El arte de contar a Jesucristo. Lectura narrativa del evangelio de Lucas 8430111913

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El arte de contar a Jesucristo. Lectura narrativa del evangelio de Lucas
 8430111913

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Contenido

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EL ARTE

DE CONTAR A JESUCRISTO DE

LECTURA NARRATIVA DEL EVANGELIO

Jean-Noel Aletti

IIUAS

JEAN-NO~L ALETTI

Nació el 14 de noviembre de 1942. Jesuita. Profesor de exégesis en el Pontificio Instituto Bíblico y en la Facultad jesuítica de teología de París. OBRAS:

Colossiens 1, 15-20. Fonction de la thématique sapientielle, 1981; Comment Dieu est-il juste? Clefs pour interpréter l'épitre aux Romains, 1991.

EDICIONES SIGUEME

BIBLIOTECA DE ESTUDIOS

BUCOS

79. Sacerdotes antiguos, sacerdote nuevo por A. Vanhoye

76. El Señor de la vida por F. Contreras 75. El evangelio. Vida y pascua de Jesús por X. Pikaza 72. Historia de la literatura cristiana primitiva por Ph. Vielhauer

71. La Carta a los efesios por H. Schlier

69. Lectura del Evangelio de Juan 11 por X. Léon-Dufour 68. Lectura del Evangelio de Juan 1 por X. Léon-Dufour 66. Las parábolas de Jesús por W. Harnisch

65. Pablo de Tarso y los orígenes cristianos por G. Barbaglio

64. Los primeros cristianos urbanos por W. A. Meeks

62. La Carta a los romanos 11 por U. Wilckens

61. La Carta a los romanos 1 por U. Wilckens

EDICIONES

SIGUEME

En el prólogo Lucas afirma que no escribe ni para llenar una laguna (si nadie hubiera escrito antes sobre Jesús), ni para evitar que las tradiciones sobre Jesús se pierdan (el relato como testimonio duradero y fiel), ni para corregir los relatos ya existentes. Aquf radica la dificultad del texto lucano y el Interés de la aproximación narrativa. Lucas escribe su evangelio, paradójicamente, porque muchos ya lo han hecho antes, y de una forma lograda. Pero si los relatos sobre Jesús no faltan y su autoridad no se pone en duda, ¿por qué decide Lucas escribir un relato, aparentemente Inútil? En lugar de presentar una tras otra las partes y los componentes del relato (personajes, tipo de argumento, tiempo del relato, narrador ... ), J.-N. Alettl prefiere resaltar las técnicas narrativas de Lucas y descubrir cómo se va construyendo el relato: el estudio sabroso de ·algunos pasajes escogidos evita al lector el recorrido árido por todo el evangelio. De estos análisis surge una verdadera y genial teorfa del relato evangélico, ccbuena nueva», en todos los sentidos del término.

ISBN: 84-301-1191-3

1 1

9 788430 111916

EL ARTE DE CONTAR A JESUCRISTO

BIBLIOTECA DE ESTUDIOS BIBLICOS

77

Otras obras publicadas en la colección Biblioteca de Estudios Bíblicos: L. Coenen (ed.), Diccionario teológico del NT I (BEB 26) L. Coenen (ed.), Diccionario teológico del NT II (BEB 27) L. Coenen (ed.), Diccionario teológico del NT III (BEB 28) L. Coenen (ed.), Diccionario teológico del NT IV (BEB 29) R. Bultmann, Teología del nuevo testamento (BEB 32) H. Koster, Introducción al nuevo testamento (BEB 59) Ph. Vielhauer, Historia de la literatura cristiana primitiva (BEB 72)

EL ARTE DE CONTAR A JESUCRISTO Lectura narrativa del evangelio de Lucas JEAN-NOEL ALETTI

EDICIONES SIGUEME SALAMANCA 1992

Tradujo: Alfonso Ortiz Garcfa sobre el original frances L 'art de raconter Jesus Christ © Editions du Seuil, Paris 1989 © Ediciones Sfgueme, S.A., 1992 Apartado 332 - 37080 Salamanca (Espafia) ISBN: 84-301-1191-3 Dep6sito legal: S. 686-1992 Printed in Spain Imprime: Graficas Ortega, S.A. Polfgono EI Montalvo - Salamanca 1992

CONTENIDO

Introducci6n . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

9

Ver y ser visto. La importancia de un encuentro. Lc 19, 1-10 .......... ·......................................... Relato y revelaci6n. Lc4, 16c30 „ „ „ „ . „ „ „ „ „ „ .

17 37

4.

El arte de comenzar un relato. El comienzo del tercer evangelio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La identidad de Jesus. Lc 4, 14-9, 50 „ „ „ „ „ „ .. „

57 79

5.

En carnino hacia Jerusalen. Lc 9, 51-19, 44 . . . . . . . . . .

99

6.

Las parabolas lucanas. Del Jesus narrado al Jesus narrador.

117

El proceso y la muerte de Jesus. Reconocimiento parad6jico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

135

8. 9.

Reconocimiento y coherencia. Lc 24 . . . . . . . . . . . . . . . . . . Contar a Jesucristo „ „ „ . „ „ „ . „ „ „ „ „ „ . „ „ . „ „

155 175

10.

Autor, lector y relato. Lc 1, 1-4 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

191

Conclusi6n ... , ............... , . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

207

Lexico de terminos tecnicos

211

1. 2.

3.

7.

„ .. „

„ .. „ .... „ .. „ .. „ ... „ . .

Siglas de revistas y colecciones ..... „

........ „ „ . „ .. „ . . .

219

Indice de los pasajes analizados de Lucas . . . . . . . . . . . . . . . . . .

