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http://www.archive.org/details/obrascompletas03men
OBRAS COMPLETAS DEL EXCMO. SEÑOR
DON MARCELINO MENÉNDEZ Y PELAYO
HISTORIA DR LA
poesía HISPANÜ-AMERICANA TOMO
II
o'^ c
i
j^O\ov-aS
Cow>,^ic.»-«
HISTORIA DE LA
POESÍA
HISPiO-AMERlCAM POR EL DOCTOK
DON MARCELINO MENÉNDEZ Y PELAYO Director de
la
Real Academia de
TOMO
la Historia
11
MADRID LIBRERÍA GENERAL DE VICTORIANO SUÁRE2 Calle de Preciados, 48
1913
O-^
»V^í-
ES PROPIEDAD
Madrid. Imp. de Kortanet. Libertad, 29.— Teléfono 991.
CAPITULO SÉPTIMO COLOMBIA
La
cultura literaria en Santa
el
tiempo
la
conquista
la
Atenas de
misma
(
mente su fundador,
el
I
la )
Fe de Bogotá, destinada
América
á ser con
como
del Sur, es tan antigua
El primero de sus escritores es precisa-
.
dulce
y humano cuanto rumboso y
bizarro
abogado cordobés Gonzalo Jiménez de Quesada, conquistador y Adelantado del que llamó Nuevo Reino de Granada. Como hombre de
que era en sus
letras
pluma y pendio
que en libro
la lanza,
historial 1
y
manejó alternativamente
principios,
fruto de sus ocios fueron unas
Memorias ó com-
de sus conquistas, que llamó Ratos de Stiesca; libro
568 estaba para imprimirse, según consta por Real cédula;
que
existió hasta nuestros días
en América y en España, que
quizá existe hoy, aunque no sepamos á punto
(1)
la
fijo
su paradero,
y
D. José María Vergara y Vergara, varón digno de buena memoria, cris-
tiano y simpático ingenio, prosista
muy dado
ameno
aunque
é investigador diligente,
á la improvisación ligera en todas materias, publicó en 1867 una
Historia de la Literatura en Nueva Granada, desde
la
conquista hasta
inde-
la
pendencia (153S-1820), obrita digna de aprecio como primer ensayo y punto de partida para investigaciones ulteriores. En sus páginas se encuentran
abundantes noticias de
casi
todos los autores que florecieron en
el
Nuevo
Reino antes de 1820; pero es libro que ha de consultarse con cautela, porque abunda en errores de hecho. De todos modos, no habiendo sido sustituido hasta ahora por" otro alguno, á sus noticias tenemos que acudir para los primeros tiempos, ampliándolas y rectificándolas con el fruto de nuestra propia indagación.
La obra de Vergara ha
de nuestro amigo
el
sido reimpresa con prólogo y anotaciones
elegante poeta colombiano, D. Antonio
Gómez Restrepa
(Bogotá, 1905).
Mbk¿sdez t V-ELkYO.- Poesía
hispano-aniericana.
II.
i
CAPÍTULO SÉPTIMO
8
que parece haber servido de fondo á nistas,
empezando por
Escribió también
el
el
las
narraciones de otros cro-
más antiguo de
todos, Juan de Castellanos.
piadoso Adelantado unos sermones de
las festi-
vidades de Nuestra Señora, para que se predicaran los sábados de
Cuaresma en
la
misa que ordenó que se dijera por
Muñoz
conquistadores. D. Juan Bautista
vio
las
almas de los
además unos Apunta-
mientos 6 correcciones suyas sobre las historias de Paulo Jovio;
recientemente
el
Jiménez de
Sr.
la
y
Espada, aventajadísimo entre
nuestros americanistas, ha dado á conocer un Epítome de la Conquista del
Nuevo Reino, que
de Ouesada, á
es
xiii
de
menos en
parte,
y
Una
curiosísima noticia de Juan de
la 4.^
parte de sus Elegías, reciente-
diverso de los Ratos de Suesca. Castellanos en el canto
lo
mente descubierta y dada á luz con el título de Historia del Nuevo Reino de Granada (l), nos autoriza también para poner al Adelantado en
el
catálogo de los poetas ó versificadores, con la circuns-
tancia de haber sido partidario de la escuela de Castillejo
metros antiguos contra
esta dificultad hallaba siempre
Jiménez de Quesada, licenciado,
Que es el Adelantado deste Reino, De quien puedo decir no ser ayuno Del poético gusto y
Y
él porfió
Ser
los
ejercicio;
conmigo muchas veces
metros antiguos castellanos
Los propios y adaptados á su lengua, Por ser hijos nacidos de su vientre,
Y
éstos advenedizos adoptivos.
De
diferente
madre y
extranjera;
Mas no fundó razón, porque sabía Haber versos latinos, que son varios
En
Y
la
composición y cantidades,
aunque con diferentes pies se mueven,
Son legítimos
Y
lo
Tomo
i,
de una madre,
son también en nuestra lengua,
Puesto que (i)
hijos
en sus entrañas propias engendrados;
Como
págs. 366-67.
los
endecasílabo italiano. Sobre esto tenía
el
grandes pendencias con Juan de Castellanos:
Y
y de
el
uso dellos es moderno...
COLOMBIA
Al mismo parecer
g
se inclinaba otro poeta improvisador
daba entre
los conquistadores;
Llamábase
el tal
que an-
de quien da Castellanos larga noticia.
Lorenzo Martín, aquel que dio principio
...
AI pueblo hispano de Tamalameque. Éste fué valentísimo soldado,
Y
de grandes industrias en
guerra.
la
El cual bebió también en Hipocrene
Aquel sacro
que manar hizo
licor
La uña del alígero Pegaso Con tan sonora y abundante vena,
Que nunca yo
cosa semejante,
vi
Según antiguos modos de españoles; Porque composición Hurtada de
los
italiana,
metros que se dicen
Endecasílabos, entre latinos.
Aun no
corría por aquellas partes;
Antes cuando
leía los
poemas
Vestidos desta nueva compostura,
Dejaban tan mal son en sus oídos,
Que juzgaba
ser prosa
Al beneplácito
Con Que
ser tan puntual esta se requiere para
medida
mayor
gracia
las colisiones
Y
Lorenzo Martín con ser extremo
el
la facilidad al
Al nuevo no
el
consonancias.
las
Huir
En
Y
que tenía
ciertamente que
si
le
de vocales.
uso viejo,
pudo dar
alcance.
todos los endecasílabos que pudo alcanzar
pobre Lorenzo Martín eran de
su compañero Castellanos, no
la
fuerza de estos
le faltaba
y
otros tales de
razón para quejarse de que
dejaban mal son en sus oídos y para renegar de la nueva conipos' tura y volverse á sus «coplas redondillas repentinas», de las cuales ^
era manadero redundante, traía el
y con las que alentaba el ánimo y dishambre de sus compañeros en los trances más duros de la
conquista. Castellanos nos da una muestra de estas improvisaciones
en
el
canto xvii:
I
CAPITULO SÉPTIMO
o
hermanos míos; Trastornemos y busquemos Algo así que reformemos Sus, SUS,
Los estómagos
vacíos.
Sacad de flaqueza
Aunque
bríos,
estéis puestos
de lodo,
no queréis que del todo. Nos quedemos patifríos. Si
Tenemos Flojas,
las camisetas
y anchos
los jubones;
Pretinas de los calzones
Encogen las agujetas. Todos bailamos sambetas Al son de
Y
los estrompiezos,
tenemos
pescuezos
los
Más delgados que garcetas. Quedan de los cerviguillos Solamente los
hollejos;
Los más mancebos son
En
viejos
rostros y colodrillos.
Nuestros vientres tan sencillos,
Que
ternía cada
uno
Por liviano desayuno
Menudo de dos
morrillos.
Los pasos que dais
oblicos,
Flojos, remisos y tardos.
Se volverán en gallardos
En cebando los hocicos. En esto seréis más ricos Que aquel Herodes Antipas,
Y
sosegarán
Que
las tripas
nos hacen villancicos.
(O
Nada de trar
esto es poesía ciertamente; pero ¡cuánto agrada encon-
en aquel pequeño grupo de heroicos españoles perdidos en
soledades de los
Andes un eco de
las
las
contiendas literarias que en
la
Península traían los petrarquistas enamorados del arte italiano, con ¡03 partidarios
(i)
Tomo
II,
de
la
medida
págs. 50-52.
vieja!
COLOMBIA
Eran del
primeros pobladores del Nuevo Reino, según expresión
los
mismo
1
Castellanos,
Gente
modesta, clara,
llana, fiel,
Leal, humilde, sana y obediente.
de esta población, que no había manchado su concodicia quista con ninguna de las ferocidades y excesos de sórdida que anublaron la gloria de la del Perú, correspondió desde el prin-
A
lo selecto
cipio la paz inalterable en
de su gobierno,
la
templanza de
domésticas,
las tradiciones
que vivió aquella colonia,
más
costumbres y
las
parada de
que en
la
la
A
tal
la
meseta de
costa por inmensos desiertos
muchedumbre abigarrada y
puertos ó á
las
lo
moderación arraigado de
de conservar en una pobla-
fáciles
ción agrícola y sedentaria, aislada en
la
y
los
Andes y
se-
ríos caudalosísimos,
levantisca
que acudía á
los
grandes explotaciones mineras.
estado de cosas
acompañó desde muy pronto
el
celo por la
común instrucción, y aunque es cierto que el virreinato de Santa Fe no participó de los beneficios de la imprenta hasta el siglo xviii, quedando en esto
muy
inferior á
México y Lima, también
lo es
que
Ya
por
tuvo desde los primeros días establecimientos de enseñanza.
Real cédula de 2^ de Abril de 1554 se
Nuevo Reino proceder Otra cédula de
1
al
mandó
á la Chancillería del
establecimiento de un colegio para indios.
8 de Febrero de 1555
mandó
crear otro colegio
para huérfanos españoles y mestizos. El Seminario de San Luis, fundado por el Obispo D. Fr. Luis Zapata de Cárdenas, obtuvo organización definitiva en 1592, en tiempo de su sucesor D. Bartolomé
Lobo Guerrero, y de
él
hasta su expulsión en
1
se encargaron los jesuítas,
que
le
rigieron
765, con estudios de artes, gramática
y teo-
y una cátedra de lengua muisca. Los dominicos, primeros religiosos que habían penetrado en el Nuevo Reino con el x'\delantado Jiménez de Quesada, de cuyo nombre es inseparable el de Fr. Dología
mingo de
las
Casas, enseñaban en su convento gramática desde
1543, y artes y teología desde
1 5
72. Estos estudios fueron la base
Real y Pontificia Universidad de Santo Tomás, que no llegó á existir definitivamente hasta 1627, después de largo y reñido pleito
de
la
ganado por
los
dominicos contra
los jesuítas.
Estos, no obstante,
CAPITULO SÉPTIMO
12
continuaron llamando á su colegio Universidad Xaveriana, y suce-
sivamente establecieron otros en Honda, Pamplona, Tunja, Carta-
gena y Antioquía, hasta
número de
el
13.
Con
ellos,
y
los
que
te-
los
de San Buenaventura y otros que fundaron franciscanos, llegó á haber 23 en todo el Nuevo Reino, siendo
de
los
nían los dominicos,
el
más importantes por
1653 por
De
y
el
su dotación el del Rosario, fundado en
Arzobispo D. Fr. Cristóbal de Torres
modo, y á pesar de
este
'enviar á la Península
la
enorme
(l).
de tener que
dificultad
todo libro ó papel para imprimirse,
lo cual fué
causa de que muchos quedasen inéditos, pudo Nueva Granada dar á la bibliografía española del siglo xvu un
no insignificante, ya teólogos, ya
número de ya
juristas,
Luis Brochero, ya autores de crónicas,
escritores
arbitristas,
como Rodríguez
como
Fresle
y
el
agustino Fr. Andrés de San Nicolás, ya verdaderos historiadores,
como
Obispo Piedrahita, cuya obra, aunque impresa en
el
mucho en
peores días del siglo xvii (1688), no se resiente
de
la
corrupción
literaria
de aquel tiempo
(2),
los
el estilo
ya gramáticos de
como el dominico Fr. Bernardo de Lugo, y los Dadey y Francisco Varaix, alguno de los cuales llegó
lenguas indígenas, jesuítas José
á versificar en
el
idioma de los chibchas ó de los muiscas.
Los monumentos de
la
poesía castellana en
va Granada son escasísimos, y entre todos
España su
ellos, es el
autor, sólo
me
entenderá que
(i)
En
el libro
Española durante
Buenos Aires,
dad de Bogotá provincia de res.
Por
el
P.
sin
Nue-
comparación,
antiguo, que aquí, por ser nacido en
puede entrar como de soslayo. Fácilmente se de Tunja, Juan de Castella-
La vida intelectual en la America XVI, XVII y XVIII (Revista de la Universidad de
los siglos
pueden verse
noticias
más detalladas sobre
89-98) tomadas principalmente de
Afitotiio del
M.
más importante,
refiero al beneficiado
(p'igs.
San
virreinato de
de D. Vicente G. Quesada,
xi),
t.
más
el
el
Nuevo Reino de Granada,
la
la
Universi-
Historia de la
del orden de predicado-
Fr, Alonso de Zamora, su cronista, hijo del convento de Nues-
tra Señora del Rosario de la ciudad de Sania Fe, su patria. Barcelona, Joseph Llopis, (2)
1
70 1,
folio.
Historia General de las Conquistas del Nuevo Reino de Granada. Edi-
ción hecha sobre
la
de Amberes de
1688. Bogotá,
Con un excelente prólogo de D. Miguel
Imp. de Medardo
A. Caro.
Riv.is, 1881.
^3
COLOMBIA nos, infatigable rapsoda,
50.000 endecasílabos, unos escritas todas las entradas y con-
que en más de
1
rimados y otros sueltos, nos dejó Firme, en Nueva las Antillas, en Costa quistas de los españoles en Popayán, con los nombres, proezas Granada y en la gobernación de descubridores, capitanes
V casos trágicos de todos los en lengua Es el poema más largo que existe
y aventureros.
castellana (aun incluido
de Cairasco), y quizá la obra Templo Militante y Flos Sanctorum, que en su género posee cualquier de más monstruosas proporciones los rimada, francesa ó alemana, de literatura. Sólo alguna crónica alcances en esto de la extensión, tiempos medios, puede irle á los de lo común, mera compilación con la diferencia de ser ellas, por de Casverso, al paso que la obra textos anteriores en prosa ó en en parte se refiere á hechos tellanos es de todo punto original, y testigos fidemismo autor presenció ó que oyó contar á
el
que
el
dignos.
quien no pueden de este versificador irrestañable, á en el canto segundo de su negarse algunas dotes de poeta, consta baupor el hallazgo de su partida de elegía vi, y se ha confirmado
La
patria
tismo:
Y Nació, pues, en Sevilla,
quedando
un hombre de Alanis, natural
mío...
del Arzobispado de 1522, en Alanis, pueblo opinión que le suponía así deshecha la absurda
hasta 1539- Su vida escanacido en Tunja, ciudad que no se fundó que acá y allá dejó samente puede rastrearse por las indicaciones modestia, ya por otras esparcidas en sus Elegías, aunque, ya por mucho más que de sí propio. causas, gusta de hablar de los otros
anduvo que pasó en edad temprana á Indias, que Firme, que demoró largo peregrinando por diversas partes de Costa esclavos) de Cubagua y el tiempo en las pesquerías de perlas (y especie de Capua ó paraíso golfo de Paria, que luego encontró una por mestizas mozas dilide deleites en la isla Margarita, servido
Lo averiguado
es
gentes. Instruidas de
mano
castellana,
Lascivos ojos, levantadas frentes.
De
condición benévola y humana;
CAPITULO SÉPTIMO
14
y que después de haber gastado por allí su primavera, extinguida ya la granjeria de las perlas, y cansado de la guerra cruel, feroz j> airada, determinó enmendar su turbia y azarosa vida, haciendo que suelen recogerse á sagrado, y en 1559 cantó misa en Cartagena de Indias. De allí pasó en 1 561 de beneficiado corno los malhechores
á Tunja, donde con medianía de sustento vivió los cuales
el
resto de sus días,
fueron larguísimos, puesto que en 1606, á los ochenta
y
cuatro años de edad, pudo otorgar testamento ológrafo, que es
de
mayor
la
en que,
al
pada corta
curiosidad, sobre todo por el in\-entario de sus bienes,
Agnus Dei y un crucifijo, aparecen una esde camino y una rodela blanca de madera de higuerón,
lado de un
curiosa mezcla de los hábitos
dote
del viejo conquistador
y
del sacer-
(i).
Las Elegías de varones
(i)
ilustres de Indias
aparecieron en
la
Biblioteca
de Rivadeneyra limpias y escuetas de toda noticia acerca de su autor; perq después se ha trabajado mucho para restaurar su biografía. Citaremos
los
principales trabajos:
Acosta (Coronel D. José Joaquín): artículo en
el
tercer
número de
la A7ito-
logia española, Madrid, 1848.
Vergara: Literatura en Ahueva Granada, cap.
11.
Leyó en
las Elegías la
ver-
dadera patria de Castellanos; pero en su conato biográfico comete gran nú-
mero de
errores.
Fernández Espino: 1
87 1,
t.
I,
Ctirso Histórico- Critico de Literatura española. Sevilla,
pág, 496. Descubrió y publicó
la
partida de bautismo de su paisano
Castellanos.
Caro (D. M. Antonio): tres artículos en
el
Repertorio
Colombiano,
1879 y
Descubrió y extractó el testamento que se conserva en Tunja. Paz y Melia (D. A.): primer editor de la cuarta parte de las Elegías. En su
1880.
Introducción
resume hábilmente cuanto se sabe ó conjetura sobre Caste-
llanos.
Espada (D. M.): Juan de Castellanos y su Historia del Nuevo Reino de Granada, Madrid, 1889. (Extracto de la Revista Contemporánea.) Jiménez de
la
y peregrina erudición, en que se amengua muvalor del testimonio histórico de Castellanos, aun en lo relativo á su
Trabajo de ingeniosa
cho
el
crítica
persona.
He
aquí
el título
Primera parte
Juan de da.
de
la
rarísima edición de la primera parte:
de las Elegías de
Varones Ilustres de Indias, compuestas por
Castellanos, Clérigo Beneficiado de
En Madrid,
Tunja en
el
Nuevo Reino de Gr alta-
en casa de la viuda de Alonso Gómez, impresor de S.
M. Año
COLOMBIA
Mucho
debía dar de
sin duda, la facilidad
I¿
ocio de Tunja,
y extraordinaria era, de Castellanos para versificar, cuando, además sí el
de su enorme poema, mandó á España para imprimir «un
muerte y milagros de San Diego de Alcapara cuya estampación dejó lOO pesos de veinte quilates, de
octavas rimas, de lá»,
en
libro,
la vida,
que probablemente darían mala cuenta sus albaceas, puesto que libro
ver impresa tres
bajo
dado
Aun
por ninguna parte aparece. la
primera parte en
de sus Elegías sólo llegó á
580, habiéndose salvado las otras
1
como de milagro. Todavía hov no un mismo techo. De todos modos, buen cura de Tunja, corriendo
al
el
están reunidas las cuatro la
caprichosa fortuna ha
no
los tiempos, el honor,
enteramente proporcionado á sus méritos, de ocupar nada menos
que un tomo íntegro de no pudieron meter de Santillana,
ni
la
la Biblioteca
cabeza
de Autores Españoles^ donde
D. Alonso
ni
Juan de Mena,
ni
el
Sabio, ni
el
Marqués
Boscán, ni Juan de \^aldés, ni
Fr. Jerónimo de Sigüenza, ni el bachiller Francisco de la Torre, ni
otros innumerables proceres
y maestros de
que en ninguna colección clásica podían sumir que
las diez
ni
la
poesía y de
debían
faltar.
la prosa,
Es de pre-
ó doce mil octavas de Castellanos no hayan te-
nido muchos lectores de buena voluntad que
hinquen
les
el
diente
y prosigan hasta el fin, aun engolosinados con la extrañeza de las cosas que cuenta; pero no hay duda que por este azar de la suerte,
más
para Castellanos que para los suscriptores de
feliz
de Rivadeneyra, nocido,
si
no de
las
158Q,
Biblioteca
muy
co-
aun por
los
Elegías de Varones Ilustres son libro
trato, á lo
menos versados en
la
las
menos de nombre y
vista,
cosas de Indias.
202 págs. Tiene una especie de retrato del autor, grabado con
4.°,
la
tosquedad más horrible.
Las partes en
el
t.
iv
de
2.^ la
y
3.^
de
las Elegías se
imprimieron (juntamente con
la i.^)
Biblioteca de Autores Españoles, por copias sacadas de la co-
lección Muñoz.
La
4.^
y última parte, descubierta en estos últimos años, ha sido dada á luz
con mucho esmero y con un índice
mencionados en
muy
útil
de todos
los
nombres propios
obra entera de Castellanos, por D. Antonio Paz y Melia: Historia del Nuevo Reino de Granada, Madrid, 1SS7. Forma dos volúmenes de la
la
Colección de Escritores Castellanos.
6
CAPÍTULO SÉPTIMO
1
La gran desdicha de mirado á
trozos,
variados
y
no
por
las
por
saicas,
tenga
la
no porque,
y episodios y descripciones
felices,
y no pocas octavas bien hechas, que pue-
deleitables,
den entresacarse y ellas,
los
Y
este libro es estar en verso.
por
lucir solas; sino
la
exorbitante cantidad de
innumerables que hay desmañadas, rastreras y produreza inarmónica que comunican al metro tantos
nombres bárbaros y
y por
exóticos,
la
obscuridad que muchas ve-
empeño desacordado en que
ces resulta del
el
autor se puso de
versificarlo todo, hasta las fechas, valiéndose para ello
Y
más extravagantes.
más doloroso
lo
es
de
los
rodeos
que Castellanos había em-
pezado por escribir su Crónica en prosa, que hubiera sido tan
y agradable como
de sus proemios, y luego, mal aconsejado
lo es la
por amigos que habían leído
competir con téril
la
Araucana, y
menos que
gastó nada
Ercilla,
tarea de reducir la prosa á verso,
y
muchas digresiones poéticas con todo
el
fácil
buen orden que se
creían capaz de
diez años en la es-
á sus tiempos
(¡.ingiriendo
y
comparaciones requiere-».
le
otros colores poéticos
Pésimo consejo, en verdad,
y malhadada condescendencia la suya, puesto que así, en vez de un montón de versos casi ilegibles de seguida, hubiéramos tenido una de
las
mejores y más caudalosas crónicas de
Llamó que nada
á su tiene
poema
la conquista.
Elegías de Varones Ilustres de Indias, título
de impropio en
el
sentido en que
él lo aplica,
diendo á los casos desastrados y trágicas muertes de
de
los conquistadores, á
epitafio
en
la
en
latín
y
castellano;
Comprende
quista de la
isla
la
Margarita y Cubagua, con
rre.
porque también
primera
Española,
Jos románticos sucesos
las
las
la
tercera
las
como dicho
y no mal,
queda, en cua-
navegaciones de Colón y con-
primeras entradas por
de Pedro de Ursúa y
la historia
versificaba,
de Cuba, Puerto Rico, Trinidad, Paria,
La segunda parte abraza
Marta;
mayor parte
cada uno de los cuales suele dedicar un
lengua clásica. Dividió su obra,
tro partes.
la
aten-
los
el
Orinoco, y tirano Lope de Aguiel
sucesos de \'enezuela
y Santa
de Cartagena, Popayán y Antioquía;
cuarta los sucesos de Tunja, Santa
Fe y
otras partes del
la
Nuevo
Reino de Granada.
Dos
juicios distintos
pueden recaer sobre
el
de Castellanos. Considerada como testimonio
conjunto de
la
obra
histórico, su valor es
COLOMBIA
pueda admitirse
evidente, aunque no
17
sin algunas restricciones. Cas-
que vio y lo que oyó á los conquistadores, y cuida siempre de mencionar los nombres de los que
tellanos cuenta en gran parte lo
informaron;
le
entre ellas
el
también algunas relaciones manuscritas,
disfrutó
Compendio historial de Gonzalo Jiménez de Ouesada.
Pero Castellanos escribió sus Elegías en edad avanzadísima, cuando
memoria más firme y privilegiada; y aunque la suya fuese más monstruosas, como lo prueba el inmenso número de su-
ñaquea de
las
la
y de
cesos
el
orden de
los acontecimientos,
hay continuos ejemplos que la
cronología,
ellos obscuros,
de que hace men-
pudo menos de equivocarse muchas veces, ya
ción en su libro, no
en
muchos de
personajes,
le
como ya apuntó
ya en su fecha exacta. De esto
hacen guía poco seguro en cuanto á el
coronel Acosta
y ha demostrado
Y
en gran número de casos
el Sr.
por
de su tiempo; que en otras más remotas,
lo tocante á las cosas
como
los viajes
Jiménez de
Espada.
la
de Colón, escribió por tradición vaga, consignando
algunas patrañas que andaban en boca de marineros
por
lo cual su
aun esto
y
soldados,
autoridad no puede ni debe ser invocada sin
dente cautela que
mismo
él
la
pru-
insinúa en aquellos dos tan conocidos
versos:
Y
si,
lector, dijercles ser
Como me Por
lo
que toca
al
lo
contaron te lo cuento.
valor literario de las Elegías, hay juicios
encontrados. Mientras unos el
comento,
las
desdeñan como
libro útil sólo para
estudio de los americanistas, pero del cual debe huir toda perso-
na de gusto, otros hacen de
ellas tales
encarecimientos, que obliga-
rían á tenerlas por joya de nuestro Parnaso. El prologuista
de
muy
la
anónimo
BibHoteca de Rivadeneyra, de quien es de presumir que
recorrió
muy
por encima, puesto que
ni siquiera acertó á leer
las
en
ellas la patria del autor,
pondera en términos un tanto hiperbólicos
«la facundia inagotable
de Castellanos,
la increíble facilidad
versificación, la cual,
generalmente correcta y
ces demasiado trivial
y
que
le
narios
fluida,
de su
aunque á ve-
desaliñada, no se detiene en los obstáculos
ofrecían la exactitud numérica de las fechas, ni los extraordi-
nombres de
los indios
y de
las
regiones que habitaban.» «Las
8
CAPÍTULO SÉPTIMO
1
escenas terribles y tas
y
las graciosas
caminatas más
las
paisajes floridos
— añade —
;
las batallas
fiestas lucidas,
difíciles;
y voluptuosos, espectáculos
más sangrien-
cultos solemnes,
naturales llenos de ho-
rrorosa grandiosidad, todo se presta con igual holgura al
y
ligereza
ritmo de este grande y fecundo versificador; para todo encuentra
en su imaginación
fértil
y Aariada ritmos
naturales, consonantes propios
temente poéticas, á
lo
menos
sonoros, cortes de verso
y escogidos, y
frases, si
no eminen-
elegantes, bien construidas
y muy
ra-
ras veces torcidas de su prosodia para formar la cadencia legítima
y
número requerido.»
llenar el
Menos
entusiasta el coronel Acosta, afirma, sin embargo,
las descripciones
de comarcas, en
las
que «en
de refriegas y encuentros con
y particularmente en la pintura de las impresiones que causaban á aquellos animosos y duros conquistadores lo perelos indígenas,
grino de
la tierra
y de
gentes que tenían que domeñar,
las
inaudito de sus propias andanzas } aventuras, no nista
que
le
V^ergara,
que era
la
cual francamente nos
toda comparación con
hasta darle la palma sobre Ercilla, lo
y
parece una la
herejía literaria. Pero apartada
Araucana, que á pesar de sus defectos
poemas de asunto americano, no
hay duda que Castellanos supera á no se
la
pueden
y que sin grave autores de El peregrino in-
los restantes,
puede comparar con
le
los
Argentina, ó del Pitrén indómito. Su obra, más mons-
truosa que ninguna en cuanto ni siquiera
conocemos cro-
indulgencia personificada, llega á llamar á
está á cien codos sobre todos los
diano, 6 de
lo
aventaje».
Castellanos «gran poeta»,
injuria
y
al plan,
no es realmente un poema,
una crónica, sino un bosque de crónicas rimadas, en que
distinguirse tantos
poemas como personajes; pero
el
que
tenga tiempo y valor para internarse en esta selva, no dará por perdida
la fatiga,
cuando tropiece con episodios como
gio del licenciado Zuazo, ó rre,
ó
la
amena
también entre
la
tremenda
descripción de
á las demás.
de
historia
Margarita.
la isla
las diversas partes
mente muy superior zaba
la
la
el
del naufra-
de Lope de Agui-
Hay que
distinguir
obra: la primera es poética-
Es evidente que conforme avan-
edad de Castellanos, decrecían sus fuerzas poéticas, y
cronista, árido
y monótono, se
iba
sobreponiendo
al
el
abundantí-
COLOMBIA
ig
simo versificador. La parte compuesta en octavas es agradable á vedes; pero los versos sueltos, que ya
parte y dominan en
la cuarta,
abundan mucho en
tercera
la
son de todo punto intolerables. Juan
de Castellanos no tenía idea del arte peculiar de construirlos, y no
cuando en España y aun en
es maravilla
Italia casi
Los escogió sencillamente porque
lo ignoraba.
le
mundo parecieron más todo
el
resultaron tales que, sin ningún esfuerzo, pudieron redu-
fáciles,
y
cirlos á
prosa los cronistas Fr. Pedro Simón y D. Lucas de Piedra-
hita,
que nos dieron á
leer esta parte
de
obra de Castellanos en
la
forma mucho más aceptable. Participó, pues, en cierta manera
el
buen clérigo de Tunja, no por su genio, sino por su veracidad, del de
privilegio
los
genuinos poetas épicos, rapsodas primitivos y au-
tores de cantares de gesta, cuyas narraciones
tiempo á ser material de
y
historia
que en
las
d Espanna.
y también todo aquello en buena cuenta más de la
los versos sueltos,
octavas es pura prosa (y será
mitad de tan tremendo
libróte), todavía
un
y no
espíritu curioso,
excesivamente rígido, puede encontrar cierto placer en leer á tos las Elegías de Varones Ilustres de ludias^
grande interés
el
á transcribirse casi á la letra en
compilaciones del género de nuestra Estoria
Pero dejados aparte
han venido con
histórico,
y
sal-
aun prescindiendo del
á veces novelesco, de su contenido.
En-
contrará en Castellanos, no sólo viveza de fantasía pintoresca, que es, sin
duda,
cualidad que en
la
gresivo en ciertas narraciones;
él
más resplandece,
mucha franqueza
sino arte pro-
realista
en
la eje-
cución, cuando este realismo no degenera en chocarrería trivial soldadesca,
más propia de un mariscador de
la
y
playa de Huelva que
de un clérigo anciano y constituido en dignidad; sabrosa llaneza y castizo donaire, cierto decir candoroso y verídico, que nos hacen simpatizar con
el
poeta, que era
ciencia un tanto laxa
curioso de
muchas
muy
de con-
espíritu vulgar sin duda,
y acomodaticia con
de los conquistadores, pero la vida;
un
las tropelías
y desmanes
y muy aleccionado por
despierto
cosas, sin excluir la historia natural ni las
costumbres de los indios; menos crédulo y más socarrón de
lo
que á
primera vista parece; dado á cuentos y chismes de ranchería más de lo
que á
más
la
gravedad de
interesante
y
la historia
conviene, pero por eso
divertido para nosotros
;
viejo gárrulo
y
mismo prolijo,
CAPITULO SÉPTIMO
20
cuva charla unas veces entretiene y otras avuda á conciliar el sueño. Como versificador, no se para en barras y rompe por donde puede, pero su facilidad es realmente asombrosa.
Y
si
que
se repara
España cuando todavía estaba muy lejos de haber triunfado escuela del siglo xvi, no se alcanza bien
dominio de
rica llegó á adquirir el
construye
como
las selvas
hombre
culto
y
Castellanos era un aventurero de ínfima condición;
grande
la
de
Amé-
gentileza. El
y nutrido con
el
muy
especialmente del Ariosto, es
los poetas italianos,
de
que á veces
octa\-a toscana,
la
maestro, con notable desenvoltura
caso de D. Alonso de Ercilla,
de
cómo en
salió
estudio diverso.
hubo de pasar á
Indias de doce ó catorce años, sin haber cursado en escuela alguna,
que sepamos;
lo
que aprendió debió de aprenderlo
solo,
y
esto
no
únicamente de poesía y de humanidades, sino de náutica y cosmo-
embargo, pudo decir de
un historiador tan sesudo y respetable como Agustín de Zarate, en la censura que por comisión
grafía.
Y,
sin
él
del Consejo de Indias hizo de las Elegías, ria
de astrología, en
de mate-
y puntos del Norte y sol astrólogo, y en las medidas de la la línea
muy
Matemática
le falta».
Y
si
á esto se añade que escribió de primera
de una parte
intención
la
Mundo,
cual sólo Gonzalo
la
trata
cursado cosmógrafo y geógrafo, y cursado marinero en que toca á la navegación..., finalmente, que ninguna cosa de la
tierra lo
de
muestra ejercitado
estrellas, se
y
las alturas
que «cuando
la
historia
muy
considerable del
Nuevo
Fernández de Oviedo había tocado en
parte entonces inédita de su
obra, que Castellanos no pudo
conocer, no habrá razón para regatearle los servicios que realmente
como primero, y aun puede antiguo del Nuevo Reino puesto que prestó
,
decirse
como único
Piedrahita
y
él
cronista
son en rigor
una misma cosa. Bien considerado todo, hay que respetar á Castellanos con la carga de sus ciento cincuenta mil versos, y reconocer
que,
como
él
decía^
«no comió de balde
el
pan» de su beneficio de
Tunja.
Al frente de
las diversas partes
de
las Elegías, se
sos laudatorios de otros ingenios de
nada despreciables de
los
la
encuentran ver-
colonia; epigramas latinos
dominicos Fr. Alberto Pedrero y Fr. Pe-
dro Verdugo, del tesorero eclesiástico de Santa Fe, Miguel de Espejo, del
Arcediano Francisco Mexía de Porras, de Pedro Díaz Ba-
COLOMBIA
2
rroso y ]\Iiguel de Cea; sonetos castellanos del licenciado Cristóbal
de León, vecino de Santa Fe, de Sebastián García, natural de Tunja en
el
Nuevo Reino, de D. Gaspar de
cisco Soler
\'illarroel
Buitrago, vecinos también de Tunja, pueblo
y Diego de
entonces tan importante
como venido hoy
Otros ingenios
le
elogiaron también, pero los omitimos porque
no consta que fuesen americanos estos versos,
y donde pareun pequeño grupo poé-
á menos,
ce haberse formado en torno de Castellanos tico.
que no son
ni
ni peores ni
encontrarse en principios de
libros, se
moradores en América.
añaden
los elogios
hace de varios poetas amigos suyos en
Elegías,
tendremos reunido todo
siglo
de
la
lo
Si á
mejores que los que suelen
tellanos
mer
y Coruña, de Fran-
el
que Cas-
contexto de sus
que hasta ahora se sabe del
pri-
poesía neo-granad'ma, que, tratándose de estos tiem-
pos, no nos parece bien llamar colombiana
(l).
El siglo XVII fué en aquella colonia, no sólo de mal gusto, sino de
grande esterilidad poética. Sólo pueden citarse algunos versificadores gongorinos, pero
aun éstos fueron poco fecundos, ó han deja-
do corto número de poesías impresas
(2).
dosa diligencia de los eruditos bogotanos
(i)
gas
Al principio de
Machuca (Madrid,
la
Dejando, pues, á el
apurar
el
la pia-
catálogo de
Milicia y Descripción de las Indias, del capitán
1599),
Var-
hay versos de dos poetas neo-granadinos: una
Episiola persíiasoria del capitán Alonso de Carvajal, natural de la ciudad de
Nuevo Reino de Granada, al sabio y prudente lector (en verso suelto}, y un Soneto del licenciado Francisco de la Torre Escobar, natural de Santa Fe, del Nuevo Reino de Granada. Tunja, en
(2)
el
Véase, además del libro de Vergara,
Rivas Groot 2
al
Parnaso
Colombiano
de
el
D.
notable prólogo de D. José Julio
Añez. Bogotá,
18S6,
tomos.
Citaremos dos papeles rarísimos que se describen en
cuarto tomo del
el
Ensayo, de Gallardo:
— «Fúnebre panegírico en
la
muerte de Pedro Fernández de Valenzuela, y en la
dulce memoria de su amable consorte
muy
noble
y muy
leal
Doña
Jtiana Vázquez de Solís, vecinos de la
ciudad de Santa Fe de Bogotá, en
nada, Ijidias Occidentales. Escriviolo su hijo el P. D.
el
Nuevo Reino de Gra-
Bruno
Solts
y Valenzuela,
Afonje de la Real Cartuja de Sania Aía?-ia del Paular. Embiolo al Bachiller
D. Pedro de Solis y Valenzuela, Presbiiero su hermano, y también a sus amantísi?nas hermanas Feliciana de San Gregorio y Marta Manuela de la Cruz, Monja de Santa Clara,
y á sor Clara de San Bruno, Mofija de Santa
Inés.»
(4.", 12
pá-
CAPITULO SÉPTIMO
22
han perdido, ó de quienes sólo se conserva
aquellos, cuyas obras se
algún soneto laudatorio ó alguna otra composición de circunstancias,
hablaremos solamente de Hernando Domínguez Camargo, que
probablemente no fué
el
peor,
y que por
lo
menos tuvo
suerte de
la
Poema Heroico de duda, uno de los más tenebrosos
dejarnos bastantes muestras de su ingenio. Su
San Ignacio de Loyola
(l) es, sin
abortos del gongorismo, sin ningún rasgo de ingenio que haga tolerables sus aberraciones. Pero en el Ramillete de varias iiores
ginas. Sin lugar
de impresión:
la
dedicatoria está fechada en Jerez de
la
Frontera, á lo de Marzo de 1682.)
—
«
fieloSy
Víctor
y
festivo
Reina de
parabUn y aplauso
gratulatorio a la Emperatriz de los
los Angeles^ liíarza Sa>itzssima
Señora Nuestra, en ia victoria de
Roma á
su purissima Coíicepdo'n, co?2scguida en
ocho de Diciembre de 1661.
Yd
Nuestro SS. P. Alejandro VII, Pontífice Máximo, y a mies tro muy Catholico Rey Felipe
IV el
Gratide,
Monarca de ambas Españas, y Emperador
Alundo, y a los demás que concurrieron
eji
esta felicissima vitoria.
del
En
Nuevo
ciento
ocho redondillas españolas, glosando este antiguo verso: .
Fe
de Bogotá, cuyo nombre va en las mismas.^ ...
4.'*,
de
4 hojas,
con grabados en madera, y
señas de impresión.
sin
El presbítero declara sus dos apellidos, Solis y Valenzuela, en
de
las coplas,
y debe de ser
De
jo autor del papel anterior.
vida
y muerte
bispo de (i)
este D.
Santafé de Bogotá (Madrid,
S. Ignacio de Loyola,
D. Pedro, hermano del monje cartu-
Pedro
cita
Vergara un Epítome de la
1647),
fundador
de la
Compañía de
Jesils.
Poema
¡leroyco.
D. Hernando Domínguez Camargo, natural de Santa Fe
de Bogotá del Nuevo Reino de la
contexto
del ilustrisimo señor doctor don Bernardino de Almansa... Arzo-
Escrivialo el Doctor
Dala á
el Bachiller
el
Granada
en las Islas Occidefitales.
Obra postuma.
estampa y al culto teatro de los doctos el Maestro D. Antonio Navarro
Navarrete...
En Aíadrid,
por Joseph Fernández de Buendía. Año de 1666,
4.**
El Maestro Navarro, que era quiteño, nos dice hablando de Camargo: i-Fui siempre estimador de su ingenio y apreciador de sus versos; y aunque desee' comunicarle en vida, nunca pude por la distancia de
muchas leguas que nos apartaban,
hasta que supe de su muerte con harto dolor mío...
No acaba el poema, devotamente
confiado en que el Santo, con su intercesión, le había de dilatar la vida, hasta que
marcado con
el sello del último
primor y elegancia
lo sacrificara
en sus aras..,
Pero en tan honrosa confianza le cogió la muerte; o fuese por excusarle esta vanidad d su ingenio, o por dejar más impresa con dolor esa mayor memoria suya, viendo que al mediodía del sol de su lucido ingenio se había anticipado el funesto
ocaso de su muerte.*
COLOMBIA
23
poéticas que en 1675 formó con versos propíos
y
ajenos
el
gua-
yaquileño Maestro Jacinto de Evia, hay algunas composiciones de
Domínguez Camargo menos versificador robusto
por
el
y
mal gusto. En
valiente, los
y que
malas,
le
acreditan siquiera de
aunque anulado como tantos otros
romances, sobre todo, tiene algo de
bueno de Góngora, mezclado con muchísimo de negarse bizarría
al
romance de La
lo
malo.
mtiertc de Adonis^
lo
No puede
por ejemplo,
que parece eco lejano del de Angélica y Mcdoj'o. Las formas predilectas de este desaforado versificador, culterano á un tiempo
y
conceptista, son la metáfora
describe
el salto
un
y
toro,
otras
y
la antítesis.
Cuando
del arroyo de Chillo, unas veces le presenta
como un
como
potro que va á estrellarse en las peñas:
Corre arrogante un arroyo
Por entre peñas y riscos, Que enjaezado de perlas Es un potro Dátenle
cristalino.
el ijar
sudante
Los acicates de espinos,
Y
es él tan arrebatado,
Que da
á cada paso brincos.
Ciertos chispazos de talento tiene
que entre
Camargo, como decir de Cristo en Feo hermosamente
inducen á ponerle entre
y
medio
el
los ingenios
la
lobreguez de sus poesías
la pasión,
que mostraba
el rostro...
malogrados por
la
educación
(l).
Algo semejante puede
decirse de otro poeta santafereño de prin-
cipios del siglo XVIII, D. Francisco Alvarez
gobernador y capitán general de
las
de Velasco y
Zorrilla,
provincias de Neiva y la Plata.
Las poesías de Camargo se leen en el Ramillete de Evia, págs. 235 á 248, con el título de Otras flores, aunqjie pocas, del culto ingenio y floridissitno (i)
Poeta
el
Y dice
Doctor D. Hernando Dofm'ngitez Camargo... el
colector Evia: «El dolor que tengo es que sean tan pocas, siendo
mas las distancias de estas partes del Perú á aquellas del Nuevo Reyno de Granada, donde floreció, nos franqueó tan poco de estas riquezas. ..y
tan buenas...
Mbnéndez t V-EiéKio.— Poesía hispano-amcricana.
II.
3
CAPITULO SÉPTIMO
24
Vergara asegura haber
aunque de
visto,
obras suyas, impreso en Madrid en
1
prisa,
un tomo entero de
La única poesía suya que
703.
aquel crítico inserta (tomándola del Papel Periódico^ de Bogotá,
de 1792), es una carta en endechas á sor Juana Inés de la Cruz, escrita con soltura y gracejo de buena ley, familiar y culto á un tiempo: Paisanita querida
(No
te
piques ni alteres,
Que también son
paisanos
Los ángeles divinos y los duendes): Yo soy éste que trasgo,
Amante
En
inquieto, siempre
tu celda, invisible,
Haciendo ruido estoy con tus
Ya
papeles...
(i)
antes de ahora he tenido ocasión de notar que, aun. en los
tiempos de mayor decadencia para nuestra literatura, se conservó
no marchita, en
los claustros
de
religiosas, la delicadísima flor
poesía erótica á lo divino, conceptuosa
y profunda; en todo ción,
la cual,
el xviii,
y
no sólo en
las
y
de
la
discreta, á la vez inocente
postrimerías del siglo xvii, sino
á despecho del general entibiamiento de la devo-
derramaba todavía su exquisito perfume en
los
versos de algu-
nas monjas, imitadoras de Santa Teresa. Tales fueron en Portugal sor María do Ceo, en México sor Juana Inés de la Cruz (prescin(1)
cio,
En
la
examinado un voluminoso tomo colectipapeles de Álvarez de Velasco, con este título
Biblioteca Nacional he
en que están juntos los
general:
.
Adviertesse, que aunque van algunas Poesías
d
otros assumptos sin coordina-
ción de números, su legitima colocación es por averse impreso las obras de que esta se compone, por distintos Impressores en dij érenles lugares y tiempos. >
Aunque
el libro
poéticamente vale poco, su singular rareza y algunas cu-
COLOMBIA
diendo de sus méritos en Sevilla sor Gregoria
25
poesía profana
la
y en
otros estudios), en
de Santa Teresa, en Granada sor
riosidades que contiene,
me mueven
á dar una noticia algo detallada de
prescindiendo de su varia y confusa foliatura, y citando
por
las
él,
composiciones
orden en que aparecen encuadernadas en este ejemplar.
el
Álvarez de Velasco es un innovador en
primores de Rengifo, sino en los de
más de una vez «Y
Ana de San
assi
me
la
la
métrica, versado, no sólo en los
Rythmica del Obispo Caramuel, á quien
cita.
atrevi (dice en el prólogo al lector) a fabricas nuevas
de me-
y a otras varias inventivas, nunca de mi vistas, ni aprendidas de otro, cautivándome a violencias no fáciles de emprender, sin este motivo, y sin los molestos ocios de mi melancólico retiro, como se reconocerá en las Elegías... tros,
y en otras obras de composiciones nuevas, presa y engrillada
la
como son
los
expresión de los conceptos entre
Eneametros, en que
las
guardas de los dos
proparoxítonos, o esdrújulos, apenas puede salir a explicarse por
la
estrecha
puerta del medio; porque aunque entre las primorosas obras de Sóror Juana ay un elegante Eneametro de vna pintura a
de hacerlo con
los
primeros esdrújulos
(a)^
la
Señora Virreyna, gustó solo
reconociendo yo que estaría más
me fatigué en hazer esta nueva comconseguirla. No siendo de menos violencia y di-
sonoro (aunque también mas trabajoso) posición, hasta ficultad para
que llegué
mi
a
los laberintos
de
las cruzes,
que yo compuse en su obsequio,
y Paranomasias; y principalmente el soneto a los dos libros suyos, en que encontré tales espinas, que no me atreviera oy a empeñarme los Acrósticos,
a hazer otro del Arte;
baxos despreciares
cuya disgression no he podido escusar; porque
los versos
de este
mérito que tienen en su trabajo,
libro, les
como también
lo
si
hagas algún agasajo por
que por algunos motivos
las retiro
el
reconocerás en otras nuevas
inventivas de varios metros, y composiciones, que tengo en otras obras micas,
por
por ahora de
Có-
la Imprenta...»
Parte del tomo aparece impreso en Burgos, «con licencia de los señores
D. Juan de Salazar y la Vega, y D. Antonio Martínez de los Prados, Proviso-
Sede vacante de dicha Ciudad, y su Arzobispado: Año 1703», y allí están dadas las aprobaciones del P. Maestro Juan Pablo de Aperreguía, S. J_ (que además dedica al poeta americano composiciones laudatorias) y del
res en
Manuel de
P. Fr.
la
Gándara Cossío, Comendador del Convento de
La colección empieza con
las Elegías
la
Merced.
decametras d los Dolores de la Virgen
Santissima, ajustadas de distinfos centones de Virgilio. Las Elegías decametras
están en cuartetos endecasílabos, y á cada Virgilio
Van («)
de donde están sacados
uno de
ellos siguen los versos
de
los pensamientos.
á continuación otras poesías á lo divino, algunas de ellas de extrava-
De
este capricho métrico de Sor
sente Historia, pág. 76.
Juana hemos hablado en
el
tomo
i
de la pre-
CAPÍTULO SÉPTIMO
26
Jerónimo, y otras que, sin gran esfuerzo, podrían
nombres pide
que se añada
la justicia
gante estructura,
v.
gr.iA
¡os
piegan y acaba?i iodos los pies
A
citarse.
estos
de sor Francisca Josefa de
el
Dolores de la Virgen. Romance eneámeiro^ que em-
co?t esd7tijulos:
Animo, corazón, y
tímido,
si
Prófugo en tus lágrimas pávidas Náufrago oy presumes atónito Únicas tus congoxas fantásticas...
Hay
bastantes sonetos, algunos de ellos en agudos. Las composiciones
más
extensas son cuatro Silvas á los Novissimos ó Postrimerías del Hombre, y otra
que se
titula:
«Moribundo que naufraga desamparado de todo humano conde
suelo, en las borrascas
Sin portada, pero con nueva foliatura, pieza otro grupo de composiciones. Las
«Sonora música á
de Dios lleva músicos de
«A
la
el
Aíi,
la
en
las últimas agonías,
la
muy
más
alto,
Sol y La, en
la
irregularmente llevada, em-
curiosas son:
Purissima Concepción de
punto más
metáfora de un navegante.»
la
Virgen, quien por ]Madre
cuyo assumpto se explica en
los
términos
glossa de truncados siguiente.»
milagrosa imagen de Nuestra Señora de Chiquinquirá» (quintillas).
«Mysterios del Rosario, que se cantan en
la
ciudad de Sta, Fee.»
«Villancicos al Nacimiento de Christo, Señor Nuestro.»
«A «A
la
Concepción de
la
profession y velo de la Sra. D.^
la
Religiosa del Convento de
Virgen Santissima.»
la
Hermandad de
Ana de Valenquela Faxardo,
Purissima Concepcióo de
«Letra para cantar un domingo en ción, en la
]\Iaria
la
el
la
Convento de
Ciudad de Santa Fe.»
la
Purissima Concep-
Escuela de Christo, en que está descubierta su
Divina Magestad.» «Al Nacimiento de Chriáto, Villancico y Ensaladaí, que es un género de versos y composición, que no va atento á precisos consonantes.»
«Vida y milagros del nuevo taumaturgo y apóstol de cisco Xavier» (en quintillas, dignas de Benegasi).
San Fran-
las Indias
«Vida y charidad del gran Patriarca de Alexandria San Juan Limosnero» (quintillas),
«Tres qualidades singulares que tiene
el
oro se hallan sólo en
la
ceniza»
(romance). «Glossa, ó troba del Laúdale ftieri dominum, para cantar en
la
Escuela de
el
sublime de
Cristos (endechas).
«Desengaño que ofrece «Interés y utilidades de «Soliloquio, en
la
Soledad» (romance).
la
Paciencia» (romance).
que contrapesa
Dios» (romance, con
«Reconvenciones
el
alma su ser de nada, con
estribillo).
tiernas,
que haze
la
Iglesia el
Viernes Santo, en
nom-
COLOMBIA la
Concepción (conocida por
vento de Santa Clara de
la
27
Madre
la
Castillo)^ religiosa
en
el
con-
ciudad de Tunja (y 1742), que escribió
bre de Christo Nuestro Señor», «Popule meus quid
feci tibí?» (endechas).
«La Sequencia del Santísimo Sacramento», en esdrújulos. «Oración de un enfermo sobre el Cántico del Santo Rey Ezechías» (endechas).
Grande Augustino. Su vida y
«El Apolo Africano, y águila de la Iglesia, el milagros, escrita en cien canciones.»
«Sermón
eneiiclástico
debe cuidar
lo
estoyco sobre la doctrina de Epíteto, de que solo se
que está en mi propio alvedrío»
parte del Enc/m-idion, teniendo presente
muchas veces á la letra). «Suspiros de San Agustín para antes de
la
(es
una paráfrasis de una
versión de Quevedo, á quien
sigue
dia á Dios y dolor
la
Confesión, pidiendo misericor-
de sus culpas, y que su espíritu muera á
sí,
y viva á su
Divina Magestad.»
Al
fin
del Suspiro 3°: «Sólo
huvo
estos fragmentos de la traducción de los
Suspiros de San Agustín; y assi no se continúan, porque otros que ay, están
aún
sin corregir. >
Gran Padre y Doctor de la Iglesia San Agustín» (villancicos.) «A San Gerónimo en el Desierto sobre aquel lugar del Psalmo loi.» «Simi«Para
la fiesta del
factus
lis
A
c.ca J^'fSe,.fMic,,os Esquilmóles ,c 1. (,)
Colcepeióu
Tunden
ele
la
ie Sania CasUllo, Religiosa en el co«-oen,o
^'l
f «'f^* "' ""^
f'^ Neo.Gro,.a,i.,a del Sur-Amirica ^^f'"''' su """""' eon/esores. Dados d lu= por
Refimca
de orden de sus
«"- *
^^^
aÍ ,fEspinosa, por Bemto G»'*-»f""* Santa Fe de Bosotd, I,nf. de Bruno de la Concepaon, es Josefa Franeisca Madre VeneraUe .843, ^.'-Vida de la
,..a
En
critapor ella misma. (Filadelfia, 1817.)
de
CAPITULO SÉPTIMO
ao
lonia por los años de 173S,
en
las
honras de
la
y precisamente un sermón predicado
IMadre Castillo fué de las primeras cosas que se
estamparon. Esta imprenta del colegio de Santafé tenía carácter casi doméstico,
y apenas produjo más que algunos catecismos,
novenas y otros sión
de
la
libritos
de devoción. Desapareció con
el
expul-
Compañía; perú en 1782 fué sustituida por otra de
más recursos y mayor importancia, gida por
la
llamada Imprenta Real,
la
tipógrafo segoviano D. Antonio Espinosa, que en
publicó ya un trabajo de cierto
empeño y
diri1
787
ejecución bastante esme-
rada, la Historia de Cristo paciente, traducida por el Dr. D. José
Luis de Azuola y Lozano.
D. Antonio fué quien
Cn
hizo,
D. Diego Espinosa, hijo ó deudo del
en
1
794,
la
edición clandestina de la
Declaración de los Derechos del Hombre, traducida por
de
la
revolución neo-granadina, D. Antonio Nariño
el
patriarca
(i).
La poesía dormitaba de todo punto, y no hay para qué cuento los insulsos versos laudatorios que se leen en la
Santa
alférez
Iglesia Catedral de
D. José Nicolás de
la
la
traer á
Floresta de
Santa Marta, que escribió en 1739
el
Rosa, ni menos un esperpento dramá-
que Vergara poseyó manuscrito, sin nombre de autor, y cuya portada decía á la letra: No se conquistan las almas con violencias, y un milagro es conquistarlas: Triunfos de la Religión y pro-
tico-alegórico
Godos encubiertos:
digios del valor: los
Oriente en el Ocaso,
(i)
Vid.
La
y
la
America en
la
los
Chinos descubiertos: el
Europa: Poema cpico-dra-
Imprenta en Bogoiá (1740- 1823). Notas Bibliográficas por
j. T.
Medina. (Santiago de Chile, 1904.)
Antes de pasar á Bogotá en 1776, bajo los auspicios del \'irrey D. Manuel Antonio Flores, Espinosa había estado algún tiempo en Cartagena de Indias,
pero no se conoce ningún impreso de sus
oficinas,
dedicadas únicamente, se-
de embarque y otros documentos mercantiles. El primer opúsculo de fecha conocida y carácter literario que se estampó en aquella plaza fué el poemita de D. José Fernández Madrid, España Salvada,
gún parece, á
facturas, guías
en 1809. El m.ls antiguo producto de
las
prensas de Tunja es de 1814.
En
y del mismo año hay un librito religioso impreso en .Santa Marta. Panamá no tuvo imprenta hasta 1822. Cf. Medina. La Imprenta en Cartagem de las Indias (1S09-1820). Santiago de Chile, i%()^.— Notas bibliográficas referentes d las primeras producciones de
Popayán funcionaban desde
1816,
la Imprenta en algunas ciudades de la América Española.
ídem
id.
COLOMBIA
31
soñado en las costas del Dañen: Poema cómico^ dividido en
Viático
dos partes y cinco
Pero aunque
alfin en prosa.
actos, con tinas disputas
para
estéril
fué en Bogotá de gran
segunda mitad del
la poesía, la
movimiento y transformación
siglo xviii
intelectual, la
cual puede decirse que se desarrolla entre dos fechas memorables,
expedición botánica de D. José Celestino Mutis en l/óo,
la
y
el
de Humboldt y Bonpland en 1801. El gaditano Mutis, de
viaje
quien 4¡jo Linneo: «.noinen iminortale quod milla aetas nnqiiam deleá quien apellidó
y
bit-»,
cos del
Nuevo Mundo»,
en
tífica
el
donde expuso la
cos,
«ilustre patriarca
América
el
de
los botáni-
fué el verdadero iniciador de la vida cien-
Ecuador y en Nueva Granada
cátedra de Matemáticas
de
Humboldt
y Astronomía en
(l).
En 1762
abrió una
Colegio del Rosario,
el
sistema copernicano, inaudito aún en las escuelas
del Sur, Mutis
matemáticos y
formó y educó una generación de
naturalistas, entre los cuales brillan los
de D. Francisco Antonio Zea, que andando
el
nombres
tiempo llegó á ser
Director del Jardín Botánico de Madrid; de D. José
quesne, que escribió una disertación sobre
físi-
el
Domingo Du-
Calendario de los
Muiscas; de D. José Manuel Restrepo, autor del Ensayo sobre la geografía, producciones, industria y población de la provincia de tioquía;
de D. Francisco Ulloa, que
Ensayo sobre
lo fué del
del clima en la educación física y moral del hombre en el
An-
el influjo
Nuevo
Rei-
no de Granada; de D. Jorge Tadeo Lozano, D. Eloy Valenzuela, D. Joaquín
(i)
La
brillantes
Camacho y
otros varios,
y
biografía de este preclaro varón,
de
la historia
de
la
del
que
más
es
ilustre
una de
las
que todos páginas más
ciencia española en el siglo xviii, ha recibido
amplia ilustración en dos libros recientes, uno de autor colombiano, otro de
un naturalista español. ExpediciÓ7i botánica de José Celestino Alictis al
Memorias
inéditas de Fraticisco
Nuevo Reino de Granada y
José de Caldas, por Diego Meiidoza. Madrid,
ed. Suárez, 1909.
Biografía de José Celestino Mutis ticados en el dilla,
y
cotí
la Relación de su viaje
y
estudios prac-
Nuevo Reino de Granada, reunidos y anotados por A. Federico Gre-
Director del Jardín Botdíiíco de Madrid,
Fisiología vegetales en la Facultad de
Madrid, Fortanet, 191
1.
Obra riquísima en datos y documentos.
y
Catedrdiico de Organografía
Ciencias de la Universidad Central.
CAPITULO SÉPTIMO
32
D. Francisco José de Caldas, á quien España debe un monu-
ellos,
mento
expiatorio. Caldas, botánico, geodesta, físico, astrónomo,
y
á
quien sin hipérbole puede concederse genio científico de invención,
formó un herbario de cinco á
seis mil plantas
América
á la geografía botánica de la
de
perfiles
las diversas ramificaciones
de nueve grados de geta cada planta,
el
y dio grande impulso
del Sur, determinando los
de
los
Andes en
para dar á conocer
latitud,
la
la altura
clima que necesita para vivir
y
el
extensión
en que ve-
que mejor
conviene á su desarrollo; inventó un método para medir alturas
mediante
proporción entre
la
sión atmosférica; estrenó en
el 1
Bogotá, fundado por ^lutis, y
como
cinco años; y
veces, rico de savia
calor del agua hirviendo
805
el
el influjo
la
pre-
Observatorio astronómico de
le dirigió
con honra por espacio de
prosista didáctico, vigoroso, grandilocuente á
y de imaginación
fragmentos en sus ^Memorias sobre sobre
y
la
pintoresca, dejó admirables
Geografía del Virreinato
del clima en los seres organizados^
y
donde hay pági-
nas no indignas de BuíTon, de Cabanis, de Humboldt. Estos y otros estudios de vulgarización científica, animada
mían en
el
Semanario de
que desde 1808 á iSio la
la
y
brillante, se impri-
Nueva Granada^ memorable Revista
dirigió Caldas (i). Allí están las primicias
cultura bogotana, que de un salto pareció ponerse
de todas
las
demás regiones americanas,
al
de
frente de la
sin excluir á Aléxico,
donde
paralelamente había comenzado á desarrollarse un m.ovimiento análogo. Bogotá,
México
la
si
el
primer Observatorio de América, como
primera Escuela Mineralógica y
co, precedió
Mundo,
que tuvo
también á
la
mayor
el
primer Jardín Botáni-
parte de las capitales del
Nuevo
no á todas, en abrir una Biblioteca pública desde 1777.
paternal gobierno del Arzobispo-Virrey D. Antonio Caba-
Bajo
el
llero
y Góngora y de D. Joaquín de Ezpeleta,
se ampliaron las dota-
ciones de los establecimientos de enseñanza, se crearon otros nue-
vos de Medicina y Ciencias, se reformaron el
sentido de
fica,
(i)
la
investigación experimental
y una masa enorme de
Hay una reimpresión de
los planes
y de
libros, introducida,
París,
con varios escritos inéditos de Caldas, y
de estudios en
la libertad cientí-
ya directamente, ya
1849, "'' completa, útiles notas del
pero aumentada
General Acosta.
COLOMBIA
33
por medio del contrabando, vulgarizó en
buenas y malas, del siglo á prever con tiempo que bía
la
colonia todas las ideas,
nuestros gobernantes no llegaron
xviii. Si
ardiente de los criollos no ha-
el espíritu
de contentarse mucho tiempo con
la ciencia
pura, sino que ha-
bía de lanzarse rápidamente á las extremas consecuencias políticas
que quizá en aquella cultura venían envueltas, aun esta misma generosa imprevisión es para sus nombres un título de gloria. Si la prosa científica apareció adulta
perfecta, casi por instinto,
y
en algunas páginas de Caldas y de sus colaboradores del Semanario,
no podía esperarse otro tanto de
poesía entregada á copleros
la
adocenados, que copiaban sin discernimiento lo más prosaico de
Ya,
literatura peninsular.
moso mulato D. Manuel
al
tratar de
Cuba, hicimos mérito del
la
fa-
del Socorro Rodríguez, primer bibliotecario
y primer periodista de Bogotá, hombre honrado, laboriosísimo y por muchos conceptos benemérito, que desde 1791 hasta 1797 publicó, bajo los auspicios del Virrey Ezpeleta,
el
Papel Periódico de Santa
180Ó El Redactor Americano, y más adelante otros papeles. Escribió innumerables poesías, ó más bien prosas rimadas, de que
Fe, en
tengo algunos cuadernos manuscritos, y en Bogotá existen muchos
más: todo
ello frío,
nía por único
pero no en
muy
la
prosaico
modelo á
y
arrastrado,
Iriarte
remedándole en
discreción ni en el
relevantes con que Iriarte
Casi al
,
mismo tiempo que
buen gusto,
ni
la falta
se
propo-
de fuego,
en otras cualidades
disimula.
la
el
como de quien
periodismo, nació
el
teatro,
que
tuvo desde 1794 local estable, construido á expensas del comerciante español D.
Tomás Ramírez.
vidad varios círculos
literarios.
Existían con
más ó menos
D. Antonio Nariño, uno de los po-
cos que ya en 1793 conspiraban de verdad contra
la
Metrópoli,
proyectó establecer uno, consagrado á la Libertad, la Razón Filosofía, al divino Platón tierro á causa
y
á Franklin;
Derechos del hombre, hizo que naufragase
procediese
los afiliados,
más que contra Nariño y
paña bajo partida de
y revolucionario de
registro.
la
el
opúsculo de los
proyecto y quedasen aunque por entonces no se el
Zea, que fueron enviados á Es-
Contrastaba con
esta Sociedad, la
y
pero su persecución y des-
de haber impreso clandestinamente
con nota de sospechosos
acti-
muy
el
carácter tenebroso
inofensiva Tertulia
En-
CAPITULO SÉPTIMO
34
trapéUca que se juntaba por
noches en casa del humilde y devo-
las
tísimo bibliotecario Rodríguez, para leer é improvisar coplas
vas de
lo
estilo se
más candoroso que puede imaginarse. Otra
tertulia
festi-
por
el
Doña Manuela Santamaría de Manrique,
reunía en casa de
con nombre de Academia del Buen Gusto que ya había tenido en ^
iMadrid otra
De los
muy
famosa y aristocrática en tiempo de Fernando VI.
versificadores
corro Rodríguez era á veces muestras
que pululaban en estos círculos de Bogotá, Soel
más fecundo; pero \^ergara
de otros
varios.
Ante
todo,
trae noticias,
y presenta un pequeño
grupo de poetas nacidos en Popayán, extremo meridional del ViMaría Valdés,
rreinato: el improvisador D. José
cisco Antonio Rodríguez,
quien
la
y
el
elegiaco D. José María Gruesso, á
repentina muerte de su
mance endecasílabo, imitando gico desengaño le llevó trato de las
al
á
D. Fran-
el satírico
amada
Young y
dictó unas Noches en roá Cadahalso (l). Este trá-
sacerdocio, pero no le hizo abandonar el
Musas durante toda su
que murió en 1835, de canónigo de
vida, la
que no fué corta, puesto
Catedral de Popayán.
Su
ins-
piración continuó siendo lúgubre, pero su gusto mejoró algo; tra-
dujo en verso Los Sepulcros^ de Harve}^, y escribió un nal en dos cantos, Lamentaciones de Pabén.
De
poema
ellos
origi-
transcribe
Vergara estos versos, que no son enteramente malos: ¡Oh bosquecillos de frondosos mayos, Románticos doquiera y hechiceros!
¡Sombras amables del jardín silvestre
Y
de
los altos robles corpulentos!
En donde
el
Payanes, á quien natura
Dio un corazón sensible, dulce y tierno. Iba á gemir de humanidad los males,
Ó á pasear Do
sus caros pensamientos.
tantas veces con su dulce lira
Cantó Valdcs sus expresivos versos,
Ó el
sabio Caldas, con pensar profundo,
En pos de y
(i)
Ur.nnin sp subió á los cielos.
Las Noches de Zacarías
Junta Privada del Buen
Gusto...
crito citado por Vrrgara.)
Geitssor
En
la
(anagrama de Gruesso),
socio
(ie
la
ciudad de Santa Fe de Bogotá (Manus-
COLOMBIA
35
Yo La
así prefiero
pobreza y miseria, y las desdichas,
Por pisar de Payan
el triste suelo.
Para ofrecerle mi sensible llanto,
Para abrazar sus desdichados restos,
Para hacer un sepulcro en sus ruinas
Y Cítanse de ellos
él
en estrofas
mi vida acabar con
sus recuerdos.
también cuatro himnos para sáficas.
uno de
las escuelas,
Gozó fama de orador sagrado, y
sermo-
los
nes suyos que andan impresos reflejan fielmente los cambios políticos de su tiempo y los de sus propias opiniones, realistas primero,
republicanas después; una de estas oraciones fué predicada en las
exequias de
la
segunda mujer de Fernando VII, otra en
acción de gracias por
que se fundase
la
discurso inaugural
el triunfo
la fiesta
de
de Ayacucho. Contribuyó mucho á
Universidad del Cauca, donde leyó en 1822 un
sumamente
celebrado, pero que
hoy
pasaría por
trozo de retórica palabrera.
Don José María ser Magistrado en
de Salazar
(l),
que, andando
el
tiempo llegó á
Venezuela y Ministro plenipotenciario de
la
Co-
lombia de Bolívar, y autor del primitivo himno colombiano, era otro poeta prosaico, pero
muy
culto,
debida en parte á su importancia
que logró
oficial.
transitoria fama,
Siendo estudiante compu-
Eneas y El Sacrificio de Idomeneo^ dos de las primeras piezas originales que se representaron en el teatro de Bogo-
El
so
tá.
Soliloquio de
Suyo
es
conmemora
también la
el
Placer público de Santa Fe,
llegada del Virrey
hizo una traducción en
Amar y Borbón
romance endecasílabo de
poema en que en 1804.
se
En 1810 de Boi-
la Poética,
Nació en Ríonegro (actual provincia de Antioquía) en 1785, y murió en París en 1828, después de haber desempeñado altos cargos diplomáticos. (i)
Además de varios opúsculos en prosa, publicó: El Placer público de Santa/e'. Poema en que se celebra el arribo del simo Sr. D. Antonio Amar y Borbón^ Caballero profeso del orden de
excclcnií-
Santiago,
Teniente general de los Reales Ejércitos, Virrey, Gobernador
y Capitán general del Nuevo Reitto de Granada, por D. José María Salazar, colegial de San Bartolomé... Con licencia. En Santafc de Bogotá. En la Imprenta Real. Por don Bruno Espinosa de los Afonieros. Año de 1S04. Arte Poética de Monsieur Builcau, traducida al verso castclla7io por
el
doctor
CAPÍTULO SÉPTIMO
36
muy inferior
leau, traducción
tan desmayada
tiempo de
la
á las de Arriaza
y prosaica como
y
el P.
Alegre, y casi
En
de Madramany y Carbonell.
la
La Campaña
Independencia publicó dos poemas:
de
Boyacá y La Colombiada; uno y otro yacen en el olvido más profundo. A los Soliloquios trágicos de Salazar hay que añadir El Zagal de Bogotá, de D. José Miguel ^Montah'o, representado en 1806, otra de las
primeras, aunque infelices tentativas del teatro neorgranadino,
que nunca ha medrado mucho. Montah^o murió
en
1
8 16
poeta jocoso, de aquellos cuyos donaires, en demasía
tri-
fusilado
con Caldas y otros patriotas.
Como y
viales
caseros,
no resisten á
clérigo insurgente D. José
burlescos:
Más
La
la
dura prueba de los años, se cita
Ángel Manrique, autor de dos poemas
y La Tunjanada, que andan
Tocainiada.
manuscritos.
ingenio tuvo, aunque con frecuencia mal empleado,
el
Juan Manuel García Tejada, á quien cuelgan generalmente
nidad de cierto poemita en alto grado ofensivo á olfato,
fidelísimo partidario
dactor de la Gaceta de Santa
Fe en tiempo
su lealtad hasta aceptar los rigores de
murió
la
muy
anciano en Madrid en
1
la
de
la
Dr.
