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OBRAS COMPLETAS DEL EXCMO. SEÑOR

DON MARCELINO MENÉNDEZ Y PELAYO

HISTORIA DR LA

poesía HISPANÜ-AMERICANA TOMO

II

o'^ c

i

j^O\ov-aS

Cow>,^ic.»-«

HISTORIA DE LA

POESÍA

HISPiO-AMERlCAM POR EL DOCTOK

DON MARCELINO MENÉNDEZ Y PELAYO Director de

la

Real Academia de

TOMO

la Historia

11

MADRID LIBRERÍA GENERAL DE VICTORIANO SUÁRE2 Calle de Preciados, 48

1913

O-^

»V^í-

ES PROPIEDAD

Madrid. Imp. de Kortanet. Libertad, 29.— Teléfono 991.

CAPITULO SÉPTIMO COLOMBIA

La

cultura literaria en Santa

el

tiempo

la

conquista

la

Atenas de

misma

(

mente su fundador,

el

I

la )

Fe de Bogotá, destinada

América

á ser con

como

del Sur, es tan antigua

El primero de sus escritores es precisa-

.

dulce

y humano cuanto rumboso y

bizarro

abogado cordobés Gonzalo Jiménez de Quesada, conquistador y Adelantado del que llamó Nuevo Reino de Granada. Como hombre de

que era en sus

letras

pluma y pendio

que en libro

la lanza,

historial 1

y

manejó alternativamente

principios,

fruto de sus ocios fueron unas

Memorias ó com-

de sus conquistas, que llamó Ratos de Stiesca; libro

568 estaba para imprimirse, según consta por Real cédula;

que

existió hasta nuestros días

en América y en España, que

quizá existe hoy, aunque no sepamos á punto

(1)

la

fijo

su paradero,

y

D. José María Vergara y Vergara, varón digno de buena memoria, cris-

tiano y simpático ingenio, prosista

muy dado

ameno

aunque

é investigador diligente,

á la improvisación ligera en todas materias, publicó en 1867 una

Historia de la Literatura en Nueva Granada, desde

la

conquista hasta

inde-

la

pendencia (153S-1820), obrita digna de aprecio como primer ensayo y punto de partida para investigaciones ulteriores. En sus páginas se encuentran

abundantes noticias de

casi

todos los autores que florecieron en

el

Nuevo

Reino antes de 1820; pero es libro que ha de consultarse con cautela, porque abunda en errores de hecho. De todos modos, no habiendo sido sustituido hasta ahora por" otro alguno, á sus noticias tenemos que acudir para los primeros tiempos, ampliándolas y rectificándolas con el fruto de nuestra propia indagación.

La obra de Vergara ha

de nuestro amigo

el

sido reimpresa con prólogo y anotaciones

elegante poeta colombiano, D. Antonio

Gómez Restrepa

(Bogotá, 1905).

Mbk¿sdez t V-ELkYO.- Poesía

hispano-aniericana.

II.

i

CAPÍTULO SÉPTIMO

8

que parece haber servido de fondo á nistas,

empezando por

Escribió también

el

el

las

narraciones de otros cro-

más antiguo de

todos, Juan de Castellanos.

piadoso Adelantado unos sermones de

las festi-

vidades de Nuestra Señora, para que se predicaran los sábados de

Cuaresma en

la

misa que ordenó que se dijera por

Muñoz

conquistadores. D. Juan Bautista

vio

las

almas de los

además unos Apunta-

mientos 6 correcciones suyas sobre las historias de Paulo Jovio;

recientemente

el

Jiménez de

Sr.

la

y

Espada, aventajadísimo entre

nuestros americanistas, ha dado á conocer un Epítome de la Conquista del

Nuevo Reino, que

de Ouesada, á

es

xiii

de

menos en

parte,

y

Una

curiosísima noticia de Juan de

la 4.^

parte de sus Elegías, reciente-

diverso de los Ratos de Suesca. Castellanos en el canto

lo

mente descubierta y dada á luz con el título de Historia del Nuevo Reino de Granada (l), nos autoriza también para poner al Adelantado en

el

catálogo de los poetas ó versificadores, con la circuns-

tancia de haber sido partidario de la escuela de Castillejo

metros antiguos contra

esta dificultad hallaba siempre

Jiménez de Quesada, licenciado,

Que es el Adelantado deste Reino, De quien puedo decir no ser ayuno Del poético gusto y

Y

él porfió

Ser

los

ejercicio;

conmigo muchas veces

metros antiguos castellanos

Los propios y adaptados á su lengua, Por ser hijos nacidos de su vientre,

Y

éstos advenedizos adoptivos.

De

diferente

madre y

extranjera;

Mas no fundó razón, porque sabía Haber versos latinos, que son varios

En

Y

la

composición y cantidades,

aunque con diferentes pies se mueven,

Son legítimos

Y

lo

Tomo

i,

de una madre,

son también en nuestra lengua,

Puesto que (i)

hijos

en sus entrañas propias engendrados;

Como

págs. 366-67.

los

endecasílabo italiano. Sobre esto tenía

el

grandes pendencias con Juan de Castellanos:

Y

y de

el

uso dellos es moderno...

COLOMBIA

Al mismo parecer

g

se inclinaba otro poeta improvisador

daba entre

los conquistadores;

Llamábase

el tal

que an-

de quien da Castellanos larga noticia.

Lorenzo Martín, aquel que dio principio

...

AI pueblo hispano de Tamalameque. Éste fué valentísimo soldado,

Y

de grandes industrias en

guerra.

la

El cual bebió también en Hipocrene

Aquel sacro

que manar hizo

licor

La uña del alígero Pegaso Con tan sonora y abundante vena,

Que nunca yo

cosa semejante,

vi

Según antiguos modos de españoles; Porque composición Hurtada de

los

italiana,

metros que se dicen

Endecasílabos, entre latinos.

Aun no

corría por aquellas partes;

Antes cuando

leía los

poemas

Vestidos desta nueva compostura,

Dejaban tan mal son en sus oídos,

Que juzgaba

ser prosa

Al beneplácito

Con Que

ser tan puntual esta se requiere para

medida

mayor

gracia

las colisiones

Y

Lorenzo Martín con ser extremo

el

la facilidad al

Al nuevo no

el

consonancias.

las

Huir

En

Y

que tenía

ciertamente que

si

le

de vocales.

uso viejo,

pudo dar

alcance.

todos los endecasílabos que pudo alcanzar

pobre Lorenzo Martín eran de

su compañero Castellanos, no

la

fuerza de estos

le faltaba

y

otros tales de

razón para quejarse de que

dejaban mal son en sus oídos y para renegar de la nueva conipos' tura y volverse á sus «coplas redondillas repentinas», de las cuales ^

era manadero redundante, traía el

y con las que alentaba el ánimo y dishambre de sus compañeros en los trances más duros de la

conquista. Castellanos nos da una muestra de estas improvisaciones

en

el

canto xvii:

I

CAPITULO SÉPTIMO

o

hermanos míos; Trastornemos y busquemos Algo así que reformemos Sus, SUS,

Los estómagos

vacíos.

Sacad de flaqueza

Aunque

bríos,

estéis puestos

de lodo,

no queréis que del todo. Nos quedemos patifríos. Si

Tenemos Flojas,

las camisetas

y anchos

los jubones;

Pretinas de los calzones

Encogen las agujetas. Todos bailamos sambetas Al son de

Y

los estrompiezos,

tenemos

pescuezos

los

Más delgados que garcetas. Quedan de los cerviguillos Solamente los

hollejos;

Los más mancebos son

En

viejos

rostros y colodrillos.

Nuestros vientres tan sencillos,

Que

ternía cada

uno

Por liviano desayuno

Menudo de dos

morrillos.

Los pasos que dais

oblicos,

Flojos, remisos y tardos.

Se volverán en gallardos

En cebando los hocicos. En esto seréis más ricos Que aquel Herodes Antipas,

Y

sosegarán

Que

las tripas

nos hacen villancicos.

(O

Nada de trar

esto es poesía ciertamente; pero ¡cuánto agrada encon-

en aquel pequeño grupo de heroicos españoles perdidos en

soledades de los

Andes un eco de

las

las

contiendas literarias que en

la

Península traían los petrarquistas enamorados del arte italiano, con ¡03 partidarios

(i)

Tomo

II,

de

la

medida

págs. 50-52.

vieja!

COLOMBIA

Eran del

primeros pobladores del Nuevo Reino, según expresión

los

mismo

1

Castellanos,

Gente

modesta, clara,

llana, fiel,

Leal, humilde, sana y obediente.

de esta población, que no había manchado su concodicia quista con ninguna de las ferocidades y excesos de sórdida que anublaron la gloria de la del Perú, correspondió desde el prin-

A

lo selecto

cipio la paz inalterable en

de su gobierno,

la

templanza de

domésticas,

las tradiciones

que vivió aquella colonia,

más

costumbres y

las

parada de

que en

la

la

A

tal

la

meseta de

costa por inmensos desiertos

muchedumbre abigarrada y

puertos ó á

las

lo

moderación arraigado de

de conservar en una pobla-

fáciles

ción agrícola y sedentaria, aislada en

la

y

los

Andes y

se-

ríos caudalosísimos,

levantisca

que acudía á

los

grandes explotaciones mineras.

estado de cosas

acompañó desde muy pronto

el

celo por la

común instrucción, y aunque es cierto que el virreinato de Santa Fe no participó de los beneficios de la imprenta hasta el siglo xviii, quedando en esto

muy

inferior á

México y Lima, también

lo es

que

Ya

por

tuvo desde los primeros días establecimientos de enseñanza.

Real cédula de 2^ de Abril de 1554 se

Nuevo Reino proceder Otra cédula de

1

al

mandó

á la Chancillería del

establecimiento de un colegio para indios.

8 de Febrero de 1555

mandó

crear otro colegio

para huérfanos españoles y mestizos. El Seminario de San Luis, fundado por el Obispo D. Fr. Luis Zapata de Cárdenas, obtuvo organización definitiva en 1592, en tiempo de su sucesor D. Bartolomé

Lobo Guerrero, y de

él

hasta su expulsión en

1

se encargaron los jesuítas,

que

le

rigieron

765, con estudios de artes, gramática

y teo-

y una cátedra de lengua muisca. Los dominicos, primeros religiosos que habían penetrado en el Nuevo Reino con el x'\delantado Jiménez de Quesada, de cuyo nombre es inseparable el de Fr. Dología

mingo de

las

Casas, enseñaban en su convento gramática desde

1543, y artes y teología desde

1 5

72. Estos estudios fueron la base

Real y Pontificia Universidad de Santo Tomás, que no llegó á existir definitivamente hasta 1627, después de largo y reñido pleito

de

la

ganado por

los

dominicos contra

los jesuítas.

Estos, no obstante,

CAPITULO SÉPTIMO

12

continuaron llamando á su colegio Universidad Xaveriana, y suce-

sivamente establecieron otros en Honda, Pamplona, Tunja, Carta-

gena y Antioquía, hasta

número de

el

13.

Con

ellos,

y

los

que

te-

los

de San Buenaventura y otros que fundaron franciscanos, llegó á haber 23 en todo el Nuevo Reino, siendo

de

los

nían los dominicos,

el

más importantes por

1653 por

De

y

el

su dotación el del Rosario, fundado en

Arzobispo D. Fr. Cristóbal de Torres

modo, y á pesar de

este

'enviar á la Península

la

enorme

(l).

de tener que

dificultad

todo libro ó papel para imprimirse,

lo cual fué

causa de que muchos quedasen inéditos, pudo Nueva Granada dar á la bibliografía española del siglo xvu un

no insignificante, ya teólogos, ya

número de ya

juristas,

Luis Brochero, ya autores de crónicas,

escritores

arbitristas,

como Rodríguez

como

Fresle

y

el

agustino Fr. Andrés de San Nicolás, ya verdaderos historiadores,

como

Obispo Piedrahita, cuya obra, aunque impresa en

el

mucho en

peores días del siglo xvii (1688), no se resiente

de

la

corrupción

literaria

de aquel tiempo

(2),

los

el estilo

ya gramáticos de

como el dominico Fr. Bernardo de Lugo, y los Dadey y Francisco Varaix, alguno de los cuales llegó

lenguas indígenas, jesuítas José

á versificar en

el

idioma de los chibchas ó de los muiscas.

Los monumentos de

la

poesía castellana en

va Granada son escasísimos, y entre todos

España su

ellos, es el

autor, sólo

me

entenderá que

(i)

En

el libro

Española durante

Buenos Aires,

dad de Bogotá provincia de res.

Por

el

P.

sin

Nue-

comparación,

antiguo, que aquí, por ser nacido en

puede entrar como de soslayo. Fácilmente se de Tunja, Juan de Castella-

La vida intelectual en la America XVI, XVII y XVIII (Revista de la Universidad de

los siglos

pueden verse

noticias

más detalladas sobre

89-98) tomadas principalmente de

Afitotiio del

M.

más importante,

refiero al beneficiado

(p'igs.

San

virreinato de

de D. Vicente G. Quesada,

xi),

t.

más

el

el

Nuevo Reino de Granada,

la

la

Universi-

Historia de la

del orden de predicado-

Fr, Alonso de Zamora, su cronista, hijo del convento de Nues-

tra Señora del Rosario de la ciudad de Sania Fe, su patria. Barcelona, Joseph Llopis, (2)

1

70 1,

folio.

Historia General de las Conquistas del Nuevo Reino de Granada. Edi-

ción hecha sobre

la

de Amberes de

1688. Bogotá,

Con un excelente prólogo de D. Miguel

Imp. de Medardo

A. Caro.

Riv.is, 1881.

^3

COLOMBIA nos, infatigable rapsoda,

50.000 endecasílabos, unos escritas todas las entradas y con-

que en más de

1

rimados y otros sueltos, nos dejó Firme, en Nueva las Antillas, en Costa quistas de los españoles en Popayán, con los nombres, proezas Granada y en la gobernación de descubridores, capitanes

V casos trágicos de todos los en lengua Es el poema más largo que existe

y aventureros.

castellana (aun incluido

de Cairasco), y quizá la obra Templo Militante y Flos Sanctorum, que en su género posee cualquier de más monstruosas proporciones los rimada, francesa ó alemana, de literatura. Sólo alguna crónica alcances en esto de la extensión, tiempos medios, puede irle á los de lo común, mera compilación con la diferencia de ser ellas, por de Casverso, al paso que la obra textos anteriores en prosa ó en en parte se refiere á hechos tellanos es de todo punto original, y testigos fidemismo autor presenció ó que oyó contar á

el

que

el

dignos.

quien no pueden de este versificador irrestañable, á en el canto segundo de su negarse algunas dotes de poeta, consta baupor el hallazgo de su partida de elegía vi, y se ha confirmado

La

patria

tismo:

Y Nació, pues, en Sevilla,

quedando

un hombre de Alanis, natural

mío...

del Arzobispado de 1522, en Alanis, pueblo opinión que le suponía así deshecha la absurda

hasta 1539- Su vida escanacido en Tunja, ciudad que no se fundó que acá y allá dejó samente puede rastrearse por las indicaciones modestia, ya por otras esparcidas en sus Elegías, aunque, ya por mucho más que de sí propio. causas, gusta de hablar de los otros

anduvo que pasó en edad temprana á Indias, que Firme, que demoró largo peregrinando por diversas partes de Costa esclavos) de Cubagua y el tiempo en las pesquerías de perlas (y especie de Capua ó paraíso golfo de Paria, que luego encontró una por mestizas mozas dilide deleites en la isla Margarita, servido

Lo averiguado

es

gentes. Instruidas de

mano

castellana,

Lascivos ojos, levantadas frentes.

De

condición benévola y humana;

CAPITULO SÉPTIMO

14

y que después de haber gastado por allí su primavera, extinguida ya la granjeria de las perlas, y cansado de la guerra cruel, feroz j> airada, determinó enmendar su turbia y azarosa vida, haciendo que suelen recogerse á sagrado, y en 1559 cantó misa en Cartagena de Indias. De allí pasó en 1 561 de beneficiado corno los malhechores

á Tunja, donde con medianía de sustento vivió los cuales

el

resto de sus días,

fueron larguísimos, puesto que en 1606, á los ochenta

y

cuatro años de edad, pudo otorgar testamento ológrafo, que es

de

mayor

la

en que,

al

pada corta

curiosidad, sobre todo por el in\-entario de sus bienes,

Agnus Dei y un crucifijo, aparecen una esde camino y una rodela blanca de madera de higuerón,

lado de un

curiosa mezcla de los hábitos

dote

del viejo conquistador

y

del sacer-

(i).

Las Elegías de varones

(i)

ilustres de Indias

aparecieron en

la

Biblioteca

de Rivadeneyra limpias y escuetas de toda noticia acerca de su autor; perq después se ha trabajado mucho para restaurar su biografía. Citaremos

los

principales trabajos:

Acosta (Coronel D. José Joaquín): artículo en

el

tercer

número de

la A7ito-

logia española, Madrid, 1848.

Vergara: Literatura en Ahueva Granada, cap.

11.

Leyó en

las Elegías la

ver-

dadera patria de Castellanos; pero en su conato biográfico comete gran nú-

mero de

errores.

Fernández Espino: 1

87 1,

t.

I,

Ctirso Histórico- Critico de Literatura española. Sevilla,

pág, 496. Descubrió y publicó

la

partida de bautismo de su paisano

Castellanos.

Caro (D. M. Antonio): tres artículos en

el

Repertorio

Colombiano,

1879 y

Descubrió y extractó el testamento que se conserva en Tunja. Paz y Melia (D. A.): primer editor de la cuarta parte de las Elegías. En su

1880.

Introducción

resume hábilmente cuanto se sabe ó conjetura sobre Caste-

llanos.

Espada (D. M.): Juan de Castellanos y su Historia del Nuevo Reino de Granada, Madrid, 1889. (Extracto de la Revista Contemporánea.) Jiménez de

la

y peregrina erudición, en que se amengua muvalor del testimonio histórico de Castellanos, aun en lo relativo á su

Trabajo de ingeniosa

cho

el

crítica

persona.

He

aquí

el título

Primera parte

Juan de da.

de

la

rarísima edición de la primera parte:

de las Elegías de

Varones Ilustres de Indias, compuestas por

Castellanos, Clérigo Beneficiado de

En Madrid,

Tunja en

el

Nuevo Reino de Gr alta-

en casa de la viuda de Alonso Gómez, impresor de S.

M. Año

COLOMBIA

Mucho

debía dar de

sin duda, la facilidad

I¿

ocio de Tunja,

y extraordinaria era, de Castellanos para versificar, cuando, además sí el

de su enorme poema, mandó á España para imprimir «un

muerte y milagros de San Diego de Alcapara cuya estampación dejó lOO pesos de veinte quilates, de

octavas rimas, de lá»,

en

libro,

la vida,

que probablemente darían mala cuenta sus albaceas, puesto que libro

ver impresa tres

bajo

dado

Aun

por ninguna parte aparece. la

primera parte en

de sus Elegías sólo llegó á

580, habiéndose salvado las otras

1

como de milagro. Todavía hov no un mismo techo. De todos modos, buen cura de Tunja, corriendo

al

el

están reunidas las cuatro la

caprichosa fortuna ha

no

los tiempos, el honor,

enteramente proporcionado á sus méritos, de ocupar nada menos

que un tomo íntegro de no pudieron meter de Santillana,

ni

la

la Biblioteca

cabeza

de Autores Españoles^ donde

D. Alonso

ni

Juan de Mena,

ni

el

Sabio, ni

el

Marqués

Boscán, ni Juan de \^aldés, ni

Fr. Jerónimo de Sigüenza, ni el bachiller Francisco de la Torre, ni

otros innumerables proceres

y maestros de

que en ninguna colección clásica podían sumir que

las diez

ni

la

poesía y de

debían

faltar.

la prosa,

Es de pre-

ó doce mil octavas de Castellanos no hayan te-

nido muchos lectores de buena voluntad que

hinquen

les

el

diente

y prosigan hasta el fin, aun engolosinados con la extrañeza de las cosas que cuenta; pero no hay duda que por este azar de la suerte,

más

para Castellanos que para los suscriptores de

feliz

de Rivadeneyra, nocido,

si

no de

las

158Q,

Biblioteca

muy

co-

aun por

los

Elegías de Varones Ilustres son libro

trato, á lo

menos versados en

la

las

menos de nombre y

vista,

cosas de Indias.

202 págs. Tiene una especie de retrato del autor, grabado con

4.°,

la

tosquedad más horrible.

Las partes en

el

t.

iv

de

2.^ la

y

3.^

de

las Elegías se

imprimieron (juntamente con

la i.^)

Biblioteca de Autores Españoles, por copias sacadas de la co-

lección Muñoz.

La

4.^

y última parte, descubierta en estos últimos años, ha sido dada á luz

con mucho esmero y con un índice

mencionados en

muy

útil

de todos

los

nombres propios

obra entera de Castellanos, por D. Antonio Paz y Melia: Historia del Nuevo Reino de Granada, Madrid, 1SS7. Forma dos volúmenes de la

la

Colección de Escritores Castellanos.

6

CAPÍTULO SÉPTIMO

1

La gran desdicha de mirado á

trozos,

variados

y

no

por

las

por

saicas,

tenga

la

no porque,

y episodios y descripciones

felices,

y no pocas octavas bien hechas, que pue-

deleitables,

den entresacarse y ellas,

los

Y

este libro es estar en verso.

por

lucir solas; sino

la

exorbitante cantidad de

innumerables que hay desmañadas, rastreras y produreza inarmónica que comunican al metro tantos

nombres bárbaros y

y por

exóticos,

la

obscuridad que muchas ve-

empeño desacordado en que

ces resulta del

el

autor se puso de

versificarlo todo, hasta las fechas, valiéndose para ello

Y

más extravagantes.

más doloroso

lo

es

de

los

rodeos

que Castellanos había em-

pezado por escribir su Crónica en prosa, que hubiera sido tan

y agradable como

de sus proemios, y luego, mal aconsejado

lo es la

por amigos que habían leído

competir con téril

la

Araucana, y

menos que

gastó nada

Ercilla,

tarea de reducir la prosa á verso,

y

muchas digresiones poéticas con todo

el

fácil

buen orden que se

creían capaz de

diez años en la es-

á sus tiempos

(¡.ingiriendo

y

comparaciones requiere-».

le

otros colores poéticos

Pésimo consejo, en verdad,

y malhadada condescendencia la suya, puesto que así, en vez de un montón de versos casi ilegibles de seguida, hubiéramos tenido una de

las

mejores y más caudalosas crónicas de

Llamó que nada

á su tiene

poema

la conquista.

Elegías de Varones Ilustres de Indias, título

de impropio en

el

sentido en que

él lo aplica,

diendo á los casos desastrados y trágicas muertes de

de

los conquistadores, á

epitafio

en

la

en

latín

y

castellano;

Comprende

quista de la

isla

la

Margarita y Cubagua, con

rre.

porque también

primera

Española,

Jos románticos sucesos

las

las

la

tercera

las

como dicho

y no mal,

queda, en cua-

navegaciones de Colón y con-

primeras entradas por

de Pedro de Ursúa y

la historia

versificaba,

de Cuba, Puerto Rico, Trinidad, Paria,

La segunda parte abraza

Marta;

mayor parte

cada uno de los cuales suele dedicar un

lengua clásica. Dividió su obra,

tro partes.

la

aten-

los

el

Orinoco, y tirano Lope de Aguiel

sucesos de \'enezuela

y Santa

de Cartagena, Popayán y Antioquía;

cuarta los sucesos de Tunja, Santa

Fe y

otras partes del

la

Nuevo

Reino de Granada.

Dos

juicios distintos

pueden recaer sobre

el

de Castellanos. Considerada como testimonio

conjunto de

la

obra

histórico, su valor es

COLOMBIA

pueda admitirse

evidente, aunque no

17

sin algunas restricciones. Cas-

que vio y lo que oyó á los conquistadores, y cuida siempre de mencionar los nombres de los que

tellanos cuenta en gran parte lo

informaron;

le

entre ellas

el

también algunas relaciones manuscritas,

disfrutó

Compendio historial de Gonzalo Jiménez de Ouesada.

Pero Castellanos escribió sus Elegías en edad avanzadísima, cuando

memoria más firme y privilegiada; y aunque la suya fuese más monstruosas, como lo prueba el inmenso número de su-

ñaquea de

las

la

y de

cesos

el

orden de

los acontecimientos,

hay continuos ejemplos que la

cronología,

ellos obscuros,

de que hace men-

pudo menos de equivocarse muchas veces, ya

ción en su libro, no

en

muchos de

personajes,

le

como ya apuntó

ya en su fecha exacta. De esto

hacen guía poco seguro en cuanto á el

coronel Acosta

y ha demostrado

Y

en gran número de casos

el Sr.

por

de su tiempo; que en otras más remotas,

lo tocante á las cosas

como

los viajes

Jiménez de

Espada.

la

de Colón, escribió por tradición vaga, consignando

algunas patrañas que andaban en boca de marineros

por

lo cual su

aun esto

y

soldados,

autoridad no puede ni debe ser invocada sin

dente cautela que

mismo

él

la

pru-

insinúa en aquellos dos tan conocidos

versos:

Y

si,

lector, dijercles ser

Como me Por

lo

que toca

al

lo

contaron te lo cuento.

valor literario de las Elegías, hay juicios

encontrados. Mientras unos el

comento,

las

desdeñan como

libro útil sólo para

estudio de los americanistas, pero del cual debe huir toda perso-

na de gusto, otros hacen de

ellas tales

encarecimientos, que obliga-

rían á tenerlas por joya de nuestro Parnaso. El prologuista

de

muy

la

anónimo

BibHoteca de Rivadeneyra, de quien es de presumir que

recorrió

muy

por encima, puesto que

ni siquiera acertó á leer

las

en

ellas la patria del autor,

pondera en términos un tanto hiperbólicos

«la facundia inagotable

de Castellanos,

la increíble facilidad

versificación, la cual,

generalmente correcta y

ces demasiado trivial

y

que

le

narios

fluida,

de su

aunque á ve-

desaliñada, no se detiene en los obstáculos

ofrecían la exactitud numérica de las fechas, ni los extraordi-

nombres de

los indios

y de

las

regiones que habitaban.» «Las

8

CAPÍTULO SÉPTIMO

1

escenas terribles y tas

y

las graciosas

caminatas más

las

paisajes floridos

— añade —

;

las batallas

fiestas lucidas,

difíciles;

y voluptuosos, espectáculos

más sangrien-

cultos solemnes,

naturales llenos de ho-

rrorosa grandiosidad, todo se presta con igual holgura al

y

ligereza

ritmo de este grande y fecundo versificador; para todo encuentra

en su imaginación

fértil

y Aariada ritmos

naturales, consonantes propios

temente poéticas, á

lo

menos

sonoros, cortes de verso

y escogidos, y

frases, si

no eminen-

elegantes, bien construidas

y muy

ra-

ras veces torcidas de su prosodia para formar la cadencia legítima

y

número requerido.»

llenar el

Menos

entusiasta el coronel Acosta, afirma, sin embargo,

las descripciones

de comarcas, en

las

que «en

de refriegas y encuentros con

y particularmente en la pintura de las impresiones que causaban á aquellos animosos y duros conquistadores lo perelos indígenas,

grino de

la tierra

y de

gentes que tenían que domeñar,

las

inaudito de sus propias andanzas } aventuras, no nista

que

le

V^ergara,

que era

la

cual francamente nos

toda comparación con

hasta darle la palma sobre Ercilla, lo

y

parece una la

herejía literaria. Pero apartada

Araucana, que á pesar de sus defectos

poemas de asunto americano, no

hay duda que Castellanos supera á no se

la

pueden

y que sin grave autores de El peregrino in-

los restantes,

puede comparar con

le

los

Argentina, ó del Pitrén indómito. Su obra, más mons-

truosa que ninguna en cuanto ni siquiera

conocemos cro-

indulgencia personificada, llega á llamar á

está á cien codos sobre todos los

diano, 6 de

lo

aventaje».

Castellanos «gran poeta»,

injuria

y

al plan,

no es realmente un poema,

una crónica, sino un bosque de crónicas rimadas, en que

distinguirse tantos

poemas como personajes; pero

el

que

tenga tiempo y valor para internarse en esta selva, no dará por perdida

la fatiga,

cuando tropiece con episodios como

gio del licenciado Zuazo, ó rre,

ó

la

amena

también entre

la

tremenda

descripción de

á las demás.

de

historia

Margarita.

la isla

las diversas partes

mente muy superior zaba

la

la

el

del naufra-

de Lope de Agui-

Hay que

distinguir

obra: la primera es poética-

Es evidente que conforme avan-

edad de Castellanos, decrecían sus fuerzas poéticas, y

cronista, árido

y monótono, se

iba

sobreponiendo

al

el

abundantí-

COLOMBIA

ig

simo versificador. La parte compuesta en octavas es agradable á vedes; pero los versos sueltos, que ya

parte y dominan en

la cuarta,

abundan mucho en

tercera

la

son de todo punto intolerables. Juan

de Castellanos no tenía idea del arte peculiar de construirlos, y no

cuando en España y aun en

es maravilla

Italia casi

Los escogió sencillamente porque

lo ignoraba.

le

mundo parecieron más todo

el

resultaron tales que, sin ningún esfuerzo, pudieron redu-

fáciles,

y

cirlos á

prosa los cronistas Fr. Pedro Simón y D. Lucas de Piedra-

hita,

que nos dieron á

leer esta parte

de

obra de Castellanos en

la

forma mucho más aceptable. Participó, pues, en cierta manera

el

buen clérigo de Tunja, no por su genio, sino por su veracidad, del de

privilegio

los

genuinos poetas épicos, rapsodas primitivos y au-

tores de cantares de gesta, cuyas narraciones

tiempo á ser material de

y

historia

que en

las

d Espanna.

y también todo aquello en buena cuenta más de la

los versos sueltos,

octavas es pura prosa (y será

mitad de tan tremendo

libróte), todavía

un

y no

espíritu curioso,

excesivamente rígido, puede encontrar cierto placer en leer á tos las Elegías de Varones Ilustres de ludias^

grande interés

el

á transcribirse casi á la letra en

compilaciones del género de nuestra Estoria

Pero dejados aparte

han venido con

histórico,

y

sal-

aun prescindiendo del

á veces novelesco, de su contenido.

En-

contrará en Castellanos, no sólo viveza de fantasía pintoresca, que es, sin

duda,

cualidad que en

la

gresivo en ciertas narraciones;

él

más resplandece,

mucha franqueza

sino arte pro-

realista

en

la eje-

cución, cuando este realismo no degenera en chocarrería trivial soldadesca,

más propia de un mariscador de

la

y

playa de Huelva que

de un clérigo anciano y constituido en dignidad; sabrosa llaneza y castizo donaire, cierto decir candoroso y verídico, que nos hacen simpatizar con

el

poeta, que era

ciencia un tanto laxa

curioso de

muchas

muy

de con-

espíritu vulgar sin duda,

y acomodaticia con

de los conquistadores, pero la vida;

un

las tropelías

y desmanes

y muy aleccionado por

despierto

cosas, sin excluir la historia natural ni las

costumbres de los indios; menos crédulo y más socarrón de

lo

que á

primera vista parece; dado á cuentos y chismes de ranchería más de lo

que á

más

la

gravedad de

interesante

y

la historia

conviene, pero por eso

divertido para nosotros

;

viejo gárrulo

y

mismo prolijo,

CAPITULO SÉPTIMO

20

cuva charla unas veces entretiene y otras avuda á conciliar el sueño. Como versificador, no se para en barras y rompe por donde puede, pero su facilidad es realmente asombrosa.

Y

si

que

se repara

España cuando todavía estaba muy lejos de haber triunfado escuela del siglo xvi, no se alcanza bien

dominio de

rica llegó á adquirir el

construye

como

las selvas

hombre

culto

y

Castellanos era un aventurero de ínfima condición;

grande

la

de

Amé-

gentileza. El

y nutrido con

el

muy

especialmente del Ariosto, es

los poetas italianos,

de

que á veces

octa\-a toscana,

la

maestro, con notable desenvoltura

caso de D. Alonso de Ercilla,

de

cómo en

salió

estudio diverso.

hubo de pasar á

Indias de doce ó catorce años, sin haber cursado en escuela alguna,

que sepamos;

lo

que aprendió debió de aprenderlo

solo,

y

esto

no

únicamente de poesía y de humanidades, sino de náutica y cosmo-

embargo, pudo decir de

un historiador tan sesudo y respetable como Agustín de Zarate, en la censura que por comisión

grafía.

Y,

sin

él

del Consejo de Indias hizo de las Elegías, ria

de astrología, en

de mate-

y puntos del Norte y sol astrólogo, y en las medidas de la la línea

muy

Matemática

le falta».

Y

si

á esto se añade que escribió de primera

de una parte

intención

la

Mundo,

cual sólo Gonzalo

la

trata

cursado cosmógrafo y geógrafo, y cursado marinero en que toca á la navegación..., finalmente, que ninguna cosa de la

tierra lo

de

muestra ejercitado

estrellas, se

y

las alturas

que «cuando

la

historia

muy

considerable del

Nuevo

Fernández de Oviedo había tocado en

parte entonces inédita de su

obra, que Castellanos no pudo

conocer, no habrá razón para regatearle los servicios que realmente

como primero, y aun puede antiguo del Nuevo Reino puesto que prestó

,

decirse

como único

Piedrahita

y

él

cronista

son en rigor

una misma cosa. Bien considerado todo, hay que respetar á Castellanos con la carga de sus ciento cincuenta mil versos, y reconocer

que,

como

él

decía^

«no comió de balde

el

pan» de su beneficio de

Tunja.

Al frente de

las diversas partes

de

las Elegías, se

sos laudatorios de otros ingenios de

nada despreciables de

los

la

encuentran ver-

colonia; epigramas latinos

dominicos Fr. Alberto Pedrero y Fr. Pe-

dro Verdugo, del tesorero eclesiástico de Santa Fe, Miguel de Espejo, del

Arcediano Francisco Mexía de Porras, de Pedro Díaz Ba-

COLOMBIA

2

rroso y ]\Iiguel de Cea; sonetos castellanos del licenciado Cristóbal

de León, vecino de Santa Fe, de Sebastián García, natural de Tunja en

el

Nuevo Reino, de D. Gaspar de

cisco Soler

\'illarroel

Buitrago, vecinos también de Tunja, pueblo

y Diego de

entonces tan importante

como venido hoy

Otros ingenios

le

elogiaron también, pero los omitimos porque

no consta que fuesen americanos estos versos,

y donde pareun pequeño grupo poé-

á menos,

ce haberse formado en torno de Castellanos tico.

que no son

ni

ni peores ni

encontrarse en principios de

libros, se

moradores en América.

añaden

los elogios

hace de varios poetas amigos suyos en

Elegías,

tendremos reunido todo

siglo

de

la

lo

Si á

mejores que los que suelen

tellanos

mer

y Coruña, de Fran-

el

que Cas-

contexto de sus

que hasta ahora se sabe del

pri-

poesía neo-granad'ma, que, tratándose de estos tiem-

pos, no nos parece bien llamar colombiana

(l).

El siglo XVII fué en aquella colonia, no sólo de mal gusto, sino de

grande esterilidad poética. Sólo pueden citarse algunos versificadores gongorinos, pero

aun éstos fueron poco fecundos, ó han deja-

do corto número de poesías impresas

(2).

dosa diligencia de los eruditos bogotanos

(i)

gas

Al principio de

Machuca (Madrid,

la

Dejando, pues, á el

apurar

el

la pia-

catálogo de

Milicia y Descripción de las Indias, del capitán

1599),

Var-

hay versos de dos poetas neo-granadinos: una

Episiola persíiasoria del capitán Alonso de Carvajal, natural de la ciudad de

Nuevo Reino de Granada, al sabio y prudente lector (en verso suelto}, y un Soneto del licenciado Francisco de la Torre Escobar, natural de Santa Fe, del Nuevo Reino de Granada. Tunja, en

(2)

el

Véase, además del libro de Vergara,

Rivas Groot 2

al

Parnaso

Colombiano

de

el

D.

notable prólogo de D. José Julio

Añez. Bogotá,

18S6,

tomos.

Citaremos dos papeles rarísimos que se describen en

cuarto tomo del

el

Ensayo, de Gallardo:

— «Fúnebre panegírico en

la

muerte de Pedro Fernández de Valenzuela, y en la

dulce memoria de su amable consorte

muy

noble

y muy

leal

Doña

Jtiana Vázquez de Solís, vecinos de la

ciudad de Santa Fe de Bogotá, en

nada, Ijidias Occidentales. Escriviolo su hijo el P. D.

el

Nuevo Reino de Gra-

Bruno

Solts

y Valenzuela,

Afonje de la Real Cartuja de Sania Aía?-ia del Paular. Embiolo al Bachiller

D. Pedro de Solis y Valenzuela, Presbiiero su hermano, y también a sus amantísi?nas hermanas Feliciana de San Gregorio y Marta Manuela de la Cruz, Monja de Santa Clara,

y á sor Clara de San Bruno, Mofija de Santa

Inés.»

(4.", 12

pá-

CAPITULO SÉPTIMO

22

han perdido, ó de quienes sólo se conserva

aquellos, cuyas obras se

algún soneto laudatorio ó alguna otra composición de circunstancias,

hablaremos solamente de Hernando Domínguez Camargo, que

probablemente no fué

el

peor,

y que por

lo

menos tuvo

suerte de

la

Poema Heroico de duda, uno de los más tenebrosos

dejarnos bastantes muestras de su ingenio. Su

San Ignacio de Loyola

(l) es, sin

abortos del gongorismo, sin ningún rasgo de ingenio que haga tolerables sus aberraciones. Pero en el Ramillete de varias iiores

ginas. Sin lugar

de impresión:

la

dedicatoria está fechada en Jerez de

la

Frontera, á lo de Marzo de 1682.)



«

fieloSy

Víctor

y

festivo

Reina de

parabUn y aplauso

gratulatorio a la Emperatriz de los

los Angeles^ liíarza Sa>itzssima

Señora Nuestra, en ia victoria de

Roma á

su purissima Coíicepdo'n, co?2scguida en

ocho de Diciembre de 1661.

Yd

Nuestro SS. P. Alejandro VII, Pontífice Máximo, y a mies tro muy Catholico Rey Felipe

IV el

Gratide,

Monarca de ambas Españas, y Emperador

Alundo, y a los demás que concurrieron

eji

esta felicissima vitoria.

del

En

Nuevo

ciento

ocho redondillas españolas, glosando este antiguo verso: .

Fe

de Bogotá, cuyo nombre va en las mismas.^ ...

4.'*,

de

4 hojas,

con grabados en madera, y

señas de impresión.

sin

El presbítero declara sus dos apellidos, Solis y Valenzuela, en

de

las coplas,

y debe de ser

De

jo autor del papel anterior.

vida

y muerte

bispo de (i)

este D.

Santafé de Bogotá (Madrid,

S. Ignacio de Loyola,

D. Pedro, hermano del monje cartu-

Pedro

cita

Vergara un Epítome de la

1647),

fundador

de la

Compañía de

Jesils.

Poema

¡leroyco.

D. Hernando Domínguez Camargo, natural de Santa Fe

de Bogotá del Nuevo Reino de la

contexto

del ilustrisimo señor doctor don Bernardino de Almansa... Arzo-

Escrivialo el Doctor

Dala á

el Bachiller

el

Granada

en las Islas Occidefitales.

Obra postuma.

estampa y al culto teatro de los doctos el Maestro D. Antonio Navarro

Navarrete...

En Aíadrid,

por Joseph Fernández de Buendía. Año de 1666,

4.**

El Maestro Navarro, que era quiteño, nos dice hablando de Camargo: i-Fui siempre estimador de su ingenio y apreciador de sus versos; y aunque desee' comunicarle en vida, nunca pude por la distancia de

muchas leguas que nos apartaban,

hasta que supe de su muerte con harto dolor mío...

No acaba el poema, devotamente

confiado en que el Santo, con su intercesión, le había de dilatar la vida, hasta que

marcado con

el sello del último

primor y elegancia

lo sacrificara

en sus aras..,

Pero en tan honrosa confianza le cogió la muerte; o fuese por excusarle esta vanidad d su ingenio, o por dejar más impresa con dolor esa mayor memoria suya, viendo que al mediodía del sol de su lucido ingenio se había anticipado el funesto

ocaso de su muerte.*

COLOMBIA

23

poéticas que en 1675 formó con versos propíos

y

ajenos

el

gua-

yaquileño Maestro Jacinto de Evia, hay algunas composiciones de

Domínguez Camargo menos versificador robusto

por

el

y

mal gusto. En

valiente, los

y que

malas,

le

acreditan siquiera de

aunque anulado como tantos otros

romances, sobre todo, tiene algo de

bueno de Góngora, mezclado con muchísimo de negarse bizarría

al

romance de La

lo

malo.

mtiertc de Adonis^

lo

No puede

por ejemplo,

que parece eco lejano del de Angélica y Mcdoj'o. Las formas predilectas de este desaforado versificador, culterano á un tiempo

y

conceptista, son la metáfora

describe

el salto

un

y

toro,

otras

y

la antítesis.

Cuando

del arroyo de Chillo, unas veces le presenta

como un

como

potro que va á estrellarse en las peñas:

Corre arrogante un arroyo

Por entre peñas y riscos, Que enjaezado de perlas Es un potro Dátenle

cristalino.

el ijar

sudante

Los acicates de espinos,

Y

es él tan arrebatado,

Que da

á cada paso brincos.

Ciertos chispazos de talento tiene

que entre

Camargo, como decir de Cristo en Feo hermosamente

inducen á ponerle entre

y

medio

el

los ingenios

la

lobreguez de sus poesías

la pasión,

que mostraba

el rostro...

malogrados por

la

educación

(l).

Algo semejante puede

decirse de otro poeta santafereño de prin-

cipios del siglo XVIII, D. Francisco Alvarez

gobernador y capitán general de

las

de Velasco y

Zorrilla,

provincias de Neiva y la Plata.

Las poesías de Camargo se leen en el Ramillete de Evia, págs. 235 á 248, con el título de Otras flores, aunqjie pocas, del culto ingenio y floridissitno (i)

Poeta

el

Y dice

Doctor D. Hernando Dofm'ngitez Camargo... el

colector Evia: «El dolor que tengo es que sean tan pocas, siendo

mas las distancias de estas partes del Perú á aquellas del Nuevo Reyno de Granada, donde floreció, nos franqueó tan poco de estas riquezas. ..y

tan buenas...

Mbnéndez t V-EiéKio.— Poesía hispano-amcricana.

II.

3

CAPITULO SÉPTIMO

24

Vergara asegura haber

aunque de

visto,

obras suyas, impreso en Madrid en

1

prisa,

un tomo entero de

La única poesía suya que

703.

aquel crítico inserta (tomándola del Papel Periódico^ de Bogotá,

de 1792), es una carta en endechas á sor Juana Inés de la Cruz, escrita con soltura y gracejo de buena ley, familiar y culto á un tiempo: Paisanita querida

(No

te

piques ni alteres,

Que también son

paisanos

Los ángeles divinos y los duendes): Yo soy éste que trasgo,

Amante

En

inquieto, siempre

tu celda, invisible,

Haciendo ruido estoy con tus

Ya

papeles...

(i)

antes de ahora he tenido ocasión de notar que, aun. en los

tiempos de mayor decadencia para nuestra literatura, se conservó

no marchita, en

los claustros

de

religiosas, la delicadísima flor

poesía erótica á lo divino, conceptuosa

y profunda; en todo ción,

la cual,

el xviii,

y

no sólo en

las

y

de

la

discreta, á la vez inocente

postrimerías del siglo xvii, sino

á despecho del general entibiamiento de la devo-

derramaba todavía su exquisito perfume en

los

versos de algu-

nas monjas, imitadoras de Santa Teresa. Tales fueron en Portugal sor María do Ceo, en México sor Juana Inés de la Cruz (prescin(1)

cio,

En

la

examinado un voluminoso tomo colectipapeles de Álvarez de Velasco, con este título

Biblioteca Nacional he

en que están juntos los

general:

.

Adviertesse, que aunque van algunas Poesías

d

otros assumptos sin coordina-

ción de números, su legitima colocación es por averse impreso las obras de que esta se compone, por distintos Impressores en dij érenles lugares y tiempos. >

Aunque

el libro

poéticamente vale poco, su singular rareza y algunas cu-

COLOMBIA

diendo de sus méritos en Sevilla sor Gregoria

25

poesía profana

la

y en

otros estudios), en

de Santa Teresa, en Granada sor

riosidades que contiene,

me mueven

á dar una noticia algo detallada de

prescindiendo de su varia y confusa foliatura, y citando

por

las

él,

composiciones

orden en que aparecen encuadernadas en este ejemplar.

el

Álvarez de Velasco es un innovador en

primores de Rengifo, sino en los de

más de una vez «Y

Ana de San

assi

me

la

la

métrica, versado, no sólo en los

Rythmica del Obispo Caramuel, á quien

cita.

atrevi (dice en el prólogo al lector) a fabricas nuevas

de me-

y a otras varias inventivas, nunca de mi vistas, ni aprendidas de otro, cautivándome a violencias no fáciles de emprender, sin este motivo, y sin los molestos ocios de mi melancólico retiro, como se reconocerá en las Elegías... tros,

y en otras obras de composiciones nuevas, presa y engrillada

la

como son

los

expresión de los conceptos entre

Eneametros, en que

las

guardas de los dos

proparoxítonos, o esdrújulos, apenas puede salir a explicarse por

la

estrecha

puerta del medio; porque aunque entre las primorosas obras de Sóror Juana ay un elegante Eneametro de vna pintura a

de hacerlo con

los

primeros esdrújulos

(a)^

la

Señora Virreyna, gustó solo

reconociendo yo que estaría más

me fatigué en hazer esta nueva comconseguirla. No siendo de menos violencia y di-

sonoro (aunque también mas trabajoso) posición, hasta ficultad para

que llegué

mi

a

los laberintos

de

las cruzes,

que yo compuse en su obsequio,

y Paranomasias; y principalmente el soneto a los dos libros suyos, en que encontré tales espinas, que no me atreviera oy a empeñarme los Acrósticos,

a hazer otro del Arte;

baxos despreciares

cuya disgression no he podido escusar; porque

los versos

de este

mérito que tienen en su trabajo,

libro, les

como también

lo

si

hagas algún agasajo por

que por algunos motivos

las retiro

el

reconocerás en otras nuevas

inventivas de varios metros, y composiciones, que tengo en otras obras micas,

por

por ahora de

Có-

la Imprenta...»

Parte del tomo aparece impreso en Burgos, «con licencia de los señores

D. Juan de Salazar y la Vega, y D. Antonio Martínez de los Prados, Proviso-

Sede vacante de dicha Ciudad, y su Arzobispado: Año 1703», y allí están dadas las aprobaciones del P. Maestro Juan Pablo de Aperreguía, S. J_ (que además dedica al poeta americano composiciones laudatorias) y del

res en

Manuel de

P. Fr.

la

Gándara Cossío, Comendador del Convento de

La colección empieza con

las Elegías

la

Merced.

decametras d los Dolores de la Virgen

Santissima, ajustadas de distinfos centones de Virgilio. Las Elegías decametras

están en cuartetos endecasílabos, y á cada Virgilio

Van («)

de donde están sacados

uno de

ellos siguen los versos

de

los pensamientos.

á continuación otras poesías á lo divino, algunas de ellas de extrava-

De

este capricho métrico de Sor

sente Historia, pág. 76.

Juana hemos hablado en

el

tomo

i

de la pre-

CAPÍTULO SÉPTIMO

26

Jerónimo, y otras que, sin gran esfuerzo, podrían

nombres pide

que se añada

la justicia

gante estructura,

v.

gr.iA

¡os

piegan y acaba?i iodos los pies

A

citarse.

estos

de sor Francisca Josefa de

el

Dolores de la Virgen. Romance eneámeiro^ que em-

co?t esd7tijulos:

Animo, corazón, y

tímido,

si

Prófugo en tus lágrimas pávidas Náufrago oy presumes atónito Únicas tus congoxas fantásticas...

Hay

bastantes sonetos, algunos de ellos en agudos. Las composiciones

más

extensas son cuatro Silvas á los Novissimos ó Postrimerías del Hombre, y otra

que se

titula:

«Moribundo que naufraga desamparado de todo humano conde

suelo, en las borrascas

Sin portada, pero con nueva foliatura, pieza otro grupo de composiciones. Las

«Sonora música á

de Dios lleva músicos de

«A

la

el

Aíi,

la

en

las últimas agonías,

la

muy

más

alto,

Sol y La, en

la

irregularmente llevada, em-

curiosas son:

Purissima Concepción de

punto más

metáfora de un navegante.»

la

Virgen, quien por ]Madre

cuyo assumpto se explica en

los

términos

glossa de truncados siguiente.»

milagrosa imagen de Nuestra Señora de Chiquinquirá» (quintillas).

«Mysterios del Rosario, que se cantan en

la

ciudad de Sta, Fee.»

«Villancicos al Nacimiento de Christo, Señor Nuestro.»

«A «A

la

Concepción de

la

profession y velo de la Sra. D.^

la

Religiosa del Convento de

Virgen Santissima.»

la

Hermandad de

Ana de Valenquela Faxardo,

Purissima Concepcióo de

«Letra para cantar un domingo en ción, en la

]\Iaria

la

el

la

Convento de

Ciudad de Santa Fe.»

la

Purissima Concep-

Escuela de Christo, en que está descubierta su

Divina Magestad.» «Al Nacimiento de Chriáto, Villancico y Ensaladaí, que es un género de versos y composición, que no va atento á precisos consonantes.»

«Vida y milagros del nuevo taumaturgo y apóstol de cisco Xavier» (en quintillas, dignas de Benegasi).

San Fran-

las Indias

«Vida y charidad del gran Patriarca de Alexandria San Juan Limosnero» (quintillas),

«Tres qualidades singulares que tiene

el

oro se hallan sólo en

la

ceniza»

(romance). «Glossa, ó troba del Laúdale ftieri dominum, para cantar en

la

Escuela de

el

sublime de

Cristos (endechas).

«Desengaño que ofrece «Interés y utilidades de «Soliloquio, en

la

Soledad» (romance).

la

Paciencia» (romance).

que contrapesa

Dios» (romance, con

«Reconvenciones

el

alma su ser de nada, con

estribillo).

tiernas,

que haze

la

Iglesia el

Viernes Santo, en

nom-

COLOMBIA la

Concepción (conocida por

vento de Santa Clara de

la

27

Madre

la

Castillo)^ religiosa

en

el

con-

ciudad de Tunja (y 1742), que escribió

bre de Christo Nuestro Señor», «Popule meus quid

feci tibí?» (endechas).

«La Sequencia del Santísimo Sacramento», en esdrújulos. «Oración de un enfermo sobre el Cántico del Santo Rey Ezechías» (endechas).

Grande Augustino. Su vida y

«El Apolo Africano, y águila de la Iglesia, el milagros, escrita en cien canciones.»

«Sermón

eneiiclástico

debe cuidar

lo

estoyco sobre la doctrina de Epíteto, de que solo se

que está en mi propio alvedrío»

parte del Enc/m-idion, teniendo presente

muchas veces á la letra). «Suspiros de San Agustín para antes de

la

(es

una paráfrasis de una

versión de Quevedo, á quien

sigue

dia á Dios y dolor

la

Confesión, pidiendo misericor-

de sus culpas, y que su espíritu muera á

sí,

y viva á su

Divina Magestad.»

Al

fin

del Suspiro 3°: «Sólo

huvo

estos fragmentos de la traducción de los

Suspiros de San Agustín; y assi no se continúan, porque otros que ay, están

aún

sin corregir. >

Gran Padre y Doctor de la Iglesia San Agustín» (villancicos.) «A San Gerónimo en el Desierto sobre aquel lugar del Psalmo loi.» «Simi«Para

la fiesta del

factus

lis

A


c.ca J^'fSe,.fMic,,os Esquilmóles ,c 1. (,)

Colcepeióu

Tunden

ele

la

ie Sania CasUllo, Religiosa en el co«-oen,o

^'l

f «'f^* "' ""^

f'^ Neo.Gro,.a,i.,a del Sur-Amirica ^^f'"''' su """""' eon/esores. Dados d lu= por

Refimca

de orden de sus

«"- *

^^^

aÍ ,fEspinosa, por Bemto G»'*-»f""* Santa Fe de Bosotd, I,nf. de Bruno de la Concepaon, es Josefa Franeisca Madre VeneraUe .843, ^.'-Vida de la

,..a

En

critapor ella misma. (Filadelfia, 1817.)

de

CAPITULO SÉPTIMO

ao

lonia por los años de 173S,

en

las

honras de

la

y precisamente un sermón predicado

IMadre Castillo fué de las primeras cosas que se

estamparon. Esta imprenta del colegio de Santafé tenía carácter casi doméstico,

y apenas produjo más que algunos catecismos,

novenas y otros sión

de

la

libritos

de devoción. Desapareció con

el

expul-

Compañía; perú en 1782 fué sustituida por otra de

más recursos y mayor importancia, gida por

la

llamada Imprenta Real,

la

tipógrafo segoviano D. Antonio Espinosa, que en

publicó ya un trabajo de cierto

empeño y

diri1

787

ejecución bastante esme-

rada, la Historia de Cristo paciente, traducida por el Dr. D. José

Luis de Azuola y Lozano.

D. Antonio fué quien

Cn

hizo,

D. Diego Espinosa, hijo ó deudo del

en

1

794,

la

edición clandestina de la

Declaración de los Derechos del Hombre, traducida por

de

la

revolución neo-granadina, D. Antonio Nariño

el

patriarca

(i).

La poesía dormitaba de todo punto, y no hay para qué cuento los insulsos versos laudatorios que se leen en la

Santa

alférez

Iglesia Catedral de

D. José Nicolás de

la

la

traer á

Floresta de

Santa Marta, que escribió en 1739

el

Rosa, ni menos un esperpento dramá-

que Vergara poseyó manuscrito, sin nombre de autor, y cuya portada decía á la letra: No se conquistan las almas con violencias, y un milagro es conquistarlas: Triunfos de la Religión y pro-

tico-alegórico

Godos encubiertos:

digios del valor: los

Oriente en el Ocaso,

(i)

Vid.

La

y

la

America en

la

los

Chinos descubiertos: el

Europa: Poema cpico-dra-

Imprenta en Bogoiá (1740- 1823). Notas Bibliográficas por

j. T.

Medina. (Santiago de Chile, 1904.)

Antes de pasar á Bogotá en 1776, bajo los auspicios del \'irrey D. Manuel Antonio Flores, Espinosa había estado algún tiempo en Cartagena de Indias,

pero no se conoce ningún impreso de sus

oficinas,

dedicadas únicamente, se-

de embarque y otros documentos mercantiles. El primer opúsculo de fecha conocida y carácter literario que se estampó en aquella plaza fué el poemita de D. José Fernández Madrid, España Salvada,

gún parece, á

facturas, guías

en 1809. El m.ls antiguo producto de

las

prensas de Tunja es de 1814.

En

y del mismo año hay un librito religioso impreso en .Santa Marta. Panamá no tuvo imprenta hasta 1822. Cf. Medina. La Imprenta en Cartagem de las Indias (1S09-1820). Santiago de Chile, i%()^.— Notas bibliográficas referentes d las primeras producciones de

Popayán funcionaban desde

1816,

la Imprenta en algunas ciudades de la América Española.

ídem

id.

COLOMBIA

31

soñado en las costas del Dañen: Poema cómico^ dividido en

Viático

dos partes y cinco

Pero aunque

alfin en prosa.

actos, con tinas disputas

para

estéril

fué en Bogotá de gran

segunda mitad del

la poesía, la

movimiento y transformación

siglo xviii

intelectual, la

cual puede decirse que se desarrolla entre dos fechas memorables,

expedición botánica de D. José Celestino Mutis en l/óo,

la

y

el

de Humboldt y Bonpland en 1801. El gaditano Mutis, de

viaje

quien 4¡jo Linneo: «.noinen iminortale quod milla aetas nnqiiam deleá quien apellidó

y

bit-»,

cos del

Nuevo Mundo»,

en

tífica

el

donde expuso la

cos,

«ilustre patriarca

América

el

de

los botáni-

fué el verdadero iniciador de la vida cien-

Ecuador y en Nueva Granada

cátedra de Matemáticas

de

Humboldt

y Astronomía en

(l).

En 1762

abrió una

Colegio del Rosario,

el

sistema copernicano, inaudito aún en las escuelas

del Sur, Mutis

matemáticos y

formó y educó una generación de

naturalistas, entre los cuales brillan los

de D. Francisco Antonio Zea, que andando

el

nombres

tiempo llegó á ser

Director del Jardín Botánico de Madrid; de D. José

quesne, que escribió una disertación sobre

físi-

el

Domingo Du-

Calendario de los

Muiscas; de D. José Manuel Restrepo, autor del Ensayo sobre la geografía, producciones, industria y población de la provincia de tioquía;

de D. Francisco Ulloa, que

Ensayo sobre

lo fué del

del clima en la educación física y moral del hombre en el

An-

el influjo

Nuevo

Rei-

no de Granada; de D. Jorge Tadeo Lozano, D. Eloy Valenzuela, D. Joaquín

(i)

La

brillantes

Camacho y

otros varios,

y

biografía de este preclaro varón,

de

la historia

de

la

del

que

más

es

ilustre

una de

las

que todos páginas más

ciencia española en el siglo xviii, ha recibido

amplia ilustración en dos libros recientes, uno de autor colombiano, otro de

un naturalista español. ExpediciÓ7i botánica de José Celestino Alictis al

Memorias

inéditas de Fraticisco

Nuevo Reino de Granada y

José de Caldas, por Diego Meiidoza. Madrid,

ed. Suárez, 1909.

Biografía de José Celestino Mutis ticados en el dilla,

y

cotí

la Relación de su viaje

y

estudios prac-

Nuevo Reino de Granada, reunidos y anotados por A. Federico Gre-

Director del Jardín Botdíiíco de Madrid,

Fisiología vegetales en la Facultad de

Madrid, Fortanet, 191

1.

Obra riquísima en datos y documentos.

y

Catedrdiico de Organografía

Ciencias de la Universidad Central.

CAPITULO SÉPTIMO

32

D. Francisco José de Caldas, á quien España debe un monu-

ellos,

mento

expiatorio. Caldas, botánico, geodesta, físico, astrónomo,

y

á

quien sin hipérbole puede concederse genio científico de invención,

formó un herbario de cinco á

seis mil plantas

América

á la geografía botánica de la

de

perfiles

las diversas ramificaciones

de nueve grados de geta cada planta,

el

y dio grande impulso

del Sur, determinando los

de

los

Andes en

para dar á conocer

latitud,

la

la altura

clima que necesita para vivir

y

el

extensión

en que ve-

que mejor

conviene á su desarrollo; inventó un método para medir alturas

mediante

proporción entre

la

sión atmosférica; estrenó en

el 1

Bogotá, fundado por ^lutis, y

como

cinco años; y

veces, rico de savia

calor del agua hirviendo

805

el

el influjo

la

pre-

Observatorio astronómico de

le dirigió

con honra por espacio de

prosista didáctico, vigoroso, grandilocuente á

y de imaginación

fragmentos en sus ^Memorias sobre sobre

y

la

pintoresca, dejó admirables

Geografía del Virreinato

del clima en los seres organizados^

y

donde hay pági-

nas no indignas de BuíTon, de Cabanis, de Humboldt. Estos y otros estudios de vulgarización científica, animada

mían en

el

Semanario de

que desde 1808 á iSio la

la

y

brillante, se impri-

Nueva Granada^ memorable Revista

dirigió Caldas (i). Allí están las primicias

cultura bogotana, que de un salto pareció ponerse

de todas

las

demás regiones americanas,

al

de

frente de la

sin excluir á Aléxico,

donde

paralelamente había comenzado á desarrollarse un m.ovimiento análogo. Bogotá,

México

la

si

el

primer Observatorio de América, como

primera Escuela Mineralógica y

co, precedió

Mundo,

que tuvo

también á

la

mayor

el

primer Jardín Botáni-

parte de las capitales del

Nuevo

no á todas, en abrir una Biblioteca pública desde 1777.

paternal gobierno del Arzobispo-Virrey D. Antonio Caba-

Bajo

el

llero

y Góngora y de D. Joaquín de Ezpeleta,

se ampliaron las dota-

ciones de los establecimientos de enseñanza, se crearon otros nue-

vos de Medicina y Ciencias, se reformaron el

sentido de

fica,

(i)

la

investigación experimental

y una masa enorme de

Hay una reimpresión de

los planes

y de

libros, introducida,

París,

con varios escritos inéditos de Caldas, y

de estudios en

la libertad cientí-

ya directamente, ya

1849, "'' completa, útiles notas del

pero aumentada

General Acosta.

COLOMBIA

33

por medio del contrabando, vulgarizó en

buenas y malas, del siglo á prever con tiempo que bía

la

colonia todas las ideas,

nuestros gobernantes no llegaron

xviii. Si

ardiente de los criollos no ha-

el espíritu

de contentarse mucho tiempo con

la ciencia

pura, sino que ha-

bía de lanzarse rápidamente á las extremas consecuencias políticas

que quizá en aquella cultura venían envueltas, aun esta misma generosa imprevisión es para sus nombres un título de gloria. Si la prosa científica apareció adulta

perfecta, casi por instinto,

y

en algunas páginas de Caldas y de sus colaboradores del Semanario,

no podía esperarse otro tanto de

poesía entregada á copleros

la

adocenados, que copiaban sin discernimiento lo más prosaico de

Ya,

literatura peninsular.

moso mulato D. Manuel

al

tratar de

Cuba, hicimos mérito del

la

fa-

del Socorro Rodríguez, primer bibliotecario

y primer periodista de Bogotá, hombre honrado, laboriosísimo y por muchos conceptos benemérito, que desde 1791 hasta 1797 publicó, bajo los auspicios del Virrey Ezpeleta,

el

Papel Periódico de Santa

180Ó El Redactor Americano, y más adelante otros papeles. Escribió innumerables poesías, ó más bien prosas rimadas, de que

Fe, en

tengo algunos cuadernos manuscritos, y en Bogotá existen muchos

más: todo

ello frío,

nía por único

pero no en

muy

la

prosaico

modelo á

y

arrastrado,

Iriarte

remedándole en

discreción ni en el

relevantes con que Iriarte

Casi al

,

mismo tiempo que

buen gusto,

ni

la falta

se

propo-

de fuego,

en otras cualidades

disimula.

la

el

como de quien

periodismo, nació

el

teatro,

que

tuvo desde 1794 local estable, construido á expensas del comerciante español D.

Tomás Ramírez.

vidad varios círculos

literarios.

Existían con

más ó menos

D. Antonio Nariño, uno de los po-

cos que ya en 1793 conspiraban de verdad contra

la

Metrópoli,

proyectó establecer uno, consagrado á la Libertad, la Razón Filosofía, al divino Platón tierro á causa

y

á Franklin;

Derechos del hombre, hizo que naufragase

procediese

los afiliados,

más que contra Nariño y

paña bajo partida de

y revolucionario de

registro.

la

el

opúsculo de los

proyecto y quedasen aunque por entonces no se el

Zea, que fueron enviados á Es-

Contrastaba con

esta Sociedad, la

y

pero su persecución y des-

de haber impreso clandestinamente

con nota de sospechosos

acti-

muy

el

carácter tenebroso

inofensiva Tertulia

En-

CAPITULO SÉPTIMO

34

trapéUca que se juntaba por

noches en casa del humilde y devo-

las

tísimo bibliotecario Rodríguez, para leer é improvisar coplas

vas de

lo

estilo se

más candoroso que puede imaginarse. Otra

tertulia

festi-

por

el

Doña Manuela Santamaría de Manrique,

reunía en casa de

con nombre de Academia del Buen Gusto que ya había tenido en ^

iMadrid otra

De los

muy

famosa y aristocrática en tiempo de Fernando VI.

versificadores

corro Rodríguez era á veces muestras

que pululaban en estos círculos de Bogotá, Soel

más fecundo; pero \^ergara

de otros

varios.

Ante

todo,

trae noticias,

y presenta un pequeño

grupo de poetas nacidos en Popayán, extremo meridional del ViMaría Valdés,

rreinato: el improvisador D. José

cisco Antonio Rodríguez,

quien

la

y

el

elegiaco D. José María Gruesso, á

repentina muerte de su

mance endecasílabo, imitando gico desengaño le llevó trato de las

al

á

D. Fran-

el satírico

amada

Young y

dictó unas Noches en roá Cadahalso (l). Este trá-

sacerdocio, pero no le hizo abandonar el

Musas durante toda su

que murió en 1835, de canónigo de

vida, la

que no fué corta, puesto

Catedral de Popayán.

Su

ins-

piración continuó siendo lúgubre, pero su gusto mejoró algo; tra-

dujo en verso Los Sepulcros^ de Harve}^, y escribió un nal en dos cantos, Lamentaciones de Pabén.

De

poema

ellos

origi-

transcribe

Vergara estos versos, que no son enteramente malos: ¡Oh bosquecillos de frondosos mayos, Románticos doquiera y hechiceros!

¡Sombras amables del jardín silvestre

Y

de

los altos robles corpulentos!

En donde

el

Payanes, á quien natura

Dio un corazón sensible, dulce y tierno. Iba á gemir de humanidad los males,

Ó á pasear Do

sus caros pensamientos.

tantas veces con su dulce lira

Cantó Valdcs sus expresivos versos,

Ó el

sabio Caldas, con pensar profundo,

En pos de y

(i)

Ur.nnin sp subió á los cielos.

Las Noches de Zacarías

Junta Privada del Buen

Gusto...

crito citado por Vrrgara.)

Geitssor

En

la

(anagrama de Gruesso),

socio

(ie

la

ciudad de Santa Fe de Bogotá (Manus-

COLOMBIA

35

Yo La

así prefiero

pobreza y miseria, y las desdichas,

Por pisar de Payan

el triste suelo.

Para ofrecerle mi sensible llanto,

Para abrazar sus desdichados restos,

Para hacer un sepulcro en sus ruinas

Y Cítanse de ellos

él

en estrofas

mi vida acabar con

sus recuerdos.

también cuatro himnos para sáficas.

uno de

las escuelas,

Gozó fama de orador sagrado, y

sermo-

los

nes suyos que andan impresos reflejan fielmente los cambios políticos de su tiempo y los de sus propias opiniones, realistas primero,

republicanas después; una de estas oraciones fué predicada en las

exequias de

la

segunda mujer de Fernando VII, otra en

acción de gracias por

que se fundase

la

discurso inaugural

el triunfo

la fiesta

de

de Ayacucho. Contribuyó mucho á

Universidad del Cauca, donde leyó en 1822 un

sumamente

celebrado, pero que

hoy

pasaría por

trozo de retórica palabrera.

Don José María ser Magistrado en

de Salazar

(l),

que, andando

el

tiempo llegó á

Venezuela y Ministro plenipotenciario de

la

Co-

lombia de Bolívar, y autor del primitivo himno colombiano, era otro poeta prosaico, pero

muy

culto,

debida en parte á su importancia

que logró

oficial.

transitoria fama,

Siendo estudiante compu-

Eneas y El Sacrificio de Idomeneo^ dos de las primeras piezas originales que se representaron en el teatro de Bogo-

El

so

tá.

Soliloquio de

Suyo

es

conmemora

también la

el

Placer público de Santa Fe,

llegada del Virrey

hizo una traducción en

Amar y Borbón

romance endecasílabo de

poema en que en 1804.

se

En 1810 de Boi-

la Poética,

Nació en Ríonegro (actual provincia de Antioquía) en 1785, y murió en París en 1828, después de haber desempeñado altos cargos diplomáticos. (i)

Además de varios opúsculos en prosa, publicó: El Placer público de Santa/e'. Poema en que se celebra el arribo del simo Sr. D. Antonio Amar y Borbón^ Caballero profeso del orden de

excclcnií-

Santiago,

Teniente general de los Reales Ejércitos, Virrey, Gobernador

y Capitán general del Nuevo Reitto de Granada, por D. José María Salazar, colegial de San Bartolomé... Con licencia. En Santafc de Bogotá. En la Imprenta Real. Por don Bruno Espinosa de los Afonieros. Año de 1S04. Arte Poética de Monsieur Builcau, traducida al verso castclla7io por

el

doctor

CAPÍTULO SÉPTIMO

36

muy inferior

leau, traducción

tan desmayada

tiempo de

la

á las de Arriaza

y prosaica como

y

el P.

Alegre, y casi

En

de Madramany y Carbonell.

la

La Campaña

Independencia publicó dos poemas:

de

Boyacá y La Colombiada; uno y otro yacen en el olvido más profundo. A los Soliloquios trágicos de Salazar hay que añadir El Zagal de Bogotá, de D. José Miguel ^Montah'o, representado en 1806, otra de las

primeras, aunque infelices tentativas del teatro neorgranadino,

que nunca ha medrado mucho. Montah^o murió

en

1

8 16

poeta jocoso, de aquellos cuyos donaires, en demasía

tri-

fusilado

con Caldas y otros patriotas.

Como y

viales

caseros,

no resisten á

clérigo insurgente D. José

burlescos:

Más

La

la

dura prueba de los años, se cita

Ángel Manrique, autor de dos poemas

y La Tunjanada, que andan

Tocainiada.

manuscritos.

ingenio tuvo, aunque con frecuencia mal empleado,

el

Juan Manuel García Tejada, á quien cuelgan generalmente

nidad de cierto poemita en alto grado ofensivo á olfato,

fidelísimo partidario

dactor de la Gaceta de Santa

Fe en tiempo

su lealtad hasta aceptar los rigores de

murió

la

muy

anciano en Madrid en

1

la

de

la

Dr.

