Memorias de Arqueología de la Región de Murcia [5]

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EL YACIMIENTO DEL PLEISTOCENO SUPERIOR DE LA CUEVA NEGRA DEL ESTRECHO DE LA ENCARNACIÓN, CARAVACA DE LA CRUZ, MURCIA: CAMPAÑA DE 1990

Michael J. Walker, FSA

MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

ENTREGADO: 1990

EL YACIMIENTO DEL PLEISTOCENO SUPERIOR DE LA CUEVA NEGRA DEL ESTRECHO DE LA ENCARNACIÓN, CARAVACA DE LA CRUZ, MURCIA: CAMPAÑA DE 1990

MICHAEL J. WALKER, FSA Laboratorio de Antropología, Facultad de Biología, Universidad de Murcia

Abstract: Compacted loess at a southeastern Spanish upland cave was washed through 10 mm., 5 mm., and 2 mm. sieves, thereby permitting retrieval of minuscule faunal remains, including fish otoliths, bones of small birds, teeth of small rodents, lithic chips, charcoal granules, etc.. Soil samples are being analyzed for pollen. Although in some places modern storagepits had been dug in the upper part of the compacted loess, undisturbed areas lie between them. Excavation of a 1 m. square column has commenced in one such area and reached a depth of 1.25 m. Preliminary findings support earlier research at the cave which had suggested a Mousterian assemblage. In sealed, deep situations in the test-pit loess there occurred a small fragment of (perhaps lagomorph) long bone which had been polished to form the tip of a punch or similar artefact (Fig. 3:1), a notched, somewhat awl-like, scraper on a small flint flake (Fig. 3:2), and a transverse scraper on a larger limestone flake (Fig. 3:6). Higher up in the loess there occurred a side-scraper on a small limestone flake (Fig. 3:3), a fragment of a pointed flint flake with three minuscule invasive flake scars on the bulbar surface (Fig. 3:7), and a pointed, retouched fragment of a thick flint flake (Fig. 3:5). In dis-

turbed situations there were found a small denticulate flint flake (Fig. 3:4) and a parrot-beak graver (presumably Magdalenian) on a flint flake-blade (Fig. 3:8). On the surface, just above the cave mouth, there was found a high nosed scraper, reminiscent of Aurignacian forms. Faunal remains from the loess include Hyaena (Crocuta crocuta spelaeus, Aurochs (Bos primigenius), Spanish Ibex (Capra ibex pyrenaica), lagomorphs, small rodents (Arvicola sp.; Micromys sp.; Microtus sp.; Allocricetus sp.), Tortoise (Testudo cf. graeca); amphibian cf. Frog; an unidentified fish jaw and an otolith; a mandible of a small reptile, perhaps a lizard; and innumerable bird bones ranging in size from small birds to others the size of a duck, although unfortunately no bird skulls were found. Bones of small birds are said to accumulate most often in caves used by Spanish Lynx, although no bones of that feline have yet been identified. Some bones from the loess were burnt and occasionally calcined. Waste flakes and chips were uncommon. The cave was perhaps visited infrequently by people and at other times may have been used by carnivorous mammals or birds.

INTRODUCCIÓN

ciones que aquí se comentan. Las excavaciones recibieron una subvención económica de la Dirección General de Cultura de la Consejería de Cultura, Educación y Turismo de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia, además de la donación de tamices metálicos por parte del Vicerrectorado de Investigación de la Universidad de Murcia, y la compra de una motobomba por parte de este Laboratorio. La campaña se desarrollaba entre el 23 de octubre y el 29 de noviembre de 1990, con la participación de diversos licenciados y alumnos de la Universidad de Murcia, entre los cuales destacaron los licenciados Enriqueta Fernández, Abel López, Alfonso Ros, Jesús Ginés Rosique, María Jesús Sánchez, Lorenzo Suá-

La Cueva Negra está situada en la margen derecha del río Quípar donde éste sale del desfiladero denominado el Estrecho de La Encarnación, a 8 km. al S. de Caravaca de la Cruz. La cueva está aproximadamente a 60 m. del río en línea horizontal y a 35 m. encima del mismo que aquí discurre a 700 m. sobre el nivel del mar. Las coordenadas de la cueva son 38 02´ 10´´ N. y 1 48´ 07´´ E (meridiano de Madrid; hoja n.º 910, "Caravaca", de la serie 1:50.000). El entorno inmediato de la cueva es el paraje denominado Los Villaricos, de la finca de D. José Marsilla que amablemente consintió a las investiga-

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rez y Josefina Zapata, y los alumnos José Antonio Marroquí y Ester Muñoz. Se agradece la ayuda científica aportada por el palinólogo Dr. José Sebastián Carrión, de esta Facultad y por el geoquímico D. Artemio Cuenca, de Alicante. También, se agradece la cooperación de los arqueólogos, el Dr. Miguel Martínez, Dr. Ricardo Montes y D. Miguel San Nicolás, responsables de la única prospección anterior en la cueva, que fue realizada en 1981. Se agradece la cooperación de la Confederación Hidrográfica del Segura que permitió la extracción de agua del río Quípar para el lavado del sedimento. METODOLOGÍA

El propósito de la nueva serie de investigaciones en la Cueva Negra es la definición no sólo de los conjuntos paleolíticos y su secuencia, sino también de la Paleoecología y Paleoecono durante el último periodo glacial en una zona de altiplano. Consiguientemente, se consideró de importancia fundamental la separación del loess de restos de dimensiones pequeñas, sin dañar elementos tan frágiles como vértebras de ranas, otolitos de peces, dientes de roedores, o incluso esquirlas diminutas de sílex del "desgaste"; elementos cuyo tamaño puede ser inferior a 5 mm. Desde hace 25 años, la metodología normativa en excavaciones del Paleolítico supone el lavado del sedimento para evitar daños a los elementos microfaunísticos por la disgregación de los pequeños terrones de tierra cementada que siempre quedan por muy cuidadoso que sea el proceso de excavación con paletín. El proceso de lavado se efectúa encima de tamices de acero inoxidable, de 45 cm. de diámetro, encajados uno encima de otro, de modo que los elementos mayores sean retenidos por la malla de alambre más grueso del tamiz superior, de red de 1 cm., después los elementos entre 0,5 y 1 cm. por el tamiz intermedio, de red de 0,5 cm., y finalmente los elementos entre 0,2 y 0,5 cm. por el tamiz inferior, de red de 0,2 cm. Dos juegos de tres tamices encajables fueron suministrados por "Geociencia S.A." al Vicerrectorado de Investigación que los donó a la excavación. Estos juegos fueron suspendidos de dos trípodes en la explanada de la cueva, así facilitando tanto la agitación suave de los mismos como la caída del agua y del lodo fino. El lavado se efectuó mediante mangueras con pitorros de riego cerrables, conectadas al pitorro metálico en la base de un bidón de 200 l., situado en un lugar 2 m. superior al de los tamices, que fue rellenado a través de otra manguera, de 100 m. de longitud,

1. 2. 3. 4.

Área excavada en la campaña de 1990. Área excavada en 1981 y por clandestinos anteriores Pared vertical de la cueva. Contorno de la cueva al nivel de la malla.

5. Contorno de la cueva al nivel de la superficie. 6. Bloques caídos de la visera. 7. Trazado de la olla cuadriculada.

Fig. 1. La Cueva Negra del Estrecho de La Encarnación, Caravaca de la Cruz, Murcia: planimetría.

mediante una motobomba "Campeón H-200" (de motor de 100 cm. de dos tiempos) situada en la orilla del río. Una malla de alambre tensado que formaba una red horizontal de cuadrículas de 3 m. x 3 m., partiendo de la boca de la cueva, fue colocada a unos 3 m. encima del piso. Plomadas fueron suspendidas de la malla y así se consiguió no sólo la delineación de los sectores a excavar y la planimetría del piso, sino también la medición de las desigualdades verticales del mismo y el desnivel de las capas excavadas respecto a la malla. Puesto que la pared occidental se inclina hacia el techo, hubo que extender el trazo cuadriculado desde las plomadas hasta donde el piso llegaba a dicha pared (las líneas quebradas de la Fig. 1). La pared oriental es vertical y continúa en esta dirección, cerrando así la explanada. Puesto que la práctica arqueológica ha puesto de relieve que, en muchas cuevas del Paleolítico, la visera, posteriormente erosionada, solía sobresalir encima de la explanada actual, se estima oportuno que en futuras campañas se excave dicha zona, que sería la antigua boca de la cueva donde se desarrollaba la mayoría de las actividades humanas. Por consiguiente, la enumeración de las cuadrículas de 3 m. x 3 m. arranca de la parte SE de la cueva para permitir la asignación de números desde dentro afuera y de letras mayúsculas con-

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secutivas en la explanada de E a W. La división de las cuadrículas principales en sectores de 1 m. x 1 m. es indicada por letras minúsculas. Los grandes bloques caídos de la visera, señalados en la Fig. 1, tapan y protegen algunos pedimentos vestigiales de sedimentos de loess que yacen a nivel superior al del loess adentro, ya que esto ha sido sometido a procesos de desmantelamiento antrópico, tanto mediante excavaciones intencionadas como por el pisoteo del ganado. Dichos pedimentos probablemente conservan los restos más recientes del Paleolítico en la cueva pero su excavación implica la destrucción previa de los bloques. Uno de los preparativos contemplados para la campaña fue la reducción de los bloques, que se intentó realizar mediante un martillo rompedor alimentado por un grupo electrógeno. Sólo se consiguió la fractura y separación de un gran bloque situado encima de otro aún mayor en la zona W de la boca. La reducción de los dos bloques que quedan necesitará herramientas más potentes, quizás un martillo rompedor alimentado de aire comprimido a través de una manguera desde un compresor convenientemente estacionado al final del carril a 100 m. de la cueva y 25 m. más abajo. La excavación arqueológica procedió por unidades litoestratigráficas (las capas 1, 2 y 3), divididas por letras minúsculas según se estimaba conveniente: por ejemplo, según la percepción de posibles buzamiento o cambio de la consistencia de la tierra, o según el arbitrio de niveles horizontales de tierra homogénea para facilitar tanto la clasificación de materiales como su levantamiento oportuno en el caso de hallazgos demasiado importantes para dejar expuestos de un día para otro. Se empleó el sistema de inventario abierto de la siguiente manera. Cada cuadrícula menor y cada nivel (en círculo) tiene tres series inventariadas: C-01 a C-n para cerámica; M01 a M-n para componentes de mineral (sílex, etc.); H-01 a H-n para materiales de hueso, diente, o concha). Por ejemplo, tres sílex podrían identificarse, respectivamente, como C2a(2g)M-02, C2a(3)M-02, y C2d(1)M-02, así permitiendo la diferenciación inmediata de su procedencia a la vez de su designación de forma única e inconfundible. El sistema ofrece dos ventajas prácticas. En primer lugar, la recolección en los tamices de materiales muy pequeños implica su posterior clasificación en el laboratorio, a veces bajo lupa; lo que presenta problemas de homologación inventarial respecto a otros materiales de clasificación varia de mayor tamaño, identificados e inventariados durante el

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proceso de excavación durante el proceso de excavación manual. El inventario abierto permite la añadidura de elementos, identificados con posterioridad, a cualquier serie de interés. Así pues, pequeñas esquirlas de sílex pueden añadirse a la serie de sílex mayor procedente del mismo sector y nivel. En segundo lugar, determinados tipos de restos, especialmente, en este caso, óseos y microfaunísticos cuyos recuento y separación es tarea de laboratorio, sobrepasan la abundancia de otros tipos por un múltiple de 100, aunque, por otra parte, la diversidad osteológica obliga la enumeración de cada elemento por separado para el inventario final. En estas circunstancias, es aconsejable que la comparación y contrastación tipológicas de niveles o sectores se caractericen por la máxima flexibilidad que sea compatible con la proporción de cierta información sobre la procedencia de los tipos. LA EXCAVACIÓN

Se comenzó por cribar en seco la tierra revuelta superficial de las cuadrículas C2a a C2i y D2a a D2c (véase la Fig. 1). Dicha zona se encuentra entre un gran bloque en la entrada, caldo de la visera, y las excavaciones de 1981. Donde la tierra volcada de éstas estaba encima del sector C2, el espesor de la tierra removida superficial alcanzaba 28 cm, pero en las demás áreas hubo apenas 5 cm de tierra gris polvorienta con piedras angulosos. Dicha tierra formaba la parte superior de la unidad estratigráfica 1, cuyos 2 a 5 cm inferiores era de tierra más oscura, con vegetación descompuesta, cenizas, estiércol, y materia orgánica humificada. Se considera inoportuna la designación, por Martínez et al. (1989), de esta parte como "estrato 2", por valorarla como producto del mismo proceso antrópico pastoril, responsable de la erosión mecánica de la tierra superficial. También desaconsejaba semejante separación el descubrimiento inesperado de dos silos ogivales (uno en la confluencia de las cuadrículas C2d, C2e, C2g y C2h, el otro en las cuadrículas C2b y C2c), totalmente rellenados de tierra, piedras grandes, y restos mayoritariamente modernos, relleno que muestra continuidad con la unidad estratigráfica 1. Con toda seguridad aquellos "pozos de saqueo" que habían llamado la atención de Martínez et al. (1989) e impulsado su campaña de excavación arqueológica de urgencia, fueron estructuras similares, independientemente de si hubiese excavaciones clandestinas más recientes pero anteriores a dicha prospección; efectivamente, todavía se percibe

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1. Unidad estratigráfica superficial de tierra removida con material carbonizado inferior. 2. Unidad estratigráfica de loess compacto. El relleno del material no aportó materiales recientes y sus dos niveles (2a y 2b), separados por una lente de carbón, son continuos con los mismos niveles que siguen al 2c en el resto de la cuadrícula y en el socavón se formó después de la deposición del 2c. Los niveles horizontales arbitrarios fueron designados 2c, 2d, 2e, 2f, 2g, 2h y 2i. 3. Unidad estratigráfica de loess compacto diferenciado del de la unidad 2 por su contenido de pequeños clastos de chinarro diminuto y por su estructura compacta laminar en forma de costras o plaquetas de 1 a 3 cm. de espesor, posiblemente debida al pisoteo paleolítico.

Se eligió la cuadrícula C2a entre los silos donde profundizar en el loess, acompañado por el consiguiente lavado riguroso de todo el sedimento extraído. La Fig. 2 indica que la secuencia comienza con un socavón o depresión en la esquina S, formado a partir del nivel de loess enumerado 2c, ya que los dos niveles de loess del relleno mostraban continuidad con los niveles horizontales 2a y 2b en el resto de la cuadrícula, aunque con la particularidad de que una lente con gránulos de carbón dividió el 2b en la depresión. El relleno también incluía piedras angulosas pero, a diferencia del de los silos, carecía de hallazgos arqueológicos modernos. Los niveles 2a a 2i eran de loess compactado o cementado. A 1,20 m. de profundidad la consistencia muestra cambios hacia mayor contenido de pequeños clastos o chinarro diminuto y hacia una estructura laminar en costras de 1 a 3 cm. de grosor, probablemente causadas por el pisoteo antrópico; los cuales han incidido en la designación de esta capa como la unidad estratigráfica 3. La excavación de esta unidad continuará en la próxima campaña. LOS RESTOS PALEOLÍTICOS Y LA FAUNA

Fig. 2 La Cueva Negra del Estrecho de La Encarnación, Caravaca de la Cruz, Murcia: perfil estratigráfico de la cuadrícula C2a donde linda con B2.

parte del contorno de uno en el perfil W de las excavaciones realizadas por los citados arqueólogos, los cuales cuentan haber visto dos. Parece ser que la cueva está sembrada de silos, excavados a picotazos hace medio siglo en el metro superior del loess del Pleistoceno Superior, y posteriormente rellenados: todos tienen forma ogival, de base plana y mayor que la boca, aunque con ligeras diferencias de dimensiones, desde 1 a 1,2 m. para la boca, y unos 30 cm. más en la base. El relleno fue intencionado y contemporáneo, ya que fueron encontrados fragmentos del mismo recipiente de cerámica en ambos silos vaciados en la campaña actual. Aunque la mayoría de la cerámica y otros materiales (por ejemplo, suelas de zapatos) procedentes de los silos son modernos, algunos hallazgos muestran mayor antigüedad: por ejemplo, un "ex voto" romano de barro cocido, un fragmento de un molino circular de piedra volcánica que recuerda a los molinos romanos de Andernach-am-Rhein u otras canteras, y fragmentos de cerámica a mano con desgrasante mineral grueso. Las bocas de los silos se relucen como manchas negras en la superficie amarillenta de loess de la unidad estratigráfica 2. Fuera de los silos, la unidad estratigráfica 1 proporcionó cerámica moderna con escasos restos líticos o faunísticos arcaicos.

Este informe preliminar no se detendrá en la descripción del contenido de los silos o de la unidad estratigráfica superficial en cuanto éste no sea paleolítico. Tampoco se presentará aquí el desglose estadístico de los materiales excavados ni el inventario completo de los mismos. Se limitará a los aspectos de mayor interés desde los planteamientos de la campaña y de los comentarios de la DISCUSlÓN a continuación. Los implementos clasificables procedentes de esta campaña son aquellos dibujados en la Fig. 3 y su descripción tipológica acompaña la leyenda de la misma. Es interesante notar que un buril "pico de loro" apareció en la tierra revuelta superficial (Fig. 3: 8); este tipo es característico del magdaleniense superior. Probablemente también del Paleolítico Superior es un raspador nucleiforme (Fig. 3: 9) encontrado en la ladera fuera de la cueva, que recuerda un tipo característico del auriñaciense. Dichas piezas no tienen relación con la estratigrafía de la excavación. De las siete piezas restantes, de clasificación provisionalmente del Paleolítico Medio, dos proceden de la unidad estratigráfica superficial, por lo que tampoco pueden considerarse relacionadas de forma determinante con la secuencia estratigráfica: se trata de una pequeña lasca denticulada de sílex encontrado en el relleno de un silo (Fig. 3: 4) y una gruesa lasca puntiaguda de sílex con retoque marginal encontrada en la tierra superficial revuelta (Fig. 3: 5).

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1. Fragmento de punta pulida rota de hueso largo de animal menor, C2a(3)H-120. 2. Raedera puntiaguda o denticulada con retoque marginal en lasca de sílex gris patinado y con corteza, C2a(2a)M01. 3. Raedera denticulada retocada en lasca de caliza gris, C2a(3)M-01 4. Denticulado en lasca de sílex marrón, C2d / C2e / C2g / C2h (1)M-02, procedente del relleno del silo moderno donde las 4 cuadrículas confluyen. La muesca no ha sido producida por retoque marginal, sino por un golpe que causó una fracturación de tipo bisagra. 5. Punta con retoque marginal en lasca gruesa de sílex gris patinado, C2b(1)M-01. 6. Raedera transversa en lasca de caliza. C2a(2e)M-35. 7. Fragmento de punta de caliza con tres desconchados invasivos paralelos pero diminutos en la superficie bulbar C2a(2g)M-01.

Fig. 3 La Cueva Negra del Estrecho de La Encarnación, Caravaca de La Cruz: implementos paleolíticos (escala en cm.). Todos están a la misma escala excepto 3:1 que está a doble escala.

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8. Buril tipo «pico de loro» en sílex gris oscuro patinado y con corteza, C2a(1)M-01. La tipología corresponde a un magdaleniense superior. 9. Raspador nucleiforne en núcleo o lasca gruesa de sílex gris claro, encontrado fuera de la cueva en la ladera encima de la boca, por lo que no tiene un número de inventario de excavación. La tipología se asemeja a la de los raspadores nucleiformes auriñacienses.

Figura 4.

Las cinco piezas que quedan fueron encontradas en situaciones estratigráficas del sector C2a, desde el nivel 2a del loess superior hasta la unidad 3. Una es de hueso, otra de sílex y tres son de caliza. Las de caliza son una raedera en una lasca pequeña con bulbo de percusión propia, procedente de la unidad 3 (Fig. 3: 3); una raedera transversa en una lasca grande, también con bulbo de percusión propia, procedente del nivel 2e (Fig. 3: 6); y la punta rota de una lasca de sílex que muestra tres desconchados paralelos en la superficie bulbar, procedente del nivel 2g (Fig. 3:7). Del nivel 2a procede una pequeña lasca de sílex, con bulbo de percusión propia, con retoque marginal en forma ligerarente puntiaguda o denticulada, quizá se trate de un perforador (Fig. 3:2). Ninguna de las piezas encontradas en el yacimiento muestra una plataforma de percusión de facetas múltiples ("levaloisiense"); las plataformas son siempre sencillas. La forma irregular de las lascas retocadas y la ausencia total de láminas, retocadas o sin retoque, son características del Paleolítico Medio. Algunas lascas sin retoque muestran señales de

desgaste o uso; éstas son señaladas en la Tabla 1 que indica la relación estadística del material lítico, tanto retocado como sin retoque. De singular interés es el fragmento de la punta pulida rota de un punzón fabricado en la diáfisis del hueso largo de un animal nenor, quizás un lagomorfo, procedente de la unidad 3 (FIG 3: 1), cuyo tamaño reducido, de apenas 1,5 cm, fue la causa de que había pasado desapercibido durante el proceso de excavación manual, para ser identificada sólo después, durante el último repaso en el Laboratorio de aquellos fragmentos óseos diafisarios carentes de características osteológicas servibles de la clasificación arqueozoológica. Semejante fragmento insignificante fácilmente podría haber escapado la atención arqueológica por el empleo de una metodología menos rigurosa; su gran importancia radica en la extrema escasez de implementos de hueso pulido en el Paleolítico Medio a escala mundial. El hallazgo proporciona un dato singular sobre el empleo del hueso por el hombre del musteriense.

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Lám. 1 La Cueva Negra del Estrecho de La Encarnación de Caravaca de la Cruz, Murcia: fragmento de mandíbula de Hiena Crocuta crocuta spelaeus excavado en el loess del sector C2a nivel (2b), escala en cm. y mm.

Los restos faunísticos procedentes de las unidades 2 y 3 incluyen una mandíbula con dientes de hiena (Crocuta crocuta spelaeus) (Lam. 1) y otro diente probablemente de la misma; un fragmento distal de radio de uro (Bos primigenius), posiblemente de una hembra; dos fragmentos de escápula de cabra hispánica (Capra ibex pyrenaica), una imadura; abundantes restos de lagomorfos; huesos y dientes de pequeños roedores (Arvicola sp., Micromys sp., Microtus sp., and Allocricetus sp.); tortuga (Testudo cf graeca); huesos de anfibios, quizás de rana; un otolito y una mandíbula inclasificada de pez; otra mandíbula de reptil pequeño, quizás de lagarto; y muchos huesos de aves, desde pajaritos hasta del tamaño de pato, lo que recuerda las colecciones de restos avinos en cubiles de linces a pesar de la ausencia de este félido en los huesos identificados. La clasificación de estos restos está todavía en proceso de elaboración. Algunos huesos procedentes del loess muestran señales de haber sido quemados o, en casos aislados calcinados. Es probable que hubo alternancia de seres humanos y carnívoros, sean mamíferos o aves, en el uso de la cueva. DISCUSIÓN

La campaña ha puesto de relieve que el loess de la Cueva Negra contiene elementos faunísticos y culturales que apun-

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tan hacia el último periodo glacial. Investigaciones anteriores también apuntaron hacia semejante conclusión, pese a que la única pieza lítica clasificable encontrada en el loess fue un raspador, ya que las demás aparecieron en la tierra revuelta superficial: una lasca levallois, una raedera transversa, 3 denticulados y un fragmento de una punta musteriense (Martínez et al. 1989). En la campaña de 1981 se encontró una fauna arcaica de Rinoceronte, Bos primigenius, Equus sp., Cervus elaphus, Capra ibex pyrenaica, Tortuga, Lagomorfos, aves, anfibios, y un fragmento de mandíbula de lobo o hiena. El área y volumen excavados fueron mayores en dicha campaña, porque no se cribó la tierra. De todas formas, la identificación de herbívoros tan grandes como el rinoceronte hace difícil atribuir la reducción de cráneos y dientes de éste a la actividad carroñera de hienas o aves, por lo que se puede inferir la intervención humana. La geocronología del loess está a la espera de la determinación, por la resonancia del "spin" de electrones, de un fragmento de calcreta extraída del perfil de la campaña de 1981 en una situación igual a la de la unidad 3 de la Fig. 2. También se enviarán muestras de carbón de la campaña actual para la determinación del C14 mediante aceleración, proceso que está poniendo yacimientos musterienses al alcance del método del C14. Muestras del loess están en proceso de análisis palinológico por el Dr. J. S. Carrión.

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El loess en sí es indicio de condiciones periglaciales, y si se descarta cualquier relación entre implementos de tipología paleolítica superior y el loess (puesto que todos han sido encontrados fuera del mismo), es de suponer que el loess fue depositado durante la primera mitad del Pleistoceno Superior. Otro dato que podría apoyar dicha hipótesis es la presencia en la margen izquierda del río Quípar, tanto en frente de la Cueva Negra como a la salida del Estrecho, de la superficie del glacisterraza B del sistema fluvial del Segura, en el lugar de costumbre a 35 m. encima del cauce actual. A la salida del Estrecho se puede apreciar, además, el glacis-terraza B, cuya superficie está 15 m. por encima del río actual, y cuyo aluvionamiento comenzó después de un periodo de rejuvenecimiento fluvial considerable durante la fase interpleniglacial, aproximadamente entre hace 40.000 y 30.000 años (Cuenca y Walker 1986). Lógicamente, la fase anterior a la del aluvionamiento, mayoritarianente de loess redepositado en pantanos poco activos (el "diluvialoess" de los cuaternaristas alemanes), no se habría acumulado hasta el nivel de la explanada de la Cueva Negra hasta un periodo avanzado del pleniglacial inferior, aunque, de todas formas, anterior a hace 40.000 años. La lenta acumulación del glacis-terraza B desde los comienzos del último periodo glacial (hace 115.000 años, según las aportaciones de la geocronología de los isótopos O12/O16 en sedimentos oceánicos), habría dejado acceso libre a la Cueva Negra durante el periodo correspondiente a las industrias musterienses. TamTabla 1. Relación estadística del material lítico Columnas: dimensión máxima en milímeteros de piezas líticas, tanto de sílex como de calizas. Líneas: número de piezas por nivel. “r” = implemento con retoque, “d” = señales de desgaste o uso.

A. Piezas recogidas de la tierra superficial revuelta y de los silos (cribada con tamiz de malla grande).

0-5 5-9 10-19 20-29 30-39 40-49 50-59 60-69 70-19 80-89 C2a (1) 1 3 1+1d 1r C2b, c (1) + silo 1d C2d, e, g, h+silo 5 3 1+1r C2f (1) C2i (1) D2a D2b D2c B. Piezas recogidas por el lavado del loess del sector C2a capas (2) a (3) 0-5 5-9 10-19 20-29 30-39 40-49 50-59 60-69 70-79 80-89 C2a (2a) 5 58 1 1r+1d+7 5 5 C2a(2b) 12 1 4 Ir+1 C2a(2c) 5 11 17 3 1 1 C2a(2d) 2 9 1 1 C2a(2e) 8 22 1 C2a(2f) 3 3 5 1 C2a(2g) 3 1r+2 1 C2a(2h) C2a(2i) 1 C2a(3) 1 6 1r+2

bién el acceso habría sido libre durante el último interpleniglacial (entre hace 128.000 y 115.000 años) cuando hubo rejuvenecimiento fluvial. Los glacis-terrazas C y D, de sedimentación anterior, suelen estar en niveles superiores al del B del sistema fluvial del Segura, por lo que la cueva quizás habría sido tapada por éstos durante el penúltimo periodo glacial. Las características de la unidad 3 de la cueva incluyen la presencia de óxido ferroso-férrico (Martínez et al. 1989), la cual, al ser confirmada, podría ser señal de una fase interestadial anterior al pleniglacial inferior. Semejante mejoramiento climático habría favorecido el empleo de la cueva por el hombre. No hay que olvidar que las cercanas Sierras del Gavilán y del Buitre (1.400 m.) y las no muy lejanas montañas, como Revolcadores, superiores a 2.000 m., habrían sido el escenario de condiciones periglaciales intensas durante los estadios pleniglaciales. El interés de una cueva situada a 700 m. en el altiplano debería ser considerado desde el enfoque paleoecológico y paleoeconómico de semejante entorno natural. Todavía no se puede opinar demasiado sobre las características peculiares de los conjuntos paleolíticos o de su disposición espaciotemporal en los estratos. No obstante, la presencia del singular fragmento de un implemento de hueso pulido ofrece el aliciente de continuar el programa de excavaciones arqueológicas en la cueva, para intentar arrojar mayor luz sobre este tipo de implemento, por otra parte tan poco encontrado en yacimientos de semejante antigüedad paleolítica. CONSIDERACIONES FINALES

El estudio científico de la Cueva Negra sigue ofreciendo aportaciones valiosas sobre la actividad humana y la paleoecología del Pleistoceno Superior en el interior de la Región de Murcia. El empleo de una metodología rigurosa ha permitido el refinamiento de la recolección de materiales, entre ellos algunos muy pocas veces encontrados en yacimientos del Paleolítico Medio como son los implementos de hueso pulido.

BIBLIOGRAFÍA MARTÍNEZ Andreu, M., Montes Bernárdez, R., y San Nicolás del Toro, M., 1.989, "Avance al estudio del yacimiento musteriense de la Cueva Negra de La Encarnación (Caravaca de la Cruz, Murcia)", pág. 973 a 873 en XIX Congreso Nacional de Arqueología, Castellón de la Plana 1987, Volumen I, Ponencias y Comunicaciones (Zaragoza, Universidad de Zaragoza). CUENCA Payá, A. y Walker, M. J., 1.986, "Palaeoclimatological oscillations in continental Upper Pleistocene and Holocene formations in Alicante and Murcia", pág. 365 a 376, en F. López-Vera (ed). Quaternary climate in Western Mediterranean (Madrid, Universidad Autónoma de Madrid).

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

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INVESTIGACIONES SOBRE ARTE RUPESTRE EN MORATALLA. II CAMPAÑA

Anna Alonso Tejada y Alexandre Grimal

MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

ENTREGADO: 1994

INVESTIGACIONES SOBRE ARTE RUPESTRE EN MORATALLA. II CAMPAÑA

ANNA ALONSO TEJADA (1) Y ALEXANDRE GRIMAL (2)

Palabra clave: Benizar, cazadores-recolectores, Epipaleolítico, Arte Levantino, Arte Esquemático, Neolítico. Resumen: Este artículo ofrece los resultados preliminares de la II Campaña de investigaciones en el término municipal de Moratalla (1990) que se propuso un doble objetivo: estudiar las estaciones con Arte Levantino de La Risca III y la Hornacina de la Fuente del Buitre y prospectar otras zonas que han ofrecido como resultado cinco nuevas estaciones, Benizar I, II, III, IV y V, con Arte Levantino y con Arte Esquemático.

Abstract: This article offers the innitial results of the second study on the Moratalla region (1990) in its double feature: research of the rock shelter with Levantine Art of the La Risca III and Hornacina de la Fuente del Buitre and prospecting other zones with a five new station discovery, Benizar I,II,III,IV and V, with a Levantine and Schematic Art.

La importancia que el término municipal de Moratalla representa desde el punto de vista arqueológico y, en especial, en lo referente a las muestras de arte parietal se puso de relieve en los primeros hallazgos realizados en 1967. De manera casual y protagonizado por personas ajenas al sector arqueológico, se descubrieron un interesante núcleo de cavidades pintadas en las proximidades del Sabinar que abría esperanzadoras perspectivas para el hallazgo de este tipo de manifestaciones por las características que aquellos parajes presentaban. Sin embargo, esta potencial riqueza parietal no respondió a los resultados obtenidos en los años siguientes, totalmente estériles, y cuya causa fundamental se debe en buena medida a la falta de proyectos verdaderamente planificados, realizados por especialistas, y con objetivos bien orientados hacia las problemáticas del arte rupestre postpaleolítico en estas latitudes. Los descubrimientos en el Campo de San Juan de La Risca I, en 1979, y La Risca II, en 1982, por el niño Pedro Sánchez García -los únicos desde aquellos pioneros- son evidencias de lo que estamos apuntando.

La realización de la tesis de licenciatura de uno de nosotros (A.A.T.) y de las siguientes investigaciones en el término municipal de Nerpio (Albacete) (Alonso, 1980), nos hizo aproximarnos, necesariamente, al de Moratalla iniciando un proceso de estudio de los yacimientos conocidos y obteniendo informaciones de algún otro cuyas imágenes no habían sido identificadas como prehistóricas; tal fue el caso de la Cueva del Esquilo. En aquellos años, en 1984 concretamente, descubrimos los conjuntos de Andragulla que alcanzaron a incorporarse en el «Informe sobre los yacimientos con Arte Rupestre Prehistórico» que nos fue encargado por la Comunidad (Alonso y López, 1985). El conocimiento de las pinturas del Abrigo de la Muela por mediación de Marcial García (aunque el descubrimiento se remontaba a 1982); los hallazgos de la Fuente del Sabuco II en 1987 por A. Grimal (Alonso y Grimal, 1989 a) y los de la Fuente de Serrano I y II por M. y K. Bader en ese mismo año (Alonso y Grimal, 1989 b), hizo que considerásemos la necesidad de plantearnos un programa de investigación más detenido.

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Figura 1. Fragmento del panel 3.º de La Risca II (Según, Alonso).

El trabajo que a continuación presentamos corresponde a un avance preliminar de los resultados logrados en las investigaciones realizadas en el término de Moratalla en orden al estudio y prospección de estaciones con arte rupestre prehistórico y como continuación del proyecto que iniciáramos en 1989. Para esta labor se ha contado con el permiso y la ayuda económica de la Consejería de Cultura, Educación y Turismo de la Región de Murcia. La primera campaña de estudio en un sector de Moratalla se propuso dos objetivos esenciales: el primero, la investigación exhaustiva del panel pintado de La Risca II cuyo contenido, además de otros factores entre los que no era ajeno el de la conservación, justificaban sobradamente la intervención. El segundo, consistió en iniciar una labor de exploración sistemática para la localización de nuevas muestras parietales. Los resultados de esa tarea, expuestos en las I Jornadas de Arqueología Regional (Alonso, 1993), se resumen en la identificación definitiva de tres paneles pintados, con un total de medio centenar de figuras, en el conjunto de La

Risca II y el descubrimiento de dos nuevos frisos el de La Risca III, próximo al anterior, y el de la Hornacina de la Fuente del Buitre, en la Molata de la Fuensanta, todos ellos pertenecientes al Arte Levantino. El plan de trabajo a realizar en esta II campaña se ha concretado esencialmente en: -Estudio de los yacimientos de la Hornacina de la Fuente del Buitre y La Risca III -Comprobación de los calcos de La Risca II -Ampliación de la zona de prospección iniciada el año precedente con objetivos esencialmente similares. El estudio de las dos primeras estaciones nos ha permitido confirmar las apreciaciones iniciales en lo que respecta a la Hornacina de la Fuente del Buitre matizando que, en efecto, dicho panel está integrado además del caprino, por un cazador provisto de un arco (del que apenas se conservan algunos restos) que situado frente a él configuran una explícita acción cinegética. En lo concerniente a La Risca III se han logrado nuevos datos. Las pinturas se encuentran en

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Fotografía 1. Vista del macizo calizo en que se localizan los conjuntos de Benizar I-V (Foto A. Alonso).

la zona más externa de una cavidad, a una altura entre los 2,5 y 3 m. respecto al suelo actual, sin prácticamente protección y con un soporte extremadamente enmascarado. La instalación de un sistema de acceso idóneo practicado durante la presente campaña nos ha permitido identificar nuevas representaciones. De manera que a los cinco cuadrúpedos, algunos claramente cápridos, identificados en primera instancia hay que añadir la representación de un arquero, un cuadrúpedo más y varios restos de figuras y trazos. Obviamente, aquella interpretación que sugerimos de que estábamos ante una agrupación de animales (escena por lo demás muy recurrente en este arte) debe verse modificada por la posibilidad muy verosímil de que nos hallemos ante una composición -o composiciones- venatorias sin que pueda precisarse otros pormenores pues no poseemos la totalidad de la composición. La segunda fase del trabajo se centró en la comprobación de los calcos de La Risca II, que ocupan cerca de cinco metros lineales, y en los que hemos de indicar no han existido grandes modificaciones respecto a lo ya elaborado lo que nos permite proseguir la siguiente fase del estudio que concluirá con la representación de la memoria final (Figura 1).

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La tercera fase del proyecto consistió en ampliar el territorio de prospección de los lugares inmediatos a los hallazgos de 1989, que habían quedado pendientes y la de otros potencialmente interesantes. Los trabajos previos consistieron en un estudio de los mapas topográficos de la zona y las posibilidades que a priori éstos ofrecían, considerando tanto los farallones rocosos más elevados como aquellos que se localizaban en niveles inferiores. De igual manera se tuvo en cuenta la accesibilidad y la orientación más adecuada. Todos estos datos teóricos, y una vez iniciada la campaña, se iban revisando en función de las posibilidades del resultado, el esfuerzo y el tiempo que había de emplearse. De manera que, en cierta forma, debieron desestimarse aquellos barrancos o lugares en el que el número de cavidades fuese limitado. Por tanto, la campaña de prospección pretendía, prioritariamente, obtener evidencias de la presencia de arte rupestre en una zona lo más amplia posible con lo que se lograría unos puntos de expansión de dichas muestras prehistóricas que permitirían conectar núcleos muy distantes y sentar unas pautas generales para posteriores trabajos de búsqueda más concretos y específicos.

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Fotografía 2. Ciervo al abrigo I de Benizar (Foto A. Alonso)

El primer paraje que exploramos fue el de la Molata de la Fuensanta, en el que se localiza la Hornacina de la Fuente del Buitre. El número abundante de cavidades y refugios no ofreció, sin embargo, resultados positivosOtro de los lugares en los que centramos nuestro interés fue, precisamente, el inmediato al anterior, hacia el Este, en el que se localizan las pinturas de la Cueva del Esquilo y del que no teníamos constancia se hubiese prospectado. La circunstancia de que existieran pictografías, la presencia de cavidades y de numerosas fuentes, aún hoy con caudal, hacían a aquellos parajes especialmente interesantes para el hallazgo de muestras pictóricas, sin olvidar las arqueológicas, como los que se localizan en el Cerro de las Víboras, que se halla tan próximo, y cuyos resultados presenta el Dr. Jorge J. Eiroa en estas mismas Jornadas. Efectivamente se encontraron restos de pinturas unos cientos de metros al Norte de la mencionada cavidad pero éstos resultaron tan sumamente fragmentados que no fue posible determinar formas concretas aunque si confirmar que, tras un análisis puntual, deben corresponder a elementos esquemáticos(3). De forma que parece verosímil sospechar que en todo este barranco existieron muestras de arte

parietal, probablemente Esquemático, pero éstas no han podido mantenerse porque el soporte rocoso de los abrigos y paredes mirados muestran graves problemas de conservación por diversas causalidades. Otra zona elegida, al Sur de la anterior, fue el Barranco de la Fuente. En los momentos iniciales de la prospección se localizó en un espléndido abrigo un motivo pintado; su característica, concreción y color y demás elementos reunían, aparentemente, todas las condiciones, sin embargo, tras un estudio más detallado, ha sido excluido de nuestras investigaciones por considerar que presenta serias dudas sobre su adscripción a una cronología prehistórica. Hemos de añadir que éste no ha sido el único caso, ya que en los recorridos realizados se han encontrado varias pinturas parietales realizadas tanto en color rojo, negro, como en blanco, pero aplicando un criterio riguroso se ha considerado oportuno rechazarlas en una investigación de esta naturaleza. En el transcurso de la campaña y por mediación del Concejal de Cultura de Moratalla, Marcial García, contactamos con Jesús M. Martínez quien nos planteó la posible existencia de pinturas en un lugar próximo a las del Abrigo de la Muela(4). Antes estas informaciones se tomó la decisión de

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Figura 2. Panel del abrigo V de Benízar (Según, Alonso y Grimal).

visitar aquel paraje para la constatación de las supuestas muestras pictóricas. El resultado fue positivo ya que los restos observados corresponden, sin lugar a dudas, a pinturas pero lamentablemente su conservación no permite definir formas concretas. Animados por ello, exploramos la zona estrictamente inmediata, pues el lugar es extraordinariamente amplio y se apartaba de los planes de prospecciones previstos, sin constatar más que alguna muy perdida muestra informe. La búsqueda se trasladó en los días sucesivos hacia el Este. Se partió del Arroyo de Andragulla, con pinturas en

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alguno de sus abrigos como ya hemos apuntado, acabándose de explorar todas las cavidades hasta el río Benamor en el que aquél vierte sus aguas. También se realizó una breve incursión a un grupo de oquedades y paredes cercanas al Cortijo de los Tornos, sin resultados positivos en ninguno de los casos. Una vez en el cauce del mencionado río se hizo un recorrido próximo a los tres kilómetros aguas abajo. Existe en toda esta zona un número muy abundante de paredes y cavidades, algunas con unas proporciones extraordinarias un tanto inhabituales, y especialmente aptas por el grado de

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1. Cueva del Mediodía (Yecla). 2. Cantos de la Visera I. 3. Cantos de la Visera II. 4. Abrigo del Peliciego o de los Morceguillos (Jumilla). 5. Abrigo del Buen Aire I. 6. Abrigo del Buen Aire II. 7. La Calesica. 8. Los Grajos I (Cieza). 9. Los Grajos II. 10. Cueva-sima de la Serreta. 11. Las Enredaderas. 12. La Cueva de Los Pucheros. 13. Abrigo del Pozo (Calasparra). 14. Cueva del Humo (Cehegín). 15. Cueva de las Palomas. 16. Cueva de las Conchas. 17. Cejo Cortado I (Mula). 18. Cejo Cortado II. 19. El Milano. 20. Benizar I (Moratalla). 21. Benizar II. 22. Benizar III. 23. Benizar IV. 24. Benizar V. 25 Hornacina de la Fuente del Buitre. 26. La Risca I. 27. La Risca II. 28. La Risca III. 29. La Muela. 30. Cueva del Esquilo. 31. Andragulla I. 32. Andragulla II. 33. Andragulla III. 34. Molino de Capel. 35. Cañaíca del Calar I. 36. Cañaíca del Calar II. 37. Cañaíca del Calar III. 38. Cañaíca del Calar IV. 39. Fuente del Sabuco I. 40. Fuente del Sabuco II. 41. Fuente de Serrano I. 42. Fuente de Serrano II. 43. Abrigo de la Fuente. 44. Abrigo de El Mojao (Lorca). 45. Abrigo de los Gavilanes. 46. Cueva de los Paradores. 47. Cueva del Tío labrador. 48. Cueva de la Higuera.

Figura 3. Mapa de dispersión de las estaciones con arte rupestre de Murcia (hasta 1990, según Alonso y Grimal).

protección que presentaban, como lo demuestra el hecho de que muchas de ellas se utilizan como redil de ganado, habiéndose realizado para este fin construcciones amplias y sólidas. Esta utilización ha afectado irremediablemente al soporte rocoso que aparece gravemente degradado. Por este factor, y tras infructuosas búsquedas, se abandonó el cauce del Benamor y se trasladaron las prospecciones hacia el Norte, en los enclaves de localización de los tres conjuntos de La Risca. El farallón rocoso en el que éstas se ubican ya fue explorado el pasado año, de manera que se continuó hacia el Norte en donde se apreciaban unas formaciones calizas de

aspecto y orientación muy semejante. Fueron examinados pacientemente un número importante de abrigos y paredes, algunos con soportes aceptablemente conservados pero en los que no encontramos muestra alguna de pintura(5). No obstante estos contratiempos proseguimos nuestra búsqueda aguas abajo del Arroyo de Benizar, inspeccionándose las masas calizas a ambos lados de aquel que se encuentran más cerca de las poblaciones de Benizar y La Tercia (Fotografía 1). No dieron resultados las de la margen derecha(6) pero sí, y muy satisfactorios, las de su izquierda que han aportado cinco nuevos yacimientos con pinturas y

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que, eventualmente, identificaremos como los conjuntos de Benizar (Fotografía 1) diferenciado cada uno con las siglas I a V, aunque insistimos corresponden a cavidades independientes unas de otras. Benizar I, descubierto por A. Grimal al igual que el II y el III. forma parte de un grupo abundante de cavidades continuadas todas ellas de soporte muy alterado. Se sitúa a unos 2 m. del suelo y presenta 1,5 m. de longitud, entre 1,5 y 1,7 m. de altura y 1 m. de profundidad, orientado hacia el Este. Presenta como motivo único un animal, concretamente un ciervo, incompleto en algunos puntos, orientado hacia la derecha. Presenta un color castaño rojizo y ha sido realizado con un técnica muy precisa mediante una línea de siluetado y un relleno interior a trazos longitudinales. Su inclusión en el Levantino es indudable (Fotografía 2). Benizar II, situado no lejos del anterior, está formado por dos pequeñas oquedades contiguas, ubicadas a 2 m. de altura respecto a la base general, y a los que se accede gracias a una repisa. En la primera, se han apreciado manchas informes de pigmento y en el segundo, orientado al E-SE, de 1 m. de longitud y profundidad y apenas 0,50 m. de altura, se observa un motivo esquemático formado por dos trazos que tienden a unirse en el extremo inferior de color castañorojizo oscuro. Benizar III, se trata, en realidad, de un gran farallón rocoso que en el punto en que se localizan las pinturas presenta una altura entre 8 y 10 m. Los motivos se ubican en una pared inclinada y sin ningún tipo de protección lo que ha provocado que el soporte se vea notoriamente alterado por numerosos desconchados; únicamente reducidas zonas de aquél presentan una patinación más intensa denotando así su antigüedad, siendo precisamente sobre estos tramos de pared donde se conserva un interesante grupo de figuras repartidas en tres paneles correspondientes al Arte Levantino. En el panel I identificamos unos finos trazos ondulados de tendencia vertical y restos de un segundo, de color castaño algo violáceo, y situados a 1,80 m. de altura respecto a la base. A unos 2 m. a la derecha, y a una altura de 1,60 m, aparece la representación de un cuadrúpedo de color rojo, conservado en el tercio posterior, cuyas dimensiones habrían de ser notorias a juzgar por el fragmento corporal visible. Siguiendo hacia la derecha encontramos el panel más numeroso de figuras, entre 1,20 m. y 1,50 respecto al suelo actual, Los primeros motivos corresponden a restos ciertamente imprecisos de dos posibles figuras, tal vez esquemáticas. Inmediatos a ellos

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contabilizamos cinco cuadrúpedos que aparecen agrupados aunque mantienen orientaciones diversas. Han perdido fragmentos del cuerpo pese a lo cual es posible afirmar que se trata de cápridos ya que en varios de ellos se conserva total o parcialmente la cornamenta. El tamaño medio de los animales se sitúa entre los 8 y 10 cm. En una zona más alta de este tramo de panel se distinguen varios trazos que, inicialmente, no parecen configurar formas reconocibles. Benizar IV, es una gran cavidad de más de 25 m. de longitud por una altura similar y una profundidad de unos 9 m. aproximadamente. Presenta un muro de cerramiento y las pinturas se localizan en la parte central de la cavidad, a una altura de unos 5,20 m. del suelo del abrigo, aunque es posible a acceder a aquéllas gracias a varias repisas. El lugar exacto en que se ubican las pinturas es una pequeña oquedad, circunstancia que ha permitido una cierta protección, pues la amplitud y la orientación Norte del abrigo lo hace especialmente vulnerable. El panel, adscribible a la Pintura Esquemática, está integrado por un elemento circular con divisiones internas desordenadas, en color rojo anaranjado, y bajo éste, un trazo de tendencia vertical que parece corresponder a una «barra». Benizar V, se localiza próximo al precedente pero en un nivel inferior, hacia el Oeste. Presenta unos 25 m. de longitud, entre 5 y 6 m. de profundidad y una altura próxima a los 7 m., orientado al N-NE. Las pinturas se sitúan en la pared derecha, a unos 2 m. de la base del abrigo, en una zona en que el soporte, sorprendentemente, se ha conservado y los motivos que actualmente presentan una coloración rojanaranjada, son incluibles en el horizonte esquemático (Figura 2). El motivo más significativo corresponde a un «esteliforme» o «soliforme» de seis radios de distintas longitudes (aunque probablemente el factor conservación influye en ello) que surgen de una zona central, Bajo éste, aparece un elemento incompleto del que actualmente distinguimos un trazo vertical, probablemente una «barra» y a su derecha un par de puntos digitales. CONSIDERACIONES FINALES

Las prospecciones realizadas en una zona amplia de las sierras moratallenses nos permiten tener una idea bastante aproximada de las características del terreno y de las posibilidades que éste encierra en la localización de muestras de arte rupestre. Aunque a nivel teórico, a través de los mapas

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topográficos y del conocimiento directo de la geografía, había un número importante de parajes en los que potencialmente era posible encontrar pictografías, se da en estas zonas, como probablemente sucederá en otras muchas, un problema de destrucción natural y antrópica de los soportes más antiguos, poniéndose de manifiesto el extraordinario valor que cualquier hallazgo asume, por modesto que éste pueda parecer en primera instancia. Conviene, como observación preliminar más concreta, hacer la consideración de que a tenor de las cavidades descubiertas hasta 1990(7) el territorio moratallense se convierte con sus 24 estaciones totales en el de mayor concentración de toda la Comunidad murciana (correspondiendo exactamente al 50% de su patrimonio) (Figura 3). De todas aquellas, 8 presentan muestras levantinas (equivalen al 33,33%) a las que habría que incorporar otras 5 (supondrían el 20,83%) que comparten en espacio rocoso con elementos de otro de los horizontes plásticos prehistóricos como es el esquemático aunque, definitivamente, la presencia de sus motivos es minoritaria. Sirva de ejemplo de lo expresado el abrigo de la Cañaíca del Calar II en el que, según nuestro estudio, existen no menos de 37 figuras levantinas frente a dos exclusivas esquemáticas que parecen definitivamente condicionadas en alguno de sus aspectos por el espacio disponible. Este hecho no es exclusivo de esta comarca, ya que, por ejemplo, recordamos haberlo constatado también en la estación del Buen Aire I en la que tan sólo es posible clasificar como esquemáticos la serie de triángulos, frente a un total de motivos levantinos que supera el medio centenar, y cuya ubicación, en este caso más singular que en el precedente, nos sugieren no pocas consideraciones sobre la utilización del espacio en el Esquemático sobre el que no podemos detenernos en esta ocasión. Los tres motivos esenciales del Levantino -animal, individuo masculino en su condición de arquero y mujer (Alonso 1993) -están bien representados en estos enclaves; caprinos y cervinos son los cuadrúpedos más iterados integrados, los primeros, en escenas venatorias individuales (Hornacina de la Fuente del Buitre, Fuente del Sabuco II) o colectivas (Fuente de Sabuco II, Risca III (?)). La presencia de los ciervos formando parte de este tipo de composiciones escénicas está también constatada (Cañaica del Calar II, La Risca II..) pero quisiéramos insistir en esta ocasión en el especial tratamiento que este animal adquiere en el Levantino al poderse constituir en el «único» elemento diseñado en un abrigo -lo que confirmamos, una vez más, en el abrigo de Benizar III- determi-

nando cavidades monotemáticas en el sentido más estricto del término, lo que prácticamente nunca sucede con el herbívoro precedente distinguiéndose, además, en otros varios aspectos. Son ciertamente infrecuentes los equinos (sólo un ejemplo de notable tamaño en la Fuente del Sabuco I); están ausentes los bovinos (tan bien representados en el Torcal de las Bojadillas I y VII, por ejemplo) y son excepcionales y con cierto grado de problemática en su identificación el oso de la Cañaíca del Calar II y el jabalí de la Fuente del Sabuco II. Los arqueros son las figuras humanas más abundantes que aparecen tanto como protagonistas de escenas de caza como integrados en agrupaciones de varios individuos (Fuente del Sabuco II) que llamamos «colectividades» y únicamente en una ocasión la concentración de varios arqueros es susceptible de interpretarse como una escena bélica o de danza (Fuente del Sabuco I). Sin embargo, son quizá las representaciones femeninas de los yacimientos moratallenses las que concentran la atención, por características de distintas índole y por su número relativamente abundante (convendría tener presentes, también, las de Bco. Segovia y Solana de las Covachas VI) si tenemos en cuenta su presencia tan minoritaria -pero añadiríamos que tan contundente y bien definida- en el Levantino respecto al total de individuos masculinos. Siguiendo unas pautas muy precisas (Alonso y Grimal, en prensa a) su inserción en los paneles se establece mediante tres fórmulas de las cuales sólo hemos constatado dos: la primera es aquella en la que se ubica entre las restantes figuras pero sin relación explícita con ellas, es decir aisladas, caso de la mujer de La Risca II y de la Fuente del Sabuco I, o se asocian con otras féminas, tal sucede con La Risca I y II y muy probablemente también en la Fuente del Sabuco I. Desde la perspectiva cronológica existen para el Arte Levantino suficientes datos que permiten atribuir su autoría a grupos de cazadores-recolectores, cultural y cronológicamente epipaleolíticos (Alonso, 1992; 1993; Grimal, 1992;1993; Alonso y Grimal, en prensa b) que frecuentaron las sierras de un sector mediterráneo cada vez mejor perfilado de los que descubrimientos como el de la Fuente del Segura (Jaén) (Carbonell y Grimal, en prensa) y, tal vez, el abrigo de El Milano (Alonso et alii, 1987; en prensa) y el del Mojao representan raras excepciones y, por ello, no hacen más que confirmar la anterior apreciación. Las estaciones con Pintura Esquemática suman un total de 11 (45,83%), a las que habría que incorporar, recordemos, aquellas en que coincidían con motivos levantinos. Este

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total, parecería configurar un panorama, al menos desde el punto de vista cuantitativo, favorable a una riqueza mayor de muestras de este arte y, sin embargo, queremos hacer intervenir el factor cuantitativo referido, en esta ocasión, al número total de manifestaciones para las que, sin ánimo de ofrecer cifras absolutas, hemos contabilizado más de 200 levantinas frente a unas 80 esquemáticas; o dicho con otras palabras, mientras el horizonte levantino muestra «santuarios» con un importante de motivos cuya diversidad permite aceptar una prolongada utilización de los mismos, el Esquemático carece de aquellos paneles abigarrados que tan frecuentemente se presentan en las inmediatas tierras andaluzas o de aquellos que, un poco más modestos, están empezando a configurar un interesante núcleo ciezano -como es el de la Cueva-sima de la Serreta y Las Enredaderas. Es usual que los frisos alberguen unas pocas figuras (Cañaíca del Calar IV, Abrigo de la Muela, Benizar II, IV y V), no siendo extraño que apenas se pintasen un par de elementos, como si de discretas pero visibles «marcas» se tratase (Cañaíca del Calar I y II, Fuente de Serrano I y II.) Estas constataciones determinan que sea prácticamente excepcional el friso de la Cañaíca del Calar el más denso sin duda alguna de esta comarca; en este aspecto muestra las mismas pautas que constatábamos en el núcleo de Nerpio y de Letur. No está exenta de dificultad la tarea de determinar tipologías recurrentes si exceptuamos los elementos más iterados y característicos de este arte, de indudable naturaleza y posicionamiento abstracto, como son los puntos digitales y las barras. Las primeras están presentes en la mitad de las estaciones contabilizadas con formulaciones más significativas en la Cueva del Esquilo y en la Cañaíca del Calar III; y respecto a los segundos, si cabe más representados que los precedentes, pueden aparecer aislados pero lo habitual -y se siguen modelos ya detectadas en otros parajes- es que se combinen con otros elementos: con círculos con divisiones internas, como en Benizar IV; con elementos de tipo «phy», como sucede en el Abrigo de la Muela; o con puntiformes, Abrigo de Benizar V. Los antropomorfos son muy limitados como lo son, también, los cuadrúpedos -reducidos prácticamente a la Cañaíca del Calar y La Risca I- o los «esteliformes» identificados en dos estaciones. Los datos que poseemos confieren la posterioridad de este horizonte respecto al levantino; la estratigrafía cromática, por ejemplo, de La Risca I es una aportación; otra cuestión sin resolver es la que afecta a la datación más específica del Arte Esquemático de estos enclaves e, incluso, de la

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generalidad de las estaciones esquemáticas murcianas si consideramos que para dos de las comunidades con que limitan, Valencia (especialmente Alicante), y Andalucía se están aportando interesantes datos que parecen situar sus orígenes en el Neolítico (Martí y Hernández, 1988; Acosta, 1984). Los resultados de nuestras investigaciones en un sector de Moratalla insisten en apuntar a ese municipio como el más fructífero en cuanto a muestras pictóricas parietales de la Comunidad de Murcia. Pero aunque así sea, no queremos en absoluto afirmar que los parajes que se han prospectado durante nuestras campañas son los únicos que pueden dar resultados positivos; el hallazgo de las pinturas del Mojao y de los Gavilanes (Lorca) ponen de relieve la necesidad de investigar no sólo los enclaves más meridionales de Moratalla sino, especialmente, las sierras del término de Caravaca de la Cruz, en el que como se aprecia en el mapa que incorporamos no se ha encontrado muestra alguna; lo que evidentemente ha de responder a la ausencia de campañas de prospección bien planificadas que constituirían -en la situación actual de la investigación y desde nuestro personal punto de vista- una labor verdaderamente necesaria para determinar cual es la dinámica y la auténtica dimensión del horizonte levantino que empezamos a vislumbrar extraordinariamente interesante y sólido, a la vez que calibrar con más precisión hasta que punto es cierta la hipótesis que sostenemos de que el sector más occidental de la comarca del Noroeste murciano junto al extremo Sur de Albacete, comarcas de Nerpio y Letur, juegan un papel de enclaves «intermedios» y de contacto, más que auténticos focos de implantación, entre los núcleos andaluces y alicantinos. No obstante, las incógnitas sobre el arte rupestre de esta Comunidad no se ciernen exclusivamente sobre las comarcas en las que desarrollamos con más persistencia nuestros estudios pues resta por definir las dinámicas de los artes postpaleolíticas en los enclaves más norteños, por ejemplo los de Yecla y Jumilla, que tan escasas aportaciones han ofrecido y que tan desdibujados permanecen, los cuales consideramos representan unos puntos geográficos claves y de un interés, para la cuestión que nos ocupa, extraordinario.

BIBLIOGRAFÍA REFERENCIAL ACOSTA, P. (1984), «El arte rupestre esquemático ibérico: problemas de cronología preliminares», Scripta Praehistorica, Francisco Jorda, Oblata Salmanticae, Salamanca, pp. 31-61.

INVESTIGACIONES SOBRE ARTE RUPESTRE EN MORATALLA. II CAMPAÑA

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NOTAS (1) Arqueóloga. (2) Pintor. (3) Utilizaremos en este texto la palabra “esquemático para aquellos motivos adscribibles al que convencionalmente conocemos como Pintura Esquemática. (4) Queremos expresar nuestro agradecimiento a don J.M. Martínez y esposa por el interés que mostraron en todo momento por nuestros trabajos y la diligencia con que se prestaron a acompañarnos a la zona en cuestión. (5) En el informe entregado a la Consejería (Alonso Tejada, A., 1990), “Informe de las investigaciones realizadas sobre arte rupestre prehistórico en el término municipal de Moratalla durante la campaña de 1990”, 29 pp., fotos, mapas) se incluye dentro de la parte gráfica un mapa detallado de todos los recorridos efectuados durante la presente campaña. Consideramos que en los estudios de arte rupestre también puede resultar si no fundamental, sí importante el dar cuenta de los trabajos con resultados negativos. (6) En la prospección que se realizó en los covachos que se sitúan bajo las ruinas de La Tercia observamos en alguno de ellos inscripciones y grabados de cronología histórica. (7) Con posterioridad a nuestro proyecto de investigación en el término de Moratalla (Campañas de 1989 y 1990), cuya continuidad tuvimos que posponer, se han publicado dos nuevos yacimientos con pintura parietal en dicho término, el Abrigo de la Fuente y el del Molino de Capel (Mateo, 1991; 1993) que vienen a ratificar, con satisfacción, la importancia que hace años venimos confiriendo a estos enclaves. Los nuevos motivos, aunque modestos, se inscriben en las tipologías generales que hemos establecido para estas zonas; alguna de las cuales, cabe decir, son auténticamente singulares en diversos aspectos (Alonso, 1993, b).

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CAMPO DE PETROGLIFOS DEL ARABILEJO YECLA (MURCIA)

Jerónimo Molina García

MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

ENTREGADO: 1990

CAMPO DE PETROGLIFOS DEL ARABILEJO (YECLA)

JERÓNIMO MOLINA GARCÍA

Resumen: Los trabajos de investigación tienen como objetivo principal sacar del olvido estos vestigios publicados en los años 20 por J. Cabré y C. de Mergelina, así como exponer globalmente su extensión, conte-

nido y correlación cultural con otros yacimientos europeos. El estudio desarrollado este año se ha centrado en las insculturas del Arabilejo, realizándose un catálogo de los motivos grabados.

MOTIVACIÓN

EL LUGAR

Los grabados sobre roca al aire libre constituyen una de las manifestaciones culturales prehistóricas de tipo mágicoreligioso más extendidas por el mundo, de las que en Europa se encuentran tres de sus centros mejor estudiados, el escandinavo, el alpino y el galaico-portugués. Contando la Región de Murcia con uno de estos enigmáticos conjuntos epipaleolíticos -tan raros como poco conocidos fuera del ámbito gallego en España, como es el del Monte Arabí, de Yecla- nuestro propósito viene siendo, desde varias décadas, sacarlo del olvido a que viene sometido desde sus primeros conocimientos por Cabré Aguiló (CABRÉ, 1915) y estudios posteriores de Cayetano de Mergelina (MERGELINA, 1922), con una exposición global de su extensión y contenido, así como de su correlación cultural con otros yacimientos europeos. Autorizados los trabajos por disposición de la Dirección General de Cultura el 31 de mayo de 1990, éstos dieron comienzo el 20 de octubre, teniendo que ser suspendidos poco después por motivos familiares que obligaron al que suscribe a ausentarse de la localidad hasta bien entrado el año 1991. De tan corto tiempo empleado, y más principalmente de los de años anteriores, el resumen del trabajo obtenido es el siguiente:

El Cerro de los Moros o Arabilejo (913 m. de altitud) es una colina acantilada en parte, separada del gran núcleo montuoso de El Arabí por el Barranco de los Cantos, en el extremo occidental de la terraza bajo la cual corre el cinto rocoso que guarda el abrigo del Mediodía con pinturas rupestres. Al pie del cerro, sobre el que se levantó un poblado fortificado de la Edad del Bronce, se extiende una terraza por su ladera meridional, con ligera pendiente al Sur compacta en la que se ha depositado una capa de detritus arenoso, que en las proximidades del cerro alcanza su espesor máximo hasta casi desaparecer por el extremo contrario. De N. a S. puede considerarse esta terraza dividida en dos sectores bien diferenciados, ya que la zona cercana al Arabilejo está destinada al cultivo de cereales, mientras que la meridional lo es de monte bajo con pinar, entre calveros rocosos. En el contacto entre ambas es donde se extiende el campo de petroglifos, recorrido por un camino de carros en toda su longitud, sobre la cota de los 880 m.s.n.m. (Lámina I, núm. 1 y 2). Coordenadas U.T.M. 492841, Hoja 818, Montealegre del Castillo, del Mapa Militar 1:50.000. (Figura 1). Es propiedad del Dr. Francisco Galán Giner, de Elche.

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CAMPO DE PETROGLIFOS DEL ARABILEJO. (YECLA)

Figura 1. En círculos: 1, Casa de El Arabí. 2, El Arabilejo y Campo de Petroglifos. 3, Cueva del Mediodía. 4, Cantos de la Visera. 5, Barranco de los Muertos y Escutiforme.

Como recursos cuenta con caza menor, a la que se dedican pequeños predios cultivados de cereales, y pastoreo, limitado a ciertas épocas del año. Su carácter semiárido viene marcado por los 300 mm. de precipitación anual, siendo nula la presencia de manantiales. Para el lugar, la Hoja correspondiente del IGME da biocalcarenitas del Serravalliense-Tortoniense, en el Mioceno medio, de carácter detrítico. Tiene su acceso por la local de Yecla a Fuenteálamo con desvío a la derecha por camino vecinal a la Casa del Conde y, de ésta, a la Casa del Guarda, del Arabí. LAS INSCULTURAS

Las insculturas del Arabilejo se extienden sobre una franja rocosa de superficie generalmente lisa y ligera pendiente al Sur, a lo largo de 339 m. y unos 25 de anchura media, en la que se suceden grupos de petroglifos de temas variados conforme se avanza de W. a E. La parte central se encuentra alterada por la formación de charcas de corrosión,

llamadas calderones, capaces de almacenar agua de lluvia, circunstancia a la que atribuimos especial incidencia con los motivos objeto de estudio (MOLINA, 1985. IDEM, 1986). El camino de carros mencionado bordea por el Norte el conjunto epilítico, por lo que ha sido adoptado como eje de referencia y objeto de medición detenida. El recorrido por la zona insculturada muestra una serie de grupos en los que se asocian unas veces, o aparecen aislados otras, distintos motivos grabados, cuyo repertorio puede resumirse así: A) Cazoletas aisladas, desde unos centímetros de diámetro hasta doce o quince las mayores (Lám. II, 1). B) Cazoletas aisladas con doble fondo (Lám. II, 2). C) Cazoletas unidas por uno o dos canalillos (Lám. III, 1). D) Conjuntos de cazoletas unidas entre sí por canalillos (Lám. I, 3). E) Círculos con pequeña cazoleta en el centro (Lám. III, 3). F) Enclos (cercados o recintos) consistentes en un círculo, a veces dos, inciso su contorno o rebajado su interior

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Lámina I. Foto 1: Vista parcial del Campo de Petroglifos. Arriba, derecha, el

Lámina I. Foto 2: Zona con calderones.

Lámina I. Foto 3: Conjunto con cazoletas con canalillos y cercados.

Lámina II. Foto 1: Cazoletas aisladas, las mayores del Campo.

(un centímetro), abiertos los más con prolongación en línea mixta hacia afuera, formando calle (Láms. I, 3, y III, 3,). F) Rectángulos unidos. G) Podomorfos humanos (Lám. IV, 2). En ocasiones, los motivos se aglomeran sin apenas dejar espacios libres, aunque conservando cada uno sus propias características. Sin que hasta ahora hayamos confeccionado un cómputo

de la frecuencia con que cada uno de estos tipos de insculturas aparece en el Arabilejo, salta a la vista la preponderancia de cazoletas sobre el resto del repertorio, en confirmación, una vez más, de que ésta es el petroglifo por antonomasia. Referido especialmente a las de tipo con canalillo, analizamos las siguientes circunstancias: 1.ª, que el canalillo o canalillos están trazados en el mismo sentido de la pen-

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CAMPO DE PETROGLIFOS DEL ARABILEJO. (YECLA)

Lámina II. Foto 2: Cazoletas con doble fondo.

Lámina III. Foto 1: Conjunto.

Lámina III. Foto 2: Calderón con diaclasa. Arriba, cazoleta con canalillo, réplica de los anteriores.

Lámina III. Foto 3: Cercado.

diente de la roca; 2.ª, que la cazoleta se encuentra en la parte inferior o más descendida del canalillo, de modo que recibe el agua de lluvia conducida por aquél (Lám. IV, l); 3.ª, que en las ocasiones más claras de esta disposición, cazoleta y canalillo se encuentran en las inmediaciones de los calderones o charcas de corrosión, y 4.ª, que los calderones constituyen valiosos depósitos de agua de agua de lluvia donde la

caza y el ganado abrevan y el pastor bebe cuando la sed aprieta y no hay otra (Lám. IV, 3). Estas circunstancias, comentadas una y otra vez en los momentos en que con el Pfr. Fortea Pérez calcábamos la asociación canalillos-cazoletas-calderonas, en 1970, fueron las que nos llevaron a considerar que la semejanza entre calderón con su diaclasa y cazoleta con su canalillo no era otra

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Lámina IV. Foto 1: Cazoleta y canalillos en disposición de recogida de agua de lluvia.

Lámina IV. Foto 3: Calderón reservado por el pastor para beber. Encima, losa con la que lo tapa.

cosa que una reproducción en miniatura éstos de aquéllos (Lám. III, 2), y su significado el de impetrar la lluvia: si el agua corriera por el canalillo la cazoleta se llenaría, lo que ocurriría, a su vez, con el calderón vecino... aljibe natural que aseguraría el abastecimiento de agua por una temporada más. Antecedente remoto de las populares rogativas, que han llegado hasta nosotros en tantos lugares de la España seca (CAMPOS NORDMAN, 1967).

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Lámina IV. Foto 2: Podomorfos entre cazoletas.

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INTERVENCIÓN ARQUEOLÓGICA EN SAN GINÉS DE LA JARA

Miguel Martínez Andreu

MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

ENTREGADO: 1995

INTERVENCIÓN ARQUEOLÓGICA EN SAN GINÉS DE LA JARA

MIGUEL MARTÍNEZ ANDREU

Resumen: Con motivo de la realización del proyecto de autovía que había de cubrir el tramo comprendido entre El Algar y Los Belones, y por afectar a la zona indicada como yacimiento arqueológico frente al monasterio de San Ginés de la Jara, fue requerida una actuación de

emergencia por la Dirección General de Cultura de la Comunidad Autónoma de Murcia que habría de ser concretada fundamentalmente en el área afectada por dicho trazado, desarrollándose los trabajos en mayo de 1990.

EXCAVACIÓN SOBRE EL TRAZADO DE AUTOVÍA EN PROYECTO

reúne las características propias de un depósito de coluvión de relativa antigüedad en el que solamente la porción superior, una escasa capa húmica, contiene materiales arqueológicos rodados. Nivel 1. Corresponde a un horizonte húmico poco desarrollado cuyo espesor oscila entre 10 y 30 cm. En su interior se aprecian restos de vegetación descompuesta así como raíces y rizomas de hierbas anuales de escaso porte. El contenido de materiales cerámicos crece en los cuadros más cercanos al recinto del monasterio, especialmente en el L-97, y disminuye en los más alejados (más próximos a la ladera del monte), sobre todo en O-103.

La zona excavada corresponde a la porción de terreno que se extiende justo al frente del ángulo extremo del recinto del monasterio, el más cercano a la carretera que había de ser sustituida. La prospección superficial realizada permitó documentar la existencia de materiales cerámicos en superficie, fragmentos de ánforas y cerámica común romana cuyo estado evidenciaba una intensa alteración superficial como resultado de un intenso rodaje y una larga exposición a los agentes atmosféricos. La zona indicada fue reticulada en unidades de control de 5 x 4 m. que fueron denominadas atendiendo a una red previamente establecida de números y letras, con una reserva suficiente en caso de ampliaciones futuras. Los cortes abiertos se corresponden con las siguientes unidades: L-97, N-99, O-100, M-100 y O-103. ESTRATIGRAFÍA

La zona excavada, al estar situada al pie del monte Miral, coincidiendo con el tránsito de la pendiente a la llanura,

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CAPAS ESTÉRILES DE PIE DE MONTE

Nivel 2. Se trata de una capa de escaso espesor compuesta por gravas de textura granulosa y revestidas de carbonatos. Arqueológicamente resulta estéril. Nivel 3. Bajo esta denominación se incluye un paquete de sedimentos denso y potente que inicialmente ya ofrecía serias dificultades para ser excavado debido a su extrema dureza. Aunque desde el punto de vista arqueológico tam-

INTERVENCIÓN ARQUEOLÓGICA EN SAN GINÉS DE LA JARA

Figura 1. Situación geográfica de la excavación.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Foto 1. Vista general de la excavación.

bién resultaba estéril, decidimos profundizar con el fin de confirmar esa apreciación y descartar cualquier posibilidad de error en la interpretación. Fueron elegidos los cuadros M-100 y O-103 para sondear las características de esta capa, tarea que requiso el empleo de martillo neumático para disgregarla. Tras comprobar que dicha capa era uniforme y litoestratigráficamente anterior a la datación sugerida por los materiales cerámicos de superficie se elevaron a definitivas las siguientes conclusiones: 1.ª) Que en el trazado de la autovía proyectado, a su paso frente al monasterio de San Ginés de la Jara, se detectan materiales cerámicos en superficie con claras evidencias de rodamiento.

Foto 2. Detalle de una de las cuadrículas arqueológicas.

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2.ª) Que estos materiales parecen encontrarse en posición secundaria, derivada, de un foco de ocupación relativamente próximo que posiblemente se situaría dentro del actual recinto del monasterio, en el lado opuesto de la carretera a suprimir. 3.ª) En términos porcentuales, la mayoría de estos materiales pertenecen a un momento temprano de la romanización, siendo el resto unos escasos fragmentos de cerámicas del siglo XV en adelante. Dentro del grupo más antiguo se han identificado labios, paredes y ápices de ánforas; algunos fragmentos de cerámica campaniense y otros de cerámica común ibérica. La cronología, en lo que a la ocupación romana respecta, se situaría en torno a la primera mitad del siglo II antes de C. 4.ª) Que esta concentración de materiales en superficie se concreta en un área pequeña y liminal. La disminución de la frecuencia de hallazgos conforme se asciende por la ladera (mínima en el corte O-103 ) sugiere que la localización de estructuras se emplazaría posiblemente dentro del recinto monacal. 5.ª) El depósito que existe bajo la capa húmica superficial responde a las características de un depósito de pie de monte con materiales mal clasificados que ponen de manifiesto arroyadas y fenómenos de migración de carbonatos, ascensos por capilaridad y ligeros encostramientos que envuelven los clastos. Por la profundidad alcanzada es fácil descartar la existencia de materiales arqueológicos dentro o bajo este sedimento.

CUEVA-SIMA LA SERRETA (CIEZA) UN YACIMIENTO NEOLÍTICO EN LA VEGA ALTA DEL SEGURA

Consuelo Martínez Sánchez

MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

ENTREGADO: 1994

CUEVA-SIMA LA SERRETA (CIEZA) UN YACIMIENTO NEOLÍTICO EN LA VEGA ALTA DEL SEGURA

CONSUELO MARTÍNEZ SÁNCHEZ

Palabras clave: Neolítico, hábitat en cueva, arte rupestre. Resumen: Los resultados obtenidos en la primera campaña de excavación de la Cueva-Sima de la Serreta documentan una secuencia estratigráfica alterada, con materiales neolíticos, calcolíticos, romanos y de época medieval islámica. El único momento de ocupación contextualizado en el registro arqueológico, aunque con limitaciones, ha sido el Neolítico. Por ello, este trabajo se centra preferentemente en esta etapa cultural.

Abstract: The results atteined at the first digging period of Cueva-Sima de la Serreta document an altered stratigraphic sequence, with neolithic, calcolithic, roman and islamic medieval material. The only occupation period that has been documented unaltered in the archeological record, though with restrictions, is the Neolithic one. Therefore, this work is essentially focussed on this cultural period.

INTRODUCCIÓN

refiere, a un pequeño sector localizado en el área intermedia de la cueva, debajo de la actual entrada cenital de la misma. Los trabajos se realizaron en octubre de 1990 y contamos con la colaboración del Museo Arqueológico Municipal de Cieza, representado por su Director J. Salmerón que formó parte del equipo de trabajo, junto con M. San Nicolás, P. Martínez, M.ª J. Rubio y F. Montes, además de M.ª A. Andreu en los trabajos de planimetría. A todos ellos agradecemos su colaboración.

La investigación arqueológica realizada en la Cueva-Sima de la Serreta (Cieza), forma parte de las actuaciones previstas dentro del Proyecto para la realización del Parque de Arte Rupestre de Los Almadenes, promovido por los Ayuntamientos de Cieza y Calasparra, junto con la Comunidad Autónoma de Murcia. Concretamente en este yacimiento arqueológico, y dadas las características geológicas de la cavidad, era necesario acondicionar el acceso mediante una escalera metálica que recorriera los 15 m. de desnivel que configuran la sima. La realización de estas obras de infraestructura, motivaron la necesidad de preparar una parte de la cueva para el anclaje de la escalera de acceso, cuyo proyecto fue elaborado y ejecutado por la Dirección General de Cultura, bajo la dirección de Félix Santiuste de Pablos. La excavación arqueológica, por lo tanto, quedaba totalmente condicionada, en lo que a su delimitación espacial se

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II. LOCALIZACIÓN

La Cueva de la Serreta está situada en el paraje denominado Los Almadenes, en la margen izquierda del río Segura, donde una serie de meandros estructurales, ubicados excepcionalmente en rocas carbonatadas del Cretácico superior, originan encajamientos del río, en un paisaje agreste y de grandes paredes verticales que imprimen una gran belleza al lugar. Es aquí donde se abre la entrada más

CUEVA-SIMA LA SERRETA (CIEZA) UN YACIMIENTO NEOLÍTICO EN LA VEGA ALTA DEL SEGURA

Fig. 1. Unidades de excavación, caracterización estratigráfica y planta de la cavidad.

amplia y de más difícil acceso, mientras el río discurre 60 m. por debajo. La entrada cenital habitual, una vez en el exterior, nos sitúa ante un paisaje de montañas bajas y llanuras de relieve moderado, donde la vegetación natural está representada por el tomillar de tomillo sapero y escobilla. La cueva se abre sobre una diaclasa de 12,5 m., dividida en dos tramos, el primero, de 7,5 m., se desarrolla hasta una espaciosa cornisa; y el segundo, de 5 m., presenta un descenso en bóveda hasta alcanzar la sala principal. Ésta tiene unos 35 m. de recorrido lineal longitudinal y unos 5 m. de anchura media, con una pronunciada pendiente. Alrededor de la sala principal se delimitan otras de menores dimensiones y un tubo de erosión ascendente de unos 13 m. de longitud. La otra entrada está situada en la vertical del río, con una apertura considerable e impracticable por medios naturales de acceso.

III. PLANTEAMIENTO DE LOS TRABAJOS

Los primeros trabajos fueron dirigidos a la elaboración de la planimetría del sector a excavar, para ello contamos con un primer plano de la cueva realizado por un equipo de espeleólogos a escala 1:200, donde se recoge la planta y las secciones longitudinales y transversales. Este plano nos permitió, en un principio, poder dimensionar la cueva, si bien la escala empleada impedía su utilización para el desarrollo de los trabajos arqueológicos. Por este motivo, comenzamos por definir una superficie planimétrica de unos 30 metros cuadrados, en cuyo centro se encuentra la zona concreta de excavación. En principio, partimos de alinear los ejes en sentido N-S, pero las grandes dimensiones de la sala y la necesidad de contar con líneas que no inflexionaran, nos aconsejo cambiar la orientación de los ejes en relación con la morfología de la cavidad. Para los

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

ejes principales, superiores a los 5 m. de longitud, empleamos cable de acero fino y trenzado, sujeto a las paredes de la cavidad por elementos metálicos que fueron introducidos en la roca. En los extremos de estos cables se colocaron unos tensores que proporcionaron una excelente presión y una escasísima deformación por peso. Las unidades de excavación definidas tienen unas dimensiones de 1 m. de lado y obtienen su denominación mediante un eje de coordenadas cartesianas, donde el eje de las X, en sentido transversal a la cueva, viene definido por números; y el de las Y, en sentido longitudinal, por letras. Al plano de referencia, o punto cero, se le da el valor 10,0 m., con lo que el suelo queda a una profundidad entre 0,3 y 1,3 m., incorporando a la topografía las cotas en los vértices de las cuadrículas, para curvar el suelo con maestras cada 0,5 m. y finas cada 0.1 m. IV. CARACTERIZACIÓN ESTRATIGRÁFICA

Las unidades de excavación definidas durante el proceso de excavación fueron cinco, denominadas 24 J, 24 K, 24 L, 26 K y 29 H. Las cuatro primeras presentan una estratigrafía física y una caracterización cultural semejante, aunque en 24 L únicamente se excavó el primer subnivel. Por el contrario, en 29 H, situada en otra zona de la cueva, el depósito arqueológico responde a características diferentes (Fig. 1). El primer nivel documentado, dividido a su vez en los subniveles Ia, Ib, y Ic por sus características físicas específicas, parece responder a una alteración natural del sedimento de la cueva, donde se mezclan elementos de cultura material de las diferentes fases de ocupación de la cavidad, así como elementos metálicos de la fabricación de la escalera y vidrio actual. Este nivel I fue localizado en las unidades de excavación 24 J, 24 K, 24 L y 26 K, y las características físicas de los diferentes subniveles son las siguientes. El subnivel Ia está formado por un sedimento de color marrón claro y textura suelta, con una gran acumulación de piedras de tamaño grande y mediano, sobre todo en el techo del estrato, procedentes de las alteraciones que han sufrido las paredes y el techo de la cavidad. El subnivel Ib presenta un depósito de tierra marrón oscuro que sigue siendo muy suelta y donde las piedras son más escasas y de menor tamaño. Finalmente, el subnivel Ic presenta una coloración más clara con manchas blancas cenicientas, de textura más compactada y menor cantidad de piedras planas, acumuladas de forma natural en el techo del estrato y delimitándolo claramente del posterior.

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La potencia estratigráfica del subnivel Ia oscila entre 0,22 m. y 0,27 m., como valores mínimos para 24 J y 24 L respectivamente; y 0,36 m. y 0,38 m., como valores máximos para 26 K y 24 K respectivamente. El subnivel Ib no fue excavado en 24 L, pero sí en el resto de las unidades de excavación, presentando una potencia bastante inferior al anterior, si exceptuamos los 0,39 m. de 24 J, pues en los otros los valores son de 1,16 m. para 26 K y 0,10 m. para 24 K. En Ic observamos que se obtenían valores intermedios en 26 K, con 0,26 m.; mientras que en 24 K y 24 J, con 0,38 m. y 0,43, respectivamente, se alcanzaban valores más elevados. Como ya hemos mencionado, este primer nivel presenta una estratigrafía alterada. No obstante, hemos de señalar que se aprecia una mayor frecuencia de los elementos arqueológicos más antiguos en los subniveles superiores, disminuyendo conforme avanzamos en el proceso de excavación y aumentando los que corresponden a época romana, mientras que los islámicos son más abundantes en el subnivel inferior. De todas formas, nunca llegan a desaparecer los de un momento cultural concreto en cualquiera de los tres subniveles. Por lo tanto, pensamos que la sedimentación de estas unidades de excavación podría responder a una estratigrafía invertida, producida por procesos naturales de arrastre y resedimentación dentro de la cueva. El siguiente nivel, común a todas las unidades de excavación, a excepción de 24 L que fue abandonado tras excavar el subnivel Ia, fue denominado III y sus características, tanto físicas como culturales, son totalmente diferentes. Se trata de un sedimento muy compactado de color naranja intenso y estéril en cuanto a hallazgos arqueológicos, si exceptuamos un fragmento medial de lámina de sílex localizada en la zona de contacto con el subnivel Ic, por lo que creemos que se trata de una filtración del nivel superior. En este nivel se han distinguido siete subniveles, documentados en 24 J que fue la única unidad de excavación, junto con 26 K, donde se alcanzó la roca de base de la cueva. En esta última, por las características geomorfológicas de la cavidad, sólo se distinguió un subnivel, ya que la roca natural afloraba a menor profundidad. Estos subniveles presentan características semejantes pero alternantes. A un primer subnivel con un sedimento cementado con cantos angulosos de pequeño y mediano tamaño, le sucede otro formado por limos arcillosos muy decantados, y así sucesivamente. Destaca la mayor potencia de estos últimos, con unos valores máximos de 0,60 m., mientras que los otros sólo alcanzan 0,30 m. como medida más amplia. La potencia total del nivel III es de 1,55 m. en 24J y 0,30 m. en 26K.

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Fig. 2. Material cerámico sin decorar.

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Fig. 3. Material cerámico sin decorar.

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Es difícil precisar las características físicas que lo configuran, ya que los estudios sedimentológicos aún no se han realizado. De todas formas, pensamos que su formación se encuentra íntimamente relacionada con los procesos naturales generales de la cavidad y con oscilaciones de temperatura y humedad. La indefinición contextual que presentaba la estratigrafía desde el punto de vista cultural, motivo el que se planteara una nueva unidad de excavación en otra zona de la cueva, para comprobar si las características estratigráficas documentadas se extendían a otras áreas de la cavidad, o por el contrario y como esperábamos, podíamos documentar cualquiera de los momentos de ocupación de la cueva sin alteraciones naturales o antrópicas. De esta forma se comenzó a excavar la unidad de excavación 29 H y efectivamente, los datos que aportó, aunque no demasiado clarificadores por las reducidas dimensiones del área de excavación, fueron distintos en cuanto a la estratigrafía documentada. En primer lugar se observó un nivel removido por remociones incontroladas que afectaba prácticamente a la totalidad de 29 H, con un sedimento de textura muy suelta y color marrón oscuro, con algunas manchas blancas de la descomposición de una costra carbonatada que afectaba a parte de la unidad de registro, así como piedras grandes y de mediano tamaño. Aunque el depósito de tierra estaba claramente alterado, los materiales arqueológicos eran muy homogéneos y pertenecen a una de las fases de ocupación ya advertidas, concretamente al Neolítico. Este primer nivel fue denominado R y presentó una potencia máxima de unos 0,12 m. El siguiente nivel documentado estaba inalterado y fue denominado nivel II, correspondiente a la ocupación neolítica y subdividido por sus características físicas de textura y coloración en tres subniveles, pero no por el material arqueológico, que aunque escaso, era homogéneo. El subnivel IIa presentó un sedimento de textura suelta y color blanco ceniciento, siendo su potencia máxima de 0,18 m. En IIb, el depósito era de color marrón oscuro con diferentes manchas de coloración en tonos rojizos y textura fina, presentaba algunos fragmentos de carbón y una potencia máxima de 0,30 m. Finalmente, en IIc el sedimento estaba formado por cenizas de color gris oscuro, localizado junto a una piedra y próximo al perfil 29H/30H, con una potencia de 0,14 m. en esta fase de excavación. Quizás este último subnivel pueda estar en relación con un hogar, pero al no haber ampliado la excavación al cuadro contiguo, de momento no se ha podido docu-

mentar claramente. De los tres subniveles estudiados, sólo los dos primeros han aportado material arqueológico, que fue coordenado con medidas X, Y y Z, en previsión de futuros estudios de distribución espacial del material que de momento son irrelevantes por la escasez del mismo. Esta estratigrafía no es extensible a la totalidad del cuadro, pues en el perfil 29H/29G, únicamente se ha documentado la costra carbonatada señalada con anterioridad y el nivel III de formación natural y común a todas las unidades de excavación practicadas en la cueva. V. ANÁLISIS DEL MATERIAL ARQUEOLÓGICO

El análisis del material arqueológico señala una ocupación prolongada de la cavidad que se iniciaría durante el Neolítico, con una fase posterior poco definida correspondiente al Calcolítico, y finalmente, con un hábitat de características imprecisas de época romana y otro medieval islámico. La mayor parte de estos elementos de cultura material fueron registrados en el nivel I, por lo que en ocasiones resulta difícil poder precisar si el material prehistórico corresponde al Neolítico o al Calcolítico. Este problema de adscripción cultural se da especialmente en algunos tipos cerámicos y en algunos elementos de la industria lítica y ósea. En otras ocasiones, como veremos más adelante, sí pueden ser adscritos por presentar una tipología bien definida. De todas formas, el Neolítico es el momento cultural que ha aportado una mayor documentación, tanto por ser la única fase de ocupación de la cavidad contextualizada dentro del registro arqueológico, como por el mayor número de elementos de cultura material documentados. Por lo tanto será de esta fase de la que nos ocupemos más extensamente. El material arqueológico está formado fundamentalmente por elementos cerámicos, con un índice de fragmentación muy elevado. Las formas de las vasijas, en los casos que se ha podido observar, son de tendencia globular con bordes entrantes y rectos, estando también representados los cuencos hemisféricos y otras vasijas con formas abiertas. El tamaño de los recipientes es medio y grande, con paredes de grosor medio y también en una alta proporción finas y gruesas, mientras que las muy gruesas apenas están representadas. Los bordes de labios mayoritariamente redondeados, planos y semiplanos, también presentan en ocasiones formas biseladas y redondeadas-apuntadas. Las paredes suelen presentar perfiles convexos o rectos y en alguna ocasión cóncavos, estos últimos podrían formar parte de vasijas con cuello,

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Fig. 4. Material cerámico decorado correspondiente a la ocupación neolítica de la cavidad.

pero al no presentar el borde y ser de escaso tamaño es difícil de precisar. Entre los elementos de prensión y suspensión encontramos perforaciones, asas de cinta y asas anulares, además de algún mamelón difícil de catalogar como elemento de sujeción o decorativo por las escasas dimensiones de los fragmentos donde se conservan. En cuanto a la factura, generalmente presentan pastas monocromas, aunque también las hay bícromas y con nervio de cocción, siendo su textura compacta y en menor proporción arenosa, con desgrasantes de tamaño fino, medio y en algún caso aislado de tamaño grueso. El tratamiento final de las superficies se realiza mediante acabados alisados de calidad media o fina, además de algunos espatulados, bruñidos y en ocasiones alisados muy finos y alisados toscos. Las cerámicas están mayoritariamente sin decorar (Fig. 2 y 3) y algunas de éstas podrían corresponder a un momento posterior al Neolítico, ya que la mayor parte se han documentado en el nivel I y sus formas perviven hasta el Calcolítico. Por el contrario, también existen otros materiales cerámicos decorados, cuya atribución al Neolítico es clara. éstos presentan decoraciones incisas y acanaladas, impresiones de

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instrumento y ungulaciones, así como decoraciones plásticas de cordones en relieve decorados con digitaciones y ungulaciones, además de algunas decoraciones a la almagra de baja tonalidad. Los diseños ornamentales forman generalmente zig-zags, líneas paralelas verticales y motivos en serie impresos. Estos últimos se disponen fundamentalmente en el labio de las vasijas, e incluso en una ocasión en la zona interna del mismo (Fig. 4, 5, 6, y 7). En cuanto a los elementos líticos en sílex, encontramos una industria sobre lascas descortezadas y otras de segunda y tercera extracción, con secciones transversales trapezoidales, poligonales e irregulares, con talones escamosos, corticales y diedros, y todas ellas con señales de uso. Únicamente dos están retocadas, una con retoque continuo, abrupto, directo y profundo, y otra con retoque discontinuo, simple, inverso y marginal, mientras que en ambos casos la localización del retoque es el extremo distal. Entre los productos de talla sobre lámina destaca un raspador, además de láminas generalmente con señales de uso y en muy pocas ocasiones retocadas con retoque distal o lateral, continuo, abrupto, inverso o directo, y marginal. También se han documentado

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Fig. 5. Material cerámico decorado correspondiente a la ocupación neolítica de la cavidad.

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Fig. 6. Material cerámico decorado correspondiente a la ocupación neolítica de la cavidad.

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Fig. 7. Material cerámico decorado correspondiente a la ocupación neolítica de la cavidad.

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núcleos, uno de ellos de sección poligonal con tres planos de percusión para la extracción de lascas, y restos de talla. La industria lítica en cuarcita está representada por lascas sin retocar, restos de talla, algún núcleo, un alisador y varios percutores. La mayor parte de este material ha sido documentado en el nivel I y los únicos tipos contextualizados dentro del nivel II corresponden fundamentalmente a una industria laminar. Por lo que respecta a los objetos de adorno, el único tipo representado es el brazalete de caliza. Pero lo más interesante de estos elementos es que unos aparecen completamente elaborados y otros en diferentes fases dentro del proceso de elaboración (Fig. 8). Aunque no ha sido documentada un área específica dentro de la cavidad dedicada a la fabricación de estos elementos de adorno, la presencia de estos objetos permite inferir la existencia de un taller y documentan el proceso de trabajo requerido hasta adoptar su forma definitiva. La ocupación Calcolítica no queda bien definida, ya que los únicos elementos que podrían corresponder a la misma son algunos objetos metálicos en cobre, entre los que destacaremos una punta tipo palmela fracturada en su base y otros dos fragmentos de tipología imprecisa, además de algunas formas del material cerámico sin decorar que suelen presentar notables pervivencias. Algo parecido sucede con la industria ósea, muy escasa y poco representativa, ya que sólo se ha documentado un fragmento de punzón y otro de una posible espátula. Ya en época histórica, los materiales arqueológicos que documentan la ocupación romana de la cavidad corresponden en su mayor parte a fragmentos de ollas de cocina de pastas grises con desgrasantes de cuarcita y huellas de hollín en las paredes externas, así como al grupo de las comunes con escasas formas. También están representados algunos fragmentos de terra sigillata sudgálica (D 24/25), hispánica del taller de Andújar en las que no se han identificado tipos concretos, pero con pastas de color siena, textura rugosa y con desgrasante de calcita blanco y amarillento, además de claras C y D. Otros elementos localizados son clavos y anillas de hierro, y algunos fragmentos de vidrio. Los materiales que corresponden a la ocupación islámica se reducen a recipientes cerámicos a mano, marmitas con decoración a peine, jarros decorados con digitaciones al manganeso, jarras con decoración al manganeso en el labio del recipiente, cerámica común de cocina, vasijas de almacenamiento y algunos fragmentos con engobe rojo a la almagra.

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Los hallazgos de fauna, todos ellos fuera de contexto, como sucedía con la mayor parte del material arqueológico, pueden corresponder a cualquiera de las fases de ocupación de la cueva. Sólo queremos señalar, en una primera aproximación al estudio realizado por Miguel Ángel Mateo Saura, que se han estudiado un total de 414 huesos, la mayoría de ellos muy fragmentados, por lo que en muchas ocasiones no se ha podido determinar la especie. De los identificados, una gran parte corresponde a pequeños rumiantes sin especificar, algunos a cápridos, otros a lepóridos, muy abundantes, y en una proporción muy baja a grandes ungulados y suidos. Cuestiones como el número mínimo de individuos, el sexo o la edad, que podrían inferir directamente sobre una economía ganadera y sobre las relaciones mantenidas con la fauna silvestre de la zona, no han sido abordados dada la naturaleza de los hallazgos, totalmente descontextualizados. VI. CONSIDERACIONES FINALES

El análisis descriptivo y el estudio tipológico del material arqueológico ha permitido señalar, aunque no definir claramente, los diferentes momentos culturales en los que fue ocupada la cueva. Las limitaciones con las que nos hemos encontrado radican fundamentalmente en la carencia de un contexto específico dentro del registro arqueológico que relacione los diferentes elementos de cultura material, si exceptuamos los hallazgos del nivel II en 29 H que sí responden a un momento cultural concreto, al Neolítico, pero que dada su escasez, resultan poco significativos al intentar relacionarlos con otros elementos de cronología semejante pero fuera de contexto. En este sentido, hemos de señalar que además nos encontramos con el agravante de que algunas piezas tipológicamente bien definidas, no pueden ser relacionadas con sus elementos contextuales, dada la naturaleza poco significativa de estos últimos. De momento, la fase mejor documentada corresponde a la ocupación neolítica de la cavidad, aunque la información quede limitada al estudio del material arqueológico y principalmente a los elementos cerámicos. La cueva fue ocupada como lugar de habitación y la comunidad que la habitó debió desarrollar actividades subsistenciales relacionadas con la agricultura y la ganadería, pero de ellas el registro arqueológico no ha aportado información, como tampoco lo ha hecho sobre la estructura social o sobre aspectos concretos de su cultura. Lo que sí sabemos es que se desarrollaron otras actividades de tipo artesanal, como la elaboración de brazaletes de

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Fig. 8. Brazaletes de caliza totalmente elaborados y otros en proceso de elaboración correspondientes a la ocupación neolítica de la cavidad.

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caliza para el adorno personal. El resto del material arqueológico, formado por una industria lítica preferentemente laminar, y por cerámicas fundamentalmente incisas, con decoraciones plásticas aplicadas de cordones en relieve y en menor proporción impresas y con decoración a la almagra de baja tonalidad, parece que nos sitúan en un Neolítico medio. En este sentido, hemos de señalar que este tipo de material es el más generalizado en el neolítico de Murcia. Los datos que ha aportado el registro arqueológico de otros yacimientos neolíticos de la vega alta del Segura, son también muy parciales por las características específicas del depósito estratigráfico, como sucede en el Barranco de los Grajos (Cieza): o por la parcialidad de los estudios, limitados a hallazgos de superficie, como es el caso del Peñón de Ricote. La situación geográfica de estos asentamientos es unas veces en áreas abiertas a valles con una potencialidad agrícola importante, como es el caso del poblado del Peñón de Ricote; otras, encajados en cañones de grandes paredes verticales sobre el Segura, pero con extensas zonas llanas próximas al cultivo, como sucede en la Serreta; o bien en profundos barrancos, donde los recursos estarían fundamentalmente relacionadas con la caza, como es el caso del Abrigo Grande II del barranco de los Grajos. Esta diversidad en cuanto al emplazamiento elegido, plantea interesantes cuestiones, difíciles de resolver por el momento dadas las limitaciones del registro arqueológico, sobre los patrones económicos desarrollados, tanto de depredación como de producción de alimentos y sobre las repercusiones culturales que tuvieron sobre las comunidades que los adoptaron. Otro aspecto de gran interés que plantea esta cavidad es el de las relaciones, existentes sin duda, pero difíciles de precisar entre el arte rupestre y el depósito arqueológico. Poder estudiar el arte como una manifestación más, con todo lo que ello implica, del complejo cultural de una comunidad, podría acercarnos a aspectos con importantes repercusiones sociales. En este sentido, queremos destacar la presencia de fragmentos de ocre rojo y de una especie de molino con resto de este tipo de pigmentación. Las pinturas se localizan principalmente en dos zonas: a lo largo de la pared izquierda, que sería la que más directamente recibe la luz solar, y en la zona derecha, hacia el interior, donde la luz llega con menor intensidad. En cuanto al estado de conservación de las pinturas, se observan violentos desconchados que afectan parcialmente a algunas representaciones. También se han detectado grandes coladas de origen hídrico, bajo las que se observan restos de pigmento e incluso figuras casi completas.

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De todas formas, el factor que afecta a un mayor número de figuras son las fuertes concreciones depositadas sobre ellas, que enmascaran su observación, ya que aparecen como veladas. Las representaciones son de estilo esquemático, aunque algunas podrían ser consideradas como semi-esquemáticas, pues el grado de esquematismo varía de unas figuras a otras. Entre los elementos humanos se distinguen polilobulados, arqueros, figuras de brazos en arco y antropomorfos en phy, y entre los zoomorfos cuadrúpedos de morfología dispar (García del Toro, 1985 y San Nicolás del Toro, 1980). La ocupación calcolítica aún plantean cuestiones más concretas, relacionadas con el carácter mismo de la ocupación de la cueva. Generalmente, las cuevas son utilizadas durante esta época como lugar funerario, pero en la Serreta no se han documentado restos antropológicos. En cuanto a su funcionalidad como lugar de habitación, hemos de tener en cuenta que en esta fase de la prehistoria los poblados están totalmente generalizados. Ya en época histórica, la ocupación romana podría corresponder a un momento alto imperial, centrado entre la segunda mitad del siglo I y el siglo II, con una fase posterior a lo largo de los siglos III y IV. A este último momento, siglos III y IV, correspondería una estructura de habitación documentada en la cavidad (Salmerón, 1993). Finalmente, la ocupación medieval islámica se puede centrar en los siglos X-XI. En ambos casos el carácter concreto de la ocupación es difícil de precisar, así como su posible temporalidad como lugar habitación estacional o refugio. Aunque los datos que ha aportado la Cueva de la Serreta, en esta primera campaña, no permiten elaborar interpretaciones culturales que definan las formas de vida de las diferentes comunidades que la usaron como lugar de habitación en tan largo período de tiempo, lo que sí han permitido es el establecer esta secuencia de ocupación por el análisis del material arqueológico. Pero lo más importante es que este yacimiento plantea interesantes líneas de investigación, tanto para nuestra prehistoria, como para momentos ya históricos. BIBLIOGRAFÍA GARCÍA DEL TORO, J. (1985): Las pinturas rupestres del la Cueva-sima de La Serreta, (Cieza-Murcia)./ Congreso Internacional de Arte Rupestre Prehistórico. Zaragoza-Caspe. SALMERÓN JUAN, J. (1993): La Serreta: hábitat cavernícola de época tardorromana. Revista de Arqueología N_ 143. Madrid. SAN NICOLÁS DEL TORO, M.: Aportación al estudio del arte rupestre de Murcia. Memoria de Licenciatura presentada en la Universidad de Murcia. Murcia, 1 980. (Inédita).

EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS EN EL POBLADO Y LA NECRÓPOLIS MEGALÍTICA DEL «CERRO DE LAS VÍBORAS» DE BAGIL MORATALLA (MURCIA) CAMPAÑA DE 1990

Jorge Juan Eiroa García

MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

ENTREGADO: 1990

EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS EN EL POBLADO Y LA NECRÓPOLIS MEGALÍTICA DEL «CERRO DE LAS VÍBORAS» DE BAGIL MORATALLA (MURCIA) CAMPAÑA DE 1990

JORGE JUAN EIROA GARCÍA Universidad de Murcia

Resumen: Los trabajos de la campaña de 1990 pusieron de manifiesto un asentamiento del Calcolítico y Bronce antiguo, de considerable potencia estratigráfica, en el que se aprecia unas complejas estructuras urbanísticas. La presencia argárica se evidencia únicamente por el hallazgo de una cista adosada a la muralla en el nivel superior. El horizonte campaniforme se manifiesta con elementos clásicos: un lote de brazales de arquero, botones con perforación en «v» y puntas Palmela. Un pequeño conjunto de colgantes de marfil decorados reflejan conexiones y posible influencias foráneas. Los materiales cerámicos, óseos y

líticos son muy abundantes. En las laderas del poblado se han detectado varios lugares de enterramiento, algunos de ellos saqueados. Aún no se ha llegado a la base estratigráfica, pese a haberse profundizado hasta 1,60 m. En las cercanías del poblado se han hallado cuatro nuevos sepulcros megalíticos, de tipología semejante al ya conocido anteriormente, de los que ha sido excavado uno (Bagil 2), que pese a estar saqueado desde época antigua, ha proporcionado algunos pocos restos óseos con seriales de cremación, una punta Palmela y varios fragmentos cerámicos.

Uno de los problemas planteados por la actual investigación sobre el Calcolítico es la transición desde este periodo al Bronce antiguo y, por añadidura, los orígenes del mundo argárico, que en Murcia monopoliza la etapa siguiente, hasta el Bronce final. Sabemos cuándo está formado El Argar, en torno al 2.000 a. de J.C., pero no sabemos cómo. Hasta hace bien poco el origen de El Argar se pretendía justificar casi de forma exclusiva por los aportes mediterráneos y europeos, pero, aunque es cierto que cada vez existen más datos que justifican este tipo de relaciones marítimas, es claro que hay que seguir contando con las potentes poblaciones locales establecidas en las costas del Sureste, especialmente en Murcia y Almería, donde el Calcolítico local había alcanzado un elevado nivel de desarrollo, para iniciar una fase de declive a fines del III milenio a.J.C., debido seguramente a la introducción de nuevas corrientes culturales que hicieron obsoleto el modelo socio-económico imperante hasta entonces. Sobre esas poblaciones, debieron incidir, como venía siendo habitual a lo largo del Calcolítico,

corrientes culturales diversas que cambiaron las pautas del comportamiento social, económico y político de las sociedades indígenas, generando una nueva concepción del hábitat, de la explotación del medio, de la estructura social y, en última instancia, de las creencias y de la ideología. La sociedad argárica es bien distinta, en muchos aspectos, de su precedente calcolítica, de tal manera que incluso los poblados se sitúan en lugares diferentes, siguiendo criterios distintos, y, de hecho, son pocos los que habiendo desempeñado un papel de cierta importancia durante el Calcolítico presentan continuidad en el Bronce argárico, como vemos en Bagil. El cambio debió producirse hacia 2.000 a. de J.C., como parecen insinuar las fechas absolutas de Fuente Álamo, incluso algo antes si aceptamos la calibración del C14. Con el fin de profundizar en este problema de la transición del Calcolítico al Bronce antiguo argárico, un equipo de la Universidad de Murcia se planteó en 1989 la excavación del poblado y necrópolis de Bagil (Moratalla, Murcia), situado en una zona alejada de la costa y limítrofe con la provincia de

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EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS EN EL POBLADO Y LA NECRÓPOLIS MEGALÍTICA DEL «CERRO DE LAS VÍBORAS» DE BAGIL - MORATALLA (MURCIA)

Figura I. Planta y perfil N. de un sector del cuadro guía.

Albacete, donde existían evidencias de un asentamiento calcolítico que parecía perdurar durante la época argárica. El denominado «Cerro de las Víboras» de Bagil se encuentra situado en las coordenadas UTM 305WH812329, Hoja MTM 24-25 (889) en un entorno geológico de calizas masivas del Terciario. Según el MTN, Hoja 889 (24-35) Moratalla, su situación la central las coordenadas 2° 4’ 16’’ LN y 38° 14’ 26’’ LEM. Aunque en la cartografía figura una altitud de 1.320 m. sobre el nivel del mar, nuestra evidencia de altímetro ofrece una cota de 1.352 m. El poblado ocupa un lugar muy estratégico, desde el que se controla una cañada de tránsito, utilizada históricamente incluso hasta nuestros días, para enlazar el valle del Campo de San Juan y los territorios albaceteños. Los antecedentes arqueológicos son escasos. Además de la primera campaña oficial de 1990, se había realizado allí la excavación del denominado dolmen de Bagil en campaña oficial de urgencia, aunque se conocen otras intervenciones no autorizadas que, en todo caso, sólo han afectado a zonas

superficiales y a dos posibles enterramientos de la ladera Norte del poblado. El lugar de poblamiento ocupa una amplia terraza llana que sobresale unos 70 m. sobre la cañada, con sus laderas bien protegidas por escarpes naturales, excepto en la ladera S., en la que las defensas se ven reforzadas por obras. Otras obras defensivas se aprecian en la ladera N. En el Cerro de las Víboras de Bagil se comenzó a excavar en 1990 un gran asentamiento calcolítico al que se superpone una fase del Bronce antiguo y pleno. En las cercanías del poblado se ha detectado una necrópolis megalítica, con seis sepulcros de corredor, de los que se han excavado dos. La I Campaña de excavaciones arqueológicas en Bagil (Moratalla, Murcia), se iniciaron el día 13 de septiembre de 1990 y terminaron el 6 de octubre del mismo año. El equipo de trabajo estuvo formado por 17 personas: 10 licenciados en Arqueología, 3 estudiantes de la Especialidad, 3 obreros y el director. El alojamiento del equipo fue el Cortijo denominado Molino de Rueda, en el Campo de San Juan, a 4 km.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

BAGIL 2 Fecha: 1-10-90

Figura II. Planta del sepulcro megalítico Bagil 2.

del yacimiento. Los desplazamientos hasta el lugar de la excavación se hicieron con vehículos propios y un Land Rover de la Universidad de Murcia. Por noticias proporcionadas por los pastores locales y muy especialmente por el dueño del terreno de Bagil, D.

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Antonio Rodríguez Álvarez, conocimos la existencia de otros posibles monumentos megalíticos. Tras una jornada de prospección organizada se descubren otros 5 sepulcros megalíticos distribuidos en dos grupos. En un grupo situado en un cabezo al Sur del poblado se encuentran dos que denomina-

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Lámina 1. Enterramiento en cista en el nivel A1, de la terraza principal.

mos sepulcros Bagil 2 y 3 (el número 1 se reserva para el conocido desde 1980, ya excavado), y en otra loma al SW del poblado se localizan otros dos más (Bagil 4 y 5). Al otro lado de la cañada, en dirección W. se localiza, finalmente, uno más (Bagil 6), aunque este último plantea algunos problemas de identificación. Todos estos monumentos megalíticos son sepulcros de corredor, con círculo de piedras delimitando lo que sería la estructura tumuliforme, al igual que el dolmen Bagil 1. Todos ellos parecen alterados de antiguo (posiblemente de época romana o medieval), ya que sus cámaras parecen parcialmente removidas, sin cubiertas y sin restos de la estructura tumuliforme. En tales circunstancias, la I Campaña de Bagil se programó en dos frentes: por un lado, en el poblado, en el que se pretendía conocer los pormenores del asentamiento, secuencias estratigráficas y posibles estructuras; y, por otro, en la necrópolis, planificando la excavación de los sepulcros megalíticos. En el poblado se realizó la planimetría del cabezo, se dividió en cuadrículas mediante la aplicación del sistema de

coordenadas cartesianas tras el establecimiento de un Punto Cero, y se diseñaron dos cuadros de 3 x 9 m. en la zona de la terraza principal, definiendo dos amplias zanjas en dirección S-N y E-W, formando ángulo recto, con el fin de poder comprobar las secuencias en cortes transversales. En la segunda terraza y en el lado Sur se diseñó otra zanja de 2 x 9 m., dentro de los cuadros planteados, con el fin de realizar otro corte en la zona de las defensas. Al mismo tiempo, parte del equipo se dedicó a la excavación del sepulcro Bagil 2, utilizando el sistema de cuadrantes y la eliminación de capas de 5 cm. Los trabajos de siglado, inventario y dibujo de piezas se hicieron a lo largo de la excavación, así como el de planimetría de cuadros y estructuras. Para el inventario de piezas se ha utilizado un sistema de fichas informatizadas, para tratamiento con programa DBASE III+, OPEN ACCES S.P.I. y BOEING 3D. Todo el proceso de excavación ha sido grabado en Compact Video Cassette EC30 Super HG VHS, con Videocámara Telefunken VM 4400 y fotografiado con películas BN, Color y Diapo. En la terraza principal del poblado se excavó hasta 1,47 m. de profundidad, sin llegar al final, (Cuadro Guía 1 y 2), apareciendo una secuencia estratigráfica clara que parece confirmarse en el resto de los cuadros, con ligeras variaciones. Las estructuras son muy abundantes, al igual que los materiales arqueológicos, muy variados. En términos generales se aprecian, en principio, dos momentos de ocupación: 1) Calcolítico final (Nivel B, 3,2,1) y 2) Bronce antiguo y pleno (Nivel A, 2 y 1), siendo el Nivel R el del suelo de formación más reciente, revuelto. El último momento de ocupación está documentado, además, con la presencia de una tumba de cista de tipología argárica, con un cadáver juvenil inhumado con un ajuar de cerámica. Esta tumba, con su ajuar funerario y algunos pocos fragmentos de cerámica (el 0,8% del total) son los únicos elementos de filiación argárica del poblado, ya que el resto de la cerámica guarda más relación tipológica con el Bronce manchego que con los yacimientos Argáricos murcianos. Debajo de los niveles A se sitúan los cuatro niveles B, de la fase calcolítica, cuya excavación en profundidad se ha continuado en los cuadros del sector central del poblado, sin haber llegado aún hasta el final de la secuencia estratigráfica (a 2,20 m. de la superficie). Estos niveles B1 a B4, bajo la fase representada por los A1 A2, ofrecen estructuras pétreas de edificios de planta circular u ovoide, cortadas por arriba en algunos

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Lámina 2. Tramo de muro de una casa de la terraza 2.

cuadros por las estructuras rectilíneas de los niveles A. En ellos no aparecen, por ahora, estructuras funerarias ni materiales de filiación argárica, sino abundantes elementos líticos, con algunas puntas de flecha de alerones y de pedúnculo y aletas, industria lítica pulimentada, una rica y abundante industria ósea y cerámicas calcolíticas entre las que destacan los fragmentos con decoración a la almagra, semejantes a las de La Salud de Lorca y algunos con decoración incisa. Debe señalarse que los niveles del paquete B sólo han sido excavados en los dos cuadros guía, en los únicos en los que se sigue excavando en profundidad, con el fin de definir completamente la secuencia estratigráfica. Pese a haberse llegado a P-220 de profundidad, aún no se ha llegado a la base pétrea del cabezo y siguen apareciendo niveles arqueológicamente fértiles que, debido a su interés, deben ser excavados con cierta lentitud, lo que retrasa obviamente la definición de la estratigrafía.

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De gran interés es el horizonte campaniforme, que en el poblado y necrópolis megalíticos de Bagil aparece en el horizonte del Bronce antiguo, tal vez en el momento de la transición desde el Calcolítico, junto a puntas Palmela de tipología tardía, botones con perforación en V (simple o doble), abundantes brazales de arquero e ídolos y punzones-lezna de sección cuadrada, de cobre, aunque la cerámica clásica no fue detectada en esta campaña. En los cuadros de la terraza inferior, junto a la zona defensiva, se aprecia una estratigrafía semejante a la de la terraza superior. Allí se han identificado dos grandes muros, uno de ellos de planta redonda, perteneciente posiblemente a un sistema defensivo. Los materiales arqueológicos son semejantes, aunque allí, la aparición de un silo con abundante cereal carbonizado ha dotado a la secuencia de gran interés documental. También aparecieron varios colgantes de marfil (uno de ellos decorado) bastante deteriorados por

EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS EN EL POBLADO Y LA NECRÓPOLIS MEGALÍTICA DEL «CERRO DE LAS VÍBORAS» DE BAGIL - MORATALLA (MURCIA)

Lámina 3. Perfil N del cuadro guía, en la terraza principal.

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fuego, conservados gracias a haber estado en el interior de un nivel de cenizas. Al finalizar la campaña no se había llegado al final de la secuencia estratigráfica, en la que es previsible un nivel inicial del Calcolítico antiguo, seguramente relacionado con la necrópolis megalítica. El sepulcro megalítico Bagil 2 se excavó completamente. Los materiales arqueológicos han sido relativamente pobres ya que, como intuíamos, el sepulcro estaba alterado: algunos pocos fragmentos de cerámica lisa, a mano; algunos pocos elementos líticos y restos de huesos humanos, con huellas de cremación parcial. Se ha elaborado la planimetría completa del sepulcro, antes, durante y después de la excavación. El resto de los sepulcros megalíticos descubiertos no se han excavado, aunque se ha completado la planimetría de cada uno de ellos y, a su vez, se ha situado en la cartografía general. La cista, los muros del cuadro 1 de la terraza 2 y el sepulcro megalítico Bagil 2 se consolidaron con cemento mimetizado, con el fin de evitar su posible deterioro en el invierno. La cista y los muros se han vuelto a cubrir para hacer más eficaz su conservación. Para la consolidación del sepulcro Bagil 2 se tuvieron en cuenta las indicaciones del arquitecto de la Dirección General, en lo referente a tipo de mezcla y zonas de posible impacto climatológico. Las grandes piedras de la cámara han sido asentadas sobre un lecho de piedras y cemento, reforzándose sus lados con cemento y mimetizándolo con tierra del propio yacimiento. Los objetos de hueso carbonizado (tres colgantes perforados y dos botones de perforación en V) fueron enviados al Instituto Central de Restauración y Conservación, de Madrid, donde fueron objeto de un tratamiento de urgencia para su conservación. Se enviaron tres muestras de materias orgánicas procedentes de los niveles arqueológicos para su datación por el método del C14 en el Laboratorio de New Jersey (USA). Igualmente se procederá a la analítica de sedimentología, fauna y restos humanos, con el fin de poder contar con los datos precisos antes de iniciar la campaña siguiente. Las primeras dataciones absolutas para el poblado, sobre muestras extraídas en esta primera campaña, han sido calibradas en origen por Teledyne Isotopes, según la tabla de Pearson - Stuiver 1986, y ofrecen las fechas de 1650 a.J.C. para el nivel Al y 2170 a.J.C. para el nivel B3. Estas fechas, que encajan bien en la secuencia estratigráfica y cultural del poblado,

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deben ser entendidas como meramente orientativas, ya que creemos que prevalece, en todo caso, el criterio arqueológico y, mientras no sean ratificadas por una serie más amplia de dataciones, no deberán ser interpretadas de otra forma. Los paralelismos tipológicos observados con el mundo de las motillas y morras de La Mancha, en muchos materiales arqueológicos de Bagil, nos induce a pensar en un ambiente marginal del mundo argárico clásico, situado en tierras más occidentales. Bagil se sitúa en un área en la que el mundo argárico parece desdibujarse un poco y la proximidad de las tierras albaceteñas nos hace pensar en un lugar de encuentro de influencias mutuas, si bien es verdad que El Argar se extiende por distintos ambientes ecológicos, a los que se adapta perfectamente, originando una cierta variedad de asentamientos y una diversidad formal que no debe extrañarnos. No debe olvidarse que, en los inicios del II milenio a. J.C., en La Mancha (igual que en el Sur y Sureste levantinos) se está generando un panorama cultural que no es muy diferente al del mundo argárico, y que un poco después, hacia 1700 a. J.C., va a configurar el ambiente del Bronce manchego. Las similitudes formales son tantas, sobre todo en los poblados de altura, que, en los inicios de la investigación en La Mancha, se creyó estar ante una extensión de la cultura de El Argar y, de hecho, la influencia argárica sigue teniéndose en cuenta a la hora de interpretar los yacimientos de Ciudad Real y Albacete. Algunos elementos arqueológicos (cerámicas, útiles metálicos, ritual funerario...etc) siguen planteando serios problemas de interpretación, aún no resueltos. Es bien cierto, sin embargo, que estamos ante ambientes culturales distintos. La cuestión se centra, creo, en evaluar la posibles influencias, definir las similitudes y las diferencias y, por fin, intentar justificarlas. Es evidente que en este inicio del II milenio a.J.C. se están definiendo los focos del Bronce antiguo en varias zonas del oriente y centro de la Península Ibérica y que, por el momento, la primacía cronológica parece centrarse en los territorios costeros argáricos del Sureste, en las actuales provincias de Murcia y Almería. Allí parece generarse una nueva concepción socio-económica, apoyada en una fuerte ideología, que supera las tradiciones calcolíticas y se difunde después hacia tierras más interiores. En esa expansión hacia el interior pudo irse adaptando a los distintos grupos, de tradiciones culturales variadas y en ambientes diferentes, lo que explicaría la diversidad formal que ofrece el panorama cultural del Bronce el Sureste, Andalucía, Levante y La Mancha.

EL CERRO DE LA FUENTE DEL MURTAL, ALHAMA DE MURCIA (1.ª CAMPAÑA 1991): POBLADO FORTIFICADO DEL PERIODO DE TRANSICIÓN BRONCE FINAL/HIERRO ANTIGUO EN EL EJE DE POBLAMIENTO SEGURA-GUADALENTÍN (MURCIA)

Luis A. García Blánquez

MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

ENTREGADO: 1995

EL CERRO DE LA FUENTE DEL MURTAL, ALHAMA DE MURCIA (1.ª CAMPAÑA 1991): POBLADO FORTIFICADO DEL PERIODO DE TRANSICIÓN BRONCE FINAL/HIERRO ANTIGUO EN EL EJE DE POBLAMIENTO SEGURA-GUADALENTÍN (MURCIA) LUIS A. GARCÍA BLÁNQUEZ

Resumen: Con motivo de la construcción de la presa de Algeciras, en Alhama de Murcia (MOPU), se han venido realizando diversos estudios con el fin de documentar arqueológicamente la totalidad del área afectada. Estos estudios han contemplado la prospección sistemática y la excavación arqueológica de aquellos sitios arqueológicos donde se prevé

una alteración directa por las obras constructivas. En este yacimiento se han documentado estructuras de fortificación del sector meridional del poblado formadas por largos paños de muralla defendidos con torreones de planta cuadrangular.

INTRODUCCIÓN

zos de muralla y bastiones cuadrangulares de gran entidad, dentro del cual diversas estructuras de habitación se organizan adosados al mismo. Dicho asentamiento podría datarse, en base a determinados elementos cerámicos y a las estructuras arquitectónicas documentadas, en un momento de transición situado entre el Bronce Final Reciente y el Hierro Antiguo. A pesar de ello, las dificultades que el registro arqueológico ofrece, nos induce a considerar inicialmente un marco cronológico más amplio, encuadrado entre los momentos finales de la Edad del Bronce y el comienzo de la Edad del Hierro. Dado el interés histórico-arqueológico del yacimiento, se propuso necesaria conservación del yacimiento y la continuidad de los trabajos de investigación en el mismo. Tras realizar diversos estudios de viabilidad técnica, atendiendo nuestra propuesta, don Francisco García Ortiz director facultativo de la presa, aprobó la modificación del proyecto con el fin de restaurar e integrar el poblado en el conjunto de la obra hidráulica.

La intervención arqueológica desarrollada en el Cerro de la Fuente del Murtal queda encuadrada dentro del Estudio de Evaluación de Impacto Arqueológico (EEIArq) realizado con motivo del proyecto de construcción de la denominada Presa de la Rambla de Algeciras, promovido por la Confederación Hidrográfica del Segura en el marco regional del Plan de Prevención Contra la Avenidas de dicha cuenca. Dicho estudio tuvo por finalidad, definir el catálogo de los bienes culturales de las zonas de intervención y, con posterioridad, evaluar la incidencia que la actividad constructiva pudiera tener sobre el patrimonio arqueológico documentado. La identificación de impactos arqueológicos de magnitud crítica en el sector meridional del Cerro de la Fuente del Murtal, tuvo como consecuencia la excavación de la zona afectada. La actuación realizada puso en evidencia lo que superficialmente se había detectado: un poblado fortificado dotado de un sistema defensivo integrado por grandes lien-

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EL CERRO DE LA FUENTE DEL MURTAL, ALHAMA DE MURCIA (1.ª CAMPAÑA 1991)

I ANTECEDENTES

A lo largo del mes de noviembre de 1990, se efectuó la prospección arqueológica sistemática sobre una superficie global de 330 Ha. Dado el inminente comienzo de las obras los trabajos de campo se iniciaron en las zonas que iban a ser ocupadas en primer lugar (presa, balsa de regulación, oficinas, laboratorios y demás instalaciones auxiliares). En una segunda fase la prospección se amplió al conjunto del vaso de inundación. Durante la prospección se constataron seis emplazamientos arqueológicos con evidencias superficiales de carácter arquitectónico y material, pertenecientes a distintos periodos culturales que van desde la Edad del Bronce hasta época medieval: Poblado del Cerro de la Fuente del Murtal, Poblado ibérico Cerro de la Fuente del Murtal, Villa romana del Murtal, Cerro de los Moros: poblado del Bronce y poblado/necrópolis islámico y poblado de la Edad del Bronce de la Rambla de Algeciras (GARCÍA-BAÑOS, 1990). De los yacimientos documentados, el Cerro de la Fuente del Murtal, y la estación prehistórica y el poblado islámico, localizados en el Cerro de los Moros, eran ya conocidos y estaban catalogados en la Carta Arqueológica de Murcia. A pesar de ello, se registraron en estos emplazamientos nuevos datos que permitieron delimitar su extensión, y localizar nuevas áreas de ocupación con estructuras arquitectónicas de gran entidad. Definido el catálogo de yacimientos arqueológicos situados en el área de implantación de la presa, y tras el análisis del proyecto (P.R.A., 1992), se procedió a la identificación de aquellas acciones modificadoras del suelo, que pudieran generar directa o indirectamente impactos negativos sobre las estaciones arqueológicas. Los agentes de impacto originados por la actividad constructiva y la posterior explotación de la presa causan alteraciones, sobre todo, en el medio físico: movimiento de tierras, instalación de infraestructuras y efectos inducidos. A partir de esta fase del proceso de EEIArq, se creó una matriz de doble entrada, del tipo causa-efecto, capaz de identificar, prevenir y comunicar los efectos del proyecto, para lo cual se cruzaron los agentes impactantes de la obra (MOPU, 1989) con los factores arqueológicos susceptibles de recibir impacto. Tras la identificación de impactos y un análisis previo adaptado al estudio arqueológico, se realizó una valoración de carácter cualitativo, de la que resultó afecciones de distinta magnitud.

Respecto de Cerro de la Fuente del Murtal, se consideró que las actuaciones que estaban previstas realizar sobre el sector meridional (construcción del aliviadero y del camino de acceso a la presa), iban a causar alteraciones permanentes, espacialmente localizadas, cuya magnitud de impacto alcanzaba valores críticos: pérdida permanente e irrecuperable de las condiciones previas a la ejecución del proyecto, ya que no admitían medidas correctoras para aminorar el efecto del mismo, salvo la modificación parcial del proyecto que contemplara un nuevo emplazamiento del aliviadero de la presa. Así pues, se elaboró un proyecto de intervención para documentar arqueológicamente el sector meridional del poblado, con los siguientes objetivos: localizar con exactitud, delimitar y valorar las estructuras arquitectónicas perimetrales detectadas en superficie, comprobar y documentar la existencia de estructuras arquitectónicas en el área central del sector meridional y extraer la secuencia estratigráfica del área perimetral y central del sector afectado. II PLANTEAMIENTOS GENERALES DE LA EXCAVACIÓN ARQUEOLÓGICA

El proyecto de investigación sobre el yacimiento se planteó en el marco del EEIArq., tras realizar la prospección sistemática de toda la zona que iba a ser afectada por la construcción de la Presa. Durante estos trabajos se advirtió que la construcción de la carretera de acceso a la presa y el aliviadero de la misma, destruirían la zona meridional del Cerro de la Fuente del Murtal. Por este motivo se elaboró un proyecto de intervención para documentar de forma exhaustiva este asentamiento, que prometía ser de un gran interés por la importancia de las estructuras observadas en superficie, si bien los elementos de cultura material eran prácticamente inexistentes y poco diagnósticos. La excavación arqueológica se desarrolló durante el mes de enero de 1991, con la inestimable participación de doña Consuelo Martínez Sánchez como ayudante de dirección y la colaboración un equipo de arqueólogos integrado por don Carlos García Cano, doña María Jesús Sánchez, don José Antonio Egea Sandoval y doña María Cano Gomariz. La delineación de la planimetría ha sido realizada por doña Inmaculada Ruiz Parra. En el yacimiento se observaron ciertos indicios, de carácter topográfico y arqueológico, que dieron lugar a la diferenciación clara de dos áreas distintas en la superficie del cerro. La que denominamos Área Central, corresponde a una zona

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Plano 1. Cabezo de la Fuente del Murtal. Topografía y plan general de excavación.

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EL CERRO DE LA FUENTE DEL MURTAL, ALHAMA DE MURCIA (1.ª CAMPAÑA 1991)

despejada de monte bajo, con suave pendiente que desciende de NE a SW. En superficie no se aprecian estructuras arquitectónicas y el material cerámico en muy escaso. El Área Perimetral es la zona situada en el borde de la cima, que sigue sin interrupciones la configuración topográfica del terreno. Tiene mayor altura que el resto de la planicie que configura el área central, excepto en el flanco SW donde se señala topográficamente menos. Al NE, un promontorio artificial, efecto de la sedimentación arqueológica, cruza transversalmente la cima delimitándolo hacia esa zona. Arqueológicamente se documentaron numerosas estructuras de carácter defensivo, tales como bastiones de planta cuadrangular y lienzos de muralla. Los elementos cerámicos son, también aquí, hallazgos aislados y esporádicos. Establecidas las áreas prioritarias de la intervención, la gran extensión de terreno a sondear, la limitación temporal para realizar los estudios y las características estructurales del yacimiento, hicieron necesario adoptar métodos diferentes para abordar la excavación de cada área. De una parte, era imprescindible un plano del conjunto de las estructuras arquitectónicas detectadas en el área perimetral, por lo que se trabajó en extensión y no en profundidad. De otra y teniendo en cuenta la amplitud del área central, se practicó un sistema de sondeos alineados, alternos y orientados, para confirmar si la zona presentaba o no restos arquitectónicos y niveles arqueológicos de ocupación. Por último, la consecución de la secuencia estratigráfica aconsejó efectuar determinados sondeos en profundidad, en aquellos puntos donde se considerara factible y conveniente, para extraer datos referentes a los momentos de ocupación del poblado, fases constructivas y cronología relativa. No obstante, al ser aceptado en el transcurso de la excavación el traslado del aliviadero a otra zona sin impacto arqueológico (P.R.A.,1992: 8), y teniendo en cuenta la expectativa de realizar nuevas campañas, algunos de los objetivos propuestos no se alcanzaron en su totalidad. Para ello se preparó, un sistema de referencias espaciales (Plano 1) basado en la instalación de ejes orientados cardinalmente y una retícula de localización de cinco metros de lado para situar en el plano los sondeos. Los ejes se dispusieron de tal modo que cruzaran de N a S y de E a W por el centro del sector, haciendo coincidir sus extremos con las zonas perimetrales amuralladas. Para su localización dentro de la retícula general se utilizó un sistema de coordenadas, en el que al eje de abcisas (E-W) se le asignaron letras ordenadas alfabéticamente y al eje de ordenadas (N-S) números, siem-

pre en orden creciente a partir del punto central «0». A los valores negativos de las coordenadas se les asignó la denominación prima (‘). Los sondeos del área central tienen unas dimensiones de 2,5 m de largo por 1 m de ancho y se situaron a lo largo de los ejes principales. Están dispuestos de tal forma que uno de sus lados mayores forma parte de los ejes. En el eje E-W se llevaron acabo 8 sondeos, comenzando por su extremo E, son: S1, S2, S3, S4, S5, S6’, S7 y S8’. En el eje N-S se realizaron 10 sondeos, comenzando por el extremo S, son: S9, S10, S11, S12, S13, S14, S15, S16, S17 y S18. Las unidades de excavación del área perimetral tienen una superficie total cada una de ellas de 25 m2, subdivididas a su vez en 4 sectores (I/IV). El área de actuación se dividió en tres zonas: I (SW), integrada por el bastión n.º 1, y los lienzos de muralla 1 y 2; II (S-SE), con el lienzo de muralla 3 y 4, y los bastiones n.º 2 y 3, y III (N), con estructuras arquitectónicas sin definir. Los trabajos se acometieron en las zonas mencionadas y la excavación se realizó en extensión, con el fin de tener conjuntos estructurales homogéneos. El total de cuadrículas excavadas es de 26, de dimensiones de 5x5 m. Atendiendo a la posición que ocupan en la intersección de los ejes principales, éstas son las siguientes: área I (SW): A 6’, A 7’(sector IV), A’5’, A’6’, A’7’, B6’, B’4’, B’5’, B’6’ y B’7’; área II (S-SE): A3, A4, A5, A’1 (Sectores III y IV), A’2, A’3, A’4, A’5, B’1, B’2, C’1, C’1’, D’1, D’1’, D’2’ (Sectores II y IV); área III (N): G17. III CERRO DE LA FUENTE DEL MURTAL

Localización y descripción

El poblado, ocupa al SW del manantial que dan nombre al paraje, la cima de un cerro amesetado situado en la margen derecha de la Rambla de Algeciras (subsidiaria del río Guadalentín), en el término municipal de Alhama de Murcia. Las coordenadas U.T.M. tomando como punto de referencia la zona de mayor altitud del yacimiento, son: X= 641.880, Y= 4.194.400 y Z= 295 m.s.n.m. (C.M.E., Hoja n.º 933, Alcantarilla. Esc. 1/50.000) Geográficamente, el paraje de La Fuente del Murtal, se ubica en la cuenca de Alhama de Murcia-Alcantarilla. Los materiales que ocupan el área de estudio pertenecen a formaciones neógenas y cuaternarias, depositadas tras el emplazamiento de la grandes unidades estructurales (M.G.E. Hoja n.º 933, Alcantarilla. Esc. 1/50.000) ). El cabezo se caracteriza por la existencia, al NW, SW y SE, de fallas tectó-

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nicas que aislan e individualizan sus materiales del resto de los ambientes geológicos circundantes. Así, en su constitución se distinguen margas gris-azulado en la base y calizas areniscosas más o menos organógenas, en la parte superior. Las formaciones cuaternarias se han distinguido únicamente en el lecho de la Rambla de Algeciras, constituido por aluviones actuales y recientes, derrubios y tierras vegetales. La cima, de forma alargada y estructura amesetada, se encuentra flanqueada al NW y al SE, por sendas cárcavas profundas de laderas abruptas. El extremo Suroccidental está limitado por una pequeña vaguada que da acceso a las cárcavas laterales y a los relieves más bajos de la Sierra de la Muela. La ladera NE, con inclinación fuerte al principio, y luego con un relieve suave en cuesta, desciende a la rambla de Algeciras, hasta alcanzar la ribera derecha del cauce. La documentación de la Carta Arqueológica de Murcia relativa a CFM (C.A.M., 1989), hacía referencia a la existencia de un poblado ibérico que ocupaba las laderas del extremo septentrional del cerro. En dicha zona, se constató la presencia de numerosas estructuras arquitectónicas y abundante material cerámico de filiación ibérica. Realizada la prospección sistemática e intensiva del cabezo en su conjunto, se distinguieron dos estaciones arqueológicas, localizadas en los extremos del promontorio, con elementos estructurales y materiales claramente diferenciados. El poblado ibérico ocupa el extremo Nordeste del cerro, donde se desarrolla un establecimiento que desciende hasta las terrazas altas de la rambla. En la cima una gran estructura tumular aterrazada, con una altura superior a los 4 m, preside una planicie que alberga una serie de muros que ofrecen el aspecto de grandes edificios de planta rectangular. En el flanco Norte de esta ladera, se conservan algunos tramos de muralla, y en el Sur, un posible torreón que conformarían en conjunto el sistema defensivo del poblado. En el resto de la ladera, muros de menor entidad, terrazas y material cerámico común, de almacenaje y pintado, caracterizan el yacimiento. En el extremo opuesto, vertiente Sudoeste, se halló un conjunto de estructuras que forman parte de un recinto fortificado objeto del presente estudio. Las estructuras defensivas están constituidas por amplios paños de muralla y tres bastiones de planta cuadrangular. En su entorno la presencia superficial de elementos materiales es prácticamente inexistente. Apenas se recogieron algunos fragmentos cerámicos de galbo, elaborados a mano y a torno, de difícil adscripción cultural.

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Entre ambos emplazamientos se conservan, inconexos, pequeños lienzos de muro que jalonan la vertiente Norte. En el resto de la cima no se constata, al menos superficialmente, ningún otro indicio. IV LA SEDIMENTACIÓN ARQUEOLÓGICA

Área I (SW)

Hemos tomando como modelo representativo la estratigrafía localizada en los cortes adyacentes A’5’(Lám. 1) y B’5’(Lám. 2). La sección comprende el tramo 2 de la muralla y los paquetes sedimentarios situados al interior y al exterior del asentamiento. Bajo una cubierta de tierra húmica (U.E. 1141) de potencia variable que afecta a la totalidad del área de excavación, se desarrolla un nivel integrado por las unidades estratigráficas correspondientes al derrumbe de las estructuras de fortificación. La unidad superior, distribuida de forma homogénea por la superficie de excavación, esta formada por un sedimento marrón claro y textura compacta que contiene abundante piedra de mediano tamaño. Tanto en el interior del recinto (U.E. 1142) como fuera de él (U.E. 1143), presenta una potencia variable que oscila entre 10 y 40 cm. Este subnivel está formado por el relleno que constituye la masa interna de la muralla (U.E 1144) que ha originado, al caer, una banda de unos 4 m de anchura que sella directamente las estructuras de habitación localizadas en esta zona (U.E. 1162 y 1132) y el subnivel inferior. Éste, igualmente distribuido en torno de la muralla ( U.E. 1151 y 1167), presenta un elevado volumen bloques de piedra de tamaño considerable y se origina, de modo similar, como consecuencia de la caída principalmente hacia el interior del asentamiento, de los paramentos de la muralla. En la unidad de excavación B6’(III), asociado a la cara externa de la muralla, se realizó el único sondeo que alcanzó suelo estéril (Lám. 3). La secuencia estratigráfica documentada presenta un primer estrato (1152) de tierra arcillosa compactada, de color marrón claro, que aparece inmediatamente debajo del derrumbe del relleno interno de la muralla hacia el exterior (U.E. 1143), localizado junto al perfil S y su potencia media es de 14 cm. La siguiente U.E. 1153 está formado por un sedimento de color amarillo intenso de textura suelta, con grava abundante donde se identifican fragmentos de pizarra y cuarzo; se encuentra en la totalidad del sector y presenta una potencia media de 20 cm. A continuación se identificó la unidad 1154, formada por sedimento marrón oscuro de textura suelta y fina; presenta inclinación acusada

EL CERRO DE LA FUENTE DEL MURTAL, ALHAMA DE MURCIA (1.ª CAMPAÑA 1991)

E-W siguiendo la pendiente natural del cerro y un espesor de tan sólo 3 cm. La U.E. 1155 se compone de grava mezclada con algunas piedras de 10 ó 12 cm. de diámetro, cementadas con una tierra muy fina de color blanquecino; su espesor es de unos 15 cm. La U.E. 1156, se caracteriza por un sedimento muy compacto de color marrón oscuro y con algunas piedras de pequeño tamaño; presenta aproximadamente unos 12 cm. de espesor, es muy homogéneo y queda bien diferenciado de forma lineal con respecto al posterior (U.E. 1155) y al anterior (U.E. 1157). Unas características especiales presenta la U.E. 1157, pues parece corresponder a una disolución arcillosa de color amarillento que aparece entre las juntas de las piedras que forman el paramento externo de la muralla, formando un enlucido que recubre dicho paramento. Este estrato vertical, adopta una disposición horizontal siguiendo la pendiente natural del terreno, cuando alcanza la cota de los primeros bloques de piedra de fundación de la muralla. Finalmente se documentaron las unidades sedimentarias 1158 y 1163, de color marrón oscuro y textura compacta que aparecen por debajo de la primera hilada de piedra de la muralla y también debajo de la disolución del revoque externo de la misma (U.E. 1157). Se trata de un nivel natural, posiblemente alterado en parte para la construcción de la muralla, que asienta directamente sobre él. No se ha observado una posible fosa de fundación. Área II (S-SE)

La excavación ha permitido constatar una deposición estratigráfica caracterizada por su homogeneidad. La secuencia obtenida, representada gráficamente en la sección n.º 1 (A’1-B’2) (Lám. 4), se puede sintetizar en tres zonas de estratificación. La primera de ellas, agrupa la sedimentación depositada en el interior del recinto; se caracterizada por los niveles de derrumbe correspondientes a las estructuras de fortificación y de habitación, tras los cuales se formó la capa de humus actual (U.E.1193), presente en toda el área estudiada y de escasa potencia (5-15 cm). Una segunda zona corresponde a la sedimentación arqueológica extramuros; está formada por estratos buzantes cuya orientación viene condicionada por la acusada pendiente del terreno. Y finalmente, la tercera secuencia es la obtenida en la excavación practicada en el espacio intermedio de la muralla (U.E. 1445). A) Área intramuros y sobre estructuras de fortificación. La secuencia sedimentaria registrada en este sector es semejante al nivel de derrumbe de las estructuras defensivas

localizado en el área I. De nuevo, bajo un estrato de tierra húmica (U.E. 1193), que en ocasiones deja al descubierto los restos arquitectónicos, se aprecian los dos subniveles relacionados con el proceso de destrucción de los tramos 3 y 4 de la muralla y los bastiones 2 y 3. La unidad sedimentaria 1194, procedente del núcleo interno que maciza los paños defensivos, está formada por tierra de composición orgánica de color marrón oscuro mezclada con ripio. Su espesor oscila entre los 10 y 20 cm. Debajo y en las unidades de excavación A’1, A’2 y B’1, se localiza un sedimento arcilloso de tonos amarillentos que contiene abundante piedra de tamaño medio (20-40 cm) (U.E. 1195), cuya formación probablemente se debe al desplome del forro pétreo que protege las caras de la muralla. B) Extramuros. En la zona externa del área II, los aterrazamientos para la reforestación de la vertiente SE del cerro han ocasionado la destrucción parcial de las fortificaciones, como ha sucedido con el paño de muralla que discurriría desde el bastión 3 hacia el NE. Por esta razón, los trabajos se orientaron hacia delimitación y limpieza superficial del contorno del sistema defensivo, documentándose un estrato de tierra arenosa de color marrón claro-amarillento y textura compacta (U.E.1420) que, de modo más o menos uniforme, cubre distintas unidades de sedimentarias (1426, 1427, 1433, 1441 y 1443), formadas por pequeños derrumbes cuya diferenciación obedece a su localización y a las alteraciones antrópicas. Por el contrario, la unidad 1440, documentada en los sectores II y III-IV de las cuadrículas A’3 y A’4, respectivamente, con un grosor aproximado de 5 a 10 cm, en el sector II de la cuadrícula A`3, parece corresponder por sus características y localización, a la disolución del revoque de las caras externas de la muralla y refuerzos del bastión. C) Zona intermedia (U.E.1445). Se trata del espacio alargado que separa los muros que constituyen el tramo 4 de la muralla. En la excavación parcial de este espacio en la cuadrícula B’2, se registró una secuencia formada por un sedimento arenoso de color marrón, de textura fina y compacta (U.E. 1418), que se asienta directamente sobre las unidades l421, 1424 (rezarpa) y 1425. La primera, se compone de sedimentos arcillo-arenosos color marrón oscuro de textura compacta y piedra menuda. Se localiza al N, no supera el metro de longitud y rellena el reducido espacio que queda entre la rezarpa y el muro externo de la muralla. Hacia el Sur y en contacto directo con 1418, encontramos un estrato arenoso grisáceo de textura

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Plano 2. Cabezo de la Fuente del Murtal. Unidades estratigráficas de las estructuras de fortificación y habitación.

suelta (U.E. 1425). El escaso espacio de excavación impidió alcanzar la base de la muralla.

por un sedimento amarillento de textura compacta que contiene piedras de pequeño tamaño (10-15 cm). Este derrumbe, aunque no fue excavado, creemos que se relaciona con las unidades similares 1376 y 1377, documentadas en el S-17, donde también aparecen selladas por un sedimento compacto y homogéneo (U.E.1374). En el sondeo 17, el registro material ofrece un volumen muy superior a cualquier otra zona del asentamiento. La unidad 1374, aporta elementos cerámicos fabricados a mano con superficie cuidada y otros de acabado tosco de pasta clara. Completan el registro las cerámicas a torno sin tratamiento de la superficie y los fragmentos de adobe que presentan las caras externas quemadas. El posible derrumbe (U.E. 1376) ofrece, junto a numerosos trozos de adobe, exclusivamente elementos cerámicos de superficie tosca fabricados a mano. Por debajo de las unidades anteriores, en un pequeño espacio situado entre los niveles de derrumbe (U.E. 1376 y 1377), se registró la secuencia estratigráfica hasta la roca de base. Está formada por un nivel (U.E. 1375) de disolución de barro blanco-amarillento. Esta capa, identificada sólo en el sondeo 17, tiene un espesor de 15 cm y sella las unidades estratigráficas inferiores. La otra unidad estratigráfica identificada (1378), presenta un sedimento compacto y duro, de color pardo oscuro, de 35 cm de potencia. Este nivel se distribuye, aparentemente, por debajo de las unidades 1376 y 1377, y se asienta directamente sobre la roca de base (U.E. 1002), aporta algunos trozos irregulares de revoque de adobe quemado.

Área III (N)

Consideramos que la secuencia estratigráfica documentada en el sondeo 17 y cuadrícula G1, refleja una posible zona de habitación no asociada a las estructuras de fortificación, como se ha constatado hasta el momento en otras áreas del asentamiento. No obstante, el trazado de los paños defensivos en este sector del asentamiento no ha sido localizados, por lo que se no descarta una organización semejante. Tras comprobar el interés del registro arqueológico obtenido en el sondeo 17, y a pesar de situarse fuera del área de afección, se planteó la necesidad de ampliar la zona de excavación en G1. Así pues, se documentaron parcialmente varias unidades sedimentarias inclinadas hacia el W, en cuyo sentido disminuye su espesor. Como sucede en el S-17, bajo un manto húmico (U.E. 1373), se acumula un nivel formado por un sedimento homogéneo arcilloso, de color marrón claro y textura compacta (U.E. 1374) de unos 40 cm de espesor. Este cubre, a su vez, un derrumbe (U.E. 1380) formado

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Área central

Los sondeos lineales practicados en el área central del yacimiento presentan dos tipos de estratificación diferente, en función de su localización, del desarrollo arquitectónico de cada zona del asentamiento y su proceso de abandono y destrucción. Las catas realizadas, coincidentes con el área perimetral (S-8, 9, 16, 17 y 18), se registra el mismo sistema deposicional que el documentado en las estructuras de fortificación. Por el contrario, la zona central (S-1, 2, 3, 4, 5, 10, 11, 12, 13, 14 y 15), presenta una estratigrafía similar y homogénea, afectada en gran medida por los procesos naturales de erosión y sedimentación. En la zona central la secuencia estratigráfica está integrada básicamente por una capa de humus (U.E. 1000), un sedimento marrón claro, en proceso de humificación, con algunas piedras de tamaño mediano y pequeño y un espesor que oscila entre 3 y 25 cm. y, finalmente, la roca de base

EL CERRO DE LA FUENTE DEL MURTAL, ALHAMA DE MURCIA (1.ª CAMPAÑA 1991)

Plano 3. Cabezo de la Fuente del Murtal. Planta general de las estructuras de fortificación y habitación.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

(U.E. 1002) constituida por caliza areniscosa de color blancoamarillento, de escasa consistencia, cuya superficie se encuentra muy alterada y fragmentada por la acción de agentes erosivos En la zona perimetral, sondeos 6, 7 y 8, la estratificación ofrece un registro que interpretamos como una probable área de habitación. En ella, las unidades estratigráficas identificadas están directamente relacionadas con las estructuras arquitectónicas, localizadas en el área perimetral y su mecanismo de destrucción. Al mismo tiempo, el material arqueológico recuperado (cerámica y numerosos fragmento de adobe) apoyan esta hipótesis. En el sondeo 8, debajo del nivel de humus se documenta un muro (U.E. 1132) de 115 cm de anchura y orientación NESW. Está situado paralelo al tramo 1 de la muralla, por lo que se interpreta como estructura arquitectónica de carácter no defensivo. Sus caras están construidas con dos paramentos de piedra careada con un relleno de ripios menudos cogidos con barro arcilloso marrón claro-amarillento. A la misma cota se localiza el estrato de desmoronamiento del muro (U.E. 1133). Los sondeos 6 y 7 presentan debajo del nivel superficial un sedimento de color marrón claro-gris compacto con piedra de tamaño mediano. En S-6 este sedimento (U.E. 1112) contiene una bolsada de adobe (1113) de colores rojo y gris que rellenan una oquedad de la roca de base. Este mismo nivel, en S-7 (U.E. 1122) se muestra más compacto y ofrece un registro cerámico que comprende elementos fabricados a mano, con producciones de superficie cuidada y tosca, y a torno, sin tratamiento superficial y un grupo de pasta gris. En los sondeos 9, 16 y 18, se documentan inmediatamente debajo del manto de tierra vegetal, las unidades 1194, 1364 y 1384, que corresponden, respectivamente, a los niveles de derrumbe del relleno interno de muros y muralla compuestos por numerosos ripios de pequeño tamaño y el sedimento arcilloso que los traba; su potencia media es reducida, oscilando entre los 10 y 15 cm. Debajo se constata un sedimento compacto de tierra de color marrón claro (U.E. 1195, 1365 y 1385), mezclado con algunas piedras de pequeño tamaño. Finalmente aparece la roca caliza de base, cuya disposición y apariencia es muy variable según la localización y los efectos de la erosión. V LAS ESTRUCTURAS ARQUITECTÓNICAS

El conjunto de las estructuras arquitectónicas documentadas son, esencialmente, de carácter defensivo. Constituyen

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un recinto fortificado protegido por una muralla de grandes dimensiones en la que se insertan tres bastiones situados en lugares estratégicos. En el interior, adosado a la cara interna del sistema defensivo, se distribuyen perimetralmente algunos muros de menor entidad que delimitan pequeños espacios de difícil interpretación, aunque inicialmente atribuimos a zonas de habitación (Planos 2 y 3). Las fortificaciones: muralla y bastiones

En el área I-SW del sector meridional del asentamiento, se delimitaron dos tramos de muralla (U.E 1144), de 3,30 m. de y longitud en el Tramo 1 con orientación NE-SW, y 8 m. en el Tramo 2 orientado de NW a SE, y 2,5 m. de anchura. Ambos lienzos convergen en el bastión 1, de unos 49 m2 de superficie, delimitando una zona del recinto bien defendida, dada la accesibilidad al asentamiento por este sector (Plano 5). La muralla presenta dos paramentos bien definidos que configuran una cara externa y otra interna. El aparejo de piedra caliza, forma hiladas regulares calzadas con numerosas cuñas de piedra de menor tamaño. Entre ambos paramentos hay un relleno de piedra pequeña y tierra limosa, dispuesto entre muros transversales de refuerzo que unen ambos paramentos, para dar así mayor consistencia a la muralla. En la unidad de registro B6’(III), se constató que la muralla, en esta zona, fue construida directamente sobre un nivel natural de tierra, sin fosa de fundación apreciable, pero con piedra de mayor grosor en las hiladas inferiores y trabadas, todas ellas, presumiblemente con una mezcla arcillosa de color amarillo, que además se empleó como revoque del paramento externo. En el área II (S-SE) se documentaron los tramos 3 y 4 de la muralla (Plano 6). El primero forma con el tramo 2 un paño continuo entre los bastiones 2 y 3, salvo que algún tipo de acceso interrumpa el lienzo. El tramo 4, situado entre los bastiones 2 y 3 y orientación NE-SW, tiene 16 m de longitud y 2,5 de anchura. Este paño de muralla, consta de dos muros diferenciados, uno interior (U.E. 1422) y otro exterior (U.E. 1423), separados por una zona intermedia rellena de tierra apisonada (U.E. 1445). Ambos paramentos presentan idénticas características constructivas; piedras careadas de mayor tamaño al exterior, dispuestas en hiladas, y un relleno de piedra pequeña con tierra, al interior. La anchura de ambos muros es diferente, siendo el interno de 80 cm, mientras que el externo es de 1,40 m. El espacio que separa los dos muros que constituyen el tramo 4 de la muralla, tiene una longitud de 11,5 m y una

EL CERRO DE LA FUENTE DEL MURTAL, ALHAMA DE MURCIA (1.ª CAMPAÑA 1991)

Plano 4. Cabezo de la Fuente del Murtal. Reconstrucción parcial de las estructuras de fortificación y habitación.

anchura media de 30/40 cm. En su interior se ha localizado, bajo el muro interno de la muralla, un rebanco o rezarpa (U.E. 1424). Está formado por un murete de 3,5 m de longitud aparente, cuya anchura, de Norte a Sur oscila entre 45 y 15 cm aproximadamente. Otra característica constructiva la constituyen las denominados muros transversales que afectan a todo el grosor de la muralla. Su función sería la de reforzar y dotar de mayor consistencia las estructuras murales de fortificación. Dicha técnica se documenta tanto en el tramo 2 (A’5’) (?) de muralla junto al bastión 1, como en tramo próximo al bastión n.º 2 (cuadrículas B`1 y C`1). Viene definido por un muro practicado de forma transversal a la muralla, (2,50 m de longitud), confeccionado con piedras de 50 cm de anchura que constituyen las caras de dicho refuerzo, las cuales delimitan un espacio relleno de piedra y tierra. En la unión del tramo 4 de muralla con el bastión n.º 3 (cuadrícula A3), se documenta otra estructura de características similares a la anterior, aunque su función está asociada, en este caso, al refuerzo de la conexión de la muralla con el bastión. De igual forma está definida por dos alineaciones paralelas de piedra que cortan de forma transversal los tra-

mos externo e interno de la muralla, conformando así un espacio rectangular cerrado de 50 cm de anchura y 100 cm de longitud. El bastión n.º 1 (U.E. 1145), está situado en el ángulo SW del recinto defensivo, es de planta cuadrangular y se encuentra trabado, sin solución de continuidad, a la muralla por su lado NW, mientras que su lado SE, se adosa directamente a ella. El interior se ve colmatado por un relleno de mampuesto y tierra. Dos lados del bastión están reforzados por la cara externa de los tramos 1 y 2 de la muralla. Los flancos SW y SE están reforzados con un muro de mampostería, de 1 m de anchura, dispuesto en talud (U.E 1146) y adosado exteriormente al bastión. En conjunto, la construcción del bastión tendría una doble finalidad: el refuerzo arquitectónico de las estructuras y la defensiva. Las dimensiones de sus frentes son: NW, 7,45 m; SW, 7 m; SE, 5,30 m. El bastión n.º 2 (U.E. 1432), se localiza en la ladera Sur, creando junto con el bastión n.º 1 un frente defensivo, que controla una pendiente de fácil acceso. Presenta planta cuadrangular y tres flancos claramente definidos, con las siguientes dimensiones: E, 7,10 m; S, 7,70 m y W, con una longitud parcial de 4,90 m. La técnica constructiva empleada, apreciable en sus caras externas, se caracteriza por la utilización de un aparejo de hiladas de piedra encarada de diverso tamaño, con bloques de gran tamaño reforzando las esquinas. Desconocemos la técnica empleada en el cuerpo interno del bastión, debido a la presencia de un potente derrumbe (U.E. 1444) que cubre la superficie del mismo; motivo que impide documentar la unión del bastión con la muralla, a excepción de su frente E donde la muralla se inserta en el mismo. El bastión n.º 3 (U.E. 1437), es de planta cuadrangular situado en la ladera E, controlando de esta manera el acceso por la misma. Presenta tres flancos claramente definidos, con las siguientes dimensiones: NE, 6 m; SE, 5,20 m y el SW, 5,45 m. La técnica constructiva se caracteriza, de igual forma, por el empleo en sus caras externas de hiladas de piedra encaradas de diferentes tamaños, predominando las de mayor tamaño en su lado SE. Como particularidad, presenta paramentos exteriores de refuerzo (U.E. 1439) en sus tres frentes. Éstos están formados por muros adosados de 80-90 cm de anchura. Estos refuerzos que envuelven el bastión, no se conservan en su totalidad, pues en el flanco SW solo quedan dos tramos, uno en la unión muralla-bastión y otro en la esquina Sureste del mismo, conservando respectivamente

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Plano 5. Cabezo de la Fuente del Murtal. Planta de estructuras de fortificación y habitación. Área I (SW).

una longitud de 1,20 y 1,90 m. En el frente NE, el refuerzo se presenta en toda su longitud, habiéndose perdido solo en la unión con la muralla. Otra rasgo que define al acabado constructivo de muralla y de los bastiones es la posible existencia de un revoque (U.E. 1440), formado por tierra color amarillenta, de textura compacta, que cubriría las caras externas de los mismos. El hábitat

Como se ha señalado anteriormente, en el interior del recinto fortificado se documentan algunas estructuras, si bien su funcionalidad específica queda indeterminada, debido al carácter parcial de registro arqueológico. Aunque en ningún punto se alcanzó, bajo los niveles de derrumbe, los posibles suelos de habitación existentes, se ha constatado que el espacio interior adosado a la muralla puede configurar la zona de habitación mejor conservada del asentamiento. A pesar de ello, los sondeos practicados en el área central ponen de manifiesto la existencia de niveles de ocupación, aunque muy erosionados.

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En el área I (SW) (Plano 5), las probables estructuras de habitación se localizan en el sondeo n.º 8, con niveles de ocupación en S-6 y 7, y en la cuadrícula A’5’. La primera, corresponde a un muro de mampostería de 115 cm de anchura, paralelo a la muralla, fabricado con piedra careada al exterior y relleno de ripio cogido con barro en la parte central. En A’5’ se registra un muro (U.E. 1162), paralelo al lienzo de muralla y a 2,60 m. de ella, del que parte otro perpendicular en dirección NE. Su anchura es de 55 cm. y, hasta la profundidad alcanzada, conserva un alzado de 40 cm. de altura compuesto por dos hiladas de un aparejo de piedra caliza. En el área II (S-SE) los espacios de habitación se materializan en la presencia de cuatro estructuras arquitectónicas: tres de ellas perpendiculares a la muralla y adosadas a la misma (1430, 1419 y 1429), y una cuarta paralela (1436). Todas ellas, hasta el momento, parecen corresponder a una misma fase constructiva (Plano 6). Técnicamente los muros están confeccionados a base de piedra, con cara al exterior, trabada con barro. La descripción de dichas estructuras es la siguiente:

EL CERRO DE LA FUENTE DEL MURTAL, ALHAMA DE MURCIA (1.ª CAMPAÑA 1991)

Plano 6. Cabezo de la Fuente del Murtal. Planta de estructuras de fortificación y habitación. Área II (S-SE)

La U.E. 1430 es un muro orientado NE-SW, de 70 cm de anchura y 1,30 m de longitud conservada. Documentado en la cuadrícula C’1’. El espacio de habitación mejor definido está integrado por dos muros paralelos, con una separación entre ambos de 3,3 m, adosados perpendicularmente a la muralla. El muro septentrional (U.E.1419), tiene orientación NW-SE y una anchura de 60 cm, conservando una longitud de 1,5 m. El muro situado al SW (U.E. 1429), presenta idénticas características. El muro (U.E. 1436) documentado en la cuadrícula A3, cuya continuación se aprecia en superficie en la cuadrícula B3, presenta paralelo a la muralla, con una separación 70 cm. Está fabricado con piedra de tamaño comprendido entre 3050 cm y conserva una longitud de 60 cm. El área III (N), está constituido por un montículo, probablemente producto de la sedimentación arqueológica, que delimita hacia el Norte el asentamiento. Superficialmente se documentaron algunas alineaciones de piedra formando, aparentemente, un gran edificio de planta rectangular. Aun-

que no se realizaron excavaciones en este sector presentamos, a nivel de croquis, su posible reconstrucción (Plano 4). Otros elementos que debieron formar parte de las estructuras arquitectónicas son los fragmentos de barro endurecido, de los que han sido registrados un total de 32. La diversidad de las formas que adoptan deben de estar relacionadas con la ubicación específica de los mismos dentro de la estructura de las viviendas, de las que hasta ahora pocos son los datos que ha ofrecido el registro arqueológico. Unos presentan formas bien definidas, generalmente planas y de sección más o menos rectangular, con un grosor homogéneo de unos 15 a 20 mm., de tonalidades marrones anaranjados y un grueso núcleo central gris oscuro, pudiendo ser identificados con fragmentos de adobe. Otros, de reducido tamaño y mucho más fragmentados, suelen presentar un cara de color marrón y otra de tonalidad gris oscuro, con un grosor aproximado de uno 58 mm. Finalmente, encontramos otros fragmentos de forma irregular, semejante a pellas de barro, de tonalidad marrón anaranjado.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Tabla 1. Inventario del registro material.

La mayor parte de ellos fueron registrados en los sondeos centrales del yacimiento (S-17 U.E. 1374 y 1376; S-7 U.E. 1121 y 1122; y S-6 U.E. 1113), mientras que sólo dos fragmentos fueron localizados en el área perimetral del poblado y asociados a las estructuras defensivas (B6’ U.E. 1141 y B’2 U.E. 1418). Por lo tanto, la mayor parte de estos fragmentos de barro endurecido deben de estar asociados a las estructuras domésticas del poblado, formando parte de los enlucidos de las paredes de tapial, de los suelos de habitación, o de los entramados que formarían las techumbres. VI CULTURA MATERIAL. ANÁLISIS DE LOS MATERIALES CERÁMICOS

El registro arqueológico del Cerro de la Fuente del Murtal no ha aportado una cultura material diversificada, ya que únicamente se ha documentado material cerámico, si exceptuamos los fragmentos de adobe asociados a las técnicas constructivas y a los que ya se ha hecho referencia en relación con las estructuras del asentamiento (ver tabla 1).

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El primer rasgo a destacar es la escasez de material registrado durante el proceso de excavación, pues únicamente se ha constatado la presencia de 373 fragmentos de cerámica, de los que la mayor parte son fragmentos de pared (88,74%), mientras que los elementos que podrían corresponder a partes significativas de las vasijas, como bordes (10,72%), cuellos (0,27%) o bases (0,27%), apenas tienen representación. A la escasa significatividad de las partes de los recipientes conservados, hemos de añadir el índice elevado de fragmentación de las piezas y un alto grado de erosión que han sufrido gran parte de los elementos registrados. Por estos motivos, la mayor parte de la información sobre la producción cerámica la aporta el estudio de su proceso de fabricación, en el que se ha podido observar fundamentalmente su ejecución a mano o a torno; las características de las pastas, con rasgos como su composición, tonalidad, atmósfera de cocción, textura, tipo de desgrasante, al tiempo que también se hace referencia a su tamaño y proporción; y finalmente, el tratamiento de las superficies o acabado de la pieza y las técnicas decorativas empleadas. No obstante, hemos de señalar que algunos de estos rasgos, como la atmósfera de cocción o los tipos de desgrasante, sólo tienen un valor aproximativo, ya que han sido estudiados a nivel macroscópico, sin una identificación analítica. Por lo que respecta a la tipología de las formas que podrían caracterizar a los recipientes cerámicos de este asentamiento, hemos de señalar, como ya hemos mencionado anteriormente, que nos hemos encontrado con serias dificultades, debido principalmente a la escasez de partes significativas de las vasijas y al reducido tamaño de los fragmentos identificados, especialmente en las producciones a torno. Esto implica unas limitaciones importantes para poder extraer conclusiones de tipo evolutivo, cronológico, social y económico. Dentro del análisis del material cerámico hemos de señalar en primer lugar, y como rasgo diagnóstico de la caracterización cultural de este asentamiento, que la mayoría de los fragmentos identificados corresponden a cerámicas a mano (80,70%), mientras que las cerámicas a torno alcanzan valores bastante inferiores (19,30%). Por otra parte, nos parece también de gran significatividad, la identificación de varios grupos cerámicos con características específicas que los diferencian, tanto en las producciones a mano, como en las realizadas a torno. Estos grupos presentan valores porcentuales diferenciados dentro de la producción cerámica general del asentamiento, destacando en primer lugar las cerámicas a

EL CERRO DE LA FUENTE DEL MURTAL, ALHAMA DE MURCIA (1.ª CAMPAÑA 1991)

Lámina 1. Cabezo de la Fuente del Murtal. Perfil estratigráfico interior del recinto defensivo. Cuadrícula A’5’.

mano con superficies toscas o sin tratamiento (75,07%) y en segundo lugar, con índices porcentuales muy inferiores, las cerámicas a torno sin tratamiento superficial (16,62%). Los demás grupos identificados presentan valores notablemente inferiores, como es el caso de las cerámicas a mano con superficies cuidadas (5,63%) o las cerámicas a torno gris (2,41%), mientras que las cerámicas a torno con «barniz rojo o engobe rojo» en superficie (0,27%), apenas tienen representación. Estos grupos cerámicos presentan semejanzas con los grupos II, III, IV y VIII identificados por Ros Sala (1989: 200205) en el análisis de los materiales cerámicos del Castellar. No obstante, también existen ciertas peculiaridades que señalaremos en el análisis detallado del material cerámico del Cerro de la Fuente del Murtal. Dentro de las cerámicas a mano se han identificado dos grupos bien diferenciados, destacando notablemente por el alto porcentaje que representan las cerámicas con superficies toscas o sin tratamiento (93,02%); mientras que las cerámicas con superficies cuidadas (6,98%) tiene un valor bastante

menos representativo, pero por el contrario, representan un grupo muy peculiar, diferenciado en todas sus características del anterior y no únicamente en el tratamiento final de las superficies, y del que hablaremos más adelante. La mayor parte de los fragmentos de cerámica con superficies toscas o sin tratamiento corresponden a las paredes de las vasijas (86,78%), los bordes presentan valores muy inferiores (12,86%), aún así es el grupo cerámico en el que mejor están representados, y finalmente, los fragmentos de base (0,36%) apenas tienen representación, pero también ha sido el único grupo en el que ha sido identificado esta zona de los recipientes. El reducido tamaño de los fragmentos conservados dificulta su clasificación e impide identificar las formas y tipos concretos de las vasijas a las que pertenecieron. No obstante, podemos señalar que los bordes presentan labios mayoritariamente apuntados o redondeados, y en una proporción inferior planos o semiplanos, que corresponden generalmente a vasijas con perfiles entrantes o cerrados, en ocasiones salientes o abiertos, y en algún caso recto. En cuanto a

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Lámina 2. Cabezo de la Fuente del Murtal. Perfil estratigráfico exterior del recinto defensivo. Cuadrícula B’5’.

los elementos de prensión y suspensión, únicamente se ha identificado un mamelón alargado con un tratamiento muy tosco. Los fragmentos de pared presentan generalmente perfiles convexos o rectos y la única base identificada es plana. Aunque los datos que tenemos sobre la tipología de las formas de este grupo cerámico es muy parcial, creemos que existen ciertas semejanzas con algunas de las variantes establecidas por Ros Sala para El Castellar. Algunos fragmentos podrían identificarse con la variante que recoge las tradiciones de los cuencos abiertos (II.E.1/2), aunque en nuestro caso no están decorados; mientras que otros presentan ciertas semejanzas con la variante que agrupa a las orzas y ollas grandes cerradas (II.F.1), o con la variante de orzas y ollas pequeñas con borde de paredes rectas (II.F.5) (Ros Sala, 1989:239,241 y 242). En cuanto a las técnicas decorativas, hemos de señalar que sólo en una ocasión está representada la impresión mediante ungulaciones en el labio de la vasija, la decoración a la almagra en la superficie interna de otro fragmento, y finalmente, la incisión, con un motivo de líneas incisas paralelas, desarrollándose en el espacio intermedio de dos de estas líneas un motivo en serie de pequeñas incisiones, de forma más o menos triangular, realizadas con un instrumento apuntado. Este grupo cerámico suele presentar pastas monocromas de tonalidades marrón claro, cocidas en atmósferas oxidantes, con textura arenosa o desgranable y en alguna ocasión más compactada y desgrasantes gruesos y abundantes. El tratamiento final de las superficies está realizado mediante alisados toscos, en alguna ocasión presentan alisados con

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una calidad media, pero generalmente suelen presentar superficies toscas o sin tratamiento. El segundo grupo cerámico identificado dentro de las cerámicas a mano es el que presenta superficies cuidadas (6,98%), alcanzando valores porcentuales muy inferiores en relación con el grupo anteriormente señalado. En cuanto a la morfología de los fragmentos registrados, también predominan mayoritariamente los que corresponden a las paredes de las vasijas (85,71%), mientras que los fragmentos de borde (14,29%) tienen una escasa representación. En los casos que han podido ser analizados, los bordes presentan labios apuntados y perfiles reentrantes y exvasados. En el primer caso, posiblemente se trate de pequeños cuencos que en una ocasión presenta un pequeño mamelón alargado vertical muy próximo al borde de la vasija, y que dadas sus dimensiones debió de tener un carácter decorativo. En la mayor parte de los casos las pastas presentan nervio de cocción, identificándose una núcleo central gris oscuro y superficies de tonalidades rojizas o marrón oscuro; o en ocasiones presentan pastas bícromas de tonalidades negro-gris oscuro y rojizas, cocidas en atmósferas alternantes (oxidante/reductora). Otros rasgos comunes son la textura compactada y la presencia de desgrasante micaceo de tamaño muy fino, fino y en ocasiones medio, y el cuidado puesto en el tratamiento final de las superficies, que generalmente son bruñidas, espatuladas, o presentan alisados finos y sólo en ocasiones de calidad media. Este grupo cerámico, aunque con una escasa representación en cuanto al número de fragmentos que además son de muy reducido tamaño, presenta aspectos relacionados con la

EL CERRO DE LA FUENTE DEL MURTAL, ALHAMA DE MURCIA (1.ª CAMPAÑA 1991)

Lámina 3. Cabezo de la Fuente del Murtal. Perfil estratigráfico exterior del recinto defensivo. Cuadrícula B&’, sector III.

fabricación y con la tipología de las formas que señalan ciertos rasgos de continuidad con materiales cerámicos del substrato argárico. En cuanto a las cerámicas a torno, se han podido distinguir tres grupos, de los que el más representativo en cuanto a numero de fragmentos es el que no presenta ningún tipo de tratamiento superficial (86,11%), mientras que las cerámicas a torno gris (12,50%) alcanza valores muy inferiores, y finalmente, las cerámicas a torno de «barniz rojo o engobe rojo» (1,39%), con tan solo un fragmento, apenas están representadas. Dentro del primer grupo, la mayor parte de los fragmentos registrados son paredes (96,77%) que no permiten su identificación con ningún tipo determinado, presentando perfiles convexos, rectos y en una ocasión carenado. Únicamente se ha documentado un fragmento de borde que apenas conserva el arranque de la pared, y que presenta ciertas semejanzas con la variante (VIII.P.5) de Ros Sala (1989:286) que recoge las ánforas con bordes o labios simples de perfiles rectos o cóncavos al exterior. Las pastas son generalmente monocromas de tonalidades anaranjadas, rojizas o marrón claro, cocidas en atmósferas

oxidantes, y sólo en alguna ocasión presentan pastas bícromas de tonalidades grises y marrón claro, cocidas posiblemente en atmósferas alternantes (oxidante/reductora). Otros rasgos comunes son la textura compacta y los desgrasantes abundantes de origen micaceo y calizo de tamaño medio, grueso y en ocasiones fino, mientras que las superficies presentan generalmente alisados medios, toscos y en ocasiones finos. El segundo grupo, el de las cerámicas a torno grises, esta formado en su totalidad por fragmentos de pared de perfiles convexos y rectos, por lo que no se ha podido identificar ninguna forma o tipo concreto. Las pastas son monocromas de tonalidades grises, cocidas en atmósferas reductoras, de textura compacta y desgrasantes micaceos de tamaño fino. En el tratamiento final de las superficies se observan alisados finos y en otras ocasiones de calidad media. Finalmente, el tercer grupo dentro de las producciones a torno, estaría representado por las cerámicas de «barniz rojo o engobe rojo» en superficie, de las que únicamente se ha registrado un fragmento de perfil recto que quizás pueda corresponder a un plato. Presenta una pasta monocroma de tonalidad marrón, cocida en atmósfera oxidante, de textura compacto-harinosa y desgrasante calizo de tamaño fino pero abundante. El barniz o engobe rojo, escasamente conservado, afecta a la superficie interna del fragmento, y presenta una tonalidad rojo amarronado. VII CONSIDERACIONES FINALES

Si bien somos conscientes que en el marco de una actuación temporalmente reducía y con unos objetivos orientados hacia la documentación arqueológica, valoración y salvamento del yacimiento que nos ocupa, puede resultar prematuro ofrecer datos concluyentes, no por ello queremos dejar de avanzar a modo de síntesis una serie de hipótesis obtenidas del registro estratigráfico, material y estructural del poblado del Cerro de la Fuente del Murtal. El registro arqueológico pone de manifiesto que no encontramos ante un asentamiento de sumo interés científico para el conocimiento de un periodo cultural de transición que podemos encuadrar entre los momentos finales de la Edad del Bronce y el comienzo de la Edad del Hierro. La entidad cultural del Bronce Final mejor definida de la región de Murcia está constituida por el eje de poblamiento prelitoral denominado Segura-Guadalentín (ROS SALA, 1989:44-ss). En ella se agrupan una serie de emplazamientos

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Lámina 4. Cabezo de la Fuente del Murtal. Sección estratigráfica tramo 4 de la muralla (A’1-b’2).

que jalonan esta vía desde Lorca (Cerro del Castillo), a través de Totana (grupo poblacional de La Bastida, Las Anchuras y Las Cabezuelas), Alhama (Castillo de Alhama), Librilla (El Castellar) y Alcantarilla (Cabezo de la Rueda), hasta su confluencia con el Segura donde se desarrolla el complejo arqueológico de Verdolay, en comunicación con otra serie de emplazamientos localizados en Santomera (Cobatillas) y la provincia alicantina. En este contexto espacial y poblacional se encuentra el Cerro de la Fuente del Murtal. Su patrón de asentamiento, semejante a los poblados de este periodo, tanto en el mencionado eje Segura-Guadalentín como en otras regiones españolas (RUIZ-FERNÁNDEZ, AMORES-TEMIÑO, CHAPA et alli, 1984), obedece a las buenas condiciones de habitabilidad física del emplazamiento, que contempla factores estratégicos de seguridad (AMORES-TEMIÑO, 1984:111), disposición de recursos suficientes para el abastecimiento y proximidad a una vía natural de comunicación. En cuanto a su fundación no parece responder, como sucede en Cobatillas (ROS SALA 1986: 331), a cambios de emplazamiento de un hábitat precedente situado en la misma unidad topográfica. Sin embargo, la localización a varios centenares de metros de un poblado argárico (Cabezo de los Zancarrones) y la presencia de materiales cerámicos de tradición argárica y un fragmento con decoración incisa que refleja influjos meseteños del grupo Cogotas I, nos indica que el substrato indígena poblador se originó en los asentamientos del Bronce Tardío y Final(Antiguo) que jalonan el valle del río Guadalentín: Lorca, La Bastida de Totana, Castillo de Alhama (ROS SALA, 1989:326) y Segura: Verdolay (ROS SALA, 1989:325), Saladares (ARTEAGA-SERNA, 1975).

