPÍTULO 15

Chávez es descubierto Director de la Academia Militar El 3 de julio de 1984 recibí de manos del general Eliodoro Guerrero Gómez la dirección del alma mater del Ejército. Al acto concurrió el general Olavarría en su condición de comandante general del Ejército. En formación comandando el cuarto año estaba el capitán Hugo Chávez Luego de la ceremonia de transmisión de mando se ofreció un brindis en el casino de oficiales. Durante ese convite nos sentamos en la mesa principal los generales Olavarría, Guerrero y yo. En medio de esa celebración entró al casino un grupo de música llanera integrado por cadetes y dirigido por un capitán flaco. Este oficial empezó a fungir como maestro de ceremonias tomando el micrófono para darme la bienvenida a la Academia con un cálido “saludo bolivariano”. A continuación presentó a los músicos armados de arpa, cuatro y maracas. Fue la primera vez que oí ese saludo con su inconfundible voz. Curioso pregunté al general Guerrero quién era y me dijo: —Es el capitán Hugo Chávez Frías. Luego de interpretar varias piezas musicales criollas, Chávez para terminar, anunció que recitaría en mi honor los poemas “Furia” y “Florentino y el Diablo”, dos famosos poemas del llano venezolano. Terminada la presentación, el capitán vino a nuestra mesa a despedirse. Al presentarse ante el comandante del Ejército, el general Olavarría le dio la mano con efusividad demostrando que lo conocía bien. Después de que Guerrero lo felicitó fue mi turno para congratularlo por su actuación. Al darle la mano sentí una sensación difícil de explicar. Mi equipo en la Academia Militar Luego de asumir la dirección, revisé la lista de oficiales adscritos al instituto y noté que la mayoría de los capitanes pertenecían a la promoción Simón Bolívar graduada en 1975. Entre ellos estaban Hugo Chávez, José Miguel Ortiz Contreras, Felipe Acosta Carlés, José Luis García Carneiro y Raúl Enrique Salmerón. A mí me llamó la atención esa concentración de oficiales de una sola promoción y que el más antiguo fuera Chávez quien se había graduado de número 8. A mí me extraño que ninguno se hubiese graduado entre los siete primeros de su curso. Generalmente a la AMV van oficiales ubicados en esas posiciones. El mejor colocado era Chávez quien era el número ocho. A este grupo se había juntado el capitán Raúl Isaías Baduel, quien era un año menos antiguo que Chávez. Entre los tenientes estaban Ronald Blanco La Cruz, Edgard Hernández Behrens y Carlos Luciano Guyón Celis. Estos últimos eran oficiales bien ubicados en el orden de mérito que es la medida para catalogar a los oficiales. Blanco había sido alférez mayor y los otros dos alféreces auxiliares de la promoción de 1981 El excesivo número de capitanes de la promoción de Chávez me llamó la atención. Siendo teniente había sido oficial de planta de la Academia Militar y normalmente cada año no había más de dos oficiales por promoción y generalmente estaban entre los

primeros de sus cursos en su último ascenso. Para balancear esta anomalía solicité a la Dirección de Personal del Ejército dos capitanes. Pare ellos exigí que hubiesen sido primeros graduarse y hubieran ascendido entre los 5 primeros a capitán. Poco después mi solicitud fue atendida al presentarse los capitanes Guaicaipuro Lameda Montero y Oswaldo Contreras Maza a quienes no conocía. Ambos eran los primeros de sus respectivas promociones, habían ascendido de primeros a capitán y habían sido ignorados. Por casualidad, Lameda se había graduado un año antes que Chávez y Contreras un año después. De esa manera agregué dos capitanes bien calificados de promociones diferentes para balancear a los de la promoción Simón Bolívar. Adicionalmente pedí como ayudante personal al mayor Julio José García Montoya, quien había servido conmigo como capitán comandante de compañía en el Regimiento de Comunicaciones. Este oficial era de la promoción de 1973 era de los primeros de su curso, conocía bien a los capitanes en la Academia y podría darme información. Antes de recibir la Dirección de la Academia solicité al general Olavarría el nombramiento de un nuevo comandante del cuerpo de cadetes y un subdirector. Ambos cargos eran para coroneles. Para entonces había hablado conmigo el coronel Carlos Santiago Ramírez quien manifestó aspirar a uno de esos cargos. En esa época éramos muy amigos y dado que era un oficial bien calificado y primer coronel de su curso lo consideré adecuado aunque sabía de su percance al ascender a coronel. Olavarría me recomendó que buscara otro candidato para subdirector, porque había decidido nombrar a Santiago para su ayudantía personal. Olavarría también me dijo que era conveniente que el coronel Pedro Remigio Rangel Rojas continuara un año más en el cargo de comandante del cuerpo para dar continuidad a su gestión. Ante esta circunstancia solicité que se nombrara subdirector al coronel Juan Torres Serrano, quien había sido el alférez mayor de la promoción de Santiago. Olavarría accedió. Posteriormente me enteré que Rangel fue recomendado por el ex presidente Caldera quien era cercano a Olavarría. Luego de recibir el cargo me reuní con el comandante del cuerpo de cadetes, el coronel Rangel, para darle mi guía de planeamiento y explicarle las políticas que tenía en mente. Nunca había trabajado con ese oficial, aunque lo conocía desde que éramos cadetes. Yo era brigadier cuando el ingresó como cadete nuevo. Rangel era un oficial bien calificado que ocupaba el primer lugar de su promoción en su ascenso a coronel, pero no había sido alférez mayor. Se había graduado de sexto en una promoción de 57 oficiales. Sabía que había sido compañero de Torres y Santiago en el Liceo Militar Ayacucho. Luego había estado en la Guardia de Honor del presidente Caldera, posteriormente fue edecán del presidente Luis Herrera y era miembro del grupo del general Moros Ghersi. Luego del retiro de Moros y Tovar Jiménez, Rangel Rojas se había convertido en el factótum militar de los socialcristianos en el Ejército. Luis Herrera lo había nombrado comandante del cuerpo de cadetes y estaba encaminado a ocupar altos cargos. Aun con AD en el poder

llegaría porque no tenía competidores de peso en su promoción. Al reunirme con Rangel le dije que planeaba reemplazar al comandante del cuarto año por el recién llegado capitán Lameda Montero. Al oír mi idea se puso nervioso y recomendó que el capitán Chávez continuara en ese cargo porque solo tenía un año allí y era el mejor oficial que tenía. Me pareció razonable su posición, porque no conocía a ese oficial y desconocía que había estado en la Academia desde 1979. De haberlo sabido hubiera solicitado su cambio. En ese momento no juzgué prudente compartir con Rangel una corazonada que tenía. Antes de atender el curso del IAEDEN ocurrió el incidente con el subteniente recién graduado que fue sorprendido distribuyendo volantes subversivos. En aquel momento conjeturé que ese oficial ha debido ser reclutado por los COMACATES en la propia Academia y pensé que valdría la pena investigar que estaba pasando en la Academia. Primeros meses como Director de la Academia Mi tarea inicial fue aclimatarme a las reformas que se había introducido en el Instituto. Aunque di clases allí como instructor invitado desde el teniente hasta coronel pude notar muchos cambios. La mayoría eran positivos. El énfasis en la formación de liderazgo me pareció acertado e incluso ordené la traducción de un libro sobre el tema. A ese texto se le hicieron añadiduras dando énfasis a la defensa de la Constitución y la democracia. El acento sobre una nueva materia llamada Cátedra Bolivariana me pareció exagerado. Se lo había comandado años antes al general Osorio García, pero no aceptó mis ideas. Creo que a Bolívar le debemos respeto y admiración, pero la prosopopeya del culto al héroe era recargada. Además había un grupo de cadetes en la Academia llamado Sociedad Bolivariana que hacía extrañas reuniones privadas en horas de estudio libre, para ahondar sobre el tema. En el comedor de cadetes y en el casino se oía fundamentalmente música llanera de arpa, cuatro y maracas. En mis tiempos de cadete, en el comedor se oía una variedad de temas musicales incluyendo música clásica. Recuerdo que los nuevos tenían que aprenderse los nombres de las piezas y el nombre de los compositores de fama mundial. Ahora bastaba con conocer al “Carrao de Palmarito” un popular cantante llanero. Durante las marchas y en los trotes los cadetes tenían gritos y lemas diferentes a los que utilicé en mi época. Esos cantos me parecieron un poco extraños, pero no subversivos ni golpistas. También me sorprendí al notar que una placa de bronce que estaba empotrada en la entrada de la Academia había sido arrancada. La placa contenía la frase de Bolívar “Un soldado feliz no adquiere ningún derecho para mandar a su patria, no es el árbitro de las leyes ni del gobierno, es defensor de su libertad”. De inmediato ordené que se volviera a colocar esa placa en su sitio y que se pusieran otras de igual tono en otros lugares concurridos por los cadetes dentro de la Academia. Al mismo tiempo pedí al profesor Aníbal Romero que preparara un libro con pensamientos del Libertador que tocaran el tema de la libertad, la democracia y la necesidad de mantener a los oficiales en sus labores fundamentales de mando de tropas y lejos de actividades

políticas. El “bolivarianismo” me parecía bueno, pero su exceso, como una religión, se me hacía insoportable. Algo más que me llamó la atención al llegar fue el excesivo número de cadetes de segundo año, cuyo número de integrantes no se correspondía con el crecimiento vegetativo normal del Ejército. Esa promoción había ingresado en 1983 siendo director el general Assing Sánchez. Las promociones de 1981, 1982 y 1983 tenían en promedio cerca de cien graduados. Cuando llegué a la academia había trescientos doce cadetes de segundo año. En la Academia nadie me pudo explicar por qué se había triplicado el número de cadetes de ese grupo. Al averiguar en la Dirección de Personal me dijeron que la propia Academia había solicitado ese número de aspirantes. Dado que no obtuve una respuesta y no vi razones para el desmesurado aumento decidí hacer una poda durante mis dos años como director. Un año después de que entregué la Academia, de este grupo sobredimensionado se graduaron 216 en 1987 en la promoción Mariano Montilla. Casi tres décadas después esta sigue siendo la promoción de oficiales más grande de la Academia Militar. Cuando detecté esa promoción “inflada” no conseguí una razón lógica. La respuesta me vino a la mente luego del golpe del 4 de febrero de 1992. Esa promoción fue idea de Santeliz. La primera denuncia contra Chávez Tradicionalmente, los cadetes nuevos pasan por un período preparatorio de entrenamiento para adaptarlos al régimen castrense. Es un etapa muy dura de aproximadamente dos meses, diseñada para endurecer y convertir a los reclutas civiles en soldados resistentes, obedientes y disciplinados. En ese lapso los cadetes no salen de permiso y son sometidos a una serie de ritos de iniciación que marcan el cambio de la vida civil a la militar. En ese periodo, los aspirantes a cadetes pagan por sus novatadas con extenuantes ejercicios y plantones. Algunos consideran estos rituales ofensivos y durante este entrenamiento, se pueden cometer abusos debido a la inmadurez de los cadetes de años superiores. Las arbitrariedades se han ido reduciendo, pero aun así la dureza de este período lleva a los nuevos cadetes a sus límites de resistencia. Antes de terminar este periodo de iniciación muchos aspirantes piden la baja. Esta tradición es parte de la cultura castrense y forma parte integral del noviciado de todo militar. Al terminar el período preparatorio, y antes de salir a la calle de permiso, se permiten visitas los fines de semana a los cadetes en la propia sede de la Academia Militar. A fines de septiembre de 1984, durante la primera de las visitas programadas, conversé con el padre de uno de los reclutas. Era un viejo amigo que había estudiado conmigo en el liceo de San Cristóbal. Al saludarlo me indicó con recelo que le gustaría hablar conmigo en privado. Al terminar la visita nos reunimos en mi oficina y me dijo que su hijo le había confiado que había un capitán que les hablaba de una manera subversiva. Al preguntarle su nombre, me dijo que era el capitán Hugo Chávez Frías, el comandante del Curso Militar (cuarto año). Preocupado, tomé nota de ese nombre y para no crear alarmas innecesarias lo investigué discretamente con mi ayudante García Montoya. Garcia se

había graduado dos años antes que Chávez y era de Comunicaciones, el arma original de Chávez. García manifestó conocerlo desde que eran cadetes y me dijo que Chávez tenía tendencia a hablar “raro”, pero que ese era su estilo. Poco después, el cadete que denunció a Chávez con su padre pidió la baja antes de concluir el período preparatorio. Aumentan las sospechas Mi ayudante García Montoya me informó que el capitán señalado era Hugo Chávez a quien él le llevaba dos años de antigüedad. En ese momento recordé que cuando propuse reemplazarlo con el capitán Lameda Montero en el comando del Curso Militar, el coronel Rangel Rojas me pidió que lo dejara en el cargo. García también me informó que estaba a cargo de la Sociedad Bolivariana del Instituto, que era profesor de la asignatura Cátedra Bolivariana y de Liderazgo. También supe que había recibido clases de actuación en el grupo de teatro de la Academia y que cuando estaba de guardia daba largas arengas a los cadetes. La Academia Militar por ser un instituto docente no tiene un departamento de inteligencia, aunque el Cuerpo de Cadetes que funciona como un batallón, cuenta con un oficial de inteligencia. Para indagar un poco más pregunté al coronel Rangel qué sabía sobre Chávez, sin revelar la información que tenía. Rangel se mostró sorprendido ante mi pregunta y me expresó que consideraba a Chávez el mejor de los oficiales bajo su mando. Al retirarse, le ordené que averiguara más sobre él y me informara. Poco después reportó que no había información negativa sobre Chávez y que a su regreso a la Academia en 1983 había estado encargado del grupo de cadetes de primer año. Esa era precisamente la promoción “inflada”. Cuando asum í la dirección de la Academia en 1984, Chávez fue nombrado comandante del cuarto año por orden del coronel Rangel Rojas. La respuesta no me satisfizo y como tenía un mal presentimiento seguí investigando. Ante la dificultad para conseguir información más precisa me comuniqué con el padre del cadete que había pasado la información inicial. Él me confirmó lo dicho anteriormente y me dijo que creía que a su hijo le obligaron a pedir la baja al no querer incorporarse al grupo conspirativo. Para entonces había recogido información suficiente como para sospechar que algo raro estaba pasando con el capitán Chávez en la Academia. Entonces no tenía inteligencia procesada ni pruebas irrefutables para acusarlo de conspirador, pero me daba mala espina. Notificación al director de Educación Hasta ese momento actué en forma circunspecta para no generar alarma infundada. Antes de tomar una decisión debía estar seguro de lo que ocurría. Por esos días al averiguar alguien mencionó el incidente de “La Gloria”, pero al revisar el expediente de Chávez en la Academia no encontré nada. En ese archivo no aparecía ninguna referencia a esa emboscada, ni copias del informe que le había levantado el coronel Murga Cabrices en la Brigada de Cazadores. Alguien había limpiado su expediente lavando esas huellas, resaltando las calificaciones de su breve pasantía en el Batallón Blindado Bravos de Apure y el hecho de ser el primero del curso medio de blindados. Un detalle que me

llamó la atención fueron algunos reportes de visitas de Santeliz a la Academia para hablar con Chávez. Yo sabía de las inclinaciones izquierdistas de ese oficial que era mi amigo, pero no tenía información de que estuviera conspirando. Las reuniones con Chávez me pusieron a pensar que podía haber algo entre los dos. Al llegar a lo que parecía un callejón sin salida, me vino a la mente el recuerdo del subteniente recién graduado capturado en 1983 en el Regimiento de Comunicaciones. El oficial sorprendido repartiendo volantes tenía apenas unos días de graduado y con seguridad había sido catequizado en la Academia. Eso me hizo conjeturar que Chávez podría estar ligado a ese grupo subversivo y por razones de seguridad decidí actuar. El problema era que este caso se escapaba de mis atribuciones. No podía sancionarlo aplicando el Reglamento de Castigos Disciplinarios, porque no se trataba de una falta sino de un delito tipificado en el Código de Justicia Militar. La investigación debía ser hecha por la Dirección de Inteligencia Militar (DIM) y de confirmarse mis sospechas debía ser sometido a una Corte Marcial. Esa situación me dejaba una sola vía de acción. Presenté el caso a mi superior, el director de Educación, el general José Humberto Vivas sin saber que Chávez era su pupilo. En octubre al hablar con Vivas lo sentí molesto. Antes de retirarme recomendé que fuera transferido a un cargo administrativo fuera de la Academia y sometido a vigilancia por la DIM. A fines de noviembre de 1984 viendo que el general Vivas no actuaba, le planteé el asunto de nuevo. Al terminar mi exposición, me informó que él conocía a ese oficial desde la Brigada Blindada y lo consideraba un magnífico profesional que había quedado de primero en el curso medio de blindados. Luego me conminó a que desistiera de esa investigación porque mis sospechas eran infundadas y de dar curso a mi solicitud podía truncar su carrera. Antes de retirarme insistí en que Chávez estaba en algo raro y que seguiría observándolo. Chávez es transferido fuera de la Academia Militar A comienzos de enero de 1985 todavía no tenía pruebas concretas contra Chávez, pero los indicios aumentaban. Cuando pregunté porque no traía a su esposa a las reuniones sociales en la AMV, me dijeron que tenía problemas familiares. Al investigar este ángulo me enteré que ella vivía en Maracay que él tenía una amante cerca del Fuerte Tiuna. A mi informante le dije que ese tema no me interesaba. Mi preocupación se centraba en la sospecha de que la conspiración de los COMACATES se desarrollaba en el seno de la Alma Mater. De haber investigado hubiera descubierto que su amante era una comunista que servía de correo de “Fausto”. En vista de la poca disposición de Vivas a actuar opté por pedirle permiso para hablar con su superior inmediato, el general Olavarría. Esta petición no le sentó bien. Vivas me dijo que lo quería “saltar”. Le hice ver que le estaba pidiendo permiso por el órgano regular para explicarle el caso al comandante general. Ante la firmeza de mi requerimiento tuvo que autorizarme. Con el general Olavarría me pasó algo parecido. Él confesó conocer bien a Chávez al

haberlo tenido dos años bajo su comando en la Academia. Al igual que Vivas, me ordenó que siguiera observándolo con cuidado, porque podríamos hacerle perder la carrera a un excelente oficial. Ante esta actitud no insistí, pero dos meses después me presenté de nuevo ante este general y fui muy enfático al solicitar la transferencia de Chávez a otro destino donde no tuviera comando de tropas y fuera investigado por la DIM. Vista mi tenacidad, Olavarría cedió ordenándome: —Dile a Chávez que se le presente al coronel Santiago Ramírez en la Ayudantía General. Al regresar a la Academia llamé al coronel Rangel, le informé sobre la decisión de Olavarría y ordené que Chávez se presentara de inmediato a mi despacho. Cuando entró a mi despacho lo puse al tanto de lo que estaba pasando y le recomendé que si esos informes eran ciertos debía pedir la baja. De continuar en el Ejército sería detenido y enviado a prisión por sedición. Si la información no era cierta debía revisar su comportamiento, porque sus acciones eran de naturaleza conspirativa. Chávez me dejó hablar en silencio con la cabeza gacha. Al concluir mi admonición me afirmó con mucha seriedad que lo que me habían dicho era falso, que seguramente alguien quería perjudicar su carrera y que él deseaba seguir siendo militar. Al terminar le informé que había solicitado su transferencia a otro destino y que debía presentarse al coronel Carlos Santiago en la Ayudantía del comandante general del Ejército. Acto seguido le ordené retirarse. Le informé que tenía 24 horas para retirar sus pertenencias de la Academia a otro lugar y le prohibí que ingresara al instituto y que se reuniera con cadetes fuera de la Academia. Chávez no respondió y se marchó cabizbajo. Ese día fue el lunes 11 de marzo de 1985. Lo recuerdo porque antes de salir de mi casa vi en televisión la noticia de que Mikhail Gorbachov había sido escogido como secretario general del Partido Comunista de la Unión Soviética. Al irse Chávez pensé que el asunto se iba a resolver rápidamente. Me molestaba el exceso de formalismo legal con que se manejaba el caso, pero había que cumplir con la ley. En los años sesenta con Betancourt bastaban sospechas de conspiración para dar de baja a los imputados. En conspiraciones, las pruebas “duras” son difíciles de conseguir y es necesario cortar por lo sano. En ese momento confiaba en que la DIM descubriría la conspiración y que se le abriría juicio o se le obligaría a pedir la baja. De no encontrarse nada, Chávez seguiría su carrera pero quedaría marcado y no tendría acceso a posiciones de mando. Este era el procedimiento operativo vigente en esta clase de situaciones y Chávez no era el primero ni el último conspirador con que me había tocado lidiar en mi carrera. Luego de irse, redacté un informe sobre su caso para dejar constancia oficial de lo sucedido. Al finalizarlo lo firmé y lo llevé personalmente al comando del Ejército. Como el general Olavarría no se encontraba lo entregué en manos del ayudante general, Raúl Viso del Prete quien era un compañero de promoción. Viso me informó que Chávez se había presentado y que le había dado instrucciones al coronel Santiago Ramírez para que

lo pasara a la orden del Director de Personal, el general de brigada Luis Belisario Espinal Vázquez. Asumiendo que todo marchaba normalmente regresé tranquilo a la Academia Militar. Estaba seguro de que mis superiores se encargarían del resto del trabajo. Si lo hubieran hecho hasta allí hubiera llegado Chávez. Chávez es nombrado comandante del Escamoto “Farfan” En julio de 1985, el general Olavarría pasó al retiro siendo nombrado embajador en Bélgica. Desconozco qué ordenó Olavarría antes de irse en relación con Chávez. Lo que pude observar a posteriori fue preocupante. Este oficial ha debido ser enviado a un lugar aislado, sin mando de tropas y vigilado de cerca por la DIM. Nada de eso se hizo. Para mi sorpresa no se le investigó, ni se le detuvo y no se le dio cargo. Luego de ser denunciado y removido de la Academia Militar por conspirador se le dejó libre para moverse en todo el país, sin ser vigilado durante casi seis meses. ¿Qué hizo en ese lapso? Nadie lo sabe. Poco después fui ratificado como Director de la AMV y en agosto fui invitado a visitar la Escuela Militar norteamericana en West Point. Al irme no sabía del paradero de Chávez y me preocupaban las evidentes simpatías que el general Vivas tenia por él. A mi regreso me enteré que Vivas lo había nombrado comandante del escuadrón de caballería motorizado “Farfán” cerca de la frontera con Colombia. En agosto Chávez asumió el mando de ese Escamoto en Elorza. En esa unidad aislada no tendría supervisión y estaba muy alejada de su comando superior. Al enviarlo a la frontera la idea era meterlo al refrigerador para esperar que su caso se olvidara. Ese nombramiento fue una tremenda irresponsabilidad. El “Farfán” dependía de la División de Caballería acantonada en San Juan de los Morros, al mando del general de brigada Oscar José Martínez Caffaso. En su nuevo destino recibió el cargo de manos del recién ascendido mayor, Ramón Alonso Carrizales Rengifo otro llanero de quien era un gran amigo desde los tiempos en la Academia Militar y del curso medio de blindados. El Escamoto Farfán era lo contrario que había recomendado. Allí podía actuar a sus anchas sin que sus superiores se enteraran. Dado su carisma, pronto se adueñó del pequeño pueblo perdido en la sabana y se hizo muy amigo Jesús Carmona, el principal hacendado de la región. Carmona era el hermano de la poetisa Lucila Velázquez la amiga de Fidel en México. Ascenso de Ramírez y Ochoa Al retirarse el general Olavarría, fueron ascendidos a general los coroneles Carlos Santiago Ramírez y Fernando Ochoa Antich. Venezuela es un país de memoria corta y en esa oportunidad, luego de la vuelta al poder de los adecos con el presidente Lusinchi, nadie trajo a colación que habían sido considerados sospechosos de conspirar en 1982. La investigación se cerró sin hacerles ninguna imputación. En realidad la acusación y los indicios eran contra Santiago y no hacia Ochoa o Santeliz. Los dos últimos habían sido envueltos en la trama por su cercanía con Santiago. El triunfo de Lusinchi trajo la salida de los antiguos jefes militares que habían promovido la investigación sobre el golpe abortado del 82 y las nuevas autoridades no tenían interés en el tema.

En los ascensos de julio de 1985 no fue incluido el coronel Jesús Tovar Jiménez. Las bajas calificaciones que le aplicó Olavarría en la Academia y su relación con los socialcristianos fueron fatales. Este oficial, al verse postergado, pidió la baja. En ese momento Lusinchi ascendió a generales de brigada a Carlos Santiago Ramírez y Fernando Ochoa Antich. Con la euforia del ascenso Santiago no notó que Ochoa se había convertido en su principal rival años más tarde. De ganar las elecciones CAP en 1988, Ochoa podría aspirar a ser Ministro de la Defensa en 1991. Cambio de mando en la URSS Gorbachov fue designado secretario general de la URSS luego de la muerte de Constantin Chernenko. Este fue el primer líder del Kremlin nacido después de la revolución de 1917. Para entonces la economía soviética se desplomaba ante la caída de los precios del petróleo y la ineficiencia de su modelo económico. Como la situación era crítica, Gorbachov se vio obligado a hacer profundas reformas en el sistema comunista. Los principales cambios fueron el glasnost (apertura), la perestroika (reestructuración), la demokratizatsiya (democratización) y el uskorenye (desarrollo económico). Durante los años que siguieron, Gorbachov fue el enterrador del imperio soviético. La perestroika fue un movimiento de reforma del sistema comunista de la URSS nacido dentro del seno del partido comunista. El glasnost fue una política de transparencia para acabar con el secretismo tradicional del sistema comunista. La combinación de perestroika y glasnost erosionó el totalitarismo de la URSS y el imperio rojo se fue esfumando. El desarrollo de la perestroika tomó varios años y tuvo que confrontar serias amenazas, pero al final destruyó la dictadura comunista. Fidel sabía que sin el apoyo soviético su aventura africana llegaría a su fin y el subsidio a Cuba concluiría. Ante esa realidad, Castro empezó a buscar una solución para salvar su régimen y mantener vivo su sueño de El imperio de Fidel. Una de sus cartas de salvación era la logia golpista que Chávez ensamblaba en Venezuela. En esa época los informes de “Fausto” habían convencido a Fidel de que Chávez era una carta importante para sus planes en Venezuela. Se inicia el desplome soviético Durante años, Fidel no había dado mayor relevancia al tema de la logia de Chávez en Venezuela. Esos planes de largo plazo lo exasperaban y el proyecto de Douglas Bravo le pareció alejado de la realidad. No creía en golpes militares. Creía que la organización militar formal debía ser destruida por las guerrillas. Una vez eliminadas las fuerzas regulares, las guerrillas se convertirían en el ejército rebelde como había ocurrido en Cuba. Cuando se inició el proceso de la “perestroika” en 1985 la intención de Gorbachov no era liquidar al comunismo sino reformar el modelo soviético. Para entonces Castro, con apoyo del Kremlin, se había involucrado en diecisiete naciones del continente negro a cambio de un creciente subsidio. Ese año el teatro de guerra en Angola era el más importante por los ricos yacimientos petroleros de ese país.

Cuba estaba inmersa en África, donde mantenía más de 65 mil soldados armados y pagados por los soviéticos. La URSS además aportaba un generoso subsidio a Cuba que le permitía mantener con vida su ruinosa revolución. La presencia cubana en África le permitió a Fidel figurar como una figura antinorteamericana y antimperialista de categoría mundial. La alta visibilidad internacional de Castro contribuyó a su prestigio como líder del tercer mundo. África es un continente pobre, pero sus cincuenta y un países constituyen una fuerza internacional importante. Sus recursos naturales la hacen un objetivo estratégico. El esfuerzo soviético en África drenó considerablemente las reservas internacionales del imperio rojo haciendo aparecer grietas en la estructura del otrora poderoso gigante comunista. Esa hemorragia económica, unida a la ineficiencia del sistema, forzó la aparición de la perestroika y los problemas financieros de Fidel. A medida que la URSS se fue debilitando disminuyó la ayuda a Cuba. Fidel no podría mantener sus tropas en África sin ese subsidio y debía llevarlas de regreso a su país y buscar una nueva fuente de ingresos. Al darse cuenta de esa delicada situación Fidel volvió a poner atención en su proyecto de apoderarse de Venezuela. Su magno designio de construir el “Imperio de Fidel” solo podría lograrse controlando el ingreso petrolero de ese país. Jesús Carmona Durante su año al frente del Escamoto Farfán en Elorza, Chaves se hizo muy amigo de Jesús Carmona, un abogado y político líder del partido AD conocido por ser un gran admirador de Fidel. En 1955 lo ayudó con su hermana en México a ponerse en contacto con Betancourt. Luego siendo estudiante en la UCV fue presidente de la Federación de Centros (FCU) cuando el dictador cubano visitó de improviso Caracas el 23 de enero de 1959. Como su ídolo no había sido invitado oficialmente por las autoridades venezolanas, Carmona cubrió este desliz diplomático alegando que en su condición de presidente de la FCU lo había convidado. Este hecho le granjeó la simpatía del dictador. Posteriormente en 1960, al separarse el MIR de AD y convertirse en el partido marxista leninista MIR, Carmona se fue con ellos y se entrenó en Cuba. Luego regresó para unirse a las guerrillas castro comunistas promovidas por Castro. Carmona se pacificó en los años setenta y se reintegró a AD a petición de su amigo CAP. Luego de ocupar cargos en el Gobierno compró una hacienda en Elorza, donde iban los fines de semana. Según los vecinos, ese hato era utilizado como lugar de entrenamiento y alivio para las guerrillas del MIR. Al llegar Chávez a Elorza, Carmona se hizo amigo de él y lo invitaba con frecuencia a brindis y parrilladas en el hato. De esta manera, Carmona se convirtió en correo de Chávez para enviar mensajes secretos a sus manejadores y a su logia en la capital. Más adelante el exguerrillero se convirtió en uno de sus principales protectores siendo Ministro de la Secretaría de CAP. Durante el año en que permaneció en Elorza, Chávez tuvo gran libertad de acción sin ninguna vigilancia. Durante las fiestas patronales del pueblo opacó al alcalde local convirtiéndose en el líder natural del lugar. Esta actividad le sirvió de práctica para ir desarrollando y puliendo sus

atributos políticos. Todo indica que el nombramiento de Chávez en Elorza y la presencia de Carmona allí fueron calculados. Entretanto el Gen. Vivas fue a visitar a Chávez a Elorza y pernoctó allí. A su regreso a Caracas el Comandante del Ejército lo felicitó en la orden general por su “maravillosa” gestión de comando. En noviembre de 1985, Chávez viajó sin autorización de su comando a Maiquetía en una avioneta para asistir al Primer Congreso del MBR-200. Esa reunión de civiles y militares, bajo su mando, se realizó cerca de Catia La Mar en la casa de playa de un amigo del teniente Ronald Blanco La Cruz, quien era un miembro importante de la logia. En mayo de 1986 se realizó el Segundo Congreso del MBR-200 en San Cristóbal. Esa reunión fue importante, porque en ella se unieron las logias de Chávez, y Arias Cárdenas se comprometió a trabajar conjuntamente. A este Congreso asistió el coronel Santeliz en representación de ARMA. Para dar una demostración de su poder, Chávez se presentó en esa reunión a bordo de un vehículo blindado perteneciente al Escamoto Farfán. La cabalgata de Chávez Chávez organizó una cabalgata de quinientos kilómetros desde Elorza hasta el Campo de Carabobo en junio de 1986. Ese recorrido siguió la ruta del prócer José Antonio Páez con sus lanceros. Esa cabalgata fue financiada por Jesús Carmona. La peregrinación a caballo concluyó el 24 de junio de 1986 frente a la tribuna de honor de la parada en conmemoración de la Batalla de Carabobo. En esa oportunidad Chávez dio parte al Gen. José Humberto Vivas. Al regresar a Caracas fui notificado de que debía entregar la Academia Militar y recibir la jefatura del Comando Unificado de las FAN. Estas actividades requirieron toda mi atención y no tuve tiempo para investigar. Para entonces el Gen. Heinz fue nombrado Director de Inteligencia del Ejército. Como éramos compañeros y amigos cercanos hablé con el del caso Chávez. Él me dijo que había iniciado una investigación de un grupo de oficiales subalternos que conspiraban en Guárico y Apure donde Chávez era sospechoso. Luego me indicó que el Presidente Lusinchi ordenó que el caso fuera investigado por la DIM al mando del CA. German Rodríguez Citraro y había perdido la pista.

CAPÍTULO 16

El mayor Chávez El hato Santa Rita A comienzos de 1986, Chávez supo de un extenso terreno baldío en un lugar cercano a Elorza. En febrero de ese año fue de visita a su unidad el general José Humberto Vivas, el comandante del Ejército. Aprovechando su presencia, Chávez le propuso recuperar para el Ejército el Hato Santa Rita, que estaba ocupado ilegalmente por un colombiano indocumentado. Chávez adujo que ese espacio podría ser utilizado como núcleo de desarrollo fronterizo para vigilar esos confines de la patria y enseñar agricultura a los soldados. Vivas, impresionado por las historias que Chávez le relató sobre sus logros en la frontera, lo elogió en público como un ejemplo a seguir por la oficialidad. Al regresar a Caracas solicitó ante el Instituto Agrario Nacional que el Hato Santa Rita fuese recuperado para el patrimonio nacional y se traspasara al Ejército. Autorizada su petición, activó en ese lugar un núcleo de desarrollo fronterizo bajo el control de la División de Caballería. En junio de 1986 Chávez fue considerado candidato a ascenso a mayor. Con una investigación encima por conspirar no podía ser promovido al grado superior, pero el Gen. Vivas, quien estaba a punto de retirarse y entregar el Comando del Ejército, se empeñó en ascenderlo. Al efecto nombró jefe de su junta de ascenso al coronel Richard Salazar Rodríguez. Este oficial era muy cercano a Vivas por ser familiar de su esposa y además era buen amigo de Chávez desde que trabajaron juntos en el Batallón Bravos de Apure en Maracay. Chávez asciende a mayor La junta de ascensos a mayor colocó de primero en la lista al capitán Hernández Borgo, pero Vivas ordenó que Chávez fuera pasado al primer lugar. En esa oportunidad el ascenso de Chávez como primero de su curso al grado de mayor pasó desapercibido, pese a ser considerado sospechoso de ser el líder de los COMACATES. Al ascender Chávez no podía continuar al frente del Escamoto Farfán por ser un cargo para un capitán. Por ello debía ser enviado a otro destino. Antes de ascender Chávez, el general Martínez Caffaso fue reemplazado en el comando de la División de Caballería por el general Espinal Vázquez. Este fue el mismo general que estando en la Dirección de Personal no le asignó cargo por varios meses cuando lo eché de la Academia Militar. Al asumir el mando, Espinal debía nombrar a un oficial de esa división para el Hato Santa Rita y escogió a Chávez. Este cambio no tenía mucho sentido, porque el seleccionado no tenía experiencia como agricultor y había ascendido a mayor en el primer lugar de su promoción. El escogido venía de comandar siendo capitán el Escuadrón Farfán que contaba con 150 hombres. Ahora como mayor en el recién creado centro agropecuario apenas contaba con un plantel de diez individuos de tropa. Ese nombramiento fue hecho para mantener a Chávez oculto mientras su investigación se

olvidaba. El CUFAN Después de estar al frente de la Academia Militar por dos años fui nombrado jefe del Comando Unificado de las FAN (CUFAN), en julio de 1986. Este fue el organismo encargado de planificar y dirigir las operaciones militares conjuntas que implican el empleo de unidades de varias fuerzas, como el Ejército, Marina, Aviación y Guardia Nacional, en acciones coordinadas de combate o de otra índole, como el Plan República para dar seguridad en las elecciones. Para entonces, en Venezuela se manejaban dos posibles hipótesis de conflicto internacional: una con Colombia y otra con Guyana. Esta última se mantenía dormida pero la colombiana estaba activa. Poco antes de yo ser designado para ese cargo, el gobierno colombiano había empezado de nuevo a hacer ruido sobre el tema. Como el conflicto interno de la guerra de guerrillas se había minimizado, la hipótesis colombiana era el tema del día. La amenaza subversiva no había desaparecido del todo debido a las crecientes dificultades económicas causadas por la baja del petróleo. Además, Fidel podía revivir su interés en Venezuela porque la URSS había empezado a reducir los subsidios a Cuba. Ese año Fidel dio un discurso en la Universidad de La Habana afirmando que la revolución podría derrumbarse, no por una invasión norteamericana sino por errores internos. Ese discurso dio inicio al “Proceso de rectificación de errores”. Fidel se autocriticó al decir: “Copiamos mal lo bueno y bien lo malo”. Fue el comienzo de un esfuerzo para revisar la política económica que los había hecho dependientes de la URSS. Según Castro, “la revolución se había salido de su curso y se había empezado a echar a perder”. El mensaje oculto era claro. Había que cambiar de rumbo. Lo que no dijo Fidel fue que empezaba a mirar de nuevo al petróleo de Venezuela como la solución a sus problemas y como la fuente de ingresos para financiar su proyecto de integración hispanoamericana que yo llamo “El Imperio de Fidel”. La aventura de África no dio los resultados esperados y la URSS se desplomaba en medio de una profunda crisis económica. La Maniobra Libertador Durante mi permanencia en el CUFAN, junto con mi equipo actualizamos los planes de guerra del país. La prioridad fue dada a Colombia por las veladas declaraciones del presidente Virgilio Barco y su canciller. Al concluir la revisión de esa hipótesis de guerra, en febrero de 1987 presenté ante el presidente Lusinchi y el Alto Mando Militar el plan formulado para ese escenario. El presidente Lusinchi quedó impresionado ante la posibilidad de esa contingencia. Al terminar la presentación, le sugerí al primer mandatario que ensayara el plan mediante la ejecución de una Maniobra Libertador. Esta maniobra conjunta se realiza esporádicamente a nivel nacional con la participación de todas las FAN. Es un ejercicio militar a gran escala que no se había hecho durante más de una década por razones

presupuestarias. Pese a las dificultades económicas existentes, Lusinchi aceptó la idea. En mayo del 87, durante una semana, se ejecut ó el plan en la Maniobra Conjunta Libertador ٨٧. En ese ejercicio, debido a mi rango de general de brigada, no fui comandante de la operación, pero fungí como jefe de Estado Mayor. El comandante fue el general de división Simón Tagliaferro de Lima. Este ejercicio, en el cual se desplegaron cerca de cien mil hombres de las cuatro Fuerzas, resultó exitoso. Concluido el ejercicio en el terreno a nivel nacional, la Inspectoría de las FAN la calificó como un éxito y concluyó que nuestras unidades militares tenían un alto grado de apresto operacional. Para mí lo importante fue que esa maniobra nos dejó listos para enfrentar una emergencia con Colombia. Ascenso a general de división En julio de 1987 ascendimos al grado de general de división mi compañero Arnoldo Rodríguez y yo. En esa oportunidad Rodríguez fue nombrado comandante de la División de Caballería acantonada en San Juan de Los Morros y yo fui designado comandante de la División de Selva en Ciudad Bolívar y Comandante de la Guarnición del Estado Bolívar lo cual me daba jurisdicción sobre las unidades de las fuerzas militares en ese territorio. Al mismo tiempo fueron designados como Ministro de la Defensa y Comandante del Ejército los generales Eliodoro Guerrero Gómez e Ítalo del Valle Alliegro, respectivamente. Al llegar a la División de Selva me di cuenta de lo complejo que es vigilar un extenso territorio que cubre casi la mitad del país, incluyendo zonas fronterizas con Colombia, Brasil y Guyana. Mi comando estaba ubicado a unos mil kilómetros de Caracas. Además de mi División tenía que supervisar a las unidades de la Marina de Guerra y de la Guardia Nacional en mi jurisdicción. Dada la extensión de la zona y las múltiples actividades que desarrollaba, el volumen de trabajo me hizo olvidar de los COMACATES. El Comando Fluvial del Orinoco Entre las mis responsabilidades como Comandante de Guarnición en el Estado Bolívar estaba supervisar el Comando Fluvial del Orinoco, una unidad de la Marina que estaba ubicado en Ciudad Bolívar. Pronto me visitó el Comandante Naval para saludarme. Al llegar vi que era el almirante Hernán Gruber Odremán, mi viejo amigo del curso de Estado Mayor Naval. Nos saludamos efusivamente luego de varios años sin vernos. Para entonces mi familia no se había mudado y me invitó a su casa a cenar. Al llegar me di cuenta que era mi vecino en la urbanización militar. Luego conversamos largo rememorando el curso que habíamos compartido. Gruber me dijo estar feliz en Ciudad Bolívar porque él es de Upata una ciudad cercana. Luego me habló de sus planes. El aspiraba ser Comandante de la Infantería de Marina y luego trataría de llegar al Comando de La Armada. Él sabía que era cuesta arriba por no ser oficial de a bordo pero iba a dar la lucha. Esa fue la primera de varias reuniones que tuvimos. El incidente del Caldas

Por muchos años Colombia y Venezuela (como países ribereños del Golfo de Venezuela) han tenido un diferendo limítrofe sobre la forma cómo debe distribuirse su plataforma marina. Este golfo tiene un gran valor estratégico por los importantes yacimientos submarinos de gas y petróleo que contiene. El diferendo se había venido negociando a partir de 1969 sin llegar a un acuerdo. En 1975, el año en que se graduó Chávez, el presidente colombiano Alfonso López Michelsen entregó en Paraguachón una propuesta que no fue aceptada por el gobierno de Carlos Andrés Pérez. Las negociaciones continuaron entre las cancillerías, sin éxito. El 9 de agosto de 1987, el canciller colombiano Julio Londoño convenció al presidente colombiano Virgilio Barco de ordenar como medida de presión el ingreso de la Corbeta Caldas sin autorización al Golfo de Venezuela. Este calculado acto de provocación tenía por objetivo poner a prueba nuestra voluntad de luchar por el control de esas aguas y destrabar las conversaciones binacionales sobre el tema. La creciente debilidad causada por la crisis económica había sido considerada por los estrategas colombianos como una oportunidad para actuar. Al detectarse la penetración de la nave de guerra colombiana sin autorización en nuestras aguas, el presidente Jaime Lusinchi ordenó la ejecución del plan de operaciones de occidente que había sido probado en la Maniobra Libertador 86 tres meses antes. El despliegue se hizo con rapidez y eficiencia bajo el comando del Gen. Troconis Peraza, inspector del Ejército. La operación conjunta incluyó el sobrevuelo de la Corbeta Caldas con aviones F-16, el despliegue de nuestra flota naval y de la Brigada Blindada y varias divisiones de infantería en posiciones de combate. Para entonces, la Brigada Blindada estaba comandada por el Gen. Santiago Ramírez. El general Ochoa Antich comandaba la brigada de infantería acantonada en Maracaibo. La División de Selva a mi mando también se desplegó en posición de combate en la frontera con Colombia en la zona de nuestra jurisdicción. En esa oportunidad el CA Gruber fue llamado a comandar el Grupo de Tarea de la Infantería de Marina. Ante la reacción venezolana, el presidente colombiano Barco ordenó una movilización militar en Colombia. El 17 de agosto de 1987 la crisis llegó a un punto en el que Lusinchi estuvo a punto de ordenar el hundimiento del Caldas. En ese momento, el secretario de la OEA Joao Clemente Baena Soares convenció a Barco para retirar la Corbeta de la zona. Ese día ambos países estuvieron al borde de la guerra, pero por fortuna triunfó el sentido común y la sangre no llegó al rio. A raíz de ese incidente Gruber fue nombrado Comandante de La Infantería de Marina. El Plan de Adquisiciones La movilización hacia la frontera mostró deficiencias que fueron subsanadas con un plan de adquisiciones para incorporar nuevos sistemas de armas. En el Ejército este plan fue elaborado en la Jefatura del Estado Mayor dirigida por el Gen. Juan José Bastardo Velázquez. Las licitaciones y compras fueron ejecutadas por el general Alliegro quien era

Comandante del Ejército. Entretanto, yo seguía siendo comandante de la División de Selva. Los roces con Colombia despertaron el sentimiento patriótico en Venezuela, desviando la atención lejos de los COMACATES. Por estos meses Chávez desapareció del radar, oculto en el Hato Santa Rita. Fidel en Angola En Angola se desarrollaba una larga guerra civil iniciada al terminar su guerra de Independencia en 1975. El objetivo de la URSS, los EE.UU. y Suráfrica era controlar los ricos yacimientos petroleros de ese país. El resultado fue una de los conflictos más largos y sangrientos de la Guerra Fría. Durante la primera década de independencia de Angola, Cuba mantuvo en ese país una guarnición de unos cincuenta mil mercenarios financiados y equipados con apoyo logístico soviético. A cambio, Fidel recibía un generoso subsidio de unos seis mil millones de dólares al año que le permitieron sostener su improductivo modelo comunista. El dictador cubano esperaba la maduración de la logia militar de Chávez en Venezuela para lanzar su zarpazo. Mientras tanto alquilaba sus fuerzas mercenarias a los soviéticos haciéndoles el trabajo sucio en África. La Batalla de Cuito Cuanavale Las fuerzas de ocupación cubanas en Angola tuvieron su batalla más cruenta en Cuito Cuanavale. Para finales de 1988 la guerra de guerrillas en Angola cogió calor convirtiéndose en una guerra convencional. En enero de 1988 año el presidente de Angola, José Eduardo dos Santos, con apoyo cubano, lanzó una poderosa ofensiva para aniquilar la guerrilla de UNITA. Varias brigadas del ejército de Angola avanzaron hacia el sur. Ante esa ofensiva Savimbi pidió ayuda a Sudáfrica. Poco después una poderosa fuerza expedicionaria de ese país vino al rescate haciendo retroceder a los angoleños. En ese momento, Dos Santos pidió ayuda a los soviéticos. Para evitar una inminente derrota del Ejército angoleño, la URSS empeñó sus reservas de setenta mil soldados cubanos para frenar el avance surafricano y aniquilar UNITA. Esa fuerza equipada con tanques logró a duras penas dar un vuelco al escenario. Las fuerzas cubanas y las angoleñas sumaban cerca de doscientos mil hombres. La fuerza invasora surafricana y la guerrilla de UNITA contaban con poco más de cien mil tropas. Este masivo despliegue militar condujo a la famosa batalla de Cuito Cuanavale. Entre enero y marzo de 1988 se desarrolló un formidable combate. Los cubanos avanzaron hasta Cuito Cuanavale, donde fueron detenidos por el Ejército de Sudáfrica. El choque de ambas fuerzas (que incluían cerca de trescientos tanques), constituyó la mayor batalla blindada ocurrida en suelo africano desde la Segunda Guerra Mundial. Esta prolongada batalla que duró tres meses no fue conclusivo y ambas partes se adjudicaron la victoria. Al final Fidel se vanaglorió por el resultado como un pavo real, pero la URSS quedó herida de muerte. General Arnaldo Ochoa

Para esta batalla, el comando de las fuerzas combinadas cubano-angoleñas fue asignado al veterano general Arnaldo Ochoa. Este jefe militar había sido enviado por Fidel en 1959 a la cabeza de una invasión a República Dominicana que fracasó. Ochoa fue el único sobreviviente cubano en esa incursión. Posteriormente Castro lo envió en 1967 a otra aventura a Venezuela en un desesperado esfuerzo por apoderarse del país. Ese intento fue otro chasco. Luego Ochoa se fogueó en la guerra de Angola en 1976 y las batallas de tanques en Etiopía en 1977. La batalla de Cuanavale en 1988 produjo el fin del apartheid en Sudáfrica y forzó el retiro de las tropas cubanas de África. Esa campaña marcó el punto de quiebre de la URSS. Mientras la URSS se hundía el prestigio de Fidel subió luego de su triunfo en África. Esta situación lo hizo mirar de nuevo hacia Venezuela. Intrigas militares en Venezuela Las Fuerzas Armadas son organizaciones piramidales y cerradas. Luego de la huida del dictador Pérez Jiménez, la Constitución venezolana exigía que la decisión final para los ascensos a los grados de coronel y general fuera tomada por el Presidente. Previamente, la Comisión de Defensa del Senado revisaba las listas de candidatos preparadas por las diferentes fuerzas y emitía una opinión. Este procedimiento hacía que los cargos más altos en la institución castrense fueran asignados como resultado de un acuerdo entre el Alto Mando Militar, el Presidente de la República y senadores de la comisión de defensa. Con algunas variantes, esta es la práctica regular en casi todo el mundo occidental. Ese procedimiento, que marca el dominio civil sobre lo militar en países democráticos, no fue del todo aceptado en el mundo castrense venezolano. Esta actitud de rechazo a la interferencia civil forma parte de la idiosincrasia militar venezolana y explica algunos hechos que sucedieron a raíz de los ascensos. En Venezuela un cónclave decisorio de alto nivel es llamado “cogollo”. A fines de junio de cada año se reúne un “cogollo” para designar al nuevo Alto Mando Militar que reemplazará al saliente. Este pequeño grupo está compuesto por el presidente y políticos poderosos del partido de gobierno. En la mayoría de los casos las decisiones son aceptadas por los militares pero no siempre. Lo ideal es que al grado de generales arriben los oficiales más prestigiosos, mejor preparados y con mayores méritos profesionales en su carrera. En algunos casos por razones políticas, de negocios, tráfico de influencias o pupilaje, las escogencias generan fricciones. Por esta vía, en ciertas oportunidades, se escogieron a generales de confianza que no gozaban de buena reputación. Cuando esto ocurrió se generó descontento en las FAN. En países inestables, donde la democracia no ha arraigado, el relevo de oficiales en el Alto Mando puede generar malestar y hasta conspiraciones. En Venezuela la temporada de ascensos se convierte en fuente de disgustos porque muchos militares no quedan satisfechos con las decisiones. Durante el gobierno de Lusinchi no se tomaron medidas contra los oficiales que habían servido como edecanes o miembros de la Casa Militar de Luis Herrera. Muestra de ello es

que los miembros del grupo de Moros Ghersi continuaron su carrera sin problemas. Luego del retiro de Moros Ghersi y el acceso al poder de Lusinchi, los integrantes de ese grupo habían logrado mantenerse en buenas posiciones dentro del Ejército pese a sus conexiones con COPEI. El más destacado era el general de brigada Rangel Rojas, quien había ascendido de primero a general en 1986, luego de ser oficial de la Guardia de Honor de Caldera y edecán de Luis Herrera. Otros, como los coroneles Moisés Antonio Orozco Graterol y Richard Salazar Rodríguez y su hermano el teniente coronel Raúl Salazar Rodríguez siguieron la misma ruta y avanzaban en sus carreras en el gobierno de Lusinchi sin problemas. Guerra entre generales En julio de 1988 ocurrió el ascenso a generales de división de Santiago y Ochoa. Para entonces nadie se acordaba que habían sido considerados sospechosos en la conspiración de 1982 contra Luis Herrera. En 1988, Santiago ascendió como número uno y Ochoa fue el segundo. Habían trascurrido siete años de esa investigación que no llegó a resultados conclusivos y ambos habían sido ascendidos sin problemas por Lusinchi a generales de brigada en 1985. El ascenso a general de división y los cargos asignados causaron graves fricciones en la amistad de estos compadres. Las ambiciones de ambos por ocupar los altos mandos, y la relación especial entre Ochoa y CAP, apuntaban a un inexorable enfrentamiento. Santiago argüía tener más méritos porque siempre había ascendido por delante de Ochoa en su carrera. También murmuraba que Ochoa Antich no iba a ascender a coronel y que por influencias políticas había ascendido de último a ese grado. Pocos sabían que la razón de la insistencia de Santiago para estar por delante de Ochoa era porque en sus planes estaba dar un golpe de Estado siendo Comandante del Ejército y para ello debía tener a Ochoa por debajo. Al ascenderlos a generales de división, Lusinchi nombró a Ochoa Antich, quien era comandante de la brigada de Infantería en el Zulia, a comandante de División de Infantería en Maracaibo. En esa oportunidad Santiago fue nombrado para reemplazarme como comandante de la División de Selva en Ciudad Bolívar. Él no estaba satisfecho con su nuevo cargo, porque consideraba que Maracaibo era la vía más segura para llegar a los altos mandos. Con ese nombramiento se consideró traicionado por su compadre y empezó a conspirar. Asignación de altos cargos militares Lusinchi con su “cogollo” designó al nuevo Alto Mando Militar en julio de 1988. Los nombramientos eran delicados porque en diciembre se realizarían elecciones presidenciales. Por eso tomó decisiones salomónicas aceptando las recomendaciones de CAP, quien se perfilaba como ganador de los comicios. Como ministro de la Defensa nombró al general Ítalo del Valle Alliegro, un excelente profesional de la promoción de 1959 que era muy popular. Como comandante del Ejército designó al Gen. Troconis, el oficial más antiguo de la promoción de 1960, quien había sido el comandante del Teatro

de Guerra de Occidente durante la movilización del Caldas. A Alliegro le quedaba un año de servicio y a Troconis dos. Luego de estos nombramientos, Lusinchi designó al Gen. Bastardo de la promoción de Troconis al cargo de Inspector del Ejército y segundo en jerarquía en esa fuerza. A mí que soy de la promoción de 1961 me escogió como jefe de Estado Mayor y tercero en el escalafón. Simultáneamente, el Presidente nombró al Gen. Rodríguez Ochoa para la Secretaría del Consejo Nacional de Seguridad y Defensa (SECONASEDE). Este es un alto cargo de asesoría de Seguridad a nivel presidencial, fuera de la estructura militar. Rodríguez Ochoa trajo consigo a SECONASEDE, a su ayudante el mayor Hugo Chávez. Él lo seleccionó en la División de Caballería siendo jefe del centro agropecuario Santa Rita. Como lo conocía desde que fue subdirector de la Academia Militar y había jugado béisbol con él, lo nombró ayudante. Jefe de Estado Mayor del Ejército En julio de 1988 recibir mi nuevo cargo como Jefe de Estado Mayor del Ejército. A seis meses de las elecciones había excitación y las naturales intrigas para posicionarse con el nuevo gobierno. Al presentarme encontré que mi equipo de directores del Estado Mayor había sido designado por Troconis. Esos nombramientos eran de su potestad. Al comenzar mis funciones enfoqué mi atención sobre los COMACATES, a quienes consideraba un peligro potencial. Estaba convencido de que Chávez tenía que ver con ellos, pero no sabía cuál era su rol. Sabía que él había servido con Troconis en la Academia Militar y se conocían. Como no sabía su grado de amistad consideré prudente no manifestar mis recelos hasta acumular pruebas. No sospechaba de Troconis, porque era un profesional institucional. Estaba claro que Chávez era de izquierda y Troconis no. Lo sensato era indagar para tener algo concreto en mis manos antes de tocar el tema. Mi experiencia con Olavarría y Vivas había sido aleccionadora y me enseñó a ser más cuidadoso. Tampoco desconfiaba de Santiago que era mi amigo. Sabía que era un hombre ambicioso de derecha, pero no creí que tuviera conexión con Chávez aunque intuía que él y Santeliz ocultaban algo. Ochoa Antich también era un gran amigo de ambos pero sus conexiones políticas eran con AD. En ese momento para mi estaba claro que de ganar CAP, como indicaban las encuestas, Ochoa sería el mejor posicionado. Por fortuna yo soy un año más antiguo y probablemente no me saltaría. Entre las dependencias bajo mi comando estaban las Direcciones de Personal e Inteligencia del Ejército y decidí averiguar qué información sobre Chávez existía en sus registros. Al revisar r su expediente en Personal, como imaginaba, mi informe sobre él no aparecía. Por esa vía también me enteré que Chávez trabajaba en Miraflores como ayudante del general Rodríguez Ochoa. Ese hecho para mí fue una bandera roja, Maisanta cerca del Presidente era un peligro. Al mismo tiempo observé ciertos detalles que indicaban que la Dirección de Inteligencia estaba infiltrada. Sus reportes no me convencían y algunos de los oficiales que

trabajaban allí me dieron mala espina. Uno de ellos era el mayor Jesús Urdaneta Hernández. Algo extraño pasaba en el Ejército pero debía averiguar antes de reportar mis sospechas. Para obtener información por otros canales logré que fuera transferido a la Dirección de Inteligencia a un coronel y un mayor que habían trabajado conmigo. Con ellos establecí el embrión de una red informal de inteligencia. Este procedimiento no era ortodoxo, pero no había otra forma de investigar sin alertar a los conspiradores. En caso de obtener información notificaría a mis superiores. Por esta vía me enteré que los mayores Francisco Arias Cárdenas y Hugo Chávez Frías, eran sospechosos de dirigir a los COMACATES, pero no había pruebas contra ellos.Esas fueron las primeras piezas del rompe cabezas que fuimos armando.

CAPÍTULO 17

La noche de los tanques Lusinchi viaja a Uruguay Al iniciar mis labores como jefe de Estado Mayor del Ejército solicité a la Dirección de Inteligencia la información existente sobre los COMACATES. Al revisar el expediente noté que era muy pobre y seguía pistas falsas. Me di cuenta de que yo conocía más detalles sobre los golpistas que la Dirección de Inteligencia del Ejército. Era evidente que alguien había estado manipulando la documentación de personal e inteligencia dentro del Comando del Ejército, lo cual a su vez indicaba que existía una organización que había infiltrado el Ejército. Esta realidad me aguijoneó para ahondar mis investigaciones. En ese proceso pasaron tres meses. El lunes 24 de octubre de 1988, a poco más de un mes para las elecciones presidenciales de ese año, Lusinchi viajó a una Cumbre Presidencial en Punta del Este, Uruguay. Entonces se rumoraba que había una crisis económica en puerta debido a que las arcas públicas estaban vacías. A la reunión asistieron los mandatarios de Argentina, Brasil, Colombia, México, Perú, Uruguay y Venezuela. Estos países eran miembros del Mecanismo Permanente de Consulta y Concertación política de la región. Al partir Lusinchi dejó encargado de la presidencia a Simón Alberto Consalvi, su ministro de Relaciones Interiores. El regreso estaba previsto la noche del viernes 28 de octubre. En la comitiva presidencial Lusinchi incluyó al comandante del Ejército, el Gen. Troconis. Antes de partir, Troconis designó al Inspector el Gen. Bastardo encargado temporal del Comando del Ejército. Durante esta breve ausencia ocurrió un extraño incidente que me convenció de que el movimiento subversivo existía y que estaba activo. La salida de los vehículos blindados del Batallón “Ayala” y la detención del presidente encargado me persuadieron de que la historia de los COMACATES no era una leyenda urbana. La noche de los tanques El miércoles 26 de octubre a mediodía Bastardo me llamó por teléfono y me informó que esa tarde debía ausentarse porque necesitaba hacer diligencias particulares. Al irse me dejó encargado accidental del Comando del Ejército. Al terminar las labores de ese día a las cinco de la tarde me quedé una hora adicional verificando que las grandes unidades de combate estaban sin novedad. A las 6 PM fui a mi casa ubicada a quince minutos de la Comandancia. En ese momento todo estaba en calma esperando el regreso del presidente Lusinchi. Poco después de llegar a mi residencia en la Urbanización Colinas de Bello Monte, recibí una llamada del coronel Serapio Romero Mendoza, el oficial de guardia de la Comandancia. Visiblemente agitado me preguntó: —Mi general, ¿usted ordenó la salida del Batallón Ayala a la calle? Al responderle que no, Romero me informó que el Grupo de Caballería Mecanizado general Juan Pablo Ayala, equipado con vehículos blindados a rueda Dragón, había salido de Fuerte Tiuna dividido en dos columnas. Una al mando del mayor José Soler Zambrano salió en dirección hacia el Círculo Militar y la otra al mando del capitán José Echeverría

Márquez se dirigió hacia el centro de la ciudad. De inmediato impartí órdenes de contactar a las dos columnas vía radio conminándoles que se devolvieran a su cuartel. A las 6:30 PM me dirigí a la Comandancia. En el trayecto traté de contactar a Bastardo, pero no lo localicé. Luego llamé al Gen. Heinz Aizpurúa, el jefe del Comando Estratégico del Ejército, la unidad de encuadramiento del “Ayala”. Esa gran unidad de combate incluía la 3a Brigada de Infantería comandada por Gen. José de La Cruz Pineda. Esa unidad incluía al “Ayala”, cuyo jefe era el Tcnel. Pablo Enrique Querales Rivero. Al responder mí llamada Heinz me indico no saber que ocurría y que tanto el comandante del batallón Ayala como el de la ٣ª Brigada estaban de comisión fuera de Caracas. Ambos habían sido enviados a cumplir una misión en el estado Zulia, por orden de la Inspectoría del Ejército. Esto me pareció sospechoso y pensé que debía ser investigado. Luego di instrucciones a Heinz que ordenara el regreso inmediato de las dos columnas de vehículos blindados y a su retorno procediera a interrogar a los oficiales involucrados en la Policía Militar. A las 6:45 PM llegué a mi despacho y me enteré de que la columna que había ido al Círculo Militar había regresado, y que la otra que había marchado al centro de la ciudad estaba en camino. Luego traté de comunicarme sin éxito con Bastardo, por lo que asumí el mando y puse en alerta al Ejército. Al comunicarme con las grandes unidades de combate pude verificar que todo estaba en calma. Telefoneé al ministro Alliegro pero no pude contactarlo y me comuniqué con el jefe de servicios del Ministerio de la Defensa notificando que la situación estaba bajo control y que esperábamos el regreso del resto del “Ayala” al fuerte. Al llegar a mi despacho Heinz me informó que la unidad que había tomado posiciones en alrededor de la Residencia Presidencial “La Viñeta” había vuelto a su cuartel. La otra columna había ido hasta el Ministerio del Interior en la esquina de Carmelitas. Ese movimiento indicaba que el blanco había sido el presidente encargado. Era conocido por la prensa que Consalvi despacharía desde su oficina ministerial y utilizaría como residencia la casa presidencial de La Viñeta. Heinz me indicó que los jefes de las columnas manifestaron que su misión era dar protección al presidente encargado. De inmediato me comuniqué con Consalvi, quien me dijo que se encontraba bien y que las tropas se habían retirado al recibir mi orden. Al colgar quedé pensativo tratando de explicarme lo ocurrido. En ese momento vino a mi mente algo que me había dicho Santeliz en el IAEDEN: —El golpe se daría al regreso del Presidente de un viaje al exterior. Aunque se había anunciado que Lusinchi regresaría el viernes en la moche, tuve el presentimiento de que podía tratarse de un error de los golpistas. Luego de hablar con Consalvi insistí llamando a Bastardo, sin éxito. Después telefoneé al director de la DIM y al director de Inteligencia del Ejército y los invité al interrogatorio que se iniciaría a las ocho de la noche en el Regimiento de Policía Militar. Por fortuna,

durante esa extraña operación, no había habido bajas, ni se habían causado daños materiales. Pasadas las ocho no me había comunicado aún con Bastardo. Antes de asistir al interrogatorio, convoqué al oficial de inteligencia que investigaba a los COMACATES y pedí información sobre el mayor Soler. Este oficial de blindados se había graduado en 1974, era compañero de Arias Cárdenas y un año más antiguo que Chávez. Según el informante, Chávez tenía tres grandes amigos en la promoción de Arias. Todos habían servido con él en la Brigada Blindada: José Angarita (de Barinas) y su compadre Ramón Carrizales Rengifo y José Domingo Soler Zambrano. Dada su estrecha relación con Soler, no era descartable que Chávez tuviera alguna conexión con lo ocurrido en el “Ayala”. También me enteré de que la relación de Chávez con Arias era amistosa, pero no cercana. Ambos actuaron en forma independiente hasta que en 1982 Arias aceptó unirse a Chávez como iguales. El liderazgo de Chávez era superior porque su logia quintuplicaba la de Arias. Cuando ocurrió la salida del “Ayala”, Arias estudiaba en Colombia y su participación en el incidente fue descartada. En ese momento Heinz llamó para notificar que estaba listo para el interrogatorio. De inmediato me dirigí a la Policía Militar. Los intríngulis de la noche de los tanques Antes de iniciar el interrogatorio hablé en privado con Heinz para intercambiar impresiones. En ese momento me informó que el ministro de la Defensa lo había encargado para conducir la investigación. La decisión me extrañó, porque siendo el comandante superior de esa unidad no debía investigarse a sí mismo. Le dije que me gustaría asistir al interrogatorio del mayor Soler y él accedió recordándome que solo él podía hacer preguntas. Al entrar me dijo que antes de mi llegada se había presentado el general Santeliz con intenciones de asistir al interrogatorio. Esa información me puso más receloso. “Rasputín” en ese momento era el director del Fondo de Pensiones de Empleados Civiles de las FAN (FONDOEFA). Esa organización administrativa no tenía comando de tropas y tampoco formaba parte del Ejército. Su presencia era suspicaz y no bienvenida. Al entrar al recinto le pregunté qué hacia allí y me respondió que al visitar el Fuerte notó un barullo y se acercó para averiguar qué pasaba. Lo llamé aparte y le di las gracias. También le dije que su presencia no era necesaria y Santeliz se retiró molesto. El interrogatorio de Soler Al marcharse Santeliz, fue traído el mayor Soler y se inició el interrogatorio. Heinz tomó la palabra leyendo una serie de preguntas que había preparado: Heinz: —¿Por qué ordenó la salida del batallón de su cuartel esa tarde? Soler: —Recibí una llamada del comandante del Ejército. Heinz: —¿Quién llamó? Soler: —El general Bastardo Velázquez. Heinz: —¿Por qué estaba usted encargado del Batallón Ayala y no el primer comandante, el Tcnel. Querales Rivero?

