Una Brevisima Introduccion A La Historia

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JOHN

H. ARNOLD

UNA BREVÍSIMA INTRODUCCIÓN A LA HISTORIA

OCEANO

EDlTOR:

Rogelio Carvajal Dávila

Para mamá, paPá, Ruth y Victoria UNA BREVÍSIMA INTRODUCCIÓN A LA HISTORIA Título original: HlSTORY. Tradujo

A VERY SI-IORT lNTRODUCTION

P.KIIECOde la edición original en inglés de Oxford Universiry Press LAURA E,\IILlA

© 2000, John H. Arnold Publicado originalmente en ingles en 2000 Publicado según acuerdo con Oxford University Press D. R. © 2003, EDITORIAL OCEANO DE j\'IÉXICO, S.A. DE C.V. Eugenio Suc 59, Colonia Chapulrepec Polanco Miguel Hidalgo, Código Postal 11560, México, D.F. ~5279 9000 .:;;"i 52799006 k8J [email protected] PRIMERA EDICIÓN ISBN 970-651-737-5 Quedan rigurosamente prohibidas, sin 111 autorización escrita del editor; bajo las sanciones establecidas en IIIS leyes, la reproducciónparcial o total de esta obrapor cualquier medio oprocedimiento, comprendidos la reprografiay el tratamiento informdrico, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler opréstamo público. IMPRESO EN MÉXICO I PRINTED IN lVIEXICO

r ~DICE

Prefacio y agradecimientos, 9

_ Cuestiones sobre asesinato e historia,

II

_' De la cola de los delfines a la torre de la política, 29 j,

"Cómo ocurrió en realidad": sobre la verdad, los archivos y el amor por 10 viejo, 53

T'

j,

Voces y silencios, 83 Travesías de mil kilómetros,

III

6, Matar gatos o ¿el pasado es una tierra extraña>, - Contar la verdad, 153

Referencias de las ilustraciones, 171 Lecturas sugeridas, 173 Índice temático, 179

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PREFACIO y AGRADECIMIENTOS

T

al vez haya tres tipos de libros que puedan escribir-

se sobre "historia". Uno, quizá una guía sobre "cómo" ?racticarla. Otro: una investigación filosófica respecto de .35 teorías del conocimiento. El tercero: una polémica que :omente un acercamiento particular. Este texto es una introducción a la historia, y no puede reclamar ser ninguna de esas tres posibilidades, aunque toma algo de cada una. ~o que inspira más que nada a esta obra es el entustas-¡(J. Lo escrito aquí muestra muchas visiones sobre qué es la historia, cómo se investiga y para qué sirve hacerlo. Sin embargo, siempre he tratado de señalar que hay otros caminos, otros argumentos que descubrir, y espero que el lector se sienta estimulado a explorarlos por su cuenta. Este libro consta básicamente de tres secciones. Los primeros tres capítulos buscan plantear ciertas interrogantes, cautivar el interés del lector y describir en forma breve qué ha sido la historia en el pasado. Los capítulos 4 y 5 intentan hablar sobre cómo podríamos "hacer" historia: primero, trabajando con fuentes y, segundo, hablando sobre interpretaciones. Los capítulos finales presentan algunas reflexiones respecto del lugar y el significado de la historia y de la verdad, así como por qué es importante la historia.

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HISTORIA

Los capítulos que aquí presentamos pasaron por muchos lectores antes de llegar a su versión final. Estoy en deuda con todos aquellos que hicieron correcciones sobre diversos temas. En particular, debo agradecer a Barbara MacAllan, experta en migración inglesa al Nuevo Mundo, quien me introdujo al camino de George Burdett. Sin su generosidad extrema no hubiera podido escribir el capítulo 4. Cualquier rastro de tontería, en ésta o en cualquier otra área, es entera responsabilidad mía. Entre quienes están exculpados, pero merecen mi gratitud, se incluyen: Edward Acton, Catherine Benson, Peter Biller, Stephen Church, Shelley Cox, Simon Crabtree, Richard Crockett, Geoff Cubitt, Simon Ditchfield, Victoria Howell, Chris Humphrey, Mark Knights, Peter Martin, Simon Middleton, George Miller, Carol Rawcliffe, Andy Wood, y toda una pléyade de lectores anónimos de la Oxford University Press. Tengo que agradecer, asimismo, al personal y a los estudiantes del. Departamento de Historia, al Centro de Estudios Medievales de la Universidad de York, a las escuelas de Historia, y a los departamentos de Estudios Norteamericanos y de Inglés en la Universidad de East Anzlia por todo lo que me han enseñado de histob . d ria. Por último, mi deuda más profunda es con mi pa re, quien siempre está dispuesto a hablar del tema y a mostrarme por qué estoy equivocado.