Don
la pater-
pulcritud del
y que será conocido de cualquier español por
Fué García de Tejada
al
causa
estas señas. realista; re-
del general Morillo, llevó
expatriación perpetua,
84 5. Se perdió un largo
José María Salazar, quien la dedicó al Sr. José' Ignacio
Po7)ibo, en el
y poema
año de 1810.
Bogotá. Impresa por Valentín Martínez. Año de 1828.
Empieza:
Piensa en vano subir un mal poeta la elevada cima del Parnaso, Cuando se empeña temerariamente En el arte de Apolo soberano:
A
no
Si
siente del cielo la influencia,
Si su estrella al nacer
En
Ó
La
lo
ha formado,
de su propio genio siempre esclavo,
Sordo
Y
no
aquella impotencia retenido,
le
viene á ser
de tardías alas
Colombiada ó Colón,
el
el
mismo Febo
el Pegaso...
Amor d
la
Pati ia y otras poesías
cas, 1852.
Empieza:
No
hazañas canto de inhumana gente,
Mas la de aquel varón esclarecido Que de Occidente á descubrir la tierra Atravesó
el
Atlántico temido...
líricas.
Cara-
COLOMBIA
que había compuesto sobre gara
le
atribuye
el
libros de devoción, le
perdonásemos aquel
si
Nueva Granada. Verque anda anónimo en algunos
revolución de
la
siguiente soneto,
y que
37
realmente fuese suyo, bastaría para que
insufrible
pecado de mal olor y mala crian-
za ¿ que principalmente va unido su
nombre:
Á JESÚS CRUCIFICADO
Á vos
corriendo voy, brazos sagrados,
En la cruz sacrosanta descubiertos, Que para recibirme estáis abiertos
Y
por no castigarme estáis clavados.
A
vos, ojos divinos, eclipsados.
De tanta sangre y lágrimas cubiertos, Que para perdonarme estáis despiertos,
Y por no confundirme estáis cerrados. Á vos, clavados pies para no huirme; A vos, cabeza baja por llamarme; A vos, sangre vertida para ungirme; A vos, costado abierto, quiero unirme, A vos, clavos preciosos, quiero atarme Con
ligadura dulce, estable y firme
Otro soneto agradeciendo
al
(i).
Arzobispo de Bogotá, Mosquera, una
cuantiosa limosna que envió al pobre
y anciano
poeta, empieza con
estos agradables versos:
Escucha Dios en su encumbrado
De humildes
golondrinas
el
cielo
gemido,
Cuando, lejanas del paterno nido.
Vagan desamparadas en su
vuelo...
Poeta de festivo humor como García Tejada, aunque más limpio
y comedido en paña, fué
(i)
el
Tengo
sus gracias,
y
fidelísimo
como
él
á
la
corona de Es-
gaditano D. Francisco Javier Caro, tronco de
casi la seguridad
de haber leído este soneto en
las
la familia
obras de
al-
gún poeta muy anterior á Tejada, pero no puedo recordar quién sea. Por su parte, el Sr. Gómez Restrepo (notas á la Literatura de Vergara, p. 452) hace notar que «en el número 4.° del Investigador Católico, periódico que se publicaba en Bogotá en 1838 (cuando aún vivía el Dr. García, aunque lejos de la patria)
aparece reproducida
tal
composición con
las iniciales
que no sospechamos á quién puedan corresponder».
P. de
V.
y
P.,
CAPÍTULO SÉPTIMO
38
más
en
¡lastre
colombianas, abuelo del vehemente y
las letras
filo-
sóñco poeta José Eusebio Caro, y bisabuelo del grande humanista, poeta y crítico á quien debemos
mejor traducción de Virgilio que
la
hay en nuestra lengua. Quedan de Caro,
y
satíricas
arte ni el estudio,
cual
al
dejó notas manuscritas á
la
no era
la
abuelo,
muchas décimas
más que
chispa andaluza
el
embargo, puesto que
ajeno, sin
Poética de Horacio,
y sostuvo
^•ictorio-
con D. Manuel del Socorro Rodríguez y su Papel Pe-
sas polémicas riódico.
campea
burlescas en que
el
Tenía Caro especial inquina á
la
literatura
de
los criollos,
pero envolvía esta desaprobación suya en formas tan chistosas y era de carácter tan inofensivo y benévolo, aunque dado á chanzas
y zumbas, que ninguna de con
él,
La
ni sus golpes hacían
sus víctimas literarias llegaba á enojarse
nunca sangre
(l).
de Caro vino á emparentar, andando
familia
de otro poeta,
el
el
tiempo, con
la
Dr. D. !Miguel de Tobar, natural de Tocaima, ju-
risconsulto insigne é incorruptible magistrado, de quien hace hon-
rosa
mención Groot en
de Nueva Granada
el
(2).
tomo Por
numen
m de
los
su Historia Eclesiástica y civil
años de 1814 á 1818 compuso
el
Dr. Tobar con
fácil
género y
de Fr. Diego González y Meléndez cuando querían
estilo
algunas odas horacianas, ó
imitará Fr. Luis de León. Conozco las dirigidas al
y alguna otra, que guardaba Miguel Antonio Caro.
ilama,
(i)
ñals
más bien
del
Muña, al Tequen-
inéditas su ilustre nieto
Don
En 1904 publicó en Madrid el profesor de Medicina D. Francisco Viun manuscrito muy curioso de D. Francisco Javier Caro, que lleva el
extraño título siguiente: Diario
lie
la
Secretaria del Virreynato de Santa Fee de Bogotá.
prchende más que doce dias. Pero no importa, que por la uña
por
la Jaula el
paxaro^y por
la hebra se saca el ovillo.
Año
No com-
se conoce el leojí,
de ijSs-
Es un cua-
dro interesante y divertido de las costumbres oficinescas de la colonia. En el tomo x del Repertorio Colombiano se ha publicado con el título de Santa/é en iS¡2 una correspondencia familiar de Caro (gran parte de ella en verso) con su amigo D. Juan Jurado; «muestra interesante (dicen los editores del Repertorio) del cristiano y apacible estilo de vida
abuelos, aun en aquellos dias en que ya
sangrientas de (2)
la
empezaban
que llevaban nuestros á ofrecerse las escenas
Revolución de Independcncia>.
Primera edición, Bogotá, 1870, págs. 672 y 673.
COLOMBIA
nombres
Si á estos
se
añade
el
39
Popayán Don
del presbítero de
Mariano del Campo Larraondo y Valencia, que en l8oi envió al Correo Curioso de Santa Fe de Bogotá (periódico dirigido por Don José Tadeo Lozano, Marqués de San Jorge, y D. Luis Eduardo A»iola) algunas odas de Horacio, traducidas con bastante llaneza
una excelente y prosaísmo, pero acompañadas de arte de traducir, que Larraondo entendía tan bien y
carta sobre
el
practicaba tan
y malos versificadores de la escuela del siglo xvín que florecían más ó menos obscuramente en los últimos días del virreinato de Nueva Gra-
mal
(l),
tendremos
casi
agotado
nada, acompañando, aunque
el
muy
catálogo de los buenos
de
lejos, el
movimiento
científico
que dirigían Mutis, Caldas y sus amigos. La guerra de la Independencia no suscitó en Nueva Granada nin-
gún Olmedo. Débilmente por dos ingenios de
la
está representada la poesía de este período
escuela clásica, Fernández Madrid
y Vargas
Tejada, que conservan cierta celebridad por los azares de su vida
más que por
el
mérito de sus versos, apenas leídos ya de nadie. El
Dr. Fernández Madrid, médico de Cartagena de Indias, se había
dado á conocer como poeta en
A
una oda
la Noche^
el
Semanario de Caldas, insertando
notable sólo por
que, apartándose del rigorismo clásico
Arriaza
(el
el artificio
polimétrico con
y siguiendo
las huellas
poeta español más aplaudido entonces en
se atrevía á introducir en bas, octavitas
de
final
una
sola
composición
las colonias),
sextillas endecasíla-
agudo, y alejandrinos, preludiando en esto
libertad romántica. El torbellino revolucionario envolvió á
dez Madrid, llevándole primero á
luego
al
Congreso de
Venezuela, en
el
las
la
de
la
Fernán-
junta patriótica de Cartagena,
Provincias Unidas de Nueva Granada
cual se distinguió por su fácil
y ardorosa
y
elocuen-
aunque por breve tiempo y en circunstancias enteramente desesperadas, á la presidencia de la República, que sucumcia,
y
finalmente,
manos en l8l6. Fernández Madrid, que no
bió en sus
de héroe (i)
En
ni
la
vocación de mártir, no sólo se rindió
tenía temple
al
pacificador
Biblioteca de Bogotá se conservan dos cuadernos manuscritos
intitulados: Rasgos morales, filosóficos^ históricos
y
políticos^
e7i
verso
y prosa,
compuestos y dedicados á la juventud de Popayán por el Dr. D. I^Iariano del Campo Larraondo y Valencia, presbítero. De ellos me dio noticia el Sr. Caro. ,
Menéndez t Pei.ato. — Poesía
hisJ>ano-amcricana. II.
3
CAPITULO SÉPTIMO
40
Morillo, sino que en humildísima representación fingió retractarse
solemnemente de sus antiguas tar
mayores males y
en ponerse
al
ideas,
facilitar la
y aun afirmó que
sólo por evi-
sumisión del país había consentido
frente de la insurrección. Esta representación (según
dicho atroz del historiador D. José Manuel Restrepo)
el
la vida,
en
la
pero no
el
(l) «le salvó
honor». El Dr. Madrid se quedó tranquilamente
Habana ejerciendo su profesión y escribiendo
y cuando
versos,
triunfó la independencia de Colombia, Bolívar
no tuvo reparo en
enviarle de ministro plenipotenciario á Londres,
donde
residió hasta
su muerte, acaecida en 1830.
Con
estos antecedentes cualquiera
puede dar su justo valor á
feroces diatribas contra España, que son
el
principal tópico de las
odas del Dr. ^Madrid. La firmeza que en sus actos públicos
compensarla desde
faltado, quiso
el
y seguro
quieto
las
asilo
le
había
de Lon-
dres con alardes declamatorios de un miso-hispanismo frenético, cre-
yendo que con
esto tenía bastante para
que
bia olvidasen su historia. Nadie abusó tanto
de vil servidumbre, de
gre y venganza^ de
la
los patriotas
como
él
de
de Colom-
los tres siglos
ferocidad castellana nunca saciada de san-
la eterna
ignominia del déspota
ibero^ del férreo
memoria del Dr. Madrid de los cargos políticos que por su conducta en la Presidencia de la República se le hicieron, en la excelente Biografía de D. José Fernájidez Madrid, arreglada por D. Carlos Martínez (i)
Vindícase
la
documentos recogidos y clasificados por el eminente hombre público D. Pedro Fernández Madrid, hijo del poeta (Bogotá, 1889). No puede
Silva sobre los
negarse que
la
vindicación es enérgica y victoiúosa en casi todos los puntos;
pero para nosotros queda en pie siempre un cargo, que podrá ser menos grave, pero que atañe á
moral del ciudadano:
el
la
delicadeza artística del poeta, no
menos que
á
la
haberse desatado desde Londres, y sobre seguro, en
injurias contra los españoles, á quienes,
de un modo ó de
otro, debía la sal-
vación de su vida. Re.-.trepo,
en
la
segunda edición de su obra histórica (Besanzón,
1S5S), rec-
mayor parte de sus juicios adversos al Dr. Madrid, cuyo carácter bondadoso y dulce, aunque falto de la firmeza necesaria para descender á la arena política en ¿pocas turbulentas, ha dejado muchas simpatías entre los hombres más ilustres de Colombia. No contribuyó poco á que el prestigio de su nombre se conservase y acrecentase, el ejemplo de la noble vida y mucha tificó la
doctrina de su hijo D. Pedro Fernández Madrid, sabio educador de
tud colombiana.
la
juven-
COLOMBIA cetro del
León quebrantado por
41
la libertad.
Relegó á España á vivir
África y
Europa; y para sus cuales había huido y se había humillado en 1 8 16,
en el rincón tenebroso incierto entre soldados, ante los
nunca tuvo más blandas
el
que
calificaciones
la
de bandidos, prófu-
las
gos, salteadores infames de caminos, ciervos, tigres tales.
Parece que en alguna ocasión
él
mismo
y
otras lindezas
se avergüenza de su
propio vilipendio, y exclama: Sangre española corre por mis venas;
Mío es su hablar, su
religión la mía;
Todo, menos su horrible
tiranía...;
pero á renglón seguido vuelve á renegar de su
con
la
esperanza de ver restaurado
el
raza,
y
se extasía
trono de los Incas y
las
pa-
ternales leyes de los hijos del Sol:
En fuego divino De doce monarcas
los la
Repiten sus ecos, que
De América
Andes
se inflaman;
voz paternal al
mundo proclaman
el triunfo, la gloria
inmortal.
¡Oh manes sagrados,
Volved aplacados!
Volved á
las
tumbas, familia imperial.
No más
servidumbre; no, sombras augustas;
Cesó
ignominia del yugo español:
la
Ya estamos vengados,
Y
reinan de nuevo, con leyes más justas,
Más dignos
del padre, los hijos del Sol...
La prisión y muerte de Atahualpa le arrancaban lágrimas á cada momento, haciéndole prorrumpir en interminables elegías, en que á su sabor vengaba en había hecho pasar
Las odas patriotería,
mos
políticas
una
críticos
sombra de Pizarro
I
)
las tribulaciones
que
le
general Morillo.
de Madrid son de
la
más
intolerable
sarta de denuestos en estilo de proclama.
americanos han llegado á reconocerlo, y
hermanos Amunáteguis
los
(
el
la
(l),
el
y hueca Los mis-
Juicio de
por duro que parezca, es en esta
Juicio critico de algunos poetas hispam-afiiericanos,
por Miguel Luis y
Gregorio Victor AmunátegiiL Santiago (de Chile), Imprenta del Ferrocarril, iBói.
CAPITULO SÉPTIMO
42
y ha hundido para siempre al poeta cartagenero, luz, que sólo pudo deslumhrar un momento á los que
parte inapelable,
de
astro
falsa
equivocaban
la
verdadera grandeza con
vano usa y abusa de toda sonificar las provincias
la
y
máquina
el énfasis
retórica,
y no
bombástico.
se harta de per-
las ciudades, la discordia, la traición, la
libertad, la gloria, la paz, la victoria, la tiranía,
y todo género de
tracciones; ave de vuelo rastrero, jamás asciende á la región
pestuosa á donde sube
Todo
la
canción triunfal de Quintana
incienso que empalagosamente se tributa
el
En
al
abs-
tem-
y de Olmedo. Libertador en
estas odas, declarándole superior á todos los grandes personajes his-
Fabio en
tóricos, á
saber
y
la
prudencia, á Aníbal en intrepidez, á César en
elocuencia, á Pelópidas, á Temístocles, á Poción, á Camilo,
á Cincinato, á Washington... todo este pedantesco
logo que
el
puede dar la
y
ridículo catá-
Dr. Madrid repite siempre que habla de su héroe, no
ni
aun remotamente
la
idea de
memoria aquellos solemnes versos ¿Quién es aquél que
Sobre
el collado
que
el
Simón Bolívar que dejan en
del gran poeta
paso lento
de Guayaquil:
mueve
á Junín domina?...
Considerado meramente como versificador, tiene cierto valor relativo de corrección
contrasta con lo escabroso, desaliñado
y
el
doctor Madrid
facilidad elegante,
y malsonante de
otros
que
mu-
chos autores de himnos y poemas de la independencia americana, muchos de los cuales (en Chile, por ejemplo, y en Buenos Aires)
más que contra España, contra
parecían haberse rebelado,
Por
las
más
triviales
nociones de nuestra prosodia
ficación
de Fernández Madrid es habitualmente limpia y muchas
(l).
el contrario, la versi-
veces sonora y armoniosa, combinándose bastante bien en su estilo los opuestos caracteres
de
la
escuela de Quintana
y de
la
de Arriaza.
Bello y Olmedo, los dos mayores poetas americanos de su tiempo,
(i)
estimaban personalmente á Fernández Madrid, pero creo que sentían tibia
admiración por sus versos. El segundo escribía
1827:
«Madrid está imprimiendo sus poesías,
canal,
no como
las
primero en Marzo de
aquí entre nosotros, lo siento.
mucha lima. Corren como las aguas de un arroyo... Le daña su extrema facilidad en
Sus versos tienen mérito, pero
de un
y,
al
muy
les falta
componer. En una noche, de una sentada, traduce una Mescitiana de Delavigne, ó hace todo entero el quinto acto de una tragedia.»
COLOMBIA
Sus condiciones nativas
que
al
primero;
gusto en
la
así es
que
le
llevaban
43
más bien á
más y
brilla
imitar
al
segundo
con menos
se deja leer
dis-
poesía ligera que en los raptos de la oda pindárica.
En
Habana, donde no podía imprimir versos contra España (aunque
la
no dejó de
cultivar la poesía política,
constitucional de
1
820), se dedicó
al
aprovechándose de
cultivo de la anacreóntica,
entonces compuso y dedicó á su mujer
las diez
llamó Rosas, llenas de erotismo tan sensual
comiendan por
como
candoroso. Por
que
cierta languidez criolla bastante agradable.
dos juguetes son
casi lo único
una parte del poema de
y
composiciones que
Mi Banadera y La Hamaca,
entonces compuso también
la libertad
se re-
Estos
que sobrevive de sus versos. Tradujo Los Tres Reinos de
Delille
la Naturaleza,
y el Ditirambo del mismo autor sobre la inmortalidad del alma. Compuso dos tragedias originales: Átala y Gitatimozín, que consideraba como principio de un teatro americano. Ni una ni otra sobrevivieron
que
el
al
éxito pasajero de las primeras representaciones, puesto
autor parecía haber prescindido hasta de las condiciones
más elementales
del
Si el Dr. Madrid,
drama
(l).
que con candorosa satisfacción de
sí
mismo ex-
clamaba: ¡Feliz el
que ha nacido
Al mismo tiempo médico y poeta! Dos veces laureado
Por Minerva y
Apolo...,
La primera edición de las Poesías del Ciudadano Dr. José Fernátidez de Madrid (con título de tomo primero, aunque no salió el segundo), es de la (i)
Habana, 1S22, Imprenta Fraternal. Al 1828 hizo en Londres otra edición mozín,
que ya
el
fin
del
tomo
está la tragedia Átala.
más completa y añadió
año anterior se había impreso suelta en
nacionales perua?ias,
que
lo
la
En
tragedia Guati-
y las Elegías habían sido en Cartagena de Colombia en 1825. París,
Dejó, además, algunas Memorias sobre asuntos de Medicina, dos ó tres vindi-
caciones personales, y muchos artículos políticos. Existe una edición completa de sus Obras hecha en Bogotá en 1889, con ocasión del centenario
del poeta, á quien su ciudad natal, Cartagena de Indias, erigió una estatua.
El Sr. Martínez Silva, en tas
en
la
Biografía ya citada, ha publicado muchas car-
de Fernández Madrid, que para mi gusto escribía mejor en prosa que verso.
Su correspondencia diplomática de París y Londres es
tructiva y sabrosa.
muy
ins-
CAPITULO SÉPTIMO
44
dejó en sus escritos datos suficientes para juzgar lo que ta;
y aun como médico,
como poe-
malogrado joven Luis Vargas Te-
valía; el
jada fué víctima de hados tan adversos, que escasamente puede decidirse
si
había en
la
él
inclinamos, recordando entre sus versos líricos niosa silva
ma y
Al Anochecer y .,
y entre
dulce,
largo entremés, de
A
esperanza de un poeta.
esto último nos
delicada
la
y armo-
algún otro rasgo fugitivo de poesía
sus ensayos dramáticos la comedia, ó
Las Convulsiones picante y ^
ínti-
más bien
en demasía,
libre
pero de chiste espontáneo y genial. Por entonces estaban muy en auge en Bogotá las tragedias clásicas, especialmente las de Vol-
y
taire, Alfieri
sus imitadores españoles, prefiriéndose naturalmente
que contenían ardientes efusiones de liberalismo y apostrofes contra la tiranía y la superstición. Vargas Tejada, que hubiera po-
las
dido brillar en lo cómico, se
empeñó
infelizmente en calzar
co-
el
Sugamuxi, Doraminta y Aqidmin^ Catón en Utica y La Muerte de Pausanias.
turno, escribiendo tres tragedias,
y dos monólogos trágicos. En Vargas Tejada es más
un tipo perfecto de conspirador de buena gio clásico, admirador de Bruto
fe,
Fué de
los Septembristas
de Bolívar y estuvieron tirano.
De
muy
resultas, varios
de
de tiranicida de cole-
y de Catón, en cuya boca ponía
terminables romanzones endecasílabos contra dura.
Era
interesante la vida que los escritos.
que en
el
el
dictador
y
la dicta-
año 28 asaltaron
á punto de asesinar al los conspiradores
in-
la
casa
que llamaban
murieron en
el patí-
y Vargas Tejada, proscripto y fugitivo, escondido durante catorce meses en una caverna, acabó por perder el juicio ó poco bulo,
menos, y se ahogó involuntariamente en un refugiarse en la Guayana. Tenía
río
cuando intentaba
el infeliz veintisiete
años; había de-
mostrado talento precocísimo componiendo versos, no sólo en castellano, sino
en francés, alemán y
latín; era,
á despecho de su fana-
tismo político, dulce, afectuoso, sencillo, inclinado á
piedad y devotísimo de su familia, sentimientos que se declaran bien en una
carta la
mucho más
cueva en que (i)
Véase
la
poética que sus versos, escrita á su
vivía,
en 8 de Diciembre de 1829
la
madre desde
(l).
Estas cuali-
excelente Noticia biográfica de Luis Vargas Tejada, escrita por
D. José Caiccdo Rojas en
el
Anuario de la Academia Colombiana^ año de 1S74.
Nació Vargas Tejada en Bogotá, en 1802, y murió, del
modo que queda
COLOMBIA
45
dades, unidas á su trdgico destino, dejaron en
ánimo de cuantos
el
habían conocido un melancólico recuerdo, y explican en parte la exagerada estimación que en algún tiempo se hizo de sus méritos
le
literarios.
Se
le
como un
consideró
iniciador; se le llamó el Chénier
colombiano, «el ave que cantó primero en la mañana de Colomprecedió». Trunbia, tras la obscura y tempestuosa noche que le cada en
flor
aquella existencia, que parecía tan llena de promesas,
sólo es lícito
hoy
repetir,
como
mísero poeta, aquellos
epitafio del
versos suyos que parecen un vaticinio lúgubre:
Á
los risores
El hado
Cual
me
flor
de una tuerte acerba
arrojó desde la cuna,
ignota entre
la
humilde hierba.
La muerte de Vargas Tejada abre un paréntesis en la historia literaria de la República de Nueva Granada, desgarrada por las facciones y hundida en la anarquía durante muchos años. Pero la cultura poética tiene
brotar
allí
tan hondas raíces, que no tardó en volver á
más pujante que nunca,
acariciada por el
mismo
viento de la
nuevo lirismo un vigor y una independencia formidables. El romanticismo penetró por Venezuela, mas abierta al trato y comercio con Europa; pero así como en Ca-
tempestad
política,
que dio
al
pudo engendrar, con raras excepciones, más que una poeefectista, relumbrante y chillona, llena de impropiedades de
racas no sía
concepto y de forma, en Bogotá y en Popayán arrancó magníficos acentos dé amor y de ira á los espíritus ardientes é indómitos de José Eusebio Caro
y de
Julio Arboleda,
queñas suspiró con inefable melodía en gorio Gutiérrez González. Al siglo pasado,
y en
montañas antio-
las
dulces estrofas de Gre-
las
mismo tiempo,
la
escuela lírica del
renovada y transformada en cuanto
en D. José Joaquín Ortiz un excelso representante.
al espíritu,
En
tuvo
estos cuatro
Su principal maestro y consejero fué el poeta argentino MiFué Secretario de la Convención de Ocaña, y allí figuró entre los más
dicho, en 1829. ralla.
ardientes demócratas. Disuelta aquella asamblea
,
se lanzó á
la
conspiración
de que fué víctima. Sus Poesías fueron publicadas en 1855 por D. José Joaquín Ortiz, juntamente con las de D. José Eusebio Caro. Faltan en esta edición las tragedias Dora7ninta y Aquimin, que se conservan manuscritas.
CAPÍTULO SÉPTIMO
46 poetas
líricos,
tan diversos entre
se cifra lo mejor del tesoro poé-
sí,
tico colombiano, al cual la posteridad juntará las obras
ingenios vivos, de los cuales hay
mente encuentran
rivales
tres,
hoy en
calidad,
si
A
en América.
añrmar verdad tan notoria como que no en cantidad,
por
el
lo
de algunos
menos, que escasa-
nadie se hace ofensa con
Parnaso colombiano supera
de cualquier otra región del
al
Nuevo Mundo. Pero circunscribamos nuestra tarea á los límites que voluntariamente nos hemos impuesto. José Eusebio Caro fué el más lírico de todos los colombianos, por lo
profundo é intenso de su vida
franqueza
y
afectiva, la
que bajo una
arrojo en versos de forma insólita,
viril
corteza que puede parecer áspera y dura, cierta poesía íntima
medio
cual expresó con rara
esconden tesoros de
ardiente, á un tiempo apasionada
y
y
filosófica,
y medio española, que antes y después de él ha sido en castellano. La extraña y selvática grandeza de la poesía
inglesa
rarísima
de Caro procede enteramente de
grandeza moral del hombre,
la
que fué acabado tipo de valor y dignidad humana.
Poeta
No
ha dicho de
él
fué,
y altísimo poeta,
por poeta, empero,
mas por
D, Rafael Pombo, uno de
grande...
los espíritus
comprenderle. El heroísmo de su vida pública;
que tuvo del deber, cumplido siempre por
magnánima
mayo;
la
de
déspotas y
los
el
alti\ez
la altísima
él sin
de su carácter,
más dignos de noción
vacilación ni des-
inflexible ante el
puñal de los demagogos;
la
ceño
austera indepen-
dencia con que sacrificó patria, hacienda, reposo, y finalmente vida misma,
al culto
de
la
cia escarnecida, hicieron
ley hollada
y á
de su persona
la
la
vindicación de
la
la justi-
encarnación del perfecto
ciudadano, y dieron á su poesía aquella íntegra y honrada sinceridad, que es su mayor precio.
Y aquí
prosigue Pombo:
Serio, elevado, independiente, fiero,
No supo
hacer
reír, ni
hablar mentira.
Por ser gran corazón, es gran poeta,
Que hace
creer, sentir cuanto nos dice...
COLOMBIA Su estudio,
el
47
corazón; única fuente
Del verbo que arde y late y saca
Que
Y
Caro por
el
verso, dardo de
da su eterna resonancia
como no
Jamás,
acera
al
llanto,
la frente,
canto.
fuese en los días de aprendizaje, escribió versos
placer de escribirlos, sino porque su alma grande,
el sólo
tempestuosa y bravia necesitaba este medio de expansión, y tenía
que trasladarse entera á sus canciones. Huérfano, amante, esposo, padre, guerrillero, combatiente político, su
fué siempre la pa-
grande, generosa, humana, desbordada é irresistible en su
sión,
El alma de Caro era un volcán que en breve tiempo debía
oleaje.
consumirle.
mo
musa
Todo
lo sentía líricamente, es decir,
en un grado máxi-
de exaltación, concedido á pocos mortales. Su vida se compe-
netra con sus versos, y sus versos son inseparables de su vida. Ora
truene y fulmine contra
Libertad del
y
el
quiera rasgar
el
hacha espléndida
acaricie su
velo del porvenir
mogénito aún no nacido, ora
y adivinar
y
cortante.,
ora
de su
pri-
los destinos
presentarle en las fuentes bautis-
al
himno vigoroso á
males, entone un
La
ora exprese en versos divinos los éxtasis
el Socialismo^
amor conyugal, ora
tirano en las estrofas vengadoras de
la
acción civilizadora del cristia-
nismo; Caro, no por odio afectado á lo vulgar, sino por privilegio
de su exquisita naturaleza, nada siente y nada dice como los autores.
buena todo
y con tanta sencillez como si anduviese por los rumbos de mundo. Las fuentes de su poesía son ciertamente las de la
fe
el
pero todo solitaria,
hay
vulgo de
Recorre siempre una órbita excéntrica, pero tan de
poesía universal
y
el
allí
ello
y
eterna; Dios, el amor, la libertad, la naturaleza;
concebido y expresado de una manera tan indi\'idual
que parece que
recuerdo,
ni
aun
el
poeta es
lejano,
el
primero que
lo canta.
No
de otras armonías anteriores; se
conoce que Caro había leído mucho á
los
poetas ingleses,
cialmente á Byron, pero deliberadamente no los imita
no sea en su manera de acentuar
los endecasílabos.
y espenunca, como
Es imposible
confundir los versos de Caro con los de ningún otro poeta. Según sea
la
disposición del lector
los efectos: á
ni la
y
el
temple de su alma, serán diversos
uno parecerá estrambótico
extravagancia en
él
lo
que á otro sublime; pero
es deliberada, ni la sublimidad deja
nunca
CAPÍTULO SÉPTIMO
48
Xo hay
de ser espontánea.
ideas se acumulan en tan
verso de Caro sin idea, y á veces las
pequeño espacio, que
molde poético
el
y entonces, por uno ó por otro acaba por romperse. Así y todo, ¡cuánto más vale este poeta
resulta estrecho para contenerlas, lado,
abrupto, escabroso, pero lleno de alma, este poeta que hace sentir
y
pensar siempre, que tanto versificador de insípida elegancia, de
cuyos cantos sólo queda aires!
y
rumor que pronto
La técnica de Caro agradará más ó menos;
al
cerrar
puede hacer
el
se disipa
en los
tiene las ventajas
de toda innovación radical y violenta; pero no hay
los defectos
quien
el fútil
libro
el
de Caro, y hechas todas
las
salvedades que
gusto más escrupuloso y menos amigo de temerida-
des artísticas, no diga con plena convicción: «Este poeta sería un
genio ó un excéntrico; pero no hay duda que era
de aquellos que honran y ennoblecen Para nosotros era un genio sus facultades,
lírico,
cierta sobriedad
y
en
lui
hombre^
y uno
especie huinana.»
la
á quien sólo faltó equilibrio en
modo de
el
administrarlas.
Su
visión de las cosas tenía algo de desproporcionado; su sensibilidad
rayaba en una especie de calentura moral un tanto fatigosa para espíritus
una
mesurados; su ardiente bondad
filantropía nebulosa; el
caba á sus versos,
tormento
la
su alma, alejaban de su mente hasta
y
le
sutil
grave
vida, la
pureza envidiable de
más remota
la
modo
idea de lo có-
Baidición del feto
^
y sublime es, por ejemplo, el pensamiento de y sólo á censores torpes ó malévolos ha podido
parecerles otra cosa; pero ¿quién
duda que hay
roico en abordar de frente tal asunto,
todos los lectores
de
de su razón se comuni-
hacían de todo punto insensible á ciertas disonancias de
gusto. Grande, bello la
arrastraba á divagaciones de
y, finalmente, su seriedad ingénita, el
que tuvo siempre de considerar
mico,
le
tal poesía,
el
cierto
candor he-
y que no puede
exigirse á
temple de alma necesario para ponerse
cerrando los ojos
al
importuno recuerdo
al
nivel
tocológico?
El carácter peculiar del estilo de Caro está admirablemente defi-
nido en los versos siguientes de
Pombo:
Él del Albano desdeñó indolente
Las tintas exquisitas y graciosas: No era el raudal do muelle y blandamcule
Van resbalando lágrimas y
rosas.
COLOMBIA Sus palabras, dcJ
Se entrechocan
Como
al
tal
Numen
49 tormento,
al
vez y se atrepellan.
rapto del Niágara violento
Rocas, troncos y témpanos se estrellan.
Él siempre //c«j¿í y dice. Tosco ó bello,
Cada verso de Caro
es
una idea.
Mas bien rebosa atropellado acaso El raudo hervir de sangre y pensamiento; Circunda la figura un aire escaso,
Y
lo suple el lector
tomando
aliento.
t
Que Caro
rudo, tosco, áspero, inarmónico, dicen muchos.
es
Pero es cierto que desaliño, ni
do en
la
dureza de Caro no procede de ignorancia ó
mucho menos de
la práctica cierto
ble de la
falta
de oído, sino de haber exagera-
sistema prosódico que
mayor profundidad
él
juzgaba insepara-
la
mayor
y de
del concepto
intensidad
y de haber roto demasiado bruscamente con cierhábitos de versificación rápida y dactilica que predominan en la
del sentimiento, tos
moderna poesía
castellana.
Para comprender estas innovaciones de
Caro, hay que distinguir en
él,
quizá cuatro distintas maneras. ción
y
como ha
En
la
aprendizaje, Caro, lector asiduo
distinguido su hijo, tres
más y
y
antigua, en la de forma-
entusiasta de Quintana, de
Gallego, de Lista, de Reinoso, de Martínez de la Rosa, era un ver-
y numeroso, con aquel mismo género de número amplio, libre y un tanto oratorio que domina en nuestros excelentes poetas de principios del siglo xix, los cuales, poco ó nada afectos sificador rotundo
á las estrofas regulares ni á la disposición simétrica
poéticos, se encontraban
de
la silva,
más
á sus anchas en el
de los períodos
molde holgadísimo
ó del verso suelto, ó del romance endecasílabo.
canción italiana restaba sólo
el
simulacro, puesto que
ni
ya
De
la
las es-
mismo número de versos, ni se combinaban los consonantes conforme á la misma ley, y aun por añadidura muchos
tancias tenían el
versos quedaban sin rima. Esta libertad métrica, en que no se ha
reparado bastante, fué sin duda ocasión de grandes bellezas, y trajo consigo cierto género de emancipación literaria en cuanto miento; pero no puede dudarse que abrió
las
puertas á
la
al
pensa-
amplifica-
CAPITULO SÉPTIMO
3© ción y á
é hizo que
la palabrería,
ritmo oratorio, vago y no men-
el
surado, se sobrepusiese excesivamente
ritmo poético. Los prime-
al
y pomposa, y
ros ensayos de Caro pertenecen á esta escuela noble
poema Lara ó
entre ellos sobresalen los fragmentos del ros (1834), en los
que no
sin razón
reconoce
el ilustre
los Biicane-
editor de sus
obras influencia directa del estilo y dialecto propios del autor de
y del Edipo, si bien debe añadirse que en del poema, en la elección de un héroe pirata, en la Poética
de una venganza, y en
las
poemas
todavía hoy dominante en
mayor
ladas
El
la
Ciprés, Desesperación,
no en
la
ellos
parte de los lectores
como
el
gusto
y juzga-
composiciones
resultan
más
titu-
fluidas
comienza á verse algo de atrevido y desusado,
cierta grandiosidad
y
versos posteriores de Caro.
los
construcción material, á lo
imágenes y en
las
Mi Juventud,
en apariencia más correctas que Pero ya en
trágica historia
cortos de Byron. Para
fragmentos
así estos
mismo
escenas de subterráneo, algo se ve que
delata la lectura fresca de los
dores de versos,
el título
la
menos en
la
si
elección de las
sombría y vago sentimiento de
lo infinito:
En
¡No!
la callada
eternidad no sopla
El huracán del reino de los vivos;
Sus dilatadas soledades nunca Barrió el dolor con fúnebres vestidos...
Para comprender á qué punto de perfección, pero con qué tinte
de originalidad, había llegado Caro en en
el arte
el
manejo de
la silva clásica,
de recoger con gallardía los ondulantes pliegues de
la
toga en que se envolvían Quintana y Olmedo, léase íntegra esta descripción que
tomamos
está escrito con
la
misma
Así
Á
la
el
del
poema Lara,
advirtiendo que todo
firmeza:
divino Ganges ve en su orilla
gran
fiera
Luchar con
el
semejante á un monte feroz rinoceronte-:
Kl animal del asta retorcida
Arrójase furioso á su enemigo,
Bajo
Y
él
se pone,
la
cerviz abaja,
alzándose con ímpetu del suelo,
Abre su
vientre, arráncale
la
vida,
él
^
COLOMBIA ufano ya de
Y
la
Sobre su frente
victoria habida, lo levanta al cielo.
traspasado, Tremendo muge el monstruo breve, en breve, En los aires suspenso: en
Lanza
el
postrer bramido prolongado,
conmueve:
Con que el eco á lo lejos se La sangre á mares llueve, suelo Con las ondas se mezcla, el
Y
al
remueve, matador, que en vano se
Inunda
La
la cerviz, los
ojos ciega.
luz súbito escápasele
Cual ráfaga vivísima:
Aún
riega,
sobre
Mas ya
la
el
la
de
ellos,
carga
cuello pertinaz sustenta;
muerte, silenciosa y lenta.
Adelántase, llega, extiende
el brazo,
Tócalo, y confundido,
Rodando
se
derrumba
vencido. El vencedor debajo del retumba; Al golpe el monte cóncavo umbrío; Gime el valle profundo, el bosque
Y
lejos
Huye el espíritu
Pero
de su
veloz
el
orilla
profanada.
espantado
río (i).
encerrarse largo impaciente de Caro no podia ya agotada por grancuya virtualidad parecía
tiempo en una forma
comenzando quiso abrirse nuevo camino, des poetas anteriores, y clas.co ya solo prosódica del hexámetro imitación la ensayar por mas Los hexámetros de Caro, ya combinado con parecidos á
el
endecasílabo.
los ingleses
que á
los latinos,
cumplen todav.a n,enos clas.co
ó aproximacón al t.po de Villegas con la semejanza verso para acentuación que requiere todo y con las condiciones de desistió muy pronto tuvieron éxito, y el autor no que es Así serlo tardo en ensu métrica propia, y no de su tentativa. Pero buscaba arrebatado en e audaz en el pensar, tan tan poeta, Este contrarla. en la la proporc.on matemafca gustaba hasta con exceso de
que
los
sentir,
estrofa,
(0
y
En
del ritmo preciso
y musical en cada
verso.
De
los esfuer-
otro reconocido una feliz imitación de este último verso se habrá
de Virgilio, en
el
episodio de Caco (.ííneid., Dhíullatil rif
con que
el
pobre
la-
prepara su frugal al-
62
CAPÍTULO SÉPTIMO
muerzo con
ruda y otras hierbas, mezclando queso, aceite
ajo, apio,
y vinagre para componer un de
Dicen que
cierto almodrote.
poemita griego de Par-
este raro idilio le tradujo ó imitó de otro
que hoy no se conserva; pero, sea como
thenio,
solitario
en
los pasajes
autor
el
fuere, es
ejemplo
y supera mucho en rusticidad á menos pulidos de Teócrito. El que haya leído y recuerlas literaturas clásicas,
de este poema, que Heyne caracterizó ^argujiientmn ex vita privata
muy
bien con estas palabras:
tenui hominiim humili loco natoruní
et
petitium^ podrá formarse idea aproximada de la poesía
muy
sana,
robusta y confortante, pero de todo punto montaraz, que constitu-
ye
el
mayor hechizo de
Memoi'ia de Gutiérrez González. Algunas
la
pinturas de la vida rústica en insignes novelistas modernos, en
nuestro Pereda, por ejemplo, pueden servir también de tipo de
comparación
Todo
aproximado.
más bien
es original, ó
tivo del maíz, la
muy
humorada
Memoria sobre
exótico, en la
el cid--
pero no todo es igualmente digno de alabanza. Pase del título
y
forma de Memoria
la
cientíñca; pero
no
pueden pasar una porción de versos prosaicos, compuestos adrede para hacer reir con
la
extravagancia, ni el abuso afectado (no
uso) de un vocabulario provincial, ó
por
la
novedad y extrañeza de
la
más bien
local, exigido
el
en parte
materia, pero del cual hace
el
autor intemperante alarde, para cumplir aquel dicho suyo:
Yo no
Y
escribo español
tan antioqueño escribe, que
,
sino antioqueño.
este
si
poema no
llevara,
como en
las
ediciones lleva, un centenar de notas, sería con todas sus bellezas
una arca cerrada, no sólo para otras partes, sino para los
rincón en que escribía
el
los espaíioles
y para
los
americanos de
mismos colombianos nacidos
poeta. El lenguaje popular y rústico, el
vocabulario especial de cada labor y de cada industria,
una de zarse
las fuentes
es, sin
más caudalosas y salubres en que puede
y rejuvenecerse
vocabulario, y,
fuera del
la
lengua
por decirlo
literaria;
así,
culta, requiere singular talento
pero
la
duda,
vigori-
adaptación de este
su compenetración con la lengua
y gusto
duda que Gutiérrez González, poeta
muy
ejercitado,
nativo, pero
de
y no hay
muy
cortos
COLOMBIA á la ejecución rápida y descuidada, traspasó
estudios
y dado
veces
justo límite en esto.
el
63
muchas
Fuera de estos lunares, bien disculpables en tentativa tan nal,
Memoria
la
con su objeto:
sobre el cttltivo del
como ha
es,
más humildes y
las
simpatía de su cantor
asunto,
al
y por
mente Gutiérrez González poseía criptiva directa,
como
ridicula
potencia de color
y de mucho
manera de hacer
la
regar
las
si
La suya
prosa.
es poesía des-
se quiere;
y
á un tiempo.
viril
las rogativas, el
Si
de
y
sería sin
entre
el
la
duda
la
método de
que ha sabido descubrir en cuadros tan admira-
quema,
el
de
y
el
ranchería,
la
de
la
más nacional de América
de la
literatura
la (l).
ahora analizados, aunque tan diversos en
decirse
romanticismo y
el
cocina de
tendencias, concuerdan en pertenecer á la escuela
y aun puede
tica,
de
el cultivo
animales que hacen daño en los
recolección de frutos
la
tres poetas hasta
estilo
el
el
poseyese muchas cosas como este poema,
colombiana
Los
los
hasta
,
vista tan pobre, trazando
y tan diversos como
roza.
barbechos ó rozas
los
es admirable la fecundidad
un asunto á primera bles
la
música del verso». Real-
relieve; graciosa
sementeras y espantar
Y
granos.
por
útiles labores,
El autor lo describe todo, desde los terrenos propios para
y
trans-
pero no prosaica y del Observatorio Rústico de Salas, sino de gran selección,
sin
la
la
la
don divino de convertir en
el
más desdeñada y cotidiana
poesía la
maíz cumple admirablemente
dicho Pombo, «la idealización,
formación en poesía de
origi-
román-
que Gutiérrez González sirve de puente
el
realismo limpio y de buena casta. Por el
Medardo Rivas, 1 88 1, 8.", con dos magníficos prólogos, uno de D. Salvador Camacho Roldan, y otro de D. Rafael Pombo, y un prólogo y notas sobre la Me?no7'ia Poesías de Gregorio Gutiérrez González. Bogotá. Imprenta de
(i)
del tnazz, por D.
Manuel Uribe Ángel.
Nació G. González en quía).
la
Ceja del
Hizo sus estudios en
el
Tambo
(estado,
hoy provincia, de Antio-
seminario de Bogotá y en
el colegio
de San
Bartolomé, graduándose de doctor en Jurisprudencia. Fué varias veces diputado y senador, y ocupó cargos en
muy
contraria
La primera
la
fortuna y vino á
edición,
muy
la
Magistratura.
En
suma pobreza. Murió en
la
6
años
le fué
de Julio de 1872.
incompleta, de sus Poesías, fué hecha en 1867 por
D.José María Vergara,.y hay otras posteriores; pero rada es
los últimos
que antes citamos de
la
más completa y esme-
1881, publicada por sus hijos.
>
CAPÍTULO SÉPTIMO
64
contrario, D. José Joaquín Ortiz, egregio poeta lírico
muy
controversista católico, que en edad
cender
avanzada acaba de des-
sepulcro, representó con majestad,
al
ardiente
y
pompa y decoro
escuela de Quintana, no sin hacer repetidas concesiones
la
moderno
Ortiz rechazaba tal filiación, por considerarla incompa-
(l).
con sus principios
tible
y de
pero aquí no se trata del espíritu,
religiosos;
que en Ortiz era ortodoxo y aun lírico
gusto
al
ascético, sino
de su temperamento
forma grandilocuente en que se vaciaron sus mejores
la
inspiraciones.
Cuando quiso apartarse de
ella,
como en muchas
composiciones de sus últimos tiempos, fué para caer en un piadoso
muy desmañado
pero
pero en
meritoria sin duda,
grado pedestre, estropearon aquella mente elevada,
alto
quitaron algo de su serenidad nimios,
muy
de propaganda, labor
periodismo
del
prosaísmo. Los hábitos vulgares y funestos
y
vigor, le llenaron de escrúpulos
contagiaron su gusto, poniéndole
timorato y asustadizo;
le
y recelando
sin
de su público
al nivel
duda que
pureza clásica
la
fuese una tentación del demonio, acabó por vestir sus versos de
estameña. Los hay que no merecen
salir
de
la
colección de
de las Aldeas^ donde pueden servir de inocente recreo á
Pero antes que
cristianas.
el
El
Correo
las familias
periodista se sobrepusiese en Ortiz al
poeta, éste había producido con superabundancia lo que necesitaba
para su gloria: cinco ó seis odas desiguales, pero espléndidas, trozos admirables en
muy
muchas
y profundo, elocuencia avasacomo que nacía de íntima convicción y sincero entusiasmo,
grandeza en
mucho de
el
plan,
desarrollo progresivo
No
Ortiz,
tiene
realzadas por una versificación
fue extraño Ortiz á la influencia de Víctor
manera. La idea de
la
enumeración de
los
Oriental
2.",
titulada Canaris.
Pero
Hugo en
su primera
La Ban-
pabellones nacionales en
dera Colombiana, está evidentemente inspirada por la
y solemne, que
oratorio sin dejar de ser esencialmente poético, son las
cualidades dominantes en
en
poderosa ya que no
otras. Fantasía
pintoresca, sentimiento ardiente
lladora,
(i)
y
si
no
me
la
muy
engaña
arrogante que hay el
amor
á nuestra
lengua y poesía, la imitación de Ortiz resulta superior al original. En la oda á Boyacd hay una imitación deliberada, pero mucho menos feliz, de tres estrofas del Cinco de
>d'un giorno
Mayo de Manzoni. «Oh quante
inerte...
volte
all
tácito
— morir
COLOMBIA magnífica y robusta cuando
calor
el
no
advertirse que es uno de los poetas leerse: capaz
65 le
abandona. Porque ha de
más desiguales que pueden
de elevarse en sus buenos momentos
de lo
al nivel
mejor de Quintana, con animación no menos férvida y más jugo de alma; pero incapaz de sostenerse, por falta de gusto ó de atención,
en
la
cuando parece menos inspirado. Ortiz no sabía
hasta
maestro,
grandeza en que siempre habita su
esfera de noble
y aunque profesor toda su vida, no puede decirse que fuera humanista como Bello ó como D. M. A. Caro. Escribía con abundan-
borrar,
cia
de corazón, dominado por su asunto, y ansioso de desarrollarle
hasta los últimos ápices, con efusión, con énfasis sincero, en inmensos períodos poéticos
que
se
van ensanchando como
las
céntricas que forma la piedra arrojada á un estanque.
y sobriedad
temperamento
de su escuela; pero
dentro de
ni
ella, el
pensamientos,
la
sí
hay que deplorar, aun
exceso de verbosidad con que recarga sus mejores
pompa
inútil
con que abruma sus estancias,
de decirlo todo sin dejar campo
En La Bandera
No hay que
que no eran propias de su
pedirle concisión
líricas,
ondas con-
libre á la
Colombiana, en Boyacá, en
En
quiere ser familiar,
y
la
la
oda Al Tequendama^
poesía de sentimiento, por
resulta
llamados poetas del hogar.
afán
imaginación del lector.
Ortiz deslumbra, pero fatiga por demasiado estrépito
demasiado continua.
el
y
brillantez
el contrario,
demasiado casero, como todos los
En
sus versos no
admirables de número y cadencia, ó suenan
hay medio: ó son
como
prosa. Parece
imposible tener á un tiempo tan prosaica y tan poética dicción, estilo tan
puro y tan abandonado, tan bueno y tan mal oído.
que en
Ortiz, naturaleza algo
Bolívar
y enemigo
clásico
y
Y es
contradictoria en todo, idólatra de
del espíritu de la revolución americana, poeta
partidario de
los estudios clásicos,
la.
absurda ojeriza del abate
paloma
sin hiél
Gaume
contra
en sus acciones y violentísimo
é intransigente en sus polémicas, dábase también el raro caso trabajar en
Cuando
un género
tenía
que decir algo grande,
cabeza: cuando
conocía
retórico, siendo él la espontaneidad
artificio
el
los
misma.
versos nacían hechos en su él
no
estilo
de
pensamiento era débil, obscuro, vulgar,
alguno para disimularlo, y escribía en
periódico ó de libro de educación
de
infantil.
Nunca hubo
artista
menos
CAPÍTULO SÉPTIMO
66
preocupado de su tos
arte,
y tan frecuentes
y por
esto es
más de admirar que sean
sus aciertos.
Escribió mucho, pero con cierta monotonía de asuntos
genes.
De grandes
poetas puede decirse otro tanto,
timiento lírico implica algo de reconcentrado
muerte, fueron
la naturaleza, la
ciones.
No
En
quizá
La
el
sen-
patria,
en algún tiempo
le llevaría
los
á ocultarlos ó á
felicísimo: el
allí
podía
águila, había
cumbres, y que se ahogaba en el estrecho poesía doméstica, á la cual se empeñaba en tributar
un culto por
lo
colombiana,
como
del Libertador
las
general tan
dos ojos de niño
y de
y de imá-
temas de sus can-
de su numen, que, como
las alas
nacido para posarse en
su vida,
severidad moral
si
y
exclusivo.
composiciones patrióticas fué
las
mover libremente recinto de la
y
los tres habituales
conozco versos suyos de amor:
hizo, su extraordinaria
destruirlos.
tan-
Cantó
la
patria moderna, la patria
quien había visto pasar delante de sus asombra-
la figura
Simón
modo
tal
infeliz.
ya heroica, ya magnánima, ya resignada,
Bolívar. Esta visión era el gran recuerdo le
dominaba, que llegó á exagerarle en tér-
minos harto disonantes con su piedad meticulosa:
Y
después al triunfador volviendo Del suelo de los Incas deleitoso, No cual Camilo en el ebúrneo carro Arrastrado por rápidos corceles, Ni de purpúrea clámide cubierto Y la frente ceñida de laureles Y vi después al héroe, entristecido Como un morir del sol, partir en busca De nuevo hogar en extranjera tierra vi
Quien hechos tan espléndidos ha visto, Es cual viajero que á sus lares torna Después de haber cumplido el pío voto tY el gran sepulcro visitar de Cristo». Se le escucha con ánimo devoto, Porque puede decir: «Yo vi; yo estuve; Yo al Calvario subí; yo el mármol santo Que encerró á mi Señor empapé en llanto»; Y el que atónito lo oye, se imagina Envuelto contemplarlo en una nube Que exhala los aromas
De
la
remota
de
tierra palestina.
COLOMBIA
67
Cantó también otra patria más antigua,
moderna,
y con ella el triunfo de la civilización Nuevo Mundo. ¡Espléndido canto éste de Los Colo-
salvo algunas caídas de estilo, no
y
la
la patria colonial,
cristiana en el nos^
y fundamento de
raíz
composición de Ortiz, y una de ricana! Poesía descriptiva á
más
las
muy
frecuentes, la mejor
finas joyas
un tiempo y
de
la
poesía
ame-
con algunos rasgos
lírica,
y de Bello, ajenos á la habitual manera de Ortiz, pero que indican lo que en este género hubiera podido hacer, aplicando á su estilo una labor más severa y paciente, y buscando
del estilo de Virgilio
en sus descripciones
la
más que
precisión
el lujo (l).
que de
la
escuela de Quintana conserva
cación social,
el
entusiasmo por
tante,
samente entendido,
la
el
carácter de predi-
progreso humano, aunque diver-
hombre y de
consideración del
sus obras
su misión histórica, sobreponiéndose á la consideración del
y de
mundo para
físico,
los fines
que
hombre doma y
el
pero hijo del siglo
nas deísta, execra
la
ideas: Quintana, español
adepto de su
xviii,
y hace servir oda A la Vacuna y
sujeta á cultivo
de su propia perfección. Entre
Los Colonos media un abismo de ta,
el
Poesía, no obs-
y
patrio-
filosofía, filántropo
y ape-
conquista americana: Ortiz, americano, hijo de
la
un insurgente^ y ciudadano de una República, pero cristiano hasta lo más profundo de su alma, educado en la gran reacción espiribendice con más clara comprensión de
tualista del siglo XIX,
toria la
vas,
obra santa de los colonos españoles, que allanaron
que
males
las
útiles al
de
los
la idolatría el
hombre:
que á
y de
de
(1)
Y
el
generoso caballo,
la vida, el
germen de
las razas inferiores
de
la barbarie;
primer palomar,
imprenta.
las sel-
despoblaron de bestias feroces, que importaron los ani-
cereales, sustento ojos;
la his-
la
primera
los
Véase, por ejemplo, este Otro
Y entre En
el
Do
se
la el
final
toro bienhechor, los
las flores,
redimieron de
que levantaron
iglesia, el
con ser tan distinto
el
el
carga llevará
al
las tinieblas
las ideas
estancia:
molino,
fragor del agua despeñada,
estrecho cauce atormentada
cambia en espuma cristalina, Recogerá, saltando en leves ondas, El blanco río de menuda harina.
de
primer molino,
primer hospital,
rumbo de
de una
el
encanto de los
la
primera
en Quintana
CAPÍTULO SÉPTIMO
68
y en
Ortiz, todavía vienen á coincidir
en un punto, que es
ficación del trabajo humilde, de las artes de la paz
ya en Jenner y en Guttenberg, ya en les del
y de
la glori-
la ciencia,
humildes colonos españo-
los
Nuevo Reino.
Dejó Ortiz pocas composiciones exclusivamente
puede decirse que
pero
penetra á todas, y no sólo
el espíritu religioso las
de un modo general y vago,
religiosas;
con admirable firmeza y precisión dogmática, con aquel acento que sólo brota del alma que es crissino
nunca se puede conñindir
tiana con cristianismo positivo, el cual
con
la
vaga exaltación sentimental del cristianismo
En
teaubriand ó de Lamartine.
literario
de Cha-
Ortiz pertenece á la
este punto,
escuela de ]\Ianzoni, de quien, por otra parte, presenta reminiscen-
A
Boyacá y en otras partes, aunque el estilo difuso y grandilocuente en que las expresa, nada tenga que ver con cias directas
la
en
la
oda
divina condensación
como Manzoni, no con
fe viva
posiciones
y
lírica
de
sólo siente
el
cristianismo, sino
práctica, engendradora de buenas obras.
muy desigualmente
deja doctrina
cristiana.
Del
no es
crimen! Es
el
la
herencia
Legada, no á sus hijos solamente, Sino también á su linaje entero
hombre entre penas
agoniza.
Naciones hay que bajan á sentarse
Sobre
el
estercolero
Como
el
antiguo Job, roto
Y
la
Que
el
vestido
frente cubierta de ceniza
¡No es crimen
en
purifica
el
dolor!
Es como
el crisol el oro;
Es cual
la
tumba
En que
la
humilde larva se sepulta,
Y de
donde
Con
ala tinta
Á
fría
y silenciosa
triunfante saldrá luego
en oro, azul y rosa
volar por el éter cristalino
Transformada en
él
en com-
sus-
Véase, por ejemplo, esta exposición
infelice genitor primero,
¡Ah! Si el
Aun
más profundo y
del misterio del dolor: ¡El dolor
que cree en
ejecutadas, se encuentran admirables
trozos de filosofía religiosa, que brotan de lo tancial
poeta milanés. Ortiz,
las estrofas del
festiva mariposa.
el
fuego
^9
COLOMBIA Esta es
Este
la
eterna ley de nuestra raza,
destino irrevocable y justo:
el
dolor alzarse hasta
la gloria,
Por
el
Por
el placer bajar hasta el
abismo
¿No se llamaba un Hombre de dolores El gran libertador del mundo mismo? Quiso nacer en un pesebre obscuro Y en el taller vivir de un artesano,
Y
escogió sus amigos
pescadores y mendigos. Sólo una vez entró, y esa en cadenas,
Entre
los
De Herodes
al
palacio:
vez y no más subió al Pretorio, esa en medio de bárbaros sayones.
Una
Y
Hijo de augustos Reyes,
Que
la
corona
sus sienes divinas
Adornó, fué de abrojos y de espinas;
Y
el
cetro de oro que
empuñó
su
mano
Una caña marchita Del Jordán arrancada en la ribera. Cuando después cual jefe valeroso, Al frente de las huestes que cejaban
Se arrojó generoso Al puente del dolor por Dios echado
Desde
la tierra al cielo.
Sacudiendo
la
piedra de su tumba.
Apareció de gloria circuido,
Mostrando á
naciones
cruz de su ignominia y de su gloria,
La
Y
las
entonando su canto de
más delicadas voces del
»en armoniosa competencia con los nueve coros, soberanos ruise»
ñores, divinas
Filomenas de
»dan con suaves acentos »melodía en
el
la gloria,
la cítara
celebren, festejen
del encarnado Verbo, cuya dulce
venturoso teatro de Belén gozosos escucharon esos
^celestes globos: festivos los arroyos, las flores
^quebraron
grillos
de
cristal al erizado
»apr¡sionan de nuevo su libertad
Todo
»cuerdas». contadas.
Y
y aplau-
y
plantas,
si
antes
Diciembre, agora gustosos
encanto dulce de sus divinas
al
un opúsculo de ocho hojas mal
este rótulo para
qué diremos de este otro con que
el
émulo de Domín-
guez Camargo preludia su invectiva, creyendo, sin duda, lanzar mor-
dardo contra
tífero
pobre poeta adversario suyo: «Lucifer en Ro-
el
»mance de Romance en »culta,
y
Hacha de una noche
Tinieblas, Paje de
se hace prólogo luciente ó
proemio
rutilante,
ó babadero
»corusco, ó delantal luminoso, este primer razonamiento al lector.»
Y lo
más gracioso
momento de
su
es
que
amor
á
los la
que
tal
pureza y sencillez del
á decir Jacinto Evia en un proemio
«sus »la
poemas
suma
se
repetir
»solía
asemejan unicho d
claridad
que
escribían hacen alarde á cada
lo
d
estilo,
llegando
la jitventiid estudiosa^
que
cristalino de las fuentes,
por
hallarás en todos ellos;
porque
sigo lo
que
mi maestro, que quería parecer antes humilde en
y concepto, que levantado por obscuro». Si estas eran aguas cristalinas que tenía que beber la juventud estudiosa de
»el estilo las
Quito y Guayaquil, ^"qué gosas
tales
serían las lagunas turbias
y cena-
?
Los chispazos de poesía en
el
maestro Evia son rarísimos: apenas
puede leerse con tolerancia otra cosa que
el
romance
Sol purpúreo de este prado...
Mbnéndez y Pelayo. — Poesía
hispano-americana.
II.
6
CAPÍTULO
88
que pusimos en nuestra colección tivo,
como
,
VIII
y algún rasgo todavía más
fugi-
de una décima, de sabor calderoniano:
este final
Mas
cuan en breves plazos
¡ay!
Llegué mi dicha á gozar,
Pues solo vino á estribar
Del alma tan dulce empeño,
En breves sombras de un sueño Que se acabó al dispertar
En
los villancicos tiene cierto
por ejemplo, en
el
de
la
sabor popular y llaneza relativa;
buena ventura de
Dame
la gitana al
niño Jesús:
una limosnita.
Niño bendito,
Dame las buenas pascuas En que has nacido: Niño de Dale á
Pago de
me
Si
rosas,
la gitanilla
glorias.
das la mano,
Infante divino,
La buenaventura Verás que Miro aquí
te digo. la
raya
Que muestra que aun niño Verterás tu sangre,
Baño
á mis delitos.
Serás de tres reyes
Rey reconocido, Y á este mismo tiempo
De un rey perseguido. En tu propia patria. Con
ser el rey mismo.
Vivirás humilde, Vivirás mendigo...
Parece que descansa millete Poético (y
de
fijo
el
ánimo cuando de
no serían menores
ranos de quienes no conocemos más que
las
las
el
lobregueces del
Ra
de otros poetas culte-
nombre, puesto que de
algunos de ellos se dice por gran elogio que «escribía en lenguaje
pequeño grupo de
hispano-latino») se pasa
al
muy
muy
inspirados, pero
sí
sensatos,
los jesuítas poetas,
que salieron de
no
los colegios
ECUADOR de Quito y Guayaquil, en el trofe de su orden, honraron de
la
cultura italiana.
89
xvm, y que víctimas ele la catásnombre de su patria en los centros
siglo el
No hay
entre ellos ninguno comparable á los
Alegres, Abades, Landívares, Clavijeros y Molinas, que procedían
de otras partes de América donde
la
cultura había echado
más
raí-
y aun como naturalista tiene mérito indisputable el P. Velasco, y los poetas, aunque por lo general de escaso numen, prueban que había llegado bastante pronto á las regio-
ces;
pero
como
nes ecuatorianas rre,
historiador
el
cambio de gusto. Sólo
el P.
Juan Bautista Agui-
guayaquileño, conserva resabios del conceptismo, 6 más bien
Lobo y de Benegasi, y á juzgar por única poesía suya que hemos visto (las décimas que compuso
del equivoquismo de Gerardo la
burlándose de Quito y elogiando á Guayaquil), más bien debe ser puesto entre los copleros que entre los poetas formales, aunque no se le
puede negar
cierta gracia descriptiva,
y
lo burlesco:
Guayaquil, ciudad hermosa,
De De De
América guirnalda,
la
tierra bella esmeralda,
mar
la
Cuya
perla preciosa,
costa poderosa
Abriga tesoro tanto,
Que con suavísimo
encanto,
Entre nácares divisa
Congelado en bella
Lo que
risa,
el alba vierte
en
llanto.
Tribútanla con desvelo,
Entre singulares modos,
La
tierra sus frutos todos,
Sus influencias
Hasta
el
el cielo:
mar, que con anhelo
Soberbiamente levanta
Su
cristalina garganta
Para tragarse esta perla,
Deponiendo su
ira al verla
Le besa humilde
la planta.
Los elementos de intento La miran con tal agrado,
ésta
no solamente en
CAPITULO
9©
VIII
Que parece se ha formado De todos un elemento; Ni en ráfagas brama Ni
el
el viento,
fuego enciende calores,
Ni en agua y tierra hay rigores;
Y
así llega
En
á dominar
tierra, aire,
fuego y mar,
Peces, aves, frutos, flores.
Los rayos que
repasan
al sol
Allí sus ardores frustran,
Pues son luces que
la
ilustran
Y
la
abrasan.
no incendios que
Templados de
esta
Calor y fresco entre
Hacen que
florezca
manera
sí,
allí
Una
eterna primavera;
Por
lo cual, si la alta esfera
Fuera capaz de desvelos, Tuviera, sin duda, celos
De
ver que en blasón fecundo
Abriga en su seno
el
mundo
Este trozo de los cielos.
alientos tuvo el P. José Orozco, natural de
Mayores autor de un
bre
épico en cuatro cantos y en octavas reales so-
Conquista de Menorca en 1782, que por primera vez dio á
La
Mera en
luz el Sr.
El
poema
Riobamba,
poema
es
su libro ya citado acerca de la poesía ecuatoriana.
uno más entre
los
innumerables de su clase y de su
tiempo; pero no puede decirse que carezca de cierto mérito relativo.
No
falta,
por supuesto,
la
consabida máquina^ y es de
las
más
que pueden imaginarse: un personaje raro, que resulta propio dios Marte, se presenta en el palacio del bueno de
estrafalarias
ser el
Carlos
III
prender
y después de
la
emDuque de
rendirle cortés obsequio, le exhorta á
conquista de Menorca y confiar
el
mando
al
Crillón.
Pero á despecho de tan disparatado plan, que tiene muchos similares
en cantos épicos del
siglo xviii
acierta á veces con octavas tan felices
cerá sin esfuerzo
el original
y aun de más acá, el autor como ésta, en que se recono-
de unos famosos versos de Heredia.
ECUADOR
9
Como en contrario clima degenera No pocas veces desgraciada planta, Aun cuando cuidadoso más se esmera En su cultivo aquel que la trasplanta, Tal mi musa
infeliz
en extranjera
Región se ve degenerar,
Aura nativa
fáltale,
si
y con
canta;
ella
El dulce influjo de benigna
estrella.
No creemos que Heredia, que de exceso de erudición no pecaba, hubiese leído La Conquista de Menorca^ que, según creemos, estuvo hasta 1868, pero
inédita
semejanza es tan próxima y evidente,
la
que no podemos explicarla sino por
la
existencia de un
común, que hasta ahora no hemos podido descubrir
modelo
cuál sea.
De
todos modos, quien fué capaz de escribir esta octava no era poeta vulgar, por
Tuvo
más que haya dejado
el P.
otras pésimas
Orozco un hermano,
jesuíta
y ninguna iguala
como
interminable elegía en doscientas décimas, con tos
por
la
él,
ésta.
autor de una
el título
de Lamen-
muerte de la Compañía de Jesús^ y consuelos al ver que
comienza á resucitar en lento poético,
la Rusia,
prueban á
lo
no honran mucho su
que
si
su
filial
menos
amor
ta-
á la Compañía, de
dice entre otras cosas:
la cual
No hubo lugar que se hallase Aunque remoto é inculto, Donde á Dios el sacro culto Tu celo no tributase: No hubo nación que quedase
A Y
tus ojos escondida,
que no diese rendida
Á Jesús Por
•
En El P.
Ramón
ti
las
Viescas
el
corazón,
hallando salvación fuentes de
es,
de todos estos poetas,
más
arte,
des.
Tradujo é imitó mucho del
estilo
la vida.
el
que muestra
mejor gusto y más sólidos conocimientos de humanidaitaliano
y aun
propio y con soltura. El sueño sobre
el
del francés, pero con
sepulcro de Dante, la
canción á la extinción de la Compañía de Jesús, la elegía á la mnerte del P. Ricci en las prisiones, son paráfrasis ó imitaciones; pero sea lo
CAPITULO
92
VIII
que quiera de su originalidad, son poesías de noble asunto, de entonación
lírica,
de sabor
clásico,
versificación armoniosa libre
de mucho jugo en
y pulcra en
general,
las ideas,
aunque no enteramente
de prosaísmos y descuidos, bien perdonables en versos que su
autor no parece haber destinado nunca á
la
publicidad.
y décimas de donaire, que componía con mucha carecen tampoco de gracia. ces
De
otro jesuíta de Riobamba,
que aquéllos
únicamente en tinos
Su hermano
(l).
italiano.
P.
se conser-
italiano,
mejores
Joaquín Larrea versificó la-
la lista
de esta brillante emigración.
Juan de Velasco hay que perdonarle sus versos desaliñados
más bien
á su verídica
y
dadero
lás
el P.
no
de poca monta.
é insulsos, ó
lo los
facilidad,
El P. Joaquín Aillón dejó algunos versos
Todavía no hemos apurado
Al
Los roman-
Ambrosio Larrea,
el P.
van sonetos no despreciables en castellano y en éstos
y de
noticiosa Historia del reiuo de Quito,
título al
nombres
Crespo y
olvidarlos de todo punto, en consideración
agradecimiento de del P.
la
posteridad. Basta citar al vue-
Juan Ullauri, del
P. José Garrido, del P. Nico-
Juan Arteta, versificadores
el P.
del P. Mariano Andrade, autor de
que es su ver-
latinos,
y finalmente
un romance bastante sentido
despidiéndose de Quito: Esa ciudad donde
el cielo
Gastó todos sus aliños,
(i)
Creemos digno de
transcribirse, sin
embargo, un soneto castellano á
la Virgen de los Dolores:
No al sol la nube afea si le encubre, Ni del alba el llorar quita á las flores Sus hermosos, vivísimos colores. Antes más agradables los descubre; Las lluvias, más frecuentes en Octubre, Aumentan en el prado los verdores; Con
ellas el
Y la
rosa de púrpura se cubre:
Tal,
Como
jazmín crece en candores
oh Virgen bellísima, el tierno
tu llanto,
rocío de la aurora,
Muestra sólo el dolor, muestra el quebranto; Pero asi como el alba cuando llora Es de los ojos peregrino encanto, Asi el llorar en ti más enamora.
ECUADOR
Como
si
plantase
93
allí
El celeste paraíso;
Esa ciudad donde
Supo excederse Viéndose
;i
sí
el arte
mismo,
lo natural
Junto con el
artificio;
Esa ciudad donde todo
Tiene en
Que aun
hechizos,
sí tales
las
piedras de las calles
Parecen de imán activo.
donde siempre
Allí es
Adulando
el aire,
los sentidos,
Es respiración
vital,
Templadamente benigno; Allí donde amante el sol,
Con inseparable
giro.
Está siempre vertical
Por contemplar aquel Allí
donde
Con su
sitio;
los vergeles.
natural cultivo,
Deliciosamente juntan
Lo
fértil
con lo
florido;
Allí entre tantos verdores,
Donde todo está florido, Quedó mi esperanza muerta, Reverdeciendo Allí la
el olvido;
gente que habita
Tiene por lengua
Por corazón
Y
por alma
la
blandura,
el beneficio.
La planta que
De
el cariño.
se ha arrancado
su terreno nativo,
Muere, perdiendo aquel suelo,
Y
á quien debió su cultivo:
Así también yo, arrancado
Del propio suelo
Daré
la vida,
patricio.
perdiendo
El terreno en que he nacido
(i)
Nótese
la
co y de Heredia.