Soler: —El comandante del Batallón recibió instrucciones de la Inspectoría del Ejército para hacer una inspección a una unidad de tanques en el Estado Zulia, junto con el comandante de la tercera Brigada de Infantería, el general José de la Cruz Pineda. Heinz: —¿Quién habló con usted por teléfono para darle la orden de salir a la calle? Soler: —No hablé con nadie. Estaba en el baño cuando entró la llamada y el guardia de comando la tomó. Al regresar me informó que habían llamado del Comando del Ejército dándome la orden de proteger al presidente encargado Consalvi. Como no sabía dónde estaba procedí a enviar una columna de tropas a su oficina en el Ministerio del Interior y otra a la Residencia Presidencial de La Viñeta anexa al Círculo Militar. Heinz: —¿Verificó usted esa orden llamando al general Bastardo antes de ordenar la salida de su unidad? Soler: —No pedí confirmación de la orden porque me puse nervioso. Asumí que era el general Bastardo y procedí a cumplirla. En ese momento del interrogatorio llamó el ministro de la Defensa ordenando que debía presentarme al presidente encargado en La Viñeta. Hubiera preferido quedarme oyendo a Soler pero tuve que retirarme. En el trayecto me preguntaba por qué el comandante del Ayala estaba de comisión en el Zulia junto con su superior inmediato, el comandante de la tercera Brigada de Infantería. Era extraño que el comandante de la principal brigada de Caracas, y el comandante de uno de los batallones con mayor poder de fuego en la capital, hubiesen sido enviados simultáneamente al Zulia para efectuar una inspección por una semana cuando el Presidente estaba en el extranjero. Esa orden solo pudo haber sido dada por Bastardo, el inspector del Ejército o Troconis, el comandante general. Reunión en La Viñeta La residencia de La Viñeta es usada como alojamiento de presidentes extranjeros y personalidades importantes invitadas por el Presidente. Al entrar, noté que allí estaba reunido todo el Alto Mando Militar y a los comandantes de fuerzas incluyendo el general Bastardo. Además estaban presentes el director de la DIM, el almirante Rodríguez Citraro y algunos ministros incluyendo a Carmelo Lauría (ministro de la Secretaría). También noté que la reunión parecía un coctel y no una emergencia, porque todos los asistentes estaban armados con vasos de whisky. Supuse que por el nerviosismo y tensión del momento este brindis era una forma de catarsis. Antes de presentarme al presidente encargado, el general Alliegro me llamó y me dijo que el Dr. Consalvi había ordenado que el interrogatorio al personal del Ayala fuera conducido por su sobrino, el almirante Rodríguez Citraro quien era director de la DIM y el general Heinz por el Comando Estratégico. Esa decisión implicaba que el Comando del Ejército y su Dirección de Inteligencia (que dependía de mi) quedábamos fuera de la investigación. Esa disposición no me sorprendió porque asumí que Bastardo y yo éramos potencialmente sospechosos por haber estado a cargo accidentalmente del Ejército en el momento del incidente. En esas circunstancias uno no debía auto investigarse, pero me

extrañó que Heinz que era superior en la línea de mando del “Ayala” sí lo estuviera haciendo. Al presentarme ante el presidente encargado le di novedades poniéndolo al tanto de la situación. Consalvi me brindó un whisky. La escena me pareció kafkiana por lo absurda. En la Viñeta pude hablar con Bastardo y le comenté la orden presidencial de excluirnos de la investigación. Luego me retiré a mi casa pensativo. En ese momento, ante la disposición de no participar en la investigación, no consideré prudente preguntarle si él había dado la orden de enviar al comandante de la tercera Brigada y al del Batallón Ayala a una inspección en el Zulia. Esa noche me costó trabajo quedarme dormido. En ese incidente había algo que no me cuadraba y decidí preguntarle a Heinz al día siguiente. Él había sido Director de Inteligencia del Ejército y había investigado a los COMACATES. ¿Qué pasó la noche de los tanques? A la mañana siguiente, llamé a Heinz para saber cómo había terminado el interrogatorio. Todos nos preguntábamos qué pasó en el “Ayala”. Esa pregunta todavía no tenía respuesta y al respecto se han tejido muchas conjeturas. Al hablar con Heinz me sorprendió al decirme: —¿Sabías que Santeliz y Chávez estuvieron de visita ayer en el Batallón “Ayala”? Esa noticia fue una revelación. Las unidades militares llevan un estricto control de entradas y salidas de visitantes que se anotan con cédula de identidad y otros detalles en libros a la entrada de las instalaciones. En el argot castrense esos libros se llaman “libros prevención”. En el libro de prevención del Ayala aparecía que Santeliz y Chávez visitaron el cuartel, la cual constituía un indicio claro de que algo tramaban. La visita de ambos oficiales no fue simultánea. Chávez estuvo allí a las diez de la mañana y Santeliz al mediodía. Los dos vinieron a visitar a Soler y se reunieron con él separadamente en privado. Heinz, además, me dijo que durante el día se había corrido el rumor de que el Presidente adelantaría su regreso. Luego de oír los comentarios de Heinz le pregunté cómo había terminado el interrogatorio de Soler. Me respondió que no había dicho nada interesante y que las visitas de Santeliz y Chávez habían sido de carácter personal. Al final, Heinz me dijo que en esos interrogatorios los comentarios más interesantes fueron hechos por el soldado guardia de comando que recibió la llamada del supuesto “general Bastardo”. Versión del guardia de comando Según este soldado, esa tarde el mayor Soler había estado muy nervioso esperando una llamada. Como a las 5:15 PM el mayor salió al baño y durante su ausencia sonó el teléfono. Al atenderlo alguien identificado como el general Bastardo dijo que necesitaba hablar con Soler. Como el mayor no estaba, el supuesto general Bastardo dejó un mensaje extraño que el soldado no entendió bien. Al regresar Soler le notificó de la llamada. Al preguntarle si había dejado un mensaje, el soldado respondió que si no lo había entendido. Entonces Soler preguntó: —¿Dijo lo siguiente?

A continuación enunció otra cosa rara. Confundido el soldado, respondió que el general Bastardo había dicho algo parecido. En ese momento Soler salió corriendo del Comando dando la orden de preparar el convoy para irse a la calle. La rápida salida de ese batallón con su dotación de oficiales completa después de horas de trabajo no tenía sentido. En circunstancias normales, al finalizar las labores de rutina la mayoría de los oficiales se retiran a sus casas, a sus estudios universitarios o a visitar a sus novias. Pero ese día fue diferente. La unidad completa estaba en uniforme de campaña y lista para salir a cumplir una misión. Las tropas tenían su armamento individual con ellos y su carga de guerra completa. Los vehículos estaban equipados y las tropas en estado de alerta esperando órdenes. El comandante del “Ayala” había sido enviado al Zulia. Si hubiera estado presente habría sido detenido. Las declaraciones del guardia de comando indicaban que Soler esperaba una llamada con instrucciones. Su actitud dejó entrever que había una clave pre arreglada para indicar la acción a tomar. Una frase en código indicaría que se debía proceder con el plan previsto. Otra diferente señalaría que el golpe estaba abortado. Solo faltaba saber quién había hecho la llamada y por qué actuó aisladamente el Ayala. Ninguna otra unidad del Ejército o del resto de las FAN lo acompañó, lo cual hacía presumir que había sido un error con las claves. Adicionalmente, el hecho de excluir de la investigación a la Dirección de Inteligencia del Ejército y a la Dirección de Inteligencia Militar indicaba que alguien había convencido a Consalvi para que tomara esa decisión. En ese momento la única persona con poder en Venezuela capaz de darle órdenes era CAP, el candidato presidencial que lideraba las encuestas. Poco después fueron dejados en libertad los oficiales del Batallón “Ayala” que sacaron las tropas, quedando detenido preventivamente solo el mayor Soler. Regresa el presidente Lusinchi En la noche del viernes 28 de octubre de 1988 regresó al país el presidente Lusinchi con su comitiva. El lunes 1º de noviembre tuvimos en la Comandancia del Ejército una reunión del Alto Mando de la fuerza. Allí me enteré de que el Presidente había ordenado que la DIM fuera excluida de la investigación del “Ayala”. Esta decisión dejaba las averiguaciones exclusivamente en manos de Heinz. Este reportaría directamente al ministro de la Defensa, el general Alliegro. Según se nos informó, el candidato CAP había recomendado ese procedimiento para evitar inquietud en la colectividad porque faltaba un mes para las elecciones presidenciales. Heinz fue mi compañero de promoción y lo conocía como un hombre inteligente y muy minucioso. Tenía aptitud y gusto por las labores de inteligencia, pero el Comando Estratégico no contaba con el personal ni los medios para conducir una investigación más allá de Fuerte Tiuna. Como ambos sospechábamos de Chávez nos convertimos en aliados. Desde el comienzo intuimos que en esta conjura estaban involucrados los COMACATES junto con Santeliz y Chávez. También empezamos a darnos cuenta de que la conspiración probablemente se había extendido a buena parte del Ejército. Sobre lo

ocurrido la noche de los tanques aún había muchas incógnitas: ¿Qué fueron a hacer Santeliz y Chávez en el Ayala ese día? ¿Por qué “Rasputín” se presentó al interrogatorio en la Policía Militar? ¿Quién envió a los comandantes de la tercera Brigada y del Batallón Ayala fuera de Caracas? ¿Quién convenció a Carlos Andrés Pérez de que era necesario paralizar la investigación sobre lo ocurrido la noche de los tanques? La mano de Fidel Mis pesquisas indicaban que la posibilidad de que los COMACATES estuvieran involucrados en el caso del “Ayala” era alta. Esa idea no era muy popular entonces. Se notaba que algunos líderes políticos y jefes militares trataban de minimizar la existencia de una conspiración. Años después, luego de pasar a retiro, hablé con el Dr. Consalvi. Él me reveló que CAP el candidato presidencial de AD, lo había llamado la noche de los tanques y le había recomendado quitarle importancia al caso para no crear zozobra antes de las elecciones. También me dijo que había pasado el mensaje a Lusinchi y que este había aceptado la recomendación. Hace algunos años entrevisté al presidente Lusinchi en Miami. Estaba bastante quebrantado de salud y la reunión fue breve. Al preguntarle sobre el caso del “Ayala me dijo que él no había creído en la versión que le dieron y la consideraba un “cuento chino”. En esa reunión me confirmó que CAP recomendó cancelar la investigación y no abrir una averiguación sumarial para evitar rumores de golpe. Antes de despedirme manifestó que siendo Presidente nadie le hizo señalamientos contra Chávez, a pesar de que el último año de su mandato este oficial trabajaba en SECONASEDE, en una oficina dentro del Palacio de Miraflores. CAP tenía buen olfato político, pero no era un experto en inteligencia militar. No sabemos si su decisión fue a “motu proprio” o alguien lo asesoró. En esa época los militares de mayor confianza eran el general de División Ochoa Antich, a quien conocía desde niño y el coronel Herminio Fuenmayor, quien era un militar del entorno íntimo de su amante Cecilia Matos. Ninguno de estos oficiales era próximo al dictador cubano. Sin embargo, algunos de los asesores civiles influyentes en su entorno sí tenían contactos cercanos con Fidel Castro. Uno de ellos era Jesús Carmona, el gran amigo de Chávez. En esa época, además de la logia de Chávez en el Ejército que era la más grande, operaban otros grupos de conspiradores en las Fuerzas Armadas. En la Marina de Guerra y en la Aviación estaban los grupos dirigidos por el contralmirante Hernán Gruber Odremán y el coronel Francisco Visconti Osorio, respectivamente. Este último había reemplazado al teniente Izarra y al general Miguel Ángel González (“El Micky”) cuando ellos pasaron a retiro en la Fuerza Aérea. En esa logia de pilotos estaba el mayor Luis Reyes Reyes, el mismo que había atendido en Barinas, junto con Chávez la escuela de cuadros dirigida por Esteban Ruiz Guevara. A diferencia de Chávez, Reyes fue un conspirador mediocre. En esa época además de la logia de Chávez, había dos grupos de derecha. Uno era el el “combo” del Gen. Moros Ghersi, cuyos miembros eran seguidores de Caldera. Este grupo

no era una logia de conspiradores sino una organización creada por Caldera para tener acceso a información militar. La otra corriente controlada por el general Santiago Ramírez si era una logia golpista de derecha centrada en la Brigada Blindada. Gracias a Santeliz, Chávez había tendido puentes con ambos grupos y los había convencido de que estaba con ellos. Estos dos grupos estaban preocupados por el probable triunfo de CAP, quien lideraba las encuestas a fines de 1998. Para Caldera, el triunfo de CAP pondría en peligro sus posibilidades de ser reelecto dada su edad. Para Santiago ese triunfo era una grave amenaza. Él conocía la estrecha relación que CAP tenía con Ochoa Antich y lo que esto significaba para sus aspiraciones. Estaba seguro de que iba a ascender a general de división en julio de 1988, pero eso no bastaba. Estaba convencido de que para desarrollar sus planes debía ser promovido por delante de Ochoa Antich y nombrado comandante de la primera División de Infantería en el Zulia. Si esas dos condiciones no ocurrían simultáneamente él sería dejado de lado por CAP a favor de Ochoa Antich. La masacre del Caño las Coloradas La presencia de guerrilleros en la frontera hizo que Lusinchi creara a fines de 1987 el Comando Específico “general en jefe José Antonio Páez” (CEJAP). Este organismo era un comando operativo facultado para planificar y ejecutar acciones militares bajo el mando directo del Presidente. La creación del CEJAP estableció un estado de emergencia en la región fronteriza del estado Apure. El sábado 29 de octubre, tres días después de la “noche de los tanques”, e inmediatamente después del regreso de Lusinchi, ocurrió un terrible incidente cerca de la frontera con Colombia. Una patrulla del CEJAP emboscó a un grupo de pescadores en el Caño Las Coloradas del Río Arauca en las cercanías del caserío El Amparo. En el lugar de la emboscada quedaron catorce civiles muertos. Los militares presentaron los cadáveres ante los medios de comunicación como guerrilleros de un grupo colombiano que pretendía sabotear un oleoducto petrolero en las cercanías. Ese caso se convirtió en un escándalo nacional e internacional en materia de violación de los Derechos Humanos. Ese día el presidente Lusinchi se encontró con dos papas calientes en sus manos: la masacre del Amparo y la intrigante salida del Batallón Ayala. El incidente de “Las Coloradas” hizo pasar a un segundo plano el caso del “Ayala. Ante la situación Lusinchi dio órdenes para que la DIM se retirara de la investigación del “Ayala” y se concentrara en la “Masacre del Caño de las Coloradas”. La salida de la DIM de la investigación del Ayala dejo la averiguación en manos de Heinz. Este general no tenía medios para hacerla. La primera orden de Lusinchi fue apartar de la investigación los órganos de inteligencia naturales que incluían la DISIP, la DIM y la Dirección de Inteligencia del Ejército. Esos tres organismos tenían los recursos para hacer las pesquisas adecuadamente. Heinz fue comisionado para hacer la investigación siendo el comandante de la División que encuadraba al Ayala. Este hecho lo ha debido descalificar porque no debía investigarse a

sí mismo. Tres días después vino otra extraña orden presidencial terminando súbitamente con la investigación sobre el caso del “Ayala”. Al final no hubo explicación oficial de lo sucedido. Una versión edulcorada fue puesta a circular por el Gobierno indicando que el incidente había sido un error involuntario. La explicación políticamente correcta fue que todo se debió a una confusión del mayor Soler, quien actuó ingenuamente cumpliendo una orden sin verificar su fuente. Poco después Soler fue dejado en libertad con la condición de que pidiera la baja del Ejército. Se comentó extraoficialmente que el procurador general había recomendado esa acción ya que el mayor Soler no podía seguir detenido. De hacerlo sería una violación de las normativas de protección de los Derechos Humanos. Al incorporarse a la vida civil su caso fue archivado. Para calmar las aguas Lusinchi ordenó cerrar el caso. Esa decisión no resolvió el problema. Solo sirvió para correr la arruga dejando el golpe vivo. Luego de que Chávez asumió la presidencia de la República en 1999, Soler se convirtió en un importante contratista de PDVSA. En esa actividad se hizo multimillonario. Fue su premio por el esfuerzo fallido la noche de los tanques. Conclusión sobre “La noche de los tanques” En 1988 Chávez pensó utilizar el mismo plan diseñado por Santeliz para el golpe abortado en 1982. Ese plan contemplaba ejecutar una asonada cívico-militar aprovechando un viaje del Presidente al exterior. El mandatario sería capturado por la Infantería de Marina al llegar al Aeropuerto Internacional de Maiquetía, mientras unidades militares capturaban el Palacio de Miraflores y otros sitios neurálgicos del país. Con la situación controlada se instalaría un nuevo Gobierno en Miraflores. Al efecto se designaría una Junta de Gobierno cívico-militar. Como CAP tenía previsto regresar el 28 de octubre, los conspiradores decidieron acuartelarse y ponerse en alerta tres días antes. En ese momento se entregó claves para abortar o ejecutar el plan. El miércoles 26 en la tarde Chávez se comunicó con el CA Gruber quien era el Comandante de la Infantería de Marina para coordinar detalles finales. En ese momento Gruber le dijo que participaría solo si era nombrado el jefe de la sublevación. Sorprendido Chávez decidió abortar el golpe. De inmediato alertó a su logia sobre el cambio. La llamada al “Ayala” fue hecha con ese fin, pero Soler se equivocó y asumió que era la orden para proceder a su ejecución. Días más tarde Lusinchi dio por terminada la investigación por recomendación de CAP para evitar zozobra antes de las elecciones. De no haberse suspendido la averiguación es posible que Chávez y Santeliz hubieran sido detenidos.

CAPÍTULO 18

El “Caracazo” CAP, presidente por segunda vez El 4 de diciembre de 1988, dos meses después de “La noche de los tanques” se realizaron elecciones presidenciales y fue electo por segunda vez Carlos Andrés Pérez. En esas elecciones Rafael Caldera fue rechazado por COPEI en las primarias. Su partido escogió a Eduardo Fernández como candidato. A partir de ese momento Caldera empezó a buscar vías tortuosas para llegar al poder nuevamente. En ese momento se le acercaron los hermanos Parsifal y Vinicio De Sola. Para esa época Vinicio ya había establecido contacto con Chávez a quien consideraba un nuevo Pérez Jiménez. En esos contactos convenció a Chávez de la conveniencia de escoger a Caldera como Presidente de una futura Junta de Gobierno. El expresidente tenía una edad avanzada, era prestigioso y se había separado de su partido. Dada su edad, sería un presidente de transición ideal para Chávez. A Maisanta le atrajo la idea y le confesó ser ahijado de Caldera, pero manifestó no haber tenido s contacto con él. En enero de 1989 Vinicio invitó a Caldera a cenar en su casa y le hizo ver que había una conspiración militar en marcha. Le dijo que el líder del complot era uno de sus innumerables ahijados y le insinuó que al triunfar el golpe él podía encabezar la Junta de Gobierno. El viejo político dijo que lo pensaría. A través de su yerno, el coronel Rubén Matías Rojas Pérez, sabía que los cuarteles estaban revueltos. Ante su vacilación Vinicio se ofreció como intermediario con Chávez y Caldera aceptó. Años más tarde, Chávez (luego de llegar a la presidencia) declaró a los medios que Caldera sabía con antelación acerca del golpe que el tramaba. Luego de su triunfo electoral, CAP decidió invitar a Fidel y a otros líderes internacionales de diferentes tendencias para demostrar su amplitud y atractivo político. Se imaginaba que Castro ya era inofensivo, porque estaba debilitado por el declive del poderío soviético. Para CAP la presencia de Fidel era una oportunidad para demostrar que ahora era el quien estaba al timón en la región y no el caudillo caribeño. CAP estaba al corriente de los problemas con el precio del petróleo, pero estaba seguro de que tomando medidas neoliberales sería capaz de hacer crecer de nuevo la economía y volver a la bonanza de su primer Gobierno. Se imaginaba que tendría a un Fidel domesticado en Caracas y podría mostrar al mundo que el futuro estaba en el nuevo orden económico internacional que promovía. En ese momento cometió un grave error de cálculo desconociendo los planes agresivos de Fidel. El viaje de Fidel a Caracas en 1989 Al ser electo, CAP le pidió a Lusinchi que nombrara a Herminio Fuenmayor como jefe de la Secretaría del Ministerio de la Defensa. De esa manera él controlaría a Ítalo del Valle Alliegro hasta su retiro en julio de 1989. CAP recelaba de él porque había oído rumores que ese general estaba conspirando. Cuando Fidel aceptó la invitación a su coronación, Herminio pidió a CAP ser el jefe de la Casa Militar del dictador. Fuenmayor no era

comunista, pero al igual que CAP era un admirador de Fidel. Como Fidel tenía planes secretos, mantuvo a raya a Fuenmayor. Al efecto solicitó a CAP que su seguridad personal fuera resguardada por personal de confianza traído de Cuba. Además pidió que el chequeo aduanal de su comitiva fuese controlado por Orlando García, el pistolero que había sido su espaldero en la Universidad y que sembró como guarda espaldas de CAP en La Habana en 1951. Desde entonces, Orlando García se convirtió en la sombra de CAP y durante su primer Gobierno fue su jefe de seguridad. García al mismo tiempo fungía como informante de Fidel. Fue así como CAP ingenuamente accedió al pedido de Fidel de que su comitiva fuese chequeada en la aduana por Orlando García. A su llegada a Maiquetía la noche del 4 de febrero de 1989, la atención de los medios de comunicación y de los organismos de seguridad del Estado venezolano se volcó sobre Fidel. Mientras esto ocurría, tras bastidores se llevaba a cabo una audaz operación secreta de infiltración. Dentro de la comitiva del líder cubano, además de su guardia personal, venía un grupo de francotiradores que ingresaron con su armamento en Venezuela. Esta operación se hizo sin que los organismos de seguridad del Estado venezolano vigilaran la entrada de los cubanos gracias a las instrucciones impartidas por Orlando García. Entre los escoltas de Fidel que ingresaron al país esa noche entró camuflado como cubano, sin identificarse, Nicolás Maduro, el joven solicitado por el secuestro de William Niehaus desde 1979. Ese incidente ya se había olvidado y este individuo regresó secretamente sin despertar sospechas. Maduro había pasado un largo proceso de formación en Cuba bajo la protección de Pedro Miret, el poderoso comandante cubano y hombre muy cercano a Fidel. Fue así como Maduro regresó a Venezuela con la misión de acercarse a Chávez actuando como topo del G2. La “coronación” de CAP El 5 de febrero de 1989 se efectuó la transmisión de mando de Lusinchi a Pérez con una fastuosa ceremonia sin precedentes en una democracia. Por su boato, este hecho se hizo conocido como la “Coronación” de CAP. La lujosa ceremonia fue planeada para impresionar a los veinte presidentes asistentes, entre ellos destacaban Dan Quayle (el vicepresidente norteamericano), Felipe González (de España), Alan García (del Perú), Virgilio Barco (de Colombia), Fidel Castro (de Cuba), Oscar Arias (el premio Nobel de Costa Rica) y Daniel Ortega (de Nicaragua). La estrella del grupo fue Fidel, quien se robó el show pavoneándose como el triunfador en Angola. Según él la batalla de Cuito Cuanavale contra Suráfrica y la guerrilla de Savimbi fue obra suya y no del general Arnaldo Ochoa. En ese momento nadie podía imaginar que Castro lo fusilaría meses más tarde. En Caracas, Fidel no parecía estar preocupado por la amenaza del desplome económico de la URSS. Más bien parecía una estrella de rock asediado por sus fans. Expresaba gran confianza en sí mismo, pero internamente estaba presionado por la “perestroika” que

amenazaba la existencia del régimen comunista cubano. Los problemas económicos soviéticos hicieron urgente controlar a Venezuela para disfrutar de su ingreso petrolero. Esta vez, a diferencia de 1959, Fidel tenía una carta en la manga. En caso de no obtener ayuda de CAP, la logia de Chávez era su arma y para activarla había traído con su comitiva un detonador secreto. Por su parte, CAP había diseñado su “coronación” faraónica como una vitrina para la “perestroika” latinoamericana que tenía en mente. CAP trató de presentarse ante el mundo como el futuro “pacificador” de Hispanoamérica. Fidel le robó el show con sus alusiones bolivarianas de la unión latinoamericana y un llamado a la lucha contra el imperialismo yanqui. En esa competencia de egos salió fácilmente triunfador Fidel. Pese a los esfuerzos de CAP, Fidel con más carisma y magnetismo fue la vedette del cortejo. La toma del hotel Eurobuilding Luego de pasar la aduana del aeropuerto de Maiquetía sin ser chequeados, los cubanos y su material salieron hacia Caracas en un convoy de autobuses y camiones en dirección al hotel Eurobuilding. Este hotel estaba vacío, porque su construcción no había concluido. El Eurobuilding inconcluso fue entregado tres días antes de la llegada de Fidel a funcionarios del G2 cubano que pagaron su alquiler por adelantado e hicieron exigencias extrañas. Requirieron doscientas habitaciones y pidieron que fuera para su uso exclusivo durante tres días. Al efecto se prohibió la entrada de personal venezolano. Las labores de vigilancia, limpieza e incluso la comida para la delegación estuvieron a cargo de los cubanos. Pese a las medidas de seguridad, fue necesario llamar a personal técnico venezolano para que manejara los equipos del edificio aun sin estrenar. El ingeniero jefe de la construcción, al ser convocado, pudo ver el arsenal almacenado en el salón de fiestas del hotel. Terminada la “coronación”, parte del contingente cubano salió del país, pero un grupo de francotiradores se quedó en Caracas con sus armas. Fuentes de inteligencia informaron desde Maiquetía que habían salido menos cubanos que los que habían ingresado. Nada quedó registrado sobre esa misteriosa visita. Las armas habían desaparecido y estaban ocultas a buen recaudo en algún lugar en Caracas. Los francotiradores que se quedaron estaban divididos en pequeñas unidades formando escuadras de cinco hombres. Antes del regreso de Fidel, estos individuos se dispersaron en casas particulares de Caracas haciéndose invisibles a los órganos de seguridad. Con las armas sobrantes se dotaron a miembros de colectivos radicales y exguerrilleros. Estos grupos formaban fuerzas de choque subversivas que esperaban órdenes para salir a la calle a hacer la revolución. Ahora solo quedaba esperar por la chispa que encendería la sabana. Cuando esto ocurriera sería el detonador que activaría la logia de Chávez para apoderarse de los centros neurálgicos de poder. Se trataba de un plan de acción cívico-militar que sería activado por la esperada explosión social. Los amigos de Fidel

Antes de asumir su segundo mandato, CAP —a sabiendas que la economía sería el talón de Aquiles de su Gobierno— reclutó a jóvenes tecnócratas para su gabinete. Como ninguno de ellos era izquierdista, para balancearlos reclutó a un grupo de izquierdistas admiradores de Fidel. Para coordinar a este grupo dispar nombró como ministro de la Secretaría a Jesús Carmona, hermano menor de su gran amiga Isabel Carmona, la heroína de AD. Carmona se había iniciado en la política en 1959 siendo un izquierdista radical miembro del partido marxista leninista MIR y presidente de la Federación de Centros Universitarios (FCU) de la UCV. Él conocía a Fidel desde que estuvo en México en 1954 viviendo con su hermana Olga (conocida como la poetisa Lucila Velázquez). En esa época el “affaire” de Olga con Fidel estrechó la relación. Al regresar a Cuba, Fidel estableció una buena relación con él y lo invitó a Cuba para entrenarse como guerrillero. Después de pacificarse, Carmona siguió en contacto con el dictador. Se dedicó al derecho y compró una hacienda en Elorza. Con el tiempo, gracias a su hermana y a su amistad con CAP, se convirtió en un importante jefe en AD. En 1985 en Elorza conoció a Chávez cuando este fue comandante del Escamoto Farfán. Reunión con Alí Rodríguez Durante su visita en Venezuela, Fidel verificó informes de inteligencia que había recibido del G2. En ellos se hablaba de que el potencial de un estallido social en Venezuela era muy alto debido a la estrechez económica y porque el presidente saliente Lusinchi había agotado las reservas financieras del país. Esto dejaba a CAP atado de manos para manejar la economía. Para chequear estos informes, Fidel se reunió secretamente en Caracas con algunos seguidores venezolanos. Todos coincidieron en que era inevitable y que solo era cuestión de tiempo. Pese a las malas noticias sobre la economía venezolana, Fidel siguió adelante con su plan para convencer a CAP de trabajar juntos en un proyecto destinado a integrar Hispanoamérica. CAP había hablado en su primer Gobierno de un “Nuevo Orden Económico Internacional” y Fidel pensó que esa idea era un punto de partida para proponerle una asociación secreta. Al efecto, en una reunión privada le pidió apoyo para convertirse en su mecenas reemplazando la URSS. CAP adujo que la economía de Venezuela no estaba en condiciones de brindar una ayuda de esa magnitud y le recomendó cambiar el rumbo del modelo socialista cubano hacia una economía de mercado y hacer elecciones libres. Esa respuesta fue una declaración de guerra. Antes de regresar a La Habana, Fidel se reunió con Alí Rodríguez. “Fausto” le informó que los preparativos para el golpe de Estado estaban adelantados, pero que había que esperar a fines de 1990 hasta que un número mínimo de cargos de segundos comandantes de batallón estuvieran en manos de la logia. Alí también le dijo que los grupos subversivos civiles que controlaban participarían en el esperado estallido social. Luego de oír estos reportes Fidel estaba molesto. Él estaba a punto de perder el subsidio soviético y necesitaba hacer algo en Venezuela de inmediato. Entretanto el ingenuo CAP arrobado por Fidel, ordenó cambiar la política de la Cancillería venezolana hacia Cuba sin

tener idea del contrabando que Fidel había introducido en el país y menos de sus aviesas intenciones. El barril de pólvora CAP tenía la seguridad de que podría superar las dificultades económicas gracias a las medidas económicas neoliberales que pondría en práctica. En materia militar existían rumores que había que acallar de inmediato. Jesús Carmona lo convenció que lo del Batallón “Ayala” fue un estúpido error del mayor Soler y que los que hablaban de conspiraciones estaban equivocados. CAP aceptó que su tarea era generar confianza y dar la sensación de que todo estaba bajo control. Para comenzar anunció que no haría cambios en el Alto Mando Militar al asumir el poder. Así el ministro de la Defensa Alliegro, los comandantes de Fuerza y el director de Inteligencia Militar fueron ratificados en sus cargos hasta julio de 1989. Desde antes de la “coronación”, el alto potencial de un estallido social en Venezuela a causa de la crisis económica era conocido. Los estados mayores de las FAN lo habían analizado y lo venían alertando. El pueblo se había empobrecido por la caída del petróleo de $40 en 1979 a $17 por barril en apenas una década. En las primeras semanas del segundo mandato de CAP, los servicios de inteligencia militar registraron un ambiente pre revolucionario en las calles. No era un secreto que un detonador impredecible podría originar un estallido social. En las Fuerzas Armadas varios análisis de inteligencia alertaban sobre esa posibilidad. Lusinchi estaba al tanto y capeó el temporal gastando todas las reservas de divisas del país para poder terminar su mandato. Según sus propias palabras, al entregar el poder “La botija estaba vacía”. La baja del crudo, la ineficiencia y la corrupción minaron profundamente al sistema de partidos en Venezuela. El presidente Pérez sabía de la gravedad de la situación, pero sus asesores le habían convencido de que con algunas medidas económicas de shock podría ganar tiempo mientras el mercado petrolero cambiaba de rumbo. La apuesta de Fidel era a la inversa. El G2 cubano le había hecho ver al dictador que la situación en Venezuela era grave y que había que aprovecharla. De la economía controlada a la de mercado En la primera reunión de su gabinete, Pérez dio la orden a los ministros de economía de poner en práctica el proyecto neoliberal. Las presiones del FMI y la crisis de la deuda estaban en el horizonte y había que dar un golpe de timón. Entretanto los ministros políticos, muchos de ellos izquierdistas radicales, no estaban de acuerdo con las medidas de austeridad planeadas. Los nuevos ministros tecnócratas eran discípulos de la Escuela de Chicago y antikeynesianos. El modelo de sustitución de importaciones quedó convertido en chatarra. A todas estas, el grueso de la población esperaba una repetición de la Venezuela Saudita pero pronto se dieron cuenta de que la “Gran Venezuela” no se repetiría. CAP no tenía dinero para seguir siendo populista en 1989 y tenía que hacer un ajuste estructural de la economía. Los ministros izquierdistas estaban en contra del viraje

y trataban de sabotearlo. Una de las medidas más sensitivas fue el aumento del precio de la gasolina, considerado un tabú en Venezuela, donde todo puede subir menos el precio del combustible. Adicionalmente el plan contemplaba afectar algunas vacas sagradas como la liberación de los tipos de cambio, la disminución de las industrias protegidas, la desregulación de los precios y la disminución de los subsidios. Tales acciones eran una herejía en un país petrolero gobernado por populistas. Tal vez esas decisiones eran necesarias, pero debían aplicarse paulatinamente y ser explicadas a la ciudadanía. Esto no se hizo porque no había tiempo y la economía podía colapsar. Los ministros neoliberales convencieron a CAP de emplear lo que los economistas llaman “tratamiento de choque”. Ese es el paquete promovido por los “Chicago boys”. El objetivo era pasar rápidamente de una economía controlada por el Estado a una de mercado. Esta solución obvió los aspectos políticos y las resistencias de los ministros izquierdistas. CAP hizo una alocución al país el 17 de febrero de 1989 anunciando un plan de austeridad impuesto el FMI como condición para obtener un préstamo de $4,500 millones. A partir de ese momento el plan empezó a llamarse despectivamente “el paquetazo”. Entre las principales medidas de austeridad estaba un aumento del 100% de la gasolina y 30% al transporte urbano. Al terminar de hablar el mandatario, ya se sentía una desaprobación generalizada. El plan de Fidel Cuando Fidel entró en el juego golpista propuso cambiar el plan original de alzamiento militar tradicional a una revuelta popular al estilo del Bogotazo en 1948. El plan de Castro fue formulado por Manuel Piñeiro, el jefe del Departamento de Las Américas y por ello fue conocido como “Plan Barbarroja. En este plan Douglas Bravo sería ignorado y el detonador sería una explosión social que ellos generarían en Caracas. En esa revuelta los grupos subversivos sacarían a la calle a la gente pobre a saquear y los francotiradores de Fidel enfrentarían a las fuerzas policiales enviados a controlarla. Cuando las fuerzas militares salieran a enfrentar a las turbas empleando el Plan Ávila, la logia de Chávez tomaría el control de las unidades del Ejército y marcharía sobre el palacio de Miraflores en una versión moderna de la Toma de la Bastilla. Cuando Chávez supo de ese proyecto no estuvo de acuerdo y se lo hizo ver a “Harold”. La participación de civiles no le agradaba porque que se perdería la unidad del comando y sería muy difícil de controlar. El echar a un lado abruptamente a Douglas tampoco le gustaba. Por muchos años creyó que la jefatura del movimiento la tenía Douglas Bravo, pero ahora Alí Rodríguez indicaba que Fidel tomaría el control. Los ajustes de última hora lo hacían sentir engañado porque además no le pedían opinión. Esta actitud autoritaria de Castro le molestó porque pensaba que por tener la responsabilidad principal en la operación, debía ser consultado. La presencia de francotiradores cubanos sobre los cuales no tendría control le incomodaba. Finalmente de activarse el Plan Ávila en ese momento

no estaba en capacidad de cumplir con su nuevo rol porque no tenía suficientes mayores de su logia en posiciones de comando en los batallones. En síntesis no estaba de acuerdo con la idea de Fidel porque no era viable y era necesario esperar y cambiar el plan. Lo que no sabían ni Fidel, ni Chávez es que la explosión social los tomaría por sorpresa. La explosión social ocurre El lunes 17 de febrero de 1989 al producirse el aumento de los precios del transporte en la ciudad de Guarenas (cercana a Caracas) saltó la chispa que originó la violencia. Rápidamente un tsunami de descontento popular hizo bajar de los cerros de Caracas a buena parte de su población para saquear los comercios. La explosión social sorprendió al gobierno de CAP, a los militares, las fuerzas del orden público y a los comunistas que la habían estado empollando. Alí Rodríguez fue sorprendido por la velocidad de los acontecimientos y se molestó cuando Chávez le informó que sus seguidores en el Ejército no estaban listos para ejecutar el plan. Pese a estos inconvenientes, se dio la orden a los francotiradores de recoger sus armas y ocupar sus posiciones de combate preestablecidas. Una vez instalados en las azoteas de algunos edificios en puntos críticos de Caracas dispararon a mansalva contra los policías y guardias nacionales que salieron inicialmente a reprimir los disturbios. Pronto la policía y la Guardia Nacional pidieron refuerzos para enfrentar a los francotiradores y a la marea de saqueadores que bajaba de los cerros. Esto requería la puesta en práctica del Plan Ávila, que fue diseñado para enfrentar situaciones de orden público que desbordaran a la Policía y Guardia Nacional. Pero lo ocurrido en Caracas por su enorme magnitud y la participación de los francotiradores de Fidel fue algo impredecible. Lo ocurrido no fueron disturbios sino el equivalente venezolano de combate en localidades. Las fuerzas de orden público fueron incapaces de enfrentar esta situación y los militares fueron llamados a intervenir. En ese momento se asignó la responsabilidad al Comando Estratégico del Ejército bajo el mando del Gen. Heinz. Sobre él en la línea de mando estaba el ministro de la Defensa, el general Alliegro y por encima de todos CAP. El 28 de febrero el Presidente ante la magnitud de la conflagración fue obligado a suspender las garantías ciudadanas y establecer la ley marcial y el toque de queda. El Ejército sale a las calles Cuando el frenesí de la violencia social estalló yo era el jefe del Estado Mayor del Ejército y tercero en la línea de mando de esa organización castrense. Ese es un cargo de planificación y control sin comando de tropas. En el Comando del Ejército teníamos información de lo que pasaba en la calle, pero esperábamos órdenes del Presidente. Después de interminables horas de vacilaciones, CAP ordenó la salida de las tropas del Ejército a la calle para restaurar el orden. También decidió que el comando de la operación en Caracas estuviera a cargo del general Heinz, quien era el jefe del Comando Estratégico, la División acantonada en Caracas. Heinz reportaba directamente al ministro de la Defensa Del Valle Alliegro. Esa disposición presidencial dejó al Ejército al margen de la línea de mando como estaba previsto doctrinariamente. En ese momento el Ejército

quedó como una organización administrativa prestando apoyo logístico a las operaciones. Cuando se dio la orden de enviar tropas a la calle no se conocía la magnitud de la explosión social, ni la existencia de francotiradores cubanos, ni de colectivos civiles armados con armas de guerra. Los jefes militares creyeron tener al frente un problema de orden público convencional fácil de dominar. Fidel les tenía una sorpresa. Cuando las tropas salieron de Fuerte Tiuna recibieron fuego graneado de francotiradores, desde edificios elevados en el Barrio El Valle contra Fuerte Tiuna. A los pocos minutos teníamos muchas bajas. Chávez y el Caracazo El 27 de febrero de 1992 el mayor Chávez trabajaba en el Palacio de Miraflores y su oficina era cercana a la del Presidente. Maisanta había llegado al palacio en agosto de 1988 como ayudante del Gen. Rodríguez Ochoa, el director de la Secretaría de Seguridad y Defensa (SECONASEDE). Ese año fue enviado a un curso de Asuntos Civiles Internacionales celebrado en Guatemala. Al regresar, luego del triunfo de CAP, no se imaginaba que el estallido fuese a ocurrir tan temprano. Los planes subversivos preveían un estallido social en la segunda mitad de 1990. Chávez fue sorprendido al iniciarse los disturbios del “Caracazo”. Al darse cuenta de lo que estaba ocurriendo y de la magnitud del movimiento trató de comunicarse con algunos miembros de su logia y se dio cuenta que poco podía hacer. De todas maneras decidió ir al lugar seleccionado como puesto de comando cuando ocurriera la esperada explosión social. Antes de salir se presentó al Gen. Rodriguez y le dijo que tenía síntomas de lechina pidiendo permiso para ir a su casa. A la salida de Miraflores se encontró con Beatrice Rangel, quien era la viceministra de la Secretaría de la Presidencia. Al verlo, ella le preguntó qué pasaba. Chávez le aconsejó que no saliera del Palacio porque corría peligro ante la presencia de francotiradores y luego se marchó. Años más tarde su amante comunista Herma Marksman relató que durante el “Caracazo” estuvo acuartelada con Chávez y varios operadores de comunicaciones en un pent house de las Torres de Parque Central, desde donde se dominaba buena parte de Caracas incluyendo Miraflores. Allí estuvo varios días tratando de controlar sin éxito la barahúnda que pasaba a través de su red de teléfonos y radios. Ante el alud de violencia que se desató, Chávez no pudo activar su plan. Lo intempestivo del Caracazo y su magnitud hizo imposible que el plan de Fidel se realizase. Por su parte, las tropas regulares en las calles tuvieron que actuar en defensa propia luchando por sus vidas y no estaban en condiciones de cumplir instrucciones de Chávez. En los enfrentamientos, el mayor Felipe Antonio Acosta Carlés quien era uno de los líderes de la logia golpista fue asesinado por francotiradores. El fallecido quien era uno de tres hermanos militares miembros de la logia se había ofrecido como voluntario para la operación donde encontró la muerte. El “Plan Barbarroja” fue un fracaso y Chávez le hizo saber a Harold que en el futuro habría que utilizar el plan que él tenía elaborado. La situación es controlada

La delicada situación hizo necesario el empleo masivo de las FAN. Soldados del Ejército no entrenados para operaciones de combate en localidades fueron enviados a patrullar y enfrentar francotiradores. En esa operación las tropas actuaron en defensa propia como soldados en combate. En el intercambio de fuego algunos comandantes de unidades perdieron el control y la disciplina de fuego sufrió. Algunos reclutas novatos al verse atacados dispararon sin orden. Como resultado se produjeron no solo bajas entre los combatientes sino también muchas víctimas civiles inocentes. El número oscila, según quien los cuente, entre doscientos cincuenta y tres mil muertos. Al final del día el Ejército contabilizó oficialmente doscientos setenta y seis fallecidos. La paz ciudadana fue restablecida a un costo muy elevado. Una de las víctimas fue el cacareado carisma de CAP que se hizo añicos tres semanas después de su coronación. Luego de varios días de limpieza de los nidos de francotiradores, las tropas leales impusieron el orden. La revolución se quebró y Chávez reapareció en Miraflores sin despertar sospechas. En medio del caos, Douglas Bravo no se dio cuenta de que lo habían puesto a un lado. La nueva situación obligaba a utilizar un plan distinto para el futuro intento de golpe. La izquierda acusaba al presidente Pérez, al ministro Alliegro y al general Heinz de la masacre provocada por los francotiradores. La rapidez con que ocurrieron los hechos sorprendió a los conspiradores antes de estar listos. Aunque los francotiradores causaron serios daños y los comunistas lanzaron a sus bandas armadas a la calle para saquear como estaba previsto, la logia de Chávez no pudo actuar. Los militares leales comandados por Heinz controlaron la situación a un alto costo. Los planes de Castro fallaron, pero la proyectada sublevación militar siguió con vida. La próxima vez Chávez haría las cosas a su manera. Luego del fracaso del plan “Barbarroja”, el interés de Fidel se centró en el inminente colapso soviético y en eliminar la amenaza del general Arnaldo Ochoa, en héroe de Cuito Cuanavale. Mientras Venezuela se recuperaba del impacto del “Caracazo”, Nicolás Maduro fue infiltrado en el Metro con la misión de organizar y controlar el sindicato de esa empresa. Ese medio de transporte masivo estaba en los planes de atentados terroristas para apoyar un golpe de Estado. Entretanto la actividad dentro de las Fuerzas Armadas fue tomando su ritmo normal. Se acercaba la época de los ascensos y retiros en las FAN. En junio de 1989 llegó a su clímax la intriga entre los generales que aspiraban a ocupar los cargos más importantes en la institución armada

Capítulo 19

Chávez y su logia son detenidos Lula aparece en el radar En marzo de 1989, Fidel, preocupado por los avances de la Perestroika, invitó a Lula a una reunión en La Habana. Castro intuía que estaba próximo el colapso de la URSS y tenía un plan ante esa eventualidad. Fidel le hizo ver a Lula que ambos controlaban la izquierda en sus áreas de influencia y debían aliarse para controlar América Latina. Entre ambos podían construir un movimiento poderoso capaz de llenar el vacío que dejaban los soviéticos. El cubano temía que Lula le arrebatara el liderazgo de la revolución en Hispanoamérica. Dado el peso de Brasil, el pasaría a ser el segundo violín de la orquesta revolucionaria. Para Fidel, con su enorme ego el acuerdo con Lula solo era aceptable si mantenía el dominio sobre la izquierda hispanoparlante y podía seguir desarrollando su proyecto de la “Patria Grande”. Por ello Fidel prometió aliarse si se respetaba su área de influencia y se le permitía ejecutar un plan que tenía listo en Venezuela para ese año. De esa manera serían dos socios iguales. En esa reunión no hubo acuerdo y quedaron a reunirse más adelante. Ronald Reagan ante la Puerta de Brandenburgo En junio de 1989 se realizó la 19a Conferencia del Partido Comunista Soviético. Aún estaba fresca la frase del presidente norteamericano Ronald Reagan ante la Puerta de Brandeburgo diciendo: “¡Sr. Gorbachov, tumbe ese muro!” Al terminar esa reunión era claro que no solo debía derrumbarse el muro de Berlín, sino cambiar el modelo comunista que había arruinado la URSS. Al hacerse pública la decisión, Fidel vio una amenaza mortal, pero Lula avizoró una oportunidad. Lula era un sindicalista socialista líder del “Partido de Los Trabajadores” (PT). Su figura estaba en ascenso pero no tenía el prestigio de Fidel. Al restablecerse la democracia en Brasil en 1986, su partido se convirtió en el principal grupo de izquierda y la estrella de Lula empezó a elevarse. En las elecciones municipales de ese año el PT ganó 36 alcaldías incluyendo la de Sao Paulo. En ese momento Lula apareció en el radar de Fidel. Ante estos resultados, Lula se lanzó como candidato en las elecciones presidenciales de diciembre de 1989. Soy nombrado Comandante del Ejército En Venezuela la mayoría de los nombramientos militares se hacen a comienzos de julio en ocasión de la celebración de la declaración de Independencia. El domingo 2 de julio de 1989 me quedaban dos años de servicio y estaba a la espera de la decisión presidencial sobre el nuevo comandante del Ejército. Para entonces se rumoraba que el general de división de la Fuerza Aérea, Filmo López, sería el nuevo Ministro de la Defensa y Troconis pasaría a ser el jefe del Estado Mayor Conjunto. De ocurrir esto quedaría libre el puesto de Troconis Peraza y yo era uno de los posibles sucesores. Para matar el tiempo de espera me fui al cine. En medio de la película un escolta se me acercó para decirme que

tenía una llamada del presidente. Fuera del teatro oí la voz del mandatario, quien luego de los saludos de rigor me dijo: —General he decidido nombrarlo comandante del Ejército. Prepárese para recibir ese cargo. Lo invito a desayunar mañana para darle mis lineamientos. Sorprendido ante la noticia apenas tuve tiempo de darle las gracias. Estaba feliz al lograr el objetivo deseado desde que entré a la Academia Militar, pero sabía que me esperaban situaciones difíciles. Estaba seguro de que había un golpe en marcha y me proponía impedirlo. El nuevo Alto Mando Al día siguiente, acudí a desayunar con el Presidente en Miraflores. Aunque CAP era del estado Táchira en los Andes como yo, no había tenido una relación cercana con él. El encuentro fue cordial pero formal. A mí me dio la impresión de que quería mantener distancia. Esa actitud distante con desconocidos es común entre la gente proveniente de los Andes. Como esperaba, CAP me informó que el nuevo Ministro de la Defensa sería el general de división de la aviación Filmo López y que Troconis pasaría al cargo de jefe del Estado Mayor Conjunto en el Ministerio de la Defensa. Yo sabía que López era un oficial de la Fuerza Aérea que había sido edecán presidencial en su primer gobierno de CAP y era amigo de infancia de Cecilia Matos. Luego me dijo quiénes serían los otros tres comandantes de Fuerza y noté que dos de ellos también habían sido sus edecanes. Posteriormente me enteré de que Troconis no había aceptado el cargo ofrecido y pidió la baja. A continuación, CAP me comunicó que había decidido nombrar a los generales de división que formarían conmigo el Alto Mando del Ejército. Al efecto indicó que el inspector sería el Gen. Heinz y el jefe de Estado Mayor, el Gen. Santiago Ramírez. El Gen. Ochoa Antich reemplazaría a Heinz en el Comando Estratégico en Fuerte Tiuna y el Gen. Rangel Rojas ocuparía el cargo de Ochoa como comandante de la 1ª División de Infantería en Maracaibo. Heinz era compañero de promoción, gran amigo mío y excelente oficial. Había sido director de Inteligencia del Ejército y había investigado la salida del Batallón Ayala el año anterior. Luego comandó la operaron durante el Caracazo. Su nombramiento me gustó porque compartíamos la creencia de que había una conspiración en marcha en el Ejército. Santiago fue nombrado jefe del Estado Mayor del Ejército. Además de ser muy cercano a mí era el primero del curso de la promoción que me seguía. Ochoa Antich era el segundo en antigüedad en ese grupo y también era buen amigo mío. Las sospechas que hubo contra ellos a comienzos de los años 80 no fueron confirmadas. Los generales Narváez Pérez y Machado Santana habían pasado a retiro y la gente se olvidó del tema. Al ganar las elecciones el socialdemócrata Lusinchi en diciembre de 1983, los recelos se esfumaron y tanto Santiago como Ochoa y Santeliz continuaron su carrera normalmente ascendiendo a generales. Antes de retirarme expuse a CAP lo que pensaba hacer en mi

nuevo cargo. Al final mencioné los rumores sobre los COMACATES y noté que el tema le incomodaba cuando me dijo: —General, esos son rumores sin fundamento—, luego me invitó a desayunar. CAP no creía en conspiraciones Al final del desayuno le mencioné nuevamente el delicado tema de la conspiración porque lo consideraba muy importante. Al hacerlo noté que el Presidente no se sentía confortable con el asunto, pero me dejó hablar. Le hice ver que la salida de los tanques del Ayala era una clara señal de que los COMACATES estaban activos y tramaban algo. Le di la información que me hacía sospechar sobre la posible intervención de Fidel Castro en el Caracazo. Me respondió que no creía esa historia, porque era amigo de Fidel y sabía que no le podía hacer esa trastada. Antes de retirarme, CAP me aconsejo que no sobredimensionara la amenaza. Él tenía sus propias fuentes de información que le aseguraban que no había nada que temer. Luego me dijo que para investigar los rumores había designado como jefe de la Dirección de Inteligencia Militar (DIM) al general Herminio Fuenmayor y como jefe de la Dirección de Inteligencia del Ejército al general de brigada Alexis Sánchez Paz. Según CAP ambos eran calificados expertos en inteligencia y Fuenmayor se dirigiría la investigación. Esa información me sorprendió porque Fuenmayor, mi compañero de promoción, no era experto en inteligencia pero sí hombre de absoluta confianza del presidente y de Cecilia Matos. Herminio fue edecán de CAP en su primer mandato y luego pasó diez años viviendo en el extranjero en cargos diplomáticos. Como tenía quince años fuera del medio militar no sabía nada sobre la logia de Chávez. La designación de Sánchez Paz me preocupó aún más. Posiblemente CAP no estaba al tanto de su pasado y no sabía quién lo había recomendado. Presintiendo que estaba moviéndome en un campo minado no consideré prudente emitir opinión. Al despedirme, CAP me dijo: —General, siga investigando. Si tiene información nueva y pruebas sobre el tema puede llamarme directamente por el teléfono interministerial. En ruta hacia el Comando del Ejército decidí investigar discretamente la logia de Chávez. Respetaba las ideas del Presidente pero en relación a los COMACATES estaba equivocado. Ahora con Heinz como mi segundo podía hacer un buen equipo para enfrentar esa amenaza. Como desconfiaba de Sánchez Paz decidí mantener la red de inteligencia informal que había establecido. El general Alexis Sánchez Paz Como sabía que Santiago era muy amigo de Sánchez Paz asumí que había propuesto al nuevo director de Inteligencia del Ejército a través del general Fuenmayor. Sánchez Paz era un acreditado paracaidista con prestigio como combatiente antiguerrillero pero había algo en él que me preocupaba. Ese general había sufrido años atrás una lesión en la espalda al lanzarse de un helicóptero y a raíz de ese accidente padecía fuertes dolores de espalda que calmaba con morfina. Su adicción aunque era por prescripción médica me

causaba desazón. Al llegar a mí puesto de mando llame a Santiago, quien tenía directamente bajo su mando a Sánchez Paz. Al expresarle mi aprensión por el nombramiento de este para la Dirección de Inteligencia del Ejército, se comprometió personalmente a supervisarlo de cerca indicando que lo tendría bajo su responsabilidad personal. Su actitud me tranquilizó, pero decidí que discretamente lo tendría vigilado por medio de mi red de inteligencia paralela. El Gen. Santiago Ramírez era mi gran amigo. De él me preocupaba su ambición y el odio que destilaba contra Ochoa a quien calificaba de traidor. En ese momento no sabía que había hecho una alianza con Fuenmayor y Cecilia Matos para asegurarse de que él fuera nombrado comandante del Ejército al año siguiente. Según sus planes, en julio de 1990 yo iría a otro cargo y el ex edecán de CAP, el almirante Jurado Toro pasaría del Comando de la Marina a ser ministro de la Defensa. Desde el Comando del Ejército Santiago ejecutaría su golpe. El general Fuenmayor y el nuevo ministro de la Defensa Filmo López habían sido vecinos de Cecilia Matos en el barrio del Saladillo en Maracaibo. Cecilia a su vez era muy amiga de Gardenia Martínez, la representante de Margold C. A., una empresa vendedora de armas que había hecho importantes negocios con el Ejército. Sus últimos contratos fueron parte del plan de adquisiciones ejecutado a raíz de la entrada de la corbeta Caldas al Lago de Maracaibo. Gardenia era la amante de Orlando García, el cubano jefe de seguridad de CAP infiltrado por Fidel. El Gen. Arnaldo Ochoa es ejecutado Además de la presión soviética, Fidel tenía otras preocupaciones. El general Arnaldo Ochoa, el héroe de Angola, había regresado a la isla y su popularidad le inquietaba. Este general era un héroe de la revolución, prestigioso veterano de campañas en Angola, Etiopía, Venezuela y Nicaragua. Además era miembro del Comité Central del Partido Comunista. Desde el caso del Comandante Huber Matos, quien rompió con la revolución, Fidel no había visto amenazado su mandato. No hay nada más peligroso para un Presidente que un general victorioso que conoce información confidencial. Arnaldo Ochoa sabía que Fidel intercambiaba secretamente con el Cartel de Medellín armas por dinero y drogas. En esta turbia negociación estaba incluida la autorización para el aterrizaje en Cuba de aviones y cargados con cocaína para ser transferidos luego en lanchas rápidas a los EE.UU. Fidel había apelado a esta fuente de ingresos para compensar la rebaja del subsidio soviético. En ese comercio ilegal, Castro entregaba fusiles Kalashnikov, munición y otros pertrechos traídos como botín de guerra del África. El Gen. Ochoa sabía de este tráfico y trató de hacer otro tanto a su regreso del África, a espaldas de Fidel. Lo peor es que se rumoraba que Ochoa tenía ambiciones presidenciales. Al enterarse de las andanzas de ese general Fidel aprovechó para desembarazarse de él y sus secuaces urdiendo uno de sus maquiavélicos ardides. En junio de 1989 designó a Ochoa para el comando del Ejército de Oriente convirtiéndolo en

el tercer hombre en la línea de mando en la isla después de los Castro. Antes de nombrarlo Fidel ordenó al G2 documentar un caso de corrupción y traición en su contra. Esto no fue difícil porque Ochoa había estado envuelto en negocios turbios, incluyendo narcotráfico, lavado de dinero, tráfico de diamantes y marfil. Antes de recibir ese cargo, su destino ya estaba decidido. Fidel lo rodeó con hombres de su confianza que lo acusaron de varios delitos reales o imaginados. Las acusaciones más graves incluían tráfico de drogas con las FARC, traición y corrupción. Hecho esto ordenó el arresto y fusilamiento de Ochoa el 13 de julio de 1989. Luego del juicio a Ochoa el corte del subsidio soviético creó una situación desesperada en Cuba. El 26 de julio de ese año, durante la conmemoración de un nuevo aniversario del fallido asalto al Cuartel Moncada, Castro apareció desencajado en televisión arengando a su pueblo. En la parte culminante de ese discurso dijo desafiante: —Si la URSS llegase a caer, si un d ía nos despertáramos con la noticia de que la URSS se desintegró, aun en esas circunstancias Cuba y la revolución cubana seguirían luchando13. En ese momento ya Fidel había tomado la decisión de promover un golpe en Venezuela a finales de 1989. En esa asonada participarían los francotiradores que había infiltrado en Venezuela, los mismos que participaron en los sucesos del 27 de febrero. 13. Zago, Angela, La rebelión de los ángeles, Earp Ediciones, Caracas p 142

