El asalto al cielo era posible. La revolución rusa y nosotros 978-607-8702-00-8

El asalto al cielo era posible. La revolución rusa y nosotros La Revolución rusa fue aquel acontecimiento que por prime

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El asalto al cielo era posible. La revolución rusa y nosotros
 978-607-8702-00-8

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Introducción

ÁYER Y HOY: PROBLEMATIZACIONES SOBRE EL CENTENARIO

— La revolución de 1917 a cien años de su gesta. ¿Comunismo democrático? / Rafael Andrés Nieto Göller

— 1917-1927: ¿El origen de las "Desviaciones" de la Revolución rusa? / Juan Carlos Alemán Márquez

— Lenin octubre, Lenin hoy / José María Martinelli; Marlu Sánchez Luengas

— El largo siglo XIX en l a tormenta revolucionaria del corto siglo XX / Jorge Velázquez Delgado

LA POTENCIA DEL ACONTECIMIENTO: CUESTIONES DE TEORÍA Y POLÍTICA

— "¡No instruyamos al pueblo! ¡Incitémoslo a la rebelión!". El anarquismo en la Revolución rusa / Alfredo García Galindo

— Revolución y hegemonía en Lenin y Gramsci / Gerardo Ambriz Arévalo

— De la comuna al estudio crítico de la comunidad en el pensamiento marxiano / Adán Panda Moreno

— A propósito del debate entre Lenin y Kautsky: algunas reflexiones en tomo a la dictadura del proletariado vs. La democracia formal / María del Carmen Camarilla Gómez

— La dialéctica de la revolución en Lenin / Raúl Reyes Camargo

— Trotsky a cien años de la Revolución rusa. La revolución permanente en Marx y Trotsky / Ramón Espinosa Contreras

LA CENTRALIDAD EN EL MUNDO PERIFÉRICO: LA REVOLUCIÓN Y SUS DIÁLOGOS

— Lenin en la Habana: acontecimiento político y acto teórico / Jaime Ortega Reyna

— De la Revolución de octubre a la actualidad de la revolución en América Latina / José Luis Ríos Vera; Gabino Javier Angeles Calderón; Egbert Méndez Serrano

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EL ASALTO AL CIELO ERA POSIBLE La Revolución rusa y nosotros

Gerardo Ambriz Arévalo Jaime Ortega Reyna Jorge Velázquez Delgado (coordinadores)

Primera edición: 20 1 9 Gerardo Ambriz Arévalo, Jaime Ortega Reyna, Jorge Velázquez Delgado (coordinadores) © Editorial Torres Asociados Coras, manzana 1 1 0, lote 4, int. 3, Col. Ajusco Delegación Coyoacán, 04300, México, D.F. Tel/Fax 5 6 1 07 129 y tel. 56 1 87 1 98 [email protected]

©

Esta publicación no puede reproducirse toda o en partes, para fines comerciales, sin la previa autorización escrita del titular de los derechos. ISBN: 978-607-8702-00-8

ÍNDICE

Introducción

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ÁYER Y HOY! PROBLEMATIZACIONES SOBRE EL CENTENARIO

La revolución de 1 9 1 7 a cien años de su gesta. ¿Comunismo democrático? Rafael Andrés Nieto Goller

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1 9 1 7- 1 927: ¿El origen de las "Desviaciones" de la Revolución rusa? Juan Carlos Alemán Márquez

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Lenin octubre, Lenin hoy José María Martinelli Marlu Gpe. Sánchez Luengas

57

E l largo siglo XIX en l a tormenta revolucionaria del corto siglo XX Jorge Velázquez Delgado

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LA POTENCIA DEL ACONTECIMIENTO: CUESTIONES DE TEORÍA Y POLÍTICA

"¡No instruyamos al pueblo ! ¡Incitémoslo a la rebelión!". El anarquismo en la Revolución rusa Alfredo García Galindo

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Revolución y hegemonía en Lenin y Gramsci Gerardo Ambriz Arévalo

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De la comuna al estudio crítico de la comunidad en el pensamiento marxiano Adán Panda Moreno

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A propósito del debate entre Lenin y Kautsky: algunas reflexiones en tomo a la dictadura del proletariado vs. La democracia formal María del Carmen Camarilla Gómez

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La dialéctica de la revolución en Lenin Raúl Reyes Camargo

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Trotsky a cien años de la Revolución rusa. La revolución permanente en Marx y Trotsky Ramón Espinosa Contreras

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LA CENTRALIDAD EN EL MUNDO PERIFÉRICO: LA REVOLUCIÓN Y SUS DIÁLOGOS

Lenin en la Habana: acontecimiento político y acto teórico Jaime Ortega Reyna

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De la Revolución de octubre a la actualidad de la revolución en América Latina José Luis Ríos Vera Gabino Javier Angeles Calderón Egbert Méndez Serrano

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INTRODUCCIÓN

Una vieja anécdota, quizá ficticia, cuenta que de visi­ ta en París, se le preguntó al presidente Mao-Tse-Tung sobre el alcance de la revolución francesa de 1789. "Es muy pronto para saberlo", habría respondido el mítico líder de la revolución popular que conmovió a China. No es de sentido común, pero sostenemos que algo similar sucede con la Revolución rusa: es muy pronto para aqui­ latar con justeza su peso en la historia de la humanidad. Aunque la conmemoración de los 100 años de la revo­ lución socialista no pasó desapercibida, pues suscitó por doquier todo tipo de eventos, foros, mítines, exposicio­ nes, proyección de documentales, lo cierto es que un siglo después, aún hay más preguntas que respuestas sobre su alcance, su significado y, sobre todo, su destino trágico. Desde varios planteamientos y diversas perspecti­ vas, algunas de ellas confrontadas, se asedió aquel acto que, literal y metafóricamente, transformó y conmovió al mundo. Ese acontecimiento, que por primera vez puso en serios aprietos al sistema capitalista, no sólo modificó las coordenadas geo-políticas durante más de 80 años, sino que sembró la semilla de una profunda transforma­ ción cultural, política e ideológica que no se limitó al mundo occidental. Y esto no sólo en el siglo XX, pues actualmente seguimos escuchando el eco del ruido y la furia de lo sucedido en Rusia antes, durante y después de 1917. N o cabe duda de que una forma de afrontar esta problemática remite a la despolitización de la memoria. La Revolución rusa puede ser -y de hecho lo es- estudia­ da desde el mirador imparcial de quien discurre sobre la

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historia sin mayor pasión ni compromiso. Sin embargo, no es esta la única posibilidad, ni tampoco la más justa para un acto de tal envergadura. Una mirada más amplia, politizante y totalizante, da cuenta de que la memoria y la historia pueden converger para entregamos un caudal de posibilidades. En estas páginas señalamos la importancia de la teoría en el acontecimiento político que significó un es­ fuerzo de las voluntades por doblegar las estructuras de dominación y explotación imperantes. Ello en un con­ texto histórico complejo, atravesado, como no puede ser de otra manera, por un conjunto de veredas que transcu­ rren a partir de los elementos teóricos, políticos y socia­ les. La confluencia ideológica encuentra en el triunfo de la Revolución rusa una posibilidad para pensarla a partir de su descalabro en 1989; una oportunidad para repen­ sar los éxitos y los fracasos, pero no con el fin de llorar por estos últimos, sino para rescatar, reformular y reac­ tivar una teoría revolucionaría como la marxista que ha querido sepultarse en los centros académicos desde hace casi tres décadas; para rescatar, reformular y reactivar estrategias de lucha contra la hegemonía capitalista, que parece haber claudicado debido a un constante esfuerzo por despolitizar la memoria. Es cierto que la visión despolitizante de la memo­ ria, una cierta mirada oficial, podríamos señalar, existe. Pero también existen sus contrapartes, siendo dos las más importantes. Por un lado, el revisionismo criminalizante y, por el otro, la memoria de las irrupciones plebeyas en la historia. Ambas se expresan en el espacio de disputa por el sentido y la memoria del comunismo; ambas, po­ litizan en sentidos opuestos el significado de la historia. En gran parte del espacio exsoviético la conmemo­ ración del acto del pasado es visto como una tentativa

7 de crimen y castigo. La visión punitiva del comunismo como un fenómeno criminal es la última fase del antico­ munismo. En países como Alemania, Rumania, Ucrania o Hungría, esto es más patente: la historia revisionista tiene un claro sentido político, una intencionalidad y unas consecuencias muy específicas, entre las que desta­ ca borrar de la historia -esto incluye acabar con lugares físicos y simbólicos- ese periodo donde los subalternos eran el centro de los discursos. Por el otro, el reconocimiento variado de que la Revolución rusa es un capítulo central y excepcional de la historia de los subalternos. Que estos, en sus batallas, lograron conquistas de diverso tipo, moldeando gran parte de la historia y de la cultura de nuestro tiempo. La irrupción plebeya de los subalternos, con su visión del mundo, su concepción del tiempo, sus aspiraciones y deseos, es sin duda el elemento más significativo. Así, la historia de la Revolución rusa no es sólo la de un país lejano, sino aquella que como aconteci­ miento nos permite reactualizar los espacios teóricos y políticos de la emancipación. Aquella que moviliza un conjunto de proposiciones y entramados en el que los nombres de Marx, Lenin, Trotsky y otros, se presentan como una urgencia, no para construir una arqueología, sino como motivos productivos. Dicho lo anterior, en este esfuerzo por pensar y re­ pensar tanto la Revolución rusa, como las tesis de los teó­ ricos que le dieron vida, recopilamos una serie de textos que quedaron conformados en tres ejes temáticos: 1 ) Ayer Y hoy: problematizaciones sobre el centenario; 2) La po­ tencia del acontecimiento: cuestiones de teoría y política; 3) La centralidad en el mundo periférico: la revolución y sus diálogos. Veamos el resumen de los textos.

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En el texto de Rafael Andrés Nieto, titulado "La revolución de 1917 a cien años de su gesta. ¿Comu­ nismo democrático?", se realiza un recorrido por la formación del grupo bolchevique, las contradicciones a lo largo de su historia y la forma en que lograron enca­ bezar, en un momento de crisis, a las distintas fuerzas sociales. Así mismo destaca las persistencias de ciertas nociones, lógicas y símbolos en nuestro tiempo. El texto titulado "1917 - 1927: ¿El origen de las "desviaciones" de la Revolución rusa?", de Juan Carlos Alemán Márquez, consta de tres apartados (" 1 905 1 9 1 7: Antecedentes de la Revolución de octubre", "El breve estruendo del 24/25 de octubre", y "La violenta respuesta de las burguesías rusa y extranjeras: la Gue­ rra Civil, el Comunismo de Guerra y la NEP"), donde se analizan los factores políticos, sociales y económicos que nos ayudarán a entender por qué no se pudo desa­ rrollar el proyecto socialista en la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas. Este análisis es más que necesa­ rio, ya que deja de lanzar la acusación de "desviación" al régimen soviético, y se centra en las razones que, an­ tes y después de la Revolución de octubre, hicieron que tal proyecto tornara los caminos que todos conocernos. Además de esto, el autor propone un estudio de la prime­ ra década de vida de la nación soviética ( 1 9 1 7- 1 927), el cual "podría brindar elementos a los comunistas y socia­ listas mexicanos para reflexionar y orientar sus acciones en la actualidad". En el texto "Lenin octubre, Lenin hoy", de los autores José María Martinelli y Marlu Guadalupe Sán­ chez Luengas, se habla de un urgente rescate de algunas concepciones leninistas que impulsaron la construcción de la Revolución rusa, todo esto con el fin de mostrar y poner al día el pensamiento de Lenin de cara a los retos

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a lo que es posible transformar en las sociedades capi­ talistas actuales. Pero eso no es todo, a este importante y urgente rescate debe añadirse una labor que no es menos importante: sacar a la luz una serie de ideas y categorías de Lenin que fueron quedando sepultadas o convertidas en dogmas a partir de su muerte. La forma de proceder de la autora y el autor de este texto, es precisamente la misma forma que Lenin llevó a cabo con la teoría revolu­ cionaria del marxismo clásico, a saber: evitar que las tesis de Marx se convirtieran en "iconos inofensivos, canoni­ zados", o en objetos de análisis exegético, descuidando su potencial como guía para la acción transformadora. El fil ósofo Jorge Velázquez nos entrega en su ar­ tículo "El largo siglo XIX en la tormenta revolucio­ naria del corto siglo XX" una explicación radical de la dialéctica histórica, sus tensiones y sus contradicciones. Categórico, afirma "Las revoluciones no son el canto de fe en las tinieblas de la historia", buscando con ello afir­ mar que ellas son la respuesta ante la amenaza fascista que se cierne sobre los seres humanos. Imbricando su discusión en el seno de la modernidad, apela a pensar el "largo" siglo XIX abierto por la revolución de 1789 y todas las consecuencias que desató. El autor deslinda la rememoración de la revolución como una fiesta folclóri­ ca y señala, en cambio, el calado profundo de sus conse­ cuencias. Que los ecos de la Marsellesa no se confundan con los de la Internacional, es algo que para el autor no está claro si es un cambio de época o bien un paréntesis en la trama histórica de los pueblos. Por su parte, el texto "¡No instruyamos al pue­ blo! ¡lncitémoslo a la rebelión!" El anarquismo en la Revolución rusa", de Alfredo García Galindo, comien­ za exponiendo la importancia de los anarquistas en las revoluciones previas a las de 1917, así como el relativo y

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olvido de su presencia. A partir de esto, deslinda las dis­ tintas posiciones en el seno del anarquismo: aquellas que querían volver a las formas de producción previas, como las artesanales. También se hace un recuento breve de la influencia de Bakunin y su recorrido por el pensamiento revolucionario. El texto de Gerardo Ambriz, "Revolución y he­ gemonía en Lenin y Gramsci", más que conmemorar una de las revoluciones más importantes del siglo XX, intenta pensar su vigencia en el siglo XXI, y lo hace contrastando el concepto de revolución en Lenin, con el concepto de hegemonía en Gramsci. En la primer parte de este artículo se habla, por un lado, del contexto social y político previo a la Revolución de octubre, mismo que pudo haber sido un factor para que Lenin cambiara de perspectiva sobre la forma en la que devendría el socia­ lismo; y, por el otro, expone algunas ideas de los textos del revolucionario ruso donde se refleja dicho cambio de perspectiva: Las tesis de abril y El estado y la revolu­ ción. Después analiza cómo formula Garmsci el concep­ to de hegemonía, pero sin dejar pasar la interpretación que de él hicieron Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, y con la finalidad de sopesar la vigencia de la lucha revo­ lucionaria de corte marxista para alcanzar él socialismo. Finalmente, el texto cierra con un intento de conciliar las dos posturas tomando en cuenta el estado de cosas actual. En el texto "De la comuna al estudio crítico de la comunidad en el pensamiento marxiano", Adán Pando trata de hacer una contribución a la crítica de la ideología comunalista, y de la noción de comunidad y su universo semántico, basándose en una revisión del pen­ samiento de Engels y Marx expresado en obras como: Manuscritos económico-filosóficos de 1844, La Sagra-

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da Familia, La ideología alemana, Manifiesto del Par­ tido Comunista, El capital, Grundrisse, El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, entre otras. Para alcanzar este objetivo, aborda el problema desde diversos ángulos. Por un lado, haciendo un análisis de lo que se entiende por el valor o ideal comunal que tie­ ne características como la naturalidad, la organicidad y la horizontalidad, características que chocan con las nociones modernas del contractualismo o la noción de homo oeconomicus. Por el otro, estableciendo lo que los revolucionarios alemanes entendieron por comunismo. El contraste entre dichas concepciones (ideal comunal y comunismo) deja la mesa servida o da pistas de cómo pueden responderse las preguntas que el autor mismo formula: ¿Qué contiene en esencia el ideal comunal? ¿Debe ser parte del futuro deseable? ¿Debemos revi­ sarlo? O ¿no será hora de asumir la modernidad y re­ nunciar definitivamente a este ideal? ¿No habrá, en el fondo, una diferencia entre un comunalismo comunista y un compromiso societario socialista? Este conjunto de sugerentes preguntas, así como las posibles respuestas, nos llevan a reflexionar sobre la influencia que tuvo el movimiento populista ruso, y su noción de comunidad, en la Revolución de octubre, influencia que, gracias al estalinismo, fue sepultada junto a la esperanza de una sociedad como la pensaron Engels y Marx. María del Carmen Camarillo Gómez nos ofrece, en su artículo "A propósito del debate entre Lenin y Kautsky: algunas reflexiones en torno a la dictadu­ ra del proletariado vs la democracia formal", un es­ clarecedor análisis de un debate que hubo entre Lenin y Kautsky, mismo que es muy mencionado pero poco comprendido, y lo hace tomando en cuenta dos aconteci­ mientos actuales que tienen que ver con el ejercicio de la