219

Indicaciones bibliogrdficas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

221

Indice general . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

229

INTRODUCCION

EI evangelio de Lucas, dUn relato seguido? Mi estudio del tercer evangelio, que sera narrativo, solo tiene sentido si se aplica a un relato seguido. Pues bien, los trabajos contemponineos han suscitado certeramente la cuesti6n de la oportunidad y de la pertinencia de semejante estudio, ya que la organizaci6n del texto lucano no parece ni homogenea ni total. lSe presenta el evangelio como un relato verdaderamente unificado? lY Lucas, a quien se considera como el redactor del texto actual, es algo mas que un simple recopilador? Al comienzo del itinerario resulta evidentemente necesaria cierta confianza en la maestria narrativa del autor. Tan s6lo los resultatlos demostraran lo atinado de este juicio. lUn modelo narrativo? Esta primera dificultad plantea otra distinta: llos resultatlos del estudio narrativo son mas decisivos que los del estudio ·de la historia de la tradici6n y de la redacci6n? No se trata de rechazar estos analisis . que intentan determinar el origen de una tradici6n, asf como la originalidad del vocabulario y del pensamiento de los autores respectivos, mediante la comparaci6n con el uso de una epoca y de otras culturas. Es verdad que el estudio narrativo tambien compara un relato con los de su epoca 1 • Pero las comparaciones recaen entonces sobre la con~ sistencia de los actores, el tipo de intriga o de perspectiva, la elecci6n de los episodios, el ritmo de los acontecimientos. Los personajes, el · espacio y el tiempo son los medios privilegiados por los que uno entra en el relato. Y veremos c6mo la consideraci6n de la natutaleza narrativa de un texto evangelico permite afinar los resultatlos de los estudios exegeticos sobre la historia de la redacci6n. 1. Cf. sobre todo C. H. Talbert, Literary Patterns, Theological Themes, and the Genre of Luke-Acts, Missoula, Montana 1974.

10

lntroducci6n

;,Que modelo?

Pero la dificultad da un nuevo salto: si es verdad que la narratologia saca sus conceptos de la literatura novelesca o ficticia, muy posterior a Lucas, lCU:il puede ser la conveniencia de una lectura que utilice las categorias de un Genette 0 de un Chatman? lnO habra que buscar mas bien entre los modelos literarios de la epoca que sigui6 nuestro autor, tanto si son de tipo quiastico, como de tipo ret6rico o alglin otro2 ? Es verdad que estos modelos, como veremos, tienen su utilidad. Pero la objeci6n no es totalmente pertinente, ya que los modelos literarios son formas de la expresi6n3 y no determinan la forma del contenido4 , que es el objeto del presente estudio. Pues bien, en cuanto a la forma del contenido, las categorias elaboradas por el estudio narrativo son muy valiosas y no determinan a priori los resultatlos de la investigaci6n; por tanto seria un error privarse de semejante ayuda. ;,Por que Lucas?

He escogido a Lucas mas bien que a .Marcos o a Juan porque -a diferencia de los otros evangelios - se percibe en eI una concepci6n del relato, aun cuando no este expresada de manera te6rica. El analisis del pr6logo (Lc 1, 1-4) permitira entrar en los principios de la narrativa lucana. El evangelio y los Hechos de los ap6stoles forman un diptico y el relato no se detiene en Lc 24; en terminos tecnicos podemos decir que el evangelio es un relato abierto. No proseguir los analisis hasta el final del segundo cuadro (Hech) supone evidentemente correr un riesgo. Porque los signos de apertura son numerosos: entre los dos libros se dibuja para el lector una teoria de la propagaci6n del evangelio, de la relaci6n entre Jesus y sus discipulos 5 , de la relaci6n con el tiempo del fin ... 2. Cf., en la bibliografia, los trabajos de T. L. Brodie, R. Meynet, B. Standaert. 3. Hay quiasmos en algunos textos de generos literarios diferentes; tambien los grandes discursos griegos y romanos obedecen a las mismas reglas ret6ricas. Poner en evidencia un quiasmo o una dispositio no resulta mas dificil que afirmar de un poema que es un soneto. Una vez determinada una estructura literaria, importa ver c6mo la utiliz6 el lector para sus fines o, en otras palabras, c6mo redujo el desnivel existente entre la forma de la expresi6n y la forma de! contenido. 4. Elementos semiinticos articulados originalmente por cada texto: actores, transformaciones, espacio, tiempo, valores, etc. 5. Jesus esta presente en medio de ellos y acrua por el Espfritu enviado, de forma que ellos hacen los mismos signos y conceden el perd6n de los pecados en nombre de Jesus.