Madriz descubre que Brett es comunista Luego de la crisis de la corbeta “Caldas”, el Presidente Lusinchi ordenó reforzar la frontera noroccidental para disuadir a los colombianos de no intentar de nuevo entrar sin autorización al Golfo de Venezuela. Al efecto varias unidades blindadas fueron desplazadas al área y se aumentó el número de oficiales de inteligencia en la región. En medio de estos reajustes el recién ascendido mayor Madriz fue transferido al Grupo de Caballería Mecanizado “Francisco Esteban Gómez” en Paraguaipoa, en el Estado Zulia cerca de la frontera con Colombia. Para entonces Madriz seguía siendo parte de la logia de Chávez y como tal fue encargado de supervisar esas actividades en su área de responsabilidad. Antes de recibir su nombramiento Madriz, quien era un oficial de inteligencia formado en la DIM, había detectado que Brett se reunía con gente de izquierda cercana a la Liga Socialista y Bandera Roja. Para comprobar sus sospechas para darle confianza le mintió diciendo que él era marxista antes de entrar a la Academia Militar, desde que era alumno del liceo militar “Ayacucho”. El mayor retirado mordió el anzuelo y empezó a hablar confesando ser miembro del PCV y muy cercano a Douglas Bravo desde la época de la resistencia contra el Gen. Pérez Jiménez. Esta revelación preocupó a Madriz. En pláticas posteriores Brett le confesó a Madriz otros detalles sobre el movimiento subversivo. Brett le reveló que el coordinador nacional de la subversión civil era Rodríguez Araque y que entre sus colaboradores estaban Pablo Medina y Gabriel Puerta Aponte. Brett le dio a entender que aunque se decía que Douglas era el jefe del movimiento, tras bastidores el director supremo era Fidel Castro. Chávez era solo el jefe militar de una conspiración

cívico-militar que daría inicialmente la cara para evitar reacciones de los EE.UU. Esta revelación fue una bomba para Madriz, quien se había unido a Chávez pensando que era nacionalista. El día en que se despidió Madriz de Brett, este le dijo que luego del derrocamiento de CAP habría fusilamientos similares a los de Fidel Castro en Cuba en 1959. Brett le confesó que él estaría encargado del papel que jugó “El Che” Guevara en esa oportunidad y le pidió a Madriz que fuera su lugarteniente. Esta oferta empujó a Madriz a denunciar a Chávez. Al recibir cargo en Paraguaipoa en septiembre del 89, Madriz se enteró de una serie de actividades que desarrollaba la logia de Chávez en la frontera que dejaban en evidencia sus conexiones con las guerrillas comunistas de las FARC y con subversivos de ultra izquierda venezolanos. Una vez que tuvo claro el cuadro que se planteaba en Paraguaipoa pidió a su comandante de batallón el Tcnel. Milton Abreu, quien había sido su jefe en la DIM, para hablar con el Comandante del Ejército. En ese momento solo le dijo que tenía una denuncia en relación con traficantes de drogas en la zona. De esa manera no reveló su verdadera intención. Él había oído rumores que yo andaba tras la pista de los COMACATES y tal vez podría interesarme en su denuncia. Abreu pasó la solicitud al comandante de División el Gen. Rangel Rojas. Al oírlo Rangel no quedó del todo satisfecho y al pasar la solicitud de Madriz a Caracas decidió acompañarlo para saber de qué se trataba. El incidente con traficantes de droga Siendo yo jefe de Estado Mayor del Ejército nombré a un coronel de mi confianza en la Dirección de Inteligencia de esa Fuerza. A este oficial lo mantuve en ese cargo luego de asumir el Comando del Ejército en 1989 y fue pieza importante de mi red paralela de inteligencia. Por razones de seguridad personal, este ciudadano, quien vive en Venezuela, pidió mantener su nombre en reserva. A través de él manejaba mi minúscula pero eficiente red, con la cual incluso penetré la logia de Chávez y me mantenía informado. El nombre en clave de ese coronel era “Paul”. A fines de septiembre de 1989 hice una gira para visitar las unidades del Ejército. En ese recorrido pasé más de una semana viajando por todo el país. A mi regreso “Paul” me reportó haber detectado ciertas acciones extrañas de Santiago y Sánchez Paz. Esas actividades le inclinaban a sospechar que ambos tenían contactos con los COMACATES. Me dijo que esperaba confirmar algunos datos para presentarme un informe completo. Esa noticia me sobresaltó porque hasta entonces consideraba a Santiago un amigo incondicional. En esa oportunidad, “Paul” me preguntó si Santiago había informado sobre un incidente ocurrido en la Dirección de Inteligencia del Ejército durante mi viaje. El coronel me indicó que una filtración había echado por tierra un operativo que montaba la Guardia Nacional para capturar una banda de narcotraficantes con un importante cargamento de drogas. También me dijo que tenía información no confirmada de conexiones entre oficiales

subalternos y narcotraficantes en Paraguaipoa, Estado Zulia. Esas investigaciones no habían sido reportadas por Santiago. Dado lo delicado del tema he debido ser informado de inmediato. Para enterarme del asunto llamé a Santiago. Como no estaba ordené que Sánchez Paz viniera a mi despacho. Este me indicó que durante mi ausencia un informante había pasado datos sobre una banda de narcotraficantes. Él solicitó permiso a Santiago para capturarlos y fue autorizado. Poco después había dirigido una operación que fue detectada por los criminales quienes se dieron a la fuga. Ante esa respuesta le dije que eso no era función del Ejército y que hemos debido pasar ese reporte a la Guardia Nacional que era la Fuerza encargada de esas operaciones. Él manifestó que no conocía ese procedimiento, lo cual no me pareció creíble. Horas más tarde Santiago me confirmó el hecho. Al preguntarle por qué no lo había reportado respondió que no le dio importancia por considerarlo un hecho de poca monta. Esa razón no me convenció y puse en tela de juicio su actitud. Pese a mis recelos, le di el beneficio de la duda. Otra explicación era impensable. Para limar asperezas llamé al comandante de la Guardia Nacional, el general de división Manuel Ibedaca. Poco después de ese extraño hecho ocurrió un incidente preocupante que me obligó a tomar medidas drásticas. La denuncia de Heinz y Ochoa A finales de septiembre de 1989 me visitaron intempestivamente oficina los generales Heinz y Ochoa Antich. Al llegar dijeron tener pruebas de que el general Sánchez Paz les había sembrado agentes entre sus guardias para espiarlos. Al oir esto ordené a Sánchez Paz presentarse a mi despacho. A los pocos minutos hizo acto de presencia y de inmediato inquirí: —¿Usted ha ordenado la vigilancia de los generales Heinz y Ochoa? Sánchez me respondió que lo había hecho por orden del Gen. Santiago. Ante esta sorprendente respuesta llamé a mi jefe de Estado Mayor. Cuando compareció venía furioso. Al hacerle saber la denuncia, Santiago negó de mala manera que haber dado esa orden y puso la culpa sobre Sánchez Paz. Acto seguido se retiró molesto de mi oficina. En ese momento tomé el teléfono interministerial y llamé al ministro de la Defensa, el general López y le informé lo sucedido. Para terminar le dije que destituía a Sánchez Paz y solicitaba su arresto. En Venezuela los generales solo pueden ser detenidos por el Presidente y le pedí que elevara al CAP mi solicitud. Luego le notifiqué que estaba investigando a Santiago para determinar su responsabilidad. Al colgar, le ordené a Sánchez, que se retirara, recogiera sus cosas personales y se presentara al ministro de la Defensa. Al irse, llamé a Heinz y a Ochoa Antich y los puse al tanto de lo ocurrido. Al marcharse les prometí adelantar una investigación a fondo. Ahora tenía la palabra de Santiago frente a la de Sánchez Paz. Este último había confesado haber cometido una falta grave, pero Santiago no. Como era amigo mío, decidí hablar

con él en privado. Ruido de sables A comienzos de noviembre los rumores de golpe se incrementaron. El Caracazo había creado una profunda brecha entre el pueblo y Carlos Andrés Pérez. Luego de ese incidente, la popularidad del primer mandatario quedó herida de muerte y su reputado carisma se esfumó. Gracias a su tenacidad siguió adelante precariamente, pero era una sombra de lo que fue. Aunque siguió tratando de actuar como el antiguo líder carismático, solo era una caricatura. Al oler sangre, los conspiradores entraron en frenesí, como los tiburones. Chávez y su logia estaban convencidos de que las condiciones para alzarse estaban dadas. El problema era que el jefe de la logia solo tenía el grado de mayor y no contaba con el control de ningún batallón. Por fortuna Santeliz había logrado colocar a dieciocho de sus compañeros como mayores segundos comandantes en esas unidades claves. Este grupo de mayores podrían arrebatar los comandos a sus jefes y el golpe era una opción. Por su parte, Alí Rodríguez Araque mantenía el control de los restos de los francotiradores entrenados en Cuba y Nicolás Maduro fue encargado de organizar bandas armadas que utilizaban como refugio en los depósitos subterráneos del Metro. En medio de este paroxismo, Chávez propuso aplicar el viejo plan golpista abortado la noche de los tanques del “Ayala”. Según ese plan (elaborado por Santeliz) la sublevación debía ejecutarse cuando el Presidente regresara de un viaje al extranjero. Para ese momento Chávez trabajaba en SECONASEDE en Miraflores y tenía acceso a la Casa Militar y al ministro de la Secretaría. Por esa vía se enteró de que CAP viajaría a Europa a fines de 1989. Era la oportunidad esperaba tener todas las piezas en su lugar. Como podía tomar el control de dieciocho batallones incluyendo en la Guardia de Honor, no necesitaba el apoyo de la Infantería de Marina ni al almirante Gruber para capturar a CAP. Para él sería fácil detenerlo al llegar a Miraflores, pues allí lo estaría esperando con sus infiltrados sus dieciocho mayores tomaban el control del Ejército. Cuando “Fausto” reportó a Fidel la idea de Chávez, el dictador desesperado ante el inminente desplome soviético dio luz verde. La situación en Cuba se estaba haciendo crítica y la URSS había informado de un inaplazable corte del subsidio. José Vicente Rangel Cuando los golpistas activaron los preparativos para el golpe descuidaron la disciplina de comunicaciones facilitando su seguimiento. Cuando el “ruido” de los rumores empezó a incrementarse en los cuarteles, mi red de inteligencia paralela los detectó. Entretanto la Dirección de Inteligencia del Ejército —controlada por Santiago Ramírez— no lo reportaba. Este hecho confirmó mis sospechas y ordené vigilarlo. Poco después me reportaron reuniones secretas de Santiago con José Vicente Rangel en casa de Vinicio De Sola. Rangel es un político y periodista que simula ser de izquierda pero es un infiltrado comunista encubierto. José Vicente es un inteligente intrigante y conspirador quien siempre anda envuelto en algún complot. Es el equivalente civil del

Gen. Santeliz. Este periodista tenía un programa de televisión en el cual hacía comentarios y revelaba chismes políticos y militares. En ese espacio había revelado información clasificada del Ejército que solo podían filtrar personas con acceso a información privilegiada. Públicamente Vinicio era el informante secreto de Rangel quien lo apodaba “Cicerón”. Tras bastidores Santiago era la verdadera fuente de información. Además de los encuentros secretos con De Sola, Santiago visitaba con frecuencia al general Fuenmayor y a Cecilia Matos para mantener vivas sus esperanzas de ser Comandante del Ejército. Para entonces la casa de Vinicio se había convertido en el sitio de reunión de Chávez con militares y políticos afines. En esa época Chávez cursaba en horas fuera de labor un postgrado en Ciencias Políticas en la Universidad Simón Bolívar. El rector de esa Universidad, el Dr. Mayz Vallenilla era un conocido miembro del “Grupo de los notables”. Mis agentes reportaron que Rangel se reunía en su casa con miembros de ese grupo. El mayor Madriz A comienzos de octubre de 1989 conocí al mayor Madriz. Este oficial plaza del Grupo de Caballería motorizado “Francisco Esteban Gómez” acantonado en Paraguaipoa, estado Zulia, había solicitado una audiencia conmigo cuando me aprestaba a salir de viaje por una semana a Argentina para atender una invitación del comandante del Ejército de ese país. Dado que la solicitud era apremiante, di instrucciones a Heinz para que lo recibiera. Luego de mi partida, Madriz se presentó en la oficina de Heinz acompañado por su comandante de división, el Gen. Pedro Remigio Rangel Rojas. En esas circunstancias Madriz no dio toda la información que traía limitándose a denunciar contactos de algunos oficiales subalternos con traficantes de droga en la frontera. A mi regreso Heinz me reportó la entrevista y me dijo que el capitán lo había abordado luego que el Gen. Rangel se marchó y pidió una entrevista secreta conmigo. Al llegar le ordené que viniera a mi casa vestido de civil. Allí conversamos varias horas y tuvimos buena empatía. Él me hizo saber que no le había mencionado a Heinz el nombre de Chávez en presencia de Rangel, porque eran amigos. Luego me informó que desde su graduación en 1978 era parte de la logia de Chávez. Dos semanas antes por instrucciones de Maisanta se había reunido en Paraguaipoa con un grupo de políticos de “La Causa R” encabezados por Pablo Medina y Aristóbulo Izturiz. Esos políticos venían de parte de Alí Rodriguez Araque para coordinar detalles de un alzamiento militar que se produciría a fines de 1989 Luego me informó que había detectado contactos entre oficiales subalternos y narcotraficantes de las FARC en Paraguaipoa, en la frontera con Colombia. Allí tuvo conocimiento de que el capitán Hugo Carvajal (alias “El Pollo”) estaba sosteniendo reuniones con las FARC y con el Stte. Alejandro José Andrade Cedeño, que venía de Caracas. El Stte. Cedeño era el tesorero de Chávez en la logia y probablemente venía a recoger fondos. Su actividad en la logia le había permitido a Madriz observar que Carvajal y Andrade

eran muy cercanos a Chávez. Dedujo que por esta vía Chávez podría recibir financiamiento para su conspiración. Estos hechos más su convencimiento que Chávez era comunista lo impulsaron a poner la denuncia, pero temiendo por su vida decidió comunicarse secretamente conmigo. Al escucharlo me convencí que había conseguido un filón de información. Ese capitán tenía más de una década en la logia, era oficial de inteligencia con experiencia en la DIM y además había demostrado gran valor personal y gozaba de la confianza de Chávez. A partir de ese momento lo convertí en mi principal fuente de inteligencia sobre la conspiración. Antes de retirarse le entregué un teléfono celular con capacidad de cifrado y le dije que en lo sucesivo me llamara directamente, sin pedir permiso. En esa primera conversación a solas le di instrucciones precisas y fijamos el procedimiento para comunicarnos. También le informé que lo enviaría a sentar plaza en la Escuela Superior del Ejército. Ese centro de estudios se había convertido en un foco de conspiración y pronto Chávez y varios miembros de la logia irían allí a realizar curso. Su tarea oficial sería cumplir funciones rutinarias como oficial de ese Instituto. Secretamente me reportaría las actividades de la logia. Este fue el inicio de una fructífera relación. A partir de ese momento empecé a recibir información de primera mano sobre la logia. Madriz confirmó no solo la existencia de la conspiración, sino que informó que había varios generales protegiéndolo y que la Dirección de Inteligencia del Ejército y la Dirección de Inteligencia Militar estaban infiltradas. También me dio los nombres de los mayores segundos comandantes de batallón que estaban comprometidos con el movimiento. Para mi sorpresa me dijo que el topo dentro de la Dirección de Inteligencia del Ejército era el mayor Jesús Urdaneta Hernández, un excelente oficial miembro de la promoción de Chávez. A fin de continuar recibiendo información de Brett le ordené mantenerse en contacto con el como si nada hubiera pasado. A partir de ese momento Madriz fue la joya de la corona en materia de inteligencia contra Chávez. Desde entonces resguardé celosamente su nombre hasta hoy que me autorizó a revelarlo. El plan según Brett Poco a poco Brett se fue yendo de la lengua y reveló que luego de tomar el poder vendría un período de transición con una Junta de Gobierno encabezada por el expresidente Rafael Caldera. Este anciano político jugaría un papel similar al de Manuel Urrutia Lleó en Cuba, quien fue nombrado Presidente por Fidel luego de la huida de Batista en enero de 1959. Al tomar el poder se haría una purga militar y algunas figuras políticas, así como militares del viejo régimen, serían fusilados durante los primeros días de la revolución como en Cuba. A partir de ese momento se iniciaría una etapa en la cual Chávez sería ministro de la Defensa y comandante general del Ejército, pero en la práctica manejaría tras bambalinas los hilos del poder. Desde allí iniciaría un proceso de ideologización del personal castrense. Si Caldera u algún miembro de la Junta de Gobierno se oponían al proyecto serían reemplazados.

La transición sería breve. En uno o dos años se convocaría a una Asamblea Constituyente, a la cual le seguirían unas elecciones en las que Chávez sería electo Presidente. Al asumir el mando, este iniciaría un proceso de radicalización que culminaría luego de varios años en una dictadura comunista que se integraría con Cuba y otras naciones de Latinoamérica que se irían haciendo paulatinamente socialistas. El objetivo final era convertir Hispanoamérica en la “Patria Grande” comunista. En ese proceso Fidel actuaría inicialmente en forma encubierta tras bastidores para no incomodar a los yanquis. CAP no creía en la posibilidad de un golpe En noviembre tuve dos reuniones privadas con CAP y lo puse al tanto de los informes de Madriz. El Presidente siguió escéptico e incluso me dijo que esas habladurías sobre el golpe no tenían fundamento. Un oficial amigo mío que trabajaba en la DIM (cerca del general Fuenmayor) me advirtió que su jefe decía que yo estaba paranoico con una conspiración inexistente, tratando de ser nombrado ministro de la Defensa. Esa era la información que recibía CAP. Aparte de la logia, Santiago había hecho equipo con Herminio para lograr su objetivo de llegar al Comando del Ejército a cualquier precio. A fines de noviembre de ese año, los rumores de golpe iban en aumento y estaba convencido de que el general Santiago Ramírez estaba involucrado. Los rumores e indicios existentes eran alarmantes y decidí hablar con CAP para alertarlo antes de su viaje. Ante mi preocupación respondió que yo no debía preocuparme porque todo estaba bajo control. El general Fuenmayor en la DIM le indicaba que nada iba a ocurrir, porque seguían a Chávez de cerca y no habían detectado ninguna actividad conspirativa. Ante esta actitud de CAP, y la inminencia del golpe que esperaba a comienzos de diciembre, decidí actuar por mi cuenta. La primera medida sería sacar del país al general Santiago. Como en esos días había recibido una invitación del “Grupo de industrias de la Armada de Tierra” (GIAT) de Francia decidí que era una buena excusa para mandarlo al exterior. Esa empresa del Estado francés había vendido a Venezuela los AMX 30 en 1973 y ahora estaban promoviendo la venta de su nuevo tanque “Leclerc”. Para exhibir los nuevos blindados los galos me invitaron con todos los gastos pagos por una semana. Ante la situación que se estaba desarrollando en el país, me excusé y designé a Santiago (quien es un oficial tanquista) para atender esa invitación a partir del 29 de noviembre. De esa manera estaría fuera del país hasta después del regreso de CAP. Con él fuera, mi problema se reducía a controlar a Chávez. Mis relaciones con Santiago venían mal desde el incidente con el general Sánchez Paz. Él seguía siendo mi jefe de Estado Mayor y aunque lo tenía vigilado, aún no tenía pruebas firmes en su contra. Al notificarle sobre el viaje se resistió inicialmente a ir a Francia argumentando que estaba muy ocupado. Aunque le hice ver que era un viaje VIP el insistió en quedarse. Esto confirmó mis sospechas y finalmente le dije molesto: —General, usted irá a Francia porque es una orden.

Se retiró refunfuñando y el martes 27 de noviembre voló a París. Carlos Andrés Pérez viaja a Europa Un día después del viaje del general Santiago, CAP salió en un viaje de Estado a varios países de Europa dejando encargado de la presidencia al Dr. Alejandro Izaguirre, el ministro del Interior. El mayor Chávez estaba infiltrado en Miraflores y el golpe estaba andando. El jueves 30 de noviembre en la mañana Chávez dio la voz de alerta para iniciar los preparativos. Esa tarde el mayor Madriz me llamó de urgencia desde la Escuela Superior del Ejército reportando que se había emitido la orden de operaciones para el alzamiento, y el día “D” sería el sábado 2 de noviembre en la noche después de la llegada del Presidente al Aeropuerto de Maiquetía. Madriz tenía en su poder una copia del plan de operaciones que había recibido de Chávez y debía entregárselo al mayor retirado Brett Smith para que se lo llevara a Rodríguez Araque. De inmediato le di instrucciones para que me entregara ese documento. En mi casa sacamos copia y Madriz salió a llevarlo a “Fausto”. Al revisarlo me di cuenta de que la orden de operaciones estaba cifrada solamente en cuanto a los nombres de los comandantes de las unidades ejecutantes. De inmediato convoqué a mi casa a Heinz, quien era el inspector y segundo del Ejército y al llegar analizamos el documento para romper la clave. El plan de operaciones golpista Heinz y yo somos oficiales de Comunicaciones y tenemos entrenamiento en inteligencia electrónica y criptografía. Por fortuna, la clave no era demasiado compleja y pudimos romperla con facilidad. El plan del golpe tenía un cifrado muy elemental. No contenía los nombres de los jefes del movimiento, pero se les asignaron seudónimos de dioses griegos y romanos a los comandantes de las unidades participantes. El documento estaba firmado por Júpiter, el rey de los dioses según la mitología romana. Por suerte, ese documento listaba ingenuamente los nombres de batallones que estaban confabulados. Como Chávez era mayor asumimos que los segundos comandantes de esas unidades estaban comprometidos. Al revisar la lista de estos oficiales corroboramos que todos eran de la promoción de Chávez. Como el plan asignaba misiones y responsabilidades a dieciocho batallones del Ejército en las principales ciudades del país, decidimos detener de inmediato al cabecilla Chávez en Miraflores y a sus lugartenientes que eran mayores segundos comandantes de esas unidades para abortar el golpe. El plan ordenaba el acuartelamiento de las unidades rebeldes a partir del viernes 1º de diciembre de 1989. El sábado 2 estaba prevista una reunión de generales del Ejército en la Academia Militar. Al final de ese cónclave nos visitaría el presidente encargado Izaguirre, quien iba a presentar un saludo y luego tendríamos una cena formal. Terminado el convite, Izaguirre iría al aeropuerto para recibir al Presidente a medianoche a su regreso de su viaje a Europa. Según el plan, el golpe se iniciaría con la detención de los primeros comandantes de batallón de los batallones conjurados y la captura de un grupo de jefes militares que les

eran hostiles. Yo era uno de ellos. A continuación tropas del Batallón Bolívar procederían a detener al presidente encargado y a los generales del Ejército que asistían a la reunión en la Academia Militar. Al controlar esa Academia, Chávez instalaría allí su puesto de comando. Al aterrizar el avión presidencial, CAP sería detenido por tropas del Batallón de Infantería de Marina Simón Bolívar acantonadas en La Guaira, En ese momento Chávez se trasladaría a Miraflores y decretaría el Estado de Emergencia. Esa noche se nombraría una Junta de Gobierno encabezada por el Dr. Caldera quien suponía que los golpistas eran oficiales nacionalistas. Entre los integrantes de la junta estarían el contralmirante Hernán Gruber Odremán, el coronel Francisco Visconti, el teniente coronel Francisco Arias Cárdenas y los doctores Arturo Uslar Pietri y Ramón Escobar Salom. En las Fuerzas Armadas todos los generales y coroneles serían pasados a retiro. El mayor Hugo Chávez sería el ministro de la Defensa y asumiría simultáneamente el Comando del Ejército Al día siguiente, el domingo 2 de diciembre, estaba prevista la realización de las elecciones de gobernadores y concejos legislativos de los estados. Por ese motivo las tropas estaban acuarteladas para brindar seguridad al sufragio ejecutando el “Plan República”. La declaración del Estado de Emergencia obligaría a suspender esas elecciones. Una vez descifrado el plan de operaciones lo llevé al ministro de la Defensa y le recomendé que lo hiciera llegar al presidente Pérez en Europa y pedí autorización para a detener a los conspiradores. Como no recibía instrucciones de Miraflores, el viernes 1º de noviembre en la tarde llamé al Ministro de la Defensa solicitando autorización para detener a diecinueve mayores bajo sospecha de tramar un golpe. El ministro me dijo que necesitaba permiso del presidente encargado. El tiempo corría aceleradamente y las unidades de las FAN estaban acuarteladas, no en preparación para las elecciones del domingo 3, sino para dar el golpe. Orden de detención a los golpistas El ministro de la Defensa me dijo que el presidente encargado esperaba la decisión del presidente Pérez. Ante esta respuesta insistí ante el ministro que no podía esperar más y pedí permiso para hablar directamente con el Dr. Izaguirre. Al ser autorizado lo llamé por el teléfono ministerial. Izaguirre era un veterano político que me tenía confianza. Aprovechando esa cercanía me atreví a decirle que si en dos horas no recibía la orden procedería a detenerlos bajo mi responsabilidad. No hacerlo permitiría a los golpistas avanzar en la ejecución de su plan haciendo la situación inmanejable. Izaguirre me pidió que esperara un poco mientras hablaba con CAP. Tras dos horas de espera llamé a Izaguirre para informarle que iba a actuar bajo mi responsabilidad. Luego ordené a Heinz que procediera a detener a los conspiradores. Esa noche estaban todos presos en la Comandancia del Ejército y ordené iniciar los interrogatorios. Después de arrestarlos llamó Izaguirre diciendo que CAP había decidido que no los detuviera y que esperara su regreso. Ante esto le dije:

—Los conspiradores están detenidos y los soltaré después de su retorno, luego de que hable con él y me lo ordene personalmente. El presidente encargado, antes de colgar, me dijo: —CAP está molesto contigo. En realidad yo no estaba insubordinado ni le había faltado el respeto al comandante en Jefe. Estaba defendiendo la Constitución para lo cual había prestado juramento y se trataba de un delicado asunto de Estado. Esa noche dormí en la Comandancia y al día siguiente temprano hablé con Heinz, quien me puso al tanto sobre los interrogatorios. Todos los detenidos negaron pertenecer a una logia golpista. Al retirarse Heinz, di instrucciones para que Chávez fuera traído a mi despacho. Entrevista con Chávez Mi deseo de hablar con Chávez se debía a un párrafo que aparecía en el plan de operaciones. En la sección de “Instrucciones de coordinación” había un aparte indicando que yo debía ser capturado y llevado a la presencia de Chávez. En caso de no poder detenerme debían secuestrar a mi hijo menor “Juanpi” para forzar mi entrega. La orden de secuestrar a mi hijo menor era un asunto personal para mí. Ese “detalle” del plan me enfureció. Cuando Chávez fue traído en la mañana del sábado 2 de diciembre, le ordené a los policías militares que lo custodiaban que salieran porque necesitaba hablar en privado con él. No lo veía desde 1985 cuando lo llamé a la Dirección de la Academia Militar para hacerle algunas advertencias antes de pasarlo a la orden del Comando del Ejército como sospechoso de conspirar. En aquella oportunidad juró que era inocente y le recomendé que pidiera la baja. Ahora lo tenía de nuevo frente a mí, pero esta vez en calidad de detenido. Al quedar solos le dije que teníamos una cuestión personal que saldar. Le mostré el plan de operaciones y le leí el párrafo en el cual se mencionaba el secuestro de mi hijo. Él negó ser el autor de ese documento. Al terminar la lectura abrí la gaveta central de mi escritorio, saqué dos pistolas y le dije: —Estas pistolas tienen una bala en la recámara y están listas para disparar. Puse una de las armas en el centro del escritorio y mantuve la otra en mi mano derecha apuntándole. Luego le dije: —Chávez, nuestro problema no es militar sino personal. Vamos a arreglar las cosas de una vez por todas. Toma la pistola porque vamos a un duelo personal. Chávez fue sorprendido por el reto y sin intentar tomar el arma contestó: —Mi general, yo no puedo disparar contra usted. Luego de algunos segundos le dije: —Entonces, retírese y pida la baja. Esa fue la última vez que lo vi. Este episodio fue relatado después, en varias oportunidades, por Chávez incluso en su programa de televisión “Aló Presidente”. El regreso intempestivo del general Santiago

En la madrugada del sábado 2 de diciembre regresó de Paris el general Santiago, antes de concluir su misión. Para entonces yo había puesto en alerta al Ejército. Además me aprestaba a chequear con Heinz los interrogatorios de los detenidos y luego tenía que atender la reunión convocada para ese día con los generales. En la noche tendríamos una cena con el presidente encargado antes de la llegada del Presidente. Era en esa actividad que Chávez pensaba detenernos para luego capturar al Presidente a su llegada a medianoche. Cuando a las nueve de la mañana me aprestaba para asistir a la reunión de generales del Ejército entró como una tromba el general Santiago. Sin mediar saludos me espetó furioso: —Peñaloza, ¿cómo se te ocurre detener a esos mayores? Los conozco a todos. La mayoría son de Blindados como yo y te garantizo que no están conspirando. Luego me dijo: —¡Suéltalos de inmediato o tendrás problemas muy graves con el presidente Pérez! Ante ese desplante respondí su pregunta con otra: —¿Qué haces aquí? Tú debías estar en Francia y regresar la próxima semana. Santiago siguió hablando muy alterado y lo detuve diciéndole: —Voy a solicitar tu destitución como jefe de Estado Mayor del Ejército. Retírate y te presentas al ministro de la Defensa. Al oír esto calló y se retiró en silencio. Ahora sí estaba seguro de que estaba conspirando. Acto seguido llamé a Izaguirre y le informé lo ocurrido. El presidente encargado me oyó con atención aceptando a regañadientes que lo sacara del Ejército y lo pusiera a la orden del Ministerio de la Defensa. El presidente Pérez regresa al país La noticia de la captura de los COMACATES se corrió como un reguero de pólvora. Pronto se formó una cola de altos funcionarios del Gobierno y de generales abogando por Chávez. A todos les dije que esa decisión le correspondía al Presidente. La noche del sábado se realizó la cena de los generales y poco después regresó CAP sin inconvenientes. El golpe se había abortado. Al día siguiente fui convocado al Palacio de Miraflores y en esta oportunidad la reunión no fue amistosa. Al llegar CAP a Caracas, lo esperaba un grupo de ministros ex miristas que se habían incorporado a su Gobierno presionándolo para que liberara a Chávez. Esta partida encabezada por Jesús Carmona, de común acuerdo con Orlando García y Cecilia Matos, convencieron a CAP de que yo estaba equivocado. Ante estas presiones, el Presidente ordenó liberar a los golpistas encabezados por Chávez y no revelar sus nombres a la prensa. Esto le permitió a Chávez mantener la integridad del grupo que actuó posteriormente el 4F. Siendo presidente, Chávez reveló con orgullo detalles de este encuentro cercano al desastre. En el Programa Aló Presidente No. 289 del 5 de Agosto de 2007 se jactó haciendo alarde de que su estadía en Miraflores fue una “buena operación de infiltración”. Luego agregó: —Esto era antes una casa de festejos. Lo sé porque estuve infiltrado aquí en 1989. De

aquí me sacaron preso a fines de ese año. Su confesión pública demostró que yo no estaba equivocado cuando ordené su detención en diciembre de 1989. Mi tempestuosa reunión con CAP Al llegar a Miraflores me condujeron al despacho presidencial. Allí encontré a CAP tenso. No era para menos, pero yo estaba convencido de que mis acciones habían sido necesarias para evitar el golpe y salvar la vida del Presidente. Al entrar me ordenó sentarme y marcó distancia. Luego me preguntó: —¿Qué pasó con el general Santiago Ramírez? Rápidamente le expliqué lo ocurrido, ante lo cual me dijo sorprendido: —Hay mucha gente recomendándolo para que lo nombre comandante del Ejército. Mi respuesta fue tajante: —Presidente, es mejor que busque otro candidato menos peligroso. Luego pasamos al plato fuerte del día cuando en tono de enojo inquirió: —¿Por qué no obedeció mi orden con los mayores detenidos? Mi respuesta fue rápida: —Usted no dio ninguna orden. Ante la amenaza actué por mi cuenta. Sorprendido por mí contestación empezó a transigir diciendo: —Usted ha debido esperar a mi regreso y agradezco su intención. He oído opiniones de personas, incluyendo generales, que me aconsejan que deje en libertad al mayor Chávez y a los demás oficiales detenidos, a menos que usted tenga pruebas contundentes en su contra. El propio ministro de la Secretaria, el Dr. Carmona me ha dicho que lo conoce bien y garantiza que Chávez no es un golpista. Él revisó las pruebas que usted envió y considera que no son suficientes. Ante esas opiniones calificadas yo le ordeno que deje en libertad a los oficiales detenidos. Cuando CAP terminó su perorata me puse de pie diciendo: —Señor Presidente, considero que el Plan de Operaciones del golpe es una prueba más que suficiente. Como usted me está desautorizando, le pongo mi cargo a su orden. Ante esta actitud CAP me pidió que no renunciara, porque tenía confianza en mí. Luego de un breve estira y encoje empezamos a negociar. Yo le pedí que para quedarme necesitaba tener autoridad para enviar a los detenidos a cargos de mi elección. Él aceptó la propuesta, pero presentó un requerimiento: —Está bien general, pero le pido que no tome medidas contra ellos, ni interfiera en sus carreras sin tener pruebas fehacientes y hablar antes conmigo. Yo acepté el trato y me retiré. No estaba satisfecho con el acuerdo, pero tenía la seguridad de que eventualmente los dejaría en evidencia y me reivindicaría. Al salir a las puertas de Miraflores había un grupo de periodistas que “olían” algo extraño en el ambiente. Cuando me vieron se acercaron a preguntarme sobre los oficiales detenidos en Fuerte Tiuna. Con estoicismo mentí diciéndoles que esos rumores eran falsos. Las extrañas reuniones de Chávez

Al regresar a mi oficina me reuní con Heinz. Estábamos desalentados, pero decidimos seguir persiguiendo a Chávez y su logia. En ese momento me informó que todos los detenidos eran hermanos masones y que probablemente esa era una treta para justificar sus reuniones secretas. Al retirarse, le ordené que los enviara a cargos de escritorio en lugares lejanos y sin comando de tropas. Chávez fue a la proveeduría de Maturín y le di instrucciones estrictas al comandante de esa unidad para vigilarlo. Como medida de contrainteligencia hicimos correr el rumor de que la delación provenía de informantes de la izquierda. Al dejarlos en libertad, recibí un reporte de inteligencia indicando que al salir Chávez de su lugar de detención, lo esperaba el vehículo protocolar del general Ochoa Antich. Ese automóvil lo trasladó al comando de la tercera División de Infantería donde fue recibido e invitado a almorzar. Esto dio pie para pensar en la existencia un nexo entre ambos. Sabía que Ochoa Antich y Chávez eran oficiales de blindados y trabajaron juntos por dos años en la Academia Militar. Ochoa además sabía de las sospechas que flotaban sobre Chávez. Dada su estrecha relación con CAP, su cercanía con Chávez no tenía sentido. A partir de ese momento investigamos a Ochoa Antich, pero no se pudo detectar conexión con la conspiración.

CAPÍTULO 20

El Foro de Sao Paulo El imperio brasilero Brasil fue un imperio desde su creación hasta 1889 cuando se convirtió en república. En 1990 su creciente desarrollo industrial lo había convertido en una potencia mundial mediana y los deseos de imperio renacieron. Para entonces esa nación no podía competir de tú a tú con los grandes poderes como EE.UU., China, la Unión Europea o la URSS a nivel mundial, pero sí podía hacerlo en su vecindario hispanoamericano. Brasil siempre fue considerado un imperio por su enorme tamaño. En 1798 la corona portuguesa le otorgó a Pedro de Braganza el título de emperador de ese país. Dentro de la cancillería brasileña hay influyentes funcionarios que consideran el subcontinente suramericano, comprendido entre el Río Grande y el Cabo de Hornos como su área de influencia natural. Esta creencia se basa en que el idioma portugués y el español son similares y la región comparte características étnicas, culturales y políticas. La vocación imperial no pudo desarrollarse antes, porque Brasil no estaba en capacidad de hacerlo y por la presencia del coloso yanqui que considera la región como su patio trasero. Con el desarrollo de Brasil a fines del siglo XX, la falta de interés de los yanquis y el crecimiento de la izquierda en la región, la situación empezó a cambiar. El imperio de Fidel Mientras el imperio brasileño es un ente físico que se puede tocar, el de Fidel es metafísico. La “Patria Grande” de Castro es un concepto abstracto basado en una comunidad lingüística e ideológica unida a la existencia de una legión de seguidores hipnotizados por el magnetismo del caudillo cubano. La idea imperial de Lula no coincidía con la de Fidel, pero ante el colapso soviético el cubano debía transigir a fin de poder alcanzar su objetivo vital. El plan de Fidel aunque diferente del de Lula, podía adaptarse a sus requerimientos. Tenía que hacerlo porque de llegar a Lula a presidente, podría convertirse en su salvavidas al perder el subsidio de la URSS. Solo había un detalle que no cambiaría, la toma a corto plazo de Venezuela. El imperio bicéfalo A mediados de diciembre de 1989, Lula y Fidel se reunieron de nuevo en La Habana. Para Lula el comunismo se había convertido en una mala palabra. Las masas se habían convencido de que al poder se llega a través del voto, no por la violencia. Él esperaba ganar la presidencia de Brasil y ambos podrían desarrollar un proyecto continental a largo plazo. Fidel se encargaría de unir a Hispanoamérica aprovechando su popularidad en la región y Lula apoyaría a los candidatos socialistas. Como el socialismo se expandiría través del voto, los gringos no podrían impedirlo. A medida que se fueran incorporando nuevos países a este esquema se iría ensamblando una confederación socialista. Simultáneamente se crearía un organismo internacional que representara a este grupo y sirviera de contrapeso a la OEA dominada

por los EEUU. La ejecución de ese plan tomaría varias décadas. Al concluir este proceso, la región estaría dividida en dos grandes bloques aliados contra el imperio norteamericano en un eje socialista latinoamericano. El objetivo final sería una unión política permanente de todos los pueblos del sur del continente americano, formando una nación con dos polos de poder, que instalaría una democracia socialista diferente a la burguesa. La misión de Lula y Fidel sería dar inicio a esa epopeya. El “Plan Bolívar” Fidel manifestó estar de acuerdo con Lula pero con una condición. El necesitaba concluir la ejecución de un plan que venía desarrollando en Venezuela. Ese proyecto estaba avanzado y no podía suspenderse. La ejecución de ese plan generaría recursos para el desarrollo del imperio bicéfalo y serviría de laboratorio para probar un proyecto que aseguraría el triunfo electoral a perpetuidad. El asunto intrigó a Lula quien pidió más detalles. Fidel confesó a Lula que en Venezuela estaba previsto un golpe de Estado para derrocar a Carlos Andrés Pérez. Ese país sería la cabeza de playa de su plan para conquistar a Hispanoamérica. Venezuela era ideal por su riqueza petrolera, su posición geográfica y por ser vecino de Brasil. Una vez que controlara a Venezuela y su renta petrolera sería fácil financiar los partidos socialistas que se irían apoderando del resto de las antiguas colonias españolas. Además Fidel dijo tener casi listo un proyecto para controlar elecciones mediante un software desarrollado en Cuba por expertos de Alemania Oriental. Ese software garantizaría el triunfo electoral de los socialistas y su perpetuación en el poder. Además su proyecto incluía una serie de cambios en las instituciones de los países blancos a fin de asegurar que los socialistas se mantuvieran eternamente en el poder. A continuación Fidel explicó los detalles de lo que él llamó Plan Bolívar». Los militares venezolanos, luego de derrocar a CAP, abolirían la vieja Constitución y convocarían a una Asamblea Constituyente. La nueva Carta Magna contendría artículos que debilitarían el sistema de división de poderes instaurado por la democracia burguesa y permitiría la reelección indefinida.. Simultáneamente se crearía un poder electoral que implantaría el voto electrónico utilizando el sistema informático electoral desarrollado por los técnicos de Alemania Oriental. Este sistema electoral electrónico, que sería controlado desde Cuba, garantizaría el triunfo electoral de los candidatos presidenciales del Gobierno. El sistema era suficientemente flexible como para permitir que un pequeño número de candidatos opositores ganasen curules en el congreso, gobernaciones y alcaldías. Este detalle le daría un barniz democrático a la elección. Posteriormente el empleo de este sistema computarizado se iría extendiendo al área de identificación de la población y emisión de pasaportes, incorporando el uso de equipos capta huellas. Este sistema sería un medio ideal para controlar a la población. Durante el interregno a la espera de la nueva Constitución se establecería una Junta de Gobierno cívico-militar. Paralelamente, el oficial que encabezaría el golpe mantendría el control de las fuerzas militares. Cuando la nueva Carta Magna fuera aprobada se llamaría

a elecciones y el jefe militar del golpe sería uno de los candidatos presidenciales. En esas elecciones se usaría el sistema electoral electrónico que garantizaría el triunfo. Ese mismo sistema podía ser utilizado más adelante en los demás países hispanoamericanos, a medida que se fueran incorporando a la nueva federación. Adicionalmente se iniciaría un proceso para ir controlando paulatinamente los medios de comunicación social y nacionalizando los principales medios de producción y empresas financieras. Al Fidel ofreció que si Lula aceptaba su propuesta él estaba dispuesto a acompañarlo en su proyecto latinoamericano. Lula oyó con atención las ideas de Fidel pero consideró las pretensiones del cubano exageradas. Brasil era un gigante y a su lado la minúscula Cuba era insignificante. Pero el brasileño valoraba el prestigio y carisma de Fidel y sabía que su influencia sobre la izquierda hispanoamericana era sustancial. Lula aceptó unir fuerzas con Castro para instaurar el socialismo en América Latina, pero le hizo saber que prefería el camino electoral. La violencia guerrillera promovida por Fidel no había dado resultado y el brasileño creía que la vía electoral era lo más indicado. Dicho esto Lula manifestó que aceptaba la propuesta de Fidel en Venezuela. En ese momento nació el “Foro de Sao Paulo”14. 14. Hugo Chávez, Latinoamérica y el Foro de Sao Paulo. (2008). [Video]. Disponible: https://www.youtube.com/watch? v=gSOhGQLrgJk

El voto electrónico Antes de concluir la reunión Lula pidió información sobre el sistema de voto electrónico anunciado por Fidel. Al efecto un ingeniero cubano hizo una exposición del proyecto. Para los comunistas la posibilidad de perder una votación, estando en el poder, no era una alternativa aceptable. Los dictadores comunistas no contemplan entregar el poder al perder unas elecciones. Para evitar ese riesgo es indispensable asegurar resultados favorables en las elecciones presidenciales y mantener una mayoría en el Congreso y los poderes provinciales. A fines de los años 80, el G2 cubano tenía conexiones estrechas con la STASI, la policía secreta de Alemania Oriental. Por esta vía Castro supo de la existencia de un software electoral desarrollado bajo la dirección de Marcus Wolf, jefe de inteligencia apodado el “hombre sin rostro”. El software de la STASI era parte del sistema de control computarizado de la población. El sistema es protegido por regulaciones electorales que impiden Conteo manual y auditorías en caso de impugnación de resultados. Básicamente, esas regulaciones convertirían el voto registrado en la máquina como la única prueba válida. Luego de la desaparición de Alemania Oriental, Fidel contrató algunos de estos técnicos para desarrollar el sistema en Cuba. La idea de Fidel era utilizar ese sistema electoral electrónico inicialmente en Cuba, para luego emplearlo en los países hispanoamericanos que fueran controlando bajo el Foro de Sao Paulo. Su conejillo de indias sería Venezuela, donde pensaba utilizarlo por primera vez.

El mecanismo del fraude El sistema de la STASI de voto electrónico es muy diferente al tipo usado en algunas democracias del mundo occidental. En los países democráticos que usan computadores para el conteo de votos, se emplea un sistema mixto que incluye procedimientos manuales y automatizados. Este procedimiento se usa para acelerar el conteo y totalización de los resultados, pero permite que el voto individual sea escrutado y verificado manualmente por testigos. En casos de impugnación de resultados se debe ir obligatoriamente a un conteo manual. El recuento de votos se hace utilizando los recibos de votación físicos depositados por cada elector. Hecha la revisión en cada urna o mesa electoral y registrada en actas, se trasmiten los resultados electrónicamente a través de Internet a un computador maestro central para la totalización. Los partidos tienen acceso a estas actas y establecen sistemas computarizados independientes para verificar los resultados. En este sistema mixto, el voto es físico, la transmisión de datos digitalizados se hace por Internet y la totalización de los votos es procesada por medio de computadores. El escrutinio manual del 100% de los votos y su registro en actas, con la firma e identificación de testigos, es un requerimiento obligatorio antes de transmitir los resultados de cada urna electoral. Hecho esto se colocan los votos físicos de nuevo en las cajas, se sellan y se ponen a buen recaudo. Este procedimiento, utilizado en los países democráticos, garantiza la pureza del voto. De haber denuncias de fraude se debe hacer un reconteo manual de los votos depositados en las urnas. Si persisten los reclamos está previsto hacer auditorías a fondo para detectar posibles penetraciones ilegales de hackers o el uso de programas ocultos dentro del software electoral. En los países, donde el árbitro electoral es dominado por el gobierno estos controles no existen. La desmaterialización del voto La clave del fraude utilizando el voto electrónico está en la desmaterialización del voto. Esta manipulación elimina la posibilidad de verificación física de los sufragios. En este sistema, el comprobante físico del voto no tiene valor probatorio y solo es una referencia que indica que el voto se realizó. Para hacer esto es necesario dictar leyes estableciendo que el voto es inmaterial y reposa en la memoria del computador. El comprobante físico que deposita cada elector es un recibo que solo indica que fue a votar. Esto convierte el voto en un sufragio virtual que puede ser modificado a distancia por los hackers del G2. Para todos los efectos, en este sistema de votación virtual el recibo físico del voto no tiene valor legal y solo puede auditarse el voto electrónico que ha sido convertido en una secuencia binaria de ceros y unos. Este registro electrónico es fácil de manipular sin dejar rastros. Este acto de prestidigitación electrónica permite el fraude masivo mediante las instrucciones de un computador maestro que no forma parte oficial del sistema. Para disminuir la probabilidad de detección del fraude se agregaran en los reglamentos electorales medidas de ocultamiento. La idea es blindar el sistema contra investigaciones

indeseadas, negando a la oposición el acceso a las pruebas. Para ello de ser necesario el árbitro electoral, dominado por el oficialismo, rechazará las auditorias “peligrosas” que pueden poner en evidencia la trampa. Una última medida de seguridad es la infiltración de un grupo de técnicos electorales del Gobierno en el seno de los técnicos de la oposición. Su función es convencer a la oposición de la absoluta honestidad y limpieza del sistema fraudulento y aprobar las decisiones del árbitro electoral. Además se encargarían de representar a la oposición en las auditorías que se ordenen aprobando todas las decisiones de los auditores, que son técnicos del Gobierno. Al impedirse las auditorías e infiltrar a los técnicos de la oposición para que oculten la existencia de la trampa, el fraude está blindado. En Venezuela estos técnicos infiltrados forman un grupo denominado “La Colina”, el cual dentro de la oposición tienen el monopolio del control técnico de las elecciones y están encargados de aprobar las decisiones técnicas propuestas por el árbitro electoral. El sistema de voto electrónico cubano Antes del colapso de la URSS un grupo de técnicos electorales de la STASI fueron llevados a Cuba. Alrededor de estos técnicos Fidel colocó un equipo de ingenieros cubanos que desarrolló un sistema electoral que sería probado inicialmente en Cuba, pero luego se utilizaría en otros países. Estos técnicos fueron alojados en la sección súper secreta del antiguo puesto de escucha electrónico soviético que funcionó en Cuba en la Base Militar de Lourdes A partir de ese año, en esa instalación de espionaje electrónico se realizó el proceso de investigación y desarrollo para crear el sistema de voto electrónico. Como supervisor del proyecto, Fidel designó al general Ramiro Valdés, el antiguo jefe del G2 cubano. Como cobertura en esa nueva responsabilidad, Valdés fue nombrado jefe de COPEXTEL, la empresa de electrónica del Estado. Ese cargo era la fachada para que el G2 cubano manejara secretamente ese proyecto que pasó a ser el favorito de Fidel Castro. Como director técnico fue nombrado el cubano experto en informática, José Lavandero García. Posteriormente se fundó la Universidad de las Ciencias Informáticas de La Habana, que fue ubicada en la base de Lourdes. A Lavandero, como cobertura se le dio el cargo de vicerrector y el grupo que trabajaba en el proyecto de voto electrónico fue camuflado como un equipo más de investigación de esa universidad. La primera prioridad fue el desarrollo del sistema de votación, pero el propósito principal del proyecto de Fidel no era el electoral. Su objetivo fundamental era el desarrollo de sistemas de vigilancia y manipulación cibernética para controlar y espiar a la población. A este proyecto estratégico súper secreto Fidel lo llamó “Plan Futuro”. Oída la explicación Lula manifestó estar de acuerdo y se dio por terminada la reunión.

CAPÍTULO 21

El Tcnel. Chávez Chávez es enviado a Maturín A mediados de diciembre de 1989 Chávez fue enviado al servicio de proveeduría en Maturín. Allí sus labores no incluían conspirar, ni tenía tropa a su mando y se vio obligado a contar pollos, ordenar papas y enviar arroz a las unidades. Esa actividad no era de su agrado, pero debía bajar la cabeza esperando que pasara la tormenta. Sabía que en pocos años él Gen. Peñaloza se iría de baja y el estaría de vuelta en Caracas al frente de su logia y daría el golpe para el cual estaba predestinado. En ese momento lograría el objetivo que eludió su bisabuelo y sería el mandamás de Venezuela. Como estaba vigilado de cerca, debía minimizar los contactos con su logia, pero los conjurados estaban intactos esperando sus instrucciones. Por ahora debía hacerse olvidar como había hecho en Elorza manteniendo un bajo perfil. Chávez estaba enterado de la orden que CAP prohibiendo que interfirieran en su carrera, a menos que tuviera pruebas concretas. Él sabía también que sería llamado al Curso de Estado Mayor en la capital junto con su logia, sin que yo pudiera evitarlo. Por eso se esmeró en no dar razones para que se sospechara de él. De esa manera pasó desapercibido en Maturín. La última carta de Fidel Pese al aborto del golpe en diciembre de 1989, Fidel mantuvo su idea de tomar cuanto antes el poder en Venezuela mediante un golpe cívico-militar. Chávez y su logia se habían salvado gracias al esfuerzo de Jesús Carmona y otros admiradores de Fidel. Esos caballos de Troya que rodeaban a CAP lo convencieron que no había golpe. Tras bastidores, el grupo de militares seguidores de Caldera también jugó un papel evitando que Maisanta fuera enjuiciado y sancionado. Si el plan de Fidel fallaba, el acuerdo con Lula era su plan “B”. Fidel era optimista porque el G2 y Alí Rodríguez le aseguraban que a partir de julio de 1991 se alcanzaría la masa crítica militar necesaria cuando Chávez y los otros líderes de la logia ascendieran a tenientes coroneles. Los grupos subversivos civiles estaban listos para la acción y solo esperaban las armas que Chávez les había prometido. Además se habían tomado medidas de seguridad para evitar una nueva delación. En julio de 1991 Heinz y yo pasaríamos a retiro y la persecución cesaría. Al ser promovidos a ese grado clave los líderes de la logia ocuparían cargos de comandantes de batallón, lo cual facilitaría el golpe. Además de la logia y de los grupos subversivos de izquierda, Fidel contaba con sus francotiradores infiltrados. Estos últimos habían demostrado su efectividad en el Caracazo. Alí Rodríguez Araque, quien coordinaba la parte civil de la insurrección había reportado que a partir de agosto de 1991 todas las piezas estarían listas para el derrocamiento de CAP. Lula Da Silva coge fuerza Mientras los planes de Fidel con el Caracazo fallaban y el golpe de diciembre del 89 fue

abortado, la estrella de Lula iba en ascenso. A finales de 1989 al postularse como candidato del PT a las elecciones presidenciales fue una revelación, pasando a la segunda vuelta. El 17 de diciembre de 1989, quedó en segundo lugar con 47% de los votos y demostró tener gran potencial para ser presidente en las siguientes elecciones. Entretanto Fidel no había abandonado sus planes porque la logia de Chávez había quedado intacta y más adelante podrían hacer otro intento. Chávez va al Curso de Estado Mayor Como Chávez y los otros jefes de su logia habían sido transferidos a posiciones administrativas en sitios lejanos a Caracas, a todos se les hizo seguimiento pero durante el primer semestre de 1990 no se les detectaron acciones sospechosas. En junio de 1990 estaba pendiente de saber cuál sería mi próximo destino. En Venezuela la carrera militar dura solo treinta años, pero puede ser extendida por decisión presidencial. Para entonces yo tenía veintinueve años de servicio activo y era comandante del Ejército con cuarenta y nueve años de edad. El presidente Pérez tenía la potestad de transferirme a otro cargo acorde con mi rango o ratificarme y eso me hizo desviar temporalmente mi foco sobre la logia. CAP estaba ambivalente con mi caso. Por un lado tenía en contra el poderoso círculo íntimo (encabezado por Cecilia Matos, Orlando García y Herminio Fuenmayor) y los ministros pro fidelistas que rodeaban CAP. Todos ejercían presión para sacarme de juego. Yo era un estorbo para los negocios de Cecilia Matos y sus socios, pero además era una amenaza para la logia que empollaba Fidel. Por fortuna había un poderoso trío de líderes del Partido AD a quienes había convencido de la existencia de una conspiración. Este grupo defendía la tesis de que CAP debía mantenerme como comandante del Ejército para evitar un golpe. En ese grupo estaban Luis Alfaro Ucero (el presidente de AD), Reinaldo Leandro Mora (el presidente del Congreso Nacional) y Alejandro Izaguirre (el ministro del Interior). Al final este trío impuso su criterio y CAP accedió a ratificarme como Comandante del Ejército. A comienzos de junio de 1990 el director de Educación del Ejército me presentó los planes de estudio de ese año. En la lista de candidatos para el Curso de Estado Mayor estaban los oficiales de la promoción de Chávez. Aunque había aceptado no interferir en sus carreras, traté de convencer al presidente Pérez sobre la necesidad de impedirles atender la Escuela Superior del Ejército. Al reunirme con CAP le expliqué que si los sospechosos hacían ese curso tendrían derecho a ascender a tenientes coroneles. Esto les permitiría ser primeros comandantes de batallones luego de mi retiro en julio de 1991. Esa posibilidad debía ser bloqueada a tiempo. Después de oírme me dijo: —General, usted es muy insistente, pero le pido de nuevo dejarlos tranquilos en sus carreras a menos que tenga más pruebas. Hasta ahora no hay noticias de que conspiran y debemos darles otra oportunidad. Permítales asistir al curso y manténgalos vigilados. Luego de recibir instrucciones no me quedaba espacio de maniobra. Disciplinadamente cumplí la orden sin estar de acuerdo. A mi juicio, la decisión de CAP era errada porque

permitiría a los golpistas comandar batallones. Esas unidades de combate son los caballos de batalla de un golpe. Si él accedía a nombrarlos comandantes de batallón sería su sentencia de muerte. Pese a mis esfuerzos, a partir de septiembre de 1990, Chávez estaba de regreso en Caracas atendiendo el Curso de Estado Mayor. Afortunadamente yo tenía en la Escuela Superior al mayor Madriz. Nuevo Alto Mando Conocí las decisiones del Presidente a comienzos de julio de 1990. El Ministro de la Defensa Filmo López pasaría a retiro y sería reemplazado por él vicealmirante Héctor Jurado Toro, quien era comandante de la Marina. Este oficial naval había sido edecán de CAP en su primer Gobierno y al igual que el ministro saliente era muy cercano a Cecilia Matos, la amante del Presidente. Su carrera militar había sido excelente. Venía de ser director de la Escuela Naval y comandante de la Marina de Guerra. Me llevaba un año de antigüedad. Él se había graduado en ١٩٦٠, un año antes que yo, pero por haber cursado en la Escuela Naval durante cinco años le habían extendido la carrera un año más y pasaría a retiro conmigo. Al asumir el cargo, Jurado, presionado por Cecilia Matos, nombró como director general del Ministerio de la Defensa a Santiago a quien yo había destituido meses antes del cargo de jefe de Estado Mayor del Ejército. Por este hecho, ese general no ha debido ser considerado para ese cargo. La presión de Cecilia fue decisiva para que Santiago mantuviera sus esperanzas de ser Ministro de la Defensa. El Presidente estaba al tanto de las sospechas que se cernían sobre él, pero cedió ante la imposición de su amante, quien manejaba los cobros de comisiones a contratistas. Inicialmente pensé protestar su nombramiento ante CAP, pero luego decidí que era una causa perdida aunque debía mantenerlo vigilado. Yo tenía claro que la verdadera amenaza era Chávez y no Santiago. Este último general se había convertido en un actor de reparto de poco peso y andaba conspirando con los hermanos Parsifal y Vinicio De Sola, ligados a Caldera. En el Ejército, CAP decidió ratificarme en el cargo de comandante general. Como inspector general del Ejército designó a Fernando Ochoa Antich, manteniendo viva la pugna con Santiago. Yo no tenía dudas que nombraría como Ministro de la Defensa a Ochoa. Como jefe de Estado Mayor del Ejército nombró al general de división Antonio Roberto Delgado, un oficial de la promoción de Ochoa Antich. Rangel Rojas fue escogido comandante de la estratégica 3ª División de Infantería en Caracas. Este nombramiento garantizó a Rangel, que sería mi reemplazo cuando me retirara. Primera reunión del Foro de Sao Paulo La preparación de la plataforma y planes del Foro de Sao Paulo tomó varios meses. Durante ese período un grupo de estrategas comunistas cubanos y brasileños trabajaron en La Habana durante la primera mitad de 1990 formulando los lineamientos de un plan para apoderarse de Latinoamérica por la vía del voto. Por razones obvias se acordó que el objetivo del grupo se mantendría oculto para no alertar a los EEUU y al mundo occidental. Para presentar este proyecto, Fidel y Lula convocaron en julio de 1990 a

reunión con varias delegaciones de representantes de diversos partidos y movimientos políticos de izquierda de Latinoamérica incluyendo socialdemócratas. A esa reunión asistieron cuarenta y ocho partidos socialdemócratas, socialistas, comunistas y organizaciones guerrilleras provenientes de veintidós países. Lula fue nombrado presidente de esa coalición de izquierdas. Como cortina de humo se anunció que el objetivo del foro era debatir sobre el escenario internacional, después de la caída del Muro de Berlín y los efectos negativos del neoliberalismo. Lula planteó que tenía en mente un nuevo plan socialista para Latinoamérica que estaba en construcción y que necesitaba tiempo para estructurarlo. Por ese motivo esta primera reunión sería de carácter preliminar y solo abordarían temas de carácter general. A dicha conferencia fueron invitados representantes de todos los partidos de izquierda latinoamericanos y algunos partidos socialdemócratas. Esta invitación ampliada fue una cortina de humo para que la conferencia no se considerara una reunión de comunistas. Entre los principales asistentes estaban el Partido Comunista Cubano, el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), La Unión Revolucionaria Nacional de Guatemala (URNG), el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN) del Salvador y el Partido de la Revolución Mexicana (PRD). Por Venezuela asistieron el Partido Comunista de Venezuela, la Liga Socialista, el Movimiento Electoral del Pueblo y Patria Para Todos. Antes de concluir la reunión se acordó hacer conferencias anuales en distintas ciudades latinoamericanas. Para institucionalizar el grupo se acordó darle un nombre. Algunos representantes de partidos socialdemócratas propusieron llamarla “Encuentro de Partidos y Organizaciones Políticas Democráticas de América Latina y el Caribe”. Ellos argumentaban que en la región no podría ganar unas elecciones con una identidad de izquierda radical socialista y menos comunista. Fidel tenía otra idea en mente y se opuso al uso del término “democrático”. Lula para contemporizar planteó llamar a esos cónclaves “El Foro de Sao Paulo” y la idea fue aceptada. El mayor Madriz asistente de Chávez Una vez ratificado en mi cargo continué recibiendo información de mi red de inteligencia paralela y la investigación de Chávez siguió andando. Ahora la labor de búsqueda era más urgente. Los mayores miembros de la logia eran alumnos de la Escuela Superior y al graduarse podrían comandar batallones en julio de 1991. La vigilancia de los sospechosos era más fácil, porque estaban concentrados en el Curso de Estado Mayor. Allí yo mantenía a Madriz quien no había sido detectado y era mi principal fuente de información. Al iniciarse el curso, Chávez sin sospechar convirtió a Madriz en su asistente y enlace con los conspiradores en los cuarteles. Los alumnos estaban muy atareados con el exigente programa y no podían realizar otras actividades. Dirigir una conspiración y dar

un golpe, siendo cursante de la Escuela Superior del Ejército, es una misión imposible. Mientras Chávez fuera alumno el golpe tendría que esperar, pero él tenía que estar en contacto con sus seguidores para mantener la llama viva. Por eso Madriz se convirtió en correo llevando mensajes secretos de Chávez a sus seguidores militares y al mayor retirado Brett, quien era el enlace con las organizaciones subversivas civiles dirigidas por el diputado Rodríguez Araque. Estos contactos permitieron a Madriz confirmar el carácter comunista de la insurrección, aunque sabía que la mayoría de los militares de la logia no lo eran. La excepción eran algunos militares infiltrados de la Causa R, como los capitanes Blanco La Cruz, Rojas Suárez y el teniente Porras Echezuría (que al igual que Chávez y Arias era marxistas antes de entrar a la Academia Militar). Los principales grupos subversivos eran Tercer Camino (dirigido por Douglas Bravo) y Bandera Roja (liderado por Gabriel Puerta Aponte). La cara legal era la Liga Socialista controlada por Alí Rodríguez a través de Nicolás Maduro. Adicionalmente había varias organizaciones pequeñas que formaban parte del movimiento. El fraude de “Margold” A comienzos de octubre de 1990, durante mi segundo año al frente del Ejército, el director de Logística presentó una solicitud de compra de munición de artillería al notar que las reservas estaban agotándose. El requerimiento me llamó la atención porque en el Plan de Adquisiciones autorizado en l998, a raíz del incidente de la Corbeta “Caldas”, se había incluido un lote de esa munición que debería durar unos tres años. Se lo hice ver al general director de Logística y ordené abrir una investigación. Los contratos de ese plan habían sido ejecutados durante el gobierno de Lusinchi. Fueron firmados por los generales Alliegro, quien era ministro de la Defensa y Troconis comandante del Ejército. El de las municiones había sido adjudicado a la empresa venezolana Corporación MARGOLD C.A. para la adquisición de un lote de munición de artillería por un monto superior a los veinte millones de dólares. Luego de la revisión de esos contratos se constató que la munición había sido pagada en su totalidad por el Ministerio de la Defensa. El pago se hizo luego de que la Contraloría falsificó el respectivo documento de control perceptivo. La inexistente recepción de la munición en el Ejército fue simulada con actas de recepción falsificadas por funcionarios de las Direcciones de Adquisiciones y Logística del Ejército, antes de que yo recibiera el Comando de esa Fuerza. Este desembolso se hizo pese a no haberse recibido físicamente el material en los depósitos de logística. Evidentemente fue un fraude bien planeado, cometido por una influyente banda que estaba conectada con el alto gobierno y enquistada profundamente en las FAN. Cuando se revisó el expediente de la empresa se determinó que sus propietarios eran Orlando García, quien aparecía como presidente y Gardenia Martínez (amante de este) era la gerente general. El nombre de la empresa era un acrónimo de los nombres de los dueños. Luego de investigar la estafa, y con las pruebas en la mano, notifiqué a comienzos de noviembre de 1990 al Ministro de la Defensa que investigaba ese grave