(i).
coincidencia de estos versos con los ya citados del P. Oroz-
CAPITULO VIH
94
Recibe, pues, patria mía,
Estos amantes suspiros. ¡Oh, quién te enviara hasta el alma
Con
que envío!
los suspiros
Recíbelos, y
si
acaso
Su dueño no has conocido,
En
viendo turbado tu
aire.
Conocerás que son míos.
No es mi dolor como aquellos En que manda el albedrío, Sino tan
foi-zoso,
que
Sale el llanto sin arbitrio.
Mas ¿qué mucho que así sea, Si en la causa por que gimo, Hasta lo invencible llora
Con
tristes,
mudos gemidos?
Mis ayes vienen á ser
Como aquel eco preciso Qué repite el tronco ó bronce De algún duro golpe herido.
Hay en creteo,
estos versos
una simpática mezcla de ingenuidad y
que nos hace lamentar
nes que sin duda escribiría
Honda brecha raria del
(i)
abrió
la
la
el P.
pérdida de
Andrade
las
dis-
demás composicio-
(l).
expulsión de los jesuítas en
la
cultura
lite-
Ecuador, que apenas tenía más profesores de humanidades
Al P. Velasco se debe
ecuatorianos citadas en
el
la
conservación de todas
El
de jesuítas
muchas de menos importancia que en una miscelánea en seis volúmenes que
texto y de otras
omitimos. Fueron recogidas por él formó, llamándose
las poesías
Ocioso de Faenza.
avanzadísima edad de noventa y dos años, y sus papeles, confiados á un sobrino suyo, fueron trasladados al Ecuador por D. José Modesto Larrea, en 1825. Después de varias vicisitudes, estos manus-
El P. Velasco murió en 1819, á
critos fueron depositados
en
la
la Biblioteca
Nacional de Quito, por orden del
presidente García Moreno. Pero parece que en estos últimos años han des-
aparecido los tres últimos volúmenes. Afortunadamente,
las principales
posiciones habían sido dadas á luz por el Sr. Mera en 1868.
No
com-
todos los ver-
sos contenidos en el ms. de Faenza son de jesuítas; hay también algunos de
ECUADOR
que aquellos Padres; pero cia
de
allí,
como en Nueva Granada,
mitad del
siglo xviii,
despertando
otro género de novedades.
al
mismo tiempo
De 1735
á
menos de 1
la tierra,
algunos grados del meridiano terrestre, visitaron nocciales los
y
los
cierta fermenta-
ser precursora de
744, con objeto de determi-
verdadera magnitud y figura de
Jussieu,
la influen-
nivel de la cultura científica en la segunda
el
ción del espíritu crítico, que no podía
la
95
expediciones de astrónomos, geodestas y naturalistas euro-
las
peos, vino á levantar
nar
-
sabios franceses Godin, Bouguer,
por las
la
medida de
regiones equi-
La Condamine y
españoles D. Jorge Juan y D. Antonio de Ulloa, que
consignaron sus Observaciones astronómicas y físicas en un libro memorable. Quito dio cinco dibujantes á especie de Mecenas científico en far,
la
la
expedición de Mutis, y una
persona de D. Juan Pío Montú-
Marqués de Selva Alegre, que había de
uno de
miembros de
los principales
la
ser,
andando
el
tiempo,
Junta revolucionaria de
1
809
y una de las primeras víctimas de las represalias de los realistas. En 1 801 Humboldt y Bonpland llegaban á Quito, ampliamente favorecidos por
Gobierno de Carlos IV, para sus grandes estudios sobre
el
la Física del Cilobo
y
la
Geografía de
las plantas.
inmortal
y desventurado neogranadino
botánico
al
no nativo
Ecuador, con
las
quinas de
la
el principal
Poco después,
emprendía un
Caldas,
el
viaje
objeto de estudiar en su terre-
provincia de Loja. «Sobre este importante
asunto (dice un docto biógrafo de Mutis)
(l) escribió
Caldas una Me-
moria llena de oportunas observaciones, y trazó un plano geográfico para manifestar
el
estado de los montes donde crecen aquellos pre-
ciosos arbustos: comisionado por
el
presidente Carondelet, recorrió
montañas de Malbucho, y delineó y trazó el camino que pretendía abrir desde la ciudad de Ibarra hasta el Pacífico aquel virtuoso las
poetas seglares, entre los cuales se citan un romance de una Musa Quítense
Á las Siete dama
Palabras del Redeítior en
de travieso genio, por
un
la Cruz,
y una canción burlesca
ingenio travieso quítense. Vid.
en
A
una
los Anales de la
Universidad Central del Ecuador (Serie 4.^—1890) un artículo del Dr. D. Manuel M. (i)
Pólit,
sobre Poetas Ecuatorianos del siglo
Don Federico González
moria Histórica sobre Mutis y
xviii.
Suárez, actualmente Arzobispo de Quito,
la expedición botánica de
(1782-1808)... Quito, 1888, pág. 95.
Bogotá en
el siglo
Me-
pasado
96
CAPÍTULO
*
magistrado. Rico en ciencia
VIII
y abundantemente
provisto de un co-
pioso herbario de plantas ecuatoriales, de planos geográficos y de preciosas observaciones, regresó á Bogotá, donde, á la muerte de Mutis, se le confió el cargo de director de la Expedición Botánica.»
No
necesitaba mayores estímulos
ingenio vivo
el
quiteños para dar brillante muestra de la falta
en
los
á pesar del embarazo de
En 1/79 empezó á correr de mano en mano de Quito y luego en otras de América, no sin que al-
de imprenta
ciudad
la
sí,
y agudo de
(l).
gunas copias llegaran á España, un libro que agitó poderosamente la opinión,
con
de Nuevo Luciano ó despertador de ingenios.
el título
Su autor seguía resueltamente
las huellas
de Feijóo y del famoso
arcediano de Evora Luis Antonio de Vernei,
BarbadinhOy atacando de frente y
Los
(i)
el
opúsculo que se conoce es
contemplaciones
ni
el
miramien-
en su colegio de Ambato una pequeña imprenta
jesuítas tuvieron
doméstica, dirigida por
sin
comúnmente llamado
hermano coadjutor Adán Schwartz. El primer el Catálogo de los religiosos que componían la
provincia Quítense en 1754. Esta imprenta fué trasladada á Quito en 1760,
bajo
la
dirección del
mismo lego alemán. Sólo
nes de esta oficina, y ninguna importante. los al
demás bienes de
la
Compañía. Ya en
En
se conocen
nueve produccio-
1767 fué embargada con todos
1754 había presentado una solicitud
Consejo de Indias D. Alejandro Coronado, vecino de Quito, para establecer
imprenta en aquella ciudad. D. Dionisio de Alcedo y Herrera, persona tan entendida en cosas de América, y que acababa de desempeñar la Presidencia de Quito, esforzó pronto esta solicitud, alegando entre otras cosas que «la Universidad
y Colegio de los
jesuítas,
poblados de estudiantes y catedráticos distin-
guidos, después de leer los cursos de facultades mayores, perdían en seguida
su trabajo por falta de imprenta; que las órdenes circulares del Gobierno se repartían tarde y á carecían, por eso, trados; y
mucho de
que aun en
los
costo;
que
los litigantes, allí
los actos ordinarios
veían obligados á repartir de
mano
de
la
libros
los
informes de sus
sus esquelas y convites, á costa de
como para
de comunión, se ocurría á un molde de madera, y
de devoción se enviaban á Lima, para ser impresos
por causa del transporte, y con que el Consejo otorgó á Coronado cio
llegó á hacer uso
de
él,
y
trasó todavía veinte años.
el
la
allí
mucho
el
reparto de
las
novenas y
á crecido pre-
pérdida de tiempo consiguiente». Aun-
la licencia
ó privilegio que solicitaba, no
establecimiento de
Desde
le-
vida social, los particulares se
trabajo y gasto; para cuyo remedio, en ciertos casos, las cédulas
donde había Audiencia,
medios de presentar impresos
1767, fecha
de
la
imprenta en Quito se re-
la
expulsión de los jesuítas,
ECUADOR
97
método de estudios que prevalecía en las colodegenerado, del que imperatrasunto fiel, aunque todavía más autor durante la primera mitad del siglo xviii. Era
to alguno el vicioso nias,
ba en
la
Península
de esta aguda y violenta
sátira,
dispuesta en forma de diálogos, en personales,
ni los ataques que no escaseaban los nombres propios el Dr. D. Francisco Eugeun descendiente de la raza indígena, médico y cirujano, con fama de muy nio de Santa Cruz y Espejo, con fama todavía mayor y hábil en el ejercicio de su profesión, y conocimientos enciclopédicos, de gran bien merecida de hombre de de grande de aptitudes, de ingenio despierto y mordaz y
variedad
lo científico inclinación á las ideas novísimas, así en
como en
lo so-
estas propensiones suyas, hizo
y en lo religioso. Arrastrado por amarga censura del en una sátira posterior al Nuevo Luciano, ilustre Marqués de la colonial, encarnizándose con el
cial
régimen
ministro de Carlos III enSonora, cuya política ultramarina como mismos americanos que profesalzan y ponen hoy en las nubes los Espejo difundía. Esta sátira, san doctrinas análogas á las que el Dr. sediciosa, valió por el Presidente de Quito de sangrienta y calificada
largo destierro á Bogotá, Dr. Espejo un año de cárcel, y luego un de ideas afines á las donde se entendió con Nariño y otros criollos
al
movimiento insurreccional de y contribuyó á preparar el del médico ecuatoriano, 1809. Las ideas que hervían en la cabeza algunos pasajes elocuente bien claras se revelan en el famoso y en
suyas,
hasta 1773, hay un
nuevo
paréntesis, y otro
mucho más
largo é inexplicable
hasta ahora, desde 1799 hasta 18 17. publicaciones ecuatorianas anVid. Anrique (D. Nicolás): Noticia de algunas teriores
d
I7y Perochena», no habiendo
(cap. ni). El
fingidos de «Dr. D. Javier de Cía, Aróstegui
— añade su impugnador — «en la República Lite-
»raria ni en, el distrito político
»nombre»
resplandor del in-
obra y autor impugnados. El Nuevo Luciano circuló
primero anónimo, y en obra, el autor
la otra el
de Quito ningún hombre honrado que
así se
Nuevo Luciano andaba en manos de todos. «¿Y acaso
»no se oyó también— dice Blancardo
— que
se había remitido á Lima, para
»que añadido volviera impreso? ¿Y acaso no hay quien diga que anda publi»cado por medio de la prensa, v que se le ha visto en los estudios de algunos »amigos de
la
novedad? ¿
»No parece haberse confirmado la noticia de tal publicación que el anónimo impugnador creía realizada. Consta, sí, por una carta de Espejo, que éste remitió ó pensó remitir su obra á Madrid, para que se imprimiese bajo los
Conde de Campomanes.
auspicios del
>Hacia
el
fin
de su impugnación, anuncia Blancardo una segunda parte,
que, según creemos, no llegó á escribirse. El Dr. Espejo respondió á
mera en su opúsculo La
ciencia blancardina^
o'
contestación
á
las
la pri-
Memorias de
Moisés Blancardo.> Véase, acerca del Dr. Espejo,
el
Ensayo de D. Pablo Herrera sobre
ria de la literatura ecuatoriafta, páginas 82-86,
En Cuenca
(del
Ecuador),
1888, se
y 125-146.
han publicado, como
Progreso, las Cartas Riobambenses del Dr. Espejo y
de Quito. En
el
número
5
la histo-
las
folletín
de El
Primicias de la cultura
de estas Primicias, un Dr. Antonio Marcos anuncia
de Febrero de 1791, tener muy adelantada una traducción parafrástica del Salterio en variedad de metros castellanos, y pone como muestra el primer salmo, en estilo bastante parecido al de
desde Cuenca, con fecha de
Olavide.
11
.
ECUADOR »
genio. Londres
y
10
París celebran á competencia al insigne Maldo-
»nado... Sus obras de gran precio, que contienen observaciones so-
mbre »
la
Historia Natural
y
»de
el
elogio fúnebre del Sr. D.
la
Sociedad Real de Londres, tributó
que vale por
las
generosas lágrimas de
yo hecho memoria de un
mil,
excuso nombrar
»pido D. Mariano Villalobos descubre acopia, la hace conocer
»y
sin los aplausos
y
tan raro genio quite-
los Dávalos, Chiribogas,
»gandoñas, Villarroeles, Zuritas y Onagoytias. la
Hoy mismo el
Ar-
intré-
canela, la beneficia, la
estimar. Penetra las
montañas de canelos,
de un Fontenelle, logra ser en su línea superior á
»Tournefort, porque su invención, más ventajosa »
Pedro Mal-
llorada pérdida, el famoso Sr. Martín Folkes, presidente
su dolor. Habiendo
» ño,
»
como
donado, gentilhombre de Cámara de Su Majestad Católica y á cuya
»no bien
»
Geografía, las reserva Francia
fondo precioso... La Sociedad á su tiempo deberá destinar un so-
»cio que pronuncie un día »
la
al
Estado, hará su
memoria sempiterna.» Pero sea
lo
que fuere
del mérito de estos
cuyos nombres puede añadirse
el
hombres de
ciencia, á
del guayaquileño D. Pedro Fran-
co Dávila, organizador y primer Director del Gabinete de Historia Natural de Madrid, al cual sirvieron de base sus propias colecciones adquiridas por Carlos
de
las
III,
ideas en aquella parte de
dando nueva dirección á
es lo cierto
América
los estudios,
que
el
grande agitador
fué el Dr. Espejo, quien
educó aquella briosa y alen-
tada generación, que pudo enviar á las Cortes de Cádiz á
Don José
como representante de Quito (l), y á D. José Joaquín de Olmedo, como representante de Guayaquil. Desde sus primeros disMejía,
cursos, Mejía arrebató á todos los diputados americanos la la elocuencia,
y
si
esperanzas, sería
palma de
su prematura muerte no hubiese agostado tantas
hoy mismo venerado como una de
las glorias
de
nuestra tribuna, puesto que á ninguno de nuestros diputados reformistas cedía en brillantez de ingenio tajaba en la estrategia
(i)
y
rica cultura,
y á todos aven-
parlamentaria, que pareció adivinar por
Realmente Mejía fué diputado por Santa Fé de Bogotá, y así se conque escribió Olmedo. Quito dependía entonces del Vi-
signa en su epitafio
rreinato de
Nueva Granada.
CAPITULO
I02
VIII
medio de aquel Congreso de
instinto en
Olmedo apenas rable asamblea
dejó otro recuerdo de su paso por aquella
que su firma
la
memo-
pie de la Constitución de 1812;
al
aquel viaje no fué indiferente ni para
para
legisladores inexpertos.
exaltación de sus ideas.
Mas
pero
dirección de su gusto ni
la
antes de hablar de
él
y de sus
poesías, conviene abrir un breve paréntesis para recordar que el
movimiento de independencia de
y
tre peninsulares
criollos,
1
809 y
despertó en
sangriento conflicto en-
el
Ecuador, como en
el
tante de América, la inspiración poética del vulgo,
dando ocasión á
un número considerable de versos de circunstancias, de ha formado interesante colección
el Sr.
clase, suelen ser triviales,
forma como en ca,
el
pedestres
como
casi
y chabacanos,
de
la
todos los así
en
la
concepto; pero siempre tienen curiosidad históri-
como expresión
fiel
de
las opuestas pasiones
Abundan
que dominaron en de
los
y no es de suponer que todos fuesen compuestos por La opinión hubo de estar al principio muy dividida, y
es-
hórrida matanza del 2 de Agosto de iSlO, quizá no hubiesen
lle-
épocas ya remotas. realistas,
pañoles. la
los cuales
Mera, por apéndice á
Cantares del pueblo Ecuatoriano. Estos versos,
de su
lo res-
gado tan pronto
las
cosas
al
bastante
las
décimas y
ovillej.os
sin
punto á que llegaron. Las poesías más
notables, entre las coleccionadas por el Sr. Mera, son gritos de in-
Una de
dignación después de aquella catástrofe.
con
nes,
título
estas com.posicio-
de Canto lúgubre, está interpolada con textos de
la
Sagrada Escritura, y no parece obra de poeta iliterato. Tampoco serían tales los que en otras composiciones emplean endecasílabos, y estrofas sancas. Sólo en su condición de
aun
anónimos pueden pasar
por versificadores populares. Por sus improvisaciones alcanzaron fama cuatro hermanos de Riobamba, D. Juan, D. Benigno, D. Fortunato ricas
y D. Lucas
que se
y algunas de
Larrea;
les atribuyen,
las
no carecen de
décimas y
gracia,
letrillas satí-
y expresan
el
des-
encanto que se apoderó del ánimo de muchos patriotas en vista de las calamidades que siguieron á la Independencia.
Y
con esto llegamos á
no parece
fácil
decir
la
presencia del cantor de Junín, de quien
nada nuevo, después de
los excelentes
y ma-
que sobre sus versos han formulado tantos y tan excelentes críticos, entre los cuales merecen la palma D. Miguel Antoduros
fallos
ECUADOR
uno de
Olmedo es, sin conó cuatro grandes poetas del mundo ameri-
Pombo y D. Manuel
nio Caro, D. Rafael tradicción,
103
los tres
Cañete.
cano: no falta quien le dé la primacía sobre todos, y, dentro de cierto
merece. Bello es más perfecto y puro, más acrisolado de dicción, mayor humanista y de arte más ex-
género y
quisito:
lleno Si al
de
estilo,
no hay duda que
la
Heredia más apasionado y también más espontáneo, pero
de tropiezos y desigualdades cuando no acierta soberanamente. cantor de la Zona Tórrida fué concedida la ciencia profunda
la dicción,
y
poeta del Niágara
al
contemplación melancólica
la
y apasionada, Olmedo tuvo, en mayor grado que ninguno de la
grandilocuencia
lírica, el
cia del estro varonil
y de
das
los
verbo pindárico,
y numeroso,
el
la fantasía.
aun
sin
Olmedo
decir que
imágenes espléndi-
par hinchen
la
magna
El os
el
oído
sonatitrum de
Quintana americano, todo español,
es el
haber leído los versos del vate del Guayas, puede formarse
cabal idea de sus perfecciones
y también de
sus defectos. El énfasis
oratorio, transportado á los dominios de la poesía lírica,
hoy
jarnos fríos
puede de-
que no participamos, sino tibiamente, de
á los
aquella explosión de afectos que fué en su tiempo enérgica ra;
y since-
pero ¿cómo negar que en aquella forma grande y majestuosa se
alberga un Si
y pue-
como Quintana y Olmedo.
Horacio, parece inventado para poetas
Con
continua efervescen-
arte de las
metros resonantes, que á
blan de visiones luminosas
la
ellos,
numen
no se leen
sos habrá (\ne
poético, digno habitador de tan
los versos
con
que sobrevivan!
Y
los ojos
de
la historia,
no porque
solemne templo? ¡cuan pocos ver-
por-
les falte belleza, sino
son rarísimas en arte aquellas bellezas evidentes é inmaculadas
que no requieren interpretación alguna para que á su sola presencia
todo
el
mundo
las
reconozca y
Quintana, de Gallego y de Olmedo,
las si
admire.
Y
el
arte lírico
de
en algo y aun en mucho es
eternamente admirable, en algo y en mucho también está ligado á condiciones de tiempo tos de escuela,
y de
lugar, á tradiciones
estilo,
á hábi-
que subjetivamente pueden agradar más ó menos,
pero cuya clave sólo puede encontrarse en de
de
la historia literaria,
que
es la
más
eficaz
el
desinteresado estudio
medicina contra
pre-
las
venciones de todo gusto exclusivo.
Era esta escuela
clásica en las formas, pero
Mbníndez y Pblayo. — Poesía
hispano-americana.
II,
moderna en
el espíri7
CAPITULO VIH
I04 tu. Clásica
por
educación de los poetas, y á veces por reminis-
la
cencias de pormenor, pero con cierto género de clasicismo general
y
difuso,
que, manteniendo la nobleza de estilo
de su alcurnia, dejaba, no obstante,
indicio
ciarse fuera
de
imitación deliberada de
la
antigüedad greco-latina.
Y como
ramente modernas, ideas del
que
lucionarias, las
al
al
tal
y dando con
ello
genio poético espa-
ó cual clásico de
la
propio tiempo eran ideas ente-
y en grado no corto revo-
siglo xviii,
tales poetas profesaban, este
género de pasión
contemporánea ardorosamente sentida, tenía que dar temple y nervio singular á sus canciones, haciendo de ellas un producto nuevo,
una creación
que
de cuya eficacia social no hay que dudar, puesto
viva,
hechos políticos dan de
los
no, una
musa de academia
Dos de Mayo,
ni el
la
ella irrefragable testimonio.
que dictó
Canto d Junin^
inflamados acentos viera entonces,
ni
la
oda A
No
fué,
la Imprenta^ ni el
hubo nadie que en aquellos
como hoy quieren ver algunos
mano de un declamador ó de un sofista. No hay siglo alguno destituido de poesía, y el mismo siglo xviii, tan prosaico en ignorantes, la
ya próximo á expirar en medio de
apariencia, tuvo,
la
tormenta
una explosión magnífica de cantores de su
volucionaria,
re-
ideal filan-
trópico, en Alemania, en Inglaterra, en Italia, en España. Limitán-
donos á nuestra lengua, Meléndez, aunque tímidamente, y Cienfuegos, de un modo incorrecto y nebuloso, abrieron el camino á la potente musa de Quintana y á
menos
la
más severa y
disciplinada,
si
y fecunda, de D. Juan Nicasio Gallego. Equidistante de uno y otro, como tercer luminar de la escuela, hay que poner á Olmedo, aún más avaro que Gallego en la producción, nimio á veces
genial
como
él
en
la
cultura de los detalles,
si
bien no llega á su per-
fección sostenida, émulo suyo en la variedad de tonos cierto de luces
y en
el
con-
y sombras, ya impetuoso y arrebatado, ya apacible
y ameno, pero sobre todo
lleno de férvida animación en el
con-
junto.
Recibió
Olmedo en
enteramente
clásica,
seguramente con te su residencia así,
de
la
las aulas
de San Marcos de Lima educación
que robusteció luego con
el trato
de
los principales
el
estudio privado,
y
poetas españoles duran-
en Cádiz. Estaba penetrado, empapado, digámoslo
poesía antigua, y sin querer se
le
venían á
la
mente y á
la
ECUADOR
pluma recuerdos de
105
No
sus lecturas favoritas.
samente, sino que por
sí
mismos llegaban
los
buscaba trabajo-
á incrustrarse en sus can-
y por eso todo lo que traduce ó imita conserva en él tanta frescura y tanta juventud. No es un centón, no es un mosaico el
tos,
Canto de Jiinin, aunque esté lleno de reminiscencias antiguas, que
monumentos de Grecia y monumento de un héroe moderno.
son como piedras arrancadas de
Roma
para labrar con
ellas el
Pindaro amei'icano se ha llamado
los
Olmedo, como Pindaro espa-
á
ñol á Quintana; pero conviene entenderse sobre esto. La poesía pinenlazada con una música que
dárica, en sus caracteres formales,
desconocemos, ligada á juegos y fiestas cuyo sentido hemos perdido, escrita en un ritmo que á duras penas percibimos, llena de casi
digresiones mitológicas, genealógicas y arqueológicas santes para el triunfador de Olimpia ó de tes
y conciudadanos, pero que son para
muy
Nemea y para
intere-
sus parien-
nosotros letra muerta sin
muy
auxilio del comentario, es manjar de helenistas
no es imitable en lenguas modernas. Desde
el
curtidos, pero
de
la infeliz tentativa
Ronsard y su pléyade francesa del siglo xvi, hasta el italiano Filicaia y el portugués Antonio Diniz, los fracasos han sido tantos como los
Lo que hay que tomar de Pindaro no
ensayos. terior,
no es
no son
las
la división
divagaciones ni
el
en estrofas, antistrofas y epodos (como lo hizo
religiosa elevación del pensamiento,
caso
y ex-
plan aparentemente descosido,
guna vez nuestro inmortal Quevedo), sino
día, el
es lo material
humano
particular
y
el
alma
solemne y victoria de un
lírica, la
que transforma
transitorio, el
al-
la
certamen del púgil ó
del conductor de carros, en materia ideal de altísima contemplación
sobre
destino
el
humano
eleusinos podían transmitir á sus
conoció
la gentilidad); la
todas las cosas humanas
más sublime que los misterios adeptos, y sin duda la más pura que
(iniciación la
cadena de oro con que
y
el lírico
divinas, y, finalmente, la
tebano
devoción
liga
patrióti-
ca y doméstica que en sus metros lo ennoblece y transfigura todo. La forma de Pindaro es ya inasequible, su estudio pura materia de recóndita erudición, pero
sobre las bre,
y
de Pindaro continúa volando frentes de todos los grandes líricos dignos de este nom-
suelen encontrarle
el espíritu
más
los
que menos
León, que en su hermosa traducción de
la
le
buscan. Fr. Luis de
Olimpiaca primera
fijó
CAPÍTULO
106
para siempre
la
única forma de adaptación castellana en que Pínda-
mucho de
ro cabe, se guardó rrera,
VIII
imitarle en sus odas originales;
que no acertó á ser pindárico
única vez que se
la
ensayarla imitación directa, resultó poeta de
la familia
le
y He-
ocurrió
de Píndaro,.
y aun émulo suyo, en sus dos canciones bíblicas, en que la inspiración y hasta las palabras no bajan del Citerón, sino del Sinaí. Quintana también (aunque por muy distinto rumbo, como amamantad?) á los pechos de
la
Enciclopedia, y no á los de
ya que no en
fué pindárico en la substancia
intérprete de ideas
cial^
á su pueblo.
cuya nos
lira él
los ecos
Y
si
y
el
la Biblia),
modo, gran poeta
so-
sentimientos trascendentales á su siglo
como poeta
más
bélico tiene
y
afinidad con Tirteo,,
quería desenterrar para lanzar por los
campos
castella-
de la gloria y de la guerra, tampoco aparta nunca de su
memoria, como
ideal
A En
de altísima poesía ti,
lírica,
divino Píndaro, que elevas
tu atrevido acento
Con tu nombre
clarísimo el de Tabas»
Este mismo género de pindarismo hay en Olmedo, del cual no
sabemos que fuera
helenista,
pero que de todas suertes acertó á
compendiar en una magnífica estancia si
no
los
más proíundos, de
la
musa
los caracteres
pindárica,
tal
más
como
cebía y aspiraba á emularla: Tal en los siglos de virtud y gloria, Cuando el guerrero sólo y el poeta
Eran dignos de honor y de memoria. La musa audaz de Píndaro divino, Cual intrépido atleta,
En
,
inmortal porfía
Al griego estadio concurrir
Y Y
solía,
en estro hirviendo y en'amor de fama, del metro y del
número impaciente,
Pulsa su lira de oro sonorosa,
Y
alto asiento
concede entre
Al que fuera en
Ó
al
la lid
más
los dioses
victorioso
más afortunado;
Pero luego, envidiosa
De
la
inmortalidad que les ha dado,
brillantes, él la
con-
ECUADOR Ciega se lanza
Las
Y Y
107
circo polvoroso,
al
alas rapidísimas agita,
carro vencedor se precipita,
al
desatando armónicos raudales,
Pide, disputa, gana,
Ó Pero carse
mos
en cuanto
si
el
arrebata
al
la
palma á sus
vuelo lírico y
al
denominación á
esta
de
las
y aun de
mucho más de
al
mucho que
De cierto
la
al
otro tiempo
que
la
lumbre
egida de Palas espantaba.
que no puede darse cosa más lejana de
de Horacio y de sus más
nerviosa con-
la
felices imitadores,
que
el
plan
y
Canto de Junin. ¿A qué poeta verdaderamente horaciano
se le hubiera ocurrido hacer siones? Pero
un canto
lírico
en este poema, tan distante de
se le mira en conjunto,
fragmentos de obras del poeta -versos
poeta invoque
las terribles haces,
Bien los fieros caballos
si
el
crudo Marte entre los traces.
Bien animando
racio
Homero ó de
la Iliada
Cantaba
estilo del
Horacio, de Virgi-
otros poetas latinos, que de Píndaro, de
La resonante trompa que
cisión
sentido en que aplica-
horacianas aclimatadas en nuestro parnaso por
cualquier otro poeta griego, por
numen de
el
califi-
odas de Herrera y de Quintana, para
las
Luis de León, en los detalles hay
Es
tono general puede
Canto á Bolívar de pindárico, en
distinguirlas
lio,
rivales.
y acabando por
de tan colosales dimenla
manera
lírica
de
Ho-
abundan extraordinariamente
latino,
comenzando por
los
los
primeros
los últimos:
El trueno horrendo que en fragor revienta,
Y
sordo retumbando se
Por
la
inflamada esfera,
Al Dios anuncia que en
trae en seguida á la
regnare (oda
S-",
siado estrepitoso
dilata
memoria
y á para Simón
Üb.
ui),
el cielo impera...
tonantem credidimus Jovem
el
Ccelo
la
verdad resulta un trueno dema-
Bolívar, que con toda su innega-
ble grandeza, no parece bastante personaje para compartir con Jove
CAPÍTULO
I08 el
VIII
imperio del mundo, como á los ojos de un poeta romano (acos-
tumbrado, además, á fuer de día parecerlo Augusto,
Hay,
sin
que más
género de apoteosis), po-
gentil, á este
dueño de todo
orbe entonces conocido.
el
duda, exceso de hipérbole y de énfasis,
como
en llamar á Bolívar, copiando
tolerable,
(sin
le
hay, aun-
duda por re-
miniscencia involuntaria) un verso de Quevedo, Arbitro de
El bello
la
paz y de
guerra.
Canto:
final del
Mas ¿cuál audacia Humilde Musa mía?
A
la
te elevó á los cielos,
¡Oh!
No reveles
los seres mortales
En
débil canto arcanos celestiales...
suena á cosa conocida á quien guarda en libro
III
la
memoria
la
oda
3.*
deL
allá hacia lo último:
de Horacio,
Non
hsec jocosae conveniunt lyrae:
Quo, Musa, tendis? Desine pervicax Referre sermones Deorum, et
Magna modis tenuare
De
la
misma manera, en
el Crescit occulto
parvis.
centro de la composición reaparecen,
el
vehU arbor aevo, aplicado
á Sucre, el Serus in ccelunt
redeas:
Tarde el bella
al
Olimpo
el
vuelo arrebatares...
matribus detestata: ...
las
guerras sanguinosas
Que miran con horror madres y el
esposas...
micat inter omnes:
Y Como el Ilion., Ilion.,
el sol
á todos los guerreros
á los astros obscurece...
jatalis incestusque judex:
Un
Y
insolente y
vil
aventurero
un iracundo sacerdote fueron
De un poderoso
rey los asesinos...
ECUADOR
y
todavía podría ampliarse
obvias,
y en
su
Olmedo ra), la
la
número de
el
estas
mayor parte advertidas ya por
náteguis, por Caro
Olmedo (l). También
109
y por Cañete en
segunda de
los
semejanzas tan
hermanos
sus respectivos trabajos sobre
grandes composiciones
las
(y por la constante perfección de la forma quizá
oda AI general Flores^ vencedor
versos horádanos,
como
y robar como en
religioso sacrificio
siempre que emprendía algún trabajo
líricas la
prime-
Olmedo
abrir su Horacio
un rayo de aquella lumbre, El águila del Qualem
lírico.
ministriim fuhninis alitem^ la que había arrebatado en sus
sublimándole mucho sobre su nivel ordinario, para que cantase
la gloria
de
pon tan majestuoso vuelo en
de
Miñarica, empieza con
eti
fuera hábito en
si
Amu-
las artes, es la
al
alas,
dulce Meléndez,
misma que
se levanta
dos primeras magníficas estrofas
las
del Canto de Miñarica: Cual águila inexperta que impelida
Del regio instinto de su estirpe
Emprende el precoz En atrevido ensayo,
Y
vuelo,
elevándose ufana, envanecida,
Sobre
las
No en
el
Y
clara,
nubes que atormenta
el rayo,
peligro de su ardor repara,
á su ambicioso anhelo
Estrecha viene
la
mitad del
cielo;
Mas de improviso deslumbrada, ciega. Sin saber dónde va, pierde el aliento, Y á la merced del viento
Ya
su destino y su salud entrega,
Ó, por su solo peso descendiendo,
Se encuentra por acaso
En medio de
la selva
conocida,
Y allí, la luz huyendo, se guarece, Y de fatiga y de pavor vencida, Renunciando (i)
De
la
al
imperio, desfallece...
lüada tomó Olmedo aquella sublime respuesta de Héctor:
mejor agüero es pelear por su
tierra-»,
'íEl
para convertirla en estos dos versos
puestos en boca de Bolívar: Pues lidiar con valor y por la patria Es el mejor presagio de victoria.
no
CAPITULO
Imitar de esta manera, con
VIII
amplitud y
tal
tal
señorío del pensa-
miento poético ajeno, equivale ciertamente á crear de nuevo
Menos frecuentes bargo, ni en
el
las
la luz, se
Qumsivit
La
en
ni
el
Canto d Flores,
em-
v. g.:
indigna de mirarla,
coelo lucem,
descripción del caballo en
las Geórgicas,
¿ngemuitque reperta. el
Canto de Miñarica, procede de
pero quizá á través de Pablo de Céspedes; y de
Geórgicas también, á
reminiscencias de Virgilio, no faltan, sin
Canto á Bolívar, Mira
(l).
la
las
descripción de los presagios que antecedieron
la batalla.
Se ha notado, finalmente, en que termina de Lucrecio
oda de
A
las
la ,
el
Victoria de Junin,
coro de las Vírgenes del Sol con
un
reflejo lejano
de
la
invocación
pero quizá haya otra fuente más inmediata en una
primeras y de las más olvidadas
y endebles de Quintana,
la paz de ijgy.
QUINTANA En esto ¡oh diosa! emplea Tu protección sagrada; Tú fecundas el mundo y le sostienes, Tú le das ornamento y se hermosea. sombra de tu augusto velo Las artes viven en concierto amigo, Bajo
Y
la
seguro contigo,
El genio extiende su brillante vuelo. Á ti en los templos el incienso humea,
A
musas su divino acento Sonoramente envían, Y en cuanto el mar rodea. ti
las
En cuanto ¡lustra el sol y gira Do ti sola su bien los pueblos
el viento, fían.
OLMEDO ¡Oh padre! ¡Oh claro
sol!
E^te suelo jamás, ni estos
No desampares altares.
Entre otras innumerables reminiscencias, que notará sin advertírselas todo el que esté familiarizado con la lectura de Horacio, todavía señalaremos (i)
el
Caniaber sera domitus catena:
Y
el
cántabro feroz, que á la romana
Cadena
el cuello sujetó el postrero.
ECUADOR
Tu
vivífico ardor todos los seres
Anima y reproduce: por
Y
viven
ti
acción, salud, placer, beldad reciben.
Recuerda
Y
III
¡oh Sol! tu tierra
de la guerra. campos frutos abundosos,
los males repara
Da
á nuestros
Aunque niegues el brillo á Da naves á los puertos,
los metales:
Pueblos á los desiertos,
A las Alas
Aquí
la
armas victoria. genio y á las musas
gloria.
al
imitación es indudablemente superior
borra del todo sus huellas. «De razón Caro) aprendió
Olmedo
la
disponer y asociar
ideas, la selecta elocución poética, los giros sinuosos
vimiento de
la silva.»
¿Qué más? Hasta
sus declamaciones contra
la
apostrofe á
la
la \'¡rgen
de amarga expiación,
oda
A
el
conquista,
{género Marm.ontel) que informa todo nían su prototipo en
la
pero no
escuela de Quintana (dice con
modo de
el
al original,
el
y
gallardo
las
mo-
mtiericanismo de Olmedo, la filantropía
sentimental
razonamiento del Inca, te-
propagación de la vacuna, con
el
América y aquello de los tres siglos infelices lugar común que reaparece, lo mismo en las
proclamas del Secretario de
la Junta central,
que en
las
de
las
Juntas
insurrectas de América; porque Quintana, á despecho de su fervo-
roso patriotismo, fué inspirador y maestro, no sólo literario, sino político,
de
los
americanos, y aun puede decirse que continúa sién-
dolo.
Una el
cualidad hay en
Olmedo que
sentimiento y amor de
poco
ni
mucho:
soberbio á
la
testigo su
la
falta
naturaleza. Quintana no la sentía ni
oda Al mar, que no es sino un himno
hombre que
audacia del
de todo punto á Quintana:
le surca,
ó su epístola
A
Cien-
juegos, en que para convidar á su amigo á gozar de los encantos de la
vida campestre, tiene que invocar
darse de sus épico
muy
el
idilios.
No
así
dad de pincel que las graciosas
muy los
sombra de Gessner y acor-
Olmedo, que da por fondo á su cuadro
espléndido paisaje de
sobrios, pero
la
las selvas
oportunos y
americanas, con toques
felices,
con cierta grandiosi-
hace tan imborrables de
la
memoria como
miniaturas de Bello. ¿Quién olvidará nunca, cuando
CAPITULO
112
una vez han pasado por delante de arte
VIII
suscitados por el
la fantasía,
mágico del poeta, Los
enormes, estupendas
Andes..., las
Moles, sentadas sobre bases de oro,
La
tierra
Que ven
con su peso equilibrando, las
tempestades á su planta
Brillar, rugir,
romperse,
disiparse...?
¿Quién aquel rapidísimo crepúsculo vespertino de
zona tórrida:
la
El Dios oía
Los votos de su pueblo, y de su frente El cerco de diamantes desceñía;
En
fugaz rayo el horizonte dora;
En mayor
Y
disco menos luz ofrece,
Andes se obscurece?
veloz tras los
El penúltimo verso es admirable de verdad
física
y de verdad
poética.
De
esta virtud descriptiva suya, se sirvió
habilidad
y mucho
arte para suavizar
rudo empuje de su carro
el
como
marcial, que en pieza tan larga
Olmedo con mucha
Canto de Junin, hubiera
el
resultado fatigoso. Aquella plácida brisa de
Que manso lame
las risueñas playas
el
caudaloso Guayas...
viene de vez en cuando á atravesar
vapor de
sangre;
la
y por
Y
que Olmedo pertenecía. opacos tamarindos»,
«el
sí
el
sola era
campo de
batalla,
una novedad en
menos
oreando
el
la escuela
á
bosque de naranjos y trono piramidal y alta corona de la pina», no
lo es
«el
y otros rasgos de grato sabor local que lucen y se destacan más, por lo mismo que están distribuidos con tan sabia parsimonia. Considerado como todo,
y
dista
no abusa
ni
estilista
mucho de de
los
la
y como
versificador,
Olmedo
tiene
de
intachable pureza de Bello. Es cierto que
arcaísmos ni de los neologismos, y habla en
general una lengua abundante y sana, pero no rehuye los epítetos gastados, la adjetivación parásita, lo que pudiéramos llamar la obra
muerta del
estilo poético.
Hay mucho de
lira sonorosa,
hondo
valle.
ECUADOR
113
negro averno^ inflamada esfera, trueno horrendo, águila caudal, corcel impetuoso,
alazán jogoso,
mar
con que saldaban sus cuentas
y sus imitadores
los versificadores clásicos del siglo xviii
En
xix.
del
y demás moneda de cobre
undoso,
este
punto
bién á Quintana, que rara vez brilla por pintoresca,
como
flaco
se parece
genio de
el
la
tam-
invención
por ejemplo. Bello y Maury. Pero á Olmedo
brillan,
hay que concedérsele en mayor grado que á Quintana, aunque no tuviera continuo sino intermitente,
le
y aunque
labor de dicción no parezca á primera vista el
ardor vehemente, que es
y que es, de Junin, aunque no voy á
mi
á
citar,
alma de su
el
juicio,
sea la
estilo.
más
la
muy bella
minuciosa
esta
compatible con
La de
estancia
La
más famosa, presenta en
que
victoria la
larga
corriente de un período poético pomposo, magnífico
y admirablemente sostenido durante veinticuatro versos, un gran número de frases
gusto,
de sus
notables por
como
si el
fuerzas,
Tildaban
los
vivacidad y por
la
Y
atrevimiento de buen
poeta hubiera querido en corto trecho hacer alarde
aun en aquel género á que parecía menos recios combatientes de Venezuela
blanda y afeminada á dio
el
buena muestra de
la
Olmedo, que como
peruano, toma sobre
hijo
sí la
y Colombia de
joven milicia peruana, que, sin embargo,
en Junín á
sí
inclinado.
las
órdenes del general Miller.
de Guayaquil se consideraba medio
vindicación de aquellos garzones delicados.
Entre seda y aromas arrullados,
cuyas sílabas parece que respiran languidez y molicie), y para mostrar cómo habían llegado á romper
Inverso
Los dulces
lazos de jazmín y rosa que amor Con y placer los enredaban,
usa de esta asombrosa comparación, que parece un bajo relieve antiguo:
Tal
el
joven Aquiles,
Que en infame
De
disfraz y en ocio blando
lánguidos suspiros.
Los destinos de Grecia dilatando, Vive cautivo en
la
beldad de Sciros;
CAPITULO
114 Los
ojos pace (i)
De arreos y de Que de India y
en
el
VIII
vistoso alarde
galas femeniles
Tiro y Menfis opulenta
Curiosos mercadantes le encarecen:
Mas á
su vista apenas resplandecen
Pavés, espada y yelmo, que entre gasas El Ithacense astuto le presenta; Pásmase..., se recobra, y con violenta
Mano
templado acero arrebatando,
el
Rasga y arroja
las indignas tocas.
Parte, traspasa el mar, y en la troyana
Arena, muerte, asolación, espanto.
Difunde por doquier: todo
Aun Héctor
Y
le cede...
retrocede...
y en derredor tres veces Su sangriento cadáver profanado, cae
al fin;
Al veloz carro atado Del vencedor inexorable y duro, El polvo barre del sagrado muro (2).
El que de este ces de la idea
modo
el
graduando y adaptando á los matimovimiento de la frase poética, acelerándola
como
6 retardándola
escribía,
consumado, merecía haber alcanzado
artista
perfección continua; pero es cierto que se
Olmedo
adolece de
la
quedó
muy
lejos
de
la
ella.
desigualdad propia de todos los poetas ame-
ricanos, desigualdad de
que
ni el
mismo
Bello se libra en la infeli-
císima parte segunda de su Alocución d la poesía.
No hay
en
La
Junín versos mal construidos, porque Olmedo tenía
victoria de
excelente oído; pero hay, sobre todo en
el
razonamiento del Inca,
versos prosaicos, desgarbados, pedestres, indignos del lenguaje de
(i)
mo
y
(2)
Oculos pascit, latinismo que sonaría mal en otra parte, aquí naturalísi-
muy en En
el
la
entonación general de este cuadro virgiliano.
tomo primero de
la
presente Historia de la poesía hispano-amc-
ricana, pág. 220, reproduje cierto romancillo heptasilábico
de un ingenio
íinónimo cubano (Papel Periódico déla Habana, 8 de Abril de 1798), que tiene
mismo asunto y algún rasgo común con la estancia de Olmedo. No es seguro que este conociera los versos del poeta habanero, pero lo que de ñjo el
había leído,
como
todos los humanistas de su tiempo, era
nacio de Luzán, quien trae
como ejemplo de
estos versos de su propia cosecha:
las
la
Poética de D. Ig-
rimas que llama de eslabón,
ECUADOR las
115
Musas, y son, por castigo providencial, todos aquellos en que
el
autor se desata en injurias contra los conquistadores españoles:
fueron estúpidos, viciosos.
¡Si ellos
Feroces,
y,
por fin, supersticiosos.
Sangre, plomo veloz, cadenas fueron
Los sacramentos santos que
trajeron!...
Estas y otras miserables aleluyas (que prueban que
sado sale siempre mal dicho) estropean
no menos que
las frecuentes
la
lo
obra capital de Olmedo,
asonancias indebidas y
rimas verbales. Pero ubi piara nitent no debe
el
la crítica
abuso de
los pedantes.
están las
mayores
Por otra parte, aunque en
bellezas poéticas
el
las
formal dete-
nerse en tales pequeneces, que entregamos desde luego á
dad de
mal pen-
la voraci-
Canto de Junin
que produjo Olmedo, en
igual-
dad y corrección de estilo le aventajan otras poesías suyas, sobre todo la traducción de la primera epístola de Pope y el Canto de Miñarica.
Olmedo componía muy
é intermitencias,
y mientras duraba
limaba sus versos con todo
un humanista tan
despacio, con grandes descansos
el
fervor de la composición,
el
buen gusto que podía esperarse de
cabal; pero después
de
escrito el último verso, le
entraba incurable pereza y dejaba volar sus poesías sin retocarlas
nunca.
casi
Fué Olmedo, por temperamento ó por
falta
de voluntad y constan-
Reprimir tienta en vano El corazón
humano
Su natural inclinación primera.
De
la
trompa guerrera
El sonido animoso Al belicoso Achiles que
* se encubre,
A su pesar descubre. Del mujeril estrado Se levanta irritado Y del mentido adorno se despoja, Avergonzado arroja Las indignas labores, Y, con mejores armas va del Xanto
A La
ser fatal espanto...
Poética ó Reglas de la Poesía, 2.^ edición, Madrid, Sancha,
gina 399.
tomo
2.°,
pá-
6
CAPÍTULO
21 cía,
sobremanera infecundo. pero de
tana;
No
que
las poesías
VIII
colección de Quin-
es
voluminosa
él
definitivamente reunió en l8l3i
la
no hay una sola que pueda rechazarse, y hay por lo menos nueve ó diez que todo el mundo calificará de obras maestras, dentro de su
y género:
escuela
Padilla,
La
Vacuna,
La
del Escorial, Trafalgar, las dos odas patrióticas de
mosura,
La Danza,
dir alguna
de
y de
su tragedia
ciones entre odas
y
808,
La Her-
Jovellanos,
que con tan pequeño equipaje ha llegado á
más de
1
y aun convendría añaposteriormente. El mismo D, Juan Nicasio,
la epístola
las escritas
A
El Panteón
Imprenta,
la
posteridad, tiene, ade-
sus versos ligeros, siete grandes composi-
elegías,
que no pueden
ción selecta. Bello compensa
la
faltar
escasez de poesías originales con el
número, variedad y primor de sus traducciones. tas clásicos del siglo xix.
en ninguna colec-
Olmedo
De
todos los poe-
es quizá el único
que á duras
penas puede dar materia para un pequeñísimo volumen. Entre buenas y malas, largas y cortas (una de
y
cidas
ensayos de
originales,
ellas tiene tres versos),
tradu-
primera mocedad y tardíos cona-
la
tos de la vejez, apenas llegan á veinte las composiciones suyas que
ha podido recoger
la diligencia
de sus apasionados,
ni
hay esperanza
de encontrar más, porque probablemente no existieron nunca
En
(i)
la
más completa, que
colección
es la
Bailen (París, Garnier, 1896), llega á veintiséis el las
añadidas merece citarse, excepto
rio
de San Carlos, de Lima,
de ese colegio, de
al
la tragedia
la
ordenada por D. Clemente
número
total.
«Alocución recitada en
comenzar
la
Ninguna de el
Convicto-
representación, por los alumnos
de Quintana titulada Rl Duque de
Bastante mejores son las tres inéditas
(l).
Viseoi> ('1808).
que después ha publicado D. Enrique
Piñeyro (Bulletm Hispa7iique, tomo vn, 1905; reproducidas en su libro Biografías Atnericanas, París, Garnier,
págs. 207-212).
Son versos anacreón-
escuela de Meléndez, fáciles y suaves {Himno á Diana,
ticos
de
mita,
una imitación de
la
s. a.,
la
La Palo-
Despedida de Metastasio). Reproduce también Pi-
Fernando Abascal y Sousa, Caballero del Orden de Santiago, Mariscal de Campo de los Reales Exércitos, Virrey y Capitán general del Perú... En la tercera comedia que le dedica el ñeyro una curiosa «Loa
27 de
Noviembre
el
al
Excmo.
Sr. D. José
Teatro de Lima. Imprenta Real de Expósitos.
Año
de 1806». Esta Loa se imprimió anónima, pero
el
mismo Olmedo
la
reconoció por
suya, copiando pasajes enteros en otra Alocución que escribió en 1840 para la
apertura del teatro de Guayaquil.
ECUADOR
Aun
de éstas hay que descartar más de
actriz
en
teatro de Guayaquil, el
el
Retrato, el Alfabeto
una de
La
crecio, la
la
mitad por endebles é
insig-
de álbum, una desdichada alocución recitada por
nificantes: versos
una
117
moral para
Nave., de Horacio,
romance poco chistoso
los niños,
y
dos breves traducciones,
otra de un fragmento délAnti-Lu-
Canción indiana, que está sacada de Átala. El soneto
mi hermana no
la muerte de
del
está libre
En
de tachas, pero tiene este
soberbio apostrofe que no es para olvidado:
Yo no
te la pedí.
Qué,
¿es
por ventura
Crear por destruir, placer divino,
Ó
es de tanta virtud indigno el suelo?
Díme,
Descartado todo torio poético de
¿faltaba este ángel á tu cielo?
lo secundario,
Olmedo
viene á quedar reducido
y El Árbol
edad madura: nito (1817),
y
la
La
Doña María Antonia
de Borbón
y á cuatro magistrales poemas de su Silva á un amigo en el nacimiento de su primogé(1808),
victoria de
traducción de
la
reper-
á dos composiciones de su juventud: la
Elegía en la muerte de la princesa (1807),
el
las tres
Junín (1824),
la
oda al General Flores,
primeras epístolas del Ensayo de Pope
sobre el hombre. Afortunadamente, los versos no se estiman por la
cantidad, ni por
el
peso,
y aun con
el
á Bolívar, Olmedo
solo Canto
mismo gran poeta que conocemos. Las dos poesías juveniles escritas con mucha desigualdad de estilo (especialmente El
sería el
están
Árbol), pero
entre
el
deben conservarse, no sólo por
el
curioso contraste
entusiasmo monárquico y español que respiran y
exaltación frenética con que su autor maldijo
el
la
posterior
nombre de España
después de haber llamado dioses y padres á sus reyes; sino porque abundan en hermosos versos y presentan ya muy firme y caracteri-
y aun algunas ideas é imágenes que aprovechó y mejoró luego (l). Al revés de lo que acontece con Bello, en
zada
(i)
la
manera
del poeta,
La introducción de El Ardo I
-pasó á ser parte
Canto á Bolívar. Había dicho Olmedo en 1808: Aquí mi alma desea Venir á meditar: de aquí mi musa,
de
la
introducción del
CAPÍTULO
Il8
VIII
cuyas primeras poesías, sobre todo en los IV, nadie
nas^
podría adivinar
Olmedo tuvo desde
gancia
lírica
que
le
el
canto gratulatorio á Car-
el
futuro autor de las Silvas america-
al
principio
el énfasis
solemne y
Cuando en
caracterizaron siempre.
1
la
arro-
807 decía
de España: Desplegando sus alas vagarosa, Por el aire sutil tenderá el vuelo;
Ya Por
cual fugaz y bella mariposa, la selva florida
Irá
en pos de un clavel ó de una rosa;
Ya, cual paloma blanda y lastimera. Irá á Chipre á buscar su compañera;
Ya, cual garza atrevida, Traspasará los mares. Verá todos los reinos y lugares; Ó, cual águila audaz, alzará el vuelo
Hasta
Y
el
remoto y estrellado
cielo.
en 1824 escribió, superándose incomparablemente á
pueden
el
estudio y
sí
mismo; que tanto
la lima:
Siento unas veces la rebelde Musa Cual Bacante en furor vagar incierta Por medio de las plazas bulliciosas, Ó sola por las selvas silenciosas,
Ó las
risueñas playas
Que manso lame
el
caudaloso Guayas;
vuelo arrebatado tiende Sobre los montes, y de allí desciende
Otras
el
Al campo de
Junín...
Puede decirse que Olmedo, como las
Bello, estaba
continuamente asediado por
reminiscencias de sus propios versos y de los ajenos. Las tiene hasta de
poetas obscuros y olvidados. Así estos versos del Canto de Minar ka: Así cuando una nube repentina Enluta
el cielo
cuando
el sol declina...
parecen un eco de aquellos otros de Sánchez Barbero en.su bella Elegía á la muerte de la Duqtiesa de Alba: Así cuando una nube tormentosa el Oriente cárdeno aparece...
En
Cotéjense ambas estancias, y se verá que
la
semejanza continúa. Si Sánchez
Barbero habla de Torrentes que á porfía Chozas, rebaños, vegas, arrebatan-
Olmedo
escribe, esta vez con
Y
menos numen:
entre tantos horrores
Vagan, tiemblan y caen confundidos Ganados y cabanas y pastores...
ECUADOR
En
1
hombros ya
SUS débiles
Sostener el cadáver de su
y llamaba á
los
ni
1
puede
gloria...
males y dolores: Soldados indolentes que militan Bajo
el
pendón sombrío de
la muerte...
podía perfeccionar sin duda su educación y
estilo,
pero había en-
contrado ya su instrumento. El resplandor vivísimo del Canto de Junin ha perjudicado sin razón á otras felices inspiraciones de Olmedo, dejándolas en
numbra.
No
la
pe-
obstante, así era forzoso que sucediese, porque el Canto,
además de su valor intrínseco y de presentar reunidas en un sólo alarde todas las fuerzas del poeta, participa de la celebridad histórica del
grande acontecimiento que conmemora, y vivirá cuanto
América
viva en los fastos de fué la
el
más espléndida corona.
americano de aquella
de este canto, y son
era,
nombre de Simón
produjo
Infinitos versos
también que
la
gua poética, aunque no se escribiesen con su
mismo Libertador
Olmedo y
al
apuntar los carac-
Bolívar,
más severo y no el menos atinado fué en cuyo obsequio se escribió el canto. la
su Aquiles, mientras
dose. Si conociésemos de igual
obras maestras,
mucho
correspondencia que medió entre el
Canto de Junin iba componién-
modo
la
en su mayor parte por á la elaboración del fragua, iba
el
el Sr.
himno
el Sr.
Caro y reproducidos
Cañete, nos es dado asistir día por día
y ver cómo el hierro, al salir de escorias. Olmedo, fiel en todo á los
triunfal,
depurándose de
procedimientos de
génesis de cada una de las
adelantaría la crítica histórico-literaria. Pu-
blicados estos preciosos documentos por
prosa
len-
primores y defectos de su plan y composición, respecto de
Poseemos afortunadamente
la
y magnífica
Olmedo. Ahora procede añadir algo acerca
lo cual ¿quién lo diría? el juez el
los
espíritu.
Harto hemos dicho de este famoso poema
los
patriotismo
madre España puede
perdonar, porque se escribieron en su tradicional
de
el
pero apenas merecen vivir otros que
los únicos
teres del genio lírico de
Bolívar, del cual
la escuela
las
de Quintana, empieza por trazar en
plan de su Canto; los versos vienen después;
lentamente va trabajando cada una de Menéndbz y
Pri/Ayo.
— Poesía
hispano-atnericana.
y sucesiva y
las partes; borra, II.
rompe, enS
120
CAPITULO
mienda, y sólo
cabo de cinco meses da por terminada su obra, y
al
remite una copia
VIII
al
Libertador.
El Canto tenía más de 8oo versos capital
\
(j),
razón de sus desigualdades.
la
á llamarle oda^ pero
poco: más larga es
la
nombre y
el
éste es quizás su defecto
No
quien se niegue
faltará
la clasificación
IV de
Pitica
y
técnica importan
Píndaro, habida cuenta de la di-
ferencia de concisión entre las lenguas clásicas
y
las
modernas. El
Olmedo es propiamente lo que los italianos llaman un un poema corto, mixto aquí de lírico y épico, como las Sil-
trabajo de
carme,
vas de Bello son mezcla de
mina en pero con tos
vate del Guayas es
el
alternan largas
él
y
lo lírico
y
nombres de
precisas narraciones de los sangrien-
por híbrida y monstruosa narrativos,
que
es
por
y
jefes
tal
sin omitir rasgos
oficiales.
No
de esfuerzo
IV
líricos
más
contrario frecuentísima en los
el
embargo,
se tenga, sin
combinación de elementos
cos maestros; la ya citada Pitica
dónde
sus odas, encuentra
el
y
clási-
contiene un largo relato de
expedición de los Argonautas; y aun Horacio, en
más estrecho de
El tono que do-
efervescencia del rapto pindárico,
la
choques de Junín y Ayacucho,
individual,
lo didáctico.
la
cuadro mucho
colocar, rápidamente
narrados, en tono que usando de términos románticos pudiéramos decir de balada, el rapto de
por sus cien ciudades,
el parricidio
de Teucro de Salamina y critos
Si
Europa y su llegada á Creta potente
el
de
las hijas
de Danao,
fuga
la
razonamiento que dirigió á sus pros-
compañeros exhortándoles á ahogar en vino sus pesares.
en esto se mostraba Olmedo tan
namentc
clásicos,
tampoco
se le
fiel
á los modelos
más genui-
puede hacer grave cargo por
la su-
puesta infracción de unidad que en su obra han creído notar mu-
chos
críticos. Si tal falta existe,
inexacto: quítese el de
mucho todo var,
el
tema de
redúcese á
la
Victoria de Junin, la
y nada habrá que reparar en
esto.
victoria aislada
entusiasmo
(i)
En
la
lírico),
(aunque una de
un
que no abarca
composición; déjese
el
Ayacucho
ellas sea
título ni
con
de Canto á Bolí-
Porque realmente
se canta en primer término no es Junín ni
guna
aplicación de
lo
que
allí
ni otra nin-
causa ocasional del
sino el conjunto de todas las empresas de Bolí-
segunda edición, 909; en
la
tercera y definitiva, 906.
ECUADOR
suprema en
var; su acción
termina con su entrada genes del
fué
el
la
paz y auguran todo
nueva república. Ni Junín
bastaban
Ayacu-
de
la cual
pronto se
Bolívar; había prestado su rayo al joven Sucre^
expresión de Olmedo. Pero aunque en Ayacucho triunfase
la
y
ni
poeta para su intento; Junín no
al
brazo de Sucre, lo que moralmente triunfó fué
lívar,
Vír-
las
y que por sí sola no hubiera decidido del Ayacucho fué una capitulación decisiva, pero en
Ayacucho no estuvo
el
la
de
canto de
el
poema
el
ejército realista,
éxito de la guerra;
según
los beneficios
brillante carga de caballería,
más que una
rehizo
sí,
y con
en Lima,
triunfal
género de prosperidades á cho, cada una de por
epopeya americana; por eso
la
que celebran
Sol,
121
esto ni á
Olmedo
ni
de Bo-
el espíritu
á ningún otro americano de su tiempo
había de ocultársele. Sucre no podía ser
el
héroe del canto, aunque
fuese el triunfador de última hora. Había que enlazar las dos victorias,
y
esto fué lo
que Olmedo
realizó,
de
los medios, pero sin contravenir
con más ó menos acierto en
modo
alguno á
la
unidad del
pensamiento de su obra.
más nuevo
El medio ciertamente podía ser
hay que dar
la
razón á
los censores.
más gastadas en toda epopeya de cunstancias extravagantes
nocturna con que
sumiendo
los
los
dones de
y aun
é ingenioso,
y en
esto
Redúcese á una máquina^ de
escuela,
y rodeada además de
risibles.
En medio de
la
las
cir-
algazara
vencedores de Junín celebran su triunfo, con-
Ceres y
de Baco^ aparece entre nubes
som-
la
bra del inca Huayna-Capac, que después de llenar de improperios á los españoles, vaticina la próxima victoria de
Ayacucho y
dirige
á Bolívar consejos políticos más ó menos embozados. Después del larguísimo discurso del Inca, comparecen las Vírgenes del Sol y
rodean entonando un bellísimo coro. Todos quedan atónitos
(la
le
cosa
no era para menos), hasta que de pronto desaparece toda esta fantasmagoría, tornando
La
el
poeta á
belleza de ejecución,
que
las orillas
es
basta para velar lo que hay de frío
empleo de cosas
lo
como
grande en algunas partes, no pueril en esta concepción. El
sobrenatural en un asunto contemporáneo, es de
más arriesgadas que pueden
sueños ó
y
de su caro Guayas.
intentarse; sólo
como
\'¡sión
efecto de alucinación podía aparecer el tal Inca,
aun entonces, reducido
las
en
y
su vaticinio á pocas palabras de sabor mis-
122
vm
CAPITULO
terioso
profético;
y
no poniendo en sus labios una especie de parte
de Gaceta, en que manifiestamente se olvida Olmedo de que no es sino Huayna-Capac, quien va leyendo en las páginas del libro del
él,
destino. Prescindiendo por ahora de las mil cosas absurdas tradictorias
que
que Bolívar y
el
Inca revuelve en su prolija arenga, es ridículo
por
los suyos,
con los dones de Baco y con
muy
perturbada que tuviesen
embriaguez de
la
ver y oir despiertos á semejante fantasma. lísimo
en que
andaba mezclado con
lo divino
lo
victoria,
la
la
cabeza
pudiesen
Lo que parece
es legítimo recurso poético, tratándose
y
y con-
natura-
de épocas remotas
humano,
resulta chillona
moderna y escrito ocho leyese el mismo capitán vence-
discordancia aplicado á una prosaica guerra días después del suceso para
buen gusto y de no vulgar el énfasis
moda
consagrado á su debía ser
En
más
literatura,
mejor de
de sus proclamas, fué
presencia del
la
lo
que según se trasluce por sus cartas era hombre de
dor. Bolívar,
por
que
que
de
el éter,
la
que
le
usurpaba
Olmedo
aparición del Inca,
la
la
y
mitad del poema
embrollón, cuando
puesto que viene del
escuela á que
máquinas semejantes á
que pudiera creerse
primero en encontrar incó-
el
mostrándose hablador
gloria,
leve
los poetas
tal Inca,
lo
cielo.
pertenecía, abundan
y que indudablemente
de modelo; pero todas son más racionales que
le sirvieron
ella,
y
en ninguna hay espectro que se aparezca á todo un ejército acam-
A
pado. Cuando Gallego, en la oda levantarse, cual
sus hijos á
y á
la
Buenos Aires, hace-
América del Sur y convocar á victoria, la ve sólo con los ojos de
matrona augusta,
la resistencia
la defensa de
la
y no pretende que materialmente la viese nadie,, mezclase con los combatientes. Cuando Quintana evoca,
la fantasía lírica,
ni
que se
y llama á
juicio las
dominios de
sombras del Panteón de El Escorial, invade
la fantasía
romántica, pone
son las de este mundo, y
que
En
se proponía.
que Olmedo tenía
la
noche, y
Todas la
suya;
el
produce
solemne y
que no
terrorífico efecto>
el
el
Grande
se aparece á Palafox
poeta no dice claro
estas apariciones tuvo, á
y aunque
el
pie en regiones
poema Zaragoza de Martínez de la Rosa,, muy estudiado como Caro largamente prueba, la
sombra de Rebolledo de
así
el
los
se trata
mi
si
en
el silencio
fué realidad ó sueño.
juicio,
presentes
de cosas harto conocidas,
Olmedo
me
para-
parece mo-
^^3
ECUADOR
ponerlas juntas y en orden inverso de tívo de curiosa comparación identidad de procedimientos literaantigüedad, para que se vea la establecida la filiación del poeta; se verá rios, y quede más y más en el giro de la frase y en los epíeste proceso genealógico hasta te tos.
OLMEDO (1824) Cuando improviso venerable sombra
En
faz
serena y ademán augusto se levanta.
Entre candidas nubes
Del hombro izquierdo nebuloso manto Pende, y su diestra aéreo cetro Su mirar noble, pero no sañudo;
Y
rige; •
nieblas figuraban á su planta
Penacho, arco, carcaj, flechas y escudo;
Una zona de
estrellas
Glorificaba en derredor su frente
Y
la
borla imperial de ella pendiente.
MARTÍNEZ DE LA ROSA (1809)
Cuando temblar
sintió bajo su planta
Los profundos cimientos del palacio, Tres veces ¡ay! con hórrido estampido
Ronco trueno
sonó, se abrió la tierra.
Y sobre negra nube se
levanta
La venerable sombra De Rebolledo el Grande: en Se ve centellear su
la tiniebla
faz divina...
Cércanle en torno insignias y trofeos;
Cúbrelo con su manto
Y
en
el noble
ademán
la victoria,
fiero
Ostenta grave su valor y
y sombrío
gloria. t
GALLEGO (1807) Alzase en tanto cual matrona augusta
De un
alto
monte en
la
fragosa
cumbre
La América del Sur; vese cercada De súbito esplendor de viva lumbre (i),
Y {\)
Y en
en noble ceño y majestad bañada.
rósea luz bañado resplandece, dice
Olmedo
del Inca.
CAPITULO
124
No
VIII
ya frivolas plumas,
Sino bruñido yelmo rutilante
Ornan su
rostro fiero;
Al lado luce ponderoso escudo,
Y
en vez del hacha tosca ó dardo rudo,
Arde en su
diestra refulgente acero.
QUINTANA
Cuando
las losas del
Se vio un espectro
Que
á los
(i
So 5)
sepulcro hendiendo,
atigiisto
y venerable
demás en majestad
El águila imperial sobre
él
vencía.
tendía
Para dosel sus alas esplendentes,
Y
en arrogante ostentación de gloria
Entre sus garras El rayo de
Y
el
la
fieras
•
y valientes
guerra arder se vía,
lauro tremolar de
Un monte de armas De bélicos blasones
la victoria.
rotas
Ante sus pies indómitos
y banderas
yacía,
Despojos que á su esfuerzo
naciones
Jas
Vencidas, derrotadas, le rindieron.
Ningún hombre de buen gusto negará tro apariciones, á la
grandioso
No
que
lo
lo
de
palma, entre estas cua-
En Quintana
en sus imitadores tiene
es sólo lo extraño
razonamiento el
de Carlos V.
la
ya visos de
la visión, sino la
que ofende en
el
parece natural
y
artificio (l).
falsedad intrínseca del
episodio del Inca,
y
Bolívar fué
primero en encontrar impropio que Huayna Capac alabase indi-
rectamente
la religión cristiana
que destruyó
los
templos de sus dio-
y todavía más impropio que en vez de desear el restablecimiento de su dinastía, diese la preferencia á extranjeros intrusos que y ses,
aunque vengadores de su sangre, son descendientes de
los
que aniqui-
laron su imperio. El buen sentido habló por boca de Bolívar, nadie
(i)
más autorizado que Aun en
él
el vaticinio del
para rechazar aquella ilusión local del Inca dejó alguna huella aquel apostrofe de
Gallego:
¿Dó mis Incas
están? ¿A
dónde
es ido
El imperio del Cuzco? ¿Quién brioso
Domeñó
y
su poder?...
ECUADOR
125
patriotismo americano, que en los versos de el
Olmedo
extremo profundamente cómico de poner en
el
haber restaurado
Todos
los
los
la diestra
templo portentoso de Pacha- Cámac.
el
demás lunares
del canto fueron también señalados con
admirable sagacidad por Bolívar. La introducción
como en
bombante,
empíreo de
de Manco-Capac, y mismo género de inmortalidad á Bolívar en premio de
Incas á Fr. Bartolomé de las Casas á
prometer
el
llegaba hasta
efecto lo es; encontró prosaicos
le
pareció rim-
y vulgares mu-
chos versos que calificó de renglones oratorios, y, finalmente, aun-
que parte interesada, no dejó de reconocer, con loable modestia,
el
principal flaco de toda la composición, es á saber, lo hiperbólico
y
desmesurado de rado un
la
alabanza: «Usted dispara
usted abrasa
tiro;
tierra
la
con
las
donde no
se ha dispa-
ascuas del eje y de las
ruedas de un carro de Aquiles que no rodó jamás en Junín; usted
dueño de todos
se hace
los personajes;
de Sucre un Marte, de Lámar un
de mí forma un Júpiter,
Agamenón y un Menelao, de
Córdoba un Aquiles, de Necochea un Patroclo y un Ayax, de MiUer un Diomedes y de Lara un Ulises... Usted nos hace á su
modo
poético
de
la ficción
como
el
y
fantástico,
la
y para continuar en
fábula, usted nos eleva
el
país de la poesía
con su deidad mentirosa
águila de Júpiter levantó á los cielos á la tortuga para de-
jarla caer
sobre una roca que
le
rompiese sus miembros rastreros.
Usted, pues, nos ha sublimado tanto, que nos ha precipitado en
abismo de
la
nada, cubriendo con una inmensidad de luces
el
el
pálido
resplandor de nuestras opacas virtudes. Así, amigo mío, usted nos
ha pulverizado con Marte, con
el
rayos de su Júpiter, con
los
cetro de su
Agamenón, con
la lanza
la
espada de su
de su Aquiles y
yo no fuese tan bueno y usted no fuese tan poeta, me avanzaría á creer que usted había querido hacer con
la
sabiduría de su Ulises. Si
una parodia de
la «.Iliada-»
Usted sabe bien que de
lo
con los héroes de nuestra pobre farsa.
heroico
d
lo ridiculo
no hay más que un
paso, y que Manolo y el Cid son hermanos, aunque hijos de distintos
padres.