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democracia: las políticas implementadas actualmente en Venezuela por parte de Nicolás Maduro, políticas que, se­ gún sus críticos, coartan las libertades de los opositores; y la solidaridad y el descontento ciudadano tras el sis­ mo del 1 9 de septiembre de 2017, donde las autoridades mexicanas se vieron rebasadas. El artículo consta de tres apartados, en los cuales se analiza la crítica de Lenin al espontaneismo ("Sobre la organización y los revolucio­ narios profesionales"); la ausencia de democracia dentro de la llamada dictadura del proletariado que gobernaba después de la Revolución de octubre ("Kautsky y su idea de la democracia"); las críticas de Lenin a Kautsky por haberse "separado definitivamente del marxismo (de ahí el adjetivo de 'renegado' ), y por mostrar la bancarrota (como diría Rosa Luxemburgo) en la que se encontraba la segunda internacional" ("La respuesta de Lenin"). En su "Dialéctica de la revolución en Lenin", Raúl Reyes Camargo explora las vicisitudes de la dia­ léctica como concepción filosófica y como arma de la revolución en distintas tradiciones. De la mano de Lenin y de Hegel, plantea la pertinencia de dicha concepción para aprehender lo real y captar el devenir de los proce­ sos políticos revolucionarios. Además, los planteamien­ tos de los Cuadernos Filosóficos y la Fenomenología del espíritu le sirven para contrastar con posiciones como las de Althusser y sus discípulos a propósito del lugar y la especificidad de la dialéctica en el corpus marxista. Por su parte, el autor Ramón Espinosa Contreras cumple lo que promete en el título de su texto, es de­ cir hablar sobre "La revolución permanente en Marx y Trotsky", sólo que además de señalar el significado y alcances de esta revolución, muestra algunas de las ideas y experiencias que surgieron mientras se gestaba la Revolución de octubre, más aún, de las ideas y expe-

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riencias que llevaron a Lenin y a Trotski a convertir las revoluciones de 1 905 y de febrero de 1 9 1 7, en la revo­ lución bolchevique. Además de lo señalado, el trabajo cierra con otras consideraciones que no deben olvidar las generaciones que integren las futuras revoluciones permanentes: los crímenes de Stalin. En seguida de este texto tenemos el titulado "Lenin en La Habana", a cargo de Jaime Ortega se pretende entrelazar un diálogo entre la Revolución Cubana y la memoria de la irrupción de las masas en 1 9 1 7. Como en otros casos, los revolucionarios cubanos buscaron alian­ zas con la historia y encontraron en la figura de Lenin un motivo productivo, mediante el cual reactivaron la pers­ pectiva revolucionaria. El autor sugiere que Lenin habitó en La Habana después de 1 9 1 7, pues se convirtió en el referente teórico más importantes de quienes buscaron renovar el marxismo para ponerlo a la altura de la revo­ lución más importante de la segunda mitad del siglo XX. Finalmente, el libro que está en sus manos cierra con un texto titulado "De la Revolución de octubre a la actualidad de la revolución en América Latina", el cual fue elaborado por José Luis Ríos Vera, Gabino Javier Ángeles Calderón y Egbert Méndez Serrano. Ahí, a partir de Lenin y Lukács se destaca el concepto de "actualidad de la revolución" en el contexto de la Rusia Zarista. Ello con la finalidad de destacar su actualidad o efectividad en el marco de la situación contemporánea de América Latina. Los autores trasladan el trato de ope­ raciones signado por la emergencia del imperialismo, a una "tercera" fase de desarrollo de éste, que permitiría justamente entablar las condiciones para una nueva re­ volución. Esta última etapa del imperialismo estaría en­ marcado en el proceso de crisis, de radicalización de la subsunción de la vida al capital y de una manera flexible

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de gestionar e l trabajo. Todo ello para destacar las con­ tradicciones y dilemas de la situación contemporánea de América Latina, atravesada tanto por la crisis como por la actualidad de la revolución. Los trabajos aquí reunidos tienen un proceso de escritura desde tradiciones de pensamiento diversas. Responden a intereses convergentes, pero también se separan en apreciaciones. La Revolución rusa sugiere múltiples diagnósticos y el objetivo del libro es mostrar sus alcances y límites, así como las condiciones de po­ sibilidad de su activación teórica y política en América Latina.

AYER Y HOY: PROBLEMATIZACIONES SOBRE EL CENTENARIO

LA REVOLUCIÓN DE 1 9 17 A CIEN AÑOS DE SU GESTA. ¿COMUNISMO DEMOCRÁTICO? Rafael Andrés Nieto Goller1

INTRODUCCIÓN

De acuerdo al designio del signo de los tiempos, muchos y harto complejos son los cambios acelerados, retos y desafíos que la Revolución rusa, Revolución de octubre o Revolución Bolchevique, ha debido enfrentar en este su Primer Centenario, 1 9 1 7-20 1 7. Evidentemente, el siglo XXI no es el mismo que aquel del siglo XIX, cuando epistolarmente Engels y Marx recordaban una ley tan sencilla y tan indiscutible como aquella donde, la desorganización del ejército y la completa descomposición de la disciplina eran siempre la condición, a la par que el fruto, de toda revolución triun­ fante. Hoy, las cuestiones revolucionarias se cocinan de manera diferente; sobre todo, cuando se trata de enmen­ dar el ego herido de los rusos durante las innumerables épocas de dificultades de la transición postimperial. Así las cosas, a través de la forja de la voluntad de las masas para la insurrección, el grupo de los "minorita­ rios" -bolcheviques- realizaría la tan anhelada y cruenta Revolución de 1917 y, con ella, nacería una esperanza en el mundo entero, conmocionado por la instauración de 1 Doctor en Ciencias Humanas por la Universidad Simón Bolí­ var-M éxico, donde es docente e investigador.

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un socialismo real en la Rusia que, apenas en un abrir y cerrar de ojos, cinco años más tarde, sería rebautiza­ da como la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), la Unión Soviética. Posteriormente, al disolver­ se ésta en 1 99 1 , daría paso a la Federación Rusa. De entonces a la fecha, los epígonos del comunis­ mo han hecho verdaderos malabares tratando de conciliar lo incompatible, el centralismo económico y político de un régimen bolchevique creado por la ideología leninis­ ta, y el concepto de economía de mercado, la democra­ tización de un gobierno constitucional y el reestableci­ miento de la sociedad civil, en la búsqueda de novedosas fórmulas guía para un ejercicio de la autoridad dentro de las fronteras de la República rusa, donde la democrati­ zación condujo no sólo al fin del sistema comunista sino a la autodeterminación y al fraccionamiento del estado imperial, sin que ello haya impedido que Rusia continúe siendo un imperio de inmensas proporciones y potencia global, para convertirse en un estado/nación gobernado de acuerdo con normas democráticas. Menester de la presente contribución es, pues, re­ flexionar sobre lo que en cierta época algunos dieron en llamar la chispa y la aventura de la Revolución de 1917, a cien años de su consumación que, como dijera Reed, ha sido "una de las más maravillosas en que se ha empe­ ñado la humanidad, la que abrió a las masas laboriosas el terreno de la historia e hizo depender todo, en adelante, de sus vastas y naturales aspiraciones".

19 LA REVOLUCIÓN DE 1 91 7 A CIEN AÑOS DE SU GESTA. ¿COMUNISMO DEMOCRÁTICO?

De acuerdo al designio del signo de los tiempos, muchos y harto complejos son los cambios acelerados, retos y desafíos que la Revolución rusa, Revolución de octubre o Revolución Bolchevique, ha debido enfrentar en este su Primer Centenario, 1 9 1 7-20 1 7.2 Evidentemente, el siglo XXP no es el mismo que aquel del siglo XIX, cuando epistolarmente Engels y Marx recordaban, filípicamente, una ley tan sencilla y tan indiscutible como aquella donde, la desorganización del ejército y la completa descomposición de la disci­ plina eran siempre la condición, a la par que el fruto, de toda revolución triunfante. Hoy, las cuestiones revo­ lucionarias se cocinan de manera diferente; sobre todo, cuando se trata de enmendar el ego herido de los rusos, durante las innumerables épocas de dificultades de la transición postimperial.4 Ya que, como asevera Morri­ son, "cada vez es más palpable el hecho de que la po­ lítica soviética -si todavía puede llamársele así- nunca volverá a ser la misma".5 Y ello es así, porque, como reitera Amador:

2 Deutsche Welle. 1 00 años de la Revolución de octubre: Lenin en piedra y acero". En: http://www.dw.com/es/ 1 00-a%C3%B 1 os­ d e - l a - r e v o l u c i %C 3 %B 3 n - d e - octub re - l e n i n - e n - p i e d ra - y ­ acero/g-4 1 284755 (Consultado: 1 1/0911 7). 3 A. C. Zamorano, "Rusia en el primer lustro del siglo XXI", Comercio exterior, Vol. 55, Número 9, septiembre de 2005 , México, pp. 8 1 0-8 1 9. 4 A. Ceballos, Los desafios del marxismo contemporáneo, Méxi­ co, Universidad Veracruzana, 20 1 3 . 5 J. Morrison, Boris Yeltsin. De bolchevique a demócrata, Bogo­ tá, Norma, 1 992, p. 427.

20 [...]a cien años de la toma del Palacio de Invierno de Petrogrado por los bolcheviques, la noche del 24 al 25 de octubre de

1 9 1 7,

se sigue recordando a la Re­

volución rusa, el más importante movimiento social del siglo XX. [...] La institución de esta nueva tem­ poralidad vino dada por la originalidad del aconteci­ miento, que dinamitó la piedra angular del modelo civilizatorio imperante, la propiedad privada, y cons­ truyó el primer Estado obrero de la historia. Seme­ jante Estado emergió en el ámbito de las relaciones internacionales, para trastocar, primero, los planes de las viejas potencias en la Primera Guerra Mundial y para disputarle, después, la hegemonía a la gran superpotencia consolidada tras la segunda, Estados Unidos.6 Así las cosas, a través de la forja de la volun­ tad de las masas para la insurrección, el grupo de los "minoritarios"7 -bolcheviques- realizaría la tan anhe­ lada y cruenta

Revolución de 1917 y, con ella, nacería

una esperanza en el mundo entero,8 conmocionado por la instauración de un 6 J.

socialismo real en la Rusia que, ape-

Amador Tello, "Un fantasma sigue recorriendo el mundo",

Proceso, No. 2 1 38, 221 1 01 1 7 , México, 20 1 7a, pp. 62-63 . 7 Aquí bien vale la pena recordar que, aún siendo pequeñas mi­ norías y precisamente por ello -por su mejor y más rápido margen de maniobra-, histórica y generalmente, estas no han sido sólo más exitosas gracias a sus mejores talentos, tanto estratégico como tácti­ co, a férrea disciplina, a mayor y más rápido poder de toma de deci­ siones -que el consabido burocratismo impide-, a conspiraciones, a maquinaciones, etc. En general, estas minorías representan también una gran visión, una gran idea. Pudiendo ser una idea progresista y positiva, aunque también puede ser reaccionaria y devastadora. 8 H . Martínez Téllez [Editor], "El nacimiento de una utopía. 1 9 1 7-20 1 7. Centenario de la Revolución rusa", Proceso, Edición Especial No. 53, Año 40, 201 7, México.

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nas en un abrir y cerrar de ojos, cinco años más tarde, se­ ría rebautizada como la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), la Unión Soviética. Aunque, como afirma Enrique Semo, "La Unión de Repúblicas nunca fue un imperio, como se dice. Rusia ayudaba a las demás repúblicas y el nivel de salarios era igual en Uzbekistán que en Moscú".9 Posteriormente, al disolverse ésta en 1 99 1 , daría paso a la Federación Rusa. A este respecto, por ejemplo, afirmará Zunzunegui: Nadie hubiera apostado por los bolcheviques en abril, cuando incluso ante la triunfal llegada de Lenin eran minoría; nadie hubiera apostado por ellos en ju­ lio, cuando tomaron las calles y fueron aplacados por el gobierno. Rusia estaba en guerra contra Alemania y contra sí misma.10 De entonces a acá, los epígonos del comunismo han hecho verdaderos malabares tratando de conciliar lo incompatible, el centralismo económico y político de un régimen bolchevique creado por la ideología leninista, y el concepto de economía de mercado, la democrati­ zación de un gobierno constitucional y el reestableci­ miento de la sociedad civil, en la búsqueda de novedosas fórmulas guía para un ejercicio de la autoridad dentro de las fronteras de la República rusa, donde la demo­ cratización condujo no sólo al fin del sistema comunis­ ta sino a la autodeterminación y al fraccionamiento del estado imperial, 11 sin que ello haya impedido que Rusia 9 J. Amador Tello, "Un gran experimento socialista: Emique Semo", Proceso, No. 2 1 38, 22/ 1 0/ 1 7, México, 201 7b, pp. 62-63 . 1 0 J. M Zunzunegui, 1917 traición y revolución, México, Grijal­ bo, 20 1 7, p. 1 60. 11 E. Ávila Carrillo, Noticias de Historia Universal, México, De­ laSa!le, 20 1 1 , pp. 1 67-1 72.

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continúe siendo un imperio de inmensas proporciones potencia global, para convertirse en un estado/nación gobernado de acuerdo con normas democráticas. Menester de la presente contribución es, pues, re­ flexionar sobre lo que en cierta época algunos dieron en llamar la chispa y la aventura de la Revolución de 1917, a cien años de su consumación que, como dijera Reed, ha sido "una de las más maravillosas en que se ha empe­ ñado la humanidad, la que abrió a las masas laboriosas el terreno de la historia e hizo depender todo, en adelante, de sus vastas y naturales aspiraciones". 12

y

PROLEGÓMENOS

Todos los sucesos acaecidos durante el año de 1 9 1 7 res­ ponden a la problemática de riqueza, pobreza y privi­ legios que tanto afligen a las sociedades, como la rusa, que dieron fin al régimen de monarquía absoluta 1 3 de tres siglos 1 4 y al derrocamiento zarista, 15 y que conforman lo que ha dado en llamarse la Revolución rusa o Revolu­ ción bolchevique. Ahora bien, mientras algunos la sitúan como la Revolución de octubre, otros afirman que ini­ ció en febrero. El hecho es que desde inicios del año, el populismo, el anarquismo y el comunismo se entre­ mezclaron bajo la égida de la huelga general masiva y la acción directa, toda vez que una década antes, había sido 12 J . Reed. Diez días que estremecieron al mundo, Instituto cuba­ no del libro, 2008. En: http://www.cronicon.net/paginas/Documen­ tos/paq2/No.22.pdf (Consultado: 23/0611 7). 13 S. Sebag Montefiore, La corte del zar rojo, Barcelona, Crítica, 201 7c. 14 S. Sebag Montefiore. Los Románov. 1613-1918, Barcelona, Crítica, 20 1 7b. 15 H. Rappaport, Las hermanas Romanov, México Taurus, 20 1 5 .

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aprobada una resolución que preveía, en caso de estallar la guerra, la lucha del proletariado intemacional 16 para detenerla o transformarla en una revolución.17 Siendo ello así, a principios del siglo XX emerge en el movimiento obrero una corriente, el bolchevismo -que aún siendo minoritario, remontará hasta la cabeza­ que a través del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso se remitiría abiertamente al comunismo y a la revolución, y que propuso transformar la guerra en guerra civil. 18 Será mediante los Soviets 1 9 -organismos entre sindicales y políticos-, nacidos durante la revolución de 1 905, don­ de se representen los intereses de las masas de obreros, soldados y ciudadanos, a través de la democracia direc­ ta. De esta manera, cuando en febrero de 1 9 1 7 inicia la revolución20 Vladimir Ilich Ulianov (Lenin),2 1 quien ha­ bía fraguado la revolución durante 30 años22 -a raíz del ajusticiamiento de su hermano mayor Alejandro, por el atentado hacia Alejandro III-, se apresta a regresar de su autoexilio de 1 7 años y por varios países europeos, a Rusia -en abril del mismo año-, logrando imponer al 16

1 969.

G. Lukacs, Historia y conciencia de clase, México, Grijalbo,

17 M. Flores y J. de Andrés, Atlas ilustrado del comunismo, Ma­ drid, Susaeta, 2003. 18 F. Konstantinov, A. Bogomolov, G. Gak, G. Gleserman, V. Ke­ lle, P. Kopnin, l. Kutznetsov, S. Meliujin, J. Momdzhian, T. Oizer­ man, V. Zemionov, A. Spirkin, M. Rosental, M. Rutkevich, A. Shis­ hkin y D. Chesnokov, Fundamentos dejilosofia marxista-leninista, Moscú, Progreso, 1 979. 19 Daniel Kent. Los soviets y Mahatma India, Nexos, No. 478, Año 40, Vol. XXXIX, 20 1 7, pp. 60-62. 20 J . V. Stalin. Losfundamentos de/ leninismo, Ediciones en Len­ guas Extranjeras, República Popular China, 1 973. 21 N. Lenin, Dos tácticas de la social democracia en la revolu­ ción democrática, Moscú, Progreso, 1 979. 22 L. Trotsky, Eljoven Lenin, FCE, México, 1 972.

24

partido con las Cartas desde lejos y las Tesis de abril, la estratagema revolucionaria que conduciría a la vic­ toria en el mes de octubre. Así, el 25 de octubre sería el día en que el Partido Bolchevique tome el poder, bajo un radicalismo acuciante, y en medio de una rijosa y sangrienta revolución con tintes anarquistas y de corte esencialmente campesina. De esta manera, Rusia se con­ vertiría en el primer estado socialista del mundo y don­ de el proceso político interno se caracterizaría por una progresiva centralización de las decisiones en la cúpula bolchevique, sofocando cualquier disidencia.23 Por ende, de 1 9 1 8 a 1 92 1 Rusia se envolvería en una cruenta y sangrienta guerra civil, de donde emergerían victoriosos los revolucionarios rojos formados por Trotsky24 -ahora "comunistas"-25 por sobre los socialistas. Y, mientras al­ gunos aprovecharon la guerra civil para autoproclamar o mantener su independencia -Finlandia, Letonia, Esto­ nia, Lituania-, el gran mosaico de pueblos y culturas dis­ tintas se reintegró al nuevo Estado de estructura federal, la URS S (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas).26 Por otro lado, atendiendo los reclamos de la Pri­ mera Guerra Mundial, Lenin y su grupo firmarían con Alemania la paz de Brest-Litovsk, con la que cederían 23

N. Rutych,

El Partido Comunista Ruso en el Poder

1917-

1960, México, Jus, 1 96 1 .