hecho. Para proteger el patrimonio nacional exigí a Margold la entrega de ese material. Mi plan era tratar de recibir la munición primero y luego denunciar la estafa solicitando apertura de juicio. Evidentemente se había cometido un delito en perjuicio del patrimonio del Ejército que debía investigarse y sancionarse. Chávez asiste a una extraña reunión En diciembre de 1990 recibí un interesante reporte de inteligencia en el cual constaba que Chávez había asistido a una reunión en casa de Vinicio De Sola. A esa cita también fueron el expresidente Rafael Caldera y José Vicente Rangel. Ese cónclave me intrigó pues sabía que Vinicio, además de ser amigo mío, era un conspirador compulsivo. Había continuado mi relación con él porque era un informante que me traía datos muy importantes. Para entonces estaba seguro de que Chávez seguía conspirando pero no tenía las “pruebas duras” que CAP pedía. Pese a mis esfuerzos de búsqueda no me fue posible saber cuál fue el tema tratado en esa oportunidad en esa casa. Picado por la curiosidad invité a De Sola a mi casa. Al llegar, le pregunté a Vinicio si sabía de los rumores sobre los COMACATES que se oían en los cuarteles. Él me dijo que posiblemente había algo andando, no solo a nivel de oficiales subalternos del Ejército. En tono confidencial me comentó que oyó a generales y almirantes conspirando y me recomendó que yo me adelantara y les diera el golpe antes de pasar a situación de retiro. En ese momento le dije que me estaba haciendo una proposición ilegal. Al oír mi comentario, sonrió diciendo que estaba bromeando y se retiró. Gardenia Martínez En enero de 1991 convoqué al representante de Margold a mi despacho para exigir la entrega de esa munición. Poco después me visitó una señora con acento cubano que al presentarse me dijo en tono arrogante: —Soy Gardenia Martínez, amiga de Cecilia Matos. Luego de oírla ignoré su alusión a Cecilia y le advertí que de no entregar la munición a corto plazo el Ejército demandaría a su empresa por estafa. Ella trató en vano de convencerme de que cometía un error pero mantuve mi posición. Al ver que no podía persuadirme se levantó ofendida y me dijo en forma amenazante: —Se lo diré a Cecilia—, y se retiró apresuradamente. A partir de ese momento empezaron a ocurrir cosas extrañas. Sabiendo que tenía entre manos un asunto muy delicado solicité hablar urgentemente con el Presidente. Luego de varios días fui convocado a Miraflores. En su despacho le expliqué a CAP lo que estaba sucediendo. Le hice ver la participación de Orlando García, su jefe de seguridad en la estafa y le advertí que Gardenia Martínez estaba involucrando a Cecilia Matos en el asunto. También le hablé de la necesidad de que retirara de su entorno a Orlando García, porque con seguridad se le abriría juicio y sería un escándalo mayúsculo mantenerlo en esa posición. CAP recibió la denuncia con disgusto y me dijo: —Esto lo va a investigar el general Fuenmayor en la DIM. En lo sucesivo él se encargará

de aclarar este asunto. Dicho esto dio por terminada la reunión. Luego de esa tensa conversación, en varias oportunidades llamé al Presidente. Mis llamadas eran atendidas cortésmente por un edecán diciéndome que el primer mandatario estaba ocupado. Después de varios desaires me di cuenta de que CAP no quería hablar conmigo. El tiempo pasaba y la empresa no entregaba la munición. Cansado de esperar por las acciones del Presidente, a fines de marzo decidí no esperé más y ordené al general Fernando Ochoa Antich, quien era el inspector del Ejército que elaborara un informe tipo “cuenta” sobre el caso “Margold” dirigido al Presidente. Las “cuentas” en las FAN son informes que contienen al final un espacio en blanco, en el cual el superior toma una decisión sobre el tema planteado y al terminar estampa su firma. Con este documento emplazaba a CAP a tomar una decisión por escrito sobre el caso. Mi estrategia al involucrar a Ochoa Antich fue presionar indirectamente al Presidente. Conocía las estrechas relaciones entre ambos y pensé que con Ochoa podría llegarle por otra vía a CAP. Yo pasaría a retiro en julio de ese año y no quería dejar ese caso abierto y sin decisión. Ochoa Antich probablemente sería el nuevo ministro y juzgué que trataría de sacar del escenario ese delicado caso antes de recibir el cargo. Tan pronto Ochoa preparó la “cuenta” la llevé personalmente y se la entregué en la mano al ministro Jurado a comienzos de abril. Al entregarle el documento insistí en que la elevara a la brevedad a consideración del Presidente y quedé esperando su decisión. CAP nunca se pronunció sobre el caso. Había decidido esperar mi retiro. Segunda Conferencia del Foro de Sao Paulo Después del primer cónclave, el secretariado ejecutivo del Foro se reunió a comienzos de 1991 a revisar el avance hecho. Luego decidió realizar un segundo encuentro en México en junio de ese año. La escogencia de México no fue accidental. Es el país más poblado de Hispanoamérica y el PRD era el segundo partido más grande de México con una clara posibilidad de llegar al poder. La incorporación del PRD, junto al PT de Lula y el icono revolucionario de Fidel, daba a la organización un aura de poder y de inevitabilidad. Para disimular la inclinación comunista del Foro de Sao Paulo se anunció con bombos y platillos que la intención era promover el socialismo, el indigenismo y el ecologismo en Latinoamérica. La segunda Conferencia del Foro de Sao Paulo en Ciudad de México se celebró entre el 12 y el 15 de junio de ese año. El primer encuentro tuvo poca cobertura y no llamó mucho la atención. El segundo realizado en México tuvo más difusión. Incluso fue promocionado en Washington por lobbies izquierdistas para tratar de mostrar que no tenían nada que ocultar. En esta reunión el anfitrión fue Cuauhtémoc Cárdenas, el hijo del expresidente Lázaro Cárdenas, el militar izquierdista que nacionalizó el petróleo en México. Esta conferencia tuvo mayor sentido de urgencia que la primera. Los asistentes fueron grupos de tendencia marxista. A ella no fueron invitados los incómodos partidos

socialdemócratas llenos de reformistas que abogan por un sistema político democrático plural y una economía capitalista. Los comunistas quieren revolución. Al igual que en la idea original de Lenin con el comunismo mundial, el sistema socialista de Lula se iría extendiendo como una mancha de aceite hacia otros países. En su versión edulcorada, el poder se alcanzaría por el voto y no por la fuerza. Al llegar al poder, Lula apoyaría a los candidatos de izquierda con mayor potencial en países hispanoamericanos. A medida que fueran tomando el poder en sus países, Cuba los irían absorbiendo hasta convertirlos en satélite de la nueva confederación dirigida desde La Habana. El objetivo final es la creación de una confederación socialista en Latinoamérica. Obviamente, esta confederación sería dominada por Brasil aunque este “detalle” no se mencionaba expresamente. Fidel, con seguridad, no pensaba dejarse gobernar desde Brasilia pero el tamaño del Brasil lo hace inevitable. El proyecto de Lula En esta segunda conferencia del Foro se congregó un grupo más homogéneo de izquierdistas radicales. Allí Lula empezó a tratar discretamente los escabrosos temas sobre cómo apoderarse de América Latina a largo plazo sin el apoyo soviético. Para disimular el objetivo real se hizo ver públicamente que el tema central sería pensar sobre lo que debía hacer la izquierda latinoamericana ante la disolución de la URSS. Una vez que Lula fuera electo presidente, Brasil se convertiría en un polo de irradiación del socialismo por medios pacíficos al resto de América Latina, financiando en forma encubierta candidatos afines en otros países de la región. Aunque el método electoral para instaurar el socialismo era la idea central, Fidel influyó para que no se rechazara expresamente el uso de la violencia. A partir de esta reunión se marcó claramente la división de la izquierda latinoamericana entre los “socialistas” y los “socialdemócratas”. Otra decisión fue excluir el término “comunista” del lenguaje del Foro de Sao Paulo. Lula sabía que ese vocablo era antipático. Generaba temor y oposición entre el pueblo latinoamericano. La palabra “socialista” tenía mejores connotaciones políticas entre los pobres e intelectuales que la palabra “populista”, que era el calificativo apropiado. Los pobres eran la mayoría en América Latina y con ese caudal electoral sería fácil ganar elecciones. En 1996, Heinz Dieterich le dio organicidad a esta visión bautizándola como “Socialismo del siglo XXI” La democracia participativa Los miembros del Foro de Sao Paulo aceptaron la visión de Lula de adoptar el voto como el nuevo camino para alcanzar el poder. Al controlar el Gobierno, procederían a instalar la democracia participativa y desmontarían el modelo de la democracia representativa. La democracia burguesa era despreciada por los miembros del Foro, porque según ellos con este modelo las élites se arrogan la representación del pueblo. A la idea de Lula Fidel le agregó su visión antimperialista y antiliberal que había planteado en la Tricontinental de La Habana en 1966. La democracia participativa promueve la intervención de los ciudadanos en referendos o

plebiscitos para influir directamente en las decisiones públicas. La idea es que el pueblo participe manifestando directamente sus puntos de vista y no a través de partidos que los representen. Este es el método para destruir los partidos tradicionales y lograr la hegemonía comunista. La fachada “democrática” la darían las comunas, cuyos jefes son activistas políticos designados por el poder ejecutivo. De esta manera desaparece la representación de las minorías y las autoridades intermedias como congresistas, gobernadores de estado, alcaldes, etc. Eventualmente el pluralismo de los partidos políticos es reemplazado por un gobierno asambleario de las bases. Esta situación es fácil de controlar por un líder carismático que maneje todos los poderes del Estado. Estos procesos asamblearios culminan con comicios. De allí la importancia crucial del sufragio electrónico. Fidel, siendo un adicto al poder eterno, buscaba garantizar que los comunistas ganaran las elecciones presidenciales a perpetuidad, mediante el control del voto electrónico. En comicios de menor importancia para elegir representantes al Congreso y autoridades locales se dejaría una cuota de ganadores a la oposición. De esta manera se guardarían las apariencias de “pureza” del sistema electoral dando una falsa sensación de imparcialidad. Además del voto electrónico, el G2 utilizaría las bases de datos del sistema computarizado para controlar, vigilar, espiar y perseguir a la población, especialmente a los disidentes. Finalmente como la guinda en la torta estaba el control de las Fuerzas Armadas. Los militares dejarían de ser apolíticos y su lealtad no se debía a la nación y la constitución sino a la revolución. Para ello se adelantaría un proceso de corrupción de los viejos mandos militares combinada con una activa penetración de las escuelas militares para crear una nueva generación de militares revolucionarios. Chávez es reprobado en “Inteligencia” El Gen. Alberto Esqueda Torres, director de la Escuela Superior del Ejército, solicitó hablar conmigo a mediados de mayo de 1991. Su propósito fue pasarme la responsabilidad para actuar contra Chávez y otros cinco oficiales reprobados en asignaturas del Curso de Estado Mayor. La política a seguir en esos casos no era clara. En el pasado algunos habían sido expulsados y a otros se les había dado oportunidad de presentar un nuevo examen. De ser aprobados se graduaban, si no eran retirados. Si Chávez era expulsado del curso no podría ascender al grado de teniente coronel. Un problema adicional era que uno de los reprobados fue el mayor Luciano Bacalao Von Schambert quien había sido mi ayudante siendo Director de la Academia Militar. Al ver su nombre me di cuenta que debía hilar fino para que no se me acusara de conflicto de interés. Esqueda al pasarme la decisión se lavó las manos como Pilatos. Para entonces tenía información que Esqueda era seguidor de Santiago y se reunía con Chávez y el contralmirante Gruber en casa de Vinicio De Sola. Para entonces Santiago era comandante de la División de Selva y Gruber era jefe del Comando Fluvial del Orinoco. En ese tiempo yo no podía actuar contra Chávez sin pruebas y debía pedir permiso al

Presidente para retirarlo del curso. Ante el dilema planteado resolví reunir al Alto Mando del Ejército para tratar de conseguir un voto contra Chávez. Si lograba que el Alto Mando me apoyara podría usar ese resultado para convencer a CAP. Con esa intención convoqué a una reunión del Alto Mando del Ejército para oír al general Esqueda y decidir sobre el caso. Convoqué a los generales Ochoa Antich y a Antonio Roberto Delgado quienes eran el inspector y jefe de Estado Mayor respectivamente. Como faltaba poco para mi retiro y asumía que probablemente entregaría mi cargo al Gen. Rangel Rojas, resolví convocarlo a esa reunión para involucrarlo en el asunto. Entonces Rangel era comandante de la 3ª División de Infantería en Caracas. Una vez reunidos di la palabra al general Esqueda quien explicó lo sucedido. Terminada su exposición le ordené retirarse para tomar una decisión. Al hacerlo hice ver a los asistentes el peligro que había en caso que Chávez y los miembros de su logia ascendieran. En esa oportunidad los previne para que no permitieran que los detenidos en 1989 no ocuparan cargos de comandantes de batallón. También les señal é que lo ideal sería retirarlo del curso aprovechando que había sido reprobado pero que había precedentes que pondrían esa decisión en tela de juicio. Luego les concedí el derecho de palabra y cada uno manifestó su punto de vista. Al final se hizo una votación a mano alzada y todos manifestaron que se inclinaban por aplicar un nuevo examen a los reprobados. Al final tomé la palabra y les dije que si fuera por mí los expulsaría, pero oída su opinión y conociendo el punto de vista del Presidente, adoptaría la propuesta que ellos recomendaban. De esa manera, por unanimidad del Alto Mando del Ejército, se tomó la decisión de permitirle a los cinco oficiales reprobados, incluyendo a Chávez, presentar de nuevo los exámenes en que habían fallado. Luego de tomar un nuevo examen, dos de los alumnos reprobados volvieron a fallar. Entre los que aprobaron estaban Chávez y Bacalao. Al enterarme de esos resultados supuse que Chávez sería ascendido. Ante esta posibilidad ordené al jefe de Personal del Ejército que de ascender a teniente coronel alguno de los miembros de la logia detenidos en diciembre de 1989 debían enviarse a ocupar cargos administrativos. Al dar esa orden asumí que yo estaría aún en servicio activo para el momento de los ascensos y haría cumplir esa disposición. Mis problemas con el jefe de la DIM A finales de mayo de 1991, solicité por escrito a CAP una sanción contra el general Fuenmayor, el director de Inteligencia Militar que se había alineado con Santiago, Cecilia Matos, Orlando García y Gardenia Martínez para atacarme. Descubrí que la DIM me vigilaba sin autorización del Presidente con espías y equipos de grabación de audio y video. La vigilancia incluía el sembrado de espías entre mis escoltas y empleados, tanto en mi oficina como en mi casa. En esa oportunidad le entregué a CAP un conjunto de pruebas, entre las cuales había un video grabado por el propio Fuenmayor en su despacho al estilo de Vladimiro Montesinos en Perú. Ese video mostraba a Fuenmayor recibiendo dinero en efectivo e intercambiando

información con Gardenia Martínez sobre mi persona. CAP manifestó que no le dio órdenes a Fuenmayor al respecto. Estas denuncias, más otros escándalos de corrupción administrativa que afloraron simultáneamente en la DIM, obligaron a CAP a destituirlo y reemplazarlo por el general de División José de La Cruz Pineda. Fuenmayor fue pasado a retiro, pero CAP no tomó medidas en su contra. Posteriormente Fuenmayor fue detenido y acusado de corrupción administrativa. El general Pineda es un competente y serio oficial de inteligencia, pero al llegar a la DIM tuvo los mismos problemas que yo experimenté con CAP. Pronto Pineda se dio cuenta de que el Presidente se negaba a creer que había un golpe y se disgustaba cuando le tocaban el tema. En octubre de 1988, Pineda era comandante de la tercera Brigada de Infantería del Comando Estratégico del Ejército cuando el Batallón Ayala salió a detener al presidente encargado la noche de los tanques. Un día antes de ese hecho, Pineda fue enviado junto con el teniente coronel comandante del Ayala a una inspección al estado Zulia. Ese incidente fue presentado como algo sospechoso al presidente Lusinchi a su regreso de un viaje a Punta del Este. El primer mandatario ignoró el hecho por solicitud del candidato presidencial CAP, quien deseaba evitar los rumores de golpe. Esa mala decisión impidió una investigación y permitió que Chávez siguiera conspirando. García no vendió ni una navajita al Ejército Fui convocado a una reunión privada con CAP, a comienzos de junio. En esa oportunidad me dijo que apreciaba el trabajo que yo había hecho y que el general Pineda en la DIM estaba investigando la logia, pero que no había pruebas concretas. Luego pasó al tema que realmente le interesaba al preguntarme si tenía interés en ocupar una embajada al retirarme de la carrera militar. Le respondí que era un honor ser considerado. Le recordé que antes de mi retiro debía abrir juicio contra Orlando García por la estafa del Caso Margold. CAP puso mala cara y no respondió. Dicho esto me retiré. A fines de mayo de 1991, en vista de que el Presidente no tomaba ninguna decisión sobre ese delicado asunto y se acercaba mi retiro, decidí actuar. A comienzos de junio filtré información sobre ese caso a la prensa. Mi intención era obligar a CAP a tomar una decisión ante la presión de la opinión pública. Estaba claro que al filtrar información violaba reglamentos militares, pero me confortaba saber que estaba actuando de acuerdo a principios éticos. Estaba cumpliendo con mi deber, porque la Constitución dictaba que quien tuviera conocimiento de la comisión de un delito debía denunciarlo. Luego de que la prensa empezó a ocuparse del caso “Margold”, el lunes 3 de junio algunos reporteros le plantearon el tema al Presidente. Al preguntarle sobre el cubano Orlando García, CAP se puso nervioso y solo atinó a decir una frase que me enardeció: —Orlando García no ha vendido ni una navajita al Ejército. Interpelación en la Comisión de Defensa La declaración del Presidente fue la gota que desbordó el vaso. Al otro día, todos los diarios del país mostraban en primera plana la fatídica afirmación de CAP. Ese día contacté al Dr. Donald Ramírez, un miembro del partido opositor COPEI, quien era el

presidente de la Comisión de Defensa de la Cámara de Diputados. Le pedí que me convocara a una interpelación en la cual iba a hacer importantes revelaciones sobre el caso “Margold”. Al siguiente día recibí una comunicación oficial de ese cuerpo requiriendo mi presencia. Las invitaciones a requisitorias del Congreso son de carácter obligatorio y no podía negarme a comparecer so pena de ser enjuiciado por desacato. Esa comunicación era mi salvavidas porque me obligaba a asistir. El martes en la tarde llamé al Presidente y le hice ver al edecán de guardia que era urgente. Ante esto CAP atendió el teléfono y de inmediato le dije que había recibido una citación para asistir a una interpelación del Congreso al día siguiente. El Presidente masculló: —Le prohíbo atender a esa convocatoria. Respondí con dos palabras: —Entendido, Presidente. Dicho esto colgué el auricular. La palabra “entendido” en la jerga militar significa que uno comprendió una orden, no que uno la va a cumplir necesariamente. Los militares estamos formados bajo el lema de que “Las órdenes ilegales no se cumplen”. La orden del Presidente violaba la Constitución. A la mañana siguiente salí a atender el llamado de la Comisión de Defensa. Al tomar la autopista rumbo al centro de la ciudad era obvio cuál era mi destino. En ese momento sonó el radio de mi vehículo. Al atender me sorprendió la voz del vicealmirante Héctor Jurado Toro diciendo: —¿Adónde te diriges, Peñaloza? ¡El Presidente te prohibió ir al Congreso! Mi respuesta fue: —Voy a cumplir con mi deber. Al decir eso cruce el Rubicón. Unos minutos más tarde descendí del auto frente al Congreso. En el umbral me esperaba el diputado Henry Ramos Allup, quien me interceptó diciendo: — ¿General, usted no va a cumplir la orden del Presidente? Me limité a mostrarle un ejemplar de la Carta Magna diciéndole: —Voy a poner una denuncia cumpliendo lo que establece la Constitución. Ante esto el diputado me miró con cara de preocupación y me franqueó el paso. Mi comparecencia a la Comisión de Defensa fue la noticia del día. En la interpelación respondí muchas preguntas dejando al desnudo lo ocurrido en el “affaire Margold”. En un país decente la denuncia hubiera generado investigaciones, pero en Venezuela la política se juega con dados cargados. A la interpelación del Congreso acudí pertrechado con un cargamento de pruebas demostrando la culpabilidad de Orlando García. Ese material lo dejé en manos de los legisladores. Ese mismo día fui destituido. Cecilia Matos y Gardenia Martínez han debido reírse a carcajadas por lo que ocurría. Luego de mi visita al Congreso no se inició ninguna investigación. La fracción de AD

tenía mayoría y bloqueó la averiguación. Las acusaciones resbalaron sobre CAP. La sociedad de cómplices funcionó a cabalidad. La justicia venezolana nunca había sido tan injusta. Mi destitución del Comando del Ejército Al regresar a mi despacho en Fuerte Tiuna me entregaron una comunicación secreta enviada por el ministro de la Defensa, Jurado Toro. Su contenido no me sorprendió. Tersamente me informaba que debía entregar mi cargo al día siguiente al Gen. Rangel Rojas sin indicar las razones para el intempestivo relevo. A partir de ese momento recibí múltiples muestras militares de solidaridad e incluso insinuaciones de que debía alzarme contra el Gobierno. Agradecí las primeras y a las segundas respondí que no era golpista. Yo había cumplido mi misión y ahora debía retirarme, pero antes tenía que escribir a la carrera el discurso de rigor en estos casos. CAP quería hacer ver mi destitución como una entrega de mando rutinaria y mi discurso me daba oportunidad para hacer conocer lo que había sucedido tras bastidores. Iba a dejar claro que había sido destituido por desobedecer órdenes ilegales del presidente. Antes de sentarme a redactar mi discurso de despedida esa misma tarde hablé con Ochoa Antich y con Rangel Rojas y les puse al tanto sobre la misión secreta que el mayor Madriz había cumplido. Al despedirme, les recomendé que mantuvieran discretamente esa operación encubierta si querían saber lo que la logia traía entre manos. Al otro día, a la ceremonia en el patio de honor de la Academia Militar no fue el presidente Pérez. Obviando ese desaire, el acto se hizo con sobriedad. Luego de entregar el estandarte del Ejército al general Rangel Rojas subí al podio para leer mi discurso de despedida. Esa alocución, fue más arenga que un adiós. Al terminar el acto ya era mediodía y me fui a mi casa. El ministro, salió disparado al terminar mi discurso sin despedirse. Mí huida del país Al llegar a casa, uno de mis ayudantes me llamó de urgencia. Fui alertado de que el ministro Jurado Toro había solicitado al Presidente un auto de detención en mi contra por pronunciar un discurso subversivo. Ante esta posibilidad decidí tomar precauciones. Llamé a un amigo que tenía un avión privado y le pedí que me llevara a Aruba de inmediato. Una hora después despegué del aeropuerto de Charallave sin saber que iba a hacer en el futuro. Mi imprevisto viaje a Aruba fue una buena decisión. Allí me encontré con un amigo que tenía una casa de bolsa en Caracas y había comprado otra en Nueva York y estaba reclutando personal. Al verme me preguntó qué hacía y le dije que me acababa de retirar. Ante mi respuesta, me propuso trabajar con él y su oferta me pareció interesante. Recuerdo que le dije: —Tengo una maestría en finanzas pero no poseo experiencia en el mundo financiero. Él se rió de mi comentario y me dijo: —No te contrato por lo que sabes de finanzas, sino por la gente que tú conoces. De esa manera accidental inicié mi segunda carrera en el mundo financiero en Wall

Street.

CAPÍTULO 22

Otro golpe fallido Chávez se gradúa en el Curso de Estado Mayor Dos semanas después de mi destitución, Chávez y el resto de los mayores de la logia detenidos en 1989 se graduaron en el Curso de Estado Mayor. A comienzos de julio del 91 ese grupo ascendió a tenientes coroneles y recibieron sus nombramientos con el general Rangel Rojas. Inicialmente todos fueron a cargos administrativos. Hasta ese momento todo iba bien y las órdenes de CAP de no bloquear las carreras de los golpistas se habían cumplido, tomando medidas para impedir un golpe. Poco después supe que Ochoa había sido nombrado Ministro de Defensa. Esto me tranquilizó porque tanto el cómo Rangel sabían de la conspiración. Cuando Ochoa fue nombrado Ministro el general Carlos Santiago Ramírez pidió su baja. En ese momento el nombramiento del Gen. Santeliz como director de Planificación en el Ministerio de la Defensa pasó desapercibido. Luego de recibir ese cargo se convirtió en el consejero privado de Ochoa. Al enterarme desde Nueva York llamé a Ochoa Antich y lo felicité. El aprovechó la oportunidad para decirme que podía regresar porque no sería perseguido. Como tenía un buen trabajo le dije que iba a permanecer en los EE.UU. por un tiempo. Después del nombramiento de Ochoa, CAP nombró a Heinz director de la DISIP. Cuando esto ocurrió le pedí que mantuviera contacto con Madriz. Luego escogió para la Dirección de Inteligencia Militar (DIM) al general de brigada José de La Cruz Pineda luego que el Gen. Herminio Fuenmayor pasó al retiro en medio de un escándalo de corrupción. Estos nombramientos para los dos cargos más altos en los organismos de seguridad del Estado completaron la puesta en escena antes del golpe. En el centro del escenario militar estaban Ochoa y Rangel. Uno era el hombre de confianza de CAP y el otro de Caldera. En el escenario estaban además oficiales como Santeliz Ruiz, Orozco y Raúl Salazar Rodríguez que tendrían un rol crucial en el golpe del 4F. En la Armada aguardaba agazapado su oportunidad el Gruber, al igual que Visconti en la Aviación. Entretanto a un nivel más bajo acechaba la logia golpista que controlaba 8 batallones. Entre bastidores merodeaban a la izquierda Alí Rodríguez Araque manejado por Fidel. En la derecha revoloteaba Carlos Santiago Ramírez quien al retirarse a la vida civil empezó a trabajar con los hermanos De Sola. Alrededor de CAP seguía el grupo de ministros pro fidelistas: Jesús Carmona, Armando Durán y Pastor Heydra. En ese momento los líderes de “Los Panas” ahora divididos, y los sobrevivientes del grupo de militares afectos a Caldera se preparaban para entrar en acción. Los líderes del a logia son enviados a cargos administrativos Cuando CAP asumió la presidencia en febrero de 1979, nombró edecán al Tcnel. Rommel Fuenmayor. Este oficial era el comandandante del Grupo de artillería Misilistica “José Tadeo Monagas”, acantonado en Maracaibo. En esa oportunidad Fuenmayor pidió al

Presidente que en su reemplazo nombrara a su cuñado el Tcnel. Francisco Javier Arias Cárdenas. Este oficial que era uno de los líderes de la logia de Chávez, no estuvo entre los 18 mayores que detuve en 1989 no había aparecido en el radar porque encontraba haciendo estudios en la Universidad Javeriana de Bogotá. Cuando entregué el mando del Ejército Arias ya tenía dos años y medio de comandante de batallón y al irme su relevo estaba previsto. Al ser destituido el 5 de junio de 1991, mi sucesor Rangel Rojas decidió dejarlo un año más en su cargo. Un teniente coronel que comande un batallón por cuatro años no es algo normal en el Ejército. Antes de retirarme deje listos los nombramientos de los 18 tenientes coroneles que habían terminado su curso de Estado Mayor y eran sospechosos de pertenecer a la logia. Todos fueron designados para ocupar cargos administrativos y ninguno tenía mando de tropa.. Entre ellos estaban Chávez Frías, Urdaneta Hernández, Acosta Chirinos y Ortiz Contreras. Los nombramientos fatídicos Al asumir el Ministerio de la Defensa, a Ochoa Antich recibió en audiencia a estos cuatro oficiales. Ochoa los conocía bien desde que estuvieron juntos en la Academia Militar. Estos oficiales plantearon al ministro que era injusto que no hubiese sido nombrados comandantes de batallón, siendo merecedores. Urdaneta le hizo ver a Ochoa que uno de los comandantes de batallón designados para la Brigada de Paracaidistas había pedido la baja y que los jefes de los otros dos batallones tenían dos años en el cargo y debían ser relevados. Además reclamaron que un oficial recién ascendido menos antiguo que ellos fuese nombrado comandante del “Bolívar”. Dicho esto manifestaron que de no ser nombrados para esos batallones pedirían su baja. Ante la presió n Ochoa ordenó a Gen. Rangel analizar esos casos. Rangel nombró a Chávez, Urdaneta y Acosta comandantes de batallones de paracaidistas en Maracay. En el caso del “Bolívar” alegó que al Tcnel. Braddly Quintero se le había entregado resolución para ese cargo. Como consolación Rangel nombró a Ortiz comandante del “Vázquez” en Chaguaramal. Al presentar estos nombramientos para el visto bueno del Ministro, Ochoa los aprobó. Chávez aprovechó esa reunión para solicitar a Rangel que relevara a uno de los comandantes de batallón del regimiento de Policía Militar quien ya tenía dos años en el cargo y en su lugar nombrara a su compañero Luis Pineda Castellanos quien era miembro de la logia. De esta manera Pineda fue designado comandante del batallón de Policía Militar “Muñoz Tébar. Además de los miembros de la logia detenidos en 1989 hubo otros comandantes de batallón comprometidos con los golpistas que no eran considerados sospechosos. Entre ellos están los jefes de los batallones “Aramendi” en Fuerte Mara y “Gómez” en Paraguaipoa y el Grupo de Artillería Salom en Maracay. Con cuatro batallones en manos de miembros de la promoción de Chávez y cuatro bajo oficiales de la promoción Chávez pensó tener la masa crítica necesaria para el alzamiento. Cómo el Batallón Bolívar era

una pieza clave para el golpe, decidieron que en los próximos meses intentarían captar a Quintero. De no lograrlo, el capitán Vladimir Padrino quien había servido allí y estaba en la Escuela de Infantería, le quitaría el mando. Todos los comandantes de batallón que se alzaron el 4F estuvieron bajo el mando de Rangel Rojas siendo el comandante del Cuerpo de Cadetes de la Academia Militar entre 1983 y 1985. Ochoa y Rangel decidieron darles estos cargos delicados a los golpistas a conciencia de que se sospechaba de ellos y yo había dado la orden de ubicarlos en cargos administrativos sin mando de tropas. ¿Que los movió a ordenar estas sospechosas designaciones? Al ser entrevistado Ochoa negó haber hecho estos nombramientos, pero posteriormente Chávez, Urdaneta, Acosta y Ortiz han reconocido haberse reunido con el Ministro para hacer esta solicitud a la cual accedió. Cuando traté de entrevistar a Rangel Rojas me fue imposible contactarlo. Estos cambios fueron claves en el golpe de Chávez del 4F de 1992. A partir de esas decisiones de Ochoa y Rangel el golpe estaba en marcha y era indetenible. Se reactivan los rumores de golpe Al enterarme de estos nombramientos de los jefes de la logia traté de alertar sobre el hecho de que la rebelión estaba en marcha. Para entonces no tenía acceso a CAP y solo me quedaba advertir a Heinz en la DISIP y a los líderes de AD que estaban al tanto de la conspiración: Luis Alfaro Ucero, Reinaldo Leandro Mora y Alejandro Izaguirre Angeli. A todos los contacté por teléfono desde los EE.UU. y les hice ver el peligro que representaban esas designaciones. Todos prometieron hablar con CAP para prevenirlo. De allí en adelante los rumores de golpe empezaron a aumentar. Heinz en la DISIP y el general José de La Cruz Pineda (el nuevo Director de la DIM) estaban al tanto como yo del peligro que representaba Chávez y su logia establecidos ahora en cargos de comando. Ambos jefes de inteligencia alertaron a CAP sobre la amenaza, pero este continuó rechazando las advertencias. A comienzos de diciembre del 91 llamé a Heinz para comentar lo que ocurría y me manifestó frustrado que pese a sus alertas, el Presidente seguía escéptico ante las denuncias. Pineda en la DIM también sabía lo que pasaba porque su jefe de búsqueda, el coronel Milton Abreu lo mantenía al corriente de la conspiración. Abreu tenía tiempo al tanto del complot desde que era comandante del Grupo de Caballería Motorizado “Gómez” en Paraguaipoa, cuando el capitán Madriz denunció a Chávez en 1989. En esa oportunidad Rangel Rojas, siendo comandante de la División, trató de quitarle credibilidad a la denuncia. En 1985, siendo yo director de la Academia Militar detecté a Chávez conspirando y Rangel Rojas (siendo comandante de cuerpo de cadetes) abogó a favor de Chávez. Estos hechos no prueban que Rangel haya conspirado con Chávez, pero su patrón de conducta evidencia que lo apreciaba y lo protegió en varias oportunidades. Rangel Rojas había servido como capitán en la Guardia de Honor de Caldera en su primer Gobierno y luego había sido edecán del presidente Luis Herrera. Estos cargos indicaban su cercanía con Caldera y con el partido socialcristiano COPEI. Este detalle lo

menciono porque se rumoraba que Caldera era padrino de Chávez. El padre de Chávez fue un líder de bajo nivel de COPEI en Barinas. Por eso no es descartable que Caldera haya abogado ante Rangel por Chávez. Para complicar las cosas, el presidente Carlos Andrés Pérez, asesorado por Jesús Carmona, Orlando García y otros adoptó una actitud negligente que lo llevó a su suicidio político. Los clanes militares La tradición de nombrar gente de confianza en cargos claves es una constante universal. La gente tiende a rodearse de amigos para trabajar, defenderse, alcanzar el poder y gobernar. De esa costumbre nacieron los clanes, las tribus, las naciones y finalmente los Estados de hoy en día. Esa costumbre no es mala si los amigos que conforman el clan son buenos. En un ejército con raíces caudillistas como el venezolano, los clanes o “combos” son parte del paisaje. Algunos jefes militares tienen sus agendas propias que los llevan a reclutar “combos” para su entorno, aun no siendo jefes de esas bandas. En el medio militar venezolano ese hábito generó una cultura de clanes. Estos grupos son pandillas de amigos que se van formando a lo largo de la carrera. Algunas se convierten en bandas o pandillas que rodean a sus líderes cuando estos llegan a altos cargos. Los militares venezolanos son una sociedad cerrada que conforma una tribu uniformada, dentro de la cual pululan clanes. La mayoría de los militares no militan en esos clanes pero los miembros de combos son conocidos. Estas bandas son minorías organizadas alrededor de jefes con potencial de llegar a la cúpula. Estos grupos comienzan siendo pandillas de amigos, como “Los panas” o el “Grupo de Caldera”. Algunas de esas bandas son conspiradores que al crecer y se convierten en logias. Esta cultura de grupos es más visible en el Ejército, pero también se manifiesta en la Marina, la Aviación y la Guardia Nacional. Los clanes se organizan alrededor de un líder que los integra y dirige. Hay líderes buenos, malos y mediocres. Esos líderes militares engendran clanes buenos, malos, mediocres e incluso peligrosos y hasta letales para la democracia. Los nombramientos fatales Sabían Ochoa y Rangel de los planes golpistas de estos oficiales que ellos auspiciaban? La suspicacia es válida, pero no me atrevo a asegurarlo sin pruebas. Yo me limito a reportar las cosas como ocurrieron. No acuso ni denuncio a nadie por cosas que no puedo probar. Cada quien tiene su verdad y no me corresponde a mi calificarlas. El hecho ineludible es que entre Rangel y Ochoa nombraron en cargos claves a los jefes del golpe. ¿Fue una casualidad? ¿Fue ingenuidad? ¿Fue complicidad? No lo sé, amigo lector usted decide. De acuerdo con los procedimientos del Ministerio de la Defensa las propuestas de cargos de comandantes de batallón son formuladas por el Comandante del Ejército y luego sometidas a la aprobación del Ministro. Dado el papel de esas unidades tácticas en los golpes de Estado, los altos jefes eran muy celosos al revisar esas listas. Al analizarlas

filtran candidatos indeseados, colocando oficiales de su confianza en reemplazo de oficiales sospechosos o incursos en delitos o faltas graves. Cuando en julio de 1991 los nombramientos de los jefes golpistas fueron propuestos por Rangel Rojas, Ochoa Antich no objetó a ninguno porque él había ordenado “corregir injusticias” en sus nombramientos. Rangel y Ochoa sabían que los detenidos en 1989 no debían comandar batallones, pero aprobaron esos nombramientos sabiendo que eran conspiradores. Antes de retirarme en junio de 1991 había hablado con ellos y les había advertido que no ascendieran a los bolivarianos porque eran un peligro para la seguridad del Estado. ¿Que los motivó a hacerlo? El golpe de diciembre de 1991 En septiembre, después de mi retiro, el mayor Madriz quien seguía en el Ejército se comunicó conmigo. Me contó que el golpe se estaba acelerando. Madriz me dijo que pese a la importancia de la información que pasaba, no se tomaban medidas contra los conspiradores. Esta inacción se debía a la actitud de CAP ante los rumores que los cohibía de tomar medidas contra la logia y habían optado por no investigar las denuncias. Fue así como la conspiración avanzó y se extendiendo a la Marina, la Aviación y en menor grado a la Guardia Nacional. La premura por el golpe venía de Cuba. Fidel estaba preocupado por el colapso económico de la URSS y necesitaba otro país mecenas para que financiara su sueño imperial en Hispanoamérica. En ese momento Castro —quien odiaba a los militares no comunistas— no tenía otra opción que trabajar en equipo con ellos. Chávez era un clavo ardiente pero a la vez un salvavidas. En ese momento el golpe engranaba con el proyecto que había diseñado con Lula. Como el tiempo apremiaba, Castro ordenó a “Fausto” forzar a Chávez a tomar una decisión sobre el alzamiento. Al efecto Chávez manifestó que el golpe debía ejecutarse a comienzos de febrero, fecha en que el presidente Pérez retornaría de un viaje a Suiza. Ante la presión de Fidel los dirigentes de Bandera Roja (BR), plantearon no esperar más y propusieron adelantar la fecha. La idea fue apoyada por los capitanes Blanco La Cruz y Rojas Suárez ambos del ala radical de la logia. Ellos insistieron en que el golpe debía lanzarse a mediados de diciembre cuando que la mitad de los oficiales estaban de vacaciones navideñas. Esa propuesta era reminiscente de la hecha por los nasseristas en diciembre de 1957 alegando que en esa fecha sería fácil controlar los cuarteles. Adicionalmente ese día se conmemoraría el aniversario de la muerte de Bolívar y una década del juramento en el Samán de Güere. Después de oírlos, Chávez aceptó refunfuñando la idea. Al terminar la reunión, Maisanta estaba molesto porque tendría que modificar el plan que había madurado durante tanto tiempo. En esa reunión el Tcnel. Isaías Baduel quien era alumno de la Escuela Superior del Ejército manifestó que no participaría en el golpe, porque consideraba que aún no estaban preparados para un alzamiento. Ese planteamiento dejó meditabundo a Chávez. Los apuros de Fidel

Una vez fijada la fecha del golpe Rodriguez Araque coordinó con Gabriel Puerta Aponte, Pablo Medina y José Vicente Rangel los detalles para la participación del civil. Entretanto Douglas Bravo, engañado por Rodríguez Araque, se hacía ilusiones de controlar la conspiración. El viejo jefe guerrillero, como marido cornudo, fue el último en enterarse de la verdad. En esa época Ali contaba con unos dos mil quinientos hombres, incluyendo con cerca de cien francotiradores expertos, armados con fusiles de precisión con mira telescópica y visión nocturna. Este contingente de irregulares paramilitares estaba listo para actuar en apoyo de las unidades militares insurrectas. La misión de los francotiradores sería hostigar y retardar el avance de las unidades leales de las FAN a la salida de Fuerte Tiuna y en los alrededores del palacio presidencial. Simultáneamente, un grupo de los subversivos civiles iría a los barrios populares para promover la salida a la calle del pueblo. Al bajar de los cerros actuarían como una guerrilla urbana contra las fuerzas del Gobierno. Una vez en la calle, se iniciarían saqueos creando la ilusión de una explosión popular. Para cumplir esa misión, los guerrilleros de Alí necesitaban las armas que Chávez había prometido entregar el día del golpe. En La Habana Fidel disfrutaba su rol de gran estratega del golpe en su sala situacional en Punto Cero. Chávez intuía el papel del líder cubano, pero no tenía acceso a él. Dentro de esta bizantina trama, Chávez tenía sus propias sorpresas guardadas. La idea del golpe cívico-militar no era aceptable para su gente y tenía una solución. Los generales “frenados” Los rumores aumentaban con múltiples filtraciones. Si el ministro de la Defensa y el comandante del Ejército hubieran sido agresivos contra la logia golpista, habrían abortado el golpe con facilidad. Yo lo hice en 1989 y funcionó, pero pagué un precio que los nuevos jefes no estaban dispuestos a sufragar. Ochoa y Rangel estaban “frenados” por el “síndrome de invulnerabilidad” de CAP. Esta patología formaba parte de un cuadro clínico que negaba la posibilidad de un golpe y atemorizaba a los que se atrevieran a hablar del tema. Para todos los efectos, CAP hizo desaparecer la palabra golpe del léxico militar, dejando el campo libre a la logia. En esta conjura Jesús Carmona, Interior fue un engranaje importante para convencer a CAP de la inexistencia del golpe. Carmona era su hombre de confianza y Carlos Andrés Pérez le tenía fe ciega. El junto con el entorno de izquierdistas alrededor de CAP, encubrieron la conspiración reforzando su terca actitud de negar la existencia de una confabulación militar. El convencimiento fue tal que CAP se pavoneaba diciendo: —A mí ningún militar me va a tumbar. Ante esta actitud del Presidente, los jefes castrenses que podían abortar el golpe asumieron una actitud de pasividad y hasta de simpatía con los conjurados para sobrevivir. Ochoa Antich y Rangel Rojas, temiendo afectar sus carreras si importunaban al Presidente, no fueron asertivos ante la amenaza. La dejaron correr absteniéndose de proponer detenciones. Para empeorar las cosas, estos jefes militares trataron de abortar

el golpe halagando a los conspiradores. Ante estos requiebros Chávez asumió que los generales querían captarlo para dar un golpe con ellos y les siguió el juego. Esta presunta complicidad era la comidilla diaria entre los oficiales del Ejército. Los hombres del presidente CAP no solo era testarudo, sino también un hombre astuto y sagaz. Aunque rechazaba las informaciones sobre un golpe, secretamente había colocado oficiales de su confianza para mantenerlo informado fuera de los canales regulares. Esta medida fue similar a lo que yo tomé creando una red paralela de inteligencia. Este es un procedimiento no ortodoxo, pero se impone cuando un jefe desconfía de sus órganos de inteligencia. Con esa intención el presidente colocó en cargos clave a dos oficiales de su plena confianza con la misión de mantenerlo informado en forma encubierta sobre lo que ocurría en el Ejército y alertarlo de posibles golpes. Estos militares eran el general Luis Alberto Oviedo Salazar y el Tcnel. Diego Moreno. Ambos eran oficiales bien calificados, pero además estaban emparentados con Cecilia Matos. Pese a las protestas de Ochoa, quien veía amenazada su exclusividad en el asesoramiento militar de CAP, el presidente impuso estos nombramientos. Oviedo fue nombrado comandante de la 3ª Brigada de Infantería en Fuerte Tiuna. Esto le daba control directo sobre las unidades del Ejército en Caracas. Moreno fue designado Edecán del presidente. A partir de ese momento se estableció un canal informal entre Oviedo, Moreno y el presidente. Ochoa lo sabía y empezó a sentir celos profesionales por el acceso privilegiado de estos intrusos. En 1991 el Tcnel. Diego Moreno cumplió el período de 2 años de servicio de los edecanes y debía pasar a otro destino. Al saberlo CAP le dijo al Ministro Ochoa que lo nombrara comandante del Regimiento de la Guardia de Honor. Ochoa le hizo ver que ese cargo era para coroneles. Ante esto CAP ordenó que lo nombraran comandante del batallón “Caracas”. Esta unidad está encargada de prestar seguridad y custodia al Ministerio de la Defensa y dependía directamente de Ochoa Antich. Esta decisión no le sentó bien al Ministro quien pensó que Moreno lo saboteaba. Intento de golpe en Rusia Mientras Venezuela marchaba hacia el golpe, el Glasnost y la Perestroika de Mijaíl Gorbachov dieron al traste con la Unión Soviética. Al renacer Rusia con una apertura política y una restructuración económica reaparecieron los partidos políticos, las elecciones directas y la economía de mercado. Las repúblicas satélites colonizadas por el imperio de la URSS se hicieron autónomas. Este proceso erosivo del dominio comunista produjo un intento de golpe de Estado contra Gorbachov en agosto de 1991. La intención de los alzados era establecer una dictadura militar, pero una revuelta popular comandada por Boris Yeltsin abortó ese intento. El 8 noviembre de ese año se reunieron los presidentes de las repúblicas soviéticas de Rusia, Ucrania y Bielorrusia y acordaron disolver la Unión Soviética. En la Navidad de ese año se firmó el tratado de Belovesha que hizo desaparecer la URSS. A partir de ese

momento la antigua URSS pasó a denominarse Comunidad de Estados Independientes (CEI) y Gorbachov renunció a su cargo. La desintegración del poderoso imperio soviético cambió de la noche a la mañana la configuración geopolítica del mundo. La firma del tratado de Belovesha significó la disolución de la URSS y la pérdida del subsidio soviético a Cuba. Madriz enviado a tratamiento psiquiátrico Mientras la logia preparaba el golpe, el Comandante del Ejército decidió no recibir más al mayor Madriz quien se estaba convirtiendo, al igual que yo, en un moderno Casandra15. Rangel para quitarse de encima a ese mayor asignó la tarea de recibir sus reportes de inteligencia a su jefe directo, el Gen. Álvaro Rafael Barboza Rodríguez, el director de la Escuela Superior del Ejército. Antes de enviárselo le dijo que ese mayor era medio loco. Luego de oír a Madriz, Barboza solicitó a Rangel a mediados de noviembre del 91 que Madriz fuera sometido a exámenes psiquiátricos. Sus insistentes denuncias de golpe contra algunos de los alumnos e instructores del curso de Estado Mayor le hicieron pensar que Madriz no estaba bien de la cabeza. 15. Casandra, la hija de Príamo tenía el don de la profecía. Cuando o aceptó ser seducida por Apolo, este dios la maldijo haciendo que sus predicciones nunca fueran creídas.

Rangel al recibir la solicitud de Barboza envió a Madriz al Hospital Militar para ser sometido a tratamiento psiquiátrico. Al ser diagnosticado normal pudo volver a su cargo y siguió pasando información a la DISIP y a la DIM hasta el día del golpe.La actitud de Ochoa fue similar, pero con otro estilo. Sabiendo quienes eran los sospechosos, adoptó una política de acercamiento con ellos tratando de neutralizarlos con diplomacia. Entretanto siguió recibiendo a Madriz sin darle credibilidad. Probablemente ni Ochoa ni Rangel eran piezas activas en la conspiración porque de ser así han podido delatarlo y probablemente hubiera sido asesinado. Una posible hipótesis es que aspiraran a ser una especie de “Wolfgang Larrazábal” en una Junta de Gobierno que se formara en caso de triunfar la conjura de los bolivarianos. Ellos fallaron al no detener a los golpistas y fueron como mínimo incautos o negligentes. El creciente murmullo sobre un posible golpe permitió al Gen. Rangel Rojas tener acceso encubierto al presidente a través de uno de los edecanes del Ejército. Su asesoramiento reforzaba la opinión presidencial que la conspiración era una entelequia y hacía ver los errores que Ochoa estaba cometiendo. A partir de allí CAP tuvo cuatro asesores militares: los generales Ochoa y Rangel y los “hombres del presidente”: Oviedo y Moreno. La fiesta inolvidable Dentro de las ideas de Santeliz para controlar a la Guardia de Honor y a los batallones del Ministerio de la Defensa estaba pasarlas a la orden del Ejército. Esto facilitaría el control a Chávez y fortalecería al Ejército que era la plataforma del golpe. A finales de noviembre de 1991 “Rasputín” logró convencer a Ochoa para transferir los batallones adscritos al Ministerio de la Defensa al Ejército, incluyendo los de la Guardia de Honor que contaban con cerca de 1,600 efectivos. El Ministro aceptó la propuesta y presentó un

plan de reorganización al Presidente. Al enterarse el Almirante Carratú se opuso y CAP lo apoyó. Pese a este rechazo Ochoa decidió pasar los batallones del Ministerio al Ejército. Entre estas unidades estaba el Batallón “Caracas” comandado por el Tcnel. Diego Moreno. A comienzos de diciembre de 1991 estas unidades pasaron a la orden del Ejército y Moreno pasó a depender del Cnel. Raúl Salazar, el comandante del Cuartel General del Ejército. El miércoles 10 de diciembre el Comando del Ejército convocó a un seminario de comandantes de batallón en Caracas para evaluar la nueva estructura del Ejército luego del traspaso de los batallones del Ministerio de la Defensa. A esa reunión acudieron más de 100 tenientes coroneles comandantes de batallón de todo el país. El viernes 12 de diciembre al culminar el seminario venía un período de tres días libres incluyendo sábado y domingo más el lunes 17 de diciembre, que es el día del aniversario de la muerte de Simón Bolívar que es una fecha no laborable. Los golpistas que preparaban alzarse el 17 de diciembre contaban que la mayoría de los comandantes de batallón leales al gobierno estarían fuera de sus batallones ese lunes, lo cual les facilitaría su trabajo. Al final del seminario el Ministro Ochoa invitó a los oficiales asistentes a una cena en su casa en Fuerte Tiuna. Entre los invitados alguien dio instrucciones de no invitar al Tcnel. Moreno, comandante del Batallón Caracas. Ese día el coronel Juan Antonio Pérez Castillo, Jefe de Relaciones Públicas del Ministerio, se encontró con Moreno y le recordó que debía ir a la cena del Ministro. Moreno le dijo que no estaba invitado y Pérez Castillo le dijo: “Debe ser un error, preséntate allá con tu esposa”. Esa noche Moreno se apareció en casa del Ministro. Luego de un coctel venía la cena. Las mesas estaban asignados por nombre y Moreno empezó a buscar la suya, pero no pudo encontrarla. Al ver al coronel Pérez Castillo le dijo que no tenía puesto asignado. El coronel le dijo que le buscaría sitio. Poco después le dijo que se sentara en la mesa No 1 en la silla asignada al Tcnel. Arias Cárdenas, quien estaba de viaje en Israel. Esa mesa era encabezada por el Ministro Ochoa. Al sentarse vio que sus compañeros de mesa eran Hugo Chávez, sentado a la derecha del Ministro, Ortiz Contreras a su izquierda y alrededor Urdaneta Hernández y Acosta Chirinos. Todos ellos habían trabajado con Ochoa en la Academia Militar y eran sus amigos. Al saludarlos Ortiz le preguntó disimuladamente “¿Mi comandante, quien lo invitó?” Al llegar a la mesa Ochoa se sorprendió al ver a Moreno allí. La cena no tuvo mayores alternativas, salvo algunos cuchicheos que Moreno no entendió. Esa cena no hubiera tenido nada de particular y Ochoa como Ministro estaba en su derecho a brindarla a sus subalternos. Lo extraordinario fue que a la mesa ministerial hayan asignado al alto mando de la logia tres días antes del golpe previsto para el 17 de diciembre. Fue esa una coincidencia? Al día siguiente de la cena la mayoría de los comandantes de batallón se quedaron en Caracas disfrutando el asueto de 3 días. Los jefes de la conspiración se marcharon temprano para ponerse al frente de sus unidades. El golpe abortado

El Tcnel. Arias Cárdenas fue enviado a mediados de diciembre a Israel, atendiendo una invitación del Gobierno judío. Arias era una de las piezas fundamentales del golpe y comandaba el Grupo de Artillería “Monagas”, dotado con lanzacohetes múltiples LAR 60 fabricados en Israel. El imprevisto envío al extranjero de uno de los cabecillas de la insurrección despertó suspicacias. Algunos miembros de la logia sospecharon que el golpe había sido descubierto. Pese a estas dudas los preparativos continuaron. Al empezar a circular las órdenes preparatorias para el alzamiento, la agitación en las redes de comunicación golpista aumentó considerablemente y el movimiento fue detectado por los organismos de seguridad del Estado. Por esos días, Madriz advirtió a la DIM, la Dirección de Inteligencia del Ejército y a la DISIP sobre los planes de Chávez. CAP al ser informado ordenó que la investigación la hiciera exclusivamente la DIM por ser un tema militar. Al recibir la orden de proceder, el general Pineda en la DIM ordenó una inspección sorpresiva a la Brigada de Paracaidistas el domingo 16 de diciembre de 1991. Al conocer estos planes, los infiltrados en la DIM informaron a Chávez que iban a recibir una “visita” sorpresiva de la DIM. Los focos de la investigación eran la Brigada de Paracaidistas y la Brigada Blindada. Gracias a ese “preaviso” los conspiradores escondieron el material que tenían preparado en camiones para el día del golpe, incluyendo dinero, lanzacohetes, armas pesadas, brazaletes, panfletos y munición escamoteada de los parques de las unidades. Ese día la DIM se presentó en Maracay con una comisión dirigida por el coronel Wilfredo Guerrero Zerpa. Los agentes de inteligencia militar consiguieron todo en orden. La presencia de la DIM obligó a abortar el golpe previsto para el 17 de diciembre. Este fue un fracaso más en la lista de alzamientos fallidos. Durante su visita los investigadores no detectaron rastros de conspiración y se marcharon con las manos vacías. La confabulación volvió a tomar su ritmo normal y Chávez inició una investigación. A comienzos de enero el mayor retirado Brett Smith visitó a Madriz en la Escuela Superior y le hizo saber que Chávez creía que había un traidor en la logia.

CAPÍTULO 23

La antesala del golpe La política en Venezuela El golpe del 4F fue consecuencia de su cultura política petrolera exacerbada por las apetencias de Fidel Castro. Históricamente la política venezolana fue dominada por los militares. A la huida de Pérez Jiménez en 1958 muchos pensaron que el país había tomado un rumbo democrático. Esa apreciación era errada porque todavía bulle en esa tierra una fuerte corriente militarista basada en algunas ideas de Simón Bolívar. Después de la huida del general Pérez Jiménez la renta petrolera permitió instalar y mantener una democracia que lucía estable y boyante. Esa democracia estableció un Estado de Derecho en lo político, pero reprimió el capitalismo empresarial. La primera medida que tomó Rómulo Betancourt al asumir el poder fue abolir las libertades económicas, procediendo a instalar un Estado benefactor para distribuir la riqueza proveniente del maná petrolero. Mientras hubo dinero para distribuir en este socialismo “light”, la democracia se mantuvo estable. Al disminuir la potencia del motor petrolero el andamiaje se vino a pique. Luego que Betancourt finalizó su mandato el poder fue compartido durante tres décadas entre AD y COPEI, partidos socialdemócratas de centroizquierda y centroderecha. Durante ese período ambos partidos se alternaron creando un ambiente político ligeramente socialista, en el cual la derecha empresarial fue prácticamente inexistente. Este sistema solo podía funcionar mientras el precio del petróleo subí a y la corrupción fuese manejable. Cuando el valor del crudo empezó a bajar, la corrupción inició su ascenso y el sistema político venezolano se convirtió en una incubadora de golpistas. En este medio, hasta Caldera que era un político conservador se fue desplazando hacia la izquierda buscando acceder por segunda vez a la presidencia. Durante la democracia el país se acostumbró a vivir de la renta petrolera. En ese período continuó siendo Venezuela siguió siendo fundamentalmente en mono productor y rehén del precio del crudo. El Estado se dedicó a financiar con el ingreso petrolero el gasto social en pro de la gente de menos recursos. Con el excedente petrolero, el gobierno construyó obras públicas importantes e hizo inversiones en industrias pesadas a las que llamó estratégicas. Esas inversiones eran capitalismo de Estado y las empresas nunca fueron rentables constituyendo un hueco negro financiero. Como el modelo económico era insostenible, colapsó al disminuir la renta petrolera. Este tipo de Gobierno es ineficiente para generar riqueza y eficaz para crear todo tipo de corrupción. En 1992 el precio del petróleo había caído de $41 en 1980 a $14 y la estructura del modelo económico venezolano crujía. En ese momento Fidel Castro y Hugo Chávez consideraron que estaban dadas las condiciones objetivas para un golpe aunque para entonces no se conocían. Invitación a Davos Como el rumor del golpe de diciembre de 1991 resultó otra falsa alarma, CAP reafirmó su

creencia de que no había una conspiración militar. Una vez más Jesús Carmona había mostrado que tenía razón al catalogarlos de rumores infundados. Los Casandras de la inteligencia militar habían quedado otra vez en ridículo con sus descabelladas informaciones. CAP estaba convencido que el giro económico que promovía, pronto daría resultados y la bonanza de su primer Gobierno retornaría. Para explicar al mundo el nuevo rumbo de la economía venezolana, CAP aceptó la invitación de Klaus Schwab, el presidente del Foro Económico Mundial en Davos. A esa prestigiosa conferencia acuden todos los años un grupo de luminarias mundiales que incluyen líderes políticos y poderosos hombres de negocios. En esa asamblea CAP participaría en un foro sobre reformas económicas junto a los presidentes de Argentina, México y Chile. Esa distinción era algo irresistible para su ego. Allí tendría ocasión de codearse con la crema y nata de la economía y política del mundo. En ese escenario expondría sus grandiosas ideas económicas y se convertiría en un líder de talla mundial. Tan pronto CAP aceptó la invitación, Chávez se enteró a través de sus infiltrados en Miraflores. Como faltaban meses para el viaje, el paracaidista tuvo tiempo para preparar la rebelión. La propuesta de adelantar el golpe para el 17 de diciembre fue una distracción que no tuvo mayores consecuencias. Había previsto dar un golpe estrictamente militar basado en el esquema original de Santeliz, pero para contar con el soporte de los grupos civiles de derecha e izquierda que lo apoyaban los mantuvo engañados. EL engaño fue extensivo a Santeliz porque de saberlo informaría a Douglas o a “Fausto”. El “Día D” sería el 3 de febrero de 1992 luego de la llegada de CAP a Maiquetía. La hora “H” sería después de su captura una vez que hubiese desplegado los batallones de paracaidistas a Caracas. A la espera del golpe Para comienzos de 1992 Chávez creía contar con más de 400 oficiales, aunque el número de juramentados en la logia era menor. Estaba seguro de poder controlar al menos una docena de batallones comandados por miembros de la logia. Uno en Caracas, uno en Chaguaramal, cuatro en Maracay tres en Valencia y tres en el Zulia. Además contaba con la Academia Militar que era un símbolo importante. Muchos se plegarían a sus fuerzas al iniciarse la insurrección. Esas fuerzas eran menos del 10% del Ejército, pero contaba que al iniciarse el golpe muchos oficiales cambiarían de bando. Había infiltrado oficiales de su logia en varias unidades y confiaba en que arrebatarían el mando a sus superiores y se pondrían a sus órdenes. Para entonces el Ejército contaba con 110 batallones y era una locura pensar que podrían dominarlo con 12. Chávez no se arredró ante la desventaja numérica. Contaba con su carisma, el factor sorpresa y que con la acción de sus caballos de Troya compensaría esa debilidad. También asumía que con las fuerzas militares era suficiente para tomar el poder sin recurrir a los civiles. Esta decisión fue forzada porque la mayoría de los comandantes de la logia se oponía a la participación de civiles y menos comunistas. Adicionalmente,

Chávez creía que el personal civil no era confiable, podrían delatar el golpe y serían difíciles de controlar. Crecen los rumores de golpe El 12 de enero de 1992 alarmado por los rumores de golpe que se propagaban en forma viral el Gen. Heinz, Jefe de la Policía Política (DISIP) ordenó hacer una investigación exhaustiva sobre el tema. El resultado fue un informe muy completo sobre la rebelión que se cocinaba en el Ejército. Cuando se lo entregó a CAP, este dijo que estaba cansado de esa sarta de rumores. Al recibir este informe CAP lo pasó al Ministro de la Defensa, Gen. Ochoa Antich, y al Comandante del Ejército, Gen. Rangel Rojas para que tomaran medidas. Este informe lo pude leer en la oficina de Heinz después del golpe. Allí estaba el golpe pintado muy claro con nombres y apellidos. Ni el Ministerio de la Defensa, ni el Ejército movieron una hoja. Posteriormente Heinz me contó que el 23 de enero, poco más de una semana antes del golpe, fue llamado ante la Junta Superior de las FAN a hacer una presentación de su informe. Ni el presidente Pérez, ni el Alto Mando Militar ni los comandantes de fuerza pueden alegar no saber lo que estaba ocurriendo. Ante este informe CAP ha debido suspender el viaje a Davos y ordenar la detención de los indiciados. El Ministro de la Defensa estaba obligado a declarar el estado de alerta en las FAN. El apoyo de la izquierda Aunque Chávez entró a la Academia Militar siendo comunista, dos décadas inmerso en el mundo militar en un país capitalista lo habían hecho menos dogmático. Siendo astuto se había dado cuenta del poder que manejaba con su logia y deseaba ejercerlo el mismo. Esos pensamientos lo llevaron a dar el golpe a título personal, sin coordinarlo con sus manejadores comunistas. La traición no le preocupó, porque intuía que “Fausto” también tenía un doble juego con Douglas Bravo. Luego de tomar el poder iría incorporando a los comunistas y a la gente de Caldera y haría las paces con ellos. Chávez había oído comentarios que tras Alí Rodríguez estaba Fidel Castro. También escuchó rumores de que Fidel había delatado el golpe que planeaba Santiago Ramírez en 1982 y no quería correr ese riesgo. Como recibía apoyo y protección importante de los comunistas, mantuvo la relación con Alí haciéndole ver que era su subalterno. Paralelamente los deseos de ser autónomo aumentaban en la medida en que su logia crecía. El engaño a los izquierdistas Para engañar a los comunistas Chávez ideó una maniobra de distracción. Como los tenía infiltrados en su logia, incluyendo a Arias Cárdenas y los capitanes Blanco La Cruz y Suarez Rojas, sabía que informarían de su plan a “Fausto” y no podría ocultar la fecha del golpe. Ante esa disyuntiva diseñó una artimaña. Al efecto, indicó a Alí que lo esperara con sus hombres el 3 de febrero a las diez de la noche cerca del peaje de Tazón, a la entrada de Caracas. Allí haría la entrega de mil quinientos fusiles y uniformes solicitados por Alí.