Un americano
Homero,
y un
español
leerá el le
leerá
poema de usted como un canto de como un canto de «El
Facistols» de
Boileau ^
Conservar tan buen sentido después de haberse hecho arbitro de
126
CAPÍTULO
un continente, vale
vm
como haber
casi tanto
triunfado en Boyacá, en
Carabobo y en Junín. ¿Qué hubiera dicho Boh'var, que llamaba
campañas desde
bre farsa á sus asombrosas tosí, si
hubiera alcanzado á leer
en 1835
Al
la
el
Orinoco hasta
Po-
Olmedo dedicó
magnífica oda que
general Flores, vencedor en Mlñarica?
el
/é»-
Y
no porque
la
función de guerra de Miñarica hubiese sido menos sangrienta que
de Junín, puesto que más de mil cadáveres quedaron tendidos
la
en
campo, sino porque en Junín, ó más bien en Ayacucho, de
el
que Junín fué como preludio, quedó definitivamente ó para mal del Nuevo
que ya no
poli:
para
lo fuese
en sus postreros
Mundo
(que este es punto
roto, para bien
muy
opinable, aun-
sereno y desengañado juicio de Bolívar
el
que unía
días), el lazo
las colonias
con
la
metró-
asunto noble de suyo por su magnitud y sus consecuencias;
paso que Miñarica fué una de tantas estériles luchas vencidos y vencedores se aplicaban mutuamente
el
civiles
al
en que
dictado, tan de
moda en América, de tiranos. A tanta distancia, y en cosa tan embrollada como la política interna de las repúblicas americanas, es y poco importante averiguar quién
difícil
es probable
que nadie
la
tenía la razón
de su parte:
tuviese del todo; pero lo único que con
certeza sabemos, es que los resultados de aquella
hecatombe
se re-
dujeron á sustituir un presidente por otro. Para tan poca cosa resulta
desproporcionado aquel soberano apostrofe, que sólo á Pizarro
ó á Bolívar ó á San Martín, podría hasta hoy dignamente aplicarse: jRey de
Que Los
los
Andes!
la
ardua frente
inclina,
pasa el vencedor...
y aun los que no lo son, como nuestro malogrado compañero Cañete, arman larga contienda sobre si Ol-
medo pintan
críticos americanos,
hizo ó no hizo bien en cantar al general Flores, á quien unos
como un
tiranuelo funesto para la tranquilidad de su patria,
mientras otros, con mejor acuerdo, á lo que yo alcanzo, reconocen
en
él ciertas
dotes de guerrero
y de
estadista,
prendas estimables de
hombre privado,
celo del bien público, condición apacible
y
y
aficiones cultas
literarias,
aunque desgraciadas: todo
y amena
lo cual
pa-
rece que nada tiene que ver con los rasgos tradicionales del grotesco personaje llamado tirano, inventado por los retóricos antiguos ut
1^1
ECUADOR
127
pueris placéate et declamatio Jiat, y realizado
muy
pie de la letra,
al
según dicen, en algunas repúblicas de América. Por mi parte,
ni
puedo creer que fuese un soldado ambicioso y vulgar el que inspiró tal canto y en alas de él pasará á la posteridad aun más que por la
memoria de sus hazañas;
encuentro digno de censura á Olmedo
ni
por haberle cantado; aunque después contribuyese á su caída
lla-
mándole ángel exterminadoi% y estuviese á pique de sucederle en la presidencia del Ecuador. Para hacer buenos versos, siempre es ocasión oportuna,
y
hay que pedirles más cuenta de
á los poetas
versos que de los asuntos. Si tud para despertar
el
la victoria del
más de diez años, y
salvo
la
ridad
y nervio
parecía aletargado
no cede en pompa, boato, sono-
y buena Musas tienen que
Canto de Jiinin^ y en madurez de
distribución de partes seguramente le vence, las darle las gracias por su victoria
Completan
el
un canto que,
obligarle á prorrumpir en
inferioridad de la materia, al
general Flores tuvo vir-
numen de Olmedo, que
hacía
número de
las
y
estilo
hasta por su tiranía.
Olmedo que
obras de
tienen apare-
jada larga vida entre lo más selecto del parnaso americano,
ve y melancólica Silva á un amigo en
que sabe á Leopardi en algunos
nito^
mente procede de pleta
y algo
parafrástica
por
más
él
y
la
traducción incom-
el
serlo toda ver-
hombre de Pope.
De
las
traducir, sólo la primera fué
definitivamente corregida: las otras están versificadas con
negligencia, pero en todas ellas
sía filosófica
(i)
que Olmedo alcanzó á
gra-
aunque indudable-
pasajes,
Ensayo sobre
la
nacimiento de su primogé-
(como forzosamente ha de
sión de poesía inglesa) del tres epístolas
el
escuela de Cienfuegos;
la
los
hay trozos de
que puede encontrarse en castellano
Nació D. José
J.
de Olmedo en Guayaquil
el
la
más
bella poe-
(l).
20 de
Mayo de
1780,
de
padre malagueño y madre americana. Hizo sus estudios de gramática en Quito, y los de filosofía y derecho en el colegio de San Carlos y Universi-
dad de San Marcos de Lima, donde recibió
empeñó en
grado de doctor en 1805. Des-
aquella universidad cátedras de derecho romano, y luego se
dedicó en Guayaquil
putado para
el
las
al
ejercicio
de
la
abogacía.
En
1810 fué
nombrado
di-
Cortes de Cádiz, en cuyas actas se encuentra algún breve
discurso suyo, especialmente
ó servicio personal de
el
que pronunció sobre
los indios.
la
abolición de las mifas,
Permaneció en España hasta
la
vuelta de
CAPÍTULO
128
Por mucho tiempo Olmedo fué sía del
el
VIII
único representante de
Ecuador, aunque en hecho de verdad
ruano. Es casi
único que figura en
el
la
él
poe-
la
hubiese nacido pe-
América poética de
846.
1
El mediano fabulista D. Rafael García Goyena, que también está incluido
allí,
suena indebidamente como guatemalteco, por lo cual
suele ponérsele en las antologías de Centro-América.
embargo, que nació en Guayaquil en
de doce años residió en Guatemala, y
1
Es
cierto, sin
766; aunque desde allí
escribió
edad
la
y publicó sus
apólogos, correctos pero insípidos.
Hay, pues, un largo paréntesis entre
la
deslumbradora aparición
de Olmedo, hijo del régimen colonial, y los frutos mucho más modestos de la nueva generación literaria, que luchando con dificulta-
Fernando VII en bierno
Regresando á America, formó parte de
18 14.
de Guayaquil en
Junta de Go-
y del Congreso Constituyente del Perú en 1823, diputación peruana que fué á implorar el auxilio mili1820,
así
como también de
tar
de Bolívar, con quien antes había estado en desacuerdo
la
la
político y
de quien
se convirtió entonces en amigo y admirador entusiasta. Después de Ayacucho, Bolívar le envió de Ministro plenipotenciario á Londres,
cha amistad con D. Andrés concurrió á
la
donde contrajo
Permaneció en Europa hasta
Bello.
1828:
estre-
en 1830
Convención ó asamblea constituyente de Riobamba, que separó
definitivamente la república del Ecuador de la de Colombia. Sucesivamente fué electo vicepresidente de la República y gobernador del departamento del Guayas. Presidió la convención nacional de Ambato en 1S35, Y desaviniéndose con el general Flores, se puso en 1845 al frente del
en
la
Gobierno provisional
revolución que contra aquel general estalló triunfante en Guayaquil.
Candidato para
Ramón
la
Roca, en
presidencia de
la
República, fué derrotada) por D. Vicente
elecciones de aquel año. Murió cristianamente en su
las
ciudad natal, en 19 de Febrero de 1847.
La mayor parte de raíz
de
las poesías
los acontecimientos
El Ensayo sobre
el
bastante esmero en
hombre
que
de Olmedo se fueron publicando
las inspiraron.
(i.* epístola
Lima en
sueltas, á
1823.
con
el
texto inglés) se imprimió con
La primera y rarísima edición del Canto d
Bolívar es de Guayaquil, 1825; pero yo no he visto otra más antigua que
la
de
Ackerman, de Londres, del año
siguiente. Casi todas las poesías importantes
de Olmedo salieron juntas en
la
América Poética de Gutiérrez (Valparaí-
y el mismo Gutiérrez las recogió aparte, algo aumentadas, en un tomito, también de 1848, que fué reimpreso por Boi.K en París en 1853. Estas
so, 1846),
dos ediciones añaden
cado en 1840 en
La
y 3.^ de Pope, que Olmedo había publiBalanza., periódico de Guayaquil. En 1861, D. Manuel las epístolas 2.*
ECUADOR
129
des indecibles, nacidas de los trastornos políticos y del abandono
de los buenos estudios, fué levantando poco á poco
casi total
beza hacia
de
tra
la
en
sí
segunda mitad de nuestro
la
dos de una
y empezó á dar mues-
siglo
Lira Ecuatoriana que en 1866 compiló
cente Emilio Molestina. infeliz
En
poetisa de Quito,
Dr. D. Vi-
y apasionaen 1857,
al suicidio
Su composición Quejas
ay desgarrador que debe recogerse, tanto más cuanto que ra expresión del sentimiento
no es
lo
de
D.^ Dolores Ventemilla
Galindo, á quien pesares domésticos arrastraron á la temprana edad de veintiséis años.
el
versos dolientes
ella figuran
la ca-
que más abunda en
es
un
la since-
la
poesía
americana.
Entre
los
poetas de
primera Lira Ecuatoriana, dos descuellan
la
sobre todos: D. Juan León Mera y D.Julio Zaldumbide. Mera vive (l)
y continúa
escribiendo, no sólo versos, sino exquisita prosa, de que
Nicolás Corpancho, literato peruano, acrecentó algo la colección en un cua-
derno publicado en Lima con bibliográficos para formar
Hay
una
el título
edición
de Poesías inédUas de Olmedo: apuntes
más completa que
las conocidas.
excelentes trabajos biográficos y críticos sobre Olmedo. Los principa-
les son:
Pombo tomo
(D. Rafael). Artículo en
El Mundo Nuevo, de Nueva York,
1872,
pág. 332.
I,
Caro (D. M. Antonio). Olmedo:
mos u y
tres artículos
en
el
Repertorio Colombiano, to-
lu (Bogotá, 1879).
Cañete (D. Manuel). El Dr. D. José Joaquín de Olmedo. (En su libro Escritores
Españoles é Hispauo-americatios, Madrid, 1884.)
Herrera (D. Pablo). Apuntes biográficos de D.
Mera de
la
—
(D.
Olmedo. Quito, 1887.
Juan León). Carta al Sr. D. Manuel Cañete (sobre varios puntos
vida de Olmedo). Quito, 1887.
Cartas inéditas de Olmedo, precedidas de un breve estudio sobre
to, 1892.
cio,
J. J.
Estas cartas, que contienen curiosos juicios de
ellas.
Qui-
Olmedo sobre Lucre-
á quien admiraba mucho, y sobre Lucano, cuyo genio poético estimaba
superior
al
de
"Virgilio,
fueron dirigidas de 1823 á 1825
al
Dr. D. Joaquín de
Araujo.
Rendon
(D. Víctor María).
tre de Bolívar. París, 1903.
Olmedo homme
d' Etat et poete américain, c/ian-
Traduce en verso francés
poesías de Olmedo, enlazándolas con
el
mayor parte de
relato de su vida.
Piñeyro (D. Enrique). Biografías Americanas, (i)
la
Falleció después de escritas estas líneas.
París, 1906, págs. 197-247.
las
130
CAPITULO
VIII
Cumandá es buen ejemplo. Zaldumbide ha descendido no ha mucho á la tumba, y, por consiguiente, entra ya en nuestra antología académica. En 1851 se dio á conocer por su Canto SU linda novela
á
la
Música, y en 1888 cerró su carrera poética con dos bellas tra-
Lara de Byron, y otra de los Sepulcros de Pindemonte, honrándome con la dedicatoria de la segunda (l). El género ducciones, una del
predilecto de Zaldumbide fué la meditación poética; sus cualidades sobresalientes: gravedad en
languidez en
el
pensar, mezclada con cierta amable
elevación moral contemplativa
el sentir;
intervalos de flaqueza, desfallecimiento
ron á triunfar miento.
fin
al
su recto corazón
Comenzó por
la
duda sobre
entregarse en brazos de la diario
y obscuridad, de que
y bien
mo, como
lo
Meditación.
y acabó por
Sus poesías son, por decirlo
fe.
Nunca
mucho tiempo en
hermosa meditación
la
así,
el
fué pesimista dog-
las olas del escepticis-
demuestran sus composiciones Eternidad de
En
llega-
disciplinado entendi-
destino humano,
el
psicológico de esta batalla suya.
mático; pero navegó por
y serena con
titulada
La
vida y noche, exclamala
ba con amarga ironía que parece leopardiana:
Tuyo
es el universo: alza
la
frente:
Espacia tus miradas orgullosas
Por
el vasto,
Las
estrellas
encumbrado firmamento: que ves esplendorosas,
Las que ver no
te es dado,
y
las
que en vano
Pretendiera alcanzar tu pensamiento, Subditas son de tu potente imperio;
Tu
ley gobierna su
ordenado
giro;
Brillan para tu bien. El rayo ardiente
Que
el cielo
airado contra
tí
fulmina,
El mal granizo que tus campos daña,
Los vientos que en los mares se sepultan, El volcán que tus obras arruina, Parece,
sí,
que
Mas son para ¡Oh
feliz
tu
poder
insultan.
tu bien, y su
colmo de
felice suerte!
Para tu mismo bien blande (i)
Hay sobre
las
guadaña
la
muerte.
poesías de Zaldumbide unas Observaciones a'^x^c\^\^%
del Dr. D. Luis Cordero en las Memorias de la Academia Ecuatoriana,
(Quito, 1889).
tomo
i
^3'
ECUADOR
permaneció tormenta de sus dudas, Zaldumbide como él especulativanuuU cristiano, porque, afectiva ya que no
En medio
de
la
decía:
Arcanos de
Más bien
Quiso creer, y
el
muerte los concibe corazón que no la mente...
la
al fin le visitó la
Gracia.
En unos
versos á
la
Virgen
había escrito: Jamás
al
que
te
ruega desamparas
Ni hay súplica por tí desatendida; aras La flor que pone en tus benditas perdida... El que te ofrenda, nunca va
de su
La
últimos años y Zaldumbide dio en los de viva y fervorosa piehora de su muerte ejemplos
súplica fué oída,
y á la dad que por
vida
caci'ón para la
grandísima ed.fiimportancia del sujeto fueron de atravesaba entonces grave sociedad del Ecuador, que
la
crisis religiosa (l).
de otros muchos poetas ecuatoTenía Zaldumbide, á diferencia estudio directo y literaria, basada en el torianos, sólida educación de los nueslatinos, italianos é ingleses, y reflexivo de los modelos
Pray
prefería á Garcilaso y de oro, entre los cuales versos románticos que en es que, aun los pocos I uis de León. Así posterelativamente correctos, y en los su mocedad compuso, son estudio pulcritud en la dicción, sino riores hay, no sólo decoro y una que fluye manso y apacible en de la parte musical del idioma, estas buenas partes de esmerada. versificación generalmente no Zaldumbide condiciones descriptivas prosodia y estilo, juntaba el de la naturaleza, aunque mas en vulgares; sentimiento no fingido la en la expresión moral que en conjunto que en los detalles, más tan reposada tristeza, que por ser expresión física; y una suave y de hasta los tópicos más vulgares suya ennoblece y renueva en él Mañana. oda Á la Soledad del Campo. La la poesía campestre. La admide la Tarde, donde se El Mediodía, La Tarde, La Estrella
tros del siglo
Á
(i)
Nació Zaldumbide en Quito en 1833 y
mu"ó
en 1887.
CAPÍTULO
132
VIII
ran estos delicados versos, que son vaga reminiscencia de una elegía de Herrera (l):
Después
tú viste, estrella
Mas ¿quién podrá contar son buenos fiadores de
lo
que
digo.
de
lo
los cielos...
que tu
No
viste?...,
tuvo Zaldumbide
la
fortuna
de concentrar sus fuerzas en una composición inolvidable que deba ir
perpetuamente unida á su nombre; pero
por
si
de audacia ó de ocasión no pudo ser contado entre primer orden de
la
América
del Sur,
distinguido entre los de segundo, los el
cubanos, por prendas
muy
merece á
de
los líricos
menos un puesto
lo
modo que
al
de nervio ó
falta
lo
obtiene entre
parecidas de sentimiento y de gusto,
dulce y simpático Mendive.
Otros poetas ya fallecidos figuran en
nas
Antologías Ecuatoria-
general D. Francisco Javier Salazar,
(2): el
el
Dr. D. Rafael Car-
Lo que más entre nos pasó no es diño, Noche, de oir el Austro presuroso. Ni el viento de tus lechos más vecino...
(i)
(Herrera.
— Elegía ix. — Lib.
ri).
Las que conozco son:
(2)
— Lira por
las
el
Ecuatoriana. Colección de poesías nacionales^ escogidas y ordenadas
Dr. Vicente Emilio Molestina. Guayaquil, 1865. Juzgada con dureza
pero no con
injusticia,
por Mera, en su Ojeada
critica sobre la
Poesía Ecua-
toriana.
— Parnaso Ecuatoriano, con apuntamientos
biográficos de los poetas
cadores de la Repi'iblica del Ecuador, desde el siglo
por Mamiel naso
el Sr.
—Njieva
XVII hasta
el
Lira Ecuatoriana.
Colección
la
Lira del
abunda mucho
esXt.
Par-
la broza.
de poesías escogidas y ordenadas
Puede considerarse como un seDr. Molestina, porque no repite ninguna compo-
por Juan Abel Echeverría (Latacunga,
gundo tomo de
él
versifi-
año de 1879,
Gallegos Naranjo (Quito, 1879). Desdichadísimo llamó á
Mera, y Cañete añade que en
y
1879).
sición.
—Antología Ecuatoriana.— Poetas. Quito, 1892. Colección formada por
Academia del Ecuador, correspondiente de piosa y de mejor gusto volencia. Lleva
— Cantares Mera. Quito,
que
las
la
Española. Es
del pueblo ecuatoriano.
De
co-
anteriores, pero adolece de excesiva bene-
un segundo tomo de poesía popular
1892.
mucho más
la
titulado:
Compilación formada por Juan León
estos cantares nada
hemos
dicho,
como tampoco de
ECUADOR vajal,
133
D. Vicente Piedrahíta, D. Miguel Riofrío (autor de Nina,
le-
yenda quichua), D. Miguel Ángel Corral, D. Joaquín Fernández Córdoba, D.^ Angela Caamaño de Vivero (que tradujo con felici-
dad algunos versos de Byron), Velasco y
En
el
el festivo
joven estudiante de Medicina D. José Bernardo Daste.
los versos
que conocemos de estos autores hay cosas dignas de
estimación, pero ninguna de mérito
de sus obras, nos expondríamos si
muy
relevante;
y como, por
más que una pequeñísima porción
otra parte, no tenemos á la vista
do,
improvisador D. Joaquín
á
dar un
fallo injusto
atropella-
y
aquí pretendiésemos juzgarlas.
Séanos
pues, cerrar esta sección con
lícito,
el
nombre para
los
creyentes tan grato, tan odiado por los sectarios, del adalid y mártir
cía
de
la
causa católica en
Moreno, que
mostró en rica,
la
si
el
Ecuador,
no cultivó
la
el
poesía
presidente D, Gabriel Gar-
como vocación
Epístola á Fabio nativas dotes para
la alta
predilecta,
poesía
satí-
otras composiciones suyas, desgraciadamente escasas,
y en
originales,
ya traducciones de Salmos, tampoco encontró
ya
difícil ni
reacio el idioma de las Musas. Tienen estas piezas los descuidos
inherentes á todo lo que se escribe para no ser impreso; pero en ellas,
los
como en
sus escritos en prosa, quedó un reflejo de
que en pequeño número
se
la
grande
han publicado de otras regiones de América,
porque exigiría un estudio especial y muy minucioso el distinguir en ellos lo verdaderamente americano é indígena de lo mucho que se encuentra tam-
numerosas colecciones de coplas españolas y singularmente andaformadas por Lafuente Alcántara, Rodríguez Marín y otros. Hay tam-
bién en luzas,
bién en
las
el libro del Sr.
modernas en
la
Mera algunos versos
lengua de los
y varias composiciones indios llamada quichua^ que sigue siendo culti-
vada artificialmente por varios literatos del
políticos
país,
entre los cuales se ha dis-
tinguido el Dr. D. Luis Cordero. Falta á esta Antología un tercer
tomo de
prosistas,
docta dirección de D. Pablo Herrera y será quizá
que
está confiado á la
más interesante, porque la agitadísima vida política del Ecuador ha hecho que el ingenio de sus hijos brille y se desarrolle principalmente en el campo de la polémica social y religiosa. No tengo noticia de que este tomo se haya publicado. Los nombres
de Espejo,
Mejía, el P. Solano, García
añadir ya, con
las necesarias
agudo é ingeniosísimo, y
Moreno y
el
otros, á los cuales conviene
reservas de ortodoxia y de gusto,
brillante y castizo,
el
del sofista
aunque abigarrado y algo pedan-
tesco prosista, Juan Montalvo, pueden dar especial interés á esta sección.
CAPITULO
134
alma de su
autor,
de
la
que hubiera podido ser eminente en
no hubiese preferido
la palabra, si
VIII
el
arte
más enérgico de
Pudo por flaqueza humana cometer
acción.
el arte
la
errores;
de
vida y
pudo
pecar de terco é inflexible; quizá en alguna ocasión solemne puso á pique de ruina en Colombia los
mismos
intereses que tan heroica-
Ecuador; quizá no realizó en todo y por todo ideal del gobernante cristiano, pero la grandeza de su adminis-
mente defendía en el
el
tración, la entereza de su carácter
de
él
uno de
los
más nobles
tipos
y la gloria de su muerte, hacen de dignidad humana que en el
presente siglo pueden glorificar á nuestra raza.
produjo á
con
él
(i)
tal
hombre puede
ser pobre, obscura
tiene bastante para vivir
honradamente en
en
la plaza
de Quito
el
y olvidada, pero la historia (l).
de Diciembre de 182 1, y mu6 de Agosto de 1875. Para el conoci-
Nació García Moreno en Guayaquil
rió asesinado
La república que
el 25
miento de su vida y opiniones sirve todavía más que ninguna de sus biografías (incluso la muy vulgarizada del P. Barthe, García Moreno vengeur et
martyr du Droit Chrétien\
por
la
colección de sus Escritos y Discursos publicados
la Sociedad Católica de Quito
y
Pólit (Quito, 1887 y 1888, 2 vols.)
atiotados por su presidente D.
Mamiel María
IX
PERÚ
Fué
el
Virreinato del Perú
nias españolas de la
América
más opulenta y
la
del Sur; la
por más eminentes ingenios de
gozado del beneficio de
la
que alcanzó á ser visitada
Península, y
imprenta desde
la
la
que, por haber
fines del siglo xvi,
salvar del olvido
mayor número de muestras de
ducción
Pero,
literaria.
culta de las colo-
pudo
su primitiva pro-
más desgraciada que México, no ha logrado
todavía un Icazbalceta que recoja cuidadosamente todas las reliquias del período colonial
y levante con
imperecedero monumento.
ellas
un guía tan docto y autorizado, hemos tenido que recoger afanosamente las noticias literarias del Perú en fuentes muy
Faltos, pues, de
varias
y
dispersas,
y seguramente nuestro trabajo hubiera resultado
incompletísimo, sobre todo para los primeros tiempos de nia,
si
generosamente no se hubiera brindado á enriquecerle con de nadie, podemos llamar
noticias peregrinas el que, sin agravio
nuestro primer americanista, D. Marcos Jiménez de
De
sus investigaciones resulta
es casi tan antigua
de
las
guerras
como
civiles.
la
mayor, en
breve en prosa
el
y
que
la
y
Espada.
poesía castellana en
El más antiguo el
metro
poema
al
el
Perú
período
conocido, obra de
italiano, sino
en coplas de
metro de Juan de Mena. Titúlase Nueva obra y
en metro sobre la muerte del Ilustre Señor el
lantado D. Diego de Almagro, Goveruador
su Cathólica
la
conquista misma: se remonta
autor anónimo, no está aún en arte
la colo-
y
Real Magestad del Emperador
Ade~
Capitán General por
y Rey
Nuestro Señor
en el nuevo Rey no de Toledo llamado Peni, Descubridor
y
Conquis-
tador y sustentador desta rica provincia. Mbnéndez y Pblayo. — Poesía
his^ano-aiiuricaita. II.
9
:
CAPÍTULO IX
136
La prosa
se reduce á una corta introducción ó
argumento suma-
El metro á treinta y nueve estrofas ó coplas de arte mayor;
rio.
primera dice
la
Cathólica, Sacra, Real Majestad,
César augusto,
muy alto Roma
Fuerte reparo de
En
todo
y su barca
humano de más
lo
Rey que procura Crisol
Monarca,
saber
do se funde
la
potestad:
verdad.
la
reta justicia;
Pastor que no obstante cualquier amicicia,
Conserva
La
el
ganado por una igualdad.
última:
Debiendo Pizarro haber de cumplir El pleito homenaje por él otorgado Venir á esta corte y á vuestro mandado
Donde
No
mandó
juez le
el
remitir;
solamente no quiso venir,
Mas quebrantarlo con otros tiranos, Y la venganza tomó por sus manos; Solo por esto se debe punir.
La obra migo de suceso,
car les
es, pues,
de un ferviente partidario de Almagro y ene-
los Pizarros,
y
al
que en
introducción se declara testigo del
la
propio tiempo confiesa su poca habilidad para
marqués D. Francisco Pizarro y sus hermanos, los cuamataron á D. Diego de Almagro de su honra, vida y hacienda, :
según
«el
el
antes fué
metro adelante
más en
efeto,
por
el
porque pasó
verdaderamente y defeto de no hallar consonantes por
veréis,
darlo
más sabroso, aunque según
de
que aquí se cuenta, aunque mucho más
lo
lo leéis lo hubieseis visto lo
versifi-
como
el
íué cruel
que
así
,
no dejará de amargaros lo sentiríades,
lo escribe,
si
que se halló en
como ello
y
viá.-s>
Parece que este poema, á pesar del carácter arcaico del metro,
no puede ser anterior «
Y
después el
tampoco
á 1548, puesto
que en
la
Introducción se lee:
Rey ha mandado degollar á Gonzalo Pizarro. » Pero
es imposible
que
la
pués del poema, y cuando
introducción se escribiera
el
mucho
des-
autor pensó en publicarle, según se
^37
PERÚ
esta censura de Fr. Félix de León que acompaña á de Indias, donde se pieza en el manuscrito del Archivo
de
infiere
rarísima
conserva.
la
Hay de
tos de D. Martín
ella
copia incorrecta en
colección de manuscri-
la
Fernández de Navarrete.
aventurero que se decía D. Alonso Enríquez, aquel estrafalario cuyas divertidísimas Memorias, sólo el Caballero Desbaratado, y laya, D. Diego comparables con las de otro fanfarrón de la misma tantas veces Duque de Estrada (el Desengañado de si mismo), frisan
con .
la
novela de aventuras y con
de su vida y costumbres
(l) la
la
picaresca, incluyó en
obra anterior, descartando
Libro
el
la
prosa y
y encabezándolo todo de esta dada al ilustre Don suerte: ano-ai:cricana. II.
de
i
CAPITULO IX
152
V
treinta años
el cap. IV del
después
le
recordaba de esta cariñosa manera en
Viaje del Parnaso:
Desde
Mundo
Y
el
el indio
llegó
apartado, del remoto
mi amigo Montesdoca,
que anudó de Arauco
Pero todavía es más expresivo
el
tan pródigo de ellos, le tributa en rico
La Casa
roto
el hilo
(i).
elogio que Vicente Espinel,
el
canto
2.°
no
de su poema alegó-
de la Memoria^ impreso con sus Rimas en 1591: Tú, que
ondas y
las
el
caudal corriente
Del patrio Betis sin razón negaste,
Y Á
en
alto estilo
de un ingenio ardiente
Lima en Occidente
Vuelve
Debes
el tributo á el claro
celebraste,
quien tan justamente
nombre que
Pedro de Montes de Oca,
ganaste,
que no
es
Lima
Diño de tan aguda y pura lima. Nunca ha podido la interior carcoma Del ignorante vulgo derribarte;
Que
Y
la
vive
razón la
al fin lo
vence y doma,
verdad en toda parte:
Las armas en defensa tuya toma El propio Apolo para eternizarte;
Viva Clarinda y viva tu memoria, Que es tu nombre y será dina de gloria.
Esta Clarinda^ que era sin duda una
no fué
sólo señora
de
los
muy
principal
dama
limeña,
pensamientos del indiano Montesdoca,
sino de otro poeta de los elogiados en el Canto de Calíope, el capitán
Juan de Salcedo Villandrando, de quien
dijo Cervantes:
Del capitán Salcedo está bien claro
Que
llega su divino entendimiento
Al punto más subido, agudo y raro
Que puede imaginar
De
este Salcedo, pues, dijo la
del Discurso en loor de ¡a Poesía:
(i)
Pedro de Oña.
el
pensamiento...
anónima poetisa peruana, autora
PERÚ
Á El
Á
ti,
Juan de Salcedo Villandrando,
mesmo Apolo tu
nombre su
Deifico se rinda, lira
dedicando,
Pues nunca sale por
Con
153
la
cumbre Pinda
tanto resplandor, cuanto demuestras
Cantando en alabanza de Clarinda.
Del capitán Salcedo hay versos laudatorios
frente de la
al
y Figueroa
celánea Austral de D. Diego de Avales
(1602),
Mis-
y
los
hay también de un D. Diego de Carvajal, que puede ser muy bien el D. Diego de Sarmiento y Carvajal elogiado por Cervantes: Feliz
Y
don Diego de Sarmiento
ilustre
Carvajal famoso, producido
De
nuestro coro, y de Hipocrene lustre.
Mozo en
la
De
en siglo
siglo
edad, anciano en irá,
sentido.
el
de lustre en lustre
(Á pesar de las aguas del olvido) Tu nombre, con tus obras excelentes,
De
De
los ingenios
lengua en lenguas y de gente en gentes.
americanos para quienes hay palmas en
del Laurel de Apolo, dos por lo
de
la O,
y un hermano de León
verso:
La
drid, 1629);
Perla, vida de
Vega un
Cristóbal
insulso juego
cita varias
Santa Margarita, virgen
El Predicador de
2^ de
Pinelo, Juan Rodríguez de León,
de quien D. Nicolás Antonio
presbítero,
y
menos pertenecen á Lima:
sobre cuyo nombre hace Lope de
palabras,
la silva
las gentes
San
obras en prosa
y
mártir (Ma-
Pablo, ciencia, precep-
avisos y obligaciones de los predicadores evangélicos, con doctrina
tos,
del Apóstol (1638); Panegírico castellano-latino al rey
D. Felipe
IV
(México, 1639); Parecer sobre la ingenuidad del arte de la pintura
(impreso con los diálogos de Vicente Carducho, 1633); Cuaresma meditada, en epigramas; las Indias
Armada
por
El Martyrologio de
los
que han padecido en
la Fe; Relación del viaje de los galeones de la
de las Indias
el
año de lóoy, con descripción de
los
Real
puertos en
que entraron.
Peruana era también
de
1
la
desconocida poetisa Amarilis, que antes
62 1 escribió á Lope de Vega, de quien era ferviente admira-
dora, una elegante epístola en
silva,
que con
la
respuesta de
Lope
CAPITULO IX
154
de Vega en tercetos (Bclardo á Amarilis)^ fué inserta á continua-
muy
ción de su Filomena. Persona
Vega
cosas de Lope de
(i)
equivalente
el
enterada de las
ha insinuado alguna duda sobre
mera
tencia de tal poetisa indiana, juzgando
y
muy
docta y
nombre de Amarilis
al
de
la exis-
ficción poética su carta,
Marta de Nevares
D.'^
Santoyo, postrera amiga de Lope. Pero aun prescindiendo de que el
Fénix de
como por
diversas personas,
de verdad en tisa
dudar de que
tal
el
modo
familia,
carta fué dirigida real
me
y versos
tales las señas
y aun de su
Lope, sino que
Barrera, este
patria,
sus cartas
y son
la epístola,
da de su
rica á
nombre poético de Amarilis á
los Ingenios aplicó el
atrevo á
nombre probable de
la
parece, hay
que
la
tal
tono
encubierta poe-
que no sólo no puedo
y efectivamente desde Améseñalar, de acuerdo con La
Musa
encubierta
(2)
que hace de
su autobiografía: Quiero, pues, comenzar á darte cuenta
De mis
padres y patria y de mi estado, Porque sepas quien te ama y quien te escribe:
Bien que ya
Renovando
la
el
memoria me atormenta. dolor, que aunque llorado,
Está presente y en
En
el
alma
este imperio oculto
vive...
que
Más de Baco piadoso que de Entre un trópico
frío
el sol
baña,
Alcides,
y otro ardiente,
A
donde fuerzas ínclitas de España, Con varios casos y continuas lides
Fama inmortal ganaron á su gente: Donde Neptuno engasta su tridente En nácar y oro fino: Cuando Pizarro con su flota vino, Fundó ciudades y dejó memorias,
Que
A
eternas quedarán en las historias:
quien un valle ameno,
De tantos bienes y delicias Que siempre es primavera, Merced
(i)
del sueño de
la
lleno,
cuarta esfera,
Alúdese á D. Francisco Asenjo Barbieri que, con
el
anagrama de José
Ibero Ribas y Canfranc, publicó en 1876 los Últimos Amores de Lope de Vega. (2)
Nueva
biografía^ pág.
1
9.
PERÚ
La Ciudad de León
Y
155
fue edificada,
con hado dichoso
Quedó de héroes
fortísimos poblada.
Es frontera de bárbaros y ha sido Terror de los tiranos, que intentaron Contra su rey enarbolar bandera: Al que en Jauja por ellos fue rendido
Su atrevido estandarte
Y
volvieron
reino á cuyo era.
el
Bien pudiera, Belardo,
En
le arrastraron,
si
quisiera,
gracia de los cielos,
Decir hazañas de mis dos abuelos.
Que aqueste nuevo mundo conquistaron
Y esta Do
ciudad, también edificaron,
vasallos tuvieron
Y por su rey
su vida y sangre dieron:
Mas
es discurso largo.
Que
la
fama ha tomado ya á su cargo.
Si acaso la desgracia desta tierra,
Que
corre en este tiempo.
Tantos
ilustres
méritos no entierra.
De padres nobles dos hermanas fuimos. Que nos dejaron con temprana muerte Aun no desnudas de pueriles paños. El cielo y una tía que tuvimos
Suplió la soledad de nuestra suerte:
De
la beldad que el cielo acá reparte Nos cupo, según dicen, mucha parte, Con otras muchas prendas:
No son poco
bastantes las haciendas
Al continuo sustento;
Y
estamos juntas, con tan gran contento,
Que una alma
á entrambas rige y nos gobierna,
Sin que haya tuyo y mío.
Sino paz amorosa, dulce y tierna.
Ha sido mi Belisa celebrada. Que éste es su nombre, y Amarilis Entrambas de
Yo he
mío,
afición favorecidas:
sido á dulces musas inclinada;
Mi hermana, aunque menor, tiene más
Y
partes,
por quien
es,
muy
conocidas.
brío,
CAPÍTULO IX
156 Al
todas han sido merecidas
fin
Con
alegre
himeneo
De un joven
A
venturoso, que en trofeo
su fortuna y vencedora palma,
Alegre
Yo
prendas del alma.
la rindió
siguiendo otro trato,
Contenta vivo en limpio celibato,
Con
virginal estado,
Á Dios con gran afecto Y espero en su bondad Me tendrá de su mano
consagrado,
y su grandeza
Guardando inmaculada mi pureza.
Las señas no pueden ser más había nacido en
la
explícitas. Si la incógnita
ciudad de León de Huánuco (situada en
departamento de Junín, á cuarenta y tantas leguas
y descendía de
los conquistadores
de aquella
aquella ciudad, su apellido debía de ser
puesto que
el
fundador de
también León de
hermano fastos
del
la
el
el actual
Norte de Lima)
al
tierra
dama
y fundadores de
muy ilustre
de Alvarado,
ciudad de León de Huánuco, llamada
los Caballeros, fué el capitán
Gómez de Alvarado,
Adelantado D. Pedro, de inmortal memoria en los
de América.
Y
aunque
es cierto
de Alvarado en 1539 quedó luego
que
la
primitiva fundación
casi desierta, hasta
que
la
reedificó
Pedro Barroso y acabó de asentarla Pedro de Puelles, los términos en que la poetisa se explica, cuadran más bien al fundador primero
y
á su hermano, de quienes podía decirse con
más razón que de
Barroso,
Que aqueste^nuevo mundo
Y
si
atendemos á que
común, rebozo
y
del de
el
conquistaron.
nombre poético de Amarilis
María, tendremos completos
apellido de la discreta doncella de
es,
el
por lo
nombre
Huánuco: D." María de Al-
varado.
No
se tenga por inútil esta disquisición,
porque quien
tales versos
hacía en América á principios del siglo xvii,
grandes emporios de cultura, los
y no en ninguno de los como México ó Lima, sino en uno de
más apartados rincones de
meno de
historia literaria,
los
Andes, ofrecería un curioso fenó-
aunque no tuviésemos en consideración
PERÚ SU sexo. ni
Apenas hay en
su Epístola
de amaneramiento; todo
157 el
menor
es natural, llano
vestigio de
mal gusto
y decoroso, con
cierta
gravedad y no afectado señorío. La poetisa hace su corte literaria á Lope de Vega, pero con tanta discreción, con tan insi-
sencilla
nuante y cortés gentileza, con tacto tan femenino y delicado, que el gran poeta debió de quedar lisonjeado con la alabanza y no ofendido con
las
nubes del importuno incienso. Viene á declararse pla-
tónicamente enamorada de pero único que
amor inofensivo
él,
á tan larga distancia,
estima digno de su noble naturaleza:
ella
El sustentarse amor sin esperanza,
Es
fineza tan rara,
Saber
si
que quisiera
en algún pecho se ha hallado;
Mas nunca tuve por dichoso estado
Amar
bienes posibles,
Sino aquellos que son más imposibles.
A
éstos ha de aspirar
mi alma osada,
Pues para más alteza fué criada
Que
Y
así
la
que
el
mundo
enseña;
quiero hacer una reseña
De amor dificultoso, Que sin pensar desvela mi reposo, Amando á quien no veo, y me lastima: ¡Ved que extraños contrarios,
Ve nidos de Al
fin
otro
en éste donde
Oí, Belardo, tus
Tu
Y
mundo y de
dulzura y
el
Sur
otro clima!
me esconde
conceptos bellos,
e.itllo
milagroso,
admirando tu ingenio portentoso,
No pude reportarme De descubrirme á ti,
y á mí dañarme.
Oí tu voz, Belardo; mas ¿qué digo? No, Belardo, milagro han de llamarte: Este es tu nombre,
Y
el cielo te le
ha dado;
Amor, que nunca tuvo paz conmigo,
Te me representó parte por parte, En ti más que en sus fuerzas confiado. Mostróse en esta empresa más osado.
CAPÍTULO IX
15^
Por ser
el artificio
Peregrino en
la
traza y el oficio,
Otras puertas del alma quebrantando.
No por
los ojos míos,
que velando
Están con gran pureza;
Mas por
oídos,
cuji^a
fortaleza
Ha sido y es tan fuerte, Que por ellos no entró sombra de muerte. Que tales son palabras desmandadas. Si vírgenes las oyen,
Que á Dios han Con gran razón
sido y son sacrificadas. á tu valor
inmenso
Consagran mil deidades sus labores,
Cuando
Todo
Y
mariijan perlas en sus faldas:
ese
mundo
te
allí
paga censo,
éste de acá, mediante tus favores,
Crece en riquezas de oro y esmeraldas: Potosí, que sustenta en sus espaldas Entre
el
invierno crudo
Aquel peso, que Atlante ya no pudo, Confiesa que su fama te la debe;
Y
quien del claro Lima
el
agua bebe,
Sus primicias te ofrece.
Después que con sus dones se engrandece, Acrecentando ofrendas
A
y admirables prendas: aquestas grandezas voy mirando.
tus excelsas
Yo que
Entretenida en
ellas,
Las voy en mis entrañas celebrando.
¡Qué galano y qué exquisito
elogio!
giristas españoles, latinos é italianos
volúmenes enteros, nadie alcanzó á funda y
Entre
innumerables pane-
de Lope, cuyos versos llenan este
grado de admiración pro-
concentrada. Pero aún es más hermoso
Lope había
escrito
El Peregrino
en su patria^ y
exhorta á buscar su verdadera patria en unirse á
los
él
el cielo,
en amor santo é imperecedero:
En No
tu patria, Belardo,
sientas
mucho
mas no
es tuya.
verte peregrino...
la
lo
que
sigue:
docta poetisa
donde
ella
le
espera
I5Q
PERÚ
Que
Y otra
gloria
mayor,
Y
es patria tuya
buscares.
si la
¡Oh, cuánto acertarás,
Que
más divino
otro origen tuviste
si
imaginares
el cielo,
que eres peregrino acá en
el suelo!
Pues, peregrino mío,
Vuelve á
tu natura!:
póngante
No las murallas, que elevó En Tcbas engañosas, Mas
las eternas,
que
Allá deseo en santo
te
brío,
tu canto
importan tanto.
amor
gozarte,
Pues acá es imposible poder verte, Y temo tus peligros y mis faltas: Tabla tiene
Puedes en
el
ella
naufragio, y escaparte
de
la
eterna muerte,
Si del bien frágil al divino saltas;
Las singulares gracias con que esmaltas
Tus soberanas obras, Con que fama inmortal continuo Empléalas de hoy más en versos
En soberanos y
cobras. lindos,
divinos Pindos:
Tus divinos concetos Allí serán más dulces y
perfetos;
Que el mundo á quien le sigue. En vez de premio al bienhechor
Y
contra
la
virtud apresta el arco
Con ponzoñosas
De
la
persigue,
flechas
maligna aljaba de Aristarco.
Con hechicero candor se declara Amarilis inexperta en sucesos amorosos, como quien emplea su tiempo en dulces coloquios con el cielo, y termina pidiendo á Lope un don poético Para bien de tu alma y mi consuelo.
Le
ruega, pues, que escriba en verso
santa de su particular devoción
Yo
y de
la
la
vida
y martirio de una
de su hermana:
y mi hermana una santa celebramos,
Cuya vida de nadie ha sido escrita, Como empresa que muchos h.in temido:
CAPÍTULO IX
]6i)
El verla de tu
Tu
Y
dulce musa alienta y resucita,
ponía con estilo tan subido,
Que
Y
mano deseamos;
donde quiera conocido
sea
agradecido sea
De
nuestra santa virgen Dorotea.
¡Oh,
qué
sujeto,
Con que de
mi Belardo,
tienes,
lauro coronar tus sienes!
Desta divina y admirable santa Su santidad refiere,
Y
dulcemente sa martirio canta.
Engolosinado con
la belleza
de esta epístola, que es
sin
mejor pieza poética del Perú en sus primeros tiempos, transcribiendo casi toda. vSéame notables unos por
la
Finalmente, Belardo, yo te ofrezco
Una alma pura á el
tu valor rendida:
don, que puedes estimallo;
Y dándome
por
fe lo
que merezco,
Quedará mi intención favorecida.
Y
para darte más, no sé
Déte
si
hallo.
el cielo favores,
Las dos Arabias bálsamo y olores, Cambaya sus diamantes, Tibar oro, Marfil Soíala, Persia su tesoro.
Perlas los orientales, El Rojo
mar
finísimos corales,
Balajes los Ceilanes,
Aloe precioso Sámaos y Campanes, Rubíes Pegugamba, y Nubia algalia, Ametistes Rarsinga,
Y
he ido
y aun despilfarro de la dicción del mismo Lope y á la de Valbuena, otros
suave y afectuosa modestia:
Acepta
la
añadir algunos versos más,
la gala, bizarría
poética, semejante á la
por
lícito
la
duda
prósperos sucesos Acidalia.
Ya veo que tendrás por cosa nueva,
No que te ofrezca censo un mundo nuevo. Que á ti cien mil que hubiese te le dieran;
l6l
PEFfÜ
Mas que mi musa rústica se atreva Á emprender el asunto á que me arrojo, Hazaña que cien Tassos no emprendieran: Ellos al fin son hombres, y temieran; Mas la mujer, que es fuerte, No teme alguna vez la misma muerte. he parecídote atrevida,
Pero
si
Á
menos parézcate
*
lo
Que fines desiguales Amor los hace con su
Y
rendida;
fuerza iguales;
quedóte debiendo.
No que me
sufras,
mas que
Con singular paciencia mis Ocupado contino
estés
oyendo
simplezas,
tantas excelencias y grandezas. Versos cansados, ¿qué furor os lleva
En
Á Y
ser sujeto de simpleza indiana,
á poneros en
mano de Belardo?
aunque amarguéis, por fruta nueva Os vendrán á probar, aunque sin gana, Y verán vuestro gusto bronco y tardo:
Al
fin,
El iugenio gallardo,
En cuya mesa
habéis de ser honrados.
Hará vuestros intentos disculpados: Navegad: buen viaje: haced la vela: Guiad un alma que
Lope de Vega contestó en
sin alas vuela.
la epístola
que tiene buenos trozos y curiosas vida, pero
que
dista
vez perdone Lope: Él,
mucho de la
juicio,
de su persona y de su mejor de las suyas. Por esta
noticias
ser la
humilde poetisa ultramarina lleva
que tanto pecaba por
perdonado este
de Belardo d Amarilis,
la
palma.
lado de la galantería, fácilmente hubiera
el
y aun
se hubiera
complacido en
la
derrota; ni
nada quien es opulento en grado tan soberano y excepcional, pierde que por algunos tercetos más ó menos felices. De los requiebros dirige á su encubierta admiradora,
pondré alguna muestra, para
completar este curioso capítulo de costumbres
literarias:
Bien sé que en responder crédito empeño; Vos, de
la línea
equinoccial sirena.
1
CAPÍTULO IX
62
Me
despertáis de tan profundo sueño.
¡Qué
De
qué abundante y llena más retórico acompaña!
rica tela,
cuanto
al
¡Qué bien parece que es indiana vena!
Yo no
lo niego:
ingenios tiene España;
Libros dirán lo que su musa luce,
Y
en propia rima imitación extraña;
Mas
los
que
clima antartico produce
el
Sutiles son, notables son en todo;
Lisonja aquí ni emulación
Apenas de Si bien
Á
me
me
induce.
escribiros hallo el
le
cuyo dulce
modo,
enseñáis en vuestros versos, estilo
me acomodo.
En mares tan remotos y diversos, ¿Cómo podré yo veros, ni escribiros Mis sucesos, ó prósperos, ó adversos?
Del alma que os adora sé deciros
Que
es gran tercera la divina fama;
Por imposible
Amo Y
no
me
costáis suspiros.
me
naturalmente á quien
me
sé abon-ecer quien
ama,
abon-ece;
Que á la naturaleza el odio infama. Yo os amo juntamente, y tanto crece Mi amor, cuanto en mi idea os imagino Con el valor que vuestro honor merece.
Á vuestra De cuyo
mi pensamiento
antípoda
me
inclino,
veo,
Cual suele lo mortal de
lo divino.
Que no son menester Donde se ven las almas
las
No
Y
sol
luz
esperanzas
inmortales.
sujetas á olvidos ni á mudanzas.
cortésmente se excusa
al
fin
de
poema de Santa Dorotea, dejándolo
la epístola
á la
de no
devoción de
poetisa:
Y
pues habéis
el
alma consagrado
Al candido pastor de Dorotea,
Que
inclinó la cabeza en su cayado,
Cantad su vida vos, pues que se emplea
escribir el la
misma
PERÚ
163
Virgen sujeto en casto pensamiento, Para que
¿Es esta Amarilis
el
la
mundo
sus grandezas vea
misma
(1).
poetisa celebrada en
No
Apolo como fénix rara de Santa Fe de Bogotá?
que de lluánuco pasara á establecerse
me
pero no
Laurel de
el
es inverisímil
Nuevo Reino de Granada,
al
atrevo á afirmarlo.
Ni menos á
identificarla,
porque diferencias de
estilo lo
vedan,
con otra egregia poetisa peruana, discípula del sevillano Diego Mexía, cuyo Parnaso Antartico honró con su Discurso en loor de la Poesía^ que íntegro va en nuestra colección académica, no sólo
como
precioso documento de historia literaria, por las noticias rarísimas que
contiene de ingenios del Virreinato, sino Poética^
como un
como un
curioso ensayo de
bello trozo de inspiración didáctica, del cual ha
dicho, no sin razón, el ilustre colombiano
Pombo que
«rara vez en
verso castellano se ha discurrido más alta y poéticamente sobre poesía»
Juan de
(2). la
hasta del
de
la
Compárese, por ejemplo, con
Ejemplar Poético de
el
Cueva, que es del mismo tiempo y de
mismo metro, y
se verá
la
la
misma
escuela
y
cuánto más excelsa concepción
y qué forma tan elegante y granociones estéticas, á pesar de las som-
poesía tenía la grande anónima^
ciosa alcanzó á dar á sus
bras de pedantismo que versificación
empañan algunas
que se advierte en otras
páginas,
y
la flaqueza
de
(3).
Las dos epístolas de Amarilis á Belardo y de Belardo á Amarilis se hallan en el tomo i de las Obras sueltas de Lope de Vega, edición de Sancha, (i)
páginas 457 y 468, y fueron reimpresas en un cuadernito, Lima, 1834, imprenta
de Félix Moreno. El
editor,
que fué D. Manuel Antonio Valdizán, natural
de Huánuco, trata de probar, con débiles argumentos, que
dama
la
incógnita
hermana de Doña Isabel (Bclisa), que casó en primeras nupcias con el encomendero D. Bartolomé Tarazona, y en segundas con el licenciado Diego Alvarez, que fué corregidor del Cuzco y de tenía el apellido Figueroa, y era
Potosí (tiene artículo en el Diccionario de Mendiburu). (2)
En
tá, 1883),
(3)
el
prólogo á
las Poesías de
Doña Agrípina Montes
del Valle
(Bogo-
pág. XLVUI.
El concepto estético,
como hoy
no ya platónico, sino profundamente
diríamos, de
místico:
la
incógnita poetisa,
era,^
CAPÍTULO IX
164 (Juién fuera ella, parece
presenta la
como «una señora
hoy imposible
adivinarlo.
principal de este Reino,
Mexía nos
muy
la
versada en
lengua Toscana y Portuguesa, por cuyo mandamiento y por justos
respetos no se escribe su nombre, con
el
qual discurso (por ser de
una heroica dama) fué justo dar principio á nuestras heroicas epístolas».
Ni era
ella sola la
mujer que honrase entonces
las letras
en
el
Perú, puesto que habla de otras tres, aunque sin nombrarlas:
Y
aun yo conozco en
Que han dado en
Una
de
ellas sería
el
Perú tres damas
poesía heroicas muestras...
probablemente
la
Amarilis, que escribió á Lope;
D.^ Jerónima, de Quito, que entonces se
otra, quizá, la
deraba como parte del Perú.
En
cuanto á los poetas, fué
El don de la poesía abraza y cierra, Por privilegio dado de la altura, Las ciencias y artes que hay acá en la
tierra.
Esta las compreliende en su clausura, Las perfecciona, ilustra y enriquece
Con
Y
su melosa y grave compostura. aquel que en todas ciencias no florece,
Y en todas artes no es ejercitado. El nombre de poeta no merece. Y por no poder ser que esté cifrado Todo el saber en uno sumamente. No puede haber poeta consumado... Pues ya de la Poesía el nacimiento Y su primer origen < fué en el suelo? ¿Ó tiene aquí en la tierra el fundamento? Oh Musa mía, para mi consuelo Dime dónde nació, que estoy dudando. Nació entre los
De
espíritus del cielo...
esta región empírea, santa y bella,
Se derivó en Adán, primeramente. Como la hueste Deifica en la estrella. ¿Quién duda que advirtiendo allá en la mente, Las mercedes que Dios hecho le había Porque le fuese grato y obediente, No entonase la voz con melodía, Y cantase á su Dios muchas canciones, Y que Eva alguna vez le ayudaría? Y viéndose después entre terrones, Comiendo con sudor por el pecado, Y sujeto á la muerte y sus pasiones. Estando con la reja y el arado, Aichia
I
CAPÍTULO IX
66
dejaron
allí
una tradición castiza y de buen gusto. Casi todos estos
poetas eran andaluces, y los
de
la
más pertenecían ala
cual la primitiva poesía de la
escuela sevillana,
América española puede
consi-
como una rama ó continuación. Fué de los primeros el ya Diego Mexía, el más feliz traductor de las Heroidas de Ovidio
derarse citado
que hasta ahora ha logrado nuestra lengua, traductor
como
la letra,
hábil en la expresión
desigual
y
y muelle
espíritu poético, lánguido
al
de
fiel
del original;
y ternezas de amor;
los afectos
no tanto á
versificador
negligente, en quien no son raros los aciertos exquisitos,
contrapesados por gran número de prosaísmos y locuciones forza-
La
y estrecha del terceto que en toda su versión adoptó, no es molde adecuado para el dístico latino, y hubo de arrastrarle muchas veces á desleír los pensamientos en larga y soño-
das.
ley rígida
La Epístola de Safo á Faón descuella entre todas mayor número de bellezas: no sin razón la eligió Quintana
lienta paráfrasis.
por
el
para muestra en su Colección de Poesías Selectas^ honra que á poquí-
simas traducciones quiso dispensar su severo juicio. «El tono elegiaco (dice aquel gran maestro) está bastante sostenido en toda obra,
y son pocas
las
de su clase que presenten trozos tan naturales,
y tan felizmente expresados, como misma cuando le dan la noticia de
tan bien sentidos Saí"o
hace de
amante,
la del
sí
la
pintura que
la la
fuga de su
bosque donde entra á veces á meditar en su
y á recordar sus pasadas delicias, y la de su ilusión, en que que Faón viene surcando los mares á buscarla» (l). El trabajo de Diego Mexía, aunque por
la patria
tristeza
se figura
de su autor no
emprendió y terminó, autor en su curiosísimo prólogo: «Nave-
sea americano, lo es por la tierra en que se
como largamente gando
el
declara
el
año passado de noventa y
vincias del Pirú á los Reinos de la
dad de verlos que por
el interés
seis,
las riquíssimas
Nueva España (más por
pro-
curiosi-
que por mis empleos pretendía), mi
navio padesció tan grave tormenta en fiel
desde
el
golfo llamado
comúnmente
Papagayo, que á mí y á mis compañeros nos fué representada
verdadera hora de
la
muerte. Pues demás de se nos rendir todos los
árboles (víspera del gran Patrón de las Espanas, á las doze horas
(i)
la
Colección de Poesías Selectas Castellanas^
t.
m (ed.
de
de 1830), pág. 429.
PERÚ la
167
noche), con espantoso ruido, sin que vela
dasse en
el
navio, con
de árbol que-
ni astilla
muerte arrebatada de un hombre,
el
comba-
daba tan temerarios balances, con más de dos mil quinta-
tido bajel
de azogue que por carga infernal llevaba, sin mucho vino y plata y otras mercaderías de que estaba suficientemente cargado, que cada momento nos hallábamos hundidos en las soberbias ondas. Pero
les
Dios (que es piadoso padre) milagrosamente y fuera de toda esperanza
humana (habiéndonos desahuciado
en
mano y dos
la
el piloto)
con
bombas
las
bandolas, nos arrojó día de la Transfiguración en
Acaxu, puerto de Sonsonate. Aquí desembarqué
persona y plata, y no queriendo tentar á Dios en desaparejado navio, determiné ir
por
tierra á la
la
gran ciudad de México, cabeza (y con razón) de
Nueva España. Fuéme
dificultosísimo
la
camino, por ser de tres-
el
cientas leguas; las aguas eran grandes por ser tiempo de ivierno; el
y páramos muchos, los ríos peligrosos y los pueblos mal proveídos, por el cocoliste y pestilencia general que en los indios había. Demás desto, y del fastidio y molimiento que el camino áspero,
los lodos
me
caminar trae consigo,
prolijo
martirizó una continua melancolía
nueva de Cádiz y quema de la flota mexicana, de sabidor en el principio deste mi largo viaje. Estas razones y
por
la infelicísima
que
fui
caminar á passo fastidioso de requa (que no es
me
jantes calamidades),
un
ramente poeta Ovidio Nasón, libro,
uno y
lo otro
y
la
él,
ociosidad
de
libro
el cual,
compré
leerlo vino el aficionarme á lo
menor en seme-
obligaron (por engañar á mis propios tra-
bajos) á leer algunos ratos en
por no hallar otro
la
y
á
las Epístolas del
para matalotaje del espíritu,
un estudiante en Sonsonate.
la afición
me
verdade-
me
De
obligó á repassarlo,
dieron ánimo á traducir,
y con mi
y totalmente rústico estilo y lenguaje, algunas epístolas de las que más me deleitaron. Tanto duró el camino y tanta fué mi cons-
tosco
tancia,
que cuando llegué á
hallé traduzidas, ce...
de
Y
la
la
gran ciudad de México Tenustlitan,
en tres meses, de veinte y una epístolas
considerando que mi entrada en
grande
falta
taba por un año,
la
Nueva España
de ropa y mercaderías que en
me
y más, animado de mediante
la
ella
las cator-
(respecto
había) se dila-
pareció que no era justo desistir desta impresa;
los pareceres
perseverancia
de algunos hombres doctos: y
le di el fin
que pretendía.»
Mbnicndbz X FSI.Á.YO.— Poesía his^ano-americaHa.
II.
ii
así
CAPÍTULO IX
1 68
Conste, pues, que se entre México,
lauro poético de Diego Mexía ha de repartir-
el
Guatemala y
Perú,
el
y que
no fué
esta traducción
obra de pacífico humanista, labrada y pulida en quieto y estudioso retiro, sino diversión y alivio de interminables jornadas por tierras bárbaras y remotas, tras de tormentas, huracanes y naufragios. «El ingenio (dice
el
autor)
alguno, es bien poco,
y en buscar
milia
espíritu es tan
y
los
talento
y
que Dios fué servido de darme,
ocupado y distraydo en negocios de
esse
alimentos necesarios á
grande como
navego mares y camino
la del
tierras
la
la
lengua materna no se
cuerpo, pues ha veinte años que
por diferentes climas, alturas y tem-
me
me admiro
ha oh'idado... La comunicación
con hombres dotos (aunque en estas partes hay muchos) poca, cuan poco es
que en
tiempo que donde
el
estas partes se platica
dera poesía y
fa-
vida; la inquietud del
peramentos, barbarizando entre bárbaros, de suerte que
cómo
es
si
ellos están habito,
poco desta materia, digo de
artificioso metrificar;
que de
la
es tan
demás verda-
h:icer copias á bulto,
antes no hay quien no lo profese. Porque los sabios que desto
podrían tratar, sólo tratan de interés y ganancias, que es á acá los trajo su voluntad, y es de
modo que
tal
el
lo
que
que más doto
viene se vuelve más perulero... ¡Oh, dichosos (y otra vez dichosos) quietud de España, pues con tanta facilidad y con tantas ayudas de costa pueden ocuparse en ejercicios virtuosos los
que gozan de
y darse á
la
los estudios
de
las letras!
y
¡oh, mil
veces dinos de ser
alabados los que á cualquier género de virtud se aplican en las Indias, pues tos
demás de no haber premio para
montes de
rompen por
una Epístolas de Ovidio y Villela,
Oydor en
ciudad de
tan-
dificultades para conseguirla!» (l).
Primera parte del Parnaso Antartico de obras amatorias. Con las
(i)
Año
ella,
el
«
In Ibim
»
eji
tercetos.
la Chancilleria de los Reyes.
veinti-
Dirigidas á don luán de
Por Diego Mexia natural de
Sevilla, i residente en la de los Reyes, eri los 7-iquissimos
,
la
Reinos del Pirti.
Por Alonso Rodríguez Gai/iarra, 4.° reimprimieron ea el tomo xix de la Colección Fernández, y
1608. Con privilegio; en Sevilla.
Las Heroidas se recientemente en
mal acuerdo de suprimir libro,
y con
pero en una y otra edición hubo el mayor parte de los preciosos preliminares del
la Biblioteca Clásica;
ellos la carta
presiones modernas
la
la
de
la
Tampoco está en las reimDe modo que el Parnaso Antár-
señora peruana.
traducción del
Ibis.
PERÚ
Lima en su convento de Predicadores, como
del culto ingenio de
Mucho más que
de haber dado hospitalidad
Mexía puede
gloriarse
de Estudios y maestro y Lector de Teología,
reo-ente
tico
169
al
que
sin
puede ser conocido íntegramente consultándole en la primera ediExórnanla sonetos laudatorios del Licenciado Pedro de Oña, en nombre
sólo
ción.
de la Antartica Academia de la ciudad de
Lima
en el Perú; del Dr. Pedro de
Soto, catedrático de Filosofía en México, en nombre de su claustro^ y de Luis
Pérez Ángel, natural, ó á lo menos vecino, de Arica, según se infiere del elogio de
la
incógnita poetisa:
Con gran recelo á tu esplendor me llego, Luis Pérez Ángel, norma de discretos. Porque soy mariposa y temo el fuego, Fabrican tus romances y sonetos, Como los de Anfión un tiempo á Tebas, Muros á Arica, á fuerza de concetos.
Una segunda parte
inédita del
Parnaso
A?iidríico se
conserva en
la Biblio-
teca Nacional de París (núm. 599 del Catálogo de Morel-Fatio). El manuscrito
perteneció
al
dedicado por
Virrey Príncipe de Esquiladle, cuyas armas el
propio Diego Mexia de Fernangil,
y corrección entonces en la villa de
la Inquisición^ en la visita
autor residía
mayor parte de su gocios».
fortuna,
Todo induce
en
la
lleva,
tninistro del
y á quien fué
Santo Oficio de
El
de los libros de la ciudad de Sevilla. Potosí,
después de haber perdido
la
«deshecha tormenta que corrió por sus ne-
á creer que era mercader ó tratante.
De
sus quiebras
muchos autores
se consolaba con el cultivo de las letras, «desenvolviendo
la-
Musas». «Conoz-
tinos y frecuentando los umbrales del sagrado templo de las co (añade), que en treinta y tres que ha salí de España, es ya otro el lenguaje, y otra la perfección y alteza de la poesía; pero con ésta que entonces
y acá se ha disminuido, quise hacer este servicio á aquel señor que estimó en más el cornadillo de la pobrecita que las magníficas ofrendas de los traje
Es esta mi poesía como
que Alcibíades consagraba al dios Sueno, que en lo exterior eran feos y mal compuestos, y dentro de sí encerraban joyas y piedras preciosas, y ninguna de más valor ni estima que las obras de Cristo N. S.» ricos y poderosos...
los ídolos
Esta segunda parte, en efecto, es de carácter enteramente distinto de
Ocupan
la
mayor parte del tomo 200 sonetos sobre la vida de Cristo, escritos con idea de que acompañaran á unas estampas del P.Jerónimo Natal, de la Compañía de Jesús. Después se encuentran una Epístola d la Serenísima Reina de los Ángeles, Santa Alaría primera, pues sólo contiene versos religiosos.
Virgen;
La
la
Perla de la vida de Santa Afargarita, Virgen y Aídrtir, dirigida
licenciado Alonso
Maldonado de Torres, presidente de
la
al
Real Audiencia de
CAPITULO IX
170
empacho podemos llamar émulo victorioso
primero de nuestros épicos sagrados,
el
del obispo
Jerónimo Vida y digno de emparejar á
veces con Milton y Klopstock, Fué éste
Diego de Ojeda, grande entre primera nota entre sobre
él
los
un injustísimo
y serena
crítica
los raros poetas
olvido,
de que por
No hay en
sublime y tremendo asunto que
el
intemperante y deslumbradora,
el lujo
Araucana; pero poemas,
el
más
dominico sevillano Fray de su orden, y de
de España, por más que tanto tiempo pesara
de Quintana.
nardo, ni tampoco
el
fin
vino á redimirle
cuadraba
la Cristiada, ni
al
religioso poeta eligió, la fantasía
oriental 6 tropical del Ber-
novedad de materia y color que realzan la sin disputa, el mejor compuesto de nuestros
la
es,
racional en su traza
y
distribución de partes, el
penetra en esferas más altas del sentimiento poético,
de
la alta
el
más
que
lleno
de elocuencia patética, de afectos humanos, de viva y penetrante efusión, que en ciertos pasajes, como el cuadro de los azocalor,
tes, es
capaz de arrancar lágrimas
al
lector
menos
pío.
La
ardiente
elocuencia de nuestros ascéticos, la del venerable Granada, sobre todo, en sus Meditaciones sobre la Pasión, nadie la ha igualado entre
nuestros poetas, salvo
el P.
Ojeda. Si en España no estuviera
el
gusto tan rematadamente estragado, no andaría
la
fundida y olvidada en un rincón de
de Autores Espa-
ñoles,
que
sino
la Biblioteca
Cristiada con-
se multiplicarían sus ediciones para deleite de las
almas devotas, no menos que de los hombres de buen gusto. Quintana harto hizo con sacarla de
la
obscuridad y recomendarla, ven-
ciendo su genial indiferencia respecto de
pompa y los versos
brillantez
y
la intención
de
la
descripciones (dice),
las
«La
poesía religiosa. la
belleza general de
del estilo corresponden casi siempre á la grandeza de
y de
los pensamientos... El lenguaje
de
la
Cristiada es
propio, puro, natural, ajeno enteramente de la afectación, pedantería,
conceptos y
y
la
que corrompieron después
falsas flores
poesía castellana...
No
la
elocuencia
se hallarán en Ojeda imitaciones
otros poetas antiguos ni modernos;
el
lenguaje de
la
Escritura
de
y de
Charcas, y luego oidor en el Consejo de Indias; una Oración en alabanza de la
Señora Santa Ana, Las Novísimas, una Égloga del Buen Pastor y otra del Dios
Pan
al
Santísimo Sacramento.
171
PERÚ los libros ascéticos son las fuentes
de expresiones sublimes á veces,
de su dicción, que hierve toda á veces tiernas
y
dulces,
y
fre-
por su extremacuentemente también tocando en familiares y bajas
da naturalidad y
sencillez» (l).
que á veces degenera en prosaísmo y bajeza; teológica (que no á ciertos resabios escolásticos y de controversia en Milton); á la falta de sería difícil encontrar también en Dante y cadencia en algunos versos y de esmerada construcción plenitud
A
esta familiaridad,
y en muchas
con que están presentados
octavas; á la falta de energía
atribuye principalmente Quintana el que la Crismuchos respectos, sutiada, con valer todo lo que vale, y ser, bajo
los caracteres,
perior á todos los productos de nuestra
musa
épica,
no pueda
clasi-
de su género, aunque, que llegue á contundirse con ellas. Yo creo que lo
ficarse sin reserva entre las obras maestras
mirada á trozos,
género de ejecución menuda y algo libro de devocandorosa, cierto abandono infantil, más propio de que roba nerción que de poema épico, y una verbosidad desatada deja ver con frecuenvio á la dicción y energía á las situaciones, y principalmente
la
daña
es cierto
cia detrás del poeta al orador sagrado.
^quién de nuestros épicos acierta el
Salvador
del
al
mundo;
Huerto, en
la
la
Pero cuando Ojeda
como
él?
La
vestidura que lleva
cual estaban representados los pecados
Oración personificada que sube
Dios por su Hijo;
el
acierta,
hermoso movimiento
al
lírico
cielo á pedir á
con que
el
poeta
Yo pequé, mi Señor, y tú padela Virgen María vaticices...; los consuelos del arcángel Gabriel á nándole la resurrección de su hijo; el cuadro todo de la Crucifixión, especialmente el momento del eclipse...; estas y otras innumerainterviene en
el
cuadro de
los azotes
y
poema de nuestro dominico, son de magdirá como nífica y soberana poesía, y todo hombre de buen gusto codijo Quintana del último de los trozos mencionados: «Yo no
bles cosas que
hay en
el
nozco cosa que se aventaje en grandeza á este pedazo de poesía, y puede ir á la par con cualquiera de las ideas sublimes que se admiran en Homero, Dante, Miguel Ángel, Milton
y
los
demás poetas y
pintores de esta fuerza.»
(i)
Prólogo de
la
Musa
Épica
(t. i,
edic.
de
1833), pág. 48.
CAPITULO IX
172
¡Singular privilegio del suelo americano,
compuestas la histórica
las tres principales
en Chile,
epopeyas de nuestro
sagrada en
la
Perú,
el
en México, Jamaica y Puerto Rico!
tica
Juntamente con
hayan sido
él
siglo
de oro:
novelesca y fantás-
la
(l).
Ojeda daba culto á
el P.
que en
el
las
musas otro dominico
sevillano,
Fr. Juan Gálvez, residente en el convento de Trujillo
cuando
poetisa
la
anónima
escribía,
dándonos razón de su
patria:
El uno está Truxillo enriqueciendo;
A Lima La
el otro,
con vuestra musa ennobleciendo.
estáis
«Fr. Juan de Galves
del río Lima,
á
(
La
)
I
que baña
la
de Beocia», añade
las
Fr. Diego de Ojeda,
y
uno en su Historia de
otro en su Cristiada, bien osarán publicar
y
Cortés
y ambos á Sevilla
Cristiada, del
el
que
las
aguas
ciudad de su nombre, no envidiarán jamás Licdo. Bermúdez
y Alfaro en
el
P. Maestro Fr. Diego de Hojeda^ Regente de
prólogo
los estudios
de los Predicadores de Lima; que trata de la vida y muerte de Cristo nuestro Salvador. Dedicada al Excmo. Sr. D. J. de
Mendoza y Ltma, Marqués
de Montes-
claros y Virrey del Peni... Impreso en Sevilla en la imprenta de Diego Pérez, en la calle de Catalanes,
año de 161
1,
4.°
Las aprobaciones están fechadas en
Lima. Hay versos laudatorios de Lope de Vega, Mira de Amescua, Gregorio
Rico y
el
Licdo. D. Gabriel Gómez.