24 A. Blanchard, S . B loch y F. Mizio, Enciclopedia de rebeldes, insumisos y demás revolucionarios, México, Novelty Corp, 20 1 0,

pp. 76-79. 25 S. L. Taylor, 50 teorías políticas apasionantes y significativas, B arcelona, Blume, 20 1 7. 26 L. Trotsky, Historia de la Revolución rusa. Tomos I y II. [Versión digitalizada] . Marxists Internet Archive, 20 1 0. En: http:// www. marxistsfr. org/espanolltrotsky1 1 93 2/histrev/tomo 1 /index.htm y https ://www.marxists.org/espanol/trotsky1 1 93 2/histrev/tomo2/in­ dex.htm (Consultado: 2 1 /09/ 1 7).

25

los estados bálticos y a Polonia, así como el reconoci­ miento de Finlandia y Ucrania como estados indepen­ dientes. Con la muerte de Lenin en 1 924 y la subida al poder de Stalin27 -el secretario general del Partido Co­ munista de la Unión Soviética (PCUS)-, comenzarían las purgas intemas28 y los planes quinquenales, concen­ trando todos los esfuerzos en la industria pesada y olvi­ dando o desdeñando, por completo, la promoción de la utopía revolucionaria mundial, en aras del "socialismo en un solo país". Se fomentó el culto a la personalidad de Stalin y la concentración del poder en las manos de la burocracia de la Nomenclatura. Con Lenin es la verdadera Revolución rusa que duró sólo 1 O años, entre 1 9 1 7 y 1 927, y bajo Stalin es la contrarrevolución que destruye a la primera y crea una Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) que era sólo un potente capitalismo de Esta­ do ruso. Y lo que se llamó socialismo real, que sí fra­ casó, pero fracasó por asumir que era posible crear el comunismo sólo a escala nacional y no universal, lo que contradecía lo planteado por Carlos Marx y también por Lenin.29 Así, el Estado asumió las funciones del empresa­ riada privado en las economías de mercado, mediante la planificación estatal, convirtiéndose en la tercera po­ tencia mundial, después de Estados Unidos y Alemania. Desarrollo industrial acelerado que trajo consigo grandes R. Lourie, Stalin. La novela, B arcelona, Planeta, 200 l . Dostoievski, Memorias de la casa muerta, México, Editores Mexicanos Unidos, 20 1 5 . 29 J. A Tello, "La Revolución rusa, modelo a imitar: Aguirre Ro­ jas", Proceso, No. 2 1 38, 22/ 1 0/ 1 7, México, 20 1 7c, pp. 60-62. 27

28 F.

26

penalidades para el pueblo ruso, con deportaciones ma­ sivas de millones de personas a los Gulags,30 así como la sistemática liquidación de toda forma de oposición tanto dentro del país como al interior del propio partido.31 Y no sólo eso sino que, años más tarde, el brazo ejecutor sta­ linista alcanzaría al propio Trotsky en nuestro país -Mé­ xico-,32 a quien se consideraba el mismísimo diablo.33 Más tarde, tras el estallido de la Segunda Gue­ rra Mundial ( 1 939),34 Hitler declara la guerra a la URSS ( 1 94 1 ) 35 A pesar de la muerte de más de 20 millones de rusos y cuantiosas pérdidas materiales,36 junto con los Estados Unidos y Gran Bretaña, la URSS logra vencer a los nazis37 y convertirse, con Estados Unidos, en las dos grandes potencias hegemónicas mundiales, confirmando el señalamiento de Tocqueville en tomo a que esos dos .

30 A. Soljenitsin, Archipiélago Gulag. 1918-1956, Barcelona, Plaza y Janés, 1 974. 31 R. Sullivan, La hija de Stalin, México, Debate, 20 1 7. 32 J. P. Davidson, El asesino obediente. Ramón Mercader y la muerte de Trotsky, México, Plaza y Janés, 20 1 6 . 33 Rius. El diablo se llama Trotsky, México, DeBolsillo, 20 1 0. 34 F. Colmen y L. Felipe Brice, "Lucha de titanes. El frente Oriental ( 1 94 1 - 1 945). Hacia la Segunda Guerra Mundial", Muy in­ teresante Historia, 1 9/09/ 1 6, Año I, No. 9, 201 6a, pp. 56-59. Véase también, de los mismos autores: "Lucha de titanes. El frente Oriental ( 1 94 1 - 1 945). Estalla la guerra" Muy interesante Historia, 1 9/09/ 1 6, Año I, No. 9, 201 6b, pp. 60-63 ; "Lucha de titanes. El frente Oriental ( 1 94 1 - 1 945). Rusia no cae", Muy interesante Historia, 1 9/09/ 1 6, Año I, No. 9, 20 1 6c, pp. 64-67; "Lucha de titanes. El frente Oriental ( 1 94 1 - 1 945). La derrota del Tercer Reich", Muy interesante Histo­ ria, 1 9/09/1 6, Año I, No. 9, 20 1 6d, pp. 68-7 1 . 35 Muy interesante Historia. "El desfile de los nazis en Moscú", 1 9/09/1 6, Año I, No. 9, 20 1 6b, p. 96. 36 Muy interesante Historia. "Huellas imborrables", 1 9/09/1 6, Año I, No. 9, 201 6a, pp. 94-95. 37 F. Colmen, "Guerra en Europa: último acto", Muy interesante Historia, 1 9/09/ 1 6, Año, No. 9, 20 1 6, pp. 88-93.

27

países estaban destinados por la voluntad del cielo a re­ gir el sino de la mitad del globo terráqueo. De esta forma, a partir de 1 948, los países del este de Europa liberados por las tropas rusas, instauraron progresivamente regímenes comunistas bajo la doble presión de los tanques soviéticos y los partidos comunis­ tas autóctonos. Sólo en Yugoslavia y Albania la libera­ ción fue producto de movimientos guerrilleros propios. Así, Alemania Democrática (RDA), Polonia, Rumania, Checoslovaquia, Albania, Hungría, Bulgaria, Yugosla­ via, imitarían la organización política y económica de la URSS. De igual manera, un año más tarde, en 1 949, cuando los chinos se hacen del poder, extenderán demo­ gráfica y geográficamente el mundo comunista. Cabe mencionar, también, que entre los países comunistas se organizó un pacto militar de ayuda mutua y de defensa llamado Pacto de Varsovia, así como la creación de un tipo de Mercado Común denominado COMECON. Todo ello dio motivo para que, entre 1 948 y 1 985, el mundo se tomase bipolar, es decir, se enfrentaran co­ munismo y capitalismo en lo que dio por llamarse la Guerra Fría, dado que no se produjo conflicto armado directo entre las dos superpotencias. Aún así, los enfren­ tamientos belicosos y políticos entre ambas tendencias fueron explotados de manera triunfalista por la industria cinematográfica estadounidense, donde destacan las sa­ gas de Rocky, Rambo y diversidad de películas castren­ ses, los torneos de ajedrez, entre otros, al extenderse el comunismo por otros países del mundo: Corea del Nor­ te, Indochina, Cuba, Angola, Mozambique, Afganistán. Pero no todo fue miel sobre hojuelas para el co­ muni smo. Diversas crisis, como las de Berlín ( 1 953), Hungría ( 1 956), Checoslovaquia ( 1 968), Polonia ( 1 980), etc ., demostraban que el comunismo era incapaz de sa-

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tisfacer las necesidades económicas, políticas, culturales y sociales de las diversas poblaciones donde anidaba. 38

EL CAMBIO Y LA RENOVACIÓN

Tras dieciséis años en el poder, en 1 982, fallece Leonid Bresnev y, con él, la época de "estancamiento". Para que luego Yuri Andrepov, y posteriormente Konstantin Cher­ nenko fueron sus aciagos y ancianos sucesores. Sin em­ bargo, en 1 985, los renovadores se impusieron y eligieron a Mijail Gorbachov, quincuagenario de ideas novedosas y modernas como la Perestroika -reestructuración eco­ nómica a nivel de las más avanzadas de Occidente- y la Glasnot -la liberalización del sistema político, la trans­ parencia y la rendición de cuentas-, sin renunciar al so­ cialismo. Se entablaron acuerdos de desarme con EU y se abandonó la excursión expansiva sobre Afganistán. A pesar de estas medidas, Gorbachov se vio impedido a remontar el deterioro económico y de fraccionamiento nacionalista -algunas de las cuales fueron violentamente reprimidas-. Razón por la cual, en 1 990, Boris Yeltsin39 es electo como el primer presidente de Rusia -la mayor de las Repúblicas federales en la URSS- eri elecciones libres y populares, encamando el populismo democrático ruso, mientras que un año más tarde, Gorbachov padece un intento fallido de golpe de estado que desembocará en la disolución de la antigua Unión Soviética. En tér­ minos de globalización, hoy en día se puede afirmar que el comunismo no había conseguido ni superar al capita-

38 Traductores Diorki. (Coord. Edit.) Nueva Enciclopedia Temá­ tica Planeta: Historia. Barcelona, Planeta, pp. 257-266. 39 J. Morrison, Boris Yeltsin. De bolchevique a demócrata, Bo­ gotá, Norma, 1 992.

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lismo en lo meramente económico ni crear una sociedad feliz, igualitaria y sin tensiones. Así pues, el balance era negativo y, por tanto, el futuro incierto. A pesar de ello, a partir de la caída de la URSS y ya en pleno siglo XXI, Rusia tomará el difícil y sinuoso camino democrático y de las economías de mercado bajo el mando de Vladimir Putin,40 sin abandonar el comu­ nismo. Labor digna de un moderno Sísifo, al enfrentar los retos de la occidentalización soviética y los grandes escándalos, como la recuperación de la península de Crimea, el renacimiento de la religiosidad ortodoxa, la irrupción de grupos diversos al estilo de Pussy Riot4 1 y de comunidades lésbico-gay, la revelación de los Pana­ má Papers,42 el asilo al "mensajero" Edward Snowden, etc.; todo ello, bajo la consigna de que el principio bási­ co de la Federación Rusa es la lealtad obligatoria. pALABRAS FINALES

A un siglo de la Revolución rusa y a 26 años de la caída de la URSS, un territorio minúsculo del Este de Europa Pons, Vladimir Putin, México, El Ateneo, 2017. Huj]Post. (20 1 6). "Detienen en Rusia a dos activistas de Pus­ sy Riot por una protesta no autorizada". Agencia EFE. 07/08/1 7. 4° F. 41

En: http://www.huffingtonpost.es/20 1 7/08/07/detienen-en-rusia-a­ dos- activistas-de-pussy-riot-por-una-protest_a_23 069 1 23/?utm_ hp_ref=es-vladimir-putin. Véase, también, https://es.wikipedia.org/ wiki/Pussy_Riot (Consultado: 1 0/08/1 7). 4 2 R. Quezada, "Panamá Papers: paraísos fiscales de ricos y po­ derosos", Miled, 1 0- 1 6/04/1 6, Año 4, No. 222, México, pp. 8-1 1 . *-HufJPost. (20 1 6). "Detienen en Rusia a dos activistas de Pussy Riot por una protesta no autorizada". Agencia EFE. 07/08/ 1 7. En: http ://www.huffingtonpost.es/20 1 7/08/07/detienen-en-rusia-a-dos­ activistas -de-pussy-riot-por-una-prote st_a_23069 1 23/?utm_hp_ ref==es-vladimir-putin (Consultado: 1 0/08/1 7).

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Transnistria-43 se presenta al mundo como un parque te­ mático marxista-leninista, que se separó por las armas de Moldavia. Tiene bandera y moneda propias, pero es un país fantasma que no reconoce ni Moscú . . . de momento. La esperanza de los transnistrios -una república zombie, no reconocida por nadie, sin embajadas de ningún país ni moneda o pasaporte válidos- es que Putin vuelva sus as­ tutos ojos a esa pequeña nación sin Estado, que en 2006, en un referéndum no reconocido por Moldavia ni por la comunidad internacional, aprobó la anexión a Rusia con un aplastante 94.2 por ciento de los votos. Quizá la con­ memoración este año del centenario de la Revolución de octubre (que se celebra en noviembre, porque en 1 9 1 7 e l imperio de los zares aún se regía por el calendario juliano) el audaz presidente ruso se decida a convertir a Transnistria en su próxima Crimea.44 Hoy, a cien años de la Revolución, pese a su inne­ gable trascendencia y gran influjo en el siglo XX, incluso sobre el más recalcitrante y depredador de los capitalis­ mos, Rusia continúa siendo una superpotencia mundial. Por otro lado, países como Venezuela y Bolivia aún con­ tinúan introduciendo algunos de los preceptos fundan­ tes de la utopía leninista, aunque matizados. Rusia aún enfrenta retos de amplio calado. 45 Como en ·la antigua Unión Soviética, con énfasis en el Azerbaiyán de Garri Kasparov,46 se prepara para ser sede de la Copa Mundial

43 F. Ruiz, "Bienvenidos a la República Soviética zombie de

Transnistria", La Crónica, 0 1 /07/1 7, México, 2017, p. 23. 44 P. Bonet, "Crimea, la obsesión de Putin", El País Semanal, 26/0611 6, México, 20 1 6, pp. 42-5 1 . 45 E . Gómez Carrillo, La Rusia actual, México, Almadía-Secre­ taría de Cultura, 201 6. 46 M. Margarido y M. Alves, Garri Kasparov, Barcelona, Bada­ lona, 20 1 3 .

31

en el 20 1 8, bajo el tablero del ajedrez político globa1.47 Y, aunque en la Rusia actual de Putin no hay los grandes festejos y conmemoraciones oficiales, la Revolución de octubre es y continuará siendo una historia viva bajo el signo de los tiempos modernos.

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34

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1 917 - 1 927:

¿EL ORIGEN DE LAS "DESVIACIONES" DE LA REVOLUCIÓN RUSA? Juan Carlos Alemán Márquez1

INTRODUCCIÓN

Muchos y muchas analistas políticos, económicos y so­ ciales, tanto de Derecha como de Izquierda han señalado "desviaciones" en la construcción del socialismo en la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas; sin embar­ go, es necesario conocer los factores políticos, sociales y económicos que estuvieron presentes, tanto antes de la Revolución de octubre como después, para comprender las causas de los caminos o "desviaciones" tomados por el naciente régimen soviético. En este sentido, el análi­ sis de la primera década de vida de la nación soviética, 1 9 1 7-1 927, podría brindar elementos a los comunistas y socialistas mexicanos para reflexionar y orientar sus acciones en la actualidad. Los Soviets, formados desde 1 905, jugaron un im­ portante rol en la formación política y organizativa de sus integrantes, aunque también otro factor importante a considerar fue la división que se gestaba en la clase dominante: la aristocracia zarista empezaba a ser un obs­ táculo para el desarrollo de la burguesía rusa. La acción de los soviets, como una expresión de un poder dual, dentro del sistema capitalista ruso, contri1 Colegio de Ciencias llNAM.

y

Humanidades, Plantel Azcapotzalco,

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huyó a la Revolución de octubre, entendida corno cam­ bio radical en la forma de gobernar y de conceptuar a la sociedad, aunque NO haya sido violenta ni prolongada, sino más bien rápida y poco agitada. La que SÍ fue violenta y prolongada fue la poste­ rior respuesta de las burguesías rusa y de otros países al triunfo bolchevique, pues con la intervención de más de diez naciones, generaron una cruenta guerra civil con­ tra el gobierno comunista de 1 9 1 7 a 1 922, orillándolo a aplicar el llamado Comunismo de Guerra. En este periodo acontecieron importantes expe­ riencias corno la acontecida en Kronstadt, que registró una de las primeras "rebeliones" de obreros y marineros; la rebeldía campesina de Tarnbov; la aplicación del Co­ munismo de Guerra y de la NEP (Nueva Política Econó­ mica), que originó a los "Neprnany" (los hombres de la NEP); y el desplazamiento de comunistas participantes de la insurgencia de Octubre, tanto de la esfera política corno de la esfera cultural, por ejemplo los escritores de izquierda comunista. La mezcla de todo eso, y no sólo meras decisiones personales, influyó, en gran medida, en el camino a seguir por la naciente nación, convirtiéndose en política de Es­ tado soviética y, en consecuencia, también en los países socialistas y partidos comunistas del mundo apegados al Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), inclui­ do el Partido Comunista Mexicano (PCM, 1 9 1 9- 1 98 1 ) .