Don

la pater-

pulcritud del

y que será conocido de cualquier español por

Fué García de Tejada

al

causa

estas señas. realista; re-

del general Morillo, llevó

expatriación perpetua,

84 5. Se perdió un largo

José María Salazar, quien la dedicó al Sr. José' Ignacio

Po7)ibo, en el

y poema

año de 1810.

Bogotá. Impresa por Valentín Martínez. Año de 1828.

Empieza:

Piensa en vano subir un mal poeta la elevada cima del Parnaso, Cuando se empeña temerariamente En el arte de Apolo soberano:

A

no

Si

siente del cielo la influencia,

Si su estrella al nacer

En

Ó

La

lo

ha formado,

de su propio genio siempre esclavo,

Sordo

Y

no

aquella impotencia retenido,

le

viene á ser

de tardías alas

Colombiada ó Colón,

el

el

mismo Febo

el Pegaso...

Amor d

la

Pati ia y otras poesías

cas, 1852.

Empieza:

No

hazañas canto de inhumana gente,

Mas la de aquel varón esclarecido Que de Occidente á descubrir la tierra Atravesó

el

Atlántico temido...

líricas.

Cara-

COLOMBIA

que había compuesto sobre gara

le

atribuye

el

libros de devoción, le

perdonásemos aquel

si

Nueva Granada. Verque anda anónimo en algunos

revolución de

la

siguiente soneto,

y que

37

realmente fuese suyo, bastaría para que

insufrible

pecado de mal olor y mala crian-

za ¿ que principalmente va unido su

nombre:

Á JESÚS CRUCIFICADO

Á vos

corriendo voy, brazos sagrados,

En la cruz sacrosanta descubiertos, Que para recibirme estáis abiertos

Y

por no castigarme estáis clavados.

A

vos, ojos divinos, eclipsados.

De tanta sangre y lágrimas cubiertos, Que para perdonarme estáis despiertos,

Y por no confundirme estáis cerrados. Á vos, clavados pies para no huirme; A vos, cabeza baja por llamarme; A vos, sangre vertida para ungirme; A vos, costado abierto, quiero unirme, A vos, clavos preciosos, quiero atarme Con

ligadura dulce, estable y firme

Otro soneto agradeciendo

al

(i).

Arzobispo de Bogotá, Mosquera, una

cuantiosa limosna que envió al pobre

y anciano

poeta, empieza con

estos agradables versos:

Escucha Dios en su encumbrado

De humildes

golondrinas

el

cielo

gemido,

Cuando, lejanas del paterno nido.

Vagan desamparadas en su

vuelo...

Poeta de festivo humor como García Tejada, aunque más limpio

y comedido en paña, fué

(i)

el

Tengo

sus gracias,

y

fidelísimo

como

él

á

la

corona de Es-

gaditano D. Francisco Javier Caro, tronco de

casi la seguridad

de haber leído este soneto en

las

la familia

obras de

al-

gún poeta muy anterior á Tejada, pero no puedo recordar quién sea. Por su parte, el Sr. Gómez Restrepo (notas á la Literatura de Vergara, p. 452) hace notar que «en el número 4.° del Investigador Católico, periódico que se publicaba en Bogotá en 1838 (cuando aún vivía el Dr. García, aunque lejos de la patria)

aparece reproducida

tal

composición con

las iniciales

que no sospechamos á quién puedan corresponder».

P. de

V.

y

P.,

CAPÍTULO SÉPTIMO

38

más

en

¡lastre

colombianas, abuelo del vehemente y

las letras

filo-

sóñco poeta José Eusebio Caro, y bisabuelo del grande humanista, poeta y crítico á quien debemos

mejor traducción de Virgilio que

la

hay en nuestra lengua. Quedan de Caro,

y

satíricas

arte ni el estudio,

cual

al

dejó notas manuscritas á

la

no era

la

abuelo,

muchas décimas

más que

chispa andaluza

el

embargo, puesto que

ajeno, sin

Poética de Horacio,

y sostuvo

^•ictorio-

con D. Manuel del Socorro Rodríguez y su Papel Pe-

sas polémicas riódico.

campea

burlescas en que

el

Tenía Caro especial inquina á

la

literatura

de

los criollos,

pero envolvía esta desaprobación suya en formas tan chistosas y era de carácter tan inofensivo y benévolo, aunque dado á chanzas

y zumbas, que ninguna de con

él,

La

ni sus golpes hacían

sus víctimas literarias llegaba á enojarse

nunca sangre

(l).

de Caro vino á emparentar, andando

familia

de otro poeta,

el

el

tiempo, con

la

Dr. D. !Miguel de Tobar, natural de Tocaima, ju-

risconsulto insigne é incorruptible magistrado, de quien hace hon-

rosa

mención Groot en

de Nueva Granada

el

(2).

tomo Por

numen

m de

los

su Historia Eclesiástica y civil

años de 1814 á 1818 compuso

el

Dr. Tobar con

fácil

género y

de Fr. Diego González y Meléndez cuando querían

estilo

algunas odas horacianas, ó

imitará Fr. Luis de León. Conozco las dirigidas al

y alguna otra, que guardaba Miguel Antonio Caro.

ilama,

(i)

ñals

más bien

del

Muña, al Tequen-

inéditas su ilustre nieto

Don

En 1904 publicó en Madrid el profesor de Medicina D. Francisco Viun manuscrito muy curioso de D. Francisco Javier Caro, que lleva el

extraño título siguiente: Diario

lie

la

Secretaria del Virreynato de Santa Fee de Bogotá.

prchende más que doce dias. Pero no importa, que por la uña

por

la Jaula el

paxaro^y por

la hebra se saca el ovillo.

Año

No com-

se conoce el leojí,

de ijSs-

Es un cua-

dro interesante y divertido de las costumbres oficinescas de la colonia. En el tomo x del Repertorio Colombiano se ha publicado con el título de Santa/é en iS¡2 una correspondencia familiar de Caro (gran parte de ella en verso) con su amigo D. Juan Jurado; «muestra interesante (dicen los editores del Repertorio) del cristiano y apacible estilo de vida

abuelos, aun en aquellos dias en que ya

sangrientas de (2)

la

empezaban

que llevaban nuestros á ofrecerse las escenas

Revolución de Independcncia>.

Primera edición, Bogotá, 1870, págs. 672 y 673.

COLOMBIA

nombres

Si á estos

se

añade

el

39

Popayán Don

del presbítero de

Mariano del Campo Larraondo y Valencia, que en l8oi envió al Correo Curioso de Santa Fe de Bogotá (periódico dirigido por Don José Tadeo Lozano, Marqués de San Jorge, y D. Luis Eduardo A»iola) algunas odas de Horacio, traducidas con bastante llaneza

una excelente y prosaísmo, pero acompañadas de arte de traducir, que Larraondo entendía tan bien y

carta sobre

el

practicaba tan

y malos versificadores de la escuela del siglo xvín que florecían más ó menos obscuramente en los últimos días del virreinato de Nueva Gra-

mal

(l),

tendremos

casi

agotado

nada, acompañando, aunque

el

muy

catálogo de los buenos

de

lejos, el

movimiento

científico

que dirigían Mutis, Caldas y sus amigos. La guerra de la Independencia no suscitó en Nueva Granada nin-

gún Olmedo. Débilmente por dos ingenios de

la

está representada la poesía de este período

escuela clásica, Fernández Madrid

y Vargas

Tejada, que conservan cierta celebridad por los azares de su vida

más que por

el

mérito de sus versos, apenas leídos ya de nadie. El

Dr. Fernández Madrid, médico de Cartagena de Indias, se había

dado á conocer como poeta en

A

una oda

la Noche^

el

Semanario de Caldas, insertando

notable sólo por

que, apartándose del rigorismo clásico

Arriaza

(el

el artificio

polimétrico con

y siguiendo

las huellas

poeta español más aplaudido entonces en

se atrevía á introducir en bas, octavitas

de

final

una

sola

composición

las colonias),

sextillas endecasíla-

agudo, y alejandrinos, preludiando en esto

libertad romántica. El torbellino revolucionario envolvió á

dez Madrid, llevándole primero á

luego

al

Congreso de

Venezuela, en

el

las

la

de

la

Fernán-

junta patriótica de Cartagena,

Provincias Unidas de Nueva Granada

cual se distinguió por su fácil

y ardorosa

y

elocuen-

aunque por breve tiempo y en circunstancias enteramente desesperadas, á la presidencia de la República, que sucumcia,

y

finalmente,

manos en l8l6. Fernández Madrid, que no

bió en sus

de héroe (i)

En

ni

la

vocación de mártir, no sólo se rindió

tenía temple

al

pacificador

Biblioteca de Bogotá se conservan dos cuadernos manuscritos

intitulados: Rasgos morales, filosóficos^ históricos

y

políticos^

e7i

verso

y prosa,

compuestos y dedicados á la juventud de Popayán por el Dr. D. I^Iariano del Campo Larraondo y Valencia, presbítero. De ellos me dio noticia el Sr. Caro. ,

Menéndez t Pei.ato. — Poesía

hisJ>ano-amcricana. II.

3

CAPITULO SÉPTIMO

40

Morillo, sino que en humildísima representación fingió retractarse

solemnemente de sus antiguas tar

mayores males y

en ponerse

al

ideas,

facilitar la

y aun afirmó que

sólo por evi-

sumisión del país había consentido

frente de la insurrección. Esta representación (según

dicho atroz del historiador D. José Manuel Restrepo)

el

la vida,

en

la

pero no

el

(l) «le salvó

honor». El Dr. Madrid se quedó tranquilamente

Habana ejerciendo su profesión y escribiendo

y cuando

versos,

triunfó la independencia de Colombia, Bolívar

no tuvo reparo en

enviarle de ministro plenipotenciario á Londres,

donde

residió hasta

su muerte, acaecida en 1830.

Con

estos antecedentes cualquiera

puede dar su justo valor á

feroces diatribas contra España, que son

el

principal tópico de las

odas del Dr. ^Madrid. La firmeza que en sus actos públicos

compensarla desde

faltado, quiso

el

y seguro

quieto

las

asilo

le

había

de Lon-

dres con alardes declamatorios de un miso-hispanismo frenético, cre-

yendo que con

esto tenía bastante para

que

bia olvidasen su historia. Nadie abusó tanto

de vil servidumbre, de

gre y venganza^ de

la

los patriotas

como

él

de

de Colom-

los tres siglos

ferocidad castellana nunca saciada de san-

la eterna

ignominia del déspota

ibero^ del férreo

memoria del Dr. Madrid de los cargos políticos que por su conducta en la Presidencia de la República se le hicieron, en la excelente Biografía de D. José Fernájidez Madrid, arreglada por D. Carlos Martínez (i)

Vindícase

la

documentos recogidos y clasificados por el eminente hombre público D. Pedro Fernández Madrid, hijo del poeta (Bogotá, 1889). No puede

Silva sobre los

negarse que

la

vindicación es enérgica y victoiúosa en casi todos los puntos;

pero para nosotros queda en pie siempre un cargo, que podrá ser menos grave, pero que atañe á

moral del ciudadano:

el

la

delicadeza artística del poeta, no

menos que

á

la

haberse desatado desde Londres, y sobre seguro, en

injurias contra los españoles, á quienes,

de un modo ó de

otro, debía la sal-

vación de su vida. Re.-.trepo,

en

la

segunda edición de su obra histórica (Besanzón,

1S5S), rec-

mayor parte de sus juicios adversos al Dr. Madrid, cuyo carácter bondadoso y dulce, aunque falto de la firmeza necesaria para descender á la arena política en ¿pocas turbulentas, ha dejado muchas simpatías entre los hombres más ilustres de Colombia. No contribuyó poco á que el prestigio de su nombre se conservase y acrecentase, el ejemplo de la noble vida y mucha tificó la

doctrina de su hijo D. Pedro Fernández Madrid, sabio educador de

tud colombiana.

la

juven-

COLOMBIA cetro del

León quebrantado por

41

la libertad.

Relegó á España á vivir

África y

Europa; y para sus cuales había huido y se había humillado en 1 8 16,

en el rincón tenebroso incierto entre soldados, ante los

nunca tuvo más blandas

el

que

calificaciones

la

de bandidos, prófu-

las

gos, salteadores infames de caminos, ciervos, tigres tales.

Parece que en alguna ocasión

él

mismo

y

otras lindezas

se avergüenza de su

propio vilipendio, y exclama: Sangre española corre por mis venas;

Mío es su hablar, su

religión la mía;

Todo, menos su horrible

tiranía...;

pero á renglón seguido vuelve á renegar de su

con

la

esperanza de ver restaurado

el

raza,

y

se extasía

trono de los Incas y

las

pa-

ternales leyes de los hijos del Sol:

En fuego divino De doce monarcas

los la

Repiten sus ecos, que

De América

Andes

se inflaman;

voz paternal al

mundo proclaman

el triunfo, la gloria

inmortal.

¡Oh manes sagrados,

Volved aplacados!

Volved á

las

tumbas, familia imperial.

No más

servidumbre; no, sombras augustas;

Cesó

ignominia del yugo español:

la

Ya estamos vengados,

Y

reinan de nuevo, con leyes más justas,

Más dignos

del padre, los hijos del Sol...

La prisión y muerte de Atahualpa le arrancaban lágrimas á cada momento, haciéndole prorrumpir en interminables elegías, en que á su sabor vengaba en había hecho pasar

Las odas patriotería,

mos

políticas

una

críticos

sombra de Pizarro

I

)

las tribulaciones

que

le

general Morillo.

de Madrid son de

la

más

intolerable

sarta de denuestos en estilo de proclama.

americanos han llegado á reconocerlo, y

hermanos Amunáteguis

los

(

el

la

(l),

el

y hueca Los mis-

Juicio de

por duro que parezca, es en esta

Juicio critico de algunos poetas hispam-afiiericanos,

por Miguel Luis y

Gregorio Victor AmunátegiiL Santiago (de Chile), Imprenta del Ferrocarril, iBói.

CAPITULO SÉPTIMO

42

y ha hundido para siempre al poeta cartagenero, luz, que sólo pudo deslumhrar un momento á los que

parte inapelable,

de

astro

falsa

equivocaban

la

verdadera grandeza con

vano usa y abusa de toda sonificar las provincias

la

y

máquina

el énfasis

retórica,

y no

bombástico.

se harta de per-

las ciudades, la discordia, la traición, la

libertad, la gloria, la paz, la victoria, la tiranía,

y todo género de

tracciones; ave de vuelo rastrero, jamás asciende á la región

pestuosa á donde sube

Todo

la

canción triunfal de Quintana

incienso que empalagosamente se tributa

el

En

al

abs-

tem-

y de Olmedo. Libertador en

estas odas, declarándole superior á todos los grandes personajes his-

Fabio en

tóricos, á

saber

y

la

prudencia, á Aníbal en intrepidez, á César en

elocuencia, á Pelópidas, á Temístocles, á Poción, á Camilo,

á Cincinato, á Washington... todo este pedantesco

logo que

el

puede dar la

y

ridículo catá-

Dr. Madrid repite siempre que habla de su héroe, no

ni

aun remotamente

la

idea de

memoria aquellos solemnes versos ¿Quién es aquél que

Sobre

el collado

que

el

Simón Bolívar que dejan en

del gran poeta

paso lento

de Guayaquil:

mueve

á Junín domina?...

Considerado meramente como versificador, tiene cierto valor relativo de corrección

contrasta con lo escabroso, desaliñado

y

el

doctor Madrid

facilidad elegante,

y malsonante de

otros

que

mu-

chos autores de himnos y poemas de la independencia americana, muchos de los cuales (en Chile, por ejemplo, y en Buenos Aires)

más que contra España, contra

parecían haberse rebelado,

Por

las

más

triviales

nociones de nuestra prosodia

ficación

de Fernández Madrid es habitualmente limpia y muchas

(l).

el contrario, la versi-

veces sonora y armoniosa, combinándose bastante bien en su estilo los opuestos caracteres

de

la

escuela de Quintana

y de

la

de Arriaza.

Bello y Olmedo, los dos mayores poetas americanos de su tiempo,

(i)

estimaban personalmente á Fernández Madrid, pero creo que sentían tibia

admiración por sus versos. El segundo escribía

1827:

«Madrid está imprimiendo sus poesías,

canal,

no como

las

primero en Marzo de

aquí entre nosotros, lo siento.

mucha lima. Corren como las aguas de un arroyo... Le daña su extrema facilidad en

Sus versos tienen mérito, pero

de un

y,

al

muy

les falta

componer. En una noche, de una sentada, traduce una Mescitiana de Delavigne, ó hace todo entero el quinto acto de una tragedia.»

COLOMBIA

Sus condiciones nativas

que

al

primero;

gusto en

la

así es

que

le

llevaban

43

más bien á

más y

brilla

imitar

al

segundo

con menos

se deja leer

dis-

poesía ligera que en los raptos de la oda pindárica.

En

Habana, donde no podía imprimir versos contra España (aunque

la

no dejó de

cultivar la poesía política,

constitucional de

1

820), se dedicó

al

aprovechándose de

cultivo de la anacreóntica,

entonces compuso y dedicó á su mujer

las diez

llamó Rosas, llenas de erotismo tan sensual

comiendan por

como

candoroso. Por

que

cierta languidez criolla bastante agradable.

dos juguetes son

casi lo único

una parte del poema de

y

composiciones que

Mi Banadera y La Hamaca,

entonces compuso también

la libertad

se re-

Estos

que sobrevive de sus versos. Tradujo Los Tres Reinos de

Delille

la Naturaleza,

y el Ditirambo del mismo autor sobre la inmortalidad del alma. Compuso dos tragedias originales: Átala y Gitatimozín, que consideraba como principio de un teatro americano. Ni una ni otra sobrevivieron

que

el

al

éxito pasajero de las primeras representaciones, puesto

autor parecía haber prescindido hasta de las condiciones

más elementales

del

Si el Dr. Madrid,

drama

(l).

que con candorosa satisfacción de



mismo ex-

clamaba: ¡Feliz el

que ha nacido

Al mismo tiempo médico y poeta! Dos veces laureado

Por Minerva y

Apolo...,

La primera edición de las Poesías del Ciudadano Dr. José Fernátidez de Madrid (con título de tomo primero, aunque no salió el segundo), es de la (i)

Habana, 1S22, Imprenta Fraternal. Al 1828 hizo en Londres otra edición mozín,

que ya

el

fin

del

tomo

está la tragedia Átala.

más completa y añadió

año anterior se había impreso suelta en

nacionales perua?ias,

que

lo

la

En

tragedia Guati-

y las Elegías habían sido en Cartagena de Colombia en 1825. París,

Dejó, además, algunas Memorias sobre asuntos de Medicina, dos ó tres vindi-

caciones personales, y muchos artículos políticos. Existe una edición completa de sus Obras hecha en Bogotá en 1889, con ocasión del centenario

del poeta, á quien su ciudad natal, Cartagena de Indias, erigió una estatua.

El Sr. Martínez Silva, en tas

en

la

Biografía ya citada, ha publicado muchas car-

de Fernández Madrid, que para mi gusto escribía mejor en prosa que verso.

Su correspondencia diplomática de París y Londres es

tructiva y sabrosa.

muy

ins-

CAPITULO SÉPTIMO

44

dejó en sus escritos datos suficientes para juzgar lo que ta;

y aun como médico,

como poe-

malogrado joven Luis Vargas Te-

valía; el

jada fué víctima de hados tan adversos, que escasamente puede decidirse

si

había en

la

él

inclinamos, recordando entre sus versos líricos niosa silva

ma y

Al Anochecer y .,

y entre

dulce,

largo entremés, de

A

esperanza de un poeta.

esto último nos

delicada

la

y armo-

algún otro rasgo fugitivo de poesía

sus ensayos dramáticos la comedia, ó

Las Convulsiones picante y ^

ínti-

más bien

en demasía,

libre

pero de chiste espontáneo y genial. Por entonces estaban muy en auge en Bogotá las tragedias clásicas, especialmente las de Vol-

y

taire, Alfieri

sus imitadores españoles, prefiriéndose naturalmente

que contenían ardientes efusiones de liberalismo y apostrofes contra la tiranía y la superstición. Vargas Tejada, que hubiera po-

las

dido brillar en lo cómico, se

empeñó

infelizmente en calzar

co-

el

Sugamuxi, Doraminta y Aqidmin^ Catón en Utica y La Muerte de Pausanias.

turno, escribiendo tres tragedias,

y dos monólogos trágicos. En Vargas Tejada es más

un tipo perfecto de conspirador de buena gio clásico, admirador de Bruto

fe,

Fué de

los Septembristas

de Bolívar y estuvieron tirano.

De

muy

resultas, varios

de

de tiranicida de cole-

y de Catón, en cuya boca ponía

terminables romanzones endecasílabos contra dura.

Era

interesante la vida que los escritos.

que en

el

el

dictador

y

la dicta-

año 28 asaltaron

á punto de asesinar al los conspiradores

in-

la

casa

que llamaban

murieron en

el patí-

y Vargas Tejada, proscripto y fugitivo, escondido durante catorce meses en una caverna, acabó por perder el juicio ó poco bulo,

menos, y se ahogó involuntariamente en un refugiarse en la Guayana. Tenía

río

cuando intentaba

el infeliz veintisiete

años; había de-

mostrado talento precocísimo componiendo versos, no sólo en castellano, sino

en francés, alemán y

latín; era,

á despecho de su fana-

tismo político, dulce, afectuoso, sencillo, inclinado á

piedad y devotísimo de su familia, sentimientos que se declaran bien en una

carta la

mucho más

cueva en que (i)

Véase

la

poética que sus versos, escrita á su

vivía,

en 8 de Diciembre de 1829

la

madre desde

(l).

Estas cuali-

excelente Noticia biográfica de Luis Vargas Tejada, escrita por

D. José Caiccdo Rojas en

el

Anuario de la Academia Colombiana^ año de 1S74.

Nació Vargas Tejada en Bogotá, en 1802, y murió, del

modo que queda

COLOMBIA

45

dades, unidas á su trdgico destino, dejaron en

ánimo de cuantos

el

habían conocido un melancólico recuerdo, y explican en parte la exagerada estimación que en algún tiempo se hizo de sus méritos

le

literarios.

Se

le

como un

consideró

iniciador; se le llamó el Chénier

colombiano, «el ave que cantó primero en la mañana de Colomprecedió». Trunbia, tras la obscura y tempestuosa noche que le cada en

flor

aquella existencia, que parecía tan llena de promesas,

sólo es lícito

hoy

repetir,

como

mísero poeta, aquellos

epitafio del

versos suyos que parecen un vaticinio lúgubre:

Á

los risores

El hado

Cual

me

flor

de una tuerte acerba

arrojó desde la cuna,

ignota entre

la

humilde hierba.

La muerte de Vargas Tejada abre un paréntesis en la historia literaria de la República de Nueva Granada, desgarrada por las facciones y hundida en la anarquía durante muchos años. Pero la cultura poética tiene

brotar

allí

tan hondas raíces, que no tardó en volver á

más pujante que nunca,

acariciada por el

mismo

viento de la

nuevo lirismo un vigor y una independencia formidables. El romanticismo penetró por Venezuela, mas abierta al trato y comercio con Europa; pero así como en Ca-

tempestad

política,

que dio

al

pudo engendrar, con raras excepciones, más que una poeefectista, relumbrante y chillona, llena de impropiedades de

racas no sía

concepto y de forma, en Bogotá y en Popayán arrancó magníficos acentos dé amor y de ira á los espíritus ardientes é indómitos de José Eusebio Caro

y de

Julio Arboleda,

queñas suspiró con inefable melodía en gorio Gutiérrez González. Al siglo pasado,

y en

montañas antio-

las

dulces estrofas de Gre-

las

mismo tiempo,

la

escuela lírica del

renovada y transformada en cuanto

en D. José Joaquín Ortiz un excelso representante.

al espíritu,

En

tuvo

estos cuatro

Su principal maestro y consejero fué el poeta argentino MiFué Secretario de la Convención de Ocaña, y allí figuró entre los más

dicho, en 1829. ralla.

ardientes demócratas. Disuelta aquella asamblea

,

se lanzó á

la

conspiración

de que fué víctima. Sus Poesías fueron publicadas en 1855 por D. José Joaquín Ortiz, juntamente con las de D. José Eusebio Caro. Faltan en esta edición las tragedias Dora7ninta y Aquimin, que se conservan manuscritas.

CAPÍTULO SÉPTIMO

46 poetas

líricos,

tan diversos entre

se cifra lo mejor del tesoro poé-

sí,

tico colombiano, al cual la posteridad juntará las obras

ingenios vivos, de los cuales hay

mente encuentran

rivales

tres,

hoy en

calidad,

si

A

en América.

añrmar verdad tan notoria como que no en cantidad,

por

el

lo

de algunos

menos, que escasa-

nadie se hace ofensa con

Parnaso colombiano supera

de cualquier otra región del

al

Nuevo Mundo. Pero circunscribamos nuestra tarea á los límites que voluntariamente nos hemos impuesto. José Eusebio Caro fué el más lírico de todos los colombianos, por lo

profundo é intenso de su vida

franqueza

y

afectiva, la

que bajo una

arrojo en versos de forma insólita,

viril

corteza que puede parecer áspera y dura, cierta poesía íntima

medio

cual expresó con rara

esconden tesoros de

ardiente, á un tiempo apasionada

y

y

filosófica,

y medio española, que antes y después de él ha sido en castellano. La extraña y selvática grandeza de la poesía

inglesa

rarísima

de Caro procede enteramente de

grandeza moral del hombre,

la

que fué acabado tipo de valor y dignidad humana.

Poeta

No

ha dicho de

él

fué,

y altísimo poeta,

por poeta, empero,

mas por

D, Rafael Pombo, uno de

grande...

los espíritus

comprenderle. El heroísmo de su vida pública;

que tuvo del deber, cumplido siempre por

magnánima

mayo;

la

de

déspotas y

los

el

alti\ez

la altísima

él sin

de su carácter,

más dignos de noción

vacilación ni des-

inflexible ante el

puñal de los demagogos;

la

ceño

austera indepen-

dencia con que sacrificó patria, hacienda, reposo, y finalmente vida misma,

al culto

de

la

cia escarnecida, hicieron

ley hollada

y á

de su persona

la

la

vindicación de

la

la justi-

encarnación del perfecto

ciudadano, y dieron á su poesía aquella íntegra y honrada sinceridad, que es su mayor precio.

Y aquí

prosigue Pombo:

Serio, elevado, independiente, fiero,

No supo

hacer

reír, ni

hablar mentira.

Por ser gran corazón, es gran poeta,

Que hace

creer, sentir cuanto nos dice...

COLOMBIA Su estudio,

el

47

corazón; única fuente

Del verbo que arde y late y saca

Que

Y

Caro por

el

verso, dardo de

da su eterna resonancia

como no

Jamás,

acera

al

llanto,

la frente,

canto.

fuese en los días de aprendizaje, escribió versos

placer de escribirlos, sino porque su alma grande,

el sólo

tempestuosa y bravia necesitaba este medio de expansión, y tenía

que trasladarse entera á sus canciones. Huérfano, amante, esposo, padre, guerrillero, combatiente político, su

fué siempre la pa-

grande, generosa, humana, desbordada é irresistible en su

sión,

El alma de Caro era un volcán que en breve tiempo debía

oleaje.

consumirle.

mo

musa

Todo

lo sentía líricamente, es decir,

en un grado máxi-

de exaltación, concedido á pocos mortales. Su vida se compe-

netra con sus versos, y sus versos son inseparables de su vida. Ora

truene y fulmine contra

Libertad del

y

el

quiera rasgar

el

hacha espléndida

acaricie su

velo del porvenir

mogénito aún no nacido, ora

y adivinar

y

cortante.,

ora

de su

pri-

los destinos

presentarle en las fuentes bautis-

al

himno vigoroso á

males, entone un

La

ora exprese en versos divinos los éxtasis

el Socialismo^

amor conyugal, ora

tirano en las estrofas vengadoras de

la

acción civilizadora del cristia-

nismo; Caro, no por odio afectado á lo vulgar, sino por privilegio

de su exquisita naturaleza, nada siente y nada dice como los autores.

buena todo

y con tanta sencillez como si anduviese por los rumbos de mundo. Las fuentes de su poesía son ciertamente las de la

fe

el

pero todo solitaria,

hay

vulgo de

Recorre siempre una órbita excéntrica, pero tan de

poesía universal

y

el

allí

ello

y

eterna; Dios, el amor, la libertad, la naturaleza;

concebido y expresado de una manera tan indi\'idual

que parece que

recuerdo,

ni

aun

el

poeta es

lejano,

el

primero que

lo canta.

No

de otras armonías anteriores; se

conoce que Caro había leído mucho á

los

poetas ingleses,

cialmente á Byron, pero deliberadamente no los imita

no sea en su manera de acentuar

los endecasílabos.

y espenunca, como

Es imposible

confundir los versos de Caro con los de ningún otro poeta. Según sea

la

disposición del lector

los efectos: á

ni la

y

el

temple de su alma, serán diversos

uno parecerá estrambótico

extravagancia en

él

lo

que á otro sublime; pero

es deliberada, ni la sublimidad deja

nunca

CAPÍTULO SÉPTIMO

48

Xo hay

de ser espontánea.

ideas se acumulan en tan

verso de Caro sin idea, y á veces las

pequeño espacio, que

molde poético

el

y entonces, por uno ó por otro acaba por romperse. Así y todo, ¡cuánto más vale este poeta

resulta estrecho para contenerlas, lado,

abrupto, escabroso, pero lleno de alma, este poeta que hace sentir

y

pensar siempre, que tanto versificador de insípida elegancia, de

cuyos cantos sólo queda aires!

y

rumor que pronto

La técnica de Caro agradará más ó menos;

al

cerrar

puede hacer

el

se disipa

en los

tiene las ventajas

de toda innovación radical y violenta; pero no hay

los defectos

quien

el fútil

libro

el

de Caro, y hechas todas

las

salvedades que

gusto más escrupuloso y menos amigo de temerida-

des artísticas, no diga con plena convicción: «Este poeta sería un

genio ó un excéntrico; pero no hay duda que era

de aquellos que honran y ennoblecen Para nosotros era un genio sus facultades,

lírico,

cierta sobriedad

y

en

lui

hombre^

y uno

especie huinana.»

la

á quien sólo faltó equilibrio en

modo de

el

administrarlas.

Su

visión de las cosas tenía algo de desproporcionado; su sensibilidad

rayaba en una especie de calentura moral un tanto fatigosa para espíritus

una

mesurados; su ardiente bondad

filantropía nebulosa; el

caba á sus versos,

tormento

la

su alma, alejaban de su mente hasta

y

le

sutil

grave

vida, la

pureza envidiable de

más remota

la

modo

idea de lo có-

Baidición del feto

^

y sublime es, por ejemplo, el pensamiento de y sólo á censores torpes ó malévolos ha podido

parecerles otra cosa; pero ¿quién

duda que hay

roico en abordar de frente tal asunto,

todos los lectores

de

de su razón se comuni-

hacían de todo punto insensible á ciertas disonancias de

gusto. Grande, bello la

arrastraba á divagaciones de

y, finalmente, su seriedad ingénita, el

que tuvo siempre de considerar

mico,

le

tal poesía,

el

cierto

candor he-

y que no puede

exigirse á

temple de alma necesario para ponerse

cerrando los ojos

al

importuno recuerdo

al

nivel

tocológico?

El carácter peculiar del estilo de Caro está admirablemente defi-

nido en los versos siguientes de

Pombo:

Él del Albano desdeñó indolente

Las tintas exquisitas y graciosas: No era el raudal do muelle y blandamcule

Van resbalando lágrimas y

rosas.

COLOMBIA Sus palabras, dcJ

Se entrechocan

Como

al

tal

Numen

49 tormento,

al

vez y se atrepellan.

rapto del Niágara violento

Rocas, troncos y témpanos se estrellan.

Él siempre //c«j¿í y dice. Tosco ó bello,

Cada verso de Caro

es

una idea.

Mas bien rebosa atropellado acaso El raudo hervir de sangre y pensamiento; Circunda la figura un aire escaso,

Y

lo suple el lector

tomando

aliento.

t

Que Caro

rudo, tosco, áspero, inarmónico, dicen muchos.

es

Pero es cierto que desaliño, ni

do en

la

dureza de Caro no procede de ignorancia ó

mucho menos de

la práctica cierto

ble de la

falta

de oído, sino de haber exagera-

sistema prosódico que

mayor profundidad

él

juzgaba insepara-

la

mayor

y de

del concepto

intensidad

y de haber roto demasiado bruscamente con cierhábitos de versificación rápida y dactilica que predominan en la

del sentimiento, tos

moderna poesía

castellana.

Para comprender estas innovaciones de

Caro, hay que distinguir en

él,

quizá cuatro distintas maneras. ción

y

como ha

En

la

aprendizaje, Caro, lector asiduo

distinguido su hijo, tres

más y

y

antigua, en la de forma-

entusiasta de Quintana, de

Gallego, de Lista, de Reinoso, de Martínez de la Rosa, era un ver-

y numeroso, con aquel mismo género de número amplio, libre y un tanto oratorio que domina en nuestros excelentes poetas de principios del siglo xix, los cuales, poco ó nada afectos sificador rotundo

á las estrofas regulares ni á la disposición simétrica

poéticos, se encontraban

de

la silva,

más

á sus anchas en el

de los períodos

molde holgadísimo

ó del verso suelto, ó del romance endecasílabo.

canción italiana restaba sólo

el

simulacro, puesto que

ni

ya

De

la

las es-

mismo número de versos, ni se combinaban los consonantes conforme á la misma ley, y aun por añadidura muchos

tancias tenían el

versos quedaban sin rima. Esta libertad métrica, en que no se ha

reparado bastante, fué sin duda ocasión de grandes bellezas, y trajo consigo cierto género de emancipación literaria en cuanto miento; pero no puede dudarse que abrió

las

puertas á

la

al

pensa-

amplifica-

CAPITULO SÉPTIMO

3© ción y á

é hizo que

la palabrería,

ritmo oratorio, vago y no men-

el

surado, se sobrepusiese excesivamente

ritmo poético. Los prime-

al

y pomposa, y

ros ensayos de Caro pertenecen á esta escuela noble

poema Lara ó

entre ellos sobresalen los fragmentos del ros (1834), en los

que no

sin razón

reconoce

el ilustre

los Biicane-

editor de sus

obras influencia directa del estilo y dialecto propios del autor de

y del Edipo, si bien debe añadirse que en del poema, en la elección de un héroe pirata, en la Poética

de una venganza, y en

las

poemas

todavía hoy dominante en

mayor

ladas

El

la

Ciprés, Desesperación,

no en

la

ellos

parte de los lectores

como

el

gusto

y juzga-

composiciones

resultan

más

titu-

fluidas

comienza á verse algo de atrevido y desusado,

cierta grandiosidad

y

versos posteriores de Caro.

los

construcción material, á lo

imágenes y en

las

Mi Juventud,

en apariencia más correctas que Pero ya en

trágica historia

cortos de Byron. Para

fragmentos

así estos

mismo

escenas de subterráneo, algo se ve que

delata la lectura fresca de los

dores de versos,

el título

la

menos en

la

si

elección de las

sombría y vago sentimiento de

lo infinito:

En

¡No!

la callada

eternidad no sopla

El huracán del reino de los vivos;

Sus dilatadas soledades nunca Barrió el dolor con fúnebres vestidos...

Para comprender á qué punto de perfección, pero con qué tinte

de originalidad, había llegado Caro en en

el arte

el

manejo de

la silva clásica,

de recoger con gallardía los ondulantes pliegues de

la

toga en que se envolvían Quintana y Olmedo, léase íntegra esta descripción que

tomamos

está escrito con

la

misma

Así

Á

la

el

del

poema Lara,

advirtiendo que todo

firmeza:

divino Ganges ve en su orilla

gran

fiera

Luchar con

el

semejante á un monte feroz rinoceronte-:

Kl animal del asta retorcida

Arrójase furioso á su enemigo,

Bajo

Y

él

se pone,

la

cerviz abaja,

alzándose con ímpetu del suelo,

Abre su

vientre, arráncale

la

vida,

él

^

COLOMBIA ufano ya de

Y

la

Sobre su frente

victoria habida, lo levanta al cielo.

traspasado, Tremendo muge el monstruo breve, en breve, En los aires suspenso: en

Lanza

el

postrer bramido prolongado,

conmueve:

Con que el eco á lo lejos se La sangre á mares llueve, suelo Con las ondas se mezcla, el

Y

al

remueve, matador, que en vano se

Inunda

La

la cerviz, los

ojos ciega.

luz súbito escápasele

Cual ráfaga vivísima:

Aún

riega,

sobre

Mas ya

la

el

la

de

ellos,

carga

cuello pertinaz sustenta;

muerte, silenciosa y lenta.

Adelántase, llega, extiende

el brazo,

Tócalo, y confundido,

Rodando

se

derrumba

vencido. El vencedor debajo del retumba; Al golpe el monte cóncavo umbrío; Gime el valle profundo, el bosque

Y

lejos

Huye el espíritu

Pero

de su

veloz

el

orilla

profanada.

espantado

río (i).

encerrarse largo impaciente de Caro no podia ya agotada por grancuya virtualidad parecía

tiempo en una forma

comenzando quiso abrirse nuevo camino, des poetas anteriores, y clas.co ya solo prosódica del hexámetro imitación la ensayar por mas Los hexámetros de Caro, ya combinado con parecidos á

el

endecasílabo.

los ingleses

que á

los latinos,

cumplen todav.a n,enos clas.co

ó aproximacón al t.po de Villegas con la semejanza verso para acentuación que requiere todo y con las condiciones de desistió muy pronto tuvieron éxito, y el autor no que es Así serlo tardo en ensu métrica propia, y no de su tentativa. Pero buscaba arrebatado en e audaz en el pensar, tan tan poeta, Este contrarla. en la la proporc.on matemafca gustaba hasta con exceso de

que

los

sentir,

estrofa,

(0

y

En

del ritmo preciso

y musical en cada

verso.

De

los esfuer-

otro reconocido una feliz imitación de este último verso se habrá

de Virgilio, en

el

episodio de Caco (.ííneid., Dhíullatil rif

con que

el

pobre

la-

prepara su frugal al-

62

CAPÍTULO SÉPTIMO

muerzo con

ruda y otras hierbas, mezclando queso, aceite

ajo, apio,

y vinagre para componer un de

Dicen que

cierto almodrote.

poemita griego de Par-

este raro idilio le tradujo ó imitó de otro

que hoy no se conserva; pero, sea como

thenio,

solitario

en

los pasajes

autor

el

fuere, es

ejemplo

y supera mucho en rusticidad á menos pulidos de Teócrito. El que haya leído y recuerlas literaturas clásicas,

de este poema, que Heyne caracterizó ^argujiientmn ex vita privata

muy

bien con estas palabras:

tenui hominiim humili loco natoruní

et

petitium^ podrá formarse idea aproximada de la poesía

muy

sana,

robusta y confortante, pero de todo punto montaraz, que constitu-

ye

el

mayor hechizo de

Memoi'ia de Gutiérrez González. Algunas

la

pinturas de la vida rústica en insignes novelistas modernos, en

nuestro Pereda, por ejemplo, pueden servir también de tipo de

comparación

Todo

aproximado.

más bien

es original, ó

tivo del maíz, la

muy

humorada

Memoria sobre

exótico, en la

el cid--

pero no todo es igualmente digno de alabanza. Pase del título

y

forma de Memoria

la

cientíñca; pero

no

pueden pasar una porción de versos prosaicos, compuestos adrede para hacer reir con

la

extravagancia, ni el abuso afectado (no

uso) de un vocabulario provincial, ó

por

la

novedad y extrañeza de

la

más bien

local, exigido

el

en parte

materia, pero del cual hace

el

autor intemperante alarde, para cumplir aquel dicho suyo:

Yo no

Y

escribo español

tan antioqueño escribe, que

,

sino antioqueño.

este

si

poema no

llevara,

como en

las

ediciones lleva, un centenar de notas, sería con todas sus bellezas

una arca cerrada, no sólo para otras partes, sino para los

rincón en que escribía

el

los espaíioles

y para

los

americanos de

mismos colombianos nacidos

poeta. El lenguaje popular y rústico, el

vocabulario especial de cada labor y de cada industria,

una de zarse

las fuentes

es, sin

más caudalosas y salubres en que puede

y rejuvenecerse

vocabulario, y,

fuera del

la

lengua

por decirlo

literaria;

así,

culta, requiere singular talento

pero

la

duda,

vigori-

adaptación de este

su compenetración con la lengua

y gusto

duda que Gutiérrez González, poeta

muy

ejercitado,

nativo, pero

de

y no hay

muy

cortos

COLOMBIA á la ejecución rápida y descuidada, traspasó

estudios

y dado

veces

justo límite en esto.

el

63

muchas

Fuera de estos lunares, bien disculpables en tentativa tan nal,

Memoria

la

con su objeto:

sobre el cttltivo del

como ha

es,

más humildes y

las

simpatía de su cantor

asunto,

al

y por

mente Gutiérrez González poseía criptiva directa,

como

ridicula

potencia de color

y de mucho

manera de hacer

la

regar

las

si

La suya

prosa.

es poesía des-

se quiere;

y

á un tiempo.

viril

las rogativas, el

Si

de

y

sería sin

entre

el

la

duda

la

método de

que ha sabido descubrir en cuadros tan admira-

quema,

el

de

y

el

ranchería,

la

de

la

más nacional de América

de la

literatura

la (l).

ahora analizados, aunque tan diversos en

decirse

romanticismo y

el

cocina de

tendencias, concuerdan en pertenecer á la escuela

y aun puede

tica,

de

el cultivo

animales que hacen daño en los

recolección de frutos

la

tres poetas hasta

estilo

el

el

poseyese muchas cosas como este poema,

colombiana

Los

los

hasta

,

vista tan pobre, trazando

y tan diversos como

roza.

barbechos ó rozas

los

es admirable la fecundidad

un asunto á primera bles

la

música del verso». Real-

relieve; graciosa

sementeras y espantar

Y

granos.

por

útiles labores,

El autor lo describe todo, desde los terrenos propios para

y

trans-

pero no prosaica y del Observatorio Rústico de Salas, sino de gran selección,

sin

la

la

la

don divino de convertir en

el

más desdeñada y cotidiana

poesía la

maíz cumple admirablemente

dicho Pombo, «la idealización,

formación en poesía de

origi-

román-

que Gutiérrez González sirve de puente

el

realismo limpio y de buena casta. Por el

Medardo Rivas, 1 88 1, 8.", con dos magníficos prólogos, uno de D. Salvador Camacho Roldan, y otro de D. Rafael Pombo, y un prólogo y notas sobre la Me?no7'ia Poesías de Gregorio Gutiérrez González. Bogotá. Imprenta de

(i)

del tnazz, por D.

Manuel Uribe Ángel.

Nació G. González en quía).

la

Ceja del

Hizo sus estudios en

el

Tambo

(estado,

hoy provincia, de Antio-

seminario de Bogotá y en

el colegio

de San

Bartolomé, graduándose de doctor en Jurisprudencia. Fué varias veces diputado y senador, y ocupó cargos en

muy

contraria

La primera

la

fortuna y vino á

edición,

muy

la

Magistratura.

En

suma pobreza. Murió en

la

6

años

le fué

de Julio de 1872.

incompleta, de sus Poesías, fué hecha en 1867 por

D.José María Vergara,.y hay otras posteriores; pero rada es

los últimos

que antes citamos de

la

más completa y esme-

1881, publicada por sus hijos.

>

CAPÍTULO SÉPTIMO

64

contrario, D. José Joaquín Ortiz, egregio poeta lírico

muy

controversista católico, que en edad

cender

avanzada acaba de des-

sepulcro, representó con majestad,

al

ardiente

y

pompa y decoro

escuela de Quintana, no sin hacer repetidas concesiones

la

moderno

Ortiz rechazaba tal filiación, por considerarla incompa-

(l).

con sus principios

tible

y de

pero aquí no se trata del espíritu,

religiosos;

que en Ortiz era ortodoxo y aun lírico

gusto

al

ascético, sino

de su temperamento

forma grandilocuente en que se vaciaron sus mejores

la

inspiraciones.

Cuando quiso apartarse de

ella,

como en muchas

composiciones de sus últimos tiempos, fué para caer en un piadoso

muy desmañado

pero

pero en

meritoria sin duda,

grado pedestre, estropearon aquella mente elevada,

alto

quitaron algo de su serenidad nimios,

muy

de propaganda, labor

periodismo

del

prosaísmo. Los hábitos vulgares y funestos

y

vigor, le llenaron de escrúpulos

contagiaron su gusto, poniéndole

timorato y asustadizo;

le

y recelando

sin

de su público

al nivel

duda que

pureza clásica

la

fuese una tentación del demonio, acabó por vestir sus versos de

estameña. Los hay que no merecen

salir

de

la

colección de

de las Aldeas^ donde pueden servir de inocente recreo á

Pero antes que

cristianas.

el

El

Correo

las familias

periodista se sobrepusiese en Ortiz al

poeta, éste había producido con superabundancia lo que necesitaba

para su gloria: cinco ó seis odas desiguales, pero espléndidas, trozos admirables en

muy

muchas

y profundo, elocuencia avasacomo que nacía de íntima convicción y sincero entusiasmo,

grandeza en

mucho de

el

plan,

desarrollo progresivo

No

Ortiz,

tiene

realzadas por una versificación

fue extraño Ortiz á la influencia de Víctor

manera. La idea de

la

enumeración de

los

Oriental

2.",

titulada Canaris.

Pero

Hugo en

su primera

La Ban-

pabellones nacionales en

dera Colombiana, está evidentemente inspirada por la

y solemne, que

oratorio sin dejar de ser esencialmente poético, son las

cualidades dominantes en

en

poderosa ya que no

otras. Fantasía

pintoresca, sentimiento ardiente

lladora,

(i)

y

si

no

me

la

muy

engaña

arrogante que hay el

amor

á nuestra

lengua y poesía, la imitación de Ortiz resulta superior al original. En la oda á Boyacd hay una imitación deliberada, pero mucho menos feliz, de tres estrofas del Cinco de

>d'un giorno

Mayo de Manzoni. «Oh quante

inerte...

volte

all

tácito

— morir

COLOMBIA magnífica y robusta cuando

calor

el

no

advertirse que es uno de los poetas leerse: capaz

65 le

abandona. Porque ha de

más desiguales que pueden

de elevarse en sus buenos momentos

de lo

al nivel

mejor de Quintana, con animación no menos férvida y más jugo de alma; pero incapaz de sostenerse, por falta de gusto ó de atención,

en

la

cuando parece menos inspirado. Ortiz no sabía

hasta

maestro,

grandeza en que siempre habita su

esfera de noble

y aunque profesor toda su vida, no puede decirse que fuera humanista como Bello ó como D. M. A. Caro. Escribía con abundan-

borrar,

cia

de corazón, dominado por su asunto, y ansioso de desarrollarle

hasta los últimos ápices, con efusión, con énfasis sincero, en inmensos períodos poéticos

que

se

van ensanchando como

las

céntricas que forma la piedra arrojada á un estanque.

y sobriedad

temperamento

de su escuela; pero

dentro de

ni

ella, el

pensamientos,

la



hay que deplorar, aun

exceso de verbosidad con que recarga sus mejores

pompa

inútil

con que abruma sus estancias,

de decirlo todo sin dejar campo

En La Bandera

No hay que

que no eran propias de su

pedirle concisión

líricas,

ondas con-

libre á la

Colombiana, en Boyacá, en

En

quiere ser familiar,

y

la

la

oda Al Tequendama^

poesía de sentimiento, por

resulta

llamados poetas del hogar.

afán

imaginación del lector.

Ortiz deslumbra, pero fatiga por demasiado estrépito

demasiado continua.

el

y

brillantez

el contrario,

demasiado casero, como todos los

En

sus versos no

admirables de número y cadencia, ó suenan

hay medio: ó son

como

prosa. Parece

imposible tener á un tiempo tan prosaica y tan poética dicción, estilo tan

puro y tan abandonado, tan bueno y tan mal oído.

que en

Ortiz, naturaleza algo

Bolívar

y enemigo

clásico

y

Y es

contradictoria en todo, idólatra de

del espíritu de la revolución americana, poeta

partidario de

los estudios clásicos,

la.

absurda ojeriza del abate

paloma

sin hiél

Gaume

contra

en sus acciones y violentísimo

é intransigente en sus polémicas, dábase también el raro caso trabajar en

Cuando

un género

tenía

que decir algo grande,

cabeza: cuando

conocía

retórico, siendo él la espontaneidad

artificio

el

los

misma.

versos nacían hechos en su él

no

estilo

de

pensamiento era débil, obscuro, vulgar,

alguno para disimularlo, y escribía en

periódico ó de libro de educación

de

infantil.

Nunca hubo

artista

menos

CAPÍTULO SÉPTIMO

66

preocupado de su tos

arte,

y tan frecuentes

y por

esto es

más de admirar que sean

sus aciertos.

Escribió mucho, pero con cierta monotonía de asuntos

genes.

De grandes

poetas puede decirse otro tanto,

timiento lírico implica algo de reconcentrado

muerte, fueron

la naturaleza, la

ciones.

No

En

quizá

La

el

sen-

patria,

en algún tiempo

le llevaría

los

á ocultarlos ó á

felicísimo: el

allí

podía

águila, había

cumbres, y que se ahogaba en el estrecho poesía doméstica, á la cual se empeñaba en tributar

un culto por

lo

colombiana,

como

del Libertador

las

general tan

dos ojos de niño

y de

y de imá-

temas de sus can-

de su numen, que, como

las alas

nacido para posarse en

su vida,

severidad moral

si

y

exclusivo.

composiciones patrióticas fué

las

mover libremente recinto de la

y

los tres habituales

conozco versos suyos de amor:

hizo, su extraordinaria

destruirlos.

tan-

Cantó

la

patria moderna, la patria

quien había visto pasar delante de sus asombra-

la figura

Simón

modo

tal

infeliz.

ya heroica, ya magnánima, ya resignada,

Bolívar. Esta visión era el gran recuerdo le

dominaba, que llegó á exagerarle en tér-

minos harto disonantes con su piedad meticulosa:

Y

después al triunfador volviendo Del suelo de los Incas deleitoso, No cual Camilo en el ebúrneo carro Arrastrado por rápidos corceles, Ni de purpúrea clámide cubierto Y la frente ceñida de laureles Y vi después al héroe, entristecido Como un morir del sol, partir en busca De nuevo hogar en extranjera tierra vi

Quien hechos tan espléndidos ha visto, Es cual viajero que á sus lares torna Después de haber cumplido el pío voto tY el gran sepulcro visitar de Cristo». Se le escucha con ánimo devoto, Porque puede decir: «Yo vi; yo estuve; Yo al Calvario subí; yo el mármol santo Que encerró á mi Señor empapé en llanto»; Y el que atónito lo oye, se imagina Envuelto contemplarlo en una nube Que exhala los aromas

De

la

remota

de

tierra palestina.

COLOMBIA

67

Cantó también otra patria más antigua,

moderna,

y con ella el triunfo de la civilización Nuevo Mundo. ¡Espléndido canto éste de Los Colo-

salvo algunas caídas de estilo, no

y

la

la patria colonial,

cristiana en el nos^

y fundamento de

raíz

composición de Ortiz, y una de ricana! Poesía descriptiva á

más

las

muy

frecuentes, la mejor

finas joyas

un tiempo y

de

la

poesía

ame-

con algunos rasgos

lírica,

y de Bello, ajenos á la habitual manera de Ortiz, pero que indican lo que en este género hubiera podido hacer, aplicando á su estilo una labor más severa y paciente, y buscando

del estilo de Virgilio

en sus descripciones

la

más que

precisión

el lujo (l).

que de

la

escuela de Quintana conserva

cación social,

el

entusiasmo por

tante,

samente entendido,

la

el

carácter de predi-

progreso humano, aunque diver-

hombre y de

consideración del

sus obras

su misión histórica, sobreponiéndose á la consideración del

y de

mundo para

físico,

los fines

que

hombre doma y

el

pero hijo del siglo

nas deísta, execra

la

ideas: Quintana, español

adepto de su

xviii,

y hace servir oda A la Vacuna y

sujeta á cultivo

de su propia perfección. Entre

Los Colonos media un abismo de ta,

el

Poesía, no obs-

y

patrio-

filosofía, filántropo

y ape-

conquista americana: Ortiz, americano, hijo de

la

un insurgente^ y ciudadano de una República, pero cristiano hasta lo más profundo de su alma, educado en la gran reacción espiribendice con más clara comprensión de

tualista del siglo XIX,

toria la

vas,

obra santa de los colonos españoles, que allanaron

que

males

las

útiles al

de

los

la idolatría el

hombre:

que á

y de

de

(1)

Y

el

generoso caballo,

la vida, el

germen de

las razas inferiores

de

la barbarie;

primer palomar,

imprenta.

las sel-

despoblaron de bestias feroces, que importaron los ani-

cereales, sustento ojos;

la his-

la

primera

los

Véase, por ejemplo, este Otro

Y entre En

el

Do

se

la el

final

toro bienhechor, los

las flores,

redimieron de

que levantaron

iglesia, el

con ser tan distinto

el

el

carga llevará

al

las tinieblas

las ideas

estancia:

molino,

fragor del agua despeñada,

estrecho cauce atormentada

cambia en espuma cristalina, Recogerá, saltando en leves ondas, El blanco río de menuda harina.

de

primer molino,

primer hospital,

rumbo de

de una

el

encanto de los

la

primera

en Quintana

CAPÍTULO SÉPTIMO

68

y en

Ortiz, todavía vienen á coincidir

en un punto, que es

ficación del trabajo humilde, de las artes de la paz

ya en Jenner y en Guttenberg, ya en les del

y de

la glori-

la ciencia,

humildes colonos españo-

los

Nuevo Reino.

Dejó Ortiz pocas composiciones exclusivamente

puede decirse que

pero

penetra á todas, y no sólo

el espíritu religioso las

de un modo general y vago,

religiosas;

con admirable firmeza y precisión dogmática, con aquel acento que sólo brota del alma que es crissino

nunca se puede conñindir

tiana con cristianismo positivo, el cual

con

la

vaga exaltación sentimental del cristianismo

En

teaubriand ó de Lamartine.

literario

de Cha-

Ortiz pertenece á la

este punto,

escuela de ]\Ianzoni, de quien, por otra parte, presenta reminiscen-

A

Boyacá y en otras partes, aunque el estilo difuso y grandilocuente en que las expresa, nada tenga que ver con cias directas

la

en

la

oda

divina condensación

como Manzoni, no con

fe viva

posiciones

y

lírica

de

sólo siente

el

cristianismo, sino

práctica, engendradora de buenas obras.

muy desigualmente

deja doctrina

cristiana.

Del

no es

crimen! Es

el

la

herencia

Legada, no á sus hijos solamente, Sino también á su linaje entero

hombre entre penas

agoniza.

Naciones hay que bajan á sentarse

Sobre

el

estercolero

Como

el

antiguo Job, roto

Y

la

Que

el

vestido

frente cubierta de ceniza

¡No es crimen

en

purifica

el

dolor!

Es como

el crisol el oro;

Es cual

la

tumba

En que

la

humilde larva se sepulta,

Y de

donde

Con

ala tinta

Á

fría

y silenciosa

triunfante saldrá luego

en oro, azul y rosa

volar por el éter cristalino

Transformada en

él

en com-

sus-

Véase, por ejemplo, esta exposición

infelice genitor primero,

¡Ah! Si el

Aun

más profundo y

del misterio del dolor: ¡El dolor

que cree en

ejecutadas, se encuentran admirables

trozos de filosofía religiosa, que brotan de lo tancial

poeta milanés. Ortiz,

las estrofas del

festiva mariposa.

el

fuego

^9

COLOMBIA Esta es

Este

la

eterna ley de nuestra raza,

destino irrevocable y justo:

el

dolor alzarse hasta

la gloria,

Por

el

Por

el placer bajar hasta el

abismo

¿No se llamaba un Hombre de dolores El gran libertador del mundo mismo? Quiso nacer en un pesebre obscuro Y en el taller vivir de un artesano,

Y

escogió sus amigos

pescadores y mendigos. Sólo una vez entró, y esa en cadenas,

Entre

los

De Herodes

al

palacio:

vez y no más subió al Pretorio, esa en medio de bárbaros sayones.

Una

Y

Hijo de augustos Reyes,

Que

la

corona

sus sienes divinas

Adornó, fué de abrojos y de espinas;

Y

el

cetro de oro que

empuñó

su

mano

Una caña marchita Del Jordán arrancada en la ribera. Cuando después cual jefe valeroso, Al frente de las huestes que cejaban

Se arrojó generoso Al puente del dolor por Dios echado

Desde

la tierra al cielo.

Sacudiendo

la

piedra de su tumba.

Apareció de gloria circuido,

Mostrando á

naciones

cruz de su ignominia y de su gloria,

La

Y

las

entonando su canto de

más delicadas voces del

»en armoniosa competencia con los nueve coros, soberanos ruise»

ñores, divinas

Filomenas de

»dan con suaves acentos »melodía en

el

la gloria,

la cítara

celebren, festejen

del encarnado Verbo, cuya dulce

venturoso teatro de Belén gozosos escucharon esos

^celestes globos: festivos los arroyos, las flores

^quebraron

grillos

de

cristal al erizado

»apr¡sionan de nuevo su libertad

Todo

»cuerdas». contadas.

Y

y aplau-

y

plantas,

si

antes

Diciembre, agora gustosos

encanto dulce de sus divinas

al

un opúsculo de ocho hojas mal

este rótulo para

qué diremos de este otro con que

el

émulo de Domín-

guez Camargo preludia su invectiva, creyendo, sin duda, lanzar mor-

dardo contra

tífero

pobre poeta adversario suyo: «Lucifer en Ro-

el

»mance de Romance en »culta,

y

Hacha de una noche

Tinieblas, Paje de

se hace prólogo luciente ó

proemio

rutilante,

ó babadero

»corusco, ó delantal luminoso, este primer razonamiento al lector.»

Y lo

más gracioso

momento de

su

es

que

amor

á

los la

que

tal

pureza y sencillez del

á decir Jacinto Evia en un proemio

«sus »la

poemas

suma

se

repetir

»solía

asemejan unicho d

claridad

que

escribían hacen alarde á cada

lo

d

estilo,

llegando

la jitventiid estudiosa^

que

cristalino de las fuentes,

por

hallarás en todos ellos;

porque

sigo lo

que

mi maestro, que quería parecer antes humilde en

y concepto, que levantado por obscuro». Si estas eran aguas cristalinas que tenía que beber la juventud estudiosa de

»el estilo las

Quito y Guayaquil, ^"qué gosas

tales

serían las lagunas turbias

y cena-

?

Los chispazos de poesía en

el

maestro Evia son rarísimos: apenas

puede leerse con tolerancia otra cosa que

el

romance

Sol purpúreo de este prado...

Mbnéndez y Pelayo. — Poesía

hispano-americana.

II.

6

CAPÍTULO

88

que pusimos en nuestra colección tivo,

como

,

VIII

y algún rasgo todavía más

fugi-

de una décima, de sabor calderoniano:

este final

Mas

cuan en breves plazos

¡ay!

Llegué mi dicha á gozar,

Pues solo vino á estribar

Del alma tan dulce empeño,

En breves sombras de un sueño Que se acabó al dispertar

En

los villancicos tiene cierto

por ejemplo, en

el

de

la

sabor popular y llaneza relativa;

buena ventura de

Dame

la gitana al

niño Jesús:

una limosnita.

Niño bendito,

Dame las buenas pascuas En que has nacido: Niño de Dale á

Pago de

me

Si

rosas,

la gitanilla

glorias.

das la mano,

Infante divino,

La buenaventura Verás que Miro aquí

te digo. la

raya

Que muestra que aun niño Verterás tu sangre,

Baño

á mis delitos.

Serás de tres reyes

Rey reconocido, Y á este mismo tiempo

De un rey perseguido. En tu propia patria. Con

ser el rey mismo.

Vivirás humilde, Vivirás mendigo...

Parece que descansa millete Poético (y

de

fijo

el

ánimo cuando de

no serían menores

ranos de quienes no conocemos más que

las

las

el

lobregueces del

Ra

de otros poetas culte-

nombre, puesto que de

algunos de ellos se dice por gran elogio que «escribía en lenguaje

pequeño grupo de

hispano-latino») se pasa

al

muy

muy

inspirados, pero



sensatos,

los jesuítas poetas,

que salieron de

no

los colegios

ECUADOR de Quito y Guayaquil, en el trofe de su orden, honraron de

la

cultura italiana.

89

xvm, y que víctimas ele la catásnombre de su patria en los centros

siglo el

No hay

entre ellos ninguno comparable á los

Alegres, Abades, Landívares, Clavijeros y Molinas, que procedían

de otras partes de América donde

la

cultura había echado

más

raí-

y aun como naturalista tiene mérito indisputable el P. Velasco, y los poetas, aunque por lo general de escaso numen, prueban que había llegado bastante pronto á las regio-

ces;

pero

como

nes ecuatorianas rre,

historiador

el

cambio de gusto. Sólo

el P.

Juan Bautista Agui-

guayaquileño, conserva resabios del conceptismo, 6 más bien

Lobo y de Benegasi, y á juzgar por única poesía suya que hemos visto (las décimas que compuso

del equivoquismo de Gerardo la

burlándose de Quito y elogiando á Guayaquil), más bien debe ser puesto entre los copleros que entre los poetas formales, aunque no se le

puede negar

cierta gracia descriptiva,

y

lo burlesco:

Guayaquil, ciudad hermosa,

De De De

América guirnalda,

la

tierra bella esmeralda,

mar

la

Cuya

perla preciosa,

costa poderosa

Abriga tesoro tanto,

Que con suavísimo

encanto,

Entre nácares divisa

Congelado en bella

Lo que

risa,

el alba vierte

en

llanto.

Tribútanla con desvelo,

Entre singulares modos,

La

tierra sus frutos todos,

Sus influencias

Hasta

el

el cielo:

mar, que con anhelo

Soberbiamente levanta

Su

cristalina garganta

Para tragarse esta perla,

Deponiendo su

ira al verla

Le besa humilde

la planta.

Los elementos de intento La miran con tal agrado,

ésta

no solamente en

CAPITULO



VIII

Que parece se ha formado De todos un elemento; Ni en ráfagas brama Ni

el

el viento,

fuego enciende calores,

Ni en agua y tierra hay rigores;

Y

así llega

En

á dominar

tierra, aire,

fuego y mar,

Peces, aves, frutos, flores.

Los rayos que

repasan

al sol

Allí sus ardores frustran,

Pues son luces que

la

ilustran

Y

la

abrasan.

no incendios que

Templados de

esta

Calor y fresco entre

Hacen que

florezca

manera

sí,

allí

Una

eterna primavera;

Por

lo cual, si la alta esfera

Fuera capaz de desvelos, Tuviera, sin duda, celos

De

ver que en blasón fecundo

Abriga en su seno

el

mundo

Este trozo de los cielos.

alientos tuvo el P. José Orozco, natural de

Mayores autor de un

bre

épico en cuatro cantos y en octavas reales so-

Conquista de Menorca en 1782, que por primera vez dio á

La

Mera en

luz el Sr.

El

poema

Riobamba,

poema

es

su libro ya citado acerca de la poesía ecuatoriana.

uno más entre

los

innumerables de su clase y de su

tiempo; pero no puede decirse que carezca de cierto mérito relativo.

No

falta,

por supuesto,

la

consabida máquina^ y es de

las

más

que pueden imaginarse: un personaje raro, que resulta propio dios Marte, se presenta en el palacio del bueno de

estrafalarias

ser el

Carlos

III

prender

y después de

la

emDuque de

rendirle cortés obsequio, le exhorta á

conquista de Menorca y confiar

el

mando

al

Crillón.

Pero á despecho de tan disparatado plan, que tiene muchos similares

en cantos épicos del

siglo xviii

acierta á veces con octavas tan felices

cerá sin esfuerzo

el original

y aun de más acá, el autor como ésta, en que se recono-

de unos famosos versos de Heredia.

ECUADOR

9

Como en contrario clima degenera No pocas veces desgraciada planta, Aun cuando cuidadoso más se esmera En su cultivo aquel que la trasplanta, Tal mi musa

infeliz

en extranjera

Región se ve degenerar,

Aura nativa

fáltale,

si

y con

canta;

ella

El dulce influjo de benigna

estrella.

No creemos que Heredia, que de exceso de erudición no pecaba, hubiese leído La Conquista de Menorca^ que, según creemos, estuvo hasta 1868, pero

inédita

semejanza es tan próxima y evidente,

la

que no podemos explicarla sino por

la

existencia de un

común, que hasta ahora no hemos podido descubrir

modelo

cuál sea.

De

todos modos, quien fué capaz de escribir esta octava no era poeta vulgar, por

Tuvo

más que haya dejado

el P.

otras pésimas

Orozco un hermano,

jesuíta

y ninguna iguala

como

interminable elegía en doscientas décimas, con tos

por

la

él,

ésta.

autor de una

el título

de Lamen-

muerte de la Compañía de Jesús^ y consuelos al ver que

comienza á resucitar en lento poético,

la Rusia,

prueban á

lo

no honran mucho su

que

si

su

filial

menos

amor

ta-

á la Compañía, de

dice entre otras cosas:

la cual

No hubo lugar que se hallase Aunque remoto é inculto, Donde á Dios el sacro culto Tu celo no tributase: No hubo nación que quedase

A Y

tus ojos escondida,

que no diese rendida

Á Jesús Por



En El P.

Ramón

ti

las

Viescas

el

corazón,

hallando salvación fuentes de

es,

de todos estos poetas,

más

arte,

des.

Tradujo é imitó mucho del

estilo

la vida.

el

que muestra

mejor gusto y más sólidos conocimientos de humanidaitaliano

y aun

propio y con soltura. El sueño sobre

el

del francés, pero con

sepulcro de Dante, la

canción á la extinción de la Compañía de Jesús, la elegía á la mnerte del P. Ricci en las prisiones, son paráfrasis ó imitaciones; pero sea lo

CAPITULO

92

VIII

que quiera de su originalidad, son poesías de noble asunto, de entonación

lírica,

de sabor

clásico,

versificación armoniosa libre

de mucho jugo en

y pulcra en

general,

las ideas,

aunque no enteramente

de prosaísmos y descuidos, bien perdonables en versos que su

autor no parece haber destinado nunca á

la

publicidad.

y décimas de donaire, que componía con mucha carecen tampoco de gracia. ces

De

otro jesuíta de Riobamba,

que aquéllos

únicamente en tinos

Su hermano

(l).

italiano.

P.

se conser-

italiano,

mejores

Joaquín Larrea versificó la-

la lista

de esta brillante emigración.

Juan de Velasco hay que perdonarle sus versos desaliñados

más bien

á su verídica

y

dadero

lás

el P.

no

de poca monta.

é insulsos, ó

lo los

facilidad,

El P. Joaquín Aillón dejó algunos versos

Todavía no hemos apurado

Al

Los roman-

Ambrosio Larrea,

el P.

van sonetos no despreciables en castellano y en éstos

y de

noticiosa Historia del reiuo de Quito,

título al

nombres

Crespo y

olvidarlos de todo punto, en consideración

agradecimiento de del P.

la

posteridad. Basta citar al vue-

Juan Ullauri, del

P. José Garrido, del P. Nico-

Juan Arteta, versificadores

el P.

del P. Mariano Andrade, autor de

que es su ver-

latinos,

y finalmente

un romance bastante sentido

despidiéndose de Quito: Esa ciudad donde

el cielo

Gastó todos sus aliños,

(i)

Creemos digno de

transcribirse, sin

embargo, un soneto castellano á

la Virgen de los Dolores:

No al sol la nube afea si le encubre, Ni del alba el llorar quita á las flores Sus hermosos, vivísimos colores. Antes más agradables los descubre; Las lluvias, más frecuentes en Octubre, Aumentan en el prado los verdores; Con

ellas el

Y la

rosa de púrpura se cubre:

Tal,

Como

jazmín crece en candores

oh Virgen bellísima, el tierno

tu llanto,

rocío de la aurora,

Muestra sólo el dolor, muestra el quebranto; Pero asi como el alba cuando llora Es de los ojos peregrino encanto, Asi el llorar en ti más enamora.

ECUADOR

Como

si

plantase

93

allí

El celeste paraíso;

Esa ciudad donde

Supo excederse Viéndose

;i



el arte

mismo,

lo natural

Junto con el

artificio;

Esa ciudad donde todo

Tiene en

Que aun

hechizos,

sí tales

las

piedras de las calles

Parecen de imán activo.

donde siempre

Allí es

Adulando

el aire,

los sentidos,

Es respiración

vital,

Templadamente benigno; Allí donde amante el sol,

Con inseparable

giro.

Está siempre vertical

Por contemplar aquel Allí

donde

Con su

sitio;

los vergeles.

natural cultivo,

Deliciosamente juntan

Lo

fértil

con lo

florido;

Allí entre tantos verdores,

Donde todo está florido, Quedó mi esperanza muerta, Reverdeciendo Allí la

el olvido;

gente que habita

Tiene por lengua

Por corazón

Y

por alma

la

blandura,

el beneficio.

La planta que

De

el cariño.

se ha arrancado

su terreno nativo,

Muere, perdiendo aquel suelo,

Y

á quien debió su cultivo:

Así también yo, arrancado

Del propio suelo

Daré

la vida,

patricio.

perdiendo

El terreno en que he nacido

(i)

Nótese

la

co y de Heredia.