Introducci6n

11

Sin embargo, el evangelio presenta algunos signos de cierre que autorizan un analisis separado: en cuanto a la forma, por la presencia de un nuevo pr6logo al comienzo de los Hechos (que supone por tanto el cierre de Lc y su unidad) y por el pr6logo mismo del tercer evangelio (Lc 1, 1-4). El analisis narrativo descubrira otros indicios de cierre que confirman lo acertado de la elecci6n de nuestro campo de analisis. ;,Que tipo de estudio? Hablar de un estudio narrativo no dice nada sobre el metodo y sus procedimientos. i Hay tantas escuelas ! 1,Narratologfa o semi6tica? No hay por que discutir el interes y la aportaci6n de la semi6tica; yo .mismo la utilizare, no sin haberle quitado previamente el polvo de un vocabulario un tanto crfptico para la mayorfa de los lectores. La intenci6n de la narratologfa es por definici6n mas restringida6 • Pero el estudio es el mismo: las dos intentan separar 1a forma del contenido. Es verdad que existen diferencias entre ambas, especialmente a nivel de vocabulario7 , pero estas diferencias no creo que sean abismales. 1,Estudio narrativo o analisis estructural? Aquf, por el contrario, las diferencias son mas importantes. Aunque en ambos casos el analista intente determinar la estructura organica de un pasaje8 , las correspondencias no son del mismo nivel. EI aniilisis estructural se queda en la fonrta de la expresi6n, y las estructuras que se deducen no son mas que un sfntoma de la organizaci6n del sentido; no dispensan ni mucho menos de un analisis de la forma del contenido, que ·es precisamente el objeto del estudio narrativo (semi6tico o no). Pero no basta optar por el estudio · narrativo para solucionar el problema. Las escuelas siguen siendo numerosas y las batallas hacen estragos, especialmente en la otra orilla del Atliintico. 1,C6mo no caer en las redes de «lobbies», aplaudidos por unos y rechazados por otros? He intentado mantener una posici6n media. Sin pretender innovar ni hacer avanzar de forma decisiva las cuestiones te6ricas, he preferido entrar en el analisis concreto de los textos lucanos, a fin de mostrar 6. La semi6tica no se limita al estudio de los relatos. Cualquier tipo de texto puede ser objeto de un estudio semi6tico. 7. Asf, los semi6ticos evitan cuidadosamente el termino «personaje» y prefieren hablar de «actor»; no hablan nunca de argumento ... 8. Para las grandes divisiones del evangelio, en vez de cansarme en la descripci6n de los cortes y divisiones, basados en la forma de la ·expresi6n y en la forma de! contenido, he procedido de manera pragmatica: las divisiones se verificaran por medio de los amilisis.

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lntroducci6n

la utilidad de este genero de estudio para el conocirniento del evangelio, tanto en el nivel formal (composici6n, estilo, tipo de narraci6n, tecnicas narrativas) como en el nivel hist6rico (Lucas en su tiempo, es decir, en contacto con una literatura y unas tecnicas deterrninadas) y en el teol6gico (el analisis narrativo perrnite precisar algunos puntos discutidos). L,Sera necesario subrayar que sigo siendo exegeta y que la exegesis es un arte en el que hay que jugar con todos los instrumentos puestos a nuestro alcance? Lo mismo que el atleta no puede olvidar las leyes de la gravedad, pero sabe jugar con ellas, tampoco el exegeta puede prescindir de las constricciones, sino que las utiliza originalmente y mejor; sobre todo, ha de poseer una buena cultura, sin caer sin embargo en la pedanteria. Asi pues, me niego a considerar el relato lucano como un espacio cerrado sobre si mismo, separado de lo que le vio nacer y de aqueilo que el rnismo atestigua. EI empleo sistematico de un solo metodo tiene sus ventajas, pero los que solamente se dejan guiar por el dan a menudo la impresi6n de ser unos nuevos gn6sticos: la arrogancia puede ocultar grandes temores o ignorancias crasas 9 • Un relato que remita a los acontecimientos salvificos no puede menos de hacerse el rnismo palabra de salvaci6n (testimonio contagioso, kerigmatico ); no considerarlo como tal equivale sencillamente a negar su identidad profunda y cerrarse a su comprensi6n. Cuestiones de voc_abulario

Los especialistas del relato recuerdan que no hay qne confundiF a1' autor con el narrador. Para los lectores de lengua cas.tellana es 1ripiro el caso del Quijote, donde Cervantes finge ser e! trad'lmctor (a partw de la 2," parte, capitulo noveno) de una obra en arabe llamada «Historia de don Quijote de la Mancha, escrita por Cide Hamate Benengeli, historiador arabigo». De vez en cuando Cervantes hara ver que se permite intercalar algtin comentario y algunas veces se dara a si rnismo (autor) el nombre de traductor. Asi pues, me ha parecido interesante tomar algunas precauciones para evitar las criticas intitiles; si llamo Lucas a nuestro narrador, no es porque lo confunda con el autor del tercer evangelio, sea quien sea, sino tinicamente para evitar la repetici6n incesante del termino «narrador»; lo rnismo hay que decir de algunas palabras como «personaje», «argumento», etc„ que actualmente no gozan de buena prensa. Nos gustaria que el lexico que afiadimos al final del volumen tranquilizara a unos y aclarase a otros. 9. Hechas estas observaciones, me abstendre de toda polemica a lo largo de los ana!isis.

lntroducci6n

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El metodo En relaci6n con los estudios existentes sobre la narratividad evangelica (Culpepper para Juan), y en particular la lucana (Talbert, Tan~ nehill), lC6mo situar el presente estudio? Sin negar el interes de los anteriores, he evitado quedarme metodol6gicamente prisionero (como Culpepper) de las categorias contemporaneas, al presentar una tras otra en cada una de las etapas del analisis narrativo: 1. los personajes (Jesus, los discipulos, los adversarios, etc.); 2. el argurnento, con una presentaci6n de las diversas opiniones sobre la pertinencia .de este concepto; 3. el punto de vista, siempre con las discusiones relativas (Genette, Frye, Chatman, Uspensky, Iser, etc.); 4. las categorias temporales (prolepsis y analepsis); 5. los desplazamientos. En los analisis de las perfcopas, mi recorrido seguira cada una de estas etapas, pero sin aludir a las teorias contemporaneas. Suponiendo al lector mas o menos familiarizado con estas teorias sobre el relato, intentare valorar mas bien las tecnicas lucanas. Teniendo en cuenta el elemento narrativo (asf llamado por los semi6ticos), intentare igualmente hacer el analisis de las secuencias y de los roles actanciales, pero sin utilizar un vocabulario inUtilmente abstruso. Concretamente, se encontraran, a veces con omisiones o en un orden diferente de como ahora se exponen, las diversas etapas del analisis narrativo aplicado a las perfcopas lucanas: 1.