ClcSTIONES E HISTORIA

SOBRE ASESINATO

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E

sta es una historia verídica. En 1301, Guilhem de Rodes salió apresuradamente de su aldea de Tarascon al "'Jeblo de Pamiers, en los Pirineos, al sur de Francia. Se .;:ngía a visitar a su hermano Raimond, monje en un monasterio dominico. El recorrido era de unos treinta kiló-nerros a 10 largo de la garganta del río Ariege, por lo que J Guilhem le llevaría por 10 menos un día llegar a su desano, pues viajaba a pie. El motivo de su viaje era urgente: su hermano le había enviado una carta donde le advertía que ambos se encontraban en gran peligro. Debía acudir de inmediato. Cuando llegó al monasterio de Pamiers, Raimond lo recibió con noticias alarmantes; le dijo que un cierto .4eguin (un tipo de monje que no pertenecía a ninguna orden religiosa oficial) acababa de visitar el monasterio. Se llamaba Guilhem Déjean y representaba una auténtica amenaza para los hermanos. Al parecer, Déjean había ofrecido a los dominicos atrapar a dos herejes -Pierre y Guilhem Autier- que vivían en la aldea de Montaillou, en los Pirineos. Déjean sabía de la existencia de esos herejes porque un hombre, que le había dado albergue durante una noche en las montañas, inocentemente se había ofrecido a presentárselos, pensando que quizá se unirían

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a su fe. Déjean se encontró con los hermanos Antier y se ganó su confianza. Ahora podía traicionarlos. Pero lo que en verdad aterraba a Raimond era que Déjean también afirmaba que los herejes tenían un espía dentro del monasterio. De acuerdo con lo dicho por el beguin, el espía tenía nexos con los herejes a través de su hermano, un miembro dellaicado y amigo de los Autier, El hermano era Guilhem de Rodes y el supuesto espía era Raimond de Rodes. "¿Es cierto?", inquirió el atemorizado Raimond, "¿has tenido contacto con los herejes?" "No", respondió Guilhem de Rodes, "el beguin miente". Era mentira. Guilhem de Rodes conoció a los herejes por primera vez en la primavera de 1298. Los había oído predicar, les había dado alimento y refugio y, de hecho, estaba emparentado con ellos: eran tíos suyos. Los Autier acababan de llegar de Lombardía. Antes se habían dedicado al trabajo notarial en las pequeñas aldeas y pueblos de los alrededores del río Ariege. En Lombardía se habían convertido a la fe catara, que dominó el sur de Francia durante el siglo XIII pero que en años recientes casi había desaparecido a causa de la atención mostrada al respecto por los inquisidores. Pierre y Guilhem Autier eran el inicio de su resurgimiento. El catarismo era considerado como una herejía cristiana. Quienes observaban la fe cátara se auto nombraban "buenos cristianos" y creían ser los auténticos herederos de la misión de los apóstoles. También creían en la existencia de dos dioses: el Dios bueno, que creó el espíritu, y el Dios malo, que creó la materia corporal. Esta creencia "dualista" era antitética a la ortodoxia católica romana. Y, en todo caso, los cátaros creían que la iglesia católica romana estaba corrompida; incluso la llamaban la "puta de

'ES SOBRE ASESINATO

E HISTORIA

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:1o::i.a".A principios del siglo Xll1 había varios ciencitaros, y muchos creyentes más en el sur de FranS.:.:.embargo, para inicios del siglo XIV sólo quedaban - rce, que se habían escondido en diversas partes, sobre en las aldeas de los Pirineos. Sin embargo, los poeres ortodoxos no toleraban semejantes creencias; de ahí ~paciencia de los dominicos de Pamiers por capturar 5 Autier, De ahí también el peligro que representaba ~lhem Déjean para los hermanos De Rodes. Guilhem de Rodes dejó a su hermano y regresó a su gar en los Pirineos. Viajó a la aldea de Ax (treinta kiló-~rros más adelante de Tarascon) para advertirle a Raiond Autier (hermano de los herejes) sobre Déjean. Una ~ que hubo regresado a su aldea, también alertó a un - mbre llamado Guilhem de Area, que vivía en el asen~ento vecino de Quié. Ignoramos si pretendía poner _::l marcha los eventos que ocurrieron después. Gran partidario de los cátaros, Guilhem de Area ':~ede inmediato a buscar al beguin Déjean y le preguntó - quería encontrar a los Autier. "Sí", respondió Déjean; ...sí que Guilhem de Area se ofreció a llevarlo hasta ellos. Complacido y sin sospechar nada, el beguin accedió. Via3.[0 n juntos a la aldea de Larnat, en las profundidades de .as montañas. Guilhem de Rodes oyó c¡ue más tarde, esa misma aoche, cuando el beguin llegó hasta el puente que se encontraba en las afueras de Larnat, aparecieron dos hombres: Philippe de Larnat y Pierre de Area (hermano de Guilhem de Area), y esto fue lo que sucedió: C~

Inmediatamente lo capturaron [a Déjean] y lo golpearon de modo que no tuvo fuerza para pedir auxi-

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lío. Lo llevaron a las montañas cercanas a Lamat, y le preguntaron si era cierto que quería capturar a los herejes. Admitió que era cierto y, al instante, Philippe y Pierre lo aventaron desde un gran acantilado, a la grieta de un glaciar. El asesinato permaneció en secreto durante muchos años. Guilhem de Rodes, Raimond de Rodes y los Autier estaban a salvo, por el momento. ¿Qlé debemos inferir de este asesinato largamente olvidado? El hecho fue registrado en los archivos de la Inquisición en el año de 1308, cuando Guilhem de Rodes confesó todo lo que sabía sobre los herejes y la herejía. Otros tres testigos lo delataron. Cuilhcrn fue enviado a prisión junto con otras sesenta personas por su contacto con los cátaros, Esta anécdota sobrevive como una pequeña, oscura y fascinante viñeta del siglo XIV. Esto, entonces, es "historia": un recuento verídico de algo que sucedió hace mucho tiempo, relatado en el presente. Una vez más el pasado adquiere vida, y se ha vuelto a establecer así el contacto desigual entre el entonces)' el ahora. _tero ¿queda el autor exonerado de su labor?, ¿ha llegado a su fin esta breve introducción a la historia? No demos por terminado tan pronto nuestro viaje. Aún quedan preguntas respecto del asesinato de Guilhem Déjean, y otras más sobre la historia en general que nos esperan. Corno este libro mostrará, el proceso de escribir historia ("historiografía") está lleno de preguntas. Podernos usar este primer capítulo para empezar a examinarlas; quizá algunas ya surgieron en sus mentes. En muchas formas, la historia empieza y termina con preguntas, lo

~!O"ES

SOBRE ASESINATO E HISTORIA

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que equivale a decir que nunca termina de verdad, sino que sólo es un proceso.