(i).

coincidencia de estos versos con los ya citados del P. Oroz-

CAPITULO VIH

94

Recibe, pues, patria mía,

Estos amantes suspiros. ¡Oh, quién te enviara hasta el alma

Con

que envío!

los suspiros

Recíbelos, y

si

acaso

Su dueño no has conocido,

En

viendo turbado tu

aire.

Conocerás que son míos.

No es mi dolor como aquellos En que manda el albedrío, Sino tan

foi-zoso,

que

Sale el llanto sin arbitrio.

Mas ¿qué mucho que así sea, Si en la causa por que gimo, Hasta lo invencible llora

Con

tristes,

mudos gemidos?

Mis ayes vienen á ser

Como aquel eco preciso Qué repite el tronco ó bronce De algún duro golpe herido.

Hay en creteo,

estos versos

una simpática mezcla de ingenuidad y

que nos hace lamentar

nes que sin duda escribiría

Honda brecha raria del

(i)

abrió

la

la

el P.

pérdida de

Andrade

las

dis-

demás composicio-

(l).

expulsión de los jesuítas en

la

cultura

lite-

Ecuador, que apenas tenía más profesores de humanidades

Al P. Velasco se debe

ecuatorianos citadas en

el

la

conservación de todas

El

de jesuítas

muchas de menos importancia que en una miscelánea en seis volúmenes que

texto y de otras

omitimos. Fueron recogidas por él formó, llamándose

las poesías

Ocioso de Faenza.

avanzadísima edad de noventa y dos años, y sus papeles, confiados á un sobrino suyo, fueron trasladados al Ecuador por D. José Modesto Larrea, en 1825. Después de varias vicisitudes, estos manus-

El P. Velasco murió en 1819, á

critos fueron depositados

en

la

la Biblioteca

Nacional de Quito, por orden del

presidente García Moreno. Pero parece que en estos últimos años han des-

aparecido los tres últimos volúmenes. Afortunadamente,

las principales

posiciones habían sido dadas á luz por el Sr. Mera en 1868.

No

com-

todos los ver-

sos contenidos en el ms. de Faenza son de jesuítas; hay también algunos de

ECUADOR

que aquellos Padres; pero cia

de

allí,

como en Nueva Granada,

mitad del

siglo xviii,

despertando

otro género de novedades.

al

mismo tiempo

De 1735

á

menos de 1

la tierra,

algunos grados del meridiano terrestre, visitaron nocciales los

y

los

cierta fermenta-

ser precursora de

744, con objeto de determi-

verdadera magnitud y figura de

Jussieu,

la influen-

nivel de la cultura científica en la segunda

el

ción del espíritu crítico, que no podía

la

95

expediciones de astrónomos, geodestas y naturalistas euro-

las

peos, vino á levantar

nar

-

sabios franceses Godin, Bouguer,

por las

la

medida de

regiones equi-

La Condamine y

españoles D. Jorge Juan y D. Antonio de Ulloa, que

consignaron sus Observaciones astronómicas y físicas en un libro memorable. Quito dio cinco dibujantes á especie de Mecenas científico en far,

la

la

expedición de Mutis, y una

persona de D. Juan Pío Montú-

Marqués de Selva Alegre, que había de

uno de

miembros de

los principales

la

ser,

andando

el

tiempo,

Junta revolucionaria de

1

809

y una de las primeras víctimas de las represalias de los realistas. En 1 801 Humboldt y Bonpland llegaban á Quito, ampliamente favorecidos por

Gobierno de Carlos IV, para sus grandes estudios sobre

el

la Física del Cilobo

y

la

Geografía de

las plantas.

inmortal

y desventurado neogranadino

botánico

al

no nativo

Ecuador, con

las

quinas de

la

el principal

Poco después,

emprendía un

Caldas,

el

viaje

objeto de estudiar en su terre-

provincia de Loja. «Sobre este importante

asunto (dice un docto biógrafo de Mutis)

(l) escribió

Caldas una Me-

moria llena de oportunas observaciones, y trazó un plano geográfico para manifestar

el

estado de los montes donde crecen aquellos pre-

ciosos arbustos: comisionado por

el

presidente Carondelet, recorrió

montañas de Malbucho, y delineó y trazó el camino que pretendía abrir desde la ciudad de Ibarra hasta el Pacífico aquel virtuoso las

poetas seglares, entre los cuales se citan un romance de una Musa Quítense

Á las Siete dama

Palabras del Redeítior en

de travieso genio, por

un

la Cruz,

y una canción burlesca

ingenio travieso quítense. Vid.

en

A

una

los Anales de la

Universidad Central del Ecuador (Serie 4.^—1890) un artículo del Dr. D. Manuel M. (i)

Pólit,

sobre Poetas Ecuatorianos del siglo

Don Federico González

moria Histórica sobre Mutis y

xviii.

Suárez, actualmente Arzobispo de Quito,

la expedición botánica de

(1782-1808)... Quito, 1888, pág. 95.

Bogotá en

el siglo

Me-

pasado

96

CAPÍTULO

*

magistrado. Rico en ciencia

VIII

y abundantemente

provisto de un co-

pioso herbario de plantas ecuatoriales, de planos geográficos y de preciosas observaciones, regresó á Bogotá, donde, á la muerte de Mutis, se le confió el cargo de director de la Expedición Botánica.»

No

necesitaba mayores estímulos

ingenio vivo

el

quiteños para dar brillante muestra de la falta

en

los

á pesar del embarazo de

En 1/79 empezó á correr de mano en mano de Quito y luego en otras de América, no sin que al-

de imprenta

ciudad

la

sí,

y agudo de

(l).

gunas copias llegaran á España, un libro que agitó poderosamente la opinión,

con

de Nuevo Luciano ó despertador de ingenios.

el título

Su autor seguía resueltamente

las huellas

de Feijóo y del famoso

arcediano de Evora Luis Antonio de Vernei,

BarbadinhOy atacando de frente y

Los

(i)

el

opúsculo que se conoce es

contemplaciones

ni

el

miramien-

en su colegio de Ambato una pequeña imprenta

jesuítas tuvieron

doméstica, dirigida por

sin

comúnmente llamado

hermano coadjutor Adán Schwartz. El primer el Catálogo de los religiosos que componían la

provincia Quítense en 1754. Esta imprenta fué trasladada á Quito en 1760,

bajo

la

dirección del

mismo lego alemán. Sólo

nes de esta oficina, y ninguna importante. los al

demás bienes de

la

Compañía. Ya en

En

se conocen

nueve produccio-

1767 fué embargada con todos

1754 había presentado una solicitud

Consejo de Indias D. Alejandro Coronado, vecino de Quito, para establecer

imprenta en aquella ciudad. D. Dionisio de Alcedo y Herrera, persona tan entendida en cosas de América, y que acababa de desempeñar la Presidencia de Quito, esforzó pronto esta solicitud, alegando entre otras cosas que «la Universidad

y Colegio de los

jesuítas,

poblados de estudiantes y catedráticos distin-

guidos, después de leer los cursos de facultades mayores, perdían en seguida

su trabajo por falta de imprenta; que las órdenes circulares del Gobierno se repartían tarde y á carecían, por eso, trados; y

mucho de

que aun en

los

costo;

que

los litigantes, allí

los actos ordinarios

veían obligados á repartir de

mano

de

la

libros

los

informes de sus

sus esquelas y convites, á costa de

como para

de comunión, se ocurría á un molde de madera, y

de devoción se enviaban á Lima, para ser impresos

por causa del transporte, y con que el Consejo otorgó á Coronado cio

llegó á hacer uso

de

él,

y

trasó todavía veinte años.

el

la

allí

mucho

el

reparto de

las

novenas y

á crecido pre-

pérdida de tiempo consiguiente». Aun-

la licencia

ó privilegio que solicitaba, no

establecimiento de

Desde

le-

vida social, los particulares se

trabajo y gasto; para cuyo remedio, en ciertos casos, las cédulas

donde había Audiencia,

medios de presentar impresos

1767, fecha

de

la

imprenta en Quito se re-

la

expulsión de los jesuítas,

ECUADOR

97

método de estudios que prevalecía en las colodegenerado, del que imperatrasunto fiel, aunque todavía más autor durante la primera mitad del siglo xviii. Era

to alguno el vicioso nias,

ba en

la

Península

de esta aguda y violenta

sátira,

dispuesta en forma de diálogos, en personales,

ni los ataques que no escaseaban los nombres propios el Dr. D. Francisco Eugeun descendiente de la raza indígena, médico y cirujano, con fama de muy nio de Santa Cruz y Espejo, con fama todavía mayor y hábil en el ejercicio de su profesión, y conocimientos enciclopédicos, de gran bien merecida de hombre de de grande de aptitudes, de ingenio despierto y mordaz y

variedad

lo científico inclinación á las ideas novísimas, así en

como en

lo so-

estas propensiones suyas, hizo

y en lo religioso. Arrastrado por amarga censura del en una sátira posterior al Nuevo Luciano, ilustre Marqués de la colonial, encarnizándose con el

cial

régimen

ministro de Carlos III enSonora, cuya política ultramarina como mismos americanos que profesalzan y ponen hoy en las nubes los Espejo difundía. Esta sátira, san doctrinas análogas á las que el Dr. sediciosa, valió por el Presidente de Quito de sangrienta y calificada

largo destierro á Bogotá, Dr. Espejo un año de cárcel, y luego un de ideas afines á las donde se entendió con Nariño y otros criollos

al

movimiento insurreccional de y contribuyó á preparar el del médico ecuatoriano, 1809. Las ideas que hervían en la cabeza algunos pasajes elocuente bien claras se revelan en el famoso y en

suyas,

hasta 1773, hay un

nuevo

paréntesis, y otro

mucho más

largo é inexplicable

hasta ahora, desde 1799 hasta 18 17. publicaciones ecuatorianas anVid. Anrique (D. Nicolás): Noticia de algunas teriores

d

I7y Perochena», no habiendo

(cap. ni). El

fingidos de «Dr. D. Javier de Cía, Aróstegui

— añade su impugnador — «en la República Lite-

»raria ni en, el distrito político

»nombre»

resplandor del in-

obra y autor impugnados. El Nuevo Luciano circuló

primero anónimo, y en obra, el autor

la otra el

de Quito ningún hombre honrado que

así se

Nuevo Luciano andaba en manos de todos. «¿Y acaso

»no se oyó también— dice Blancardo

— que

se había remitido á Lima, para

»que añadido volviera impreso? ¿Y acaso no hay quien diga que anda publi»cado por medio de la prensa, v que se le ha visto en los estudios de algunos »amigos de

la

novedad? ¿

»No parece haberse confirmado la noticia de tal publicación que el anónimo impugnador creía realizada. Consta, sí, por una carta de Espejo, que éste remitió ó pensó remitir su obra á Madrid, para que se imprimiese bajo los

Conde de Campomanes.

auspicios del

>Hacia

el

fin

de su impugnación, anuncia Blancardo una segunda parte,

que, según creemos, no llegó á escribirse. El Dr. Espejo respondió á

mera en su opúsculo La

ciencia blancardina^

o'

contestación

á

las

la pri-

Memorias de

Moisés Blancardo.> Véase, acerca del Dr. Espejo,

el

Ensayo de D. Pablo Herrera sobre

ria de la literatura ecuatoriafta, páginas 82-86,

En Cuenca

(del

Ecuador),

1888, se

y 125-146.

han publicado, como

Progreso, las Cartas Riobambenses del Dr. Espejo y

de Quito. En

el

número

5

la histo-

las

folletín

de El

Primicias de la cultura

de estas Primicias, un Dr. Antonio Marcos anuncia

de Febrero de 1791, tener muy adelantada una traducción parafrástica del Salterio en variedad de metros castellanos, y pone como muestra el primer salmo, en estilo bastante parecido al de

desde Cuenca, con fecha de

Olavide.

11

.

ECUADOR »

genio. Londres

y

10

París celebran á competencia al insigne Maldo-

»nado... Sus obras de gran precio, que contienen observaciones so-

mbre »

la

Historia Natural

y

»de

el

elogio fúnebre del Sr. D.

la

Sociedad Real de Londres, tributó

que vale por

las

generosas lágrimas de

yo hecho memoria de un

mil,

excuso nombrar

»pido D. Mariano Villalobos descubre acopia, la hace conocer

»y

sin los aplausos

y

tan raro genio quite-

los Dávalos, Chiribogas,

»gandoñas, Villarroeles, Zuritas y Onagoytias. la

Hoy mismo el

Ar-

intré-

canela, la beneficia, la

estimar. Penetra las

montañas de canelos,

de un Fontenelle, logra ser en su línea superior á

»Tournefort, porque su invención, más ventajosa »

Pedro Mal-

llorada pérdida, el famoso Sr. Martín Folkes, presidente

su dolor. Habiendo

» ño,

»

como

donado, gentilhombre de Cámara de Su Majestad Católica y á cuya

»no bien

»

Geografía, las reserva Francia

fondo precioso... La Sociedad á su tiempo deberá destinar un so-

»cio que pronuncie un día »

la

al

Estado, hará su

memoria sempiterna.» Pero sea

lo

que fuere

del mérito de estos

cuyos nombres puede añadirse

el

hombres de

ciencia, á

del guayaquileño D. Pedro Fran-

co Dávila, organizador y primer Director del Gabinete de Historia Natural de Madrid, al cual sirvieron de base sus propias colecciones adquiridas por Carlos

de

las

III,

ideas en aquella parte de

dando nueva dirección á

es lo cierto

América

los estudios,

que

el

grande agitador

fué el Dr. Espejo, quien

educó aquella briosa y alen-

tada generación, que pudo enviar á las Cortes de Cádiz á

Don José

como representante de Quito (l), y á D. José Joaquín de Olmedo, como representante de Guayaquil. Desde sus primeros disMejía,

cursos, Mejía arrebató á todos los diputados americanos la la elocuencia,

y

si

esperanzas, sería

palma de

su prematura muerte no hubiese agostado tantas

hoy mismo venerado como una de

las glorias

de

nuestra tribuna, puesto que á ninguno de nuestros diputados reformistas cedía en brillantez de ingenio tajaba en la estrategia

(i)

y

rica cultura,

y á todos aven-

parlamentaria, que pareció adivinar por

Realmente Mejía fué diputado por Santa Fé de Bogotá, y así se conque escribió Olmedo. Quito dependía entonces del Vi-

signa en su epitafio

rreinato de

Nueva Granada.

CAPITULO

I02

VIII

medio de aquel Congreso de

instinto en

Olmedo apenas rable asamblea

dejó otro recuerdo de su paso por aquella

que su firma

la

memo-

pie de la Constitución de 1812;

al

aquel viaje no fué indiferente ni para

para

legisladores inexpertos.

exaltación de sus ideas.

Mas

pero

dirección de su gusto ni

la

antes de hablar de

él

y de sus

poesías, conviene abrir un breve paréntesis para recordar que el

movimiento de independencia de

y

tre peninsulares

criollos,

1

809 y

despertó en

sangriento conflicto en-

el

Ecuador, como en

el

tante de América, la inspiración poética del vulgo,

dando ocasión á

un número considerable de versos de circunstancias, de ha formado interesante colección

el Sr.

clase, suelen ser triviales,

forma como en ca,

el

pedestres

como

casi

y chabacanos,

de

la

todos los así

en

la

concepto; pero siempre tienen curiosidad históri-

como expresión

fiel

de

las opuestas pasiones

Abundan

que dominaron en de

los

y no es de suponer que todos fuesen compuestos por La opinión hubo de estar al principio muy dividida, y

es-

hórrida matanza del 2 de Agosto de iSlO, quizá no hubiesen

lle-

épocas ya remotas. realistas,

pañoles. la

los cuales

Mera, por apéndice á

Cantares del pueblo Ecuatoriano. Estos versos,

de su

lo res-

gado tan pronto

las

cosas

al

bastante

las

décimas y

ovillej.os

sin

punto á que llegaron. Las poesías más

notables, entre las coleccionadas por el Sr. Mera, son gritos de in-

Una de

dignación después de aquella catástrofe.

con

nes,

título

estas com.posicio-

de Canto lúgubre, está interpolada con textos de

la

Sagrada Escritura, y no parece obra de poeta iliterato. Tampoco serían tales los que en otras composiciones emplean endecasílabos, y estrofas sancas. Sólo en su condición de

aun

anónimos pueden pasar

por versificadores populares. Por sus improvisaciones alcanzaron fama cuatro hermanos de Riobamba, D. Juan, D. Benigno, D. Fortunato ricas

y D. Lucas

que se

y algunas de

Larrea;

les atribuyen,

las

no carecen de

décimas y

gracia,

letrillas satí-

y expresan

el

des-

encanto que se apoderó del ánimo de muchos patriotas en vista de las calamidades que siguieron á la Independencia.

Y

con esto llegamos á

no parece

fácil

decir

la

presencia del cantor de Junín, de quien

nada nuevo, después de

los excelentes

y ma-

que sobre sus versos han formulado tantos y tan excelentes críticos, entre los cuales merecen la palma D. Miguel Antoduros

fallos

ECUADOR

uno de

Olmedo es, sin conó cuatro grandes poetas del mundo ameri-

Pombo y D. Manuel

nio Caro, D. Rafael tradicción,

103

los tres

Cañete.

cano: no falta quien le dé la primacía sobre todos, y, dentro de cierto

merece. Bello es más perfecto y puro, más acrisolado de dicción, mayor humanista y de arte más ex-

género y

quisito:

lleno Si al

de

estilo,

no hay duda que

la

Heredia más apasionado y también más espontáneo, pero

de tropiezos y desigualdades cuando no acierta soberanamente. cantor de la Zona Tórrida fué concedida la ciencia profunda

la dicción,

y

poeta del Niágara

al

contemplación melancólica

la

y apasionada, Olmedo tuvo, en mayor grado que ninguno de la

grandilocuencia

lírica, el

cia del estro varonil

y de

das

los

verbo pindárico,

y numeroso,

el

la fantasía.

aun

sin

Olmedo

decir que

imágenes espléndi-

par hinchen

la

magna

El os

el

oído

sonatitrum de

Quintana americano, todo español,

es el

haber leído los versos del vate del Guayas, puede formarse

cabal idea de sus perfecciones

y también de

sus defectos. El énfasis

oratorio, transportado á los dominios de la poesía lírica,

hoy

jarnos fríos

puede de-

que no participamos, sino tibiamente, de

á los

aquella explosión de afectos que fué en su tiempo enérgica ra;

y since-

pero ¿cómo negar que en aquella forma grande y majestuosa se

alberga un Si

y pue-

como Quintana y Olmedo.

Horacio, parece inventado para poetas

Con

continua efervescen-

arte de las

metros resonantes, que á

blan de visiones luminosas

la

ellos,

numen

no se leen

sos habrá (\ne

poético, digno habitador de tan

los versos

con

que sobrevivan!

Y

los ojos

de

la historia,

no porque

solemne templo? ¡cuan pocos ver-

por-

les falte belleza, sino

son rarísimas en arte aquellas bellezas evidentes é inmaculadas

que no requieren interpretación alguna para que á su sola presencia

todo

el

mundo

las

reconozca y

Quintana, de Gallego y de Olmedo,

las si

admire.

Y

el

arte lírico

de

en algo y aun en mucho es

eternamente admirable, en algo y en mucho también está ligado á condiciones de tiempo tos de escuela,

y de

lugar, á tradiciones

estilo,

á hábi-

que subjetivamente pueden agradar más ó menos,

pero cuya clave sólo puede encontrarse en de

de

la historia literaria,

que

es la

más

eficaz

el

desinteresado estudio

medicina contra

pre-

las

venciones de todo gusto exclusivo.

Era esta escuela

clásica en las formas, pero

Mbníndez y Pblayo. — Poesía

hispano-americana.

II,

moderna en

el espíri7

CAPITULO VIH

I04 tu. Clásica

por

educación de los poetas, y á veces por reminis-

la

cencias de pormenor, pero con cierto género de clasicismo general

y

difuso,

que, manteniendo la nobleza de estilo

de su alcurnia, dejaba, no obstante,

indicio

ciarse fuera

de

imitación deliberada de

la

antigüedad greco-latina.

Y como

ramente modernas, ideas del

que

lucionarias, las

al

al

tal

y dando con

ello

genio poético espa-

ó cual clásico de

la

propio tiempo eran ideas ente-

y en grado no corto revo-

siglo xviii,

tales poetas profesaban, este

género de pasión

contemporánea ardorosamente sentida, tenía que dar temple y nervio singular á sus canciones, haciendo de ellas un producto nuevo,

una creación

que

de cuya eficacia social no hay que dudar, puesto

viva,

hechos políticos dan de

los

no, una

musa de academia

Dos de Mayo,

ni el

la

ella irrefragable testimonio.

que dictó

Canto d Junin^

inflamados acentos viera entonces,

ni

la

oda A

No

fué,

la Imprenta^ ni el

hubo nadie que en aquellos

como hoy quieren ver algunos

mano de un declamador ó de un sofista. No hay siglo alguno destituido de poesía, y el mismo siglo xviii, tan prosaico en ignorantes, la

ya próximo á expirar en medio de

apariencia, tuvo,

la

tormenta

una explosión magnífica de cantores de su

volucionaria,

re-

ideal filan-

trópico, en Alemania, en Inglaterra, en Italia, en España. Limitán-

donos á nuestra lengua, Meléndez, aunque tímidamente, y Cienfuegos, de un modo incorrecto y nebuloso, abrieron el camino á la potente musa de Quintana y á

menos

la

más severa y

disciplinada,

si

y fecunda, de D. Juan Nicasio Gallego. Equidistante de uno y otro, como tercer luminar de la escuela, hay que poner á Olmedo, aún más avaro que Gallego en la producción, nimio á veces

genial

como

él

en

la

cultura de los detalles,

si

bien no llega á su per-

fección sostenida, émulo suyo en la variedad de tonos cierto de luces

y en

el

con-

y sombras, ya impetuoso y arrebatado, ya apacible

y ameno, pero sobre todo

lleno de férvida animación en el

con-

junto.

Recibió

Olmedo en

enteramente

clásica,

seguramente con te su residencia así,

de

la

las aulas

de San Marcos de Lima educación

que robusteció luego con

el trato

de

los principales

el

estudio privado,

y

poetas españoles duran-

en Cádiz. Estaba penetrado, empapado, digámoslo

poesía antigua, y sin querer se

le

venían á

la

mente y á

la

ECUADOR

pluma recuerdos de

105

No

sus lecturas favoritas.

samente, sino que por



mismos llegaban

los

buscaba trabajo-

á incrustrarse en sus can-

y por eso todo lo que traduce ó imita conserva en él tanta frescura y tanta juventud. No es un centón, no es un mosaico el

tos,

Canto de Jiinin, aunque esté lleno de reminiscencias antiguas, que

monumentos de Grecia y monumento de un héroe moderno.

son como piedras arrancadas de

Roma

para labrar con

ellas el

Pindaro amei'icano se ha llamado

los

Olmedo, como Pindaro espa-

á

ñol á Quintana; pero conviene entenderse sobre esto. La poesía pinenlazada con una música que

dárica, en sus caracteres formales,

desconocemos, ligada á juegos y fiestas cuyo sentido hemos perdido, escrita en un ritmo que á duras penas percibimos, llena de casi

digresiones mitológicas, genealógicas y arqueológicas santes para el triunfador de Olimpia ó de tes

y conciudadanos, pero que son para

muy

Nemea y para

intere-

sus parien-

nosotros letra muerta sin

muy

auxilio del comentario, es manjar de helenistas

no es imitable en lenguas modernas. Desde

el

curtidos, pero

de

la infeliz tentativa

Ronsard y su pléyade francesa del siglo xvi, hasta el italiano Filicaia y el portugués Antonio Diniz, los fracasos han sido tantos como los

Lo que hay que tomar de Pindaro no

ensayos. terior,

no es

no son

las

la división

divagaciones ni

el

en estrofas, antistrofas y epodos (como lo hizo

religiosa elevación del pensamiento,

caso

y ex-

plan aparentemente descosido,

guna vez nuestro inmortal Quevedo), sino

día, el

es lo material

humano

particular

y

el

alma

solemne y victoria de un

lírica, la

que transforma

transitorio, el

al-

la

certamen del púgil ó

del conductor de carros, en materia ideal de altísima contemplación

sobre

destino

el

humano

eleusinos podían transmitir á sus

conoció

la gentilidad); la

todas las cosas humanas

más sublime que los misterios adeptos, y sin duda la más pura que

(iniciación la

cadena de oro con que

y

el lírico

divinas, y, finalmente, la

tebano

devoción

liga

patrióti-

ca y doméstica que en sus metros lo ennoblece y transfigura todo. La forma de Pindaro es ya inasequible, su estudio pura materia de recóndita erudición, pero

sobre las bre,

y

de Pindaro continúa volando frentes de todos los grandes líricos dignos de este nom-

suelen encontrarle

el espíritu

más

los

que menos

León, que en su hermosa traducción de

la

le

buscan. Fr. Luis de

Olimpiaca primera

fijó

CAPÍTULO

106

para siempre

la

única forma de adaptación castellana en que Pínda-

mucho de

ro cabe, se guardó rrera,

VIII

imitarle en sus odas originales;

que no acertó á ser pindárico

única vez que se

la

ensayarla imitación directa, resultó poeta de

la familia

le

y He-

ocurrió

de Píndaro,.

y aun émulo suyo, en sus dos canciones bíblicas, en que la inspiración y hasta las palabras no bajan del Citerón, sino del Sinaí. Quintana también (aunque por muy distinto rumbo, como amamantad?) á los pechos de

la

Enciclopedia, y no á los de

ya que no en

fué pindárico en la substancia

intérprete de ideas

cial^

á su pueblo.

cuya nos

lira él

los ecos

Y

si

y

el

la Biblia),

modo, gran poeta

so-

sentimientos trascendentales á su siglo

como poeta

más

bélico tiene

y

afinidad con Tirteo,,

quería desenterrar para lanzar por los

campos

castella-

de la gloria y de la guerra, tampoco aparta nunca de su

memoria, como

ideal

A En

de altísima poesía ti,

lírica,

divino Píndaro, que elevas

tu atrevido acento

Con tu nombre

clarísimo el de Tabas»

Este mismo género de pindarismo hay en Olmedo, del cual no

sabemos que fuera

helenista,

pero que de todas suertes acertó á

compendiar en una magnífica estancia si

no

los

más proíundos, de

la

musa

los caracteres

pindárica,

tal

más

como

cebía y aspiraba á emularla: Tal en los siglos de virtud y gloria, Cuando el guerrero sólo y el poeta

Eran dignos de honor y de memoria. La musa audaz de Píndaro divino, Cual intrépido atleta,

En

,

inmortal porfía

Al griego estadio concurrir

Y Y

solía,

en estro hirviendo y en'amor de fama, del metro y del

número impaciente,

Pulsa su lira de oro sonorosa,

Y

alto asiento

concede entre

Al que fuera en

Ó

al

la lid

más

los dioses

victorioso

más afortunado;

Pero luego, envidiosa

De

la

inmortalidad que les ha dado,

brillantes, él la

con-

ECUADOR Ciega se lanza

Las

Y Y

107

circo polvoroso,

al

alas rapidísimas agita,

carro vencedor se precipita,

al

desatando armónicos raudales,

Pide, disputa, gana,

Ó Pero carse

mos

en cuanto

si

el

arrebata

al

la

palma á sus

vuelo lírico y

al

denominación á

esta

de

las

y aun de

mucho más de

al

mucho que

De cierto

la

al

otro tiempo

que

la

lumbre

egida de Palas espantaba.

que no puede darse cosa más lejana de

de Horacio y de sus más

nerviosa con-

la

felices imitadores,

que

el

plan

y

Canto de Junin. ¿A qué poeta verdaderamente horaciano

se le hubiera ocurrido hacer siones? Pero

un canto

lírico

en este poema, tan distante de

se le mira en conjunto,

fragmentos de obras del poeta -versos

poeta invoque

las terribles haces,

Bien los fieros caballos

si

el

crudo Marte entre los traces.

Bien animando

racio

Homero ó de

la Iliada

Cantaba

estilo del

Horacio, de Virgi-

otros poetas latinos, que de Píndaro, de

La resonante trompa que

cisión

sentido en que aplica-

horacianas aclimatadas en nuestro parnaso por

cualquier otro poeta griego, por

numen de

el

califi-

odas de Herrera y de Quintana, para

las

Luis de León, en los detalles hay

Es

tono general puede

Canto á Bolívar de pindárico, en

distinguirlas

lio,

rivales.

y acabando por

de tan colosales dimenla

manera

lírica

de

Ho-

abundan extraordinariamente

latino,

comenzando por

los

los

primeros

los últimos:

El trueno horrendo que en fragor revienta,

Y

sordo retumbando se

Por

la

inflamada esfera,

Al Dios anuncia que en

trae en seguida á la

regnare (oda

S-",

siado estrepitoso

dilata

memoria

y á para Simón

Üb.

ui),

el cielo impera...

tonantem credidimus Jovem

el

Ccelo

la

verdad resulta un trueno dema-

Bolívar, que con toda su innega-

ble grandeza, no parece bastante personaje para compartir con Jove

CAPÍTULO

I08 el

VIII

imperio del mundo, como á los ojos de un poeta romano (acos-

tumbrado, además, á fuer de día parecerlo Augusto,

Hay,

sin

que más

género de apoteosis), po-

gentil, á este

dueño de todo

orbe entonces conocido.

el

duda, exceso de hipérbole y de énfasis,

como

en llamar á Bolívar, copiando

tolerable,

(sin

le

hay, aun-

duda por re-

miniscencia involuntaria) un verso de Quevedo, Arbitro de

El bello

la

paz y de

guerra.

Canto:

final del

Mas ¿cuál audacia Humilde Musa mía?

A

la

te elevó á los cielos,

¡Oh!

No reveles

los seres mortales

En

débil canto arcanos celestiales...

suena á cosa conocida á quien guarda en libro

III

la

memoria

la

oda

3.*

deL

allá hacia lo último:

de Horacio,

Non

hsec jocosae conveniunt lyrae:

Quo, Musa, tendis? Desine pervicax Referre sermones Deorum, et

Magna modis tenuare

De

la

misma manera, en

el Crescit occulto

parvis.

centro de la composición reaparecen,

el

vehU arbor aevo, aplicado

á Sucre, el Serus in ccelunt

redeas:

Tarde el bella

al

Olimpo

el

vuelo arrebatares...

matribus detestata: ...

las

guerras sanguinosas

Que miran con horror madres y el

esposas...

micat inter omnes:

Y Como el Ilion., Ilion.,

el sol

á todos los guerreros

á los astros obscurece...

jatalis incestusque judex:

Un

Y

insolente y

vil

aventurero

un iracundo sacerdote fueron

De un poderoso

rey los asesinos...

ECUADOR

y

todavía podría ampliarse

obvias,

y en

su

Olmedo ra), la

la

número de

el

estas

mayor parte advertidas ya por

náteguis, por Caro

Olmedo (l). También

109

y por Cañete en

segunda de

los

semejanzas tan

hermanos

sus respectivos trabajos sobre

grandes composiciones

las

(y por la constante perfección de la forma quizá

oda AI general Flores^ vencedor

versos horádanos,

como

y robar como en

religioso sacrificio

siempre que emprendía algún trabajo

líricas la

prime-

Olmedo

abrir su Horacio

un rayo de aquella lumbre, El águila del Qualem

lírico.

ministriim fuhninis alitem^ la que había arrebatado en sus

sublimándole mucho sobre su nivel ordinario, para que cantase

la gloria

de

pon tan majestuoso vuelo en

de

Miñarica, empieza con

eti

fuera hábito en

si

Amu-

las artes, es la

al

alas,

dulce Meléndez,

misma que

se levanta

dos primeras magníficas estrofas

las

del Canto de Miñarica: Cual águila inexperta que impelida

Del regio instinto de su estirpe

Emprende el precoz En atrevido ensayo,

Y

vuelo,

elevándose ufana, envanecida,

Sobre

las

No en

el

Y

clara,

nubes que atormenta

el rayo,

peligro de su ardor repara,

á su ambicioso anhelo

Estrecha viene

la

mitad del

cielo;

Mas de improviso deslumbrada, ciega. Sin saber dónde va, pierde el aliento, Y á la merced del viento

Ya

su destino y su salud entrega,

Ó, por su solo peso descendiendo,

Se encuentra por acaso

En medio de

la selva

conocida,

Y allí, la luz huyendo, se guarece, Y de fatiga y de pavor vencida, Renunciando (i)

De

la

al

imperio, desfallece...

lüada tomó Olmedo aquella sublime respuesta de Héctor:

mejor agüero es pelear por su

tierra-»,

'íEl

para convertirla en estos dos versos

puestos en boca de Bolívar: Pues lidiar con valor y por la patria Es el mejor presagio de victoria.

no

CAPITULO

Imitar de esta manera, con

VIII

amplitud y

tal

tal

señorío del pensa-

miento poético ajeno, equivale ciertamente á crear de nuevo

Menos frecuentes bargo, ni en

el

las

la luz, se

Qumsivit

La

en

ni

el

Canto d Flores,

em-

v. g.:

indigna de mirarla,

coelo lucem,

descripción del caballo en

las Geórgicas,

¿ngemuitque reperta. el

Canto de Miñarica, procede de

pero quizá á través de Pablo de Céspedes; y de

Geórgicas también, á

reminiscencias de Virgilio, no faltan, sin

Canto á Bolívar, Mira

(l).

la

las

descripción de los presagios que antecedieron

la batalla.

Se ha notado, finalmente, en que termina de Lucrecio

oda de

A

las

la ,

el

Victoria de Junin,

coro de las Vírgenes del Sol con

un

reflejo lejano

de

la

invocación

pero quizá haya otra fuente más inmediata en una

primeras y de las más olvidadas

y endebles de Quintana,

la paz de ijgy.

QUINTANA En esto ¡oh diosa! emplea Tu protección sagrada; Tú fecundas el mundo y le sostienes, Tú le das ornamento y se hermosea. sombra de tu augusto velo Las artes viven en concierto amigo, Bajo

Y

la

seguro contigo,

El genio extiende su brillante vuelo. Á ti en los templos el incienso humea,

A

musas su divino acento Sonoramente envían, Y en cuanto el mar rodea. ti

las

En cuanto ¡lustra el sol y gira Do ti sola su bien los pueblos

el viento, fían.

OLMEDO ¡Oh padre! ¡Oh claro

sol!

E^te suelo jamás, ni estos

No desampares altares.

Entre otras innumerables reminiscencias, que notará sin advertírselas todo el que esté familiarizado con la lectura de Horacio, todavía señalaremos (i)

el

Caniaber sera domitus catena:

Y

el

cántabro feroz, que á la romana

Cadena

el cuello sujetó el postrero.

ECUADOR

Tu

vivífico ardor todos los seres

Anima y reproduce: por

Y

viven

ti

acción, salud, placer, beldad reciben.

Recuerda

Y

III

¡oh Sol! tu tierra

de la guerra. campos frutos abundosos,

los males repara

Da

á nuestros

Aunque niegues el brillo á Da naves á los puertos,

los metales:

Pueblos á los desiertos,

A las Alas

Aquí

la

armas victoria. genio y á las musas

gloria.

al

imitación es indudablemente superior

borra del todo sus huellas. «De razón Caro) aprendió

Olmedo

la

disponer y asociar

ideas, la selecta elocución poética, los giros sinuosos

vimiento de

la silva.»

¿Qué más? Hasta

sus declamaciones contra

la

apostrofe á

la

la \'¡rgen

de amarga expiación,

oda

A

el

conquista,

{género Marm.ontel) que informa todo nían su prototipo en

la

pero no

escuela de Quintana (dice con

modo de

el

al original,

el

y

gallardo

las

mo-

mtiericanismo de Olmedo, la filantropía

sentimental

razonamiento del Inca, te-

propagación de la vacuna, con

el

América y aquello de los tres siglos infelices lugar común que reaparece, lo mismo en las

proclamas del Secretario de

la Junta central,

que en

las

de

las

Juntas

insurrectas de América; porque Quintana, á despecho de su fervo-

roso patriotismo, fué inspirador y maestro, no sólo literario, sino político,

de

los

americanos, y aun puede decirse que continúa sién-

dolo.

Una el

cualidad hay en

Olmedo que

sentimiento y amor de

poco

ni

mucho:

soberbio á

la

testigo su

la

falta

naturaleza. Quintana no la sentía ni

oda Al mar, que no es sino un himno

hombre que

audacia del

de todo punto á Quintana:

le surca,

ó su epístola

A

Cien-

juegos, en que para convidar á su amigo á gozar de los encantos de la

vida campestre, tiene que invocar

darse de sus épico

muy

el

idilios.

No

así

dad de pincel que las graciosas

muy los

sombra de Gessner y acor-

Olmedo, que da por fondo á su cuadro

espléndido paisaje de

sobrios, pero

la

las selvas

oportunos y

americanas, con toques

felices,

con cierta grandiosi-

hace tan imborrables de

la

memoria como

miniaturas de Bello. ¿Quién olvidará nunca, cuando

CAPITULO

112

una vez han pasado por delante de arte

VIII

suscitados por el

la fantasía,

mágico del poeta, Los

enormes, estupendas

Andes..., las

Moles, sentadas sobre bases de oro,

La

tierra

Que ven

con su peso equilibrando, las

tempestades á su planta

Brillar, rugir,

romperse,

disiparse...?

¿Quién aquel rapidísimo crepúsculo vespertino de

zona tórrida:

la

El Dios oía

Los votos de su pueblo, y de su frente El cerco de diamantes desceñía;

En

fugaz rayo el horizonte dora;

En mayor

Y

disco menos luz ofrece,

Andes se obscurece?

veloz tras los

El penúltimo verso es admirable de verdad

física

y de verdad

poética.

De

esta virtud descriptiva suya, se sirvió

habilidad

y mucho

arte para suavizar

rudo empuje de su carro

el

como

marcial, que en pieza tan larga

Olmedo con mucha

Canto de Junin, hubiera

el

resultado fatigoso. Aquella plácida brisa de

Que manso lame

las risueñas playas

el

caudaloso Guayas...

viene de vez en cuando á atravesar

vapor de

sangre;

la

y por

Y

que Olmedo pertenecía. opacos tamarindos»,

«el



el

sola era

campo de

batalla,

una novedad en

menos

oreando

el

la escuela

á

bosque de naranjos y trono piramidal y alta corona de la pina», no

lo es

«el

y otros rasgos de grato sabor local que lucen y se destacan más, por lo mismo que están distribuidos con tan sabia parsimonia. Considerado como todo,

y

dista

no abusa

ni

estilista

mucho de de

los

la

y como

versificador,

Olmedo

tiene

de

intachable pureza de Bello. Es cierto que

arcaísmos ni de los neologismos, y habla en

general una lengua abundante y sana, pero no rehuye los epítetos gastados, la adjetivación parásita, lo que pudiéramos llamar la obra

muerta del

estilo poético.

Hay mucho de

lira sonorosa,

hondo

valle.

ECUADOR

113

negro averno^ inflamada esfera, trueno horrendo, águila caudal, corcel impetuoso,

alazán jogoso,

mar

con que saldaban sus cuentas

y sus imitadores

los versificadores clásicos del siglo xviii

En

xix.

del

y demás moneda de cobre

undoso,

este

punto

bién á Quintana, que rara vez brilla por pintoresca,

como

flaco

se parece

genio de

el

la

tam-

invención

por ejemplo. Bello y Maury. Pero á Olmedo

brillan,

hay que concedérsele en mayor grado que á Quintana, aunque no tuviera continuo sino intermitente,

le

y aunque

labor de dicción no parezca á primera vista el

ardor vehemente, que es

y que es, de Junin, aunque no voy á

mi

á

citar,

alma de su

el

juicio,

sea la

estilo.

más

la

muy bella

minuciosa

esta

compatible con

La de

estancia

La

más famosa, presenta en

que

victoria la

larga

corriente de un período poético pomposo, magnífico

y admirablemente sostenido durante veinticuatro versos, un gran número de frases

gusto,

de sus

notables por

como

si el

fuerzas,

Tildaban

los

vivacidad y por

la

Y

atrevimiento de buen

poeta hubiera querido en corto trecho hacer alarde

aun en aquel género á que parecía menos recios combatientes de Venezuela

blanda y afeminada á dio

el

buena muestra de

la

Olmedo, que como

peruano, toma sobre

hijo

sí la

y Colombia de

joven milicia peruana, que, sin embargo,

en Junín á



inclinado.

las

órdenes del general Miller.

de Guayaquil se consideraba medio

vindicación de aquellos garzones delicados.

Entre seda y aromas arrullados,

cuyas sílabas parece que respiran languidez y molicie), y para mostrar cómo habían llegado á romper

Inverso

Los dulces

lazos de jazmín y rosa que amor Con y placer los enredaban,

usa de esta asombrosa comparación, que parece un bajo relieve antiguo:

Tal

el

joven Aquiles,

Que en infame

De

disfraz y en ocio blando

lánguidos suspiros.

Los destinos de Grecia dilatando, Vive cautivo en

la

beldad de Sciros;

CAPITULO

114 Los

ojos pace (i)

De arreos y de Que de India y

en

el

VIII

vistoso alarde

galas femeniles

Tiro y Menfis opulenta

Curiosos mercadantes le encarecen:

Mas á

su vista apenas resplandecen

Pavés, espada y yelmo, que entre gasas El Ithacense astuto le presenta; Pásmase..., se recobra, y con violenta

Mano

templado acero arrebatando,

el

Rasga y arroja

las indignas tocas.

Parte, traspasa el mar, y en la troyana

Arena, muerte, asolación, espanto.

Difunde por doquier: todo

Aun Héctor

Y

le cede...

retrocede...

y en derredor tres veces Su sangriento cadáver profanado, cae

al fin;

Al veloz carro atado Del vencedor inexorable y duro, El polvo barre del sagrado muro (2).

El que de este ces de la idea

modo

el

graduando y adaptando á los matimovimiento de la frase poética, acelerándola

como

6 retardándola

escribía,

consumado, merecía haber alcanzado

artista

perfección continua; pero es cierto que se

Olmedo

adolece de

la

quedó

muy

lejos

de

la

ella.

desigualdad propia de todos los poetas ame-

ricanos, desigualdad de

que

ni el

mismo

Bello se libra en la infeli-

císima parte segunda de su Alocución d la poesía.

No hay

en

La

Junín versos mal construidos, porque Olmedo tenía

victoria de

excelente oído; pero hay, sobre todo en

el

razonamiento del Inca,

versos prosaicos, desgarbados, pedestres, indignos del lenguaje de

(i)

mo

y

(2)

Oculos pascit, latinismo que sonaría mal en otra parte, aquí naturalísi-

muy en En

el

la

entonación general de este cuadro virgiliano.

tomo primero de

la

presente Historia de la poesía hispano-amc-

ricana, pág. 220, reproduje cierto romancillo heptasilábico

de un ingenio

íinónimo cubano (Papel Periódico déla Habana, 8 de Abril de 1798), que tiene

mismo asunto y algún rasgo común con la estancia de Olmedo. No es seguro que este conociera los versos del poeta habanero, pero lo que de ñjo el

había leído,

como

todos los humanistas de su tiempo, era

nacio de Luzán, quien trae

como ejemplo de

estos versos de su propia cosecha:

las

la

Poética de D. Ig-

rimas que llama de eslabón,

ECUADOR las

115

Musas, y son, por castigo providencial, todos aquellos en que

el

autor se desata en injurias contra los conquistadores españoles:

fueron estúpidos, viciosos.

¡Si ellos

Feroces,

y,

por fin, supersticiosos.

Sangre, plomo veloz, cadenas fueron

Los sacramentos santos que

trajeron!...

Estas y otras miserables aleluyas (que prueban que

sado sale siempre mal dicho) estropean

no menos que

las frecuentes

la

lo

obra capital de Olmedo,

asonancias indebidas y

rimas verbales. Pero ubi piara nitent no debe

el

la crítica

abuso de

los pedantes.

están las

mayores

Por otra parte, aunque en

bellezas poéticas

el

las

formal dete-

nerse en tales pequeneces, que entregamos desde luego á

dad de

mal pen-

la voraci-

Canto de Junin

que produjo Olmedo, en

igual-

dad y corrección de estilo le aventajan otras poesías suyas, sobre todo la traducción de la primera epístola de Pope y el Canto de Miñarica.

Olmedo componía muy

é intermitencias,

y mientras duraba

limaba sus versos con todo

un humanista tan

despacio, con grandes descansos

el

fervor de la composición,

el

buen gusto que podía esperarse de

cabal; pero después

de

escrito el último verso, le

entraba incurable pereza y dejaba volar sus poesías sin retocarlas

nunca.

casi

Fué Olmedo, por temperamento ó por

falta

de voluntad y constan-

Reprimir tienta en vano El corazón

humano

Su natural inclinación primera.

De

la

trompa guerrera

El sonido animoso Al belicoso Achiles que

* se encubre,

A su pesar descubre. Del mujeril estrado Se levanta irritado Y del mentido adorno se despoja, Avergonzado arroja Las indignas labores, Y, con mejores armas va del Xanto

A La

ser fatal espanto...

Poética ó Reglas de la Poesía, 2.^ edición, Madrid, Sancha,

gina 399.

tomo

2.°,

pá-

6

CAPÍTULO

21 cía,

sobremanera infecundo. pero de

tana;

No

que

las poesías

VIII

colección de Quin-

es

voluminosa

él

definitivamente reunió en l8l3i

la

no hay una sola que pueda rechazarse, y hay por lo menos nueve ó diez que todo el mundo calificará de obras maestras, dentro de su

y género:

escuela

Padilla,

La

Vacuna,

La

del Escorial, Trafalgar, las dos odas patrióticas de

mosura,

La Danza,

dir alguna

de

y de

su tragedia

ciones entre odas

y

808,

La Her-

Jovellanos,

que con tan pequeño equipaje ha llegado á

más de

1

y aun convendría añaposteriormente. El mismo D, Juan Nicasio,

la epístola

las escritas

A

El Panteón

Imprenta,

la

posteridad, tiene, ade-

sus versos ligeros, siete grandes composi-

elegías,

que no pueden

ción selecta. Bello compensa

la

faltar

escasez de poesías originales con el

número, variedad y primor de sus traducciones. tas clásicos del siglo xix.

en ninguna colec-

Olmedo

De

todos los poe-

es quizá el único

que á duras

penas puede dar materia para un pequeñísimo volumen. Entre buenas y malas, largas y cortas (una de

y

cidas

ensayos de

originales,

ellas tiene tres versos),

tradu-

primera mocedad y tardíos cona-

la

tos de la vejez, apenas llegan á veinte las composiciones suyas que

ha podido recoger

la diligencia

de sus apasionados,

ni

hay esperanza

de encontrar más, porque probablemente no existieron nunca

En

(i)

la

más completa, que

colección

es la

Bailen (París, Garnier, 1896), llega á veintiséis el las

añadidas merece citarse, excepto

rio

de San Carlos, de Lima,

de ese colegio, de

al

la tragedia

la

ordenada por D. Clemente

número

total.

«Alocución recitada en

comenzar

la

Ninguna de el

Convicto-

representación, por los alumnos

de Quintana titulada Rl Duque de

Bastante mejores son las tres inéditas

(l).

Viseoi> ('1808).

que después ha publicado D. Enrique

Piñeyro (Bulletm Hispa7iique, tomo vn, 1905; reproducidas en su libro Biografías Atnericanas, París, Garnier,

págs. 207-212).

Son versos anacreón-

escuela de Meléndez, fáciles y suaves {Himno á Diana,

ticos

de

mita,

una imitación de

la

s. a.,

la

La Palo-

Despedida de Metastasio). Reproduce también Pi-

Fernando Abascal y Sousa, Caballero del Orden de Santiago, Mariscal de Campo de los Reales Exércitos, Virrey y Capitán general del Perú... En la tercera comedia que le dedica el ñeyro una curiosa «Loa

27 de

Noviembre

el

al

Excmo.

Sr. D. José

Teatro de Lima. Imprenta Real de Expósitos.

Año

de 1806». Esta Loa se imprimió anónima, pero

el

mismo Olmedo

la

reconoció por

suya, copiando pasajes enteros en otra Alocución que escribió en 1840 para la

apertura del teatro de Guayaquil.

ECUADOR

Aun

de éstas hay que descartar más de

actriz

en

teatro de Guayaquil, el

el

Retrato, el Alfabeto

una de

La

crecio, la

la

mitad por endebles é

insig-

de álbum, una desdichada alocución recitada por

nificantes: versos

una

117

moral para

Nave., de Horacio,

romance poco chistoso

los niños,

y

dos breves traducciones,

otra de un fragmento délAnti-Lu-

Canción indiana, que está sacada de Átala. El soneto

mi hermana no

la muerte de

del

está libre

En

de tachas, pero tiene este

soberbio apostrofe que no es para olvidado:

Yo no

te la pedí.

Qué,

¿es

por ventura

Crear por destruir, placer divino,

Ó

es de tanta virtud indigno el suelo?

Díme,

Descartado todo torio poético de

¿faltaba este ángel á tu cielo?

lo secundario,

Olmedo

viene á quedar reducido

y El Árbol

edad madura: nito (1817),

y

la

La

Doña María Antonia

de Borbón

y á cuatro magistrales poemas de su Silva á un amigo en el nacimiento de su primogé(1808),

victoria de

traducción de

la

reper-

á dos composiciones de su juventud: la

Elegía en la muerte de la princesa (1807),

el

las tres

Junín (1824),

la

oda al General Flores,

primeras epístolas del Ensayo de Pope

sobre el hombre. Afortunadamente, los versos no se estiman por la

cantidad, ni por

el

peso,

y aun con

el

á Bolívar, Olmedo

solo Canto

mismo gran poeta que conocemos. Las dos poesías juveniles escritas con mucha desigualdad de estilo (especialmente El

sería el

están

Árbol), pero

entre

el

deben conservarse, no sólo por

el

curioso contraste

entusiasmo monárquico y español que respiran y

exaltación frenética con que su autor maldijo

el

la

posterior

nombre de España

después de haber llamado dioses y padres á sus reyes; sino porque abundan en hermosos versos y presentan ya muy firme y caracteri-

y aun algunas ideas é imágenes que aprovechó y mejoró luego (l). Al revés de lo que acontece con Bello, en

zada

(i)

la

manera

del poeta,

La introducción de El Ardo I

-pasó á ser parte

Canto á Bolívar. Había dicho Olmedo en 1808: Aquí mi alma desea Venir á meditar: de aquí mi musa,

de

la

introducción del

CAPÍTULO

Il8

VIII

cuyas primeras poesías, sobre todo en los IV, nadie

nas^

podría adivinar

Olmedo tuvo desde

gancia

lírica

que

le

el

canto gratulatorio á Car-

el

futuro autor de las Silvas america-

al

principio

el énfasis

solemne y

Cuando en

caracterizaron siempre.

1

la

arro-

807 decía

de España: Desplegando sus alas vagarosa, Por el aire sutil tenderá el vuelo;

Ya Por

cual fugaz y bella mariposa, la selva florida

Irá

en pos de un clavel ó de una rosa;

Ya, cual paloma blanda y lastimera. Irá á Chipre á buscar su compañera;

Ya, cual garza atrevida, Traspasará los mares. Verá todos los reinos y lugares; Ó, cual águila audaz, alzará el vuelo

Hasta

Y

el

remoto y estrellado

cielo.

en 1824 escribió, superándose incomparablemente á

pueden

el

estudio y



mismo; que tanto

la lima:

Siento unas veces la rebelde Musa Cual Bacante en furor vagar incierta Por medio de las plazas bulliciosas, Ó sola por las selvas silenciosas,

Ó las

risueñas playas

Que manso lame

el

caudaloso Guayas;

vuelo arrebatado tiende Sobre los montes, y de allí desciende

Otras

el

Al campo de

Junín...

Puede decirse que Olmedo, como las

Bello, estaba

continuamente asediado por

reminiscencias de sus propios versos y de los ajenos. Las tiene hasta de

poetas obscuros y olvidados. Así estos versos del Canto de Minar ka: Así cuando una nube repentina Enluta

el cielo

cuando

el sol declina...

parecen un eco de aquellos otros de Sánchez Barbero en.su bella Elegía á la muerte de la Duqtiesa de Alba: Así cuando una nube tormentosa el Oriente cárdeno aparece...

En

Cotéjense ambas estancias, y se verá que

la

semejanza continúa. Si Sánchez

Barbero habla de Torrentes que á porfía Chozas, rebaños, vegas, arrebatan-

Olmedo

escribe, esta vez con

Y

menos numen:

entre tantos horrores

Vagan, tiemblan y caen confundidos Ganados y cabanas y pastores...

ECUADOR

En

1

hombros ya

SUS débiles

Sostener el cadáver de su

y llamaba á

los

ni

1

puede

gloria...

males y dolores: Soldados indolentes que militan Bajo

el

pendón sombrío de

la muerte...

podía perfeccionar sin duda su educación y

estilo,

pero había en-

contrado ya su instrumento. El resplandor vivísimo del Canto de Junin ha perjudicado sin razón á otras felices inspiraciones de Olmedo, dejándolas en

numbra.

No

la

pe-

obstante, así era forzoso que sucediese, porque el Canto,

además de su valor intrínseco y de presentar reunidas en un sólo alarde todas las fuerzas del poeta, participa de la celebridad histórica del

grande acontecimiento que conmemora, y vivirá cuanto

América

viva en los fastos de fué la

el

más espléndida corona.

americano de aquella

de este canto, y son

era,

nombre de Simón

produjo

Infinitos versos

también que

la

gua poética, aunque no se escribiesen con su

mismo Libertador

Olmedo y

al

apuntar los carac-

Bolívar,

más severo y no el menos atinado fué en cuyo obsequio se escribió el canto. la

su Aquiles, mientras

dose. Si conociésemos de igual

obras maestras,

mucho

correspondencia que medió entre el

Canto de Junin iba componién-

modo

la

en su mayor parte por á la elaboración del fragua, iba

el

el Sr.

himno

el Sr.

Caro y reproducidos

Cañete, nos es dado asistir día por día

y ver cómo el hierro, al salir de escorias. Olmedo, fiel en todo á los

triunfal,

depurándose de

procedimientos de

génesis de cada una de las

adelantaría la crítica histórico-literaria. Pu-

blicados estos preciosos documentos por

prosa

len-

primores y defectos de su plan y composición, respecto de

Poseemos afortunadamente

la

y magnífica

Olmedo. Ahora procede añadir algo acerca

lo cual ¿quién lo diría? el juez el

los

espíritu.

Harto hemos dicho de este famoso poema

los

patriotismo

madre España puede

perdonar, porque se escribieron en su tradicional

de

el

pero apenas merecen vivir otros que

los únicos

teres del genio lírico de

Bolívar, del cual

la escuela

las

de Quintana, empieza por trazar en

plan de su Canto; los versos vienen después;

lentamente va trabajando cada una de Menéndbz y

Pri/Ayo.

— Poesía

hispano-atnericana.

y sucesiva y

las partes; borra, II.

rompe, enS

120

CAPITULO

mienda, y sólo

cabo de cinco meses da por terminada su obra, y

al

remite una copia

VIII

al

Libertador.

El Canto tenía más de 8oo versos capital

\

(j),

razón de sus desigualdades.

la

á llamarle oda^ pero

poco: más larga es

la

nombre y

el

éste es quizás su defecto

No

quien se niegue

faltará

la clasificación

IV de

Pitica

y

técnica importan

Píndaro, habida cuenta de la di-

ferencia de concisión entre las lenguas clásicas

y

las

modernas. El

Olmedo es propiamente lo que los italianos llaman un un poema corto, mixto aquí de lírico y épico, como las Sil-

trabajo de

carme,

vas de Bello son mezcla de

mina en pero con tos

vate del Guayas es

el

alternan largas

él

y

lo lírico

y

nombres de

precisas narraciones de los sangrien-

por híbrida y monstruosa narrativos,

que

es

por

y

jefes

tal

sin omitir rasgos

oficiales.

No

de esfuerzo

IV

líricos

más

contrario frecuentísima en los

el

embargo,

se tenga, sin

combinación de elementos

cos maestros; la ya citada Pitica

dónde

sus odas, encuentra

el

y

clási-

contiene un largo relato de

expedición de los Argonautas; y aun Horacio, en

más estrecho de

El tono que do-

efervescencia del rapto pindárico,

la

choques de Junín y Ayacucho,

individual,

lo didáctico.

la

cuadro mucho

colocar, rápidamente

narrados, en tono que usando de términos románticos pudiéramos decir de balada, el rapto de

por sus cien ciudades,

el parricidio

de Teucro de Salamina y critos

Si

Europa y su llegada á Creta potente

el

de

las hijas

de Danao,

fuga

la

razonamiento que dirigió á sus pros-

compañeros exhortándoles á ahogar en vino sus pesares.

en esto se mostraba Olmedo tan

namentc

clásicos,

tampoco

se le

fiel

á los modelos

más genui-

puede hacer grave cargo por

la su-

puesta infracción de unidad que en su obra han creído notar mu-

chos

críticos. Si tal falta existe,

inexacto: quítese el de

mucho todo var,

el

tema de

redúcese á

la

Victoria de Junin, la

y nada habrá que reparar en

esto.

victoria aislada

entusiasmo

(i)

En

la

lírico),

(aunque una de

un

que no abarca

composición; déjese

el

Ayacucho

ellas sea

título ni

con

de Canto á Bolí-

Porque realmente

se canta en primer término no es Junín ni

guna

aplicación de

lo

que

allí

ni otra nin-

causa ocasional del

sino el conjunto de todas las empresas de Bolí-

segunda edición, 909; en

la

tercera y definitiva, 906.

ECUADOR

suprema en

var; su acción

termina con su entrada genes del

fué

el

la

paz y auguran todo

nueva república. Ni Junín

bastaban

Ayacu-

de

la cual

pronto se

Bolívar; había prestado su rayo al joven Sucre^

expresión de Olmedo. Pero aunque en Ayacucho triunfase

la

y

ni

poeta para su intento; Junín no

al

brazo de Sucre, lo que moralmente triunfó fué

lívar,

Vír-

las

y que por sí sola no hubiera decidido del Ayacucho fué una capitulación decisiva, pero en

Ayacucho no estuvo

el

la

de

canto de

el

poema

el

ejército realista,

éxito de la guerra;

según

los beneficios

brillante carga de caballería,

más que una

rehizo

sí,

y con

en Lima,

triunfal

género de prosperidades á cho, cada una de por

epopeya americana; por eso

la

que celebran

Sol,

121

esto ni á

Olmedo

ni

de Bo-

el espíritu

á ningún otro americano de su tiempo

había de ocultársele. Sucre no podía ser

el

héroe del canto, aunque

fuese el triunfador de última hora. Había que enlazar las dos victorias,

y

esto fué lo

que Olmedo

realizó,

de

los medios, pero sin contravenir

con más ó menos acierto en

modo

alguno á

la

unidad del

pensamiento de su obra.

más nuevo

El medio ciertamente podía ser

hay que dar

la

razón á

los censores.

más gastadas en toda epopeya de cunstancias extravagantes

nocturna con que

sumiendo

los

los

dones de

y aun

é ingenioso,

y en

esto

Redúcese á una máquina^ de

escuela,

y rodeada además de

risibles.

En medio de

la

las

cir-

algazara

vencedores de Junín celebran su triunfo, con-

Ceres y

de Baco^ aparece entre nubes

som-

la

bra del inca Huayna-Capac, que después de llenar de improperios á los españoles, vaticina la próxima victoria de

Ayacucho y

dirige

á Bolívar consejos políticos más ó menos embozados. Después del larguísimo discurso del Inca, comparecen las Vírgenes del Sol y

rodean entonando un bellísimo coro. Todos quedan atónitos

(la

le

cosa

no era para menos), hasta que de pronto desaparece toda esta fantasmagoría, tornando

La

el

poeta á

belleza de ejecución,

que

las orillas

es

basta para velar lo que hay de frío

empleo de cosas

lo

como

grande en algunas partes, no pueril en esta concepción. El

sobrenatural en un asunto contemporáneo, es de

más arriesgadas que pueden

sueños ó

y

de su caro Guayas.

intentarse; sólo

como

\'¡sión

efecto de alucinación podía aparecer el tal Inca,

aun entonces, reducido

las

en

y

su vaticinio á pocas palabras de sabor mis-

122

vm

CAPITULO

terioso

profético;

y

no poniendo en sus labios una especie de parte

de Gaceta, en que manifiestamente se olvida Olmedo de que no es sino Huayna-Capac, quien va leyendo en las páginas del libro del

él,

destino. Prescindiendo por ahora de las mil cosas absurdas tradictorias

que

que Bolívar y

el

Inca revuelve en su prolija arenga, es ridículo

por

los suyos,

con los dones de Baco y con

muy

perturbada que tuviesen

embriaguez de

la

ver y oir despiertos á semejante fantasma. lísimo

en que

andaba mezclado con

lo divino

lo

victoria,

la

la

cabeza

pudiesen

Lo que parece

es legítimo recurso poético, tratándose

y

y con-

natura-

de épocas remotas

humano,

resulta chillona

moderna y escrito ocho leyese el mismo capitán vence-

discordancia aplicado á una prosaica guerra días después del suceso para

buen gusto y de no vulgar el énfasis

moda

consagrado á su debía ser

En

más

literatura,

mejor de

de sus proclamas, fué

presencia del

la

lo

que según se trasluce por sus cartas era hombre de

dor. Bolívar,

por

que

que

de

el éter,

la

que

le

usurpaba

Olmedo

aparición del Inca,

la

la

y

mitad del poema

embrollón, cuando

puesto que viene del

escuela á que

máquinas semejantes á

que pudiera creerse

primero en encontrar incó-

el

mostrándose hablador

gloria,

leve

los poetas

tal Inca,

lo

cielo.

pertenecía, abundan

y que indudablemente

de modelo; pero todas son más racionales que

le sirvieron

ella,

y

en ninguna hay espectro que se aparezca á todo un ejército acam-

A

pado. Cuando Gallego, en la oda levantarse, cual

sus hijos á

y á

la

Buenos Aires, hace-

América del Sur y convocar á victoria, la ve sólo con los ojos de

matrona augusta,

la resistencia

la defensa de

la

y no pretende que materialmente la viese nadie,, mezclase con los combatientes. Cuando Quintana evoca,

la fantasía lírica,

ni

que se

y llama á

juicio las

dominios de

sombras del Panteón de El Escorial, invade

la fantasía

romántica, pone

son las de este mundo, y

que

En

se proponía.

que Olmedo tenía

la

noche, y

Todas la

suya;

el

produce

solemne y

que no

terrorífico efecto>

el

el

Grande

se aparece á Palafox

poeta no dice claro

estas apariciones tuvo, á

y aunque

el

pie en regiones

poema Zaragoza de Martínez de la Rosa,, muy estudiado como Caro largamente prueba, la

sombra de Rebolledo de

así

el

los

se trata

mi

si

en

el silencio

fué realidad ó sueño.

juicio,

presentes

de cosas harto conocidas,

Olmedo

me

para-

parece mo-

^^3

ECUADOR

ponerlas juntas y en orden inverso de tívo de curiosa comparación identidad de procedimientos literaantigüedad, para que se vea la establecida la filiación del poeta; se verá rios, y quede más y más en el giro de la frase y en los epíeste proceso genealógico hasta te tos.

OLMEDO (1824) Cuando improviso venerable sombra

En

faz

serena y ademán augusto se levanta.

Entre candidas nubes

Del hombro izquierdo nebuloso manto Pende, y su diestra aéreo cetro Su mirar noble, pero no sañudo;

Y

rige; •

nieblas figuraban á su planta

Penacho, arco, carcaj, flechas y escudo;

Una zona de

estrellas

Glorificaba en derredor su frente

Y

la

borla imperial de ella pendiente.

MARTÍNEZ DE LA ROSA (1809)

Cuando temblar

sintió bajo su planta

Los profundos cimientos del palacio, Tres veces ¡ay! con hórrido estampido

Ronco trueno

sonó, se abrió la tierra.

Y sobre negra nube se

levanta

La venerable sombra De Rebolledo el Grande: en Se ve centellear su

la tiniebla

faz divina...

Cércanle en torno insignias y trofeos;

Cúbrelo con su manto

Y

en

el noble

ademán

la victoria,

fiero

Ostenta grave su valor y

y sombrío

gloria. t

GALLEGO (1807) Alzase en tanto cual matrona augusta

De un

alto

monte en

la

fragosa

cumbre

La América del Sur; vese cercada De súbito esplendor de viva lumbre (i),

Y {\)

Y en

en noble ceño y majestad bañada.

rósea luz bañado resplandece, dice

Olmedo

del Inca.

CAPITULO

124

No

VIII

ya frivolas plumas,

Sino bruñido yelmo rutilante

Ornan su

rostro fiero;

Al lado luce ponderoso escudo,

Y

en vez del hacha tosca ó dardo rudo,

Arde en su

diestra refulgente acero.

QUINTANA

Cuando

las losas del

Se vio un espectro

Que

á los

(i

So 5)

sepulcro hendiendo,

atigiisto

y venerable

demás en majestad

El águila imperial sobre

él

vencía.

tendía

Para dosel sus alas esplendentes,

Y

en arrogante ostentación de gloria

Entre sus garras El rayo de

Y

el

la

fieras



y valientes

guerra arder se vía,

lauro tremolar de

Un monte de armas De bélicos blasones

la victoria.

rotas

Ante sus pies indómitos

y banderas

yacía,

Despojos que á su esfuerzo

naciones

Jas

Vencidas, derrotadas, le rindieron.

Ningún hombre de buen gusto negará tro apariciones, á la

grandioso

No

que

lo

lo

de

palma, entre estas cua-

En Quintana

en sus imitadores tiene

es sólo lo extraño

razonamiento el

de Carlos V.

la

ya visos de

la visión, sino la

que ofende en

el

parece natural

y

artificio (l).

falsedad intrínseca del

episodio del Inca,

y

Bolívar fué

primero en encontrar impropio que Huayna Capac alabase indi-

rectamente

la religión cristiana

que destruyó

los

templos de sus dio-

y todavía más impropio que en vez de desear el restablecimiento de su dinastía, diese la preferencia á extranjeros intrusos que y ses,

aunque vengadores de su sangre, son descendientes de

los

que aniqui-

laron su imperio. El buen sentido habló por boca de Bolívar, nadie

(i)

más autorizado que Aun en

él

el vaticinio del

para rechazar aquella ilusión local del Inca dejó alguna huella aquel apostrofe de

Gallego:

¿Dó mis Incas

están? ¿A

dónde

es ido

El imperio del Cuzco? ¿Quién brioso

Domeñó

y

su poder?...

ECUADOR

125

patriotismo americano, que en los versos de el

Olmedo

extremo profundamente cómico de poner en

el

haber restaurado

Todos

los

los

la diestra

templo portentoso de Pacha- Cámac.

el

demás lunares

del canto fueron también señalados con

admirable sagacidad por Bolívar. La introducción

como en

bombante,

empíreo de

de Manco-Capac, y mismo género de inmortalidad á Bolívar en premio de

Incas á Fr. Bartolomé de las Casas á

prometer

el

llegaba hasta

efecto lo es; encontró prosaicos

le

pareció rim-

y vulgares mu-

chos versos que calificó de renglones oratorios, y, finalmente, aun-

que parte interesada, no dejó de reconocer, con loable modestia,

el

principal flaco de toda la composición, es á saber, lo hiperbólico

y

desmesurado de rado un

la

alabanza: «Usted dispara

usted abrasa

tiro;

tierra

la

con

las

donde no

se ha dispa-

ascuas del eje y de las

ruedas de un carro de Aquiles que no rodó jamás en Junín; usted

dueño de todos

se hace

los personajes;

de Sucre un Marte, de Lámar un

de mí forma un Júpiter,

Agamenón y un Menelao, de

Córdoba un Aquiles, de Necochea un Patroclo y un Ayax, de MiUer un Diomedes y de Lara un Ulises... Usted nos hace á su

modo

poético

de

la ficción

como

el

y

fantástico,

la

y para continuar en

fábula, usted nos eleva

el

país de la poesía

con su deidad mentirosa

águila de Júpiter levantó á los cielos á la tortuga para de-

jarla caer

sobre una roca que

le

rompiese sus miembros rastreros.

Usted, pues, nos ha sublimado tanto, que nos ha precipitado en

abismo de

la

nada, cubriendo con una inmensidad de luces

el

el

pálido

resplandor de nuestras opacas virtudes. Así, amigo mío, usted nos

ha pulverizado con Marte, con

el

rayos de su Júpiter, con

los

cetro de su

Agamenón, con

la lanza

la

espada de su

de su Aquiles y

yo no fuese tan bueno y usted no fuese tan poeta, me avanzaría á creer que usted había querido hacer con

la

sabiduría de su Ulises. Si

una parodia de

la «.Iliada-»

Usted sabe bien que de

lo

con los héroes de nuestra pobre farsa.

heroico

d

lo ridiculo

no hay más que un

paso, y que Manolo y el Cid son hermanos, aunque hijos de distintos

padres.