La primera reimpresión completa de contenida en
el
t. i
de
los
Poemas Épicos de
coleccionó D. Cayetano Rosell. Entre
do
la
muy
lujosa
este raro y precioso libro fué la
las
la Biblioteca
de Rivadeneyra, que
posteriores merece especial recuer-
de Barcelona, hecha por
la casa
editorial
de González
y C.^ en 1896, con un prólogo de D. Francisco Miquel y Badía. (Fol. máximo, con muchas cromolitografías y dibujos intercalados.) Un peruano, D. J. Ma-
más bien y tengo idea de
nuel de Berriozábal, publicó en 1841 en París una refundición, ó
compendio, del poema, con
que
el título
de
La Nueva
esta refundición volvió á imprimirse
Un den
en Barcelona.
joven dominico, de quien espera mucho
(a),
presentó años hace á
la
Cristiada,
la historia literaria
Facultad de Letras de
la
de su Or-
Universidad de Ma-
drid una tesis doctoral acerca del P. Ojeda, con datos biográficos que no visto (a)
cada
hemos
en ninguna otra parte. Estas esperanzas se han convertido ya en realidades, que irán siendo mayores día.
Alúdese aquí á Fr. Justo Cuervo, á quien debemos
la
primera edición
correcta de las Obras de Fr. Luis de Granada, y de quien esperamos el
respecto de la Cristiada.
mismo
fiel y trabajo
PERÚ
173
Hispálka de Luis de Belmente. Nada sabemos de este poema sobre Hernán Cortes, y si su autor merecía realmente ser nombra-
de
la
do en compañía de
tal
poeta como Ojeda, nunca nos consolaremos
de su pérdida. ha perdido también, pero bastante conservamos, de las excelentes obras de Luis de Belmonte Bermúdez, aunque en la me-
Mucho
moria de
se
los curiosos
apenas
le
sobreviva otra cosa que su comedia
de El Diablo Predicador, de tan atrevida y fantástica invención en parte seria, de tan intenso y picante donaire en la parte cómica,
remoto ejemplar á una de
cual sirvió de
comparable Don Alvaro, Pero
ya escribiendo de
los
sólo,
los
repertorio dramático de Belmonte
el
mucho más copioso y
es
de segundo orden.
Perdióse un libro suyo de doce novelas,
muy
celebrado por
donaire, invención y agudeza de su prosa, en que
monte por reanudar
el hilo
de
la
Berganza.
De
el
comenzaba Bel-
postrera de las Ejemplares de Cer-
vantes, haciendo la vida del perro Cípión escrito la de
la
escenas episódicas del in-
las
ya en colaboración,
más notables entre
la
como
sus obras poéticas,
manco sano había aún permanece mael
Colombina y otro de Granada (biblioteca de los duques de Gor), la principal de todas; es decir, La Hispálica, poema sobre la conquista de Sevilla, rico de valientes nuscrita en dos códices,
uno de
la
y por todo extremo superior á la Bética de Juan de la Cueva. Con ser tan varia la fecundidad literaria de Belmonte, aún fué mayor Ja variedad y extrañeza de los sucesos de su vida, desde que muy joven abandonó las orillas del patrio Betis, «gastando los
octavas,
años mejores de su vida en peregrinaciones navales». El Licdo. Ber-
múdez y
Alfaro, amigo, y,
andanzas en
el
al
parecer, deudo suyo, nos refiere sus
prólogo que puso
al frente
de
La
Hispdlica
(l);
«Pasó á Nueva España en sus primeros años, y como su inclinación
le
guiase á ver nuevas provincias, navegó á
las del
Pirú
el
año
donde, á ejemplo de los floridos ingenios de Lima,
siguiente
(2),
volvió
estudio afable de las musas, alcanzando gran parte de la
al
(1)
Impreso en
(2)
Estaba ya en Lima
logo de
la
el
Ensayo de Gallardo, el
t.
n,
año 1605, según
páginas 62-69. él
propio advierte en
el
comedia Algunas hazañas... de D. Garda Hurtado de Mendoza.
pró-
CAPITULO IX
174
doctrina que en sus obras descubre... Escribió Luis de Belmente un
poema
vario en la invención,
de aquellas provincias, con
porque
lo
y
berlo hecho; tanto se ha vencido con
á la sazón
y como semejantes armadas lo
el
la
de secretario,
apenas se acuerda de ha-
fuerza del trabajo. las
regiones del Austro,
tienen necesidad de cronistas, que así
encarga S. M. expresamente, buscó
de Quirós persona que
él
una armada á
salir
el
general Pedro Fernández
y asimismo quien usase que no siendo menester mucho para persuadir á hiciese este oficio,
nuestro autor, por su inclinación natural, aceptó se
en
él las
ambos
partes que requerían
no conocemos en España quien
letra
se podrá hallar quien le iguale,
excelente, siendo,
como
»Hizo su peregrino incultas
con
es',
le
en
y,
nombres á
fin,
bien estima en poco un don tan
el
extremo que en
después en
él se
conoce.
poniendo (como
últimos capítulos de un libro
demás obras, guardando en
las
la
armada
Nueva Guinea y las dos Javas, Mayor y Mela
extendido archipiélago de San Lá-
el
él
mismo
dice en una estancia)
y más copiosamente en suyo en prosa, que saldrá entre
mares, puertos y
los
porque en razón de
descubriendo en tres bajeles
viaje,
hallándo-
exceda, y no sin dificultad
y no domadas regiones, costeando
nor, engolfándose zaro,
oficios,
la plaza,
si
que llaman de Salomón, y parte de
islas
de sucesos
el sujeto,
sucesión de los virreyes suyos, que
la
otro lo tuviera por caudal principal,
» Ofrecióse
pedía
las
que
silencio la historia de su jornada,
escribió en versos heroicos, hasta darle la última lima, por lo
que
los
ríos;
poco
de sus mismas obras.
se agrada
mar once meses y veinte días, que en golfos jamás con hambre y sed, tanto de la tierra como del susten-
s>Gastó en la
descubiertos, to, claro es
que serían
Su almirante y lancha
los peligros
grandes y
los trabajos inmensos.
arribaron á las Malucas, á la sazón que aca-
baba de ganarlas D. Pedro de Acuña, gobernador de capitana en que venía Luis de Belmonte, destrozada la fuerza
últimos
de los vientos, que pareció milagro, cobró á
la
guas por
costa de la
la
banda
puerto; pasó á
}'
y
Al
México segunda las
fin,
vez,
la
perdida con
los seis
meses
Nueva España, prolongándola ochocientas
del Sur.
manjar sagrado de
Filipinas;
le-
por varios casos, llegó á seguro
donde, no pudiendo olvidar
el
Musas, escribió, entre muchas comedias,
PERÚ
que algunas hay impresas,
175
Vida del patriarca Ignacio de Layó-
la
en versos castellanos, que de su género dudo que alguno se
la,
España
aventaje. Haráse en
cederán
la
segunda impresión
(l),
y
le
le
con-
lugar que ha tenido en todas las provincias de Indias...
el
»Llegó á Madrid Luis de Belmente queriendo con su General volver á
conquista de
la
regiones que dejaron descubiertas; p-ero
las
causas legítimas, bien contra su inclinación
no proseguir
Nunca he
(i)
empresa,
la
visto esta
si
bien ha gastado
segunda edición,
gusto, le forzaron á
y
tiempo aprovechada-
el
que ningún bibliógrafo
ni hallo
mencione. Es probable que no pasase de proyecto. Sobre
la
la
de México,
tomo de la presente Historia, pág. 65. De los ingenios que en Lima conoció Belmente, hace curiosa enumeración su panegirista Bermúdez, con noticias que probablemente le había comunicado el mismo poeta. que
es rarísima, véase el
i
«El licenciado Pedro de Oña, hijo de
Arauco domado fiesa hoy,
eon
la luz
meros años, con pinceles Ignacio),
al
el
sí
los
mejores de
Italia, si
(si
pone
los últimos
del Padre Javier, apóstol de la India, y discípulo del Beato
menor de
los
que blasonan en nuestro tiempo.
de Galves y Fr. Diego de Ojeda, uno en su Historia de
»Fr. Juan
ya con-
mismo, que fué trabajo de sus pri-
sola la bizarría del natural gallardo: será
Poema
no
robusta Chile, bien muestra en su
que pudieran envidiar
ventaja que se hace á
la
la
Cortés,
y
otro en su Cristiados...
»ElDr.Figueroa, aunque hijo de España, tiene hoy con justa razón por patria aquella nobilísima ciudad, que le honra los
que pueden entrar á
la
los
conceptos de
á natural suyo;es también uno de
parte en el laurel de Apolo, en igualdad de pocos.
»E1 Dr. Rivadeueira Villarroel y
dor de
como
Italia,
el
Secretario Obregón, claro manifesta-
no menos tienen
el
lugar que sus elegantes
versos merecen.»
El Dr. Figueroa, del cual se habla aquí, y á quien menciona también
la
poetisa anónima: Testigo
Que
el
me
serás,
sagrado Lima,
doctor Figueroa es laureado
Por su grandiosa y elevada rima. Tú, de ovas y espadañas coronado. Sobre la urna transparente oíste Su grave canto, y fué de tí aprobado...
no es
el
poeta complutense Francisco de Figueroa, ni
tóbal Suárez,
el
valisoletano Dr. Cris-
que nunca estuvieron en América, sino un Dr. Figueroa, profe-
sor de Medicina en
la
minares de algunos
libros.
Aprovecharé
universidad peruana, de quien hay versos en los preli-
esta nota para subsanar la omisión del curioso pasaje del li-
CAPÍTULO IX
176
mente
que sigue, no dejando por ver
es los estudios
ciudades de España, sólo á
de comunicar
fin
mejores
los ingenios dellas.»
mismo aventurero poeta alude bizarramente
El
las
á sus descubri-
mientos y peregrinaciones navales en una digresión de
La His-
pálica: Yo, apenas conocido en nuestro Polo,
¿Cómo podré sonar en
la
Región del Austro, de
fiereza
Si bien la visité
Penetra
el
La fama de
como
sujeta
armado,
soldado?
mundo,
sin
moverse
dueño.
el
pluma y de la espada, Y en tanto que reposa en blando sueño, Llega su nombre á la región helada. la
Pues yo que, alegre,
Por
No
la
persona empeño
la
región del sol más abrasada.
quisiera
más fama que en aquellas
Provincias que medí con propias huellas.
Más ondas nuevas penetré que vieron Colón, Cortés, Pizarro y Magallanes,
Pues tocando
las
que
ellos descubrieron.
Pasé con los cruzados tafetanes,
ün
capitán seguí de quien temieron,
cenciado Bermúdez, relativo á los poetas mexicanos contemporáneos de
Belmente.
«De
Indias salió (Luis de Belmonte) aficionado con razón á los divinos in-
genios de México, que no es su lugar
Apolo.
Y puedo
el
que menos luce en
decir por algunos escritos
que he
los concilios
visto suyos
y dignos de
de la
opinión que alcanzan, que comienzan por donde acaban muchos.
sEs aventajado en tan loable ejercicio
el licenciado
Arias de Villalobos, y
no menos excelente en la historia por su justa erudición, de que dará monio la que felicísimamente prosigue de la Casa de Austria. sBernardo de Balbuena tiene no inferior asiento en »E] Dr. Martínez y Dr.
to principal
Cano no menos
que profesan; que
tal
se precian
Museo.
de poetas, que del asun-
vacando á sus
vez,
el
testi-
ejercicios,
muestran
el
esplendor de sus ingenios.
jMucho
como
siento
es otro
no ser
mi
que he de ofenderá muchos que intento,
este el lugar
el
en
INIéxico:
pero
habré de dejar quejosos tantos como florecen, por
de sus alabanzas,
trando en su número
les igualan
Dr. Airólo,
si
el
acaso han menester de mi pluma, en-
Dr. Sarmiento, Arrarte, Cristóbal
Nú-
Medina y Barrientos, Cristóbal Porcel y Luis de Zarate, hijos de aquella ilustrísima ciudad; que por ser esta breve alabanza dellos, dejo los que de ñez,
PERÚ
177
Midiendo estrellas y afijando imanes, Las no domadas ondas de Anfitrite,
Que ya no
tiene el orbe quien le imite.
El pecho puse á
Llegando
Y
al sol los
tocando en
la
mayor jornada,
pensamientos míos,
la tierra,
en vano armada,
Nombre dimos al mar, nombre á los ríos, Como de Arauco en la jamás domada Región, notaba los soberbios bríos
No
Ercilla,
de
Si bien
yo anduve más y escribí menos.
los bárbaros chilenos:
toca á nuestro propósito la controversia en estos últimos años
suscitada acerca del autor probable de to
tal
opinión
el
marina D. Francisco Javier de Salas
de esta relación pasó á
cía el
Relación del descubrirnien-
de las reglones australes, que su editor atribuyó á Luis de Bel-
mente, contrariando
te
la
(l).
Hurtado de Mendoza, marqués de
libro,
en
la
D. García, asistido
parte que se refiere á sirvió
Lo
la letra al libro
Dr. Cristóbal Suárez de Figueroa,
de base á
la
la
cierto es
de los Hechos de D. Gar-
Cañete,
así
que gran par-
como
que compuso en la
1
61
galana prosa de este
sumisión del valle de Arauco por
desatinadísima comedia que Belmonte,
de otros ocho ingenios, entre
nes
como Alarcón,
lez,
dieron á los teatros en IÓ22 con
las
malogrado cronista de nuestra
los cuales los
Guillen de Castro, Mira de el título
había tan insig-
Amescua y
Luis
Vé-
de Algunas hazañas de
muchas de D. García Hurtado de Mendoza, Marqués de Cañete {2).
España han pasado á México
el
sagrado monte Febo; de quien, y de los cla-
rísimos ingenios de Sevilla, no es justo que trate en discurso tan breve, sería (i)
más ofenderlos que
que
alabarlos.»
Vid. Historia del descubrimienio de las regiones australes^ hecho por el
general Pedro Fernández de Quirds, piiblicada por D. Justo Zaragoza. Ma-
y Boletín de la Academia de la Historia^ t. i, (1878). Madrid, por Diego Flamenco, año 1622. Reimpresa al fin de
drid, 1876, 3 vol.; (2)
En
las
de Rivadeneyra. Los poetas colaboradores, amén de los citados, fueron el Conde del Basto (nieto de Antonio de Leiva), D. Fernando de Ludeña, D. Jacinto de Herrera y D. Diego de VilleComedias de Alarcón en
la Biblioteca
Puede conjeturarse, con el Sr. Fernández-Guerra (D. Juan Ridz de Alarcón, pág. 359), que todos estos ingenios andaban por aquella fecha rostrituertos con Lope de Vega, puesto que se atreven á decir de sí mismos por gas.
CAPÍTULO IX
178
No sabemos que ninguna de las obras de Belmonte saliese de las prensas de Lima. No así las de D. Diego de Avalos y Figueroa y D. Rodrigo de Carvajal y Robles, que por este tiempo se contaban entre los
más
Es curiosísimo y entre-
lucidos ingenios de la colonia.
tenido libro, cuanto apreciable por su rareza bibliográfica,
Miscelánea Austral que en 1603 estampaba
el
el
de
la
patriarca de la im-
prenta peruana, Antonio Ricardo. Dividióle su autor, D. Diego de
Avalos, en cuarenta y cuatro coloquios, de que son interlocutores Delio y Cilena, y en los cuales, sin orden alguno, se trata de materias más diversas: del el
amante, de los
de
llos,
la
celos,
verdad, de
de
la
amor y de la
las
música, de
vergüenza, de
las
cualidades que debe tener las calidades
la
de
perfección de
caba-
los las
damas,
del origen de las sortijas ó anillos, de la conversación, de las imáge-
y templos de Venus, de
nes
de
la
lengua toscana para
la
los
sueños y del sueño, de
las ventajas
música, del uso de las estampas
y
da-
y
del
ños de
la
ociosidad, del ave Fénix, del pelícano, del cisne
águila,
de
los minerales,
piedades de
la
animales
y
vegetales del Perú, de las pro-
piedra bezoar, de los edificios antiguos del Perú, del
origen de los Incas
y de
sus leyes
y
ritos,
indios usaban, de la antigua riqueza de
gio de
la
de
los sacrificios
España en oro y
que
plata, elo-
ciudad de Écija, de donde era oriundo Avalos,
etc. Es,
Me-
pues, una Silva de varia lección, harto semejante á la de Pero xía en lo inconexo ella
y abigarrado de
muchos y no despreciables
tarse
las
materias. Intercálanse en
versos, entre los cuales
un fragmento de traducción en verso de
las
merecen
Defensa de
Damas
ci-
Lágrimas de San
Pedro de Tansillo, y un largo poema en octava rima y en tos, que viene á ser como la segunda parte del libro, y título
los
seis
can-
lleva
por
donde se alegan jnemorables historias
donde florecen algunas sentencias, refutando
lo
,
y
que algunos philóso-
phos decretaron contra las mujeres,}' pr ovando ser falso, con casos verdaderos, en diversos tiempos siiccedidos
que en España tienen mejor lugar, á despeComo en despique de esta comedia compuso Lope tres
boca de Belmonte que «son
cho de
la
envidia
años después
la
».
(i).
los
suya de Arauco domado, cuyo fondo histórico está sacado del
poema de Pedro de Oña. (i)
Primera parte de
la Miscelánea Austral de
D. Diego d' Avalos y Ftgue-
PERÚ
En
179
nuestra Biblioteca Nacional se conserva un ejemplar del rarí-
simo poema
La
conquista de Antcqiiera, por
el
capitán D, Rodrigo
de Carvajal y Robles, impreso en Lima en 1627: obra dignísima de reproducirse, tanto por la curiosidad histórica de las noticias que contiene,
como por
otros que han sido
su indudable mérito poético,
muy
superior
al
de
celebrados.
poema inédito del mismo autor, sobre La batalla de Toro, no queda más recuerdo que la cita de N. Antonio. Aparte de estas obras de asunto no americano, sólo podemos juzgar á D. Rodrigo de Carvajal por un poema de circunstancias, donde no es de
De
otro
celebrar otra cosa que la habitual lozanía de la versificación, en que
no desmiente Carvajal y Robles
el
carácter distintivo de aquel flo-
ridísimo grupo de poetas antequeranos, que roa, en varios coloquios...
señor
Don Luys
General de
los
Con
la de/e?isa de
él
Damas. Dirigida al Excelhntissimo
Orden de Santiago, Visorey y Capitán Chile y Tierra Firme. Con licencia de su exce-
de Velasco, Cavallero de la
Reynos del Pirú
,
Impreso en Lita por Antonio Ricardo. Año 1Ó02
lencia.
fué á representar en
4.*^ ,
El autor firma
la
dedicatoria en la ciudad de la Paz, en 6 de Septiembre de 1601.
Lleva gran número de versos laudatorios del general D. Fernando de Cór-
doba y Figueroa, D. Diego de Carvajal, D. Lorenzo Fernández de Heredia, Dr. D. Francisco de Sossa, Dr. Hormero, Dr. Francisco de Figueroa, Licenciado Bartolomé de Acuña, Ldo. Pedro de Oña, Ldo. Francisco Bonilla, Ldo. Cristóbal García de Rivadeneyra, Ldo. Antonio Silva,
Juan de Salcedo Villandrando, Leonardo Ramírez,
y Francisco Moreno de Almaraz. Al principio de
la
Un
Núñez de Maldonado de religioso
grave
Defensa de Damas, nuevas
composiciones laudatorias de Pedro de Oña, Ldo. Bartolomé de Acuña Olivera, D. Sancho de Marañón, Ldo. D. Francisco Fernández de Córdoba, capitán Gabriel d'Oria y Rui
López de Frías Coello.
Esta Miscelánea Austral impresa no ha de confundirse con nea Antartica inédita (pues lo traducido es sólo
al
francés por
la otra
Miscelá-
Ternaux Compans
una parte) de Miguel Cabello de Balboa, natural de Archidona, autor
también de otras obras mencionadas por
La
Y
la
poetisa anónima:
Volcánea horrífica terrible,
Militar Elogio, y la famosa Miscelánea que al Inga es apacible: el
La entrada de los Moxos milagrosa, La comedia de El Cuzco y Vasquirana, Tanto verso elegante y tanta prosa Nombre te dan y gloria soberana, Miguel Cabello, y ésta redundando Por Hesperia, Archidona queda ufana.
1
CAPÍTULO IX
8o
Nuevo Mundo: los Tejadas, Espinosas, Martines y Cristobalinas. Lope de Vega cantó de él en la silva 2.^ del Laurel de Apolo:
el
Aquí con
De
alta
pluma don Rodrigo
Carvajal y Robles, describiendo
La famosa conquista de Antequera, Halló
la
fama, y la llevó consigo;
Tantas regiones penetrando y viendo,
Que
Y
del Betis le trajo á la ribera,
haciendo por su hijo
Festivo regocijo,
Las bellas ninfas
Y como
el laurel partieron,
ya sus dulces musas vieron
Restituidas á su patria amada,
Tomó
Es autor tas
de
la
pluma Amor, Marte
la
espada.
Carvajal de la descripción en quince silvas de las Fies-
que celebró Lima
libro
la
mayor
al
nacimiento del príncipe D. Baltasar Carlos;
rareza, impreso en aquella ciudad el año 1632,
poeta se hallaba de Corregidor y Justicia Mayor de la provincia de Colesuyo por Su Majestad. Ocurrió durante las fiestas
cuando
el
un terremoto, y el trozo en que se describe es de los más valientes del poema. Elogiáronle en términos cultos y ampulosos, conforme al gusto crespo y enmarañado que comenzaba á prevalecer en nuestras letras de aquende
y
allende, el IMaestro Fr.
doza, agustino, catedrático de Escritura en
y
el
Universidad de Lima,
Chantre de Arequipa Fr. D. Fulgencio Maldonado. «Grandes
fueron
las fiestas (dice el
como en
la relación
primero),
al calor
mas nunca
tan del todo grandes,
de D. Rodrigo de Carvajal y Robles; que son
por extremo dichosos en crecer
su
la
Lucas de Men-
los asuntos
de sus manos. Antequera, su
poema con más verdad que
patria,
á sus muros.
que este caballero debe
Y
por humanas pasaron presto, tendrán de divinas
la
inmortalidad á
estas fiestas la
cría
que ya
duración, perpe-
en quien he hallado mucho que admirar y nada que corregir.» «Embosqúese en estas silvas (pondera el Chan-
tuándose en este
libro,
tre arequipeño) el
que quisiere
sentir
como Lope, y
hallaráse
una
vez y otra y mil veces cogido de suspensión, causada, ya de lo dulce de sus descripciones, ya de la hermosura y pompa de las voces;
PERÚ
y
los
l8l
que entraren más adentro, hallarán más rigurosas observacio-
nes del arte.»
Un
poeta anónimo que escribe un soneto en alabanza
del autor, se atreve á decir, jugando con su apellido, que, con la
publicación de
tal
poema,
Ya vuelve
el siglo
de oro; ya
Sudando miel como en
los robles
edad primera,
la
El reino de Saturno pronostican.
Tan desaforadas hipérboles no deben prevenirnos desfavorablemente contra el libro de las Fiestas, que es de los mejores ó más tolerables de su género (l).
No
he visto
la
Relación en verso que
el
franciscano Fr. Juan de Ayllon publicó en 1630 de las que se cele-
braron en Lima con motivo del octavario de los XXÍII mártires del Japón; pero
Palma afirma que en
el Sr.
\'agantes retruécanos
y
Df Margai'ita
na
estilo: la
el
mismo Padre
fáciles
campean
los
más
antítesis (2).
el
)
rei-
Marqués de Montes-
versos que deben de ser de
la
vena
agustino Fr. Martin de León, á quien pertenecen
Sermón de honras y la Relación en prosa (3). Pero la dominación del buen gusto fué tan efímera en
(i
extra-
Relación de las exequias de la
de Austria, siendo virrey
Claros (161 3), contiene del
más enigmáticas
las
Otras hubo de mejor
ella
el
Perú
Fiestas que celebró la ciudad de los Reyes del Pirú, al nacimiento del Sere-
jiissimo Principe
D. Baltasar Carlos de Austria
Fausto Fernández de Cabrera y Bobadilla
Excmo.
Sr. Conde de Chinchón
,
tttiestro
señor.
A
D. Francisco
niño de dos años y primogénito del Virrey del Peni. Por el capitán D. Rodrigo de ,
Carvajal y Robles, Corregidor y Justicia mayor de la provincia de Colesuyo, por
Su Majestad. Impreso ras, año (2j
Discurso leído en
pondiente de (3)
en
Lima
(á costa de la ciudad) por Gerónimo de Cotifre-
de 1632, 4.°
la
la
Española,
el
inauguración de
la
Academia Peruana, corres-
30 de Agosto de 1S87.
Relación de las exequias que el Excmo. Sr. D. Jjtan de Alendoza y Lima,
Afarqués de Montes-Claros, Virrey del tra señora Doña Margarita
Por
el
Piri'i,
hizo en la vmertc de la
Reina nues-
Presentado Fr. Martin de Lima, de la
Orden de San Agustín. En Lima, por Pedro de Merchán y Calderón, año 1613, en 4.°, con una grande estampa que contiene el diseño del túmulo real, dibujado en Lima por
J.
Martínez de
Anona, y grabado por
laudatorios de Bernardo Moutoya, Pedro de
Oña,
el
el P.
León. Versos
almirante D. P. Orozco,
1
CAPÍTULO IX
82
como en México. Puede raria
que en
decirse que el último rayo de pura luz lite-
atravesó las tinieblas que comenzaban á
el siglo xvii
espesarse sobre las escuelas de Lima, fué
el
virreinato del Príncipe
de Esquilache D. Francisco de Borja, verdadero príncipe á
la italia-
na y verdadero poeta, aunque distase bastante de ser príncipe de la poesía, como le llamó la adulación de sus contemporáneos. Pero
de esto
al
en que desde fines del siglo
injustificado olvido
yacen sus obras, hay mucha
Es de
distancia.
xviii
poetas de segun-
los
do orden que vienen inmediatamente después de los grandes; y entre los líricos del siglo xvii, pocos son los que merecen más que él una rehabilitación cumplida, que algún día ha de tuvo fiaerzas ni nervio para la poesía.
el
Mendoza,
No
cultivo de los géneros superiores de
Su Ndpoles recuperada
Fr. Lucas de
serle otorgada.
una insípida y amanerada imi-
es
Dr. Cristóbal de Rivadeneyra, Fr. Blas de Acosta,
el
Fr. Diego Fernández de Córdoba, Fr.
J.
de Zarate.
Sin pretender apurar esta fastidiosa literatura de fiestas
,
pompas fúnebres
y certámenes, mencionaremos la Relación de lasfiestas á la bimaculada Concepción de la Virgen, de Antonio Rodríguez de León (1618); la Relación de las D. Felipe IV, de Fr. Fernando Valverde
fiestas al nuevo reynado de las Fiestas de
mé
Lima
en la canonización de
Vadillo (1632); la
Pompa fúnebre
de Gonzalo Astete de Ulloa (1645); de
Doña Angela
de
Guzmán
San Pedro Nolasco, de
en la muerte de
la
(1654); la
Doña
Pompa funeral y Pompa fúnebre en
(1622);
Fr. Bartolo-
Isabel de Barbón,
exequias á la muerte la
muerte del Conde
de Salvatierra, de Gabriel Barreda Ceballos (1663); la Celebridad y fiestas con que Lima celebró la beatificación de Santa Rosa, de D. Diego de León Pinelo (1670);
la
Triunfal encomiástica aclamación del Conde del Castellar, de
Andrés de Paredes y Solier de San Luis Beltrdn (1674);
(1674); el Acto glorioso: fiestas en la canonización el
Parnaso
del
Real Colegio de San Marcos, pos-
trado d los pies del Conde de la Monclova (1694); las Exequias de la rei7ia
Mariana
Doña
de Austria (1697); el Certaitien panegyrico historial poético por la reedi-
ficación de la ciudad de los Reyes (1673).
Esta reedificación es
la
que
siguió al espantable terremoto de 20
bre de 1687, de que hay relación en verso, tica de la fatal
muy
rara y curiosa: Relación poé-
ruina de la gran ciudad de los Reyes
d 20 de Octubre misma ciudad en
de Octu-
,
Lima, con
los espantosos
Va al fin un romance al
temblores de tierra sucedidos
de lóSS.
nunca
la noche del lunes
l° de Diciembre
del mismo año, ocasionado del rtimor falso de la salida del mar,
por un ingenio
visto alboroto de la
desta corte.
Con
licencia en Liina,
año de 1Ó87.
PERÚ
183
tación del Tasso, sin jugo, sin interés, sin grandeza
so alguno que se grabe en
y hasta
sin ver-
memoria, porque todos son iguales en
la
y monótona corrección. Pero en las epístolas morales y en sonetos, como discípulo al fin de Bartolomé Leonardo de Argen-
su fría los
conservó una tradición de gusto maduro y severo, opuesta á
sola,
romances cortesanos y amorosos, en las letrillas y en todo género de versos cortos, que eran el legítimo campo de su numen, rivalizó á veces con Lope de Vega en
los extravíos reinantes;
gracia
y
frescura. Haría
y en
los
buen
servicio quien del
forman sus obras poéticas en case en un
enorme tomo que
dos ediciones de Amberes, entresa-
las
pequeño volumen todo
lo
que merece
condenando
vivir,
olvido lo restante.
al
De
161 5 á 1622 tuvo Esquiladle
mando supremo de
los
puerto del Callao, erigido
llas costas, fortificado el
los reinos
y provecho de la nación. Bajo su gobierpiratas y filibusteros que infestaban aque-
del Perú, con honra suya
no fueron rechazados
el
el
Tribunal del
Consulado; recibieron sabias ordenanzas los establecimientos mineros de Potosí y Huancavélica; se fundó
San Bernardo para
y
educación de los hijos de los conquistadores,
la
colegio de San Francisco de Asís, para los hijos de indios no-
el
bles; se hizo la conquista
ñón, ésta
Real Convictorio de
el
de
la
comarca de
los
Maynas en
Mara-
y se fundó la ciudad de San Francisco de Borja, sintiéndose en como en todas las demás providencias del Virrey el prepoten-
te influjo
que en su ánimo ejercían
los jesuítas.
Es maravilla que en
ninguna de sus obras, con ser tantas, haga Esquilache sión (que ellas
yo recuerde)
al
Perú, ni á América, de
tal
la
menor
alu-
modo que por
nadie inferiría que hubiera pisado siquiera las tierras antarticas.
El picante
buye da
el
la
los
y donosísimo
cronista de la vida colonial de Lima, le atri-
fundación de una academia literaria en su palacio
nombres de
tramos rastro de
los
tal
que á
ella
concurrían
;
pero
,
y hasta
como no encon-
academia en ninguna parte, nos inclinamos á
pensar que ésta es una de tantas ingeniosas travesuras del autor de las
Tradiciones peruanas, que ni pretenden ser libro de historia
pierden nada por no serlo (i)
tomó
Tengo que
(l).
Academia en
rectificar esta especie
sus noticias del Diccionario de
y volver
el
palacio \irreinal
el crédito al Sr.
Mendiburu (tomo
Mbnéndez y PEhAíO.— Poesía his^ano-americana.— 11.
11,
,
ni
no
Palma, que
pág. 59). la
CAPÍTULO IX
184
hallamos hasta
hubiese virreyes Esquilache,
tiempo del Marqués de Castell-dos-Rius; aunque
el
muy
y estudiosos como
cultos
,
Conde de Santisteban
el
del Puerto, D.
vides y de la Cueva {1661-1666), autor de un
que
por
lleva
Hora: Succisivcc
título
lo fué,
además de
Diego de Bena-
tomo de versos
latinos
(I).
ridad de la
período de mayor paz, abundancia y prospecolonia, coincidiese con la época más fatal de nuestra
decadencia
literaria.
Fué
de
la
lástima que
América
floreciente
donde
la
y
el
Lima, que era
del Sur; Lima,
que se honraba con Universidad tan
como
tan bien dotada
do á catalogar precio en
las
más
los
de San Marcos
la
imprenta tomó tantas alas en
san de cuatrocientas
principal centro de cultura
el
(2);
puesto que pa-
el siglo xvii,
publicaciones de aquel siglo que han llegadiligentes bibliógrafos, raras todas
y de
ta época;
y
no era posible que Esquilache pasara
las letras
sin rodearse
de
los ingenios
así se
más
distinguidos
la ilustrada
ofrecía
sin fomentarlas y
Lima en tan remo-
capacidad que enaltecía su mérito. El
coronel D. Pedro de Yarpe y Montenegro, bolledo, D. Luis de la Puente, jurista de Illescas,
que
fiestas;
reunían seraanalmente, en Palacio, diferentes personajes á
cuyos estudios se agregaba
domcro
alto
mercado, aunque muchas sean breves opúsculos, ser-
el
mones, alegaciones en derecho, vidas de santos, exequias y
amante de
Lima,
de
la
el
oidor D. Baltasar de Laso y Re-
mucho nombre,
orden de San Francisco,
y otros que no nombramos por
falta
de
el
el religioso Fr.
Bal-
poeta D. Baltasar Moreyra,
noticias, tenían
con
el
Virrey discu-
siones sobre materias científicas; cultivando su saber literario con los ensan-
ches que en sus debates académicos avivaban ciones»
la
más noble de
las aspira-
.
Todo esto tiene trazas de ser verdad, pero mientras no pueda citarse más documento que el dicho de un escritor del siglo xix, por docto y bien informado que sea, hay que dejar en duda la existencia de la academia ó tertulia literaria (i)
de Esquilache.
Horce. Succisivm
D. Didaci BeJiavidii Comitis S. Stephani, studiosa cura
D. D. Francisci Mard/ionis Navarum congestee.
garay (2)
Nma
editio
a mendis expurgata
bibliopolce pampiloneiisis,
Sobre
el
especialmente
el
et
16Ó4,
D. Emmanuelis Benavidii filiorum Lugdimi, sumptibus Joantiis de Ar~
12.°
estado de la Universidad en
el siglo
xvn, debe consultarse
libro de D. Diego de León Pinelo: Hyponviema Apologeticwii
pro Regali Academia
Lwiensi.....
Ad Limensem Regium Senatum
Officina Juliani de los Santos et Saldaña.
Anno Domini 1648.
Lima, ex
PERÚ
185
Lima, que en 1602 tenía ya teatro público, el que después se llamó de la Comedia Vieja; Lima, la primera ciudad del Nuevo Mundo
donde
presente, cuando pocas ciudades de seerla (l); Lima,
y tan
juicioso
como León Pinelo,
muy
á
la
jactarse de po-
Europa podían
que podía envanecerse con un polígrafo tan docto
á los ilustradores del ventajas,
muy próxima
en forma
se conoció la prensa periódica
y mismo
útilho
Derecho de
á los bibliógrafos
de tantas
Indias, ofrece, á pesar
exiguo contingente á
la
literatura poética del si-
glo XVII, prescindiendo de los ingenios que
prestó
le
y que por su educación más bien corresponden
como
la
metrópoli,
al siglo xvi,
aunque
Algunos
infelices
escribiesen en los primeros años del siguiente.
ensayos épicos, ya de tema histórico,
y
Aranas Antárticas ó
las
Zuazola, que ni
si-
quiera llegaron á imprimirse, á pesar de haberse encomendado
el
conquista del Perú, de D. Juan de Miramontes
autor
al
y
Marqués de Montesclaros (1607-
patrocinio del Virrey,
ya de materia piadosa, como El Angélico, compuesto en
1616);
banza de Santo Tomás por
el
ala-
dominico Fr. Adriano de Alecio;
El Santuario de Nuestra Señora de Copacavana^
del maestro fray
Fernando de Valverde, agustino, á quien acredita de elegante prosista su
tiva,
ción
Vida de Jesu Christo; ya de índole encomiástica y descrip
como
el
Poema
heroyco hispano-latino^ panegírico de la funda-
y grandezas de la muy Noble y Leal ciudad
Rodrigo de Valdés,
el
-
de Lima, del jesuíta
cual tiene la gracia de poderse leer á un tiempo
y en castellano, lo cual quiere decir que no está escrito en ninguno de ambos idiomas, sino en una jerigonza bárbara. Si á esto se agrega alguna rarísima poesía lírica que se imprimió suelta, como
en
latín
Es sabido que
Cartas que en períodos bastante
y regulares, á modo de Gaceta, publicaba en Madrid Andrés de Almansa y Mendoza, des(i)
de
162
1
las
fijos
á 1626, sobre novedades de esta corte
se reimprimían en
Lima en
llegando,
y avisos recibidos de otras partes, aunque de estas reimpresiones quedan xvii.)
A
fines del
Relación de todo
lo
sucedido
pocas. (Vid. Colección de Libros Españoles raros y curiosos^ siglo había ya Gacetas especiales
de Lima,
v. gr.
:
en Europa hasta el lunes 21 de Septiembre de lóji.
t.
— Novedades en continuación
— Diario de las noticias de Lima, en que que sobrevino del el año de 1687. —
de la relación desde 2S de Agosto de 1Ó7Q. se hace saber de
una tragedia lastimosa
cielo
Noticias del Sur, continuadas desde 6 de Noviembre de lóSsdel Sur
168S.
— Ultimas
noticias
^
:
CAPÍTULO IX
l86
sentida elegía de
la correcta
y bien
de su
hija,
tendremos reunida
dante
ni
muy
Armas
(i)
conocida
(l).
casi
Pero
un
cierto Sanabria á la
toda
la
el libro
Antárticas, hechos de los
muerte
muy
cosecha, ni
abun-
que más fielmente indica
famases Capitajies españoles qtie se halla-
ron en la Conquista del Perú: su autor D. Juan de Aliramontes y Zuazola, dedicadas al Excfno. Sr, D. Juan de Mendoza y Luna, Marqziés de Montesclaros Virrey del Peni. Ms. citado por D. Bartolomé José Gallardo,
en
la
biblioteca del infante D. Luis.
como
existente
Es un poema de veinte cantos, en octano parece de los peores de su clase, y es,
y por lo que conocemos de él por de contado, superior á la Lima Fundada de Peralta.
vas,
Empieza
el
poema de Miramontes Las armas y proezas
De
militares
españoles católicos valientes,
Que por ignotos y soberbios mares Fueron á dominar remotas gentes. Poniendo al Verbo Eterno en los altares Que otro tiempo con voces insolentes
De
oráculos gentílicos, espanto
Eran del
indio, ahora
mudas, canto.
Termina: Huye, argentando el mar de espuma cana; Lleva dolor y déjanos con pena; Pues si estuviera surto otra mañana
No
levantara
el ferro
de la arena.
Porque al puerto llegó Pedro de Arana Al risueño apuntar de alba serena,
Y
al
punto por su rastro se derrota. deja en el mar rastro de flota.
Mas no
— El Angélico. Alecio, del
diente
á
Año
1Ó41,
,
de i64£, 4.°
Señora de Lopacavana.,
Rdo. P. Maestro Fr. Fernando de Valverde
el
afecto de obe-
Padre Maestro Fray Tomás Turco General del Impreso en Murcia por Esteban LiPadre Santo Domingo
nuestro Reverendísimo
— El Santuario de Nuestra por
Fray Adriano de
Orden de Predicado?-es, natural de Lima, Ofrécelo con
Ordett de nuestro beras.
Escríbelo con estilo de poeta lírico el Paare
y ocho silvas Lima, por Luis de Lira,
eft
diez
,
4.°
comedia de Calderón La Aurora en Copacavana, puede estar tomado de este poema del P. Valverde ó de la Historia del célebre sanEl argumento de
la
tuario de Nuestra Señora de Copacavana y sus milagros, é iftvencidtt de la
de Carabuco, escrita en prosa por otro agustino, Fr. Alonso
(Lima,
1
62
i).
Pero
Parte segunda de
la
la
fuente
más probable
es el libro
i
de
Cmz
Ramos Gavilán la
hoy rarísima
Crónica Moralizada del Orden de San Agustín en
el
Perúy
del P. Calancha (Lima, 1653).
—Poema
heroyco hispano-laiino de la ficndación
y grandezas de
la
muy Noble y
PERÚ
de
el principio
tremos de
y
Fúnebre
la
depravación. del gusto, sin llegar todavía á los ex-
que hallaremos en
delirio
año.
Solemnidad
el siglo xvni, es la
Exequias de Felipe IV, celebradas en 1666 por
la
Real
impresas
el
mis-
Audiencia de Lima, en su
mo
187
Fué
Iglesia Metropolitana, é
colector de este libro
autor de la relación de las
y
honras D. Diego de León Pinelo, no
muy
inferior á su
hermano en
varia literatura; pero en la relación
misma
dotes de erudición
y
abundan
de mal gusto, y son, por de contado, mucho
los rasgos
mayores en
sermón
digesto
del Dr.
rundio de Campazas,
del túmulo, en el in-
y hieroglyphicos
las inscripciones
Juan Santoyo de Palma, digno de Fr. Ge-
y en
y
poesías latinas
las
se adornó el pórtico de la iglesia.
Hay
castellanas con
acrósticos
y centones,
que dísti-
cos retrógrados, emblemas, sonetos que son á un tiempo latinos y castellanos, laberintos
cuyas
maneras, diciendo siempre
letras se
lo
pueden
leer
de innumerables
mismo; en suma, todos
los
primo-
Caramuel y en Rengifo. La mayor parte de los (que no son los peores, sin duda porque la imitación
res registrados en
poetas latinos directa
y aun
servil
de buenos modelos
los contiene)
son anónimos:
nombres de D. Juan Ramón, Tomás Santiago Con-
sólo constan los
M. R. P. M. Rodrigo de Valde's, de la Prima jubilado, y Prefecto Rege7ite de Es-
Leal ciudad de Lima. Obra póshima del
Compañía de tudióos
Jesils,
en el Colegio
Garabito de León
Cathedrático de
Máximo
de
San Pablo. Sácale d
y Messia, Cura Rector de
En Madrid,
Revista de Lima,
t.
iii,
etc.
en la imprenta de Antonio
1860, publicó
D. Francisco
la Iglesia Metropolitatta de
Visitador y E.xaminador general en su Arzobispado,
del autor
luz el Doctor
Lima,
Sobrino y primo hermano
Román, año jóSj. (En
un estudio sobre este poema D.
J.
la
A. de
Lavalle.)
— Lágrimas numerosas en la muerte de Doña María de Sanabria y Salas,
llo-
radas por su padre y diiigidas á su esposo. Impreso en Lima por Bernardino de Guzmán, año 1633. Se encuentra en la Biblioteca Nacional, en el t. xxviu de la
gran colección de poesías varias,
el título
la
mayor parte manuscritas, conocida con
de Parnaso. «Es escritor castizo y elegante este Sanabria, aunque no
de mucho brío» (dice Gallardo):
Ya que tu muerte, oh cara prenda mía, Mis ojos embaraza con el llanto Y los hurta su oficio noche y día. Permite que en alivio del quebranto Que le ocasiona, suspirarle pueda Quien en ti de su vida perdió tanto.
CAPÍTULO IX
1 88
cha y Pedro Santiago Concha: lectivas del colegio
colegio de
de San Pablo de
San Ildefonso de
la
como
las restantes figuran la
Compañía de
obras coJesús, del
orden de San Agustín, y de
los estu-
diantes religiosos del convento grande de Predicadores. Los poetas castellanos son D. Luis de Figueroa Bustamante,
de León Pinelo,
el
el
mismo D. Diego
Licdo. Pedro Espinosa de los Monteros,
pres-
el
bítero D. Juan de Villegas, el mercenario Fr. Luis Galindo de
San
Ramón, D. Pedro de León Girón, D. Jerónimo Vázquez de Herrera, corregidor del Cercado;
el
agustino Fr, José de la Cruz,
do D. Francisco Cano Moral y el
Peralta, el bachiller
el licencia-
Lucas de Tapia»
cura rector del puerto de Arica D. Bernardino de Cervantes
Lugo, D. Diego de Velasco, Bernardo Gutiérrez y Torices, chiller Baltasar
de Cuéllar,
el oficial real
Francisco Colmenares de Lara,
de
la
Caja de
capitán Bartolomé de
el
y
Ba-
el
Lima don
León Atien-
za,
D. Francisco Reinoso, D. Antonio de Espinel, D. Juan de Buen-
día
y Pastrana,
colegial de
San
jNIartín;
tro Evia, guayaquileño, á quieu
D. Juan de Urdaide,
el
maes-
ya conocemos; José Antonio Dá-
D. José de Castro Isagaga... Todos estos obscuros poetastros»
vila,
que debían de compiten entre
más
ser por entonces lo sí
florido del Parnaso limeño,
en hinchazón y conceptismo; pero algunos, espe-
cialmente Dávila, Figueroa Bustamante
y
el P.
Galindo, versifican
con robustez y quizá fueran dignos de haber nacido en época menos infeliz (i). faltaban estudios ni ingenio, sino acertada
La prueba de que no dirección en los unos
y recta
aplicación en
cho de haber salido precisamente del Perú sa poética culterana, tan docta
el otro,
la
nos
la
da
el
he-
mejor y más ingenio-
y tan aguda que,
á
no ser
la
causa
pésima y detestable, pudiéramos decir de su defensor con palabras
de
Virgilio:
Si Pergama dextra
Defendi posseni: etiam hac defensa fuisscnt.
Solemnidad Fúnebre y Exequias d la muerte del Catholico y Augustissimo
(i)
Rei Nuestro Señor D. Felipe
IV el
Grande, que celebró en la Iglesia Metropoli-
tana la Real Audiencia de Lima, que ai
mir
el
vedo.
Real Acturdo de Gobierno. Con
Año de Jóóó (portada
(sic)
gobierna en vacante, y
licencia.
grabada), 4.°
En
la
mandó
impri-
Imprenta de Juan de Que-
PERÚ
Me
refiero al Apologético del
obrilla
tos
estampada en
más sabrosos de
cería increíble,
hombres
si
189
limeño Dr. Juan de Espinosa Medrano:
la capital
del Perú en 1694,
primitiva literatura criolla
la
no supiéramos de sobra de su tiempo, es que
el espíritu
que conocía tan bien
lo
el
mucho que
ciega á los
Dr. Espinosa Medrano,
que
la literatura clásica,
y uno de los fru(l). Lo que pare-
escribía por lo gene-
con tanta claridad y llaneza y mostraba tan buen sentido en la crítica de las aberraciones en que incurrió Manuel de Faria y Sou-
ral
sa en su comentario á
Camoens, gastase miserablemente
en componer un Apologético del Polifenio y de
tales
dotes
Soledades de
las
^
Góngora.
Con mucho donaire y razón
se burlaba el doctor
lucubraciones alegóricas en que tanto sudaba
gués para obscurecer
el
limeño de
las
comentador portu-
clarísimo texto de Los Lusiadas: «;Ouién
el
dixo á Manuel de Faria que ¡os poetas habían de tener misterios?
le
f) cuándo
los halló
Rima tenga letra
en Camoens? Debe de querer que una Octava
los sentidos
de
la Escritura,
ó que en
la
corteza de la
esconda como cláusula canónica otros arcanos recónditos, sa-
cramentos abstrusos, mysterios inephables.» Pero en vez de dete-
como la prudencia pedía, se arrojaba al extremo opuesto, y no menos temerario, de miraren la poesía solamente el aspecto exterior y retórico, la pompa de palabras, el aliño de locución, entendiendo torpemente el concepto de la forma: «Alma poética pide nerse aquí,
Faria en Góngora
Si
alma llamó
las centellas del
vo, mil almas tiene cada verso suyo,
Mala defensa tenían (
1
)
los seiscientos
ardor intelecti-
cada concepto mil vivezas.»
y más ejemplos de hipérbaton
Apologético en favor de D. Lilis de Gongo? a. Principe de los Poetas Lyri-
España^ contra Manuel de Faria y Sousa, Cavallero portugués^ que dedica al Exento. Sr. D. Luis Me'ndez de Haro^ etc.... Su atitor el Dr. Juan de Espi-
cos de
nosa Medrano, Colegial Real en Catedrático de Artes y
Sagrada
el insigne
Seminario de San Antonio
Theologia., en él:
Cura Rector de
sia Caihedral de la ciudad del Cuzco, cabeza de los reinos del
la
el
Magno.,
Santa Igle-
Peni en
el
Nuevo
Coft licencia. En Lima, en la imprenta de Juaii de Quevedo y Zarate. Año de JÓQ4, 8.° Con versos laudatorios de D. Francisco de Valverde Maldonado yXaraba, de D. Diego de Loaysa y Zarate, del Licdo. D. Bernabé
Mundo.
Gascón Riqíielme, del maestro Juan de Lyra y del maestro B'rancisco López Mexía.
CAPITULO IX
igO latinizado
que
el
comentador de Camoens había contado en Góngo-
pero Espinosa Medrano, tomando
ra;
la
prendió probar que era atrev^imiento insigne
banza
el
muy de raíz, emy muy digno de ala-
cuestión
enriquecer nuestra lengua con los despojos de su madre;
no de otro modo que Horacio, curiosamente
feliz,
según
expre-
la
sión de Petronio, remedió la pobreza de la suya con los tesoros del
«Y
Ática.
amaneció entonces nuestra poesía, de tan divino
grande, sublime,
majestuosa y bellísima, digna de ma-
alta, teórica,
yores ornatos, de pompas
mayores...
áureos collares que antes
Mena en
acertó Juan de
la
la
y humilde, y
Y
abrumaban con melindre.»
misma empresa,
tado en un siglo en que estaba culta, rústica
y quedaron comunes
los
Adornáronla entonces con decencia
arreos, indiferentes las galas. los
taller,
la
no
si
fué por haberla inten-
poesía castellana «desceñida, in-
era risa quererla cargar de los arreos de
Cadenas de oro que sirvieron de adorno á robusta ma-
la latina...
trona, colgárselas á
musa
Buscaba Espinosa en
pueril,
más
la literatura
y pompa
dentes de
la altisonancia
ció, antes
que otro alguno,
peramento poético entre
el
los
es prenderla
romana
que
ataviarla.»
del Imperio los prece-
y recono-
del estilo gongórico,
parentesco estrecho de sangre
y tem-
cordobeses del primer siglo y
el
cor-
dobés de ahora: «Aquel hablar brioso, galante, sonoro y arrogante es quitárselo
Luego que la
al
las
ingenio español, quitarle
Musas
femenina delicadeza de
Y esto
braveza hispana...
V
latinas
siete siglos
que
el
ingenio
y
la naturaleza.
conocieron á los españoles, se dexaron
los italianos,
y
se pasaron á
remedar
la
no es tan nuevo que no haga cerca de diez
los españoles
hablan como
españoles...
Y es
muy
del
genio español nadar sobre las ondas de la poesía latina con la superioridad del óleo sobre las aguas. »
He
dicho en otra parte, y no
logético
¿Y quién tener,
el
que
muladar de
el
vulgar apodo de
no uno, sino varios lunares en
Es muy pobre
ello,
la
el
Apo-
poética
era este ingenioso, aunque extraviado precep-
Conocíasele en su tiempo por
á causa de
(i)
arrepiento de
de Espinosa es una perla caída en
culterana. tista.'*
me
el artículo
el
biográfico de Espinosa
El Lunarejo^
rostro
(l).
Medrano en
cionario Histórico del Perú, del general Mendiburu, obra la
En
el
el Dic-
más apreciable de
PERÚ
I 91
colegio de San Antonio del Cuzco cursó todas las artes
que
«desde
se enseñaban,
allí
rana de Theología».
Á
y
ínfima de Gramática hasta
la
ciencias la
sobe-
doce años tañía con habilidad y despejo
los
diversos instrumentos musicales; á los catorce componía autos
medias, de
las cuales sólo
Á los
ha quedado un
título:
y
co-
El robo de Proser-
desempeñaba una cátedra de Artes, y en la enseñanza pasó toda su vida, sin que fuesen obstáculo las dignida-
pina.
diez
y
seis
des eclesiásticas que obtuvo de magistral, tesorero, chantre, y, mente, arcediano de nes suyos doctrina
y
Andan impresos sermoen que campean su mucha
catedral del Cuzco.
la
otros opúsculos teológicos,
y depravado
gusto. Parece
que escribió también un curso
de Philosophia Thoniistica. Sus contemporáneos
un oráculo; en vida suya se escribió un á su
nombre con
final-
el título,
le
veneraron como
libro entero
de panegíricos
que entonces no parecía irónico, de Glo-
Juan de Espinosa Medrano. En suma; este y piadoso cuzqueño fué, por decirlo así, como el ensayo ó
ria enigmática del Dr.
sabio
primera prueba del famoso Peralta Barnuevo, con quien pronto
vamos
Un
á hacer conocimiento sólo poeta
peruano de
humilde de su condición y
de
(l).
fines del siglo xvii logró, al
merced á
lo
género en que principalmente hubo
ejercitar su travieso ingenio, librarse
de
la
plaga del gongoris-
mo, pero no del conceptismo, ó más bien del equivoquismo rastrero
y de
y juegos de palabras. Llamóse coplero D. Juan del Valle y Caviedes, por apodo El poeta
la afición á
este festivo
retruécanos
su género que posee ninguna república de América, aunque más atiende á parte política y militar que á
con precisión sus fuentes
la literaria,
la
y adolece del defecto de no indicar
bibliográficas. (Diccionario Histórico
y
biográfico del
Peni, formado y redactado por Mantiel de Mefidiburu. Lima, 1874 y siguientes, 8 vols.) (i)
En
el
apéndice de uno de los curiosos libros publicados por
la Biblio-
teca Nacional de Lima, bajo la dirección del Sr. Palma, Apuntes históricos del
Peni y
Noticias cronológicas del Cuzco
mita en silva de Espinosa Medrano, falsificación
El
{lAvci^.,
1902), se
aprendiz de
rico,
ha impreso un poe-
cuyo argumento es
la
de moneda de que resultó reo un acaudalado minero de Potosí,
apellidado Rocha, que por ello murió en
el
cadalso.
Acompañan
á esta
com-
posición algunas noticias biográficas del autor, escritas por D. Manuel Calderón, antiguo
empleado de
la
Biblioteca de Lima.
CAPITULO IX
192
de la Ribera. Sobre
dejamos
él
la
palabra á su casi descubridor
ferviente panegirista el Sr. Palma, que en 1873 dio á
pa
colección de los versos de Caviedes, picantes
la
y
la
estam-
como
guindi-
llas (I).
«En 1859 tuvimos
la
fortuna de que viniera á nuestro poder un
manuscrito de enredada y antigua escritura. Era una copia hecha
en 1693 de
Parnaso^ escribió por
do D. Juan
En
(i)
el
mordedor
los versos que, bajo el los
años de 1683 á
del Valle
y Caviedes.
tomo v de
la
muy
1
de Diente del
título
69 1, un limeño nombra-
importante serie de Documentos
literarios del
Manuel
de Odriozola
Perú, colectados y arreglados por el coronel de Caballería
(Lima, 1873, imp. del Estado). Precede á los versos de Caviedes un apunte crítico,
firmado en Buenos Aires, 1870, por D. Juan María Gutiérrez, á quien
tanto debe la historia de la literatura colonial de América.
El manuscrito que sirvió para
la
movió á Palma á repetir
la
lo cual al fin
edición de Odriozola era
muy
incorrecto,
edición de los versos de Caviedes en 1899,
del libro titulado Flor de Academias, valiéndose de otro códice mejor
que perteneció á la biblioteca de D. Félix C. Coronel Zegarra, adquirida en 1898 por la Nacional del Perú (págs. 333-474). Bajo
el
nombre de Caviedes
se agrupan dos colecciones poéticas: el Diente
del Parnaso y las Poesías diversas.
Todo
lo
que se contiene en
la
primera es
indisputablemente suyo, y tiene la comunidad del tema, anunciada ya desde el título: Diente del Parnaso. Guerras físicas, proezas medicinales, hazañas de la igfiorancia,
sacadas á luz por D. Juatz Caviedes, e7iférmo que milagrosafnenie escapo
de los errores de los médicos
por
contra los médicos ó contra la peste, que tanto te,
San Roque, abogado monta. Dedícalo su autor á la Muer-
la protección del glorioso
emperatriz de médicos, d cuyo augusto cetro
en el tesoro de muertos y enfermos. Lleva fe
feudan vidas y tributan saludes de erratas, tasa, licencia y aprobale
ciones, todo en versos burlescos.
y jocosas, me inspira muchas mayor parte de ellas no es el de Caviedes, ni si-
La segunda sección de poesías sospechas. El estilo de
la
varias, serias
quiera parece el de un sólo poeta, sino de varios cuyas obras se mezclaron
con
las
suyas en las colecciones manuscritas. Hay, entre
mances amatorios, de
la
buena escuela del
siglo xvii,
comienzan:
En el regazo de un olmo, Verde gigante del prado, Estaba un triste pastor. Pensativo y sollozando.
En un
laurel convertida
ellas,
primorosos ro-
por ejemplo,
los
que
PERÚ
193
un acaudalado comerciante español, y hasta la edad de veinte años lo mantuvo el padre á su lado, empleándolo en ocupaciones mercantiles. A esa edad enviólo á España; pero á )»Caviedes fué hijo de
los tres
años de residencia en
obligado por
el
la
metrópoli regresó
el
joven á Lima,
fallecimiento del autor de sus días.
2>A los veinticuatro años se encontró Caviedes poseedor de
mo-
vió Apolo á su Dafne amada: ¿Quién pensara que en lo verde Murieran sus esperanzas? Abrazado con el tronco Y cubierto con las ramas, Pegó su boca á los nudos,
Y
á la corteza la cara...
endechas y canciones del mismo gusto, que recuerdan á Solis y á Calderón, á veces con imitación directa, verbigracia:
Nace
el
ave ligera
De
rizado plumaje, y á la esfera Irguiéndose veloz y enriquecida,
A Dios está rendida. Y yo con libertad en tanta
calma.
Nunca, Señor, os he ofrecido
Nace
De
Y
el
riza crin,
al
el
alma.
bruto espantoso
de cerdas mar undoso,
mirarse de todos respetado,
Siempre venera al Ser que lo ha creado, Sólo yo con terrible desvario,
Nunca os postré, Señor, Nace la flor lucida.
Ya rubí,
Y
al
el albedrío.
ya esmeralda engrandecida,
ver su color roja,
Por dar á su autor gracias se deshoja. Y yo con libertad en tanta calma. Nunca, Señor, os he ofrecido el alma. Nace el arroyo de cristal ó plata,
Y
apenas entre
flores se desata,
Cuando en sonoro
Y
estilo guijas
mueve
á Dios alaba con su voz de nieve.
Sólo yo con terrible desvarío,
Nunca os postré, Señor, el albedrío. Nace el soberbio monte, Cuya alteza registra el horizonte,
Y
en su tosca belleza Ensalza más á Dios con su rudeza. Y yo con libertad en tanta calma.
Nunca, Señor, os he ofrecido
el
alma.
Mi sospecha no se limita sólo á las composiciones de asunto grave y á las puramente líricas, sino que se extiende también á algunas de las festivas y
1
CAPITULO IX
194
y echóse
desta fortuna,
gran detrimento de
la
á triunfar
herencia
y
darse vida de calavera, con
y no poco de
la salud.
ces no se le había ocurrido nunca escribir versos;
y
Hasta entonfué en
cuando vino á darse cuenta de que en su cerebro ardía
1
68
fuego de
el
la inspiración. » Convaleciente
de una grave enfermedad, fruto de sus excesos,
resolvió reformar su conducta. Casóse,
na puso, en una de
burlescas,
entre
las
y con
una larga
sátira,
de su fortu-
covachuelas ó tenduchos vecinos
que no tienen por blanco principal
ellas,
los restos
al
palacio
medicina y los rnédicos. Hay, en pareados de entremés, donde, con indisputable la
gracejo, se va pasando revista á las varias castas de hipócritas, beatas, caballeros
de
la
hampa, damas de embeleco, doctores de babilonia ó de chafalonía.
El poeta quiso hacerse pasar por Caviedes, puesto que nombra á dos de los
médicos en quienes
él
había encarnizado más su pluma:
A
todos, por idiotas, los condeno,
Porque ninguno hay bueno, Desde Bermejo, tieso y estirado, Hasta Liseras, giba y agobiado....
Pero
la
llaneza del estilo, la ausencia de retruécanos, el sabor general
composición, parecen del siglo xvni más que del
la
pítulos,
que versan sobre
la
librillo
de D. Fulgencio Afán de Ribera,
(1709), atribuidos á otros ingenios
que
los leyeron
Marqués de Castell-dos-Rius, prueban á mi
del
ca-
Vir-
moda, no escrito hasta 1729.
El hecho de encontrarse algunos de estos poemas en
lia
Los dos primeros
las hazañerías de los falsos devotos y mojigatos, re-
cuerdan, en seguida, el donoso
tud a! uso y mística á
xvii.
de
Flor de Academias
la
como propios en
ver,
no un
plagio,
la tertu-
que
sería
de un poeta muerto hacía pocos años, y cuyos versos populares en el estrecho círculo literario de Lima, sino la
inverisímil, tratándose
debían de ser
muy
suerte ó desgracia que á Caviedes, burlas, cupo,
de que se
comprueba no
le
como
á tantos otros autores de obras de
atribuyesen poesías en que no pensó, lo cual se
nombre se de menos nombre,
sólo en el caso excepcional de Quevedo, bajo cuyo
creó toda una literatura apócrifa, sino en versificadores
como
el catalán
Vicente García, rector de Vallíogona, y
el
valenciano Padre
Mulet.
En ninguno de
los
numerosos certámenes poéticos de su tiempo
figura el
nombre de Caviedes, más que en el dedicado por la Universidad de San Marcos al virrey Conde de la Monclova, en 1689. El general Mendiburu no le menciona en su Diccionario. Pero no
le
los redactores del antiguo
dedicaron un breve artículo, en 28 de Abril de 1791.
Mercurio Perua-
PERÚ
de
los Virreyes, lo
195
que en esos tiempos
se llamaba
de arca de Noé, donde se vendían
bera^ especie
al
un cajón de
menudeo
ri-
mil ba-
ratijas.
»Pocos años después quedó viudo; y d poeta de la ribera (apodo
con que era generalmente conocido), por consolar su pena, se dio al
abuso de
las
bebidas alcohólicas, que remataron con
antes de cumplir los cuarenta años,
como
él
mismo
él
en 1692,
lo presentía
en
uno de sus más galanos romances, impresión de un
s>Por entonces era costosísima la
versos
y los de Caviedes volaban manuscritos de mano en mano, dando
justa reputación al poeta.
Después de su muerte fueron
libro,
infinitas las
copias que se sacaron de los dos libros que escribió, titulados Diente
del Parnaso
y Poesías
Varias.
En Lima, además
del manuscrito
que poseíamos, y que nos fué sustraído con otros papeles curiosos, hemos visto en bibliotecas particulares tres copias de estas obras,
y en
Valparaíso, en 1862, tuvimos ocasión de examinar otra en
colección de manuscritos americanos que posee
el bibliófilo
la
D. Gre-
gorio Beeche.
»Caviedes ha sido un poeta bien desgraciado. Muchas veces he-
mos encontrado versos suyos en periódicos jero,
del Perú
y
del extran-
anónimos ó suscritos por algún pelafustán. En vida fué Cavie-
des víctima de los médicos empíricos, y en muerte vino á serlo de la piratería literaria.
Coleccionar hoy sus obras es practicar un acto
de honrada reivindicación... »E1 bibliotecario de
mente
Lima D. Manuel de
sirve á la historia
y
Odriozola, que tan útil-
á la literatura patrias
dando á
la
estam-
pa documentos poco ó nada conocidos, es poseedor de una copia de los versos de Caviedes hecha en 1694... »Caviedes no se contaminó con to
las
y
el
mal gus-
de su época, en que no hubo alumno de Apolo que no pagase
tributo al gongorismo. triota
En
la
regocijada
musa de nuestro compa-
no hay ese alambicamiento culterano, esa manía de
dición indigesta,
que afea tanto
genios del siglo XVII.
A
las
Caviedes
lucir eru-
producciones de los mejores inlo salvarán
osario de las vulgaridades la sencillez la
extravagancias
y
de hundirse en
naturalidad de sus versos
el
y
ninguna pretensión de sentar plaza de sabio. Décimas y román-
;
CAPÍTULO IX
ig6
ees tiene Caviedes tan frescos, tan castizos, que parecen escritos en
nuestros hasta
días...
hoy
la
En
género festivo y epigramático no ha producido
el
América española un poeta que aventaje á Caviedes.
Tal es nuestra conciencia
literaria.
Las galanas espinelas á un mé-
dico corcovado, á quien llama tnds doblado que capa de pobre cuan-
do nueva, y Más torcido que una ley Cuando no quieren que sirva: el
sabroso coloquio entre
piqueteado romance á
la
Muerte y un doctor moribundo; el rebella Anarda (l), y otras muchas de sus la
composiciones, no serían desdeñadas por contra
el
el
inmortal vate de la sátira
matrimonio.»
Reconoce Palma que
romances de Caviedes están afeados por
los
gran número de expresiones groseras y malsonantes y de imágenes feas y nauseabundas; consecuencia, en parte, de los temas que, con predilección monótona, cultivó el poeta, acérrimo fustigador de la
pedantería de los medicastros que infestaban
la colonia,
llamaba tumba con golilla y veneno con guantes
(i)
Este romance, tan sucio
como
(2).
á quienes
Pero con todos
ingenioso, comienza:
Purgando estaba sus culpas Anarda en el hospital
Que
Y
estos pecados en vida en muerte se han de purgar...
y es imitación, no empeorada, del famoso de Quevedo:
Tomando Marica en (2)
llidos
No
el
estaba sudores hospita
tiene reparo en estampar con todas sus letras, los
nombres y ape-
de estos doctores, Ignorantes majaderos.
Que matan con libertad Más hombres en la ciudad
Que
el
obligado cameros...
Su encono contra los médicos rayaba en monomanía, pero cómica de Tirso ó de Moliere. En provisados y
muy
el
»
vena
corto ámbito de sus romances casi im-
desiguales, tiene ocurrencias felices,
toso «Memorial que presentó la Muerte »
le faltaba la
al
virrey
por ejemplo,
Duque de
la
el chis-
Palata cuando
se trataba de enviar buques y gente de guerra contra los corsarios y se construían las murallas para resguardo de Lima», proponiendo como el me-
197
PERÚ
con todos sus resabios de poeta SUS defectos de pulcritud y de gusto, no debe ser confundido entre la callejero y desmandado, Caviedes pululaban en España turbamulta de imitadores de Quevedo que principios del xvm, y si es hisus colonias á fines del siglo xvii y de quien no tiene ni la pérbole notoria compararle con su modelo,
y
la intensa
penetrante intención, ni
y amarga
ironía, ni la varia
y
enemigo una embarcación tripulada por médicos, de ambos sexos, según da á enboticarios, barberos y curanderos (los había que á esto se dedicasen). En el mistender, y probablemente serian indias las de merecen citarse los versos á Machuca, por su nombramiento
jor arbitrio enviar contra
mo
el
género
médico de
la Inquisición:
Ya los
autos de la
fe,
Se han acabado sin duda, Porque de la Inquisición, Médico han hecho á Machuca. Relajados en estatua Saldrán judíos y brujas, No en persona, que estarán
Ya relajados con purgas. Tan hechiceras como antes Serán las tristes lechuzas, Porque en manos del doctor Han de volar con unturas...
remedar la desgarrada bisus rasguños picarescos aspira Caviedes á lectura estaba empapado. Véase, zarría de las jácaras de Quevedo, en cuya
En
contra por ejemplo, esta sarta de apodos y denuestos Liseras:
Más doblado que un obispo Cuando en su obispado espira, Y más que capa de pobre Cuando nueva algunos días: Más que bracelete vueltas, Más revueltas que una esquina, Más gradas que cementerio, Más rincones que cocina, Más hinchado que un abad. Más agachado que espina, Y más embutido de hombros Que ignorante que se admira, Más tuerto que andar derecho Entre corchetes y escribas,
Más
torcido que una ley
Cuando no quieren que sirva. Más escaso que banquete
De
poeta que convida...
Más agobiado que un
jaque,
el
médico jorobado
CAPÍTULO IX
igS
copiosa doctrina,
ni la vasta
concepción cómico-fantástica del mun-
do, ni el raudal inagotable de lengua, ni las portentosas invenciones
de
estilo,
todavía se le debe un puesto honroso entre los poetas pi-
y provocantes á risa, en el coro de Camargo y Zarate, Fray Damián Cornejo, Polo de Medina y Jacinto Alonso de Maluenda. El Duende del Parnaso^ no es indigno de figurar en el mismo estante que El Buen Humor de las Musas, El Tropezón de carescos
y La
la risa
Cozquilla del gusto.
Lazo entre
la literatura
peruana del
siglo xvii
y
la del xviii fué la
tertulia ó
academia que en su palacio reunía por
y
Virrey Marqués de Castell-dos-Rius (D. Manuel
7 10 el
1
los
años de
1
709
Oms
de
Santa Pau de Sentmanat y Lanuza), antiguo embajador en París y
Más gibado que
Y
en
fin,
en
la
bocina,
espalda y pecho,
Catafalco con ropilla.
Del cuadro de ras
la
taberna de Lepre parecen arrancadas las grotescas figu-
de dos borrachos de Lima: El Portugués y Piojito
Viven piposos con alma,» Matusalenes de Pisco Sino Adanes de la Nasca
Y jamás han
(a),
visto nieve.
Ni saben si es negra ó blanca, Ni en sus hígados se han puesto Emplastos de verdolagas. Los mostos son sus cordiales,
De
aguardiente sus horchatas,
Los pámpanos su
Y
achicoria,
estas hojas sus borrajas.
Los lagares sus boticas. Los azumbres son sus dracmas, Su boticario el pulpero
Y De muchas de felices,
las
su doctor la parranda...
composiciones de Caviedes pueden entresacarse versos
Son varias las que todavía estaba en boga
pero apenas hay ninguna que integramente
que afectan
la
forma de pleito ó alegato
judicial,
satisfaga.
por los tiempos de Bernat Baldoví y sus camaradas de
La
Risa,
El Fandango
y otros semanarios burlescos de mediados del siglo xix, que rara vez hacen reir por lo mismo que se lo proponen siempre. (a)
De
los valles de
Pisco y Nasca procedían los mejores aguardientes del Perú.