L.5 SOBRE ASESINATO E HISTORIA

L investigación que alcanzó a Guilhem de Rocialmente estuvo impulsada por Géraud de Rodes, los hermanos de Guilhem, que acudió de maespontánea ante el inquisidor y denunció a mucha re involucrada con el movimiento de los cátaros. Su o~ión, la confesión de Guilhem, y las de, por lo metras quince personas, quedaron anotadas en los re_ ~_, de la Inquisición. Los testigos respondieron a una -.: de preguntas hechas por D'Ablis, y proporcionaron ?XO de de material propio. Los escribanos del inquir registraron todas esas respuestas y las resguardaron -.:.uso futuro. Algunos de los registros han sobrevivido, modo que su lenguaje del siglo XTV todavía está con sorros. Un historiador moderno ha editado y publicaeste registro en particular. Utilicé parte de ese material _-:1 contarles la historia de Guilhem Déjean. Sin embargo, las preguntas no acaban aquí. En un _-?Íhtlo posterior hablaré más respecto de las evidencias, _ :ISO Yproblemas. Por el momento, volvamos a esta hiso ~a. Espero que haya captado su atención. La elegí por. .:e ciertamente captó la mía. Quizá nos atrapa porque ~ trata de un asesinato, y estamos familiarizados con el -".leer culpable de compartir historias de horror. Es claque también se trata de una "narración" en el sentido ce que tiene principio, medio y fin, lo cual podrá hacer_ aún más "satisfactoria". Puede interesarnos y hasta sor?:endernos, si es que antes no sabíamos que la gente del medioevo se dedicaba a este tipo de actividades. Los pro~onistas del relato no eran reyes, príncipes, santos o es.::TÍtoresfamosos sino gente común y corriente. Por tanto, ?uede divertirnos sólo porque logremos descubrir que tan ~:quiera sabemos algo de ellos. o

Ce

El lenguaje puede ser confuso. "Historia" se refiere tanto al pasado mismo como a lo que los historiadores escriben respecto del pasado. "Historiografía" puede significar el proceso de escribir historia; o el estudio de dicho proceso. En este volumen empleo "historiografía" para referirme al proceso de escribir historia, e "historia" para referirme al produeto final de ese proceso. Como veremos, este libro argumenta que hay una diferencia esencial entre la "historia" (como yo empleo aquí ese concepto) y "el pasado".

Entonces, ¿cómo llegó esta historia a estas páginas? Hay varias respuestas. Podemos empezar con la más sencilla: Guilhem de Rodes apareció ante un inquisidor llamado Geoffroi d'Ablis, en cuatro ocasiones durante 13c:J_~. D'Ablis había llegado a investigar la herejía en los Pirineos por orden del Papa. Podía lograr que cualquier persona se presentara ante él para responder a un interrogatorio sobre la fe ortodoxa, y podía demandarles que confesaran no sólo sus propias acciones, sino también las de otros, tanto vivos como muertos. Tras escuchar sus confesiones, el inquisidor podía imponer una penitencia o un castigo que podía ir desde llevar cruces amarillas en señal de que el testigo había sido culpable de actividades heréticas, hasta ser quemado vivo en la hoguera.

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Tal vez esta historia también nos interesa por aquello que la hace extraña, El escritor L. P. Hartley ha sugerido que "el pasado es un país extraño. Ahí las cosas suceden de una manera diferente". Douglas Adams, el autor de ciencia ficción, postula un caso distinto: el pasado en verdad es un país extraño, porque hacen las cosas igual que nosotros. En algún sitio entre estas dos propuestas se encuentra el elemento elusivo que nos atrae al pasado y nos impulsa a estudiar historia. La anécdota que narré habla de ambos argumentos. Entendemos y podemos relacionarnos con el hecho de mandar cartas, visitar a nuestros parientes, y emprender viajes fuera de nuestro lugar de origen. Sabemos del temor a la persecución y hemos oído hablar de asesinatos, incluso si no hemos expenmentado nada de esto de primera mano. Si hubiera traducido los nombres de los protagonistas de esta historia a nuestro lenguaje vernáculo ("Guilhem" se volvería Guillermo en español) entonces podrían parecer más cercanos a ~o~otras. Los nombres que he utilizado son occitanos: el idioma de esa época, región y periodo. En esto, de hecho, he realizado un pequeño truco. Los registros están en latín, de modo que quizá debí haber empleado esa lengua, ~e usa la versión Guille/mus. Pero, tal como quedó, los nombres nos parecen extraños. Parece raro encontrar tanta gente que se llama Guilhem, y no solemos usar nuestro lugar de nacimiento para designar nuestro apellido ("de Rodes" significa "del lugar llamado Rodas"). Sabemos de religión, pero es probable que no estemos familiarizados con el concepto de herejía, con las obras de la Inquisición, y con la creencia en . . ~ " dos dioses. ¿Vemos esto como una " superstlclOn grotesca. ;> ¿Lo consideramos como algo igual de extraño que la idea