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Respecto del desarrollo y evolución del Cerro de la Fuente del Murtal, hemos de señalar que la presencia del poblado El Castellar situado en la margen opuesta de la rambla de Algeciras, plantea varias cuestiones, de momento quedan sin respuesta, relativas al poblamiento de esta zona concreta. En principio descartamos que ambos emplazamientos ejerzan algún tipo de control de acceso a esta posible vía de comunicación de carácter secundario, pues este curso fluvial discurre por un terreno impracticable de badlands. Habrá que plantearse si esta probable coexistencia, corresponde a una fase de ocupación determinada, encuadrable en el proceso de sucesivos cambios de emplazamiento que se documentan en El Castellar (ROS SALA, 1989:111). En este mismo sentido, la localización de un hábitat ibérico en el extremo NE del cabezo, podría ponerse en relación con la aparición de nuevas bases económicas, sociales y culturales que dieron paso al desarrollo pleno de la cultura ibérica, que trajo consigo el traslado de los emplazamientos a zonas acordes con las nuevas necesidades. Atendiendo al desarrollo arquitectónico de las estructuras de fortificación del poblado, hemos de señalar que desconocemos, hasta el momento, que existan en Murcia otros asentamientos fortificados anteriores a la consolidación del modelo ibérico. En Andalucía se documentan sistemas defensivos similares, fechados entre finales del siglo VIII e inicios del VII a.C., coincidiendo con los primeros productos a torno, en yacimientos como Tejada la Vieja (Huelva) y Puente Tablas (Jaén) (Ruiz y Molinos, 1992: 199). Las estructuras de fortificación documentadas en la fase más antigua de Puente Tablas (Ruiz Rodríguez y Molinos, 1986 y 1992), podrían relacionarse con la línea de muralla y los bastiones documentados en el Cerro de la Fuente del Murtal.

EL CERRO DE LA FUENTE DEL MURTAL, ALHAMA DE MURCIA (1.ª CAMPAÑA 1991)

Las estructuras documentadas corresponden al sistema defensivo y de habitación del asentamiento. La muralla tienen un espesor de 2,5 m, y presentan dos métodos de construcción: lienzo sencillo y doble muro con relleno de tierra en la parte central. Ambos sistemas emplean muros transversales que atan las caras de la muralla y dan mayor consistencia al conjunto. Las cimentaciones, sin fosa clara de fundación, apoyan directamente sobre el suelo natural estéril empleando bloques de piedra de mayor tamaño que el resto de la obra. Los grandes zócalos están construidos con dos paramentos externos formados por grandes piedra de cara regularizada que contienen con relleno compuesto por un sedimento arcilloso y piedra menuda. Los bastiones, de planta rectangular y muros de refuerzo perimetrales, en ocasiones ataluzados, se sitúan en medio de los paños continuos de la muralla y en los encuentros angulados de la misma. Técnicamente están construidos con bloques de piedra formando la cara externa, a su vez, protegida con un muro similar que la envuelve. El interior de la estructura está macizada con un compuesto similar a la muralla. Los alzados del conjunto defensivo hubieron de ser de tapial, dado el escaso volumen de mampuesto y la escasa potencia de los derrumbes, y presentaría en conjunto un revoco arcilloso de color amarillo documentado al exterior del tramo 1 de la muralla, semejante al sedimento que une la piedra. Las estructuras de habitación están realizadas con zócalos de piedra tomada con barro, de tamaño mediano y cara externa regularizada sobre el que se alzaría un muro de tapial. Los habitáculos identificados responden a edificios de planta cuadrangular que se organizan adosados a la muralla y, en ocasiones, exentos. El interior de los muros estarían enlucidos con gruesas capas de adobe de tono amarillento. Los gruesos fragmentos de barro/adobe, con una cara quemada podrían constituir los pavimentos, aunque este extremo no ha sido constatado in situ. Respecto de la techumbre, carecemos de cualquier evidencia sobre su sistema y materiales constructivos, aunque hemos de considerar que no deben diferir de los modelos basados en un entramado vegetal y recubierto de barro impermeabilizante. En cuanto a la evolución interna del asentamiento hemos de señalar que las estructuras arquitectónicas hasta ahora documentadas, muestran en conjunto sistemas constructivos similares, que parece corresponde a una única fase de ocupación. No obstante, determinadas particularidades como el doble muro que forma el tramo 4 de la muralla y la rezarpa

existente en el espacio intermedio de la misma impone cierta cautela a la hora de plantear esta hipótesis. Desconocemos si la rezarpa obedece al recalce de la muralla en una depresión de la roca de base o, por el contrario, refleja la existencia de un plan urbanístico previo amortizado. De otra parte, las estructuras documentadas superficialmente en el área III (N) y los posibles niveles de ocupación detectados en S-17, sin relación comprobada con el sistema defensivo, dejan abierto este planteamiento para futuras intervenciones. La sedimentación arqueológica registrada en la presente campaña, muestra dos niveles estratigráficos definidos relacionados con los procesos de abandono y destrucción de las estructuras de fortificación y de las posibles zonas de habitación del asentamiento. Dicha identificación se produce en áreas distintas del asentamiento y, en ningún caso, se ha obtenido una seriación completa en la que quede reflejado la relación estratigráfica entre ambos niveles. Las secuencias físicas documentadas muestran características específicas de localización que obedecen a factores culturales del propio yacimiento y a los procesos de sedimentación arqueológica. No obstante, es previsible que el registro completo se pueda obtener en las zonas perimetrales internas del poblado, donde extensos niveles de derrumbe parecen sellar los niveles de habitación inferiores. El registro material que ofrece el Cerro de la Fuente del Murtal se caracteriza por el reducido número de elementos y por el predominio casi absoluto de la cerámica; y ésta, a su vez, por tratarse de fragmentos que impiden atribuciones tipológicas claras. De otra parte, la posición estratigráfica del material arqueológico y su dispersión espacial dentro del asentamiento, pone de manifiesto que en principio no se pueden establecer fases de ocupación datadas en base al registro cerámico, como indicaría la presencia de cerámicas tan alejadas cronológicamente como son las producciones de tradición argárica y los elementos a torno representados por las cerámicas grises y las de barniz o engobe rojo. Su localización estratigráfica constata que ambas se encuentran presentes al mismo tiempo en las distintas unidades sedimentarias que constituyen los niveles de derrumbe y los de probable habitación, al tiempo que no reflejan áreas funcionales de uso diferenciado dentro del poblado. De todas formas, el estudio del material cerámico plantea algunas consideraciones que pueden aproximarnos a la problemática cultural de este asentamiento. En primer lugar señalaremos la presencia del grupo cerámico que mantiene rasgos de continuidad con el substrato argárico, y aunque no

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

es demasiado significativo numéricamente en el contexto general del poblado, si nos parece que tiene cierta relevancia cultural por cuanto señala la presencia de ciertas pervivencias de los componentes cerámicos argáricos en un asentamiento que según los estudios realizados hasta el momento y que afectan a una zona muy reducida del poblado, parece de nueva fundación, y por lo tanto sin una ocupación anterior del Bronce Pleno Argárico. En este sentido, también hemos de señalar la ausencia de los tipos cerámicos esenciales del Bronce Tardío como las cazuelas o fuentes carenadas, con mamelones colgantes o sin ellos, las vasijas globulares con cuello o los cuencos de carena alta y borde recto o ligeramente inclinado al exterior o al interior (Molina González, 1978: 203-205). Por el contrario si se ha documentado un fragmento decorado con incisiones, con un motivo semejante a los de las cerámicas incisas de Cogotas, y en nuestro caso además con un motivo que parece mantener pervivencias campaniformes (Fernández Posse, 1979). Por lo tanto, nos encontramos en el Cerro de la Fuente del Murtal con cerámicas de tradición argárica y con un fragmento aislado de cerámica incisa que parece indicar contactos con el grupo de Cogotas I de la Meseta que mantiene tradiciones de los grupos campaniformes. Estas escasas pero significativas pervivencias, otros elementos de cultura material nuevos, de los que nosotros no hemos podido constatar los tipos más característicos, y los contactos con la Meseta se producen durante el Bronce Tardío entre los siglos XIV y XII a.C., prolongándose durante la fase más antigua del Bronce Final que Molina González (1978) sitúa en el periodo comprendido entre el 1100 y el 850 a.C. La fase más antigua del Bronce Final está representada en el Cerro de la Encina de Monachil (Arribas Palau et alii, 1974) y en sus momentos finales en el Cerro del Real de Orce (Pellicer y Schule, 1966), en el que aparece cerámica a la almagra dentro del grupo de las cerámicas toscas, elemento que aunque representado por un solo fragmento, también ha sido documentado en el Cerro de la Fuente del Murtal. Durante este momento, y junto a materiales que continúan las tradiciones anteriores, aparecen también y junto a las cerámicas de Cogotas I, nuevos tipos como las fuentes de boca amplia saliente y carena de hombro en la zona media, urnas globulares de cuello cilíndrico y bordes abiertos, en algunos casos con decoración incisa (Ros Sala, 1986: 333), que no han sido documentados en la Fuente del Murtal. Dentro del análisis del material cerámico, hemos visto como rasgo diagnóstico de la caracterización cultural de este

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asentamiento, que la mayoría de los fragmentos identificados corresponden a cerámicas a mano, ya que suponen el 80,70%. En este sentido, queremos señalar que en la única unidad de registro en la que se alcanzaron niveles por debajo de la fundación de la muralla, aunque en su zona externa, sólo se han documentado material cerámico a mano y concretamente fragmentos pertenecientes al grupo de las cerámicas de superficies toscas, aunque no tenemos formas que puedan identificar tipos concretos. Durante la plenitud del Bronce Final, situada cronológicamente entre el 850 y el 750 a.C., bien documentada en los yacimientos arqueológicos del Cerro de la Encina, Cerro del Real y en los niveles inferiores de los Saladares de Orihuela, son característicos los vasos con decoración pintada bícroma y monocroma, junto a los de decoración bruñida (Molina García, 1979). Estos tipos, que muestran las fuertes relaciones entre el Sureste y el foco tartésico, no aparecen en el registro arqueológico del Cerro de la Fuente del Murtal. La producción cerámica a torno alcanza valores bastante inferiores (19,30%) en el asentamiento, y entre los grupos identificados, los grupos más diagnósticos son las cerámicas a torno gris y las de «barniz o engobe rojo», aunque presenten valores numéricos muy inferiores a las cerámicas a torno sin tratamiento superficial. En cualquier caso, la cerámica a torno aparece en el Bronce Final Reciente, situado cronológicamente por Molina González (1978) entre el 750 y el 600 a.C., contemporáneo del periodo orientalizante y con fuertes influjos coloniales que marcaran el final de esta fase y el inicio de la Edad del Hierro. Exceptuando los tipos mencionados, están ausente de la Fuente del Murtal, otros tan característicos como los vasos a torno pintados con bandas monocromas y las ánforas pintadas con policromía (Ros Sala, 1986:343). Es en este momento cuando se documentan en el Castellar de Librilla los niveles con las primeras importaciones, fechadas en Librilla Ib durante la segunda mitad del siglo VIII a.C. y en Librilla IIa y IIb en torno a finales del siglo VIII e inicios del VII a.C. (Ros Sala, 1986:343). En este sentido, hemos de señalar la presencia en la Fuente del Murtal de algunas formas dentro de las cerámicas a mano de superficies toscas o sin tratamiento y de las cerámicas a torno sin tratamiento superficial, semejantes a los documentados en Librilla II, así como otros grupos cerámicos que también están representados, como es el caso de las cerámicas a torno gris y de las cerámicas a torno de «barniz o engobe rojo».

EL CERRO DE LA FUENTE DEL MURTAL, ALHAMA DE MURCIA (1.ª CAMPAÑA 1991)

Estas semejanzas en algunas de las producciones cerámicas resultan de gran interés, si contemplamos la situación geográfica de estos dos asentamientos tan próximos, enfrentados y ubicados en la margen derecha de la rambla de Algeciras, en el caso del Cerro de la Fuente del Murtal, y en la margen izquierda de la misma rambla, en el caso del Castellar, y en ambos casos situados estratégicamente en relación al Valle del Guadalentín. Resulta evidente, aunque de momento no podamos abordarlo por las limitaciones del registro arqueológico, que la investigación en la Fuente del Murtal podrá explicar la naturaleza del espacio territorial, económico y social que caracteriza a este asentamiento, su relación con el Castellar y con otros emplazamientos dentro de un proceso cronológico, cultural y espacial. Finalmente, queremos señalar que habrá que plantearse cuestiones como el origen del primer poblamiento en este asentamiento; su caracterización cultural en las distintas fases de su secuencia ocupacional; la configuración y distribución de las estructuras desde una perspectiva espacial atendiendo al espacio físico del cerro , y temporal, definida por las fases constructivas y su origen funcional; las diferentes unidades microespaciales, como estructuras de habitación, de almacenaje, públicas, etc.; el origen de las fortificaciones y la necesidad de las mismas; la relación del Cerro de la Fuente del Murtal con el Castellar como emplazamiento más próximo o con otros yacimientos y, con ello, analizar la significación del valle del Guadalentín en todo este proceso como red de conexión y articulación de un patrón de asentamiento; las causas de abandono y en qué momento se produce; su relación con el análisis procesual del mundo ibérico plenamente formado; y otras muchas cuestiones que sin duda surgirán conforme avance el proceso de investigación en este yacimiento. Por lo tanto, el Cerro de la Fuente del Murtal plantea en esta primera campaña de excavaciones cuestiones de gran interés para la investigación de un proceso que se desarrollaría entre el Bronce Tardío y los últimos momentos del Bronce Final y los inicios de la Edad del Hierro. Pese a las dificultades que plantea el registro arqueológico, debido a la reducida zona del asentamiento en la que se han realizado los trabajos, a la carencia de una secuencia estratigráfica que documente los momentos de ocupación del emplazamiento y a la escasez y poca significación de los elementos de cultura material, la Fuente del Murtal presenta unas prometedoras expectativas para el conocimiento del final de las sociedades prehistóricas y el inicio de la historia de los íberos.

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NOTAS: (1) El equipo de prospección estuvo formado por los arqueólogos D.ª Consuelo Martínez Sánchez, don José Baños y don Wenceslao Estremera.

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EXCAVACIONES EN EL SANTUARIO DE LA LUZ. CAMPAÑA 1990

Pedro A. Lillo Carpio

MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

ENTREGADO: 1990

EXCAVACIONES EN EL SANTUARIO DE LA LUZ. CAMPAÑA 1990

PEDRO A. LILLO CARPIO Universidad de Murcia

Resumen: Los trabajos de la campaña de 1990 se realizaron con el propósito de reanudar las excavaciones iniciadas hace más de sesenta años por la Universidad de Murcia en este mismo yacimiento. El doble propósito ha sido el de acondicionar, en la medida de lo posible, el lugar, y de llevar a cabo las campañas sistemáticas con alumnos en prácticas. Se han realizado una serie de cortes estratigráficos en distintos sectores del yacimiento para poder comprobar la densidad de los depósitos. El

sector oriental ha presentado una potencia estratigráfica considerable que ha mostrado una cronología desde el s. II a.C. hasta el s. V a.C. De especial interés ha sido la presencia de materiales cerámicos específicamente cultuales, de restos de fundición y exvotos de bronce, colocados en los rincones de un pequeño recinto. Las estructuras murarias exhumadas sugieren posibilidades para próximas campañas.

I. PRECEDENTES

encuentran restos, particularmente exvotos de bronce que conservan con especial interés (5). Un considerable conjunto de los exvotos procedentes de este yacimiento fueron a parar a los grandes museos arqueológicos de Barcelona y Nacional de Madrid. Así, pues, Bosch Gimpera publica en 1924 y 1926 los primeros(6). El conjunto de exvotos del Arqueológico Nacional serán publicados más tarde por Álvarez Ossorio(7). En los años veinte se llevan a cabo las primeras campañas de excavaciones del Profesor Mergelina Luna(8). Estos trabajos sientan las bases para el conocimiento de la religión ibérica y de los materiales broncíneos hallados. Años más tarde, las obras de cimentación llevadas a cabo en el centro del yacimiento para la edificación del albergue, hoy en ruinas, producen nuevos hallazgos publicados por M. Jorge Aragoneses (9). En 1969 publica Nicolini su corpus de bronces en los que se hallan encuadrados los del yacimiento que nos ocupa conocidos hasta entonces (10). Otros trabajos posteriores hacen referencia a piezas inéditas de colecciones privadas y procedentes también del Santuario(11).

El interés por la prospección y reconocimiento de los restos de culturas pasadas en el área de la Sierra de la Fuensanta tiene sus primeros testimonios en el siglo XVIII. En esta época, y por el gran interés que existe por la reconstrucción histórica sobre todo tipo de documentos, se detecta la presencia de restos de asentamiento y se recogen exvotos de bronce. El Canónigo Lozano hace mención a ídolos de bronce en el Yermo de los Ermitaños de La Luz. Califica estas piezas como ya romanas, ya Egipcias, lo que infiere Romanos, y aun Carthagineses (1). Más tarde son los trabajos de P. París, en 1903 (2), y de H. Sandars en 1913 (3), los que van a hacer referencia a estos exvotos de bronce en el contexto general de la cultura ibérica. En 1917, F. Calvo y J. Cabré Aguiló publican sus excavaciones en Sierra Morena (4). Por estas fechas aumenta el interés por el área de La Luz y los frecuentes hallazgos de exvotos en el Yermo o «Llano del Olivar». Allí, los ermitaños, en sus tareas agrícolas,

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Figura 1. Ubicación geográfica de el Santuario de La Luz y distribución de los lugares de culto prerromanos más significativos de la Región.

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nios, un importante sector de tránsito que ha favorecido los posteriores enclaves . III. LA CAMPAÑA 1990

Figura 2. Disposición de los principales cortes practicados en el Santuario Ibérico de La Luz en la campaña de 1990.

II. EL YACIMIENTO

El Santuario Ibérico de La Luz se encuentra en las últimas estribaciones septentrionales de la Sierra de Carrascoy, en el sector dominado en su cima por El Cerrillar y situado en su último eslabón, el Monte del Salent, bajo el Cabezo de La Luz (fig.1). Al Sureste de esta colina está situado el Eremitorio de Nuestra Señora de La Luz y al Oeste una pequeña explanada que acaba en una colina menor; más al Sur, una leve vaguada. Todo este sector es el denominado Llano del Olivar. Es esta la zona de más potente estratigrafía y también en la que de forma más intensa se han llevado a cabo, a lo largo de muchos años, excavaciones irregulares. Más al Norte, en la vertiente septentrional que aboca a la Vega del Segura hallamos las excavaciones y terreras que hace 70 años llevó a cabo el Profesor Mergelina Luna(12). La presencia de una serie de manantiales en el sector inmediato al yacimiento nos induce a plantear que el motivo principal de la ubicación del Santuario es la presencia de manantiales de aguas salutíferas. La existencia de una Cañada Real que, a esta altura, recorre los montes es otra seña inequívoca de que la zona ha sido, a lo largo de mile-

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Las especiales características del yacimiento, su medio físico, su entorno arqueológico y su ubicación próxima a la ciudad de Murcia motivaron la iniciativa de reemprender las excavaciones iniciadas desde la Universidad en los años 20. La particular situación de los terrenos, enclavados en el área del Parque Natural de El Valle, le proporcionan un especial interés ya que se halla en la zona más comunicada y más frecuentada del mismo. Era, pues, interesante y necesario plantear un campo de prácticas Arqueológicas como un primer paso para la consecución de una sistemática estructuración de las actividades científicas del Parque Natural de las cuales la Universidad no se podía evadir y que resultan imprescindibles como colaboración con los entes municipales y regionales implicados en el proyecto de estructuración y desarrollo del mismo. La primera campaña ha tenido como objeto fundamental delimitar, en la medida de lo posible, el perímetro del yacimiento. Igualmente se ha llevado a cabo el reconocimiento del área en que se practicaron las excavaciones del Dr. Mergelina Luna así como la prospección de la acción de furtivos en distintos sectores del yacimiento. Nuestro interés estuvo también centrado en el reconocimiento del área con la constatación de estructuras y de presencia de materiales arqueológicos de superficie. El planteamiento de esta excavación ha tenido como fin primordial el llevar a cabo unos cortes estratigráficos en distintos puntos del yacimiento con la intención de tener una orientación respecto a la potencia estratigráfica y la morfología y disposición de los estratos. Para ello se planteó una topografía elemental que permitiese la ubicación de una serie de cuadrículas al Este del edificio del Albergue (área S.W. de la colina del Salent) e igualmente se hizo en el sector S. W., el área del Llano del Olivar más próxima al camino de acceso al yacimiento. Así, se consideró que estas cuadrículas, de 3 por 4 metros, cuatro en cada uno de los sectores (fig. 2) podrían facilitar datos estratigráficos que permitiesen sucesivas actuaciones, como así ha sido. En el primer sector citado, la vertiente septentrional del cerro, se practicaron cinco cortes que presentan, a grandes rasgos, una secuencia similar de escasa potencia y poco significativa.

EXCAVACIONES EN EL SANTUARIO DE LA LUZ

Figura 3. Planta y estratigrafía del corte P-90. En línea gruesa se destaca la interfacies bajo el estrato III, donde aparecen los exvotos, en el interior de un recinto de débi estructura. S: superficie agrícola removida. I: estrato arcilloso removido. II: sedimentos de arriba, revueltos. III: estrato gris, blando. Cerámica pintada tipo Elche micro dibujada y estapillada impresa. IV: estrato blando ceniciento verdoso, compactado al W con tierra roja. V: estrato arcilloso con cenizas. VI: bancos de cenizas con escorias. VII: estrato arcilloso calcáreo muy compacto, cerámicas muy rodadas, de explanación. VIII: roca de base

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

La primera serie, de 4 cortes, A,B,C,D-90 se llevó a cabo a partir de un eje Norte Sur a 18 metros al este del Albergue, muestra un estrato superficial correspondiente a la dispersión de los escombros de las obras del edificio del Albergue en los 60 y posteriores obras de mediados de los 70. Un segundo estrato, de arcilla roja, es duro y compacto y con cantos rodados; en él hallamos restos cerámicos y muy fragmentados procedentes de áreas más altas. El corte E, practicado a 18 metros del eje de los cortes anteriores, presenta una facies similar, con menos escombros y detritus en superficie y una mayor potencia de depósito sobre la roca de base. El depósito de sedimentos, dada la fuerte inclinación del terreno -unos 30 grados- procede de la parte superior, donde afloran las calizas de la cumbre del cerro y son arcillas rojizas con piedras caídas. La proporción de fragmentos cerámicos y óseos es muy escasa y procedente, posiblemente desde la cumbre. En los cortes practicados en este sector no se detecta la presencia de ningún tipo de estructura arquitectónica y la proporción de piedra de construcción suelta es tan escasa que no permite pensar en la proximidad de estructuras de este tipo o en que se esté ante un área de niveles arrasados. Se observó en distintos puntos la presencia de numerosos hoyos o catas, consecuencia de rebuscas con detector de metales por parte de excavadores furtivos. En el sector S.W., en el Llano del Olivar, se practicó una serie de cortes partiendo de un eje N-S a 33 m. del Albergue. los cortes P,Q y R-90 representan, pues, el segundo y más interesante de los sectores en los que se planificó esta campaña. La distribución no consecutiva ni alineada de estas cuadrículas tenía como fin abrir el porcentaje de probabilidades de dar con estructuras y tener mayor número de datos orientativos que, en posteriores campañas, pueden ser debidamente excavados y constatados. La excavación se inició en este sector con las debidas reservas. Nos constaba, por las apariencias, por los datos anteriores y por comunicación directa de los Hermanos de La Luz, que esta zona había sido intensamente prospectada por ellos mismos en el primer tercio de nuestro siglo, excavaciones en las que habían participado nuestros relatores. El corte p-90, sin embargo, es en el que se presentó la primera secuencia estratigráfica completa y del mayor interés para nosotros. Como vemos en la fig. 3, una secuencia de 8 estratos sucesivos bajo el nivel superficial indican distintos momentos del sector. - El nivel superficial corresponde a la tierra revuelta y

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acarreada. Ocupa la superficie de las sucesivas terrazas de abancalamiento que rectifican la suave pendiente que, progresivamente, aboca al Llano del Olivar hacia la rambla que separa el Santuario por su ladera Oeste del inmediato Cerro del Castillo de La Luz. Los materiales, de acarreo y rebuscados, corresponden a todas las fases. - El estrato I responde en gran medida a la inclinación y disposición del depósito superior. Está integrado sobre todo por arcillas procedentes de la disgregación de adobes y otros materiales de construcción de estructuras inmediatas, con considerable cantidad de cantos rodados, tierra pizarrosa procedentes de techumbres y pavimentos desmantelados y fragmentos cerámicos correspondientes, sobre todo, a la última fase de ocupación -s.II-. - El estrato II muestra, por sectores, estructuras caídas o deshechas que se prestan a una cuidada interpretación. Los materiales constructivos que aparecen están muy deteriorados y presentan el aspecto de haber estado largo tiempo expuestos al efecto de los agentes atmosféricos. Forman una plancha consistente de arcillas compuestas por adobes muy disgregados y mezcladas con materiales de construcción acarreados de zonas próximas, especialmente almagras y pizarras disgregadas -tierra roja- , muy utilizadas tradicionalmente para la cubierta e impermeabilización de los techos planos de las viviendas. - El estrato tercero tiene un especial interés en el contexto general de la zona. Es el que se asienta sobre el suelo del momento más importante conservado del santuario hallado hasta el momento. En la figura antes citada hemos distinguido el estrato III, correspondiente a un área exterior, a modo de témenos. Bajo una densa capa de arcilla, caída y compactada, procedente de sectores más altos del yacimiento, aparecen una pequeñas agrupaciones de objetos, cuernas de ciervo que se depositaron completas, anillos y cuchillitos, dispuestos entre piedras. Todo ello sobre un pavimento de tierra rojo amarillenta. Este tipo de tierra, pulverulenta y singular, traída evidentemente de la parte alta del monte, más al Sur, parece responder a una específica idea de poner un determinado material como pavimento para un área sagrada ya que nos aparece también en otros sectores; este hecho nos aproximaría a ritos similares de purificación del suelo y traída de tierras en la fundación de recintos sagrados en la cuenca oriental y central del Mediterráneo. Hemos distinguido los sectores estratégicos III-a y III-b en este contexto. El III-a responde a un potente depósito de

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tierra roja que en este yacimiento es un material muy abundante y que no sólo se usa para las cubiertas sino que constatamos su utilización como mortero y para la construcción de adobes, hecho insólito en la aplicación de este tipo de material. El sector III-b corresponde a una pequeña área protegida por un reducido murete de subconstrucción. Aquí parece que nos hallamos ante la base de una pared integrante de una serie de modestos recintos de carácter posiblemente religioso que ocupan en sector cercadas de áreas descubiertas. De nuevo aquí hallamos la tierra rojo-anaranjada a la que hemos hecho mención en el sector exterior y, adosados al ángulo que forma ese pavimento con la vertical del pequeño murete aparecieron tres exvotos, dos femeninos y uno masculino, cuidadosamente dispuestos y alineados y que posteriormente decribimos. Las cerámicas aparecidas son escasas y muy fragmentadas, acompañadas de pequeños trozos de plomo cuyo aspecto nos hace pensar que son restos de trabajos de metalistería y fundición. Los materiales encontrados en este nivel estratigráfico nos lleva a pensar que este prometedor contexto se puede ubicar en el tránsito de los siglos III a II a. C. Así lo indican los abundantes restos de materiales anfóricos, (Dressel I Provincial, ánforas massaliotas PE-22 y 25 de Ramón y ánforas grecoitálicas tipo Benoit I, así como de ánforas púnicas tipo Mañá E, entre otras) (fig. 6). El conjunto de restos, desgraciadamente muy fragmentados, dispersos y mezclados, de cerámicas de inspiración greco-itálica es de lo más significativo: grandes páteras de tipo phiale, pequeñas copas tipo cuenco y ungüentarios, entre otros, muestran la especificidad de su función, eminentemente cultual y adscrita a los ritos de ofrenda -grandes bandejas y platos planos- y de libación -copitas y cuencos-. Los estratos inferiores son indicativos de que la presencia del Santuario es más antigua. La presencia de cenizas compactadas y abundantes en los estratos IV, V, VII y VIII se puede interpretar, provisionalmente, en una triple vertiente: - Un lugar tan interesante y tan rico (en el contexto de penuria de las épocas de crisis a lo largo del 3º cuarto del I milenio) debió sufrir repetidas incursiones que debieron ser en más de una ocasión contundentes y devastadoras. - La presencia de lentejones o bancos de cenizas no nos debe extrañar en un contexto ibérico pleno-tardío por ser algo habitual pero, además, hemos de añadir el peculiar contenido cultual y ritual del yacimiento y con ello dar por

Figura 4. Corte Q-90 en el que sobre la roca de base se observa una superposición de estructuras con la consiguiente reutilización.

hecho el conjunto de una serie de ceremonias y actos en que el fuego y la posterior deposición de cenizas tuvo que ser de un especial significado. - En estas cenizas hemos detectado la presencia de escorias de mineral, jarapas de plomo y de bronce así como pequeños fragmentos, recortes y gotas de estos mismos materiales. Este hecho, evidente en algún otro sector del Santuario de los que hemos estudiado, nos induce a pensar que una parte sensible de las cenizas de este sector procede de las actividades de metalurgia y fragua relacionadas especialmente con la fabricación de los exvotos. - Por último no podemos dejar de reseñar que el nivel inferior, y sobre el substrato calizo de la roca de base de la montaña, está especialmente preparado: sobre este substrato natural se dispuso una capa de tierra arenosa, suelta y fina, indudablemente traída de lejos, posiblemente de las áreas bajas, en las zonas inmediatas a los cauces fluviales que la recorren (estrato X) y sobre esta capa arenosa hay otra, compacta y de buena factura, conglomerado de barro rojo y cantos rodados finos. De nuevo, aquí, podemos pensar que se deba esta preparación del suelo a un acto ritual de purificación, previo a la utilización del área como zona sagrada, con

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Figura 5. Corte R-90 en el que podemos observar, directamente asentados sobre la roca de base, los sólidos paramentos que recorren este sector y que nos indican la presencia de estructuras de gran envergadura e importante valor defensivo.

sus estructuras arquitectónicas más o menos sencillas y su recinto sagrado abierto. Sobre este suelo, en el siglo IV, se lleva a cabo la construcción de muros de trazado ortogonal. Los cortes Q-90 y R-90 nos prestan también una serie de datos dignos de tener en cuenta: - El corte Q nos ofrece un complejo sistema de superposición de estructuras de difícil interpretación. Su relación con la secuencia estratigráfica descrita para el corte P-90 es aquí tan sólo aproximativa. Ello se debe a dos factores fundamentales: las estructuras, densas y de trazado nada habitual, reutilizan como cimentación muros de estratos inferiores y, por otra parte, la excavación de este sector es aún tan reducida y parcial que no permite conclusiones a este respecto y que próximas campañas podrán aclarar sin duda alguna (fig. 4). Hemos de añadir que este sector ha sufrido la agresión de las excavaciones clandestinas. Grandes cráteres rebasan aquí el estrato III y, a veces llegan a la roca de base. Este hecho dificulta en gran medida la interpretación estratigráfica de un sector tan complejo como éste, presentando una remoción caótica con rotura parcial de los paramentos. Sí tenemos de este sector datos interesantes respecto a las actividades de tratamiento de metales y posiblemente de

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minerales aunque se han hallado en sectores revueltos de excavaciones irregulares antiguas. Aparecen piedras y adobes calcinados a altas temperaturas y, sobre todo, escorias metálicas y gotas de metales, sobre todo de bronce. Pequeños fragmentos de moldes de barro aparecidos nos hacen pensar en la presencia de moldes para vertido de bronce en ellos, - El corte R-90 tiene también un especial significado. Aquí nos hallamos con un particular tipo de estructura: paramentos de gran grosor, de trazado ortogonal y buena factura, construidos como muros trabados con barro y bien careados. El muro principal de un metro de grosor, aquí con una orientación Este-Oeste nos induce a plantear la presencia de estructuras arquitectónicas de gran porte. O bien nos hallamos ante un sector perimetral al Santuario de gran entidad y carácter defensivo o ante parte de las estructuras de un gran edificio que, por la calidad y potencia de sus muros, podría tener una gran importancia. Ello nos induce a no desestimar la posible presencia de una estructura palacial (fig. 5). Estas estructuras a las que nos referimos corresponden al horizonte de asentamiento más antiguo de este sector del poblado -estratos VII-X-. La regularidad ortogonal de su trazado y su cronología tan temprana abren la posibilidad de plantear la existencia de un edificio principal de tipo palacial en este sector y en torno al cual, en la zona interior, se llevarían a cabo actividades relacionadas con la producción de objetos de uso, consumo y venta relacionados con el Santuario. IV. EXVOTOS

El fin primordial de estas excavaciones es el de lograr una cronología más exacta de las distintas fases de asentamiento y la interpretación del contexto general de lo que fue el Santuario Ibérico de La Luz. Aun así, la presencia de los exvotos de bronce representa un elemento importante en este tipo de excavaciones, más aún sí las piezas son halladas en su ubicación estratégica y el tipo de emplazamiento nos permite hacer deducciones lógicas y fiables. Este es el caso de los tres exvotos hallados en el corte P-90. Fueron hallados estos exvotos todos juntos, alineados junto al zócalo de la pared Norte oriental del pequeño recinto, depositados intencionadamente. Los tres estaban envueltos en una cinta de tejido grueso, de unos 20 mm. de ancha, de la que quedó marcada la impronta sobre la concreción superficial de las piezas y la mezcla arcillosa que llevaban adherida. Todos se hallaban boca abajo y tapados con la arcilla rojiza que ya hemos descrito anteriormente en ese

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Figura 6. Tipología de las ánforas cuyos restos son más frecuentes en los contextos cerámicos procedentes de las excavaciones de la campaña de 1990 en el Santuario de La Luz.

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pequeño recinto que asociamos con un posible naiskos. La parte exterior, la oriental del corte, presentaba un sugestivo contexto de evocación cultual con la presencia de cuatro anillos de bronce, colmillos de suido, huesos de paloma y tórtolas, restos de cuchillos y de tres grandes cuernas de ciervo. El contexto arqueológico comentado al hacer referencia a este estrato III es el de tránsito entre los ss. III-II a.C. El momento más floreciente y último conocido en el Santuario hasta hoy. Respecto a la cronología precisa de cada uno de los exvotos ya habríamos de mantener nuestras reservas dado que, por una parte, los exvotos parecen corresponder a una fase más antigua en cuanto a su aspecto formal y compositivo así que bien pudieron estar vigentes al culto durante un largo periodo de tiempo antes de ser envueltos en la cinta y ocultados en el zócalo de este recinto como objetos de culto ya amortizados. También cabe pensar en la razonable hipótesis de que estas figuras siguiesen una larga tradición de representaciones conforme a unas pautas formales precisas y que esa iconografía arcaizante perdurase a lo largo de decenios. A ello habría que añadir que la simplicidad compositiva facilita que se repitan determinado tipo de imágenes, como en este caso. V. DESCRIPCIÓN

1. Exvoto masculino en bronce pleno. Altura total: 87 mm. Está completo, carece de base y debió estar unido a una peana de placa de bronce mediante calentamiento. El estado de conservación de la pieza es bueno, bajo una gruesa capa de atacamita, paratacamita y cuprita, sobre la que quedó, como ya hemos visto, marcada la impronta de la envoltura de cinta (13) . La humedad, la blandura del terreno y la presencia de cenizas parece haber activado el proceso de oxidación que, en principio, hizo pensar en un intenso deterioro de los exvotos. La calidad del bronce presentó bajo estas capas una superficie en buen estado de conservación. La figura es de una gran sencillez de formas, no porta objeto alguno y posiblemente tiene un carácter itinfálico más que oferente. Desde el punto de vista formal, corresponde a un modelo de modelado muy sencillo. La cabeza, piriforme, no lleva indicios de marcas incisas que insinúen la presencia de pelo, tocado o casco. Las orejas están marcadas por una profunda marca incisa tosca y asimétrica la una con respecto a la otra. El rostro, sin mentón, está marcado por la presencia de una aquilina nariz y la línea incisa de la boca. Los ojos son,

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simplemente, una marca profunda de puntero y las cejas, sendas líneas curvas incisas. El tronco, vestido con túnica sólo está indicado por el borde inferior en faldellín y una línea incisa, horizontal, en la garganta. El sexo resalta por encima del borde inferior del faldellín. Los brazos, tubulares y curvos, no llevan marca alguna que indique la presencia de brazaletes o delimitación de mangas. Ambas manos tienen las palmas abiertas y, posiblemente, debió llevar en la derecha alguna ofrenda adherida que actualmente ha perdido. Esta mano debió estar situada en posición más alta, en ángulo recto con el cuerpo. El brazo izquierdo cae a lo largo del cuerpo, levemente adelantado. Las piernas, como las manos pero más exageradas aún, son simples y toscas, cilíndricas. En su extremo y por aplastamiento se han formado los pies a los que, posteriormente, se han marcado los dedos a cincel. Consideramos que esta pieza, de cronología bastante reciente, está emparentada con los prototipos de buena época si bien la rapidez en la consecución da lugar a lo sumario y tosco de sus formas. Da la impresión de que el original debió ser de cera, sobre una base prismática se modelaron piernas, brazos y cabeza y se soldaron por presión sin apenas retoques posteriores. Cronológicamente podríamos encuadrar este exvoto entre mediados del s.III y mediados del s. II y, tipológicamente entre las piezas más toscas y pesadas si atendemos a su módulo (3´7 cabezas de altura) de la fase tardía del Santuario. 2. Figura femenina con túnica larga, en bronce pleno. Tiene una altura de 85 mm.- y su estado de conservación es bueno. Tiene, como otros muchos exvotos de bronce de la época, un orificio en la parte superior de la cabeza que debe estar relacionado con las burbujas producidas en el vertido del bronce en el molde. La pieza no ha sido afectada por las peculiares roturas que sufren la mayoría de los exvotos depositados en el Santuario de La Luz y que suelen tener fracturas o al menos torceduras de miembros y golpes contundentes en las partes más salientes y en especial en la nariz, al parecer de forma ritual y previa a su amortización. Tampoco la oxidación la ha afectado y los procesos de corrosión no la han dañado apenas pese a haber estado en el contexto de excesiva humedad al que ya hemos hecho referencia. No cabe duda que su forma maciza, lisa y sin oquedades ni estrías es el factor determinante que ha impedido una mayor acción corrosiva como ocurre en piezas de un mayor relieve.

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Figura 7. Conjunto de objetos procedentes del estrato III de los cortes P y Q, en la campaña de 1990. 1-7: cuchillos afalcatados. 8: astrágalo. 9 y 10: fusayolas. 11 y 13: bolitas cerámicas decoradas. 14: hacha pulimentada reutilizada. 15: objeto de plomo indeterminado. 16: lanza de plata. 17: Tintinabulum. 19: asita de bronce. 20-23: anillos de bronce. 24: pulsera o brazalete de bronce. 25: colmillo de suido. 26-27: cinceles. 28: lima de hierro.

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El exvoto es de una extraordinaria simplicidad de formas que delata que procede de un original en cera. Parece haber sido hecho de una barra paralelepípeda sobre la que se ha modelado sumariamente cabeza y sobre ella se ha insinuado el rostro. Se han añadido los brazos y se ha engrosado por chafamiento la base de sustentación. De una sorprendente sencillez de formas y volúmenes, esta figura proporciona un efecto hierático y solemne. Corresponde al canon más corto, con una proporción de 3’5 cabezas, aun contando con el baquetón inferior o pedestal. La cabeza, grande, esferoide y pesada, posee las líneas de robustez y fuerza de los anversos monetales más toscos, con un desarrollo inusitado del maxilar inferior, de poderoso mentón. Las orejas, como en el exvoto anterior, están insinuadas mediante incisión y en la parte inferior parece estar indicando un pendiente mediante tres puntos incisos. Las cejas, boca y velo sobre la frente están indicados con incisión repasada con sierra o lima. Los brazos, a modo de vírgulas, evocan los conos de cera modelados de forma elemental. Su simplicidad y escasez de detalles incisos nos inducen a pensar en la policromía con la que debieron estar decoradas en su momento estas figuras. Eso explicaría su elemental factura y la carencia de preocupación en el acabado ya que, una vez pintados todos los pequeños defectos, marcas de lima o carencias de detalle quedaban subsanados por el pincel en el acabado. La posibilidad de que fuesen pintadas es muy factible si nos atenemos al hecho de que estas piezas son herederas de técnicas y modelos procedentes del Mediterráneo en donde nos consta la aplicación de la policromía en el acabado. Es evidente que, por el momento no hemos podido comprobar la existencia de decoración pintada pero no podemos desestimar la posibilidad y nuevos hallazgos quizás permitan una analítica de superficie capaz de detectar la presencia de pigmentos de forma determinante. Como la figura anteriormente descrita y hallada en el mismo contexto, podemos fecharla en el tránsito de los siglos III-II, con un amplio margen cronológico. 3. Figura femenina con túnica y manto, en bronce pleno. Altura de la figura: 77 mm. Altura con peana y pivote inferior: 84 mm. Su base debió ser de plomo, en el que estaría embutido el pivote inferior hasta la altura de los pies. Es una de las piezas con un tratamiento superficial de más detalle y relieve dentro del conjunto de exvotos conocidos procedentes de La Luz. Se encontró en el mismo lugar y situación que los ante-

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riormente descritos, adosada al zócalo interior del murete del sector Noroeste del corte P-10 y también con señales inequívocas de haber ido envuelta en una cinta de tela. La pieza había sido afectada de forma intensa en superficie pero apenas tiene focos de oxidación activa. Lleva, como es habitual en los exvotos de este yacimiento, la nariz rota por un golpe con un instrumento con bisel, posiblemente de hierro. La descripción formal nos aproxima en un principio a la de la dama anteriormente descrita aunque el tratamiento de formas y volúmenes es diametralmente opuesto. Tienen ambas, eso sí, igual concepción volumétrica de evidente raíz xoánica lo que les presta esa forma prismática y su hierática rigidez. En la pieza que nos ocupa, sin embargo, vemos que un posterior y acertado trabajo ha ido moldurando pliegues, articulando curvas y disponiendo pequeños detalles que enriquecen así la pequeña figura. Tras el fundido la pieza fue sometida a una cuidada labor de retoque, limado, burilado y pulido que le da un carácter preciosista a la vez que decadente y tardío. Su canon es de poco más de 4 cabezas de altura, relativamente corto en la coroplastia ibérica. Hemos de tener en cuenta que piezas como ésta, preparadas para ir sobre una gruesa peana de plomo debieron ganar mucho en esbeltez cuando estaban montadas. El cuidado trabajo de retoque y burilado nos ha proporcionado en esta figura una serie de interesantes detalles en cuanto a vestimenta y adorno que sólo se pueden apreciar en la estatuaria mayor por lo general. Muchos de estos detalles, en efecto, nos aproximan a la composición, vestido y adornos que encontramos en la estatuaria mayor en calcarenita, especialmente de las piezas de mayor tamaño del Cerro de Los Santos (Albacete). La dama aparece vestida con el chiton jonio, apenas visible bajo los pliegues de un amplio y detallado manto de características similares a las del himation. Es evidente aquí el anacronismo en la representación, fruto evidente de un rígido conservadurismo icónico. Esta típica vestimenta arcaizante nos evoca las representaciones ibéricas en la escultura mayor de los siglos V y IV a.C. que a su vez son pervivencia de modelos anteriores jonios transmitidos de un extremo a otro del Mediterráneo. Este manto tipo himation al que hacemos referencia cubre la cabeza y cae a lo largo de la espalda hasta los pies. Hacia la parte izquierda, cae sobre el hombro y deja ver la mano de ese lado, con la palma sobre la manga del chiton, a la altura del muslo. El pico del manto cruza por

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Figura 8. Exvotos procedentes del estrato III del corte P-90, en el Santuario de La Luz. A la izquierda, proporciones con respecto al cánon clásico de 7,5 cabezas de altura.

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Figura 9. Vestimenta de la damita-exvoto n.º 3 con reconstrucción de su posición, joyas, chitón e himatón.

delante, a la altura de la cintura, y lo sujeta con la mano derecha, cubierta por la prenda que cae desde el hombro derecho y acaba en una doble borla a la altura de la rodilla. El cuidado retoque de la figura nos permite analizar la representación de las joyas con las que se adorna esta dama, pectoral y pendientes. Sobre el pecho lleva un aparatoso collar, a modo de pectoral, característico de las figuras femeninas ibéricas que vienen a representar la figura curótrofa de Demeter. Está finamente burilado y se compone de dos hiladas de glóbulos, los inferiores son alargados y bajo ellos, a modo de pinjantes, vemos tres piezas semicirculares, la central mayor y con un cerco concéntrico inciso, al modo de las ovas clásicas. Su cronología, como en las dos piezas anteriores, hemos de encuadrarla en el tránsito de los ss. III y II a.C. Por otra parte, la relación a la que hemos aludido con la figura 2 nos parece próxima y puede que pertenezcan al mismo taller y artesano. Serían los dos modelos extremos de un mismo tipo de figura femenina exenta en bronce: la una, modelo mismo de la simplicidad, de la síntesis de formas y volúmenes y también de la fuerza expresiva; la otra, la quintaesencia del detalle y el preciosismo.

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CONCLUSIONES

La campaña de 1990 ha representado un primer paso para abrir nuevas espectativas con respecto a un yacimiento al que se hacen continuas y obligadas referencias sobre datos obtenidos en breves excavaciones hace setenta años que, en su día aportaron los importantes datos de los que se ha dispuesto hasta hoy. Los actuales trabajos se abren a nuevas perspectivas y nos conducen a sugestivas y esperanzadoras hipótesis de trabajo: - Se ha empezado a comprobar la presencia de una actividad fundidora y de metalistería en el interior del Santuario. Los restos de jarapa metálica, gotas y conos de vertido de fundición junto a fragmentos de posibles moldes así nos lo indican. La presencia de escorias y la proximidad en la Sierra circunvecina de pequeños afloramientos de mineral de cobre apunta a una posible actividad minero-metalúrgica con su foco industrial también en el Santuario. - Se ha descubierto una serie de estructuras: paramentos murarios, paredes y zócalos que nos abren a la hipótesis de

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Figura 10. Exvoto n.º 1 procedente del Santuario de La Luz.

Figura 11. Exvoto n.º 2 procedente del Santuario de La Luz.

hallarnos ante un temenos con la posible presencia de edículos, naiskos u otros elementos estructurales que nos aproximen a los grandes recintos cultuales del Mediterráneo Clásico. - La especial deposición y disposición de los exvotos hallados nos hace pensar en actos rituales de objetos de culto -sacra, porque sean figuras ya amortizadas o, más bien, en un momento final, de clausura del Santuario como tal. - En el contexto general de la aún escasa superficie excavada con estratigrafía fértil y no alterada, detectamos la presencia de objetos que han de ser inequívocamente interpretados como ofrendas de carácter votivo: cuchillitos, anillos, cuernos de ciervo, colmillos de cerdo, restos de aves simbólicas. Todo ello nos lleva a pensar en un culto a divinidades de tipo proveedor, curótrofo. - Los conjuntos cerámicos también son indicativos de un área de carácter cultual, con un considerable y significativo porcentaje de restos de envases de tipo anfórico y origen grecoitálico y una precisa cronología a lo largo de los siglos III-II a.C.

La presencia de cerámicas de barniz negro y de cerámicas finas centromediterráneas son también indicativas de una cronología precisa, coincidente con la de las ánforas, y, sobre todo, representativa de la vajilla ritual en el Santuario como ya hemos apuntado. Aquí, pues, podríamos abrir la hipótesis de trabajo consistente en que el Santuario tenía un trasunto artesanal, industrial y comercial importante, es posible que controlado y regido por una autoridad relevante. Su base fundamental estaría indudablemente en el culto a las aguas salutíferas que surgen en sus inmediaciones y los consiguientes rituales de libación y lustración. Indudablemente, nuevas campañas desvelarán incógnitas y abrirán nuevas perspectivas. NOTAS: La campaña de excavaciones arqueológicas de 1990 ha sido posible gracias al interés y esfuerzo de todas las personas que han colaborado en la misma, particularmente los alumnos integrantes en el curso María Nieves Escudero Navarro, Pedro Fructuoso Martínez, Mónica González

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Figura 12. Exvoto n.º 3 procedente del Santuario de La Luz.

Garre, Juan Javier Martí Martínez, José Enrique Martínez Cifuentes, Antonio Javier Medina Ruiz, María Belén Moreno Ferrer, Francisco Moreno Garre, Esther Muñoz Césaro, Isabel Navarro Garrido, María del Carmen Pérez Ballester, Alejandro Ramos Molina, José Luis Román La Puente, María Belén Sánchez González, María del Mar Servet Heredero, Diana Tenedor Yelo y Francisca Vicente Jiménez, todos ellos de la División de Historia. Especial mención hemos de hacer del afectuoso y generoso trato que nos han dispensado los Hermanos del Eremitorio de Nuestra Señora de La Luz que en todo momento nos han ayudado proporcionándonos todo lo que tenían a su alcance y ofreciéndonos sus espacios y materiales. (1) Lozano, Juan. Bastitania y Contestania del Reino de Murcia. Disertación IV, cap. XVIII, 1794. Ciudad Romana, sobre el Palmar, que parece Todmir. A la distancia de una legua respecto a Murcia, y Tader: Sur algo inclinado al Sudoeste, vemos el Palmar, y al sur de este sobre media legua más, el Puerto. Está defectuoso el mapa Chorográfico sobre situación; este célebre puerto de tierra, su morrón que es una pirámide, obra de la naturaleza; Castillo sobre Monasterio Recoleto Observantes de Sanmta Cathalina del Monte; S. Antonio el Pobre; Hermitaños de La Luz; Fuente Santa, y su vecino Algezares: todo es una línea Sur de Murcia, con vestigios romanos. Monedas, Idolos, urnas, sepulcros, ladrillos, obras arruinadas, no respiran otra cosa, que espíritu Romano. La gran Torre pues formada por la naturaleza en el Puerto, y denominada Morrón, tiene obras arruinadas en su cima. Aquí manan

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Figura 13, 14 y 15. Resultado de los análisis de rayos X en microscopio electrónico con rayo lasser. Proporciones de cobre, estaño y plomo de los estratos 1, 2 y 3 de la campaña de 1990.

las monedas romanas. Estas mismas dan, las excavaciones de la Hermita de San Antonio el Pobre. Estas, el Castillo, y contornos de Santa Catalina Recoletos, ya mencionados. El castillo tiene sus tapias fuertes; sus grandes estanques; sus fosos dilatados; sus muros; pero todo ello es un aspecto morisco. La bobeda de uno de los estanques exteriores, no puede estar más bien trabajada, pero carece de propiedad Romana. ¿Y los cimientos del Castillo serán arábigos por esto? Nada Menos. Sobre todo: los hallazgos de este monte, siempre chocan a la Religión del Coran (o Alcoran segun el abuso comun). ¿Cómo los Musulmanes habían de tolerar monedas con cabeza de Emperador, y otros personages, que sería para ellos, un crimen horrendo de idolatría?. Monedas que al mismo tiempo se manifiestan por aquel sitio? ¿Como habrían de retener urnas, ni quemar los cuerpos para depositar en ellas sus huesos? ¿Urnas (digo) que tengo en mi poder? ¿Como habían de sufrir Idolos de bronce, no de otros metales, cuando el mismo Mahoma, fue en esta parte un justo, implacable enemigo de las figuras del Politeismo?. Las encontradas por aquí

EXCAVACIONES EN EL SANTUARIO DE LA LUZ

ya son Romanas, ya Egipcias, lo que infiere romanos, y aun Carthagineses. ¿Que extraño seria residir estos a la distancia de 7 leguas respecto de Carthagena, su fundación original?. Parte de estos mismo ídolos se decubrieron en las zanjas de la Hermita ya nombrada con título de San Antonio el Pobre. Todos vinieron a la mano antiquaria del Sr. Saurin. Entre ellos un Hércules de bronce armado de su Clava y cuya configuración es del todo buena. Tres Priapos del mismo metal, hallados en San Antonio el Pobre; y en el yermo de los Ermitaños de La Luz, los otros. Parece, quetodo un Dios por esencia Santo, à querido expiar en este monte de las manchas de Priapo, con la inocencia, y el candor de los Siervos, que habitan estas moradas de colección Santa, y verdadera imagen de las Tebaydas. Dexo aparte los sepulcros, que se manifiestan en el recinto del bello templo de la Fuensanta con indicios de cementerio... (2) París, Pierre. Essai sur lárt et l’ndustrie de l’Espagne primitive. París, 1903-1904. (3) Sandars, Horace. The weapons of the iberians. Vol. LXIV. Oxford, 1913. (4) Calvo, F. y Cabré Aguiló, J. Excavaciones en la Cueva y Collado de los Jardines (Santa Elena, Jaén). Memorias de la Junta Superior de Excavaciones y Antigüedades. Madrid, 1917, p. 1-40. (5) Desde la época de la Ilustración las autoridades eclesiásticas, movidas por intereses de reconstrucción histórica tenían particular empeño en recabar datos sobre todos los hallazgos y testimonios relacionados con antigüedades. Eclesiásticos como D. Antonio Josef Salinas y Moñino, Maestrescuela de la Iglesia de Cartagena y Cavallero de la Orden de S. Juan y el propio D. Juan Lozano Santa avalan este interés desde la perspectiva de reconstrucción de los orígenes del cristianismo en la zona. (6) Bosch Gimpera, P. Bronzes iberics de La Luz, San Antonio el pobre. Murcia, al Museu de Barcelona. Gazeta de les Arts, 1, 10, 1924, p. 4-5, 12 figs.; Idem., Troballes del possible santuari iberic de Sant Antoni el Pobre (El Palmar, Murcia) ingresades al Museu de Barcelona. Anuari de l’Institut d’Estudis Catalans, VII, 1921-1926, p.162-171, 23 figs.; Idem., El estado actual de la investigación de la Cultura Ibérica. Separata del Boletín de la Real Academia de la Historia, Madrid, 1929, 108 p., 43 figs. (7) Alvarez Ossorio y Farfán de los Godos, F. La colección de exvotos ibéricos de bronce conservada en el Museo Arqueológico Nacional. Archivo Español de Arqueología, 14, 44, 1941, p. 397-407; Idem., Museo Arqueológico Nacional. Catálogo de exvotos de bronce ibéricos. Madrid, 1941, 2 vols. (texto y láms.). En ambas publicaciones aparecen los exvotos de los Santuarios de Sierra Morena junto a un reducido pero excepcional conjunto de bronzes de La Luz. (8) Mergelina Luna, C. El santuario hispano de la Sierra de Murcia. Memoria de las excavaciones en el eremitorio de Nuestra Señora de La Luz. Madrid: Junta Superior de Excavaciones y Antigüedades, 1926. 19 p., 12 láms. (Memorias de la J. S. de E. y A., 77). (9) Jorge Aragoneses, M. Un exvoto ibérico de La Luz en la colección Palarea de Murcia. Archivo Español de Arqueología, 32, 19-100, 1959, p. 121-122. Idem., La cabezada y la gamarra de la montura ibérica, según un bronce inédito del Santuario de La Luz (Murcia). Anales de la Universidad de Murcia. Filosofía y Letras, 26, 1, 1967-68, p.169-176; Idem., La badila ritual ibérica de La Luz (Murcia) y la topografía arqueológica de aquella zona según los últimos descubrimientos. Anales de la Universidad de Murcia. Filosofía y letras, 26, 1967-68, p.317-365; Idem., Bronces inéditos del Santuario Ibérico de La Luz (Murcia). Asociación Nacional de Bibliotecarios, Archiveros y arqueólogos. Homenaje de Federico Navarro. Madrid, 1973, p. 197-225, 8 láms. (10) Nicolini, Gérard. Les bronzes figurés des sanctuaires iberiques. París: P.U.F., 1969. 295 págs. (11) Lillo Carpio, Pedro A. Lancero ibérico en bronce pleno del Santuario Ibérico de La Luz (Murcia). Actas de la Mesa Redonda sobre la Baja Época de la Cultura Ibérica. Madrid: Asociación Española de Amigos de la Arqueología, 1981, p. 303-310; Idem., Aportación al catálogo de

exvotos de bronce del Santuario Ibérico de La Luz (Murcia). Habis, 13, 1982, p. 239-243; Idem., Los exvotos de bronce del Santuario de La Luz y su contexto arqueológico. Anales de Prehistoria y Arqueología, 8-9, 1994 (en prensa). (12) A media altura y de Oeste a Este el monte es recorrido por la Cañada Real de Santomera que, curiosamente, pasa por el Convento de Santa Catalina, la Ermita de San Antonio el Pobre, el santuario Ibérico, el Eremitorio de Nuestra Señora de La Luz, deja a la derecha a unos centenares de metros el convento de Los Teatinos, pasa por el Santuario y Convento de la Fuensanta y, posteriormente, por la Ermita de San José. La ubicación de todos estos enclaves se sitúa sobre yacimientos protohistóricos, algunos ya constatados por el Canónigo Lozano en el capítulo XVIII de su IV disertación. (13) Estudio por difracción de rayos X. (Datos proporcionados por Dr. Rafael Arana Castillo, de la Facultad de CC. Químicas de la Universidad de Murcia). Para este estudio por DRX, se han seleccionado dos tipos de muestras, uno constituido por escamas separadas de la corteza de alteración exterior y otro formado por virutas metálicas y zona de oxidación interna. El primer tipo de muestra se ha molido y tamizado hasta tamaño inferior a 50 micras las partes metálicas se han homogeneizado en lo posible situándose en un microporta para obtener el correspondiente diagrama de polvo. Resultados: Figura varón (exvoto n.º 1) Parte externa: Fase de Cu Fase de Sn Otras fases Atacamita Sn O2 Paratacamita Sn3 O4 CuCl CuCl2(OH)3 Cuprita Parte interna: Fases de Cu Fase de Sn Otras fases Cobre Coprita ClCu Figura sin pivote (exvoto n.º2) Parte externa: Fases de Cu Fases de Sn Otras fases Atacamita Sn O Cuarzo Paratacamita Sn3 O4 ClCu Cuprita Parte interna: Fases de Cu Fases de Sn Otras fases Cuprita Sn O2 Cobre-estaño Las fases de estaño están en muy baja proporción para la sensibilidad de la técnica utilizada, no siendo muy clara su identificación Figura con pivote (exvoto n.º3) Parte externa: Fase de Cu Fases de Sn Otras fases Atacamita Sn O Cuarzo Paratacamita Mica Cuprita Calcita Cobre Dolomita Parte interna: Fases de Cu Fases de Sn Otras fases Cobre Sn O Cuprita

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INFORME DE LA SEGUNDA CAMPAÑA DE EXCAVACIONES EN LA NECRÓPOLIS IBÉRICA DEL CABECICO DEL TESORO (VERDOLAY - MURCIA)

José Miguel García Cano

MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

ENTREGADO: 1995

INFORME DE LA SEGUNDA CAMPAÑA DE EXCAVACIONES EN LA NECRÓPOLIS IBÉRICA DEL CABECICO DEL TESORO (VERDOLAY - MURCIA)

JOSÉ MIGUEL GARCÍA CANO Museo de Murcia

Resumen: En la tercera campaña de excavaciones se han continuado los trabajos en dirección SW para intentar definir los límites de la necrópolis en esta área. Se han excavado 8 unidades de 2x2 metros, constatándose que en algunas se extinguen los niveles arqueológicos.

Durante la campaña se han exhumado tres nuevas tumbas de incineración ibéricas. Entre el material recuperado destaca una terracota en forma de cabeza femenina y un kalathos de cerámica ibérica pintada con decoración floral.

Los trabajos de campo se desarrollaron entre los días cinco y doce de noviembre de 1990. El equipo habitual de excavación estuvo integrado además de quien suscribe estas líneas por Carlos García Cano, Julio García Cano, Gonzalo Matilla Séiquer, María Dolores Quijada y José Ángel Marín. Se plantearon tres cuadrículas de dos por dos metros junto al perfil Oeste de los cortes G-13, H-13 e I-13 excavados en la campaña precedente. Durante las investigaciones se pudieron documentar completamente los cuadros G-14 y G-15, H-14, H-15, H-16, así como I-14, I-15 e I-16, con un total de 16 metros cuadrados. En todos ellos se localizó un único nivel de enterramiento en el estrato I. Las cuadrículas «I» prácticamente no contenían depósito arqueológico debido a la pendiente natural del yacimiento, que a partir de esta calle presenta la descomposición de la roca de base casi en superficie. Se han localizado tres nuevos enterramientos ibéricos de incineración que no disponían de cubierta pétrea organizada tipo encachado, cuyo lóculo de forma de tendencia rectangular estaba tapado con barro.

de Norte a Sur. Profundidad media del nicho 30 cm. Estaba tapado con barro. Apenas dio ajuar funerario, unos fragmentos de un vaso de cerámica tosca con desgrasante grueso a torno de color grisáceo -cerámica ibérica de cocina con un ligero baquetón en el cuello-, y un magnífico pebetero en forma de cabeza femenina, tipo Demeter/Core, de muy buen arte, completo y perfecto estado de conservación. El hallazgo de esta pieza formando parte del ajuar funerario de enterramiento es importante ya que se trata del primero encontrado estratigráficamente en la necrópolis. Este tipo de terracotas están documentadas en todo el Mediterráneo Occidental. En España se hallan desde los poblados o campos de silos catalanes hasta la necrópolis de Villaricos. Sin embargo son especialmente abundantes en dos yacimientos ibéricos del Sudeste. En efecto las necrópolis del Cabecico del Tesoro y la cercana de la Albufereta (Alicante), han aportado más de cincuenta ítems de esta clase. Nos detendremos brevemente en el estudio de los pebeteros aparecidos en estas necrópolis para intentar precisar su cronología y por tanto de la incineración objeto de estudio. En la Albufereta se han localizado pebeteros en forma de cabeza femenina en dieciocho ajuares. De éstos, once incineraciones no tienen ningún dato cronológico preciso,

TUMBA 599

(Fig. 1). Cuadros G-14 y H-014. Estrato I. Lóculo rectangular de 134 x 84 cm. orientado

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Figura 1. Tumba 599.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Figura 2. Tumba 600.

siendo en seis deposiciones (n.º L-9bis, L-12, L-71, L-114, L-117 y L-127L) la terracota el único elemento deposicional. Las restantes n.º F-6, F-66, F-103, F-131 y L-127C, solamente contienen cerámicas ibéricas y útiles metálicos o de adorno. Las otras sepulturas pueden datarse en función de ciertos materiales arqueológicos. Así las tumbas n.º F-33, F-100 y L11 pueden fecharse por los ungüentarios del tipo A de Cuadrado a lo largo del siglo IV o inicios del siglo III a. C. (CUADRADO, 1977-78: 399); las n.º F-43 y F-114 se datan con seguridad en la primera mitad del siglo III a. C. por las cerámicas de barniz negro que contienen estos ajuares; la n.º L86 puede datarse en los inicios del siglo II a. C. por el kalathos de cerámica ibérica con decoración floral n.º 5810 (RUBIO GOMIS, 1986: 204, figura 92). Mención especial merece el ajuar n.º L-127a que contiene tres pebeteros. Con ellos aparecen desde kylikes de cerámica ática de figuras rojas de finales del siglo V a. C., hasta un lote de ungüentarios fusiformes, tipo B de Cuadrado, datados a partir del 200 a. C. (CUADRADO, 1977-78: 399). Si realmente se trata de un ajuar no contaminado nos encontramos con un conjunto extraordinario de materiales reunido a lo largo de más de dos centurias, transmitiendo quizás la

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familia o el linaje los objetos de mayor valor de cada generación hasta que finalmente se produjo la deposición en las primeras décadas del siglo II a. C.. Los pebeteros pudieron atesorarse en cualquier momento a partir del siglo IV a. C. (RUBIO GOMIS, 1986, para los ajuares. Las asignaciones cronológicas de los mismos son nuestras). En el Cabecico del Tesoro ocurre algo parecido hay 25 incineraciones con pebeteros, un solo ejemplar por ajuar. Quince tumbas no presentan ítems. que proporcionen datos cronológicos precisos: sepulturas n.º 86 -pebetero de piedra9, 133, 148, 157, 224, 259, 282, 317, 352, 373, 377, 406, 470 y 599. Las n.º 9, 133, 224, 259, 282, 406 y 599 tienen como único ajuar la terracota. Las incineraciones bien datadas son: tumba 468 con un ungüentario del grupo A de Cuadrado se fecharía en el siglo IV aunque podría alcanzar las primeras décadas del siglo III a. C (CUADRADO 1977-78: 399); Tumba 606 datada por un vaso bicónico de cerámica ibérica de barniz rojo forma 4A3 de Cuadrado/G.ª Cano e Iniesta entre el 350 y 200 a.C. (GARCÍA CANO e INIESTA, 1983: 566); Tumba 27 fechable por la presencia de varios platos de barniz negro de talleres occidentales -Pequeñas Estampillas (27/F2784) y taller de

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Figura 3. Ajuar Tumba 601.

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Rosas (26L/F2762)- en el segundo cuarto del siglo III a. C. (GARCÍA CANO, G.ª CANO Y RUIZ, 1989: 120-123, n.º 1 y 8a a 11); Tumba 453, que se situaría según F. Quesada en el siglo III a. C. (QUESADA, 1989 a (I): 83); T.5, con un vaso plástico de barniz negro fechable en la segunda mitad del siglo III a. C. (GARCÍA CANO, G.ª CANO Y RUIZ, 1989: 131, n.º 39); Tumba 463, posee varias imitaciones ibéricas (PAGE, 1985: 128-129 y 176-179, n.º 150, 281 y 282), pero sobre todo aporta un guttus de cerámica campaniense A (F8151 de Morel) datado entre el 220 y 180 a. C. (GARCÍA CANO, G.ª CANO Y RUIZ, 1989: 138, n.º 73); Tumba 329, fechada a partir del 200 a. C. por un ungüentario fusiforme, tipo B de Cuadrado (1977-78: 399); Tumba 7 ubicable en el primer cuarto del siglo II a. C. por un bol de la forma 27bL. de campaniense A (GARCÍA CANO, GARCÍA CANO y RUIZ, 1989: 140, n.° 80); Tumba 316 con un plato de campaniense A forma 55L. fechada entre 175-125 a. C. (GARCÍA CANO, GARCÍA CANO y RUIZ, 1989: 149, n.º 183); Tumba 102 con un plato 36L- de campaniense A datable en la segunda mitad del siglo II anterior a Cristo (GARCÍA CANO, GARCÍA CANO y RUIZ, 1989: 145, n.º 127). En resumen de 43 incineraciones analizadas solamente 4 (9 3 %) pueden adscribirse de manera global al siglo IV a. C., 6 (13.9 %) son del siglo III a. C. y 7 (16.2 %) se fechan durante el siglo II a. C. La gran mayoría 26 deposiciones (60.4 %) no tienen elementos cronológicos. En trece casos, 30.2 %, los pebeteros eran el único ajuar funerario. A modo de hipótesis creemos que las tumbas de difícil datación pueden colocarse entre los siglos III-II a. C., ya que en estos siglos se sitúan la mayoría de las incineraciones de estas dos necrópolis. Pese a haberse encontrado 52 pebeteros entre las dos necrópolis repartidas entre 43 incineraciones y nueve piezas halladas fuera de contexto, hay que recordar que el número de tumbas recuperados entre los dos yacimientos es de 922 606 Cabecico y 316 Albufereta-, es decir, apenas un 4.6 % de las deposiciones contenían pebeteros -4.1 % Cabecico y 5.6% la Albufereta-. Estos datos podrían explicar la práctica ausencia de pebeteros en la necrópolis del Cigarralejo, cuyo mayor auge deposicional se produce en el siglo IV a. C., solamente se ha hallado un fragmento de la base en el desmonte de tierras (agradecemos la información a D. Emeterio Cuadrado). En otras necrópolis ibéricas del área de cronología antigua siglos V-IV a. C., como Castillejo de los Baños (Fortuna) (agradecemos la información a D.ª Virginia Page) o el Molar

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(MORAVAL SAPIÑA y LÓPEZ PIÑOL, 1984; MORAVAL SAPIÑA, 1992: 126-128) la ausencia de terracotas de este modelo es total. El origen de las terracotas, pebeteros en forma de cabeza femenina, parece seguro que estuvo en Sicilia en el ambiente de los grandes santuarios dedicados a Demeter y a su hija Perséfone, que tuvieron gran aceptación en la isla (PENA, 1990: 57). Los modelos con alto Kalathos decorado con pájaros y frutos, según A. M.ª Bisi, pudieron originarse en Selinunte (BISI, 1986: 292). Su introducción en el mundo semita de occidente se ha considerado tradicionalmente a partir de la derrota del general cartaginés Himilcon ante Siracusa gobernada por Dionisio I el Grande en el año 396 a. de Cristo (BENGTSON 1975: 218-220). Según Diodoro (XIV-77, 4-5) los cartagineses habrían saqueado e incendiado un santuario dedicado a Demeter y Core/Perséfone en las afueras de la ciudad en el barrio de Akradina durante el avance hacia Siracusa. La posterior derrota y la epidemia de peste que asoló al campamento púnico fueron interpretadas como un castigo divino. Para expiar el sacrilegio cuenta Diodoro, que se introdujo el culto de ambas diosas en Cartago. En esta época Cartago empieza a comportarse como una ciudad helenística más y hay que recordar que en una sola favissa de la ciudad se recuperaron cerca de quinientas terracotas en forma de cabeza femenina (DELATTRE, 1924). Por tanto la distribución de los modelos originales en todo el Mediterráneo occidental pudo venir desde Sicilia o desde Cartago, en cualquier caso se trata de piezas de ambiente plenamente helenístico. Ana María Bisi ha propuesto que determinadas terracotas serían importadas directamente desde Sicilia, mientras que otras se fabricarían retocando las matrices importadas por los coroplastas locales (BISI, 1983: 148). Un tercer bloque sería íntegramente fabricado en talleres de la Península (PENA, 1989: 350). Llegando al máximo grado de imitación e imaginación en escultura del ajuar de la tumba 86 del Cabecico del Tesoro que reproduce un pebetero del tipo B de A. M.ª Muñoz en piedra arenisca (MUÑOZ, 1963: 25-26, lámina V). Para M. C. Marín uno de estos talleres de imitación pudo estar ubicado en Villaricos (MARÍN CEBALLOS, 1.987: 52). María José Pena ha señalado recientemente que las terracotas tipo «Demeter» pueden ser incluidas como uno de los productos que circulan dentro del área punizante definida por Jean Paul Morel (1986: 43-45). Su llegada a la España

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ibérica seguiría siendo a través de Sicilia occidental, Cartago y Norte de África o incluso desde ambas zonas según las épocas (PENA, 1990: 58). Siguiendo esta hipótesis creemos que una buena parte de las terracotas, sobre todo las procedentes de las grandes necrópolis surestinas como Cabecico del Tesoro y la Albufereta pueden encuadrarse en este comercio de objetos «punicizantes» propuesto por M. J. Pena y ser introducidas o cobrar especial valor a partir de la llegada física de Amilcar Barca a la Península el año 238/237 a. C. como defendió en su día la doctora Muñoz Amilibia (1968: 130). Este circuito comercial estaría especialmente activo en los años inmediatamente anteriores a la segunda guerra púnica (GARCÍA CANO, G.ª CANO y RUIZ, 1989: 156157 ). A la vista de estos datos creemos que nuestra incineración debe fecharse entre el tercer cuarto del siglo III a. de Cristo las primeras décadas de la centuria siguiente. Finalmente insistir que la figura representada parece claro que en origen es Demeter (MUÑOZ, 1963; PENA 1990: 58). Hay quien piensa que el culto en Cartago pudo transformarse con el paso del tiempo en Tanit por un sincretismo entre ambas diosas (PENA, 1990: 59. En este mismo sentido MARÍN CEBALLOS, 1987). Sin embargo la introducción del culto a Demeter en el mundo cartaginés se produjo sin sincretismo de forma pura. La veneración a cada diosa siempre estuvo diferenciada en Cartago, ya que incluso se han encontrado sus templos (AUBET, 1968: 57. Con esta misma opinión ABAD CASAL 1984: 55-56). Por tanto podemos concluir que estos pebeteros en la Península Ibérica están en relación directa con los cultos a Demeter/Core: Creencias de ultratumba y determinados ritos de incineración que en último lugar pudieron ser introducidos en España por colonos griegos devotos (MUÑOZ, 1963: 40) o elementos semitas fuertemente helenizados (1). TUMBA 600

Figura 4. Tumbas 599 a 601.

(Fig. 2). Cuadro H-15. Estrato I. Incineración practicada en un hoyo simple de unos 70 x 60 cm. y una profundidad media de 40/42 cm., donde se ha introducido la urna cineraria. Se trataba de un gran vaso globular de cerámica ibérica pintada con decoración geométrica compleja. El enterramiento quedó muy alterado por las raíces de un gran pino próximo, cuyas raíces se habían incrustado en el interior del vaso deformando el borde y agrietando las paredes. La urna estaba colocada en posición vertical y se calzó con una gran piedra en la parte Sur, lo que facilitó su permanencia en esta posición.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Al no contener restos de otros objetos, es difícil determinar el tipo de ajuar. En cuanto a la cronología, el hecho de encontrarse en el estrato I, único hasta el momento ocupado con deposiciones no nos permite precisar la datación. Sin embargo el modelo de envase funerario, una tinaja de cuerpo globular, cuyo tipo exacto no es muy común en las necrópolis del SE puede adscribirse a la forma Ib de Emeterio Cuadrado (1972:126), con una cronología general del siglo IV a. C. en el Cigarralejo (CUADRADO, 1987: 108, figura 68. TUMBA 66: CUADRADO y QUESADA, 1989: 52). TUMBA 601

(Fig. 3). Cuadros I-15 e I-16. Estrato I encima de la descomposición de la roca de base. Lóculo rectangular de aproximadamente 80 x 40 cm. orientado de Este a Oeste. Profundidad media 20 cm. El nicho se cubría con algunas piedras que calzaban la urna cineraria y barro desigualmente atribuido a lo largo del lóculo. El ajuar estaba formado por un kalathos de cerámica ibérica bellamente decorado con motivos florales. Apareció tumbado ligeramente inclinado hacia la boca y calzado con algunas piedras de tamaño medio -entre 10/20 cm.-, completaba el ajuar una fusayola britroncocónica de cerámica gris con carena hacia el centro. El kalathos está perfectamente torneado. Labio recto con pequeña pestaña hacia el interior, paredes igualmente rectas bastante perpendiculares a la base. Fondo muy rehundido formando un botón central en el lado interno. Superficie de reposo estrecha. El labio interno del borde lleva un friso de dientes de lobo hacia adentro y a continuación dos líneas enmarcando pequeños rectángulos de pintura roja. La decoración principal, una gran hoja de hiedra en cada cara, se sitúa en el cuerpo del vaso diferenciada superior e inferiormente por una franja y una línea. Ambas escenas se separan mediante frisos de rombos muy adornados. Las hojas son esbeltas y puntiagudas con las palmas abiertas, parecidas a otras de ejemplares exhumados en esta misma necrópolis, casos de los ajuares de las tumbas 213, 267, 291, y 500. Estos motivos se localizan preferentemente en el área surestina de la península, sin querer agotar los paralelos podemos señalar: una jarra de la Escuera; un kalathos de la Alcudia; una tapadera de caja y un kalathos de la Serreta; un plato de pescado, un kalathos y una tinaja de San Miguel de Liria (Pericot, 1979:58-184, figuras 72-280. Para toda la icono-

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grafía de los vasos de Lirica véase Ballester, Fletcher, Pla, Jordá y Alcacer 1954). Los tallos de las hojas, están tan estilizados que han llegado a convertirse en elementos zoomorfos al pintarles en la parte anterior un punto central que hace la función de ojo. Es como una simbiosis entre elementos fitomorfos y zoomorfos, incluso una de las hojas presenta un rayado especial en ambas palmas. Parece tratarse del señalamiento de los atributos de una divinidad, es decir, precisa la importancia de la transformación divina que se está experimentando en la planta, regularmente gracias al ritual funerario ( a este respecto puede verse por ejemplo el pectoral de la diosa de los lobos aparecida en la Umbría de Salchite (Moratalla) Lillo Carpio, 1983, figura 4 ; González Alcalde y Chapa Brunet 1993). En Azaila existe un fragmento de una gran tapadera que lleva este motivo de hojas de hiedra estilizadas con señalamiento en las palmas, aunque en este caso a modo de una reserva con un punto central, quizás ojos, y rayado muy grueso en los tallos (Cabré Aguiló, 1954:50, figura 27, lámina 7-3). Del mismo modo un kalathos de San Miguel de Liria, tiene tallos tan estilizados que se trasforman en motivos zoomorfos (Pericot, 1979:157, lámina 226). En Tossal de Tenalles (Sidamunt, Lérida) encontramos un kalathos que presenta los tallos rayados, como en nuestro caso pero sin llegar a dotarlos de ojos (Pericot, 1979:197, lámina 309). Un segundo ejemplar de este mismo yacimiento. pero con asas de cordón tiene un amplio rayado (Pericot, 1979:198-199, lámina 312-313). Las escenas están separadas por un friso de rombos de idéntica manera a otros Kalathoi de esta producción y yacimiento, ejemplares de las tumbas 213 y 267 ( Colección de Arqueología Museo de Murcia). También aparecen en otros vasos de estaciones próximas como Corral de Saus (Conde, 1990:155, figura 12) o Cerro Lucena (Enguera) ( Pericot, 1979:156, lámina 223). Da la impresión por lo delicado de la ejecución y la limpieza del vaso, que este pudo ser fabricado/usado inmediatamente antes de procederse a la apertura de la fosa, directamente quizás como vaso de ajuar funerario. Este mismo caso puede aplicarse o pensarse para los kalathoi de los ajuares 267 y 500 del Cabecico del Tesoro. Podría tratarse incluso de un vaso de encargo específicamente funerario (a este respecto véase Olmos, 1987). Finalmente analizar la fusayola, que completaba el ajuar, de perfil bitroncocónico con la carena a media altura, dando lugar a dos troncos de cono casi idénticos, adscribible al tipo D de Zaida Castro (1980:136-139).

INFORME DE LA SEGUNDA CAMPAÑA DE EXCAVACIONES EN LA CECRÓPOLIS IBÉRICA DEL CABECICO DEL TESORO (VERDOLAY - MURCIA)

La datación de nuestra incineración es incierta al no tener elementos cronológicos materiales, ni estratigráficos, ya que el nivel I es el más usado como estrato deposicional en el cementerio. Sin embargo este modelo de kalathos adscribible al Grupo D-2 de María José Conde (1990:154), puede datarse por comparación con otros de la misma necrópolis, casos de las tumbas 267 y 291, aparecidos con materiales de importación fechados entre el 175 y 150 a. de Cristo. Ambas con cerámica campaniense A media (García Cano, Gª Cano y Ruiz, 1989:146, figura 20-4 -F 36L.(T.267)- y 149, figura 25-3 -F 68L. (T.291)-). Es pues esta cronología de las décadas centrales del siglo II a. de Cristo en la que podemos inscribir nuestra incineración. Finalmente señalar que en esta campaña se han localizado dos fragmentos escultóricos muy mal conservados hallados en el estrato I, pero sin contexto funerario definido, procedentes de monumentos escultóricos tipo pilar-estela destruidos, como los exhumados en anteriores campañas. Como valoración general destacar lo interesante de los tres enterramientos descubiertos: el n.º 599 por poseer un pebetero en forma de cabeza de Demeter; el n.º 601 al presentar un «sombrero de copa» clásico de gran calidad, típico de los momentos avanzados de la necrópolis, con una sugerente iconografía que pone de manifiesto que nos encontramos en una de las zonas relativamente tardías del área cementerial y por último mencionar también la tumba n.º 600 ya que contenía un gran vaso de cerámica ibérica pintada como urna cineraria. Futuros trabajos de excavación confirmarán o desmentirán estas hipótesis. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Abad Casal, L.: 1984.- Los orígenes de la ciudad de Alicante. Alicante. Aubet Semmler, Mª E.: 1968.- «La cueva d’ Es Cuyram». PYRENAE 4. Barcelona, pp. 1-66. Ballester Tormo, I., D. Fletcher, E. Pla, F. Jordá y J. Alcacer: 1954.- Cerámica de San Miguel de Liria. CVH. Madrid. Bengtson,H.: 1975.- El mundo mediterráneo en la edad Antigua I.- Griegos y Persas. HISTORIA UNIVERSAL. Siglo XXI, nª5. Madrid (4º edición). Bisi, A. M.: 1983.- «L’ Expansione fenicia in Spagna». FENICI E ARABI NEL MEDITARRANEO. Roma. Bisi, A. M.: 1986.- «La coroplastia fenicia d’ Occidente (con particolare riguardo a quella ibicenca)». LOS FENICIOS EN LA PENÍNSULA IBÉRICA I. Barcelona, pp. 285-294. Cabré Aguiló, J.: 1954.- Cerámica de Azaila. CVH. Madrid. Castro Curel, Z.: 1980.- «Fusayolas ibéricas, antecedentes y empleo». CYPSELA III. Gerona, pp. 127-146. Conde Berdós, Mª J.: 1990.- «Los kalathoi «sombrero de copa» de la necrópolis del Cabecico del Tesoro de Verdolay (Murcia)». VERDOLAY 2. HOMENAJE A E. CUADRADO. Murcia, pp. 149-160.

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NOTAS (1) Estando en imprenta este artículo hemos leído un interesante trabajo de Joaquín Ruiz de Arbulo, donde retoma el estudio de este tipo de terracotas en forma de cabeza femenina, con nuevas y sugerentes ideas sobre la denominación y origen, véase RUIZ DE ARBULO, 1994.

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EXCAVACIONES DE URGENCIA EN EL CASCO URBANO DE ALCANTARILLA

María José Ruiz Sanz

MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

ENTREGADO: 1995

EXCAVACIONES DE URGENCIA EN EL CASCO URBANO DE ALCANTARILLA

MARÍA JOSÉ RUIZ SANZ

Resumen: Las excavaciones arqueológicas en varios solares de la ciudad de Alcantarilla, mostraron a la luz nuevos datos acerca del poblamiento ibérico y romano en esta zona.

Como consecuencia de comunicar la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Alcantarilla, al Servicio de Patrimonio Histórico de la Comunidad Autónoma, la solicitud de licencia de obras en dos solares ubicados en zona de interés arqueológico, se efectúa una excavación de urgencia en cada uno de ellos bajo el convenio Inem-Comunidad Autónoma. Los solares se encuentran próximos al inmueble núm. 45 de la calle Cura Hurtado Lorente (fig. 1), donde al practicar una zanja de cimentación en octubre de 1964 se recogieron fragmentos pertenecientes a un oinochoe de figuras rojas, fechado entre finales del siglo V a.C. y principios del siglo IV a.C. (1). Tras el hallazgo se realizó una excavación de urgencia llevada a cabo por Manuel Jorge Aragoneses, encontrándose restos de una necrópolis ibérica muy arrasada con una cronología entre el siglo V a.C. y el siglo III a.C. (2). El objetivo de las actuales intervenciones consistía en detectar la mencionada necrópolis y en caso positivo excavar en extensión los solares.

Este con la C/. Cartagena (enfrente del solar, al otro lado de esta calle, se encuentra la Casa de la Inquisición); al Sur con el jardín de las Cayitas que pertenecía a la citada casa y que en la actualidad está sin urbanizar; al Oeste con viviendas que tienen entrada por la C/. Cura Hurtado Lorente, entre las que se encuentra la nº 45 donde fue hallado el oinochoe. Partiendo de dos ejes E-O y N-S, se plantean tres cortes que sondean todo el lateral Oeste del solar. Los denominados 1 y 2 de 4m. x 4m. y el corte 3 de 2m. x 2m. Las dimensiones y la situación de ellos se adecúan a la planta del solar, bastante irregular en esta área, quedando los tres cortes rodeando buena parte de la casa, donde Jorge Aragoneses efectuó la excavación, por su zona posterior (fig. 2). Aproximadamente, las distancias de los cortes con respecto al lugar donde se encontró el oinochoe son las siguientes: corte 1, 20m. al NE; corte 2, 28m. al E; corte 3, 25m. al SE. ESTRATIGRAFÍA CORTE 1 (fig. 3)

C/. CARTAGENA N.º 42, ESQUINA JARDÍN DE LAS CAYITAS

LA EXCAVACIÓN

El solar con una superficie de 708,75 m2 linda al Norte con edificaciones que tienen entrada por la C/ Cartagena; al

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Estrato superficial

Compuesto por un relleno de tierra suelta marrón clara con restos de materiales constructivos, que no pertenecen al escombro procedente del derribo, prácticamente inexistente en esta parte del solar, ya que esta zona ha estado destinada

EXCAVACIONES DE URGENCIA EN EL CASCO URBANO DE ALCANTARILLA

Figura 1. Situación de los solares donde se practica con las excavaciones de urgencia, C/. Cartagena y C/. Diego Riquelme.

Figura 3. C/. Cartagena. Corte 1. Perfil Oeste.

a patio o corral. Los últimos momentos de habitación corresponden a una granja de aves y anteriormente a una almazara. El espesor medio es de 30 cm. Aparece mezclada cerámica romana con cerámica moderna vidriada y bebederos de aves. Estrato I

Figura 2. Solar de la C/. Cartagena n.º 42, esquina Jardín de las Cayitas. Situación de los cortes.

Formado por tierra marrón más oscura y apelmazada que el relleno moderno del estrato superficial. No es uniforme, se reduce su extensión a una mancha con unas dimensiones de 1,10 m. x 1,50 m. y de 4 cm. a 6 cm. de espesor, separada del perfil Este unos 42 cm. El material que ofrece es en su totalidad romano. Este estrato corresponde a los restos de un nivel romano arrasado. Debajo del estrato I se extiende un limo arcilloso anaranjado y compacto sin materiales arqueológicos. A excepción de la pequeña zona donde queda documentado el estrato I, se pasa directamente del estrato superficial al limo natural. Se llega a una profundidad de 2 m. desde la superficie, sin alcanzar la base de este estrato. La única estructura hallada en este corte es un muro de cimentación moderno que corre cercano al perfil Norte atravesando el corte con dirección E-NO. Sólo conserva una hilada de piedras, con un módulo medio de 14 x 10 cm.,

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Figura 4. C/. Cartagena. Corte 2. Perfil Sur.

colocadas sin ninguna disposición especial y trabadas con barro. La anchura del muro oscila entre 20 cm. y 46 cm., la altura máxima conservada es de 14 cm. Se introduce en el limo 6 cm. La piedra con la que está fabricada es cal viva procedente de las cercanías del Cabezo de los Bolos. Este tipo de piedra ha sido empleado para la construcción en Alcantarilla hasta época reciente. CORTE 2 (fig. 4) Un muro de cimentación moderno atraviesa el corte con dirección N-S dando lugar a 2 espacios con estratigrafía ligeramente distinta, a los que llamamos sectores Este y Oeste. El muro es de características semejantes al del corte 1 con una anchura media de 50 cm. y una altura conservada también de 50 cm.

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SECTOR ESTE

Estrato superficial

Compuesto por diferentes capas, tiene una potencia de 24 cm. a) suelo de hormigón. b) solera de cal sobre la que asienta el hormigón. c) carbonilla. Procede de las caleras que existían en la localidad. Su función además de servir de aislante es la de hacer que el hormigón y la cal consoliden bien. Toda la cerámica procedente de este estrato es moderna a excepción de un fragmento informe de T.S.G. Estrato I

Formado por tierra marrón oscura apelmazada. Es el mismo estrato documentado en el corte 1 y al igual que en él

EXCAVACIONES DE URGENCIA EN EL CASCO URBANO DE ALCANTARILLA

Superficial 0

3

Limo

Figura 5. C/. Cartagena. Corte 3. Perfil Oeste.

Figura 6. Material cerámico. C/. Cartagena, Corte 1, estr. superf. T.S.I.

no se da en todo el sector, sólo en una franja de 70 cm. junto a la fosa de fundación del muro moderno y con un espesor que va de 0 a 24 cm. Todos los fragmentos cerámicos son de cronología romana, aunque poco significativos. El limo arcilloso anaranjado aparece en contacto con el superficial C (carbonilla) en el área donde no se da el estrato I. Se llega a una profundidad desde la superficie de 60 cm.

El limo arcilloso anaranjado y compacto se extiende por debajo del estrato I. La profundidad alcanzada es de 1,10 m.

SECTOR OESTE

CORTE 3 (fig. 5) Presenta la misma estratigrafía que el corte 1, a excepción del estrato I que no queda en él documentado, pasando del estrato superficial al limo arcilloso. El estrato superficial alcanza una potencia de 30 cm. La profundidad a la que se llega es de 60 cm. No se ha encontrado ninguna estructura. El material arqueológico obtenido del estrato superficial es una mezcla de cerámicas romanas y modernas.

Estrato superficial

Compuesto por dos tipos diferentes de rellenos modernos: a) Formado por tierra suelta marrón clara con restos de materiales constructivos. Tiene un espesor de 20 cm. Es igual al relleno documentado en el corte 1. b) Relleno de cantos rodados de diferentes tamaños. Su función pudiera ser la de nivelar el terreno. Tiene una potencia entre 10 cm. y 20 cm. Presenta cerámica romana mezclada con loza moderna. Estrato I

Es el mismo estrato documentado en el corte 1 y en el sector Este del corte 2. Se encuentra por todo el sector Oeste y tiene una potencia máxima de 28 cm. Todo el material exhumado es romano.

MATERIALES ARQUEOLÓGICOS - CRONOLOGÍA

A continuación haremos mención del material más significativo situándolo en su estrato y corte correspondiente. CORTE 1

Estrato superficial

Terra sigillata itálica: fragmento de borde, pared y arranque de fondo Atlante II, Forma X, 28. Pucci fecha la variante más antigua de la forma X en edad augustea, llegando a principios del siglo II d.C. la más tardía (3). Nuestro fragmento parece corresponder a una variante bastante evolucionada (fig. 6). Terra sigillata gálica: fragmento de borde y moldura Drag. 24/25. Para Hofmann esta forma desaparece a principios de la dinastía Flavia (4), en Conimbriga está documen-

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Figura 7. Material cerámico. C/. Cartagena, Corte 1, estr. superf., africana de cocina.

tada en época de Claudio-Trajano (5). Oswald y Price tienen documentados ejemplares en contextos claudianos (6). Terra sigillata gálica: fragmento de borde Drag. 37. Según Hofmann hace su aparición en la segunda mitad del siglo I d.C. cuando desaparece la Drag. 29. Es de las más difundidas y populares de la Galia, se extiende sobre todo en los siglos I y II d.C. llegando hasta finales del siglo III incluso al IV y V en talleres de Argonne (7). Africana de cocina: (fig. 7) fragmento de borde Hayes 197. Según Tortorella está documentada desde el siglo I d.C. hasta finales del siglo IV y principios del siglo V d.C. (8). Lucerna: (fig. 12,1) asa de molde horadada y fragmento de disco enmarcadas por el tipo de engobe en la segunda mitad del siglo I d.C. (9). El resto del material se compone de fragmentos de reducido tamaño de cerámica ibérica (1 frag.), T.S.I., T.S.G., T.S.H., paredes finas barnizadas y de cáscara de huevo, ánfora, cerámica común (fig. 8) y de cocina.

banda de estrías entre dos surcos, un tercer surco invade la zona de ruedecilla. Pie alto y esbelto con pequeña superficie de apoyo. Diám. borde, 17 cm., altura, 4,7 cm., diám. pie 9 cm., altura pie, 2 cm. Sello in planta pedis en posición central (l m. 1) correspondiente al alfarero CN. ATEI PLOCAMI (OxComfort n 171). Otros puntos de distribución son: Ampurias, Tarragona y Elche (10). Beltrán Lloris lo incluye entre los alfareros de origen indeterminado (11). Ramallo Asensio recoge un sello de este alfarero en un ejemplar del Museo Arqueológico de Cartagena, n inv. 2273, con origen en Arezzo (12). Morfológicamente este plato se aproxima a las formas servicio IV de Haltern (tipo 5 de Loschckey), Goudineau 36 y 39 o Atlante II forma X, 17. La forma 36 de Goudineau hace su aparición en el 12-16 d.C. y la 39 después del 15 d.C. llegando hasta finales del siglo I d.C. (13). Es también sobre el 15 d.C. cuando hacen su aparición los sellos in planta pedis (14). En Bolsena aparecen dos platos similares en el estrato 2B de la zona C, números 1 y 100 aunque en el primero la deco-

Estrato I

Terra sigillata itálica: (fig. 9) Ocho fragmentos pertenecientes a un mismo plato que dan el perfil completo. Merece especial atención por ser la pieza cerámica más completa de todo el material exhumado. Tiene borde vertical dividido al exterior con labio ligeramente apuntado. Al interior, el borde lleva un pequeño surco próximo al labio. La pared exterior, en su unión con el fondo tiene tendencia al ángulo recto. Presenta una faja decorada con ruedecilla enmarcada entre dos molduras, la superior también decorada con ruedecilla está delimitada por dos surcos. Fondo plano decorado con una

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Figura 8. Material cerámico. C/. Cartagena, Corte 1, estr. superf., cerámica común.

EXCAVACIONES DE URGENCIA EN EL CASCO URBANO DE ALCANTARILLA

Figura 9. Material cerámico. C/. Cartagena, Corte 1, estr. I, T.S.I.

Lámina 1. C/. Cartagena, Corte 1, estr. I. Sello in planta pedis perteneciente al alfarero CN. ATEI PLOCAMI.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Figura 10. Material cerámico. C/. Cartagena, Corte 1, estr. I, T.S.I.

Figura 12. Material cerámico. C/. Cartagena, Corte 1, estr. superf. y estr. I, lucernas.

Figura 11. Material cerámico. C/. Cartagena, Corte, 1, estr. I, paredes finas.

Figura 13. Material cerámico. C/. Cartagena, Corte 1, estr. I, posible antefija.

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EXCAVACIONES DE URGENCIA EN EL CASCO URBANO DE ALCANTARILLA

Figura 14. C/. Cartagena, Corte 1, estr. I. Cucharita de hueso.

Figura 16. Material cerámico. C/. Cartagena, Corte 2, estr. superf. mortero.

Figura 15. Material cerámico. C/. Cartagena, Corte, 1, estr. I, cerámica pintada de tradición ibérica.

Figura 17. Solar de la C/. Diego Riquelme. Situación del corte.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Cucharita de hueso con vástago redondeado incompleto y cazoleta redonda (fig. 14). Se encuentran ejemplares similares en el Museo Nacional de Nápoles (22). Otros fragmentos en general de pequeñas dimensiones corresponde a T.S.G., cerámica pintada de tradición ibérica (fig. 15), cerámica común y de cocina. CORTE 2

Superficial Limo

Figura 18. C/. Diego Riquelme. Corte 1. Perfil Norte.

ración es de relieves aplicados y el segundo no lleva surco en el borde interno. Otro ejemplar semejante procede del estrato 2A de la misma zona, n 45. En esta pieza el borde apenas presenta divisiones. Estos estratos se fechan entre el 30 a.C. y el 35-40 d.C. (15). Terra sigillata gálica: (fig. 10) cuatro fragmentos pertenecientes al borde pared y carena de una misma forma Drag. 29B. Según Hofmann se extingue la forma Drag. 29 a principios de época flavia (16). En conimbriga está documentada entre el 50 d.C. y el 75 d.C. (17). Para Oswald y Price corresponde a época tiberio-claudiana y flavia (18). Paredes finas de «cáscara de huevo» (fig. 11) fragmento de borde Vegas 32, Mayet XXXIV, Atlante II Tipo 2/247. Esta copa está documentada a partir del reinado de Claudio en estratigrafía de Ampurias, Tarragona, Pollentia y en época flavia en Ostia (19). Lucerna: (fig. 12,2) fragmento de margo izquierdo, disco y orejeta con barniz rojo anaranjado, brillante y fino Deneauve VE y Bailey tipo G. Deneauve a una pieza del ágora de Atenas le da una cronología del segundo cuarto del siglo I d.C. (20). Según Bailey aparece este tipo en contextos claudio-neronianos en el campamento romano de Hofheim; once ejemplares italianos procedentes de Raqqada en Túnez han sido datados entre el 20-80 d.C. En la tumba 533 de Tipasa han aparecido asociadas a monedas de Galba (21). Fragmento de cerámica perteneciente posiblemente a una antefija. Parece tener representado un rostro humano (fig. 13).

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SECTOR OESTE Estrato superficial

Mortero: tres fragmentos de borde pertenecientes a un mismo mortero de borde horizontal del tipo Vegas 7C. Mortero: un fragmento de borde correspondiente a un mortero de borde horizontal (fig. 16,1) asimilable al tipo Vegas 7C, Dramont 1. Mortero: pico vertedor (fig. 16,2) probablemente del mismo ejemplar que el fragmento de borde anterior, correspondiente a la forma Dramont 1. Lleva un sello con motivo vegetal enmarcado en un rectángulo. El empleo de los morteros de borde horizontal se generaliza durante el siglo I d.C. En Pompeya se encuentran en la época de su destrucción (23). El resto del material cerámico está formado por fragmentos de pequeño tamaño de T.S.I., ánfora, cerámica común y de cocina. Estrato I

Semis de M. POSTVMIVS ALBINUS y P. TVRVLLIO, emitido en Carthago Nova para conmemorar la inauguración de un templo dedicado a Augusto, CXXXI/14 de Vives (24), 31 de Beltrán. Según este autor estaría acuñado en el año 19 d.C. (25). Acompañaban a la moneda fragmentos con dimensiones reducidas de cerámica ibérica pintada (3 frag.), cerámica pintada de tradición ibérica, ánfora, cerámica común, pondus, plomo. Del sector Este del corte 2 y del corte 3 no señalamos ningún material como significativo por estar muy fragmentado siendo problemático atribuirle la forma exacta a la que corresponde en las tipologías usuales utilizadas para su clasificación. El estrato I en el sector Este del corte 2 ofrece: T.S.I., T.S.H., ánfora, cerámica común y de cocina. En el estrato superficial del corte 3 los fragmentos cerámicos corresponden a: ibérica pintada (7 frag.) T.S.I., T.S.G., T.S.H., africana de cocina, paredes finas, ánfora y cerámica común. A la vista de los materiales arqueológicos exhumados adscribimos cronológicamente el nivel romano documen-

EXCAVACIONES DE URGENCIA EN EL CASCO URBANO DE ALCANTARILLA

Figura 19. Material cerámico. C/. Diego Riquelme, Corte 1, estr. superf., africana A.

tado en el estrato I de los cortes 1 y 2 a la segunda mitad del siglo I d.C. El material romano correspondiente al estrato superficial de los tres cortes, aunque aparece mezclado con cerámicas modernas, es del mismo tipo y cronología que el ofrecido por el estrato I. Debe proceder de la progresiva destrucción del estrato I a causa de las remociones de tierra y cimentaciones modernas. En Alcantarilla son numerosos los lugares en los que se han hallado cerámicas romanas dentro del casco urbano y en sus inmediaciones. Serrano Várez hace una relación de ellos y de los materiales recogidos. En concreto, los procedentes de distintos puntos de la calle Cartagena y alrededores (especialmente los pertenecientes a la Casa de la Inquisición) (26) muestran mayoritariamente cerámicas similares a las obtenidas en nuestra excavación. Todas las zonas donde se han localizado estos materiales y el solar objeto de esta excavación deben pertenecer al mismo enclave dada la proximidad existente entre ellos. C/. DIEGO RIQUELME

LA EXCAVACIÓN

El solar tiene una superficie de 135,49 m.2 Limita al Norte con un huerto de limoneros; al Sur con la C/ Diego Riquelme; al Este con edificaciones anejas que tienen entrada por la C/ Diego Riquelme, y al Oeste, con la que será

C/. Cura Hurtado Lorente cuando se termine de urbanizar esta parte de la ciudad. Se plantea un corte de 3m x 3m. que comprende toda la zona intacta que se conserva. El resto del solar y alrededores se encuentran desfondados de antiguo (fig. 17). ESTRATIGRAFÍA (fig. 18)

Estrato superficial

Formado por tierra de labor marrón oscura sin apelmazar, con una potencia de 30 cm. Aparecen mezclados fragmentos de cerámica ibéricos y romanos con materiales modernos (cerámica vidriada, loza, plásticos, etc.). Debajo de este estrato se extiende un limo arcilloso anaranjado, compacto, completamente estéril (terreno natural de la zona igual al del solar de la C/ Cartagena). Se llega a una profundidad desde la superficie de 80 cm. MATERIALES ARQUEOLÓGICOS

El material cerámico está compuesto por fragmentos de reducidas dimensiones. Los más significativos son: 3 frag. de cerámica ibérica (un frag. pertenece al borde de un Kalathos, los dos restantes son amorfos pintados a bandas, correspondiente uno de ellos a un plato), 3 frag. de T.S.I., 1 frag. de T.S.G., 1 frag. de lucerna (el tipo de engobe marca la segunda mitad del s. I d.C.), 2 frag. de terra sigillata afri-

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

cana A, corresponde uno de ellos a la forma Hayes 27 producida en A2 (fig. 19) y 1 frag. de terra sigillata africana A/D Hayes 31. Estos fragmentos de cerámica deben proceder de otros lugares próximos, siendo desplazados por las labores agrícolas a las que estaba dedicada esta zona hasta poca cercana. La cerámica ibérica puede estar relacionada con la necrópolis detectada por Aragoneses en la calle Cura Hurtado Lorente o con algún establecimiento en llano de tipo agrícola situado por estos contornos. Este solar en la calle Diego Riquelme se encuentra cerca de la calle Cartagena y Casa de la Inquisición, también de la Avenida de Santa Ana y no demasiado lejos del camino de la Voz Negra. De estos dos últimos lugares Serrano Várez recoge material ibero-romano (27). CONSIDERACIONES FINALES

De lo expuesto hasta ahora se deduce que en estos dos solares no se ha documentado ningún resto que se pueda relacionar con la necrópolis ibérica que se viene ubicando en esta zona. Quizás se extiende hacia el otro lado de la calle Cura Hurtado Lorente puesto que el oinochoe se encontró fuera de la vivienda, en la cimentación de la calle. También pudiera ser que esté arrasada como ya apuntaba Aragoneses. El estrato correspondiente a la necrópolis se descubrió a 0,90 m. de profundidad desde la superficie, con un espesor de 0,15 m. a 0,20 m., bajo el cual se extendía el estrato natural (28). Esta circunstancia indica que Aragoneses halló una estratigrafía antes de llegar al limo arcilloso mucho más potente que la nuestra que oscila entre 0,30 m. y 0,50 m. Para seguir intentando detectar la necrópolis ibérica, habrá que dirigir las futuras actuaciones arqueológicas a solares situados al Oeste de la calle Cura Hurtado Lorente. Aunque, al parecer, los terrenos que ocupan parte de las casas con esa orientación como otros espacios cercanos fueron desfondados de antiguo para extraer arcilla (29).

NOTAS (1) JORGE ARAGONESES, M.: «El oinochoe griego de Alcantarilla (Murcia)». Idealidad, Alicante - Murcia, 1964; JORGE ARAGONESES, M.: «Dos nuevas necrópolis ibéricas en la provincia de Murcia». Anales de la Universidad de Murcia XXIII, 1-2, 1964-1965, Murcia, 1965, p. 79-90; TRIAS, G. Cerámicas griegas de la Península Ibérica, 2 vols., Valencia, 1967, p. 393-394, l m. CLXXXII.

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(2) JORGE ARAGONESES, M., 1965, op. cit., p. 84. (3) PUCCI, G., «Terra sigillata itálica», Atlante delle forme ceramiche II, EAA, 1985, pp. 383-385, l m. CXXI, 5. (4) HOFMANN, B., La céramique sigile, París, 1986, p. 59. (5) DELGADO, A., MAYUET, F., MOUTHINO, A., «Les sigilles», Fouilles de Conimbriga, IV, París, 1975, p. 92. (6) OSWALD, F., PRICE, T.D. «Introduction a l’Étude de la céramique sigile», Revue Archeologique SITES, 2 trim., Avignon, 1984, p. 119. (7) HOFMANN, B., op. cit., pp. 64-65. (8) TORTORELLA, S., «Cerámica de cocina», Cerámica Africana, Atlante delle forme ceramiche I, EAA, Roma, 1981, pp. 218-219, l m. CVII, 6. (9) Queremos expresar nuestro agradecimiento a Manuel Amante Sánchez por la información facilitada sobre los fragmentos de lucerna y T.S.G. (10) OXE, A., COMFORT, H., Corpus Vasorum Arretinorum. A Catalogue of the Signatures, Shapes and Chronology of Italian Sigllata, Bonn, 1968, pp. 75-76. (11) BELTRAN LLORIS, M., Guía de la cerámica romana, Zaragoza, 1990, p. 73. (12) RAMALLO ASENSIO, S.F., La documentación arqueológica. Universidad de Murcia, 1989, p.168 y p. 171. (13) GOUDINEAU, Ch., La céramique aretine lisse. Fouilles de Bolsena, IV, París, 1968, p. 377; MAZZEO SARACINO, L. «Terra sigillata nord-itálica», Atlante delle forme ceramiche, II, EAA, Roma, 1985, pp. 201-202. (14) GOUDINEAU, Ch., op. cit., p. 353. (15) GOUDINEAU, Ch., op. cit., pp. 194-195, 210-211 y 224-225. (16) HOFMANN, B., op. cit., p. 63. (17) DELGADO, A.; MAYUET, F.; MOUTHINO, A., op. cit., p. 73. (18) OSWALD, F.; PRICE, T.D.., op. cit., pp. 40-47. (19) RICCI, A., «Ceramica a pareti sottili», Atlante delle forme ceramiche, II, EAA, Roma, 1985, p. 293, l m. XCIII, 12. (20) DENEAUVE, J., Lampes de Carthage, París, 1969, p. 158. (21) BAILEY, D.M., A Catalogue of the lamps in the British Museum 2. Roman lamps made in italy, Londres, 1980, pp. 233-236. (22) DOSI, A.; SCHNELL, F., A tavola con i Romani Antichi, Roma, 1984, p. 105, fig. 49. (23) VEGAS DE WIGG, M., Cerámica común romana del Mediterráneo occidental, PE, 22, Barcelona, 1973, p. 32-34, fig. 8,7 y fig. 9,6; BELTRAN LLORIS, M., op. cit., p. 215 y 219. (24) VIVES ESCUDERO, A., La moneda hispánica, Madrid, 1926, p. 36. (25) BELTRÁN, A., «Las monedas latinas de Cartagena». AUM, curso 1948-1949, (segundo trimestre), pp. 167-171. (26) SERRANO VAREZ, D., «Nuevos yacimientos con cerámica paleocristiana», Boletín de la Asociación Española de Amigos de la Arqueología, n 20, Diciembre, 1984, p. 47; SERRANO VAREZ, D., «Nuevos yacimientos arqueológicos en Alcantarilla (Murcia)», Anales de la Academia de Cultura Valenciana, segunda época, Valencia, 1990, pp. 58-67; SERRANO VAREZ, D., «Yacimientos arqueológicos de Alcantarilla», QANTARIELLA. Actas de las Jornadas de Historia Local, Universidad popular de Alcantarilla, Murcia, 1991, pp. 24-33. Fuera del marco cronológico propuesto quedarían claramente: un brazal de arquero, fragmentos de terra sigillata africana A y D, fragmentos de terra sigillata clara B, un fragmento paleocristiano y varios fragmentos medievales de los siglos XIV-XV. (27) SERRANO VAREZ, D., 1991, op. cit., pp. 28-30 y 33. (28) JORGE ARAGONESES, M., 1965, op. cit., p. 84. (29) Durante el año 1991 el Centro Regional de Arqueología realizó el seguimiento del desfonde de dos solares situados entre las calles Era y Cura Hurtado Lorente, así como de un solar ubicado en la confluencia de la calle Cartagena con la calle S. Sebastián, detectándose en todos bajo los rellenos modernos un nivel de limo estéril sin presencia de material de interés arqueológico.

EXCAVACIONES DE URGENCIA EN EL CASCO URBANO DE ALCANTARILLA

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INFORME SOBRE EL POBLADO IBÉRICO DE LA LOMA DEL ESCORIAL, LOS NIETOS (CARTAGENA)

Carlos García Cano

MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

ENTREGADO: 1996

INFORME SOBRE EL POBLADO IBÉRICO DE LA LOMA DEL ESCORIAL, LOS NIETOS (CARTAGENA)

CARLOS GARCÍA CANO

Resumen: La campaña de 1990 estuvo condicionada por la puesta en vigor del Plan de Ordenación Urbana de Los Nietos que prevé la total urbanización de este yacimiento. Se ha podido documentar la existencia de tres fases de habitación datable entre el s. V a.C. y los primeros años del s. II a.C.; su fecha de abandono debe relacionarse con el afianzamiento del control romano de la zona. En la Fase II, fechable dentro de la primera mitad del s. IV a.C. se han podido excavar dos habitaciones de planta cuadrangular que conservaban 80 cm. de alzado. Se documenta en ambas una destrucción a mediados de este siglo, conser-

vando las habitaciones sus ajuares domésticos completos. En el interior de la habitación A se localizó un conjunto con ocho kráteras áticas de figuras rojas con escenas dionisíacas, religiosas y mitológicas. Es el más importante lote de este tipo localizado en el interior de un poblado ibérico; junto con las kráteras aparecieron numerosas ánforas ibéricas y de importación (áreas del Egeo, Ibiza, Estrecho y Cartago) junto a vajilla ibérica pintada. La ubicación costera del yacimiento y su proximidad a la Sierra Minera de La Unión le confieren un carácter eminentemente comercial abierto al contacto con agentes coloniales.

El poblado ibérico de La Loma del Escorial está situado al Este de Los Nietos, en parte ocupado por las últimas casas de esta localidad, próximo a la margen izquierda de la desembocadura de la rambla Carrasquilla (fig.1). La acumulación del depósito arqueológico ha constituido un tell artificial de unos cinco metros de altura. Sus límites son imprecisos pero sí se aprecia el promontorio, unos 250-300 m de Este a Oeste por unos 80-100 de Norte a Sur. El yacimiento fue descubierto por P.San Martín quien realizó una campaña de excavaciones el año 1962 (San Martín 1964) en la que pudo documentar dos fases de ocupación, con estructuras cuadrangulares que en algunos casos conservaban dos metros de alzado; entre los materiales recuperados destaca una kylix de barniz rojo coral o intencional, datable en el primer cuarto del s. V a.C., cerámicas áticas de figuras rojas y de barniz negro datables hasta mediados del s. IV a.C. y otros materiales que alcanzan la primera mitad del s. II a.C. No obstante, el área del poblado que aún quedaba libre fue incluido como zona urbanizable en el Plan de Ordena-

ción Urbana de Los Nietos (unidad de actuación A-U n.º6) aprobado por el Ayuntamiento de Cartagena con destino a viviendas de veraneo, ignorando la importancia de los hallazgos allí realizados por P.San Martín y el gran interés que estos trabajos despertaron en la comunidad científica, que desde entonces ha considerado clave la investigación de este yacimiento para una mejor comprensión de la cultura ibérica en el Sureste peninsular. Al ser llevado a la práctica dicho plan, el Servicio Regional de Arqueología planteó la necesidad de realizar la excavación sistemática del área afectada, la cual se llevó a cabo en colaboración con la empresa promotora entre enero y marzo de 1990. El solar objeto de la excavación se encuentra en la calle Boliche; limita con el llamado «bloque amarillo» por el Norte, y con las calles Salmonete y Torrecilla por el Este y Oeste respectivamente. Tiene forma trapezoidal, mide 36 m de longitud y entre 12 y 16 m de anchura. El desarrollo de la excavación se adaptó a las condiciones que imponía el proyecto de construcción, esto es rebajar hasta una cota de

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Figura 1. Localización de los yacimientos ibéricos de Los Nietos.

1,50 m desde la superficie, más un sondeo en profundidad que permitiera conocer la estratigrafía vertical del yacimiento. Posteriormente en junio del mismo año, ante el retraso “sine die” de la construcción del edificio realizamos una segunda intervención que permitió documentar en extensión la Fase II del poblado así como el departamento B. Plateamos 16 cuadrículas de 4 x 4 m, en dos calles siguiendo los ejes principales del solar, dejando cuatro metros de distancia de seguridad en la medianera con el «bloque amarillo»; nombramos un eje con letras (de la A a la H) y el perpendicular con los números 2 y 3. FASES CONSTRUCTIVAS

Todo el solar estaba cubierto por una potente capa de escombros apisonados, grava y yesos con un espesor de 50 cm. Debajo se delimitó otra capa, general a todo el solar, de tierra marrón claro, arcillosa, compacta pero blanda, con materiales modernos que interpretamos como correspondiente a la tierra de labor en cultivo hasta hace pocas décadas. Debajo de esta última comenzaba a delimitarse la estratigrafía fértil del yacimiento. Se han documentado tres fases constructivas sucesivas; la Fase I corresponde al último momento de ocupación del poblado; al ser la fase final y más superficial es la que mayor deterioro ha sufrido desde su colmatación. Las

estructuras detectadas se encuentran en general en mal estado de conservación, habiendo quedado prácticamente arrasadas en la mayor parte del área excavada; tan sólo hemos documentado dos habitaciones. Esta fase tuvo su desarrollo a lo largo del s. III a.C. hasta el inicio del s. II a.C. La Fase II por el contrario ofrece un estado de conservación espléndido, tan sólo afectado por algunas fosas pertenecientes a la Fase I. En esta campaña han podido documentarse seis departamentos de planta cuadrangular, de los cuales han sido excavados los departamentos A y B por completo, y en parte el departamento K en el sondeo vertical. En los dos primeros se detectó un nivel de destrucción con sus ajuares completos chafados contra el suelo. La Fase III, la más antigua documentada hasta ahora, es también la peor conocida pues sólo se ha documentado en el pequeño sondeo vertical, y que debemos poner en relación con los materiales más antiguos detectados por San Martín datable dentro del s. V a.C. LA FASE I

Descripción de las estructuras y estratigrafía (fig.2)

Habitación 1.- Está situada en el ángulo Noreste del solar, en las cuadrículas H2 y G2. No pudo ser excavada en toda su extensión pues sus límites quedaban fuera del solar, tanto

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Figura 2. Fase I. Planta general.

hacia el Norte como hacia el Este, por tanto sólo se han documentado dos de los muros de este espacio. Están formados por ocho hiladas de piedras gruesas y medianas con caras mal alineadas, unidas entre sí por tierra, y piedras pequeñas entre sus huecos. Ambos están montados sobre muros de la fase anterior, con la misma dirección y dimensiones, pero de factura menos cuidada. El muro Sur (UE.0805) está orientado de Este a Oeste mide 6 m. de longitud, por 70 cm. de anchura, y conserva un alzado máximo de 1,10 m.; a lo largo del mismo se documentó la fosa de cimentación que excavaba a un estrato de la fase II (UE.0815), que no aportó materiales significativos. El muro Oeste (UE.0705), hallado en el cuadro G2, tiene dirección Norte Sur, mide 2,50 m. de longitud, 70 cm. de anchura, y alzado conservado de 1 m. Asociado a este muro se localizó un pequeño retazo del pavimento (UE.0712) con una superficie de 0,25 x 0,40 m, a la cota de 2,34 m.; es un suelo de yeso de un centímetro de espesor, sobre el cual aprecieron varios fragmentos de cerámicas totalmente horizontalizadas. Ambos muros no forman esquina pues la posible unión entre ellos está rota. Quizás se trata de una puerta, si tenemos en cuenta que en este lugar en la Fase II está la Calle 2,

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y la situación habitual de las puertas junto a los ángulos. El muro 0805 tiene otro roto en su parte central, así como en su extremo Este, que le afecta a todo el alzado. Así pues no nos es posible determinar ninguna de las dimensiones reales de esta estructura ni su forma exacta, ni su posible función, si no por el análisis de lo materiales asociados, entre los que destaca un molino, y numerosos fragmentos de cerámica ibérica y ánforas muy incompletas. Suponemos que debe tratarse de un espacio doméstico, a pesar de que el grosor de sus muros pueda parecer excesivo para esta función. La estratigrafía refleja el abandono de la habitación y el posterior derrumbe de las estructuras constructivas (fig.3). La UE. 0802 parece corresponder a una fase de colmatación posterior a los derrumbes de los muros. Las unidades 0804, 0807=0810 se pueden interpretar como coladas de adobes disueltos que en origen formaban parte del alzado del muro. La unidad 0812 contendría la caída de los materiales que formaban la techumbre, situado de manera horizontalizada sobre el pavimento de la habitación. Contenía abundante material cerámico, pero no se trata de piezas completas sino de fragmentos muy atomizados. Junto al perfil Norte, se delimitó una fosa de planta circular y de unos sesenta centímetros de radio, que perfora a todas las unidades de la Fase I. Es por tanto posterior al abandono del poblado. Está rellenada por sucesivas capas de tierra, de color gris oscuro o marrón oscuro, y textura muy suelta. Hemos identificado siete unidades que responden a pequeñas diferencias de color o textura, con los números 0803, 0814, 0818, 0821, 0822, 0824, 0828. Habitación 2. Está situada en la parte centro Norte del área excavada. Tiene forma cuadrangular, con una anchura de 2,40 m. de Norte a Sur, por una longitud de 3,90 m. de Este a Oeste. El muro Sur (UE.1104) se encuentra en la parte central del corte C3, y continuaba en el corte B3, donde se forma la esquina con el muro Oeste de la habitación (1005). Está orientado de Este a Oeste, formado por sucesivas hiladas de piedras medianas, de unos 20 cm., unidas con barro. El interior está formado por piedras más pequeñas y tierra. Tiene una longitud total de 3,90 m. por una anchura de 1,10 m. y un alzado máximo conservado de 1,20 m. El muro Este (UE.1116), quedaba parcialmente debajo del perfil Este del cuadro. Es perpendicular al anterior, con la misma técnica constructiva a base de piedras medianas en la cara dispuestas con poco cuidado, y piedras pequeñas y tierra en el interior. Se observa una anchura de un metro, por una longitud

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Figura 3. Sección del sondeo H-2.

total de 2,40 m. y un alzado máximo de ochenta centímetros. Originalmente tenía un vano de un metro en la parte central, que posteriormente es tapiado con un muro de adobe (UE. 1108). El muro Norte (1134) es técnicamente diferente. Se trata de un muro de adobe rojo intenso, muy compacto, con la cara interna enlucida. Se ha documentado una longitud de 2 m. un grosor de 40 cm. y un alzado máximo de 60 cm. El muro Oeste 1005, localizado en el Cuadro B3, sólo se ha documentado en su unión con el muro Sur 1104, con el que está bien trabado, y con la misma técnica constructiva. Los muros 1134, 1104 y 1005 están recreciendo los muros de la habitación D de la Fase II; los muros 1004 y 1005 han sido recrecidos ambos con la misma técnica constructiva, en tanto que en el muro Norte parece haber sido aprovechado el alzado de adobes de la habitación D de la Fase II. Por su parte el muro Este (UE.1116) es de nueva construcción, reduciendo el espacio de la habitación. En la cimentación de este muro (UE.6156) fue hallado un fondo de un bol con una roseta, de un taller campano (campaniense A arcaica), que nos da un cronología para la realización de este muro en la primera mitad del s. III a.C.

La estratigrafía registrada responde igualmente al abandono y posterior derrumbe de la habitación. Cubriendo las disoluciones de adobes, se identificó un estrato uniforme, de color marrón claro, algo anaranjado (1103), que se extiende por encima de las estructuras de la habitación, es por tanto posterior a su colmatación. Los siguientes estratos registrados corresponden a sucesivas coladas de adobes descompuestos, unidos con derrumbes de piedras (U.E. 1107, 1120 y 1113). Finalmente aparecen estratos más heterogéneos, dispuestos sobre el pavimento (unidades 1121=1126, 1129=1131 y 1133=1135 Interpretación y conclusiones

En primer lugar debemos destacar el mal estado de conservación de la mayor parte de las estructuras de la Fase I, en la que sólo se han podido delimitar dos habitaciones, y aún éstas tenían grandes rotos que afectaban a la totalidad del alzado; esta es la razón de que sea muy poco lo que conocemos acerca de la estructura urbana en esta fase. Cabe destacar que la mayoría de los muros se cimentan sobre los muros de la fase anterior, por lo que en cierto modo fosiliza la trama urbana existente; no obstante se han detectado que

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Habitación F

Habitación E

Habitación D

Habitación A

Habitación B

Habitación C

Figura 4: Fase II. Planta general.

son completamente nuevos que compartimentan los espacios, reduciendo a la mitad el espacio de los departamentos; esto se aprecia en la habitación 2, cuyos muros se apoyan en los del departamento D de la Fase II, excepto el muro este (UE.1116), de nueva construcción que divide en dos el citado compartimento. Igualmente sucede con la cimentación 6103 que subdividía en dos la habitación que montaba sobre el departamento B de la Fase II. En cuanto a la función de los dos ambientes excavados pensamos que son lugares de habitación eminentemente domésticos, aunque no podemos precisar si formaban parte de una unidad. Nos conduce a esta idea el hecho de haber encontrado en su interior abundantes cerámicas comunes y también de cocina, junto con restos de comida (huesos y moluscos), algunas pesas de telar, y un molino circular en la habitación 1. Para la datación de esta Fase I contamos, en primer lugar con la superposición de las estructuras de esta fase sobre las de la Fase II, que nos indica una fecha “post quem” a mediados del s. IV a.C. a juzgar por las cerámicas áticas halladas en la colmatación de las mismas. Así pues, el poblado en la Fase I arranca a partir de la segunda mitad del s. IV a.C. o quizás a ini-

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cios del s. III a.C. Esta cronología a caballo entre los s. IV a. C. y III a.C. es corroborada por la presencia de algunos materiales, entre los que destaca el fondo del Taller de las Pequeñas Estampillas, algunas piezas del taller de Rosas, el fondo de bol de Campaniense A arcaica (1) o las ánforas púnico ebusitanas PE 14 y 15, propias del s. IV a.C. y de la primera mitad del s. III a.C. respectivamente (Ramón 1981). Esta fase conoció su apogeo a lo largo de todo el s. III a.C. como queda patente por la presencia de las principales producciones de cerámicas finas y de ánforas en circulación por el Mediterráneo Occidental a lo largo de todo este siglo, como los productos de barniz negro del Taller de Rosas, Campaniense A arcaica y antigua, productos de vajilla fina del área púnica, cerámica común púnica, ánforas tardías del área del Estrecho Mañá-Pascual A-4 evolucionadas, ánforas Ribera G, ánforas púnico ebusitanas PE 15, PE 16, PE 23; ánforas Mañá D2 y D1a. Para la datación del abandono contamos con la cronología que aportan los materiales más recientes aparecidos en los estratos de colmatación de las estructuras. Destacan especialmente los escasos fragmentos de cerámica Campaniense A antigua (L.23 bol con una roseta de siete pétalos n.º 6);

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Figura 5. Fase I, Habitación 2. 6.-LE.0302-11. Bol de Campaniense A. Forma L. 27. 7.-LE.C2-207. Plato de pescado de cerámica ática de barniz negro. 8.-LE.C2-226. Vaso pintado de cerámica ibérica.

9.-LE.1103-75. Vasode cerámica ibérica pintada. 10.-LE.1102-63. Anfora púnico-ebusitana, PE 14. 11.-LE.1102-60. Vaso caliciforme de cerámica ibérica. 12.-LE.1102-58. Soporte de cerámica ibérica.

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Figura 6: fase I, Habitación 2 19.-LE.1120-143.Cuenco de cerámica ática de barniznegro. L.21/25 20.-LE.1126-155. Vaso con perfil en ese de cerámica ibérica. 21.-LE.1126-156. Plato pintado de cerámica ibérica.

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22.-LE.1126-167. Pitorro de cerámica ibérica. 23.-LE.1126-157. Vaso de tocador de cerámica ibérica. 24.LE.1126-173. Olla de cerámica de cocina ibérica. 25.-LE.1120-146. Anfora ibérica.

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Figura 7: Fase II, Departamento K 272.-LE.824-85. Vaso de doble cuerpo de cerámica ibérica pintada.

ánforas púnico ebusitana PE 17 y PE 24; y tres bordes de ánforas greco-itálicas Will d. Todo este conjunto de material se puede fechar entre los últimos años del s. III a.C. y los primeros decenios del s. II a.C. Debemos remarcar una circunstancia muy significativa: se trata de materiales como la Campaniense A, las ánforas púnico- ebusitanas PE-17 o las ánforas greco-itálicas Will d, que serán exportadas masivamente a partir de los primeros años del s. II a.C. con la gran expansión comercial itálica que supuso el final de la segunda guerra púnica. En cambio estos productos en La Loma del Escorial tienen una presencia muy débil, casi testimonial y en el caso de la Campaniense A las formas representadas son propias de los repertorios más antiguos. LA FASE II (fig.4)

Departamento A. Está situado en la parte central del área excavada. Está circundada por los departamentos C y D por el Oeste, el departamento B por el este, y los departamentos E y F por el Norte; con ninguno de ellos mantiene comunicación directa. Por el Sur se abre a la calle 1. Tiene forma casi cuadrada, 4,60 m de Este a Oeste, por 4 m de Norte a Sur; conserva más de un metro de alzado, correspondiente al

273.-LE.827-89. Vaso con cazoleta. Cerámica común púnica. 274.-LE.819-58. Crátera ática de figuras rojas.

zócalo, de piedra caliza en mayor parte, el resto del alzado estaba realizado por medio de adobes, muchos de los cuales fueron localizados casi completos, caídos en el interior del departamento; las dimensiones de estos oscilan entre los 27 cm. de longitud, por 22 de anchura y 7 de grosor. El pavimento fue localizado a la cota 2,15 m. s.n.m.; está formado por una capa uniforme y homogénea de yeso. Las paredes presentan restos de enlucido blanco en el interior de los muros Este y Sur. La puerta se abre en la parte Sur, junto al ángulo Suroeste, con un vano de 0,90 m que la comunica con la calle 1. El departamento estaba completamente colmatado por por los derrumbes de sus muros y techumbres, conteniendo en su interior abundantes objetos pertenecientes al ajuar doméstico. Todo este depósito se encontraba cubierto por una pequeña capa de tierra limosa, muy fina y suelta (UE. 1312), que cubría también la parte superior de los muros. Lo interpretamos como una capa de colmatación posterior al derrumbe de la habitación. Debajo de esta unidad se generaliza una espesa capa formada por la caída en talud de los adobes que conformaban el alzado de los muros (UE. 1313), muchos de ellos se encontraban bastante completos. Además este estrato estaba formado por la disolución de estos adobes, y por el material que los unía, a modo de masa, de color marrón claro, así

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Figura 8: Fase II, Departamento K 275.-LE.819-37. Crátera de columnas de cerámica ibérica pintada. 276.-LE.819-55. Cerámica ibérica pintada.

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277.-LE.819-56. Vaso con con baquetones. 278.-LE.822-70. Base de mortero púnico-ebusitano.

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como restos de cenizas y algunos carbones. En esta unidad se localizó la mayor parte de los materiales: ocho cráteras áticas de figuras rojas (G.ª Cano y G.ª Cano 1992), cuatro ánforas Mañá-Pascual A-4, un ánfora Mañá C1a (2) (G.ª Cano e.p.), un ánfora del Egeo, dos corintias y una de Corfú; junto a ellas numerosos vasos de almacenamiento y ánforas ibéricas. Finalmente, sobre el pavimento se documentó un fino estrato formado por carbones y cenizas de color negro profundo (U.E 1325). Departamento B (3). Se encuentra al Este del anterior, separada por un muro medianero; la única puerta atestiguada se abre también por el Sur a la calle 1, pero en el ángulo contrario, el Sureste. Tiene forma rectangular, casi cuadrada, con 5,30 m de Este a Oeste por por 4,30 de Norte a Sur; el muro Norte del fondo es común a ambos departamentos; el zócalo de piedra conserva una media de 0,80 m. de alzado; está realizado a base de piedras calizas dispuestas en hiladas sucesivas, con numerosas oquedades rellenadas por barro, esta es la razón que en algunas partes el muro se haya desmoronado hasta la base. El pavimento está formado por una capita gris con concha triturada y chinarrillo muy fino que cubren a una capita uniforme de yeso similar a la detectada en el departamento A, a la cota de 2,15 m. s.n.m. Este departamento estaba igualmente colmatado por los materiales procedentes del derrumbe de los adobes que formaban el alzado de los muros y por los materiales que formaban la techumbre que colmataba por completo el zócalo de piedra de los muros. El depósito estaba cubierto por una capa de tierra muy limosa de color amarillento, bastante suelta, que interpretamos como una capa sedimentada posteriormente al derrumbe (UE. 6106). A continuación se delimita un espeso estrato de color rojo que interpretamos como coladas de disolución de adobes que formaban la parte superior de los muros (UE. 6107). Prácticamente no contenía materiales. Este potente estrato cubría a la UE. 6108, que se generaliza por toda la habitación. Constituye una capa más heterogénea, caracterizada por tierra rojiza más suelta, con cenizas y carbones, algunas lajas de pizarra violácea, y adobes con improntas vegetales, que pensamos que corresponde a los materiales caidos del techo. En este estrato se localiza la mayor parte del material arqueológico, con vasos cerámicos fragmentados pero completos, chafados en los lugares donde estaban abandonados cuando se produjo el derrumbe. Destacaremos un vaso de plomo situado junto a una gran mancha de cenizas, y a su

lado un capazo de esparto carbonizado; un ánfora ibérica, muy fragmentada; un vaso de doble cuerpo, dos vasitos caliciformes, y un vasito de perfil quebrado de cerámica ibérica pintada. En el centro de la habitación se hallaba un ánfora de filiación griega (probablemente una Corintia A’). Departamento K. Como ya se ha indicado este departamento sólo ha sido excavado en el sondeo vertical (cuadrícula H-2); su situación en el extremo Noreste del solar no permitía su delimitación completa, sólo se han documentado dos muros, el Sur y el Oeste, ambos fueron posteriormente recrecidos para formar la habitación 1 de la Fase I. Las dimensiones máximas excavadas son 5 m. de Norte a Sur por 5,40 m. de Este a Oeste. El muro Sur tiene un grosor de 0,75 m.; el muro Oeste 0,60 m., linda con la calle 2, con la cual queda comunicado mediante una abertura de 0,70 m. en el ángulo Suroeste de la habitación. Como en los otros dos departamentos de esta fase se constata una estratigrafía típica de derrumbe y abandono posterior (fig.3). Se ha documentado un estrato (UE. 0820) correspondiente a la interfase, que nivela el terreno entre los derrumbes de este departamento de la Fase II y la nuevaconstrucción de la Fase I. Debajo de éste, apareció una potente disolución de adobes rojizos (UE. 0825), correspondiente a la caída del alzado de los muros, dispuesto sobre el pavimento (UE. 0827). Éste está formado por tierra apisonada de color amarillento, a la cota de 1,74 m s.n.m. Finalmente se documentó la fosa de fundación (UE. 0830) correspondiente al muro Sur de la habitación. Como ya hemos indicado más arriba todo el depósito estaba perforado por una profunda fosa que arranca desde la Fase I. Interpretación y conclusiones

El urbanismo que se aprecia en el sector excavado hasta ahora se caracteriza por las unidades cuadrangulares, separadas por muros medianeros, con ejes perpendiculares que denotan una cierta planificación de las construcciones. Abunda en esta idea que los departamentos A y B estén cerrados por el Norte por un mismo muro corrido. Respecto a la funcionalidad, ambos departamentos ofrecen rasgos muy diferentes; el departamento A se caracteriza por la acumulación de grandes vasos de cerámica ibérica, junto con ánforas ibéricas e importadas y el grupo de ocho kráteras áticas de figuras rojas que podemos interpretar como un lugar de almacenamiento; por contra, en el departamento B hallamos una menor cantidad de vasos, donde el predominio lo tienen las cerámicas ibéricas finas (caliciformes, vaso de

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

doble cuerpo), pero también hay un ánfora corintia y una olla de cocina local, que quizás denota un ámbito de carácter doméstico. Para la datación de esta Fase II contamos con pocos elementos cronológicos sobre el momento inicial. Los rasgos constructivos explicados parecen indicar que toda esta parte se construyó simultáneamente. Las cerámicas áticas detectadas en el interior de estos departamentos ayudan a precisar la datación del momento final de esta fase: ocho kráteras áticas de figuras rojas y un cuenco L.24 en el departamento A; un borde de kylix de figuras rojas y plato de pescado, cuenco L.21/25B, y dos páteras L.22 en el departamento B. Ambos conjuntos se pueden fechar en el segundo cuarto avanzado del s. IV a.C. (G.ª Cano e.p.); presumiblemente la destrucción de ambos departamentos se produjo también de manera simultánea. En cuanto a las relaciones comerciales hay que destacar que en el departamento A, junto al importante conjunto de cerámicas de figuras rojas se halló una notable presencia de ánforas importadas de distintas áreas geográficas, estando bien representadas las principales áres comerciales púnicas (ánfora ibicenca PE 14, ánfora cartaginesa Mañá C1a, cuatro ánforas del área del Estrecho Mañá-Pascual A-4) (G.ª Cano e.p.) y otras de ámbito griego (dos ánforas corintias A’, un ánfora de Corfú y otra egea), en definitiva un contexto muy próximo al del pecio del Sec (Arribas et alii 1987). En definitiva, durante este periodo se observa una actividad comercial muy dinámica, con importaciones de variadas procedencias que parece indicar que durante la primera mitad del s. IV a.C. asistimos a un periodo muy abierto, en donde las áreas de influencia de cada potencia comercial están poco definidas. No obstante hallazgos como el del pecio de El Sec hacen restar protagonismo al papel atribuido tradicionalmente a Ampurias en el comercio de las cerámicas áticas y las ánforas greco-orientales a favor de los comerciantes púnicos, al menos hacia mediados del s. IV a.C. LA FASE III

Como ya hemos citado sólo se ha detectado en el sondeo vertical realizado en la cuadrícula H-2 (fig.3); inmediatamente debajo de las estructuras de la Fase II (Dep. K) se documentó un muro (UE.0842) asociado a dos pavimentos de tierra apisonada, gravilla y arena (UE 0831 y 0833). Está orientado de Norte a Sur; el tramo excavado mide 1,50 m. de longitud, por 0,22 m. de anchura y dos hiladas de alzado,

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con 0,40 m. de altura conservada. Fue localizado a la cota 1,58 m. s.n.m. Está formado por piedras medianas y pequeñas bien encaradas. Fue excavado un depósito estratigráfico de 0,50 cm., con estratos poco potentes y muy horizontales, que parecen responder a capas de preparado de los pavimentos y a sus abandonos; estos estratos contienen muy escaso meterial arqueológico, tan sólo paredes de cerámica a torno poco significativos. En una prueba de cimentación realizada por la empresa constructora en la parte situada al Oeste del solar fue localizado otro muro entre las cotas 1,96 m. y 1,56 m. s.n.m., que corresponden con seguridad a esta misma fase, que atestigua su continuidad en todo este solar. Para la datación de esta fase solamente disponemos de elementos de cronología relativa. De esta manera, el principal elemento cronológico es su posición estratigráfica por debajo de las estructuras de la Fase II, cuyo momento inicial fechábamos en base a las cerámicas áticas más antiguas que se le asocian hacia finales del siglo V a.C. Por ello debemos suponer que la amortización de la Fase III debió ocurrir en una fecha inmediatamente anterior, quizás en el último cuarto del s. V a.C. El momento inicial nos resulta aún más difícil de datar. A nivel hipotético podemos apuntar que los materiales áticos más antiguos hallados en las excavaciones de P. San Martín pueden corresponder a este periodo de existencia del poblado. Nos referimos a los fragmentos de kylix del Pintor de Bologna 417, fechable a mediados del s. V a.C., y del kylix de barniz rojo coral o intencional, fechado en el primer cuarto del s.V a.C., que es el valor cronológico más antiguo que encontramos hasta el momento en todo el conjunto de Los Nietos. En cuanto a las razones del origen del poblamiento en Los Nietos, pensamos que se relaciona con el inicio de la explotación de los recursos mineros de la Sierra Minera de La Unión. Hay que destacar que Los Nietos se encuentra en el punto del litoral del Mar Menor con acceso más próximo y fácil a esta sierra, y además está junto a la desembocadura de la rambla Carrasquilla, excelente vía de comunicación terrestre entre los principales yacimientos mineros y el poblado, la cual penetra siete kilómetros en la Sierra. Este afán por comunicar la sierra con la costa se explica por la necesidad de comercializar por vía marítima la producción minera, comercio en el que debían estar implicados desde el mismo origen los agentes coloniales responsables, a nuestro juicio, de la ubicación y de la función principal del poblado.

INFORME SOBRE EL POBLADO IBÉRICO DE LA LOMA DEL ESCORIAL, LOS NIETOS (CARTAGENA)

E. Diehl, ante la calidad y antigüedad de los materiales de importación áticos hallados en esta primera excavación, consideró posible que en La Loma del Escorial estuviera radicada una factoría comercial griega, con presencia de elementos griegos.

periodo Bárquida. La subordinación al poder cartaginés supondrá que tras la conquista de Cartagena, la reorganización del territorio por el nuevo poder romano supuso la desaparición del poblado en los años finales del s.III a.C. o en los iniciales del s. II a.C. y su población diseminada en las nuevas explotaciones (Diehl et alii 1964; Ruiz 1995, 153-182).

CONSIDERACIONES FINALES

Catálogo-Resumen de los materiales más significativos (4)

La campaña de excavaciones de 1990 en el poblado de La Loma del Escorial ha revelado la existencia de al menos tres fases constructivas sucesivas que se pueden relacionar con los hallazgos realizados en la primera intervención de 1962 por P. San Martín. Los datos sobre la Fase inicial del poblado siguen siendo muy escasos, pero se confirma su actividad al menos desde el s. V a.C., con una importante remodelación que podríamos datar en los años finales de este siglo. Ha aportado mayor información referente a la llamada Fase II, donde se documenta un nivel de destrucción a mediados del s.IV a.C. en los dos departamentos excavados; por otra parte cabe reseñar la existencia de una gran cantidad de importaciones cerámicas y la variedad de los centros productores: su acumulación en una sola estancia permite suponer que Los Nietos funcionó como un importante centro redistribuidor de mercancías, hacia el interior de la región, pero también debió servir como punto de escala de la navegación; todo ello conlleva unas relaciones muy estrechas entre los habitantes del poblado y los comerciantes coloniales que debieron tener una presencia muy asidua en el poblado (Barceló 1987-88, 173). Por otra parte la presencia de litergirio (óxido de plomo residual del proceso de copelación de la plata) en el departamento B demuestra la existencia de esta actividad metalúrgica al menos desde mediados del s.IV a.C. y que sin duda debió constituir uno principales de los acicates comerciales en este periodo. En el s.III a.C. en la orientación comercial se hace más patente el predominio púnico; entre las importaciones destaca un importante grupo de ánforas ibicencas (PE 15, 16, 23 y 24) ánforas del área del Estrecho derivadas de la Mañá-Pascual A-4, ánforas Ribera G, ánforas cilíndricas del Mediterráneo Central Mañá D, que cubren toda la centuria sin solución de continuidad; en la vajilla de barniz negro sobre todo predominan los productos del Taller de Rosas y las imitaciones ibicencas, y en el momento final la Campaniense A (GªCano e.p.). Es muy destacable el papel que parece haber jugado Ibiza como agente intermediario a lo largo de esta última fase. El contexto cerámico es paralelizable con los niveles prerromanos de la ciudad de Cartagena, en el

6.-LE.0302-11 (fig.5): Bol de Campaniense A, forma L.27. Fondo completo, anular; Arcilla marrón rojizo, presenta pequeñas partículas negras y mica. Exterior, barniz amarronado, poco brillante. Fondo externo sin barnizar, manchado por derrame; huellas dactilares entorno al pie. En el fondo interno una roseta impresa con siete pétalos y botón central. 7.-LE.C2-207 (fig.5): Plato de cerámica ática de barniz negro. Forma L.23. Arcilla muy depurada, y compacta. Color anaranjado claro. Exterior barniz negro muy amarronado, brillo irregular, muy metálico en el interior. Ranura entorno a la cazoleta en reserva. La unión entre el pie y la pared barnizada. Fondo externo completamente barnizado. 8.-LE.C2-226 (fig.5): Vaso pintado de cerámica ibérica. Fragmento de borde, vuelto al exterior, con pequeña visera. Arcilla amarillenta, levemente vacuolada. Exterior blanquecino. Decorado con bandas en el labio y en la visera y una línea en el interior. 9.-LE.1103-75 (fig.5): Vaso pintado de cerámica ibérica. Fragmento de borde en forma de pico de ánade. Arcilla anaranjada, compacta. Exterior anaranjado, con una banda en el labio y dos líneas entorno al cuello. 10.-LE.1102-63 (fig.5): Anfora ebusitana, PE 14. Fragmento de borde, engrosado. Arcilla anaranjada, compacta, con numerosos puntitos blancos visibles y mica. Exterior idem. 11.-LE.1102-60 (fig.5): Vaso caliciforme de cerámica ibérica. Borde exvasado, carenado. Arcilla anaranjada, exfoliada, con pequeñas partículas blancas. Exterior anaranjado. 12.-LE.1102-58 (fig.5): Soporte de cerámica ibérica. Arcilla gris oscuro, con finos filos de color rojizo, grano muy fino. Abundantes partículas blancas muy pequeñas. Exterior gris amarronado. 19.-LE.1120-143 (fig.6): Cuenco de cerámica ática de barniz negro. Forma L.21/25. Fragmento de borde. Arcilla anaranjada, compacta y depurada. Exterior barniz negro, algo amarronado, muy picado. 20.-LE.1126-155 (fig.6): Vaso con perfil en ese, con asa vertical, de cerámica ibérica. Borde exvasado. Arcilla de color naranja pálido, porosa. Exterior anaranjado pálido.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

21.-LE.1126-156 (fig.6): Plato pintado de cerámica ibérica. Borde entrante. Arcilla gris claro, pequeñas vacuolas y algunas partículas blanco. Exterior marrón claro. Presenta cinco líneas paralelas en la pared media, y otra en la parte inferior. Al interior otras seis líneas. 22.-LE.1126-167 (fig.6): Fragmento de pitorro de cerámica ibérica. Labio vuelto al exterior. Arcilla porosa, de color marrón claro, con partículas blancas y negras. Exterior idem. 23.-LE.1126-157 (fig.6): Vaso de tocador de cerámica ibérica. Le falta el borde. Pie estrecho y bajo, fondo umbilcado. Arcilla compacta y granulosa, de color gris oscuro. Se observan algunas partículas gruesas de color blanco. Exterior muy quemado. 24. LE 1126-173 (fig.6): Olla de cerámica de cocina ibérica. Borde vuelto al exterior. Arcilla rojiza, con filos amarronados. Desgrasantes gruesos y duros de color blanco y oscuros. Exterior marrón claro, alisado, labio ennegrecido. 25.-LE.1120-146 (fig.6): Anfora ibérica. Borde entrante, labio recto y engrosado. Arcilla gris claro, con abundantes partículas negras y blancas. Exterior anaranjado. 272.-LE.824-85 (fig.7): Cerámica ibérica pintada; fragmentos del tercio superior y fondo de un vaso de doble cuerpo. Arcilla gris claro al interior, anaranjado al exterior. Superficie cubierta de un engobe blanquecino. 273.-LE.827-89 (fig.7): Cerámica común importada; fragmento del fondo, con una cazoleta en el interior. Arcilla con núcleo gris claro, filos anaranjados. Exterior anaranjado, con partículas blancas. 274.-LE.819-58 (fig.7): Cerámica ática de figuras rojas; fragmento de borde de una crátera ática de figuras rojas. Arcilla anaranjada. Superficie barniz negro brillante, un poco cuarteado. En el labio externo, hojas de laurel. Acanaladura en reserva. 275.-LE.819-37 (fig.8): Cerámica ibérica pintada; parte superior de una crátera ibérica de columnas. Arcilla gris oscuro, con filos exteriores de color rojizo anaranjado. Presenta mica muy fina. Superficie, en el labio interno semicírculos concéntricos; en el exterior del cuello, dos series de círculos concéntricos, uno encima del otro, formando intersección. En el hombro una gruesa banda y dos líneas; encima semicírculos concéntricos; debajo un friso de pequeños sectores circulares. 276.-LE.819-55 (fig.8): Cerámica ibérica pintada. Arcilla marrón claro, con partículas blancas. Superficie decorado con dos líneas en el interior; en el exterior no conserva pintura.

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277.-LE.819-56 (fig.8): Cuello de un vaso con con baquetones. Arcilla gris, fina y depurada. Superficie amarronada, con zonas muy rojizas. Tiene dos baquetones muy bien acabados. 278.-LE.822-70 (fig.8): Fragmento de base de mortero; con repié; el fondo externo acanalado. Arcilla amarilla, con desgrasantes gruesos de color negro. Piedras abrasivas negras incrustadas en el interior.

NOTAS (1) Las cerámicas campanienses han sido objeto de un trabajo monográfico en XXIII C.N.A. celebrado en Elche en 1995. (2) Los materiales púnicos de la Fase II han sido estudiados en IV Congreso Internacional de Estudios fenicios y púnicos, celebrado en Cádiz en 1995. (3) El departamento B ha sido más ampliamente tratado en el Homenaje de la Revista Verdolay a la Dra. Muñoz Amilibia. (4) En el número de catálogo de los materiales se ha respetado el número asignado en la Memoria general que estamos elaborando.

BIBLIOGRAFÍA ARRIBAS, A., TRIAS, G., CERDA, D., DE HOZ, J.: 1987 El barco de El Sec. Mallorca 1987. BARCELO, P.: 1987-88, «Notas sobre la presencia griega en el litoral hispano», Cuadernos de Prehistoria y Arqueología Castellonense 13, 171. DIEHL, E., SCHUBART, H., SAN MARTIN, P.: 1962, «Los Nietos. Ein Händelplatz des 5 bis 3 Jahrhunderts an der Spanische Levanteküste» Madrider Mitteilungen 3, 1962, 45-84. GARCIA CANO, C. GARCIA CANO J.M.: 1992, «Cerámica ática del poblado ibérico de La Loma del Escorial (Los Nietos, Cartagena)», A.E.A. n.º 65, Madrid 1992, 3-32. GARCIA CANO, C.: (e.p.), «Contextos del s. III a.C. en el conjunto ibérico de Los Nietos (Cartagena): las cerámicas de barniz negro»; XXIII Congreso Nacional de Arqueología, Elche 1995. GARCIA CANO, C.: (e.p.), «El departamento B de La Loma del Escorial (Los Nietos, Cartagena)»; Verdolay, Homenaje a A.M. Muñoz Amilibia. GARCIA CANO, C.: (e.p.), «Los inicios de la presencia púnica en el poblado ibérico de Los Nietos (Cartagena)», IV Congreso Internacional de Estudios fenicios y púnicos. Cádiz 1995. LILLO CARPIO, P.: 1981, El poblamiento ibérico en la provincia de Murcia. Murcia 1981. RAMON TORRES, J.: 1981, La producción anfórica púnico-ebusitana. Ibiza 1981. RUIZ VALDERAS, E.: 1995, «El poblamiento rural romano en el área oriental de Carthago Nova»; Poblamiento Rural Romano en el Sureste de Hispania, Murcia 1995, 153-182. SAN MARTIN MORO, P.: 1964, «Primer informe sobre la excavación de La Loma del Escorial, Los Nietos (Cartagena)»; Noticiario Arqueológico Hispánico n.º 6, 157- 164.

PRIMERA CAMPAÑA DE EXCAVACIONES EN LA VILLA ROMANA DE LA TORRE DE SANCHO MANUEL (LORCA)

Andrés Martínez Rodríguez

MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

ENTREGADO: 1996

PRIMERA CAMPAÑA DE EXCAVACIONES EN LA VILLA ROMANA DE LA TORRE DE SANCHO MANUEL (LORCA)

ANDRÉS MARTÍNEZ RODRÍGUEZ Museo Arqueológico de Lorca

Resumen: La villa romana está enclavada en el valle del Guadalentín, próxima al Camino Real o al Camino de los Valencianos. La estratégica situación controlando una extensa tierra de labor bien regada por la rambla Viznaga y la vía de comunicación hacia el valle del Almanzora,

favoreció el sucesivo establecimiento de población desde la protohistoria hasta época tardorromana, tal y como se ha podido constatar en las excavaciones arqueológicas.

El nombre con que se conoce el yacimiento de la Torre de Sancho Manuel hace referencia a un torreón mudéjar, construido en el siglo XIV para reforzar y controlar la importante vía de comunicación entre los valles del Guadalentín y del Almanzora. Esta ruta fue posteriormente denominada Camino Real y actualmente es conocida como Camino de los Valencianos. La torre se levantó sobre una importante villa romana conocida desde principios de siglo. González Simancas (1905: 457) se refiere a este yacimiento con el nombre de Torre del Araillo, mencionando el hallazgo de cimentaciones de un edificio romano, restos de los mosaicos que cubrían los suelos, esculturas de mármol blanco hechas pedazos, y tinajas de gran tamaño. Joaquín Espín (1928) vuelve a incidir en los hallazgos de fragmentos de escultura en mármol, entre ellos un pie y una cabeza de niño y un gran mosaico en el sitio llamado Torre del Obispo. Posteriormente se han referido a este significativo yacimiento romano Cristóbal Belda (1975: 292), Ana M.ª Muñoz Amilibia (1980: 54), Sebastián Ramallo (1985: 100) y algunos estudiosos locales.

a unos 8 km. de la ciudad y a 2 km. de la carretera comarcal 3.2ll (Lorca-Águilas), en la pedanía de Cazalla. Sus coordenadas U.T.M. en la hoja 975 de Puerto Lumbreras son 41 64 950 y 6 19 700, y su altura sobre el nivel del mar 290 m. (fig. 1). El yacimiento se extiende por varios bancales propiedad de D. Eusebio Soto, D. Pedro López Abril, D. José Moreno Ruiz, D. Pedro Baenas Pelegrín y Dª. Ana Díaz Alcázar (fig. 2). La terreno donde está enclavada la torre de Sancho Manuel y su entorno inmediato donde se ha practicado la primera campaña de excavaciones arqueológicas pertenecen a D. Eusebio Soto López. La roturación de los bancales donde se extiende el yacimiento permitió su descubrimiento en 1902, su continuada explotación ha producido que en la actualidad estén al descubierto la casi totalidad de la cimentación del torreón, con el peligro de conservación que lleva implícito y la destrucción de las estructuras romanas de este importante yacimiento, como se ha podido comprobar en esta primera campaña de excavaciones.

I. Situación

II. Proceso de excavación

El yacimiento denominado como Torre del Araillo o Torre de Sancho Manuel se localiza al Sureste del municipio de Lorca,

La 1.ª campaña de excavaciones arqueológicas en la Torre de Sancho Manuel se efectuó en el periodo comprendido

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PRIMERA CAMPAÑA DE EXCAVACIONES EN LA VILLA ROMANA DE LA TORRE DE SANCHO MANUEL (LORCA)

dejando un metro de separación entre éstos. La cota +0,00 m. se situó en el centro del muro NW de la torre. II.1. Corte D-1

El corte D-1 se plantea con unas medidas de 5 m. por 5 m. Se ha denominado estrato superficial a una potente capa de tierra marrón de aproximadamente 0.50 m. movida por las sucesivas roturaciones del terreno, conteniendo trozos de plástico negro, piedras y abundantes fragmentos de cerámica romana. El estrato 1 de tierra marrón clara compactada presenta en la superficie de contacto con el estrato superficial las marcas de las rejillas del arado. Asociados a este estrato aparecen cuatro muros de piedra (D.1.1, D.1.2, D.1.3 y D.1.4) paralelos a los perfiles del corte. Los espacios delimitados por estos muros se denominan ámbitos VI, VII, VIII y IX. Ámbito VI

Fig. 1. Situación de la villa en el plano.

entre el 9 de agosto y el 15 de septiembre de 1990. Colaborando en los trabajos de campo, inventario y dibujo los licenciados en Historia Antigua y Arqueología de la Universidad de Murcia, D. José Antonio Egea Sandoval, D.ª. Ginesa Fernández Buendía, D. Felipe González Caballero, D.ª Pilar Hernández Gaspar, D. Juan de Dios Hernández García, D. Joaquín Lomba Maurandi, D.ª M.ª Llanos López Muñoz, D. Gonzalo Matilla Séiquer y D.ª Ana Pujante Martínez, así como los alumnos de la Facultad de Letras, D. Juan Luis Montero Fenollós, D.ª Esther Muñoz Césaro, D. Alfredo Porrua Martínez y D.ª Belén Sánchez González. Los objetivos marcados para esta primera campaña iban dirigidos a documentar la torre y su entorno inmediato, espacio muy castigado por las roturaciones para la agricultura y donde a finales de los años setenta se halló un tesorillo de áureos altoimperiales (Fontela, 1992: 24-26), se puso al descubierto una piscina de opus signinum y un pequeño depósito recubierto de cal o yeso. Al topografiar el yacimiento se crearon cuatro sectores, quedando el área objeto de esta primera campaña en el sector D, con excepción de la torre que quedó englobada en el sector B. Los cinco cortes abiertos están alineados de NW-SE

Los muros D.1.1 y D.1.2 y el ángulo 2-3 delimitan un espacio de 2,50 m. por 2,90 m. Al seguir bajando en el interior de este ámbito nos encontramos con un nuevo muro de grandes piedras asociado al estrato 2 de tierra marrón anaranjada más suelta, con los derrumbes de enlucido de cal, que delimita un espacio menor de 1,16 m. por 3,08 m., revocado y pavimentado por un enlucido de cal. A este espacio asociado al estrato 2 denominamos balsa 1. Ámbito VII

Delimitado por los muros D.1.1, D.1.2, D.1.4 y D.1.6. Estos muros están asociados al estrato 1 de tierra marrón clara, que se deposita sobre restos de un pavimento de tierra roja apisonada. Bajo este pavimento la estratigrafía es la siguiente: -estrato 2 de tierra marrón anaranjada -estrato 3 de tierra marrón con carbones -estrato 3a de muy poca potencia formado por tierra cenicienta -estrato 4 formado por adobe compactado que pudo ser un pavimento. Ámbito VIII

Delimitado por los muros D.1.1, D.1.2, el cierre de la pileta de signinum y el ángulo 1-4. En este ámbito se han podido documentar los estratos 1 y 2 semejantes a los del ámbito VII que se superponen al estrato 3 de tierra marrón muy compactada totalmente estéril. Ámbito IX

Espacio delimitado por los muros D.1.1 y D.1.5 y el

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Fig. 2. Delimitación del yacimiento en el plano de parcelación, polígono 153 del término municipal de Lorca.

ángulo 3-4. La estrato 1 de este departamento es semejante al del espacio VIII. Los muros D.1.1 y D.1.5 aparecen asociados a este estrato 1, quedándose colgados al comenzar el estrato 2 sobre el que aparecen unas manchas cenicientas. II.2. Corte D-5

Este cuadro se plantea con unas medidas de 5 m. por 5 m. El estrato superficial de revuelto en algunas zonas llega a tener 0,60 m. de potencia debido a los movimientos de tierra efectuados por las continuas roturaciones y la excavación clandestina. La cimentación de dos muros adosados (D.5.1 y D.5.5) con dirección NE-SW y conformados por piedra mediana unida con una potente argamasa delimitan los ámbitos I y II. Cerrando el ámbito I por SW se conserva la parte inferior de una piscina de opus signinum perpendicular a los muros (departamento 3), cuya zona oriental se superpone a una estructura cuadrangular (departamento 4) con las paredes enlucidas que se introduce en el perfil 3. Tanto la piscina rectangular como el posible aljibe cuadrangular estaban rellenos por tierra removida, el opus signinum estaba recubierto con un plástico amarillo. El ámbito 2 situado al NW del corte D-5 está delimitado por los muros unidos en ángulo recto D.5.5 y D.5.6., y el perfil 1. La construcción de la piscina de signinum y la cimentación de los potentes muros se realizó perforando los estratos 1, 1b y 2. El estrato 1a estaba formado por una tierra marrón clara con escasos fragmentos de cerámica. Denominamos estrato 1b a una capa de tierra marrón clara de textura más suelta que la del estrato anterior. El

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material asociado a este estrato es escaso con formas elaboradas a mano y cerámicas grises bruñidas. Bajo el estrato 1b se documenta el estrato 2 de tierra marrón anaranjada de textura más suelta que el anterior, con pequeños carbones y mayor proporción de cerámica fundamentalmente fragmentos de ánforas. Asociados a este estrato comienzan a parecer los muros D.5.6 con dirección E-W y el D.5.7 orientado N-S. Ambos muros están formados por dos hiladas de piedra de tamaño medio unidas por piedra y ripios en el centro, conservando en algunas zonas el alzado de adobe. Los derrumbes de este alzado al mezclarse con la tierra conforman el estrato 2. Debajo del estrato 2 empieza a aparecer el estrato 3 compuesto por una tierra marrón oscura con pequeños carbones dispersos que en los ámbitos I y IV se concentran formando manchas. Los muros D.5.6, D.5.7 y D.5.9 permiten aislar cuatro espacios que denominamos I, II, III y IV. Ámbito I (lám. 1)

Espacio delimitado por los muros D.5.6, D.5.7 y D.5.9. Este último muro se interrumpe para formar un acceso de 0,70 m. que comunica los ámbitos I y IV. En el ángulo formado por los muros D.5.6 y D.5.9 aparece la parte superior de una columna cuyo fuste circular ha sido aplanado para señalizar dos caras paralelas, los lados de la parte superior que no están aplanados presentan unos abultamientos a modo de pencas muy toscas y deterioradas y una moldura cóncava labrada en una de las caras comunica las dos pencas. La localización de esta pieza arquitectónica en las inmediaciones de un acceso, unida a las características de la pieza con dos superficies aplanadas, hacen pensar que pudo funcionar como jamba de una entrada y que al derrumbarse quedó volcada. Ámbito II

Habitación delimitada por los muros D.5.6 y D.5.7. En la muro D.5.6 se documentó una abertura que comunicaba los ámbitos I y II. En las inmediaciones de este acceso se documentó un depósito cerámico formado por dos vasos grises de perfil moldurado y pie anular, un plato de pie anular y base cóncava y una ollita de borde vuelto y fondo cóncavo rellena de carbones. Esta habitación estuvo pavimentada por una delgada capa de adobe beige que se conservaba en el ángulo 1-2 y debajo del lote cerámico.

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Fig. 3. Cuencos de cerámica gris con el perfil exterior moldurado (3.1 y 3.2), plato sin labio y pie anular (3.4) y olla con el borde vuelto y base cóncava (fig. 3.3) procedentes del ámbito 1. Olla u orza con mamelones de aprehensión verticales pendientes de la línea del borde (fig. 3.5).

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Ámbito III

Pequeño espacio delimitado por los muros D.5.5, D.5.8 y el perfil 1. Durante el proceso de excavación se pudo comprobar que este pequeño espacio formaba parte de una gran dependencia romana (ámbito X). Ámbito IV

Este espacio delimitado por los muros D.5.6 y D.5.9 fue parcialmente vaciado al construir la balsa 1. Ámbito V

Piscina rectangular de 3.70 m. de longitud y 1 m. de anchura delimitada por muros construidos con piedras pequeñas y medianas unidas por argamasa, el grosor de los lados mayores está entorno a los 0.40 m. y el de los lados menores alrededor de los 0.20 m. El interior se encuentra recubierto por un opus signinum que junto al bocel de cuarto de caña que cubre las aristas, confiere al estanque la impermeabilidad requerida para contener líquidos, cuyo desagüe se vería favorecido por una ligera inclinación del pavimento hacía un agujero situado en el ángulo Oeste.

servada de un horno prerromano, donde se pudieron constatar restos de dos muretes perpendiculares y una columna que debieron formar parte de la suspensura de la parrilla, y restos de las perforaciones de forma trapezoidal por donde circularía el calor, conservadas en el perímetro interno de la cámara. Los escasos elementos conservados en este sector de la cámara de combustión son de un adobe amarillento endurecido por el contacto con el fuego. Sobre el suelo la cámara se conservaban escasas cenizas con algunos elementos de deshecho de alfar y fragmentos de cerámicas entre los que sobresale parte de un plato de borde engrosado. Al retirar el testigo que separaba los cortes D-5 y D-9 se documenta el lado occidental del muro D.5.7. que delimita el ámbito II del corte D-5 y parte del derrumbe de este muro únicamente conservado en el ángulo 3-4. En sector de este corte comprendido entre el muro D.9.1 (continuación del D.5.8) y el horno se constata un estrato 4 de tierra marrón muy suelta y granulosa que se superpone al estrato 5 de tierra marrón muy oscura con abundantes carbones. Ambos estratos se adosan al exterior de la cámara de combustión del horno. La cantidad de carbones del estrato 5 puede indicar la proximidad a la boca del hogar del horno.

II.3. Corte D-9

El corte se planteó como ampliación del corte D-5 por el NW para documentar el cierre del ámbito III. Las dimensiones de 5 m. por 3 m. estuvieron condicionadas por un canal de riego que cerraba el bancal por el Noroeste. Bajo el estrato superficial, alterado por las roturaciones actuales, aparece la preparación a base de piedras pequeñas unidas con cal de un pavimento de opus signinum que se adosa a un recio muro formado por dos muros de menor tamaño adosados (ámbito X). Este muro es la prolongación del muro D.5.8 del corte D-5. El pavimento que aparece perdido en casi su totalidad por los trabajos agrícolas, está asociado a los estratos 1 y 2 de tierra marrón que contienen abundantes fragmentos de tégulas, ímbrices, estucos decorados, pesas de telar y cerámicas. Entre los fragmentos cerámicos se documenta una H. 50 en T.S.C.C. y una H.91 en T.C.C.D. Bajo la preparación del pavimento se empieza a documentar en el ángulo 1-2 un adobe anaranjado. Este adobe delimita una estructura semicircular colmatada en su mayor parte por materiales romanos de revuelto de los estratos superiores (fragmentos ladrillos, tégulas, ímbrices y cerámica romana de los siglos I al III d.C.). La estructura de adobe pertenece a la cámara de combustión (ámbito XI) muy mal con-

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II.4. Corte D-6

El corte D-6 planteado al Suroeste del corte D-5 se abrió únicamente en su mitad nororiental (5 m. por 2,5 m.), para comprobar si las estructuras romanas se conservaban en mejor estado que las documentadas en los otros cortes excavados. Las primeros restos hallados aparecen cubiertos por una tierra marrón muy compactada asociada a la zona inferior del estrato 1. Se trata de parte de la cimentación de dos muros de piedra (D.6.3 y D.6.4) que se introducen en los perfiles 1 y 4, y un tercer muro (D.6.1) perpendicular a los dos anteriores que conserva un agujero de poste. Estos tres muros cuya cimentación se introduce en el estrato 2, cierran un pequeño espacio que se superpone a estructuras de una fase precedente. Ámbito XII

Esta habitación delimitada por los muros D.6.2 y D.6.5 se documentó parcialmente debido a la finalización de la campaña de excavaciones. El muro D.6.2 de piedra mediana presenta un espacio que interpretamos como el umbral de acceso a esta dependencia. Este muro conserva recubriendo su alzado varios enlucidos blancos pintados de rojo que se

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Fig. 4. Fondo plano de plato de cerámica gris (fig. 4.1), fragmento de plato de borde vuelto de cerámica gris (fig. 4.2), ollas u orzas con mamelones de aprehensión verticales pendientes del borde (ff. 4.3 y 4.4), fondo plano de pequeña olla u orza (fig. 4.5), fragmento de cazuela carenada de cerámica gris (fig. 4.6) y fragmento de escudilla carenada de cerámica gris (fig. 4.7).

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

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Fig. 5. Reposadero (fig. 5.1) y parte superior de un ánfora prerromana tipo Ribera G (fig. 5.2) halladas en el interior de la balsa 2.

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PRIMERA CAMPAÑA DE EXCAVACIONES EN LA VILLA ROMANA DE LA TORRE DE SANCHO MANUEL (LORCA)

Fig. 6. Alzados y cimentación de las caras Sureste y Noroeste de la Torre de Sancho Manuel.

Planta general

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Fig. 7. Plano del municipio de Lorca con la ubicación de la villae de la Torre de Sancho Manuel en el contexto del poblamiento del siglo I d.C.