En secreto había decidido tomar una ruta diferente para ir a Caracas y no acudiría a esa cita con los comunistas. Los rojos se quedarían esperando en vano mientras él ejecutaba su plan. Esta trampa no le parecía inmoral, después de todo Rodríguez Araque a su vez traicionaba a Douglas Bravo haciéndole creer que controlaba el movimiento. Al día siguiente los llamaría y les diría que al verse descubierto tuvo que cambiar sus planes. Para entonces tendría el sartén por el mango. El engaño a los derechistas Al grupo de Caldera y los notables los invitaría a formar parte de la Junta Cívico Militar. Al ex presidente que era un hombre de prestigio le ofrecería la presidencia de la Junta de Gobierno. Dos notables también irían a esa Junta y los demás ocuparían cargos importantes en su gobierno. A la Junta también irían dos oficiales de alta graduación en servicio activo que apoyarían el golpe: el contralmirante Gruber Odremán y el general de la Aviación Efraín Visconti. Ambos jugarían un papel importante en el golpe. Gruber ordenaría a la Infantería de Marina acantonada en Maiquetía capturar al presidente. Con CAP en sus manos, ordenaría el despliegue y la “hora cero” sería dos horas después. Visconti tomaría la Base Aérea Libertador, la sede del grueso de la aviación de combate. Allí estaban los F16 y Mirage a los cuales Maisanta temía. Los cargos en la Junta serían decorativos porque el verdadero poder lo tendría el al controlar las FAN, tal como lo había hecho Fidel en 1959. Luego del golpe los militares de alta graduación que lo habían protegido serían nombrados embajadores y sacados del país. Al general Santeliz lo mantendría en servicio activo como asesor y reincorporaría algunos militares comunistas retirados, como los generales Müller Rojas y Pérez Arcay. La Junta de Gobierno se mantendría mientras él desarrollaba el plan del Foro de Sao Paulo y se hacía elegir democráticamente. Durante el periodo de transición el sería el poder tras el trono, mientras imponía una nueva Constitución que permitiera reelección indefinida, debilitar la separación de poderes, obligar al voto electrónico y establecer un nuevo árbitro electoral. Si Caldera protestaba, sería separado del Gobierno inmediatamente como pasó con Urrutia en Cuba. Los preparativos finales En enero de 1992, luego de tres años en el poder, había gran insatisfacción con el Gobierno de CAP y mucha gente clamaba por un golpe. Esta actitud crecía pese a que los indicadores económicos mostraban un crecimiento de 10% en el PIB y la disminución del desempleo al 6%. Aunque la economía progresaba, el desencanto crecía más rápido. El poder adquisitivo y el nivel de vida se mantenían por debajo de los estándares alcanzados en el pasado. Una alta proporción de la población se sentía insatisfecha porque el propio CAP había creado expectativas imposibles de cumplir con el precio del petróleo cayendo. La situación se agravó porque tanto los partidarios de la izquierda como la derecha estaban en contra del cambio del modelo económico de Estado paternalista existente. En medio de ese ambiente social tenso, “Los Notables” publicaron una carta abierta dirigida al

Presidente de la República. Esa misiva planteaba una serie de acciones para cambiar el rumbo del país que según ellos se desplomaba en barrena. Era obvio que para poner en práctica esas ideas CAP debía ser defenestrado. A todas estas José Vicente Rangel y Vinicio De Sola se habían convertido en los eslabones que conectaban a “Los Notables” derechistas con la izquierda. Este vínculo era necesario para establecer un movimiento cívico-militar de amplia base destinado a derrocar a CAP y sostener al nuevo gobierno. Entretanto, a través de “Harold” y Herma Marksman se mantenía el contacto secreto entre Chávez y Alí Rodríguez. Los servicios de inteligencia sabían de la conspiración, pero no actuaron porque estaban frenados por CAP. Caldera, pese a su veteranía, estaba obsesionado por volver al poder a cualquier precio. Luego de su ruptura con COPEI había aceptado la propuesta de Chávez para nombrarlo presidente de la Junta de Gobierno, a cambio que apoyara su candidatura en las próximas elecciones. El viejo político se había lanzado a las aguas golpistas con dos herramientas. Por un lado la célula militar que por sus instrucciones había desarrollado el general Moros Ghersi. Por esa vía y a través de su yerno el coronel Rubén Matías Rojas Pérez se conectaba con los militares. Por otro lado contaba con “Los notables” que llamaban a “salvar el país”. Su compadre Vinicio De Sola le servía de asesor y enlace secreto con la logia de Chávez. De Sola había contratado al Gen. Carlos Santiago luego que este pidió la baja en protesta por el nombramiento de Ochoa Antich como Ministro. De esa manera se fueron sincronizando contra CAP varias fuerzas que, aunque no trabajaban al unísono, tenían un objetivo común que era su derrocamiento. Al mismo tiempo arreciaban los rumores de corrupción de Cecilia Matos. La célula militar de Caldera en acción Luego de mi retiro algunos oficiales de la célula de Caldera habían alcanzado posiciones militares relevantes. Este grupo no era propiamente una logia conspiradora, sino un equipo de militares afectos a Caldera. En enero de 1992 el más visible era el general Pedro Remigio Rangel Rojas, quien ocupaba el cargo de comandante general del Ejército. Su ayudante general era el coronel Raúl Salazar Rodríguez y el general Moisés Orozco Graterol quien era su director de Finanzas. Este último era el oficial más cercano a Caldera. El general Richard Salazar Rodríguez, hermano mayor de Raúl, era el comandante de la Brigada de Infantería en Maracaibo. Esta unidad estaba encargada de controlar la frontera con Colombia en el área de la Goajira. Este grupo había protegido a Chávez en varias oportunidades, desviando investigaciones en su contra. Para complicar aún más las cosas, los agregados militares de EE.UU. en Venezuela al enterarse de la existencia de la logia de Chávez en lugar de denunciarlo empezaron a tocar a sus puertas para conocerlo. El propio Chávez cuenta que antes del golpe los americanos lo visitaron para celebrar su cumpleaños. En ese momento Maisanta jugaba simultáneamente en cuatro tableros de ajedrez. Por un lado estaba su logia y la gente de izquierda. Por otro

lado estaba la derecha con Caldera y los notables e incluso los militares yanquis. Esta conjunción de fuerzas le hizo sentir poderoso, infundiéndole un exceso de confianza que fue su perdición. El día “D” Los preparativos en la Brigada de Paracaidistas —el epicentro del movimiento—, se aceleraron a medida que se acercaba el día “D”. El Alto Mando del golpe estaba en manos de Chávez y sus tres compañeros de la promoción de 1975: Jesús Urdaneta Hernández, Joel Acosta Chirinos y Jesús Ortiz Contreras. A este cuarteto se agregaba Francisco Arias Cárdenas. Aunque entre los juramentados había otros comandantes de batallón este quinteto era el alto mando de la conspiración. Hasta última hora Chávez mantuvo la ficción de que él compartiría el mando con los otros cuatro líderes de la conjura y no había mostrado inclinaciones izquierdistas. Sus aliados militares solo sabían de sus contactos con Caldera, Los Notables, y los militares norteamericanos. Poco antes del día “D” Chávez al dar a conocer el plan se asignó para sí la dirección de la toma de Caracas y la decisión sobre qué hacer con CAP luego de su captura. Esto dejaba claro, sin decirlo, quien era el “primus inter pares”. La idea de ser equivalentes fue un ardid para mostrar impedir celos y competencia. Su principal rival que era Arias Cárdenas estaba en Maracaibo, lejos del centro de la acción. El sería la estrella del show y asumiría el mando. Nuevos rumores de golpe El lunes 27 de enero 1992 recibí en Nueva York una llamada urgente del mayor Madriz alertándome sobre la inminencia del golpe. Chávez le había asignado a él una misión secreta: debía recoger el jueves, en la Dirección de Finanzas del Ejército, un dinero. En teoría esos fondos eran para financiar el movimiento de las tropas paracaidistas a las maniobras en El Pao y costear reparaciones al cuartel. Esos recursos debía entregarlos al subteniente Alejandro José Andrade Cedeño, plaza del Batallón de Intendencia del regimiento logístico quien los llevaría personalmente a Chávez en Maracay. En realidad ese dinero sería utilizado para pagar los gastos que ocasionara el movimiento de tropas durante el golpe. Chávez había dado a otro mayor una misión similar para ir al Ministerio de la Defensa a recoger los fondos que el general Ochoa Antich había prometido para apoyar el batallón Genaro Vázquez. De esa manera el golpe fue financiado por el Ministerio de la Defensa y la Comandancia del Ejército. Madriz también me informó que el golpe coincidiría con el retorno de CAP el lunes ٣ de febrero. Ante la inminencia de la insurrección pedí una semana de permiso en mi trabajo y siguiente tomé un avión hacia Venezuela. Mi propósito era alertar a las autoridades, pero dado que mis relaciones con CAP estaban rotas, debía buscar formas alternas para hacerle llegar información. El 28 de enero me reuní en privado en Caracas con el mayor Madriz. Este oficial me informó que el Presidente saldría de viaje el jueves 30 de enero. También me dijo que había informado a los generales Ochoa Antich, a la DIM y la DISIP, pero que no veía que se tomaran acciones.

Caldera y Pérez sabían del golpe Para entonces el ex presidente Caldera mantenía gran prestigio en Venezuela, mientras que CAP se desacreditaba. La erosión del gobierno elevó las acciones de Caldera. Ante esta circunstancia, en diciembre, Vinicio lo propuso a Chávez como candidato para presidir la Junta de Gobierno. Chávez aceptó la idea y Caldera consintió dejando claro que su apoyo sería pasivo hasta que Chávez tomara el poder. Entretanto no participaría directamente en la conspiración y se limitaría a dar instrucciones a sus contactos militares para “dejar hacer, dejar pasar”. Pérez también fue alertado del golpe antes de viajar a Suiza, pero como de costumbre se negó a creer en “rumores infundados”. El 28 de enero me reuní con Heinz. Él me manifestó que estaba al tanto del plan para capturar a CAP a su regreso de Davos y había alertado al Presidente y al Ministro de la Defensa. El jefe de la DISIP estaba molesto porque el primer mandatario le manifestó no creer en rumores. Antes de retirarme, Heinz me recomendó hablar con Luis Alfaro Ucero, el presidente de AD. Este político era el único capaz de convencer a CAP de suspender su viaje y ordenar a Ochoa detener a los conspiradores. Siguiendo su consejo llamé a Alfaro y acordé reunirme con él en privado esa noche. Alfaro vino acompañado por su asistente Lewis Pérez Daboín. Brevemente le anuncié que CAP sería detenido el 3 de febrero a su regreso de Davos. Para frustrar la amenaza recomendé detener de inmediato a Chávez y a los jefes de su logia que comandaban batallones claves. Antes de retirarse le entregué una lista de los oficiales que debían ser hechos presos para abortar el golpe. Al despedirse, Alfaro me indicó que iría de inmediato a Miraflores. Al día siguiente Alfaro llamó y me hizo saber que CAP no había sido receptivo. Según él su respuesta fue: —¡Esas son vainas de Peñaloza que está obsesionado con un golpe! Un día antes de la partida del Presidente, el general de división José de La Cruz Pineda, director de la DIM, le entregó a Pérez un informe secreto de inteligencia sobre un posible golpe a ejecutarse a su regreso. Ese informe fue preparado por los coroneles Wilfredo Guerrero Zerpa y Milton Abreu. CAP no leyó ese informe debido a la presión de los preparativos del viaje. Igual suerte corrió un informe preparado por Heinz en la DISIP. Antes de embarcarse , tanto la DISIP como la DIM, además de Alfaro Ucero alertaron al Presidente del peligro que se cernía sobre él. Pese a las múltiples alertas el vicealmirante Carratú, jefe de la Casa Militar y responsable por la seguridad del Presidente declaró después del golpe no haber estado enterado de esas advertencias. Esto indica que no había comunicación adecuada entre ambos o que el Presidente (pese a tener conocimiento de lo que ocurría) desdeñó la amenaza. Adicionalmente Carratú, quien era leal a CAP, no había establecido una buena relación con el Ministerio de la Defensa y los comandantes de Fuerzas, con excepción de la Marina. Esta falla lo aisló en su torre de marfil de Miraflores. Sobre esta asonada se han escrito varios libros e infinidad de artículos. Para no llover

sobre mojado centraré mi análisis en aspectos estratégicos y conspirativos poco conocidos de esa insurrección. El foco de este estudio lo fijaré sobre lo ocurrido en Caracas.

CAPÍTULO 24

El golpe es denunciado El presidente Pérez viaja a Davos El jueves 30 de enero de 1992, CAP viajó en avión comercial a Nueva York para participar en una Asamblea de la ONU. Entre su comitiva iban Beatrice Rangel, la nueva ministra de la Secretaría de la Presidencia que reemplazó a Jesús Carmona y el vicealmirante Mario Iván Carratú Molina, el jefe de la Casa Militar. Al día siguiente volarían a Davos para asistir al Foro Económico Mundial. En Suiza alternaría con la élite política y económica del planeta y nadie le molestaría con estúpidos cuentos de golpes militares. Para ese viaje CAP no dejo a nadie encargado de la presidencia aduciendo que su ausencia sería breve y que en Venezuela no había problemas. La incauta actitud de Pérez lo llevó a no ordenar al menos un discreto estado de alerta antes de partir y redoblar la vigilancia sobre Chávez y su logia. Eso hubiera bastado para abortar el golpe, pero no lo hizo. Ante su displicente actitud, el ministro de la Defensa y los comandantes de Fuerza siguieron actuando como si nada ocurriera mientras el Presidente estaba fuera del país. La amenaza fue desatendida permitiendo la acción libre y sin impedimentos a los golpistas con la insurrección en pleno desarrollo. El plan militar Cuando CAP abordó su avión rumbo a Nueva York, para luego volar a Davos, Chávez inició los últimos detalles de coordinación antes de activar el plan y convertirlo en una orden de operaciones. Se trataba de una maniobra simultánea y rápida en las principales ciudades que tomaría por sorpresa al Gobierno. El control sería descentralizado. La seguridad en el desplazamiento y el establecimiento de objetivos serían responsabilidad directa de cada comandante18 (2). Antes de iniciar el despliegue Maisanta asumía que gracias a sus infiltrados el golpe sería incruento tanto en Maiquetía al capturar al Presidente como en Miraflores cuando el fuera a asumir el poder. En caso de haber resistencia, de no capturarse a CAP y de no lograr insurreccionar al Batallón “Bolívar” las posibilidades de éxito serían mínimas. Sin el Bolívar sería imposible tomar a Miraflores en caso de haber resistencia. La maniobra a nivel nacional requería un uso intensivo de comunicaciones para mantener el comando y control de la operación. Chávez responsabilizó al capitán Henry Rangel Silva para que se encargara de ese aspecto del plan. La misión de sublevar al “Bolívar” se le asignó al capitán Vladimir Padrino López. Originalmente el encargado de dirigir la toma de Miraflores había sido el Tcnel. Baduel. Su salida de la conspiración lo obligó a poner el mando de las unidades de Fuerte Tiuna que marcharían a Miraflores en manos de los capitanes Blanco La Cruz y Rojas Suárez. Al desplegarse en Miraflores esas fuerzas enlazarían con los batallones de paracaidistas “Briceño” y “García De Sena” y se pondrían al mando del Tcnel. Urdaneta Hernández. Entretanto el desplazaría su puesto de Comando de la Academia Militar a el Museo Militar antes de desplazarse al frente de operaciones para liderar la entrada a Miraflores. En caso de presentarse contingencias

Chávez aplicaría el método de Simón Rodríguez el mentor de Bolívar quien acuñó la frase “O inventamos o erramos”, sin darse cuenta que al inventar podía errar. Simón Rodríguez se había hecho socialista durante sus 20 años de exilio en Europa, durante la guerra de independencia. Hasta ese momento nadie pensó en la contingencia de que CAP no fuera hecho preso a su arribo. Santeliz consideró su captura como un hecho. Con el gobierno decapitado, lo demás era factible. Para tomar el poder bastaba un pequeño grupo de hombres decididos que actuaran por sorpresa. El plan de Santeliz se basaba en el asalto de Lenin al Palacio de Invierno en 1917, cuando los bolcheviques comunistas arrancaron con facilidad el poder de manos de Alexander Kerenski. En esa famosa revolución, en el asalto al Palacio de Invierno apenas hubo cinco muertos. Santeliz había convencido a Chávez de que su revolución sería aún menos cruenta. Luego de la captura del Presidente, el gobierno colapsaría sin resistencia y los militares se pondrían a sus órdenes. Al marcharse CAP, Chávez inició la distribución de su plan de operaciones que al activarse se llamaría “Operación Zamora”, en honor al caudillo Ezequiel Zamora bajo cuyas órdenes había luchado su bisabuelo Maisanta. La fecha era un buen presagio porque el 2 de febrero se conmemoraba el nacimiento de Zamora. Chávez había estado preparándose para ese gran momento durante más de dos largas décadas. Su logia contaba con un núcleo pequeño de comandantes de batallón que actuarían en Caracas. Entre ellos estaban los tenientes coroneles: Yoel Acosta Chirinos, Jesús Urdaneta, Miguel Ortiz Contreras en Maracay, Francisco Arias Cárdenas en Maracaibo y Luis Guillermo Pineda Castellanos en la Policía Militar de Fuerte Tiuna. Adicionalmente había juramentado a catorce mayores, cincuenta y cuatro capitanes, ochenta y siete tenientes, sesenta y cinco suboficiales y cien sargentos de tropa. Este número era mucho menor a la cifra inflada que le había mencionado a Rodríguez Araque. Chávez daba por descontado que además de los juramentados, un nutrido grupo de tenientes y capitanes simpatizantes se le unirían al iniciarse el golpe. En total aspiraba a contar esa noche con unos diez batallones del Fuerte Tiuna, más los tres de Paracaidistas que traería de Maracay. Con ellos sería fácil tomar a Miraflores y controlar la capital a medianoche. Chávez presumió que entre doscientos cincuenta y trescientos oficiales subalternos que lo conocían de la Academia Militar y no pertenecían a la logia, se plegarían a la asonada. Esas elucubraciones se basaban en la experiencia del alzamiento del teniente coronel Hugo Trejo el 1º de enero de 1958. Trejo le había dicho que antes de alzarse, su logia contaba con menos de noventa oficiales, pero que al hacerlo se le unieron más de cuatrocientos. Según Trejo, su golpe fracasó porque Pérez Jiménez estaba alerta y había desarmado las unidades. En este caso era diferente porque el presidente Pérez estaba en el exterior, no creía en la existencia de una conjura y criticaba a los que alertaban sobre un golpe. El plan político

Al alcanzarse los objetivos militares del “Plan Zamora”, se pondría en práctica el plan político. Este proyecto preparado por Kleber Ramírez se ejecutaría mediante una serie de decretos que ya estaban redactados. Para mostrar que se trataba de una revolución diferente Chávez bautizó el plan con el ampuloso nombre de “Proyecto de salvación nacional Simón Bolívar”, el cual establecía los cimientos para la construcción de la República Bolivariana. Continuando con el lenguaje pomposo, la tradicional Junta de Gobierno a instalarse al día siguiente del golpe sería denominada “Consejo General de la Nación”. El cargo de Presidente de la Junta se la había ofrecido a varios políticos y generales, pero el escogido finalmente fue Rafael Caldera quien con sus 68 años aseguraba que duraría poco en el cargo. Durante este período de transición Chávez sería el Ministro de la Defensa y Comandante de las Fuerzas Armadas. Al instalarse la Junta, siguiendo los lineamientos del Foro de Sao Paulo, suspendería el Congreso Nacional, las Asambleas Legislativas de los estados, la Corte Suprema de Justicia y convocaría a una Asamblea Constituyente. Esa asamblea introduciría cambios en la onstitución para debilitar la separación de poderes y permitir la reelección. Paralelamente crearía un poder electoral que sería controlado por el e instauraría el voto electrónico con el sistema electoral desarrollado por los alemanes orientales en Cuba. Una vez aprobada la nueva constitución establecería un cronograma para realizar elecciones generales y reestructurar las Fuerzas Armadas. 19 El hombre propone y Dios dispone Los planes son guías para la acción que deben ajustarse a medida que se ejecutan. Algunas suposiciones de los planes se cumplen. Otras no. Para lidiar con estas situaciones los militares en los estados mayores crearon la planificación por escenarios en los juegos de guerra. La idea es prever contingencias y desarrollar con tiempo planes alternos. Chávez no se preocupó por estos detalles que consideraba nimios. Para él lo importante era mantener el secreto del plan hasta última hora a fin de asegurar la sorpresa y minimizar las delaciones. Santeliz, siendo un hombre inteligente e imaginativo también olvidó emplear estas técnicas de estado mayor en su plan, que básicamente era el viejo esquema ideado para el golpe abortado en 1982. Esta omisión aseguró el fracaso temprano del proyecto al no prever lo que debía hacerse ante hechos inesperados que podrían ocurrir. Las instrucciones preliminares del golpe Para evitar filtraciones Chávez hizo conocer a sus lugartenientes el plan del golpe faltando muy poco tiempo para su ejecución. Al mismo tiempo indicó que la tropa no debía conocer los detalles porque era súper secreto. Los soldados irían tras sus jefes sin saber que iban a hacer. Cada comandante de batallón comprometido solo conocería los detalles de su misión particular y no la estrategia general. La estrategia había sido diseñada por Santeliz, mientras que los detalles tácticos habían sido desarrollados por los capitanes Blanco La Cruz y Rojas Suárez. Ninguno de estos capitanes tenía curso de

Estado Mayor. Su experiencia se limitaba al manejo de pelotones y compañías. En el momento del golpe ambos eran alumnos de la Escuela de Infantería, en la cual podían reunirse con otros oficiales con la venia del director sin despertar sospechas. En la semana previa al alzamiento, Chávez hizo reuniones con sus lugartenientes en Caracas, Maracay y Valencia para exponer los detalles del plan, sin revelar el día “D” ni la hora “H”. En Maracaibo las instrucciones fueron dadas por Arias Cárdenas. Esos grupos actuarían en forma autónoma para lograr los objetivos asignados a cada uno. Por razones de espacio no analizaré detalles tácticos del plan salvo en Caracas. El martes 28 de enero Chávez fue a la Escuela de Infantería en Caracas y expuso el plan ante los capitanes Blanco La Cruz, Rojas Suárez, Ameliach Orta, Aguilarte, Padrino López, Rangel Silva y Aguilarte Gámez. Chávez les explicó la operación. Los oficiales presentes debían tomar Fuerte Tiuna antes de su arribo simultáneamente con la captura del Presidente. El plan asumía que además en el Fuerte Tiuna contarían el Batallón de Policía Militar “Muñoz Tébar” y el regimiento de ingenieros Codazzi. Al tomar el fuerte la mayoría de las unidades acantonadas allí se les unirían. Chávez al llegar a Caracas proveniente de Maracay a las 10:00 PM del día “D” entraría a Fuerte Tiuna e instalaría su puesto de comando en la Academia Militar. A las 11:15 PM saldrían del Fuerte con Chávez a la cabeza los batallones “Bolívar”, “Ayala” y “Briceño” rumbo a Miraflores. El Batallón “Chirinos” vendría en una columna separada y en lugar de entrar a Fuerte Tiuna seguiría hacia la Comandancia de la Aviación en La Carlota. El Batallón “García de Sena” tomaría las Comandancias de la Marina y de la Guardia Nacional, además del comando del Regional 5 de esa fuerza y las sedes de la CANTV, DISIP y DIM. En el Palacio de Miraflores no habría resistencia porque la Guardia de Honor los esperaba para abrirles las puertas. De haber algún problema en el Fuerte Tiuna esa noche, el puesto de comando alterno sería el Museo Militar donde sus infiltrados lo esperaban. A la hora del asalto a Miraflores, Chávez había prometido estar al frente de sus hombres. El resto de las unidades del fuerte y de la Infantería de Marina en Maiquetía permanecerían en la reserva. Una vez tomado Miraflores Maisanta procedería a instalar un nuevo gobierno. Luego de oírlo el Tcnel. Baduel criticó el plan diciendo que no era viable y que debía revisarse a fondo e insinuó que no era seguro que la Guardia de Honor y el Batallón “Bolívar” se les unieran y que había otras suposiciones dudosas. Chávez se molestó y le dijo que era una decisión y que no haría cambios al plan. Al oír esto Baduel dijo que no participaría y se retiró. Al día siguiente una situación parecida ocurrió en Maracay. Chávez se reunió con los tenientes coroneles Urdaneta Hernández, Acosta Chirinos, Ortiz Contreras y López Rivas y les indicó que el Grupo de Artillería “Salom” y el Batallón de Cazadores “Vásquez” al mando de López y Ortiz, respectivamente se encargaría de tomar Maracay, donde los objetivos principales eran la Base Aérea Libertador y el Comando de la Cuarta División.

Simultáneamente los tres batallones de paracaidistas con Urdaneta, Acosta y él a la cabeza se trasladarían a Caracas. La aproximación hacia el contacto se haría en un convoy de autobuses civiles. Fuerte Tiuna sería el punto de disloque desde el cual cada batallón iniciaría el despliegue para cumplir sus misiones. Al terminar la exposición, Urdaneta Hernández se levantó para opinar que las misiones no estaban asignadas equitativamente. Luego explicó que mientras a su batallón “García de Sena” le habían establecido doce objetivos y nueve al Batallón “Chirinos”, al Batallón “Briceño” de Chávez solo le habían estipulado tres. Chávez se molestó con Urdaneta, pero como era su compañero de promoción le dijo que estudiaría su propuesta. Como Chávez temía, empezó a filtrarse la información y el preciado factor sorpresa —que era una de las claves del alzamiento— se perdió. El financiamiento del golpe Inicialmente, la captación de seguidores para la conspiración no requirió mayores erogaciones. Los juramentados fueron mantenidos, armados y apertrechados por el propio Gobierno. Cuando la conjura empezó a crecer Chávez tuvo que enfrentar gastos importantes y recurrió a “Fausto” para recabar fondos. Los comunistas habían establecido relaciones con las FARC y participaban en el narcotráfico como fuente de ingresos. Parte de estos recursos fueron canalizados hacia Chávez para cubrir gastos de su logia. A cambio, las FARC pidieron protección e información sobre movimientos militares en la frontera con Colombia. Esta fuente de financiamiento fue denunciada por el mayor Madriz en 1989 cuando informó sobre los contactos del capitán Hugo Carvajal con narcotraficantes en Paraguaipoa y el papel del subteniente Andrade Cedeño como correo encargado de llevar fondos a Chávez. Otra fuente de recursos fueron empresarios venezolanos conectados con el grupo de “Los Notables¨. Poco antes del golpe Chávez tuvo la desfachatez de pedir apoyo al Ministerio de la Defensa y al Comando del Ejército para los gastos de desplazamiento a la falsa maniobra de El Pao. Ese desparpajo le sirvió no solo para recabar fondos adicionales, sino también para encubrir el movimiento de sus unidades. Gracias a sus relaciones con Ochoa Antich y Rangel Rojas, el jefe golpista no tuvo problema en conseguir apoyo. Fue así como obtuvo recursos adicionales e incluso cobertura para justificando el despliegue de unidades en la calle. Lo insólito de este apoyo fue que el dinero se entregó directamente a Chávez y no al comandante de la Brigada de Paracaidistas. Otro grupo golpista dirigido por Ortiz Contreras usó un procedimiento similar con el general Ochoa Antich para obtener apoyo del Ministerio de la Defensa destinado al Batallón de Cazadores “Genaro Vázquez” para gastos de unas maniobras ficticias. El jueves 30 de enero de 1992 los medios informaron que el presidente Pérez había salido de viaje hacia Nueva York y Davos. Al día siguiente Chávez llamó al mayor Madriz a la Escuela y le dio una misión. Madriz fue comisionado para ir a la Dirección de Finanzas del Ejército a recibir el apoyo que había solicitado al general Rangel. Al presentarse el Director de Finanzas, general Moisés Orozco Graterol lo mando a hablar con el Habilitado,

el coronel Gonzalo García Ordoñez. García lo mando a pasar y le entregó una ayuda en efectivo proveniente de la partida secreta. También le dijo que ese apoyo de ochocientos mil bolívares (unos $80.000 de la época) la había aprobado el Gen. Rangel Rojas para pagar los gastos de la maniobra en El Pao y la compra de una vajilla para su batallón. El procedimiento utilizado para la entrega de esos fondos no se hizo siguiendo los procedimientos operativos vigentes. El dinero se entregó en efectivo, sin utilizar el órgano regular y la entrega se hizo a un oficial que no era plaza de la unidad apoyada. Al salir de la Dirección de Finanzas Madriz entregó el paquete con el dinero en efectivo al teniente Andrade Cedeño, el tesorero de la logia. Para ese entonces era plaza del Batallón de Intendencia del Regimiento Logístico. Años más tarde en el gobierno de Chávez, Andrade fue colocado en cargos en los cuales manejó muchísimo dinero haciéndose millardario en dólares. Antes de marcharse a Maracay, Andrade le confió a Madriz que el golpe estaba previsto para el lunes 3 de febrero en la noche a la llegada del Presidente. En ese momento solo faltaban setenta y dos horas para el alzamiento. Al recibir “la encomienda” Andrade le confió a Madriz que otro grupo había sido comisionado por Chávez para cumplir una misión similar en la Dirección de Administración del Ministerio de la Defensa. Al efecto otro oficial acudió al Ministerio y retiró fondos que debían entregarse a Ortiz Contreras para las maniobras de El Pao. En conclusión, el gasto para cubrir el desplazamiento de las unidades para el golpe fue pagado por el Comando del Ejército y el Ministerio de la Defensa. Esa misma mañana del viernes Vinicio de Sola recibió una llamada de Chávez en clave: —Llame al marino y dígale que el lunes saldremos a pescar a las nueve de la noche. Ese mensaje significaba que el golpe sería el lunes y que Gruber debía dar las órdenes preparatorias para las unidades en Maiquetía a fin de estar listas para salir a orden a partir de las nueve de la noche. La activación de la orden de operaciones y la hora “cero” se anunciaría mediante otro mensaje que se enviaría el mismo lunes en la noche al confirmarse la llegada de CAP. Antes de retirarse, De Sola le dijo que estuviera pendiente de su llamada el lunes en la noche. Gruber había exigido que las órdenes a la infantería de Marina debía ser dadas por él directamente. Cuando Vinicio le pasó el mensaje, Gruber convocó al comandante de la Infantería de Marina, el almirante Walter Becerra Rivas, quien no estaba involucrado en el golpe, para que asistiera a un seminario en la Comandancia de la Armada en Caracas el lunes 3 durante todo el día. Eso le dejaba el campo libre en Maiquetía. El viernes 31 de enero en la tarde Madriz, luego de cumplir con la misión asignada en la mañana, visitó la DIM y la DISIP para informar las últimas novedades. Sus manejadores tomaron nota, pero no reportaron al Presidente porque no había nadie encargado. Luego de pasar esa información, Madriz se dirigió al Ministerio de la Defensa y a la Dirección de Inteligencia del Ejército para hablar con el general Ochoa Antich pero no lo consiguió. Luego visitó al general Valero Rivas en la Dirección de Inteligencia del Ejército y lo puso al tanto. Valero trató de comunicarse con el comandante del Ejército pero no estaba en

su oficina ni en su casa. En vista de eso, Madriz fue a Maracay para observar de cerca lo que hacía Chávez. El fin de semana previo al golpe En este proceso se atravesó el fin de semana sin que los organismos de seguridad del Estado pudieran comunicarse con el Presidente. A fin de evitar filtraciones de sus órdenes Chávez esperó hasta último momento con el fin de dar instrucciones preparatorias para el golpe. El domingo 2 al mediodía envió al capitán Gerardo Alfredo Márquez a Caracas con el Plan de Operaciones para darles aviso preventivo a los capitanes Blanco La Cruz y Rojas Suárez de la inminencia del golpe. Los dos capitanes infiltrados de Bandera Roja se dedicaron esa tarde a visitar las unidades donde había oficiales de la logia y encontraron que muchos de ellos estaban en sus casas. Para el día siguiente Chávez contaba con un importante número de unidades, incluyendo al Regimiento de Ingenieros Codazzi, el Grupo de Caballería “Ayala”, los batallones “Bolívar”, “Caracas”, “O´Leary”, Muñoz Tébar”, “Carmona” y “Figueredo”, además del Grupo de Artillería “Ribas” y la Academia Militar. Entre todos estos batallones solo había uno cuyo comandante se había comprometido: el Batallón de Policía Militar “Muñoz Tébar”, que estaba bajo el mando del teniente coronel Pineda Castellanos. Para empeorar las cosas el compromiso de Pineda era condicional. Este oficial había dicho que si no se alzaba el Batallón Bolívar él tampoco lo haría. Hasta ese momento el teniente coronel Braddly Quintero no se había unido a la conspiración, pero se confiaba el capitán Padrino sería capaz de arrebatarle el mando de esa unidad clave. El domingo 2 de febrero en la tarde, tanto la DISIP como la DIM, habían confirmado los preparativos del golpe para el día siguiente. Como no tenían una copia del plan de operaciones, no conocían los detalles relacionados con las acciones previstas y su cronograma. Los generales Pineda y Heinz estaban en cuenta de que antes de capturar a los miembros de la logia debían pedir permiso a CAP. En ese momento el primer mandatario no atendía llamadas porque era medianoche en Europa. Sin haber un presidente encargado actuaron como Poncio Pilatos y se limitaron a entregar reportes escritos al Ministerio de la Defensa y a la Casa Militar, el organismo encargado de la custodia del Presidente. Hecho esto esperaron por órdenes de CAP. Entretanto el mayor Madriz se comunicó con el general Valero, el jefe de inteligencia del Ejército para ponerlo al tanto de lo que ocurría. Este trató de comunicarse con el general Rangel Rojas pero no lo consiguió. Ese domingo a las seis de la tarde regresó a Maracay Urdaneta Hernández. Había pasado el fin de semana con sus familiares en Caracas y hasta ese momento no conocía los detalles finales del plan ni cuándo sería el día “D” ni la hora “H”. Tampoco había sido llamado por Chávez para ajustar el plan como le había prometido. Al llegar al cuartel fue informado sobre una orden de alerta: el golpe sería al día siguiente y debía esperar instrucciones. La llamada misteriosa

El domingo 2 en la noche, el general Ochoa Antich tenía información sobre el golpe que le dio la DIM, pero no pudo comunicarse con el Presidente porque eran altas horas de la madrugada en Davos. Asumiendo que eran rumores sin fundamento no mandó a poner en alerta las FAN. Al amanecer del día 3, CAP salió de su habitación en el hotel para tomar desayuno a las ocho de la mañana. A esa hora eran las dos de la madrugada en Caracas. Como el Presidente no regresaría a la habitación, la Ministra de la Secretaria Beatriz Rangel se quedó supervisando el personal de la Casa Militar que verificaba que no quedara nada olvidado. En ese momento entró una llamada de Caracas y ella la tomó. Al levantar el auricular reconoció la voz del edecán Daniel Fontaine Jean Pierre preguntando por el almirante Carratú. Ella explicó que él estaba en el comedor con el Presidente. A continuación Fontaine pidió que le pasaran a Santiago Juncosa Pereira, quien era el edecán coordinador en ese viaje, pero tampoco estaba disponible. Ante esto Fontaine le pidió que Carratú lo llamara urgentemente a Caracas. Sorprendida, la ministra colgó y bajó al comedor para notificar a Carratú. Al oír el mensaje, el almirante se apartó para llamar en privado a Miraflores. Al regresar, Carratú susurró algo al oído de CAP. Al terminar la rueda de prensa, el Presidente y su comitiva se dirigieron al aeropuerto. Hasta hoy nadie sabe qué le informó Fontaine a Carratú en su llamada después de medianoche. Muchos creen que la llamada tenía que ver con el golpe en marcha que ya era conocido en Caracas. Amanecer del golpe El 3 febrero en la mañana, el general Ochoa Antich se aprestaba para ir a Maracaibo atendiendo una invitación del gobernador del Zulia, Oswaldo Álvarez Paz. El motivo de la invitación era participar en una campaña contra el cólera. La tarde anterior, la DIM le había alertado sobre la posibilidad de un golpe ese día lunes, pero el ministro había adoptado la actitud de CAP y asumió que esos murmullos no tenían base. A las ocho de la mañana, antes de tomar el avión, el mayor Madriz se presentó de improviso ante el Ministro. Ochoa le concedió unos minutos y Madriz le informó que Chávez daría el golpe esa noche y que los insurrectos capturarían al Presidente al aterrizar en el Aeropuerto de Maiquetía. Una vez más Ochoa hizo caso omiso a las alertas y finalmente lo interrumpió alegando que tenía que viajar a Maracaibo. Al llegar al aeropuerto, al pie del avión lo esperaba Pastor Heydra, el ex ministro de Información de CAP, cuyo rol en ese viaje no está claro, pues su presencia da pie a varias hipótesis. Antes de abordar el avión, Ochoa Antich no impartió orden de alerta a las Fuerzas Armadas porque consideraba que el informe de Madriz no tenía una base real. Aunque se iba de viaje a Maracaibo, no consideró necesario darle instrucciones o alertas al Inspector de las FAN, el almirante Elías Daniels. Su viaje era interno y no debía traspasar el mando accidentalmente a un reemplazo. Al irse tampoco dio instrucciones de cómo comunicarse con él durante el día en caso de emergencia, aunque para entonces se habían empezado a usar los teléfonos celulares.

Con el ministro en Maracaibo, lejos de su puesto de comando, el golpe se haría aún más fácil. Su hora de regreso sería conocida por Arias Cárdenas, quien alertaría a la logia o incluso podía haberlo hecho prisionero antes de abordar su avión. No lo hizo porque la hora “cero” estaba prevista para las doce de la noche. El capitán René Gimón Álvarez Este oficial es oriundo del estado Barinas, al igual que Chávez. Al ingresar a la Academia Militar en 1979 entró en contacto con el jefe golpista siendo cadete de primer año y se convirtió en uno de sus pupilos. En segundo año pidió la baja y se retiró del instituto. Dada la confianza que Chávez le tenía, lo convenció para que reingresara. Una vez que se graduó en el puesto ochenta y seis del orden de mérito en 1984, Chávez lo infiltró en la Academia como oficial de planta al ser promovido a teniente en 1987. Para lograrlo movió sus contactos en personal y se las arregló para que ascendiera a teniente en el puesto número cuatro. Hecho esto, Gimón pasó a formar parte del plantel de oficiales del instituto. La misión de Gimón era de largo plazo. Coordinaría la logia en ese instituto de formación y comandaría la toma de la Academia cuando Chávez lo ordenara. Después de tres años como oficial de planta de la Academia, en 1990 el director de ese instituto, el general de brigada Moisés Orozco Graterol designó al teniente Gimón como su ayudante. Este nombramiento fue extraño porque los ayudantes generalmente son mayores. En julio de 1991 Gimón ascendió a capitán, al mismo tiempo que Orozco Graterol fue relevado por el general Manuel Delgado Gainza en la Academia. Al entregar su cargo, Orozco pidió a Delgado que mantuviera como ayudante al capitán Gimón. Este tipo de propuestas no son comunes en el medio militar, pero fue aceptada por el general Delgado. En julio de 1991 Chávez fue nombrado comandante del Batallón de Paracaidistas “Briceño” en Maracay. Dada la inminencia de la insurrección, el jefe golpista logró que Santeliz concentrara algunos seguidores claves en las Escuela Superior, Escuelas de Armas y la Academia Militar en Caracas. De esa manera, al producirse el golpe tendría a la mano un grupo de oficiales de confianza en Fuerte Tiuna para tomar el mando de las unidades que no controlaba. Entre los instructores pertenecientes a la logia, infiltrados en la Escuela de Infantería, estaba el capitán Jesús Alberto Aguilarte Gámez. Entre los alumnos Chávez había sembrado a los capitanes Blanco La Cruz, Antonio Rojas Suárez, Francisco Ameliach Orta, René Gimón Álvarez y Vladimir Padrino López. Padrino está casado con una hija del director de la escuela, el coronel Angel Vicente Betancourt Infante. Este coronel dio gran libertad de acción a los golpistas. Como Chávez necesitaba controlar la Academia Militar, el capitán Gimón asistió al curso manteniendo su cargo como ayudante del director, el general Delgado Gainza. Esta dualidad de funciones no era normal. Para entonces Gimón se había ganado la confianza del director y era novio de su hija. La toma del Fuerte Tiuna El jueves 30 de enero los conspiradores de Fuerte Tiuna asistieron a una reunión

secreta convocada por el capitán Roland Blanco La Cruz en la Escuela de Infantería. Allí se les puso en estado de alerta y se ordenó acuartelamiento a la espera de la activación de la orden de operaciones. En este fuerte cuatro unidades eran claves para el golpe: La Academia Militar, el Batallón de Infantería “Bolívar”, el Batallón de vehículos blindados ligeros “Ayala” y el Regimiento de Policía Militar. La Academia Militar era un blanco de carácter simbólico. El Batallón “Bolívar” y el “Ayala” eran las unidades de combate más poderosas de Fuerte Tiuna y su control sería decisivo para el éxito el golpe. La Policía Militar era indispensable para dar seguridad al fuerte. Dada la importancia de estas unidades, Chávez había infiltrado en ellas un buen número de oficiales de la logia. Para tomar la Academia Militar había mantenido en ese instituto por cinco años al capitán René Gimón Álvarez y doce oficiales. Este oficial era uno de sus hombres de mayor confianza. Para tomar el “Bolívar” había seleccionado al capitán Padrino luego de que no pudo reclutar al Tcnel. Quintero. Padrino, antes de ir a curso en la Escuela de Infantería había trabajado en el Batallón Bolívar y seguía viviendo en ese cuartel. Esto le permitía visitar a diario esa unidad sin despertar sospechas, como lo hacía Gimón en la Academia Militar. Además de la Escuela de Infantería, la Escuela Superior del Ejército y la Escuela de Blindados también eran focos importantes de la logia. En la Escuela Superior hacia curso un líder importante de la conspiración, el Tcnel. Raúl Isaías Baduel. Este había sido uno de los juramentados bajo el Samán de Güere en 1982. Su retiro fue un duro golpe porque era uno de los oficiales más sólidos y con prestigio dentro de la logia. Luego del retiro de Baduel, Chávez designó a los capitanes Blanco La Cruz y Suárez Rojas, los infiltrados de Bandera Roja, encargados de coordinar la toma de las unidades del Fuerte Tiuna. Para hacerlo arrebatarían el mando a los jefes de unidades y las pondrían a la orden de Chávez. El domingo 2 de febrero en la noche Chávez recibió una llamada del teniente coronel Arévalo Enrique Méndez Romero el comandante del batallón de seguridad del Presidente quien le informó que CAP llegaría al día siguiente a las diez de la noche. Luego de oírlo, el jefe de la insurrección le ordenó que lo llamara para confirmar el aterrizaje media hora antes del arribo. Esta llamada sería la espoleta que iniciaría las operaciones. Luego de colgar puso en alerta la logia. El golpe sería al día siguiente y se iniciaría con la captura del Presidente. El golpe es delatado El lunes 3 de febrero en la mañana el capitán Gimón asistió a sus clases como de costumbre. Esta vez la logia estaba en alerta en espera de instrucciones. Gimón sabía que su misión era tomar la Academia Militar, pero desconocía los detalles. Ese día las primeras dos horas de clase las dictó en forma normal el capitán Aguilarte Gámez. Este instructor era miembro de la conspiración y estaba a la espera de instrucciones. Al terminar la clase, los capitanes Blanco La Cruz y Rojas Suárez tomaron el control de la

escuela. A continuación participaron a los miembros de la logia que a partir de ese momento se suspendían las clases y los golpistas se empezaron a reunir en las aulas para coordinar los últimos detalles. Esa suspensión de actividades no fue reportada por el coronel director de la Escuela de Infantería. En ese momento Blanco La Cruz anunció que el alzamiento sería esa noche y fue llamando uno a uno a los asistentes para asignarles su misión. Cuando le tocó el turno a Gimón le informaron que debía tomar la Academia Militar a las nueve de la noche y esperar la llegada de Chávez. Para cumplir esa tarea debía detener al Director de la AMV y a los oficiales de planta que no se plegaran al golpe. En ese momento el capitán Rojas Suárez le hizo saber que para cumplir su misión no vacilara en matar al director de la Academia si oponía resistencia. Para entonces Gimón había establecido una relación amistosa con el general Delgado y era novio de su hija. La orden de matar a su futuro suegro le causó una enorme desazón. Al recibir instrucciones Gimón se convenció de que no sería capaz de matar a su futuro suegro y fue a la Academia Militar a las 11:00 AM del lunes 3 de febrero a informar sobre el golpe. Al llegar confesó al general Delgado lo que Chávez venía tramando y la orden que había recibido para asesinarlo. Luego de oírlo, Delgado llamó al Comandante General para pasar la novedad, pero le informaron que Rangel no podría atenderlo. Molesto decidió ir personalmente con el capitán Gimón a hablar con Rangel Rojas. En el ínterin la noticia corrió como reguero de pólvora y un oficial de la logia se enteró antes que saliera Delgado hacia la Comandancia del Ejército. Este conjurado de inmediato llamó a Chávez a Maracay y le dio la noticia. Al enterarse de la denuncia Maisanta llamó a Vinicio de Sola y lo encargó de activar el plan de contra información que había preparado. Este plan preveía que el ex presidente Caldera pediría al grupo de militares afectos que no tomaran medidas activas para impedir el desarrollo del plan. Por lo contrario deberían hacer una operación retardatriz del tipo conocido en Venezuela como “operación morrocoy”. Previamente estos oficiales habían recibido instrucciones para minimizar la amenaza del golpe y proteger a los líderes de la conspiración. De Sola pasó de inmediato la información a Caldera y este le dijo que iba a llamar de inmediato al jefe del grupo militar y le pidió que fuera a su casa esa noche a las 07:00 PM. Esta información crucial me la dio Vinicio De Sola cuando lo visité hace algunos años en su lecho de muerte. Esa confidencia de un moribundo me indujo a escribir este libro. La displicencia de Rangel Rojas Cuando el general Delgado llegó al despacho de Rangel Rojas cerca de mediodía, fue atendido por el ayudante el mayor Alfredo Puyana Arroyo. Este le dijo que no podía anunciarlo porque el Comandante General estaba al teléfono atendiendo una llamada muy importante. Delgado estaba impaciente, pero tuvo que esperar media hora antes de ser atendido. Ante su insistencia fue pasado al despacho del comandante general. Rangel le dijo que fuera breve porque tenía una cuenta con el general Orozco Graterol, el

director de Finanzas del Ejército. Delgado le explicó lo que había confesado el capitán Álvarez Gimón haciéndole ver que estaba previsto un golpe para esa noche. Luego le dio los nombres de los jefes del golpe empezando por Chávez. Ante esta grave información Rangel reaccionó parsimoniosamente. Sin darle importancia le dijo que esa noticia era vieja y que la procesaría antes de informar al ministro de la Defensa. Luego le ordenó a Delgado manejar el caso con mucha discreción para no generar alarma y que le notificara al capitán Álvarez Gimón que esa tarde a las 04:00 PM se presentara ante su Jefe de Ayudantía, el coronel Raúl Salazar, a rendir declaración. Al retirarse el general Delgado, Rangel llamó a Salazar por el intercomunicador y le dio instrucciones para que interrogara al capitán Gimón Álvarez. En ese momento eran las doce del mediodía y al lado de Raúl Salazar estaba el capitán Jesús Alberto García Rojas, un infiltrado miembro de la logia golpista. Para tener información de los planes del Comando del Ejército, la logia había penetrado la oficina de apoyo del comandante general. Al asumir ese cargo, el Gen. Rangel Rojas había pedido como asistente de la Secretaría al capitán José Gregorio Suárez Rojas. Este capitán junto con el capitán Blanco La Cruz, ambos de la promoción de 1981, eran miembros del grupo subversivo Bandera Roja y constituían fichas cruciales dentro de la logia El capitán García Rojas era entonces el oficial de personal del Batallón O´leary, el batallón de custodia de la Comandancia General. Este capitán de infantería era muy cercano al coronel Raúl Salazar, el jefe de la ayudantía del general Rangel y se ocupaba de los asuntos personales y confidenciales del coronel jefe de la Ayudantía. Dada esa amistad Salazar había pedido que le asignaran al capitán García Rojas como su asistente. Este oficial era un miembro de la logia desde cadete siendo compañero de promoción de los capitanes Humberto Ortega Díaz, Jesús Alberto Aguilarte Gámez, Luis Rafael Valderrama Rosales, y los hermanos Carlos y Cliver Alcalá Cordones. Todos ellos eran miembros importantes en la logia. Gracias a la confianza con Salazar este capitán tuvo acceso a información privilegiada y confidencial que comunicaba a Chávez. De esta manera Maisanta se mantenía al tanto de lo que pasaba o se ordenaba en el Comando General del Ejército. Pocos minutos después de poner su denuncia en Gen. Delgado, ya los infiltrados de Chávez en la Comandancia del Ejército se enteraron. A las 12:15 minutos Chávez recibió un alerta del capitán García sobre lo que había ocurrido. Su informante también le dijo que Gen. Rangel no había tomado ninguna medida. Al salir de la oficina de Rangel, el general Delgado estaba sorprendido ante el poco interés demostrado ante la gravedad de su denuncia. En ese momento decidió ir a pasar la novedad al general Reynaldo Valero Rivas, el Director de Inteligencia del Ejército. Valero lo oyó con atención y le dijo que la noche anterior la DIM le había notificado sobre un posible golpe o atentado contra el presidente. Al tener conocimiento de este reporte de inteligencia trató de comunicarse con el comandante del Ejército, pero no lo había

localizado. Ese día en la mañana había intentado ver al Comandante General, pero este estaba ocupado. Luego de oír al general Delgado, Valero se dio cuenta de la importancia de su denuncia. Esta información unida al reporte de la DIM lo impulsó a llamar al general Rangel para pedirle audiencia urgente. El coronel Raúl Salazar le informó que llamara más tarde porque el comandante del Ejército estaba ocupado recibiendo cuenta del general Orozco, el Director de Finanzas del Ejército. En ese momento el trio de amigos de Caldera estaba concentrado en el Comando del Ejército. Junto a Raúl Salazar se mantenía el infiltrado de Chávez, capitán García Rojas, pendiente de lo que allí ocurría para informar a Chávez en Maracay. Para entonces ya Maisanta sabía que la operación retardatriz estaba en marcha y tendría tiempo para desarrollar su plan.

CAPÍTULO 25

La tarde del golpe El Gen. Rangel envía sus “espías” Al enterarse de la denuncia del general Delgado, Rangel Rojas, en vez de pasar la novedad de inmediato al ministro de la Defensa y la DIM y ordenar a la Dirección de Inteligencia del Ejército que activara la búsqueda, decidió “procesar” la información por su cuenta. Al efecto envió oficiales de su entorno a recorrer el fuerte para verificar que pasaba. Uno de ellos fue el Tcnel. Luis Hermógenes Castillo Castro quien trabajaba en su ayudantía con el coronel Raúl Salazar. Otro fue el Tcnel. Bradly Quintero comandante del batallón “Bolívar” quien era un oficial de su confianza. Estos oficiales que no eran de inteligencia fueron enviados a “explorar” lo que ocurría en el Fuerte. Esta actitud ante una novedad de esa magnitud no fue profesional. Castillo un serio oficial de infantería con vocación docente, al regresar a las 3 PM reportó que en la Escuela de Infantería no había nadie, las actividades docentes habían sido suspendidas y parecía un día de asueto. Esa escuela era el centro de la conspiración en Fuerte Tiuna y ni siquiera el Director de ese plantel estaba. El día del golpe fue declarado día libre para facilitar el alzamiento. Quintero por su parte era un excelente oficial de infantería pero no experto en inteligencia. Varios meses antes había informado a Rangel que un amigo civil lo había tratado de reclutar para una conspiración y que él se había negado. Rangel no le dio importancia al asunto ni pasó la novedad. Al llegar Quintero cerca de las 2 de la tarde fue pasado ante Rangel quien al verlo le preguntó: —Hay rumores de que un grupo de conspiradores se reúne en el fuerte. ¿Sabes algo? Braddly manifestó haber oído algo al respecto, pero que en su batallón no había ocurrido nada. Luego de recibir los reportes de Castillo y Quintero, el Gen. Rangel decidió no notificar al Ministerio de La Defensa, ni a la DIM, ni tomar medidas activas poniendo en alerta al Ejército o detener preventivamente a los presuntos golpistas. Tampoco dio instrucciones para que la Dirección de Inteligencia del Ejército averiguara porque la Escuela de Infantería había suspendido sus actividades. Solo ordenó medidas pasivas sin atreverse a detener a los sospechosos cuyos nombres le había dado el Gen. Delgado y el Cap. Gimón a mediodía. Este comportamiento fue muy sospechoso. ¡Los generales que esperen! El general Valero sabía de la conspiración desde que llegó a su cargo en julio de 1991. Desde entonces había informado regularmente a Rangel Rojas, pero este no tomó medidas. Dada la gravedad de la denuncia del general Delgado, Valero decidió preparar radiogramas para poner en alerta al Ejército. Luego fue a la oficina de Rangel con esos documentos para que los firmara. El ayudante le pidió esperar porque Rangel seguía reunido con Orozco. Más tarde se le unió en la sala de espera el general de división Jorge Isaac Tagliaferro, el comandante de la tercera División de Infantería acantonada en Fuerte Tiuna. Este oficial se había enterado del golpe de esa noche por medio de

informantes. Había tratado de reportar la noticia por teléfono al Comandante del Ejército pero le informaron que Rangel estaba en cuenta con Orozco y no lo podía atender. Luego de esperar por casi una hora, Tagliaferro se marchó molesto a tomar medidas por su cuenta. Poco después Valero se retiró porque debía asistir a una reunión en el Comando Unificado. A ese cónclave habían sido convocados todos los directores de inteligencia de las fuerzas. Esa reunión, la tarde del golpe, tiene todos los visos de haber sido orquestada como parte del plan conspirativo. Para entonces la noticia del golpe de esa noche se había extendido en forma viral por Fuerte Tiuna y era la comidilla del día entre los oficiales. Tres horas después de denunciado el golpe aún no se habían tomado medidas activas para abortarlo ni se había pasado la novedad al Ministerio de la Defensa y la DIM. Con plena conciencia o sin darse cuenta, Rangel Rojas, Orozco Moisés y Raúl Salazar Rodríguez habían logrado impedir que diera la alarma del golpe. Las acciones de este trío ese día crearon suspicacias porque eran los líderes del ”Grupo de Caldera” enquistado en el Ejército. Las acciones posteriores de Rangel ese día dan pie para presumir que pudo haberse cometido un delito militar “por acción u omisión”. Esa insurrección pudo haberse impedido, pero no se tomaron las medidas activas para abortarlo. La actitud apática ante este hecho puede haber ocurrido por ineptitud, negligencia o por complicidad. Luego de más de dos décadas de este infausto día, las acciones legales contra los autores de este presunto delito por acción u omisión han prescrito, pero al menos el público debe saber lo que ocurrió ese día y sacar sus propias conclusiones. Las acciones de Tagliaferro Conozco al general Jorge Tagliaferro y se dé su asertividad y condiciones de ejecutivo. Al no ser recibido por el Gen. Rangel Tagliaferro tomó la iniciativa por su cuenta. Había recibido la información que al menos dos de los batallones de la 3ª brigada de infantería, unidad encuadrada dentro de la 3ª División a su mando, iban a sublevarse esa noche. Al llegar a su oficina llamó de urgencia al general de Brigada Luis Alberto Oviedo Salazar. Este era el comandante de la tercera Brigada. Al llegar lo puso al tanto de lo que sabía y decidieron tomar algunas medidas preliminares para abortar la insurrección mientras se recibían instrucciones superiores. Al efecto a las 2:30 PM puso en alerta a la 3ª División. Luego visitó al batallón “Ayala” y convocó a los Comandantes de los batallones “Ayala” y “Bolívar, los tenientes coroneles Carlos Eduardo Rodríguez Barrios y Braddly Quintero Contreras respectivamente. Tagliaferro tenía información que estos dos tenientes coroneles no estaban comprometidos y que el alzamiento sería comandado por mayores y capitanes no orgánicos de esas unidades. A ambos le dio la orden de redoblar la guardia tener en su poder las llaves del parque o depósito de armas y municiones de sus unidades. Adicionalmente debían inutilizar temporalmente las armas y vehículos de sus unidades removiendo piezas claves. Al enterarse de la orden de alerta Braddly Quintero notificó al comandante del Ejército, quien le ordenó presentarse. Al llegar a las 3:00 fue pasado de inmediato a la oficina de

Rangel, donde se encontraba con Orozco. Quintero le participó que su batallón había sido puesto en alerta por los generales Tagliaferro y Oviedo. Esta noticia incomodó a Rangel porque no había dado esa orden. Poco después se presentó en el despacho de Rangel el capitán el capitán Gimón Álvarez a presentar declaración al coronel Raúl Salazar. Al entrar a su oficina y al verlo le preguntó bruscamente: —¿Usted es el delator? Venga acá que lo voy a grabar! Dicho esto el coronel dijo que lo iba a grabar, tratándolo como si fuera un indiciado por algún delito. Este trato desconsiderado como si fuera un soplón disgustó al capitán. El no era un chivato, sino un profesional militar que estaba cumpliendo con su deber Reunión del Alto Mando del Ejército Al regresar Valero del Comando Unificado a las 4:00 PM como la cantidad de rumores aumentaba llamó de nuevo al Comandante General. Este finalmente decidió convocar al Alto Mando del Ejército a las 4:30 PM para que el Director de Inteligencia presentara su exposición. Para entonces habían transcurrido casi seis horas desde que el capitán Gimón había presentado su denuncia y aun el Ejército no había reaccionado. Al llegar Valero a la sala de reuniones del Alto Mando lo esperaba el general Rangel con los generales de división Oswaldo Sujú Raffo y Oscar González Beltrán, inspector general y jefe de Estado Mayor, respectivamente. Valero los puso al tanto de lo que ocurría y de la gravedad de la información dada por el capitán Gimón. Luego informó que la DIM había alertado sobre un posible atentado contra el Presidente esa noche en el aeropuerto de Maiquetía. Al concluir Rangel dijo secamente: —Esa información es vieja. Al terminar Valero entregó los radiogramas que había preparado para poner en alerta roja al Ejército. En ese momento sonó el teléfono interministerial, una red segura que conecta los altos mandos de las Fuerzas Armadas y los ministros del gabinete ejecutivo con el Presidente. Cuando Rangel tomó la llamada exclamó: —¡Ordene, mi almirante! En ese momento los presentes asumieron que hablaba con el almirante Elías Daniels, el inspector general de las Fuerzas Armadas, así como el oficial más antiguo después del ministro de la Defensa. A continuación, Rangel Rojas pasó a ese almirante (con cuatro horas de retardo) la información que había recibido del general Delgado a mediodía. Al concluir la llamada, Rangel ordenó a Valero que se retirara sin hacer ningún comentario sobre quién era el almirante. El general Valero asegura que el interlocutor de Rangel era un marino, porque Rangel le respondía con respeto “mi almirante”. Él presumió que ese almirante era Daniels, porque en ese momento Ochoa estaba en Maracaibo y Daniels era el oficial más antiguo en la sede del Ministerio de la Defensa. Luego de la llamada del “almirante” incognito, el Gen. Rangel dio órdenes a su ayudante general Raúl Salazar para reforzar la seguridad de Fuerte Tiuna. Esas medidas

de defensa pasiva que incluían cerrar las puertas de acceso a la Comandancia del Ejército, aumentar el personal en las alcabalas y controlar los parques de las unidades. Salazar llamó a los comandantes de unidades para hacerle conocer las medidas dictadas. Uno de los llamados fue el Tcnel. Moreno, el comandante del Batallón Caracas. Este de inmediato tomó medidas agresivas detectando hechos que indicaban que algo se tramaba para esa noche. En este proceso incluso detuvo a varios centinelas de la casa del Ministro Ochoa que se habían robado unas armas. Dada la urgencia, esa decisión la tomó antes del regreso de Ochoa de Maracaibo. En ese momento Rangel no tomó acción para detener a los oficiales sospechosos de dirigir el golpe ni bloquear el acceso a Caracas. Era obvio que Rangel Rojas debió ordenar la captura en Caracas del Tcnel. Chávez y los capitanes Blanco La Cruz, Rojas Suárez, Padrino López y Rangel Silva, que habían sido denunciados por el Cap. Gimón, pero no lo hizo. El los conocía porque habían trabajado juntos en la Academia Militar. Además, sabiendo que el Gen. Ochoa estaba en Maracaibo, ha podido enviar un mensajero desde el Comando de la 1ª División. La actitud indolente de Rangel no tiene justificación. Puede haber sido ineptitud o complicidad. Las entrevistas fallidas Hasta ese momento Rangel no había tomado decisiones para enfrentar el golpe. La excusa había sido la cuenta del general Orozco, pero esa actividad en promedio dura menos de una hora. La noticia de un golpe de Estado es mucho más prioritaria que una simple cuenta administrativa. El retardo en tomar acción fue motivado por incompetencia o causas inconfesables. Lo más curioso es que en esa operación retardatriz estuvieron involucrados tres oficiales del grupo del general Moros Ghersi cercanos al ex presidente Caldera: el general de División Rangel Rojas, el general de Brigada Orozco Graterol y el coronel Raúl Salazar Rodríguez. Ellos deben saber qué motivó la actitud pasiva en ese momento crítico. Cuando escribía este libro, entrevisté por teléfono a Raúl Salazar quien es general retirado y ex Ministro de la Defensa de Chávez. Raúl trabajo conmigo siendo coronel en mi ayudantía, siendo yo Comandante del Ejército. Este general me dio información hasta un punto. Cuando empecé a hacerle preguntas sobre el extraño comportamiento de Rangel el día del golpe, percibí que estaba molesto. De repente manifestó que no podía seguir hablando porque estaba ocupado. Antes de colgar prometió llamarme más adelante, pero no lo hizo. A través de ese oficial envié mensajes a Rangel Rojas y a Orozco Graterol solicitándoles entrevistas. Ninguno respondió. La DIM da la alarma A las tres de la tarde, ante la avalancha de reportes de inteligencia el director de la DIM convocó a una reunión con los jefes de búsqueda y análisis para decidir qué hacer. En ese cónclave se presentaron y cotejaron los últimos reportes recibidos. Para entonces la DIM estaba al tanto de la denuncia del capitán Gimón Álvarez y le daba credibilidad. Luego de un cuidadoso análisis se concluyó que había indicios claros de que esa noche se

produciría un golpe de Estado. El Presidente sería detenido y había que tomar medidas de urgencia, para lo cual era necesario poner en alerta a las Fuerzas Armadas y tomar medidas para detener a los conspiradores. Como el Ejército era la fuerza en la cual se centraba la conjura, el general Pineda llamó al Comandante del Ejército y le informaron que estaba ocupado. Ante esto el jefe de la DIM llamó al director de Inteligencia del Ejército, el general Valero Rivas y lo puso al tanto de la situación para que informara al comandante general. Valero llamó a Rangel Rojas pidiendo ser recibido con urgencia por el Alto Mando para ponerlo al tanto de la situación. Rangel convocó al Alto Mando del Ejército para oírlo a las 5:00 PM. Debido a la ausencia del Presidente el Gen. Pineda de la DIM llamó al Ministerio de la Defensa y a los Comandos de Fuerza para dar la alerta. El Ministro de la Defensa en Maracaibo, no estaba localizable. Ante esto decidió contactar a los comandantes de Fuerza. Los jefes de la Marina y de la Aviación ya se habían retirado. El comandante del Ejército estaba en una reunión del Alto Mando de la Fuerza y no aceptaba llamadas. Finalmente el Jefe de la DIM pudo comunicarse con el general Freddy Maya Cardona, el comandante general de la Guardia Nacional y lo puso al tanto de lo que ocurría. Este hecho fue providencial. Reunión del Alto Mando del Ejército A las cinco de la tarde terminan las labores ordinarias en el Ministerio de la Defensa y los Comandos de Fuerzas. A esa hora los oficiales y empleados de esas dependencias militares se fueron a su casa como si todo estuviera en calma. Pese a la displicencia de los mandos, en Fuerte Tiuna la denuncia del capitán René Gimón Álvarez se había filtrado y en el Ejército se hablaba abiertamente del golpe. Pese a estos murmullos el comandante del Ejército hizo ver que no pasaba nada grave. No se había activado la alarma general ni se había dado orden de acuartelamiento. La atmosfera era de nerviosismo, pero en el Ejército no se sabía que pasaba. Pese a esta aparente tranquilidad el Alto Mando se reunió a las 5:00 PM para oír al Director de Inteligencia del Ejército. Cuando el Director de Inteligencia se presentó al despacho del Comandante General tenía información actualizada de la DIM y volvía con radiogramas que debían ser firmados para poner en alerta roja a las unidades. En ese momento se les unieron los generales de división: Oswaldo Suju Raffo, el Inspector y el general Oscar Esdraa González Beltrán, el jefe de Estado Mayor del Ejército. Al grupo se integró, sin ser miembro del Alto Mando el general Moisés Orozco Graterol quien no tenía que ver con la emergencia por ser el director de Finanzas. Valero hizo su exposición y recomendó la detención de los conspiradores para debelar el golpe. Rangel insistió en que era información vieja. Al terminar La reunión a las 6:00 PM, el general Rangel dio la orden de retirarse a sus casas. Al salir el general Sujú le informó a Rangel que él se iba a quedar por si acaso. Igual dijo Valero. González manifestó que se marchaba porque tenía algo que hacer. Fue muy raro que ante una emergencia de esta magnitud el Comandante del Ejército hubiese

ordenado a su alto Mando que se fuesen a sus casas. El reporte de la Dirección de Inteligencia Militar (DIM) Al caer la tarde, el Gen. José de La Cruz Pineda, Director de DIM, estaba convencido que esa noche habría un golpe que se iniciaría con un atentado al Presidente a su regreso en el aeropuerto de Maiquetía. Para alertar a la Casa Militar y al Ministerio de la Defensa había enviado reportes de inteligencia urgentes. Como los jefes de esas dependencias no estaban presentes el mensajero los entregó en las mesas de partes respectivas. Para entonces el Ministro de la Defensa estaba en Maracaibo y el Cnel. Hung Díaz, encargado de la Casa Militar se había marchado a su casa para luego bajar a Maiquetía a recibir al Presidente. Al enterarse que sus mensajes urgentes no fueron recibidos personalmente por Ochoa y Hung, Pineda los llamó por el teléfono interministerial. Ochoa no fue localizado. Hung sí recibió el mensaje de Pineda a las 07:30 PM. De inmediato alertó al coronel Marín Gómez, Comandante del Regimiento de la Guardia de Honor y ordenó reforzar el contingente de seguridad presidencial que iría al aeropuerto. Unos minutos más tarde salió rumbo al aeropuerto de Maiquetía. Como el Gen. Pineda no pudo localizar a Ochoa llamó a su segundo, el almirante Daniels. Con el Ministro en Maracaibo hacia el debían canalizarse las noticias urgentes y graves. Pineda estaba en cuenta que a mediodía el Comandante del Ejército recibió una denuncia del general Delgado Gainza reportando que Chávez daría un golpe esa noche. Esa grave noticia ha debido comunicarse de inmediato a Ochoa o a Daniels. Esto hubiese disparado todas las alarmas en las FAN, pero eso no había sido así. La denuncia del Gen. Delgado ha debido ser hecho del conocimiento inmediato al Ministro de la Defensa, por cualquier medio. De no ser ubicado había que informar al almirante Daniels. Durante su permanencia en Maracaibo, Ochoa no fue localizable mientras atendía una actividad de acción cívica de segundo nivel que no requería su presencia. Los golpistas pueden haberle bloqueado sus teléfonos o él ha podido ordenar que nadie lo molestara. Esas excusas no son suficientes, en estos casos hay otros medios para hacerle llegar mensajes. En última instancia han debido enviar mensajeros desde la 1ª División acantonada en esa ciudad. ¿Por qué Ochoa estuvo incomunicado ese día en Maracaibo?Algún día sabremos la verdad. Al no poder comunicarse con el Ministro, su segundo ha debido tomar la iniciativa para proteger al Presidente y abortar el golpe. Daniels alega que el Gen. Rangel Rojas no le informó ese día acerca de la denuncia del Gen. Delgado. Como Daniels y Ochoa estaban ilocalizables, la responsabilidad de tomar medidas activas para detener a los golpistas recaía ineludiblemente sobre el Comandante del Ejército por ser el centro de la conspiración. De haberlo hecho, el golpe hubiera sido abortado como ocurrió en mi caso en 1989. ¿Porque Rangel, quien sabía del golpe, no ordenó la captura de Chávez y los otros líderes de la asonada ?. La salida misteriosa