.:~-e:1SO del hijo de Dios a la tierra, su muerte en la ~ resurrección? La "herejía" sólo puede existir donuna "ortodoxia" que la defina: tanto los católicos ·:05 cátaros del medioevo afirmaban ser "verdaderos" .::... :..:10S. Cualesquiera que sean nuestras filosofías actua.. nuestras creencias religiosas, ¿resulta posible aducir ...conexión real con cualquiera de estos dos grupos? -i leyéramos esos registros más a fondo, nos salta• .1 la vista otras diferencias. Aunque resulta claro que r zo Guilhem de Rodes como su hermano sabían leer y cribir (se comunicaban por carta), esto es muy poco co_:;_:la mayoría de la gente de aquella época era analfabeEs más, el concepto de "alfaberismo" era algo distinto ... el siglo XIV: si a uno lo describían como litteratus ("leado") eso significaba que uno podía leer y escribir latín :JOf ende, sabía cómo interpretar las Sagradas Escritu-_;. La facilidad para hablar o escribir idiomas vernáculos - contaba como "alfabetismo", sin importar cuán útil pu_era ser esa habilidad. Leer y escribir en occitano (o en "':'emán, francés, inglés, etcétera) lo etiquetaría a uno como -::!teratus ("iletrado"). Estos elementos de familiaridad y extrañeza pueden generar, a su vez, otras preguntas. El asesinato de Guilhem Déjean no fue el único evento anotado en los registros inquisitoriales. Es obvio ~ue tampoco fue el único acontecimiento del año 1301 en :05 Pirineos, al sur de Francia, en Europa, o en el mundo en general. Los historiadores no pueden contar todas las historias del pasado, sólo algunas. Hay huecos en el marerial existente (faltan algunas de las páginas del registro de D'Ablis) y hay áreas sobre las que no queda ninguna evidencia. Pero incluso con la evidencia que sí tenemos, hay muchas cosas que podrían decirse más de las que este

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IllSTORIJ\

espacio nos permite tratar. Inevitablemente, los historiadores deciden qué puede y debe decirse. De modo que "historia" (las historias verdaderas que los historiadores cuentan respecto del pasado) está hecha sólo de aquellas cosas que han captado nuestra atención; de lo que hemos decidido repetir para oídos modernos. Como veremos en un capítulo posterior, las bases entre las que los historiadores han seleccionado sus historias verdaderas han ido cambiando a 10 largo de los años. Al elegir el asesinato de Déjean como una historia que queremos repetir, también es necesario decidir qué papel desempeña en un contexto más amplio. Resultaría poco usual para un historiador moderno presentar una viñeta como ésta sin decir nada más. A fines del siglo A_'1X y principios del xx, algunos historiadores trabajaban de e#:. modo, recolectando y traduciendo evidencias interesantes que -pensabanpodían ser de utilidad para una gama más amplia de lectores. Esos libros resultan útiles como tesoros ocultos, y gracias a ellos, otros historiadores han logrado hacer un trabajo detallado. Leerlos puede ser un placer y, además, contagian a los lectores con su entusiasmo sobre el pasado. Pero para la mayoría de los historiadores modernos esto no es suficiente. Necesitamos interpretar el pasado, no sólo presentarlo. Encontrar un contexto para la historia supone un intento de decir no sólo "lo que ocurrió", sino cuál fue su significado. ¿En qué contexto podemos insertar la historia del asesinato de Déjean? Hay varias posibilidades. La más evidente es que se inscribe en una historia más amplia de la Inquisición y la herejía. Nos cuenta sobre la gente involucrada tanto en la fe cátara, como en sus acciones y sus creencias. Nos cuenta la historia del cata-

'E 50BRE ASESINATO

EH ISTORJA

~ Domingo combate a los herejes cátaros, representados a la deL?S libros se lanzaron a la hoguera: las obras heréticas ardieron ~ lagrosamente, los textos ortodoxos se elevaron en el aire. En ..:oc Domingo no era un inquisidor (aunque después otros miern::e su. orden si lo fueron), pero la muerte en la hoguera siguió siencasuqo fmal para los herejes que no se arrepentían. (pintura de JQuete, fines del siglo xv.)

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rismo: al leer el registro de D'Ablis, descubrimos algo sobre el número de personas que fueron convertidas por los herejes Autier, Podríamos notar que las personas que aparecen en la evidencia no hablan de "La Inquisición" sino sólo de "inquisidores". Esto se debe a que durante este periodo la Inquisición no existía como institución formal; sólo había inquisidores individuales (como Geoffroi d'Ablis) con una labor particular qué desempeñar (en este caso, investigar la herejía en las aldeas de los Pirineos). "Inquisición" significaba el proceso legal que D'Ablis y otros llevaban a cabo. Se había establecido como método para combatir la herejía a inicios del siglo XIII. SU registro también nos muestra cómo el proceso inquisitorial -la forma en que se dedicó a investigar y registrar la herejía- cambió desde esa época. Si comparamos la confesión de Guilhem de Rodes con la de otra persona de I240, hallamos que a Guilhem se le alentó a hablar de un modo mucho más amplio y detallado que a los testigos de periodos anteriores de la Inquisición. Esto se debe a que había cambiado la gran amenaza que representaba la herejía, y la misión de los inquisidores estaba cambiando con ella. En forma alternativa, podríamos insertar el asesinato de Déjéan dentro de la historia del crimen. Se conocen otros recuentos de asesinatos en la Edad Media, algunos de los cuales son bastante renombrados. Podríamos contrastar esta historia, por ejemplo, con el asesinato de Thomas Becket en II70, o con la ejecución de William Wallace en I304, o aun con los supuesto crímenes de Ricardo III de Inglaterra. También podríamos concentrarnos en crímenes efectuados en los estratos más bajos de la sociedad. Para encontrarlos utilizaríamos otra clase de