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PRIMERA CAMPAÑA DE EXCAVACIONES EN LA VILLA ROMANA DE LA TORRE DE SANCHO MANUEL (LORCA)

pensaban excavar en la campaña siguiente. El muro D.6.5 perpendicular al D.6.2 presenta otro espacio abierto en la confluencia de ambos muros. Los derrumbes de adobe de estos dos muros están asociados al estrato 3 de tierra marrón clara limosa y suelta con abundantes fragmentos de cerámica. Al finalizar la campaña de excavaciones únicamente se habían empezado a retirar los derrumbres de los alzados de adobe de los muros que delimitan el ángulo Norte, quedando pendiente para la posterior campaña que nunca se realizó por impedimentos del dueño de la finca, la constatación del interior de esta dependencia Ámbito XIII

Únicamente se ha podido excavar una estrecha franja de este espacio delimitado por el perfil Noreste y los muros D.6.2 y D.6.6. La estratigrafía es semejante a la constatada en el ámbito XII, presentando en el estrato 2 manchas de adobe rojizo con cenizas que pueden pertenecer a un pavimento asociado a la fase prerromana, también documentado sobre el ámbito XII. II.5. Corte B-1

El corte B-1 se plantea junto al lado Noroeste de la torre con unas medidas de 2 m. por 5 m., para documentar la totalidad de la cimentación del torreón. El estrato superficial formado por tierra suelta arrojada al muro de la torre por la maquinaría agrícola contiene abundantes fragmentos de cerámica romana. La base de la cimentación de la torre está asociada al estrato 1 de tierra compactada que contiene restos de argamasa de la cimentación. El torreón tiene una potente cimentación de 2.30 m. de la que actualmente sólo hay 0.70 m. bajo tierra. Esto nos puede dar idea del continuado proceso de movimiento de tierras y por lo tanto de destrucción al que se está sometiendo este importante yacimiento desde muchos años atrás. II.6. Interior del torreón

La excavación del interior de la torre se ha planteado compartimentando el espacio en cuatro departamentos. El depósito superior del interior de la torre asociado al alzado conservado de los muros, está totalmente revuelto por basureros actuales. Con anterioridad al depósito de los desperdicios, los habitantes de las inmediaciones del yacimiento practicaron diversos agujeros rompiendo el pavimento del

interior de la torre en busca de los soñados tesoros que se escondían en el subsuelo de estas ruinas. Los agujeros que tenían más de 1.50 m. de profundidad se concentraban en los departamentos 1, 2 y 3. El depósito conservado en el departamento 4 permitió documentar un pavimento de adobe anaranjado endurecido por el fuego, cubierto por dos finas capas de tierra con elementos orgánicos quemados bajo un gran estrato de cenizas. El pavimento está asociado a al muro T.1 (conserva un alzado de 0.60 m.) de piedra situado perpendicularmente al muro Suroeste de la torre. Este muro continúa en el exterior del torreón hasta unirse con otro muro perpendicular (T.4). En el departamento 1 del interior del torreón se documentó un muro (T.2) formado por un zócalo de piedras con alzado de adobe enlucido de blanco dispuesto perpendicular al muro T.1. Paralelo al muro T.2 y perpendicular al muro T.1 se documentó un posible murete o tabique de adobe marrón al que se adosaba una capa de cenizas bajo el pavimento anaranjado. Los muros T.1, T.2 y T.4 delimitarían un gran espacio (ámbito XIV) de planta cuadrangular o rectangular de finales del siglo I d.C. o principios del siglo II d.C. cuya funcionalidad pudo estar relacionada con el almacenamiento de productos agrícolas, hecho que hizo disponer cenizas bajo el pavimento como aislante para los productos guardados. III. Aproximación a la secuencia histórica del yacimiento

El análisis de las sucesivas fases de ocupación documentadas en el yacimiento de la Torre de Sancho Manuel, permite una aproximación a la historia de uno de los pocos establecimientos del valle del Guadalentín, donde se ha podido constatar en excavaciones arqueológicas sistemáticas una larga pervivencia desde los últimos momentos de la Edad del Bronce hasta Bajo Medievo. III.1. Primera fase

La primera ocupación constatada en las excavaciones de este yacimiento se remonta al Bronce Final Reciente perviviendo hasta el Hierro Antiguo. Las estructuras documentadas de esta fase presentan un trazado regular configurado por muros orientados Este-Oeste y Norte-Sur, construidos con un zócalo de piedras de tamaño medio, alzado de adobe en algunos casos revocados con un enlucido blanco pintado de rojo (ámbito XII) y pavimentos de tierra apisonada. La única dependencia (ámbito I) documentada parcialmente, presenta 2.40 m, en su lado Norte y un acceso de 0.60 m. abierto al lado oriental, esta entrada pudo estar flanqueado

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Lám. 1. Ámbito 1. Se aprecia el acceso a este ámbito y el fuste de columna volcado.

en su último momento por dos columnas de caliza coronadas por baquetones de las que únicamente se ha documentado una. Estas estructuras continúan habitadas hasta el siglo VII a.C., momento en el que finaliza la primera fase de ocupación de este asentamiento. El repertorio cerámico hallado es eminentemente de carácter doméstico. La vajilla de mesa esta representada por una gran proporción de cerámicas grises a torno: fuentes carenadas tipo I.A.1. (ROS, 1989: 216-217), cazuelas carenadas tipo IV.B.5 (ROS, 1989: 228) (fig. 4.6), platos con labio vuelto pendiente tipo III.G.10 (ROS, 1989: 257), platos con labio vuelto triangular tipo VI.G.8 (ROS, 1989: 260), platos sin labio tipo III.G.3 (ROS, 1989: 248-250) y vasos carenados tipo I.D.1 (ROS, 1989: 234). Algunos de estos recipientes cerámicos presentan la superficie bruñida. La cerámica de cocina aparece representada en orzas u ollas grandes y pequeñas con mamelones de aprehensión generalmente verticales pendientes de la misma línea del borde (fig. 3.5, 4.3 y 4.4) o muy cerca del borde. Ambos tipos de ollas con el fondo plano (fig. 4.5) y las paredes de cerámica tosca aparecen sistematizados en los tipos II.F.1, II.F.3 y

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II.F.4 del Castellar de Librilla (ROS, 1989: 241-242). Otras formas menos representadas en esta fase son los jarros de cuello cilíndrico tipo IV.J.1 (ROS, 1989: 265-267) y los pequeños vasos de cerámicas toscas con fondo plano. Entre la cerámica a torno pintada destacan los grandes contenedores de tendencia globular similares a los tipos V.K.5. y V.K.6 de Librilla (ROS, 1989: 272) con las paredes pintadas con bandas paralelas de color negro o rojo, y las vasijas de cuello corto con paredes rectas y el labio y la pared interior del cuello pintadas, tipo V.K.3 de Librilla (ROS, 1989: 271). Un lote de cerámicas completas a torno, formado por dos cuencos elaborados en cerámica gris con el perfil exterior moldurado (ff. 3.1 y 3.2), un plato sin labio y pie anular (fig. 3.4) y una olla llena de carbones con el borde vuelto y base cóncava (fig. 3.3) se hallaron junto al muro D.5.7 del ámbito 1. Estas cerámicas pertenecen al momento de amortización de esta dependencia. La mayoría de las formas cerámicas de esta fase de la Torre de Sancho Manuel presentan similitudes con el repertorio formal de Librilla II y III (ROS, 1989). Otros yacimientos del valle

PRIMERA CAMPAÑA DE EXCAVACIONES EN LA VILLA ROMANA DE LA TORRE DE SANCHO MANUEL (LORCA)

Lám. 2. Balsa 1 de planta cuadrangular.

del Guadalentín en que aparecen representadas algunas de estas formas cerámicas son: El Churtal (La Tova), Vilerda (Puerto Lumbreras) y Torrealvilla (Barranco Hondo). En este último poblado se observan en superficie restos de zócalos de muros de piedra que delimitan espacios cuadrados y rectangulares muy alterados por la fuerte erosión, emplazados en la margen derecha de la rambla de Torrealvilla. III.2. Segunda fase

Sobre las estructuras de la fase precedente se documenta parte del sector artesanal de un nuevo establecimiento de época ibérica, formado por dos balsas y un horno alfarero. Balsa 1. Espacio cuadrangular con unas medidas de 1.60 m. de longitud, 1.20 m. de anchura y 0.37 m. de máxima profundidad (lám. 2). La pileta estaba reforzada al exterior con unos muretes de piedra de 0.30 m. La superficie interna presenta una pendiente hacia un depósito circular, interpretado como un decantador. Las paredes presentan tres revoques superpuestos de cal. El material que aparece en su interior está mezclado con plásticos hasta el

fondo de la balsa, debido a que fue vaciada en una intervención clandestina. Balsa 2. Espacio rectangular de 3.10 m. de longitud, 1.16 m. de anchura y 0.70 m. de profundidad, construida con cal que se fija a la tierra por unos resaltes (lám. 3). En el centro de la pileta hay un hueco a modo de decantador de 0.90 m. de diámetro. Se conservan restos de cuatro enlucidos superpuestos en ocasiones recubriendo partes deterioradas. Hemos podido reconstruir el alzado total que sería 0.70 m. La cubrición pudo consistir en unos travesaños de madera que sostenían la cubierta. Las únicas improntas conservadas de esta cubrición corresponden a los maderos que irían sobre el agujero de decantación, donde posiblemente estuvo situada la abertura circular documentada parcialmente, por donde se depositaba y extraía el contenido. La funcionalidad de esta segunda balsa estuvo relacionada con el almacenamiento de algún líquido, cuyas huellas quedaron fijadas en las paredes ennegrecidas de la balsa. Los abundantes fragmentos de ánfora de saco hallados bajo el cercano perfil noroccidental de este corte pudieron ser los contenedores donde se almacenaba el producto extraído de este estanque.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Los únicos fragmentos de cerámica que permiten fechar la amortización de esta segunda pileta a principios del siglo II a.C., corresponden a una Lamboglia 68 y a la parte superior de un ánfora prerromana tipo Ribera G (fig. 5.2). Dentro de esta balsa se documentó un reposadero cilíndrico (fig. 5.1). Horno alfarero. Únicamente se ha podido documentar la cuarta parte de un horno de planta circular que quedaba dentro del cuadro D-9. La cámara inferior o de combustión construida bajo el nivel del suelo, aparece recubierta de un adobe de color amarillento compactado por el calor. Sobre el suelo de esta cámara se han documentado restos de dos muros de adobe y una columna del mismo material que sirvieron para la sustentación de la parrilla, plataforma realizada igualmente en adobe con unas perforaciones rectangulares destinadas a favorecer la circulación del aire hacía el cámara de cocción o laboratorio. Estas aberturas únicamente se conservan en los laterales de la parte del horno excavada. La boca del praefurnium no aparece con claridad pero debió estar orientada al Sur, debido al gran número de carbones que aparecen al exterior de esta zona del horno y a la presencia de una enorme laja de pizarra que pudo servir para cerrar la boca del praefurnium. El interior de la cámara de combustión estaba colmatado en su mayor parte por tierra que contenía abundantes restos de material romano. Directamente encima del pavimento de la cámara de fuego aparecieron restos de cerámica defectuosa que pudieron servir como accesorios para ahornar, escasos fragmentos de pared de ánfora y de cerámica pintada a bandas y parte de un plato con fondo plano, borde reentrante y labio engrosado interior. Este escaso material no permite una adscripción cronológica precisa. La forma circular y el tipo de suspensura con columna central esta documentado en pequeños hornos de la Narbonense fechados en el 121 a.C. (CATALOGO, 1989: 44, fig. 46), en Itálica en el s.II a.C. (BELTRÁN, 1990: 26) y en hornos cerámicos indígenas. III.3. Tercera fase

Las estructuras de los establecimientos ibéricos tras la conquista romana y su posterior implantación en este lugar, se amortizan para la construcción de nuevos establecimientos altoimperial. Los restos documentados de cimentaciones pertenecientes al siglo I d.C. presentan una orientación Noreste-Suroeste y Noroeste-Sureste. Estas estructuras donde mejor se conservaban era en las inmediaciones del torreón mudéjar y en su interior, debido fundamentalmente a que

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Lám. 3. Balsa 2 de planta rectangular.

esta zona no había sido tan afectada por las roturaciones anuales. El torreón sufrió una serie de excavaciones clandestinas a finales del s.XIX por buscadores de tesoros que destrozaron dos terceras partes del depósito interior. Posteriormente estos agujeros fueron empleados como vertedero. El sector Suroeste del interior de la torre se ha mantenido intacto, hallándose restos de dos muros que presentan un zócalo de piedras con alzado de adobe. El muro orientado NoresteSuroeste y un murete de adobe que une perpendicularmente al anterior, delimitan el ángulo de una dependencia pavimentada con tierra apisonada de color anaranjado (lám. 4), sobre la que aparecieron bastantes carbones, restos de ramaje calcinado y un fragmento informe de T.S.C.A. Contrastan estas estructuras romanas con la envergadura y consistencia de los muros hallados en el sector Noroeste (lám. 5) del área excavada (cortes D-5 y D-9), cuya orientación es idéntica a las estructuras realizadas con materiales más pobres. Una de las dependencias romanas excavadas está delimitada por gruesos muros de argamasa posteriormente

PRIMERA CAMPAÑA DE EXCAVACIONES EN LA VILLA ROMANA DE LA TORRE DE SANCHO MANUEL (LORCA)

NERO et alii, 1989), continuidad semejante a la constatada en las excavaciones de la Torre de Sancho Manuel. En las inmediaciones del área excavada apareció a principios de los años ochenta, un tesorillo de aureos ocultado en tiempos del emperador Vespasiano (Fontela, 1992: 25) III.4. Cuarta fase

Lám. 4. Muro y pavimento de época altoimperial documentado en el interior de la Torre de Sancho Manuel.

estucados, y pavimentada con opus signinum dispuesto sobre los restos cegados de la cámara de combustión del horno ibérico. Adosada al muro Suroeste de esta estancia se encuentra la parte inferior de una piscina, estanque o ninfeo, recubierto en su interior por opus signinum. A partir de los fragmentos de T.S.C.D. pertenecientes a las formas H.58 y H.91 podemos afirmar que esta estancia estuvo en uso hasta los primeros años del siglo V d.C., fecha en la que debió abandonarse la villae. La cerámica romana más significativa hallada durante la excavación es la siguiente: Ritt. 9, Drag. 18/31, Drag. 24/25 y Drag. 27 en T.S.subgálica; H.3A, H.3B, H.9A, H.14A y H.14B en T.S.C.A.; H.50A en T.S.C.C.; H.58, H.58B y H.91 en T.S.C.D; H.23A, H.23B y H.196A.B en T.S. de cocina. Esta cerámica permite delimitar el amplio periodo de utilización de esta villae entre el siglo I d.C. y la primera mitad del siglo V d.C. Estamos ante una importante villae que debió presentar una clara distribución entre la zona de servicios y el área residencial. A este sector de la vivienda pertenecerían las estancias con paredes decoradas con estucos y pavimentadas con mosaicos (GONZÁLEZ SIMANCAS, 1905-10907, 437) o con opus signinum (ámbito X), los perístilos y atrios ornamentados con esculturas (ESPIN, 1928: ) y las piscinas o ninfeos como el documentado en la excavación (ámbito V). Este tipo de estanque recubierto de opus signinum presenta similitudes con una piscina de la Casa de Orfeo en Volúbilis, un estanque de Carmona (LINEROS et alii, 1987: 368) y dos piletas de la villae de la Loma de Benagalbón en Málaga (MEDIANERO et alii, 1989: 386, fig. 4). En este último yacimiento malagueño se ha documentado un poblamiento ininterrumpido desde el siglo VII a.C. hasta el siglo V d.C. (MEDIA-

El último momento de utilización de este enclave está vinculado a la torre de Sancho Manuel, recogida por Ginés A. Gálvez de Borgoñoz en 1734 como una de las seis torres situadas en llano que protegían la vega de Lorca. Los alarifes mudéjares construyen una torre pseudocuadrada de 6.60 m. por 6 m. a base del característico encofrado islámico (lám. 6). Actualmente la torre presenta al descubierto parte de su sólida cimentación de 2.20 m., realizada con materiales constructivos reutilizados (sillares escuadrados, fragmentos de opus signinum, etc.) de las estructuras de la villa romana que existió en este lugar (fig. 6). Este tipo de reutilización de materiales de un establecimiento iberoromano en la construcción de un torreón medieval también está constatado en Los Villaricos de Bugarra (MARTÍNEZ y ZANON, 1976: 9). Una vez construida la plataforma cuadrangular de cimentación, se levantan los muros de encofrado que conservan un máximo de l m. de altura en el ángulo Norte. La entrada al torreón se orientó al Noreste. La torre vigía pudo ser mandada construir por Sancho Manuel siendo alcaide de Lorca, tras la victoria contra los musulmanes en el Cabezo de Velillas (1340), junto a la vía de servicio que unía el Camino Real de Vera con Lorca a través de Cazalla. Desde la azotea de esta torre se avisaría de las incursiones desde Vera, para la defensa de la ciudad y de los escasos campos que continuaban cultivándose. En 1340 se documenta que el castillo de Aguaderas (RODRÍGUEZ, 1990), situado a unos 8 km. de la torre, está en poder de Sancho Manuel. Pudo ser su intención que la torre sirviera de comunicación entre este castillo y la ciudad de Lorca, circunstancia que de nada valió, ya que a mediados del siglo XIV, Aguaderas estaba prácticamente abandonada (RODRÍGUEZ, 1990) como la mayor parte del territorio lorquino, debido a la inestabilidad bélica y a la peste de 1348. En el momento de la construcción de la torre los campos del entorno se ven sometidos a un acelerado abandono de los cultivos, a la despoblación y a un retroceso general, incrementado por las correrías de los moros por la huerta de Lorca (TORRES FONTES, 1994: LXXVIII).

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Lám. 5. Estructuras de las diferentes fases poblacionales documentadas en el yacimiento. En el centro muros romanos de gran envergadura.

Una fuente fechada el 31 de diciembre de 1482 nombra esta torre y explica su funcionalidad, mandaron al mayº q repare la torre de Sancho Manuel e dieron cargo a Juan García de Alcaraz para que con el mayº avive la obra por quanto es guerra e es necesario mucho la dicha torre (FERNÁNDEZ, 1990: 19). IV. Valoración final

La importancia del yacimiento de la Torre de Sancho Manuel o Torre del Araillo, radica primordialmente en que conserva los restos arqueológicos de los sucesivos poblados que en este mismo lugar habitaron desde la Protohistoria hasta finales del Medievo (fig. ). Este sucesivo establecimiento puede estar relacionado con la bondad las tierras circundantes en épocas de bonanza, así como con la proximidad a la rambla Biznaga y al importante camino que une el valle del Guadalentín con la cuenca del Almanzora. La primera ocupación constatada a mediados del siglo VIII a.C., puede estar relacionada con el aprovechamiento de los recursos agropecuarios y a la cercanía del importante camino que comunicaría el valle del Guadalentín con el lito-

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ral. Los resultados de la excavación constatan la presencia de un poblado indígena de nueva planta emplazado en llano que conviviría con otros puntos de semejantes características (El Churtal, Vilerda, Torrealvilla) distribuidos por la comarca y con el importante poblado emplazado en la ladera del cerro del Castillo de Lorca. Antes de la conquista efectiva de esta comarca por los romanos, estas tierras estuvieron vinculadas a un establecimiento ibérico. De esta ocupación únicamente se ha constatado en la excavación parte del sector artesanal (piletas y horno alfarero). Después de la segunda guerra púnica (206 a.C.) la progresiva penetración romana irá produciendo una transformación gradual en estos núcleos de población, cambio que en este yacimiento no aparece constatado hasta los inicios del siglo I d.C., posiblemente cuando estas tierras pasaron a manos de algún veterano del ejército de Augusto. El establecimiento romano de la Torre de Sancho Manuel presenta las características de la mayoría de las villae del valle del Guadalentín: situación en llano, cercanía a puntos de agua y proximidad a las principales vías de comunicación que permitían crear una infraestructura comercial a lo largo

PRIMERA CAMPAÑA DE EXCAVACIONES EN LA VILLA ROMANA DE LA TORRE DE SANCHO MANUEL (LORCA)

Lám. 6. Al fondo los restos de la Torre de Sancho Manuel durante el proceso de excavación.

de la Vía Augusta y otros caminos secundarios de importancia. Un ejemplo que puede ilustrar la distribución de establecimientos durante el siglo I d.C. lo encontramos a lo largo del Camino Real de Vera (fig. ) donde se han documentado los siguientes yacimientos: la Torre de Sancho Manuel, Altobordo I, Asprodes II, la Ermita de los Carrascos, la Villa de Gales y la Hoya de la Escarihuela. A lo largo del siglo I d.C. es posible que la villae de la Torre de Sancho Manuel adquiera mayor importancia que otras explotaciones de su entorno, hecho que puede derivarse de la concentración de la propiedad en manos de una de las familias más enriquecidas, al igual que ocurre en otras zonas del Sur peninsular como el valle del Guadalquivir (Escacena; Padilla, 1992: 82) o de la Galia Narbonense (Morere, 1989: 353). Puede ser que a partir de estos años se empezara a configurar en una importante villae con la característica distribución entre la zona de servicios y el área residencial. Configurado este último sector estancias ricamente ornamentadas (GONZÁLEZ SIMANCAS, 1905-10907, 437), distribuidas en torno a peristilos y atrios decorados con esculturas (ESPIN, 1928: ) y piscinas o ninfeos como el documentado en la excavación.

A partir del análisis de los restos cerámicos podemos determinar el final de esta villae en la primera mitad del siglo V d.C. Serían necesarias nuevas campañas de excavaciones para ampliar el limitado conocimiento de este importante establecimiento romano, que pudo ser uno de los centros generadores de la romanización del valle del Guadalentín. Después de pasar Lorca a manos cristianas, el corredor del Guadalentín cobra mayor importancia al configurarse como territorio fronterizo con el Reino de Granada. Durante este conflictivo periodo se produjeron gran número de incursiones desde ambas partes de la frontera. Una de las rutas frecuentemente utilizadas para las razzias granadinas fue el Camino Real de Vera. Para la protección de esta calzada a su paso por el campo de Lorca, se levantaron las torres del Obispo, de Sancho Manuel y del Esparragal. El complejo defensivo del valle del Guadalentín y por lo tanto del camino que comunicaba Lorca con Murcia se completaba con una serie de torres de control (Torreblanca, Torre del Lomo, Torre de Comarza y Torre de Inchola) en la zona de Alhama de Murcia (BAÑOS, 1994).

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Al ser este yacimiento un importante enclave para el conocimiento de la Protohistoria e Historia de la Región de Murcia, es fundamental la delimitación del entorno de protección de la Torre de Sancho Manuel (B.I.C.) donde debe incluirse la totalidad del yacimiento, como única forma de preservar este valioso enclave donde se conservan superpuestos los restos de las distintas poblaciones indígena, ibérica y romana, bajo los restos de la torre mudéjar. BIBLIOGRAFÍA:

Lám. 7. Proceso de restauración de las estructuras exhumadas durante la primera campaña de ezcavaciones antes de ser cubiertas.

Los alarifes mudéjares encargados de construir la Torre de Sancho Manuel emplean la típica técnica constructiva musulmana del encofrado, para levantar un torreón cuadrado de 6.40 por 6.40 m., modulación semejante a la empleada en la cercana Torre del Obispo (6.60 por 6.03 m.). Los restos arquitectónicos exhumados durante esta primera campaña de excavaciones fueron consolidados antes de ser tapados de nuevo por tierra (lám. 7). Las estructuras construidas con materiales más perecederos (balsas) fueron cubiertas después de su restauración con una malla fina de fibra de vidrio y colmatadas por una tierra fina cribada. La cimentación de la torre fue consolidada fundamentalmente en la zona donde fue alterada por antiguas remociones. La continua roturación en las inmediaciones de la Torre ha producido que en la actualidad estén fuera la casi totalidad de la cimentación del torreón, con el peligro de conservación que lleva implícito. Debemos resaltar de igual forma que las estructuras de los sucesivos asentamientos ibéricos y romanos siguen siendo dañadas y destruidas por las trabajos de roturación de las tierras.

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EL TEMPLO ROMANO DE LA ERMITA DE LA ENCARNACIÓN (CARAVACA DE LA CRUZ, MURCIA). INFORME PRELIMINAR DE LA PRIMERA CAMPAÑA DE EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS ORDINARIAS (JULIO DE 1990)

Sebastián F. Ramallo Asensio Francisco Brotóns Yagüe

MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

ENTREGADO: 1994

EL TEMPLO ROMANO DE LA ERMITA DE LA ENCARNACIÓN (CARAVACA DE LA CRUZ, MURCIA). INFORME PRELIMINAR DE LA PRIMERA CAMPAÑA DE EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS ORDINARIAS (JULIO DE 1990)

SEBASTIÁN F. RAMALLO ASENSIO*, FRANCISCO BROTÓNS YAGÜE** *(Universidad de Murcia). **(Museo de la Soledad)

Resumen: Con esta campaña se reanudan las excavaciones arqueológicas y la restauración monumental de la Ermita de La Encarnación, bajo una nueva dirección y haciéndose coincidir con los Cursos Inter-

nacionales de Arqueología Clásica. La presente campaña de excavaciones ha permitido determinar la fachada del templo con ocho columnas y la posibilidad de que se trate de un templo períptero.

1. INTRODUCCIÓN:

de los dos yacimientos murcianos que han proporcionado restos fósiles del Hombre de Neanderthal (Homo sapiens neanderthalensis). En este abrigo rocoso de 14x8 m. han sido halladas industrias líticas musterienses (Martínez Andreu et alii, 1987, 973-984), pudiendo haber constituido un refugio ocasional para estos grupos humanos durante las épocas de caza. Tras un considerable hiato de tiempo, el Estrecho aparece de nuevo poblado durante la Edad del Bronce medio, tal y como puede documentarse a través de los hallazgos ocasionales que han venido realizándose en el asentamiento conocido como La Placica de Armas, que prolonga su hábitat hasta el Bronce tardío y final. Protegido por una muralla defensiva, ocupa la planicie superior de una colina con escarpes laterales y rodeada en su flanco izquierdo por el río Quípar. Junto a los hallazgos cerámicos característicos de la actividad doméstica de sus pobladores (cuencos y cazuelas), desde antiguo han sido recogidos muchos otros objetos propios o relacionados con el ritual funerario, entre

El complejo arqueológico de la Encarnación (Caravaca de la Cruz), en el cual se halla inserto el Cerro de la Ermita, constituye uno de los conjuntos arqueológicos más completos e interesantes de los que pueden hallarse en nuestra Región, tanto por la continuidad cultural que nos ofrece desde la Prehistoria, como por la magnitud de los enclaves que en él hallamos. Dispuestos a ambas márgenes del río Quípar y flanqueando el pequeño desfiladero del Estrecho de las Cuevas por el que aquél discurre, trayecto importante e ineludible de un viejo camino protohistórico que comunicaba ancestralmente las tierras de Levante y Andalucía a través de la comarca del NW murciano, encontramos hasta seis yacimientos arqueológicos que nos permiten rastrear las características del hábitat humano desde el paleolítico hasta el Medioevo. Siguiendo la secuencia cronológica de ocupación, hallamos en primer lugar la llamada Cueva Negra, uno

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Lám. 1. Cortes 1.100 y 1.200 tras la excavación del estrato superficial de aterrazamiento.

los que hay que destacar la diadema argárica en oro del M.A.N. denominada de modo equivocado como «de Cehegín». En la siguiente fase, la población aparece desplazada hacia el cerro de mayor altura del contorno: Los Villares. Se trata de un extenso poblado ibérico ubicado en la margen derecha del río Quípar, sobre una amplia meseta protegida por una muralla guarnecida de torres rectangulares a intervalos regulares en los sectores Sur y Este. Su extremo Noroeste aparece individualizado dentro del mismo poblado por otro lienzo de muralla que corta la plataforma en dirección SurOeste-Noreste, determinando un sector ligeramente sobreelevado -a modo de acrópolis- sobre el resto del poblado y cuyos flancos Norte y Oeste se desploman en abruptos cantiles hacia el río. Pudo ser habitado entre fines del s. V y s. III a.C. El establecimiento de un nuevo hábitat urbano en la margen izquierda del río Quípar, en el llamado cerro

de Los Villaricos, quizás incluso anterior al definitivo abandono de Villares y con el objetivo de acentuar el control desde ambos poblados sobre el camino del Estrecho, aseguró la continuidad poblacional. Hasta ahora sólo han sido recuperados restos que proporcionan una cronología entre el s. III a.C. y los ss. IV-V d.C. Ofrece una amplia superficie en pendiente, bien protegida en sus flancos Norte, Noroeste y Oeste -donde se halla la puerta de acceso- por una elevada muralla realizada con un doble muro de mampostería y un relleno central de ripios y tierra, mientras que el profundo tajo del río impide el acceso por el Este. En su interior pueden observarse restos de construcciones y alineaciones de calles y casas, algunas de éstas excavadas parcialmente en la roca del monte. Es el yacimiento arqueológico que quizá pudiera corresponder al municipio romano de Asso mencionado por el geógrafo griego Ptolomeo en el siglo II d.C., dado que con toda seguridad de aquí procede la conocida lápida de Lucio

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Lám. 2.- Cortes 1200 y 1300 adosados a la plataforma del templo tras la excavación del nivel de aterrazamiento moderno. Al fondo muro moderno de contención.

Aemilio Recto (CIL II, 5941), que fue patrono de dicha Res Publica, ubicada actualmente en la puerta de la Iglesia de la Soledad, en la que fue colocada como dintel ya desde su construcción a finales del s. XVI. En estrecha relación con estos dos últimos poblados, al Sur del Complejo y entre los barrancos de la Ermita y de los Canteros, se halla el yacimiento conocido como Cerro de la Ermita de la Encarnación, en él que desde época ibérica clásica hallamos la existencia de un santuario suburbano, monumentalizado en época romana con la construcción de un gran templo de orden jónico. La primera noticia acerca de dicho edificio templario nos es proporcionada en el s. XVII por Robles Corbalán (1619, libro I, cap. II), que menciona la existencia de un templo dedicado a Venus, y de quien es tributario en el s. XVIII el erudito local Cuenca Fernández-Piñero (libro I, cap. V,. 24-25). En el siglo XIX es Ceán Bermúdez (1832) el que nos refiere la presencia de «...las reliquias de un templo, un

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lienzo de pared seca y labrada, zócalos que parece sirvieron en un vestíbulo de columnas, y que ahora, reparados están en la ermita de Nuestra Señora de la Encarnación». Ya en los inicios del s. XX, Jiménez de Cisneros (1903, 311) de nuevo menciona con laconismo el edificio que nos ocupa y González Simancas (1905-1907, 55 ss.), algo más explícito, recoge la existencia de dos «fustes estriados de columnas romanas» y de otros dos que «quedaron empotrados en los contrafuertes de la fachada principal al lado izquierdo de la puerta del templo». Con criterios más arqueológicos, Nieto Gallo (1944-45) sería el primero en describir los restos del templo romano, visibles entre los paramentos modernos de la Ermita, y los elementos arquitectónicos que pudo hallar en sus alrededores. Por último, San Nicolás (1982, 11-14 y 30-39) realizaría una breve síntesis en la que aportó algunos datos inéditos. El conjunto arqueológico se completa con la existencia, en el abrupto cantil de Villares que se des-

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Lám. 3.- Corte 1300. U.Es. 1303, 1304 y 1305. Sobre la roca estratos de nivelación con ripios irregulares procedentes del desbaste de sillares.

Lám. 4.- Fustes estriados reutilizados en el muro de contención de la explanada W. de la ermita.

ploma hacia el río, de un espectacular lienzo de tapial medieval que sella toda la boca de un grandioso abrigo pétreo conocido como la Cueva del Rey Moro; el interior, en origen, presentaba un piso superior hoy desaparecido. Puede interpretarse como un portazgo desde el cual se vigilaría la ruta y se exigirían las exacciones convenidas para poder atravesar el desfiladero.

de 1980, y cuyo expediente fue promovido por él mismo, realiza sendas campañas arqueológicas de urgencia que afectan al crucero de la Ermita y al exterior junto a la pared Oeste reconociendo la existencia de «un primer momento cultural ibérico» al que asocia, junto a la característica cerámica pintada con motivos geométricos y florales, «un conjunto uniforme de pequeños exvotos en arenisca de unos 30 cm. de altura, que muestran guerreros con sus armas personales y cubiertos con túnicas». A una segunda etapa de ocupación romana, que se muestra remiso a datar con precisión a falta de más datos arqueológicos, atribuye los primeros vestigios arquitectónicos del cerro, afirmando acerca del templo que «tiene orientación NorteSur y en su fachada Norte se ha podido diferenciar en planta el arranque de dos columnas, lo que permite suponer que estemos ante un templo próstilo tetrástilo de orden jónico y de unas dimensiones en planta de 7 m. de anchura y una longitud aproximada de 14 m.» (San Nicolás, 1982, 34-36). En 1985, una vez aprobado el expediente de restauración, se procedió al derribo de las estructuras modernas que enmascaraban la planta de la Ermita, con la consiguiente recuperación de la cara interna del paramento de opus quadratum de los muros de la cella, así como a la restitución de la cubierta de la Iglesia y a la consolidación de todos los alzados. En 1989, en el marco del proyecto de investigación denominado «El templo romano de la Encarnación, Caravaca, Murcia. Un modelo para la documentación del patrimonio histórico-artístico», a cargo de Sebastián

2. LAS EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS

2.1. Antecedentes

En 1974 se llevaron a cabo las primeras excavaciones oficiales en el interior de la Ermita dirigidas por M. Jorge Aragoneses, que afectaron al espacio inmediato a la pared Oeste. Sus resultados permanecen hoy día inéditos, salvo las breves conclusiones de su estudio que nos son conocidas a través de Melgares Guerrero (1981, 134), quien siguiendo al anterior describe el templo como «una edificación próstila tetrástila de orden jónico, provisto de una columna lateral en cada una de las fachadas largas, situadas entre el frontis del pórtico y el muro de los pies de la cella, posiblemente con basas de tipo ático, fustes estriados de 0,74 m. de diámetro y capiteles de amplias volutas. El arquitrabe tuvo trienia lisa de perfil escalonado. El friso por su parte debió carecer de decoración y la cornisa, de dentellones rectangulares adosados al alero prominente, dotado del correspondiente goterón». Seis años más tarde, M. San Nicolás, tras la declaración de la Ermita y su entorno como Monumento Nacional Histórico-Artístico por R.D. de 24 de octubre

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Lám. 5. Plataforma del templo y alzado del muro E de la cella, entre los contrafuertes exteriores de la ermita moderna.

F. Ramallo Asensio y Miguel San Nicolás del Toro, subvencionado por la Dirección General de Educación y Universidad de la Comunidad Autónoma de Murcia (PSH-89-21), se procedió a la elaboración de la topografía del Cerro a escala 1:500, a la restitución fotogramétrica de las paredes de la cella, al levantamiento planimétrico de los restos conservados en planta del templo romano y al inventario y dibujo de los elementos arquitectónicos conservados hasta aquel momento en el Museo Arqueológico de la Soledad y en el mismo yacimiento. Como consecuencia inmediata de estos trabajos de documentación, reiniciamos en el mes de julio de 1990 una nueva campaña de excavaciones arqueológicas en la que participaron un numeroso grupo de estudiantes y licenciados, tanto de la Universidad de Murcia como del resto de las universidades españolas, y que se hizo coincidir con el I Curso de Arqueología Clásica de Caravaca de la Cruz que tuvo como tema monográfico «Los templos romanos de Hispania».

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2.2 La campaña de excavaciones arqueológicas en julio de 1990

Con anterioridad al inicio de los trabajos de excavación se definieron, con el apoyo de la planimetría preexistente, seis áreas abiertas de excavación en el entorno de la Ermita nombradas de la siguiente manera: área 1000 correspondiente al flanco Oeste, 2000 al Este, 3000 al Sur, 4000 al Norte, 5000 a la estructura de planta cuadrangular y muros de sillares inmediata a la Ermita y 6000 a la planta del templo romano (interior de la iglesia y casa aneja); los sondeos estratigráficos se definieron en cada área por la centena y las unidades estratigráficas (UE) por las decenas. Así, cada área de excavación puede contener un máximo de nueve sondeos y cada uno de ellos hasta 100 UE, teniendo en cuenta que el estrato superficial siempre es el 00 de cada sondeo. Los materiales recopilados han sido siglados con las iniciales CE (Cerro de la Ermita), el número de UE -que permite

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Lám. 6.- Plataforma del templo en el lateral E. atravesada por el canal moderno de alimentación del aljibe.

una fácil localización en la planimetría del lugar en que fueron hallados-, un código de tres dígitos que caracteriza cualitativamente el hallazgo y un número correlativo para cada individuo con idénticas características; en aquellas áreas de excavación que han sido afectadas por una limpieza superficial previa a la apertura de catas, el material recogido se ha signado con el número de área correspondiente; Durante esta primera campaña se comenzó a excavar en las áreas 1000, 2000 y 5000, con los objetivos fundamentales de limpiar y delimitar exactamente el perímetro de las estructuras reconocibles en superficie y obtener las correspondientes seriaciones estratigráficas en extensión y en profundidad. Evitando entrar en áridas descripciones estratigráficas, podemos precisar que en los tres sondeos realizados en el área 1000, se constata una permanente sucesión de estratos con materiales de acarreo muy heterogéneos (1102, 1200, 1300 y 1301) y de cronologías dispares, que tienen su origen en la creación en época moderna de una gran explanada en el flanco W de la Ermita y que en ocasiones, particularmente en las inmediaciones de la puerta de la casa que por el N se adosa a la Iglesia, aparece acondicionada con un empedrado ligero (1101) que evitaría la acumulación de barro y tierra en los accesos (lám. 1 y 2). Por debajo de éstos, y aparentemente sin continuidad espacial en el área a causa de las remociones que tuvieron lugar durante el aterrazamiento, se localizó en los sondeos 1200 y 1300 lo que restaba de un potente y compacto estrato de tierra arcillosa beige (1201 y 1303), apoyado

Lám. 7.- Area 2000. Ubicación de los cortes 2100 y 2300.

contra el forro exterior de la plataforma del templo, con un contenido homogéneo de material cerámico alto-imperial que, a falta de un estudio detallado, parece proporcionar una cronología para su formación ante quem mediados del s. II d.C. y que podría constituir el momento final del templo. Inmediatamente por debajo de él, se observó en el sondeo 1300 la existencia de un estrato rocalloso de color amarillo (1305), quizá producto del desbaste de los sillares del templo, que parece nivelar las irregularidades del cerro y crear una superficie regular para el asiento de la plataforma; así pudimos constatarlo tras extraerlo sólo en una pequeña parte, optando por excavarlo en la próxima campaña (lám. 3). En el área 2000 fueron excavados dos pequeños sondeos a ambos extremos de la plataforma del templo, muy afectada en este flanco por las diversas construcciones civiles que se adosaban a la Ermita y por la existencia de un canal, en ocasiones rehecho con las propias losas de la plataforma y en otras excavado

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Lám. 8.- Corte 2100. Plataforma del templo recortada por estructuras modernas. Junto a la pizarra dos sillares que marcan el límite del templo.

Lám. 10.- Cabecera de la ermita de la Encarnación asentada sobre la plataforma del templo, tras la retirada de los escombros procedentes de las demoliciones de 1985.

Lám. 9.- Corte 2300. Cimentaciones modernas con material arquitectónico del templo adosadas a la plataforma del templo en el lado E. En la roca se observan las improntas de los sillares.

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directamente en ella, que conducía el agua de lluvia a un aljibe próximo (lám. 5 y 6). Se trataba de intentar hallar, o poder reconocer de algún modo, los límites exteriores por el flanco E del forro exterior del basamento (lám. 7). Ninguna de las dos catas, 2100 y 2300, proporcionó una sucesión estratigráfica coherente, ya que en la primera de ellas todos los estratos diferenciados hasta la roca (2100, 2101 y 2102) constituyeron rellenos modernos, vertidos de escombros, en los que no era infrecuente el hallazgo de plásticos y latas (lám. 8), en tanto que en la segunda, planteada entre las dos cimentaciones perpendiculares a la plataforma de lo que fue una habitación moderna aneja a la Ermita, presentaba un primer estrato de vertidos heterogéneos modernos (2300) y un segundo estrato de tierra rocallosa de color amarillento (2302), idéntico al 1305, que durante la construcción de esta habitación y el canal debió ser parcialmente extraído; así lo poco que restaba de él no aportó materiales arqueológicos en cantidad suficiente como para considerarlos significativos (lám. 9). Lo que si permitieron ambas catas es conocer con precisión las dimensiones de la plataforma, al haberse hallado en las dos los límites del forro exterior definidos por los recortes de nivelación que se realizaron en la roca madre para recibir los sillares ahora robados. En el área 3000 se ha procedido a retirar de forma manual las escombreras procedentes de demolición de las estructuras más modernas en ruina que, con motivo de la restauración de 1985, se habían acumulado junto a la cabecera de la ermita (lám. 10). Entremezclados con el escombro se han localizado numerosos elementos arquitectónicos del templo romano (cornisas, fustes y algunas volutas de capitel) y fragmentos de lastra de revestimiento de terracota, algunas de ellas con restos de yeso moderno que prueban su reutilización en los muros más modernos. En gran parte, este relleno se disponía directamente sobre la propia roca de base. La actuación en este área se ha acometido fundamentalmente con la ayuda de tres peones procedentes de un Convenio Corporación Local-INEM suscrito por el Ayuntamiento de Caravaca. Unos diez metros más al Sur del ábside y con la misma orientación del templo, aunque algo descentrado en relación al mismo, se han identificado restos de una posible estructura cuadrangular que podría tener cierto paralelismo con la del área 5000.

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Por último, el área 5000 fue desescombrada y extraída la capa de mantillo vegetal acumulada en torno a una estructura cuadrangular de 5 m. de lado realizada con grandes sillares. El interior de este edificio había sido ya vaciado de antiguo, dejando al descubierto una serie de orificios circulares de distinto diámetro excavados en la roca y en parte ocultados por los propios sillares (lám. 11). En la limpieza del entorno se han podido recuperar algunos elementos arquitectónicos procedentes del templo. Se deja para la próxima campaña la excavación de todo el entorno. En el área 6000 se ha realizado un pequeño sondeo aprovechando que el pavimento romano correspondiente a la pronaos había sido parcialmente destruido. Se ha identificado una sucesión de U.E., que corresponden, a grandes rasgos, con un pavimento de signinum liso, una capa de tierra amarillenta, una nueva capa de tierra rojiza que se superpone a otro pavimento de cal y fragmentos cerámicos que a su vez cubre el estrato que nivela la roca de base caracterizado por piedras de grandes dimensiones y forma irregular y abundante material cerámico de filiación ibérica. 2.3. Valoración

Las expectativas inicialmente previstas se han superado ampliamente tras la campaña de excavación de 1990. En primer lugar, se han podido precisar las dimensiones totales del templo y se ha realizado una primera planimetría del edificio. La cella ocupa el eje longitudinal de simetría sobre una plataforma enlosada de 27,30 m. de larga y 17,20 m. de ancha. Se levanta con sillares de 0,60 m. de ancho y entre 0,96/1,18 m. de longitud y tiene una anchura interior de 6,90 m., con un ambulacro exterior entre los muros y el contorno de la plataforma de 4,65 m. Desde el punto de vista cronológico, las placas de terracota con decoración de palmetas y flores de loto muestran sus paralelos más inmediatos en ámbitos etrusco-laciales de los siglos III-II a.C. (Pyrgi, Lanuvium, Ardea, Cività Castellana, Cosa) lo cual nos viene a indicar, al menos, la existencia de un primer templo, o una primera fase, perteneciente a esta cronología. A este mismo territorio remiten otros detalles constructivos y en gran parte los modelos utilizados para los elementos arquitectónicos.

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Lám. 11.- Corte 5000 tras la limpieza superficial de las estructuras.

En cuanto a la planta, en su aspecto final al menos, el templo se configura como un templo octóstilo, pseudodíptero y con ocho columnas de fachada y diez de lado. El orden es jónico y las columnas, estriadas y con 20 aristas muertas, se alzaban sobre basas áticas sin plinto. Todos los elementos arquitectónicos están realizados con piedra local y probablemente fueron estucados para su colocación final en obra. Se documenta por primera vez, un fenómeno de transformación de viejas estructuras ibéricas y sus sustitución por edificios de planta helenístico romana. 3. PERSPECTIVAS DE ACTUACIÓN

El trabajo para la campaña de 1991 se proyecta en una doble dirección. Por una parte, se pretende establecer la posible correlación histórica y cronológica del santuario situado sobre el Cerro de la Ermita y los asentamientos humanos que le circundan, en algún

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caso con características de auténticas ciudades. Para ello, se va a plantear una prospección sistemática y exhaustiva de los distintos cerros que conforman el Complejo Arqueológico de la Encarnación, con vistas a una primera aproximación a la distribución espacial de sus estructuras y a la identificación de los sectores que conforman cada uno de ellos. Para la correcta situación de restos y estructuras documentadas en superficie está previsto realizar una cartografía detallada a escala 1:500. Por otra parte, pretendemos continuar con los trabajos de excavación en el Cerro de la Ermita concretándonos en tres puntos. Así, una vez determinadas las dimensiones exteriores de la plataforma enlosada sobre la que se alza el templo, pretendemos definir la primera fase de ocupación del Cerro rebajando los niveles inferiores indicados en las áreas 1000 y 2000. Al mismo tiempo, es muy importante la excavación de una posible estructura cuadrangular identificada

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Lám. 1.- Sección transversal con expresión de la deposición estratigráfica de los cortes 1300 y 2300 y su relación la las estructuras de la ermita/cella del templo.

superficialmente junto al ábside de la actual ermita (área 3000), que podría corresponder a un posible thesauro de características similares al del área 5000. En este sector es asimismo imprescindible la continuación de la excavación al objeto de delimitar en todas sus dimensiones esta estructura o edificio y determinar su forma. Por último, en la ladera oriental hay que aclarar de una vez la existencia o no de un muro de cierre que delimite todo el conjunto sacro, delimitando un auténtico temenos. En este sector el aspecto irregular del muro que circunda la ladera y que asciende por la cara norte hasta enlazar con las estructuras actuales de la ermita y el hecho de que el templo aparezca descentrado en relación a estas construcciones, nos hacen albergar muchas dudas respecto a su contemporaneidad respecto a los edificios romanos de culto. Se pretende pues dibujar a escala todos estos restos y ensamblarlos en la planimetría general del santuario. Post scriptum: En el periodo transcurrido entre la elaboración de este informe preliminar y su publicación en el volumen V de Memorias de Arqueología, se han publicado algunos estudios donde se han matizado y completado los datos aquí aportados. Los artículos más extensos son: Ramallo Asensio, S.: «Un santuario de época tardo-republicana en la Encarnación (Caravaca, Murcia)», Cuadernos de Arquitectura Romana, 1,

1992, pp. 39-65.; Ramallo Asensio, S.: «Terracotas arquitectónicas del santuario de la Encarnación (Caravaca de la Cruz, Murcia)», AEspA, 66, 1993, pp. 71-98, con un apéndice de análisis mineralógico por Arana Castillo, R., pp. 99-106.

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INFORME SOBRE LAS EXCAVACIONES REALIZADAS EN LA CASA-PALACIO DE LA CONDESA PERALTA. (TEATRO ROMANO DE CARTAGENA)

Lám. 21.- Tramo del frons pulpiti identificado y excavado en la campaña de 1990.

Lám. 22.- Exedra rectangular del frons pulpiti.

Ramallo Asensio, S.F., San MArtín Moro, P.A. y Ruiz Valderas, E.: «Teatro romano de Cartagena. Una aproximación preliminar». Cuadernos de Arquitectura Romana, 2, 1993, pp. 5192. Ramallo Asensio, S.F.: «Capiteles corintios de Cartagena». Colonia Patricia-Corduba. Una reflexión arqueológica. Córdoba, 1993 (e.p)

de once sondeos mecánicos que estratégicamente repartidos en una amplia superficie nos permitieron conocer puntualmente el perfil acotado de la parte alta del graderío y de los alrededores del Teatro. Los sondeos se realizaron con maquinaria especializada, obteniéndose unas columnas de 12 cm. de diámetro. Estas columnas fueron guardadas en cajas especiales, donde se recoge la numeración de cada sondeo y las profundidades relativas de cada uno de ellos. Este material fue depositado en los fondos del Museo Arqueológico Municipal de Cartagena.

APÉNDICE: SONDEOS MECÁNICOS. DICIEMBRE 1990

Elena Ruiz Valderas (Museo Arqueológico Municipal de Cartagena). Tras la campaña de excavación octubre 1989- marzo 1990, quedaron definitivamente identificadas las construcciones monumentales hasta entonces visibles del solar de Condesa Peralta. Una vez conocida la entidad e importancia del edificio, el primer objetivo fue delimitar en planta y en profundidad las estructuras del mismo. Por una parte, determinar el espacio y los límites del Teatro era de suma importancia para iniciar el expediente de protección del monumento. Por otra, las cotas de profundidad permitirían valorar en cierta manera el estado de conservación de los restos y la profundidad a la que éstos se encuentran. Estos datos permitirían igualmente planificar de una forma correcta la recuperación del Teatro. Con este propósito en diciembre de 1990 la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia subvencionó un proyecto

A. SITUACIÓN DE LOS SONDEOS

Sondeo 1: Explanada de entrada a la Catedral Vieja. Rellenos constructivos o roca base disgregada a la cota 22,06 m. respecto al nivel del mar. Roca base de esquistos azulados a la cota de 21,80 m. Sondeo 2: Travesía de Santa María junto al edificio de cuatro pisos. Rellenos medievales entre las cotas 23,43 m. y 21,83 m.. Roca base a la cota de 20,82 m. Sondeo 3: Travesía de Santa María en la unión con la Calle Doctor Tapia. Distintos rellenos, roca base a la cota de 20,95 m.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Lám. 23.- Umbral del aditus occidental con la amortización y colmatación posterior.

Sondeo 4: Travesía de Santa María en la unión con la escalinata de subida a la Catedral Vieja. Rellenos medievales entre las cotas 23,02 m. y 21,06 m.. Roca base a la cota 19,82 m. Sondeo 5: Calle Doctor Tapia esquina calle de la Soledad. Distintas capas de relleno. Roca base a 5.22 m. Sondeo 6: Calle Soledad en la unión con Calle Don Gil. Distintos rellenos entre la cota 10,27 m. y 6,17 m.. Relleno de arenisca entre 6,17 m. y 4,55 m.. Roca base a la cota 0,45 m. Sondeo 7: Calle Don Gil junto al cierre de la plataforma escénica del Teatro. Rellenos medievales entre las cotas 11,62 m. y 8,04 m.. Rellenos contructivos o de abandono entre las cotas 8,84 m. y 6,80 m.. Inicio de la roca base 6,70 m. Sondeo 8: Calle Orcel en la unión con el callejón de Orcel. Opus caementicium del frons scaenae a 12,69 m. Sondeo 9: Cuesta de la Baronesa a la altura de la Calle Soledad. Muro o plataforma de opus caementicium entre las cotas 8,26 m. y 2,66 m.. Roca base a la cota 2,26 m. Sondeo 10: Puerta de la Villa junto a la Plaza. Distintos rellenos y muro o plataforma de opus caementicium entre las cotas 33,92 m. y 32,32 m.. Roca base a 30,42 m. Sondeo 11: Puerta de la Villa. Roca base a 37,07 m. B. VALORACIÓN DE LOS RESULTADOS DE LOS SONDEOS

La lectura de estas columnas estratigráficas ha aportado distintos datos sobre los niveles de relleno, estructuras constructivas y topografía de la roca base. Las primeras conclusiones que se desprenden tras esta prospección inical son diversas; por un lado se ha podido determinar la longitud de la plataforma escénica localizada en las excavaciones del solar de Condesa Peralta, la cual conti-

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núa cruzando la calle Don Gil hasta los límites con la Calle Orcel, donde el sondeo n.º 8 proporcionó bajo un relleno de 1,30 m. el nivel de «opus caementicium» de dicha plataforma. Se confirmó también la existencia de una terraza inferior tras el muro de la escena, la cual se intuía por el fuerte desnivel existente entre la plataforma escénica y el callejón de la Soledad. Esta terraza inferior a su vez debió estar nivelada con rellenos y substrucciones, pues la roca base presenta una fuerte pendiente con buzamiento hacia el Norte, de manera que el nivel base aparece a la cota de 6,70 m. junto al muro de cierre posterior de la escena (sondeo 7), pero en la parte inferior junto a la calle Soledad se encuentra a 0,47 m. (sondeo 6) y en la cuesta de la Baronesa a 2,26 m (sondeo 9). En este sentido debemos ahora reinterpretar con cierta cautela los paramentos conservados bajo la sala de exposiciones de la llamada Muralla Bizantina. También en relación a esta podemos vincular una estructura de opus caementicium de 5,60 m. de espesor, localizada en el sondeo n.º 9, que podría ser una substrucción de nivelación. Poniendo en relación estos puntos se configura un espacio cuadrangular aterrazado donde podría estar situado, como en otros teatros, el porticus post scaenam. Por otro lado los sondeos realizados en la explanada de la Catedral Vieja y en la travesía de Santa María que corresponde a la media cavea del teatro, confirman casi con seguridad que esta parte del graderío se encuentra excavado en la roca base y conservado bajo cuatro metros de relleno de la cota actual de la calle. El sondeo 1, correspondiente a la parte superior de la media cavea, la roca base aparece a la cota de 22,06 m. sobre el nivel del mar, los sondeos 2 y 4, relacionados con la parte inferior de la misma, ofrecen unas cotas inferiores entre 20,08 y 19,82 m. En la parte posterior de la cavea se realizaron dos sondeos con la intención de conocer la topografía de la roca base en esta zona y la posible existencia de alguna estructura que coronara la parte superior de teatro. En el sondeo 10, situado aproximadamente en el eje del teatro y a unos 20 m. del mismo, fue localizada una estructura de opus caementicium de 1,60 m de espesor, que hoy difícilmente podemos interpretar pero cuya existencia debe ser contemplada para futuras intervenciones. En este sondeo la roca base se encuentra a la cota de 30,42 m. Poniendo en relación las distintas profundidades de la roca base, unos 30 m. sobre el nivel del mar en la cavea superior, unos 20 m. en la cavea media y unos 14 m. en la cavea inferior, podemos intuir que buena parte del graderío del teatro debe estar excavado en la propia roca del monte, con lo cual su conservación puede ser excelente.

INFORME SOBRE LAS EXCAVACIONES REALIZADAS EN LA CASA-PALACIO DE LA CONDESA PERALTA. (TEATRO ROMANO DE CARTAGENA)

Plano general con la ubicación de los sondeos realizados.

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INFORME SOBRE LAS EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS REALIZADAS EN LOS SOLARES DEL ENTORNO DE LA CASAPALACIO DE LA CONDESA DE PERALTA (TEATRO ROMANO DE CARTAGENA). CAMPAÑA DE 1990

Sebastián F. Ramallo Asensio María del Carmen Berrocal Caparrós María Dolores Laiz Reverte

MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

ENTREGADO: 1994

INFORME SOBRE LAS EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS REALIZADAS EN LOS SOLARES DEL ENTORNO DE LA CASAPALACIO DE LA CONDESA DE PERALTA (TEATRO ROMANO DE CARTAGENA). CAMPAÑA DE 1990

*SEBASTIÁN F. RAMALLO ASENSIO, **Mª DEL CARMEN BERROCAL CAPARRÓS, ***M.ª DOLORES LAIZ REVERTE *(Universidad de Murcia), **(Museo Arqueológico Municipal), ***(Museo Arqueológico Municipal)

Resumen: En la campaña de 1990 los trabajos se han centrado en la documentación gráfica, y en el cerramiento. Se realizaron también once sondeos mecánicos en toda la zona afectada por la excavación y su entorno más inmediato para delimitar la potencia del depósito estrati-

gráfico, topografía del monte y en general las dimensiones aproximadas del edificio. Estos últimos resultados se incorporan en un anexo al final del presente artículo.

INTRODUCCIÓN

histórica emanada de la propia excavación arqueológica fueron motivos más que suficientes para determinar la paralización del proyecto original de construcción de un Centro Regional de Arqueología y su traslado a otro emplazamiento dentro del casco urbano. Durante la primera fase de excavación se obtuvo una primera aproximación a la deposición estratigráfica existente en el yacimiento a partir de la cual se pudieron establecer siete fases de ocupación que abarcaban desde época prerromana hasta nuestros días (vid. Memorias de Arqueología, 4, pp. 129-137). Durante esta segunda fase, se ampliaron los límites de la excavación a todo el perímetro del solar de propiedad municipal centrándose sobre todo los trabajos en los sectores Sur y Sureste encuadrados en las cuadrículas 7B, 7C, 7D, 7E, y en la banda 8A-8E. Durante el proceso de excavación se han podido identificar sin reservas los restos monumentales con los de un teatro romano, de cuya existencia careciamos hasta entonces de noticia alguna. En este sentido es

La campaña de excavaciones de 1990 se realizó con permiso oficial de la Dirección General de Cultura de fecha de 31 de mayo de 1990. En realidad, la actuación de campo, continuación inmediata de la campaña de 1989, se llevó a cabo entre los meses de enero y marzo de 1990 en el marco de un proyecto de colaboración entre el Ayuntamiento de Cartagena y el INEM, iniciado en octubre de 1989. Sin embargo durante los meses de octubre a diciembre no se pudo intervenir sobre el yacimiento arqueológico al ser ocupado, en gran parte, por los complejos decorados cinematográficos de una compañía americana que solicitó y obtuvo del Ayuntamiento el correspondiente permiso para rodar en ese entorno algunas imágenes de su película. En consecuencia, las excavaciones se reiniciaron en los primeros dias de enero de 1990. La entidad de los restos arquitectónicos, la previsible monumentalidad del edificio allí soterrado y la información

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INFORME SOBRE LAS EXCAVACIONES REALIZADAS EN LA CASA-PALACIO DE LA CONDESA PERALTA. (TEATRO ROMANO DE CARTAGENA)

LA DEPOSICIÓN ESTRATIGRÁFICA

Lám. 1.- Detalle del tramo recto del fons pulpiti situado junto al aditus occidental.

interesante reseñar la ausencia de referencias escritas sobre la existencia de un posible teatro romano en la ciudad en la abundante historiografía de los siglos XVI al XIX; tan sólo existe alguna mención, sin ningún tipo de fundamento, que ha querido identificar el edificio público citado en la inscripción de L. Aemilio Recto con el teatro. Sin embargo, la mera observación de la topografía justifica el emplazamiento de un edificio de estas características. En realidad, la pendiente del Cerro de la Concepción proporciona una base inmejorable para la ubicación de la cavea que aprovecha el desnivel natural y se beneficia a su vez de una excelente acústica. Los elementos que han permitido caracterizar el edificio han sido la identificación del basamento denticulado del frons pulpiti realizado con sillares de arenisca con una moldura de unión con el pavimento del aditus occidental formada por un pequeño plinto, listel, cyma recta inversa y listel (fig. 1), un dintel epigráfico hallado sobre este pavimento y junto al mencionado aditus (fig. 2), y dos arae con inscripción halladas en el relleno de colmatación del hyposcaenium, junto a sillares y elemento arquitectónicos moldurados procedentes del alzado del frons pulpiti (fig. 3). Todos estos elementos aparecen en un nivel de colmatación bastante uniforme sellado por un estrato de nivelación de color amarillento fruto de la disgregación de las areniscas que constituyen el principal material de construcción. Al mismo tiempo se han podido precisar las dimensiones de las estancias que constituyen la estructura esencial del edificio de la segunda mitad del siglo V y que se superponen parcialmente al paramento macizo de la escena (figs. 5 y 6).

En lineas generales las intervenciones realizadas sobre el yacimiento en 1989-1990 han permitido perfilar las características y naturaleza de los distintos niveles que constituyen la deposición estratigráfica. Las figuras 7 y 8 que representan respectivamente el denominado Perfil Suroeste del Solar y Testigo Longitudinal Primario que reproducen de forma gráfica la estratificación de esta campaña de excavaciones, ya que recogen secciones completas de las dos terrazas en las que se compartimentaba el solar. Ambos muestran una serie de rellenos correspondientes en primer lugar al abandono de las estructuras del siglo V, con una deposición muy característica de pequeños estratos alternos de arenas y limos, sobre las que se asientan las estructuras de las vivendas de los siglos VI y VII ( muros B y C), que a su vez están colmatadas con distintos niveles arcillosos de una intensa coloración rojiza (adobes disgregados) junto a bolsadas de tierra cenizosa. Los estratos superiores de la segunda terraza, muy arrasados por las construcciones del siglo XIX, muestran nuevos niveles de relleno con presencia de abundante cerámica islámica, contaminados por abundantes filtraciones verdosas procedentes de pozos ciegos modernos, reproducen de forma gráfica esa estratificación. Bajo estos niveles más heterogéneos, y de forma global, se puede determinar un estrato uniforme de nivelación artificial e intencionada registrado en todo este sector que coincide aproximadamente con el nivel del paramento cementicio de la scaenae frons (fig. 9). En consecuencia oculta todas las estructuras correspondientes al hyposcaenium, pavimentos de los itinera, orchestra, gradas de la proedria, e incluso las gradas inferiores de la ima cavea que aparecen colmatadas por un relleno heterogéneo donde son muy abundantes los sillares del frons pulpiti, columnas de la escena, placas de mármol molduradas, fragmentos de capitel (especialmente hojas de acanto y trozos de abaco), junto a cerámicas muy variadas y de cronologías dispares (fig. 10). En la mayor parte de los cortes este estrato corresponde con el V, aunque en los sectores situados más hacia el Sur, donde existe una mayor depósito estratigráfico, se ha identificado con los estratos XI, XII e incluso IX (Gráfico I). Sobre este estrato asientan a su vez los pavimentos de las distintas estancias del complejo comercial de la segunda mitad del siglo V y el nivel de circulación en uso durante esta fase que corresponde en gran parte al pasillo hipotético situado entre el frons pulpiti y los muros de cierre de la cavea, esto es

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Lám. 2.- Fragmento de inscripción de dintel, y fuste de travertino hallados junto al aditus occidental.

Lám. 3.- Relleno intencionado del hyposcaenium con grandes sillares moldurados del frons pulpiti entre los muros 1 y 3.

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entre los aditi maximi (fig. 11). Paralela esta calle o espacio abierto discurre una atarjea, que se alinea en gran medida sobre el frente del pulpitum, y que desemboca en un profundo pozo, situado en el extremo oriental próximo al aditus oriental, realizado con grandes sillares de arenisca que apoyan directamente sobre la roca de base que, a su vez, está recortada formando parte de las paredes. El mencionado estrato de nivelación presenta una textura grosera y un espesor variable y se caracteriza por el color amarillento procedente de la disgregación de los sillares de arenisca algunas de cuyas esquirlas de tamaño considerable son visibles entre el deposito arenoso (fig. 12). Los indicios cronológicos para determinar la cronología de este proceso de colmatación y posterior nivelación vienen determinados por los materiales cerámicos y monedas halladas entre los estratos definidos como de relleno intencionado. Los materiales más modernos proporcionan un evidente terminus post quem para la construcción de los edificios situados sobre este «pavimento» amarillento. Son especialmente significativos, en este sentido, una moneda de Constancio II (AE 3) con el tipo Fel Temp.Reparatio (351-361

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Lám. 5.- Estancia del complejo comercial de la segunda mitad del siglo V asentado parcialmente sobre la plataforma cementicia de la escena.

Lám. 4.- Detalle de las arae fragmentadas halladas junto a grandes sillares amortizados en el relleno intencionado del hyposcaenium.

d.C.) hallada en el estrato VI del Corte 8B (junto a otros pequeños bronces bajo-imperiales totalmente ilegibles) y sobre todos algunas producciones cerámicas de africana D. Sin embargo, el valor de la moneda es este caso muy relativo al haberse detectado emisiones anteriores asociadas a estructuras o niveles de cronología muy posterior. Los tipos de africana D más característicos hallados en estos estratos de nivelación son: Hayes 61 A y 61 B, 62, 63 73, 80, 81B, 91A, africana de cocina tipo Hayes 197 y ánforas tipo Keay LIII y LIV característicos de la segunda mitad del s. IV o inicios del siglo V procedentes concretamente de los estratos X y Xb del Corte 8B que asienta directamente sobre el pavimento de opus signinum del aditus. En conjunto, todo este material proporciona una datación posterior al primer tercio del siglo V para la construcción del edificio levantado sobre el citado «pavimento amarillo». IDENTIFICACIÓN DEL EDIFICIO Y DATACIÓN

Como ya hemos reseñado más arriba, la campaña de excavación realizada en el primer trimestre de 1990 ha per-

mitido la identificación definitiva de los restos más monumentales hallados en las intervenciones parciales de 1988 y 1989 como los de un teatro construido a finales del siglo I a.C. Los elementos que han permitido esta adscripción han sido las inscripciones y sobre todo la identificación del frons pulpiti que a su vez ha posibilitado la identificación de los restantes vestigios del edificio parcialmente ocultos bajo las remociones y reconstrucciones posteriores. El conjunto epigráfico está constituido por varias placas de mármol blanco fragmentadas con trazas de una o dos letras, dos arae de mármol y un dintel de caliza. Las arae aparecieron amortizadas y fragmentadas en varios trozos en el relleno de la estancia situada entre los muros 1 y 3, el día 13 de marzo de 1990 (fig. 13). Estaban entremezcladas con numerosos sillares de arenisca y entre un nivel de colmatación caracterizado por capas de tierra de color marrón, de textura arenosa y con restos de lágena. Su composición es muy similar a la de los estratos que colmatan el relleno de la estancia situada entre los muros 1-2 excavada en marzo de 1989 (fig. 14). Corresponden a los estratos VII, VIII y IX formados respectivamente por tierras grisáceas o marrones de textura arenosa con esquirlas de tabaire y cenizas. El estrato VIII procuró una moneda de Diocleciano junto a placas de mármol, hojas de acanto, estuco, tegulae e imbrices, fragmentos de cerámica común y T.S.SG. que marcan las destrucción del edificio escénico. Este nivel de destrucción y de colmatación intencionada del foso del hiposcaenium se refleja de forma aún más clara en el estrato X de esta estancia caracterizado por una tierra marrón-rojiza de textura arenosa, con gran cantidad de tegulae e imbrices, ladrillos, fragmentos de opus signinum, 1 fondo de Africana C, placas de mármol blanco, amarillo, gris veteado, molduras, y Africana A, formas Hayes 8 y 23.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Lám. 6.- Complejo de habitaciones alineadas levantadas sobre el hyposcaenium a nivel del paramento del frons scaenae.

Las arae están realizadas en mármol blanco y tienen las siguientes características y dimensiones: Ara 1: Conserva sólo el tercio superior y anterior del ara, que incluyen completos el campo epigráfico, cimacio y pulvino. Mide 58 cm. de ancho, 36 cm. de altura y 21,7 cm. de profundidad. El texto se inscribe en un campo epigráfico de 43 cm. de ancho y 20,6 cm. de altura. La inscripción con letras en capital cuadrada se distribuye en cinco líneas de altura decreciente que miden respectivamente 3,5 cm., 3,15 cm., 2,9 cm. y 2,7 cm. la cuarta; el quinto renglón se halla partido (fig. 15). El texto es el siguiente: C(aii) CAESARIS. AVGVSTI.F(ilii) PONTIF(icis).CO(n)S(ulis).DESIG(nati) PRINCIPIS.IVVENTVTIS [L(ucius).IVNIVS.L(ucii).F(ilius).T(iti) N(epos). PAETVS. [SAC(rum)] [D(onum)].D(edit)

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Lám. 7.- Vista general del Perfil suroeste del solar, con intrusiones de pozos ciegos y construcciones de época bizantina y posterior.

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Lám. 8.- Testigo longitudinal primario, sobre el muro de cierre del complejo comercial de la segunda mitad del siglo V.

En la línea 4 la restitución no es segura. Existe espacio para tres letras y tras el Paetus se aprecia los restos de una interpunción, lo que parece apoyar la restitución de una palabra. Nos hemos planteado varias posibilidades, entre ellas la más sugerente que sería la de Augur, dado que un L. Iunius aparece en las emisiones de la ciudad como IIvir

quinq. pero en este supuesto nos extraña que no se refleje el mismo cargo en la inscripción gemela del ara 2. Otras posibilidades como las de Praef(ectus), nos parecen más forzadas e incluso parecen superar el espacio disponible. De esta forma nos hemos inclinado por sac(rum) tal como aparece en la leyenda de la segunda inscripción. En líneas generales, las dedicaciones a los jóvenes principes Caius y Lucius, hijos de Agrippa y Julia, fueron frecuentes en las distintas ciudades del Imperio y su promoción y exaltación como herederos del Imperio comenzó incluso por su inserción en las emisiones de plata de Augusto acuñadas en Lyon. Sin embargo, en su mayor parte corresponden a epígrafes inscriptos sobre pedestales con dedicaciones en dativo. Podríamos citar como ejemplo más próximo una inscripción sobre pedestal de estatua procedente de Sagunto (CIL, II, 3828), con el texto C(aio) Caesari Augusti f(ilio) / pontif(ici) co(n)s(uli) design(ato) / principi iu{u}entutis, con interpunciones triangulares. Este texto se repite sobre otro pedestal de Roma (CIL, VI, 897) con el texto C(aio) Caesari Augusti f(ilio) / pontifici co(n)s(uli) design(ato) / [pr]incipi

Lám. 9.- Vista de conjunto de las habitaciones alineadas situadas entre el paramento de la escena y el frons pulpiti. Detalle del nivel de circulación exterior.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Lám. 10.- Elementos arquitectónicos y dintel epigráfico desplomados sobre el pavimento junto al aditus occidental.

iuuentutis, basa gemela a otra de su hermano con el texto L(ucio) Caesari augusti f(ilio) / auguri co(n)s(uli) / designato / principi iuuentutis. Asimismo en Augusta Praetoria (CIL, V, 6835) con el desarrollo C(aio) Caesar August[i f(ilio)] / [p]rincipi iuuentut(is) / [p]ontifici co(n)s(uli) desig(nato) /d(onum) d(edit). También con la misma titulación a la que se añade en la filiación d(ivi) n(epoti), al igual que en Cartagena, en una inscripción del agro Viterbiensi (ILS, 106). En cualquier caso, la mención consul designatus y la ausencia del título de Imp(erator) concedido en el año 2/3 d.C., sirven para fechar la citada inscripción entre los años 6/5 a.C. y 1 d.C. año este último en el que Caius Caesar ejercitó el consulado. Posteriores a esta fecha deben ser en consecuencia las inscripciones de Nola (CIL, X, 1239), Sulmo (CIL, IX, 3078), Nimes (CIL, XII, 3155), Agedincum (CIL, XIII, 2942) y Mediolanium (CIL, V, 6416), por citar algunos ejemplos. Esta cronología de los últimos años concuerda bien con el estilo y características de los capiteles reutilizados en las construcciones tardorromanas (vid. Memorias de Arqueolo-

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Lám. 11.- Restos de atarjea contemporánea al nivel de uso y circulación del complejo arquitectónico de la segunda mitad del siglo V.

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Lám. 12.- Detalle del estrato de nivelación que aplana los desniveles provocados por las construcciones del teatro.

gía de 1989) y en general con todo el programa decorativo y monumental del edificio. Ara 2: Se halla prácticamente completa y sólo se ha perdido el ángulo posterior derecho. Mide 64,5 cm. de altura, 50 cm. de anchura y 50,6 cm. de profundidad (fig. 16). La inscripción se desarrolla sobre un campo epigráfico de 46,6 cm. de ancho y 15 cm. de altura en tres renglones que miden respectivamente 3,95, 3,2 y 2,8 cm. de altura. La letra es capital cuadrada. El texto es el siguiente: L(ucius) IUNIUS L(ucii) F(ilius) T(iti) N(epos) PAETUS FORTUNAE SAC(rum) D(onum) D(edit) Zona del aditus y frons pulpiti Mucho más significativa para la interpretación global del edificio ha sido la excavación del sector correspondiente a los cortes 7-8/A y 7-8/B, donde fue localizada una inscrip-

ción grabada sobre el dintel de caliza micrítica que apareció desplomada sobre un pavimento de opus signinum liso, junto a un fuste de travertino rojizo de 63 cm. de diámetro y una basa de mármol blanco del tipo doble ático (fig. 17 y 18). Fue hallada el 30 de enero de 1990 en dos fragmentos y ha perdido aproximadamente un tercio del total. Coronaba el arco de salida del aditus occidental. El texto recuperado es el siguiente (fig. 19): [¿C(aio)?.CAES]ARI.AVGVSTI.F(ilio).DIVI.N(epoti) Proponemos la restitución de Gaius en este dintel por asimilación con el ara n.º 1 aunque esta misma filiación se repite en las inscripciones de Lucius Caesar, el hermano menor de Gaius, e incluso también del mismo Tiberio, patrono de la ciudad. Texto y forma de la inscripción nos recuerdan inmediatamente el epígrafe que corona el arco de salida del aditus maximus del teatro de Mérida, aunque en este caso, el epígrafe de M. Agrippa se halla en nominativo, frente al dativo de nuestro texto.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Lám. 13.- Arae y sillares utilizados en la colmatación del foso del hyposcaenium.

Lám. 14.- Sillares de arenisca moldurados y fragmentos de fuste que rellenan el foso del hyposcaenium entre los muros 1 y 2.

Bajo la inscripción aparece el pavimento de signinum que mediante un reborde semicircular se enlaza al paramento de sillares que constituye el muro de cierre de la cavea o analemma (fig.20) mientras que por el otro lado entroca de manera similar con el denticulado moldurado del frons pulpiti levantado mediante sillares de arenisca que, en un tratamiento posterior estarían revestidos de estuco pintado o de placas de mármol. De este frente se ha podido reconocer un tramo recto (fig.21) y dos exedras de forma rectangular (fig.22). Al mismo tiempo, la excavación de este sector ha puesto al descubierto una losa de mármol blanco que, a modo de peldaño, marca el umbral de acceso al aditus occidental. Este ingreso aparecía a su vez inutilizado por restos de sillares de arenisca, un relleno de naturaleza similar al comentado para el resto del corte e incluso una basa de caliza con arranque del fuste (fig. 23).

una revisión total de los planteamientos y las hipótesis desarrolladas. Es imprescindible determinar el grado de vinculación de las estructuras descubiertas bajo y en el entorno de la Catedral Vieja asi como de los restos identificados en todo el espacio urbano que transcurre entre la calle Cuatro Santos y la excavación de Condesa de Peralta. Por otra parte, la entidad e importancia de los restos impone la elaboración de un Plan de actuación integral para toda la zona que contemple también otros aspectos distintos a los de la mera actuación arqueológica y que establezca una primera aproximación en el costo total de la recuperación del monumento. Es preciso también buscar las fuentes de financiación y en definitiva contemplar la actuación como un paso más en la reabilitación global de uno de los barrios más deteriorados y deprimidos de Cartagena.

PERSPECTIVAS DE ACTUACIÓN

A la luz de los nuevos hallazgos, los restos arqueológicos hasta ahora localizados adquieren un nuevo valor e imponen

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Post scriptum: Con posterioridad a la redacción de este informe se han publicado algunos trabajos que matizan y sobre todo completan los datos aquí aportados. Son los siguientes: Ramallo Asensio, S.F.: «Inscripciones honoríficas del teatro de Carthago Nova», AEspA, 65, 1992, pp. 49-73.

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Lám. 15.- Detalle del ara con inscripción de Cayo César en el momento deL hallazgo.

Lám. 16.- Detalle de un fragmento de la inscripción dedicada a la Fortuna en el momento del hallazgo.

Lám. 17.- Dintel epigráfico desplomado sobre el pavimento en el momento del hallazgo.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Lám. 18.- Inscripción y elementos arquitectónicos hallados sobre el pavimento de signinum, junto al aditus occidental.

Lám. 19.- Fragmento de dintel con inscripción en el momento del hallazgo.

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Lám. 20.- Pavimento de opus signinum con reborde semicircular de unión al muro de cierre de la cavea.

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Lám. 21.- Tramo del frons pulpiti identificado y excavado en la campaña de 1990.

Lám. 22.- Exedra rectangular del frons pulpiti.

Ramallo Asensio, S.F., San MArtín Moro, P.A. y Ruiz Valderas, E.: «Teatro romano de Cartagena. Una aproximación preliminar». Cuadernos de Arquitectura Romana, 2, 1993, pp. 5192. Ramallo Asensio, S.F.: «Capiteles corintios de Cartagena». Colonia Patricia-Corduba. Una reflexión arqueológica. Córdoba, 1993 (e.p)

de once sondeos mecánicos que estratégicamente repartidos en una amplia superficie nos permitieron conocer puntualmente el perfil acotado de la parte alta del graderío y de los alrededores del Teatro. Los sondeos se realizaron con maquinaria especializada, obteniéndose unas columnas de 12 cm. de diámetro. Estas columnas fueron guardadas en cajas especiales, donde se recoge la numeración de cada sondeo y las profundidades relativas de cada uno de ellos. Este material fue depositado en los fondos del Museo Arqueológico Municipal de Cartagena.

APÉNDICE: SONDEOS MECÁNICOS. DICIEMBRE 1990

Elena Ruiz Valderas (Museo Arqueológico Municipal de Cartagena). Tras la campaña de excavación octubre 1989- marzo 1990, quedaron definitivamente identificadas las construcciones monumentales hasta entonces visibles del solar de Condesa Peralta. Una vez conocida la entidad e importancia del edificio, el primer objetivo fue delimitar en planta y en profundidad las estructuras del mismo. Por una parte, determinar el espacio y los límites del Teatro era de suma importancia para iniciar el expediente de protección del monumento. Por otra, las cotas de profundidad permitirían valorar en cierta manera el estado de conservación de los restos y la profundidad a la que éstos se encuentran. Estos datos permitirían igualmente planificar de una forma correcta la recuperación del Teatro. Con este propósito en diciembre de 1990 la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia subvencionó un proyecto

A. SITUACIÓN DE LOS SONDEOS

Sondeo 1: Explanada de entrada a la Catedral Vieja. Rellenos constructivos o roca base disgregada a la cota 22,06 m. respecto al nivel del mar. Roca base de esquistos azulados a la cota de 21,80 m. Sondeo 2: Travesía de Santa María junto al edificio de cuatro pisos. Rellenos medievales entre las cotas 23,43 m. y 21,83 m.. Roca base a la cota de 20,82 m. Sondeo 3: Travesía de Santa María en la unión con la Calle Doctor Tapia. Distintos rellenos, roca base a la cota de 20,95 m.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Lám. 23.- Umbral del aditus occidental con la amortización y colmatación posterior.

Sondeo 4: Travesía de Santa María en la unión con la escalinata de subida a la Catedral Vieja. Rellenos medievales entre las cotas 23,02 m. y 21,06 m.. Roca base a la cota 19,82 m. Sondeo 5: Calle Doctor Tapia esquina calle de la Soledad. Distintas capas de relleno. Roca base a 5.22 m. Sondeo 6: Calle Soledad en la unión con Calle Don Gil. Distintos rellenos entre la cota 10,27 m. y 6,17 m.. Relleno de arenisca entre 6,17 m. y 4,55 m.. Roca base a la cota 0,45 m. Sondeo 7: Calle Don Gil junto al cierre de la plataforma escénica del Teatro. Rellenos medievales entre las cotas 11,62 m. y 8,04 m.. Rellenos contructivos o de abandono entre las cotas 8,84 m. y 6,80 m.. Inicio de la roca base 6,70 m. Sondeo 8: Calle Orcel en la unión con el callejón de Orcel. Opus caementicium del frons scaenae a 12,69 m. Sondeo 9: Cuesta de la Baronesa a la altura de la Calle Soledad. Muro o plataforma de opus caementicium entre las cotas 8,26 m. y 2,66 m.. Roca base a la cota 2,26 m. Sondeo 10: Puerta de la Villa junto a la Plaza. Distintos rellenos y muro o plataforma de opus caementicium entre las cotas 33,92 m. y 32,32 m.. Roca base a 30,42 m. Sondeo 11: Puerta de la Villa. Roca base a 37,07 m. B. VALORACIÓN DE LOS RESULTADOS DE LOS SONDEOS

La lectura de estas columnas estratigráficas ha aportado distintos datos sobre los niveles de relleno, estructuras constructivas y topografía de la roca base. Las primeras conclusiones que se desprenden tras esta prospección inical son diversas; por un lado se ha podido determinar la longitud de la plataforma escénica localizada en las excavaciones del solar de Condesa Peralta, la cual conti-

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núa cruzando la calle Don Gil hasta los límites con la Calle Orcel, donde el sondeo n.º 8 proporcionó bajo un relleno de 1,30 m. el nivel de «opus caementicium» de dicha plataforma. Se confirmó también la existencia de una terraza inferior tras el muro de la escena, la cual se intuía por el fuerte desnivel existente entre la plataforma escénica y el callejón de la Soledad. Esta terraza inferior a su vez debió estar nivelada con rellenos y substrucciones, pues la roca base presenta una fuerte pendiente con buzamiento hacia el Norte, de manera que el nivel base aparece a la cota de 6,70 m. junto al muro de cierre posterior de la escena (sondeo 7), pero en la parte inferior junto a la calle Soledad se encuentra a 0,47 m. (sondeo 6) y en la cuesta de la Baronesa a 2,26 m (sondeo 9). En este sentido debemos ahora reinterpretar con cierta cautela los paramentos conservados bajo la sala de exposiciones de la llamada Muralla Bizantina. También en relación a esta podemos vincular una estructura de opus caementicium de 5,60 m. de espesor, localizada en el sondeo n.º 9, que podría ser una substrucción de nivelación. Poniendo en relación estos puntos se configura un espacio cuadrangular aterrazado donde podría estar situado, como en otros teatros, el porticus post scaenam. Por otro lado los sondeos realizados en la explanada de la Catedral Vieja y en la travesía de Santa María que corresponde a la media cavea del teatro, confirman casi con seguridad que esta parte del graderío se encuentra excavado en la roca base y conservado bajo cuatro metros de relleno de la cota actual de la calle. El sondeo 1, correspondiente a la parte superior de la media cavea, la roca base aparece a la cota de 22,06 m. sobre el nivel del mar, los sondeos 2 y 4, relacionados con la parte inferior de la misma, ofrecen unas cotas inferiores entre 20,08 y 19,82 m. En la parte posterior de la cavea se realizaron dos sondeos con la intención de conocer la topografía de la roca base en esta zona y la posible existencia de alguna estructura que coronara la parte superior de teatro. En el sondeo 10, situado aproximadamente en el eje del teatro y a unos 20 m. del mismo, fue localizada una estructura de opus caementicium de 1,60 m de espesor, que hoy difícilmente podemos interpretar pero cuya existencia debe ser contemplada para futuras intervenciones. En este sondeo la roca base se encuentra a la cota de 30,42 m. Poniendo en relación las distintas profundidades de la roca base, unos 30 m. sobre el nivel del mar en la cavea superior, unos 20 m. en la cavea media y unos 14 m. en la cavea inferior, podemos intuir que buena parte del graderío del teatro debe estar excavado en la propia roca del monte, con lo cual su conservación puede ser excelente.

INFORME SOBRE LAS EXCAVACIONES REALIZADAS EN LA CASA-PALACIO DE LA CONDESA PERALTA. (TEATRO ROMANO DE CARTAGENA)

Plano general con la ubicación de los sondeos realizados.

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PROSPECCIONES GEOFÍSICAS EN EL ANFITEATRO DE CARTAGENA Y EN LA PLAZA DEL HOSPITAL Y LA CAMPAÑA DE EXCAVACIONES DE 1990

José Pérez Ballester M.ª Carmen Berrocal Caparrós

MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

ENTREGADO: 1994

PROSPECCIONES GEOFÍSICAS EN EL ANFITEATRO DE CARTAGENA Y EN LA PLAZA DEL HOSPITAL Y LA CAMPAÑA DE EXCAVACIONES DE 1990

JOSÉ PÉREZ BALLESTER, M.ª CARMEN BERROCAL CAPARRÓS

Resumen: En el mes de julio de 1989 se realizaron unas prospecciones geofísicas (eléctricas y magnéticas) que se centraron en dos zonas de la

ladera Este de la colina del Castillo de la Concepción: la Plaza de Toros y la Plaza del Hospital.

I. LAS PROSPECCIONES GEOFÍSICAS

Plaza del Hospital o de Antiguones

I.1. Preámbulo

Dentro de los trabajos destinados a la delimitación del área arqueológica del anfiteatro romano de Cartagena, se realizaron en el mes de julio de 1989 prospecciones geofísicas (eléctricas y magnéticas) a cargo de un equipo del Instituto de Geología del C.S.I.C. dirigido por la Dra. Alicia García a través del convenio entonces vigente entre ese organismo y el Ministerio de Cultura, para trabajos de apoyo técnico y científico aplicado a la defensa del Patrimonio Histórico. Las prospecciones se centraron en dos zonas de la ladera Este de la colina del Castillo de la Concepción: La Plaza de Toros y la Plaza del Hospital. Plaza de Toros

Los trabajos se desarrollaron en el Ruedo de la misma, con la intención de confirmar o no la existencia de estructuras correspondientes al anfiteatro romano sobre el que se asienta. Excavaciones muy limitadas efectuadas en ese lugar en 1983 (1), determinaron la presencia, a unos 4 metros bajo el ruedo actual, de la arena del anfiteatro pero no de la fossa bestiaria que podría situarse, al menos, en el eje mayor del monumento.

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Es una explanada contigua a la Plaza de Toros y limitada por ésta, el antiguo Hospital Real de Marina y el Cuartel de Antiguones, ambos edificios contruidos en la segunda mitad del siglo XVIII. Este topónimo, utilizado en nuestros días, lo encontramos ya en actas capitulares y memoriales del siglos XVI, como en la «Descripción de Cartagena» de Fray Gerónimo Hurtado de 1582 cuando hace referencia al lugar: «... allí donde se muestran muchas ruinas de edificios y muelle para el puerto llaman esto los moradores oy los Antiguones...»(2). La presencia de restos monumentales de época romana estaba definida en primer lugar por el anfiteatro, pero debían existir otras edificaciones, como insinúa el autor anterior y como precisa Francisco de Cascales en su « Discurso de la Ciudad de Cartagena» del año 1598 donde cita «... grandíssimos fragmentos de edificios donde estaba la Chancillería o Convento Jurídico de Cartagena y su famoso Coliseo no de menor grandeza que el romano.... y aquellos pedaços por allí derramados llaman ahora Antiguones...»(3). La interpretación de estos restos era problemática, teniendo en cuenta la cartografía conocida de la zona referida a la época de construcción del Arsenal Militar (4) y las referencias a una muralla del siglo XVII con su correspon-

PROSPECCIONES GEOFÍSICAS EN EL ANFITEATRO DE CARTAGENA Y EN LA PLAZA DEL HOSPITAL Y LA CAMPAÑA EXCAVACIONES DE 1990

Lámina 1. Prospección magnética y eléctrica. Situación de las cuadrículas.

diente puerta (a la altura de la calle del Ángel). Todo ello nos animó a plantear aquí también los trabajos de prospección. I.2. La prospección magnética y eléctrica. Resultados

A continuación resumimos el informe de los trabajos desarrollados durante el verano de 1988, que nos fueron remitidos en diciembre del mismo año. Fue elaborado por el Laboratorio de Instrumentación Geofísica del C.S.I.C., con sede en el Museo Nacional de Ciencias Naturales, siendo los técnicos firmantes Vicente Calleja, Mar Astiz y Ascensión Valentín. Los métodos propuestos fueron en principio dos: eléctricos en las dos zonas, y una magnetometría de referencia en el interior de la Plaza de Toros. Se trabajó en el interior de la plaza, concretamente en el albero sobre una cuadrícula de 26 x 26 metros. En la Plaza del Hospital se planteó una cuadrícula en el centro de la explanada con unas dimensiones de 24 x 20 para el estudio magnetométrico, siendo subdividida posteriormente subdividida para el eléctrico, a efectos de una mejor funcionalidad en dos más reducidas: Cuadrícula n.º 1 (15 x 20 m.) y cuadrícula n.º 2 (9 x 20 m.), plante-

ándose con posterioridad una tercera cuadrícula de 13 x 5 m. al Este de las anteriores (Lám. N.º 1). Al efectuarse la toma de datos en poco tiempo, no existieron perturbaciones puntuales debidas a cambios de humedad en el terreno, por lo que se pudo pasar directamente a su procesado informático. Se obtuvieron así, mallas regulares de distribución de anomalías partiendo de las cuadrículas medidas. Tras un primer análisis visual éstas se optimizan para obtener una mejor definición de las mismas agrupándolas en familias en las que se representan con diferente color los máximos y los mínimos. Esto se refleja gráficamente en «mapas de anomalías», cuyo marco se corresponde con los límites de la cuadrícula prospectada y cada una de las separaciones que aparecen en las mismas son los metros en los que se ha distribuido la malla de medidas, que en todos los casos corresponden a perfiles paralelos. Se indica el punto de origen de muestreo (0,0) que se toma como referencia en caso de no existir una prefijada. A/ MAGNETOMETRÍA

Se realizó con un magnetómetro Geometrics G-856 con precisión de décima de gamma. Se configuró una malla de 25

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Lámina 2. Resultados de las prospecciones en el interior del Anfiteatro.

Lámina 3. Resultados de las prospecciones en la Plaza del Hospital.

perfiles con una separación de 1 metro, siendo la densidad de la malla de 4 medidas por m2. Se dispuso el sensor a 2,3 m. del suelo, siempre en dirección vertical y orientación N-S. La situación del yacimiento en pleno casco urbano anuló el empleo de esta técnica, dado que la existencia de grandes perturbaciones supuso una baja relación señal/ ruido.

El ruedo de la Plaza de Toros presenta, para el caso del estudio magnético, una distribución concéntrica de isolíneas que van en gradación positiva desde el borde exterior (límite del ruedo) hacia el interior. En principio parece que el efecto de la estructura metálica de la Plaza ha impedido conseguir una buena resolución, lo que no ha permitido la detección de ningún resto de interés arquelógico. Sin embargo, apare-

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PROSPECCIONES GEOFÍSICAS EN EL ANFITEATRO DE CARTAGENA Y EN LA PLAZA DEL HOSPITAL Y LA CAMPAÑA EXCAVACIONES DE 1990

Lámina 4. Plaza del Hospital. Situación de las cuadrículas excavadas en 1990.

cen dos núcleos claramente diferenciados y cuya interpretación no puede precisarse; es una formación superficial que podría corresponder a algo actual de la propia Plaza de Toros. B/ PROSPECCIÓN ELÉCTRICA

Se realizó por calicateo Menner siguiendo cuadrículas de dimensión variable como hemos indicado con anterioridad. La separación interelectródica fue de un metro en el interior de la Plaza de Toros y de dos metros en la Plaza del Hospital. El mapa de anomalías eléctricas del ruedo presenta características distintas a las explicadas con la prospección magnética; la técnica del calicateo eléctrico no es sensible a la presencia de los mismos elementos pertubadores. Apreciamos en el mapa un máximo en el centro que pudiera asociarse con el sumidero central de la Plaza. Los máximos de la zona lateral derecha también indicarían agujeros o depresiones de similares características que el central, posiblemente asociados a él. Las zonas de mínimos indicaría la presencia de terrenos más consolidados (muros, pilares, etc,..). Así el lateral inferior izquierdo presenta una clara alineación que también puede distinguirse en la zona superior derecha y, aunque menos claramente, en el centro inferior. Si superponemos ambos mapas, la anomalía magnética

antes mencionada corresponde a una zona de mínimos eléctricos coincidiendo parcialmente e indicando la existencia de una estructura superficial (color rojo, coordenadas 10,5 - 5), pudiendo contener algún elemento metálico o bien una acumulación de masa muy superficial. En la Plaza del Hospital el mapa presenta anomalías circulares y alineaciones anómalas. Aquí la distribución de colores indica la profundidad del origen o el foco de la anaomía; es decir los máximos (rojo) indicarían niveles más superficiales que los mínimos (azul). La densidad de la anomalía es muy elevada, complicando la interpretación del mapa ya que se pueden trazar varias alineaciones posibles. La mayor concentración de líneas cerrando circularmente parecen indican la existencia de zonas macizas (¿ pilares ?) que aparecen a menor profundidad en la zona izquierda que en la derecha aunque allí, más cubiertos y en menor cuantía, también se detectan. C/ LA INTERPRETACIÓN DE LOS MAPAS

Las dos prospecciones realizadas en el ruedo (Lám. N.º 2) identifican claramente el sumidero moderno de drenaje del coso, situado sensiblemente a la misma altura que el romano,

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Lámina 5. Plaza Hospital. Zona 1. Sector F-12.

según lo describe un antiguo dibujo del siglos XVIII estudiado por nosotros y por J. M. Rubio Paredes (5). Las otras perturbaciones que se observan sobre todo en el mapa de anomalías eléctricas, aún es pronto para aventurar su interpretación; las más superficiales de la derecha podrían estar efectivamente en relación con el sumidero moderno. Las otras, en todo caso, permiten descartar por su orientación la existencia de fossa bestiaria posiblilidad ya apuntada por nosotros al excavar sobre el eje mayor del anfiteatro en 1983 (6). En la Plaza del Hospital (Lám. N.º 3), las sugestivas alineaciones de curvas que se presentaban en la zona centralizquierda de los mapas de las cuadrículas 1 y 2, y en parte inferior de la 3, con concentraciones de curvas concéntricas muy cerradas que sugerían macizados y pilares, algunos de ellos separados rítmicamente por distancias semejantes, parecían confirmar lo que los autores del s. XVI ya vieron. Los grupos de curvas que se observan a la derecha de los mapas indican también la presencia de estructuras aunque éstas se encuentran a más profundidad. Las excavaciones comenzadas en el área correspondiente

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a la parte derecha de la cuadrícula 2 en el año 1990 y sobre todo las realizadas a partir de 1992, han confirmado la existencia de una zona urbana cuyos muros se hallan entre 2 y 5/6 m. por debajo de la cota actual de la explanada, y que buzan según indica el mapa de anomalías hacia el Este/Sureste, donde la vaguada bajaba hacia el mar. La publicación de los informes relativos a las campañas de 1991 y 1992 con sus correspondientes planimetrías permitirán aclarar en parte estos datos todavía parciales. II. LA CAMPAÑA DE EXCAVACIONES DE 1990

II.1. Introducción

Esta campaña de excavaciones se inició a tenor de los resultados obtenidos por las prospecciones geofísicas realizadas en 1989 en la Plaza del Hospital a cargo del equipo del Instituto de Geología del C.S.I.C., como ya hemos expuesto anteriormente. La excavación que se planteó fue en un primer momento en extensión, dado que los resultados de la prospección eléctrica apuntaban hacia la existencia de restos de

PROSPECCIONES GEOFÍSICAS EN EL ANFITEATRO DE CARTAGENA Y EN LA PLAZA DEL HOSPITAL Y LA CAMPAÑA EXCAVACIONES DE 1990

Lámina 6. Plaza Hospital. Zona 1. Sector F-7.

estructuras de una cierta entidad a poca profundidad bajo el suelo de la Plaza, especialmente en la zona Norte de la misma. Trazamos así una amplia cuadrícula situada sensiblemente sobre la marcada en la prospección, es decir entre las cuatro farolas que iluminaban la explanada y que marcan un espacio rectangular de aproximadamente 30 x 30 m. de lado. Se procedió igualmente, aprovechando el equipo de topografía, a relacionar el área a excavar con el entorno urbano próximo y con los restos monumentales del cercano Anfiteatro, a efectos de poder facilitar la comprensión de los hallazgos como una unidad de actuación sobre el patrimonio arqueológico de la Ciudad, con vistas a su recuperación y conservación. El equipo de trabajo lo compusieron los que suscriben, más los licenciados Ana Moya, Rosario Cebrián y Reyes Borredá, de la Universidad de Valencia; M.ª José Santa Cruz y Amelia Villareal, de la Universidad de Murcia; y los estudiantes Juan José Castellanos, Pilar Segovia, Gema Melchor, Marisa Ramón y Marcos Belmonte. Los trabajos topográficos corrieron a cargo de M.ª Victoria Pazo.

3.2. Principios metodológicos

Trabajamos así sobre una cuadrícula de 30 x 25 m., subdivida en cuadros de 5 x 5 m., numeradas con letras en las ordenadas y números en abscisas, de forma que se permita la ampliación de la numeración hacia los cuatro puntos cardinales, en caso de que fuese preciso. Aplicamos un sistema de excavación por área o extensivo, basado en la metodología iniciada por Harris en Londres y de la que las excavaciones de Carandini en Settefinestre y el equipo de M. Py en Lattes, ya publicadas, son buenos ejemplos. Diseñamos dos tipos de fichas adaptadas a las características de los materiales de este yacimiento en Cartagena: una para definir, encuadrar y relacionar cada Unidad Estratigráfica, y otra tipo La Place coordinada con la primera, que hace las veces de inventario. Esta última se corresponde con otra más reducida que se halla en un archivo informatizado en sistema Apple (Macintosh). 3.3. La Excavación (Lám. N.º 4)

Una vez planteadas las cuadrículas, comenzamos por

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Lámina 7. Plaza Hospital. Zona 1. Sector F-7. Planta U.E. 2007.

realizar cuatro catas-control en los extremos de la misma, cuadros F-7, F-12, K-7 y K-12, con el único fin de comprobar la potencia del relleno que presumiblemente existía sobre los niveles arqueológicos romanos, dado el conocimiento que por diversos autores teníamos de remociones de tierras efectuadas en este lugar, al menos desde mediados del siglo XVIII, con motivo de la construcción del Hospital Real (1749), la del Cuartel de Antiguones (1783) o la construcción de la propia muralla de la ciudad, entre 1770 y 1790. El resultado fue en las cuatro catas el mismo: la existencia de dos niveles de aplanamiento con abundantes escombros y cerámicas, posteriores al siglo XVII, y correspondientes a las unidades estratigráficas (U.E.) n.º 1001, 1002, 2001, 2002, 3001, 3002 y 4001 (cf. siguiente apartado), apareciendo inmediatamente debajo niveles más antiguos, donde los materiales romanos acaban predominando. La potencia de los niveles superiores era bastante uniforme en toda la explanada, oscilando entre 0,50 y 0,60 metros. Una vez comprobado este extremo, procedimos al levantamiento mecánico de esta primera capa superficial que se limitó a un área de 10 x 30 m., extensión que consideramos suficiente para los trabajos de este primer año, y que además

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preservaba más de la mitad del total del sector para una más detallada intervención en los niveles de los siglos XVII y XVIII, si el estudio de los materiales extraídos en las catas lo recomendaban, como parecía indicarse tras un primer análisis de las cerámicas ya inventariadas. Los trabajos en el mes de julio se centraron en los cuadros F-7 y F-12. Están situados en el extemo Norte de la plaza, allí donde presumiblemente el suelo natural del monte -la falda del cerro de Despeñaperros- tenía la cota más alta del área a excavar, y donde ya se realizaron dos de las catas iniciales, de 2,50 x 2,50 metros. Los cuadros K-7 y K-12 de sólo 2 x 2 m., se dejaron de momento sin excavar, una vez comprobada su utilidad en la determinación de los rellenos modernos de la Plaza del Hospital. El cuadro F-7 se amplió a 2,50 x 5 m. en dirección N-S llegándose en toda la superficie a la roca natural, U.E. n.º 2011. El cuadro F-12 se amplió a 2 x 5 m. en dirección EW, no llegando en esta campaña al nivel de roca natural. Se abrieron un total de 30 m2. Pasamos a continuación a describir las distintas Unidades estratigráficas que formaban el relleno o las estructuras en cada una de las zonas en las que se actuó durante el mes de julio de 1990.

PROSPECCIONES GEOFÍSICAS EN EL ANFITEATRO DE CARTAGENA Y EN LA PLAZA DEL HOSPITAL Y LA CAMPAÑA EXCAVACIONES DE 1990

Lámina 8. Estratigrafía sectores K-7 y K-12.

3.4. Descripcion de las Unidades Estratigráficas CUADRO F-12 (Lám. N.º 5)

U.E. 1001.- Nivel de relleno y aplanamiento. Uniforme en todo el cuadro. Color grisáceo azulago (laguenoso), duro y muy compacto, con abundantes esquistos medianos y grandes. Potencia media de 50 cm. Algunos fragmentos de cerámicas vidriadas anteriores al siglo XIX, posiblemente centradas en el siglo XVIII (actualmente en estudio). U.E. 1002.- Nivel de relleno. Uniforme en todo el cuadro. Tierra de color marronáceo, con zonas de láguena, algo más suelta que la U.E. 1001, pero de similar textura. Presenta esquistos medianos y otras piedras, pequeños núcleos de cal y ladrillos macizos. Potencia entre 10 y 40 cm. Gran cantidad de fragmentos cerámicos, predominando los mencionados

para la U.E. 1001, pero también con presencia de materiales de época republicana y altoimperial. Abundantes restos orgánicos óseos, malacológicos y carbones. U.E. 1003.- Nivel de relleno. Aparece por todo el cuadro. Tierra compacta, color marrón amarillento, con abundantes adobes deshechos, así como restos de pavimentos y recubrimientos en mortero revestido. No aparecen cerámicas modernas y sí de época romana: altoimperiales (sigillata sudgállica, paredes finas tipo «cáscara de huevo», lucernas de volutas, etc...) y republicanas- augusteas (campanienses, cerámica de cocina y ánforas itálicas, paredes finas, algunas sigillatas aretinas, etc...), predominando claramente las primeras. Apareción un quadrans de Claudio. U.E. 1004.- Nivel de relleno, de dudosa fiabilidad estratigráfica. Aparece como una bolsada, de color marrón con abundantes adobes descompuestos. Contexto arqueológico similar a la U.E. 1003, pudiéndose tratar del mismo paquete. U.E. 1005.- Nivel de relleno, de potencia variable, aparece por todo el cuadro. Tierra marrón grisácea, con muchas piedras de tamaño mediano. Contexto arquelógico similar a la U.E. 1003. U.E. 1006.- Bolsada de poca entidad y fiabilidad estratigráfica dudosa. Tierra limosa de color verdoso, de apenas 3 ó 4 cm. de potencia. El material cerámico que encierra es similar al de la U.E. 1003. U.E. 1007.- Nivel de relleno. Aparece sólo en el ángulo SW del cuadro, y para su mejor definición habrá que esperar a la ampliación de la excavación. Se trata de una tierra bastante suelta, con núcleos de arenisca y otras piedras descompuestas, así como abundantes restos de materiales constructivos como opus signinum, estucos parietales con motivos geométricos y vegetales en negro, rojo, ocre y verde. La cerámica está escasamente representada, abarcando cronológicamente desde el siglo II a.C. al I d.C. U.E.1008.- Nivel de relleno, de dudosa fiabilidad estratigráfica. Se localiza en el ángulo SE del cuadro, por lo que tenemos aún pocos elementos para su definición. Tierra de color oscuro, que contiene abundantes restos carbonizados. Sería asimilable a la U.E. 1005. Apareció un as casi frustro, probablemente de Claudio. U.E. 1009.- Nivel de relleno. LLega a alcanzar más de 50 cm. de potencia, siendo el predominante en el área excavada al finalizar la campaña. Tierra marrón grisácea, con abundantísimos restos de hábitat: adobes, restos orgánicos carbonizados, restos óseos y malacológicos, etc... En cuanto a la cerámica, encontramos exclusivamente materiales de época republicana de los siglos II y I a.C.

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Lámina 9. Materiales de la fase de actividad 2. (Fase V del Yacimiento): Sigillata sudgálica: N.º 1.- Drag. 18/31. N.º 2.-Drag. 24/25. N.º 3.- Drag. 33. N.º 4.- Frag. decorado T.S.Sudgálica. N.º 5.- Drag. 27. Paredes finas: N.º 6.- Lucente, M-XXXVIII. N.º 7.- Lucente, M-XL. N.º 8.- Lucente con decoración de arenilla, posible producción local. N.º 9.- Decoración a peine. N.º 10.- Decoración de barbotina, posible producción local. N.º 11.- Cáscara de huevo. M-XXXIV. N.º 12.- Lucerna local.

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U.E. 1010.- Nivel de relleno. Es una pequeña bolsada, de fiabilidad estratigráfica dudosa, muy similar en textura y color a la U.E. 1007, igualmente presenta abundantes restos constructivos, pero de mayor tamaño que la U.E. citada. Parece de formación anterior a la U.E. 1009. CUADRO F-7 (Lám. N.º 6)

U.E. 2001.- Nivel de relleno, ocupa toda la superficie del cuadro. De color grisáceo, con láguena y piedras esquistosas de mediano y gran tamaño. Es un nivel fuertemente compactado. Contiene escaso material cerámico, con claro predominio de la cerámica vidriada de época moderna (siglos XVII y XVIII) y algunos fragmentos de época romana. Equivale a la U.E. 1001 del cuadro F-12. U.E. 2002.- Nivel de relleno, ocupa igualmente toda la superficie del cuadro. Tierra color marrón claro, con gran cantidad de piedras de distintos tamaños y núcleos de cal de contrucción. Presenta restos cerámicos, predominando los de épocas modernas, incluidos fragmentos de tejas y losetas, loa materiales antiguos son de época republicana y altoimperial. Equivale a la U.E. 1002 del cuadro F-12. U.E. 2003.- Nivel de relleno. Tierra de color marrón oscuro, de grosor variable y más bien parecido a una bolsada. Contiene materiales de construcción tanto de época moderna como romanos (opus signinum). Entre las cerámicas que aporta predominan las de época romana, estando aún presentes las de momentos más recientes. U.E. 2004.- Nivel de relleno. Potente y uniforme por todo el cuadro. Tierra color marrón rojizo muy compacta, con adobes, algunos de ellos descompuestos. Abundantes restos orgánicos (óseos y malacológicos) y cerámicos, ya únicamente de época romana, desde mediados del siglo II a.C. a finales del I d.C. Posiblemente es equivalente a la U.E. 1004 del cuadro F-12. Es de destacar un semis de Carthago Nova, con cabeza de Augusto o Marco Agrica en anferso y trofeo en reverso, casi frustra. (VIVES 131, 1-4). U.E. 2005.- Nivel de relleno, de potencia variable, entre 60 y 5 cm., se presenta como una gran bolsada que aparece por todo el cuadro. Tierra muy suelta, de textura arenosa y color gris verdoso. Destacan restos constructivos romanos (estucos, signinum) y cerámica, mucho más abundante la de época altoimperial. U.E. 2006.- Pequeña bolsada, pero que no es otra cosa que una zona de contacto entre las U.E. 2002 y 2003. U.E. 2007.- Se trata de una estructura compuesta por piedras medianas y núcleos grandes de argamasa (entre 18 y 15

cm.), reutilizados, colocados en seco, formando dos hileras paralelas que dejan entre ellas una anchura o hueco de 20 cm. Atraviesa el cuadro de Norte a Sur, y tanto su interpretación como murete o como canalización no está clara, en tanto no se amplíe la excavación en extensión (Lám. N.º 7). U.E. 2008.- Nivel de relleno. Se ubica sobre la estructura 2007 y es la misma que la U.E. 2004. U.E. 2009.- Nivel de relleno. Forma una bolsada amplia, al W del cuadro. Tierra marrón grisácea muy suelta, casi arenosa, con abundantes restos orgánicos y cerámicos, éstos de época altoimperial y republicana. Aportó un as de Augusto muy deteriorado. U.E. 2010.- Nivel de relleno. De potencia variable, cubre casi todo el cuadro, buzando claramente hacia el Sur, siguiendo ya la inclinación del suelo natural del monte. De color marrón rojizo, con abundantes piedras esquistosas y adobes. Únicamente presenta materiales arqueológicos de época republicana. U.E. 2011.- Es el suelo natural, formado por esquistos degradados, de color rojizo. Aparece antes en el lado norte del cuadro, buzando hacia el Sur. Material muy escaso, destaca un semis de Carthago Nova de Tiberio. U.E. 2012.- Tierras procedentes de un derrumbe de perfiles, conteniendo materiales de U. E. anteriores a la U.E. 2010. U.E. 2013.- Nivel que rellenaba el hueco central de la estructura 2007. Es parte de la U.E. 2004. Cerámicas sigillatas aretinas y sudgálicas. U.E. 2014.- Nivel de relleno. Colmata el terreno a partir del suelo natural 2011, buza hacia el SW. Está compuesto por tierra de color marrón oscuro, de textura arenosa. Abundante material cerámico del siglo II y primera mitad del siglo I a.C. U.E. 2015.- Nivel de relleno de escasa potencia, debajo de la estructura 2007. Tierra color marrón rojizo, compacta, con restos de adobes descompuestos. Sólo presenta materiales anteriores a época augustea. U.E. 2016.- Nivel de relleno, junto al suelo natural. Tierra marrón muy suelta, con esquistos y piedras de tamaño mediano. Material cerámico sólo de época republicana. U.E. 2017.- Nivel de relleno, aparece como una bolsada en el extremo SE del cuadro. Tierra suelta de color grisáceo con láguena y piedras de pequeño tamaño. Material arqueológico de época republicana. U.E. 2018.- Nivel de relleno. Ocupa una franja arenosa que atraviesa el cuadro de E a W, colmatando un hueco hecho en la roca natural de sección triangular y una profundidad máxima de 8 cm. Materiales de época republicana.

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Lámina 10. Materiales de la fase de actividad 3. (Fase IV del Yacimiento): Cerámicas de barniz negro: Campaniense A: N.º 1 y 2.- Bases. N.º 4 y 5.- Páteras Lamb. 6. N.º 6.Pátera Lamb. 5. Campaniense B etrusca: N.º 7.- F-2653 Campaniense B de Cales: N.º 3.- Estampilla «a cuoricino». Beoides: N.º 8 y 9.- Pátera Lamb. 7. N.º 10.- Tapadera (Beoide?). F-9130. N.º 11.- Base Lamb. 1a.

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Lámina 11.Materiales de la fase de actividad 3. (Fase IV del Yacimiento): Cerámica de cocina itálica: N.º 1.- Cazuela tipo Vegas 14/ Cosa 8, con grafito «ante cocturam». N.º 2.Olla tipo Vegas 1. N.º 3.- Tapadera tipo Vegas 16. Cerámica ibérica decorada: N.º 4, 5, 6, 7 y 8. Anforas: N.º 9.- Borde de ánfora grecoitálica. N.º 10.- borde de ánfora Dr. 1A.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

CUADRO K-7 (Lám. N.º 8)

3.5.- Conclusiones cronoestratigráficas

U.E. 3001.- Nivel de relleno. Se extiende por todo el cuadro. De color grisáceo (con láguena), con abundantes esquistos y muy compactado. Potencia aproximada de unos 50 cm. muy uniforme. Materiales cerámicos predominantemente modernos. Equivales a las U.E. 1001 y 2001. U.E. 3002.- Nivel de relleno. Tierra color marrón claro, bastante compacta, con núcleos de cal, areniscas, ladrillos macizos y piedras medianas. Material cerámico desde el siglo II a.C hasta época moderna. U.E. 3003.- Nivel de relleno. Tierra color marrón,menos compacta que la U.E. 3002, con abundantes fragmentos de areniscas degradadas. Se extiende en todo el cuadro. El material cerámico que contiene está mezclado como la U.E 3002. U.E. 3004.- Nivel de relleno o aplanamiento. Tierra de color marrón claro, de escasa potencia (3 ó 4 cm.), con abundante arenisca disuelta. Materiales mezclados de época moderna y romana. U.E. 3005.- Nivel de arrasamiento o erosión. De color amarillo intenso, está compuesto por arenisca descompuesta, ya sea en forma de arena o en nódulos de distintos tamaños. Evidentemente es el nivel superior de la posible estructura U.E. 3007. No presenta material arqueológico. U.E. 3006.- Nivel de relleno. Tierra de color marrón oscuro, muy suelta, casi arenosa, rellena el hueco dejado en el cuadro por la posible estructura 3007. Aporta materiales de época romana. U.E. 3007.- Gruesa capa de arenisca muy degradada, siendo imposible comprobar su posible constitución en forma de bloques. Dentro del pequeño espacio descubierto por nosotros en este sector de la excavación, parece presentar un entalle en ángulo recto, en cuyo seno se deposita la U.E. 3006. Carece de material arqueológico, pudiéndose considerar por tanto como una estructura degradada o como nivel de relleno estéril.

Como resultado de este análisis que acabamos de presentar, pueden inferirse las siguientes conclusiones: constatamos la existencia de cuatro « fases de actividad « referidas a distintos rellenos o aplanamientos de la Plaza del Hospital, y otras dos estructuras detectadas en el área excavada en esta primera campaña, que describiremos a continuación. 1.- Regularización de la Plaza, a finales del siglo XVII y principios del siglos XVIII, con dos posibles fases: una más moderna que comprende las U.E. 1001, 2001, 3001 y 4001; otra más antigua con las U.E. 1002, 2002, 2003, 2006, 3002, 3003, 3004, 4002. 2.- Fase de relleno y aplanamiento. Tiene una fecha de formación ante quem de mediados del siglos I d.C.. Comprende las siguientes U.E.: 1003, 1004, 1005, 1006, 1007, 1008, 1011, 1012, 1013, 2004, 2005, 2008, 2009, 2012, 2013, 3006. Presenta materiales arqueológicos de habitación y actividad doméstica y comercial (elementos constructivos, orgánicos y cerámicos)(Lámina n.º 9), en algún caso con carácter de basurero, con una cronología que va desde mediados del siglo II. a.C. a mediados del siglo I d.C. Entre la vajilla de mesa encontramos abundantísima terra sigillata sudgálica, donde predominan las formas Drag. 17, Drag. 24/25, Ritt. 9, Drag. 18/31, y Drag. 27; no hay sigillatas africanas, siendo las hispánicas casi inexistentes. En la cerámica de paredes finas aparecen formas augusteas y julioclaudias: M-XXIV con decoración a peine, M-XXXII con hojas de agua, M-XXXIV de cáscara de huevo, M-XXXV y M-XXXVI decoradas con arenilla, M-XXXV a M-XXXIX con retícula a barbotina. Tambien hay numerosa lucernas de volutas antiguas, con decoraciones figuradas en el disco. En cuanto a contenedores anfóricos, predominan los de formas Dr. 2-4, Dr. 7-11 y Haltern-70; urnas, jarras y jarritas de formas corrientes en centros itálicos o hispánicos con importantes niveles altoimperiales (Pompeya, Ostia, Luni, Pollentia, Tarraco, Baetulo), están igualmente presentes. Son en cambio muy escasas las cerámicas de cocina africanas, lo que dice a favor de la temprana cronología altoimperial de esta fase. Los hallazgos numismáticos, aunque escasos, confirman lo dicho pues ninguno sobrepasa la época de Claudio. Los materiales de época republicana existentes en esta fase podrían ser (si dejáramos a un lado la cerámica de cocina itálica, de carácter residual): unos pocos ejemplares de Campaniense A media y tardía, cerámicas beoides, algunas ánforas DR. 1, Mañá C, púnico ebusitana P-16/17, anda-

CUADRO K-12 (Lám. N.º 8)

U.E. 4001.- Nivel de relleno. Tierra muy compacta, de color gris (con láguena) y con abundantes esquistos. Materiales arqueológicos desde época romana a moderna. Equivale a las U.E. 1001, 2001 y 3001. U.E. 4002.- Nivel muy compactado y apisonado, conteniendo predomiantemente materiales modernos, y que presenta su interfase con huellas de uso como pavimento. No se procede a su excavación.

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9 Lámina 12. Materiales de la fase de actividad 4. (Fase II del Yacimiento). Cerámicas de Barniz negro: Campaniense A: N.º 2.- Base. N.º 3.- Pátera forma lamb. 36. N.º 4.- Paterita forma Lamb. 34. N.º 5.- Pátera forma Lamb. 5. Campaniense B etrusca: N.º 6.- Paterita/ soporte forma Lamb. 4. Campaniense B de Cales: N.º 1.- Base de hojitas esquemáticas. Cerámica de cocina púnica: N.º 7.- Borde de olla foma Hayes 194. Anforas: N.º 8.- Borde de ánfora púnica, Mañá C 2b. N.º 9.-Borde y cuello de ánfora grecoitálica.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

luza de los Campamentos Numantinos (CC.NN.), por otro lado parte del panorama habitual de los niveles republicanos del área del Anfiteatro. La cerámica de cocina itálica es sin embargo bastante numerosa, dentro de un fenómeno que hemos analizado recientemente en el marco de una reunión sobre cerámicas comunes celebrado en Ampurias en marzo de 1994, y que por abarcar un horizonte mayor que el que aquí se establece, dejaremos su comentario para mejor ocasión, adelantando que no modifica en nada lo dicho para la cronología de esta fase. 3.- Fase de relleno y aplanamiento. Con materiales arqueológicos únicamente de época republicana, que incluyen, además de los propios de actividades domésticas, otros de carácter artesanal (escorias de hierro) (Láminas 10 y 11). Terminus ante quem, último cuarto del siglo I a.C. Comprende las siguientes U.E. 1009, 1010, 1014, 2010, 2014, 2015. A los materiales de época republicana ya enumerados en el apartado anterior, habría que añadir en la vajilla de mesa, algunas campanienses A antiguas, otras del círculo de las B / Cales, cubiletes de paredes finas M-I, M-II y MIII, lucernas de barniz negro tipo Esquilino y también de barniz rojo, Dr. 2-3; algunas sigillatas orientales antiguas y sobre todo escasas aretinas, ponen el acento más tardío del conjunto. En contenedores anfóricos añadiremos a la Dr. 1A, la presencia de Dr. 1B, Mañá D y C1. Los hallazgos numismáticos no son significativos, al tratarse de monedas frustras. 4.- Posiblemente, las U.E. más profundas pertenecen a un momento de compactación anterior, hacia finales del siglo II o inicios del I a.C., a juzgar por los materiales (Lám. n.º 12). Serían las U.E. 1015, 1016, 2016, 2017, 2018. Éstos no presentan ya ningún tipo de cerámicas con barniz rojo (sigillatas, lucernas), como no sean algunas imitaciones ibicencas de vajilla de mesa. Tampoco entre el barniz negro, encontramos cerámicas beoides, siendo predominante la Campaniense A media y entre las de pasta clara, más escasas, está presente la Campaniense B etrusca y formas calenas, no beoides. No tenemos para este nivel, en esta campaña, hallazgos numismáticos. 5.- Hecho arqueológico construido: Murete M-1 (U.E. 2007). Alzado, al parecer, sobre las U.E. de la fase anterior de época republicana (Lám. 7). 6.- Hecho arqueológico construido: Estructura de tabaire, aún mal conocida identificada por la U.E. 3007, de época no precisada.

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Por último, debemos mencionar la existencia de un «hecho no antrópico»: la presencia de la roca natural del monte, bajo los niveles republicanos de la fase 3, en el cuadro F-7. Corresponde a la U.E. 2011. Las fases de actividad 1, 2, 3 y 4, anteriormente descritas, se corresponden a la luz de los diferentes estudios y excavaciones realizados entre 1990 y 1994 año en que revisamos el presente informe, con otras tantas Fases presentes en todo el área del Anfiteatro y la Plaza del Hospital (Fases VI, V, IV, III respectivamente) y que responden a diferentes momentos de adecuación y urbanización de lo que fue en primera instancia una vaguada, hasta su conversión en un espacio público tanto en época romana como moderna. A las fases que añarecieron en 1990 habría que añadir otras más antiguas, una correspondiente a la primera mitad del siglo II a.C., asociada a la utilización y amortización de un área de habitad ortogonal aún en estudio (Fase II) y otra del último tercio del s. III a.C., asociada a algún resto constructivo de la Plaza del Hospital y a varios depósitos del Anfiteatro (Fase I). En Valencia y Cartagena, a 30 de abril de 1994.

NOTAS: (1) PÉREZ BALLESTER, J. (1987). « Anfiteatro de Cartagena, campaña de 1.983». Excavaciones y Prospecciones Arqueológicas. Murcia. PP. 283 y ss. (2) Véase en RUBIO PAREDES, J.M. (1983). «Historia de la arqueología cartagenera, I. Siglos XVI-XVII». XVI Congreso Nacional de Arqueología. Murcia- Cartagena. (1982). PP. 881-890. (3) CASCALES, F. (1598) Discurso de la ciudad de Cartagena dirigido a la misma y compuesto por F. Cascales. Valencia, capítulo 4, 6-7. (4) BONET CORREA, A. (1991).» Plano de la Plaza de Cartagena, su Arsenal, Puerto y Baterias que lo defienden», del año 1763. Cartografía Militar de Plazas fuertes y Ciudades Españolas del siglo XVII. PL.71. (5) PÉREZ BALLESTER, J., BERROCAL CAPARRÓS, M.C. Y SAN MARTÍN MORO, P.A.. «El Anfiteatro romano de Cartagena (1967-1992)». Coloquio Internacional. El Anfiteatro en la Hispania Romana, Mérida (1992). (En prensa). RUBIO PAREDES, J.M (1993). « Otro dibujo del anfiteatro romano de Cartagena y las notas arqueológicas del P. Juan de Talamanco», Murgetana, 86, Murcia. PP. 29-46. (6) Cf. nota n.º 1.

INFORME DE EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS REALIZADAS EN EL SOLAR DE LA CALLE JARA N.º 19-23 (CARTAGENA)

M.ª Carmen Berrocal Caparrós M.ª José Conesa Santa Cruz

MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

ENTREGADO: 1994

INFORME DE EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS REALIZADAS EN EL SOLAR DE LA CALLE JARA N.º 19-23 (CARTAGENA)

M.ª CARMEN BERROCAL CAPARRÓS, M.ª JOSÉ CONESA SANTA CRUZ

Resumen: En los primeros meses del año 1990 se excavó un solar de la calle Jara, situada en el valle delimitado por los cerros del Molinete y el Castillo de la Concepción, en las cercanías de importantes restos arqueológicos como los del Gran Hotel, Plaza de los Tres Reyes o las Termas de la calle Honda. Pese a la cantidad de pozos ciegos que horadaban gran parte del solar, se documentaron -hasta el nivel freático- estructu-

ras de un posible edificio público de cronología altoimperial, abandonado y colmatado a principios del siglo V d.C., con un relleno homogéneo de materiales de construcción del mismo. Todo a su vez recubierto con un potente nivel de relleno de cronología tardorromana, donde se han podido diferenciar varios vertederos con materiales del siglo V al VII d. C.

I. INTRODUCCIÓN

Topográficamente el solar se ubica en el centro del valle formado por los cerros del Molinete y del Castillo de la Concepción (Lámina 1). El poblamiento romano en esta zona fue muy intenso, prueba de ello es la gran cantidad de restos arqueológicos de carácter monumental documentados en los alrededores 2 (Lámina 2). La abundancia y a la vez parcialidad, de los hallazgos en torno a la calle Jara han provocado una cierta controversia en cuanto a su interpretación. Al respecto Jiménez Cisneros, dada la monumentalidad de los hallazgos del Gran Hotel, situó en esta zona el área del Foro. Dicha hipótesis no era compartida por A. Beltrán que aducía motivos topográficos tales como la excesiva cercanía al mar de estas estructuras, aunque reconoce que se trata de una zona con un importante conjunto monumental de carácter público, provisto de columnatas, pórticos, estatuas y lápidas honoríficas (BELTRÁN MARTÍNEZ. 1952. P. 52). Tras los hallazgos de una serie de tabernae en el año 1985 en la Plaza San Francisco (BERROCAL CAPARRÓS. 1987. P. 137-142), esta discusión sobre la ubicación del foro parece en parte abandonada, pero como indica S. Ramallo: la interpretación definitiva, tras un análisis detallado de

En un contrato temporal dentro de los convenios de INEM con la Corporación Local de Cartagena, y tras el polémico derribo de un edificio catalogado del siglo XVII en la calle Jara n.º 23, esquina con el Callejón de Bretau, las que suscriben el presente artículo, tuvimos oportunidad de realizar en este solar y el contiguo (n.º 21), unas excavaciones arqueológicas con carácter de urgencia durante los meses de octubre de 1989 hasta marzo de 1990. El área en cuestión se encuentra en una de las calles de trazado más antiguo de Cartagena que fue muy tempranamente urbanizada y desde principios del siglo XVI tomó el nombre de Xara « por vivir en ella Don Alonso de Xara, Regidor del Ayuntamiento, Alcaide del Castillo y Fortaleza de la Ciudad « (CASAL MARTÍNEZ. 1989. P.209). Esta calle ha mantenido a lo largo de los siglos una cierta relevancia social por ser lugar de residencia de personajes importantes (1), conservando en su trazado original varias edificaciones catalogadas por su valor histórico-artístico (PÉREZ ROJAS. 1986). Éste era el caso del edificio pre-existente en el solar n.º 23, por lo cual contábamos «a priori» con la inexistencia de remociones recientes y cimentaciones modernas.

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INFORME DE EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS REALIZADAS EN EL SOLAR DE LA CALLE JARA N.º 19-23 (CARTAGENA)

Lámina 1. Situación del solar.

todos los elementos arqueológicos aparecidos en este sector, es actualmente imposible de adelantar y las hipótesis que se planteen estarán sujetas a modificaciones conforme vayan avanzando las excavaciones (RAMALLO ASENSIO. 1989. P. 91), de todos modos es indudable que estamos en un área de edificios públicos cercana a las instalaciones portuarias. En este contexto arqueológico contamos con un área a excavar de forma aproximadamente trapezoidal, compuesta por los solares números 19, 21 y 23, colindante con dos antiguas excavaciones muy cercanas, la del callejón de Bretau y la de la Plaza de los Tres Reyes y en las inmediaciones de los hallazgos del Gran Hotel, lo que presuponía la existencia de restos romanos. Inicialmente se plantearon tres cuadrículas (Lámina 3), con unas dimensiones de 6 x 6 m. que se vieron posteriormente modificadas por la existencia de un gran aljibe central y de un grueso muro de cimentación que separaba los solares n.º 21-23 del n.º 19 y que se encontraba demasiado cercano al inmueble n.º 17 (en estado de ruina y todavía sin derribar). Por lo cual, debido a motivos de seguridad, proce-

dimos a excavar tan sólo los solares n.º 21 y 23, que se encontraban a su vez horadado por numerosos pozos ciegos que se encontraban distribuidos por todo el solar. La topografía de la excavación fue realizada por M.ª Victoria Pazo, auxiliar de topografía, que referenció las cotas de nivel de la excavación con una alcantarilla determinada de la calle Jara señalada convenientemente en el plano y que se consideró el punto 100. II. FASES CONSTRUCTIVAS:

Analizadas las distintas estructuras aparecidas en estos solares hemos documentado con nitidez dos momentos constructivos: Fase I.-Se trata de los restos de las construcciones modernas existentes en el solar, fechadas desde el siglo XVII hasta principios del XX. Esta fase viene definida por los muros de cimentación de las edificaciones anteriores, que rodean perimetralmente todo el subsuelo de los solares hasta una cota de - 1,70 m.,

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Lámina 2. Hallazgos arqueológicos.

Lámina 3. Planteamiento inicial de cuadrículas.

también se documentaron dos muros (A y B ) correspondientes a las divisiones interiores de las viviendas, son de destacar tres grandes zapatas cuadradas para la sustentación de pilares, realizadas en piedra mediana y mortero de cal de gran dureza. En el cimiento de separación de los inmuebles 23 y 19 se han empleado también grandes sillares de arenisca rectangulares, de uso cotidiano en las paredes medianeras de edificaciones modernas en Cartagena. Correspondiente a este mismo momento constructivo documentamos parte de la infraestructura de las viviendas; por un lado, situado en el centro del solar hallamos un gran aljibe de planta circular, de unos 4 metros de diámetro y 3,50 de profundidad, realizado en ladrillo macizo y mortero de cal, que debido a su funcionalidad se encontraba finamente enlucido por todo el interior. Asimismo se han documentado al menos cuatro pozos ciegos de planta cuadrada o rectangular, de distintos tamaños, delimitados en los laterales por muros de piedra irregular, en ocasiones trabada con mortero de cal. La cubrición se realiza por bóvedas de cañón de ladrillo macizo. También documentamos en el ángulo Sur del corte 1, un pozo de absorbencia realizado en ladrillo macizo, de planta circular con apenas 1,10 m. de diámetro y unos 2 m. de profundidad. Fase II.-El segundo momento constructivo corresponde a los niveles de cronología romana, probablemente siglo I d.C. (Lámina 4).

Se documentaron tres muros (1, 2 y 3 ) de idéntica factura, distribuidos en los cortes 1 y 2, que están situados aproximadamente en ángulo recto unos respecto a otros y dos de ellos (1 y 3) son paralelos, por lo que pertenecen a una misma habitación, ligeramente descuadrada, de grandes dimensiones: con una anchura de 5,50 m. y una longitud - sin precisar - pero con una medida mínima de 8,30 metros. Están realizados con una técnica mixta, que combina un zócalo de piedra mediana trabada con argamasa depurada, con un alzado de unos 70 cm. y 40 cm. de ancho, recrecidos posteriormente con grandes adobes rectangulares de color anaranjado, de 30 x 30 cm., de los que sólo se conservan en perfecto estado dos filas completas en el muro 3. Junto al ángulo formado por los muros 1 y 2, directamente colocado con argamasa sobre este último muro, documentamos un sillar de arenisca de 50 cm de altura, con 40 cm. de anchura que parece un tipo de refuerzo constructivo situado en la proximidad de los ángulos de la edificación. Los tres muros tienen, a su vez, en el nivel de pavimentación unas estructuras rectangulares, realizadas en piedra mediana y láguena, de dimensiones irregulares (la longitud oscila entre 75 y 50 cm. y el ancho entre 60 y 40 cm.), y un alzado de unos 30 cm.. cuya función exacta desconocemos, pero que podrían ser - a modo de zapatas- una especie de cimientos para sustentar la techumbre.

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INFORME DE EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS REALIZADAS EN EL SOLAR DE LA CALLE JARA N.º 19-23 (CARTAGENA)

En cuanto a la pavimentación correspondiente a la edificación; hemos hallado sobre todo entre los cortes 1 y 2, grandes placas de opus signinum de color blanquecino con abundantes fragmentos cerámicos reutilizados, siendo de destacar un fragmento de T.S. sudgálica decorado con ovas. No parece, por la forma en que aparecen los pavimentos, que éstos estén directamente relacionado con los muros, al menos en los cortes excavados, puesto que las placas se encuentran claramente desplazadas de su lugar original ya que aparecen movidas, desniveladas, muy fragmentadas e incluso en ocasiones volteadas. También hay que tener en cuenta que el estrato de abandono (E. IV) se encuentra tanto por encima, como por debajo de los fragmentos de pavimento. No obstante y a pesar de todo lo expuesto si los pavimentos perteneciesen a esta edificación implicaría una completa e intencionada destrucción de la misma en época tardorromana.

NIVEL I:

Formado por el relleno de escombros procedentes de los derribos y las cimentaciones de las edificaciones allí existentes, fundamentalmente se trata de ladrillos macizos, piedras de tamaño mediano y abundante cal. Cuenta con una escasa potencia y se podría considerar como superficial. Aporta poco material cerámico moderno y algún fragmento de cerámica medieval. NIVEL II:

Los niveles estratigráficos de este solar son bastante uniformes en los tres cortes y presentan gran fiabilidad estratigráfica, aunque contamos con el grave inconveniente de las numerosas contaminaciones de los pozos ciegos (Ver representaciones de los perfiles en láminas 6, 7, 8 y 9). La estratigrafía del solar y los materiales asociados más significativos son los siguientes;

Corresponde a los rellenos de los pozos ciegos de la fase constructiva I, en general se trata de tierras barrosas, con abundante componente orgánico, de tonalidades muy oscuras que producen abundantes filtraciones de color gris-verdoso en los estratos de alrededor y arrasan por completo los niveles romanos. En este nivel aparecieron abundantes lozas y cerámicas vidriadas (tazas de café, bacines, restos de platos...), vidrios (botellas de distintos tamaños), elementos metálicos (un anillo de plata muy mal conservado, una cuchara... ) que abarcan cronológicamente desde el siglo XVII hasta la actualidad. Es de destacar la aparición en el fondo del pozo 1 del corte 1, de una serie de 40 botellitas de vidrio bien tapadas y ordenadas dentro de una caja de madera, que estaban rellenas con sustancias de diversas coloraciones y texturas. Debido al intenso olor que despedían fueron extraídas con ayuda del Cuerpo de Bomberos de Cartagena. Una vez analizados, por los químicos municipales, algunos de los contenidos (alcanfor, aceites de distintas coloraciones, ungüentos,

Lámina 4. Planta general.

Lámina 5.

III. SECUENCIA CRONO-ESTRATIGRÁFICA (Lámina 5)

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Lámina 6. Corte 1, perfil N-O.

Lámina 7. Corte 2, perfil Norte.

etc...) llegamos a la conclusión de que se trataban de productos medicinales que fueron arrojados en un momento determinado, dentro de la misma caja, al interior del pozo por motivos desconocidos.

Es de destacar uno de los vertederos anteriormente citados, denominado ESTRATO III,d, de color gris oscuro cenizoso, delimitado como una bolsada alargada y de poca potencia en el perfil Norte del corte 2, que en planta no tiene forma definida pero se observa como una gran concentración de cerámicas comunes, muy fragmentadas, con signos evidentes de haber sido quemadas in situ. La importancia de este pequeño vertedero se debe a la aparición de un lote de cerámicas pintadas de las cuales no hemos hallado paralelos 3. Con el número de inventario J-90/ 2-IIId/ 179.1 y J-90/ 2-IIId/ 179.2 (láminas 10 y 11 ), individualizamos ocho fragmentos de al menos dos vasos cerámicos de distinta decoración pictórica, pero con unas características morfológicas y tipológicas idénticas: El borde entrante, ligeramente redondeado y de sección triangular, de 9 cm. de diámetro de borde, con una carena muy alta y marcadamente diferenciada. Asimismo localizamos varios fragmentos de galbo de un cuerpo alargado y cilíndrico de unos 23-24 cm. de diámetro. Se trata de un tipo de contenedor cerrado, realizado en cerámica común, de tipología indeterminada. La pasta dura es de color marrón claro y textura granulosa, presenta pequeñas inclusiones oscuras y abundantes fisuras y defectos de cocción. La superficie exterior, en ocasiones ligeramente engobada en color beige-amarillento, presenta abundantes partículas micáceas plateadas muy pequeñas. En la parte exterior del vaso se ubica la zona pintada en tres colores; rojo, blanco/crema y negro, aglutinados tan sólo con agua, de ahí su fragilidad ante el lavado, la pintura es poco espesa y el trazo tiene un grosor medio de 4 mm. que

NIVEL III:

Está compuesto por un estrato de relleno muy uniforme, formado por tierra marrón rojiza, de textura granulosa y suelta, con carbones y pequeñas bolsadas de adobes disueltos, que está horadado frecuentemente por las estructuras y contaminaciones de los niveles I y II. Este nivel es de mayor potencia que los anteriores y aporta numerosos fragmentos cerámicos de un amplio espectro cronológico romano, no obstante son de destacar las cerámicas tardorromanas del tipo T.S. Africanas D, siendo las más significativas las formas 61, 91, 99, 104 de Hayes (HAYES. 1972 ), que nos remiten a un momento cronológico desde mediados del siglo V hasta finales del VI e incluso principios del VII. Dadas las características de los materiales de este estrato y la amplitud cronológica que presentan, podemos relacionarlo directamente con el depósito cerámico exhumado en el solar cercano de la plaza de los Tres Reyes, ampliamente analizadas por R. Méndez (MÉNDEZ ORTIZ. 1988. P. 31-165). También dentro de este nivel III, en el corte 2, destacamos la existencia de dos vertederos tardorromanos, claramente delimitados en planta por su coloración más oscura (negra-grisácea), que horadan el estrato IV y a los cuales denominamos estratos III,d y III,e. Ambos cuentan con un interesante material cerámico de cronología tardía.

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INFORME DE EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS REALIZADAS EN EL SOLAR DE LA CALLE JARA N.º 19-23 (CARTAGENA)

Junto a los dos bordes antes descritos, hemos documentado otros catorce fragmentos pintados e informes 4 del mismo tipo cerámico, donde se repiten los motivos pictóricos antes descritos (lámina 12 y 13). Destaca el fragmento J-90/2-IIId/179.3 que es un elemento de prensión, una especie de asa en forma de U, adosada totalmente a la superficie del vaso y decorada con intensos trazos negros paralelos y muy anchos. En su lateral tiene bandas en blanco y zigzag en rojo sobre fondo oscuro. A pesar del pequeño tamaño del vertedero, hemos documentado una interesante asociación de distintos tipos de cerámicos significativos, por lo que hemos podido precisar puntualmente la cronología del vertedero IIId, que nos remite a mediados del siglo V d.C.. A continuación dicha documentación material:

Lámina 8. Corte 2, perfil Este.

se estrecha ligeramente cuando hace pequeñas curvas. El color rojo es el dominante, suele estar enmarcado entre líneas blanquecinas y el relleno de fondo puede ser crema o negro, este último más claro que el utilizado en el dibujo de los motivos por lo que parece una especie de engobado previo. Los motivos son de tipo geométrico y en su realización se busca la simetría, básicamente se trata de los siguientes: - Zigzag: líneas quebradas formadas por segmentos lineales que van alternativamente en un sentido y en otro, de 2,5 cm. de anchura están realizados siempre en rojo y enmarcados por bandas color crema. - Dibujos en espiga; compuesto por una línea como eje en color claro y otras laterales paralelas entre sí y oblicuas a aquella en color rojo. -Bandas de 4 mm. radiales y paralelas formando círculos concéntricos respecto a la boca del vaso. Suelen ser siempre en color beige. -Puntos de 7 mm. de diámetro, tanto en el borde como en la carena, en rojo y negro.

N.ºINV. J-90/ 2-IIId/ 127 (Lámina 14): Fragmento de borde rectilíneo, exvasado, ligeramente inclinado, que presenta interiormente una serie de acanaladuras. Fractura irregular, barniz espeso y brillante de buena calidad, perteneciente a un plato de TS.Clara D forma 59 B de Hayes / Lamboglia 51. Cronología y paralelos: Carandini (1981, 82-83) la fecha en Ostia a finales del s. IV inicios del V d.C. Hayes (1972, 96-100) da una cronología similar para esta variante entre los años 320-420 d.C. Tortorella (1980, 136) data esta forma entre el 400-425, documentando algunos fragmentos tardíos hasta el 439 d.C. También está atestiguada en Baetulo (Aquilué, 1987, 163-5) y en el abocador de Vila-roma en Tarraco (TED’A, 1989, 124-5) en contextos de la primera mitad del siglo V. En Cartagena, Méndez (1988,78-82) documenta hasta 18 fragmentos de esta variante en el yacimiento de la Plaza de los Tres Reyes, precisamente junto a la calle Jara. En la provincia de Murcia su presencia es frecuente y está reflejada en numerosos yacimientos (Méndez y Ramallo, 1985, 234-5) como Begastri, Bancal de Tejas, Casa Gallardo, Ifre, Villaricos, etc... N.º INV. J-90/ 2-IIId/ 146 (Lámina 14): Fragmento de margo y lucerna TS Africana, de pasta anaranjada y fractura regular, con barniz anaranjado espeso y brillante. Decoración alterna con círculos concéntricos y flores cuatripétalas. Cronología y paralelos: De similar decoración está la forma n.º 325 del Ágora de Atenas (Perlzweig, 1961,98) datada en el siglo V. Amante (1985,172-3) en su estudio de las lucernas de la provincia de Murcia, ha constatado lucernas de motivos semejantes pertenecientes a lo que deno-

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

aljibe

Lámina 9. Corte 3, perfil Oeste.

mina serie II, asociadas a formas de TS Clara D - como la Hayes 59 B- y encuadrables en el siglo V.d.C. N.º INV. J-90/ 2-IIId/ 154: Cuatro pivotes diferenciados, macizos y de forma cilíndrica, pasta dura, de color beige (entre los tonos anaranjado y blanquecino) con desgrasantes micáceos muy pequeños y esporádicos puntos negros. Los identificamos por su semejanza con el pivote n.º 8.166 de Vila-roma (Ted’a, 1989, fig.157) como pertenecientes a un ánfora piriforme tipo Keay XIX / Almagro 51. Cronología y paralelos: Keay (1984,160) documenta este tipo de ánfora en Cataluña en contextos que oscilan desde finales del siglo III y la primera mitad del s. V d.C., al igual que Bonifay (1987,275) en la Bourse para la variante B. Muy abundante en la Necrópolis Paleocristiana de Tarragona, donde Del Amo (1979,122) la data entre finales del siglo IV principios del V d.C. En el Portus Ilicitanus (1989, 126 ) se

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documentan dos fragmentos en el siglo IV. Tenemos constancia de su presencia en varios pecios franceses como el de la Chrétienne D -St.Raphaël-(AA.VV.,1986,184), Port Vendres (Chevalier y Santamaría, 1971, 10-11) y Dramont F (Joncheray, 1975, 113-114) con una cronología de la segunda mitad del siglo IV d.C.En el abocador de Vila-roma (Ted’a,1989, 293-294) se documenta en la primera mitad del s. V. N.º INV. J-90/ 2-IIId/ 158.1 y 158.2 (Lámina 15): Estos números de inventario corresponden a dos lotes de 14 fragmentos de bordes-cuellos y 12 frag. pivotes-cuerpos, respectivamente, de anforillas de salazón. Envases de cuerpo cilíndrico, fusiforme, con labio exvasado y ligeramente engrosado y diámetro interior de boca entre 3,5 y 5 cm.. De pasta dura, color beige-crema o anaranjada, en ocasiones parece que lleva un engobe blanquecino. Los desgrasantes son en su mayoría micáceos plateados muy pequeños y puntos negros.

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Lámina 10. J-90/2-IIId/179-1.

En cuanto a su origen; Ramallo Asensio (1984, 99-115 y 1982, 435-442) identificó los hornos cerámicos en Águilas (Murcia). Asimismo ha determinado claramente su contenido (Ramallo, 1982,441) debido a la asociación de estas anforillas a piletas de salazones en el puerto de Mazarrón junto a escamas y vértebras de pescado (Scomberesox saurus). Ramallo en base a las TS. Claras D aparecidas fecha estas anforillas entre los siglos IV y primer cuarto del s. V. Paralelos de las mismas hay en toda la costa murciana incluido Cartagena (Ramallo, Laiz y Berrocal, 1990). N.º INV. J-90/ 2-IIId/ 153.1 y 153.2 (Lámina 16): Quince fragmentos de borde exvasado y engrosado, de ánforas de salazón con asas, con diámetro interior de boca de 8 cm. Pastas beige-crema y anaranjadas, desgrasantes micáceos plateados muy pequeños y puntos negros. Su procedencia es por ahora desconocida, pero su abundancia en yacimientos como La Era (Ruiz Valderas,1990, iné-

dito) en Mazarrón y su similitud en la pasta con las anforillas anteriores, nos hace pensar en un probable origen regional. Asimismo respecto a su cronología y paralelos, Ruiz Valderas en La Era las documenta en contextos de la primera mitad del siglo V. N.º INV. J/90/ 2-IIId/ 179.10 (Lámina 14): Siete fragmentos de borde exvasado, de sección triangular y doble línea marcada en su unión con el galbo, de contenedores de cerámica común. Diámetro de boca entre 26 y 28 cm. Pasta dura, granulosa de color beige anaranjado. Desgrasantes micáceos y pequeños puntos negros. Se encuentran documentados en La Era (Mazarrón) en contextos de la primera mitad del s.V. N.º INV. J-90/ 2-IIId/ 159.9 y 172 (Lámina 14): Dos fragmentos de tapaderas una de borde ahumado y pasta grisácea, con abundantes desgrasantes micáceos platea-

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Lámina 11. J-90/2.IIId/179-2.

dos y la segunda de pasta rojiza de la que se conserva el pomo agarrador. La pieza 172, similar al tipo 17 de Vegas (1973,53-4) está documentada en el pecio Dramont F (Joncheray, 1975,1156) en la segunda mitad del s.IV. Asimismo en La Era (Mazarrón) se fecha en la primera mitad del s.V. Fulford (1984,1967, fig.75.4) data este tipo de tapaderas desde el siglo IV hasta el 520-550 d.C. NIVEL IV:

Corresponde al estrato de amortización o colmatación de la edificación romana, tiene una intensa coloración anaranjada debido a la disolución de adobes y la típica textura arcillosa muy compacta. A partir de una cota de - 3,70 m., respecto al nivel de calle moderna, llegamos al nivel freático por lo que la excavación hubo de ser suspendida, aunque seguía documentándose el estrato IV.

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Aportó abundantes fragmentos de materiales de construcción como tégulas, ímbrices, fragmentos de pavimentos de opus signinum - ya sean de tono blanquecino o decorados con crucetas - abundantes planchas de estucos monócromas y polícromas - decoradas a bandas y motivos fitomorfos -, incluso apareció un umbral en caliza gris. A continuación exponemos los materiales cerámicos más significativos que nos han servido para puntualizar el momento de abandono de la edificación: CERÁMICAS FINAS

N.º Inv. J-90/IV-10 (Lámina 17): Fragmento de borde de cuenco de T.S. Africana, producción C2, forma 45 de Hayes, variante C. Descripción: Cuenco ancho de pared cóncava al interior, con borde recto y exvasado, labio afilado no diferen-

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ciado. Pasta color anaranjado de tacto rugoso. Barniz mate. Diámetro: Cronología: Hayes (HAYES.1972.63-65) y Carandini (AA.VV.1981.63-64) para las variantes A y B proponen una cronología temprana entre 230/40 -320 d.C. Para la variante C,que es la que nos ocupa, la sitúan entre principios y mediados del siglo IV. En Cartagena hasta ahora no había sido documentada. N.º Inv. J-90/IV-39: Cuatro fragmentos (tres de la misma pieza) de galbo recto con borde no diferenciado y un fragmento de fondo con pie anular, de T.S. Africana, producción C2, forma 50 de Hayes, variante A. Descripción: Pasta color anaranjado, de fractura recta, barniz fino y de poco brillo. Grosor de la pared: 3 mm. Cronología: según Hayes (HAYES.1972.69-73) y Carandini (AA.VV.1981.65) la variante A, cuenta con una cronología entre el 230/240 y el 325, aunque dentro de esta variante hay un grupo tardío entre el 300 y el 360. En Cartagena en la Plaza de los Tres Reyes se ha documentado este tipo hasta el s. IV (MÉNDEZ.1988.73-76). N.º Inv. J-90/IV-28 (Lámina 17): Plato de T.S. Africana, producción C3, forma 50 de Hayes, variante B. Descripción: Plato ancho y profundo con la pared recta ligeramente exvasada, que termina en un borde afilado indiferenciado. Fondo plano y pie muy pequeño. Pasta depurada de fractura recta. Barniz color naranja oscuro no muy brillante que sólo recubre la parte interior y la superior del borde. Diámetro: 37 cm. Cronología: Tanto Hayes (HAYES.1972.69-73) como Carandini (AA.VV.1981.65) proponen para la variante B, más tardía, el periodo comprendido desde el 350 hasta el 400. En el valle del Ebro esta producción se documenta desde el s. III hasta el V (PAZ PERALTA.1991.181-183). En Cartagena hasta ahora esta producción ha estado mal representada, especialmente en la Plaza de los Tres Reyes donde se ha constatado tan sólo en niveles del s. II hasta el S. IV (MÉNDEZ.1988.71-76). No obstante, la forma más tardía ha sido fechada en la primera mitad del s. V en La Era, Mazarrón (RUIZ.1991.48.LAM.6,3). N.º Inv. J-90/IV-40: Fragmento de borde de plato de T.S.Africana, producción C, forma Hayes 50 B.

Descripción y cronología igual que la pieza anterior. N.º Inv. J-90/IV-21 (Lámina 17): Plato de T.S.Africana, producción D , forma Hayes 59,B/ Lamboglia 51,51A. Descripción: Dos fragmentos de borde rectilíneo, exvasado y ligeramente inclinado hacia arriba que presenta dos acanaladuras interiores. Galbo cóncavo y fondo plano ligeramente entrante con acanaladura en el interior. Pasta color anaranjado, rugosa al tacto. Superficie interior barnizada también en color naranja y el exterior del borde se presenta ahumado. Cronología: Según Hayes 320-400/420 d.C., también se atestigua en contextos del s. IV en la Piazza Armerina y en Ventimiglia. En Ostia (III-IV) esta forma se documenta a fines del s. IV inicios del s.V., apareciendo en contextos de los s. IV-V en Cartago (ATLANTE.1981.83). En Tarraco en el vertedero de Villa-roma se documenta en la primera mitad del s.V (TED’A.1989.124-125). N.º Inv. J-90/IV-35 (Lámina 17): Fragmento de cerámica corintia, decorada con motivos dionisíacos o los trabajos de Hércules (SPITZER.1942. 162-192). Descripción: Pasta depurada de color marrón-rojizo. Barniz rojizo muy deteriorado. Cronología: Segunda mitad s. II d.C. hasta el último tercio del s. III d.C. Material residual. LUCERNAS:

N.º Inv. J-90/IV-32 (Lámina 18): Lucerna completa de T.S. Africana. Tipo Hayes IIA (HAYES, 1972,311)/ Dressel 31, asimismo por sus características pertenece a la Serie II diferenciada por Amante en las lucernas de la Región de Murcia (AMANTE SÁNCHEZ.1986.157-8). Descripción: Pasta depurada y color anaranjado, barniz del mismo color que la pasta. Cuerpo grande ovalado, con canal abierto y restos de combustión en el pico, asa maciza proyectada hacia detrás, la base circular está recorrida por una molduras que son prolongación del asa. Margo plano, ancho, enmarcado por una pequeña moldura y decorada con una alternancia de flores de hexapétalas y motivos coriformes, no muy definidos por las concrecciones sobre la pieza, decoración

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

J-90/2-IIId/179.7

J-90/2-IIId/179.5

J-90/2-IIId/179.6

J-90/2-IIId/179.8

Lámina 12. J-90/2-IIId/179-7; J-90/2-IIId/179-5; J-90/2-IIId/179-6; J-90/2-IIId/179-8.

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J-90/2-IIId/179.3

J-90/2-IIId/179.4

Lámina 13. J-90/2-IIId/179-3; J-90/2-IIId/179-4.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

J-90/2-IIId/179.10

J-90/2-IIId/179.9

J-90/2-IIId/172

J-90/2-IIId/127 J-90/2-IIId/146 Lámina 14. J-90/2-IIId/179-10; J-90/2-IIId/179-9; J-90/2-IIId/146; J-90/2-IIId/127.

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muy similar a otro fragmento aparecido en Peña María (Lorca) (MARTÍNEZ RODRÍGUEZ.1988.561.LAM 7,FIG.3). Disco circular con dos infundíbulos, está decorado con una cruz monogramática hacia la izquierda, este motivo está bien representado en la toda la Región de Murcia, especialmente Cartagena, pero con una variante: la cruz monogramática está hacia la derecha (AMANTE SÁNCHEZ.1988.233). Los paralelos están documentados en prácticamente todo el Mediterráneo, como en Ravenna, el Porto di Classe (BERTI,1983,151165), etc... Cronológicamente este tipo Hayes IIA abarca todo el siglo V d.C. llegando incluso en la variante IIB, hasta comienzos del s. VI d.C. N.º Inv. J-90/IV-33 (Lámina 18): Lucerna de disco, casi completa, tipo Dressel 28 / Deneuve type VIII. Descripción: Pasta depurada color beige y superficie beige-rosada. Cuerpo de forma circular, de 8,7 cm. de diámetro, el pico -desaparecido- con arranque en forma de corazón y sin canal, asa perforada con engrosamiento posterior, el fondo circular está bordeado por una moldura y con restos de un posible sello. Margo decorado con tres círculos de puntos en relieve, disco cóncavo delimitado por dos molduras bien marcadas, se observan restos de dos infundíbulos uno de ellos central y el otro lateral de menor tamaño. La difusión de este tipo de lucerna en el Mediterráneo es muy amplia, pues se produce indistintamente en Italia y Africa. La cronología de estas piezas ha sido tradicionalmente situada en el s. III d.C. (según Lamboglia y Deneuve (DENEUVE.1969) pero Hayes aboga por una datación más tardía, confirmada por Demers (NEURU, DEMERS Y HAYES.1980.198-99) que documenta esta forma en un depósito de Cartago entre los años 425-450. También aparece un muy tipo similar, la forma Deneuve VIII B/ Dressel 30, con cronología tardía en Tarraco, en el abocador de Villa-roma (TED’A.1989.184.FIG.84) en la primera mitad del s. V d.C, y más concretamente en el decenio 440-450. N.º Inv. J-90/IV-20: Fragmento de lucerna de producción y tipología local. Cronología alto-imperial. Material residual. N.º Inv. J-90/IV-34: Fragmento de lucerna de disco, decorada con un cérvido en carrera hacia la derecha. Cronología altoimperial. Material residual.

Lámina 15. J-90/2-IIId/158-1.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

CERÁMICAS COMUNES DE PRODUCCIÓN AFRICANA

N.º Inv. J-90/IV-22 (Lámina 19): Cuenco de cerámica Africana de Cocina, forma Hayes 181,12-13/ Lamboglia 9A/ Ostia I,fig.15. Descripción: Fragmento de pared convexa con borde entrante, no diferenciado y fondo plano. Pasta anaranjada de tacto rugoso, superficie interior barnizada en A 2 con una acanaladura en el fondo. El exterior presenta una banda de 4 cm. de pátina cenicienta. Diámetro de boca 26 cm. Es una forma muy difundida en todo el Mediterráneo, cuenta con una cronología precisa: En Ostia (I, II y IV), se documenta desde la primera mitad del s. II hasta finales del s. IV -inicios del s.V. En Cartago la Misión Italiana la atestigua en contextos de 360-440 (Atlante...p.215) N.º Inv. J-90/IV-3 y J-90/IV-4 (Lámina 19): Dos fragmentos de plato-tapadera de Africana de cocina, forma Ostia IV,fig.59/ Hayes 182. Descripción: Fragmentos de galbo de interior cóncavo y borde con labio engrosado colgante. Pasta color anaranjado, poco depurada y tacto rugoso, con desgrasantes de tamaño medio (principalmente oscuros) visibles y poros en superficie. Ambas piezas están recubiertas por el exterior de pátina cenicienta, aunque en la pieza n.º 3 sólo recubre el borde. Cronología: Atestiguada en Cartago en contextos del 320 al 440 (AA.VV.1981.213) y en Ostia en contextos de finales del s. IV inicios del s. V (AA.VV.1977.fig.59). También se documenta en la primera mitad del s. V en el Abocador de Vila-roma en Tarragona (TED’A.1989.192).

J-90/2-IIId/153.1 Lámina 16. J-90/2-IIId/153-1.

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N.º Inv. J-90/IV-5 y J-90/IV-6: Dos fragmentos de plato-tapadera de Africana de cocina, forma Ostia III,fig.332/ Hayes 196. Descripción: Fragmentos de galbo y borde con labio ligeramente engrosado. Pasta color anaranjado, poco depurada y tacto rugoso, con desgrasantes de tamaño medio (principalmente oscuros) visibles y poros en superficie. La pieza n.º 5 está recubierta de pátina cenicienta. Cronología: Hayes (HAYES.1972.208-209) y Tortorella (AA.VV.1981.212) documentan estas producciones en los s. II y III d.C.. Aparece como material residual en el Abocador de Vila-roma a principios del s.V d.C.(TED’A.1989. 190-192).

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J-90/IV-28

J-90/IV-10

J-90/IV-21

J-90/IV-35

Lámina 17. J-90/IV-28; J-90/IV-10; J-90/IV-21; J-90/IV-35.

CERÁMICAS COMUNES

N.º Inv. J-90/IV-16 (Lámina 20): Fragmento de borde perteneciente a «una gran vasija con borde vuelto hacia fuera», forma 12 de Vegas (VEGAS. 1973.30-41). Descripción: Borde exvasado con labio ligeramente engrosado y redondeado. Pasta poco depurada, de tacto rugoso y color rojizo-anaranjado, con abundantes desgrasantes oscuros de tamaño mediano y algunas micas plateadas muy pequeñas. Superficie interior engobada en beige. Estos grandes vasos cilíndricos de base plana, según Vegas no se usaban para la cocción o el almacenaje de alimentos sino más bien como vasijas para lavar. Cronología: Son numerosos en época tardo imperial y se constatan en Ostia (PALMA Y PANELLA. 1967.97-98.FIG. XXI,419), Albintimilium, y Tarragona en los siglos III y IV d.C.(VEGAS.1973.41). Asimismo aparecen en el s. V en

Cartago (FULFORD Y PEACOCK.1984. 193-195, FIG.73), documentándose en la primera mitad del s. V en Tarragona, con la forma Vila-roma 6.89 (TED’A.1989.218129.FIG.107). N.º Inv. J.90/IV-17 (Lámina 19): Cuenco de pared exterior semiesférica con pie anular. El borde entrante y el labio engrosado al anterior. Diámetro de boca: 14 cm. Descripción: Pasta marrón-anaranjada no muy depurada con abundantes desgrasantes blancos de tamaño mediano y micáceos plateados muy pequeños. Por los aspectos formales esta pieza corresponde a las imitaciones de vajillas finas de mesa que Vegas definió en las formas 20, 21 y 22 (VEGAS.1973.57-61) cuya cronología parece muy amplia, pero están documentadas en niveles tardíos (s.IV-V) en el Portus Illicitanus (SÁNCHEZ. 1983.306. FIG. 17.1) y en Tarragona un ejemplar similar al nuestro,

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

J-90/IV-32

J-90/IV-33

Lámina 18. J-90/IV-32; J-90/IV-33.

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J-90/IV-22

J-90/IV-4

J-90/IV-17

J-90/IV-18

J-90/IV-29

Lámina 19. J-90/IV-22; J-90/IV-4; J-90/IV-17; J-90/IV-18; J-90/IV-29.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

J-90/IV-30

J-90/IV-16

J-90/IV-12

J-90/IV-31

Lámina 20. J-90/IV-30; J-90/IV-16; J-90/IV-12; J-90/IV-31; J-90/IV-19.

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J-90/IV-19

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forma Vila-roma 6.150, tiene una datación de la primera mitad del s. V. d.C (TED’A.1989.225.FIG.112). N.º Inv. J-90/IV-18 (Lámina 19): Fragmento de borde y asa de cuenco de cerámica común de tipo indeterminado. Descripción: Borde engrosado hacia el interior de sección triangular con pared interior cóncava. Pasta depurada color beige anaranjado desgrasantes calizos esporádicos y micáceos plateados muy pequeños. Superficie exterior engobada en color rojizo. Diámetro no determinable. Morfológicamente esta pieza podría estar relacionada con los « cuencos carenados de paredes alisadas» de la forma 9 Vegas (VEGAS.1973.35-37.FIG. 11), con una cronología entre los siglos IV al VI d.C. N.º Inv. J-90/IV-29 (Lámina 19): Fragmento de cuenco globular de cerámica común, con borde vuelto hacia fuera y labio ligeramente engrosado. Descripción: Pasta color rojizo-anaranjado, no muy depurada con tacto rugoso y desgrasantes blancos medianos, esquistos muy escasos y micas plateadas de tamaño muy pequeño. Superficie engobada en color beige-amarillento, más intenso en el exterior. En el interior tiene marcadas estrías. Piezas muy semejantes en aspecto formal con pasta y engobe claro, sin marcas de fuego, aunque con desgrasantes distintos, se han documentado en los niveles I y II del sector norte del Portus Ilicitanus, en las excavaciones de la Casa Tardorromana de «El Palmeral» en Santa Pola (SÁNCHEZ ET ALII. 1989. 58. fig. 34.1/96. FIG. 61,5) (SÁNCHEZ. 1983.306. FIG16.2), donde son definidas como vasijas para guardar provisiones o preparar alimentos sin exposición directa al fuego. Respecto a la cronología: En el nivel I estas piezas están asociadas a un importante lote de claras D datadas entre principios del s.IV y s.V (SÁNCHEZ EL ALII.1989.48). Y en el nivel II se documentan, junto a un lote de T.S. claras A, algunos fragmentos de producción C, Forma Hayes 50 en sus dos tipos (SÁNCHEZ ET ALII.1989.84) lo que nos sitúa entre el s. III y principios del s. V. N.º Inv. J-90/IV-30 (Lámina 20): Fragmento de boca y arranque de asa de jarra de cerámica común. Descripción: Boca moldurada, cóncava al interior, con borde entrante y labio no diferenciado. El asa arranca de la

parte cóncava, tiene sección oval con dos nervaduras superiores. Pasta color beige-rosada, no muy depurada con desgrasantes oscuros medianos y micáceos plateados muy pequeños. Superficie alisada de color beige. Jarras muy semejantes con dos asas y boca moldurada se documentan a mediados del s. V en el yacimiento de la Era en Mazarrón (RUIZ.1991.48.FIG.IX) y en Tarragona en el Abocador de Vila-roma (TED’A.1989.222-223). ÁNFORAS

N.º Inv. J-90/IV-12 (Lámina 20): Fragmento de borde de ánfora de tipo indeterminado y procedencia africana. Descripción: Borde exvasado, engrosado al exterior, presenta una moldura claramente marcada que enlaza con el cuello. Pasta dura, de color marrón rojizo intenso con inclusiones de partículas de cal de tamaño mediano y pequeño, provocando vacuolas y poros, cuenta también con pequeñas partículas micáceas plateadas de tamaño muy pequeño. Superficie exterior de color beige amarillento. Diámetro: 12 cm. La cronología es tardorromana debido al parentesco morfológico con ánforas de procedencia Tripolitana. N.º Inv. J-90/IV-15: Fragmento de borde de ánfora posible imitación de la Dressell 2/4. N.º Inv. J-90/IV-19 (Lámina 20): Fragmento de borde de ánfora de tipo indeterminado. Descripción: Borde exvasado, engrosado al exterior, de sección cuadrangular y apuntado en la parte superior. El cuello diferenciado mediante un estrechamiento del mismo. Diámetro 9 cm. Pasta muy depurada y blanda con pequeñas inclusiones de cuarzo, micáceas plateadas y otras partículas oscuras no identificadas. N.º Inv. J-90/IV-31 (Lámina 20): Fragmento de borde de ánfora asimilable al tipo Almagro 51 C / Lusitana 3. Descripción: Borde ligeramente exvasado, engrosado al exterior y de sección triangular. Diámetro: 9 cm. Pasta color anaranjado, con inclusiones de cal y núcleos de cuarzo de gran tamaño. Presenta un engobe de color amarronado con abundantes micas plateadas de pequeño tamaño en superficie.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

En cuanto a la forma es similar a las producciones portuguesas del horno de Enchurrasqueira en el Valle do Sado (DIAS Y FARIA.1990.185.FIG.52,13) y a las localizadas en el Valle do Tejo (DUARTE.1990.114.N 23-24). El contenido de dicho tipo anfórico está determinado por la existencia de restos orgánicos y espinas de pescado localizadas en el pecio Cabrera III (Mallorca)(ETIENNE.1990.15-19). La cronología de esta producción es bastante amplia, en Ostia aparece en contextos de la primera mitad del siglo III (MANACORDA.1977.142-145) al igual que el Pecio Cabrera III y en Ampurias (ALMAGRO. 1955.306-307). En el siglo IV se documenta en el pecio de Port-Vendres I y en de Planier VII. En Tarragona están datadas en el siglo V (RÜGER.1968.237) y en San Cucufate (Beja) aparece un tipo más pequeño que el anterior hacia mediados del siglo V (MAYET.1990.33). CERÁMICAS TOSCAS

N.º Inv. J-90/IV-26: Fragmento de olla de borde almendrado, realizada a torno lento y de factura tosca. Descripción: Cocción oxidante, pasta marrón de tacto muy rugoso con desgrasantes gruesos blancos, esquistos y micas plateadas. Superficie rojiza con abundantes micas plateadas. Diámetro: 18 cm. Esta cerámica, en aspecto formal semejante al tipo 2 de Vegas, presenta gran similitud de pasta con las documentadas en el Norte de Africa en época tardía, concretamente en Cartago, con la fábrica 1.6-7 de Fulford (FULFORD. 1984. CAP.2), algunas de sus formas han sido constatadas como importaciones en Alicante (REYNOLS.1985.247-251). Producciones oxidantes y de forma similar se han documentado en la primera mitad del s. V en el yacimiento de la Era en Mazarrón (RUIZ.1991.48.LAM.7,5). Esta producción cerámica es, sin duda, el antecedente directo de las cerámicas toscas locales y regionales que se documentan en Cartagena en los s. VI y VII (LAIZ Y RUIZ,1988), al igual que en la provincia de Alicante (REYNOLS,1985). IV. VALORACIONES FINALES

A pesar de la parcialidad de las estructuras halladas en este solar, éstas representan un avance más en el conocimiento general de la urbanística romana de la ciudad de Cartago-Nova, si bien plantean una serie de problemas puntuales

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referidos tanto a la cronología de construcción y abandono del edificio, como a la funcionalidad del mismo. IV.a/ Consideraciones Cronológicas En cuanto a la cronología del momento constructivo romano documentado en este solar, tan sólo decir que el nivel freático coincide con la cimentación de los muros, por lo que no ha sido posible precisar puntualmente el mismo. Sin embargo, una revisión de los abundantes fragmentos cerámicos que han sido reutilizados en las placas de pavimento de opus signinum, nos remiten a una fecha de construcción del mismo hacia el s. I d.c., y que podría estar directamente relacionado con el momento constructivo de los muros con la reserva lógica que hemos expresado en el comentario sobre la Fase II. El nivel IV corresponde al nivel de abandono, o momento de amortización, y cubre totalmente las estructuras romanas aparecidas, por los materiales que aporta analizados en el capítulo anterior - nos remiten a contextos del s. V, concretamente en el primer cuarto de siglo, fecha relacionada con la incursión de los bárbaros en el Sureste peninsular. Esta cronología no se muestra muy acorde con la propuesta por R. Méndez para el cercano yacimiento de la Plaza de los Tres Reyes al que se le da una pervivencia mucho mayor, pero hay que tener en cuenta por un lado que en dicho solar se ubica una vía principal de la ciudad que pudo mantenerse activa durante largo tiempo, y por otro lado el lote de materiales cerámicos de la Plaza de los Tres Reyes fueron exhumados sin metodología arqueológica en al año 1968. Creemos que estos materiales están relacionados con nuestro Nivel III, de amplia cronología y correspondiente al relleno de época tardo-romana. Este relleno se encuentra presente en todos los solares excavados en las cercanías, ubicados extramuros de la Ciudad tardía, donde se documentan los característicos vertederos como los hallados en la c/Palas, c/ Jara, c/ del Duque, etc... y que han sido objeto de estudios detallados. IV.b/ Aspectos funcionales y urbanísticos: La edificación documentada está estrechamente vinculada con los restos arqueológicos hallados bajo el Gran Hotel y la Plaza de los Tres Reyes, ya que los muros 1, 2 y 3 presentan una definida orientación - ya sea en ángulo recto o paralelos - respecto a línea de la calzada constatada en ambos solares. Dicha vía es uno de los grandes ejes principales de la

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ciudad, porticado y con una anchura de 4,50 m., que denominamos decumano máximo (BERROCAL Y DE MIQUEL. 1994) 5, y se puede identificar sin género de dudas como el que uniría la puerta principal de la ciudad (junto a las murallas de La Milagrosa) con la zona portuaria y comercial, ubicada tradicionalmente en torno a la plaza de San Sebastián. Asimismo dicha vinculación, se presenta manifiesta en cuanto a la funcionalidad del habitáculo documentado en nuestra excavación. Si tenemos en cuenta que los primeros restos localizados en el solar del Gran Hotel (esquina entre las calles del Aire y Jara) mostraron una columnata angular que contorneaba a su vez un espacio indeterminado ocupado por grandes estancias rectangulares, según el croquis conservado de los restos, de aproximadamente 9 m. de anchura x 12 m. de longitud (RAMALLO. 1989. PP. 88-89)., estancias que han sido interpretadas generalmente como posibles almacenes o tabernae. Asimismo en el Callejón de Bretau, se constató un muro en ángulo recto (que conocemos tan sólo en planta BELTRÁN.1952.50.FIG.2)), que significativamente se encuentra también a 12 m. de la prolongación del muro de fachada del espacio descrito en el párrafo superior. Este muro localizado en el Callejón de Bretau rodea los muros 1 y 2 documentados en nuestro solar, dejando entre ambos una especie de pasillo de unos 3 - 4 m. de ancho, que podría repetir una especie de porticado. Debido a la similitud de las dimensiones y las estructuras documentadas bajo el Gran Hotel, parece que nos encontramos en una misma manzana, compuesta de grandes estancias rectangulares, porticada hacia el exterior, que según S. Ramallo (RAMALLO.1989) se limitaría por su lado Sureste por los restos de un porticado descubiertos en la calle Medieras n.º 4 (BELTRÁN.1952.53). Es precisamente en este sector definido por unas dimensiones máximas aproximadas de 110 x 120 m. donde se había planteado en un primer momento la existencia del Foro. Sin embargo, nosotros creemos que más bien se trata de un espacio público en cuyo interior se distribuyen más o menos simétricamente una serie de estancias de amplias dimensiones, cuya funcionalidad como lugar de actividad comercial y de almacenaje parece enlazar claramente con la cercanía de las estructuras portuarias que se han ubicado en la zona de la calle Mayor hasta las Puertas de Murcia, que incluso han llevado a pensar a ciertos autores en la existencia de un segundo foro «marítimo» en este sector de la ciudad.

NOTAS (1) Como es el caso de Don Pedro de Bracamonte, capitán de ejército con un brillante currículum militar en el siglo XVII (CASAL MARTÍNEZ. 1989. PP. 210) o el rico carpintero Juan Bretau que dió nombre en el siglo XIX al callejón anexo (CASAL MARTÍNEZ. 1989. 106-107). (2) Los hallazgos arqueológicos cercanos más significativos son los siguientes (BELTRÁN MARTÍNEZ. 1952. PP. 51-53 y SAN MARTÍN MORO, P.A. 1985. PP. 133-140): - Debajo del Gran Hotel situado en la esquina de las calles del Aire y Jara (1907) - Calle del Aire junto al gran Hotel (1962) - Calle Jara n.º 27/ esquina con callejón de Bretau - Calle Jara esquina San Miguel (1969) - Plaza San Francisco n.º 21/ Cine Carlos III (1969) - Calle San Miguel esquina calle del Aire (1971) - Calle San Miguel frente al Colegio (1972) - Plaza San Sebastián (1973) - En la calle del Aire: callejones de la Parra y Estereros (1964) - Calle Medieras n.º 4 (1964) - Plaza de los Tres Reyes (1968) - Calle Honda n.º 11-13 (1980) (3) BERROCAL Y CONESA. (1991) « Cerámicas pintadas de cronología tardía en c/ Jara (Cartagena)». Jornadas Internacionales conmemorativas de los 1.400 años de la Fundación de la Sede de Elo. El Espacio religioso y profano en los territorios urbanos de occidente (siglos V - VII). Elda. (En prensa). (4) Números de inventario: J-90/2-IIId/179. 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7 y 8 (5) El trazado de esta arteria principal queda definitivamente constatado con los descubrimientos de una serie tramos enlosados perfectamente alineados: en 1907 bajo el Gran Hotel (JIMÉNEZ DE CISNEROS 1908), en 1962 en la calle del Aire (SAN MARTÍN 1983), en 1968 en la Plaza de los Tres Reyes (SAN MARTÍN 1983 pp. 345-346), en 1970 en la Plaza de la Merced n.º 10 y en 1973 en la propia Plaza de San Francisco n.º 7 (SAN MARTÍN 1985). (6) Constaba de un pavimento de grandes losas grisáceas asociado a cuatro bases sobre sus respectivos plintos y capiteles toscanos, con un intercolumnio de 3,50 m. BIBLIOGRAFÍA -AA.VV.(1977).Ostia IV. Studi Miscelanei,23. Roma,1977. -AA.VV.(1981). Atlante delle Forme Ceramiche I. Ceramica fine romana nel Bacino Mediterráneo. (Medio e Tardo Imperio). Enciclopedia dell’Arte Antica. Classica e Orientale. Roma. 1981. AA.VV.(1989). Un abocador del siglo V d.C.en el fórum provincial de Tàrraco. Ted’a. Tarragona. ALMAGRO BASCH.(1955). Las necrópolis de Ampurias, II. Barcelona. PP. 306-307 AMANTE SÁNCHEZ, M.(1985) «Lucernas en T.S. Africana de la Región de Murcia».Antigüedad y Cristianismo II, Universidad de Murcia, PP. 153-193. AMANTE SÁNCHEZ, M. (1988), «Representaciones iconográficas en lucernas romanas de la Región de Murcia», Antigüedad y Cristianismo, V. PP. 313-254.

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INFORME PRELIMINAR DE LAS EXCAVACIONES EN EL SOLAR C/. MAYOR, N.º 17, ESQUINA C/. COMEDIAS (CARTAGENA)

M.ª Carmen Berrocal Caparrós M.ª José Conesa Santacruz

MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

ENTREGADO: 1990

INFORME PRELIMINAR DE LAS EXCAVACIONES EN EL SOLAR C/. MAYOR, N.º 17, ESQUINA C/. COMEDIAS (CARTAGENA)

M.ª CARMEN BERROCAL CAPARRÓS, M.ª JOSÉ CONESA SANTACRUZ

Resumen: Dentro de las excavaciones de urgencia de Cartagena, en el transcurso del mes de junio de 1990 se excavó un solar en la C/. Mayor, esquina C/. Comedias que también comunicaba con el inicio de la calle Bodegones, zona que inicialmente se pensaba estéril excepto la posibilidad que saliese en línea de fachada en la calle Mayor un gran muro de sillares, documentado en otros solares cercano a la misma y relacionado con el puerto de Cartagena. La excavación, sin embargo, aportó

un complejo sistema de estructuras portuarias de finalidad todavía desconocida, con un muro paralelo a la actual calle del que salen otros muros secundarios perpendiculares al primero, rellenos de materiales fuera de uso (cerámicas, vidrios, abundantísimas conchas y restos de erizos de mar). Asimismo, hallamos una zona maciza, amplia, de forma rectangular con materiales reutilizados, a modo de plataforma.

I. INTRODUCCIÓN

Dentro de este trazado la calle Mayor formaría una playa, « ventajosamente situada, junto a la cual se han hallado suntuosos edificios ... pudiendo muy bien ser el puerto y varadero antiguo» (BELTRÁN. 1948.207-208). Al respecto E. Manera, precisa la existencia de un puerto principal debajo del actual Arsenal Militar, ubicando en la calle Mayor «.. un muellecillo de atraque al puerto comercial, con los depósitos y lonjas en el actual Gobierno Militar.» (MANERA.1946.305). Los datos aportados al respecto por las excavaciones eran escasos, tan sólo dos yacimientos en la calle Mayor n.º 35 (1) y n.º 7 (2), parecían definir con claridad el posible cantil del puerto realizado en grandes bloques de arenisca y con cara vista hacia el interior de ambos solares. Partiendo de esta información previa y teniendo en cuenta que la calle Mayor presenta un ángulo central en su trazado, unimos los restos de ambos solares antes citados, siendo la resultante: que nuestro solar, en calle Mayor n.º 17, estaba lindando a duras penas con el borde del eje portuario descrito. Habiendo aparecido unos hallazgos dispersos en la Plaza del Rey (BELTRÁN. 1952.74-75)

La construcción de una edificación con sótano en la calle Mayor n.º 17, esquina con la calle Comedias, llevó a la realización en este solar de excavaciones arqueológicas con carácter de urgencia. La dirección técnica nos fue asignada a las abajo firmantes y los trabajos fueron realizados con un grupo de obreros subvencionados por el mismo dueño del solar, en el periodo comprendido desde el 4 de junio al 9 de julio del año 1990. El solar en cuestión se encuentra situado en las inmediaciones de la antigua línea costera occidental de la península de Carthago-Nova. Este límite tradicionalmente se ha situado desde las actuales Puertas de Murcia a la altura de la Calle Santa Florentina y del Conducto, continuando por la acera izquierda de las Puertas de Murcia, hacia la mitad de Capitanía General, siguiendo por la calle Mayor hasta el morrón donde está hoy edificado el Gobierno Militar. Otros autores han propuesto una ligera desviación de la línea costera hasta el puente del barrio de la Concepción retomando posteriormente el eje Puertas de Murcia - Calle Mayor.

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INFORME PRELIMINAR DE LAS EXCAVACIONES EN EL SOLAR C/. MAYOR, N.º 17, ESQUINA C/. COMEDIAS (CARTAGENA)

Vista general de la excavación en solar C/. Mayor, n.º 17. En el centro testigo longitudinal.

Así pues, con la intención constatar principalmente los niveles de depósito marinos, planteamos dos cortes alineados de N-S y perpendiculares a la línea de fachada de la calle Mayor. Las dimensiones del corte 1 eran de 4,50 x 5,50 m. mientras que el corte 2 era de dimensiones más reducidas (3 x 4 m.) puesto que se veía cieno casi en superficie. Una vez constatados los abundantes restos del corte 1, procedimos a la ampliación de la excavación al resto del solar, abriendo los cortes 3, 4, 5 de iguales dimensiones que el n.º 1. A efectos metodológicos dejamos un testigo longitudinal de 1,5 m. de ancho, entre los cortes 1-3 y 4-5 La topografía del solar fue realizada por M.ª Victoria Pazo y las cotas de nivel están referenciadas desde un punto denominado: punto 100, situado en una alcantarilla de la calle Mayor y relacionado a su vez con todas las edificaciones colindantes. II. ESTRATIGRAFÍA

A pesar de la poca potencia estratigráfica del solar hasta llegar al nivel freático, apenas - 1,40 m., se ha podido constatar una seriación estratigráfica bastante uniforme y asociada a las distintas estructuras documentadas :

RELACIÓN ESTRATIGRÁFICA DEL CORTE 1 NIVEL SUPERFICIAL:

Tras el derribo de las edificaciones preexistentes, el solar quedó cubierto por un suelo de losas de terrazo asentadas sobre una solera de hormigón de una potencia de 20 cm., dada la dureza de estos materiales y para aligerar los trabajos manuales procedimos a la utilización de una pala retro-excavadora para desmontar el enlosado. Retiramos de este modo un nivel de unos 50 cm. que denominamos «superficial», unificado en todos los cortes, conformado por todos los materiales cerámicos provenientes de lo remozado por la pala retro-excavadora. NIVEL I: Entre 35 y 50 cm. de potencia Ia/ Tierra grisácea-amarronada, muy compacta. Materiales procedentes de rellenos anteriores a la edificación de la casa que ocupaba el solar, se documentan desde cerámicas vidriadas, loza dorada, pintada al manganeso, T.S. Clara D, etc... Ib/ Bolsada verdosa, a modo de pozo, junto al perfil NE, los materiales que aporta son junto a la cerámica común, T.S. Clara A y D, conchas de bivalvos principalmente ostras. Ic/ Situado en el ángulo Oeste del corte y reflejado en el perfil NO, es un estrato del mismo color que el Ia, pero de

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Vista general de la excavación. En la parte inferior los muros 1 y 2, a continuación la plataforma de sillares y los pozos negros.