1 905- 1 9 17: ANTECEDENTES DE LA REVOLUCIÓN DE OCTUBRE

Hacia 1 905, la aristocracia zarista ya podría considerarse corno un obstáculo para la clase dominante en su con-

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junto, pues el poder político se inclinaba solamente ha­ cia un sector de dicha clase, el de la aristocracia basada en la economía tradicional. Urgía modernizar al Imperio Ruso si se pretendía conservar el poder como clase y la burguesía rusa demandaba mayor espacio2, acorde a su creciente participación económica. En ese año se vivieron la sublevación de los ma­ rinos de los acorazados Potemkin y Ochiakov, las rebe­ liones en Kronstant y en Krasnaya Presnya de Moscú, el Domingo Sangriento y la constitución de los Soviets de Petrogrado y Moscú con su rápida reproducción en varias ciudades provinciales que coadyuvaron en la edu­ cación política de obreros y campesinos, logrando que ambos perdieran el respeto, impuesto por la violencia fí­ sica y económica, hacia la autocracia, pues "aprendieron a medirse con sus opresores. Modificación psicológica de una importancia inapreciable"3• Esta modificación psicológica era imprescindible y fundamental para generar confianza, seguridad y con­ vicción respecto a la lucha que emprenderían contra el Estado zarista/burgués. A ello mismo contribuiría la dis­ ciplina propia de los trabajadores, formada y ejercida en sus extenuantes horarios laborales que permitió que los soviets derivaran en un poder alternativo, dual, capaz de disputar la hegemonía a la clase dominante, ejercida a través de la Duma y desde el Palacio de Invierno. Los soviets contaban con mayor presencia men­ chevique y Socialista Revolucionaria (eserista) en sus direcciones, pero las bases podían influir en la elección

2 La rebelión liberal de los Decembristas en 1 825 podría ser con­ siderada como un primer aviso. 3 V. Serge, El año I de la Revolución rusa, México, Siglo XXI, 1 967, p. 32.

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de los diputados obreros y, por consiguiente, en la orien­ tación política seguida por tales soviets. El zar Nicolás II se vio orillado a disolver la Duma Estatal en 1 906 y a proponer una nueva ley electoral para abrir el acceso a la Duma a nuevas fuerzas, pero esto fue insuficiente para contener la efervescencia política y social rusa, a lo cual se sumaría la declaratoria de gue­ rra alemana y el ingreso a la I Guerra Mundial, acción altamente valorada por la burguesía rusa, más que por la aristocracia reinante, debido a que era una forma formi­ dable de desplazar al zarismo y de presionar por refor­ mas modernizadoras favorables a dicha burguesía. Ya para 1 9 1 6 la incapacidad del zarismo para con­ trolar la situación es evidente, la inflación amenazaba con desbocarse, el poder adquisitivo y la producción disminuían gradualmente, se ponía en riesgo el adecua­ do aprovisionamiento de pan y combustible, por lo cual varios partidos políticos reconocen que el sistema de go­ bierno vigente (zarista) debe dar paso a formas nuevas (sin salirse del capitalismo, por supuesto), e incluso el zar es acusado en la Duma, por Pavel Miliukov, de ne­ gociaciones con Alemania, en un momento que en el Im­ perio ruso predomina un sentimiento adverso hacia los alemanes (la misma zarina era de orígenes · alemanes), por lo que en marzo de 1 9 1 7, el zar presenta su renuncia a favor de Mijail Alexandrovich4• Un mes antes, el Día de la Mujer puede conside­ rarse como el inicio la Revolución de Febrero, justamen­ te con una marcha de mujeres de la industria textil en Petrogrado que protestaban por el descenso del poder adquisitivo, uniéndoseles otros trabajadores en huelga y soldados desempleados. Los días 24 y 25 salieron a 4 V. Emau,

222.

Nacido en la URSS, Madrid, Akal,

20 1 0, pp. 22 1 -

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protestar a la calle casi 250 mil huelguistas, pero el día 26 fueron masacrados miles de ellos por el Regimiento Pavlovski al mando del general Kabalov, sin embargo, el día 27 dicho regimiento se rebeló y pasó al lado de los huelguistas insurgentes, que tomaron la ciudad, el 28 sucumbió la Duma y fueron arrestados la mayoría de los ministros. Como la legalidad zarista no avalaba la sesión de poder zarista, se crea un gobierno provisional, encabeza­ do por el príncipe Lvoff, apoyado por el KD T (Partido Constitucionalista Demócrata), pero dura solo dos meses y es relevado por Kerenski, un integrante del Partido So­ cialista Revolucionario muy popular en esos momentos, pero no logra enfrentar la efervescencia política y recu­ rre a la represión de los crecientes movimientos de huel­ ga5 y de protesta. Lenin y Zinoviev son perseguidos y Trotsky es encarcelado, los tres acusados de ser agentes financiados por Alemania. Con esto vemos que, en ese momento histórico, pareciera ser un argumento favorito el acusar de pro alemanes a los que había que denostar, justamente cuando la burguesía alemana se estaba impo­ niendo sobre la burguesía rusa. No parece ser casual esta coincidencia y, más bien, es un ejemplo de los niveles que ha tomado la lucha ideológica en diversos ámbitos, siendo uno de ellos la prensa6• Sin embargo, el gobierno de Kerensky se hallaba atado de manos ante la burguesía rusa, por lo que no 5 Una recreación fílmica de la represión a movimientos de huel­ ga puede verse en La Huelga (Eisenstein, 1 924), cfr. Tribuna Comu­ nista núm. 234, mayo 6, 20 1 7, pp. 6 1 - 63 . 6 La campaña de calumnias contra los bolcheviques, iniciada en la primavera de 1 9 1 7, adquirió un carácter más amplio y metódico. La prensa burguesa comenzó a alborotar acerca de una "traición", Y a propagar viles calumnias dirigidas contra el partido proletario", Historia de la URSS, Academia de Ciencias, pág. 20.

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podía tomar acciones radicales para enfrentar la crisis económica, pero tampoco podía instrumentar acciones abiertamente a favor de dicha clase, por lo que esta pro­ mueve un golpe de estado a cargo del general Komílov, que no logra triunfar. La participación de los cosacos en esas acciones trajo a la superficie el elemento de las nacionalidades subyugadas por el imperio zarista que, también, demandaban ser tomadas en cuenta en la con­ formación del nuevo panorama ruso. Otro elemento en la lucha por el poder político e ideológico, derivado de la lucha por el poder económi­ co, explicita su participación: "En mayo llegó a Rusia la misión especial norteamericana de Root, con la que el Gobierno concluyó un acuerdo acerca de un gran em­ préstito para la adquisición de armas y pertrechos. El ca­ pital norteamericano penetraba cada vez más hondo en la economía de Rusia"7 En tanto, los socialdemócratas, especialmente los bolcheviques, mantuvieron una intensa actividad a partir de 1 905, pues crean los periódicos Vperiod (Adelante. 1 905) y Pravda ( 1 9 1 2), realizan el III Congreso del Par­ tido Obrero Social Demócrata Ruso bolchevique (POS­ DRb. Londres, 1 906) y el IV Congreso (Praga, 1 9 1 2) e incrementan su vínculo con las bases trabajadoras (lo cual parece haber sido olvidado por muchas organiza­ ciones socialistas y comunistas existentes en las dos pri­ meras décadas del siglo XXI). Es importante recordar que Lenin reconoció lo va­ lioso de las diferentes formas de lucha (entendidas ahora como electoral, parlamentaria, guerrilla, sindical, diplo­ mática, institucional, ideológica, armada, etc.) incluidas aquellas que podían ser creadas durante el proceso o las 7 Instituto de Historia, torial Progreso, pág. 1 3 .

Compendio de historia de la URSS, Edi­

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aún no conocidas, pues dependería de las condiciones concretas en que se desarrollaran, convirtiéndose esta declaración en un legado para los revolucionarios de otras regiones o tiempos.

EL BREVE ESTRUENDO DEL 24/25 DE OCTUBRE

A principios de octubre, el Comité Central del POSDRb, en reunión clandestina, acuerda por mayoría impulsar la insurrección armada de forma inmediata, pues la in­ tuición política de Lenin lo hacía prever que los men­ cheviques y los socialistas revolucionarios, en cualquier momento, podrían volver a ser mayoría en la dirección de los soviets, que por ahora tenían los bolcheviques, y cancelarían esa opción revolucionaria, o bien, que la burguesía rusa podría verse tentada a apoyar otra inten­ tona golpista semejante a la de Komílov. El tiempo apremiaba ante la enorme volatilidad y movilidad de la vida política rusa y Lenin lo veía cla­ ramente, de ahí su postura firme de aprovechar esa co­ yuntura que, difícilmente volvería a presentarse. Ahora que los bolcheviques eran mayoría, volvió a enarbolar la consigna de Todo el Poder a los Soviets y logró vencer otro obstáculo, de carácter ideológico: "el dogma mar­ xista de las condiciones maduras para la revolución, se­ gún el cual, Rusia, en su actual nivel de desarrollo, no estaba preparada, y una iniciativa de revolución proleta­ ria, al ser prematura, podría resultar desastrosa".8 Finalmente, fij aron, a propuesta de Trotsky, el 2 4/25 de octubre para esa acción, pues coincidiría con el JJ Congreso de los Soviets y le daría legitimidad al ser 8 M. Milosevich, Breve Historia de la Revolución rusa, Barcelo­ na, Galaxia Gutenberg, 20 1 7, p. 95 .

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avalada por dicho congreso, pues sin este aval, la insu­ rrección podría ser tomada como un golpe de Estado. En el Comité Central que votó se encontraban, entre otros, Lenin, Trotsky, Lunacharski, Stalin, Zinóviev y Kamé­ nev, siendo estos dos los únicos que se pronunciaron en contra. La dualidad de poderes entre la Duma y los So­ viets favoreció a estos, que impulsaron no solo la caída del zarismo, sino también la caída de la burguesía rusa, pues con Trotsky como presidente del Soviet de Petra­ grado, los bolcheviques controlaron diversas oficinas de servicios públicos (luz, telecomunicaciones, transportes, bancos, etc.) favoreciendo que la toma y cambio del po­ der el 25 de octubre (7 de noviembre en el nuevo calen­ dario) no fuera sangrienta ni prolongada9• Tanta era la volatilidad política, social y revolu­ cionaria existente que Kerensky, la burguesía rusa y la aristocracia zarista tardaron en darse cuenta de que los bolcheviques habían tomado el poder en una sola no­ che/madrugada. Acerca de esto, Trotsky lo expresa de la siguiente manera: "Por la mañana me lanzo sobre la prensa burguesa y la conciliadora. Ni una palabra acer­ ca del alzamiento, ya iniciado. Los periódicos se habían hartado de clamar tanto y tan furiosamente acerca del alzamiento armado que se avecinaba, acerca de los sa­ queos, los arroyos de sangre que corrían, las violencias, etc. que no se dieron cuenta siquiera de que el alzamien­ to había empezado ya . . . los destacamentos de soldados, marineros e individuos de la Guardia roj a, ejecutando las 9 Dos películas producidas durante el gobierno de Stalin contri­ buyeron a crear la idea de que la toma del Palacio de Invierno fue una gesta masiva y violenta: Octubre (Eisenstein, 1 927) y Lenin en octubre (Romm, 1 93 7), cfr. Tribuna Comunista núm. 236, mayo 20, 20 1 7, pág. 7 1 .

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órdenes que recibían del Smolny, sin caos, sin lucha en las calles, casi sin disparar un tiro, sin derramamiento de sangre, iban ocupando un edificio público tras otro"1 0 • Uno de los primeros problemas que habría de en­ frentar el naciente gobierno era el de la creación de insti­ tuciones adecuadas al nuevo tipo de gobierno y de Modo de Producción que aspiraban construir. Una institución creada por los bolcheviques para coordinar las acciones de la insurrección, lo fue el Comité Militar Revolucio­ nario, pasó a ser de las más importantes para apuntalar al naciente estado soviético. Otras instituciones pun­ tales fueron el Consejo de los Comisarios del Pueblo (Sovnarkom), creada el 26 de octubre a propuesta de Trotsky, que tenía como presidente a Lenin, la Comisión General Estatal de Planificación (Gosplan), el Consejo Supremo de Economía Nacional (Vesenka) y el Servicio de Seguridad (Vcheka), y el Ejército Rojo. No olvidemos que es, verdaderamente, una lucha de vida o muerte, que la burguesía y la aristocracia siem­ pre responden con implacable violencia a quién osa po­ ner en tela de juicio su dominio como clase dominante y los bolcheviques no confiaron cándidamente a que acep­ taran un cambio pacífico de poder, sino que previeron la feroz respuesta que orquestarían esos sectores dominan­ tes desplazados. A sólo un mes de tomado el poder, Sovnarkom emite el primer decreto expropiatorio al nacionalizar una fábrica, en enero de 1 9 1 8 se organiza al Ejército Rojo Y se decreta la separación de la Iglesia y el Estado y en marzo se firma el Tratado de Brest - Litovsk con Alema­ nia, lo cual le cuesta a Rusia una pérdida territorial, sin

10 L. Trotsky, "Mi Vida", reseña en 2 37, mayo 27, 20 1 7, pp. 60 - 6 1 .

Tribuna Comunista núm.

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embargo la supervivencia como país y como Estado así lo ameritaba, momentáneamente. Por esta razón, la disciplina requerida para con­ quistar el Poder también fue requerida para mantenerlo, ya que estaban ante un serio esfuerzo por cambiar radi­ calmente hacia otra forma de gobernar, de producir y de vivir. No se tenían experiencias anteriores y todo podía ser novedoso, fueran aciertos o errores. La disciplina y estructura que conocían bien los bolcheviques era la del POSDR y fue la que les sirvió de modelo para estructu­ rar a la nueva sociedad que construirían. Los socialistas revolucionarios y los mencheviques, sus aliados en los soviets y en la Duma, los abandonaron, negándose con ello a influir y transmitir sus propuestas políticas. Solos, los bolcheviques emprenderían una fabulo­ sa aventura que se llamaría Unión de Repúblicas Sovié­ ticas Socialistas1 1 , "solamente" tenían que enfrentar la violenta reacción de las burguesías extranjeras que veían la posibilidad de perder un inmenso mercado que casi tenían asegurado con la burguesía rusa como aliada.

LA VIOLENTA RESPUESTA DE LAS BURGUESÍAS RUSA y

EXTRANJERAS: LA GUERRA CIVIL,

EL CoMUNISMo DE GuERRA Y LA NEP

Sabemos que las burguesías en cada país también tie­ nen disputas entre sí por los mercados, tanto los internos como los externos, y por las posibilidades de acrecentar sus márgenes de ganancia. La disputa entre las burgue­ sías rusa y alemana no estaban ausentes y cualquier posi11 Ver 69-74.

Tribuna Comunista núm.

253, noviembre 1 6, 20 1 7,

pp.

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bilidad de bloquear u obstaculizar una a la otra, no serían desechadas, por supuesto. Lenin y Trotsky, como exce­ lentes marxistas que analizan y evalúan la realidad con­ creta, no ignoraban eso, y la habilidad política de ambos, permitió impulsar su proyecto socialista sorteando los ataques de ambos fuegos. Pero también sabemos que cuando está en serio riesgo la clase dominante, como clase, la unificación in­ tema y externa es casi automática, pues saben que, si una es dañada en un país, cualquiera puede ser dañada en otro país (y como caso ejemplificador es el acontecido en Alemania en 1 9 1 9 ante la posibilidad de una revolución semejante a la rusa. El asesinato de Rosa Luxemburg, Karl Liebknecht y centenas de comunistas alemanes lo demuestra claramente). Cuando Lenin plantea que todas las formas de lucha son válidas, no estaba en plan aventurero, sino que estaba reconociendo que la burguesía no desperdi­ cia cualquier forma de lucha, sino, al contrario, fomen­ ta todas las posibles formas de lucha para defender su proyecto de vida, es decir, el capitalismo. Sabía que una importantísima forma de lucha es la ideológica, que es más "sutil", más "tenue", más "sigilosa", pero terrible­ mente destructora del enemigo, pues ya desde entonces la utilizaba con maestría. Antes de la guerra civil y de la injerencia armada extranjera, la dominación ideológica burguesa se mani­ festó inmediatamente en defensa del status qua predo­ minante antes de la Toma del Palacio de Invierno el 25 de octubre (según calendario antiguo ruso), pues gran cantidad de trabajadores burócratas, profesores12, etc. se opusieron al nuevo gobierno mediante acciones de "tor1 2 Esto puede ser una enseñanza del cambio de los tiempos, pues ahora, al menos en México y América Latina, muchos profesores

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tuguismo", de saqueo "hormiga" de las oficinas públi­ cas y huelgas, como el caso de los junkers (jóvenes) de escuelas militares que se amotinaban o como el abierto rechazo por parte de los mencheviques y los socialistas revolucionarios a las políticas "insensatas" de los bol­ cheviques y no apoyando su legislación. En el campo, los terratenientes ricos (kulaks) aca­ paraban la producción de granos y lo distribuían en los mercados negros o clandestinos y ya desde los primeros meses del gobierno soviético se veía ante el reto de la especulación privada con alimentos y otros víveres en los mercados populares. Experiencias vividas en estos lugares específicos son relatadas con intensidad, como lo hizo la poeta Mariana Tsvetáieva, cuyo esposo frater­ nizaba con los "blancos", en Diarios de la Revolución de 191713, donde refiere situaciones casi de hambruna por la rapacidad de los especuladores, tanto de trigo como de una infinidad de productos del campo, que orillaron al gobierno a nulificar la propiedad inmueble de la tierra (monasterios) perteneciente a las iglesias sin indemniza­ ciones. También Walter Benjamin relató su experiencia, en su Diario en Moscú14, narra situaciones semejantes que vio en 1 926 - 1 927, pues la especulación y acapa­ ramiento no fue un problema de fácil y rápida solución. Para enfrentar esos problemas especulativos y de acaparamiento, el nuevo gobierno tomó una acción ex­ propiatoria de la tierra, pero para muchos bolcheviques fue muy laxa, tanto que "se reprochó a Lenin que pusiera en práctica el programa agrario de los socialistas - reapoyan y promueven el cambio, lo cual es un indicador de cómo se ha ampliado el llamado sujeto revolucionario. 13 Ver reseña en Tribuna Comunista núm. 232, abril 22, 201 7, págs. 73 - 74. 14 Tribuna comunista núm. 244, julio 1 5, 201 7, pp. 64-7 1 .