Las transformaciones. y roles actanciales: las secuencias narrativas; las modalidades.

2.

Los personajes en el espacio y en el tiempo: prolepsis y analepsis; tiempo de! relato; analepsis bfblicas; Ja perspectiva y el tipo de relato.

3.

Los pasajes en su contexto narrativo.

Tan solo una palabra sobre la bibliograffa consultada; he querido evitar la erudici6n, citando las obras no directamente narrativas de manera global. En muchos puntos me considero deudor del comentario de J. A. Fitzmyer; para el estado de la investigaci6n me ha sido tambien muy Util el trabajo de F. Bovon, Luc le thiologien.

Textos escogidos Se presentaran algunas perfcopas de la triple y de la doble tradici6n y se evocara la lectura sin6ptica (la parabola del rey o de las minas 10 , 10.

Me gustaba presentar una paräbola perteneciente a Lc 13, 22-17, 10, una

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Introducci6n

19, 12-27: capftulo sexto). Sin embargo, preferire los pasajes propios de Lc, en la medida en que pueden leerse allf las grandes lfneas de su interpretaci6n y de sus tecnicas narrativas. Asf, el primer episodio de los evangelios llamados «de la infancia» (1, 5-25: capftulo tercero); el discurso de Jesus enNazaret(4, 16-30: capftulo segundo); dos relatos de milagro (7, 11-17: capftulo cuarto; 13, 10-17: capftulo quinto); algunas escenas de la pasi6n-muerte (en particular, la comparecencia de Jesus ante Pilato y Herodes, en el capftulo septimo) y una de las apariciones del Resucitado (24, 13-33, enel capitulo octavo). Asf pues, las muestras son diversas: algun que otro episodio comun a la doble o triple tradici6n permitira ver c6mo Lucas trata narrativamente el material recibido; los pasajes propios de Lc ayudaran a determinar la originalidad de la narraci6n lucana. Sin embargo, este libro rio es una serie de analisis narrativos de perfcopas, sin mas vfnculo entre ellos que el metodo, como tampoco es una adopci6n de las divisiones formales de las obras de narratologfa (cf. Genette, Chatman, etc.) 11 • He procurado combinar las dos maneras de obrar, y en varios capftulos se observara una alternancia entre la sfntesis y el analisis: a) b) c)

presentaci6n de algunas tecnicas o principios lucanos; an:ilisis de un pasaje, considerado como tfpico, para precisar y verificar las afirmaciones precedentes (en total, nueve pericopas); una vuelta a Ja teoria, permitida esta vez por el anfilisis.

Antes de los analisis o en relaci6n con los mismos no se ha recogido el texto de los diversos episodios presentados; (,estoy equivocado al pensar que mis lectores tendran al alcance de la mano una Biblia, para seguir el texto al mismo tiempo que mis analisis? subsecci6n muy estructurada en los niveles de la forma de la expresi6n (quiastica) y del contenido. Pero la parabola del padre y los dos hijos (Lc 15) ha sido comentada tantas veces, incluso con la ayuda de! ana!isis narrativo que me ha parecido mejor no proponerla de nuevo al lector. Y Lc 16, 19-31 (el rico y Lazaro), donde alcanza su cima el genio narrativo de Lc, habrfa exigido un ana!isis tan largo que habrfa quedado destruido el equilibrio entre los capftulos de este libro. Por eso me he cefiido a la parabola de! rey (19, 12-27), que pertenece la secci6n del viaje (9, 51-19, 44) y subraya su unidad. 11. Los capftulos de los manuales de narratologfa comienzan por las instancias narrativas (relato e historia, ordenaci6n de! relato, su agilidad, la distancia y la focalizaci6n, el tiempo, el espacio„ .) y acaban con las instancias extra-narrativas (autor, lector). Si esta disposici6n va bien a un manual, resulta indigesta cuando se aplica al pie de la letra (cf. Culpepper) al estudio de un relato concreto.

Introducci6n

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El comienzo y el final Ningun comienzo se escapa de la arbitrariedad. Pero puesto que el tercer evangelio se presenta como un relato seguido, lPOr que no respetar su desarrollo, desde el incipit (Lc 1, 1-4), que establece las relaciones entre el autor y el lector, el narrador y el narratario, o desde la primera perfcopa, el anuncio a Zacarfas (Lc 1, 5-25), hasta la ultima (Lc 24, 50-53)? Es verdad que las diversas transformaciones que caracterizan a todo relato no son generalmente interpretables mas que cuando uno se toma la molestia de observarlas continuadamente (en su desarrollo), apoyandose por otra parte en una ley, a menudo verificable, que quiere que un relato comience por una situaci6n de carencia, o incluso de perdida, en todo caso negativa12 , para acabar luego, positivamente, con un restablecimiento de los valores 13 • Si he decidido comenzar nuestro recorrido por Lc 19, 1-10, ha sido ante todo por razones practicas y metodol6gicas: ademas de su brevedad, este pasaje permite vislumbrar algunos de los procedimientos narrativos caracteristicos de Lucas y presentar las etapas de mi propio analisis. Todos los que estan familiarizados con el tercer evangelio podrfan objetar igualmente que esta pericopa esta ya suficientemente tratada en la catequesis, durante los retiros y las celebraciones penitenciales, para que haya que repetir siempre el mismo estribillo. Pero, precisamente por eso lllO valdra la pena confrontar los diversos metodos, verificar asi ciertas posiciones que se consideran como adquiridas y al mismo tiempo hacer entrever la originalidad del estudio narrativo? Y si acabo con el prefacio del evangelio (1, 1-4), no es por afan de paradoja, sino porque ese incipit, que ofrece algunas de las claves del relato, presenta dificultades de todo tipo, que solo pueden superarse despues de un recorrido a lo largo del evangelio. En cuanto a mi estilo, que nadie se extrafie de ver que he adoptado la tecnica narrativa de Lucas: se trataran progresivamente los problemas mediante reelaboraciones -que no repeticiones- sucesivas.