Muros 1 y 2 (Fase I) y enlace con la plataforma de sillares (Fase II) y el encachado de piedra (Fase III).

textura más granulosa y con carbones. El material cerámico es homogéneo, aunque poco representativo, con una referencia cronológica de época hispanomusulmana. NIVEL II: Localizado en la mitad Norte del corte y una potencia variable entre 45 y 70 cm. II,a/ Tierra marrón-rojiza, suelta con textura arenosa, y pequeños núcleos de tabaire, argamasa y carbones. II,b/ Finas vetas grisáceas que atraviesan el estrato II,a. Los materiales de ambos estratos son procedentes de rellenos de cronología muy amplia pero claramente romanos. NIVEL III: Localizado en la zona Oeste del solar, no aparece debajo del estrato II, sino del estrato I. IIIa/ Capa de arenisca disuelta con pequeños núcleos de tabaire, potencia de 7-10 cm. prácticamente estéril. IIIb/ Situado debajo del anterior y está formado por tierra marrón de textura granulosa con núcleos de arenisca. Este estrato cubre un empedrado, irregular, de piedras medianas y pequeñas, localizadas en el ángulo Oeste, cubriendo a su vez unos sillares reutilizados. Los materiales cerámicos de este estrato son homogéneamente tardorromanos, principalmente T.S. Claras C y D, ánforas, así como fragmentos de ímbrices y tégulas, restos óseos y malacológicos.

NIVEL IV: Tierra de color grisáceo, veteada en pequeñas y numerosas capitas en negro y gris más claro que parecen limos y arrastres de aguas, muy consecutivos. Contiene carbones y se documenta muy humedecida, barrosa, hasta llegar al nivel freático. Los materiales de este estrato son muy abundantes; cerámicas T.S. Claras A, D, lucernas, comunes de borde ahumado, ánforas y anforillas, clavos de hierro, abundantes restos óseos (sobre todo quijadas de cápridos y bóvidos) y sobre todo, gran cantidad de restos malacológicos, incluso trozos de caparazón de erizos.

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RELACIÓN ESTRATIGRÁFICA DEL CORTE 2

Estrato único de cieno RELACIÓN ESTRATIGRÁFICA DEL CORTE 3

NIVEL SUPERFICIAL: Removido de pala NIVEL I: Potencia variable, oscila entre 40-90 cm. Ia/ Tierra oscura, marronácea con cal y escombros Ib/ Localizado junto al perfil SE, es un depósito de cenizas vegetales, carbones y troncos a medio quemar entre dos muretes de ladrillo macizo, de factura moderna.

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RELACIÓN ESTRATIGRÁFICA DEL CORTE 4

NIVEL SUPERFICIAL: Removido de pala NIVEL I: Se encuentra localizado en la parte Sur del corte. Ia/ Tierra grisácea-amarronada que coincide con el estrato I del Corte 1 y el estrato II del Corte 3. Ib/ Lecho de arena, con cal abundante, de una tubería que atraviesa el corte en la zona Norte, la cerámica que aporta es muy escasa y es moderna. Ic/ Bolsada de igual color que la Ia, pero de textura más granulosa, coincide con el estrato Ic del Corte 1. NIVEL II: Se localiza en toda la mitad NE de la cuadrícula. Compuesto por tierra marrón-rojiza (IIa) con vetas grisáceas (IIb). Se corresponde con los estratos IIa y IIb del Corte 1. NIVEL III: Estratos de muy poca potencia. IIIa y IIIb/ son equivalentes a los estratos IIIa y IIIb de los Cortes 1 y 3. IIIc/ Tierra rojiza que rellena los intersticios entre los sillares, aporta escasos fragmentos cerámicos poco significativos. NIVEL IV: Estrato grisáceo que coincide con el e. IV del CORTE 1 y e. V del CORTE 3. Igual textura y materiales. Sólo rebajamos unos 30 cm. pues aflora el agua con gran rapidez. RELACIÓN ESTRATIGRÁFICA DEL CORTE 5 Detalle de los muros 1 y 2 (Fase I) y conducción entre ambos.

Ic/ Debajo del estrato Ib, tierra de color gris con cal abundante y cerámica vidriada moderna. NIVEL II: Tierra de color grisáceo-amarronado, localizada en la mitad NO del corte, presenta gran potencia en el ángulo W. Se corresponde al estrato I del Corte 1. NIVEL III: Localizado al Norte del Corte. Los estratos IIIa y IIIb equivalen a los estratos IIIa y IIIb del Corte 1. NIVEL IV: Presenta muy poca potencia, apenas 10 cm. y reducida extensión. IVa/ Bolsada de tierra marrón anaranjada compuesta por adobes disgregados, se encuentra localizada específicamente sobre el muro 1. IVB/ Bolsada compuesta por adobe más disuelto que el anterior y mezclado con tierra. Se localiza también sobre el muro 1 pero es más reducida que el IVa. NIVEL V: Se corresponde totalmente con el estrato IV del CORTE 1 con el mismo tipo de materiales.

Este corte en general sufre profundas alteraciones estratigráficas debido a las construcciones modernas existentes en gran parte de la cuadrícula: muros, 2 pozos negros, y una especie de aljibe de ladrillo macizo junto al perfil Sur. NIVEL SUPERFICIAL: Revuelto de pala. NIVEL I: Compuesto por distintas capas de cal, argamasa y ladrillos pertenecientes a un relleno de escombro moderno. Ib/ Filtraciones verdosas de pozo ciego, localizadas en el ángulo SO. NIVEL II: IIa/ Tierra de color grisácea-amarronada, equivale con el estrato Ia del Corte 1, el e. II del Corte 3 y el e. Ia del Corte 4. IIb/ Estrato que corresponde a la bolsada de medieval del e. Ic y Ib de los Cortes 1 y 4, respectivamente. NIVEL III: Tan sólo presenta 1 metro de extensión de 1 m. porque está cortado por los muros modernos.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Detalle del enlace de los muros 3 y 4 (Fase I) y la plataforma de sillares (Fase II).

Los estratos IIIa y IIIb, equivalen con el IIIa y IIIb de los Cortes 1, 3 y 4. Asimismo, el e. IIIc, de tierra rojiza coincide con el IIIc del Corte 4. IIId/ Pequeña capa de tierra marrón oscura con arenisca disgregada, debajo del estrato IIIc. Tanto el IIIc como el IIId rellenan los intersticios de los sillares, están reflejados en el perfil pero apenas si se observan en planta. NIVEL IV: IVa/ Tierra suelta de color marrón, situada a la altura del la cimentación de los muros modernos por el lado W del corte, los materiales que aporta son de rellenos antiguos, como T.S. Clara A y D, vidrios, etc... IVb/ Filtraciones verdosas de pozo ciego en el ángulo S. del corte. NIVEL V: Localizado al Sur de los sillares documentados en el corte 1, se trata de un paquete de estratos de igual textura pero diferente coloración, que buzan en conjunto hacia el W. En general estos estratos han aportado una gran cantidad de restos malacológicos. Va/ Tierra marrón-rojiza, con carbones y pequeños núcleos de argamasa, corresponde al estrato II del Corte 1 y

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al estrato I del Corte 4, está asociado a T.S. Claras A. Vb/ Bolsada verdosa, que aporta como materiales cerámicos más significativos T.S. Claras A y C. Vc/ Vetas grisáceas, similares al estrato IIb de los Cortes 1 y 4 Vd/ Estrato de adobes disgregados, de intensa coloración anaranjada con pequeños núcleos de argamasa. También aporta fragmentos de T. S. Clara A y D. Ve/ Estrato de color gris-verdoso de idénticas características que los anteriores. Vf/ Pequeño estrato de arenisca disgregada, de apenas 1 cm. de potencia localizado en el ángulo E. del corte. NIVEL VI: Tierra muy barrosa de color gris-oscuro, que coincide con el estrato IV de los Cortes 1 y 4 y con el estrato V del Corte 3. III. FASES CONSTRUCTIVAS FASE I

Estructura no identificada, conformada por cuatro muros. Los muros 1, 2 y 3, orientados NE-S, son paralelos entre sí y a su vez perpendiculares al muro 4.

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piedra, una fila inferior de sillares de arenisca. Este hecho también se constata en el muro 2, en el que debajo de la cuarta fila de piedras hay otra fila completa de sillares que no pudimos visualizar, pues estaban sumergidos. Todo ello nos parece indicar dos hipótesis de trabajo, o bien se trata de una cimentación mixta realizada en su parte inferior por sillares de arenisca recrecidos en piedra mediana en seco, o bien estamos ante dos momentos constructivos distintos y consecutivos. La estratigrafía relacionada con estos muros es muy precisa; los estratos IV (corte 1), e. V (corte 3), e. IV (corte 4) y e. VI (corte 5), son rellenos situados en las partes bajas de los muros, muy homogéneos en todos los cortes, que abarcan cronológicamente un amplio periodo desde el s. II hasta principios de VII d.c.y que se caracterizan principalmente por el gran aporte de restos malacológicos, actualmente en estudio. No hemos constatado estratos de abandono sobre los muros ya que la fase siguiente se apoya directamente sobre ellos. FASE II Detalle del encachado de piedra (Fase III), al fondo los sillares de la Fase II y los muros 1 y 2 (Fase I).

Los muros 1, 2 y 3, de 60 cm. de ancho, conservan principalmente la parte correspondiente a las cimentaciones, realizadas con piedra mediana colocada en seco, con un alzado de unos 50-60 cm. hasta el nivel freático y profundidad no determinable. El muro 1 es el único que conserva alzado visto, presentando unos 25 cm. de un fino enlucido blanquecino en su cara Norte, que podría componer un zócalo de piedra que en su momento estaría recrecido en adobes, ya que sobre este mismo muro 1 se conservan estratos de adobe disgregado (IV,a y IV,b del corte 3), similares a los documentados en otros lugares de la ciudad (3). Los muros 1 y 2 conforman una especie de canal de 1 metro de ancho, separándose del muro 3 por un hueco de 3,70 m. El muro 3, del que se ha conservado muy poco alzado por el relleno de la fase II, y el muro 1 enlazan perpendicularmente con el muro 4, situado al Norte del solar casi en la línea de fachada. El muro 4 está compuesto por dos filas de piedra de mayor tamaño, colocadas en seco, sin embargo ya en el nivel freático se documentan debajo de estas dos capas de

El segundo momento constructivo es el que hemos relacionado con un gran relleno intencionado de grandes sillares reutilizados, que van desde el muro 4, rodeando al muro 3, hasta adosarse al muro 1, este relleno delimita una especie de plataforma rectangular, de 2,50 m, de ancho, bastante irregular y con «cara» a ambos lados ( N y S). Los sillares de arenisca, presentan distintos tamaños y formas, con numerosos casos de huellas de lañas de sujeción. Incluso uno de ellos es semicircular, almohadillado al exterior, similar a los reutilizados en los torreones de la muralla tardía de la Calle Soledad y Calle Nueva. Los huecos entre los sillares se rellenan con piedras medianas que se ajustan a los huecos. La plataforma estaba cubierta por un nivel de arenisca disgregada, de unos 7-10 cm. de potencia, correspondiente al estrato III,a de todos los cortes, que podría representar el nivel de pavimento de esta construcción, y que guarda gran similitud con los pavimentos de arenisca documentados en el área de ocupación tardorromana de la ladera del Castillo de la Concepción en el sector de Condesa Peralta. La estratigrafía relacionada con estas construcciones es muy pobre, por lo superficial de los hallazgos, detectamos un posible nivel de abandono de arenisca, con escasos materiales, entre ellos una T.S. Clara D, forma 108 de Hayes, con una cronología de inicios del s. VII, que nos aporta una precisión cronológica muy interesante.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Situación del solar.

Relacionado con esta fase podrían ser los distintos umbrales de caliza gris reutilizados y apoyados sobre los muros 1 y 2 de la fase anterior. FASE III

No es propiamente una fase constructiva se trata de un encachado, muy uniforme, claramente diferenciado de las demás estructuras. Concretamente al Sur de la plataforma anteriormente descrita y cubriéndola en parte, se documenta un encachado de piedras medianas en su mayoría núcleos de arenisca, que ocupa hacia el Sur gran parte de los Cortes 3 y 5. Este encachado no lo podemos relacionar directamente con las fases anteriores, aunque un momento constructivo posterior al de la fase II. FASE IV

El último momento constructivo constatado en este solar es el relacionado con época moderna y contemporánea. Los

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distintos cortes están horadados por varios pozos negros, conducciones de aguas residuales, así como los muros de cimentación moderna al Norte del solar, esta cimentación realizada sobre estratos muy húmedos fue completada por un sistema de palos de madera clavados en el suelo, típico de terrenos pantanosos y utilizada en otros lugares de Cartagena con estos mismos problemas de cimentación (4). IV. CONCLUSIONES

Una interesante cuestión a plantear es la interpretación funcional de los restos hallados, los cuales se hallaban sin duda muy próximos al mar. La Fase I podría componen algún tipo de conducción de aguas residuales, una cloaca, desde la ciudad hacia el puerto, esta hipótesis puede estar avalada por la ubicación del solar; es la zona más baja de la ciudad y se encuentra en el centro del valle entre los cerros del Castillo de la Concepción y el Molinete (5).

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Localización de los cortes realizados en el solar.

Asimismo a nivel constructivo los muros 1 y 2 presentan en la hilera superior de su cimentación una ligera caída o desnivel hacia el Sur, que sería el sentido por el que discurrirían las aguas hacia el puerto. También hay que tener en cuenta la sucesión de capas de limos que rellenan el hueco entre los muros 1 y 2, que aportan gran cantidad de materiales cerámicos, óseos, malacológicos fragmentados que podrían provenir de los deshechos de una ciudad como Carthago-Nova. Como argumentos en contra de esta interpretación, están los que muestran la propia construcción de los muros, que carecen de las características propias de estas edificaciones, como enlucidos de calidad, argamasas consistentes y la presencia de la piedra en seco (ADAM.1989). Respecto a la funcionalidad del macizo de sillares, de la Fase II; probablemente se trate de una plataforma relacionada con actividades portuarias o de cercanas atarazanas romanas. Lo que sin duda planteamos es un uso concreto, en época tardorromana, entre los siglos V-VII ( sin mayor precisión por ahora hasta que no finalicemos el estudio del material) y con un momento de abandono de principios del s. VII. Una vez esbozada la posible interpretación de las estructuras documentadas, hemos de precisar en la medida de lo posible, los distintos momentos de ocupación del solar: En primer lugar está el relacionado con la Fase constructiva I, con una cronología romana muy amplia debido a su función como colector de aguas residuales y en él se observan, muestra de la larga pervivencia, recrecimientos de los distintos muros. Sus inicios podría estar relacionado con la reestructuración de Carthago-Nova en época augustea. En segundo lugar, relacionado con la Fase II de la plataforma de sillares, está el periodo correspondiente a una cronología tardorromana. El tercer momento sería el relacionado con un pequeño vertedero hispano musulmán de planta circular, documentado en los cortes 1, 4 y 5, correspondiente a los estratos Ic, Ic y IIb respectivamente. El cuarto momento de ocupación es el de las sucesivas construcciones modernas de la Fase constructiva IV, que tienen carácter artesanal ( VELASCO.1989.19), viviendas, templos, etc...(CASAL.1986.243-248). Para finalizar puntualizaremos que al igual que ocurre con la mayoría de excavaciones de urgencia la parcialidad de los hallazgos documentados imposibilita la interpretación y comprensión de los mismos. En este caso la escasez de

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Corte 5. Perfil N-O.

hallazgos cercanos relacionados con los exhumados por nosotros, expuesta con anterioridad en el punto I, agudiza el problema. Sin embargo hemos de decir que este hecho en parte podría haber sido paliado, ya que el solar inmediato al excavado, en calle Mayor n.º 19, fue rápidamente desfon-

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dado en agosto de 1990, teniendo las que suscriben conocimiento de que se sacaron sillares idénticos a los documentados en el n.º 17. Cartagena, 2 de agosto de 1990

INFORME PRELIMINAR DE LAS EXCAVACIONES EN EL SOLAR C/. MAYOR, N.º 17, ESQUINA C/. COMEDIAS (CARTAGENA)

Corte 4. Perfil N-O.

BIBLIOGRAFÍA ADAM, J.P. (1989). La construction Romaine. Paris BELTRÁN, A. (1948). «Topografía de Carthago-Nova». A.E. Arq. n.º XXI, n.º 72. PP. 191-224. BELTRÁN, A. (1952). «El plano arqueológico de Cartagena». A.E. Arq. n.º XXV. PP. 47-82. CASAL MARTÍNEZ, F. (1986) Historia de las calles de Cartagena. Academia Alfonso X El Sabio. Ayuntamiento de Cartagena. MANERA, E. (1946). «Los Arsenales de Cartagena Púnico- Romanos». II Congreso Arqueológico del Sudeste Español. Boletín Arqueológico del Sudeste Español. n.º 4-7. Albacete. PP. 303-305. SAN MARTÍN MORO, P.A. (1985). «Nuevas aportaciones al plano arqueológico de Cartagena». Homenaje a A. Beltrán. Boletín del Museo de Zaragoza, n.º 4. PP. 131-149. VELASCO HERNÁNDEZ, F (1989). Comercio y actividad portuaria

en Cartagena ( 1570-1620). II Concurso de Historia de la Región. Ciudad de Cartagena. 1986. Accesit. Ayuntamiento de Cartagena.

NOTAS (1) «Calle Mayor, n.º 35. 1974: Muro de sillería de arenisca, bajo la línea de fachada con cara vista hacia el solar. Arranque a más de 3,00 m. Posible muelle». (San Martín, 1985, 135). (2) Comunicación verbal de su excavador D. Miguel Martínez Andreu a quien agradecemos la información (1989). (3) Por ejemplo en la calle Jara, n.º 19-23. (4) Es el caso de la construcción a principios de siglo XX del antiguo Ayuntamiento en la Plaza del mismo nombre. (5) Un caso semejante ocurre en el Puerto Romano de Tarragona (Pérez Martín, 1992, 16).

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INFORME ARQUEOLÓGICO SOBRE LA EXCAVACIÓN DE URGENCIA DE LA CALLE PALAS N.º 8 (CARTAGENA, 1990). UN VERTEDERO URBANO DURANTE LA ANTIGÜEDAD TARDÍA

Blanca Roldán Bernal Miguel Martín Camino Manuel López Campuzano Milagros Vidal Nieto

MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

ENTREGADO: 1994

INFORME ARQUEOLÓGICO SOBRE LA EXCAVACIÓN DE URGENCIA DE LA CALLE PALAS N.º 8 (CARTAGENA, 1990). UN VERTEDERO URBANO DURANTE LA ANTIGÜEDAD TARDÍA

BLANCA ROLDÁN BERNAL, MIGUEL MARTÍN CAMINO, MANUEL LÓPEZ CAMPUZANO, MILAGROS VIDAL NIETO

Palabras clave: Antigüedad tardía, vertedero urbano, cerámicas tardías, T.S. Clara, producciones egipcias tardías. Resumen: Una intervención de urgencia realizada en Cartagena en el año 1990, ha propiciado nueva información sobre las fases tardías de Carthago Nova. Se trata de la excavación de un vertedero urbano, datado entre finales del siglo V y principios del siglo VI d. C., que pre-

senta un conjunto bastante homogéneo con materiales arqueológicos muy uniformes. Aunque en este trabajo se hace hincapié en determinados aspectos históricos que pueden extraerse del contexto material excavado.

I. INTRODUCCIÓN

Las primeras aportaciones, sobre restos arqueológicos de época romano tardía en Cartagena, se deben al Dr. Miguel Martínez Andreu (1), investigaciones pioneras que han sido continuadas en años siguientes por otros autores, entre los que destacan sobre todo nuestro malogrado compañero R. Méndez (2) .

La excavación de este solar se realizó durante el mes de junio de 1990, dentro de las intervenciones de urgencia que, en el casco antiguo de Cartagena, realiza el Museo Arqueológico Municipal en colaboración con el Centro Regional de Arqueología. En dichos trabajos, cuyos resultados sintetizamos en el presente informe, se ha excavado lo que podría haber sido un área utilizada como escombrera urbana durante el periodo tardorromano de la ciudad. La cronología, bastante homogénea, la podemos enmarcar, en base al estudio de los materiales cerámicos, entre finales del siglo V d.C. y el siglo VI d.C. Este hallazgo viene, pues, a sumarse a otros descubrimientos de similares características, cuya cronología oscila entre los siglos V al VII d.C., y que durante los últimos años se han venido sucediendo de forma continuada en el área urbana de Cartagena (Fig. 1), y que comienza a arrojar una información notable de uno de los periodos históricos de la ciudad peor conocidos.

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II. SITUACIÓN Y ANTECEDENTES

El solar se sitúa en las estribaciones de la ladera Norte del monte de la Concepción, en un lugar próximo a la Plaza de San Francisco (Fig. 1, n.º 7). En la misma calle, en los años 1975 y 1977, se excavaron los solares núms. 1-3 y 4-6, respectivamente (3). En el último de ellos, contiguo al nuestro, se puso al descubierto un muro de sillería orientado en dirección N.O.-S.E. Igualmente, en el año 1975, en un solar correspondiente a la calles Palas, núms. 1 y 3 y n.º 19 de la calle Cuatro Santos se descubrieron, a una profundidad de -3’5 metros, unas grandes habitaciones pertenecientes

INFORME ARQUEOLÓGICO SOBRE LA EXCAVACIÓN DE URGENCIA DE LA CALLE PALAS N.º 8 (CARTAGENA, 1990)

1. P/. Tres Reyes 2. C/. Soledad 3. C/. Jara 4. P/. Condesa Peralta 5. C/. San Antonio el Pobre 6. C/. D. Gil 7. C/. Palas

Figura 1. Situación del solar y de otros hallazgo de época tardía en su entorno.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Figura 2. Corte 1. Perfiles A y D.

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INFORME ARQUEOLÓGICO SOBRE LA EXCAVACIÓN DE URGENCIA DE LA CALLE PALAS N.º 8 (CARTAGENA, 1990)

PL 8/IIa/8

PL 8/IIa/9

PL 8/IIa/10

PL 8/IIa/1

PL 8/IIa/13 PL 8/IIa/11

PL 8/IIa/12

PL 8/IIa/19

PL 8/IIa/16

PL 8/IIa/28

PL 8/IIa/33

PL 8/IIa/44

PL 8/IIa/38

PL 8/IIb/11

Figura 3. Sector 2. Estratos IIa y IIb.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

PL 8/IIc/17

PL 8/IIc/1

PL 8/IIc/2

PL 8/IIc/4

PL 8/IIc/36 PL 8/IIc/32

PL 8/IIc/42

PL 8/IIc/40

PL 8/IIc/47

Figura 4. Sector 2. Estrato IIc.

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INFORME ARQUEOLÓGICO SOBRE LA EXCAVACIÓN DE URGENCIA DE LA CALLE PALAS N.º 8 (CARTAGENA, 1990)

a una vivienda de época romana imperial, y bajo ellas, a una cota de -5’00 metros, unas construcciones de sillería de época romano-republicana y, a -7’00 metros, otras de época ibérica (4). A pesar de la cercanía de estos hallazgos con los que analizaremos, éstos no guardan relación alguna con la excavación que se ha realizado en nuestro solar, ya que en esta zona no se ha constatado ningún tipo de estructura ni estratigrafía que puede relacionarse con los hallazgos precedentes. III. EXCAVACIÓN

III.1. Estratigrafía:

Debido a las reducidas dimensiones del solar se planteó una única cuadrícula de 2’5 x 4’5 metros. En su excavación se identificaron los siguientes niveles estratigráficos (Fig. 2) y estructuras: -Nivel superficial: Formado por los pisos o enlosados del inmueble derribado y los rellenos correspondientes a su cimentación o preparación. Se identificó como estrato S, de tierra marrón sin material cerámico y asociado al muro que denominamos 1. -Nivel I: Desde un principio, el muro 3 nos dividió la cuadrícula en dos sectores, que denominamos SECTOR 1, el orientado al Norte, y el SECTOR 2 orientado al Sur. En el SECTOR 1, apareció una tierra de color naranja (estrato Ia), con material cerámico compuesto por Terra sigillata Clara D, cerámica común romana diversa, ánforas romanas del tipo Dressel 1, etc, así como otros materiales revueltos que no aportaron una cronología homogénea. En el SECTOR 2, en una tierra también anaranjada (estrato Ib) aparecía, igualmente, material cerámico romano, pero con una gran amplitud cronológica. Recogiéndose desde ánforas tipo Dressel 1 hasta T.S. Clara, así como un fragmento de Hayes 99 A. En este sector, la excavación se abandonó a este nivel debido a la imposibilidad de proseguir, a causa de las reducidas dimensiones de la zona, con tan sólo 0’60 metros de anchura. -Nivel II: Debajo del nivel anterior apareció una tierra de color verde intenso con abundante material óseo, malacológico y cerámico. Este nivel correspondería al vertedero ya mencionado, al que referiremos casi toda nuestra exposición, y donde pudimos diferenciar tres estratos: Estrato IIa: Estaba formado por una tierra de color verde, con abundante ceniza que le daba una tonalidad grisácea. Tenía bastante potencia, oscilando entre los 0’50 y 0’60 metros.

En cuanto al material proporcionado destacamos: cerámicas comunes, producciones africanas de engobe rojo y materiales procedentes del Mediterráneo Oriental (Asia Menor y Palestina), y Norte de África. Entre las ánforas recogemos las siguientes formas: fragmentos del tipo Keay LXV (Fig. 3, Pl 8/ IIa/ 38), fechadas en el área catalana desde antes de la mitad del siglo VI d.C. hasta el final del mismo siglo y, desde finales del siglo IV d.C. al fin del VI .C., en otros yacimientos del Este del Mediterráneo. Las formas Keay LIV las tenemos representadas en los fragmentos Pl 8/IIa/ 37 y 43 (Fig. 3), fechados desde el siglo IV al fin del VI, en Cataluña, y desde fines del siglo IV al fin del VI d.C. en otros yacimientos de Palestina. Igualmente, tenemos un fragmento del tipo Keay LIV Bis/b, que en la zona catalana se fecha a fines del siglo VI y, entre principios del siglo IV a fin del VI d.C., en otros yacimientos de Palestina (Fig. 3, Pl 8/IIa/28) (5). Entre las producciones de T.S. africana, destacamos una de la forma Hayes 80, fechada entre el 450 y 500 d.C. (6), aunque en Cartago aparece en contextos del 360-440 (7) (Fig. 3, Pl 8/IIa,1). También un fragmento Hayes 100, de producción Clara D, fechada entre la mitad o fin del siglo VI y principios del VII d.C.(8), un borde de la forma Hayes 104 a, fechado entre el 530-580 d.C. (Fig. 3, Pl 8/IIa, 7), un fragmento de borde de la forma Hayes 104 c, fechado entre el 550 y 625 d.C. y en Cartago, incluso en contextos de mitad del siglo VII d.C. (Fig. 3, Pl 8/ IIa/4). Otra producción de T.S.Clara D, la tenemos representada en la forma Hayes 99 (Fig. 3, Pl 8/IIa, 8, 9 y 10), fechadas entre el 510-540 d.C. (9) En este mismo estrato se han identificado, muy recientemente por los investigadores Amante Sánchez y Pérez Bonet (10) una serie de fragmentos de T.S. Egipcia, los primeros ejemplares identificados en la provincia de Murcia. Concretamente, se trata de seis fragmentos, catalogados como T.S. egipcia A (Copta),dos de los cuales aparecen en el estrato IIa: (Fig. 3, Pl 8/ IIa/5 y Pl 8/ IIa/ 12) (11). Se trata de cuencos con carena alta, con el borde recto y labio redondeado y el pie bastante alto. Este tipo comienza a producirse en torno a finales del siglo IV llegando hasta fines del VII a. C. (12). De igual manera, se han catalogado, por estos mismos autores otros seis fragmentos de T.S. egipcia C, de los que dos proceden del estrato IIa, entre ellos el fragmento Pl 8/ IIa/11, (Fig. 3). Son imitaciones de T.S. africana, concretamente de la forma 104. Hayes les concede una cronología en torno al siglo VII d.C (13). Estrato IIb: Este estrato aparece, únicamente, en el ángulo N.O. de la cuadrícula, por lo que se refleja en el Per-

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

fil A. Está compuesto por una tierra color naranja y con poco material arqueológico, entre el que destacamos un fondo de ánfora, que parece pertenecer a la forma Keay LXII (Fig. 3, Pl 8/IIb/11), fechada desde la mitad del siglo V al fin del siglo VI d.C., en Cataluña, y desde el tercer cuarto del siglo V a fin del siglo VI d.C. en otros yacimientos norteafricanos (14).. Entre las producciones de T.S. Clara D, tenemos representada la forma Hayes 104 c (Pl 8/ IIb/2), que en Cartago aparece en contextos de mitad del siglo VII d.C. Estrato IIc: Se trata, igualmente, de un estrato de color verde con cenizas y residuos quemados, aunque en menor proporción que el estrato IIa. Su potencia es algo mayor, con aproximadamente un metro, y queda reflejado en el perfil D. En los estratos IIa y IIb, la textura de la tierra es parecida, muy suelta, con pocas piedras y el contenido similar, sobre todo cerámicas comunes muy fragmentadas y material óseo en abundancia, propio de áreas usadas como vertederos. En cuanto a la cerámica, este estrato contenía ánforas del tipo Keay LIV (Pl 8/ IIc/ 26), como las aparecidas en el estrato IIa, formas Keay LIIIa (Fig. 4, Pl 8/ IIc/ 32), fechadas desde fines del siglo V hasta fines del siglo VI d.C. en Cataluña y, desde la primera mitad del siglo V hasta fines del siglo VII d.C. en otros yacimientos como Siria o Chipre, y formas Keay LVa (Fig. 4, Pl 8/ IIc/ 36), fechada desde fines del siglo V al fin del VI d.C., en el área catalana, y en el siglo VI d.C. en otros yacimientos como los localizados en el Norte de África. Igualmente entre las T.S. Claras, tenemos la forma Hayes 104c, fechada entre los años 550-623 aunque en Cartago podría datarse hacia la mitad del siglo VII d.C. (Fig. 4, Pl 8/ IIc/ 42). También, se han identificado cerámicas del tipo T.S. egipcia A (copta), como los fragmentos Pl 8/ IIc/ 1, Pl 8/ IIc/ 2, Pl 8/IIc/ 4 y Pl 8/ IIc/ 40 (Fig. 4) y cerámicas del tipo T.S. egipcia C como el fragmento inventariado Pl 8/ IIc/ 42 (Fig. 4) Al final del estrato IIc, apareció la roca de base con un pronunciado buzamiento en sentido Oeste-Este (con una cota de -3’20 metros junto al perfil Oeste hasta -3’83 metros en la parte más profunda). Este hecho se debe al un recorte artificial del nivel de roca de base que va conformando una hoya o poceta. Además, en los tres estratos del Nivel II, aparecieron abundantes cerámicas comunes, sobre todo de cocina entre las que destacamos, por su frecuencia, las ollas de borde engrosado y los cuencos, que en su conjunto pueden cronológicamente enmarcarse desde el siglo V al siglo VII d.C. (15).

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III.2. Estructuras:

A pocos centímetros de la superficie, se pusieron al descubierto dos muros de factura moderna, asociados a los estratos S y I respectivamente. A éstos les denominamos muro 1, más próximo al perfil A y muro 3, que nos dividió la cuadrícula en sentido longitudinal, quedando a 1’20 metros del perfil A, formando un pequeño espacio, donde se centró todo el trabajo de excavación; puesto que al otro lado del muro 3, como ya hemos dicho anteriormente, apenas quedaba un espacio de 0’60 metros de anchura, lo que hacía imposible profundizar en este punto. El muro 1, que quedaba colgado a unos 0’70 metros de la superficie, formaba parte de la cimentación del inmueble derribado. Mientras que el muro 3, correspondería a una edificación anterior, ya que se encontraba cubierto por el nivel de enlosado y la preparación correspondiente asociados al anterior muro, por tanto lo podríamos asociar al estrato I, de tierra marrón que aparecía, como ya hemos hecho alusión, con materiales cerámicos de relleno que no permiten concretar su datación. Bajo este muro, que tenía una potencia aproximada de 1’40 metros, aparecía el nivel II, de coloración verdosa, que hemos identificado como perteneciente al vertedero, y con el cual no se han podido asociar estructuras constructivas. IV. VALORACIÓN FINAL

Para este vertedero, y por el material exhumado (16), se puede establecer una cronología bastante precisa, en torno a los últimos años del siglo V d.C. y primeros del VI d.C., momento en el que la evolución socio-económica de Cartagena estuvo íntimamente ligada a las fluctuaciones de los índices de producción agrícola y su canalización hacia un comercio marítimo, que se experimentaron durante los últimos siglos de la Antigüedad Tardía en los diferentes puntos del Mediterráneo. Prueba de lo anterior, creemos que puede estar bien acreditado en el estudio de este vertedero urbano, que ha proporcionado un interesante material cerámico compuesto por tipos procedentes tanto de la zona oriental del Mediterráneo como del Norte de África. Por otro lado, las excavaciones de la necrópolis de San Antón y de la Plaza de los Tres Reyes (17) nos muestran una Carthago Nova receptora de un importante tráfico marítimo y, posiblemente, de usos funerarios expandidos en la cuenca Occidental del Mediterráneo.

INFORME ARQUEOLÓGICO SOBRE LA EXCAVACIÓN DE URGENCIA DE LA CALLE PALAS N.º 8 (CARTAGENA, 1990)

El aporte de este vertedero supone un eco para Cartagena de lo que sucedió en otras ciudades portuarias del Mediterráneo durante esta época. Por otra parte, testimonia también el papel desempeñado por la urbe como centro receptor y redistribuidor de productos de importación provenientes de un importante tráfico comercial. Recientemente, al estudiar el impacto de las cerámicas finas de importación -sigillata Clara D-, en la costa oriental de Hispania durante el siglo VI e inicios del siglo VII d.C., se ha sugerido que su proliferación ha podido ser debida a una comercialización por los negotiatores orientales ya establecidos en las costas hispanas (18). Habida cuenta del componente oriental de nuestro material anfórico, -procedente por ejemplo de Gaza-, se constata que en Cartagena ha habido un claro reflejo de esta actividad oriental en nuestras costas, pero a su vez, Cartagena fue un centro de redistribución de productos manufacturados importados y de producción local, al distribuir productos de sus territorium, como los envases de garum procedentes de la manufactura del producto de Águilas y Mazarrón (19), y excedente de importación como aceite de África y Siria. La gran producción olearia que experimentó el Norte de Siria y la región del predesierto durante los siglos V y VI d.C. fueron distribuidos localmente, y drenados, al mismo tiempo, hacia la cuenca occidental del Mediterráneo, casi seguramente, como nos cuenta Procopio, por comerciantes sirios. Y, muy probablemente, estos negotiatores trajeron junto a los cargamentos de aceite y vino, las producciones orientales cerámicas denominadas Late Roman C, y las comerciaran en Alejandría y Carthago. Reflejo de esta empresa, son los fragmentos hallados en Cartagena, fechados en el siglo VII d.C. en Cartagena (20). Estas exportaciones orientales llegarían a Occidente a partir de la segunda mitad del siglo V d. C. (21), pero su llegada se incrementaría sobre todo a finales del siglo V y principios del siglo VI d.C. NOTAS: (1) MARTÍNEZ ANDREU, M., "La muralla bizantina de Carthago Nova", Antigüedad y Cristianismo V, Murcia 1985, 129-145. (2) MÉNDEZ ORTIZ, R., "El tránsito a la dominación bizantina en Cartagena: las producciones cerámicas de la Plaza de los Tres Reyes", Antigüedad y Cristianismo V, Murcia 1988, pp. 31-163. LAIZ REVERTE, M. D.-BERROCAL CAPARRÓS, M. C. "Un vertedero Tardío en Cartagena, C/ Duque 33", Antigüedad y Cristianismo VIII, Murcia 1991, pp. 321-340. Y sobre este mismo yacimiento véase: ROLDÁN BERNAL, B.-LÓPEZ CAMPUZANO, M.-VIDAL NIETO, M., "Contribución a la historia económica de Carthago Nova durante los

siglos V-VI d. c.: el vertedero urbano de la calle Palas", Antigüedad y Cristianismo VIII, Murcia 1991, pp. 305-319. (3) SAN MARTÍN MORO, P.A., "Nuevas aportaciones al plano arqueológico de Cartagena", Homenaje a Antonio Beltrán, Museo de Zaragoza, Boletín 4, 1985, pp. 131-149. (4) SAN MARTÍN MORO, P.A., op. cit., p. 135. (5) REMOLA I VALLVERDU, J.A.-ABELLO I RILEY, A.: "Les Amfores" en Un abocador del segle V d.C en el forum provincial de Tárraco. Tarragona, pp. 249-320. (6) HAYES, J.W.: Late Roman Pottery, Londres, 1972, p. 128. (7) CARANDINI, A.-TORTORELLA, S.:"Produzione D", en Atlante delle forme ceramiche, I. Ceramiche fine romana bacino Mediterraneo (medioe tardo impero). Roma, 1981, p. 104. (8) HAYES, J.W.: op. cit., p. 156. (9) HAYES, J.W.: A suplementum to late Roman Pottery. London, 1980, p. 516. (10) AMANTE SÁNCHEZ, M.-PÉREZ BONET, M.ª A.: "Cerámicas tardías de producción egipcia en Carthago Nova"(en prensa). (11) Para la descripción, en general, de estas cerámicas véase HAYES, J.W., op. cit., 1972, pp. 387-397 y para éstas piezas, en concreto, aparecidas en la C/ Palas nos remitimos a la obra citada en la nota anterior. (12) CARANDINI, A., "Ceramica Egiziana", en Atlante delle forme ceramiche, I. Ceramiche fine romana nel bacino Mediterraneo (medio e tardo impero), Roma, 1981, p. 243. (13) HAYES, J.W., op. cit., 1972, p. 401. (14) PEACOCK, D.P.S.: "The Amphorae", Excavations at Carthage: The British Mission, volumen I,2. The Avenue du Presidente Habib Bourguiba. The pottery and other ceramic objects from de site. The British Academy. 1984. (15) Sobre este tipo de cerámicas, en contextos de las fases tardías de habitación de Cartagena procedente de conjuntos bastante uniformes, véase LAIZ REVERTE, M.D.-RUIZ VALDERAS, E., "Cerámicas de cocina de los siglos V-VII d.C. en Cartagena (C/ Orcel-C/ D. Gil)", Antigüedad y Cristianismo V, Murcia 1988, pp. 265-303. (16) En este sentido ha sido de gran interés el estudio de las cerámicas T.S. egipcias, obra citada en la nota 5 que ha permitido una mayor precisión cronológica para este vertedero, al que en un primer estudio se le asignó una datación más imprecisa en torno a" finales del siglo IV d.C. hasta época bizantina" (ROLDAN-CAMPUZANOVIDAL, 1991, p. 316) (17) Para la necrópolis de San Antón véase: SAN MARTIN MORO, P.A.P.de PALOL, "Necrópolis paleocristiana de Cartagena", VIII Congreso Internacional de Arqueología Cristiana, (Barcelona 1969), Barcelona 1972, 447-458. y para la Plaza de los Tres Reyes a MENDEZ ORTIZ, obra citada en la nota 1. (18) JARREGA DOMÍNGUEZ, P., "Notas sobre la importación de cerámicas finas norteafricanas (sigillata Clara D) en la costa oriental de Hispania durante el siglo VI e inicios del VII d.C., II Congreso de Arqueología Medieval, Madrid 1987, II, pp. 338-344. (19) RAMALLO ASENSIO, S., "Algunas consideraciones sobre el Bajo Imperio en el litoral murciano: los hallazgos romanos de Aguilas", Anales de Letras XLIII 3-4, 1984, pp. 97-124. (20) MENDEZ ORTIZ, R., "Cerámica L.R.C. en Cartagena", Pyrenae 4, 1983, pp. 19-20. (21) RILEY, J.A., "New Light on relations between the Eastern Mediterranean Near and Carthage in the Vandal and Byzantine periods", Actes du Coll. sur la ceramique antique (Carthage 23-24, Juin, 1980), p. 116.

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INFORME DE LA EXCAVACIÓN DE URGENCIA EN LA PLAZA DE SAN GINÉS, ESQUINA CALLE DEL DUQUE (CARTAGENA) AÑO 1990

Blanca Roldán Bernal Miguel Martín Camino

MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

ENTREGADO: 1994

INFORME DE LA EXCAVACIÓN DE URGENCIA EN LA PLAZA DE SAN GINÉS, ESQUINA CALLE DEL DUQUE (CARTAGENA) AÑO 1990

BLANCA ROLDÁN BERNAL, MIGUEL MARTÍN CAMINO

Resumen: El interés de los trabajos realizados se centra fundamentalmente en la seriación estratigráfica y en los elementos de cultura mate-

rial encontrados, que se pueden poner en relación con la fase de ocupación bárquida de la ciudad.

I. INTRODUCCIÓN

necieron, sin embargo, detenidas desde esa fecha hasta 1990(1) Esta circunstancia, con el transcurso del tiempo, y por la existencia de algunas edificaciones ruinosas colidantes, ha originado algunas modificaciones en el entorno del solar. Así, concretamente, la demolición de un edificio ubicado en la parte posterior del solar, ha permitido ampliar en esta zona el área excavada durante 1986, casi hasta el límite de su extensión al no tener que afrontar los trabajos arqueológicos con el peligroso inconveniente que, con anterioridad, había representado la presencia de un edificio en estado ruinoso, ahora derruido. La actuación cuyos resultados se analizan en este informe hay que entenderlos pues como continuidad de la excavación que ya se había realizado en este mismo solar cuatro años antes.

Durante el mes de julio de 1990 se excavó una reducida zona de un solar ubicado en la Plaza de San Ginés en el que años antes ya se había efectuado una primera actuación. Lo más significativo ha sido poder documentar un espacio utilizado como vertedero urbano, con un conjunto de materiales homogéneos, que puede datarse en la segunda mitad del siglo III a.C., periodo histórico que corresponde a la presencia púnico-bárquida en Cartagena. Este hallazgo viene a representar una nueva aportación, principalmente, en cuanto a cultura material se refiere sobre este periodo púnico de la ciudad todavía mal conocido en muchos aspectos. II. SITUACIÓN Y ANTECEDENTES

En el callejero urbano el solar se sitúa en la esquina de la Plaza de San Ginés con la calle del Duque y topográficamente se encuentra al pie de la ladera Norte del monte de la Concepción en los inicios de la hondonada que se forma entre este mismo cerro y la colina del Molinete (Fig. 1). Como ya ha quedado dicho, en este mismo lugar se había realizado otra actuación de urgencia en 1986 con motivo de la construcción de un edificio, cuyas obras perma-

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III. EXCAVACIÓN

La presencia de un gran aljibe que ocupaba casi toda la parte Sureste del solar, constatado durante los trabajos de 1986, había condicionado la excavación ya que en ese punto toda la secuencia arqueológica había desaparecido. Por ello en esta actuación se planteó una sola cuadrícula en la zona Suroeste del solar, con unas dimensiones de tres por tres

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Figura 1. Situación del solar.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Figura 2. Perfil W.

metros que denominamos Corte C,(2) al lado de una de las dos cuadrículas excavadas en 1986 y cuyas perspectivas arqueológicas habían empezado a resultar sumamente interesantes en aquella primera intervención. Al mismo conseguíamos también mantener la secuencia estratigráfica que ya habíamos observado en esta zona cuatro años atrás. De esta manera, el perfil Sur de la cuadrícula antigua coincidía parcialmente (con un desplazamiento hacia la zona Oeste del solar) con el perfil Norte de la cuadrícula ahora planteada. III.1. Estratigrafía (Fig. 2)

La estratigrafía arqueológica presentan un pronunciado buzamiento, en dirección Suroeste-Noreste, siguiendo la misma inclinación de la roca de base. De ello se deriva que el perfil Oeste sea el que presente mayor potencia, y donde quedan reflejados la casi totalidad de los estratos excavados mientras que, por el contrario, no ocurre lo mismo con el perfil Este, donde únicamente se reflejan los estratos de ocupación más antiguos, concretamente desde el estrato V en adelante.

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Con el objeto de unificar la estratigrafía de las dos actuaciones, resultaba lógico mantener los criterios seguidos en la secuencia estratigráfica de la primera excavación del año 1986. Así durante el proceso de excavación se han podido documentar los siguientes estratos: Estrato Superficial: Compuesto mayoritariamente por diferentes arrastres modernos originados por la pronunciada inclinación de la ladera del Monte de la Concepción y, también, compuesto por los escombros procedentes de las remociones del terreno efectuada por las máquinas excavadoras así como por los restos de las cimentaciones antiguas. En este estrato de gran potencia -hasta 1’70 metros- se recogió escaso material cerámico con una gran diversidad cronológica y entre los que únicamente destacamos como materiales más antiguos: cuatro fragmentos de ánforas romanas del tipo Dressel 1a, un fragmento de cerámica T.S. Sudgálica, cerámica común cartaginesa como un fragmento de olla de cocina y otro de plato-mortero y, finalmente, un fragmento de ánfora púnica tipo Maña-Pascual A-4. Estrato I: Compuesto por una tierra de color rojo con abundantes piedrecillas o chinarro. Igualmente proporcionó poco material cerámico y como más significativo destacamos un fragmento de un plato de origen cartaginés, un fragmento de jarra gris ampuritana, un fragmento también de pared de barniz negro etc. Este estrato lo consideramos como arrastre antiguo. Estrato II: Formado por una tierra laguenosa y de contextura compacta. Con total ausencia de material cerámico. Estrato IIIa: Con un pronunciado buzamiento en dirección Sur-Norte alcanzaba los 0’60 metros de potencia en el ángulo Noroeste. Está compuesto por una tierra de color rojo y de contextura muy similar al estrato I, con abundancia de pizarras. En cuanto al material cerámico nos encontramos con fragmentos de cerámica ibérica con decoración pintada kalathos-, un fragmento de ánfora grecoitálica, un fragmento de cerámica de barniz negro F. 28, fragmentos de cerámica común púnica: ollas, platos, o de imitación de barniz negro, etc. Igualmente, documentamos cerámica púnicoebusitana como un fragmento de ánfora del tipo PE-16. Este estrato lo consideramos como la colmatación o última fase de uso del vertedero. La diferencia con los estratos anteriores es que a este nivel y los siguientes ya se les puede asignar una cronología precisa. Así, por el estudio de la cerámica, fundamentalmente, las de barniz negro y del material numismático(3) tanto este estrato como los siguientes se pueden encuadrar en la segunda mitad del siglo III a.C.

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Figura 3. Corte C. Planta y sección A-B.

Estrato IIIb: Compuesto por una tierra de color gris verdosa que en algunas zonas presenta tonalidades amarillentas. Únicamente se refleja en el perfil Oeste, ya que no llega a extenderse hasta la zona Sur de la cuadrícula. Ocupa un espacio semicircular, quedando delimitado por un pequeño amontonamiento de piedras que formaban un muro -que denominamos muro 1-, probablemente de contención de las capas o estratos que formaban el vertedero. En este estrato se recogió bastante material arqueológico, donde destacamos las cerámicas cartaginesas, tanto ánforas como vajilla común (fragmentos de ánforas centromediterráneas tipo Maña D 1a, Merlin-Drappier, del «Círculo del Estrecho» o Maña-Pascual A-4, así como platos cartagineses y ollas de cocina). Igualmente, nos encontramos con un número importante de producciones itálicas: cerámica de barniz negro -Campaniense A antigua-, concretamente un fragmento de la forma L-23 así como algún fragmento de ánfora grecoitálica. Las formas púnico-ebusitanas también están representadas en un fragmento de ánfora del tipo PE-22, así como también la cerámica ibérica pintada. En general estos materiales aparecían quemados y acompañados por algunos objetos metálicos de bronce y hierro, restos de ictiofauna, caracoles, huesos y algunos adobes quemados. Este estrato, como el anterior y los siguientes, corresponden a la fase de uso del vertedero. Estrato IIIc: Compuesto por una tierra de tonalidad rojiza a marrón claro bastante suelta y con chinarro, gravilla fina y cal. Este estrato contenía muy poca cerámica, sobre todo cerámica común cartaginesa: fragmentos de platos, ollas, tapaderas, un fragmento de ánfora del tipo Maña D, etc. Igual que el estrato anterior únicamente se refleja en el perfil Oeste y, del mismo modo, va buzando en dirección Norte. Estrato IVa: De color amarillo verdoso con abundantes carbones y cenizas debido a que forma parte de otra capa del vertedero con síntomas de haber estado sometida a altas temperaturas por acción del fuego. Se refleja en el perfil Sur y Oeste. Igualmente, queda delimitado por el muro 1, que a su vez nos divide la cuadrícula en dos sectores: el Sector A, situado en la zona Este, y el Sector B, en el lado Oeste. Por tanto, en el Sector A aparecía ya el estrato V mientras que en el Sector B se excavaron los distintos estratos que formaban parte del vertedero: estrato III b, III c y IV a. En este nivel se han recogido numerosas conchas marinas, huesos de animales, diversos objetos metálicos: clavos de hierro, bronce etc. Cerámicas de barniz negro como un

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

fragmento de la forma L.23, cerámica común cartaginesa: platos, jarras, ollas de cocina etc. Igualmente, ánforas cartaginesas como un fragmento del tipo Maña D, ánforas púnico-ebusitanas como el fragmento de una PE-16, ánforas púnicas centromediterráneas tipo Merlin-Drappier, y fragmentos de ánforas púnicas de la zona gaditana tipo Maña Pascual A-4. Estrato IVb: De color marrón oscuro con muchos carbones y restos de abundante ictiofauna. También queda contenido dentro del muro 1. Aparece sobre todo en el Suroeste. Por tanto, se refleja en parte de los perfiles Sur y Oeste. Entre la cerámica recogida nos encontramos con un fragmento de un ánfora de tipo griego, posiblemente de Cnidos, provista de un sello con las letras beta/omega, ánforas de tipo ibérico, cerámica común cartaginesa, cerámica ibérica pintada etc. Estrato Va: Este estrato aparecía primeramente en el Sector A, unificándose posteriormente en todo el Corte, al levantar los estratos IIIb, IIIc y IVa del Sector B (estratos del vertedero). Estaba formado por una tierra de color rojiza anaranjada con abundantes pizarras y cuarzo, así como numerosas piedras y chinarro. De considerable potencia -alcanza los 0’60 metros-, va asociado a la roca de base recortada, como se refleja en el ángulo de los perfiles Este y Sur. Apenas contenía material cerámico, entre el que destacamos algunos fragmentos de ánforas de producción púnica de la zona de Cádiz del tipo Maña Pascual A-4, de la zona Centromediterránea como las del tipo Maña D 1a y D 1b, ánforas grecoitálicas y púnico-ebusitanas con un fragmento del tipo PE-16. Igualmente, hemos recogido diferentes fragmentos de cerámica común cartaginesa, barniz negro, ibérica, barniz rojo etc. Estrato Vb: Corresponde a una pequeña mancha de tierra de color rojiza carbones y sólo aparece en el Sector A. Se refleja en el perfil Sur. Entre los materiales destacamos algunos fragmentos metálicos, de hierro, bronce, huesos, cerámica de barniz negro, fragmentos de ánforas púnicas de diversas procedencias, cerámica ibérica, común cartaginesa, etc. Estrato VI: De color marrón con abundantes y pequeñas manchas de ceniza y de contextura muy suelta que, en ocasiones, presenta restos de adobes. Aparece en toda la superficie del Corte. En cuanto a la cerámica y otros objetos el material es abundantísimo. Destacan los fragmentos de ánforas de muy diversos tipos: grecoitálicas, púnico-ebusitanas (PE-16, PE-17), centromediterráneas (Maña C, Maña D, Merlin-Drappier ), de la zona del «Círculo del Estrecho» (Maña Pascual A-4), griegas (posiblemente jonias). Igual-

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mente, son numerosos los fragmentos de cerámica común cartaginesa: morteros, ollas, platos, tapaderas, cerámica ibérica pintada, monedas, huesos, conchas, objetos de bronce y hierro. Este estrato corresponde a otro nivel del vertedero. Estrato VII: Compuesto por una tierra roja donde los materiales cerámicos no son tan abundante como en el estrato anterior. Se refleja en el Suroeste del Corte y por tanto en el perfil Oeste y sobre todo en el perfil Sur. Bajo él, aparece la roca de base. Entre los materiales destacamos las ánforas púnicas centromediterráneas, ebusitanas, grecoitálicas, la cerámica ibérica pintada, común cartaginesa, de barniz negro, etc. Estrato VIII: Compuesto por una tierra muy suelta de color gris marrón con abundante chinarro y piedra pequeña. Es un estrato bastante horizontalizado que contiene cerámica en abundancia: ánforas, cerámica común cartaginesa, barniz negro etc. Va asociado al muro 2 y se extiende en dirección Norte, por lo que queda reflejado, sobre todo, en el perfil Oeste. Corresponde al primer momento de utilización del lugar como vertedero durante época cartaginesa. Finalmente, podemos concluir que los estratos descritos, no sólo debido a la naturaleza de éstos, de tierras verdosas o amarillentas y cuya coloración se debe seguramente al proceso de descomposición orgánica, sino también debido a la abundancia de material cerámico muy fragmentado y a la abundante presencia de restos culinarios, constituyen un espacio utilizado de forma continuada como vertedero o basurero dentro del recinto urbano. III.2. Estructuras (Fig. 3)

En cuanto a la aparición de estructuras, apenas significativas, se reducen a dos pequeños muros que asociamos a los niveles del vertedero púnico y que describimos seguidamente: Muro 1: Pensamos que el amontonamiento de piedras que desde el estrato IIIb separaba la secuencia estratigráfica en los dos Sectores A, formaban parte de una estructura muro 1- que tendría como finalidad la delimitación del área del vertedero. Iría asociado a los estratos IIIb, IIIc, IVa y IVb del Sector B, mientras que el estrato IIIa, de tierra roja pasaba por encima del muro. Por otro lado, este muro 1 se puede poner en relación, con otro muro de contención que aparecía en la excavación del año 1986, situado a 2’70 metros hacia el Norte y que se situaba paralelo con una orientación en sentido Este-Oeste.

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Muro 2: Sale del perfil Oeste en dirección NoroesteSureste. Está formado por grandes piedras de cuarzo, caliza y arenisca trabadas con otras más pequeñas y adobes colocados entre ellas. Va asociado al estrato VIII y cubierto posteriormente por el estrato VI. Queda asentado directamente sobre la roca de base, conservando apenas dos hiladas de piedra. Éste formaría parte de otro nivel de vertedero, más antiguo, y de dimensiones algo más amplias que el anterior. Este muro se apoya en una especie de poceta, ya que la roca de base se recortó de forma intencionada con el fin de crear un pequeño habitáculo o pequeña cubeta. IV. MATERIALES (Figs. 4,5,6):

En cuanto a los restos materiales recuperados, muy abundantes si tenemos en cuenta el espacio excavado relativamente reducido, presentan una gran homogeneidad, y como se ha apuntado anteriormente, desde el estrato IIIa hasta el final de la secuencia se pueden datar con una cronología muy precisa de finales del siglo III a.C. Es por ello que únicamente nos centramos en el estrato VI, donde la abundancia de materiales y su variedad resulta más notoria. En conjunto y de forma general podemos agrupar estos materiales en siete apartados teniendo en cuenta su lugar de producción: IV.1. Cerámica de origen cartaginés centromediterráneo:

Dentro de este grupo encontramos vajillas de mesa, algunos de cuyos productos podríamos encuadrar dentro de las producciones de influencia púnica;(4) también, cerámicas comunes de cocina de producción norteafricana(5): grandes platos-morteros o fuentes (fig. 4, núm. 11, 12 y 13), cazuelas, ollas y «baking-pan» (fig. 4. núm. 5, 6, 7, 8 y 10), jarras de producción púnica centromediterránea (fig.4, núm. 15) o vasijas de boca cerrada, cuerpo globular y labio engrosado (fig. 4, núm. 9) así como diversos tipos de envases cerámicos para el transporte y comercialización de productos, básicamente representados por las ánforas tipo Maña C1(6) (SG 90/C6/101, fig. 4, núm. 1 y SG 90/C6/98, fig. 4, núm.2) con los subtipos Maña C1b y ánforas Maña D(7), en sus variantes Maña D1a (SG 90/ C6/ 100 en la Fig. 4, núm.4) y Maña D1b, y por último ánforas del tipo Merlin/Drappier-3(8). IV.2. Cerámicas púnico-ebusitanas:

En este grupo se encuentran algunos productos «pseudocampanienses», como las páteras de borde alto o platos

de pescado(9), imitaciones ebusitanas de las cerámicas de barniz negro(10). Además, se han identificado otros elementos de característicos de la producción ebusitana que corresponden a cerámicas comunes entre las que destacamos las cerámicas de cocina, platos-morteros y jarras principalmente las de la forma Eb. 69 (SG 90/C6/71)(11) así como los grandes contenedores o ánforas pertenecientes a los prototipos tan peculiares de Ibiza como las ánforas PE-16 (SG 90/ C6/ 103; fig. 5, núm. 17)(12). IV.3. Cerámicas de procedencia itálica:

Están representadas en un conjunto bastante homogéneo de cerámicas de barniz negro. En su mayoría se adscriben al grupo de las Campanienses A antiguas, aquí representadas principalmente por las formas L. 23 (F.1122)(SG 90/C6/395, fig 6, núm.30), la forma L. 33a (F.2154) (SG 90/C6/127, fig. 6, núm. 33). Igualmente están representadas en el mismo estrato VI las formas L. 27 (SG 90/C6/179) la L. 28 (SG 90/C6/188, fig. 6, núm. 31), la forma L. 36, pateritas de pequeño tamaño (SG 90/C6/185, fig. 6, núm. 38 y 39), la forma L. 68 (SG 90/C6/317,fig. 6, núm. 37), y finalmente la forma L. 34 (SG 90/C6/187, fig. 6, núm. 32) (13).. También se ha podido documentar en estos niveles algunos fragmentos de cerámica de «Gnathia» (SG 90/C6/223,fig. 6, núm. 28 y 29) y de «Teano», producciones donde es habitual la decoración realizada con pinturas de diversos colores (SG 90/C6/157 fig. 6, núm. 26) (14). Dentro de las producciones itálicas, destaca por otro lado un número importante de ánforas «grecoitálicas» (SG 90/ C6/ 105; Fig. 5, núm. 16)(15), una de las cuales todavía conserva sobre el cuello un «tituli picti» con grafía latina. IV.4. Cerámicas del NE. Peninsular:

En este conjunto se han documentado cerámicas que proceden del área catalana y Golfo de León, entre las que incluimos tres fragmentos de cerámica gris de tipo ampuritana (SG 90/ C6/ 285; fig. 5, núm. 18)(16). IV.5. Cerámicas del Circulo del Estrecho -Zona de Cádiz-:

Aquí encuadramos las grandes ánforas del tipo Maña Pascual A/4 (SG 90/ C6/ 16 y SG 90/C6/ 103; fig. 5, núm. 22 y 23)(17) y algunos fragmentos de vasijas turdetanas, entre las que destacamos unos fragmentos pertenecientes a una vasija (SG 90/C6/360 y 362, fig. 5, núm. 25), con un barniz rojo aplicado sobre un engobe muy líquido de color claro que cubre la arcilla de la vasija(18).

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Figura 4. Materiales arqueológicos. Corte C.

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Figura 5. Materiales arqueológicos. Corte C.

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38 Figura 6. Materiales arqueológicos. Corte C.

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Igualmente, en este yacimiento han sido importantes y numerosos los hallazgos de fragmentos de ánforas turdetanas (fig. 4, núm. 3; fig. 5, núm. 24), que respectivamente se corresponden con las formas D de Pellicer o C1 de A. Muñoz y al tipo E2 de Muñoz.(19).

mente abundantes los objetos metálicos diversos (objetos de hierro y bronce) difíciles de identificar así como numerosos restos óseos y malacológicos, abundantes en depósitos de «detritus» de estas características(25). V. VALORACIÓN FINAL:

IV.6. Cerámicas de origen griego:

Entre estos materiales griegos importados, probablemente a través de un comercio púnico, son representativas en Cartagena las ánforas rodias, de Cnidos, corintias etc...(20). Entre los hallazgos de este solar destacamos dos fragmentos de asas de ánforas que van provistas de sellos con grafía griega (SG 90/ C6/ 360 y 361; fig. 5, núm. 20 y 21)(21). El segundo de ellos pensamos que podría tratarse de un ejemplar procedente seguramente de la zona de Cnidos. υ (SG 90/C6/361; fig. 5, núm. En el sello se puede leer αυδρ_υ 21). Igualmente contamos con un fragmento de galbo de ψ) incisa antes de la cocción (SG ánfora con una letra griega (ψ 90/ C6/ 77). También hemos catalogado un fragmento perteneciente a un ánfora jonia, provista de un pequeño baquetón o resalte bajo el labio exterior (SG 90/ C6/359)(22).. Por otro lado destacamos, por su novedad, el hallazgo de un fragmento perteneciente al pie de una copa de cerámica de barniz negro, que hemos incluido con ciertas reservas dentro de las producciones denominadas «West Slope Ware» (SG 90/C6/264, fig. 6, núm. 27). Esta pieza puede incluirse en la serie «The Bracket Leaf Group» que se ha fechado por Rotroff entre el 280-250 a.C.(23).. IV.7. Cerámicas de producción local:

Lógicamente, también encontramos entre estos materiales una serie de cerámicas de producción local. En este grupo encuadramos parte de las ánforas de tipo ibérico, una serie de cerámicas comunes sin decoración así como también las cerámicas ibéricas pintadas: cuencos (fig. 5, núm. 19), «kalathos», ollas, jarras, etc. IV.8. Otros materiales:

Entre los restantes materiales sobresalen un fragmento de cuenta de pasta vítrea (fig. 4, núm. 14) común en ambientes púnicos, un fragmento de soporte o «carrete» así como un importante lote de monedas al que ya hemos hecho referencia(24), con un total de 24 piezas. De ellas, 13 pertenecen a la serie hispano-cartaginesa, 1 de Cartago-Sicilia y 10 ilegibles. También, en toda la secuencia estratigráfica, son relativa-

De lo visto hasta ahora se deduce que nos encontramos ante un área empleada como vertedero urbano durante un espacio de tiempo muy concreto y que correspondería a los últimos años del siglo III a.C. Así, con este fin parece que se acondicionó el lugar de forma intencionada. En primer momento se realizó una poceta y posteriormente se levantaron unos muros de contención en fases sucesivas.(26). Un hecho a resaltar es el importante volumen de material cerámico que nos ha permitido subrayar el papel desempeñado por la ciudad púnica de Cartagena como importante centro en el que vinieron a confluir gran parte de las producciones que circulaban por los principales circuitos comerciales de esa época. Así, por estos materiales podemos destacar los intensos contactos de la ciudad con la metrópolis norteafricana y con los otros grandes centros púnicos del momento, fundamentalmente con el área púnica occidental o «Círculo del Estrecho» y, por supuesto, con la isla de Ibiza(27), a través de la cual podrían llegar a la ciudad productos del Golfo de León como las cerámicas grises ampuritanas. En cuanto a los materiales itálicos, con una gran cantidad de ánforas greco-itálicas, las cerámicas de barniz negro con producciones de diversos talleres, entre las que se encuentran, entre otras, las de Gnathia, de Teano, etc.. es muy probable que llegaran a la ciudad a través de un comercio directo realizado por mercaderes púnicos(28), que frecuentaban los puertos itálicos(29). Además este planteamiento también podría estar basado en la relativa abundancia de estas cerámicas en Cartagena y entorno durante este periodo bárquida(30). En cualquier caso, por la gran diversidad de los materiales y su variada procedencia, así como por el alto volumen que en algunos casos puede constatarse resulta evidente el auge que alcanza la ciudad durante este periodo, en gran medida en consonancia con el papel de Cartagena como capital de los dominios púnicos en la Península, convirtiéndose en buena lógica en el centro en el que venían a confluir las relaciones con otros establecimiento púnicos peninsulares del momento y por supuesto con la metrópolis.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

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NOTAS: (1) Los resultados de esta actuación de 1986 aún permanecen inéditos, pendientes de la publicación del Servicio Regional de Patrimonio dedicada con carácter monográfico a Cartagena y en la que está prevista incluir las excavaciones urbanas realizadas en esta ciudad desde 1982. No obstante, con respecto a esta actuación del 86 se han publicado algunas noticias al respecto, MARTÍN CAMINO, M.-ROLDÁN BERNAL, M., 1991, pp. 109-149; MARTÍN CAMINO, M.,1991, pp. 359-367. (2) En 1986 excavamos dos corte que se denominaron A y B. (3) Agradecemos a D.ª Elena Ruiz la información del estudio que viene realizando sobre el barniz negro aparecido en este yacimiento, y que a partir del estrato IIIa, en adelante, puede fecharse en torno al 240 a. C. hasta el año 200 a.C., e igualmente agradecer a D. Manuel Lechuga el estudio numismático en el que sobresale su "homogeneidad", compuesto por 24 piezas, de las que 13 ejemplares corresponden a la serie "hispano-cartaginesa",

INFORME DE LA EXCAVACIÓN DE URGENCIA EN LA PLAZA DE SAN GINÉS ESQUINA CALLE DEL DUQUE (CARTAGENA) AÑO 1990

1 de Cartago-Sicilia y 10 ilegibles. El conjunto de las monedas puede fecharse a fines del siglo III a.C. (LECHUGA GALINDO, M., 1993, p. 169). (4) Para este tipo de cerámicas véase MOREL, J.P., 1986. (5) "cooking pot" en las series de ollas de labio moldurado y cazuelas de labio horizontal. Para este tipo de cerámicas se pueden consultar: LANCEL,S., 1979; LANCEL,S., 1982; LANCEL, S., 1987; VEGAS, M., 1985. (6) GUERRERO, V.M. 1986. (7) RAMÓN, J., 1983. (8) RAMÓN, 1981, p. 33 y MARTÍN CAMINO,M.-ROLDÁN BERNAL,B., en prensa. (9)Véase GUERRERO, V.M., 1980. (10)Estas producciones fueron identificadas por M. del Amo. Se inician a mediados del siglo III a.C. y llegan hasta el siglo II a.C.: AMO, A. DEL, 1970. (11) TARRADELL, M.-FONT, M., 1975. (12) RAMÓN, J., 1981 y RAMÓN, J., 1991. (13) MOREL, J.P., 1981 (14) Estas cerámicas de barniz negro son producciones de talleres itálicos del siglo III a.C., MOREL, J.P. 1980, p. 90. Ejemplares similares se han documentado, también dentro del casco antiguo, en el Molinete y en la calle Saura n.º 29-31, GARCÍA CANO, C.-GARCÍA CANO, J.M.-RUIZ VALDERAS, E., 1989, p. 121. (15) Casi la totalidad de las ánforas greco-itálicas aparecidas en estos estratos las podemos encuadrar dentro del tipo b de E. Lyding Will, 1982, p. 345, Pl. 85,c, tipo que se desarrolla durante la última mitad del siglo III a.C. siendo también muy abundantes en los primeros momentos de la romanización. (16) Por el aspecto externo de nuestros ejemplares la encuadramos en la forma 2 A de C. Aranegui, jarrita bicónica con un resalte en el cuello, también su diámetro máximo es mayor que la altura total del vaso, las asas de cinta y la decoración a base de una moldura en relieve situada en el cuello, ARANEGUI GASCO, C., 1987. Su producción se atribuye al hinterland de Ampurias, con una cronología aproximada entre los años 325/300 y el 200 a.C. Aparecen asociadas a cerámicas campanienses A antiguas, con cerámicas del taller de Rosas y con cerámicas áticas tardías. Para una revisión reciente de estas producciones BARBERA I FARRAS,J.-NOLLA I BRUFAU, J. M.-MATA I ENRICH, E., 1993. (17) Este tipo de ánfora fue incluida en un primer momento en la tipología de Maña (MAÑA, J.M., 1951, fig.2), recogida con posterioridad por PASCUAL, R., 1969, pp. 12-19. Con posterioridad J.Ramón ha sido quien mejor ha caracterizado este tipo (RAMÓN, J., 1981, pág. 15). Los ejemplares de Cartagena corresponden a un tipo evolucionado o tardío, caracterizado por un hombro carenado, con la mitad superior del cuerpo estrecha y cilíndrica unida a la mitad inferior, de forma cónica, mediante otra marcada carena. (18) Entre las numerosas publicaciones que recogen este tipo de cerámica, sobre todo del mediodía andaluz, se encuentra el reciente artículo de FIERRO CUBIELLA, J.A., 1.990. Estos mismos tipos también fueron recogidos por ESCACENA CARRASCO, J.L, 1985, p. 52, fig. 4). Se trata de una cerámica a torno, realizada con arcillas claras y generalmente cuerpos globulares, con un acusado estrangulamiento en el cuello. Van decoradas generalmente con líneas paralelas y estrechas, en pinturas mates de color castaño, rojizo o negras sobre un engobe blanquecino que se aplica previamente sobre la arcilla de la vasija.

(19) En cuanto al tipo C1, ver MUÑOZ VICENTE, A, 1987, p. 475, es un ánfora muy difundida por el Sur y Levante peninsular y, sobre todo, muy abundante en el Valle del Guadalquivir. En Galera (Granada) se ha fechado entre el siglo III y II a.C.: PELLICER, M.-SCHULLE, 1966, fig. 6 y 7; y en el cerro Macareno aparece desde mediados del siglo III a.C. hasta el siglo I a.C.: PELLICER, M., 1978, p. 384. En cuanto al tipo E2 de Muñoz, MUÑOZ VICENTE, A., 1987, fig.7, nº 2, también se fecha entre los siglos III al II a.C. (20) Para este tipo de ánforas, en general, se puede consultar el trabajo de WOLFF, S.R., 1986. (21) El ejemplar que se recoge en V. GRACE, 1934, en la fig. 5.8, se trata de un sello rectangular sobre un ánfora de Cnidos con los términos ANDRON ARTEMON (nº 185, pág. 265). (22) Este tipo de ánfora se documenta en el espacio 34 de la casa púnica VI de Cartago (AA.VV., 1991, Lám. 10, fig. 2, p. 35 y en la Lám. 38, fig. 67, p. 184) asociada a un fragmento de ánfora Maña D 1 y cerámica común púnica: ollas, morteros, tapaderas, etc. (23) Se trata de un pie de copa similar al que aparece en ROTROFF, 1991, lám. 16, fig. 11, que incluye en el grupo de The Brackett Leaf Group, p. 65 y ss. Por otro lado, cerámicas de este tipo se han identificado en la colina de Byrsa: LANCEL, S., 1979, p. 139-140, fig. 42, con decoración polícroma en blanco y rojo. (24) Ver nota 3. (25) Agradecemos el análisis de estos materiales realizados por D.ª Mariona Portí Durán. Los restos óseos, en su mayoría, pertenecen a pequeños rumiantes, algunos de ellos con evidentes señales antrópicas de gran profundidad. También se han inventariado algunas costillas y vértebras de macromamíferos y astrágalos de "equus", así como vértebras de pescado. (26) En este sentido, las dos estructuras aparecidas muro 1 y muro 2, así nos lo indican. Además se constata que en un momento determinado hubo que ampliar la zona del vertedero con la construcción del muro 1, para la contención de los estratos IIIb y siguientes- circunstancia que nos indica que esta zona fue utilizada, al menos durante toda la etapa bárquida, para tal fin como ya hemos señalado. (27)Hay que tener en cuenta que a partir del año 350 a.C. se puede hablar de una importante proyección comercial de Ibiza hacia el exterior, sobre todo el levante peninsular, RAMÓN, J., 1991, p. 147. (28) Esto no invalida otras opiniones, que el tiempo se encargará de valorar, como la idea de que estos productos se exportarían al Lacio y Campania y desde aquí pasarían a Ampurias, siendo los comerciantes griegos los que las exportarían a otros lugares ibéricos junto con otro tipo de materiales como por ejemplo las cerámicas del "Taller de Rosas" (GARCÍA CANO, C.-GARCÍA CANO, J.M.-RUIZ VALDERAS, E. 1989, pág. 120). (29) GONZÁLEZ WAGNER, C.: Fenicios y cartagineses en la Península Ibérica: Ensayo de interpretación fundamentado en un análisis de los factores internos, Tesis Doctoral. (Departamento H.ª Antigua, Sección de Historia, Univ. Complutense de Madrid, leída en 1981), Col. Tesis Doctorales, nº 30/ 83, Ed. Univ. Complutense de Madrid, Madrid, 1983, p. 467. (30) En esta zona y alrededores es relativamente frecuente la aparición de estas cerámicas: en Verdolay, Cieza, Archena, y otros hallazgos en la misma ciudad de Cartagena.

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INFORME DE LA EXCAVACIÓN DEL SOLAR DE LA CALLE CUATRO SANTOS N.º 17. CARTAGENA

Carmen Marín Baño

MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

ENTREGADO: 1991

INFORME DE LA EXCAVACIÓN DEL SOLAR DE LA CALLE CUATRO SANTOS N.º 17. CARTAGENA

CARMEN MARÍN BAÑO

Resumen: Para la excavación se abrieron dos cortes estratigráficos de 4 x 4 m. Se descubrieron una tubería de plomo y tres atarjeas posiblemente relacionadas con una balsa de Opus Hidraulicum, fechadas con

anterioridad al s. I a. C. Un pavimento de Opus Signinum, fechado a partir del s. I d. C.; muros y un vertedero de época tardía.

INTRODUCCIÓN

estado. En dicho espacio (fig. 2) se plantearon dos cortes estratigráficos denominados 1 y 2 respectivamente de 4 x 4 m., reservándose en todos sus lados unos espacios de 50 cm. como testigos. Durante el proceso de excavación se identificaron los siguientes niveles estratigráficos y estructuras:

En octubre de 1990 se iniciaron los trabajos de cimentación de losa armada situado en la C/. Cuatro Santos n.º 17 de Cartagena (fig. 1). Ante el interés que ofrecía por ser colindante con el solar excavado en los años 1974-75 por D. Pedro Sanmartín Moro se propuso a la Comunidad Autónoma (Dirección General de Cultura) la realización de sondeos arqueológicos. Durante los días 3, 4 y 5 del citado mes, se realizaron los trabajos mecánicos bajo supervisión técnica, estos trabajos permitieron acelerar en cierta medida el desarrollo posterior de la excavación. La pala rebajó 1,20 m. de relleno moderno, escombros en su mayoría. Los trabajos mencionados descubrieron un aljibe de principios de siglo y varios pozos ciegos dispersos por la superficie del solar. El día 9 comenzó la excavación de urgencia. Se contó con la ayuda de cuatro obreros de la Empresa Constructora de Gerardo Hernández. Se decidió realizar los cortes en una zona que había sido rebajada por la pala, reduciéndose de esta manera la superficie a excavar al centro del solar, ya que el resto formaba parte de la zona de protección de las medianeras en mal

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ESTRATIGRAFÍA DEL CORTE I

Formado por un relleno moderno de escasa potencia con un revuelto cerámico: Cerámica ibérica (jarras, asas pintadas), una fuente de barniz rojo pompeyano, cerámica de cocina de taller local de los siglos V-VII d. C. entre las que destacan una olla de borde engrosado al exterior con perfil en S, una cazuela de paredes redondeadas (Tipo 12.1 de la clasificación de M.ª D. Láiz y E. Ruiz 1988), cerámica africana tipo Hayes 89, 197, 196, 191. Cerámica de Paterna, góticomudéjar, estilo azul clásico perteneciente a un servicio de mesa del siglo XIV. Nivel IIa:

Debajo del nivel anterior aparecía una tierra marrón con restos de láguena y carboncillos, asociada a cerámicas tardías en su mayor parte. También en este nivel hay cerámicas

INFORME DE LA EXCAVACIÓN DEL SOLAR DE LA CALLE CUATRO SANTOS N.º 17. CARTAGENA

mento forma Hayes 61B del 400-450 d. C. (fig. 6.6), un ánfora tipo Keay XXIV y cerámica tardoitálica Dragendorf 37/32. Vertedero 1:

Comenzó a aparecer en la zona formado por una tierra húmeda con restos de cenizas, carbones, material de construcción, vidrios, huesos y cerámicas entre las que destacan: T. S. marmorata del 40-60 d. C., T. S. Dragendorf 27 del siglo I d. C. (fig. 6.3), un fragmento de ánfora tardía tipo Keay XXXVI B cuya cronología se corresponde con la primera mitad del siglo V y principios del siglo VI. Cerámicas tardías como los tipos: Hayes 61B (IV-VII d. C.) (fig. 6.1), Hayes 50 del 230 al IV d. C. (fig. 6.4), Hayes 99B del 530-580 d. C. (fig. 6.2). Vertedero 2:

Lámina 1: Corte 1, atarjeas 1 y 3.

muy heterogéneas, como materiales del siglo I d. C. destacando un fragmento de pared de T.S.G. Drag. 37, otro de T.S. Goudineau 29, Haltern 10, Pucci 22. Un fragmento de T.S. Rilterling 8, una olla ibérica de cerámica común, una cazuela similar al tipo 12.1 cerámica tosca de los siglos VI-VII d. C. Ollas de borde entrante (V-VII). Un fragmento de cerámica T.S. Clara D Hayes 62 del 350-425 d. C.

Ocupa especialmente el centro del corte, presentando numerosos restos óseos, cáscara de huevo, varias monedas en mal estado de conservación, un fragmento trabajado de calcoarenita y cerámicas como: T.S. Clara D Hayes 108 correspondiente a la primera mitad del siglo VII d. C., una cazuela de cerámica tosca, cuya cronología corresponde a los siglos V-VII d. C. También destaca un fragmento de cerámica de barniz negro de origen etrusco del siglo III a. C. Morel 5520. Una vez vaciado el vertedero 2 se vio la estratigrafía que había cortado (fig. 5). En la zona Este se visualizó: Una veta de láguena discontinua de 1 cm. de espesor estéril. Nivel IIIa:

Bajo esta veta se rebajó una tierra naranja muy húmeda con escasos restos de cerámica tardía, destacando un fragmento de T. S. Clara A. A continuación aparecieron arrastres arenosos correspondientes a los siglos I-II d. C.

Nivel IIa estancia I:

Nivel IIIb:

Se individualizó este estrato por encontrarse en el interior de dos muros que parecían formar parte de una estancia. Compuesto por una tierra marrón con restos de carbones y láguena, la tierra era de textura ligera, apareciendo abundantes restos de láguena en el interior de la estancia, aunque en el exterior de ésta también se encontraron pero en menor cantidad. Puede que la láguena procediese de restos de la techumbre, ya que ésta se utilizaba para impermeabilizar. En cuanto a los materiales destacan: un fragmento de cerámica africana Hayes 91 D del siglo V d. C. (fig. 6.5), otro frag-

Tierra de coloración naranja (no húmeda) muy compacta si se relaciona con la tierra del estrato IIIa. Este nivel está asociado a cerámicas tardías, destacando un frag. de T. S. Clara D es un fragmento de fondo con decoración a ruedecilla, podría corresponder a los tipos 59A, 61A, 64, y 67, oscilando entre los siglos IV y primera mitad del siglo V. El nivel IIIa y el nivel IIIb están separados físicamente por los arrastres arenosos. El nivel IIIb se asentaba directamente sobre un pavimento de «opus signinum».

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Lámina 2: Corte 1, pavimento de Opus Signinum.

Nivel IIIc:

En la zona SW bajo el nivel IIIa y las vetas diminutas de arena se encontró una bolsada grisácea de escasas potencia que contenía cenizas, muchos restos óseos de animales y escasas cerámicas destacando una T. S. Clara D de los siglos IV-VII d. C. y un mortero. Dicha bolsada contenía filtraciones de los niveles Ia y del vertedero 2. Nivel IIb:

Junto al perfil Oeste la estratigrafía era diferente al resto del corte porque en este lugar había un derrumbe de piedras que fue apareciendo a lo largo de toda la excavación; este nivel estaba asociado a una tierra marrón con láguena y cenizas. Destacan un fragmento de T. S. Clara A y una pared de T. S. Gálica. Nivel IIIc-I:

Entre el muro 2 y el derrumbe de piedras del perfil W, apareció una veta de tierra gris con cenizas, carboncillos y restos óseos, cuyos materiales son entre otros: una moneda

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en mal estado de conservación, un frag. de fondo de T. S. Clara D y un frag. de T. S. Hayes 91. Nivel IIIb-I:

En la zona Norte bajo el vertedero 1 y zona Oeste bajo el nivel IIIc-1, apareció un estrato de tierra naranja mezclado con láguena, carboncillos, huesos, fragmentos de vidrio y metal, destacando las siguientes cerámicas: una olla de cerámica tosca cuya cronología corresponde a los siglos VI-VII d. C. (fig. 7.1), un frag. de cerámica de cocina africana Hayes 197 de mitad del siglo III d.C., un fragmento de T. S. Goudineau 37 del 12-16 d. C. El nivel descrito presenta filtraciones del vertedero 1, esa característica lo diferenciaba del nivel IIIb, muy similar a éste. Nivel IIId:

Una vez rebajado el nivel IIIb-I, se excavó en la zona W un estrato muy potente de tierra anaranjada, suelta con materiales de construcción y escasa cerámica, destacan un frag. de pared de T. S. Clara A, un frag. de T. S. G. Dech. 67 correspondiente al siglo 60-98 d. C.

INFORME DE LA EXCAVACIÓN DEL SOLAR DE LA CALLE CUATRO SANTOS N.º 17. CARTAGENA

Nivel IVc:

Era un estrato con tierra grisácea verdosa de textura ligera y arenosa, muy suelta con restos de masilla blanca, argamasa, adobes, caracoles, restos malacológicos y escasa cerámica entre las que destaca un frag. de barniz negro Lamboglia 33a del siglo III a. C. ESTRUCTURAS DEL CORTE 1

Lámina 3: Corte 1, tubería de plomo apoyada sobre atarjea 1.

Se continuó rebajando en una zanja que se planteó a 30 cm. del perfil este. Las dimensiones de dicha zanja eran de 3 x 1 m. Una vez levantando el pavimento en parte: se encontró bajo este otro nivel: Nivel IVa:

Compuesto por una tierra de coloración rojiza, textura ligera y adobes que a veces la compactaban. Destacan los siguientes materiales: un frag. de pared de cerámica ibérica decorado (fig. 7.2), un frag. de Camp. A, frag. de T.S.G. Dragendorf 17a, T, s. I y un frag. de fondo de fuente de barniz rojo pompeyano. Nivel IVb:

Junto al nivel IVa apareció un relleno de escombros antiguo con tierra suelta, argamasa, abundantes materiales de construcción: sectores de círculo, estucos decorados, destacaba un cuenco del siglo III a. C.

A 5,94 m. del punto tomado en la calle Cuatro Santos sobre el nivel del mar (cota 7,60), en la zona W del corte se descubrieron dos muros (Norte y Sur) que parecen formar parte de una estancia, asociada al nivel IIa estancia I. El muro Norte cuyas dimensiones son 2,20 m. de largo, 70 c. de alto y 60 c. de ancho; presentaba cuatro hiladas de piedras irregulares puestas y trabadas en barro. En cambio el muro Sur apenas se conservaba. (Fig.3). Es posible que en el muro sur existiese un umbral o puerta de acceso a la estancia, pero al encontrarse en mal estado de conservación no se pudo confirmar. El suelo de la estancia sería de tierra apisonada, aunque no se logró ver. El muro Norte se encontró asentado sobre un vertedero de época tardía que inicialmente se denominó vertedero 1, para diferenciarlo de otro que apareció en el centro del corte y que se denominó vertedero 2, aunque posteriormente se ha podido comprobar que se trata del mismo. Bajo el nivel IIIb, se descubrió un pavimento similar al «opus signinum» cuyo espesor era de 18 cm., apareció roto en la zona W del corte, donde en su lugar se encontró un sillar de caliza que estaba cubierto por el nivel IIIc introduciéndose en los perfiles S y W. Las dimensiones eran 90 cm. de largo, 90 cm. de ancho y 50 cm. de alto. El centro del sillar estaba trabajado y presentaba un agujero. Se desconoce la función de esta estructura de argamasa rodeada y asentada en una cimentación de piedras irregulares unidas con argamasa. En la base del sillar se encontró una torta de argamasa, con restos de huella de otro posible sillar. En la zona Norte del corte junto a los perfiles Oeste y Norte y asociado al nivel IIIb se halló sobre el pavimento un muro de mala calidad con dos hiladas de piedras irregulares trabadas en barro. El pavimento se encontró en buen estado de conservación en la zona Este, no se puede decir lo mismo del sector Oeste, aunque esta falta proporcionó el hallazgo de una tubería de plomo («Fistulis Plumbeis») en buen estado de conser-

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Lámina 4: Corte 2, pavimento de Opus Signinum.

vación, cuyas dimensiones eran de 8,3 cm. de alto, por 7 cm. de ancho, de sección elipsoidal. La tubería presentaba dos puntos de fricción. El fragmento de tubería observado media 2,70 m. de longitud y se adentraba en los perfiles oeste y norte de la cuadrícula; tenía una pendiente de 19 cm. La tubería estaba apoyada en una atarjea 1 de 32 cm. de altura, cubierta por ladrillos de 35 cm. x 15 cm. y un grosor de 4,5 cm. Discurría del perfil Oeste al Noreste, sus dimensiones eran de 22 cm. de altura y 22 de anchura. Se vació comprobando que contenía tierra anaranjada y ladrillos rotos, mármol, cuarzo, elementos malacológicos, vidrio y escasísima cerámica poco significativa. Del perfil Este al perfil Sur discurría otra atarjea 2 que se encontró destruida, los muretes de dicha atarjea presentaban un mortero distinto al de la atarjea 1. Apareció únicamente un frag. de pared de T.S.G. en el interior de lo que quedaba de dicha estructura. Bajo la atarjea 2 aparecieron unas piedras unidas con adobe que podrían haber formado parte de un muro, algu-

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nas piedras parecían estar caídas como si se tratase de un derrumbe, para comprobarlo se decidió ampliar un metro más la zanja y se descubrió una nueva atarjea 3. Cubría a esta estructura el estrato IVc. La atarjea 3 fue construida con losas cuadradas de 31 x 31 cm. (algunas de las cuales llevaban huellas de alfarero), orientada igual que la atarjea 1 se introducía en los perfiles Oeste y Este. Contenía caracoles, restos óseos, vidrio, elementos malacológicos y un fragmento de lucerna republicana. Todas las estructuras anteriormente descritas limitaban el espacio a excavar y a falta de tiempo se decidió tapar el corte con tierra fina. ESTRATIGRAFÍA DEL CORTE 2

Nivel Ia:

Estrato bastante potente de tierra marrón con infiltraciones de pozo ciego. Presentaba un conjunto de cerámicas heterogéneo. Destacan cerámica islámica del siglo XIII, T.S. africana Hayes 93B, Hayes 108 de inicios del VII.

INFORME DE LA EXCAVACIÓN DEL SOLAR DE LA CALLE CUATRO SANTOS N.º 17. CARTAGENA

En la zona Sur del corte cubierto por el vertedero 1 se localizó una acumulación de pizarras que se correspondían con el preparado del pavimento. El pavimento de «opus signinum» estaba destruido en la zona Sur del corte a causa de un pozo o basurero que se denominó vertedero 2 para diferenciarlo del vertedero 1 y también destruido por el aljibe de principios de siglo localizado en la zona NW de la cuadrícula. Vertedero 2:

Formado por tierra de color verde-caqui muy suelta mezclado con masilla blanca muy húmeda. Destacan los siguientes materiales: frag. de ánfora tipo Mañá D-2 del siglo IV-III a. C.; un ánfora grecoitálica del siglo III a. C.; un frag. de T.S.G. Dragendorf 30 del siglo I. d. C. y cerámicas tardías en su mayoría como un frag. de T.S. Hayes 91C del 600-650 d. C., una cazuela de paredes redondeadas de cerámica tosca de los siglos V-VI d.C. (fig. 8.3). En la zona Norte del corte se planteó una zanja donde se levantó una pequeña parte del pavimento, comprobando que el preparado de este suelo estaba compuesto por una tierra anaranjada estéril, muy compacta de 30 cm. de espesor. Nivel IVd: Lámina 5: Corte 2, balsa de Opus Hidraulicum.

Pozo ciego:

Se localizó al Norte del corte, al vaciarlo se encontraron cerámicas vidriadas modernas, cerámicas de época góticomudéjar, medievales y algún fragmento de cerámica de época romana. La tierra era gris verdosa con láguena, húmeda y pegajosa. Vertedero 1:

En el sector SE del corte se encontró un área o zona de vertedero o basurero en que aparecieron huesos de animales, caracoles, restos de material de construcción, vidrio y cerámicas: una olla de paredes onduladas del último cuarto del siglo VI o primera mitad del siglo VII d. C. (Fig. 8.2), cerámicas tipos Hayes 99A del 510-540, Hayes 108 de inicios del VII, un frag. de T.S. cuyo centro de producción es Arezzo. Nivel IIb:

Estrato de tierra anaranjada, con láguena, cenizas, de textura ligera, aunque a veces aparecía apelmazado por las infiltraciones del pozo ciego y del vertedero 1.

Localizado bajo el preparado del pavimento, el nivel IVd estaba compuesto por una tierra marrón suelta con escasos restos de láguena, cal y adobes. Materiales destacan un Kalathos ibérico del siglo II-I a. C. forma IB Nordstrüm (fig. 7.5); Camp. A (fondos). Nivel IVe:

El nivel IVd cubría a un estrato formado por una tierra grisácea muy húmeda y pegajosa ya que estaba contaminada por las filtraciones del vertedero 2. Tanto el nivel IVd como éste, están cortados por el vertedero 2. Materiales: Camp. A (fondo con cuatro palmetas en relieve ovaladas); un frag. de pared de T.S.G. del siglo I. d. C. ESTRUCTURAS DEL CORTE 2

Se descubrieron varias estructuras muy interesantes relacionadas con el corte 1. Al comenzar a excavar se visualizó una zapata en el centro del corte de época reciente y un aljibe en la zona NW de principios de siglo. Se decidió destruir la zapata, pero no el aljibe, ya que apareció en una esquina y ocupaba sólo una pequeña parte de la cuadrícula. Ambas estructuras están relacionadas con el nivel Ia y el pozo ciego.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Figura 1. Situación del solar.

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INFORME DE LA EXCAVACIÓN DEL SOLAR DE LA CALLE CUATRO SANTOS N.º 17. CARTAGENA

Figura 2. Situación de los cortes excavados.

Figura 3. Corte 1. Planta.

En el centro del corte a una cota de 5,05 m., se halló un muro de mala calidad, formado por piedras irregulares, se conservaba ligeramente inclinado hacia la zona Este. Este muro, estaba asentado sobre el nivel IIb cuyos materiales corresponden a época tardía, destacando un frag. de T.S. Clara Hayes 108 de inicios del siglo VII, un fondo de mortero de cerámica común Vegas tipo 7 del siglo II a. C. al siglo V d. C., una lucerna paleocristiana tipo Hayes II, Dressell 31, Palol 15 (fig. 8.1) y un fragmento de cerámica ibérica decorado tipo A 10.4 (1). En el ángulo SW del corte a una cota de 4,36 m. se descubrió una estructura de argamasa de planta cuadrada cuyo cimiento estaba formado por piedras irregulares y mortero, apoyada directamente sobre el suelo de la balsa de «opus hidraulicum» que se halló bajo el pavimento roto. Esta estructura se adentraba en el ángulo SW, presentando un anillo de argamasa. El pavimento de «opus signinum» estaba destruido en la zona Sur a causa de un vertedero que se denominó vertedero 2, y que se diferenció del vertedero 1 por encontrarse en el interior de otra estructura (la balsa). En la zona SW del corte se encontró una balsa («opus hidraulicum») bajo el «opus signinum». Sólo se pudieron

documentar parcialmente dos muros que formaban un ángulo de 90º. La base del muro sur se presentaba rematada por una media caña de 9 cm. de altura. La balsa medía 1,37 m. de altura, las dimensiones completas no se pudieron documentar al excavar sólo una pequeña parte del solar. Los muros de la balsa estaban destruidos por el aljibe moderno y por la estructura de argamasa del ángulo SW del corte, ya que ambas estructuras se apoyaban directamente en esta piscina. INTERPRETACIÓN Y CONCLUSIONES

La incompleta estratigrafía obtenida en estas dos cuadrículas documentaron a lo largo de cinco metros varias fases de ocupación humana; comprendiendo diversas construcciones urbanas de diferentes épocas. En el corte 2 se descubrió una balsa cuyas dimensiones completas se ignoran. En relación con este corte se halló en el corte contiguo, una tubería de plomo. Ambas estructuras están separadas por un testigo de un metro. La parte más alta de la tubería correspondía a una cota de 4,21 m. y el desagüe de la balsa a una cota de 4,02 m.; la

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Figura 4. Cortes 1 y 2. Planta.

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Figura 5. Corte 1. Perfil Este.

diferencia es de 19 cm., por lo que se deduce que la tubería canaliza agua potable a la balsa, además hay que subrayar que la dirección de la tubería venía orientada hacia el muro sur de la balsa. En el interior de la balsa se rebajaron dos rellenos cortados por un vertedero de época tardía. El primer relleno denominado nivel IVd estaba asociado a cerámicas correspondientes a los siglos II-I a. C. Bajo ese relleno hay otro cuya cronología corresponde al siglo I d. C. (TPQ) y al siglo II a. C. (TPQ). La tierra de estos rellenos colmató parte de la balsa una vez abandonada ésta, por lo que se deduce que posiblemente fuese utilizada antes de Cristo, pero se desconoce el periodo exacto de su aprovechamiento, aunque se podría pensar que fue construida en fecha anterior al siglo I d.C. La datación de esta estructura no se puede precisar más, puesto que no se pudo excavar el solar totalmente. Quizás se podría relacionar con restos de una casa y pavimentos romanos de los siglos II-I a. C. descubiertos en el solar colindante n.º 19 de la calle Cuatro Santos, en los años 1974-1975 (2). Por otro lado, sería muy interesante poder calcular la capacidad de la balsa descubierta, pero no lo podemos averiguar puesto que se desconocen las dimensiones de dicha estructura. Se piensa que el abastecimiento principal de agua se realizaría de forma individual a través de un aljibe o depósitos

situados en las viviendas cuyos restos han sido reconocidos en la ciudad, concretamente en la C/. Duque-Esquina Montanaro se localizó una cisterna romana. También es posible que la distribución del agua comenzase a la salida del depósito terminal de donde arrancarían una serie de tuberías principales que se irían ramificando disminuyendo en importancia hasta llegar a los ramales ínfimos de las casas particulares como pudo ocurrir en la C/. Jara n.º 6 donde se descubrió en 1977 un amplio conjunto de construcciones romanas: «al fondo de la habitación con pavimento de «Opus sectile». En la parte anterior, gran balsa o piscina, con basas en su perímetro y conducciones de agua en tubo de plomo» (3). Este hallazgo queda situado muy cerca del solar n.º 17 de la C/. Cuatro Santos, pero no se puede conocer con exactitud que relación tienen ambos, aunque los dos tienen en común la tubería de plomo (de mayores dimensiones en el solar de la C/. Cuatro Santos) y la balsa. Por otra parte, en el corte 1 se descubrieron tres atarjeas en un espacio de 3 x 3 m. Desafortunadamente desconocemos su procedencia y a dónde podrían dirigirse. Las atarjeas 1 y 3 presentaban la misma dirección que la tubería de plomo. Se conservaban únicamente restos de esta estructura junto a los perfiles anteriormente mencionados. Al recorrido referido de la atarjea 2, entiéndase: dentro de la zona excavada, puesto, que se desconoce el origen y procedencia de las atarjeas citadas, y por consiguiente su recorrido. Se podría intuir que estas atarjeas conducirían las aguas de las laderas del Monte de la Concepción, atravesando este solar, situado en las estribaciones de la ladera Norte, pero no se puede afirmar por ahora dicha hipótesis. Probablemente estas estructuras estén relacionadas con la balsa y por lo tanto correspondan al mismo momento cronológico, la duda queda planteada. Otro importante hallazgo fue el descubrimiento de un pavimento «Opus Signinum», localizado en ambos cortes a 4,46 m. de profundidad, cota relacionada con un punto de la C/. Cuatro Santos sobre el nivel del mar. Cota: 7,60 m. Bajo el pavimento, en el corte 1, los estratos a y c del nivel IV, nos proporcionaron cerámicas correspondientes al siglo I d. C. (TPQ) y al siglo II a. C. (TAQ). Se comprobó la ausencia de cerámicas tardías, por lo cual podría fecharse este suelo a partir probablemente esté en relación con «dos estancias de grandes dimensiones correspondientes a una extensa casa, una de las cuales incluía un pavimento de tessellas blancas y negras... «, en el solar colindante excavado en 1975 por Don Pedro Sanmartín Moro (4).

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Figura 6. Materiales arqueológicos. Cortes 1 y 2.

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Figura 7. Materiales arqueológicos. Corte 1 y 2.

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3 Figura 8. Materiales arqueológicos. Cortes 1 y 2.

Asentado sobre el pavimento se localizó en el corte 1, a una cota de 4,70 m. restos de un muro en mal estado de conservación, cronológicamente posterior al «Opus signinum», y anterior al vertedero. No se puede precisar exactamente su datación, puesto que el estrato asociado IIIb-1 a este muro estaba contaminado por filtraciones del vertedero. A una cota de 4,37 m. en el corte 1 y 4,36 m. en el corte 2 se localizaron dos estructuras cuya cronología y funcionalidad ignoradas quedan. Quizás ambas sustentasen a su vez a otras mayores, ya que éstas presentaban una cimentación muy potente, construida en ambos casos a base de piedras irregulares unidas con argamasa, esto parece indicar la posibilidad de que sostuviesen algo realmente pesado. La cimentación de la estructura de argamasa del corte 2 estaba asentada en la base de la balsa, rompiendo parte de sus muros, por lo que se puede afirmar que esta estructura es posterior al siglo I a. C. Por otra parte, se desconoce qué relación podrían tener con el pavimento, ya que éste se encontraba destruido en la zona donde se localizaron. En el corte 1, a 30 cm. del perfil Este, se abrió una pequeña zanja, para obtener mayor documentación sobre éstas. Estos trabajos no clarificaron los objetivos, por el contrario, contribuyeron a descubrir nuevos hallazgos como el muro construido con piedras unidas con adobe posiblemente anterior a las atarjeas y asociado presumiblemente a época ibérica.

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Por otro lado, estudiados los materiales de los vertederos 1 y 2 del corte 1 y los vertederos l y 2 del corte 2, se ha llegado a la conclusión que éstos forman parte de un único vertedero encuadrado dentro de la antigüedad tardía, oscilando cronológicamente entre los siglos V-VII d. C. Este hallazgo viene a unirse a descubrimientos similares en diversas zonas de la ciudad: Plaza de los Tres Reyes, C/. Soledad, C/. Jara, Plaza de Condesa Peralta, San Antonio el Pobre, C/. Don Gil, C/. Palas. El vertedero destruyó posiblemente parte del pavimento en el corte 2 (fig. 4) y colmató parte de la balsa, es posible que también destruyese parte de un muro localizado en el corte 2, ya que se descubrió un derrumbe de piedras en el interior de este basurero. El muro hallado se visualizó a una cota de 5,05 m. siendo su cronología imprecisa, aunque anterior a la del basurero y posterior al pavimento, se asociaba al estrato IIb. En cuanto al corte 1, se localizó casi al comienzo de la excavación a 6,06 m. restos de una posible estancia de cronología posterior a vertedero, puesto que parte de éste se encontró bajo uno de los muros de la supuesta estancia. De época medieval no se encontraron estructuras, aunque sí aparecieron restos cerámicos correspondientes a ese periodo. Por último finaliza la secuencia con el hallazgo de un aljibe moderno, que causó en parte la destrucción de la balsa, junto a la estructura de argamasa. Este aljibe también participó en la destrucción del «Opus Signinum». Hay que tener en cuenta que los vertederos, el pozo ciego y las variadas estructuras eliminaron parte de la secuencia estratigráfica, obteniendo a veces estratos incompletos, con escasos materiales, si además se considera la escasísima zona excavada para un solar tan rico en valiosos restos arqueológicos, se comprendería que la interpretación se hace más dificultosa.

NOTAS (1) ROS SALA, M. La Pervivencia del elemento indígena. La cerámica ibérica. Murcia 1989. pp. 37. (2) BELTRÁN MARTÍNEZ, A. (1982) «Cartagena en la Antigüedad: Estado de la Cuestión». C. Nacional Arqu. XVI. Museo Arqueológico Municipal. pp. 867-881. (3) SANMARTÍN MORO, P. Museo de Zaragoza. Boletín Homenaje a Antonio Beltrán. n.º 4. 1985. pp. 131-149. (4) SANMARTIN MORO, P. Museo de Zaragoza. Boletín Homenaje a Antonio Beltrán. n.º 4. 1985. pp. 135.

ACTUACIONES ARQUEOLÓGICAS EN ÁGUILAS

Juan de Dios Hernández García

MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

ENTREGADO: 1994

ACTUACIONES ARQUEOLÓGICAS EN ÁGUILAS

JUAN DE DIOS HERNÁNDEZ GARCÍA Centro Regional de Arqueología

Palabras clave: Bajo-Imperio, salazones, domus, vertedero Resumen: Se han comprobado niveles de ocupación romanos que abarcan desde el siglo I a.C. hasta principios del siglo VI d.C. Estas intervenciones aunque en la mayoría de los casos muy parciales van completando la evolución del enclave romano de Águilas. Destacamos la exhumación de parte de una vivienda en la calle Balart, fechada en el

siglo IV d.C. También es interesante el nivel de vertedero documentado en la confluencia de las calles Canalejas y Quintana con sucesivas deposiciones de material anfórico y restos de espinas y escamas de pescado, datado en los siglos IV y V d.c., que reflejan una actividad pesquera industrial (salazones) importante.

Durante el año 1990, se efectuaron, dentro del programa de excavaciones de urgencia de la Dirección General de Cultura de la Comunidad Autónoma, una serie de sondeos arqueológicos previos a los trabajos de edificación dentro del casco urbano de Águilas. Recientemente, acometimos la labor de delimitar las zonas de protección arqueológica en el casco urbano, basándonos fundamentalmente en las intervenciones efectuadas anteriormente, así como en los innumerables hallazgos fortuitos, en gran medida recopilados por Felipe Palacios en su libro «Águilas desde la Prehistoria». Este trabajo se ha incluido en la revisión y adaptación del Plan General de Ordenación Urbana que actualmente se está llevando a cabo en el municipio. En este trabajo exponemos escuetamente los resultados obtenidos en las cinco intervenciones de urgencia que nos ocuparon durante 1990; haciendo constar que éstos provienen de un estudio preliminar, así como de los datos cronológicos obtenidos de un inventario parcial de material selectivo.

CALLE CANALEJAS CONFLUENCIA CALLE QUINTANA

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La excavación del solar situado en la confluencia de la calles Canalejas y Quintana se realizó entre los días 25 de marzo y 5 de abril. Su ubicación, distante unos 20 m. del solar, donde se hallaron las termas y restos de un alfar, excavado por Sebastián Ramallo en 1981, provocó la intervención arqueológica. El estado en que se encontraba el solar era deficiente por el planteamiento de los trabajos de una nueva edificación. Aprovechando al máximo la superficie que aún permanecía intacta, logramos plantear un corte de 2’50 x 3 m. Documentamos niveles de ocupación desde finales del siglo XVIII hasta nuestros días constatados por sucesivos pavimentos y materiales de esta época. Bajo estos niveles hallamos un potente estrato de 90 cm. de espesor formado por capas alternantes de cenizas con otras de arenas y arcillas donde aparecen acumulaciones de espinas y escamas de pescado y abundantes restos materia-

ACTUACIONES ARQUEOLÓGICAS EN ÁGUILAS

Plano de situación.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Lámina 1. C/. Canalejas-C/. Quintana. Perfil Este.

les. Lo interpretamos como un nivel de vertedero con sucesivas deposiciones de material de desecho. (Lám.1) El material arqueológico recuperado lo forman numerosos fragmentos cerámicos, huesos, agujas y anzuelos metálicos y contrapesas para red de barro circulares con orificio central. Proliferan fragmentos de anforillas para salazones de producción local similares al tipo XXVI de (Keay) asociadas a producciones en Sigillata Clara D (formas de Hayes 59, 61 A y B, 67, 81, 91 y 92) y producciones en Terra Sigillata gris paleocristiana (formas Rigoir 2 y 18).

Foto 8. C/. Balart, 1. Corte A. Estructura 8.

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Foto 2. C/.Canalejas-Quintana. Pavimento de tierra compactada. S. IV. d. C.

ACTUACIONES ARQUEOLÓGICAS EN ÁGUILAS

Foto 5: C/Castelar-Plaza de España. Habitación I

Foto 6: C/Castelar-Plaza de España. Habitación I. Muro Este Restos de estucos pintados.

Foto 7: C/Castelar-Plaza de España. Habitación I. Muros Este y Sur.

Foto 8 (a): Castelar-Plaza de España. Interior habitación I. Muros Sur y Oeste.

Este material data el basurero entre 2.ª mitad del siglo IV y comienzos del siglo VI d.C. Bajo el vertedero e instalado sobre la roca base de arenisca, a una profundidad de 1’60 m., apareció un retazo de pavimento de arcilla compactada de 3 cm. de grosor asociado a materiales del siglo IV d.c. Estos hallazgos hacen pensar que nos encontramos en la proximidades de un complejo pesquero-industrial destinado a la fabricación y envasado de salazones para su posterior comercialización.

realizándose en 3/4 partes del área de la parcela. Tras comprobar estratigráficamente la presencia de niveles arqueológicos, planteamos un corte de 7 x 3’50 m. en el sector Sur del solar que aún permanezca intacto. El conjunto de la estratigrafía desvela la existencia de niveles de ocupación desde finales del siglo XVIII hasta la actualidad que se superponen a niveles romanos alterados por factores puramente naturales. Éstos son capas de arrastre producidas por salidas esporádicas de agua. El nivel freático situado a una cota de 2’30 m. de profundidad supuso la paralización del proceso de excavación. Entre el material recuperado en los estratos IV y V hallamos cerámica, restos óseos y malacológicos, metal, fragmentos de cal y estucos y acumulaciones de desecho de pescado. Estos materiales abarcan una cronología amplia, si bien, un tanto por ciento elevado corresponde a producciones africanas bajo-imperiales.

SOLAR CALLE ISABEL LA CATÓLICA CONFLUENCIA PLAZA DE ABASTOS

Durante septiembre se realizó la excavación del solar ubicado en la confluencia de las calles Isabel la Católica y Plaza de Abastos. Las obras de nueva construcción estaban

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Lámina 3. Plaza de Abastos, 3. Corte A. Perfil Oeste.

Destacamos fragmentos de Sigillata Clara A (formas Hayes 8, 9 y 33), Sigillata Clara C (forma Hayes 50), Late Roman C, Sigillata Lucente (forma Lamboglia 14/16) y Sigillata Clara D (Hayes 59 B, 61 A y B 67 y 91). En menor proporción aparecen fragmentos de Sigillatas itálicas, sudgálicas e hispánicas. PLAZA DE ABASTOS 3

La excavación del solar ubicado en el número 3 de la calle Plaza de Abastos, permitió comprobar si el istmo que une el centro de la población con el monte donde de halla el castillo de San Juan, proporcionaba niveles de ocupación de la época romana. Este supuesto se corroboró tras verificar los resultados de la intervención arqueológica llevada a cabo entre los días 2 y 11 de mayo de 1990. La parcela, de tendencia rectangular, tiene un área de 170 m2 y está orientada Norte-Sur. La intervención consistió en la apertura de un corte de 3 x 3 m. en el sector Suroeste.

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Tras una lectura total de la excavación registramos las siguientes fases de ocupación: en el nivel superficial aparecen dos pavimentaciones correspondientes al edificio derribado. En el segundo nivel se incluye un consistente pavimento de cal y arena que pertenece a unas caballerizas instaladas en este lugar a mediados del siglo XIX. En el tercer nivel aparecen restos de una vivienda de finales del siglo XVIII, constatado por restos de un suelo de ladrillos y estructuras. Sellada por estos niveles documentamos una fase de ocupación romana, con una potencia de 80 cm. de sedimento. El estrato inferior se superpone a restos de un pavimento de opus signinum liso en muy mal estado de conservación y un corto tramo de una estructura de mampostería. Basándonos en el estudio del material dotamos el inicio para este nivel de habitación en el periodo Augusteo y Julio-Claudio. En la Unidad Estratigráfica 1007, sobre el pavimento hallamos varios fragmentos de cerámicas de paredes finas y Sigillatas itálicas (formas Goudineau 20A, 25, 32 y 40). Mientras, los materiales recuperados en los estratos superiores de este nivel, abarcan

ACTUACIONES ARQUEOLÓGICAS EN ÁGUILAS

una amplitud cronológica entre los siglos I y III d.c.. Están representadas producciones de barniz rojo pompeyano, marmorata, paredes finas (forma Mayet XXXVII) Sigillata itálica (formas Goudineau 37 y 38) y un fragmento de esta misma producción con sigillum «in planta pedis» con lectura «POCI». Más numerosos son los fragmentos de Sigillata sudgálica ( formas lisas Drag. 15/17, 24/25 y 27 y la forma decorada Dr. 29B). En menor proporción hallamos la producciones africanas de Sigillata Clara A (Hayes 9) y varios fragmentos de Clara C (forma Hayes 50 A) típica del siglo III que supone el material más moderno recuperado en este nivel. (Lám.2) SOLAR CALLE CASTELAR CONFLUENCIA CON LA PLAZA DE ESPAÑA

La excavación del solar ubicado en la confluencia de las calles Castelar y la Plaza de España se efectuó en los días 22, 23 y 24 de marzo. Se decidió intervenir en este solar a raíz de un sondeo estratigráfico de 1 m2 realizado por la empresa constructora que sacó al descubierto restos romanos cuando ya habían obtenido el permiso para los trabajos de una nueva edificación. Planteamos un corte de 3 x 3 m. en el centro del solar; dada la premura de esta intervención los 80 cm. superficiales fueron extraídos por medios mecánicos. ESTRATIGRAFÍA

Unidad estratigráfica 1001. Nivel superficial. Consta de 40-50 cm de potencia. Documentado en los perfiles, ya que este nivel se extrajo por medios mecánicos, se compone de los restos de cascotes del edificio derribado, una solera de cemento y una capa de escorias de mineral y escombros bajo esta última. Unidad estratigráfica 1003. Estrato bastante homogéneo de limos con algunas piedras. Su excavación fue dificultosa por las abundantes raíces de un gran ficus situado en la Plaza de España. Su potencia es de 80 cm. Unidad estratigráfica 1004. Limos muy húmedos con matices rojizos debido a la disolución de adobes que conformaban los alzados de las estructuras documentadas. Posee 20 cm. de potencia.

Lámina 4. Castelar-P. España. Corte A. Perfil Norte.

Unidad estratigráfica 1007. Estrato arenoso con algunos cantos rodados. Situado bajo el nivel de pavimentación de la construcción exhumada. (Lám.3)

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Lámina 5. Castelar-P. España. Corte A.

una longitud mínima de 2 m. ya que se prolongan bajo el perfil Norte. Se conservan restos de un pavimento de cal de 4 cm. de potencia. De los dos otros espacios situados al Sureste y al Suroeste del descrito anteriormente tenemos una visión mucho más parcial. Los interiores de estos habitáculos poseen un revestimiento de cal de 2 cm. sobre el que se disponen estucos pintados. En la zona inferior del zócalo de la habitación Norte se conservan «in situ» restos de pinturas donde se aprecian manchas rojas sobre fondo blanco. Mayor información obtenemos de los fragmentos de estuco recogidos en el estrato que colmata estas estructuras. Estos fragmentos muestran impresiones en negativo de cañas o madera que formarían el entramado de sujeción para quedar adheridos al tapial. Se aprecian líneas sinuosas en rojo y algunas manchas verdes y amarillas de trazo grueso, sobre fondo blanco. También recuperamos algunos fragmentos de cornisa y rodapié totalmente rojos. (Lám.4) Los materiales recuperados en la unidad estratigráfica 1004, constituida por el derrumbe de la vivienda, ofrecen una cronología de los siglos II y III d.C. Destacan fragmentos sudgálicos, entre ellos un sello de lectura «OFCRE», posiblemente Crestio o Crestus, un fragmento de Sigillata Clara A ( Hayes 27) y varios fragmentos de Sigillata Clara C (Hayes 50). Bajo el pavimento de cal, entre el poco material recuperado aparecen dos fragmentos de Sigillata Clara A (formas de Hayes 3C y 9).

NIVELES DE OCUPACIÓN SOLAR CALLE BALART, 1

Atendiendo a las características de sedimentación de la estratigrafía y a los materiales recogidos, diferenciamos las siguientes fases de ocupación: un primer nivel formado por las ocupaciones habidas desde el siglo XIX. Debajo un nivel formado por capas de arrastre con una potencia de 80 cm. donde se documenta material romano (Sigillatas africanas y sudgálicas). Por último un nivel de habitación romano. Aunque parcialmente, debido a la escasa superficie excavada, documentamos restos de una vivienda. El sistema constructivo consiste en un zócalo de mampuestos trabados con mortero de cal y arena con un alzado de adobes o tapial. Los interiores quedan revestidos por estucos con pinturas. Todo el conjunto tiene un cimiento de 30 cm. de potencia compuesto por piedras y tierra compactada sobre el que se asienta el zócalo con 40 cm. de potencia máxima, y 75 cm. de anchura. Estas estructuras se instalan sobre un eje con orientación Sureste-Noroeste. Se diferencian 3 espacios, el mejor documentado se sitúa en el sector Norte del corte con una anchura de 1’20 m. y

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Entre los meses de noviembre de 1990 y enero de 1991, efectuamos la excavación con carácter de urgencia en el solar ubicado en la calle Balart 1, incentivada por su proximidad a la línea de la costa del siglo XVIII. Tras excavar un primer corte en el sector Oeste del solar decidimos plantear una excavación en extensión abarcando la máxima superficie posible. Al trabajar en función de las cimentaciones modernas quedaron 4 unidades de excavación con desiguales dimensiones. ESTRATIGRAFÍA

La estratigrafía no es muy complicada con estratos fundamentalmente arcillosos y una disposición generalmente horizontalizada. Diferenciamos un total de 9 estratos, registrándose la secuencia estratigráfica completa en el corte D. El corte C se

ACTUACIONES ARQUEOLÓGICAS EN ÁGUILAS

Lámina 6. C/. Balart. Planta.

encuentra alterado por una fosa que se rellenó recientemente. Estrato I.- Subdividido en 4 unidades diferentes. Estrato IA.- Depósito de grava y arena para igualar la superficie. Estrato IB.- Cascotes y escombros del edificio demolido. Estrato IC.- Capa de escorias de mineral de hierro con 20 cm. de espesor. Estrato ID.- Relleno heterogéneo formado por piedras, fragmentos de teja, ladrillos y restos de cal. Pavimento A.- Suelo de cal y arena con la superficie cenicienta con un grosor de 7/8 cm. Estrato II.- Su potencia es de 40 cm. Diferenciamos dos capas diferentes. Estrato IA.- Base del pavimento A, formada por una capa de escorias de hierro con 25 cm. de potencia. En algunas zonas las escorias se sustituyen por un empedrado muy compacto. Estrato IB.- Tierra marrón-parduzca compactada. Contiene algunas piedras, fragmentos de ladrillos y tejas. En algunas zonas hay acumulaciones de tierra láguena y greda. Pavimento B.- Suelo de tierra batida amarillenta con la superficie cenicienta. Estrato III.- Tierra compactada de grano fino marrónclaro. Su potencia máxima es de 20 cm. Estrato IIIB.-(corte D).- Tierra compactada rojiza con manchas de cal. Estrato IV.- Tierra arcillosa con textura suelta y granulometría muy fina. Estrato IVA.- Arcilloso con coloración marrón-grisáceo con carbones vegetales diseminados. Estrato IVB.- Arcilloso grisáceo con restos cenicientos. Estrato IVC.- (corte A).- Se documenta en el sector Norte de este corte. Arcilloso con coloración rojiza por la disolución de adobes.

Estrato V.- Arenoso-arcilloso muy compactado con vetas verdosas. Contiene numerosos carbones y huesos de animales. Estrato VI.- Tierra arcillosa suelta marrón-rojiza con restos de cal y escorias. Su potencia oscila entre 10 y 20 cm. Estrato VIB.- (corte D).- Separado del estrato VIA por una capa de cal. La tierra es más clara, anaranjada. Estrato VII.- Tierra arcillosa con matiz verdoso muy húmeda. Su potencia oscila entre 10 y 20 cm. Estrato VIII.- Tierra cenicienta grisácea muy compactada. Su grosor es de 10/20 cm. Estrato IX.- Limos compactados anaranjados. Tiene 20 cm. de potencia y es estéril en material arqueológico. Bajo este nivel aparecen arenas de playa. (Lám.5) ESTRUCTURAS. APROXIMACIÓN CRONOLÓGICA

Tras una lectura total de la excavación podemos considerar que la superficie excavada se encuentra alterada por cimentaciones modernas, afectando en profundidad hasta el estrato IV, en el que se insertan las estructuras exhumadas. Los restos murarios documentados los incluimos en el campo de la arquitectura doméstica, considerando los materiales a que se asocian; esencialmente vajilla de lujo y cerámica común de mesa. La estructura 1 pirametral con dirección Noroeste-Sureste delimita esta «domus» de la cual tenemos una visión muy parcial. Su fábrica consiste en mampuestos de irregular tamaño y de diversa naturaleza trabados con argamasa de cal. En el corte C documentamos un umbral de caliza moldurado del que parte un corredor que da acceso a las distintas habitaciones del conjunto. En el corte B documentamos parcialmente la habitación I con suelo de tierra y revoque interno de cal, delimitada por la estructura 2. Al Este del corredor,

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Lámina 10. Balart,1. Corte A. Muro de tapial. Alzado Este. Nivel III.

Lámina 9. Balart, 1. Corte D. Perfil Oeste.

donde la estratigrafía está alterada prácticamente en su totalidad hasta el nivel de base se documenta la habitación II. En el sector Noreste de este espacio con una estratigrafía clara registramos restos de ánforas fundamentalmente, que indican su utilización como pequeño almacén dentro del conjunto. En el corte D encontramos la habitación III, a la cual se accede por el oeste mediante un vano de 30 cm. de anchura. Esta habitación rectangular con dimensiones de 3 por 2’20 m. posee doble revoque interior y pavimento de cal. Su fábrica es distinta, formada por tapial con algunas piedras. En el corte A (sector Oeste del conjunto), desde la estructura 1 parte un muro (8) formado por 4 hiladas de piedras calizas que delimita parcialmente la habitación IV con suelo de tierra. En el corte A, en un nivel inferior y cortado por las estructuras descritas, se conservan restos de una construcción de tapial. Su orientación es prácticamente Norte-Sur. Posee una longitud visible de 1’40 m. y una anchura de 20 cm. Tiene un revoque de cal de 2 cm. de grosor con decoración mural en su cara este. El esquema compositivo consiste en un zócalo de 5 cm. de color rojo que haría las funciones de rodapié del que parte una franja vertical también roja de 6 cm. de anchura. Esta franja delimitaría unidades rectangulares a modo de metopas, donde sobre fondo blanco aparecen líneas sinuosas amarillas. Tanto en el corte A como en el D exhumamos a 2’60 m. de profundidad un potente pavimento de cal con algún fragmento cerámico macerado que no se asocia a ninguna estructura. Tal vez, constituya una explanación del terreno en una zona próxima a instalaciones portuarias. (Lám.6)

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Sobre el pavimento descrito, en el corte D, se documentan 4 capas de cal entre 1 y 2 cm. de grosor que tampoco se asocian a ninguna estructura y cuya función puede ser compactar y horizontalizar el terreno. Realizado un estudio previo de los materiales distinguimos las siguientes fases de ocupación: Fase I.- Nivel de ocupación desde finales del siglo XVIII hasta nuestros días. Fase II.- Nivel de ocupación romano. A este nivel pertenecen las construcciones exhumadas. Se asocian a producciones africanas datables a partir del siglo IV. Destacamos una jarra del tipo Vegas 41 y una Lucerna de Canal Africana, con decoración de roseta sobre el disco del tipo Atlante D2, datada en la segunda mitad del siglo V. Este nivel abarca desde el siglo IV hasta principios del siglo VI d.c. aproximadamente. Fase III.- A este nivel pertenecen los restos del muro de tapial, y lo constituye el estrato V. Aparecieron abundantes restos óseos de animales y cornamentas de cápridos. Los restos cerámicos se corresponden con fragmentos Sigillatas sudgálicas, Clara A y en mayor proporción Sigillatas Claras C del tipo Hayes 50. Se puede datar entre los siglos II y III d.c. Fase IV.- En este nivel incluimos las ocupaciones desde el primer momento hasta el siglo II d.c.. La cronología más baja la ofrecen los fragmentos campanienses del estrato VIII. El pavimento instalado sobre el estrato mencionado, lo datamos en el periodo Augusteo, bajo él aparecen fragmentos aretinos (Forma Goudineau 28 datada en el 10 a.c.) y encima, en el estrato VII otros fragmentos aretinos (Forma Goudineau 38 y 39 fechados sobre el año 15 d.c.). El estrato VI ofrece materiales de los siglos I y II d.c. CONSIDERACIONES PROVISIONALES

Podemos hacer una valoración de todos estos hallazgos, ya que suponen nuevas aportaciones para el conocimiento

ACTUACIONES ARQUEOLÓGICAS EN ÁGUILAS

Foto 9. C/. Balart, 1. Pavimento de época augustea.

de la distribución de la población en época romana en el Sureste peninsular. Una serie de arcos montañosos aislan Águilas y su entorno de las zonas próximas. Este condicionante orográfico parece favorecer las proyección de esta zona hacia el exterior por vía marítima; constatamos como las producciones del interior peninsular como la Terra Sigillata Hispánica están muy mal representadas en las excavaciones realizadas. Los orígenes de la romanización en esta zona están muy mal conocidos. En Cope, los yacimientos de la Galera y Pocico Huertas, delatan la explotación minera de las sierras de Almenara y Lomo de Bas. Estos yacimientos situados en la costa, con embarcaderos naturales serían los puntos desde donde se exportaría el mineral. Los materiales recogidos en superficie, los datamos en época republicana con un abandono en el siglo I d.c., que iría paralelo al cese de la actividad minera de estas sierras (1).

En el interior, diseminados por el resto del territorio conocemos una serie de enclaves con una actividad básicamente agropecuaria. Así, por ejemplo, en los valles fértiles de Tebar, el Cocón y Peña Rubia, se distribuyen una serie de «Villae» que parecen tener vigencia desde un momento altoimperial hasta la época tardoantigua. Mejor conocido es el desarrollo a lo largo de toda la costa levantina, de una importante actividad vinculada a la pesca y a la elaboración de salazones, constatada desde la época alto-imperial. En la Isla del Fraile hubo una factoría de este tipo (2). En este contexto debemos ubicar los hallazgos romano en el casco urbano de Águilas. En principio, aparecen bastante difusos los factores que condicionaron el asentamiento en este enclave. Documentamos un primer momento tardorepublicano. En diversos puntos hemos documentado restos de pavimentaciones y construcciones datados sobre el cambio de era. Parece pues, que en el periodo Augusteo toma carácter

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Foto 10. C/. Balart, 1. Corte A. Estructura 1 cortada por las cimentaciones recientes. En segundo término, muro de tapial del nivel III.

este asentamiento que constaría de instalaciones portuarias para dar salida a los productos de Águilas y su Hinterland. A partir del periodo Augusteo y hasta el siglo III se estabiliza este enclave. Documentamos restos de habitación de esta época. Tal vez, la actividad principal en estos momentos fuese pesquera y elaboración de salazones pero con un desarrollo agropecuario paralelo. Reseñaré que estos niveles se caracterizan por el registro de abundantes restos óseos de animales sobre todo cápridos. Mejor documentado aparece el nivel de ocupación bajo-imperial que abarca desde el siglo IV hasta comienzos del VI d.c. El mayor volumen de los materiales recuperados y restos arquitectónicos pertenecen a este periodo. Se aprecia una reactivación y un desarrollo en este asentamiento que parece ser una nota común a los enclaves costeros de la costa surestina en este momento (3). Efectivamente, a la luz de los resultados obtenidos, comprobamos una especialización económica basada en las pesquerías y en la fabri-

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cación de salazones de pescado. La población parece adquirir una nueva fisonomía a partir del siglo IV. Se reconocen restos de una factoría de salazones con un alfar que fabricó ánforas para su envasado y una zona de basurero próxima, donde aparecen materiales de desecho y residuos de esta actividad (4). Así, también restos de construcción de unos posibles almacenes exhumados en el solar de la calle Rey Carlos III, 1, excavado en 1989, donde prolifera el material anfórico, con un establecimiento termal que cubriría las necesidades de sus habitantes y restos de viviendas más o menos sólidas. Conocemos una necrópolis en el Bol de la Virgen, pero ésta queda alejada del casco urbano, algunos hallazgos fortuitos parecen indicar la situación de dos lugares de enterramiento próximos, al Norte de la calle Gloria y al Oeste en la salida hacia Almería (5). Los restos de construcción del momento bajo-imperial, parecen tener una disposición similar a la de las Termas.

ACTUACIONES ARQUEOLÓGICAS EN ÁGUILAS

Foto 11. C/. BAlart, 1. Corte C. Umbral y corredor de acceso.

Son aún pocos los restos arquitectónicos recuperados pero, tal vez, se dispongan en un trazado urbano premeditado. La visión que aportan estos hallazgos es muy parcial. La continuación de los trabajos arqueológicos en Águilas y su entorno irán resolviendo poco a poco las cuestiones planteadas.

NOTAS: (1) Los datos de los yacimientos del término municipal están recogidos en la Carta Arqueológica del Término Municipal de Águilas (Murcia), realizada por Arqueotec C.B. con mi colaboración para la Dirección General de Cultura en mayo de 1992. En el gráfico de yacimientos observamos que el mayor porcentaje corresponde a la etapa romanoimperial con un 31% del total, mientras que los romanos-republicanos están representados por un 5%.

(2) En las laderas Norte y Oeste de la Isla del Fraile, se observan una serie de construcciones escalonadas (balsas y piletas) con revestimiento de cal y moldura de cuarto de cículo en sus juntas. Al Norte de la isla, en la denominada punta del Cigarro, también aparecen unas posibles piletas excavadas en la roca. En superficie recuperamos numerosos fragmentos de anforillas de salazón junto a material (TSCD) datable en los siglos IV y V, lo cual refleja una actividad pesquera-industrial importante en este momento. (3) En el trabajo de Ponsich y Tarradell. Garum et industrias antiques de salaison dans la Méditerranée Occidentale, París 1965, se estudian los establecimientos norteafricanos con instalaciones destinadas a la industria de salazón, así como otros centros de la península, aunque los datos han aumentado considerablemente desde su publicación. (4) Los resultados de la excavación del horno de anforillas de salazón similares al tipo XXVI de Keay y de parte de las termas, realizada por S. Ramallo Asensio, se pueden consultar en «Algunas consideraciones sobre el bajo Imperio en el litoral murciano: Los hallazgos romanos en Aguilas». A.U.M. Volumen XLII, Nums 3-4. Murcia, 1984, págs 97-124. (5) Todos los datos sobre hallazgos fortuitos en el casco urbano de Águilas, los recoge F. Palacios Morales. «Águilas desde la Prehistoria». Editora Regional Murciana. Murcia, 1982, págs 70-108.

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DRAGADOS EN EL PUERTO DE MAZARRÓN Y PROSPECCIONES SUBACUÁTICAS EN ÁGUILAS

Enriqueta Fernández Fernández Fernando Pérez Rebollo

MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

ENTREGADO: 1991

DRAGADOS EN EL PUERTO DE MAZARRÓN Y PROSPECCIONES SUBACUÁTICAS EN ÁGUILAS

ENRIQUETA FERNÁNDEZ FERNÁNDEZ, FERNANDO PÉREZ REBOLLO

Resumen: Los trabajos se realizaron durante los meses de febrero a diciembre. La Dársena de La Pescadería se dragó en su totalidad con unas profundidades variables dependiendo de la zona (-2 m. y -2,5 m.). Los materiales aparecidos cubren una amplia cronología que podemos encuadrar entre el s. II a.C. y el momento actual, si bien hay un gran predominio del material romano sobre todo correspondiente a los ss. IV-VI d.C. En la Dársena de la Ribera sólo se trazaron dos calles paralelas a los muelles de descarga (profundidad -5,5 m.). El material refleja

una cronología semejante, siendo más abundante el correspondiente a los ss. II-III d.C. También este mismo equipo, durante el año 1990 ha llevado a cabo la prospección subacuática en el término de Águilas, concretamente en la zona de la Isla del Fraile. Parte de este área fue utilizada como fondeadero, relacionándose con estructuras industriales ya conocidas, en tierra firme, como canteras y producción de salazones. Se ha documentado un material anfórico de muy diversa procedencia y cronología, que abarca desde el siglo II a. C. hasta el s. V d. C.

ACTUACIÓN EN EL PUERTO DE MAZARRÓN

dante, y que podemos clasificar en tres apartados: envase y transporte, cerámica de mesa y cerámica de cocina. Entre los materiales más antiguos contamos con varios fragmentos de Campaniense (A y B), ánforas del tipo Mañá C, Dresel I, grecoitálicas..., si bien, el material más abundante, entre el muestreo que hemos estudiado, corresponde a los siglos IV - VI d. C. tanto en el material anfórico como en la cerámica de mesa y cocina. En principio, esto parece indicar que, durante estos siglos, la actividad en el Puerto fue más intensa, aunque todavía no hemos revisado todo el material, y tampoco el dragado ha alcanzado su cota máxima de profundidad (aquella en que aparecen estratos no fértiles). La zona donde el material fue más abundante corresponde a los sectores: B-6.7.8. C-6.7.8.9. D-7. En realidad, podemos observar que corresponden a casi toda la zona de dragado controlado, exceptuando aquellos

El dragado en el Puerto de Mazarrón comenzó el 22-2-90 en la Dársena de la Pescadería. La supervisión y recuperación del material arqueológico se llevó a cabo desde el comienzo de las obras hasta el 28-6-90. El dragado continuó en la misma Dársena durante todo el verano. Con el fin de llevar un control preciso, dentro de las posibilidades que este sistema de dragado permite, sectorizamos la Dársena teniendo en cuenta el ancho de la pontona, y por tanto, el ancho de las calles que iba trazando en sucesivos desplazamientos. Sectores de la Dársena de la Pescadería: A-1.2.3.4.5.6.7.8.9. B-1.2.3.4.5.6.7.8.9. C-1.2.3.4.5.6.7.8.9. D-1.2.3.4.5.6.7.8.9. El material recuperado abarca una amplia cronología que podemos encuadrar entre los siglos II a. C. al momento actual, siendo la cerámica romana el material más abun-

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DRAGADOS EN EL PUERTO DE MAZARRÓN Y PROSPECCIONES SUBACUÁTICAS EN ÁGUILAS

P. MAZ. 1-90 DR.

Lámina 1. P. MAZ. 1.90.DR.

puntos, en que por motivos de obras o asentamientos de bloques ya habían sido dragadas hasta cotas más profundas. Las cotas alcanzadas son varias dependiendo de la zona. La profundidad máxima corresponde a la bocana, donde se ha alcanzado la cota de -5,5 m. La calle paralela al muelle de la Pescadería y que se corresponde con los sectores A- 6.7 y parte de los B-4.5.6.7.8.9. la profundidad fue de -5 m. La calle siguiente, con una anchura de 36 m., se dragó a una cota de -4 m. esta calle se corresponde con parte de los sectores B- 4.5.6.7.8.9. y todos los sectores C. La menor profundidad corresponde a los sectores D, que es además variable por estar condicionada por el fondo, oscilando entre los -3 m. y -2 m. llegando a la roca madre en algunos puntos próximos al espigón del paseo. DÁRSENA DE LA RIBERA

Con posterioridad a la actuación en la Dársena de la Pescadería, y ya en el mes de diciembre de 1990, se decidió ahondar la zona de descarga en la Dársena de La Ribera. Fueron trazadas solamente dos calles en forma de «L», o sea, paralelas cada una de ellas a los muelles de descarga,

dejando entre espigón y calle una separación de 10 m. en la paralela al espigón de la Pescadería y 12 m. en la perpendicular al citado espigón. La profundidad fue uniforme -5,5 m. sólo 0,5 m. por debajo de la cota alcanzada en el anterior dragado. El material, bastante abundante en algunos puntos concretos, aparece asociado a arenas de cuarzo y basalto. Este material, aunque todavía no ha sido objeto de estudio, responde a una cronología semejante a la de la anterior Dársena, predominando aquí la cerámica de mesa sobre la de envase y transporte que en la Dársena anterior era mayoritaria. Ante la observación de la mínima recuperación del material, aproximadamente un 30%, debido al sistema de dragado utilizado, lo escaso del personal y la rapidez del movimiento de la draga que imposibilita la total recuperación de las piezas, adoptamos la medida de balizar la zona de vertido. Esta zona, fue asignada por la Comandancia de Marina, y se encuentra en mar abierta, no lejos del Puerto, donde las corrientes dominantes facilitan la diseminación del material vertido que en principio ocupaba un radio de unos 1.000 m. La profundidad aquí es de -25 m. Para la localización de la zona de vertido adoptamos el sistema de triangulación y la delimitamos con tres balizas submarinas fijas, situadas: una a -8 m. y dos a -13 m. de profundidad. MATERIALES

Dada la ingente cantidad de material arqueológico recuperado, nos hemos visto obligados a presentar sólo un muestreo. P. MAZ. -1-90-DR.

Fragmento de copa de T.S.Sg. Pasta marrón claro, bien depurada. Barniz marrón oscuro. Decoración narrativa de ofrenda enmarcada entre ovas. Tipología Drag. 37. Cronología s. I d. C. P. MAZ. -8-90-DR.

Fragmento de plato de T.S.C.D. con borde escalonado y labio engrosado al exterior. Pared curva. Pasta anaranjada. Barniz exterior e interior naranja. Tipología Hayes 67. Cronología siglo V d. C. P. MAZ. -11-90-DR.

Fragmento de cuenco hemisférico en T.S.C.D. Labio redondeado, reborde curvado y colgante pequeño pie anular.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

P. MAZ. 12-90 DR.

P. MAZ. 13-90. DR.

Lámina 2. P. MAZ. 12-90. DR. y P. MAZ. 13-90. DR.

Pasta color rojo ladrillo. El barniz ha desaparecido. Como decoración, presenta dos acanaladuras en la parte superior de la pared interna y decoración a ruedecilla en el fondo y parte de la pared. Tipología Hayes 91 A. Cronología ss. V - VI d. C. P. MAZ. -12-90-DR.

Fragmento de plato en T.S.C.D. Borde escalonado y labio engrosado. Tipología Hayes 67. Cronología siglo V d. C.

P. MAZ. -15-90-DR.

Fragmento de plato en T.S.C.D. Borde horizontal y labio engrosado de sección triangular con marcadas incisiones continuas. Pared curva y fondo plano. Pasta anaranjada. Barniz en el interior y del mismo color que la pasta. Tipología Hayes 76. Cronología finales del siglo IV al s. V d. C. P. MAZ. -22-90-DR.

P. MAZ. -13-90-DR.

Fragmento de cuenco en T.S.C.D. Borde horizontal y labio engrosado de sección triangular con marcadas incisiones discontinuas. Pasta rosada. El barniz ha desaparecido. Tipología Hayes 73 A / Lamboglia 57. Cronología siglo V d. C.

Fragmento de plato en T.S.C.D. Borde horizontal inclinado y labio engrosado. Pared curva y fondo plano. Pasta rosada. El barniz ha desaparecido. Tipología Hayes 76. Cronología finales del s. IV al V d. C. P. MAZ. -24-90-DR.

P. MAZ. -14-90-DR.

Fragmento de plato de T.S.C.D. Borde ligeramente inclinado al interior. Una acanaladura interior marca la diferencia de la pared con el fondo plano. Pasta de color claro. El barniz ha desaparecido. Tipología Hayes 61 A / Lamboglia 54. Cronología segunda mitad del siglo IV hasta mediados del siglo V d. C.

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Fragmento de plato en T.S.C.D. Labio redondeado indistinto de la pared. Fondo plano diferenciado de la pared por un ligero engrosamiento. Pasta anaranjada. Barniz interior naranja. Decoración a estampilla rodeada de acanaladuras. Tipología Hayes 62. Cronología segunda mitad del siglo V a principios del siglo V d. C.

DRAGADOS EN EL PUERTO DE MAZARRÓN Y PROSPECCIONES SUBACUÁTICAS EN ÁGUILAS

P. MAZ. 14-90 DR.

Lámina 3. P. MAZ. 14-90. DR.

P. MAZ. -37-90-DR.

P. MAZ. -46-90-DR.

Fragmento de plato en T.S.C.D. Borde de sección triangular. Pared curva. Pasta marrón, cuyo exterior e interior está totalmente ennegrecido debido al contacto de la pieza con el lodo. Tipología Hayes 61. Cronología siglo IV al V d. C.

Fragmento de plato con borde escalonado. Pared curva. Pasta anaranjada y porosa. El barniz ha desaparecido. Tipología Hayes 67. Cronología siglo V d. C. P. MAZ. -48-90-DR.

P. MAZ. -39-90-DR.

Cuello de jarrita bastante estrecho de cerámica común. Diámetro 2,5 cm. Presenta moldura en la parte superior del cuello de donde arranca un asa de sección aplastada. Pasta superior de color gris oscuro.

Fragmento de plato de T.S.C.A. Borde indiferenciado de la pared, ligeramente inclinado al interior. El barniz ha desaparecido. Pasta rosácea. Tipología Hayes 27. Cronología finales del siglo II - III d. C. P. MAZ. -50-90-DR.

P. MAZ. -40-90-DR.

Fragmento de plato de T.S.C.D. Borde inclinado al interior y perfil de sección triangular. Pared curva. Base plana. Tipología Hayes 61. Cronología segunda mitad del siglo IV - V d. C.

Fragmento de plato de T.S.C.D. con labio redondeado y reborde colgante. Pasta marrón. Barniz interior marrón rojizo. Tipología Hayes 91. Siglo V d. C. P. MAZ. -51-90-DR.

P. MAZ. -45-90-DR.

Fragmento cerámico de T.S.C.A. Borde indiferenciado de la pared, ligeramente inclinada al interior. El barniz ha desaparecido. Pasta rosácea. Tipología Hayes 27. Cronología siglo II - III d. C.

Fragmento de plato de T.D.C.D. con borde plano y labio redondeado. El barniz ha desaparecido. Pasta de color anaranjado con desgrasante visible de tamaño medio. Tipología Hayes 58. Cronología s. IV d. C.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

P. MAZ. -56-90-DR.

P. MAZ. -89-90-DR.

Pequeño fragmento de fondo plano en T.S.C.D. Decoración a estampilla alternando palmetas y soles. Cronología s. IV a V d. C.

Pequeño fragmento de borde de plato de T.S.C.D. Barniz interior de color naranja brillante. Decoración a base de soles rodeados de acanaladuras. Tipología Hayes 61. Cronología finales del siglo IV al V d. C.

P. MAZ. -66-90-DR.

Fragmento cerámico en T.S.C.C. Copa hemisférica. Labio redondeado indistinto de la pared. Muy degradado. Tipología Lamboglia 43. Cronología primera mitad del siglo III d. C.

P. MAZ. -93-90-DR.

P. MAZ. -76-90-DR.

P. MAZ. -95-90-DR.

Fragmento de plato de T.S.C.D. Labio de sección triangular con acanaladura en el interior. Pared curvada, aumentando de grosor hacia el fondo del plato. Barniz interior y exterior marrón. Tipología Hayes 104. Cronología siglo VI d. C.

Fragmento de fondo plano de plato en T.S.C.D. Presenta tres grupos de acanaladuras que rodean la decoración a estampilla a base de tréboles de tres hojas y círculos alternándose. Tipología Hayes 61. Cronología siglo V d. C.

P. MAZ. -84-90-DR.

P. MAZ. -105-90-DR.

Fragmento cerámico. Borde almendrado. Pasta de color rojo ladrillo con pátina al exterior. Tipo Vegas 3.2. Cronología Tardorrepublicana.

Fragmento de fondo y pared en T.S.C.D. con pie anular. Pasta de color naranja. El barniz ha desaparecido. Tipología Hayes 105. Cronología siglo VI a principios del siglo VII d. C.

Fragmento de fondo de cuenco hemisférico en T.S.C.D. con pie pequeño y decoración interior a ruedecilla en el fondo y parte baja de la pared. Cronología siglo V al VI d. C.

P. MAZ. 23-90 DR.

Lámina 4. P. MAZ. 23-90. DR.

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DRAGADOS EN EL PUERTO DE MAZARRÓN Y PROSPECCIONES SUBACUÁTICAS EN ÁGUILAS

P. MAZ. 24-90 DR.

Lámina 5. P. MAZ. 24-90. DR.

P. MAZ. -128-90-DR.

P. MAZ. -153-90-DR.

Fragmento de fondo de plato en T.S.C.D. Decoración a estampilla con motivos geométricos y fitomorfos alternados. Tipología Hayes 61. Cronología siglos IV-V d. C.

Fragmento de borde de cuenco de T.S.C.D. con reborde curvado y colgante. Textura rugosa. Barniz interior y exterior naranja. Fractura fina. Pasta monocroma de 0,5 cm. de grosor. Color naranja oscuro. Desgrasante fino. Tipología Hayes 91. Cronología siglo V d. C.

P. MAZ. -142-90-DR.

Fragmento de tapadera. Textura dura. Fractura media. Pasta monocroma de 1,3 cm. de grosor en el centro, disminuyendo hacia el borde hasta llegar a 0,6 cm. Color marrón rojizo. Desgrasante fino y muy abundante. Cocción oxidante. Medidas 12,5 x 9 cm. En el exterior presenta color grisáceo, sin que podamos precisar si se trata de pátina cenicienta o de una alteración de color provocada por el lodo.

Fragmento de cuenco en T.S.C.D. Borde plano vuelto al exterior. Pasta anaranjada. Barniz naranja brillante en la parte superior externa y ennegrecido por el lodo en la parte interior. Tipología Hayes 93 A. Cronología finales del s. V a principios del siglo VI d. C.

P. MAZ. -152-90-DR.

P. MAZ. -168-90-DR.

Fragmento cerámico con borde y asa. Textura dura. Vidriado interior verde. Fractura media. Pasta monocroma de 0,6 cm. de grosor. Color marrón grisáceo. Desgrasante medio y muy abundante. Cocción oxidante. Presenta dactilación en el asa. Medidas 9 x 8 cm.

Fragmento de tubo en cerámica común. Empleado en la construcción de las bóvedas con el fin de aligerar las masas. Cronología en Pompeya siglo II d. C. Pecio Escolletes siglo III. Norte de África. Bajo imperio.

P. MAZ. -167-90-DR.

297

MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

P. MAZ. -169-90-DR.

P. MAZ. -192-90-DR.

Fragmento de copa en T.S.C.A. Imitación de la forma 37 en cerámica gálica. Labio indistinto de la pared, resaltado por dos acanaladuras en la parte exterior, entre las cuales lleva decoración a ruedecilla. También lleva decoración a ruedecilla la parte inferior de la pared. Tipología Hayes 9. Cronología II d. C.

Fragmento de pared cerámica. Textura tosca. Engobe exterior e interior blanquecino. Fractura media. Pasta monocroma de 0,7 cm. de grosor. Desgrasante medio. Cocción reductora. Presenta acanaladuras en la panza y en el cuello. Medidas 16,5 x 14 cm. P. MAZ. -195-90-DR.

P. MAZ. -170-90-DR.

Fragmento de fondo plano de plato de T.S.C.D. Presenta como decoración dos pequeñas acanaladuras y, a ambos lados, incisiones continuas formando espiguillas. Tipología Hayes 61. Cronología siglo V d. C.

Fragmento de pared de cuenco de T.S.C. Textura harinosa. Fractura media. Pasta monocroma de 0,5 cm. de grosor. Color naranja. Decoración a ruedecilla apenas visible por estar muy rodada. Tipología Hayes 53. P. MAZ. -215-90-DR.

P. MAZ. -171-90-DR.

Fragmento de plato de T.S.C.D. Fondo plano indistinto de la pared. El interior está muy alterado, apreciándose una decoración a espiguilla. El exterior aparece cubierto de concreciones marinas. Tipología Hayes 61. Cronología Hayes 61.

Fragmento de cazuela cerámica (borde, pared y fondo) de T.S.A. con fondo estriado. Grosor del labio 0,8 cm. Textura harinosa. Barniz exterior e interior anaranjado. Fractura media. Pasta monocroma de 0,6 cm. de grosor. Color naranja. Desgrasante fino. Tipología Hayes 23. Altura conservada 6,5 cm.

P. MAZ. -175-90-DR.

P. MAZ. -216-90-DR.

Boca y parte de cuello de jarrita romana. La boca está formada por una moldura decorada con cuatro pequeños baquetones. La moldura mide 3,5 cm. de altura y tiene un diámetro exterior de 6 cm. disminuyendo en el cuello a 3 cm. Grosor de labio 0,6 cm. Textura dura. Engobe exterior marrón claro. Fractura fina. Pasta monocroma de 0,4 cm. de grosor. Color gris. Desgrasante imperceptible. Cocción reductora. Altura máxima conservada 8 cm. Se observa el arranque de un asa (ahora inexistente), situado en la moldura de la boca o parte superior del cuello.

Fragmento de jarra (cuello y panza). Textura harinosa. Pasta monocroma de 0,6 cm. de grosor. Color rosado. Desgrasante medio y bastante deteriorado. Cocción oxidante. Altura máxima conservada 8,5 cm.

P. MAZ. -184-90-DR.

Fragmento de tapadera de cerámica común con el borde ligeramente engrosado. Grosor del labio 1,2 cm. Textura rugosa. Fractura media. Pasta monocroma de 0,9 cm. de grosor junto al borde y disminuyendo hacia el centro hasta 0,5 cm. en el fragmento conservado. Color marrón rojizo. Desgrasante fino. Cocción oxidante. Presenta dos pequeñas acanaladuras concéntricas en el interior. Tipología Vegas 16/5. P. MAZ. -185 y -186-90-DR.

Fragmento de olla carenada de cerámica tosca. Desgrasante grueso y abundante. Medidas 13 x 8,5 cm. Asa de mamelón. Tardorromana.

298

P. MAZ. -218-90-DR.

Fragmento de pared cerámica de jarrita. Textura harinosa. Engobe exterior e interior gris blanquecino. Fractura fina. Pasta monocroma de 0,5 cm. de grosor. Color gris. Desgrasante fino. Cocción reductora. Presenta siete líneas incisas paralelas horizontales en la panza, de donde parten en dirección al cuello dos cordones a modo de relieve aplicado con incisiones transversales. Medidas 8,5 x 5,5 cm. P. MAZ. -221 y -222-90-DR.

Dos fragmentos de borde de cuenco de T.S.C.D.; pared de perfil rectilíneo y borde ligeramente engrosado. Grosor del labio 1,1 cm. Textura rugosa. Pérdida de engobe. Fractura media. Pasta monocroma de 0,5 cm. de grosor. Color naranja-rojizo. Desgrasante fino. Tipología Hayes 80. Diámetro 26 cm. Altura conservada 5 cm. P. MAZ. -292-90-DR.

Fragmento de plato de T.S.C.D. Borde escalonado y labio engrosado. Grosor del labio 1,2 cm. Textura dura. Engobe

DRAGADOS EN EL PUERTO DE MAZARRÓN Y PROSPECCIONES SUBACUÁTICAS EN ÁGUILAS

P. MAZ. 27-90 DR.

P. MAZ. 152-90 DR.

Lámina 6. P. MAZ. 27-90. DR. y P. MAZ. 152-90. DR.

299

MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

P. MAZ 42-90 DR.

P. MAZ 40-90 DR.

P. MAZ. 41-90 DR.

Lámina 7. P. MAZ. 42-90 DR.; P. MAZ. 40-90 DR. y P. MAZ. 41-90 DR.

interior y exterior a manchas marrones. Fractura media. Pasta monocroma de 0,7 cm. de grosor. Color rosáceo. Desgrasante fino. Diámetro exterior 28 cm. Altura conservada 4 cm. Tipología Hayes 67. Cronología segunda mitad del siglo IV al V d. C. P. MAZ. -294-90-DR.

Fragmento de tapadera de cerámica común romana con borde ahumado y labio ligeramente engrosado, con estrías de torno marcadas en la parte interior. Grosor del labio 1 cm. Textura rugosa. Fractura media. Pasta monocroma, desde 1 cm. en el labio disminuyendo hasta 0,5 cm. en el fragmento conservado. Color rojo ladrillo. Desgrasante medio. Cocción oxidante. Tipología Vegas tipo 16/5. Diámetro exterior 25 cm. P. MAZ. -296-90-DR.

Fragmento de plato de T.S.C.D. Borde ancho, plano y escalonado. Labio biselado al exterior forma un perfil triangular. Textura dura. Barniz interior y exterior naranja. Fractura media. Pasta monocroma de 0,8 cm. de grosor. Color naranja desgrasante fino. Una acanaladura separa cada uno de los escalones del borde. Diámetro exterior 40 cm. Tipología Hayes 68. Cronología 37-425 d. C.

300

P. MAZ. -297-90-DR.

Fragmento de fondo plano y arranque de pared de T.S.C.D. Textura harinosa. Barniz interior naranja y exterior alisado. Fractura media. Pasta monocroma de 0,8 cm. de grosor. Color naranja desgrasante medio. Presenta una acanaladura interna que marca la separación del pie y la pared. En el fondo del plato hay dos series de dos acanaladuras que enmarcan la decoración a estampilla con motivo de soles. Tipología Hayes 62. Cronología siglo V d. C. P. MAZ. -298-90-DR.

Fragmento de plato de T.S.C.D. Borde de sección triangular. Textura dura. Barniz interior y exterior a manchas de color marrón oscuro. Fractura media. Pasta monocroma de 0,6 cm. de grosor. Color marrón. Desgrasante fino. Diámetro 30 cm. Tipología Hayes 104 B. Cronología segunda mitad del siglo V d. C. P. MAZ. -299-90-DR.

Fragmento de borde de cazuela con pátina cenicienta en el exterior que penetra profundamente en el color de la pasta. Tiene el borde aplicado en forma de bastoncillo y una profunda estría en el labio marca la unión del borde a la

DRAGADOS EN EL PUERTO DE MAZARRÓN Y PROSPECCIONES SUBACUÁTICAS EN ÁGUILAS

Desgrasante medio. Altura máxima conservada 2 cm. Medidas 8,5 cm. x 6 cm. Tipología Hayes 70. P. MAZ. -303-90-DR.

P. MAZ. 117-90 DR. P. MAZ. 118-90 DR.

Pequeño fragmento de plato de T.S.C.D. Borde escalonado y labio engrosado. Grosor del labio 1,2 cm. Textura dura. Barniz interior y exterior marrón claro. Fractura media. Pasta monocroma de 0,7 cm. de grosor. Color marrón claro. Desgrasante fino. Medidas 4 x 2 cm. Tipología Hayes 67. Cronología finales del siglo IV-V d. C. P. MAZ. -2001-90-DR.

P. MAZ. 294-90 DR.

Ánfora completa a excepción de la boca. Asas de sección circular. Textura harinosa. Engobe exterior blanquecino. Fractura media. Pasta monocroma. Color grisáceo. Desgrasante medio. Cocción reductora. Presenta acanaladuras en el cuello. Altura conservada 51 cm.

Lámina 8. P. MAZ. 117-90 DR.; P. MAZ. 118-90 DR. y P. MAZ. 294-90 DR.

P. MAZ. -2002-90-DR.

pared inicial. Grosor del labio 0,9 cm. Textura dura. Pátina cenicienta en el exterior. Fractura fina. Pasta monocroma de 0,4 cm de grosor. Color rojo ladrillo. Desgrasante fino. Cocción oxidante. Diámetro exterior 30 cm. Tipología Vegas 5. Cronología siglo II-III d. C.

Spatheion casi completo a falta de pivote. Altura conservada 53 cm. Grosor del labio 1,3 cm. Altura de la orla 1,2 cm. Textura harinosa. Engobe blanquecino. Fractura media. Pasta monocroma de 1,3 cm. de grosor. Color rojizo. Desgrasante medio. Cocción oxidante. Tipología Agüera.

P. MAZ. -300-90-DR.

P. MAZ. -2003-90-DR.

Fragmento de borde de plato de T.S.C.A. Borde de sección triangular. Textura harinosa. Barniz exterior con restos anaranjados. Fractura media. Pasta monocroma de 0,6 cm. de grosor. Color naranja. Desgrasante fino. Diámetro 33 cm. Tipología Hayes 87 A. Cronología segunda mitad del siglo V d. C.

Ánfora casi completa a falta de pivote. Altura conservada 69 cm. Grosor del labio 1,7 cm. Asa de sección ovalada y de 2,3 cm. de grosor. Textura dura. Engobe exterior blanquecino. Fractura fina. Pasta monocroma de 1,8 cm. de grosor. Color rojizo. Desgrasante fino. Cocción oxidante. Tipología Mañá C. P. MAZ. -2004-90-DR.

P. MAZ. -301-90-DR.

Fragmento de borde de plato de T.S.C.D. Labio de perfil triangular con una acanaladura al interior. Textura harinosa. Barniz interior y exterior naranja. Fractura media. Pasta monocroma de 0,8 cm. de grosor. Color naranja. Desgrasante fino. Acanaladura interior en el borde del plato. Diámetro 22 cm. Tipología Hayes 105. Cronología siglo VI d. C. P. MAZ. -302-90-DR.

Fragmento de pared e inicio de pie por T.S.C.D. Textura harinosa. Barniz interior y exterior marrón claro. Fractura media. Pasta monocroma de 0,7 cm. de grosor. Color marrón.

Ánfora casi completa a falta de pivote. Altura conservada 64 cm. Grosor del labio 2,1 cm. Altura de la orla 2,9 cm. Asa de sección ovalada de 2,9 cm. Textura dura. Engobe exterior blanquecino. Fractura media. Pasta monocroma. Color blanquecino. Desgrasante medio con chamota. Cocción reductora. P. MAZ. -2005-90-DR.

Fragmento de ánfora con panza completa y pivote. Textura harinosa. Engobe exterior beige claro. Fractura media. Pasta monocroma de 1 cm. de grosor. Color rojo. Desgrasante fino. Cocción oxidante. Altura conservada 38 cm. Presenta acanaladura pre-cocción para sujeción.

301

MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

P. MAZ. -2006-90-DR.

P. MAZ. -2008-90-DR.

Ánfora casi completa a falta de pivote. Altura conservada 79 cm. Grosor del labio 1,8 cm. Altura de la orla 1,8 cm. Asas de sección oval y 3,2 cm. de grosor. Textura dura. Engobe exterior blanquecino amarillento. Fractura media. Pasta monocroma de 1,7 cm. de grosor. Color marrón claro. Desgrasante fino. Cocción oxidante.

Ánfora casi completa a falta de boca, un asa y pivote. Altura conservada 51 cm. Asa de sección oval y de 1,9 cm. de grosor. Textura harinosa. Engobe exterior gris claro. Fractura media. Pasta monocroma. Color gris oscuro. Desgrasante fino. Cocción reductora. Presenta acanaladuras en el cuerpo. Tipología La Graciosa.

P. MAZ. -2007-90-DR.

P. MAZ. -2009-90-DR.

Fragmento de ánfora fragmentada (a falta de pivote y fragmento de un asa). Grosor del labio 2,9 cm. Altura de la orla 4,8 cm. Asas de sección circular de 3,8 cm. de grosor. Textura media. Engobe exterior amarillento. Fractura fina. Pasta monocroma de 1,7 cm. de grosor. Color blanco amarillento. Desgrasante fino. Cocción reductora. Presenta sello en la orla. Tipología Lamboglia 2. Altura conservada 77 cm.

Fragmento de ánfora, con cuello, asas y parte del labio. Altura conservada 25 cm. Grosor del labio 1,3 cm. Asas de sección oval y de 3,1 cm. de grosor. Textura dura. Fractura media. Pasta bícroma de 1,1 cm. de grosor. Color rojo vinoso en el interior y grisáceo al exterior. Desgrasante fino y abundante. Cocción mixta. Presenta una incisión profunda separando la orla del cuello. Tipología Escolletes 2.

P. MAZ. 242-90 DR.

P. MAZ. 121-90 DR.

P. MAZ. 221-90 DR.

P. MAZ. 166-90 DR.

P. MAZ. 142-90 DR.

Lámina 9. P. MAZ. 242-90 DR.; P. MAZ. 121-90 DR; P. MAZ. 221-90 DR; P. MAZ. 166-90 DR. y P. MAZ. 142-90 DR.

302

DRAGADOS EN EL PUERTO DE MAZARRÓN Y PROSPECCIONES SUBACUÁTICAS EN ÁGUILAS

P. MAZ. 153-90 DR.

P. MAZ. 155-90 DR.

P. MAZ. 156-90 DR.

Lámina 10. P. MAZ. 153-90 DR.; P. MAZ. 155-90 DR. y P. MAZ. 156-90 DR.

P. MAZ. -2010-90-DR.

P. MAZ. -2012-90-DR.

Ánfora completa, a falta de pivote. Altura conservada 77,5 cm. Grosor del labio 2,3 cm. Altura de la orla 7,4 cm. Asas geminadas. Grosor del asa 3,2 cm. Textura dura. Fractura fina. Pasta monocroma de 1 cm. de grosor. Color amarillento grisáceo. Desgrasante medio con esquistos pizarrosos. Cocción oxidante. Presenta la orla muy poco diferenciada del cuello. Tipología Pascual 1. Diámetro máximo de la panza 101 cm. Presenta defectos de cocción y un asa más alta que la otra.

Fragmento de ánfora correspondiente a la panza. Altura conservada 72,2 cm. Asas de sección oval. Textura dura. Engobe exterior blanquecino. Fractura media. Pasta monocroma de 1,8 cm. de grosor a la altura del remate del cuello. Color rosáceo. Desgrasante fino con fragmentos de chamota. Cocción oxidante. Tipología Dressel 2/4. Diámetro máximo de la panza 94 cm. Presenta abundante concreción marina.

P. MAZ. -2011-90-DR.

Fragmento de ánfora con remates de asas y panza. Altura conservada 62 cm. Asas de sección ovalada. Textura harinosa. Fractura media. Pasta monocroma de 1,6 cm. de grosor. Color anaranjado. Desgrasante medio con chamota. Cocción oxidante. Presenta una incisión profunda en sentido horizontal en mitad de la panza. Tipología Lamboglia 2. Diámetro máximo de la panza 114 cm.

P. MAZ. -2013-90-DR.

Fragmento de ánfora correspondiente a la panza y parte del pivote. Altura conservada 67 cm. Textura dura. Fractura fina. Pasta monocroma de 1,4 cm. de grosor. Color rojo vinoso. Desgrasante fino y muy abundante. Cocción oxidante. Tipología Dressel 1. Diámetro máximo de la panza 91 cm. Presenta abundante concreción marina. P. MAZ. -2014-90-DR.

Fragmento de ánfora correspondiente a la panza y el

303

MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

P. MAZ. 175-90 DR. P. MAZ. 189-90 DR.

P. MAZ. 170-80 DR.

Lámina 11. P. MAZ. 175-90 DR.; P. MAZ. 189-90 DR. y P. MAZ. 170-80 DR.

304

DRAGADOS EN EL PUERTO DE MAZARRÓN Y PROSPECCIONES SUBACUÁTICAS EN ÁGUILAS

P. MAZ. 175-90 DR.

P. MAZ. 189-90 DR. y

P. MAZ. 170-80 DR.

Lámina 12. P. MAZ. 184-90 DR.; P. MAZ. 188-90 DR. y P. MAZ. 292-90 DR.

pivote fragmentado. Altura conservada 58 cm. Textura harinosa. Engobe exterior blanquecino. Fractura media. pasta monocroma de 1,1 cm. de grosor. Color anaranjado. Desgrasante fino. Cocción oxidante. Tipología greco-itálica de transición. Diámetro máximo de la panza 115 cm.

cuello, panza y pivote. Altura conservada 78 cm. Textura harinosa. Fractura media. Pasta monocroma de 1,2 cm. de grosor. Color anaranjado. Desgrasante medio y muy abundante con chamota. Cocción oxidante. Tipología Dressel 2/4. Diámetro máximo de la panza 89,5 cm. Cocción defectuosa.

P. MAZ. -2015-90-DR.

P. MAZ. -2017-90-DR.

Fragmento de ánfora correspondiente a la panza y al pivote. Textura dura. Engobe exterior blanquecino. Fractura media. Pasta monocroma de 1,8 cm. de grosor en el remate del cuello. Color rojizo. Desgrasante fino y abundante. Cocción oxidante. Tipología Dressel 2/4.

Ánfora completa a falta del pivote. Altura conservada 76,5 cm. Grosor del labio 1,3 cm. Altura de la orla 2,1 cm. Asas de sección oval. Textura harinosa. Engobe exterior blanquecino. Fractura media. Pasta monocroma y de 0,9 cm. de grosor en el arranque del pivote. Color anaranjado. Desgrasante fino y abundante. Cocción oxidante. El cuello presenta incisiones horizontales. Tipología Dressel 27. Diámetro máximo de la panza 57 cm.

P. MAZ. -2016-90-DR.

Fragmento de cuello de ánfora perteneciente a mitad del

305

MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

P. MAZ. -2018-90-DR.

Fragmento de ánfora con boca, cuello, asas y parte de la panza. Altura conservada 48,5 cm. Grosor del labio 1,1 cm. Altura de la orla 1,4 cm. Asas de sección aplastada. Textura harinosa. Engobe exterior blanquecino. Fractura fina. Pasta monocroma de 0,6 cm. de grosor. Color anaranjado. Desgrasante fino y muy abundante. Cocción oxidante. El cuello presenta dos incisiones sobre las asas y debajo de éstas. Diámetro máximo de la panza 45 cm. P. MAZ. -2019-90-DR. P. MAZ. 192-90 DR.

Fragmento de ánfora con boca, cuello, asas y arranque de panza. Altura conservada 41,5 cm. Grosor del labio 4,2 cm. Altura del labio 3,2 cm. Asas de sección circular. Textura dura. Fractura media. Pasta monocroma de 2,1 cm. de grosor en la panza. Color grisáceo. Desgrasante fino. Cocción reductora. Tipología Dressel 20. P. MAZ. -2020-90-DR.

P. MAZ. 198-90 DR.

Fragmento de ánfora con boca, cuello, asas y arranque de panza. Grosor del labio 2,1 cm. Altura de la orla 2,6 cm. Fractura media. Pasta monocroma. Color rojizo. Desgrasante muy fino. Cocción oxidante. Tipología africana.

Lámina 13. P. MAZ. 192-90 DR.; P. MAZ. 198-90 DR.

P. MAZ. 299-90 DR.

P. MAZ. 215-90 DR.

Lámina 14. P. MAZ. 215-90 DR. y P. MAZ. 299-90 DR.

306

DRAGADOS EN EL PUERTO DE MAZARRÓN Y PROSPECCIONES SUBACUÁTICAS EN ÁGUILAS

P. MAZ. 216-90 DR.

P. MAZ. 218-90 DR.

Lámina 15. P. MAZ. 216-90 DR. y P. MAZ. 218-90 DR.

307

MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

P. MAZ. 292-90 DR.

P. MAZ. 300-90 DR.

P. MAZ. 301-90 DR.

P. MAZ. 302-90 DR.

Lámina 16. P. MAZ. 292-90 DR.; P. MAZ. 300-90 DR.; P. MAZ. 301-90 DR. y P. MAZ. 302-90 DR.

P. MAZ. 296-90 DR.

P. MAZ. 303-90 DR.

P. MAZ. 298-90 DR.

P. MAZ. 295-90 DR.

Lámina 17. P. MAZ. 296-90 DR.; P. MAZ. 303-90 DR.; P. MAZ. 298-90 DR. y P. MAZ 295-90 DR.

308

DRAGADOS EN EL PUERTO DE MAZARRÓN Y PROSPECCIONES SUBACUÁTICAS EN ÁGUILAS

P. MAZ. 297-90 DR.

Lámina 18. P. MAZ. 297-90 DR.

Lámina 19. Gráfico con las formas de Hayes aparecidas, frecuencias y cronología.

309

MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

A - Sigilata Sudgálica B - Sigillata Clara A C - Sigillata Clara C D - Sigillata Clara D

Lámina 20. Diagrama de Sectores. Sigillatas.

Lámina 21. Histograma de frecuencias. Sigillatas.

A - Sigillatas B - C. Africana de Cocina C - C. Tosea D - C. Campaniense E - C. Vidriada F - C. Musulmana H - Resto Lámina 22. Diagrama de Sectores sobre muestreo de 1.000 piezas.

310

Lámina 23. Historama de frecuencias. Cerámica.

DRAGADOS EN EL PUERTO DE MAZARRÓN Y PROSPECCIONES SUBACUÁTICAS EN ÁGUILAS

Figura 1. Situación de los dragados.

Figura 2. Sectorización.

Figura 3. Estado final tras finalizas las obras.

Figura 4. Zonas de Concentración de hallazgos.

311

EL COMPLEJO ROMANO DEL ALAMILLO (PUERTO DE MAZARRÓN) (MURCIA)

Manuel Amante Sánchez M.ª de los Ángeles Pérez Bonet M.ª de los Ángeles Martínez Villa

MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

ENTREGADO: 1995

EL COMPLEJO ROMANO DEL ALAMILLO (PUERTO DE MAZARRÓN) (MURCIA)

MANUEL AMANTE SÁNCHEZ, M.ª DE LOS ÁNGELES PÉREZ BONET, M.ª DE LOS ÁNGELES MARTÍNEZ VILLA

Resumen: Frente a la Playa del Alamillo (Pto. de Mazarrón, Murcia), se extiende un interesante conjunto de restos romanos compuestos por un establecimiento en altura con pinturas parietales (Loma del Alamillo), un acueducto con su correspondiente balsa distribuidora, y una villa ya en la playa con parte residencial (la más alejada del mar) de la cual des-

taca la presencia de unas interesantes termas, y parte industrial (junto al mar) con varias piletas para la fabricación de salazón. La cronología de todo el conjunto es muy amplia abarcando desde el último 1/4 del siglo II a.C. hasta inicios del III d.C.

El complejo romano del Alamillo ocupa una amplia extensión de terreno, que comprende la últimas estribaciones de la sierra del Algarrobo y la playa de dicho nombre. El yacimiento comprende los restos de un establecimiento romano-republicano, una balsa de distribución de agua, con su correspondiente acueducto de entrada y salida y los de una villa romano-imperial(1), todos ellos excavados de urgencia por nosotros entre los años 1987 y 1990.

1.1. Zona Noreste (Fig. 6.3). Habitación 1

I. El establecimiento romano-republicano (Fig. 6.1).

Sobre un pequeño cabezo localizado al Norte de la carretera que une el Puerto de Mazarrón con Cartagena (N. 332) y a unos 150 m. del mar, se sitúan los restos de un establecimiento romano-republicano excavado parcialmente por nosotros en 1987. Los trabajos pusieron al descubierto al Noreste restos de cinco habitaciones, y al Sureste un amplio espacio destinado a hacer funciones de almacén (fig. 6.2). Las dos zonas se articulan en torno a un patio central cuyo pavimento es la roca del monte.

314

Con unas dimensiones de 5,32 x 4,50, ocupa el centro del área Noreste. Está pavimentada con opus signinum rojo de excelente calidad. Las paredes están decoradas con enlucido pintado de azul celeste simulando placas rectangulares de 0’85 m. de longitud y 0’45 m. de altura, separadas unas de otras por incisiones verticales pintadas de rojo. En la cabecera de este espacio y adosada al centro del muro Noroeste se encuentran los resto de un ara de 1 x 0’55 m. y 0’50 m., cuyas paredes se están decoradas con enlucido pintado posiblemente de amarillo. La unión del altar con el pavimento se efectúa por medio de dos molduras de 0’06 y 0’10 m. pintadas de rojo y negro respectivamente. La presencia del ara mencionada hace pensar en un uso cultual para este espacio. Habitación 2

Al Noreste de la anterior. Tiene unas dimensiones provisionales de 5,32 x 2,40 m. al Noroeste donde se localizan vestigios de un hogar, conserva restos de pavimento a base

EL COMPLEJO ROMANO DEL ALAMILLO (PUERTO DE MAZARRÓN)

Figura 6.1 de una

fina capa de adobe amarillo (0’02 m.), estando el resto ocupado por la roca de base. No parece que exista comunicación entre esta habitación y la número 1. Habitación 3

Se trata de un pasillo de 0’88 x 3 m., pavimentado con lágena y ceniza que por medio de un vano de 0’60 m. abierto en su extremo Noroeste comunica las habitaciones 4 y 5. Las paredes están recubiertas con enlucido pintado en azul. Habitación 4

Figura 6.2

Al Sureste de la 3, conserva unas dimensiones de 2,32 x 3,20 m. Como en el caso anterior, las paredes están enlucidas y pintadas de azul. El pavimento, de lágena y ceniza, se encuentra decorado a base de líneas paralelas realizadas con pequeños cantos rodados (fig. 6.4). Habitación 5

Comunicada con la anterior por la puerta mencionada, la mayor parte de la misma se había despeñado de antiguo,

315

MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Figura 6.3.

316

EL COMPLEJO ROMANO DEL ALAMILLO (PUERTO DE MAZARRÓN)

habitación 1. Conserva una longitud de 10’98 m. con 0’60 m. de altura y 1,05 m de anchura. Delimita un espacio provisional de 10’98 x 3,5 m. en el que se aprecian restos de muros perpendiculares en muy mal estado de conservación, donde se exhumaron abundantes fragmentos de ánforas de los tipos Mañá C2b y Dressel 1 (U.E. 6). En alguna zonas se conservan restos de pavimento, que en esta ocasión está construido a base de tierra compactada de color rosáceo. I.3. La decoración pictórica parietal

Figura 6.4.

quedando tan sólo una superficie de 5 x 1,30 m. Las paredes presentan idéntico acabo que en la número 4, y el pavimento es de las mismas características, pero en este caso no está decorado. Nota a destacar de esta estancia es la presencia junto al muro Suroeste en el extremo más alejado de la puerta, de un rodapié de piedra asociado a una pavimentación del mismo tipo que la anterior pero algo más elevada a modo de triclinum. El sistema constructivo empleado hace alarde de una gran funcionalidad. Cabe destacar el uso de la roca recortada como cimentación de las estancias del ala Este (3, 4, y 5). Los muros están realizados a base de tierra compactada, entre la que se incrustan piedras de medianas y grandes dimensiones con objeto de dar mayor consistencia a la obra. Los pavimentos de las habitaciones 1, 3, 4 y 5, se asientan sobre un rudus de cantos rodados unidos con argamasa de cal. I.2. Zona Sureste (Fig. 6.5).

En ella destaca la presencia de un gran muro realizado con piedras de grandes dimensiones paralelo al cierre de la

Todos los restos de pintura aparecieron en el estrato 1. La mayor parte de ellos corresponden a la caída del muro Norte de la habitación 1, apareciendo in situ en los muros Este y Oeste parte del zócalo. También contamos con dos fragmentos de distinta decoración que, posiblemente, correspondiesen a un hipotético friso, con lo cual el esquema compositivo podría constar al menos de tres partes, zócalo, parte media y friso. Por tanto nos encontraríamos con una división tripartita de la pared, característica de las casas particulares romanas. Es posible que la decoración se repitiera en las cuatro paredes de la estancia. El zócalo arranca directamente desde el pavimento. De color azul celeste, presenta una decoración a base de paneles rectangulares de 85 cm. de longitud y 45 cm. de altura, delimitados por medio de líneas incisas verticales, pintadas en color rojo de 0,5 cm. de anchura (fig. 6.6). La parte superior del mismo no se conserva, por tanto no podemos determinar como sería la unión entre este y la parte media. A pesar del gran número de fragmentos pertenecientes a la parte media de la pared que recuperamos durante el proceso de excavación, sólo hemos podido emplear en la reconstrucción ideal de esta zona un número reducido, debido a la fragmentación y deterioro de la mayor parte de ellos. Sin embargo es probable que el esquema compositivo se solucione a base de paneles, cuyas dimensiones son imposibles de determinar, de color ocre separados entre sí por líneas incisas horizontales y verticales pintadas en rojo, que como en el zócalo tienen una anchura de 0,5 cm. Extraña, sin embargo, la ligera inclinación que se observa en la única incisión vertical de los fragmentos conservados. Del posible friso se han identificado sólo dos fragmentos. De color blanco, recuerda los ortostatos característicos del primer estilo pompeyano. Líneas incisas de 0,5 cm., que forman cuadrados, enmarcan una superficie rugosa posiblemente rectangular, también del mismo color. Las paredes del ara (fig. 6.7) adosada al centro del muro Noroeste de la habita-

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Figura 6.5.