Un americano

Homero,

y un

español

leerá el le

leerá

poema de usted como un canto de como un canto de «El

Facistols» de

Boileau ^

Conservar tan buen sentido después de haberse hecho arbitro de

126

CAPÍTULO

un continente, vale

vm

como haber

casi tanto

triunfado en Boyacá, en

Carabobo y en Junín. ¿Qué hubiera dicho Boh'var, que llamaba

campañas desde

bre farsa á sus asombrosas tosí, si

hubiera alcanzado á leer

en 1835

Al

la

el

Orinoco hasta

Po-

Olmedo dedicó

magnífica oda que

general Flores, vencedor en Mlñarica?

el

/é»-

Y

no porque

la

función de guerra de Miñarica hubiese sido menos sangrienta que

de Junín, puesto que más de mil cadáveres quedaron tendidos

la

en

campo, sino porque en Junín, ó más bien en Ayacucho, de

el

que Junín fué como preludio, quedó definitivamente ó para mal del Nuevo

que ya no

poli:

para

lo fuese

en sus postreros

Mundo

(que este es punto

roto, para bien

muy

opinable, aun-

sereno y desengañado juicio de Bolívar

el

que unía

días), el lazo

las colonias

con

la

metró-

asunto noble de suyo por su magnitud y sus consecuencias;

paso que Miñarica fué una de tantas estériles luchas vencidos y vencedores se aplicaban mutuamente

el

civiles

al

en que

dictado, tan de

moda en América, de tiranos. A tanta distancia, y en cosa tan embrollada como la política interna de las repúblicas americanas, es y poco importante averiguar quién

difícil

es probable

que nadie

la

tenía la razón

de su parte:

tuviese del todo; pero lo único que con

certeza sabemos, es que los resultados de aquella

hecatombe

se re-

dujeron á sustituir un presidente por otro. Para tan poca cosa resulta

desproporcionado aquel soberano apostrofe, que sólo á Pizarro

ó á Bolívar ó á San Martín, podría hasta hoy dignamente aplicarse: jRey de

Que Los

los

Andes!

la

ardua frente

inclina,

pasa el vencedor...

y aun los que no lo son, como nuestro malogrado compañero Cañete, arman larga contienda sobre si Ol-

medo pintan

críticos americanos,

hizo ó no hizo bien en cantar al general Flores, á quien unos

como un

tiranuelo funesto para la tranquilidad de su patria,

mientras otros, con mejor acuerdo, á lo que yo alcanzo, reconocen

en

él ciertas

dotes de guerrero

y de

estadista,

prendas estimables de

hombre privado,

celo del bien público, condición apacible

y

y

aficiones cultas

literarias,

aunque desgraciadas: todo

y amena

lo cual

pa-

rece que nada tiene que ver con los rasgos tradicionales del grotesco personaje llamado tirano, inventado por los retóricos antiguos ut

1^1

ECUADOR

127

pueris placéate et declamatio Jiat, y realizado

muy

pie de la letra,

al

según dicen, en algunas repúblicas de América. Por mi parte,

ni

puedo creer que fuese un soldado ambicioso y vulgar el que inspiró tal canto y en alas de él pasará á la posteridad aun más que por la

memoria de sus hazañas;

encuentro digno de censura á Olmedo

ni

por haberle cantado; aunque después contribuyese á su caída

lla-

mándole ángel exterminadoi% y estuviese á pique de sucederle en la presidencia del Ecuador. Para hacer buenos versos, siempre es ocasión oportuna,

y

hay que pedirles más cuenta de

á los poetas

versos que de los asuntos. Si tud para despertar

el

la victoria del

más de diez años, y

salvo

la

ridad

y nervio

parecía aletargado

no cede en pompa, boato, sono-

y buena Musas tienen que

Canto de Jiinin^ y en madurez de

distribución de partes seguramente le vence, las darle las gracias por su victoria

Completan

el

un canto que,

obligarle á prorrumpir en

inferioridad de la materia, al

general Flores tuvo vir-

numen de Olmedo, que

hacía

número de

las

y

estilo

hasta por su tiranía.

Olmedo que

obras de

tienen apare-

jada larga vida entre lo más selecto del parnaso americano,

ve y melancólica Silva á un amigo en

que sabe á Leopardi en algunos

nito^

mente procede de pleta

y algo

parafrástica

por

más

él

y

la

traducción incom-

el

serlo toda ver-

hombre de Pope.

De

las

traducir, sólo la primera fué

definitivamente corregida: las otras están versificadas con

negligencia, pero en todas ellas

sía filosófica

(i)

que Olmedo alcanzó á

gra-

aunque indudable-

pasajes,

Ensayo sobre

la

nacimiento de su primogé-

(como forzosamente ha de

sión de poesía inglesa) del tres epístolas

el

escuela de Cienfuegos;

la

los

hay trozos de

que puede encontrarse en castellano

Nació D. José

J.

de Olmedo en Guayaquil

el

la

más

bella poe-

(l).

20 de

Mayo de

1780,

de

padre malagueño y madre americana. Hizo sus estudios de gramática en Quito, y los de filosofía y derecho en el colegio de San Carlos y Universi-

dad de San Marcos de Lima, donde recibió

empeñó en

grado de doctor en 1805. Des-

aquella universidad cátedras de derecho romano, y luego se

dedicó en Guayaquil

putado para

el

las

al

ejercicio

de

la

abogacía.

En

1810 fué

nombrado

di-

Cortes de Cádiz, en cuyas actas se encuentra algún breve

discurso suyo, especialmente

ó servicio personal de

el

que pronunció sobre

los indios.

la

abolición de las mifas,

Permaneció en España hasta

la

vuelta de

CAPÍTULO

128

Por mucho tiempo Olmedo fué sía del

el

VIII

único representante de

Ecuador, aunque en hecho de verdad

ruano. Es casi

único que figura en

el

la

él

poe-

la

hubiese nacido pe-

América poética de

846.

1

El mediano fabulista D. Rafael García Goyena, que también está incluido

allí,

suena indebidamente como guatemalteco, por lo cual

suele ponérsele en las antologías de Centro-América.

embargo, que nació en Guayaquil en

de doce años residió en Guatemala, y

1

Es

cierto, sin

766; aunque desde allí

escribió

edad

la

y publicó sus

apólogos, correctos pero insípidos.

Hay, pues, un largo paréntesis entre

la

deslumbradora aparición

de Olmedo, hijo del régimen colonial, y los frutos mucho más modestos de la nueva generación literaria, que luchando con dificulta-

Fernando VII en bierno

Regresando á America, formó parte de

18 14.

de Guayaquil en

Junta de Go-

y del Congreso Constituyente del Perú en 1823, diputación peruana que fué á implorar el auxilio mili1820,

así

como también de

tar

de Bolívar, con quien antes había estado en desacuerdo

la

la

político y

de quien

se convirtió entonces en amigo y admirador entusiasta. Después de Ayacucho, Bolívar le envió de Ministro plenipotenciario á Londres,

cha amistad con D. Andrés concurrió á

la

donde contrajo

Permaneció en Europa hasta

Bello.

1828:

estre-

en 1830

Convención ó asamblea constituyente de Riobamba, que separó

definitivamente la república del Ecuador de la de Colombia. Sucesivamente fué electo vicepresidente de la República y gobernador del departamento del Guayas. Presidió la convención nacional de Ambato en 1S35, Y desaviniéndose con el general Flores, se puso en 1845 al frente del

en

la

Gobierno provisional

revolución que contra aquel general estalló triunfante en Guayaquil.

Candidato para

Ramón

la

Roca, en

presidencia de

la

República, fué derrotada) por D. Vicente

elecciones de aquel año. Murió cristianamente en su

las

ciudad natal, en 19 de Febrero de 1847.

La mayor parte de raíz

de

las poesías

los acontecimientos

El Ensayo sobre

el

bastante esmero en

hombre

que

de Olmedo se fueron publicando

las inspiraron.

(i.* epístola

Lima en

sueltas, á

1823.

con

el

texto inglés) se imprimió con

La primera y rarísima edición del Canto d

Bolívar es de Guayaquil, 1825; pero yo no he visto otra más antigua que

la

de

Ackerman, de Londres, del año

siguiente. Casi todas las poesías importantes

de Olmedo salieron juntas en

la

América Poética de Gutiérrez (Valparaí-

y el mismo Gutiérrez las recogió aparte, algo aumentadas, en un tomito, también de 1848, que fué reimpreso por Boi.K en París en 1853. Estas

so, 1846),

dos ediciones añaden

cado en 1840 en

La

y 3.^ de Pope, que Olmedo había publiBalanza., periódico de Guayaquil. En 1861, D. Manuel las epístolas 2.*

ECUADOR

129

des indecibles, nacidas de los trastornos políticos y del abandono

de los buenos estudios, fué levantando poco á poco

casi total

beza hacia

de

tra

la

en



segunda mitad de nuestro

la

dos de una

y empezó á dar mues-

siglo

Lira Ecuatoriana que en 1866 compiló

cente Emilio Molestina. infeliz

En

poetisa de Quito,

Dr. D. Vi-

y apasionaen 1857,

al suicidio

Su composición Quejas

ay desgarrador que debe recogerse, tanto más cuanto que ra expresión del sentimiento

no es

lo

de

D.^ Dolores Ventemilla

Galindo, á quien pesares domésticos arrastraron á la temprana edad de veintiséis años.

el

versos dolientes

ella figuran

la ca-

que más abunda en

es

un

la since-

la

poesía

americana.

Entre

los

poetas de

primera Lira Ecuatoriana, dos descuellan

la

sobre todos: D. Juan León Mera y D.Julio Zaldumbide. Mera vive (l)

y continúa

escribiendo, no sólo versos, sino exquisita prosa, de que

Nicolás Corpancho, literato peruano, acrecentó algo la colección en un cua-

derno publicado en Lima con bibliográficos para formar

Hay

una

el título

edición

de Poesías inédUas de Olmedo: apuntes

más completa que

las conocidas.

excelentes trabajos biográficos y críticos sobre Olmedo. Los principa-

les son:

Pombo tomo

(D. Rafael). Artículo en

El Mundo Nuevo, de Nueva York,

1872,

pág. 332.

I,

Caro (D. M. Antonio). Olmedo:

mos u y

tres artículos

en

el

Repertorio Colombiano, to-

lu (Bogotá, 1879).

Cañete (D. Manuel). El Dr. D. José Joaquín de Olmedo. (En su libro Escritores

Españoles é Hispauo-americatios, Madrid, 1884.)

Herrera (D. Pablo). Apuntes biográficos de D.

Mera de

la



(D.

Olmedo. Quito, 1887.

Juan León). Carta al Sr. D. Manuel Cañete (sobre varios puntos

vida de Olmedo). Quito, 1887.

Cartas inéditas de Olmedo, precedidas de un breve estudio sobre

to, 1892.

cio,

J. J.

Estas cartas, que contienen curiosos juicios de

ellas.

Qui-

Olmedo sobre Lucre-

á quien admiraba mucho, y sobre Lucano, cuyo genio poético estimaba

superior

al

de

"Virgilio,

fueron dirigidas de 1823 á 1825

al

Dr. D. Joaquín de

Araujo.

Rendon

(D. Víctor María).

tre de Bolívar. París, 1903.

Olmedo homme

d' Etat et poete américain, c/ian-

Traduce en verso francés

poesías de Olmedo, enlazándolas con

el

mayor parte de

relato de su vida.

Piñeyro (D. Enrique). Biografías Americanas, (i)

la

Falleció después de escritas estas líneas.

París, 1906, págs. 197-247.

las

130

CAPITULO

VIII

Cumandá es buen ejemplo. Zaldumbide ha descendido no ha mucho á la tumba, y, por consiguiente, entra ya en nuestra antología académica. En 1851 se dio á conocer por su Canto SU linda novela

á

la

Música, y en 1888 cerró su carrera poética con dos bellas tra-

Lara de Byron, y otra de los Sepulcros de Pindemonte, honrándome con la dedicatoria de la segunda (l). El género ducciones, una del

predilecto de Zaldumbide fué la meditación poética; sus cualidades sobresalientes: gravedad en

languidez en

el

pensar, mezclada con cierta amable

elevación moral contemplativa

el sentir;

intervalos de flaqueza, desfallecimiento

ron á triunfar miento.

fin

al

su recto corazón

Comenzó por

la

duda sobre

entregarse en brazos de la diario

y obscuridad, de que

y bien

mo, como

lo

Meditación.

y acabó por

Sus poesías son, por decirlo

fe.

Nunca

mucho tiempo en

hermosa meditación

la

así,

el

fué pesimista dog-

las olas del escepticis-

demuestran sus composiciones Eternidad de

En

llega-

disciplinado entendi-

destino humano,

el

psicológico de esta batalla suya.

mático; pero navegó por

y serena con

titulada

La

vida y noche, exclamala

ba con amarga ironía que parece leopardiana:

Tuyo

es el universo: alza

la

frente:

Espacia tus miradas orgullosas

Por

el vasto,

Las

estrellas

encumbrado firmamento: que ves esplendorosas,

Las que ver no

te es dado,

y

las

que en vano

Pretendiera alcanzar tu pensamiento, Subditas son de tu potente imperio;

Tu

ley gobierna su

ordenado

giro;

Brillan para tu bien. El rayo ardiente

Que

el cielo

airado contra



fulmina,

El mal granizo que tus campos daña,

Los vientos que en los mares se sepultan, El volcán que tus obras arruina, Parece,

sí,

que

Mas son para ¡Oh

feliz

tu

poder

insultan.

tu bien, y su

colmo de

felice suerte!

Para tu mismo bien blande (i)

Hay sobre

las

guadaña

la

muerte.

poesías de Zaldumbide unas Observaciones a'^x^c\^\^%

del Dr. D. Luis Cordero en las Memorias de la Academia Ecuatoriana,

(Quito, 1889).

tomo

i

^3'

ECUADOR

permaneció tormenta de sus dudas, Zaldumbide como él especulativanuuU cristiano, porque, afectiva ya que no

En medio

de

la

decía:

Arcanos de

Más bien

Quiso creer, y

el

muerte los concibe corazón que no la mente...

la

al fin le visitó la

Gracia.

En unos

versos á

la

Virgen

había escrito: Jamás

al

que

te

ruega desamparas

Ni hay súplica por tí desatendida; aras La flor que pone en tus benditas perdida... El que te ofrenda, nunca va

de su

La

últimos años y Zaldumbide dio en los de viva y fervorosa piehora de su muerte ejemplos

súplica fué oída,

y á la dad que por

vida

caci'ón para la

grandísima ed.fiimportancia del sujeto fueron de atravesaba entonces grave sociedad del Ecuador, que

la

crisis religiosa (l).

de otros muchos poetas ecuatoTenía Zaldumbide, á diferencia estudio directo y literaria, basada en el torianos, sólida educación de los nueslatinos, italianos é ingleses, y reflexivo de los modelos

Pray

prefería á Garcilaso y de oro, entre los cuales versos románticos que en es que, aun los pocos I uis de León. Así posterelativamente correctos, y en los su mocedad compuso, son estudio pulcritud en la dicción, sino riores hay, no sólo decoro y una que fluye manso y apacible en de la parte musical del idioma, estas buenas partes de esmerada. versificación generalmente no Zaldumbide condiciones descriptivas prosodia y estilo, juntaba el de la naturaleza, aunque mas en vulgares; sentimiento no fingido la en la expresión moral que en conjunto que en los detalles, más tan reposada tristeza, que por ser expresión física; y una suave y de hasta los tópicos más vulgares suya ennoblece y renueva en él Mañana. oda Á la Soledad del Campo. La la poesía campestre. La admide la Tarde, donde se El Mediodía, La Tarde, La Estrella

tros del siglo

Á

(i)

Nació Zaldumbide en Quito en 1833 y

mu"ó

en 1887.

CAPÍTULO

132

VIII

ran estos delicados versos, que son vaga reminiscencia de una elegía de Herrera (l):

Después

tú viste, estrella

Mas ¿quién podrá contar son buenos fiadores de

lo

que

digo.

de

lo

los cielos...

que tu

No

viste?...,

tuvo Zaldumbide

la

fortuna

de concentrar sus fuerzas en una composición inolvidable que deba ir

perpetuamente unida á su nombre; pero

por

si

de audacia ó de ocasión no pudo ser contado entre primer orden de

la

América

del Sur,

distinguido entre los de segundo, los el

cubanos, por prendas

muy

merece á

de

los líricos

menos un puesto

lo

modo que

al

de nervio ó

falta

lo

obtiene entre

parecidas de sentimiento y de gusto,

dulce y simpático Mendive.

Otros poetas ya fallecidos figuran en

nas

Antologías Ecuatoria-

general D. Francisco Javier Salazar,

(2): el

el

Dr. D. Rafael Car-

Lo que más entre nos pasó no es diño, Noche, de oir el Austro presuroso. Ni el viento de tus lechos más vecino...

(i)

(Herrera.

— Elegía ix. — Lib.

ri).

Las que conozco son:

(2)

— Lira por

las

el

Ecuatoriana. Colección de poesías nacionales^ escogidas y ordenadas

Dr. Vicente Emilio Molestina. Guayaquil, 1865. Juzgada con dureza

pero no con

injusticia,

por Mera, en su Ojeada

critica sobre la

Poesía Ecua-

toriana.

— Parnaso Ecuatoriano, con apuntamientos

biográficos de los poetas

cadores de la Repi'iblica del Ecuador, desde el siglo

por Mamiel naso

el Sr.

—Njieva

XVII hasta

el

Lira Ecuatoriana.

Colección

la

Lira del

abunda mucho

esXt.

Par-

la broza.

de poesías escogidas y ordenadas

Puede considerarse como un seDr. Molestina, porque no repite ninguna compo-

por Juan Abel Echeverría (Latacunga,

gundo tomo de

él

versifi-

año de 1879,

Gallegos Naranjo (Quito, 1879). Desdichadísimo llamó á

Mera, y Cañete añade que en

y

1879).

sición.

—Antología Ecuatoriana.— Poetas. Quito, 1892. Colección formada por

Academia del Ecuador, correspondiente de piosa y de mejor gusto volencia. Lleva

— Cantares Mera. Quito,

que

las

la

Española. Es

del pueblo ecuatoriano.

De

co-

anteriores, pero adolece de excesiva bene-

un segundo tomo de poesía popular

1892.

mucho más

la

titulado:

Compilación formada por Juan León

estos cantares nada

hemos

dicho,

como tampoco de

ECUADOR vajal,

133

D. Vicente Piedrahíta, D. Miguel Riofrío (autor de Nina,

le-

yenda quichua), D. Miguel Ángel Corral, D. Joaquín Fernández Córdoba, D.^ Angela Caamaño de Vivero (que tradujo con felici-

dad algunos versos de Byron), Velasco y

En

el

el festivo

joven estudiante de Medicina D. José Bernardo Daste.

los versos

que conocemos de estos autores hay cosas dignas de

estimación, pero ninguna de mérito

de sus obras, nos expondríamos si

muy

relevante;

y como, por

más que una pequeñísima porción

otra parte, no tenemos á la vista

do,

improvisador D. Joaquín

á

dar un

fallo injusto

atropella-

y

aquí pretendiésemos juzgarlas.

Séanos

pues, cerrar esta sección con

lícito,

el

nombre para

los

creyentes tan grato, tan odiado por los sectarios, del adalid y mártir

cía

de

la

causa católica en

Moreno, que

mostró en rica,

la

si

el

Ecuador,

no cultivó

la

el

poesía

presidente D, Gabriel Gar-

como vocación

Epístola á Fabio nativas dotes para

la alta

predilecta,

poesía

satí-

otras composiciones suyas, desgraciadamente escasas,

y en

originales,

ya traducciones de Salmos, tampoco encontró

ya

difícil ni

reacio el idioma de las Musas. Tienen estas piezas los descuidos

inherentes á todo lo que se escribe para no ser impreso; pero en ellas,

los

como en

sus escritos en prosa, quedó un reflejo de

que en pequeño número

se

la

grande

han publicado de otras regiones de América,

porque exigiría un estudio especial y muy minucioso el distinguir en ellos lo verdaderamente americano é indígena de lo mucho que se encuentra tam-

numerosas colecciones de coplas españolas y singularmente andaformadas por Lafuente Alcántara, Rodríguez Marín y otros. Hay tam-

bién en luzas,

bién en

las

el libro del Sr.

modernas en

la

Mera algunos versos

lengua de los

y varias composiciones indios llamada quichua^ que sigue siendo culti-

vada artificialmente por varios literatos del

políticos

país,

entre los cuales se ha dis-

tinguido el Dr. D. Luis Cordero. Falta á esta Antología un tercer

tomo de

prosistas,

docta dirección de D. Pablo Herrera y será quizá

que

está confiado á la

más interesante, porque la agitadísima vida política del Ecuador ha hecho que el ingenio de sus hijos brille y se desarrolle principalmente en el campo de la polémica social y religiosa. No tengo noticia de que este tomo se haya publicado. Los nombres

de Espejo,

Mejía, el P. Solano, García

añadir ya, con

las necesarias

agudo é ingeniosísimo, y

Moreno y

el

otros, á los cuales conviene

reservas de ortodoxia y de gusto,

brillante y castizo,

el

del sofista

aunque abigarrado y algo pedan-

tesco prosista, Juan Montalvo, pueden dar especial interés á esta sección.

CAPITULO

134

alma de su

autor,

de

la

que hubiera podido ser eminente en

no hubiese preferido

la palabra, si

VIII

el

arte

más enérgico de

Pudo por flaqueza humana cometer

acción.

el arte

la

errores;

de

vida y

pudo

pecar de terco é inflexible; quizá en alguna ocasión solemne puso á pique de ruina en Colombia los

mismos

intereses que tan heroica-

Ecuador; quizá no realizó en todo y por todo ideal del gobernante cristiano, pero la grandeza de su adminis-

mente defendía en el

el

tración, la entereza de su carácter

de

él

uno de

los

más nobles

tipos

y la gloria de su muerte, hacen de dignidad humana que en el

presente siglo pueden glorificar á nuestra raza.

produjo á

con

él

(i)

tal

hombre puede

ser pobre, obscura

tiene bastante para vivir

honradamente en

en

la plaza

de Quito

el

y olvidada, pero la historia (l).

de Diciembre de 182 1, y mu6 de Agosto de 1875. Para el conoci-

Nació García Moreno en Guayaquil

rió asesinado

La república que

el 25

miento de su vida y opiniones sirve todavía más que ninguna de sus biografías (incluso la muy vulgarizada del P. Barthe, García Moreno vengeur et

martyr du Droit Chrétien\

por

la

colección de sus Escritos y Discursos publicados

la Sociedad Católica de Quito

y

Pólit (Quito, 1887 y 1888, 2 vols.)

atiotados por su presidente D.

Mamiel María

IX

PERÚ

Fué

el

Virreinato del Perú

nias españolas de la

América

más opulenta y

la

del Sur; la

por más eminentes ingenios de

gozado del beneficio de

la

que alcanzó á ser visitada

Península, y

imprenta desde

la

la

que, por haber

fines del siglo xvi,

salvar del olvido

mayor número de muestras de

ducción

Pero,

literaria.

culta de las colo-

pudo

su primitiva pro-

más desgraciada que México, no ha logrado

todavía un Icazbalceta que recoja cuidadosamente todas las reliquias del período colonial

y levante con

imperecedero monumento.

ellas

un guía tan docto y autorizado, hemos tenido que recoger afanosamente las noticias literarias del Perú en fuentes muy

Faltos, pues, de

varias

y

dispersas,

y seguramente nuestro trabajo hubiera resultado

incompletísimo, sobre todo para los primeros tiempos de nia,

si

generosamente no se hubiera brindado á enriquecerle con de nadie, podemos llamar

noticias peregrinas el que, sin agravio

nuestro primer americanista, D. Marcos Jiménez de

De

sus investigaciones resulta

es casi tan antigua

de

las

guerras

como

civiles.

la

mayor, en

breve en prosa

el

y

que

la

y

Espada.

poesía castellana en

El más antiguo el

metro

poema

al

el

Perú

período

conocido, obra de

italiano, sino

en coplas de

metro de Juan de Mena. Titúlase Nueva obra y

en metro sobre la muerte del Ilustre Señor el

lantado D. Diego de Almagro, Goveruador

su Cathólica

la

conquista misma: se remonta

autor anónimo, no está aún en arte

la colo-

y

Real Magestad del Emperador

Ade~

Capitán General por

y Rey

Nuestro Señor

en el nuevo Rey no de Toledo llamado Peni, Descubridor

y

Conquis-

tador y sustentador desta rica provincia. Mbnéndez y Pblayo. — Poesía

his^ano-aiiuricaita. II.

9

:

CAPÍTULO IX

136

La prosa

se reduce á una corta introducción ó

argumento suma-

El metro á treinta y nueve estrofas ó coplas de arte mayor;

rio.

primera dice

la

Cathólica, Sacra, Real Majestad,

César augusto,

muy alto Roma

Fuerte reparo de

En

todo

y su barca

humano de más

lo

Rey que procura Crisol

Monarca,

saber

do se funde

la

potestad:

verdad.

la

reta justicia;

Pastor que no obstante cualquier amicicia,

Conserva

La

el

ganado por una igualdad.

última:

Debiendo Pizarro haber de cumplir El pleito homenaje por él otorgado Venir á esta corte y á vuestro mandado

Donde

No

mandó

juez le

el

remitir;

solamente no quiso venir,

Mas quebrantarlo con otros tiranos, Y la venganza tomó por sus manos; Solo por esto se debe punir.

La obra migo de suceso,

car les

es, pues,

de un ferviente partidario de Almagro y ene-

los Pizarros,

y

al

que en

introducción se declara testigo del

la

propio tiempo confiesa su poca habilidad para

marqués D. Francisco Pizarro y sus hermanos, los cuamataron á D. Diego de Almagro de su honra, vida y hacienda, :

según

«el

el

antes fué

metro adelante

más en

efeto,

por

el

porque pasó

verdaderamente y defeto de no hallar consonantes por

veréis,

darlo

más sabroso, aunque según

de

que aquí se cuenta, aunque mucho más

lo

lo leéis lo hubieseis visto lo

versifi-

como

el

íué cruel

que

así

,

no dejará de amargaros lo sentiríades,

lo escribe,

si

que se halló en

como ello

y

viá.-s>

Parece que este poema, á pesar del carácter arcaico del metro,

no puede ser anterior «

Y

después el

tampoco

á 1548, puesto

que en

la

Introducción se lee:

Rey ha mandado degollar á Gonzalo Pizarro. » Pero

es imposible

que

la

pués del poema, y cuando

introducción se escribiera

el

mucho

des-

autor pensó en publicarle, según se

^37

PERÚ

esta censura de Fr. Félix de León que acompaña á de Indias, donde se pieza en el manuscrito del Archivo

de

infiere

rarísima

conserva.

la

Hay de

tos de D. Martín

ella

copia incorrecta en

colección de manuscri-

la

Fernández de Navarrete.

aventurero que se decía D. Alonso Enríquez, aquel estrafalario cuyas divertidísimas Memorias, sólo el Caballero Desbaratado, y laya, D. Diego comparables con las de otro fanfarrón de la misma tantas veces Duque de Estrada (el Desengañado de si mismo), frisan

con .

la

novela de aventuras y con

de su vida y costumbres

(l) la

la

picaresca, incluyó en

obra anterior, descartando

Libro

el

la

prosa y

y encabezándolo todo de esta dada al ilustre Don suerte: ano-ai:cricana. II.

de

i

CAPITULO IX

152

V

treinta años

el cap. IV del

después

le

recordaba de esta cariñosa manera en

Viaje del Parnaso:

Desde

Mundo

Y

el

el indio

llegó

apartado, del remoto

mi amigo Montesdoca,

que anudó de Arauco

Pero todavía es más expresivo

el

tan pródigo de ellos, le tributa en rico

La Casa

roto

el hilo

(i).

elogio que Vicente Espinel,

el

canto

2.°

no

de su poema alegó-

de la Memoria^ impreso con sus Rimas en 1591: Tú, que

ondas y

las

el

caudal corriente

Del patrio Betis sin razón negaste,

Y Á

en

alto estilo

de un ingenio ardiente

Lima en Occidente

Vuelve

Debes

el tributo á el claro

celebraste,

quien tan justamente

nombre que

Pedro de Montes de Oca,

ganaste,

que no

es

Lima

Diño de tan aguda y pura lima. Nunca ha podido la interior carcoma Del ignorante vulgo derribarte;

Que

Y

la

vive

razón la

al fin lo

vence y doma,

verdad en toda parte:

Las armas en defensa tuya toma El propio Apolo para eternizarte;

Viva Clarinda y viva tu memoria, Que es tu nombre y será dina de gloria.

Esta Clarinda^ que era sin duda una

no fué

sólo señora

de

los

muy

principal

dama

limeña,

pensamientos del indiano Montesdoca,

sino de otro poeta de los elogiados en el Canto de Calíope, el capitán

Juan de Salcedo Villandrando, de quien

dijo Cervantes:

Del capitán Salcedo está bien claro

Que

llega su divino entendimiento

Al punto más subido, agudo y raro

Que puede imaginar

De

este Salcedo, pues, dijo la

del Discurso en loor de ¡a Poesía:

(i)

Pedro de Oña.

el

pensamiento...

anónima poetisa peruana, autora

PERÚ

Á El

Á

ti,

Juan de Salcedo Villandrando,

mesmo Apolo tu

nombre su

Deifico se rinda, lira

dedicando,

Pues nunca sale por

Con

153

la

cumbre Pinda

tanto resplandor, cuanto demuestras

Cantando en alabanza de Clarinda.

Del capitán Salcedo hay versos laudatorios

frente de la

al

y Figueroa

celánea Austral de D. Diego de Avales

(1602),

Mis-

y

los

hay también de un D. Diego de Carvajal, que puede ser muy bien el D. Diego de Sarmiento y Carvajal elogiado por Cervantes: Feliz

Y

don Diego de Sarmiento

ilustre

Carvajal famoso, producido

De

nuestro coro, y de Hipocrene lustre.

Mozo en

la

De

en siglo

siglo

edad, anciano en irá,

sentido.

el

de lustre en lustre

(Á pesar de las aguas del olvido) Tu nombre, con tus obras excelentes,

De

De

los ingenios

lengua en lenguas y de gente en gentes.

americanos para quienes hay palmas en

del Laurel de Apolo, dos por lo

de

la O,

y un hermano de León

verso:

La

drid, 1629);

Perla, vida de

Vega un

Cristóbal

insulso juego

cita varias

Santa Margarita, virgen

El Predicador de

2^ de

Pinelo, Juan Rodríguez de León,

de quien D. Nicolás Antonio

presbítero,

y

menos pertenecen á Lima:

sobre cuyo nombre hace Lope de

palabras,

la silva

las gentes

San

obras en prosa

y

mártir (Ma-

Pablo, ciencia, precep-

avisos y obligaciones de los predicadores evangélicos, con doctrina

tos,

del Apóstol (1638); Panegírico castellano-latino al rey

D. Felipe

IV

(México, 1639); Parecer sobre la ingenuidad del arte de la pintura

(impreso con los diálogos de Vicente Carducho, 1633); Cuaresma meditada, en epigramas; las Indias

Armada

por

El Martyrologio de

los

que han padecido en

la Fe; Relación del viaje de los galeones de la

de las Indias

el

año de lóoy, con descripción de

los

Real

puertos en

que entraron.

Peruana era también

de

1

la

desconocida poetisa Amarilis, que antes

62 1 escribió á Lope de Vega, de quien era ferviente admira-

dora, una elegante epístola en

silva,

que con

la

respuesta de

Lope

CAPITULO IX

154

de Vega en tercetos (Bclardo á Amarilis)^ fué inserta á continua-

muy

ción de su Filomena. Persona

Vega

cosas de Lope de

(i)

equivalente

el

enterada de las

ha insinuado alguna duda sobre

mera

tencia de tal poetisa indiana, juzgando

y

muy

docta y

nombre de Amarilis

al

de

la exis-

ficción poética su carta,

Marta de Nevares

D.'^

Santoyo, postrera amiga de Lope. Pero aun prescindiendo de que el

Fénix de

como por

diversas personas,

de verdad en tisa

dudar de que

tal

el

modo

familia,

carta fué dirigida real

me

y versos

tales las señas

y aun de su

Lope, sino que

Barrera, este

patria,

sus cartas

y son

la epístola,

da de su

rica á

nombre poético de Amarilis á

los Ingenios aplicó el

atrevo á

nombre probable de

la

parece, hay

que

la

tal

tono

encubierta poe-

que no sólo no puedo

y efectivamente desde Améseñalar, de acuerdo con La

Musa

encubierta

(2)

que hace de

su autobiografía: Quiero, pues, comenzar á darte cuenta

De mis

padres y patria y de mi estado, Porque sepas quien te ama y quien te escribe:

Bien que ya

Renovando

la

el

memoria me atormenta. dolor, que aunque llorado,

Está presente y en

En

el

alma

este imperio oculto

vive...

que

Más de Baco piadoso que de Entre un trópico

frío

el sol

baña,

Alcides,

y otro ardiente,

A

donde fuerzas ínclitas de España, Con varios casos y continuas lides

Fama inmortal ganaron á su gente: Donde Neptuno engasta su tridente En nácar y oro fino: Cuando Pizarro con su flota vino, Fundó ciudades y dejó memorias,

Que

A

eternas quedarán en las historias:

quien un valle ameno,

De tantos bienes y delicias Que siempre es primavera, Merced

(i)

del sueño de

la

lleno,

cuarta esfera,

Alúdese á D. Francisco Asenjo Barbieri que, con

el

anagrama de José

Ibero Ribas y Canfranc, publicó en 1876 los Últimos Amores de Lope de Vega. (2)

Nueva

biografía^ pág.

1

9.

PERÚ

La Ciudad de León

Y

155

fue edificada,

con hado dichoso

Quedó de héroes

fortísimos poblada.

Es frontera de bárbaros y ha sido Terror de los tiranos, que intentaron Contra su rey enarbolar bandera: Al que en Jauja por ellos fue rendido

Su atrevido estandarte

Y

volvieron

reino á cuyo era.

el

Bien pudiera, Belardo,

En

le arrastraron,

si

quisiera,

gracia de los cielos,

Decir hazañas de mis dos abuelos.

Que aqueste nuevo mundo conquistaron

Y esta Do

ciudad, también edificaron,

vasallos tuvieron

Y por su rey

su vida y sangre dieron:

Mas

es discurso largo.

Que

la

fama ha tomado ya á su cargo.

Si acaso la desgracia desta tierra,

Que

corre en este tiempo.

Tantos

ilustres

méritos no entierra.

De padres nobles dos hermanas fuimos. Que nos dejaron con temprana muerte Aun no desnudas de pueriles paños. El cielo y una tía que tuvimos

Suplió la soledad de nuestra suerte:

De

la beldad que el cielo acá reparte Nos cupo, según dicen, mucha parte, Con otras muchas prendas:

No son poco

bastantes las haciendas

Al continuo sustento;

Y

estamos juntas, con tan gran contento,

Que una alma

á entrambas rige y nos gobierna,

Sin que haya tuyo y mío.

Sino paz amorosa, dulce y tierna.

Ha sido mi Belisa celebrada. Que éste es su nombre, y Amarilis Entrambas de

Yo he

mío,

afición favorecidas:

sido á dulces musas inclinada;

Mi hermana, aunque menor, tiene más

Y

partes,

por quien

es,

muy

conocidas.

brío,

CAPÍTULO IX

156 Al

todas han sido merecidas

fin

Con

alegre

himeneo

De un joven

A

venturoso, que en trofeo

su fortuna y vencedora palma,

Alegre

Yo

prendas del alma.

la rindió

siguiendo otro trato,

Contenta vivo en limpio celibato,

Con

virginal estado,

Á Dios con gran afecto Y espero en su bondad Me tendrá de su mano

consagrado,

y su grandeza

Guardando inmaculada mi pureza.

Las señas no pueden ser más había nacido en

la

explícitas. Si la incógnita

ciudad de León de Huánuco (situada en

departamento de Junín, á cuarenta y tantas leguas

y descendía de

los conquistadores

de aquella

aquella ciudad, su apellido debía de ser

puesto que

el

fundador de

también León de

hermano fastos

del

la

el

el actual

Norte de Lima)

al

tierra

dama

y fundadores de

muy ilustre

de Alvarado,

ciudad de León de Huánuco, llamada

los Caballeros, fué el capitán

Gómez de Alvarado,

Adelantado D. Pedro, de inmortal memoria en los

de América.

Y

aunque

es cierto

de Alvarado en 1539 quedó luego

que

la

primitiva fundación

casi desierta, hasta

que

la

reedificó

Pedro Barroso y acabó de asentarla Pedro de Puelles, los términos en que la poetisa se explica, cuadran más bien al fundador primero

y

á su hermano, de quienes podía decirse con

más razón que de

Barroso,

Que aqueste^nuevo mundo

Y

si

atendemos á que

común, rebozo

y

del de

el

conquistaron.

nombre poético de Amarilis

María, tendremos completos

apellido de la discreta doncella de

es,

el

por lo

nombre

Huánuco: D." María de Al-

varado.

No

se tenga por inútil esta disquisición,

porque quien

tales versos

hacía en América á principios del siglo xvii,

grandes emporios de cultura, los

y no en ninguno de los como México ó Lima, sino en uno de

más apartados rincones de

meno de

historia literaria,

los

Andes, ofrecería un curioso fenó-

aunque no tuviésemos en consideración

PERÚ SU sexo. ni

Apenas hay en

su Epístola

de amaneramiento; todo

157 el

menor

es natural, llano

vestigio de

mal gusto

y decoroso, con

cierta

gravedad y no afectado señorío. La poetisa hace su corte literaria á Lope de Vega, pero con tanta discreción, con tan insi-

sencilla

nuante y cortés gentileza, con tacto tan femenino y delicado, que el gran poeta debió de quedar lisonjeado con la alabanza y no ofendido con

las

nubes del importuno incienso. Viene á declararse pla-

tónicamente enamorada de pero único que

amor inofensivo

él,

á tan larga distancia,

estima digno de su noble naturaleza:

ella

El sustentarse amor sin esperanza,

Es

fineza tan rara,

Saber

si

que quisiera

en algún pecho se ha hallado;

Mas nunca tuve por dichoso estado

Amar

bienes posibles,

Sino aquellos que son más imposibles.

A

éstos ha de aspirar

mi alma osada,

Pues para más alteza fué criada

Que

Y

así

la

que

el

mundo

enseña;

quiero hacer una reseña

De amor dificultoso, Que sin pensar desvela mi reposo, Amando á quien no veo, y me lastima: ¡Ved que extraños contrarios,

Ve nidos de Al

fin

otro

en éste donde

Oí, Belardo, tus

Tu

Y

mundo y de

dulzura y

el

Sur

otro clima!

me esconde

conceptos bellos,

e.itllo

milagroso,

admirando tu ingenio portentoso,

No pude reportarme De descubrirme á ti,

y á mí dañarme.

Oí tu voz, Belardo; mas ¿qué digo? No, Belardo, milagro han de llamarte: Este es tu nombre,

Y

el cielo te le

ha dado;

Amor, que nunca tuvo paz conmigo,

Te me representó parte por parte, En ti más que en sus fuerzas confiado. Mostróse en esta empresa más osado.

CAPÍTULO IX

15^

Por ser

el artificio

Peregrino en

la

traza y el oficio,

Otras puertas del alma quebrantando.

No por

los ojos míos,

que velando

Están con gran pureza;

Mas por

oídos,

cuji^a

fortaleza

Ha sido y es tan fuerte, Que por ellos no entró sombra de muerte. Que tales son palabras desmandadas. Si vírgenes las oyen,

Que á Dios han Con gran razón

sido y son sacrificadas. á tu valor

inmenso

Consagran mil deidades sus labores,

Cuando

Todo

Y

mariijan perlas en sus faldas:

ese

mundo

te

allí

paga censo,

éste de acá, mediante tus favores,

Crece en riquezas de oro y esmeraldas: Potosí, que sustenta en sus espaldas Entre

el

invierno crudo

Aquel peso, que Atlante ya no pudo, Confiesa que su fama te la debe;

Y

quien del claro Lima

el

agua bebe,

Sus primicias te ofrece.

Después que con sus dones se engrandece, Acrecentando ofrendas

A

y admirables prendas: aquestas grandezas voy mirando.

tus excelsas

Yo que

Entretenida en

ellas,

Las voy en mis entrañas celebrando.

¡Qué galano y qué exquisito

elogio!

giristas españoles, latinos é italianos

volúmenes enteros, nadie alcanzó á funda y

Entre

innumerables pane-

de Lope, cuyos versos llenan este

grado de admiración pro-

concentrada. Pero aún es más hermoso

Lope había

escrito

El Peregrino

en su patria^ y

exhorta á buscar su verdadera patria en unirse á

los

él

el cielo,

en amor santo é imperecedero:

En No

tu patria, Belardo,

sientas

mucho

mas no

es tuya.

verte peregrino...

la

lo

que

sigue:

docta poetisa

donde

ella

le

espera

I5Q

PERÚ

Que

Y otra

gloria

mayor,

Y

es patria tuya

buscares.

si la

¡Oh, cuánto acertarás,

Que

más divino

otro origen tuviste

si

imaginares

el cielo,

que eres peregrino acá en

el suelo!

Pues, peregrino mío,

Vuelve á

tu natura!:

póngante

No las murallas, que elevó En Tcbas engañosas, Mas

las eternas,

que

Allá deseo en santo

te

brío,

tu canto

importan tanto.

amor

gozarte,

Pues acá es imposible poder verte, Y temo tus peligros y mis faltas: Tabla tiene

Puedes en

el

ella

naufragio, y escaparte

de

la

eterna muerte,

Si del bien frágil al divino saltas;

Las singulares gracias con que esmaltas

Tus soberanas obras, Con que fama inmortal continuo Empléalas de hoy más en versos

En soberanos y

cobras. lindos,

divinos Pindos:

Tus divinos concetos Allí serán más dulces y

perfetos;

Que el mundo á quien le sigue. En vez de premio al bienhechor

Y

contra

la

virtud apresta el arco

Con ponzoñosas

De

la

persigue,

flechas

maligna aljaba de Aristarco.

Con hechicero candor se declara Amarilis inexperta en sucesos amorosos, como quien emplea su tiempo en dulces coloquios con el cielo, y termina pidiendo á Lope un don poético Para bien de tu alma y mi consuelo.

Le

ruega, pues, que escriba en verso

santa de su particular devoción

Yo

y de

la

la

vida

y martirio de una

de su hermana:

y mi hermana una santa celebramos,

Cuya vida de nadie ha sido escrita, Como empresa que muchos h.in temido:

CAPÍTULO IX

]6i)

El verla de tu

Tu

Y

dulce musa alienta y resucita,

ponía con estilo tan subido,

Que

Y

mano deseamos;

donde quiera conocido

sea

agradecido sea

De

nuestra santa virgen Dorotea.

¡Oh,

qué

sujeto,

Con que de

mi Belardo,

tienes,

lauro coronar tus sienes!

Desta divina y admirable santa Su santidad refiere,

Y

dulcemente sa martirio canta.

Engolosinado con

la belleza

de esta epístola, que es

sin

mejor pieza poética del Perú en sus primeros tiempos, transcribiendo casi toda. vSéame notables unos por

la

Finalmente, Belardo, yo te ofrezco

Una alma pura á el

tu valor rendida:

don, que puedes estimallo;

Y dándome

por

fe lo

que merezco,

Quedará mi intención favorecida.

Y

para darte más, no sé

Déte

si

hallo.

el cielo favores,

Las dos Arabias bálsamo y olores, Cambaya sus diamantes, Tibar oro, Marfil Soíala, Persia su tesoro.

Perlas los orientales, El Rojo

mar

finísimos corales,

Balajes los Ceilanes,

Aloe precioso Sámaos y Campanes, Rubíes Pegugamba, y Nubia algalia, Ametistes Rarsinga,

Y

he ido

y aun despilfarro de la dicción del mismo Lope y á la de Valbuena, otros

suave y afectuosa modestia:

Acepta

la

añadir algunos versos más,

la gala, bizarría

poética, semejante á la

por

lícito

la

duda

prósperos sucesos Acidalia.

Ya veo que tendrás por cosa nueva,

No que te ofrezca censo un mundo nuevo. Que á ti cien mil que hubiese te le dieran;

l6l

PEFfÜ

Mas que mi musa rústica se atreva Á emprender el asunto á que me arrojo, Hazaña que cien Tassos no emprendieran: Ellos al fin son hombres, y temieran; Mas la mujer, que es fuerte, No teme alguna vez la misma muerte. he parecídote atrevida,

Pero

si

Á

menos parézcate

*

lo

Que fines desiguales Amor los hace con su

Y

rendida;

fuerza iguales;

quedóte debiendo.

No que me

sufras,

mas que

Con singular paciencia mis Ocupado contino

estés

oyendo

simplezas,

tantas excelencias y grandezas. Versos cansados, ¿qué furor os lleva

En

Á Y

ser sujeto de simpleza indiana,

á poneros en

mano de Belardo?

aunque amarguéis, por fruta nueva Os vendrán á probar, aunque sin gana, Y verán vuestro gusto bronco y tardo:

Al

fin,

El iugenio gallardo,

En cuya mesa

habéis de ser honrados.

Hará vuestros intentos disculpados: Navegad: buen viaje: haced la vela: Guiad un alma que

Lope de Vega contestó en

sin alas vuela.

la epístola

que tiene buenos trozos y curiosas vida, pero

que

dista

vez perdone Lope: Él,

mucho de la

juicio,

de su persona y de su mejor de las suyas. Por esta

noticias

ser la

humilde poetisa ultramarina lleva

que tanto pecaba por

perdonado este

de Belardo d Amarilis,

la

palma.

lado de la galantería, fácilmente hubiera

el

y aun

se hubiera

complacido en

la

derrota; ni

nada quien es opulento en grado tan soberano y excepcional, pierde que por algunos tercetos más ó menos felices. De los requiebros dirige á su encubierta admiradora,

pondré alguna muestra, para

completar este curioso capítulo de costumbres

literarias:

Bien sé que en responder crédito empeño; Vos, de

la línea

equinoccial sirena.

1

CAPÍTULO IX

62

Me

despertáis de tan profundo sueño.

¡Qué

De

qué abundante y llena más retórico acompaña!

rica tela,

cuanto

al

¡Qué bien parece que es indiana vena!

Yo no

lo niego:

ingenios tiene España;

Libros dirán lo que su musa luce,

Y

en propia rima imitación extraña;

Mas

los

que

clima antartico produce

el

Sutiles son, notables son en todo;

Lisonja aquí ni emulación

Apenas de Si bien

Á

me

me

induce.

escribiros hallo el

le

cuyo dulce

modo,

enseñáis en vuestros versos, estilo

me acomodo.

En mares tan remotos y diversos, ¿Cómo podré yo veros, ni escribiros Mis sucesos, ó prósperos, ó adversos?

Del alma que os adora sé deciros

Que

es gran tercera la divina fama;

Por imposible

Amo Y

no

me

costáis suspiros.

me

naturalmente á quien

me

sé abon-ecer quien

ama,

abon-ece;

Que á la naturaleza el odio infama. Yo os amo juntamente, y tanto crece Mi amor, cuanto en mi idea os imagino Con el valor que vuestro honor merece.

Á vuestra De cuyo

mi pensamiento

antípoda

me

inclino,

veo,

Cual suele lo mortal de

lo divino.

Que no son menester Donde se ven las almas

las

No

Y

sol

luz

esperanzas

inmortales.

sujetas á olvidos ni á mudanzas.

cortésmente se excusa

al

fin

de

poema de Santa Dorotea, dejándolo

la epístola

á la

de no

devoción de

poetisa:

Y

pues habéis

el

alma consagrado

Al candido pastor de Dorotea,

Que

inclinó la cabeza en su cayado,

Cantad su vida vos, pues que se emplea

escribir el la

misma

PERÚ

163

Virgen sujeto en casto pensamiento, Para que

¿Es esta Amarilis

el

la

mundo

sus grandezas vea

misma

(1).

poetisa celebrada en

No

Apolo como fénix rara de Santa Fe de Bogotá?

que de lluánuco pasara á establecerse

me

pero no

Laurel de

el

es inverisímil

Nuevo Reino de Granada,

al

atrevo á afirmarlo.

Ni menos á

identificarla,

porque diferencias de

estilo lo

vedan,

con otra egregia poetisa peruana, discípula del sevillano Diego Mexía, cuyo Parnaso Antartico honró con su Discurso en loor de la Poesía^ que íntegro va en nuestra colección académica, no sólo

como

precioso documento de historia literaria, por las noticias rarísimas que

contiene de ingenios del Virreinato, sino Poética^

como un

como un

curioso ensayo de

bello trozo de inspiración didáctica, del cual ha

dicho, no sin razón, el ilustre colombiano

Pombo que

«rara vez en

verso castellano se ha discurrido más alta y poéticamente sobre poesía»

Juan de

(2). la

hasta del

de

la

Compárese, por ejemplo, con

Ejemplar Poético de

el

Cueva, que es del mismo tiempo y de

mismo metro, y

se verá

la

la

misma

escuela

y

cuánto más excelsa concepción

y qué forma tan elegante y granociones estéticas, á pesar de las som-

poesía tenía la grande anónima^

ciosa alcanzó á dar á sus

bras de pedantismo que versificación

empañan algunas

que se advierte en otras

páginas,

y

la flaqueza

de

(3).

Las dos epístolas de Amarilis á Belardo y de Belardo á Amarilis se hallan en el tomo i de las Obras sueltas de Lope de Vega, edición de Sancha, (i)

páginas 457 y 468, y fueron reimpresas en un cuadernito, Lima, 1834, imprenta

de Félix Moreno. El

editor,

que fué D. Manuel Antonio Valdizán, natural

de Huánuco, trata de probar, con débiles argumentos, que

dama

la

incógnita

hermana de Doña Isabel (Bclisa), que casó en primeras nupcias con el encomendero D. Bartolomé Tarazona, y en segundas con el licenciado Diego Alvarez, que fué corregidor del Cuzco y de tenía el apellido Figueroa, y era

Potosí (tiene artículo en el Diccionario de Mendiburu). (2)

En

tá, 1883),

(3)

el

prólogo á

las Poesías de

Doña Agrípina Montes

del Valle

(Bogo-

pág. XLVUI.

El concepto estético,

como hoy

no ya platónico, sino profundamente

diríamos, de

místico:

la

incógnita poetisa,

era,^

CAPÍTULO IX

164 (Juién fuera ella, parece

presenta la

como «una señora

hoy imposible

adivinarlo.

principal de este Reino,

Mexía nos

muy

la

versada en

lengua Toscana y Portuguesa, por cuyo mandamiento y por justos

respetos no se escribe su nombre, con

el

qual discurso (por ser de

una heroica dama) fué justo dar principio á nuestras heroicas epístolas».

Ni era

ella sola la

mujer que honrase entonces

las letras

en

el

Perú, puesto que habla de otras tres, aunque sin nombrarlas:

Y

aun yo conozco en

Que han dado en

Una

de

ellas sería

el

Perú tres damas

poesía heroicas muestras...

probablemente

la

Amarilis, que escribió á Lope;

D.^ Jerónima, de Quito, que entonces se

otra, quizá, la

deraba como parte del Perú.

En

cuanto á los poetas, fué

El don de la poesía abraza y cierra, Por privilegio dado de la altura, Las ciencias y artes que hay acá en la

tierra.

Esta las compreliende en su clausura, Las perfecciona, ilustra y enriquece

Con

Y

su melosa y grave compostura. aquel que en todas ciencias no florece,

Y en todas artes no es ejercitado. El nombre de poeta no merece. Y por no poder ser que esté cifrado Todo el saber en uno sumamente. No puede haber poeta consumado... Pues ya de la Poesía el nacimiento Y su primer origen < fué en el suelo? ¿Ó tiene aquí en la tierra el fundamento? Oh Musa mía, para mi consuelo Dime dónde nació, que estoy dudando. Nació entre los

De

espíritus del cielo...

esta región empírea, santa y bella,

Se derivó en Adán, primeramente. Como la hueste Deifica en la estrella. ¿Quién duda que advirtiendo allá en la mente, Las mercedes que Dios hecho le había Porque le fuese grato y obediente, No entonase la voz con melodía, Y cantase á su Dios muchas canciones, Y que Eva alguna vez le ayudaría? Y viéndose después entre terrones, Comiendo con sudor por el pecado, Y sujeto á la muerte y sus pasiones. Estando con la reja y el arado, Aichia

I

CAPÍTULO IX

66

dejaron

allí

una tradición castiza y de buen gusto. Casi todos estos

poetas eran andaluces, y los

de

la

más pertenecían ala

cual la primitiva poesía de la

escuela sevillana,

América española puede

consi-

como una rama ó continuación. Fué de los primeros el ya Diego Mexía, el más feliz traductor de las Heroidas de Ovidio

derarse citado

que hasta ahora ha logrado nuestra lengua, traductor

como

la letra,

hábil en la expresión

desigual

y

y muelle

espíritu poético, lánguido

al

de

fiel

del original;

y ternezas de amor;

los afectos

no tanto á

versificador

negligente, en quien no son raros los aciertos exquisitos,

contrapesados por gran número de prosaísmos y locuciones forza-

La

y estrecha del terceto que en toda su versión adoptó, no es molde adecuado para el dístico latino, y hubo de arrastrarle muchas veces á desleír los pensamientos en larga y soño-

das.

ley rígida

La Epístola de Safo á Faón descuella entre todas mayor número de bellezas: no sin razón la eligió Quintana

lienta paráfrasis.

por

el

para muestra en su Colección de Poesías Selectas^ honra que á poquí-

simas traducciones quiso dispensar su severo juicio. «El tono elegiaco (dice aquel gran maestro) está bastante sostenido en toda obra,

y son pocas

las

de su clase que presenten trozos tan naturales,

y tan felizmente expresados, como misma cuando le dan la noticia de

tan bien sentidos Saí"o

hace de

amante,

la del



la

pintura que

la la

fuga de su

bosque donde entra á veces á meditar en su

y á recordar sus pasadas delicias, y la de su ilusión, en que que Faón viene surcando los mares á buscarla» (l). El trabajo de Diego Mexía, aunque por

la patria

tristeza

se figura

de su autor no

emprendió y terminó, autor en su curiosísimo prólogo: «Nave-

sea americano, lo es por la tierra en que se

como largamente gando

el

declara

el

año passado de noventa y

vincias del Pirú á los Reinos de la

dad de verlos que por

el interés

seis,

las riquíssimas

Nueva España (más por

pro-

curiosi-

que por mis empleos pretendía), mi

navio padesció tan grave tormenta en fiel

desde

el

golfo llamado

comúnmente

Papagayo, que á mí y á mis compañeros nos fué representada

verdadera hora de

la

muerte. Pues demás de se nos rendir todos los

árboles (víspera del gran Patrón de las Espanas, á las doze horas

(i)

la

Colección de Poesías Selectas Castellanas^

t.

m (ed.

de

de 1830), pág. 429.

PERÚ la

167

noche), con espantoso ruido, sin que vela

dasse en

el

navio, con

de árbol que-

ni astilla

muerte arrebatada de un hombre,

el

comba-

daba tan temerarios balances, con más de dos mil quinta-

tido bajel

de azogue que por carga infernal llevaba, sin mucho vino y plata y otras mercaderías de que estaba suficientemente cargado, que cada momento nos hallábamos hundidos en las soberbias ondas. Pero

les

Dios (que es piadoso padre) milagrosamente y fuera de toda esperanza

humana (habiéndonos desahuciado

en

mano y dos

la

el piloto)

con

bombas

las

bandolas, nos arrojó día de la Transfiguración en

Acaxu, puerto de Sonsonate. Aquí desembarqué

persona y plata, y no queriendo tentar á Dios en desaparejado navio, determiné ir

por

tierra á la

la

gran ciudad de México, cabeza (y con razón) de

Nueva España. Fuéme

dificultosísimo

la

camino, por ser de tres-

el

cientas leguas; las aguas eran grandes por ser tiempo de ivierno; el

y páramos muchos, los ríos peligrosos y los pueblos mal proveídos, por el cocoliste y pestilencia general que en los indios había. Demás desto, y del fastidio y molimiento que el camino áspero,

los lodos

me

caminar trae consigo,

prolijo

martirizó una continua melancolía

nueva de Cádiz y quema de la flota mexicana, de sabidor en el principio deste mi largo viaje. Estas razones y

por

la infelicísima

que

fui

caminar á passo fastidioso de requa (que no es

me

jantes calamidades),

un

ramente poeta Ovidio Nasón, libro,

uno y

lo otro

y

la

él,

ociosidad

de

libro

el cual,

compré

leerlo vino el aficionarme á lo

menor en seme-

obligaron (por engañar á mis propios tra-

bajos) á leer algunos ratos en

por no hallar otro

la

y

á

las Epístolas del

para matalotaje del espíritu,

un estudiante en Sonsonate.

la afición

me

verdade-

me

De

obligó á repassarlo,

dieron ánimo á traducir,

y con mi

y totalmente rústico estilo y lenguaje, algunas epístolas de las que más me deleitaron. Tanto duró el camino y tanta fué mi cons-

tosco

tancia,

que cuando llegué á

hallé traduzidas, ce...

de

Y

la

la

gran ciudad de México Tenustlitan,

en tres meses, de veinte y una epístolas

considerando que mi entrada en

grande

falta

taba por un año,

la

Nueva España

de ropa y mercaderías que en

me

y más, animado de mediante

la

ella

las cator-

(respecto

había) se dila-

pareció que no era justo desistir desta impresa;

los pareceres

perseverancia

de algunos hombres doctos: y

le di el fin

que pretendía.»

Mbnicndbz X FSI.Á.YO.— Poesía his^ano-americaHa.

II.

ii

así

CAPÍTULO IX

1 68

Conste, pues, que se entre México,

lauro poético de Diego Mexía ha de repartir-

el

Guatemala y

Perú,

el

y que

no fué

esta traducción

obra de pacífico humanista, labrada y pulida en quieto y estudioso retiro, sino diversión y alivio de interminables jornadas por tierras bárbaras y remotas, tras de tormentas, huracanes y naufragios. «El ingenio (dice

el

autor)

alguno, es bien poco,

y en buscar

milia

espíritu es tan

y

los

talento

y

que Dios fué servido de darme,

ocupado y distraydo en negocios de

esse

alimentos necesarios á

grande como

navego mares y camino

la del

tierras

la

la

lengua materna no se

cuerpo, pues ha veinte años que

por diferentes climas, alturas y tem-

me

me admiro

ha oh'idado... La comunicación

con hombres dotos (aunque en estas partes hay muchos) poca, cuan poco es

que en

tiempo que donde

el

estas partes se platica

dera poesía y

fa-

vida; la inquietud del

peramentos, barbarizando entre bárbaros, de suerte que

cómo

es

si

ellos están habito,

poco desta materia, digo de

artificioso metrificar;

que de

la

es tan

demás verda-

h:icer copias á bulto,

antes no hay quien no lo profese. Porque los sabios que desto

podrían tratar, sólo tratan de interés y ganancias, que es á acá los trajo su voluntad, y es de

modo que

tal

el

lo

que

que más doto

viene se vuelve más perulero... ¡Oh, dichosos (y otra vez dichosos) quietud de España, pues con tanta facilidad y con tantas ayudas de costa pueden ocuparse en ejercicios virtuosos los

que gozan de

y darse á

la

los estudios

de

las letras!

y

¡oh, mil

veces dinos de ser

alabados los que á cualquier género de virtud se aplican en las Indias, pues tos

demás de no haber premio para

montes de

rompen por

una Epístolas de Ovidio y Villela,

Oydor en

ciudad de

tan-

dificultades para conseguirla!» (l).

Primera parte del Parnaso Antartico de obras amatorias. Con las

(i)

Año

ella,

el

«

In Ibim

»

eji

tercetos.

la Chancilleria de los Reyes.

veinti-

Dirigidas á don luán de

Por Diego Mexia natural de

Sevilla, i residente en la de los Reyes, eri los 7-iquissimos

,

la

Reinos del Pirti.

Por Alonso Rodríguez Gai/iarra, 4.° reimprimieron ea el tomo xix de la Colección Fernández, y

1608. Con privilegio; en Sevilla.

Las Heroidas se recientemente en

mal acuerdo de suprimir libro,

y con

pero en una y otra edición hubo el mayor parte de los preciosos preliminares del

la Biblioteca Clásica;

ellos la carta

presiones modernas

la

la

de

la

Tampoco está en las reimDe modo que el Parnaso Antár-

señora peruana.

traducción del

Ibis.

PERÚ

Lima en su convento de Predicadores, como

del culto ingenio de

Mucho más que

de haber dado hospitalidad

Mexía puede

gloriarse

de Estudios y maestro y Lector de Teología,

reo-ente

tico

169

al

que

sin

puede ser conocido íntegramente consultándole en la primera ediExórnanla sonetos laudatorios del Licenciado Pedro de Oña, en nombre

sólo

ción.

de la Antartica Academia de la ciudad de

Lima

en el Perú; del Dr. Pedro de

Soto, catedrático de Filosofía en México, en nombre de su claustro^ y de Luis

Pérez Ángel, natural, ó á lo menos vecino, de Arica, según se infiere del elogio de

la

incógnita poetisa:

Con gran recelo á tu esplendor me llego, Luis Pérez Ángel, norma de discretos. Porque soy mariposa y temo el fuego, Fabrican tus romances y sonetos, Como los de Anfión un tiempo á Tebas, Muros á Arica, á fuerza de concetos.

Una segunda parte

inédita del

Parnaso

A?iidríico se

conserva en

la Biblio-

teca Nacional de París (núm. 599 del Catálogo de Morel-Fatio). El manuscrito

perteneció

al

dedicado por

Virrey Príncipe de Esquiladle, cuyas armas el

propio Diego Mexia de Fernangil,

y corrección entonces en la villa de

la Inquisición^ en la visita

autor residía

mayor parte de su gocios».

fortuna,

Todo induce

en

la

lleva,

tninistro del

y á quien fué

Santo Oficio de

El

de los libros de la ciudad de Sevilla. Potosí,

después de haber perdido

la

«deshecha tormenta que corrió por sus ne-

á creer que era mercader ó tratante.

De

sus quiebras

muchos autores

se consolaba con el cultivo de las letras, «desenvolviendo

la-

Musas». «Conoz-

tinos y frecuentando los umbrales del sagrado templo de las co (añade), que en treinta y tres que ha salí de España, es ya otro el lenguaje, y otra la perfección y alteza de la poesía; pero con ésta que entonces

y acá se ha disminuido, quise hacer este servicio á aquel señor que estimó en más el cornadillo de la pobrecita que las magníficas ofrendas de los traje

Es esta mi poesía como

que Alcibíades consagraba al dios Sueno, que en lo exterior eran feos y mal compuestos, y dentro de sí encerraban joyas y piedras preciosas, y ninguna de más valor ni estima que las obras de Cristo N. S.» ricos y poderosos...

los ídolos

Esta segunda parte, en efecto, es de carácter enteramente distinto de

Ocupan

la

mayor parte del tomo 200 sonetos sobre la vida de Cristo, escritos con idea de que acompañaran á unas estampas del P.Jerónimo Natal, de la Compañía de Jesús. Después se encuentran una Epístola d la Serenísima Reina de los Ángeles, Santa Alaría primera, pues sólo contiene versos religiosos.

Virgen;

La

la

Perla de la vida de Santa Afargarita, Virgen y Aídrtir, dirigida

licenciado Alonso

Maldonado de Torres, presidente de

la

al

Real Audiencia de

CAPITULO IX

170

empacho podemos llamar émulo victorioso

primero de nuestros épicos sagrados,

el

del obispo

Jerónimo Vida y digno de emparejar á

veces con Milton y Klopstock, Fué éste

Diego de Ojeda, grande entre primera nota entre sobre

él

los

un injustísimo

y serena

crítica

los raros poetas

olvido,

de que por

No hay en

sublime y tremendo asunto que

el

intemperante y deslumbradora,

el lujo

Araucana; pero poemas,

el

más

dominico sevillano Fray de su orden, y de

de España, por más que tanto tiempo pesara

de Quintana.

nardo, ni tampoco

el

fin

vino á redimirle

cuadraba

la Cristiada, ni

al

religioso poeta eligió, la fantasía

oriental 6 tropical del Ber-

novedad de materia y color que realzan la sin disputa, el mejor compuesto de nuestros

la

es,

racional en su traza

y

distribución de partes, el

penetra en esferas más altas del sentimiento poético,

de

la alta

el

más

que

lleno

de elocuencia patética, de afectos humanos, de viva y penetrante efusión, que en ciertos pasajes, como el cuadro de los azocalor,

tes, es

capaz de arrancar lágrimas

al

lector

menos

pío.

La

ardiente

elocuencia de nuestros ascéticos, la del venerable Granada, sobre todo, en sus Meditaciones sobre la Pasión, nadie la ha igualado entre

nuestros poetas, salvo

el P.

Ojeda. Si en España no estuviera

el

gusto tan rematadamente estragado, no andaría

la

fundida y olvidada en un rincón de

de Autores Espa-

ñoles,

que

sino

la Biblioteca

Cristiada con-

se multiplicarían sus ediciones para deleite de las

almas devotas, no menos que de los hombres de buen gusto. Quintana harto hizo con sacarla de

la

obscuridad y recomendarla, ven-

ciendo su genial indiferencia respecto de

pompa y los versos

brillantez

y

la intención

de

la

descripciones (dice),

las

«La

poesía religiosa. la

belleza general de

del estilo corresponden casi siempre á la grandeza de

y de

los pensamientos... El lenguaje

de

la

Cristiada es

propio, puro, natural, ajeno enteramente de la afectación, pedantería,

conceptos y

y

la

que corrompieron después

falsas flores

poesía castellana...

No

la

elocuencia

se hallarán en Ojeda imitaciones

otros poetas antiguos ni modernos;

el

lenguaje de

la

Escritura

de

y de

Charcas, y luego oidor en el Consejo de Indias; una Oración en alabanza de la

Señora Santa Ana, Las Novísimas, una Égloga del Buen Pastor y otra del Dios

Pan

al

Santísimo Sacramento.

171

PERÚ los libros ascéticos son las fuentes

de expresiones sublimes á veces,

de su dicción, que hierve toda á veces tiernas

y

dulces,

y

fre-

por su extremacuentemente también tocando en familiares y bajas

da naturalidad y

sencillez» (l).

que á veces degenera en prosaísmo y bajeza; teológica (que no á ciertos resabios escolásticos y de controversia en Milton); á la falta de sería difícil encontrar también en Dante y cadencia en algunos versos y de esmerada construcción plenitud

A

esta familiaridad,

y en muchas

con que están presentados

octavas; á la falta de energía

atribuye principalmente Quintana el que la Crismuchos respectos, sutiada, con valer todo lo que vale, y ser, bajo

los caracteres,

perior á todos los productos de nuestra

musa

épica,

no pueda

clasi-

de su género, aunque, que llegue á contundirse con ellas. Yo creo que lo

ficarse sin reserva entre las obras maestras

mirada á trozos,

género de ejecución menuda y algo libro de devocandorosa, cierto abandono infantil, más propio de que roba nerción que de poema épico, y una verbosidad desatada deja ver con frecuenvio á la dicción y energía á las situaciones, y principalmente

la

daña

es cierto

cia detrás del poeta al orador sagrado.

^quién de nuestros épicos acierta el

Salvador

del

al

mundo;

Huerto, en

la

la

Pero cuando Ojeda

como

él?

La

vestidura que lleva

cual estaban representados los pecados

Oración personificada que sube

Dios por su Hijo;

el

acierta,

hermoso movimiento

al

lírico

cielo á pedir á

con que

el

poeta

Yo pequé, mi Señor, y tú padela Virgen María vaticices...; los consuelos del arcángel Gabriel á nándole la resurrección de su hijo; el cuadro todo de la Crucifixión, especialmente el momento del eclipse...; estas y otras innumerainterviene en

el

cuadro de

los azotes

y

poema de nuestro dominico, son de magdirá como nífica y soberana poesía, y todo hombre de buen gusto codijo Quintana del último de los trozos mencionados: «Yo no

bles cosas que

hay en

el

nozco cosa que se aventaje en grandeza á este pedazo de poesía, y puede ir á la par con cualquiera de las ideas sublimes que se admiran en Homero, Dante, Miguel Ángel, Milton

y

los

demás poetas y

pintores de esta fuerza.»

(i)

Prólogo de

la

Musa

Épica

(t. i,

edic.

de

1833), pág. 48.

CAPITULO IX

172

¡Singular privilegio del suelo americano,

compuestas la histórica

las tres principales

en Chile,

epopeyas de nuestro

sagrada en

la

Perú,

el

en México, Jamaica y Puerto Rico!

tica

Juntamente con

hayan sido

él

siglo

de oro:

novelesca y fantás-

la

(l).

Ojeda daba culto á

el P.

que en

el

las

musas otro dominico

sevillano,

Fr. Juan Gálvez, residente en el convento de Trujillo

cuando

poetisa

la

anónima

escribía,

dándonos razón de su

patria:

El uno está Truxillo enriqueciendo;

A Lima La

el otro,

con vuestra musa ennobleciendo.

estáis

«Fr. Juan de Galves

del río Lima,

á

(

La

)

I

que baña

la

de Beocia», añade

las

Fr. Diego de Ojeda,

y

uno en su Historia de

otro en su Cristiada, bien osarán publicar

y

Cortés

y ambos á Sevilla

Cristiada, del

el

que

las

aguas

ciudad de su nombre, no envidiarán jamás Licdo. Bermúdez

y Alfaro en

el

P. Maestro Fr. Diego de Hojeda^ Regente de

prólogo

los estudios

de los Predicadores de Lima; que trata de la vida y muerte de Cristo nuestro Salvador. Dedicada al Excmo. Sr. D. J. de

Mendoza y Ltma, Marqués

de Montes-

claros y Virrey del Peni... Impreso en Sevilla en la imprenta de Diego Pérez, en la calle de Catalanes,

año de 161

1,

4.°

Las aprobaciones están fechadas en

Lima. Hay versos laudatorios de Lope de Vega, Mira de Amescua, Gregorio

Rico y

el

Licdo. D. Gabriel Gómez.