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volucionarios y no el suyo propio"15; sin embargo, era parte de la estrategia del gobierno para ganar aliados y no exacerbar situaciones que pusieran en riego al régi­ men soviético al enfrentarse directamente a un rival tan poderoso como los campesinos ricos, si bien ese intento de acercamiento tuvo repercusiones políticas en el me­ diano plazo. De igual manera, existía una cantidad considerable de productos difíciles de obtener en los mercados debido a las dificultades por las que pasaba el aparato industrial soviético, pues los empleados privados ("de confianza", se diría hoy) habían saboteado maquinaria y procesos productivos. A esto se sumaba, por un lado, el bloqueo comercial de que fue objeto el país bolchevique por par­ te de los mercados internacionales, al llevar hasta el mí­ nimo posible la compra y venta de sus productos. Por el otro lado, los constantes ataques de la prensa burguesa internacional buscaban deslegitimizar y desprestigiar al gobierno bolchevique. Los intereses de las burguesías confluían y se lan­ zaban a la injerencia en la naciente nación, apoyando y financiando a los "ejércitos blancos" contra las Guardias Rojas, convertidas luego en Ejército Rojo, en una gue­ rra civil que duraría casi cuatro años, forzando al Estado soviético a instrumentar acciones de política económica identificadas como Comunismo de Guerra. Este momento histórico se caracteriza por una guerra civil apoyada por una abierta injerencia bélica extranjera, que nos permite ver cuatro, por lo menos, ni­ veles de enfrentamiento, es decir, en un primer nivel se veía al partido comunista gobernante y los soviets en­ frentando a la burguesía rusa y a la aristocracia zaris­ ta, pero también en un segundo nivel de enfrentamiento 1 5 V.

Serge, op cit, pág. 83.

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estaba el conflicto entre esta burguesía y la aristocracia, conflicto que había derribado al zar en febrero de 1 9 1 7, aunque aún mantenían la disputaban la hegemonía capi­ talista rusa; en un tercer nivel, estaba la lucha de la bur­ guesía alemana contra la burguesía rusa por el dominio de los mercados europeos y asiáticos; en un cuarto nivel se aunaba la incipiente pero vigorosa participación de la burguesía estadounidense promoviendo la injerencia extranjera en Rusia para ingresar a ese enorme mercado. La guerra civil y la injerencia extranjera se libra­ ron en múltiples frentes comandados por militares como Kolchak, Yudénich, Deninkin y Wrángel que recibían fi­ nanciamiento de Estados Unidos, Inglaterra, países bálti­ cos, Francia, Alemania, Japón, etc. En varias ocasiones, amplios territorios rusos caían en manos de los "ejércitos blancos" y pretendían establecer gobiernos "liberados", pero las poblaciones se organizaban y, con el apoyo del Ej ército Rojo, lograban expulsarlos. Los años 1 9 1 8 y 1 9 1 9 fueron durísimos para la población y el gobierno soviéticos, la crisis económica aunada a la intensidad de las batallas por la guerra ci­ vil y la injerencia extranjera orillaban al gobierno y a la población a soportar condiciones de precariedad econó­ mica y social extremas, destinando un parte importante del disminuido ingreso y del producto nacionales a los gastos demandados por la defensa del país. El impacto del ataque económico fue demoledor: acaparamiento, mercado negro, contrabando, que mos­ traban otras formas de vida externas y reactivaban el fe­ tichismo de las mercancías, exacerbado por el capitalis­ mo desde las fronteras territoriales, pero también desde las fronteras ideológicas. Las fábricas disminuían su producción y los obre­ ros se iban al campo nuevamente. La inquietud de obre-

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ros y campesinos aumentaba y acciones campesinas en Tambov y obreras en Kronstandt16 indicaban que debía re­ adecuarse la política económica soviética instrumentada. Hacia octubre y noviembre de 1 922, la guerra civil y la injerencia extranjera habían sido derrotadas por un ejército, un pueblo y un gobierno que lograron mante­ ner la comunicación respecto a los objetivos persegui­ dos. Cuatro años de guerra imperialista mundial y tres de guerra civil e injerencia extranjera había dejado al país devastado. La reconstrucción exigía tal cantidad de energía que el gobierno soviético por sí sólo no hubiese podido enfrentar; o si lo hubiese hecho, habría puesto en riesgo la supervivencia del proyecto socialista, pues los niveles de producción y consumo eran muy débiles. La Nueva Política Económica (NEP) trataría de responder a este nuevo reto. "La Nueva Política Económica fue una políti­ ca especial del Estado soviético aplicada con vistas a consolidar la alianza económica de la clase obrera y el campesinado, a despertar el interés material de todos los trabajadores de la ciudad y de campo por el fomento de la economía, a admitir en cierta medida el capitalismo, pero manteniéndose las posiciones dominantes de la eco­ nomía nacional en manos de Estado proletario. La NEP significaba la lucha entre los elementos socialistas, la liquidación de las clases explotadoras, la consolidación del Estado soviético y a construcción del socialismo" 1 7 La capacidad de los dirigentes de la Revolución p ara atender las necesidades como iban surgiendo y no 16 Emma Goldam, teórica y dirigente anarquista, estuvo el Mos­ cú en 1 92 1 y señalaba que el ataque a esta localidad se debió a inco­ rrecta información proporcionada a los dirigentes de la Revolución, ver Tribuna Comunista núm. 239, julio 1 O, 20 1 7, pp. 63 - 65 . 17 Compendio de historia de la URSS, pág. 1 08.

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aferrarse a una línea inamovible18, permitió salir adelan­ te, si bien ello costó perder la confianza de dirigentes que se oponían a este "regreso" al capitalismo, como Alexandra Kolontai 1 9, aunque al principio el gobierno leninista no planteaba nacionalizaciones ni expropiacio­ nes masivas, sólo de industrias básicas y, en el resto, una coparticipación con los antiguos dueños de las empresas, pero fue la guerra civil y la inj erencia extranjera las que forzaron y aceleraron las nacionalizaciones. Así es que la NEP no sería aj ena a la perspectiva inicial de Lenin, sólo que ahora lo hacía forzado por las circunstancias generadas por los años de lucha y eso no le permitió consolidar el proyecto tal como lo hubiese deseado en circunstancias de paz. El rumbo que tomó el estado soviético, con todo, no fue sólo obra de sus gobernantes, sino que los constantes ataques militares, económicos, diplomáticos e ideológicos influyeron en dicho rumbo. Nunca fue un país tan prolongada e in­ tensamente atacado como lo fue la URSS durante toda su existencia. No queda a los liberales y conservadores esconder la mano, ni antes ni ahora. El conflicto rebasó las perspectivas superficiales (burguesía, en general, contra proletariado, en gene­ ral) para exhibir que, en las Revoluciones de febrero y octubre, en la guerra civil y en la injerencia extranjera 18

Aún los articulistas que parten de una posición contraria e in­ tentan denostar a Lenin y a la Revolución de octubre, no pueden omitir la capacidad de Lenin, el cual "era un maestro para leer la coyuntura, en extraer lecciones de la experiencia y detectar los pun­ tos débiles del enemigo. Sabía cuándo avanzar o retroceder, cuándo y cómo dar un viraj e con timing perfecto", en Negrete, Rodrigo, "Moscú: el sonido y la furia", en Nexos, octubre 20 1 7, pág. 4 1 . 1 9 E n sus textos denunciaba cómo se había restablecido una clase privilegiada a cuyos integrantes ella llamaba nepmany, checar Tri­ buna comunista núm. 234, mayo 6, 20 1 7, pág. 62.

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exi stían muchos intereses y niveles de enfrentamiento en juego. Vencería quien tuviese una mejor lectura y prác­ tica concretas. De esta manera, podríamos mencionar cinco expresiones que participaron en los cambios ge­ nerados en estos periodos históricos rusos: l . los Soviets (obreros, campesinos, soldados), 2. los partidos políticos (bolcheviques, mencheviques, socialistas revoluciona­ rios, KDT 's), 3 . la aristocracia zarista, 4. las burguesías rusa, alemana y estadounidense, y, finalmente, 5 . las na­ ciones que habían estado integradas al imperio zarista. El país soviético impulsó importantes aportacio­ nes a la cultura, la educación y la ciencia, aunque al ser la primera experiencia marxista triunfadora, no se pudo evitar que se reprodujeran las estructuras de partido en la sociedad20 debido a que no se tenían otras experiencias semejantes de dónde nutrirse o retroalimentarse. Esto implicó que, en parte, hayan minimizado expresiones ideológicas burguesas manifestadas en la vida cotidiana, por ejemplo, la fascinación de algunos sectores sociales por la forma estadounidense de vida que les llegaba (aunque solo llegaba lo positivo, nunca lo negativo), así como también la falta de una política bolchevique clara hacia las clases medias, que orilló a conceder espacios a los cuadros técnicos y profesionales zaristas y burgueses, desplazando de la escena política, administrativa y cultural a comunistas que participaron en diversas trincheras (prácticas y teóricas) desde los tiempos de la clandestinidad. Esto fácilmente podría ser catalogado como una sexta expresión de cambios y lu­ cha mencionados arriba, pero estos aspectos ideológicos aún son volátiles a la clasificación cuantitativa. 20 "en el seno del partido, entre el conjunto de los militantes y sus jefes, existe una relación comparable a la que hemos observado entre el partido y las masas obreras", en V. Serge, op cit, pp. 50.

54 CONCLUSIONES

Es menester señalar que ni Marx ni Engels diseñaron estrategias de construcción de un llamado sistema so­ cialista o comunista. Cuando más, señalaron la impor­ tancia y necesidad de transitar hacia otro régimen que no estuviera basado en la explotación del Ser Humano por el Ser Humano mismo y que se caracterizara por una distribución más igualitaria de la riqueza generada por el Trabajo. No podían pasar al diseño y aplicación de políticas económicas y sociales, puesto que no existían casos, salvo la brevísima experiencia de la Comuna de París, de países o regiones donde se construyera o inten­ tara edificar el socialismo realmente. La Revolución de octubre de 1 9 1 7 se genera 34 años después de la muerte de Marx y el gobierno so­ viético, encabezado por Lenin y Trotsky, no cuenta con experiencias anteriores de la cuales derivar políticas es­ tatales socialistas. De esta manera, era campo totalmente "virgen" ante el cual se encontraban; no había modelos ni señalamientos a seguir, tenían que construir con lo que tenían, y lo intentaron. Las "desviaciones" solo han ocurrido en la men­ te de los que imaginaban caminos y rutas señaladas. La intervención extranjera, la guerra civil, la NEP (y poste­ riormente la II Guerra Mundial y la Guerra Fría) influye­ ron violentamente en el camino, o caminos, que andaría la URSS. La experiencia soviética, como tal, no podrá repe­ tirse. Sería sumamente difícil que acontezca nuevamen­ te, exactamente igual, pues obedeció a una historia con­ creta y específica, es decir la rusa, pero representó una importante aportación de sus tácticas y estrategias para los luchadores y las luchadoras de todo el mundo, tan

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importantes para los marxistas, socialistas y comunistas mexicanos como lo son las experiencias china, cubana, latinoamericana y nuestra propia historia mexicana.

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FUENTES CIBERGRÁFICAS Tribuna Comunista, publicación electrónica del Movi­ miento Comunista Mexicano, núms. 230 (mayo 8, 20 1 7) al 255 (noviembre 30, 2 0 1 7).

LENIN OCTUBRE, LENIN HOY José María Martinelli * Mar/u Gpe. Sánchez Luengas* *

L a historia, las narrativas sociales, los conceptos y las corrientes científicas predominantes son expresiones de múltiples determinaciones muchas veces presentadas como una verdad única y absoluta. Lo cierto es que no existe una sola arista de los relatos, sino más bien, la ver­ dad se trata de la visión dominante que ha logrado impo­ nerse como tal. Como bien señalara Eric Hobsbawm en su libro Historia del siglo XX"el mundo que ha sobrevi­ vido una vez concluida la Revolución de octubre es un mundo cuyas instituciones y principios básicos cobraron forma por obra de quienes se alinearon en el bando de los vencedores [ . . . )los elementos del bando perdedor o vinculados a ellos solo fueron silenciados, sino práctica­ mente borrados de la vida intelectual, salvo en su papel de "enemigo" en el drama moral universal que enfrenta el bien y el mal"1• Esto fue exactamente lo que ocurrió tras la caída del denominado socialismo real, que hizo impensable rescatar la riqueza que nos había abrevado el mayor esfuerzo de cambio histórico, político y social de la humanidad logrado en el siglo XX: la Revolución de octubre y de su articulador Vladimir Ilich Lenin, uno de * Profesor titular del Departamento de Economía en la Universi­ dad Autónoma Metropolitana, unidad Iztapalapa. **Maestra en Ciencias Sociales y Humanidades por la Universi­ dad Autónoma Metropolitana, unidad Cuaj imalpa. 1 E. Hobsbawm, Historia del siglo XX, Barcelona: Editorial Crí­ tica, 2007, p. 1 4.

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los más grandes pensadores del siglo pasado. Como con­ secuencia se declaró el fin de la historia, condenándonos al capitalismo como la única forma de organización so­ cial posible y factible de la existencia humana. La pretensión de este ensayo es la de precisar las concepciones leninistas que motivaron y contribuyeron a la construcción de la Revolución rusa y rescatar lo que aún tiene que decir dicho pensador para la transforma­ ción de nuestro tiempo. Intentaremos demostrar que existe una interpretación dominante del pensamiento le­ ninista la cual no reflej a su riqueza conceptual, sino que más bien contribuye a la desfiguración del pensamiento de Lenin en particular y del marxismo en general. Por esta razón, el presente ensayo aborda dos momentos del pensamiento leninista, el primero, durante la Revolución rusa, su análisis y aportes teórico-prácticos, como crea­ dor de instrumentos para la práctica emancipadora del proletariado y el segundo, tendrá que ver con la contem­ poraneidad que aún ofrece su pensamiento para romper la naturalidad de la realidad en que nos desenvolvemos y enriquecer el derrotero de transformación. Tal como señalara Lenin en El Estado y la revolu­ ción- refiriendo a las doctrinas de los pensadores revolu­ cionarios y de los jefes de las clases oprimiqas- "en vida de los grandes revolucionarios, las clases opresoras les someten a constantes persecuciones, acogen sus doctri­ nas con la rabia más salvaje, con el odio más furioso, con la campaña más desenfrenada de mentiras y calumnias. Después de su muerte, se intenta convertirlos en iconos inofensivos, canonizados [ . . . ]"2• De la misma forma que Lenin saldría en defensa de la esencia revolucionaria del marxismo ante las tergiversaciones suscitadas por la so-

2 V.

l. Lenin, El Estado y la j albo, 1 973, p. l 3 .

revolución, México: Editorial Gri­

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cialdemocracia y de algunos grupos denominados "so­ cialistas", consideramos necesario disputar la contribu­ ción heredada de Lenin, que fue desterrados de cualquier discusión científica por considerársele un pensamiento práctico que carece de la rigurosidad y objetividad que se atribuye al pensamiento científico. No obstante cree­ mos que no es del todo falso la incompatibilidad del pensamiento leninista para con las corrientes científico­ sociales actuales, puesto que su objetivo no tenía como finalidad disputar académicamente o en el discurso la vigencia de los planteamientos de Marx sino que para él se trataría más de una guía de acción para transformar la realidad. Retomando la tesis 1 1 de Feuerbach, se podría afir­ mar que Lenin no se conformó con contemplar el mundo sino que se encargó de transformarlo. Con ello mostró que el método dialéctico no sólo trata de la interpreta­ ción de la realidad sino que expresa su propio movi­ miento, por lo que es posible utilizar las leyes objetivas esbozadas por Marx a partir del materialismo histórico como guía de acción para transformar el mundo. Esto no solo expresa una visión distinta de la función de la ciencia sino que también cuestiona las formas en que se hace efectiva la verdad, pues como Lenin afirmara no se trataba de "fabricar utopías o conjeturas vanas" sino que "Marx plantea la cuestión del comunismo como el naturalista plantearía, por ejemplo, la del desarrollo de una nueva especie biológica, sabiendo que ha surgido de tal y tal modo y se modifica en tal y tal dirección determinada"3• En la extensa obra de Lenin es posible encontrar el abordaje de distintas temáticas que tratan de clarificar como debe llevarse a cabo la organización del proleta-

3 Ibíd., p. l l O.

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riado y hacia donde debe ir encaminada, la piedra angu­ lar "para orientar más certeramente la lucha de la clase obrera por su liberación"4 será el pensamiento de Marx y Engels. Mariategui señalaría que una de las cualida­ des más asombrosas de Lenin era la de "percibir honda­ mente el curso de la historia y adaptar a él la actividad revolucionaria"5• Es por esta preocupación que una de las temáticas principales abordadas en las reflexiones leninistas fuera la del Estado y su papel histórico por considerarlo un elemento central para la emancipación del proletariado. En su obra El Estado y la revolución, Lenin definiría al Estado como el aparato por excelencia de opresión de clase, reflexionando respecto a las condi­ ciones de desigualdad que dieron paso a su nacimiento, concluirá que únicamente cuando estas se hayan erradi­ cado se podría transitar a una nueva etapa donde el hom­ bre sea libre de cualquier tipo de dominación. Bajo este razonamiento Lenin justifica la permanencia del Estado en la primera etapa del socialismo, pero no se trata del mismo Estado burgués que ejerce la dominación sobre la mayoría, sino de un nuevo Estado dotado de una nueva forma y contenido que obligue modificar las relaciones sociales. El reconocimiento de esta nuevo tipo de Estado encargado de modificar las formas sociales de relacio­ narse será lo que Lenin denomine: la dictadura del prole­ tariado, momento necesario del tránsito de socialismo al comunismo, la afirmación de esta etapa como ineludible es lo que para Lenin distinguirá a los socialistas de los anarquistas o de los seudosocialistas pequeño burgueses 4 lbíd., p.87. 5 J. C. Mariategui, "Lenin" en, Los

y

intelectuales y la revolución otros artículos inéditos (1923 - 1924), Claridad, No. 5, marzo de

1 924, Perú.

