El Cartel de los sapos

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•ta es la de los más poderosos carteles del narcotranco en el mundo: el cartel det Norte del Valle. Tan poderoso y violento como el cartel de Medellln de Pablo Escobar, y tan Influyente y multimillonario como el cartel de Cali de los hermanos Rodríguez, los sucedió a ambos en el negocio Internacional del tráfico de cocaína y extendió sus tentáculos hasta México, Venezuela, Estados Unidos y varios países de Europa. Pronto los nombres de sus jefes entraron a formar parte de una leyenda negra, por sus cuantiosas operaciones y sus extravagancias, y al final por sus sanguinarias venganzas. Chupeta, Rasguño, Don Diego, Orlando y Arcángel Henao, Wllber Várela, Víctor Patino, Iván Urdí ñola, entre otros, a pesar de aua esfuerzos por llevar una vida dlacreta, ae convirtieron en el blanco de las agencias antlnarcótlcoa. Este libro testimonia desde sus entrañas la despiadada lucha por el poder y el dinero, y también por las mujeres, en el cartel del Norte del Valle. Conspiraciones, venganzas, traiciones, tejen una trama que se lee como una novela de suspenso. En ests Intensa historia se baaa un exitoso seriado de CARACOL

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En (i ü»n§l d# lo» »apo§ sus oscuros protagonistas y su vida Infernal causan asombro y perplejidad, tal cual sucede siempre que se desciende a los abismos de la auténtica mafia.

La historia secreta de una de las mafias del narcotráfico nás poderosas en el mundo:

ANDRÉS LÓPEZ LÓPEZ

El cartel de los sapos

i Planeta

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Nacimiento del narco tráfico y su máximo exponente: Pablo Escobar

Cubierta: Juliana Gutiérrez © Andrés López López, 20G8 © Editorial Planeta Colombiana S. A., 2008 Callu 73 No. 7-60, Bogotá ISBN 1} (rústica): 978-9.58-42-1820-9 ISBN 10 (rustica): 958-42-1820-4 ISBN 13 (tapa dura): 978-958-42-1824-7 ISBN 10 (tapa dura): 958-42-1824-7 Primera edición: marzo de 2008 Armada electrónica: Editorial Planeta Colombiana S, A. Impresión y encuademación: Quebecor Vvorld Bogotá S. A. Este libro no podrá ser reproducido, ni total ni parcialmente, sin el previo permiso escrito del editor, lodos les derechos reservados.

"Quien no conoce la historia corre el riesgo de repetirla", dijo alguien en un momento de reflexión. Desde aquel día la frase, trascendió y se hizo celebre porque es cierta. El inconveniente radica en que al final muy pocas personas tienen acceso a la verdad.;,, a la cruda y descarnada verdad. No estoy hablando de la versión callejera, modificada, maquillada y acomodada en beneficio de alguien. No, estoy hablando de una verdad reconstruida con base en las diferentes versiones de los grupos involucrados en el conflicto. Al final ¿quién escribe la historia? Obvio: los vencedores, lo? sobrevivientes. Con respecto a nuestra historia reciente, y al decir reciente me re£ero a los últimos 30 años, no he podido encontrar una exposición medianamente acertada de la innegable influencia que han tenido la narcoactividad y sus carteles en el desarrollo de nuestra economía y, sobre todo, de nuestra gente.

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EL CARTEL DE LOS SAPOS

ANDRÉS LÓPEZ LÓPEZ

Sólo los vencedores, los sobrevivientes de este maremágnum como es el mundo del narcotráfico pudiéramos tener un concepto un poco más claro de esta historia. El hecho de estar vivo, de haber caminado por las brasas de ese infierno y estar sentado frente a este escrito y con la totalidad de mis capacidades físicas —aunque sigo privado de la libertad— me convierte en vencedor, en privilegiado. Sin embargo, esto no es suficiente para desenredar esa turbia madeja llamada historia del narcotráfico. Se necesita además tiempo suficiente, claridad mental, posibilidad de escuchar, de intercambiar ideas con nuestros antiguos enemigos y no despreciar ese gusanito interno que nunca descansa llamado sed de conocimiento. El universo conspiró a nuestro alrededor y unió estos elementos en el único lugar donde esto podría suceder: la cárcel. Horas, días, semanas y meses de mascar, rumiar y digerir toda la información recogida en una prisión federal me permiten decir que ahora sí entiendo por qué, aunque esté vestido de verde, soy un ser afortunado y bendecido por Dios. El dolor que producen las largas horas de la noche en una celda, las interminables horas de espera en un salón de visita y el letargo infinito de un día en un calabozo, me hicieron entender que al narcotráfico hay que conocerlo y comprenderlo para poder odiarlo con todas las fuerzas del corazón. No me importa confesar que me revolqué en las sucias entrañas de ese monstruo para ser vomitado por él mismo y al final convertirme en un afortunado sobreviviente, lleno de marcas y cicatrices, pero sobreviviente al fin y al cabo. Por tanto, lo mínimo que puedo hacer en retribución con ese ser divino que me cuidó es contar mi propia verdad y esperar que las generaciones futuras capitalicen nuestras heridas en su beneficio y no repitan esa funesta historia, I tagarnos un pequeño viaje en el túnel del tiempo y regresemos

a comienzos di los setenta, donde personajes de la talla de llamón (¡achaco, un reconocido contrabandista de cigarrillos y licor, ene

migo número uno de las rentas departamentales, descubrió una sustancia química blancuzca llamada cocaína, que se producía en los vecinos países del sur y que era altamente apetecida por el vecino del norte. También sabía que el margen de rentabilidad era muchísimo mayor que el de la hierba, el tabaco y el alcohol. Pero no fue sólo Ramón Cachaco. También lo hicieron otros personajes de la Costa Atlántica, La Guajira, Antioquia, Valle del Cauca y Bogotá, que no tardaron en conocer las ventajas de este naciente disparador de la economía. Estos oscuros personajes empezaron a aparecer en la sociedad como una clase emergente, muy valiente y astuta, que logró mantenerse con vida porque conocía perfectamente el significado de las palabras respeto y onor. Posteriormente, estos emergentes sociales, conocidos como mágicos por su habilidad para producir fortunas en un abrir y cerrar de ojos, se agruparon geográficamente y dieron paso a los temidos carteles de la droga. Este poder creciente se sintió capaz de desafiar a la oligarquía clásica, a la cíase política y al propio Estado. El primer episodio de este desafío frontal al Estado fue el asesinato del ministro de usticia Rodrigo Lara Bonilla, el 30 de abril de 1984, a manos del cartel de Medellín. Este funcionario, enconado enemigo de la naciente estirpe narcotraficante, fue eliminado a balazos corao demostración de que nada ni nadie podría atravesarse en los deseos de la máquina de muerte de este poderoso cartel líderado por Pablo Escobar. Sin embargo, en sus orígenes los mañosos interactuaban unos on otros y prueba de ello fue el arresto de Jorge Luís Ochoa destacado integrante del cartel de Medellín— en compañía di' (¡liberto Rodríguez Orejuela —cabeza visible del cartel de ali— el 21 de noviembre de 1984 en Madrid, España. Los dos libraron una batalla legal conjunta para evitar su extradición a Sitados Unidos y finalmente lograron burlarse de los sistemas |udiciales español y estadounidense y a finales de 1986 fueron reptil Hados a Colombia donde recobraron la libertad al cabo de

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