La primera reimpresión completa de contenida en

el

t. i

de

los

Poemas Épicos de

coleccionó D. Cayetano Rosell. Entre

do

la

muy

lujosa

este raro y precioso libro fué la

las

la Biblioteca

de Rivadeneyra, que

posteriores merece especial recuer-

de Barcelona, hecha por

la casa

editorial

de González

y C.^ en 1896, con un prólogo de D. Francisco Miquel y Badía. (Fol. máximo, con muchas cromolitografías y dibujos intercalados.) Un peruano, D. J. Ma-

más bien y tengo idea de

nuel de Berriozábal, publicó en 1841 en París una refundición, ó

compendio, del poema, con

que

el título

de

La Nueva

esta refundición volvió á imprimirse

Un den

en Barcelona.

joven dominico, de quien espera mucho

(a),

presentó años hace á

la

Cristiada,

la historia literaria

Facultad de Letras de

la

de su Or-

Universidad de Ma-

drid una tesis doctoral acerca del P. Ojeda, con datos biográficos que no visto (a)

cada

hemos

en ninguna otra parte. Estas esperanzas se han convertido ya en realidades, que irán siendo mayores día.

Alúdese aquí á Fr. Justo Cuervo, á quien debemos

la

primera edición

correcta de las Obras de Fr. Luis de Granada, y de quien esperamos el

respecto de la Cristiada.

mismo

fiel y trabajo

PERÚ

173

Hispálka de Luis de Belmente. Nada sabemos de este poema sobre Hernán Cortes, y si su autor merecía realmente ser nombra-

de

la

do en compañía de

tal

poeta como Ojeda, nunca nos consolaremos

de su pérdida. ha perdido también, pero bastante conservamos, de las excelentes obras de Luis de Belmonte Bermúdez, aunque en la me-

Mucho

moria de

se

los curiosos

apenas

le

sobreviva otra cosa que su comedia

de El Diablo Predicador, de tan atrevida y fantástica invención en parte seria, de tan intenso y picante donaire en la parte cómica,

remoto ejemplar á una de

cual sirvió de

comparable Don Alvaro, Pero

ya escribiendo de

los

sólo,

los

repertorio dramático de Belmonte

el

mucho más copioso y

es

de segundo orden.

Perdióse un libro suyo de doce novelas,

muy

celebrado por

donaire, invención y agudeza de su prosa, en que

monte por reanudar

el hilo

de

la

Berganza.

De

el

comenzaba Bel-

postrera de las Ejemplares de Cer-

vantes, haciendo la vida del perro Cípión escrito la de

la

escenas episódicas del in-

las

ya en colaboración,

más notables entre

la

como

sus obras poéticas,

manco sano había aún permanece mael

Colombina y otro de Granada (biblioteca de los duques de Gor), la principal de todas; es decir, La Hispálica, poema sobre la conquista de Sevilla, rico de valientes nuscrita en dos códices,

uno de

la

y por todo extremo superior á la Bética de Juan de la Cueva. Con ser tan varia la fecundidad literaria de Belmonte, aún fué mayor Ja variedad y extrañeza de los sucesos de su vida, desde que muy joven abandonó las orillas del patrio Betis, «gastando los

octavas,

años mejores de su vida en peregrinaciones navales». El Licdo. Ber-

múdez y

Alfaro, amigo, y,

andanzas en

el

al

parecer, deudo suyo, nos refiere sus

prólogo que puso

al frente

de

La

Hispdlica

(l);

«Pasó á Nueva España en sus primeros años, y como su inclinación

le

guiase á ver nuevas provincias, navegó á

las del

Pirú

el

año

donde, á ejemplo de los floridos ingenios de Lima,

siguiente

(2),

volvió

estudio afable de las musas, alcanzando gran parte de la

al

(1)

Impreso en

(2)

Estaba ya en Lima

logo de

la

el

Ensayo de Gallardo, el

t.

n,

año 1605, según

páginas 62-69. él

propio advierte en

el

comedia Algunas hazañas... de D. Garda Hurtado de Mendoza.

pró-

CAPITULO IX

174

doctrina que en sus obras descubre... Escribió Luis de Belmente un

poema

vario en la invención,

de aquellas provincias, con

porque

lo

y

berlo hecho; tanto se ha vencido con

á la sazón

y como semejantes armadas lo

el

la

de secretario,

apenas se acuerda de ha-

fuerza del trabajo. las

regiones del Austro,

tienen necesidad de cronistas, que así

encarga S. M. expresamente, buscó

de Quirós persona que

él

una armada á

salir

el

general Pedro Fernández

y asimismo quien usase que no siendo menester mucho para persuadir á hiciese este oficio,

nuestro autor, por su inclinación natural, aceptó se

en

él las

ambos

partes que requerían

no conocemos en España quien

letra

se podrá hallar quien le iguale,

excelente, siendo,

como

»Hizo su peregrino incultas

con

es',

le

en

y,

nombres á

fin,

bien estima en poco un don tan

el

extremo que en

después en

él se

conoce.

poniendo (como

últimos capítulos de un libro

demás obras, guardando en

las

la

armada

Nueva Guinea y las dos Javas, Mayor y Mela

extendido archipiélago de San Lá-

el

él

mismo

dice en una estancia)

y más copiosamente en suyo en prosa, que saldrá entre

mares, puertos y

los

porque en razón de

descubriendo en tres bajeles

viaje,

hallándo-

exceda, y no sin dificultad

y no domadas regiones, costeando

nor, engolfándose zaro,

oficios,

la plaza,

si

que llaman de Salomón, y parte de

islas

de sucesos

el sujeto,

sucesión de los virreyes suyos, que

la

otro lo tuviera por caudal principal,

» Ofrecióse

pedía

las

que

silencio la historia de su jornada,

escribió en versos heroicos, hasta darle la última lima, por lo

que

los

ríos;

poco

de sus mismas obras.

se agrada

mar once meses y veinte días, que en golfos jamás con hambre y sed, tanto de la tierra como del susten-

s>Gastó en la

descubiertos, to, claro es

que serían

Su almirante y lancha

los peligros

grandes y

los trabajos inmensos.

arribaron á las Malucas, á la sazón que aca-

baba de ganarlas D. Pedro de Acuña, gobernador de capitana en que venía Luis de Belmonte, destrozada la fuerza

últimos

de los vientos, que pareció milagro, cobró á

la

guas por

costa de la

la

banda

puerto; pasó á

}'

y

Al

México segunda las

fin,

vez,

la

perdida con

los seis

meses

Nueva España, prolongándola ochocientas

del Sur.

manjar sagrado de

Filipinas;

le-

por varios casos, llegó á seguro

donde, no pudiendo olvidar

el

Musas, escribió, entre muchas comedias,

PERÚ

que algunas hay impresas,

175

Vida del patriarca Ignacio de Layó-

la

en versos castellanos, que de su género dudo que alguno se

la,

España

aventaje. Haráse en

cederán

la

segunda impresión

(l),

y

le

le

con-

lugar que ha tenido en todas las provincias de Indias...

el

»Llegó á Madrid Luis de Belmente queriendo con su General volver á

conquista de

la

regiones que dejaron descubiertas; p-ero

las

causas legítimas, bien contra su inclinación

no proseguir

Nunca he

(i)

empresa,

la

visto esta

si

bien ha gastado

segunda edición,

gusto, le forzaron á

y

tiempo aprovechada-

el

que ningún bibliógrafo

ni hallo

mencione. Es probable que no pasase de proyecto. Sobre

la

la

de México,

tomo de la presente Historia, pág. 65. De los ingenios que en Lima conoció Belmente, hace curiosa enumeración su panegirista Bermúdez, con noticias que probablemente le había comunicado el mismo poeta. que

es rarísima, véase el

i

«El licenciado Pedro de Oña, hijo de

Arauco domado fiesa hoy,

eon

la luz

meros años, con pinceles Ignacio),

al

el



los

mejores de

Italia, si

(si

pone

los últimos

del Padre Javier, apóstol de la India, y discípulo del Beato

menor de

los

que blasonan en nuestro tiempo.

de Galves y Fr. Diego de Ojeda, uno en su Historia de

»Fr. Juan

ya con-

mismo, que fué trabajo de sus pri-

sola la bizarría del natural gallardo: será

Poema

no

robusta Chile, bien muestra en su

que pudieran envidiar

ventaja que se hace á

la

la

Cortés,

y

otro en su Cristiados...

»ElDr.Figueroa, aunque hijo de España, tiene hoy con justa razón por patria aquella nobilísima ciudad, que le honra los

que pueden entrar á

la

los

conceptos de

á natural suyo;es también uno de

parte en el laurel de Apolo, en igualdad de pocos.

»E1 Dr. Rivadeueira Villarroel y

dor de

como

Italia,

el

Secretario Obregón, claro manifesta-

no menos tienen

el

lugar que sus elegantes

versos merecen.»

El Dr. Figueroa, del cual se habla aquí, y á quien menciona también

la

poetisa anónima: Testigo

Que

el

me

serás,

sagrado Lima,

doctor Figueroa es laureado

Por su grandiosa y elevada rima. Tú, de ovas y espadañas coronado. Sobre la urna transparente oíste Su grave canto, y fué de tí aprobado...

no es

el

poeta complutense Francisco de Figueroa, ni

tóbal Suárez,

el

valisoletano Dr. Cris-

que nunca estuvieron en América, sino un Dr. Figueroa, profe-

sor de Medicina en

la

minares de algunos

libros.

Aprovecharé

universidad peruana, de quien hay versos en los preli-

esta nota para subsanar la omisión del curioso pasaje del li-

CAPÍTULO IX

176

mente

que sigue, no dejando por ver

es los estudios

ciudades de España, sólo á

de comunicar

fin

mejores

los ingenios dellas.»

mismo aventurero poeta alude bizarramente

El

las

á sus descubri-

mientos y peregrinaciones navales en una digresión de

La His-

pálica: Yo, apenas conocido en nuestro Polo,

¿Cómo podré sonar en

la

Región del Austro, de

fiereza

Si bien la visité

Penetra

el

La fama de

como

sujeta

armado,

soldado?

mundo,

sin

moverse

dueño.

el

pluma y de la espada, Y en tanto que reposa en blando sueño, Llega su nombre á la región helada. la

Pues yo que, alegre,

Por

No

la

persona empeño

la

región del sol más abrasada.

quisiera

más fama que en aquellas

Provincias que medí con propias huellas.

Más ondas nuevas penetré que vieron Colón, Cortés, Pizarro y Magallanes,

Pues tocando

las

que

ellos descubrieron.

Pasé con los cruzados tafetanes,

ün

capitán seguí de quien temieron,

cenciado Bermúdez, relativo á los poetas mexicanos contemporáneos de

Belmente.

«De

Indias salió (Luis de Belmonte) aficionado con razón á los divinos in-

genios de México, que no es su lugar

Apolo.

Y puedo

el

que menos luce en

decir por algunos escritos

que he

los concilios

visto suyos

y dignos de

de la

opinión que alcanzan, que comienzan por donde acaban muchos.

sEs aventajado en tan loable ejercicio

el licenciado

Arias de Villalobos, y

no menos excelente en la historia por su justa erudición, de que dará monio la que felicísimamente prosigue de la Casa de Austria. sBernardo de Balbuena tiene no inferior asiento en »E] Dr. Martínez y Dr.

to principal

Cano no menos

que profesan; que

tal

se precian

Museo.

de poetas, que del asun-

vacando á sus

vez,

el

testi-

ejercicios,

muestran

el

esplendor de sus ingenios.

jMucho

como

siento

es otro

no ser

mi

que he de ofenderá muchos que intento,

este el lugar

el

en

INIéxico:

pero

habré de dejar quejosos tantos como florecen, por

de sus alabanzas,

trando en su número

les igualan

Dr. Airólo,

si

el

acaso han menester de mi pluma, en-

Dr. Sarmiento, Arrarte, Cristóbal

Nú-

Medina y Barrientos, Cristóbal Porcel y Luis de Zarate, hijos de aquella ilustrísima ciudad; que por ser esta breve alabanza dellos, dejo los que de ñez,

PERÚ

177

Midiendo estrellas y afijando imanes, Las no domadas ondas de Anfitrite,

Que ya no

tiene el orbe quien le imite.

El pecho puse á

Llegando

Y

al sol los

tocando en

la

mayor jornada,

pensamientos míos,

la tierra,

en vano armada,

Nombre dimos al mar, nombre á los ríos, Como de Arauco en la jamás domada Región, notaba los soberbios bríos

No

Ercilla,

de

Si bien

yo anduve más y escribí menos.

los bárbaros chilenos:

toca á nuestro propósito la controversia en estos últimos años

suscitada acerca del autor probable de to

tal

opinión

el

marina D. Francisco Javier de Salas

de esta relación pasó á

cía el

Relación del descubrirnien-

de las reglones australes, que su editor atribuyó á Luis de Bel-

mente, contrariando

te

la

(l).

Hurtado de Mendoza, marqués de

libro,

en

la

D. García, asistido

parte que se refiere á sirvió

Lo

la letra al libro

Dr. Cristóbal Suárez de Figueroa,

de base á

la

la

cierto es

de los Hechos de D. Gar-

Cañete,

así

que gran par-

como

que compuso en la

1

61

galana prosa de este

sumisión del valle de Arauco por

desatinadísima comedia que Belmonte,

de otros ocho ingenios, entre

nes

como Alarcón,

lez,

dieron á los teatros en IÓ22 con

las

malogrado cronista de nuestra

los cuales los

Guillen de Castro, Mira de el título

había tan insig-

Amescua y

Luis

Vé-

de Algunas hazañas de

muchas de D. García Hurtado de Mendoza, Marqués de Cañete {2).

España han pasado á México

el

sagrado monte Febo; de quien, y de los cla-

rísimos ingenios de Sevilla, no es justo que trate en discurso tan breve, sería (i)

más ofenderlos que

que

alabarlos.»

Vid. Historia del descubrimienio de las regiones australes^ hecho por el

general Pedro Fernández de Quirds, piiblicada por D. Justo Zaragoza. Ma-

y Boletín de la Academia de la Historia^ t. i, (1878). Madrid, por Diego Flamenco, año 1622. Reimpresa al fin de

drid, 1876, 3 vol.; (2)

En

las

de Rivadeneyra. Los poetas colaboradores, amén de los citados, fueron el Conde del Basto (nieto de Antonio de Leiva), D. Fernando de Ludeña, D. Jacinto de Herrera y D. Diego de VilleComedias de Alarcón en

la Biblioteca

Puede conjeturarse, con el Sr. Fernández-Guerra (D. Juan Ridz de Alarcón, pág. 359), que todos estos ingenios andaban por aquella fecha rostrituertos con Lope de Vega, puesto que se atreven á decir de sí mismos por gas.

CAPÍTULO IX

178

No sabemos que ninguna de las obras de Belmonte saliese de las prensas de Lima. No así las de D. Diego de Avalos y Figueroa y D. Rodrigo de Carvajal y Robles, que por este tiempo se contaban entre los

más

Es curiosísimo y entre-

lucidos ingenios de la colonia.

tenido libro, cuanto apreciable por su rareza bibliográfica,

Miscelánea Austral que en 1603 estampaba

el

el

de

la

patriarca de la im-

prenta peruana, Antonio Ricardo. Dividióle su autor, D. Diego de

Avalos, en cuarenta y cuatro coloquios, de que son interlocutores Delio y Cilena, y en los cuales, sin orden alguno, se trata de materias más diversas: del el

amante, de los

de

llos,

la

celos,

verdad, de

de

la

amor y de la

las

música, de

vergüenza, de

las

cualidades que debe tener las calidades

la

de

perfección de

caba-

los las

damas,

del origen de las sortijas ó anillos, de la conversación, de las imáge-

y templos de Venus, de

nes

de

la

lengua toscana para

la

los

sueños y del sueño, de

las ventajas

música, del uso de las estampas

y

da-

y

del

ños de

la

ociosidad, del ave Fénix, del pelícano, del cisne

águila,

de

los minerales,

piedades de

la

animales

y

vegetales del Perú, de las pro-

piedra bezoar, de los edificios antiguos del Perú, del

origen de los Incas

y de

sus leyes

y

ritos,

indios usaban, de la antigua riqueza de

gio de

la

de

los sacrificios

España en oro y

que

plata, elo-

ciudad de Écija, de donde era oriundo Avalos,

etc. Es,

Me-

pues, una Silva de varia lección, harto semejante á la de Pero xía en lo inconexo ella

y abigarrado de

muchos y no despreciables

tarse

las

materias. Intercálanse en

versos, entre los cuales

un fragmento de traducción en verso de

las

merecen

Defensa de

Damas

ci-

Lágrimas de San

Pedro de Tansillo, y un largo poema en octava rima y en tos, que viene á ser como la segunda parte del libro, y título

los

seis

can-

lleva

por

donde se alegan jnemorables historias

donde florecen algunas sentencias, refutando

lo

,

y

que algunos philóso-

phos decretaron contra las mujeres,}' pr ovando ser falso, con casos verdaderos, en diversos tiempos siiccedidos

que en España tienen mejor lugar, á despeComo en despique de esta comedia compuso Lope tres

boca de Belmonte que «son

cho de

la

envidia

años después

la

».

(i).

los

suya de Arauco domado, cuyo fondo histórico está sacado del

poema de Pedro de Oña. (i)

Primera parte de

la Miscelánea Austral de

D. Diego d' Avalos y Ftgue-

PERÚ

En

179

nuestra Biblioteca Nacional se conserva un ejemplar del rarí-

simo poema

La

conquista de Antcqiiera, por

el

capitán D, Rodrigo

de Carvajal y Robles, impreso en Lima en 1627: obra dignísima de reproducirse, tanto por la curiosidad histórica de las noticias que contiene,

como por

otros que han sido

su indudable mérito poético,

muy

superior

al

de

celebrados.

poema inédito del mismo autor, sobre La batalla de Toro, no queda más recuerdo que la cita de N. Antonio. Aparte de estas obras de asunto no americano, sólo podemos juzgar á D. Rodrigo de Carvajal por un poema de circunstancias, donde no es de

De

otro

celebrar otra cosa que la habitual lozanía de la versificación, en que

no desmiente Carvajal y Robles

el

carácter distintivo de aquel flo-

ridísimo grupo de poetas antequeranos, que roa, en varios coloquios...

señor

Don Luys

General de

los

Con

la de/e?isa de

él

Damas. Dirigida al Excelhntissimo

Orden de Santiago, Visorey y Capitán Chile y Tierra Firme. Con licencia de su exce-

de Velasco, Cavallero de la

Reynos del Pirú

,

Impreso en Lita por Antonio Ricardo. Año 1Ó02

lencia.

fué á representar en

4.*^ ,

El autor firma

la

dedicatoria en la ciudad de la Paz, en 6 de Septiembre de 1601.

Lleva gran número de versos laudatorios del general D. Fernando de Cór-

doba y Figueroa, D. Diego de Carvajal, D. Lorenzo Fernández de Heredia, Dr. D. Francisco de Sossa, Dr. Hormero, Dr. Francisco de Figueroa, Licenciado Bartolomé de Acuña, Ldo. Pedro de Oña, Ldo. Francisco Bonilla, Ldo. Cristóbal García de Rivadeneyra, Ldo. Antonio Silva,

Juan de Salcedo Villandrando, Leonardo Ramírez,

y Francisco Moreno de Almaraz. Al principio de

la

Un

Núñez de Maldonado de religioso

grave

Defensa de Damas, nuevas

composiciones laudatorias de Pedro de Oña, Ldo. Bartolomé de Acuña Olivera, D. Sancho de Marañón, Ldo. D. Francisco Fernández de Córdoba, capitán Gabriel d'Oria y Rui

López de Frías Coello.

Esta Miscelánea Austral impresa no ha de confundirse con nea Antartica inédita (pues lo traducido es sólo

al

francés por

la otra

Miscelá-

Ternaux Compans

una parte) de Miguel Cabello de Balboa, natural de Archidona, autor

también de otras obras mencionadas por

La

Y

la

poetisa anónima:

Volcánea horrífica terrible,

Militar Elogio, y la famosa Miscelánea que al Inga es apacible: el

La entrada de los Moxos milagrosa, La comedia de El Cuzco y Vasquirana, Tanto verso elegante y tanta prosa Nombre te dan y gloria soberana, Miguel Cabello, y ésta redundando Por Hesperia, Archidona queda ufana.

1

CAPÍTULO IX

8o

Nuevo Mundo: los Tejadas, Espinosas, Martines y Cristobalinas. Lope de Vega cantó de él en la silva 2.^ del Laurel de Apolo:

el

Aquí con

De

alta

pluma don Rodrigo

Carvajal y Robles, describiendo

La famosa conquista de Antequera, Halló

la

fama, y la llevó consigo;

Tantas regiones penetrando y viendo,

Que

Y

del Betis le trajo á la ribera,

haciendo por su hijo

Festivo regocijo,

Las bellas ninfas

Y como

el laurel partieron,

ya sus dulces musas vieron

Restituidas á su patria amada,

Tomó

Es autor tas

de

la

pluma Amor, Marte

la

espada.

Carvajal de la descripción en quince silvas de las Fies-

que celebró Lima

libro

la

mayor

al

nacimiento del príncipe D. Baltasar Carlos;

rareza, impreso en aquella ciudad el año 1632,

poeta se hallaba de Corregidor y Justicia Mayor de la provincia de Colesuyo por Su Majestad. Ocurrió durante las fiestas

cuando

el

un terremoto, y el trozo en que se describe es de los más valientes del poema. Elogiáronle en términos cultos y ampulosos, conforme al gusto crespo y enmarañado que comenzaba á prevalecer en nuestras letras de aquende

y

allende, el IMaestro Fr.

doza, agustino, catedrático de Escritura en

y

el

Universidad de Lima,

Chantre de Arequipa Fr. D. Fulgencio Maldonado. «Grandes

fueron

las fiestas (dice el

como en

la relación

primero),

al calor

mas nunca

tan del todo grandes,

de D. Rodrigo de Carvajal y Robles; que son

por extremo dichosos en crecer

su

la

Lucas de Men-

los asuntos

de sus manos. Antequera, su

poema con más verdad que

patria,

á sus muros.

que este caballero debe

Y

por humanas pasaron presto, tendrán de divinas

la

inmortalidad á

estas fiestas la

cría

que ya

duración, perpe-

en quien he hallado mucho que admirar y nada que corregir.» «Embosqúese en estas silvas (pondera el Chan-

tuándose en este

libro,

tre arequipeño) el

que quisiere

sentir

como Lope, y

hallaráse

una

vez y otra y mil veces cogido de suspensión, causada, ya de lo dulce de sus descripciones, ya de la hermosura y pompa de las voces;

PERÚ

y

los

l8l

que entraren más adentro, hallarán más rigurosas observacio-

nes del arte.»

Un

poeta anónimo que escribe un soneto en alabanza

del autor, se atreve á decir, jugando con su apellido, que, con la

publicación de

tal

poema,

Ya vuelve

el siglo

de oro; ya

Sudando miel como en

los robles

edad primera,

la

El reino de Saturno pronostican.

Tan desaforadas hipérboles no deben prevenirnos desfavorablemente contra el libro de las Fiestas, que es de los mejores ó más tolerables de su género (l).

No

he visto

la

Relación en verso que

el

franciscano Fr. Juan de Ayllon publicó en 1630 de las que se cele-

braron en Lima con motivo del octavario de los XXÍII mártires del Japón; pero

Palma afirma que en

el Sr.

\'agantes retruécanos

y

Df Margai'ita

na

estilo: la

el

mismo Padre

fáciles

campean

los

más

antítesis (2).

el

)

rei-

Marqués de Montes-

versos que deben de ser de

la

vena

agustino Fr. Martin de León, á quien pertenecen

Sermón de honras y la Relación en prosa (3). Pero la dominación del buen gusto fué tan efímera en

(i

extra-

Relación de las exequias de la

de Austria, siendo virrey

Claros (161 3), contiene del

más enigmáticas

las

Otras hubo de mejor

ella

el

Perú

Fiestas que celebró la ciudad de los Reyes del Pirú, al nacimiento del Sere-

jiissimo Principe

D. Baltasar Carlos de Austria

Fausto Fernández de Cabrera y Bobadilla

Excmo.

Sr. Conde de Chinchón

,

tttiestro

señor.

A

D. Francisco

niño de dos años y primogénito del Virrey del Peni. Por el capitán D. Rodrigo de ,

Carvajal y Robles, Corregidor y Justicia mayor de la provincia de Colesuyo, por

Su Majestad. Impreso ras, año (2j

Discurso leído en

pondiente de (3)

en

Lima

(á costa de la ciudad) por Gerónimo de Cotifre-

de 1632, 4.°

la

la

Española,

el

inauguración de

la

Academia Peruana, corres-

30 de Agosto de 1S87.

Relación de las exequias que el Excmo. Sr. D. Jjtan de Alendoza y Lima,

Afarqués de Montes-Claros, Virrey del tra señora Doña Margarita

Por

el

Piri'i,

hizo en la vmertc de la

Reina nues-

Presentado Fr. Martin de Lima, de la

Orden de San Agustín. En Lima, por Pedro de Merchán y Calderón, año 1613, en 4.°, con una grande estampa que contiene el diseño del túmulo real, dibujado en Lima por

J.

Martínez de

Anona, y grabado por

laudatorios de Bernardo Moutoya, Pedro de

Oña,

el

el P.

León. Versos

almirante D. P. Orozco,

1

CAPÍTULO IX

82

como en México. Puede raria

que en

decirse que el último rayo de pura luz lite-

atravesó las tinieblas que comenzaban á

el siglo xvii

espesarse sobre las escuelas de Lima, fué

el

virreinato del Príncipe

de Esquilache D. Francisco de Borja, verdadero príncipe á

la italia-

na y verdadero poeta, aunque distase bastante de ser príncipe de la poesía, como le llamó la adulación de sus contemporáneos. Pero

de esto

al

en que desde fines del siglo

injustificado olvido

yacen sus obras, hay mucha

Es de

distancia.

xviii

poetas de segun-

los

do orden que vienen inmediatamente después de los grandes; y entre los líricos del siglo xvii, pocos son los que merecen más que él una rehabilitación cumplida, que algún día ha de tuvo fiaerzas ni nervio para la poesía.

el

Mendoza,

No

cultivo de los géneros superiores de

Su Ndpoles recuperada

Fr. Lucas de

serle otorgada.

una insípida y amanerada imi-

es

Dr. Cristóbal de Rivadeneyra, Fr. Blas de Acosta,

el

Fr. Diego Fernández de Córdoba, Fr.

J.

de Zarate.

Sin pretender apurar esta fastidiosa literatura de fiestas

,

pompas fúnebres

y certámenes, mencionaremos la Relación de lasfiestas á la bimaculada Concepción de la Virgen, de Antonio Rodríguez de León (1618); la Relación de las D. Felipe IV, de Fr. Fernando Valverde

fiestas al nuevo reynado de las Fiestas de



Lima

en la canonización de

Vadillo (1632); la

Pompa fúnebre

de Gonzalo Astete de Ulloa (1645); de

Doña Angela

de

Guzmán

San Pedro Nolasco, de

en la muerte de

la

(1654); la

Doña

Pompa funeral y Pompa fúnebre en

(1622);

Fr. Bartolo-

Isabel de Barbón,

exequias á la muerte la

muerte del Conde

de Salvatierra, de Gabriel Barreda Ceballos (1663); la Celebridad y fiestas con que Lima celebró la beatificación de Santa Rosa, de D. Diego de León Pinelo (1670);

la

Triunfal encomiástica aclamación del Conde del Castellar, de

Andrés de Paredes y Solier de San Luis Beltrdn (1674);

(1674); el Acto glorioso: fiestas en la canonización el

Parnaso

del

Real Colegio de San Marcos, pos-

trado d los pies del Conde de la Monclova (1694); las Exequias de la rei7ia

Mariana

Doña

de Austria (1697); el Certaitien panegyrico historial poético por la reedi-

ficación de la ciudad de los Reyes (1673).

Esta reedificación es

la

que

siguió al espantable terremoto de 20

bre de 1687, de que hay relación en verso, tica de la fatal

muy

rara y curiosa: Relación poé-

ruina de la gran ciudad de los Reyes

d 20 de Octubre misma ciudad en

de Octu-

,

Lima, con

los espantosos

Va al fin un romance al

temblores de tierra sucedidos

de lóSS.

nunca

la noche del lunes

l° de Diciembre

del mismo año, ocasionado del rtimor falso de la salida del mar,

por un ingenio

visto alboroto de la

desta corte.

Con

licencia en Liina,

año de 1Ó87.

PERÚ

183

tación del Tasso, sin jugo, sin interés, sin grandeza

so alguno que se grabe en

y hasta

sin ver-

memoria, porque todos son iguales en

la

y monótona corrección. Pero en las epístolas morales y en sonetos, como discípulo al fin de Bartolomé Leonardo de Argen-

su fría los

conservó una tradición de gusto maduro y severo, opuesta á

sola,

romances cortesanos y amorosos, en las letrillas y en todo género de versos cortos, que eran el legítimo campo de su numen, rivalizó á veces con Lope de Vega en

los extravíos reinantes;

gracia

y

frescura. Haría

y en

los

buen

servicio quien del

forman sus obras poéticas en case en un

enorme tomo que

dos ediciones de Amberes, entresa-

las

pequeño volumen todo

lo

que merece

condenando

vivir,

olvido lo restante.

al

De

161 5 á 1622 tuvo Esquiladle

mando supremo de

los

puerto del Callao, erigido

llas costas, fortificado el

los reinos

y provecho de la nación. Bajo su gobierpiratas y filibusteros que infestaban aque-

del Perú, con honra suya

no fueron rechazados

el

el

Tribunal del

Consulado; recibieron sabias ordenanzas los establecimientos mineros de Potosí y Huancavélica; se fundó

San Bernardo para

y

educación de los hijos de los conquistadores,

la

colegio de San Francisco de Asís, para los hijos de indios no-

el

bles; se hizo la conquista

ñón, ésta

Real Convictorio de

el

de

la

comarca de

los

Maynas en

Mara-

y se fundó la ciudad de San Francisco de Borja, sintiéndose en como en todas las demás providencias del Virrey el prepoten-

te influjo

que en su ánimo ejercían

los jesuítas.

Es maravilla que en

ninguna de sus obras, con ser tantas, haga Esquilache sión (que ellas

yo recuerde)

al

Perú, ni á América, de

tal

la

menor

alu-

modo que por

nadie inferiría que hubiera pisado siquiera las tierras antarticas.

El picante

buye da

el

la

los

y donosísimo

cronista de la vida colonial de Lima, le atri-

fundación de una academia literaria en su palacio

nombres de

tramos rastro de

los

tal

que á

ella

concurrían

;

pero

,

y hasta

como no encon-

academia en ninguna parte, nos inclinamos á

pensar que ésta es una de tantas ingeniosas travesuras del autor de las

Tradiciones peruanas, que ni pretenden ser libro de historia

pierden nada por no serlo (i)

tomó

Tengo que

(l).

Academia en

rectificar esta especie

sus noticias del Diccionario de

y volver

el

palacio \irreinal

el crédito al Sr.

Mendiburu (tomo

Mbnéndez y PEhAíO.— Poesía his^ano-americana.— 11.

11,

,

ni

no

Palma, que

pág. 59). la

CAPÍTULO IX

184

hallamos hasta

hubiese virreyes Esquilache,

tiempo del Marqués de Castell-dos-Rius; aunque

el

muy

y estudiosos como

cultos

,

Conde de Santisteban

el

del Puerto, D.

vides y de la Cueva {1661-1666), autor de un

que

por

lleva

Hora: Succisivcc

título

lo fué,

además de

Diego de Bena-

tomo de versos

latinos

(I).

ridad de la

período de mayor paz, abundancia y prospecolonia, coincidiese con la época más fatal de nuestra

decadencia

literaria.

Fué

de

la

lástima que

América

floreciente

donde

la

y

el

Lima, que era

del Sur; Lima,

que se honraba con Universidad tan

como

tan bien dotada

do á catalogar precio en

las

más

los

de San Marcos

la

imprenta tomó tantas alas en

san de cuatrocientas

principal centro de cultura

el

(2);

puesto que pa-

el siglo xvii,

publicaciones de aquel siglo que han llegadiligentes bibliógrafos, raras todas

y de

ta época;

y

no era posible que Esquilache pasara

las letras

sin rodearse

de

los ingenios

así se

más

distinguidos

la ilustrada

ofrecía

sin fomentarlas y

Lima en tan remo-

capacidad que enaltecía su mérito. El

coronel D. Pedro de Yarpe y Montenegro, bolledo, D. Luis de la Puente, jurista de Illescas,

que

fiestas;

reunían seraanalmente, en Palacio, diferentes personajes á

cuyos estudios se agregaba

domcro

alto

mercado, aunque muchas sean breves opúsculos, ser-

el

mones, alegaciones en derecho, vidas de santos, exequias y

amante de

Lima,

de

la

el

oidor D. Baltasar de Laso y Re-

mucho nombre,

orden de San Francisco,

y otros que no nombramos por

falta

de

el

el religioso Fr.

Bal-

poeta D. Baltasar Moreyra,

noticias, tenían

con

el

Virrey discu-

siones sobre materias científicas; cultivando su saber literario con los ensan-

ches que en sus debates académicos avivaban ciones»

la

más noble de

las aspira-

.

Todo esto tiene trazas de ser verdad, pero mientras no pueda citarse más documento que el dicho de un escritor del siglo xix, por docto y bien informado que sea, hay que dejar en duda la existencia de la academia ó tertulia literaria (i)

de Esquilache.

Horce. Succisivm

D. Didaci BeJiavidii Comitis S. Stephani, studiosa cura

D. D. Francisci Mard/ionis Navarum congestee.

garay (2)

Nma

editio

a mendis expurgata

bibliopolce pampiloneiisis,

Sobre

el

especialmente

el

et

16Ó4,

D. Emmanuelis Benavidii filiorum Lugdimi, sumptibus Joantiis de Ar~

12.°

estado de la Universidad en

el siglo

xvn, debe consultarse

libro de D. Diego de León Pinelo: Hyponviema Apologeticwii

pro Regali Academia

Lwiensi.....

Ad Limensem Regium Senatum

Officina Juliani de los Santos et Saldaña.

Anno Domini 1648.

Lima, ex

PERÚ

185

Lima, que en 1602 tenía ya teatro público, el que después se llamó de la Comedia Vieja; Lima, la primera ciudad del Nuevo Mundo

donde

presente, cuando pocas ciudades de seerla (l); Lima,

y tan

juicioso

como León Pinelo,

muy

á

la

jactarse de po-

Europa podían

que podía envanecerse con un polígrafo tan docto

á los ilustradores del ventajas,

muy próxima

en forma

se conoció la prensa periódica

y mismo

útilho

Derecho de

á los bibliógrafos

de tantas

Indias, ofrece, á pesar

exiguo contingente á

la

literatura poética del si-

glo XVII, prescindiendo de los ingenios que

prestó

le

y que por su educación más bien corresponden

como

la

metrópoli,

al siglo xvi,

aunque

Algunos

infelices

escribiesen en los primeros años del siguiente.

ensayos épicos, ya de tema histórico,

y

Aranas Antárticas ó

las

Zuazola, que ni

si-

quiera llegaron á imprimirse, á pesar de haberse encomendado

el

conquista del Perú, de D. Juan de Miramontes

autor

al

y

Marqués de Montesclaros (1607-

patrocinio del Virrey,

ya de materia piadosa, como El Angélico, compuesto en

1616);

banza de Santo Tomás por

el

ala-

dominico Fr. Adriano de Alecio;

El Santuario de Nuestra Señora de Copacavana^

del maestro fray

Fernando de Valverde, agustino, á quien acredita de elegante prosista su

tiva,

ción

Vida de Jesu Christo; ya de índole encomiástica y descrip

como

el

Poema

heroyco hispano-latino^ panegírico de la funda-

y grandezas de la muy Noble y Leal ciudad

Rodrigo de Valdés,

el

-

de Lima, del jesuíta

cual tiene la gracia de poderse leer á un tiempo

y en castellano, lo cual quiere decir que no está escrito en ninguno de ambos idiomas, sino en una jerigonza bárbara. Si á esto se agrega alguna rarísima poesía lírica que se imprimió suelta, como

en

latín

Es sabido que

Cartas que en períodos bastante

y regulares, á modo de Gaceta, publicaba en Madrid Andrés de Almansa y Mendoza, des(i)

de

162

1

las

fijos

á 1626, sobre novedades de esta corte

se reimprimían en

Lima en

llegando,

y avisos recibidos de otras partes, aunque de estas reimpresiones quedan xvii.)

A

fines del

Relación de todo

lo

sucedido

pocas. (Vid. Colección de Libros Españoles raros y curiosos^ siglo había ya Gacetas especiales

de Lima,

v. gr.

:

en Europa hasta el lunes 21 de Septiembre de lóji.

t.

— Novedades en continuación

— Diario de las noticias de Lima, en que que sobrevino del el año de 1687. —

de la relación desde 2S de Agosto de 1Ó7Q. se hace saber de

una tragedia lastimosa

cielo

Noticias del Sur, continuadas desde 6 de Noviembre de lóSsdel Sur

168S.

— Ultimas

noticias

^

:

CAPÍTULO IX

l86

sentida elegía de

la correcta

y bien

de su

hija,

tendremos reunida

dante

ni

muy

Armas

(i)

conocida

(l).

casi

Pero

un

cierto Sanabria á la

toda

la

el libro

Antárticas, hechos de los

muerte

muy

cosecha, ni

abun-

que más fielmente indica

famases Capitajies españoles qtie se halla-

ron en la Conquista del Perú: su autor D. Juan de Aliramontes y Zuazola, dedicadas al Excfno. Sr, D. Juan de Mendoza y Luna, Marqziés de Montesclaros Virrey del Peni. Ms. citado por D. Bartolomé José Gallardo,

en

la

biblioteca del infante D. Luis.

como

existente

Es un poema de veinte cantos, en octano parece de los peores de su clase, y es,

y por lo que conocemos de él por de contado, superior á la Lima Fundada de Peralta.

vas,

Empieza

el

poema de Miramontes Las armas y proezas

De

militares

españoles católicos valientes,

Que por ignotos y soberbios mares Fueron á dominar remotas gentes. Poniendo al Verbo Eterno en los altares Que otro tiempo con voces insolentes

De

oráculos gentílicos, espanto

Eran del

indio, ahora

mudas, canto.

Termina: Huye, argentando el mar de espuma cana; Lleva dolor y déjanos con pena; Pues si estuviera surto otra mañana

No

levantara

el ferro

de la arena.

Porque al puerto llegó Pedro de Arana Al risueño apuntar de alba serena,

Y

al

punto por su rastro se derrota. deja en el mar rastro de flota.

Mas no

— El Angélico. Alecio, del

diente

á

Año

1Ó41,

,

de i64£, 4.°

Señora de Lopacavana.,

Rdo. P. Maestro Fr. Fernando de Valverde

el

afecto de obe-

Padre Maestro Fray Tomás Turco General del Impreso en Murcia por Esteban LiPadre Santo Domingo

nuestro Reverendísimo

— El Santuario de Nuestra por

Fray Adriano de

Orden de Predicado?-es, natural de Lima, Ofrécelo con

Ordett de nuestro beras.

Escríbelo con estilo de poeta lírico el Paare

y ocho silvas Lima, por Luis de Lira,

eft

diez

,

4.°

comedia de Calderón La Aurora en Copacavana, puede estar tomado de este poema del P. Valverde ó de la Historia del célebre sanEl argumento de

la

tuario de Nuestra Señora de Copacavana y sus milagros, é iftvencidtt de la

de Carabuco, escrita en prosa por otro agustino, Fr. Alonso

(Lima,

1

62

i).

Pero

Parte segunda de

la

la

fuente

más probable

es el libro

i

de

Cmz

Ramos Gavilán la

hoy rarísima

Crónica Moralizada del Orden de San Agustín en

el

Perúy

del P. Calancha (Lima, 1653).

—Poema

heroyco hispano-laiino de la ficndación

y grandezas de

la

muy Noble y

PERÚ

de

el principio

tremos de

y

Fúnebre

la

depravación. del gusto, sin llegar todavía á los ex-

que hallaremos en

delirio

año.

Solemnidad

el siglo xvni, es la

Exequias de Felipe IV, celebradas en 1666 por

la

Real

impresas

el

mis-

Audiencia de Lima, en su

mo

187

Fué

Iglesia Metropolitana, é

colector de este libro

autor de la relación de las

y

honras D. Diego de León Pinelo, no

muy

inferior á su

hermano en

varia literatura; pero en la relación

misma

dotes de erudición

y

abundan

de mal gusto, y son, por de contado, mucho

los rasgos

mayores en

sermón

digesto

del Dr.

rundio de Campazas,

del túmulo, en el in-

y hieroglyphicos

las inscripciones

Juan Santoyo de Palma, digno de Fr. Ge-

y en

y

poesías latinas

las

se adornó el pórtico de la iglesia.

Hay

castellanas con

acrósticos

y centones,

que dísti-

cos retrógrados, emblemas, sonetos que son á un tiempo latinos y castellanos, laberintos

cuyas

maneras, diciendo siempre

letras se

lo

pueden

leer

de innumerables

mismo; en suma, todos

los

primo-

Caramuel y en Rengifo. La mayor parte de los (que no son los peores, sin duda porque la imitación

res registrados en

poetas latinos directa

y aun

servil

de buenos modelos

los contiene)

son anónimos:

nombres de D. Juan Ramón, Tomás Santiago Con-

sólo constan los

M. R. P. M. Rodrigo de Valde's, de la Prima jubilado, y Prefecto Rege7ite de Es-

Leal ciudad de Lima. Obra póshima del

Compañía de tudióos

Jesils,

en el Colegio

Garabito de León

Cathedrático de

Máximo

de

San Pablo. Sácale d

y Messia, Cura Rector de

En Madrid,

Revista de Lima,

t.

iii,

etc.

en la imprenta de Antonio

1860, publicó

D. Francisco

la Iglesia Metropolitatta de

Visitador y E.xaminador general en su Arzobispado,

del autor

luz el Doctor

Lima,

Sobrino y primo hermano

Román, año jóSj. (En

un estudio sobre este poema D.

J.

la

A. de

Lavalle.)

— Lágrimas numerosas en la muerte de Doña María de Sanabria y Salas,

llo-

radas por su padre y diiigidas á su esposo. Impreso en Lima por Bernardino de Guzmán, año 1633. Se encuentra en la Biblioteca Nacional, en el t. xxviu de la

gran colección de poesías varias,

el título

la

mayor parte manuscritas, conocida con

de Parnaso. «Es escritor castizo y elegante este Sanabria, aunque no

de mucho brío» (dice Gallardo):

Ya que tu muerte, oh cara prenda mía, Mis ojos embaraza con el llanto Y los hurta su oficio noche y día. Permite que en alivio del quebranto Que le ocasiona, suspirarle pueda Quien en ti de su vida perdió tanto.

CAPÍTULO IX

1 88

cha y Pedro Santiago Concha: lectivas del colegio

colegio de

de San Pablo de

San Ildefonso de

la

como

las restantes figuran la

Compañía de

obras coJesús, del

orden de San Agustín, y de

los estu-

diantes religiosos del convento grande de Predicadores. Los poetas castellanos son D. Luis de Figueroa Bustamante,

de León Pinelo,

el

el

mismo D. Diego

Licdo. Pedro Espinosa de los Monteros,

pres-

el

bítero D. Juan de Villegas, el mercenario Fr. Luis Galindo de

San

Ramón, D. Pedro de León Girón, D. Jerónimo Vázquez de Herrera, corregidor del Cercado;

el

agustino Fr, José de la Cruz,

do D. Francisco Cano Moral y el

Peralta, el bachiller

el licencia-

Lucas de Tapia»

cura rector del puerto de Arica D. Bernardino de Cervantes

Lugo, D. Diego de Velasco, Bernardo Gutiérrez y Torices, chiller Baltasar

de Cuéllar,

el oficial real

Francisco Colmenares de Lara,

de

la

Caja de

capitán Bartolomé de

el

y

Ba-

el

Lima don

León Atien-

za,

D. Francisco Reinoso, D. Antonio de Espinel, D. Juan de Buen-

día

y Pastrana,

colegial de

San

jNIartín;

tro Evia, guayaquileño, á quieu

D. Juan de Urdaide,

el

maes-

ya conocemos; José Antonio Dá-

D. José de Castro Isagaga... Todos estos obscuros poetastros»

vila,

que debían de compiten entre

más

ser por entonces lo sí

florido del Parnaso limeño,

en hinchazón y conceptismo; pero algunos, espe-

cialmente Dávila, Figueroa Bustamante

y

el P.

Galindo, versifican

con robustez y quizá fueran dignos de haber nacido en época menos infeliz (i). faltaban estudios ni ingenio, sino acertada

La prueba de que no dirección en los unos

y recta

aplicación en

cho de haber salido precisamente del Perú sa poética culterana, tan docta

el otro,

la

nos

la

da

el

he-

mejor y más ingenio-

y tan aguda que,

á

no ser

la

causa

pésima y detestable, pudiéramos decir de su defensor con palabras

de

Virgilio:

Si Pergama dextra

Defendi posseni: etiam hac defensa fuisscnt.

Solemnidad Fúnebre y Exequias d la muerte del Catholico y Augustissimo

(i)

Rei Nuestro Señor D. Felipe

IV el

Grande, que celebró en la Iglesia Metropoli-

tana la Real Audiencia de Lima, que ai

mir

el

vedo.

Real Acturdo de Gobierno. Con

Año de Jóóó (portada

(sic)

gobierna en vacante, y

licencia.

grabada), 4.°

En

la

mandó

impri-

Imprenta de Juan de Que-

PERÚ

Me

refiero al Apologético del

obrilla

tos

estampada en

más sabrosos de

cería increíble,

hombres

si

189

limeño Dr. Juan de Espinosa Medrano:

la capital

del Perú en 1694,

primitiva literatura criolla

la

no supiéramos de sobra de su tiempo, es que

el espíritu

que conocía tan bien

lo

el

mucho que

ciega á los

Dr. Espinosa Medrano,

que

la literatura clásica,

y uno de los fru(l). Lo que pare-

escribía por lo gene-

con tanta claridad y llaneza y mostraba tan buen sentido en la crítica de las aberraciones en que incurrió Manuel de Faria y Sou-

ral

sa en su comentario á

Camoens, gastase miserablemente

en componer un Apologético del Polifenio y de

tales

dotes

Soledades de

las

^

Góngora.

Con mucho donaire y razón

se burlaba el doctor

lucubraciones alegóricas en que tanto sudaba

gués para obscurecer

el

limeño de

las

comentador portu-

clarísimo texto de Los Lusiadas: «;Ouién

el

dixo á Manuel de Faria que ¡os poetas habían de tener misterios?

le

f) cuándo

los halló

Rima tenga letra

en Camoens? Debe de querer que una Octava

los sentidos

de

la Escritura,

ó que en

la

corteza de la

esconda como cláusula canónica otros arcanos recónditos, sa-

cramentos abstrusos, mysterios inephables.» Pero en vez de dete-

como la prudencia pedía, se arrojaba al extremo opuesto, y no menos temerario, de miraren la poesía solamente el aspecto exterior y retórico, la pompa de palabras, el aliño de locución, entendiendo torpemente el concepto de la forma: «Alma poética pide nerse aquí,

Faria en Góngora

Si

alma llamó

las centellas del

vo, mil almas tiene cada verso suyo,

Mala defensa tenían (

1

)

los seiscientos

ardor intelecti-

cada concepto mil vivezas.»

y más ejemplos de hipérbaton

Apologético en favor de D. Lilis de Gongo? a. Principe de los Poetas Lyri-

España^ contra Manuel de Faria y Sousa, Cavallero portugués^ que dedica al Exento. Sr. D. Luis Me'ndez de Haro^ etc.... Su atitor el Dr. Juan de Espi-

cos de

nosa Medrano, Colegial Real en Catedrático de Artes y

Sagrada

el insigne

Seminario de San Antonio

Theologia., en él:

Cura Rector de

sia Caihedral de la ciudad del Cuzco, cabeza de los reinos del

la

el

Magno.,

Santa Igle-

Peni en

el

Nuevo

Coft licencia. En Lima, en la imprenta de Juaii de Quevedo y Zarate. Año de JÓQ4, 8.° Con versos laudatorios de D. Francisco de Valverde Maldonado yXaraba, de D. Diego de Loaysa y Zarate, del Licdo. D. Bernabé

Mundo.

Gascón Riqíielme, del maestro Juan de Lyra y del maestro B'rancisco López Mexía.

CAPITULO IX

igO latinizado

que

el

comentador de Camoens había contado en Góngo-

pero Espinosa Medrano, tomando

ra;

la

prendió probar que era atrev^imiento insigne

banza

el

muy de raíz, emy muy digno de ala-

cuestión

enriquecer nuestra lengua con los despojos de su madre;

no de otro modo que Horacio, curiosamente

feliz,

según

expre-

la

sión de Petronio, remedió la pobreza de la suya con los tesoros del

«Y

Ática.

amaneció entonces nuestra poesía, de tan divino

grande, sublime,

majestuosa y bellísima, digna de ma-

alta, teórica,

yores ornatos, de pompas

mayores...

áureos collares que antes

Mena en

acertó Juan de

la

la

y humilde, y

Y

abrumaban con melindre.»

misma empresa,

tado en un siglo en que estaba culta, rústica

y quedaron comunes

los

Adornáronla entonces con decencia

arreos, indiferentes las galas. los

taller,

la

no

si

fué por haberla inten-

poesía castellana «desceñida, in-

era risa quererla cargar de los arreos de

Cadenas de oro que sirvieron de adorno á robusta ma-

la latina...

trona, colgárselas á

musa

Buscaba Espinosa en

pueril,

más

la literatura

y pompa

dentes de

la altisonancia

ció, antes

que otro alguno,

peramento poético entre

el

los

es prenderla

romana

que

ataviarla.»

del Imperio los prece-

y recono-

del estilo gongórico,

parentesco estrecho de sangre

y tem-

cordobeses del primer siglo y

el

cor-

dobés de ahora: «Aquel hablar brioso, galante, sonoro y arrogante es quitárselo

Luego que la

al

las

ingenio español, quitarle

Musas

femenina delicadeza de

Y esto

braveza hispana...

V

latinas

siete siglos

que

el

ingenio

y

la naturaleza.

conocieron á los españoles, se dexaron

los italianos,

y

se pasaron á

remedar

la

no es tan nuevo que no haga cerca de diez

los españoles

hablan como

españoles...

Y es

muy

del

genio español nadar sobre las ondas de la poesía latina con la superioridad del óleo sobre las aguas. »

He

dicho en otra parte, y no

logético

¿Y quién tener,

el

que

muladar de

el

vulgar apodo de

no uno, sino varios lunares en

Es muy pobre

ello,

la

el

Apo-

poética

era este ingenioso, aunque extraviado precep-

Conocíasele en su tiempo por

á causa de

(i)

arrepiento de

de Espinosa es una perla caída en

culterana. tista.'*

me

el artículo

el

biográfico de Espinosa

El Lunarejo^

rostro

(l).

Medrano en

cionario Histórico del Perú, del general Mendiburu, obra la

En

el

el Dic-

más apreciable de

PERÚ

I 91

colegio de San Antonio del Cuzco cursó todas las artes

que

«desde

se enseñaban,

allí

rana de Theología».

Á

y

ínfima de Gramática hasta

la

ciencias la

sobe-

doce años tañía con habilidad y despejo

los

diversos instrumentos musicales; á los catorce componía autos

medias, de

las cuales sólo

Á los

ha quedado un

título:

y

co-

El robo de Proser-

desempeñaba una cátedra de Artes, y en la enseñanza pasó toda su vida, sin que fuesen obstáculo las dignida-

pina.

diez

y

seis

des eclesiásticas que obtuvo de magistral, tesorero, chantre, y, mente, arcediano de nes suyos doctrina

y

Andan impresos sermoen que campean su mucha

catedral del Cuzco.

la

otros opúsculos teológicos,

y depravado

gusto. Parece

que escribió también un curso

de Philosophia Thoniistica. Sus contemporáneos

un oráculo; en vida suya se escribió un á su

nombre con

final-

el título,

le

veneraron como

libro entero

de panegíricos

que entonces no parecía irónico, de Glo-

Juan de Espinosa Medrano. En suma; este y piadoso cuzqueño fué, por decirlo así, como el ensayo ó

ria enigmática del Dr.

sabio

primera prueba del famoso Peralta Barnuevo, con quien pronto

vamos

Un

á hacer conocimiento sólo poeta

peruano de

humilde de su condición y

de

(l).

fines del siglo xvii logró, al

merced á

lo

género en que principalmente hubo

ejercitar su travieso ingenio, librarse

de

la

plaga del gongoris-

mo, pero no del conceptismo, ó más bien del equivoquismo rastrero

y de

y juegos de palabras. Llamóse coplero D. Juan del Valle y Caviedes, por apodo El poeta

la afición á

este festivo

retruécanos

su género que posee ninguna república de América, aunque más atiende á parte política y militar que á

con precisión sus fuentes

la literaria,

la

y adolece del defecto de no indicar

bibliográficas. (Diccionario Histórico

y

biográfico del

Peni, formado y redactado por Mantiel de Mefidiburu. Lima, 1874 y siguientes, 8 vols.) (i)

En

el

apéndice de uno de los curiosos libros publicados por

la Biblio-

teca Nacional de Lima, bajo la dirección del Sr. Palma, Apuntes históricos del

Peni y

Noticias cronológicas del Cuzco

mita en silva de Espinosa Medrano, falsificación

El

{lAvci^.,

1902), se

aprendiz de

rico,

ha impreso un poe-

cuyo argumento es

la

de moneda de que resultó reo un acaudalado minero de Potosí,

apellidado Rocha, que por ello murió en

el

cadalso.

Acompañan

á esta

com-

posición algunas noticias biográficas del autor, escritas por D. Manuel Calderón, antiguo

empleado de

la

Biblioteca de Lima.

CAPITULO IX

192

de la Ribera. Sobre

dejamos

él

la

palabra á su casi descubridor

ferviente panegirista el Sr. Palma, que en 1873 dio á

pa

colección de los versos de Caviedes, picantes

la

y

la

estam-

como

guindi-

llas (I).

«En 1859 tuvimos

la

fortuna de que viniera á nuestro poder un

manuscrito de enredada y antigua escritura. Era una copia hecha

en 1693 de

Parnaso^ escribió por

do D. Juan

En

(i)

el

mordedor

los versos que, bajo el los

años de 1683 á

del Valle

y Caviedes.

tomo v de

la

muy

1

de Diente del

título

69 1, un limeño nombra-

importante serie de Documentos

literarios del

Manuel

de Odriozola

Perú, colectados y arreglados por el coronel de Caballería

(Lima, 1873, imp. del Estado). Precede á los versos de Caviedes un apunte crítico,

firmado en Buenos Aires, 1870, por D. Juan María Gutiérrez, á quien

tanto debe la historia de la literatura colonial de América.

El manuscrito que sirvió para

la

movió á Palma á repetir

la

lo cual al fin

edición de Odriozola era

muy

incorrecto,

edición de los versos de Caviedes en 1899,

del libro titulado Flor de Academias, valiéndose de otro códice mejor

que perteneció á la biblioteca de D. Félix C. Coronel Zegarra, adquirida en 1898 por la Nacional del Perú (págs. 333-474). Bajo

el

nombre de Caviedes

se agrupan dos colecciones poéticas: el Diente

del Parnaso y las Poesías diversas.

Todo

lo

que se contiene en

la

primera es

indisputablemente suyo, y tiene la comunidad del tema, anunciada ya desde el título: Diente del Parnaso. Guerras físicas, proezas medicinales, hazañas de la igfiorancia,

sacadas á luz por D. Juatz Caviedes, e7iférmo que milagrosafnenie escapo

de los errores de los médicos

por

contra los médicos ó contra la peste, que tanto te,

San Roque, abogado monta. Dedícalo su autor á la Muer-

la protección del glorioso

emperatriz de médicos, d cuyo augusto cetro

en el tesoro de muertos y enfermos. Lleva fe

feudan vidas y tributan saludes de erratas, tasa, licencia y aprobale

ciones, todo en versos burlescos.

y jocosas, me inspira muchas mayor parte de ellas no es el de Caviedes, ni si-

La segunda sección de poesías sospechas. El estilo de

la

varias, serias

quiera parece el de un sólo poeta, sino de varios cuyas obras se mezclaron

con

las

suyas en las colecciones manuscritas. Hay, entre

mances amatorios, de

la

buena escuela del

siglo xvii,

comienzan:

En el regazo de un olmo, Verde gigante del prado, Estaba un triste pastor. Pensativo y sollozando.

En un

laurel convertida

ellas,

primorosos ro-

por ejemplo,

los

que

PERÚ

193

un acaudalado comerciante español, y hasta la edad de veinte años lo mantuvo el padre á su lado, empleándolo en ocupaciones mercantiles. A esa edad enviólo á España; pero á )»Caviedes fué hijo de

los tres

años de residencia en

obligado por

el

la

metrópoli regresó

el

joven á Lima,

fallecimiento del autor de sus días.

2>A los veinticuatro años se encontró Caviedes poseedor de

mo-

vió Apolo á su Dafne amada: ¿Quién pensara que en lo verde Murieran sus esperanzas? Abrazado con el tronco Y cubierto con las ramas, Pegó su boca á los nudos,

Y

á la corteza la cara...

endechas y canciones del mismo gusto, que recuerdan á Solis y á Calderón, á veces con imitación directa, verbigracia:

Nace

el

ave ligera

De

rizado plumaje, y á la esfera Irguiéndose veloz y enriquecida,

A Dios está rendida. Y yo con libertad en tanta

calma.

Nunca, Señor, os he ofrecido

Nace

De

Y

el

riza crin,

al

el

alma.

bruto espantoso

de cerdas mar undoso,

mirarse de todos respetado,

Siempre venera al Ser que lo ha creado, Sólo yo con terrible desvario,

Nunca os postré, Señor, Nace la flor lucida.

Ya rubí,

Y

al

el albedrío.

ya esmeralda engrandecida,

ver su color roja,

Por dar á su autor gracias se deshoja. Y yo con libertad en tanta calma. Nunca, Señor, os he ofrecido el alma. Nace el arroyo de cristal ó plata,

Y

apenas entre

flores se desata,

Cuando en sonoro

Y

estilo guijas

mueve

á Dios alaba con su voz de nieve.

Sólo yo con terrible desvarío,

Nunca os postré, Señor, el albedrío. Nace el soberbio monte, Cuya alteza registra el horizonte,

Y

en su tosca belleza Ensalza más á Dios con su rudeza. Y yo con libertad en tanta calma.

Nunca, Señor, os he ofrecido

el

alma.

Mi sospecha no se limita sólo á las composiciones de asunto grave y á las puramente líricas, sino que se extiende también á algunas de las festivas y

1

CAPITULO IX

194

y echóse

desta fortuna,

gran detrimento de

la

á triunfar

herencia

y

darse vida de calavera, con

y no poco de

la salud.

ces no se le había ocurrido nunca escribir versos;

y

Hasta entonfué en

cuando vino á darse cuenta de que en su cerebro ardía

1

68

fuego de

el

la inspiración. » Convaleciente

de una grave enfermedad, fruto de sus excesos,

resolvió reformar su conducta. Casóse,

na puso, en una de

burlescas,

entre

las

y con

una larga

sátira,

de su fortu-

covachuelas ó tenduchos vecinos

que no tienen por blanco principal

ellas,

los restos

al

palacio

medicina y los rnédicos. Hay, en pareados de entremés, donde, con indisputable la

gracejo, se va pasando revista á las varias castas de hipócritas, beatas, caballeros

de

la

hampa, damas de embeleco, doctores de babilonia ó de chafalonía.

El poeta quiso hacerse pasar por Caviedes, puesto que nombra á dos de los

médicos en quienes

él

había encarnizado más su pluma:

A

todos, por idiotas, los condeno,

Porque ninguno hay bueno, Desde Bermejo, tieso y estirado, Hasta Liseras, giba y agobiado....

Pero

la

llaneza del estilo, la ausencia de retruécanos, el sabor general

composición, parecen del siglo xvni más que del

la

pítulos,

que versan sobre

la

librillo

de D. Fulgencio Afán de Ribera,

(1709), atribuidos á otros ingenios

que

los leyeron

Marqués de Castell-dos-Rius, prueban á mi

del

ca-

Vir-

moda, no escrito hasta 1729.

El hecho de encontrarse algunos de estos poemas en

lia

Los dos primeros

las hazañerías de los falsos devotos y mojigatos, re-

cuerdan, en seguida, el donoso

tud a! uso y mística á

xvii.

de

Flor de Academias

la

como propios en

ver,

no un

plagio,

la tertu-

que

sería

de un poeta muerto hacía pocos años, y cuyos versos populares en el estrecho círculo literario de Lima, sino la

inverisímil, tratándose

debían de ser

muy

suerte ó desgracia que á Caviedes, burlas, cupo,

de que se

comprueba no

le

como

á tantos otros autores de obras de

atribuyesen poesías en que no pensó, lo cual se

nombre se de menos nombre,

sólo en el caso excepcional de Quevedo, bajo cuyo

creó toda una literatura apócrifa, sino en versificadores

como

el catalán

Vicente García, rector de Vallíogona, y

el

valenciano Padre

Mulet.

En ninguno de

los

numerosos certámenes poéticos de su tiempo

figura el

nombre de Caviedes, más que en el dedicado por la Universidad de San Marcos al virrey Conde de la Monclova, en 1689. El general Mendiburu no le menciona en su Diccionario. Pero no

le

los redactores del antiguo

dedicaron un breve artículo, en 28 de Abril de 1791.

Mercurio Perua-

PERÚ

de

los Virreyes, lo

195

que en esos tiempos

se llamaba

de arca de Noé, donde se vendían

bera^ especie

al

un cajón de

menudeo

ri-

mil ba-

ratijas.

»Pocos años después quedó viudo; y d poeta de la ribera (apodo

con que era generalmente conocido), por consolar su pena, se dio al

abuso de

las

bebidas alcohólicas, que remataron con

antes de cumplir los cuarenta años,

como

él

mismo

él

en 1692,

lo presentía

en

uno de sus más galanos romances, impresión de un

s>Por entonces era costosísima la

versos

y los de Caviedes volaban manuscritos de mano en mano, dando

justa reputación al poeta.

Después de su muerte fueron

libro,

infinitas las

copias que se sacaron de los dos libros que escribió, titulados Diente

del Parnaso

y Poesías

Varias.

En Lima, además

del manuscrito

que poseíamos, y que nos fué sustraído con otros papeles curiosos, hemos visto en bibliotecas particulares tres copias de estas obras,

y en

Valparaíso, en 1862, tuvimos ocasión de examinar otra en

colección de manuscritos americanos que posee

el bibliófilo

la

D. Gre-

gorio Beeche.

»Caviedes ha sido un poeta bien desgraciado. Muchas veces he-

mos encontrado versos suyos en periódicos jero,

del Perú

y

del extran-

anónimos ó suscritos por algún pelafustán. En vida fué Cavie-

des víctima de los médicos empíricos, y en muerte vino á serlo de la piratería literaria.

Coleccionar hoy sus obras es practicar un acto

de honrada reivindicación... »E1 bibliotecario de

mente

Lima D. Manuel de

sirve á la historia

y

Odriozola, que tan útil-

á la literatura patrias

dando á

la

estam-

pa documentos poco ó nada conocidos, es poseedor de una copia de los versos de Caviedes hecha en 1694... »Caviedes no se contaminó con to

las

y

el

mal gus-

de su época, en que no hubo alumno de Apolo que no pagase

tributo al gongorismo. triota

En

la

regocijada

musa de nuestro compa-

no hay ese alambicamiento culterano, esa manía de

dición indigesta,

que afea tanto

genios del siglo XVII.

A

las

Caviedes

lucir eru-

producciones de los mejores inlo salvarán

osario de las vulgaridades la sencillez la

extravagancias

y

de hundirse en

naturalidad de sus versos

el

y

ninguna pretensión de sentar plaza de sabio. Décimas y román-

;

CAPÍTULO IX

ig6

ees tiene Caviedes tan frescos, tan castizos, que parecen escritos en

nuestros hasta

días...

hoy

la

En

género festivo y epigramático no ha producido

el

América española un poeta que aventaje á Caviedes.

Tal es nuestra conciencia

literaria.

Las galanas espinelas á un mé-

dico corcovado, á quien llama tnds doblado que capa de pobre cuan-

do nueva, y Más torcido que una ley Cuando no quieren que sirva: el

sabroso coloquio entre

piqueteado romance á

la

Muerte y un doctor moribundo; el rebella Anarda (l), y otras muchas de sus la

composiciones, no serían desdeñadas por contra

el

el

inmortal vate de la sátira

matrimonio.»

Reconoce Palma que

romances de Caviedes están afeados por

los

gran número de expresiones groseras y malsonantes y de imágenes feas y nauseabundas; consecuencia, en parte, de los temas que, con predilección monótona, cultivó el poeta, acérrimo fustigador de la

pedantería de los medicastros que infestaban

la colonia,

llamaba tumba con golilla y veneno con guantes

(i)

Este romance, tan sucio

como

(2).

á quienes

Pero con todos

ingenioso, comienza:

Purgando estaba sus culpas Anarda en el hospital

Que

Y

estos pecados en vida en muerte se han de purgar...

y es imitación, no empeorada, del famoso de Quevedo:

Tomando Marica en (2)

llidos

No

el

estaba sudores hospita

tiene reparo en estampar con todas sus letras, los

nombres y ape-

de estos doctores, Ignorantes majaderos.

Que matan con libertad Más hombres en la ciudad

Que

el

obligado cameros...

Su encono contra los médicos rayaba en monomanía, pero cómica de Tirso ó de Moliere. En provisados y

muy

el

»

vena

corto ámbito de sus romances casi im-

desiguales, tiene ocurrencias felices,

toso «Memorial que presentó la Muerte »

le faltaba la

al

virrey

por ejemplo,

Duque de

la

el chis-

Palata cuando

se trataba de enviar buques y gente de guerra contra los corsarios y se construían las murallas para resguardo de Lima», proponiendo como el me-

197

PERÚ

con todos sus resabios de poeta SUS defectos de pulcritud y de gusto, no debe ser confundido entre la callejero y desmandado, Caviedes pululaban en España turbamulta de imitadores de Quevedo que principios del xvm, y si es hisus colonias á fines del siglo xvii y de quien no tiene ni la pérbole notoria compararle con su modelo,

y

la intensa

penetrante intención, ni

y amarga

ironía, ni la varia

y

enemigo una embarcación tripulada por médicos, de ambos sexos, según da á enboticarios, barberos y curanderos (los había que á esto se dedicasen). En el mistender, y probablemente serian indias las de merecen citarse los versos á Machuca, por su nombramiento

jor arbitrio enviar contra

mo

el

género

médico de

la Inquisición:

Ya los

autos de la

fe,

Se han acabado sin duda, Porque de la Inquisición, Médico han hecho á Machuca. Relajados en estatua Saldrán judíos y brujas, No en persona, que estarán

Ya relajados con purgas. Tan hechiceras como antes Serán las tristes lechuzas, Porque en manos del doctor Han de volar con unturas...

remedar la desgarrada bisus rasguños picarescos aspira Caviedes á lectura estaba empapado. Véase, zarría de las jácaras de Quevedo, en cuya

En

contra por ejemplo, esta sarta de apodos y denuestos Liseras:

Más doblado que un obispo Cuando en su obispado espira, Y más que capa de pobre Cuando nueva algunos días: Más que bracelete vueltas, Más revueltas que una esquina, Más gradas que cementerio, Más rincones que cocina, Más hinchado que un abad. Más agachado que espina, Y más embutido de hombros Que ignorante que se admira, Más tuerto que andar derecho Entre corchetes y escribas,

Más

torcido que una ley

Cuando no quieren que sirva. Más escaso que banquete

De

poeta que convida...

Más agobiado que un

jaque,

el

médico jorobado

CAPÍTULO IX

igS

copiosa doctrina,

ni la vasta

concepción cómico-fantástica del mun-

do, ni el raudal inagotable de lengua, ni las portentosas invenciones

de

estilo,

todavía se le debe un puesto honroso entre los poetas pi-

y provocantes á risa, en el coro de Camargo y Zarate, Fray Damián Cornejo, Polo de Medina y Jacinto Alonso de Maluenda. El Duende del Parnaso^ no es indigno de figurar en el mismo estante que El Buen Humor de las Musas, El Tropezón de carescos

y La

la risa

Cozquilla del gusto.

Lazo entre

la literatura

peruana del

siglo xvii

y

la del xviii fué la

tertulia ó

academia que en su palacio reunía por

y

Virrey Marqués de Castell-dos-Rius (D. Manuel

7 10 el

1

los

años de

1

709

Oms

de

Santa Pau de Sentmanat y Lanuza), antiguo embajador en París y

Más gibado que

Y

en

fin,

en

la

bocina,

espalda y pecho,

Catafalco con ropilla.

Del cuadro de ras

la

taberna de Lepre parecen arrancadas las grotescas figu-

de dos borrachos de Lima: El Portugués y Piojito

Viven piposos con alma,» Matusalenes de Pisco Sino Adanes de la Nasca

Y jamás han

(a),

visto nieve.

Ni saben si es negra ó blanca, Ni en sus hígados se han puesto Emplastos de verdolagas. Los mostos son sus cordiales,

De

aguardiente sus horchatas,

Los pámpanos su

Y

achicoria,

estas hojas sus borrajas.

Los lagares sus boticas. Los azumbres son sus dracmas, Su boticario el pulpero

Y De muchas de felices,

las

su doctor la parranda...

composiciones de Caviedes pueden entresacarse versos

Son varias las que todavía estaba en boga

pero apenas hay ninguna que integramente

que afectan

la

forma de pleito ó alegato

judicial,

satisfaga.

por los tiempos de Bernat Baldoví y sus camaradas de

La

Risa,

El Fandango

y otros semanarios burlescos de mediados del siglo xix, que rara vez hacen reir por lo mismo que se lo proponen siempre. (a)

De

los valles de

Pisco y Nasca procedían los mejores aguardientes del Perú.