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que prescinden de esta fase por considerar que solo ha­ ci endo modificaciones de forma, la estructura del Estado puede servir a los intereses de quien lo ostente, pues con­ sideran "las formas políticas burguesas de Estado parla­ mentario como un límite insuperable"6• Así pues para Lenin en esta simple interpretación del papel del Estado se juega el entendimiento de la ma­ nera en que se constituye el hombre, puesto considera que por tratarse de un punto de anudamiento de las rela­ ciones sociales no se puede modificar instantáneamen­ te sino que requiere de la educación y la fuerza de la costumbre que obligue a modificarse al ser humano y sus formas de convivencia. De igual modo, con dicho razonamiento se evidencia el desconocimiento de las contradicciones sobre las que se sustenta el capitalismo, la explotación, las cuales posibilitaron el surgimiento del Estado burgués, "producto y manifestación del carácter irreconciliable de clase" y requieren del Estado prole­ tario para extinguir las contradicciones de clase y lle­ var a su disolución, pues como bien señalara uno de los precursores del pensamiento leninista, Antonio Gramsci "un estado ético es aquel que se disuelve". Considerando el carácter omniabarcador del capi­ talismo que permea hasta lo más profundo de las con­ ciencias y que para modificarse requiere de un esfuerzo formidable y organizado, es posible justificar el nombre dado a la etapa transitoria del socialismo al comunismo, "dictadura del proletariado" y al papel que Lenin otorga­ ra a la violencia dentro del proceso emancipatorio. Quie­ nes refutan esta idea o se encuentran en desacuerdo con ella no son conscientes de que la existencia del Estado se sustenta en la necesidad de "legalizar y afirmar la opre­ sión" que ej erce un minoría sobre la mayoría, hablando 6 Ibíd.,

p.

74.

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del Estado burgués, en todo momento se ejerce una vio­ lencia velada que se resguarda bajo el discurso conci­ liador. Dado que el Estado tiene bajo su poder todos los aparatos de opresión y consenso se comprende que la transición de este a una nueva forma de dominación de la mayoría sobre la minoría, Estado proletario, no pueda producirse de manera pacífica sino que requiera "repri­ mir a los opresores". Se podría objetar que con estas afirmaciones se merma la libertad y el carácter democrático como forma más acabada de la participación humana que ha adqui­ rido o puede llegar adquirir en algunos países el capi­ talismo, sin embargo Lenin argumentara que mientras estas se encuentren "comprimida dentro del marco de explotación capitalista [será] una democracia para una minoría, solo para la clase poseedora"7, pues no existe una participación activa del proletariado en la vida de­ mocrática ya que esta tiene un límite de acceso además de que sus "condiciones de explotación hacen que [ . . . ] no estén para la democracia"8• La radiografía hecha por Lenin al funcionamiento de la democracia en el capi­ talismo no significa que se deseche por completo sino que atañe a demostrar que la democracia no se trata de un "límite insuperable" pues su existencia al igual que la del Estado expresa "la necesidad de subordinación de unos hombres a otros". No obstante al no tratarse de algo rígido puede ser dotada de un nuevo contenido que "cohesione al proletariado" y transforme la "cantidad en calidad" puesto que ya no se tratara de hacer pasar el interés de una clase como el general sino que esta puede responder realmente a los intereses de la mayoría.

7 8

lbíd. p. 1 1 3 ídem

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Puesto que el socialismo rebasa los marcos de la sociedad burguesa muchas de las premisas esbozadas por Lenin respecto a la organización del nuevo tipo de sociedad resultan incomprensibles desde el punto de vis­ ta burgués, pues no se puede pensar en una dictadura que sea democrática y en una violencia que pretenda eman­ cipar. No obstante, para el líder de la Revolución rusa, hablar de socialismo no significa presentarlo como algo "muerto, rígido e inmutable [pues] solo con el socialismo comienza un movimiento rápido y autentico en todos los aspectos de la vida social e individual, un movimiento verdadero de masas, en el que toma parte la mayoría de la población primero, y la población entera, después"9• En Lenin podemos ver como se expresa teórica­ mente la necesidad de direccionar la participación, orga­ nización y "espontaneidad", que devino en revolución, no de la mano de un solo pensador y militante, sino me­ diante el direccionamiento de las formas de organización y de lucha que concretan las masas. Ahí, Lenin, los co­ munistas rusos, los obreros, campesinos y soldados so­ viéticos, demuestran que Marx no postulaba una historia mecánica, lineal o teleológica, sino que su pensamiento es posible colocarlo en una especificidad histórica-polí­ tica, es decir, concretarla como una teoría revoluciona­ ria. Por ello Mariátegui diría que: "Ninguna vida ha sido tan fecunda para el proletariado revolucionario como la vida de Lenin" 10 •

9 Ibíd. p. 1 28 1 0 J. C. Mariátegui,

Op. Cit.

64 LENIN HoY

Volver a reflexionar sobre la obra y práctica revolucio­ narias de Lenin en el contexto del centenario de la Re­ volución rusa representa un desafío; la cuestión central es, propiamente, a partir de aquel periodo pensar nuestro tiempo: qué posibilidades y alcances asignarle al nece­ sario cambio histórico; esto, ubicados en la crisis civili­ zatoria del capitalismo contemporáneo. En este marco de análisis tener presente la premisa de Marx que seña­ la que una sociedad no se plantea una acción transfor­ madora de la realidad, en tanto no se hayan agotado las condiciones económicas y políticas que prevalecen en la misma, es decir el agotamiento del modo de produc­ ción dominante. Afirmación compleja cuya elucidación demanda analizar el estado de los factores sociales pro­ clives al cambio, básicamente los trabajadores. Los cierto es que la clase obrera se encuentra diez­ mada en calidad y cantidad a nivel mundial. Ello ha pro­ vocado que vastos sectores populares se hayan orientado hacia la derecha; retroceso más que evidente en Argen­ tina, Brasil y México, con variantes en cada formación social. Por ejemplo, el caso mexicano pareciera rodear­ se de una onda de progresividad tras las recientes elec­ ciones y el triunfo arrollador de Andrés Manuel López Obrador. Un transformismo sorprendente. Dejando de lado la resemantización que toma de izquierda a cualquier aliento de progresividad social, aunque explícitamente no se cuestione el sistema capita­ lista. Se trata de lo que con cinismo se denomina posver­ dad. Cabría preguntarse si nos encontramos ante un em­ pate histórico en el que las fuerzas sociales progresistas no pueden avanzar y la clase dominante no puede gene­ rar bienestar social. Algo de ello efectivamente ocurre.

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Entonces, ¿qué hacer? Ciertamente, el asalto al "Palacio de Invierno" no conlleva alcance estratégico. Lenin reflexionaba, en días próximos al asalto al poder zarista, si los bolcheviques se sostendrían políticamen­ te una vez triunfada la revolución. En uno de sus tex­ tos clásicos afirma: "todos están de acuerdo en que los bolcheviques jamás se atreverán a hacerse cargo ellos solos de todo el poder del Estado". U Si se considera la desfiguración a que ha sido sometido el pensamiento le­ ninista, tal propuesta no parece provenir de Lenin. Sin embargo, le pertenece. Tanto así que años después otro revolucionario magnífico, Antonio Gramsci, retomaría el punto y señalaría la necesidad de establecer compro­ misos, acuerdos y alianzas en perspectivas y dimensión revolucionarias. El pensamiento político de la derecha es autoritario aunque se invoque democrático. En la fragi­ lidad de la memoria burguesa Adolfo Hitler se presenta como un engendro demoníaco y no un producto del ex­ pansionismo guerreristas alemán en contubernio con la alta burguesía capitalista de entonces. Sin voluntad de exasperar las buenas conciencias contemporáneas cabe formular un atento recordatorio: el actual presidente de Estados Unidos, Donald Trump encarcela en jaulas a los niños migrantes que llegan a ese país. ¿Es sustancia de clase o sólo una cuestión de métodos, posverdad dixit? Las cosas por su nombre. La ideologización semántica, al referirse a las atro­ cidades de las guerras actuales las califica de "daños co­ laterales", también se habla de "guerras de baj a intensi­ dad" aunque en uno y otro caso la destrucción y muerte sea altísima. Presentar a Lenin como "príncipe del te­ rror" es tarea recurrente: se trata de mentir para conven11

Lenin, "Se sostendrán los bolcheviques en el poder", en Lenin,

Obras Escogidas, Moscú: Editorial Progreso, p. 3 78.

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cer. Por el contrario, si se considera el acoso de dieciséis países a la naciente Revolución rusa, se encuentra que la guerra imperialista fue transformada en guerra civil por Lenin; la organización de campesinos y obreros, estos en menor medida, permitió derrotar al "ejercito blanco" y alcanzar la paz. Cabe aclarar que no hay guerra bue­ na; tal vez sí guerras necesarias. Se acusa a Lenin de ser maquiavélico; se olvida que el gran florentino decía "si a lo malo se lo puede llamar bueno "y prescribía al príncipe el ejercicio de la violencia en los siguientes tér­ minos: por necesidad, con carácter transitorio y que sea benéfica para el pueblo". 12 Otra vez reiterar que sólo le imprime rumbo al cambio histórico aquel que se adueña de la historia. Pensar el tiempo presente invita, efectivamente, a considerar la cuestión democrática, no en planos mera­ mente formales o procedimentales, sino como una for­ ma estatal, histórica, propia del sistema capitalista. De sumo interés revisar la opinión de Lenin en relación con la participación social, quien propone el aprendizaje del manejo estatal por todos los miembros de la sociedad o de su inmensa mayoría. Tan es así, que "cuanto más completa sea la democracia más cercano estará el mo­ mento en que deje de ser necesaria"Y Vale decir que se orienta a la auto organización de las masas y, en bruto queda plasmada la extinción del Estado; nítida expresión de libertad humana. No puede dejar de señalarse que la defensa de lo público es fundamental ante los avances del capital so­ bre tales espacios. La subjetividad que tiene conciencia 12 N. Maquiavelo, El príncipe: México, Populibro, "La Prensa", 1 97 1 , p. 75. 13 V. l., Lenin, El Estado y la revolución: Pekín, Ediciones en Lenguas Extranjeras, 1 975, p. 1 2 5 .

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social debe avanzar hacia una conciencia planetaria que considere al medio ambiente propiedad colectiva, que contrarreste los embates del capitalismo extractivista que destruye bosques, mantos acuíferos, ríos, montañas y más en pos de acumulación de capital. El cambio pre­ servante de lo ambiental-social visualiza que "las funcio­ nes públicas perderán su carácter político y se converti­ rán en funciones puramente administrativas destinadas a velar por los intereses sociales". 14 Mientras no se perciba la coadyuvancia estatal en los proceso de reproducción capitalista, las posibilidades de defender y acrecentar lo público-social disminuyen. Ciertamente, no se trata de consagrar a Lenin como sapiente oráculo, se trata de pensar las experiencias y enseñanzas de la que fuera una revolución triunfante, en este sentido la diferencia entre "ellos" y "nosotros" es política, sin duda, pero también es una diferencia ética, y esto es lo más importante; la conformación de valores que sostienen un ideal que se vuelve realidad. En coherencia con lo dicho en estas líneas es im­ portante valorar políticamente el presente tiempo mexi­ cano. Las expectativas son altas, lo que es comprensible. Cabe decir que López Obrador no ha de ser un restaura­ dor a la Kerenski, sí un apóstol del "capitalismo bueno". Lo que nadie parece advertir es la contención social que procura, benéfica para el capitalismo. Al tiempo.

BIBLIOGRAFÍA

Hobsbawm, Eric, Historia del siglo XX, Barcelona: Edi­ torial Crítica, 2007. 1 4 Ibíd., p.

75.

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Lenin, V. l., Obras Escogidas: Moscú, Editorial Progre­ so, 1 975. Lenin, V. l., El Estado y la revolución: Pekín, Ediciones en Lenguas Extranjeras, 1 97 5 . Lenin V.I., "Testamento político" y "Diario de la secre­ taría de Lenin": Buenos Aires, Anagrama, 20 1 1 . Lenin, V.I., El Estado y la revolución: México, Editorial Grijalbo, 1 973. Maquiavelo, Nicolás, El príncipe: México, Populibro, "La Prensa", 1 97 1 . Martinelli, José María, "Notas sobre el Estado en Gram­ sci y Lenin" en Teoría y Política No.2, México, 1 980, pp. 2 1 -33. Marx, Karl, La génesis del Capital: Moscú, Editorial Progreso, 1 986.

EL LARGO SIGLO XIX E N LA TORMENTA REVOLUCIONARI A DEL CORTO SIGLO XX Jorge Velázquez Delgado 1

"Hay que imaginarse una lucha semejante que se desarrolló en todos los cuarteles de la ciudad, en todos los distritos, en todo elfrente, en toda Rusia. Hay que imaginarse en los regimientos a los Krylenkos aporreados de cansancio, corriendo de un lugar a otro, discutiendo, amenazando, suplicando. Hay que imaginarse. finalmente, las mismas escenas en todos los locales de los sindicatos, en las fábricas, en los pueblos, en todos los navíos dispersos de laflota; hay que imaginarse a cientos de miles de rusos por todo el país, las miradas fijas en los oradores, obreros y campesinos, marinos, trabajando intensamente por com­ prender y decidir, pensando con todas sus fuerzas; y tomando finalmente, de manera tan unánime, su decisión. Asífue la Revolución rusa " Diez días que estremecieron al mundo John Reed

INTRODUCCIÓN

Más que tratar de hacer un juego de temporalidades lo que se quiere es dar a entender que los tiempos de la crí­ tica histórica no corresponden al tiempo lineal y conven­ cional de la vida cotidiana de las sociedades humanas. Al ser esto así se hablará, entonces, de una estrategia 1 Profesor e Investigador del Departamento de Filosofia de la Universidad Autónoma Metropolitana-lztapalapa.

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historicista para explicamos cómo se constituyeron los diversos modos de experiencia de la conciencia histórica que permea a la Modernidad desde sus más remotos orí­ genes. Que por decirlo de la manera más simple: con la Revolución Francesa de 1 789 la historia divide -a hom­ bres y mujeres- en tres grandes corrientes ideológico­ políticas; que son: centro, derecha e izquierda. Corrien­ tes que en sus numerosas combinaciones configuran a la vez las más diversas expresiones de la filosofía polí­ tica. Es decir: liberalismo, conservadurismo y socialis­ mo. El eje de la problemática parte de la forma en cómo cada fuerza que se constituye en la historia de la lucha de clases durante el tiempo aquí considerado plantea la cuestión del sentido y horizonte que se le atribuyen a los hechos, pero sobre todo al acontecimiento. Las revoluciones son, pues, los verdaderos acon­ tecimientos de la historia y en particular es la Revolu­ ción Francesa de 1 789 el más importante y trascendente acontecimiento de la Modernidad. Fenómeno histórico que al igual que dichas filosofías tiene raíces profundas en la historia que cobran significado a partir de la Ilus­ tración como el gran movimiento intelectual y filosófico que configuró a las contradicciones históricas de la Mo­ dernidad. Así, el siglo XIX resulta ser más largo que lo ocurrido en Francia a partir del 14 de julio de 1 789. Y su presencia no puede ser soslayada por abrir senderos de acción política que permiten sostener por qué el siglo XX ha resultado ser muy corto si consideramos que éste nace con la Revolución rusa de 1 9 1 7 y termina con la Caída del Muro de Berlín en noviembre de 1 989. Lo que abre dicha caída es la serie de procesos contrarrevolucio­ narios que terminan por solidificar al liberalismo conser­ vador, a ciertas tendencias fascistas, pero sobre todo al neoliberalismo como todo un complejo sistema de poder

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global. El neoliberalismo es l a reacción contra los mo­ vimientos sociales de la década de los 60'; pero sobre todo contra los acontecimientos de 1 968. En cierto modo fue el intento de establecer una Restauración actualizan­ do de los sistemas de gobierno y poder que se habían estado gestando desde aquel cada vez más lejano 1 789 francés. Revolución y contrarrevolución resulta ser, pa­ radójicamente, el duro sino de la Modernidad y parte de una cruenta lucha en la cual la idea de igualdad como la idea de libertad no deja de ser parte de un sinfín de posi­ cionamientos filosófico-políticos que hacen los matices del diverso y complejo espectro ideológico político de nuestras respectivas sociedades. 2

LA LARGA MARCHA DE LA HISTORIA

Entre el amasijo de cosas que trajo consigo el movi­ miento ilustrado encontramos la idea de progreso. In­ dependientemente de lo que tal cosa quiera decir o lo que cada uno piensa sobre dicha idea, ésta no dej a de ser un horizonte de expectativa medible en general en términos cuantitativos; o bien, por el poderoso aparato industrial para producir un impresionante mar de mer­ cancías. Esa especie de tsunami que nos devora todos los días. La Modernidad es aquí un término adaptable -y moldeable- al mundo poscomunista que sirve al 2 Con respecto a lo que cada vez más se reconoce como parte de un interesante planteamiento filosófico referido a la relación his­ tórica entre los hechos y los acontecimientos, ver en particular: A. Badiou y F. Tarby, La filosofia del acontecimiento, Buenos Aires, Amorrortu. 20 1 3 . M. Lazzararo, Políticas del acontecimiento. Bue­ nos Aires, Tinta Limón, 2006. C. Romano, El acontecimiento y el mundo, Salamanca, Sígueme. 20 1 2 .