'>ES SOBRE ASESINATO

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zros y hablaríamos entonces acerca de la prepondcde la violencia en la Edad Media; los métodos que ~aban, las investigaciones, los castigos y los motice los criminales. Sin embargo, e! recuento de nuevo na formar parte de la historia de Languedoc. -Languedoc" significa "la lengua o e! idioma de Oc": mbre que se le dio a esta área del sur de Francia porsus habitantes usaban la palabra "oc" para decir "sí", ez de "oui", que era la palabra que se empleaba en rte. Debido a la presencia de herejes en Languedoc, Papa ordenó una cruzada contra esa tierra a inicios del XIII. Langucdoc había sido antes, en gran parte, un " separado, que se sentía más afín a Cataluüa que a los -_.:iedoresde París. Esta cruzada contra la herejía hizo :;e el norte de Francia dominara políticamente al sur; sin vargo, transcurrió un buen tiempo antes de que Lan- edoc aceptara a sus nuevos amos políticos y, en cierto do, el sur de Francia aún se considera muy distinto al rte parisiense. La defensa de! catarismo (incluido, tal cz. el asesinato de Déjean) está ligada a la historia de la .itica francesa. Por último, podríamos ignorar la rama general de ::listoriay concentrarnos en los pequeños detalles. An~ mencioné el problema de! alfabetismo; éste es un dato -:eresante para un historiador que se interese en los nie.es de educación entre la población laica. A Déjean lo :...caron en un puente a las afueras de Lamat. Al revisar zros registros descubrimos que también había un puen- en las afueras de Tarascon, yen otras aldeas. Estos he-os nos indican algunos aspectos sobre la geografía de se lugar. En otra parte, Guilhem de Rodes menciona en ~ confesión que alguna vez escondió a los herejes en "un

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lugar bajo el piso que se usaba para almacenar granos". En otras ocasiones los herejes se quedaban en una cabaña que Guilhem tenía en un campo cercano a Tarascon. De esta forma hallamos datos sobre agricultura y arquitectura. En otro lado, Guilhem afirma que viajó a la aldea de Ax por negocios, y que una vez se ausentó para hacer un entrenamiento militar con el conde de Foie. ASÍ, sabemos más respecto de las actividades de Guilhem y, por extensión, de otras personas de su misma clase social. A Guilhem con frecuencia se le pedía que fechara los hechos confesados. Por lo general, él hacía referencia al día de un santo. Decía, por ejemplo, que "ocurrió quince días antes de la fiesta de san Juan Bautista" (que se celebra algún día de junio), 10 que nos da una idea de la forma en que Guilhem percibía el paso del tiempo, y la importancia de los santos incluso para un simpatizante de los herejes. Si estudiáramos el resto de los registros inquisitoriales con el fin de extraer más fragmentos, podríamos amasar un útil cúmulo de información. Todo un mundo rodea las confesiones de Guilhem; un mundo que él dio por hecho y que se nos revela en increíbles trozos y fragmentos. Éstos son algunos de los escenarios que se me ocurren como posibles contextos para la historia del asesinato de Déjean. Otros lectores imaginarán algunos distintos. Como veremos más adelante, los historiadores de otras épocas habrían interpretado esta historia de un modo diferente; incluso, para algunos, no sería ni importante ni curiosa. Estas elecciones no sólo tienen que ver con la oportunidad o la sagacidad, sino con aquello que nos interesa. Como historiadores, estamos atrapados en nuestros propios intereses, en nuestra propia moral, ética, ideas filosóficas sobre el funcionamiento del mundo, y sobre todo

i-E ASESINATO

E H1STORIA

__ rilla a la gente a comportarse de la mane_ _ nace. La evidencia de los registros nos ofre- " ~-enigmas; de hecho, nos plantea retos. Guilqooe no explica cada uno de los detalles de su ?~:- ejemplo, la evidencia no nos dice por qué -:--:ogó a su hermano en el monasterio; ni cuáles motivos exactos que guiaban a Guilhem Déjean rrodoxo devoto o esperaba ganar la aprobación e minicosr); ni qué hizo precisamente que Guile Area y sus cómplices lanzaran a Déjean a su rornba (¿estaban protegiendo a los Antier o a sí mis- .-0 tengo una opinión respecto de todo esto, pero ideas. Más adelante hablaremos sobre cómo lle·:05 huecos los historiadores, y sobre el arte de adicien. -_-\.divinar"sugiere cierto grado de incertidumbre ._ del proceso historiográfico. Incluso podría sugerir veces, los historiadores se equivocan. Desde luego, cen. Al igual que todo el mundo, pueden leer mal, _J.i'semal, interpretar mal, entender las cosas mal. en un sentido más amplio, los historiadores siem-e "equivocan". Nos equivocamos porque no siempre crnos estar absolutamente en lo "correcto". Todos los entes históricos tienen huecos, problemas, contradices y áreas de incertidumbre. También 110S "equivoca,- porque no siempre estamos de acuerdo entre noso- renernos que "equivocarnos" (aunque, como veremos, t ces formamos distintos grupos en torno a la forma de ~::-pretarlas cosas). Sin embargo, al equivocarse, los hisnadores siempre tratan de "acertar". Tratamos de ceñir, a lo que, según nosotros, señala la evidencia; tratamos ouscar todo el material disponible, entender en forma