PERÚ

199

en Lisboa, y aunque catalán, ardiente partidario de lipe

V. Consérvanse

las actas

de estas reuniones

dice titulado Flor de Academias,

gos

(l),

y

del cual nos

la

causa de Fe-

literarias

en un có-

que poseyó D. Pascual de Gayan-

ha dado peregrinas noticias

historiador de nuestra poesía del siglo xviii D.

diligentísimo

el

Leopoldo Augusto

de Cueto, Marqués de Valmar. Los principales ingenios que concurrían á leer versos

Sáenz Cascante;

el

en esta academia eran:

presbítero D. Miguel

el

Padre maestro Fr. Agustín Sanz, Vicario de los

Mínimos, calificador del Santo Oficio, confesor y consultor del Virrey; el do),

Marqués de Brenes

y Tole-

que había sido gobernador y capitán general de Tierra Firme;

Alguacil

el

(D. Juan Eustaquio Vicentelo

mayor de

Bermúdez de

la

la

Real Audiencia de Lima, D. Pedro José

el

Secretario del Virrey, D. Juan

Torre;

Rojas y Solórzano, caballero de Santiago;

celebérrimo Dr. Peralta

el

Barnuevo, catedrático de prima de Matemáticas en

mayor de

dad, cosmógrafo é ingeniero

tonio de Oviedo

mar

del Sur; el

la

época

Hoy

está

Conde de

Granja D. Luis

la

y

rebosa en esta

conceptuosos... Pero

ha valido D. Ricardo Palma para publicar íntegra

Mendiburu

Á la

ingeniosa tarea de las obras que se componían de repente, añadió su

Excelencia

de que se hiciesen juntamente otras de pensado para

la

traerlas

lunes siguiente...

el

»Su Excelencia había cultivado continuo estudio de todas

la

las letras

claridad de su entendimiento con el

que

ilustran el

ánimo de un generoso

príncipe, y con el político manejo de sus altos empleos. Ninguna lengua

de

las célebres le fué extranjera.

>Lo que en todas bro. Pero era

las

academias se escribió, es

mucho más

lo

que contiene este lique se decía extemporáneamente á diferentes

asuntos y argumentos que ofrecían

la

lo

conversación, el acaso ó la controver-

de diferentes materias, facultades y noticias, con admirable propiedad en inteligencia de la filosofía y matemáticas, jurisprudencia, teología, historia,

sia

la

poética y razón de estado: usando en todo de rara novedad, sin que jamás se oyese composición ordinaria

hecho usuales los priinores

más

o'

común... S. E.

difíciles...

En

y

los

demás

i?igenios

habían

algunas ocasiones se vio tejida

entre S. E. y los demás concurrentes una representación cómica con todos los rigores y preceptos del

arte...

-Juzgo que en este libro ofrezco á la discreción una joya

muy

puesta de peregrinas preciosidades, reservando para otro tomo las

y para otro las que se escribieron en los festejos celebridad de todas las Reales fiestas, y años de Sus Majesta-

obras poéticas de

cómicos para

la

comdemás

rica,

S. E.,

des y nacimiento de nuestro Príncipe; y en ese tomo ofrezco todas las loas que escribieron alternadamente S. E. y el Dr. D. Pedro José Bermúdez.»

Á

la

muerte del Marqués de Castell-dos-Rius, llorada sinceramente en

Lima, escribieron versos varios ingenios del Perú.

En

el

manuscrito Flor de

Academias, hay composiciones consagradas á su gloriosa memoria, de D. Pe-

dro Bermúdez de

la

Torre, del Ldo, D. Miguel Cascante, del Marqués de

Brenes, del Conde de

la

Granja, de D. Juan José Bermúdez, de D. Mateo

Mariano Bermúdez, de D. Pedro de Peralta, de D. Francisco Santos de

la

203

PERlJ

sentado en

en 1725, por

el Callao,

Castel -Fuerte

la familia

del Virrey

Marqués de

para celebrar la proclamación del rey. Luis

,

Fama postuma,

casi los

la

Cruz (1700), hay una elegía únicos versos serios suyos que cono-

de Sor Juana Inés de

de Monforte, y son

En

I.

la

cemos. El Conde de

Paz,

Granja, D. Luis Antonio de Oviedo

la

y Herrera,

de D. Jerónimo de Monforte y del capitán D. Diego Rodríguez de

Guzmán. esta poesía ingeniosa, pero desigual,

Como muestra de ceptuosa,

pondremos aquí un soneto

del

Conde de

la

enredada y con-

Granja:

Á LA MUERTE DEL MARQUÉS DE CASTELL-DOS-RIUS, VIRREY DEL PERÚ Canto, bien que no sé si canto ó lloro, Aun en sombras, la muerte esclarecida De un héroe que dio vida con su vida

A

ciencias y artes, y al castalio coro. Varón de un siglo en que volvió el de oro.

Pues gobernó con rienda tan medida, Que en la razón á la justicia unida Cifró del

mando

el principal

decoro.

Discreto fué sin presunción de sabio: Supo hermanar con su saber su suerte, Supo lo que en mortal junto no cupo. Igualó al de Demóstenes su labio;

¿Qué no supo él?... Él supo hasta en la muerte Lo más que hay que saber, pues morir supo.

-

—Rojas y Solórzano

Juan Manuel

(D.

de).

Caballero de

la

Orden de San-

Virrey del Perú.

tiago, Secretario del

que tomaban mayor parte en las academias poéticas que se celebraban en Lima en el palacio del Marqués de Castell-dosRius (1709 y 7 10). En el códice Flor de Academias hay muchas poesías suyas. Era este ingenio de

los

1

Tenía viva

fantasía,

so gusto de

Era

el 19

y es

tal

vez uno de los poetas malogrados por

el

perver-

Creemos oportuno dar aquí una muestra de su estilo. de Diciembre de 1709. La academia había de ser aquella noche la

época.

más solemne y espléndida que de los años del rey Felipe V.

ordinario. Estaba consagrada á celebrar

Dióse principio á

la

función con una oración aca-

démica de carácter fantástico, que fué recitada por D. Juan de Rojas,

de una música suave. Así empieza

esta oración poética:

iAh de la sacra mansión! ¡Ah del celeste pensil!

Mi acento escuchad. Mi voz oid,

Y

al

obsequio plausible concurra

al

son

CAPITULO IX

204 fué natural de Madrid, ilustres;

y Alvarez Baena

incluye entre sus hijos

le

pero por afecto y larga residencia pertenece

se avecindó definitivamente después de haber sido la

provincia de Potosí.

su numen,

el

Poema

Nos quedan, como

sacro de la Passión de

un larguísimo romance, quizá

más

el

al

Perú,

donde

gobernador de

principales muestras de

N.

S. yesucrisío,

que

es

largo que existe en castellano,

á excepción de la Vida de la Virgen^ de D. Antonio de Mendoza;

y

otro poema,

mucho más conocido y De

alados ingenios la turba

celebrado, en octavas reales,

sutil.

Mirad, advertid

Que hoy

A

el

voto y

osados alientos

promete premio feliz.

el culto el

Hoy la noche se goce triunfante, Pues vagas sus sombras pudieron unir En mejor firmamento los astros Que en ella brillantes se miran lucir. Del aplauso las voces sonoras Escuche suspenso el celeste confín, Y del tiempo sus ecos heroicos En bronces eternos estampe e! buril.

Después pide

el

poeta á Apolo su favorable influjo en varias estrofas.

He

aquí algunas de ellas:

Ya que mi

torpe diestra herir no sabe

Plectro armonioso, cítara elocuente.

Permítele pulsar hoy

la

cadente

Lira suave.

Haz que

el monte en mi voz glorias blasone, Triunfando del empeño victoriosa, Y que mi tosca sien la desdeñosa

Dafne corone.

Haz que mi helado Del rayo que á

Y brille

en

él

Dádiva

la

espíritu se influya

tu espíritu merezca,

de suerte que parezca tuya.

Después canta en octavas reales algunas aventuras de Apolo, y, al referir fuga de Dafne, proclama la excelencia del amor del corazón en esta nota-

ble octava: ¡Oh vil pasión del apetito humano. Grosera adulación de los sentidos. Que igualas lo vulgar y soberano

PERÚ tiene por asunto la Vida de

que Perú

(l).

En

calidad de tal

205

Santa Rosa de Lima, patrona del

poema,

sin ser

una maravilla, no

y de

peores y más monstruosas obras de su género

las

sería grave ofensa

compararle con

Hernandía, con

la

es

de

su tiempo,

La

y

elocuencia

y aun con Lima Fundada. El Conde de la Granja tiene más fantasía y versifica mejor que Peralta Barnuevo: la parte des-

del silencio

Cuando formas dichosos de

atrevidos!

Vuelve los ojos, y verás que ufano Burla el desdén arrojos fementidos; Que amor, si un alma en conquistar se esfuerza. La vence por constancia, no por fuerza.

— Bermúdez chos; Alguacil

Uno de

los

de la Torre y Solier (D. Pedro

Doctor en ambos dere-

José).

Mayor de la Real Audiencia de Lima. poetas más abundantes é ingeniosos de aquellos que

consti-

los

años de 1709 y 1710.

El códice Flor de Academias dice del Dr. D. Pedro

Bermúdez estas palaexcusan mi alabanza.»

tuían la tertulia poética del Virrey del

bras: «Sus obras, estimadas

Perú en

aún en distantos climas,

Sus romances, especialmente aquel en que describe

la tela

de Penélope

(págs. 89-91), son de lo mejor que hay en la Flor de Acade?mas.

Nada impreso hemos

visto

de este poeta, á excepción de estas tres obras:

Soneto destinado á ensalzar un mal poema de D. Francisco Santos de

la

Paz

en elogio del Obispo de Quito, Virrey del Perú, D. Diego Ladrón de Guevara;

Aclamación afectuosa, en aplauso de la heroica acción que ejecutó

mo

señor Principe de Asturias tnatando

ciudad de Sevilla en defetisa de

la

á tm

el Serenísi-

toro en i¿n bosque poco distante de la

Princesa nuestra señora ,

el

año pasado J72g.

Es un romance endecasílabo, impreso en Lima en 1730;

Un

soneto

al

mismo

asunto.

Escribió varias loas.

A casi

estos opúsculos citados por el Sr. Cueto,

todos de circunstancias, que enumera

toria en el

Entre

Per tí, pág.

las

deben añadirse otros

el Sr.

de

Riva Agüero (La His-

323.)

mejores poesías contenidas en

la

Flor de Academias, deben con-

tarse seis fábulas esópicas parafraseadas en variedad el

la

varios,

de metros por Cascante,

Marqués de Brenes, Rojas Solórzano, Bermúdez, Peralta Barnuevo y D. Je(acta 6.^, lunes, 28 de Octubre de 1709). (i) Poema sacro de la Passión de N. S. Jesiichristo, que en un romance cas-

rónimo de Monforte

tellano, dividido en siete Estaciones, escribía

y Rueda. Lima, Francisco Sobrino,

D. Luis Antonio de Oviedo Herrera

17 17; 4.°

Consta de mil doscientas cuarenta y cuatro coplas, todas con asonante:

el

mismo

CAPÍTULO IX

206

amena y

criptiva es

se lee con gusto. Pero su mérito literario, al fin

mediocre, no salvaría

el libro

del olvido,

no fuesen de gran curio-

si

sidad sus noticias, no sólo porque se refiere á

más popular

del

mundo

americano, sino por

de topografía é historia general del Perú.

las fábricas

de

En

vida de la Santa

mucho que el

un

primer canto se

ciudad de Lima y fertilidad de sus valles;

la

pintura de una erupción del Pichincha en

la valiente

incluye

este sentido tiene

La descripción que en

valor local inapreciable.

hace de

lo

la

el

canto sex-

to (l); el relato de las expediciones piráticas de los corsarios ingleses

¿Qué armada tropa es aquella, Que entre el horror de la noche Envuelta, abultando sombras,

Da más

cuerpo á sus horrores?

Hurtándose al paso, marcha, Como que de sí se esconde Tan quedo, que aun no despierta

A

las soñolientas flores.

Vida de Satita Rosa de Sania María, nat7iral de Lifna y patraña del Peni, heroyco, por D. Luis Antonio de Oviedo y Herrera, Caballero del Orden

poema

de Santiago, Conde de la Granja

año de

171

García Infanzón,

El poema tiene doce cantos. Las aprobaciones del libro son

4.°

1;

En Madrid, por Juan

extensas é interesantes. Los versos laudatorios, latinos y castellanos, perte-

necen

al P.

José Francisco de

Latinidad en

de

el

la

Reguera, prefecto de los Estudios Reales de

Colegio Imperial de Madrid;

al

Marqués de Miaña, consejero

Zamora y Cañizares, al Padre Urquiza Pedro de y á un hijo del autor llamado

Indias; á los dos famosos poetas dramáticos

jesuíta José Rodríguez, á D.

como su padre. En la segunda

edición de este poema, hecha en

Lima en 1S67 por

el

pres-

bítero M. T. González La Rosa, se cometió el desacierto de suprimir las

82 páginas de preliminares.

Para hacerse cargo de

la

Santa Rosa de Lima, véase

copiosa literatura antigua y el

esmerado Estudio

moderna

Bibliográfico

relativa á

de D. Félix

Cipriano C. Zegarra, publicado en 1886 con motivo del tercer centenario de la Santa.

A

276 llegan las obras, de diversos países y lenguas, que directa ó

incidentalmente tratan de (i)

la

patrona de Lima, con ser tan moderna.

Véase una octava de esta descripción, como muestra del

poeta:

Densos vapores su crestada cumbre

Como

penachos trémulos ondea;

Anéganse en su propia muchedumbre,

estilo del

PERÚ

y holandeses, go rimado de

el

Draque,

los

dos A'quines y Espilberghen;

de

los principales apellidos

curiosidades que

el libro

fastidio,

la colonia,

y

catálo-

el

muchas

otras

contiene, le hacen digno de ser registrado

por todo americanista; y hasta hojea sin

207

recreado por

mero

el

aficionado á la poesía le

viva imaginación del autor, que

la

máquinas é invenciones de carácter bastante original y romántico, como la historia del mágico Bilcadma y del inca Yule inspira

pangui, encadenado por fatídico decreto á un risco de los Andes. Inferior al

Conde de

todos los peruanos y á

por

las

de sus

la la

Granja

como

poeta, pero

superior á

parte de los españoles de su tiempo

mayor

muestras de su saber enciclopédico y

nos presenta

escritos, se

muy

el

número y variedad

famoso polígrafo D. Pedro de

el

Peralta Barnuevo, monstruo de erudición, de quien sus contempo-

poráneos escribieron

chos

el

las cosas

más

extraordinarias.

Valga por mu-

testimonio del P. Feijoo en su discurso sobre Españoles ame-

ricanos (tomo

IV,

discurso 6.° del Teatro

critico):

«En Lima

reside

»D. Pedro de Peralta y Barnuevo, catedrático de prima de Matemá»ticas, ingeniero y cosmógrafo mayor de aquel reino: sujeto de »quien no se puede hablar sin admiración, pues que apenas »apenas) se hallará en toda Europa

hombre alguno de

(ni

aun

superiores

Sabe con perfección ocho lenguas, y en todas »ocho versifica con notable elegancia. Tengo un librito que poco ha »compuso, describiendo los honras del señor Duque de Parma, que

»talentos

y

erudición.

»se hicieron en Lima. Está bellamente escrito, y hay en » versos

» fundo

suyos harto buenos, en

latín, italiano

(l).

varios

Es pro-

matemático, en cuya facultad ó facultades logra altos crédi-

Representando asombros en

En De

Y

sus entrañas, palpitante humea,

con

Conocía además

la llama,

que discurre vaga,

se enciende; sólo el sol se apaga.

el griego, el inglés

poemas manuscritos, El

y

triunfo de Asfrea y

alabanza, respectivamente, de Felipe

V

el

quechua.

La gloria

En

francés dejó dos

de Luis el Grande, en

y de Luis XIV. Del italiano tradujo

varias obras, y del latín la oda xiv del libro literarios del

la idea:

pavesas envuelta oculta lumbre,

Todo (i)

y español

él

i.°

de Horacio. (Vid. Monumentos

Perú, por Guillermo del Río. Lima, 1812.)

208

CAPÍTULO IX

»tos entre los eruditos dé otras naciones, pues ha merecido

»Academ¡a Real de

las Ciencias

que

la

de París estampase en su historia

»algunas observaciones de eclipses, que ha remitido. Es historiador ;>

consumado, tanto en

»que

más

á

sin recurrir

antiguo

lo

libros

como en de

lo

moderno, de modo

que tiene impresos en

los

la

»bibliotheca de su memoria, satisface prontamente á cuantas pre-

»guntas se »

le

hacen en materia 'de

(aquella de que

»la Filosofía, la

»Tiene hoy

historia;

sabe con perfección

presente estado de estas Facultades es capaz)

el

Química,

(es decir,

en

la Botánica, la 1

Anatomía y

730 en que Feijoo

la

Medicina.

escribía esto) sesenta

»y ocho años ó algo más. En esta edad ejerce con sumo acierto, no »sólo los empleos que hemos dicho arriba, mas también el de confiador de Cuentas

y

y demás presidencia de una Acade-

particiones de la Real Audiencia

^tribunales de la ciudad, á

que añade

la

»mia de Matemáticas y Elocuencia que formó á sus expensas. » erudición

tan vasta es

acompañada de una

crítica exquisita,

Una

de un

ajuicio exactísimo,

de una agilidad y claridad en concebir y expli-

»carse admirables.

Todo

cúmulo de dotes excelentes resplan-

este

»decen y tienen perfecto uso en » esclarecido

¿Qué es

la

edad

casi septuagenaria

criollo.»

lo

que

la

posteridad ha dejado en pie de la fama cuasi

mitológica de Peralta Barnuevó, atestiguada por

independiente y severo juicio

con

los errores

de

la

como

el

hombre de tan

P. Feijoo, tan

mal avenido

opinión vulgar? Cuesta trabajo decirlo: poco

más que un nombre que no despierta ya eco ninguno de raria.

Sus obras no

muchas son ni

de este

raras,

se leen ni

en América

y no creo que ninguna

ni

gloria lite-

en España, y

biblioteca las posea todas

nadie las haya visto juntas, es posible que en algunas de

especialmente en las de índole

menos estudiadas

(i)

(l), se

científica,

contenga algo

«Su verdadera vocación

el

ellas,

que han sido hasta ahora

muy

científica fué la

Las ciencias exactas constituyeron

como

las

importante y que deje

de matemático y astrónomo.

principal objeto de sus tareas intelec-

y las estudió, no tanto en la parte teórica, cuanto en las aplicaciones déla Astronomía, la Ingeniería Militar y Civil y la Metalurgia. En 1702 lo tuales;

hallamos reconociendo

el

cometa

visible

en Lima,

la

noche del 26 de Febre-

209

PERÚ bien parado historiador

entusiasmo del P. Feijoo. Desgraciadamente,

el

y como poeta,

sus obras son bastante conocidas para

sin remisión.

que pueda ser juzgado

como

Su erudición

era estupenda sin

duda, pero indigesta y de mal gusto: su criterio histórico de los más inciertos y extravagantes: su estilo en prosa y en verso enretorcido

fático,

y con todos

los vicios

de

decadencia

la

litera-

que después del advenimiento de Luzán y de Feijoo no eran ya tolerables, ni aun en una remota colonia, de parte de un hombre que estaba en correspondencia con las principales Academias ria,

de Europa, Sus obras, entre grandes y pequeñas, suman el número de 48, y él ó sus panegiristas tuvieron la extravagante idea de ponerlas por

de su nombre y apellidos, de primeras letras de cada título lee uno de

orden de

el

las letras

modo que reuniendo las corrido: El doctor Don Pedro de Peralta Barnuevo Rocha y Benavides. Hay entre ellas Observaciones astronómicas, Regulación del tiempo en treinta

y

cinco efemérides, Observaciones náuticas,

un

Sis-

tema astrológico demostrativo, una Aritmética especulativa, un plan de fortificaciones para Buenos Aires y otro para Lima, hasta convertirla

en inexpugnable; y otros tratados de Matemáticas, Ingenie-

y Arte

ría

Militar;

uno de Metalurgia, Nuevo

beneficio de metales;

otro Del origen de los monstruos; varios informes jurídicos,

un

Arte de ortografía, numerosas oraciones universitarias que pronunció siendo Rector, una notabilísima Relación del gobierno del virrey

marqués de Castel-Fuerte;

y, finalmente

(y citaremos casi

íntegra la fastidiosa portada, porque da cabal razón del contenido), la

Historia de

España vindicada, en que

cripción, la de sus excelencias ción, lengua

por

ro.

y

1709 lo

su más exacta des-

antiguas riquezas: se prueba su pobla-

reyes verdaderos piimitivos, su conquista

los carthagineses

En

y

se hace

nombró

y el

romanos:

se describe la

y

gobierno

verdadera Cantabria:

virrey marqués de Castell-dos-Rius, en reemplazo

del flamenco Koening, catedrático de Prima de Matemáticas en

la

Universi-

dad. Esta cátedra comprendía en sus enseñanzas las de Náutica y Pilotaje, y llevaba anexos generalmente los cargos de Cosmógrafo Virreinato.

años

En desempeño de

el calendario oficial

ticos astronómicos y

Mayor é Ingeniero

del

estas obligaciones, Peralta publicaba todos los

ó Conocimiento de

los iietnpos,

acompañado de pronós-

también astrológicos, porque rindió cuantioso tributo á

la

2IO

CAPITULO IX

más

se fijan las

ciertas épocas

ó raíces del Nacimiento

y

Muerte de

Nuestro Salvador: se defiende irrefragablemente la venida del Apóstol Santiago^ la aparición de Nuestra Seño?'a al Santo en el Pilar de

Zaragoza^

y

las translaciones de su

histo?'ia pi'imitiva eclesiástica^ la

Osio

y

demás

sagrado cuerpo: se vindica su

de San Satur7ii)to, Sait Fermín,

otros sucessos: se refieren las persecuciones, los mártyres santos, los Concilios

y

Progressos de su Religión hasta el siglo

sexto: la historia de los emperadores

gen é imperio de

y

de

Godos (Lima, 1730)

los

y

los

grandes varones:

(i).

el ori-

Libro es éste de más

aparato que substancia, y del cual puede prescindir sin gran pérdida el estudioso investigador

de

las cosas

de

la

España Antigua, pues

si

bien es cierto que Peralta aplica textos clásicos,

y

acierta

y maneja con desem^barazo los en algunas cuestiones geográficas, como la

del sitio de Cantabria,

también

y combate con vigor los falsos cronicones, que en muchas otras cosas se muestra crédulo en de-

lo es

masía, acepta

como hechos

reales los mitos de Gerión, Hesperis,

Gargoris y Abidis, y los viajes de Baco acompañado de Pan, su niente general.

Y por

de contado pasa dócilmente por todas

te-

las tra-

diciones de nuestra primitiva historia eclesiástica, á las cuales ya

Astrología, del propino

muy

desemejante de

modo que su

él

coetáneo D. Diego de Torres y Villarroel,

en vida é índole, pero émulo suyo en variedad de ap-

muchos datos cosmográficos al viaFué socio correspondiente de la Academia de Ciencias

titudes científicas y literarias... Suministró

jero francés Frazier.

de

París.

En

materia de Arquitectura Militar, imprimió, ya

1740,1a disertación

Lima

muy

inexpugnable, discurso kereoiectdr ico, en

tra la incapacidad defensiva de las murallas hechas por el

anciano, en

que demues-

duque de

la

Palata

y propone la construcción de una ciudadela. Compuso, igualmente, en su calidad de Ingeniero mají^or del Virreinato, un informe manuscrito sobre las forde Buenos Aires; y en tiempos del marqués de Castell-Fuerte, ideó é hizo ejecutar en el Callao una gran empalizada, con el objeto de contener tificaciones

que batían y arruinaban los muros del puerto, escribiendo dos Memorias detalladas, y formando el plano y el presupuesto de

las aguas del mar,

para ello

la obra». (Vid. (i)

Costeó

Agüero: la

La

Historia en el Peni, págs. 301-302.)

edición de este volumen, que en España es bastante raro,

montañés D. Ángel Ventura Calderón Ceballos y Bustamante (primer Marqués de Casa-Calderón). La impresión es de las más esmeradas de

el rico caballero

la tipografía

en

la

limeña y lleva estampas que dibujó «un varón religioso, grande

cátedra y en

el

pulpito,

y mayor en

la virtud,

cuyo nombre se oculta».

PERÚ

21

Ferreras y otros habían puesto tantos reparos.

que cayó

En

muy

pronto

vísperas de la

el libro,

y

poco que se

lo

España Sagrada,

De

aquí

olvido en

el

le cita

y

consulta.

era ya un producto anacrónico.

La obra poética más considerable de Peralta Barnuevo, y la única que todavía tiene algún lector, no á título de poema, sino de libro de

Poema

de

tenido,

y

por D. Francisco Pizarro,

los Reyes, la historia

y

la

memoria de

puede decirse que se

de

Virreyes

los

Santos

los

Reyno han producido

y

Y, hablando con

(l).

lea el

rraciones del siglo XVII

poema, que

es

le falte.

Lo que

del xviii, para

y

que en

feliz

teatrales,

Arzobispos que ha

entera propiedad, no

una mezcla extraña de

sí las

dos contrarias abe-

que ningún rasgo de mal

Tenemos

que perteneció á

D. José Sancho Rayón.

la rica

En

y ge-

(2).

Peralta Barnuevo poeta dramático,

lo épico.

tejuelo se rotula

se contiene la

se lee son las copiosas notas históricas

nealógicas que recargan las márgenes

Fué también

y

y

y

Varones ilustres que la Ciudad

gongorismo y de prosaísmo, reuniendo en gusto

del Peni:

heroico en qtie se decanta toda la historia del descubrimiento

sujeción de sus provincias serie

Lima Fundada ó Conquista

americana, es

historia

á la vista

y bastante más

un códice de sus obras

colección de nuestro difunto amigo

esta limpia

y esmerada

copia,

Comedias del Fénix Americano, son tres

que en

el

las piezas

amor y poder, comedia mitológica, cuyo asunto transformaciones de la ninfa lo y de Argos el vigilante, entre-

incluidas: Jriunjos de

son

las

Lima, por Francisco Sobrino y Dados, 1732. Dos vols., 4.° Versos laudatorios de Ángel Ventura Calderón, Antonio Sancho Dávila Bermúdez de (i)

Castilla,

Miguel Mudarra de

la

Serna Roldan, Francisco de Robles y Maldo-

nado y José Berna). Este poema ha sido reimpreso en de documentos literarios del Coronel Odriozola. (2)

el

t. i

de

la Colección

Hay, sin embargo, de vez en cuando alguna octava no despreciable,

por ejemplo, esta del canto

8.°:

En su horizonte el sol todo es aurora, Eterna el tiempo todo es Primavera, Sólo es risa del cielo cada hora, Cada mes sólo es cuenta de la Esfera. Son cada aliento un hálito de Flora, Cada arroyo una Musa lisonjera;

Y

los vergeles,

que

el

confín

Nubes fragantes con que

le

debe,

el cielo llueve.

CAPITULO IX

21-2

mezcladas con los amores de Hipomenes y Atalanta; Afectos vencen finezas^ comedia calderoniana por

y

amor, ó

la

de Duelos de amor y

gedia de Corneille acomodada á

con bastante

destreza, harto

su imitación de

su

la

amor y poder

gusto de

lealtad;

las

de Afectos de odio

Rodoguna, que

es la tra-

condiciones del teatro español

mayor que

la

que mostró Cañizares en

la

primera de

ellas

que

la

comedia Triunfos de

fué representada por orden del Excm.o. Sr. D.

Ladrón de Guevara, obispo de Quito y virrey ción de

la

Ingenia de Racine. Cada una de estas piezas lleva

constando en

loa,

el

la victoria

las

del Perú, en celebra-

armas de Felipe

V

en

los

cam-

año 1710, y que Afectos vencen finezas sirvió años de otro Virrey, el Arzobispo de la Plata don

pos de Villaviciosa para festejar los

obtenida por

Diego

el

Diego Morcillo Rubio de Auñón. Completan

el

ramillete dos fines

y un entremés, con imitaciones visibles de Moliere en Le Médecin malgré lui y en Les Femmes Savantes (l). Este tomo debía publicarse íntegro, no sólo porque los versos cómicos y trágicos de Peralta Barnuevo valen harto más que sus octavas épicas, sino por ser sus obras de las más antiguas que en nuestro teatro encabezaron

de

fiesta

la imitación del teatro francés; al

y la Rodoguna probablemente anterior

Cinna del Marqués de San Juan, que

de seguro no fué destinada á

sabemos que

se

las tablas, al

se representó en Lima,

y

imprimió en 17 1 3) y que paso que de la Rodoguna

tenía todas las condiciones

necesarias para la escena.

La

celebridad literaria de Peralta Barnuevo,

veces tuvo de Rector de

la

el

cargo que varias

Universidad de San Marcos y su propia

y rimbombante, le convirtieron en oblide todos los festejos y fúnebres solemnidades de su

afición á todo lo aparatoso

gado cronista

tiempo, y proveedor incansable y polígloto de versos é inscripciones para ellos. En este lamentable género de literatura compiló su-

cesivamente los raros libros que llevan por Glorias de la América, juegos pythios

y

títulos:

Lima

júbilos de la

triunfante;

Minerva pe-

mismo tiempo, un desconocido poeta de Lima, llamado Villalta, terminó la comedia Amor es arte de amar, de la cual D. Antonio de Solís había dejado únicamente escrita parte de la primera jornada. También poseía (i)

Por

el

esta continuación inédita el Sr. Sancho Rayón.

PERÚ ruana^ en el

(1708);

la

2

1

entrada solemne del Marqués de Castell-dos-Rius

Panegírico

con que se celebró la fausta feliz

y poesías

acción del recibimiento en las Escuelas del Virrey Principe de Santo

Buono

El Templo de

(i 7 17);

la

Fama

pués Luis

Y)

y de

la

y unas estan-

Alberoni (1720);

cias panegíricas en italiano al Cardenal

de Lima yfiestas reales en

vindicado,

los Júbilos

casamientos del Príncipe D. Luis (des-

los

Princesa de Orleans (1723);

la

Fúnebre pompa en

las exequias del Duque de Pari¡ia{l'¡22))\

El Cielo en el Parnaso^

men

Lima

poético con que la Universidad de

qués de Villagarcía en tivo

de

la

1

736;

La

festejó al

certa-

Virrey Mar-

Galería de la Omnipotencia, con mo-

canonización de Santo Toribio Alfonso de Mogrobejo;

la

Relación de la Sacra festiva poinpa en acción de gracias por la exaltación

á

la cardenalicia

Parabién panegírico

al

dignidad de D. Gaspar de Molina (1739),

el

nuevo arzobispo de Lima D. José Antonio

y seguramente

Gutiérrez de Ceballos,

otras

de que no tenemos

noticia.

Era

el

poeta laureado de los Virreyes, y no se daba punto de

reposo para hilvanar versos de circunstancias, no sólo en castellano, sino en latín, en italiano laria llegó á

un extremo

y en casi

francés: su

vena adulatoria y estrafa-

de demencia cuando compuso

el

elo-

gio del Virrey Armendáriz, Marqués de Castel-Fuerte, sin emplear

en todo su discurso más

letra vocal

que

la

A. ¡Lástima de estudios

tan torpemente malogrados! (l).

El ejemplo de Peralta Barnuevo, doblemente deplorable por los sólidos méritos da su varia doctrina, contagió á todos los poetas de

certamen, que en

número prodigioso

hicieron rechinar las prensas

de Lima con sus abortos durante todo

el sig-lo xviii.

No hubo

su-

ceso próspero ó

infeliz

La colección de

estas antologías es manjar regalado para los biblió-

filos;

y

el

que no se solemnizase con

breve catálogo que de algunas de

nota bastará á indicar, por

la sola

ellas

ridículos versos.

presentamos en

extravagancia de los

Sobre Peralta Barnuevo publicó un importante estudio en ael Plata (tomos viii, ix y x) D. Juan María Gutiérrez. (i)

títulos, lo

la

Revista

de La Riva Agüero, en su libro ya citado, añade muchas noticias; é importantes, aunque quizá demasiado apologéticas, consideraciones. El

Sr.

CAPITULO IX

214

depravado y absurdo de su contenido. Figuran en estos centones

Doña Violante de Cisneros, monja definidora en el monasterio de la Concepción; Doña María Manuela Carrillo de Andrade y Sotomayor, llamada en su tiempo la Lhnana Musa; Sor Rosa Corvalán; Doña Rosalía de Astudillo y Herrera; Doña Josefa bastantes poetisas:

Bravo de Lagunas, abadesa de Santa Clara, autora de un soneto á

muerte de

la

reina Bárbara, del cual son estos tercetos:

la

Descansa en paz, pues tu virtud

La corona mejor que

me

avisa

te declara

El que allá en las estrellas te eterniza;

Que

á

mí para

me

seguirte

prepara

El religioso saco en su ceniza

Del

fin

postrero la verdad

más

clara.

Pero es maravilla encontrar en medio de racional:

hay octavas en que todas

tal

fárrago alguna cosa

las palabras

empiezan con

la

letra C: ¡Cielos!

Cómo

canciones cantaremos

Con corazones

casi consumidos...

versos en metáfora de música y en metáfora de imprenta;

y

se hace,

sobre todo, grande ostentación de metrificar en diversidad de lenguas: en la Parentación solemne de la reina

nia

(i 76 i), se

glés, el el

emplean, no sólo

alemán,

quichua y

el

el

húngaro,

el

María Amalia de

el latín, italiano

portugués,

y

Sajo-

francés, sino el in-

el catalán, el

vascuence,

dialecto de los indios de ]\Ioxos. ^Muchas cosas se

Universidad de San Marcos y en los colegios de

enseñaban en

la

Compañía de

Jesús; lo único

que no

se

enseñaba era

el

buen gus-

to (l). Estas coronas poéticas son, por decirlo así, las postreras

Parentación Real al Soberano nombre é itimortal memoria del

(i)

Rey de

las

España s y Emperador de

dad y suntuoso mausoleo que en sus de

Lima consagró d y provincias

celencia el R.

P.

Vega...

II,

católiccr

fúnebre solemni-

reales exequias en la Iglesia Aletropolítana

Virrey, Goberfiador

del Peni, Tierra

J\I.

D. Carlos

he-

sus piadosos manes el Excelentistmo Señor D. Melchor

Portocarrero Laso de la reinos

las Indias...

la

Firme y

y

Capitdii general de estos-

Chile. Escríbela de orden de su

Ir. José de Buendía, de la Compañía de Jesús.

En

la

Exim-

PERÚ

215

ees del culteranismo, que en las colonias

mantuvo su dominación

más que en la península. Fué de los últimos y más disparatados poetas de ocasión un mozo andaluz, de bastante chispa, pero todavía de mayor notoriedad por medio

siglo

sus travesuras y picara vida, que los

al fin

dieron con

él

en

el asilo

de

Padres Betlemitas, maltrecho de cuerpo y agriado de voluntad.

prenta Real del Sa?ito Oficio y de la Santa Cruzada.

mina que representa

Año de

1701.

(Con una

lá-

túmulo).

el

Hay versos de veintiocho ó

treinta poetas, todos obscurísimos, á

excepción

de Peralta Barnuevo.

— Aplattso reverente y afectuoso de la Ladrón de Guevara,

— El Sol en

1

71

Universidad de San Marcos á D. Diego

1

el Zodiaco.

Certamen poético en

el solemne, triunfal recibimiento de

D. Carmine Nicolás Caracholo, Principe de Santo Buono, 1717.

— Cartel del certamen

.

El

Theatro

Jieroico.

Certame^t poético de la Universidaa

al recibimiento de D. Diego Morcillo Rubio de Atmo'n, 1720.

— Cartel del certamen. El Jtípiter Olímpico. Para la festiva celebración poética de la Universidad d Morcillo Rubio de Auñóit, 1720.

— Elisio Peruano. que se

Solemnidades heroicas y festivas demostraciones de júbilos han logrado en la ?nuy Noble y muy Leal Ciudad de los Reyes, Lima, en

la aclamación de

D. Luis Primero, N.

S.

Las resume D. Gerónimo Fernández

y Bocángel. Lima, por Francisco Sobrino, 1725. Tuvieron estas rara condición de ser postumas, puesto que Luis Primero había fa-

de Castro fiestas la

llecido en 31

de Agosto de

1724, y todavía

en

el

Callao le estaban festejando

á principios de Febrero de 1725. Se representaron con esta ocasión tres comedias: Los Juegos Olímpicos, de Salazar y Torres;

Moreto; Para

amor querer

vencer

puso Peralta Barnuevo una

vencerle,

El Poder

de la A?nistad, de

de Calderón. Para esta última com-

Monforte un saínete y Fernández de Castro una introducción, zarzuela, baile y fin de fiesta para el Sarao de los Planetas.

Todo viene

loa,

inserto en el Elisio Peruano.

— Parentación Real, sentimiento público, luctuosa pompa, fúnebre solemnidad, en las reales exequias

de...

D. Luis

I,

de las Indias. Suntuoso mausoleo que

Católico Rey de las

á su augusto nombre é inmortal memoria

erigió en la iglesia de Liina el Exc?no. Sr.

Castel-Fuerte, Virrey,

más

etc.

Españas y Emperador

D. José de Armendáriz, Marqués de

Escríbelo de orden de su Excelencia el R. P. Fr. To-

de Torrejón, de la Comp. de

Jesris...

Lima, imp. de

la calle de Palacio,

Luna y Bohórquez, 1725, 4.°. Fúnebre, religiosa pompa de nuestro Santísimo Padre

por

Ignacio de



Fr. Alonso del Río,

1

73

Benedicto XIII, por

1.

—Magnifica parentación y fúnebre pompa, en la ocasión de trasladarse... la Meméüdkz r Pelayo. — Poesía

his^ano-americana.

II.

14

se-

)

CAPÍTULO IX

2l6

Llamábase

el tal

D. Esteban de Terralla y Landa: había sido coplero

áulico del Virrey D.

Teodoro de

Como

las tertulias.

tejo ó duelo público, dio á la -métrico general, llanto funesto

tido doloroso ocaso de nuestro

le

llamaban

y gemido

triste

por

el

Lamento

el

nunca bien sen-

augusto monarca D. Carlos III [ij^g) que, atendida

tales,

la

índole pi-

D. Diego Morcillo Rubio de Auñóii. Sácala á

Dr. D. Alfonso Carrión y Morcillo. Lima, Antonio Gutiérrez de

el

Año

luz...

Ceballos.

de 1744.

— Hércules Aclamado de Minerva. cibimiento del Virrey

Certamen poético de la Universidad al re-

Manso, 1745.

—Parentacio'íi Real, luctuosa pompa y bre y real dias...

memoria de D. Felipe

mandó erigir

el

V,

suntuoso cenotafio que al augusto

Rey de

las Espaiias

Excmo. Sr. D. José Manso de

relación escribe de orden de su Excelencia el Sr.

Torrejón, abogado de esta Real Audiencia.

que representa

Año

y Emperador de

las hi-

Velasco, Virrey, etc..

D. Miguel Sáinz de

nomCuya

Valdivielso

de 1747. (Con una gran lámina,

el catafalco.

— El Día de Lima. Proclamación más versos que una

loa

Real de Fernafido VI, 1748.

No

contiene

de D. Félix de Alarcón.

— Plausibles fiestas que en la provÍ7icia de Guaylas consagró al Catholico de las Españas, el Señor D. Fernando el Sexto, el Bartoloiné de Silva.

prenta de la

Por D. Francisco Xavier

amor y

de

las exequias

poderoso Señor D. Juan

Velasco...,

M.

y Núñez. Lima, im-

V...

y fúnebre pompa que á la memoria del muy alto y Rey de Portugal y de los Algarbes ma?idó erigir en

Conde de Superunda..., Virrey,

etc.

Excmo.

De

Sr.

D. José Manso

cuya orden la escribe

Fr. José Bravo de Rivera, de la Comp. de Jesús...

— Puntual descripción, fúnebre lamento y suntuoso pompa

lealtad del general don

Villalta

esta capital de los Reyes el día 8 de Febrero de 1752 g/

R. P.

Rey

calle de Palacio, 1749.

— Relacióíi de de

de

el poeta

obligado cantor de todo fes-

estampa sucesivamente

(centón de sandeces y bufonadas pultura... del cuerpo... de

y

Croix,

grande improvisador de acertijos para da-

las adivinanzas^ por ser

mas y galanes en

la

Año de

túmulo de

el

1752.

la regia, doliente

con que en la Iglesia Aíetropolitana de la ciudad de los Reyes, corte de la

América Austral, mafidó solemnizar las reales exequias de

la

Sma. Señora Doña

Mariana Josefa de Austria, rey fia fidelísima de Portugal y los Algarbes, el día 15 de Marzo de 1756, el activo celo del... Conde de Superunda, Virrey, etc., de cuyo superior mandato la escribe el R. P. Fr. Alejo de Ahites, del Orden Seráfico.

Año

de 1756.

— Relación fúnebre de las reales nísima Majestad de la

itiuy

alta

exequias que á la triste memoria de la Sere-

y muy poderosa Sra. Doña María Bárbara de

Portugal, Católica Reina de las Españas... maíidó celebrar... el Virrey D. José

PERÚ caresca

deban estimarse como pura y relaciones de fiestas, al modo que antes lo había

y maleante

del poeta, quizá

neta parodia de las

hecho sal,

en su Día grande de Navarra)^

el P. Isla

Lima

Festiva

y

la

Alegría Univer-

encomio poético al recibimiento del virrey Gil de

El Sol

Lemiis (1790),

217

en el Mediodía: año feliz

y

júbilo particular

con que la Nación índica... solemnizó la exaltación al trono de Carlos

IV

poema

(l/QO),

descriptiv^o

en endecasílabos pareados, con

una introducción y once cantos, amén de muchas poesías Manso

líricas

y

de Velasco, Conde de Super-unda...^ de cuya orden la escribió el R. P. do-

minico Fr.

Mariano

Lujan...

— Pompa funeral en

Año de

1760.

las exequias del Católico Rey de España...

D. Fernan-

do VI, Nuestro Señor que mando hacer en esta Iglesia Metropolitana de Lima, ,

a 29 de Julio de 1760,

Vii-rey...

el...

Conde de Super-unda. Descríbela por orden

de Su Excelencia el P. Juan Antotiio Rivera, de la

Compama

de Jesús...

Año

de 1760.

— Lima

Gozosa. Descripción de la proclamación de Carlos III, 1760.

biéndola visto, ignoro

— Parentación Reina...

contiene versos.

si

solemne que al nombre augusto

Doña María Amalia

Catedral de Lima... rrey, etc..

Y la

No ha-

y

real memoria de la Católica

de Sajonia... fnandó hacer en esta Satita Iglesia

el día 27 de

Junio de 1716,

el...

Conde de Super-Unda,

Vi-

escribe por orden de su Excelencia el P. Victoriano de Cuenca, de

la Comp. de Jesús...

Año

de 1761.

— El nuevo héroe de la fama.

Certamen poético con que la Universidad de Lima

celebró el recibimietito del virrey

D. Manuel de Amat. Escribióle

el

Marqués

de

Casaconcha. Lima, imp. de los Niños Huérfanos, 1762.

— Fúnebre pompa

á

memoria de D. Juan de Castañeda, por Isidro José Griega y Pimentel, 1763, No la he visto, é ignoro, por tanto, si contiene versos.

—Romance

la

en la fiesta con que los Bailones de

Ntra. Sra. de Monserrat,

— Romance d

1

la entrada

Lima

celebraron la imagen de

766.

y

ejercicio de

fuego que

hizo la tropa qtie volvió de

Quito, 1768.

—Relación de Isabel Farnesio Virrey, etc..

De

las reales exequias que

mandó

d

Excmo. Sr. D. Manuel de Amat y Juniet..., escribió D. José Antojiio Borda y Orozco, Coronel

hacer... el

cuya orden la

del Regimiento de dragones de Carabayllo...

mejor gusto que

las anteriores,

que se pusieron en

el

memoria de la Reina Madre Doña

la

Año de

1768. Esta relación, ya

no contiene más que algunos

de

dísticos latinos,

túmulo.

— Lágrimas de Lima en las exequias de D.

Pedro A. de Barroeta, por Joseph

Potau, 1776.

— Cartel del Certamen.

Templo del honor y la virtud.

En

el plausible triunfal

8

CAPÍTULO IX

21

cuatro loas^ todo, ni este diluvio

al

parecer, parto de su

numen

de versos de circunstancias,

currutaco de Lima, que hacía insertar en

ron

la

notoriedad que

famoso

el

por los años de 1792 escribió con

libelo el

San Marcos

Juan

(l).

No

III...

San

Virrey, etc..

Felipe Neri.

contiene poesías; pero

que cubrían

mandó ce-

En

el P.

la

Ris-

túmulo, estatuas, pilares y ¡Qué desastrosa fecundidad! Por las de Terralla, únicas las

que se imprimieron, podrá juzgarse

lo

el

que valdrían

las restantes.

— Convite métrico general en la proclamación de Carlos IV, 1789. —Descripción de las fiestas que celebró Lima d la exaltación de Carlos 1 Hay

que

Real Uni-

la

Orden teutónico...,

Risco, Pbro. de la Congregación de

co asegura que pasaron de mil la iglesia.

le die-

dentro y fuera,

Señor Don Carlos

la Croix, del

imprenta de Niños Expósitos. Año de 1789.

muros de

Lima por

Jáuregui y Aldecoa, en

elfallecimiettto del

Excmo. Sr. D. Teodoro de

Descríbelas D.

Diario Erudito,

de Lima... 1783.

—Reales exequias que por lebrar... el

la

seudónimo áe Simón Ayanque

recibimiento del Exento. Sr. D. Agustín de

versidad de

el

y artícuSemana del

ni las poesías

de costumbres, algunos bastante chistosos, como

los

Pero

irrestañable.

V,

1

790.

de Meameno ar-

otras sin fecha, pero baste con las referidas, y en la Bibliografía

dina se encontrarán todas.

De

algunas de ellas se da noticia en un

tículo del Sr. Palma. (Tradiciones Peruanas, 2.^ serie, Lima, 1883), con el título

de Los plañideros

La edición que tengo

(1)

En

del siglo pasado.

á

la vista es la

siguiente:

Lima por dentro y fuera.

consejos económicos, saludables, políticos y jiiorales que da

un amigo á otro con

motivo de querer dexar la ciudad de México, por pasar á la de Lima. Obra jocosa

y

divertida.

En

que con salados conceptos se describen, además de otras cosas,

las costumbres, usos

La

y mañas

da á luz Simón Ayanque. Madrid,

Mucho más ameno

allí,

de acá

y

de otras partes.

Villalpafido, 17 g8. 12.°

é interesante es un libro en prosa, publicado clandesti-

namente en Lima (según

la

opinión más probable) con

el título

de El Laza-

de ciegos cami7iantes desde Buenos Ayres hasta Lima, con sus itinerarios se-

rillo

gún

de las madamitas de

la

más puntual

observación, con algunas noticias útiles

á

los nuevos

Comer-

Muías; y otras Históricas. Sacado de las Memorias que hizo Don Alonso Car rió de la Vandera en este dilatado viaje, y Comisión que tubo por la Corte para el arreglo de Correos; y Estafetas, Situación y ajuste de ciantes que tratan en

Postas desde Montevideo. Por Don Calixto Bustamante Carlos Inca,

alias Con-

acompañó al referido Comisionado en dicho viaje, y escribió sus Extractos. Con licencia. En Gijón, en la imprenta de la Rocolorcorvo, natural del Cuzco, que

vada.

Año de 1773.

La Junta

de Historia y Numismática Americana, bajos cuyos auspicios se

publica una colección de libros raros é inéditos sobre

la

región del Río de

la

PERÚ

219

Es una sátira contra la sociedad limeña en diez y siete romances de lo más pedestre, chabacano y grosero que puede leerse, llenos de alusiones sucias y nauseabundas, é inspirados, sin duda, por móde venganza, ruines y rastreros, como

viles

si el

rido desquitarse en este solo libro del incienso

autor hubiese que-

que tan

fastidiosa-

mente habla quemado en los tres anteriores. El Cabildo ó Ayuntamiento de Lima se ofendió gravemente de

y hasta intentó recogerle y proceder judicialmente contra su autor; pero como siempre la murmuración aplace á la mísera condición humana, los mismos peruanos contribuyeron á la divul-

este librejo,

gación del pasquín que con tan feos colores los presentaba; y á des-

pecho de

lo baladí

de su ejecución

Lima por dentro y fuera

literaria,

fué reimpreso varia^veces en Cádiz, Madrid, México

y Lima, y

to-

davía en 1854 se hizo una edición de lujo en París con graciosas ilustraciones de

cuanto á

éste,

al texto.

En

parecer de D. Felipe Pardo

(l):

un dibujante limeño,

hay que atenerse

al

muy

superiores

«Terralla no era escritor, ni satírico, ni poeta, sino un salvaje que se

puso á decir en mal castellano y en renglones desiguales cuanta

Plata,

ha hecho una esmerada reimpresión de este Lazarillo (Buenos Aires,

1908),

con un prólogo de D. Martiniano Leguizamón.

Probablemente

el apellido del

como el pie de imprenmismo dice que se puso el

autor es tan fingido

Es dudoso que se llamase Bustamente, y él nombre de Concolorcorvo, por tener el color de ta.

ala

de cuervo. Se da por

in-

dio natural del Cuzco, y «descendiente de sangre real por línea tan recta

como

la

del arco iris». Pero todo ello,

por

el

modo de

desvergonzada broma: «Yo soy indio neto, salvo

que no

salgo por fiador».

muy

De

las

decirlo, parece

una

trampas de mi madre, de

todos modos, no se trata de un viaje imaginario,

que entre burlas y veras contiene curiosísimas descripciones y picantes noticias de costumbres, por lo cual el historiador no puede ni debe desdeñarle, á pesar de las bufonadas que de vez en cuando le salpican. sino

auténtico,

Los capítulos

relativos al estado social

de atención. En suma, pocos

de

los indios, tienen cosas

muy

dignas

hay de su género y de su tiempo que se lean con tanto agrado como éste instructivo viaje por una vasta región de la

América del Sur, cuyos

libi-os

territorios se reparten ahora la República Argentina,

Bolivia y el Perú. (i)

En

Hay un rua?ias

el

prólogo de

El Espejo

artículo biográfico

de D. Ricardo Palma.

de mi tierra.

de Terralla en

la 3.^ serie

de

las Tradiciones

Pe-

CAPITULO IX

220 torpeza

le

vino á las mientes.» Quizá los únicos versos suyos dignos

de recordarse son algunos del romance en que hizo su testamento satírico.

Como

si

no bastase

fiestas reales

para dar libre curso

que infestaban en

bles poetastros

empezaron á es más,

escribirse

tuvo su

certámenes, exequias y furor métrico de los innumera-

epidemia de

la

al

el siglo xviii las orillas

en verso hasta

Homero

la

los

estúpida

los carteles lidia

del Rimac,

de toros, y

de gallos en

el

lo

que

general

D. Ignacio de Escanden, que en 1762 celebró en un romance, con el estrafalario rótulo

de

la

de Época Galicana egíra Gali-lea,

la

apertura

primera casa pública destinada á aquella bárbara diversión en

la capital del

Perú

Pero aunque

(l).

las

manifestaciones escritas di

general tan infelices por

el

círculo estrecho

lograba su cultivo, no dejaba Lima de ser

nos ingenios que celebra elegantemente

y

la

tri\ial

la tierra

el P.

poesía fuesen en

en que se ma-

fecunda en bue-

Vaniére en

el

libro vi

de su Prcedimn Riisticuní: Fertilibus gens dives agris aurique metallo,

Ditior ingeniis hominum...

Y

cuando alguno de sus

criolla,

daba muestras de

detrás de

sí la

hijos, sí

saliendo de

la

monotonía de

la

vida

en las cortes de Europa, solía llevarse

admiración y los plácemes de los doctos, porque,

como ya he dicho y conviene no olvidar, lo que faltaba en México y en Lima á mediados del siglo xviii no era caudal de ciencia, sino crítica

y gusto

(2).

Tal se mostró en París aquel estudioso y polígloto

Escandón publicó, además, un Poema ai celebridad del virrey D. Manuel de Amat, y otros papeles en prosa y verso, que le acreditan de hombre (i)

de menguado caletre y estrafalario gusto. (2)

La enciclopédica cultura

del Dr. Peralta

Barnuevo se encuentra reno-

vada con notables mejoras de juicio y gusto, en las numerosas obras de otro polígrafo limeño, D. José Ensebio de Llano Zapata, que fué como él matemático, astrónomo, naturalista, historiador, humanista y poeta de certa-

men, aunque es este último concepto muy bueno para olvidado. Pero sus esde consideración, y están llenos del espíritu reforcon la circunstancia notable de no haber pisado nunca

critos científicos son dignos

mador

del siglo xviii,

PERÚ

2 21

joven D. José Pardo de Figueroa, sobrino del Marqués de Castel-

mismo

P.

Vaniére que se hacía entender

sin intérprete en todas las lenguas

de Europa, y en ninguna ciudad

Fuerte, de quien dice

el

podía considerársele como peregrino: si

...

cuncti recte discantur ab uno;

Linguarum morumque sciens interprete nullo, Europse varias gentes qui nuper obibat, Hospes ubique novus, nulla peregrinus

in urbe.

Así también se hizo famoso en España y en Francia, no menos por sus talentos que por sus desgracias, D. Pablo de Olavide, en

las aulas

de

la

Universidad limeña de San Marcos ni de otra alguna.

más estudios que

los

de latinidad en

el

No

hizo

colegio de los Jesuítas, y en todo lo

demás fué autodidacto. Desde su juventud se dedicó á la enseñanza privada de las humanidades, y fué el primero que dio lecciones de lengua griega en el Perú. Esta particular posición suya le hizo severísimo censor de los vicios de la

ciencia oficial, y acérrimo

enemigo de

la

Escolástica.

«Todas son (decía en

una de sus cartas) mentalidades, abstracciones y disputas bien inútiles; no se da un paso que no sea en esta parte con pérdida de tiempo, malogro de la juventud y ruina de los ingenios; tropiezos casi inevitables y que siempre han de salir de encuentro á todos los que se mezclan en cuestiones que ni en lo físico ni si

en

lo

moral traen algún provecho

al

espíritu

de

los

hombres. Antes,

bien se contempla, vuelven inútiles todas las operaciones del entendi-

miento, haciendo caer en una insensatez, furor y manía,

si

no

es ya en

un

pirronismo confirmado. Esto desearía yo que conociesen todos los maestros; desterraran entonces de sus escuelas tantas inutilidades, sofisterías é impertinencias en

pato.

Todas

que por

lo

que hasta ahora ellas

los tienen envueltos las observaciones del Peri-

no son otra cosa que unos trampantojos de

común

las

aulas,

con

se engañan bobos y descaminan los incautos».

Llano Zapata, que hizo largos viajes por América y Europa, fijando por último su residencia en Cádiz desde 1756 hasta 1768 ó 1769, fecha probable de su muerte, no llegó á publicar sino

muy pequeña

Lima, su Resolución físico-matemática sobre

ios

parte de sus trabajos: en

cometas (1744) y varias cartas,

y observaciones metereológicas con ocasión de los temblores de tierra de 1746 y 1748: en Cádiz y Sevilla algunas cartas críticas, eruditas y curiosas, al modo de las de Feijóo y Mayans. De estas cartas se formaron dos pequeñas diarios

colecciones en 1763 y 1764, pero quedaron inéditas ó se imprimieron sueltas

muchas más. La muerte

frustró el propósito

que

el

autor tenía de recogerlas

todas en una serie, que hubiera constado de seis volúmenes. Pero

el

trabajo

de más empeño que acometió Llano Zapata fué una Historia Najural de Amé-

222

CAPITULO IX

quien, por decirlo

de Carlos

III.

así,

encarnó

se

innovador en tiempo

el espíritu

Sus obras son inseparables de su

vida,

y por eso con-

viene indicar algo acerca de los sucesos capitales de su azarosa existencia

(l).

Olavide, nacido en Lima en 1725, discípulo aventajado de versidad de San Marcos, donde recibió

el

la

Uni-

grado de doctor en Cáno-

nes á los diez y siete años de edad, opositor á cátedras, oidor de aquella Real Audiencia

auditor general de Guerra del virreinato

y

hombre

del Perú, hubiera envejecido tranquilamente en su carrera de

de toga,

si

de repente no viniera á sacarle de

ble terremoto de

1746.

Cuando

los caudales

de

los

mucha reputación de

murmurase de

él,

mostró

le

mandó

rica,

de

no

íntegro. Pero

la

la plaza,

faltó

quien

construcción

venir á Madrid á rendir cuentas. Propicia se le

fortuna en España. Gallardo de aspecto, cortés, elegante

la

la cual

mineral.

y por su

desinterés,

fondo remanente después de aquella cala-

el

atildado en sus modales, ligero

y

y

sobre todo por haber aplicado á

de un nuevo teatro

el horri-

mayores negociantes de

dejándole con

midad. Se

obscuridad

se trató de reparar los efectos de

aquel desastre, mostró serenidad, aplomo

mano pasaron

la

En

el

hoy sólo se conoce

el

y

brillante

en su conversación,

primer tomo, que comprende

prospecto que presentó á Carlos

III

en

el

1761, anuncia el

reino

con-

tenido de otros cuatro, que tratarían respectivamente del reino vegetal, del reino animal y de los grandes ríos Amazonas, Marañón, Paraguazú, Uriaparí

y Magdalena, coronando toda nes. El título general

de

la

la

obra un volumen de suplementos y adicio-

obra debía ser Memorias Físicas- Apologéticas déla

Atnérica Meridional. El señor D. Ricardo Palma ha hecho el

publicar

la

buen

parte primera, única que ha llegado á nuestros días (Lima, 1904),

añadiendo tres cartas curiosísimas que se imprimieron con

en }'

1759.

servicio de

En una de

prospecto

da noticia de varios escritores y poetisas peruanas, fundación de una biblioteca pública en Lima.

ellas se

en otra se propone

la

El tomo publicado de aplicaciones, sino

el

las

Metnorias no se contrae á

que contiene mucho de

historia

la

civil

Mineralogía y sus

y de arqueología

indígena.

La mejor y más completa biografía que existe de Olavide es la del peruano D. J. A. de Lavalle (D. Pablo de Olavide: Apimtes sobre su vida y sus (i)

obras.

Segunda

edicio'71,

Lima,

mis Heterodoxos Españoles

(t.

1885). El capítulo in)

que en

1881

le

dediqué en

requiere ser adicionado con presencia de

esta y otras publicaciones. Para entonces reservo

la

bibliografía del asunto.

PERÚ

223

cayó en gracia á una viuda riquísima, heredera de dos

y logró

Desde entonces

fácilmente su mano.

capitalistas,

casa de Olavide, en

la

Leganés y en Madrid, fué una especie de salón, de los primeros que se conocieron en España. Olavide, agradable, insinuante, culto á la francesa,

con aficiones

filosóficas

y

artísticas,

que alimentaba en sus

y espléndido, corresponsal de los de sus libros, comenzó á hacer ruido-

frecuentes viajes á París, ostentoso

enciclopedistas

y gran

lector

so alarde de sus tendencias innovadoras, que frisaban con

dad declarada. El Conde de Aranda se entusiasmó con tegió

mucho, haciéndole síndico personero de

la villa

impie-

la

y le prode Madrid y él

director del Hospicio de San Fernando. Los ratos de ocio los dedi-

caba á

como

las bellas

era

puso en su casa un teatro de aficionados,

letras:

moda en

Francia,

y como

le tenía el

mismo

Voltaire en

Ferney, y para él tradujo algunas tragedias y comedias francesas. Moratín (l) le atribuye sólo la Zehnira (traducción de Du Belloy), la

Hipermenestra (de Lemierre) y El desertor francés (de Sedaine);

pero D. Antonio Alcalá Galiano

anónima de que de

(1)

(2)

Zaida («Zayre») de

la

ella se valió

como

añade á

ellas

una que corrió

Voltaire, tan ajustada al original,

texto D. Vicente García de

Catálogo de piezas dramáticas del

siglo

la

Huerta

XVII^ pág. 329 del tomo de sus

Obras, edición de Rivadeneyra. (2)

Lecciones de literatura del siglo XVIII... Madrid, Imprenta de la Socie-

dad Literaria y

primió dos veces en Barcelona, Carlos Gibert y Carlos ni,

art.

La traducción de Olavide se imprimera sin año, la segunda en 1782, por

Tipográfica, 1S43, pág, 243.

Tudó

de Huerta). El

Madridj 1897 (pág.

183), le

la

Sempere y Guarinos,

(Vid.

Escritores del reinado de

Emilio Cotarelo, en Triarte y su época, atribuye, además, una traducción de la Fedra,de Sr. D.

Racine, que se imprimió anónima, y añade que tradujo también £1 jugador,

de Regnard, Casandro y Olimpia, de

Voltaire, Lina,

de Lemierre, y

la

Mérope

del italiano Maffei; todas las cuales se representaron en los teatros de los

Reales Sitios antes de 1771, y algunas de eflas en los de la Cruz y el Príncipe de Madrid. Una copia de Olimpia, con fecha de 1782, se conserva entre los manuscritos dramáticos de del Sr. Paz y Melia).

la

También

Biblioteca Nacional (núm. 2.445 del Catálogo

se atribuyen á Olavide las traducciones de dos

óperas cómicas, Niñeta en la corte (de Favart) y El pintor enamorado de su modelo, de Anseaume, y es probable que haya otras entre el fárrago de versiones dramáticas del siglo xvni.

CAPITULO IX

2 24

para su famosa Jaira, convirtiendo los desmayados y rastreros versos de Olavide en rotundo

mente Olavide poco

tenía de poeta, ni en lo profano, ni en lo sagra-

que después cultivó

do,

mada,

y bizarro romance endecasílabo. Real-

tanto: sus versos suelen ser

sin nervio ni calor ni viveza

de

mala prosa

ri-

Aunque dotado de

fantasía.

cualidades brillantes, era de instrucción flaca

y

superficial

y

,

sin

resistencia se dejó arrastrar por el torrente de la filosofía del si-

glo XVIII, no

al

modo

cauteloso que

varones, sino con todo

de

el

otros graves

fogoso atropellamiento de los pocos años,

vagas lecturas y de

las

Campomanes y

la

imaginación americana. Olavide cauti-

vó, arrebató, despertó admiración, simpatía

y

envidia,

y acabó por

dar tristísima y memorable caída.

Pero antes

la

protección de Aranda

le

ensalzó á la cumbre,

1767 era ya Asistente de Sevilla é Intendente de

De

de Andalucía.

el

más radicalmente revolucionario que

se for-

rabioso centralismo

y odio

mulase por entonces, respirando todo

dios

él

las libertades universitarias,

de Teología y

son superiores

al

no menos que á

los estu-

pues ó

Filosofía, «cuestiones frivolas é inútiles,

ingenio de los hombres, ó incapaces de traer

dad, aun cuando fuese posible demostrarlas

plan contenía

los cuatro reinos

aquel tiempo data su famoso plan de reforma de

aquella Universidad,

encarnizado á

muy

sanas advertencias para

dios de Matemáticas

y

Física,

»

la

Al lado de

reforma de

de Lenguas é Historia,

do de prosperidad que alcanzaba á

fines del siglo xviii.

reformas de aquel reinado hay que distinguir útil

la

utili-

esto, el

los estu-

cuales,

las

puestas en práctica, fueron elevando aquella célebre escuela

mente

y en

En

al

gra-

todas las

parte verdadera-

y positiva, de los muchos sueños y temeridades infecun-

das que se mezclaron con

ella (l).

Olavide era un iluso de filantropía, pero con candida y buena

que

á ratos le hace simpático.

Letras tar

y todavía más

y guiar

(1)

los

la

En

Economía

Sevilla protegió á su Política,

y tuvo

primeros pasos de Jove-llanos.

Véase un amplio extracto de este plan en

1^

De

59).

las

la gloria

de alen-

la tertulia

de Ola-

Reseña histórica de

Utiiversidad de Sevilla, por D. Antonio Martín Villa (Sevilla,

nas 36 á

modo

fe,

la

1886, pági-

PERÚ

225

y con ocasión de una disputa sobre las innovaciones draniátide la Chausée y Diderot, salió la comedia de El_ Delincuente

vide,

cas

honrado^ tierna y bien escrita, aunque algo lánguida y declamatoria;

como que

su ilustre autor se propuso por principal fin en ella «ins-

que responden

pirar aquel dulce horror con

que defiende

como

Rasgos tan candorosos

.

y más cuando vienen de tan grande hombre como Jo veno deben perderse ni olvidarse, porque pintan la época me-;

que

delitos

la hitmanidad->>

al

éste,

llanos,

jor

de

los derechos

almas sensibles

las

y

el

Tratado de

los

de las penas entusiasmaban por igual á aquellos hombres; y

para que pastoril

La Julia y

lo harían largas disertaciones.

á su colmo, juntaban la mascarada

la afectación llegase

de

la

Arcadia con

la filantropía

seau, llamándose entre ellos

^

el

de

mayoral

los discípulos

Jovino

y>

y

«.el

de Rous-

facundo El-

pino^. Este últino era Olavide, de quien Jove-llanos conservó siem-

pre

muy buen

recuerdo, bastando

más áspero

cer indulgente con

él al

adversa fortuna

flaqueó

le

describía en la epístola

la

el

amistad de

tal

varón para ha-

censor. Ni en próspera ni en

cariño de Jovino, que aun en 1/7^

á sus amigos de Sevilla

Mil pueblos que del seno enmarañado

De De

Marianos montes, patria un tiempo

los

fieras alimañas,

de repente

Nacieron cultivados, do á despecho

De De

la

rabiosa envidia, la esperanza

mil generaciones se alimenta:

Lugares algún día venturosos,

Del gozo y

Y con

Entre

la

inocencia frecuentados.

la triste

y vacilante sombra

Del

sin



su primer horror restituidos.

los mil

ventura Elpino ya infamados

proyectos,

más ó menos razonables ó

utópicos,

que

en aquella época de furor económico se propalaban para remediar la

despoblación de España y abrir

baldías, era

nantes

el

uno de

de

establecerlas,

las

los

al

cultivo las tierras eriales

más favorecidos por

colonias agrícolas.

y en tiempo de Aranda

la

y

opinión de los gober-

Ya Ensenada

había pensado

volvió á agitarse

la

idea con

ocasión de un Memorial de cierto arbitrista prusiano, D. Juan Gas-

CAPÍTULO IX

226

par Thurricgel.

Campomanes

entró en sus designios, redactó una

consulta favorable en 2/ de Febrero de

1

767,

y

sin dilación

comen-

zó á tratarse de poblar los yermos de Sierra Morena, albergue has-

romances de ciegos, y Thurriegel se comprometió á traer,

ta entonces de foragidos, célebres en los

terror de los

hombres de

en ocho meses,

seis

cesión se firmó

el

tica

y la conmismo día que la pragmá-

y flamencos

mil alemanes

2 de Abril de 1767, el

de expulsión de

Para establecer

bien.

católicos

,

los jesuítas.

la

colonia fué designado, con título de Superin-

tendente, Olavide,

como

dedor de su índole.

No

el

más á propósito por

se descuidó

lo vasto

un punto, y con

el

y empren-

ardor propio

de su condición novelera y con amplios auxilios oficiales, fundó en breve plazo hasta trece poblaciones, muchas de las cuales subsisten para gloria imperecedera de su nombre. Por desgracia propia,

Superintendente no se detuvo en

pezaron suizo,

las

la

murmuraciones contra

el

y pronto emmismos colonos. Un

poesía bucólica, entre los

él

D. José Antonio Yauch, se quejó, en un memorial de 14 de

Marzo de 1769, de

la falta

de pasto espiritual que se advertía en

las

que de malversaciones, abandono y malos tratanuevos pobladores. Confirmó algo de estas acusacio-

colonias, á la vez

mientos á nes

el

los

Obispo de Jaén: envióse de visitadores

á D. Ricardo Wall y

al

Marqués de

la

al

Consejero Valiente,

Corona, y tampoco fueron

del todo favorables á Olavide sus informes. Entre los colonos habían

venido disimuladamente algunos protestantes, y en cambio faltaban clérigos católicos de su nación

Aranda

y

lengua.

De conventos no

se hable:

entonces y para en adelante, en pliego de condiciones que ajustó con Thu-

los había prohibido para

términos expresos, en

el

Al cabo vinieron de Suiza capuchinos, y por superior de ellos ¥r. Romualdo de Friburgo, que escandalizado de la libertad de los discursos del colonizador, hizo causa común con los muchos rriegel.

enemigos que éste tenía dentro del Consejo y entre los émulos de Aranda. Las imprudencias, temeridades y bizarrías de Olavide iban

comprometiéndole más á cada momento. Ponderaba con hipérboles asiáticas el progreso de las colonias, y sus émulos lo negaban todo. Él se quejaba de que ellos

los

de que pervertía a

capuchinos

los

le

alborotaban

la

colonia,

colonos con su irreligión manifiesta.

y AI

PERÚ

Romualdo de Friburgo

cabo, Fr.

tiembre de 1/75)

poí" hereje,

y negador de

ralista

dencia y de

227

delató en forma á Olavide, en Sep-

ateo

y

materialista, ó á lo

lo sobrenatural,

los milagros,

asiduo lector de Voltaire

de

de

la eficacia

Revelación, de la Provi-

la

de

oración y buenas obras;

la

y de Rousseau, con quienes

correspondencia; poseedor de imágenes

y

menos natu-

tenía frecuente

figuras desnudas

y

libidi-

ayunos y abstinencias eclesiásticas y distinción de manjares; profanador de los días de fiesta, y, finalmente, nosas; inobservante de los

hombre de mal ejemplo y piedra de escándalo para

sus colonos.