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EL COMPLEJO ROMANO DEL ALAMILLO (PUERTO DE MAZARRÓN)

Figura 6.6.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Figura 6.7.

ción 1 son de color amarillo. Las molduras que la unen al pavimento, como ya hemos visto, están pintadas en rojo y negro respectivamente. Completarían el conjunto un techo blanco liso, en el que no se ha podido identificar resto alguno de decoración. Las habitaciones 3, 4 y 5 conservan in situ parte del zócalo, que repite la decoración de la habitación 1. En el interior de la 3 sólo aparecieron dos fragmentos de color rojo, el primero de ellos de 6 x 6 cm. y el segundo, que forma un ángulo agudo, de 9’5 x 5’5 cm. Ambos se encuentran en muy mal estado de conservación. Lo exiguo de estos restos no permite mayores precisiones. El estudio de las capas de preparación revela una relativa homogeneidad en todos los fragmentos, mostrando una estructura en dos cubiertas de mortero, excluyendo la película pictórica. La primera de ellas -Trullisatio- tiene 1 cm. de grosor. De naturaleza bastante porosa, está formada principalmente por cal, arena en menor proporción y algo de esquisto. La segunda -directione- tiene 0’5 cm. de grosor y es también de naturaleza porosa, pero algo más depurada que la anterior, mostrando restos más abundantes de cal. La pintura va aplicada directamente sobre la superficie de la segunda capa, que ha sido fuertemente alisada para servirle de soporte. El sistema de trabazón se ha podido constatar en los fragmentos de pared que conservan la trullisatio completa. Se realizado por medio de una serie de ranuras invertidas en forma de V (fig. 6.6.1), que recuerdan por su forma el opus spicatum, realizadas bien a mano, o presionando con una placa de madera o terracota sobre la superficie del muro cuando todavía ésta no ha alcanzado su dureza definitiva, tal

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como apunta L. Abad (ABAD CASAL, 1982a, 274; 1982b, 143). La superficie de la segunda capa -primera de las directiones- se deja rugosa con el fin de conseguir una perfecta adherencia con la trullisatio. En cuanto al techo, hemos podido constatar en los escasos fragmentos recogidos una única capa bastante grosera, compuesta de cal, menor proporción de arena y abundantes esquistos de tamaño fino-medio, que ha sido fuertemente alisada para recibir la película pictórica. El sistema de trabazón empleado en este caso consiste en medias cañas que dejan una impronta en relieve de 0,5 cm., confirmando lo apuntado por L. Abad. para Tréveris (ABAD CASAL ,1982b, 145). El trazado previo, en todos las partes de la pared, se realiza por medio de líneas incisas paralelas, que delimitan las partes constitutivas de la decoración, en este caso a base de paneles rectangulares. La pintura que conservan los fragmentos estudiados forma un clara unidad con el mortero, lo que a falta de los análisis físico químicos pertinentes nos inclina a considerar el fresco como la técnica utilizada en la ejecución de la misma. I.4. Caracterización del yacimiento

En la superficie del yacimiento, que había sido removida por una pala mecánica, se apreciaron restos de gacha, fragmentos de plomo y tortas de mineral, lo que induce a relacionar el asentamiento con la actividad minera, y puede identificarse quizás con un posible escorial de fundición. Si bien por la parcialidad misma de los trabajos no se han podido detectar la existencia de hornos, en la zona que queda a espaldas de la habitación 1, donde se rebajó el

EL COMPLEJO ROMANO DEL ALAMILLO (PUERTO DE MAZARRÓN)

estrato superficial, aparecieron grandes acumulaciones de adobes quemados y manchas de cenizas, correspondientes posiblemente a la destrucción de estas instalaciones. Los materiales recuperados en el estrato de amortización (UU.EE. 1, 2 y 5, fig. 6.8), integrados fundamentalmente por contenedores del tipo Dressel 1A y C(2), Mañá C2b(3), y Lam-

boglia 2(4), a los que se unen dos ases, uno de Saitabi y otro de Sagunto, un margo de lucerna del tipo Dressel 2, campaniense A de la forma Lamboglia 5 y fragmentos de paredes finas del tipos Mayet III (LÓPEZ MULLOR, 1990, 208-209), sitúan el momento final del yacimiento en torno al último cuarto del siglo II a.C. Esta propuesta cronológica se soporta revisando las dataciones de los objetos muebles arriba mencionados. Así, la moneda de la ceca de Arse es un as cuya fecha de emisión gira en torno a la mitad del siglo II a. C. El As de Saiti es una emisión posterior al 133 a. C. (LECHUGA GALINDO, 1989, 454). La forma 5 de campaniense A se data en la segunda mitad del siglo II a. C. Con esta cronología se conocen ejemplares en el pecio de Punta Scaletta (LAMBOGLIA, 1964, 243), en la necrópolis de Castiglioncello (LAMBOGLIA, 1954, 121), en Roma y Cerveteri (MOREL 1981, 154), en Cartago -antes del 146 a.C.- y en los estratos B -180/160-140 a.C.-, C -190/180140 a.C.- y D -150/130-70/60- de las excavaciones de Cosa (MOREL, 1978, 200). Así, dejando aparte la larga duración del estrato D de Cosa, en ningún yacimiento esta forma llega al siglo I a. C. En áreas geográficas más próximas a nosotros, en concreto en la necrópolis ibérica del Cabecico del Tesoro Verdolay, Murcia-, el ejemplar procedente de la tumba 97 parece datarse unos decenios antes del 140/129 a. C. (GARCÍA

Figura 6.8.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Figura 7.2.

Figura 7.1.

CANO-GARCÍA CANO-RUIZ VALDERAS, 1989,139). El resto proporciona cronologías más amplias: la lucerna de la forma Dressel 2 se data entre los siglos II y I a. C. (LAMBOGLIA, 1979, 64, 91-97; FERNÁNDEZ AVILÉS, 1942, 135; FERNÁNDEZ CHICARRO, 1952-53, 64 y 66; RAMOS FOLQUÉ, 1970, 22, 34 y 35; AMANTE SÁNCHEZ, 1993, 69). Mejores dataciones ofrecen las ánforas del tipo Dressel 1: la fecha inicial de la variante A se sitúa entre el 145-135 a.C.; la variante C tiene una vida más corta, cubriendo los años finales del siglo II a. C. y los primeros del I a. C. La variante B se comienza a producir en torno a los inicios del siglo I a. C., y

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parece afianzarse en los mercados mediterráneos en los años centrales del siglo (TCHERNIA, 1986, 42; SANMARTÍN GRECO, 1987, 130-161; PÉREZ BONET, 1993, 19-27); en este momento la proporción de ambas se invierte en los yacimientos, aunque la 1A se mantiene en escasa proporción hasta el fin del siglo I a.C.; la ausencia de la variante B podría indicar una datación anterior al siglo I a. C., hipótesis que viene reforzada por el conjunto cerámico asociado a las ánforas, y por la datación de las monedas. Los ejemplares de Lamboglia 2 más antiguos que se conocen se datan en el último cuarto del siglo II a.C., aunque los mayores índices de producción parecen darse en el siglo I a.C. La desaparición de la forma se puede situar en torno a la mitad del siglo I a.C. (TCHERNIA, 1986, 51 ss). Los contenedores africanos del tipo Mañá C2b se extienden a lo largo del siglo I a.C., aunque la asociación de estas piezas en este yacimiento a los materiales ya mencionados podría retraer la cronología unos años, situándola a partir del último tercio del siglo II a. C., lo cual podría ratificar la posibilidad apuntada por V. Guerrero de su comercialización ya en el último cuarto del siglo II a. C.

EL COMPLEJO ROMANO DEL ALAMILLO (PUERTO DE MAZARRÓN)

(GUERRERO AYUSO-ROLDÁN BERNAL, 1992, 53). II. Complejo romano-imperial del Alamillo (Fig. 7.1)

El complejo romano imperial del Alamillo ocupa una amplia extensión de terreno, que comprende las últimas estribaciones de la sierra del Algarrobo y la playa de dicho nombre(5). El yacimiento comprende los restos de una balsa de distribución de agua, con su correspondiente acueducto de entrada y salida, y los de una villa romana. II.1. La balsa (6) (Fig. 7.2)

A unos 350 m. al Noroeste de la denominada Loma del Alamillo, ocupando una de las parcelas situadas entre las calles 13 y 14 de la urbanización de dicho nombre y a 37 m.s.n. del mar, se hallan los restos de una gran balsa romana, cuya excavación de urgencia fue llevada a cabo por nosotros a finales de 1989. El depósito (fig. 7.3) es de forma rectangular, con unas dimensiones de 15’30 por 12’30 m., y una altura de 1’35 m. Los muros están construidos con piedras grandes y media-

nas más piedrecillas de rambla trabadas con cal. Los muros Sur (U.E. 102) y Este (U.E. 101) son macizos, con un grosor de 1 m, mientras que los Norte (100) y Oeste (103) tienen una anchura de 0’60 m. y a ellos se les añade, por el exterior, un saledizo de 0’40 m., hecho con el mismo sistema constructivo y sobre el cual se asienta el acueducto de entrada. Sobre el muro Sur (U.E. 102) se aprecia un recrecimiento de 0’34 m. de altura por 11’55 de longitud, realizado con la misma técnica constructiva, enlucido al interior con un excelente opus signinum rojo. En las esquinas interiores de los paramentos se aprecian restos de medias cañas hechas con diferentes técnicas: las que unen el muro Norte con los muros Este y Oeste están realizados con la misma técnica que los paramentos. Sin embargo la que une la esquina Suroeste de los muros Norte y Oeste presenta un buen opus signinum rojo fruto de una reparación posterior conservando 1’20 m. de altura, y la que une la esquina Sureste de los muros Este y Oeste está realizada también con opus signinum, que además ha sido pintado de rojo. El pavimento de la balsa (U.E. 104) se asienta sobre un

Figura 7.3.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Figura 7.4.

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EL COMPLEJO ROMANO DEL ALAMILLO (PUERTO DE MAZARRÓN)

rudus de 0’20 m. de espesor (104 A), y está alisado con cal hidráulica. Este pavimento se une a las paredes por medio de medias cañas realizadas con piedrecillas de rambla trabadas con cal(7). Gracias a una rotura de este primer pavimento, se aprecia otro más antiguo (U.E. 104 B) realizado con la misma técnica, en el que no parecen existir restos de medias cañas. Sobre el segundo pavimento y adosado al muro Oeste, se ven los restos del desagüe (U.E. 121), y la base de una escalera de limpieza. El basamento de la escalera de 2’10 x 0’70 m. y 0’22 m. de altura, está realizado con piedras de medianas dimensiones enlucidas con cal hidráulica, y conserva un escalón rectangular de 0’25 x 0’60 m. El desagüe está formado por un sillar de caliza de 0’51 x 0’18 m. con una luz de 0’14 m. Al exterior de este mismo muro se puede apreciar el canal exterior de desagüe (U.E. 130) de sección en «U» que con dirección Norte-Sur se dirige hacia los establecimientos romanos situados a la orilla de la playa del Alamillo. Está realizado con la misma técnica constructiva que la balsa. Tiene una profundidad de 0’58 m., y una anchura de entre 0’28 y 0’40 m. No parece haber estado cubierto. La salida del agua desde la balsa está marcada por una piedra de caliza horadada de 0’54 x 0’36 m. y una luz de sección en «U» invertida de 0’24 m. Sobre la esquina Noreste del depósito, se aprecian los restos del acueducto de traída de aguas (U.E. 122, fig. 7.4). Conserva cuatro hiladas de piedras medianas trabadas con mortero de cal en su cara Oeste con un alzado de 0’50 m., mientras que en la Este sólo mantiene una hilada. El pavimento del canal es de teja, con una luz de 0’19 m., de las cuales conserva una de 0’375 x 0’19 m. Al llegar al punto indicado arriba, el canal desagua, pero la obra sigue a lo largo de los muros Norte y Oeste, saliendo por la esquina Suroeste. La construcción del canal se cimenta sobre una capa de tierra gris que apoya directamente sobre la roca de base. Los muros Este y Sur están reforzados en el exterior por una serie de contrafuertes: seis en el Este (UU.EE. 118, 118 B, 105, 106, 107 y 108) y ocho en el Sur (UU.EE. 109, 110, 111, 112, 113, 114, 115 y 116), construidos con piedras de medianas dimensiones trabadas con cal, enlucidos con el mismo tipo de material, y dispuestos a distancias irregulares que oscilan entre los 0’80 y los 2 m. La anchura media de estos elementos es de 0’60 m., dependiendo su altura del estado de conservación en que se encuentra. Los muros Norte y Oeste están construidos contra terreno careciendo por lo tanto de contrafuertes.

Figura 7.5.

Para construir el depósito se realiza un vaciado de la roca de unos dos metros de profundidad de forma rectangular. Una vez hecho esto se uniformiza todo el fondo por medio de una capa de relleno formada por una tierra marrón (U.E. 128) que se nivela. Sobre ella se echa una torta de cal y piedrecillas de rambla formando una plataforma de cimentación (U.E.129), a partir de la cual se levantan los muros y contrafuertes, cuya parte exterior queda apoyada contra el terreno natural y rellenada en parte por la roca que ha sido extraída al cavar el foso. La excavación del interior de la balsa ha proporcionado un total de cinco unidades estratigráficas agrupadas en tres niveles: Nivel I - Momento de construcción y utilización del depósito en época romana. Se distinguen dos subniveles: IA - Construcción originaria de la balsa con todos sus elementos estructurales (muros, primer pavimento desagüe y escalera). IB - Repavimentación del depósito (U.E. 104B). Nivel II - Corresponde al momento en que el depósito romano queda fuera de uso en época indeterminada, relle-

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

nándose con cerámica y fragmentos de la misma construcción (U.E. 121)(8). Nivel III - Relleno moderno intencionado para propiciar el uso de la misma como campo de labor agrícola (UU.EE. 119 y 120)(9). En el exterior estos mismos niveles se completan con una serie de UU.EE. nuevas: Nivel IA - A las UU.EE. anteriores se añaden las correspondientes a los catorce contrafuertes exteriores y el canal de desagüe del tanque. Nivel II - Comprende además los estratos horizontales que colmatan el canal de desagüe (UU.EE. 133 y 134)(10) Nivel III - Relleno moderno con las UU.EE. 131 -tierra de labor- y 132(11). Los estratos horizontales documentados, tanto en el interior como en el exterior de la balsa, no han aportado material que pudiera fechar la construcción de la misma -cerá-

mica común moderna, vedrío y algunas tégulas-. No obstante hemos podido determinar un momento de uso, gracias a que en el opus signinum del realzado del muro Sur (U.E. 102 A) hemos detectado algunos fragmentos de paredes informes de terra sigillata gálica, lo cual señala un periodo histórico al menos para esta estructura en torno a la segunda mitad del siglo I d.C. Este dato y la presencia clara de reparaciones y añadidos plantea dos posibilidades: A - Que el momento de fundación de la balsa y su primera pavimentación correspondan a la fecha propuesta para el recrecimiento citado, siendo las medias cañas añadidas en las esquinas de los muros Este-Sur y Sur-Oeste, y el segundo pavimento, reformas posteriores. B - Que la construcción originaria del depósito sea anterior a la segunda mitad del siglo I d.C., fecha a la que corresponderían los añadidos de signinum y la segunda pavimentación. II.2. El acueducto (12) (Fig. 7.5)

El agua que vertía en el depósito arriba descrito procedía de un manantial, hoy seco, ubicado a 5 Km. al Norte del

mismo, en la vecina población de las Balsicas. La traída se llevaba a efecto por medio de un acueducto de obra cuya construcción se acoplaba perfectamente a las irregularidades de las últimas estribaciones de la sierra del Algarrobo. La técnica constructiva de esta canalización es similar a la de la balsa (fig. 7.6): piedras de medianas y grandes dimensiones trabadas con cal. El interior del mismo está enlucido con cal hidráulica. Su sección es del tipo VII de Biernacka Lubanska (FERNÁNDEZ CASADO, 1983, 358), con una luz de 0’20 m. Durante la prospección que llevamos a cabo en 1986 se localizaron cuatro tramos de llegada y uno de salida en el ángulo Suroeste de la balsa en relativo buen estado cuyas dimensiones oscilan entre 90 y 40 m. de longitud por 0’60 m. de anchura. Durante su trazado la canalización tiene que sal-

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EL COMPLEJO ROMANO DEL ALAMILLO (PUERTO DE MAZARRÓN)

permitido realizar un estudio completo de este interesante establecimiento(13). La villa que se escalona siguiendo las irregularidades del terreno, pertenece tipológicamente al grupo denominado por Gorges como de bloque simple (GORGES 1979, 125126). Durante los trabajos de excavación se han podido diferenciar claramente dos zonas en torno a un gran patio central: una residencial en el lado Norte de la carretera, con sus correspondientes termas, y otra de servicio e industrial en el lado Sur de la misma. II.3.1. Lado Norte de la N. 332 II.3.1. Casa de Segundo (Fig. 7.8) Habitaciones 1 a 8

Figura 7.6.Detalles de la canalización.

var varios desniveles, pero no advertimos la presencia de arcadas u otro sistema que permitiera el paso de la conducción. Actualmente, para detener su destrucción, el acueducto se encuentra soterrado bajo algunas parcelas y viales -Avenida 1, C/ nº 14, C/ nº 22,- de la urbanización del Alamillo, situados al Noreste de la balsa. El único elemento de juicio para establecer una cronología para esta conducción lo constituye la presencia de la balsa a la que abastece, por lo tanto es obvio que es contemporánea a la misma. II.3. Villa alto imperial del Alamillo (Fig 7.7).

La villa del Alamillo se encuentra ubicada a ambos lados de la carretera nacional 332 entre el Puerto de Mazarrón y Cartagena, ocupando parte de la playa de la que toma el nombre. Con motivo de la construcción de edificios pertenecientes a diversas urbanizaciones, desde 1988 se han llevado a cabo en el lugar tres campañas de excavaciones que han

Se conservan ocho habitaciones cuyas dimensiones oscilan entre 3’50 x 3’30 m. y 3’30 x 1’70 m. Se aprecian varios momentos de uso, que se corresponden con reestructuraciones arquitectónicas. Así, de las ocho estancias documentadas, la 3 y la 4 B se forman en un segundo momento mediante la construcción de sendos muros, que dividen en dos espacios las habitaciones 4 y 6. Por desgracia, como más adelante veremos, la fuerte alteración antrópica que han sufrido los depósitos arqueológicos en esta zona, a causa de la construcción de casas de campo justo encima, impiden la datación concreta de cada reforma. La planta original, que comprende las habitaciones 1, 2, 6, 7 y 8, y la balsa, presenta una gran regularidad: los paramentos tienen 0’60 m. de anchura y una altura máxima de 0’40 m. Están realizados con piedras de medianas dimensiones trabadas con cal, y revestidos con enlucido pintado a base de motivos geométricos y vegetales(14) en colores rojo, amarillo, verde y gris. Por desgracia, todos los enlucidos de pared se encuentran caídos y extremadamente fragmentados, por lo que intentar su reconstrucción es, cuanto menos, muy arriesgado. Se conservan, también, restos de enlucido de techo, en este caso blanco, en los que se aprecia claramente la estructura de cañas del techo. Los pavimentos están construidos con argamasa y cerámica, incluyendo además gran cantidad de pequeños cantos rodados, visibles claramente a través del alisado. Las uniones de los muros con los pavimentos se resuelven de forma redondeada y cóncava. Las habitaciones 1, 2 y 6 conservan la impronta del umbral, cuya longitud es la misma del vano de la puerta, y la anchura igual a la de los muros. Los umbrales, en todos estos casos, se han localizado a partir de los huecos regulares que dejaban los pavimentos en las zonas de paso.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Figura 7.7.

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EL COMPLEJO ROMANO DEL ALAMILLO (PUERTO DE MAZARRÓN)

Es por ello por lo que suponemos que éstos debían ser de piedra, y debieron ser arrancadas con posterioridad a su amortización. En el caso del paso entre la habitación 6 y la 2 el pavimento se eleva un poco, de forma que la habitación 6 dibuja una pequeña rampa para acceder a la habitación 2. La construcción de un muro paralelo al muro Noroeste de la habitación 6, a 1’70 m. de separación, modifica en un momento impreciso la planta de esta habitación, creando un ambiente que puede ser interpretado como pasillo, y que se denominó habitación 3. La habitación 5, localizada al Noroeste del bloque de habitaciones, puede ser interpretada como patio. En efecto, no existe comunicación entre ésta y las restantes, y su pavimentación es de tierra apisonada. En el lado Este, adosada a la habitación 4, se encuentra una balsa que, debido a su utilización hasta tiempos recientes, se encuentra en perfecto estado de conservación, como indica el hecho de que los muros están revestidos de opus signinum también en su cara superior. Sus dimensiones totales son 3’5 x 4’5 m. al exterior, y 2’40 x 3’40 m. al interior, y una profundidad de 1’50 m. Sus muros miden 0’55 m. de anchura, y están construidos con piedras de medianas y grandes dimensiones trabadas con cal, y enlucidas tanto al interior como al exterior por un magnífico opus signinum rojo. Las esquinas interiores, así como la unión de las paredes con el fondo, presentan las medias cañas características de este tipo de construcciones, también en opus signinum. La habitación 4 se construye cuando se realizan las reformas del segundo momento. Este ambiente es el resultado de la ocupación del espacio que media entra la balsa y el cierre del bloque primitivo de habitaciones, que como se aprecia en la planta, queda perfectamente cerrado al Noreste y al Noroeste. Se pavimenta con opus signinum liso, y la unión del pavimento con la pared se realiza por medio de medias cañas. Este ambiente está destinado a recoger las aguas procedentes de la balsa situada al Noroeste -1.3.1.-, que son conducidas a un pequeño depósito de fondo curvo que realiza las funciones de aclarador, y está separado de esta construcción por un murete de pequeñas dimensiones - 0’20 m. de anchura y 1’50 m. de longitud-. En él, a 0’12 m. de altura sobre el pavimento, se abre un orificio circular de 0’10 m. de luz, que permite la circulación del agua. Bajo el pavimento de la habitación 4 se localiza un canal de sección rectangular, que se dirige al aclarador, y llega a él por otro orificio situado bajo el primero, en el murete, a media altura. Desagua por su lado opuesto, hacia el establecimiento termal-II.3.2- situado

un poco más abajo. La finalidad de toda esta estructura, concebida y construida en un segundo momento, parece estar relacionada con una serie de canalizaciones que aparecieron en la zona termal y que corresponde al momento de amortización de la misma. La estratigrafía, como ya apuntábamos, está muy alterada en la totalidad de las habitaciones de esta zona. De hecho, sólo las habitaciones 2, 3, 4 A y 5 conservan depósito estratigráfico. Éste es homogéneo en todas ellas. Las diferentes unidades estratigráficas se agrupan en dos niveles: Nivel I.- Está formado por rellenos acumulados para nivelar el terreno tras arrasar la estructura romana hasta los 0’40 m. de altura de muros que se conservan. Este nivel está formado por: el estrato 1 de la habitación 2 y, los estratos 1, 2, 3 y 4 de la habitación 3, compuestos por tierra marrón con escombros y lozas modernas; el estrato 2 de la habitación 2, el estrato 1 de la habitación 5, el estrato 2 de la habitación 6 y el estrato 1 de la habitación 4 B, formado en todos los casos por restos de enlucido de pares de color rojo, amarillo, verde y gris, en algunos casos decorado con motivos vegetales o geométricos; el estrato 3 de la habitación 2, formado por enlucidos de techo con impronta de cañas; y los estratos 4 de la habitación 2,y 2 de la habitación 4 B, formado por tierra con cerámicas diversas, y elementos tales como fragmentos de red de nylon. El nivel II que corresponde ya al periodo de ocupación romano de la estructuras se subdivide a su vez en dos subniveles: II B.- Se corresponde con las remodelaciones que dan origen a las habitaciones 3 y 4, y al aclarador. II A.- Corresponde a la construcción originaria de las estructuras de la villa en esta zona del yacimiento, es decir, a las habitaciones 1, 2, 6, 7, 8 y la balsa. II.3.2. Termas (Fig. 7.9)

Están situadas al Sureste de las habitaciones antes mencionadas, en un nivel inferior a las mismas de aproximada-

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

mente -2 m. La mayor parte de ellas se encuentran bajo el actual trazado de la N. 332. No obstante la excavación que llevamos a cabo durante el verano de 1987 puso al descubierto la mayor parte del caldarium y el tepidarium del edificio termal en un excelente estado de conservación. El caldarium (fig. 7.11) es un espacio rectangular de 3’10 x 2’50 m. cuyos muros están realizados a base de piedras de medianas dimensiones trabadas con cal, enlucidos al interior con argamasa blanca (15), y unidos al pavimento de opus signinum rojo por medias cañas del mismo material. El muro Norte, de 4’80 m. de longitud y 0’60 de anchura, cierra el conjunto, conservando una altura mínima de 1 m. y máxima de hasta 1’60 m. El paramento Oeste, en cuyo exterior se localiza el praefurnium, y el Sur, están muy arrasados, quedando apenas unos 0’20 m. de altura. Esta habitación presenta un hipocausto de 0’60 m. de profundidad sostenido por doce columnillas circulares de piedra arenisca(16), en cuya parte superior se colocan piedras calizas planas, sobre las que descansan grandes ladrillos sesquipedalis que sirven de cama al rudus del pavimento. El muro medianero entre el caladarium y el tepidarium, de 3’30 m. de longitud, 0’70 de anchura y un altura que oscila entre los 0’76 y los 0’46 m. conserva in situ 25 tubos de calefacción en dos filas superpuestas, que conectan directamente bajo el pavimento con el hipocausto. Estos tubos rectangulares, de 0’40 m. de longitud y 0’10 m. de anchura, estaban cubiertos con enlucido de argamasa blanca, como el resto de las pare-

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des de estas estancias (fig. 7.12). La comunicación con el tepidarium se efectúa por medio de una puerta de 0’80 m. de anchura, cuyo umbral esta ocupado por una piedra caliza de 0’80 x 0’31 m. Esta última habitación es un espacio rectangular de 3’20 x 1’70 m. pavimentada también con opus signinum rojo; el muro Este, del que restan 2’10 m. de longitud, está parcialmente destruido por la construcción de dos sifones modernos, conservando una anchura de 0’50 m. y una altura de 1’20 m. en su unión con el muro Norte, y 0’70 m. en el lado opuesto; en la pared Sur se abre otra puerta que comunica con el resto de las instalaciones termales, pero por desgracia quedan sepultadas bajo la actual carretera nacional que une Cartagena con el Puerto de Mazarrón. Las paredes del tepidarium, enlucidas con argamasa blanca, se unen directamente con el pavimento sin medias cañas. El tepidarium de las termas estaba colmatado con fragmentos de opus signinum hasta alcanzar la cota máxima de los muros (U.E. 1), sobre los cuales discurrían en dirección N-S hacia la playa tres canalizaciones cerámicas romanas (fig. 7.10). La primera con 1’40 m. de longitud, constaba de 5 ímbrices con una luz de 0’17 cm. La segunda formada por tres ímbrices tenía una luz de 0’20 m. La última con 1’65 m. de longitud estaba compuesta por tres piezas de sección en «U» de 0’55 x 0’11 m., con una altura de caja de 0’07 m. Al Oeste del caldarium, separado de éste por los restos de praefurnium, y en posición oblicua a aparecen los restos de otra habitación completamente destruida de antiguo, de la

EL COMPLEJO ROMANO DEL ALAMILLO (PUERTO DE MAZARRÓN)

Figura 7.8.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Figura 7.9.

que se conservan dos muros haciendo esquina de 1’90 x 0’60 m., y 2’62 x 0’52 m. respectivamente, siendo la altura de ambos de 1’50. Están construidos con piedras de grandes dimensiones trabadas con cal. Al Suroeste de las termas, se localizan los restos de una canalización romana de 2 x 0’70 m. realizada con piedras de medianas dimensiones trabadas con cal, que atraviesa la carretera hacia la playa. El interior del canal tiene una altura de 0’14 m., y una luz de 0’10 cm. La sección de este canal es del tipo III de Biernacka Lubanska (FERNÁNDEZ CASADO, 1983, 358). En la actualidad, los restos de las habitaciones 1 a 8 y la balsa que está junto a ellas, se encuentran soterradas bajo los cimientos de unas construcciones modernas. Las termas y

332

canalizaciones se encuentran cubiertas bajo el terraplén de tierra existente junto a la carretera. La excavación de las termas ha proporcionado dos niveles de ocupación (Fig. 7.12): Nivel I - Uso moderno de la finca en la que se había construido una casa de campo sobre los restos romanos. A ella pertenecen el superficial general del yacimiento y la rampa de acceso a la casa moderna. Nivel II - Ya perteneciente a época romana se subdivide a su vez en cuatro subniveles: II A - Cegamiento de las estructuras y construcción de las canalizaciones cerámicas que atraviesan la carretera en dirección a las habitaciones del lado Sur (UU.EE. C1, C2, C3 y 1 del tepidarium).

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II B - Derrumbe de las paredes y techos (UU.EE., 2 y 3 del caldarium). II C - Abandono de las estructuras exhumadas (UU.EE. 4 del caldarium, 2 y 3 del tepidarium y 11 y 12 del praefurnium). II D - Uso de las termas (UU.EE. 5, 6, 7, 8 y 9 del caldarium y 4 y 5 del tepidarium Cronológicamente, y en función de los escasos materiales con valor cronológico relativo aportados por la U.E. 2 del caldarium, (terra sigillata hispánica de la forma Drag. 33),

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

del yacimiento más codiciada por las empresas promotoras, sufriendo como consecuencia diversas agresiones, algunas de los cuales han infringido daños irreparables al yacimiento(17). Las estructuras de la zona Noreste se han conservado en mejor estado. Por fortuna, la entrada en vigor de la ley de costas, que prohíbe construir a menos de 100 m. de la orilla del mar, ha contribuido a conservar lo poco que queda de la villa a este lado de la carretera. Los trabajos de excavación que hemos llevado a cabo durante el invierno de 1989-90 han permitido completar la planta general del establecimiento, así como determinar el marco económico en el que se debe incluir el mismo. Sector Noreste (Fig. 7.13) Figura 7.10.

podemos establecer una fecha para el abandono y derrumbe de las termas como tales (niveles IIB y IIC) alrededor del último cuarto del siglo I d.C. o primeros años del II d.C. Los fragmentos informes de terra sigillata gálica incrustados en el alisado del pavimento del tepidarium y en la argamasa que une los tubos parietales de calefacción del caldarium proporcionan una cronología relativa para el nivel IID de la segunda mitad del siglo I d.C. La falta de material significativo en el estrato 1 del tepidarium sobre el que se asientan las conducciones cerámicas no permiten establecer una cronología fiable para este momento (nivel IIA). A pesar de ello, en base a las fechas establecidas para los niveles IIB y IIC es indudable que estas canalizaciones se construirían en una fecha imprecisa posterior a los primeros años del siglo II d.C. II.4. Lado Sur de la nacional 332 Área de servicio

Por su buena situación junto al mar, ésta ha sido el área

334

Este sector ofrece, como hemos indicado más arriba, las mejores condiciones de toda esta parte del yacimiento, ya que a pesar del desfonde llevado a cabo para aplanar la pequeña loma bajo la que se encuentra el mismo -completamente horizontalizada en el momento de comenzar la excavación-, el encontrarse en una zona de mínima pendiente lo protegió de forma más efectiva que en el sector Noroeste, que ocupaba la cima del montículo. Así y todo, tanto los muros como los pavimentos se encuentran seriamente afectados, apreciándose las marcas de la máquina desfondadora por toda la superficie. Las habitaciones se ordenan en torno a un patio, del que se exhumaron parcialmente dos paramentos, haciendo esquina, de 0’60 m. de anchura: a) muro Sur (U.E. 1095) con una sola hilada de piedras medianas trabadas con tierra; conserva una longitud de 8’5 m., y una altura de 0’30 m., b) muro este (UU.EE. 1001, 1038, 1101 y 1089) con tres hiladas de piedras medianas de 0’40 m. de altura total, realizado con la misma técnica constructiva, que atraviesa la carretera y del

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Figura 7.11. El Alamillo. Puerto de Mazarrón (Murcia). Plano Planta cuadrículas 2.3 y ampliación Este.

que pudimos excavar una longitud de 14’50 m. El pavimento de este patio es de tierra apisonada. Habitación 9 (Fig. 7.14)

Con unas dimensiones de 8’5 x 4 m. es, con mucho, la que más datos ha aportado sobre la actividad económica que desarrolló este establecimiento. Pavimentada con un suelo de cantos rodados y argamasa gris impermeable, en su interior se distribuyen seis piletas cuadrangulares para la fabricación de salsas de pescado, de las que dos -nºs 1 (U.E. 1022) y 2 (U.E. 1023)-, presentan unas dimensiones inusualmente pequeñas -0’55 x 0’55 m.-, con una profundidad de 0’50 m. Al exterior de ellas, por sus lados Sur y Este, el opus signinum de las piletas se prolonga formando unos canales de sección cóncava y poca profundidad (UU.EE: 1026 y 1026 A), casi inapreciables, que reconducirían el agua rebosada hacia el pavimento de la habitación (U.E. 1024), en el que no se aprecia sin embargo ningún canal o rebosadero que desaguara hacia el exterior de la misma. Las otras cuatro piletas UU.EE. 1020, 1021, 1060 y 1061, (fig. 7.15)-, situadas en per-

pendicular a ellas y alineadas entre sí, miden 1’50 x 1’50 m., con una profundidad de 0’90 m. tienen en el fondo una cubeta circular en tres de los casos -UU.EE. 1020, 1021 y 1060-, y cuadrangular en el cuarto -U.E. 1061- para facilitar las tareas de limpieza, ausentes en las dos pequeñas. Por lo demás la técnica constructiva es similar en todas ellas: excavadas en el terreno natural, van revestidas por un doble opus signinum rojo de excelente calidad. En la unión de paredes y suelo, y en los ángulos de las paredes, unas medias cañas de sección circular sirven para reforzar las uniones de los paramentos. El paso entre las piletas no está definido por ningún tipo pasillo, realizándose por los escasos 0’40 m. que separan una de otras, pavimentados, como ellas, con opus signinum rojo. Los muros que delimitan esta habitación, de 0,60 m. de anchura, están realizados con piedras de medianas dimensiones trabadas con tierra, muy deteriorados. Se conserva parte del Oeste (U.E.1001), Norte (U.E. 1030) y Sur (U.E. 1019), habiendo desaparecido por completo el muro Este. Al Sureste se abre una puerta de 1’20 m. de anchura.

335

MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Figura 7.12.

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EL COMPLEJO ROMANO DEL ALAMILLO (PUERTO DE MAZARRÓN)

Figura 7.13.

Habitaciones 10, 11 y 12 (Fig. 7.14)

Se encuentran al Oeste de la anterior, separadas de esta por un muro medianero de 9 x 0’60 m. (U.E. 1001), realizado con piedras de medianas dimensiones trabadas con cal, cuyo alzado sólo conserva 0’25 m. En su lado Este -cara que da a la habitación 9- se advierten restos de enlucido amarillo, y hay que notar la ausencia de puertas de comunicación. La habitación 11, de 3’50 x 3’50 m., centra el conjunto, al que se accede desde el exterior a través de una puerta de 0’70 m. de anchura, colocada en la intersección con la estancia 10. Flanqueándola por el Norte y por el Sur las habitaciones 10 y 12, de 3’50 x 2 m., se comunican con ésta a través de sendas puertas de 0’60 m. de anchura. Los muros divisorios de estos espacios (UU.EE. 1018 y 1019) están realizados con piedras de medianas dimensiones trabadas con tierra. Los pavimentos (U.E. 1025, 1025 A y 1025 B) son iguales en las tres, realizados con argamasa gris y piedrecillas de rambla, sobre un rudus de cantos rodados y argamasa U.E. 1025 C). La unión de los muros con el suelo se realiza mediante

Figura 7.14.

unas medias cañas de cuarto de círculo de 0’10 m. de radio, que recorren todo el perímetro de la habitación, incluidas las puertas. Sobre estos pavimentos, y separados de los mismos por un estrato formado por ladrillos quemados (U.E. 1014), que cubre igualmente los muros medianeros, se advierten restos de una segunda pavimentación (U.E. 1099) formada por una capa de cal blanquecina alisada, que se une directamente al muro que las separa de la habitación 9 en las habitaciones 10 y 11. En la parte Este de la habitación 12, este segundo suelo se une a un enlosado de ladrillos bipedalis (U.E. 1099 B) alisados con una capa de cal blanca (U.E. 1099 A) que ocupan una superficie de 2 x 1 m., uniéndose con el muro Este por medio de una pequeña moldura cóncava hecha con cal. Este conjunto se cierra al exterior por los muros Sur, que aquí conserva dos hiladas, Oeste, con una hilada, y Norte, con una sola hilada. Habitación 13

Se encuentra situada al Este de las anteriores. Es un gran espacio de 7’5 x 6 m. al que se accede desde el patio a través

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

de una puerta abierta en el muro Oeste de 0’80 m. de anchura, cuyo umbral está enlucido con cal blanca. El interior de esta estancia está pavimentado con tierra apisonada (U.E. 1083). Todos los paramentos presentan la misma técnica constructiva: asentados directamente sobre los aportes de rambla que constituyen el terreno virgen en esta zona, se realizan con piedras de mediano tamaño trabadas con tierra y ripios. El estado de conservación de estas estructuras es considerablemente mejor que las del resto del yacimiento: el muro Sur (U.E. 1090) conserva una altura media de 0’56 m. -5 hiladas-, el muro Este (U.E. 1068) tiene una potencia máxima de 0’50 m. -4 hiladas-, y por último el muro Oeste (U.E.1089) presenta una altura de 0’40 m. -3 hiladas-. La existencia de una pedriza moderna ha cortado parte de los muros Oeste y Este, destruyendo por completo el muro Norte que cerraría el conjunto. En el centro de la habitación se encuentra la base de una pilastra de caliza (U.E. 1097) estructurada en dos volúmenes: una base cúbica de 0’47 m. de lado rematada por un módulo cilíndrico de 0’37 m. de diámetro, tallado todo ello en un mismo bloque. Esta pilastra está asentada sobre una plataforma circular de 0’90 m. de diámetro construida con cal y cantos rodados (U.E.1097 A). La situación de esta estructura hace pensar en un elemento de sostén de techumbre cuyo alzado debió ser de madera. En la parte distal del muro Este y adosado a la cara interna de la misma se encuentran los restos de un horno (U.E. 1098) de 1’70 x 1’30 m., construido con adobes rojos y reforzado al interior con ladrillos de 0’20 x 0’20 m. con un grosor de 0’02 m., en cuyo fondo aparecieron algunos fragmentos de cerámica común de cocina romana. Habitaciones 14 y 14 A

Adosadas a la pared Sur del patio y a continuación de las habitaciones 9 a 12, se exhumaron una serie de muros que delimitan un espacio -14 y 14 A- muy transformado y en mal estado de conservación. La habitación 14, es de reducidas dimensiones 1’5 x 3’5 m. Los muros que la delimitan (UU.EE. 1103, 1092, 1093 y 1094) están realizados con piedras de medianas dimensiones trabadas con ripios y tierra, a excepción del muro Norte que está realizado con piedras de mediano tamaño trabadas con cal (1103). El estado de conservación de estos paramentos es variable oscilando entre tres hiladas -muros Este (U.E. 1094) y Oeste (U.E. 1092)- y una hilada -muro Sur (U.E. 1093)-. El pavimento (U.E. 1065) es de tierra apisonada de color rojiza

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con un fuerte buzamiento en dirección Sur-Norte. La 14 A es un pequeño espacio de 2 x 1 m. adosado al muro Sur del patio. El interior de esta estancia está relleno por un estrato de ladrillos quemados (1064 A). Habitaciones 15, 16 y 17

Situadas entre la 9 y 13, las dos primeras forman prácticamente un solo espacio rectangular de 5 x 3,20 m. delimitado por las UU.EE. 1030, 1038, 1048 y 1049, que constituyen las cimentaciones de los muros que en su día cerraban este espacio. Con 0,60 m. de anchura, los dos primeros están realizados con piedras de medianas dimensiones trabadas con tierra, mientras que los dos últimos son de argamasa y piedras. La separación entre las habitaciones 15 y 16 se efectúa gracias a un murete de 2,40 m. de longitud perpendicular al 1049 del que se conserva una sola hilada, comunicándose ambos compartimentos a través de un vano de 1 m. de anchura. El interior de estas habitaciones se encontraba completamente desfondado de antiguo. Adosada a las anteriores y a la habitación 13 tenemos un espacio rectangular de 5’20 x 2’40 m. (habitación 17) cerrado por las UU.EE. 1101, 1049, 1079 y 1090. Como en el caso anterior la estratigrafía aquí se encontraba alterada por desfondes modernos de nivelación del terreno. Sector Noroeste (Fig. 7.4)

En este sector las estructuras han desaparecido casi en su totalidad, quedando apenas las cimentaciones de algunas habitaciones. Por su estado de conservación, destaca la presencia de un muro de 12 m. (U.E. 1082) que discurre en dirección Suroeste-Noreste, cuyas características arquitectónicas apuntan a un posible cierre. El muro está construido con piedras de mediano y gran tamaño trabadas con mortero de cal y ripios de trabazón; su anchura oscila entre los 0’55 y 0’60 m., mientras que su alzado en la parte mejor conservada llega hasta los 0’70 m. correspondientes a 4 hiladas de piedra. A partir de este lienzo de muro principal se disponen una serie de habitáculos de diferentes dimensiones que no forman una unidad constructiva, aunque sí espacial. La habitación 18, ubicada en la cara Suroeste del muro principal, de 4 x 4 m., no conserva restos de pavimento, y es la única que podría relacionarse constructivamente con él. Dispuesta casi simétricamente a la anterior, pero en la cara Norte del gran muro, se encuentra la habitación 19, de la cual queda tan sólo una hilada del muro Norte con 4 m. de longitud y 0’50 m. de anchura; su pavimento es de tierra api-

EL COMPLEJO ROMANO DEL ALAMILLO (PUERTO DE MAZARRÓN)

Figura 7.15.

sonada (U.E. 1116). De las restantes habitaciones sólo se conservan restos de los muros perpendiculares al muro principal, los cuales tampoco presentan unidad constructiva respecto al citado paramento, puesto que no solamente están realizados con piedras de medianas dimensiones unidas a hueso, sino que además se disponen espacialmente como compartimentaciones de posterior reaprovechamiento. Las dimensiones de sus muros oscilan entre los 1’50 y 2 m. de longitud, y los 0’40 a 0’50 m. de anchura, conservando en su mejor parte hasta tres hiladas de piedras. Al Este de este conjunto se disponen los restos de otra habitación de 5 x 5 m., de cuyos muros (U.E. 1034, 1035 y 1035 b) sólo restan algunas piedras correspondientes a su cimentación. Su sistema constructivo es similar al de las anteriores, es decir, piedra a hueso sin escuadrar. Conserva restos de un pavimento de cal (1031). Al Oeste de esta última estancia destaca por su interés la presencia de un vertedero romano, formado por cinco grandes oquedades excavadas en el terreno natural, de 0’60 m. de profundidad (UU.EE. 1124, 1125, 1126, 1127 y 1128), que estaba completamente relleno de cenizas y abundante material cerámico (U.E. 1070). Durante la excavación de esta zona hemos distinguido tres niveles de utilización del yacimiento: Nivel I. - Superficial general del yacimiento. Incluye las UU.EE. 1000 (tierra marrón de labor con escombros producidos por el destrozo producido por los repetidos trabajos modernos de nivelación del terreno) y 100A (tierra marrón compacta con raíces).

Nivel II.- Amortización del establecimiento, comprende las UU.EE. 1020 A, 1020 B, 1020 C y 1020 D -rellenos pileta 1020-, 1021 A -relleno pileta 1021- 1022 A -relleno pileta 1022-, 1023 A -relleno pileta 1023-, 1060 A -relleno pileta 1060-, 1061 A -relleno pileta 1061-, 1002 -colmatación habitaciones 10, 11 y 12 -, 1098 A -relleno horno 1098) y 1083 -colmatación habitación 13-. Nivel III.- Momento de uso del complejo, se divide a su vez en dos subniveles: III B.- Corresponde al momento en que se efectúan una serie de reformas, tales como el nuevo enlucido de las piletas de la habitación 9 (UU.EE. 1020 E, 1021 B, 1022 B, 10203 B, 1060 B, y 1061 B), la repavimentación de las habitaciones 10, 11, y 12 y la reestructuración de las 14, 15 y 16; comprende las UU.EE. 1014, 1048, 1049, 1064 A, 1079, 1082, 1094, 1099, 1099 A, y 1106. III A.- Señala el inicio de la vida de este establecimiento. A él pertenecen las UU.EE. 1001, 1018, 1019 , 1020, 1021, 1022, 1023, 1024, 1025, 1025 A, 1025 B, 1025 C, 1026, 1026 A, 1030, 1031, 1034, 1035, 1035 B, 1038, 1058, 1060, 1061, 1065, 1092, 1093, 1095, 1097, 1097 A, 1098. 1105 y 1108. Los materiales recuperados en la UU.EE. 1023 A -colmatación de la pileta 1023 de la habitación 9- compuestos por cerámica africana de engobe rojo producida en A2 -formas Hayes 16 y 27-, señalan una fecha para el nivel II del yacimiento a este lado de la carretera en torno a la segunda mitad-finales del siglo II d.C., con una posible prolongación en los primeros años del III d.C. El nivel III B, al que corresponden las modificaciones

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

señaladas, queda fijado alrededor del último cuarto del siglo I d.C., en función de los fragmentos cerámicos recuperados en la U.E. 1014 que colmataba la primera pavimentación de las habitaciones 10, 11 y 12, entre lo que se encuentran producciones gálicas -forma Drag. 24/25-, africanas de engobe rojo en A1, A1/2 -formas Hayes 3A y 3B- y africanas de cocina -formas Hayes 23A y 197-. El nivel III A, correspondiente a la fundación de la villa, podemos situarlo en la segunda mitad del siglo I d.C., como demuestran los fragmentos de terra sigillata gálica incrustados en el signinum del primer enlucido de las piletas de la habitación 9. La cronología propuesta para el periodo de ocupación de la villa queda confirmada por el depósito estratigráfico que rellenaba el vertedero del sector Noroeste del lado Sur de la carretera (U.E. 1070), que aportó fragmentos de terra sigillata gálica -formas Drag. 24/25, 27, 15/17, 18 y 37- junto a producciones africanas tempranas de engobe rojo en A1 -formas Hayes 3A, 8A y 9A- y fragmentos de lucernas del tipo Bailey P grupo I Para las copas 24/25 se proponen una cronología claramente Julio-Claudias (HOFMANN, 1986, 59; CONIMBRIGA IV, 1975, 92), aunque en algunos casos, como el de Culip IV, pueden llegar a época de Vespasiano (NIETO, 1986, 89). Las características formales y técnicas de los fragmentos de copas del tipo 27 halladas en este contexto arrojan una cronología similar a la forma anterior. Los platos 15/17 y 18 confirman este extremo, con una gran difusión a partir de la segunda mitad del siglo I y hasta finales del mismo (OSWALD-PRICE, 1984, 114-117, 120-121; CONIMBRIGA IV, 1975, 93; BOURGEOIS-MAYET, 1991, 101; FICHES-GUYPONCIN, 1978 190;Nieto, 1986, 88). El vaso decorado Drag. 37, si bien se encuentra ya constituido formalmente en la segunda mitad del siglo I d.C., presenta un floruit en los reinados de los emperadores Vespasiano y Trajano (HERMET, 1934, 6). La lucerna del tipo Bailey P, grupo I, se data en el primer cuarto del siglo II d.C. (BAILEY, 1980, 314-335; AMANTE SÁNCHEZ, 1993, 97). Los vasos africanos de engobe rojo de las formas Hayes 3A, 8A y 9A, se encuentran ya en pleno siglo II (HAYES, 1972, 35 y 37; CARANDINI-TORTORELLA, 1981, 27) aunque alguna de ellas, como la·3A, pueda remontarse a los años finales de los reinados de Nerón y Domiciano (HAYES, 1972, 35). El último momento de uso del complejo (nivel II) se

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documenta como hemos visto por los depósitos de colmatación del interior de las piletas, entre los que el más fructífero es la U.E. 1023A, que constituye la colmatación de la pileta 1023. De esta U. E. proceden cerámicas africanas de engobe rojo producida en A2 de las formas 16 y 27 de Hayes. El tipo Hayes 16 aparece a partir de la segunda mitad del siglo II, pudiendo llegar sin dificultad hasta la primera mitad del III (LAMBOGLIA, 1941, 13, 3a; HAYES, 1972, 42; CARANDINI-TORTORELLA, 1981, 32), coincidiendo en el tiempo con la forma 27 (HAYES, 1972, 51; CARANDINI-TORTORELLA, 1981, 32; BOURGEOIS-MAYET, 1991, 238). Ello proporciona unas fechas para el nivel IIIB, momento en que se abandona el establecimiento, de la segunda mitad-finales del siglo II d. C., con una posible prolongación en los primeros años del III d. C. La presencia de la balsa de riego con sus canalizaciones, así como las piletas de salazón de la habitación 9, nos llevan a asignar a este establecimiento una doble actividad

económica: por un lado parece clara la explotación agrícola de la zona situada al Norte de la actual carretera CartagenaMazarrón, posiblemente dedicada a cultivos de regadío favorecidos por el conjunto hidráulico arriba estudiado. Una segunda actividad, en este caso relacionada con la pesca, sería la fabricación de garum a pequeña escala, bien para su comercialización, bien para un uso mucho más limitado. Esta doble dedicación es frecuente en establecimientos costeros de similares características y cronología (LEVEAU 1984, 254 y ss).

EL COMPLEJO ROMANO DEL ALAMILLO (PUERTO DE MAZARRÓN)

El Alamillo. Habitación 9. Selcuencia estratigráfica.

El Alamillo. Habitaciónes 10 a 12. Secuencia estratigráfica.

El Alamimllo. Habitación 13. Selcuencia estratigráfica

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

El Alamillo. Habitación 14 y 14A. Selcuencia estratigráfica

BIBLIOGRAFÍA

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EL COMPLEJO ROMANO DEL ALAMILLO (PUERTO DE MAZARRÓN)

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NOTAS

(1) Coordenadas UTM hoja 976 del MME (Mazarrón): Loma del Alamillo: 30-SXG547-602; Complejo romanoimperial: 30-SX-G5-42-6-06. (2) Siete ejemplares, cuatro del tipo 1A y tres del tipo 1C. (3) Siete ejemplares. (4) Nueve ejemplares. (5) La ocupación romana de esta zona puede llevarse a época bajorepublicana, como lo documentan la Villa de la Loma del Alamillo excavada por nosotros durante el invierno y primavera de 1987, y la cercana villa del Rihuete excavada por P. San Martín en 1977. (6) Durante el invierno de 1989, llevamos a cabo la excavación completa de la balsa. La memoria correspondientes a estos trabajos se encuentra en preparación. (7) Sólo se conservan bien a lo largo del muro Sur, apreciándose resto al pie del muro Este. En las demás uniones se pueden apreciar las improntas de las medias cañas. (8) El escaso material de esta interfacie de estrato se compone de 50 fragmentos de cerámica entre los que se encuentran paredes informes de cerámica común romana y moderna, junto a loza vedrío y restos de elementos constructivos .tégulas, ímbrices, tejas y ladrillos. (9) La primera de ellas (U.E. 119) aportó tan sólo un fragmento indeterminado de cerámica común romana, mientras que la segunda (U.E. 120) proporcionó un fragmento de cerámica común romana, una pared de loza y una pared de cerámica común moderna. (10) No proporcionaron material arqueológico. (11) Ambas arqueologicamente estériles. (12) El acueducto fue topografiado y documentado por nosotros en el verano de 1986, contando con la colaboración del arqueólogo José Manzano Martínez, y del topógrafo José Luis Montero. (13) La primera campaña dirigida por nosotros en el verano de 1987 puso al descubierto en la parte Norte de la carretera parte de las termas de la villa, y en el lado Sur restos de conducciones de agua. La segunda campaña dirigida por M. Pérez Bonet durante el invierno de 1988 en lado Norte aporto un grupo de 8 habitaciones junto con instalaciones hidráulicas. Por último durante el invierno de 1990 y contando con la colaboración de M. Pérez Bonet, abordamos la excavación completa de la zona Sur de la carretera, donde se pusieron de manifiesto restos de instalaciones industriales. Todos estos trabajos fueron auspiciados por el Centro regional de Arqueología dependiente del Servicio Regional de Patrimonio de la Comunidad Autónoma de Murcia. (14) En la actualidad estas pinturas están siendo estudiadas por M.ª de los Ángeles Martínez Villa, que las incluye en su Tesis de licenciatura. (15) El enlucido de las paredes solamente se conserva a unos 10 cm. del pavimento, habiendo desaparecido en el resto de la superficie de los muros. (16) Su diámetro es relativamente pequeño no excediendo de los 0'20 m. (17) Con anterioridad a 1986 esta parte del yacimiento sufrió una primera agresión con medios mecánicos que destrozó gran parte del mismo. En septiembre de 1986 se llevó a cabo por parte de una empresa urbanizadora otro desfonde siendo parado el mismo por la Dirección Regional de Patrimonio de Murcia.

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EXCAVACIÓN ARQUEOLÓGICA DE URGENCIA EN «LOS DIEGOS» (URBANIZACIÓN EUROPA) LOS ALCÁZARES

José Antonio Egea Sandoval

MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

ENTREGADO: 1991

EXCAVACIÓN ARQUEOLÓGICA DE URGENCIA EN «LOS DIEGOS» (URBANIZACIÓN EUROPA) LOS ALCÁZARES

JOSÉ ANTONIO EGEA SANDOVAL

Resumen: La excavación sacó a la luz una pequeña balsa de 7,45 x 13,70 m. que, mediante un corto canal se une con otra balsa menor (posiblemente de decantación), de 4,20 m. de lado, de cronología romana con posible

fecha de construcción en el s. I d. C. En el entorno pudo delimitarse un yacimiento con materiales arqueológicos datables desde época tardorrepublicana hasta el s. III d.C.

I. MOTIVO DE LA ACTUACIÓN

II. SITUACIÓN GEOGRÁFICA, LOCALIZACIÓN, CARACTERÍSTICAS

ARQUEOLÓGICA

DEL ENCLAVE Y SU COMUNICACIÓN

En el paraje denominado «Los Diegos», próximo a Los Narejos, en el municipio de Los Alcázares, un vecino presentó un aviso al Excelentísimo Ayuntamiento de dicha localidad, de la existencia de unas balsas soterradas situadas en los terrenos propiedad de la Urbanización Europa, que van a ser urbanizados próximamente (acción prevista por la Concejalía de Urbanismo, dentro del Plan Parcial urbanístico de dicho municipio). A raíz de este descubrimiento, se procedió a la excavación arqueológica de la zona, con procedimiento de urgencia. Los trabajos arqueológicos comenzaron el día 15 de mayo de 1990, prolongándose hasta el día 4 de junio del mismo año. En las labores arqueológicas figuran como participantes: - José Antonio Egea Sandoval, Director de la Excavación. - María Jesús Sánchez González, Dibujante (Licenciada en Arqueología e Historia Antigua). - Dos peones, cedidos por la concejalía de Urbanismo del Excelentísimo Ayuntamiento de Los Alcázares. .- Colaboración de un grupo de estudiantes de la especialidad de Arqueología e Historia Antigua.

Este yacimiento se halla situado a unos 2 km, del actual municipio de Los Alcázares, en dirección N.E. y a unos 100 m de la carretera local que comunica dicha población con la de Santiago de la Ribera, concretamente en el paraje denominado «Los Diegos» (fig. n.º 1). Su localización es de 37 grados 45 minutos 42 segundos de Latitud Norte y a 2 grados 51 minutos 10 segundos de Longitud Este, según el Servicio Geográfico del Ejército, carta correspondiente a San Javier. Con una altitud de 8’5 m. sobre el nivel del mar, sobre una llanura costera, que dista unos 900 m. de la actual línea de costa del Mar Menor, concretamente de Punta Galera. En su entorno, hacia el Noreste, aún quedan tierras de laboreo agrícola, mientras que hacia el Sur y el Oeste, la actual población de Los Narejos en su expansión ha llegado a insertar este yacimiento en el contexto urbano. Hacia el Sureste, encontramos una zona de Salinas próxima al Mar Menor, hoy día desecadas para su próxima urbanización. Al establecer la situación exacta dentro del Plan Parcial Urbanístico de Los Alcázares, correspondería al solar n.º 19

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EXCAVACIÓN ARQUEOLÓGICA DE URGENCIA EN «LOS DIEGOS» (URBANIZACIÓN EUROPA), LOS ALCÁZARES

La noticia también queda reflejada en C. Belda, Proceso, pp. 146-147, lám. 3. En base a la estructura arquitectónica, parecen situar su momento de esplendor a partir del s. III d. C. Esta Villa fue declarada monumento nacional por decreto del 3 de junio de 1931, aunque fue destruida en fecha imprecisa. Por el contrario, al intentar encontrar una documentación escrita y gráfica referentes al yacimiento que a nosotros nos ocupa, por el momento, los resultados han sida infructuosos. Sin embargo, esperamos aportar datos al respecto, al finalizar la elaboración de la memoria definitiva. IV. PLANTEAMIENTOS ARQUEOLÓGICOS O METODOLOGÍA DE ACTUACIÓN. PROBLEMÁTICA

Figura 1. Localización geográfica del yacimiento.

de la Urbanización Europa en la confluencia de las calles: .-Avenida de Europa .-Calle Atenas .-Vía Parque III. ANTECEDENTES HISTÓRICOS

Aunque los antecedentes históricos son muy escasos, en este apartado incluimos un breve repaso a las investigaciones llevadas a cabo, con anterioridad a nuestra intervención. La estratégica situación geográfica de nuestra región, unida a la explotación de sus fuentes de riqueza ocasionaron su rápida ocupación desde muy antiguo, constatada en la existencia de diversos enclaves romanos a lo largo del litoral murciano. Centrándonos en el área de Los Alcázares, la existencia de una Villa romana en la zona situada en tierras del Marqués de Orduño y situada directamente frente al mar queda reflejada por González Simancas, en su Catálogo Monumental, pp. 394-396, donde recoge la noticia original publicada en la Gaceta del Constructor, suplemento de la Revista de Arquitectura, n.º 15 del año XIV, 10 de abril de 1887. Esta Villa fue excavada por el arquitecto D. José Ramón Berenguer entre los años 1858 y 1860.

Nuestra actuación se inició con el establecimiento de dos áreas de estudio: 1.- Delimitación, limpieza y vaciado de las estructuras o balsas soterradas. 2.- Prospección sistemática del entorno o área circundante. El objetivo de la excavación, en un principio, fue documentar cronológicamente el momento de construcción de las balsas, así como una delimitación exacta de los terrenos del área circundante (en los cuales aparecen restos materiales), para un posterior estudio. Por otra parte, el trabajo se centró en el estudio escrito y gráfico de las estructuras soterradas, a través de la recuperación de materiales, pues, la documentación estratigráfica no fue posible debido a la colmatación de las balsas con material de relleno. Para subsanar dicho vacío, decidimos el planteamiento de un corte, situado entre ambas estructuras, que nos aportara la conexión de éstas, así como la posible documentación estratigráfica. El punto 0 (cero), se situó en una tapa de alcantarillado, situada en la confluencia de las calles: Calle Atenas - Calle La Haya - Avenida Europa, a 8,5 m. sobre el nivel del mar y a unos 25 m. de la zona excavada. Área de estudio n.º 1:

Una vez establecido el eje de coordenadas en sentido longitudinal a las estructuras, para facilitar el estudio, dibujo y apertura de cortes, se procedió a la limpieza general de la zona a excavar. Las labores de vaciado de las balsas se realizaron con

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

medios mecánicos, aunque la limpieza de paredes y fondo hubo que realizarla manualmente. En primer lugar la actuación se centró en la estructura n.º 1, que tenía una colmatación de sedimentos aproximadamente a la mitad de su capacidad. Una vez retirada la tierra de su interior, la actividad se centró en la apertura de un corte en la zona contigua al alzado Sur de la estructura n.º 1, con unas dimensiones de 3 x 3 metros, profundizando unos 30 - 40 cm. aproximadamente, dejando al descubierto la totalidad del canal que une ambas estructuras al que llamaremos estructura n.º 3. Una vez limpiado el nivel superficial, al extraer el nivel I, la tierra de coloración rojiza aportó escasos restos materiales. Posteriormente, delimitamos la estructura n.º 2 confirmando su forma rectangular, así rebajamos en su interior una capa de 60 cm. aproximadamente, aportando escasos fragmento de cerámica común y vasijas de almacenamiento, así como un ladrillo cuadrado de 22,5 x 22,5 cm. A continuación establecimos un sector de actuación en la zona Norte de dicha estructura, con unas dimensiones aproximadas de 3 x 7 m.; vaciando éste hasta una profundidad de 2,60 m. tocando fondo donde se comprobó su enlucido de Opus Signinum. La limpieza total de este sector no fue posible a causa de la aparición del nivel freático así como el peligro que suponían las paredes desplazadas de dicha estructura.

- un fragmento de ladrillo circular. Basándonos en el material recogido y en el estudio del terreno, decidimos establecer tres áreas de actuación arqueológica (figuras 2 y 3): - Área n.º 1. Comprende la zona abandonada de roturación agrícola, posiblemente por la dificultad de cultivo. En ella el material es abundante con posibilidad de estructuras soterradas. - Área n.º 2. Correspondería a la zona contigua a la anterior, actualmente roturada y cultivada, en donde el material de superficie es abundante pero la posibilidad de estructuras soterradas es menor. - Área n.º 3. Zona roturada y cultivada en su totalidad, de gran amplitud y donde el material arqueológico de superficie es escaso y muy disperso, desplazado posiblemente por las labores de roturación efectuadas en los terrenos.

Área de estudio n.º 2:

Las labores de prospección comenzaron examinando la información previa, que existe sobre la zona de interés. Así los datos necesarios los recogimos a través de mapas topográficos y fotografías aéreas facilitadas por el Ayuntamiento. La prospección intensiva de la zona la comenzamos mediante una inspección directa y exhaustiva de la superficie del terreno, a través de un equipo formado por 5 personas, separadas a intervalos regulares y recogiendo el material de superficie significativo. Dicho material ofrece una variedad de fragmentos que exponemos a continuación: -fragmentos de cerámica común. - fragmentos de cerámica Campaniense B. - fragmentos de cerámica Terra Sigillata Hispánica. - fragmentos de cerámica Terra Sigillata Clara A. - fragmentos de vasijas de almacenamiento (Dolias y ánforas). - fragmentos de cerámica Terra Sigillata Sudgálica. - fragmentos de Tegulae. - fragmentos de pavimento de Opus Signinum. - fragmentos de mortero de cal.

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Figura 2. Planimetría de la zona.

EXCAVACIÓN ARQUEOLÓGICA DE URGENCIA EN «LOS DIEGOS» (URBANIZACIÓN EUROPA), LOS ALCÁZARES

Figura 3. Fotografía aérea realizada en agosto de 1971, a 800 m. de altitud.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

V. DESCRIPCIÓN O REGISTRO DE ESTRUCTURAS. (FIGURAS 4 y 5) ESTRUCTURA N.º 1

Esta estructura posee una forma cuadrada con las siguientes dimensiones: - Interiores: 3 x 3 m. - Exteriores: 4,20 x 4,20 m. - Profundidad: 1,60 m. El grosor de sus muros es de unos 60 cm. aproximadamente, realizados en argamasa de cal, trabada con piedras de tamaño pequeño y mediano, fauna malacológica y pequeños fragmentos de cerámica. Realizada mediante la técnica constructiva del encofrado, presentando en su interior las marcas o improntas de cañas o ramas que formarían los paneles de encofrado y que posteriormente facilitarían el enlucido (hoy desaparecido en su totalidad). El fondo de dicha estructura está enlucido de Opus Signinum con una media caña alrededor para asegurar su unión a las paredes. Este enlucido se encuentra en perfecto estado de conservación, y entre sus fragmentos de cerámica, encontramos un fragmento de pared de Terra Sigillata Sudgálica. La balsa presenta dos orificios, uno de entrada de agua o posiblemente un aliviadero situado en el alzado Norte de unos 60 cm. de ancho y 12 cm. de profundidad. El otro orificio está situado en el alzado Sur y es el que se comunica con la estructura n.º 2 a través de un canal o estructura n.º 3. Este orificio presenta un enlucido de Opus Signinum de 1,5 cm. de grosor y terminado en media caña a ambos lados del interior de la pared sur de la estructura. Posee unas medidas de 35 cm. de ancho por unos 20 cm. de profundidad. ESTRUCTURA N.º 2

De forma rectangular, realizada al igual que la estructura n.º 1 en argamasa de cal, trabada con piedra de tamaño pequeño y mediano, fauna malacológica y pequeños fragmentos de cerámica. Sus medidas aproximadas son de 13,70 m. de longitud por 7,45 m. de anchura. Las paredes tienen un grosor aproximado de 60 cm., y se encuentran desplazadas de su posición original hacia el interior en su totalidad, lo cual hace muy peligrosa la acción de trabajar en ella. Está realizada también mediante la técnica constructiva del encofrado, presentando las improntas de cañas o pequeñas ramas para facilitar su posterior enlucido (desaparecido en su totalidad). Por otra parte su profundidad es de 2,60 m. y su fondo, al igual que la estructura n.º 1 está enlucido de Opus Signinum.

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En el ángulo Noroeste, la esquina presenta una especie de contrafuerte, realizado en argamasa y piedras de poca consistencia, de ejecución posterior a la fabricación original de la balsa. En el alzado Norte posee un orificio, que hace posible la comunicación con la estructura n.º 1 a través del canal o estructura n.º 3. Las dimensiones de éste es de 35 cm. de ancho por unos 20 cm. de profundidad, aunque al estar desplazado no presenta su forma original. ESTRUCTURA N.º 3

Canal que une las estructuras n.º 1 y n.º 2, en sentido longitudinal y con dirección Norte-Sur. Sus dimensiones son de unos 35 cm. de ancho por unos 2,90 m. de largo. En cuanto a su sistema constructivo, está realizado en argamasa de cal, descansa sobre una base de piedras de un tamaño medio y una anchura de 70 cm aproximadamente, con unas paredes de 20 cm. de grosor y 20 cm. de profundidad, enlucidas de Opus Signinum, así como el fondo de dicho canal. Conserva en su totalidad la base y el enlucido de ésta, mientras que las paredes y su enlucido solamente se conservan en la zona Sur, en la unión con la estructura n.º 2. VI. DATOS ARQUEOLÓGICOS

Al aportar unos datos cronológicos sin un exhaustivo estudio de los materiales, éstos quedan sujetos a ser revisados posteriormente. No obstante el material cerámico recogido de la prospección del área circundante a las estructuras van perfilando la cronología del yacimiento. Los fragmentos hallados, pueden establecer una cronología que se remontaría a finales de la República, a juzgar por dos fragmentos de Campaniense B, mientras que el material cerámico más tardío que hemos recogido nos establecería una fecha tope del siglo III d. C., dicho material corresponde a fragmentos de Terra Sigillata Hispánica, Terra Sigillata Sudgálica y Terra Sigillata Clara A, que abarcarían una etapa cronológica desde el Siglo I d. C. hasta el siglo III d. C. VII. SITUACIÓN ACTUAL DEL YACIMIENTO

Al finalizar el periodo de excavación que tuvo una duración de 15 días, la situación actual del yacimiento es la siguiente: falta aún por excavar prácticamente la totalidad de la estructura n.º 2, la cual, podría aportarnos nuevos datos de interés científico, como podría ser la exacta funcionalidad de

EXCAVACIÓN ARQUEOLÓGICA DE URGENCIA EN «LOS DIEGOS» (URBANIZACIÓN EUROPA), LOS ALCÁZARES

Figura 4.

dichas balsas y su relación con el entorno. Sin embargo han sido cubiertas de nuevo con tierra, debido a la dificultad de continuar su vaciado y el elevado coste presupuestario que supondría la consolidación de los muros desplazados y el peligro que lleva consigo algún posible desplazamiento de los muros hacia el interior. Por otra parte, los posibles accidentes fortuitos de los veraneantes residentes en la zona. VIII. CONSIDERACIONES PRELIMINARES

La primera campaña de excavaciones arqueológicas en

«Los Diegos», en el municipio de Los Alcázares», permite establecer una serie de conclusiones provisionales de gran interés no sólo para un mejor conocimiento de la historia de Los Alcázares sino también, para favorecer un estudio cada vez más completo acerca de las construcciones hidráulicas romanas existentes en la región de Murcia. Estas conclusiones poseen un carácter estrictamente provisional, que los posteriores estudios confirmarán o modificarán en su caso. 1.- A través de los trabajos arqueológicos, se confirma la existencia en el municipio de Los Alcázares, de enclaves romanos en un área costera propicia para el asentamiento y explotación industrial. 2.- Las estructuras excavadas y realizadas en argamasa de cal, con un enlucido de Opus Signinum, confirman su adscripción cronológica a una etapa de la historia, netamente romana. 3.- Por el momento, la relación que tienen dichas estructuras, con el yacimiento que circunda a éstas nos es desconocida por completo, de ahí la necesidad de realizar sondeos en este sector, a fin de determinar la extensión e importancia de las posibles estructuras en esta parte del yacimiento. 4.- Una vez determinadas las dimensiones máximas del yacimiento existente, es preciso evitar con los medios oportunos, las posibles destrucciones que puedan ocasionarse en el avance urbanístico de la zona.

Figura 5.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

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LOS BAÑOS TERMINALES MINEROMEDICINALES DE ALHAMA DE MURCIA

José Baños Serrano

MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

ENTREGADO: 1995

LOS BAÑOS TERMINALES MINEROMEDICINALES DE ALHAMA DE MURCIA

JOSÉ BAÑOS SERRANO Ayuntamiento de Alhama de Murcia

Palabras clave: Alhama de Murcia, Baños, romano, islámico, moderno Resumen: El presente artículo analiza las complejas instalaciones de los Baños Termales de Alhama de Murcia desde una perspectiva histórica y arqueológica, mostrando la evolución arquitectónica que ha sufrido el edificio en sus más de dos mil años de utilización. Su construcción en época romana (Siglo I d. C.), diferenciando un baño termalmedicinal y otro de tipo recreativo, ha dejado paso a importantes modificaciones y reutilizaciones en el periodo islámico y cristiano que culminarán con la edificación de un hotel-balneario en el año 1848

Sumary: This paper analyses the complex facilities of the Thermal Baths of Alhama de Murcia from a historic and archeological point of view, showing the archeological development of the building throghout its over 2,000 years of history: its construction in the Roman period (first century A.D.) consisting of two different baths (a medical-thermal one and a recreational one); the important modifications and reuses of then in the Islamic and christian periods and, finally, the construction of a spa in1848.

I. INTRODUCCIÓN

a la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia. Esta primera excavación arqueológica se llevó a cabo en los meses de noviembre de 1989 a marzo de 1990(3) bajo la coordinación del Centro Regional de Arqueología y la colaboración del Ayuntamiento de Alhama de Murcia.

Dentro de la actual Región de Murcia, y hacia el centro del Valle del Guadalentín; se localizan los Baños Termales de Alhama, que son, junto con el castillo, los dos restos arquitectónicos que constituyen las señas de identidad de este municipio. La utilización de sus instalaciones durante más de dos mil años, nos ofrecen la posibilidad de estudiar parte de la historia de esta localidad cuyo origen está ligado a los afloramientos de aguas termales, sin duda uno de los factores que mayor importancia han tenido a la hora de justificar la ocupación del lugar desde la antigüedad hasta nuestros días. El reconocimiento del interés de tales restos arqueológicos se logró con la declaración de Monumento Histórico-Artístico de carácter nacional en 1983(1), continuando en 1986 con las primeras actuaciones de restauración(2) y posteriormente con los primeros planteamientos de estudio, excavación y restauración en 1989 tras las transferencias de cultura

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II. SITUACIÓN Y ENTORNO (Lám. 1, Fig. 1)

El emplazamiento es al pie del Cerro del Castillo, a unos 202 m. de altitud, en la hoja 933 (26-37) del MME, con coordenadas UTM 30SXG387908. En torno a los Baños, se extiende la población de Alhama de Murcia en la margen izquierda del río Guadalentín, y al abrigo de las sierras de la Muela y de Espuña. Queda plenamente justificada la ubicación debido al aprovechamiento de los afloramientos naturales de agua caliente, que llegan al pie del cerro procedentes de la sierra de la Muela y que han sido utilizadas desde la antigüedad con diversos fines.Desde el punto de vista geoló-

LOS BAÑOS TERMALES MINERO-MEDICINALES DE ALHAMA DE MURCIA

Figura 1. Plano de situación.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

La zona alicantino-murciana, que se halla en relación con las áreas sísmicas de fuerte intensidad, con fallas y contactos entre el zócalo y la cobertera, sobre todo en los bordes de zonas axiales de cordilleras, son las de mayor potencial geotécnico y por lo tanto, las que provocan las altas temperaturas de las aguas, como en el caso de Alhama. Por otro lado, la proximidad de Alhama a la Sierra de Espuña y los caracteres propios del clima mediterráneo en que se halla inmersa, propiciaron una mayor afluencia de visitantes al balneario, que además de tomar baños podían disfrutar de sano ambiente y aire puro.

Lámina 1. Baños Termales de Alhama. Situación al pie del Cerro del Castillo y junto a la Iglesia de San Lázaro.

III. LOS BAÑOS TERMALES DE ALHAMA

Breve Historia de la Investigación

gico, los Baños se sitúan sobre materiales de las zonas internas de las Cordilleras Béticas (Dolomías, filitas y cuarcitas). Sobre ellos aparecen conglomerados, areniscas y margas del Tortoniense Inferior y Medio que se encuentran en el Castillo y en la sierra de la Muela(4). Por último, los conglomerados, arenas, limos y arcillas forman parte del relleno pliocuaternario de la depresión del Bajo Guadalentín. La citada sierra de la Muela, presenta una composición geológica ideal para la captación de aguas de lluvia, con una base de margas y limos cubiertos por un potente estrato de areniscas, conglomerados y calizas. Todo el conjunto está afectado por una red de fracturas asociadas a la falla de Alhama, de dirección NE-SO y que ha jugado como falla inversa y de salto en dirección, una de las cuales ha desgajado de los estratos superiores un gran bloque, compuesto esencialmente por conglomerados rojizos y areniscas, que forma el denominado Cerro del Castillo, lo que indica que las emisiones de agua en este lugar tienen un origen relacionado con toda probabilidad con este accidente. Sus medidas de fracturación muestran que las orientaciones dominantes quedan comprendidas en el intervalo N 40º E a N 60º E, coincidiendo con la dirección del accidente de Alhama de Murcia(5). En la Región de Murcia, dos accidentes relevantes conforman la explicación geológica. Por un lado, el conocido como «accidente de Cádiz a Alicante» que penetra en territorio de Murcia por el Este y continúa al Oeste por los Baños de Fortuna, Lorquí, Baños de Mula, Avilés-El Pardo, Pericay, Culebrina, ... y entra en la provincia de Almería. El otro gran accidente es la «falla del Guadalentín», que desde el Bajo Segura continúa hacia el SW por Murcia, Librilla, Alhama, Totana, Puerto Lumbreras y Huércal-Overa, ya en Almería, causante de los manantiales de Alhama de Murcia

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Como un primer planteamiento a las actuaciones arqueológicas iniciamos la recopilación de todos los datos documentales y arqueológicos que nos pudiesen servir de antecedentes al tema. Resulta evidente la importancia del baño en el mundo romano como ha quedado reflejado en las fuentes documentales y en el gran número de instalaciones balnearias con restos que han llegado hasta nosotros. De la misma manera sucede con los baños minero-medicinales que aprovechando la presencia de manantiales(6) de aguas curativas, han ido creando una serie de instalaciones como es el caso de los conocidos en nuestra Región. Aunque nuestra zona surestina es importante en cuanto a manifestaciones termales, como Fortuna(7), Archena, Mula o Alhama, son todavía escasos los estudios referidos al tema, siendo en este momento cuando comienza a plantearse la necesidad de investigar los yacimientos de aguas termales y su evolución arqueológica e histórica a lo largo del tiempo, teniendo en cuenta la significación cívica y social que en todos los periodos históricos han tenido dentro de las poblaciones. Recientemente se ha celebrado en Madrid una mesa redonda con el título de «Aguas mineromedicinales, termas curativas y culto a las aguas en la Península Ibérica», que ha enriquecido de forma importante el tema. A. Contexto arqueológico romano

Las primeras noticias conocidas sobre el origen romano de los restos arqueológicos existentes en los Baños de Alhama, serían mencionados por el canónigo Lozano en 1794 En cuanto a las referencias toponímicas, son indicativas

LOS BAÑOS TERMALES MINERO-MEDICINALES DE ALHAMA DE MURCIA

las citas de Miñano y Cean Bermúdez a la voz latina Aquae, que en su acepción de termas, la identifican con Alhama de Murcia(8). Otros escritos posteriores, influidos tal vez por sus predecesores, ofrecen las mismas líneas argumentales sobre los restos romanos, como las referencias de los médicos directores del Balneario(9) y las noticias de Madoz en 1850 sobre «las últimas modificaciones hechas en sus balsas para profundizarlas, se han hallado varias monedas que pertenecian a los romanos, pues en ellas se ven gravados los nombres y bustos de los Césares»(10). Por último, el informe de D. Santiago Broncano presenta una serie de dibujos de los restos arquitectónicos conservados, tras su limpieza, estableciendo un origen romano para los mismos aunque, si bien es cierto, sin ninguna base arqueológica. Por otra parte, los hallazgos arqueológicos, tanto en el casco urbano como en el término municipal, ofrecían interesantes perspectivas para el estudio del periodo romano y complementaban el contexto del edificio objeto del presente trabajo. De esta forma, durante el transcurso de obras de alcantarillado en la calle Sánchez Vidal, (antigua calle de los Baños), en el denominado Cerro de las Paleras, en el mismo Cerro del Castillo y durante la apertura de una zanja longitudinal en la calle La Feria se recuperaron abundantes muestras cerámicas de época romana(11). Asimismo eran conocidas en todo el valle del Guadalentín una serie de villae que demuestran una ocupación y explotación del territorio en época romana, como son los casos de Finca Trujillo (Librilla), Cabezo de las Manuelas (La Pita), Casas de Martín Rodríguez(12), Casas de Guirao, Venta Aledo...en el término municipal de Alhama de Murcia, todas ellas ubicadas sobre una cota de 150-200 mt. y con una cronología que oscila entre los siglos I-IV d. C. según los materiales cerámicos de superficie(13). B. El contexto islámico-cristiano y su pervivencia hasta mediados del siglo XIX

Para la elaboración del presente apartado hemos utilizado todas las fuentes escritas de que disponemos, incorporando tambien todas las reseñas y memorias de diversos autores o eruditos de los siglos XV al XX. Las primeras referencias documentales que conocemos sobre Alhama de Murcia, y posiblemente de sus aguas termales, hacen referencia al topónimo Ayn Saytan -Fuente del Diablo-, situada entre la capital y Aledo, por cuyas cercanías pasó en el año 896 la expedición cordobesa que había

venido a sofocar una rebelión en Tudmir y se retiró por el Valle del Guadalentín(14). En la segunda mitad del siglo XI, el geógrafo Al-Udri enumera los distritos o iqlins que formaban parte de la Kura de Tudmir y entre centros conocidos como Lorca, Murcia, ..., se incluyen otros más dudosos como Laqwar(15), que debe corresponder a Alhama de Murcia, conocida en fuentes árabes posteriores como Hamma Bi-Laqwar. Más exacta es la cita de Al-Idrisi en la primera mitad del siglo XII que en su descripción del itinerario de Murcia a Almería nos habla de Hisn al-Hamma -Castillo del Baño- en clara alusión a sus aguas termales y a su fortificación(16). Se completan las referencias en textos árabes con la descripción de Al-Qazwini, que en el siglo XIII, describe las instalaciones de baños como «las termas de Hamma Bi-Laqwar a 10 millas de la capital (30 kilómetros); se llamaban así por estar en la alquería de Bi-Laqwar o Laqwar; en ella había recintos abovedados para hombres y mujeres, y el manantial nacía en el de aquellos con tanta agua que después de cubrir las necesidades de los bañistas podía regar los campos de la alquería» (Fig. 2). Esta descripción coincide exactamente con los restos arquitectónicos que han llegado hasta nuestros días y que estuvieron en uso hasta la década de los años treinta(17). En 1387, cuando el Rey, Juan II de Castilla, concede en señorío la villa de Alhama a Alonso Yáñez Fajardo, se hace referencia a sus baños: «... damos vos e facemos vos merced de la nuestra villa de Alhama de baños con su castillo ...»(18)., aunque sabemos que la propia situación económica y política en general(19), llevaría implícito un deterioro de la vida social y por tanto de las instalaciones de los baños. Tanto estas referencias, como las posteriores de Jerónimo Münzer en 1494, no mencionan datos sobre el edificio de baños y en su descripción de la villa se refiere a «un lugarejo de unas 30 casas, llamado Alhama, que tiene un castillo en lo alto de un monte; unas termas de agua clara y una buena fábrica de vidrio... En esta región el agua es en las cimas de los montes de excelente calidad, sumamente fría y suficientes para personas y ganados, pero en las faldas sale caliente y surte las termas de que antes hablé; me bañé en ellas durante una hora y sudé de un modo copioso; mas puedo asegurar que a los ocho días, aún notaba sus efectos de frescura y vigor»(20). La escasez de población continúa durante el siglo XVI, contándose en 1530 un total de 96 vecinos, es decir, unos 384 habitantes; en 1591 había ya 241 vecinos(21). Ese lento crecimiento se verá detenido a mediados de la centuria

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Lámina 2. Salas Termales-medicinales. Detalle de la Sala II, tras la demolición de las estructuras modernas.

siguiente, en 1648, cuando de 400 vecinos se reduce a 160 a causa del contagio(22). A pesar de ello, los baños serán visitados incluso por religiosos franciscanos enfermos, que ante la necesidad de hospedarse en la población deciden fundar un hospicio junto a la ermita de la Concepción «...para hospedar a los religiosos enfermos que pasaban a tomar los baños, que hay en aquel pueblo tan saludables», según ordenó el Padre General, Fr. Bernardino de Sena en 1627, durante el capítulo celebrado en la villa de Alcázar de San Juan(23). Los Baños de Alhama, tampoco son mencionados en 1697 en el Catálogo de Fuentes y Baños Salutíferos de España, del Dr. Limón Montero(24), pero sí los de Archena y Fortuna, cuyas descripciones son muy semejantes a la que haría posteriomente de Alhama, Gómez de Bedoya, y asi se refiere a ellos mencionando la existencia de aljibe y de bóvedas cubiertas respectivamente. Existe la posibilidad de que a causa de algún movimiento sísmico pudieran dejar de brotar las aguas, tal y como sucedió hacia 1552, según refiere el citado Gómez de Bedoya(25) en 1764, y por ello fuesen omitidas.

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Durante los siglos XVII y XVIII, las instalaciones balnearias parecen conservarse en precarias condiciones y en un estado de semiabandono que obligará al Ayuntamiento de la villa a dedicarles unas normas dentro de los Capítulos y Autos de buen gobierno de 1705. En el capítulo XIV se especifica la prohibición de: «escrementar ni hechar ynmundizia alguna assi en el agua como en los sudadores ni lavar ropa alguna Pena de doze reales y las mugeres solo pueden bañarse en el baño grande y los hombres en el pequeño bajo la dicha Pena..(26)». Noticias posteriores informan de los efectos terapéuticos de las aguas medicinales de Alhama, como observamos en los escritos y contestaciones del Dr. Ximénez de Molina y el Dr. Valdero(27), aunque no aportan nuevos datos sobre las características del edificio de Baños. A mediados del siglo XVIII, el Padre Ortega(28) señala la existencia de dos salas de baño, masculino y femenino y el Dr. Gómez de Bedoya(29) en 1764 describe el establecimiento de baño de la forma siguiente: «En medio de la población está la fábrica en que se recoje el agua para el Baño, que es un estanque grande

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NACIMIENTO DEL AGUA: NIVELES FREÁTICOS (Registrados en roca) 1. Máximo –4,655 2 –4,715 3 –4,965

igura 2. Baño Medicinal. Reconstrucción del espacio del baño con los datos de 1848. Dibujo de A. Martinez Ortega.

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Lámina 3. Salas Termales-medicinales. Vista general del interior.

semejante a un aljibe, adornado de escaleras para bajar a bañarse, y tendrá la profundidad de 2 estados; pero el agua nunca sube a más de una vara ..»(Lám. 2). En el estudio analítico realizado por D. Agustín Juan y Poveda(30) en 1797, se hace referencia al aprovechamiento de un nuevo manantial, el denominado «Manantial del Carmen», realizado por medio de excavación y producía unas 48 pulgadas de agua y regando diariamente de 8 a 9 tahúllas de tierra, después de haberse utilizado en los baños. La importancia de este dato radica en la pervivencia de la utilización de las aguas para el regadío de la huerta de Alhama, tal y como sucedía desde el siglo XIII, según nos relataba Al-Qazwini. El problema del agua, tan vigente en nuestros días, representaba una importante riqueza para el mundo musulmán y cristiano, de cuyo periodo tenemos la referencia, ya citada de Al-Qazwini, y tambien sabemos que en el siglo XV, entre las propiedades de la familia Fajardo(31), eran de gran importancia los días de agua en las diversas corrientes de la Villa. Escasas noticias posteriores nos hablan de un baño en estado de semiabandono, hasta mediados del siglo XIX

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cuando es nombrado director de los baños el médico D. José María del Castillo(32), el cual se lamenta en sus escritos de la dejadez en que permanecían tan preciados recursos, siendo uno de los impulsores de la nueva construcción. Pero la mejor descripción del antiguo edificio del Baño (Lám. 3), se debe al citado doctor, quien en 1845 escribe el folleto titulado «Memoria sobre las aguas minerales de la villa de Alhama de Murcia», en el que nos describe el edificio de la siguiente forma: «Casi en el centro del pueblo, en una de sus plazas, donde está situado el templo parroquial, cuya construcción y adornos son bastante grandiosos para una población limitada, veense hacia el mediodía, bajo del peñón llamado del Castillo, dos puertas de escasas dimensiones, que dan entrada a un recibidor o explanada pequeña que conduce a los baños y que sirve de un medio o regulador de las temperaturas que existen en aquellos y la que se respira en el exterior; inmediatamente que cualquiera se coloca en uno de los pequeños espacios que forman la entrada de las bóvedas, nótase un vapor caliente, que dificulta la respiración,

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produciendo una ligera disnea; pero cesa pronto ésta para ser reemplazada por una copiosa transpiración. Penetrando en lo interior se ven dos extensas y sólidas bóvedas, cuya arquitectura parece ser de los romanos, y que presenta la forma de dos grandes algives aislados perfectamente, tan solo con la servidumbre de sus aguas y de dimensiones diferentes; pues el de la derecha tiene 14 varas de longitud, cuatro de latitud y nueve y media de profundidad: el estanque o balsa, en donde comodamente pueden bañarse ocho personas, tiene de longitud cuatro varas, tres de latitud y una de profundidad. La bóveda de la izquierda, presenta de longitud quince varas y media, seis de latitud y nueve y media de profundidad; pudiendo colocarse para tomar el baño, unas once personas en la balsa de este algive, pues es su longitud de ocho varas, la latitud tres y media y su profundidad una. (...). Las aguas minerales tienen su nacimiento en la base del peñón del Castillo, recibiéndolas inmediatamente el algive de la derecha, por una mina casi horizontal, excavada en la misma piedra (...). Las sobrantes son despedidas por una cañería subterránea fuera de la población a una distancia de 114 varas y depositadas en dos grandes estanques; son de dominio particular, y se aprovechan para los riegos (...)(33)». El Hotel-Balneario de 1848. (Lám. 4)

El auge de los Balnearios en el siglo XIX puso de manifiesto que la higiene personal de las clases medias había quedado definitivamente relegada al ámbito de lo privado, y por tanto aquellas familias acudían a los balnearios, en la mayoría de los casos, a un lugar adecuado a sus aspiraciones y a sus gustos; eran el escenario preferente del estilo de vida que se fijaban a sí mismos las opulentas clases medias del siglo pasado. En nuestra localidad esta afluencia de visitantes va a quedar reflejado en una serie de grandes casonas residenciales dispersas por la huerta de Alhama, que ocupaban, en principio, durante la temporada de baños y posteriormente durante casi todo el año. Ejemplo de ello son las casas de finales del siglo pasado o principios de este como la casa de los Saavedra, casa de la Algodonera, casa de los Artero (actual Ayuntamiento), etc. Para un mejor aprovechamiento medicinal de las aguas, se construyó en 1847 un hotel-balneario(34) que reutilizaba las antiguas bóvedas y a las que se adosa un edificio de tres plantas, dotado de modernas instalaciones de baño y lujosos salones en los cuales se desarrolló una gran vida social hasta mediados de los años 30 de nuestro siglo (láms. 1 y 2). Este

Lámina 4. Fachada del Hotel-Balneario construido en 1848.

edificio tenía una fachada de 32 mt. de longitud y 12 metros de altura, con una lápida de mármol blanco en el centro que tenía la siguiente inscripción: AGROTANTIUM SALUTI VALENTIVM VOLUPTATI ANNO MDCCCXLVIII El Hotel-Balneario estaba distribuido en tres plantas y los sótanos, donde en un primer momento se ubicaban las habitaciones de baños, y a los cuales se descendía por una escalera de sillería que comunica tanto las salas antiguas reacondicionadas para los gabinetes hidroterápicos con un zócalo de mármol de más de 1 mt. de altura y cuatro salas de baños individuales y una doble que eran los cinco gabinetes con pilas de mármol ubicadas en los sótanos (Lám. 5). Posteriormente en 1911, se realiza la nueva galería de baños con varias pilas de mármol en habitaciones de la planta baja del edificio. Estas bañeras eran servidas desde el manantial con una bomba eléctrica hasta la planta baja; éste había sido el motivo de

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Lámina 5. Baneario de 1848. Habitaciones de baño en el sótano del edificio.

excavar en 1848 la zona de baños en sótano, buscando el nivel de las aguas del manantial. En resumen, el balneario contaba con 12 pilas de mármol blanco, dos departamentos para duchas de diversas clase, otro para pulverizaciones, duchas nasales, oculares, etc. En la planta baja se hallan la administración y las habitaciones del número uno al cuatro, destinadas a enfermos impedidos; la planta primera alberga la Dirección Facultativa, varias habitaciones y el salón de reuniones y comedor y la última planta tiene otra serie de habitaciones para las fortunas más modestas. Junto a este Hotel-Balneario y habiendo sido los baños un bien gratuito para la población, el Ayuntamiento exigió que una parte de las instalaciones antiguas permanecieran de uso público, por lo que la sala I quedó dividida en dos mitades desiguales, la mayor vinculada al nuevo edificio mediante una puerta practicada al efecto en el muro transversal, y la menor con entrada directa desde la calle y sin relación con el nuevo edificio, sería la denominada popularmente como «Baño de los pobres», y al cual se accedía por una módica propina al bañero(35).(Lám. 6 y 7).

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En 1848, tras la construcción del nuevo edificio, se efectuó otro análisis de las aguas por D. Anacleto Cela de Andrade(36), a instancia del Dr. D. José M.ª del Castillo, médico-director de las nuevas instalaciones. Con la Guerra Civil, el edificio se transformó en hospital de sangre, para, tras la contienda, quedar definitivamente cerrado y entrar en ruina, hasta su demolición en 1972(37). Tanto las referencias de Pascual Madoz en su Diccionario, como en las memorias posteriores de los médicos directores del balneario se repiten los mismos datos sobre el edificio termal (ya expuestos aquí) y se extienden principalmente en los análisis y virtudes de las aguas. Los datos más recientes de tipo arquitectónico fueron aportados por D. Santiago Broncano, quien realizó un informe completo sobre los restos existentes. IV. LAS AGUAS TERMOMEDICINALES DE ALHAMA

En el catálogo de aguas minero-medicinales de la Península Ibérica, conocidas por su relación con yacimientos

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Lámina 6. Baño Público. Entrada a la piscina general de uso colectivo.

arqueológicos durante la Antigüedad, sólo recoge en la Región de Murcia las aguas de Archena. Muy conocidas son también las aguas termales de Mula, Fortuna y Alhama y sobre estas últimas queremos aportar algunos datos referentes a los análisis de sus aguas. Para ello hemos utilizado algunas memorias de los médicos directores del balneario a lo largo del siglo XIX y principio del XX, que aportan una interesante información, aunque en general son coincidentes en sus concluisones. Cuatro eran los manantiales medicinales que constituían el caudal de este balneario, conocidos con los nombres de Baño, Carmen, Poza y Atalaya. Los dos primeros se localizan en el interior del balneario; el llamado Poza en sus proximidades y posiblemente sea una ramificación del principal (Baño) y el último, el de la Atalaya, a 12 Km. de la población, en la margen derecha de la Rambla de Algeciras. El conocido como Baño, más antiguo y citado al menos desde el siglo XIII(38), arrojaba en 1889 nueve pies cúbicos de agua por minuto la cual era inodora, cristalina, transparente, de sabor ligeramente amargo y con una temperatura

de 45º C. De parecida termalidad y mineralización eran las aguas de los manantiales del Carmen y la Poza, que en 1916 arrojaban 100 y 180 litros de agua por minuto respectivamente, siendo el caudal del agua del Baño, en este año, de 280 litros por minuto. Todas ellas se incluyen dentro de las denominadas Aguas Calientes (de más de 36º C) por su temperatura, y se clasifican entre las Sulfatado-Cálcicas termales por su composición, semejantes a las sulfatado cálcicas nitrogenadas termales de Alhama de Granada, a las bicarbonatadas sulfatadas cálcicas, sódicas de los Balnearios de Alhama de Aragón, no documentadas de este tipo en otro yacimiento por el momento(39). La decadencia del balneario en los años treinta se vería acentuada con la función de hospital de sangre durante la guerra civil, y permitió que algunos propietarios realizaran sondeos artesianos que provocaron la pérdida total del manantial de los baños. Es el caso del sondeo realizado por la familia Artero en el huerto de su propiedad (actual Ayuntamiento y entorno), que en 1921 profundizaron un pozo existente e hicieron disminuir el caudal del agua de los

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Lámina 7. Baño Público. Piscina general en el denominado popularmente «Baño de los pobres»

Baños y de las Minas; ello trajo consigo la correspondiente protesta de los dueños de los heredamientos citados y se procedió a efectuar la denuncia para efectuar las comprobaciones oportunas; Posteriormente la familia Mena realizó otro sondeo más profundo (actuales Baños de Alhama) que provocó el desvío del caudal de agua hacia esta última perforación de mayor profundidad. Un análisis de estas aguas, publicado en 1993(40), usadas para el baño actualmente, nos muestra una temperatura entre 26 y 41º C. y muestra unas aguas de salinidad elevada con facies clorurada-sulfatada cálcico-magnésica, manteniendo la mayor parte de los elementos fisico-químicos de las aguas de los manantiales antiguos; de igual forma se siguen indicando para los principales diagnósticos de reumatismo y artrosis, junto a las diversas afecciones óseas. Diferentes son las del manantial de la Atalaya, que por su temperatura de 19º C corresponden a las llamadas Aguas Frías, con una composición diferente que las incluye dentro de las Sulfurado-Sódicas. Sus aguas son transportadas al balneario para usarlas allí en bebida, en baño general o pulveri-

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zaciones, ya solas o ya asociadas a las termales, que es lo más frecuente. En cuanto a las propiedades curativas de todas ellas, sabido es que las aguas calientes son relajantes, sedantes y combaten la fatiga muscular. Ya en 1764, Gómez de Bedoya señalaba sus indicaciones en los casos médicos de parálisis histéricas, paraplejias y otras parálisis centrales, en artritis y neuralgias diversas, tumores, sarnas, herpes, etc. indicaciones que, en general, serán confirmadas por los médicos posteriores(41). IV. PLANTEAMIENTOS GENERALES Y DESARROLLO DE LA EXCAVACIÓN. (FIG. 3)

Ante el próximo comienzo de las obras de restauración del edificio y su conservación, según un proyecto financiado por la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia y el Ayuntamiento de Alhama, se realizó un planteamiento general del espacio, para llevar a cabo las excavaciones arqueológicas y delimitar con exactitud las diferentes estructuras

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BAÑOS ROMANOS DE ALHAMA

Estructuras romanas

Estructuras del balneario de 1848: conservadas/desaparecidas Manantiales y conduccioines de agua

Dibujo: A. M. Martínez Ortega - 1990 J. A. Ramírez Águila - 1992

Figura 3. Baños Termomedicinales de Alhama de Murcia. Planta General.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

modernos que demuestran su utilización hasta el comienzo de la guerra civil. Nuestros objetivos eran comprobar estratigráfica y arquitectónicamente la construcción original romana y sus permanentes reutilizaciones en los diversos periodos culturales. Para ello planteamos una cuadrícula en cada sala, adaptadas al espacio disponible y tratando de conservar los restos arquitectónicos de otras épocas, la mayor parte del siglo XIX (mármoles de solería, bañeras, enlucidos ...). 1. Sala II - Cuadrícula B-1 (Lám. 8)

Lámina 8. Sala II. Cuadrícula B-1 y restos arquitectónicos de 1848.

arquitectónicas y poder incluirlas en el proyecto con las medidas oportunas de protección y conservación, una vez que se estudiaran todos los restos. Por ello, dentro del solar que ocupan los baños, comenzamos delimitando tres sectores: 1 - Las dos salas abovedadas, consideradas como el edifico principal y más antiguo, en el que se encuentran los manantiales subterráneos y la canalización de desagüe general, también subterránea. 2 - Sótanos del Hotel-Balneario de 1848, construidos de ladrillo y cuyas paredes enlucidas de yeso, conservan la división en habitaciones de baño con sus bañeras correspondientes y otra canalización de desagüe que se une a la anterior. 3 - Espacio superior en el solar que ocupaba el HotelBalneario derribado en 1972, y sobre el que se plantearon una serie de cuadrículas. A. Sector 1. Las dos salas abovedadas (Figs. 2 y 3)

Este sector presenta la estructura arquitectónica más interesante, con sus alzados completos y revestimientos

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Con unas dimensiones de 2’30 x 180 m., se traza esta cuadrícula en el ángulo derecho de la entrada actual, lugar donde las estructuras aparecen totalmente destruidas. Esta habitación presenta una serie de tabiquillos de ladrillo macizo, separados entre sí 40 cm., que sustentan las placas de mármol blanco del suelo, de 56 x 56 cm.; sin duda obra de 1848. Bajo estos tabiquillos aparece una primera pavimentación de ladrillos anaranjados cuadrados de 25 x 25 cm. colocados sobre una capa de cal y arena de color violáceo, bajo la cual hay una capa de piedras uniforme y unidas con cal por su parte superior. Esta capa parece superpuesta a otra de piedras más gruesas, también unidas por argamasa. No aparece ningún tipo de material arqueológico, a excepción de tres fragmentos de ladrillo vidriado con decoraciones distintas a las empleadas en 1848 de tonos azules. Finalmente y tras la potente capa de piedras de unos 40 cm. llegamos a una serie de piedras planas unidas entre sí que parecen formar una solera parcialmente destruida. Bajo ésta, ya solamente encontramos arcilla de color rojizo casi húmeda y que se mete debajo del muro sin existir ningún tipo de cimentación. Esta arcilla nos indicó la presencia de un estrato estéril sin alteración. 2. Sala II - Manantial del Carmen (Lám. 9)

El manantial del Carmen posiblemente utilizado a partir de 1796 por la disminución del caudal en el manantial del Baño, lo que hizo necesario realizar nuevas excavaciones. A través de una abertura de 37 cm. de anchura y una altura de 65 cm. que había tenido una puerta de hierro hasta el derribo del edificio, se penetra en su interior, de forma elíptica, que muestra la roca propia del cerro (conglomerados no muy duros). Efectuamos la correspondiente intervención observando restos de diversas salidas de agua y materiales modernos. Estas salidas de agua eran tuberías de plomo que

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Lámina 10. Sala I. Vista interior general.

Junto a la bañera ampliamos la cuadrícula, encontrando abundante material de relleno (ladrillos, cerámica reciente, ...) y delimitamos un desagüe construido de ladrillo desde la citada bañera, cuya evacuación se realizaba a través de la Sala IIb. 4. Sala I - El manantial del Baño (Lám. 11)

Lámina 9.-Sala II. Vista interior y situación del manantial del Carmen.

se dirigían hacia la sala donde se ubicaba el manantial del Baño. 3. Sala I - Cuadrícula C-1 (Lám. 10)

Esta sala aparece muy transformada por diversas construcciones en el siglo XIX y XX fundamentalmente, por lo que en principio sólo pudimos estudiar el funcionamiento de la misma en este último periodo de su uso. La ubicación de la cuadrícula es a la derecha del manantial del Baño, con unas dimensiones de 2’30 x 1’70 m. Aparece un primer pavimento de ladrillo macizo de 25 x 25 cm. colocado sobre argamasa de yeso y arena muy degradable, que deja paso a un suelo muy duro de cal y arena uniforme en toda la cuadrícula, excepto en la parte donde está situada la bañera de 1848. Esta rotura se practicó para la instalación de dicha bañera excavándola en el suelo. No apareció ningún tipo de material indicativo de cronología, por lo que continuamos bajando hasta llegar a la roca natural del Cerro del Castillo que afloraba tras levantar la capa de cal y arena.

Dentro de la Sala I se encuentra el manantial más antiguo y verdadero origen del edificio, llamado del Baño. Su galería subterránea alcanza unos 18 m. de longitud y una altura y anchura variable según las zonas. Si en su origen debió ser una pequeña cavidad por donde brotaba el agua, con el paso del tiempo se fue excavando en el conglomerado propio del terreno para aumentar así su caudal. Nosotros realizamos una limpieza del total de su recorrido, pudiendo observar en sus paredes la coloración rojiza de los diversos niveles que el agua había alcanzado en las diversas fases de utilización.

Lámina 11. Sala I. Interior del manantial del Baño.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

B. Sector 2: Sótanos del edificio de 1848 (Lám. 5)

En la construcción del Balneario-Hotel de 1848, la Sala I fue parcialmente destruida en su mitad Sur para adosar los sótanos del edificio moderno; En ellos se diferencian dos partes: la primera está subdividida en cinco habitaciones con bañeras de mármol individuales y una doble y la otra parte ocupa la escalera desde la planta baja y el pasillo de entrada a las habitaciones de baño. La cubierta de este sótano es de bóveda de cañón de ladrillo y dispuesta en sentido oblicuo a las antiguas salas. 1. Cuadrícula S-1.

La cuadrícula S-1 tiene unas dimensiones de 2’95 x 1’80 m. siendo un tanto irregular por su ubicación (fig. 3), tenía como objetivo comprobar la existencia de estructuras romanas en esta zona y delimitar el cierre de la Sala II, que sabemos fue destruida en parte para adosar los sótanos. Tras quitar el último suelo del edificio con losas de 20 x 20 cm. de color verde oscuro, colocadas sobre una capa de argamasa de cal y arena muy deleznable, se dejan ver grandes losas de piedra plana de tipo calizo y de dimensiones variables, aunque bien «escuadradas». Bajo ellas, el relleno de tierra, cal, yeso, ... producto de reutilizaciones, no ofrece ningún indicativo cronológico, así como ningún tipo de material arqueológico. Se sigue profundizando junto al muro divisorio de las salas I y II buscando la cimentación original, quizás de época romana, que no aparece muy definida a 1’05 m. de profundidad. 2. Cuadrícula S-2

En la construcción del nuevo edificio, en 1848, fue necesario realizar una serie de canalizaciones de entrada de agua desde el manantial y de evacuación de la misma para las nuevas instalaciones. Primeramente para conducir el agua utilizada en las bañeras hasta el desagüe-galería 2 y cuyo trazado observamos en el plano general. La excavación de esta cuadrícula se limitó a conocer la redes de alimentación y desague, y dió comienzo retirando el suelo de losas verde oscuro de 25 x 25 cm. que pavimenta la sala, directamente apoyado sobre una capa de argamasa de cal y arena. Bajo ésta encontramos la misma capa de grandes piedras calizas que en S-1, bien trabajadas y que servían de soporte al suelo propiamente dicho. 3. Las canalizaciones de desagüe. (Fig. 2)

Hemos hablado anteriormente de las canalizaciones de desagüe de cada sala, es decir las correspondientes a la

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bañera ubicada en la Sala II, la bañera ubicada en la Sala I y las que recogen el agua de todas las bañeras ubicadas en el edificio de 1848; pues bien, todas estas canalizaciones van a depositar el agua a un conducto subterráneo general que parte de la Sala I y desciende por la actual calle de la Feria hasta la llamada Balsa del Baño, situada en el subsuelo del actual Jardín de los Patos. Esta conducción, conservada actualmente en unos 18 m. de longitud, es en parte la primitiva construcción romana de sillares que puede reconocerse en su inicio. Más adelante, hacia los siete y ocho metros de longitud, se observan revoques de yeso y añadidos de piedras y ladrillos que indican la utilización constante de tales desagües, con lucernarios al exterior para facilitar su limpieza. C. Resto del solar del balneario, sin construcciones (fig.3)

Tras efectuar el trabajo arqueológico en el interior de los restos conservados (Salas abovedas I y II, Sótanos de 1848 y Canalizaciones), hemos de considerar el hecho de la no aparición de restos significativos de interés arqueológico. La razón de ello hay que buscarla en los diferentes descensos del nivel del suelo realizados cada vez que el caudal del manantial disminuía. De esta forma comenzamos la apertura de una serie de cuadrículas en el resto del solar. El planteamiento de las mismas se hace sobre los ejes que forman los muros de los sótanos de 1848, conservando unas dimensiones de 3 x 4 m. Así queda todo el solar dentro de los ejes de coordenadas. Para esta zona contábamos con el plano de la planta baja del Hotel-Balneario de 1848, siendo de gran utilidad para el reconocimiento de las estructuras correspondientes al mismo. 1. Corte C-3

La situación de este corte es la más cercana a las estructuras que suponíamos romanas, a falta de otra información, por lo cual, tras abrir el corte, procedimos a efectuar una cata sobre la propia cubierta de la Sala II cuyos resultados fueron los siguientes. Comenzamos a picar con sumo cuidado la cubierta de la bóveda desde el arranque de la misma, extrayendo una capa de argamasa de cal blancuzca de 2 cm. de espesor aproximadamente (en algunos sitios menor), bajo la cual aparecía claramente un revestimiento de opus signinun que demostraba la construcción original romana como veníamos sospechando, cubierta por revestimientos posteriores.

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Lámina 12. Corte G-5. Sala de Baño con hipocausto, Caldarium ?

Volviendo al Corte C-3, éste había venido a coincidir .con un patio secundario del balneario, al cual se accedía desde el corredor, por lo que no aparecían estructuras arquitectónicas. Un estrato superficial se componía de rellenos de piedras y ladrillos, cerámica moderna, ..., con un potencia de 80 a 90 cm. Bajo éste, aparecía ya un nivel de tierra marrón anaranjada, poco compacta y muy abundante en material cerámico ibérico exclusivamente (platos de borde entrante, de borde alado, vasijas globulares, fragmentos de kalathos, etc.). Este estrato, denominado I, alcanzó un espesor de 50 cm., bajo el cual ya aparecía una capa de limos y arenas completamente estériles. 2. Corte E-3

La Cuadrícula E-3 vino a coincidir con el comedor del Hotel-Balneario, con lo cual nada más comenzar a excavar su estrato superficial aparecieron estructuras y cerámica moderna mezcladas con algunos fragmentos ibéricos e islámicos. La necesidad de realizar una buena cimentación en 1848, ocasionó que los estratos estuviesen totalmente altera-

dos y una profundidad de 1’10 m. dejamos de trabajar por el escaso tiempo de que disponíamos. 3. Corte G-5 (láms. 12, fig. 3)

Era necesario efectuar diversos cortes alrededor de las estructuras arquitectónicas y esta zona sería la otra elegida. El Corte G-5 se comenzó a excavar con un estrato superficial de rellenos, cerámica moderna y algunas intrusiones islámicas. Tras este relleno con un espesor de 1 a 1’10 m. bastante homogéneo, diferenciamos un estrato I con varios niveles. En el nivel C aparecieron algunos elementos significativos, como un fragmento figurado de lucerna de volutas y otros fragmentos de cazuelas y ollas de cerámica común, tipos Vegas 6 y Vegas 1 respectivamente. En esta cuadrícula, junto con la siguiente, localizamos la habitación de época romana que identificamos como Caldarium y que describimos en el apartado correspondiente. 4.Corte G-6 (lám.12; fig. 3)

Si la cuadrícula anterior nos habia mostrado la existencia del muro de una sala romana con restos de hipocausto, era

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necesario realizar la excavación de la cuadrícula G-6 para intentar delimitar la sala en su totalidad. El trazado de este corte fue cuadrado debido a que en su lado Sur llegaba hasta el muro de cierre del solar, resultando unas dimensiones de 3 x 3 mt. La estratigrafía es la misma que la obtenida en el Corte anterior G-5, puesto que se trata de la excavación de la sala romana. Tras excavar el estrato superficial de abundante material moderno procedente en su mayor parte del derribo del edificio de 1848, en el estrato I diferenciamos tres niveles. El primero A, considerado de enlace entre los depósitos modernos y el material romano; el segundo nivel B, mostraba una delgada capa de cenizas con material cerámico romano significativo, formas de terra sigillata Dragendorff 27, 18, otros fragmentos de cerámica común, formas Vegas 5 y platos tapaderas, Vegas 17 etc. En el tercer nivel C, se recuperó el conjunto de pilotes de ladrillo de las arquerías que sustentaron en su momento los pavimentos (suspensurae). En total, una vez excavada la extensión de la sala en las cuadrículas G-5 y G-6, se documentaron 20 arranques de arquillos de ladrillo delimitados por tres muros laterales; sólo faltaba el muro de cierre del lado Oeste, que estaría situado en la zona de los sótanos de 1848 y destruido por éstos. 5. Corte H-5

Tras la aparición de la sala romana en los cortes descritos, se planteó la necesidad de abrir las cuadrículas contiguas para comprobar si las estructuras romanas se extendían alrededor de dicha sala. Una primera capa de tierra -que denominamos estrato superficial- deja paso a la cimentación corrida de 1848, perfectamente delimitada en los planos del edificio que poseíamos. Esta circunstancia ocasionó la división del corte en dos partes, denominada lado A y lado B. En este último aparece a los 30 cm. una capa muy dura de tierra y gravilla (de la comúnmente llamada zahorra) que tenía por objeto servir de base a la escalera para subir al piso superior, según el plano de 1848. Bajo este estrato I aparece una capa de tierra marrón oscuro-rojiza más blanda y con restos cerámicos islámicos y romanos mezclados con materiales modernos. El lado A muestra una estratigrafía totalmente distinta al B, ya que coincide con los cortes G-5 y G-6, es decir, con un estrato superficial de un relleno moderno, bajo el cual ya aparece la tierra más compacta de color marrón-anaranjado que es el mismo estrato I de los cortes anteriores. Es impor-

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tante el hallazgo de material romano como fragmentos de T.S. Sudgálica, lucernas y cerámicas de paredes finas, todo ello estudiado en el apartado correspondiente. Perpendicular al muro del balneario de 1848 y en el mismo lado A, documentamos otro muro de 1 m. de anchura y con una cimentación a partir de los 65 cm. de alzado, con abundante piedra mediana y pequeña correspondiente a los derrumbes del mismo. Al alcanzar una profundidad de 1’35 cm. el muro queda sin cimentación, aunque sí continúa la cimentación moderna de 1848 que alcanza una profundidad de 1’80 m. Sobre la profundidad de 1’60 m. aparece una tierra arenosa y sin material que tras bajar 20 cm. más nos hace abandonar la excavación en esta cuadrícula. 6. Corte H-6

Para delimitar las estructuras recuperadas se procedió a la excavación de la cuadrícula contigua, para de esta forma conocer las dimensiones de la sala -caldarium-. Junto al Corte G-6 continúa la misma estratigrafía y en el lado opuesto tras bajar un nivel de tierra grisácea con abundante grava y algunas piedras hasta la cota de 1´40 m. el muro se queda sin cimentación. A una profundidad de 2´45 m. no apareciendo material arqueológico deducimos que nos encontramos fuera de las instalaciones de Baños. Futuras excavaciones en la zona nos darán información sobre el uso del espacio en esta zona. V. ANÁLISIS DE LOS RESTOS ARQUEOLÓGICOS

Es muy conocida la importancia del baño en el mundo romano que, a su vez, habían heredado del mundo griego, lo que ha quedado reflejado en los textos y en la gran cantidad de instalaciones balnearias conservadas en todo el imperio. La propiedad podía ser privada, municipal o imperial y según sus dimensiones podían ser establecimientos mayores (grandes termas imperiales) y menores (propios de pequeñas poblaciones y zonas rurales). Estas construcciones balnearias romanas presentan una mayor problemática cuando hablamos de arquitectura termal medicinal, vinculada siempre a un manantial de agua caliente sobre el que se construye el edificio principal, en torno al cual se organiza el resto del espacio. Así sucede en nuestro caso y como él existen muchos ejemplos tanto en nuestra región: Archena, Fortuna, Mula, etc., como en el resto de España(42). Las referencias historiográficas sobre el origen romano de los restos arqueológicos que ya hemos

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Lámina 13. Sala I. Interior de la bóveda y pared frontal.

enumerado en el apartado de historia de la investigación, confirma, en todo caso, las hipótesis previas sobre la construcción del edificio en época romana «por su estructura, solidez y argamasa con que están construidos», como señala Pascual Madoz, y los hallazgos arqueológicos, que más adelante apunta con la aparición de monedas del «tiempo de los césares»(43). 5.1. Las excavaciones arqueológicas. El Baño romano

Con los antecedentes reseñados se inician las excavaciones arqueológicas que nos han permitido realizar un estudio completo de las estructuras conservadas y una valoración que adecuase los restos al proyecto de restauración. Cuando en 1972 realiza el informe arqueológico D. Santiago Broncano Rodríguez, ya hacía importantes valoraciones sobre la construcción romana e incluía planos de todo lo existente, que nosotros utilizamos para una primera aproximación al estudio e investigación de los Baños. El edificio de Baños se ubica al pie del Cerro del Castillo y de forma perpendicular al manantial del Baño, se levanta un edificio de planta rectangular con orientación SE-NW, que se divide en dos salas longitudinales de diferentes dimensiones y con una cubierta de bóveda de cañón. A esta construcción se le añaden una serie de habitaciones o estancias localizadas en el sector oriental, que debía responder al tipo de baño romano lineal de sucesión de ambientes. A.-El edificio termal-medicinal (Lám. 2, 3, 10 y 13; Fig. 3)

Los materiales empleados en su construcción es el opus incertum, en el que los paramentos se realizan con hiladas de piedra irregular trabadas con mortero de cal y arena. Esta mampostería, al interior y exterior, está bien careada e inte-

riormente está recubierta de varias capas de fino mortero de cal, de dificil adscripción cronológica. También hemos localizado sillares en el inicio de la conducción subterránea principal y el ladrillo se emplea en el interior de las salas de baño, en los hipocaustos, bien formando los arquillos de la suspensurae, en pilares y en los conductos de aire caliente. La planta del edificio (fig. 3) consta de dos salas longitudinales, la primera situada en el lugar donde aflora el manantial del Baño, que sufrió la destrucción de su zona de entrada en 1848, debido a la ubicación de los sótanos del hotel-balneario, realizados con un trazado arquitectónico rectilíneo con respecto a la calle de los Baños. En cuanto a las dimensiones, según José María del Castillo(44), cuya referencia hemos citado textualmente en otro apartado y que corresponden al edificio antes de realizar las obras de 1848, coinciden, en general, con las realizadas por nosotros y que son para la Sala I (Lám. 12) de una longitud de 13´30 mt. y de una anchura de 3´10 mt. (11´69 mt de long., 3´34 de anchura y 7´51 de altura para J. Mª del Castillo); la sala II tiene la misma longitud, 13´30 mt., y una mayor anchura de 5´30 mt.(12´94 mt. de long., 5´01 mt. de anchura y 8´35 de altura). Ambas salas disponían de una piscina o balsa para el baño que en la Sala I tenía unas dimensiones de 3´34 mt. de long., 2´41 de anchura y 0´835 de profundidad; la piscina de la sala II era más grande y tenía unas dimensiones de 6´64 mt. de long.; 2´92 mt. de anchura y 0´835 mt. de profundidad(45). En los muros de unos 90 cm. de grosor parece emplearse el pie romano, con lo cual serían de tres pies romanos; éstos disminuyen en el arranque de la bóveda a unos 45-50 cm., variables, que muy bien podría ajustarse al pie y medio romano. Examinando la parte exterior de las bóvedas pudimos documentar, bajo los revestimientos impermeabilizantes de cubierta más modernos, un revestimiento de opus signinum localizado en la sala I, sobre el manantial, y que alcanzaba una altura de 95 cm desde el arranque de la bóveda exterior. Este hallazgo, ha sido el único elemento característico de la arquitectura romana, que pudimos documentar durante los trabajos llevados a cabo en la cubiertas exteriores de las bóvedas y en el interior del edificio. En ambas salas existía una entrada pequeña o recibidor que daba paso a las piscinas, dotadas de escalones para bajar a bañarse, en las que cabían ocho personas en la pequeña y once en la grande, según nos señala el citado José M.ª del Castillo.

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El agua del manantial penetraba en la piscina de la Sala I, a través de una mina horizontal de unos 18 metros de longitud excavada en los conglomerados del Cerro del Castillo. Desde la misma salida del manantial existía otra conducción para la piscina de la Sala II y el agua, una vez utilizada para el baño, salía por una canalización subterránea de aparente construcción romana en su trazado inicial de sillares, e iba a parar a una balsa o depósito fuera de la población. Este conjunto termal, con separación de ambientes para cada sexo, tiene una cubierta de bóveda de cañón de opus incertum, compuesto por mortero de cal y piedras de mediano tamaño, al igual que la fábrica del resto del edificio, sin ningún tipo de cimentación previa tal y como hemos podido documentar en el corte A-1, donde el muro apoya directamente sobre la arcilla roja compacta, totalmente virgen. En las bóvedas, y para conseguir el ambiente termal más idóneo, se localizan unos óculos con tapadera superior que permitiría abrir o cerrarlos para graduar la temperatura. Si bien en la actualidad podemos distinguir dos óculos en la sala más grande, sabemos que no son los de época romana, pues éstos aparecieron «cegados» con ladrillo, en número de cuatro y con una distribución precisa, al quitar el enlucido moderno de la bóveda interior. Además de los huecos de la bóveda existían también unas pequeñas aberturas de comunicación entre las dos salas que servirían para disfrutar de un mismo ambiente salutífero dentro de este espacio subterráneo situado al nivel del manantial constructivo de época romana aparecido durante los trabajos llevados a cabo en las dos salas abovedadas, el manantial del Baño y la canalización de desagüe. Debemos añadir que el uso del edificio durante 2.000 años, de forma ininterrumpida, ha debido favorecer la pérdida de enlucidos, suelos y otros elementos de época romana. La distribución de salas abovedadas, semejantes a aljibes, con separación de ambientes para cada sexo y con una sola piscina de grandes dimensiones en cada una podemos documentarlo en Fortuna, Archena, Alhama de Granada Los ejemplos de piscinas termales de grandes dimensiones son abundantes. Así en San Roque (Lugo)(46), en Alange (Badajoz)(47) con piscinas circulares y oculus de cierre en su parte superior, grandes piscinas de opus signinum en S. Pedro do Sul(48), Baños de Ledesma (Salamanca)(49), todos ellos con una sala cubierta con bóveda y piscina central. Estas construcciones en torno a aguas con propiedades cura-

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Lámina 14. Sala I. Hornacina en la pared frontal junto al manantial del baño.

tivas y «milagrosas» suelen adscribirse o dedicarse, en el mundo romano, a alguna divinidad relacionada con las aguas, con la salud, con la fecundidad, etc. En la región de Murcia tenemos el ejemplo ya citado de Fortuna y, sin duda, Alhama de Murcia, que en futuras intervenciones debe proporcionar más información y elementos de juicio sobre el tema. Ocasionalmente y durante el proceso de restauración de la sala I se descubrió, en la pared frontal cerca del manantial, una hornacina que debía corresponder al lugar reservado a la divinidad salutífera de las aguas, lo que nos confirma la hipótesis planteada, aunque por el momento no disponemos de más datos al respecto (Lám. 14). B. El Baño romano anexo al edificio termal A. Sector oriental (Fig. 3)

Al comienzo de la descripción general, hemos indicado que la construcción se organiza funcionalemente en un cuerpo central de planta rectangular y perfectamente definido y salas anexas, de las cuales sólo hemos localizado una de ellas.

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En el entorno del conjunto termal, parcialmente destruido por los sótanos construidos en 1848, debía existir un baño de tipo lineal simple con las tres estancias características del baño romano, del cual sólo hemos podido localizar el caldarium (lám. 12). La ausencia del resto de estructuras y salas se debe a la ubicación de los sótanos del Hotel-Balneario que se excavaron hasta el nivel de salida de agua del manantial, y por lo tanto se arrasaron todas las estructuras existentes a una cota más alta e incluso se llega a destruir parte de la entrada a la sala termal, con el fin de cuadrar el edificio con respecto a la línea de calle. Con este hallazgo se plantea la existencia de un baño de recreo citado que completaría las instalaciones balnearias de Alhama de Murcia a modo del complejo termal romano de La Nava (Cabeza del Buey, Badajoz)(50) o en Fortuna (Murcia)(51) donde sus autores creen que deben existir otras instalaciones. Se trata de una habitación, quizá de forma cuadrada de 3’25 metros de anchura y cuya longitud total desconocemos al estar cortada por el muro del sótano de 1848, pero que debía superar los 3 metros. Al igual que los muros del edificio termal su fábrica es de opus incertum conservados en una altura de 1´60 metros hasta el pavimento de cal desde donde arrancan los pilares del hipocausto. Sobre este pavimento, de color blanquecino con manchas negruzcas, aparece el característico sistema de calefacción utilizado en gran parte de los conjuntos termales, urbanos y rurales, donde estos hipocaustos se suelen combinar con los tubuli de las paredes laterales para mantener la temperatura de la habitación, aunque este no es nuestro caso. Las columnillas de ladrillo formando bovedillas realizadas por aproximación de hiladas, con el tipo de ladrillo bessales de 22 cm unidos con argamasa de cal, habiéndose recuperado un total de 20 arranques a diferentes alturas, sobre las cuales y en su parte superior se colocarían los ladrillos bipedales y el suelo (suspensurae) de opus signinum, del que han aparecido abundantes fragmentos entre el derrumbe de los pilares. Este sistema de bovedillas realizadas por aproximación de hiladas se emplea en las Termas de Caputa (Mula, Murcia)(52), en Casa Basílica de Emérita (Mérida, Badajoz), en Herdade da Fonte do Prior (Monteno-o-Novo, Ébora), en Casais Velhos (Areia, Cascais, Lisboa), en Vale do Junto (Ortiga, Castelo Branco), en Torreblanca del Sol (Fuengirola, Málaga), en Carteia (Cádiz), en Mirobriga (Santiago do Cacem, dist. de Beja)(53). La sucesión estratigrafía de esta sala -caldarium- es la siguiente:

1.- Estrato superficial: es un relleno compuesto por piedras, ladrillos, azulejos.... procedentes del derribo del HotelBalneario de 1848, con una potencia de 90-100 cms. 2.- Estrato I: hemos diferenciado tres niveles. Nivel A: tierra marrón clara mezclada con algunas piedras de tamaño mediano, con cerámica romana escasa y una potencia de 58-60 cms. Nivel B: tierra de color oscuro con abundancia de carbón y una potencia de 12-15 cms y con algunos fragmentos de cerámica y estucos romanos. Nivel C: tierra marrón oscura con una potencia de 12-20 cms que contiene un elevado índice de cerámica romana y abundantes estucos. También aparecen ladrillos y fragmentos de opus signinum procedentes del suelo (suspensurae) sobre el hipocausto de la habitación. 5.2. El Baño islámico (Fig. 2)

El Baño en el mundo islámico constituye un elemento esencial e indispensable dotándolo de un carácter religioso ligado íntimamente a la mezquita y añadiéndole otra serie de funciones higiénicas, lúdicas y sociales que junto con las de carácter medicinal se podrían dar en nuestro caso de Alhama de Murcia, En este periodo parece clara una organización de los espacios dentro del casco urbano, en función de su uso(54). En primer lugar, un espacio político-militar con el Hisn como elemento aglutinador y que además de su función defensiva, debía servir tanto de hábitat permanente como de refugio de la población cercana(53) . En segundo lugar, como espacio cultual y religioso, los Baños ubicados junto a la Iglesia de San Lázaro, documentada desde 1366 (55) y que debe estar reedificada sobre los restos de una mezquita u oratorio, centro público por excelencia en el mundo islámico, aunque sobre el particular no podamos ofrecer datos histórico-arqueológicos que así lo confirmen. No existe, por el momento, ningún hallazgo que nos permita pensar en el culto a las aguas de alguna advocación pagana que se transformaría, con el paso del tiempo, en un lugar de culto cristiano relacionado, en nuestro caso, con el culto a S. Lázaro Obispo, patrón de Alhama y del que toma su nombre la principal iglesia parroquial de la localidad situada junto al edificio de los Baños y que, curiosamente, es el patrón de los leprosos y enfermedades de la piel, las mismas para las que están especialmente indicadas las aguas medicinales de los Baños de Alhama.

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ha correspondido a las cerámicas denominadas «comunes» y «de cocina». Se han seleccionado un total de 86 fragmentos, aunque 31 de ellos corresponden a restos informes (5 con huellas de empleo en cocina). Otros dos casos corresponden a fondos groseros de pie anular alto (ALH-310) o bajo (ALH605), para los que no podemos adelantar su identificación con un tipo cerámico determinado. Los ejemplares catalogados, han sido clasificados en grandes categorías de vajilla doméstica: A.1. Platos-Tapaderas:

Figura 4. Selección de cerámicas de los Baños de Alhama. Cerámica común: Platos, cuencos, ollas, cazuelas y lucernas.

Otra parte fundamental de este espacio religioso es el cementerio musulmán que se extiende a lo largo de la calle Corredera y que aparece vinculado a los Baños e Iglesia como parte del esquema social en el mundo islámico(56). La descripción del edificio y su funcionamiento, con la correspondiente separación de ambientes, coinciden con la realizada por Al-Qazwini en el siglo XIII, la cual manifiesta claramente que a partir del periodo islámico y, quizás desde época tardoantigua, sólo se mantuvieron en uso las dos salas de carácter medicinal del edificio. Véase la reconstrucción del espacio arquitectónico según los datos de Al-Qazwini. 5.3. Estudio de los materiales: cerámica, vidrio y estucos 57

Sobre los aspectos cronológicos, resulta especialmente valorable la aportación de los materiales cerámicos recuperados en su mayor parte en el sector oriental y especialmente en la sala - caldarium- anteriormente descrita. A. Cerámicas comunes (Fig. 4)

El conjunto cerámico más amplio aparecido en esta primera fase de excavaciones de los baños romanos de Alhama,

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Se han recogido 5 muestras de bordes exvasados-redondeados y de bordes apuntados, correspondientes a platostapaderas en cerámica común. Los primeros (ALH-412 y ALH-702/703) muestran asimismo la zona del borde ahumada, por lo que pueden identificarse con seguridad con las producciones de platos de borde annerito (Vegas 16). Los ejemplares ALH-205 (informe) y ALH-309 (borde apuntado) se encuadran de manera más genérica en el tipo Vegas 17. Su procedencia es variada en los diferentes cortes estratigráficos, observándose únicamente una mayor concentración en el corte G-6 (niveles B y C) y su aparición en H-5 y H-6. A.2. Vasos:

En este apartado contamos únicamente con un fragmento de borde redondeado recto de un pequeño recipiente tipo Vegas 22 (ALH-409) procedente del nivel C del corte H-6. A.3. Cuencos:

Otros 4 ejemplares se clasifican como cuencos en cerámica común. En este grupo se observa una gran variedad en el tipo de borde característico del recipiente: a) borde recto redondeado, ligeramente entrante (ALH-408). Puede tratarse de una imitación de vajillas de mesa más lujosas (Vegas 21.5), procedente del nivel C del corte H-6. b) borde engrosado trapezoidal (ALH-701). Otra posible imitación (Vegas 21.2) de un cuenco carenado alto (forma Morel 92 de cerámica de barniz negro), procedente del nivel C del corte G-6. c) borde engrosado esférico (ALH-306). Perteneciente a un cuenco-cazuela con borde aplicado (Vegas 5), procedente del mismo nivel que la pieza anterior.

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d) borde aplicado cuadrangular de labio bífido (ALH-710). Es otro claro ejemplo de los cuencos-cazuelas Vegas 5 y procede asimismo del corte G-6.

La procedencia de estas muestras es muy variada, predominando el corte G-5 (nivel C) y G-6 (niveles B y C) y el corte H-5.

A.4. Cazuelas:

A.7. Ollas:

Hemos podido clasificar otras cinco vasijas en el apartado de cazuelas en cerámica común y de cocina. Casi todas corresponden a piezas ahumadas con bordes engrosados interiores y paredes exvasadas (ALH-411, ALH415 y ALH-604). El ejemplar más completo es el ALH-401, que muestra no sólo la embocadura del recipiente sino también su cuerpo hasta la carena media aguda, resaltada por un baquetón, y el arranque del fondo estriado exteriormente. Todo ello permite identificar estos ejemplares con las cazuelas de fondo estriado Vegas 6. Su procedencia es muy homogénea, pues corresponden al nivel C del corte H-6 y, en un caso, al mismo nivel del corte G-5. Finalmente, se ha incluido en este capítulo de cazuelas de cocina un fragmento de borde aplicado almendrado y ahumado (ALH-414), procedente del mismo contexto estratigráfico que los anteriores y de muy difícil catalogación tipológica.

Hemos dejado para el final el grupo más numeroso, documentado en el lote de cerámicas comunes y de cocina: las ollas y orzas. Se trata de 23 fragmentos de, al menos, 14 grandes recipientes de cocina y mesa. Se trata de los típicos recipientes globulares Vegas 1, aunque ninguno nos ha permitido recomponer la silueta de su cuerpo, con bordes exvasados vueltos (ALH-307, ALH-706 y ALH-709), exvasados oblicuos (ALH-312 y ALH-705) u horizontales simples (ALH-508) o aplicados (ALH-311, ALH-509, ALH-603 Y ALH-707/708). En otros casos únicamente se han conservado sus fondos y bases macizas rehundidas (ALH-313) o anulares (ALH-510). Un caso especial es el recipiente fino ALH-704, con borde exvasado vuelto y labio apuntado, que se sitúa a medio camino entre los grandes cuencos y las ollitas más livianas. Buena parte de ellos muestra restos de ahumado que denotan su empleo en la elaboración de alimentos cocinados al fuego. Su procedencia, aunque dispar, muestra cierta predilección por el corte G-6 (siete fragmentos en su nivel B y otros trece en el C) y H-5 (tres muestras) frente a una sola del nivel C del corte G-5.

A.5. Morteros:

Dos muestras, muy fragmentarias, han sido identificadas con restos de morteros, caracterizados por sus bordes exvasados pendientes (ALH-308) u horizontales trapezoidales (ALH-410). Se trata de tipos que se incluyen, de forma convencional, en el grupo 7 de Vegas, de cerámica común, y proceden respectivamente del nivel B del corte G-6 y del nivel C del corte H-6. A.6. Jarras:

Aunque disponemos de 6 muestras asimilables a jarras en cerámica común, la gran mayoría de ellas (ALH-315, ALH-511, ALH-606/607 y ALH-711) no son clasificables tipológicamente por tratarse de restos de asas verticales de secciones circulares o aplanadas y con una acanaladura central. Únicamente el ejemplar ALH-305 permite mayores precisiones por mostrar la embocadura entrante oblicua y un labio engrosado y el arranque de asas bajo el mismo borde y sobre un cuello relativamente estrecho y cilíndrico, rasgos todos ellos que apuntan hacia el tipo 39 de la clasificación de M. Vegas.

B. Ánforas:

Como grandes recipientes de contención y transporte de víveres y líquidos contamos, únicamente, con un fragmento de borde de ánfora vinaria itálica Dressel 1A, procedente del nivel B del corte G-6 (ALH-314), que no permite mayores precisiones cronológicas. C. Terra sigillata (Fig. 5)

Contamos, únicamente, con diez muestras de recipientes en terra sigillata. En su mayoría se trata de restos de bordes y arranques del cuerpo, aunque disponemos también de un fondo de cuenco Drag. 27 (ALH-202) con pie anular moldurado alto y dos informes (ALH-104). Entre los tipos identificados tenemos: a) Cuencos Dragendorff 27: ALH-301: embocadura baquetada y parte del cuerpo agallonado doble, procedente del corte G-6, nivel B, estrato I.

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b) Páteras Dragendorff 18: ALH-302: pequeño borde de baquetón, procedente del corte G-6, nivel B, estrato I. c) Platos Dragendorff 15-17: ALH-101: fragmento de boca con labio engrosado y pared multiranurada, procedente del corte G-6, nivel C, estrato I. d) Platos Dragendorff 18: ALH-501: pequeño borde procedente del corte H-5, estrato I. e) Cuencos Dragendorff 33: ALH-502: pequeño borde procedente del corte H-5, estrato I. f) Cuencos Dragendorff 35: ALH-503: fragmento de labio con restos de su típica decoración a base de tallos y hojas de agua a barbotina. g) Cuenco-crátera decorada Dragendorff 37: ALH-201: borde y arranque de cuerpo. Lamentablemente se conserva sólo el reborde de baquetón, una franja en reserva, entre moldura, bajo el borde, y el inicio de la zona decorada, sin que podamos determinar la iconografía que adornaría las paredes del vaso. En resumen podemos destacar que, a pesar de lo reducido del lote cerámico recuperado, se han podido identificar los principales tipos de las vajillas gálicas. LLama la atención la variedad de formas, no repitiéndose ninguna a excepción del fondo y boca de cuencos Dragendorff 27. Con todo ello se constituye un precioso contexto cerámico fechable, claramente, en el siglo I d.C. La coexistencia, en varios estratos, con cerámicas africanas del tipo A podría sugerir la llegada de estos productos en época flavia e incluso en el siglo II d.C. La ausencia de vajillas africanas en el corte H-5 (uno de los más ricos, por el contrario, en terra sigillata) y la falta de cerámicas gallicas en el corte H6, más tardío, parece indicar que el intervalo de comercio con los alfares franceses se circunscribe al periodo julioclaudio.

ficarse con un vasito tipo Miquel T-1250, procedente del corte G-5, nivel C, y varios fragmentos informes. El primero (ALH-712), procedente del corte G-6, nivel C, presenta una decoración de haces de líneas incisas verticales «a peine» característico de los cubiletes ovoides monoansados augusteos Mayet XXIV (Miquel T-1234). Podría corresponderse, incluso, este resto informe con la embocadura ALH-712, anteriormente descrita. Otros tres fragmentos informes (ALH-505), decorados con series de incisiones finas a ruedecilla, pertenecen a una vasija globular contemporánea y se recuperaron en el corte H-5. Finalmente tenemos, como dijimos al principio, seis muestras, dos de ellas con pequeños bordes de baquetón, de tacitas carenadas béticas con decoración de rejilla reticulada a barbotina (ALH-504) tipo Mayet XXXVIII, procedentes también del corte H-5. Incluimos asimismo en este apartado, aunque no se trate propiamente de una producción de cerámicas de paredes finas, la embocadura de una jarrita en cerámica vidriada romana (ALH-406). Se trata de un borde vertical ligeramente convexo, de labio apuntado, remarcado por una gruesa moldura que refuerza la boca y la distingue del cuello-hombro. El fragmento es demasiado reducido pero puede paralelizarse con el tipo López V de época tiberio-claudia. La mayoría de los ejemplares corresponden a cubiletes y vasos tardorrepublicanos y augusteos, aunque se han documentado asimismo vasitos de Asta julio-claudios. La gran variedad de tipos y producciones es lo más significativo del lote. Debemos destacar también el hallazgo de un ejemplar de cerámica vidriada, pues resulta poco frecuente en nuestras tierras. E. Cerámicas Africanas Claras:

D. Vasos de paredes finas (Fig. 5)

Una docena de muestras constituye el conjunto de vasitos de paredes finas recuperado hasta el momento en el yacimiento. El lote tiene un gran interés, más por la variedad de producciones que manifiesta que por su número. El resto más antiguo corresponde a un pequeño borde exvasado oblicuo (ALH-203) de un fino cubilete Mayet II, localizado en el corte H-5, que se puede fechar desde finales del siglo II a.C. pero especialmente a lo largo de toda la primera mitad del siglo I a.C. Con datas de la segunda mitad de dicha centuria localizamos un pequeño borde vuelto (ALH-602), que puede identi-

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El conjunto más amplio entre las producciones cerámicas de semi-lujo corresponde a las vajillas africanas de pastas claras engobadas. De ellas, la mayoría corresponde al tipo A, datado desde finales del siglo I hasta el siglo III d.C. Cuatro casos corresponden al restos informes (ALH-403 y ALH-609) y una base informe (ALH-404), los restantes han permitido identificar las forma genérica a la que pertenecen: a) Cuenco carenado tipo Lamboglia 3A; Hayes 14, del que disponemos del resto de borde engrosado ALH-102, procedente del nivel C del corte G-6. b) Cuencos ovalados tipo Lamboglia 8; Hayes 17, identificados en los fragmentos de bordes redondeados ALH-103 y

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Figura 5. Selección de cerámicas de los Baños de Alhama. TSG y Paredes finas.

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ALH-402, procedentes respectivamente de los cortes G-6 y H-6. c) Cuenco-fuente carenado de fondo estriado externo, tipo Lamboglia 10; Hayes 23. Este último tipo se puede reconocer en la base con estrias concéntricas y con carena aguda ALH-303, recuperado en el nivel B del corte G-6. Vemos, en resumen, que las cerámicas africanas claras de tipo A se concentran en los cortes G-6 y H-6, aunque también hay un resto informe en G-5 (ALH-609). Disponemos, asimismo, de nueve fragmentos de cerámicas africanas identificadas con el tipo C, característicos del siglo III d.C., pero todos ellos informes (ALH-105 y ALH405), recogidos también en los cortes G-6 y H-6. Tenemos, por último, una muestra de borde engrosado exterior (ALH-407), inclasificable tipológicamente, pero cuya pasta, acabado y morfología del labio señalan su pertenencia a las vajillas africanas claras más tardías, tipo D. F. Lucernas:

Las vajillas de mesa se completan con el hallazgo de tres restos de lucernas contemporáneas. El más completo es el resto de piquera de una lucerna de volutas, tipo Dressel 3 (ALH-506), y otra muestra con asa y arranque del cuerpo y el disco decorado, pero inidentificable, de un ejemplar similar (ALH-507). Ambos proceden del corte H-5. Se recuperó, además, en el nivel C del corte G-5 un ejemplar, muy interesante, de disco decorado a molde de otra lucerna de volutas julio-claudia (ALH-601). La escena representa una figura femenina sentada que puede interpretarse como una escena erótica o, más probablemente, la representación mitológica tipo rapto de Europa, Ariadna en su carro o alguna divinidad marina sobre hipocampos o tritones. La falta de buena parte de la escena nos impide determinar exactamente el significado de la figura recuperada. G Vidrios y varios:

A la vajilla cerámica se añaden tres fragmentos de vidrio muy fragmentados. Corresponden, seguramente, a piezas vítreas del mismo ajuar de mesa que las cerámicas. En el corte G-6, nivel B, se recuperaron un pequeño borde engrosado exterior (ALH-318) de un posible plato Ising 47 y un resto informe de cuerpo de un cuenco-bol profundo con suave moldura media y una fina, pero pronunciada, molduravisera superior (ALH-319), asimilable al tipo Ising 69b.

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La tercera muestra vítrea proviene del corte H-5 (ALH204) y no permite ninguna identificación por ser totalmente informe. Se localizó, también, un fragmento informe de estucado parietal en tonalidades pardo-rojiza (ALH-417) que no añade documentación adicional a la aportada por las vajillas cerámica y vítrea. 5.1.3. Estucos

Gran importancia ha tenido el elevado número de fragmentos de estucos recuperados durante la excavación, por lo que pensamos que las paredes y el techo de la sala donde aparecieron (caldarium) debían estar enlucidos y sobre estos últimos, aún húmedos, se desarrollarían los motivos geométricos pintados (bandas de diferente color, predominando los tonos violáceos, verdes, amarillos, rojos y blancos, círculos y elementos vegetales). En algunos fragmentos de estuco hemos observado que la pintura aparece cuarteada y «desconchada», debido a que pudo haberse realizado un «repintado» en seco de alguna pared de la sala que se habría deteriorado por la humedad u otros motivos no conocidos por el momento. Paralelos conocidos se dan en las termas de Santa Margarida de Montbuí (Anoia), donde se han encontrado estucos con motivos geométricos(55) o los aparecidos en Can Tarrés (La Garriga) con un zócalo de color rojo y el resto de color azul intenso(56), o en Belo (Bolonia, Cádiz), donde aparecen en una sala central estucos pintados de rojo, verde y amarillo.(57) IV. CONCLUSIONES Y PERSPECTIVAS

A modo de conclusión hemos de señalar que la arquitectura termal-medicinal presenta una serie de características que la diferencian del clásico esquema constructivo del Baño romano. Esto es bien evidente en el caso de Alhama de Murcia, donde se combinan los dos tipos de baños, medicinal-salutífero y de recreo. El excelente estado de conservación del primer tipo de baño le confiere un especial relevancia en el ámbito regional, lo que ha motivado sucesivas fases de restauración, por parte de la administración desde 1986. El conjunto de materiales recuperados de época romana abarcan un periodo entre los siglos I y III d.C. cuando, posiblemente y a causa de la crisis generalizada del Imperio, dejara de utilizarse la instalación balnearia de recreo, conti-

LOS BAÑOS TERMALES MINERO-MEDICINALES DE ALHAMA DE MURCIA

nuando en uso las dos salas de baño medicinal, quizás en precarias condiciones. En la región de Murcia los Baños de Archena, Águilas, Caravaca, Torres de Cotillas.... presentan una cronología semejante. Es especialmente importante la aparición de cerámica ibérica que, debido a no estar asociada a ningún tipo de estructura, hemos preferido esperar a futuras actuaciones arqueológicas en la zona para poder llegar a establecer unas conclusiones acertadas. En cualquier caso, parece probable que los pobladores ibéricos conocieran y aprovecharan, en alguna medida, los manantiales existentes. La arqueología ha demostrado que estos complejos termo-medicinales llevaban asociado un carácter cultual y religioso, que se manifiesta en la aparición de esculturas, aras, inscripciones.... relacionadas con los diferentes dioses de la salud, la fecundidad, etc. Aunque hasta el momento no disponemos de este tipo de materiales, a excepción de la hornacina citada, que nos permitan establecer conclusiones definitivas sobre el tema, no descartamos que futuras intervenciones arqueológicas en el sector oriental, puedan ofrecer una mayor información. Una valoración global de los hallazgos nos permiten establecer una serie de conclusiones provisionales: 1.- El edificio termal-medicinal hemos de considerarlo como el cuerpo principal, en torno al cual se organizaría el espacio. La sala recuperada en el sector oriental y que debía estar unida a otras estancias contiguas forma parte de un baño de esquema lineal y sucesión de ambientes. El resto de las estancias que se extendería hacia la Sala I medicinal, debió destruirse en 1848 durante la excavación para ubicar los sótanos del nuevo edificio. 2.- Si en época romana se utilizan ambos sectores, en el periodo islámico el uso se reduce a las dos salas abovedadas de carácter medicinal, permaneciendo el resto en estado de abandono quizá desde el mismo siglo III d. C. a tenor de los materiales cerámicos hallados. 3.- La aparición de una hornacina en la pared frontal de la Sala I nos plantea la posibilidad de existencia de un culto a las aguas con alguna advocación religiosa. Podría ser una explicación para el culto a san Lázaro actualmente en la contigua Iglesia del mismo nombre. 4.- Por último, señalar que estamos ante un gran complejo termal de especial conservación y que representa unos restos arqueológicos de gran interés, tanto a nivel local como regional. Por ello instamos a las distintas administraciones a que continuen con las siguientes fases de protección y con-

servación y que pronto pueda ser una realidad la idea final del proyecto para hacer visitables los restos in situ y reacondicionar los espacios para ubicar un museo arqueológico de Alhama NOTAS (1) RD 2.172/1983 de 29 de junio, publicado en el BOE n.º 194 de 15 de agosto de 1983. Ya en 1972 se había tramitado el expediente de expropiación forzosa de los terrenos que ocupaban los Baños Termales, mediante el Decreto 3.395/1972 de 30 de noviembre y posteriores Resoluciones en los años 191, 1974 y 1975. Veáse el diario LINEA, de 16 de julio de 1975. (2) Intervención de la Dirección General de Bellas Artes bajo la dirección del arquitecto D. José M.ª del Rey. Esta intervención se realizó después de la demolición del hotel-balneario de tres plantas y consistió, por una parte, en retirar todos los escombros que colmataban los restos arquitectónicos antiguos y modernos y posteriormente se procedió a la restauración de ladrillo en los restos de los sótanos de 1848; concretamente en la escalera de acceso a los sótanos y en las jambas de las puertas de las habitaciones de baño tambien de la misma época. Toda esta zona se protegió con una cubierta aterrazada sostenida por pilares metálicos. Asismismo se realizaron obras de consolidación en el interior de las bóvedas para reparar las grietas y fisuras que el derrumbre y la antigüedad habían producido. Previamente a esta actuación, visitó y elaboró un informe sobre los restos D. Santiago Broncano Rodriguez, Técnico Arqueólogo al servicio de la Inspección Técnica de Excavaciones Arqueológicas del Ministerio de Bellas Artes, titulado «Informe sobre el yacimiento histórico-arqueológico de los Baños Termales de Alhama de Murcia». (Inédito) (3) Previamente a las excavaciones se realizó un informe sobre la necesidad de realizar una actuación arqueológica en los Baños Termales de Alhama, realizado por el Técnico que suscribe este artículo, en septiembre de 1989. Una primera aproximación al estudio de las instalaciones y su uso en: BAÑOS SERRANO, J., MUNUERA MARÍN, D. y RAMÍREZ ÁGUILA, J. A. (1989). «Aprovechamiento agrícola de aguas termales en Alhama de Murcia. Captación, transporte y almacenaje.» El agua en zonas áridas: Arqueología e Historia. I Coloquio de Historia y Medio Físico, Vol. II. Almería, p. 521-542. (4.-STRINATI, Pierre. (1953). «Une grotte chaude près d´Alhama de Murcia». En: Speleon IV, n.º 2. Oviedo, pp. 95-104. (5) MARTÍNEZ DIAZ, J.J. y HERNÁNDEZ ENRILE, J.L. (1991). «Reactivación de la falla de Alhama de Murcia (sector de Lorca -Totana): cinemática y campos de esfuerzos desde el Messiniense hasta la actualidad.» Geogaceta, 9, pp. 38-42. (EGELER, C. G., KAMPSSCHUUR, W., LANGENBERG, C.W., MONTENAT, CH., PIGNATELLI, R. Y RONDEEL, H.E.. (1974). Mapa y memoria explicativa de la hoja 933 (26-37) de Alcantarilla del Mapa Geológico Nacional a escala 1:50.000. IGME. LÓPEZ BERMÚDEZ, F., CALVO GARCÍA-TORNEL, F. Y MORALES GIL, a. (1986). Geografía de la Región de Murcia. Barcelona , pp. 15 y ss.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

(6) MARTÍN ESCORZA, C. (1991). «La estructura geológica de la Península Ibérica y sus aguas termales.» En: Actas de la Mesa Redonda: Aguas minero-medicinales, termas curativas y culto a las aguas en la Península Ibérica. Madrid, pp. 231-254. (7) GONZÁLEZ BLANCO, A., AMANTE SÁNCHEZ, M., RAHTZ, Ph. y WATTS, L. (1991). «El balneario de Fortuna y la Cueva Negra (FortunaMurcia). Termalismo antiguo». En: Actas de la mesa redonda: Aguas minero-medicinales...... Madrid, pp. 421-454. Ver notas 3 a 10. (8) LOZANO SANTA Juan (1794). Bastitania y Contestania del Reino de Murcia. Murcia, Reimp. Acad. Alfonso X El Sabio, 1980; Biblioteca Murciana de Bolsillo, n.º 26. Libro I, p. 92 y ss. CEAN BERMÚDEZ, Juan Agustín (1832) Sumario de las Antiguedades Romanas que hay en España, en especial las pertenecientes a las Bellas Artes. Madrid, p. 42. ; MIÑANO, S. de. (1826-1829). Diccionario geográfico-estadístico de España y Portugal. Madrid, Voz Alhama. (9) CASTILLO Y ESPINOSA, José M.ª (1845). Memoria sobre las aguas minerales de la Villa de Alhama de Murcia. Murcia, p. 15 y (1848). Memoria acerca de las aguas y baños Termo-minero-medicinales de Alhama de Murcia. Murcia, p.22; LORENZO LÓPEZ, Joaquín (1916). Memoria de las Aguas Termales, Minero-medicinales. Totana, p. 35. (10) MADOZ IBÁÑEZ, Pascual (1850). Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de ultramar. Madrid, tomo I, págs. .590-592. (Ed. de la Consejería de Economía, Industria y Comercio de la Región de Murcia. Murcia, 1989, p. 55 (11) Obras de alcantarillado llevadas a cabo en 1989 en la calle Sánchez Vidal y cuya supervisión realizó David Munuera Marín e igualmente en la calle La Feria, las cuales fueron supervisadas por Juan Antonio Ramírez Águila. (12) BAÑOS SERRANO, J.; (1992). «Un olpe romano de tradición ibérica en Alhama de Murcia». Anales de Prehistoria y Arqueologia, n.º 7-8. Murcia, pp. 163-172 (13) MARTÍNEZ RODRÍGUEZ, A.; BAÑOS SERRANO, J. y DE MIQUEL SANTED, L.(en prensa). «Rasgos del poblamiento romano en la Vega del Guadalentín». Congreso Nacional de Arqueología. Elche, 1995 (14) VALLVÉ BERMEJO, J. (1972). «La división territorial de la España Musulmana. La cora de Todmir (Murcia)». En: Al-Andalus, XXXIII. Madrid, Granada, p. 177 (15) Opus Cit. n.º 14 , p. 156 y GUICHARD, P. (1980). «Murcia Musulmana. Siglos XI-XIII». En: H.ª de la Región de Murcia, Vol. 3; Murcia, p. 138 (16) AL-IDRISI: Nuzhat al-Mustaq. Edición y traducción al francés de Dozy, R. y Goeje,. M:J. de (1866): Descriptión de l´Afrique et de l´Espagne. Leiden, (2ª ed. en 1968) p. 239. Traducción al español del 5º clima por E. SAAVEDRA. Madrid, 1881. Traducción parcial al español por A. Blázquez. Madrid, 1901. (17) Opus Cit. ver nota 14, pág. 177 (18) CASCALES, F. (1621). Discursos históricos de la muy Noble y muy Leal ciudad de Murcia y su Reino. Imp. Luis Berós. Murcia, (Ed. Facsimil 1980). p. 202 (19) RAMÍREZ AGUILA, J. A. y BAÑOS SERRANO, J. (En prensa). «La despoblación como fenómeno de frontera en el Valle del Guadalentín/Sangonera». Congreso «La frontera oriental nazarí como sujeto his-

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tórico. S. XIII-XVI. Lorca, Noviembre, 1994 . (20) MÜNZER Jerónimo. (1494). «Relato de viaje por España.» En: GARCÍA DE MERCADAL, J. (1952) Viajes de extranjeros por España y Portugal. Madrid, p. 346. (21) PÉREZ PICAZO, Mª Teresa y LEMEUNIER, Guy (1982). «Nota sobre la evolución de la población murciana a través de los censos nacionales (1530-1970).» Cuadernos de Investigación Histórica, n.º 6, p. 21. (22) Archivo Municipal de Alhama de Murcia, Libro Capitular n.º 2. Hoja suelta dentro del libro. (23) ORTEGA ARAQUE, R. P. FR. Pablo Manuel. (1746). Crónica de la Santa Provincia de Cartagena de la Regular Observancia de N.P. S. Francisco. II Parte, Libro I, cap. X, p. 23. (Reimp. facsimilar, Madrid, 1981 (24) LIMÓN MONTERO, Alfonso (1697). Espejo cristalino de las aguas de España y guarnecido, con el marco de variedad de Fuentes, y Baños, cuyas virtudes, excelencias y propiedades se examinan, disputan y acomodan a la salud, provecho y conveniencias de la vida humana. Alcalá, Cap. XII y XIII (25) GÓMEZ DE BEDOYA Y PAREDES, P. (1764). Historia Universal de las Fuentes Minerales de España, sitios en que se hallan,...; descripción de los lugares de su situación, con una buena parte de la Historia natural del termino de cada Pueblo, y explicación de las curiosidades que contiene.. T. I (A-B). Santiago de Compostela, págs. 218-219 (26) ARCHIVO MUNICIPAL DE ALHAMA DE MURCIA. Autos de Buen Gobierno de 1705. Sin n.º de legajo. (27) XIMÉNEZ MOLINA, Juan (1726). La verdad triunfante de las nieblas de la mas altanera contradicción....; VALDERO NAVARRO, Nicolás (1727). Desempeño de la verdad que zeladora de sus merecidos lucimientos...; XIMÉNEZ MOLINA, Juan (1731). Cartilla physiológica, galenico-espagirica.. (28) ORTEGA ARAQUE, R. P. FR. Pablo M. (1740) Descripción chorográfica del sitio que ocupa la Provincia Regular de Carthagena de mi P. S. Francisco. Pág. 265. Ed. de ORTEGA LORCA, J., Edición crítica de la Descripción Chorográfica del sitio que ocupa la Provincia Regular de Carthagena de mi P. S. Francisco, 1959, págs. 262-267 (29) Opus cit. nota 26. Pág. 218 (30) JUAN Y POVEDA, Juan, (1794). Disertación Fisico-Química y Análisis de las aguas minerales de la Villa de Alhama en el Reyno de Murcia. Cartagena (31) FRANCO SILVA, Alfonso (1981). «El patrimonio señorial de los adelantados de Murcia en la Baja Edad Media.» Gades, n.º 7, Cádiz, pp. 4748 (32) Archivo Municipal de Alhama de Murcia. Libro de Actas Capìtulares n.º 15. Sesión ordinaria de 27 de septiembre de 1846, por la que se nombra al Dr. D. José Mª del Castillo, «Médico-Director de las aguas minerales de esta Villa». (33) CASTILLO Y ESPINOSA, José M.ª, (1845). Opus cit. nota 9. (34) La construcción del Balneario-Hotel de 1848 fue dirigida por el arquitecto D. José Ramón Berenguer, siendo ésta su primera obra importante. Tambien fue arquitecto del Ayuntamiento de Murcia y del de Albacete, así como arquitecto provincial de Cuenca y Ciudad Real,

LOS BAÑOS TERMALES MINERO-MEDICINALES DE ALHAMA DE MURCIA

dejando a su paso nuevas obras de interés. (35) LORENZO LÓPEZ , Joaquín (1916). Memoria de las aguas termales minero-medicinales de Alhama de Murcia. Totana, pp. 33 y 34. (36) CELA DE ANDRADE, Anacleto, (1848). Análisis de las aguas Termo-minerales de Alhama de Murcia y consideraciones sobre su formación y composición. Murcia (37) A principios del año 1972 se procedió al demolición del edificio del Hotel-Balneario. En el periódico LINEA (Día 5 de febrero de 1972), apareció un pequeño artículo firmado por Mateo García Martinez. (38) Opus cit. nota 14. p. 177 (39) MOLTÓ, L. (1991). «Tipos de aguas minero-medicinales en yacimientos arqueológicos de la Península Ibérica.» En: Actas de la Mesa Redonda: Aguas minero-medicinales, termas curativas y culto a las aguas en la Península Ibérica. pp. 211-230 (40) Muestra de aguas del actual Balneario ubicado junto al Parque Municipal La Cubana, y publicado por CERÓN GARCÍA, J. C., PULIDO BOSCH, A. Y PADILLA BENÍTEZ, A. (1993). «Caracterización hidroquímica y análisis de los estados de equilibrio termodinámico en aguas termominerales de Alhama de Murcia (Murcia-España).» Estudios Geológicos, 49; pp. 49-61 (41) Certificación del Médico de la Villa, de fecha 9 de agosto de 1821, sobre la curación de D. Francisco de Rivas que aquejado de una enfermedad llamada dolor cardial, con gran debilidad, agitaciones continuas y frecuentes vómitos, y una vez agotados todos los medicamentos se le aplicaron las aguas termales consiguiendo su total restablecimiento. Archivo Municipal de Alhama, Libro de Actas y Acuerdos 1821-1834, Legajo n.º 11 (42) MORA Gloria, (1981). Las termas romanas en España. A.E.A., n.º 54, pp. 37-89. (43) Opus cit. nota n.º 10, p. 54 (44) Esta medida corresponde a la longitud de la sala II, ya que esta zona fue destruida en 1848 para ubicar los sótanos (Ver Fig. 2), y no se pudo efectuar las mediciones exactas. (45.-Para las medidas en varas de D. José M.ª del Castillo hemos utilizado la vara castellana equivalente a 83´5 cm. (46) RODRÍGUEZ COLMENERO, A. (1991) «Culto a las aguas y divinidades orientales en el Lugo romano: los posibles santuarios de San Roque y Bóveda» En: Actas de la mesa redonda: Aguas minero-medicinales, termas curativas y culto a las aguas en la Península Ibérica. Madrid, pp. 309-336. (47) RODRIGO, V. y HABA, S. (1991). «Culto a las aguas y divinidades orientales en el Lugo romano: los posibles santuarios de San Roque y Bóveda.» En: Actas de la mesa redonda: Aguas minero-medicinales, termas curativas y culto a las aguas en la Península Ibérica. Madrid, pp. 309-335; P. 371. (48) FRADE, Helena y BELEZA José (1991). «A arquitectura das termas romanas de Sao Pedro do Sul.» En: Actas de la mesa redonda: Aguas minero-medicinales, termas curativas y culto a las aguas en la Península Ibérica. Madrid, pp. 515-144., p. 528. (49.-VELÁZQUEZ SORIANO, Isabel y RIPOLL LOPEZ, Gisela (1991). «Pervivencias del termalismo y el culto a las aguas en época visigoda hispánica». En Actas de la mesa redonda: Aguas minero-medicinales, ter-

mas curativas y culto a las aguas en la Península Ibérica. Madrid, p. 559 (50) CALERO CARRETERO, J. A. (1991) «El complejo termal romano de «La Nava» (Cabeza del Buey, Badajoz). Cuatro campañas de excavaciones (1979-1983)». Extremadura Arqueológica, 1. Salamanca, pp. 155166 (51) GONZÁLEZ BLANCO, A., AMANTE SÁNCHEZ, M., RAHTZ, Ph., y WATTS, L. (1991). Opus cit. nota 7 (52) RAMALLO ASENSIO, S. F. (1990). «Termas romanas de CarthagoNova y alrededores». Anales de Prehistoria y Arqueología , 5-6, Murcia, p. 161-178. Lám. 1 (53) MORA, Gloria (1981). Opus cit. nota 42 (54.-EPALZA, M. de (1991). «Espacio y funciones en la ciudad árabe». La ciudad islámica, Zaragoza, p. 9-30 (55) BAÑOS SERRANO, José (1993). «El castillo de Alhama en la Edad Media. Datos para su estudio». IV Congreso de Arqueología Medieval, Tomo II, p. 423-433. (56) Las primeras noticias sobre una Iglesia en Alhama en FUNDAMENTUM ECCLESIAE. Constituciones de la Santa Iglesia de Carthagena, hechas por el ilustrísimo Señor Don Nicolás de Aguilar, Obispo que fue de dicha Iglesia, año de 1366. Documento impreso por ROXAS CONTRERAS, Diego de (1756). Diferentes instrumentos, Bulas y otros documentos pertenecientes a la Dignidad Episcopal, y Sta. Yglesia de Carthagena, y a todo su obispado...Madrid, f. 3v.; VEAS ARTESEROS, F. ed. (1990). Documentos del siglo XIV, 3. Colección de Documentos para la Historia del Reino de Murcia, v. XII, n.º CCXVII, p. 397 y398; TORRES FONTES, J. (1987). «El castillo de Alhama en la Edad Media». Homenaje a Justo Garcia Morales, Madrid, Anabad, 853-873. (56) Teníamos referencias orales sobre la existencia en esta zona del cementerio musulmán, que se vieron confirmadas por las excavaciones realizadas en los Baños (1991), dirigidas por Alfonso Chumillas López y las dos actuaciones arqueológicas en los solares de C/ Corredera, n.º 57 y n.º 9 , dirigidas por Juan A. Ramírez Águila en 1992, en las cuales se documentó la maqbara con dos momentos diferenciados en los siglos XII y XIII. (57) Este estudio, al igual que los dibujos cerámicos que lo acompañan, ha sido realizado por Luis Enrique de Miquel Santed.

BIBLIOGRAFÍA BAÑOS SERRANO, J., MUNUERA MARÍN, D. y RAMÍREZ ÁGUILA, J. A. «Aprovechamiento agrícola de aguas termales en Alhama de Murcia. Captación, transporte y almacenaje». El agua en zonas áridas: Arqueología e Historia. Almería, 1989, 1989. p. 523-542 CASTILLO Y ESPINOSA, José M.ª. Memoria sobre las aguas minerales de la villa de Alhama de Murcia. Murcia, 1845. MORA, Gloria : «Las termas romanas en Hispania». Archivo Español de Arqueología, 54. Madrid, 1981. p. 37-89 RAMALLO ASENSIO, S. F. : «Termas romanas de Carthago-Nova y alrededores». Anales de Prehistoria y Arqueología, 5-6, Murcia, p. 161-178. SÁNCHEZ Y FERRE, José.: Guía de Establecimientos Balnearios de España. MOPT, 1992.

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EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS EN FORTUNA. DICIEMBRE 1990

Ph. Rahts L. Watts M. Amante Sánchez A. González Blanco

MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

ENTREGADO: 1994

EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS EN FORTUNA. DICIEMBRE 1990

PH. RAHTS, L. WATTS, M. AMANTE SÁNCHEZ, A. GONZÁLEZ BLANCO

Resumen: Unas cisternas romanas ya conocidas desde hacía tiempo se convirtieron en centro de nuestra atención cuando en un perfil creado por el agua de arrastre de la lluvia pudimos recoger varios fragmentos de cerámica marmorata, sigillata, vidrio y alguna moneda. La campaña se centró en la investigación del entorno de los recipientes y en el perfil aludido. El resultado de la excavación fue la constatación de un lugar de habitación con abundante material de calidad que se extiende a lo largo de todo el siglo primero de nuestra era y comienzos del segundo, abandonándose el lugar en ese momento. El inventario del material recuperado da un total de 2.089 fragmentos inventariados pertenecientes a 604 piezas diversas, algunas de ellas en excelente estado de conservación. Subsidiariamente hemos investigado en la historia del Balneario habiendo sabido del traslado del mismo a comienzos del s. XIX a su

actual emplazamiento, desde un lugar cercano a nuestra excavación, lugar en el que muy probablemente se levantó el gran balneario romano y en el que tenemos intención de investigar en campañas sucesivas. Por lo que se refiere a la Cueva Negra, la campaña de este año ha tenido dos dimensiones: la prospección meticulosa de la pared de la cueva, que nos ha permitido descubrir al menos tres nuevos paños llenos de escritura y la dedicación de cuatro días al estudio de una sección que dejamos empezada en la campaña anterior, y que ha dado como resultado la lectura de algunas nuevas inscripciones, la corrección de algunas otras interpretadas no correctamente en otras lecturas y el análisis de nuevos problemas sobre procedimientos de escritura y caligrafía de las letras. La contemplación de los nuevos calcos realizados en esta campaña y su comparación con los anteriores permite captar los avances realizados.

I. LA CUEVA NEGRA Y SUS EXIGENCIAS

Watts paseando por las cercanías de los dos depósitos romanos del balneario descubrieron un estrato en el que se vislumbraban materiales romanos de época julio-claudia (2). Y allí comenzó la historia de las excavaciones cuya primera campaña pasamos a reseñar.

Los estudios epigráficos en la Cueva Negra habían comenzado en 1980; pero esa maravilla paleográfica no parecía tener contexto arqueológico en el que apoyarse. Durante casi diez años buscamos incesantemente, excavamos, imaginamos y con frecuencia la imagen de un balneario romano con una fuerte entidad nos vinos a la menta como solución. Lamentablemente las noticias vagas y desdibujadas por el paso del tiempo de hallazgos arqueológicos en el siglo pasado, no eran base suficiente para construir una teoría sólidamente asentada en ellas. Por ello el libro que compusimos en 1987 (1) seguía siendo un punto de referencia y un mar de dudas y de anhelos. Todo cambió el día del invierno de 1989-90 en el que el matrimonio Ph. Rahtz / L.

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II. DESCUBRIMIENTO DEL NIVEL ROMANO DEL BALNEARIO

Hasta aquel momento del invierno de 1989 era sabido que en el ámbito geográfico del balneario se decía que habían aparecido materiales romanos (3); pero no había datos concretos que permitieran conocer el lugar preciso del asentamiento romano ni menos aún la entidad del mismo. Eran conocidos los dos depósitos de los «Baños Moros», cuyo origen romano parecía poder asegurarse por la estructura

EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS EN FORTUNA. DICIEMBRE 1990

Baños romanos de Fortuna. Cuadrantes J y K. Diagrama estratigráfico. Tanque Sur.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Baños romanos de Fortuna. 1990. Cuadrantes J y K.

misma y el opus signinum de su construcción, pero sin mayores precisiones (4) a pesar de que aparecían por los alrededores materiales romanos salpicados. Pero ahora ya los materiales romanos no aparecían salpicados, sino formando un estrato y había razón para esperar concreción en la imagen de la romanidad del lugar. Pedimos el permiso y comenzamos los trabajos arqueológicos. El resultado fue espléndido como puede comprobarse si se estudia la relación que llevamos en 1991 (5) al Congreso sobre Termalismo Antiguo que bajo los auspicios de la U.N.E.D. se celebró en Madrid en noviembre de 1991, pero la formulación de aquella panorámica exigió previamente la campaña de 1990, que fue sumamente interesante, pero también estuvo llena de tanteos, de vacilaciones y de hipótesis. Lo que exponemos aquí es el estudio de los bordes de los dos depósitos tal y como se recoge en el plano adjunto. La excavación se llevó a cabo en el mes de diciembre precisamente porque era el único momento en el que el equipo de excavación, compuesto por los Prof. Ph. Rahtz, Lorna Watts, de la Universidad de York y los Prof. A. González

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Blanco y M. Amante, de la Universidad de Murcia, pudo reunirse para comenzar los trabajos. La zona elegida estaba determinada por los dos depósitos romanos aún conservados y por el punto en el que los prof. Rahtz y Watts habían encontrado el año anterior, en el invierno de 1989-90, una clara estratigrafía con excelentes materiales romanos de comienzos del Imperio (6) y ello nos llevo a solicitar el permiso de excavación y la subvención con la que hacer frente a los trabajos. III. LA ZONA DE LOS RESTOS RECIENTEMENTE DESCUBIERTOS

En el punto en que habían aparecido los materiales romanos pronto se llegó a descubrir que quedaban restos de construcciones y de ellas hemos hablado largamente en el trabajo citado más arriba. Los hallazgos de numerosos objetos romanos, principalmente lucernas, una de ellas con decoración balnerar en el margo apareció completa (7) y todo el conjunto constituyó una espléndida confirmación de los indicios que nos habían llevado a excavar allí y sobre esta

EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS EN FORTUNA. DICIEMBRE 1990

Baños romanos de Fortuna. Cuadrantes J y K. Diagrama estratigráfico. Tanque Norte.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Lámina 4.

Mientras que la cisterna meridional está plenamente embutida en la plataforma, la cisterna NO se debió construir fuera de la superficie sobreelevada y de hecho, en la actualidad, constituye una especie de borde o de estructura externa de apoyo de esa misma terraza. Da la impresión de que originariamente, y en época romana, la plataforma descendía ligeramente desde el ángulo NO hacia el SE, dado que una cata abierta en este segundo lugar dejó ver ese estrato inferior barroso a unos 90 cm de profundidad. Ello lleva a pensar que la nivelación que actualmente existe ha podido originarse en los trabajos de preparación para cultivo o recreo en tiempos relativamente recientes, pero no puede excluirse que la nivelación ocurriera en la antigüedad. IV. 2. ESTRATO SUPERIOR

zona hemos de volver repetidamente. Por ello aquí nos vamos a centrar en la zona de las dos piscinas. IV. LA ESTRATIGRAFÍA DEL ENTORNO DE LOS DEPÓSITOS

Los dos depósitos, que sin duda eran romanas por su factura de «opus signinum», no parecían piscinas de baño ya que no tenían escala para entrar y además al menos una de las dos (8) presenta indicios suficientes para creer que en su día estuvo cubierta, por lo que más bien se nos antojaba que debían ser aljibes. Era por tanto de gran interés el tratar de identificar su entorno, por la luz que ello pudiera aportar. IV. 1. LA CONTEXTURA DEL TERRENO

El suelo y subsuelo está compuesto por una delgada capa de humus que recubre una arcilla muy diferente de las rocas que forman los declives de la Sierra del Baño que se sumerge profundamente justo debajo de los edificios romanos. La arcilla amarillenta con piedras areniscas y guijarros tiene una potencia de hasta unos 30 cm de profundidad respecto de la actual superficie y a partir de esa profundidad hay barro. El área en la que están construidas las cisternas está sobreelevada en relación con el terreno circundante y la impresión primera es que tal elevación debe ser algo artificial porque no parece haber razón geológica para una configuración semejante del terreno. Y si ello es así había que pensar que la razón era histórica y había de estar en conexión con las aguas termales y su uso medicinal.

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En superficie había, entre las dos cisternas una especie de dique, canal o estructura de piedras colocadas verticalmente muy poco embutidos en tierra, orientada O-E. Se excavó sólo parcialmente pero quedo bien definido el perfil de su parte oriental, en el punto en que se interrumpía por obra de la cisterna oriental. Tenía una anchura de 1’75 m. en la parte alta y 1’25 en la parte más profunda; su profundidad máxima era de 0’75 m. y el material era muy compacto por obra de los guijarros y grava incluidos en la arcilla. Se recogieron sólo unos pocos fragmentos de cerámica romana en el área excavada, los cuales sin duda habían caído desde arriba mezclándose con la tierra. Resulta difícil asignar una fecha al estrato si bien se puede asegurar que no ha sido producto de sedimentación natural, sino de relleno deliberado. La función y razón de ser de esta aparente estructura no es evidente. Su perfil parece no ser el propio de un dique ordinario para drenaje, ni ser unas piedras clavadas para delimitar una propiedad, ni menos aún ser el resultado casual del trastorno de tierras producido por una tormenta. Pueden haber sido piedras para apoyar una pared de maderas o algo parecido, pero es difícil precisar si ello sirvió para tiempos antiguos o recientes. Pero también cabe la posibilidad de que sean estructuras para organizar el curso del agua (9) para el caso de que las cisternas ya estuvieran llenas o para dirigir el agua hacia otra parte en el caso de que no se quisiera que entrara en los depósitos. Como el estrato puede ser antiguo el problema de la interpretación de estas estructuras debe quedar abierto, siendo claro que es algo artificial y hecho deliberadamente.