Luego que se marcharon los miembros del Alto Mando de su despacho, a las 7:15 PM el general Rangel salió de su oficina uniformado de beige. Al pasar frente a su ayudante, el mayor Juan Alfredo Marcano D´Alta, le ordenó que se quedara en la oficina atendiendo llamadas, porque el regresaría pronto. Hecho este tomó su vehículo protocolar sin escolta y se marchó. Esa fue una buena medida porque el jefe de su escolta era el difunto Tte. Eliecer Otaiza quien era un criminal miembro de la logia. El Comandante General abandonó su comando en medio de una emergencia, sin haber comunicado la amenaza de golpe a sus superiores y sin haber tomado medidas activas para abortar la insurrección. Al irse no había puesto en alerta al Ejército ni ordenado la detención de los golpistas. Sus decisiones se habían limitado a reforzar las alcabalas en Fuerte Tiuna y ordenar que los comandantes de batallón tuvieran en su poder las llaves de los parques (depósitos de armas), hacer el primer turno de ronda en sus unidades. Esas medidas defensivas pasivas no eran suficientes para enfrentar la emergencia. Lo lógico hubiera sido tomar acciones para detener preventivamente a los sospechosos de ser líderes del presunto movimiento. Supongo que no lo hizo para evitar lo que me había ocurrido cuando detuve a Chávez y otros 18 mayores en 1989. Por fortuna el general Tagliaferro, comandante de la 3ª División con jurisdicción en Fuerte Tiuna, había tomado por su cuenta medidas más asertivas con el general Oviedo Salazar, comandante de la 31 ª Brigada de infantería. Entre las órdenes dictadas estuvo impedir la entrada y detener a los oficiales que no pertenecieran a las unidades y neutralizar su armamento y vehículos. Al darse la alarma, la información se filtró y Chávez se enteró. Esta decisión impidió que los capitanes Blanco La Cruz, Rojas Suárez y Padrino López tomaran el Batallón Bolívar y que sacaran todos los vehículos blindados Dragón del Batallón “Ayala”, como estaba previsto. Se confirma la hora de llegada de CAP A las siete y media de la noche, el teniente coronel Arévalo Enrique Méndez Romero, el jefe de Operaciones del Regimiento de la Guardia de Honor se comunicó con Chávez y le confirmó la llegada del Presidente a Maiquetía esa noche a las diez. También le indicó que lo llamaría tan pronto el avión presidencial comunicara a Miraflores su entrada al espacio aéreo nacional. Esa información dispararía la movilización de la Infantería de Marina hacia el aeropuerto. Arévalo era compañero de promoción de Chávez y uno de sus infiltrados en la Guardia de Honor. Adicionalmente se sospecha que había un edecán encargado de detener al presidente al llegar a Miraflores, en caso que no fuera capturado en Maiquetía. La identidad de este edecán sigue siendo un misterio. Esa noche en Miraflores además del edecán de guardia, el Tcnel. Rommel Fuenmayor, pernoctaron en palacio los edecanes Daniel Lafontaine de la Marina, Régulo Anselmi y Pedro Soto de la Aviación. Al conocer con precisión la hora de llegada de CAP, Chávez comprendió que había pasado el punto de no retorno. Aunque el plan había sido delatado por el capitán Gimón Álvarez a mediodía, pero tal como esperaba no se había tomado medidas para

detenerlos. Él tenía confianza en que las medidas retardatrices que tomarían los superiores encargados de protegerlo le darían un buen margen de maniobra. Con esta seguridad Chávez quemó sus naves. A las 8:00 PM ordenó a los tenientes coroneles Urdaneta Hernández y Acosta Chirinos tomar el control de la Brigada de Paracaidistas. Hecho esto dio instrucciones de detener al general Moreno Guarache, el comandante de la Brigada, si intentaba ingresar al cuartel. Luego dio instrucciones a Acosta Chirinos para que saliera con su batallón hacia Caracas a las 09:30 PM. Acto seguido tomó el despacho de ese general estableciendo allí su puesto de comando a la espera de noticias de Caracas. Él podía llegar más tarde porque no tenía que atacar ningún objetivo. A él lo esperaban fuerzas amigas en el Museo Militar y en el Palacio de Miraflores. En ese momento Maisanta se convirtió en el jefe de un golpe destinado al fracaso pero que lo iba a catapultar a la presidencia. El mensaje esperado A las 8.15 PM, Vinicio De Sola se encontraba reunido con el ex presidente Caldera en su residencia “Tinajero”. En ese momento recibió el mensaje de Chávez que esperaba con ansiedad. Al levantar el teléfono oyó la clave: —Dile a los muchachos que hoy a las 9:45 es la fiesta pero que esperen mi orden para confirmarla. Para Vinicio las instrucciones eran claras. Primero informó a Caldera. Luego llamó a Gruber para que pusiera en alerta roja y lista para salir a orden a la Infantería de Marina en Maiquetía. Gruber no era el comandante de ese cuerpo pero desde su cargo, en la Dirección de Inteligencia de la Armada tenía doble comando sobre ellos. Como no pudo comunicarse con el almirante le dejó un mensaje para que lo llamara urgentemente. Luego llamó a Caldera y a los demás miembros de la Junta. Luego alertó los otros miembros de la futura Junta de Gobierno para anunciarles que su juramentación sería al día siguiente en Miraflores. La hora de la ceremonia se le indicaría posteriormente. Finalmente llamó al general retirado Carlos Santiago Ramírez, quien era su empleado para que alertara al grupo de “Los Notables” civiles y otros activistas civiles que apoyarían el movimiento. La misión de Gruber Aunque ya no comandaba la Infantería de Marina, Gruber se había reservado para sí la autoridad de ordenar esa noche su empleo en el aeropuerto de Maiquetía. Ya las unidades tenían la orden de operaciones y solo faltaba que él diera la orden de activarla. La hora era tentativamente las 09:45 PM pero habría que esperar las órdenes definitivas de Chávez a través de Vinicio. La secuencia de operaciones a cumplir era sencilla. Primero la compañía de Policía Naval en el aeropuerto detendría a los efectivos de la Guardia Nacional y agentes de cuerpos de seguridad del Estado en la rampa 4 antes del aterrizaje del avión presidencial. Luego las unidades de la infantería de Marina en Maiquetía saldrían de su base para tomar el aeropuerto. El recorrido entre el cuartel de la Infantería de Marina y el

aeropuerto tomaba apenas cinco minutos. Al llegar bloquearían el tránsito para impedir la llegada del destacamento de la Guardia de Honor y otros refuerzos. Simultáneamente tomarían el comando y dormitorios de la Guardia Nacional en el aeropuerto. Hecho esto esperarían el aterrizaje del avión presidencial a las diez y diez de la noche. Al bajar CAP de su avión a las diez y quince aproximadamente, sería detenido junto con su comitiva por miembros de la Unidad de Operaciones Especiales de la Marina (UOPE). CAP y el almirante Carratú serían conducidos de inmediato a Caracas, donde serían entregados en el Comando de la Policía Militar en Fuerte Tiuna. Se aceleran las malas noticias En Maracay Chávez estaba encerrado en la oficina del general Moreno Guarache meditando sobre la enormidad de lo que iba a hacer. Mientras esperaba empezó a recibir mensajes preocupantes. El primero fue que esa tarde el tesorero de la logia, el Tte. Andrade Cedeño había resultado herido con un disparo accidental en una pierna y estaba hospitalizado. Este oficial quien era plaza del Batallón de Intendencia “Francisco Carmona” en Caracas había recibido el dinero entregado por el habilitado del Ejército al mayor Madriz y lo había transportado a Maracay. Una vez allí Andrade desertó quedándose al lado de Chávez en el Regimiento de Paracaidistas. Chávez envió uno de sus oficiales al hospital a visitar al herido y al regresar este reportó que la herida parecía auto infligida para no participar en el golpe. La otra noticia fue peor aún. El teniente coronel David López Rivas, el comandante del Grupo de Artillería Salom y su unidad, no habían regresado a su cuartel en Maracay. La misma había salido el día anterior hacia El Pao simulando ir a maniobras. Esta salida permitió que el Batallón de Cazadores “Genaro Vázquez” procedente de Chaguaramal se alojara en sus instalaciones y reconocieran los blancos que tenían asignados en esa ciudad. Ese Grupo de Artillería debía regresar esa tarde para participar en la toma de la Base Libertador. Chávez confiaba en que la amenaza de la artillería haría rendir a los defensores de la base aérea. La información afectó a Chávez porque el Grupo “Salom” era responsable por la toma de la Base Aérea Libertador, mientras el Batallón “Vázquez” capturaría la cuarta División, el Comando de la GN, al gobernador y la policía de Aragua. La toma de la base “Libertador” era fundamental para evitar que la Fuerza Aérea atacara a los rebeldes. Para lograr ese objetivo la amenaza de la artillería era fundamental porque podría destruir los aviones sin entrar a la base. La situación de la aviación se le complicó cuando el general Visconti Osorio y el Tcnel. Reyes Reyes fueron pasados a cargos administrativos. Estas transferencias afectaron su plan. Como Chávez contaba con pocos comprometidos en esa Fuerza le urgía neutralizar los aviones de combate en la Base Libertador. Esa misión le correspondía al Grupo de Artillería “Salom”. La sorpresiva desaparición de esta unidad preocupó a Chávez porque lucía como deserción y filtración de información. Ante esta situación reemplazó esa unidad con el Batallón de Paracaidistas “García de Sena” comandado por Urdaneta

Hernández. Al hacerlo redujo de tres a dos batallones la minúscula fuerza con que marcharía sobre Caracas. Estos ajustes hicieron el plan menos viable. A las 8:00 PM Chávez recibió una llamada de Blanco La Cruz informando que los oficiales comprometidos en los batallones “Bolívar”, “Caracas”, “O´Leary”, “Figueredo” y “Carmona” manifestaban que no iban a participar porque el golpe había sido descubierto. Solo algunos oficiales del Batallón “Ayala”, el Grupo de Artillería Ribas y parte del Regimiento de Ingenieros “Codazzi” confirmaron su participación. Como el “Bolívar” no se había plegado al golpe, el Tcnel. Pineda comandante del Batallón “Muñoz Tébar” había decidido no actuar. El aluvión de malas noticias no arredró a Chávez porque confiaba poder capturar o liquidar a CAP en La Casona o Miraflores. Cuando esto ocurriera los militares indecisos se pasarían a su bando. El capitán Blanco le informó que varios camiones con hombres de Bandera Roja los esperaban cerca del peaje de Hoyo de la Puerta, antes de entrar a Caracas. Allí Chávez debía entregar los fusiles, uniformes, brazaletes y armamento que había prometido. También indicó saber que el capitán Padrino, reportó no poder entrar a al Batallón “Bolívar” debido a las medidas de seguridad existentes. Aunque la situación era delicada, aún tenían oportunidad de tomar el poder. Antes de colgar Blanco le dijo que tanto él como el capitán Rojas Suarez habían quemado sus naves y estaban dispuestos dar la vida por la revolución. Para que no quedara duda de sus intenciones le informó que si no daba la orden de abrir operaciones ellos actuarían por su cuenta saliendo a tomar el Palacio de Miraflores. Él estaba seguro que con un golpe de mano capturarían o matarían al presidente esa noche. Si la Policía Militar no se alzaba ellos podrían controlar el Fuerte con tropas del Regimiento de Ingenieros “Codazzi”. Para finalizar, el capitán Blanco hizo una amenaza velada: si Chávez no acudía esa noche a Miraflores a ponerse al frente del ataque como había prometido, su vida corría peligro. Luego de oír a Blanco, Chávez sacó el escapulario de su bisabuelo y lo besó implorando al todopoderoso por el éxito de la operación Zamora. En ese instante recibió una llamada de Mary Barajo, una analista infiltrada en la DIM quien le informó que el golpe había sido detectado y que se había ordenado alerta a todas las unidades. Esas noticias eran viejas, pero en ese momento su supersticiosa imaginación lo hizo ver como un mal presagio. Un nubarrón oscuro le trajo a la mente la estrofa del himno de la Federación: “El cielo encapotado anuncia tempestad”. Esa fue la vieja canción de guerra por la cual los venezolanos se fueron tras el general Zamora durante la Revolución Federal. El celaje que vio Chávez fue el augurio de la nueva destrucción de su país que él encabezaría. Aturdido decidió salir del comando para tomar aire y mirar el cielo. La Guardia Nacional sale al rescate Al final de la tarde el Comando de la Guardia Nacional estuvo pendiente del vendaval de rumores que azotaba Fuerte Tiuna. Unos días antes la Dirección de Inteligencia de esa fuerza, había alertado al general de división Freddys Maya Cardona que había rumores de

golpe en el Ejército. Maya quien era muy suspicaz había alertado a sus generales. Esas sospechas hicieron que las antenas de la Guardia se sintonizaran en Fuerte Tiuna. Ese día los rumores de golpe aumentaron y Maya al no poder comunicarse con el Ministro Ochoa ordenó que la Guardia Nacional se acuartelara por iniciativa propia. A las 07:30 PM Maya recibió una llamada del Gen. Pineda de la DIM alertando sobre un probable atentado al presidente en Maiquetía esa noche, seguido de un golpe. Al colgar llamó al Tcnel. Ferreira, Comandante del Destacamento 53, en el aeropuerto de Maiquetía y lo puso alerta. Ferreira ordenó poner en práctica el Plan de Reacción Inmediata, triplicando el personal asignado a la rampa 4. Luego Maya llamó al Gen. José Vicente Leccia Madrid, Jefe del Comando Regional 5 y responsable por la seguridad en la Capital y el aeropuerto de Maiquetía. Maya ordenó a Leccia movilizar la reserva de la Guardia Nacional al aeropuerto incluyendo del destacamento móvil Luego de hablar con Pineda, Maya se comunicó con Heinz en la DISIP quien le confirmó la información. Heinz había enviado más de cien hombres armados en patrullas al aeropuerto. Maya trató de comunicarse con el Comando del Ejército pero el Gen. Rangel Rojas había salido. Entretanto Chávez y sus secuaces seguían actuando libremente en Maracay preparándose para marchar sobre Caracas. Igualmente los conjurados en Caracas, Valencia y Maracaibo se alistaban para cumplir su misión a las 12 de la medianoche. El ministro de la Defensa en el aeropuerto de Maiquetía Al recibir instrucciones, Ferreira redobló la guardia en el aeropuerto y pasó revista de los puestos de guardia. Estando en ese recorrido a las 9:00 PM aterrizó el avión del ministro Ochoa Antich quien de inmediato salió hacia Caracas. El ministro había llegado acompañado por el dirigente político Pastor Heydra y el coronel Marcelino Rincón Noriega. Aparentemente a esa hora el Ministro aun no sabía nada porque había estado incomunicado todo el día en Maracaibo. Poco después de la salida de Ochoa hacia la capital, en Maracay se dieron los pasos preliminares del alzamiento cuando los tenientes coroneles Urdaneta Hernández y Acosta Chirinos al mando de los batallones “García de Sena” y “Chirinos” respectivamente tomaron el control de la Brigada de Paracaidistas. A las 9:15 PM, el general Leccia en ruta al aeropuerto observó que el tráfico de bajada en la autopista estaba bloqueado. Para averiguar qué pasaba se montó en la parrilla de una moto para averiguar. Al llegar al segundo túnel observó que un vehículo ardía en su interior. De inmediato dio la orden de convertir el canal de subida en doble vía mientras despejaban el canal bloqueado. Esa decisión permitió pasar a la compañía de la Guardia de Honor y al coronel Hung Díaz, subjefe de la Casa Militar, quienes se encontraban atascados por el bloqueo. Mientras esto ocurría Leccia al ver el vehículo protocolar del Gen. Ochoa Antich le informó lo que pasaba. Ante la noticia el Ministro decidió regresar al aeropuerto, seguido por el vehículo de Heydra.A las 9:25 al regresar Ochoa al aeropuerto se dirigió al cuartel de la Guardia Nacional situado cerca de la rampa cuatro. Allí habló

con el Tcnel. Ferreira a quien reclamó no haberle dado parte al llegar. En ese momento pasó frente a ellos el Stte. Sabino Rodríguez. Al verlo, Ochoa Antich le ordenó ir al Comando de la Infantería de Marina a pedir apoyo para enfrentar un posible atentado contra CAP. Entretanto se quedó con Ferreira. Para entonces la autopista ya se había despejado y empezaban a llegar al aeropuerto los refuerzos de la Guardia Nacional. Poco después arribó el destacamento de seguridad de la Guardia de Honor y el Cnel. Hung, el subjefe de la Casa Militar. También llegó un contingente con efectivos de la DIM y la DISIP. A las 9:40 PM arribó al aeropuerto el ministro del Interior Virgilio Ávila Vivas. Para entonces la Rampa 4 era un hervidero con más de ٨٠٠ hombres armados. Chávez hace las coordinaciones finales A las 09:30 Chávez llamó a sus lugartenientes y les informó los cambios al plan forzados por los acontecimientos. Urdaneta se quedaría con su batallón en Maracay en lugar de ir a Caracas. Su misión sería tomar el comando de la cuarta división y la Base Aérea Libertador. La captura de la base aérea era prioritaria para impedir ataques aéreos y para usar los aviones de combate como arma disuasiva al día siguiente. Una unidad de tanques AMX30 vendría de Valencia a apoyarlo. Chávez tenía un temor cerval a la aviación. También le dijo a Urdaneta que no entrara a la base aérea porque ser ía capturada por Visconti. Visconti y Reyes tomarían la base desde adentro, evitando destruir aviones de combate. Los dos eran pilotos de combate, pero estaban asignados a la unidad de mantenimiento de la base y no tenían comando de unidades aéreas ni de tropas de seguridad. Visconti era un comunista que además quería saldar cuentas esa noche con el comandante de la base, el general José Antonio Paredes Niño, su enconado rival desde sus tiempos de cadete. Entretanto, Ortiz Contreras y su batallón permanecerían en Maracay y serían responsables de capturar los puntos críticos de la ciudad. Esa era la misión que antes tenía el Grupo “Salom” que había desaparecido. Los jefes de la logia en Valencia y Maracaibo cumplirían con el plan previamente establecido. Tan pronto controlaran la Brigada Blindada enviarían una compañía de tanques AMX30 a Caracas. Al amanecer, se enviaría el resto de la Brigada Blindada hacia Caracas. Luego de estas coordinaciones finales a las 9:40 PM Chávez ordenó al Tcnel. Acosta partir hacia Caracas con el Batallón “Chirinos”. Él lo seguiría un poco más tarde con el Batallón “Briceño”. Con remiendos improvisados de última hora, el golpe estaba en marcha.

CAPÍTULO 26

La captura fallida del presidente La llamada fatal A las 9:30 PM Vinicio De Sola, estaba a la espera en casa del ex presidente Caldera. Caldera no era un conspirador activo, ni tenía mando, pero sería la figura representativa del complot. Como tenía prestigio y autoritas el sería la cara de la revolución para tranquilizar a la gente. Chávez era un militar desconocido y podría lucir amenazante. Vinicio había hablado con todos los miembros de la Junta de Gobierno, menos con Gruber Odremán. Finalmente a las 9:35 PM el almirante devolvió la llamada. Vinicio lo puso al tanto de las órdenes de Chávez para la Infantería de Marina y las instrucciones para él como miembro de la Junta de Gobierno dirigida por Caldera. Al oír el mensaje, Gruber se enardeció al saber que no sería el presidente de la Junta manifestando iracundo: —Esto no fue lo acordado. En ese instante colgó el teléfono bruscamente. Vinicio, sorprendido, trató de participarle a Chávez la reacción del almirante, pero ya había salido a coordinar su partida hacia Caracas. Las cartas estaban echadas y solo quedaba esperar. Gruber aborta la captura de CAP A las nueve 9:37 Gruber enfurecido se comunicó con el cuartel de la Infantería de Marina en Maiquetía, dando la orden de abortar la operación. Las consecuencias de esa decisión echaron por tierra años de esfuerzo de Fidel Castro, Douglas Bravo, Alí Rodríguez, Santeliz y Chávez. Mientras Gruber estaba al teléfono llegó el Stte. Rodríguez (mensajero de Ochoa Antich) al cuartel de la Infantería de Marina. Al bajarse de su vehículo notó que en la calle esperaba un convoy, incluyendo vehículos blindados en columna de marcha. Al entrar pidió hablar con el Jefe de los Servicios siendo conducido por un rondín al patio de ejercicios. Allí vio en formación las unidades en uniforme de campaña, armados y camuflados. En ese momento el jefe de servicios estaba al teléfono. Al terminar la llamada, en lugar de enviar al personal a abordar el convoy, dio la orden de retirarse a los dormitorios. En ese momento, el Stte. Rodríguez le dio el mensaje de Ochoa y se retiró rápidamente. Aterriza el avión de CAP A las 09:45 el avión presidencial se comunicó a través de un “phone patch” con el centro de comunicaciones del Palacio de Miraflores. Los “Phone patch” son aparatos que permiten conectar a un sistema de radio con la red telefónica local. En esa comunicación el piloto notificó haber entrado al espacio aéreo venezolano y que aterrizarían en unos 20 minutos. Esta información fue pasada de inmediato por el Tcnel. Arévalo Méndez a Chávez en Maracay. Al recibir el mensaje Chávez envió un mensaje de texto en clave pre arreglada a Gruber para que activara a la Infantería de Marina. Unos minutos antes Gruber había decidido no participar en el golpe. A las 9:55 el avión presidencial se comunicó con la torre de control anunciando que

iniciaba la aproximación al aeropuerto. En ese momento el Stte. Rodríguez se presentó ante el Ministro Ochoa quien se encontraba con el Tcnel. Ferreira en el Comando de la GN. El subteniente participó al Ministro que había cumplido su orden. Cuando iba a reportar la misteriosa formación nocturna, fue interrumpido por un ayudante del Ministro anunciando que el avión presidencial estaba por aterrizar. Ochoa interrumpió al mensajero y salió a recibir al presidente antes que el Rodríguez terminara de darle la información. Ochoa fue al salón VIP del aeropuerto a esperar y allí se presentó el Cnel. Hung Díaz a reportar que la Guardia de Honor estaba desplegada. Después de Hung se presentó ante Ochoa el teniente coronel Carlos José Orellana Briceño de la DIM, quien le participó estar al mando de un contingente de cien agentes de la DIM. En realidad sus efectivos eran mucho menores. Esa noche la DIM había pedido prestados al comandante del destacamento de la Guardia Nacional en el aeropuerto diez fusiles para sus hombres, quienes solo portaban pistolas. Entretanto la Policía Naval había desaparecido. El avión de CAP aterriza en Maiquetía Al anunciarse que el avión presidencial estaba en tierra, Ochoa fue a dar la bienvenida al Presidente en la rampa 4. Allí se unió al ministro Virgilio Ávila Vivas y Pastor Heydra. Al salir del avión, Pérez (extrañado al ver a Ochoa en la comitiva de recepción) le preguntó: —¿Qué está pasando? El tono ansioso de su pregunta hizo ver que temía algo. Ochoa respondió: —Señor Presidente, son los mismos rumores de siempre. La respuesta del ministro le confirmó una vez más que las alarmas de golpe eran falsas. CAP no tenía idea que la contraorden de Gruber había evitado el empleo de la Infantería de Marina, salvando su vida e impidió una matanza en el aeropuerto. A las 10:15 PM cuando el Presidente salió hacia Caracas los rumores de golpe se habían convertido en otra falsa alarma. Si Ochoa hubiera oído el reporte del Stte. Rodríguez sobre la misteriosa formación de la Infantería de Marina, no hubiera pensado que eran “los mismos rumores de siempre”. Al bajar del avión Carratú, el Cnel. Hung quien lo puso al tanto del reporte de la DIM. El almirante le reclamó por el exceso de seguridad en el aeropuerto ante una falsa alarma. Luego Hung ofreció llevarlo a su casa y el almirante aceptó. CAP se dirigió a su vehículo protocolar y en ese momento Ochoa decidió comunicar algo en privado al presidente. Para entonces CAP había abordado el vehículo presidencial y lo invitó a acompañarlo. En la parte posterior de la limusina estaba además el Ministro del Interior Ávila Vivas. Adelante separados por una ventanilla iban el conductor y el edecán el Tcnel. Gerardo Dudamel. La intención de Ochoa era hacerle saber que el Comandante del Ejército estaba desaparecido y que sospechaba de él. Como el tema era delicado, Ochoa ordenó al edecán subir a ventanilla interna para que no oyera lo que iba a decir. Al oírlo CAP dijo “¡Mantenga la ventanilla abierta! Ochoa reculó y no dijo nada. Por lo visto el presidente tenía una intuición que algo podría pasar y no quería quedarse aislado con

Ochoa manteniéndose en contacto con Dudamel. Como el túnel bloqueado en la autopista había sido despejado el recorrido se hizo con gran rapidez. A las 10:45 PM CAP arribó a La Casona. El presidente que rondaba los 70 años estaba agotado por el trajín del viaje de Davos a Nueva York y luego de Nueva York a Maiquetía. Al llegar a su residencia se retiró a su habitación de inmediato sin darle tiempo a Ochoa de explicarle sus dudas sobre el Gen. Rangel Rojas. Al caer a la cama exhausto se durmió de inmediato. Chávez activa el Plan “Zamora” A las 10:20 de la noche Chávez recibió en Maracay otra llamada del Tcnel. Arévalo Guzmán Reyes reportando que el Presidente no había sido detenido en Maiquetía. La Infantería de Marina no apareció en el aeropuerto y el presidente se dirigía con Ochoa Antich a La Casona. Ante esta noticia a Maisanta solo le quedaban dos alternativas: abortar el golpe o improvisar. En ese momento el lema “o inventamos o erramos” repicó en su mente. Como el Comando del Ejército no había ordenado la captura de los oficiales de la logia aún tenía libertad de acción. En estas circunstancias decidió seguir adelante ajustando el plan sobre la marcha para capturar a CAP. De inmediato dio la orden de activar la “Operación Zamora” estableciendo la medianoche como “hora cero”. Ahora el golpe era irreversible y había quemado sus naves. “La aproximación hacia el contacto y el despliegue se iniciaría en columna abierta por batallones tomando rutas diferentes. De esta manera si una columna era detenida, la otra continuaría su marcha hacia Caracas.16” Hecho esto apretó con fuerza el escapulario de Maisanta al abordar el autobús que lo esperaba. 16. Zago, Angela, La rebelión de los ángeles, Earp Ediciones, Caracas p 142

El destacamento precursor de Chávez Habiendo establecido la medianoche como “hora cero”, Chávez ha debido salir hacia Caracas al menos dos horas antes dejando así una hora de margen para resolver cualquier inconveniente de última hora. El plan de operaciones para las maniobras ficticias establecía la partida del batallón “Briceño” en dos columnas. Un destacamento precursor conformado por una compañía al mando del Tte. Freddy Rodriguez y una unidad de apoyo de combate dirigida por el Tte. Suarez Chourio había partido a las 7:00 PM y esperaba órdenes en el Campo de Carabobo. esta columna Chávez tenía previsto salir del Cuartel Páez A las 10:00 PM con su columna simulando ir a la Base Libertador. Allí supuestamente abordar ía un avión C130 para un ejercicio de operación aerotransportada nocturna. Con esa estratagema buscaba engañar a los servicios de inteligencia. En Carcas dos compañías del “Briceño” irían a Miraflores a reforzar el ataque de las unidades insurrectas de Fuerte Tiuna. Con las tropas restantes el iría al Museo Militar porque la Academia Militar estaba en manos del enemigo. Antes de salir Maisanta decidió esperar las noticias sobre la captura del Presidente en el aeropuerto. Al enterarse del fracaso de esta operació n decidió salir hacia Caracas a las

10:30 PM. A esa hora dio la orden de marcha al destacamento precursor en el Campo de Carabobo y luego a su columna. Esperaba llegar a Caracas cerca de medianoche. En la capital dos compañías se dirigirían a Miraflores, mientras él, con las tropas restantes, seguiría hacia el Museo Militar. Cónclave en Fuerte Tiuna A las 10:45 PM se reunieron en la Escuela de Infantería de Caracas dos grupos de conjurados. Los capitanes Ronald Blanco La Cruz, Antonio Rojas Suárez, Noel Martínez Rivero y Carlos Aguilera Borjas junto con el Sargento Técnico de segunda Alexander Freites. El ambiente era sombrío porque ya sabían que CAP no había sido capturado y los batallones “Bolívar” y “Muñoz Tébar” no participarían. Pese a estos contratiempos contaban con que los infiltrados en la Guardia de Honor capturarían al Presidente. La misión de ese grupo era grupo sublevar los batallones “Ayala” y “Ribas” y el Regimiento “Codazzi”. El “Ayala” y el “Ribas” irían a Miraflores donde enlazarían con el “Briceño”. El “Codazzi” tomaría el Fuerte Tiuna. Una compañía del «Chirinos» tomaría el Ministerio de La Defensa. Este grupo debía apurarse porque tenían que estar frente a Miraflores a las 12 de la noche donde Chávez los estaría esperando. El otro grupo integrado por los capitanes Humberto Ortega Díaz, Jesús Aguilarte Gámez y Jesús Alberto García Rojas, sublevarían al Regimiento Codazzi para bloquear al Comando General del Ejército y tomar el control de Fuerte Tiuna17. Esta misión fue distinta a la asignada a los paracaidistas por Chávez. Los paracaidistas tenían la misión de “atacar” Miraflores y las comandancias de La Marina, Aviación y Guardia Nacional. Militarmente hablando “bloquear” y “atacar” son dos conceptos muy diferentes. ¿A qué se debió esa divergencia en las misiones asignadas? ¿Hubo acuerdo de caballeros” o “pacto de no agresión”? 17. Zago, Angela, La rebelión de los ángeles, Earp Ediciones, Caracas p 102

La hora de la verdad Según el plan el Museo Militar sería tomado desde adentro por infiltrados a las 11:00 PM. A partir de ese momento Chávez podría ingresar sin resistencia a ese viejo cuartel en La Planicie, desde donde se domina el palacio de Miraflores. Antes de partir Maisanta dio instrucciones a Blanco La Cruz para que el capitán Henry Rangel Silva llevara los radios para instalar un centro de comunicaciones en el Museo Militar. Rangel Silva tenía previsto instalar con el apoyo del Regimiento de Comunicaciones suficientes equipos de radio, incluyendo un sistema de multicanal por microondas para comunicarse con todas las unidades del país. El Batallón “Chirinos” llega a Caracas A las 10:55 PM, la vanguardia del Batallón “Chirinos” entró a Caracas. Al pasar frente al punto de disloque en el Fuerte Tiuna una compañía, al mando del capitán Guillén Bello, se separó y se estacionó al borde de la autopista a esperar la hora cero. Su misiónera entrar al Fuerte Tiuna 15 minutos antes de medianoche para bloquear la sede del Ministerio de la Defensa.

El resto del batallón “Chirinos” (con el Tcnel. Acosta a la cabeza) siguió raudo hacia sus objetivos: La residencia presidencial La Casona y la Comandancia de la Aviación, en la Base Aérea en la Carlota. La Casona seria tomada por una compañía de paracaidistas al mando del capitán Rodriguez Torres. Era un blanco valioso porque allí estaba la familia presidencial que sería utilizada como rehenes para coaccionar a Pérez en caso que no fuera capturado. Acosta atacaría la Base Aérea de la Carlota con solo dos compañías de paracaidistas. La captura de esta base impediría al gobierno recibir refuerzos por vía aérea como había ocurrido durante el Caracazo y bloquearía la huida de CAP. El presidente debía ser capturado vivo o muerto. Los francotiradores de Maduro Mientras Chávez se desplazaba hacia Caracas, se desarrollaba una operación a cargo de subversivos civiles. Francotiradores cubanos veteranos del Caracazo disfrazados como paracaidistas, tomarían esa noche las azoteas de los edificios que rodean Miraflores. Los uniformes y armas con mira telescópica y equipos de visión nocturna habían sido escondidos en depósitos subterráneos en el Metro de Caracas. A las 11:00 PM, “Fausto” y otros camaradas se dirigieron a un punto de encuentro en las cercanías del peaje de Tazón. Allí esperaron a Chávez que vendría con un cargamento de fusiles y uniformes para equipar a los subversivos. Este grupo esperó en vano porque Chávez decidió tomar otra ruta a Caracas para no conseguirse con ellos. Secretamente había decidido que su golpe sería exclusivamente militar. Al día siguiente les diría que lo hizo para evitar ser interceptado en su desplazamiento hacia Miraflores. Los preparativos de la logia en Fuerte Tiuna A las 11:00 PM se presentaron al Batallón “Ayala” los capitanes Blanco La Cruz, Rojas Suárez junto con el sargento Alexander Freites. Estos oficiales no estaban adscritos a ese batalló n . Allí los esperaban el Cap. Joaquín Suárez Montes, el Tte. Florencio Porras Echezuría y el Stte. Gerardo Goyo Regardiz quienes facilitaron la entrada de los insurrectos y capturaron a los comandantes de esas unidades y a los oficiales leales. Para su sorpresa los golpistas encontraron que la mayor parte de los vehículos Dragón armados con cañones de 90 Mm. estaban inutilizados. Poco después llegaron a ese cuartel los mayores de blindados Pedro Alastre López y Carlos Díaz Reyes. Ellos conocían los Dragones y lograron poner operativos 12 tanques y con ellos armaron una columna para marchar sobre Miraflores. Aunque estos mayores eran de rango superior, el mando lo habían asumido los capitanes Blanco y Rojas. Estos eran oficiales comunistas infiltrados por el grupo “Bandera Roja”. El proceso de activar los tanques tomó tiempo. Los golpistas tenían planeado salir del Fuerte Tiuna a las 11.10 PM para hacer rendezvous con los paracaidistas del “Briceño” en la Plaza O´Leary del Silencio a las 11:40 PM. Desde allí avanzarían hacia Miraflores en una operación relámpago con una fuerza de infantería y tanques. A las 00:00 en punto, la “hora cero”, debían entrar al palacio de gobierno. La clave del golpe de mano era la sorpresa. Miraflores debía ser tomada con ayuda de los infiltrados en menos de 10

minutos luego de penetrar su perímetro. Pronto Blanco La Cruz se dio cuenta que era imposible cumplir con ese horario. El ministro Ochoa es notificado del golpe Luego de despedirse del Presidente en La Casona, Ochoa se fue a la residencia ministerial en Fuerte Tiuna donde arribó cerca de las 11 PM. Hasta ese momento aún no había podido comunicarse con el Gen. Rangel, el comandante del Ejército. Heydra entretanto había regresado a Caracas con el coronel Rincón Noriega y lo llevó a casa de su hermano Freddy Rincón en Colinas de Bello Monte. Freddy había sido muy cercano a Heydra en la universidad y ambos habían sido miembros del MIR en los años 60. Al llegar, Freddy invitó a Heydra a pasar a tomar un trago. A las 11:10 PM el coronel Rincón recibió una llamada urgente de su esposa informando que “El Batallón Mecanizado “Aramendi” (acantonado en Fuerte Mara) se había sublevado y se dirigía a Maracaibo”. Rincón al colgar informó lo que estaba pasando a Heydra y este llamó de inmediato al ministro de la Defensa. Cuando Ochoa tomó la llamada, Heydra le pasó al coronel Rincón quien le dio la novedad de Fuerte Mara. Ochoa alerta a CAP de la insurrección Tan pronto colgó la llamada con Rincón Noriega, el Ministro discó el número de la residencia presidencial y pidió que le pasaran de inmediato al Presidente. El edecán de guardia, el Tcnel. Dudamel lo despert ó a las ١١:٢٠ PM para pasarle la llamada. Al tenerlo en línea, Ochoa reportó lo que ocurría en el Fuerte Mara. De inmediato, CAP le dio instrucciones: —Ochoa, salga hacia el Ministerio de la Defensa que yo iré a Miraflores. Esta llamada de alerta a CAP pareciera exonerar a Ochoa de no estar involucrado en el golpe, aunque su posición con los golpistas había sido ambigua. Si CAP no hubiera sido notificado a tiempo ha podido quedar atrapado en La Casona. ¿Sabía Ochoa que el “Ayala” y el “Briceño” se aprestaban para atacar Miraflores a las 00:00 AM? CAP se había escapado de una jaula en La Casona para dirigirse a otra en Miraflores. Al menos en el palacio tenía más tropas para defenderse que La Casona, pero el riesgo de ser capturado al llegar era elevado. Luego de alertar al Presidente, desde su casa el Gen. Ochoa ordenó al Jefe Servicios del Ministerio dar la alarma del golpe a las FAN. Luego llamó por el interministerial al Gen. Rangel Rojas. De nuevo no tuvo respuesta. Sin que Ochoa lo supiera Rangel se las había ingeniado para tener acceso al presidente desde antes que CAP se fuera de viaje. El enlace lo hizo a través de uno de los edecanes del Ejército. Por esta vía había incluso enviado mensajes al presidente estando en Davos. De manera subrepticia le hizo saber a CAP que los rumores de golpe eran infundados, que tenía la situación controlada en el Ejército, y que tuviera cuidado con Ochoa. Al no localizar a Rangel, Ochoa llamó al Gen. Tagliaferro al comando de la 3ª División de Infantería y se enteró que acababa de salir con el Gen. Oviedo a investigar algo irregular que ocurría en el Batallón “Ayala”. Acto seguido se dirigió a su despacho, al salir

hacia el Ministerio eran las 11:20. En ese momento las tropas del Regimiento Codazzi no habían bloqueado el acceso al Ministerio de la Defensa. El primer escape de CAP A partir de ese momento CAP actuó con celeridad y bravura. Rápidamente ordenó preparar su caravana mientras se vestía. Mientras lo hacía una compañía de los paracaidistas al mando del Cap. Rodríguez Torres empezó a rodear a La Casona. Al llegar frente a su vehículo protocolar no habían llegado ni el conductor ni la escolta. Solo estaba presente el edecán el edecán Dudamel y el sargento Mario Key de la Guardia Nacional quien era motorizado. Ante la urgencia, CAP le ordenó a Key tomar el volante y salir en volandas con las luces apagadas. Una vez en marcha CAP instruyó a Dudamel para llamar al ministro del Interior Ávila Vivas, al contralmirante Carratú y al coronel Hung Díaz para alertarlos. Cuando el carro del presidente salió a la calle por el portón principal (no por la puerta trasera como se ha dicho) eran las 11:35 PM. Una vez en la calle el automóvil presidencial aceleró hacia la autopista del este, sorprendiendo al Cap. Rodríguez Torres. Este tardíamente ordenó disparar contra el auto que se alejaba a toda velocidad perdiéndose en la noche. En ese momento Rodríguez exclamó: —¡Qué vaina, se me escapó el Presidente!18* 18. Zago, Angela, La rebelión de los ángeles, Earp Ediciones, Caracas p 10

El ataque contra el vehículo presidencial dio inicio al combate entre atacantes y defensores de La Casona 25 minutos antes de la hora cero. Esta escaramuza causó varias muertes innecesarias a causa de la indisciplina de fuego y la falta de capacidad de mando demostrada por el jefe de los atacantes. La “Batalla de la Casona” fue innecesaria porque CAP se había evadido. Mientras en La Casona se armaba el zafarrancho de combate, CAP en el vehículo presidencial al oír los disparos ordenó a Dudamel comunicarse con el Ministro de la Defensa. Al atenderlo Ochoa, CAP le gritó: “Están atacando La Casona, mande refuerzos! En ese momento Chávez estaba en una carrera para salvar su gobierno y su vida. Se rompe el radio silencio A las 11:35 PM el Tcnel. Acosta Chirinos estaba con su convoy en las cercanías del aeropuerto de la Carlota esperando la “hora cero”. A esa hora el silencio de la noche fue roto por fuego graneado en La Casona. Al oír las detonaciones asumió que los centinelas habían detectado a los paracaidistas al desplegarse. Como se había perdido el efecto sorpresa decidió adelantar su ataque a la base aérea de La Carlota y la Comandancia de la Aviación. Luego que los paracaidistas dispararon contra el vehículo presidencial, los centinelas de la Casona respondieron el fuego. En ese momento el Cap. Rodríguez rompió el radio silencio comunicándose con el Tcnel. Acosta informando que el Presidente se había escapado rumbo a Miraflores. Acosta de inmediato ordenó a su oficial de comunicaciones, el teniente Ornellas Ferreira, que informara a Chávez. Ornellas llamó pero no hubo

respuesta. Antes atacar La Carlota, Acosta notificó por radio al capitán Blanco La Cruz quien estaba saliendo de Fuerte Tiuna con parte del “Ayala”. El “Ayala” sale hacia Miraflores A las 11:37, cuando Blanco La Cruz se preparaba a marchar contra Miraflores con el “Ayala” el Tcnel. Acosta le informó que CAP había escapado de La Casona e iba rumbo a Miraflores. Al enterarse ordenó atropelladamente la salida de las tropas que estaban listas. En ese momento solo estaban disponibles seis oficiales, cuarenta individuos de tropa y 12 vehículos blindados dragón. Los otros dragones habían sido inutilizados por orden del Gen. Tagliaferro. Al salir, Blanco dejó dos oficiales encargados de preparar y enviar al resto del batallón a Miraflores. Poco después de salir el convoy insurgente del “Ayala” llegó a ese cuartel el Gen Tagliaferro quien tomó el control de la unidad. En ese momento cruzaba la alcabala de Fuerte Tiuna el Cap. Blanco La Cruz con parte del “Ayala”. Fuegos artificiales en la Casona La noche del 4F me encontraba en mi casa en la Urbanización Colinas de Bello Monte en Caracas. Aunque trabajaba en Nueva York, no había logrado venderla. Desde mi vivienda veía el aeropuerto de la Carlota y a lo lejos la residencia presidencial de La Casona. Estaba despierto porque estaba seguro que algo malo iba a ocurrir esa noche. Pasadas las 11:00 PM me adormilé pensando que era una falsa alarma. Esta vez no tuve acceso al plan de operaciones y no sabía cuál era la hora “cero”. Después de las 11:00 PM, viendo que no pasaba nada me acosté. Minutos más tarde oí el tableteo de las ametralladoras a la distancia. En ese momento mi esposa Elsa me dijo: —¡Mi amor, hay fuegos artificiales en La Casona! A ella no le había dicho nada para no preocuparla, pero esas detonaciones indicaban que el golpe había empezado. Al levantarme vi el reloj y eran las 11:35 PM. Al mirar hacia la Casona aprecié, por las detonaciones, que los atacantes no usaban solo fusiles sino también ametralladoras pesadas, cohetes y granadas. La cosa era en serio. Aparté a mi esposa de la ventana para que no corriera peligro le dije: —Ten cuidado, no son fuegos artificiales, es plomo. Tomé el teléfono y llamé al celular personal del ministro a Ochoa Antich. El ministro me respondió desde el Ministerio de la Defensa y apenas tuve tiempo de preguntarle: —Fernando, ¿qué pasa? Pesaroso me respondió: —Chávez se alzó. Tú tenías razón. Hemos debido escucharte. Cuídate. Dicho esto colgó diciendo que tenía una llamada de CAP. Ante la situación le dije a mi esposa que se quedara en el segundo piso de la casa y empuñando el M16 que tenía me aposté a vigilar la entrada. Si venían por mí les daría una bienvenida, pero sabía que si se aparecían no tenía chance de sobrevivir. En ese momento empecé a rezar. Todo militar sabe que un día le llegará la hora y debe estar preparado. Yo estaba retirado del servicio activo, pero esa noche sentí que estaba en la línea de fuego y me encomendé a

Dios. A las 11:45 pasó el convoy con Chávez frente al Fuerte Tiuna. Ese era el punto de disloque en el cual Maisanta y una compañía del “Briceño” tomarían rumbo al Museo Militar y el resto de su batallón “Briceño” iría a enlazar con el “Ayala” para tomar Miraflores a medianoche. De acuerdo con el plan no se esperaba resistencia en el palacio de gobierno. En ese momento el jefe golpista no sabía que CAP estaba llegando a Miraflores luego de escaparse de La Casona.

CAPÍTULO 27

El golpe La toma de La Carlota A las 11:45 AM, el Tcnel. Acosta Chirinos decidió tomar la Base Aérea “Miranda”. La sorpresa se había perdido y debía actuar antes de la “hora cero”. Al llegar a la reja de la base el convoy hizo alto en la alcabala y procedieron a detener a los centinelas. Controlada la entrada de la base, Acosta Chirinos envió al capitán Gerardo Márquez a tomar la Comandancia de la Aviación. Esa acción se ejecutó fácilmente y siendo detenidos varios generales. Luego Acosta ordenó al teniente José Ornellas Ferreira, un oficial de comunicaciones, tomar el Comando Aéreo de la Guardia Nacional ubicado dentro de La Carlota. Cumplida su misión Ornellas utilizó su sistema de radio para comunicarse con varias de las unidades sublevadas, pero no pudo comunicarse con Chávez. Por esta vía Acosta se enteró a las 00:15 AM que los alzados tenían sitiado a CAP en Miraflores y controlaban Maracay, Valencia y Maracaibo. En ese momento pensó que el triunfo estaba en sus manos. La situación en Valencia El 3 de febrero a mediodía Chávez envió a Valencia al capitán Luis Rafael Valderrama Rosales. Este era un oficial de comunicaciones de su confianza y muy decidido que tenía la misión de sublevar la Brigada Blindada y enviarla a Caracas. Esa gran unidad de combate sería la fuerza que consolidaría su triunfo en caso que hubiese problemas en la capital. A las 11:40 PM el general Ferrer Barazarte (comandante de la Brigada Blindada) recibió una llamada del teniente coronel Henry Lugo Peña. Este oficial, quien era el comandante del Batallón Blindado “Bravos de Apure” en Fuerte Mara (estado Zulia) le notificó que había un alzamiento. Al colgar, Ferrer llamó al comandante del Ejército a su despacho pero no atendió la llamada. Luego llamó a sus comandantes de batallón y se enteró que estaban detenidos. Poco después llegó a su casa una patrulla de oficiales alzados que lo golpearon y lo detuvieron. Al controlar parte de la Brigada Blindada, los alzados procedieron a enviar a Caracas como destacamento precursor a una compañía con dieciocho tanques AMX30 del Batallón Blindado Bravos de Apure. Esta compañía fue comandada por el capitán Ángel Godoy Chávez. Tras esta punta de lanza iría en la mañana el resto de la brigada. En Caracas esa unidad acorazada constituiría el refuerzo que sellaría el triunfo al alzamiento. Ésa era la tarea del capitán Valderrama. Cuatro de esos dieciocho tanques del destacamento precursor se quedaron en Maracay apoyando al Tcnel. Urdaneta Hernández en la toma de la Base Libertador. El resto siguió rumbo a Caracas. En Valencia, un grupo de estudiantes comunistas de la Universidad de Carabobo se unió al golpe y empezaron a llamar al pueblo para ir a la Brigada Blindada a recibir armas. La “hora cero” en Maracay

Como estaba previsto a medianoche, Urdaneta Hernández al frente del Batallón de Paracaidistas “García de Sena” rodeó la Base Aérea Libertador. Desde adentro, el general Visconti le pidió que no penetrara en la base porque estaba bajo su control. Para entonces había hecho preso al comandante de la Base, el Gen. Juan Antonio Paredes Niño. Poco después se presentaron los cuatro tanques procedentes de Valencia al mando del mayor Carlos Torres Numberg, un oficial de infantería, con órdenes de entrar a la base aérea e impedir el despegue de los aviones de combate. Visconti envió a Reyes Reyes para parlamentar con Torres. Al no convencerlo, Visconti hizo sobrevolar dos F16 sobre los tanques. Ante esto Urdaneta ordenó el retiro de los blindados. La “hora cero” en la Intendencia del Ejército Esa noche hubo una operación marginal que involucró a un personaje que posteriormente ha tenido relevancia luego del triunfo electoral de Chávez. Me refiero a Diosdado Cabello, quien para entonces era alumno de ingeniería de sistemas en la UNEFA. Este teniente fue encargado de ir al depósito de la Intendencia Militar situada en la esquina de Pepe Alemán en Caracas. Allí recogería un lote de dos mil uniformes y botas de campaña para dotar a los grupos civiles de izquierda que iban a unirse al alzamiento al día siguiente. La entrega sería hecha a las 12:00 por el Cap. Hugo Armando Carvajal Barrios, del batallón de Intendencia “Carmona”. Este oficial conocido como “el pollo Carvajal” había servido de contacto en la frontera entre Chávez y las guerrillas colombianas. Esta operación fue abortada porque al llegar Diosdado a medianoche se dio cuenta que la vigilancia había sido redoblada y que el capitán Carvajal no estaba allí como se había acordado. Ante esta situación, se retiró. CAP llega a Miraflores Gracias a que las calles estaban desiertas el Presidente llegó Miraflores poco después de la medianoche. Unos minutos antes, al salir del túnel del Silencio, el edecán Dudamel vio a tropas paracaidistas en la Plaza O´Leary. Como nadie los detuvo siguieron su marcha hacia Miraflores. Al pasar la reja de entrada eran las 00:03 AM pero el ataque no se había materializado aun. Al entrar Dudamel alertó del ataque inminente. De inmediato se reforzó la guardia y se dio la alarma al Regimiento de la Guardia de Honor. Esa medida fue providencial porque en la reja había personal comprometido con los golpistas listos para dejar pasar a los insurrectos. Al llegar a Miraflores CAP fue recibido por el edecán de guardia (el Tcnel. Del Ejército Rommel Fuenmayor) quien le informó que La Casona estaba rodeada pero que la situación estaba bajo control y que su familia estaba bien. Esta noticia lo tranquilizó porque en la residencia presidencial estaban su esposa Blanca Rodríguez de Pérez, su hija Carolina, sus dos nietos y Chavita su hermana mayor. En ese momento llegaron a Miraflores el ministro del interior Virgilio Ávila Vivas, el contralmirante Carratú, el coronel Hung Díaz y el líder de AD Luis Alfaro Ucero. El vice almirante Daniels Mientras el Ministro Ochoa hablaba con el Gen. Oviedo ordenando aprestar refuerzos para

rescatar Miraflores, entró al despacho, el vicealmirante Daniels, inspector de las Fuerzas Armadas y segundo al mando. El almirante venía de su casa en traje de faena y manifestó a Ochoa no saber que pasaba. El almirante informó al Ministro que el Gen. Rangel Rojas no habían reportado la denuncia hecha 12 horas antes por el Director de la Academia Militar. Esta explicación fue puesta en tela de juicio por el Gen. Valero, Director de Inteligencia del Ejército. Valero declaró que el 3 de febrero a las 04:00 PM estando con el Alto Mando del Ejército, Rangel Rojas recibió una llamada. Al tomarla adoptó un tono respetuoso respondiendo “Ordene mi almirante”. Luego procedió informar a su interlocutor sobre el golpe. Al colgar Rangel no reveló a los presentes el nombre del almirante. Este intercambio telefónico fue confirmado por otro oficial presente en esa reunión. La declaración de Valero no indica necesariamente que Daniels fue el autor de la llamada. Si no fue el, ¿quién fue ese misterioso almirante? Podría haber sido el almirante Peña Cimarro, el comandante de la Armada, quien es compañero de Daniels y ambos más antiguos que Rangel. Rangel era cercano a Caldera y COPEI al igual que Daniels. Ambos estuvieron juntos trabajando en la Casa Militar de Luis Herrera. Una posibilidad más remota es que hubiese sido Gruber. Este almirante era compañero de Rangel pero de rango inferior. ¿Sabía Rangel que, de ganar los golpistas Gruber iba a ser miembro de la Junta de Gobierno dirigida por Caldera? La pista sobre la llamada del “almirante incognito” no fue investigada, pero Rangel sabe quién lo llamó. El golpe de mano El ataque a Miraflores fue un “golpe de mano”. Esta es una operación limitada, puntual, sorpresiva y violenta con un objetivo definido. Ese ataque tenía por objetivo detener o eliminar al presidente CAP para instalar al día siguiente una Junta Cívico Militar que encabezaría un gobierno de transición. Para dar idea de un movimiento poderoso de alcance nacional se previeron alzamientos locales en Maracay, Valencia y Maracaibo, pero El éxito o fracaso se decidiría en Caracas. El gobierno caería cuando CAP y Miraflores estuvieran en manos de los insurrectos. En la concepción de Chávez, la toma de Miraflores no era una simple batalla, sino una apuesta “todo o nada”. El concepto era muy riesgoso porque de no capturar al presidente el plan se desplomaría. Chávez corrió ese albur influenciado por Santeliz quien lo convenció que gracias al factor sorpresa, la captura de CAP era un hecho. El plan se facilitaría porque al llegar los alzados a Miraflores, los esperarían con las puertas abiertas y no habría enfrentamiento. “Rasputín” no sabía que la neblina de la guerra y los errores humanos puede hacer fracasar los mejores planes. El golpe de mano falló por descuidos y delaciones que anularon el secreto y la sorpresa, mando incompetente, ordenes confusas, falta de medios de comando control y comunicaciones, demoras en la aproximación y pare usted de contar. Los planificadores del movimiento asumieron que cuando sus infiltrados abrieran la reja del palacio, un edecán comprometido capturaría o asesinaría al presidente. Hecho esto, los insurrectos

se alzarían con el triunfo. Estos planes alegres se vinieron abajo al inicio del golpe y el resultado fue una catástrofe. Se inicia el combate en Miraflores A las 00:10 AM, 12 vehículos blindados Dragón llegaron frente a la reja de entrada de Miraflores minutos antes que los paracaidistas. Para entonces CAP tenía 7 minutos de haber entrado y se había alertado a los centinelas y al Regimiento de la Guardia de Honor. Estas medidas desarticularon el plan de dar puerta franca a los golpistas. Cuando el primer Dragón se detuvo ante la reja los centinelas abrieron fuego. Para el Cap. Rojas Suárez la feroz resistencia fue una sorpresa. Según el declaró “Esto indicaba que algo iba mal en relación con lo previsto”.19. 19. Zago, Angela, La rebelión de los ángeles, Earp Ediciones, Caracas p 103