A

como

el

estos graves cargos se añadían otros enteramente risibles,

de defender

movimiento de

el

campanas en

días

aprovechando

toque de las

al

de nublado.

El Santo Oficio impetró licencia del de,

y oponerse

la tierra

la

Rey

para procesar á Olavi-

caída y ausencia de Aranda. Se

mandó

le

venir

á Madrid para tratar de asuntos relativos á las colonias. Él temió el

nublado que se

le

En

dole consejo.

Roda

venía encima, y escribió á su amigo

la carta,

que es de 7 de Febrero de

1

pidién-

776, le decía:

«Cargado de muchos desórdenes de mi juventud, de que pido á Dios perdón, no hallo en mí ninguno contra criado en un país

me

no

ella:

y derramaría por ni

padres y maestros

Y

ella

la

la

que profesamos,

que, por gracia del Señor, ten-

en estas materias alcanzo mas que

me

enseñaron conforme á

porque nada alcanza

jor sacrificio de

Que Olavide

un

cristiano

autobiográfico que siones de

,

la

doctrina de

la Igle-

cosas de la fe de nada sirve

las

siendo

la dócil

obediencia

el

me-

»

las resultas del

la

proceso, sino por

unánimemente conceden

El Evangelio

que mis

lo

ocultaba ó desfiguraba aquí una parte de

parece claro, no sólo por

Yo

hasta la última gota de mi sangre

estoy persuadido de que en

la razón,

«La

conoce otra que

he hecho gloria de

no soy teólogo,

sia

se

ha dejado hasta ahora Dios de su mano por haber faltado

nunca á go;

donde no

Nacido y

la religión.

verdad el

valor

sus biógrafos á las confe-

en Triunfo^ donde se leen pasajes

como

éste:

lectura de los libros filosóficos había pervertido enteramente

mis ideas.

también Iglesia.

la

Yo

había concebido, no sólo

el

más

alto desprecio, sino

adversión más activa contra todo lo que pertenecía á la

Creyendo que

el

cristianismo era una invención

humana.

CAPITULO IX

228

como

no podía mirar

las religiones,

todas

la Iglesia

sino

como

hogar ó centro de sus principales ministros, que abusaban de dulidad en favor de sus intereses. Todas sus sociedades

me

el

la cre-

parecían

cavernas de impostores, sus creencias ridiculas, sus ritos irriso»

rios

(Carta segunda).

Roda, que tenía en

el

como

fondo tan poca religión

Olavide, pero

que á toda costa evitaba ponerse en aventura, le dejó en manos del Santo Oficio, contentándose con recomendar la mayor lenidad posible al Inquisidor general. Éralo entonces el antiguo Obispo de

Salamanca D. Felipe Beltrán, varón piadoso y docto, no sin alguna punta de regalismo, é inclinado por ende á la tolerancia con los innovadores, aunque en este caso no

lo

mostró mucho.

por fuerza, tuvo que condenar á Olavide; pero llación

un

de un auto público, reduciendo

le

la lectura

De

excusó

de

grado ó la

humi-

sentencia á

la

embargo, inusitada

autillo á puerta cerrada, al cual se dio, sin

24 de Noviembre de 1778, con asistencia de varios grandes de España, consejeros de Hacienda, Indias, Ordenes y Guerra, oficiales de guardias y padres

solemnidad. Verificóse ésta en

la

mañana

del

graves de diferentes religiones. Aquel acto tenía algo de conminatorio: la Inquisición, aunque herida y aportillada, daba por última vez muestra de su poder, ya Asistente de Sevilla

al

mermado y

volteranismo de

decadente, abatiendo en

el

y convidando

al

corte

la

triunfo á sus propios enemigos.

Olavide

Orden

ceremonia

salió á la

sin el hábito

de Santiago (de cuya

era caballero), con extremada palidez en

do por dos de terror

familiares del

la lectura

perdido nunca

de

la fe,

tierra desm.ayado.

Santo Oficio.

la sentencia,

aunque

y

Oyó con al

fin

y

seis,

rostro

Y

y conduci-

grandes muestras

exclamó:

lo diga el fiscal.»

Tres horas había durado

los cargos eran sesenta

el

«Yo no he

tras esto

cayó en

de

sumaria:

la lectura

la

confirmados por setenta y ocho tes-

y formal, miembro podrido de la religión; se le desterraba á cuarenta leguas de la corte y sitios reales, sin poder volver tampoco á América, ni á las colonias de Sierra-Morena, ni á Sevilla; se le reclnía en un convento por ocho tigos.

Se

le

declaraba hereje convicto

años para que aprendiese viernes; se le

la

doctrina cristiana

y ayunase todos

degradaba y exoneraba de todos sus cargos,

sin

los

que

P£RU

229

pudiese en adelante llevar espada, n¡ vestir oro, plata, seda ni paños

de

montar á caballo; quedaban confiscados sus bienes

lujo, ni

Cuando

habilitados sus descendientes hasta la quinta generación.

volvió en

hizo

sí,

la

profesión de

pero sin coroza, porque

que de

la fustigación

dispensó de

le

con

con vela verde en

fe,

é in-

mano,

la

ello el Inquisidor, lo

mismo

varillas.

Los enemigos de Olavide (que tenía muchos por su rápido en-

cumbramiento y por

el

asunto de

las colonias) se

desataron contra

indignamente después de su desgracia. Corre manuscrita entre

él

los curiosos

una

sátira insulsa

y chabacana, cuyo

Siglo Ilustrado., vida de D. Gtiindo truido

y

rótulo dice:

Cerezo., nacido., educado., ins-

muerto según las luces del presente

dada á luz para

siglo,

seguro modelo de las costumbres por D. Justo Vera de la

Vento-

,

sa

(i).

Es un cúmulo de

Por no

te.

servir,

ni

injurias sandias, despreciables

para

la biografía

muy

El

de Olavide

y

sirve,

poco enterado de

sin chis-

porque

el

hechos y aventuras del personaje contra quien muestra tan ciego ensaña-

anónimo maldiciente estaba

los

miento.

Olavide era una cabeza

ligera,

menos perverso de

índole que lar-

go de lengua, y sobre él descargó la tempestad, mientras que por más disimulados ó más poderosos seguían impunes sus antiguos protectores los

de

Arandas y

la Iglesia.

los

Rodas, enemigos

Comenzó por

abatirse

mucho más

y anonadarse

peligrosos

bajo el peso de

aquella condenación infamante; pero luego vino á mejores pensa-

mientos,

y

la fe

volvió á su alma. Retraído en el IMonasterio de Sa-

hagún, sin más libros que neri, tornó á cultivar

con

los

de Fr. Luis de Granada y

espíritu cristiano la poesía,

recreación de sus primeros años,

que no son enteramente critas

y compuso

prosaicos.

los únicos versos

Llámanse en

las copias

suyos

manus-

Ecos de Olavide, y vienen á ser una paráfrasis del Miserere,

del Real Profeta

(2)

Seg-

que había sido

que luego incluyó retocada en su tradución completa de

(O

el P.

los

Salmos

{2).

Tres distintas copias de esta sátira han llegado á nuestras manos. Señor, misericordia; á tus pies llega

El mayor pecador, mas ya contrito, Que á tu infinita paternal clemencia

CAPITULO IX

230

El arrepentimiento de Olavide ya entonces parece sincero, pero

aún no había echado raíces bastante profundas. Burlando fianza del Inquisidor general,

huyó

y

á Francia,

no

sin connivencia secreta

la

con-

corte,

vivió algunos años con el supuesto título de

allí

Conde del Pilo, trabando amistad con varios pecialmente con

de

la

literatos franceses, es-

caballero Florián, ingenio amanerado, discreto

el

y uno de los que acabaron de enterrar la novela pastoril. Olavide le ayudó á refundir la Galaica de Cervantes, mereciendo

fabulista

que en recompensa

como por

llamase «español tan célebre por sus talentos

le

sus desgracias».

Los enciclopedistas recibieron con palmas á Olavide. Diderot escribió

una noticia de su vida

pública de

la

(l).

Marmontel

Academia Francesa con Le D'un

Au

citoyen

flétri

le

saludó en sesión

estos enfáticos versos:

par l'absurde fureur

zéle mille fois plus aflfreux

pied d'un tribunal que

la

que

l'erreur,

lumiére oífense,

Acensé sans témoins, condamné sans

défens'e,

Pour avoir méprisé d'infámes délateurs,

En

peuplant

les déserts

Qu'il regarde ees

Et

fier

de ses

Le temps

la

d'heureux cultivateurs;

monts oü

fleurit l'industrie,

bienfaits, qu'il plaigne sa patrie.

changera, comm'il a tout changé:

D'une indigne prison Galilée

est vengé.

Pide humilde perdón de sus delitos.

Á

mis oídos les darás entonces tu perdón consuelo y regocijo, Y mis huesos exánimes y yertos Serán ya de tu cuerpo miembros vivos.

Con

Porque si tú quisieras otra ofrenda, Ninguna te negara el amor mío, Pero no quieres tú más holocausto Que un puro amor y un ánimo sumiso. Señor, pues amas y deseas tanto

A

tu siervo salvar,

Que en

la

dispon benigno

inmortal Jerusalem del alma

Se labre de tu amor (1)

el edificio.

Vid. en las obras de Diderot, ed. Assézat (1875),

tomo

vi,

págs. 467-

472: D. Pablo Olavides {^\z)^précis historique rédigé sur des ménioires fourtiis

M. Diderot par wn

ami.

a

PERÚ

231

Gobierno español, y extradición de (^lavide en 1 781; pero el

Estas injurias en acto solemne exasperaron

Floridablanca reclamó

la

Obispo de Rhodez, en cuya diócesis

al

me-

se había refugiado, le dio

dios para huir á Ginebra. El Cardenal de Brienne volvió á abrirle

poco después

las

puertas de Francia, y

la

Convención

barra para decretarle una corona cívica y

adoptivo de

la

título

el

llamó á

le

la

de ciudadano

República una é indivisible. Dicen (aunque no he

podido comprobarlo) que entonces, volviendo á hacer alarde de sus antiguas ideas, escribió contra las órdenes monásticas,

gran cantidad de bienes nacionales. La conciencia no

y compró

le

remordía

aún y esperaba vivir tranquilo en cómodo, aunque inhonesto retiro, lejos del tumulto de París, en una casa de campo de Meung-surLoire que había pertenecido á los obispos de Orleans. Pero no

como pensaba. Dejémosle pero con mucha sinceridad: sucedió

hablar á

él

le

en mal castellano,

«La Francia estaba entonces cubierta de terror y llena de prisiones. En ellas se amontonaban millares de infelices, y los preferidos

hom-

para esta violencia eran los más nobles, los más sabios ó los

más virtuosos

bres y,

del reino.

Yo

por otra parte, esperaba que

curidad de mi retiro

Pero no fué

así.

En

me

no tenía ninguno de estos el silencio

de mi soledad y

1

794, la casa de mi

y por orden de

habitación se halló de repente cercada de soldados, la

Junta de Seguridad general

partamento. el suplicio.

En

aquel tiempo

Pero ¡pobre de

más

instrucción que la

una cárcel con pocos

me

fui

la

mí!,

conducido á

las

órdenes de

de mi de-

el

primer paso para

la

divina Providen-

¿qué podría yo hacer? Viejo, secular, sin

muy precisa libros que me

para mí mismo, y encerrado en guiasen,

y ningunos amigos que

dirigiesen» (i).

Y

más adelante Olavide

se retrata en la persona

sofo que no dejaba de tener algún talento

(i)

cera

la prisión

persecución era

Procuré someterme á

cia...

obs-

la

esconderían de tan general persecución.

noche del 16 de Abril de

la

títulos,

El Evangelio edición...

En

de aquel

«filó-

y que nació con muchos

en Triumpho ó Historia de zm filósofo desengañado. Ter-

Valencia, en la imprenta de Orga.

Año

1798.

Tomo

i,

gina vni.

Menésdez y PíUíyo.— Poesía

hisJ>ano-americana. II.

15

pá-

CAPÍTULO IX

232

bienes de fortuna. Pero habiendo recibido en su niñez

la

ordinaria, había aprendido superficialmente su religión;

estudiado después, y en su edad adulta casi no

mejor decir, sólo con que

la

conocía con

la

donde pudiese escuchar

las

la

había

conocía, ó, por

la

Un

infortunio lo condujo á

pruebas que persuaden su verdad; y á

pesar de su oposición natural y,

malas costumbres, no pudo

quedar convencido, tuvo

no

y calumnioso semblante

el falso

pinta la iniquidad sofística...

educación

lo

que es más, de sus envejecidas

y después de del cielo, para mu-

resistir á su evidencia,

con

valor,

la asistencia

dar sus ideas y reformar su vida».

Dudar de

la

buena

de estas palabras y

fe

atribuirlas á interés ó á

humana y no conocer á Olavide, alma buena en el fondo y con semillas cristianas, por mucho que hubiese pecado de vano, presumido y locuaz. miedo, sería calumniar

No

naturaleza

la

dudo, pues (aunque

lo

negasen los viejos por

antigua mala

la

reputación de Olavide), que su conversión fué sincera y cumplida

y no una añagaza para volver libremente que entonces

escribió,

sofo desengañado^

á España. Léase

el libro

historia de

un filó-

El Evangelio en triunfo ó

donde

si la

ejecución no satisface,

sin vislumbres, ni

menos, es intachable,

el

fondo, por lo

aun remotos, de doblez ó

de hipocresía. Pocos leen hoy este

libro,

pero conserva nombradía tradicional por

circunstancias no dependientes de su mérito. El autor era un impío

convertido, penitenciado por

de

la

el

Santo Oficio, espectador y víctima

Revolución francesa. Sus extrañas fortunas hacían que unos

mirasen con asombro, otros con recelo, achacando

y

súbito cambio de sus ideas, éstos á propio interés

danos, aquéllos á últimos,

y

la

como luego

el

le

extraordinario

y móviles mun-

dura lección del escarmiento. Acertaban estos lo

mostró

la

vida austera

y penitente de Olavide

su muerte cristianísima. Dios había visitado terriblemente aquella

alma, que no hubiera podido levantarse sin un poderoso impulso de

El Evangelio en triunfo, libro, mediano, porque no alcanzaba á más el talento de su

la gracia divina.

por otra parte,

Todas

las

autor, respiran convicción

páginas A^

y

fe.

Fué,

sin duda,

obra grata á los ojos

de Dios, expiación de anteriores extravíos, y buen ejemplo, que por lo ruidoso de quien le daba hizo honda impresión en el ánimo de

PERÚ

tor.

de salvación á otros

trajo á puerto

muchos, y

233

como el aumás como acto pia-

infelices

Así debe juzgarse El Evangelio en triunfo,

doso que como

un incrédulo, Imagínese

el

libro.

Fué

la

abjuración, la retractación brillante de

reparación solemne de un pecado de escándalo.

la

poder de

ejemplo á

tal

damente debió de resonar en

las

cárceles del Terror, adorando

fines del siglo xviii,

y cuan hon-

almas aquella voz que

y bendiciendo

salía

de

las

que toda su vida

lo

había trabajado por destruir. El éxito fué inmenso: en un solo año se hicieron tres ediciones de los cuatro voluminosos tomos de

El

Evangelio en triunfo.

Con todo

eso, la malicia

de cebarse en

mucha

las

traba frío esto,

y

intenciones del autor. Decían que exponía con

argumentos de

fuerza los

de Jesucristo y

de algunos espíritus suspicaces no dejó

la

los incrédulos contra la divinidad

autenticidad de los libros santos,

débil en la refutación.

y que

se

mos-

Algo de verdad puede haber en

pero por una razón que fácilmente se alcanza; Olavide había

vuelto sinceramente á ciencia teológica ni predilecta

cía bien,

la fe

no había adquirido

la

genio de escritor que nunca tuvo. Su lectura

el

y continua durante

obras de Voltaire

•sido las

pero con

la fe,

y estaba muy

al

la

y de

mayor parte de

su vida, habían

los enciclopedistas: aquello lo

cono-

tanto de todas las objeciones. Pero en teo-

y en filosofía cristiana claudicaba, porque jamás las había estudiado (como él mismo confiesa) ni leído apenas libro algu-

logía católica

no que de

las

tratase

de

pero no para

como

cho de

la

el

da

si

nivel vulgarísimo,

apologista de

bueno para

la religión

el

simple creyente,

medianía, tampoco pudo suplir con

que resultaron

flojas

bien, á fuerza de sinceridad

la crítica religiosa

Adealzaba mu-

contra los incrédulos.

su talento, aunque lúcido y despierto, no se

le faltaba; así es

gía,

Así es que su instrucción dogmática, á pesar

buenas lecturas en que se empeñó después de su conversión,

no pasaba de un más,

ellas.

él lo

que de ciencia

algunas partes de su apolo-

y de

firmeza,

y de

ser tan bur-

de los volterianos, fácilmente suele lograr

la

victoria.

Literariamente,

el libro

de Olavide vale poco, y está escrito me-

dio en francés (como era de recelar, dadas sus lecturas favoritas

y

su larga residencia en París); no sólo atestado de galicismos de pa-

CAPITULO IX

234

y de

labras

sino de rasgos enfáticos

y declamatorios de la peor escuela de entonces. Pero también tiene en muchos pasajes giros,

unción y íervor, y aunque siempre sea peligrosa

vención del sentimiento en

que en

el libro

de

la

la historia

excesiva inter-

dogmáticas, no hay duda que lo

tesis

interesa principalmente es el

conversión del impío,

la

de

drama

psicológico de la

combates de su propia alma,

los

Es

cual el autor levanta todos los velos.

cierto

que á

fuerza

la

teológica de los argumentos del libro daña esta especie de novela lacrimosa, en que están

como ahogadas

la

preparación y

la

demos-

tración evangélicas. Quizá Olavide debió escoger entre escribir una

defensa de

ó escribir sus propias Confesiones. Prefirió

la religión,

mezclar ambas cosaSj y resultó una producción híbrida; pero que

como

tal

de

está, fué

las

primeras en que

religiosa invocó los auxilios

uno de

los

de

la

el espíritu

de restauración

imaginación y del sentimiento,

precedentes indudables de El Genio del Cristianismo;

razón bastante poderosa para que no se

la

pueda olvidar en

la

cro-

nología literaria.

Del éxito inmediato tampoco puede dudarse. Publicada en Valencia en 1798, sin

nombre de

autor, llegó hasta el último rincón

de España, provocando una reacción favorable á Olavide. Aquel

mismo año

se le permitió volver á la Península, después de diez

y

ocho de expatriación, y no sólo se le reintegró en todos sus honores, sino que llegó la munificencia de Carlos IV hasta conferirle

llos

una pensión anual de 90.000

reales, extraordinaria

tiempos y aun para éstos, pero que se consideró

sin

para aque-

duda como

indemnización de anteriores quebrantos y confiscaciones. Para

mayor

la

nombre y sus aventuras eran objeto Los vientos empezaban á correr favo-

parte de los españoles, su

de admiración y de estupor.

rables á sus antiguas ideas; pero Dios había tocado en su alma,

llamaba á penitencia. Desengañado de

mundo, rechazó todas

las

las

pompas y halagos

ofertas del ministro

nos^ hasta

que

pensando en

le visitó

1804, dejando con

mos que

el

los días

amigablemente

antiguos la

le

del

ürquijo y de Go-

doy, y se retiró á una soledad de Andalucía, donde vivió filósofo cristiano,

y

y

como

en los años eter-

muerte en Baeza

buen olor de sus virtudes edificados á

el

año

los mis-

habían sido testigos ó cómplices de sus escandalosas

mo-

PERÚ «edades, que

él

235

quizá con demasiada severidad llamaba infames.

Además de El Evangelio

en triunfo^ publicó Olavide una traduc-

ción de los Salinos, estudio predilecto de los impíos convertidos,

como por cel

no

La Harpe, haciendo en una cárde Olavide el mismo trabajo. Pero en

aquellos días lo mostraba

muy

distante de la

La Harpe y Olavide trabajaron para justificación propia y para buen ejemplo de sus prójimos, ni las letras francesas ni las españolas ganaron mucho con su piadosa tarea. Ni uno ni otro

verdad que

si

sabían hebreo, y tradujeron

muy

á tientas sobre el latín de la Vul-

gata, intachable en lo esencial de ia doctrina, pero no en cuanto á

De

los ápices literarios.

aquí que sus traducciones carezcan en ab-

y nada conserven de

soluto de sabor oriental

y

rante imaginativa, de

obscuridad solemne, de

y de aquel le

la

profético,

la

majestad sumisa,

volar insólito que levanta el alma entre tierra

hace percibir un

como

exube-

la

y

cielo,

y

dejo de los sagrados arcanos, cuando se

me-

leen los Salmos originales. Por otra parte, Olavide no pasaba de

dianísimo versificador: á veces acentúa mal, y siempre huye de las

imágenes y de cuanto puede dar color

al estilo;

absurdo empeño

-cuando se traduce una poesía colorista por excelencia, brea, en que las

más

he-

se revisten siempre de figura sen-

altas ideas

endecasílabo) contribuye á

además de

junto,

y desleimiento del con-

la prolijidad

ser poco apto para la poesía

inferior Olavide á aquellos

hebrea y tan impetuosamente

lírica.

No

sólo re-

grandes é inspirados traductores

nuestros del siglo xvi, especialmente á lírica

Luis de León, alma

I-^r.

cuando traduce á David, como

serena y clásica cuando interpreta á Horacio; no sólo cede

ma

á David Abenatar Meló

les

en

el decir,

cia del

sevillano González

hablista,

amamantado

Fr. Luis de León,

que

pensamientos ajenos flamarle

el

y

á otros judíos, crudos

le

llaneza prosaica

Carvajal,

no

y desigua-

de

nutre y vigoriza

le sostienen.

Isaías,

queda á larga distan-

muy

poeta, pero



gran-

á los pechos de la magnífica poesía de

A

y

le

Olavide

calor de los libros santos, ni

ficó los labios

la pal-

pero vigorosos á trechos, sino que dentro de su

misma época y escuela de de

la

El metro que eligió con monótona uniformidad (romance

sible.

sulta

como

levanta

mucho cuando

ni siquiera llega

á in-

carbón que tocó y purideja ninguna huella al pasar por los suyos. el

CAPÍTULO IX

236

Tradujo Olavide, además de parcidos en

y también

desde los dos de Moisés hasta

la Escritura,

varios himnos de la Iglesia, v. gr,,

Stabat Mater,

el

Salmos, todos los Cánticos es-

los

Dies

el

Veni Creator: todo

ello

el

Ircs,

Te Deum,

el

de Simeón,

Ave Maris

el

Stella,

Pange lingua y

el

con bien escaso numen.

Y

ojalá

que

el

se hu-

biera limitado á trasladar tan excelentes originales; pero desgracia-

mente

le

ros versos pareados del alma,

La

El Fin del

Providencia,

El Amor del mundo, La

magníficos asuntos hasta diez y tulo

y cantó en lánguidos y rastrehombre, El Alma, La Inmortalidad

dio por ser poeta original,

seis,

Penitencia

y

otros

coleccionados luego con

el tí-

de Poemas Christianos. Olavide serpit humi en todo

válgale por disculpa que quiso hacer obra de devoción

el libro:

y no de

lite-

que ha desterrado de sus

ratura; para eso anuncia en el prólogo

versos las imágenes y los colores. Así salieron ellos de incoloros

no llegó á hacer-

prosaicos. El desengaño le hizo creyente, pero

poeta. Increíble parece que quien había pasado por tan raras

le

vicisitudes llase

en

el

y

sentido

versos

tal

tormenta de encontrados

nunca de

la triste

insipidez

no ha-

que caracteriza sus

(l).

Mientras Olavide llenaba á Europa con fortunas, continuaba en el Perú el

(i)

afectos,

fondo de su alma alguna chispa del fuego sagrado, ni

se levantase casi

y

y

Salierio Español,

el

ruido de sus andanzas

movimiento

ó Versión parafrástica de

los

literario,

promovi-

Salmos de David, de

los

Cánticos de Moisés, de otros cánticos, y algunas oraciones de la Iglesia, en verso castellano, el

d fin de que se puedan

ca?ttar.

autor del Evangelio en Triimfo.

blado.

Madrid,

uso de los que efi

saben

?io

la imprejita de

latín.

Por

D. Joseph Do-

Año 1800,

muy

Esta versión ha sido

En

En

Para

popular, así en España

1803 se reimprimió en Lima.

París, 1850 (librería

Hay una

de Rosa y Bouret); y de

como en América.

reimpresión de los

ella,

hecha en

salmos Miserere y

De Pro-

fundis existe además una edición suelta: Versión parafrástica del salmo

y

l2g...por el autor del Eva7tgelio en triunfo, reimpreso por un devoto. (V.

é

Isla,

jo...

Vera

Noticia de las versiones poéticas del salmo Miserere (Madrid, Fuentene-

bro, 1879, pág. 198 á 201).

— Poemas

más imporPublicados por un

Christianos, en que se exponen co7i sencillez las verdades

tantes de la Religiófi,

por

amigo del autor. Segunda

el

autor del Evangelio en triunfo.

edición, en

Madrid, en

la imprenta de

Joseph Doblado.

PERÚ

do eficazmente por la cual fué

la

237

Sociedad de Amigos ó Amantes del País, de

presidente Baquíjano y Carrillo, é individuos

Rodríguez de Mendoza, Arrese, Morales y Duares, Egaña, Calero y Moreira,

el

ros,

el

los

y otros varios

canónigos

Jeronimiano Fr. Diego de Cisne-

gran propagador de los libros de los enciclopedistas,

nario Calatayud,

(l),

oidor Cerdán,

el

Obispo Pérez Calama,

Bermúdez y Millán de Aguirre,

Unanue

eclesiásticos, tales

el

Merce-

como Laguna,

Romero, Girval y Sobreviela. Bajo sus auspicios comenzó á publicarse en 1 79 1 el Mercurio Peruano revista importante que llegó á ,

y que Humboldt parece haber estimado en

constar de doce tomos,

mucho. Por

y

el

mismo tiempo apareció

Diario Erudito, Económico

el

Comercial de Lima, que sólo duró tres años.

Con

educó

estos papeles se

dependencia, á

la

generación de

la

guerra de

la In-

en rigor pertenece Olmedo, que nació pe-

la cual

ruano, aunque muriese ciudadano del Ecuador;

y á

ció también el desgraciado poeta arequipeño

D. Mariano Melgar,

fusilado por los realistas

después de

la batalla

rito

el

nombre

cual pertene-

de Humachiri en

18 14, á los veintitrés años de edad. Este trágico

ha salvado del olvido

la

y prematuro

mucho más que

del poeta,

el

fin

mé-

de sus versos, que no pasan de ensayos de estudiante aprove-

chado. Algunas traducciones, Ovidio, que

él

como

la

de

los

Remedios de Amor, de

llamó Arte de olvidar, acreditan sus buenas humani-

dades; pero sus odas

y

elegías pertenecen á la escuela prosaica del

y aun con la mejor voluntad es imposible encontrar en nada que anuncie un talento poético de orden superior. La ti-

siglo XVIII, ellas

Al Autor

tulada

mar

del

es, sin

duda,

la

mejor; pero está versifica-

da con tanto desaliño y tan poco nervio, que

(i)

Autor de uno de

los

casi todas

las

inten-

mejores libros de nuestra literatura científica de

principios de la centuria pasada, escrito con tanto espíritu de observación

como

pulcritud de lenguaje: Observaciones sobre

flue7icias en los seres organizados, en especial el

el

clima de Lima, y sus in-

hombre.

Unanue, Catedráiico de Prima de Medicina en

la

Por

el

Dr. D. Hipólito

Real Universidad de San

Marcos. Protomédico del Peni. (Madrid, imprenta de Sancha, 181 5, segunda edición.

En

el

La primera

tomo

vi

de

es la

de Lima,

1806.)

colección de Documetitos Hiéranos de Odriozola pueden

verse otros escritos del Dr. Unanue.

.

CAPÍTULO IX

238 ciones

líricas

que realmente tiene resultan

conocido generalmente por

por haber cultivado, no

acomodada

el

Melgar es

frustradas.

dictado de poeta de los yaravíes,

sin gracia, cierto

género de poesía popular

á una música indígena. Nuestra ignorancia de la len-

gua quichua y de determinar

si

las

costumbres de

Perú, nos impide

los indios del

en estos cantos hay ó no un fondo tradicional. El pro-

Melgar nos dice que

loguista de las poesías de

«.el

yaraví

una

es

composición destinada á cantarse con acompañamiento de vihuela

ó de dos quenas;

guna

variación;

muchas veces el

alma á

la

música no tiene más que un tema

la

y

monotonía del canto

esta

melancolía...

No

es el

entonces se ha hecho de la

música,

Siendo

tura...

él

yaraví

yaraví

\z.

poco á poco

canción que debemos á

enseñaron á los españoles; y desde

una composición enteramente nacional

y una canción enteramente q\.

la

sin nin-

asemeja á un golpe

repetido...; así las notas áQ\ya7'aví llevan

los europeos...; los indígenas lo

en

lo

fijo,

especial en nuestra litera-

poesía primitiva de los indígenas, las

me-

jores composiciones de este género se encuentran en quichua. Las

que se han hecho en español son traducciones ó imitaciones de aquéllas,

por

y

el

verso que se ha adoptado para estas imitaciones

común, de ocho

lo

también

el

sílabas,

en cuartetas ó

verso de menos sílabas; y es

de versos de cinco

sílabas entre los

muy

quintillas.

usada

de ocho, y á

la

es,

Se emplea

interpolación

estejj'ízrííw se le

llama de pie quebrado»

Prescindiendo de

la

cuestión de origen, en que nos reconocemos

de todo punto incompetentes, no habiendo oído cantar nunca. yaravíes ni

entendiendo una palabra de

la

lengua en que, según dicen,

están compuestos los mejores, sólo diremos que los diez yaravíes auténticos de Melgar (á quien por su popularidad se han atribuido otros muchos) nada tienen en la letra de indio ni de peruano,

meramente cancioncitas amorosas bastante delicadas y ganarán mucho con insinuante

(i)

Como

el

prestigio de la música,

y melancólica como dicen muestra pondré nn yaraví, de Vuelve, que ya

los

no puedo

Vivir sin tus cariños: Vuelve,

(l).

mi palomita,

si

y son

sentidas,

que

esta es tan blanda,

Son, sin duda, los versos

que

me

parecen mejores:

239

PERÚ naturales

más agradables de Melgar;

y

sencillos,

puros de todo rastro

Miller, que no tenía mude afectación; pero creemos que el general se aventuró demacha obligación de entender de poesía castellana,

Vuelvi á tu dulce nido. Mira que hay cazadores

Que, con afán maligno, Te pondrán en sus redes Mortales atractivos; Y cuando te hayan preso,

Te darán

No

cruel martirio:

sea que

Huye

te

cacen:

tanto peligro.

Vuelve, lid palomita,

Vuelve á tu dulce nido. Ninguno ha de quererte

Como

yo te he querido. si pretendes engañas Te Hallar amor

Habrá

más

fino.

otros nidos de oro,

Pero no como el mío: Por ti vertió mi pecho Sus primeros gemidos.

mi palomita...

Vuelve,

Bien sabes que yo, siempre En tu amor embebido, Jamás toqué tus plumas

Ni

ajé tu albor divino;

Si otro puede tocarlas

Y

disipar su brillo.

Salva tu mejor prenda: Ven al seguro asilo. Vttehíe,

No

mi palomita...

pienses que haya entrado

Aquí otro pajarillo: No, palomita mía. Nadie toca este sitio. Tuyo es mi pecho entero,

Tuyo

es este albedrío,

Y

por ti sola clamo Con amantes suspiros. Vuelve,

No Haz

mi palomita...

seas, pues, tirana;

las

paces conmigo; cansado

Ya de Me tiene tu capricho. No vueles más, no sigas llorar

Tus desviados giros; Tus alitas doradas Vuelve I

que ya expiro. que ya no puedo

á mí,

Vuelví-, 'ivir sin

tus cariños;

)

CAPITULO IX

240 siado

cuando llegó

á compararlos

Tomás Moore

Irlandesas de

Continuó todavía en

nada menos que con

siglo

xix

cación de fiestas y certámenes poéticos, aunque por lo

mejor gusto que en arzobispo de D.

muy

el anterior.

De 1802

Domingo González de

la

Universidad de San ^Marcos celebró

pujio.

la Pezuela,

Constan

y

de

las

Salazar,

común con

Reguera, y de

1

del

8 16 la

y poesía con que

recibimiento del Virrey

Ayohuma y

vencedor en Viluma, en

los autores

Dr. D. José Cavero

el

publi-

la

Fama Postuma

es la

curiosa colección de obras de elocuencia

Joaquín de

Melodías

(l).

primeros años del

los

las

Don

Vilca-

dos piezas en prosa, que fueron

Rector de aquella escuela, y

la

el

doctor

el

D. José Joaquín de Larriva y Ruiz, catedrático de prima de Filoso-

Los versos están firmados con

fía.

mayor parte son

las iniciales J. P.

acompañados de traducción

latinos,

no carecen de mérito, dentro de su género la

Universidad, hasta

el

último día de

Ll.

La

castellana;

y prueban que dominación española, que

la

fué casi el último día de su propia historia

cional é independiente,

de V. y F.

artificial,

como organismo

tradi-

no dejó de producir humanistas, ya que no

era su misión formar poetas

Vuelve,

(2).

mi palomita,

Vuelve á tu dulce nido.

A

veces usa con buen efecto

el

verso pentasílabo,

v. g.:

Mientras los astros

Van silenciosos Al mar á hundirse, Yo revolviendo Estoy

Que (

1

Poesías de D.

penas pecho oprimen...

las

el

Mariano Melgar. Publícalas D. Manuel Moscoso Melgar,

dedicándolas d la Juventud Arequipcha. Naucy,

1878.

Con un prólogo de

D. F. García Calderón, y una noticia biográfica del autor, cuyas bellas condiciones personales, novelescos amores y trágica muerte interesan

más que

sus obras. (2)

Colección de las composiciones de Eloquencia

Universidad de San Marcos de Lima celebró en de

1S16

los días

el recibimietüo de su esclarecido vice-pattono el

la

Real

20 y 21 de Noviembre

Excmo, Sr. D. Joaquín

Gobernador y Capitán general del Reino del Lima, 1816, por D. Bernardino Ruiz.

de la Pezuela Perii...

y Poesía con que

y

Sánchez...

Virrey,

PERÚ

241

El exaltado realismo de que hacen gala los Doctores de versidad peruana en esta especie de corona ofrecida dillo español,

número

Perú, y seguramente prevalecían en

metrópoli

(l).

Hasta

más secuaces que en ninguna

muy

coloniales estaban

momento

último

el

divididas en el

los partidarios

causa española tuvo

y

el fácil

fiel

de

las

políticas,

que

muy

les hacia

los

más de

allí

alegre vivir de sus moradores,

llevadera

ellos ni

conspiración militar que dividió

mando

la

risueñas ciudades

justamente enamorados de su suelo, de su cielo y de

de sus mujeres,

de

merced á un largo régimen de

prosperidad tranquila; Lima era copia

y

oficial ni

otra parte de América; las tradiciones

arraigadas,

del Mediodía de España;

la

muy

Uni-

insigne cau-

al

no ha de atribuirse meramente á entusiasmo

á impulso de adulación. Las opiniones andaban

la

la

la

hermosura

ausencia de libertades

entendían ni solicitaban. Sin

y arrancó

ejército español

el

la el

nada desinteresado, de Bolívar y sus colombianos, sabe Dios cuándo y cómo se hubiese consumado la

á Pezuela,

y

sin el auxilio,

emancipación de aquella parte del continente americano, aunque

fuese inevitable para pues, Abascal

un plazo más ó menos

y Pezuela con

largo.

Pudieron contar,

panegiristas ardientes

y no

sólo con

mercenarios cantores.

Verdad pasaron la batalla

es que,

casi

con

todos ellos

de Ayacucho

inconstancia propia del gremio poético,

la

,

al

y

el

Larriva que había escrito en cal,

(1)

en 18 1 2

el

partido vencedor

al

día siguiente de

primero de todos aquel mismo doctor 1

807

elogio universitario de

el

crear artificialmente

confiesa el principal ministro del general

la

aversión á España, según

San Martín, D. Bernardo Monteagu-

do, siniestra figura de terrorista cínico y desmoralizado.

desoladores del Nuevo cipal

de

la

Alto Perú,

discurso contra los insurgentes del

En Lima hubo que

Mundo

Abas-

había sido en los demás países

«

El odio á los el

agente prin-

revolución. Era preciso generalizar este sentimiento en el Perú y

medios que estaban á mi alcance para inflamar el odio contra los españoles, y siempre estuve pronto á apoyar las medidas de severidad que tenían por objeto disminuir su número. Este convertirlo en pasión popular.

era en mí sistema,

Empleé

los

y no pasión... Cuando

costas del Perú, existían

en

el

Lima más de

ejército libertador llegó A las

diez mil españoles; poco antes

de mi separación no llegaban á seiscientos. Esto era hacer revolución.» (Apud. Mitre, Historia de San Martin,

iii,

296.)

CAPITULO IX

242

en

1

8 16 el

fúnebre de la

sermón en alabanza de Pezuela, y en los prisioneros realistas fusilados

Punta de San Luis; pasando luego, y

alguna, á pronunciar en 1824

muertos en Junín, en 1826

el

la

1

8 19 la oración

por los insurrectos en

sin esfuerzo ni transición

oración fúnebre de los patriotas

elogio académico de Bolívar, contra

quien se desató luego en sátiras é invectivas, pocos meses después

de haberle puesto entre

los semidioses:

Mudamos de

condición,

Pero fué sólo pasando

Del poder de Don Fernando

Don Simón.

Al poder de

Era

Larri va (según refiere

el tal

el

Sr.

Palma) un clérigo de cos-

tumbres nada ejem.plares, poeta chistoso é improvisador de gran

latino

y hombre de muy despierto y agudo

prueban sus

fábulas, su

poema

café,

como lo de La Angulada y otras

burlesco

ingenio,

producciones suyas, que desgraciadamente por ser de índole personal y efímera, han padecido

que

es

muy

suerte

común de

las

de su

clase,

acontecimientos á que aluden y persevepáginas de algún curioso libro de Historia (l). Poetas

no sobrevivir á

rar sólo en las

la

los

y manera fueron otros dos improvisadores, también eclesiásticos y de costumbres no menos relajadas: el presbítero Echegaray, que reparó con los buenos ejemplos de sus últiafines á su estilo

mos años

los escándalos

de su mocedad, y

el

franciscano Fr.

Mateo

Chuecas y Espinosa, cuya vida se dilató hasta 1 858, dándole tiempo también para enmendar sus desconcertadas costumbres, hacer un auto de

fe

con

mayor parte de

la

sus versos profanos,

algunas composiciones ascéticas, de mérito

(i)

En

el

tomo

11

de

la Cohccióti

ds documentos

(2).

A

y

escribir

todos éstos había

de Odriozola están

las prin-

cipales composiciones de Larriva. (2)

P. lla

El Sr. Palma (Tradiciones peruanas, sexta serie), transcribe

Chuecas, que se

muy

la

comunicó

autógrafa, la siguiente glosa

popular en los libros de devoción: ¿Quó se hicieron de Sansón Las fuerzas que en sí mantuvo, Y la belleza que tuvo

como

del

de una redondi-

TERU

precedido

el

Ciego de la Merced, Fr. Francisco del Castillo,

falleció á fines del siglo xviii,

mas de

tes improvisaciones, la

gran repentista, sobre todo en déci-

dejando inéditas por

las cuales

habrá seguramente algunas que

achaquen: castigo providencial de todo

vez ha envilecido su

musa con

la

obscenidad y

Dejando aparte estos rezagados del

.¡Dónde está depositada?

¿Qué se hizo? ¡Ya no parece! Luego nada permanece

En

esta vida prestada.

De

Aristóteles la ciencia,

Del gran Platón el saber, (Qué es lo que han venido á

ser?

¡Pura apariencia! ¡Apariencia!

Sólo en Dios hay suficiencia; Sólo Dios todo lo sabe;

Nadie en

el

mundo

Ignorante de su

se alabe

fin.

Así lo dice Agustín, Qtie es de la ciencia la llave.

Todos los sabios quisieron Ser grandes en el saber; Que lo fueron no hay que hacer, Según que ellos lo creyeron. Quizá muchos se perdieron Por no ir en segura nave;

Camino inseguro y

grave.

en Dios no fundan su ciencia, Pues me dice la experiencia: Quien sabe salvarse, sabe. Si no se apoya el saber Si

En

la tranquila conciencia.

De nada

sirve la ciencia

Condenada á Sólo

el

perecer.

que sabe obtener.

Por una vida arreglada, ün asiento en la morada

De

la celestial Sión,

Sabe más que Salomón,

Y el que no,

fio

sabe nada.

Tradiciones peruanas primera serie. y

el

el

que alguna

cinismo

(l).

siglo xviii, la literatura

Aquel soberbio Absalón? ¿La ciencia de Salomón No es de todos alabada?

(i)

y desver-

lo licencioso

expresión otras muchas que tradicionalmente corren

de boca en boca, y entre sin razón se le

que

Palma ha publicado algunas de sus pican-

pie forzado. El Sr.

gonzado de

243

peruana



CAPITULO IX

244

del siglo XIX empieza propiamente con

Valdés y

el

el

médico D. José Manuel

diplomático D. José María de Pando. El Dr. Valdés,

protomédico del Perú y director del Colegio de Medicina y Cirugía de Lima, ocupó honesta y piadosamente sus ocios en una traduc-

muy

ción de. los Salmos,

y dulzura del

sencillez

nos trozos

Como

(l).

aunque

lez Carv^ajal,

notable por

estilo,

hablista tiene es

que ha

muchas semejanzas con Gonzá-

más prosaico que

desaliño. D. José Joaquín de

esta noble

pureza de lengua y por la que sabe á Fr. Luis de León en algu-

y decorosa versión

Mora

él

y

versifica

con más

celebró bellamente en una oda

del Salterio,

de América, y una de

salido

la

las

que

es, sin

duda,

mejor

la

mejores que tenemos en

castellano (2).

(i)

Salterio peniatto o paráfrasis de ¡os ciento cincuenta salmos de

algunos cánticos sagrados, compuesta por el Dr. D. José 1833, imp.

de

Además de

I.

Masías.



2.^

edición, París,

Manuel

Rosa y Bouret,

David y

Valdés, Lima,

1836, dos tomitos.

Salmos, tradujo Valdés los cánticos de Moisés, Ana,

los

Ezequías, Zacarías, Simeón, Habacuc y

el Alagnijicat.

Todos

Isaías,

ellos están al fin

del Salterio.

Publicó también un tomito de Poesías Espirituales {lAmai, 1818;

que

contiene tres

romances sagrados

(la

id.,

1836),

Oración, la Comunión y la Castidad),

un poemita, El alma, y algunas otras composiciones en el mismo estilo que la versión de los Salmos. Las poesías que hizo sobre asuntos profanos y de cir-

y no han sido coleccionadas. Sus escritos científicos están recogidos en un tomo de Memorias médicas (París, Rosa y Bouret, 1836). D. Juan Antonio Lavalle publicó en la Revista de Lima, y luego en cunstancias, valen poco

tirada aparte (1886), adicionándola con nuevos datos, una biografía del doc-

tor Valdés. (2)

Poesías que dedica á su patria,

1836), pág. 187.

Poesías de

Cádiz, José Joaquín de

Don José Joaquín

de

Mora

El otoñal rocío,

Las cadenas del mal, presto se libran Por las esferas puras y remotas Mis leves pensamientos,

(Cádiz,

{^didiúá, 1853), pág. 12:

Llevó ligera el aura Del arpa de Sión los santos ecos Por la extensión del mundo, y cual restaura Los mustios valles y los prados secos Tal renació en mi seno nuevo brío. ¡Cuan armoniosas vibran Las cuerdas de oro! Al escucharlas, rotas

Mora

245

PERÚ

célebre por las vicisitudes de su D. José María Pando es más de publicista que por sus versos. carrera política y por sus trabajos en Madrid, en el Seminario Nacido en Lima en 1787, pero educado España en varios puestos diplomáde Nobles, comenzó por servir á postrimerías del régimen llegando á ministro de Estado en las ticos,

inmarcesible bienestar sedientos. Ora en piélago inmenso admiración estática me inunda,

De De

Cual alba nube de oloroso incienso, Y me muestra en la bóveda profunda, Con luz candida escrito,

Tu nombre

santo

Ora en

De mi

¡olí

el

numen

hondo

ser deleznable

me

infinito!

centro introduce,

Y

mi flaqueza mísera, do encuentro El móvil criminal que me conduce Por la senda torcida, Lejos de los raudales de la vida. Ya contra los impíos Fulmina maldición y en ira santa

Se enardece. Sus torpes desvarios Revela al universo, y los espanta

Con anatema, Cuando

y gimen,

lo escuchan, los

Ó

que

al justo

oprimen.

ya en abatimiento,

Melancólico y

Regando con

flébil se reclina,

su lloro el pavimento,

cual serpiente pérfida y maligna,

Y

Lo

hiere despiadado

El recuerdo funesto del pecado. ¡Con qué magnificencia la creación la maravilla suma Retrata esplendoroso, y la alta ciencia

De

Que

del mortal la pequenez abruma,

Y Y

lo

deslumbra y ciega,

á vergonzosa confusión lo entrega! Él nos muestra el gigante

Que

se levanta á recorrer la vía,

yo enmudezco de terror... Pujante Desátase la mar con rabia impía; Y el mar lo mira y huye, Trueno es su voz, que mata y que destruye. Humean en su cima

Y

Los montes

si él

derrama remotos climas.

los toca, y él

Centella y hielo en los Del cedro altivo la frondosa rama

Con blanda mano

Y

riega,

á su mandato el huracán la pliega. De Tarsis los navios

Rompe

cual paja en su furor; suspende

CAPÍTULO IX

246 constitucional de

1

823, Ciudadano del Perú desde

1

824, fué minis-

de Hacienda con Bolívar y plenipotenciario para el Congreso de Panamá. Sucesos posteriores le movieron á emigrar de su país tro

y volver en

1

83 5 á España, donde tomó parte activa en nuestra muerte, acaecida en 1840. Era hombre de vasta

política hasta su

lectura,

muy

conocedor de

las ciencias sociales

y de

la historia

mo-

y escribía en prosa con claridad y nervio. Sus producciones más conocidas son: Mercurio Peruano^ periódico publicado en derna,

1827; Pensamientos y apuntes sobre moral y política (Cádiz, 1837),

y Elementos de Derecho internacional QAdiáúá^ 1 843), si bien esta última, que ha tenido mucha boga, apenas merece considerarse más que como un plagio de la excelente obra de D. Andrés Bello, á quien sigue paso á paso, copiando textualmente sus mismas palabras

en casi todos

los capítulos (l).

En medio

Hizo también elegantes poesías, aun-

de los ámbitos vacíos

Del

ser mortal la habitación, y enciende

Que

vierten alba luz en las esferas.

Magníficas lumbreras

Mas ¿dónde me

arrebata,

entusiasmo que me inspira Tu canto armonioso? Cual retrata Fiel el agua la imagen, tal la lira De León, en tus manos. De David nos revela los arcanos: Valdés,

el

Sonora en la alabanza obras de Dios; y plañidera Cuando el profeta humilde su esperanza Fija en Dios; y dogmática y severa

De

las

La

ley divina y el precepto sano.

Cuando

dicta al

humano

No siga yo atrevido Tu raudo vuelo. Con humilde

tono

Preludiaré en silencio y en olvido Rústica endecha; mientra al alto trono

Do

el

Sempiterno

El monarca inspirado (i)

Son dignas de

citarse,

te

luce.

conduce.

por su moderación ejemplar y suave ironía, las

palabras con que Bello dio cuenta de este escandaloso plagio en

El Araucano

de 29 de Agosto de 1845:

«Comparando con

los Elementos de

los Principios de

(de Chile) título

el

Derecho Iniernacional de D. José M.* Pando

Derecho de Gentes publicados en esta ciudad de Santiago

año de 1832,

casi

de una nueva edición de

pudiéramos dar á la

la

publicación española

el

obra chilena, aunque con interesantes in-

PERÚ

247

que en escaso número; algunas traducciones de odas de Horacio, y una Epístola política á Próspero, ó sea á Bolívar, más elocuente que

ma-

poética, pero bien escrita, con calor en algunos pasajes, con

que

jestad en otros. ¡Lástima

autor no hiciese

el

el

menor

esfuer-

y tantas asonancias indebidas como afean de versos sueltos! Sin duda Pando tenía habi-

zo para evitar tantas

aquella larga tirada

oído á

tuado

el

paran

(i).

En

1

la

poesía italiana, en que

las

83 1, por los días en que Pando figuraba

asonancias no se re-

al frente

del partido

conservador del Perú, llegó á Lima, expulsado de Chile por D. Die-

go

Portales, el ingenioso gaditano

D. José Joaquín de Mora, á quien

de aquí en adelante vamos á encontrar en americanas

como maestro ó como

casi todas las repúblicas

periodista: brillantísimo

postre benéfico aventurero literario, qui mores multoríim

y

á la

hommum

vídit et urbes.

Asociado en Lima con tales

como Pando, D.

los

hombres más distinguidos del

país,

Felipe Pardo, D, Manuel Lorenzo Vidaurre

(2),

terpolaciones é instructivas notas. D. José M.^ Pando no ha tenido reparo en copiarla casi toda al pie de

la

letra

,

ó con ligeras modificaciones verbales,

que muchas veces consisten sólo en intercalar un epíteto apasionado, ó en trasponer las palabras. Es verdad que hace al autor de los Pri7tcipios el honor

menudo, y de cuando en cuando con términos muy lisonjeros, «complaciéndose en confesar que le debe las mayores obligaciones». Pero el mayor elogio que ha podido hacerle es el frecuente y fiel traslado de sus

de

citarle á

ideas y frases, aun cuando se olvida de darle lugar entre sus numerosas referencias.

Como

quiera que sea,

el

autor de los Principios tiene menos motivo

para sentirse quejoso que agradecido. Pando les ha dado ciertas galas de filosofía

y erudición que no

variada lectura, en que

tal

vienen mal; y sacando partido de su vasta y vez no ha tenido igual entre cuantos escritores les

contemporáneos han enriquecido

la

lengua castellana, derrama curiosas y

selectas noticias sobre la historia y la bibliografía del

^/«¿í Amunátegui (D. Miguel Luis), Vida de D. Andrés (i)

La

Epístola d Próspero se imprimió en

Lima en

Derecho público.»

Bello, pág. 360.

1826,

y está reprodu-

cida en la América Poética, de Gutiérrez. (2)

Publicista fecundísimo, y algo estrambótico en sus ideas y estilo,

que

participan del cinismo sentimental de la escuela de Juan Jacobo Rousseau.

Bajo este aspecto son (Filadelfia, 1825,

muy

curiosas sus Cartas americanas, políticas ymorales

dos volúmenes), miscelánea de confesiones eróticas, relatos

Mbnkndez t Pklato. — Poesía

hispano-arntricana,

II.



CAPÍTULO rx

248

D. José Cavero y Salazar, D. Andrés Martínez,

Unanue,

lito

fundó

etc.,

za de derecho natural

y

el

el

médico D. Hipó-

Ateneo del Perú, donde dio

la

enseñan-

público; imprimió unos Cursos de Lógica

Ética, según los principios de la escuela de

Edimburgo

(1832),

y

y

co-

poema de Don Juan, imitación de Byron, del cual escribir más que los cinco primeros cantos (l). Era

menzó

su extraño

nunca

llegó á

Mora, más bien que poeta inspirado, admirable versificador; en sus composiciones

y aun

líricas resulta flojo

ción joco-seria, en la fábula

y en

prosaico, pero en la narra-

la sátira,

su estilo es un raudal de

chiste,

de amenidad y desembarazo descriptivo, de

cias

genial

y

humorismo,

calificativo

cipalmente se había formado en

Su ejemplo y

ses.

Lima, hasta por

felices

que cuadra bien

á

ocurren-

quien prin-

escuela de los humoristas ingle-

la

su doctrina literaria fueron de gran provecho en

mucho que armonizaban con

lo

del ingenio peruano:

puede decirse que

fué el

ciertas tendencias

segundo maestro de

D. Felipe Pardo, después de Lista. Las dos epístolas que Mora

de

viajes

3'

proyectos de reforma

social.

Es curioso también por

diri-

el radicalis-

su Plan del Perú, escrito en Cádiz en 18 10, y publicado en Filadelfia, 1823, amarga censura de los vicios de la administración colonial. Como jurisconsulto, redactó proyectos de Código civil, Código penal y Código

mo

de

las ideas

eclesiástico.

En

sus últimos años pareció retractarse de sus opiniones hetero-

doxas, diciendo de res,



propio que «pues había seguido á Olavide en sus erro-

también quería ser su prosélito en

el

arrepentimiento». Pero el libro

que escribió para combatirse á sí mismo (Vidaune contra Vidaurre), fué impugnado en el Ecuador por el célebre franciscano Fr. Vicente Solano (controversista del género del P. Alvarado) y prohibido por la Curia eclesiástica de Lima, que encontró en él muchas proposiciones censurables. Vid. Conde-

nación del libro iitulado: Vidaurre contra Vidaurre, por el limo. Sr. D. Francisco de Sales Arrieta,y

M el P.

M.

censuras hechas por el presbítero D. José Mateo Aguilar

Fr. José' Seminario, Lima, \%i,o.— El penitente fiíigido, visto en su

verdadero punto, ó critica sobre el folleto intitulado rrey.

Por Fr. Vicente Solano. Cuenca

tomo

IV

de

las

Obras de

I'r.

«

Vidaurre contra Vidau-

(del Ecuador), 1841.

el

Vicente Solano, precedidas de la biografía del autor

por Atttonio Borrero. Barcelona, 1895. La impugnación del y autoridad del Papa, sobre

sobre

la infalibilidad

sobre

la disciplina eclesiástica.

(i)

Reimpreso en

Se publicaron anónimos en Madrid en

aunque tienen octavas muy notables.

la

P.

Solano versa

autoridad de

la Iglesia

y

1844, y son casi desconocidos,

PERÚ

249

gió á Pardo (l) están llenas de sabios consejos literarios é informa-

das por un templado eclecticismo, de sentido escocesa, que fué siempre

el sello

de

la crítica

D. Felipe Pardo y Aliaga, uno de

común ó de de Mora (2).

escuela

los discípulos predilectos

de

Lista, es el verdadero representante de nuestra escuela clásica en

antiguo virreinato del Perú, y sin duda

el

la

muerte

el

común

tributo.

más notable de

menos de

escritores limeños del siglo pasado, á lo

pagado á

el

Como

los

los

que ya han

hablista en verso, sólo

y en la sátira política va delante de todos bien no respetase siempre los límites que separan

á Bello cede la palma, los

americanos,

si

toda composición poética (por reflexiva y didáctica que quiera ser)

de un

folleto

ó artículo de periódico. La Epístola á Delio,

de Constitución y otras piezas por duda,

las

más

geniales

y

más

las

mismo

el

interés poético, los

parodia

que son,

curiosas del poeta, adolecen á

nudo de esa continua preocupación de cual, sin ganar en ardor

estilo,

la

los

sin

me-

negocios del día, con lo

y animación, pierden

algo de aquel des-

de aquel puro culto del arte, que en Horacio y en

verdaderos satíricos horádanos,

tales

como

Parini

y D. Leandro

Moratín, brilla siempre y se sobrepone á toda otra consideración de utilidad social inmediata. los ojos

Aun

con este lunar, que quizá no

lo sea á

de todos. Pardo debe ser respetado siempre, no sólo como

escritor pulcro

y

atildado, sino

tumbres, y algunas de sus

como

letrillas

ingenioso observador de cos-

pueden

figurar sin desventaja al

lado de las de Bretón.

La educación de Pardo

había sido severamente clásica,

y

(i)

Poesías de D. José J. de Mora, Madrid, 1853, págs. 241 á 257.

(2)

Sobre

la

estancia de

fluencia poh'tica y literaria

Luis Amunátegui.

clásicos

Mora en diversas repúblicas americanas y la inque allí ejerció, es libro capital el de D. Miguel

D. José Joaquín de Mora... Apwites

biográficos.

Santiago

de Chile, 1888; al cual debe añadirse, como apéndice, el estudio de D. Domingo Amunátegui Solar, Moi'a en Bolivia, publicado en los Anales de la Universidad de Chile, Febrero de 1897.

Uno y

de Mora desconocidas en España, entre Olmedo,

inserta en el Merairio

otro reproducen bastantes poesías ellas

una epístola en verso suelto á

Peniano (Lima,

4

de Marzo de

1829),

y otra

en tercetos á persona desconocida, que apareció en El Telégrafo, periódico de la misma ciudad, en 10 de Julio del mismo año. (Vid. Mora en Bolivia, páginas 5-14.)

CAPITULO IX

250

fueron siempre sus modelos. Su poesía es fruto legítimo de

y severa de fines del siglo de Moratín, pero con más animación y

es-

especialmente de la

xviii,

cuela culta

la

con viveza

alegría,

criolla,

con un género de chiste peculiarmente limeño, aunque de especie

muy

y

fina

aristocrática. Cultivó

Pardo varios géneros y ninguna

A

Olmedo y su magnífica traducción

sin habilidad

oda

fortuna: su

A

oda de Víctor Hugo

de

la

no

le faltaba

sos;

y

en

las

numen

columna de Vendóme, prueban que

la

amor son

sus versos de

lírico:

muy amigo y

discípulo durante su destierro en Chile:

llegó á escribir del

poema

Isidora, es lo mejor

excepción de los cuentos de Batres;

en variedad de metros, que tico,

tituló

único canto que

el

america-

la literatura

y, finalmente, la fantasía

La Lámpara,

excepcional en sus obras, pero nada

en cierto

que en este género de

narraciones domésticas ó de costumbres tiene na, á

gracio-

y

octavas de El Peni hay primores descriptivos que pare-

cen robados á Bello, de quien Pardo fué

modo

fáciles

es un ensayo

infeliz,

como

lo

román-

prueban

estos versos:

Lámpara

solitaria ardí

en

el

templo,

Y, aunque con luz escasa, ardí constante,

Y

por siete años que bramó incesante,

No me apagó una

Pero aunque fuese capaz de

vez

el

huracán.

con lucimiento de cualquier em-

salir

presa, porque para ello tenía caudal suficiente de doctrina

y prendas de la

de poeta

en sus

poeta, sino

versificador nada vulgares, su verdadera vocación fué

satírico,

ya

festivo

y suavemente epigramático, como

ya cáustico censor y austero moraHsta, como en las citadas, en las cuales se ve de cuerpo entero, no sólo al al

político conservador: naturalezas

llegado á ser inseparables.

charlatanismo político

no en

gusto,

letrillas,

dos sátiras

al

y

la

,

que en

á las constituciones escritas en le

habían

á la anarquía, al desenfreno,,

Su aversión

conciencia de los pueblos,

él

llevaba hasta

el

el

papel

y

chistoso ex-

tremo de invocar á cada momento en sus versos, no ya el sable del dictador, sino el garrote ó la tranca, que consideraba como único remedio

Pardo

eficaz para la indisciplina fué,

no soJamente poeta

de su

lírico,

país.

sino también poeta dramáti-

251

PERÚ

aunque en pocas obras, y todas de su juventud

co,

de Gorostiza,

el

América, con

la

en

más notable representante

quien nada americano hay más que

y

sadas

escritas

es

cómico en

lo

son

las

de Gorostiza, en

patria de su autor; sino pen-

la

tres estas

comedias

:

Leocadio, ó el aniversario de Ayacucho,

La segunda

del teatro

para un auditorio limeño, con tipos y escenas pro-

Son

pias del país.

Es, después

ventaja de no ser sus comedias puramente españolas

costumbres que retratan, como

las

(l).

muy

un juguete

Frutos de la educación,

Una huérfana

Don

en Chorrillos.

graciosamente versificado, con imi-

tación visible del estilo de Bretón, pero cuya idea fundamental está

tomada de un raudeville

Las otras dos son enteramente

francés.

y verdaderas y muy apreciables comedias de costumbres género de Moratín y Gorostiza, sin ningún rasgo que pueda de-

originales,

del

cirse

peculiarmente bretoniano.

En

su propósito moral, que no es

otro que poner de manifiesto ios vicios de

producen

el

tema de

las

dos comedias de

la

mala educación, re-

Iriarte:

El

Señorito

mimado

y La Señorita mal criada, pero no adolecen de su frialdad pedagógica, y la pintura de las costumbres es viva y chistosa. El escrúpulo en la observancia de las unidades clásicas llega hasta el extremo de reducir

la

menor que

acción á plazo

el

de veinticuatro horas. Las

comedias de Pardo, aunque puedan tacharse de tímidas y acompasadas, son los productos más nobles y decorosos que hasta ahora ha dado

como

la

otras

y valen tanto, por lo menos, españolas muy celebradas del mismo género y escuela,

musa cómica

por ejemplo,

No

La Niña

del Perú,

en casa, de Martínez de la Rosa.

obstante, ha de confesarse

que Pardo, más bien que poeta

cómico espontáneo y original, es un satírico y moralista en forma dramática. Su genio era ese, y sus comedias ganan mucho si se las considera

como

sátiras dialogadas; así

costumbres que publicó en 1840 con tierra,

profesando seguir

recuerdan más

la

las huellas

los

el título

amenos cuadros de de El Espejo de mi

de Larra y Mesonero Romanos,

punzante manera del primero, aunque sin su dejo

Entonces hizo también algún ensayo trágico, que no está incluido en colección de sus obras. Queda memoda de una Cíiteninestra, probablemen-

(i)

la

como

te imitada ó traducida de

la

de Soumet.

CAPÍTULO IX

252

amargo y misantrópico, que la inofensiva y bonachona del segundo. En prosa, lo mismo que en verso, fué Pardo correctísimo escritor, y hasta sus alegatos jurídicos y los documentos cancillerescos que suscribió, están redactados

con buena

muy

literatura,

rara en

nero de papeles, que pocos se atreverían á coleccionar hizo, sin

(i)

detrimento alguno de su fama

No dedicamos más

espacio

al

tal

como

gé-

él

lo

(l).

estudio de este recomendable escritor,

por haber sido ya apreciado con recto

criterio

en

el

discurso que en sesión

pública inaugural de nuestra Academia leyó en 1870 el Sr. D. Patricio de la

Escosura sobre Tres poetas contemporáneos: Pardo, Vega y Espronceda. Pardo valió mucho, pero resulta un poco achicado por la compañía; sin que el haber sido discípulo de Lista (lugar

común de

nuestras biografías literarias del

porque todo maestro tiene discípulos buenos, medianos y malos. No fué ciertamente Pardo de estos últimos; pero comparado con los autores de El Hombre de Mundo y de El Estudiante de Salamanca, sin escrúpulo se le puede poner entre los segundos. Don Felipe Pardo y Aliaga nació en Lima el 1 de Junio de 1806. Su pasiglo xix) baste para justifioarlo,

1

dre, regente

de

la

Audiencia del Cuzco, se trasladó á

la

Península en 1821,

y Pardo hizo sus estudios en el colegio de San Mateo, y luego privadamente en casa de D. Alberto Lista. Su maestro le conservó siempre extraordinario afecto, y todavía en 1838, á los sesenta y tres años de su edad, le dirigía aquellos

elegantes versos que terminan con una reminiscencia virgiliana:

No

temas, mi Felipe, los furores vil, alborotado y leve,

Del vulgo

Si roto el freno, en trágicos horrores

La común

patria á sepultar se atreve.

Ni su ignorante aplauso

Cuando mimosa

te

envanezca

la falaz fortuna

Fácil á tus deseos aparezca

Y

te

eleve hasta el cerco de la luna. el varón justo y grave, el ciudadano

Que

Veraz, que tiene la virtud por guía.

Ni Ni

al al

dogal se amedrenta del tirano, aura popular su pecho fía.

Yo recuerdo ¡ay de mí! los bellos De tu primera juventud dichosa. Cuando por mí adestrado

Á

Horacio y Newton su

le

días

pedías

laurel y rosa.

Pero del mando hollar la instable senda Al alumno de Erato no desdice: El valor y virtud de ti se aprenda, Y la fortuna de otro más felice...

Pardo regresó

al

Perú en

1828, y

empezó por dedicarse

al ejercicio

de

la

PERÚ

253

«

Heredó

la

vena

satírica

de Pardo, aunque no su aticismo,

cultura, ni su delicado gusto, D.

poeta festivo y

articulista

dramático. El Perú

dad y en calidad rica.

al

le

ni su

Manuel Ascensio Segura, también

de costumbres, pero, sobre todo, poeta

debe un repertorio cómico, superior en

canti-

que puede ofrecer ninguna otra sección de Amé-

Hasta once comedias suyas se han coleccionado, y dio á las

tablas otras dos,

que todavía están

gura lindan muchas veces con

inéditas.

la farsa:

aun

Las comedias de Se-

las

Na

ó más actos son saínetes largos, excepto

compuestas en Catita,

que

tres

es ge-

nuina comedia de carácter, y estudio bien hecho de un carácter de beata maldiciente salva del

y embrollona, que por

amaneramiento inherente á

cido en las tablas.

Domina en

los

ciertos rasgos locales se

la repetición

cuadros de Segura cierto mal

tono que, según creemos, debe achacarse sociedad que describe.

la

En Lances

al

poeta más bien que á

de Amancaes, por ejemplo, los

que quieren ser caballeros y damas de limeña, pasan gran parte de la acción bebiendo personajes,

proceden en consonancia con

abogacía; pero

como

muy pronto tomó

de tipo tan cono-

tal refresco.

la

mejor sociedad

y hablan y Pero no hay duda que pisco,

parte activa en las contiendas políticas,

redactor del Mercurio Peruano y de

El

Conciliador.

En

1829 y 1833 dio

á las tablas dos de sus comedias. El general Salaverry le confió en 1835 una

misión diplomática para Chile, y después de

la

caída y

personaje, permaneció en esta república solicitando chilenos contra

el

la

muerte de aquel

intervención de los

general Santa Cruz, dictador del Perú y Solivia. Para ello

fundó un periódico titulado El Intérprete. Sería largo y de poco interés para el

lector

tuvo en

europeo dar cuenta de la

los esfuerzos

de Pardo y de

caída del Protector Santa Cruz, y de

cómo vino

la

parte que

á ser proscrito

mismo Gobierno que él había contribuido á fundar. Sólo en 1840 pudo volver á Lima, y se le nombró magistrado del Tribunal Supremo (llamado

por

el

á la írancesa Corte Superior).

Nuevos trastornos

políticos le obligaron á nue-

vas expatriaciones, y de resultas de tanta felicidad democrática

como

disfru-

tan aquellos bienaventurados países, su salud acabó por quebrantarse grave-

mente, quedándose paralítico y ciego en lo mejor de su vida. Antes había sido en dos ocasiones distintas Ministro de Relaciones Exteriores. Falleció

en 24 de Diciembre de

1868.

Al año siguiente fueron coleccionadas sus obras

en un lujoso volumen publicado en París con

en prosa de D. Felipe Pardo (Paris, A. Chaix y C.^,

de

los libros

que más honran

la literatura

de Poesías y Escritos 18Ó9). Es, en conjunto jno

el título

americana.

254

CAPÍTULO IX

Segura hace

reir

con

risa inextinguible;

saladas ocurrencias del la

vena aguda y

América da,

jovial

que

del Sur;

más puro

criollismo;

que hace de

que despunta en

los peruanos, los

la versificación

aunque incorrecta, recuerda

que sus piezas abundan en

la

ellas

andaluces de

la

abundantísima y desenfada-

maravillosa espontaneidad de

Narciso Serra, con quien ofrece Segura más puntos de analogía que

con Bretón otro se le

con D.

Ramón de

Cruz, por más que con uno y haya comparado; y finalmente, que este autor tiene el méni

la

rito indisputable

de haber reproducido con fidelidad y gracia los principales aspectos cómicos de la vida limeña, así en sus piezas de

costumbres domésticas como en gracia.

de costumbres políticas, verbi-

las

Un Juguete y El Resignado, y aun en

como El Sargento

las farsas populares,

Canuto.

El ingenio cómico de Segura ha dejado también algunos chispazos en sus

en sus sátiras pohticas y en los artículos de cos-

letrillas,

tumbres que publicó en La Bolsa y en El Cometa, pero no aparece completo más que en sus obras escénicas (l).

Nació D. Manuel Ascensio Segura en Lima en 1805, y murió en 1871. Sirvió a] principio en el ejército, llegando á sai-gento mayor, y luego fué co(i)

misario de Guerra y Marina, secretario de gobiernos civiles (que en el Perú llam.an prefecturas), vista

y administrador en varias aduanas, y en 1860 diputado á Cortes. Fundó en 1839 El Comercio de Lima, decano de la prensa peruana; en 1841

doce números, Fr. Gerundio,

En sátira

La

Bolsa, y después

escritos

El

enteramente por

Cometa, del cual sólo aparecieron

él,

á imitación de las Capilladas de

que lograban entonces tanto aplauso.

1849 publicó en

la

ciudad de Piura otro periódico, El JMoscón, todo de

personal y política, hoy muerta y casi ininteligible.

En

este genero in-

derrochó Segura mucho tiempo y mucho ingenio. Nadie lee hoy, y hasta ha sido excluido de la colección de sus obras, el poema satírico La Pelifeliz

muerlada, en variedad de metros y en más de mil doscientos versos, distribuidos en veinticuatro cantos.