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menos para determinar infinidad de cosas respecto a la evolución de dicho aparato referido -concretamente- al desarrollo de la sociedad capitalista. Es, en tal sentido, un tiempo histórico que tiene que ver con la compren­ sión sobre los orígenes, desarrollo y despliegue de las diferentes fases del capitalismo y su momento actual: el neoliberalismo. Así, la historia se entiende como la larga marcha del hombre sobre la faz de la tierra que partien­ do de la idea de naturaleza llega a la idea de la historia. Siendo la hazaña radical de la Ilustración abrir el pro­ blema de la conciencia de la historia. Es aquí cuando las diversas fuerzas político-sociales se confrontan pues tienen que definirse respecto a los grandes ideales ilus­ trados que terminan por cobrar significado a partir de 1 789. Pues la cuestión de la libertad y la igualdad deja de ser meramente retórica o genérica para ser un ideal profundamente terreno y que forma parte del mundo de posibilidades de la política. Es verdad que la materia prima con la cual se hace y se narra la historia parte de los hechos. Pero invariable­ mente el acontecimiento será siempre una estrella que o bien nos deslumbra o se convierte en el hoyo negro que nos devora. Así, los hechos como los acontecimien­ tos configuran la dialéctica de la historia al . exponer a la vista de todos, sus profundas contradicciones. Para la modernidad éstas ya no parten de la dichosa dialéc­ tica entre el amo y el esclavo. De aquella vieja historia narrada como verdadera hazaña de la libertad. Ahora el mundo se desenvuelve por otros senderos y hace depen­ der todo del modo en cómo se desarrolla la dialéctica entre el capital y el trabajo. Es la inquietud por superar dicha dialéctica de la que nace el fundamento radical de la revolución socialista; y nuestros modos específicos de conciencia histórica. Los cuales una vez que son coloca-

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do s en el especio caliente de la lucha de clases, hacen ver to do como si estuviéramos presenciando un intermitente proceso en el cual sus infinitas oscilaciones hacen pen­ sar que todo lo verdaderamente ocurrido no ha sido más que un penoso asunto de acciones y reacciones, es decir, de movimientos revolucionarios que se topan con sus correspondientes movimientos contrarrevolucionarios; que no permiten que la dichosa modernidad encuentre su hipotético destino de acuerdo al llamado proyecto ilustrado. La respuesta de los movimientos contrarrevolucio­ narios es relativa a la radicalidad de una revolución. Esto no es una ley de la historia, pero si algo que conviene tener en cuenta considerando las lecciones del pasado. Los ejemplos son en estos casos muy ilustrativos, pero tomemos sólo dos casos: 1 9 1 7 encuentra en el ascenso del fascismo, pero sobre todo del nazismo su más violen­ ta respuesta. Por su cuenta las rebeliones estudiantiles y juveniles de los años 60' tienen su respuesta en la intensa campaña ideológico-política de los 80' llevada a efec­ to por los ideólogos del neoliberalismo, sus comparsas y replicantes. No es casual, pues, que estos tiempos de nihilismo y confusión sean producto de un sistema de dominación y poder que arroja a millones de individuos, hombres y mujeres, al vacío. En la que lo que resalta del hecho es la crisis de la conciencia histórica. 3 Como se sabe la Revolución Francesa de 1 789 es considerada como el acontecimiento en el que conclu­ yen las llamadas revoluciones burguesas. Mismas que viendo las cosas desde cierta perspectiva histórica ini­ cian a finales del siglo XII con los orígenes del merca3 Ver al respecto de este fenómeno histórico: O. Mongin, El mie­ do al vacío. Ensayo sobre las pasiones democráticas, Buenos Aires, F ondo de Cultura Económica, 1 993.

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do, del Estado y un conjunto de instituciones y prácti­ cas tendencialmente modernas. Es decir, cuando inicia la lucha en contra del orden feudal. Como es, por otro lado, lo que abre la cuestión social como el más grave problema a resolver históricamente a través de la praxis revolucionaria. De acuerdo con Alexis de Tocqueville esa revolución es el verdadero parteaguas de la histo­ ria. De esa revolución nace toda una estela de cambios que tienen que ver con nuestra normatividad jurídica, política, económica; con nuestras costumbres, normas y modos de pensar que en especial tienen mucho que ver con las formas de evolución capitalista. Un largo tránsito que culmina, como se ha dicho, con el más trascendente acontecimiento en la Modernidad. Sin especular dónde empieza y dónde termina dicho acontecimiento lo que si se puede decir es que a partir del mismo se intensifica lo político, no como una simple lucha de los principales humores o clases sociales de la sociedad; sino como una tensión histórica entendida como los nuevos tiempos de visceral radicalismo político. Que contiene por referen­ cia más aceptada la relación amigo-enemigo. Relación tan viej a como la misma lucha de clases pero que no ha­ bía sido traducida a situaciones impensables al ser lo que constituye la especificidad concreta de la lucha de clases y como el motor de la guerra entre Estados. De tal modo que si la esencia del totalitarismo consiste en determinar quién es el enemigo, hasta hoy no existe Estado alguno que no haya caído en las tentaciones del totalitarismo.

LA ERA DE LAS PASIONES REVOLUCIONARIAS

El tiempo histórico aquí considerado tiene varias deno­ minaciones; todas ellas corresponden a los diversos po-

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si cionamientos ideológico-políticos, es decir, a la forma en cómo se expresa concretamente la conciencia histó­ rica que cada uno lleva sobre sus hombros. No es casual que, por lo mismo, se afirme -insistentemente- que este tiempo responde a la era de las ideologías o pasiones revolucionarias que en particular tienen que ver con el fenómeno de la presencia de un cierto tipo de intelectual que asume la enjundia de la tempestad dialéctica de la Ilustración en su reprochable deseo de intervenir cons­ cientemente en la historia.4 Queriendo con ello dignificar 4 Al respecto ver: E. Hobsbawm, La era de la Revolución. 1789. 1848. Barcelona, Crítica, 20 1 1 . J. Villacañas, Kant y la época

de las revoluciones, Madrid, Akal, 1 997. J. Marques Muñoz y M. Romero Gallardo ( coords) . Sociedad, violencia y poder. Revolucio­ nes 3, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 20 1 4. l. Berlin, Las ideas políticas en la era romántica. Surgimiento e irifluencia en el pensamiento moderno, México, Fondo de Cultura Económica, 20 1 4. Sobre la siempre muy debatida cuestión de los intelectuales ver en espacial: C. Charle, El nacimiento de los 'in­ telectuales '. 1880-1900, Buenos Aires, Nueva Visión, 2009. Véase también la interesante reflexión de C. Thomas, Fuego y cenizas. La Revolución Francesa según Carlyle, Barcelona, Ariel, 20 1 1 . Y nunca estará de más considerar lo que al respecto ha dicho Francois Furet en su particular e insistente crítica liberal conservadora sobre dicha Revolución y sustentada en la filosofia política de A lexis de Tocqueville. Sabemos bien que su obra es amplia y que hizo de este debate el problema de sus más relevantes investigaciones, aquí por el momento sólo remito al lector a los siguientes estudios de Furet: F. Furet, Pensar la Revolución Francesa, B arcelona, Petrel, 1 978. F. Furet, La Revolución Francesa a debate. De la utopía liberadora al desencanto de las democracias contemporáneas, Argentina, Siglo XXI, 2016. F. Furet, El pasado de una ilusión. Ensayo sobre la idea com unista en el siglo XX, México, Fondo de Cultura Económica, 1 99 5. Otro aspecto que no deja de ser interesante en referencia di­ cha Revolución es lo que comenta de ella K. Sa1ah, Revolución en ironía en la Francia del siglo XIX, México, Anthropos, Universidad Autónoma Metropolitana, 2016.

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a la especie humana, humillarla o destruirla a través de la más deleznable violencia política. Lo que exponen así las diversas fuerzas políticas son sus propias retóricas en la que los hechos conducen también al estallido del acontecimiento o cuando el Terror termina por ser la po­ liteia como modo de ordenamiento estatal o reclamo al derecho de ciudadanía de las clases subalternas. 5 En tal sentido la moderna lucha de clases es también la lucha por el reconocimiento. Por ello, la experiencia histórica es expresión de la dialéctica del acontecimiento que no deja de formar parte de la conciencia del advenimiento en el que entra en juego la teleología y la inmanencia de la historia en sus múltiples reflejos utópicos. Remarcando de este modo el papel que ha jugado en todo esto el asalto j acobino en la historia en su in­ terés por establecer un nuevo tipo de sociabilidad que parte de la crítica a los fundamentos del capitalismo. El j acobinismo es, pues, una mentalidad histórica que despliega varios modos de ser a través de sus combates. Siendo el bolchevismo su expresión más radical. En su complejo sentido quedan aún una gama de cuestiones como tareas pendientes de la dialéctica. Sin embargo, la dialéctica no deja de ser para sus innumerables críticos parte de las cosas que ha pervertido la modernidad. Por ser una irracionalidad que no oculta los múltiples ros5 Sin dejar de ser un contrasentido, una jugarreta de la astuta razón o simplemente una muy interesante paradoja, la Revolución Francesa de 1 789 se gesta al interior de un amplio debate en tomo a la cuestión republicana con la particularidad de no contar con la experiencia de vida civil de una ciudadanía educada en las virtu­ des cívicas o en la libertad. Era necesario y urgente constituir una ciudadanía y la idea moderna de pueblo más acorde a las nuevas circunstancias de la historia. Ver P. Rosanvallon, El modelo político

francés. La sociedad civil contra eljacobinismo, de 1789 a nuestros días, Argentina, Siglo XXI, 2007.

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tros del Terror. Lo que se cuestiona es ser la dialéctica el método de y para la acción revolucionaria. Por tanto, una pasión que reflej a el irracionalismo y la violencia. Como tal no es posible desconocer que en este tiempo el debate ha tenido por centro de la cuestión los fines de la razón dialéctica. 6 Por su lado la 'sana razón dialéctica' es aquella que, a través de la expansión de la sociedad civil de las naciones occidentales ha mostrado sus múltiples rostros a través del genocidio ejercido por sus podero­ sos imperios y despliegues colonialistas. Es esto lo que me permite decir y afirmar que si el imperialismo es el malestar de nuestro tiempo, por su lado el fascismo es el verdadero problema de nuestro tiempo. 7 Resultando de esto que hoy no sabemos cómo superar a través de 6 En el debate francés durante la Guerra Fría que se extendió por el mundo la idea de dialéctica asume un rol central y a través de una intensa confrontación ideológica y política en la cual se magnificó la imagen del terror como producto de la razón dialéctica. Ver en es­ pecial: M. Merleau-Ponty, Humanismo y terror, Buenos Aires, La Pleyade, 1 968. S. Beauvoir, Jean-Paul Sartre versus Marleau-Ponty, Buenos Aires, La Pleyade, 1 969. R. Dunayevskaya, Filosofía y re­ volución. De Hegel a Sartre y de Marx a Mao, México, Siglo XXI, 1 990. R. Dunayevskaya, El poder de la negatividad. Descritos sobre la dialéctica en Hegel y Marx, México, Juan Pablos, 2009. En este denso debate la cuestión de fondo era, como bien se sabe, cuál es la verdadera naturaleza de la sociedad que nace con la Revolución rusa de 1 91 7. Ver también: M, Rosental, Los problemas de la dialéctica en "EL Capital" de Marx, Montevideo, Pueblos Unidos, 1 96 1 . 7 Cf. J . Hobson y V. I Lenin, Imperialismo, Madrid, Capitán Swing, 2009. Al parecer la humanidad no ha superado esta fase que Lenin anunció como superior del capitalismo. Con el neoliberalis­ mo y sobre todo con el neoconservadurismo las formas de domi­ nación que impone el imperialismo al mundo se han agudizado. Configurando es de esta manera formas de dominación y poder que tiene mucho que ver con el ascenso de una escalada global de tipo fascista. Pero esto será un asunto que se debe discutir ampliamente en otro momento.

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la dialéctica de la historia las formas de conciencia que ha sido fomentadas a lo largo de la misma. Y en la cual las ilusiones del liberalismo -económico y político- han colonizado nuestras mentes; llegando incluso a fomen­ tar las condiciones del actual éxito del conservadurismo liberal como ideologías o filosofías políticas que no nie­ gan ni reniegan de sus propias tentaciones totalitarias. Las revoluciones no son el canto de fe en las ti­ nieblas de la historia. Son la urgente tarea humana de devolver la palabra una vez que ella ha sido arrancada a hombres y mujeres dada la incapacidad de compre­ sión que por ella manifiesta el fascismo. O la tecnología como alienación del mundo de vida que nos rodea. Pues el fascismo tiene también varios rostros algunos de los cuales se ocultan en las llamadas democracias industria­ les. Así, el fascismo no deja de ser la certeza que encar­ na a lo político en su referente más descamado, crudo y visceral; al ser una fuerza histórica que incluso se oculta en la cadena de casamatas que hacen posible la violencia y dominación del capitalismo en sus diferentes fases de desarrollo a lo largo del siglo XX y principios del siglo XXI. Es bajo dicho escenario cuando el romanticismo o pasión revolucionaria alcanza su mayor nivel de expre­ sión histórica.

Los DEBATES Y COMBATES POR LA MODERNIDAD

De 1 789 a la fecha la humanidad entera ha estado envuel­ ta en una intensa serie de debates y combates por la Mo­ dernidad. El enlistado es bastante extenso para incluirlo en este breve espacio. En todo caso lo que importa es entender que un acontecimiento no es producto casual de la historia sino el producto de fuertes luchas ideológicas

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y políticas que terminan por configurarlo al determinar su verdadero horizonte. Pensado a veces como el inevi­ table elemento inmanente de la historia. La construcción de una cierta hegemonía como planteamiento estratégico es, de acuerdo con Antonio Gramsci, la condición pre­ via para que una clase social devenga en dominante. De acuerdo con esto la historia de la burguesía como clase dominante se comprende en tales términos. Es en refe­ rencia al problema histórico que aquí se plantea que es posible decir que en la lucha por la hegemonía se gestan a la vez fuerzas contra hegemónicas. Mismas que en los casos del ascenso del fascismo italiano y del nazismo alemán echan por la borda siglos de civilización a partir de la forma violenta en como ejercieron su reconocida barbarie. En la que no es posible afirmar o estar de acuer­ do que la fascinación por el fascismo como movimiento de masas responde a la promoción de una estatización de la vida pública. Por otro lado, no es posible responder hasta dónde el Angelus Novus debe limitar su penetrante mirada para encontrar las huellas de todo lo que ha sido y significado toda esa barbarie. Por su lado la tarea de la dialéctica es emprender el análisis del acontecimiento en su propia concreción histórica. Existe, pues, una cadena de acontecimientos que permiten hablar de la continuidad en la historia. En particular por la forma específica en cómo se presenta el arribo de las masas en los diversos procesos históri­ cos. Querámoslo o no las masas son también relevantes agentes de la historia que no es posible soslayar. No son ni representan el lado pasivo u oscuro de la historia sino el estallido definitivo del acontecimiento en referencia a la decisión que adopten para orientar a la historia en un sentido u otro. Es, si se acepta, el paso de la trans­ formación del debate en acción a través del combate

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o encuentro fatal entre las diversas fuerzas sociales en sus respectivos posicionamientos y cuestionamientos ideológico-políticos. Los cambios históricos no son pro­ gresivos desde la perspectiva de la mentalidad ilustrada. Pero su valorización depende, en todo caso, de nuestra propia forma de comprender la historia o de nuestra con­ ciencia histórica. Las masas son así las responsables del complejo engranaje social que permite la reproducción de la vida material y espiritual de la sociedad. Las revo­ luciones como las contras revoluciones no son cuestión de élites o sectores aristocratizados de la sociedad. Por ser aquella complej a relación dialéctica en que termi­ nan por establecer encuentros y desencuentros en tomo al acontecimiento histórico. Las lecciones de la histo­ ria han mostrado a las diferentes tecnocracias que hoy gobiernan al mundo que lo mejor que se puede hacer respecto al fenómeno histórico de las masas es dejarlas en paz introduciendo en su alma el miedo al cambio so­ cial a través de la rutinización del miedo y del terror; o por medio de intensas campañas mediáticas en la que la derecha populista -paradójicamente- termina por im­ poner su fatal imperio a escala global. En ese comba­ te la despolitización de las masas es un hecho evidente como de igual modo la violencia simbólica que forma parte de tal sistema de dominación. Recordemos que el neoliberalismo se asume como una revolución sin revo­ lucionarios que entre los bienes escasos que promueve se encuentran las virtudes republicanas. 8 Razón por la cual debemos entender que la corrupción como la guerra del narcotráfico son parte de la violencia orgánica de tal régimen de poder global. 8 Cf. D. McCloskey, Las virtudes burguesas. Ética para la era del comercio, México, Fondo de Cultura Económica, 20 1 5.