La llegada intempestiva de CAP había cambiado el libreto. La guardia nocturna estaba prevenida del ataque. La vigilancia en la puerta se habían reforzado , y los refuerzos de la a Guardia de Honor se aprestaban para ir en auxilio del Presidente por los túneles de acceso que corren por debajo de la avenida Urdaneta. Si hubieran abierto la reja a los atacantes, CAP hubiese sido capturado fácilmente en su despacho y probablemente asesinado. En medio del fuego cruzado, el capitán Rojas Suárez (a bordo de un vehículo Dragón) trató de comunicarse por radio con Chávez. Su intención era pedir el envío urgente de las tropas del Batallón Briceño que se mantenían en reserva en el Museo Militar y saber si Chávez estaba en el área de operaciones. La respuesta fue el silencio. En medio de fuego cruzado, Blanco La Cruz y Rojas Suarez estaban furiosos al no ver a Chávez al frente del combate. En ese momento llamaron al sargento Iván Freites y Rojas Suarez le dijo ¡Cuando veas al maldito Chávez mátalo! Poco después llegaron doscientos trece efectivos del Batallón de Paracaidistas “Briceño” y se desplegaron frente a Miraflores. Rojas Suárez sabía que estas tropas eran insuficientes. Nada más el Regimiento de la Guardia de Honor contaba con más de 1500 hombres. En ese momento solo los salvaría capturar y matar al Presidente. Entretanto se había iniciado el combate fratricida. Los insurrectos al descubierto en la avenida Urdaneta eran atacados no solo desde Miraflores y sino especialmente desde el Palacio Blanco en su retaguardia. En ese edificio está el cuartel de la Guardia de Honor. En los minutos subsiguientes se produjo la mayoría de las bajas en la Guardia de Honor. El daño principal fue causado por los francotiradores cubanos en las azoteas vecinas. CAP pide refuerzos Ante el CAP, a las 00:10 AM, llamó de nuevo al ministro de la Defensa. La llamada del Presidente interrumpió la conversación que Ochoa sostenía con Daniels. Al tomar el auricular oyó a Pérez gritar: —Ochoa, están atacando Miraflores. ¡Envíe refuerzos! Dicho esto colgó. De inmediato Ochoa Antich llamó al Gen. Tagliaferro. Al enterarse que ese general estaba aún en el Batallón “Ayala”, llam ó al Gen. Oviedo. Este lo atendió y le

dijo que prepararía una operación pero que necesitaba al menos una hora para aprestar la fuerza de tarea. Al colgar Oviedo llamó a CAP. El presidente receloso le dijo que apurara los refuerzos y que reportara a él directamente. Luego le dijo que si llamaba Ochoa o Rangel les siguiera la corriente, pero no obedeciera sus órdenes. Al colgar el Presidente respiro más tranquilo porque al rescate vendría un oficial de su entera confianza. En ese momento eran las 00:12 AM y el tiroteo arreciaba. Se crea la Fuerza de Tarea El Gen. Oviedo estaba preparado. Este competente oficial desde esa tarde había estado pendiente del golpe junto con su superior el Gen. Tagliaferro. Previendo esta eventualidad habían ordenado desactivar los vehículos blindados Dragón del Batallón “Ayala”. Aunque varios vehículos fueron reactivados por oficiales de la logia, esta medida retardó la salida de los golpistas y redujo su fuerza a apenas 12 dragones. Tagliaferro también había acuartelado y puesto en alerta a su División, por su cuenta, ante la ausencia de órdenes del Gen. Rangel. Oviedo llamó a Tagliaferro y le informó sobre las órdenes del Presidente. Luego llamó a los tenientes coroneles Braddly Quintero y Carlos Rodriguez Barrios, los comandantes del “Bolívar” y “Ayala” respectivamente. Como ambas unidades de combate eran parte de su brigada procedió a darles instrucciones para preparatorias para salir a Miraflores a la brevedad Como la 3ª División no tenía un plan de contingencia para enfrentar esa situación, Oviedo tuvo que idear su maniobra táctica sobre la marcha ante un mapa de los alrededores de Miraflores. Pocos minutos después había definido el concepto de la operación y diseñado una pequeña Fuerza de Tarea pero capaz de cumplir la misión contando con el apoyo de las fuerzas amigas del Regimiento de la Guardia de Honor. En Fuerte Tiuna quedaban suficientes fuerzas en reserva en caso que fuera necesario. Tagliaferro quedaría a cargo de la retaguardia en Fuerte Tiuna y Oviedo encabezaría la Fuerza de Tarea. Oviedo es un oficial muy profesional y uno de los militares de confianza del Presidente. La operación concebida no era demasiado compleja y el blanco limitado. Los reportes de inteligencia indicaban que con el “Bolívar” y la mitad del “Ayala” más las tropas del Regimiento de la Guardia de Honor, tendría amplia superioridad numérica sobre los sublevados. Pocos minutos después de hablar con Oviedo, el presidente recibió una llamada del Gen. Rangel Rojas. El Comandante del Ejército le notificó que había un golpe en marcha y que estaba enviando refuerzos a Miraflores y La Casona. Seguramente se había enterado de las órdenes recibidas por Oviedo y trataba de aparecer en el cuadro. En ese momento ese general estaba en su despacho en la Comandancia del Ejército. Con el acceso al Ejército bloqueado por el Regimiento “Codazzi” era poco lo que podía hacer, aparte que estaba violando la línea de mando. Los alzados penetran Miraflores

A las 00:15 AM uno de los vehículos Dragón rompió la reja de entrada a Miraflores irrumpiendo a la calle lateral del palacio seguido por un grupo de paracaidistas. Los atacantes ocuparon la calle interna que rodea Miraflores y el estacionamiento sitiando las entradas por la “puerta dorada”, el acceso privado del presidente, y la puerta utilizada por empleados y visitantes. Cuando se inicia el ataque el Presidente estaba en su despacho con el senador Luis Alfaro Ucero y el ministro del Interior Virgilio Ávila Vivas. Al darse cuenta que los atacantes entrarían en minutos a Miraflores, CAP —demostrando serenidad y valor personal poco común— tomó decisiones acertadas. Lo primero que hizo pedir una subametralladora y luego dio instrucciones a Carratú para preparar el escape de Miraflores porque sabía que de quedarse sería atrapado. Debía evadirse y dirigirse al país. En ese momento Carratú respondió: —Eso es imposible. Todas las salidas están controladas por los insurrectos. Ante esta respuesta CAP exclamó: —No le estoy preguntando qué es lo que vamos a hacer. Le estoy ordenando preparar mi salida de Miraflores.23 A partir de ese momento la actuación del almirante Carratú y la mayoría de los miembros de la Casa Militar esa trágica noche fue digna de encomio. El ataque suicida al interior de Miraflores En la calle interna que rodea Miraflores, recibiendo fuego graneado de la Guardia de Honor, el capitán Blanco se dio cuenta que no contaba con fuerzas suficientes para sostenerse en esa posición. Estaba convencido que los refuerzos del “Ayala” no vendrían y todo estaba perdido, a menos que capturaran a CAP. En ese instante recordó las instrucciones de Chávez esa tarde: —Si lo consideran necesario, maten al Presidente A las 00:25 AM en una acción suicida, Blanco La Cruz y Rojas Suarez decidieron irrumpir a sangre y fuego con varios paracaidistas al interior del palacio. Para penetrar violentaron la “puerta dorada”. Esa era la única alternativa válida, porque la otra era rendirse. Al entrar al palacio en un pasillo con espacio muy reducido, los atacantes fueron recibidos a plomo por el personal de guardia en la antesala. La defensa estuvo a cargo del edecán de guardia el Tcnel. Rommel Fuenmayor, con 8 soldados de la Guardia de Honor, el jefe de la Guardia Civil del Presidente y dos agentes de la DISIP. Este grupo de custodia con gran valentía repelió a los agresores. En esa escaramuza resultaron heridos los capitanes rebeldes. Blanco recibió un disparo en el pulmón y Rojas fue impactado en las piernas. Al caer sus cabecillas, los golpistas se retiraron. Llueven las malas noticias Después de que el Ministro Ochoa dio instrucciones al general Oviedo empezó a recibir un diluvio de malas noticias. Primero un reporte de la Guardia Nacional desde Maracaibo notificó que el Cuartel Libertador, sede de los Grupos de Artillería Monagas y Freites, se habían alzado y habían detenido al gobernador del Estado Zulia, Oswaldo Álvarez Paz. En

Maracay los paracaidistas habían tomado el comando de la cuarta división al mando del capitán Carlos Guyón Celis. Además tenían rodeada la Base Aérea Libertador y capturado a su comandante, el general Juan Antonio Paredes Niño. Esa base era la sede de los aviones de combate Mirage y F16. Otro reporte indicó que una compañía de misiles antitanques venía desde San Juan de los Morros. En Caracas dos compañías del Batallón de Paracaidistas “Chirinos” habían tomado la Comandancia de la Aviación y detenido al comandante de esa fuerza y a su Estado Mayor. Simultáneamente se reportaron en esa ciudad ataques al Comando de la Guardia Nacional y al Regional 5 de la Guardia Nacional en El Paraíso y al comando de la Marina en San Bernardino. Para complicar más las cosas, una compañía del Regimiento de Ingenieros “Codazzi” bloqueaba el acceso a la Comandancia del Ejército en Fuerte Tiuna. Para rematar un reporte de la Guardia Nacional en Valencia anunció que una compañía de tanques había salido de la brigada blindada hacia Caracas y que el Comando Regional de las FAC en esa ciudad estaba rodeado de tanques. De inmediato Ochoa dio instrucciones al Gen. Salazar Montenegro, el Director de Logística del Ejército para bloquear la autopista para impedir la llegada de los tanques llegaran a Caracas. En ese momento la situación lucía desesperada. Ataques a la Comandancia de la Marina y de la Guardia Nacional El destacamento precursor del batallón “Briceño, destinado a atacar las comandancias de la Marina y la Guardia Nacional tuvo problemas durante el recorrido y llegó retardado a cumplir su misión. Al entrar a Caracas se combatía en La Casona, Miraflores y La Carlota y las FAN estaban en alerta. A las 00:30 AM se inició el ataque a la Marina y poco después a la Guardia Nacional, Ambos fueron repelidos con facilidad. En el ataque a la Marina resultó herido el Tte. Freddy Rodríguez. Luego de breves combate los atacantes se rindieron pasada la 01:00 AM. Esta derrota impidió la toma de los comandos de la Marina, Guardia Nacional y el Comando Regional 5. CAP se escapa de Miraflores A las 00:30 AM luego que los escoltas de CAP repelieron el ataque al interior de Miraflores, Carratú regresó indicando que el vehículo de escape estaba listo. En ese momento CAP y su comitiva salieron sigilosamente del despacho presidencial. En la oscuridad se dirigieron a una puerta secreta en el Salón Ayacucho, la cual da a un pasadizo que lleva a un estacionamiento en el patio trasero. Este parqueadero esta frente la Plaza Bicentenaria. Ese plan de escape había sido practicado una vez antes del nombramiento de Carratú. En esa oportunidad CAP se burló. Al llegar al estacionamiento, había dos vehículos civiles listos para el escape. Ambos autos blindados estaban encendidos, con las luces apagadas. El primer vehículo en salir serviría de cebo para atraer el fuego en caso que hubiese atacantes a la salida. En ese coche iba el edecán Tcnel. Dudamel y el jefe de la escolta civil Hernán Fernández. De ser atacada la carnada,

buscarían otra vía de escape. Cuando el primer carro salió a la calle sin atraer fuego, fue seguido de inmediato por el vehículo que transportaba a CAP, Ávila Vivas y Carratú. Al salir a la calle vieron aproximarse un vehículo blindado Dragón. Instintivamente el conductor aceleró en la oscuridad con el automóvil que trasportaba al gobierno de Venezuela. La tripulación del Dragón no reaccionó rápidamente, facilitando el segundo escape de CAP esa noche. Cuando el Dragón disparó sus armas automáticas ya el auto de CAP se había alejado y el gran escape había sido exitoso. Al llegar el vehículo blindado a la puerta del estacionamiento se produjo un tiroteo con los centinelas de la Guardia de Honor que produjo varios muertos y heridos. Ese enfrentamiento sirvió de distracción para la evasión. El grado de violencia aplicado tanto en el intento fallido de tomas de La Casona, como en Miraflores, dejó ver que el objetivo de los insurrectos no era solo tomar el poder, sino liquidar físicamente a CAP. Una vez que el Dragón se perdió de vista, CAP ordenó a Carratú llamar a Carlos Bardasano, el gerente de Venevisión. En este intento Carratú se comunicó con el “Comisario Efrén” de la escolta de Cisneros quien les informó que la planta no había sido tomada por los rebeldes y estaba disponible. De inmediato CAP ordenó al conductor dirigirse a Venevisión. Chávez llega al Museo Militar A las 00:45 AM, momentos después de la fuga de CAP de Miraflores, Chávez arribó al Museo Militar con casi una hora de retraso, luego que su convoy se perdió. Por lo visto Maisanta no había hecho un reconocimiento previo y el chofer no conocía la ciudad. En ese momento no sabía que CAP se había escapado y la rebelión estaba en su apogeo. Los ataques a La Casona, La Carlota y Miraflores estaban en marcha. Entretanto Maracay, Valencia y Maracaibo estaban bajo control de los insurrectos. Peor, el jefe del golpe no se había presentado. Su ausencia puso en evidencia la falta de valor personal de Chávez. Maisanta fue un magnífico conspirador y un gran reclutador y catequizador de militares jóvenes e ingenuos, pero además de cobarde fue un pésimo organizador y comandante. Al acercarse al Museo Militar, Chávez oyó el tiroteo en Miraflores. Las detonaciones iniciadas poco después de medianoche habían alertado al personal de guardia. Cuando el autobús donde iba Chávez se detuvo frente a la reja del viejo edificio, esperaba que sus infiltrados le abrirían la puerta pero el centinela le pidió identificarse. En ese momento Maisanta sorprendido preguntó por el Cnel. Marcos Yánez Fernández el Director del Museo. Como no estaba inquirió por el Cap. Daniel Martín Maqueo Terán el comandante de la compañía de custodia. Este tampoco se encontraba. Ante este inconveniente Chávez ordenó detener al centinela. En ese instante se presentó el sargento de ronda. Este sub oficial también fue detenido y obligado a abrir la reja20. Al entrar se apoderó del Museo e instaló allí su puesto de comando. En ese momento eran las 00:55 AM. Para entonces los organismos de inteligencia no sabían dónde estaba el jefe rebelde.

20. Zago, Angela, La rebelión de los ángeles, Earp Ediciones, Caracas p 142

El Gen. Santeliz llega al Ministerio de la Defensa A las 00:50 llegó el Gen. Santeliz en traje de deportes al Ministerio de la Defensa. Diez minutos antes había sido detenido en la alcabala de bloqueo del Codazzi pero logró convencer a los insurrectos para que lo dejaran pasar. “Rasputín” fue uno de los pocos autorizados a pasar e ir al Ministerio, indicando que tenía relación con los golpistas. Su misión era estar al lado del Ministro Ochoa para obtener información sobre los planes de los militares leales e informar a Chávez. Él le había hecho creer a Ochoa que esa noche no había nada, pero ahora no había nada que ocultar. Su misión era detener o “cambiarle la salud” a Ochoa y a CAP. A su arribo Santeliz fue reportado al Tcnel. Moreno el Comandante del “Caracas”, el batallón de custodia del Ministerio de la Defensa. Este había puesto en práctica esa noche un plan de defensa con un control estricto de entrada y salida al Ministerio. Al saber de su entrada Moreno ordenó seguirlo y reportar sus movimientos. De esta manera se enteró que luego de entrar fue a su habitación y minutos más tarde uniformado de campaña y hablando por su teléfono celular se dirigió a la oficina del Ministro de la Defensa. Chávez aislado en el Museo Militar Una vez que Chávez se instaló en su puesto de comando preguntó por el Cap. Rangel Silva, el oficial de Comunicaciones responsable de instalar la red de comunicaciones de comando y control. Para su sorpresa este oficial no había aparecido. Él era el encargado de proveer los radios, instalar y operar el centro de comunicaciones en el Museo. Sin esos equipos Chávez estaba incomunicado porque los radios de su batallón los había entregado a las unidades que fueron a atacar a los comandos de la Marina y la Guardia Nacional. Sin que Chávez lo supiera, unas horas antes el capitán Rangel, quien era oficial del Regimiento de Comunicaciones, se había presentado en los talleres de mantenimiento de comunicaciones en Fuerte Tiuna. Allí lo esperaba un sargento técnico que le iba a entregar un lote de radios. Al llegar se dio cuenta que la vigilancia se había redoblado y que el sargento no lo esperaba. Ante esta situación asumió que el golpe había sido abortado y se fue a dormir. La falta de esos radios dejo a Chávez incomunicado en el Museo. El coronel Yánez Fernández Poco después de la llegada de Chávez al Museo se presentó su Director Cnel. Yánez Fernández. Al llegar fue llevado ante Chávez y sostuvieron una charla amistosa. Yánez no opuso resistencia al subalterno que había invadido sus predios. Chávez por su parte le permitió libertad de movimiento en el Museo. No es normal que un oficial a quien un subalterno le violenta su comando, lo acepte con indiferencia. Por cuestiones de honor militar Yánez ha debido ofrecer al menos una resistencia simbólica. Como detalle curioso debo mencionar que Yánez era miembro del grupo de “Los Panas”

y amigo de los generales Ochoa, Santiago y Santeliz. En ese momento el trío se había fragmentado pero ese detalle dio lugar a muchas especulaciones posteriores. Chávez sale “de patrulla” Mientras meditaba que hacer, Maisanta oía el tableteo de las ametralladoras en Miraflores. En ese momento le vino a la mente la amenaza del capitán Blanco La Cruz y decidió ir hasta el sitio del combate. Al efecto abordó un auto particular con una escolta poco después de la 01:00 AM. Al dirigirse por Avenida Sucre hacia Miraflores encontró el paso obstruido por un vehículo Dragón a 100 metros de la entrada del Palacio. En ese momento empezaron a silbar las balas a su alrededor obligándolo a devolverse de prisa al Museo Militar. Su ausencia del frente de batalla fue una falla capital porque él predicaba la teoría del liderazgo según la cual el líder debía ir al frente. Su huida dejó la insurrección a la deriva. Años más tarde en un programa “Aló Presidente” dijo que esa noche había salido del Museo Militar de “patrulla” sin entrar en detalles. Chávez fue un agitador de grandes ligas gracias a su carisma y elocuencia, pero nunca fue lo que los latinos llamamos un “macho”. Este apelativo se reserva para los que muestran “cojones” en situaciones de peligro. Tener cojones significa tener “bolas” es decir testículos o coraje para enfrentar riesgos personales. Chávez había hecho gala de esa debilidad cuando lo tuvieron que empujar para lanzarse de la plataforma de saltos a la piscina de la Academia Militar. Luego repitió la misma comedia en los paracaidistas cuando tuvo que recibir una patada en el trasero para lanzarse del avión. Chávez era un maravilloso agitador lanzando a otros al peligro, pero era muy cuidadoso con su pellejo. Esa noche ante la balacera en Miraflores afloró el verdadero Chávez. Santeliz recomienda negociar Ante la falta de medios de comunicaciones tácticas Chávez empezó a buscar una solución. Luego de unos minutos de espera decidió utilizar el teléfono de la oficina del director del museo. Santeliz le había dado su teléfono celular y allí lo llamó el jefe rebelde a las 01:00 AM. “Rasputín” le dijo que estaba en la oficina del Ministro Ochoa y le informó que CAP se había escapado de Miraflores, pero que se combatía en buena parte del país. Santeliz le informó que no sabía dónde estaba CAP, pero estaba tras su pista. Antes de colgar le dijo que cuando conociera su ubicación debía enviar un grupo de comando de paracaidistas a capturarlo. Santeliz informó que más tarde iría con Ochoa a Miraflores y que de ser necesario se encargaría él mismo de asesinar al Presidente. Luego Maisanta envió un pelotón al mando del subteniente Juan Valero Centeno al Canal 8, la televisora del Estado. A este oficial le entregó un casete con un video de su proclama anunciando el triunfo de la revolución. Ese video debía sacarse al aire de inmediato. Al llegar al Canal 8 lo estaría esperando el teniente de comunicaciones Jessy Chacón, quien era alumno de ingeniería de sistemas en la Universidad de las Fuerzas Armadas (UNEFA). Al hacerle la entrega, Chacón se dio cuenta que el video estaba grabado en VHS. Como no se podía trasmitir en ese formato, se abortó la misión. CAP en Venevisión

A las 01:10 arribaron CAP y su grupo a la planta televisora VENEVISION. Esta estación de TV es propiedad de Gustavo Cisneros, uno de los hombres más ricos del país y amigo cercano del Presidente. Una vez fuera del alcance de los alzados, CAP respiró más tranquilo. Estaba ansioso por dirigirse a la nación para mostrar que estaba vivo y que mantenía el control del país. Esa noche el locutor de guardia era Arturo Vilar, quien pidió unos 15 minutos para habilitar un estudio. Mientras esperaban llamó el Ministro Ochoa pidiendo hablar con el Presidente. En ese momento CAP recibía una llamada en otro teléfono. Cuando el edecán atendió, Ochoa. Dudamel le dijo que el Presidente estaba ocupado por otra línea. En ese momento por el altavoz salió una voz desconocida preguntando “¿Dónde están Uds.?”. Al oírlo Dudamel preguntó sobresaltado: “¿Quién habla?” La respuesta fue “Es el general Santeliz”. CAP al oírlo hizo señas a Dudamel de no dar información y este colgó. En ese momento eran las 01:05 AM. Por razones de seguridad la ubicación del presidente no podía darse y menos a un sospechoso. Esa llamada incomodó a CAP y lo hizo dudar de Ochoa. Luego de ese intento fallido Ochoa no telefoneó más y desapareció hasta ser convocado más tarde a las 04:40 AM por el Presidente a ir Miraflores. Poco después llegaron a Venevisión los líderes del partido de oposición Social Cristiano COPEI: Eduardo Fernandez y Gustavo Tarre Briceño. En el canal no apareció ninguno de los líderes del partido de gobierno AD. En ese momento para todos los efectos el régimen estaba caído. La línea de mando de las fuerzas leales Luego de la llamada de Ochoa y Santeliz, CAP pidió que lo dejaran solo unos minutos, antes de hablarle a la nación. Estaba en peligro de muerte y dispuesto a morir peleando, pero no a suicidarse como Allende. A CAP se le pueden achacar muchas cosas pero no era cobarde. Al cavilar sobre la difícil situación en que se encontraba se dio cuenta que debía asumir el control militar o estaba perdido. Esa noche en Miraflores había recibido llamadas del Comandante del Ejército, dándole informaciones preocupantes sobre lo que estaba pasando en esa Fuerza y sus dudas sobre el Ministro Ochoa. CAP se asombró a ver que los jefes militares seguían con sus guerras internas en el medio de un golpe. A partir de ese momento CAP empezó a desconfiar hasta de su sombra y se convenció que debía asumir el mando militar directamente. Pérez sabía que la doctrina de empleo militar establecía que en operaciones conjuntas el comando de las fuerzas de tarea en el teatro de operaciones pasaba por el CUFAN y de allí al presidente. Ni el Ministro de la Defensa ni el Comando del Ejército estaban en la línea de mando para dirigir operaciones de combate. Con esta información en mente CAP decidió asumir el cargo de Comandante en Jefe de las FAN tal como lo establece la constitución. Acto seguido llamó al general Oviedo y le dijo que solo obedeciera sus órdenes. Si lo llamaban Ochoa o Rangel, debía seguirles la corriente e informarle antes de obedecer. Entretanto los generales Rangel y Ochoa seguían en sus respectivos despachos

mientras el Presidente andaba huyendo. Rangel estaba aparentemente retenido en la comandancia pero allí tenía plena libertad de acción. Ochoa no tenía limitaciones para moverse o entrar y salir del Ministerio de la Defensa porque la compañía de paracaidistas encargada de bloquear ese Ministerio había sido capturada. El golpe de esa noche fue sui generis por el trato “especial” brindado por los golpistas a los generales Ochoa y Rangel. Ambos pudieron haber sido detenidos y metidos ignominiosamente a una celda, pero no fueron tocados. Ese detalle no pasó desapercibido a CAP. Durante todo ese día, e incluso en los días anteriores, Ochoa Antich y Rangel Rojas no habían cruzado palabras. Esa noche afloró la vieja rencilla de sus tiempos de cadetes cuando uno era miembro de “Los panas” y el otro pertenecía a un grupo rival cercano a COPEI. Hasta ese momento Chávez había hecho creer a Ochoa y a Rangel que él era leal a cada uno de ellos. Los hechos de ese día dejaron claro que Chávez tenía una estrategia secreta independiente. Ahora Ochoa y Rangel debían desarrollar su propio juego. Ochoa gracias a su amistad con CAP tenía recursos que le permitieron superar esa difícil situación. Rangel no los tenía, pero aun así salió ileso esa noche siendo ratificado como Comandante General hasta 1993. CAP, luego de salir airoso el 4F tomó desastrosas decisiones militares en los días subsiguientes. Primera alocución de CAP A la 01:15 AM, CAP salió en la pantalla de Venevisión para anunciar al país que un golpe estaba en marcha. En esa alocución se le notó molesto e incómodo cuando brevemente comunicó que las fuerzas leales controlaban la situación e hizo un llamado para que los golpistas se rindieran. Esa fue la primera noticia oficial de lo que ocurría. Para ese momento ya habían muerto más de 40 personas en los enfrentamientos. La alocución del Presidente fue una bravuconada porque se combatía en Miraflores, La Casona, La Carlota, Maracay, Valencia y Maracaibo. La situación no estaba controlada. Las esperanzas de CAP se cifraban en la Fuerza de Tarea que llevaría el Gen. Oviedo al palacio de Miraflores. La Fuerza de Tarea inicia la aproximación hacia el combate A la 01:20 AM la Fuerza de Tarea del Gen. Oviedo avanzaba hacia Miraflores en dos columnas desde la Estación del Metro de La Hoyada. Las dos tenazas convergerían sobre su blanco, tras la cobertura de los vehículos Dragón. A la fuerza de tarea se agregó una compañía de vehículos blindados antimotines del Destacamento 51 de la Guardia Nacional. Una columna tomó la vía de la Avenida Urdaneta y otra avanzó desde la Plaza O´Leary por la Avenida Sucre. En el recorrido encontraron poca resistencia. La principal amenaza al avance provino de francotiradores y de un grupo de civiles armados que ocuparon las alturas de la escalinata del Calvario en el Silencio Los francotiradores se fueron retirando a medida que avanzaba la fuerza de tarea y los paracaidistas se iban rindiendo. En la aproximación hacia el contacto, la amenaza eran los francotiradores. Entretanto

los golpistas estaban bajo un mortífero fuego cruzado en la Avenida Urdaneta, siendo atacados or la Guardia de Honor desde el Palacio Blanco y los defensores del Palacio que le impedían su entrada. Al avanzar por la Avenida Sucre la avanzadilla advirtió que varios vehículos particulares se devolvían ante el fuego inclemente frente a Miraflores. Chávez regresa al Museo Militar A la 1:20 Chávez respiró aliviado al entrar indemne al Museo Militar. Al ingresar al museo el Cnel. Yánez le informó sobre la aparición de CAP en TV y que estaban retransmitiendo su alocución. Maisanta sorprendido le pidió que trajera el televisor. Pocos minutos después presenciaba atónito a su mortal enemigo. Al verlo percibió que CAP estaba descompuesto y que la imagen y el mensaje no fueron bien presentados. En ese instante apreció que aún tenía chance y que la guerra no estaba perdida. Luego de ver a CAP en TV Maisanta llamó de nuevo a Santeliz. Al amanecer lo descubrirían y tendría al Ejército en su guarida. Como no podía resistir un asalto de los militares leales, tendría que rendirse. En ese momento temía más a los radicales comandados por los capitanes Blanco La Cruz y Rojas Suarez que a los militares leales. Estos comunistas sanguinarios tratarían de asesinarlo enviando tras el al sargento Freites, un rambo a quien le tenía pavor. El ir a la cárcel no le preocupaba tanto porque sabía que las carreras de los líderes políticos cogen fuerza luego de una pasantía por la cárcel. La Fuerza de Tarea llega a Miraflores A las 2:10 AM Oviedo llegó con la columna que se desplazaba por la avenida Urdaneta a una cuadra de su blanco. Frente a Miraflores el fuego cruzado era letal. En ese momento Oviedo trató de ponerse en contacto con la Guardia de Honor y a fin de evitar bajas por fuego amigo. Al efecto ordenó a las 2:10 AM un alto al fuego e inició contactos con los atacantes para que se rindieran. Otro tanto hizo dentro de Miraflores el edecán Rommel Fuenmayor. En este proceso Oviedo y Quintero se toparon con el coronel Hung en la esquina de Carmelitas. Hung había logrado escapar de Miraflores por una puerta secreta con dos soldados por para llevar unos radios a Oviedo. Estos equipos facilitarían la coordinación entre las fuerzas leales. Luego de entregar los radios regresaron a Miraflores. A su retorno uno de los soldados que lo acompañaban fue muerto por un francotirador y otro resultó herido. Hung resultó ileso.

CAPÍTULO 28

La rendición de Chávez La capitulación de los asaltantes a Miraflores A las 02:30 AM entró a la calle interna de Miraflores la avanzadilla del Batallón Bolívar, encabezada por el teniente Evelio Vásquez Sánchez. Este oficial al mando de un pelotón de infantería reforzado con armas antitanque (LAW) y lanza cohetes penetró al perímetro del palacio con fuerza abrumadora. Al verlos los rebeldes empezaron a entregarse. Con las tropas del Bolívar dentro del perímetro de Miraflores, el mayor Díaz Reyes se rindió a las 02:40 AM ante el edecán Rommel Fuenmayor. De inmediato Fuenmayor llamó al Presidente y al ministro de la Defensa para darles la noticia. Poco después entraron al palacio el Gen. Oviedo Salazar y el Tcnel. Braddly Quintero y la situación se estabilizó. En ese momento Oviedo notificó al presidente que había tomado Miraflores. A partir de allí CAP empezó a exigir su traslado a Miraflores. Ante esa solicitud el Cnel. Hung pidió al menos una hora para asegurar el palacio y limpiar los focos de resistencia con el Regimiento de la Guardia de Honor. Luego de la rendición de los golpistas en Miraflores, Santeliz le dijo a Ochoa que sabía dónde estaba Chávez y que quería negociar. Luego le hizo ver que la rendición de Chávez desmoralizaría a los focos de insurrectos que resistían. La captura del líder del golpe evitaría más derramamiento de sangre. Ochoa vio la captura de Chávez como un trofeo que le daría prestigio y autoritas para sus planes futuros. Simultáneamente Santeliz tenía su propio plan en mente. Segunda alocución de CAP desde Venevisión Al enterarse de la rendición de los alzados en Miraflores, CAP más compuesto y asesorado por Eduardo Fernández y Gustavo Tarre Briceño, volvió a dirigirse a la nación desde Venevision. Esta vez estuvo asertivo mostrando energía y decisión. La segunda aparición fue dirigida específicamente a las Fuerzas Armadas enfatizando su condición de comandante en Jefe. La segunda alocución del Presidente erosionó la poca moral combativa que les quedaba a los golpistas. Según el Cnel. Yánez esa aparición CAP dejo a Chávez en “estado de shock”. Pérez era un astuto político que sabía bien lo que estaba haciendo. Su segunda arenga fue una brillante operación de guerra psicológica que hizo colapsar lo que quedaba del golpe. En ese momento los golpistas solo habían logrado parcialmente sus objetivos en Maracaibo. En los demás centros del golpe las tropas leales mantenían a raya a los golpistas. Chávez sabía que su única posibilidad de triunfo estaba en que Santeliz pudiera asesinar A CAP esa noche. Rendición de los sublevados del Regimiento “Codazzi” Luego de la segunda alocución de CAP desde Venevisión, su mensaje se repitió varias veces. Los rebeldes pudieron ver boquiabiertos al presidente hablar con más energía y decisión que la primera vez. Cuando se supo que las fuerzas leales habían ocupado el Palacio de Miraflores la noticia demolió el espíritu combativo de los rebeldes. Poco

después el Cap. Ortega se entregó con las tropas del Codazzi al Cnel. Raúl Salazar. Luego el Tcnel. Luis Hermógenes Castillo Castro detuvo al Cap. García Rojas cuando intentaba escaparse. En su auto apareció un importante lote de armas. Acto seguido el Cap. Ortega fue llevado a presencia del Comandante General del Ejército por el general de Brigada Humberto Betancourt Contreras. A partir de ese momento se abrió el acceso a la comandancia del Ejército. En ningún momento el Gen. Rangel Rojas y el Cnel. Raúl Salazar Rodríguez fueron detenidos por los golpistas. La rendición de los insurgentes del “Codazzi” permitió la liberación de los oficiales detenidos en la alcabala del Comando del Ejército. El hecho que en ningún momento el general Rangel Rojas y su staff estuvieron detenidos esa noche generó suspicacias. El Ministerio de la Defensa ni siquiera fue bloqueado esa noche. Este descuido se puede explicar porque la compañía de paracaidistas asignada a capturar ese Ministerio fue detenida al llegar a la alcabala del Fuerte. Poco después de conocerse la rendición del “Codazzi”, el Ministro Ochoa recibió una llamada del coronel Torres Aquino indicando que el Regimiento de Comunicaciones estaba desplegado en posición para atacar las tropas del “Codazzi” que bloqueaban la Comandancia del Ejército. Ochoa informó que esa acción ya no era necesaria ordenando retirar esas fuerzas. A partir de la segunda alocución del presidente las rendiciones fueron masivas durante la madrugada. Al amanecer solo quedaban en armas Chávez en el Museo Militar, quien no había hecho un disparo. Urdaneta Hernández en Maracay, Arias Cárdenas en Maracaibo y el capitán Valderrama en Valencia que aún comandaban pequeños focos de resistencia. El resto de los conjurados había depuesto las armas y los pocos que aún no se habían entregado ya no constituían una amenaza seria. Era solo cuestión de tiempo para que claudicaran. El Cap. García Rojas Este oficial, uno de los que dirigió la toma de la alcabala del Comando del Ejército, tiene una historia interesante que ilustra las técnicas de infiltración utilizadas. García fue reclutado siendo cadete por Chávez en 1981 junto con sus compañeros de promoción Jesús Alberto Aguilarte Gámez, Jesús Alberto Santiago Carmona, Humberto Ortega Díaz, Luis Rafael Valderrama Rosales y los hermanos Carlos y Cliver Alcalá Cordones. El Cap. Santiago Carmona murió al amanecer del 4 de febrero cuando su unidad fue emboscada tratando de recuperar el aeropuerto de La Carlota. El Cap. Aguilarte Gámez fue gobernador del Estado Apure, en la frontera con Colombia luego de ser gobernador de esa entidad federal durante el mandato de Chávez. Este oficial fue asesinado a balazos por narcotraficantes de las FARC el 11 de mayo de 2012 en una disputa por reparto de dinero. Todos ocuparon cargos de cierta relevancia durante el gobierno Chávez. El día del golpe el Cap. García Rojas se desempeñaba como asistente el Cnel. Raúl Salazar Rodríguez en la Ayudantía General del Comando del Ejército. Las personas que ocupan ese cargo son la mano derecha de los Comandantes del Ejército y manejan

información clasificada y altamente sensitiva. Salazar había conocido a este oficial siendo el Tcnel. Comandante del Batallón O´leary la unidad de custodia de la Comandancia del Ejército y se hizo su amigo y pupilo. García se había graduado de 2º de su promoción, había ascendido de 1º al grado de capitán y se había graduado de ingeniero electrónico en la Universidad de la FAN (UNEFA). Era considerado un oficial inteligente, acucioso y trabajador. Por esos atributos se convirtió en un hombre de confianza de Salazar. Desde su posición como asistente del Ayudante General este capitán tenía acceso a la información más privada y secreta de Rangel Rojas. Al pasar por sus manos la copiaba y pasaba a Chávez. Así Maisanta estaba en cuenta de los secretos más importantes del Ejército. El 4F el capitán García fue uno de los encargados de bloquear la entrada a la Comandancia del Ejército con tropas del Regimiento Codazzi junto con los capitanes Aguilarte Gámez y Ortega Díaz. Es bueno enfatizar que ellos recibieron la orden de “bloquear”, no “atacar”. Por alguna razón los paracaidistas enviados a tomar los comandos de la Marina, Aviación y Guardia Nacional tenían instrucciones de “atacar” y por ello esas operaciones fueron a sangre y fuego. ¿Qué motivó a Chávez a ordenar no disparar contra la Comandancia del Ejército? Tal vez nunca lo sabremos, pero esa cuestión da pie a diferentes interpretaciones. Las tropas del Codazzi recibieron instrucciones de tratar con respeto a los oficiales que fueran llegando a reportarse a su comando. Como el Cap. Ortega era el único oficial orgánico del Regimiento “Codazzi” se le asignó el comando de las tropas que tomaron la alcabala de acceso al Comando del Ejército. Chávez llama a Santeliz Luego de conocer de la rendición de sus tropas en Miraflores y ver en TV la segunda alocución de CAP, Chávez empezó a ver la cosa negra. A las 2:50 AM angustiado llam ó al celular de Santeliz. En ese momento “Rasputín” estaba en el despacho del Gen. Ochoa en el Ministerio de la Defensa. Al oír la voz de Chávez se levantó y salió apresuradamente al pasillo. Rápidamente le informó a Maisanta que la situación era difícil y que debía negociar para ganar tiempo. Lo importante era no rendirse hasta el día siguiente a la espera de refuerzos. Entretanto él esperaba una oportunidad para eliminar a CAP con un atentado. Pronto iría a Miraflores y de quedarse solo con el Presidente, lo liquidaría. Esa era la única posibilidad de tomar la iniciativa. De no poderlo hacer, Maisanta debía darle largas a su rendición y no inmolarse. Su asonada había creado grandes expectativas y aunque estaba militarmente vencido, aún podría obtener una victoria política. Chávez le respondió que aun contaba con fuerzas importantes en Maracay, Valencia y Maracaibo. En la mañana al arribar a Caracas la Brigada Blindada cambiaría el panorama. Solo necesitaban ganar tiempo y no debía entregarse sino simular negociar. Santeliz le informó que recomendaría a Ochoa establecer comunicación oficial con él para iniciar un diálogo. Como mediador había que encontrar alguien aceptable para ambas partes.

Maisanta recomendó a su antiguo jefe el general retirado Arnoldo Rodriguez Ochoa. Dicho esto Santeliz cerró la llamada. Ochoa sale del Ministerio Al colgar Santeliz volvió al despacho del Ministro. Esa oficina estaba llena de generales y almirantes. Uno de ellos, quien pidió no ser identificado, me relató lo siguiente: Al entrar “Rasputín” al despacho, se acercó a Ochoa y le susurró algo al oído. Aunque mi informante no oyó lo que cuchicheó, se puede conjeturar que le dijo que Chávez quería negociar. Este mensaje entusiasmó a Ochoa quien de inmediato se levantó de su escritorio anunciando que iba a hablar con el Presidente en Miraflores, saliendo de su despacho seguido por Santeliz. En ese momento eran las 02:55 AM y el presidente aún no había regresado a Miraflores. A partir de allí se pierde el rastro de “Rasputín” y empiezan las acciones confusas de Ochoa. Es posible que hayan decidido conversar en privado para planificar sus acciones o que hubiesen tomado rutas diferentes. Al salir del estacionamiento el carro del Ministro con su escolta, eran las 3:00 AM, según atestiguan los tenientes coroneles Julio Rodriguez y Diego Moreno quienes lo vieron salir. Según ellos, al pasar el auto pudieron vislumbrar que en el vehículo protocolar iban el conductor y tres personas más. Uno era Ochoa, el otro era su ayudante, sobre la identidad del tercero hay dudas. Ochoa asegura que era su Habilitado el Cnel. Medina Sánchez quien era su hombre de máxima confianza. En su libro “Así se rindió Chávez” Ochoa dice haber llegado a Miraflores a las 3:00 AM unos minutos antes que el Presidente y que: “Al bajarme del vehículo recibí las novedades del Tcnel. Rommel Fuenmayor.21”. 21. General Fernando Ochoa Antich, Ibid p 151

En realidad Ochoa no ha podido llegar a esa hora al palacio porque en ese instante estaba saliendo del Ministerio de la Defensa. Este hecho aparece registrado en el libro de control de entradas y salidas de los vehículos oficiales de ese Ministerio y fue observado por el los tenientes coroneles Rodríguez y MorenoA la hora en que Ochoa salió del Ministerio, el Presidente estaba en Venevisión. Cuando Oviedo llamó a CAP y le notificó de la rendición de los alzados en Miraflores, CAP exigió regresar a su despacho. El Cnel. Hung lo convenció que no podía hacerlo por razones de seguridad. El Primer Mandatario solo podía retornar una vez que el palacio estuviera asegurado. Las labores de limpieza de focos de resistencia y francotiradores tomarían más de una hora. Estos inconvenientes retardaron el regreso de CAP a Miraflores. “Rasputín” por su parte ha debido salir del Ministerio a las 3:00 AM, pero nadie lo vio partir. Santeliz ha podido salir con Ochoa o por su propia cuenta. Lo cierto es que a las 4:15 AM llegó al Museo Militar en un vehículo manejado por Altuve Febres, tal como declaró su compañero, el Cnel. Yanez Fernandez. ¿Qué hizo “Rasputín” durante esa hora y cuarto en que estuvo desaparecido? La única razón lógica para ir hasta ese Museo en la madrugada, en medio de un cruento golpe es porque sabía que allí estaba el líder del golpe y venía a asesorarlo sobre las próximas jugadas. Aunque sea difícil de creer, el estratega del Ministro de la Defensa, jugaba el mismo rol con el cabecilla del alzamiento. ¿Sabía Ochoa que Santeliz había ido al Museo

Militar? Este crucial detalle no aparece en su libro. Santeliz llegó al museo A las 4:15 AM. Ochoa dice que a esa hora estaba Miraflores. Los oficiales de la Casa Militar informaron que el Ministro llegó al palacio a las 4:55 AM. Fernán Altuve Febres Este personaje, amigo de Ochoa y Santeliz, tiene una historia muy interesante. Para el 4F Altuve, junto con Santeliz y el mayor Falcón Veloz entre otros eran asesores del “Gabinete de sombra” del Ministro Ochoa. Este empresario e ingeniero de armamento es un ex cadete que estuvo en la Academia Militar entre 1956 y 1959. Es hijo de Leonardo Altuve Carrillo un embajador e historiador ultraderechista de la época del general Marcos Pérez Jimenez. Su padre fue amigo del papa de Fernando Ochoa Antich y esta amistad fue compartida por sus hijos. Siendo cadete de 3er año ingresó a la Academia Militar la promoción de 1958, a la cual pertenece el clan de “Los Panas”. Como Altuve conocía a Ochoa Antich , se convirtió en su pupilo. Por esta vía eventualmente Altuve se hizo protector de la banda de “Los Panas”. Desde entonces se hizo gran amigo del cadete Ramón Guillermo Santeliz. Por razones no muy claras Altuve fue retirado de la Academia Militar antes de graduarse. Al irse a la vida civil mantuvo nexos con Ochoa y Santeliz y se convirtió en un conspirador compulsivo. En 1961 Fernán Altuve Febres formó parte del grupo que trató de tomar la Academia Militar con el Cnel. Edito Ramírez. En esa oportunidad ese coronel fue detenido por los “Panas” en un extraño incidente que no fue investigado debidamente. Desde entonces he sospechado que “Rasputín” pudo haber estado complotado con los golpistas esa noche. En esa oportunidad la sorpresiva llegada del Comandante del Cuerpo de Cadetes con su escolta a la prevención (hall de entrada) de la Academia Militar, obligó a Santeliz a dar un giro de 180º. Con su habitual rapidez mental Santeliz se pasó con su pandilla al bando de las fuerzas leales poniéndose a las órdenes del Cnel. Tulio Misael Pernía. Gracias a su audacia, esa noche los “Panas” quedaron como héroes. Tres décadas más tarde “Rasputín” invitó a Altuve a unirse al golpe del 4F. Para entusiasmarlo le hizo creer que como el Presidente de la Junta sería Caldera y que el movimiento era de derecha. Algunos lectores perspicaces se estarán preguntando, ¿qué hacía Santeliz, un izquierdista infiltrado por Douglas Bravo, envuelto en una conspiración dirigida por un ultraderechista como Edito Ramírez? La respuesta es sencilla. Edito era un seguidor del coronel nasserista Hugo Trejo quien había sido captado por Douglas. En esa época los seguidores de Trejo en el Ejército incluían izquierdistas y derechistas remanentes de la logia que se alzó el 1º de enero contra el general Marcos Pérez Jimenez (MPJ). En esa época aun existían nexos, establecidos durante la resistencia contra MPJ, entre el Cnel. Trejo y Douglas Bravo. De esta manera la madrugada del 4F Altuve fue el chofer de “Rasputín” cuando fueron al Museo Militar a reunirse con Chávez. Altuve era amigo del Director de ese Museo, el Cnel. Yánez Fernandez, otro camarada de la banda de “Los Panas”. El Coronel Yánez Fernández

En su libro “Como se rindió Chávez” el Gen. Ochoa publicó una reveladora entrevista que hizo al Cnel. Yánez, Director del Museo Militar el 4F. En esa interviú este oficial narra en detalle lo ocurrido esa madrugada cuando Santeliz se apareció en el Museo Militar. Según las declaraciones de Yánez, este general y compañero de promoción visitó dos veces el museo. La primera a las 4:15 AM y la segunda a las 4:45 AM. Su relato establece que esas visitas ocurrieron antes que Ochoa se reuniera con Santeliz en la antesala de CAP en su despacho en Miraflores. El libro del Ministro deja entrever, sin decirlo explícitamente, que cuando envió a Santeliz al Museo Militar ya había puesto en cuenta a Pérez que Chávez era el jefe del golpe y que estaba en el Museo Militar. Esa posibilidad se cae por su propio ante la insistencia de Pérez en enviar a las 5:00 AM a la Fuerza de Tarea comandada por Oviedo a La Carlota. La discrepancia en la hora puede ser debida a la presión del momento o para disimular que la visita de “Rasputín” a Chávez se hizo sin autorización de CAP. ¿Cuál versión es la cierta? Esa noche al huir de Miraflores, el CA. Carratú y el Tcnel. Dudamel fueron los únicos militares que acompañaron al Presidente. Ellos solo recuerdan haber recibido esa noche una llamada de Ochoa. La comunicación ocurrió poco después de la 1:00 AM estando el Presidente en Venevision antes de su primera alocución. En esa oportunidad ocurrió el incidente en el cual Santeliz se inmiscuyó en la conversación sin autorización. Esa llamada seguramente se hizo desde el despacho del Ministro con Santeliz oyendo en una extensión. Esta comunicación puso receloso al Presidente al punto que el mismo hizo señas para cortarla. Mientras estuvo huyendo el Presidente nunca manifestó saber quién era el líder de la revuelta ni donde estaba. Esa información hubiera sido útil para captura y CAP hubiese enviado a Oviedo con la Fuerza de Tarea al Museo Militar. Entrevista de Ochoa al Cnel. Yánez Fernandez En su entrevista, el Cnel. Yánez empieza la cronología sobre la visita de Santeliz al Museo Militar 45 minutos antes del regreso de CAP a Miraflores. En el libro “Así se rindió Chávez” este coronel narra lo siguiente: “A las 4:15 AM llegó al Museo Militar el Gen. Ramón Santeliz Ruiz en compañía del Sr. Altuve Febres. Como no lo dejaban pasar me llamó y fui hasta la prevención (hall de entrada) del museo. Traté de influir para que lo dejaran entrar, pero no lo logré y Santeliz decidió retirarse.22” ¿Sabía Ochoa donde andaba y que hacía “Rasputín” en ese momento? Si conocía la ubicación del jefe rebelde la notificó al Presidente? 22. General Fernando Ochoa Antich, Ibid p 151

Las declaraciones de Yánez dejan ver la sorprendente autonomía que le permitió Chávez. Luego que lo despojó de su comando. En vez de detenerlo y ponerlo a buen recaudo, Maisanta le permitió libertad de movimiento. Santeliz no fue autorizado a pasar en su primera visita porque Chávez estaba ocupado al teléfono. Al retirarse ordenó a Altuve detenerse en las cercanías del museo a esperar. Pasados unos minutos llamó de nuevo por su celular a Maisanta. En todas estas llamadas el telefonista era el Cnel.

Yanez. Cuando al fin Chávez lo atendió, le pidió que regresara. Más adelante en esa misma entrevista Yánez describe la segunda visita que Santeliz hizo esa noche al Museo Militar: “En la segunda oportunidad, Santeliz regresó a las 4:45 AM al Museo y Chávez lo atendió. Estuvieron conversando unos 15 minutos y Chávez afirmó que no se iba a rendir.23” 23. General Fernando Ochoa Antich, Ibid p 156

Según Yánez Santeliz salió del Museo Militar a las 5:00 AM. Al marcharse “Rasputín” se dirigió a Miraflores con la misión de asesinar al Presidente o iniciar una acción retardatriz para aplazar la rendición de Chávez lo más posible. El objetivo era dar tiempo a que la Brigada Blindada llegara a Caracas. En ese momento Ochoa tenía 5 minutos de haber llegado a Miraflores. En la madrugada sin tráfico el recorrido entre ese museo y Miraflores tarda unos 5 minutos. Santeliz ha debido llegar a Miraflores alrededor de las 5:05 AM. De alguna manera logró acceso al palacio. Lo cierto es que a las 05:15 acompañaba al Ministro Ochoa cuando este se presentó a la antesala presidencial. Al reunirse con Ochoa seguramente le dijo que venía de hablar con Chávez. El Cnel. Hung notifica que Miraflores está asegurado Cuando el Cnel. Hung informó que Miraflores estaba bajo control y que el Presidente podía regresar, CAP dio instrucciones al almirante Carratú para preparar la caravana. Antes de salir ordenó al edecán Dudamel que llamara al Ministro Ochoa que se presentase en Miraflores de inmediato. Sus instintos le decían que debía tenerlo cerca y alejado del medio castrense. En Venevisión había hablado con el General Heinz, el Director de la DISIP, quien le alertó que había información no confirmada que Santeliz era parte de la conspiración y que planeaba asesinarlo esa noche. Para entonces habían llegado a Venevision varios vehículos antimotines de la Guardia Nacional que escoltaron al Presidente a su retorno. A las 04:45 CAP ya iba rumbo a Miraflores. Según reportó el coronel Hung, a las 04:55 AM se presentó Ochoa solo en la antesala del despacho presidencial. En ese momento estaban allí el senador Alfaro Ucero y el Gen. Oviedo. A partir de ese momento empieza a aparecer un desfase de dos horas entre la versión de Ochoa y la de los oficiales de la Casa Militar. Considero que el testimonio de estos oficiales responsables por la seguridad del presidente es fidedigno. En lo sucesivo usaré la cronología aportada por ellos. Según Ochoa, llegó a Miraflores a las 03:00 AM, pero solo fue avistado cuando se presentó al despacho presidencial a las 4:55 AM. Nadie vio al Ministro en Miraflores durante las dos horas previas en las que supuestamente estaba en el palacio. Es evidente que la cronología de Ochoa está errada. El error pudo haber sido por acción u omisión. Al usarse la cronología de la Casa Militar y no la de Ochoa, se llega a conclusiones sorprendentes como veremos más adelante. Al entrar en la antesala presidencial a las 4:55 AM, Ochoa fue recibido por el Cnel. Hung. Este le informó que el Presidente estaba al llegar.

Rendición en La Casona En la Casona, a las 5:00 al teniente coronel Luciano Bacalao Von Schambert, el comandante del Batallón de Custodia, en medio de una pausa en el ataque, se le ocurrió una idea. La residencia presidencial tenía un sistema de altavoces en caso de que hubiese manifestaciones en el área a fin de comunicarse con la gente afuera. En ese momento los protestantes eran paracaidistas disparando con saña a diestra y siniestra contra un blanco que no podían conquistar. Bacalao pensó que por esa vía podía enviar un mensaje a los atacantes y así lo hizo. Se dirigió a sus oyentes invisibles que le disparaban proponiéndoles que se rindieran porque los atacantes de Miraflores ya habían capitulado. Para hacerlo, propuso que el jefe de los atacantes llamara a su teléfono en La Casona. Tras unos minutos de espera, sonó el teléfono. Al levantar el auricular quien llamaba dijo ser el capitán Rodríguez Torres, el jefe de los paracaidistas atacantes. Bacalao lo instó a rendirse y le dijo que ya todo el mundo se había rendido menos él. Esto no era cierto, pero el líder del ataque no tenía forma de saberlo. Sin pensarlo mucho, Rodríguez Torres se entregó. Minutos más tarde el Tcnel. Bacalao y el Cap. Rodríguez (portando banderolas blancas) se reunieron en una tradicional ceremonia militar en el estacionamiento frente a La Casona. En ese momento el jefe rebelde depuso sus armas terminando el sitio de La Casona que produjo quince muertos. Entre ellos seis defensores y nueve atacantes incluyendo dos subtenientes de paracaidistas. Luego de esta rendición las fuerzas leales enfocaron su atención sobre la Base Aérea de La Carlota. CAP regresa a Miraflores A las 5:00 retornó al palacio el Primer Mandatario y el Tcnel. Fuenmayor le dio novedades. Unos 5 minutos antes había hecho lo mismo al llegar el Gen. Ochoa. Ochoa en su libro dice haber llegado a Miraflores a las 3:00 AM. A partir de la salida del Ochoa del Ministerio de la Defensa se inicia una cadena de disparidades entre la cronología de acciones que el reporta en su obra “Así se rindió Chávez” y el horario observado por otros testigos. Ojala que este libro contribuya a dilucidar las verdaderas horas en que esos hechos sucedieron. La precisión de esta cronología es indispensable para explicar los hechos ocurridos esa noche. ¿Que hizo Ochoa entre las 3:00 AM y las 4:55 AM? Esas dos horas son un misterio o pueden ser una equivocación de Ochoa al estimar la hora en que llegó a Miraflores. Ochoa debe aclarar esa incógnita. En situaciones de apremio, cuando la adrenalina galopa, puede perderse el sentido del tiempo. ¿Estaba Ochoa reunido con Santeliz? ¿Dónde fue antes de ir a Miraflores? Él niega haber estado con “Rasputín”, al igual que el Cnel. Medina Sánchez. Este último aporta una coartada que no explica las dos horas en blanco de esa madrugada. Por su parte al llegar CAP y ver al Gen. Oviedo allí le ordenó salir de inmediato con la Fuerza de Tarea hacia La Carlota. Si Pérez hubiera sabido que el jefe de la revuelta era Chávez y que estaba en el Museo Militar hubiera enviado allí a Oviedo y no a La Carlota,

con la orden de capturarlo vivo o muerto, a sangre y fuego. Hecho esto CAP procedió a echar un vistazo al palacio para observar los daños. A las 5:10 regresó al despacho para empezar las audiencias. Unos minutos después entró a la antesala el Ministro Ochoa seguido por el Gen. Santeliz. El Cnel. Hung vio con suspicacia a este último de quien había oído rumores comprometedores. Ambos portaban uniforme de campaña y estaban armados. Según el procedimiento operativo de la Casa Militar nadie puede entrar armado al despacho presidencial. Luego de saludar al Ministro, Hung se acercó a Santeliz y le preguntó que hacía allí. Este respondió que venía con Ochoa. En ese momento el Ministro no negó este hecho. Minutos después CAP mandó a pasar a Ochoa. Cuando “Rasputín” intentó seguirlo, el coronel Hung se lo impidió. Santeliz molesto salió al pasillo. Como Ochoa estaba armado Hung ordenó al edecán Fuenmayor pasar con él al despacho para vigilarlo. Al regresar a la antesala Hung no vio a Santeliz y al asomarse al pasillo lo vio desierto. Dadas las estrictas medidas de seguridad de esa noche, si Santeliz hubiese venido por su cuenta en otro vehículo o a pie no hubiera podido pasar al interior de Miraflores. Incluso habría sido detenido como sospechoso. De haber llegado solo ¿cómo pudo entrar? Una posibilidad es que un infiltrado le hubiese franqueado el paso en la puerta. La entrada de “Rasputín” armado a Miraflores y sin autorización, luego del alerta de Heinz, fue una falla grave de la seguridad presidencial esa noche. ¿Que se proponía hacer ese general? En ese momento Hung tampoco vio al Cnel. Medina Sánchez quien es su compañero de promoción. De haber venido a Miraflores con Ochoa hubiera pasado a saludarlo. ¿Estuvo Medina a esa hora en Miraflores? La Fuerza de Tarea se desplaza a La Carlota Luego de tomar Miraflores, el general Oviedo siguiendo instrucciones presidenciales envió dos compañías del Batallón Bolívar y doce vehículos blindados Dragón a recuperar el aeropuerto de La Carlota y la Comandancia de la Aviación. La toma de Miraflores no había desgastado seriamente a sus tropas que estaban prestas a continuar combatiendo. El aeropuerto de la Carlota ubicado en medio de Caracas es utilizado por aviones civiles pequeños y es la base aérea de la capital. Dentro de su perímetro está la Comandancia de la Fuerza Aérea y en sus inmediaciones se encuentra la residencia presidencial de La Casona. La Comandancia de la Aviación y la Base Aérea habían sido tomadas con facilidad por los sublevados. Los insurrectos detuvieron al comandante de la Aviación el general Eutimio Fuguet Borregales y a un grupo de generales y luego se atrincheraron. CAP se reúne con Ochoa Al entrar al despacho presidencial a las 5:15 AM Ochoa traía en su agenda informar sobre las operaciones contra el golpe, la desaparición del Gen. Rangel Rojas, revelar la ubicación de Chávez y proponer negociar con él para que se rindiera. Estaba seguro que estas dos últimas cartas le ganarían de nuevo la confianza de CAP. Ochoa esperaba que luego de la captura de Chávez sus probabilidades de no ser pasado a retiro en julio y ser

ratificado como Ministro de la Defensa o al menos para ser nombrado Ministro del Interior aumentarían considerablemente. Una vez dentro del despacho Ochoa notó que el edecán cerró la puerta y quedó dentro del despacho tras él. El Ministro molesto le pidió que se retirara. Al oírlo CAP dijo secamente “¡El edecán se queda!”. Obviamente CAP había perdido confianza en ese Ministro y quería tener una protección armada vigilando a su visitante en caso que atentara contra él. Dolido por la suspicacia de su mentor, Ochoa se dirigió al Presidente: —Me he comunicado con todos los comandantes de Fuerzas, con la excepción del general Rangel. Debe estar preso o comprometido con la insurrección24. 24. General Fernando Ochoa Antich, Ibid p 152

La respuesta de CAP fue sorpresiva: —“Desde que comenzó la crisis he estado en contacto con él”25. 25. General Fernando Ochoa Antich, Ibid p 152

La respuesta sorprendió a Ochoa. Rangel lo había desconocido como ministro y el presidente lo consentía. La actitud de Rangel ante Ochoa era un claro acto de insubordinación en medio de un golpe. Esto era un evidente delito castrense, pero CAP no conocía las leyes militares y eso lo tenía sin cuidado. Ante sus dudas sobre la fidelidad de estos generales CAP prefirió alimentar la pugna entre ellos. En ese momento Ochoa Antich ha debido pedir corte marcial contra Rangel, pero no lo hizo. Fiel a su estilo diplomático y para evitar una confrontación que pudiera dañar sus planes futuros, prefirió callar. En vez de aceptar la insubordinación de Rangel, Ochoa ha debido pedir su destitución, pero para no agravar la crisis guardó silencio. Las intrigas militares Es probable que Rangel haya acusado a Ochoa ante CAP de conspirar, pero de él también se recelaba. En todo caso la actuación postgolpe del Presidente ante las graves fallas de estos generales fue precaria dejándolos en sus cargos como si no hubiera pasado nada. Como el golpe dejó al Presidente políticamente débil y sin apoyos, no se atrevió a tomar las medidas necesarias para corregir el entuerto. CAP se limitó a alimentar la pugna interna entre los generales para dividirlos más. Esta falta de decisión se puede describir con una frase que CAP hizo famosa: “No hice ni una cosa ni la otra sino todo lo contrario”. Para tratar de aclarar las razones que tuvo el Gen. Rangel Rojas para desconocer al Ministro en medio del golpe traté de entrevistarlo. Quería preguntarle por qué no había reportado el alzamiento al recibir el reporte del general Delgado Gainza antes de mediodía. También pretendía saber porque los golpistas del “Codazzi” no lo habían detenido en la Comandancia. Con esa intención le envié múltiples mensajes con las preguntas por intermedio varios amigos comunes, pero no respondió. El Gen Rodriguez Ochoa es propuesto como intermediario Ante la revelación de CAP de estar en contacto directo con Rangel, Ochoa no protestó pasando al siguiente punto en su agenda. Con ese tema pensaba reivindicarse ante CAP

revelándole que Chávez era el jefe de la rebelión, luego le daría su ubicación y pediría que se iniciaran negociaciones a través del general retirado Arnoldo Rodríguez Ochoa para que se rindiera. Chávez había sido ayudante durante varios años de este general y tenía una buena relación con él. Si este intento fallaba el Ministro Ochoa se ofrecería personalmente como mediador porque que también era amigo del jefe rebelde. Para entonces había ganado terreno enviando a Santeliz al Museo Militar para ponerse de acuerdo con Chávez, sin que CAP lo supiera. Ochoa desconocía que su consejero privado tenía una siniestra agenda oculta Esa tensa entrevista al amanecer del 4F fue descrita por el Gen. Ochoa en su libro “Como se rindió Chávez” de la siguiente manera; “CAP estuvo de acuerdo con llamar al Gen. Rodríguez. Al oír la petición del Presidente este general accedió a llamar a Chávez y al tenerlo en la bocina conversó con él durante varios minutos. Luego reportó al Presidente que Chávez quería negociar para exigir condiciones antes de rendirse”. Pérez reaccionó diciendo que no negociaba con alzados haciendo naufragar el primer intento de contacto con Chávez. Ante esta actitud del Presidente, el Ministro Ochoa pidió permiso para hablar él personalmente con Chávez como mediador. El Presidente de mala gana lo autorizó y Ochoa salió del despacho para buscar un teléfono en un sitio discreto. Al salir CAP dio órdenes al edecán Fuenmayor de acompañarlo para oír lo que conversaban. Entretanto Maisanta, asesorado por Santeliz, buscaba ganar tiempo contando que al entrar el día otras unidades podrían sublevarse. Su mayor esperanza era que al llegar la Brigada Blindada a Caracas, su suerte cambiaría. Esa ilusión le indujo a postergar su rendición hasta bien entrado el día. Para entonces no sabía que el Gen. Salazar Montenegro, Jefe del Comando Logístico del Ejército, había bloqueado la autopista con enormes camiones y emplazado armas antitanque frente a esos obstáculos. Cuando el comandante de los tanquistas alzados se enteró de lo que le esperaba decidió rendirse. A las 05:30 ya Chávez sabía que la brigada blindada no podría salvarlo. Emboscada en La Carlota A las 05:30 AM al empezar a despuntar el día el general Oviedo ordenó al Tcnel. Braddly Quintero penetrar a la base aérea. Cuando la avanzadilla avanzaba hacia la entrada de “La Carlota” en el tramo situado entre el Centro Comercial Tamanaco (CCT) y el edificio conocido como el Cubo Negro fueron emboscados. En ese encuentro murió el capitán Jesús Alberto Santiago Carmona y seis soldados del “Bolívar” acribillados por francotiradores que disparaban desde la azotea del Cubo Negro. La emboscada no detuvo el avance de las tropas leales que hicieron replegar rápidamente a los sublevados hacia la Comandancia de la Aviación. En el proceso hubo pases rasantes de aviones F16 y Tucanos que desmoralizaron a los insurrectos e hicieron rendirse un buen número de ellos. En ese momento el general Oviedo ordenó un alto al avance para exigir la rendición de los alzados. Luego de esta escaramuza, al penetrar las

fuerzas leales a La Carlota, el Tcnel. Acosta Chirinos se rindió sin hacer resistencia en la Comandancia de La Aviación. Al regreso del Batallón Bolívar a su cuartel en Fuerte Tiuna, al revisarse la habitación del fallecido capitán Santiago Carmona se comprobó que había sido parte de la conspiración. En su habitación hallaron volantes subversivos y gran cantidad de brazaletes del MBR200 para dotar a la tropa del batallón al alzarse. El capitán Santiago, junto con el capitán Vladimir Padrino, eran los encargados de sublevar a este batallón clave. Las medidas de seguridad tomadas por Braddly Quintero para impedir el acceso de oficiales no orgánicos impidió el ingreso de Padrino, otro oficial infiltrado por Bandera Roja. Con la rendición del Tcnel. Acosta Chirinos el golpe en Caracas quedó dominado. Solo quedaban unos bolsones de insurrectos en Maracay y Valencia cuya limpieza sería fácil. Ochoa emerge como mediador A las 5:35 Ochoa y Fuenmayor salieron hacia la sala de edecanes, situada en el 4º piso del edificio anexo a Miraflores. Al llegar el edificio anexo estaba desierto con las luces apagadas. Fuenmayor condujo a Ochoa a su escritorio y desde allí llamó a Chávez. Al tenerlo en línea le pasó la bocina a Ochoa dejando el altavoz abierto. En ese momento, de acuerdo con el libro de Ochoa se desarrolló el siguiente diálogo: —“Chávez, lo estoy llamando desde Miraflores, ríndase para evitar más derramamiento de sangre. —Mi general, no me voy a rendir. Tenemos el control de importantes guarniciones. —¡Le repito, ríndase! —Mi general, ¿por qué usted no viene aquí para que conversemos? —Usted está loco Chávez, ¡Si voy al Museo usted me detiene! Aquí Ochoa intercaló en su libro una aclaratoria personal indicando que: “En ese momento vi pasar al general Ramón Santeliz Ruiz, quien por iniciativa propia se había trasladado al Palacio de Miraflores, por frente del escritorio del edecán del Presidente de la Republica. Al verlo recordé que él era amigo personal de Hugo Chávez y le dije:” —Chávez, aquí está el general Santeliz lo voy a enviar a conversar con usted las condiciones para su rendición26. 26. General Fernando Ochoa Antich, Ibid p 155

—¡De acuerdo mi general!” Ochoa en su libro dice que al cerrar la llamada con Chávez dio instrucciones a “Rasputín”para que se reuniera con Chávez en el Museo Militar. Sobre este hecho el edecán Fuenmayor me informó que en el momento de esa conversación solo estaban Ochoa y el en la sala de edecanes, sin Santeliz. Esto puede haber sido un error de Ochoa o tal vez teatro para disimular que Santeliz ya había hablado con Chávez sin autorización del presidente. Con esta coartada hacía ver que Santeliz fue al Museo Militar luego de que él pidiera autorización al Presidente. El magnicidio fallido

A las 5:45 al regresar Ochoa con Fuenmayor a la antesala del despacho, Santeliz los esperaba frente a la antesala del Presidente. Ochoa informó al edecán que ambos debían pasar a hablar en privado con CAP para darle una información muy importante. Ochoa seguramente desconocía los planes siniestros de Santeliz. El plan de Rasputín era matar al Presidente, pero si el Ministro presentaba resistencia también lo liquidaría. El edecán pasó al despacho para solicitar instrucciones porque ambos generales andaban armados y había rumores inquietantes con respecto a Santeliz. En ese momento el Presidente estaba en la oficina auxiliar con su staff preparándose para una rueda de prensa. Cuando CAP se enteró que Ochoa venía acompañado del Gen Santeliz, a quien no conocía, recordó lo que le había dicho el Gen. Heinz horas antes. Era un rumor no confirmado, pero debía tomar previsiones para recibirlos porque estaba interesado en conocer la información que traían. Antes de mandarlos a pasar CAP dio instrucciones a su escolta civil para tomar posiciones estratégicas en la sala para actuar en caso que hubiese un intento de atentado. CAP con sangre fría había decidido jugárselas el todo por el todo. Si Santeliz lo intentaba asesinar, sería acribillado. Al ser autorizados el edecán los condujo por la entrada posterior a la oficina auxiliar. Al entrar Ochoa y Santeliz notaron que el edecán se colocó tras ellos con su mano derecha en la empuñadura de la pistola. En las esquinas de la sala había miembros de la escolta civil armados con amenazadoras ametralladoras Ingram M11. La intención de CAP era clara. El que hiciera un movimiento amenazador sería pasado por las armas. Esta medida de seguridad hizo que “Rasputín” abortara su plan de magnicidio. Si hubiera estado solo con CAP y Ochoa los hubiera matado y luego huido a donde Altuve lo esperaba con su vehículo. Con el edecán armado tras ellos y los escoltas en las esquinas era imposible. Santeliz no tiene alma de suicida. Él sabía que lo matarían antes de sacar su pistola y se quedó quieto. Lo ocurrido en esa tensa entrevista fue narrado por CAP en “Memorias proscritas” de la siguiente manera: “El Ministro Ochoa llegó al despacho con el Gen. Santeliz a quien no conocía. Solo recordaba que no había permitido que Ochoa lo nombrara en un cargo en el Ministerio de La Defensa (Director de Administración), porque no le tenía confianza.27” Esa solicitud de Rasputín había sido estúpida porque para entonces estaba sometido a una investigación administrativa por corrupción. En ese momento Ochoa propuso: 27. R. Hernández y R. Giusti, “Memorias proscritas”, Editorial el Nacional 2000 p 370

—“Presidente, no le parece que es hora de pedirle a Chávez que se rinda? —“Como hacemos” respondió CAP —“Ochoa respondió: el Gen. Santeliz es amigo de Chávez y podría llamarlo” CAP aceptó la propuesta y le pidió a “Rasputín” que lo hiciera. Al terminar la breve conversación Santeliz anunció: “Sr. Presidente, Sr. Ministro, Chávez se rendirá a las 3 de la tarde. En ese momento CAP irritado se acercó al teléfono diciendo en voz alta: “Dígale a ese señor que se rinda o sino será bombardeado por la Aviación cuando amanezca.