PERÚ
199
en Lisboa, y aunque catalán, ardiente partidario de lipe
V. Consérvanse
las actas
de estas reuniones
dice titulado Flor de Academias,
gos
(l),
y
del cual nos
la
causa de Fe-
literarias
en un có-
que poseyó D. Pascual de Gayan-
ha dado peregrinas noticias
historiador de nuestra poesía del siglo xviii D.
diligentísimo
el
Leopoldo Augusto
de Cueto, Marqués de Valmar. Los principales ingenios que concurrían á leer versos
Sáenz Cascante;
el
en esta academia eran:
presbítero D. Miguel
el
Padre maestro Fr. Agustín Sanz, Vicario de los
Mínimos, calificador del Santo Oficio, confesor y consultor del Virrey; el do),
Marqués de Brenes
y Tole-
que había sido gobernador y capitán general de Tierra Firme;
Alguacil
el
(D. Juan Eustaquio Vicentelo
mayor de
Bermúdez de
la
la
Real Audiencia de Lima, D. Pedro José
el
Secretario del Virrey, D. Juan
Torre;
Rojas y Solórzano, caballero de Santiago;
celebérrimo Dr. Peralta
el
Barnuevo, catedrático de prima de Matemáticas en
mayor de
dad, cosmógrafo é ingeniero
tonio de Oviedo
mar
del Sur; el
la
época
Hoy
está
Conde de
Granja D. Luis
la
y
rebosa en esta
conceptuosos... Pero
ha valido D. Ricardo Palma para publicar íntegra
Mendiburu
Á la
ingeniosa tarea de las obras que se componían de repente, añadió su
Excelencia
de que se hiciesen juntamente otras de pensado para
la
traerlas
lunes siguiente...
el
»Su Excelencia había cultivado continuo estudio de todas
la
las letras
claridad de su entendimiento con el
que
ilustran el
ánimo de un generoso
príncipe, y con el político manejo de sus altos empleos. Ninguna lengua
de
las célebres le fué extranjera.
>Lo que en todas bro. Pero era
las
academias se escribió, es
mucho más
lo
que contiene este lique se decía extemporáneamente á diferentes
asuntos y argumentos que ofrecían
la
lo
conversación, el acaso ó la controver-
de diferentes materias, facultades y noticias, con admirable propiedad en inteligencia de la filosofía y matemáticas, jurisprudencia, teología, historia,
sia
la
poética y razón de estado: usando en todo de rara novedad, sin que jamás se oyese composición ordinaria
hecho usuales los priinores
más
o'
común... S. E.
difíciles...
En
y
los
demás
i?igenios
habían
algunas ocasiones se vio tejida
entre S. E. y los demás concurrentes una representación cómica con todos los rigores y preceptos del
arte...
-Juzgo que en este libro ofrezco á la discreción una joya
muy
puesta de peregrinas preciosidades, reservando para otro tomo las
y para otro las que se escribieron en los festejos celebridad de todas las Reales fiestas, y años de Sus Majesta-
obras poéticas de
cómicos para
la
comdemás
rica,
S. E.,
des y nacimiento de nuestro Príncipe; y en ese tomo ofrezco todas las loas que escribieron alternadamente S. E. y el Dr. D. Pedro José Bermúdez.»
Á
la
muerte del Marqués de Castell-dos-Rius, llorada sinceramente en
Lima, escribieron versos varios ingenios del Perú.
En
el
manuscrito Flor de
Academias, hay composiciones consagradas á su gloriosa memoria, de D. Pe-
dro Bermúdez de
la
Torre, del Ldo, D. Miguel Cascante, del Marqués de
Brenes, del Conde de
la
Granja, de D. Juan José Bermúdez, de D. Mateo
Mariano Bermúdez, de D. Pedro de Peralta, de D. Francisco Santos de
la
203
PERlJ
sentado en
en 1725, por
el Callao,
Castel -Fuerte
la familia
del Virrey
Marqués de
para celebrar la proclamación del rey. Luis
,
Fama postuma,
casi los
la
Cruz (1700), hay una elegía únicos versos serios suyos que cono-
de Sor Juana Inés de
de Monforte, y son
En
I.
la
cemos. El Conde de
Paz,
Granja, D. Luis Antonio de Oviedo
la
y Herrera,
de D. Jerónimo de Monforte y del capitán D. Diego Rodríguez de
Guzmán. esta poesía ingeniosa, pero desigual,
Como muestra de ceptuosa,
pondremos aquí un soneto
del
Conde de
la
enredada y con-
Granja:
Á LA MUERTE DEL MARQUÉS DE CASTELL-DOS-RIUS, VIRREY DEL PERÚ Canto, bien que no sé si canto ó lloro, Aun en sombras, la muerte esclarecida De un héroe que dio vida con su vida
A
ciencias y artes, y al castalio coro. Varón de un siglo en que volvió el de oro.
Pues gobernó con rienda tan medida, Que en la razón á la justicia unida Cifró del
mando
el principal
decoro.
Discreto fué sin presunción de sabio: Supo hermanar con su saber su suerte, Supo lo que en mortal junto no cupo. Igualó al de Demóstenes su labio;
¿Qué no supo él?... Él supo hasta en la muerte Lo más que hay que saber, pues morir supo.
-
—Rojas y Solórzano
Juan Manuel
(D.
de).
Caballero de
la
Orden de San-
Virrey del Perú.
tiago, Secretario del
que tomaban mayor parte en las academias poéticas que se celebraban en Lima en el palacio del Marqués de Castell-dosRius (1709 y 7 10). En el códice Flor de Academias hay muchas poesías suyas. Era este ingenio de
los
1
Tenía viva
fantasía,
so gusto de
Era
el 19
y es
tal
vez uno de los poetas malogrados por
el
perver-
Creemos oportuno dar aquí una muestra de su estilo. de Diciembre de 1709. La academia había de ser aquella noche la
época.
más solemne y espléndida que de los años del rey Felipe V.
ordinario. Estaba consagrada á celebrar
Dióse principio á
la
función con una oración aca-
démica de carácter fantástico, que fué recitada por D. Juan de Rojas,
de una música suave. Así empieza
esta oración poética:
iAh de la sacra mansión! ¡Ah del celeste pensil!
Mi acento escuchad. Mi voz oid,
Y
al
obsequio plausible concurra
al
son
CAPITULO IX
204 fué natural de Madrid, ilustres;
y Alvarez Baena
incluye entre sus hijos
le
pero por afecto y larga residencia pertenece
se avecindó definitivamente después de haber sido la
provincia de Potosí.
su numen,
el
Poema
Nos quedan, como
sacro de la Passión de
un larguísimo romance, quizá
más
el
al
Perú,
donde
gobernador de
principales muestras de
N.
S. yesucrisío,
que
es
largo que existe en castellano,
á excepción de la Vida de la Virgen^ de D. Antonio de Mendoza;
y
otro poema,
mucho más conocido y De
alados ingenios la turba
celebrado, en octavas reales,
sutil.
Mirad, advertid
Que hoy
A
el
voto y
osados alientos
promete premio feliz.
el culto el
Hoy la noche se goce triunfante, Pues vagas sus sombras pudieron unir En mejor firmamento los astros Que en ella brillantes se miran lucir. Del aplauso las voces sonoras Escuche suspenso el celeste confín, Y del tiempo sus ecos heroicos En bronces eternos estampe e! buril.
Después pide
el
poeta á Apolo su favorable influjo en varias estrofas.
He
aquí algunas de ellas:
Ya que mi
torpe diestra herir no sabe
Plectro armonioso, cítara elocuente.
Permítele pulsar hoy
la
cadente
Lira suave.
Haz que
el monte en mi voz glorias blasone, Triunfando del empeño victoriosa, Y que mi tosca sien la desdeñosa
Dafne corone.
Haz que mi helado Del rayo que á
Y brille
en
él
Dádiva
la
espíritu se influya
tu espíritu merezca,
de suerte que parezca tuya.
Después canta en octavas reales algunas aventuras de Apolo, y, al referir fuga de Dafne, proclama la excelencia del amor del corazón en esta nota-
ble octava: ¡Oh vil pasión del apetito humano. Grosera adulación de los sentidos. Que igualas lo vulgar y soberano
PERÚ tiene por asunto la Vida de
que Perú
(l).
En
calidad de tal
205
Santa Rosa de Lima, patrona del
poema,
sin ser
una maravilla, no
y de
peores y más monstruosas obras de su género
las
sería grave ofensa
compararle con
Hernandía, con
la
es
de
su tiempo,
La
y
elocuencia
y aun con Lima Fundada. El Conde de la Granja tiene más fantasía y versifica mejor que Peralta Barnuevo: la parte des-
del silencio
Cuando formas dichosos de
atrevidos!
Vuelve los ojos, y verás que ufano Burla el desdén arrojos fementidos; Que amor, si un alma en conquistar se esfuerza. La vence por constancia, no por fuerza.
— Bermúdez chos; Alguacil
Uno de
los
de la Torre y Solier (D. Pedro
Doctor en ambos dere-
José).
Mayor de la Real Audiencia de Lima. poetas más abundantes é ingeniosos de aquellos que
consti-
los
años de 1709 y 1710.
El códice Flor de Academias dice del Dr. D. Pedro
Bermúdez estas palaexcusan mi alabanza.»
tuían la tertulia poética del Virrey del
bras: «Sus obras, estimadas
Perú en
aún en distantos climas,
Sus romances, especialmente aquel en que describe
la tela
de Penélope
(págs. 89-91), son de lo mejor que hay en la Flor de Acade?mas.
Nada impreso hemos
visto
de este poeta, á excepción de estas tres obras:
Soneto destinado á ensalzar un mal poema de D. Francisco Santos de
la
Paz
en elogio del Obispo de Quito, Virrey del Perú, D. Diego Ladrón de Guevara;
Aclamación afectuosa, en aplauso de la heroica acción que ejecutó
mo
señor Principe de Asturias tnatando
ciudad de Sevilla en defetisa de
la
á tm
el Serenísi-
toro en i¿n bosque poco distante de la
Princesa nuestra señora ,
el
año pasado J72g.
Es un romance endecasílabo, impreso en Lima en 1730;
Un
soneto
al
mismo
asunto.
Escribió varias loas.
A casi
estos opúsculos citados por el Sr. Cueto,
todos de circunstancias, que enumera
toria en el
Entre
Per tí, pág.
las
deben añadirse otros
el Sr.
de
Riva Agüero (La His-
323.)
mejores poesías contenidas en
la
Flor de Academias, deben con-
tarse seis fábulas esópicas parafraseadas en variedad el
la
varios,
de metros por Cascante,
Marqués de Brenes, Rojas Solórzano, Bermúdez, Peralta Barnuevo y D. Je(acta 6.^, lunes, 28 de Octubre de 1709). (i) Poema sacro de la Passión de N. S. Jesiichristo, que en un romance cas-
rónimo de Monforte
tellano, dividido en siete Estaciones, escribía
y Rueda. Lima, Francisco Sobrino,
D. Luis Antonio de Oviedo Herrera
17 17; 4.°
Consta de mil doscientas cuarenta y cuatro coplas, todas con asonante:
el
mismo
CAPÍTULO IX
206
amena y
criptiva es
se lee con gusto. Pero su mérito literario, al fin
mediocre, no salvaría
el libro
del olvido,
no fuesen de gran curio-
si
sidad sus noticias, no sólo porque se refiere á
más popular
del
mundo
americano, sino por
de topografía é historia general del Perú.
las fábricas
de
En
vida de la Santa
mucho que el
un
primer canto se
ciudad de Lima y fertilidad de sus valles;
la
pintura de una erupción del Pichincha en
la valiente
incluye
este sentido tiene
La descripción que en
valor local inapreciable.
hace de
lo
la
el
canto sex-
to (l); el relato de las expediciones piráticas de los corsarios ingleses
¿Qué armada tropa es aquella, Que entre el horror de la noche Envuelta, abultando sombras,
Da más
cuerpo á sus horrores?
Hurtándose al paso, marcha, Como que de sí se esconde Tan quedo, que aun no despierta
A
las soñolientas flores.
Vida de Satita Rosa de Sania María, nat7iral de Lifna y patraña del Peni, heroyco, por D. Luis Antonio de Oviedo y Herrera, Caballero del Orden
poema
de Santiago, Conde de la Granja
año de
171
García Infanzón,
El poema tiene doce cantos. Las aprobaciones del libro son
4.°
1;
En Madrid, por Juan
extensas é interesantes. Los versos laudatorios, latinos y castellanos, perte-
necen
al P.
José Francisco de
Latinidad en
de
el
la
Reguera, prefecto de los Estudios Reales de
Colegio Imperial de Madrid;
al
Marqués de Miaña, consejero
Zamora y Cañizares, al Padre Urquiza Pedro de y á un hijo del autor llamado
Indias; á los dos famosos poetas dramáticos
jesuíta José Rodríguez, á D.
como su padre. En la segunda
edición de este poema, hecha en
Lima en 1S67 por
el
pres-
bítero M. T. González La Rosa, se cometió el desacierto de suprimir las
82 páginas de preliminares.
Para hacerse cargo de
la
Santa Rosa de Lima, véase
copiosa literatura antigua y el
esmerado Estudio
moderna
Bibliográfico
relativa á
de D. Félix
Cipriano C. Zegarra, publicado en 1886 con motivo del tercer centenario de la Santa.
A
276 llegan las obras, de diversos países y lenguas, que directa ó
incidentalmente tratan de (i)
la
patrona de Lima, con ser tan moderna.
Véase una octava de esta descripción, como muestra del
poeta:
Densos vapores su crestada cumbre
Como
penachos trémulos ondea;
Anéganse en su propia muchedumbre,
estilo del
PERÚ
y holandeses, go rimado de
el
Draque,
los
dos A'quines y Espilberghen;
de
los principales apellidos
curiosidades que
el libro
fastidio,
la colonia,
y
catálo-
el
muchas
otras
contiene, le hacen digno de ser registrado
por todo americanista; y hasta hojea sin
207
recreado por
mero
el
aficionado á la poesía le
viva imaginación del autor, que
la
máquinas é invenciones de carácter bastante original y romántico, como la historia del mágico Bilcadma y del inca Yule inspira
pangui, encadenado por fatídico decreto á un risco de los Andes. Inferior al
Conde de
todos los peruanos y á
por
las
de sus
la la
Granja
como
poeta, pero
superior á
parte de los españoles de su tiempo
mayor
muestras de su saber enciclopédico y
nos presenta
escritos, se
muy
el
número y variedad
famoso polígrafo D. Pedro de
el
Peralta Barnuevo, monstruo de erudición, de quien sus contempo-
poráneos escribieron
chos
el
las cosas
más
extraordinarias.
Valga por mu-
testimonio del P. Feijoo en su discurso sobre Españoles ame-
ricanos (tomo
IV,
discurso 6.° del Teatro
critico):
«En Lima
reside
»D. Pedro de Peralta y Barnuevo, catedrático de prima de Matemá»ticas, ingeniero y cosmógrafo mayor de aquel reino: sujeto de »quien no se puede hablar sin admiración, pues que apenas »apenas) se hallará en toda Europa
hombre alguno de
(ni
aun
superiores
Sabe con perfección ocho lenguas, y en todas »ocho versifica con notable elegancia. Tengo un librito que poco ha »compuso, describiendo los honras del señor Duque de Parma, que
»talentos
y
erudición.
»se hicieron en Lima. Está bellamente escrito, y hay en » versos
» fundo
suyos harto buenos, en
latín, italiano
(l).
varios
Es pro-
matemático, en cuya facultad ó facultades logra altos crédi-
Representando asombros en
En De
Y
sus entrañas, palpitante humea,
con
Conocía además
la llama,
que discurre vaga,
se enciende; sólo el sol se apaga.
el griego, el inglés
poemas manuscritos, El
y
triunfo de Asfrea y
alabanza, respectivamente, de Felipe
V
el
quechua.
La gloria
En
francés dejó dos
de Luis el Grande, en
y de Luis XIV. Del italiano tradujo
varias obras, y del latín la oda xiv del libro literarios del
la idea:
pavesas envuelta oculta lumbre,
Todo (i)
y español
él
i.°
de Horacio. (Vid. Monumentos
Perú, por Guillermo del Río. Lima, 1812.)
208
CAPÍTULO IX
»tos entre los eruditos dé otras naciones, pues ha merecido
»Academ¡a Real de
las Ciencias
que
la
de París estampase en su historia
»algunas observaciones de eclipses, que ha remitido. Es historiador ;>
consumado, tanto en
»que
más
á
sin recurrir
antiguo
lo
libros
como en de
lo
moderno, de modo
que tiene impresos en
los
la
»bibliotheca de su memoria, satisface prontamente á cuantas pre-
»guntas se »
le
hacen en materia 'de
(aquella de que
»la Filosofía, la
»Tiene hoy
historia;
sabe con perfección
presente estado de estas Facultades es capaz)
el
Química,
(es decir,
en
la Botánica, la 1
Anatomía y
730 en que Feijoo
la
Medicina.
escribía esto) sesenta
»y ocho años ó algo más. En esta edad ejerce con sumo acierto, no »sólo los empleos que hemos dicho arriba, mas también el de confiador de Cuentas
y
y demás presidencia de una Acade-
particiones de la Real Audiencia
^tribunales de la ciudad, á
que añade
la
»mia de Matemáticas y Elocuencia que formó á sus expensas. » erudición
tan vasta es
acompañada de una
crítica exquisita,
Una
de un
ajuicio exactísimo,
de una agilidad y claridad en concebir y expli-
»carse admirables.
Todo
cúmulo de dotes excelentes resplan-
este
»decen y tienen perfecto uso en » esclarecido
¿Qué es
la
edad
casi septuagenaria
criollo.»
lo
que
la
posteridad ha dejado en pie de la fama cuasi
mitológica de Peralta Barnuevó, atestiguada por
independiente y severo juicio
con
los errores
de
la
como
el
hombre de tan
P. Feijoo, tan
mal avenido
opinión vulgar? Cuesta trabajo decirlo: poco
más que un nombre que no despierta ya eco ninguno de raria.
Sus obras no
muchas son ni
de este
raras,
se leen ni
en América
y no creo que ninguna
ni
gloria lite-
en España, y
biblioteca las posea todas
nadie las haya visto juntas, es posible que en algunas de
especialmente en las de índole
menos estudiadas
(i)
(l), se
científica,
contenga algo
«Su verdadera vocación
el
ellas,
que han sido hasta ahora
muy
científica fué la
Las ciencias exactas constituyeron
como
las
importante y que deje
de matemático y astrónomo.
principal objeto de sus tareas intelec-
y las estudió, no tanto en la parte teórica, cuanto en las aplicaciones déla Astronomía, la Ingeniería Militar y Civil y la Metalurgia. En 1702 lo tuales;
hallamos reconociendo
el
cometa
visible
en Lima,
la
noche del 26 de Febre-
209
PERÚ bien parado historiador
entusiasmo del P. Feijoo. Desgraciadamente,
el
y como poeta,
sus obras son bastante conocidas para
sin remisión.
que pueda ser juzgado
como
Su erudición
era estupenda sin
duda, pero indigesta y de mal gusto: su criterio histórico de los más inciertos y extravagantes: su estilo en prosa y en verso enretorcido
fático,
y con todos
los vicios
de
decadencia
la
litera-
que después del advenimiento de Luzán y de Feijoo no eran ya tolerables, ni aun en una remota colonia, de parte de un hombre que estaba en correspondencia con las principales Academias ria,
de Europa, Sus obras, entre grandes y pequeñas, suman el número de 48, y él ó sus panegiristas tuvieron la extravagante idea de ponerlas por
de su nombre y apellidos, de primeras letras de cada título lee uno de
orden de
el
las letras
modo que reuniendo las corrido: El doctor Don Pedro de Peralta Barnuevo Rocha y Benavides. Hay entre ellas Observaciones astronómicas, Regulación del tiempo en treinta
y
cinco efemérides, Observaciones náuticas,
un
Sis-
tema astrológico demostrativo, una Aritmética especulativa, un plan de fortificaciones para Buenos Aires y otro para Lima, hasta convertirla
en inexpugnable; y otros tratados de Matemáticas, Ingenie-
y Arte
ría
Militar;
uno de Metalurgia, Nuevo
beneficio de metales;
otro Del origen de los monstruos; varios informes jurídicos,
un
Arte de ortografía, numerosas oraciones universitarias que pronunció siendo Rector, una notabilísima Relación del gobierno del virrey
marqués de Castel-Fuerte;
y, finalmente
(y citaremos casi
íntegra la fastidiosa portada, porque da cabal razón del contenido), la
Historia de
España vindicada, en que
cripción, la de sus excelencias ción, lengua
por
ro.
y
1709 lo
su más exacta des-
antiguas riquezas: se prueba su pobla-
reyes verdaderos piimitivos, su conquista
los carthagineses
En
y
se hace
nombró
y el
romanos:
se describe la
y
gobierno
verdadera Cantabria:
virrey marqués de Castell-dos-Rius, en reemplazo
del flamenco Koening, catedrático de Prima de Matemáticas en
la
Universi-
dad. Esta cátedra comprendía en sus enseñanzas las de Náutica y Pilotaje, y llevaba anexos generalmente los cargos de Cosmógrafo Virreinato.
años
En desempeño de
el calendario oficial
ticos astronómicos y
Mayor é Ingeniero
del
estas obligaciones, Peralta publicaba todos los
ó Conocimiento de
los iietnpos,
acompañado de pronós-
también astrológicos, porque rindió cuantioso tributo á
la
2IO
CAPITULO IX
más
se fijan las
ciertas épocas
ó raíces del Nacimiento
y
Muerte de
Nuestro Salvador: se defiende irrefragablemente la venida del Apóstol Santiago^ la aparición de Nuestra Seño?'a al Santo en el Pilar de
Zaragoza^
y
las translaciones de su
histo?'ia pi'imitiva eclesiástica^ la
Osio
y
demás
sagrado cuerpo: se vindica su
de San Satur7ii)to, Sait Fermín,
otros sucessos: se refieren las persecuciones, los mártyres santos, los Concilios
y
Progressos de su Religión hasta el siglo
sexto: la historia de los emperadores
gen é imperio de
y
de
Godos (Lima, 1730)
los
y
los
grandes varones:
(i).
el ori-
Libro es éste de más
aparato que substancia, y del cual puede prescindir sin gran pérdida el estudioso investigador
de
las cosas
de
la
España Antigua, pues
si
bien es cierto que Peralta aplica textos clásicos,
y
acierta
y maneja con desem^barazo los en algunas cuestiones geográficas, como la
del sitio de Cantabria,
también
y combate con vigor los falsos cronicones, que en muchas otras cosas se muestra crédulo en de-
lo es
masía, acepta
como hechos
reales los mitos de Gerión, Hesperis,
Gargoris y Abidis, y los viajes de Baco acompañado de Pan, su niente general.
Y por
de contado pasa dócilmente por todas
te-
las tra-
diciones de nuestra primitiva historia eclesiástica, á las cuales ya
Astrología, del propino
muy
desemejante de
modo que su
él
coetáneo D. Diego de Torres y Villarroel,
en vida é índole, pero émulo suyo en variedad de ap-
muchos datos cosmográficos al viaFué socio correspondiente de la Academia de Ciencias
titudes científicas y literarias... Suministró
jero francés Frazier.
de
París.
En
materia de Arquitectura Militar, imprimió, ya
1740,1a disertación
Lima
muy
inexpugnable, discurso kereoiectdr ico, en
tra la incapacidad defensiva de las murallas hechas por el
anciano, en
que demues-
duque de
la
Palata
y propone la construcción de una ciudadela. Compuso, igualmente, en su calidad de Ingeniero mají^or del Virreinato, un informe manuscrito sobre las forde Buenos Aires; y en tiempos del marqués de Castell-Fuerte, ideó é hizo ejecutar en el Callao una gran empalizada, con el objeto de contener tificaciones
que batían y arruinaban los muros del puerto, escribiendo dos Memorias detalladas, y formando el plano y el presupuesto de
las aguas del mar,
para ello
la obra». (Vid. (i)
Costeó
Agüero: la
La
Historia en el Peni, págs. 301-302.)
edición de este volumen, que en España es bastante raro,
montañés D. Ángel Ventura Calderón Ceballos y Bustamante (primer Marqués de Casa-Calderón). La impresión es de las más esmeradas de
el rico caballero
la tipografía
en
la
limeña y lleva estampas que dibujó «un varón religioso, grande
cátedra y en
el
pulpito,
y mayor en
la virtud,
cuyo nombre se oculta».
PERÚ
21
Ferreras y otros habían puesto tantos reparos.
que cayó
En
muy
pronto
vísperas de la
el libro,
y
poco que se
lo
España Sagrada,
De
aquí
olvido en
el
le cita
y
consulta.
era ya un producto anacrónico.
La obra poética más considerable de Peralta Barnuevo, y la única que todavía tiene algún lector, no á título de poema, sino de libro de
Poema
de
tenido,
y
por D. Francisco Pizarro,
los Reyes, la historia
y
la
memoria de
puede decirse que se
de
Virreyes
los
Santos
los
Reyno han producido
y
Y, hablando con
(l).
lea el
rraciones del siglo XVII
poema, que
es
le falte.
Lo que
del xviii, para
y
que en
feliz
teatrales,
Arzobispos que ha
entera propiedad, no
una mezcla extraña de
sí las
dos contrarias abe-
que ningún rasgo de mal
Tenemos
que perteneció á
D. José Sancho Rayón.
la rica
En
y ge-
(2).
Peralta Barnuevo poeta dramático,
lo épico.
tejuelo se rotula
se contiene la
se lee son las copiosas notas históricas
nealógicas que recargan las márgenes
Fué también
y
y
y
Varones ilustres que la Ciudad
gongorismo y de prosaísmo, reuniendo en gusto
del Peni:
heroico en qtie se decanta toda la historia del descubrimiento
sujeción de sus provincias serie
Lima Fundada ó Conquista
americana, es
historia
á la vista
y bastante más
un códice de sus obras
colección de nuestro difunto amigo
esta limpia
y esmerada
copia,
Comedias del Fénix Americano, son tres
que en
el
las piezas
amor y poder, comedia mitológica, cuyo asunto transformaciones de la ninfa lo y de Argos el vigilante, entre-
incluidas: Jriunjos de
son
las
Lima, por Francisco Sobrino y Dados, 1732. Dos vols., 4.° Versos laudatorios de Ángel Ventura Calderón, Antonio Sancho Dávila Bermúdez de (i)
Castilla,
Miguel Mudarra de
la
Serna Roldan, Francisco de Robles y Maldo-
nado y José Berna). Este poema ha sido reimpreso en de documentos literarios del Coronel Odriozola. (2)
el
t. i
de
la Colección
Hay, sin embargo, de vez en cuando alguna octava no despreciable,
por ejemplo, esta del canto
8.°:
En su horizonte el sol todo es aurora, Eterna el tiempo todo es Primavera, Sólo es risa del cielo cada hora, Cada mes sólo es cuenta de la Esfera. Son cada aliento un hálito de Flora, Cada arroyo una Musa lisonjera;
Y
los vergeles,
que
el
confín
Nubes fragantes con que
le
debe,
el cielo llueve.
CAPITULO IX
21-2
mezcladas con los amores de Hipomenes y Atalanta; Afectos vencen finezas^ comedia calderoniana por
y
amor, ó
la
de Duelos de amor y
gedia de Corneille acomodada á
con bastante
destreza, harto
su imitación de
su
la
amor y poder
gusto de
lealtad;
las
de Afectos de odio
Rodoguna, que
es la tra-
condiciones del teatro español
mayor que
la
que mostró Cañizares en
la
primera de
ellas
que
la
comedia Triunfos de
fué representada por orden del Excm.o. Sr. D.
Ladrón de Guevara, obispo de Quito y virrey ción de
la
Ingenia de Racine. Cada una de estas piezas lleva
constando en
loa,
el
la victoria
las
del Perú, en celebra-
armas de Felipe
V
en
los
cam-
año 1710, y que Afectos vencen finezas sirvió años de otro Virrey, el Arzobispo de la Plata don
pos de Villaviciosa para festejar los
obtenida por
Diego
el
Diego Morcillo Rubio de Auñón. Completan
el
ramillete dos fines
y un entremés, con imitaciones visibles de Moliere en Le Médecin malgré lui y en Les Femmes Savantes (l). Este tomo debía publicarse íntegro, no sólo porque los versos cómicos y trágicos de Peralta Barnuevo valen harto más que sus octavas épicas, sino por ser sus obras de las más antiguas que en nuestro teatro encabezaron
de
fiesta
la imitación del teatro francés; al
y la Rodoguna probablemente anterior
Cinna del Marqués de San Juan, que
de seguro no fué destinada á
sabemos que
se
las tablas, al
se representó en Lima,
y
imprimió en 17 1 3) y que paso que de la Rodoguna
tenía todas las condiciones
necesarias para la escena.
La
celebridad literaria de Peralta Barnuevo,
veces tuvo de Rector de
la
el
cargo que varias
Universidad de San Marcos y su propia
y rimbombante, le convirtieron en oblide todos los festejos y fúnebres solemnidades de su
afición á todo lo aparatoso
gado cronista
tiempo, y proveedor incansable y polígloto de versos é inscripciones para ellos. En este lamentable género de literatura compiló su-
cesivamente los raros libros que llevan por Glorias de la América, juegos pythios
y
títulos:
Lima
júbilos de la
triunfante;
Minerva pe-
mismo tiempo, un desconocido poeta de Lima, llamado Villalta, terminó la comedia Amor es arte de amar, de la cual D. Antonio de Solís había dejado únicamente escrita parte de la primera jornada. También poseía (i)
Por
el
esta continuación inédita el Sr. Sancho Rayón.
PERÚ ruana^ en el
(1708);
la
2
1
entrada solemne del Marqués de Castell-dos-Rius
Panegírico
con que se celebró la fausta feliz
y poesías
acción del recibimiento en las Escuelas del Virrey Principe de Santo
Buono
El Templo de
(i 7 17);
la
Fama
pués Luis
Y)
y de
la
y unas estan-
Alberoni (1720);
cias panegíricas en italiano al Cardenal
de Lima yfiestas reales en
vindicado,
los Júbilos
casamientos del Príncipe D. Luis (des-
los
Princesa de Orleans (1723);
la
Fúnebre pompa en
las exequias del Duque de Pari¡ia{l'¡22))\
El Cielo en el Parnaso^
men
Lima
poético con que la Universidad de
qués de Villagarcía en tivo
de
la
1
736;
La
festejó al
certa-
Virrey Mar-
Galería de la Omnipotencia, con mo-
canonización de Santo Toribio Alfonso de Mogrobejo;
la
Relación de la Sacra festiva poinpa en acción de gracias por la exaltación
á
la cardenalicia
Parabién panegírico
al
dignidad de D. Gaspar de Molina (1739),
el
nuevo arzobispo de Lima D. José Antonio
y seguramente
Gutiérrez de Ceballos,
otras
de que no tenemos
noticia.
Era
el
poeta laureado de los Virreyes, y no se daba punto de
reposo para hilvanar versos de circunstancias, no sólo en castellano, sino en latín, en italiano laria llegó á
un extremo
y en casi
francés: su
vena adulatoria y estrafa-
de demencia cuando compuso
el
elo-
gio del Virrey Armendáriz, Marqués de Castel-Fuerte, sin emplear
en todo su discurso más
letra vocal
que
la
A. ¡Lástima de estudios
tan torpemente malogrados! (l).
El ejemplo de Peralta Barnuevo, doblemente deplorable por los sólidos méritos da su varia doctrina, contagió á todos los poetas de
certamen, que en
número prodigioso
hicieron rechinar las prensas
de Lima con sus abortos durante todo
el sig-lo xviii.
No hubo
su-
ceso próspero ó
infeliz
La colección de
estas antologías es manjar regalado para los biblió-
filos;
y
el
que no se solemnizase con
breve catálogo que de algunas de
nota bastará á indicar, por
la sola
ellas
ridículos versos.
presentamos en
extravagancia de los
Sobre Peralta Barnuevo publicó un importante estudio en ael Plata (tomos viii, ix y x) D. Juan María Gutiérrez. (i)
títulos, lo
la
Revista
de La Riva Agüero, en su libro ya citado, añade muchas noticias; é importantes, aunque quizá demasiado apologéticas, consideraciones. El
Sr.
CAPITULO IX
214
depravado y absurdo de su contenido. Figuran en estos centones
Doña Violante de Cisneros, monja definidora en el monasterio de la Concepción; Doña María Manuela Carrillo de Andrade y Sotomayor, llamada en su tiempo la Lhnana Musa; Sor Rosa Corvalán; Doña Rosalía de Astudillo y Herrera; Doña Josefa bastantes poetisas:
Bravo de Lagunas, abadesa de Santa Clara, autora de un soneto á
muerte de
la
reina Bárbara, del cual son estos tercetos:
la
Descansa en paz, pues tu virtud
La corona mejor que
me
avisa
te declara
El que allá en las estrellas te eterniza;
Que
á
mí para
me
seguirte
prepara
El religioso saco en su ceniza
Del
fin
postrero la verdad
más
clara.
Pero es maravilla encontrar en medio de racional:
hay octavas en que todas
tal
fárrago alguna cosa
las palabras
empiezan con
la
letra C: ¡Cielos!
Cómo
canciones cantaremos
Con corazones
casi consumidos...
versos en metáfora de música y en metáfora de imprenta;
y
se hace,
sobre todo, grande ostentación de metrificar en diversidad de lenguas: en la Parentación solemne de la reina
nia
(i 76 i), se
glés, el el
emplean, no sólo
alemán,
quichua y
el
el
húngaro,
el
María Amalia de
el latín, italiano
portugués,
y
Sajo-
francés, sino el in-
el catalán, el
vascuence,
dialecto de los indios de ]\Ioxos. ^Muchas cosas se
Universidad de San Marcos y en los colegios de
enseñaban en
la
Compañía de
Jesús; lo único
que no
se
enseñaba era
el
buen gus-
to (l). Estas coronas poéticas son, por decirlo así, las postreras
Parentación Real al Soberano nombre é itimortal memoria del
(i)
Rey de
las
España s y Emperador de
dad y suntuoso mausoleo que en sus de
Lima consagró d y provincias
celencia el R.
P.
Vega...
II,
católiccr
fúnebre solemni-
reales exequias en la Iglesia Aletropolítana
Virrey, Goberfiador
del Peni, Tierra
J\I.
D. Carlos
he-
sus piadosos manes el Excelentistmo Señor D. Melchor
Portocarrero Laso de la reinos
las Indias...
la
Firme y
y
Capitdii general de estos-
Chile. Escríbela de orden de su
Ir. José de Buendía, de la Compañía de Jesús.
En
la
Exim-
PERÚ
215
ees del culteranismo, que en las colonias
mantuvo su dominación
más que en la península. Fué de los últimos y más disparatados poetas de ocasión un mozo andaluz, de bastante chispa, pero todavía de mayor notoriedad por medio
siglo
sus travesuras y picara vida, que los
al fin
dieron con
él
en
el asilo
de
Padres Betlemitas, maltrecho de cuerpo y agriado de voluntad.
prenta Real del Sa?ito Oficio y de la Santa Cruzada.
mina que representa
Año de
1701.
(Con una
lá-
túmulo).
el
Hay versos de veintiocho ó
treinta poetas, todos obscurísimos, á
excepción
de Peralta Barnuevo.
— Aplattso reverente y afectuoso de la Ladrón de Guevara,
— El Sol en
1
71
Universidad de San Marcos á D. Diego
1
el Zodiaco.
Certamen poético en
el solemne, triunfal recibimiento de
D. Carmine Nicolás Caracholo, Principe de Santo Buono, 1717.
— Cartel del certamen
.
El
Theatro
Jieroico.
Certame^t poético de la Universidaa
al recibimiento de D. Diego Morcillo Rubio de Atmo'n, 1720.
— Cartel del certamen. El Jtípiter Olímpico. Para la festiva celebración poética de la Universidad d Morcillo Rubio de Auñóit, 1720.
— Elisio Peruano. que se
Solemnidades heroicas y festivas demostraciones de júbilos han logrado en la ?nuy Noble y muy Leal Ciudad de los Reyes, Lima, en
la aclamación de
D. Luis Primero, N.
S.
Las resume D. Gerónimo Fernández
y Bocángel. Lima, por Francisco Sobrino, 1725. Tuvieron estas rara condición de ser postumas, puesto que Luis Primero había fa-
de Castro fiestas la
llecido en 31
de Agosto de
1724, y todavía
en
el
Callao le estaban festejando
á principios de Febrero de 1725. Se representaron con esta ocasión tres comedias: Los Juegos Olímpicos, de Salazar y Torres;
Moreto; Para
amor querer
vencer
puso Peralta Barnuevo una
vencerle,
El Poder
de la A?nistad, de
de Calderón. Para esta última com-
Monforte un saínete y Fernández de Castro una introducción, zarzuela, baile y fin de fiesta para el Sarao de los Planetas.
Todo viene
loa,
inserto en el Elisio Peruano.
— Parentación Real, sentimiento público, luctuosa pompa, fúnebre solemnidad, en las reales exequias
de...
D. Luis
I,
de las Indias. Suntuoso mausoleo que
Católico Rey de las
á su augusto nombre é inmortal memoria
erigió en la iglesia de Liina el Exc?no. Sr.
Castel-Fuerte, Virrey,
más
etc.
Españas y Emperador
D. José de Armendáriz, Marqués de
Escríbelo de orden de su Excelencia el R. P. Fr. To-
de Torrejón, de la Comp. de
Jesris...
Lima, imp. de
la calle de Palacio,
Luna y Bohórquez, 1725, 4.°. Fúnebre, religiosa pompa de nuestro Santísimo Padre
por
Ignacio de
—
Fr. Alonso del Río,
1
73
Benedicto XIII, por
1.
—Magnifica parentación y fúnebre pompa, en la ocasión de trasladarse... la Meméüdkz r Pelayo. — Poesía
his^ano-americana.
II.
14
se-
)
CAPÍTULO IX
2l6
Llamábase
el tal
D. Esteban de Terralla y Landa: había sido coplero
áulico del Virrey D.
Teodoro de
Como
las tertulias.
tejo ó duelo público, dio á la -métrico general, llanto funesto
tido doloroso ocaso de nuestro
le
llamaban
y gemido
triste
por
el
Lamento
el
nunca bien sen-
augusto monarca D. Carlos III [ij^g) que, atendida
tales,
la
índole pi-
D. Diego Morcillo Rubio de Auñóii. Sácala á
Dr. D. Alfonso Carrión y Morcillo. Lima, Antonio Gutiérrez de
el
Año
luz...
Ceballos.
de 1744.
— Hércules Aclamado de Minerva. cibimiento del Virrey
Certamen poético de la Universidad al re-
Manso, 1745.
—Parentacio'íi Real, luctuosa pompa y bre y real dias...
memoria de D. Felipe
mandó erigir
el
V,
suntuoso cenotafio que al augusto
Rey de
las Espaiias
Excmo. Sr. D. José Manso de
relación escribe de orden de su Excelencia el Sr.
Torrejón, abogado de esta Real Audiencia.
que representa
Año
y Emperador de
las hi-
Velasco, Virrey, etc..
D. Miguel Sáinz de
nomCuya
Valdivielso
de 1747. (Con una gran lámina,
el catafalco.
— El Día de Lima. Proclamación más versos que una
loa
Real de Fernafido VI, 1748.
No
contiene
de D. Félix de Alarcón.
— Plausibles fiestas que en la provÍ7icia de Guaylas consagró al Catholico de las Españas, el Señor D. Fernando el Sexto, el Bartoloiné de Silva.
prenta de la
Por D. Francisco Xavier
amor y
de
las exequias
poderoso Señor D. Juan
Velasco...,
M.
y Núñez. Lima, im-
V...
y fúnebre pompa que á la memoria del muy alto y Rey de Portugal y de los Algarbes ma?idó erigir en
Conde de Superunda..., Virrey,
etc.
Excmo.
De
Sr.
D. José Manso
cuya orden la escribe
Fr. José Bravo de Rivera, de la Comp. de Jesús...
— Puntual descripción, fúnebre lamento y suntuoso pompa
lealtad del general don
Villalta
esta capital de los Reyes el día 8 de Febrero de 1752 g/
R. P.
Rey
calle de Palacio, 1749.
— Relacióíi de de
de
el poeta
obligado cantor de todo fes-
estampa sucesivamente
(centón de sandeces y bufonadas pultura... del cuerpo... de
y
Croix,
grande improvisador de acertijos para da-
las adivinanzas^ por ser
mas y galanes en
la
Año de
túmulo de
el
1752.
la regia, doliente
con que en la Iglesia Aíetropolitana de la ciudad de los Reyes, corte de la
América Austral, mafidó solemnizar las reales exequias de
la
Sma. Señora Doña
Mariana Josefa de Austria, rey fia fidelísima de Portugal y los Algarbes, el día 15 de Marzo de 1756, el activo celo del... Conde de Superunda, Virrey, etc., de cuyo superior mandato la escribe el R. P. Fr. Alejo de Ahites, del Orden Seráfico.
Año
de 1756.
— Relación fúnebre de las reales nísima Majestad de la
itiuy
alta
exequias que á la triste memoria de la Sere-
y muy poderosa Sra. Doña María Bárbara de
Portugal, Católica Reina de las Españas... maíidó celebrar... el Virrey D. José
PERÚ caresca
deban estimarse como pura y relaciones de fiestas, al modo que antes lo había
y maleante
del poeta, quizá
neta parodia de las
hecho sal,
en su Día grande de Navarra)^
el P. Isla
Lima
Festiva
y
la
Alegría Univer-
encomio poético al recibimiento del virrey Gil de
El Sol
Lemiis (1790),
217
en el Mediodía: año feliz
y
júbilo particular
con que la Nación índica... solemnizó la exaltación al trono de Carlos
IV
poema
(l/QO),
descriptiv^o
en endecasílabos pareados, con
una introducción y once cantos, amén de muchas poesías Manso
líricas
y
de Velasco, Conde de Super-unda...^ de cuya orden la escribió el R. P. do-
minico Fr.
Mariano
Lujan...
— Pompa funeral en
Año de
1760.
las exequias del Católico Rey de España...
D. Fernan-
do VI, Nuestro Señor que mando hacer en esta Iglesia Metropolitana de Lima, ,
a 29 de Julio de 1760,
Vii-rey...
el...
Conde de Super-unda. Descríbela por orden
de Su Excelencia el P. Juan Antotiio Rivera, de la
Compama
de Jesús...
Año
de 1760.
— Lima
Gozosa. Descripción de la proclamación de Carlos III, 1760.
biéndola visto, ignoro
— Parentación Reina...
contiene versos.
si
solemne que al nombre augusto
Doña María Amalia
Catedral de Lima... rrey, etc..
Y la
No ha-
y
real memoria de la Católica
de Sajonia... fnandó hacer en esta Satita Iglesia
el día 27 de
Junio de 1716,
el...
Conde de Super-Unda,
Vi-
escribe por orden de su Excelencia el P. Victoriano de Cuenca, de
la Comp. de Jesús...
Año
de 1761.
— El nuevo héroe de la fama.
Certamen poético con que la Universidad de Lima
celebró el recibimietito del virrey
D. Manuel de Amat. Escribióle
el
Marqués
de
Casaconcha. Lima, imp. de los Niños Huérfanos, 1762.
— Fúnebre pompa
á
memoria de D. Juan de Castañeda, por Isidro José Griega y Pimentel, 1763, No la he visto, é ignoro, por tanto, si contiene versos.
—Romance
la
en la fiesta con que los Bailones de
Ntra. Sra. de Monserrat,
— Romance d
1
la entrada
Lima
celebraron la imagen de
766.
y
ejercicio de
fuego que
hizo la tropa qtie volvió de
Quito, 1768.
—Relación de Isabel Farnesio Virrey, etc..
De
las reales exequias que
mandó
d
Excmo. Sr. D. Manuel de Amat y Juniet..., escribió D. José Antojiio Borda y Orozco, Coronel
hacer... el
cuya orden la
del Regimiento de dragones de Carabayllo...
mejor gusto que
las anteriores,
que se pusieron en
el
memoria de la Reina Madre Doña
la
Año de
1768. Esta relación, ya
no contiene más que algunos
de
dísticos latinos,
túmulo.
— Lágrimas de Lima en las exequias de D.
Pedro A. de Barroeta, por Joseph
Potau, 1776.
— Cartel del Certamen.
Templo del honor y la virtud.
En
el plausible triunfal
8
CAPÍTULO IX
21
cuatro loas^ todo, ni este diluvio
al
parecer, parto de su
numen
de versos de circunstancias,
currutaco de Lima, que hacía insertar en
ron
la
notoriedad que
famoso
el
por los años de 1792 escribió con
libelo el
San Marcos
Juan
(l).
No
III...
San
Virrey, etc..
Felipe Neri.
contiene poesías; pero
que cubrían
mandó ce-
En
el P.
la
Ris-
túmulo, estatuas, pilares y ¡Qué desastrosa fecundidad! Por las de Terralla, únicas las
que se imprimieron, podrá juzgarse
lo
el
que valdrían
las restantes.
— Convite métrico general en la proclamación de Carlos IV, 1789. —Descripción de las fiestas que celebró Lima d la exaltación de Carlos 1 Hay
que
Real Uni-
la
Orden teutónico...,
Risco, Pbro. de la Congregación de
co asegura que pasaron de mil la iglesia.
le die-
dentro y fuera,
Señor Don Carlos
la Croix, del
imprenta de Niños Expósitos. Año de 1789.
muros de
Lima por
Jáuregui y Aldecoa, en
elfallecimiettto del
Excmo. Sr. D. Teodoro de
Descríbelas D.
Diario Erudito,
de Lima... 1783.
—Reales exequias que por lebrar... el
la
seudónimo áe Simón Ayanque
recibimiento del Exento. Sr. D. Agustín de
versidad de
el
y artícuSemana del
ni las poesías
de costumbres, algunos bastante chistosos, como
los
Pero
irrestañable.
V,
1
790.
de Meameno ar-
otras sin fecha, pero baste con las referidas, y en la Bibliografía
dina se encontrarán todas.
De
algunas de ellas se da noticia en un
tículo del Sr. Palma. (Tradiciones Peruanas, 2.^ serie, Lima, 1883), con el título
de Los plañideros
La edición que tengo
(1)
En
del siglo pasado.
á
la vista es la
siguiente:
Lima por dentro y fuera.
consejos económicos, saludables, políticos y jiiorales que da
un amigo á otro con
motivo de querer dexar la ciudad de México, por pasar á la de Lima. Obra jocosa
y
divertida.
En
que con salados conceptos se describen, además de otras cosas,
las costumbres, usos
La
y mañas
da á luz Simón Ayanque. Madrid,
Mucho más ameno
allí,
de acá
y
de otras partes.
Villalpafido, 17 g8. 12.°
é interesante es un libro en prosa, publicado clandesti-
namente en Lima (según
la
opinión más probable) con
el título
de El Laza-
de ciegos cami7iantes desde Buenos Ayres hasta Lima, con sus itinerarios se-
rillo
gún
de las madamitas de
la
más puntual
observación, con algunas noticias útiles
á
los nuevos
Comer-
Muías; y otras Históricas. Sacado de las Memorias que hizo Don Alonso Car rió de la Vandera en este dilatado viaje, y Comisión que tubo por la Corte para el arreglo de Correos; y Estafetas, Situación y ajuste de ciantes que tratan en
Postas desde Montevideo. Por Don Calixto Bustamante Carlos Inca,
alias Con-
acompañó al referido Comisionado en dicho viaje, y escribió sus Extractos. Con licencia. En Gijón, en la imprenta de la Rocolorcorvo, natural del Cuzco, que
vada.
Año de 1773.
La Junta
de Historia y Numismática Americana, bajos cuyos auspicios se
publica una colección de libros raros é inéditos sobre
la
región del Río de
la
PERÚ
219
Es una sátira contra la sociedad limeña en diez y siete romances de lo más pedestre, chabacano y grosero que puede leerse, llenos de alusiones sucias y nauseabundas, é inspirados, sin duda, por móde venganza, ruines y rastreros, como
viles
si el
rido desquitarse en este solo libro del incienso
autor hubiese que-
que tan
fastidiosa-
mente habla quemado en los tres anteriores. El Cabildo ó Ayuntamiento de Lima se ofendió gravemente de
y hasta intentó recogerle y proceder judicialmente contra su autor; pero como siempre la murmuración aplace á la mísera condición humana, los mismos peruanos contribuyeron á la divul-
este librejo,
gación del pasquín que con tan feos colores los presentaba; y á des-
pecho de
lo baladí
de su ejecución
Lima por dentro y fuera
literaria,
fué reimpreso varia^veces en Cádiz, Madrid, México
y Lima, y
to-
davía en 1854 se hizo una edición de lujo en París con graciosas ilustraciones de
cuanto á
éste,
al texto.
En
parecer de D. Felipe Pardo
(l):
un dibujante limeño,
hay que atenerse
al
muy
superiores
«Terralla no era escritor, ni satírico, ni poeta, sino un salvaje que se
puso á decir en mal castellano y en renglones desiguales cuanta
Plata,
ha hecho una esmerada reimpresión de este Lazarillo (Buenos Aires,
1908),
con un prólogo de D. Martiniano Leguizamón.
Probablemente
el apellido del
como el pie de imprenmismo dice que se puso el
autor es tan fingido
Es dudoso que se llamase Bustamente, y él nombre de Concolorcorvo, por tener el color de ta.
ala
de cuervo. Se da por
in-
dio natural del Cuzco, y «descendiente de sangre real por línea tan recta
como
la
del arco iris». Pero todo ello,
por
el
modo de
desvergonzada broma: «Yo soy indio neto, salvo
que no
salgo por fiador».
muy
De
las
decirlo, parece
una
trampas de mi madre, de
todos modos, no se trata de un viaje imaginario,
que entre burlas y veras contiene curiosísimas descripciones y picantes noticias de costumbres, por lo cual el historiador no puede ni debe desdeñarle, á pesar de las bufonadas que de vez en cuando le salpican. sino
auténtico,
Los capítulos
relativos al estado social
de atención. En suma, pocos
de
los indios, tienen cosas
muy
dignas
hay de su género y de su tiempo que se lean con tanto agrado como éste instructivo viaje por una vasta región de la
América del Sur, cuyos
libi-os
territorios se reparten ahora la República Argentina,
Bolivia y el Perú. (i)
En
Hay un rua?ias
el
prólogo de
El Espejo
artículo biográfico
de D. Ricardo Palma.
de mi tierra.
de Terralla en
la 3.^ serie
de
las Tradiciones
Pe-
CAPITULO IX
220 torpeza
le
vino á las mientes.» Quizá los únicos versos suyos dignos
de recordarse son algunos del romance en que hizo su testamento satírico.
Como
si
no bastase
fiestas reales
para dar libre curso
que infestaban en
bles poetastros
empezaron á es más,
escribirse
tuvo su
certámenes, exequias y furor métrico de los innumera-
epidemia de
la
al
el siglo xviii las orillas
en verso hasta
Homero
la
los
estúpida
los carteles lidia
del Rimac,
de toros, y
de gallos en
el
lo
que
general
D. Ignacio de Escanden, que en 1762 celebró en un romance, con el estrafalario rótulo
de
la
de Época Galicana egíra Gali-lea,
la
apertura
primera casa pública destinada á aquella bárbara diversión en
la capital del
Perú
Pero aunque
(l).
las
manifestaciones escritas di
general tan infelices por
el
círculo estrecho
lograba su cultivo, no dejaba Lima de ser
nos ingenios que celebra elegantemente
y
la
tri\ial
la tierra
el P.
poesía fuesen en
en que se ma-
fecunda en bue-
Vaniére en
el
libro vi
de su Prcedimn Riisticuní: Fertilibus gens dives agris aurique metallo,
Ditior ingeniis hominum...
Y
cuando alguno de sus
criolla,
daba muestras de
detrás de
sí la
hijos, sí
saliendo de
la
monotonía de
la
vida
en las cortes de Europa, solía llevarse
admiración y los plácemes de los doctos, porque,
como ya he dicho y conviene no olvidar, lo que faltaba en México y en Lima á mediados del siglo xviii no era caudal de ciencia, sino crítica
y gusto
(2).
Tal se mostró en París aquel estudioso y polígloto
Escandón publicó, además, un Poema ai celebridad del virrey D. Manuel de Amat, y otros papeles en prosa y verso, que le acreditan de hombre (i)
de menguado caletre y estrafalario gusto. (2)
La enciclopédica cultura
del Dr. Peralta
Barnuevo se encuentra reno-
vada con notables mejoras de juicio y gusto, en las numerosas obras de otro polígrafo limeño, D. José Ensebio de Llano Zapata, que fué como él matemático, astrónomo, naturalista, historiador, humanista y poeta de certa-
men, aunque es este último concepto muy bueno para olvidado. Pero sus esde consideración, y están llenos del espíritu reforcon la circunstancia notable de no haber pisado nunca
critos científicos son dignos
mador
del siglo xviii,
PERÚ
2 21
joven D. José Pardo de Figueroa, sobrino del Marqués de Castel-
mismo
P.
Vaniére que se hacía entender
sin intérprete en todas las lenguas
de Europa, y en ninguna ciudad
Fuerte, de quien dice
el
podía considerársele como peregrino: si
...
cuncti recte discantur ab uno;
Linguarum morumque sciens interprete nullo, Europse varias gentes qui nuper obibat, Hospes ubique novus, nulla peregrinus
in urbe.
Así también se hizo famoso en España y en Francia, no menos por sus talentos que por sus desgracias, D. Pablo de Olavide, en
las aulas
de
la
Universidad limeña de San Marcos ni de otra alguna.
más estudios que
los
de latinidad en
el
No
hizo
colegio de los Jesuítas, y en todo lo
demás fué autodidacto. Desde su juventud se dedicó á la enseñanza privada de las humanidades, y fué el primero que dio lecciones de lengua griega en el Perú. Esta particular posición suya le hizo severísimo censor de los vicios de la
ciencia oficial, y acérrimo
enemigo de
la
Escolástica.
«Todas son (decía en
una de sus cartas) mentalidades, abstracciones y disputas bien inútiles; no se da un paso que no sea en esta parte con pérdida de tiempo, malogro de la juventud y ruina de los ingenios; tropiezos casi inevitables y que siempre han de salir de encuentro á todos los que se mezclan en cuestiones que ni en lo físico ni si
en
lo
moral traen algún provecho
al
espíritu
de
los
hombres. Antes,
bien se contempla, vuelven inútiles todas las operaciones del entendi-
miento, haciendo caer en una insensatez, furor y manía,
si
no
es ya en
un
pirronismo confirmado. Esto desearía yo que conociesen todos los maestros; desterraran entonces de sus escuelas tantas inutilidades, sofisterías é impertinencias en
pato.
Todas
que por
lo
que hasta ahora ellas
los tienen envueltos las observaciones del Peri-
no son otra cosa que unos trampantojos de
común
las
aulas,
con
se engañan bobos y descaminan los incautos».
Llano Zapata, que hizo largos viajes por América y Europa, fijando por último su residencia en Cádiz desde 1756 hasta 1768 ó 1769, fecha probable de su muerte, no llegó á publicar sino
muy pequeña
Lima, su Resolución físico-matemática sobre
ios
parte de sus trabajos: en
cometas (1744) y varias cartas,
y observaciones metereológicas con ocasión de los temblores de tierra de 1746 y 1748: en Cádiz y Sevilla algunas cartas críticas, eruditas y curiosas, al modo de las de Feijóo y Mayans. De estas cartas se formaron dos pequeñas diarios
colecciones en 1763 y 1764, pero quedaron inéditas ó se imprimieron sueltas
muchas más. La muerte
frustró el propósito
que
el
autor tenía de recogerlas
todas en una serie, que hubiera constado de seis volúmenes. Pero
el
trabajo
de más empeño que acometió Llano Zapata fué una Historia Najural de Amé-
222
CAPITULO IX
quien, por decirlo
de Carlos
III.
así,
encarnó
se
innovador en tiempo
el espíritu
Sus obras son inseparables de su
vida,
y por eso con-
viene indicar algo acerca de los sucesos capitales de su azarosa existencia
(l).
Olavide, nacido en Lima en 1725, discípulo aventajado de versidad de San Marcos, donde recibió
el
la
Uni-
grado de doctor en Cáno-
nes á los diez y siete años de edad, opositor á cátedras, oidor de aquella Real Audiencia
auditor general de Guerra del virreinato
y
hombre
del Perú, hubiera envejecido tranquilamente en su carrera de
de toga,
si
de repente no viniera á sacarle de
ble terremoto de
1746.
Cuando
los caudales
de
los
mucha reputación de
murmurase de
él,
mostró
le
mandó
rica,
de
no
íntegro. Pero
la
la plaza,
faltó
quien
construcción
venir á Madrid á rendir cuentas. Propicia se le
fortuna en España. Gallardo de aspecto, cortés, elegante
la
la cual
mineral.
y por su
desinterés,
fondo remanente después de aquella cala-
el
atildado en sus modales, ligero
y
y
sobre todo por haber aplicado á
de un nuevo teatro
el horri-
mayores negociantes de
dejándole con
midad. Se
obscuridad
se trató de reparar los efectos de
aquel desastre, mostró serenidad, aplomo
mano pasaron
la
En
el
hoy sólo se conoce
el
y
brillante
en su conversación,
primer tomo, que comprende
prospecto que presentó á Carlos
III
en
el
1761, anuncia el
reino
con-
tenido de otros cuatro, que tratarían respectivamente del reino vegetal, del reino animal y de los grandes ríos Amazonas, Marañón, Paraguazú, Uriaparí
y Magdalena, coronando toda nes. El título general
de
la
la
obra un volumen de suplementos y adicio-
obra debía ser Memorias Físicas- Apologéticas déla
Atnérica Meridional. El señor D. Ricardo Palma ha hecho el
publicar
la
buen
parte primera, única que ha llegado á nuestros días (Lima, 1904),
añadiendo tres cartas curiosísimas que se imprimieron con
en }'
1759.
servicio de
En una de
prospecto
da noticia de varios escritores y poetisas peruanas, fundación de una biblioteca pública en Lima.
ellas se
en otra se propone
la
El tomo publicado de aplicaciones, sino
el
las
Metnorias no se contrae á
que contiene mucho de
historia
la
civil
Mineralogía y sus
y de arqueología
indígena.
La mejor y más completa biografía que existe de Olavide es la del peruano D. J. A. de Lavalle (D. Pablo de Olavide: Apimtes sobre su vida y sus (i)
obras.
Segunda
edicio'71,
Lima,
mis Heterodoxos Españoles
(t.
1885). El capítulo in)
que en
1881
le
dediqué en
requiere ser adicionado con presencia de
esta y otras publicaciones. Para entonces reservo
la
bibliografía del asunto.
PERÚ
223
cayó en gracia á una viuda riquísima, heredera de dos
y logró
Desde entonces
fácilmente su mano.
capitalistas,
casa de Olavide, en
la
Leganés y en Madrid, fué una especie de salón, de los primeros que se conocieron en España. Olavide, agradable, insinuante, culto á la francesa,
con aficiones
filosóficas
y
artísticas,
que alimentaba en sus
y espléndido, corresponsal de los de sus libros, comenzó á hacer ruido-
frecuentes viajes á París, ostentoso
enciclopedistas
y gran
lector
so alarde de sus tendencias innovadoras, que frisaban con
dad declarada. El Conde de Aranda se entusiasmó con tegió
mucho, haciéndole síndico personero de
la villa
impie-
la
y le prode Madrid y él
director del Hospicio de San Fernando. Los ratos de ocio los dedi-
caba á
como
las bellas
era
puso en su casa un teatro de aficionados,
letras:
moda en
Francia,
y como
le tenía el
mismo
Voltaire en
Ferney, y para él tradujo algunas tragedias y comedias francesas. Moratín (l) le atribuye sólo la Zehnira (traducción de Du Belloy), la
Hipermenestra (de Lemierre) y El desertor francés (de Sedaine);
pero D. Antonio Alcalá Galiano
anónima de que de
(1)
(2)
Zaida («Zayre») de
la
ella se valió
como
añade á
ellas
una que corrió
Voltaire, tan ajustada al original,
texto D. Vicente García de
Catálogo de piezas dramáticas del
siglo
la
Huerta
XVII^ pág. 329 del tomo de sus
Obras, edición de Rivadeneyra. (2)
Lecciones de literatura del siglo XVIII... Madrid, Imprenta de la Socie-
dad Literaria y
primió dos veces en Barcelona, Carlos Gibert y Carlos ni,
art.
La traducción de Olavide se imprimera sin año, la segunda en 1782, por
Tipográfica, 1S43, pág, 243.
Tudó
de Huerta). El
Madridj 1897 (pág.
183), le
la
Sempere y Guarinos,
(Vid.
Escritores del reinado de
Emilio Cotarelo, en Triarte y su época, atribuye, además, una traducción de la Fedra,de Sr. D.
Racine, que se imprimió anónima, y añade que tradujo también £1 jugador,
de Regnard, Casandro y Olimpia, de
Voltaire, Lina,
de Lemierre, y
la
Mérope
del italiano Maffei; todas las cuales se representaron en los teatros de los
Reales Sitios antes de 1771, y algunas de eflas en los de la Cruz y el Príncipe de Madrid. Una copia de Olimpia, con fecha de 1782, se conserva entre los manuscritos dramáticos de del Sr. Paz y Melia).
la
También
Biblioteca Nacional (núm. 2.445 del Catálogo
se atribuyen á Olavide las traducciones de dos
óperas cómicas, Niñeta en la corte (de Favart) y El pintor enamorado de su modelo, de Anseaume, y es probable que haya otras entre el fárrago de versiones dramáticas del siglo xvni.
CAPITULO IX
2 24
para su famosa Jaira, convirtiendo los desmayados y rastreros versos de Olavide en rotundo
mente Olavide poco
tenía de poeta, ni en lo profano, ni en lo sagra-
que después cultivó
do,
mada,
y bizarro romance endecasílabo. Real-
tanto: sus versos suelen ser
sin nervio ni calor ni viveza
de
mala prosa
ri-
Aunque dotado de
fantasía.
cualidades brillantes, era de instrucción flaca
y
superficial
y
,
sin
resistencia se dejó arrastrar por el torrente de la filosofía del si-
glo XVIII, no
al
modo
cauteloso que
varones, sino con todo
de
el
otros graves
fogoso atropellamiento de los pocos años,
vagas lecturas y de
las
Campomanes y
la
imaginación americana. Olavide cauti-
vó, arrebató, despertó admiración, simpatía
y
envidia,
y acabó por
dar tristísima y memorable caída.
Pero antes
la
protección de Aranda
le
ensalzó á la cumbre,
1767 era ya Asistente de Sevilla é Intendente de
De
de Andalucía.
el
más radicalmente revolucionario que
se for-
rabioso centralismo
y odio
mulase por entonces, respirando todo
dios
él
las libertades universitarias,
de Teología y
son superiores
al
no menos que á
los estu-
pues ó
Filosofía, «cuestiones frivolas é inútiles,
ingenio de los hombres, ó incapaces de traer
dad, aun cuando fuese posible demostrarlas
plan contenía
los cuatro reinos
aquel tiempo data su famoso plan de reforma de
aquella Universidad,
encarnizado á
muy
sanas advertencias para
dios de Matemáticas
y
Física,
»
la
Al lado de
reforma de
de Lenguas é Historia,
do de prosperidad que alcanzaba á
fines del siglo xviii.
reformas de aquel reinado hay que distinguir útil
la
utili-
esto, el
los estu-
cuales,
las
puestas en práctica, fueron elevando aquella célebre escuela
mente
y en
En
al
gra-
todas las
parte verdadera-
y positiva, de los muchos sueños y temeridades infecun-
das que se mezclaron con
ella (l).
Olavide era un iluso de filantropía, pero con candida y buena
que
á ratos le hace simpático.
Letras tar
y todavía más
y guiar
(1)
los
la
En
Economía
Sevilla protegió á su Política,
y tuvo
primeros pasos de Jove-llanos.
Véase un amplio extracto de este plan en
1^
De
59).
las
la gloria
de alen-
la tertulia
de Ola-
Reseña histórica de
Utiiversidad de Sevilla, por D. Antonio Martín Villa (Sevilla,
nas 36 á
modo
fe,
la
1886, pági-
PERÚ
225
y con ocasión de una disputa sobre las innovaciones draniátide la Chausée y Diderot, salió la comedia de El_ Delincuente
vide,
cas
honrado^ tierna y bien escrita, aunque algo lánguida y declamatoria;
como que
su ilustre autor se propuso por principal fin en ella «ins-
que responden
pirar aquel dulce horror con
que defiende
como
Rasgos tan candorosos
.
y más cuando vienen de tan grande hombre como Jo veno deben perderse ni olvidarse, porque pintan la época me-;
que
delitos
la hitmanidad->>
al
éste,
llanos,
jor
de
los derechos
almas sensibles
las
y
el
Tratado de
los
de las penas entusiasmaban por igual á aquellos hombres; y
para que pastoril
La Julia y
lo harían largas disertaciones.
á su colmo, juntaban la mascarada
la afectación llegase
de
la
Arcadia con
la filantropía
seau, llamándose entre ellos
^
el
de
mayoral
los discípulos
Jovino
y>
y
«.el
de Rous-
facundo El-
pino^. Este últino era Olavide, de quien Jove-llanos conservó siem-
pre
muy buen
recuerdo, bastando
más áspero
cer indulgente con
él al
adversa fortuna
flaqueó
le
describía en la epístola
la
el
amistad de
tal
varón para ha-
censor. Ni en próspera ni en
cariño de Jovino, que aun en 1/7^
á sus amigos de Sevilla
Mil pueblos que del seno enmarañado
De De
Marianos montes, patria un tiempo
los
fieras alimañas,
de repente
Nacieron cultivados, do á despecho
De De
la
rabiosa envidia, la esperanza
mil generaciones se alimenta:
Lugares algún día venturosos,
Del gozo y
Y con
Entre
la
inocencia frecuentados.
la triste
y vacilante sombra
Del
sin
Yá
su primer horror restituidos.
los mil
ventura Elpino ya infamados
proyectos,
más ó menos razonables ó
utópicos,
que
en aquella época de furor económico se propalaban para remediar la
despoblación de España y abrir
baldías, era
nantes
el
uno de
de
establecerlas,
las
los
al
cultivo las tierras eriales
más favorecidos por
colonias agrícolas.
y en tiempo de Aranda
la
y
opinión de los gober-
Ya Ensenada
había pensado
volvió á agitarse
la
idea con
ocasión de un Memorial de cierto arbitrista prusiano, D. Juan Gas-
CAPÍTULO IX
226
par Thurricgel.
Campomanes
entró en sus designios, redactó una
consulta favorable en 2/ de Febrero de
1
767,
y
sin dilación
comen-
zó á tratarse de poblar los yermos de Sierra Morena, albergue has-
romances de ciegos, y Thurriegel se comprometió á traer,
ta entonces de foragidos, célebres en los
terror de los
hombres de
en ocho meses,
seis
cesión se firmó
el
tica
y la conmismo día que la pragmá-
y flamencos
mil alemanes
2 de Abril de 1767, el
de expulsión de
Para establecer
bien.
católicos
,
los jesuítas.
la
colonia fué designado, con título de Superin-
tendente, Olavide,
como
dedor de su índole.
No
el
más á propósito por
se descuidó
lo vasto
un punto, y con
el
y empren-
ardor propio
de su condición novelera y con amplios auxilios oficiales, fundó en breve plazo hasta trece poblaciones, muchas de las cuales subsisten para gloria imperecedera de su nombre. Por desgracia propia,
Superintendente no se detuvo en
pezaron suizo,
las
la
murmuraciones contra
el
y pronto emmismos colonos. Un
poesía bucólica, entre los
él
D. José Antonio Yauch, se quejó, en un memorial de 14 de
Marzo de 1769, de
la falta
de pasto espiritual que se advertía en
las
que de malversaciones, abandono y malos tratanuevos pobladores. Confirmó algo de estas acusacio-
colonias, á la vez
mientos á nes
el
los
Obispo de Jaén: envióse de visitadores
á D. Ricardo Wall y
al
Marqués de
la
al
Consejero Valiente,
Corona, y tampoco fueron
del todo favorables á Olavide sus informes. Entre los colonos habían
venido disimuladamente algunos protestantes, y en cambio faltaban clérigos católicos de su nación
Aranda
y
lengua.
De conventos no
se hable:
entonces y para en adelante, en pliego de condiciones que ajustó con Thu-
los había prohibido para
términos expresos, en
el
Al cabo vinieron de Suiza capuchinos, y por superior de ellos ¥r. Romualdo de Friburgo, que escandalizado de la libertad de los discursos del colonizador, hizo causa común con los muchos rriegel.
enemigos que éste tenía dentro del Consejo y entre los émulos de Aranda. Las imprudencias, temeridades y bizarrías de Olavide iban
comprometiéndole más á cada momento. Ponderaba con hipérboles asiáticas el progreso de las colonias, y sus émulos lo negaban todo. Él se quejaba de que ellos
los
de que pervertía a
capuchinos
los
le
alborotaban
la
colonia,
colonos con su irreligión manifiesta.
y AI
PERÚ
Romualdo de Friburgo
cabo, Fr.
tiembre de 1/75)
poí" hereje,
y negador de
ralista
dencia y de
227
delató en forma á Olavide, en Sep-
ateo
y
materialista, ó á lo
lo sobrenatural,
los milagros,
asiduo lector de Voltaire
de
de
la eficacia
Revelación, de la Provi-
la
de
oración y buenas obras;
la
y de Rousseau, con quienes
correspondencia; poseedor de imágenes
y
menos natu-
tenía frecuente
figuras desnudas
y
libidi-
ayunos y abstinencias eclesiásticas y distinción de manjares; profanador de los días de fiesta, y, finalmente, nosas; inobservante de los
hombre de mal ejemplo y piedra de escándalo para
sus colonos.