Ocasi6n del libro Este libro no ha nacido del deseo de explotar un estudio que esta de moda -por razones por otra parte perfectamente comprensibles, como indicare luego en la conclusi6n - . 12. 13.

Es lo que los semi6ticos llaman los «contenidos invertidos». Es lo que, tambien en semi6tica, se llama «contenido(s) puesto(s)».

16

Introducci6n

Mas que la investigaci6n contemporanea, ha sido la ensefianza (cursos y sesiones bilicas) lo que me ha convencido de la necesidad de ofrecer algunos instrumentos de anfilisis, ya que son numerosos los que no saben ni siquiera discemir las tecnicas narrativas de un autor, antiguo, modemo o contemporaneo. Y siempre he crefdo que tenia la obligaci6n urgente de ayudar a cada uno a entrar por si mismo en la sobria belleza de un relato evangelico. Pero lo que me dio el impulso decisivo para ello fue el gozo de leer, un gozo que es generalmente comunicativo. Espero solamente que el lector de este libro descubra el genio del narrador lucano y sienta el deseo de releer a su vez un relato inspirado. Muestro mi gatitud a X. Leon-Dufour, maestro y amigo, asf como a Renza Arrighi: el esmero con que han seguido la redacci6n de estas paginas, sus observaciones y sus propuestas han logrado sin duda que el texto fuera mas fäcil e inteligible.

1

VER Y SER VISTO. LA IMPORTANCIA DE UN ENCUENTRO: Lc 19, 1-10

Corno ha recordado un crftico y novelista contemporaneo 1 , lo que da a un relato toda su amplitud no es tanto el brio del estilo, la elegancia de la frase, como la articulaci6n de las unidades narrativas. Estamos seguros de que este pasaje de Lucas no desmentira una idea que por otra parte se ha verificado muchas veces. 1.

La divisi6n del texto y sus articulaciones

Los criterios utilizados generalmente para determinar las unidades narrativas son de dos 6rdenes, literarios y semanticos2 : criterios literarios: los modelos o generos literarios (por ejemplo, la parabola, el proverbio, el oraculo, etc.), las composiciones concentricas, en quiasmo o altemas, asf como las inclusiones, que consisten en una repetici6n de las mismas palabras al comienzo y al final de una misma secci6n; criterios sem:inticos: la entrada en escena o la desaparici6n de los diferentes personajes, las unidades de espacio y de tiempo, asf como de acci6n y de discurso. 1. U. Eco en sus Apostillas publicadas a prop6sito de su novela El nombre de la rosa.

2. Recogiendo una distinci6n de Hjemslev, se dira que los indicadores literarios de una separaci6n se relacionan con «la forma de la expresi6n», y los otros (los sem:inticos) con la «forma del contenido». El analisis estructural que, tanto en los escritos bfblicos como en los no bfblicos, se interesa especialrnente por las cornposiciones concentricas quiasticas o altemadas, se queda en la forma de la expresi6n, aun cuando los rnodelos literarios que pone de relieve tengan su irnportancia para la elaboraci6n de! sentido.

18

EI arte de contar a Jesucristo

Los exegetas combinan los dos tipos de criterios, lo cual no les impide, evidentemente, destacar los unos o los otros, segun los casos. Pero hay que reconocer su complementariedad: no es el hecho de que los criterios literarios recaigan sobre la forma de la expresi6n lo que invita a descuidarlos u omitirlos, sobre todo teniendo en cuenta que algunos de ellos, como la inclusi6n, indican tambien la tematica de una secci6n o de una perfcopa, mientras que otros, considerados como literarios, describen en realidad la forma del contenido -por ejemplo, en todos los procedimientos juridicos: discusi6n, proceso, etc.~. Los criterios seguidos no siempre respetan la distinci6n literario/semantica, jpero esto no quiere decir que haya que separarlos! Hay que reconocer, sin embargo, que el mero hecho de haber puesto en evidencia una composici6n concentrica, por ejemplo, no dice absolutamente nada sobre c6mo hay que interpretarla. Los lectores de la novela de Gabriel Garcfa Marquez, El amor en tiempo de c6lera, habran observado seguramente que la composici6n de conjunto es quiastica, puesto que parte de los acontecimientos mas recientes (dos muertes) para volver al pasado remoto de ciertos personajes (la larga historia de un amor diffcil entre un telegrafista y una mujer que acabara prefiriendo a1 medico cuya muerte precisamente se acaba de narrar), observar su evoluci6n y volver, al final del recorrido, a los sucesos presentes, que siguen a las dos muertes: a

b a'

las dos muertes (pasado reciente); historia del amor que precede a esos sucesos (pasado remoto); despues de las dos muertes (presente).