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IllSTORJA

completa qué ocurre, y nunca fabricamos "los hechos". A los historiadores les gusta, a veces, comparar su trabajo con e! de! escritor, Un autor de ficción puede inventar gente, lugares y acontecimientos, mientras que e! historiador está atado siempre por lo que la evidencia pueda sustentar. Esta comparación podría hacer que la historia se viera como algo seco y falto de imaginación; sin embargo -como hemos visto y como exploraremos más adelante-la historia emplea a la imaginación en la forma en que usa, presenta y explica la evidencia. Para todo historiador, 19que está en juego es lo que en verdad ocurrió, y lo que eso podría significar. Son muy emocionantes estos precarios intentos de asir la "verdad", una verdad que, en cualquier punto, podría revelarse ilusoria. Estas dudas son necesarias para que exista la "historia". Si el pasado viniera sin huecos ni problemas, el historiador no tendría ninguna labor qué completar. Y si la evidencia siempre hablara llanamente, apegada a la verdad y con claridad, no sólo los historiadores no tendrían nada qué hacer, sino que careceríamos de la oportunidad de discutir entre nosotros. Por encima de todo lo demás, la historia es una discusión. Es una discusión entre distintos historiadores y, quizá, entre el pasado y e! presente, entre lo que ocurrió en realidad y lo que ocurrirá después. Las discusiones son importantes porque crean la posibilidad de cambiar las cosas. Éstos son los motivos por los cuales, a lo largo de este capítulo y de este libro, utilicé el término "historias verdaderas" para hablar de historia. Existe aquí una tensión necesaria: la historia es "verdadera" en el sentido en que debe coincidir con la evidencia y los hechos que enuncia; de lo contrario, debe demostrar cuál es la razón

.,.S SOBRE ASESINATO

E HISTORIA

~e esos "hechos" son incorrectos y es necesario _- :a: elaborarlos. A la vez, se le considera una "histo• en ~: sentido de que es una interpretación que coloca • .60s- dentro de una narración o contexto más amL es historiadores cuentan historias en el sentido de • ~_ zaisión es persuadirlo a usted (ya sí mismos) de al:: _3 métodos de persuasión dependen en parte de la _-.:.._.:--no inventar cosas, no presentar los asuntos - q.:e como son- pero también de crear una narración -~~ante coherente y útil del pasado. En sí mismo, el cio no es una narración. En su totalidad, resulta caótino tiene coordinación y es tan complejo como la vida. ~;;~oria trata de extraerle un sentido a ese desastre; de centrar o crear patrones y significados, así como histo~ - .1 partir de! torbellino. Hemos empezado con una serie de preguntas, y he resenrado una serie de propuestas: que la historia es un -ceso;que es una discusión, y que está compuesta de -rorias verdaderas sobre el pasado. A lo largo de! libro ~:oraremos todo esto más a fondo. Pero quiero enunciar ":.1 última idea: pensar en la historia (tal y como Jo esta-'J5 haciendo aquí) nos brinda tanto oportunidades como pe:igros. Nos permite reflexionar respecto de nuestra reción con el pasado, revisar el tipo de historias que hec:.nselegido contar sobre lo que ha ocurrido en otro tiernC'O. las formas en que hemos llegado a dichas historias, ~ :05 efectos de contarlas. Cuando el pasado reingresa al cresente se convierte en un lugar irresistible. Buena parte ce pensar en la "historia" consiste en pensar sobre qué -o FJ.ra quién- es la historia. Para dar inicio a esta invesri:;-J.óónpuede resultamos útil mirar hacia atrás, en un inrenro por entender qué ha sido la "historia" en e! pasado.

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:. :_-\ COLA DE LOS DELFINES ~ _-1. TORRE DE LA POLÍTICA

E ::

e: siglo VJ a.C. Nabónides, un rey babilonio, realizó la búsqueda -quizás podríamos decir que la pri_::: excavación arqueológica- de un templo antiguo, E-ÍJabbar. Lo encontró y escribió sobre ese descubriento:

Ahí pude leer la inscripción del antiguo rey Hammurabi, que, setecientos años antes de Burnaburiash, había construido para Shamsash el E-babba¡' sobre el antiguo temenos y comprendí su significado. Lo veneré trémulamente ...