Su primera comedia fué El Sarge7ito Canuto, representada en 1839. Las restantes piezas de su repertorio son: La Moza Mala, La Saya y Manto, El Resignado, Na Catita (ña es diminutivo peruano de doña), Un juguete, Lances de Amancaes, Nadie me la pega. La Espía El Cacharpari, El Santo de Panclii^

ta (en colaboración con D. Ricardo Palma), Percances de viudas. Estas dos son las únicas \ comedias de

que

faltan

en

la

un remitido, Las

tres

colección de Artículos, poesías

Manuel Ascensio Segura (Lima, por Carlos

Prince, 1886).

PERÚ

misma generación

255

que D. Felipe Pardo y que Segura, aunque de menor edad que ellos, un hermano del priPerteneció á

la

literaria

mero, D. José Pardo y Aliaga, de excelente educación clásica, como lo prueba su oda A ¡a independencia de Ainé?-ica, laureada en un

certamen de

en algunas

Á

estos

y de

Chile;

estro satírico

no

inferior al

de su hermano,

letrillas.

nombres, á

los cuales

pueden añadirse, con algún otro

más obscuro, los de D. José María Seguín, D. Manuel Ferreyros, D. Ignacio Novoa (l), D. Miguel del Carpió, magistrado y estadista, que no por el mérito de sus versos, sino por su tertulia literaria y por generosa protección que concedía á los literatos noveles, ha con-

la

seguido pasar á

por

los

estaba reducido

la historia,

el

ameno

«De 1848 febril

más interesantes porme-

Ricardo Palma, que fué y principales ornamentos.de ella (2).

é ingenioso escritor D.

continúa siendo uno de los

pasión

grupo clásico de Lima

años de 1848. Entonces entró en e^scena una nueva genera-

ción literaria, sobre la cual nos ha dado los

nores

el

1860 (escribe Palma) se desarrolló en

á

por

la

literatura.

motines, consecuencia lógica de

el

Perú...

Al largo período de revoluciones y lo

prematnro de nuestra independen-

había sucedido una era de paz, orden y garantías, inundábanse

cia,

planteles de educación: la Escuela de Medicina adquiría prestigio,

impulsada por su torio ra,

ilustre

decano D. Cayetano Heredia; y

de San Carlos, bajo

la sabia

el

Convic-

dirección de D. Bartolomé Herre-

reconquistaba su antiguo esplendor. Por entonces llegaba de Es-

paña D. Sebastián Lorente, era nombrado rector del Colegio de

(i)

Vid. Riva Agüero,

Peni

Caráctei- de la literatura del

indepejidietife

(Lima, 1905, págs. 71-73)-

FerrejTOS tradujo en prosa

el

Childe-Harold de Byron (se halla en

gunda Revista de Lima, que comenzó á aparecer en D. Ignacio Novoa publicó en

la

la

se-

1873).

primera Revista de Lima (1S60-1S68) tra-

ducciones en verso de algunas poesías de Víctor

Hugo y

Béranger, y en pro-

sa de algunos Pensamientos de Joubert, algún capítulo de Montaigne y alguna

escena de Shakespeare. Había leído bastante y no carecía de doctrina literaria,

pero escribía

(2)

lado

muy

Vid., al frente

La Bohemia

mal en prosa y en verso.

de

las

Poesías de Ricardo Palma (1S87);

limeña de 1848 á 1860: confidencias literarias.

el estudio titu-

CAPÍTULO IX

256

Guadalupe, y ante un crecido concurso daba lecciones orales de

Lorente era un innovador de gran talento, y victoria fué suya en la lucha con los rutinarios. La nueva genera-

y de

historia la

ción

le

literatura.

seguía

y escuchaba como

á

un apóstol»

(l).

Efectivamente, aquella juventud literaria se entregó en cuerpo y alma al romanticismo español, como la de la República Argentina se había entregado al

Arólas,

romanticismo francés. Espronceda, Zorrilla,

Bermúdez de Castro y Enrique Gil contaron desde luego gran

número de

fervientes imitadores; pero quien fascinó

su ejemplo á todos los principiantes, fué

rrectísimo poeta montañés

blado

al tratar

el

y arrastró con inspirado aunque inco-

Fernando Velarde, de quien ya hemos ha-

de Guatemala, y cuyo gusto y

huella en casi todas las repúblicas

estilo

dejaron profunda

de América. Talento

original,

pero inculto y bravio; imaginación poderosa cuanto desequilibrada;

un mal gusto que parecía ingénito é indomable, puesto que

resistió

á

toda disciplina y- fué creciendo monstruosamente con los años; alma

vehemente, apasionada y

triste,

con dejos de candor

infantil

y

visio-

nes de iluminado; una potencia de versificador capaz de levantar en

peso

moles de los Andes, pero de

las

tino ni juicio, convirtiéndose

la cual

usaba y abusaba sin

muchas veces en retumbante zurcidor

de alejandrinos huecos; un sentimiento profundo y

casi místico

elevadas aunque confusas aspiraciones de ultratumba;

la naturaleza;

un idealismo más germánico que español, ataviado con de jipijapa y

(i)

losofía

el lujo

el

la

sombrero

charro del indiano de nuestra costa cantábrica:

D. Sebastián Lorente, que murió en 1884 siendo Decano de

de Letras de

de

la

Facultad

Universidad de Lima, publicó algunos libros de texto de Fi-

y Literatura, y varios tratados históricos bien escritos, pero demasiado

compendiosos y con poca ó ninguna novedad en la investigación: Historia antigua del Perú, Lima, 1860; Historia de la Conquista del Peni, 1861; Historia del

Perú bajo

segundo en toria del

la dinastía austríaca,

dos tomos,

París, 1870; Historia del

Perú desde

la

Peni bajo

el

primero en Lima, 1863;

los Barbones,

Lima

el

1871; His-

proclamación de la Independencia, Lima, 1876;

La

civili-

zación peruana indígena, Lima, 1879.

Como

expositor claro y ameno, cumplió bien con su vocación didáctica.

En España nadie recuerda los servicios

armónico.

que prestó á

su nombre, pero su patria adoptiva no ha olvidado la

reforma universitaria, con sentido conciliador y

PERÚ

257

todas estas cualidades, á primera vista inconciliables, concurrían en

fecundo y excéntrico vate de Hinojedo, á quien nuestra historia

el

ha olvidado malamente, porque en condiciones nativas fué

literaria

superior á muchos, y en influencia fuera de su tierra sólo Zorrilla,

Espronceda y Tassara pueden aventajarle entre nuestros románticos.

Cuando Velarde tiempo en

la isla

llegó al

de Cuba,

versos: la Despedida

Perú después de haber residido algún

3^a

había escrito algunos de sus mejores

á Sa^ttander^ El Pico de

Teide, la Meditación en

la isla de Pinos, todos los cuales coleccionó en

en Lima en 1848, con

el título

un tomo publicado

de Flores del Desierto. Redactó, ade-

más, durante dos años, un semanario de literatura, El Talismán, y se hizo tan notorio por los aciertos y esplendores de su musa, cuan-

que defendió

to por el generoso ardor patriótico con

el

nombre de

España, y por las rarezas de su irascible condición, que le atrajeron pesados lances, obligándole por fin á emigrar en 1 85 5 á otras repúblicas, primero al Ecuador, después á Bolivia

mente á Guatemala, siempre con nil

en

los labios:

la frente

y

á Chile,

erguida y

el

y

final-

canto varo-

dejando por donde quiera admiradores y discípu-

los (l), halagado unas veces por la fortuna, reducido otras á la indi-

gencia: raro personaje, sin duda, pero

raza que tanta sangre ñola.

De

y

nunca vulgar

tanto sudor ha vertido en

su estancia en el Perú

y repúblicas

ni

la

indigno de su

América espa-

limítrofes datan las prin-

cipales composiciones de "V^elarde: las valientes octavas

185

1

con que en

saludó al pabellón español en medio de los insultos y agresio-

nes de

la

Ecuador,

plebe de Lima, el

el

canto descriptivo de Los Andes del

otro canto en alejandrinos

donde hay muestras de

lo

mejor y de

tima Melodía Romántica, que por



A lo

la cordillera

peor de su

de los Andes,

estilo,

y

La

Úl-

sola bastaría para acreditarle

de gran poeta. Murió Velarde en Londres en 1881. La colección más completa que conozco de sus versos es la titulada Cdtiiicos del Nuevo Mundo, impresa en (i)

Nueva York en

1860.

Sé que en Londres publicó un nuevo tomo en 1871,

pero no he llegado á verle. Serán probablemente de extrema decadencia,

como

los

que en Torrelavega coleccionó después con

de la Montaña.

el título

de La Poesía

:

:

CAPÍTULO IX

25S

En

el

Perú tuvo Velarde émulos, pero tuvo en mayor número

apasionados fanáticos, sobre todo en

grey

la

juvenil.

Son

los

que

Palma llama bohemios y cuyas memorias biográficas ha recogido con piadoso celo. Algunos de ellos, como el ilustre guayaquileño Don

Numa

Pompilio Liona,

Unanue

mismo Palma, D. Pedro Paz -Soldán y

el

(Jiian de Arona), D, Luis Benjamín Cisneros, D. Arnaldo

Márquez (traductor de Shakespeare) y otros varios, viven (l). De que han muerto diremos algo, guiándonos principalmente por noticias del Sr. Palma, puesto las

obras completas, y otros

los las

que no de todos hemos logrado ver

ni siquiera las

han coleccionado.

D. Manuel del Castillo (f 1 871), «vate tan incorrecto como sentimental», era arequipeño como Melgar, y á imitación suya, compuso

jj^tzríZZ'/Vi',

que

de los cuales puede servir como muestra

tiene reminiscencias de

el

siguiente,

uno de nuestros más bellos romances

viejos

Ya que para mí no ¿Por qué te vas y

vives,

me

dejas?

Prenda querida Viviré

como

viuda

!a

Tortolica que ha perdido

Su compañía.

Como Por

la

nave agitada

los vientos,

Del mar

resiste

las iras,

Es juguete de

Y

que

'as olas,

sin arribar al

puerto

Se hunde y abisma. Como paloma que el nido Vio en

la selva,

Hecho

Y

rayo

cenizas,

la

Con saña

Hoy

el

cuando huía gimiendo,

El cazador

(i)

por

acechaba impía.

todos ellos han fallecido, á excepción de D. Ricardo Palma, que

prosigue deleitando con los primores de su ingenio á los numerosos apasio-

nados de sus amenos .Sobre la literatura

escritos.

más reciente puede consultarse

el libro

de D. Ventura

García Calderón, Del Romanticismo al Modernismo. Prosistas y poetas peruanos, Paris, Ollendorf, 1910.

259

PERÚ

Como

árbol de fruto osado

Que enseñorea Su

los

prados

lozanía,

Miró secarse su savia

Porque

el

Que

agua

le faltó,

era su vida:

Así yo, querida prenda,

Seré tortolica viuda.

Nave perdida. Seré paloma sin nido, Seré árbol de seco tronco Si te retiras (i).

dos dramas D. Manuel Nicolás Corpancho (1830- 1 863), autor de digrománticos, El Poeta Cruzado y El Templario, que nada tienen

no de alabanza más que

la versificación,

y de unos Ensayos

Poéticos

de dados á luz en París en 1854, no tuvo tiempo para emanciparse sólo dejó versos armola imitación demasiado directa de Zorrilla, y Magallanes vale niosos, pero sin carácter personal. Su ensayo épico

muy

poco.

La prematura y

horrible muerte de Corpancho, á

de un buque que se incendió en ranzas que en

él

alta

mar, frustró

(i)

muchas espe-

se fundaban.

D. Clemente Althaus (183 5- 1 881) aspiró á conseguirla

las

bordo

más que de

La colección de

lejos (2).

Castillo,

la

pureza

la

forma y,

el título

de Cantos

Es bastante correcto en

dada á luz en 1869, lleva

clásica, sin

Sud- Americanos. con«Sigue direcciones en realidad diversas, por más que entonces se Quintana, fundieran bajo el nombre general de clasicismo. Unas veces imita á (2)

xvii, otras á otras á los sonetistas italianos y españoles de los siglos xvi y en cuanto á los Fr. Luis de León, y otras, por fin, á los clásicos latinos; que

no parece haberse familiarizado con ellos.» (Riva Agüero, Carácter de la literatura del Perú independiente, pág. 98.) del El soneto al Petrarca me parece digno de citarse como feliz imitación

griegos,

estilo del

poeta toscano: ¡Bendita sea la

Con Pagó

Que

feliz tibieza.

que, celosa de su pura fama, tu

amor

la

aviñonesa

dama

igualó su virtud con su belleza!

Que

rigor y la esquiveza acrisolaron tu amorosa llama,

Y

valieron la gloriosa

¡Benditos

te

el

rama

CAPÍTULO IX

25o

más académico de los poetas peruanos». «Como individuo (prosigue el mismo crítico), Althaus ra-

en concepto de Palma,

«el

yaba en excéntrico, y su pulcritud en afeminación... Se había creado para

un mundo



naturalmente, mortificábanlo

ideal, fantástico, y,

de este

infinito las realidades

mundo

thaus murió en París completamente loco. sus poesías, una de 1863 dos, limpios gla

y

tolera, sin

y

otra de

y

materializado». Al-

Hay

dos colecciones de

sensual

1872

pero con frecuencia

cultos,

embargo,

felices

Son versos

(l).

fríos

excepciones.

y

secos. Esta re-

El Ultimo Canto de

Safo, que tiene acertadas reminiscencias de Leopardi,

mas acabada de

piezas líricas

sus

Quc hoy enguirnalda

(2).

atilda-

me

parece

la

Escribió también una tra-

tu feliz cabeza!

Así Apolo, que á Dafne perseguía, Cuando á abrazarla llega, sus congojas Siente de un árbol la corteza toda.

Mas en Halla

las

sus venas la deidad doliente

verdes premiadoras hojas,

Digna corona de su

En

los tercetos

altiva frente.

hay reminiscencia evidente del soneto de Arguijo: Apolo y

Dafne: Alentó la carrera, y ya vencida, Cuidó tener de Dafne la dureza; Tanto se le acercó el amante ciego;

Mas

del piadoso padre dolorida,

Trocando en árbol su mortal

belleza,

Burló sus brazos y avivó su fuego. (i)

Algunas de

reproducidas en

las Poesías patrióticas

impresas en París, 1862, no están

voluminoso tomo de sus Obras poéticas, impreso en

el

Lima, 1892. (2)

Á

pesar de su extensión, reproducimos este canto, ya que no

entrar en nuestra Antología, por no haberle conocido á tiempo:

ÚLTIMO CANTO DE SAFO

La

excelsa roca pisa,

De

amantes desamados Con planta no indecisa.

La

visitada,

lesbiana divina poetisa,

Del ingrato Faón enamorada. Escucha en lo hondo y mira. Impávida, agitarse en son horrendo,

Del mar

la indócil ira;

Y

por última vez pulsa la lira, Al aire estos lamentos esparciendo:

«Adiós por siempre ¡oh vida! Adiós ¡oh mundo! sin dolor ni llanto

pudo

261

PERÚ Os doy mi despedida; Que bien sé que en vosotros no Para Safo

infeliz,

se anida

sino quebranto.

Muerte anhelo, y cualquiera La pena sea que al mayor pecado En el Averno espera,

Jamás las ansias igualar pudiera De un furibundo amor menospreciado.

Á

males sin cuento os abruma el que su eterna que Con tormento, vuestro en Halla descuento. único mortales! ¡oh Es los

Sola ventura que gozáis es

fiesta

esta:

Que si del hado impío Fué decreto fatal el nacimiento, Es rey vuestro albedn'o

De De

acelero

que,

si

el

mío.

momento.

vuestras vidas el final

Y Á

como

acelerar,

fué la entrada

oscura de la vida

la prisión

Forzosa

é ignorada,

Dogal y Siempre

salto,

y tósigo y espada

libre

encontraron

la salida.

Tú que las crudas penas Que lloro lloras, yo á romper

te

enseño

Tus odiosas cadenas; Á padecer tú mismo te condenas. Sabiendo que eres de

Usa el

muerte dueño.

tu alto derecho,

Y, ó da veneno á

Ó Ó Ó

la

la callada

boca,

cuello á lazo estrecho,

con agudo acero abre tu pecho, ven conmigo á la Leucadia roca.

No más

tu pena aguarde escoges vivir, lloro no viertas: Cesa, queja cobarde; Culpa tuya será que se abran tarde.

Mas

:

si

Cautivo

vil,

de tu prisión las puertas.

Vive, vive, tolera

Tus

Y

la

fieros males,

cada vez mayores,

vejez postrera

Haga que apures tu desgracia entera, Que mal ninguno de la vida ignores. Morir, morir escojo,

Y

rebelde

al tirano

omnipotente,

Me burlo de su enojo, Y de la vida con desdén

le

arrojo

El falso funestísimo presente.

Y

Á

tú,

mancebo

ingrato,

quien de amor desesperada adoro. Tú, á quien con insensato

;

CAPITULO IX

262

Furor, mil veces convidé á mi trato, Pospuesto el casto femenil decoro:

Vive

feliz, si

pudo

(a)

Consentirlo á mortal Del destino sañudo:

el

negro encono

eterno desamor, tu desdén mudo, mis tormentos todos te perdono.

Tu

Y

No

fué

Tuya no

amarme en

tu

mano

fué la culpa; el rigor lo hizo

De Júpiter

tirano,

Que, con avara diestra, velo humano Me dio, desnudo de beldad y hechizo. El alma que era bella pudiste mirar: si la miraras,

No

Te enamoraras de

ella.

Menospreciando la beldad de aquella Por quien á Safo triste desamparas.

Oh La

ponto, cuyo asalto excelsa roca agota, hirviente

Arrojando á lo

No

espuma

alto.

del mortal irrevocable salto

Arredrarme

tu cólera

presuma.

Tu amenaza é insulto Mirando estoy impávida; que calma Es el ciego tumulto De sus olas, al lado del que oculto Amoroso huracán dentro del alma.» Dice

Y

la triste

amante

se arroja veloz; la

mar hinchada

Se abre y cierra sonante; Y de las ondas á merced errante Aquí y allí la leve lira nada.

(a)

Cf. Leopardi,

Ulü

>:o

canto di Safio:

Alii, di cotesta

Infinita beltá parte

nessuna

Alia misera Saffo i numi e 1' empia Sorte non fenno Alie senibianze il Padre, Alie amene sembianze eterno regno Dié nelle genti, e per virile imprese.

_

Per dotta lira o canto, Virtíi non luce in disadorno ammanto.

Morremo. II velo indegno a térra sparto, Rifuggirá r ignudo animo a Dite; E il crudo fallo emenderá del cieco Dispensator de' casi

E Amere

tu cui

lungo

indarno, e lunga fede, e vano

D' implacato desio furor mi strinse, Vivi felice, se felice in térra Visse nato mortal

PERÚ Antioco,

gedia clásica,

da»

«más

263

que para representa-

para leída

(l).

El mismo desastroso

fin

que Althaus tuvo otro notable

Adolfo García (1830-1883), que murió en

Han

sido

muy

la

locura

y en

lírico,

la

don

miseria,

celebradas sus quintillas

y

fué enterrado de limosna.

A

Bolívar, composición efectista del género de las décimas de nues-

López García Al Dos de Mayo; pero á mi juicio, los versos suyos que deben sobreviviría son los de la elegante y delicada oda tro

Mis recuerdos Diamantes

{2).

y

perlas

y

Destellos

y Presidente de

hijo del infortunado general

en Arequipa por

el

y perlas todo

que no anduvo

muy modesto

versos alborea

y

Althaus,

y más seguro de

nos sonetos. Pero

y sentida

lo

la

República, que fué

Protector Santa Cruz.

sean diamantes

destella

albores se rotulan las dos co-

Augusto Salaverry (1813-1840),

lecciones poéticas de D. Carlos

fusilado

y

que contiene

lo

en

el título;

un numen sus fuerzas

lírico

que

el

pero

No

afirmaré que

tomo de Salaverry, sí

que en aquellos

más vigoroso que el

el

de

de García. Tiene bue-

mejor que conozco de sus obras es

la

inspirada

elegía Acuérdate de mi, a la cual pertenecen las siguientes

estrofas:

Ya no

late, ni siente, n¡

aun respira

Petrificada el alma allá en lo interno;

¡Tu

cifra

en mármol con buril eterno

Queda grabada en

Tiene

(i)

el

mismo asunto que

la

mí!

comedia de Moreto,

A buen padre

mejor

amorosa del rey Seleuco y su hijo Antíoco). Dice Ricardo Palma, hablando de García, que «Calderón, Arólas y (2) Víctor Hugo, eran sus ideales en literatura». Realmente su estilo es una hijo (rivalidad

taracea de imitaciones de unos y otros, pero de Calderón no veo influencia directa.

y

Lo que predomina

las Orientales

es la poesía romántica, especialmente la

tomo de

Zorrilla

de Arólas. De Víctor Hugo ha dejado algunas traduccio-

nes buenas, especialmente Las dos El

de

islas.

sus Composiciones poéticas publicado en El Havre, 1873,

muchos quedaron inéLima, El Correo del Peni y otros perió-

contiene sino una parte exigua de sus versos. Otros ditos,

ó dispersos, en La Revista de

dicos.

Mbnbndez y

PEriAYO.

no

Poesía kis/>ano-aincricaHa. II.

J7

CAPÍTULO IX

264 Ni hay queja

Muerto'para

labio, ni á los ojos llanto;

al

amor y

el

la

ventura,

Está en tu corazón mi sepultura

Y En

cadáver aquí.

el

este corazón ya

Cual

la

enmudecido

ruina de un templo silencioso,

Vacío, abandonado, pavoroso. Sin luz y sin rumor;

Embalsamadas ondas de armonía Elevábanse un tiempo en sus

Y

altares;

vibraban melódicos cantares

Los ecos de tu

amor,..

Pero ¿qué es este mar? ¿qué es el espacio, Qué la distancia de los altos montes?

qué son esos turbios horizontes

¿Ni

Que miro desde Si al través del espacio

De

el azul

Y Si

yo tus

Te

y de

las

cumbres.

mar y de ese firmamento,

ese ancho

Vuela por

aquí;

mi pensamiento

vive junto á

ti?

alas invisible veo,

llevo dentro el alma, estás conmigo,

¡Tu sombra soy, y adonde vas te sigo

De

Y

tus huellas en pos!

en vano intentan que mi nombre olvides;

¡Nacieron nuestras almas enlazadas,

Y

en

el

mismo Por

Mi recuerdo Mi nombre

Y

ocultas

al

crisol purificadas

la

es

mano de más

Dios!

fuerte que tu olvido;

está en la atmósfera, en la brisa,

través de tu sonrisa

Lágrimas de dolor;

Pues mi recuerdo tu memoria

asalta,

Y á pesar tuyo por mi amor suspiras, Y hasta el ambiente mismo que respiras Te

repite

¡Oh! cuando vea en

Con mi

mi amor. la

desierta playa,

y mi dolor á solas. El vaivén incesante de las olas, tristeza

Me

acordaré de

ti;

PERÚ

265

Cuando veas que una ave solitaria Cruza el espacio en moribundo vuelo, Buscando un nido entre la mar y el cielo ¡Acuérdate de mí!

(i)

Salaverry dio culto también á las musas del teatro, pero con infeliz

Ninguno de sus dramas, incluso Atahualpa^ que

fortuna.

su tiempo

más celebrado,

el

ha sobrevivido

duda por

la fluidez

de

los versos, le

(2).

Mucho más joven que Carrasco (1841 tor de una silva

los hasta aquí citados era

D. Constantino

1877), partidario del americanismo en poesía, au-

'\

muy

lengua quichua,

la

sin

fué en

celebrada

Al Árbol de

la quina^

conocedor de

traductor en verso castellano del famoso

y

Ollantay, que se ha querido dar por antiquísimo texto dramático de

dicha literatura, pero que, leído desapasionadamente, no parece, á

menos en

lo

las

traducciones,

más que una imitación de

come-

las

dias españolas, hecha por algún ingenioso misionero del siglo xvii,

y

quizá de tiempo

muy

posterior. S\ en esto erramos, nuestra igno-

rancia nos disculpe, pero no

Perú mismo no

(i)

falta

el oro, (3)

los únicos

quien nos acompañe en

Albores y Destellos (seguido de Diamantes

ángel). El Havre, 1871. (-2)

Somos

en opinar

tal

así,

creencia

y perlas y

las

y en

el

(3).

Cartas á im

Misterios de la tumba (poema filosófico). Lima, 1883.

Compuso, además,

El bello ideal, El pueblo y más de veinte.

Abel,

y otras varias piezas,

el tirano.

El amor y

Las Composiciones de Carrasco fueron publicadas en colección, des-

pués de su muerte, por D. Eugenio Larrabure y Unanue (Trabajos poéticos Co7istantitio Carrasco. Lima, 1878). Contiene este grueso volumen, además

de

de

los versos originales,

algunas traducciones de Ossián, Catulo, Marcial,

La Motte Houdard y era medianamente conocedor Florian,

el

portugués Bocage. Palma dice que Carrasco

del latín, griego, hebreo y quechua, siéndole

familiares el italiano, el francés y el inglés.

Su traducción en verso

del con-

trovertido Ollantay, está hecha en gran parte sobre una en prosa publicada

en Lima,

1868,

en francés

el

por

el naturalista

mismo drama:

D.José

Ollantay,

de esta traducción procede otra Universal.

S.

Barranca. Pacheco Zegarra puso

árame en vers quechuas,

castellana,

Madrid, 1885, en

Paris, 1878, la

y

Biblioteca



«Hay tres opiniones sobre yen la paternidad del drama

el

origen del Olíanla ú Ollantay. Unos atribu-

á D. Antonio Valdés, cura de Sicuani, muerto

CAPÍTULO IX

266

El estudio detenido de

muy

las colecciones,

raras en

Lima y

es que alguna completa existe), de la Revista de

del

Peri'i^

Europa

(sí

del Correo

podría acrecentar con bastantes nombres este catálogo

(l).

año de iSi6, entre cuyos papeles se encontró por primera vez; pero exis-

e]

mucho más antigua que la de Valdcs, como el del convento de Santo Domingo del Cuzco y el del cura Giustiniani. La segunda ten manuscritos de época

opinión supone que

el

Ollantay fué compuesto antes de

misma forma en que hoy

la

lo

la

Conquista, casi en

leemos, salvo algunas interpolaciones debidas

á los copistas y transcriptores. Pero

si

no conocían

los indios

(puesto que los jeroglíficos estaban olvidados en

la escritura

tiempo á que se refiere

el

el

¿cómo pudieron componer y conservar semejante pieza dramática? Los quipus no bastaban para esto. Por lo que de ellos sabemos, resulta que Ollanta),

no servían secas, y

sino para llevar estadísticas rudimentarias, cronologías vagas

mensajes

cortos...

Lo más

y

racional y sensato será, pues, adoptar la

última de las opiniones expresadas: suponer (mientras no se descubran nueconquista y que su autor fué algún misionero versado en el quechua, ó algún indio ó mestizo conocedor

vos indicios) que se trata de una obia posterior á

la

del teatro español. Este incógnito poeta recogió la tradición indígena de

pudo ser antes materia de alguna corta representación dialogado entre los indios), y sobre ella compuso su drama

Ollanta (que tal vez

escénica ó baile

en

el

lenguaje cortesano de los Incas, evitó

las

alusiones

colonia, é intercaló en la pieza ciertos cantos populares... religiosos españoles, principalmente los jesuítas,

al

cristianismo y la

No

era raro

que

los

compusieran comedias en

quechua y aimará, según lo declara Garcilaso en sus Comentarios reales, de cuyo testimonio no hay por qué dudar en este caso, pues no pudo engañarse ni mentir acerca de suceso tan conocido y próximo cuando él escribía». (Riva Agüero, Carácter de la literatura del Peni, págs.

En ral D.

el

mismo

sentido, y aun

más radicalmente,

Bartolomé Mitre en su Ollantay. Estudios

En

la

Lira Americana,

copiladas por D. Ricardo

crítico-históricos sobre el drama

Poética, de Cortés,

1881),

colección de poesías del

Palma

(París,

i8-í 19.)

resolvió la cuestión el gene-

Quechua y la poesía pr e-colombiana (Buenos Aires, conocemos en esta materia. (i)

i

es lo

mejor que

Peni, Chile y Bolivia, re-

Rosa y Bouret,

pueden encontrarse muestras de

que

1865),

los

y en

la

América

poetas peruanos pos-

teriores á 1848.

aunque vivió y escribió casi siempre en Europa, D. Juan Manuel Berriozábal, marqués de Casa -Jara, fecundo autor de libros de devoción en prosa y verso. En 1839 publicó un tomo de Poesías Escogidas de LamarPeruano

fue,

tine (El Crucifijo,

El Ho7nbre á Lord Byron,

destrucción del Globo, etc.); en 1841, jeda; en 1845

La Reina

el

Hivino del Ángel después de

una refundición dé La Cristiada del

de los Cielos,

colección de poesías á

la

P.

Virgen,

la:

Hounas.

267

PERÚ

Pero no hay duda que va ya entre

durante la

la

de

las

época

decadencia

la

la

Perú independiente no conser-

literatura del

América

del Sur

A

colonial.

el

par con

literaria: las brillantes

puesto de primacía que tuvo

la

decadencia política ha ido

excepciones de Pardo, Segura,

Palma y Juan de Arona no hacen más que confirmar la regla. Lima no es hoy la cabeza y el corazón de la América del Sur, como lo fué en los tiempos del Virreinato. No parece sino que un triste presentimiento hizo andar á los peruanos tan reacios en asociarse

al

mo-

vimiento de emancipación, cuyos beneficios han sido para ellos tan

caramente comprados. Bolívar empezó por despojarles del hermoso puerto de Guayaquil, y por crear definitivamente con las provincias del Alto Perú

una nueva república. Chile rompió todos sus antiguos

y se levantó con la heguemonía política del Sur, afirmándola después con guerras y anexiones, siempre desas-

lazos de dependencia

trosas para sus vecinos. Pueblos

sido secundarios y olvidados,

que en

la historia

como Venezuela y Nueva Granada,

levantaron su cabeza ceñida con los laureles de

dependencia, y se repartieron ante Europa

la

la

la

representación de

se engrandeció

colonial habían

la

guerra de

la

In-

herencia de Bolívar, asumiendo la

causa americana. La Argentina

como por encanto con

conquista del desierto. Entretanto,

la

el

inmigración europea y con Perú, materialmente enri-

guano y el salitre, pero devorado por las facciones, iba descendiendo rápidamente en la escala política, á despecho de sus inmensos recursos naturales y del talento vivo y despierto de

quecido por

sus

hijos.

el

Pero quien tuvo retuvo, como dice

aunque Lima no sea ya

la

el

proverbio vulgar;

y

Atenas del Sur, y aunque Buenos Aires,

Santiago de Chile, Bogotá y Caracas hayan sido centros más activos

de cultura moderna, nadie podrá negar á aquella hermosa y desventurada ciudad, ni el prestigio de su tradición gloriosa, ni el haber

originales y otras traducidas italianos,

de Silvio

Pellico,

con varias disertaciones en prosa; en 1850 Observaciones sobre las be-

llezas literarias, históricas, profético-poéticas

en

i?>í)\

,

Angelo Mazza y otros poetas

Poesías Sagradas; en

1858,

y

religiosas de la

Sagrada

Biblia;

Poesías religiosas. Todos estos libros

acreditan más su piedad que su literatura, pero los más antiguos alcanzaron la alta

vista

honra de ser elogiados por Balmes en un extenso artículo de su re-

La

Sociedad

(iñí\/\).

CAPÍTULO IX

268

conservado en lengua y costumbres en América tiz

el

el sello

español,

que suele ser

único y verdadero americanismo: aquel especial ma-

de ingenio castizo y de chiste indígena que avalora todas

ducciones festivas de

la

musa peruana, desde

de D. Felipe Pardo hasta

de Palma y indefinible

las

las

las letrillas

comedias de Segura,

las

las

y

pro-

sátiras

Tradiciones

humorísticas poesías de Paz-Soldán: un no sé qué

de gracia desenvuelta y no pensada, que á cualquier es-

pañol hace mirar con cariño y simpatía á aquellos que, bajo

guo régimen fueron, entre todos

los criollos, los hijos

el

anti-

mimados "de

España, tan españoles en todo, hasta en algunos de sus defectos flaquezas.

y

X BOLIVIA

Esta república, creada por lívar

época

la

la

voluntad omnipotente de Simón Bo-

pensaba establecer entre los independiente en América del Sur, no tiene historia

en obsequio

estados de

la

al

colonial, ni

que

equilibrio

mucho menos

él

tradiciones literarias.

En

ella la

Paz,

la Sierra,

con

(antiguas intendencias de traron las comarcas del Alto Perú Potosí, Chuquisaca,

Cochabamba y Santa Cruz de

en-

formado

después de haber desierto de Atacama), las cuales, Incas, dependieron del virremaparte integrante del imperio de los creó el de Buenos Aires, limitado ta de Lima hasta 1778, en que se el Atlántico. Este carácpor el Brasil y la Patagonia, los Andes y historia de Bolivia, que, según ter híbrido domina en la moderna un apéndice de la del Perú ó de la las circunstancias, aparece como afirmar todavía su carácter del Río de la Plata, sin haber podido americana (l). Por otra par-

el

m

su política propia dentro de

la

variedad

en exigua minoría: sólo una sexta india y otra de población parte, contra cuatro quintas de población

te, la

población europea está

allí

negra

La

carencia de grandes centros de población

las importantes, hacen de esta república una de

América

al trato

y comunicación

intelectual

la falta

y

menos

con

de puertos abiertas de

los extraños.

No

menguado después de la El territorio de Bolivia quedó notablemente provincia litoral (1882). El guerra con Chile, que le despojó de su única (i)

Paraguay y Bolivia tienen en

litigio la

soberanía del Chaco Boreal.

CAPITULO X

270

creemos, en vista de tan adversas circunstancias, unidas

continuo

al

estado de anarquía y luchas civiles en que ha vivido esta república,

que su producción

mar

literaria sea

grande; pero

que á Europa apenas han llegado

es

lo

las

que



podemos

afir-

obras de ningún autor

boliviano.

Y

sin

embargo, esta región, á primera

vista tan iliteraria, estuvo

menos que por Miguel

á punto de ser visitada en el siglo xvi nada

de Cervantes, que en memorial de

que tro

merced de un

«le hiciese

que

al

Mayo de 1590

oficio

en

las Indias

presente están vacos, que es

Nuevo Reino de Granada, ó

la

gobernación de

conusco en Guatemala, ó contador de

dudad de

corregido?' de la

la

guido esta vara, ¿quién sabe la

Paz» si

uno

el

(l).

pedía á Felipe

II

de

los tres ó

la

contaduría del

cua-

provincia de So-

la

las galeras

de Cartagena, ó

Si Cervantes hubiese conse-

Bolivia podría ufanarse

hoy con

ser

cuna del Ingenioso Hidalgo} Otros ingenios, de menos cuenta sin duda, pero de buen

de buen tiempo visitaron

muy

á

menos

según dicen por

1

50.000 habitantes, y hoy

la

(si

siglo xvii

no extinguida, venida

labor de las minas), escasamente llegan á

Entre

(2).

la codicia del

aventureros y arbitristas que

los

mineral

}'

y

argentífero cerro del Potosí, á cuyas

fundado una población que á principios del

raíces se había llegó á contar

el

estilo

,

1 5

.000,

atraídos

no ajenos de conocimientos metalúr-

gicos, acudieron á aquel fabuloso \'enero de riqueza pocos años des-

pués de su descubrimiento, hubo de contarse rique Garcés, natural de Oporto, que

compatriotas suyos de obras más lengua que

la

al

la castellana.

(2)

Sobre

época colonial véase

de D. Vicente G. Quesada, Crónicas Potosinas. Hispano- Americana (3)

medio del azogue

el interesante

(3).

y ameno libro

Costutnbres de la Edad Medieval

(París, 1890).

Rúa Figueroa. Apuntes para íina biblioteca española de Mi277, y, sobre Garcés como poeta, el Catálogo Razonado Bio-

Vid. Maffei y

neralogía,

t. I,

pág.

Bibliográfico de los Autores Portugueses que escribieron en castellano^

y por D. Domingo García Peres (Madrid,

gráfico

muchos

Decíase Garcés inventor de cier-

Navarrete, Vida de Cervantes, pág. 313. la

otros

centuria decimosexta, nunca usó en sus

(i)

en

vate lusitano En-

igual de

to procedimiento para beneficiar la plata por

el Potosí

el

1890), pág. 249.

SOLIVIA

271

«Gasté no poca parte de vida y hacienda (decía

pe

ÍI)

en descubrir y entablar en

plata con

él.

Pirú el azogue

el

Di después algunos avisos en materias

que

fué lo de la plata corriente,

mismo

él

plata ensayada ó con

beneficio de

y

como

diferentes,

pasaba por moneda de ley

allí

conocida, á lo cual, por vuestra christiana clen)encia

mandando no

servido, de prov^eer de remedio,

á Feli-

señor,

fuiste,

con

se tratase sino

moneda acuñada, y aunque por

ello fui nota-

blemente molestado, nada será parte para que dexe de proseguir en

lo

No

que todo

el

parece que

mundo

os debe.»

ni sus

avisos de

buen gobierno

cias metalúrgicas enriqueciesen á Garcés, puesto

adverten-

ni sus

que habiendo en-

viudado se hizo presbítero, y fué á morir de canónigo en

de México, dedicando sus últimos días de

él

y una en prosa

Patricio:

Del reyno y de

la institución del

deve averse con los síibditos y

con

ellos

respecti\'amente del portugués, italiano el

mismo

año, iSQIj porque

táneamente á España. Entre

el

los

y

Hay

Camoens y

del libro de Francisco

y

que ha de reynar,

el.

catedral

las letras.

dos traducciones en verso, de Los Lusiadas de

del Cancionero del Petrarca,

en

de

al cultivo

la

Los

de cómo

tres libros, vertidos

latín,

aparecen impresos

autor, sin duda, los

mandó

versos laudatorios que

la

simul-

traduc-

ción del Petrarca lleva, los hay del famoso navegante Pedro Sar-

miento de Gamboa,

b,ien infelices

por

cierto.

Suenan también en

los

preliminares del libro los nombres de Sancho de Ribera, poeta are-

quipeño, del Licdo. Villarroel

(|jde

Potosí ó de Quito?), de

P"r.

Jeró-

nimo Valenzuela y Fr. Miguel de Montalvo, del Licdo. Emanuel Francisco, de un cierto Adilón, y de varios anónimos que presu-

mo que

serían americanos ó residentes

en América. L'no de

los

metalúrgica de Garcés en estos

panegiristas alude á la invención

términos: Enrique, que

Con

al

el instable

Ocaso enriqueciste azogue que has

Tal invención ó divulgación,

si

es

hallado...

que realmente fué

el

primero

en hacerla, honra á Enrique Garcés más que sus versos incorrectos, desabridos, mal acentuados

muchas veces,

de lusitanismos, como quien

calca,

de italianismos y servilmente, en vez de traducir llenos

CAPITULO X

272

de un guas.

modo literario, y no se hace cargo de la Lo más curioso que para nuestro objeto

diferencia de las len-

contiene su libro de

Los Sonetos y Canciones del Poeta Francisco Petrarcha... canción del traductor, á imitación de

la

que principia

ben che' I parlar siaJndarno, dirigida á Felipe

vejámenes de que eran víctimas

mente de

la

mala ley de Y, en

En

Y

fin,

la plata

ello

II

Italia

allí

una

i)iia,

quejándose de los

los colonos del Perú,

que

(i) es

y especial-

circulaba:

ha parado

desterrar de aquí

la

plata pura,

agora una mixtura

Quieren que tome

Que

el

pobre jornalero,

es plomo, estaño y cobre sin estima... (2).

(i)

En

(2)

A

Madrid, impreso en casa de Guillermo Dvoy, 1591. este

mismo asunto

se refieren dos cartas

de Garcés

al

Virrey

Don

Francisco de Toledo, fechadas en 24 y 30 de Noviembre de 1574, y de las cuales, por no haberse puesto el remedio que deseaba, envió copia al Consejo

de

Indias. Hállase

en

el

códice I-57 de

la

Biblioteca Nacional,

Memorias y

Gobierno de las Minas de azogue del Perú.

No

ha de omitirse aquí que

el

más

insigne de los antiguos mineralogistas

españoles, Alvaro Alonso Barba, natural de Lepe, en

íué cura 1624, el

y

de

allí

la

San Bernardo en

compuso su

clásica

la

la

provincia de Huelva,

Potosí desde

imperial ciudad del

obra Arte de

que se enseña

los metales, en

verdadero beneficio de los de oro y plata por agogiie: el modo de fjindirlos todos,

y cómo 1640).

de

se

han de

refinar y apartar vnos de otros. (Madrid,

imprenta del Reino,

Los preliminares de esta edición no han sido reproducidos en ninguna

las siguientes

(Aprobación del gremio de azogueros de

la villa

de Potosí,

fecha en 15 de Marzo de 1637. Comunicación de D. Juan de Lizarazu, Presitlente

de

la

Audiencia de

la Plata,

remitiendo

el

manuscrito

al

Concejo en

de Marzo del mismo año. Carta de Barba á D. Juan de Lizarazu, ;ponien»do en sus manos el Tratado que escribió por su orden, para que como cosa i.°

»suya disponga lo más conveniente», y dándole gracias por haber

asistidc»

personalmente á los «ensayes de caxones y pruebas de los metales por azogue »y fundición», ayudándole con su gran saber en estas materias).

Sobre

las ideas científicas é

invenciones metalúrgicas de Alvaro Alonso

Rúa Figueroa, Biblioteca Minera, tomo Luanco, La Alquimia en España, tomo Barcelona, 1889, págs. Barba, vid. Mafíei y

i,

i.

págs. 61-65; 139-149;

Ca-

rracido. Estudios histórico-critlcos de la Ciencia Española, Madrid, 1897, pági-

nas 128-143.

^"-5

BOLIVIA

nacimiento, llamade origen y sevillano de Otro poeta, portugués prmC.p.os del s. paso de Lima al Potosí á Fernández, do D^arte dijo la poetisa anónima: glo XVII, y de 61

Y

Academia viste un tiempo fué que en tu

Fernández digo, Al gran Diiarte, al gran mostrado triste: Por cuya ausencia te has buen testigo cerro donde el Austro es

Fué al

Que vale más su vena que

De plata,

que alli puso

las venas

el cielo

amigo.

sus arenas Betis se ufana que éste en parte primero aliento, y quiere

Gozó

el

sus Camenas. El Luso de su ingenio y

Díaz, autor de un poema puede confundir con Duarte volumen ce Va(ISQO) y de un raro Granada de Co„qu,sta de La porque de este portugués y en castellano, rías obras poicas en b.en ser e Oporto; pero puede muy consta que era natural de antecede a as autor de un prólogo que Duarte, Enrique Licdo. Pacheen la edición de Francsco Rimas de Hernamlo de Herrera

No

co

(i

se le

619).

vena 1^ enriqueció aquel cerro con verdaderamente Pero quien el sevillano plata de sus entrañas, fué poesía más preciosas que la mgemos de excelentes y olvidados tantos de uno Ribera, de Luis firmaba en l.° de Marzo de 1612 nuestro siglo de oro, el cual en dona Sagradas Poesías á su hermana Potosí la dedicatoria de sus Concepprofesa del habito de la Constanza María de Ribera, monja escrito en su nlo mejor que se ha ción (I). .Libro precioso y de Gallardo). Ribera es castizo y nea (dice con razón D. Bartolomé]. al xvn; saben más al siglo xvi que elegante poeta; su dicción

y

estilo

León y a y suave de los del M. sevillana. El gusto de Herrera y demás de la escuela

dulce sus versos tienen el sabor lozanía de los

Constanza dirigidas d la Señora Sagradas Poesías de D. Luis de Rivera, Concecon... en el hábito de la Maria de Rivera, su hermana. Monja profesa

(O

Hidalgo,

4-''-

Año 1612, impreso en Sevilla por Clemente ' tomo, que es muy raro ^^^ ^^^«^ La mayor parte de las poesías de este de Sancha Sagrados, de D. Justo producidas en el Romancero y Cancionero ít.

XXXV de

la Biblioteca de

27/-2«9,Autores Españoles, págs. 56-67 y

CAPITULO X

2 74

muy severo y clásico: nada de oropel ni argentería: oro macizo. Sólo me disuena la mezcla que usa en la elegía sexta (De la entrada y triunfo de Cristo en el cielo el día de su gloriosa

del autor es

Ascensión) de

divinidades paganas con los serafines..., pero aun

las

hay siempre gran pompa y boato poético» (l). Además de estos poetas forasteros, tuvo la villa imperial de Poto-

así

un versificador



local,

llamado Juan Sobrino, de quien

el historia-

dor D. Bartolomé Martínez y Vela, en sus Anales inéditos de aquella ciudad minera (1771), transcribe algunas décimas y otros fi-agmentos.

Población en donde

fausto

y

la

el

y

oro

y

las

principio, alternando con las justas

to

y

el

tuvo en efecto,

muy

y pasos de armas, con

desde las

el

pro-

cabalgatas, máscaras, torneos, costosas galas, toros,

y lujosas

y banquetes soberbios, de que las crónicas del Poque parecen cuentos fantásticos, nos dan razón á cada momen-

sortijas, tosí,

plata corrían á raudales

ostentación habían llegado á extremos de delirio, no po-

día carecer de fiestas escénicas;

cesiones

la

(2).

saraos

La

tomaba parte en

raza vencida

sentaciones mixtas de castellano

estos festejos,

y había repre-

y quichua, según apunta con muy

curiosos pormenores Martínez Vela (3):

«Dieron principio con ocho comedias:

cuatro primeras repre-

Contiene este precioso tomo 107 sonetos, de los cuales 87 han pasado*

(i)

de Rivadenej'ra,

al

las

seis

canciones (D. Justo Sancha sólo reprodujo

elegías en tercetos, reimpresas todas, y varias traducciones sido, á saber: del Te

salmos

5.°,

Dcum;

del cántico

Verba mea auribtis percipe;

//ymnus, Deus; del cántico

de Simeón, Nimc

de

la

tres), seis

que no

lo

han

de David, Dominus petra mea; de los

20.°,

Domine

in virtute tiia; 64.°, Te decet

Virgen, Magníficat anima mea; del cántico

dimittis servttm iuum.

Este olvidado cuanto excelente poeta religioso, merecía atento y particular estudio, pero aquí no podemos dedicársele, porque no es nuestro intento

examinar analíticamente

de

los

He

(2)

siglo

que nacieron

las

obras de los españoles que pasaron á Indias, sino

allí.

visto citadas dos historias, en verso, del Potosí,

compuestas en

xvn por D. Diego de Guilléstegui y D.José Velázquez, pero no

las

el

co-

nozco. (3)

el Sr. fiestas

Citado por Quesada, Crónicas Poiosinas,

t. i,

pág. 305.

Quesada omitiera dato tan importante como dramáticas.

el

de

la

Es lástima que lecha de estas

^75

SOLIVIA

ongen los nobles indios. Fué ia una el sentaron con singular aplauso muy al vivo se representó monarcas Ingas, del Perú; en que de

los

el

modo y manera con que

los señores

y sabios del Cuzco

u.troduje-

Manco-Capac i.° á la regia silla; cómo fué las que grande y poderoso monarca) de por Inga (que es lo mismo dominio, y la gran las armas sujetó a su diez provincias que con segunda agradecimiento á sus victorias. La

ron

recibido

al felicísimo

ñesta que hizo

Sol en

al

los cuales Huaina Capac, undécimo Inga del Perú, fué los triunfos de Changas, Chúñelos, Montañeses y del consiguió de las tres naciones, una piedra despedida del brazo podeseñor de los Collas; á quien

roso de este monarca, por sienes, le quitó la corona,

en las violencia de una honda, metida batalla que se dio de el reino y la vida: la

Hatun Colla, estando el Inga Huaina poder á poder, en los campos de h.zo el fino, desde las cuales le Capac encima de unas andas de oro de Cusihuascar, duodécimo Inga del

Fué

tiro

la

tercera las tragedias

la gran las fiestas de su coronación; Perú- representándose en ella acabó de obrar, y de que tomó cadena de oro que en su tiempo se

en castellano nombre; porque guascar es lo mismo levantamiento de Atahuallpa, hermano que soaa del contento; el memorable batalla que estos dos hermasuyo, aunque bastardo; la muñecual, y de ambas partes, nos se dieron en Quipaypán; en la

monarca

este

el

prisión é indignos tratamientos ron ciento y cincuenta mil hombres; tiranías que el usurpador hizo que al infeliz Cusihuascar le hicieron;

en

el

tenía,

Cuzco, quitando

la

vida á cuarenta

y muerte lastimosa que

representóse en injusta

ella la

y

tres

hermanos que

allí

prisión: hizo dar á Cusihuascar, en su españoles en el Perú, prisión

entrada de los

Inga de esta moque hicieron de Atahuallpa, decimotercio el cielo y aire se presagios y admirables señales que en

narquía; los

vieron antes que

le

quitasen

los indios; la

ron

los españoles

con

ció

porque no

quitasen

le

y lástimas que ejecutamáquina de oro y plata que otre-

la vida; tiranías

la vida,

marca. Fueron estas comedias



y muerte que quienes

el

le

dieron en Caja-

capitán Pedro

Méndez

muy

título de sólo representaciones) y Bartolomé de Dueñas les dan costoso de sus tramoyas, proespeciales y famosas; no sólo por lo sino también por la eleganpiedad de trajes y novedad de historias,

cia del verso viixto del

idioma castellano con

el indiano.-^

CAPÍTULO

276

X

Del pomposo aparato de estas representaciones puede formarse prolijo, es

muy

«Iban por delante muchos indios con varios instrumentos de

mú-

cajas espaíioías. Tras ellos venían doscientos indios,

hile-

mismo

idea por este relato del

cronista,

que aunque

curioso:

sica

y

hombres cada una, vestidos de

ras de á cinco

guirnaldas de sauce en

mazorcas en

la

cabeza,

manos; y detrás

las

la

ellas

otra mitad plateado, en

riedad de árboles, plantas, flores

de vicuña, con

pieles

y cañas de maíz con sus hojas y traían en hombros unas andas de

grandor considerable; en medio de dorado, y

en

y

estaba un globo,

la

mitad

cuyo i'ededor estaba mucha va-

frutos;

denotando

de

la fertilidad

nuevo mundo, y cubierto de oro y plata conforme en todo á su natural. Luego se seguían, en varios acompañamientos, todas las na-

este

ciones de indios que habitan esta

mada por

los

españoles

Nueva

América Meridional

Castilla

del Perú, lla-

y Nueva Toledo. Iban

las

naciones cada una con sus propios trajes; cuyos principales estaban

cabalgados en leones, otros en tigres, otros en cocodrilos (llamados

en estas Indias caimanes) y otras varias y horribles unas de metal y otras de madera, todas en

muy

fieras;

formadas

vistosas andas, pin-

tadas en ellas sus hazañas. Tras de éstos venían otras cuadrillas de indios vestidos de pluma, paja

modo y en

su idioma.

gas del Perú, desde

el

Luego

y algodón, tañendo y cantando á su

se seguían

por su orden todos los In-

famoso ]\Ianco Capac hasta

Tupac, que había molestado á

los españoles,

el

valeroso Sayri

vecinos del Cuzco

y de

Huamanga, con sangrientas

guerras. \^enían todos en andas doradas,

sentados en aquellas

que usaban, de una

sillas

pieza,

levantado y sin brazos, que llamaban ¿iajms, oro...

y eran de

finísimo

Los indios que acompañaban á cada Inca iban vestidos con

ricas camisetas, los

con espaldar

mantas y Ilaytus en sus cabezas, trayendo cada uno

instrumentos y obras que dieron fama á sus monarcas.

acompañamiento

del Inca

Huáscar traían

el

En

recuerdo de aquella gran

cadena de oro que se acabó en su tiempo á costa de sus tesoros, cual salía á ser vista; rodeaban con ella las andas

A'antada en los

hombros de

los caballeros

era tan grande, que de trecho en trecho

hombres; y cuando doblaban

el

el

y persona

que llamaban

la

la

real, le-

orejones',

y

sustentaban trescientos

acompañamiento (que era en

día se-

BOLIVIA

277

y entraban seiscientos hombres, unos Pero quien más se señalaba entre los Ingas de este

ñalado) acortaban los trechos

en pos de

otros.

paseo era

soberbio Atahuallpa (que hasta en estos tiempos es te-

el

mucho de

nido en

los indios,

retrato), el cual venía en

como

lo

demuestran cuando ven su

unas andas de forma piramidal, vestido de

una riquísima camiseta, toda cuajada de perlas y piedras preciosas.» Viene luego una minuciosa descripción del traje de Atahuallpa, ser semejante, sin quitar ni añadir cosa alguna, lo cuentan

«que por

Pedro Núñez y Bartolomé de Dueñas». Las especiales condiciones de vida social en que se encontraban los territorios del Alto Perú, sin más población española que la historias el capitán

en sus

y por la explotaimpidió que allí flore-

atraída por la devoradora fiebre de las riquezas

ción de los grandes yacimientos metalíferos, ciese durante el período colonial

exceptúa tonio de

(

) 1

cronista de

al la

la

ningún escritor de monta,

orden de San Agustín en

el

Calancha, que era natural de Chuquisaca

si

Perú, Fr.

se

An-

(i).

Coránica moralizada del Orden de San Avgvsiin en el Perú^ con svcesos

egemplares vistos en esta nionarquia. Dedicada á Nuestra Señora de Gracia^ sin-

gular Patraña

i

Abogada de

Conipvesta por el mvy Reverendo

la dicha Ordeít.

Orden

de la Calaticha, de la mis?na

Padre Aíaestro Fray Antonio

i

Difinidor

actual. Divídese este primer tomo en quatro libros: lleva tablas de Capittdos, i lu-

gares de la sagrada Escritura. Año 1Ó3S...

En

Barceloiia,

por Pedro Lacavallc-

ria, en la calle de la Librería.

— Coránica nuestro Padre.

moralizada de la provincia del Peni del orden de San Augustin

Tomo

segundo.

Por

el

R. P. Maestro Fr. Antonio de la Calancha.,

Difinidor de la dicha provincia y su Coronista. Dedícala

Jorje López de Herrera, impressor de

Este tomo segundo, que faltan los libros 3.°

comprende

la

I,

tiago,

1

pág.

y

4.°

y

al

el 2.° está

Rene Moreno:

108; id. Bolivia

libros.

Año

En

Ma-

Lima. Por

de i6S3.

parecer no acabó de imprimirse, puesto que

historia del Santuario

naria rareza (Vid.

En

la Ss.""^ Virgen

su milagrosa imagen del célebre santuario de Copacavana.

ría, en

tomo

á

incompleto, saltando desde

de Copacavana, es de

la

Biblioteca Peruana, Santiago

y Peni, Notas histáricas y

él al 5.°

que

más extraordide Chile,

1896,

bibliográficas, San-

90 1, reimpreso en 1905).

esta

segunda Parte consta que Fray Antonio nació en 1584, en

la ciu-

y que murió en i.** de Marzo de 1654, de una apoplegía. Era hijo del capitán Francisco de la Calancha y de D.^ María de Benavides. Pocas crónicas monásticas hay tan importantes para la historia de las eos-

dad de

la Plata,

CAPÍTULO X

278

No

por razón de

la patria,

puesto que era toledano

,

sino por la

materia, debe citarse á otro historiador monástico del siglo xvu,

Diego de Mendoza, autor de

Fr.

vincia de

San Antonio

de

más famosas

las

de los Charcas.

una universidad

Allí existía

del

importante Crónica de la pro-

la

(l),

que en

Nuevo Mundo. Un

el siglo xviii llegó

á ser

historiador argentino (2)

tumbres coloniales ^ de los ritos y supersticiones de los indígenas, como la del P. Calancha. Su lectura atrae y entretiene muchas veces á pesar déla estupenda credulidad milagrera y de su estilo barroco é intemperante. Tenía todos los vicios de la decadencia literaria, pero no le faltaba imaginación pintoresca,

que en ocasiones

Su

le sugiere frases felices.

libro merecía reimpri-

mirse extractado, aligerándole de las impertinentes moralidades que á cada

paso em.barazan

Hizo

la

Espada

—Historia del lagros,

curso de

narración.

la

Calancha algunos versos. Sobre

el P.

Jiménez de

el

la noticia

ellos

me comunicó

D, Marcos

siguiente:

célebre Sajituario de

Nuestra Señora de Copacavana, y sus Mi-

é Invención de la Cruz de Carabuco.

A Don

Sotomayor, del Abito de Santiago, del Consejo de

Alonso Bravo de Sarabia y

Su Magestad,

Cofisultor del San-

y Oydor de México. Por el P. J. Alonso Ramos Gavilán, Predicador, del Orden de N. P. S. Agustín. Año 1621. (Escudete grabado en madera con to Oficio,

emblema

el

vui

-\-

«En

agustiniano).

432 y 4 folios el

licencia en

Lima; por Jeronymo de

la

Cotitreras, 4.°,

finales.

último de los folios de principios,

que representa tas

Con

al

pie de un grabado en madera,

Virgen de Copacavana, hay estas dos

por Fr. Antonio de

la

quintillas,

compues-

Calancha y dedicadas á Fr. Alonso Ramos:

Dos milagros más verán En tu obra peregrina, Donde en toda paz están Una paloma divina En manos de un gavilán.

Y porque el otro veamos Para gloria más crecida, En autor y libro hallamos Al fruto y árbol de vida. Colgado de vuestros ramos. (i)

En América ha

habido, y no sé

si

aún dura,

cipalmente por motivos políticos, los nombres de estados,

como en España

inútil saber

misma (2)

los

de

las calles.

la

las

manía de

alterar, prin-

ciudades y aun de los

Para un lector europeo no será

que Chuquisaca, Charcas, La Plata y Sucre son nombres de una la república de Bolivia.

ciudad, capital hoy de

Don Vicente

Fidel López.

BOLIVIA dice de ella lo siguiente:

esplendor sobre era por lo

las

mismo

«La Universidad de Charcas

provincias de abajo hasta las

el

señanza iniciadora, que el

y de

foco del saber

una enseñanza circunscrita á

trado en

279

la letra

sin estar

en

sin

del Plata,

y

grande enseñanza; no de

la

de los textos, sino de una en-

el claustro

espíritu de los estudiantes

mismo, había pene-

y se había apoderado de

juventud que tomaba sus grados doctorales en

un

orillas,

irradiaba su

ella,

como

lo

la

prueban

número de hombres, Moreno, Monteagudo, Agrelo, Molina,

Medina, Pérez, Terrazas, Serrano, Gorriti, Castelli, Passo, López, Patrón y muchísimos otros hijos de

en

brillaron

las

provincias del Alto Perú que

revolución por sus luces y por sus ideas adelantadas.

la

Charcas fué en

el

último siglo de

la colonia

trascendental iniciación, que dio á revolucionario

y

los

la

un centro de elevada y

educación

literaria el espíritu

gérmenes de una nueva época»

Aquella generación,

sin

(l).

embargo, tan fecunda en jurisconsultos,

y hombres de acción, no produjo en Solivia ningún poeta. El más antiguo que conocemos de este siglo, apenas puede ser caliestadistas

ficado de boliviano

más que por

la

casualidad del nacimiento, puesto

que por educación fué español, y por origen de familia y por residencia definitiva, chileno. Me refiero á D. Ventura Blanco Encalada, que nació en llarse su

muy

ciudad de

la

pronto á

de

la

14 de Julio de 1782, por ha-

padre de magistrado en aquella Audiencia, de donde pasó la

de Buenos Aires. Educado en España D. Ventura,

y Guardia de Corps en rra

la Plata el

sus mocedades, se afrancesó durante la gue-

Independencia, y en 1820 entró

de Chile, que

le

al

servicio de la república

confió importantes cargos, entre ellos

el

de minis-

de Hacienda. Fué íntimo amigo de D. José Joaquín de Mora, á

tro

mucho en sus aficiones literarias y en el humor jovial y festivo, si bien con mucho menos estro. En la colección definitiva de los versos de Mora (que dista mucho de ser completa) hay una epístola y una elegía dedicadas á Blanco Encalada. Otra mucho más

quien se parecía

notable ha dado á conocer D. Miguel Luis

(

Amunátegui en uno de

y su despágitomo

Historia de la República Argentina^ su origen, su revolución

) I

arrollo poliiico hasta i8¿2.

Nueva

edición.

Buenos Aires,

191

1,

1,

na 561. Mbnéndez t

IPsijAYO.— Poesía Ais^ano-americarta. II.

i8

CAPÍTULO X

28o SUS curiosísimos libros sobre

Historia literaria de Chile (l).

la

fecundo Blanco Encalada: una traducción de representada en

el

la

epístola en verso suelto

al

mismo Mora,

al

fué

Mérope de Voltaire,

teatro de Santiago de Chile en 1828,

giada por Mora, pero no impresa nunca, y

No

y muy

elo-

parecer perdida; una

correcta y aliñada

si

se pres-

cinde de las inoportunas asonancias que ningún poeta americano de

entonces esquivaba,

oda frígidísima en algunas fábulas, terario,

no

ni siquiera

muy

y

ni siquiera Bello;

en estrofas de Francisco de

sáficos ó

letrillas

Olmedo,

sátiras políticas, es

notable ni por

la

abundancia

á los principiantes: no se

le

Tuvo buen

ni

por

gusto,

amó

Bolivia,

la

li-

calidad, aun-

la

el

el

arte

puede conceder más elogio que

Alguna parte cabe á D. José Joaquín de Mora en de

Torre;

todo su matalotaje

que digno de tenerse en cuenta por ser tan escaso todavía poético de Chile en su tiempo.

la

alguna

caudal

y alentó éste.

cultura poética

puesto que en su vida errante á través de

las repúblicas

834 á 1 837) á la sombra del famoso presidente D. Andrés Santa Cruz, que intentó dar á su país la hedel Sur, residió

guemonía en

allí

el

Sur, mediante

ción Perú-Boliviana

(i)

de

tres años,

La Alborada

(2).

1

el

establecimiento de

Fué Mora gran secuaz de

la

Confedera-

este proyecto,

y

Poética en Chile después del iS de Sepiiembre de 1810.

Santiago de Chile, i8q2, págs. 431-435.

Colaboró Blanco Encalada en El Merairio Chileno, revista fundada por Mora.

Tradujo é hizo representar en Santiago en 1852

La Marquesa

de Sennete-

comedia de Mélesville y Duveyrier. Falleció en 13 de Junio de 1856. Vid. Mora en Bolivia, por D. Domingo Amunátegui Solar (Santiago de (2)

rre,

y documentos recogiboliviano D. Gabriel Rene Moreno, que se los

Chile, 1897). Contiene este opúsculo curiosas noticias

dos en parte por

el bibliófilo

comunicó á Amunátegui. Mora, nombrado catedrático de

literatura

en

la

Universidad de La Paz, inau-

de Diciembre de 1834 con una extensa oración, la cual terminaba con rendidos homenajes al Presidente Santa Cruz, que además de

guró su curso en

15

haberle conferido su magisterio

oficial, le

proporcionó amplios recursos para

misma ciudad. Para sus clases publicó en 1835 "^ texto de Gramática Castellana, que difiere poco de los de la Academia y de D. Vicente Salva, y del cual todavía se hizo un compendio en 1850. En 1846, diez años después de la vuelta de Mora á Europa, abrir un Colegio

,

Normal de segunda enseñanza en

se reimprimieron en

La Paz sus Cursos

de Lógica

la

y Ética según

la escuela de

281

BOLIVIA secretario del General redactó, por encargo suyo,

como

Protectorado, periódico oficial de la Confederación

de

los

al de

Mora

en contestación

Chile,

Exposición

Manifiesto de Chile, que había escri-

al

dio algunas enseñanzas de

yor de San Andrés de

una parte

muy

la

la

sazón en Valparaíso. Además,

humanidades en

la

leyenda titulada Una Madre, que

la

hacienda de Cotana... situada en

en

el

departamento de

la

alta

después del pico de Sorata»

(i).

«la

la escribió

mismo nombre,

el valle del

montaña de todo

sin disputa alguna son las lo

mismo

Paz, república de Bolivia, á las faldas del

más

Nevado de lUimani,

de Mora, y

Universidad Ma-

Paz de Ayacucho, y compuso en Bolivia

en

como

la

considerable de sus Leyendas Españolas. El

apunta en una nota de

Y

la

del

motivos que asisten al Gobierno protectoral pa7'a hacer la guerra

D. Felipe Pardo, emigrado á

to

y

,

El Eco

el

Nuevo Mundo

Leyendas Españolas

lo

mejor

que conserva en pie su fama de poeta, introductor

en nuestro Parnaso de un nuevo género de narraciones románticas entremezcladas de digresiones humorísticas

Don Juan de

modo

al

del Beppo

Byron, siempre dará honra á Bolivia

el

y

del

haber sido

Edimburgo, publicados en Lima en 1832; y todavía en 1865 servía de texto en Universidades bolivianas su pequeño Curso de Derecho Romano, ex-

las tres

tractado de Heineccio.

y que faltan en la colección de sus obras, son notables una fábula dedicada á la mujer del Protector Entre

los versos

Santa Cruz, y

de

1835),

compuestos por Mora en

el valiente

Canto épico d

La Paz de Ayacucho,

al

el

ejército

el

to en octavas reales, impreso en

En

1838, Santa

el

la batalla de

Canto de Junin. Se publicó

1835, imprenta del Colegio

D. Emilio Mora, hijo de D. José Joaquín, celebró

de Agosto

peruano del general

de Juan Cruz Várela d

Olmedo en

Ituzaingd y tiene rasgos dignos de suelto en

la batalla de Yatiacocha (13

ganada por aquel caudillo contra

Salaverry. Este canto iguala ó supera

Bolivia,

la

misma

de Artes. También batalla

en un can-

Cuzco.

Cruz envió á Londres á Mora con

el

carácter de cónsul ge-

neral de la Confederación Perú-Boliviana, y su agente diplomático oficioso,

cargos que desempeñó hasta gai (20 de

la

derrota de su protector en

la batalla

de Yun-

Enero de 1839), y consiguiente disolución de aquel efímero Estado

federal. (i)

Leyendas Españolas, por D. José' Joaquín de Afora, Londres y París,

j84o, pág. 591.

CAPÍTULO X

282

cuna de uno de

los

mejores libros de versos castellanos del siglo

pasado.

Pero no parece que Mora dejase muchos discípulos en Bolivia,

La América

Poética, de Gutiérrez, impresa en 1846, sólo

da entrada

á dos ingenios de aquella República: D. Mariano Ramallo y D. Ri-

cardo Bustamante

En

(i)

el

(l).

estudio de D. Gabriel

Rene Moreno, que

se citará después, se

da

noticia bibliográfica de varios versificadores y poetastros bolivianos de la

mitad del siglo xix; pero son ta la

juzgar por las muestras, que quitan has-

tales, á

gana de consignar sus nombres.

No haremos

D. Mariano Salas, antiguo empleado de

Rescates de Potosí, por ser acaso su

mado de Mora, que

No

la

m'e

otra excepción

que

la

de

Casa de Moneda y del Banco de olvides (título evidentemente to-

había dado en Londres varios libritos análogos)

la

más

antigua colección de poesías publicada en Bolivia (dos cuadernos impresos

en Potosí, 1838). Pero parece que no

todíis las

composiciones son de Salas.

Tradujo, además, algunas poesías de Lamartine, entre

ellas

El

Crucifijo,

Sus versos son abominables, y D. Juan María Gutiérrez, que se los había pedido porque gozaban de cierta fama, no sólo se abstuvo de poner nada de ellos

en su Afnérica

trastienda de

El

Poética, sino

que hizo un auto de

fe

con

Mercurio, de Valparaíso. Todavía son peores,

el si

tomo en

la

cabe, los del

presbítero D. Hilarión Padilla Atoche.

Como cita al

humanista, aunque malo, y cultivador infeliz de

Dr. D. José Manuel Loza, vocal de

lario de su Universidad, Codificador de

la

la

la

poesía latina, se

Corte Superior de La Paz, Cance-

Nación, Ministro de Instrucción Pú-

y autor, entre otros opúsculos en prosa y verso, de un Canto lírico en memoria de los constantes y heroicos esfuerzos del Alto-Perú durante la guerra de

blica,

quince años por la indepejidencia americana. Escrito en metro latino por el doctor

don José Manuel Loza, y ti-aducido al verso castellano por el doctor R. Z. Contiene notas curiosas, históricas y geográficas, y un examen critico literario sobre el mérito de la obra (que su autor ó traductor compara modestamente con la can-

ción de Herrera á la batalla de Lepanto). Sucre, i8S5y imp. de López. LosOpúsculos poéticos latinos, del

mismo Dr. Loza

(2.*

edición corregida y aumen-

La Paz, 1859), han servido de texto en los colegios de la República, cosa que parece increíble, atendidas las faltas métricas que en

tada por el autor,

ellos se observan.

Sobre este Dr. Loza consigna una curiosa anécdota D. Gabriel Rene More-

no

[^Revista de Buefios Aires,

«Un

tomo

xvii, pág. 538).

distinguido escritor europeo, que medita vastos proyectos de alianza

moral y social entre los pueblos de raza latina para contrabalancear, en las lides de la civilización moderna, el engrandecimiento amenaza-

intelectual,

BOLIVIA

Del Dr. Ramallo

283

1817), natural de Oruro, graduado por la

(n.

Universidad de Chuquisaca, Rector del Colegio Bolívar y profesor