Pero wor que comienza el relato con la cr6nica del pasado reciente en vez de ir siguiendo el amor desde su nacimiento en el primer encuentro hasta las peripecias tortuosas y finalmente las muertes de que acabamos de hablar? La respuesta solo puede darse a nivel de la forma del contenido, mediante un anfilisis de la estrategia del narrador, suponiendo que exista dicha estrategia. Por consiguiente, los fen6menos literarios no son mas que unos sintomas. Pero para determinar las fronteras de una perfcopa, a veces no son muy elocuentes s6lo los criterios semanticos. Asf, en el caso de nuestro pasaje, las indicaciones espaciales y temporales invitarfan mas bien a hacer un corte en 19, 29 («al llegar cerca de Betfage ... ») y a reunir en un solo conjunto 19, 1-10 y 19, 11-28, que parecen desarrollarse en Jeric6. El criterio de la aparici6n y de la desaparici6n de los personajes podrfa por otra parte reforzar esta hip6tesis, puesto que en 19, 11 no se sefiala ningun cambio concreto en este punto. Esto mismo

Ver y ser visto. Lc 19, 1-10

19

tambien puede significar que, si 19, 1-10 forma una unidad literaria, esta unidad es sin embargo inseparable de lo que sigue. Tenemos, sin embargo, buenas razones para proponer una cesura entre los versiculos 10 y 11. En efecto, a continuaci6n no se vuelve a mencionar a Zaqueo que, en 19, 1-10, ocupa con Jesus el primer plano del escenario. Ademas, el pasaje manifiesta una unidad intema, debida sobre todo a la manera con que se presenta a Zaqueo; todos los comentaristas indican la revelaci6n progresiva de su identidad: aquel hombre que, gracias al narrador, el lector conoce primero exteriormente, por su nombre y por su categorfa social, es declarado luego por todos como «pecador» (v. 8), antes de recobrar por medio de la palabra de Jesus su vocaci6n de «hijo de Abraham> (v. 9). Esta unidad intema queda subrayada ademas por una inclusi6n, destacada por los mismos comentaristas: V. V.

3: 10:

«Buscaba ver quien era Jesus»; «el Hijo de! hombre ha venido a buscar y a salvar lo que se habia perdido».

De esta manera el lector se ve invitado a captar la paradoja del encuentro: Jesus venfa a buscar y a salvar a Zaqueo, incluso antes de que este buscase verlo y conocerlo. 2.

Los personajes: en busca de un protagonista

Asi pues, los indicios literarios y semanticos justifican el corte propuesto, Lc 19, 1-10. Pero no todo esta resuelto, ya que la interpretaci6n cambia segun se haga de Zaqueo o de Jesus el protagonista del episodio. En el primer caso, el relato parece insistir en el beneficiario de la salvaci6n, en su itinerario y en su transformaci6n, que se manifiesta en el nivel etico mediante la atenci6n a los pobres. En el segundo, el relato dirigira la mirada hacia Jesus, que trae la salvaci6n y que tiene conciencia de haber sido enviado para ello. Las dos hip6tesis tienen sus partidarios; intentemos ver c6mo se verifican en la organizaci6n del relato. 'Zaqueo No pocos elementos pueden hacer pensar que el narrador insiste ante todo en Zaqueo y en su transformaci6n interior. En efecto, observemos la opci6n de Lucas que, al menos al principio, parece

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EI arte de contar a Jesucristo

quedarse en la superficie de las cosas, ofreciendo sobre Zaqueo unos datos objetivos, neutros, sobre lo que es -sexo, nombre, ocupaci6n3 , cuenta bancaria, talla- y sobre lo que hace -correr, subirse a un sicomoro y bajar de el-. Es verdad que no se queda alli, puesto que sefiala de pasada el deseo fntimo del personaje, en su complejidad4 , y sus sentimientos - «lo recibi6 muy contento» (xaipffiv, v. 6)-. Pero no dira nada del perfil moral de Zaqueo; dejara a los personajes del relato la tarea de darlo a conocer. En efecto, los testigos de la escena murmuran: «Ha ido a comer a casa de un pecador» (v. 8), y luego Jesus proclamara ante todos su identidad de creyente, de hijo de Abrahan. De suyo, el verbo «murmurar» no tiene una significaci6n negativa; la connotaci6n peyorativa que nosotros le damos viene de los episodios precedentes (Lc 5, 20; 15, 2). El narrador puede entonces utilizarlo sin necesidad de afiadir: «y todos, escandalizados, indignados, manifestaron su desacuerdo diciendo ... ». Al obrar asf, mantiene la discreci6n relativa que se necesita y que seguira manteniendo a lo largo del episodio. En Lc 19, 1-10, la sobriedad de las descripciones y la neutralidad del vocabulario no son las unicas caracterfsticas del narrador, que sabe igualmente utilizar los silencios. Sefiala que Zaqueo, demasiado pequefio, es incapaz de ver a Jesus por causa del gentio; pero a continuaci6n sabremos que habfa otra raz6n, que se calla el narrador. En efecto, Zaqueo podrfa haber pedido que le dejasen un poco de sitio en la primera fila. Si no lo hace es porque, como sabemos por el v. 7 gracias a la reflexi6n de los testigos: Jesus «ha ido a comer en casa de un pecador», ila gente no trata ni habla con los pecadores! Al callarse esta raz6n al principio del episodio, el evangelista dejara a su lector entrar progresivamente en las verdaderas razones y darlas a conocer por boca de los mismos personajes del relato. La transfor3. Se dira sin duda que el oficio de «recaudador de impuestos» (i;i;A,rov11 i;) tiene en los evangelios, y aquf mismo, un eco negativo; lhO esta este termino asociado casi siempre a otros, francamente peyorativos, como «publicanos y pecadores» (Mt 11, 19; Mc 2, 15; 5, 20; Lc 5, 30; 7, 34; 15, 1), «publicanos y prostitutas» (Mt 21, 31.32)? Es cierto, pero se trata en esos casos de expresiones ya hechas, y los evangelistas dejan siempre a sus personajes (Jesus, los fariseos, la gente) el cuidado de sefialar Ja connotaci6n peyorativa del termino «publicano». En este sentido puede decirse que, como narradores, son neutrales. La discreci6n de los escritores antiguos respecto a la vida interior de sus personajes es un dato que ya se ha sefialado muchas veces. Cf. R. Scholes-R. Kellog, The Nature of Narrative, New York 1966, 160-206. 4. La expresi6n utilizada («intentaba ver quien era»: v. 3) puede interpretarse de forma mas o menos densa (Jesus como profeta, como mesfas, etc.).