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IV. 3. ESTRATO II

En una pequeña área al Sur y al Este de la cisterna Norte, apareció un nivel variopinto a unos 30-40 cm. de profundidad debajo de la actual superficie. Constaba de estratos de arcilla coloreada y suelo también coloreado y de láminas de cenizas rojizas y blancas, con dos o más subfases. Este estrato había sido abancalado y probablemente asociado con algunas grandes piedras colocadas allí, cuyas superficies estaban enrojecidas por el fuego y laminadas por el calor. Este complejo habrá de ser definido más pormenorizadamente. En un punto, cercano al ángulo Norte de la plataforma podía verse la mitad inferior de un gran cuenco que debió servir para almacenamiento. Este parecía haber sido colocado deliberadamente inmerso unos pocos centímetros en el suelo del nivel que tenía la superficie cuando el cuenco se colocó allí, nivel que estaba unos pocos centímetros por debajo del nivel variopinto del que hemos hablado. Entre ambas cisternas el nivel éste coloreado se extendía por encima de la superficie de la estructura lineal de la fase o estrato I. No hallamos pruebas de si este nivel tenía algo que ver con algún uso «doméstico» o bien era producto de alguna actividad «ritual». Los hallazgos de esta fase II fueron exclusivamente romanos y aparentemente también del siglo I d.C. Incluían dos fragmentos de sigillata sudgálica, un fragmento de lucerna, unos fragmentos de vidrio y algunos huesos de animales. La importancia de este II nivel es que demuestra el uso del lugar en época romana, tan claramente documentado en los hallazgos de las cuadrículas F/10, G/11 etc., y que también se acreditan en puntos relativamente alejados como es esta ángulo Norte de la plataforma (10). IV. 4. ESTRATO III

Llamamos así a las dos cisternas. Aunque no idénticas en forma, orientación o construcción, es razonable pensar que pertenecen a la misma fase de construcción del yacimiento, si bien es posible que una de ellas (quizá la mas septentrional) puede haber sido construida en lugar de otra existente precisamente o en adición a la más meridional. El opus signinum, el opus cementicium de las paredes y la moldura de cuarto de caña que rodea todo el ángulo que forma el suelo de las cisternas con las paredes laterales (añadido después de estar los depósitos construidos), así como el rehundimiento para depósito de sedimentos que existe en

ambas piscinas justo en la parte del desagüe los acreditan indudablemente como construcciones de época romana. No hay una unión estratigráfica entre las dos cisternas y el nivel coloreado que hemos llamado fase o nivel II. Ello se debe a que las piscinas fueron construidas por el procedimiento de «construcción en trinchera», trabajando desde el interior y apoyándose en el perfil de arcilla excavada para tal operación, empleándose para apoyo interno un encofrado construido dentro del hueco excavado. Marcas verticales de este encofrado pueden verse detrás del opus signinum que cubre las paredes. No hay pruebas de encofrado alguno exterior: de haber existido habría dejado huella de una ruptura de los estratos que sería hoy perceptible. Así pues no hay trinchera de construcción al exterior de las cisternas que pudiera haber suministrado pruebas decisivas de la relación entre estas moles de cemento el nivel de fuego de la fase II, que sin embargo permite sospechar que las cisternas son posteriores, como puede deducirse de lo que sigue. El exterior de los muros de las cisternas está sin revocar y es áspero. En particular el exterior de la cisterna Norte muestra bandas horizontales producidas porque los sucesivos niveles del conglomerado han sido vertidos entre el hueco de los estratos del agujero y el encofrado interior. La faz externa que presenta es así similar a la faz que presenta en la actualidad en nivel del suelo. Estamos convencidos de que el nivel romano que existía asociado con esta fase III estaba al mismo nivel que presenta el yacimiento en la actualidad o incluso por encima del mismo; y que estaba separado del de la fase II por un estrato considerable de suelo marrón-amarillento y de piedras (J9 / K9 /8008 + J9 / 8031 y J9 / 8033), que sella el nivel variopinto descrito más arriba. En la cisterna meridional hay indicios de que en los bordes interiores de la parte alta comenzada una cubierta de cúpula o con bóveda; y ello unido a la no existencia de orificio de salida nos lleva a pensar que estamos ante una cisterna para agua potable (11). La planta de la cisterna Sur es pentagonal, lo que puede ser más bien simbólico que funcional. En el ángulo Norte del pentágono y en el centro de la pared opuesta hay sendas rupturas (J9 /8046) (12). Y deben haber sido hechas para la entrada y salida del agua. También la piscina Norte está junto a un canal (J9/8047) que puede ser algo antiguo pero que también puede ser moderno. La piscina Sur había sido destrozada por buscadores de tesoros ya que la mayor parte del suelo había sido levantada.

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Tal destrucción consiguió que la cisterna ya no fuera útil como contenedor de agua, y la dejó convertida en basurero. La limpiamos y todo el material de su interior era de nuestro siglo XX. Es muy probable que también la cisterna Norte fuera vaciada a la vez que la anterior, pero su suelo y su estructura quedaron intactos y así pudo seguir utilizándose como tanque para el agua, seguramente para riegos en los trabajos agrícolas. Creemos que el agujero de desagüe también en moderno. Sólo ulteriores excavaciones podrán determinar la relación de estas cisternas con las estructuras romanas aparecidas al Sur y Oeste de los depósitos y con las que subyacen a toda la plataforma en la que están construidos estos depósitos. Si estuvieron asociadas a una actividad cultual pudieron ser empleadas para suministro de agua fría ya sea en una actividad estacional o regular y ordinaria, más bien que para funciones meramente domésticas. IV. 5. FASE IV

En la zona NE de la cisterna más meridional se excavó un agujero /J9/8037), cortando el nivel de fuego de la fase II. Dos fragmentos del relleno (J9/8036) resultaron distintivos, ya que presentan características postmedievales. La importancia de este agujero es que está situado debajo de un complejo de piedras (J9/1025) (véase la fase V más abajo), que así debe ser datado en tiempos más recientes IV. 6. FASE V

Comprende estructuras modernas y estratos de relleno, principalmente asociados con el uso antiguo y el uso agrícola subsiguiente de las cisternas, si bien no sea fácil separar fácilmente esas dos fases. La exploración antigua (13), como ya hemos indicado vació todo lo que contenían previamente las cisternas; y destruyó la mayor parte del suelo de la cisterna meridional. También se cebó en la sección exterior de los muros de la cisterna norte y sus ángulos NE y SE que dejó descubiertos hasta una determinada profundidad. La ulterior excavación (marcada por los ángulos J9 / K9/ 8011 + 8021 y J9 /8030) fue rellenada con piedras y tierra (J9 /8012); y este relleno incluía un trozo del opus signinum del suelo de la piscina meridional, lo que demuestra la contemporaneidad de la exploración de ambas cisternas. Subsecuentemente se realizó un amplio trabajo, dejando al descubierto (o redescubriendo) un amplio lienzo del muro, con

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el fin de construir un canal (K9 / 8007) que corre y desagua hacia el NE. Este trabajo al exterior que alcanza una profundidad hasta igualar el nivel interior del suelo de opus signinum. A la vez el interior de los muros fue preparado y revocado con cemento seco. Se horadó un orificio (K9 / 8049) al nivel de la base de la cisterna en el centro de su pared oriental, cercano al recipiente construido para la limpieza en el opus signinum del suelo de la cisterna, del que hemos hablando más arriba. Para hacerlo hubo que romper la moldura de cuarto de escocia que recorre todo el ángulo a lo largo de las cuatro paredes y su conjunción con el suelo. Por el contrario al exterior la zona del orificio ha sido ampliamente reconstruida con cemento, con lo que la salida forma en la actualidad una protuberancia de este material de relativa entidad. En este punto se hallaron diversos objetos modernos, incluidos algunos plásticos. Las partes de las paredes de la cisterna Norte que, por razón del cultivo de los campos adyacentes situados a más bajo nivel, quedaron exentas y descarnadas, han padecido una cierta inestabilidad lo que ha producido algunas grietas en las mismas, las cuales han sido cogidas con cemento en tiempos recientes. El mismo fenómeno ha sido potenciado por la apertura del orificio de desagüe al que nos hemos referido más arriba y que fue abierto desde el interior, pero cuya apertura produjo efectos destructivos en la parte exterior de salida, lo que hizo necesaria una reparación en ese punto, que se potenció con el fortalecimiento de toda la zona de salida incluida la tierra arcillosa frente al agujero de salida (K9 / 8048). Cuando se comenzó la excavación no teníamos ideas claras sobre la razón de ser del depósito de agua. Y pensábamos que quizá el desagüe pudiera ser romano. El problema es muy relevante para determinar la función de aquella cisterna (aljibe o del eventual estanque para almacenamiento de agua de riego). Era por ello importante que se pudiera demostrar que el desagüe era moderno. Un modo de hacerlo era remover el cemento exterior y examinar el estado del agujero en la estructura del muro; pero no fue necesario ya que creemos que es suficiente apoyarnos en el hecho de la destrucción de la moldura del borde interno inferior, de la que ya hemos hablado más arriba. Si el orificio hubiera sido de época romana, habría debido esperarse que la moldura estuviera debidamente acabada y definida en relación al mismo, cosa que no ocurre, sino que pueda constatarse una ruptura violenta de la misma. Desde el agujero de salida, el agua es conducida hacia los campos por un canal (k9 /8007). Éste ha sido excavado

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en la arcilla natural del terreno en dirección NE, Tal canal estaba relleno con tierra y varios objetos modernos relacionados con la agricultura. En el extremo NE de la excavación encontramos otro canal o dique (K9/ 8016) que cortaba al K9 /8007 en ángulo recto. Éste estaba definido por piedras muy grandes, y en él no encontramos material moderno, pero sí un fragmento de tégula romana, por lo que pensamos que podría ser romano, pero sería necesaria una investigación más fondo del problema: parece correr en dirección NO y habría que estudiar su relación con el lado Oeste de la plataforma. En tiempos recientes la cisterna Norte debía alimentarse con agua que llegaba a ella por canales superficiales que estaban trazados por la superficie de la plataforma. Huellas de tales canales son las piedras de revestimiento de los mismos (incluyendo las que hemos referido arriba al hablar de la fase IV J9 /8025) y J9 /8026). Parte de estos canales o estructura de conducción de agua eran los restos de construcción de ladrillo y yeso que hemos descrito en la parte superior del muro O. de la cisterna septentrional. El agua que llegaba aquí debía ser agua recogida en la superficie en épocas de lluvia abundante, que así quedaba recogida en la cisterna, ahora estanque, para su uso para irrigación vía el desagüe y canal descritos. En relación con el uso y función de las cisternas en época romana será importante determinar, excavando a lo largo del lado Oeste de la plataforma si hay canales o conducciones que traigan el agua desde fuentes termales o frías que nazcan en la Sierra del Baño. Finalmente la excavación definió los bordes precisos en el campo del nivel inferior a la plataforma, siempre en la zona del desagüe de la cisterna Norte. Dos bordes en la parte norte de la plataforma (K9 / 8014 y K9 / 8022) fueron cortados en forma de pendiente ya en época romana. Esos cortes iniciales se rellenaron hasta formar un fuerte estrato (k9 /8013). Y los trabajos agrícolas subsiguientes (K9 / 8017) lejos de desfigurar, más bien contribuyeron a limpiar y definir mejor los bordes iniciales. V. CONCLUSIÓN

Los resultados del trabajo en esta área han sido útiles para aclarar la estratigrafía y la historia estructural del lugar. Ulteriores resultados útiles pueden esperarse si se continúan las excavaciones alrededor de la cisterna meridional y al E de la cisterna septentrional.

NOTAS (1) La

Cueva Negra de Fortuna (Murcia) y sus TITVLI PICTI. Un santuario de época romana, Antigüedad y Cristianismo IV (1987). (2) El Prof. Rahtz, catedrático de la Universidad de York, y su esposa eran propietarios de una casita en los alrededores del balneario. Desde que le conocimos le hicimos partícipe de todos nuestros problemas en la zona del yacimiento y de cuanto hasta el momento se había publicado sobre el tema. Ellos se convirtieron en investigadores de campo en la zona de su casa y al poco tiempo hallaron, en un punto al Sur-Este de la más oriental de las cisternas, en el que las torrenteras invernales habían erosionado el terreno, una secuencia estratigráfica clara y con materiales espléndidos entre los que destacaban un par de copas de cerámica marmorata, amen de aretinas, vidrio e incluso una moneda. Ello nos movió a pedir el permiso de excavaciones con la esperanza de poder precisar mejor el contexto arqueológico de la Cueva Negra, tema en el que llevábamos empeñados ya varios años. (3) A. Lacort, Estudio monográfico razonado del agua minero-medicinal de Fortuna, 1 ed. Barcelona 1886 (reimpresión Fortuna 1991, pp. 20-21. (4) G. Matilla Séiquer e I. Pelegrín, «Contexto arqueológico de la Cueva Negra de Fortuna», La Cueva Negra de Fortuna (Murcia) y sus títuli picti. Un santuario de época romana, Antigüedad y Cristianismo IV, 1987, pp. 113-115. (5) A. González Blanco, M. Amante Sánchez, Ph. Rahtz y L. Watts, «El balneario de Fortuna y la Cueva Negra (Fortuna,Murcia)», Espacio, Tiempo y Forma, Serie II, H. Antigua, t. V, 1992, 421-454, a completar con el trabajo en el mismo lugar y publicación de I. Genovés Cardona y M. Senent Alonso, «Génesis geológica e hidrogeológica de la surgencia de aguas termales en los Baños de Fortuna», Espacio, Tiempo y Forma, Serie II, H. Antigua, t. V., 1992, 455-481. (6) Los hallazgos consistían en finas cerámicas sudgálicas, alguna aretina, dos copas con forma completa de marmorata, amen de fragmentos de vasijas de vidrio indudablemente romanas. (7) Ha sido publicada, como portada, en la edición del folleto de A. Lacort, Estudio monográfico razonado del agua minero-medicinal de Fortuna, 2. ed., Murcia 1991. (8) Seguramente lo estuvieron las dos, sólo que en una , las más meridional, aún se pueden distinguir los arranques de la cúpula, mientras que la septentrional ha sido modificada en su borde superior probablemente para facilitar su uso como almacén de agua para regadío, en tiempos recientes. (9) Hay evidencia de que obras de este tipo han sido realizadas recientemente con fines de este tipo, por ejemplo, sobre el borde la cisterna noroccidental precisamente en el punto por el que debía venirle el agua de lluvia en su lado estrecho occidental, donde todavía se podían ver antes de comenzar las excavaciones estructuras de piedras areniscas cogidas con yeso para crear un cauce para el agua. (10) La extensión de los hallazgos romanos también quedó acreditada tanto en ésta como en las sucesivas campañas en el ángulo SE de la plataforma y por tanto hay que concluir que en toda esta elevación artificial del terreno que por ello ha de ser atribuida al siglo I de nuestra era. (11) También la cisterna Norte debió estar abovedada, pero no es tan claro en el actual estado de conservación. (12) Algunas piedras del ángulo Este aparecen haber estado integradas en la construcción de la piscina, lo que exigirá una ulterior explicación. (13) Sobre el tema véase Antigüedad y Cristianismo IV, 1987, 113-114.

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BEGASTRI 1990. LOS PRIMEROS INDICIOS DE LO QUE PODRÍA SER LA PUERTA PRINCIPAL DE LA CIUDAD

Antonino González Blanco

MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

ENTREGADO: 1994

BEGASTRI 1990. LOS PRIMEROS INDICIOS DE LO QUE PODRÍA SER LA PUERTA PRINCIPAL DE LA CIUDAD

ANTONINO GONZÁLEZ BLANCO

Resumen: El objetivo de la campaña era tratar de estudiar el punto de la fortificación superior del cerro en el que parecía haberse perdido la muralla, y que por datos de campañas anteriores parecía hacer suponer la existencia de una puerta de la ciudad en aquel punto. La excavación fue particularmente larga y dura porque la parte de muralla que desde la cara Este del yacimiento llegaba al punto a estudiar había sido sometida a una depredación sistemática y estaba en situación particularmente difícil de interpretar. Trabajamos cinco semanas, las dos ultimas

con peones del Excmo. Ayuntamiento y los licenciados en arqueología de la villa de Cehegín que realizaron un trabajo soberbio, limpiando la muralla y dejando el yacimiento en perfecto estado. Todos los indicios captados en la excavación parecen apoyar la hipótesis de la que partíamos y parece que en efecto allí hubo otra puerta de la ciudad, pero la confirmación definitiva esta por demostrar y esperamos hacerlo en la campaña de 1991.

I. LOS PLANTEAMIENTOS DE LA CAMPAÑA

baba: que doblaba hacia el interior de la ciudad, pero de una manera peculiar. En efecto de la muralla no quedaban más que piedras menudas, nada de sillares. Todo el material estaba cuidadosamente amontonado formando una especie de pared sin argamasa y sin consistencia, dejando bien claro que la zona desde allí hasta la muralla restaurada en la campaña de 1986 había un hueco sin muralla. Las razones podrían ser dos: o bien allí nunca había habido muralla o bien con alguna ocasión o motivo se había vaciado aquel fragmento de muralla para dejar el terreno limpio, ya fuera con ocasión de la construcción de la vía del ferrocarril, ya fuera antes por algún otro motivo (Fig. I, con la planta del espacio a que nos estamos refiriendo).

El comienzo de la campaña fue modesto en intenciones. Pretendiamos únicamente limpiar de derrubios la zona que faltaba por descubrir hasta llegar a la parte de muralla restaurada en 1986 el lado Sur del yacimiento, sobre el borde de la vía de ferrocarril que, en su día, había unido Murcia con Caravaca, y, de paso, limpiar de terreras el yacimiento. II. LA PRIMERA SORPRESA

Ya en la campaña de 1889 habiamos podido comprobar que en la última parte descubierta de muralla siguiendo el lienzo que venía desde la cara Este del yacimiento, tras de doblar por la cara Sur en dirección Oeste, se perdía la cara exterior; que al ir limpiando el foso de cenizas parecía aparecer allí un alineamiento de piedras que no era imposible que fuesen los cimientos de una ampliación de la base de la muralla en lo que muy bien podría haber sido una torre. La primera sorpresa de la limpieza fue que la muralla se aca-

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III. EL ESTADO DE LOS ESTRATOS

Al avanzar la excavación pudimos comprobar dos cosas. Primera que en algún momento a base de adobes y de tapial se había clausurado el hueco que quedaba sin muralla formando un cerramiento por la línea aproximada de la cara

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interior de la muralla(1). Segunda, que junto a la cara exterior de ese cerramiento había una estratigrafía bien visible de materiales acumulados por sedimentación natural de tierra que buzaban desde el lienzo Este de muralla hacia el interior; pero sólo hasta la mitad del hueco ya que en ese centro aproximado había una clara señal de cambio de situación, como si allí se hubiera levantado un muro o amontonamiento de piedras puesto para contener la caída de los materiales que iban formando esa estratigrafía buzante. Al lado izquierdo del espectador que contemplara el hueco desde la vía del ferrocarril, los estratos presentan otra imagen. Más que de buzamiento se puede hablar aquí de amontonamiento; en cualquier caso la línea de separación entre ambas partes viene marcada por el quicio derecho (siempre desde la perspectiva del observador que tomamos como punto de referencia) de una posible abertura que hubo en el lugar y de la que pasamos a hablar. IV. EL MURO DE ADOBES Y TAPIAL QUE SIRVIÓ PARA CERRAR EL HUECO

Parece evidente que la sección que media entre los estratos de acumulamiento que llenan el hueco a que nos venimos refiriendo y el relleno del interior de la ciudad es un muro construido deliberadamente. En efecto en la parte izquierda del espectador junto a la muralla restaurada en 1986, pudimos comprobar que se trata de adobes de lo que aquella parte está compuesta. La parte derecha no pudimos ver adobes, pero si no eran adobes degradados, era al menos tapial. Una cosa se puede ver en las fotografías: la contextura del relleno del interior así como la del exterior, difieren absolutamente de la de esa zona, probable muro, al menos aparente, que estamos tratando de identificar. Que el interior de esa línea diferenciadora es relleno no sólo en la zona delimitada por esos sillares reempleados que se ven en la fotografía sino en toda la sección detrás de ese tapiado, lo pudimos comprobar en las campañas de 19911992(2). Hay otra razón: la parte de la muralla restaurada en 1986, precisamente en la cara interior donde no se hizo nada para restaurar presenta un borde que se conserva y que parece haber sido cara seguramente para adosar un quicio, una pared o algo similar. Es posible que sea la cara de un muro transversal a la muralla en aquel punto, pero aún así podría entenderse como la confirmación de que allí hay un corte en el yacimiento y por tanto de que el hueco en la muralla estuvo desde el principio y deliberadamente.

Y finalmente hemos de advertir que en la campaña de 1992 pudimos comprobar la existencia de un camino que ascendía al nivel superior del yacimiento, con lo que la teoría de la existencia de una puerta en el hueco de la muralla al que nos estamos refiriendo alcanzó niveles de certeza moral. V. EL SUELO DEL HUECO DE LA MURALLA

Es importante prestar un poco de atención al suelo que fuimos descubriendo al ir desescombrando el hueco sin muralla. No apareció pavimentado, pero sí liso de suerte que, incluso suponiendo que con el yeso caído de la destrucción de muralla se formara esa especie de pavimento que pudimos constatar, habrá que admitir que tal estratigrafía no es fácil de formar sin algún problema del tipo del que estamos intentando formular. Hay más. Debajo de esa especie de pavimentación de yeso justamente en el centro del hueco aparecían unas piedras que parecían pertenecer a un camino que saliera de la ciudad y que doblara hacia el Oeste como para ir descendiendo por la pendiente del cerro. Como con la apertura del foso para hacer pasar por allí la vía del ferrocarril de Murcia a Caravaca todo el conjunto fue gravemente dañado lo único que hemos podido constatar hasta ahora son indicios de muy difícil comprobación, pero que formulamos en espera de que la excavación de todo el conjunto pueda permitir captarlos con mayor precisión y visión de conjunto. VI. LA ABERTURA QUE PUEDE VERSE EN LA FOTOGRAFÍA QUE ADJUNTAMOS ¿UNA PUERTA? (Fig. II)

En la fotografía puede verse una abertura que al ir realizando la excavación nos fue señalada por la existencia de una serie de sillares que parecían indicar el hueco tapiado de una puerta. Tuvimos que cortar el muro de adobes para abrir ese boquete por lo que no estamos seguros de que ahí haya habido nunca puerta. Es posible que los constructores del muro pensaran en un principio poner allí una puerta y que luego se arrepintieran y tapiaran todo el hueco. Desde luego se compagina mal la existencia de ese hueco con el suelo de yeso que aparece en la parte superior del yacimiento en ese punto, a menos que tal suelo no lo fuera sino que fuera el resultado del hundimiento de una techumbre que una vez caída haya podido dar la impresión de suelo por efecto de las humedades y apisonamiento(3), cosa que juzgamos

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Figura II: Fotografía del estado en que quedó la excavación tras la campaña de 1990, con un esquema realizado sobre la misma fotografía e indicación del muro y de los estratos buzantes de que hablamos en el texto.

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BEGASTRI 1990. LOS PRIMEROS INDICIOS DE LO QUE PODRÍA SER LA PUERTA PRINCIPAL DE LA CIUDAD

Figura I: Planta general de la zona en la que suponemos la existencia de una puerta, la principal de la ciudad en época visigótica en el yacimiento de Begastri. La línea sombreada sería el muro de adobes y tapial.

improbable si no imposible. Y si tal suelo fue eso no podemos, hoy por hoy, aceptar la realidad de ese hueco como una puerta que haya sido utilizada alguna vez. En cualquier caso lo hemos respetado para excavarlo cuando tengamos las ideas más claras al respecto. VII. TRATANDO DE RECOMPONER LA HISTORIA DEL YACIMIENTO

Una hipótesis para que sea útil ha de ser coherente y debe ser confirmada en sus pormenores. Por ello hemos de preguntarnos: ¿Por qué y cuándo pudo levantarse ese cerramiento de tierra y adobes? Es un problema al que sólo podemos responder conjeturalmente. Si suponemos, con toda serie de apoyos monumentales, que la ciudad fue des-

truida en algún momento después de incoada la dominación árabe(4), lo más probable es que una de las partes que más sufrieran fuese precisamente la puerta monumental. Si, como hemos indicado en otro lugar, hay abundantes testimonios de una población residual en la ciudad tras de la liquidación de sus murallas(5), hay que pensar que también en esta zona pudo y debió haber tal población residual; pero el tipo de material que aparece supone que previamente, una vez destruida la puerta monumental sus materiales debieron ser empleados y por tanto removidos de allí, quizá para la construcción del castillo de Cehegín u otra edificación importante en algún otro lugar (¿Alquipir?). Una vez quitado el material de gran tamaño y prestancia, los habitantes de Begastri debieron amontonar las piedras menores

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que allí quedaban y probablemente construyeron el muro de adobes y tapial para emplear la parte del paso de la puerta como habitación y en la parte del nivel superior también construyeron, habiendo constatado la existencia de suelo de yeso en la campaña de excavaciones de este mismo año, que por lo demás es visible en la fotografía que adjuntamos (fig. I)(6). Por razones arqueológicas hemos de pensar que el hueco de la puerta fue ocupado por dos chozas distintas, una junto a cada borde de la muralla. Cuando las construcciones adosadas al borde Este de la muralla se hundieron todo el conjunto fue rellenándose con la tierra caída desde los laterales, de donde los estratos de la parte derecha que buzan en hacia abajo en dirección EsteOeste. Más tarde se abandonaría la choza adosada al borde Oeste, de donde la distinta configuración estratigráfica de ambas mitades. VIII. EL FOSO DE CREMACIÓN LOCALIZADO EN LA PARTE AFUERA DEL HUECO Y A UNO DE SUS LADOS (Fig. I)

En la campaña de 1989 pudimos comprobar la existencia de un lugar en el que se realizó la cremación de cadáveres humanos con su ajuar respectivo. Del hecho hemos hablado en otro lugar(7), pero aquí queremos recordarlo porque un lugar muy apropiado para ubicar un lugar así es en la parte afuera de la puerta de una ciudad, por lo que su localización precisamente en el lugar en que lo está podría entenderse como una confirmación de que el hueco de la muralla hubiera sido puerta. IX. ¿UNA CIUDAD CON DOS PUERTAS?

Es difícil de entender cómo una ciudad que se organiza con unas murallas tan descomunales pueda luego haber tenido más de una puerta por aquello de «casa con dos puertas, mala es de guardar»; pero por otra parte la puerta de la cara Este resulta difícil de admitir para puerta principal de una ciudad, por la dificultad de hacer entrar por ella un tráfico rodado que en una ciudad como Begastri parece que hubo de existir al menos en época romano-visigoda. Y más difícil todavía cuando la puerta de la cara Este se fortificó con una estructura de puerta de codo. En todo este conjunto de problemas es esencial la cronología de los acontecimientos que hablando en propiedad desconoce-

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mos. De cualquier modo no hay dos ciudades iguales ni podemos trazar una historia apriorística de todas las ciudades. Aquí hemos tratado de exponer los problemas que la arqueología del yacimiento nos ha planteado al descubrir los datos que la historia del lugar ha dejado impresos en sus restos derrumbados y sepultados. Lo más importante de nuestra exposición son los datos. Las interpretaciones que hemos dado son todas susceptibles de ser revisadas y la historia de la ciudad de Begastri está por escribir.

NOTAS (1) Lamentablemente todavía no podemos precisar si ese muro de adobes y tapial surge desde la base misma de la muralla o es solamente un murete situado en la parte superior de los estratos para dar consistencia a la parte superior del yacimiento a la parte del interior de la muralla, sobre la que en su día parece que se construyó sobre una base de yeso de la que hablaremos luego. (2) A. González Blanco, M. Amante Sánchez y M.A. Martínez Villa, «Begastri: Comienza a aparecer la ciudad visigoda (campañas de excavaciones de 1991 y 1992)», Alquipir. Revista de Historia 3, 1993, 11-27, donde confesamos que tras las dos campañas quedó claro que la contextura de toda la zona excavada era un relleno visible además desde el corte de la cuadrícula S-35/36, que se excavó el año 1991. (3) Al realizar la excavación también aparecieron algunos indicios que harían posible tal hipótesis y fueron en concreto la aparición de un fragmento de yeso con fragmentos de ánforas aprisionadas por el yeso como si hubieran formado parte de una estructura construida para aliviar el peso de la misma, con vistas por tal motivo a realizar un cubrimiento, pero si fue así, pudo haber habido además del suelo una cobertura del edificio construido en la parte superior, pero la apariencia del yeso que puede verse en la fotografía era de un suelo perfectamente compactado y amasado para tal fin. (4) A. Yelo Templado, «La campaña de Tudmir», Antigüedad y Cristianismo V, 1988, 613-617 nos ofrece una coyuntura en la que cabe muy bien localizar cronológicamente una tal destrucción. Pudo haber otras. (5) A. González Blanco, «Begastri 1988», Memorias de Arqueología 1988. Murcia, Consejería de Cultura ( en prensa) (6) Naturalmente que esta «historia» que hemos imaginado no pasa de ser una imaginación y que hay mil posibilidades de ofrecer historias alternativas para explicar los datos que tenemos que explicar, pero alguna hipótesis hay que hacer y la que hemos formulado lo ha sido para que queden más claros los datos que hemos podido comprobar en la excavación y que aquí tratamos de exponer. (7) A. González Blanco, «Begastri. Nuevas aproximaciones a la historia de la ciudad», Memorias de Arqueología 1989, Murcia 1993, pp. 205-210; A. González Blanco, A. Morales Muñiz y J. de Miguel Agreda, «El foso con cenizas, huesos y materiales aparecido en Begastri en la campaña de 1989», Memorias de Arqueología 1989, Murcia 1993, pp.211-215.

INFORME PRELIMINAR DE LA EXCAVACIÓN: C/. SAN PEDRO C/. ADUANA

Loreto Castillo Meseguer

MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

ENTREGADO: 1991

INFORME PRELIMINAR DE LA EXCAVACIÓN: C/. SAN PEDRO C/. ADUANA

LORETO CASTILLO MESEGUER

Resumen: La excavación dió como resultado el hallazgo de un cementerio cristiano-medieval relacionado con el camposanto de la iglesia de San Pedro, con una vigencia desde el s. XIV al s. XVIII. Bajo él, había un cementerio islámico, probablemente relacionado con la mezquita que se ubicaba bajo la actual iglesia de San Pedro; este cementerio pertenece a los ss. XII-XIII, y presenta una gran potencia estratigráfica. Los

cadáveres tienen una disposición decúbito lateral derecho, con las piernas algo flexionadas y mirando al Levante. Bajo el cementerio, y rotos por intrusiones del mismo, aparecieron varios niveles de ocupación anterior; un nivel con una atarjea y un pequeño aljibe cuadrangular, así como los restos de un posible taller cerámico y un nivel de ocupación con un pozo de agua muy bien conservado.

Con motivo del derrumbe de un edificio sito en dicha plaza de S. Pedro, esquina con C/. Aduana,y presentado el informe para hacer una vivienda con sótano, se procede a la excavación del solar ubicado en dicha calle. El solar cuenta con una superficie de unos 45 metros cuadrados, y se plantea una sola cuadrícula de 4 x 7 metros, respetando 1 m. de los cimientos de las casas colindantes. La excavación se realiza sólo con dos obreros por lo reducido del solar; los trabajos se iniciaron el 27 de marzo de 1990, paralizándose el 1 de junio, para retomarlos el 18 de Junio, hasta el 27 de Julio de 1990 en que se terminó definitivamente la excavación. Aun sin completar el estudio del material resulta evidente nos hallamos ante un cementerio islámico, sobre el que se ubicó posteriormente un cementerio cristiano, posiblemente del s. XVII-XVIII, que a su vez se dejó de utilizar hacia 1811. A su vez, el cementerio islámico se interna en estratos más antiguos, rompiendo niveles de ocupación anteriores, y provocando ciertos problemas de estratigrafía. Concretamente el cementerio se inicia en el estrato II, prolongándose

hasta el estrato VII en el cual aparece un pavimento de un nivel anterior roto por un cadáver islámico. Los cadáveres del cementerio islámico presentan una disposición decúbito lateral derecho, con las piernas algo flexionadas, la cabecera al NW y los pies al SE mirando al Levante, y con los brazos situados sobre el pubis o bajo la cadera. Los enterramientos son individuales y aparecen tanto personas adultas como niños pequeños, el cadáver más pequeño no medía más de 45 cm. Se han constatado varias formas de enterramiento, aunque no parecen estar asociadas a una etapa determinada, sino que son más o menos coetáneas. La más abundante es el tipo de enterramiento en fosa de adobe, que en algunos casos presenta también restos de la caja de madera; ocasionalmente aparecen también enterramientos en fosa de tierra simple, con o sin caja de madera. En total a lo largo de toda la excavación se han descubierto 80 grupos entre cadáveres y osarios, de los cuales 89 son del cementerio islámico y el resto pertenecen al cementerio cristiano de los primeros estratos.

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INFORME PRELIMINAR DE LA EXCAVACIÓN: C/. SAN PEDRO - C/. ADUANA

Foto 1: Cadáver Nº 10, del cementerio cristiano; Sector D: entre fosa de piedras y muro.

ESTRATIGRAFÍA :

La estratigrafía resulta muy irregular, en el sector A de la cuadrícula apenas se distinguen los estratos por la contaminación del pozo ciego de la casa. Estrato I:

Estrato superficial de revuelto, donde salen los cadáveres cristianos, es una tierra marrón muy suelta, mezclada con piedras, yesos cerámicas de distintas épocas y restos de escombro de la obra; los cadáveres suelen aparecer revueltos o agrupados en osarios. Estrato II:

Tierra marrón de color claro muy fina y suelta, con restos de cal dispersos, en este estrato aparecen ya los primeros cadáveres islámicos, todavía mezclándose con algunos de época cristiana. A partir de este estrato continúa internándose el cementerio islámico, que cronológicamente podría situarse en el s. XII-XIII. Este cementerio que tiene una gran potencia atraviesa los estratos más inferiores de época anterior provocando ciertos problemas de estratigrafía.

IIb:

La misma tierra pero un poco más oscura y con puntos negros de ceniza, como de restos de fuego. Todo el estrato presenta adobes anaranjado-verdosos, que van delimitando los cadáveres. Se corresponde a un nivel de ocupación del que se han documentado restos de una atarjea muy deteriorada así como una estructura de ladrillos haciendo ángulo que podría tratarse de un aljibe por su relación con la atarjea. Aparecen también un par de estructuras de ladrillo formando pilares en los sectores C y E a ambos lados de la fosa de piedras que también se empieza a documentar en este estrato, así como los dos muros de ladrillos que forman una puerta en el perfil W. Estrato III:

Tierra marrón muy fina sin piedras, con adobes amarillento verdosos y beiges, sin apenas restos de cal, pero con algunas manchas grisáceas. En este estrato se documenta una pequeña solera de tierra y piedras rosáceas, y un pavimento de cal con una solera muy fina de tierra amarilla oscura debajo, y por encima una zona de piedras y argamasa. Todo

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Foto 2: Línea de las cajas del cementerio cristiano.

ello asociado a un pozo de agua aparece al mismo nivel metiéndose en el perfil S. IIIb:

Por encima del pavimento de cal salió una capa muy fina de tierra negra como de un incendio, y centrada solamente en la zona del ángulo SW.

Estrato VII:

Tierra negra como de un horizonte quemado con algunos adobes naranjas y salmón que siguen delimitando los cadáveres islámicos. Aparecen algunos restos de cal asociados a los cadáveres: situados debajo de ellos como soporte de las tumbas. Estrato VIII:

Estrato IV:

Tierra gris verdosa y fina con algunos puntos negros, es un estrato de muy poca potencia. Estrato V:

Tierra amarilla muy fina, corresponde a un nivel de inundación del río.

Tierra grisácea con restos de ceniza y algunos puntos de cal. Aparece un pavimento de cal y restos de una pared enlucida de rojo; debajo del pavimento y por toda la cuadrícula al mismo nivel hay una gran abundancia de cerámica muy rota, es un estrato eminentemente cerámico, donde han salido muchas copas. Aparece también una estructura de yeso de forma alargada y semicircular por el Norte, que se interna en el perfil S y hacia abajo.

Estrato VI:

Tierra verdosa muy húmeda con puntos amarillos de tierra como la del estrato III, y con manchas bastantes grandes de ceniza; en este estrato han aparecido restos de animales, concretamente varias mandíbulas y un par de cuernos quemados. A partir de este estrato se inicia otra fosa de piedras ubicada debajo de la anterior.

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Estrato IX:

Tierra estéril beige clara, se corresponde a otro nivel de inundación del río. Estrato X:

Vuelve a aparecer la tierra marrón del estrato cerámico,

INFORME PRELIMINAR DE LA EXCAVACIÓN: C/. SAN PEDRO - C/. ADUANA

Foto 3: Cadáver islámico, 1ª capa del cementerio islámico en el estrato II.

Foto 4: Vista general de la cuadrícula, con el muro del perfil Norte y la fosa de piedras.

con restos de cerámica y un par de suelos de tierra apisonada uno encima de otro separados por 8 cm.

También han aparecido un cuchillo, y un objeto de hueso de forma circular hueca, que parece la boquilla de un pito.

MATERIALES

ESTRUCTURAS

En cuanto a los materiales han aparecido cerámicas islámicas desde el S. X-XI hasta el XIII, y otras medievales posteriores y con una cronología de hasta el s. XVIII. Es destacable la presencia y abundancia de una forma cerámica aún sin determinar, que consta de una base o pie de unos 5 ó 6 cm., un poco de cuello y un cuerpo con acanaladuras al interior y algo menos visibles al exterior, que se abre hasta el borde, donde disminuye el grosor de la pieza. Son piezas muy bastas, hechas a mano en varios tipos de pasta, que a veces aparecen pintadas de blanco en el interior. Dada su presencia en todos los estratos, tanto asociados a enterramientos como individualmente es difícil precisar si tenían alguna finalidad ritual o si se corresponden a alguna otra función. La mayoría de la cerámica ha aparecido en muy mal estado, muy fragmentado, prácticamente podría decirse que la única pieza que ha aparecido más o menos entera es ésta.

Aparte de la atarjea y la estructura de yeso ya mencionada es de destacar: un muro que se inició en los primeros niveles y se continuó hasta los últimos estratos, de una gran solidez, está formado en su parte superior por grandes piedras unidas con argamasa y en el resto de ladrillos y tierra, probablemente se trate del muro de cierre del cementerio. También han aparecido dos fosas de piedras con una orientación NW-SE, una sobre la otra, estando la inferior mejor definida por grandes piedras blancas cuadrangulares y unas dimensiones de 1,20 m. de ancho x 1,84 m. de largo, siendo la fosa de encima un poco más grande y no tan bien delimitada. En ambas estructuras no aparecieron intrusiones de huesos, y al desmontarlas resultó que estaban vacías. A ambos lados de la fosa, en el perfil W apareció una especie de puerta de ladrillos dispuestos en líneas horizontales y verticales alternativamente.

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UNA APORTACIÓN AL ESTUDIO DE LA ALFARERÍA ANDALUSÍ EN EL ARRABAL DE LA ARRIXACA: LA EXCAVACIÓN REALIZADA EN LA CALLE MUÑOZ DE LA PEÑA (MURCIA)

Elvira Navarro Santa-Cruz Alfonso Robles Fernández

MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

ENTREGADO: 1995

UNA APORTACIÓN AL ESTUDIO DE LA ALFARERÍA ANDALUSÍ EN EL ARRABAL DE LA ARRIXACA: LA EXCAVACIÓN REALIZADA EN LA CALLE MUÑOZ DE LA PEÑA (MURCIA)

ELVIRA NAVARRO SANTA-CRUZ, ALFONSO ROBLES FERNÁNDEZ

Planimetría: José Antonio Egea Sandoval. Palabras clave: Arrabal, Arrixaca occidental, instalación alfarera. RESUMEN: El solar excavado se sitúa en un área periurbana, concretamente en el sector más occidental del arrabal de la Arrixaca. El análisis estratigráfico y el hallazgo de estructuras y útiles alfareros, datables en el siglo XIII, confirman el desplazamiento hacia el exterior que, desde el siglo XII sufrieron este tipo de instalaciones, consecuencia de la paulatina urbanización del arrabal como barrio residencial.

ABSTRACT: The ground excavated is situated in an outskirts urban area excacly in the most western sector of the suburb of the Arrixaca. The stratigraphical analysis and the finding of structures and the pottery tools, which date from the 13th century, corroborate the displacement towards the exterior which, from the 12th century, suffered this type of installations because of the gradual urbanization of the suburb as a residential district.

I. PRELIMINARES

Con toda probabilidad fueron los propios ciudadanos murcianos los que, de forma progresiva, terminan adoptando el topónimo -Traición- a medida que transitaban por una puerta muy próxima que, con el mismo nombre, se abría en la cerca exterior o «adarbe viejo» de la Arrixaca. Este fenómeno de asimilación toponímica, como consecuencia de la proximidad física de estos dos elementos, también se detecta en la «calle de la Puerta de Vidrieros», que no es más que la prolongación natural de la anterior; arranca ésta desde la intersección con el antiguo «Carrer de la Arrixaca» (actual calle de García Alix) para finalizar su recorrido bajo la Puerta de Vidrieros, la misma que durante el periodo islámico fuera conocida como «Bab Xecura», ubicada cerca de donde se eleva la ermita del Pilar. En lo que se refiere a la génesis de la Puerta de la Traición, carecemos de cualquier referencia acerca de una hipotética fundación por parte de las autoridades cristianas, lo que acaso podría interpretarse como un testimonio ex silen-

1.1. Ubicación espacial

El solar que fue objeto de nuestra intervención se sitúa en el sector más occidental del casco antiguo de la ciudad (fig. 1). Esta zona, en la actualidad (y es previsible que también en época bajomedieval) se encuentra plenamente integrada en la parroquia de San Antolín (fig. 2). En concreto comprende los números 8 y 10 de la «Calle Muñoz de la Peña», que describe un trazado rectilíneo con una orientación Este-Oeste. Sabemos que al menos desde principios del siglo dieciocho y hasta comienzos del veinte, esta vía urbana se dividía en dos tramos: uno de ellos partía de la iglesia de San Antolín y se denominaba «Calle del Rosario», mientras que su prolongación hacia occidente era conocida como la «Calle de la Traición», siendo este último el nombre más antiguo documentado. La nomenclatura viaria a la que nos acabamos de referir, en un capítulo poco afortunado de nuestra historia más reciente, sería modificada de forma un tanto caprichosa por su antónimo «Calle de la Lealtad»(1).

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UNA APORTACIÓN AL ESTUDIO DE LA ALFARERÍA ANDALUSÍ EN EL ARRABAL DE LA ARRIXACA: EXCAVACIÓN REALIZADA EN LA C/. MUÑOZ DE LA PEÑA

Figura 1. Localización del solar (sobre plano de V.M. Roselló y G.M. Cano).

tio a favor de un posible origen islámico. De su existencia se tiene constancia por vez primera hacia el año 1474 con motivo de la cesión por parte del Concejo a Juan Riquelme, vecino de la ciudad, de «...un solar para era ques del conçejo a la Puerta de la Trayçion en el Raual de San Antolin, en par de una torre ochauada» (GARCÍA ANTÓN, 1993: p. 255). Aunque nos movemos en el terreno de la hipótesis, es bastante factible que tras la conquista castellana los nuevos pobladores que en ese momento entraban en contacto con los mudéjares murcianos afincados en la morería, adoptaran la traducción literal al castellano del término árabe empleado mucho antes de la caída de la ciudad. Fenómenos de esta índole no parecen haber sido extraños en este periodo transicional, tal como parece ocurrir con la Puerta del Nogal, abierta también en el tramo Noroeste de la cerca del arrabal, que se corresponde con la «Bab al-Yawza» mencionada en la Qasida Maqsura del autor árabe murciano alQartayanni (POCKLINGTON, 1989: p. 228). En cuanto a su funcionalidad, el medievalista Juan Torres Fontes, basándose en el autor francés Robert Ricard ha planteado la idea de que podría tratarse de una «puerta de escape, que facilita la huida hacia el campo cuando el enemigo penetra en la ciudad, o puerta de entrada en la ciudadela para

recibir refuerzos o abastecimiento, cuando la ciudad fortificada se ha rebelado o ha sido ocupada por el enemigo (sic) estas puertas, (sic) eran simples portillos de la ciudadela o en la muralla de la ciudad» (TORRES FONTES, 1971: p. 88)(2). En el esquema orgánico de Mursiya esta función sería lógica dada la cercana presencia de un puente sobre el Segura que debió conectar el camino procedente de Andalucía -a través de Alcantarilla- con aquel que se dirige hacia la meseta castellana (la antigua vía romana Cartago-Complutum), cuyos principales mojones enumerara el geógrafo al`Udri (MOLINA, 1972: pp. 51-52). De esta manera los viajeros continuaban su trayecto sin necesidad de tener que atravesar la ciudad, al mismo tiempo que sus propios defensores en caso de asedio disfrutaban de una mayor operatividad en su huida desde la alcazaba. 1.2. Fenomenología que influyó en la configuración urbana del área

No debemos olvidar que el sector donde se inscribe el solar, como consecuencia de su ubicación periférica respecto al resto de la trama urbana, estuvo permanentemente condicionado por varios factores atemporales, que la dotaron de una fisonomía peculiar que, casi sin solución de con-

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

das con frágiles muros de adobe, se extendían por las áreas periurbanas y su presencia también debió constituir un freno considerable para la urbanización del arrabal. II. EL PROCESO DE EXCAVACIÓN: PLANTEAMIENTOS Y CONDICIONANTES

Figura 2: Ubicación del solar en el contexto del barrio de San Antolín.

tinuidad, ha perdurado hasta tiempos recientes. Se pueden sistematizar en los siguientes apartados: - El carácter periurbano de esta área conlleva una mayor exposición a las avenidas fluviales, factor que tuvo que jugar un papel crucial en su configuración al retardar considerablemente la formación de un arrabal residencial, o lo que es lo mismo, la expansión de la ciudad paleoandalusí. Aunque carecemos de noticias de época islámica (a no ser que se intenten extrapolar las numerosas referencias existentes sobre las inundaciones de Córdoba por el Guadalquivir, río que comparte cabecera con el Segura), tenemos constancia de las periódicas crecidas que precisamente afectaron con especial virulencia a las barriadas de San Antolín y de San Andrés a partir de 1424 (TORRES FONTES, 1988: pp. 412-413); en el transcurso de esta centuria llegaron a registrarse hasta una decena de avenidas fluviales (TORRES FONTES, 1984: p. 241)(3). - Desde la fundación de la madina occidental este sector fue uno de los más propicios a la hora de albergar actividades artesanales de carácter polucionante, que estaban rigurosamente prohibidas en el interior de la ciudad islámica. También es lógico que entre todas ellas predominaran las alfareras, puesto que sus obradores disponían de buena parte de las materias primas empleadas en su labor: agua en abundancia, ya fuera la procedente del río o la extraída del subsuelo tras la apertura de pozos artesianos, o/y arcilla limosa que se empleaba en el modelado de las piezas de pasta más grosera y factura burda. Sin embargo, una de las ventajas más evidentes fue la disponibilidad de amplios espacios no urbanizados donde era factible una progresiva acumulación de verdaderos vertederos de piezas defectuosas o testares. Instalaciones preindustriales de este tipo como la que va a ser tratada-, a pesar de haber sido edifica-

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El solar excavado ocupa una superficie total de 480 metros cuadrados y su perímetro describe una silueta irregular, con un sensible predominio de la forma rectangular y una marcada orientación Norte-Sur (fig. 3). Previamente a nuestra intervención, se había practicado una zanja longitudinal, abierta en la mitad noroccidental, que trajo consigo una reducción considerable del área susceptible de ser excavada y una alteración del depósito arqueológico original (4). La propuesta de actuación de urgencia fue formulada tras la identificación de algunos fragmentos cerámicos de época islámica entre los materiales extraídos de la zanja, y como consecuencia del afloramiento de diversas estructuras arquitectónicas adscribibles al menos a dos fases de ocupación anteriores a la vivienda que acababa de ser derruida. A pesar del extraordinario interés que para nosotros tiene el conocimiento de la seriación estratigráfica de esta área periférica de la madina murciana, solamente nos fue concedido un mes para llevar a cabo la intervención. Esta limitación de tiempo condicionó en gran medida el desarrollo de nuestra labor y la obtención de los resultados que se exponen a continuación (5). Con el fin de avanzar los trabajos, se realizó un desfonde controlado del terreno de cincuenta centímetros de profundidad y fueron trazados dos cortes desiguales: uno septentrional de 8 x 5 metros (Corte A), en el que quedó integrada la zanja, y el meridional que sólo alcanzaba los 4 x 5 metros (Corte B). Por motivos de seguridad, nos vimos obligados a dejar unos testigos de 2,20 y 3,50 metros junto a las medianeras de los edificios colindantes, que carecían de garaje subterráneo. 2.1. La instalación alfarera islámica

A esta serie de inconvenientes hemos de añadir los destrozos ocasionados por las fosas intrusivas procedentes de infraestructuras de cimentación y saneamiento de fases de ocupación bajomedievales, modernas y contemporáneas que hicieron imposible una documentación completa de la planta de una instalación, cuyas estructuras se localizan al Sur del área excavada (fig. 4).

UNA APORTACIÓN AL ESTUDIO DE LA ALFARERÍA ANDALUSÍ EN EL ARRABAL DE LA ARRIXACA: EXCAVACIÓN REALIZADA EN LA C/. MUÑOZ DE LA PEÑA

Actividades alfareras residuales.- En la fase previa a la construcción del taller y sobre los niveles de limos aluviales estériles, los alfareros andalusíes practicaron unas fosas intrusivas que constituyen los testares con una producción cerámica datable en el último cuarto del siglo XII. Entre los materiales que formaban parte de esta bolsada de cerámica abundan los útiles de alfar empleados para apilar la vajilla en el interior del horno, como las barras de ahornar con impresiones dactilares y goterones de vedrío, los atifles o trébedes y algunas lengüetas con improntas digitales en una de sus caras; también encontramos una serie de piezas complementarias a estas labores: varios fragmentos de crisoles empleados en las tareas de preparación de los vedríos. En estas fosas son igualmente numerosas las piezas desechadas por haber sufrido algún defecto en uno de los procesos seguidos en su producción. Abundan las piezas que quedaron pegadas al ser mal apiladas en la hornada, pero sobre todo son frecuentes los agrietamientos y deformaciones de la superficies y la degradación del vedrío producidos por un exceso de temperatura en el interior del horno. Primeras actividades alfareras.- Un cambio cualitativo del terreno marca la fase más antigua de la instalación de la que no ha sido posible documentar estructuras de entidad, sólo algunos restos de adobe muy fragmentados. A pesar de todo, hallamos en el extremo Suroeste dos alcadafes in situ que deben tratarse de los albañales o recipientes donde los alfareros remojaban sus manos después de modelar en el torno con el fin de recoger los restos de arcilla que más tarde pueden volver a ser utilizados; este proceso se sigue realizando en las alfarerías tradicionales (CARRETERO et allii, 1984; LIZARAZU, 1983: p. 353, fig. 27,1). Junto a estas piezas aparecía una lechada de arcilla semicocida en la que se apreciaba la existencia de numerosas improntas de poste que podrían haber sostenido alguna techumbre de cañizo. El taller alfarero.- Aunque no hemos tenido la oportunidad de identificar el vano de acceso, en buena lógica, la entrada al taller debió realizarse desde la referida calle de Muñoz de la Peña. Este vano daría paso a una estancia en la que se advierte la presencia de unos simples suelos de tierra apisonada y de una pareja de hogares de forma ovalada que podría tratarse de hornos o crisoles de fundición de óxido. Crisoles de parecidas características han aparecido en el obrador del alfar mudéjar excavado recientemente en la Plaza Yesqueros-Calle Toro (ROBLES; NAVARRO SANTACRUZ, e.p., b).

Figura 3: Área excavada y planteamiento inicial de las cuadrículas.

Desde esta primera estancia se accedía a una crujía oriental a través de un vano de 1,10 metros de luz, del que se ha conservado in situ el quicio tallado sobre un ladrillo; su posición junto a la esquina Noroeste de la jamba demuestra que la puerta, posiblemente de hoja única, se abría hacia la primera estancia, lo que constituye un indicio adicional de que nos encontramos ante un espacio de cierta amplitud respecto al resto de las estancias (fig. 5). Los muros medianeros, donde se abre este vano, presentan una orientación de Norte a Sur y por desgracia apenas han conservado alzado alguno. La técnica constructiva empleada es análoga a la que caracteriza aquellas remociones y reparaciones de los muros de tapial de los edificios islámicos, realizadas durante la primera mitad del siglo XIII. Es en este momento cuando aparece una técnica mixta con un tapial donde se sustituyen las caras de cal por los ladrillos, en muchos casos reutilizados. Los muros se conforman a partir de dos hiladas de ladrillos de 24 x 12 x 4 y 5 centímetros de módulo y un relleno interior de tierra, cascotes de cal, restos de ladrillos y tejas fragmentadas; como es habitual, las dos jambas aparecen claramente diferenciadas con unos ladrillos transversales de cierre que le confieren una mayor consistencia.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Figura 4: Vista aérea del solar excavado.

Figura 5: Vista de la cimentación del muro medianero sobre un testar perteneciente a una fase previa a la edificación del taller.

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UNA APORTACIÓN AL ESTUDIO DE LA ALFARERÍA ANDALUSÍ EN EL ARRABAL DE LA ARRIXACA: EXCAVACIÓN REALIZADA EN LA C/. MUÑOZ DE LA PEÑA

En lo que se refiere al sistema de cimentación utilizado, los albañiles islámicos tuvieron que abrir una zanja longitudinal de 50 centímetros de profundidad que afectó sensiblemente al testar antiguo que fue amortizado definitivamente por la nueva instalación. La zanja de cimentación fue colmatada por varias tongadas de ladrillos fragmentados a modo de correa, excepto en el centro de la misma, donde fue posible apreciar un tramo de ladrillos dispuestos en sardinel, con el objeto de dar una mayor solidez a los paramentos. III. LA ALFARERÍA Y LA EVOLUCIÓN URBANÍSTICA DEL ARRABAL

A pesar de la fragmentariedad de los restos exhumados, el análisis de la estratigrafía nos permite llevar a cabo una reflexión sobre las diferentes etapas que marcan la evolución del urbanismo de uno de los sectores periféricos de la urbe (fig. 6). 3.1. El sector periurbano occidental durante los siglos X y XI

En una fase previa a la urbanización de este sector, se aprecia la existencia de varios aportes de limos aluviales no fértiles. En este momento la cerca murada de los siglos X y XI, de la que hasta ahora se desconocen restos materiales, debió constituir una barrera artificial muy eficaz contra las inundaciones; su presencia provocó el desplazamiento progresivo del meandro hacia el Suroeste, dejando tras de sí una amplia extensión de terreno urbanizable y una potente acumulación de limos muy preciados por los alfareros. Aunque en este momento, la ciudad todavía carece de arrabales residenciales, comienzan a proliferar las primeras actividades alfareras. Hasta ahora, los hallazgos de instalaciones con una cronología más antigua se sitúan a Levante y Poniente de la Calle San Nicolás (1, 2 y 3) y en la Calle de Capitán Cortés (4). Otros hallazgos con una cronología más tardía tienen unos emplazamiento más lejanos, como en la Plaza de Yesqueros-Calle Toro (5), en las calles Ceferinos (9) y Pedro de la Flor (6). 3.2. La formación del arrabal residencial de la Arrixaca (siglos XII y XIII).

En los últimos años del siglo XI -periodo almorávide- se inicia una profunda reestructuración de este sector; la madina se amplía, integrando los cementerios fundados en la centuria anterior y se erige la muralla que sigue el trazado de la actual Calle Sagasta. Una presión demográfica insostenible debió ser el origen del arrabal residencial de la Arrixaca que fuera descrito por al-Idrisi.(6)

Las nuevas viviendas andalusíes se superponen a las instalaciones preindustriales -como la que tratamos- que fueron desplazadas, ubicándose ahora intramuros, junto a la muralla que protege el arrabal (ROBLES; NAVARRO SANTACRUZ, e.p., b). Carecemos de documentación textual sobre la ubicación de los alfareros en época islámica, pero la arqueología nos permite definir dos áreas de dispersión: la primera en torno a la calle Cadenas, con salida hacia la «Puerta de Molina», y la segunda en el extremo Suroeste, relacionada con las puertas de Belchí y de la Traición. En el sector septentrional, contamos con un horno de vedrío (11) y con testares en la Calle de la Manga (12). En el extremo Suroeste, encontramos los restos del taller que aquí tratamos (10), y los hornos y crisoles excavados por Jorge Aragoneses cerca de la iglesia de San Antolín (8). 3.3. Configuración de la «Arrixaca Vieja» tras la conquista castellana

Tras la conquista castellana la política alfonsí de repartimientos en el interior de la ciudad potencia la concentración de gremios en determinadas calles, algunas de las cuales han pervivido en el callejero murciano (Trapería, Frenería,...). Sin embargo, poco o nada sabemos de cómo se organiza el reparto del caserío entre los musulmanes. A tenor de los acontecimientos posteriores, es razonable pensar que se formara un núcleo residencial homogéneo que habría sido el origen de la morería, junto con unas áreas periféricas de trabajo en común, donde acuden también los artesanos cristianos. Esta situación parece intuirse en el privilegio alfonsí de 1267 donde se establecen los impuestos que deben satisfacer los vidrieros, alfareros y esparteros mudéjares, labores que hasta ese momento monopoliza en precario esta población, mientras se conceden ciertas ventajas fiscales a los artesanos cristianos del mismo ramo: «...aquellos que de quien fueren las tiendas o se vendieren las obras del esparto e de tierra e del vidrio, que nos den vn morauedi alfonsi en oro cada anno,... mas retenemos pora nos que los maestros christianos que labraren la obra del esparto e de tierra e del vidrio, que nos den nuestro derecho asy como en Seuilla. E por fazerles merced, si en Seuilla o en Toledo nos dan el diezmo, queremos que nos den en Murçia el quinzeno» (VALLS TABERNER, 1923: p. 45; TORRES FONTES, 1963: p. 47). Los datos arqueológicos, textuales y toponímicos hasta ahora recogidos, conducen a pensar que posiblemente los artesanos mudéjares conservaron los lugares de trabajo que ocuparan en la primera mitad del siglo XIII, lo que de algún

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Figura 6: Cuadro diacrónico de dispersión de los restos de alfares de la Arrixaca.

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UNA APORTACIÓN AL ESTUDIO DE LA ALFARERÍA ANDALUSÍ EN EL ARRABAL DE LA ARRIXACA: EXCAVACIÓN REALIZADA EN LA C/. MUÑOZ DE LA PEÑA

modo explicaría la mención que años antes hiciera Ibn Sa`id al-maghribi sobre dos de estas actividades(7). 3.4. La Arrixaca de los siglos XIV-XV

En los últimos años del siglo XIII y durante todo el siglo XIV se aprecia un importante retroceso urbano, convirtiéndose este zona en un área desolada, semidesierta, que con frecuencia se utilizada como una auténtica cantera de arcilla, dando lugar al fenómeno de los «barreros» o grandes fosas de captación de los limos arcillosos en los patios de las viviendas semiderruidas. La crisis demográfica y socioeconómica provoca una regresión urbanística sin precedentes que tuvo una especial incidencia en áreas periféricas como la que tratamos. La morería se ha convertido en un barrio desolado donde el caserío se reparte en «alfabas», medida agraria de superficie, y en los edificios semiderruidos se aprovechan los materiales de construcción y se practican grandes «barreros» o fosas para captar los limos aluviales empleados en las alfarerías. Los dos alfares excavados hasta el momento se localizan en la Plaza de Yesqueros-Calle Toro (14) y en la Calle de la Manga (13), mientras que los testares se desplazan hasta la Plaza San Agustín (15 y 16). Resulta muy significativo el hecho de que las instalaciones alfareras mudéjares aparezcan ahora en pleno centro de lo que antes fuera el caserío del arrabal islámico lo que marca un claro retroceso del urbanismo de este sector. Además, el progresivo abandono de las áreas de trabajo en común por parte del artesanado mudéjar (vidrieros y esparteros) habría permitido la expansión de la colación de San Antolín que poco a poco fue ganando terreno a la morería. Algo parecido pudo ocurrir con los alfareros en el sector septentrional, cuya superficie sería ganada por la colación de San Andrés. Estas parroquias dominan las principales vías que comunican los arrabales con la ciudad, mientras que la morería queda rodeada de propiedades cristianas (ROBLES; NAVARRO SANTA-CRUZ, e.p., a).

NOTAS .(1)

Este último nombre le fue otorgado en 1911 a petición del concejal don José Martínez Hilla al que le disgustaba el anterior por ser «tan repugnante». Tres años después de la victoria nacional en nuestra Guerra Civil, esta denominación volvió a ser sustituida por la del actual Muñoz de la Peña, que fue el fundador de la falange en Murcia (TORRES FONTES, 1971: p. 88; ORTEGA; ORTEGA, 1973: pp. 233-234). .(2) Otro fenómeno que permite pensar en un origen islámico es que esta misma terminología sea frecuente en puertas medievales de algunas ciudades peninsulares y magrebíes (RICARD, 1948: pp. 472-474). .(3) En la siguiente centuria son conocidos los efectos devastadores de las ria-

das de los años 1528 y 1545, así como las del siglo dieciocho: la de «San Calixto» en 1651 y la de «San Severo» en 1653 (ROSELLÓ; CANO: 1975, p. 14). .(4) La zanja con unas dimensiones de 8 x 2 mt. de extensión y 3 metros de profundidad, fue realizada con medios mecánicos por parte del propietario del solar, sin la necesaria supervisión de un técnico arqueólogo del Servicio Regional de Patrimonio Histórico, incumpliendo la resolución expuesta por la Dirección General de Cultura. .(5) La excavación se inició el 29 de enero de 1990 y se da por finalizada el 28 de febrero del mismo año. (6) Este autor comenta que, de Murcia «...depende un arrabal floreciente y bien poblado que, así como la villa, está rodeado de murallas y de fortificaciones muy sólidas» (AL-IDRISI: Geografía de España. Colección: Textos Medievales, nº 34, Valencia, 1974). (7) Recogido por al-Maqqari en su Nafh al-tib, en Dozy, R. et alliii (editores): Analectes sur l´histoire et la littérature des arabes d´Espagne. Volumen I, Leiden, 1855-1861 (reimpresión en Amsterdam, 1967).

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Inmaculada Ruiz Parra

MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

ENTREGADO: 1995

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INMACULADA RUIZ PARRA

Resumen: Este informe constituye un avance de las excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en el solar de la C/ Conde Valle de San Juan en su confluencia con la C/ Pascual, realizado únicamente en base

a los restos arquitectónicos descubiertos, ya que el material cerámico se encuentra pendiente de estudio.

Los trabajos se realizaron dentro del Plan de Excavaciones de Urgencia de la Consejería de Cultura de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia, en dos fases: la primera, realizada del 18 de enero al 15 de marzo de 1989 en los n.º 4 y 6 de la C/. Pascual y la segunda, del 18 de Diciembre de 1989 al 8 de junio de 1990 en el n.º 6 de la C/. Conde Valle de San Juan. El solar, que ocupaba una superficie aproximada de 300 m2, se sitúa en el interior del recinto amurallado de la madina islámica (fig. 1), concretamente en el sector suroriental de la misma, próximo a los desaparecidos Baños de la C/. Madre de Dios. Éste se localiza en una zona que se ha venido considerando por diferentes autores parte integrante de la alcazaba, como un extenso reducto que ocuparía gran parte del flanco meridional del recinto murado, con una superficie de unos 100.000 m2 (TORRES FONTES, 1963; ROSELLÓ y CANO, 1975). Sin embargo, estudios recientes sobre la alcazaba murciana rechazan este amplio espacio fortificado y plantean la hipótesis de unos límites mucho más modestos (NAVARRO y JIMÉNEZ, 1994 b). Las recientes excavaciones realizadas en la Escuela S. de Arte Dramático y Danza, antiguo Seminario de S. Fulgencio, han permitido establecer unas dimensiones más precisas de este recinto, con la localización del tramo de muro que lo cerraba por su costado

occidental. De este modo, la alcazaba, situada en el ángulo SE de la ciudad, vendría a ocupar una superficie de 15.000 m2 (BERNABÉ et al., inédito), quedando, en cualquier caso, nuestro solar situado extramuros. Éste colindaba al S. con la calle Frenería, que formaba parte de uno de los ejes viales principales que atravesaban la ciudad en sentido E-O, uniendo las puertas del recinto murado: la Puerta de Orihuela, en el extremo oriental, con la de Vidrieros, en el occidental, cruzando el centro de la medina (NAVARRO y JIMÉNEZ, 1994 a: 172), donde se desarrollaba la vida pública. Y al O. con otro posible eje N-S; este enlace, menos claro que otros, ha pervivido en el callejero urbano actual, partiendo de la C/. Jara Carrillo, por la C/. Pascual, Plaza de Santa Catalina y C/. Santa Isabel, subdividiéndose, por una parte, en la C/. de los Baños y, por otra, en la C/. San Judas, probable salida del recinto. Estas calles principales eran las que aglutinaban en su entorno el comercio (ROSELLÓ y CANO, 1975: 25). El edificio se prolongaba hacia el N. y E., introduciéndose bajo las fincas colindantes, lo cual supone que ocuparía una superficie mayor a la documentada. Su delimitación al E. podría estar en un callejón privado que da acceso al edificio actual colindante, que en época islámica habría sido un adarve acodado paralelo a Frenería, que fue cerrado hacia

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Fig. 1. Plano de situación.

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Lám. I. Vista general de la excavación.

1839, denominado callejón de la Tahona (ROSELLÓ y CANO, 1975: 111). Los límites al N., por las proporciones de los restos excavados, bien podrían estar en la C/. Madre de Dios de origen islámico. Los trabajos arqueológicos pusieron al descubierto el cuadrante suroccidental de un edificio de grandes proporciones y complejidad (Lám. I). Éste aparece delimitado por un potente muro perimetral (de unos 80 cm de ancho, cuya cimentación superaba la cota de los -4’00 m de profundidad, con respecto al nivel de calle actual, que fue nuestro punto 0’00), formando un ángulo de 108º, que coincide con la traza de las actuales C/. Pascual (antigua calle del Contraste) y C/. Conde Valle de San Juan (prolongación C/. Frenería), lo que refleja la pervivencia del callejero islámico en esta zona. Durante el proceso de excavación ha sido posible identificar, al menos, cuatro fases constructivas diferentes, de las

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cuales las tres últimas corresponderían al mencionado edificio, siendo la primera anterior al mismo. En este trabajo nos centraremos en la última fase del edificio, describiendo el aspecto que éste presentaba en ese momento. Éste se componía básicamente de cuatro crujías acodadas paralelas (yuxtapuestas), delimitadas por potentes muros de tapial (de 60 cm de ancho, cuya cimentación alcanzaba una cota de -2’70 m), de una sólida argamasa de cal y piedras, que circundaban un área central cuadrangular (fig. 2). La crujía exterior (1) se hallaba compartimentada en ocho espacios rectangulares yuxtapuestos (de 4,16 m x 2,90 m, aproximadamente, cada uno), por muros análogos a los perimetrales, de unos 53 cm de ancho (Lám. II). La segunda (2) se divide, a su vez, en tres partes desiguales por muros de argamasa de cal (50 cm de ancho) de menor potencia. La tercera crujía (3) aparece corrida, sin divisiones. Adosada al muro que la delimita por el S. encontramos una gran

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Lám. II. Detalle de dos de las salas de la crujía exterior hacia la calle Pascual.

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atarjea orientada E-O, con base de mortero de cal y piedras y recrecido de ladrillo, que presentaba pendiente hacia la C/. Pascual, donde posiblemente desaguaría, tras introducirse en la crujía 1 (Lám. II). Por último, la crujía interior (4) aparece delimitada al N. y E. por dos muros de similares características a los anteriores, coincidiendo con la medianería de los edificios colindantes, subdividiéndose, a su vez, en varios espacios irregulares (posiblemente cuatro si prolongamos el muro meridional, que aparecía roto por una arqueta moderna, hasta el Oeste, como sucede con el septentrional) por tres muros de unos 50 cm de ancho, de fábrica análoga a los perimetrales pero de potencia inferior, quedando volados a -2’00 m de profundidad. Los escasos restos de pavimentación y de alzados exhumados, indican que las estructuras anteriormente descritas constituirían, en su mayor parte, la cimentación del edificio, lo que dificulta enormemente su interpretación, saber la función de cada espacio identificado. Sin embargo, aparecen algunos restos significativos en alzado: se han documentado grandes vanos en dos de las salas en que se divide la crujía 1 (localizados al SO), que se abrían hacia la calle Frenería por lo que pensamos que estos espacios podrían haber sido utilizados como tiendas (fig. 2). Es probable que todas las salas que se localizan en esta calle estuvieran también abiertas a ella, aunque no fue posible constatarlo, debido al mal estado de conservación que presentaban las estructuras en esta zona. Los alzados conservados en su esquina suroccidental señalan que al exterior la construcción era de sillares de arenisca y al interior de muros de 50 cm de ancho de mortero de cal y piedras, construidos mediante la técnica del encofrado, pudiéndose apreciar los mechinales, recubiertos con enlucido de yeso. Resulta difícil hacer una adscripción cronológica más precisa de los restos constructivos, estando el material arqueológico pendiente de inventario. Sin embargo, podemos adelantar que, tras un primer acercamiento al material cerámico, el momento primigenio de construcción del edificio se podría situar en el s. XI. Éste fue recuperado en zonas selladas por los escasos restos de pavimento (capa de mortero de cal) localizados a -1,35 m en algunos de los espacios en los que se divide la crujía exterior (1) y especialmente bajo el suelo de mortero de cal que aparecía por toda la crujía 2, a -1’60 m por debajo del pavimento de la crujía 1 (cota: -1’36 m), por lo que pensamos que esta nave fue utilizado como sótano en un primer momento. Se trata de jarritas con deco-

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ración de cuerda seca parcial, materiales de cocina sin vidriar, con marmitas de base plana y decoración ondulada a peine, candiles de piquera, ataifores con decoración de tipo Medina Azahara y ataifores con vedrío melado y repié anular bajo o de base plana, así como de alcadafes y jarritas decoradas con engobe rojo y tapaderas planas con digitaciones de almagra. A continuación, ha sido posible documentar una segunda fase constructiva, fechada por los materiales cerámicos (jarras con digitaciones de almagra y manganeso, jarritas con decoración de cuerda seca parcial y materiales de cocina sin vidriar con base plana y decoración a peine y ataifores con repié anular bajo, junto a ataifores con repié anular desarrollado y jofainas con vedrío blanco) en torno a los ss. XI-XII. En esta fase se producen reformas puntuales: una sobreelevación del nivel de suelo, identificada en una pequeña zona del sector occidental de la crujía 4 y se compartimenta la crujía 2. El pavimento, consistente en una compacta capa de mortero de cal, aparece a -1’00 m de profundidad. También hemos podido identificar una fase de ocupación en torno al primer tercio del s. XIII. De este momento

Lám. III. Detalle de la fosa del s. XIII con los materiales in situ.

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Fig. 2. Planta y sección del edificio.

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data el relleno que aparece en el interior de un muro construido mediante dos forros exteriores de mortero de cal y relleno de tierra y piedras de gran tamaño, que aparecía compartimentando uno de los espacios que dividían la crujía 1 (Lám. II). Por otra parte, en el interior de uno de los espacios rectangulares que dividían esa misma crujía apareció una fosa circular rellena de abundante material cerámico (Lám. III), entre el que destacan dos maquetas arquitectónicas, de las que dimos noticia en anteriores trabajos (RUIZ PARRA, 1991), junto con candiles de pie alto, candiles de cazoleta y grandes jarras con digitaciones de manganeso. Además, han sido documentados una serie de restos constructivos de época anterior dispersos por la superficie del solar. Se trata de muros de tapial de tierra apisonada y pavimentos de gravilla, cuyo estado de conservación estaba muy deteriorado, debido fundamentalmente a la construcción de nuestro edificio, que en posteriores trabajos intentaremos concretar. Estas estructuras podrían fecharse en época califal, en base a los materiales cerámicos recuperados, entre los que destaca una cazuela de paredes rectas, ligeramente exvasadas, con asa de lengüeta baja, junto con cerámicas de engobe rojo, con ausencia de restos vidriados. Este tipo de edificio de planta cuadrangular formado por un espacio central en torno al cual se disponían galerías a las que se abrían las habitaciones en las que quedaban divididas las naves que cerraban el patio, responde a un modelo antiguo importado de Oriente, repetido con características muy semejantes por todo el mundo islámico, desde Persia y Siria hasta España. Este tipo arquitectónico adoptado y desarrollado por el Islam, que ha permanecido casi inalterable a través de los siglos, ha resultado flexible, siendo aplicado a diferentes propósitos, tanto civiles como religiosos: palacios rurales fortificados, ribats, caravansares, jans y qaysariyyas (alcaicerías), hospitales (bimaristan), madrasah, etc. (TORRES BALBÁS, 1982: 427; GRABAR, 1990: 162; SIMS, E., 1985: 111). Este extenso grupo de monumentos compartía la misma distribución formal, utilizando los mismos diseños y técnicas decorativas para edificios totalmente diferentes; las diferencias de finalidad y utilización no eran establecidas por los monumentos en sí, si no por las actividades que tenían lugar en ellos (GRABAR, 1990). Este fenómeno se produce en el mundo islámico en época antigua, ya en el s. VIII las diferencias formales entre los distintos tipos arquitectónicos estaban perdiendo nitidez (SIMS, E, 1985: 109).

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Los hospitales aparecen en el Occidente islámico en el s. XII, como importación oriental, llegando finalmente la institución a la corte granadina como última etapa en su marcha hacia occidente, en la segunda mitad del s. XIV (TORRES BALBÁS, 1982 a: 415). Las escuelas coránicas, llamadas madrasah, son de origen antiguo, ya en el siglo IX se construyen en Irán (GRABAR; 1990: 140), sin embargo, se desarrollan en el mundo islámico occidental en época tardía, las de Marruecos son levantadas casi todas también en el s. XIV (TORRES BALBÁS, 1982 a: 428). Por su parte, los ribats son unas construcciones fortificadas con una función específicamente islámica, destinadas a acoger a una élite de voluntarios monásticos y misioneros de la fe. Esta institución de origen antiguo (s. VIII), es característica de la frontera del territorio musulmán (GRABAR; 1990: 140; CRESWELL, 1979) que probablemente dejó pronto de tener un valor militar de importancia, cumpliendo también funciones de alojamiento para viajeros (MARIN, M., 1989: 202). Un hecho evidente en el mundo musulmán es el gran desarrollo de una arquitectura monumental relacionada con el comercio, debido a la importancia del mercado, que constituye uno de los componentes básicos que definen la ciudad, el «espinazo» del tejido urbano, que une entre sí mezquitas, hammams y jans. Los fondos públicos y privados se gastaban pródigamente en la construcción de caravansares, mercados y zonas comerciales (GRABAR, 1990: 206; SIMS, 1985). Es interesante observar que, aunque su carácter monumental varía, su forma es similar. Los caravansares se construyeron a lo largo de todas las rutas comerciales principales, como lugares donde los comerciantes y peregrinos pudieran cobijarse, descansar y encontrar provisiones y agua, en zonas que se encontraban alejadas de ciudades y pueblos (SIMS, 1985: 80). Por sus características específicas, los tipos de edificios descritos hasta ahora son descartados en nuestro caso, por diferentes motivos: en el caso de los primeros (hospitales y madrasah) sería debido a su cronología tardía (s. XIV) y los ribats y caravansares por su ubicación concreta, en las afueras de las ciudades. Por su parte, la qaysariyya, designa una institución comercial y edificio o conjunto de edificios que albergaba. Era unas veces un amplio y público establecimiento comercial, con pórticos o galerías en torno a un gran patio y tiendas, talleres y almacenes, además de alojamientos, a modo de funduq privilegiado, y otras una calle cubierta o no, con pórticos y tiendas abiertos a ellas. En ocasiones, podía ser un

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pequeño barrio comercial de callejuelas angostas, pudiendo contener varios zocos, o una pequeña plaza rodeada de establecimientos mercantiles. De cualquier modo, se caracterizaba por ser una construcción cerrada, con acceso por una o varias puertas que sólo se abrían en horas comerciales. Se trata de una institución de estado destinada a la venta y almacenamiento de productos de lujo y su emplazamiento tenía lugar junto a la mezquita aljama (TORRES BALBÁS, 1949). En Murcia islámica hay constancia documental de la presencia de alcaicería (TORRES FONTES, 1960), sin embargo las referencias sobre su ubicación, distribución y tipo de productos en ella vendidos son muy vagas. El equivalente urbano del caravansar es el jan (del persa) o funduq, palabra árabe, utilizada sobre todo en el N. de África, de la que procede la castellana alhóndiga. Constituye, después de los zocos y la alcaicería, el tercer elemento básico del mercado islámico. Era el lugar favorito de las transacciones urbanas, aquel tipo de edificio que le era propio, si no por creado, sí por asimilado, hasta el punto de que parece indisoluble del mundo islámico (CHALMETA, 1973: 163-165; SIMS, 1985). Los productos llevados a la ciudad por gentes forasteras se vendían en las alhóndigas, quedando la mercancía aquí depositada para su despacho al menudeo en los zocos. Los compradores nunca eran particulares, sino otros mercaderes, detallistas, etc. Estos edificios públicos servían a la vez de almacén de mercancías y para hospedaje de sus propietarios, la parte inferior era destinada a almacenes, establos y tiendas, y las altas (generalmente tenían dos o tres pisos) a alojamiento (TORRES BALBÁS, 1982 b). Su emplazamiento era en la parte central de la ciudad, destinada a las actividades comerciales, junto a la mezquita aljama o en las vías principales (TORRES BALBÁS, 1982 b: 222), aunque también se localizaban en los barrios de las ciudades principales, los cuales tenían los mismos elementos cardinales de una ciudad a pequeña escala. Se trata de una forma especialmente adaptada a la agrupación por oficios tan históricamente ligada a la cultura musulmana, cuya denominación respondía, a menudo, al tipo de mercancía que en éstos se vendía, aunque también era empleado el nombre del propietario o constructor. (TORRES BALBÁS, 1982 b: 220; SERJEANT, 1980). Las dotaciones de jans construidos en una ciudad en un determinado momento proporcionaban un buen diagnóstico de su prosperidad comercial (SIMS, 1985: 88). Éstas eran abundantes en las ciudades hispanomusulmanas, sobre

todo en las de gran tráfico comercial, según L. Torres Balbás (1982 b) Almería contaba con 970 anotadas en el censo del impuesto. Los jans podían ser construidos por el soberano o gobernador, por funcionarios o particulares ricos, como obras pías, o bien, como ocurría con frecuencia, estar en manos de particulares. Sin embargo, a pesar de estar sujetos a una administración particular, dependían del cadí, por ser bienes de manos muertas (waqfs o habices), como casi todos los organismos colectivos de la vida económica (TORRES BALBÁS, 1985: 111; SIMS, 1985: 101). Por todo ello, pensamos nuestra construcción podría reunir las características del jan o funduq, como expondremos más adelante. En España sólo se ha conservado el funduq Yadid, llamado Corral del Carbón, el cual se localizaba en el centro de Granada, a poca distancia de la mezquita aljama, la Alcaicería y el Zacatín (fig. 3). Éste, construido en la primera mitad del s. XIV, estuvo destinado en los últimos tiempos de presencia islámica a la guarda y contratación del trigo. Es una construcción de planta cuadrada (28,05 x 29,60 m), formada por cuatro naves de una anchura media de 2,70 m, dispuestas en torno a un gran patio. Tienen tres pisos de altura cada una y están divididas en pequeñas habitaciones independientes (21 en planta baja y 22 en cada uno de los otros dos pisos), con unas dimensiones de unos 2,50 x 3,50 m aproximadamente (dimensiones similares a las de nuestro edificio, aunque algo inferiores), con acceso desde galerías de 2 m. de ancho sobre pilares. Las galerías limitan el patio central, de 16,80 x 15,60 m (TORRES BALBÁS, 1982 b). En Murcia no contábamos hasta ahora con paralelos de construcciones similares, sin embargo recientemente han sido exhumados en nuestra ciudad los restos de un edificio análogo al nuestro, precisamente localizado en otro solar de la C/. Frenería, concretamente en su confluencia con la Plaza de Belluga(1). Se trata de una construcción de planta cuadrangular, que se distribuye en torno a un espacio central cuadrado al que se abren directamente las habitaciones de las naves que rodean el mismo por sus costados Oeste, Sur y Este, excepto por el Norte, donde presenta una mayor complejidad, con la presencia de dos naves paralelas. Éste ha sido interpretado por sus excavadores como funduq, junto al que también se identificaron una serie de tiendas independientes con acceso directo a la calle. Esto refuerza la idea de que la calle Frenería era una de las arterias principales de la ciudad, que eran las que atraían el comercio.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Fig. 3. Sección y planta del Corral del Carbón. (Ars Hispaniae, IV, pág. 158).

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Algunas de las alhóndigas de nuestra ciudad han dejado constancia en los archivos. A pesar de la escasez documental, sabemos de la existencia del «almudí viejo», de origen musulmán, donde se almacenaba y vendía el grano (trigo, cebada y harina), el cual estaba situado en la colación de San Lorenzo, concretamente en la C/. Granero (TORRES FONTES, 1963; 97). También conocemos un documento por el cual Bartolomé Boanach reconoce la compra de una alhóndiga hecha a Bernardo Colomer y que cede al rey con todos sus derechos, sin más referencias topográficas ni de otro tipo (TORRES F., 1969: 134). Además, se menciona la existencia en Murcia del denominado Alfondico del Aliatzem en un documento de 1266 en el que Jaime I concede a un súbdito valenciano unas propiedades que estaban situadas junto a ésta, de la que desconocemos su localización exacta (TORRES F. 1969: 25). Según texto de la Quinta Partición (TORRES F., 1960: 244), el alfolí o alhóndiga de la sal se ubicaba en la colación de S. Pedro, donde Berenguer Salamón tenía unas casas derribadas que amplió para posada a expensas de la misma, siendo entonces trasladada por Alfonso X a la Arrixaca. De ésta perdemos el rastro en siglos posteriores. Debido a la proximidad de nuestro solar con S. Pedro nos sentimos tentados a identificar nuestro edificio con la

denominada por los textos cristianos alfondega de la sal, como J. Navarro y P. Jiménez proponen en un reciente trabajo (1994: 193). Sin embargo, nuestro solar aparece situado en la calle Frenería, la cual, según parece, formaba parte de la colación de Santa María y no de la de San Pedro, por lo tanto, aunque no podemos descartar esta atractiva hipótesis, nos vemos obligados a cuestionarla. Según V. Roselló los límites de las colaciones o parroquias, fijados documentalmente en el Repartimiento, mantendrían una previa división de la ciudad realizada en época islámica (1975: 75). Como valoración final, queremos indicar que, a pesar de no contar con paralelos idénticos, que nos impiden por el momento determinar con exactitud el tipo de edificio al que corresponden los restos hallados, sí encontramos analogías apreciables con el Funduq Yadid de Granada. La reconstrucción que proponemos de la planta del edificio sería similar, en cuanto a su tamaño en conjunto (si consideramos válida la delimitación propuesta con anterioridad), y a su distribución externa: largas naves divididas en espacios rectangulares yuxtapuestos (el tamaño de las nuestras es similar al de las habitaciones del Corral del Carbón). Las diferencias más notables radican en que nuestra planta no es completamente cuadrada y, especialmente, en su parte interna que cuenta con una nave

Fig. 4. Un caravanserrallo de Carsu. (El Señor del Zoco en España, pág. 167).

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comienzo de la calle Frenería, y sus características arquitectónicas, pensamos que podría tratarse de un edificio público, de gran tamaño y quizás con varias plantas, probablemente de carácter comercial, que en posteriores trabajos intentaremos concretar. BIBLIOGRAFÍA

Fig. 5. Dos jans mamelucos: el de Jayr Bey y el de Abrak. (El Señor del Zoco en España, pág. 138).

más que el edificio granadino. A pesar de ello, el que hayan aparecido restos arquitectónicos anteriores a la construcción de nuestro edificio podría indicar que el edificio hubo de adaptarse a las condiciones de un terreno urbanizado con anterioridad, de ahí que su forma no sea totalmente regular. Esta hipótesis aparece reforzada por las referencias de P. Chalmeta (1973: 163-165), el cual indica que las alhóndigas responden a un tipo arquitectónico, con ampliaciones, correcciones de planta y mayor o menor complejidad local. Su forma, igual que su función fueron continuamente modificados por el marco urbano de su estructura y su fin específico (SIMS, 1989: 101), muestra de ello es la variedad de plantas que presentan algunos jans, como los mamelucos de Jayr Bey y de Abrak y el de Carsu, que no responden fielmente al modelo tradicional de funduq (CHALMETA, 1973: 138 y 167) (figs. 4 y 5). Por todo ello, además de por su ubicación en una de las arterias principales de la ciudad que eran las que aglutinaban el comercio, como viene a confirmar la presencia de tiendas y el posible funduq recientemente documentados al

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BERNABÉ, M.; MANZANO, J.; RUIZ, I.; SÁNCHEZ, J.: (inédito). Dirección y ejecución de documentación científica de la excavación arqueológica de la Escuela Superior de Arte Dramático y Danza de Murcia. Memoria científica, Vol. I. CHALMETA GENDRÓN, P.: (1973). El señor del zoco en España: edades media y moderna, contribución al estudio de la historia del mercado, Madrid. CRESWELL, K.A.C.: (1979) Ed. cast. Compendio de arquitectura paleoislámica, Cádiz. GRABAR, O.: (1990) 6.ª Edic. La formación del Arte islámico, Madrid. NAVARRO, J. Y JIMÉNEZ, P.: (1994 a). Una nueva propuesta de investigación y gestión de yacimientos urbanos: la ciudad de Murcia. Paisajes rurales y paisajes urbanos: métodos de análisis en historia medieval. Aragón en la Edad Media, Zaragoza. - (1994 b)). El alcázar (al-Qasr al-Kabir) de Murcia. Anales de Prehistoria y Arqueología, n.º 7, año 1991, (en prensa). MARIN, M.: (1989). Conclusión. La vida en los ribat de Ifriquiya, en La rábita de califal de Guardamar, Alicante. ROSELLÓ, V. Y CANO, G.: (1975). Evolución urbana de la ciudad de Murcia, Murcia. RUIZ PARRA, I.: (1991). Dos maquetas arquitectónicas cerámicas en el solar de la C/. Conde Valle de San Juan, esquina C/. Pascual de Murcia. Verdolay, n.º 3, Revista del Museo de Murcia, pp. 95-99. Murcia. TERRASE, H.: (1985). Introducción. La ciudad islámica, en Ciudades hispanomusulmanas, Madrid. TORRES BALBÁS, L.: (1947). Plazas, zocos y tiendas de las ciudades hispanomusulmanas. Al-Andalus, XII, Madrid-Granada. - (1949). Alcaicerías. Al-Andalus, XIV, Madrid-Granada. - (1953). Estructura de las ciudades hispanomusulmanas: la medina, los arrabales y los barrios. Al-Andalus, XVIII, Madrid-Granada. - (1982 a). El Maristán de Granada. Obra dispersa -I- Al-Andalus, 2, Madrid. - (1982 b). Las alhóndigas hispanomusulmanas y el corral del carbón, Obra dispersa -I- Al-Andalus, 3, Madrid. - (1985) 2ª Ed. Ciudades hispanomusulmanas, Madrid. TORRES FONTES, J.: (1960). Repartimiento de Murcia, Madrid. - (1963). Documentos de Alfonso X el Sabio, CODOM-I, Murcia. - (1969). Documentos del siglo XIII, CODOM-I, Murcia. SERJEANT, R.B.: (1980) 1.ª Ed. La ciudad islámica. SIMS, E.: (1985) Ed. cast. El comercio y los viajes: Mercados y caravansares, en La arquitectura del mundo islámico, Madrid. NOTAS * Planimetría: José Domingo López Martínez, Juan Carlos González Díez, Pedro Jiménez Castillo. Fotografía:Jesús Gómez Carrasco. (1) Agradecemos la información oral facilitada por los directores de la mencionada excavación: Pedro Jiménez, Trinidad Castaño y Julio Navarro).

UNA CALLE ISLÁMICA JUNTO A LA CALLE MARIANO VERGARA DE MURCIA

Gonzalo Matilla Séiquer

MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

ENTREGADO: 1993

UNA CALLE ISLÁMICA JUNTO A LA CALLE MARIANO VERGARA DE MURCIA

GONZALO MATILLA SÉIQUER

Resumen: En el solar se documentó una pequeña calle central con viviendas parcialmente conservadas a los lados datables en el s. XIII. La ausencia en este punto de la muralla islámica del s. XII es un dato fun-

damental para precisar el exacto recorrido de la cerca y la ubicación de la Puerta de Orihuela en este punto de la Ciudad.

1. Planteamiento de la excavación y perspectivas

ción pobre, por lo que había que dejar sin excavar como margen de seguridad una franja de tres metros junto a los mismos. Por otra parte era problemático acercarse a la acera de la calle por los consabidos inconvenientes que estas plantean (cables de alta tensión, tuberías...). De esta manera y en un principio, en lugar de abrir los cinco cortes previstos, se plantearon dos en la parte central del solar de 4 x 4 m. y separados por un testigo de 1 m., aunque con las perspectivas de excavar en extensión en la medida de lo posible en función de los resultados que se obtuvieran. El punto cero se situó en la parte media de la acera, pues la calle tiene una inclinación aceptable, existiendo una diferencia de 36 cm. entre los puntos más alto y más bajo de la acera.

La existencia de un solar en la calle Mariano Vergara, en el tramo comprendido entre la Puerta de Orihuela y la calle Obispo Frutos, y la excavación del mismo, parecía que iba a poder dar luz sobre una serie de cuestiones de singular interés, tales como el desarrollo en esa zona de la cerca medieval o la posible aparición de restos de la Puerta de Orihuela(1). La aparición de muralla tiempo atrás, en la intersección de las calles Ceuta y Cigarral, así como la certeza de que esta última era un val, desmentían a priori que la cerca se desarrollara por Obispo Frutos y que la Puerta de Orihuela estuviera al final de dicha calle. Siguiendo por tanto la idea de que la muralla transcurría paralela a la calle del Cigarral y que la puerta de esta última estaba más o menos entre esta última y Mariano Vergara, quedaba por tanto establecer la unión de la citada puerta con la de Santa Eulalia. Lo más coherente era pensar en un tramo de muralla recto y oblicuo con respecto al trazado de Mariano Vergara. En este caso era posible que atravesara el solar objeto de la excavación.

3. Excavación y restos

Como el corte 1 funcionó como un sondeo, solamente en este caso se explicarán cada uno de los niveles del mismo: CORTE I

2. Metodología

m2,

El solar, de algo más de 200 tenía forma irregular y estaba encajado entre tres edificios, dos de ellos de cimenta-

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Nivel I: Terreno removido con gran cantidad de escombros y cerámicas de los siglos XVIII al XX. Corresponden a este nivel una serie de estructuras situadas en la zona Norte

UNA CALLE ISLÁMICA JUNTO A LA CALLE MARIANO VERGARA DE MURCIA

Planta de la excavación

de la cuadrícula y que pertenecen a cimientos de edificios recientes. Nivel II: Cotas 1.72-2.02. Tierra marrón clara muy húmeda. Materiales del XVII-XVIII, destacando las jarras lorquinas de pastas amarillas y líneas barrocas. Nivel III: Cotas 2.02-2.24. Tierra grisácea con abundantes manchas de cieno procedentes de un pozo negro. Material moderno. Algunos fragmentos podrían ser del siglo XV, aunque sigue habiendo abundancia de jarras lorquinas. En el perfil Sur aparece un muro formado por grandes bloques de hormigón de cal, alguno de ellos con cara. Resulta evidente que el material de dicho muro procede de la ruina de algún paramento encofrado. Es un indicio de que la muralla podría estar cerca. Nivel IV: Cotas 2.24-2.38. Tierra gris muy manchada de cieno conforme se aproxima al perfil Oeste. aunque se halla algún material moderno, aparecen bastantes fragmentos de cerámica esgrafiada y pintada al manganeso. Al final del nivel aparece el inicio de un murete (ya de posible factura

islámica) entre los perfiles Este y Sur. También en planta se empiezan a ver restos de cal pertenecientes a algún muro descompuesto. Nivel V: Cotas 2.38-2.85. Tierra marrón clara. Material islámico aunque escaso(2). En el ángulo formada por los perfiles Norte y Oeste aparece el inicio de otro muro de bloques de hormigón. Aparecen nuevas estructuras. Junto al perfil Sur un cimiento o un zócalo de piedra cubierto por adobes descompuestos. A 2 m. de este y en dirección al perfil Norte un muro con las caras exteriores de ladrillo y el interior relleno de tierra. Nivel VI: Cotas 2.85-3.00. Tierra marrón obscura. Abundancia de material del XIII. Nivel VII: Cotas 3.00-3.30. Tierra semejante pero con restos de escombros. Material muy escaso pero también islámico del XIII. Entre cotas 3.20-3.30 aparecen los cimientos del muro de ladrillos. están formados por una hilada de piedras irregulares.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

1.-Vista aérea de la excavación desde el Oeste.

No se sigue excavando en profundidad por aparecer niveles freáticos. En cuanto al corte 2 se comienza a excavar, saliendo a la luz restos de los cimientos del último edificio que ocupó el solar. Tras hacer unas catas y comprobarse que la estratigrafía es semejante a la del corte 1 (en el que aparecen los restos a más de 2 m. bajo la cota 0), se decide bajar el resto del terreno con máquina hasta una profundidad de 2 m. y excavar en extensión. Una vez rebajado se plantean tres nuevos cortes: el 3 de 4 x 3.5 m. al Oeste del corte 2, el 4 de 4 x 4 m. entre el corte 2 y la calle y el 5 de 4.5 x 4.5 m. entre el corte 1 y la acera. CORTE II:

Presenta en el ángulo formado por los perfiles Sur y Este una arqueta moderna y paralelo al perfil Norte desarrollándose a todo lo largo de este un muro con caras exteriores de ladrillo y piedra irregular y relleno de tierra. Dicho muro conserva en algunas zonas restos de enlucido. Es continuación del que aparece en el corte 1.

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Casi todo el material es islámico, aunque en los niveles superiores hay una bolsada de material moderno procedente de las filtraciones de la arqueta. Entre la arqueta y el muro se conservan restos de un suelo de yeso sobre el que aparecieron dos fragmentos de cerámica esgrafiada y uno de cerámica de Paterna del XV. Entre las cotas 2.95 y 3.10, cerca del perfil Sur y desarrollándose entre los perfiles Este y Oeste aparecen 6 hiladas paralelas orientadas de SO a NE, formada cada una de ellas por cuatro ladrillos o piedras planas. Se desmonta la arqueta para comprobar si continúan bajo ella y efectivamente lo hacen, introduciéndose también en los perfiles 1-2 y 2-3. La separación entre ellas oscila entre los 0.70 y los 0.50 m. Están en línea con el muro del corte 1 en que se conserva sólo el zócalo de piedra, introduciéndose incluso bajo éste. Hay que destacar que las hiladas de ladrillo están a cota más baja conforme se acercan al Oeste y más alta hacia el Este.

UNA CALLE ISLÁMICA JUNTO A LA CALLE MARIANO VERGARA DE MURCIA

Son paralelas al muro de ladrillo, existiendo entre los dos una distancia de 2 m. También paralelo a este muro hay un suelo de cal y yeso con una anchura máxima de 0.70 m. y con cotas que van desde 3.14 m. al Oeste a 2.91 m. al Este, siguiendo por tanto la misma inclinación que las hiladas de piedra. CORTE III:

Tiene 2 pozos negros que lo alteran casi en su totalidad, no obstante, en línea con el muro del corte 1 en el que se conserva el cimiento de piedra y con las hiladas del corte 2, aparecen restos de un muro de adobe con cimentación de piedra y enlucido por una gruesa capa de cal en su cara Sur. Al Norte es donde se sitúan los pozos, siendo todo el material moderno y no conservándose más que en el perfil Norte algún trazo del muro de ladrillos que se venía desarrollando por los cortes 1 y 2. Se llama zona A a la que está al Sur del muro y B a la que está al Norte. En esta última se hace una cata hasta los 3.25 m. de profundidad, no hallándose estratigrafía alguna ni material que no sea moderno. En la zona A aparece gran cantidad de cerámica estampillada y a cota 2.96 hay un hogar ovalado con el fondo a 3.02 m. Hay que decir que las hiladas de ladrillo y piedra se siguen desarrollándose bajo este muro. Parte del adobe del alzado del muro se desmonta, siendo todo el material recogido del XIII.

De la esquina que forma el muro anterior arranca otro de la misma anchura, pero de piedra, que se dirige al perfil Sur formando un ángulo de más de 90º con respecto al muro anterior. El espacio delimitado entre los muros de piedra y ladrillo y los perfiles Sur y Oeste es el sector A. En él se encuentra un pozo negro que utiliza el muro de piedra como una de sus paredes y con materiales de los siglos XV y XVI. El sector A tenía grandes cantidades de escombros y materiales modernos. Entre el muro de piedra, el tramo corto del muro de ladrillo y el perfil Este se encuentra el sector C. Su estratigrafía está formada por distintas bolsadas con cerámicas modernas y restos abundantes de huesos. CORTE V:

Se abre al Sur del corte 1. La estratigrafía arroja materiales modernos entre los siglos XV y XVII, destacando entre todas, las cerámicas de paterna. No hay estructuras excepto un pozo, posiblemente de agua y la continuación del muro de piedra del corte 1, que en un tramo queda roto por el pozo anterior.

CORTE IV:

Aparecen inmediatamente de comenzar a excavar una serie de estructuras que lo dividen en tres sectores. Una de ellas es un muro de ladrillo de 0.50 m. de ancho paralelo al muro del corte 3 y a las hiladas del corte 2, situándose casi a 3 m. de éstas. Dicho muro arranca del perfil Este, donde queda roto por el cimiento de un edificio moderno y se prolonga en dirección Oeste para torcer después al Norte un metro antes de llegar al perfil. El nuevo tramo queda roto por la arqueta del corte 2. A ambos lados del muro hay un posible cimiento de ladrillo de 0.30 m. de anchura. Por los restos conservados parece que presenta 2 vanos, uno en el tramo corto y otro en el largo y junto a éstos, arranques de pilares. El espacio delimitado entre los dos trozos de muro mencionados y el perfil Norte es el sector B, con estratigrafía semejante a la del perfil Sur del corte 2 y materiales islámicos del S. XIII.

2.-Muro Norte del corte 1. Se observa el pilar que estaba embutido en él y el umbral más moderno.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

3.-Muro que delimita la calle al Sur. Bajo el jalón se puede ver el umbral.

4.-Detalle de las hiladas de ladrillo que delimitan la calle al Sur.

4. Estructuras y espacios

Norte está el de ladrillo más o menos uniforme y desarrollado sin solución de continuidad. Al Sur hay dos muros y unas hiladas de ladrillo, pero indudablemente forman una misma estructura, pues las hiladas de ladrillo además de estar en el tramo en el que no quedan trazos de muro, se prolongan al Este y al Oeste bajo los restos de paramento existentes, y si bien el más occidental tiene un cimiento de piedra, un alzado de adobe y un enlucido de cal, el más oriental conserva tal cimiento y restos de haber tenido también alzado de adobe, habiendo aparecido junto a él bastantes restos de cal. Posiblemente debía tratarse de un mismo muro que en un momento determinado fue arrasado casi en su totalidad. En ninguno de los muros de este espacio se ven vanos con claridad, aunque en el meridional, en el corte 1, seis ladrillos puestos de canto en el cimiento pueden indicar la existencia de una entrada. En el de ladrillo, en el testigo de los cortes 1 y 2, al desmontar parte del muro apareció embutido en este un pilar de ladrillos con las paredes enlucidas, lo que puede sugerir la existencia de un vano geminado en un momento anterior. Antes de la construcción del muro, pero

Las estructuras aparecidas en el solar conforman cuatro grandes espacios. ESPACIO 1

Cortes 1, 2 y 3. Delimitado por el muro de ladrillo y relleno de tierra al Norte y el zócalo de piedra, las hiladas de ladrillo y el muro de adobe enlucido al Sur. Se forma un espacio rectangular de 2 m. de anchura y más de 12 m. de longitud sin que se vea el final ni al Este ni al Oeste. Si bien es cierto que al Este queda roto por un cimiento moderno y es imposible saber si podría quebrar. Al Este se introduce en los perfiles sin poder saber hasta donde se prolongaba. Un dato muy interesante que proporciona este espacio es la inclinación ascendente de Oeste a Este, ( de momento recuérdese que la calle Mariano Vergara está en cuesta y tiene una inclinación semejante). Otro aspecto a destacar es que los dos muros que delimitan este ambiente son de naturaleza totalmente distinta. Al

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UNA CALLE ISLÁMICA JUNTO A LA CALLE MARIANO VERGARA DE MURCIA

5. Nuevos datos y conclusiones provisionales

5.-Detalle de los espacios 2 y 3.

después de la del pilar, se construyó un vano al Este del mismo que no tiene paralelos al Oeste. Desgraciadamente la imposibilidad de ampliar la excavación al Norte hace que estos datos no los conozcamos más que a modo de indicio. ESPACIO 2

Cortes 2, 3 y 4. Delimitado al Norte por el muro Sur del espacio 1 y al Sur y Este por el muro de ladrillos del corte 2. Forma un espacio rectangular de 2.70 m. de ancho por más de 6 m. de largo, quedando roto al Oeste por un edificio moderno. En su interior, en el corte 3, hay un hogar, lo que indica que se trata de una habitación. Al Sur y Este se abren sendos vanos delimitados por pilares. Es posible que al menos el del Sur de a un espacio abierto y que la línea de ladrillos paralela al muro y calificada de momento como posible cimiento no sea más que un andén perimetral. ESPACIO 3

Corte 4. Delimitado al Norte por el muro de ladrillo del espacio 2 y al Este por el de piedra del corte 4. Al Oeste queda interrumpido por un edificio actual y al Sur puede que continuara hasta la calle. En su interior se sitúa un pozo de forma ovoide que aprovecha el muro de piedra como una de sus paredes. ESPACIO 4

Cortes 2, 4 y 5. Delimitado al Norte por el muro Sur del espacio 1 y al Oeste por el muro oriental de los espacios 2 y 3. En su interior no apareció ninguna estructura y todos los niveles arqueológicos hasta cota 3.00 m. daban materiales situados cronológicamente entre los siglos XV y XVII.

1.- El equipo técnico que diez años atrás había construido el edificio que al otro lado de la calle se encuentra enfrente del solar excavado, suministró el dato de que al hacer la excavación de los cimientos apareció a 1 m. de profundidad la muralla medieval en uno de los ángulos del solar. El tramo de cerca descubierto estaba dispuesto no paralelo a la calle, sino oblicuo con respecto a ésta, de tal manera que trazando una recta imaginaria se unía directamente con la muralla de Santa Eulalia y con la intersección de las calles Mariano Vergara y Cigarral. Aunque el dato tiene una garantía absoluta, no es posible determinar si lo aparecido era muralla o antemuralla. En cualquier caso de ahí podrían proceder los grandes bloques de cal que formaban el muro descubierto en el perfil Sur del corte 1. 2.- Este fundamento confirma la existencia de la Puerta de Orihuela en el lugar en el que se sitúa el topónimo y descarta totalmente el trazado de la muralla por la calle Obispo Frutos. 3.- La forma, dimensiones y naturaleza de las estructuras que delimitan el espacio sugieren que se trata de una calle de la red secundaria de la ciudad medieval o al menos de la Murcia del s. XIII, posible época de construcción de los muros que la ciñen. Prolongando sobre el plano la posible calle hacia el Este llegaría a la Puerta de Orihuela. 4.- Todos los muros aparecidos en la excavación están orientados con respecto a la posible calle, mientras que el de piedra del corte 4 lo está con respecto a la calle Mariano Vergara. Ésto sugiere que ambas eran contemporáneas y arrancaban de la Puerta de Orihuela. 5.- Entre ambas calles tenemos restos de una vivienda islámica en los espacios 2 y 3. El espacio 2 puede ser una Sala Norte y el 3 un patio. No hay datos suficientes para establecer si la casa tenía más estancias o por donde tenía el acceso. 6.- La excavación de la calle podría dar datos de enorme interés sobre el sistema de drenaje de la Murcia Islámica, a saber: si se contaba con una red de alcantarillado o por el contrario se utilizaban pozos negros. Desgraciadamente la aparición de niveles freáticos y el poco espacio de que se disponía para excavar hicieron que esta perspectiva no tuviera fruto, aunque la aparición de un muro totalmente arrasado perpendicular a la vía, sugiere que el espacio no ha cumplido siempre la misma función.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

6.-Posible tramo de muralla entre la Puerta de Orihuela y la de Santa Eulalia y situación del solar.

7.- Es muy interesante constatar que la calle islámica tiene una inclinación ascendente igual que la de Mariano Vergara. Quizá la inclinación se deba a que en la zona de la Puerta de Orihuela el río, o el meandro del río que por allí pasaba haya ido aportando materiales o incluso a que la proximidad de éste hubiera hecho que de forma artificial se sobreelevara el terreno como medida de protección frente a eventuales crecidas. 8.- De momento el papel de las hiladas de ladrillo se escapa y sólo son constatables dos hechos: que delimitan un espacio y que sobre ellas, pero no directamente encima, se sitúan muros. Es posible que nuevas excavaciones puedan arrojar más luz. 9.- Por último hay que mencionar que todos los materiales islámicos han aparecido muy machacados, siendo en la calle donde mayor proporción de éstos había. Entre todos los restos muebles es preciso destacar un grupo de huesos de bóvido trabajados ( apareció uno completo y fragmentos

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de otros tres, siempre en niveles de revuelto o modernos). Los huesos tienen un agujero que los atraviesa longitudinalmente, y forman un prisma de 4 caras, estando cada una de ellas completamente llena de líneas formadas por pequeñas «uves» incisas. ¿Cabría la posibilidad de que se utilizaran para algún tipo de actividad industrial dado el gran número de ellos descubierto?. Si fuera así habría que interpretar alguna de las estructuras de otra forma. En Lérida existen paralelos fechados entre los siglos X y XII.

NOTAS

(1) De ésta no hay uniformidad de criterios en cuanto a su ubicación exacta, pues se la sitúa tanto en el lugar donde se conserva el topónimo como en la confluencia de las calles Obispo Frutos y Mariano Vergara. (2) Cerámica vidriada, pintada y estampillada, siendo lo más abundante los fragmentos de ataifor melados.

LA MURALLA MEDIEVAL DEL PASAJE DE ZABALBURU (MURCIA)

Mariano Bernabé Guillamón

MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

ENTREGADO: 1996

LA MURALLA MEDIEVAL DEL PASAJE DE ZABALBURU (MURCIA)

MARIANO BERNABÉ GUILLAMÓN

(1)

Resumen: Durante la excavación arqueológica se han documentado estructuras defensivas islámicas, viviendas, y estructuras de época cristiana.

I. INTRODUCCIÓN

Las casas de Zabalburu o de los Zabalburu, construidas a principios de este siglo, se situaban entre la calle de Jara Carrillo y el Plano de San Francisco, ocupando un solar de 1.240 m2. Las excavaciones, de las que ya se presentó un avance (BERNABÉ GUILLAMÓN, 1.993), exhumaron sendos tramos de muro y antemuro, dos torres de planta cuadrada y parte de un torreón con dos niveles defensivos. Todo perteneciente al recinto murado que protegía el flanco Sur de la ciudad medieval, el más cercano al río (Fig.1) (2). Los trabajos, con diferente ritmo y alguna breve interrupción, se desarrollaron entre octubre de 1990 y septiembre de 1991 y se inscriben dentro del Plan de Actuaciones de Urgencia que desde hace algunos años viene desarrollando la Dirección General de Cultura de la C.A.R.M. El presente trabajo corresponde fundamentalmente a las estructuras conservadas en la mitad oriental del inmueble, donde fueron identificados nuevos tramos de muralla y antemuralla, una torre de planta rectangular y parte de una vivienda islámica localizada al interior de la cerca. Asimismo, se exhumaron diversos muros más modernos que compartimentaban los restos defensivos musulmanes y que creemos pertenecientes

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al Alcázar que Enrique III ordenó construir en 1404 (FUENTES Y PONTE, 1.872:34; AMADOR DE LOS RÍOS, 1889:328). Aunque por diversas razones que sería inútil explicar aquí pero siempre ajenas a las propias del trabajo arqueológico, no se pudo realizar la documentación sistemática de las cimentaciones de todos los elementos defensivos, la superficie total excavada fue de 300 m2, lo que equivale aproximadamente al 25% del solar, concentrándose las cuadrículas de mayor tamaño en el sector intramuros (Fig.1), donde se plantearon cuatro de ellas (n.ºs 5, 6, 7 y 8), con unas dimensiones medias de 6 x 6 m.; situándose otra de 5 x 7 m. (n.º 1), sobre el tramo central de muralla. Los tres cortes restantes se realizaron en la barbacana (C-2: 3 x 1,5; C-3: 4 x 1,5 y C-4: 7 x 3 m.), practicándose también varios sondeos en diferentes puntos del sistema defensivo, para completar la documentación del mismo (S-1: 2 x 1,5; S-2: 2,5 x 1; S-3: 2,20 x 1; S-4: 4 x 2 y S-5: 3 x 0,8 m.).(3) II. ESTRUCTURAS DEFENSIVAS ISLÁMICAS

En líneas generales, las estructuras descubiertas ofrecen unas características que resultan similares, en lo que a técnicas y materiales constructivos se refiere, a las de otros tramos

LA MURALLA MEDIEVAL DEL PASAJE DE ZABALBURU (MURCIA)

Figura 1.Planta general de situación, cuadrículas, sondeos y estructuras defensivas islámicas.

de la cerca aparecidos en diversos puntos de la ciudad (ARAGONESES, 1.966;MUÑOZ, 1.987;NAVARRO, 1.987;BERNABÉ, 1.993;MANZANO, 1.993; MARTÍNEZ, 1.993;BERNABÉ y MANZANO, 1.994). Pasamos a analizarlas detenidamente. MURALLA:

Es un gran lienzo de 44 m. longitud que con orientación E-O atraviesa el solar aproximadamente por su centro, donde queda dividido en dos tramos bien diferenciados, por una rotura de 10,5 m. que coincide con el patio del Colegio de Arquitectos: el occidental, situado entre el torreón Oeste y la torre n.º 1, tiene 16,5 m. de longitud y el oriental, comprendido entre la torre n.º 2 y la medianera con el Pasaje de Zabalburu, 17 m. El primero presenta importantes diferencias en su fábrica de las que ya tratamos en un trabajo anterior(4), por lo que ahora nos centraremos en el estudio del sector oriental, quedando así completa la publicación de la excavación.

La obra es un compacto muro de tapial de argamasa cuya anchura media oscila entre 2,20/2,40 m., llegando a 2,60/2,90 m. tras la torre oriental. En su alzado exterior, muy alterado por numerosas reparaciones (Fig.2), sólo pudo apreciarse con nitidez una de las cajas originales de 1 m. de altura; mientras que intramuros, tras la primera caja también de 1 m. que marcaba el inicio de la estructura, apareció una de 0,80/0,82 m. y a continuación otra de mayores dimensiones que no estaba completa. Las cajas de muralla situadas detrás del torreón oriental eran de 0,90 m. de altura. Junto al torreón E y a -3,75 m. de profundidad, la muralla presentaba una rezarpa exterior de 25 cm. de anchura que señalaba el inicio de su cimentación mediante el sistema de relleno de fosa (Fig.2); en el interior de la torre 2 y tras un gran zócalo de 1,50 m. de altura, la muralla mostraba los restos de otra caja, de la que sólo pudimos ver 0,30 m. antes de que el nivel freático, a -5’50 m. nos impidiese continuar los trabajos. Intramuros, la cimentación llegaba hasta la cota -4,25 m.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Figura 2. Alzado exterior.

donde quedaba volada la muralla, aunque aquí se prescindió del sistema de relleno en fosa, empleándose únicamente cajones de encofrado. Estos datos encajan perfectamente con lo que conocemos hasta el momento de las cimentaciones del sistema defensivo de la ciudad y que indican que, cuanto más hacia el exterior del recinto se encuentre un elemento defensivo, más profunda será la cimentación del mismo. Así, la del antemuro se encuentra a una cota inferior a la de los torreones (MANZANO, 1993:309), y éstos a su vez suelen están más profundamente cimentados que la muralla(5) que, como acabamos de ver, presenta una fosa de mayor profundidad al exterior que al interior y distinto sistema constructivo en los zócalos a uno y otro lado de su alzado. En el interior de la torre 2 y en su zona inmediata (Fig.2), la muralla presenta una importante reparación de mampostería de mediano tamaño e hiladas alternas de ladrillo que sin duda pertenece a una de las numerosas obras efectuadas

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en la cerca durante época mudéjar (ROSSELO y CANO, 1975:61-3), más adelante nos ocuparemos de ella. Una de las principales características de este sector de muralla es la ausencia de forro interno. Generalmente, se acepta que su estructura está formada por dos paramentos externos de tapial separados por un relleno de tierra compactada en el interior, con un grosor total en torno a los 4 ó 4,5 m. Existiendo evidencia arqueológica de esta organización en la calle Serrano Alcázar (NAVARRO, 1987:309) y en dos solares del tramo que discurre bajo la calle Cánovas del Castillo (MANZANO, 1993:303;BERNABÉ y MANZANO, 1994). Aquí en cambio, no existe esta división de la muralla en tres subestructuras diferentes: ni en el tramo occidental, roto a la altura del Colegio de Arquitectos y cuya sección nos permite observar un único y homogéneo muro de argamasa de 2,40 m. de espesor (BERNABÉ, 1993:323); ni en el oriental, donde únicamente aparece una compacta estructura de 2,60/2,90 m. de grosor (Fig.1). Pero es fundamentalmente la

LA MURALLA MEDIEVAL DEL PASAJE DE ZABALBURU (MURCIA)

Figura 3. Planta de la vivienda.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Detalle del alzado exterior de la muralla en el interior de la Torre 2. En primer término una separación a base de mampostería e hiladas alternas de ladrillo.

presencia de una atarjea de filiación islámica de 0,45/0,50 m. de anchura, paralela a la muralla y cuya pared Sur estaba constituida por la propia cara interior de la estructura defensiva, la que evidencia sin ninguna duda, la inexistencia de forro interno en la zona que nos ocupa (Fig.3). Sólo en un pequeño sector de 3 m. de longitud situado junto a la torre oriental, se documentó el sistema de forros y relleno interior de tierra (sondeo 5); a pesar de lo cual, el grosor total de la muralla en ese punto apenas alcanzaba los 2,30 m. (0,90 y 0,40 m. los paramentos externo e interno respectivamente y 1 m. el relleno central). Más adelante veremos como este tipo de fábrica se puede relacionar con una reparación puntual de la cerca, posiblemente de época mudéjar. Caídos al pie de la muralla, fueron documentados en C-3 (Fig.1), una serie de bloques rectangulares de un mortero de cal muy fino que presentaban unas dimensiones de (0,90/1 x 0,40 x 0,30 m.), creemos que se trata de las almenas que coronaban la muralla, no conservando ninguna de ellas el

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característico remate piramidal con el que aparecen representadas en ilustraciones de la primera época cristiana (MENÉNDEZ PIDAL, 1986:276). Las almenas fueron encajadas sobre el parapeto del adarve, donde en ocasiones dejaron sus improntas, como por ejemplo en el tramo de antemuro excavado en la Glorieta (MARTÍNEZ, 1993:188). TORREÓN OESTE:

Situado en la medianera con el Almudí, es uno de los grandes torreones de planta aproximadamente cuadrada y dos niveles defensivos, de los que a grandes trechos jalonaban la cerca de la ciudad; de él ya ofrecimos una primera descripción (BERNABÉ, 1993:324-5) que ahora nos limitaremos a completar. Su flanco E (Fig.4), tiene una longitud de 7,10 m. y un impresionante alzado conservado de 18,5 m. en el que la mayor parte de sus cajas de tapial de argamasa muestran una altura que oscila entre 0,77 y 0,85 m., con una media en torno a 0,80 /0,82 m.(6) que corresponde al mismo

LA MURALLA MEDIEVAL DEL PASAJE DE ZABALBURU (MURCIA)

Figura 4. Detalle del torreón.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

la medianera parte de las cajas de la muralla hasta un grosor de 1,80 m.; ambas estructuras perfectamente trabadas, sólo se diferenciaban por una pequeña junta vertical, particularidad que sugiere una aparente sincronía cronológica. Existiendo además, entre ellas, importantes similitudes en cuanto a la disposición de los materiales que componen el encofrado, pues en las tapias inferiores del lienzo de muralla inmediato, encontramos también un pequeño forro externo de mortero de cal de 0,25/0,30 m. de grosor y la misma distribución del relleno interior que alterna sucesivamente capas de tierra con otras más delgadas de cal. Esta sincronía constructiva entre muralla y torre podría obedecer a que ambas se construyeron «ex-novo» en el mismo momento, o bien y es por lo que nos inclinamos, a que ya existía un antiguo lienzo de muralla que fue reparado cuando se levantó el torreón(10). Aunque sobre este tema volveremos más tarde. En el anexo 1 de este trabajo, D. Rafael Calabuig describe detalladamente cómo se realizó la planimetría del torreón occidental. TORRE 1:

Figura 5. Perfil estratigráfico Sur.

patrón empleado en las tapias del antemuro; aunque no fue ésta la única medida utilizada, pues en el tercio superior de la torre, sobre la banda central de ladrillos que constituye una reparación de época moderna, aparecen otras tres cajas con una altura de 1 a 1,10 m.(7) La composición de las tapias hacia la mitad de su alzado presentaba un delgado forro externo de 25 cm. de grosor, quedando el resto de la caja constituido por tierra compactada que alternaba con delgadas tongadas de cal, solución esta que trata de aligerar peso y dotar de mayor estabilidad a la estructura. Como ya señalamos(8), el dato más significativo que este elemento defensivo nos aporta, es el de poder determinar con exactitud la altura de la muralla islámica de Murcia en 11 m.(9), gracias al hallazgo del vano (1,80 x 0,85 m.) por el que se accedía desde el adarve de la muralla al interior de la torre, lo que coincide con la altura media señalada por B. Pavón para «...las murallas y torres islámicas de la Península Ibérica» (PAVÓN, 1987:359). Por otra parte, el alzado documentado en la figura 4 no pertenece sólo a la torre, ya que también se conservaron en

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Descrita ya en un trabajo anterior(11), nos limitaremos ahora a tratar algunos aspectos puntuales. Construida en un sólido tapial de argamasa, tiene una planta prácticamente cuadrada de 5 m. de lado, oscilando la anchura de sus muros perimetrales entre 1,20 y 1,40 m., excepto el paramento interno que sólo alcanza 0,50 m. y mostrando en su interior el característico relleno de tierra compactada. Sus tapias de 1,10 m. de altura tienen el mismo módulo que predomina en las de la muralla y el alzado conservado presenta las típicas rezarpas que le proporcionan mayor estabilidad, al dotarla de más anchura en la base; éstas son cuatro y van aumentando progresivamente su grosor de arriba hacia abajo: 0,10, 0,15, 0,25 y un gran zócalo de 0,65 m., a partir del cual comienza la cimentación de 2,50/2,70 m. de profundidad mediante relleno de zanja. TORRE 2:

De la que sólo se conservaba la mitad Norte de su zócalo de cimentación construido con argamasa mediante relleno de zanja. No obstante, lo que resta de la estructura parece indicar que esta torre era, o pretendía ser, de las mismas dimensiones que la anterior(12), quedando su cimentación volada entre las cotas -4,60/4,70 m. Al analizarla surgen dos problemas fundamentales. El primero de ellos es catalogarla correctamente: ¿se trata de

LA MURALLA MEDIEVAL DEL PASAJE DE ZABALBURU (MURCIA)

Figura 6. Perfil estratigráfico Este.

una torre derruida por un asedio o un embate del río, o es por el contrario una obra que no llegó a ser acabada?; el segundo, consiste en explicar adecuadamente la existencia de tres torres tan cercanas. Si aceptamos que la estructura fue rota, hemos de pensar que tanto las torres 1 y 2 como la muralla son contemporáneas y que posiblemente nos hallamos ante una antigua puerta de ingreso directo defendida por dos torres cuadradas flanqueantes, pues así parece indicarlo el que las dos torres tengan idéntica planta cuadrada de 5 m. de lado y el que sus proporciones respondan al esquema clásico de este tipo de ingresos (1-1-1)(13), ya señalado por Zozaya (1984:640-41). Esta disposición que el mismo autor define como «...arcaica y oriental», puede rastrearse en al-Andalus desde las primeras construcciones islámicas y continuaría utilizándose hasta la segunda mitad del siglo X o la primera del XI, en que comenzarían a construirse los ingresos acodados (ZOZAYA, 1984). Si por el contrario, y para ello contamos con numerosos indicios, consideramos que la torre es una obra que no fue

acabada, el planteamiento cambia completamente: en primer lugar, es difícil justificar como rotura la total ausencia de la mitad Sur de su zócalo de cimentación, pues supondría un tipo de demolición intencionada, poco habitual por lo sistemática, que no ha dejado vestigio alguno del mismo. Por otra parte, entre las dos torres existen ciertas diferencias, como la ausencia de paramento interno en la torre 2 y sobre todo, la desigual cota de cimentación (-4,60/4,70 m. en los costados de la torre 2, frente a -6,80/7 m. en el frontal de la n.º 1), que no sugieren el que ambas estructuras sean contemporáneas(14). También en este sentido, el que los muros perimetrales de la torre 2 estén adosados a la muralla, parece indicar que sea posterior a la misma, presentando además rezarpas de cimentación cuyo nivel no coincide con las de la torre 1. Más significativo es por último, el que la excavación de su interior constatase la existencia de un pavimento de argamasa de cal, situado hacia la cota 3,60 m. que se fecha en el siglo XIII; este pavimento, el más

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Alzado interior de la muralla con la cimemtación volada, a la izquierda las rezarpas del torreón oriental. En primer plano la atarjea que discurre paralela a la muralla.

moderno de los de época islámica documentados en la barbacana, aparecía roto por la fosa de cimentación de la torre (Fig.5), por lo que esta estructura debe ser posterior al mismo y situarse entre el primer tercio del siglo XIII y los primeros años del XV, momento en que se construye el nuevo Alcázar. Aunque por sus características, en especial el tipo de mortero y sistema constructivo empleado, nos inclinamos a considerarla como una obra del final del periodo islámico, posiblemente de época hudí, cuya construcción habría quedado paralizada tras la conquista cristiana de la ciudad.(15) Respecto al segundo de los problemas planteados, creemos que es la ausencia de forro interno en el lienzo de muralla inmediato y por lo tanto su relativa debilidad, al ser más estrecho, la causa de la acumulación de elementos defensivos en este sector de la cerca. La excavación de la torre y del sector de muralla inmediato permitió diferenciar cuatro niveles arqueológicos

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(Fig.5): el primero de ellos (I), se compone de los estratos donde se embuten las cimentaciones de la muralla y muestra un material cerámico fechable desde finales del siglo X al XI. EL nivel II, donde se introducen los cimientos de la torre, agrupa una serie de estratos en los que la cerámica ofrece una cronología entre el siglo XII y el primer tercio del XIII. El nivel III está constituido tanto por el pavimento antes mencionado (cota -3,60 m.), homogéneo en toda la barbacana, como por la colmatación sobre el mismo, en la que aparece cerámica islámica datable en una fase avanzada del siglo XIII junto a un pequeño número de fragmentos de época mudéjar. Por último, el nivel IV agrupa los estratos de amortización de las estructuras defensivas islámicas, presentando restos cerámicos encuadrables entre los siglos XV y XVI. TORREÓN ORIENTAL:

Situado también a cinco metros del anterior y con fábrica de tapial de argamasa, es de planta rectangular, pre-

LA MURALLA MEDIEVAL DEL PASAJE DE ZABALBURU (MURCIA)

Figura 7. Detalle de la antemuralla en el bastión Este.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

pactada y durante su vaciado hasta la cota -3 m. (Sondeo 4), fueron recuperados, entre otros, varios fragmentos cerámicos decorados mediante la técnica del esgrafiado que fechan el momento de su construcción hacia la primera mitad del siglo XIII (NAVARRO, 1986:95). Son dos las conclusiones que se desprenden del estudio del torreón: la primera de ellas, es la constatación de que el lienzo de muralla que constituye su paramento interno se reconstruye en el mismo momento en que se levanta la torre; lo que queda confirmado, tanto por la presencia del pilar rectangular de mortero que forma parte de la propia estructura de la muralla, como por la trabazón entre ésta y los muros perimetrales de la torre. La segunda, surge al comprobar la desigual anchura de la barbacana entre el frente de los dos torreones y sus respectivos bastiones de antemuro (Fig.1) así, mientras que en el torreón occidental este espacio es de 3,20 m., en el oriental llega a alcanzar los 6,60 m.; esta fuerte asimetría sugiere que la construcción de la antemuralla fue anterior a la del torreón E, proyectándose aquí en un primer momento una torre de mayor tamaño (quizá igual al torreón occidental) que no llegó a construirse, siendo posteriormente realizada ésta con unas dimensiones más modestas. BARBACANA: Detalle del tramo de muralla con forros externos de mortero y relleno interior de tierra.

sentando su frente una longitud de 7,10 m. y sus costados 5,10 m. el oriental y 4,90 el occidental. La anchura de sus muros perimetrales es muy irregular: 2 m. el oriental y 1,30 el occidental, oscilando la del frente entre 2,60 y 3 m. El grosor de su paramento interno, constituido aquí por la propia muralla, es de 2,60 a 2,90 m., mostrando en el alzado intramuros tres pequeñas rezarpas de 10, 20 y 15 cm. de anchura respectivamente. En su interior y sobresaliendo ligeramente de la propia estructura de la muralla, exhumamos un pilar rectangular de argamasa (0,25 x 1 m.) que es semejante al hallado en una de las torres de la calle Cánovas del Castillo (BERNABÉ y MANZANO, 1994). En el frente y en el costado occidental apareció otra rezarpa de 15 a 25 cm. de grosor, que señalaba el inicio del zócalo de cimentación, apoyando sobre ella el más reciente de los pavimentos islámicos (Fig.6). El alzado máximo registrado fue de 2,90 m. y correspondía a tres tapias de 0,90/0,92 m. de altura, con una distancia horizontal entre mechinales que oscilaba entre 0,60/0,70 m. La estructura quedaba macizada al interior por tierra com-

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La barbacana o camino de ronda es el espacio comprendido entre muralla y antemuralla, presenta una anchura variable que oscila entre 3/3,20 m. en el frente del torreón occidental y la torre 1; 7,20 en la zona central y 6,60 m. a la altura del torreón oriental. En ella fueron planteadas las cuadrículas 2, 3, 4, el sondeo 1 y la mitad S de C-1 (Fig.1). La información que todas ellas proporcionaron permite, como veremos más adelante, reconstruir en gran parte la evolución de este espacio surgido al levantarse el antemuro. ANTEMURALLA:

Es una potente obra de mortero de cal construida mediante el sistema de encofrados que discurre paralela a la muralla en sentido E-O. La longitud del lienzo exhumado es de 48 m., presentando su planta un tramo central recto de 34 m. y dos acodamientos o bastiones rectangulares en los extremos, que sobresalen del trazado para ceñir los grandes torreones que a trechos jalonaban la cerca. Sus dimensiones, cimentación, altura de las tapias, distancia entre saeteras y módulo de las mismas, ya fueron descritas en un trabajo anterior(16), por lo que nos limitaremos a analizar las diferencias que presenta respecto de otros sectores del antemuro.

LA MURALLA MEDIEVAL DEL PASAJE DE ZABALBURU (MURCIA)

La primera peculiaridad se refiere a su grosor, de entre 1,60 a 1,70 m., similar al documentado en el lienzo de la calle del Pilar (MUÑOZ AMILIBIA, 1987:1.172), pero que sin embargo difiere de lo que conocemos en otras zonas de la ciudad: así, en los distintos tramos excavados en la calle Cánovas del Castillo, la antemuralla presenta una anchura de 1,30 a 1,40 m. (MANZANO, 1993:304;BERNABÉ y MANZANO, 1994), igual a la del antemuro exhumado en la Glorieta de España (MARTÍNEZ, 1993:187) y al documentado en un solar de la calle Sagasta, en el sector occidental de la cerca(17). Creemos que este mayor grosor registrado por la estructura en el sector meridional de la ciudad está en función de su proximidad al río, por lo que el antemuro haría de malecón o dique de contención de sus frecuentes avenidas, actuando a su vez el cauce como foso natural de la fortificación. Aunque no debemos desechar la posibilidad de que estas diferencias en el módulo de la obra, aunque poco significativas, estén relacionadas con reparaciones efectuadas en distintos momentos de su existencia. En el acodamiento oriental del antemuro identificamos un tramo de 2,40 m. de longitud, con un sistema constructivo totalmente distinto al habitual y semejante al descrito para el sector de muralla localizado junto al torreón E, dicho tramo constaba de dos forros externos de mortero de 0,30 m. de anchura y un relleno interior de tierra de 1,10 m. (Fig.7); su excavación (sondeo 3), permitió recuperar entre otras cerámicas de filiación mudéjar, un fragmento de verde y morado de Paterna que nos hace situar su construcción en un momento posterior a la ocupación castellana, pero en el que todavía estaban en pleno uso las estructuras defensivas, por lo que esta reparación debe fecharse en una etapa anterior a la edificación del Real Alcázar de Enrique III, esto es, entre el último tercio del siglo XIII y los primeros años del XV. Aunque en un primer momento pensamos que el tramo podría corresponder a una puerta de la cerca, la excavación del mismo nos hizo desechar esta hipótesis, al menos durante época islámica, al comprobar que nos encontrábamos ante la reparación puntual de uno de los cajones del antemuro cuyas tapias inferiores se encontraban intactas. Lo mismo sucedía en el sector de muralla reparado junto al torreón oriental (sondeo 5), donde la obra sólo afectó a las tapias superiores, encontrándose el zócalo de cimentación en perfecto estado. La remoción del antemuro se realizó con un mortero de coloración más rojiza de lo habitual, siendo ésta la principal peculiaridad constructiva que presenta, ya que los mechinales documentados se encontraban a igual altura que los

Sector intramuros, atarjea que discurre paralela a la muralla. La pared interior del vaso es la propia muralla.

existentes en los cajones vecinos, prueba de que cuando se restauró este sector se utilizaron las mismas dimensiones de encofrado que en época islámica; algo que no debe extrañarnos, si tenemos en cuenta que los alarifes encargados de su ejecución fueron, seguramente, musulmanes(18). El principal elemento defensivo de la antemuralla son las saeteras. De las 18 documentadas aquí, es la n.º 17 la única que se encuentraba en la parte de lienzo recompuesta, situándose su base entre 20 y 30 cm. por encima del umbral de las demás (Fig.7), lo que significa que fue construida durante la reparación del mismo. Esta irregularidad nos permite disponer de un elemento adicional para fechar la edificación de este tramo con posterioridad al momento islámico, lo que coincide con la sobreelevación y repavimentación constatada en algunas de ellas y señalada anteriormente (BERNABÉ, 1993:322). En dicho trabajo también se indicaba la presencia en el antemuro de unos huecos circulares de unos 20 cm. de diámetro, que lo atraviesan con un ángulo de 57 grados respecto a la vertical y que aparecen intercalados y dispuestos a trechos

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Figura 8. Perfil estratigráfico Este de las estructuras intramuros.

regulares entre las saeteras, siendo contemporáneos a la construcción de la estructura. En el antemuro de Sevilla, Magdalena Valor (1991:166), describe unos elementos semejantes que interpreta como buhederas o dispositivos defensivos de tiro vertical; en Murcia, éstos sólo han sido documentados hasta ahora en el sector meridional de la cerca, apareciendo por primera vez en el tramo de la calle del Pilar, donde fueron explicados por la Dra. Muñoz como puntos de apoyo de una plataforma elevada o cadahalso que reforzaría la acción defensiva de la estructura (1987:1.174); posteriormente, fueron también documentados en el lienzo de la Glorieta e interpretados por su excavador como lanceras (MARTÍNEZ, 1993:187), lo que a nuestro juicio parece más verosímil. III. ESTRUCTURAS ISLÁMICAS SITUADAS INTRAMUROS

Al interior de la muralla fueron halladas una serie de dependencias entre las que destaca especialmente, un patio

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de planta rectangular con canal perimetral que conservaba sus andenes S y E, así como restos de habitaciones situadas en las crujías N y E (Fig.3). Todas ellas pertenecen a una vivienda islámica de grandes dimensiones que tendría parte de sus salas bajo el vecino Colegio de Arquitectos(19). La disposición de los restos conservados, señala un espacio sin edificar de 4 m. de anchura, posiblemente un adarve, entre la casa y el alzado interior de la muralla, espacio ocupado únicamente por la atarjea adosada a ella(20). Advirtiéndose además cómo esta circunstancia va a condicionar en gran medida a la vivienda al privarla del tradicional eje N-S, que es sustituido por otro con orientación E-O; así parece indicarlo tanto la ausencia de sala Sur, como la presencia al Norte de restos que no encajan con la normal distribución de una habitación residencial. La cimentación de las estructuras se hizo en todos los casos alternando las tongadas de mortero de buen grosor con hiladas de piedra, mientras que el zócalo de los andenes S. y

LA MURALLA MEDIEVAL DEL PASAJE DE ZABALBURU (MURCIA)

E. era de mampostería en spicatum trabada con abundante mortero de cal. Bajo estos andenes circulaba un canal de 0,45 x 0,50 m., que aportaría el agua necesaria para irrigar el arriate y abastecer a toda la vivienda y que fue moldeado en tapial de argamasa, cubriéndose posteriormente con grandes losas de arenisca y pizarra que conformaban a su vez el pavimento de los andenes. Del andén S, con una anchura entre 1 y 1,15 m. se documentaron 6,70 m. de longitud; identificándose otra atarjea del mismo tipo y dimensiones que la descrita, que partiendo de él, desaguaba el canal perimetral y desembocaba en la que discurría paralela a la muralla (Fig.3). El andén E tenía la misma anchura que el anterior y de él se identificaron 7,90 m., quedando su estructura afectada por la presencia de numerosos pozos ciegos modernos que ocupaban la mitad Norte y la zona central del arriate. En la esquina SE del patio se localizó un vano de 0,80 m. de anchura, que abría a una sala de la crujía oriental pavimentada mediante mortero de cal de buena calidad. Las estructuras A, B, C y D (Fig.3) conformaban una pequeña dependencia rectangular de 2,30 x 0,50 m., posiblemente añadida en una fase posterior, que marcaba el límite Norte del andén y que por su forma podría ser una letrina. La estructura que denominamos E estaba constituida por una cimentación de encofrados de mortero, y a pesar de mostrar una orientación irregular respecto al resto de los muros, parece formar parte de una dependencia auxiliar de la vivienda. El paralelo más cercano para este tipo de arriate con un gran canal perimetral, es el Ámbito 1 del palacio de la calle Fuensanta (BERNABÉ y LÓPEZ, 1993:19-21), aunque la información proporcionada por el material cerámico señala menor antigüedad para el que nos ocupa. La cimentación de las estructuras islámicas queda volada hacia la cota -3,90/4 m., de forma que todas ellas se embuten en el estrato I (Fig.8), donde se documentó un importante lote de cerámica de fines del siglo X y principios del XI que estudiaremos a continuación. Consecuentemente, la vivienda pudo ser edificada en algún momento a partir de la primera mitad del siglo XI, y a ello apuntan tanto las técnicas constructivas empleadas(21): en este sentido recordemos que las cimentaciones de mampostería se han documentado en Valencia en las fases más antiguas (EQUIPO TÉCNICO DE LA ALMOINA, 1986:251-53; BLASCO et al., 1987:470; PASCUAL et al., 1990:308) y en Murcia, entre otros lugares, en las calles Frenería (FERNÁNDEZ y LÓPEZ, 1993:342) y Selgas (LÓPEZ, 1993:420 y 425); como el propio registro arqueológico, ya que sobre los pavimentos de los andenes, sala E y en la colmatación del canal perimetral del arriate, se recuperó una cerámica que puede situarse mayori-

Detalle de C-3, con las almenas documentadas al pie de la muralla.

tariamente entre la segunda mitad del siglo XI y todo el XII: fragmentos de jarritas decoradas mediante cuerda seca parcial (PUERTAS TRICAS, 1986:277), así como formas abiertas vidriadas en verde o melado y marmitas vidriadas únicamente al interior, de borde convergente, labio redondeado levemente engrosado y cuerpo globular (GUTIÉRREZ LLORET, 1993:59). Aunque lo más significativo de estos estratos es la ausencia de producciones cerámicas típicas del siglo XIII, que sólo aparecen en los niveles superiores de la colmatación del arriate, pero sin relación alguna con la vivienda(22). Por todo ello creemos que su construcción puede situarse hacia mediados del siglo XI, estando la casa habitada ininterrumpidamente hasta finales del XII en que fue abandonada. IV. ESTRUCTURAS DE ÉPOCA CRISTIANA. LOS RESTOS DEL ALCÁZAR DE ENRIQUE III

Vamos a estudiar en este apartado una serie de estructuras que compartimentan el espacio entre los elementos defensivos y reflejan la evolución de este sector de la cerca a

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Figura 9. Planta general de estructuras cristianas.

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LA MURALLA MEDIEVAL DEL PASAJE DE ZABALBURU (MURCIA)

Figura 10. Sección de estructuras defensivas con pavimentos asociados.

partir de la conquista cristiana (Fig.9), presentando todas ellas, menos la n.º 3 de la que nos ocuparemos en último lugar, una cronología similar. A excepción de los muros 1, 3 y 8, todos los demás tienen un mismo tipo de fábrica en el que el zócalo de cimentación es un relleno de zanja de 0,80 m. de ancho y 0,40/0,50 m. de profundidad, a base de hiladas de piedra y tongadas alternas de cal (sondeos 1 y 2 de la figura 1), encontrándose a continuación los alzados con un grosor de 0,60/0,70 m., levantados mediante ladrillo trabado con yeso (estructura 10, extremo Norte de la n.º 4 y tercio Norte de la n.º 2). En estos dos últimos casos, los muros apoyaban directamente sobre las viejas estructuras defensivas, lo que demuestra que su alzado era mayor que el de los restos islámicos. El muro n.º 1 está constituido por una cimentación realizada en una tosca mampostería de piedra trabada con mortero de cal de 0,40 m. de anchura que cierra la barbacana. El n.º 8, es un grueso muro (0,80 m.) de mortero en el que eran visibles las huellas

de las tablas de encofrado y el n.º 9, corresponde a un pequeño canal de 40 x 60 cm., moldeado también en mortero, que atraviesa el solar con caída hacia el Oeste(23). La estructura 3, que presenta un alzado de ladrillo sobre una hilada de mampuestos (0,50 m. de grosor por 0,20 de altura), es la de cronología más moderna y se relaciona con el pavimento 5 (Fig.10), encuadrable entre los siglos XVII y XVIII. A excepción de este último, la cimentación del resto de los muros está embutida en un estrato en el que aparecen mayoritariamente materiales cerámicos de los siglos XIII y XIV, todos ellos relacionados con el pavimento situado a cota -2,20/2,40 m. que fue documentado tanto intramuros (suelo 2 de la figura 8), como en la barbacana (pavimento 4 de la figura 10); apareciendo en la colmatación sobre el mismo, abundante cerámica de los siglos XV y XVI entre la que destaca, especialmente, el lote de lozas doradas y azules y doradas que analizamos en el apartado siguiente. Asimismo, en los estratos de las cuadrículas y sondeos practica-

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Planta del torreón oriental.

Costado oriental de la torre 2. Se aprecia la cimentación volada y cómo la estructura apoya en la muralla.

dos en la barbacana en los que penetran las cimentaciones del XV, documentamos varios centenares de apéndices cornuales de ovicápridos, lo que demuestra que aquí también(24), éste espacio se había convertido en vertedero público una vez cumplida su función militar(25), aunque en el caso concreto que nos ocupa hubo de perder este uso como basurero en fecha muy temprana, cuando se construye el Alcázar enriqueño en 1404; por lo que debemos considerar que la práctica de verter desechos en el espacio entre muros había comenzado ya desde el siglo XIV. Quizá en todas estas circunstancias debamos rasterar la tensión existente entre el Concejo murciano, tratando por una parte de mantener las defensas urbanas en buen estado(26) y, por otra, la propia dinámica de la ciudad mudéjar, que en función de los datos señalados, no parece conceder demasiada importancia al mantenimiento en buen estado de la cerca, especialmente durante los periodos de relativa estabilidad en los que no se viese directamente amenazada la ciudad. Todas las estructuras que compartimentan la barbacana y se proyectan al exterior del antemuro, pertenecen al Alcázar

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edificado por Enrique III en los primeros años del siglo XV, el cual, extendiéndose por el Colegio de Arquitectos, las casas de Zabalburu y el solar en el que se levantaba el antiguo hotel Victoria, ocuparía parte de la actual plaza de Martínez Tornel hasta entroncar con el puente Viejo(27) (AMADOR DE LOS RÍOS, 1.889:327-31;FUENTES Y PONTE, 1.872:34 y 1.882:12-13;FRUTOS BAEZA, 1934:85-88;GARCÍA ANTÓN, 1993:183-90). De él, dada la precariedad de los restos encontrados, poco podemos precisar acerca de su planta, aunque sí señalar que reutiliza de forma importante los distintos elementos defensivos de época islámica. En este momento o en una fase inmediatamente anterior hay que situar, tanto la obra de mampuesto y ladrillo documentada en el alzado exterior de la muralla(28), como la reparación de los tramos de muro y antemuro cuya fábrica presentaba forros exteriores de tapial y relleno central de tierra. En relación a estos últimos, ya señalamos la ausencia de puertas en época islámica, lo que no quiere decir que durante algún momento de la etapa mudéjar, no existiese un portillo en alguno de estos puntos o incluso en ambos; García Antón menciona actas del Concejo Municipal fechadas en 1406 donde, con motivo de la guerra con Granada se ordena «...cerrar los portillos inmediatos al Alcázar», precisando que mientras «...uno es cerrado con una tapia, el otro se cierra con una puerta, para que los obreros que trabajan en el Alcázar puedan acudir a la obra» (TORRES FONTES, 1989:165;GARCÍA ANTÓN, 1993:186).

LA MURALLA MEDIEVAL DEL PASAJE DE ZABALBURU (MURCIA)

Detalle de uno de los dispositivos de tiro vertical documentados en la antemuralla e identificados como lanceras.

Detalla de C-4 a la altura del nivel de pavimentación n.º 2, al fondo el antemuro.

También se pudo comprobar cómo, efectivamente, debió existir una nueva línea defensiva más cercana al río, pues los muros 4 y 5 no tienen la entidad suficiente para constituir el frente de una fortaleza(30). Este cierre S. del Alcázar, aparece indicado en una «planta hipotética» publicada recientemente por el profesor García Antón (1993:187); en ella, además, el cierre N. coincide con la situación de nuestra estructura 8, por lo que podemos considerar que este muro constituye la fachada del alcázar hacia la ciudad. También en el mismo plano, esta vez con menos acierto, se localiza el cierre occidental de la fortificación mudéjar cerca de la medianera con el Almudí, señalándose incluso la presencia de dos torres semicirculares; pero la documentación realizada en ese sector del inmueble no reveló la existencia del muro de cierre ni tampoco la de las mencionadas torres. El nuevo alcázar dejó pronto de tener utilidad militar, pues una parte importante del mismo fue cedida en 1478 al Tribunal del Santo Oficio, construyéndose a mediados del siglo XVIII una casa-palacio para residencia del Inquisidor Mayor que sufrió con el paso del tiempo diversas reformas,

hasta ser definitivamente abandonada a mediados de la centuria siguiente (FUENTES Y PONTE, 1882:13). De alguna de estas reformas tenemos noticia por la existencia de tres planos del palacio de la Inquisición (MORALES, 1977:75-76), donde se pueden observar detalles de su división interna así como distintos pasos horadados en la muralla para comunicar las salas a uno y otro lado de los viejos muros musulmanes(31). Ninguno de ellos arroja excesiva luz sobre la fortificación mudéjar, pues todos pertenecen al siglo XVIII y posiblemente señalan la distribución del palacio en el lugar ocupado posteriormente por el hotel Victoria o por el Colegio de Arquitectos, ya que los restos que hemos exhumado no coinciden con los que en ellos aparecen. Cabe reseñar por último, la exhumación de parte de un esqueleto humano, aproximadamente la mitad de su estructura ósea, localizado intramuros y junto a la medianera con el Colegio de Arquitectos; el cadáver se encontraba en un potente estrato de relleno, datable por la cerámica entre la segunda mitad del siglo XV y el XVI, colmatando las estructuras islámicas. V. EVOLUCIÓN DE LAS ESTRUCTURAS Y MATERIALES CERÁMICOS

Como hemos visto, fueron identificados en la barbacana hasta cinco pavimentos construidos en mortero de cal. De ellos, los tres inferiores (suelos 1, 2 y 3) pertenecen al periodo de ocupación islámico (Fig.10); el cuarto, al momento de uso y remodelación de época mudéjar (s. XV) y el quinto puede situarse entre los siglos XVII y XVIII. Todos ellos indican la larga evolución de las estructuras defensivas en este sector de la ciudad y se relacionan con los cinco niveles arqueológicos diferenciados durante el proceso de excavación:

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Detalle de una de las saeteras cuyo umbral fue sobreelevado y repavimentado con ladrillos en época mudéjar.

Nivel I. Documentado en C-2, estrato XVII (BERNABÉ, 1,993:328), en la mitad S de C-1 (Fig.5) y en las cuadrículas 5, 6 y 7 (Fig.8), siendo en esta última donde se recuperó el conjunto de cerámicas califales que presentamos a continuación. Este nivel es el de cronología más antigua y en él se embuten tanto las cimentaciones de las estructuras defensivas como las de la vivienda. Está formado por estratos de tierra arcillosa de color anaranjado y las cerámicas documentadas fueron, con la excepción señalada, escasas y poco significativas, tratándose fundamentalmente de restos de jarras de almacenamiento, marmitas a mano o torno lento sin vidriar y algunos fragmentos de ataifores vidriados en melado y decorados con trazos al manganeso. Por el contrario, el conjunto cerámico exhumado en los niveles inferiores de C-7, se compone de las siguientes producciones: cerámicas de cocina representadas por marmitas a mano o torno lento de base plana, cuerpo de tendencia esférica, cuello cilíndrico corto y borde engrosado al exterior,

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presentan asas de cinta que enlazan el labio con el hombro de la pieza y aparecen decoradas con bandas horizontales y/o onduladas, incisas a peine (n.ºs 95 y 96), la n.º 97 muestra además una banda de pequeñas piedras incrustadas bajo goterones aislados de vedrío melado; se trata de piezas con morfología similar a las del tipo B y 11.2 de Guardamar (GUTIÉRREZ, 1987:698 y AZUAR, 1989:113) respectivamente, donde fueron fechadas en la segunda mitad del siglo X y que han aparecido también en Murcia (NAVARRO, 1990:401;BERNABÉ y LÓPEZ, 1993:42), con una cronología similar. Las formas abiertas de la vajilla de mesa están representadas por ataifores de tipo Medina Azahara con perfil curvo y repié anular bajo y ancho, el primero de ellos (n.º 32) presenta el borde exvasado y el segundo (n.º 33) labio redondeado, conservando ambos restos de trazos al manganeso de una composición geométrica muy degradada en el interior; son similares a los n.ºs 14 y 16 respectivamente del Alfar de San Nicolás (NAVARRO, 1990:35). Ataifores vidriados en melado, de perfil que-

LA MURALLA MEDIEVAL DEL PASAJE DE ZABALBURU (MURCIA)

Detalle de una de las saeteras cegadas cuando se construye el Alcázar de Enrique III y se sobreeleva el suelo de la barbacana.

brado y decoración de ovas al manganeso en el borde interior (n.º 35); piezas con esta morfología son descritas por Zozaya y fechadas en época taifa (1978:282). Jofainas sin vidriar de fondo plano, perfil curvo y labio redondeado (n.º 71), algunas de las cuales presentan una banda pintada a la almagra en el borde interior; éstas son del mismo tipo que las aparecidas en los niveles anteriores a la construcción del palacio de la calle Fuensanta (BERNABÉ y LÓPEZ, 1993:42, fig. 16), lo que atestigua que las formas abiertas sin vidriar van a continuar utilizándose, aún de forma esporádica, hasta los primeros años del siglo XI(32). Un vaso o cubilete bizcochado de cuerpo cilíndrico, labio redondeado y base convexa (n.º 99). Grandes fuentes o bandejas de cocción (en algún caso hasta con 46 cms. de diámetro), de base plana y paredes muy bajas (n.ºs 89 y 89/1). La primera muestra cuerpo troncocónico invertido y labio plano, la segunda perfil curvo, labio redondeado y leve engrosamiento al inicio del fondo. Formas similares, aunque de menores proporciones, fueron estudiadas en Vascos y

definidas como platos (IZQUIERDO, 1981:124), en un contexto cronológico que encaja perfectamente con el que proponemos. Pequeños alcadafes a torno lento de base plana, cuerpo troncocónico invertido y labio redondeado o levemente biselado al interior (n.ºs 77, 79 y 79/1), todos están bizcochados y decorados mediante una banda a la almagra en el borde y goterones aislados al exterior; piezas semejantes son fechadas en Guardamar en el siglo X (AZUAR, 1989: 116; GUTIÉRREZ, 1993:56-7) y aunque los nuestros presentan un perfil más bajo, la similitud entre ellos es evidente. Alcadafes de base plana, cuerpo troncocónico invertido, labio con engrosamiento triangular exterior y un cordón de refuerzo de sección rectangular con impresiones digitales (n.º 81); del mismo tipo que los aparecidos en la fase I de Fuensanta (BERNABÉ y LÓPEZ, 1993:46-47) y similares a otro ejemplar procedente de Vascos (IZQUIERDO, 1981: 121). También está representada la forma tinaja, con perfil curvo, borde con engrosamiento triangular exterior y deco-

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Vista general de la vivienda islámica situada intramuros, en primer plano el arriate con el canal perimetral.

ración que alterna los baquetones de sección rectangular con bandas onduladas incisas a peine (n.º 90); igualmente en este caso, su paralelo más cercano es la pieza hallada en los niveles inmediatamente anteriores a la fase I de Fuensanta (BERNABÉ y LÓPEZ, 1993:43). Los candiles pertenecen al tipo IV de Rosselló (1978:51) y tienen cazoleta bitroncocónica, borde marcadamente exvasado y una característica escotadura en la parte posterior de la cazoleta (n.ºs 84 y 84/1); lo que los relaciona con los ejemplares más modernos (subtipo 6.2b) de la Rábita de Guardamar (AZUAR, 1989:143-4). La cronología del conjunto cerámico resulta pues similar a la del nivel I de la Rábita de Guardamar (AZUAR, 1989:26) y a la fase I del palacio de la calle Fuensanta de Murcia (BERNABÉ y LÓPEZ, 1993:46) y creemos debe situarse entre la segunda mitad del siglo X y el primer tercio del XI. Sobre estratos de esta misma cronología se asentarán las cimentaciones de la vivienda. Nivel II. Constituido por la colmatación sobre el más antiguo de los pavimentos islámicos de la barbacana (el n.º 1), parece señalar el momento inmediatamente posterior a la construcción del antemuro. Fue documentado en C-2, estratos VIII a XI (BERNABÉ, 1993:328); en C-4, nivel II (Fig.6)(33) y en C-7, nivel III (Fi.8); en C-1 este nivel de suelo no aparece, lo que se debe posiblemente a que fue destruido cuando se levantó la torre 2. La cerámica documentada pre-

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Detalle del andén 5 con su pavimentación de losas.

senta una cronología amplia que comprende todo el siglo XII y los primeros años del XIII. Abundan ataifores y jofainas vidriadas generalmente en verde o melado, fragmentos de jarritas decoradas mediante cuerda seca parcial (PUERTAS TRICAS, 1986:277), técnica mixta (esgrafiado y cuerda seca parcial) y un reducido número de fragmentos esgrafiados (NAVARRO, 1986:18-19 y 95). Como piezas más significativas destacamos: ataifores vidriados en verde con perfil curvo, leve engrosamiento triangular exterior y repié anular de mediano tamaño (n.º 2/1); junto a otros que presentan un vedrío blanco-brillante de gran calidad, perfil curvo, borde redondeado y pie anular poco desarrollado (n.º 5), este último es semejante a algunas piezas halladas en la fase II de Fuensanta (BERNABÉ y LÓPEZ, 1993:48, fig. 23.1) y creemos que su vedrío blanco pudo servir de soporte a una cubierta dorada hoy desaparecida. Por último una tapadera de perfil quebrado vidriada en verde, que presenta borde con pestaña exterior y una decoración mediante líneas incisas que forma una banda de composiciones triangulares (n.º 2/2).

LA MURALLA MEDIEVAL DEL PASAJE DE ZABALBURU (MURCIA)

Vista general de las estructuras cristianas localizadas intramuros. En primer término las estructuras 8 y 9 sobre los restos de la vivienda islámica. Todos los muros aparecen rotos por una gran zanja que recorre este sector del solar en sentido N-S.

Nivel III. Formado por los estratos de colmatación sobre el más reciente de los pavimentos islámicos, fue documentado en C-1, donde formaba el nivel III (Fig.5); en C-2, estratos III a y b (BERNABÉ, 1993:328) y en C-4, nivel III (Fig.10). La cronología del material cerámico recuperado, señala también un amplio periodo de ocupación que comprende el siglo XIII y todo el XIV, por lo que este nivel de suelo, hubo de ser el que existía cuando la ciudad pasó a manos cristianas, estando en uso hasta las obras realizadas en 1404/6 para la construcción del nuevo Alcázar. Contamos pues en esta fase, tanto con materiales islámicos como cristianos. Entre los primeros, la cerámica de cocina está representada por cazuelas de fondo plano o ligeramente convexo y cuerpo troncocónico invertido. El borde puede ser bífido (n.º 24), exvasado (n.º 22) o recto (n.º 23), presentando

en todos los casos asas que arrancan desde el borde o bajo el labio y llegan hasta el inicio de la base; este tipo de piezas aparecen en contextos de mediados del XIII y están bien documentadas en Murcia (NAVARRO, 1991:129-36;POZO, 1991:90). Ataifores vidriados en blanco, de perfil quebrado y labio con engrosamiento exterior triángular (n.º 6), semejantes al n.º 118 de la casa de San Nicolás (NAVARRO, 1991:160). Formas cerradas de la vajilla de mesa entre las que destacan bordes de jarritas esgrafiadas de cuello cilíndrico y labio biselado interior, con decoración geométrica a base de gruesa trama romboidal y pequeñas espirales incisas (n.º 12/1); piezas con esta morfología aparecen también en el pozo de San Nicolás (NAVARRO, 1991:180-83, figs. 182, 186 y 198). Las tapaderas son de perfil sinuoso y asidero central (n.º 13) y se encuentran suficientemente documentadas en

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Figura 11.

Figura 13.

este periodo. Se halló, asimismo, un fragmento de la base de un reposadero circular, que presentaba engrosamiento de sección rectangular y dos acanaladuras, conservaba restos de decoración incisa y calada, pudiéndose apreciar el inicio de ventanas con dintel triangular (n.º 16); este tipo de piezas tan características en contextos del siglo XIII, tienen sus más claros paralelos en Murcia (NAVARRO, 1989:22-3). Entre las cerámicas cristianas, predominan fragmentos de verde y morado de Paterna, junto a gran cantidad de lozas

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Figura 12.

azules y un reducido número de fragmentos de lozas doradas(34) que serán mucho más abundantes en el nivel IV. -Verde y morado de Paterna: destaca entre otros, un fragmento del borde de un cuenco del tipo B-2 de Pascual y Martí (1986:67), que sobre el vedrío blanco interior presenta un trazo en morado (n.º 32/1), perteneciente a un motivo geométrico de la serie esquemática que se fecha en la segunda mitad del siglo XIV (PASCUAL y MARTÍ, 1986:100-1 y 138). -Lozas azules: entre las que podemos señalar dos fragmentos de fondo pertenecientes a cuencos con repié anular, uno de ellos decorado con el típico motivo del circulo radiado y trama vegetal (n.º 4) y otro con un círculo que contiene una estrella y los pétalos de una flor (n.º 7/1), este último aparece representado en algunas lozas de Manises que se fechan a partir del último tercio del siglo XIV (MARTÍNEZ CAVIRO, 1983:115). Presentamos asimismo, dos fragmentos de borde de cuencos de perfil curvo y labio redondeado: el primero muestra una orla de peces bajo el borde y hojas con trazos (n.º 4/2); el segundo, decoración de tipo vegetal en la que predomina también el tema de las hojas con trazos (n.º 24/1). Todos ellos pertenecen al tipo denominado «clásico» con una cronología de mediados del siglo XIV a principios del XV (GONZÁLEZ MARTÍ, 1952:1978; LERMA et al. 1984:190 y 198). Nivel IV. Corresponde a la colmatación sobre el cuarto nivel de pavimentación (Fig.10) y sobre el pavimento n.º 2, nivel IV, de las estructuras intramuros (Fig.8). Al construirse

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Figura 14.

Figura 15.

Figura 16.

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Figura 17.

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este nuevo pavimento se elevó el nivel de suelo de la barbacana entre 0,80 y 1 m., lo que supuso la colmatación y tapiado de las saeteras cuyo umbral se encontraba a -2,60 m., esta inutilización intencionada de elementos defensivos, constatada en varias de ellas que aparecieron cegadas con ladrillo (BERNABÉ, 1993:322), sólo se puede entender si suponemos que la obra conllevó a su vez, la edificación de nuevas defensas ubicadas en una zona más próxima al río, las del Alcázar de Enrique III (GARCÍA ANTÓN, 1993:188). Por lo que el cuarto nivel de suelo debe señalar la construcción de dicho Alcázar y fecharse en los primeros años del siglo XV. Así, estos estratos que en otros sectores de la cerca corresponden al momento de su amortización(35), señalan aquí una fase de ocupación efectiva del espacio y el material cerámico recuperado, presenta una cronología comprendida entre finales del siglo XIV y la primera mitad del XVI. Destacan las siguientes producciones cerámicas:

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-Cerámicas de cocina: caracterizadas por la presencia de ollas con vedrío anaranjado interior, cuello cilíndrico corto, labio biselado interior, paredes curvas y gruesas asas de cinta pegadas por presión (n.ºs 26 y 26/1). Piezas del mismo tipo fueron documentadas en los estratos IV y V del castillo de la Mola en Novelda (NAVARRO POVEDA, 1990:111 y 112, figs. 741, 744 y 2.479), con una cronología de finales del siglo XIV al tercer cuarto del XV, que encaja perfectamente con la nuestra; apareciendo otras semejantes en los estratos mudéjares que colmataban el tramo de muralla de la calle Cánovas del Castillo (BERNABÉ y MANZANO, 1994:fig. 17). También encontramos en este contexto, cazuelas vidriadas en melado al interior, perfil curvo, fondo levemente convexo y escotadura exterior bajo el borde (n.º 26/2). -Loza azul y dorada(36): de la que presentamos dos piezas, la primera es un fragmento de plato (n.º 2/1), decorado mediante registros verticales de fina trama romboidal en dorado y una banda horizontal con un motivo pseudoepigráfico en azul, que se puede fechar hacia mediados del XV (MARTÍNEZ CAVIRO, 1983:133); la segunda (n.º 26/1), pertenece a un cuenco decorado con el motivo de la «brionia» o «nueza blanca», en cuyo reverso aparece en dorado un tallo esquemático rodeado por un trazo envolvente, ambos motivos con la misma cronología que la pieza anterior (MARTÍNEZ CAVIRO, 1983:138). -Loza dorada: Son seis las piezas seleccionadas, perteneciendo dos de ellas a la forma plato; la primera (n.º 27/2), presenta un registro horizontal decorado con hojas de hiedra que la fechan hacia el tercer cuarto del siglo XV (MARTÍNEZ CAVIRO, 1982:142); la segunda (n.º 27/5), pertenece a un pequeño fragmento en el que aparecen las garras de un león rampante sobre fondo vegetal y cuyo reverso muestra bandas horizontales unidas por trazos oblicuos, situándose ambos motivos a mediados del siglo XV (GONZÁLEZ MARTÍ, 1944:527 y lám. XIX). Los cuatro fragmentos restantes son cuencos: el primero (n.º 27/3), pertenece a un fondo con pie anular decorado con registros verticales en los que aparecen bandas paralelas y espirales en torno a una «rosa gótica» y se fecha hacia el tercer cuarto del siglo XV (MARTÍNEZ CAVIRO, 1983:142); el segundo (n.º 26/6), es otro fondo con pie anular en cuyo interior existe una «d» en dorado que se puede situar también hacia mediados del mismo siglo (GONZÁLEZ MARTÍ, 1944:44344); el tercero (n.º 27/4), corresponde a un borde decorado mediante una banda horizontal de ondas semicirculares y grupos de líneas paralelas en el centro, con una cronología

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Figura 19.

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similar a la de las piezas anteriores; el cuarto (n.º 27/1), es un cuenco de fondo cóncavo y asas de orejeta, decorado con el conocido motivo de la «solfa», lo que lo sitúa entre fines del siglo XV y el primer tercio del XVI (MARTÍNEZ CAVIRO, 1983:172). -Cerámica común vidriada: aunque algunas de estas piezas aparecieron también en los estratos superiores del nivel III, la mayor parte de las mismas fueron localizadas en el que nos ocupa. Se trata fundamentalmente de platos, escudillas y cuencos, vidriados en verde o melado al interior, y morfológicamente se pueden dividir en tres tipos: platos y escudillas de cuerpo troncocónico invertido, borde recto con carena que lo separa del cuerpo, labio redondeado y pie anular (n.ºs 19/2 y 19/4); platos de cuerpo troncocónico invertido, borde con engrosamiento exterior triangular y pie anular (n.º 14/1); por último, cuencos de perfil curvo, fondo plano o cóncavo y borde redondeado (19/1 y 19/3), el primero de los cuales muestra una banda de vedrío verde bajo el borde exterior.

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Piezas semejantes han sido halladas en Murcia, en los hornos 4 y 5 de la plaza de San Agustín, constatándose su fabricación en la ciudad durante los siglos XV y XVI (MATILLA, 1992:87-93), en los niveles mudéjares de la muralla de la calle Cánovas (BERNABÉ y MANZANO, 1994:fig. 16) y, entre otros lugares, en Novelda (NAVARRO POVEDA, 1990:11922), con una cronología que encaja perfectamente con la que proponemos. También aparecen formas cerradas, como una redoma vidriada al exterior en verde oscuro hasta el inicio de la panza, que presenta base plana, cuerpo globular, cuello cilíndrico e inicio de un asa de sección ovalada, mostrando acanaladuras en el cuello y en la mitad inferior de la panza (n.º 21). Los candiles de cazoleta y pellizco, aparecen vidriados al interior en melado oscuro casi amarronado y su base puede ser cóncava o presentar un ligero repie (n.ºs 18 y 18/1); piezas de este tipo y con cronología similar, aparecen entre otros lugares en Paterna (MESQUIDA, 1987:555).

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-Cerámica pintada: es interesante señalar en este estrato la existencia de formas del tipo campana, que presentan cuerpo troncocónico, asa sobre la parte superior y decoración exterior pintada al manganeso; piezas semejantes aunque con una cronología más moderna (siglo XVII), aparecen en el horno I de la plaza de San Agustín (MATILLA, 1992:57-

58), permitiéndonos este hallazgo situar el inicio de estas producciones al menos desde el siglo XV(37). Nivel V. Señalado por la colmatación sobre el quinto nivel de pavimentación (Fig.10), se caracteriza por la presencia de grandes ollas de cuerpo globular, base convexa y borde vuelto, junto a platos y cuencos de diversos tipos

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Figura 25.

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Figura 27.

vidriados en gris (MATILLA, 1992), así como producciones cerámicas polícromas de loza popular murciana de los siglos XVII y XVIII (LLUBIA y LÓPEZ, 1951:46-7), que indican la continuidad en el uso del viejo Alcázar, transformado ya en sede del Santo Oficio, hasta el siglo XVIII. VI. CONCLUSIONES Y CRONOLOGÍA

La cerca medieval de Murcia ha llegado hasta nosotros tras siglos de lenta evolución, en la que han jugado un decisivo papel circunstancias de todo tipo: peligro de un enemigo potencial, asedios sufridos, factores políticos de búsqueda de prestigio y de mantenimiento del poder, etc; sin olvidar, en nuestro caso, las exigencias defensivas impuestas por la presencia de un enemigo más cercano y peligroso, el río con sus endémicas y devastadoras avenidas. La asimetría que se refleja en muchos de sus elementos defensivos, así como los distintos tipos de fábrica y patrones métricos utilizados, nos inducen a considerarla más como un complejo sistema fruto de las necesidades de distintos momentos históricos, que como una obra unitaria construida en una etapa determinada. Creemos así, que Murcia hubo de estar fortifi-

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cada desde su fundación, creciendo sus murallas a la par que lo hacía la medina. De la existencia de este antiguo recinto de menores dimensiones parecen haber suficientes indicios, tanto de tipo arqueológico, con el hallazgo de cementerios en zonas originariamente extramuros ocupadas posteriormente por sucesivas ampliaciones urbanas (ARAGONESES, 1966; NAVARRO, 1986), como documental (GARCÍA ANTÓN, 1989:203 y 1993:22); sin embargo, los restos descubiertos hasta ahora se vienen fechando en su totalidad en una etapa posterior, que por razones de oportunidad histórica se ha situado a mediados del siglo XII en época de Ibn Mardanix (ARAGONESES, 1966:75; MUÑOZ AMILIBIA, 1987:1.176; NAVARRO, 1987:319). Un detenido análisis de la secuencia estratigráfica, de la planta general de estructuras islámicas y de los tipos de fábrica empleados en cada elemento de la misma, nos permite señalar la existencia de tres momentos constructivos diferentes en la muralla del Pasaje de Zabalburu: al primero y más antiguo de ellos, correspondería la ejecución de la muralla y la torre 1. Al segundo, el torreón occidental y la antemuralla. Por último, al tercero y más reciente, la torre 2, el torreón oriental y la reparación del lienzo de muralla en que éste se apoya.

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Figura 28.

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1ª Fase: aunque a este momento pertenecería todo el tramo de muralla, exceptuamos aquí los extremos del mismo, que fueron rehechos cuando se construyeron los grandes torreones junto a las medianerías. Así, las características constructivas de la cortina central de muralla y de la torre 1 son similares, tratándose en ambos casos de un sólido mortero de cal y piedra que presenta unas tapias cuyo módulo predominante en altura es de 1,10 m., y una cimentación de argamasa mediante relleno de zanja que se embute en un estrato con materiales cerámicos fechados entre la segunda mitad del siglo X y el primer tercio del XI. El tapial de argamasa que parece corresponder en al-Andalus a una fase relativamente tardía del periodo islámico (TORRES BALBAS, 1985:557-62; PAVÓN MALDONADO, 1977:219-22; ESLAVA GALÁN, 1989: 52-4), se generalizará a partir de

época taifa y muy especialmente durante los imperios bereberes; aunque sabemos que en algunos casos, también fue empleado en obras de fortificación durante los siglos IX y X (VIADA, 1987:36; ESLAVA, 1989:54). La torre 1 presenta una planta prácticamente cuadrada de 5 x 5 m., que resulta atípica respecto a las conocidas hasta ahora en la muralla de Murcia donde lo habitual es, por una parte, la torre de planta acentuadamente rectangular con un frente que casi triplica los costados y por otra, la de planta cuadrada de grandes dimensiones (ARAGONESES, 1966:6365; BERNABÉ, 1993:324; MANZANO, 1993:303-4;BERNABÉ y MANZANO, 1994); este tipo de torre cuadrada cuyo arcaismo ha sido señalado por Zozaya (1984:640), aparece también en otras medinas cercanas, así la torre de la calle Medrano de Lorca muestra unas dimensiones casi idénticas

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Figura 30.

Figura 31.

Figura 32.

(MARTÍNEZ, 1990:229). Pero es fundamentalmente la existencia de la casa situada intramuros y fechada a mediados del siglo XI, la que indica que la construcción de la muralla, sin duda anterior a la vivienda, debe datarse hacia la primera mitad de esta centuria. 2ª Fase: correspondería a la construcción de la antemuralla y del torreón Oeste, ya que la relación existente entre las grandes torres de planta cuadrada y los acodamientos del antemuro que las ciñen, evidencia la existencia de una planificación previa. También parece indicarlo así, el hecho de que las tapias de estas estructuras presenten un mismo módulo predominante de 0,82/0,84 m. de altura, frente a

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1,10 m. en la fase anterior. En este caso concreto, la edificación de la torre supuso la reparación del lienzo de muralla inmediato, como sugiere la perfecta trabazón existente entre los alzados de ambos, que sólo es apreciable por una pequeña impronta vertical que los delimita. Dado que las características del antemuro murciano no se asemejan a lo que conocemos de época almohade, así el de Sevilla presenta bastiones de planta poligonal y saeteras de dimensiones mucho más reducidas (MATA CARRIAZO, 1951; VALOR PIECHOTTA, 1991:215-6), creemos que su construcción debe situarse con anterioridad a dicho periodo, probablemente hacia mediados del siglo XII (BERNABÉ y MANZANO, 1994). 3ª Fase: a la que pertenecen el torreón oriental y la torre 2, contando para ambas estructuras con datos arqueológicos que señalan un momento de construcción más reciente que los anteriores, ya que en el relleno interior del primero se documentaron restos de cerámica esgrafiada que datan su construcción como muy pronto a principios del siglo XIII. En este mismo sentido, el análisis de la disposición del torreón oriental respecto al acodamiento del antemuro parece sugerir, no sólo que la torre sea posterior al mismo, sino que en este lugar se contemplaba la construcción de una torre de mayores dimensiones que la que finalmente se erigió. El tramo de muralla situado detrás del torreón E fue también reconstruido en este momento y así lo indica el que ambas estructuras muestren las mismas tapias de 0,90/0,92 m. de altura, distintas a las del resto de los elementos defensivos y el que la pilastra rectangular de mortero del interior de la torre esté fundida con la propia estructura del muro. En el caso de la torre 2, aunque es cierto que existen algunos elementos, fundamentalmente de carácter tipológico, para considerar la idea de una antigua puerta de ingreso directo entre las dos torres cuadradas, los datos arqueológicos que señalan una cronología más reciente son concluyentes: así, su zócalo rompe un pavimento islámico fechado en el siglo XIII y su cimentación se encuentra incrustada en un nivel con cerámica del XII (Fig.5); lo que supone un momento de construcción muy tardío que podríamos situar ya bien entrado el siglo XIII, en un periodo inmediatamente anterior a la toma de la ciudad en 1243, lo que justificaría además la paralización de las obras de la torre tras la conquista. Durante la fase de ocupación cristiana comprendida entre la segunda mitad del siglo XIII y el comienzo de las obras del nuevo Alcázar en los primeros años del siglo XV, situamos la reparación de los tramos de muro y antemuro

LA MURALLA MEDIEVAL DEL PASAJE DE ZABALBURU (MURCIA)

Figura 33.