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El rey Burnaburiash había vivido en el siglo XIV ;LC., y el templo del dios Shamash que halló Nabónides era, a su vez, setecientos años más antiguo. Es decir, el templo tenía dos mil años más que Nabónides. Esos increíbles huecos de tiempo hacen que sintamos a Nabónices más cercano a nosotros. Si vemos su descubrimiento ~.su texto como el comienzo de nuestra historia, como el ?rimer fragmento de "historia" del que tenemos conocimiento, la sensación de cercanía podría verse fortalecida por su papel como "origen" de la narración de este capí-

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tulo. Un sentido de conexión como éste resulta útil, sin embargo, podría causarnos problemas: Nabónides estaba interesado en hallar e! E-babbar debido al nexo que le permitía establecer con su propia tradición real, y e! poder y la autoridad que ello implicaba. La forma en que entendió su descubrimiento, y sus motivos para registrarlo, no son necesariamente los mismos que los nuestros. ¿Podemos mirar atrás, así, de esta forma, al inicio de la "historia" como una actividad? La pregunta es compleja y, al hacerla, nos sumergimos en nuestra propia indagación histórica contemporánea. Podemos mirar atrás para "historizar" .a la historia misma; es decir, para ver cuáles son sus raíces, de dónde viene, cómo ha cambiado, y para qué se ha utilizado en distintas épocas y lugares. Nuestro centro de atención, aquí, en este breve recuento, tiene que ser el presente: usar la historiografía pasada como una comparación sobre 10 que hacemos ahora, y como un recordatorio de que si la historia -como sujeto- ha cambiado a lo largo del tiempo, puede volver a hacerlo. En consecuencia, habrá grandes huecos en la historia que sigue; sin embargo, parte de 10 que quiero mostrar es que, en cierta forma, toda la historia quiere decir algo sobre el presente. Avancemos un siglo precisamente hacia el primer historiador griego: Herodoto (484-425 a.C.), quien escribió sobre las causas históricas de los conflictos entre los griegos y los persas, un tema que Homero ya había abordado en su poesía. Herodoto comienza sus historias haciendo un recuento sobre la razón por la que dos pueblos llegaron a la violencia. Hace un resumen de la versión persa de los acontecimientos: los fenicios secuestraron a lo, hija del rey griego; entonces los griegos raptaron a Eu-

_:):__-\ DE LOS DELFINES

A. LA TORRE

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.::!.iade! rey fenicio, y luego a Medea, otra hija del ?aris, hijo de Príamo, rey fenicio, se inspiró ~n es-::~~orias púa secuestrar a Helena y hacerla su esposa. ojos fenicios esto era muy importante: secuestrar eres era algo malo, pero nada para irritarse demasía-?ues resulta obvio que ninguna joven permite que la -~:1 si no quiere ser raptada". Los griegos, sin ernbarrzvieron una reacción desmesurada: reunieron un gran __ zciro con él fin de rescatar a Helena de Troya y destruir ._ ~~ercito de Príamo. Todo esto como represalia por el - -;:0 de mujeres. Sin embargo, los historiadores fenicios cen que incluso éste es un recuento falso: 10 (la prime- ::eujer mencionada) no fue llevada a Ía fuerza, sino que se- embarazó del capitán de un barco fenicio y decidió irse - :: él en vez de humillar a sus padres. Escribe Herodoto:

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Eso, en cuanto a lo que dicen los persas y los fenicios; y no tengo intención alguna de juzgar su veracidad o falsedad. Prefiero confiar en mi propio conocimiento, y señalar quién injurió primeros a los griegos; luego procederé con mi historia, contándola mientras recorro ciudades pequeñas y grandes. La mayoría de las que alguna vez fueron grandes ahora son pequeñas; y aquellas que en mi propio tiempo han alcanzado la grandeza, en el pasado fueron pequeñas. No importa si las ciudades de las que escribo son pequeñas o grandes, pues en este mundo nada es próspero durante mucho tiempo. Al rechazar las leyendas persas, Herodoto

elige con-

áar en "los hechos" más que en creencias espurias. Más

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adelante usa el recuento de una historia oral para mostrar que Helena y Paris nunca llegaron a Troya, sino que fueron detenidos en Egipto, y analiza algunos pasajes de Homero para argumentar que el gran poeta sabía esto pero prefirió seguir una historia distinta, ficticia. Creamos o no en el nuevo recuento que hace Herodoto de la historia de Helena, el hecho de que intentara usar evidencias para distinguir una historia ficticia de una real, hace que su recu~nto histórico 10 haga verse mucho más cercano a un historiador del siglo xx. El que sus Historias no estén unidas simplemente a sus circunstancias personales (como Nabónides y el E-babbar), sino que se dirijan a un público más amplio y tengan un propósito también más amplio (registrar y explicar el pasado), sugiere que Herodoto es el fundador de la historia como la conocemos hoy. Es más, en ocasiones se le llama el "padre de la Historia". Pero, de nuevo, debemos tener cuidado. Aunque algunas partes de la obra de Herodoto pueden parecernos familiares y "modernas", otras no. Mucha de la historia que cuenta son narraciones que nos parecen increíbles: Arion que montó la cola de un delfín; Drasto que primero mató accidentalmente a su padre, luego consiguió refugio con el gobernante Creso y, también en forma accidental, mató al hijo del rey; el oráculo de Delfos, cuyas predicciones salpican la historia, y siempre se vuelven realidad, etcétera. Éstas y otras historias se mezclan en lo que podríamos reconocer como una historia política más "objetiva" de cómo fueron a la guerra los griegos y los persas. A Herodoto le encanta salirse de su recuento de los acontecimientos políticos para hablarnos respecto de las ( costumbres locales de la gente, así como de los extraños