A
como
el
estos graves cargos se añadían otros enteramente risibles,
de defender
movimiento de
el
campanas en
días
aprovechando
toque de las
al
de nublado.
El Santo Oficio impetró licencia del de,
y oponerse
la tierra
la
Rey
para procesar á Olavi-
caída y ausencia de Aranda. Se
mandó
le
venir
á Madrid para tratar de asuntos relativos á las colonias. Él temió el
nublado que se
le
En
dole consejo.
Roda
venía encima, y escribió á su amigo
la carta,
que es de 7 de Febrero de
1
pidién-
776, le decía:
«Cargado de muchos desórdenes de mi juventud, de que pido á Dios perdón, no hallo en mí ninguno contra criado en un país
me
no
ella:
y derramaría por ni
padres y maestros
Y
ella
la
la
que profesamos,
que, por gracia del Señor, ten-
en estas materias alcanzo mas que
me
enseñaron conforme á
porque nada alcanza
jor sacrificio de
Que Olavide
un
cristiano
autobiográfico que siones de
,
la
doctrina de
la Igle-
cosas de la fe de nada sirve
las
siendo
la dócil
obediencia
el
me-
»
las resultas del
la
proceso, sino por
unánimemente conceden
El Evangelio
que mis
lo
ocultaba ó desfiguraba aquí una parte de
parece claro, no sólo por
Yo
hasta la última gota de mi sangre
estoy persuadido de que en
la razón,
«La
conoce otra que
he hecho gloria de
no soy teólogo,
sia
se
ha dejado hasta ahora Dios de su mano por haber faltado
nunca á go;
donde no
Nacido y
la religión.
verdad el
valor
sus biógrafos á las confe-
en Triunfo^ donde se leen pasajes
como
éste:
lectura de los libros filosóficos había pervertido enteramente
mis ideas.
también Iglesia.
la
Yo
había concebido, no sólo
el
más
alto desprecio, sino
adversión más activa contra todo lo que pertenecía á la
Creyendo que
el
cristianismo era una invención
humana.
CAPITULO IX
228
como
no podía mirar
las religiones,
todas
la Iglesia
sino
como
hogar ó centro de sus principales ministros, que abusaban de dulidad en favor de sus intereses. Todas sus sociedades
me
el
la cre-
parecían
cavernas de impostores, sus creencias ridiculas, sus ritos irriso»
rios
(Carta segunda).
Roda, que tenía en
el
como
fondo tan poca religión
Olavide, pero
que á toda costa evitaba ponerse en aventura, le dejó en manos del Santo Oficio, contentándose con recomendar la mayor lenidad posible al Inquisidor general. Éralo entonces el antiguo Obispo de
Salamanca D. Felipe Beltrán, varón piadoso y docto, no sin alguna punta de regalismo, é inclinado por ende á la tolerancia con los innovadores, aunque en este caso no
lo
mostró mucho.
por fuerza, tuvo que condenar á Olavide; pero llación
un
de un auto público, reduciendo
le
la lectura
De
excusó
de
grado ó la
humi-
sentencia á
la
embargo, inusitada
autillo á puerta cerrada, al cual se dio, sin
24 de Noviembre de 1778, con asistencia de varios grandes de España, consejeros de Hacienda, Indias, Ordenes y Guerra, oficiales de guardias y padres
solemnidad. Verificóse ésta en
la
mañana
del
graves de diferentes religiones. Aquel acto tenía algo de conminatorio: la Inquisición, aunque herida y aportillada, daba por última vez muestra de su poder, ya Asistente de Sevilla
al
mermado y
volteranismo de
decadente, abatiendo en
el
y convidando
al
corte
la
triunfo á sus propios enemigos.
Olavide
Orden
ceremonia
salió á la
sin el hábito
de Santiago (de cuya
era caballero), con extremada palidez en
do por dos de terror
familiares del
la lectura
perdido nunca
de
la fe,
tierra desm.ayado.
Santo Oficio.
la sentencia,
aunque
y
Oyó con al
fin
y
seis,
rostro
Y
y conduci-
grandes muestras
exclamó:
lo diga el fiscal.»
Tres horas había durado
los cargos eran sesenta
el
«Yo no he
tras esto
cayó en
de
sumaria:
la lectura
la
confirmados por setenta y ocho tes-
y formal, miembro podrido de la religión; se le desterraba á cuarenta leguas de la corte y sitios reales, sin poder volver tampoco á América, ni á las colonias de Sierra-Morena, ni á Sevilla; se le reclnía en un convento por ocho tigos.
Se
le
declaraba hereje convicto
años para que aprendiese viernes; se le
la
doctrina cristiana
y ayunase todos
degradaba y exoneraba de todos sus cargos,
sin
los
que
P£RU
229
pudiese en adelante llevar espada, n¡ vestir oro, plata, seda ni paños
de
montar á caballo; quedaban confiscados sus bienes
lujo, ni
Cuando
habilitados sus descendientes hasta la quinta generación.
volvió en
hizo
sí,
la
profesión de
pero sin coroza, porque
que de
la fustigación
dispensó de
le
con
con vela verde en
fe,
é in-
mano,
la
ello el Inquisidor, lo
mismo
varillas.
Los enemigos de Olavide (que tenía muchos por su rápido en-
cumbramiento y por
el
asunto de
las colonias) se
desataron contra
indignamente después de su desgracia. Corre manuscrita entre
él
los curiosos
una
sátira insulsa
y chabacana, cuyo
Siglo Ilustrado., vida de D. Gtiindo truido
y
rótulo dice:
Cerezo., nacido., educado., ins-
muerto según las luces del presente
dada á luz para
siglo,
seguro modelo de las costumbres por D. Justo Vera de la
Vento-
,
sa
(i).
Es un cúmulo de
Por no
te.
servir,
ni
injurias sandias, despreciables
para
la biografía
muy
El
de Olavide
y
sirve,
poco enterado de
sin chis-
porque
el
hechos y aventuras del personaje contra quien muestra tan ciego ensaña-
anónimo maldiciente estaba
los
miento.
Olavide era una cabeza
ligera,
menos perverso de
índole que lar-
go de lengua, y sobre él descargó la tempestad, mientras que por más disimulados ó más poderosos seguían impunes sus antiguos protectores los
de
Arandas y
la Iglesia.
los
Rodas, enemigos
Comenzó por
abatirse
mucho más
y anonadarse
peligrosos
bajo el peso de
aquella condenación infamante; pero luego vino á mejores pensa-
mientos,
y
la fe
volvió á su alma. Retraído en el IMonasterio de Sa-
hagún, sin más libros que neri, tornó á cultivar
con
los
de Fr. Luis de Granada y
espíritu cristiano la poesía,
recreación de sus primeros años,
que no son enteramente critas
y compuso
prosaicos.
los únicos versos
Llámanse en
las copias
suyos
manus-
Ecos de Olavide, y vienen á ser una paráfrasis del Miserere,
del Real Profeta
(2)
Seg-
que había sido
que luego incluyó retocada en su tradución completa de
(O
el P.
los
Salmos
{2).
Tres distintas copias de esta sátira han llegado á nuestras manos. Señor, misericordia; á tus pies llega
El mayor pecador, mas ya contrito, Que á tu infinita paternal clemencia
CAPITULO IX
230
El arrepentimiento de Olavide ya entonces parece sincero, pero
aún no había echado raíces bastante profundas. Burlando fianza del Inquisidor general,
huyó
y
á Francia,
no
sin connivencia secreta
la
con-
corte,
vivió algunos años con el supuesto título de
allí
Conde del Pilo, trabando amistad con varios pecialmente con
de
la
literatos franceses, es-
caballero Florián, ingenio amanerado, discreto
el
y uno de los que acabaron de enterrar la novela pastoril. Olavide le ayudó á refundir la Galaica de Cervantes, mereciendo
fabulista
que en recompensa
como por
llamase «español tan célebre por sus talentos
le
sus desgracias».
Los enciclopedistas recibieron con palmas á Olavide. Diderot escribió
una noticia de su vida
pública de
la
(l).
Marmontel
Academia Francesa con Le D'un
Au
citoyen
flétri
le
saludó en sesión
estos enfáticos versos:
par l'absurde fureur
zéle mille fois plus aflfreux
pied d'un tribunal que
la
que
l'erreur,
lumiére oífense,
Acensé sans témoins, condamné sans
défens'e,
Pour avoir méprisé d'infámes délateurs,
En
peuplant
les déserts
Qu'il regarde ees
Et
fier
de ses
Le temps
la
d'heureux cultivateurs;
monts oü
fleurit l'industrie,
bienfaits, qu'il plaigne sa patrie.
changera, comm'il a tout changé:
D'une indigne prison Galilée
est vengé.
Pide humilde perdón de sus delitos.
Á
mis oídos les darás entonces tu perdón consuelo y regocijo, Y mis huesos exánimes y yertos Serán ya de tu cuerpo miembros vivos.
Con
Porque si tú quisieras otra ofrenda, Ninguna te negara el amor mío, Pero no quieres tú más holocausto Que un puro amor y un ánimo sumiso. Señor, pues amas y deseas tanto
A
tu siervo salvar,
Que en
la
dispon benigno
inmortal Jerusalem del alma
Se labre de tu amor (1)
el edificio.
Vid. en las obras de Diderot, ed. Assézat (1875),
tomo
vi,
págs. 467-
472: D. Pablo Olavides {^\z)^précis historique rédigé sur des ménioires fourtiis
M. Diderot par wn
ami.
a
PERÚ
231
Gobierno español, y extradición de (^lavide en 1 781; pero el
Estas injurias en acto solemne exasperaron
Floridablanca reclamó
la
Obispo de Rhodez, en cuya diócesis
al
me-
se había refugiado, le dio
dios para huir á Ginebra. El Cardenal de Brienne volvió á abrirle
poco después
las
puertas de Francia, y
la
Convención
barra para decretarle una corona cívica y
adoptivo de
la
título
el
llamó á
le
la
de ciudadano
República una é indivisible. Dicen (aunque no he
podido comprobarlo) que entonces, volviendo á hacer alarde de sus antiguas ideas, escribió contra las órdenes monásticas,
gran cantidad de bienes nacionales. La conciencia no
y compró
le
remordía
aún y esperaba vivir tranquilo en cómodo, aunque inhonesto retiro, lejos del tumulto de París, en una casa de campo de Meung-surLoire que había pertenecido á los obispos de Orleans. Pero no
como pensaba. Dejémosle pero con mucha sinceridad: sucedió
hablar á
él
le
en mal castellano,
«La Francia estaba entonces cubierta de terror y llena de prisiones. En ellas se amontonaban millares de infelices, y los preferidos
hom-
para esta violencia eran los más nobles, los más sabios ó los
más virtuosos
bres y,
del reino.
Yo
por otra parte, esperaba que
curidad de mi retiro
Pero no fué
así.
En
me
no tenía ninguno de estos el silencio
de mi soledad y
1
794, la casa de mi
y por orden de
habitación se halló de repente cercada de soldados, la
Junta de Seguridad general
partamento. el suplicio.
En
aquel tiempo
Pero ¡pobre de
más
instrucción que la
una cárcel con pocos
me
fui
la
mí!,
conducido á
las
órdenes de
de mi de-
el
primer paso para
la
divina Providen-
¿qué podría yo hacer? Viejo, secular, sin
muy precisa libros que me
para mí mismo, y encerrado en guiasen,
y ningunos amigos que
dirigiesen» (i).
Y
más adelante Olavide
se retrata en la persona
sofo que no dejaba de tener algún talento
(i)
cera
la prisión
persecución era
Procuré someterme á
cia...
obs-
la
esconderían de tan general persecución.
noche del 16 de Abril de
la
títulos,
El Evangelio edición...
En
de aquel
«filó-
y que nació con muchos
en Triumpho ó Historia de zm filósofo desengañado. Ter-
Valencia, en la imprenta de Orga.
Año
1798.
Tomo
i,
gina vni.
Menésdez y PíUíyo.— Poesía
hisJ>ano-americana. II.
15
pá-
CAPÍTULO IX
232
bienes de fortuna. Pero habiendo recibido en su niñez
la
ordinaria, había aprendido superficialmente su religión;
estudiado después, y en su edad adulta casi no
mejor decir, sólo con que
la
conocía con
la
donde pudiese escuchar
las
la
había
conocía, ó, por
la
Un
infortunio lo condujo á
pruebas que persuaden su verdad; y á
pesar de su oposición natural y,
malas costumbres, no pudo
quedar convencido, tuvo
no
y calumnioso semblante
el falso
pinta la iniquidad sofística...
educación
lo
que es más, de sus envejecidas
y después de del cielo, para mu-
resistir á su evidencia,
con
valor,
la asistencia
dar sus ideas y reformar su vida».
Dudar de
la
buena
de estas palabras y
fe
atribuirlas á interés ó á
humana y no conocer á Olavide, alma buena en el fondo y con semillas cristianas, por mucho que hubiese pecado de vano, presumido y locuaz. miedo, sería calumniar
No
naturaleza
la
dudo, pues (aunque
lo
negasen los viejos por
antigua mala
la
reputación de Olavide), que su conversión fué sincera y cumplida
y no una añagaza para volver libremente que entonces
escribió,
sofo desengañado^
á España. Léase
el libro
historia de
un filó-
El Evangelio en triunfo ó
donde
si la
ejecución no satisface,
sin vislumbres, ni
menos, es intachable,
el
fondo, por lo
aun remotos, de doblez ó
de hipocresía. Pocos leen hoy este
libro,
pero conserva nombradía tradicional por
circunstancias no dependientes de su mérito. El autor era un impío
convertido, penitenciado por
de
la
el
Santo Oficio, espectador y víctima
Revolución francesa. Sus extrañas fortunas hacían que unos
mirasen con asombro, otros con recelo, achacando
y
súbito cambio de sus ideas, éstos á propio interés
danos, aquéllos á últimos,
y
la
como luego
el
le
extraordinario
y móviles mun-
dura lección del escarmiento. Acertaban estos lo
mostró
la
vida austera
y penitente de Olavide
su muerte cristianísima. Dios había visitado terriblemente aquella
alma, que no hubiera podido levantarse sin un poderoso impulso de
El Evangelio en triunfo, libro, mediano, porque no alcanzaba á más el talento de su
la gracia divina.
por otra parte,
Todas
las
autor, respiran convicción
páginas A^
y
fe.
Fué,
sin duda,
obra grata á los ojos
de Dios, expiación de anteriores extravíos, y buen ejemplo, que por lo ruidoso de quien le daba hizo honda impresión en el ánimo de
PERÚ
tor.
de salvación á otros
trajo á puerto
muchos, y
233
como el aumás como acto pia-
infelices
Así debe juzgarse El Evangelio en triunfo,
doso que como
un incrédulo, Imagínese
el
libro.
Fué
la
abjuración, la retractación brillante de
reparación solemne de un pecado de escándalo.
la
poder de
ejemplo á
tal
damente debió de resonar en
las
cárceles del Terror, adorando
fines del siglo xviii,
y cuan hon-
almas aquella voz que
y bendiciendo
salía
de
las
que toda su vida
lo
había trabajado por destruir. El éxito fué inmenso: en un solo año se hicieron tres ediciones de los cuatro voluminosos tomos de
El
Evangelio en triunfo.
Con todo
eso, la malicia
de cebarse en
mucha
las
traba frío esto,
y
intenciones del autor. Decían que exponía con
argumentos de
fuerza los
de Jesucristo y
de algunos espíritus suspicaces no dejó
la
los incrédulos contra la divinidad
autenticidad de los libros santos,
débil en la refutación.
y que
se
mos-
Algo de verdad puede haber en
pero por una razón que fácilmente se alcanza; Olavide había
vuelto sinceramente á ciencia teológica ni predilecta
cía bien,
la fe
no había adquirido
la
genio de escritor que nunca tuvo. Su lectura
el
y continua durante
obras de Voltaire
•sido las
pero con
la fe,
y estaba muy
al
la
y de
mayor parte de
su vida, habían
los enciclopedistas: aquello lo
cono-
tanto de todas las objeciones. Pero en teo-
y en filosofía cristiana claudicaba, porque jamás las había estudiado (como él mismo confiesa) ni leído apenas libro algu-
logía católica
no que de
las
tratase
de
pero no para
como
cho de
la
el
da
si
nivel vulgarísimo,
apologista de
bueno para
la religión
el
simple creyente,
medianía, tampoco pudo suplir con
que resultaron
flojas
bien, á fuerza de sinceridad
la crítica religiosa
Adealzaba mu-
contra los incrédulos.
su talento, aunque lúcido y despierto, no se
le faltaba; así es
gía,
Así es que su instrucción dogmática, á pesar
buenas lecturas en que se empeñó después de su conversión,
no pasaba de un más,
ellas.
él lo
que de ciencia
algunas partes de su apolo-
y de
firmeza,
y de
ser tan bur-
de los volterianos, fácilmente suele lograr
la
victoria.
Literariamente,
el libro
de Olavide vale poco, y está escrito me-
dio en francés (como era de recelar, dadas sus lecturas favoritas
y
su larga residencia en París); no sólo atestado de galicismos de pa-
CAPITULO IX
234
y de
labras
sino de rasgos enfáticos
y declamatorios de la peor escuela de entonces. Pero también tiene en muchos pasajes giros,
unción y íervor, y aunque siempre sea peligrosa
vención del sentimiento en
que en
el libro
de
la
la historia
excesiva inter-
dogmáticas, no hay duda que lo
tesis
interesa principalmente es el
conversión del impío,
la
de
drama
psicológico de la
combates de su propia alma,
los
Es
cual el autor levanta todos los velos.
cierto
que á
fuerza
la
teológica de los argumentos del libro daña esta especie de novela lacrimosa, en que están
como ahogadas
la
preparación y
la
demos-
tración evangélicas. Quizá Olavide debió escoger entre escribir una
defensa de
ó escribir sus propias Confesiones. Prefirió
la religión,
mezclar ambas cosaSj y resultó una producción híbrida; pero que
como
tal
de
está, fué
las
primeras en que
religiosa invocó los auxilios
uno de
los
de
la
el espíritu
de restauración
imaginación y del sentimiento,
precedentes indudables de El Genio del Cristianismo;
razón bastante poderosa para que no se
la
pueda olvidar en
la
cro-
nología literaria.
Del éxito inmediato tampoco puede dudarse. Publicada en Valencia en 1798, sin
nombre de
autor, llegó hasta el último rincón
de España, provocando una reacción favorable á Olavide. Aquel
mismo año
se le permitió volver á la Península, después de diez
y
ocho de expatriación, y no sólo se le reintegró en todos sus honores, sino que llegó la munificencia de Carlos IV hasta conferirle
llos
una pensión anual de 90.000
reales, extraordinaria
tiempos y aun para éstos, pero que se consideró
sin
para aque-
duda como
indemnización de anteriores quebrantos y confiscaciones. Para
mayor
la
nombre y sus aventuras eran objeto Los vientos empezaban á correr favo-
parte de los españoles, su
de admiración y de estupor.
rables á sus antiguas ideas; pero Dios había tocado en su alma,
llamaba á penitencia. Desengañado de
mundo, rechazó todas
las
las
pompas y halagos
ofertas del ministro
nos^ hasta
que
pensando en
le visitó
1804, dejando con
mos que
el
los días
amigablemente
antiguos la
le
del
ürquijo y de Go-
doy, y se retiró á una soledad de Andalucía, donde vivió filósofo cristiano,
y
y
como
en los años eter-
muerte en Baeza
buen olor de sus virtudes edificados á
el
año
los mis-
habían sido testigos ó cómplices de sus escandalosas
mo-
PERÚ «edades, que
él
235
quizá con demasiada severidad llamaba infames.
Además de El Evangelio
en triunfo^ publicó Olavide una traduc-
ción de los Salinos, estudio predilecto de los impíos convertidos,
como por cel
no
La Harpe, haciendo en una cárde Olavide el mismo trabajo. Pero en
aquellos días lo mostraba
muy
distante de la
La Harpe y Olavide trabajaron para justificación propia y para buen ejemplo de sus prójimos, ni las letras francesas ni las españolas ganaron mucho con su piadosa tarea. Ni uno ni otro
verdad que
si
sabían hebreo, y tradujeron
muy
á tientas sobre el latín de la Vul-
gata, intachable en lo esencial de ia doctrina, pero no en cuanto á
De
los ápices literarios.
aquí que sus traducciones carezcan en ab-
y nada conserven de
soluto de sabor oriental
y
rante imaginativa, de
obscuridad solemne, de
y de aquel le
la
profético,
la
majestad sumisa,
volar insólito que levanta el alma entre tierra
hace percibir un
como
exube-
la
y
cielo,
y
dejo de los sagrados arcanos, cuando se
me-
leen los Salmos originales. Por otra parte, Olavide no pasaba de
dianísimo versificador: á veces acentúa mal, y siempre huye de las
imágenes y de cuanto puede dar color
al estilo;
absurdo empeño
-cuando se traduce una poesía colorista por excelencia, brea, en que las
más
he-
se revisten siempre de figura sen-
altas ideas
endecasílabo) contribuye á
además de
junto,
y desleimiento del con-
la prolijidad
ser poco apto para la poesía
inferior Olavide á aquellos
hebrea y tan impetuosamente
lírica.
No
sólo re-
grandes é inspirados traductores
nuestros del siglo xvi, especialmente á lírica
Luis de León, alma
I-^r.
cuando traduce á David, como
serena y clásica cuando interpreta á Horacio; no sólo cede
ma
á David Abenatar Meló
les
en
el decir,
cia del
sevillano González
hablista,
amamantado
Fr. Luis de León,
que
pensamientos ajenos flamarle
el
y
á otros judíos, crudos
le
llaneza prosaica
Carvajal,
no
y desigua-
de
nutre y vigoriza
le sostienen.
Isaías,
queda á larga distan-
muy
poeta, pero
sí
gran-
á los pechos de la magnífica poesía de
A
y
le
Olavide
calor de los libros santos, ni
ficó los labios
la pal-
pero vigorosos á trechos, sino que dentro de su
misma época y escuela de de
la
El metro que eligió con monótona uniformidad (romance
sible.
sulta
como
levanta
mucho cuando
ni siquiera llega
á in-
carbón que tocó y purideja ninguna huella al pasar por los suyos. el
CAPÍTULO IX
236
Tradujo Olavide, además de parcidos en
y también
desde los dos de Moisés hasta
la Escritura,
varios himnos de la Iglesia, v. gr,,
Stabat Mater,
el
Salmos, todos los Cánticos es-
los
Dies
el
Veni Creator: todo
ello
el
Ircs,
Te Deum,
el
de Simeón,
Ave Maris
el
Stella,
Pange lingua y
el
con bien escaso numen.
Y
ojalá
que
el
se hu-
biera limitado á trasladar tan excelentes originales; pero desgracia-
mente
le
ros versos pareados del alma,
La
El Fin del
Providencia,
El Amor del mundo, La
magníficos asuntos hasta diez y tulo
y cantó en lánguidos y rastrehombre, El Alma, La Inmortalidad
dio por ser poeta original,
seis,
Penitencia
y
otros
coleccionados luego con
el tí-
de Poemas Christianos. Olavide serpit humi en todo
válgale por disculpa que quiso hacer obra de devoción
el libro:
y no de
lite-
que ha desterrado de sus
ratura; para eso anuncia en el prólogo
versos las imágenes y los colores. Así salieron ellos de incoloros
no llegó á hacer-
prosaicos. El desengaño le hizo creyente, pero
poeta. Increíble parece que quien había pasado por tan raras
le
vicisitudes llase
en
el
y
sentido
versos
tal
tormenta de encontrados
nunca de
la triste
insipidez
no ha-
que caracteriza sus
(l).
Mientras Olavide llenaba á Europa con fortunas, continuaba en el Perú el
(i)
afectos,
fondo de su alma alguna chispa del fuego sagrado, ni
se levantase casi
y
y
Salierio Español,
el
ruido de sus andanzas
movimiento
ó Versión parafrástica de
los
literario,
promovi-
Salmos de David, de
los
Cánticos de Moisés, de otros cánticos, y algunas oraciones de la Iglesia, en verso castellano, el
d fin de que se puedan
ca?ttar.
autor del Evangelio en Triimfo.
blado.
Madrid,
uso de los que efi
saben
?io
la imprejita de
latín.
Por
D. Joseph Do-
Año 1800,
muy
Esta versión ha sido
En
En
Para
popular, así en España
1803 se reimprimió en Lima.
París, 1850 (librería
Hay una
de Rosa y Bouret); y de
como en América.
reimpresión de los
ella,
hecha en
salmos Miserere y
De Pro-
fundis existe además una edición suelta: Versión parafrástica del salmo
y
l2g...por el autor del Eva7tgelio en triunfo, reimpreso por un devoto. (V.
é
Isla,
jo...
Vera
Noticia de las versiones poéticas del salmo Miserere (Madrid, Fuentene-
bro, 1879, pág. 198 á 201).
— Poemas
más imporPublicados por un
Christianos, en que se exponen co7i sencillez las verdades
tantes de la Religiófi,
por
amigo del autor. Segunda
el
autor del Evangelio en triunfo.
edición, en
Madrid, en
la imprenta de
Joseph Doblado.
PERÚ
do eficazmente por la cual fué
la
237
Sociedad de Amigos ó Amantes del País, de
presidente Baquíjano y Carrillo, é individuos
Rodríguez de Mendoza, Arrese, Morales y Duares, Egaña, Calero y Moreira,
el
ros,
el
los
y otros varios
canónigos
Jeronimiano Fr. Diego de Cisne-
gran propagador de los libros de los enciclopedistas,
nario Calatayud,
(l),
oidor Cerdán,
el
Obispo Pérez Calama,
Bermúdez y Millán de Aguirre,
Unanue
eclesiásticos, tales
el
Merce-
como Laguna,
Romero, Girval y Sobreviela. Bajo sus auspicios comenzó á publicarse en 1 79 1 el Mercurio Peruano revista importante que llegó á ,
y que Humboldt parece haber estimado en
constar de doce tomos,
mucho. Por
y
el
mismo tiempo apareció
Diario Erudito, Económico
el
Comercial de Lima, que sólo duró tres años.
Con
educó
estos papeles se
dependencia, á
la
generación de
la
guerra de
la In-
en rigor pertenece Olmedo, que nació pe-
la cual
ruano, aunque muriese ciudadano del Ecuador;
y á
ció también el desgraciado poeta arequipeño
D. Mariano Melgar,
fusilado por los realistas
después de
la batalla
rito
el
nombre
cual pertene-
de Humachiri en
18 14, á los veintitrés años de edad. Este trágico
ha salvado del olvido
la
y prematuro
mucho más que
del poeta,
el
fin
mé-
de sus versos, que no pasan de ensayos de estudiante aprove-
chado. Algunas traducciones, Ovidio, que
él
como
la
de
los
Remedios de Amor, de
llamó Arte de olvidar, acreditan sus buenas humani-
dades; pero sus odas
y
elegías pertenecen á la escuela prosaica del
y aun con la mejor voluntad es imposible encontrar en nada que anuncie un talento poético de orden superior. La ti-
siglo XVIII, ellas
Al Autor
tulada
mar
del
es, sin
duda,
la
mejor; pero está versifica-
da con tanto desaliño y tan poco nervio, que
(i)
Autor de uno de
los
casi todas
las
inten-
mejores libros de nuestra literatura científica de
principios de la centuria pasada, escrito con tanto espíritu de observación
como
pulcritud de lenguaje: Observaciones sobre
flue7icias en los seres organizados, en especial el
el
clima de Lima, y sus in-
hombre.
Unanue, Catedráiico de Prima de Medicina en
la
Por
el
Dr. D. Hipólito
Real Universidad de San
Marcos. Protomédico del Peni. (Madrid, imprenta de Sancha, 181 5, segunda edición.
En
el
La primera
tomo
vi
de
es la
de Lima,
1806.)
colección de Documetitos Hiéranos de Odriozola pueden
verse otros escritos del Dr. Unanue.
.
CAPÍTULO IX
238 ciones
líricas
que realmente tiene resultan
conocido generalmente por
por haber cultivado, no
acomodada
el
Melgar es
frustradas.
dictado de poeta de los yaravíes,
sin gracia, cierto
género de poesía popular
á una música indígena. Nuestra ignorancia de la len-
gua quichua y de determinar
si
las
costumbres de
Perú, nos impide
los indios del
en estos cantos hay ó no un fondo tradicional. El pro-
Melgar nos dice que
loguista de las poesías de
«.el
yaraví
una
es
composición destinada á cantarse con acompañamiento de vihuela
ó de dos quenas;
guna
variación;
muchas veces el
alma á
la
música no tiene más que un tema
la
y
monotonía del canto
esta
melancolía...
No
es el
entonces se ha hecho de la
música,
Siendo
tura...
él
yaraví
yaraví
\z.
poco á poco
canción que debemos á
enseñaron á los españoles; y desde
una composición enteramente nacional
y una canción enteramente q\.
la
sin nin-
asemeja á un golpe
repetido...; así las notas áQ\ya7'aví llevan
los europeos...; los indígenas lo
en
lo
fijo,
especial en nuestra litera-
poesía primitiva de los indígenas, las
me-
jores composiciones de este género se encuentran en quichua. Las
que se han hecho en español son traducciones ó imitaciones de aquéllas,
por
y
el
verso que se ha adoptado para estas imitaciones
común, de ocho
lo
también
el
sílabas,
en cuartetas ó
verso de menos sílabas; y es
de versos de cinco
sílabas entre los
muy
quintillas.
usada
de ocho, y á
la
es,
Se emplea
interpolación
estejj'ízrííw se le
llama de pie quebrado»
Prescindiendo de
la
cuestión de origen, en que nos reconocemos
de todo punto incompetentes, no habiendo oído cantar nunca. yaravíes ni
entendiendo una palabra de
la
lengua en que, según dicen,
están compuestos los mejores, sólo diremos que los diez yaravíes auténticos de Melgar (á quien por su popularidad se han atribuido otros muchos) nada tienen en la letra de indio ni de peruano,
meramente cancioncitas amorosas bastante delicadas y ganarán mucho con insinuante
(i)
Como
el
prestigio de la música,
y melancólica como dicen muestra pondré nn yaraví, de Vuelve, que ya
los
no puedo
Vivir sin tus cariños: Vuelve,
(l).
mi palomita,
si
y son
sentidas,
que
esta es tan blanda,
Son, sin duda, los versos
que
me
parecen mejores:
239
PERÚ naturales
más agradables de Melgar;
y
sencillos,
puros de todo rastro
Miller, que no tenía mude afectación; pero creemos que el general se aventuró demacha obligación de entender de poesía castellana,
Vuelvi á tu dulce nido. Mira que hay cazadores
Que, con afán maligno, Te pondrán en sus redes Mortales atractivos; Y cuando te hayan preso,
Te darán
No
cruel martirio:
sea que
Huye
te
cacen:
tanto peligro.
Vuelve, lid palomita,
Vuelve á tu dulce nido. Ninguno ha de quererte
Como
yo te he querido. si pretendes engañas Te Hallar amor
Habrá
más
fino.
otros nidos de oro,
Pero no como el mío: Por ti vertió mi pecho Sus primeros gemidos.
mi palomita...
Vuelve,
Bien sabes que yo, siempre En tu amor embebido, Jamás toqué tus plumas
Ni
ajé tu albor divino;
Si otro puede tocarlas
Y
disipar su brillo.
Salva tu mejor prenda: Ven al seguro asilo. Vttehíe,
No
mi palomita...
pienses que haya entrado
Aquí otro pajarillo: No, palomita mía. Nadie toca este sitio. Tuyo es mi pecho entero,
Tuyo
es este albedrío,
Y
por ti sola clamo Con amantes suspiros. Vuelve,
No Haz
mi palomita...
seas, pues, tirana;
las
paces conmigo; cansado
Ya de Me tiene tu capricho. No vueles más, no sigas llorar
Tus desviados giros; Tus alitas doradas Vuelve I
que ya expiro. que ya no puedo
á mí,
Vuelví-, 'ivir sin
tus cariños;
)
CAPITULO IX
240 siado
cuando llegó
á compararlos
Tomás Moore
Irlandesas de
Continuó todavía en
nada menos que con
siglo
xix
cación de fiestas y certámenes poéticos, aunque por lo
mejor gusto que en arzobispo de D.
muy
el anterior.
De 1802
Domingo González de
la
Universidad de San ^Marcos celebró
pujio.
la Pezuela,
Constan
y
de
las
Salazar,
común con
Reguera, y de
1
del
8 16 la
y poesía con que
recibimiento del Virrey
Ayohuma y
vencedor en Viluma, en
los autores
Dr. D. José Cavero
el
publi-
la
Fama Postuma
es la
curiosa colección de obras de elocuencia
Joaquín de
Melodías
(l).
primeros años del
los
las
Don
Vilca-
dos piezas en prosa, que fueron
Rector de aquella escuela, y
la
el
doctor
el
D. José Joaquín de Larriva y Ruiz, catedrático de prima de Filoso-
Los versos están firmados con
fía.
mayor parte son
las iniciales J. P.
acompañados de traducción
latinos,
no carecen de mérito, dentro de su género la
Universidad, hasta
el
último día de
Ll.
La
castellana;
y prueban que dominación española, que
la
fué casi el último día de su propia historia
cional é independiente,
de V. y F.
artificial,
como organismo
tradi-
no dejó de producir humanistas, ya que no
era su misión formar poetas
Vuelve,
(2).
mi palomita,
Vuelve á tu dulce nido.
A
veces usa con buen efecto
el
verso pentasílabo,
v. g.:
Mientras los astros
Van silenciosos Al mar á hundirse, Yo revolviendo Estoy
Que (
1
Poesías de D.
penas pecho oprimen...
las
el
Mariano Melgar. Publícalas D. Manuel Moscoso Melgar,
dedicándolas d la Juventud Arequipcha. Naucy,
1878.
Con un prólogo de
D. F. García Calderón, y una noticia biográfica del autor, cuyas bellas condiciones personales, novelescos amores y trágica muerte interesan
más que
sus obras. (2)
Colección de las composiciones de Eloquencia
Universidad de San Marcos de Lima celebró en de
1S16
los días
el recibimietüo de su esclarecido vice-pattono el
la
Real
20 y 21 de Noviembre
Excmo, Sr. D. Joaquín
Gobernador y Capitán general del Reino del Lima, 1816, por D. Bernardino Ruiz.
de la Pezuela Perii...
y Poesía con que
y
Sánchez...
Virrey,
PERÚ
241
El exaltado realismo de que hacen gala los Doctores de versidad peruana en esta especie de corona ofrecida dillo español,
número
Perú, y seguramente prevalecían en
metrópoli
(l).
Hasta
más secuaces que en ninguna
muy
coloniales estaban
momento
último
el
divididas en el
los partidarios
causa española tuvo
y
el fácil
fiel
de
las
políticas,
que
muy
les hacia
los
más de
allí
alegre vivir de sus moradores,
llevadera
ellos ni
conspiración militar que dividió
mando
la
risueñas ciudades
justamente enamorados de su suelo, de su cielo y de
de sus mujeres,
de
merced á un largo régimen de
prosperidad tranquila; Lima era copia
y
oficial ni
otra parte de América; las tradiciones
arraigadas,
del Mediodía de España;
la
muy
Uni-
insigne cau-
al
no ha de atribuirse meramente á entusiasmo
á impulso de adulación. Las opiniones andaban
la
la
la
hermosura
ausencia de libertades
entendían ni solicitaban. Sin
y arrancó
ejército español
el
la el
nada desinteresado, de Bolívar y sus colombianos, sabe Dios cuándo y cómo se hubiese consumado la
á Pezuela,
y
sin el auxilio,
emancipación de aquella parte del continente americano, aunque
fuese inevitable para pues, Abascal
un plazo más ó menos
y Pezuela con
largo.
Pudieron contar,
panegiristas ardientes
y no
sólo con
mercenarios cantores.
Verdad pasaron la batalla
es que,
casi
con
todos ellos
de Ayacucho
inconstancia propia del gremio poético,
la
,
al
y
el
Larriva que había escrito en cal,
(1)
en 18 1 2
el
partido vencedor
al
día siguiente de
primero de todos aquel mismo doctor 1
807
elogio universitario de
el
crear artificialmente
confiesa el principal ministro del general
la
aversión á España, según
San Martín, D. Bernardo Monteagu-
do, siniestra figura de terrorista cínico y desmoralizado.
desoladores del Nuevo cipal
de
la
Alto Perú,
discurso contra los insurgentes del
En Lima hubo que
Mundo
Abas-
había sido en los demás países
«
El odio á los el
agente prin-
revolución. Era preciso generalizar este sentimiento en el Perú y
medios que estaban á mi alcance para inflamar el odio contra los españoles, y siempre estuve pronto á apoyar las medidas de severidad que tenían por objeto disminuir su número. Este convertirlo en pasión popular.
era en mí sistema,
Empleé
los
y no pasión... Cuando
costas del Perú, existían
en
el
Lima más de
ejército libertador llegó A las
diez mil españoles; poco antes
de mi separación no llegaban á seiscientos. Esto era hacer revolución.» (Apud. Mitre, Historia de San Martin,
iii,
296.)
CAPITULO IX
242
en
1
8 16 el
fúnebre de la
sermón en alabanza de Pezuela, y en los prisioneros realistas fusilados
Punta de San Luis; pasando luego, y
alguna, á pronunciar en 1824
muertos en Junín, en 1826
el
la
1
8 19 la oración
por los insurrectos en
sin esfuerzo ni transición
oración fúnebre de los patriotas
elogio académico de Bolívar, contra
quien se desató luego en sátiras é invectivas, pocos meses después
de haberle puesto entre
los semidioses:
Mudamos de
condición,
Pero fué sólo pasando
Del poder de Don Fernando
Don Simón.
Al poder de
Era
Larri va (según refiere
el tal
el
Sr.
Palma) un clérigo de cos-
tumbres nada ejem.plares, poeta chistoso é improvisador de gran
latino
y hombre de muy despierto y agudo
prueban sus
fábulas, su
poema
café,
como lo de La Angulada y otras
burlesco
ingenio,
producciones suyas, que desgraciadamente por ser de índole personal y efímera, han padecido
que
es
muy
suerte
común de
las
de su
clase,
acontecimientos á que aluden y persevepáginas de algún curioso libro de Historia (l). Poetas
no sobrevivir á
rar sólo en las
la
los
y manera fueron otros dos improvisadores, también eclesiásticos y de costumbres no menos relajadas: el presbítero Echegaray, que reparó con los buenos ejemplos de sus últiafines á su estilo
mos años
los escándalos
de su mocedad, y
el
franciscano Fr.
Mateo
Chuecas y Espinosa, cuya vida se dilató hasta 1 858, dándole tiempo también para enmendar sus desconcertadas costumbres, hacer un auto de
fe
con
mayor parte de
la
sus versos profanos,
algunas composiciones ascéticas, de mérito
(i)
En
el
tomo
11
de
la Cohccióti
ds documentos
(2).
A
y
escribir
todos éstos había
de Odriozola están
las prin-
cipales composiciones de Larriva. (2)
P. lla
El Sr. Palma (Tradiciones peruanas, sexta serie), transcribe
Chuecas, que se
muy
la
comunicó
autógrafa, la siguiente glosa
popular en los libros de devoción: ¿Quó se hicieron de Sansón Las fuerzas que en sí mantuvo, Y la belleza que tuvo
como
del
de una redondi-
TERU
precedido
el
Ciego de la Merced, Fr. Francisco del Castillo,
falleció á fines del siglo xviii,
mas de
tes improvisaciones, la
gran repentista, sobre todo en déci-
dejando inéditas por
las cuales
habrá seguramente algunas que
achaquen: castigo providencial de todo
vez ha envilecido su
musa con
la
obscenidad y
Dejando aparte estos rezagados del
.¡Dónde está depositada?
¿Qué se hizo? ¡Ya no parece! Luego nada permanece
En
esta vida prestada.
De
Aristóteles la ciencia,
Del gran Platón el saber, (Qué es lo que han venido á
ser?
¡Pura apariencia! ¡Apariencia!
Sólo en Dios hay suficiencia; Sólo Dios todo lo sabe;
Nadie en
el
mundo
Ignorante de su
se alabe
fin.
Así lo dice Agustín, Qtie es de la ciencia la llave.
Todos los sabios quisieron Ser grandes en el saber; Que lo fueron no hay que hacer, Según que ellos lo creyeron. Quizá muchos se perdieron Por no ir en segura nave;
Camino inseguro y
grave.
en Dios no fundan su ciencia, Pues me dice la experiencia: Quien sabe salvarse, sabe. Si no se apoya el saber Si
En
la tranquila conciencia.
De nada
sirve la ciencia
Condenada á Sólo
el
perecer.
que sabe obtener.
Por una vida arreglada, ün asiento en la morada
De
la celestial Sión,
Sabe más que Salomón,
Y el que no,
fio
sabe nada.
Tradiciones peruanas primera serie. y
el
el
que alguna
cinismo
(l).
siglo xviii, la literatura
Aquel soberbio Absalón? ¿La ciencia de Salomón No es de todos alabada?
(i)
y desver-
lo licencioso
expresión otras muchas que tradicionalmente corren
de boca en boca, y entre sin razón se le
que
Palma ha publicado algunas de sus pican-
pie forzado. El Sr.
gonzado de
243
peruana
—
CAPITULO IX
244
del siglo XIX empieza propiamente con
Valdés y
el
el
médico D. José Manuel
diplomático D. José María de Pando. El Dr. Valdés,
protomédico del Perú y director del Colegio de Medicina y Cirugía de Lima, ocupó honesta y piadosamente sus ocios en una traduc-
muy
ción de. los Salmos,
y dulzura del
sencillez
nos trozos
Como
(l).
aunque
lez Carv^ajal,
notable por
estilo,
hablista tiene es
que ha
muchas semejanzas con Gonzá-
más prosaico que
desaliño. D. José Joaquín de
esta noble
pureza de lengua y por la que sabe á Fr. Luis de León en algu-
y decorosa versión
Mora
él
y
versifica
con más
celebró bellamente en una oda
del Salterio,
de América, y una de
salido
la
las
que
es, sin
duda,
mejor
la
mejores que tenemos en
castellano (2).
(i)
Salterio peniatto o paráfrasis de ¡os ciento cincuenta salmos de
algunos cánticos sagrados, compuesta por el Dr. D. José 1833, imp.
de
Además de
I.
Masías.
—
2.^
edición, París,
Manuel
Rosa y Bouret,
David y
Valdés, Lima,
1836, dos tomitos.
Salmos, tradujo Valdés los cánticos de Moisés, Ana,
los
Ezequías, Zacarías, Simeón, Habacuc y
el Alagnijicat.
Todos
Isaías,
ellos están al fin
del Salterio.
Publicó también un tomito de Poesías Espirituales {lAmai, 1818;
que
contiene tres
romances sagrados
(la
id.,
1836),
Oración, la Comunión y la Castidad),
un poemita, El alma, y algunas otras composiciones en el mismo estilo que la versión de los Salmos. Las poesías que hizo sobre asuntos profanos y de cir-
y no han sido coleccionadas. Sus escritos científicos están recogidos en un tomo de Memorias médicas (París, Rosa y Bouret, 1836). D. Juan Antonio Lavalle publicó en la Revista de Lima, y luego en cunstancias, valen poco
tirada aparte (1886), adicionándola con nuevos datos, una biografía del doc-
tor Valdés. (2)
Poesías que dedica á su patria,
1836), pág. 187.
Poesías de
Cádiz, José Joaquín de
Don José Joaquín
de
Mora
El otoñal rocío,
Las cadenas del mal, presto se libran Por las esferas puras y remotas Mis leves pensamientos,
(Cádiz,
{^didiúá, 1853), pág. 12:
Llevó ligera el aura Del arpa de Sión los santos ecos Por la extensión del mundo, y cual restaura Los mustios valles y los prados secos Tal renació en mi seno nuevo brío. ¡Cuan armoniosas vibran Las cuerdas de oro! Al escucharlas, rotas
Mora
245
PERÚ
célebre por las vicisitudes de su D. José María Pando es más de publicista que por sus versos. carrera política y por sus trabajos en Madrid, en el Seminario Nacido en Lima en 1787, pero educado España en varios puestos diplomáde Nobles, comenzó por servir á postrimerías del régimen llegando á ministro de Estado en las ticos,
inmarcesible bienestar sedientos. Ora en piélago inmenso admiración estática me inunda,
De De
Cual alba nube de oloroso incienso, Y me muestra en la bóveda profunda, Con luz candida escrito,
Tu nombre
santo
Ora en
De mi
¡olí
el
numen
hondo
ser deleznable
me
infinito!
centro introduce,
Y
mi flaqueza mísera, do encuentro El móvil criminal que me conduce Por la senda torcida, Lejos de los raudales de la vida. Ya contra los impíos Fulmina maldición y en ira santa
Se enardece. Sus torpes desvarios Revela al universo, y los espanta
Con anatema, Cuando
y gimen,
lo escuchan, los
Ó
que
al justo
oprimen.
ya en abatimiento,
Melancólico y
Regando con
flébil se reclina,
su lloro el pavimento,
cual serpiente pérfida y maligna,
Y
Lo
hiere despiadado
El recuerdo funesto del pecado. ¡Con qué magnificencia la creación la maravilla suma Retrata esplendoroso, y la alta ciencia
De
Que
del mortal la pequenez abruma,
Y Y
lo
deslumbra y ciega,
á vergonzosa confusión lo entrega! Él nos muestra el gigante
Que
se levanta á recorrer la vía,
yo enmudezco de terror... Pujante Desátase la mar con rabia impía; Y el mar lo mira y huye, Trueno es su voz, que mata y que destruye. Humean en su cima
Y
Los montes
si él
derrama remotos climas.
los toca, y él
Centella y hielo en los Del cedro altivo la frondosa rama
Con blanda mano
Y
riega,
á su mandato el huracán la pliega. De Tarsis los navios
Rompe
cual paja en su furor; suspende
CAPÍTULO IX
246 constitucional de
1
823, Ciudadano del Perú desde
1
824, fué minis-
de Hacienda con Bolívar y plenipotenciario para el Congreso de Panamá. Sucesos posteriores le movieron á emigrar de su país tro
y volver en
1
83 5 á España, donde tomó parte activa en nuestra muerte, acaecida en 1840. Era hombre de vasta
política hasta su
lectura,
muy
conocedor de
las ciencias sociales
y de
la historia
mo-
y escribía en prosa con claridad y nervio. Sus producciones más conocidas son: Mercurio Peruano^ periódico publicado en derna,
1827; Pensamientos y apuntes sobre moral y política (Cádiz, 1837),
y Elementos de Derecho internacional QAdiáúá^ 1 843), si bien esta última, que ha tenido mucha boga, apenas merece considerarse más que como un plagio de la excelente obra de D. Andrés Bello, á quien sigue paso á paso, copiando textualmente sus mismas palabras
en casi todos
los capítulos (l).
En medio
Hizo también elegantes poesías, aun-
de los ámbitos vacíos
Del
ser mortal la habitación, y enciende
Que
vierten alba luz en las esferas.
Magníficas lumbreras
Mas ¿dónde me
arrebata,
entusiasmo que me inspira Tu canto armonioso? Cual retrata Fiel el agua la imagen, tal la lira De León, en tus manos. De David nos revela los arcanos: Valdés,
el
Sonora en la alabanza obras de Dios; y plañidera Cuando el profeta humilde su esperanza Fija en Dios; y dogmática y severa
De
las
La
ley divina y el precepto sano.
Cuando
dicta al
humano
No siga yo atrevido Tu raudo vuelo. Con humilde
tono
Preludiaré en silencio y en olvido Rústica endecha; mientra al alto trono
Do
el
Sempiterno
El monarca inspirado (i)
Son dignas de
citarse,
te
luce.
conduce.
por su moderación ejemplar y suave ironía, las
palabras con que Bello dio cuenta de este escandaloso plagio en
El Araucano
de 29 de Agosto de 1845:
«Comparando con
los Elementos de
los Principios de
(de Chile) título
el
Derecho Iniernacional de D. José M.* Pando
Derecho de Gentes publicados en esta ciudad de Santiago
año de 1832,
casi
de una nueva edición de
pudiéramos dar á la
la
publicación española
el
obra chilena, aunque con interesantes in-
PERÚ
247
que en escaso número; algunas traducciones de odas de Horacio, y una Epístola política á Próspero, ó sea á Bolívar, más elocuente que
ma-
poética, pero bien escrita, con calor en algunos pasajes, con
que
jestad en otros. ¡Lástima
autor no hiciese
el
el
menor
esfuer-
y tantas asonancias indebidas como afean de versos sueltos! Sin duda Pando tenía habi-
zo para evitar tantas
aquella larga tirada
oído á
tuado
el
paran
(i).
En
1
la
poesía italiana, en que
las
83 1, por los días en que Pando figuraba
asonancias no se re-
al frente
del partido
conservador del Perú, llegó á Lima, expulsado de Chile por D. Die-
go
Portales, el ingenioso gaditano
D. José Joaquín de Mora, á quien
de aquí en adelante vamos á encontrar en americanas
como maestro ó como
casi todas las repúblicas
periodista: brillantísimo
postre benéfico aventurero literario, qui mores multoríim
y
á la
hommum
vídit et urbes.
Asociado en Lima con tales
como Pando, D.
los
hombres más distinguidos del
país,
Felipe Pardo, D, Manuel Lorenzo Vidaurre
(2),
terpolaciones é instructivas notas. D. José M.^ Pando no ha tenido reparo en copiarla casi toda al pie de
la
letra
,
ó con ligeras modificaciones verbales,
que muchas veces consisten sólo en intercalar un epíteto apasionado, ó en trasponer las palabras. Es verdad que hace al autor de los Pri7tcipios el honor
menudo, y de cuando en cuando con términos muy lisonjeros, «complaciéndose en confesar que le debe las mayores obligaciones». Pero el mayor elogio que ha podido hacerle es el frecuente y fiel traslado de sus
de
citarle á
ideas y frases, aun cuando se olvida de darle lugar entre sus numerosas referencias.
Como
quiera que sea,
el
autor de los Principios tiene menos motivo
para sentirse quejoso que agradecido. Pando les ha dado ciertas galas de filosofía
y erudición que no
variada lectura, en que
tal
vienen mal; y sacando partido de su vasta y vez no ha tenido igual entre cuantos escritores les
contemporáneos han enriquecido
la
lengua castellana, derrama curiosas y
selectas noticias sobre la historia y la bibliografía del
^/«¿í Amunátegui (D. Miguel Luis), Vida de D. Andrés (i)
La
Epístola d Próspero se imprimió en
Lima en
Derecho público.»
Bello, pág. 360.
1826,
y está reprodu-
cida en la América Poética, de Gutiérrez. (2)
Publicista fecundísimo, y algo estrambótico en sus ideas y estilo,
que
participan del cinismo sentimental de la escuela de Juan Jacobo Rousseau.
Bajo este aspecto son (Filadelfia, 1825,
muy
curiosas sus Cartas americanas, políticas ymorales
dos volúmenes), miscelánea de confesiones eróticas, relatos
Mbnkndez t Pklato. — Poesía
hispano-arntricana,
II.
lí
CAPÍTULO rx
248
D. José Cavero y Salazar, D. Andrés Martínez,
Unanue,
lito
fundó
etc.,
za de derecho natural
y
el
el
médico D. Hipó-
Ateneo del Perú, donde dio
la
enseñan-
público; imprimió unos Cursos de Lógica
Ética, según los principios de la escuela de
Edimburgo
(1832),
y
y
co-
poema de Don Juan, imitación de Byron, del cual escribir más que los cinco primeros cantos (l). Era
menzó
su extraño
nunca
llegó á
Mora, más bien que poeta inspirado, admirable versificador; en sus composiciones
y aun
líricas resulta flojo
ción joco-seria, en la fábula
y en
prosaico, pero en la narra-
la sátira,
su estilo es un raudal de
chiste,
de amenidad y desembarazo descriptivo, de
cias
genial
y
humorismo,
calificativo
cipalmente se había formado en
Su ejemplo y
ses.
Lima, hasta por
felices
que cuadra bien
á
ocurren-
quien prin-
escuela de los humoristas ingle-
la
su doctrina literaria fueron de gran provecho en
mucho que armonizaban con
lo
del ingenio peruano:
puede decirse que
fué el
ciertas tendencias
segundo maestro de
D. Felipe Pardo, después de Lista. Las dos epístolas que Mora
de
viajes
3'
proyectos de reforma
social.
Es curioso también por
diri-
el radicalis-
su Plan del Perú, escrito en Cádiz en 18 10, y publicado en Filadelfia, 1823, amarga censura de los vicios de la administración colonial. Como jurisconsulto, redactó proyectos de Código civil, Código penal y Código
mo
de
las ideas
eclesiástico.
En
sus últimos años pareció retractarse de sus opiniones hetero-
doxas, diciendo de res,
sí
propio que «pues había seguido á Olavide en sus erro-
también quería ser su prosélito en
el
arrepentimiento». Pero el libro
que escribió para combatirse á sí mismo (Vidaune contra Vidaurre), fué impugnado en el Ecuador por el célebre franciscano Fr. Vicente Solano (controversista del género del P. Alvarado) y prohibido por la Curia eclesiástica de Lima, que encontró en él muchas proposiciones censurables. Vid. Conde-
nación del libro iitulado: Vidaurre contra Vidaurre, por el limo. Sr. D. Francisco de Sales Arrieta,y
M el P.
M.
censuras hechas por el presbítero D. José Mateo Aguilar
Fr. José' Seminario, Lima, \%i,o.— El penitente fiíigido, visto en su
verdadero punto, ó critica sobre el folleto intitulado rrey.
Por Fr. Vicente Solano. Cuenca
tomo
IV
de
las
Obras de
I'r.
«
Vidaurre contra Vidau-
(del Ecuador), 1841.
el
Vicente Solano, precedidas de la biografía del autor
por Atttonio Borrero. Barcelona, 1895. La impugnación del y autoridad del Papa, sobre
sobre
la infalibilidad
sobre
la disciplina eclesiástica.
(i)
Reimpreso en
Se publicaron anónimos en Madrid en
aunque tienen octavas muy notables.
la
P.
Solano versa
autoridad de
la Iglesia
y
1844, y son casi desconocidos,
PERÚ
249
gió á Pardo (l) están llenas de sabios consejos literarios é informa-
das por un templado eclecticismo, de sentido escocesa, que fué siempre
el sello
de
la crítica
D. Felipe Pardo y Aliaga, uno de
común ó de de Mora (2).
escuela
los discípulos predilectos
de
Lista, es el verdadero representante de nuestra escuela clásica en
antiguo virreinato del Perú, y sin duda
el
la
muerte
el
común
tributo.
más notable de
menos de
escritores limeños del siglo pasado, á lo
pagado á
el
Como
los
los
que ya han
hablista en verso, sólo
y en la sátira política va delante de todos bien no respetase siempre los límites que separan
á Bello cede la palma, los
americanos,
si
toda composición poética (por reflexiva y didáctica que quiera ser)
de un
folleto
ó artículo de periódico. La Epístola á Delio,
de Constitución y otras piezas por duda,
las
más
geniales
y
más
las
mismo
el
interés poético, los
parodia
que son,
curiosas del poeta, adolecen á
nudo de esa continua preocupación de cual, sin ganar en ardor
estilo,
la
los
sin
me-
negocios del día, con lo
y animación, pierden
algo de aquel des-
de aquel puro culto del arte, que en Horacio y en
verdaderos satíricos horádanos,
tales
como
Parini
y D. Leandro
Moratín, brilla siempre y se sobrepone á toda otra consideración de utilidad social inmediata. los ojos
Aun
con este lunar, que quizá no
lo sea á
de todos. Pardo debe ser respetado siempre, no sólo como
escritor pulcro
y
atildado, sino
tumbres, y algunas de sus
como
letrillas
ingenioso observador de cos-
pueden
figurar sin desventaja al
lado de las de Bretón.
La educación de Pardo
había sido severamente clásica,
y
(i)
Poesías de D. José J. de Mora, Madrid, 1853, págs. 241 á 257.
(2)
Sobre
la
estancia de
fluencia poh'tica y literaria
Luis Amunátegui.
clásicos
Mora en diversas repúblicas americanas y la inque allí ejerció, es libro capital el de D. Miguel
D. José Joaquín de Mora... Apwites
biográficos.
Santiago
de Chile, 1888; al cual debe añadirse, como apéndice, el estudio de D. Domingo Amunátegui Solar, Moi'a en Bolivia, publicado en los Anales de la Universidad de Chile, Febrero de 1897.
Uno y
de Mora desconocidas en España, entre Olmedo,
inserta en el Merairio
otro reproducen bastantes poesías ellas
una epístola en verso suelto á
Peniano (Lima,
4
de Marzo de
1829),
y otra
en tercetos á persona desconocida, que apareció en El Telégrafo, periódico de la misma ciudad, en 10 de Julio del mismo año. (Vid. Mora en Bolivia, páginas 5-14.)
CAPITULO IX
250
fueron siempre sus modelos. Su poesía es fruto legítimo de
y severa de fines del siglo de Moratín, pero con más animación y
es-
especialmente de la
xviii,
cuela culta
la
con viveza
alegría,
criolla,
con un género de chiste peculiarmente limeño, aunque de especie
muy
y
fina
aristocrática. Cultivó
Pardo varios géneros y ninguna
A
Olmedo y su magnífica traducción
sin habilidad
oda
fortuna: su
A
oda de Víctor Hugo
de
la
no
le faltaba
sos;
y
en
las
numen
columna de Vendóme, prueban que
la
amor son
sus versos de
lírico:
muy amigo y
discípulo durante su destierro en Chile:
llegó á escribir del
poema
Isidora, es lo mejor
excepción de los cuentos de Batres;
en variedad de metros, que tico,
tituló
único canto que
el
america-
la literatura
y, finalmente, la fantasía
La Lámpara,
excepcional en sus obras, pero nada
en cierto
que en este género de
narraciones domésticas ó de costumbres tiene na, á
gracio-
y
octavas de El Peni hay primores descriptivos que pare-
cen robados á Bello, de quien Pardo fué
modo
fáciles
es un ensayo
infeliz,
como
lo
román-
prueban
estos versos:
Lámpara
solitaria ardí
en
el
templo,
Y, aunque con luz escasa, ardí constante,
Y
por siete años que bramó incesante,
No me apagó una
Pero aunque fuese capaz de
vez
el
huracán.
con lucimiento de cualquier em-
salir
presa, porque para ello tenía caudal suficiente de doctrina
y prendas de la
de poeta
en sus
poeta, sino
versificador nada vulgares, su verdadera vocación fué
satírico,
ya
festivo
y suavemente epigramático, como
ya cáustico censor y austero moraHsta, como en las citadas, en las cuales se ve de cuerpo entero, no sólo al al
político conservador: naturalezas
llegado á ser inseparables.
charlatanismo político
no en
gusto,
letrillas,
dos sátiras
al
y
la
,
que en
á las constituciones escritas en le
habían
á la anarquía, al desenfreno,,
Su aversión
conciencia de los pueblos,
él
llevaba hasta
el
el
papel
y
chistoso ex-
tremo de invocar á cada momento en sus versos, no ya el sable del dictador, sino el garrote ó la tranca, que consideraba como único remedio
Pardo
eficaz para la indisciplina fué,
no soJamente poeta
de su
lírico,
país.
sino también poeta dramáti-
251
PERÚ
aunque en pocas obras, y todas de su juventud
co,
de Gorostiza,
el
América, con
la
en
más notable representante
quien nada americano hay más que
y
sadas
escritas
es
cómico en
lo
son
las
de Gorostiza, en
patria de su autor; sino pen-
la
tres estas
comedias
:
Leocadio, ó el aniversario de Ayacucho,
La segunda
del teatro
para un auditorio limeño, con tipos y escenas pro-
Son
pias del país.
Es, después
ventaja de no ser sus comedias puramente españolas
costumbres que retratan, como
las
(l).
muy
un juguete
Frutos de la educación,
Una huérfana
Don
en Chorrillos.
graciosamente versificado, con imi-
tación visible del estilo de Bretón, pero cuya idea fundamental está
tomada de un raudeville
Las otras dos son enteramente
francés.
y verdaderas y muy apreciables comedias de costumbres género de Moratín y Gorostiza, sin ningún rasgo que pueda de-
originales,
del
cirse
peculiarmente bretoniano.
En
su propósito moral, que no es
otro que poner de manifiesto ios vicios de
producen
el
tema de
las
dos comedias de
la
mala educación, re-
Iriarte:
El
Señorito
mimado
y La Señorita mal criada, pero no adolecen de su frialdad pedagógica, y la pintura de las costumbres es viva y chistosa. El escrúpulo en la observancia de las unidades clásicas llega hasta el extremo de reducir
la
menor que
acción á plazo
el
de veinticuatro horas. Las
comedias de Pardo, aunque puedan tacharse de tímidas y acompasadas, son los productos más nobles y decorosos que hasta ahora ha dado
como
la
otras
y valen tanto, por lo menos, españolas muy celebradas del mismo género y escuela,
musa cómica
por ejemplo,
No
La Niña
del Perú,
en casa, de Martínez de la Rosa.
obstante, ha de confesarse
que Pardo, más bien que poeta
cómico espontáneo y original, es un satírico y moralista en forma dramática. Su genio era ese, y sus comedias ganan mucho si se las considera
como
sátiras dialogadas; así
costumbres que publicó en 1840 con tierra,
profesando seguir
recuerdan más
la
las huellas
los
el título
amenos cuadros de de El Espejo de mi
de Larra y Mesonero Romanos,
punzante manera del primero, aunque sin su dejo
Entonces hizo también algún ensayo trágico, que no está incluido en colección de sus obras. Queda memoda de una Cíiteninestra, probablemen-
(i)
la
como
te imitada ó traducida de
la
de Soumet.
CAPÍTULO IX
252
amargo y misantrópico, que la inofensiva y bonachona del segundo. En prosa, lo mismo que en verso, fué Pardo correctísimo escritor, y hasta sus alegatos jurídicos y los documentos cancillerescos que suscribió, están redactados
con buena
muy
literatura,
rara en
nero de papeles, que pocos se atreverían á coleccionar hizo, sin
(i)
detrimento alguno de su fama
No dedicamos más
espacio
al
tal
como
gé-
él
lo
(l).
estudio de este recomendable escritor,
por haber sido ya apreciado con recto
criterio
en
el
discurso que en sesión
pública inaugural de nuestra Academia leyó en 1870 el Sr. D. Patricio de la
Escosura sobre Tres poetas contemporáneos: Pardo, Vega y Espronceda. Pardo valió mucho, pero resulta un poco achicado por la compañía; sin que el haber sido discípulo de Lista (lugar
común de
nuestras biografías literarias del
porque todo maestro tiene discípulos buenos, medianos y malos. No fué ciertamente Pardo de estos últimos; pero comparado con los autores de El Hombre de Mundo y de El Estudiante de Salamanca, sin escrúpulo se le puede poner entre los segundos. Don Felipe Pardo y Aliaga nació en Lima el 1 de Junio de 1806. Su pasiglo xix) baste para justifioarlo,
1
dre, regente
de
la
Audiencia del Cuzco, se trasladó á
la
Península en 1821,
y Pardo hizo sus estudios en el colegio de San Mateo, y luego privadamente en casa de D. Alberto Lista. Su maestro le conservó siempre extraordinario afecto, y todavía en 1838, á los sesenta y tres años de su edad, le dirigía aquellos
elegantes versos que terminan con una reminiscencia virgiliana:
No
temas, mi Felipe, los furores vil, alborotado y leve,
Del vulgo
Si roto el freno, en trágicos horrores
La común
patria á sepultar se atreve.
Ni su ignorante aplauso
Cuando mimosa
te
envanezca
la falaz fortuna
Fácil á tus deseos aparezca
Y
te
eleve hasta el cerco de la luna. el varón justo y grave, el ciudadano
Que
Veraz, que tiene la virtud por guía.
Ni Ni
al al
dogal se amedrenta del tirano, aura popular su pecho fía.
Yo recuerdo ¡ay de mí! los bellos De tu primera juventud dichosa. Cuando por mí adestrado
Á
Horacio y Newton su
le
días
pedías
laurel y rosa.
Pero del mando hollar la instable senda Al alumno de Erato no desdice: El valor y virtud de ti se aprenda, Y la fortuna de otro más felice...
Pardo regresó
al
Perú en
1828, y
empezó por dedicarse
al ejercicio
de
la
PERÚ
253
«
Heredó
la
vena
satírica
de Pardo, aunque no su aticismo,
cultura, ni su delicado gusto, D.
poeta festivo y
articulista
dramático. El Perú
dad y en calidad rica.
al
le
ni su
Manuel Ascensio Segura, también
de costumbres, pero, sobre todo, poeta
debe un repertorio cómico, superior en
canti-
que puede ofrecer ninguna otra sección de Amé-
Hasta once comedias suyas se han coleccionado, y dio á las
tablas otras dos,
que todavía están
gura lindan muchas veces con
inéditas.
la farsa:
aun
Las comedias de Se-
las
Na
ó más actos son saínetes largos, excepto
compuestas en Catita,
que
tres
es ge-
nuina comedia de carácter, y estudio bien hecho de un carácter de beata maldiciente salva del
y embrollona, que por
amaneramiento inherente á
cido en las tablas.
Domina en
los
ciertos rasgos locales se
la repetición
cuadros de Segura cierto mal
tono que, según creemos, debe achacarse sociedad que describe.
la
En Lances
al
poeta más bien que á
de Amancaes, por ejemplo, los
que quieren ser caballeros y damas de limeña, pasan gran parte de la acción bebiendo personajes,
proceden en consonancia con
abogacía; pero
como
muy pronto tomó
de tipo tan cono-
tal refresco.
la
mejor sociedad
y hablan y Pero no hay duda que pisco,
parte activa en las contiendas políticas,
redactor del Mercurio Peruano y de
El
Conciliador.
En
1829 y 1833 dio
á las tablas dos de sus comedias. El general Salaverry le confió en 1835 una
misión diplomática para Chile, y después de
la
caída y
personaje, permaneció en esta república solicitando chilenos contra
el
la
muerte de aquel
intervención de los
general Santa Cruz, dictador del Perú y Solivia. Para ello
fundó un periódico titulado El Intérprete. Sería largo y de poco interés para el
lector
tuvo en
europeo dar cuenta de la
los esfuerzos
de Pardo y de
caída del Protector Santa Cruz, y de
cómo vino
la
parte que
á ser proscrito
mismo Gobierno que él había contribuido á fundar. Sólo en 1840 pudo volver á Lima, y se le nombró magistrado del Tribunal Supremo (llamado
por
el
á la írancesa Corte Superior).
Nuevos trastornos
políticos le obligaron á nue-
vas expatriaciones, y de resultas de tanta felicidad democrática
como
disfru-
tan aquellos bienaventurados países, su salud acabó por quebrantarse grave-
mente, quedándose paralítico y ciego en lo mejor de su vida. Antes había sido en dos ocasiones distintas Ministro de Relaciones Exteriores. Falleció
en 24 de Diciembre de
1868.
Al año siguiente fueron coleccionadas sus obras
en un lujoso volumen publicado en París con
en prosa de D. Felipe Pardo (Paris, A. Chaix y C.^,
de
los libros
que más honran
la literatura
de Poesías y Escritos 18Ó9). Es, en conjunto jno
el título
americana.
254
CAPÍTULO IX
Segura hace
reir
con
risa inextinguible;
saladas ocurrencias del la
vena aguda y
América da,
jovial
que
del Sur;
más puro
criollismo;
que hace de
que despunta en
los peruanos, los
la versificación
aunque incorrecta, recuerda
que sus piezas abundan en
la
ellas
andaluces de
la
abundantísima y desenfada-
maravillosa espontaneidad de
Narciso Serra, con quien ofrece Segura más puntos de analogía que
con Bretón otro se le
con D.
Ramón de
Cruz, por más que con uno y haya comparado; y finalmente, que este autor tiene el méni
la
rito indisputable
de haber reproducido con fidelidad y gracia los principales aspectos cómicos de la vida limeña, así en sus piezas de
costumbres domésticas como en gracia.
de costumbres políticas, verbi-
las
Un Juguete y El Resignado, y aun en
como El Sargento
las farsas populares,
Canuto.
El ingenio cómico de Segura ha dejado también algunos chispazos en sus
en sus sátiras pohticas y en los artículos de cos-
letrillas,
tumbres que publicó en La Bolsa y en El Cometa, pero no aparece completo más que en sus obras escénicas (l).
Nació D. Manuel Ascensio Segura en Lima en 1805, y murió en 1871. Sirvió a] principio en el ejército, llegando á sai-gento mayor, y luego fué co(i)
misario de Guerra y Marina, secretario de gobiernos civiles (que en el Perú llam.an prefecturas), vista
y administrador en varias aduanas, y en 1860 diputado á Cortes. Fundó en 1839 El Comercio de Lima, decano de la prensa peruana; en 1841
doce números, Fr. Gerundio,
En sátira
La
Bolsa, y después
escritos
El
enteramente por
Cometa, del cual sólo aparecieron
él,
á imitación de las Capilladas de
que lograban entonces tanto aplauso.
1849 publicó en
la
ciudad de Piura otro periódico, El JMoscón, todo de
personal y política, hoy muerta y casi ininteligible.
En
este genero in-
derrochó Segura mucho tiempo y mucho ingenio. Nadie lee hoy, y hasta ha sido excluido de la colección de sus obras, el poema satírico La Pelifeliz
muerlada, en variedad de metros y en más de mil doscientos versos, distribuidos en veinticuatro cantos.