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que presentan forros externos de mortero y relleno interior de tierra; la remoción efectuada en la saetera n.º 17, sobreelevada en relación al resto, así como la reparación de mampostería y ladrillo del alzado exterior de la muralla. Todas ellas pertenecen a la primera etapa cristiana, anterior a la construcción del alcázar enriqueño con su nueva alineación más cercana al río y señalan un momento en el que aún está en uso la cerca islámica y existe interés en su mantenimiento. A pesar de lo cual hemos visto cómo, desde época muy temprana, surge una marcada tendencia a convertir este espacio en vertedero.

Por último, a principios del siglo XV, asistimos a una importante transformación de las estructuras defensivas con la construcción del Alcázar de Enrique III, lo que va a suponer la sobreelevación del nivel de pavimentación y el cegamiento de las saeteras, la compartimentación del espacio de la barbacana por los muros del nuevo edificio y la construcción de otras defensas más cercanas al río (GARCÍA ANTÓN, 1993:188-9). En el tercer cuarto de ese siglo, desaparecida la frontera con Aragón y con el reino granadino en retroceso, el Alcázar pierde su valor militar y es cedido al Santo Oficio, continuando su función como sede del mismo aun con distintas remociones hasta que sea derribado en la primera mitad del siglo XIX. Frutos Baeza (1934:206 y 231) ofrece más precisiones, al afirmar que a partir de 1814 la Inquisición sirvió como cárcel para detenidos políticos por lo que sufrirá el asalto del pueblo en febrero de 1820 y, tras una última rehabilitación en 1823 (AMADOR, 1889:328), será definitivamente derribado en 1825, siendo empleados sus materiales en la construcción de la Glorieta.

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Figura 36.

BIBLIOGRAFÍA

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LA MURALLA MEDIEVAL DEL PASAJE DE ZABALBURU (MURCIA)

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ANEXO 1: PROCESO DE RESTITUCIÓN GRÁFICA DEL ALZADO ESTE DEL TORREÓN OCCIDENTAL DEL PASAJE DE ZABALBURU

Rafael Calabuig Jordán CONDICIONES PREVIAS

Al iniciarse los trabajos de excavación el alzado visible del torreón occidental sin enlucido era de unos 2 metros. El resto, hasta unos 19 metros de altura, estaba tapado por diversas capas de enlucido de yeso de las habitaciones de la casa derruida. Para comprobar si el alzado del torreón continuaba debajo del enlucido, se instaló un andamio de unos 4 metros de altura para facilitar la tarea de limpieza. Tras picar todo el enlucido accesible se vió que el torreón estaba casi intacto en su extensión y su alzado continuaba. Se plantearon entonces dos opciones para el proceso de recuperación, conservación y/o restauración: A- Realizar la limpieza total del alzado de una vez y proceder a su estudio, tratando la posibilidad de conservación, restauración o tapado. Se descartó por los motivos siguientes: - La instalación de un andamio de unos 18 metros de altura implicaba gastos y riesgos en cuanto a la seguridad, sus anclajes podrían no ser seguros por el deterioro del

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Figura 40.

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LA MURALLA MEDIEVAL DEL PASAJE DE ZABALBURU (MURCIA)

Figura 41.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Figura 42.

tapial, más acusado en la parte inferior. Realizar anclajes más seguros implicaría cierto deterioro de la estructura. - El alzado visible estaba formado mayormente por tapial en buenas condiciones, pero la existencia de grietas y el proceso de aligeramiento de masa ocurrido al realizar huecos para instalar las vigas de la casa derruida, eran factores que reducían su estabilidad y conservación. - La constructora impedía disponer del tiempo necesario para realizar la tarea en su totalidad y de una vez, dibujando el alzado con las técnicas de dibujo habituales (a mano, por tramos nivelados superpuestos). B- Realizar el proceso de estudio por partes aprovechando la construcción de las distintas plantas del edificio

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nuevo, ya que toda la longitud del torreón constituía la medianera con el Palacio del Almudí. La cuestión más importante en contra de esta opción, era que se impedía la restauración total del alzado para su exposición al público, pero esto se desechó por razones urbanísticas, económicas y técnicas. El alzado no sufríria daños, pues la pared medianera se realizó con ladrillo y el hueco que existía hasta el tapial se rellenó con esferas de arcilla expandida y porexpán en la junta de dilatación que lo protegerían elásticamente. Así pues, una vez decidida la manera más idónea para documentar el alzado del torreón, quedaba por determinar el método más rápido para realizarlo, ya que las condiciones

LA MURALLA MEDIEVAL DEL PASAJE DE ZABALBURU (MURCIA)

Figura 43.

Figura 44.

Figura 45.

de una excavación urbana de urgencia con un edificio en construcción, se supeditan siempre a la falta de tiempo. Aun así, el proceso de excavación y documentación gráfica se desarrolló durante once meses.

1 y 2 metros) nivelados horizontal y verticalmente para cada fotograma y series de fotogramas.

METODOLOGÍA

Basándonos en la experiencia adquirida en otros solares de Murcia (Plza. Cetina, C/ S. Nicolás n.º 6, C/ S. Nicolás n.º 27, Convento de S. Agustín), al aplicar la restitución gráfica mediante fotografías paralelas tanto a pequeños alzados y plantas como a plantas generales, con buenos resultados, se optó por realizarlo así, ya que permitía también un buen nivel de detalle (1:20). El procedimiento utilizado fue: 1º. Preparación del motivo. - Establecimiento de una línea vertical centrada para el control de las distorsiones en anchura del motivo y de cada serie de fotogramas. - Situación de elementos de control de escala (jalones de

2º. Series de fotogramas

Realización de series de fotogramas horizontales solapados, situando el eje óptico perpendicular al plano del torreón y sus bordes horizontales y verticales paralelos a las horizontales y verticales niveladas del motivo. Se aprovechó la construcción de las distintas plantas del edificio nuevo para efectuar las series de fotogramas en todo el alzado del torreón. De esta manera, las fotografías también se solapaban verticalmente. Las series de fotogramas fueron las siguientes: - Tres fotogramas para la base (entre las cotas -2.75 y 0 metros) efectuados desde el nivel final de excavación de esa zona. - Dos fotogramas entre las cotas 0 y 3.50 metros, realizados desde un andamio a una distancia de 10 metros. - Dos fotogramas entre las cotas 3.50 y 5 metros, realizados desde un andamio a una distancia de 10 metros.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Figura 46.

- Seis fotogramas entre las cotas 5 y 8 metros, hechos ya sobre el forjado del primer piso del nuevo edificio. - Tres fotogramas entre las cotas 8 y 10 metros desde el forjado del segundo piso. - Tres fotogramas entre las cotas 10 y 11.50 metros desde el forjado del segundo piso. - Tres fotogramas entre las cotas 11.50 y 12.50 metros desde el forjado del tercer piso. - Tres fotogramas entre las cotas 12.50 y 14 metros desde el forjado del tercer piso. - Tres fotogramas entre las cotas 14 y 16 metros desde el forjado del tercer piso. La longitud focal usada fue entre 55 y 75 mm. para evitar distorsiones por amplitud de ángulo focal. Esta variedad de objetivos se debe a la distancia no constante desde la cámara al motivo (7-10 metros), por razones funcionales y técnicas. La película utilizada fue Ilford FP5 400 ASA en una cámara réflex de 35 mm., con zoom 35-75 mm. y f:3,4, sobre trípode. Este equipo básico es suficiente para la resolución usada posterormente y da mayor rapidez a todo el proceso por su versatilidad.

476

3º. Revelado y positivado

Positivado a escala 1:20 de todos los fotogramas. Para ello se utilizó una ampliadora estándar de blanco y negro, un escalímetro, una lupa de enfoque y los jalones fotografiados con el motivo. 4º. Comprobación

Contrastación y anotación de medidas reales sobre los positivos, comprobando su proporcionalidad general y por partes. Para algunos detalles se positivó de nuevo el fotograma para afinar su escala de ampliación y conseguir así mayor proporcionalidad con el motivo. 5º. Retocado

Los detalles se retocaron in situ con tinta indeleble directamente sobre los positivos, distinguiendo los distintos materiales. 6º. Montaje

Las series de fotogramas se montaron primero horizontalmente, solapando zonas comunes sin distorsión por la

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perspectiva. Posteriormente, cuando se tuvo las distintas series de fotogramas, se montaron verticalmente. En los negativos rectangulares, como en este caso, la zona que presenta menor distorsión es la central, aumentando hacia los laterales progresivamente, dependiendo de la longitud focal empleada y la distancia al motivo: cuanto mayor sean ambas, menor será la distorsión. Es decir, la perspectiva cónica de la foto se asemejará más a la perspectiva paralela buscada. 7º. Dibujo

Se trasladó a papel vegetal el retocado y las medidas originales utilizando tres formas: -Por alineación: si en un fotograma un punto pertenece a dos rectas conocidas, su homólogo en el plano también lo será. - Por trisección o coordenadas relativas polares: la dirección y situación de un punto viene dada por confluencia de la proyección de ángulos y distancias conocidas. - Por proporción: basándose en la semejanza de las figuras homólogas de la fotografía y la restitución, y, por consiguiente, la igualdad entre sus ángulos y la proporcionalidad en sus magnitudes lineales.

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NOTAS (1) La planimetría es de R. Calabuig Jordán y las láminas de cerámica han sido realizadas por A. Aguilar Chordá. (2) El sector de la cerca comprendido entre la Puerta de Vidrieros y la actual Glorieta de España es, debido al gran número de intervenciones arqueológicas efectuadas, uno de los de trazado mejor conocido de la ciudad (MUÑOZ AMILIBIA, 1987; BERNABÉ GUILLAMÓN, 1993; MARTÍNEZ LÓPEZ, 1993). Entre las más recientes y todavía inéditas se encuentran las realizadas entre 1991 y 1993 por doña Ana Pujante en el n.º 9 de la calle del Pilar y las llevadas a cabo por el Centro Municipal de Arqueología en la calle de Verónicas durante 1991-92. (3) Los restos defensivos exhumados fueron en su mayor parte cubiertos por la losa de cimentación del nuevo edificio, quedando visible en su sótano sólo un pequeño tramo del lienzo occidental de muralla. La

ubicación de la rampa de salida de vehículos en el lado oriental del sótano supuso también la rotura de parte de los alzados del torreón E y de su lienzo de muro contiguo. (4) Ya señalamos las diferencias que se advierten en la fábrica de este tramo occidental, donde en sectores apenas separados por una decena de metros, se observaron cajas de encofrado de compacto mortero de cal con abundantes piedras y otras que, habiendo perdido el paramento exterior hormigonado (de 0,50 m. de anchura), mostraban un relleno de tierra que alternaba con lechadas de cal de poco grosor (BERNABÉ, 1993:322-4). (5) Tratando de documentar la cota base de cimentación del frente de la torre n.º 1, llegamos a una profundidad máxima de -6,40 m., donde la presencia del nivel freático nos impidió proseguir los trabajos, pero antes, pudimos introducir una serie de cuñas de hierro mediante las que comprobamos que el fin de dicha cimentación se encontraba 40-60 cm. por debajo, lo que supone una cota base que oscilaría entre -6,80/7 m. de profundidad para toda la estructura, y un gran zócalo de cimentación realizado mediante relleno de zanja de 2,50/2,70 m. de profundidad desde la gran rezarpa inferior (BERNABÉ, 1993:325-26, fig. 5). (6) En este sentido, la única inscripción conmemorativa que se conserva sobre la construcción de una torre en la muralla de Murcia, traducida y fechada en el siglo XIII por Lévy-Provençal, nos informa que la altura de la misma era de 25 luh (1931:101-2), calculando para cada una de estas tapias la altura de 0,70 m., que en aquel momento era corriente en el Norte de África, obtuvo el autor un alzado total de 17,5 m. Pero si multiplicamos el número de tapias por 0,82 m., que es la media de las cajas conservadas, obtendremos una torre de 20,5 m. de altura, que se ajusta mejor a la magnitud de los restos conservados. (7) Otra torre cuyas tapias presentaban también dos módulos distintos fue documentada en la calle Cánovas del Castillo (BERNABÉ y MANZANO, 1994). (8) BERNABÉ, 1993:325. (9) Medidos desde el más antiguo de los pavimentos islámicos de la barbacana hasta el dorso del adarve, quedando aún entre éste y el vano de la torre un desnivel de 0,70 m. que se salva mediante dos escalones moldeados en tapial de argamasa (Fig.4). (10) Lo que no parece ofrecer ninguna duda, es que la mitad superior del alzado de la muralla es contemporáneo a la construcción de la torre, pues en una de las tapias de la primera se observa una piedra de gran tamaño que está embutida en la obra trabando ambas estructuras (Fig.4). (11) BERNABÉ GUILLAMÓN, 1993:324. (12) La longitud conservada en sus costados era de 2 m. y el grosor de 1,40 el oriental y 1,20 m. el occidental, presentando un hueco interior de 2,20 y una anchura total de 5 m. (BERNABÉ, 1993:324). (13) Las torres 1 y 2 están también separadas por un espacio de 5 m. que coincide en parte con el tramo en el que la muralla ha desaparecido, lo que se correspondería perfectamente con el tipo de ingreso señalado, pues tanto el frente de las torres como el espacio central entre ellas tendrían 5 m. de longitud. (14) Como puede apreciarse en la (Fig.5), la mayor parte de la cimentación de la torre 2 está embutida en el nivel II, que proporcionó una cerámica encuadrable entre el siglo XII y los primeros años del XIII. (15) Son escasas hasta el momento las obras de fortificación de la ciudad y de los puntos de acceso a la misma de las que tengamos constancia en el siglo XIII, lo que no quiere decir que no existieran. Entre las primeras, figuraría además de la que nos ocupa, el caso ya mencionado de la torre cuya lápida conmemorativa fue traducida por L. Provençal (1931:101-2), a éstas puede sumarse, como veremos a continuación, el

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

torreón oriental. Entre las segundas, destaca el palacio fortificado de Larache (MANZANO y BERNAL, 1993:165-6) y el conjunto de El Portazgo (POZO, 1988:412), también una obra inacabada; aunque en este último caso no está clara su adscripción a los siglos XII o XIII. (161)BERNABÉ, 1993:321-22. (17)Trabajos realizados por el autor de este artículo en el n.º 58 de la citada calle durante 1992. (18)También las obras del nuevo Alcázar, a principios del siglo XV, fueron dirigidas por un maestro musulmán llamado Mahomet, y cuando los braceros de la ciudad escasearon por las necesidades agrícolas de la Huerta, fueron llamados para sustituirlos «... moros de Ricote, Campos y Albudeite» (FRUTOS BAEZA, 1934:86-87). (19) Ignoramos si durante el proceso de limpieza y documentación supervisado por Julio Navarro en 1981 en el vecino solar del Colegio de Arquitectos, aparecieron los restos de esta vivienda. Lo que sí se aprecia en una fotografía recientemente publicada por García Antón (1993:169), es la existencia de la gran atarjea que discurre también paralela e intramuros de la cerca. (20) Esta atarjea que apareció cubierta con grandes losas de arenisca ya fue descrita al tratar de la muralla. La estructura, sin duda contemporánea a la vivienda, se adosó a la muralla preexistente. (21) La utilización en los alzados de mampostería dispuesta en spicatum, denota cierto arcaismo que se encontraría a caballo entre las fases I y II del palacio de la calle Fuensanta (BERNABÉ y LÓPEZ, 1993:1826). (22) En este sentido, el perfil de C-7 que aparece en la figura 8, carece también de los estratos pertenecientes al siglo XIII, que parecen estar arrasados por los niveles mudéjares (sobre el pavimento 2). (23) Estas dos últimas estructuras, presentan una rotura central producida por una profunda zanja de 4 metros de anchura que, proveniente de la calle Jara Carrillo, rompe todo a su paso hasta dar con la muralla (Fig.9). La zanja, que destruye también la crujía oriental de la vivienda islámica, podría ser la misma mencionada por Amador de los Ríos al relatarnos una noticia, no exenta de cierta dosis de leyenda, facilitada por los obreros que construyeron el edificio de los Zabalburu:»...fué descubierta por los trabajadores la entrada de una galería subterránea ó mina, por donde, no sin exposición y con lodo hasta la cintura, penetraron aquellos, encontrando a cierta distancia en ella un recinto ó espacio á modo de plaza, revestido de mármoles, del cual partían otras tres galerías...» (AMADOR DE LOS RÍOS, 1.889:330, nota 2). (24) Esta misma circunstancia ha sido también señalada para otros solares de muralla de la calle Cánovas del Castillo (BERNABÉ y MANZANO, 1994). (25) Como sabemos por diferentes documentos (GARCÍA ANTÓN, 1993:220) y especialmente por un Acta Capitular de 1.421, en la que el Concejo se lamentaba de que «...las gentes se ensuziaban en la dicha barbacana e lançaban en ella gatos e perros muertos e otras fedentyñas malas...» (ARAGONESES, 1966:31;TORRES FONTES, 1989:172). (26) Ya desde el tercer cuarto del siglo XIII, existen noticias de diversas obras de reparación en la muralla, siendo especialmente importantes las reconstrucciones llevadas a cabo en la segunda mitad del XV (ROSSELLÓ y CANO, 1975:61-3), en unas defensas que debían encontrarse ya muy degradadas. Las Visitas del siglo XVI, constatan este estado ruinoso de la cerca que continuará así hasta su total demolición o absorción por el caserío urbano (GARCÍA ANTÓN, 1993:130). (27) En un reciente trabajo de J. Navarro y P. Jiménez, se menciona el error de algunos antiguos investigadores, en concreto de F. Ponzoa (1.845) y Amador de los Rios (1.889), al afirmar que existía un «alcázar mayor» islámico en el solar donde después se construyó el alcázar enri-

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queño (NAVARRO y JIMÉNEZ, 1994:222 y 228). En efecto, esta afirmación, como las excavaciones realizadas han demostrado, carece de fundamento (BERNABÉ, 1993:326). (28) En la que los materiales se disponen generalmente alternando una hilada de piedras con dos o tres de ladrillo, presentando éstos un módulo de 30 x 15 cm. que ha sido documento también en otras obras de filiación mudéjar y que es mayor que los 28 x 14 y 26 x 13 cm. de los ladrillos utilizados habitualmente en las obras islámicas (BERNABÉ y LÓPEZ, 1994:159). (29) Esta información permite saber que los portillos se abren para acometer con más facilidad las obras del nuevo Alcázar, aunque no podamos establecer con seguridad la relación entre ellos y los tramos reparados. (30) García Antón, basándose en planos de Martínez de la Vega, ofrece algunos datos a cerca del aspecto de dicha fortaleza, en concreto sobre la existencia de un gran torreón cuadrado con tres puertas que se localizaría en su entronque con el Puente Viejo, dominando así la entrada a la ciudad (GARCÍA ANTÓN, 1993:189). (31) El pavimento 5 de la figura 10 fue documentado extramuros, sobre el dorso del acodamiento oriental del antemuro y en el sector de barbacana inmediato(Fig.7). Lo que configura un espacio con dos salas comunicadas entre sí mediante un vano abierto en el bastión, en un momento en el que las estructuras defensivas estaban prácticamente amortizadas. (32) Lo que también ha sido señalado recientemente por S. Gutiérrez (1993:61) para todo el territorio de Tudmir. (33) El nivel II comprende la colmatación sobre los pavimentos 1 y 2 de las figuras 6 y 10, por lo que el segundo de estos suelos debe considerarse como una reparación del pavimento originario, el n.º 1. No apreciándose ninguna diferencia cronológica significativa en la cerámica documentada entre ambos suelos. (34) Aunque es evidente el origen valenciano de estas producciones y hasta el momento no se han encontrado en nuestra ciudad los alfares destinados a su fabricación, parece improbable que la procedencia de un tipo cerámico de tanto éxito entre los ss. XIV y XVI se limite sólo a una determinada región sin que haya sido prontamente imitado en otros lugares. Así, ya el cronista de los Reyes Católicos Lucio Marineo Sículo, en su obra de 1.539 «De las Cosas Memorables de España», hacía referencia a las fábricas de cerámica de reflejo metálico ubicadas en distintos lugares del reino, citando, además de las de Valencia, las de «...Málaga, Barcelona, Murcia, Murviedro y Toledo» (TRABAJOS DEL MUSEO DE MALLORCA, 47, pp. 46-7). Manteniéndose a propósito de esta cuestión una polémica entre el francés J. Charles Davillier y el mallorquín A. Campaner y Fuertes en la segunda mitad del siglo pasado (1861-1876). Así pues, durante el siglo XV, la producción de loza dorada se extendería a otras regiones siendo Murcia una de ellas. La gran cantidad de piezas de este tipo que aparece en niveles con la cronología reseñada, se entiende mejor si suponemos una fabricación local capaz de abastecer una fuerte demanda sobre estas producciones, por lo que parece evidente el origen murciano de buena parte de ellas. (35) MANZANO, 1993;BERNABÉ, 1993;BERNABÉ y MANZANO, 1994. (36) Aunque sabemos que ciertas series de «lozas azules» y «azules y doradas» comparten la misma cronología (LERMA et al., 1984:194), la mayor parte de las piezas recuperadas aparecieron en éste nivel IV. (37) Asociado a todos estos materiales del nivel IV, existe además un numeroso conjunto de fragmentos de pulserillas de vidrio, tanto lisas como estriadas, que aparecen coloreadas en verde, melado, azul cobalto y negro.

LA MURALLA MEDIEVAL DEL PASAJE DE ZABALBURU (MURCIA)

Figura 39.

-(1987):»Las puertas de ingreso directo en la arquitectura hispanomusulmana. La superposición arco-dintel de la puerta de Bisagra de Toledo» en Al-Qantara VIII (1 y 2), pp. 347-94. Madrid. PONZOA CEBRIÁN, F.(1845):Historia de la dominación de los árabes en Murcia. Madrid. POZO MARTÍNEZ, I.(1988):»El conjunto arquitectónico medieval de «El Portazgo» (Murcia)» en Antigüedad y Cristianismo V, pp. 403-23. Murcia. -(1991):»Un baño privado islámico en la calle Polo de Medina (Murcia)» en Verdolay 3, pp. 79-94. Murcia. PUERTAS TRICAS, R.(1986):»Cerámica de cuerda seca en Málaga. Aspectos tipológicos» en Mainake IV-V, pp. 265-80. Murcia. ROSSELLÓ BORDOY, G.(1978):Ensayo de sistematización de la cerámica árabe en Mallorca. Palma de Mallorca. ROSSELLÓ, V. M. y CANO, G. M.(1975):Evolución urbana de la ciudad de Murcia. Murcia. TORRES BALBAS, L.(1971):Ciudades Hispano-musulmanas (2ª edición 1985). Madrid. TORRES FONTES, J.(1989):»El recinto urbano de Murcia musulmana» en Murcia Musulmana, pp. 151-97. Murcia. TRABAJOS DEL MUSEO DE MALLORCA, n.º 47 (1989):Estudios sobre la cerámica de reflejos metálicos: J. Charles Davillier y Alvaro Campaner y Fuertes (1861-1876). Conselleria de Cultura, Educació i Esports. Palma de Mallorca. VALOR PIECHOTTA, M.(1991):La arquitectura militar y palatina en la Sevilla musulmana. Sevilla. VIADA RUBIO, M.R.(1983):»El castillo de Guadalerzas. I.Estudio histórico» en Castillos de España 93, pp. 35-40. Asociación Española de Amigos de los Castillos. Madrid. ZOZAYA, J.(1980):»Aperçu général sur la cerámique espagnole» en La cerámique médievale en Méditerranée occidentale, X-XV siècles, pp. 265-96. París.(1984):»Islamic fortifications in Spain: Some aspects» en Papers in Iberian Archaeology. BAR International Series 193, pp. 636-73.

ANEXO 1: PROCESO DE RESTITUCIÓN GRÁFICA DEL ALZADO ESTE DEL TORREÓN OCCIDENTAL DEL PASAJE DE ZABALBURU

Rafael Calabuig Jordán CONDICIONES PREVIAS

Al iniciarse los trabajos de excavación el alzado visible del torreón occidental sin enlucido era de unos 2 metros. El resto, hasta unos 19 metros de altura, estaba tapado por diversas capas de enlucido de yeso de las habitaciones de la casa derruida. Para comprobar si el alzado del torreón continuaba debajo del enlucido, se instaló un andamio de unos 4 metros de altura para facilitar la tarea de limpieza. Tras picar todo el enlucido accesible se vió que el torreón estaba casi intacto en su extensión y su alzado continuaba. Se plantearon entonces dos opciones para el proceso de recuperación, conservación y/o restauración: A- Realizar la limpieza total del alzado de una vez y proceder a su estudio, tratando la posibilidad de conservación, restauración o tapado. Se descartó por los motivos siguientes: - La instalación de un andamio de unos 18 metros de altura implicaba gastos y riesgos en cuanto a la seguridad, sus anclajes podrían no ser seguros por el deterioro del

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Figura 40.

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LA MURALLA MEDIEVAL DEL PASAJE DE ZABALBURU (MURCIA)

Figura 41.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Figura 42.

tapial, más acusado en la parte inferior. Realizar anclajes más seguros implicaría cierto deterioro de la estructura. - El alzado visible estaba formado mayormente por tapial en buenas condiciones, pero la existencia de grietas y el proceso de aligeramiento de masa ocurrido al realizar huecos para instalar las vigas de la casa derruida, eran factores que reducían su estabilidad y conservación. - La constructora impedía disponer del tiempo necesario para realizar la tarea en su totalidad y de una vez, dibujando el alzado con las técnicas de dibujo habituales (a mano, por tramos nivelados superpuestos). B- Realizar el proceso de estudio por partes aprovechando la construcción de las distintas plantas del edificio

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nuevo, ya que toda la longitud del torreón constituía la medianera con el Palacio del Almudí. La cuestión más importante en contra de esta opción, era que se impedía la restauración total del alzado para su exposición al público, pero esto se desechó por razones urbanísticas, económicas y técnicas. El alzado no sufríria daños, pues la pared medianera se realizó con ladrillo y el hueco que existía hasta el tapial se rellenó con esferas de arcilla expandida y porexpán en la junta de dilatación que lo protegerían elásticamente. Así pues, una vez decidida la manera más idónea para documentar el alzado del torreón, quedaba por determinar el método más rápido para realizarlo, ya que las condiciones

LA MURALLA MEDIEVAL DEL PASAJE DE ZABALBURU (MURCIA)

Figura 43.

Figura 44.

Figura 45.

de una excavación urbana de urgencia con un edificio en construcción, se supeditan siempre a la falta de tiempo. Aun así, el proceso de excavación y documentación gráfica se desarrolló durante once meses.

1 y 2 metros) nivelados horizontal y verticalmente para cada fotograma y series de fotogramas.

METODOLOGÍA

Basándonos en la experiencia adquirida en otros solares de Murcia (Plza. Cetina, C/ S. Nicolás n.º 6, C/ S. Nicolás n.º 27, Convento de S. Agustín), al aplicar la restitución gráfica mediante fotografías paralelas tanto a pequeños alzados y plantas como a plantas generales, con buenos resultados, se optó por realizarlo así, ya que permitía también un buen nivel de detalle (1:20). El procedimiento utilizado fue: 1º. Preparación del motivo. - Establecimiento de una línea vertical centrada para el control de las distorsiones en anchura del motivo y de cada serie de fotogramas. - Situación de elementos de control de escala (jalones de

2º. Series de fotogramas

Realización de series de fotogramas horizontales solapados, situando el eje óptico perpendicular al plano del torreón y sus bordes horizontales y verticales paralelos a las horizontales y verticales niveladas del motivo. Se aprovechó la construcción de las distintas plantas del edificio nuevo para efectuar las series de fotogramas en todo el alzado del torreón. De esta manera, las fotografías también se solapaban verticalmente. Las series de fotogramas fueron las siguientes: - Tres fotogramas para la base (entre las cotas -2.75 y 0 metros) efectuados desde el nivel final de excavación de esa zona. - Dos fotogramas entre las cotas 0 y 3.50 metros, realizados desde un andamio a una distancia de 10 metros. - Dos fotogramas entre las cotas 3.50 y 5 metros, realizados desde un andamio a una distancia de 10 metros.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Figura 46.

- Seis fotogramas entre las cotas 5 y 8 metros, hechos ya sobre el forjado del primer piso del nuevo edificio. - Tres fotogramas entre las cotas 8 y 10 metros desde el forjado del segundo piso. - Tres fotogramas entre las cotas 10 y 11.50 metros desde el forjado del segundo piso. - Tres fotogramas entre las cotas 11.50 y 12.50 metros desde el forjado del tercer piso. - Tres fotogramas entre las cotas 12.50 y 14 metros desde el forjado del tercer piso. - Tres fotogramas entre las cotas 14 y 16 metros desde el forjado del tercer piso. La longitud focal usada fue entre 55 y 75 mm. para evitar distorsiones por amplitud de ángulo focal. Esta variedad de objetivos se debe a la distancia no constante desde la cámara al motivo (7-10 metros), por razones funcionales y técnicas. La película utilizada fue Ilford FP5 400 ASA en una cámara réflex de 35 mm., con zoom 35-75 mm. y f:3,4, sobre trípode. Este equipo básico es suficiente para la resolución usada posterormente y da mayor rapidez a todo el proceso por su versatilidad.

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3º. Revelado y positivado

Positivado a escala 1:20 de todos los fotogramas. Para ello se utilizó una ampliadora estándar de blanco y negro, un escalímetro, una lupa de enfoque y los jalones fotografiados con el motivo. 4º. Comprobación

Contrastación y anotación de medidas reales sobre los positivos, comprobando su proporcionalidad general y por partes. Para algunos detalles se positivó de nuevo el fotograma para afinar su escala de ampliación y conseguir así mayor proporcionalidad con el motivo. 5º. Retocado

Los detalles se retocaron in situ con tinta indeleble directamente sobre los positivos, distinguiendo los distintos materiales. 6º. Montaje

Las series de fotogramas se montaron primero horizontalmente, solapando zonas comunes sin distorsión por la

LA MURALLA MEDIEVAL DEL PASAJE DE ZABALBURU (MURCIA)

perspectiva. Posteriormente, cuando se tuvo las distintas series de fotogramas, se montaron verticalmente. En los negativos rectangulares, como en este caso, la zona que presenta menor distorsión es la central, aumentando hacia los laterales progresivamente, dependiendo de la longitud focal empleada y la distancia al motivo: cuanto mayor sean ambas, menor será la distorsión. Es decir, la perspectiva cónica de la foto se asemejará más a la perspectiva paralela buscada. 7º. Dibujo

Se trasladó a papel vegetal el retocado y las medidas originales utilizando tres formas: -Por alineación: si en un fotograma un punto pertenece a dos rectas conocidas, su homólogo en el plano también lo será. - Por trisección o coordenadas relativas polares: la dirección y situación de un punto viene dada por confluencia de la proyección de ángulos y distancias conocidas. - Por proporción: basándose en la semejanza de las figuras homólogas de la fotografía y la restitución, y, por consiguiente, la igualdad entre sus ángulos y la proporcionalidad en sus magnitudes lineales.

BIBLIOGRAFÍA C.R. ARNOLD, et alii , «Fotografía aplicada», Ed. Omega, S.A., Barcelona, 1974. VALDES DOMENECH, F., «Prácticas de topografía, cartografía y fotogrametría», Ed. CEAC, S.A., Barcelona, 1989. WILLIAMS, J. C. C., “Simple photogrametry», Academic Press, Londres, 1969.

NOTAS (1) La planimetría es de R. Calabuig Jordán y las láminas de cerámica han sido realizadas por A. Aguilar Chordá. (2) El sector de la cerca comprendido entre la Puerta de Vidrieros y la actual Glorieta de España es, debido al gran número de intervenciones arqueológicas efectuadas, uno de los de trazado mejor conocido de la ciudad (MUÑOZ AMILIBIA, 1987; BERNABÉ GUILLAMÓN, 1993; MARTÍNEZ LÓPEZ, 1993). Entre las más recientes y todavía inéditas se encuentran las realizadas entre 1991 y 1993 por doña Ana Pujante en el n.º 9 de la calle del Pilar y las llevadas a cabo por el Centro Municipal de Arqueología en la calle de Verónicas durante 1991-92. (3) Los restos defensivos exhumados fueron en su mayor parte cubiertos por la losa de cimentación del nuevo edificio, quedando visible en su sótano sólo un pequeño tramo del lienzo occidental de muralla. La

ubicación de la rampa de salida de vehículos en el lado oriental del sótano supuso también la rotura de parte de los alzados del torreón E y de su lienzo de muro contiguo. (4) Ya señalamos las diferencias que se advierten en la fábrica de este tramo occidental, donde en sectores apenas separados por una decena de metros, se observaron cajas de encofrado de compacto mortero de cal con abundantes piedras y otras que, habiendo perdido el paramento exterior hormigonado (de 0,50 m. de anchura), mostraban un relleno de tierra que alternaba con lechadas de cal de poco grosor (BERNABÉ, 1993:322-4). (5) Tratando de documentar la cota base de cimentación del frente de la torre n.º 1, llegamos a una profundidad máxima de -6,40 m., donde la presencia del nivel freático nos impidió proseguir los trabajos, pero antes, pudimos introducir una serie de cuñas de hierro mediante las que comprobamos que el fin de dicha cimentación se encontraba 40-60 cm. por debajo, lo que supone una cota base que oscilaría entre -6,80/7 m. de profundidad para toda la estructura, y un gran zócalo de cimentación realizado mediante relleno de zanja de 2,50/2,70 m. de profundidad desde la gran rezarpa inferior (BERNABÉ, 1993:325-26, fig. 5). (6) En este sentido, la única inscripción conmemorativa que se conserva sobre la construcción de una torre en la muralla de Murcia, traducida y fechada en el siglo XIII por Lévy-Provençal, nos informa que la altura de la misma era de 25 luh (1931:101-2), calculando para cada una de estas tapias la altura de 0,70 m., que en aquel momento era corriente en el Norte de África, obtuvo el autor un alzado total de 17,5 m. Pero si multiplicamos el número de tapias por 0,82 m., que es la media de las cajas conservadas, obtendremos una torre de 20,5 m. de altura, que se ajusta mejor a la magnitud de los restos conservados. (7) Otra torre cuyas tapias presentaban también dos módulos distintos fue documentada en la calle Cánovas del Castillo (BERNABÉ y MANZANO, 1994). (8) BERNABÉ, 1993:325. (9) Medidos desde el más antiguo de los pavimentos islámicos de la barbacana hasta el dorso del adarve, quedando aún entre éste y el vano de la torre un desnivel de 0,70 m. que se salva mediante dos escalones moldeados en tapial de argamasa (Fig.4). (10) Lo que no parece ofrecer ninguna duda, es que la mitad superior del alzado de la muralla es contemporáneo a la construcción de la torre, pues en una de las tapias de la primera se observa una piedra de gran tamaño que está embutida en la obra trabando ambas estructuras (Fig.4). (11) BERNABÉ GUILLAMÓN, 1993:324. (12) La longitud conservada en sus costados era de 2 m. y el grosor de 1,40 el oriental y 1,20 m. el occidental, presentando un hueco interior de 2,20 y una anchura total de 5 m. (BERNABÉ, 1993:324). (13) Las torres 1 y 2 están también separadas por un espacio de 5 m. que coincide en parte con el tramo en el que la muralla ha desaparecido, lo que se correspondería perfectamente con el tipo de ingreso señalado, pues tanto el frente de las torres como el espacio central entre ellas tendrían 5 m. de longitud. (14) Como puede apreciarse en la (Fig.5), la mayor parte de la cimentación de la torre 2 está embutida en el nivel II, que proporcionó una cerámica encuadrable entre el siglo XII y los primeros años del XIII. (15) Son escasas hasta el momento las obras de fortificación de la ciudad y de los puntos de acceso a la misma de las que tengamos constancia en el siglo XIII, lo que no quiere decir que no existieran. Entre las primeras, figuraría además de la que nos ocupa, el caso ya mencionado de la torre cuya lápida conmemorativa fue traducida por L. Provençal (1931:101-2), a éstas puede sumarse, como veremos a continuación, el

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torreón oriental. Entre las segundas, destaca el palacio fortificado de Larache (MANZANO y BERNAL, 1993:165-6) y el conjunto de El Portazgo (POZO, 1988:412), también una obra inacabada; aunque en este último caso no está clara su adscripción a los siglos XII o XIII. (161)BERNABÉ, 1993:321-22. (17)Trabajos realizados por el autor de este artículo en el n.º 58 de la citada calle durante 1992. (18)También las obras del nuevo Alcázar, a principios del siglo XV, fueron dirigidas por un maestro musulmán llamado Mahomet, y cuando los braceros de la ciudad escasearon por las necesidades agrícolas de la Huerta, fueron llamados para sustituirlos «... moros de Ricote, Campos y Albudeite» (FRUTOS BAEZA, 1934:86-87). (19) Ignoramos si durante el proceso de limpieza y documentación supervisado por Julio Navarro en 1981 en el vecino solar del Colegio de Arquitectos, aparecieron los restos de esta vivienda. Lo que sí se aprecia en una fotografía recientemente publicada por García Antón (1993:169), es la existencia de la gran atarjea que discurre también paralela e intramuros de la cerca. (20) Esta atarjea que apareció cubierta con grandes losas de arenisca ya fue descrita al tratar de la muralla. La estructura, sin duda contemporánea a la vivienda, se adosó a la muralla preexistente. (21) La utilización en los alzados de mampostería dispuesta en spicatum, denota cierto arcaismo que se encontraría a caballo entre las fases I y II del palacio de la calle Fuensanta (BERNABÉ y LÓPEZ, 1993:1826). (22) En este sentido, el perfil de C-7 que aparece en la figura 8, carece también de los estratos pertenecientes al siglo XIII, que parecen estar arrasados por los niveles mudéjares (sobre el pavimento 2). (23) Estas dos últimas estructuras, presentan una rotura central producida por una profunda zanja de 4 metros de anchura que, proveniente de la calle Jara Carrillo, rompe todo a su paso hasta dar con la muralla (Fig.9). La zanja, que destruye también la crujía oriental de la vivienda islámica, podría ser la misma mencionada por Amador de los Ríos al relatarnos una noticia, no exenta de cierta dosis de leyenda, facilitada por los obreros que construyeron el edificio de los Zabalburu:»...fué descubierta por los trabajadores la entrada de una galería subterránea ó mina, por donde, no sin exposición y con lodo hasta la cintura, penetraron aquellos, encontrando a cierta distancia en ella un recinto ó espacio á modo de plaza, revestido de mármoles, del cual partían otras tres galerías...» (AMADOR DE LOS RÍOS, 1.889:330, nota 2). (24) Esta misma circunstancia ha sido también señalada para otros solares de muralla de la calle Cánovas del Castillo (BERNABÉ y MANZANO, 1994). (25) Como sabemos por diferentes documentos (GARCÍA ANTÓN, 1993:220) y especialmente por un Acta Capitular de 1.421, en la que el Concejo se lamentaba de que «...las gentes se ensuziaban en la dicha barbacana e lançaban en ella gatos e perros muertos e otras fedentyñas malas...» (ARAGONESES, 1966:31;TORRES FONTES, 1989:172). (26) Ya desde el tercer cuarto del siglo XIII, existen noticias de diversas obras de reparación en la muralla, siendo especialmente importantes las reconstrucciones llevadas a cabo en la segunda mitad del XV (ROSSELLÓ y CANO, 1975:61-3), en unas defensas que debían encontrarse ya muy degradadas. Las Visitas del siglo XVI, constatan este estado ruinoso de la cerca que continuará así hasta su total demolición o absorción por el caserío urbano (GARCÍA ANTÓN, 1993:130). (27) En un reciente trabajo de J. Navarro y P. Jiménez, se menciona el error de algunos antiguos investigadores, en concreto de F. Ponzoa (1.845) y Amador de los Rios (1.889), al afirmar que existía un «alcázar mayor» islámico en el solar donde después se construyó el alcázar enri-

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queño (NAVARRO y JIMÉNEZ, 1994:222 y 228). En efecto, esta afirmación, como las excavaciones realizadas han demostrado, carece de fundamento (BERNABÉ, 1993:326). (28) En la que los materiales se disponen generalmente alternando una hilada de piedras con dos o tres de ladrillo, presentando éstos un módulo de 30 x 15 cm. que ha sido documento también en otras obras de filiación mudéjar y que es mayor que los 28 x 14 y 26 x 13 cm. de los ladrillos utilizados habitualmente en las obras islámicas (BERNABÉ y LÓPEZ, 1994:159). (29) Esta información permite saber que los portillos se abren para acometer con más facilidad las obras del nuevo Alcázar, aunque no podamos establecer con seguridad la relación entre ellos y los tramos reparados. (30) García Antón, basándose en planos de Martínez de la Vega, ofrece algunos datos a cerca del aspecto de dicha fortaleza, en concreto sobre la existencia de un gran torreón cuadrado con tres puertas que se localizaría en su entronque con el Puente Viejo, dominando así la entrada a la ciudad (GARCÍA ANTÓN, 1993:189). (31) El pavimento 5 de la figura 10 fue documentado extramuros, sobre el dorso del acodamiento oriental del antemuro y en el sector de barbacana inmediato(Fig.7). Lo que configura un espacio con dos salas comunicadas entre sí mediante un vano abierto en el bastión, en un momento en el que las estructuras defensivas estaban prácticamente amortizadas. (32) Lo que también ha sido señalado recientemente por S. Gutiérrez (1993:61) para todo el territorio de Tudmir. (33) El nivel II comprende la colmatación sobre los pavimentos 1 y 2 de las figuras 6 y 10, por lo que el segundo de estos suelos debe considerarse como una reparación del pavimento originario, el n.º 1. No apreciándose ninguna diferencia cronológica significativa en la cerámica documentada entre ambos suelos. (34) Aunque es evidente el origen valenciano de estas producciones y hasta el momento no se han encontrado en nuestra ciudad los alfares destinados a su fabricación, parece improbable que la procedencia de un tipo cerámico de tanto éxito entre los ss. XIV y XVI se limite sólo a una determinada región sin que haya sido prontamente imitado en otros lugares. Así, ya el cronista de los Reyes Católicos Lucio Marineo Sículo, en su obra de 1.539 «De las Cosas Memorables de España», hacía referencia a las fábricas de cerámica de reflejo metálico ubicadas en distintos lugares del reino, citando, además de las de Valencia, las de «...Málaga, Barcelona, Murcia, Murviedro y Toledo» (TRABAJOS DEL MUSEO DE MALLORCA, 47, pp. 46-7). Manteniéndose a propósito de esta cuestión una polémica entre el francés J. Charles Davillier y el mallorquín A. Campaner y Fuertes en la segunda mitad del siglo pasado (1861-1876). Así pues, durante el siglo XV, la producción de loza dorada se extendería a otras regiones siendo Murcia una de ellas. La gran cantidad de piezas de este tipo que aparece en niveles con la cronología reseñada, se entiende mejor si suponemos una fabricación local capaz de abastecer una fuerte demanda sobre estas producciones, por lo que parece evidente el origen murciano de buena parte de ellas. (35) MANZANO, 1993;BERNABÉ, 1993;BERNABÉ y MANZANO, 1994. (36) Aunque sabemos que ciertas series de «lozas azules» y «azules y doradas» comparten la misma cronología (LERMA et al., 1984:194), la mayor parte de las piezas recuperadas aparecieron en éste nivel IV. (37) Asociado a todos estos materiales del nivel IV, existe además un numeroso conjunto de fragmentos de pulserillas de vidrio, tanto lisas como estriadas, que aparecen coloreadas en verde, melado, azul cobalto y negro.

SONDEOS ARQUEOLÓGICOS EN LA GLORIETA DE MURCIA

Julio Navarro Palazón Juan Antonio Ramírez Águila

MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

ENTREGADO: 1994

SONDEOS ARQUEOLÓGICOS EN LA GLORIETA DE MURCIA

JULIO NAVARRO PALAZÓN, JUAN ANTONIO RAMÍREZ ÁGUILA Centro de Estudios Árabes y Arqueológicos «Ibn Arabí»

Planimetría: JOSÉ A. GIL ABELLÁN Palabras clave: muralla, alcázar, refugio antiaéreo, espigón, urbanismo. Resumen: Con motivo de la construcción de un aparcamiento subterráneo en la Glorieta de Murcia, realizamos dos catas arqueológicas que permitieron evaluar el impacto de las obras sobre los restos del subsuelo. La intervención realizada a principios de 1990 mostraba que nos hallábamos ante un espacio situado extramuros de ciudad islámica, con una secuencia estratigráfica que permitía ver como había sido progresivamente ganado al río entre los siglos XV a XVIII, cuando queda definitivamente incorporado a la ciudad como plaza pública. La intervención también permitió documentar unos refugios antiaéreos de la pasada Guerra Civil y restos de antiguas obras de encauzamiento y defensa del Segura.

Abstract: Because of the construction of an underground parking at the Plaza Glorieta, in Murcia, we made two archaeological drillings in order to evaluate the incidence of the works upon the buried remains. The intervention, made at the beginning of 1990, showed that this space was located outside the islamic city wall. The stratigraphical sequence allowed us to apreciate how the area was gained from the riverside, between the XV and the XVIII centuries, when it was finally incorporated to the city as a public square. We also could document some air-raid shelters from the last Civil War (1936-39) and the remains of several Segura’s embanking and defense old works.

En el marco de la política municipal de descongestión del tráfico en la ciudad de Murcia, se eligió la Plaza de la Glorieta de España para ubicar un aparcamiento subterráneo de dos plantas. La elección se vio acompañada de cierta controversia, pero la mayor polémica surgió en el ámbito arqueológico cuando hubo quienes apuntaron la posibilidad de hallar en la plaza los restos del alcázar islámico. En nuestra opinión y atendiendo al modo en que los diferentes hallazgos arqueológicos condicionan el urbanismo actual, consideramos tal supuesto desde un primer momento como harto improbable.(1) Pero dado el desconocimiento del trazado exacto de la muralla medieval en este sector de la ciudad, así como la posibilidad de hallar instalaciones hidráulicas, artesanales o de paso sobre el Segura, y la proximidad a la Dar ax-Xarife

(que suponíamos bajo el actual edificio del Ayuntamiento), estimamos necesaria la realización de unas catas arqueológicas para evaluar la incidencia del aparcamiento sobre los restos que pudiese contener el subsuelo de la plaza.

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PLANTEAMIENTO Y PRIMEROS RESULTADOS

El aparcamiento proyectado ocupaba la mayor parte de La Glorieta y se extendía bajo la Avenida del Teniente Flomesta con una planta rectangular, ampliada en sus extremos E y W por los ábsides destinados a las rampas de comunicación entre plantas (fig. 3). Dada la amplitud de la superficie a construir y la profundidad que alcanzaría el desfonde (en torno a -7 m. desde el

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Figura 1. Panorámica de La Glorieta desde el Edificio Victoria. Los refugios antiaéreos son visibles en el centro una vez iniciadas las obras.

nivel actual de La Glorieta), iniciamos la apertura de dos cortes transversales de 2,50 m. de ancho por 32,50 m. de largo, el primero en el extremo oriental del aparcamiento (ante la estatua del Cardenal Belluga) al que denominamos Corte A, y el segundo a la altura del extremo occidental de la manzana de edificios que ocupa el Ayuntamiento (coincidiendo con la futura ubicación de los conductos de ventilación del aparcamiento), al que denominamos Corte B(2). Sin embargo, la sólida presencia de unos «refugios antiaéreos»(3) de la última contienda civil en el centro de la plaza y a pocos centímetros de la superficie (figs. 1, 2 y 3), motivaron la división de cada uno de los cortes en un sector Norte y otro Sur (fig. 3), cuyo resultado exponemos a continuación(4). CORTE A

Sector Norte: Alcanzó una cota de -4,70 m. sin hallar estructuras en su perímetro, a excepción de un colector de

aguas residuales de la primera mitad del presente siglo en los niveles superficiales. El mal estado del terreno, poco compacto, y la aparición de fango a esa profundidad, hicieron imposible avanzar más en su excavación. La estratigrafía, extrapolable al resto de la plaza, presentaba un buzamiento casi imperceptible hacia el río en la que distinguimos los siguientes niveles y estratos, desde su superficie hasta la profundidad alcanzada: -Nivel I: Corresponde al pavimento actual de la plaza, con los estratos a, b y c de preparación del mismo. -Nivel II: Relleno muy suelto para nivelación de la plaza, con un estrato d conformado por arcillas de textura gruesa y otro denominado e de textura más fina. -Nivel III: Relleno sin compactar de escombros y restos de derribos urbanos con abundancia de ladrillos, tejas, yesos, cal y cerámica de los siglos XVII y XVIII. En él distinguimos los siguientes estratos: f de textura arenosa con piedras pequeñas y restos de cal de derribos; g de color grisá-

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Figura 2. Panorámica de La Glorieta desde la galería del Palacio Episcopal con presencia de los refugios.

ceo rico en teja y ladrillos, con algunas bolsadas de ocre; h de tono verdoso muy veteado y con restos de escombros; i de tono verde más oscuro y textura arenosa; j de limos con tono marrón; k formado por cenizas y carbones con gran presencia de escombros y cerámica. -Nivel IV: Claro nivel de inundación formado por los estratos l, de limos con tono grisáceo, y ll, más rojizo con vetas grisáceas. -Nivel V: Nuevo nivel de vertedero conformado por el estrato m, similar al estrato k pero más rico que éste en escombros, cerámica y restos orgánicos. -Nivel VI: Potente nivel con alternancia de estratos de limos procedentes de las sucesivas avenidas del Segura, entre los que distinguimos los siguientes: estrato n, de color gris claro y muy compacto; o también muy duro pero tono más rojizo por su gran riqueza en hierro, ya que al contacto con el aire su superficie se oxidaba rápidamente y tomaba un color anaranjado; p similar al estrato n; q como el estrato o; r cons-

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tituido por una delgada capa de limos violáceos; s de limos muy compactos y duros con un color marrón rojizo veteado de gris, también muy rico en hierro. Este último estrato es el de menor presencia en restos orgánicos, con escasos fragmentos cerámicos pero todos ellos claramente islámicos y fechables en torno al siglo XIII. Por su parte inferior presentaba una transición gradual hacia un terreno fangoso que obligó a concluir aquí la excavación. Sector Sur: La estratigrafía era, a grandes rasgos, similar a la del Sector Norte, distinguiendo igualmente 6 niveles, sin correspondencia exacta con los anteriores: -Nivel I: Conformado por el pavimento actual de asfalto de la Avenida del Teniente Flomesta y sus capas de preparado. -Nivel II: Antiguo pavimento de adoquines de la avenida y su preparado. -Nivel III: Conformado por sucesivas capas de escombros de color blanco debido a la abundancia de yeso, las

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Figura 3. Plano de situación de los refugios antiaéreos y del aparcamiento según el proyecto inicial.

cuales elevan el nivel de la avenida respecto al de la Glorieta, protegiendo a ésta de las avenidas del río. -Nivel IV: Compuesto por limos de inundación con tono marrón. -Nivel V: Diversos estratos de vertidos de basurero y escombros (con lozas de los siglos XVIII y XIX) alternando con finos limos de claro buzamiento hacia el río. -Nivel VI: Extensa capa de arenas muy finas que corresponden a una antigua playa fluvial. El posterior desfonde del espacio a construir permitió comprobar que esta capa se prolongaba a lo largo de toda la plaza, alcanzando una gran potencia. En este sector hallamos también un muro que lo atravesaba diagonalmente con dirección NE-SW. La posterior ampliación del corte permitió identificarlo como un espigón perteneciente a alguna antigua obra de defensa y encauzamiento del río (figs. 4 y 6). Su planta conformaba un triángulo cuyo vértice se dirigía hacia el río, pero había quedado seccionado durante la construcción de los refugios

antiaéreos. Estaba realizado con grandes sillares de arenisca en su cara externa y enlucido con estuco, mientras su interior era un relleno de tierra y escombros. Durante su existencia en uso debió recibir periódicas intervenciones de mantenimiento, como muestra la presencia de un recrecido de mampostería con piedra trabajada sólo en su cara vista y luego enlucida, pese a lo cual su estado de conservación era malo. La estructura quedaba sellada por una fina capa de ceniza y carbón de apenas 10 cm. de potencia, que contenía cerámica del siglo XVIII y se prolongaba a todo lo largo del perfil Sur del desfonde del aparcamiento, dividiendo en dos el potente estrato de arenas fluviales del Nivel VI. CORTE B

Sector Norte: Su apertura resultó muy difícil y hasta peligrosa, ya que las filtraciones de agua de las fuentes de la Glorieta a lo largo de los últimos años y la propia naturaleza de un terreno formado por rellenos y escombros poco compacta-

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Figura 4. Vista del espigón de un antiguo encauzamiento del Segura.

dos, hacían que éste presentara muy poca consistencia, por lo que los perfiles se venían abajo una y otra vez haciendo necesaria la obtención de secciones escalonadas del mismo. Su estratigrafía coincidía aproximadamente con la del Corte A en su Sector Norte, de la que destacaba un oscuro nivel de cenizas y carbones, aquí más potente, pero sin estructura alguna. Sector Sur: Con idénticos problemas a los sufridos en el Sector Norte, su estratigrafía resultó una prolongación de la obtenida para el Sector Sur del Corte A, conformada por rellenos del siglo XIX bajo la Avenida del Teniente Flomesta, alternancia de niveles de escombros con limos fluviales y bajo todo un gran nivel de finas arenas divididas por el delgado estrato negro de cenizas y carbones. EVOLUCIÓN DEL ESPACIO DE LA GLORIETA

Para una mejor interpretación de la serie estratigráfica obtenida en el subsuelo de la Glorieta, efectuaremos un

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rápido recorrido por la evolución que este espacio ha conocido a lo largo del tiempo. El tramo Sur de la muralla islámica de Murcia, que poco a poco va siendo desvelado (ver plano de J. NAVARRO PALAZÓN adjunto a la obra de J. GARCÍA ANTÓN, 1993), debía ceñirse al trazado que el curso del río describía en el momento de su construcción, haciendo éste las funciones de foso natural del sistema defensivo(5). Al mismo tiempo la muralla y su antemuro constituirían una defensa frente a las frecuentes crecidas del Segura, pero no debían ceñirse las aguas a la muralla, sino que entre ambos existiría una suave pendiente arenosa que posibilitara la circulación desde distintas puertas hacia el principal puente de la ciudad, revelándose la importancia de las comunicaciones en este sector. Los textos islámicos hablan de puentes sobre barcas(6), pero ya en 1277 Alfonso X autoriza la construcción de tiendas sobre la puente mayor que quieren fazer de cal et de canto, y debajo molinos(7), que se venía ubicando en el

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Figura 5. Secciones actuales de La Glorieta con indicación de las estructuras halladas en su subsuelo durante las dos intervenciones arqueológicas.

camino de Cartagena, es decir, en el lugar del actual Puente Viejo. Éste conocerá numerosas reparaciones, será reedificado bajo Fernando IV, reconstruido en 1382 tras una fuerte riada que lo arruinó y finalmente trasladado a su emplazamiento actual junto a La Glorieta, seguramente a principios del siglo XV (cuando se construye el Alcázar Nuevo) con un sólo arco. Será sustituido por uno nuevo en 1579(8), debiendo ser entonces cuando se añadiera una sexta piedra al Molino de las Coronas, el más importante de la ciudad ubicado en la orilla del Arenal, ante el torreón de la Inquisición y bajo uno de los arcos del puente, que permaneció en uso hasta finales del siglo XVIII(9). Cuando iniciábamos una segunda intervención en la Glorieta(10) detectamos la presencia de una estructura semicircular en el extremo occidental del solar del aparcamiento, en el ábside W de las rampas de comunicación entre plantas, que viniendo desde el Puente Viejo se dirigía hacia la esquina SW del bastión descubierto entonces. Construida en mampostería muy frágil y de cronología claramente moderna, quizás haya que ponerla en relación con el espigón del extremo opuesto de la plaza o con el molino que acabamos de mencionar. Fue éste un espacio siempre ligado a los centros de poder de la ciudad. Junto a él estuvieron los locales donde el concejo celebró sus reuniones, desde que el 18 de mayo de 1267 Alfonso X le hiciera donación del Dar al-Sarif o «Casa del Príncipe»(11), aunque como su tamaño era estimable una parte del mismo se destinó a residencia de los adelantados del reino, hasta que en 1423 se entregó en propiedad a Alonso Yáñez Fajardo, que en aquel tiempo detentaba el cargo(12). Su estructura original se mantendría con numerosas reformas hasta su demolición definitiva; la parte dada a los

adelantados desaparecerá en la primera mitad del siglo XVIII, cuando se inicie la construcción del nuevo Palacio Episcopal, mientras la parte del concejo llegará hasta mediados del siglo XIX, en que dará paso a la actual Casa Consistorial. Ya durante las obras efectuadas a mediados del siglo XVI el Concejo había incorporado a sus salas el espacio del adarbe situado frente a ellas, mediante un amplio corredor frontero al río(13). Desde 1546 se habla de la construcción de un malecón en esta parte del río, continuación del antiguo que llegaba hasta San Francisco(14). Con tal motivo se allanó el Arenal y se recreció el muro del río, dando anchura a la angostura existente entre la caja del río y la torre Caramajul, formándose una hermosa explanada que poco a poco fue haciéndose predilecto paseo de los caballeros(15). Cascales, en sus Discursos que datan de 1621, refleja el aspecto que entonces presentaba esta zona cuando enumera las puertas del recinto murado. Dice refiriéndose a la del Sol que es rica con su espacioso arenal, y antepecho de la ribera de Segura, y con las casas de la Ciudad, morada de los Corregidores, llamadas en otro tiempo Daraxarife(16). En 1665, ante el peligro que suponía la presencia de los molinos bajo el puente surge la propuesta de eliminarlos, pues durante las avenidas dificultaban el tránsito de las aguas. Pocos años después se inicia el proyecto de Luzón para un nuevo y más sólido malecón que, sin embargo, será destruido por la riada de 1701. Habrá que esperar hasta 1735 para que el futuro Cardenal Belluga concluya las obras definitivas, consistentes en un muro con revestimiento de la cara exterior y camino por bajo, para impedir el paso de carros por su cima, aprovechando la existencia de obras anteriores. La coincidencia de tal descripción con la que más arriba

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Figura 6. Planta interior y de cubierta de los refugios antiaéreos.

haciamos del espigón hallado por nosotros en el Corte A, nos hace considerar que se trate de los restos de ese mismo encauzamiento. Su posición perpendicular al curso del río favorecerá la acumulación en él de las arenas transportadas por las aguas, contribuyendo a la expansión de esa auténtica playa a orillas del Segura que ya era el Arenal, a la que Polo de Medina hace referencia en una de sus obras(18). Como es sabido y vemos, el topónimo de Arenal será con el que desde tiempos inmemoriales se designe a este espacio, arenas que acabarán por cubrir el espigón tras el cual la población continuará arrojando escombros que elevarán continuamente el nivel del terreno. Por entonces era éste, además del paseo preferido por la nobleza local, el lugar donde que se organizaban espectáculos taurinos. En 1718 se iniciaba la construcción de un nuevo y sólido puente de piedra junto al Alcázar desde el que partirá el Camino Real de Cartagena. Fue proyectado por Toribio Martínez de la Vega y continuado por Jaime Bort Miliá, concluyéndose en 1742 como Puente de los Peligros por la imagen que se colocará en él para la protección de la ciudad ante las avenidas(19). Pero a mediados de esa misma centuria va a tener lugar un hecho que vendrá a definir la actual fisonomía de La Glorieta; el Prelado don Juan Mateo López se hacía cargo del

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Obispado de Cartagena. Llegaba de Roma con las nuevas ideas urbanísticas que recorrían Europa y será él quien tome la decisión de construir un nuevo palacio episcopal, pues el antiguo, construcción de origen islámico situado en la calle de Salzillo, se hallaba en pésimo estado(20). Para su ubicación se eligió un terreno situado frente a éste y junto al Concejo, que desde el siglo XV permanecía en propiedad del Mayorazgo de los Vélez, aunque estaba ocupado por construcciones humildes que afeaban tan noble entorno. La propiedad fue permutada por unas casas en la plaza de San Antolín y cierta cantidad de dinero. Importantes transformaciones urbanísticas en el área acompañarán a la construcción. Ante el nuevo palacio se crea la Plaza de Belluga, proporcionando el espacio escénico que la fachada catedralicia (entonces en construcción) y la propia sede episcopal demandaban. El Obispo Mateo decidió que sería necesario urbanizar también el espacio posterior del palacio, es decir, el extremo oriental de la actual Glorieta. Para ello tendrá que renunciar a una parte importante de la propiedad permutada que debía llegar hasta la misma línea de fachada del Seminario de San Fulgencio y del Colegio de San Isidoro (actual Instituto F. Cascales). A fin de dar al palacio la geometría deseada se adoptó la alineación del edificio concejil, lo cual creaba un problema de unión con la

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Figura 7. Vista interior del Refugio C.

fachada del Seminario que presentaba distinta orientación y se adelantaba más hacia el río. La solución fue extraña y novedosa a la vez que brillante: consistió en interponer en la unión de ambas fachadas una construcción o galería a modo de apéndice palaciego proyectado hacia el Segura, el llamado martillo que formando ángulo recto con la fachada del palacio regularizaba el espacio del Arenal y le imponía un límite. Entre el nuevo palacio y la casa del Concejo, el obispado adquirió unas propiedades (llamadas casillas de Melero) de las que el Ayuntamiento recibía rentas por ser terreno de la muralla, y en ellas abrió una calle que separó ambos edificios(21) (la actual calle del Arenal, antes de Ambrosio de Salazar). En 1768 se concluían las obras que definieron un nuevo espacio entre este apéndice o martillo, y el Alcázar de la Inquisición frente a él, construido como Alcázar Nuevo por Enrique III a comienzos del siglo XV. Seguramente los propios escombros de los edificios derribados sirvieron para allanar la superficie, vertiendo sobre ellos la arena acumulada por el río. Los límites laterales los marcaban la fachada posterior del Palacio, la del Concejo y Cárcel

Real, las casas de la calle de Tomás Maestre y el muro del río frente a ellas dando contorno a la plaza. Las puertas del Puente y del Sol (a esta última se le dio amplitud en 1737 parece que sin ser totalmente demolida) y la calle creada entre el Palacio Episcopal y Casa de Corte, comunicaban el Arenal con el interior de la ciudad, mientras el Puente de los Peligros lo hacía con la orilla opuesta. De este modo nacía la plaza que hoy conocemos a partir de la muralla medieval, un espacio hasta entonces situado a extramuros e incorporado a la ciudad al mismo tiempo que eran creados otros similares, como la propia Plaza de Belluga ya mencionada, y la de Camachos inaugurada en 1759 con funciones de plaza de toros, compartiendo entre sí los nuevos ideales urbanísticos barrocos. La concepción que el Obispo tenía del volumen creado en el Arenal, sin duda llevado por el entusiasmo ante las obras emprendidas, le hará decir que sería, desde la entrada del puente o del frente de la huerta, una de las cosas más insignes y vistosas que abrá en ninguna de las capitales de España(23). Sin embargo, esta opinión no será unánime, y en febrero de 1758 Bernardo de Rojas critica la construcción del martillo, pues además de que se cortó este paseo que hera publico, aun para el aspecto se perjudico pues seguian al palazio las nuevas y hermosas obras de los colejios de San Fulgenzio, San Isidoro y Hospital de San Juan de Dios (24). En tiempos de Floridablanca se acometerán nuevas obras de encauzamiento y embellecimiento del cauce del Segura, con dos grandes muros de sillares desde el puente hasta el Canal de la Condomina, según un proyecto que data de 1785(25). En 1803 el Arenal será empedrado por primera vez, desapareciendo la cualidad que le había dado nombre. En 1824 se construye sobre él un primer paseo aprovechando materiales del viejo Alcázar, por entonces derribado, y se erige la estatua de Fernando VII que será destruida por un atentado en 1837, cuyo pedestal sostiene hoy la de Floridablanca en el jardín a él dedicado. Entre 1840 y 1841 es reparado el muro del Arenal con el río y reformado el puente, eliminando los triunfos y estatuas que lo adornaban. En 1848 es ensanchado, aunque de manera insuficiente, ya que en 1865 se volverá a ampliar hasta adquirir su aspecto actual con aceras a los lados y verjas de hierro(26). Entre 1846 y 1847 es reformado el edificio del Ayuntamiento, trasladando las reuniones del concejo al convento de Santo Domingo.

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Figura 8. Plan de defensa antiaérea de Murcia c. 1938. Traslado sobre plano actual de la información existente sobre el plano original. A.M.MU., 0’79/35(84).

Hacia 1850 escribía Madoz que magnífica y sorprendente es la vista que se ofrece al que viniendo de Cartagena o Andalucía entra por la puerta del puente y se sitúa en medio de él, pues verá de frente una estensa esplanada en cuyo centro hay una bonita glorieta ó paseo y por sus costados corre una línea de edificios notables de E a O, y añade más adelante que en Murcia, las plazas son varias y la principal se titula de la Constitución o Arenal, en cuyo centro hay un bonito paseo plantado de naranjos y muchos árboles de adorno con asientos para comodidad de los concurrentes (27).

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Desde entonces pocos cambios conocerá el lugar, prácticamente hasta la construcción de los refugios antiaéreos de 1937, que tras la contienda recuperará su fisonomía anterior. En cuanto a su denominación irá reflejando los avatares históricos del país y cambiando al ritmo de los acontecimientos políticos. Así conocerá los nombres de Glorieta de la Constitución (que citaba Madoz), Glorieta de Alfonso XII, Paseo de la Reina Victoria, Plaza del 14 de Abril y el actual de Glorieta de España.

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Figura 9. Proyecto desechado de un refugio para la Plaza de Santo Domingo.

Las peligrosas avenidas del Segura harán insuficiente el nivel alcanzado por la plaza, que una vez conformada como espacio urbano integrado en la ciudad necesitará la barrera de protección que le brindarán los nuevos muros de contención y los continuos vertidos urbanos tras ellos, de los que surgirá la Avenida del Teniente Flomesta a modo de malecón. Un dato que ilustra la rápida elevación de esta avenida es que el pavimento de adoquines de pórfido con que fue cubierta en 1955 se encontraba ya a casi medio metro del asfalto actual. A finales de los años cincuenta, completando las reformas que llevaron a la apertura de la Gran Vía, serán derribadas las casas mencionadas de la calle Tomás Maestre, construyéndose las fuentes y jardines que hoy adornan y dotan de su peculiar personalidad a la Plaza de la Glorieta, restituidos tras la construcción del aparcamiento subterráneo que motivó el presente estudio. LOS REFUGIOS ANTIAÉREOS DE LA GLORIETA

Puesto que la construcción del nuevo aparcamiento supondría la destrucción de los refugios antiaéreos existentes bajo La Glorieta, consideramos necesario efectuar una

documentación de los mismos lo más completa posible. De este modo pudimos comprobar que se trataba realmente de tres refugios independientes dispuestos hacia la mitad sur de la plaza, junto a la Avenida Teniente Flomesta (fig. 3), que denominamos mediante letras mayúsculas: A, para el situado al este, B para el central, y C para el occidental (fig. 6). Cada uno de ellos presentaba dos escaleras de entrada, una por cada costado. Las ubicadas en el flanco Norte estaban muy transformadas por la instalación a través de ellas de las tuberías que alimentaban las fuentes de La Glorieta, habiendo sido acondicionadas como registro y albergue de los motores. Por ellas se descendía hasta un primer espacio cuadrado en cuyo suelo se abría el sumidero de un pozo ciego que facilitaba la evacuación de aguas, y tras girar por un ingreso acodado que protegía el interior, se llegaba a los refugios propiamente dichos. Su estructura consistían en dos largos pasillos paralelos y separados por un sólido muro central de 1 m. de grosor en el que se abrían varios pasos de uno a otro lado (fig. 7). Junto a los muros perimetrales y por cada uno de los fondos corría un pequeño poyo para asiento de los refugiados. La anchura de los pasillos era 1,50 m. y su altura de 1,90, mientras su longitud variaba desde los 29 m. del refugio B a los 39,50 del C, siendo la longitud total interior de los tres de 100 m. y su anchura de 4, lo que proporciona una capacidad teórica aproximada para 925 personas de pie y 368 sentadas, totalizando 1.293 refugiados. No obstante, oficialmente se estimaba su capacidad en 2.200 plazas(28), si bien es cierto que en la práctica y durante una emergencia su capacidad real podría aumentar, difícilmente se alcanzaría tal cifra. La cubierta adintelada presentaba un grosor de 1,20 m., realizada con sucesivas capas de hormigón de cemento hasta un número de 3 (más gruesa la inferior), separadas por otras 2 de tierra. Este modo de construirla permitía amortiguar posibles impactos y la dotaba de gran resistencia, como quedó demostrado durante su demolición. La cubierta tenía unas dimensiones exteriores de 108,50 por 11,80 m., es decir, bastante más amplia que los pasillos que cubría, generando una sección en «T» tanto longitudinal como transversalmente al sobresalir unos 2,80 m. a lo largo de todo el perímetro de los refugios. Como ventilación poseía unos orificios que atravesaban la cubierta dispuestos de forma más o menos regular junto a los muros exteriores y en los pasos a través del muro central. Estaban realizados mediante tubos cerámicos ensamblados con tra-

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Figura 10. Planta y sección de los refugios construidos en la Plaza de Santo Domingo.

mos intermedios acodados para dificultar el paso de cuerpos extraños. También estuvieron dotados de instalación eléctrica, a juzgar por los restos de anclaje del cableado y registros que se veían en el techo, retirados al terminar la contienda. Toda la construcción se hizo en hormigón armado encofrado contra el terreno excavado, por lo que su estado de

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conservación era excelente, si bien en su interior se acumulaban basuras y fango. LOS PLANES DE DEFENSA ANTIAÉREA DE MURCIA EN 1936 Y SU INCIDENCIA ARQUEOLÓGICA

La existencia de los refugios antiaéreos que tuvimos la

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Figura 11. Proyecto inicial de un refugio para la calle de Santa Teresa.

ocasión de documentar hay que ponerla en relación con un plan global de defensa de la ciudad consistente en la distribución por plazas y espacios públicos de estas construcciones subterráneas, complementadas con una serie de puestos de socorro (fig. 8). La mayor parte de los refugios están dentro del casco histórico y destruyen el depósito arqueológico en puntos que pudieron resultar de gran interés, de los que en ocasiones se recogieron algunos restos cerámicos(29). El Comité de Defensa Antiaérea de Murcia, constituido poco tiempo después del estallido de la guerra, dividió la ciudad en tres zonas trazando una línea de Norte a Sur por la calle Trapería, Belluga, calle Arenal y Glorieta. La primera, ubicada en la parte occidental de la línea era denominada San Antolín, la segunda quedaba a oriente de la misma, denominada San Juan, y la tercera se ubicaba al otro lado del río y se denominó como «Barrio». En ellas se proyectó distribuir un total de 43 refugios antiaéreos con capacidad para unas 17.000 personas, de los cuales, a finales de 1938 sólo se

habían construido 27, con una capacidad teórica de 9.330 personas(30) (fig. 8). Para su ubicación se eligieron plazas públicas, jardines y algunos solares que permanecían sin edificar, casi todos de titularidad pública. No obstante sabemos que algunos más fueron concluidos, y así entre los materiales arqueológicos depositados en el Museo Provincial procedentes de los mismos, figuran los del convento de Agustinas (nº 42 de la fig. 8) o el de la calle Madre de Dios (nº 21). De este modo la relación de los que sabemos construidos y su capacidad estimada queda del siguiente modo: REFUGIO LOCALIZACIÓN CAPACIDAD 1 Plaza de toros La Condomina . . . . . .200 personas 2 Ronda de Garay/López Puigcerver . .350 « 3 Plaza de Santa Eulalia . . . . . . . . . . . .300 « 4 Plaza de las Balsas . . . . . . . . . . . . . . .180 « 5 Edif. Correos en Alejandro Séiquer . .200 « 6 Delante Cine Rex . . . . . . . . . . . . . . . .200 « 7 Calle de Floridablanca . . . . . . . . . . . .350 «

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

REFUGIO LOCALIZACIÓN CAPACIDAD 8 Calle de Floridablanca . . . . . . . . . . . .350 personas 13 Plaza de San Juan . . . . . . . . . . . . . . .200 « 14 Plaza de la Cruz Roja . . . . . . . . . . . . .600 « 15 Ante Iglesia de San Juan Bautista . . .300 « 16 Plaza Hernández Amores o de la Cruz500 « 17 Glorieta de España -C- . . . . . . . . . . .700 « 18 Glorieta de España -B- . . . . . . . . . . .800 « 19 Glorieta de España -A- . . . . . . . . . . .700 « 21 Calle Madre de Dios . . . . . . . . . . . .1.500 « 23 Plaza de Santa Catalina . . . . . . . . . . .300 « 27 Plaza Sandoval . . . . . . . . . . . . . . . . . .200 « 28 Plaza de Pedro Pou . . . . . . . . . . . . . .600 « 30 Jardín de Santo Domingo . . . . . . . . .200 « 31 Jardín de Santo Domingo . . . . . . . . .200 « 32 Jardín de Santo Domingo . . . . . . . . .200 « 35 Calle Santa Teresa . . . . . . . . . . . . . . .450 « 36 Caja de Reclutas . . . . . . . . . . . . . . . . .400 « 38 Estación de Ferrocarril . . . . . . . . . . .200 « 39 Estación de Ferrocarril . . . . . . . . . . .200 « 40 Plaza de Zarandona . . . . . . . . . . . . . .300 « 42 Convento de Agustinas . . . . . . . . . . .500 « 43 Calle Polo de Medina . . . . . . . . . . . .150 «

rrió el cauce del río describiendo un meandro aún hoy visible y desplazado cada vez más al Sur por sus propios depósitos, los continuos aportes humanos y las sucesivas obras de encauzamiento (fig. 5). Únicamente en el extremo Oeste del solar, el área que quedaba sin prospectar por impedimentos técnicos, cabía la posibilidad de dar con la antigua cerca medieval cuyo trazado vendría marcado por la antigua alineación de las casas demolidas en la calle de Tomás Maestre (lugar que hoy ocupa la parada de taxis de La Glorieta). Sabemos que durante las obras de construcción del actual Ayuntamiento, su arquitecto J.J. Belmonte dio con un murallón de hormigón romano (sic) que ofrece todas las seguridades que puedan apetecerse, y sobre el que apoyó directamente las crujías de la fachada principal del edificio. No cabe duda que se trata de la muralla y antemuralla islámicas, pues en 1967, M. Jorge Aragoneses tuvo ocasión de documentar ambas en el solar del edificio que ocupa el extremo occidental de la manzana del Ayuntamiento, con claras evidencias de una puerta islámica(33). Ante tales indicios se hacía necesario el seguimiento continuado del desfonde, que pronto ofrecería sus primeros resultados(34). NOTAS

Su diseño recayó en el Arquitecto Municipal, iniciándose la construcción a comienzos de 1937. Las plantas conocidas (la documentada por nosotros y tres más de las que poseemos planos del proyecto inicial figs. 6, 9, 10 y 11-) presentan similitudes propias de la mano común que las diseñó como de las intrínsecas a su carácter de refugios antiaéreos, aunque no parece haber dos iguales. Su aspecto es laberíntico y geométrico, adaptados siempre al espacio elegido para su localización con interiores tan angostos como sus entradas acodadas, por lo que su capacidad fue considerablemente menor a la estimable por el espacio disponible. El dispositivo de defensa civil se completaba con una red de puestos de socorro ya mencionada, hasta un total de 12 (fig. 8), pero éstos no dejaron su huella en el subsuelo de Murcia. CONCLUSIONES

Las catas efectuadas en el perímetro de desfonde para el aparcamiento subterráneo de La Glorieta, habían demostrado que la futura construcción se haría fuera del perímetro murado de la ciudad, en un espacio por el que un día discu-

492

.(1)

El reflejo de esta polémica en la prensa regional y los primeros resultados de las catas arqueológicas, puede verse en: Diario La Verdad de Murcia, de 11, 12, 16, 25, 26 y 28 de enero de 1990. Diario La Opinión de Murcia, de 16, 19, 26 y 29 de enero, 4, 5, 13, 17, 19 y 20 de febrero, y 18 y 19 de mayo, todos de 1990. También una breve referencia en Diario El Sol, de Madrid, de 22 de mayo de 1990, p. 16. (2) Inicialmente, la apertura del Corte B había sido proyectada en el extremo occidental del aparcamiento, donde suponiamos desde un principio que la muralla podría presentar una inflexión hacia el SW-NE, pero la presencia en esta zona de una importante tubería que abastecía de agua a una parte de la ciudad y que aún permanecía sin desviar, hizo imposible su ubicación allí. (3) Su existencia era conocida de antemano, pero no así su ubicación exacta ni dimensiones. (4) Para la realización de los trabajo contamos en todo momento con la valiosa colaboración de la empresa adjudicataria del proyecto, HUARTE, S.A. (5) RAMÍREZ ÁGUILA, J. A. y MARTÍNEZ LÓPEZ, J. A. (e.p.). (6) Para el texto de AL-IDRISI ver: DOZY, R y GOEJE, M.J. (1968). Description de l’Afrique et de l’Espagne. Reimpresión, Leiden, p. 194 del texto y 236 de la traducción. Para el texto de AL-HIMYARI ver: LEVIPROVENÇAL, E. (1938). La Péninsule Ibérique au Moyen Âge d’après le Kitab ar-rawd al-mi`tar fi habar al-aktar d’Ibn `Abd al-Mun`im al Himyari. Leiden, p. 182 y 183 del texto, y 236 de la traducción.

SONDEOS ARQUEOLÓGICOS EN LA GLORIETA DE MURCIA

(7) TORRES FONTES, J. (1963). Documentos de Alfonso X. CODOM, I. Murcia, p. L, 94 y 95. (8) FRUTOS, (1988), p. 69 y 98; ROSSELLÓ y CANO, (1975), p. 59. (9) RIQUELME PACHECO, A., ROSA BARBERO, A. y CÁNOVAS ALMAGRO, F. (1991). Molinos del río Segura: los molinos nuevos. Murcia, p. 29. (10) Meses después de la primera intervención, cuyos resultados presentamos aquí, tuvo lugar una segunda con motivo de la aparición de un tramo de antemuralla en las proximidades de la calle de Tomás Maestre. Ver el trabajo de RAMÍREZ ÁGUILA, J.A., ROBLES FERNÁNDEZ, A. y MARTÍNEZ LÓPEZ, J.A.: «Excavaciones en la muralla islámica de Murcia: el tramo de La Glorieta», en este mismo volumen. (11) TORRES FONTES, CODOM-I, p. 44. (12) HERMOSINO, F. Extracto de los fragmentos históricos, eclesiásticos y seculares del Obispado de Cartagena y Reino de Murcia, ms. de la Col. Vargas Ponce de la Real Academia de la Historia, IX, c. 1734. Citado por PEÑA VELASCO, Concepción (1993). «La ciudad de Murcia y la política del concejo en el barroco». VERDOLAY, 4. Murcia, p. 214 y 215. (13) FRUTOS BAEZA (1988), p. 143. (14) Actas Capitulares de 7 de Febrero de 1546. Citadas por ROSSELLÓ y CANO, op. cit. p. 61. (15) FRUTOS BAEZA, op. cit., p. 143. (16) CASCALES (1980), p. 334a. (17) ROSSELLÓ y CANO, op. cit. p. 61. (18) Citado por FRUTOS BAEZA (1988), p. 191. (19) ROSSELLÓ y CANO, op. cit. p. 82. (20) MARTÍNEZ RIPOLL, A. (1976). (21) FRUTOS BAEZA, op. cit., p. 254 a 256. (22) Ver en este mismo volumen el trabajo titulado EXCAVACIONES EN LA MURALLA ISLÁMICA DE MURCIA: EL SECTOR DE LA GLORIETA. (23) Citado por ROSSELLÓ y CANO, op. cit., p. 86. (24) PEÑA VELASCO, op. cit. p. 221. (25) ROSELLÓ y CANO, op. cit., p. 90 y 91. (26) ROSSELLÓ y CANO, op. cit., p. 112. (27) MADOZ, Pascual (1850). Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de ultramar. Madrid (edición de la voces referentes a la provincia de Murcia preparada por Pedro Segura Artero y M.ª. de las Huertas Chuecos López. Murcia, 1989). (28) Localización de refugios antiaéreos y puestos de socorro de Murcia sobre plano de García Faria. A.M.MU., ref. 35.83. Ver: ROSSELLÓ y CANO (1975), op. cit., p. 154. (30) En los fondos del Museo Arqueológico Provincial se conservan algunos materiales procedentes de la construcción de refugios como el de la Calle Madre de Dios. Ver JORGE ARAGONESES, M. (1966), p. 157, nota 43 y p. 158, nota 53. NAVARRO PALAZÓN, J. (1986). La cerámica islámica en Murcia, vol. I: Catálogo. Murcia, p. IX. (31) Plano citado de los refugios antiaéreos y puestos de socorro. (32) Seguimos la numeración de los refugios reflejada en el plano conservado en el A.M.MU., adaptado en la fig. 8. (33) BELMONTE, J.J. Memoria descriptiva del proyecto de Casa Consistorial de la ciudad de Murcia. A.M.MU., leg. 8, exp. 2. Citado por NICOLÁS GÓMEZ, Dora (1993). Arquitectura y arquitectos del siglo XIX en Murcia. Murcia, p. 193. (34) GARCÍA ANTÓN, J. (1993), p. 191. (35) Ibídem nota 22.

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INFORME SOBRE EL INMUEBLE NUMERO 15 DE LA PLAZA DE LA CORREDERA. CALASPARRA

Indalecio Pozo Martínez Esperanza Ramírez Segura

MEMORIAS DE ARQUEOLOGIA

ENTREGADO: 1986

INFORME SOBRE EL INMUEBLE NUMERO 15 DE LA PLAZA DE LA CORREDERA. CALASPARRA

INDALECIO POZO MARTÍNEZ Y ESPERANZA RAMÍREZ SEGURA

Las distintas interpretaciones que ofrece un documento fechado en 7.VI.1963, depositado en el Archivo Municipal de Calasparra, donde se alude a la guarda de la Villa con motivo de una epidemia de peste, ha suscitado cierta polémica al intentar localizar las puertas y entradas a la Villa de Calasparra. En dicho documento se mencionan las entradas y/o puertas de la Corredera como acceso a la Villa desde el Reino de Granada, Lorca,Caravaca y Moratalla. Al proceder a la demolición de la finca urbana numero 15 de la Plaza. de la Corredera, quedó al descubierto un gran muro de tapial que hizo pensar, en un primer momento, en la posible relación con la entrada y/o puertas (1) mencionadas en la documentación escrita. El Ayuntamiento de Calasparra procedió a la inmediata paralización de la demolición del citado inmueble, y comunico el caso a la Comunidad Autónoma de Murcia. Las autoridades regionales, tras el pertinente informe técnico, decidieron realizar un estudio arqueológico de las estructuras conservadas, tanto en superficie como bajo tierra.(3) DESCRIPCIÓN DE LOS TRABAJOS

El inmueble está situado en el numero 15 de la Plaza de la Corredera y forma un estrangulamiento del acceso a dicha Plaza, hecho que apoyo la hipótesis de la ubicación de la Entrada (Vid. nota 1 y plano 1). Se procedió a picar sistemáticamente las estructuras con-

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servadas del inmueble; quedando al descubierto cuatro muros de tapial que coinciden con las paredes maestras. Tres de los muros paralelos entre si están orientados de N a O, aproximadamente, mientras que el cuarto muro perpendicular a los anteriores a los cuales cierra, tiene una orientación de S a O aproximadamente. El cierre total no se llega a producir debido a la demolición del vértice más próximo a la calle. Es probable que dicha demolición se efectuase con el fin de retranquear el acceso a la Plaza de la Corredera. ANÁLISIS DE LOS MUROS DE TAPIAL.

-Todos los muros presentan puertas, ventanas y cegamientos correspondientes a distintas fases constructivas. -Se observan en algunas zonas de los muros hasta cinco capas de enlucido de yeso, algunas de ellas con grafitos numéricos. -La factura de los muros responde a la técnica del encofrado. -Encofrado. Las cajas son de 90 x 165 cm, fabricadas a base de tierra y agua. -Los orificios del encofrado son circulares, con un diámetro de 3 cm, y una distancia entre ellos de aproximadamente 56 cm. -El muro central de los orientados N-O, tiene mayor altura que los dos restantes para el ajuste de la cubierta a dos aguas. -Del análisis de las estructuras se desprende claramente que nos encontramos ante una CASA.

INMUEBLE NUMERO 15 DE LA PLAZA DE LA CORREDERA. CALASPARRA

Plano 1.

CONCLUSIONES

-El emplazamiento del inmueble, muy alejado del Cerro del Castillo,ya nos hizo dudar en un primer momento de que los restos aparecidos pudieran ser de factura medieval, de lo contrario el antiguo recinto murado medieval hubiera tenido proporciones enormes. Esta hipótesis se ve reforzada por los datos demográficos de Calasparra durante los siglos XV-XVI. Otro dato que incide en este sentido es la ubicación de las Cantarerías y Lavadores a extramuros de las ciudades y villas medievales, y Calasparra no fue una excepción. Si estos Cantareros ya estaban alejados de la zona medieval del Castillo en mayor medida lo estuvo la zona donde se localiza el inmueble de la Plaza de la Corredera (Calasparra). Las dimensiones que tienen las cajas de encofrado (90 x 165) no se ajustan a las habituales en el mundo medieval, sobre todo en cuanto a la altura. Otro dato a significar son los agujeros de encofrado, que en época medieval son siempre de mayores dimensiones con improntas de tablas y

maderas, mientras que los conservados de esta obra son de liceras. - Edificaciones de tapial de tierra de similares características, tapial de tierra, y hay que fecharla hacia mediados o finales del siglo XVII. Una casa ubicada en la calle Alfonso García, de Caravaca, también responde a esta técnica y por el estilo arquitectónico debe corresponder al siglo XVII. Por último para resaltar las dificultades que existen para datar este tipo de construcciones, dada su pervivencia, mencionamos la edificación del Cementerio de Vizcable, Nerpio (Albacete), en tapial de tierra, y cuya obra ha finalizado hace pocos años.

NOTAS

1. El acta concejil de 7-VI-1637 (S-L-LC-2 Doc 1), dice textualmente con motivo de una epidemia de peste que “...

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGIA

Plaza de la Corredera. Planta baja.

Plaza de la Corredera. Planta primera.

se pongan guardas en las puertas y entradas como son las de los Santos Mártires que es la entrada de Hellín, Jumilla y otras partes. Y en la Corredera y Puente de la que es la entrada del Reino de Granada, Lorca, Caravaca, Cehegín y Moratalla...”. Una interpretación critica del texto no permite deducir con seguridad la existencia o no de una puerta, lo cual no quiere decir que no existiera. No obstante, para una mayor comprensión a partir de este momento hablaremos de Entrada de la Corredera. 2. El concejo de la Villa de Calasparra hace donación a los

Frailes Mercedarios en 1.625 de una antigua ermita y huertos colindantes. Esto no quiere decir en modo alguno que las estructuras conservadas correspondan a esta fecha sino que más bien deben ser bastante posteriores. 3. Agradecemos la amable colaboración del Excmo. Ayuntamiento de Calasparra, y muy especialmente del Sr. Concejal de Cultura. También a los Srs. Juan José Císcar Blázquez, Gabriel Alvarez Buendía, y Dña. Magdalena García Martínez, que han contribuido de alguna manera a hacer que nuestro trabajo haya resultado más sencillo y eficaz.

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EXCAVACIONES EN LA MURALLA ISLÁMICA DE MURCIA: EL TRAMO DE LA GLORIETA

Juan Antonio Ramírez Águila Alfonso Robles Fernández José Antonio Martínez López

MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

ENTREGADO: 1995

EXCAVACIONES EN LA MURALLA ISLÁMICA DE MURCIA: EL TRAMO DE LA GLORIETA ( 1 )

JUAN ANTONIO RAMÍREZ ÁGUILA, ALFONSO ROBLES FERNÁNDEZ, JOSÉ ANTONIO MARTÍNEZ LÓPEZ Centro de Estudios Árabes y Arqueológicos «Ibn Arabí»

Palabras clave: arquitectura militar, fortificación medieval, antemuralla, bastión defensivo. Resumen: Analizamos un tramo de la barbacana islámica del flanco meridional donde, por primera vez, se constata la existencia de un bastión de antemuralla en la ciudad, lo que demuestra un interés por proteger este flanco de la medina donde existían varias puertas. Tras la conquista cristiana, se descuida el mantenimientos de la cerca defensiva, que deja de ser saneada, e incluso durante el Protectorado castellano, se adosa al lienzo occidental exterior una vivienda mudéjar que poco más tarde sería arrasada por una inundación. En el transcurso de los siglos XIV y XV, el interior del bastión es habilitado como establo y el exterior transformado en vertedero.

Abstract: We analyse a section of the Islamic barbican of the southern side where, for the first time, the existence of a bastion of wall in the town is confirmed, which demonstrates the interest in protecting this side of the medina where there were several doors. After the Christian conquest, the wall lose its defensive function and it leaves to be repaired. During the Castilian protectorate, a mudejar house is leaned against the western exterior face. This house, a little later, would be destroyed because of a flooding. In the course of the 14th and the 15th centuries, the interior of this bastion is used as a stable and the exterior is become a rubbish dump.

I. PRELIMINARES

En primera instancia afloró una sólida estructura de cal y cantos claramente identificable como un tramo del sector meridional de la antemuralla islámica de Murcia (fig. 2). De esta manera quedaba confirmada nuestra tesis en la que proponiamos un trazado para la muralla que, en este sector, debía ajustarse a la alineación de la manzana de viviendas existente hasta los años cincuenta en el flanco Sur de la Calle Tomás Maestre, a la que sirvió de cimentación(4).

1.1. Circunstancias del hallazgo

El proyecto de construcción de un aparcamiento subterráneo en la Plaza de la Glorieta de España (Murcia) y los resultados de una actuación previa, nos alertaron sobre la posible aparición de algún vestigio de la cerca medieval(2) (fig. 1). Esta posibilidad aconsejó un estrecho seguimiento de las obras de desfonde por parte del C.E.A.A. «Ibn Arabí», que muy pronto dio sus frutos con la detección de restos arqueológicos de necesaria excavación(3). El hallazgo trajo como consecuencia un replanteamiento y reforma de los planos de construcción del garaje, que vio modificada la planta del proyecto original en su ángulo Noroeste con el fin de integrar una parte de los elementos arqueológicos descubiertos.

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1.2. Planteamiento de la excavación

Ante condicionamientos tan habituales en este tipo de actuaciones como la limitación de tiempo, y otros menos usuales como la considerable amplitud que alcanzaba el perímetro de la construcción, debimos limitar el área excavable al entorno más inmediato al bastión (fig. 3).

EXCAVACIONES EN LA MURALLA ISLÁMICA DE MURCIA: EL TRAMO DE LA GLORIETA

igura n.º 1: Tramo meridional de la cerca islámica de Murcia y situación del bastión en la trama urbana (sobre plano de Julio Navarro).

En un planteamiento inicial el elemento arquitectónico quedaba inscrito dentro de un gran cuadrado de diez metros de lado que dividimos en cuatro cortes de 5 x 5 metros, quedando como unidad diferenciada el espacio disponible en el adarbe(5). Tras la decisión por parte de los organismos competentes de integrar la estructura principal en el futuro aparcamiento público, se hizo imprescindible una momentánea interrupción de los trabajos arqueológicos para que la empresa constructora forjara el muro-pantalla perimetral. Cuando nos dispusimos a reanudar nuestras tareas nos encontramos con que el depósito a excavar había sufrido graves alteraciones que obligaron a adaptar el planteamiento inicial de la excavación a las nuevas circunstancias(6). Aparecían unos espacios parcialmente desfondados a ambos lados del bastión (entre ellos el 80 % de la extensión ocupada por una vivienda mudéjar) que, como mal menor, procedimos a acondicionar para documentar sus secciones y completar la excavación en la medida de lo posible.

La superficie interior del bastión, que milagrosamente permanecía intacta, fue dividida a lo largo en dos mitades excavadas alternativamente a fin de obtener su sección longitudinal, mientras que la transversal era trasladada a la línea donde el bastión se abre hacia el adarbe. Al exterior centramos nuestros esfuerzos en el sector Sur, inmediato al bastión, donde procuramos mantener el cuadriculado inicial, aunque fue necesario trasladarlo 2,50 metros hacia el Sur con el fin de completar una cuadrícula externa de 5 x 5 metros (Corte A3, fig. 3). Este espacio sería duplicado algo más tarde cuando abrimos otro en su lado occidental (Corte A4, fig. 3), destinado a completar el registro en extensión de las estructuras de la vivienda mudéjar que afloraban parcialmente en el desfonde del sector Oeste (Cortes B3 y B4, fig. 3) y que pensábamos que podía extenderse en aquella dirección. Como objetivos iniciales pretendiamos completar los conocimientos existentes sobre el complejo defensivo de la ciudad, del que formaba parte este tramo de la barbacana islámica

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Figura n.º 2: Vista general del bastión y la antemuralla.

dotado de un bastión que se adelantaba de forma ostensible de la muralla. Asimismo, por primera vez era posible excavar en condiciones aceptables el terreno más inmediato al exterior a la cerca medieval, teniendo la oportunidad de constatar el papel que el río debió desempeñar en su configuración y cómo condicionó el establecimiento de ciertas actividades económicas o de cualquier otra instalación a extramuros. Para ello se hacía necesario obtener el análisis comparativo de la estratigrafía interior y exterior del bastión que nos permitiera una percepción del proceso evolutivo sufrido por este espacio periférico (conocido durante siglos como El Arenal), desde la fundación de la muralla islámica hasta su amortización y progresiva pérdida de la función defensiva, para convertirse finalmente en escenario de fenómenos periurbanos con carácter residual que proliferaron en una empobrecida ciudad bajomedieval. II. ANÁLISIS DE LAS ESTRUCTURAS EXHUMADAS

2.1. Los restos de época islámica: la antemuralla y su bastión(7)

El tramo por nosotros documentado alcanzaba una longitud total de 21,87 metros y una anchura de 1,35 (fig. 4). Los

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lienzos de la antemuralla puestos al descubierto (fig. 3, estructuras I y V) presentan el aspecto habitual de otros sectores estudiados en la ciudad, siendo la verdadera peculiaridad de los restos hallados los tres paramentos que se apartan del antemuro (II, III y IV), proyectándose más de cinco metros en dirección Sureste con objeto de adelantar el lugar desde donde se desarrolla la defensa de la madina, al tiempo que se evitan peligrosas maniobras de aproximación de los atacantes. Esos tres paramentos conforman un «bastión» de forma rectangular con una superficie total de 22 metros cuadrados, donde se aprecia el característico trazado rectilíneo de las fortificaciones andalusíes construidas a base de hormigón encofrado (figs. 2 y 4). En cuanto a paralelismos morfológicos conocidos, no se debe entender como mera casualidad el hecho de que el más próximo se encuentre en una puerta de la antemuralla aparecida en la Calle del Pilar o Callejón de la Faz (MUÑOZ AMILIBIA, 1987). Como veremos seguidamente, también el bastión de La Glorieta debió formar parte de un complejo sistema de acceso, seguramente acodado, conformado mediante una estructura saliente de la barbacana con unas

EXCAVACIONES EN LA MURALLA ISLÁMICA DE MURCIA: EL TRAMO DE LA GLORIETA

Figura n.º 3: Planteamiento de la excavación.

dimensiones, técnica constructiva, morfología y disposición de saeteras análogas. Pero antes de proseguir se hace necesaria una puntualización sobre la terminología que empleamos para designar esta construcción. El elemento de arquitectura militar aquí analizado carece de las características morfológicas genuinas de lo que generalmente conocemos como «torre» o «torreón» de muralla (construcción alta y estrecha), razón por la cual, y no habiendo encontrado una definición exacta del mismo, creemos más conveniente el uso del término «bastión» o «baluarte» que ya utilizara M. JORGE ARAGONESES, como definidor de un elemento de fortificación que sobresale ostensiblemente de la estructura general a la que pertenece y con la que forma un todo, pese a que para facilitar la descripción nos referiremos a él como elemento individualizado. En cualquier caso, somos conscientes de la inexactitud del término empleado.

La técnica constructiva. - Antemuro y bastión, como queda dicho, fueron elaborados en un sólido y resistente tapial de hormigón cuya presencia se reitera en todos los tramos conocidos del flanco Sur, como el citado del Callejón de la Faz, o los de las calles de Verónicas, Pasaje de Zabalburu (BERNABÉ, 1993), Cánovas del Castillo (MANZANO, 1993) y la Puerta de Santa Eulalia (JORGE ARAGONESES, 1966). Por el contrario, en aquellas excavaciones realizadas a lo largo del flanco septentrional, como la de la Calle Serrano Alcázar (NAVARRO PALAZÓN, 1987) o la de La Merced, se ha detectado el empleo de otro tipo de paramento denominado «tapial calicastrado», variante constructiva consistente en un relleno de tierra apisonada entre dos costras de mortero. Pese a todo, su uso en este tramo no fue exclusivo como muestra la reciente intervención en la Plaza de Julián Romea, donde hemos tenido la oportunidad de constatar la existencia de ambas técnicas. Estas diferencias podrían expli-

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Figura n.º 4: Planta y alzados del antemuro de La Glorieta.

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EXCAVACIONES EN LA MURALLA ISLÁMICA DE MURCIA: EL TRAMO DE LA GLORIETA

carse como consecuencia de distintas fases constructivas y por tanto cronológicas, pero también por una motivación meramente práctica, de tal forma que la mayor resistencia de los materiales componentes del tramo Sur podría responder a una función de auténtica barrera frente a las avenidas del río Segura, fenómeno que no debió afectar con tanta virulencia al flanco septentrional, donde sí era factible el empleo de un tapial de menor calidad, más práctico y bastante menos costoso. La cimentación del bastión.- Para realizar su trazado, los tapiadores andalusíes excavaron una zanja irregular de unos 2 metros de profundidad, cuya existencia quedó testimoniada en la fosa de cimentación que aloja la primera y segunda rezarpas (fig. 5). Una vez abierta la zanja se vertió en su interior una gran lechada de cal y cantos hasta alcanzar la altura de 1 metro, conformando una primera rezarpa que sobrepasa la extensión de la superior en unos 30 centímetros por su lado frontal, y sólo 15 en los laterales. A partir de esta primera se levantó una segunda rezarpa en la que ya fue empleado el sistema de encofrado mediante tapias con una media de 82 centímetros de altura, sobrepasando en unos 20 la superficie frontal de la tercera rezarpa. El resto de la fosa será colmatada con gravilla y pequeños cantos, y después sellada por una solera exterior consistente en una gruesa capa de cal que circundaba el bastión, avanzando aproximadamente unos tres metros en el frente y sólo dos en los flancos laterales. Como se puede apreciar, las tres rezarpas generan un volumen escalonado que aumenta su superficie cuanto más de profundiza, lo que, a semejanza de lo que ocurre con las torres de la muralla, dota de mayor consistencia a la construcción. No obstante, el paso del tiempo, el propio peso de la obra y la inestabilidad del terreno aluvial sobre el que se asienta, provocaron un desplazamiento hacia el frente con basculación y hundimiento de la estructura, y la consiguiente fracturación de los lienzos longitudinales del baluarte (estructuras II y IV). Los alzados.- Arrancan desde la tercera rezarpa, que sólo se manifiesta en el frontal del bastión. Las sucesivas alineaciones de tapias, de las que se conservan tres en el baluarte (la última parcialmente arrasada) y cuatro en el antemuro (estructuras I y V), fueron fraguadas empleando unas cajas cuya altura oscilaba entre los 82 y 85 centímetros -los usuales dos codos- (fig. 4). El paño externo de los muros aparecía sin enlucido, con las improntas de los tablones de madera de la caja, conservando restos del enfoscado de cal solamente sobre los orificios de los mechinales, espaciados en línea a unos 50 cm. Mencionar también la existencia de

Figura n.º 5: Detalle del sistema de cimentación del bastión.

verdugadas para nivelar la unión entre tapias, tanto en el exterior como en el interior, donde aparecen a nivel del suelo de la liza. El remate almenado.- En la parte superior de la última tapia del antemuro y sólo hacia la cara exterior, se constató la presencia de una fila corrida de mechinales, algunos de los cuales conservaban el clavo de sujeción (figs. 4 y 8). El hecho de que aparecieran únicamente en la parte externa del muro indica que se trata de la impronta del parapeto o pretil, que sirviera de base al almenaje que coronaba el antemuro(8). Esto nos permite completar la altura total de los alzados de la antemuralla en este sector, ya que aplicando las dimensiones de una tapia tanto al parapeto como a las almenas, se obtiene una altura total desde la solera exterior de unos 5,60 metros, y 4 desde la interior (fig. 6). Otros factores defensivos.- La eficacia conseguida con esta altura, se incrementaba considerablemente con el citado desnivel entre los suelos interior y exterior (el primero dos tapias por encima del segundo), con una diferencia de cota de 1,60 metros que favorecía el dominio de los defenso-

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Figura n.º 6: Restitución ideal del bastión y la barbacana.

res sobre los atacantes, no solamente desde el paso de ronda, sino también desde las propias saeteras (fig. 6). Para los ingenieros que concibieron el proyecto defensivo, la presencia del bastión constituía por sí sola una medida de seguridad adicional en este sector, puesto que con él se consigue una mayor concentración de saeteras o aspilleras de las que hemos documentado un total de doce: cuatro en el primer lienzo, seis en el bastión (dos en cada uno de sus laterales) y otras dos en el siguiente tramo, que prácticamente no dejan ángulos muertos a media y larga distancia en el entorno inmediato. Estas oquedades en forma de chaflán, se abren en la segunda tapia del antemuro a partir del pavimento interior, repitiéndose con una cadencia que oscila entre los 1,42 y los 1,60 metros. Su anchura va decreciendo desde los 40 centímetros de la cara interior hasta los 15 del exterior (figs. 4 y 7), y presentan una sección frontal en «T» debida al modo de realizarlas, ya que para fabricar la tapia situada inmediatamente sobre ellas se cubría su hueco mediante un tablón que quedaba atrapado en el mortero y al

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pudrirse dejaba su impronta vacía (figs. 2, 4-A, 7 y 9). Unos elementos presentes en el bastión y sin paralelo hasta el momento, son los tres orificios basales (uno en el muro I y dos en el V) que, a la altura del pavimento interior, penetran unos 2,60 metros en los muros longitudinales del bastión (fig. 7). Es evidente que se trata de las improntas semicirculares creadas por un molde, pero aún se debe clarificar su auténtica función. Lo cierto es que ese molde fue retirado de su interior, como indica el hecho de haber llegado hasta nosotros colmatadas de una tierra limosa, fragmentos de cerámica islámica y varios cascotes semiesféricos de hierro. Se nos ocurre que podría tratarse de algún elemento constructivo, como las improntas dejada por alguna solución de anclaje entre el bastión y la antemuralla, dada la manifiesta inestabilidad del terreno (MARTÍNEZ, 1993), aunque de ser así, dicho elemento habría sido tempranamente retirado. Precisamente en la unión de estos dos elementos se produjo una fisura por la inclinación del bastión hacia adelante.

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Figura n.º 7: Vista de la Estructura I desde el adarbe.

2.2. El contexto urbano

En cuanto al espacio y las conexiones urbanas del bastión y el tramo de antemuro estudiado, recordaremos una vez más que se ubica en el sector meridional del sistema defensivo, que discurre paralelo al río y en el que se han efectuado una mayor cantidad de actuaciones arqueológicas durante los últimos años(9). Las estructuras exhumadas en todas las intervenciones presentan una clara orientación Oeste-Este, con leves variaciones de dirección. En el tramo sobre el que venimos tratando la cerca describe una inflexión hacia el Noreste, desde el trazado rectilíneo que la muralla traía hasta la línea de fachada del Ayuntamiento y el Palacio Episcopal, adaptándose al meandro del río (figs. 1 y 8). Esta evidencia se ve reforzada con una noticia recientemente publicada sobre los restos arqueológicos aparecidos en 1967 muy cerca del bastión de la Glorieta (GARCÍA ANTÓN, 1993: p. 191). Durante la construcción del inmueble que hoy ocupa el extremo occidental de la manzana de casas del Ayuntamiento, se pudo constatar la presencia de una puerta islámica datable -según M. Jorge Aragoneses- entre el último tercio del siglo XII y el primero del XIII, con posteriores reparaciones cristianas. También se descubrió la presencia de la muralla con una anchura de 4,80 metros, un adarbe de 1,40 y una antemuralla de 1,30 metros, idéntica a la de la Glorieta. A continuación, en el propio edificio del Ayuntamiento, conocemos la información del siglo XIX que nos dejó su arquitecto, J.J. Belmonte, quien declara que apoyó directamente las crujías de la fachada principal en «un murallón de hormigón romano (sic) que ofrece todas las seguridades que puedan apetecerse»(10). Este espacio, ubicado sobre el adarbe, debió ser incorporado al edificio a mediados del siglo XVI, cuando el Concejo procedía a la reforma de la

«Casa de Corte», en que construyó un corredor exterior tan amplio, frontero al río, que el Marqués de los Vélez hubo de pleitear, sin éxito, contra esta novedad que les mermaba vistas a sus casas contiguas(11). Al edificar este corredor sobre la liza del ya amortizado sistema defensivo, la fachada se adelantó sobre las casas del Marqués que aún conservaban su línea de fachada sobre la muralla, heredándola del palacio islámico sobre el que estaban edificadas(12). Por último, respecto al paso de la muralla bajo el contiguo Palacio Episcopal poseemos un interesante testimonio gráfico. En las Actas Capitulares de 1651 existe un dibujo del proyecto de construcción del Nuevo Palacio y de las reformas de la Plaza de Belluga, en el que no aparece el denominado martillo, pero donde sí se advierte la presencia de la muralla en el patio que aún hoy existe entre el Palacio y el antiguo Seminario de San Fulgencio(13), desde el que inicia una nueva inflexión con dirección SE por el interior de los edificios que siguen su alineación, cruzando por la que fuera cozina del Seminario Fulgentino (donde), viene á mostrar sus magnificos cimientos, (que sirven hoy á las enfermerias espaciosas de S. Juan de Dios), según declara a finales del siglo XVIII el canónigo Lozano(14). A partir de tales testimonios hemos elaborado el trazado de la figura 1, en el que suponemos que la crujía Sur del Palacio Episcopal, como hizo Belmonte con la del Ayuntamiento, se apoya entre la muralla y el antemuro, resultando entre ambas una separación de entre 6 y 7 metros (sin considerar torres ni torreones), similar a la observada en tramos como los de las calles de Cánovas del Castillo, entre 5 y 5,50 metros (MANZANO, 1993: p. 305), Pasaje de Zabalburu, con unos 7,20 metros (BERNABÉ, 1993: p. 321) o Plaza de Santa Eulalia, con 7 metros (JORGE, 1966: p. 65). La estrecha distancia que constata Jorge Aragoneses en el edificio del antiguo «Banco Coca» (actual Banesto), podrían deberse a la presencia de algún torreón que flanquearía la puerta allí documenta, aunque en cualquier caso habremos de esperar a la anunciada publicación de los resultados de la excavación por parte de su autor. Característica común a todos los tramos estudiados de la antemuralla es la planta rectilínea que ésta presenta, paralela y ceñida a la muralla de la que sólo se separa para salvar las torres más adelantadas. Únicamente en dos casos se ha comprobado un trazado diferente -en la Plaza de Santa Eulalia y Callejón de la Faz- que obedece, como queda dicho, a la existencia de una puerta en las proximidades(15). En este sentido, la historiografía tradicional viene localizando un acceso

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Figura n.º 8: Vista de la orientación de la barbacana.

en la muralla próximo a la zona excavada por nosotros, en el punto de unión de las calles de Tomás Maestre y San Patricio; la llamada Puerta del Sol, sobre cuya existencia y localización no parece haber dudas a tenor de las fuentes documentales(16). La discusión se plantea a la hora de abordar el momento de su apertura. Los que apuntan un origen bajomedieval de este paso, construido para reorganizar la circulación de la zona con motivo de las obras del Alcázar de Enrique III en 1404 (TORRES FONTES, 1989: p. 156; JORGE ARAGONESES, 1966: p. 28; MARTÍNEZ CARRILLO, 1980: p. 93), recogen la hipótesis de Amador de los Ríos basada en el silencio de las fuentes sobre ella hasta ese momento. Sin embargo, también es cierto que los documentos bajomedievales nada dicen acerca de su supuesta construcción, máxime si tenemos en cuenta la existencia de varios testimonios sobre la apertura de nuevas puertas, uno de ellos tan próximo como es el de la Puerta de la Aduana, donde numerosas actas recogen las distintas órdenes del concejo para su ejecución (MARTÍNEZ, 1993: p. 190-191). El hecho de que tras derribar la puerta de la muralla que daba acceso al puente, se abriese

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un portillo para el acarreo de materiales al Alcázar Nuevo, entonces en construcción, no significa que se trate de la Puerta del Sol, sino que parece lógico pensar que ese portillo estuviese en las inmediaciones del puente y la obra, quizás junto a la puerta derribada. Sobre la filiación islámica de la Puerta del Sol no parece dejar dudas la noticia transmitida por García Antón que citábamos más arriba (GARCÍA ANTÓN, 1993: p. 191), lo que se ve reforzado con el hecho de que desde ella se accediera a uno de los principales ejes transversales de la ciudad islámica, aún presente en las calles del Sol, Puxmarina, Sociedad y Licenciado Cascales, concluyendo en el Portillo de Santo Domingo, del que la reciente excavación en la Plaza de Romea deja intuir su presencia como estructura islámica. Sin embargo, las nuevas necesidades de la ciudad durante los siglos XVIII y XIX convertirán a la cerca medieval en un cinturón ruinoso que la encorseta, con puertas estrechas que limitan el paso de personas, bestias y mercancías, iniciándose la paulatina demolición de las mismas. A la Puerta del Sol le tocará su turno en 1837 (ROSSELLÓ y CANO, 1975: p. 106). Por último señalar que si suponemos que la Puerta del Puente, citada ya en el Repartimiento(17) aunque sin certeza de que sea la que aparece en documentación del siglo XV y posteriores(18), estuvo siempre ubicada frente al actual Puente Viejo y fue contemporánea de la construcción del bastión, la función defensiva del mismo habría sido doble, protegiendo los accesos a ambas y justificando la singularidad de este elemento en el sistema defensivo de Murcia. 2.3. Los restos de época mudéjar. Interpretación estratigráfica

Comprenden una serie de aportes limosos de amortización, los restos de una edificación exterior de filiación islámica y algunas fases de ocupación residual en el interior del bastión. Todos ellos presentan como rasgos comunes la presencia de una cerámica islámica homogénea con escasísimas intrusiones, estando amortizados por estratos con cerámica mudéjar -loza dorada y reflejo azul- o por las remociones de época bajomedieval. Actividades artesanales previas a la construcción del antemuro.- En el exterior de la antemuralla se excavaron dos estratos inmediatamente inferiores a la solera del bastión, y por tanto anterior a su construcción, donde tuvimos la oportunidad de recoger decenas de recortes de listones de piedra arenisca que como media alcanzan entre los

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Figura n.º 9: Sección estratigráfica asociada al bastión.

15 y los 20 centímetros de longitud. Estos elementos constructivos pétreos sin duda fueron desechados allí mismo, es decir, que no proceden de eventuales arrastres del río, justificando su presencia el uso de este tipo de piedras talladas y pulimentadas en las soleras de varios baños islámicos y de casas de gran entidad excavados en Murcia, de lo que deducimos que debió existir cierta demanda de estos materiales, escasos en las inmediaciones de la ciudad. La amortización de la antemuralla.- En los estratos siguientes apreciamos la presencia de una potente acumulación de aportes fluviales que descansaban directamente sobre la solera externa (U.E. 2307 y 2306). Estos limos contenían bolsadas de cerámica islámica que había sido acumulada en las esquinas del bastión tras su acarreo por las aguas. La avenida que los depositó tuvo la suficiente importancia como para rebasar la altura del baluarte -o al menos para penetrar por el hueco de las saeteras-, ya que sobre la solera interior se extendía una capa limosa de amortización (U.E.: 1309) cuya textura, color y cerámica parecen tener su correspondencia con las descritas en el exterior (fig. 9). Hay que significar la homogeneidad del horizonte cronológico representado por los materiales cerámicos del exterior e interior del bastión, entre los que no se aprecia ningún ele-

mento de distorsión que pueda retardar la cronología más allá de la primera mitad del siglo XIII. Resulta evidente que el hecho de que estos limos nunca fueran retirados, o lo que es lo mismo, que dejara de sanearse la instalación defensiva, representa el inicio de un largo periodo de abandono, que en este sector habremos de situar inmediatamente después del Tratado de Alcaraz, que daría paso al Protectorado castellano y al establecimiento de una guarnición militar cristiana en el Alcázar Mayor(19). La vivienda mudéjar a extramuros.- En este marco de pérdida de la función defensiva del antemuro, hemos de entender la construcción de una edificación exterior a la barbacana, que la aprovecha como apoyo y cierre de sus flancos Norte y Este, cimentada sobre los depósitos anteriormente descritos. Dada su situación, quedaba totalmente expuesta a las peligrosas avenidas fluviales, llegando hasta nosotros en un pésimo estado de conservación que hacen que la interpretación de su función y planta sea harto complicada(20). Pese a la escasez y fragmentación de los restos conservados, es posible un intento de reconstrucción de su planta (fig. 10). Las estancias conservadas ocupan una extensión aproximada de 33 metros cuadrados, con la distribución de

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Figura n.º 10: Planta de la vivienda mudéjar.

espacios característica de los edificios domésticos andalusíes en su expresión más simple. Sobre el acceso poco o nada sabemos, salvo que únicamente pudo producirse a través de las fachadas meridional u occidental, quizás en el ángulo Suroeste, donde las estructuras se encontraban sensiblemente más arrasadas. De este modo se accedería a un patio o wast al-dar, con forma rectangular, claramente definido por los cuatro muros medianeros que lo cerraban. Como es habitual en estos espacios a cielo abierto, en la esquina suroriental apreciamos la presencia de un pozo de agua construido con una sucesión de anillos cerámicos ensamblados, en torno al cual existía un pequeño preparado en el suelo consistente en algunos ladrillos fragmentados dispuestos de manera irregular(21). El resto era de tierra. Desde el patio se puede acceder a una crujía septentrional a través de un vano de 1,60 metros de luz, claramente

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definido por dos gruesos pilares cuadrangulares de 40 centímetros de lado, levantados con ladrillo trabado con cal, donde no se apreciaban quicialeras ni mochetas. Esta estancia, que acaso pudiera interpretarse como un salón, aunque carece de alcobas definidas, aprovecha en sus flancos septentrional y oriental los propios paramentos de la barbacana y del bastión, mientras los muros medianeros, como los demás de la construcción, son de tapial con caras externas de mortero de cal y su interior de tierra y cascotes. El muro Sur sería el cierre por este lado, pues además de no haber hallado más estructuras al otro lado del mismo, presenta un mayor grosor, pues mientras los interiores son de 37 cm., éste mide 47, es decir, exactamente un codo. Esta edificación, tanto por la simplicidad de su planta como por la técnica empleada y fecha de construcción (mediados del siglo XIII), se trata sin duda de una vivienda

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mudéjar de gran similitud con edificaciones de ámbito rural estudiadas en el Sur del País Valenciano (TORRO y VARS, 1990). El hecho de que el nuestro sea un edificio periurbano, nos lleva ante un momento de claro retroceso socio-económico y cultural de la población mudéjar murciana. También pudimos identificar una crujía oriental, separada del patio a través de una frágil tabiquería compuesta por dos hileras de ladrillos que arrancan de un recrecido sobre el muro meridional y que sin duda responde a un momento posterior destruido durante el desfonde. Este ámbito de reducidas dimensiones, se apoyaba igualmente en un lienzo del bastión, y en él aparecía un fino suelo de cal cubierto por limos y un nuevo pavimento sobre éstos, también formado por una delgada película de cal, aunque ahora con alguna laja de grandes dimensiones. Este segundo suelo parece estar asociado al tabique de ladrillos, pero la interpretación de este sector de la excavación, parcialmente desfondado, es muy compleja. Cubriendo los pavimentos de las crujías aparecía abundante material cerámico correspondiente a la fase de abandono, así como gran cantidad de materiales constructivos -ladrillos y tejas- procedentes de las cubiertas y muros que a lo largo de un periodo más o menos dilatado se fueron derrumbando. Es precisamente sobre esta fase de amortización donde comienzan a formarse los estratos del vertedero bajomedieval del que se hablará más tarde. En el perfil Sur del Sector Este quedó visible un pilar de ladrillo de características similares a los de esta casa, lo que abre la posibilidad de que este tipo de ocupación se extendiera también al otro lado del bastión, pero este sector quedó sin excavar. La ocupación residual en el interior del bastión.La excavación del único corte situado en el interior del bastión, permitió obtener una secuencia estratigráfica que nos ha proporcionado un conocimiento aproximado de su evolución de uso, poniéndolo en relación con el espacio exterior de la cerca (fig. 9). El primer punto de referencia es el pavimento interior del bastión, sobre el que observamos con cierta nitidez una fase de abandono caracterizada por una mayor densidad de artefactos de factura islámica (U.E. 1309). Como hemos comentado más arriba, este primer estrato de textura limosa parece corresponder a la acumulación de sedimentos depositados en el exterior (U.E. 2306). El hecho de que nunca se llegaran a sanear tales acumulaciones, especialmente los limos del interior cuya potencia apenas alcanzaba los 20 centímetros, demuestra el escaso interés defen-

sivo que desde entonces tendrá este tramo del antemuro para las autoridades de la ciudad. A continuación se suceden varias «fases de frecuentación», en las que este espacio pudo ser un lugar de refugio ocasional. En estas fases la cerámica islámica abandonada es homogénea, aunque existen varios fragmentos de marmita de factura burda, cuya morfología nos hace pensar en una cronología en torno al segundo cuarto del siglo XIII. La secuencia completa es la siguiente: - El primer nivel (U.E. 1308) estaba cubierto totalmente de una fina capa de cenizas que podrían haberse originado como consecuencia de un fuego, posiblemente por el abandono del lugar. - El segundo nivel de ocupación (U.E. 1307) se encuentra a escasos centímetros del anterior y debió formarse por frecuentación del lugar. - El tercer y último nivel (U.E. 1306) es el de mayor entidad, pues encontramos un pavimento de tierra apisonada y algunas lajas de pizarra. Fueron documentados dos hogares de apreciable potencia: uno central delimitado por pequeños cantos y otro de forma ovalada en el extremo Sureste. Hacia el centro de la planta hallamos la huella de un poste de madera cuya fosa incide en el nivel anterior (U.E. 1307), todo lo cual indica un primer intento de habilitar el bastión para otros usos. 2.4. Los restos de ocupación bajomedieval

Durante el comprobado abandono a que quedó sometido el sistema defensivo de la ciudad, la basura y los sedimentos del río se depositaron en el interior del bastión en la secuencia descrita. Sobre ellos fue vertida una capa de arena de acarreo (U.E. 1305) para sobreelevar y nivelar la línea de suelo hasta alcanzar la altura de la segunda tapia, es decir, hasta el borde inferior de las saeteras. Por entonces la puerta a la que se accedía desde las proximidades del bastión, la que después será conocida como del Sol, creemos que habría decaído en su uso (quizás por cobrar mayor importancia la del Puente), hasta tal punto que desde el siglo XIII y durante parte del siglo XIV el bastión es utilizado como instalación agropecuaria, lo que nos lleva a considerar que esta puerta pudo ser temporalmente cegada como las saeteras del antemuro-, justificando la falta de saneamiento de la barbacana y la ausencia de referencias documentales a la Puerta del Sol hasta fechas más tardías. El habitáculo de uso agropecuario.- Para la nueva utilidad del bastión, y dada la acumulación de vertidos en su

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Figura n.º 11: Vista del habitáculo bajomedieval de uso agropecuario.

entorno que ocultaban considerablemente su alzado, el interior necesitó un cierto acondicionamiento (fig. 11). La primera medida consistió en cegar las saeteras desde el interior mediante tabiques de ladrillo, y en el exterior encajándoles en su estrecha abertura diversos cascotes, piedras, etc. También un muro de ladrillos cerró el bastión separándolo del resto del adarbe, si bien el desfonde de este espacio impidió saber si las estructuras se extendían a través de él. Interiormente un tabique transversal lo dividió en dos ambientes principales; el más próximo al adarbe conservaba restos de un suelo de yeso (muy deteriorado) sobre el terreno arenoso de nivelación (U.E. 1305) y una pequeña estructura cuadrangular en el ángulo Noroeste construida con ladrillos a modo de comedero para bestias. La mitad meridional fue subdividida por dos tabiques de ladrillo en tres espacios idénticos, de difícil interpretación; quizás se trate de silos, o de dos pequeñas habitaciones comunicadas por un pasillo central. Todos conservaban un pavimento de cal de gran espesor y

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en buen estado (U.E. 1303) por estar cimentado sobre una capa de cantos rodados (U.E. 1304). El reducido volumen disponible, el comedero y la presencia de alguna lasca de sílex, nos hacen interpretarlo como una instalación para uso agropecuario. El vertedero cristiano.- La amortización definitiva del antemuro defensivo de la ciudad en este tramo, se inicia a comienzos del siglo XV, tras el abandono del habitáculo agropecuario(22). Si hasta entonces las arenas y limos se acumulaban junto a los muros de las defensas -proceso favorecido por la disposición del propio bastión-, ahora se amontonan las basuras y detritus que los habitantes de la ciudad arrojaban desde el interior, hecho claramente constatado por las disposición radial del depósito que circunda el bastión. Los materiales que lo componían eran lógicamente orgánicos en su mayor parte, con abundancia de restos óseos de distintas especies animales, destacando los de pescado. Especialmente abundante era la cerámica, sobre todo las

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Figura n.º 12: Detalle de la estratigrafía exterior del bastión con el basurero bajomedieval.

producciones de Paterna y Manises en azul y loza dorada, sin embargo, a falta del estudio definitivo de estos materiales, recurrimos al análisis del abundante material monetario recuperado para el estudio de la formación del depósito. Debido a la propia naturaleza del terreno los metales sufrieron un intenso proceso de oxidación, por lo que de un total que supera la treintena, sólo resultaron legibles una tercera parte (ver apéndice final). Cuatro son los estratos que distinguimos en la porción de vertedero ubicado dentro del corte A-3, todos con una textura arcillosa y amplia gama de colores e intensas tonalidades (figs. 9 y 12). El más antiguo de ellos descansaba directamente sobre los depósitos fluviales, pero por desgracia no ofreció moneda alguna legible (U.E. 2305). Sobre éste, una bolsada inferior de la Unidad Estratigráfica 2304, nombrada con la letra «d», contenía una blanca de vellón de Enrique III, y la propia U.E. 2304 dos blancas más de Juan II. En la U.E. 2302 que coincide con el derrumbe parcial de los muros del bastión (U.E. 2303), entre otras monedas ilegibles apareció

una que, aunque de lectura difícil, puede atribuirse a Enrique III o Enrique IV, mientras un dinero de este último fecha la U.E. 2301, que cubría completamente el bastión y desde el cual se inició la excavación. Por su parte, en el corte A-4 recogimos un dinero de Enrique IV fechando su U.E. 2401, el superior que equivale al 2301, y otro del mismo periodo bajo éste, en la 2402, equivalente al 2302. Toda esta información en conjunto nos proporciona una cronología que se extiende a lo largo del siglo XV. III. A MODO DE SÍNTESIS

Aunque los materiales de la fosa de cimentación del exterior del bastión no son totalmente esclarecedores y en espera de realizar una nueva intervención bajo el pavimento de la liza, creemos poder avanzar que la construcción de este tramo del antemuro y del bastión se llevó a cabo en el último cuarto del siglo XII, coincidiendo con la cronología

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dada fundamentalmente por Jorge Aragoneses (1966: p. 74 a 76). La ausencia de materiales de este momento sobre los pavimentos excavados se puede explicar porque estas instalaciones defensivas debían ser saneadas periódicamente. A lo largo de la siguiente centuria en Murcia se produjeron dos hitos que tuvieron especial incidencia en el devenir general de la ciudad y de este tramo de la cerca en particular. El primero de ellos fue la firma del Tratado de Alcaraz en el año 1243, a partir de la cual parece que la función defensiva del bastión declina irremisiblemente, o al menos comienzan a imponerse otros conceptos defensivos en los que la antemuralla no debió desempeñar un papel destacable. Este momento de ruptura histórica parece tener su correspondencia estratigráfica con las bolsadas de cerámica acumulada en los puntos de unión del bastión y la barbacana, y con el estrato de abandono del interior donde aparecen materiales islámicos de gran homogeneidad. Durante las dos décadas que perduró el Protectorado castellano sobre la ciudad, la población mudéjar siguió siendo mayoritaria prolongando una cierta continuidad que permite mantener la producción de las actividades económicas tradicionales -entre ellas las alfareras- que fueron muy apreciadas. Este momento parece quedar representado en el interior del bastión por las tres primeras fases de ocupación residual, que poco a poco fueron colmatándolo, y a extramuros por la edificación mudéjar. La segunda ruptura importante en el proceso histórico de la ciudad se produjo como consecuencia directa de la rebelión protagonizada por los habitantes mudéjares entre los años 1264 y 1266. Una vez sofocada por las tropas catalanoaragonesas de Jaime I, el monarca castellano Alfonso X vuelve a recuperar el control sobre el Sureste, estableciendo mediante Privilegio de 1266 la definitiva segregación étnica y cultural de la ciudad, por la cual la ya mermada población mudéjar fue alojada en el caserío del arrabal de la Arrixaca(23). En relación con estos acontecimientos habría que entender el repentino abandono del tercer nivel mudéjar del interior del bastión y la vivienda a extramuros, cuyas estructuras van desapareciendo durante un dilatado periodo de tiempo. En el bastión una serie de remociones de factura burda procuraban acondicionar este espacio para acoger actividades agropecuarias, como parecen testimoniar su estructuración y las numerosas lascas de sílex halladas, procedentes quizás de un trillo o una hoz, diseminadas sobre el pavimento. A lo largo del siglo XIV la crisis demográfica provocada por las epidemias de peste, las guerras y el factor fronte-

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rizo, provocaron el empobrecimiento y degradación de las condiciones de vida, y un retroceso de la actividad urbana que, en el ámbito material, se concreta en unas construcciones y unas fases de ocupación de carácter absolutamente residual. La tímida recuperación iniciada a lo largo de la siguiente centuria no es óbice para que, el que otrora fuera un importante elemento defensivo, aparezca semiabandonado, comenzando su desmoronamiento sobre los vertidos acumulados en su entorno que justifica plenamente el acuerdo tomado por el Concejo en 1421, cuando se vio directamente afectado por la hediondez que emanaba el estercolero surgido a los pies de sus salas, dentro de la sítara, ordenando «...que tapiasen o cerrasen el adarbe entre murones de la barbacana o barrera que está delante de la Sala donde se tiene el dicho concejo e onde acostumbran tener audiencia e plazos los jurados desta dicha çibdat, porque las gentes se ensuziaban en la dicha barbacana e lançaban en ella gatos e perros muertos e otras fedentyñas malas e de la fedentyña de todo ello venía e sobía la dicha Sala»(24). Hasta aquí las conclusiones obtenidas en el estudio de este tramo de la antemuralla medieval de Murcia, siempre sujetas a las limitaciones que una intervención de urgencia impone. APÉNDICE MATERIAL NUMISMÁTICO DEL VERTEDERO BAJOMEDIEVAL N.º 1. CORNADO DE VELLÓN DE SANCHO IV

Anv.: perdido. Rev.: en campo central castillo con dos torres y dos estrellas sobre él. Letra S en el centro. Leyenda: CAS(telle legionis). Ceca: Sevilla. Corte: B-2. Relleno interior de la saetera n.º 10. N.º 2. CORNADO DE VELLÓN DE ENRIQUE II

Anv.: en campo central busto de rey coronado a izquierda, con adornos florales en la corona. Leyenda: ENRICVS. Rev.: en campo central castillo con letras S y E sobre él. Leyenda: CASTELL+S.REX... Ceca: Segovia. Corte: Sector Oeste, bajo nivel de rellenos. N.º 3. BLANCA DE VELLÓN DE ENRIQUE III

Anv.: en campo central castillo con marco polilobulado a doble línea.

EXCAVACIONES EN LA MURALLA ISLÁMICA DE MURCIA: EL TRAMO DE LA GLORIETA

Leyenda: ENRIC(u)S:D(ei g)RACIA R[(ex)]. Grafila interior de puntos. Rev.: en campo central león rampante a izquierda con marco polilobulado a doble línea. Leyenda: +ENRIC(us de)I GRACIA:[rex]. Grafila interior de puntos. Ceca: ilegible. Corte: A3, U.E.: 2302 -c-. N.º 4. BLANCA DE VELLÓN DE ENRIQUE III

Anv.: en campo central castillo con marco polilobulado a doble línea. Leyenda: EN(ri)CVS DEI (g)RA(ti[a re)]X. Grafila interior de puntos. Rev.: campo central perdido (león rampante a izquierda?) con marco polilobulado a doble línea. Leyenda: (enri)CVS[(d)]EI:GRACIA:R(ex). Grafila interior de puntos. Ceca: signo ilegible en anverso bajo castillo. Corte: A3, U.E.: 2304 -d-. Moneda doblada, le falta un fragmento.

N.º 7. DINERO DE VELLÓN DE ENRIQUE IV

Anv.: en campo central castillo en posición diagonal dentro del cuadrado que lo enmarca a doble línea. Letra S bajo el castillo. Leyenda: (enric)VS DEI (gracia). Grafila interior de puntos. Rev.: en campo central león rampante a izquierda con corona y marco cuadrado a doble línea. Leyenda: (xps vincitx)PS -signo estrella- R(ex). Grafila interior de puntos. Ceca: Sevilla. Corte: A3, U.E.: 2301. N.º 8. DINERO DE VELLÓN DE ENRIQUE IV

Anv.: en campo central castillo en posición diagonal dentro del cuadrado que lo enmarca a doble línea. Leyenda: +EN(ricvs [dei gra)]C. Grafila interior de puntos. Rev.: campo central perdido enmarcado por un cuadrado a doble línea. Leyenda: (...)DIR?(...)[...]. Grafila interior de puntos. Ceca: ?. Corte: A4, U.E.: 2401. Media moneda. N.º 9. DINERO DE VELLÓN DE ENRIQUE IV

N.º 5. BLANCA DE VELLÓN DE JUAN II

Anv.: en campo central castillo con tres torres, letra B? bajo él y marco polilobulado a doble línea. Leyenda: (+ioh)ANE(s.de)I.(graci)A.R(e)X(.ca). Grafila interior de puntos. Rev.: en campo central león rampante a izquierda con marco polilobulado a doble línea. Leyenda: +IOHANES (dei gracia rex). Grafila interior de puntos. Ceca: Burgos?. Corte: A3, U.E.: 2304.

Anv.: en campo central castillo en posición diagonal dentro del cuadrado que lo enmarca a doble línea, con signo acueducto debajo. Grafila interior de puntos. Rev.: en campo central león rampante a izquierda con corona enmarcado por un cuadrado a doble línea. Leyenda: ilegible (xps vincit xps reg). Grafila interior de puntos. Ceca: Segovia. Corte: A4, U.E.: 2401. Falta una tercera parte de la moneda. N.º 10. DINERO DE VELLÓN DE ENRIQUE IV

N.º 6. BLANCA DE VELLÓN DE JUAN II

Anv.: en campo central castillo con tres torres, letra S bajo él y marco polilobulado a doble línea. Leyenda: +IOHANES DEI G(ra)CIA REX:C+. Grafila interior de puntos. Rev.: en campo central león rampante a izquierda con marco polilobulado a doble línea. Leyenda: +IOHANES DEI G(racia r)E(x):C+. Grafila interior de puntos. Ceca: Sevilla. Corte: A3, U.E.: 2304.

Anv.: campo central ilegible enmarcado por un cuadrado a doble línea, con letra C en ángulo inferior. Leyenda: (enri)CVS (d)E(i gracia). Grafila interior de puntos. Rev.: campo central ilegible enmarcado por un cuadrado a doble línea. Leyenda: XPS (vincit) X(ps reg). Grafila interior de puntos. Ceca: Cuenca. Corte: A4, U.E.: 2402. N.º 11. BLANCA DE VELLÓN DE ENRIQUE ¿IV?

Anv.: en campo central castillo con letra S debajo y marco polilobulado a doble línea.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Leyenda: ENR(icvs) RE(x) CAST. Grafila interior de puntos. Rev.: campo central ilegible con marco polilobulado a doble línea. Leyenda: ilegible. Grafila interior de puntos. Ceca: Sevilla. Corte: A3, U.E.: 2304. N.º 12. BLANCA DE VELLÓN

Anv.: en campo central castillo con tres torres, letra S debajo y marco polilobulado a doble línea. Leyenda: ...:S..AC...DEI. Grafila interior de puntos. Rev.: en campo central león rampante a izquierda con marco polilobulado a doble línea. Leyenda: ilegible. Grafila interior de puntos. Ceca: Sevilla. Corte: A3, U.E.: 2304. N.º 13. BLANCA DE VELLÓN

Anv.: en campo central castillo con tres torres, letra B? debajo y marco polilobulado a doble línea. Leyenda: ilegible. Grafila interior de puntos. Rev.: en campo central león rampante a izquierda con marco polilobulado a doble línea. Leyenda: ilegible. Grafila interior de puntos. Ceca: Burgos?. Corte: A3, U.E.: 2304. Además se hallaron otras 24 monedas ilegibles distribuidas del siguiente modo: Corte A3, U.E.: 2301, 3 monedas. Corte A3, U.E.: 2302 -c-, 1 moneda. Corte A3, U.E.: 2304, 3 monedas. Corte A3, U.E.: 2304 -b-, 5 monedas. Corte A3, U.E.: 2304 -e-, 4 monedas. Corte A3, U.E.: 2304 -f-, 1 moneda. Corte A3, U.E.: 2305, 2 monedas. Corte A4, U.E.: 2401, 1 moneda. Corte A4, U.E.: 2402, 1 moneda. Corte A4, U.E.: 2403, 1 moneda. Corte B3, U.E.: 2501, 1 moneda. Sector Oeste, Corte B3, U.E.: 2502, 1 moneda.

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NOTAS (1) Buena parte de este trabajo es fruto de una reflexión conjunta entre los autores y don Julio Navarro Palazón, codirector de la intervención, a quien agradecemos sus desinteresadas sugerencias y asesoramiento científico. (2) Entre los meses de enero y febrero de 1990, se realizó una primera intervención de carácter prospectivo cuyos resultados pueden verse en este mismo volumen; NAVARRO PALAZÓN, J. y RAMÍREZ ÁGUILA, J.A., «Sondeos arqueológicos en la Glorieta de Murcia». (3) Esta segunda intervención transcurrió entre los meses de mayo y junio en una primera fase, y desde agosto hasta diciembre de 1990. (4) Esta idea fue formulada en el informe remitido a la Dirección General de Cultura con fecha de 6 de marzo de 1990. (5) Las dos cuadrículas occidentales serían excavadas primero con el fin de obtener de ellas una sección estratigráfica transversal al antemuro, tanto en el interior como en el exterior del bastión, y al mismo tiempo obtendríamos otra cruzada con la anterior dentro del bastión. (6) En el lateral oriental del bastión había desaparecido una tapia completa entre las saeteras, pero peor era lo ocurrido con el depósito arqueológico. El terreno del interior del adarbe había sido completamente extraído por las excavadoras, justamente hasta el nivel de su pavimento original de cal, la mayor parte del cual había sido también arrasado. Por si esto fuera poco, a ambos lados del bastión, en su parte externa, el terreno había sido desfondado hasta una cota de más de 2,60 metros desde el borde superior del antemuro conservado, y en una anchura de unos 3 metros desde el muro-pantalla, a lo que denominamos Sector Este y Sector Oeste, en los que fueron destruidas en buena parte las estructuras de ocupación residual existentes extramuros de la ciudad y que por primera vez habría sido posible estudiar en Murcia. (7) Un primer análisis de los restos defensivos hallados y su valoración ha sido realizado por: MARTÍNEZ LÓPEZ, J.A. (1993). «Un bastión de la antemuralla medieval de Murcia: indicios arqueológicos para la ubicación de una puerta». VERDOLAY, n.º 4. Murcia, p. 185 a 192. (8) El parapeto era parcialmente visible en el momento inicial del hallazgo, pero fue destruido durante los trabajos de integración de los restos en el aparcamiento. (9) Enumerando de W a E, en el Callejón de la Faz, antiguo convento de Verónicas, arco de Verónicas, edificio del Almudí, Colegio de Arquitectos, Pasaje de Zabalburu y múltiples actuaciones en la Calle de Cánovas del Castillo. (10) BELMONTE, J.J. Memoria descriptiva del proyecto de Casa Consistorial de la ciudad de Murcia. A.M.MU., Leg. 8, Exp. 2. Citado por NICOLÁS GÓMEZ, Dora (1993). Arquitectura y arquitectos del siglo XIX en Murcia. Murcia, p. 193. (11) FRUTOS BAEZA (1988), p. 143. (12) NAVARRO PALAZÓN, J. y RAMÍREZ ÁGUILA, J.A. «Sondeos arqueológicos en la Glorieta de Murcia». En este mismo volumen. (13) El croquis, copiado por CANO CLARES (1991, p. 73), puede verse reproducido en: SÁNCHEZ-ROJAS FENOLL, M.ª del Carmen y PEÑA VELASCO, Concepción de la (1989). «Los caminos del arte y la imagen pública en la Murcia barroca». LOS CAMINOS DE LA REGIÓN DE MURCIA. Murcia, p. 259. (14) LOZANO SANTA, J. (1794): Disertación IV, p. 134 y 135. (15) En el año 1963, con la remodelación del espacio próximo a la Plaza de Santa Eulalia, aparecieron las estructuras de una puerta de la cerca islámica de Murcia; presentaba un elemento adelantado de planta rectangular en forma de bastión que albergaba una puerta en recodo (JORGE ARAGONESES, 1966: p. 65-66). Algunos años después, en

EXCAVACIONES EN LA MURALLA ISLÁMICA DE MURCIA: EL TRAMO DE LA GLORIETA

1976, durante la construcción de unas viviendas en el Callejón de la Faz, próximo a la Calle del Pilar, se localizó entre otras estructuras, un tramo de antemuralla que junto a otro paño dispuesto en ángulo recto, marcaba un acceso en recodo (MUÑOZ AMILIBIA, 1989: p. 1170). (16) La desaparición viene a la par de la transformación de la Plaza de Belluga y la urbanización del Arenal en el siglo XVIII. En sesión de 8 de enero de 1737, se toma el acuerdo siguiente: «la ciudad acuerda que el señor don Lope González de Avellaneda, regidor procurador general, haga demoler la Puerta que llaman del Sol, dándole la anchura suficiente para la entrada y salida de coches a la plaza del Arenal, «que es la del paseo de la nobleza» y donde se celebra los mercados en tiempos de invierno, dejando dicho sitio con el mayor lucimiento y que se coloque la imagen de María del Rosario que hay en ella, en la parte más decente para su veneración y que se fije una lápida en que conste que fue la Puerta del Sol en la muralla» (ORTEGA PAGAN, 1973: p. 295-297). (17) Repartimiento de Murcia. Edición de TORRES FONTES, Juan (1960). Madrid, p. 3 (18) Ver Apéndice Documental en la obra de J. GARCÍA ANTÓN (1993), p. 251 y ss. (19) En estos estratos de amortización, junto a los materiales cerámicos aparecían grandes cascotes de mortero del antemuro que parecían haberse desprendido del parapeto en este preciso momento. Ello concuerda con el hecho de que no hayamos detectado ninguna reparación de época mudéjar o bajomedieval que pudiera plantear un mantenimiento de la función defensiva del antemuro. (20) Recordamos que también buena parte de la superficie ocupada por esta edificación fue arrasada por la pala mecánica, quedando intacto sólo el terreno inmediato al bastión. Además, por su parte occidental se trazó el muro-pantalla del aparcamiento, pudiendo quedar parte de la edificación al otro lado del mismo. (21) Soleras de este tipo aparecen en burdas reestructuraciones de la fase mudéjar de algunas viviendas islámicas del interior de la ciudad, como las recientemente excavadas en las calles de La Manga y de las Balsas. (22) La cronología del habitáculo agropecuario y la del vertedero no están claramente diferenciadas, por lo que cabe la posibilidad de que ambos convivieran durante unos años. (23) Privilegio de Alfonso X de junio de 1266. TORRES FONTES, J. (1963). Documentos de Alfonso X el Sabio, CODOM I. Murcia, p. 30. (24) Vid. TORRES FONTES, Juan (1963): «El recinto urbano de Murcia musulmana». Introducción a CODOM, I. Murcia, p. XLVI, nota 47.

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UNA INTERVENCIÓN EN LA ARRIXACA DE PONIENTE - C/. ALFAREROS, N.º 2 (MURCIA)

Francisco Muñoz López

MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

ENTREGADO: 1994

UNA INTERVENCIÓN EN LA ARRIXACA DE PONIENTE - C/. ALFAREROS, N.º 2 (MURCIA)

FRANCISCO MUÑOZ LÓPEZ Centro de estudios árabes y arqueológicos «Ibn Arabí»

Resumen: La excavación arqueológica de urgencia en el solar nº 3 de la calle Alfareros de Murcia (fig.1, nº 14), se desarrolló durante los meses de octubre y noviembre de 1989. La intervención se realizó tras un desfonde por parte de los propietarios con máquinas excavadoras

sobre más del 75% del espacio existente. De la destrucción de los niveles arqueológicos sólo pudo salvarse una superficie de unos 100 metros cuadrados, donde se plantearon inicialmente dos cortes de 25 metros cuadrados cada uno, efectuándose posteriormente varias ampliaciones.

INTRODUCCIÓN

lín, en los años ochenta del siglo XIII, y San Andrés, esta última antes de 1293 (Torres Fontes, 1989, p.196), con lo que el espacio reservado a aquella comunidad se verá sensiblemente menguado. La existencia de la capilla de la Virgen de la Arrixaca dentro del arrabal junto a la puerta de Molina, venerada por mercaderes genoveses, pisanos y sicilianos ya en época islámica (Pocklington, 1989, p.229), propiciaría a su alrededor un núcleo «cristiano» desde el inicio de la ocupación de éstos de zonas del arrabal. Posiblemente la «zona mudéjar» se situó en el sector Noreste de la Arrixaca occidental, en torno a la calle de La Manga, toda vez que la colación de San Antolín ocupó la mitad septentrional de este arrabal y la de San Andrés se formó alrededor de la antigua ubicación de dicha iglesia, en el vértice noroccidental. Sin embargo, todavía en la última década del siglo XIV hay moros que residen en San Antolín, amén de mantenerse hasta 1396 el cementerio musulmán junto a la iglesia del barrio (Torres Fontes, 1980, p.126; García Antón, 1993, p.237). Bien podriamos pensar que existió una mayor convivencia que la generalmente considerada por los investigadores y que los mudéjares hubieran residido en varias zonas de esta Arrixaca. Es fácilmente comprensible que las tendencias segregacionistas, muchas veces por inte-

En el periodo islámico este espacio perteneció al arrabal de la Arrixaca de poniente. Las excavaciones de los últimos años están definiendo restos pertenecientes a una desarrollada actividad alfarera, desde por lo menos el siglo XI (Muñoz López, 1993; Muñoz y Castaño, en prensa)(fig.1). En pleno siglo XII, Idrisi dice de él: «De ella (Murcia) depende un arrabal floreciente y bien poblado que, así como la villa, está rodeado de murallas y fortificaciones muy sólidas.» (Idrisi, 1947). La construcción del tramo de muralla de la actual calle de Sagasta iniciaría la definición física del arrabal existente en el momento de la conquista castellana. Como consecuencia de la revuelta mudéjar de los años 1264-66, la población musulmana es confinada en este arrabal occidental, siendo privada del contacto directo con la ciudad con la construcción de un muro frente al val de San Antolín. Esta división entre musulmanes y cristianos se hizo efectiva en 1272 (Torres Fontes, 1989, p.194). Todavía durante la segunda mitad del siglo XIII, la población musulmana se verá afectada por dos importantes hechos: por un lado la emigración de buena parte de sus gentes, y por otro la creación de las colaciones de San Anto-

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UNA INTERVENCIÓN EN LA ARRIXACA DE PONIENTE (C/. ALFAREROS, N.º 2, MURCIA)

Figura 1. Sector Occidental de la madina y arrabal de la Arrixaca (sobre plano de Navarro Palazón, 1993). 1 a 7 y 12 y 13: Alfares, hornos y testares islámicos. 8 a 11 Alfares, hornos y testares bajomedievales.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

CUADRO DE HALLAZGOS NUMISMÁTICOS (3) CORTE: Habitación: NIVEL I:

I 2

II 3 4 Carlos II- 2 Mar. (1680) Felipe IV- 8 Mar. (1622/1641-42/1652) F.III- 8 Mar. (1604-1619)

NIVEL II A: F.IV- 8 Mar. (1626/1651-55) Fel.IV- 8 Mar. (1625)

F.II- 4 ó 6 Mar. (1566-1598)

F.IV-4Cor.. (1624)

NIVEL II B: Fernando V- Din. (1512-16) NIVEL III:

F.IV- 8 Mar. (1603-25) F.IV- 8 Mar. (1625)

Durante la baja Edad Media se mantiene en ambos barrios la alfarería como una de sus principales actividades (Pravia, 1958; Torres Fontes, 1988; Muñoz López, en prensa), y perdurará hasta nuestra época: entre los siglos XVIII y XIX los alfareros se encuentran en las parroquias de San Andrés y San Antolín (calles Alfareros, Baja Rosario, Mondéjar, Angustias, plaza y calle de San Ginés, Huertas, Ericas de Belchí, etc.). La calle Alfareros, en particular, albergó talleres hasta mediados del presente siglo, donde Llubiá cita los de los maestros Galán y Carrión (Llubiá y López, 1951, pp.22 y 23). Concretamente, nosotros excavamos en el solar perteneciente al último. De esta manera se mantendrá para este barrio el carácter doble de residencial y artesano-comercial. ETAPAS DE OCUPACIÓN

Los restos arqueológicos encontrados en los trabajos de excavación, se pueden englobar en tres etapas diferenciadas de ocupación: Alfar moderno

NIVEL IV: Dinero (1258-91 ó 1347-86) SUPERFICIAL: - F.II- 2 Mar. (1566-1598) - Fernando V e Isabel I- Blanca (1474-1504) - De Jaime I a Pedro IV- Dinero (1276-1387) Estudio numismático realizado por D. Martín Azorín Cantó. Figura 2.

reses estrictamente económicos, se vieran envueltas en una dialéctica de contradicción y contrarrestadas por el pragmatismo y la necesidad de interrelación económica y comercial principalmente. No obstante, por lo menos hasta mediados del siglo XV, debió de haber una zona delimitada para ella, como se deduce del conflicto acaecido en 1430 entre alfareros cristianos y musulmanes por problemas de acceso a la morería (Torres Fontes, 1988, pp. 320-323); así, ésta se localizaría en torno a la alfarería mudéjar de la calle de La Manga (Muñoz López, en prensa).

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Las estructuras más recientes pertenecen a dos hornos de un alfar. De uno de los hornos se conservó una cámara rectangular, obrada con ladrillos trabados con arcilla, con una superficie de 10 m2 y una altura conservada de 1’20 m. (lám. 1). No se documentaron otras estructuras que pudieran completar el esquema de un horno. Asimismo, pudimos excavar otro pequeño horno, de 2 m2 de superficie, de idénticas características constructivas que el anterior, y a sólo un metro de distancia. El suelo de ambas cámaras tenía un preparado de pequeñas piedras y arcilla roja. La técnica de construcción se asemeja mucho a la utilizada en la cámara de fuego del horno bajomedieval del «Testar del Molí» de Paterna (Valencia) (Amigues y Mesquida, 1987). En nuestro caso, los datos apuntan a que nos encontramos ante los fogones de los hornos. La cronología es posterior al siglo XVII, ya que rompe los niveles desde este siglo hasta los del XV. Por el tipo de cerámicas aparecidas en el relleno, maceteros en su mayor parte, podríamos fechar su abandono dentro de nuestro siglo (lam. 2). El edificio del siglo XVII

El exiguo espacio excavado apenas nos permitió exhumar escasos restos de un edificio levantado en el siglo XVII.

UNA INTERVENCIÓN EN LA ARRIXACA DE PONIENTE (C/. ALFAREROS, N.º 2, MURCIA)

Làmina 1.

Sus muros estaban construidos mediante mampostería de piedras y ladrillos, de 50 cm. de grosor y reducidos cimientos, apenas 15 cm., más o menos; los suelos eran de ladrillo y de yeso. En cuanto a la distribución del espacio, apenas se excavó completa una habitación, encontrando a su alrededor partes de hasta 6 estancias diferentes (lam. 3). Posteriormente, se realizaron diversas remodelaciones, con muros adosados a la fase inicial que motivaron la reorganización de los espacios y el cambio de los accesos. Restos medievales

La única estructura documentada en niveles medievales fue un muro de adobes y ladrillos, el cual apareció inmediatamente debajo del suelo del horno grande, en el nivel IV. Este mismo nivel en el Corte II no dio ninguna obra constructiva.

LA ESTRATIGRAFÍA

En este capítulo vamos a mostrar las características físicas de los niveles arqueológicos, así como diversos datos sobre la cerámica en ellos encontrados. En el Corte I se excavaron seis niveles, los dos inferiores de sedimentos fluviales, con escasísima cerámica. En el Corte II documentamos los cuatro niveles superiores, siendo el quinto confirmado como una gruesa capa de limos. Sobre las cerámicas debemos tener en cuenta un factor importante: la similitud entre ciertos tipos fabricados bajo el periodo islámico y el cristiano, espacialmente alcadafes o lebrillos, tinajas e incluso algunas jarras y jarritas. Este fenómeno es particularmente visible en los niveles inferiores, es decir los pertenecientes a los siglos XIII y XIV.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Figura 3.

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UNA INTERVENCIÓN EN LA ARRIXACA DE PONIENTE (C/. ALFAREROS, N.º 2, MURCIA)

su asignación cultural, considerando que hay otro tercio más de fragmentos de paredes de cántaros o jarras que resultan dudosos. En los tipos islámicos tenemos un candil de pie alto, marmitas, alcadafes y un fragmento de «cuerda seca». Entre las cristianas hay platos, tinajas, orzas y un fragmento de cerámica azul de Paterna. La presencia paritaria de cerámicas de asignación «islámica» y «cristiana» me inclina a darle una cronología de la segunda mitad del siglo XIII a principio del XIV (Lerma y otros, 1992; Mesquida, 1989); destaca la ausencia de loza dorada. NIVEL IV

Làmina 2.

NIVEL VI

Formado por limos sedimentarios, de color blanquecino y bastante limpio de intrusiones. La cerámica islámica supone un 91% frente al 9% de piezas dudosas. En la de cocina, las marmitas tienen cubierta vítrea interior verde, melada y marrón. Entre la vajilla de mesa hay jofainas vidriadas en verde con manchones, en blanco y «cuerda seca» parcial. Además, encontramos fragmentos de jarras, tinajas, alcadafes, tapaderas y un cangilón. Dos fragmentos de jarra y jarrita son desechos de alfar. Identificar en este nivel la cerámica cristiana supone un problema difícil, ya que los tipos «dudosos» son de tinajas y cántaros, por lo que perfectamente ese 9% podría no ser cristiano, y encontrarnos ante un nivel exclusivamente islámico, con cerámicas datables en la primera mitad del siglo XIII (Navarro Palazón, 1991). NIVEL V

El componente del nivel V es similar al anterior, es decir limos del río. El porcentaje cerámico es del 50% en cuanto a

La tierra es marrón oscuro, suelta y claramente diferenciada de los niveles anteriores, además de presentar mayor cantidad de cerámica. Pudimos distinguir dos bolsadas, una de tierra rojiza y la otra negruzca con abundante ceniza. El cómputo global es de un 89% de fragmentos cristianos frente a un 11% islámico. En esta última destacan piezas de «cuerda seca», pintadas al manganeso y sobre todo esgrafiadas. La cerámica musulmana está especialmente presente en la bolsada de color rojizo, con un porcentaje del 50%. Entre la cristiana hay verde-manganeso y azul valencianas. Por el contrario, la bolsada de tierra negruzca es 100% cristiana. Debemos destacar las lozas azules con decoración radial de palmetas triangulares y hojas elípticas, con repié discoidal. En la cerámica de uso cotidiano se aprecia una sensible mejora en la calidad e intensidad de las cubiertas vítreas, en su mayor parte meladas, y en lo compacto de sus pastas, lo que me hace suponer un avance tanto en las técnicas de elaboración como en el proceso de cocción. Este hecho podemos percibirlo en la calidad de la lozas valencianas. Por otro lado, localizamos piezas defectuosas cristianas y útiles de alfar como barras de horno y atifles, por lo que se confirma la continuidad de la actividad alfarera, así como la de los «hornos de barra», en las inmediaciones. En este nivel tenemos por tanto dos estratos claramente diferenciados: uno con un 50% de cerámica islámica, incluida una jarrita esgrafiada del tipo «clásico» de la primera mitad del siglo XIII (Navarro Palazón, 1986 y 1991), pero también fragmentos de otra jarrita de cuerpo más piriforme y un esgrafiado decadente, que en Murcia aparece en contextos de la segunda mitad del siglo (Muñoz López,

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

en prensa, lam. 5.4; Gallego Gallardo, 1993, lam. 2, n.º 14); asimismo, encontramos un «dinero» de la segunda mitad del s. XIII o s. XIV. El otro estrato, exclusivamente cristiano, presentó lozas azules datables en la primera mitad del siglo XV (Lerma y otros, 1992). NIVEL III

Es una tierra marrón, más clara que la anterior, suelta. Los restos cerámicos son exclusivamente cristianos, si exceptuamos algunos fragmentos islámicos de intrusión. Entre la vajilla decorada tenemos un plato pintado al manganeso con una cenefa de orla de peces, junto a otros similares decorados en azul; también motivos radiales de palmetas y frecuentemente hojas de helecho y lanceoladas en azul y dorado. Además de barras de horno, atifles y cerámicas desechadas, aparecieron varias piezas de sales para el vedrío de la cerámica. Este nivel ofrece un espectro cronológico muy amplio: desde cerámicas fechables en el siglo XIV a otras de la segunda mitad del siglo XV, como los motivos en azul y dorado de hojas de helecho y lanceoladas (Martínez Caviró, 1982). Las monedas son todavía más recientes, del primer cuarto del siglo XVII. La «ordenada presencia» de las monedas de los niveles IIb y IIa, me hace plantearme que los maravedíes de este nivel pudieron formar parte de alguna intrusión no detectada. NIVELES I Y II

El nivel IIb tenía sobre sí el pavimento más antiguo, aunque la casa está claramente definida sobre el nivel IIa. En base a los datos de la figura 2, la construcción de dicha casa se debió producir durante el reinado de Felipe IV. El nivel I se encontraba cubriendo los restos de la casa, produciéndose su demolición todavía dentro del siglo XVII, ya que es de destrucción y amortización de los pavimentos de la casa. PROBLEMÁTICA URBANÍSTICA

Es importante destacar el hecho de que no encontráramos restos de construcciones, excepto un muro aislado, anteriores al siglo XVII, ni siquiera testares. Por debajo de los niveles del siglo XV los estratos son capas de limos de inundación. En esa línea, los datos estratigráficos recogidos en las excavaciones realizadas entre los barrios de San Antolín y

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San Andrés, apuntan a una Arrixaca de poniente menos extensa que lo generalmente propuesto, por lo menos en cuanto a las zonas protegidas por muralla durante toda la Edad Media. Tradicionalmente, la bibliografía referente a la Murcia medieval asignaba, en general, una periferia a la Arrixaca de poniente que superaba por el Oeste, de forma continuada, los límites de la Plaza de San Agustín. Así lo proponen Fuentes y Ponte (1838), Torres Fontes (1963), Roselló y Cano (1975), Pocklington (1989), Navarro Palazón (1993) y Garcia Antón (1989 y 1993). Este último autor publica en su más reciente trabajo un interesante plano de J. Bautista Balfagón, fechado en 1653, en el que se propone la reparación de la cerca medieval; en él aparecen indicadas las puertas de Belchid y Traición, así como un tramo torreado, el más occidental. Para su hipótesis de trazado, además, se apoya en las informaciones tanto de Juan Lozano (1794) como en las de un anónimo de el «Correo de Murcia» de 1792, ambas naturalmente coincidentes. Sin embargo, Lozano muestra el trazado de una «muralla romana» mejor adaptado al callejero de carácter medieval. En mi opinión, hay dos importantes elementos que pueden contradecir aquellas propuestas: 1- La configuración del callejero tiene «morfología» medieval alrededor de tres zonas: la salida hacia Castilla (actual calle de Mariano Girada), en torno al camino que va hacia el Oeste por la puerta de Belchid (hoy calle Almenara), y entre las calles de Sagasta y Alfareros, en medio de las anteriores. 2- La ausencia de restos de ocupación anteriores al siglo XVI en la zona exterior situada entre los dos extremos anteriores (Pozo y otros, 1993), es decir Plaza de San Agustín y solar del antiguo convento. La ocupación en la calle Mariano Girada está documentada desde los siglos X-XI (Jiménez Castillo, 1993, fig.1, n.º 6). En el lado opuesto sucede igual en solares excavados en las calles Pedro de la Flor (Muñoz López, en prensa, fig.1, n.º 3) y Ceferinos (fig.1, n.º 12) (1). Empero, el espacio situado entre ambos núcleos ha ofrecido datos diferentes en tres excavaciones realizadas en la vertical del antiguo convento de San Agustín (Pozo y otros, 1993, fig. 1, n.º 11). Este fue fundado aquí a finales del siglo XVI y bajo él sólo existió un testar de cerámicas de los siglos XV-XVI y por debajo niveles de limos del río. En el lado opuesto de la Plaza se halló una casa islámica del siglo XIII, bajo un grupo de hornos cerámicos de los siglos XV al XVII

UNA INTERVENCIÓN EN LA ARRIXACA DE PONIENTE (C/. ALFAREROS, N.º 2, MURCIA)

Lámina 3.

(fig.1, n.º10)(2). En la calle Alfareros, en la misma línea de fachada, los limos de río son exclusivos por lo menos desde el siglo XIII hasta el XVII. La presencia de gruesos estratos de limos creo que deben de interpretarse como un claro síntoma de «zona exterior a muralla». Este fenómeno lo pudimos comprobar nítidamente en la excavación de c/ Cortés, donde aquellos desaparecen a partir del momento de urbanización de ese área (Muñoz López, 1993, fig.1, n.º 2). Por tanto, en mi hipótesis considero que hubo dos zonas en vanguardia, en los extremos Noroeste y Suroeste (nacidas y desarrolladas a la sombra de las vías de salida de la madina) y otra zona central que no superaría la fachada oriental de la actual plaza de San Agustín. En el siglo XIII este arrabal no debió extenderse hasta los extremos que propone García Antón, sin que ello no signifique la posibilidad de posteriores ampliaciones, por crecimiento urbano, sobre todo en los márgenes de la calle Almenara, de mayor uso en

época cristiana hacia el Oeste. Así, es comprensible la existencia de muros de contención, posiblemente los identificados en el siglo XVIII, y que debieron proteger zonas ocupadas al exterior. La no localización del tramo de cerca en el solar de calle Alfareros podría indicar que se encontraba más al interior de la fachada del actual trazado de la calle, tal como se está comprobando en la c/ Sagasta, pudiendo incluso marcar su desarrollo la calle de Pío Tejera, como sucede con los adarves de las calles Julián Calvo y Brujera con respecto a la muralla de Sagasta. No obstante, no debemos olvidar la presencia de la casa islámica excavada por Matilla Séiquer bajo el alfar moderno. Por último, hay que tener en cuenta que las características poblacionales de las Arrixacas del Norte y del Oeste son manifiestamente diferentes. Mientras, las de ésta apuntan a un barrio populoso y artesanal, las referencias a la del norte son más acordes con su edificio más emblemático, el Dar as-

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Sugrà. Es decir, zona de almunias, ocupada por la clase pudiente de la madina; no en vano, el arrabal es citado como lugar de residencia de importantes personajes cristianos tras la conquista (Torres Fontes, 1989, p.196), lo que debió de suceder en la zona de mejores residencias. Todo esto explicaría un trazado «rectilíneo» de su cerca, menos expuesto a presiones demográficas.

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NOTAS: (1) En esta intervención, realizada durante el verano de 1993, hemos exhumado un taller alfarero que tiene su origen en la segunda mitad del siglo X o principio del XI. (2) Estos hornos han sido publicados por Matilla Séiquer (1992) y González y Matilla (1993), aunque en ninguno de los trabajos se hace referencia a la casa islámica ni a las características de los niveles inferiores. (3) Quiero dar mi agradecimiento a D. Martín Azorín Cantó, por su inestimable ayuda con su trabajo de estudio de las monedas recogidas en la excavación.

ESTUDIO SOBRE ONCE CASAS ANDALUSÍES DE SIYÂSA

Julio Navarro Palazón Pedro Jiménez Castillo

MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

ENTREGADO: 1996

ESTUDIO SOBRE ONCE CASAS ANDALUSÍES DE SIYÂSA

JULIO NAVARRO PALAZÓN, PEDRO JIMÉNEZ CASTILLO

Palabras clave: Siyâsa, andalusí, arquitectura residencial, yesería almohade Resumen: En el presente artículo estudiamos, de manera pormenorizada, once de las dieciocho casas exhumadas en el despoblado andalusí de Siyâsa. Gracias al excelente estado de conservación de los restos arqueológicos, podemos aproximarnos detalladamente a las características de estas viviendas, que corresponden al modelo islámico de casa urbana organizada en torno a un patio central. La estratigrafía y la información aportada por las fuentes escritas, nos ha permitido fechar el abandono de la población hacia el tercer cuarto del siglo XIII, poco después de la conquista castellana, por tanto el caserío documentado se puede fechar en la primera mitad del siglo XIII.

Abstract: In the present article, we will study in detail eleven of the eighteen houses excavated at the andalusian deserted village Siyâsa. Due to the excellent preservation of the archaeological remains, we can have valuable information about the islamic type of urban house, disposed around an inner courtyard. The archaeological stratigraphy and the writing sources allowed us to date the city’s abandonment in the third quarter of the XIII century; because of that, we date the houses in the first half of the XIII century.

INTRODUCCIÓN

taciones espaciales que impone una publicación de este tipo y el elevado número de viviendas objeto del presente estudio, no presentaremos toda la documentación gráfica, especialmente las plantas arqueológicas de cada uno de los edificios exhumados. Por la misma razón hemos decidido no incluir algunas de las casas excavadas, en concreto las nº 2, 13, 9, 15 y 18, puesto que creemos que será de más utilidad para quien esté interesado aguardar a una futura publicación en la que nos ocupemos de dichas viviendas, antes que presentar todos los estudios resumidos. No obstante, la planta de estas viviendas ya fue publicada en su día y en el presente trabajo la adjuntamos nuevamente, revisada y completada con las aportaciones que tuvieron lugar durante la campaña de consolidación de 1993(4). Las casas nº 6 y 10 formaron parte de este trabajo, pero debido al largo periodo de tiempo que ha mediado entre la

Tras finalizar en 1988 la última campaña oficial de excavaciones, solicitamos a la Dirección General de Cultura, en diciembre de ese año, una subvención que nos permitiera completar la documentación gráfica de las casas exhumadas hasta entonces. Ésta nos fue concedida al año siguiente, tras someterse nuestra solicitud al examen del Consejo Asesor de Arqueología(1). La presente memoria es el documento justificativo del gasto realizado y por ello se centra, especialmente, en los aspectos arquitectónicos, ya que la ayuda económica que se nos concedió iba destinada, como ya dijimos, a costear los trabajos gráficos relacionados con la arquitectura(2). Se trata, por tanto, de una aproximación preliminar dedicada a 11 de las 18 casas excavadas en el despoblado islámico de Siyâsa entre los años 1983 y 1988(3). Dadas las limi-

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redacción y la publicación, así como al interés y complejidad de ambas viviendas, decidimos darlas a conocer en trabajos exclusivos(5). Para la comprensión del modelo de arquitectura residencial presente en Siyâsa y sus variantes tipológicas, es fundamental otro trabajo en el que, por vez primera, se presentó la planta del caserío excavado(6). Asimismo, remitimos a los artículos anteriores en los que, de manera general, nos hemos ocupado de la historia y los restos arqueológicos de este despoblado(7). En las páginas siguientes hemos dejado a un lado el estudio exhaustivo de la decoración arquitectónica, pues su sola presentación hubiera obligado a realizar un trabajo imposible de mostrar en una memoria preliminar como la que ahora publicamos. No obstante, hemos creído oportuno hacer breves menciones a las yeserías aparecidas puesto que, en muchas ocasiones, son la única fuente de información disponible sobre determinados aspectos de la organización espacial de la vivienda en planta alta. Asimismo, presentamos algunos ejemplos de la documentación gráfica, incluidas restituciones y estudios geométricos, de que están siendo objeto las yeserías. Si la memoria preliminar que ahora sale a la luz recoge algunos datos sobre la decoración arquitectónica, no sucede así con los materiales muebles exhumados en Siyâsa. Por problemas de espacio hemos creído oportuno centrar el artículo en la arquitectura, prescindiendo de hacer referencia a los abundantes hallazgos cerámicos, vítreos, metálicos y óseos. No obstante, de los primeros han sido publicados algunos materiales en varias monografías y artículos dedicados a cerámica andalusí(8). Existen, asimismo, referencias al conjunto de vidrios recuperado en Siyâsa en diversos trabajos(9). Finalmente, también remitimos a otros artículos de tipo general, no dedicados exclusivamente a Siyâsa, en los cuales, sin embargo, aparecen referencias amplias sobre diferentes aspectos de este yacimiento(10). HISTORIA DE LAS EXCAVACIONES EN SIYÂSA

Aunque la existencia de este importante yacimiento era conocida de antiguo(11), el inicio de los trabajos arqueológicos se produjo tras el hallazgo casual, por un grupo de jóvenes ciezanos, de interesantes fragmentos de cerámica esgrafiada con representaciones humanas. Este hecho, que tuvo lugar en 1981, suscitó el lógico interés de uno de nosotros (JNP), que por aquellas fechas estaba redactando su tesis de

licenciatura precisamente sobre cerámicas andalusíes decoradas mediante esgrafiado(12). Por ello, en septiembre de 1981 se inició la primera intervención de urgencia en el lugar del hallazgo, que pronto identificaríamos como uno de los basureros del despoblado(13). En abril y julio de 1982 prosiguieron las excavaciones gracias a la valiosa colaboración del Excmo. Ayuntamiento de Cieza(14). Durante este año finalizaron los trabajos en el basurero, se limpió el cementerio, en parte saqueado por clandestinos, se delimitó la muralla y se inició la intervención en el despoblado, justo encima del basurero, con el fin de conocer el origen de los interesantísimos materiales que se hallaron en dicho vertedero. Éste fue el comienzo de la exhumación de la que después llamaríamos casa nº 6, una de las viviendas más ricas de las hasta ahora documentadas en Siyâsa. En julio de 1983 se llevó a cabo la primera campaña oficial durante la cual se extendió la excavación al sector Este de la casa nº 6, exhumándose la vivienda que después llamaríamos nº 4 y el sector oriental de la nº 5. El año siguiente tuvo lugar otra campaña durante el mes de Julio que contó con la participación, además del habitual equipo de estudiantes y licenciados, de seis peones albañiles cedidos por el Ayuntamiento de Cieza que iniciaron las tareas de consolidación(15). Durante este año se extendió la intervención por el área NW, exhumándose las casas nº 7 y 8 y la calle que las separa de la 6. Asimismo, se excavó el núcleo central de la casa 5, el sector occidental de la 1 y las mitades septentrionales de las casas nº 2 y 3. La tercera campaña se llevó a cabo a lo largo del mes de julio de 1985 y contempló la excavación de la casa nº 9 y parte de la nº 10. Durante las Navidades de ese año se finalizó la excavación de la casa 10, se inició la de la 18 y se exhumó el cruce de calles situado en el centro del sector objeto de estudio. En el transcurso de esos trabajos navideños se demolieron los testigos estratigráficos que se habían dejado desde el inicio de las excavaciones, con el fin de proceder a la elaboración de la planimetría del caserío exhumado. A lo largo del año 1987 hubo dos intervenciones, la primera en marzo y la segunda en julio y agosto. Ya en aquel año se desechó la idea de ampliar más el área objeto de excavación hacia Occidente (la presencia del cantil lo demarcaba por Oriente), y se optó por limitar la intervención hasta una calle, paralela a la ya exhumada, que suponiamos

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Fig. 1.- Planta general del caserío excavado con inclusión de las últimas aportaciones obtenidas tras la campaña de consolidación de 1993. En este plano también se indica la situación de las secciones representadas en la figura 15.

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debía de delimitar las casas 3, 14, 10, etc, por el Sur. Las dificultades de conservación ya habían comenzado a hacerse patentes, pero considerábamos imprescindible que la zona objeto de estudio comprendiera, al menos, una manzana, con el fin de poder obtener conclusiones válidas desde el punto de vista urbanístico y que las plantas de las casas estuvieran completas. Sin embargo, la extensión de las excavaciones en forma de abanico por el sector mencionado puso este año de manifiesto que tras esa línea de casas no se hallaba la esperada calle sino más viviendas. De esta manera, entre el 26 de julio y el 5 de agosto de 1988, se llevó a cabo la sexta campaña oficial sobre este despoblado, que comprendió la excavación de las casas 13, 15, 16 y 17, así como las calles y adarves que limitan la manzana por el Sur. A fines de 1993, al iniciarse las tareas de consolidación en el yacimiento, se consideró conveniente finalizar la excavación de la casa nº 18 y los pozos negros de las viviendas 15 y 17, ubicados en la calle meridional. En cuanto a las medidas de protección, conviene destacar la reciente incoacción, por parte de la Dirección General de Cultura, del expediente para declarar BIC el despoblado islámico de Siyâsa. Creemos que esta medida legal y las labores de consolidación, que en estos momentos se están llevando a cabo, asegurarán la definitiva conservación de este singular yacimiento.

cia a Cuenca. En ambos casos se refiere a la población como hisn y en el segundo hace mención explícita a su ubicación junto al río(17). La escasez de noticias que acerca de Siyâsa aportan los textos árabes contrasta con la entidad de los restos conservados. Las fuentes cristianas del s. XIII prueban, de manera indirecta, que estamos ante uno de los núcleos urbanos más importantes de la Murcia musulmana, pues según la «Primera Crónica General», Siyâsa era uno de los lugares «sennoreados sobre sí», cuyo arráez negocia con el infante Alfonso, futuro Alfonso X, el establecimiento del protectorado castellano en 1243(18). Acerca de las circunstancias que provocaron el rápido abandono de la villa entre 1243 y 1272 sabemos poco, pero debió de ser un proceso paralelo al que aconteció en la mayor parte de la región y que conocemos mejor en lo que se refiere, por ejemplo, a la ciudad de Murcia. En cualquier caso, parece que en 1272 la aljama ciezana se hallaba, prácticamente, reducida a cero. La población musulmana de la antigua Siyâsa emprendió un éxodo hacia Granada y el Norte de África, sobre todo a partir de la sublevación de los mudéjares (1264-1266). La huella de los exiliados ciezanos en el reino nazarí aún se puede rastrear en documentos notariales de fines del siglo XV, que contienen la mención de ciudadanos granadinos que portan la nisba «al-Siyyâsi»(19). CASA Nº 1

BREVE RESEÑA HISTÓRICA

De las pocas noticias que conocemos sobre la Siyâsa islámica y las circunstancias que originaron su abandono y ruina a mediados del siglo XIII, poco después de la conquista castellana, nos hemos ocupado con cierto detalle en otros trabajos a los que antes hicimos referencia. No obstante, para facilitar la comprensión de este artículo a todo aquel que no tenga acceso a la bibliografía pertinente, resumiremos brevemente los escasos datos que las fuentes escritas aportan. El despoblado de Siyâsa, junto a la actual ciudad de Cieza (Murcia), ocupa la ladera de un abrupto peñasco que domina la vega del río Segura. Las referencias a esta población en los textos árabes son escasísimas; tan sólo contamos con dos menciones que se encuentran en sendas obras geográficas: las de al-`Udrî (s. XI) y al-Idrîsî (s. XII). El primer autor nombra a Siyâsa en su descripción del itinerario de Cartagena a Toledo(16), mientras que al-Idrîsî la menciona dos veces: en el itinerario de Murcia a Segura y en el de Mur-

Emplazada en el extremo oriental del poblado, muestra una de las distribuciones más regulares de las documentadas en Siyâsa, a pesar de la pronunciada pendiente existente en su eje N-S (figs. 1 y 2). La vivienda, dispuesta en torno a un patio trapezoidal, cuenta con cuatro crujías situadas a diferentes niveles. Tiene muro medianero con la casa nº 4 por el W y N, y queda completamente exenta por los lados E y parte del S, gracias a la presencia del cantil rocoso que viene a ser el límite natural del poblado en este sector. LA ENTRADA

El acceso a la vivienda se encuentra en el extremo más meridional y consiste en un zaguán acodado que desemboca en uno de los ángulos del patio. Este pasillo asciende siguiendo la pendiente natural del terreno, acentuada en el tramo inmediato al patio, donde fue necesario construir cuatro peldaños.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Junto a la puerta de entrada a la casa encontramos el arranque de una escalera que se abre directamente al exterior y descansa sobre una bóveda que genera una pequeña cavidad abierta al zaguán que ahora nos ocupa(20). Dicha escalera debió de comunicar con una serie de habitaciones que ocupaban parte de la planta alta de la casa, constituyendo una propiedad total o parcialmente independiente con respecto al núcleo principal; sobre estas particularidades nos extenderemos más adelante.

altura de unos 55 cm con respecto al suelo de la estancia. Presenta dos cavidades casi cuadradas, separadas por un delgado tabique de ladrillos. En cada extremo, embutidos en la fábrica, aparecen dos alcadafes cerámicos. El mejor conservado fue extraído en el momento de la excavación, para evitar su robo o destrucción(22). Parece lógico pensar que los alcadafes se utilizaban como abrevaderos para los animales estabulados, mientras que los receptáculos cuadrados estarían destinados a contener alimentos sólidos.