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-n-il:osos animales de distintas zonas, y también de __ier historia fabulosa que capte su atención. Por tanHerodoto también se le conoce como el "padre de enrira", Pero él mismo no advirtió ninguna diferenzre esos elementos; de hecho, a menudo se esfuerza a.~.:TIlarque lo que dice puede ser creíble porque hay - s que lo pueden confirmar. Hay otras razones por las que podemos considerar a odoto distinto de nosotros. Por un lado, es poco pro~ que Herodoto considerara su escritura de Una "his- como algo en esencia diferente a otros tipos de rura, La palabra griega que se ha convertido en "his- ~n su sentido original significaba "informar" y, más CllIcamente, señalaba a una persona capaz de elegir amente entre recuentos opuestos. Aplicado a la escri-J. 5o~re el pasado, esto significaba en gran medida que ~l~aJo no era ni poético ni filosófico y, por ende, para ;negos resultaba menos importante. No está del todo - que haya constituido un género específico llama~historia"; más bien parece que se le consideraba par-! ce un cuerpo más grande de escritura "no-filosófica". c, -nisrno, aunque los motivos de Herodoto para escri- son más parecidos a los nuestros que a los de Nabó':e~, siguen siendo un poco distintos. Herodoto usa el asado pa~a ilustrar situaciones y personajes y emplears en su tle~po presente. Lo hace porque ve el tiempo .1110 algo circular: la historia da vueltas y vueltas, y Jos --3mos temas y los mismos problemas surgen una y otra ~. Los eventos que acontecen en su Historia a menu- son causados por fallas de carácter, pero tras dichas faLls siempre se encuentra la rueda circular del destino que, - zno dice Herodoto en la cita de arriba, funda , y desrru-

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~des y pueblos en la misma medida. Por ejemplo, - sobre Creso quien, a pesar de haber recibido una _ encia en un sueño, no pudo prevenir la muerte de el muchacho que falleció accidentalmente a maze Adrasto); y perdió todo su reino por su arrogancia zs el engreimiento humano de los propios logros _"!-ardece a los dioses). Algunos historiadores del siglo ceden pensar, asimismo, que ciertos temas son rccu'"'"""!"'""~e;; en la historia; pero considero que ninguno piensa _ a rueda del destino gobierna la causalidad. Podría decirse que este concepto del tiempo cambió -do el cristianismo produjo sus primeros historiado_ L credo cristiano no dependía de la rueda del destino, que veía al mundo moverse inexorablemente entre - puntos fijos: la Creación y el Apocalipsis. Basados en _~'1tiguoTestamento, los primeros historiadores cristia- también daban por ciertas las siete edades de la hu_~..idad.Para cuando estaban escribiendo sus recuentos, ....'1abíanpasado cinco edades, y la humanidad había en- do en la sexta: el periodo que va del nacimiento de Cris- J su Segunda Llegada. Todo lo que quedaba por delano: era la séptima edad, el periodo que va del Apocalipsis y e: ;]n de la historia. Este marco sugería una idea bastance distinta en 10 que se refería al significado de la historia en la forma en que uno debería acercarse a ella. Sin embargo, no se debe hacer una distinción tajan-o: entre el periodo clásico y los albores de la era cristiana: imagen de la rueda del destino se perpetuó en la cultu=-:! cristiana, y el concepto de las Siete Edades no dictaba codo lo escrito en la historia cristiana. Lo que de hecho ;eneró un cambio en la historiografía fue un nuevo ~' zpremianre propósito de la historia. La historia eclesiástica

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4. Rueda de la fortuna, de William de Brailes (1235).

de Eusebio (escrita c. 325 d.C.) busca persuadir al público cristiano y pagano de que la cristiandad era más antigua, más racional, más moral y más válida que la religión pagana. Los primeros cristianos escribían historia como un recuento polémico del pasado. Lo hicieron porque, en esos primeros siglos, eran un pueblo asediado que tenía que defender su fe, perseguida por las autoridades romanas. Darle una historia a su fe (yen contra de otras creencias) era un 'intento por ganar autoridad. En su libro La

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D;~f\c. 426) Agustín de Hipona intentó com• _.::1-tas históricas de su iglesia con la eterna bata_ ~?iriruaJjdad y maldad. Era una mezcla de teo__ szoria a gran escala, pero resultaba demasiado .::uwplejapara obtener gran influencia inmediata. -J....so, Orioso, el pupilo de Agustín, escribió una simplificada y más polémica, la Historia contra los . que fue mucho más popular. ~..!~ebioy Orioso se dedicaron a crear historias au~ copiando documentos originales que ayudarían a __.__s::¡_ e insistiendo en la precisión histórica de las San=~.:rituras, así como enlazando la historia de su iglesia .=.an narración lineal del tiempo. Un elemento más _ :ustoriografía que los había precedido los ayudó en _ ::-:upósito: la idea de la retorica. Los escritores roma. Salustio y Cicerón habían afirmado que en todos los - s de escritura se enfrentaban a reglas y códigos a se_-:. :' que la historia también tenía los suyos. El "rhetor" narrador) de historia debía decir la verdad de manea imparcial, aunque eso pudiera ofender a alguien; debía rdenar los eventos de manera cronológica y geográfica; '~Día contar los "grandes hechos" que se hubieran lleva~ a cabo, prestando atención a sus causas, a su carácter y ... 5U oportunidad; y debía "escribir serenamente en un es::-Losencillo y fluido". objetivo de estas reglas era l1ue ....1 historia, al ser escrita así, debía persuadir y ser bien recibida. Este elemento retórico -inventado por los roma:lOS y desarrollado por los cristianostuvo un largo legado historiográfico. En 1607, un autor anónimo terminó de escribir Vida de Eduardo el Confesor. Dedicó su trabajo a su patrona, la reina Edith, esposa del monarca inglés. El pro-

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