Su primera comedia fué El Sarge7ito Canuto, representada en 1839. Las restantes piezas de su repertorio son: La Moza Mala, La Saya y Manto, El Resignado, Na Catita (ña es diminutivo peruano de doña), Un juguete, Lances de Amancaes, Nadie me la pega. La Espía El Cacharpari, El Santo de Panclii^
ta (en colaboración con D. Ricardo Palma), Percances de viudas. Estas dos son las únicas \ comedias de
que
faltan
en
la
un remitido, Las
tres
colección de Artículos, poesías
Manuel Ascensio Segura (Lima, por Carlos
Prince, 1886).
PERÚ
misma generación
255
que D. Felipe Pardo y que Segura, aunque de menor edad que ellos, un hermano del priPerteneció á
la
literaria
mero, D. José Pardo y Aliaga, de excelente educación clásica, como lo prueba su oda A ¡a independencia de Ainé?-ica, laureada en un
certamen de
en algunas
Á
estos
y de
Chile;
estro satírico
no
inferior al
de su hermano,
letrillas.
nombres, á
los cuales
pueden añadirse, con algún otro
más obscuro, los de D. José María Seguín, D. Manuel Ferreyros, D. Ignacio Novoa (l), D. Miguel del Carpió, magistrado y estadista, que no por el mérito de sus versos, sino por su tertulia literaria y por generosa protección que concedía á los literatos noveles, ha con-
la
seguido pasar á
por
los
estaba reducido
la historia,
el
ameno
«De 1848 febril
más interesantes porme-
Ricardo Palma, que fué y principales ornamentos.de ella (2).
é ingenioso escritor D.
continúa siendo uno de los
pasión
grupo clásico de Lima
años de 1848. Entonces entró en e^scena una nueva genera-
ción literaria, sobre la cual nos ha dado los
nores
el
1860 (escribe Palma) se desarrolló en
á
por
la
literatura.
motines, consecuencia lógica de
el
Perú...
Al largo período de revoluciones y lo
prematnro de nuestra independen-
había sucedido una era de paz, orden y garantías, inundábanse
cia,
planteles de educación: la Escuela de Medicina adquiría prestigio,
impulsada por su torio ra,
ilustre
decano D. Cayetano Heredia; y
de San Carlos, bajo
la sabia
el
Convic-
dirección de D. Bartolomé Herre-
reconquistaba su antiguo esplendor. Por entonces llegaba de Es-
paña D. Sebastián Lorente, era nombrado rector del Colegio de
(i)
Vid. Riva Agüero,
Peni
Caráctei- de la literatura del
indepejidietife
(Lima, 1905, págs. 71-73)-
FerrejTOS tradujo en prosa
el
Childe-Harold de Byron (se halla en
gunda Revista de Lima, que comenzó á aparecer en D. Ignacio Novoa publicó en
la
la
se-
1873).
primera Revista de Lima (1S60-1S68) tra-
ducciones en verso de algunas poesías de Víctor
Hugo y
Béranger, y en pro-
sa de algunos Pensamientos de Joubert, algún capítulo de Montaigne y alguna
escena de Shakespeare. Había leído bastante y no carecía de doctrina literaria,
pero escribía
(2)
lado
muy
Vid., al frente
La Bohemia
mal en prosa y en verso.
de
las
Poesías de Ricardo Palma (1S87);
limeña de 1848 á 1860: confidencias literarias.
el estudio titu-
CAPÍTULO IX
256
Guadalupe, y ante un crecido concurso daba lecciones orales de
Lorente era un innovador de gran talento, y victoria fué suya en la lucha con los rutinarios. La nueva genera-
y de
historia la
ción
le
literatura.
seguía
y escuchaba como
á
un apóstol»
(l).
Efectivamente, aquella juventud literaria se entregó en cuerpo y alma al romanticismo español, como la de la República Argentina se había entregado al
Arólas,
romanticismo francés. Espronceda, Zorrilla,
Bermúdez de Castro y Enrique Gil contaron desde luego gran
número de
fervientes imitadores; pero quien fascinó
su ejemplo á todos los principiantes, fué
rrectísimo poeta montañés
blado
al tratar
el
y arrastró con inspirado aunque inco-
Fernando Velarde, de quien ya hemos ha-
de Guatemala, y cuyo gusto y
huella en casi todas las repúblicas
estilo
dejaron profunda
de América. Talento
original,
pero inculto y bravio; imaginación poderosa cuanto desequilibrada;
un mal gusto que parecía ingénito é indomable, puesto que
resistió
á
toda disciplina y- fué creciendo monstruosamente con los años; alma
vehemente, apasionada y
triste,
con dejos de candor
infantil
y
visio-
nes de iluminado; una potencia de versificador capaz de levantar en
peso
moles de los Andes, pero de
las
tino ni juicio, convirtiéndose
la cual
usaba y abusaba sin
muchas veces en retumbante zurcidor
de alejandrinos huecos; un sentimiento profundo y
casi místico
elevadas aunque confusas aspiraciones de ultratumba;
la naturaleza;
un idealismo más germánico que español, ataviado con de jipijapa y
(i)
losofía
el lujo
el
la
sombrero
charro del indiano de nuestra costa cantábrica:
D. Sebastián Lorente, que murió en 1884 siendo Decano de
de Letras de
de
la
Facultad
Universidad de Lima, publicó algunos libros de texto de Fi-
y Literatura, y varios tratados históricos bien escritos, pero demasiado
compendiosos y con poca ó ninguna novedad en la investigación: Historia antigua del Perú, Lima, 1860; Historia de la Conquista del Peni, 1861; Historia del
Perú bajo
segundo en toria del
la dinastía austríaca,
dos tomos,
París, 1870; Historia del
Perú desde
la
Peni bajo
el
primero en Lima, 1863;
los Barbones,
Lima
el
1871; His-
proclamación de la Independencia, Lima, 1876;
La
civili-
zación peruana indígena, Lima, 1879.
Como
expositor claro y ameno, cumplió bien con su vocación didáctica.
En España nadie recuerda los servicios
armónico.
que prestó á
su nombre, pero su patria adoptiva no ha olvidado la
reforma universitaria, con sentido conciliador y
PERÚ
257
todas estas cualidades, á primera vista inconciliables, concurrían en
fecundo y excéntrico vate de Hinojedo, á quien nuestra historia
el
ha olvidado malamente, porque en condiciones nativas fué
literaria
superior á muchos, y en influencia fuera de su tierra sólo Zorrilla,
Espronceda y Tassara pueden aventajarle entre nuestros románticos.
Cuando Velarde tiempo en
la isla
llegó al
de Cuba,
versos: la Despedida
Perú después de haber residido algún
3^a
había escrito algunos de sus mejores
á Sa^ttander^ El Pico de
Teide, la Meditación en
la isla de Pinos, todos los cuales coleccionó en
en Lima en 1848, con
el título
un tomo publicado
de Flores del Desierto. Redactó, ade-
más, durante dos años, un semanario de literatura, El Talismán, y se hizo tan notorio por los aciertos y esplendores de su musa, cuan-
que defendió
to por el generoso ardor patriótico con
el
nombre de
España, y por las rarezas de su irascible condición, que le atrajeron pesados lances, obligándole por fin á emigrar en 1 85 5 á otras repúblicas, primero al Ecuador, después á Bolivia
mente á Guatemala, siempre con nil
en
los labios:
la frente
y
á Chile,
erguida y
el
y
final-
canto varo-
dejando por donde quiera admiradores y discípu-
los (l), halagado unas veces por la fortuna, reducido otras á la indi-
gencia: raro personaje, sin duda, pero
raza que tanta sangre ñola.
De
y
nunca vulgar
tanto sudor ha vertido en
su estancia en el Perú
y repúblicas
ni
la
indigno de su
América espa-
limítrofes datan las prin-
cipales composiciones de "V^elarde: las valientes octavas
185
1
con que en
saludó al pabellón español en medio de los insultos y agresio-
nes de
la
Ecuador,
plebe de Lima, el
el
canto descriptivo de Los Andes del
otro canto en alejandrinos
donde hay muestras de
lo
mejor y de
tima Melodía Romántica, que por
sí
A lo
la cordillera
peor de su
de los Andes,
estilo,
y
La
Úl-
sola bastaría para acreditarle
de gran poeta. Murió Velarde en Londres en 1881. La colección más completa que conozco de sus versos es la titulada Cdtiiicos del Nuevo Mundo, impresa en (i)
Nueva York en
1860.
Sé que en Londres publicó un nuevo tomo en 1871,
pero no he llegado á verle. Serán probablemente de extrema decadencia,
como
los
que en Torrelavega coleccionó después con
de la Montaña.
el título
de La Poesía
:
:
CAPÍTULO IX
25S
En
el
Perú tuvo Velarde émulos, pero tuvo en mayor número
apasionados fanáticos, sobre todo en
grey
la
juvenil.
Son
los
que
Palma llama bohemios y cuyas memorias biográficas ha recogido con piadoso celo. Algunos de ellos, como el ilustre guayaquileño Don
Numa
Pompilio Liona,
Unanue
mismo Palma, D. Pedro Paz -Soldán y
el
(Jiian de Arona), D, Luis Benjamín Cisneros, D. Arnaldo
Márquez (traductor de Shakespeare) y otros varios, viven (l). De que han muerto diremos algo, guiándonos principalmente por noticias del Sr. Palma, puesto las
obras completas, y otros
los las
que no de todos hemos logrado ver
ni siquiera las
han coleccionado.
D. Manuel del Castillo (f 1 871), «vate tan incorrecto como sentimental», era arequipeño como Melgar, y á imitación suya, compuso
jj^tzríZZ'/Vi',
que
de los cuales puede servir como muestra
tiene reminiscencias de
el
siguiente,
uno de nuestros más bellos romances
viejos
Ya que para mí no ¿Por qué te vas y
vives,
me
dejas?
Prenda querida Viviré
como
viuda
!a
Tortolica que ha perdido
Su compañía.
Como Por
la
nave agitada
los vientos,
Del mar
resiste
las iras,
Es juguete de
Y
que
'as olas,
sin arribar al
puerto
Se hunde y abisma. Como paloma que el nido Vio en
la selva,
Hecho
Y
rayo
cenizas,
la
Con saña
Hoy
el
cuando huía gimiendo,
El cazador
(i)
por
acechaba impía.
todos ellos han fallecido, á excepción de D. Ricardo Palma, que
prosigue deleitando con los primores de su ingenio á los numerosos apasio-
nados de sus amenos .Sobre la literatura
escritos.
más reciente puede consultarse
el libro
de D. Ventura
García Calderón, Del Romanticismo al Modernismo. Prosistas y poetas peruanos, Paris, Ollendorf, 1910.
259
PERÚ
Como
árbol de fruto osado
Que enseñorea Su
los
prados
lozanía,
Miró secarse su savia
Porque
el
Que
agua
le faltó,
era su vida:
Así yo, querida prenda,
Seré tortolica viuda.
Nave perdida. Seré paloma sin nido, Seré árbol de seco tronco Si te retiras (i).
dos dramas D. Manuel Nicolás Corpancho (1830- 1 863), autor de digrománticos, El Poeta Cruzado y El Templario, que nada tienen
no de alabanza más que
la versificación,
y de unos Ensayos
Poéticos
de dados á luz en París en 1854, no tuvo tiempo para emanciparse sólo dejó versos armola imitación demasiado directa de Zorrilla, y Magallanes vale niosos, pero sin carácter personal. Su ensayo épico
muy
poco.
La prematura y
horrible muerte de Corpancho, á
de un buque que se incendió en ranzas que en
él
alta
mar, frustró
(i)
muchas espe-
se fundaban.
D. Clemente Althaus (183 5- 1 881) aspiró á conseguirla
las
bordo
más que de
La colección de
lejos (2).
Castillo,
la
pureza
la
forma y,
el título
de Cantos
Es bastante correcto en
dada á luz en 1869, lleva
clásica, sin
Sud- Americanos. con«Sigue direcciones en realidad diversas, por más que entonces se Quintana, fundieran bajo el nombre general de clasicismo. Unas veces imita á (2)
xvii, otras á otras á los sonetistas italianos y españoles de los siglos xvi y en cuanto á los Fr. Luis de León, y otras, por fin, á los clásicos latinos; que
no parece haberse familiarizado con ellos.» (Riva Agüero, Carácter de la literatura del Perú independiente, pág. 98.) del El soneto al Petrarca me parece digno de citarse como feliz imitación
griegos,
estilo del
poeta toscano: ¡Bendita sea la
Con Pagó
Que
feliz tibieza.
que, celosa de su pura fama, tu
amor
la
aviñonesa
dama
igualó su virtud con su belleza!
Que
rigor y la esquiveza acrisolaron tu amorosa llama,
Y
valieron la gloriosa
¡Benditos
te
el
rama
CAPÍTULO IX
25o
más académico de los poetas peruanos». «Como individuo (prosigue el mismo crítico), Althaus ra-
en concepto de Palma,
«el
yaba en excéntrico, y su pulcritud en afeminación... Se había creado para
un mundo
sí
naturalmente, mortificábanlo
ideal, fantástico, y,
de este
infinito las realidades
mundo
thaus murió en París completamente loco. sus poesías, una de 1863 dos, limpios gla
y
tolera, sin
y
otra de
y
materializado». Al-
Hay
dos colecciones de
sensual
1872
pero con frecuencia
cultos,
embargo,
felices
Son versos
(l).
fríos
excepciones.
y
secos. Esta re-
El Ultimo Canto de
Safo, que tiene acertadas reminiscencias de Leopardi,
mas acabada de
piezas líricas
sus
Quc hoy enguirnalda
(2).
atilda-
me
parece
la
Escribió también una tra-
tu feliz cabeza!
Así Apolo, que á Dafne perseguía, Cuando á abrazarla llega, sus congojas Siente de un árbol la corteza toda.
Mas en Halla
las
sus venas la deidad doliente
verdes premiadoras hojas,
Digna corona de su
En
los tercetos
altiva frente.
hay reminiscencia evidente del soneto de Arguijo: Apolo y
Dafne: Alentó la carrera, y ya vencida, Cuidó tener de Dafne la dureza; Tanto se le acercó el amante ciego;
Mas
del piadoso padre dolorida,
Trocando en árbol su mortal
belleza,
Burló sus brazos y avivó su fuego. (i)
Algunas de
reproducidas en
las Poesías patrióticas
impresas en París, 1862, no están
voluminoso tomo de sus Obras poéticas, impreso en
el
Lima, 1892. (2)
Á
pesar de su extensión, reproducimos este canto, ya que no
entrar en nuestra Antología, por no haberle conocido á tiempo:
ÚLTIMO CANTO DE SAFO
La
excelsa roca pisa,
De
amantes desamados Con planta no indecisa.
La
visitada,
lesbiana divina poetisa,
Del ingrato Faón enamorada. Escucha en lo hondo y mira. Impávida, agitarse en son horrendo,
Del mar
la indócil ira;
Y
por última vez pulsa la lira, Al aire estos lamentos esparciendo:
«Adiós por siempre ¡oh vida! Adiós ¡oh mundo! sin dolor ni llanto
pudo
261
PERÚ Os doy mi despedida; Que bien sé que en vosotros no Para Safo
infeliz,
se anida
sino quebranto.
Muerte anhelo, y cualquiera La pena sea que al mayor pecado En el Averno espera,
Jamás las ansias igualar pudiera De un furibundo amor menospreciado.
Á
males sin cuento os abruma el que su eterna que Con tormento, vuestro en Halla descuento. único mortales! ¡oh Es los
Sola ventura que gozáis es
fiesta
esta:
Que si del hado impío Fué decreto fatal el nacimiento, Es rey vuestro albedn'o
De De
acelero
que,
si
el
mío.
momento.
vuestras vidas el final
Y Á
como
acelerar,
fué la entrada
oscura de la vida
la prisión
Forzosa
é ignorada,
Dogal y Siempre
salto,
y tósigo y espada
libre
encontraron
la salida.
Tú que las crudas penas Que lloro lloras, yo á romper
te
enseño
Tus odiosas cadenas; Á padecer tú mismo te condenas. Sabiendo que eres de
Usa el
muerte dueño.
tu alto derecho,
Y, ó da veneno á
Ó Ó Ó
la
la callada
boca,
cuello á lazo estrecho,
con agudo acero abre tu pecho, ven conmigo á la Leucadia roca.
No más
tu pena aguarde escoges vivir, lloro no viertas: Cesa, queja cobarde; Culpa tuya será que se abran tarde.
Mas
:
si
Cautivo
vil,
de tu prisión las puertas.
Vive, vive, tolera
Tus
Y
la
fieros males,
cada vez mayores,
vejez postrera
Haga que apures tu desgracia entera, Que mal ninguno de la vida ignores. Morir, morir escojo,
Y
rebelde
al tirano
omnipotente,
Me burlo de su enojo, Y de la vida con desdén
le
arrojo
El falso funestísimo presente.
Y
Á
tú,
mancebo
ingrato,
quien de amor desesperada adoro. Tú, á quien con insensato
;
CAPITULO IX
262
Furor, mil veces convidé á mi trato, Pospuesto el casto femenil decoro:
Vive
feliz, si
pudo
(a)
Consentirlo á mortal Del destino sañudo:
el
negro encono
eterno desamor, tu desdén mudo, mis tormentos todos te perdono.
Tu
Y
No
fué
Tuya no
amarme en
tu
mano
fué la culpa; el rigor lo hizo
De Júpiter
tirano,
Que, con avara diestra, velo humano Me dio, desnudo de beldad y hechizo. El alma que era bella pudiste mirar: si la miraras,
No
Te enamoraras de
ella.
Menospreciando la beldad de aquella Por quien á Safo triste desamparas.
Oh La
ponto, cuyo asalto excelsa roca agota, hirviente
Arrojando á lo
No
espuma
alto.
del mortal irrevocable salto
Arredrarme
tu cólera
presuma.
Tu amenaza é insulto Mirando estoy impávida; que calma Es el ciego tumulto De sus olas, al lado del que oculto Amoroso huracán dentro del alma.» Dice
Y
la triste
amante
se arroja veloz; la
mar hinchada
Se abre y cierra sonante; Y de las ondas á merced errante Aquí y allí la leve lira nada.
(a)
Cf. Leopardi,
Ulü
>:o
canto di Safio:
Alii, di cotesta
Infinita beltá parte
nessuna
Alia misera Saffo i numi e 1' empia Sorte non fenno Alie senibianze il Padre, Alie amene sembianze eterno regno Dié nelle genti, e per virile imprese.
_
Per dotta lira o canto, Virtíi non luce in disadorno ammanto.
Morremo. II velo indegno a térra sparto, Rifuggirá r ignudo animo a Dite; E il crudo fallo emenderá del cieco Dispensator de' casi
E Amere
tu cui
lungo
indarno, e lunga fede, e vano
D' implacato desio furor mi strinse, Vivi felice, se felice in térra Visse nato mortal
PERÚ Antioco,
gedia clásica,
da»
«más
263
que para representa-
para leída
(l).
El mismo desastroso
fin
que Althaus tuvo otro notable
Adolfo García (1830-1883), que murió en
Han
sido
muy
la
locura
y en
lírico,
la
don
miseria,
celebradas sus quintillas
y
fué enterrado de limosna.
A
Bolívar, composición efectista del género de las décimas de nues-
López García Al Dos de Mayo; pero á mi juicio, los versos suyos que deben sobreviviría son los de la elegante y delicada oda tro
Mis recuerdos Diamantes
{2).
y
perlas
y
Destellos
y Presidente de
hijo del infortunado general
en Arequipa por
el
y perlas todo
que no anduvo
muy modesto
versos alborea
y
Althaus,
y más seguro de
nos sonetos. Pero
y sentida
lo
la
República, que fué
Protector Santa Cruz.
sean diamantes
destella
albores se rotulan las dos co-
Augusto Salaverry (1813-1840),
lecciones poéticas de D. Carlos
fusilado
y
que contiene
lo
en
el título;
un numen sus fuerzas
lírico
que
el
pero
No
afirmaré que
tomo de Salaverry, sí
que en aquellos
más vigoroso que el
el
de
de García. Tiene bue-
mejor que conozco de sus obras es
la
inspirada
elegía Acuérdate de mi, a la cual pertenecen las siguientes
estrofas:
Ya no
late, ni siente, n¡
aun respira
Petrificada el alma allá en lo interno;
¡Tu
cifra
en mármol con buril eterno
Queda grabada en
Tiene
(i)
el
mismo asunto que
la
mí!
comedia de Moreto,
A buen padre
mejor
amorosa del rey Seleuco y su hijo Antíoco). Dice Ricardo Palma, hablando de García, que «Calderón, Arólas y (2) Víctor Hugo, eran sus ideales en literatura». Realmente su estilo es una hijo (rivalidad
taracea de imitaciones de unos y otros, pero de Calderón no veo influencia directa.
y
Lo que predomina
las Orientales
es la poesía romántica, especialmente la
tomo de
Zorrilla
de Arólas. De Víctor Hugo ha dejado algunas traduccio-
nes buenas, especialmente Las dos El
de
islas.
sus Composiciones poéticas publicado en El Havre, 1873,
muchos quedaron inéLima, El Correo del Peni y otros perió-
contiene sino una parte exigua de sus versos. Otros ditos,
ó dispersos, en La Revista de
dicos.
Mbnbndez y
PEriAYO.
no
Poesía kis/>ano-aincricaHa. II.
J7
CAPÍTULO IX
264 Ni hay queja
Muerto'para
labio, ni á los ojos llanto;
al
amor y
el
la
ventura,
Está en tu corazón mi sepultura
Y En
cadáver aquí.
el
este corazón ya
Cual
la
enmudecido
ruina de un templo silencioso,
Vacío, abandonado, pavoroso. Sin luz y sin rumor;
Embalsamadas ondas de armonía Elevábanse un tiempo en sus
Y
altares;
vibraban melódicos cantares
Los ecos de tu
amor,..
Pero ¿qué es este mar? ¿qué es el espacio, Qué la distancia de los altos montes?
qué son esos turbios horizontes
¿Ni
Que miro desde Si al través del espacio
De
el azul
Y Si
yo tus
Te
y de
las
cumbres.
mar y de ese firmamento,
ese ancho
Vuela por
aquí;
mi pensamiento
vive junto á
ti?
alas invisible veo,
llevo dentro el alma, estás conmigo,
¡Tu sombra soy, y adonde vas te sigo
De
Y
tus huellas en pos!
en vano intentan que mi nombre olvides;
¡Nacieron nuestras almas enlazadas,
Y
en
el
mismo Por
Mi recuerdo Mi nombre
Y
ocultas
al
crisol purificadas
la
es
mano de más
Dios!
fuerte que tu olvido;
está en la atmósfera, en la brisa,
través de tu sonrisa
Lágrimas de dolor;
Pues mi recuerdo tu memoria
asalta,
Y á pesar tuyo por mi amor suspiras, Y hasta el ambiente mismo que respiras Te
repite
¡Oh! cuando vea en
Con mi
mi amor. la
desierta playa,
y mi dolor á solas. El vaivén incesante de las olas, tristeza
Me
acordaré de
ti;
PERÚ
265
Cuando veas que una ave solitaria Cruza el espacio en moribundo vuelo, Buscando un nido entre la mar y el cielo ¡Acuérdate de mí!
(i)
Salaverry dio culto también á las musas del teatro, pero con infeliz
Ninguno de sus dramas, incluso Atahualpa^ que
fortuna.
su tiempo
más celebrado,
el
ha sobrevivido
duda por
la fluidez
de
los versos, le
(2).
Mucho más joven que Carrasco (1841 tor de una silva
los hasta aquí citados era
D. Constantino
1877), partidario del americanismo en poesía, au-
'\
muy
lengua quichua,
la
sin
fué en
celebrada
Al Árbol de
la quina^
conocedor de
traductor en verso castellano del famoso
y
Ollantay, que se ha querido dar por antiquísimo texto dramático de
dicha literatura, pero que, leído desapasionadamente, no parece, á
menos en
lo
las
traducciones,
más que una imitación de
come-
las
dias españolas, hecha por algún ingenioso misionero del siglo xvii,
y
quizá de tiempo
muy
posterior. S\ en esto erramos, nuestra igno-
rancia nos disculpe, pero no
Perú mismo no
(i)
falta
el oro, (3)
los únicos
quien nos acompañe en
Albores y Destellos (seguido de Diamantes
ángel). El Havre, 1871. (-2)
Somos
en opinar
tal
así,
creencia
y perlas y
las
y en
el
(3).
Cartas á im
Misterios de la tumba (poema filosófico). Lima, 1883.
Compuso, además,
El bello ideal, El pueblo y más de veinte.
Abel,
y otras varias piezas,
el tirano.
El amor y
Las Composiciones de Carrasco fueron publicadas en colección, des-
pués de su muerte, por D. Eugenio Larrabure y Unanue (Trabajos poéticos Co7istantitio Carrasco. Lima, 1878). Contiene este grueso volumen, además
de
de
los versos originales,
algunas traducciones de Ossián, Catulo, Marcial,
La Motte Houdard y era medianamente conocedor Florian,
el
portugués Bocage. Palma dice que Carrasco
del latín, griego, hebreo y quechua, siéndole
familiares el italiano, el francés y el inglés.
Su traducción en verso
del con-
trovertido Ollantay, está hecha en gran parte sobre una en prosa publicada
en Lima,
1868,
en francés
el
por
el naturalista
mismo drama:
D.José
Ollantay,
de esta traducción procede otra Universal.
S.
Barranca. Pacheco Zegarra puso
árame en vers quechuas,
castellana,
Madrid, 1885, en
Paris, 1878, la
y
Biblioteca
•
«Hay tres opiniones sobre yen la paternidad del drama
el
origen del Olíanla ú Ollantay. Unos atribu-
á D. Antonio Valdés, cura de Sicuani, muerto
CAPÍTULO IX
266
El estudio detenido de
muy
las colecciones,
raras en
Lima y
es que alguna completa existe), de la Revista de
del
Peri'i^
Europa
(sí
del Correo
podría acrecentar con bastantes nombres este catálogo
(l).
año de iSi6, entre cuyos papeles se encontró por primera vez; pero exis-
e]
mucho más antigua que la de Valdcs, como el del convento de Santo Domingo del Cuzco y el del cura Giustiniani. La segunda ten manuscritos de época
opinión supone que
el
Ollantay fué compuesto antes de
misma forma en que hoy
la
lo
la
Conquista, casi en
leemos, salvo algunas interpolaciones debidas
á los copistas y transcriptores. Pero
si
no conocían
los indios
(puesto que los jeroglíficos estaban olvidados en
la escritura
tiempo á que se refiere
el
el
¿cómo pudieron componer y conservar semejante pieza dramática? Los quipus no bastaban para esto. Por lo que de ellos sabemos, resulta que Ollanta),
no servían secas, y
sino para llevar estadísticas rudimentarias, cronologías vagas
mensajes
cortos...
Lo más
y
racional y sensato será, pues, adoptar la
última de las opiniones expresadas: suponer (mientras no se descubran nueconquista y que su autor fué algún misionero versado en el quechua, ó algún indio ó mestizo conocedor
vos indicios) que se trata de una obia posterior á
la
del teatro español. Este incógnito poeta recogió la tradición indígena de
pudo ser antes materia de alguna corta representación dialogado entre los indios), y sobre ella compuso su drama
Ollanta (que tal vez
escénica ó baile
en
el
lenguaje cortesano de los Incas, evitó
las
alusiones
colonia, é intercaló en la pieza ciertos cantos populares... religiosos españoles, principalmente los jesuítas,
al
cristianismo y la
No
era raro
que
los
compusieran comedias en
quechua y aimará, según lo declara Garcilaso en sus Comentarios reales, de cuyo testimonio no hay por qué dudar en este caso, pues no pudo engañarse ni mentir acerca de suceso tan conocido y próximo cuando él escribía». (Riva Agüero, Carácter de la literatura del Peni, págs.
En ral D.
el
mismo
sentido, y aun
más radicalmente,
Bartolomé Mitre en su Ollantay. Estudios
En
la
Lira Americana,
copiladas por D. Ricardo
crítico-históricos sobre el drama
Poética, de Cortés,
1881),
colección de poesías del
Palma
(París,
i8-í 19.)
resolvió la cuestión el gene-
Quechua y la poesía pr e-colombiana (Buenos Aires, conocemos en esta materia. (i)
i
es lo
mejor que
Peni, Chile y Bolivia, re-
Rosa y Bouret,
pueden encontrarse muestras de
que
1865),
los
y en
la
América
poetas peruanos pos-
teriores á 1848.
aunque vivió y escribió casi siempre en Europa, D. Juan Manuel Berriozábal, marqués de Casa -Jara, fecundo autor de libros de devoción en prosa y verso. En 1839 publicó un tomo de Poesías Escogidas de LamarPeruano
fue,
tine (El Crucifijo,
El Ho7nbre á Lord Byron,
destrucción del Globo, etc.); en 1841, jeda; en 1845
La Reina
el
Hivino del Ángel después de
una refundición dé La Cristiada del
de los Cielos,
colección de poesías á
la
P.
Virgen,
la:
Hounas.
267
PERÚ
Pero no hay duda que va ya entre
durante la
la
de
las
época
decadencia
la
la
Perú independiente no conser-
literatura del
América
del Sur
A
colonial.
el
par con
literaria: las brillantes
puesto de primacía que tuvo
la
decadencia política ha ido
excepciones de Pardo, Segura,
Palma y Juan de Arona no hacen más que confirmar la regla. Lima no es hoy la cabeza y el corazón de la América del Sur, como lo fué en los tiempos del Virreinato. No parece sino que un triste presentimiento hizo andar á los peruanos tan reacios en asociarse
al
mo-
vimiento de emancipación, cuyos beneficios han sido para ellos tan
caramente comprados. Bolívar empezó por despojarles del hermoso puerto de Guayaquil, y por crear definitivamente con las provincias del Alto Perú
una nueva república. Chile rompió todos sus antiguos
y se levantó con la heguemonía política del Sur, afirmándola después con guerras y anexiones, siempre desas-
lazos de dependencia
trosas para sus vecinos. Pueblos
sido secundarios y olvidados,
que en
la historia
como Venezuela y Nueva Granada,
levantaron su cabeza ceñida con los laureles de
dependencia, y se repartieron ante Europa
la
la
la
representación de
se engrandeció
colonial habían
la
guerra de
la
In-
herencia de Bolívar, asumiendo la
causa americana. La Argentina
como por encanto con
conquista del desierto. Entretanto,
la
el
inmigración europea y con Perú, materialmente enri-
guano y el salitre, pero devorado por las facciones, iba descendiendo rápidamente en la escala política, á despecho de sus inmensos recursos naturales y del talento vivo y despierto de
quecido por
sus
hijos.
el
Pero quien tuvo retuvo, como dice
aunque Lima no sea ya
la
el
proverbio vulgar;
y
Atenas del Sur, y aunque Buenos Aires,
Santiago de Chile, Bogotá y Caracas hayan sido centros más activos
de cultura moderna, nadie podrá negar á aquella hermosa y desventurada ciudad, ni el prestigio de su tradición gloriosa, ni el haber
originales y otras traducidas italianos,
de Silvio
Pellico,
con varias disertaciones en prosa; en 1850 Observaciones sobre las be-
llezas literarias, históricas, profético-poéticas
en
i?>í)\
,
Angelo Mazza y otros poetas
Poesías Sagradas; en
1858,
y
religiosas de la
Sagrada
Biblia;
Poesías religiosas. Todos estos libros
acreditan más su piedad que su literatura, pero los más antiguos alcanzaron la alta
vista
honra de ser elogiados por Balmes en un extenso artículo de su re-
La
Sociedad
(iñí\/\).
CAPÍTULO IX
268
conservado en lengua y costumbres en América tiz
el
el sello
español,
que suele ser
único y verdadero americanismo: aquel especial ma-
de ingenio castizo y de chiste indígena que avalora todas
ducciones festivas de
la
musa peruana, desde
de D. Felipe Pardo hasta
de Palma y indefinible
las
las
las letrillas
comedias de Segura,
las
las
y
pro-
sátiras
Tradiciones
humorísticas poesías de Paz-Soldán: un no sé qué
de gracia desenvuelta y no pensada, que á cualquier es-
pañol hace mirar con cariño y simpatía á aquellos que, bajo
guo régimen fueron, entre todos
los criollos, los hijos
el
anti-
mimados "de
España, tan españoles en todo, hasta en algunos de sus defectos flaquezas.
y
X BOLIVIA
Esta república, creada por lívar
época
la
la
voluntad omnipotente de Simón Bo-
pensaba establecer entre los independiente en América del Sur, no tiene historia
en obsequio
estados de
la
al
colonial, ni
que
equilibrio
mucho menos
él
tradiciones literarias.
En
ella la
Paz,
la Sierra,
con
(antiguas intendencias de traron las comarcas del Alto Perú Potosí, Chuquisaca,
Cochabamba y Santa Cruz de
en-
formado
después de haber desierto de Atacama), las cuales, Incas, dependieron del virremaparte integrante del imperio de los creó el de Buenos Aires, limitado ta de Lima hasta 1778, en que se el Atlántico. Este carácpor el Brasil y la Patagonia, los Andes y historia de Bolivia, que, según ter híbrido domina en la moderna un apéndice de la del Perú ó de la las circunstancias, aparece como afirmar todavía su carácter del Río de la Plata, sin haber podido americana (l). Por otra par-
el
m
su política propia dentro de
la
variedad
en exigua minoría: sólo una sexta india y otra de población parte, contra cuatro quintas de población
te, la
población europea está
allí
negra
La
carencia de grandes centros de población
las importantes, hacen de esta república una de
América
al trato
y comunicación
intelectual
la falta
y
menos
con
de puertos abiertas de
los extraños.
No
menguado después de la El territorio de Bolivia quedó notablemente provincia litoral (1882). El guerra con Chile, que le despojó de su única (i)
Paraguay y Bolivia tienen en
litigio la
soberanía del Chaco Boreal.
CAPITULO X
270
creemos, en vista de tan adversas circunstancias, unidas
continuo
al
estado de anarquía y luchas civiles en que ha vivido esta república,
que su producción
mar
literaria sea
grande; pero
que á Europa apenas han llegado
es
lo
las
que
sí
podemos
afir-
obras de ningún autor
boliviano.
Y
sin
embargo, esta región, á primera
vista tan iliteraria, estuvo
menos que por Miguel
á punto de ser visitada en el siglo xvi nada
de Cervantes, que en memorial de
que tro
merced de un
«le hiciese
que
al
Mayo de 1590
oficio
en
las Indias
presente están vacos, que es
Nuevo Reino de Granada, ó
la
gobernación de
conusco en Guatemala, ó contador de
dudad de
corregido?' de la
la
guido esta vara, ¿quién sabe la
Paz» si
uno
el
(l).
pedía á Felipe
II
de
los tres ó
la
contaduría del
cua-
provincia de So-
la
las galeras
de Cartagena, ó
Si Cervantes hubiese conse-
Bolivia podría ufanarse
hoy con
ser
cuna del Ingenioso Hidalgo} Otros ingenios, de menos cuenta sin duda, pero de buen
de buen tiempo visitaron
muy
á
menos
según dicen por
1
50.000 habitantes, y hoy
la
(si
siglo xvii
no extinguida, venida
labor de las minas), escasamente llegan á
Entre
(2).
la codicia del
aventureros y arbitristas que
los
mineral
}'
y
argentífero cerro del Potosí, á cuyas
fundado una población que á principios del
raíces se había llegó á contar
el
estilo
,
1 5
.000,
atraídos
no ajenos de conocimientos metalúr-
gicos, acudieron á aquel fabuloso \'enero de riqueza pocos años des-
pués de su descubrimiento, hubo de contarse rique Garcés, natural de Oporto, que
compatriotas suyos de obras más lengua que
la
al
la castellana.
(2)
Sobre
época colonial véase
de D. Vicente G. Quesada, Crónicas Potosinas. Hispano- Americana (3)
medio del azogue
el interesante
(3).
y ameno libro
Costutnbres de la Edad Medieval
(París, 1890).
Rúa Figueroa. Apuntes para íina biblioteca española de Mi277, y, sobre Garcés como poeta, el Catálogo Razonado Bio-
Vid. Maffei y
neralogía,
t. I,
pág.
Bibliográfico de los Autores Portugueses que escribieron en castellano^
y por D. Domingo García Peres (Madrid,
gráfico
muchos
Decíase Garcés inventor de cier-
Navarrete, Vida de Cervantes, pág. 313. la
otros
centuria decimosexta, nunca usó en sus
(i)
en
vate lusitano En-
igual de
to procedimiento para beneficiar la plata por
el Potosí
el
1890), pág. 249.
SOLIVIA
271
«Gasté no poca parte de vida y hacienda (decía
pe
ÍI)
en descubrir y entablar en
plata con
él.
Pirú el azogue
el
Di después algunos avisos en materias
que
fué lo de la plata corriente,
mismo
él
plata ensayada ó con
beneficio de
y
como
diferentes,
pasaba por moneda de ley
allí
conocida, á lo cual, por vuestra christiana clen)encia
mandando no
servido, de prov^eer de remedio,
á Feli-
señor,
fuiste,
con
se tratase sino
moneda acuñada, y aunque por
ello fui nota-
blemente molestado, nada será parte para que dexe de proseguir en
lo
No
que todo
el
parece que
mundo
os debe.»
ni sus
avisos de
buen gobierno
cias metalúrgicas enriqueciesen á Garcés, puesto
adverten-
ni sus
que habiendo en-
viudado se hizo presbítero, y fué á morir de canónigo en
de México, dedicando sus últimos días de
él
y una en prosa
Patricio:
Del reyno y de
la institución del
deve averse con los síibditos y
con
ellos
respecti\'amente del portugués, italiano el
mismo
año, iSQIj porque
táneamente á España. Entre
el
los
y
Hay
Camoens y
del libro de Francisco
y
que ha de reynar,
el.
catedral
las letras.
dos traducciones en verso, de Los Lusiadas de
del Cancionero del Petrarca,
en
de
al cultivo
la
Los
de cómo
tres libros, vertidos
latín,
aparecen impresos
autor, sin duda, los
mandó
versos laudatorios que
la
simul-
traduc-
ción del Petrarca lleva, los hay del famoso navegante Pedro Sar-
miento de Gamboa,
b,ien infelices
por
cierto.
Suenan también en
los
preliminares del libro los nombres de Sancho de Ribera, poeta are-
quipeño, del Licdo. Villarroel
(|jde
Potosí ó de Quito?), de
P"r.
Jeró-
nimo Valenzuela y Fr. Miguel de Montalvo, del Licdo. Emanuel Francisco, de un cierto Adilón, y de varios anónimos que presu-
mo que
serían americanos ó residentes
en América. L'no de
los
metalúrgica de Garcés en estos
panegiristas alude á la invención
términos: Enrique, que
Con
al
el instable
Ocaso enriqueciste azogue que has
Tal invención ó divulgación,
si
es
hallado...
que realmente fué
el
primero
en hacerla, honra á Enrique Garcés más que sus versos incorrectos, desabridos, mal acentuados
muchas veces,
de lusitanismos, como quien
calca,
de italianismos y servilmente, en vez de traducir llenos
CAPITULO X
272
de un guas.
modo literario, y no se hace cargo de la Lo más curioso que para nuestro objeto
diferencia de las len-
contiene su libro de
Los Sonetos y Canciones del Poeta Francisco Petrarcha... canción del traductor, á imitación de
la
que principia
ben che' I parlar siaJndarno, dirigida á Felipe
vejámenes de que eran víctimas
mente de
la
mala ley de Y, en
En
Y
fin,
la plata
ello
II
Italia
allí
una
i)iia,
quejándose de los
los colonos del Perú,
que
(i) es
y especial-
circulaba:
ha parado
desterrar de aquí
la
plata pura,
agora una mixtura
Quieren que tome
Que
el
pobre jornalero,
es plomo, estaño y cobre sin estima... (2).
(i)
En
(2)
A
Madrid, impreso en casa de Guillermo Dvoy, 1591. este
mismo asunto
se refieren dos cartas
de Garcés
al
Virrey
Don
Francisco de Toledo, fechadas en 24 y 30 de Noviembre de 1574, y de las cuales, por no haberse puesto el remedio que deseaba, envió copia al Consejo
de
Indias. Hállase
en
el
códice I-57 de
la
Biblioteca Nacional,
Memorias y
Gobierno de las Minas de azogue del Perú.
No
ha de omitirse aquí que
el
más
insigne de los antiguos mineralogistas
españoles, Alvaro Alonso Barba, natural de Lepe, en
íué cura 1624, el
y
de
allí
la
San Bernardo en
compuso su
clásica
la
la
provincia de Huelva,
Potosí desde
imperial ciudad del
obra Arte de
que se enseña
los metales, en
verdadero beneficio de los de oro y plata por agogiie: el modo de fjindirlos todos,
y cómo 1640).
de
se
han de
refinar y apartar vnos de otros. (Madrid,
imprenta del Reino,
Los preliminares de esta edición no han sido reproducidos en ninguna
las siguientes
(Aprobación del gremio de azogueros de
la villa
de Potosí,
fecha en 15 de Marzo de 1637. Comunicación de D. Juan de Lizarazu, Presitlente
de
la
Audiencia de
la Plata,
remitiendo
el
manuscrito
al
Concejo en
de Marzo del mismo año. Carta de Barba á D. Juan de Lizarazu, ;ponien»do en sus manos el Tratado que escribió por su orden, para que como cosa i.°
»suya disponga lo más conveniente», y dándole gracias por haber
asistidc»
personalmente á los «ensayes de caxones y pruebas de los metales por azogue »y fundición», ayudándole con su gran saber en estas materias).
Sobre
las ideas científicas é
invenciones metalúrgicas de Alvaro Alonso
Rúa Figueroa, Biblioteca Minera, tomo Luanco, La Alquimia en España, tomo Barcelona, 1889, págs. Barba, vid. Mafíei y
i,
i.
págs. 61-65; 139-149;
Ca-
rracido. Estudios histórico-critlcos de la Ciencia Española, Madrid, 1897, pági-
nas 128-143.
^"-5
BOLIVIA
nacimiento, llamade origen y sevillano de Otro poeta, portugués prmC.p.os del s. paso de Lima al Potosí á Fernández, do D^arte dijo la poetisa anónima: glo XVII, y de 61
Y
Academia viste un tiempo fué que en tu
Fernández digo, Al gran Diiarte, al gran mostrado triste: Por cuya ausencia te has buen testigo cerro donde el Austro es
Fué al
Que vale más su vena que
De plata,
que alli puso
las venas
el cielo
amigo.
sus arenas Betis se ufana que éste en parte primero aliento, y quiere
Gozó
el
sus Camenas. El Luso de su ingenio y
Díaz, autor de un poema puede confundir con Duarte volumen ce Va(ISQO) y de un raro Granada de Co„qu,sta de La porque de este portugués y en castellano, rías obras poicas en b.en ser e Oporto; pero puede muy consta que era natural de antecede a as autor de un prólogo que Duarte, Enrique Licdo. Pacheen la edición de Francsco Rimas de Hernamlo de Herrera
No
co
(i
se le
619).
vena 1^ enriqueció aquel cerro con verdaderamente Pero quien el sevillano plata de sus entrañas, fué poesía más preciosas que la mgemos de excelentes y olvidados tantos de uno Ribera, de Luis firmaba en l.° de Marzo de 1612 nuestro siglo de oro, el cual en dona Sagradas Poesías á su hermana Potosí la dedicatoria de sus Concepprofesa del habito de la Constanza María de Ribera, monja escrito en su nlo mejor que se ha ción (I). .Libro precioso y de Gallardo). Ribera es castizo y nea (dice con razón D. Bartolomé]. al xvn; saben más al siglo xvi que elegante poeta; su dicción
y
estilo
León y a y suave de los del M. sevillana. El gusto de Herrera y demás de la escuela
dulce sus versos tienen el sabor lozanía de los
Constanza dirigidas d la Señora Sagradas Poesías de D. Luis de Rivera, Concecon... en el hábito de la Maria de Rivera, su hermana. Monja profesa
(O
Hidalgo,
4-''-
Año 1612, impreso en Sevilla por Clemente ' tomo, que es muy raro ^^^ ^^^«^ La mayor parte de las poesías de este de Sancha Sagrados, de D. Justo producidas en el Romancero y Cancionero ít.
XXXV de
la Biblioteca de
27/-2«9,Autores Españoles, págs. 56-67 y
CAPITULO X
2 74
muy severo y clásico: nada de oropel ni argentería: oro macizo. Sólo me disuena la mezcla que usa en la elegía sexta (De la entrada y triunfo de Cristo en el cielo el día de su gloriosa
del autor es
Ascensión) de
divinidades paganas con los serafines..., pero aun
las
hay siempre gran pompa y boato poético» (l). Además de estos poetas forasteros, tuvo la villa imperial de Poto-
así
un versificador
sí
local,
llamado Juan Sobrino, de quien
el historia-
dor D. Bartolomé Martínez y Vela, en sus Anales inéditos de aquella ciudad minera (1771), transcribe algunas décimas y otros fi-agmentos.
Población en donde
fausto
y
la
el
y
oro
y
las
principio, alternando con las justas
to
y
el
tuvo en efecto,
muy
y pasos de armas, con
desde las
el
pro-
cabalgatas, máscaras, torneos, costosas galas, toros,
y lujosas
y banquetes soberbios, de que las crónicas del Poque parecen cuentos fantásticos, nos dan razón á cada momen-
sortijas, tosí,
plata corrían á raudales
ostentación habían llegado á extremos de delirio, no po-
día carecer de fiestas escénicas;
cesiones
la
(2).
saraos
La
tomaba parte en
raza vencida
sentaciones mixtas de castellano
estos festejos,
y había repre-
y quichua, según apunta con muy
curiosos pormenores Martínez Vela (3):
«Dieron principio con ocho comedias:
cuatro primeras repre-
Contiene este precioso tomo 107 sonetos, de los cuales 87 han pasado*
(i)
de Rivadenej'ra,
al
las
seis
canciones (D. Justo Sancha sólo reprodujo
elegías en tercetos, reimpresas todas, y varias traducciones sido, á saber: del Te
salmos
5.°,
Dcum;
del cántico
Verba mea auribtis percipe;
//ymnus, Deus; del cántico
de Simeón, Nimc
de
la
tres), seis
que no
lo
han
de David, Dominus petra mea; de los
20.°,
Domine
in virtute tiia; 64.°, Te decet
Virgen, Magníficat anima mea; del cántico
dimittis servttm iuum.
Este olvidado cuanto excelente poeta religioso, merecía atento y particular estudio, pero aquí no podemos dedicársele, porque no es nuestro intento
examinar analíticamente
de
los
He
(2)
siglo
que nacieron
las
obras de los españoles que pasaron á Indias, sino
allí.
visto citadas dos historias, en verso, del Potosí,
compuestas en
xvn por D. Diego de Guilléstegui y D.José Velázquez, pero no
las
el
co-
nozco. (3)
el Sr. fiestas
Citado por Quesada, Crónicas Poiosinas,
t. i,
pág. 305.
Quesada omitiera dato tan importante como dramáticas.
el
de
la
Es lástima que lecha de estas
^75
SOLIVIA
ongen los nobles indios. Fué ia una el sentaron con singular aplauso muy al vivo se representó monarcas Ingas, del Perú; en que de
los
el
modo y manera con que
los señores
y sabios del Cuzco
u.troduje-
Manco-Capac i.° á la regia silla; cómo fué las que grande y poderoso monarca) de por Inga (que es lo mismo dominio, y la gran las armas sujetó a su diez provincias que con segunda agradecimiento á sus victorias. La
ron
recibido
al felicísimo
ñesta que hizo
Sol en
al
los cuales Huaina Capac, undécimo Inga del Perú, fué los triunfos de Changas, Chúñelos, Montañeses y del consiguió de las tres naciones, una piedra despedida del brazo podeseñor de los Collas; á quien
roso de este monarca, por sienes, le quitó la corona,
en las violencia de una honda, metida batalla que se dio de el reino y la vida: la
Hatun Colla, estando el Inga Huaina poder á poder, en los campos de h.zo el fino, desde las cuales le Capac encima de unas andas de oro de Cusihuascar, duodécimo Inga del
Fué
tiro
la
tercera las tragedias
la gran las fiestas de su coronación; Perú- representándose en ella acabó de obrar, y de que tomó cadena de oro que en su tiempo se
en castellano nombre; porque guascar es lo mismo levantamiento de Atahuallpa, hermano que soaa del contento; el memorable batalla que estos dos hermasuyo, aunque bastardo; la muñecual, y de ambas partes, nos se dieron en Quipaypán; en la
monarca
este
el
prisión é indignos tratamientos ron ciento y cincuenta mil hombres; tiranías que el usurpador hizo que al infeliz Cusihuascar le hicieron;
en
el
tenía,
Cuzco, quitando
la
vida á cuarenta
y muerte lastimosa que
representóse en injusta
ella la
y
tres
hermanos que
allí
prisión: hizo dar á Cusihuascar, en su españoles en el Perú, prisión
entrada de los
Inga de esta moque hicieron de Atahuallpa, decimotercio el cielo y aire se presagios y admirables señales que en
narquía; los
vieron antes que
le
quitasen
los indios; la
ron
los españoles
con
ció
porque no
quitasen
le
y lástimas que ejecutamáquina de oro y plata que otre-
la vida; tiranías
la vida,
marca. Fueron estas comedias
(á
y muerte que quienes
el
le
dieron en Caja-
capitán Pedro
Méndez
muy
título de sólo representaciones) y Bartolomé de Dueñas les dan costoso de sus tramoyas, proespeciales y famosas; no sólo por lo sino también por la eleganpiedad de trajes y novedad de historias,
cia del verso viixto del
idioma castellano con
el indiano.-^
CAPÍTULO
276
X
Del pomposo aparato de estas representaciones puede formarse prolijo, es
muy
«Iban por delante muchos indios con varios instrumentos de
mú-
cajas espaíioías. Tras ellos venían doscientos indios,
hile-
mismo
idea por este relato del
cronista,
que aunque
curioso:
sica
y
hombres cada una, vestidos de
ras de á cinco
guirnaldas de sauce en
mazorcas en
la
cabeza,
manos; y detrás
las
la
ellas
otra mitad plateado, en
riedad de árboles, plantas, flores
de vicuña, con
pieles
y cañas de maíz con sus hojas y traían en hombros unas andas de
grandor considerable; en medio de dorado, y
en
y
estaba un globo,
la
mitad
cuyo i'ededor estaba mucha va-
frutos;
denotando
de
la fertilidad
nuevo mundo, y cubierto de oro y plata conforme en todo á su natural. Luego se seguían, en varios acompañamientos, todas las na-
este
ciones de indios que habitan esta
mada por
los
españoles
Nueva
América Meridional
Castilla
del Perú, lla-
y Nueva Toledo. Iban
las
naciones cada una con sus propios trajes; cuyos principales estaban
cabalgados en leones, otros en tigres, otros en cocodrilos (llamados
en estas Indias caimanes) y otras varias y horribles unas de metal y otras de madera, todas en
muy
fieras;
formadas
vistosas andas, pin-
tadas en ellas sus hazañas. Tras de éstos venían otras cuadrillas de indios vestidos de pluma, paja
modo y en
su idioma.
gas del Perú, desde
el
Luego
y algodón, tañendo y cantando á su
se seguían
por su orden todos los In-
famoso ]\Ianco Capac hasta
Tupac, que había molestado á
los españoles,
el
valeroso Sayri
vecinos del Cuzco
y de
Huamanga, con sangrientas
guerras. \^enían todos en andas doradas,
sentados en aquellas
que usaban, de una
sillas
pieza,
levantado y sin brazos, que llamaban ¿iajms, oro...
y eran de
finísimo
Los indios que acompañaban á cada Inca iban vestidos con
ricas camisetas, los
con espaldar
mantas y Ilaytus en sus cabezas, trayendo cada uno
instrumentos y obras que dieron fama á sus monarcas.
acompañamiento
del Inca
Huáscar traían
el
En
recuerdo de aquella gran
cadena de oro que se acabó en su tiempo á costa de sus tesoros, cual salía á ser vista; rodeaban con ella las andas
A'antada en los
hombros de
los caballeros
era tan grande, que de trecho en trecho
hombres; y cuando doblaban
el
el
y persona
que llamaban
la
la
real, le-
orejones',
y
sustentaban trescientos
acompañamiento (que era en
día se-
BOLIVIA
277
y entraban seiscientos hombres, unos Pero quien más se señalaba entre los Ingas de este
ñalado) acortaban los trechos
en pos de
otros.
paseo era
soberbio Atahuallpa (que hasta en estos tiempos es te-
el
mucho de
nido en
los indios,
retrato), el cual venía en
como
lo
demuestran cuando ven su
unas andas de forma piramidal, vestido de
una riquísima camiseta, toda cuajada de perlas y piedras preciosas.» Viene luego una minuciosa descripción del traje de Atahuallpa, ser semejante, sin quitar ni añadir cosa alguna, lo cuentan
«que por
Pedro Núñez y Bartolomé de Dueñas». Las especiales condiciones de vida social en que se encontraban los territorios del Alto Perú, sin más población española que la historias el capitán
en sus
y por la explotaimpidió que allí flore-
atraída por la devoradora fiebre de las riquezas
ción de los grandes yacimientos metalíferos, ciese durante el período colonial
exceptúa tonio de
(
) 1
cronista de
al la
la
ningún escritor de monta,
orden de San Agustín en
el
Calancha, que era natural de Chuquisaca
si
Perú, Fr.
se
An-
(i).
Coránica moralizada del Orden de San Avgvsiin en el Perú^ con svcesos
egemplares vistos en esta nionarquia. Dedicada á Nuestra Señora de Gracia^ sin-
gular Patraña
i
Abogada de
Conipvesta por el mvy Reverendo
la dicha Ordeít.
Orden
de la Calaticha, de la mis?na
Padre Aíaestro Fray Antonio
i
Difinidor
actual. Divídese este primer tomo en quatro libros: lleva tablas de Capittdos, i lu-
gares de la sagrada Escritura. Año 1Ó3S...
En
Barceloiia,
por Pedro Lacavallc-
ria, en la calle de la Librería.
— Coránica nuestro Padre.
moralizada de la provincia del Peni del orden de San Augustin
Tomo
segundo.
Por
el
R. P. Maestro Fr. Antonio de la Calancha.,
Difinidor de la dicha provincia y su Coronista. Dedícala
Jorje López de Herrera, impressor de
Este tomo segundo, que faltan los libros 3.°
comprende
la
I,
tiago,
1
pág.
y
4.°
y
al
el 2.° está
Rene Moreno:
108; id. Bolivia
libros.
Año
En
Ma-
Lima. Por
de i6S3.
parecer no acabó de imprimirse, puesto que
historia del Santuario
naria rareza (Vid.
En
la Ss.""^ Virgen
su milagrosa imagen del célebre santuario de Copacavana.
ría, en
tomo
á
incompleto, saltando desde
de Copacavana, es de
la
Biblioteca Peruana, Santiago
y Peni, Notas histáricas y
él al 5.°
que
más extraordide Chile,
1896,
bibliográficas, San-
90 1, reimpreso en 1905).
esta
segunda Parte consta que Fray Antonio nació en 1584, en
la ciu-
y que murió en i.** de Marzo de 1654, de una apoplegía. Era hijo del capitán Francisco de la Calancha y de D.^ María de Benavides. Pocas crónicas monásticas hay tan importantes para la historia de las eos-
dad de
la Plata,
CAPÍTULO X
278
No
por razón de
la patria,
puesto que era toledano
,
sino por la
materia, debe citarse á otro historiador monástico del siglo xvu,
Diego de Mendoza, autor de
Fr.
vincia de
San Antonio
de
más famosas
las
de los Charcas.
una universidad
Allí existía
del
importante Crónica de la pro-
la
(l),
que en
Nuevo Mundo. Un
el siglo xviii llegó
á ser
historiador argentino (2)
tumbres coloniales ^ de los ritos y supersticiones de los indígenas, como la del P. Calancha. Su lectura atrae y entretiene muchas veces á pesar déla estupenda credulidad milagrera y de su estilo barroco é intemperante. Tenía todos los vicios de la decadencia literaria, pero no le faltaba imaginación pintoresca,
que en ocasiones
Su
le sugiere frases felices.
libro merecía reimpri-
mirse extractado, aligerándole de las impertinentes moralidades que á cada
paso em.barazan
Hizo
la
Espada
—Historia del lagros,
curso de
narración.
la
Calancha algunos versos. Sobre
el P.
Jiménez de
el
la noticia
ellos
me comunicó
D, Marcos
siguiente:
célebre Sajituario de
Nuestra Señora de Copacavana, y sus Mi-
é Invención de la Cruz de Carabuco.
A Don
Sotomayor, del Abito de Santiago, del Consejo de
Alonso Bravo de Sarabia y
Su Magestad,
Cofisultor del San-
y Oydor de México. Por el P. J. Alonso Ramos Gavilán, Predicador, del Orden de N. P. S. Agustín. Año 1621. (Escudete grabado en madera con to Oficio,
emblema
el
vui
-\-
«En
agustiniano).
432 y 4 folios el
licencia en
Lima; por Jeronymo de
la
Cotitreras, 4.°,
finales.
último de los folios de principios,
que representa tas
Con
al
pie de un grabado en madera,
Virgen de Copacavana, hay estas dos
por Fr. Antonio de
la
quintillas,
compues-
Calancha y dedicadas á Fr. Alonso Ramos:
Dos milagros más verán En tu obra peregrina, Donde en toda paz están Una paloma divina En manos de un gavilán.
Y porque el otro veamos Para gloria más crecida, En autor y libro hallamos Al fruto y árbol de vida. Colgado de vuestros ramos. (i)
En América ha
habido, y no sé
si
aún dura,
cipalmente por motivos políticos, los nombres de estados,
como en España
inútil saber
misma (2)
los
de
las calles.
la
las
manía de
alterar, prin-
ciudades y aun de los
Para un lector europeo no será
que Chuquisaca, Charcas, La Plata y Sucre son nombres de una la república de Bolivia.
ciudad, capital hoy de
Don Vicente
Fidel López.
BOLIVIA dice de ella lo siguiente:
esplendor sobre era por lo
las
mismo
«La Universidad de Charcas
provincias de abajo hasta las
el
señanza iniciadora, que el
y de
foco del saber
una enseñanza circunscrita á
trado en
279
la letra
sin estar
en
sin
del Plata,
y
grande enseñanza; no de
la
de los textos, sino de una en-
el claustro
espíritu de los estudiantes
mismo, había pene-
y se había apoderado de
juventud que tomaba sus grados doctorales en
un
orillas,
irradiaba su
ella,
como
lo
la
prueban
número de hombres, Moreno, Monteagudo, Agrelo, Molina,
Medina, Pérez, Terrazas, Serrano, Gorriti, Castelli, Passo, López, Patrón y muchísimos otros hijos de
en
brillaron
las
provincias del Alto Perú que
revolución por sus luces y por sus ideas adelantadas.
la
Charcas fué en
el
último siglo de
la colonia
trascendental iniciación, que dio á revolucionario
y
los
la
un centro de elevada y
educación
literaria el espíritu
gérmenes de una nueva época»
Aquella generación,
sin
(l).
embargo, tan fecunda en jurisconsultos,
y hombres de acción, no produjo en Solivia ningún poeta. El más antiguo que conocemos de este siglo, apenas puede ser caliestadistas
ficado de boliviano
más que por
la
casualidad del nacimiento, puesto
que por educación fué español, y por origen de familia y por residencia definitiva, chileno. Me refiero á D. Ventura Blanco Encalada, que nació en llarse su
muy
ciudad de
la
pronto á
de
la
14 de Julio de 1782, por ha-
padre de magistrado en aquella Audiencia, de donde pasó la
de Buenos Aires. Educado en España D. Ventura,
y Guardia de Corps en rra
la Plata el
sus mocedades, se afrancesó durante la gue-
Independencia, y en 1820 entró
de Chile, que
le
al
servicio de la república
confió importantes cargos, entre ellos
el
de minis-
de Hacienda. Fué íntimo amigo de D. José Joaquín de Mora, á
tro
mucho en sus aficiones literarias y en el humor jovial y festivo, si bien con mucho menos estro. En la colección definitiva de los versos de Mora (que dista mucho de ser completa) hay una epístola y una elegía dedicadas á Blanco Encalada. Otra mucho más
quien se parecía
notable ha dado á conocer D. Miguel Luis
(
Amunátegui en uno de
y su despágitomo
Historia de la República Argentina^ su origen, su revolución
) I
arrollo poliiico hasta i8¿2.
Nueva
edición.
Buenos Aires,
191
1,
1,
na 561. Mbnéndez t
IPsijAYO.— Poesía Ais^ano-americarta. II.
i8
CAPÍTULO X
28o SUS curiosísimos libros sobre
Historia literaria de Chile (l).
la
fecundo Blanco Encalada: una traducción de representada en
el
la
epístola en verso suelto
al
mismo Mora,
al
fué
Mérope de Voltaire,
teatro de Santiago de Chile en 1828,
giada por Mora, pero no impresa nunca, y
No
y muy
elo-
parecer perdida; una
correcta y aliñada
si
se pres-
cinde de las inoportunas asonancias que ningún poeta americano de
entonces esquivaba,
oda frígidísima en algunas fábulas, terario,
no
ni siquiera
muy
y
ni siquiera Bello;
en estrofas de Francisco de
sáficos ó
letrillas
Olmedo,
sátiras políticas, es
notable ni por
la
abundancia
á los principiantes: no se
le
Tuvo buen
ni
por
gusto,
amó
Bolivia,
la
li-
calidad, aun-
la
el
el
arte
puede conceder más elogio que
Alguna parte cabe á D. José Joaquín de Mora en de
Torre;
todo su matalotaje
que digno de tenerse en cuenta por ser tan escaso todavía poético de Chile en su tiempo.
la
alguna
caudal
y alentó éste.
cultura poética
puesto que en su vida errante á través de
las repúblicas
834 á 1 837) á la sombra del famoso presidente D. Andrés Santa Cruz, que intentó dar á su país la hedel Sur, residió
guemonía en
allí
el
Sur, mediante
ción Perú-Boliviana
(i)
de
tres años,
La Alborada
(2).
1
el
establecimiento de
Fué Mora gran secuaz de
la
Confedera-
este proyecto,
y
Poética en Chile después del iS de Sepiiembre de 1810.
Santiago de Chile, i8q2, págs. 431-435.
Colaboró Blanco Encalada en El Merairio Chileno, revista fundada por Mora.
Tradujo é hizo representar en Santiago en 1852
La Marquesa
de Sennete-
comedia de Mélesville y Duveyrier. Falleció en 13 de Junio de 1856. Vid. Mora en Bolivia, por D. Domingo Amunátegui Solar (Santiago de (2)
rre,
y documentos recogiboliviano D. Gabriel Rene Moreno, que se los
Chile, 1897). Contiene este opúsculo curiosas noticias
dos en parte por
el bibliófilo
comunicó á Amunátegui. Mora, nombrado catedrático de
literatura
en
la
Universidad de La Paz, inau-
de Diciembre de 1834 con una extensa oración, la cual terminaba con rendidos homenajes al Presidente Santa Cruz, que además de
guró su curso en
15
haberle conferido su magisterio
oficial, le
proporcionó amplios recursos para
misma ciudad. Para sus clases publicó en 1835 "^ texto de Gramática Castellana, que difiere poco de los de la Academia y de D. Vicente Salva, y del cual todavía se hizo un compendio en 1850. En 1846, diez años después de la vuelta de Mora á Europa, abrir un Colegio
,
Normal de segunda enseñanza en
se reimprimieron en
La Paz sus Cursos
de Lógica
la
y Ética según
la escuela de
281
BOLIVIA secretario del General redactó, por encargo suyo,
como
Protectorado, periódico oficial de la Confederación
de
los
al de
Mora
en contestación
Chile,
Exposición
Manifiesto de Chile, que había escri-
al
dio algunas enseñanzas de
yor de San Andrés de
una parte
muy
la
la
sazón en Valparaíso. Además,
humanidades en
la
leyenda titulada Una Madre, que
la
hacienda de Cotana... situada en
en
el
departamento de
la
alta
después del pico de Sorata»
(i).
«la
la escribió
mismo nombre,
el valle del
montaña de todo
sin disputa alguna son las lo
mismo
Paz, república de Bolivia, á las faldas del
más
Nevado de lUimani,
de Mora, y
Universidad Ma-
Paz de Ayacucho, y compuso en Bolivia
en
como
la
considerable de sus Leyendas Españolas. El
apunta en una nota de
Y
la
del
motivos que asisten al Gobierno protectoral pa7'a hacer la guerra
D. Felipe Pardo, emigrado á
to
y
,
El Eco
el
Nuevo Mundo
Leyendas Españolas
lo
mejor
que conserva en pie su fama de poeta, introductor
en nuestro Parnaso de un nuevo género de narraciones románticas entremezcladas de digresiones humorísticas
Don Juan de
modo
al
del Beppo
Byron, siempre dará honra á Bolivia
el
y
del
haber sido
Edimburgo, publicados en Lima en 1832; y todavía en 1865 servía de texto en Universidades bolivianas su pequeño Curso de Derecho Romano, ex-
las tres
tractado de Heineccio.
y que faltan en la colección de sus obras, son notables una fábula dedicada á la mujer del Protector Entre
los versos
Santa Cruz, y
de
1835),
compuestos por Mora en
el valiente
Canto épico d
La Paz de Ayacucho,
al
el
ejército
el
to en octavas reales, impreso en
En
1838, Santa
el
la batalla de
Canto de Junin. Se publicó
1835, imprenta del Colegio
D. Emilio Mora, hijo de D. José Joaquín, celebró
de Agosto
peruano del general
de Juan Cruz Várela d
Olmedo en
Ituzaingd y tiene rasgos dignos de suelto en
la batalla de Yatiacocha (13
ganada por aquel caudillo contra
Salaverry. Este canto iguala ó supera
Bolivia,
la
misma
de Artes. También batalla
en un can-
Cuzco.
Cruz envió á Londres á Mora con
el
carácter de cónsul ge-
neral de la Confederación Perú-Boliviana, y su agente diplomático oficioso,
cargos que desempeñó hasta gai (20 de
la
derrota de su protector en
la batalla
de Yun-
Enero de 1839), y consiguiente disolución de aquel efímero Estado
federal. (i)
Leyendas Españolas, por D. José' Joaquín de Afora, Londres y París,
j84o, pág. 591.
CAPÍTULO X
282
cuna de uno de
los
mejores libros de versos castellanos del siglo
pasado.
Pero no parece que Mora dejase muchos discípulos en Bolivia,
La América
Poética, de Gutiérrez, impresa en 1846, sólo
da entrada
á dos ingenios de aquella República: D. Mariano Ramallo y D. Ri-
cardo Bustamante
En
(i)
el
(l).
estudio de D. Gabriel
Rene Moreno, que
se citará después, se
da
noticia bibliográfica de varios versificadores y poetastros bolivianos de la
mitad del siglo xix; pero son ta la
juzgar por las muestras, que quitan has-
tales, á
gana de consignar sus nombres.
No haremos
D. Mariano Salas, antiguo empleado de
Rescates de Potosí, por ser acaso su
mado de Mora, que
No
la
m'e
otra excepción
que
la
de
Casa de Moneda y del Banco de olvides (título evidentemente to-
había dado en Londres varios libritos análogos)
la
más
antigua colección de poesías publicada en Bolivia (dos cuadernos impresos
en Potosí, 1838). Pero parece que no
todíis las
composiciones son de Salas.
Tradujo, además, algunas poesías de Lamartine, entre
ellas
El
Crucifijo,
Sus versos son abominables, y D. Juan María Gutiérrez, que se los había pedido porque gozaban de cierta fama, no sólo se abstuvo de poner nada de ellos
en su Afnérica
trastienda de
El
Poética, sino
que hizo un auto de
fe
con
Mercurio, de Valparaíso. Todavía son peores,
el si
tomo en
la
cabe, los del
presbítero D. Hilarión Padilla Atoche.
Como cita al
humanista, aunque malo, y cultivador infeliz de
Dr. D. José Manuel Loza, vocal de
lario de su Universidad, Codificador de
la
la
la
poesía latina, se
Corte Superior de La Paz, Cance-
Nación, Ministro de Instrucción Pú-
y autor, entre otros opúsculos en prosa y verso, de un Canto lírico en memoria de los constantes y heroicos esfuerzos del Alto-Perú durante la guerra de
blica,
quince años por la indepejidencia americana. Escrito en metro latino por el doctor
don José Manuel Loza, y ti-aducido al verso castellano por el doctor R. Z. Contiene notas curiosas, históricas y geográficas, y un examen critico literario sobre el mérito de la obra (que su autor ó traductor compara modestamente con la can-
ción de Herrera á la batalla de Lepanto). Sucre, i8S5y imp. de López. LosOpúsculos poéticos latinos, del
mismo Dr. Loza
(2.*
edición corregida y aumen-
La Paz, 1859), han servido de texto en los colegios de la República, cosa que parece increíble, atendidas las faltas métricas que en
tada por el autor,
ellos se observan.
Sobre este Dr. Loza consigna una curiosa anécdota D. Gabriel Rene More-
no
[^Revista de Buefios Aires,
«Un
tomo
xvii, pág. 538).
distinguido escritor europeo, que medita vastos proyectos de alianza
moral y social entre los pueblos de raza latina para contrabalancear, en las lides de la civilización moderna, el engrandecimiento amenaza-
intelectual,
BOLIVIA
Del Dr. Ramallo
283
1817), natural de Oruro, graduado por la
(n.
Universidad de Chuquisaca, Rector del Colegio Bolívar y profesor