Maisanta oyó el mensaje claro y fuerte y le dijo a “Rasputín” que se rendía solo si él lo iba a buscar. CAP aceptó, pero en “Memorias Proscritas” acota lo siguiente: “He debido enviar al Museo Militar a Santeliz acompañado por el almirante Carratú28” Terminada la reunión Ochoa y Santeliz se retiraron para darle tiempo a Pérez para prepararse para la rueda de prensa. 28. R. Hernández y R. Giusti, Ibid p 371

La rueda de prensa En ese momento CAP se preparaba para ofrecer una rueda de prensa que sería televisada a nivel nacional. Antes de salir Ochoa le hizo ver que un ataque causaría muchas muertes en el populoso barrio que rodea al Museo Militar. En lugar de un ataque masivo el Ministro propuso pasajes rasantes de aviones de combate para asustarlo y obligarlo a rendirse sin condiciones. Al salir Ochoa del despacho del Presidente, los periodistas lo abordaron. Cuando el Ministro de la Defensa empezó a declarar se oyó la voz de CAP exclamando disgustado “Yo soy el único autorizado para dar declaraciones”. Ochoa cortado calló y se colocó tras el presidente. Esa rueda de prensa que se inició a las 6:10 AM fue vista en TV en cadena nacional. Minutos antes, de no ser por la seguridad montada, Santeliz hubiera asesinado al Presidente y a su compadre Ochoa. Chávez se rinde Una vez fuera del despacho del Presidente, Ochoa telefoneó a Chávez. La llamada fue atendida como de costumbre por el Cnel. Yanez. En esta oportunidad Ochoa le dijo a Chávez: —“Si continúan los combates usted será responsable de los muertos. Ríndase de inmediato Chávez u ordenaré que la Aviación bombardee el Museo”. —“Mi general, necesito garantías….”. —“Las tiene, Chávez, sus derechos serán respetados”. Luego de un ominoso silencio se oyó la voz de Chávez, con tono apagado diciendo: —“Mi general, me rindo”29. 29. General Fernando Ochoa Antich, Ibid p 166

Al oír esto Ochoa llamó por teléfono al Presidente, poco antes de la rueda de prensa, para notificarle la rendición de Maisanta. En ese momento también le dijo: “Estoy hablando con el Gen. Santeliz, sobre si sería conveniente que él hablara con Chávez para convencerlo de aparecer en TV pidiendo a los alzados que se rindan31” La respuesta de CAP fue seca: “No señor, hágalo preso, más nada. No tiene nada que hablar. Un señor como ese quién sabe lo que va a decir, que proclama puede lanzar a las FAN. Llévelo preso al Ministerio, métalo en una habitación, póngale una cámara de TV y grábenlo y luego editan.30” 30. General Fernando Ochoa Antich, Ibid p 166

Luego de oír las órdenes del Presidente Ochoa le dijo a Santeliz que buscara a Chávez y lo llevara detenido al Ministerio y lo entregara al almirante Daniels porque Pérez no lo

dejaba irse de Miraflores. Como Santeliz no tenía medios de transporte Ochoa le ofreció un vehículo militar con conductor y escoltas. “Rasputín” quien tenía otras ideas en mente le agradeció la oferta prefiriendo utilizar sus propios medios de transporte. Él necesitaba libertad de movimiento en esta misión y no quería que lo vigilaran. Para él era mejor ir en un auto civil que no llamara la atención y Fernán Altuve Febres lo iba a llevar por tercera vez al Museo Militar. Al recibir la misión Santeliz desapareció. Había tomado la decisión de transformar a Chávez de perdedor militar a vencedor político y necesitaba tiempo para prepararlo antes de presentarlo a la prensa. Se había perdido una batalla, pero ganarían la guerra. Antes de ir al Museo Militar decidió vestirse de civil para no llamar la atención y pasar desapercibido. Santeliz de nuevo en Museo Militar A las 6:45 arribó por tercera vez en dos horas y media el general Santeliz al Museo Militar. Para entonces se había quitado y vestía de civil con una chamarra roja. En ese preciso momento empezaron a hacer pasajes rasantes aviones F16 sobre la vieja fortaleza. Al entrar lo esperaba Chávez frente a la escasa tropa que quedaba del batallón “Briceño”. Chávez no vino a saludar a su superior para entregarse. El general fue hasta donde estaba Maisanta y lo abrazó llorando de amargura, como viejos camaradas que se reúnen luego de perder una batalla. Luego de conversar unos minutos “Rasputín” le dijo a Maisanta que debía bañarse, afeitarse y cambiarse de uniforme. Al efecto le entregó una bolsa de útiles personales y una caja con uniforme y botas nuevas. Al salir se reunieron a solas por media hora. En ese lapso Rasputín lo instruyó sobre lo que iban a hacer esa mañana. A continuación le entregó un breve texto que debía aprenderse de memoria porque tendría que pronunciar un discurso por TV esa mañana. Chávez lo leyó y luego lo pronunció ante Santeliz y este le hizo ver algunas fallas que debía corregir. En ese momento Chávez le dijo que debían pasar por una casa en el Barrio el Cementerio para destruir material clasificado que tenía oculto. Al salir con su uniforme limpio y planchado, el Cnel. Yánez los invitó a desayunar. Al terminar el condumio a las 7:40, se dirigieron al patio de ejercicios donde se había organizado una ceremonia de rendición. A partir de allí se desarrolló una escena surrealista en la que Santeliz le dio a Chávez tratamiento de héroe victorioso, no de golpista fracasado. A continuación Maisanta pasó revista a las tropas. Luego el jefe golpista se plantó frente a sus soldados y dio una última arenga repitiendo de memoria las palabras del texto preparado por Santeliz. Al terminar su exhortación se paró frente al menguado remanente del Batallón “Briceño” y dio voces de mando para desarmar al personal y entregar el material de guerra al Cnel. Yanez. Chávez se mantuvo armado por instrucciones de “Rasputín” quien había diseñado el acto para crear una imagen triunfal a su pupilo. En estas formalidades se fue más de una hora. Cuando estaban a punto de salir Santeliz llamó a Ochoa y le dijo que estarían en el Ministerio de la Defensa alrededor de las 9:30 AM Terminado el fantasmal acto, Chávez y Santeliz se dirigieron al vehículo de Altuve y el

general con deferencia le abrió la puerta trasera derecha a Maisanta y luego se sentó a su lado. Cuando el vehículo empezó a moverse el coronel Yánez, con rostro compungido les dio el adiós con su mano, luciendo más derrotado que Chávez. En el vehículo Santeliz le hizo repetir a su pupilo varias veces su discurso de menos de un minuto para corregir algunas fallas.

CAPÍTULO 29

“Por ahora” Los errores de CAP El pecado de CAP no se limitó al mal manejo de los ajustes a la economía. Buena parte de los yerros fueron causados por su empeño en desconocer la posibilidad de una conspiración para derrocarlo. Esa ciega actitud lo llevó a tomar decisiones desastrosas que facilitaron la asonada. Al ver en perspectiva lo ocurrido podemos diagnosticar que CAP sufría de síndrome de “hubris”. Esa patología narcisista que padecen muchos presidentes, les hace a creer que todo lo que hacen es correcto y que los demás están equivocados. Pese a múltiples alertas, CAP rechazó la posibilidad de que los militares conspiraran para derrotarlo. Él creía estar gobernando bien y que no había un militar capaz de tumbarlo. Luego del golpe CAP manifestó que la noche del golpe, no sabí a quién era el jefe del alzamiento. Esto no es cierto, antes de marcharse a Davos la DISIP y la DIM y algunos líderes políticos lo habían alertado del golpe. CAP por su orgullo y terquedad hizo caso omiso a las señales de peligroPreviamente CAP había recibido muchas advertencias de la amenaza. El 5 de diciembre de 1989 detuve a Chávez junto con 18 mayores de su logia. En esa oportunidad se comprobó que Maisanta se proponía dar un golpe al regreso de un viaje del Presidente a Europa. A su retorno CAP ordenó ponerlos en libertad. El Caracazo del 27 de febrero fue otra campanada a la que hizo caso omiso. Luego vino el golpe abortado del 17 de diciembre de 1989 al cual ignoró olímpicamente. En los días previos a su partida a DAVOS la DIM y la DISIP le alertaron sobre un golpe a su regreso. Finalmente el día antes de irse el senador Luis Alfaro Ucero llevó un mensaje mío alertándolo. A ese mensaje anexe una lista de 38 conspiradores encabezada por Chávez. Al verla CAP dijo burlonamente “¡Esas son vainas de Peñaloza, que se lo pasa viendo golpes!”. Aunque la corrupción y el empobrecimiento de los venezolanos fueron causas importantes de la insurrección, una razón fundamental fue la caída de los precios del crudo. CAP había sido elegido prometiendo que con el volverían los buenos tiempos de la Venezuela Saudita. Pérez en ningún momento reconoció que los altos precios en su primer gobierno no fueron fruto de su esfuerzo, sino causados por la guerra del “Yon Kippur”. Posteriormente con Luis Herrera la fiesta continu ó hasta 1982 gracias a la Revolución Iraní que elevó los precios a $41 por barril. Cuando CAP no pudo repetir el milagro la culpa de todos los males cayó sobre él. El 3 de febrero de 1992 el crudo venezolano se cotizó a $17,65. El desplome de más del 60% engendró el alzamiento. Las elucubraciones de Ochoa Antich El 4 de febrero en la mañana el parte militar presentado al Ministro Ochoa fue frio y preciso. Esa noche se alzaron 9 tenientes coroneles que eran las cabezas visibles del movimiento. Tras ellos estuvieron 14 mayores, 54 capitanes, 67 subtenientes, 65 suboficiales, 101 sargentos de tropa y 2.056 soldados alistados. Por fortuna alzaron menos del 10% del Ejército y al 90% que cumplió con la Constitución no le fue difícil

dominar a la minoría golpista. La mañana después del golpe solo quedaban las labores de limpieza de los últimos reductos de sublevados y era cuestión de horas finiquitar el golpe. Cuando a Ochoa lo abordaron los periodistas se mostró conservador diciendo que el triunfo no era seguro, cuando los golpistas estaban derrotados. A las 7:30 Ochoa recibió una llamada de Santeliz desde el Museo Militar notificando que Chávez se había entregado sin ofrecer resistencia, pero que había formalidades que cumplir para el desarme y que lo llevaría detenido al Ministerio alrededor de las 9:30AM. Al oír la noticia Ochoa saboreó un momento de gloria, estaba agotado, pero feliz. Su actuación en la crisis fue ambigua. Esa noche sus acciones fueron una mezcla de lealtad al Presidente, a quien tanto debía, y de su apego hacia el Santeliz. Ese afecto fraterno le llevó a no ver su evidente golpismo y sus sospechosas relaciones con los comunistas. La falta de malicia fue influenciada por sus inclinaciones políticas. Ochoa es un demócrata con simpatía hacia la centro izquierda. Sus lealtades están más cercanas al partido Movimiento al Socialismo (MAS) que a AD. Uno de sus hermanos, Enrique Ochoa Antich, fue fundador y Secretario General del MÁS. Esta postura política le hizo sentirse cómodo con izquierdistas. Su estrecha relación con Santeliz, más su trato apaciguador con los golpistas hicieron que sobre el recayeran sospechas de ser promotor de la conspiración. Esa noche Ochoa fue leal con el Presidente, pero sus maniobras con “Rasputín” dieron pie para pensar que tenía un doble juego. Ochoa tomó la capitulación de Maisanta como un triunfo personal. Aunque CAP le había mostrado desconfianza esa noche, al final había probado su lealtad y demostrando tener razón en sus decisiones. Como siempre, su estilo fue más diplomático que marcial y sus ambiguas acciones se prestaron para diversas interpretaciones. Esa noche el creyó haber obtenido un gran triunfo que le facilitaría sus proyectos futuros. Era un personaje conocido y la victoria de esa noche lo haría popular. Como estaba a punto de retiro pensaba en su futuro político. Su carrera militar había sido exitosa, pero no brillante. Era Ministro de La Defensa gracias a CAP, aunque algunos pensaban que era un golpista agazapado. Yo no lo creo. Fernando siempre fue un demócrata que aspiraba llegar al poder por un golpe sino por el voto. Su objetivo era alcanzar la presidencia elegido en sufragios. En el peor de los casos tal vez hubiera aceptado, ser Jefe de una Junta Militar, sin conspirar, tal como ocurrió con Wolfgang Larrazábal. Según el mismo lo reconoce en su libro, los golpistas se lo propusieron en varias ocasiones y él lo rechazó. Lo insólito fue que no detuvo ni denunció a los que hicieron esas ofertas. El triunfo de esa noche lo llenó de orgullo y asumió que su futuro sería radiante. Había manejado la crisis con tino evitando derramamientos de sangre. Estaba seguro que con ese palmarés escalaría posiciones elevadas en su carrera política. Chávez estaba derrotado y CAP había quedado golpeado políticamente. Él era el triunfador y gracias a su conducción militar había salvado a Pérez y la democracia. El soñaba que como laureles sería nombrado Ministro del Interior al retirarse. Luego se lanzaría como candidato a las elecciones presidenciales de 1993, apoyado por CAP. Esa noche el Presidente se había

mostrado capcioso con él por culpa de Santeliz, pero a pesar de todo “Rasputín” le había sido útil. Al recibir a Chávez prisionero tendría oportunidad de exhibir públicamente su generosidad ante el vencido. Un día después del aniversario del nacimiento del Mariscal Sucre se mostraría al país como el prócer. El Virrey La Serna luego de ser capturado le dijo a Sucre: “¡Gloria al vencedor¡”. A lo cual respondió el Gran Mariscal con gallardía “¡Honor al vencido!” El mostraría su magnanimidad con Chávez. El rol de hombre bondadoso y jefe militar triunfador lo haría popular entre el electorado. En las elecciones de diciembre de 1993, ganaría con facilidad. No había un candidato capaz de derrotarlo. CAP es felicitado por su triunfo sobre los golpistas A medida que avanzaba la mañana fueron llegando mensajes de apoyo y felicitaciones a CAP por su comportamiento frente a los golpistas. Un buen número de Presidentes y altos funcionarios de muchos países enviaron mensajes de aliento. Uno de los primeros en comunicarse con CAP fue Fidel. El dictador cubano no estaba feliz con lo ocurrido. Esa mañana, en su residencia de Punto Cero en La Habana, se mesaba la barba indignado por la trastada que Chávez le había infligido. Iracundo le gritó a Raúl que por eso nunca había confiado en los malditos militares. Esa noche Fidel no había dormido pendiente del triunfo del golpe y el resultado fue un fiasco descomunal cuando Chávez los dejó en la estacada. Luego del berrinche el cínico dictador ordenó a su Canciller Ricardo Alarcón que enviará un cable a CAP y luego una carta personal felicitándolo por su airosa defensa de la democracia. Esa mañana Pérez recibió la nota de Fidel diciendo “Confío en tu liderazgo al frente de los destinos de la hermana República de Venezuela”. Pérez conmovido agradeció es mensaje de solidaridad del traidor que quiso apuñalarlo por la espalda. Al día siguiente CAP recibió una melosa carta del insidioso antillano felicitándolo en tono ladino e hipócrita. Las operaciones finales A las 8:00 AM no se había logrado dominar aun los últimos reductos rebeldes, pero la situación empezaba a normalizarse. La información que Chávez se había rendido desmoralizó a muchos alzados, aunque otros pensaron que la noticia era falsa. En la base aérea de la Carlota seguían los combates pero con menor intensidad. El Tcnel. Acosta Chirinos sitiado en la Comandancia de la Aviación pronto agotaría su munición y debería rendirse. Lo mismo ocurría en Maracay con los tenientes coroneles Urdaneta Hernández y Ortiz Contreras quienes estaban atrincherados en el Cuartel Páez y la Brigada de Paracaidistas mientras el mayor Torres Numberg seguía asediando la Base Aérea Libertador. Entretanto en Maracaibo el Tcnel. Arias Cárdenas mantenía el control de los Grupos de Artillería “Monagas” y “Freites”. En Valencia el Cap. Luis Valderrama un oficial de comunicaciones con liderazgo logró mantener sublevada parte de la Brigada Blindada, sin atreverse a salir de su cuartel. Los rebeldes que aun luchaban trataban de aplicar el “Plan B” que contemplaba que en

caso que la operación contra Miraflores en Caracas fracasara, los rebeldes en Maracay, Valencia y Maracaibo marcharían sobre la capital. Esa idea no tenía posibilidad alguna porque es fácil bloquear los accesos de Caracas. Chávez va a la Proveeduría de las FAN Al salir del Museo Militar Chávez el detenido Chávez era el que daba órdenes. De inmediato le indicó a Altuve que se dirigiera a la Proveeduría de las Fuerzas Armadas ubicada en la avenida Sucre en Catia. Al llegar a las 8:20 AM no pudieron entrar porque el sitio estaba en estado de alerta. Esa noche un pelotón de paracaidistas al mando de un sub teniente había tomado esos depósitos. Luego de la toma el oficial de guardia de la Proveeduría, el coronel Efrén Vicente Hernández Lezama con gran audacia había desarmado al teniente y luego rindió al resto de los paracaidistas. Chávez vino a despedirse de ese grupo que estaba allí a la espera que la DIM viniera a llevárselos presos. Chávez al llegar preguntó por el Gen. Pedro Manuel Hernández Guevara, el Director de la Proveeduría. Como no estaba preguntó por el segundo que era el Cnel. Gustavo García Ordoñez. Al salir este a la reja comprobó que era efectivamente Chávez y recordó que en julio de 1991 ese oficial se había presentado a recibir cargo, pero pidió permiso para ir a Barinas a atender el funeral de un familiar. Es solicitud fue concedida y Chávez se marchó. A la semana regresó a notificar que el Ministro Gen. Ochoa Antich lo había nombrado comandante del Batallón “Briceño” en la brigada de paracaidistas. La misma situación ocurrió con el Tcnel. Jesús Urdaneta Hernández quien al presentarse a la Proveeduría dijo que no iba a recibir ese cargo sino a pedir la baja. Días después se presentó informando que el Ministro Ochoa lo había nombrado comandante del Batallón “García de Sena” en la Brigada de Paracaidistas. Luego de oír a Chávez el Cnel. García dijo que no podía autorizar su entrada a la Proveeduría. En ese momento Santeliz llamó desde su celular al Gen. Rangel Rojas al Comando del Ejército y este ordenó dejarlo pasar. Una vez dentro de la proveeduría , Chávez se reunió con los paracaidistas y les dirigió la palabra. Según el Cnel. García, en esa breve alocución Chávez dio un breve discurso similar que unas horas más tarde lo hizo famoso por TV. Era evidente que había practicado el discurso y se lo sabía de memoria. Incluso uso la frase utilizó la frase “por ahora” acuñada por Santeliz. A las 8:30 AM Chávez y su comitiva salieron de la Proveeduría en Catia pero en lugar de dirigirse al Ministerio de la Defensa, se dirigieron a una casa en el barrio de “El Cementerio”. Chávez utilizaba esta vivienda como nido de amor, escondrijo para reuniones clandestinas y sitio donde ocultaba documentos secretos. Al llegar a las 9:00 AM lo esperaba allí su amante Erma Marksman, una comunista de origen alemán. Al entrar procedió a incinerar el plan de operaciones “Zamora” que cargaba con él y otros documentos, incluyendo literatura del “Foro de Sao Paulo” que ocultaba en ese lugar. En esa tarea “Rasputín” y Altuve lo ayudaron. Esta actividad les tomó poco más de una hora. Luego de destruir las pruebas que podrían usarse en su contra por los organismos de

inteligencia, se despidió de Erma y salieron hacia Fuerte Tiuna. Una vez concluida su tarea Santeliz llamó a Ochoa y le informó que llegaría al Ministerio a las 9:30 AM. Ochoa le indicó que estaba en Miraflores y que alertaría al VA. Daniels para que se encargara de recibirlos. Al colgar puso al tanto al Presidente sobre la inminente llegada de Chávez al Ministerio. Chávez llega al Ministerio de la Defensa A las 10:00 AM arribaron Chávez, Santeliz y Altuve al Ministerio de la Defensa. Esa hora fue confirmada por el Tcnel. Diego Moreno y el mayor Luis Márquez Ovalles 1º y 2º comandantes respectivamente del Batallón Caracas. El Cnel. Morean había ordenado a estos oficiales que esperaran al detenido y lo condujeran a la oficina del almirante Daniels. Estos oficiales estaban acompañados por un grupo de soldados comandados por el Cap. José Acosta Carles, comandante de la compañía de seguridad. Este último es hermano del mayor Felipe Acosta Carles, el miembro de la logia asesinado durante los sucesos del Caracazo. En su libro Ochoa dice que Santeliz y Chávez llegaron a las 9:30 AM. Esa fue la hora estimada que le había dado “Rasputín” por teléfono, pero llegaron media hora más tarde. La comitiva de Chávez, sin vigilancia tardó dos horas para hacer el recorrido desde el Museo Militar que normalmente toma menos 20 minutos. Al llegar el automóvil, un LTD marrón modelo 1985, manejado por Altuve con Chávez y Santeliz como pasajeros el vehículo fue rodeado por los soldados. Al descender Maisanta del vehículo el preso lucía bien ataviado, recién afeitado, portando un uniforme de campaña de paracaidista nuevo, botas de campaña lustradas y una flamante boina roja. El golpista lucía fresco, pulcro y desafiante. Lo más interesante era que venía armado con su pistola de reglamento al cinto y un amenazante FAL terciado al estilo paracaidista en sus manos. En ese momento Chávez parecía un general triunfante y no un teniente coronel derrotado luego de un golpe chambón. A su lado “Rasputín” venía trajeado de civil con una chamarra roja. Chávez es conducido a presencia del Inspector de las FAN Al salir del vehículo el jefe golpista fue abordado por el Tcnel. Diego Moreno quien le ordenó entregar sus armas. En ese momento Chávez se resistió y hubo un forcejeo hasta que intervino Santeliz para separarlos. En la trifulca el Cap. Acosta Carles le arrebató el fusil. En ese instante “Rasputín” se interpuso imponiendo su autoridad. Hecho esto “Rasputín” obligó a devolver el fusil a Maisanta y ordeno a Moreno que condujera al detenido armado a la oficina del Inspector. De esta manera armado con su fusil y pistola, sin haber determinado si el arma estaba cargada y la cacerina tenía balas, Maisanta hizo su entrada al Ministerio custodiado por el Tcnel. Diego Moreno. A su lado iba Santeliz con una pistola cargada escondida bajo su chamarra. En ese momento iba dispuesto a matar a Ochoa para que Chávez insurreccionara al Ministerio. Al tope de las escalinatas a la entrada al Ministerio había un grupo de militares y empleados civiles encabezado por el mayor Fernando Falcón Veloz. Este oficial era un amigo cercano a Chávez desde Barinas y era miembro del “Gabinete de sombra” de

Ochoa al igual que Santeliz y Altuve. Al pasar frente a ellos la comitiva con el preso el grupo aplaudió a Chávez. Luego tomaron el ascensor para llevarlo a presencia del VA. Daniels. Al tomar uno de los ascensores del hall del Ministerio con el detenido, el grupo que aplaudió a Chávez a la entrada tomo los otros ascensores y siguieron tras el detenido al 5º piso. Al salir del ascensor con el prisionero Chávez vio al Tcnel. Tcnel. Carlos Eduardo Level quien pasaba por allí. Al verlo le hizo un saludo amistoso. Level era más antiguo pero habían servido juntos. Al llegar a la oficina de Daniels, Santeliz le hizo entrega formal del prisionero y en ese momento el almirante ordenó desarmarlo. Según él, “Fue muy sospechoso que Santeliz haya permitido a Chávez mantener su armamento después de rendirse. He llegado a pensar que había la intención de protagonizar alguna acción militar al llegar al Ministerio de la Defensa.31”. 31. General Fernando Ochoa Antich, Ibid p 169 Daniels opina (442)

A la entrada de la oficina del almirante se había agolpado el grupo donde iba Falcón y este logró colarse tras Chávez. Al enterarse que Ochoa estaba en Miraflores y verse rodeado de soldados armados, Santeliz abortó su plan porque era claro que el alzamiento había sido derrotado. Al llegar frente a Daniels este ordenó a Chávez entregar su armamento, Santeliz se despidió con un efusivo abrazo mientras ambos derramaban lágrimas. Alrededor se agolpaban los VA. German Rodriguez Citraro, Rafael Huizi Clavier y el CA. Luis Hernández Olivares. Según Huizi, al ser desarmado “Chávez se observaba pálido, pero correctamente uniformado.32” A Huizi se le paso por alto decir que los altos jefes militares que lo rodeaban estaban sin afeitar con cara de trasnocho y portaban uniformes ajados. Con ese mismo aspecto desaliñado y con aspecto de perdedores, esos oficiales aparecieron poco después en TV rodeando a Chávez. 32. General Fernando Ochoa Antich, Ibid p 170 Huizi opina (442)

A las 10:20 Chávez fue llevado a su lugar de reclusión temporal en el pasillo que conduce a la Sala de reuniones de la Junta Superior, al lado de la oficina del Ministro. Entretanto el Inspector Daniels y el Jefe Estado Mayor Jimenez se reunieron para seguir el desarrollo de las operaciones contra los reductos rebeldes. El Tcnel. Moreno envió el armamento de Chávez al parque del batallón “Caracas” y estableció su puesto de comando en la sala de espera del Ministro. Chávez es recluido en el comedor privado del Ministro Ochoa Una vez desarmado Chávez fue conducido a las 10:15 AM al comedor privado del Ministro ubicado detrás de su oficina, en el 5º piso. En la puerta de acceso al despacho del Ministro comedor se apostaron varios soldados comandados por el teniente José Humberto Rodríguez Ruiz, del Batallón “Caracas”. Al pasar revista Moreno notó a Chávez deprimido. A fin de evitar un intento de suicidio, pidió al detenido quitarse la correa y los cordones de sus botas de campaña. Una vez instalado le ofreció café y cigarrillos. En ese

momento Chávez pidió que le permitieran llamar a su abuela Rosines. Luego de conversar 15 minutos Moreno le retiró el teléfono y se marchó a inspeccionar los puestos de guardia. Antes de retirarse dio estrictas órdenes que nadie podía ver al detenido sin su autorización o la del Ministro. Cuando se dirigía a su oficina recibió un mensaje del Cnel. Morean recomendando no dejar solo a Chávez y que había que levantarle la moral antes de presentarlo en TV. Recordando el saludo amistoso de Chávez al Tcnel. Carlos Eduardo Level lo llamó y le pidió que estuviera un rato conversando con él. A las 11:45 Level se reunió con Chávez en el comedor del ministro. Level es más antiguo que Maisanta, pero su esposa está emparentada con una exnovia de Chávez. Al llegar Chávez le dijo que le dolía la cabeza y le silbaban los oídos. Level pidió unas tabletas del calmante Parcel y le permitió llamar a su familia. Una vez instalado el cautivo, el Tcnel. Moreno recibió una llamada de CAP: “Le encomiendo cuidar la vida de Chávez. ¡Hay rumores que pretenden asesinarlo!¨. Ante esta amenaza informó al almirante Daniels quien dio la orden de desalojar el 5º piso.. Por su parte Moreno redobló la guardia en el 5º piso, ¿Quién decidió permitir la aparición de Chávez en TV? La Junta Superior de las Fuerzas Armadas de Venezuela es el más alto organismo de decisión militar. Este cuerpo colegiado se reúne para tomar decisiones de carácter estratégico o cuestiones muy delicadas. Está compuesto por el Ministro de la Defensa (Ochoa), el Inspector General (Daniels), el Jefe del Estado Mayor Conjunto (Jimenez) y los Comandantes de Fuerza: Ejército (Rangel), Marina (Peña), Aviación (Fuguet) y Guardia Nacional (Maya). Aunque parezca extraño dados los acontecimientos, el 4 de febrero no se reunió la Junta Superior. Las decisiones administrativas en el Ministerio de la Defensa, que no implican el empleo operacional de las unidades de combate, son tomadas por un grupo Ad-Hoc denominado “Alto Mando Militar”. Este órgano compuesto por el Ministro de la Defensa, el Inspector y el Jefe del Estado Mayor Conjunto de las FAN no está contemplado en las leyes y reglamentos militares y por lo tanto no tiene personalidad jurídica. Permitir hablar en TV al jefe golpista con el golpe aun en marcha fue una decisión de carácter político y de alto riesgo. Dejar hablar en vivo a Chávez, sin haberle preparado previamente un texto para leer era una receta ideal para un desastre. La posibilidad de que su mensaje convenciera a los rebeldes a rendirse era una apuesta que debía compararse con el riesgo que dijera algo inconveniente. Todas estas consideraciones han debido ser sopesadas por el Presidente y sus asesores antes de autorizarla. Esa decisión no podía ser tomada por el Ministro de la Defensa ni por el Alto Mando Militar, salvo en situaciones de emergencia, ante la imposibilidad de comunicarse con el Presidente. La idea fue presentada inicialmente a Pérez por el Gen. Ochoa a las 5:30 AM, indicando que era una propuesta de Santeliz. El Presidente que veía con recelo a ese general rechazó de plano esa proposición. Es idea volvió a surgir cinco horas más tarde. Según Ochoa, el almirante Daniels llamó a las 10:30 AM para proponérsela. El proceso que

condujo a la autorización fue “sui generis”. El Ministro explicó en su libro lo siguiente: “Luego de la traída de Chávez como prisionero al Ministerio de la Defensa se reunió, el Alto Mando Militar ante una peligrosa situación de emergencia que se vivía en la Base Libertador de Maracay. Un grupo de insurrectos comandados por el mayor Torres Numberg, con varios tanques AMX 30, amenazaban la Base Libertador. En Maracay el Tcnel. Urdaneta y en Valencia Cap. Valderrama en Valencia se negaban a entregarse pese a habérseles informado de la rendición de Chávez. Ante esto el Alto Mando Militar recomendó que Chávez fuera presentado en TV enviando un mensaje ordenando deponer las armas33. En ese momento el Alto Mando no tenía quorum, en ausencia de Ochoa. Estaba compuesto por solo dos personas: él VA. Daniels y el GD Jimenez. Como el Gen. Iván Jimenez de la Aviación no participó en esta decisión, ella recayó unilateralmente sobre Daniels. Este almirante no representaba el Alto Mando, era solo el Inspector de las FAN y no tenía derecho a hablar ni a negociar en nombre del Alto Mando de las FAN, porque esa figura es una ficción no establecida en las leyes. 33. General Fernando Ochoa Antich, Ibid p 170 El alto mando recomienda (444)

Sobre este hecho Ochoa comenta en su libro: “Siempre he creído que en la oficina de Daniels se organizó una mini conspiración para permitir la presentación de Chávez en TV.34” Ante esta propuesta Ochoa pidió unos minutos para solicitar permiso al Presidente. 34. General Fernando Ochoa Antich, Ibid p 170 Siempre he creído (444)

Según declaraciones del almirante Carratú, Cuando Ochoa presentó la propuesta de Daniels al Presidente, CAP se molestó y dijo que quería ver a Chávez desarmado, sin uniforme y esposado. Cuando Ochoa insistió logró persuadir a CAP quien le dijo “Lo autorizo, pero antes graben el mensaje para evitar declaraciones inconvenientes.35” Cuando el Ministro notificó la orden presidencial a Daniels, Ochoa dice que este respondió: “No hay tiempo de grabar. El ataque a la Base Libertador es inminente. 36”. Según Ochoa, ante esta delicada situación decidió a motu proprio: “Si la situación es tan grave, presenta a Chávez ante la TV sin grabarlo37”. Para complicar la situación, Ochoa no notificó su decisión a CAP. 35. General Fernando Ochoa Antich, Ibid p 171 Lo autorizo pero graben (444) 36. General Fernando Ochoa Antich, Ibid p 171 Daniels no hay tiempo de grabar (445) 37. General Fernando Ochoa Antich, Ibid p 171 Ochoa preséntalo sin grabarlo (446)

Al respecto Daniels tiene un punto de vista diferente. El reconoce haber hecho la propuesta a Ochoa de presentar a Chávez en TV, luego que alguien le propuso esa idea. Cuando lo hizo no sabía que esa propuesta había sido hecha horas antes por Santeliz y que había sido rechazada por el Presidente. Daniels aclara que Ochoa no le dijo que CAP había prohibido la transmisión en vivo. De haberlo sabido hubiera ordenado grabarlo. Esa información pone la decisión de hacer la rueda de prensa en vivo en manos de Ochoa. La idea de presentar a Chávez en TV fue de Santeliz. La mini rueda de prensa del “Por Ahora” Al recibir la autorización Daniels a las 11:00 AM llamó al Coronel Juan Antonio Pérez Castillo, el Director de Relaciones Públicas. Al comunicarse le ordenó convocar a una

rueda de prensa en cual Chávez llamaría a los insurrectos a deponer sus armas. Para entonces aún no se conocía oficialmente el nombre del cabecilla del golpe y la expectativa era enorme. Un enjambre de periodistas que pululaban en la planta baja del Ministerio a la espera de noticias, se aglomeró frente a la oficina del Cnel. Pérez Castillo. Minutos después los reporteros fueron conducidos al 5º piso al Salón de Honor adyacente a la oficina del Ministro. A las 11:15 pasaron al salón repleto de periodistas al Tcnel. Hugo Rafael Chávez Frías. Alrededor de él se ubicaron él VA. Elías Daniels, el Gen. Iván Jimenez y otros oficiales de menor rango. Al lado del jefe golpista se colocó el ciudadano Fernán Altuve Febres. El general Santeliz también estaba en el salón, pero fiel a su costumbre de pasar desapercibido se mantuvo fuera de cámara. Luego de una rápida presentación hecha por Daniels, Chávez tomó la palabra. Cuando los periodistas pusieron los micrófonos frente a Maisanta, este con gran aplomo pronunció un breve discurso de 50 segundos que cambió la historia de Venezuela. En su fugaz alocución un Chávez correctamente uniformado y con aire marcial se lució al lado de un grupo de generales y almirantes que ni siquiera se habían afeitado y portaban uniformes ajados y sudorosos. El líder de la logia fue directo y al grano diciendo: “Compañeros lamentablemente por ahora los objetivos que nos planteamos no fueron logrados… Es tiempo de evitar más derramamiento de sangre… Vendrán nuevas situaciones y el país podrá enrumbarse hacia un destino mejor… Asumo la responsabilidad de este movimiento bolivariano”. En el discurso no hubo ningún acto de contrición, ni disculpas por los muertos, heridos y daños materiales causados. El paracaidista solo se lamentó por no haber tenido éxito. La frase que captó la atención del país fue el famoso “por ahora” manteniendo viva la esperanza que más adelante lograrían sus objetivos. Otra frase impactante fue el declararse responsable del golpe sin dar excusas por el delito cometido al violar la Constitución y el juramento militar. La confesión de Santeliz Esos 50 segundos han sido los más impactantes en la historia de Venezuela. Tan pronto concluyó Daniels lo apartó de los micrófonos y ordenó llevarlo a su sitio temporal de reclusión. Para entonces el duende se había escapado de la lámpara. Los trasmisores de microondas de Venpres se encargaron de llevar a todo el país la alocución en vivo y en directo. De inmediato los periodistas salieron corriendo a sus redacciones a dar la noticia que un nuevo mesías había aparecido en Venezuela. De la noche a la mañana Venezuela tenía un nuevo héroe. CAP montó en cólera al enterarse que Chávez fue presentado en TV contraviniendo sus órdenes. Luego de oír los airados reclamos de CAP, Ochoa salió molesto hacia La Casona a visitar a Doña Blanca de Pérez, la esposa del Presidente. Desde allí fue al Ministerio de la Defensa donde llegó a las 2:00 PM luego de terminada la rueda de prensa con Chávez. Al respecto el Ministro hizo las siguientes reflexiones en su libro: “¿Fue una ligereza mía desobedecer la orden de grabar la rueda de prensa antes de trasmitirla? El error fue

presentarlo perfectamente uniformado y con una actitud de rebeldía38. ¿Había previsto Chávez con Santeliz esta aparición en TV? Fernán Altuve Febres confirmó posteriormente esa versión de los hechos. 38. General Fernando Ochoa Antich, Ibid p 173 Fue una ligereza (446)

De Santeliz se podía esperar eso y más. En el libro “Memorias Proscritas” escrito por Ramón Hernández, CAP afirma que la idea de presentar a Chávez en TV surgió de una conversación entre Ochoa y Santeliz en Miraflores. En ese libro CAP también denunció que Santeliz y Altuve tenían la intención de atentar contra su vida en Miraflores. Al respecto Ochoa relata que en el año 2000 tuvo su último encuentro con “Rasputín” y al preguntarle sobre las imputaciones de CAP, Santeliz le respondió: “Fernando, esa noche el Presidente Pérez salvó su vida porque Altuve y yo nos dimos cuenta que para hacerlo tendríamos que matarte. Eso impidió el magnicidio”. La siniestra confesión de “Rasputín” deja claro cuál era su intención. Por fortuna el astuto CAP le leyó el pensamiento y tomó medidas para protegerse. Tal como esperaba Ochoa, al aparecer Chávez llamando a la rendición, sus seguidores obedecieron de inmediato. Para mediodía todos se habían entregado y la paz volvió a Venezuela hasta el siguiente golpe ocurrido nueve meses más tarde. Para entonces el tema del día eran los encendidos elogios al jefe golpista. Era obvio que un extraño virus había sido inoculado a los venezolanos con la jeringa del “¡Por ahora!”. Esa frase fugaz pronunciada en un mini discurso de 50 segundos pasó a la historia venezolana. ¿Quién fue el “creativo” que la incluyo en el efímero discurso? Tal vez fue el mismo que le redactó el discurso a Caldera al día siguiente en el Congreso. El almuerzo de Chávez con el Alto Mando Ochoa regresó de Miraflores y la Casona luego de recibir un regaño público de Pérez por haber permitido la rueda de prensa en vivo. A mi juicio esa era una causal de destitución, pero prevaleció el afecto de CAP por su pupilo y no lo hizo. Al entrar en su despacho se dio cuenta que su comedor privado se había convertido en la celda de Maisanta. Como no había almorzado decidió comer allí y decidió invitar al detenido, a Daniels. Además invitó a Santeliz y a Falcón Veloz. Ese almuerzo kafkiano duró varias horas y generó lógicas suspicacias. Esa aparente muestra de hidalguía de Ochoa no fue entendida. Muchos lo criticaron porque no se explicaban como podía invitar a un ágape a quien había violado su juramento insurgiendo contra la Constitución horas antes. Ese delito más los muertos, heridos y daños materiales no se podían obviar. Lo peor fue el daño a la institución armada que quedó herida moralmente. Chávez había sido amigo Ochoa y lo había traicionado, pero eso no molestó al Ministro. Mientras el condumio se realizaba los murmullos de desaprobación corrían por los pasillos del ministerio. Desde entonces Ochoa ha estado explicando en vano que lo movió a hacer ese bizarro almuerzo. Los motivos de Ochoa No creo que Ochoa haya conspirado contra CAP y que haya promovido el golpe del 4F.

Eso no estaba en su agenda política. Ochoa tiene más sentido político que militar pero en esa oportunidad le falló su olfato político. Queriendo ser un moderno “Sucre” se mostró como un “Chamberlain” apaciguador, como el Primer Ministro del Reino Unido con Hitler. Ya había hecho lo mismo cuando detuve a Chávez en 1989. Cuando CAP ordenó liberarlo lo invitó a comer. También lo hizo en enero 1992 cuando Heinz presentó ante la Junta Superior de las FAN un informe acusándolo y él lo invitó a comer previniéndolo de las investigaciones. Es el estilo de Ochoa y como dijo Buffon, “El estilo es el hombre”. Creo que el estilo de Ochoa motivó a Chávez a ofrecerle por varias vías la jefatura de la Junta de Gobierno que pensaba instalar al derrocar a CAP. Esto lo menciona Ochoa en varias oportunidades en su libro. En ningún momento señala haber detenido o denunciado a los intermediarios que le hicieron la oferta. En su obra también indica haber recibido “propuestas indecentes”, políticamente hablando, de Santeliz. Además su gran amistad con el Gen. Yépez Daza, el golpista eterno, indica que nunca quemó sus naves ante esta posibilidad. Pero por encima de todo estuvo su amistad con CAP cuyos nexos eran casi filiales. Ese afecto y el contar con su apoyo político para una eventual campaña presidencial le hicieron mantener su fidelidad a CAP. Esa fidelidad fue difícil de entender esa noche cuando estuvo acompañado de la persona que se proponía asesinar al Presidente. Sus detractores seguirán cuestionando sus motivos hasta el fin de sus días. Pocos se dieron cuenta que eso era parte del plan político de Ochoa. Por su parte Santeliz y Chávez también desarrollaban su propia estrategia. Chávez no se fugó del Museo Militar o durante su traslado al Ministerio porque se hubiese visto como un abandono y acto de cobardía ante sus seguidores que aun combatían. En Hispanoamérica muchos líderes exitosos han pagado condenas en la cárcel acusados de delitos políticos. Esta pasantía entre rejas no es un baldón sino una honra que sirve de combustible para carreras políticas. Luego de concluir el almuerzo Chávez, sin custodia, acompañó a Falcón a su oficina para recoger unos libros. Allí pasaron media hora conversando en privado y luego volvieron al comedor del Ministro. A las 5:00 PM Chávez fue conducido a la DIM acompañado por Santeliz y Falcón en una camioneta del ministerio con dos escoltas. En la DIM fue recibido por el general José de La Cruz Pineda siendo pasado de inmediato a rendir declaración. Los motivos del grupo “Caldera” El Gen. Rangel Rojas fue un actor de relleno en esta tragedia. Fue un buen oficial de tiempos de paz, con excelente presencia, pulcro, obediente y cortesano. Cuando lo tuve bajo mi mando en la Academia Militar le comenté a un amigo: “No me gustaría ir con él a una guerra”. No le atribuyo cobardía, sino una condición innata que le hace congelarse bajo presión. En esas situaciones se bloquea y no actúa ni toma decisiones”. Es estado de parálisis lo que pude observar en varias oportunidades cuando estaba en apuros. Lo ocurrido esa noche lo describe de cuerpo entero. Rangel cubría esta debilidad con dos

colaboradores entrañables que lo rodeaban: el Gen. Orozco Graterol, un oficial inteligente y “duro” y el entonces Cnel. Raúl Salazar Rodriguez, un hombre con personalidad, ejecutivo y muy franco al hablar. Los tres eran los cabecillas del grupo “Caldera”. Al igual que en el caso de Ochoa, este grupo no era golpista, pero seguía lineamientos de Caldera. Los tres supieron del golpe el lunes 3 de febrero antes de mediodía y no tomaron ninguna acción para evitarlo. Su actitud tuvo viso de haber sido una acción retardatriz para dejar que se desarrollara el golpe. El expresidente Caldera no fue un líder del golpe, sino un compañero de ruta de los conspiradores que le ofrecieron la presidencia de la Junta de Gobierno, al igual que lo hicieron con Ochoa y Gruber. A los tres Chávez les prometió convertirlos en una versión moderna de Wolfgang Larrazábal llegando al poder sin conspirar y sin comandar a los golpistas. Entretanto Chávez se reservaría, como Fidel, el comando de las Fuerzas Armadas y sería el poder tras el trono. Gruber y Visconti fueron acusados después del 4F por Heinz, pero continuaron en la carrera gracias a la defensa de sus superiores. De esa manera sobrevivieron para dar el golpe del 27N. El Programa “Impacto” con Edgardo de Castro Luego de ver a Chávez en su fugaz aparición en TV quedé anonadado. ¿Cómo era posible que el gobierno hubiese dado semejante paso en falso?. Obviamente los que tomaron esa decisión no tenían idea de las consecuencias históricas que iba a producir ese error. La gauchada de Chávez y Santeliz puso en órbita Maisanta. Mientras pensaba en eso fui al supermercado cercano. Allí me encontré a un grupo de amigos conversando. Al oírlos percibí la admiración que sentían por el golpista. Cuando les dije que era un comunista me cayeron encima. Uno de ellos me dijo que yo tenía envidia por no haberme atrevido a alzarme. Esa reacción me turbó. ¿Cómo era posible que no vieran el peligro que los acechaba y encima aplaudían al lobo con piel de oveja? Luego de regresar a mi casa recibí una llamada de un productor de la televisora Venevisión. Al tomar el teléfono me invitó a un programa especial que se transmitiría esa noche a las 8:00 PM con Edgardo De Castro, el comentarista ancla de ese canal. De inmediato acepté la invitación que me permitiría explicarles a mis compatriotas quien era Chávez y sus compinches. Al conversar con De Castro, antes de iniciarse el programa en vivo, me explicó que me habían seleccionado porque había detenido a Chávez en 1989 y no me habían hecho caso. Además me dijo era un especial de una hora, pero que dado el interés del tema podría extenderse de ser necesario. Respondí que no tenía problemas e iniciamos la entrevista. En ese programa especial narré buena parte del contenido de este libro. Mi propósito fue revelar el carácter comunista de Chávez y sus conexiones con Fidel, Douglas y Rodríguez Araque. Terminada la primera hora De Castro me informó que debido al gran número de llamadas de televidentes pidiendo que se extendiera la entrevista lo pensaba alargar con una hora extra. Yo accedí y seguimos conversando hasta las 10:00 PM. Al final me preguntó ¿Si usted fuera Presidente que medidas militares tomaría? Mi respuesta

fue rápida: “Destituiría a todo el Alto Mando 3Militar”, degradaría a los cabecillas de la logia y pediría su condena a la Justicia Militar para inhabilitarlos”. Al día siguiente. Había pautado un desayuno con mi compañero Manuel Heinz en la DISIP. A la 1 PM tomé un avión para Nueva York. A las 8 de la noche estaba de regreso en mi apartamento y al día siguiente me reintegré a mi trabajo. El viaje a Venezuela había sido accidentado, pero al menos se había derrotado a los golpistas. Años más tarde me di cuenta que estaba totalmente equivocado.

Epílogo El día después El 5 de febrero en la mañana se convocó a una sesión extraordinaria del Congreso para condenar el golpe, suspender las garantías constitucionales y establecer el toque de queda. Por acuerdo de las fracciones parlamentarias se decidió no debatir el tema y limitarse a redactar un comunicado condenando el alzamiento Al iniciarse la sesión El diputado Henry Ramos Allup (AD), presentó un proyecto de acuerdo que decía: “un grupo de militares se levantó en armas para intentar asesinar al presidente como un plan para derrocar la democracia”. A continuación hubo una ronda de discursos. Notorios fueron los de los senadores Caldera y David Morales Bello. Caldera no atendió el acuerdo de no debatir pronunciando un polémico discurso rebatiendo la tesis del magnicidio e indicando que las causas del golpe eran más profundas. A continuación dio una arenga demoledora. Sus palabras más contundentes ese día fueron: “Es difícil pedirle al pueblo que se inmole por la libertad y por la democracia cuando piensa que la libertad y la democracia no son capaces de darle de comer y de impedir el alza exorbitante en los costos de subsistencia; cuando no ha sido capaz de poner un coto definitivo al morbo terrible de la corrupción, que a los ojos de todo el mundo está consumiendo todos los días la institucionalidad. El golpe militar es condenable de toda forma, pero sin embargo sería ingenuo pensar que se trata solamente de una aventura de unos cuantos ambiciosos Hay un mar de fondo en el país y si esa situación no se enfrenta, el destino nos reserva muchas y muy graves preocupaciones” Ante la posición de Caldera el senador Morales Bello expresó “No podíamos, sin incurrir en gravísimas contradicciones, plantear a destiempo hechos y circunstancias políticas que desdibujaran la intención cierta y condenatoria del Congreso. Se condena en una sola palabra ¡mueran los golpistas!! El discurso de Caldera reflejó su decepción por el fracaso del golpe que para él fue una derrota. Siendo un avezado político, leyó bien la popularidad de los golpistas y convirtió su discurso en la plataforma que le permitiría llegar por segunda vez a la presidencia. El clima en el Congreso dejó ver que si hubiese habido una votación para condenar o vitorear el golpe, el ganador hubiese sido Chávez con amplia ventaja. Morales Bello tuvo suerte de no ser linchado en el Congreso. Ese día, cuando la mayoría empezó a glorificar a los golpistas sin conocerlos, empezamos a perder a Venezuela

Los primeros signos del desastre Luego de mi regreso a los EE.UU las noticias de Venezuela me preocuparon. El Alto Mando Militar no había sido destituido. Los generales Ochoa y Rangel siguieron muy campantes en sus cargos. Casi de inmediato sin mayor investigación, cerca del 95% de los oficiales alzados volvieron sin castigo a sus cuarteles como si no hubiese pasado nada. En este grupo de “inocentes” se incluyó al Cap. Rodríguez Torres el avieso jefe del asalto a La Casona. Ochoa tampoco exigió una sanción ejemplar al Comandante del Ejército por su insubordinación el día del golpe. Poco después CAP ratificó en su cargo al Gen. Rangel Rojas y nombró Canciller a Ochoa. Este hubiera preferido ser nombrado Ministro del Interior, pero la Cancillería era un buen premio de consolación mientras se preparaba para su carrera política. Lo peor fue que en meses subsiguientes, casi todos los oficiales del Ejército que la noche del golpe defendieron la Constitución fueron destituidos, pasados a cargos de mejor jerarquía y eventualmente dados de baja. Este proceso de desmantelamiento de los oficiales institucionales se acentuó luego de la destitución de CAP en 1993 y el triunfo de Caldera a finales del año. Cuando Caldera llegó al poder en 1994 una de sus primeras medidas fue dejar en libertad a los líderes golpistas encabezados por Chávez. Caldera contaba con captar a Chávez para liderar a su partido en las elecciones de 1998. Esta jugada le salió mal porque su rival por ese trofeo era Fidel Castro. Ese será el tema de mi próximo libro. ¿Quiénes ganaron con el golpe? El máximo triunfador fue Chávez quien dejó de ser un oscuro militar convirtiéndose en una rutilante estrella política. Fidel aunque inicialmente se molestó ante la jugarreta de Chávez luego cambio de punto de vista. La enorme popularidad de Chávez después del golpe lo hacía el candidato ideal para aplicar el recetario del Foro de Sao Paulo en combinación con el software para manipular elecciones desarrollado por los técnicos de la STASI. De esta manera Lula Da Silva también resultó ganador al lograr aplicar su idea en Venezuela luego del triunfo de Chávez en las elecciones de 1998. Un ganador inesperado fue Nicolás Maduro Moros, hijo del arubeño Nicolás Maduro García, nacido en Cúcuta de madre colombiana. Fidel necesitando un incondicional como relevo de Ali Rodriguez Araque, lo sembró al lado de Chávez como guardaespaldas. El protegido de Pedro Miret, fue formado como agente del G2 en la Escuela Superior de Cuadros “Ñico López” para hacer carrera política como agente de los Castro. Miret convenció a Fidel que este gigantón era fácil de controlar y que luego de unos años podría reemplazar a Chávez. Gruber y Visconti se quedaron a la espera de otra oportunidad que les llegó el 27N. Como Ministro de la Defensa fue nombrado en julio el Gen. Iván Jimenez Sánchez, el Jefe del Estado Mayor Conjunto durante el 4F. Jimenez fue un buen piloto de helicóptero, pero no tenía olfato político. Gracias a la defensa que hizo del Gen Visconti, este golpista

logró mantenerse dentro de la Fuerza Aérea preparando el siguiente golpe. Lo mismo ocurrió con Gruber quien también fue investigado pero el jefe de la Armada lo defendió. El Gen. Rangel Rojas fue ratificado como Comandante del Ejército pese a su desastrosa actuación el 4F. Sus acciones luego del golpe no mejoraron su currículo, facilitando el alzamiento del 27 de noviembre (27N). Sus lugartenientes en el grupo Caldera, Moisés Orozco y Raúl Salazar, llegaron a Ministros de la Defensa. Orozco con Caldera y Salazar con Chávez. Los demás comandantes de fuerza fueron pasados al retiro al cumplir 30 años de servicio. Orozco se convirtió en un próspero empresario importando pollos para el gobierno de Chávez. El Gen. Santeliz pasó al retiro al cumplir ٣٠ años de servicio cuatro meses después de la asonada. Cuando Caldera llegó al poder se convirtió en proveedor de las FAN y se hizo millonario. Al triunfar Chávez en 1998 fue reincorporado al servicio activo a servir como oficial de enlace entre el CNE y Ramiro Valdés. El “Carnicero de Artemisa” desde COPEXTEL es el jefe de los cubanos que manejan el software para manipular los sufragios depositados a través de las máquinas de votación Smarmatic que están siendo introducidas en América Latina pese a que han sido rechazadas en varios países, incluyendo los EE.UU. ¿Quienes perdieron con el golpe? Douglas Bravo, el creador de Chávez, sufrió la misma suerte del inventor de Frankestein. Maisanta se inició como ficha de Douglas en el PRV-FALN pero luego fundó el Movimiento Bolivariano Revolucionario (MBR 200) al notar que Fidel estaba desplazando a Douglas. Dado que Fidel no era aceptado por los militares ni por Bandera Roja, se fue independizando de su manejador “Fausto”, el agente de Castro. Antes de dar el golpe del 4F decidió actuar por su cuenta sin el apoyo de los castristas. Después del golpe del 4F Douglas fue perseguido por la DISIP y detenido luego del golpe del 27N. Posteriormente fue indultado. Los oficiales que defendieron la democracia el 4F fueron tratados como si fueran los golpistas. Él VA. Carratú fue enviado a prisión acusado de un delito que no cometió: Entregar pagarés del Proyecto Turpial a Pedro Lovera de la empresa IEACA, sin haber recibido el material. Esta infracción ocurrió, pero solo pudo ser perpetrada por el Ministerio de Hacienda con la complicidad de la Contraloría de las FAN. Al Gen. Oviedo Salazar quien condujo con acierto y serenidad las operaciones de la Fuerza de Tarea se le bloqueó su ascenso a general de División. El general retirado Manuel Heinz Azpúrua, el Director de la DIM fue perseguido por haber sido el comandante militar durante el Caracazo. El Tcnel. Braddly Quintero, comandante del Batallón “Bolívar” quien no aceptó la invitación a unirse al golpe ni siquiera lo ascendieron a coronel. El Tcnel. Luciano Bacalao Von Schampe, comandante del batallón que defendió la Casona, perdió su carrera esa noche por defender la democracia y no fue promovido por no enviar tropas a la casa de Cecilia Matos. Esa tarea no era parte de su misión y fue acusado falazmente de cobardía.

Los oficiales del Batallón Caracas encargados de la custodia de Chávez en el Ministerio de la Defensa también fueron perseguidos. Al Tcnel. Diego Moreno comandante del Batallón “Caracas” y a su 2º comandante el mayor Luis Márquez Ovalles les fue truncada su carrera. El Cnel. Cnel. Efrén Vicente Hernández Lezama quien detuvo a los paracaidistas que tomaron la Proveeduría le bloquearon su ascenso a general. Incluso al Tcnel. Carlos Level quien trató de animar a Chávez antes de la entrevista por TV también le impidieron el ascenso a general. En el Ejército una mano negra quedó encargada de pasar factura a los defensores de la democracia. Entre los perseguidos debo rendir un tributo a dos personas que fueron claves en la derrota de la logia de Chávez el 4F y que también fueron perseguidos por su gallarda actuación. Me refiero al mayor Orlando Madriz Benítez y el Cap. René Gimón. Ambos con gran riesgo personal aportaron información que permitió detectar el golpe y conocer a sus cabecillas antes que se produjera. Uno y otro fueron perseguidos y obligados a exiliarse en los EEUU por su patriótico comportamiento mientras que muchos de los golpistas hicieron carrera en las Fuerzas Armadas. Mis disculpas a otros valiosos oficiales que también fueron perseguidos por cumplir con su deber militar y que no están incluidos en esta lista. A todos ellos mi agradecimiento por cumplir con valor e integridad su deber militar y ciudadano. El modus operandi de los que pasaron factura contra los defensores de la democracia quedó en evidencia en caso del ataque hecho contra el Tcnel. Luciano Bacalao Von Schampe. Este oficial siendo el Comandante del Batallón de Custodia de “La Casona”, esa noche logró la rendición del Cap. Miguel Rodriguez Torres, quien comandaba los atacantes. Al día siguiente este oficial lo acusaron de cobardía por intentar rendirse a los atacantes. Esta versión es falsa, tal como lo hizo ver la propia 1ª Dama, Doña Blanca de Pérez en una carta de reconocimiento que le entregó un día después del ataque. Esa misiva puede ser vista en la página 447 de este libro. Este fue el inicio de la caída de Venezuela. El colapso de la democracia se aceleró con la destitución de CAP en 1993, el triunfo electoral de Caldera ese año y el sobreseimiento de Chávez en 1994. Lo demás lo hizo el precio del petróleo que a fines de 1998 llegó a su nadir de $7 por barril. Esos hechos corresponden a la era de Chávez a la cual le dedicaré mi próximo libro. Chávez, el Delfín de Fidel Chávez, el Delfín de Fidel