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maci6n no aparecera hasta mas tarde, ya que Zaqueo podra finalmente hablar con alguien, nada menos que con su Sefior. Mencionemos otro silencio sobre Zaqueo: despues de que los testigos han pronunciado la palabra «peeador»' er narrador no afiade que esten equivocados ni se lo hace decir a Jesus. La observaci6n final de Jesus parece por el contrario darles la raz6n: dice indirectamente que Zaqueo estaba perdido, por tanto que era pecador; pero no le aplica esta palabra. Veremos mas adelante por que. En todo caso, hay que sefialar, a prop6sito de la situaci6n espiritual pasada y nueva de Zaqueo, que el narrador no afiade nada a lo que dicen el mismo Zaqueo y los demas personajes del relato: en definitiva no es el, Lucas, el que desvela el fondo de los corazones o el entresijo del episodio, sino Jesus. En el pr6ximo capftulo tendremos que preguntarnos por el sentido de este fen6meno literario, que recorre todo el evangelio. Otro dato podrfa finalmente confirmar la hip6tesis de un Zaqueo protagonista: el simple hecho de que Jesus se acerque a el y diga que tenfa que ser asi. Que el Sefior se desplace, que honre a Zaqueo con su presencia, que lo declare hijo de Abrahan, todo esto indica sin ningun genero de duda una ascensi6n ret6rica que pone de relieve a nuestro personaje. Otros indicios, que vamos a examinar ahora, orientan, sin embargo, hacia un «protagonismo» cristol6gico.

Jesus

Si el narrador presenta a Zaqueo en los versfculos lb-4, lo hace precisamente en funci6n de Jesus que tiene que pasar por allf (v. 4b) y a quien Zaqueo desea ver (v. 3); el polo de atracci6n de todos, del recaudador y de los demas que estan a la orilla del camino, es ciertamente Jesus. Y si el relato se refiere a la revelaci6n, por parte de Jesus, de la identidad oculta, y hasta perdida, de Zaqueo como creyente, no es este su unico prop6sito, ya que, por su parte, Zaqueo va a descubrir en Jesus a su Sefior: v. 3 v. 8

desde hasta que

«buscaba ver quien era Jesus»; «le dijo al Sefior: jSefior!».

lC6mo se ha hecho posible por otra parte esta transformaci6n? Zaqueo querfa s6lo ver a Jesus. Si Jesus no se hubiera detenido y no lo hubiera interpelado, no habrfa ocurrido seguramente nada; pero su iniciativa cambi6 la vida de un hombre. En una palabra, Jesus no es solamente el agente de la transformaci6n, sino que la provoca.

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Y mirando mas de cerca las cosas, la murmuraci6n de los testigos no se refiere solo a Zaqueo, sino a Jesus: «ha ido a alojarse en casa de un pecador». Si en todo esto hay algo que choca a la gente no es la condici6n de Zaqueo, sino la iniciativa de Jesus. En su laconismo, la observaci6n «ha ido a comer en casa de un pecador» deja sitio a cualquier malentendido: lactuarfa asf un profeta (cf. Lc 7, 39)? lllO fustigaria mas bien las malversaciones de un cobrador de impuestos? Lo que extrafia es que el narrador sefiale 1a discrepancia de la gente a prop6sito de la invitaci6n y no mencione ninguna reacci6n frente a un hecho que deberfa haberlos impresionado mas. Porque, al ver a Zaqueo en su arbol, Jesus podrfa haber preguntado a los curiosos: «lQuien es ese hombrecillo de alli arriba?». Pues bien, sin consultar con nadie, lo llama por su nombre, mostrando asf que lo conoce. lLa gente de alrededor no se pregunt6 c6mo podfa Jesus conocer a un hombre al que nunca habfa visto? Dejando de lado toda reconstrucci6n de tipo hist6rico o psicol6gico, tenemos que responder aquf en terminos de estrategia narrativa; esto es lo unico que nos permite evitar toda arbitrariedad. Pues bien, lque es lo que comprobamos siguiendo el hilo del relato? Que la observaci6n de los testigos tiene una doble funci6n: dar a conocer al lector los valores recibidos y compartidos por los judfos en tiempos de Jesus y permitirle al mismo Jesus proclamar que Zaqueo es un hombre salvado a todos los que ven en el un pecador solamente. Ai'iadamos que el relato no termina con una reacci6n de los testigos ante esta declaraci6n: ni rechazo («y todos, al ofr esto, se marcharon»), ni alabanza («y todos se pusieron a dar gracias»), prueba de que el narrador no insiste en la recepci6n de las palabras de Jesus sino en las palabras mismas. Pues bien, el v. 10 no describe el proyecto de Zaqueo, sino el de Jesus, su misi6n de salvador y las implicaciones que esto supone. Evidentemente, el relato habrfa tenido un tenor distinto si el narrador hubiera invertido las declaraciones de Zaqueo (v.8bc) y de Jesus (9bc-10). Al terminar con una revelaci6n de Jesus sobre sf mismo, un Jesus que sabe lo que es, lo que hace, lo que tiene que hacer5, en favor de quienes y cuando, el narrador indica inmediatamente el alcance cristol6gico del episodio, tal como lo confirmara un estudio del contenido. Asf hemos terminado con la cuesti6n del protagonista eventual, notando de paso que en Lc 19, 1-10 son las acciones las que estan al servicio de los personajes, y no al reves; en efecto, lo que sucede 5. No es necesario detenerse en un primer capitulo en las modalidades ligadas a cada personaje. Notemos solamente que el querer hacer (cf. «buscaba» del v. 3) y el no poder hacer (el mismo versfculo) caracterizan a Zaqueo -al menos al comienzo de! pasaje-, y el deber hacer a Jesus (v. 5).