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Lo que es también parte del debate en tomo a la orientación y sentido de la Modernidad es descargar el sentido mítico como la fuerte carga simbólica de las re­ voluciones. Los actos conmemorativos de una revolu­ ción buscan ser, de este modo, también neutralizados al despolitizarlos y reducirlos a una simple verbena popu­ lar. De este modo se pretende arrancar de la memoria de los individuos una historia que al parecer pierde también el sentido de la palabra o retórica que quería establecer como medio para educar a esas masas en la libertad e igualdad.

EL FORDISMO

Explicar y explicamos cómo hemos llegado a esta nue­ va condición histórica implica recorrer un largo camino; en la cual los ideales libertarios e igualitarios se pier­ den bajo un modo de dominación en que pierden senti­ do. Para los hombres que forj aron las más relevantes y trascendentes revoluciones en la Modernidad la libertad era algo más que la simple y vulgar decisión individual como democracia de la sociedad del mercado total. Esto nos lleva a otro plano de la cuestión al asumir que 1 776 es también un año de gran trascendencia por los aconte­ cimientos ahí ocurridos. En particular son tres los más trascedentes acontecimientos de ese importante año: l . La publicación por vez primera de La riqueza de las na­ ciones de Adam Smith. 2. La Revolución Americana y; 3. La Revolución Industrial. Tales acontecimientos no se produjeron en el continente europeo sino en las islas bri­ tánicas y en E. U. Marcando con ello el momento en que la lengua inglesa proyecta su propia palabra o retórica en la historia al dar cuerpo y alma al liberalismo como la

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más relevante filosofía política del periodo histórico en cuestión. Pero de ahí también nace el conservadurismo como crítica a los desplantes o excesos revolucionarios de las masas francesas y sus principales protagonistas. Es a Edmund Burke a quien se señala como el padre pu­ tativo del conservadurismo y de sus actuales modalida­ des. Es decir, el liberal conservadurismo y del neolibe­ ralismo. Lo que aquí interesa es observar que también existen otras rutas de continuidad en la historia y éstas son en especial las que marcan la expansión del mercado y su condición material posibilitante: la moderna indus­ tria capitalista. Es Aldoux Huxley quien en su famosa distopía ad­ vierte que el mundo que nace con el siglo XX responde a lo que definió como la era de Henry F ord. Mundofeliz se convierte de tal modo en un referente emblemático para comprender las cosas de este mundo a lo largo del siglo XX. A esos debates y combates por la Modernidad. Hoy sabemos que estamos en la crisis del fordismo o era pos­ fordista. Desde 1 776 a la fecha el capitalismo ha pasado por una serie de intensos e intermitentes cambios que en particular tienen por fundamento material el desarrollo ininterrumpido de las fuerzas productivas; mismas que, de acuerdo con la teoría revolucionaria, al exponer a la historia la maldición de la sobreproducción establecen un marco de referencia en cuanto no existe la debida correspondencia con el desarrollo de sus respectivas re­ laciones sociales de producción. De este modo las revo­ luciones industriales de la era moderna provocan o son causa de las crisis económicas a la que cada sociedad, de acuerdo con sus posibilidades, debe sortear frente a una realidad cada vez más sometida a la salvaje competencia de los grandes monopolios que constituyen el verdadero poder en este mundo o la sociedad civil realmente exis-

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tente. Las revoluciones serían en tal sentido la respuesta más elemental que se da bajo un escenario en el que la barbarie capitalista todo lo subsume al orientar la crisis a la mayor extracción de ganancia posible. Al parecer las revoluciones tienen en este sentido una única razón de ser: evitar que los barbaros se apro­ pien de la riqueza que posee o se genera a través del tra­ bajo humano como acción social de una sociedad. El na­ cionalismo es de este modo la acción que emprende una sociedad para expulsar a los barbaros de su territorio. En su caso el socialismo si bien parte del mismo princi­ pio su tarea más urgente es elevar a las fuerzas produc­ tivas al nivel de su desarrollo histórico. Así, el fordismo se convierte en la clave de la prometida riqueza social como base de una civilización en la cual lo que se espera de ella es lograr vivir socialmente en libertad e igualdad. Pero, como se sabe y dada la experiencia histórica el lla­ mado experimento socialista es sometido a un sinfin de presiones internas y externas que de hecho lo convierten en una imposible utopía. Sobre el asunto se ha escrito un mar de cosas y se han dado los más acalorados debates. Lo que aquí se quiere resaltar es que el fordismo junto con el taylorismo o administración científica de la fábrica se convirtieron en parte de un problema humano consisten­ te en la urgente necesidad de equiparar a las sociedades que nacen en aquel otoño de 1 9 1 7 de acuerdo y en base a las nuevas técnicas de producción y control referido al fordismo-taylorismo. Es esto lo que hace pensar que la realización social de la revolución depende del simple constructivismo que encuentra en la figura de Lenin a su primer exponente. Sin embargo, lo que realmente nace con el fordismo es el tecnócrata como nuevo personaje que cuenta ya con una larga historia que llega, de igual manera, a nuestros días. Como es, por otro lado, cuando

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se sostiene que la Planificación sólo puede ser la razón del terror característico del sistema de poder totalitario que nace en 1 9 1 7. Comparable con el terror que nace con el fascismo y en nazismo una vez que parten de la mis­ ma exigencia histórica, es decir, equiparar materialmente a aquellas sociedades que prácticamente se encontraban en ruinas después del cruento combate escenificado por la carnicería de las masas de la Primera Guerra Mundial. O verdadera prueba de fuego del fordismo.

UN INCÓMODO TRÍPTICO FILOSÓFICO-POLÍTICO No está de más mencionar que lo que en el fondo ha pretendido negar las filosofías liberal y conservadora es lo que considera la mayor anomalía de la modernidad. Me refiero al tríptico filosófico-político conformado por Nicolás Maquiavelo, Jean-Jacques Rousseau y Karl Marx. Así, el modo en cómo sus ideas e ideales encaman en hombres y mujeres de carne y hueso, seres humanos concretos que viven o padecen la historia o que quedan terriblemente subsumidos en la impecable lógica de la acumulación capitalista, son quienes, al encarar las con­ tradicciones políticas, sociales, económicas y culturales de su respectivo tiempo, configuran un nuevo tipo de personalidad histórica que ha va del jacobinismo a los diferentes modos del bolchevismo. Se dice así por los detractores de toda revolución habida y por haber que esto no es más que un nuevo sistema de fe que no niega ni reniega de sus principios religiosos. Pero es un nuevo tipo de praxis histórica en la que se observa que de 1 789 a 1 9 1 7 pasando por la Revolución Francesa de 1 848 y la Comuna de París, el mundo no ha sido más que la dura y violenta lucha por el control absoluto de la producción.

85 Y de manera más elemental por la distribución de la ren­ ta. Lo que en primera instancia se presenta en este proceso son las infinitas promesas incumplidas de la Modernidad. Hoy, al parecer, tal orientación histórica ha perdido su sentido al proclamar cualquier consigna de reivindicación social bajo el espectro de un ambiente cargado de den­ sas tinieblas. En esto consiste la insistente confusión de la ideología neoliberal y sus múltiples replicantes. La pre­ gunta más vital que debemos hacer aquí es la misma con la cual se abrió el siglo XX: ¿Qué hacer? La respuesta que se ha dado a tan tremenda pregunta ha permitido la confirmación de diversas estrategias políti­ cas a través de las cuales se trata de desentrañar los arcanos profundos del poder político en las sociedades modernas. Esto va más allá de lo político como espacio de inmediatez de la conciencia histórica. Es decir, educa al sujeto a través de la práctica de la reflexión de la coyuntura. Históricamente los liberales decimonónicos en ge­ neral fueron los revolucionarios del siglo XIX y quie­ nes hicieron de la violencia causa propia. Es a principios del siglo XX cuando el liberalismo entra en un inevita­ ble proceso de decadencia y crisis dejando de ser con ello fecundo. Es a partir de la Revolución paneuropea de 1 848 que los liberales caen un profundo estado de confusión que al final de los tiempos los lleva incluso a dividirse entre los protectores de la libertad de mercado y los defensores de la democracia y al supuesto sistema de libertades que la contiene. Sin embargo, es a partir del nacimiento histórico de un nuevo enemigo, el proletaria­ do y su política de alianzas con las clases subalternas y explotadas, que se sostiene, al igual que de alguna ma­ nera lo estableciera Burke, que los revolucionarios son una especie de bárbaros de nuevo tipo que lo único que quieren es la violencia por la violencia misma. Violencia

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inspirada en los planteamientos de tal tríptico filosófico­ político. Lo que en particular hay que discutir es el papel de la violencia en todo este proceso histórico. Sobre todo, dado el sentido y significado que se la asigna o se asigna a sí misma una sociedad emancipada en el pleno ejercicio de su poder soberano. Y, por lo mismo, sin en­ contrarse sometida al poder de los intereses externos. La inquietud de Maquiavelo de expulsar a los bárbaros de Italia cobra cabal sentido con relación a la violencia que ejerce una sociedad para el logro de tal fin. Lo que se piensa no es así si la violencia responde o no a la famosa máxima weberiana. Sino si ella es o no la fuente de la legitimidad del sistema de poder que emerge a partir de una revolución política. Pues en general los Estados mo­ dernos se han establecido a partir de una serie de hechos históricos en los cuales la violencia ha jugado un papel central sobre todo cuando se ha tratado de expulsar a los bárbaros de una determinada sociedad. O las formas de barbarie a las que una sociedad ha llegado al sostener un determinado sistema de dominación. Y, supuestamente en tal forma de comprender el problema o de tratar de resolver el asunto, el tríptico aquí referido se le achaca inspirar los cambios radicales de la historia a parir de un nuevo tipo de violencia que surge en la historia: la violencia revolucionaria como método para el cambio histórico.

LA INEXORABILIDAD DE LOS PROCESOS DE SOCIALIZACIÓN

Lo que se entiende de la historia es que los procesos de socialización ocurren inexorablemente. Brindando o es-

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tableciendo marcos de legitimidad con base a una deter­ minada forma de dominación política. De acuerdo con el supuesto o misterio que encierra la espontaneidad de los mismos es lo que hace la legitimidad de la naturaleza histórica del mercado. Produciendo así los mecanismos simbióticos de la política. Es decir, el conjunto de refor­ mas o prácticas y normas que requiere la sociedad junto con el Estado para reformular un determinado sistema de poder político. Pero sí la socialización tiene que ver con el problema de la democratización de la vida colectiva la pregunta que está en el aire es si la experiencia del socialismo realmente existente: ¿es viable el socialismo democrático bajo las actuales condiciones de la historia? O, en su defecto: ¿si la siempre sospechosa instrumenta­ lización de la violencia es condición previa para la ins­ tauración de un nuevo tipo de dictadura? La respuesta a esta interesante cuestión tiene al menos dos problemas centrales: l . El eterno problema de Rousseau, y;9 2 . Que todo depende de cómo una sociedad resuelve el proble­ ma de la propiedad privada de los medios de producción. Queriendo establecer así los fundamentos de la libertad y la igualdad en la nueva forma de sociabilidad y su res­ pectiva forma de organización política. Por decir las co­ sas de este modo: la socialización es también parte inhe­ rente al trend secular de la historia y ésta arranca desde los tiempos más primitivos a las formas complej as de vida contemporánea y en cuales, en efecto, el mercado ha desempañado también un papel central al intensificar los mecanismos de la circulación, distribución y consu9 De acuerdo con José Luis Araguren, el problema de Rousseau no es técnico, es ético. En esto depende el sentido de una verdadera democracia. J. L. Aranguren, Ética y política, Madrid, Biblioteca Nueva, 1 999. Ver también J. Velázquez Delgado, La culpa es de Rousseau, México, Porrúa, 2017.

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mo de infinidad de mercancías. Lo que se quiere es que la base de todo este fenómeno histórico deje de ser la ex­ plotación del trabajo humano y las formas de alienación y cosificación que hacen posible pensar la eternidad de la dominación capitalista. Es sobre la base de la comprensión de la forma en como se ha desarrollado la continuidad de la vida ma­ terial en el conjunto de las sociedades humanas que se reconoce la existencia de diversas formas de dominación y de poder político. Por ello, no es posible ignorar que en referencia nuevamente a Max Weber, que la democra­ cia es también un modo de dominación política. Razón por la cual no es posible negar que ella es parte de una realidad en la que no se suprimen ciertas formas de ilegi­ timidad e irracionalidad en la que al parecer todo tiende ser pensado como un extraño juego entre el Termidor y el Terror. La crítica liberal conservadora a las revoluciones no deja de insistir en la ilegitimidad histórica que con­ tienen. Menos aún al desplegar al Terror j acobino con todo su inaceptable materialismo ateo. Esto no deja de ser un simple y vulgar maniqueísmo en el cual se ter­ mina por no comprender nada de los acontecimientos revolucionarios en su complejo drama histórico. En tal crítica existen también excesos que no escapan al debate ideológico político al tratar de señalar cuál es la fuente del mal y en qué radica. Ya se ha señalado que son Ma­ quiavelo, Rousseau y Marx los padres putativos del mal en la historia humana de los últimos siglos al ser ellos los promotores de la centralización del poder del Estado y del establecimiento del moderno poder dictatorial. Un sistema de poder que niega de raíz a la propiedad privada considerada en particular por Rousseau y Marx la verda­ dera fuente del mal. Sistema que hace inviable la idea de

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libertad como posibilidad individual de enriquecimien­ to ilimitado a partir del uso moderno del dinero y de la fuerza perversa del fetichismo de la mercancía. Vivimos hoy en medio de una guerra global: la guerra del narco. Guerra que en cierto modo lleva a pensar que tanto la posibilidad de enriquecimiento ilimitado y el fetichismo de la mercancía traducen a la violencia en medio para la realización de esos fines. Esta guerra tiene también una larga historia que empieza en la década de los 30' del siglo XIX; poniendo a la cabeza de dicha guerra a las principales fuerzas imperiales de aquel tiempo. Fuerzas que incrementaron considerablemente el poderío de sus respectivas industrias a través del tráfico de seres huma­ nos, es decir, mediante la esclavitud. En tal sentido la idea de libertad que subyace en el capitalismo es muy simple: ¡ eres libre, pero obedece ! Para el liberalismo y para el conservadurismo la libertad bajo el socialismo no es otra cosa más que aquel fenómeno en el cual el individuo es subsumido por el poder del dictador. Por un sistema de poder que en sus laberínticas ramificaciones genera apariencias de libertad referidas a encontrar vías de solución a la cuestión social. Transformando de esta manera y radicalmente los principio y fundamentos de la economía capitalista. Empresa verdaderamente más que titánica y en la cual se afirma se encuentra la clave de la explicación del colapso del socialismo y de la inutilidad del experimento revolucionario. Es con base a esto último cuando tenemos que ha­ cer frente a la interminable tarea de reformular los tér­ minos de la filosofía política en la medida en cómo sea posible reinventar un nuevo tipo de vida civil que par­ ta de la capacidad de reinventarnos a nosotros mismos como agentes del cambio social. Sin ser arrastrados para tal fin por las tentaciones del totalitarismo o por las del

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transformismo como fue el caso del ascenso de fascis­ mo italiano, del nazismo alemán o de la era neoliberal al cual reconocemos como transformismo mimético ( 1 2) del posmodemismo. 10 El embate de la ideología neoliberal es cada vez más claro al mostrar cuáles fueron sus principales fines para imponer el imperio total del mercado a nivel global o a lo que Morris Berman define como totalitarismo in­ vertido: extirpar de la cabeza de las nuevas generaciones la idea del cambio social. Generaciones que en particular no tuvieron el privilegio de ser parte de aquellas que orbi­ taron alrededor del 68'. O que no vivieron los duros años rojos que siguieron al asesinato de Salvador Allende y su experimento de construir el socialismo democrático en tierra latinoamericana. Lo que siguió a dicha muerte fue la estela de golpes de Estado, de dictaduras capitalistas 10

"Pero el páthos de la cultura posmodema no es trágico; no desea transformación alguna. Es la expresión del desasosiego que intenta reconocerse en el vacío de la pura contingencia; por eso el simulacro, la exaltación del goce presente, la fruición de la imagi­ nación artificiosa, la satisfacción lúdica del sexo, el autismo de la deconstrucción del texto, la pluralidad de pequeños discursos recep­ tores, la heterogeneidad desodontologizada de las manifestaciones, la fragmentación de un orden de sentido y del senti