Ver y ser visto. Lc 19, 1-10

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tiene la funci6n de favorecer una doble revelaci6n: de la salvaci6n y la identidad de Zaqueo y, a traves de ella, de la manera en que Jesus concibe y realiza su propia funci6n: el «lque va a pasar?» queda subordinado al «lquienes son?». Nos toca ahora precisar y ampliar esta conclusi6n. Ya hemos sefialado que en Lc 19, 1-10 la dinfunica del relato va hacia la revelaci6n de la identidad profunda de Zaqueo y de Jesus. En otras palabras, se trata de un proceso de veridicci6n en el sentido fuerte de la palabra, ya que por lo que dice Jesus el lector conoce de verdad a los dos actores, a Zaqueo y al propio Jesus. Pero, se dira, lC6mo saber que la palabra de un personaje del relato es mas fiable que las cualificaciones dadas por un narrador sobre sus propios personajes? Afortunadamente, tenemos en nuestra perfcopa una indicaci6n preciosa, cuando el narrador indica: «Zaqueo se puso en pie y dijo al Sefior>>. Al designar a Jesus como «el Sefior>> y no simplemente como «Jesus», da a entender inmediatamente que el mismo -asi como su lector Te6filo (Lc 1, 1)forma parte de quienes lo reconocen como tal y le sirven. Por consiguiente, este pasaje no es solamente la cr6nica de lo que ocurri6 aquel dia, sino el relato de un discipulo - lo cual no le quita nada a la objetividad, evidentemente-. Entonces, el personaje Jesus y su palabra adquieren mayor autoridad. Un anillisis de las categorias espacio-temporales nos dara la ocasi6n de comprobar esto. 3.

Espacio, tiempo, alusiones a las Escrituras EI espacio

Nuestro episodio se situa en Jeric6, por donde Jesus no hace mas que pasar, pues se dirige a Jerusalen, el lugar de su pasi6n. Asi pues, alli, esto es, en casa de Zaqueo, se quedara (µs1vm: v. 5), hara un alto (KmaA-ustv: v. 7), sin duda durante el tiempo de una comida, no porque tenga miedo ni quiera retrasar la hora decidida, sino para manifestar la finalidad salvifica de su visita (v. 10). Al detenerse en un lugar prohibido, contaminado por un pecador y adonde por tanto ninguna de las personas presentes en la orilla del camino querria dirigirse, ni a fortiori hacer una pausa, lDO pretendera Jesus alterar los c6digos recibidos y compartidos? Sin duda, porque el significado de esta visita es sencillamente una cuesti6n de vida o de muerte, de perdici6n o de salvaci6n. En Lc 19, 1-10, como en otrös muchos relatos, biblicos y no biblicos, el espacio tiene entonces una importancia axiol6gica.

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Pero mas que los lugares mencionados (Jeric6 en el v. 1, el sicomoro en el v. 4 y la casa en los v. 5 y 9), hay que captar los verbos de movimiento. En este sentido, el .episodio esta lleno de contrastes: al principio se mueven Jesus y Zaqueo -el primero esta atravesando la ciudad; Zaqueo corre, sube, baja-, pero a partir del v. 8 los dos estan en la casa6 • Por las razones antes mencionadas 7 , el texto no insiste realmente mas que en uno de estos diferentes contrastes, en el «Venir» de Jesus. Una ojeada sobre otros episodios precedentes (la famosa pregunta de Juan en Lc 7, 19: >2 5 • Pero es con Maria con quien se iran desgranando los primeros tftulos, cada vez mas nobles: Gabriel empieza diciendole que llame al nifio «Jesus»26 , declara que sera «grande» (µeym;;) y llamado «Hijo del Altisirno» (1. 32). q\Je recibira de Dios la realeza y la ejercera para siempre (1, 33), y revela finalmente su origen, justificando asf el tftulo de «Hijo de Dios''· En cuanto a los pastores, los angeles les indicaran dos tftulos: «Salvador» y «Cristo Senon> (2, 11), pero sin decirles nada del origen divino del recien nacido; sefialando por otro lado que los pastores encontraron a Maria y lose (2, 16), i,llO querra el narrador sefialar, con su discreci6n habitual, que vieron en Jose al padre del nifio? En 3, 22 la voz celestial que se dirige a Jesus no enuncia ningun tftulo desconocido para el lector, puesto que se trata de una analepsis de Lc 1, 35 27 • Las voces humanas: la primera afirmaci6n crislol6gica viene de lsabel: «la madre de mi Sefior>>, le dice a su prima; el titulo «Sefior>> implica con toda certeza la soberania mesiiinica, pero i,habra que darle mayor e!l.leu~iuu? Nu hay uaua y_ue nu& aulurke para ello. Con Simeon, se nos dice algo mas sobre el papel salvffico de Jesus (2, 30) y la oposici6n quese levanfurii contra el .(2, 34), pero senalemos una vez mas el silencio total sobre el origen divino de Jesus. En 2, 48, Marfa lo llamara como lo hacen todas las madres: «hijo rni'.o»; es lo mas normal. Pero no ocurre lo mismo con la respuesta de Jesus (2, 49) 2 s, la cual denota una conciencia clara de su relaci6n especial con Dios. Finalmente, con el testimonio de Juan nos encontramos con otro toque mesianico, al evocar a Is 9 (,,Dios-fucl'tie>,) 29 • 25. En estos dos versfculos, cuya ambigüedad hemos respetado, el termino «Seiior» se aplica a Dios, pero no se excluye una alusi6n al Seiior (mesias): la falta de artfculo ante Ktlpt0