EL ESTABLO

EL PATIO

Ocupa la planta inferior de la crujía Sur. Su suelo se encuentra a 1’70 m con respecto al patio, por lo que en relación a éste constituye un verdadero sótano (fig. 2). Tal disposición se ha conseguido construyendo una auténtica parata o terraza sobre la cual se ubica el patio, de manera que el muro Norte del establo no sólo es una pared de carga sino que sirve a la vez de contención. Es interesante poner de relieve que la ubicación del establo en este lugar hizo posible aislarlo del resto de la casa y construir sobre él una habitación abierta al patio cuya existencia está demostrada por el escalón que se ha conservado en el patio, junto al muro medianero, permitiendo así elevar un poco más el techo de la cuadra(21). La altura desde el suelo del establo al peldaño es de 1’95 m; teniendo en cuenta que debió de existir otro escalón más, calculamos que el forjado estaría a unos 2’15 m aproximadamente. Gracias a la disposición ascendente del zaguán, el suelo del establo se encuentra poco más bajo que el nivel inmediato a la puerta de ingreso, por lo que se podía entrar y salir en él sin dificultad alguna. La inteligente solución adoptada en esta vivienda, además de resolver los problemas derivados de la acentuada pendiente de la ladera, permitía utilizar el calor animal como calefacción doméstica. Tal disposición no es excepcional, puesto que la encontramos también, al menos, en las casas nº 3 y 4. La puerta de entrada al establo se halla junto al ingreso a la vivienda. Su umbral aparece guarnecido con una piedra en la que se puede observar el desgaste ocasionado por el continuo trasiego de bestias y personas. El establo alcanza los 12’37 m2 y es de planta trapezoidal. Sus muros, cimentados directamente sobre la roca, muestran una obra de mampostería a base de piedra y yeso. En su ángulo noroccidental se localiza un curioso pesebre de planta rectangular, construido asimismo con mampostería. Tiene unas dimensiones de 1’90 x 0’70 m y una

Es de planta irregular, aproximadamente cuadrangular. A él se abren las cuatro crujías que lo circundan. Los desniveles más pronunciados, respecto a la cota que marca el suelo de este espacio abierto, se localizan en las crujías N y S. Ya explicamos anteriormente cómo fue solucionado este problema en la meridional. En la septentrional, ocupada enteramente por un gran salón, el desnivel existente es salvado mediante la presencia de un banco corrido y dos escalones(23) (fig. 2).

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EL SALÓN PRINCIPAL Y SUS ALCOBAS

Las dimensiones que alcanza la sala, 9’80 x 2’40 m, la más amplia de las hasta ahora excavadas, permitieron construir en sus extremos sendas alcobas (fig. 1). Tanto el salón como las alcobas laterales están solados con mortero de cal, apreciándose diversas repavimentaciones con el mismo material. La puerta del salón N presenta un vano geminado con pilar central de sección en T. En el interior de la sala, frente al vano, se practicó en el pavimento un enfondamiento rectangular, con una profundidad de 10 cm, destinado a facilitar la apertura de las puertas. El ancho del rebaje es de 42 cm y la luz de los vanos justo el doble, lo que significa que cada uno de ellos contaba con una puerta doble que batía hacia el interior. Las cuatro quicialeras han desaparecido, pero pudimos documentar sus improntas en el pavimento. Es probable que estuvieran fabricadas en madera y, en consecuencia, se hayan descompuesto, o bien que fueran sustraídas. La alcoba oriental se encuentra completamente arrasada debido a la proximidad del cantil, llegando a desaparecer incluso el pavimento de yeso. En la zona menos afectada, correspondiente a la entrada de la alcoba, hemos podido vislumbrar un acceso mediante doble vano, generado por sendas pilastras adosadas y un pilar central con planta en T,

ESTUDIO SOBRE ONCE CASAS ANDALUSÍES DE SIYÂSA

Fig. 2.- Casa nº 1. Sección.

todos ellos fabricados mediante ladrillo(24). Cada vano estaba flanqueado por sendas mochetas y tenía una luz de 39 cm. A diferencia de la alcoba oriental, los muros de la occidental conservan un alzado de más de 1 m, lo que nos permite conocer algunos aspectos de interés. Se trata de un espacio de 3’60 m2 cuyo suelo estaba 15 cm más alto que el del salón, del que lo separaba un tabique en el que se abría un vano único de 90 cm de luz(25) (figs. 2 y 4). El tabique está fabricado mediante una citara de ladrillos de 25 cm de altura y 16 de ancho que constituía el zócalo; el alzado era de adobes parados, con una anchura de 11 cm.(26) En una fase avanzada, el vano de ingreso a la alcoba fue tapiado con un tabique de yeso que no sobrepasaba los 80 cm de altura, según pudimos comprobar gracias al perfecto estado en que se conserva el lomo enlucido del parapeto(27). Hasta el presente no hemos encontrado una explicación convincente para estas curiosas transformaciones. No obstante, apuntamos la posibilidad de que estos extraños cierres fueran construidos

durante la breve ocupación cristiana de la ciudad con el objeto de habilitar estas habitaciones para un uso ajeno a las funciones propias de las alcobas. Es también posible que estemos ante una reforma destinada a facilitar la presencia de una tarima de madera que sobreelevaría el suelo y habilitaría una cámara de aire destinada a aislar el lecho de la humedad; los bancos de obra en las alcobas, con una oquedad central, son frecuentes en Murcia y otros puntos de alAndalus, sin embargo no han sido identificados en Siyâsa(28). En el muro que cierra la estancia por el Norte se aprecia perfectamente la técnica con que fueron construidas las paredes maestras de esta casa y de muchas otras del caserío. El zócalo es un tapial resistente construido a base de piedra y yeso que sobresale 40 cm por encima del nivel de suelo del salón. Sobre esta base se levanta el resto del alzado fabricado con tapial de tierra, aunque la parte inferior de la primera caja, la que está en contacto con el zócalo, presenta una hilada de mampostería.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Entre el salón y el cantil se encuentra un espacio claramente vinculado a la casa nº 4 y una pequeña estancia en el extremo oriental. Esta última parece haber formado parte de la casa que nos ocupa a juzgar por dos indicios: en primer lugar su pavimento se halla a la misma altura que el del salón de la casa nº 1, 60 cm por debajo del suelo de la dependencia situada al Oeste; en segundo lugar, no existe la más mínima evidencia de un vano que la comunicara con el ámbito vinculado a la casa 4, si bien es cierto que la pared que las separa sólo se conserva a nivel de cimentación. En el muro que hay entre el espacio en cuestión y el salón de la casa n º 1, tampoco existen restos de vano alguno, al menos hasta una altura de 40 cm, que es el alzado conservado. No obstante, a la vista de la disposición del salón de la casa nº 7, nos inclinamos por creer que la exigua dependencia formaba parte del salón de la casa nº 1. En efecto, en la casa nº 7 encontramos una alcoba trapezoidal, cuyo suelo está 50 cm más alto que el del salón al que se abre. Es posible, por tanto, que el vano de ingreso a la pieza que nos ocupa se hallara por encima de los 40 cm conservados en el alzado del muro. Dado su emplazamiento, creemos que la estancia en cuestión pudo servir como mirador, tal y como se ha comprobado en las casas nº 6 y 4. Lógicamente, podemos suponer que sobre el suelo del espacio debió de existir una tarima de madera que se elevaría hasta la altura del vano; la presencia de tal elemento, en vez de un relleno de tierra como ocurre en la casa nº 7, se podría explicar por la necesidad de evitar la presión sobre unos muros muy frágiles al estar prácticamente volados sobre el cantil. LA COCINA

Ocupa la mayor parte de la crujía oriental, compartiéndola con la letrina. Tiene planta de cuadrilátero irregular, con unas dimensiones máximas de 5 x 3 m aproximadamente. Su extremo Sur se encuentra muy erosionado, lo que afecta especialmente a la alacena y el hogar. De la primera no ha quedado más que la huella en la solería de uno de los tabiquillos que la conformaban, lo que es suficiente para afirmar que debió de contar con cinco vanos; mientras que del segundo se conservan las lajas de base. Adosada al muro occidental de la cocina, se conserva parte de una plataforma de yeso, a modo de poyo, que, en este caso, apenas alcanza 10 cm de altura. Esta pequeña plataforma sirvió, seguramente, de soporte e incluso de asiento durante el proceso de

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elaboración de los alimentos. Merece la pena recordar que, en este medio, la vida se hacía a nivel de suelo y, por ello, el hogar y los anexos de la cocina están directamente emplazados en el suelo o sobre una plataforma de escasa altura. Dicho elemento, junto al hogar y la alacena, siempre está presente en las cocinas del caserío excavado. El alto grado de destrucción que ha experimentado el sector Sur de la cocina sólo permite reconocer el muro que la separaba de la letrina a nivel de cimentación. Gracias a ello pudimos comprobar que dicho muro presenta un basamento de unos 41 cm de anchura, sobre el que se eleva el alzado sensiblemente más estrecho (22 cm). El muro comentado corregía el trazado de otro más antiguo, de idéntica dirección aunque desplazado unos 20 cm hacia el Norte, que sin duda se amortizó para ampliar el espacio ocupado por la cocina. En el ángulo NE de la cocina, en su muro de cierre oriental, se abre un estrecho vano (56 cm), cuyo umbral está 11 cm más alto que el suelo de la cocina. Se trata de una puerta que comunica con un espacio parcialmente volado sobre el cantil, cimentado sobre unos muros de contención que se asentaban sobre las prominencias rocosas. Actualmente, han desaparecido casi en su totalidad; sólo nos ha sido posible documentar un pequeño tramo (unos 50 cm) de la pared que limitaba el espacio por el Norte. Gracias a ello sabemos que la dependencia no se extendía más allá de la esquina NE de la alcoba oriental. Así mismo, se conservan restos del pavimento de mortero con que estaba solado, el cual se hallaba unos 15 cm más bajo que el de la cocina. Desgraciadamente, no se conservan sus cierres oriental y meridional; no obstante, y en función de la actual orografía del acantilado, nos atrevemos a aventurar que por el Este no debió de tener una anchura superior a los 2 m, mientras que el cierre meridional debió de hallarse, como mucho, a unos 2’20 m en esa dirección con respecto al vano mencionado, dado que la última prominencia rocosa susceptible de haber soportado un muro de carga se encuentra a esa distancia. LA LETRINA

Es de planta acodada y su acceso está emplazado en el ángulo SE del patio, entre la cocina y el establo. El primer tramo, de dirección Sur, está 21 cm más bajo que el patio; el desnivel se salva mediante un escalón. El segundo tramo se abre mediante un vano de 1 m de anchura y se desarrolla en sentido Este, estrechándose progresivamente y ocupando un

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Fig. 3.- Casa nº 1. Foto tomada desde el salón Norte. En primer término el arranque de la escalera; a la izquierda el patio y a la derecha la crujía occidental con el pórtico y el patinillo, ambos con sus respectivos desagües en el muro frontal.

espacio que linda con la cocina por el Sur. En este espacio, del que apenas se ha conservado resto alguno, debió de estar emplazado el canal de evacuación que vertería, no a un pozo negro, sino directamente al exterior, tal y como sucede en las letrinas de las casas nº 4, 6 y , especialmente, la de la nº 2, cuya disposición es similar a la que nos ocupa. En el subsuelo se aprecia un canalillo cubierto con lajas de piedra, con una anchura de 19 cm, que sin duda evacuaba el agua recogida en el patio a través del canalillo de la propia letrina. De esta manera se aprovechaban los aportes pluviales para la limpieza y arrastre de los residuos humanos. Tal disposición se llevó a cabo en todas aquellas casas cuya ubicación permitía la evacuación directa de la letrina al cantil.

secundario que se asentaba sobre el establo (fig. 2). Por tal razón, no hay duda alguna de que su planta reproducía con toda fidelidad la de esta última dependencia. La puerta de acceso estaba practicada en medio de la pared que lo separaba del patio, como lo demuestra la presencia de un peldaño que debió salvar el desnivel que había entre el suelo del patio y el umbral del ingreso. También las casas nº 3 y 4 contaban con salón sobre el establo de la crujía Sur. Los escalones de la casa nº 4 y de la que nos ocupa son bastante reducidos, lo que prueba que estas dependencias no contaban con un acceso doble, como era habitual en los salones principales. LA ALTURA DE LAS HABITACIONES

EL SALÓN SUR

La crujía meridional estaba ocupada, a nivel de la planta principal, por el primer tramo de la letrina y por un salón

Sobre la altura de las habitaciones nada podemos decir, ya que no tenemos en esta casa ningún alzado conservado en su integridad, ni yeserías que tras su reconstrucción nos

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

proporcionen información segura. Es de suponer que el gran salón N fuera, como es habitual, la estancia más alta de la casa, llegando a alcanzar los 4 m. El resto de las habitaciones no debieron de sobrepasar los 2 m, altura que permitía construir una planta superior, como evidencia la presencia de dos escaleras. LA CRUJÍA OCCIDENTAL

El frente Oeste es el más complejo de la vivienda. En la crujía se localiza un espacio rectangular con acceso doble y pilar central de mampostería, precedido por un pórtico tripartito (figs. 2 y 3). El vano septentrional del pórtico está ocupado por una escalera, mientras que el meridional alberga el último tramo del zaguán acodado. Tras un primer análisis de la planta y de las estructuras emergentes, se pudo comprobar que el pórtico es producto de una reforma y que se construyó invadiendo parte de lo que era el primitivo patio. Es fácil descubrir cómo la primera plataforma de la escalera que da acceso al salón N constituye un banco que recorre todo lo que fue el antiguo frente N del patio, desde el muro de la cocina hasta el vano geminado de la crujía W. Sobre esta plataforma se construyeron la escalera de acceso a la planta superior y el pilar N del pórtico (fig. 4). Otro detalle que señala al pórtico como una reforma es el propio acceso geminado de la habitación W, pues el vuelo de la escalera hace absurda la existencia del vano septentrional y sólo se explica su presencia sin el pórtico. También apuntan en la misma dirección los restos de las mochetas de una puerta, en el último tramo del pasillo acodado de acceso al patio. Éstas aparecen alineadas con el muro W, donde se abre el vano geminado. Su presencia sólo se justifica como soporte de un arco y éste no puede aparecer aquí, si no es abierto al patio. Creemos que dichos testimonios son suficientes para no dudar de que el pórtico y la escalera fueron añadidos a una obra más antigua. Del alzado del pórtico que ahora nos ocupa, sólo sabemos que el vano central era arquitrabado y que presentaba ménsulas de yeso (fig. 2). Por el contrario, el vano meridional contó con un arco de herradura apuntado. Estos datos nos son conocidos gracias a que se ha conservado, sobre el suelo del patio, el pilar meridional con su ménsula y el arranque del arco (fig. 3). Del vano septentrional no nos ha llegado resto alguno, lo que nos impide suponer una solución idéntica a la del otro vano. No obstante, la presencia de la escalera debió de obligar a elevar algo más el arco, gene-

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rando así una cierta asimetría. Tal «anomalía» está bien documentada en el pórtico almohade de la casa nº 10 (29). El espacio rectangular situado tras el pórtico resulta especialmente interesante. Al iniciar el estudio de la casa pensamos que se trataba de un salón y que, por tanto, la crujía occidental se organizaba según la conocida disposición arquitectónica de «salle-antisalle»(30). Esta identificación fue más adelante rechazada ante evidencias que pasamos a enumerar. En primer lugar, nos encontramos con que el espacio rectangular (6’38 m2) no presenta suelo de yeso ni resto alguno de los típicos pavimentos utilizados en los interiores de las habitaciones; al contrario, la roca de base aflora por toda la superficie. En segundo lugar, pudimos comprobar cómo el muro Sur está atravesado por un desagüe que sólo se justifica si se empleó para la evacuación de aportes pluviales. Todo ello demuestra que estamos ante un espacio que estuvo a cielo abierto; ahora bien ¿qué función habría de cumplir un patio cerrado por tres de sus lados y sólo comunicado a través de un pórtico con otro patio mayor? Dado que no pudo dar servicio a pieza alguna ubicada en la planta baja, creemos que sólo pudo iluminar y ventilar habitaciones de la planta alta. Habilitar un patinillo interior para este fin y no abrir las dependencias altas al patio principal sólo se entiende si se les quiso dotar de autonomía e independencia con respecto al resto de la casa, lo que inmediatamente nos lleva a relacionarlas con otro elemento que también apunta en este sentido: la escalera abierta directamente a la calle. Todo parece apuntar a la existencia de una almacería(31). LA PLANTA ALTA

Parece evidente, a juzgar por las evidencias comentadas en el apartado anterior, que sobre parte de esta casa se alzó una finca en altura a la que se quiso dotar de un cierto grado de autonomía. La vinculación entre la supuesta almacería y la casa nº 1 es indiscutible, no sólo por motivos meramente estructurales sino, además, porque existen indicios de que, en origen, el patinillo era una habitación más de la casa. Ahora bien, la relación exacta entre ambas fincas en la fase final resulta difícil de precisar; sin embargo, creemos que son dos las hipótesis más verosímiles: 1) Se trata de unas dependencias pertenecientes a la casa nº 1, a las cuales se podía acceder a través de la escalera que existe en el vano Norte del pórtico de dicha casa y también desde la escalera que se abre directamente a la calle. En este

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Fig. 4.- Casa nº 1. Detalle del ángulo NW del patio en el que se aprecia el arranque de la escalera y el espacio residual que había bajo su bóveda. En la parte superior, con la puerta trabada, el salón y la alcoba.

caso habría que pensar que el propietario de la casa nº 1 habilitó unas dependencias en el piso superior con un fin artesanal o comercial. Para evitar el paso de los clientes al interior de la casa, se habilitó un ingreso a la planta alta desde la calle, e incluso de un patinillo propio, preservando así la intimidad doméstica. 2) Estamos ante unas habitaciones que originariamente pertenecieron a la casa nº 1 pero que, en un momento dado, fueron emancipadas y convertidas en propiedad independiente. Ello supondría una incomunicación completa con la casa nº 1, excepto en el uso compartido del patinillo(32). Este último sería una clara servidumbre que permitía la iluminación y ventilación de las piezas altas. La documentación escrita consigna un caso que puede ser equiparable a la segunda de las hipótesis propuestas. Se trata de un contrato de compraventa, extendido en Granada y fechado en 1480, en virtud del cual un propietario vende a su hijastra una almacería que constructivamente formaba

parte de la vivienda del vendedor. La nueva propiedad linda con la vivienda originaria por el Oeste y por debajo: «dicha finca sufre la servidumbre de que, por bajo de la almacería y por la parte del vendedor hay un cuarto de casa pequeño, servidumbre que acepta»(33). Una transacción en el seno familiar, como la reseñada, podría ser una explicación válida para el fenómeno constatado en Siyâsa, donde existen, al mismo tiempo, autonomía y dependencia de la almacería con respecto al núcleo principal. La escalera existente en el patio debió de dar acceso a las dependencias en altura vinculadas a la casa que nos ocupa, con independencia de que existiera o no algún tipo de comunicación con la almacería arriba mencionada. Dicha escalera ocupa el vano septentrional del pórtico, desde donde asciende en sentido Oeste hasta permitir el ingreso a la galería que, sin duda, se alzaba sobre el pórtico (fig. 2). Ésta debió de prolongarse en forma de galería volada a lo largo del frente Sur del patio, pues sólo de esta manera sería

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

posible acceder a las dependencias ubicadas sobre la cocina. No se han conservado evidencias arqueológicas de dicha galería volada; sin embargo, creemos que se puede afirmar su existencia con pocas reservas, puesto que en esta vivienda dicho elemento es imprescindible para la circulación en altura. Creemos que también la crujía Sur debió de contar con habitaciones en la planta superior, lo que supondría la existencia de dos alturas sobre el establo (fig. 2). LA EVACUACIÓN DE LAS AGUAS PLUVIALES

En esta casa, como en todas las hasta ahora documentadas, se hace perceptible el esfuerzo de sus constructores por dotarla de una infraestructura que permitiera desalojar adecuadamente las aguas de lluvia. El patio presenta pendiente hacia el ángulo SE, donde debía de hallarse un sumidero que recogía el agua y la conducía mediante una atarjea a la letrina, con el fin de aprove-

Fig. 5.- Casa nº 1. Arco almohade. Museo municipal de Cieza.

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charla en el arrastre y limpieza de los residuos sólidos allí depositados. Esta solución no podía llevarse a cabo en las casas que cuentan con pozo negro porque, evidentemente, una lluvia importante lo desbordaría con facilidad. Como ya dijimos en el apartado correspondiente a la letrina, en su subsuelo pudimos documentar el tramo final del canalillo de evacuación de las aguas pluviales. El pórtico se halla, curiosamente, a una cota inferior respecto al patio, aunque este último sería el espacio más bajo en todas las viviendas (fig. 3). Ello parece deberse a la importante reforma que se llevó a cabo en este sector de la casa y que comentábamos más arriba: el pórtico conservó, al parecer, la cota del pavimento antiguo, mientras que el resto del patio se sobreelevó. Para impedir la inundación del pórtico, el umbral de su vano central fue dotado de un bordillo de yeso de escasa altura; además, ante la posibilidad de que pudiera salpicar agua en caso de lluvias torrenciales y para evitar que ésta se acumulara, se perforó, a la altura del suelo,

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Fig. 6.- Extremo oriental de la calle Sur. A la derecha la escalera de acceso a las casas 1 y 4; en el centro la puerta de entrada a la casa nº 3 y a la izquierda la puerta del establo.

el muro que cierra el pórtico por el Sur, habilitando así un desagüe hacia el zaguán (fig. 3). El patinillo también contaba, como ya indicábamos, con otro sumidero situado en el muro Sur que vertía sobre una pequeña pileta (fig. 3). De ella partía un canalillo, en parte tallado en la roca y en parte construido mediante muretes de ladrillo y cal, que atravesaba el zaguán en dirección Sureste para penetrar en el interior del establo por un orificio a ras de suelo. Desde allí, el agua de lluvia debió de ser conducida hacia el exterior a través de otra perforación en el muro que cierra la cuadra por el Sur. Esta vía de evacuación se empleaba también para los aportes recogidos en el pórtico, que atravesaban el subsuelo de la escalera y el zaguán mediante una atarjea que corría en dirección Sur pegada al muro exterior del establo.

CASA Nº 3

La casa nº 3, con sus casi 57 m2 construidos, puede ser considerada de tamaño medio en el contexto del barrio excavado. Por el N. limita con el establo de la casa nº 4; por el S. se abre a la calle excavada en 1988 (fig. 6); por el W. limita con las casas nº 14 y 16 y por el E. con el pasillo de acceso a la casa nº 4 (fig. 1). Analizada la planta en términos generales, podemos comprobar que su disposición es la habitual en Siyâsa; tan sólo la crujía S, al desarrollarse perpendicularmente al patio, rompe el carácter replegado de la planta. Asimismo, la escasa amplitud de la crujía E, reducida a la entrada y a dos diminutas habitaciones, desvirtúa el equilibrio en la distribución habitual de los espacios que circundan el patio.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Comunica la vía pública con el ángulo suroriental del patio y su planta es de eje en triple codo. Tal disposición es frecuente en este tipo de arquitectura y está destinada, como ya hemos comentado, a preservar el interior de la vivienda de las miradas indiscretas de los viandantes. Dado que el patio está 2’5 m sobre la altura de la calle, en el zaguán se disponen siete escalones y dos más en la vía pública -frente a la puerta de acceso-, que permitan salvar el desnivel mencionado.

pieza completamente desaparecida que debió de existir sobre el establo; es decir, las dependencias que más frecuentemente aparecen en la planta baja. Los aportes pluviales se recogían mediante un sumidero situado en el ángulo SE, la zona más deprimida del patio. De ese punto arrancaba un canalillo subterráneo que vertía hacia la calle tras atravesar el muro que cierra por el Sur el tramo intermedio del zaguán. La escalera de acceso a la planta alta se sitúa en el ángulo suroccidental, donde se conservan los dos primeros escalones.

EL PATIO

LA COCINA

Como es habitual, la vivienda se estructura en torno a un patio, en este caso de planta trapecial, que apenas sobrepasa los 9 m2. A él se abren la cocina, el salón principal y una

Esta dependencia, con algo más de 11 m2, ocupa la totalidad de la crujía N. En su interior se conserva en pie el primer cuerpo de la alacena, compartimentado en cinco vanos,

EL ZAGUÁN

Fig. 7.- Casa nº 3. Estado en el que se encontraba la alacena de la cocina en el momento de su exhumación. En primer término los restos del hogar.

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Fig. 8.- Casa nº 3. Arco almohade perteneciente a la alcoba del salón principal. Museo municipal de Cieza.

y el arranque del segundo. Sus tabiques están hechos con yeso y pequeñas piedras, mientras que las repisas son de yeso armado por un cañizo (fig. 7). La estructura arquitrabada se hallaba enmascarada mediante arquillos, de medio punto los laterales y rebajado el central(34). El hogar, aun estando muy deteriorado, deja entrever una planta rectangular con cabecera semicircular. Al parecer, no estuvo acompañado del poyo que habitualmente encontramos a su derecha. En el muro que la separa del patio, al W de la puerta de acceso, se conserva la parte inferior de un ventanillo que se hallaba a 1’10 m respecto al suelo del patio. Presenta forma abocinada: el hueco que da hacia la cocina tiene unos 34 cm de luz, mientras que el que da al patio tiene 24 cm. Está dispuesto justo frente al hogar, sin duda para facilitar la salida de humos al exterior. La presencia de tales aberturas debió de ser obligada en todas las cocinas, si bien sólo se han conservado este ejemplar y otro similar ubicado en la casa nº 11(35).

El suelo de la cocina deja entrever, dado su mal estado de conservación, la presencia inmediata de la roca. La ubicación de la cocina en la crujía N es un hecho anómalo pues ocupa el lugar que habitualmente está destinado al salón principal en el resto de las viviendas. Es posible que este traslado del salón a la crujía occidental se deba a un intento de preservar la dependencia noble de las molestias que pudiera ocasionar el establo colindante de la casa nº 4. EL SALÓN PRINCIPAL

La crujía occidental está ocupada por la sala más noble de la vivienda, según lo evidencian el acceso geminado y la presencia de una alcoba en su extremo Norte. A ésta se accedía a través de un atajo cerrado por un arco polilobulado (fig. 8). Salón y alcoba suman una superficie total de 12 m2 y conforman el mayor espacio de la casa. El suelo de la alcoba no está sobreelevado, lo que acentúa

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Fig. 9.- Casa nº 4. Sección.

la comunicación entre esta última y el resto de la sala. Esta solución también se ha documentado en otros salones que, al igual que el que nos ocupa, contaban con una sola alcoba abierta al salón mediante un simple atajo (casas nº 7 y 9). En cada uno de los ángulos que hay al fondo de la alcoba localizamos, adosadas a los dos muros, unas pilastrillas de obra que en planta miden 38 x 10 cm. La mejor conservada alcanza una altura de 50 cm, sin que pueda afirmarse que esta cota fuera su remate original. Se trata de elementos añadidos a la obra original, pues ocultan el enlucido de las paredes en que apoyan. Podría tratarse de soportes destinados a sostener la tarima de madera sobre la que se extendía el lecho. LA CRUJÍA SUR

Ocupando la crujía Sur, y a una cota de -1’60 m respecto al nivel del suelo del patio, se encuentra el establo. Al igual

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que sucede en las casas 1 y 4, esta dependencia ocupa el flanco más deprimido de la parcela con el fin de poder construir sobre ella una o varias habitaciones a la altura del patio. La entrada al establo es completamente independiente del acceso a la vivienda, como sucede en las casas nº 5, 6, 13 y, 16(36). A diferencia de los establos de las casas 1 y 4, el que nos ocupa no presenta una planta regular, sino que se encuentra compartimentado en dos ámbitos desiguales. Esta división parece reflejar la que existió sobre él, consistente en una habitación precedida de otro espacio más estrecho y alargado en el que se hallaban un tramo de escalera, la letrina y un corredor que daba paso a la estancia ya comentada. En esta casa no hemos encontrado evidencias incuestionables acerca del emplazamiento de la letrina; no obstante, parece seguro que ésta debió de hallarse en la crujía Sur, en las proximidades del establo o de la calle, únicos lugares donde es posible ubicar adecuadamente un pozo negro. En

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efecto, además de los numerosos pozos negros en las vías públicas de Siyâsa, los hay también en los establos de las casas nº 11 y 13. Teniendo presente este hecho, concentramos nuestra búsqueda en esa zona, pudiendo apreciar la existencia de una particularidad notoria en el ángulo NE del establo: la pared que limita el extremo oriental del espacio más estrecho no es recta, sino que tiene forma absidal, de planta casi semicircular, mientras que su cubierta, aunque incompleta, está realizada mediante una falsa bóveda. Este tipo de obra solamente ha sido documentada, hasta el presente, en varios de los pozos negros excavados, particularmente el de la casa nº 13, aunque éste tiene planta en forma de elipse completa. Durante la excavación apareció en este punto un potente nivel formado por la descomposición de materia orgánica; en otras circunstancias, este argumento hubiera confirmado de manera incuestionable nuestra hipótesis, sin embargo debemos acogerlo con cautela puesto que la habitación contigua debió de servir como establo. En cualquier caso, creemos que estamos ante una infraestructura relacionada con la letrina. Según esta hipótesis, la letrina estaría emplazada en ese punto, sobre la falsa bóveda. El acceso sería acodado y se efectuaría desde el patio; el vano estaría situado en el centro del muro, donde se halló un escalón destinado sin duda a facilitar el ingreso a las dependencias situadas sobre el establo. Dicho vano daría paso a un angosto corredor, limitado a Occidente por el vuelo de la escalera, que comunicaría por Oriente con la letrina y por el Sur con la estancia situada sobre el espacio más meridional de los dos en que se divide esa crujía. Sobre el ámbito septentrional de la crujía Sur, donde suponemos se ubicaba la letrina, se hallaba una galería a la que desembocaba la mencionada escalera. Presentaba una estructura tripartita conformada por un vano central, cerrado mediante un arquitrabe sostenido por ménsulas, y dos laterales, de menor luz, rematados por arcos. Los restos de la mencionada galería fueron hallados durante la excavación; de ellos nos ocuparemos en detalle en el apartado dedicado a la decoración arquitectónica. LA PLANTA ALTA

La relación de la galería con los accesos a la planta alta parece estar suficientemente probada gracias a la presencia de una escalera. Esta ascendía desde el patio en dirección Sur para doblar después hacia el Este y desembocar en la galería que se levantaba sobre el corredor de acceso a la crujía Sur y a la hipotética letrina. La mencionada galería debió de comu-

nicar con otra que, según todos los indicios, recorría en planta alta las dos minúsculas habitaciones que hay al Este del patio. De esta forma, se generaba una galería en forma de L que daba acceso a las habitaciones existentes sobre la planta baja de la crujía meridional y sobre la cocina. Esta solución de galería en forma de L, creemos que existió también en las casas nº 1, 2, 7 y, con mayores reservas, en la 4. LA CRUJÍA ORIENTAL

Está ocupada por dos espacios muy reducidos, el más septentrional abierto al patio y el contiguo comunicado con el zaguán. Se trata de unas piezas minúsculas generadas por la necesidad de sostener en planta alta una galería, algo que también sucede, como vimos, en la crujía meridional de la casa nº 2. Estamos, por tanto, ante espacios residuales, lo que dificulta su identificación funcional. Reconociendo que no disponemos de evidencias acerca del empleo a que se destinaron, nos inclinamos por pensar que se trata de tinajeros. El análisis de las siguientes casas nos permitirá retomar de nuevo el tema. LA DECORACIÓN ARQUITECTÓNICA

Sobre el pavimento del salón se hallaron numerosos fragmentos pertenecientes al arco que daba acceso a la alcoba (fig. 8). El perfil está generado por la superposición y entrecruzamiento de dos arcos: uno de ellos compuesto por lóbulos mayores y menores alternos, y el segundo conformado por la sucesión uniforme de lóbulos grandes. Ambos arrancan a partir del clásico motivo serpentiforme que apoya a su vez en una palmeta doble dispuesta horizontalmente sobre la línea de impostas. La rosca del arco está recorrida por una banda epigráfica que, al llegar a la clave, se superpone a la banda del alfiz, en todo igual a la primera. La inscripción en árabe se puede traducir como «la prosperidad y la felicidad»; idéntica frase adorna el pórtico de la casa nº 10 y el arco del salón de la 7. El arco que hemos descrito parece pertenecer, estilísticamente, a una etapa avanzada dentro del arte almohade. En el patio se hallaron dos arcos de hojas idénticos, uno de los cuales estaba adosado a un pilar del que también arrancaba, por el lado inverso, una ménsula. Se trata de los restos de la galería de tres vanos que creemos se alzaba en la planta superior del frente meridional del patio. Los arcos muestran perfil polilobulado generado por palmetas enlazadas; están rematados en la clave por un motivo floral tripé-

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Fig. 10.- Casa nº 4. Pasillo de acceso. Su centro está recorrido por una canalización destinada a evacuar las aguas pluviales provenientes del patio.

talo. La ménsula, que se conserva incompleta, muestra perfil en S compuesto por un motivo serpentiforme que ocupa la parte convexa del arranque y una sola hoja que recorre el lóbulo cóncavo superior. Tanto los arcos como la ménsula son de estilo inconfundiblemente almohade. También en el patio encontramos varios fragmentos pertenecientes a dos arcos de herradura apuntados, rematados por pequeños motivos florales trilobulados. El frontal presenta una fina incisión remarcando su silueta. Esta monótona decoración es rota, tan sólo, por la presencia de unos pequeños motivos decorativos en forma de gancho. Es probable que estos dos arcos gemelos ornamentaran el vano doble que daba ingreso al salón. Finalmente, se hallaron otros dos arcos de herradura apuntados; el primero totalmente liso y el segundo enmarcado por un alfiz trazado mediante una incisión doble que contornea también el perfil. Un primer análisis de este conjunto de yesos permite

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adscribirlo a una fase avanzada de lo almohade, ya iniciado el siglo XIII. CASA Nº 4

Limita por el Norte con el cantil, por el Sur con la casa nº 3, por el Este con la nº 1 y por el Oeste con el núcleo oriental de la casa nº 5 y con la nº 12 (fig. 1). Los condicionamientos topográficos que afectan a esta casa son los mismos que ya analizamos al estudiar la vivienda nº 1. Por tal razón la casa se estructura en tres alturas escalonadas de Norte a Sur, lo que permite salvar los 2’50 m de desnivel existentes entre la parte más alta de la casa -el salón- y la más baja -el establo- (fig. 9). La planta es muy parecida a la de la nº 1, no sólo por la presencia de las cuatro crujías en torno al patio central, sino porque la distribución de las diferentes dependencias es muy similar: el salón principal ocupa la crujía Norte; el esta-

ESTUDIO SOBRE ONCE CASAS ANDALUSÍES DE SIYÂSA

Fig. 11.- Casa nº 4. Vista general desde al ángulo NW. En el centro de la imagen vemos el patio y el graderío que lo comunica con el salón principal.

blo la Sur; en el ala occidental se emplazan la cocina y una escalera; y en el oriental se sitúa el corredor de acceso, una segunda escalera, el pasillo que comunica con la letrina y, entre ambos, una habitación cuyo uso nos es desconocido. Como se puede comprobar, el parecido con la casa nº 1 es muy notable; sólo las crujías E y W intercambian sus funciones debido a que el acceso a ambas viviendas se sitúa en el mismo punto, lo que en cierta medida las hace casi simétricas. Una de las peculiaridades de la vivienda que nos ocupa es su apéndice nororiental, cuya planta obedece a la forma de la estrecha cornisa rocosa que media entre el salón Norte de la casa nº 1 y el cantil. La fuerte erosión que ha experimentado este sector de la vivienda, por su proximidad al precipicio, impide que podamos conocer con certeza la función a que estaba destinado.

Por su emplazamiento en el corazón de la manzana, la casa está muy alejada de la vía pública, razón por la cual fue necesario dotarla de un pasillo de acceso que mide unos 10 m(37) (fig. 10). Dicho zaguán en doble codo fue de uso exclusivo de esta vivienda y debió de contar con una puerta en su inicio. Bajo el pavimento de yeso del corredor corría una atarjea cubierta con losas de piedra que evacuaba las aguas de lluvia recogidas en el patio. El imbornal se localiza en el ángulo suroriental del patio, que es el punto más deprimido. El desnivel que existe entre el patio y la entrada a la vivienda se salva gracias a la fuerte pendiente que tiene el corredor y a los escalones que hay en el inicio del pasillo y junto al ingreso al patio. EL ESTABLO

EL ZAGUÁN

Al finalizar el pasillo de acceso, poco antes del ingreso al

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Fig. 12.- Casa nº 4. Crujía occidental vista desde el patio. A la derecha vemos el arranque de la escalera y en el centro el vano de acceso a la cocina. Al fondo, tras la escalera, hay dos antiguas aberturas groseramente trabadas.

patio, se encuentra la puerta del establo que ocupa toda la crujía S y está aproximadamente a 1’20 m por debajo de la rasante del patio (fig. 9). Es de planta casi rectangular y se extiende por una superficie de unos 14 m2. En sus dos extremos encontramos sendos pesebres construidos con mampostería a base de piedra y yeso. El inmediato a la puerta presenta una sola cavidad, mientras que el segundo cuenta con dos. Este último es idéntico al de la casa n º 6, mientras que los de las casas nº 1 y núcleo occidental de la 5 no son exactamente iguales, pero como los anteriores también se presentan pareados. EL PATIO

Es de planta casi cuadrangular y tiene unas dimensiones de 4’90 x 5’20 m de lado (fig. 11). Cuenta con dos gradas en su lado Norte que permiten salvar el desnivel entre el salón y

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el resto de la casa; la superior se interrumpe al llegar al ángulo nororiental con el fin de facilitar el acceso a la letrina y dependencias anexas. Adosado al muro que lo cierra por el Sur aparece otro escalón corrido y sobre el mismo un peldaño estrecho en el eje del patio, que daría acceso a la dependencia situada sobre el establo. La grada meridional no llegaba hasta el ángulo Sureste, con el fin de no obstaculizar el ingreso al patio desde el zaguán. EL SALÓN PRINCIPAL

La crujía septentrional está ocupada completamente por un gran salón de planta casi rectangular (fig. 11). El desnivel de cerca de 70 cm que existe entre esta sala y el patio se salva mediante dos plataformas escalonadas. Su acceso, como es habitual, se configura como vano geminado con pilar central de sección en T. Por estar junto al precipicio, es

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la dependencia más castigada por los efectos de la erosión. No obstante, el alzado conservado nos permite saber que los muros eran de tapial y constaban de un zócalo más resistente, formado por piedras y yeso, sobre el que se alzaban tapias de tierra. A diferencia de la casa nº 1, el salón que nos ocupa sólo cuenta con una alcoba, situada en su extremo occidental. Presenta un ingreso simple, practicado en un tabique de ladrillo, que se asienta sobre el escalón de mampostería que salva los 20 cm de desnivel que hay entre el suelo de la alcoba y el del resto del salón (fig. 9). Con 5’50 m2 de superficie, es una de las alcobas más grandes del caserío, mientras que el resto de la sala no sobrepasa los 15 m2. Es escasa la información que tenemos a la hora de intentar reconstruir los alzados de este espacio; no obstante, las yeserías que no cayeron al vacío, al sobrevenir la ruina, pueden ayudarnos al propósito. Durante la excavación pudimos recoger varios fragmentos epigráficos, pertenecientes a tres bandas diferentes, y otros correspondientes a un solo arco polilobulado. Creemos que los restos decorativos son suficientes para defender la hipótesis de un salón mirador, semejante al que existía en la casa nº 6, donde las evidencias arqueológicas son concluyentes(38). Otro dato que apoya esta hipótesis es el tipo de puerta que encontramos en la alcoba. Todos los salones que tienen una sola alcoba y no son miradores (casas nº 3, 7, 9 y 10) nunca presentan un tabique de separación sino que, por el contrario, las alcobas ostentan grandes arcos apoyados en pilares. Al situar aquí una alcoba tan cerrada, al igual que sucede en la casa nº 6, se perseguía obtener un espacio protegido de la alta luminosidad y de las temperaturas extremas, propias de un lugar semiabierto. Tras lo expuesto, y contando con el paralelo que tenemos en la casa nº 6, no es arriesgado suponer que las yeserías allí encontradas pertenecían al arrabá de dos arcos abiertos en el muro septentrional. En cuanto a la altura de esta sala, sólo podemos afirmar con seguridad que era la más alta de la vivienda, alcanzando posiblemente los cuatro metros documentados en el salón de la casa nº 6 (39). EL SALÓN SUR

Debido al fuerte desnivel que existe entre la crujía Sur y el patio, se adoptó también aquí la misma solución que ya analizamos en las casas nº 1 y 3, consistente en la ubicación

del establo en la parte más baja, lo que facilitaba que sobre él se construyera otra dependencia abierta al patio. Nada nos ha llegado de ella salvo una prueba indirecta de su existencia como es el peldaño sobre la grada adosada al muro Sur del patio (fig. 11). Dicho escalón prueba que la pieza sobre el salón contaba con un vano único cuya luz debió de ser la misma que la anchura del mencionado peldaño. Es curioso comprobar cómo, gracias a la presencia del establo y de las gradas, los dos salones quedaban a la misma altura, camuflando así la fuerte pendiente natural del eje N-S (fig. 9). Lo único que sabemos del salón Sur es que se extendía a lo largo y ancho del espacio que debió de haber sobre el establo. A esta conclusión se puede llegar tras comprobar que sólo hubo un vano en el muro que separa el patio de la crujía meridional y ante la certeza de que en esta arquitectura es una constante abrir todas y cada una de las dependencias al patio. En el sector occidental del establo, a unos dos metros del muro que lo cierra por ese lado, hallamos los fragmentos correspondientes a un arco de hojas que pertenecería al vano que comunicaba con la alcoba. El extremo occidental es el más apropiado para emplazar una alcoba puesto que la puerta al salón se hallaba sensiblemente desplazada al Este. La alcoba, por tanto, tendría un vano de acceso estrecho, como la del salón secundario de la casa nº 6. Creemos que sobre la pieza que nos ocupa se alzaban dependencias de la planta superior; por tanto no debía de contar con doble altura, como sucede con los salones principales. LA COCINA

La crujía occidental está ocupada enteramente por la cocina salvo el sector Norte donde se sitúa la escalera (fig. 12). Es el espacio más complejo de la vivienda. En el extremo Sur aparecieron los restos de una alacena y del hogar. Falta aquí la habitual plataforma que, emplazada a la derecha del hogar, encontramos en la práctica totalidad de las cocinas excavadas. Aunque se hallaba casi totalmente destruida, se conservan restos suficientes como para afirmar que contaba con cinco vanos. Los restos de tabiques que nos han llegado estaban construidos con adobes tomados con yeso y enlucidos por ambas caras. El hogar, situado en el centro y como prolongación del hueco central de la alacena, es de planta rectangular, con

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cabecera semicircular. El cuerpo central está conformado por tres filas de ladrillos, mientras que una piedra de molino recortada y reaprovechada configura la cabecera(40). LA REFORMA DE LA CRUJÍA OCCIDENTAL

Varios indicios señalan la existencia de un momento constructivo anterior al descrito en la crujía occidental. El primero se localiza en el tramo Sur del muro que la separa del patio y consiste en un antiguo vano cegado (fig. 12). El segundo, situado en el muro medianero con la casa nº 5, son dos vanos que fueron groseramente tapiados mediante piedras trabadas con yeso sin enfoscar (fig. 12). Especialmente descuidado es el acabado del más septentrional, puesto que quedaba oculto por el vuelo de la escalera que, obviamente, no existía cuando los vanos estaban en uso. Es evidente que los vanos en cuestión son puertas que comunicaban un espacio situado donde después se levantó el salón Sur de la casa nº 5 con la casa nº 4. El más meridional de los dos comunicaba, sin duda, con la habitación que después fue la cocina. Esta dependencia se hallaba más baja que el espacio situado al Oeste del vano, por lo que la puerta se hallaba a unos 80 cm sobre el nivel del suelo de la cocina. Para salvar ese desnivel se construyó una pequeña grada con dos peldaños cuyos restos pudimos documentar. El tercer peldaño sería el propio umbral de la puerta, y existía un cuarto, ya fuera del vano, cuya parte superior coincidía con el suelo de cal que pavimentaba el espacio que después fue salón del núcleo E de la casa 5. El vano más septentrional, sin embargo, parece haber dado a un corredor, separado de la cocina mediante un tabique de ladrillo, que comunicaba directamente con el ángulo noroccidental del patio. Como antes decíamos, en una fase avanzada ambas puertas fueron tapiadas, se construyó la escalera y se derribó el tabique que separaba el corredor de la cocina. Aunque parece haber desaparecido toda comunicación con el espacio al que antes se abrían, se construyó una atarjea de evacuación de aguas pluviales que atravesaba la obra que tapiaba el vano más septentrional y se fabricó un tramo de canalillo bajo la nueva escalera que, tras recorrer el subsuelo de las plataformas que hay frente al salón, desagua en el cantil a través de la letrina. Esta infraestructura es, sin duda, el resultado de una servidumbre anterior al cierre del vano y, probablemente, reproduce otra conducción más antigua cuyos restos deben de estar ocultos por la nueva obra. Además, nos proporciona una información muy interesante: cuando se ciegan los dos vanos y, sin duda, en la fase anterior,

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cuando aquéllos permanecían abiertos, el espacio que después fue salón de la casa nº 5 estaba al aire libre; es decir, se trataba de una calle o plaza o de un patio. Sobre este asunto volveremos más adelante, al ocuparnos de la letrina del núcleo central de la casa nº 5 y, sobre todo, al hablar del salón Sur del núcleo oriental de dicha casa. LA CRUJÍA ORIENTAL

En ella quedan emplazados el tramo final del corredor de acceso al patio, la entrada al mismo, una segunda escalera, el pasillo de la letrina y un pequeño habitáculo con suelo a dos alturas (fig. 11). En cuanto a la función de este último espacio, creemos que se trata de lo que venimos denominando «tinajero», es decir, el lugar donde se emplazaban las bellas tinajas estampilladas destinadas a contener el agua que se empleaba para las abluciones(41). El vano que lo comunicaba con el patio fue tapiado mediante un tabique encofrado de mampostería y yeso que llega hasta media altura y que parece pertenecer a un momento muy tardío(42). La peculiar disposición de esta crujía parece indicar la existencia de un pórtico tripartito cuyo vano central, ocupado por el tinajero, sería de mayor anchura que los laterales, en los cuales estarían emplazadas las puertas de acceso a la escalera y a la letrina. Dicho pórtico debió de sostener una galería en altura que permitiría el acceso desde la escalera a la algorfa ubicada sobre el apéndice nororiental. Por otra parte, la presencia de la puerta que comunica el patio con el pasillo de entrada a la casa hace que en el frente oriental de esta casa haya cuatro vanos, tal y como sucede en la casa nº 8. A partir de esta similitud y de la existencia de poyos en ambos patios, se podría pensar que hubo, también aquí, una galería volada en el frente meridional del patio(43). Dicha galería sólo podía servir para permitir el acceso a una algorfa sobre la crujía meridional, puesto que la occidental cuenta con escalera propia, lo que supondría la existencia de tres alturas en la crujía Sur. Evidentemente, estos planteamientos son hipotéticos y esperamos en un futuro llegar a resultados más concluyentes. LA LETRINA

En el ángulo nororiental del patio se abre un corredor de dirección Este que, tras un recodo, conduce al ingreso de la letrina (fig. 1). Una disposición muy parecida presentan las

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Fig. 13.- Casa nº 4. Arco de hojas almohade. Museo municipal de Cieza.

letrinas de las casas nº 6, 7 y 10. Al igual que ocurre en las casas nº 1 y 6, la que nos ocupa no tiene pozo negro, ya que la presencia del cantil permitía la evacuación directa al exterior. La letrina propiamente dicha se encuentra sobre una plataforma, con el fin de conseguir más pendiente en el canal de desagüe. La angosta puerta de ingreso a la dependencia no está centrada sino que se encuentra en el extremo occidental del muro, en el ángulo opuesto al de la boca de la letrina, de manera que se obstaculizara aún más la visión del interior desde el corredor de acceso. Adosada a esta dependencia, encontramos otra aún más reducida en la que se puede apreciar fácilmente una conducción en yeso que desciende con una fuerte pendiente y viene a desaguar en la letrina. Se trata, sin duda, de una bajante para la evacuación de las aguas pluviales recogidas en la terraza o en el tejado. Aparentemente, su presencia aquí es innecesaria porque sería más sencillo desalojar directamente al cantil inmediato; sin embargo, parece que se construyó de la manera que

hemos visto con el fin de aprovechar el agua de lluvia para limpiar las inmundicias retenidas en el interior de la letrina. EL APÉNDICE NORORIENTAL

La construcción del salón de la casa nº 1 dejó entre éste y el límite de la cornisa rocosa un espacio muerto, de forma irregular, que fue aprovechado por la casa nº 4. A él se accedía a partir del mismo corredor que daba paso a la letrina y limitaba por el Sur con la casa nº 1 y por el Este con un reducido espacio que, como ya comentamos, parece haberse abierto al salón de dicha vivienda. El espacio que nos ocupa es de planta trapecial y su función es incierta. LA PLANTA ALTA

La existencia de una segunda planta está suficientemente avalada por la presencia de dos escaleras, pese a lo cual,

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Fig. 14.- Casa nº 4. Arco de hojas almohade. Museo municipal de Cieza.

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resulta difícil asegurar cuál era su extensión y distribución. No obstante, creemos que existen datos suficientes como para poder adelantar una propuesta (fig. 9). Parece incuestionable afirmar que sobre el salón Norte no existió planta superior por dos motivos: 1º Estas dependencias contaban habitualmente con el doble de altura que las demás. 2º A causa del desnivel del terreno, el suelo del salón está situado un metro por encima de la cota del patio, lo que supone elevar aún más los forjados. No tenemos datos determinantes para afirmar o negar la presencia de algorfa en la crujía Sur. Si aceptamos que la hubo, estamos admitiendo la existencia de dos plantas sobre el sótano, hecho que no parece improbable pues ya se ha detectado en otros puntos del caserío. En las crujías E y W, donde están ubicadas las escaleras, parece indudable que existieron dependencias en planta alta, así como en el apéndice nororiental. La escalera oriental arranca aproximadamente en el centro de la crujía; una vez apoyados los peldaños en el muro que la separa de la casa nº 1, debió de quebrar hacia el Sur, y volar nuevamente en dirección al patio, para morir a la altura de la puerta que, en planta baja, comunica con el zaguán. Desde esa posición, sería posible acceder a las dependencias altas situadas sobre la crujía Sur, así como a una galería emplazada sobre el pórtico, la cual comunicaría con la planta alta del apéndice nororiental. La escalera ubicada en el ángulo NW del patio debió de dar acceso a una habitación sobre la cocina. LA DECORACIÓN ARQUITECTÓNICA

Otro de los aspectos de interés en esta casa es su decoración arquitectónica. Junto a los numerosos fragmentos de bandas epigráficas que decoraban el salón N, contamos con un conjunto de seis arcos: cinco de hojas almohades y uno polilobulado con angrelados geométricos y albanegas de ataurique en relieve. Comenzamos describiendo el primer grupo, el cual, dentro de su unidad estilística, presenta algunas variantes (figs. 13 y 14). Conviene aclarar que sólo contamos con cuatro arcos completos; del quinto no conocemos ni su clave ni los arranques. La luz de todos ellos oscila entre los 50 y 55 cm, a excepción de uno, que alcanza los 78 cm(44) (fig. 13). De los soportes no conocemos prácticamente nada, ya que no se ha conservado ninguno in situ. No obstante, debieron de ser,

según los conservados en las jambas de algunas puertas, pilastras de sección rectangular sin base, rematadas por unos elementos que resultaban de la fusión del capitel y de la imposta en nacela. Es habitual que el perfil de estos remates esté configurado por una pequeña hoja bilobulada, al igual que se da en la arquería ciega de Mértola(45). Sólo un arco conserva restos de lo que debió de ser el capitel; en este caso la imposta en nacela se superpone al capitel sin que se dé la fusión antes mencionada; ello explica la desaparición de la hoja bilobulada de la nacela. Idéntico fenómeno sucede en la arquería del mihrab de la mezquita de Almería(46) y en una ventana ajimezada de la casa nº 10. En cuanto a los arranques de los arcos, podemos observar una gran uniformidad ya que tres de ellos no presentan solución específica, sino que, por el contrario, el lóbulo descansa directamente sobre la imposta, generando una albanega en la que encontramos el típico ojo en forma de gota; éste aparece de nuevo a ambos lados de la clave (fig. 13). Para este tipo de arranque no conocemos paralelos. Rompiendo la uniformidad descrita, el arco con capitel muestra una variante del arranque típico en forma de S, que Ewert denomina «atrofiada». El paralelo más notable lo volvemos a encontrar en la mezquita de Mértola. Dejando a un lado los arranques, la estructura de todos los arcos puede ser incluida en el grupo que Ewert denomina «parcialmente vegetal». Esta clasificación, según la opinión del mencionado autor, no nos permite precisiones cronológicas dentro de época almohade, ya que este tipo llegó hasta época nazarí. Mientras no se perfile el estudio definitivo de las yeserías de esta casa y, en general, el de todas las descubiertas en la ciudad, la cronología que damos debe ser considerada provisional. Ello no impide que, aun considerándolas tardías dentro de época almohade, nuestra opinión sea la de no alejarlas de los primeros años del siglo XIII. Esta cronología se basa en la existencia generalizada en Siyâsa de todo un conjunto de yesos posteriores, denominados por nosotros como «protonazaríes»(47), y que hay que fechar con anterioridad a 1243, año de la conquista de la ciudad. Este tope cronológico obliga a situar con anterioridad a esa fecha los yesos protonazaríes y datar los arcos almohades en el primer cuarto del siglo XIII. Al iniciar el análisis de los arcos, mencionamos la existencia de un ejemplar polilobulado, con enjutas de ataurique en relieve, que documentaría en esta casa la fase protonazarí antes comentada(48). Un análisis somero de los fragmentos epigráficos recogidos sobre el suelo del salón permite afirmar, sin lugar a

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Fig. 15.- Secciones del caserío excavado. Véase su recorrido en la fig. 1.

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Fig. 16.- Casa nº 5. Núcleo oriental. Vista del frente Norte del patio. En primer término, a la derecha, el graderío y el supuesto tinajero.

dudas, que estamos ante tres composiciones diferenciadas que debieron de acompañar a otros tantos arcos. Dos de ellas reproducen en cursivo el vocablo al-yumn wal-iqbal, que se repite sucesivamente a lo largo de toda la banda. La única diferencia que existe entre ellas no es de índole caligráfico, ya que sólo la moldura que las enmarca rompe la homogeneidad del conjunto: mientras la mayor parte de fragmentos presenta un sencillo listel, el resto muestra una solución más elaborada consistente en una moldura doble entrelazada. Es muy posible que estas bandas epigráficas guarnecieran los dos arcos polilobulados que en su día formaron el mirador del salón. El tercer conjunto permite reconstruir una banda epigráfica cursiva de mayor anchura, donde se puede identificar con facilidad la basmala completa. La inscripción aparece enmarcada por una moldura doble entrelazada, idéntica a la que antes describíamos. A partir de los restos conservados, podemos intuir la existencia de un alfiz en cuyos ángulos

hubo unos motivos florales octopétalos inscritos en registros cuadrangulares. Probablemente enmarcaba el arco de acceso a la alcoba del salón. CASA Nº 5

Es la vivienda más grande y compleja de las excavadas hasta ahora en Siyâsa. Sus más de 175 m2 útiles, en planta baja, son suficientemente elocuentes a la hora de testimoniar su singularidad. Además de su extensión, presenta otras particularidades que hacen de ella un ejemplar excepcional. La primera es la existencia de dos núcleos completamente diferenciados, con sendos patios pertenecientes a la misma vivienda. La segunda radica en el fuerte contraste que existe entre la gran extensión de la casa y su pobre y exigua decoración arquitectónica. La tercera hace referencia al carácter adicional de la planta, pues no responde a una concepción unitaria sino que es el resultado de la incorporación de nuevos espacios a un núcleo inicial(49).

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cuarta crujía, la meridional, que estaría ubicada sobre el salón principal de la casa nº 10, cuyo pavimento queda a 2’80 m por debajo de la rasante del patio que nos ocupa (fig. 15. Sección B-B’). Sin embargo, no existen evidencias que así lo indiquen, como sucede en las casas nº 1 y 4. En el caso que ahora tratamos contamos con el problema añadido que supone la construcción sobre propiedad ajena. A diferencia de lo que sucede en las casas nº 1, 3 y 4, la que nos ocupa no pudo emplazar el establo en la crujía Sur aprovechando el desnivel existente entre ésta y el patio, puesto que dicho espacio pertenece a la vivienda colindante. EL PATIO

Fig. 17.- Casa nº 5. Núcleo occidental.

Podemos diferenciar tres unidades estructuralmente bien caracterizadas: la primera, el núcleo principal de la vivienda, dispuesto en torno al patio más occidental; la segunda integraría el núcleo nororiental (fig. 16) y la última es la crujía situada al Oeste del primer núcleo, que acoge el establo, una letrina y una escalera (figs. 1 y 17). Sobre la pertenencia de esta última crujía a la casa nº 5, existen algunas dudas que en su momento comentaremos. EL NÚCLEO PRINCIPAL

Limita por el Norte con el callejón sin salida que da acceso a la vivienda que nos ocupa y a la nº 6, por el Sur con la casas nº 10 y 11 y por el Este y Oeste con los dos núcleos arriba comentados, que formaban parte de la misma propiedad. Conviene destacar que todo este núcleo se levanta sobre una parEta situada 1’50 m por debajo de la calle que la delimita por el Norte y 3 m más alta que la casa nº 10, con la que linda por el Sur (fig. 15. Sección B-B’). Presenta una planta semejante a las hasta ahora descritas, con un patio central como elemento organizador en torno al cual se disponen tres crujías: la septentrional alberga el salón, la occidental la cocina y la oriental la entrada y la letrina (fig. 1). No se puede descartar la posibilidad de la existencia de una

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De forma casi cuadrada, mide 4’70 x 5’30 m, es uno de los mayores y más regulares de los documentados en el barrio excavado. El tercio más meridional se vio muy afectado por la erosión durante el proceso de ruina de la casa, debido al fuerte desnivel existente entre este patio y el salón norte de la casa nº 10. Ello no fue obstáculo para que pudiéramos documentar el sistema de evacuación de aguas pluviales, que se origina en el ángulo Suroeste, a partir de una ligera depresión del pavimento en este sector del patio. En ese lugar se encuentra un imbornal del que arranca la atarjea que atraviesa el espacio situado entre la cocina y el salón de la casa nº 10. A continuación desciende embutida en la pared Norte de la cocina de dicha casa, atraviesa el subsuelo de esa dependencia y sigue su trayectoria en diagonal hacia el zaguán, recogiendo a su paso el desagüe del patio de la casa 10. Tras recorrer el subsuelo del pórtico, sale al adarve desembocando en la atarjea común donde vierten las aguas de las casas nº 12 y 14. Las infraestructuras sanitarias bajo propiedad ajena constituían una servidumbre en la ciudad islámica según la jurisprudencia malikí. En el caso que nos ocupa, además, se trata de una red compartida, primero por dos propietarios y más adelante por cuatro. Los problemas de mantenimiento, limpieza o reparación comunitaria que pudieran surgir estaban reglamentados por una casuística minuciosa que fue compilada por los juristas(50). EL SALÓN PRINCIPAL

A lo largo de toda la crujía Norte, se extiende el salón principal de la casa. Sus aproximadamente 10 m de largo permiten la existencia de una alcoba en cada uno de sus extremos, al igual que sucede en la casa nº 1. Está solado

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altura máxima es de 2’85 m aproximadamente; no obstante, dicha cota, al no corresponder al cielo raso, sólo nos indica que el techo estuvo por encima. El único dato fiable referido a la altura de un salón de estas características lo proporcionó la casa nº 6, donde pudimos comprobar que el cielo raso estuvo a unos 4 m de altura. Se podría pensar que estos salones estaban cerrados mediante algún tipo de alfarje o armadura sencilla, sin embargo no se ha conservado resto alguno de este tipo de obra y sí de la existencia de cubiertas de cañizo, concretamente en la casa nº 6(51). EL ZAGUÁN Fig. 18.- Casa nº 5. Pozo negro perteneciente a la letrina existente en la crujía que acoge al establo.

mediante una capa de mortero de cal con gravilla muy fina, sobre la que se aplicó un revoque de yeso. La alcoba occidental, 15 cm aproximadamente más elevada que el resto de la sala, presenta un acceso geminado con columna central de yeso y arcos de herradura apuntados. Los atajos constan de un primer cuerpo fabricado con ladrillo, hasta unos 53 cm de altura, y el resto del alzado es de adobe tomado con yeso. El módulo de los ladrillos es de 26 x 13 x 4’5 cm. La alcoba oriental está también sobreelevada pero el ingreso se efectúa mediante un vano único practicado en el centro de una citara de ladrillo. Según los restos de yeserías recogidos, contó con un arco de herradura apuntado. El tabique parece haber presentado idéntica fábrica que los atajos de la alcoba opuesta, aunque no se conserva el presumible alzado de adobe. Los ladrillos de la obra conservada miden 24 x 13 x 4’5 cm. Es interesante advertir que, en los salones donde hubo dos alcobas (casas nº 1 y 5), una de ellas es más abierta que la otra, lo que nos hace suponer algún tipo de uso alternativo en función de las estaciones climáticas. Como de costumbre, el salón se abre al patio mediante un vano geminado con pilar central de sección en T. Al igual que los tabiques que separan las alcobas del salón, el pilar está construido con ladrillos, material muy escaso en este yacimiento. El resto de los muros son de tapia de tierra, a excepción del septentrional, que funciona a la vez como pared de carga y de contención, y está fabricado con un tapial de piedra y yeso. Del alzado del salón sólo conocemos los datos que nos han proporcionado los arcos de la alcoba occidental. Su

Emplazado en la crujía oriental, además de cumplir la función habitual de los zaguanes, articulaba los dos núcleos de la vivienda, pues a él se abren ambas puertas de acceso. A pesar de haber desaparecido todo rastro del vano que lo comunicaba con la calle, debido a la fuerte erosión, existen indicios suficientes para emplazarlo en la mitad occidental del muro Norte. En esta crujía se salva el desnivel de 1’50 m que hay entre la calle y el núcleo residencial que nos ocupa mediante una escalera de la que se han conservado cuatro peldaños. Hay datos arqueológicos que nos permiten pensar que en origen esta dependencia no fue concebida como zaguán. En primer lugar, sus grandes dimensiones, 6’30 x 2 m. En segundo lugar, los restos de un gran banco en el extremo septentrional, anterior a la construcción de la escalera. Finalmente, la existencia de una antigua puerta tapiada en el muro oriental, a la altura del suelo del zaguán; es decir, 1’5 m por debajo del nivel de suelo del núcleo oriental. Dicha puerta, anterior a la construcción de la escalera, se encuentra interceptada por los tres primeros escalones, lo que prueba de manera inequívoca que el núcleo oriental, antes de que fuera sobreelevado, estuvo comunicado con el espacio que nos ocupa. Los datos expuestos parecen suficientes para avalar la existencia de tres momentos constructivos que nosotros interpretamos, a título de hipótesis, de la siguiente manera: 1º La dependencia es un salón secundario, abierto solamente al patio del núcleo central. A este momento podría pertenecer el gran banco del extremo septentrional si se tratara de una alcoba sobreelevada; en efecto, aunque entre las casas excavadas no se han documentado alcobas de este

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tipo(52), sabemos que eran frecuentes en la arquitectura doméstica andalusí de casi todas las épocas. Un dato a favor de esta interpretación es el siguiente: si descontamos la supuesta alcoba de la superficie total de la dependencia, el espacio resultante es perfectamente simétrico respecto al eje que marca la puerta al patio. Esta manera de disponer las alcobas, compensando las desigualdades de la crujía para conseguir un salón lo más regular posible, es una característica generalizada de esta arquitectura y se puede apreciar en todos los salones de Siyâsa que cuentan con una sola alcoba. 2º El espacio situado a Oriente pasa a formar parte de la casa nº 5. La dependencia en cuestión deja de ser un salón para convertirse en el espacio de comunicación entre los dos núcleos, para lo cual se construye un vano en el muro frontero al de ingreso desde el patio(53). 3º El núcleo oriental es objeto de una importante reforma que le otorga la fisonomía que conocemos y que implica su colmatación y sobreelevación de suelos más de un metro por encima de los niveles antiguos. En este momento se decide transformar esta habitación en el zaguán de los dos núcleos: se construye la escalera amortizando la plataforma del extremo Norte(54) y se abre un vano a la calle en el muro septentrional. El antiguo vano en el muro E es cerrado y se construye otro, elevado conforme a la nueva altura del núcleo oriental, que aprovecha para ello la mencionada escalera. Más adelante volveremos a ocuparnos de las transformaciones de este espacio al estudiar el salón Sur del núcleo oriental, donde documentamos una estratigrafía que creemos avala las hipótesis expuestas. LA CRUJÍA ORIENTAL

Adosados a la crujía oriental, encontramos tres compartimentos abiertos al patio y separados por tabiques fabricados con ripios y yeso. Su construcción sólo se explica una vez que la crujía oriental se convirtió en zaguán y en nudo de comunicación de los dos núcleos principales de la casa. Sin duda, se trata de una reforma ajena por completo a la habitual manera de organizar los espacios en torno a un patio. En todas las casas excavadas las crujías que circundan el patio se abren a él directamente, excepto cuando hay un pórtico frente a ellas. El grosor de los muros evidencia también que la crujía original fue la que hoy ocupa el zaguán, siendo los espacios que la preceden reformas ajenas al proyecto original. La función del compartimiento septentrional es de mero

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paso; el central estuvo posiblemente destinado a contener una tinaja, como ya hemos visto en las casas nº 3 y 4; el meridional precedía a la letrina y debió de tener un muro que cerrara parcialmente el ancho vano abierto al patio. La fuerte erosión que ha sufrido la mitad Sur del patio ha borrado todo resto de esta supuesta estructura de cierre. LA LETRINA

A ella se accedía desde el ángulo Sureste, a través de un corredor que debió de disponerse en recodo. La letrina propiamente dicha se abre sobre una plataforma que, como hemos visto en otros casos, pretendía acentuar la pendiente del desagüe para facilitar la evacuación. En este caso la plataforma tiene dos escalones, lo que, probablemente, es indicio de un recrecido motivado por la sobreelevación del pozo negro al que vertía. En efecto, existen evidencias de esa circunstancia que se vio motivada por una colmatación destinada a elevar la altura del suelo del salón que acoge el pozo negro. La ubicación del pozo negro bajo el pavimento de un salón, aunque éste forme parte de un núcleo residencial perteneciente a la casa que nos ocupa, carece de toda lógica, especialmente, si tenemos en cuenta que la fosa séptica podría haberse instalado en el zaguán colindante, de manera que la limpieza habría sido más sencilla y ocasionaría menos trastornos a los moradores. La disposición que llegó hasta nosotros sólo se explica al constatar que no estamos ante una organización planificada ex novo, sino que es el resultado de una serie de profundas transformaciones sobre un plan preexistente. En efecto, según muestra la estratigrafía del salón donde se emplaza el pozo negro, su construcción tuvo lugar en una fase anterior a la última colmatación del núcleo oriental, es decir, cuando el zaguán no era tal, sino un salón o un espacio de comunicación entre dos espacios domésticos. Además, muy posiblemente, cuando se construyó el pozo negro, estaba ubicado en un ámbito al aire libre, según comentábamos antes al referirnos al canal que drenaba ese área y que atravesaba la cocina de la casa nº 4. LA COCINA

La crujía W está ocupada en su totalidad por la cocina. Podríamos considerar su planta rectangular, a pesar de no presentar ángulos completamente rectos. Los lados mayores miden 7’40 y 7’15 respectivamente, mientras que los meno-

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res apenas alcanzan los 2 m. Es ésta la cocina más larga entre las excavadas. En su extremo septentrional encontramos los habituales elementos que nos permiten identificarla: una alacena, un poyo que recorre todo el muro que media entre esta última y la puerta; y, por último, el hogar, situado al pie del vano central de la alacena, junto a la plataforma. La alacena está compartimentada en tres espacios, el central, mayor que los laterales, y éstos desiguales entre sí. Está construida sobre una plataforma ligeramente más elevada que el poyo: mientras que éste se alza unos 10 cm sobre el nivel del suelo, aquélla tiene una altura de 12 cm aproximadamente. El hogar está rehundido unos 7 cm y se encuentra solado con una laja de piedra. LA PLANTA ALTA

La escalera de acceso a la planta superior queda emplazada en el ángulo SW del patio y se proyecta hacia el Sur a lo largo del espacio que media entre la cocina y el salón de la casa nº 10. La sola presencia de una escalera no es suficiente para asegurar la existencia de una segunda planta y menos aún para conocer cuál fue su extensión. No obstante, teniendo en cuenta que en el conjunto del sector excavado se observa la proliferación de construcciones en altura, nos inclinamos por creer que una casa de la categoría de la que nos ocupa debió de contar, asImismo, con planta superior. A juzgar por el emplazamiento de la escalera, parece lógico pensar que sobre la cocina existió una algorfa de sus mismas dimensiones. Es posible que sobre el salón de la casa nº 10 hubiera también una habitación perteneciente a la casa nº 5, en cuyo caso se accedería de igual manera por la escalera antes mencionada. Esta hipótesis parece muy verosímil si tenemos en cuenta que el techo del salón de la casa nº 10 quedaría a 4 m de su suelo y a 1’20 m de la rasante del patio de la casa nº 5. Aventurar si existió o no una segunda planta sobre el zaguán es, por ahora, muy arriesgado, máxime si no conocemos con seguridad a qué altura estaba el techo de la planta baja. Esto último es debido a que la mitad N. de este espacio se encuentra afectada por la presencia de una escalera que salva el desnivel (1’50 m) que existe entre la calle y el suelo de la casa, lo que genera diferentes cotas de suelo en el interior del recibidor. Los restos conservados demuestran que, una vez rebasado el umbral de la casa, había una plataforma o descanso que permitía el paso al patio oriental (situado

Fig. 19.- Casa nº 7. Vista del zaguán (mitad inferior) y del patio (parte superior).

aproximadamente al mismo nivel que la calle) y servía al mismo tiempo de inicio de la escalera que facilitaba el descenso al núcleo principal de la casa, cuyo suelo se encontraba a 1’50 m por debajo de la calle. Con la plataforma y la escalera, se generaban en el interior de la crujía dos niveles de suelo, circunstancia que nos obliga a suponer que, en el caso de existir una altura uniforme de techo, ésta debió de estar en función de la cota de suelo más alta. Si aceptamos esta hipótesis y suponemos una altura de 2 m para el techo más bajo, debemos deducir que el forjado estaría a 3’50 m respecto al suelo de la casa y a 2 m del umbral, lo que hace difícil considerar la existencia de una segunda planta sobre toda la superficie del zaguán. EL NÚCLEO ORIENTAL

El segundo núcleo de la vivienda se organiza, al igual que el primero, en torno a un patio. Su planta es bastante original debido, probablemente, a que se hubo de adaptar a un espacio que resultó de la planificación previa de la casa

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nº 4 y el núcleo central de la 5. La disposición rectangular de la parcela, la presencia de pórticos en los lados menores y la orientación N-S de su eje longitudinal siguen fielmente el esquema propio de la arquitectura residencial del momento (ss. XII-XIII); por lo que, en apariencia, estamos ante el ejemplo más evolucionado de los descubiertos hasta ahora en Siyâsa. No obstante, debemos recordar que también presenta una serie de peculiaridades, como la ausencia de crujía septentrional, del típico salón rectangular con alcobas y, aparentemente, de la cocina(53), que sólo se explican por el carácter subsidiario de este espacio doméstico respecto al núcleo central de la casa nº 5 (figs. 1 y 16). Para su ordenación hubo que salvar la fuerte pendiente que ofrecía la ladera, que impedía desarrollar la planta siguiendo la dirección N-S, antes mencionada (fig. 15. Sección C-C’). Ya pudimos comprobar cómo, debido a este condicionamiento físico, la mayoría de las viviendas se estructuran como cuadrados en torno a un patio o se alargan en la dirección opuesta al eje antes mencionado. Las fuertes limitaciones que imponen las dimensiones de las plataformas del poblado sólo han sido superadas, en esta vivienda y en la nº 10, gracias a las grandes obras de nivelación y la construcción de sólidos muros de contención que, en su día, permitieron romper la acusada pendiente de la ladera en la que se encuentran. En el caso que nos ocupa, podemos observar cómo este núcleo se ha desarrollado en dirección N-S, sobre lo que serían dos plataformas. Para ello fue necesario colmatar de escombros la mitad S., con el fin de nivelar el suelo; no obstante, en el extremo N. la roca aflora e impide mantener en este sector la misma rasante que en el resto de la casa (fig. 16). La sección C-C’ de la fig. 15 nos permite apreciar cómo, también aquí, se salva este pequeño desnivel gracias a la presencia de dos escalones, solución que pudimos analizar con anterioridad en las casas nº 1 y 4. EL SALÓN SUR

La habitación más importante de este núcleo es el salón meridional, cuya superficie sobrepasa los 17 m2. Su planta, aunque rectangular, es diferente de la habitual en este tipo de estancias que suelen ser menos profundas y más alargadas. Tal anomalía se debe, indudablemente, a que estamos ante un salón condicionado por la larga historia del solar sobre el que fue construido. En efecto, este espacio se conformó en fases constructivas precedentes, cuando estaba

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destinado a usos bien distintos. Creemos que todo ello ha quedado sobradamente demostrado, según lo expuesto al ocuparnos de los vanos que comunican este espacio con la cocina de la casa nº 4 y al tratar la letrina del núcleo principal de la casa nº 5. Además, contamos con la información incuestionable proporcionada por la excavación parcial del subsuelo de esta sala. En efecto, la mitad Sur de la habitación fue objeto de excavaciones clandestinas que, tras desfondar la sala más de 3 m de profundidad, pusieron al descubierto el pozo negro. Una vez que limpiamos y perfilamos el desfonde incontrolado, pudimos documentar una serie de fases constructivas, relacionadas con determinados fenómenos que hemos venido comentando al ocuparnos de la cocina de la casa nº 4 y del zaguán y la letrina del núcleo principal de esta casa. 1) El primer momento por orden de antigüedad corresponde al estrato inferior, depositado directamente sobre la roca madre, que está compuesto por tierra oscura con abundantes cenizas, restos orgánicos (huesos y caracoles) y fragmentos cerámicos. Parece un nivel generado por el uso del lugar como vertedero, y creemos que se formó antes de que la expansión de la ciudad alcanzara este punto. Sobre él se extiende un estrato de tierra sin restos orgánicos y con apenas material cerámico, que regulariza la superficie y sirve de asiento para el primer suelo. Pensamos que se trata de un nivel de aportación artificial destinado a preparar el espacio para el asentamiento del pavimento. 2) El segundo momento está documentado por un suelo de tierra apisonada que se halla a -1’60 m respecto al último pavimento del salón. Dicho nivel está a la misma cota que el umbral de los vanos que comunican con la casa nº 4, por lo que es muy probable que en esta fase exista una vinculación entre el espacio en cuestión y dicha vivienda. Se trata, con toda probabilidad, de un ámbito al aire libre, tal y como expusimos en el apartado correspondiente a la cocina de la casa 4. 3) La segunda fase constructiva constituye el tercer momento; consiste en la colmatación y la consiguiente sobreelevación del suelo hasta -1’10 m respecto al último pavimento del salón. En esta fase el espacio está indudablemente comunicado con la casa nº 4, como lo demuestra el escalón que salvaba el desnivel entre su pavimento y el umbral del vano más meridional de los dos que se abren a dicha vivienda. 4) En la tercera fase constructiva se tapian los dos vanos que comunican con la casa nº 4 pero el drenaje se sigue efectuando a través de dicha vivienda, a juzgar por el canali-

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llo que se construye a través de uno de los vanos cegados. El espacio parece ahora vinculado a la casa nº 5, pues es en este momento cuando se construye el pozo negro. Esta infraestructura y el mencionado canalillo parecen indicar que el ámbito en cuestión sigue estando a cielo abierto. Ahora es cuando creemos que la crujía oriental de la casa nº 5 se habilita como espacio de comunicación entre el núcleo principal y la propiedad recientemente adquirida, mediante la abertura de un vano en el muro colindante. 5) El quinto momento, o cuarta fase constructiva, conlleva la aportación de un nivel de escombros de más de un metro de potencia con la consiguiente sobreelevación del pavimento hasta la cota del último momento. El pozo negro es recrecido y el espacio se transforma en una habitación cerrada. Es ahora cuando la crujía Este de la casa nº 5 se habilita como zaguán, se cierra el vano abierto en la fase anterior y se abre una puerta nueva, de acuerdo con la cota a que se eleva todo el núcleo oriental. LOS PÓRTICOS SUR Y OESTE

Precediendo al salón Sur, encontramos un pórtico tripartito. El vano central, de 2 m de ancho, está flanqueado por otros dos de 1’20 m. Los pilares que configuraban el pórtico eran de mampostería construida a base de piedra y yeso(56). El pavimento se encuentra a 10 cm por debajo del suelo del salón y algo más elevado que el del patio(57). El vano y el pilar Oeste aparecen alterados por una reforma que afectó a todo este sector del patio, reduciéndolo sensiblemente. Consiste en la construcción de otro pórtico en el frente occidental del patio, destinado, al parecer, a sostener una galería que, en planta alta, posibilitaría el acceso a las diferentes dependencias. Con esta transformación del patio se generó una estrecha crujía occidental con dos espacios diferenciados. El mayor, adosado al pórtico meridional, no debió de tener otra función que la de mero lugar de paso y comunicación entre los dos núcleos de la vivienda. Por el contrario, el reducido edículo existente junto al graderío del frente Norte fue empleado aparentemente como tinajero. Por tanto, antes de la reforma que introdujo el pórtico occidental, el patio presentaba sus dos pórticos, uno al Norte y otro al Sur, conforme a la disposición propia de la arquitectura palatina. No obstante, el eje N-S era menor que el EW, lo que constituye una anomalía derivada de las limitaciones de la parcela disponible(58).

LA LETRINA

En la parte central del muro oriental del patio, se abre una puerta de 70 cm que da acceso a un recinto rectangular situado en el límite del farallón rocoso, al norte de la alcoba del salón perteneciente a la casa nº 4. Dicho espacio consta de dos partes bien diferenciadas: un pasillo que ocupa el tercio meridional y la letrina, situada en una dependencia cuadrangular que está separada del anterior mediante un tabique. En el umbral de la puerta de ingreso al pasillo se inicia un canalillo que debió de estar cubierto y que evacuaba el agua de lluvia recogida en el patio. Dicho canalillo corre en línea recta, a lo largo del corredor, hasta desembocar en el cantil. En el fondo del adarve por el que se accede a la casa que nos ocupa y a la nº 6, está excavado un imbornal para drenar los aporte pluviales recogidos en dicho callejón. La atarjea corre bajo el subsuelo del patio y atraviesa también el corredor, aunque a una cota más baja que el canalillo antes comentado. La conducción era, sin duda, una servidumbre que debieron de aceptar los propietarios de la casa. Ignoramos la función del pasillo que nos ocupa pues, dada la presencia del precipicio, parece imposible que comunicara con dependencia alguna. Es probable que su presencia se justifique, únicamente, por la letrina a la que daba acceso y que, de esta manera, ocupaba un lugar especialmente íntimo y reservado. Al corredor se abre el vano que da acceso a la letrina. Una vez salvados los tres peldaños de que constaba el umbral, se accedía a un corto pasillo que era necesario recorrer doblando dos veces a la derecha, invirtiendo el sentido del ingreso, para acceder a la letrina propiamente dicha. Ésta se levantaba, con toda probabilidad, sobre una plataforma cuya altura ignoramos pues está muy arrasada por la erosión. Se conserva, no obstante, la cimentación de la misma así como parte de la superficie del canalillo de desagüe que vertía, obviamente, en dirección Este: hacia el cantil. EL ÁNGULO NE.

El espacio situado entre el muro E. del pórtico y el muro N. de la supuesta letrina estuvo ocupado por una dependencia de la que no se conserva resto alguno. Sólo la presencia de un vano en el muro que cierra el graderío por Oriente, a la altura del segundo escalón, documenta la existencia de tal habitación. La ausencia de restos constructivos, motivada por

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

la fuerte erosión que afecta a este sector, nos impide identificarla; no obstante, creemos que puede tratarse de la cocina. Se trataría, en cualquier caso, de una cocina bastante reducida en comparación con las del resto de las casas excavadas, que suelen destinar a este fin una de las estancias más amplias de la planta baja. Si nuestras hipótesis son correctas, estaríamos ante una casa con todas las dependencias necesarias para ser habitada de manera completamente autónoma. EL PÓRTICO NORTE

El frente Norte está ocupado por un espacio porticado de casi 11 m2 y por un tinajero que no alcanza los 2’50 m2 (figs. 1 y 16). Es en esta zona donde el edificio se aleja más del prototipo de vivienda hispanomusulmana, debido al irregular trazado del muro perimetral y a la ausencia de la típica sala rectangular tras el pórtico. El establo de la casa nº 6 afectó a la planta del espacio en cuestión, ya que obligó a desplazarlo hacia el E, dejando descentrados los vanos respecto al eje longitudinal. No obstante, el central se configura como el vano más amplio (1’85 m), mientras que los laterales se reducen sensiblemente: 80 y 90 cm respectivamente. Es posible que el muro que cierra el pórtico por el Norte dispusiera de un vano a modo de mirador, puesto que en el muro se aprecia la existencia de un escalonamiento en forma de banco angosto que lo estrechaba sensiblemente. No hallamos más explicación para tal circunstancia que la existencia de un mirador sobre el cantil, hecho bastante habitual en las viviendas que disfrutaban de un emplazamiento apropiado, pues ya hemos atestiguado su segura presencia en la casa nº 6 y, muy probablemente, en las nº 1 y 4. Aunque no se hallaron restos de arcos, éstos pudieron despeñarse por el cantil colindante, tal y como sucedió con los que cerraban el mirador de la casa nº 4 y con parte de los pertenecientes a la nº 6. Es interesante hacer notar que, también aquí, existe un graderío precediendo al pórtico, solución ya analizada al estudiar los salones Norte de las casas nº 1 y 4. EL TINAJERO

La estructura situada al fondo del pórtico septentrional es similar a la existente en el zaguán de la casa nº 2. No sabemos exactamente a qué uso estaban destinadas; sin embargo, por diversas circunstancias que pasaremos a exponer, parece imposible pensar que pudiera tratarse de aljibes, más bien nos inclinamos por creer que estamos ante tinajeros.

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Son espacios aparentemente cerrados por los cuatro lados, en el fondo de los cuales existen sendas perforaciones que vierten hacia piletas de obra. Los muros que los conforman son, desde el punto de vista constructivo, en todo similares a los del resto de la vivienda. Presentan zócalos fabricados con tapias de piedra y yeso y alzados de tapial de tierra; es decir, no se empleó un mortero hidráulico, ni se utilizó un enlucido aislante, como es norma en aljibes y albercas. Sólo la pileta fue enlucida con un mortero resistente a la acción del agua. Tampoco los ángulos interiores fueron protegidos por las características molduras en forma de media caña que suelen presentar los aljibes. Debemos tener en cuenta, además de todo lo expuesto, que las estructuras en cuestión ni siquiera son total o parcialmente subterráneas(59), por lo cual, si hubieran estado llenas de agua, habrían ocasionado en poco tiempo la ruina de la casa. Es indudable, por otra parte, que la perforación o sumidero y la pileta a la que vierten delatan claramente un uso hidráulico. Atendiendo a todas las razones y objeciones expuestas, nos inclinamos por pensar que se trata de espacios destinados a albergar las tinajas que contenían el agua. De esta manera, el líquido derramado o exudado sobre la plataforma podía ser recogido en la pileta para evitar así su pérdida(60). En la línea de nuestra argumentación, habría que admitir que estas minúsculas dependencias sólo estaban cerradas completamente por tres de sus cuatro lados, puesto que en el frontal debió de existir un pretil de poca altura que permitiría acceder a la boca de la tinaja. Debemos reconocer una evidencia en contra de esta hipótesis: los muros que conforman los supuestos pretiles muestran un grosor excesivo para tal fin; lo normal es que hubieran sido simples tabiques. La estructura que nos ocupa presenta planta rectangular, delimitada por gruesos muros (50-60 cm) y comunicada con una pileta mediante un orificio abierto en el muro más delgado (30 cm). Su suelo se halla a 50 cm sobre el del pórtico. Este ejemplar en particular presenta dos objeciones a nuestra propuesta: a) la altura que existe entre el suelo del pórtico y el del interior del espacio en cuestión (unos 50 cm), a la que habría que añadir la altura de la tinaja, hace muy difícil que una persona de mediana estatura pudiera alcanzar con cierta comodidad la boca de la tinaja. b) la disposición longitudinal de la planta de la pieza que nos ocupa podría albergar dos o tres tinajas, pero sería prácticamente imposible utilizar las situadas al fondo salvo que se penetrara en ella.

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Pese a estas objeciones, creemos que tienen más peso las evidencias a favor de nuestra hipótesis sobre su empleo como tinajeros; esperamos que el avance de la investigación nos permita encontrar una respuesta satisfactoria a los enigmas que persisten. LA PLANTA ALTA

No tenemos prueba alguna para afirmar la existencia de planta alta en este núcleo doméstico. Por el contrario, la ausencia de escalera(61), así como la inexistencia de elemento decorativo alguno que pudiera atribuirse a una hipotética algorfa, nos hace pensar que este núcleo doméstico no contaba con planta alta. EL NÚCLEO OCCIDENTAL

Entre las viviendas nº 5 y 9, existe un espacio rectangular de 2’20 x 10’30 m que ocupa toda una crujía. Se presenta incomunicado con las viviendas adyacentes y se abre directamente a la calle. Está subdividido en tres espacios separados por otros tantos escalones de mampostería que salvan el desnivel entre el extremo meridional, más deprimido, y el opuesto. Los suelos están muy arrasados (fig. 17). El primer espacio, situado a continuación de la puerta, se halla a su vez casi 1 m por debajo de la cota de la calle, por lo que dispone de tres escalones junto al ingreso. En la jamba occidental de la puerta, exactamente detrás de la mocheta, se conserva la impronta en yeso de una pieza rectangular que presumiblemente era la quicialera. Aquí se encuentra la letrina, a la que se accede por un vano de 47 cm de luz. Debido al desnivel comentado con respecto a la calle, donde se encuentra el correspondiente pozo negro (fig. 18), fue necesario dotar a la letrina de dos elevadas plataformas que miden unos 30 cm de altura cada una, destinadas a proporcionarle la pendiente necesaria para una más cómoda evacuación de los residuos. En el muro oriental aparece una hornacina excavada a media altura, a modo de taca, que debió de servir para depositar el candil o cualquier otro objeto. Es de planta abocinada y mide 32 cm de profundidad por 24 cm de luz a la altura de la boca y 29 cm el fondo. En este primer cuerpo se encuentra el arranque de la escalera, aunque todo su vuelo se efectúa ya sobre el central. Se desarrolla en sentido Sur, junto al muro Oeste, y acoge bajo su bóveda tres espacios. El primero es simplemente el hueco de la escalera y debió de emplearse como alacena; el

segundo, delimitado por un pilar y un tabique, es una cavidad o recipiente a modo de abrevadero que mide 32 x 40 cm; el tercero es una cubeta rectangular que mide 80 x 62 cm y creemos que se trata de un pesebre. El tercer espacio presenta un contrafuerte anexo al muro occidental que está perfectamente afrontado con otra pilastra de mampostería incorporada en la obra de muro frontero y, por tanto, no apreciable en planta; ambos refuerzos parecen destinados a sostener alguna viga del forjado. Tales elementos, junto con la escalera antes comentada, nos hacen creer que aquí se levantó alguna dependencia en la planta alta. El extremo meridional es el más arrasado debido al fuerte desnivel respecto a la casa colindante; no obstante, en el ángulo SW se aprecia un elemento rectangular de mampostería que podría ser la base de otro pesebre. No existe puerta ni vano alguno que comunique este espacio con la casa nº 5 o la nº 9, a pesar de lo cual nosotros pensamos que era propiedad de la 5. Esta adscripción hipotética, la hemos realizado en base a la proximidad con la vivienda y al hecho de no contar con establo, si no es el que ahora nos ocupa. Imaginar la casa sin la cuadra nos resulta difícil, máxime si tenemos en cuenta que dicha pieza estaba presente en casi todas las viviendas(62). En cualquier caso, no estamos ante un establo al uso; sus grandes dimensiones, así como la letrina y la escalera, nos hacen pensar que se trata de un espacio singular. La presencia de la letrina en un edificio no residencial aporta ciertas pistas que permiten determinar los posibles usos a los que estaba destinado. No es pertinente argumentar lo innecesaria que sería la letrina en un establo, donde los propietarios apenas hacen vida alguna. La existencia de este servicio sanitario y de la planta alta nos permite suponer que allí se realizaba un tipo de actividad que exigía una presencia continuada a lo largo del día. Como paralelo podemos presentar la tienda o taller aparecido en la calle de La Manga (Murcia). Este último cuenta también con una dependencia en planta baja, abierta directamente a la calle, una letrina y una escalera de acceso a la planta alta(63). Tras la reflexión efectuada, creemos que no es aventurado proponer que nos hallamos ante un espacio que pudo haber desempeñado algún tipo de función artesanal o comercial, además de acoger un establo para uso de la casa nº 5. La documentación escrita avala la existencia de establecimientos con esta doble función. El Repartimiento de Valencia constata la presencia en esa ciudad de algún operatorium cum stabulo(64), en fechas muy similares a las atribuidas al último momento de Siyâsa. También la documentación cris-

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Fig. 20.- Casa nº 7. El salón visto desde el extremo occidental.

tiana inmediatamente posterior a la conquista de Granada menciona almacerías con establo(65). CASA Nº 7

Cuenta con una superficie de parcela de 74’22 m2. Limita al Este y al Sur con calles públicas, al Norte con el zaguán y el establo de la casa nº 8, y al Oeste con el caserío aún por excavar. Antes de introducirnos en el análisis de su planta, consideramos imprescindible subrayar el fuerte desnivel existente entre las calles que la circundan y el interior de la vivienda. Las secciones A-A’y D-D’ muestran que el suelo de la calle oriental está a -2’60 m, mientras que la meridional se encuentra a -2 m respecto a la cota del patio. Estos datos son de

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capital importancia para la interpretación de las aparentes anomalías que señalaremos más adelante. El fuerte desnivel también explica la gran erosión sufrida por el frente Sur del patio, que impide el conocimiento suficiente de esta zona. LA PLANTA BAJA

Un primer análisis de la planta muestra dos hechos muy extraños: el primero, la excentricidad del patio; el segundo, la ausencia de la cocina (fig. 1). Fue el primero el que más nos llamó la atención, sobre todo cuando comprobamos que el patio estaba emplazado en el extremo suroriental de la vivienda, delimitado tan sólo por dos crujías. Según esta distribución, el patio quedaría separado de la calle Sur por un muro, mientras que en el ala Este mediaría un pórtico de tres

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vanos. Creemos innecesario demostrar que tal interpretación es ajena a los principios más elementales de esta arquitectura: el pórtico que preside el lado Este del patio no tiene el menor sentido si no cumple una función de antesala en la planta baja o de distribuidor en la planta alta; ambas opciones implican la existencia de dependencias de la planta baja, voladas sobre las dos calles colindantes. Con esta prolongación, los problemas antes planteados se desvanecen al quedar el patio situado en el centro, circundado por cuatro crujías. Una vez resuelto el primer problema, la solución del segundo no presenta ninguna dificultad, pues al dotar la casa de dos nuevas crujías, es aceptable suponer la presencia de la cocina en una de ellas. EL ESTABLO Y EL ZAGUÁN

La crujía occidental, de planta rectangular, aparece subdividida en dos espacios por un muro dispuesto transversalmente al eje mayor. Esta compartimentación permite emplazar al Sur el zaguán y al Norte el establo. El zaguán, además de posibilitar que los accesos al patio y al establo fueran completamente diferentes, salva, mediante una escalera, el desnivel que existe entre la calle y el interior de la vivienda (fig. 19). Dicha escalera cuenta con cuatro peldaños, los dos primeros situados en plena calle, fuera del perímetro de la casa, que desembocan en un descansillo rodeado por una plataforma en forma de U. El brazo oriental de dicha plataforma permitía el acceso al patio mediante otros dos escalones, el tramo septentrional daba paso al establo, mientras que el occidental no comunicaba con espacio alguno y debió de servir exclusivamente como banco. El muro que separa esta crujía del patio presenta un antiguo vano tapiado con un tabique que, al ser de menor grosor, configura un entrante abierto al patio. Se trata, sin duda, de un antiguo acceso desde el zaguán que, una vez cegado, permitió reconstruir el muro que separa establo y zaguán, desplazándolo 35 cm más al Sur. La huella del antiguo muro aún se distingue en las dos paredes que cierran el establo por el Este y el Oeste. En definitiva, parece que estamos ante un desplazamiento de la puerta de ingreso al patio, con el fin de permitir la ampliación de la superficie del establo a costa de la del zaguán. EL SALÓN PRINCIPAL

La crujía N. está ocupada enteramente por el salón principal (fig. 20). Su acceso se efectuaba mediante un vano

doble con columna central de yeso y umbral reforzado por ladrillos a sardinel que estuvieron enlucidos -lo que excluye una finalidad ornamental en dicha disposición-. El umbral conformaba un escalón de 15 cm, que es la diferencia de altura entre el suelo del salón y el del patio. El módulo de los ladrillos empleados es 12 x 23’5 x 4’5 cm. Junto a la jamba occidental del vano pero ya en el exterior, adosada al frente del muro que mira al patio, se encuentra la huella en yeso de la quicialera de la puerta; mide 17 cm de anchura. En este caso, dicho elemento no se hallaba embutido en el suelo, sino que estaba situado sobre él y sujeto con el yeso; cuando se substrajeran las quicialeras así dispuestas se podría dar el caso de que no quedara rastro alguno de su existencia, a diferencia de lo que sucede con las que estaban enterradas. Esta puede ser la causa que explica la ausencia de huellas de quicialeras en determinados vanos, como el del salón Sur del núcleo oriental de la casa nº 5. La situación de la quicialera en el exterior del vano indica que estamos ante puertas sustancialmente diferentes a las de otros salones con vano geminado: mientras aquéllas disponían de dos pares de hojas con cuatro quicialeras y se abrían hacia el interior (casas nº 1, 3, 4, 5, 8, 9 y 10), ésta disponía de sólo dos hojas y se abría hacia el exterior(66). La planta rectangular de esta gran pieza alcanza los 17’60 m2. Esta superficie corresponde a toda la crujía, ya que no ha sido posible diferenciar la alcoba del resto del salón. Sorprendentemente, no hemos encontrado resto alguno de los atajos o mochetas que sostenían el gran arco de hojas almohade descubierto en el extremo W de la sala (fig. 23). Tampoco ha sido posible establecer la delimitación en base al desnivel entre los pavimentos, pues en este caso no hay diferencia alguna. Es oportuno recordar a este propósito que, en la mayoría de las casas excavadas en Siyâsa, el suelo de las alcobas se halla sobreelevado respecto al del salón, circunstancia que nos ha permitido delimitarlas cuando el alzado había sido completamente arrasado. Si de la alcoba nada nos ha llegado a excepción de su arco, de otras dependencias del salón sí conservamos interesantes restos. Nos referimos al pequeño habitáculo de 2 m2 comunicado con la alcoba y empotrado en su muro N. Se encuentra a 55 cm por encima del suelo del salón, separado de la alcoba por un tabique de 10 cm de grosor. En el centro de este último estuvo abierta una puerta de 70 cm de anchura que, posteriormente, se cerró mediante un tabique de ripios y yeso. Entre los escombros que rellenaban su interior, aparecieron varios fragmentos de un arco de herradura

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Fig. 21.- Casa nº 7. Letrina y atarjea. La segunda desaloja las aguas pluviales caídas en el patio.

apuntado sin decoración, que debió de pertenecer al acceso antes señalado. Creemos que este extraño aposento era un tálamo elevado. En efecto, la presencia de un apéndice de este tipo es completamente insólita en los salones hasta ahora excavados(67). LA LETRINA

Ya señalamos más arriba que, en el frente E. del patio, quedan los restos de un pórtico tripartito que debió de preceder a una crujía volada sobre la calle que media entre la casa nº 6 y la que tratamos. En su vano N., separado del central por un delgado tabique de ripios y yeso, se inicia el pasillo acodado que da acceso a la letrina. En su pavimento puede apreciarse la existencia de un canalillo abierto que evacuaba las aguas pluviales recogidas en el patio y las vertía a la calle por una oquedad diferente a la de la letrina (fig. 21). La canalización que recorre longitudinalmente la práctica totalidad

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de la estrecha dependencia se ajusta a la base del muro oriental con el fin de no dificultar el acceso al hueco de la letrina. Su trayectoria es rectilínea, excepto en el tramo final que quiebra dos veces antes de iniciar el descenso. Es posible que los mencionados codos tuvieran como finalidad aminorar el impulso del agua en los días de lluvia torrencial. El hecho de que el canalillo estuviera descubierto no debió de restarle efectividad, pues la fuerte pendiente facilitó, sin duda, la evacuación. No obstante, esta opción no es la más frecuente ni, posiblemente, la más eficaz, pues la indefinición de la canalización en la puerta de la letrina debió de ocasionar acumulaciones de agua que obstaculizarían el ingreso a dicha dependencia. En cuanto a la letrina propiamente dicha, estamos ante el típico ejemplo de instalación sanitaria con pozo negro. En estos casos las aguas de lluvia jamás son evacuadas por la conducción de la letrina, ya que semejante solución hubiera creado graves problemas al rebosar los pozos negros cuando

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Fig. 22.- Casa nº 7. Vista del pórtico desde el patio. En el margen derecho de la fotografía se puede apreciar el arranque de la escalera de acceso a la algorfa.

se produjeran precipitaciones copiosas. Sólo las letrinas que vierten al cantil (casas nº 1, 2, 4 y 6) comparten su atarjea con la que recoge las aguas pluviales. En el caso que nos ocupa, la boca del pozo negro se encuentra a 2 m por debajo del suelo de la letrina y se introduce parcialmente bajo el muro, lo que facilita la caída de los residuos sólidos sin necesidad de emplear agua que los arrastre. LA FUNCIÓN DEL ESPACIO CENTRAL DEL PÓRTICO

Como es habitual, el vano central del pórtico es el más amplio y da acceso a un espacio rectangular que limita por el Norte con la letrina y por el Sur con los restos de la escalera (fig. 22). Su solería de ladrillo es un hecho insólito en Siyâsa, que debe de estar relacionado con la función a que se destinó el espacio en cuestión. Los ladrillos miden 26 x 14 x 5’5 cm. A pesar de que el muro que separa el pórtico de la calle conserva un alzado de 25 cm, no es imposible que estemos ante la antesala de una de las estancias que suponemos debieron de existir sobre la calle, siempre y cuando acepte-

mos la posibilidad de que el umbral estuviera un poco más elevado (no más de 30 cm). Es también posible que el espacio en cuestión no estuviera comunicado con dependencia alguna(68). En ambos casos tiene sentido la presencia de la solería de ladrillo: si se trata de una antesala el fin sería reforzar el suelo en uno de los puntos de la casa donde habría más trasiego, mientras que, si el espacio sólo comunicaba con el patio, es lógico pensar que se utilizara como tinajero y, por tanto, dicha solería evitaría que el agua rezumada por las tinajas y no recogida por los reposaderos deteriorara en exceso el pavimento. Si el acceso al cuerpo volado sobre la calle oriental no se realizaba a través de este espacio central, la opción más probable es que se efectuara a través del vano meridional del pórtico. En este último caso, todo parece indicar que el vano Sur del pórtico debió de ser el inicio de una escalera-distribuidor(69) que permitiría acceder en un primer nivel a dos habitaciones: la primera ocuparía todo el tramo de calle existente entre la casa que nos ocupa y la nº 6; la segunda se extendería sobre el tramo de calle meridional que hay frente al salón prin-

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Fig. 23.- Casa nº 7. Arco almohade perteneciente a la alcoba del salón principal. Museo municipal de Cieza.

cipal de la casa nº 9. Ambas dependencias debieron de tener los forjados al mismo nivel, aunque es probable que se elevaran en el extremo occidental de la sala Sur, puesto que en esa dirección la calle asciende sensiblemente. Una de estas dos habitaciones se utilizó, sin duda, como cocina(70). No se puede descartar que la habitación meridional tuviera su propio acceso abierto al patio, tal y como sucede en las casas nº 1 y 4, en las que la presencia de un establo debajo de ellas genera la misma solución que la calle en el caso que nos ocupa. En esas dos casas se han conservado los escalones que, situados frente al vano de acceso, salvan el desnivel existente entre el patio y la habitación meridional. La altura de los forjados con respecto al suelo de la calle debió de ser superior a 2’80 m, que es la altura

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máxima conservada en el muro que da a la calle oriental sin que se aprecien huellas de los supuestos rollizos. Si todo lo dicho sobre las dos dependencias voladas es mera hipótesis, aún es más arriesgado tratar de conocer la disposición de las algorfas que creemos había sobre ellas y sobre la crujía Oeste, donde se encuentran el zaguán y el establo. Pensamos que la escalera antes mencionada ascendería hasta la planta alta, abriéndose a una galería que se levantaría sobre el pórtico, desde la cual se accedería a la pieza que hubiera sobre la calle oriental. La galería que comentamos debió de tener una prolongación volada, adosada al muro meridional, que permitiría el acceso a la supuesta algorfa sobre el zaguán y el establo y, previamente, a la que creemos se levantó sobre la calle Sur.

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Fig. 24.- Casa nº 8. Vista general. Foto tomada desde el ángulo nororiental del patio.

LA DECORACIÓN ARQUITECTÓNICA

Exceptuando el arco epigráfico de la alcoba y el ejemplar geminado que hubo en la puerta del salón, la decoración arquitectónica recogida es poco significativa, ya que se trata de piezas muy pobres, en su mayoría arcos de herradura apuntados. Entre los escombros, también recogimos yeserías que habían sido reutilizadas como material constructivo y restos de ménsulas que, probablemente, pertenecieron al pórtico. Sin duda, es el arco del salón la pieza más rica e importante de la casa. Sus angrelados, fuertemente regularizados, conservan aún ciertos rasgos vegetales que son prueba inequívoca de su filiación almohade. No obstante, el alejamiento de sus lóbulos de la estructura vegetal nos permite fecharlo en un perIodo avanzado dentro de lo almohade, que podría corresponder al primer cuarto del siglo XIII. La epigrafía que decora el arco de la alcoba se reduce a la conocida frase «la prosperidad y la felicidad», repetida a

todo lo largo del alfiz (fig. 23). Idéntica inscripción aparece en las alcobas de las casas nº 3 y 7, además de rematar el paño occidental del pórtico de la casa nº 10. CASA Nº 8

La casa nº 8 presenta cierta similitud con la anterior, a pesar de casi doblarle la superficie conservada (131 m2). Limita por el Sur con la casa nº 7 y por el Este con una calle que se encuentra a 2 m por debajo de ella. El resto de su entorno está aún por excavar (fig. 1). MATERIALES Y TÉCNICAS CONSTRUCTIVAS

En general podemos afirmar que todos los muros de carga en torno al patio son de tapial de tierra, mientras que las paredes medianeras son de mampostería. Ello se debe a que estas últimas, al depender de dos propiedades, difícil-

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

sobre un basamento compuesto por tres hiladas de piedras muy gruesas trabadas con mortero de cal. Como es norma en el caserío siyâsí, el ladrillo y el adobe constituyen un material escaso. Ambos suelen utilizarse para levantar citaras y tabiques en las dependencias más nobles de la casa: los salones. Por su resistencia, el ladrillo se emplea también, ocasionalmente, para reforzar jambas, levantar pilares, construir umbrales y solar espacios muy determinados, como los pórticos. EL PATIO

Fig. 25. Casa nº 8. Salón principal. En primer término vemos la alcoba y al fondo la escalera de acceso a la algorfa que hubo sobre la cocina.

mente podían ser derribadas totalmente y rehechas cuando uno de los dos vecinos obraba(71); por el contrario, eran objeto de reparaciones tramo a tramo y, habitualmente, sólo por una de sus caras. Cuando uno de los extremos de la tapia de tierra había de conformar la jamba de un vano, era reforzado con piedra y yeso con el fin de dar una mayor solidez a la estructura. Aparentemente parecen pilares ajenos a la obra de tapial, pero cuando se analizan detenidamente se puede apreciar que la piedra y el yeso forman parte de cada una de las tapias. Estos refuerzos de los extremos decrecen en la parte superior de la caja y se extienden en la inferior, lo que da como resultado una perfecta imbricación entre el muro de tierra y la jamba de piedra y yeso. La técnica descrita se emplea en la arquitectura tradicional y se denomina tapial con brencas. El muro que separa la casa de la calle, que además de soporte sirve como pared de contención, está construido mediante un sólido encofrado de hormigón(72) que se levanta

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La vivienda gira alrededor de un patio de planta trapecial con dos lados mayores y dos menores. Está solado con mortero de cal y presenta numerosas repavimentaciones efectuadas con el mismo material y con yeso. Todo su perímetro aparece rodeado de habitaciones, a excepción del frente E., donde se alza un pórtico frente al muro que separa la vivienda de la calle, tal y como aparece en la casa nº 7. El patio cuenta con un banco que corre por los flancos Norte, Oeste y Sur (fig. 24). Su anchura oscila entre 1 y 1’5 m y tiene una altura media de 40 cm con respecto al resto del patio(73). En efecto, esta plataforma permite salvar el desnivel existente entre las habitaciones de las crujías Norte y Oeste y la parte central del patio, más deprimida(74). En el frente Sur de la casa, la presencia del banco no pretende salvar los afloramientos rocosos pues, por el contrario, aquí el suelo de la crujía meridional está más bajo que en el patio, siguiendo la natural pendiente de la ladera. La presencia del poyo, al menos en el ángulo suroriental, se debe a la existencia de una escalera que volaba sobre el zaguán. Sin duda, en este caso, el banco hace la función de primer escalón. Esto mismo lo podemos ver también en el frente Norte, donde se puede comprobar cómo frente a la escalera el poyo se eleva más que en el resto, además de contar con un escalón adosado (fig. 15, sección A-A’). Con esta solución la escalera septentrional dispuso sus dos primeros escalones en el patio. El agua de lluvia se reunía frente al vano de acceso al patio, gracias a la suave pendiente del pavimento del patio. En ese punto existía un enfondamiento, de unos 10 cm de profundidad y planta aproximadamente triangular que actuaba de colector y, a la vez, de decantador gracias a un pequeño reborde que lo separaba del sumidero propiamente dicho, practicado bajo el umbral del mencionado vano. El imbornal constaba de un primer tramo, de unos 30 cm, con escasa pendiente; a partir de ahí arrancaba ya un tiro muy

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Ante las «anomalías» descritas sólo hallamos una explicación: la presencia sobre la calle de la crujía que faltaba para cerrar el patio por el Este (fig. 27). De este modo, en la casa nº 8 encontramos la misma solución que se adoptó en la nº 7. Configurado así el edificio, con sus cuatro crujías habituales, iniciaremos la descripción por la meridional, puesto que en ella se encuentra la puerta de acceso a la casa. EL ZAGUÁN Y EL ESTABLO

Fig. 26.- Casa nº 8. En el centro de la imagen vemos el salón W. En el ángulo superior izquierdo se puede apreciar el tinajero construido sobre el poyo. En la parte inferior de la foto se localiza la alcoba y parte del salón principal.

inclinado que recorría el subsuelo del zaguán en dirección a la calle.

La planta y distribución de este espacio son muy similares a lo visto en la vivienda anterior, pues existe también aquí una crujía rectangular subdividida en dos: el establo, en la mitad posterior, y el zaguán, precediéndolo. Este último salva el desnivel que existe entre la calle y el patio mediante una escalera de obra que consta de 6 escalones muy deteriorados. El primer peldaño invade la calle y se encuentra flanqueado por dos potentes contrafuertes. El establo, como es habitual, queda por debajo de la cota marcada por el peldaño más alto que existe en el zaguán. En su interior se localiza un pesebre semejante a los de las casas nº 4 y nº 6. El contrafuerte que hay en el muro Norte del zaguán parece haber servido de apoyo a una escalera que, desde el patio, atravesaba el muro e invadía la entrada. El acceso a la casa no era interceptado por la escalera ya que ésta, tras apoyarse en el mencionado contrafuerte, volaba generando una bóveda hasta alcanzar el muro Sur del zaguán. LA CRUJÍA NORTE: SALÓN Y COCINA

LA CALLE

Antes de proseguir con el estudio de esta vivienda, debemos hacer referencia a una serie de peculiaridades que pudimos detectar en la calle situada a oriente. Lo primero que nos sorprendió fue el excesivo grosor del muro que la delimita por el Este, pues una estructura de tal envergadura no se explica con el solo fin de proteger a los viandantes del peligro que suponía la presencia del despeñadero. Otro aspecto que nos llamó la atención fue la existencia en esta vía de comunicación de contrafuertes adosados a los muros. Especialmente significativa resulta la disposición de los que refuerzan la pared inmediata al cantil, pues parece lógico suponer que, si este muro sólo tenía la función de proteger la calle del inmediato precipicio, los contrafuertes debían haber estado ubicados en su lado externo.

La crujía Norte es la más desarrollada; en ella distinguimos claramente dos grandes habitaciones, un salón y la cocina, separadas por la escalera de acceso a la planta superior. Entre la cocina y la calle debió de existir una diminuta dependencia, hoy completamente destruida. El salón está situado en el ángulo noroccidental de la casa (fig. 25). Las claves que permiten identificarlo como tal son las siguientes: la existencia de un acceso geminado(75), las dimensiones de la sala y la presencia de una alcoba en su extremo Oeste. A ésta se accede mediante un vano estrecho, de 62 cm de luz, como los existentes en las casas nº 4 y 6. El atajo estaba constituido por un muro de adobes de 11 cm de anchura, cuya impronta se conserva en el alzado del muro Norte. La puerta de ingreso a la alcoba fue cegada en una fase avanzada mediante un tabique de lajas de piedra y

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Fig. 27.- Casa nº 8. Reconstrucción hipotética.

yeso(76). La presencia de un afloramiento rocoso en el ángulo NW impide que la planta de la alcoba sea regular(77). Contaba también el salón con una alacena o alcoba en su extremo oriental, elevada 50 cm, que estaba solada con un buen mortero pintado de rojo(78). Su disposición en alto se debe, con toda probabilidad, a la existencia de un afloramiento rocoso que condiciona, igualmente, el poyo occidental de la cocina. El edículo en cuestión quedó amortizado por la construcción de la escalera, por lo que podemos afirmar que ésta no pertenece a la fase original sino que se levantó en un momento avanzado. Entonces se debió de construir también el tramo más oriental del andén que recorre el frente Norte del patio que, situado frente a la escalera, sólo sirve para darle servicio a ella. De la altura del salón sólo sabemos que rebasaba los 2’68 m, dado que el muro Norte conserva este alzado sin que en él se haya observado impronta alguna del forjado del techo.

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Es curioso comprobar cómo en esta casa, organizada más bien en torno al eje E-W, el salón sigue estando construido al Norte, tal y como aparece en casi todas las casas en que hemos documentado esa dependencia. Parece claro que la orientación, elegida por motivos climáticos, jugaba un papel determinante en el emplazamiento de este tipo de habitaciones. No obstante, sorprende en esta casa de grandes dimensiones la presencia de un salón de apenas 6’30 m de longitud, menor que los de otras casas, también de tipo complejo (nº 5 y 6), incluso de tamaño más reducido que la que nos ocupa (nº 1, 4, 7, 9 y 10). Por tal motivo, nos inclinamos por creer que el salón principal de la casa en cuestión no es el que ahora analizamos, sino que estaría emplazado tras el pórtico oriental, alzado sobre la calle, pudiendo superar los 10 m de largo. Es posible, por tanto, que estemos ante un caso similar al de la casa nº 6, donde pudimos comprobar la existencia de dos salones, siendo uno de ellos, el septentrional, de uso estacional. Lamentablemente, el hundimiento del

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pórtico y de la crujía que hubo sobre la calle, y la posterior caída de los escombros ladera abajo, impiden que podamos verificar si el supuesto salón de la crujía oriental fue un mirador como el de la casa nº 6. La habitación más oriental de la crujía Norte corresponde a la cocina, con apenas 4’5 m de longitud. Conserva todos los elementos que habitualmente la configuran: hogar, alacena y banqueta. El hogar, cuya planta se encuentra muy desdibujada por la erosión, está solado con una laja de arenisca. El banco presenta cierta pendiente hacia el hogar; sobre él están construidos los dos vanos más meridionales de los cinco de que disponía la alacena. Esta última está construida con tabiquillos de adobe de arcilla grisácea, que delimitan vanos desiguales y asimétricos. El suelo de la cocina está a la misma altura que el patio pero presenta en su umbral un pequeño reborde destinado a evitar la entrada del agua de lluvia. El muro que separa esta dependencia del patio mide 58 cm en cimentación; es una sólida construcción de gruesas piedras con mortero de cal, cuyo grosor, en alzado, se reduce alcanzando apenas 40 cm. De manera excepcional aparecen en esta cocina un poyo de 70 cm de altura, adosado al muro occidental, y un posible silo excavado en el centro de la habitación. El primero, construido a base de ripios y yeso, está adosado a la roca que aflora en el extremo Oeste. La presencia de un poyo de estas características es completamente anómala en las cocinas de Siyâsa, por lo que creemos que se justifica por la necesidad de acondicionar y encubrir la afloración rocosa, cuya eliminación hubiera sido muy costosa. Del supuesto silo apenas podemos decir nada, ya que todavía no ha sido excavado. Sólo destacaremos la excepcionalidad de este tipo de infraestructuras en las cocinas de Siyâsa. LA CRUJÍA OCCIDENTAL

Está ocupada por una estancia de 5’70 x 1’90 m, pavimentada con mortero de cal(79), a la que se accede a través de un vano sencillo de 88 cm de luz. En su extremo septentrional aparece un hogar con la típica planta en forma de rectángulo rematado por una cabecera absidal, por lo que a primera vista se podría pensar que estamos ante una cocina(80). Sin embargo existen serios inconvenientes para efectuar tal atribución: en primer lugar, aparte del hogar la estancia no cuenta con ninguno de los elementos -alacena, poyo- que caracterizan tales dependencias; en segundo lugar, en esta casa ya existe una cocina -la de la crujía Norte- que reúne

todas las condiciones para ser considerada como tal. La mitad meridional de esta pieza aparece subdividida mediante tabiques de adobe, en tres espacios completamente cerrados de tamaño desigual (fig. 26). Ignoramos a qué fin estaban destinados tales compartimientos aunque podemos descartar que se trate de habitaciones, teniendo en cuenta sus reducidas dimensiones (los dos del flanco occidental miden 1’30 x 0’60 cm y 1’20 x 60 cm). Dado que no hay posibilidad de acceder a su interior a través de vano alguno, parece lógico pensar que los tabiques que los cierran no fueran más que pretiles. Es posible, por tanto, que se trate de atrojes destinados a almacenar grano, aunque no tenemos ninguna evidencia que nos permita asegurarlo. Probablemente, habrá que estudiarlos en relación con los enigmáticos cierres que con anterioridad hemos visto en varias alcobas, puesto que existen evidencias que demuestran que tal compartimentación no corresponde a la disposición original de estas dependencias(81). En efecto, en el pavimento y junto al cierre transversal, hay improntas de un muro de adobe más antiguo(82) que delimitaba un ámbito 20 cm menos profundo que el que llegó hasta nosotros. Tampoco conocemos la función del espacio de la fase original, aunque cabe la posibilidad de que se tratara de una alcoba, sobre todo teniendo en cuenta que al fondo del compartimiento mayor aparece un estrecho banco de 30 cm de altura por 10 cm de ancho(83), que ya hemos documentado en alguna alcoba y que creemos pudo servir para apoyar la tarima de madera que sustentara el lecho(84). De ser así, el entarimado estaría a una altura algo mayor que el propio banco sobre el que descansaba, y la citara que separaba el espacio en cuestión del resto del salón debió de alcanzar la misma altura (alrededor de 40 cm). Del alzado original de esta crujía nada sabemos, pues los muros apenas conservan 1 m de altura y faltan otros elementos arquitectónicos, como sería el caso de los arcos, que permitan precisar este extremo. EL PÓRTICO Y LA CRUJÍA ORIENTAL

Este sector de la casa es el que presenta más problemas de interpretación, tanto por haber estado en parte volado sobre la calle, como por el mal estado de conservación de las estructuras. El vano central del pórtico alcanza un ancho de 1’70 m, mientras que los laterales miden ambos 1’10 m. Como suele ser habitual, el pórtico está más elevado (20 cm) que el resto del patio. El bordillo que separa ambas superficies es de

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Fig. 28.- Casa 11. Cocina. Vista tomada desde su muro Norte. En la mitad izquierda de la foto se pueden observar los restos de la alacena, del hogar y de la banqueta.

ladrillo, pero estuvo recubierto con yeso, tal y como sucede en la casa nº 7. Los pórtico de estas dos casas vecinas se distinguen en su pavimentación, pues el de la casa nº 7 es de ladrillo y el que nos ocupa es de yeso y está destruido casi en su totalidad, excepto en el extremo septentrional, donde la fuerte erosión provocada por el desnivel con respecto a la calle se ha dejado notar menos. Los ladrillos empleados miden 26 x 4’5 x 12 cm. Los dos pilares que conforman el vano central son de planta rectangular (44 x 32 cm) y están construidos con ladrillos(85). Además de los dos centrales, el pórtico cuenta con otros dos pilares extremos cuya factura es idéntica a la de aquéllos; el primero (32 x 25 cm) está adosado al muro de la cocina y el segundo (28 x 29 cm), en el extremo meridional, limita con el vano que hay sobre el poyo. Todos los pilares mencionados apoyan en una correa de cimentación que, encofrada a base de piedras y mortero de cal, mide 34 cm de anchura. Es interesante hacer notar que la alineación del frente del pórtico no es paralela al muro que hay tras él, generán-

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dose así un espacio trapecial, más ancho en su extremo Norte que en el Sur. Tal disposición estaría destinada a intentar regularizar la planta del patio, aproximándola a la forma cuadrangular que es, sin duda, la ideal. En los pórticos de las casas nº 7 y 16 se aprecia también el mismo fenómeno descrito. A diferencia del pórtico de la casa nº 7, éste aparenta tener cuatro vanos, hecho poco habitual en este tipo de arquitectura. Sin embargo, un análisis más detallado nos permite descubrir que el vano meridional, emplazado sobre el andén, estaba separado por un tabique de ladrillo del resto del pórtico (fig. 27). Todo ello parece indicar que estamos fuera de lo que estrictamente se debe considerar pórtico. Por la forma y disposición del espacio que se genera tras el vano, sólo nos parece posible que se tratara de un pasillo, abierto a una de las dependencias que creemos existieron sobre la calle, eso sí, independiente de aquella otra a la que debió de dar acceso el pórtico tripartito.

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Un dato determinante que permite excluir del pórtico al cuarto vano ya mencionado, lo encontramos tras analizar con detalle el habitáculo que hay en el ángulo suroccidental del patio. Tanto este pequeño edículo como todo el poyo sobre el que se ha cimentado, quedan dentro del área ocupada por el patio. No es necesario mencionar que la construcción de habitaciones en el exterior de las crujías, en el espacio ocupado por el patio, era un hecho inusual. Por tanto, la presencia del edículo y la del cuarto vano parecen evidenciar claramente la existencia de una galería en la planta alta, a lo largo de todo el muro Sur, cuyo vuelo debió de coincidir con el ancho del poyo y el de la pequeña habitación que hay sobre él. La escalera de acceso a esta galería sería la que estaba ubicada junto al cuarto vano, en el muro de carga que separa patio y zaguán. La existencia de una galería volada en el frente Sur del patio devuelve al pórtico oriental una imagen tripartita que responde a los cánones estéticos de esta arquitectura. No hay evidencias arqueológicas directas acerca de cómo estuvo distribuida la crujía que suponemos existió volada sobre la calle, sin embargo contamos con algunos indicios que nos pueden resultar de utilidad. En cuanto a su extensión, creemos que se prolongaba sobre la calle tanto como la propia casa nº 8, a juzgar por los contrafuertes presentes en la calle. Debió de contar con al menos dos dependencias bien diferenciadas: una frente al pórtico, que sería una habitación de grandes dimensiones, y otra secundaria, ubicada en el extremo meridional, y a la que se accedía a través del corredor situado entre el pórtico y el muro que cierra el patio por el Sur. Ya dijimos antes que la primera debió de ser el salón principal de la casa, que estaría abierto al exterior mediante grandes ventanales similares a los del salón Norte de la casa nº 6. Este extremo difícilmente se podrá verificar pues, en el caso de que hubieran existido, debieron de precipitarse al pie del farallón cuando se produjo el hundimiento de la crujía. LA PLANTA ALTA

La existencia de planta alta en esta vivienda está constatada por la presencia de dos escaleras, situadas en las crujías Norte y Sur. La primera, ubicada entre el salón y la cocina, debió de dar acceso a las habitaciones situadas sobre la mitad oriental del ala, pues encima del salón no se extendería la planta alta dada la gran altura que solía alcanzar este tipo de dependencias. La altura de sus peldaños oscila entre los 24 y 25 cm.

Fig. 29.- Casa 11. Letrina vista desde la escalera.

La segunda escalera arranca del ángulo suroriental del patio y vuela sobre una bóveda que se elevaba sobre el zaguán, de manera que se ingresaba directamente en la planta alta de la crujía meridional(86). A partir de esta escalera y por medio de la galería volada que presidía el frente Sur del patio, se accedería a la algorfa que suponemos existió sobre la nave occidental. No tenemos datos para asegurar si hubo o no algorfa en la crujía Este. No obstante, nos inclinamos por creer que el salón que se alzaba sobre la calle no contaba con planta alta, tal y como es habitual en las salas principales. Si esta hipótesis es cierta, el pórtico no debió de soportar galería alguna(87). Un dato que parece avalar dicha suposición es el hecho de que sus pilares son de ladrillo, lo que no sucede con los pórticos que sostienen galería. En éstos últimos los pilares son de mampostería, excepto la parte superior (lo que corresponde a la galería) que es de ladrillo. Es posible que los pórticos con galería, al ser más bajos y estar atirantados por el forjado que los divide, no necesiten que los pilares inferiores sean tan firmes. Los pilares sin galería pueden alcanzar la misma altura que aquéllos, puesto que preceden dependencias muy elevadas como son los salones, y sin embargo carecen del atirantamiento que proporciona el suelo de la galería, razón por la cual sería necesario construir sus esbeltos pilares con un material más resistente como es el ladrillo. EL TINAJERO

Como tal identificamos el edículo que hay sobre el poyo,

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

que separa el retrete de la dependencia contigua es una pared maestra en la casa nº 7, mientras que en la nº 8 es un tabique de 12 cm de grosor, fabricado con yeso y piedra. Las dificultades que hemos encontrado a la hora de identificar la letrina no hubieran existido, en el caso de haberse conservado el umbral que debió de comunicar el pórtico con el espacio que hay tras la alacena, para acoger seguramente la letrina. Esperamos que todo lo expuesto quede completamente verificado cuando excavemos el tramo de calle contiguo, donde creemos que aparecerá el pozo negro. LA DECORACIÓN ARQUITECTÓNICA Fig. 30.- Casa 11. El establo y el pozo negro de la letrina.

patio(88).

en el ángulo Suroeste del Se trata de un caso especialmente interesante pues, a diferencia de otros supuestos tinajeros, éste no aprovecha un espacio residual, resultado de la ordenación de otros, sino que fue construido ex profeso, fuera de la crujía Sur y adosado a ella. Se trata, indudablemente, de una pieza que ha sido proyectada y construida para una función muy concreta, a diferencia de los huecos de las escaleras o los espacios centrales de algunos pórticos, cuya configuración se debe a necesidades ajenas al espacio resultante, lo que no impide que puedan ser utilizados, en unos casos para emplazar una alacena y, en otros, para ubicar el tinajero. Estamos, por tanto, ante una dependencia que fue edificada intencionadamente tal y como la conocemos, para darle un uso que, a nuestro juicio, sólo pudo ser el de tinajero. LA LETRINA

No contamos con evidencias acerca de su ubicación, por ello, desde que finalizamos la excavación de la casa, la ausencia de un servicio tan básico como éste no dejó de parecernos incomprensible, sobre todo en un edificio de estas dimensiones. Esta contradicción nos obligó a revisar con todo detalle la planta, pudiendo entonces descubrir que, tras la alacena de la cocina, junto a la calle, hay un reducido espacio cuya finalidad desconocíamos. Su pavimento ha desaparecido por completo, debido a la fuerte erosión que ha sufrido la casa a lo largo de todo el muro que la separa de la calle. No obstante, la gran similitud existente en este sector entre las casas nº 7 y 8 permite pensar que, al igual que sucedía en aquÉlla, es en este espacio donde estuvo emplazada la letrina; la única diferencia entre ambas es que la estructura

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Es sorprendente que una de las casas más amplias -recordemos que sobrepasa los 131 m2 de superficie conservadano haya proporcionado una decoración arquitectónica acorde con su entidad física. Por ejemplo, la casa nº 17, que no alcanza los 40 m2 construidos, es mucho más rica desde el punto de vista ornamental. Esto pone de manifiesto que no siempre existe una relación proporcional entre superficie y decoración. No obstante, conviene recordar que todo el frente oriental de la casa debió de precipitarse ladera abajo, arrastrando las yeserías que allí hubiera. Si nuestras hipótesis son ciertas, ésta sería la zona con mayor riqueza ornamental debido a la presencia del salón principal y del pórtico. Las escasas yeserías recogidas pertenecen todas ellas a arcos de herradura apuntados, excepción hecha del conjunto de fragmentos tallados, almorávides o mardanisíes, recogidos en el ángulo noroccidental del patio y en el interior del salón, en su mitad Oeste, que, por tratarse de fragmentos inconexos y muy dispersos, nos obliga a no descartar la posibilidad de que procedan de las casas que hay aún por excavar al Norte de esta vivienda. En efecto, hemos podido comprobar que al menos parte de los muros de estas casas cayeron sobre el salón y el patio de la casa nº 8. CASA Nº 11

El estudio de la vivienda nº 11 tiene para nosotros un gran interés, ya que documenta la transición del tipo elemental al complejo(89). En sus casi 45 m2, podemos comprobar que, aparentemente, no falta ni una sola de las dependencias básicas que suelen aparecer en las plantas bajas de las casas de tipo complejo: patio, salón, cocina, letrina y establo (fig. 1). No obstante, sus reducidas dimensiones obligan a que se adopten algunas soluciones propias de la arquitec-

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tura elemental, como es el hecho de construir la escalera y la letrina en el propio patio y no en las crujías que lo circundan. Hemos dicho que «aparentemente» cuenta con todas las dependencias habituales puesto que no tenemos elementos que nos permitan asegurar que el salón ocupaba la dependencia de la crujía occidental. En efecto, dicha estancia carece de los elementos que habitualmente individualizan a los salones pues no presenta alcoba alguna, ni queda su puerta diferenciada por el habitual vano geminado con pilar central. Es posible que el salón principal de esta casa estuviera en la planta alta(90). La mayor parte de los muros son de tapial calicastrado o de piedra y yeso. LA COCINA

Tiene 7’54 m2 de superficie y se emplaza en la crujía septentrional. Es de planta rectangular y su interior contiene los tres elementos que habitualmente configuran tales dependencias: hogar, poyo y alacena; esta última construida con yeso y piedras pequeñas (fig. 28). El suelo está 22 cm más alto que el del patio. La alacena es de planta tripartita, con un vano central sensiblemente más ancho que los laterales. En su extremo septentrional se conserva la plataforma y parte del alzado del nivel superior. El hogar se sitúa, como es habitual, frente al cuerpo central de la alacena. Su planta es irregular y está solado con una laja de piedra. El poyo está delimitado por el hogar y la alacena, y arranca a la altura de la jamba oriental de la puerta de ingreso. En esta dependencia, al igual que sucede en la casa nº 3, existe una pequeña ventana abierta al patio que se conserva completa. Sus dimensiones son de 37 x 20 cm y se encuentra a 85 cm del suelo de la cocina. Como ya indicábamos, estamos convencidos de que estos vanos fueron muy frecuentes en Siyâsa; prueba de ello son los fragmentos que hemos recogido entre los escombros de varias viviendas. Sin duda, tales aberturas facilitaban la salida de humos y permitían una mejor iluminación de la zona más utilizada de la cocina(91). EL SALÓN PRINCIPAL

En el muro W. del patio se abre la puerta de una dependencia cuyas dimensiones son 4’30 x 1’70 m. A pesar de que en ella no existen alcobas ni decoración que indiquen una función especial, creemos que debe ser identificada como salón.

Desconocemos por completo la altura de esta sala ya que los muros conservados no se alzan por encima de 1’60 m y, en consecuencia, no se conservan las improntas del forjado; tampoco se recuperó arco alguno que proporcionara información en este sentido. Si efectivamente estamos ante un salón, sería el único, junto con el del núcleo oriental de la casa nº 5, que carece de alcobas, puesto que el resto de salones exhumados cuentan con una o dos de estas dependencias. Creemos que tales diferencias están estrechamente relacionadas con las dimensiones de la pieza. Si analizamos los otros salones exhumados, observaremos que el espacio que mantiene su extensión con menos oscilaciones es el no afectado por las alcobas, es decir, el salón propiamente dicho. Este espacio suele medir entre 6’10 y 6’40 m de largo en los ejemplares con una (nº 4, 6 y 9) O dos alcobas (nº 1 y 5). Es claro que el número de éstas era un factor regularizador a la hora de configurar el salón con unas proporciones más o menos estables. EL ACCESO

La entrada a la casa se encuentra al final de un estrecho adarve de 6 m de largo, cuya anchura oscila entre 1’60 y 1’40 m. Este callejón permitía comunicar la casa con la vía pública que delimita por el Sureste la manzana excavada (fig. 1). Presenta una fuerte pendiente que permite salvar el desnivel de 2’30 m existente entre la calle principal y la entrada a la casa. Para ello contaba con 4 escalones dispuestos en rampa, de los que nada se conserva salvo su huella en los enlucidos de las paredes y las improntas de dos de las maderas que reforzaban las aristas de los peldaños. La existencia de estos pasos semiprivados era imprescindible si se quería dar acceso a las casas que quedaban en el interior de la manzana, sin comunicación directa con la calle. Éste es el caso de la vivienda que nos ocupa y de otras tres más (nºs 10, 12 y 14). La casa nº 4 también presenta un largo pasillo que la comunica con la calle, no obstante estamos ante un acceso de carácter completamente privado, ya que sólo es utilizado por la vivienda en cuestión. Entre el vano de entrada a la casa nº 11 y su patio, media un pasillo recto de 3 m. Entre dicho pasillo y el patio existe un desnivel de 30 cm que se salva mediante un escalón. Como se puede apreciar en la planta, el acceso acodado ha desaparecido.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

EL PATIO Y LA LETRINA

El patio es uno de los espacios de esta casa cuyo análisis resulta más interesante por las soluciones que aporta al problema de la escasez de superficie edificable. En este sentido destaca el emplazamiento de la escalera en el ángulo nororiental, de manera que se evita en la medida de lo posible reducir las posibilidades del patio en cuanto a iluminación y ventilación (fig. 1). Como al parecer era frecuente en las casas en que la escalera invade la superficie del patio, la letrina se ubica en el reducido ámbito que deja la escalera bajo su bóveda (fig. 29). El suelo de esta pieza se eleva 10 cm por encima del nivel del pavimento del patio. En la parte central del patio, junto al ángulo meridional del arranque de la escalera, se encuentra el imbornal por donde evacuaban las aguas pluviales; más hacia el Sur, entre las puertas del patio y de la letrina, aparece un segundo sumidero a una cota más baja ya que entre ambos media el escalón de 30 cm a que antes nos referíamos. Este último estaría destinado a evacuar el agua que debió de salpicar los días de lluvia torrencial, puesto que el sector meridional del patio estaba cubierto por una galería volada. EL ESTABLO

Ocupa una pieza rectangular (1’80 x 2’00 m), emplazada entre el patio y la puerta. En su interior, junto al muro Norte que lo separa del primero, se halla el pozo negro (fig. 30). Su ubicación constituye un intento racional de alejar del interior de la vivienda tan incómodo depósito. Ante la imposibilidad de situarlo en la calle, se optó por emplazarlo en el establo, dado que éste, aun perteneciendo a la casa, queda como un apéndice independiente y relativamente aislado de la vida doméstica. Idéntica solución la encontramos también en la casa nº 13 y, probablemente, en la 3. LA PLANTA ALTA

La reconstrucción de la trayectoria de la escalera nos permite imaginar un sistema de comunicación en espiral que, arrancando de la puerta de la cocina, se elevaba progresivamente recorriendo todo el perímetro del patio(92). Al llegar al ángulo suroriental, la altura alcanzada permitía que la escalera, ya volada, acogiera bajo la bóveda la letrina. A partir de este ángulo, alcanzado el plano horizontal, esta galería continuaría volada, sostenida por una viga de madera cuyo

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extremo E apoyaría en el último peldaño de la escalera, mientras que el W descansaría sobre el contrafuerte existente entre la puerta del salón y la entrada al patio. A partir de este punto, la galería se prolongaría hasta el ángulo noroccidental del patio, dando acceso a las habitaciones que debieron existir sobre el salón y la cocina. Es casi seguro que hubo una habitación más en la planta alta, ocupando el espacio sobre el establo, el zaguán y, muy probablemente, sobre la habitación que acoge el pozo negro de la casa nº 10. LAS CASAS Nº 10, 12 Y 14

Antes de iniciar el estudio de las viviendas nº 12 y 14, conviene aclarar que hay indicios para creer que originariamente formaban parte, junto con la casa nº 10, de un solo núcleo doméstico. Así parece demostrarlo el muro que limita por el Norte las parcelas de las casas 10 y 12, una obra única desde el punto de vista constructivo, que incluso en planta muestra su individualidad con respecto a los muros de contención situados a su misma altura: la pared Norte de las casas 15 y 11 y la que separa establo y patio en la casa nº 4. Sobre el plano se aprecia que dicho muro es el cierre septentrional de una gran parcela cuadrangular que englobaba las tres viviendas mencionadas (fig. 1). La fuerte interrelación existente entre ellas se refuerza por la presencia del único callejón que les servía de acceso. Otro elemento común, en este caso sólo de las casas nº 12 y 14, es el pozo negro que descubrimos bajo la escalera de acceso a la casa nº 12. No contamos con datos arqueológicos suficientes que nos permitan conocer la distribución original del edificio y la posterior transformación que dio como resultado final la subdivisión en tres propiedades, puesto que en este despoblado, por motivos de conservación, no se ha excavado bajo los pavimentos de la última fase. Lo que sí parece seguro, a juzgar por los restos visibles, es que en un determinado momento la crujía oriental de la casa nº 10 fue enajenada y convertida en el zaguán y establo de la nº 12. Pese a la ausencia de información ya comentada, creemos estar en condiciones de afirmar que la cronología del último momento es almohade. En efecto, existen datos que nos permiten afirmar que la decoración de las casas nº 10 y 12 pertenece a la última fase constructiva y su adscripción al arte de la reforma unitaria es indudable. A continuación vamos a ocuparnos de las casas nº 12 y 14, pero no de la 10 puesto que, como antes indicábamos, ya hemos publicado un estudio dedicado exclusivamente a ella.

ESTUDIO SOBRE ONCE CASAS ANDALUSÍES DE SIYÂSA

CASA Nº 12

Al igual que las casas nº 11, 13, 14, 15, 16 y 17, la nº 12 presenta una arquitectura radicalmente condicionada por la escasez de espacio, lo que justifica su irregular planta, muy alejada del modelo de casa urbana. Excepto el patio, núcleo articulador de la vivienda, y la cocina, el resto de los elementos que conforman este tipo doméstico son únicamente resultado de una completa adaptación al medio. Ubicada en el interior de una manzana, limita por el N. con la casa nº 5, por el E. con la nº 4, por el W. con la nº 10 y por el S. con la nº 14. Ocupa una superficie de algo más de 43 m2, repartida en dos núcleos estructuralmente diferenciados. El primero, lo integran un pequeño patio de 5’67 m2 con un minúsculo pórtico tripartito, la cocina, y la reducida habitación Norte. Al segundo núcleo pertenecen el zaguán, el establo y la letrina. A pesar del reducidísimo espacio sobre el que fue construida la casa, se individualizaron el patio, la letrina, el establo y la cocina; dependencias que son una constante en casi todas las viviendas estudiadas. MATERIALES Y TÉCNICAS CONSTRUCTIVAS

Prácticamente todos los muros de la vivienda fueron levantados mediante tapial. El que limita la casa por el Norte es, como ya dijimos, un sólido muro de tapial de hormigón que se extiende también por el salón de la casa n º 10(95). Los muros fabricados con este material eran, sin duda, los más resistentes que eran capaces de fabricar los alarifes siyâsíes y por ello los emplearon en los lugares más comprometidos. Por tal razón aparecen casi siempre en los frentes de las paratas, soportando las presiones laterales ejercidas por los rellenos que colmataban las terrazas, como sucede en el caso que nos ocupa. Para el resto de muros se empleó, preferentemente, la técnica denominada tapial con brencas, consistente en rellenos de tierra con refuerzos de piedra y yeso en los extremos de las cajas. En ciertos casos, si la pared había de soportar una fuerte carga, se cimentaba la obra descrita mediante alguna hilada de encofrado relleno, íntegramente, de piedra y yeso. Así sucede con el muro que separa el supuesto tinajero del establo: de las cuatro hiladas de tapias que se conservan, las dos inferiores son de piedra y yeso y las dos superiores de tierra, aunque los extremos de las cajas, que constituyen la jamba del vano de entrada, están rellenos, igualmente, con piedras y yeso(96).

Fig. 31.- Casa nº 12. Vista del patio desde el Norte. En primer término el arranque de la escalera de acceso a la planta alta y a la derecha el tinajero. En el suelo del patio se observa el imbornal para la evacuación de las aguas pluviales.

El ladrillo se empleó, únicamente, para levantar un tabique entre la pieza septentrional y el tinajero, aunque la obra se arruinó pronto y fue reparada y forrada con mampostería. EL PATIO

Es de planta rectangular y mide aproximadamente 2 x 2’50 m (fig. 31). A él se abre, en el ala Este, la cocina; en el Oeste, el pórtico, cuyo vano Sur es la puerta que lo comunica con el zaguán; y en el Norte, una dependencia sin identificar. En la esquina nororiental se sitúa la escalera, cuyos dos primeros escalones invaden la superficie del patio(97). En el ángulo suroccidental, frente a la puerta del zaguán, se conserva la boca de un sumidero que debió de evacuar el agua de lluvia. EL PÓRTICO

Llamamos pórtico al espacio tripartito que se abre al patio por su lado occidental, aunque tenemos alguna obje-

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

nes, nos inclinamos por considerar que fue empleado como tinajero. Lo que sí parece seguro es que el pórtico sostuvo una galería en la planta alta. LA COCINA

Fig. 32.- Casa 12. Cocina. En la mitad inferior de la foto se puede apreciar el hogar y la alacena.

ción a la hora de considerarlo como tal, dado que la anchura de sus vanos no muestra la habitual jerarquización (fig. 31). El vano central, que debería ser el más ancho, sólo alcanza los 0’70 m(98), 30 cm menos que el mayor, que acoge el acceso al patio. El menor cuenta con 0’57 m y se encuentra en el extremo opuesto al mayor, acentuando así la anómala asimetría del «pórtico». Al igual que sucede en las casas nº 1 y 9, el vano del pórtico que sirve de ingreso al patio está separado del resto mediante un tabique. Este espacio salva con cinco escalones los más de 80 cm de altura que hay entre el zaguán y el patio. La compartimentación del pórtico tiene algunas veces la finalidad de impedir que desde la entrada se contemple el patio (casa nº 9) y, en otros casos, lo único que hace es individualizar dos ámbitos con funciones bien distintas (casas nº 1 y 12). Con la subdivisión del pórtico ya comentada, los dos vanos restantes constituyen un pequeño espacio (1’60 x 1’10 m), cuyo pavimento está sobreelevado 8 cm con respecto al del patio al que se abre. Su función no está del todo clara(99); no obstante, sopesando su ubicación y sus reducidas dimensio-

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Para la cocina se ha reservado la crujía más espaciosa de la planta baja, la oriental, lo que demuestra la importancia que se concede a esta dependencia en el ámbito doméstico. Presenta, asimismo, todos los elementos constitutivos: hogar, alacena y poyo (fig. 32). Su pavimento está 12 cm más alto que el del patio. Una de las peculiaridades de esta cocina es que su alacena se apoya parcialmente en un poyo macizo de mampostería de 50 cm de altura. Éste es el único caso donde varios huecos inferiores de la alacena no están a la altura del suelo. Es de planta tripartita, con el vano central mayor que los laterales: aquél mide 75 cm de luz, mientras que los otros dos apenas superan los 30 cm. Sólo se ha conservado completo el vano oriental, cerrado por un arquillo apuntado; no es arriesgado suponer que el opuesto sería idéntico. El hueco central debió de solucionar su cierre con ménsulas esquemáticas, al igual que sucede en los pórticos tripartitos. El hogar, ubicado como es habitual al pie del vano central de la alacena, alcanza los 85 cm de longitud por 32 de ancho y presenta cabecera semicircular. Está solado con la típica laja de arenisca que, en este caso, ocupa sólo la mitad meridional. A su derecha se aprecian los restos de la banqueta sobre la que se preparaban los alimentos y se manipulaba la vajilla. LA CRUJÍA NORTE

La pequeña habitación de 2’50 x 1’40 m, situada al N. del patio, ocupa el lugar de los amplios salones de las casas que hemos dado en llamar de tipo «complejo». Es evidente que esta reducida pieza nunca se pudo utilizar como sala de recepciones y reuniones familiares, pero no contamos con indicios que nos permitan identificar su uso. Lo que sí podemos afirmar es que se trata de un espacio residual, producto de la necesidad de ubicar en ese lugar una galería en altura que permitiera la circulación hacia la sala situada sobre el establo y el zaguán. En el muro que lo cierra por el Norte se conservan las improntas del forjado de madera que sostenía la galería, gracias a lo cual sabemos que la altura del techo era de 1’77 cm.

ESTUDIO SOBRE ONCE CASAS ANDALUSÍES DE SIYÂSA

EL ZAGUÁN Y EL ESTABLO

El segundo núcleo de la vivienda, emplazado al W. del patio, al quedar configurado como un apéndice del principal, rompe la disposición replegada que habitualmente presentan las casas con patio central. Esta extraña articulación de los núcleos parece ser uno de los testimonios más claros a favor de la hipótesis que defiende la pertenencia de las casas nº 10, 12 y 14 a un núcleo original que, posteriormente, fue subdividido. Parece claro que el espacio rectangular que ocupa este apéndice de la casa nº 12 en origen fue la crujía E. de la vivienda nº 10. Tras la reforma, la sala fue convertida en zaguán y establo de la nueva vivienda. No hay indicio de que hubiera muro divisor entre ambas dependencias: los 60 cm de desnivel entre una y otra debieron de ser suficientes para separarlas y evitar así que los animales arrastraran con facilidad la suciedad que había en el establo. No obstante, la mayor elevación del zaguán parece deberse, primordialmente, a la necesidad de escalonar el desnivel existente entre el patio y la calle. Con este recrecimiento también se consiguió un segundo objetivo: ubicar el establo en una cavidad inferior, sin necesidad de excavarla. Ello explica que sea el establo la única dependencia que ha conservado el nivel del suelo anterior a la reforma, que coincide, aproximadamente, con el pavimento de la casa nº 10(100). La plataforma del zaguán está constituida por un sólido relleno de mampostería maciza. Es interesante anotar que la coexistencia del establo y del zaguán en el interior de una misma crujía, con tabique de separación o no, se da también en otras viviendas de Siyâsa (casas nº 7, 8 y 10). La puerta de entrada a la casa se abría en el extremo meridional del zaguán. De ella sólo conservamos las dos quicialeras de piedra en su umbral (fig. 33). Estos restos indican la existencia de una puerta compuesta por dos hojas que abrían hacia el interior de la vivienda(101). LA LETRINA

Es otra de las dependencias que se hallan en este segundo núcleo que acabamos de describir. A diferencia del establo y del zaguán, no forma parte de la crujía rectangular preexistente, aunque sí se abre a ella. Está elevada sobre una plataforma de 20 cm de altura. Es curioso comprobar cómo el escaso metro cuadrado que ocupa se introduce por com-

Fig. 33.- Casa 12. Quicialeras pertenecientes a la puerta principal.

pleto en la cocina de la casa nº 14, lo que constituye otro testimonio de la imbricada vecindad de las viviendas que formaron el antiguo núcleo. La extraña ubicación de esta letrina se debe a la necesidad que había de aproximarla al pozo negro al cual vertía, situado en la calle inmediata, bajo la escalera que daba acceso a la casa que nos ocupa(102). Dado que su ingreso se abría al zaguán, creemos que debió de contar con algún tipo de cortina que aislara visualmente su interior. La estrecha relación existente entre las casas nº 12 y 14 no se limita a lo ya expuesto, sino que podemos verificar también que el desagüe de la primera letrina pasa por debajo de la segunda para depositar sus aguas sucias en el pozo común que hay entre las puertas de ambas casas. LA PLANTA ALTA

A la planta superior se accedía mediante la escalera situada en el ángulo nororiental del patio (fig. 31). Arranca en sentido Norte, apoyando en el muro frontero y desem-

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

barcando en una plataforma situada a 1’86 m de altura. Desde ésta era posible continuar ascendiendo hacia el W., mediante un corto tramo del que se conservan 3 peldaños sobre el muro y que conducía a la habitación que había sobre la cocina (fig. 15, sección C-C’). La meseta también permitía el ingreso, en dirección E., a la galería que se alzaba sobre la pieza Norte. Como antes decíamos, en el frente del muro que cierra la casa por el Norte se conservan las improntas de las vigas de sección rectangular que sostenían dicha galería. Ésta se prolongaba indudablemente sobre el pórtico, desde donde se accedería a una estancia situada sobre el zaguán y el establo. A juzgar por las dimensiones de la crujía, ésta debió de ser la habitación más amplia de la planta superior y, por tanto, parece lógico suponer que aquí se emplazara el salón del que carece la vivienda en planta baja. DECORACIÓN ARQUITECTÓNICA

La vivienda que nos ocupa ha proporcionado yeserías de gran interés. Determinar su ubicación original es todavía prematuro. Se han identificado numerosos fragmentos pertenecientes a pilares con ménsulas, paños de sebka calados, bandas epigráficas y arcos lisos, todos ellos de filiación almohade. Uno de los ejemplares más extraños es un pilar con una inscripción muy cuidada de tipo nasjí, emplazada a lo largo de una estrecha banda, en la que podemos leer las primeras palabras de la Basmala, o profesión de fe. Apareció entre los escombros de la habitación septentrional. Otro ejemplar hallado es un pilar de planta cuadrada que mide 1’70 m de largo. Aparece rematado por una ménsula que presenta toda su decoración moldurada bajo un enlucido. En uno de los lados del pilar, a la altura de la ménsula, hallamos los restos de un arco con desarrollo de sebka calada. La información que proporciona esta pieza es suficiente para afirmar que estamos ante la típica composición tripartita, presidida por un gran vano central arquitrabado, con ménsulas de descarga, flanqueado por sendos arcos laterales rematados por paños de sebka calada. El hallazgo de yeserías cubiertas por enlucidos no deja dudas de que estaban en desuso en el momento en que se abandonó la casa. Ello no significa que los yesos estuvieran reutilizados como material constructivo pues los enlucidos presentan cara y, en algunos casos, contornean burdamente el perfil del arco o de la ménsula que cubren.

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CASA Nº 14

Aun no siendo esta vivienda la más pequeña de las hasta ahora exhumadas en Siyâsa, puede ser considerada, sin lugar a dudas, paradigmática dentro del grupo que hemos dado en llamar de tipo «elemental»(103). Las dependencias en planta baja han quedado reducidas al patio con su pórtico, a la cocina y a la letrina. Es evidente que no fue posible dar cabida, en los 33 m2, a todas las habitaciones que normalmente hay en planta baja, lo que obligó a excluir el salón y el establo. Esto, a nuestro entender, implica la existencia de una selección de los espacios, según la cual el salón no ha sido considerado una dependencia imprescindible a ubicar en la planta baja. En la crujía que habitualmente se destina a salón principal se ha instalado la cocina. Parece lógico pensar que las funciones reservadas al salón, imprescindible en la arquitectura doméstica urbana, las desempeñaría alguna de las dependencias de la algorfa, probablemente la que se debió de levantar sobre la cocina. Como ya comentábamos en el capítulo referido a los salones, es frecuente que éstos se vieran desplazados a la planta superior en aquellas casas en las que la ausencia de espacio en la planta baja así lo exigía(104). Limita por el N con la casa nº 12, por el W con el adarve, por el S con la casa nº 16 y por el E con la nº 3 (fig. 1). El muro que separa la cocina del patio estaba fabricado mediante una tapia de piedra y yeso; la cara que da al patio está reparada con yeso y fragmentos cerámicos (teja y tinaja). Las paredes perimetrales presentan idéntica factura que el anterior aunque están demasiado deterioradas como para asegurar si estaban encofradas o no. El muro medianero con la casa nº 12 presenta numerosas reparaciones, a modo de bataches, hechas con piedra y yeso, que progresivamente han transformado el aspecto original de la pared de tapial de tierra. La obra original sólo se conserva en cuatro tramos, cortos y aislados, que podrían hacer pensar al observador no advertido que se trata de una técnica constructiva en la que alternan el tapial de barro y la mampostería. EL PATIO Y EL PÓRTICO

Es curioso comprobar cómo esta casa se encuentra desprovista en planta baja de la casi totalidad de las crujías que habitualmente circundan el patio, a excepción de la septentrional, ocupada por la cocina. El patio presenta una planta irregular, de tendencia cuadrangular. El elemento que más lo distorsiona es el arranque

ESTUDIO SOBRE ONCE CASAS ANDALUSÍES DE SIYÂSA

de la escalera que está ubicado en su ángulo SE. En el lado Norte encontramos la puerta de acceso a la cocina; en el Oeste se abren las puertas de la letrina y la de entrada a la casa, y en el Este aparece un pórtico de tres vanos, que debió de sostener la galería que daba acceso a la algorfa situada sobre la cocina (fig. 15, sección C-C’). El suelo de dicho pórtico está sobreelevado 3 ó 4 cm con respecto al del patio, a excepción del ángulo NE donde existe un afloramiento de la roca madre. Los dos pilares están fabricados con mampostería y conviene destacar que, en una fase tardía, el pilar más septentrional fue reforzado mediante un contrafuerte rectangular adosado a su lado Oeste, fabricado, igualmente, con piedras medianas y mortero de cal. La evacuación de las aguas pluviales recogidas en el patio se efectuaba a través de un imbornal de tubos cerámicos situado en el lado occidental, junto a la puerta de la letrina. La conducción se prolongaba bajo el suelo en dirección SW, hacia la atarjea que compartían las casas 10 y 12, evitando, por supuesto, el pozo negro. LA ENTRADA

Según hemos podido ir viendo, son características de las casas estudiadas las entradas acodadas; sin embargo, en la vivienda que ahora analizamos, la puerta se abre al patio de manera casi directa, pues sólo el parapeto de la escalera obliga a efectuar una entrada en diagonal (fig. 1). Este proceso de simplificación de los accesos se hace notar en las casas que hemos agrupado dentro del tipo elemental; así, en las nº 13, 16 y 17, las puertas se abren ya directamente al patio, sin que medie obstáculo alguno. Ello se debe, indudablemente, a que dichas viviendas no cuentan con espacio suficiente como para dedicar parte de él a un zaguán desarrollado. En el vano de entrada no se aprecian restos de quicialeras, aunque presenta un enfondamiento rectangular en el interior que evidencia la existencia de una puerta de dos hojas que batían hacia adentro. LA COCINA

Ocupa la totalidad de la crujía N., a excepción del metro cuadrado que le ha sustraído la letrina de la casa nº 12; no obstante, la superficie con la que cuenta alcanza los 8’67 m2 y su pavimento está 25 cm más alto que el del patio. En su interior, podemos comprobar la existencia de los elementos que habitualmente configuran esta dependencia: hogar, ala-

cena y poyo (fig. 34). La alacena es de planta tripartita y está construida con mampostería. Los suelos de los dos vanos laterales se encuentran más elevados que el del central: el septentrional lo está 15 cm y el más meridional 10 cm, debido a que el segundo se alza sobre el poyo. El extremo occidental de la cocina está condicionado por la presencia de la letrina de la casa nº 12, lo que genera un minúsculo espacio residual que fue ocupado por un poyo de mampostería de 44 cm de altura. No conservamos información precisa del alzado de esta dependencia, aunque suponemos que no debió de sobrepasar los 2 m de altura, al igual que sucede en la cocina de la casa nº 12. Esta casa no contaba en planta baja con espacio suficiente para emplazar allí el salón y la cocina, por lo que se optó por desplazar aquél a la planta alta. Así se hizo también en las casas nº 2, 12, 13, 15, 16, 17 y 18, es decir, en todos los casos en los que se planteó esa alternativa. Las razones que justifican la preferencia de la cocina en planta baja eran, probablemente, facilitar la circulación entre el patio y la cocina, sin duda la habitación más frecuentada, y evitar la disposición del hogar sobre un forjado de madera. LA LETRINA

Con apenas algo más de 1 m2, fue construida fuera del perímetro de la vivienda, junto al pozo negro que comparte con la casa nº 12. Esta infraestructura, al estar excavada en la calle, bajo las gradas de la escalera de acceso a la vivienda nº 12, fue cubierta mediante un entramado de vigas de madera que descubrimos in situ al vaciar el pozo negro. Su estado de conservación era muy malo. LA PLANTA ALTA

No creemos necesario abundar en la idea de que un edificio de estas características necesitaba de una segunda planta para disponer de espacios mínimos que asegurasen su habitabilidad. Si sobre este aspecto no cabe duda alguna, sí la hay a la hora de concretar cómo era y qué superficie ocupaba. Los condicionamientos espaciales de esta casa no dan cabida a muchas alternativas. Tan sólo creemos segura la existencia de una habitación sobre la cocina y, posiblemente, otra sobre el extremo N del callejón, concretamente encima del distribuidor al que se abren las puertas de las tres casas. Del acceso a la planta alta, nos han llegado los restos de una escalera, adosada al muro Sur del patio. De ella se con-

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Fig. 34.- Casa 14. Cocina. Vista del hogar y de la alacena.

servan dos tramos: el primero, compuesto por dos escalones, se dirige hacia el Sur; el segundo, abovedado, quiebra hacia el Este, con el fin de alcanzar la galería que se alzaba sobre el pórtico; con tal solución quedaba asegurado el acceso a la habitación que había sobre la cocina (fig. 15, sección C-C’). Para acceder a la dependencia que suponemos hubo sobre el tramo Norte de la calle, existían dos posibilidades. La primera opción conllevaría la bifurcación de la escalera mencionada: después de un primer tramo común, correspondiente a los dos escalones que se conservan paralelos al muro Sur del patio, el segundo tramo se proyectaría hacia el Oeste, hasta alcanzar la planta alta, dejando bajo su bóveda la puerta de entrada a la casa. La segunda posibilidad hace necesaria la presencia de una galería volada que, adosada al muro de la cocina, pondría en comunicación el pórtico oriental y la algorfa que suponemos hubo al Oeste de la casa,

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sobre la calle. Esta última propuesta es menos probable que la primera, pues el voladizo reduciría sustancialmente el patio y, con ello, sus posibilidades de ventilación e iluminación. CASA 16

Es otra de las pequeñas viviendas situadas en la parte más baja del sector excavado. Limita por el Sur con la vía pública, por el E. con el establo de la casa nº 3, por el Norte con la casa nº 14 y con el salón de la 3, y por el Oeste con el adarve que da acceso a las casas nº 10, 12 y 14 (fig. 1). Tiene una superficie de parcela de 44’39 m2. Presenta la disposición en L característica de las casas con sólo dos crujías en la planta baja, en este caso la septentrional y la oriental; el patio se sitúa en el ángulo SW. Estamos convencidos de que la casa se completaba en planta

ESTUDIO SOBRE ONCE CASAS ANDALUSÍES DE SIYÂSA

alta con, al menos, una crujía más, la occidental, que estaría emplazada en un cobertizo sobre el adarve colindante. Es también posible que contara con una algorfa al Sur, situada sobre la calle pública. La mayor de las crujías que componen la vivienda es la septentrional, que acoge una amplia dependencia abierta al patio y el establo, ambos separados por un tabique. Ésta es una de las pocas viviendas exhumadas en Siyâsa en la que nos ha sido imposible localizar la letrina. Tal infraestructura ha demostrado ser absolutamente imprescindible en un medio urbano como éste, de manera que incluso las casas más pequeñas contaban con ella. Estamos convencidos de que la casa nº 16 dispuso, asimismo, de letrina, pero hemos sido incapaces de identificarla. La respuesta definitiva depende de una exploración a fondo del tramo de calle situado frente a la casa, pues la presencia o la ausencia del pozo negro es lo último que nos queda por investigar para esclarecer si hubo o no letrina. Excepto en las inmediaciones de la escalera y el establo, el resto de pavimentos ha desaparecido, por lo que no hemos podido determinar con exactitud la altura de los suelos. La presencia de afloramientos rocosos hace más compleja esta situación, especialmente en las crujías Norte y Este, pues generaron unos desniveles importantes que pudieron rondar en torno al medio metro con respecto al patio, que era la zona más deprimida. Tales diferencias de altura debieron de salvarse mediante escalones que estarían situados frente al vano de acceso a la crujía Norte y en el ángulo SE. del patio, donde desemboca el corredor procedente del acceso oriental. Sin embargo, no se ha conservado ninguno de estos escalones debido a que, como antes comentábamos, el suelo del patio de esta casa se encuentra totalmente destruido. Constructivamente, debemos destacar el empleo del tapial con brencas en los muros interiores y el predominio de la mampostería en los perimetrales, producto en muchos casos de las reparaciones sucesivas(105). De ello es buena muestra el muro que separa la escalera del patio; construido con tapial de tierra con refuerzos de yeso y piedra en los extremos, fue posteriormente objeto de una reparación que afectó sólo a la cara que da al patio y a la parte central de la tapia. La consolidación se llevó a cabo empleando piedra y escombro, incluidos fragmentos de arcos, tomados con yeso. La fachada a la calle está revocada con yeso extendido con la mano, distinguiéndose aún las huellas de los dedos.

LOS ACCESOS

La vivienda dispone de dos accesos, uno situado en la esquina SE y otro abierto en el muro que limita la casa por el Sur, comunicando directamente el patio con la calle pública. La presencia de este último merece un análisis detenido puesto que en la arquitectura residencial islámica en general, y en el caserío excavado en particular, se evitan siempre los ingresos como el que nos ocupa, que permiten la visión del interior de la casa desde la vía pública. Sólo cuando no hay otra posibilidad se dispone el acceso de manera directa, sin embargo, en este caso, la vivienda dispone de un vano de entrada mucho más adecuado en el ángulo suroriental. Creemos, por tanto, que la abertura de la puerta al patio puede obedecer a una reforma tardía, tal vez obra de los repobladores castellanos(106). La puerta de acceso del ángulo SE. está orientada al Este, dificultando así la visión del interior por parte de los transeúntes. No existe un zaguán acodado, pero la disposición de la puerta, perpendicular al trazado de la calle, y la existencia de una pasillo entre aquélla y el patio pudieron ser suficientes para salvaguardar una cierta privacidad. El vano cuenta con un umbral reforzado con yeso, fragmentos de cerámica y piedra. Da paso a un espacio en forma de L conformado por dos pasillos, uno que se dirige hacia el establo y la escalera y otro que desemboca en el patio. En el suelo del zaguán se distingue el afloramiento rocoso que condiciona la altura de este espacio. Aunque el suelo del patio no se conserva, podemos afirmar que se hallaba 30 ó 40 cm por debajo de la cota del zaguán; dicho desnivel debió de salvarse mediante unos escalones que no se han conservado. EL ESTABLO

Está emplazado en el extremo oriental de la crujía Norte. A él se accede directamente desde el zaguán, a través de un angosto vano de 60 cm de anchura. Se trata de una dependencia de reducidas dimensiones, cuya superficie es de 3’82 m2. Aunque no conserva ningún elemento que permita afirmar categóricamente la función a que estaba destinada esta pieza, su aislamiento con respecto al patio y su comunicación directa con el zaguán permiten suponer que se trata del establo. El muro Norte de esta dependencia fue retallado intencionadamente, reduciéndose peligrosamente su anchura, en un intento encaminado, al parecer, a ganar espacio.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

EL PATIO

Situado en el ángulo Suroeste de la planta baja, cuenta con una superficie de 8’46 m2 (fig. 35). A él se abrían dos vanos solamente: el del zaguán, en la esquina Sureste, y el de la cocina, en el muro Norte. De planta trapecial, se aprovechó la construcción de un pórtico en el frente Oeste para regularizarlo, otorgándole el aspecto de un cuadrado casi perfecto. Dado que el pavimento del patio estaba totalmente arruinado, pudimos documentar la cimentación del pórtico. Ésta consiste en una correa longitudinal, fabricada con mampostería encofrada, cuyos extremos están trabados con los muros que cierran el patio por el Norte y por el Sur. Los pilares del pórtico son, asimismo, de mampostería. LA COCINA

Aunque no se ha conservado ninguno de los elementos característicos de las cocinas, estamos convencidos de que la sala emplazada en la crujía Norte estaba destinada a este fin. En efecto, la experiencia que proporciona el caserío excavado en Siyâsa demuestra que, cuando una vivienda sólo puede contar con una habitación relativamente amplia en la planta baja, se opta por instalar en ella la cocina, desplazando el salón a la planta superior, puesto que es muy arriesgado ubicar un hogar sobre el forjado de madera de la algorfa. La cocina en cuestión tiene una superficie de 10’20 m2 y el vano que la comunica con el patio cuenta con una luz de 85 cm (fig. 35). Su mitad oriental está afectada por una afloración rocosa que hace muy irregular el suelo de esta pieza. Durante la excavación no encontramos pavimento alguno, por lo que ignoramos si existió un pavimento de yeso que uniformara el suelo de la habitación ocultando la roca. Si esto fue así, el nivel del suelo de la cocina estaría una cota mucho más elevada que el patio, puesto que entre el umbral y la parte más alta de la roca hay 50 cm de diferencia. En la pared que cierra la estancia por el Norte, que es muro de carga y de contención simultáneamente, se conservan las marcas de una hilada de rollizos de madera. A primera vista se podría pensar que estamos ante la huella del forjado de madera que constituiría la techumbre de la pieza; sin embargo, se hallan a tan sólo 1’35 m con respecto al suelo rocoso, altura a todas luces insuficiente. Otras evidencias demuestran, igualmente, que no se trata del forjado que

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cerraba la pieza, al menos tal y como llegó a nosotros en la última fase: en primer lugar, el vano de la puerta conserva casi la misma altura que la del supuesto techo sin que aparezcan los arranques del arco que debió de cerrarlo. Cabría argumentar la posibilidad de que estuviera rematado por una solución adintelada, pero en ese caso el vano presentaría una desproporción notable entre su luz y su escasa altura. Finalmente, en el ángulo NW. de la estancia se conservan restos de enlucido que rebasan la altura marcada por las improntas, lo que demuestra que los rollizos que dejaron tales huellas no existían cuando se aplicó el yeso al muro(107). LA PLANTA ALTA

Hay suficientes evidencias arqueológicas como para afirmar que esta casa contó con una planta alta desarrollada. Junto a la escalera y al pórtico, disponemos de otros restos valiosos que apuntan en la misma dirección. Se trata de un pilar central y un arco, pertenecientes respectivamente a un vano geminado y a una alcoba inexistentes en planta baja. Durante la excavación del patio en el verano de 1988 pudimos detectar, entre los escombros que documentaban el derrumbe de la casa, la presencia de un pilar de mampostería de planta cuadrada, con sendas mochetas en los lados opuestos del mismo (fig. 35). No había duda alguna de que se trataba de un pilar perteneciente a un vano geminado, inexistente en planta baja. También en el establo encontramos los restos de un arco polilobulado perteneciente a una alcoba de salón. En este último caso tampoco era posible relacionar las yeserías con la dependencia donde habían aparecido ni con la habitación anexa. Tanto el pilar como el arco estaban señalando la presencia en planta alta de un salón cuya alcoba estuvo sobre el establo, fenómeno muy similar al que veremos en la casa nº 17. La segura presencia del salón y de su alcoba en los lugares propuestos nos permite deducir la manera en que se dispuso la circulación en planta alta, pues al disponer el salón de un vano de esas características, éste sólo pudo estar emplazado en la parte central del muro Norte del patio, sobre la puerta de la cocina. En efecto, un vano geminado como éste nunca pudo estar sobre la puerta del establo, ya que allí se encontraba la alcoba y ésta no pudo ser lugar de paso, ni tampoco en el extremo Norte de la galería que hubo sobre el pórtico, puesto que los escasos 84 cm de anchura que proporciona la galería en la parte más amplia son insuficientes para acoger un vano de estas características. Por todo lo expuesto parece

ESTUDIO SOBRE ONCE CASAS ANDALUSÍES DE SIYÂSA

Fig. 35.- Casa 16. Vista desde la crujía septentrional. Al fondo el patio, con el pórtico a la derecha y, en el suelo, fragmento del pilar de sección en T.

claro que la única manera de acceder al salón fue mediante una galería volada que debió de existir entre la crujía oriental, donde se encuentra la escalera, y el vano Norte de la galería que hubo sobre el pórtico. La importancia de la información proporcionada por el pilar y por el arco de la alcoba va mucho más allá de todo lo que aportan sobre la existencia de salones en planta alta, ya que nos permite reconocer cómo era otra de las variantes de pórtico-galería existente en Siyâsa: se trata de ejemplares tripartitos que son afectados en planta alta por la injerencia en uno de su vanos laterales de una galería volada. Estaríamos ante una solución ya ensayada en la casa nº 8, donde conviven, formando ángulo recto, el pórtico oriental y la galería volada que recorre el muro meridional (fig. 27). En este último caso, la amplitud del patio permite que el pórtico no sea alterado por la galería volada, lo que no sucede en la vivienda nº 16 ni en otro caso ya estudiado (casa nº 1). Hechas estas aclaraciones sobre el salón y el pórtico galería, pasaremos a exponer cómo suponemos que se efec-

tuaba el acceso a la planta alta y cuál era su organización. Al no existir más que una sola escalera, no hay duda de que fue ésta la que posibilitó el acceso a la planta alta. Su ubicación junto al zaguán, aislada del resto de la casa, permitía la circulación en el interior de la vivienda sin necesidad de pasar por el patio. Los peldaños conservados permiten afirmar que la escalera giraba sobre un pilar central mediante al menos tres tramos diferenciados. Arrancaba en dirección Este para después doblar a la altura del tercer escalón hacia el Sur y, tras un corto recorrido, debió de girar hacia el Oeste, alzada ya sobre una bóveda que permitía el paso bajo ella en dirección al establo y a la propia escalera. Ya en planta alta, la crujía oriental se convertiría en un distribuidor que por un extremo permitiría el acceso a la habitación que pudiera haber sobre la calle meridional y, por el otro, daría paso a la galería volada que recorría todo el frente septentrional del patio, terminando en el vano septentrional de la planta alta del pórtico (fig. 15, sección C-C’). Una vez allí, el

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Fig. 36.- Casa 16. Arco protonazarí. Museo municipal de Cieza.

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acceso a la algorfa que hubiera sobre el adarve de las casas nº 10, 12 y 14 no presentaría problema alguno. Esta última algorfa, o la que se levantaba sobre la calle Sur, estaría rematada por una terraza, a juzgar por la bajante de tubos cerámicos, destinada a la evacuación de aguas pluviales, embutida en el muro que cierra el patio por el Sur a la altura del pórtico. Desembocaba directamente a la superficie de la calle pública. LA DECORACIÓN ARQUITECTÓNICA

Estamos ante una casa muy condicionada en planta por la escasez de espacio; sin embargo, la riqueza y variedad de la decoración arquitectónica recuperada demuestra nuevamente que no siempre existe una relación directa entre la superficie de la vivienda y su ornamentación. En primer lugar debemos hacer mención del pórtico que presidía el frente occidental del patio, del que se halló la parte superior. Está compuesto por los dos arcos laterales y por un vano central adintelado, sostenido por sendas ménsulas. Los arquillos, idénticos en cuanto a forma y decoración, son ligeramente desiguales en lo que a luz se refiere: el meridional mide 77 cm y el septentrional 72 cm, diferencia que coincide con la que se registra en la base del pórtico. Se trata de arcos de herradura, ligeramente apuntados, decorados mediante una sencilla línea incisa que contornea el perfil y que se incurva en espiral a la altura de la clave, conformando un sencillo motivo a modo de flor de lis muy estilizada. Apoyan en mensulillas cóncavas sencillas que muestran la misma decoración que los arcos. Las albanegas carecen de ornamentación alguna. Las ménsulas del vano central guardan, en su simplicidad, perfecta armonía con los arcos que las flanquean: arrancan de elementos similares a los que sustentan los arcos y aparecen contorneadas por una línea incisa idéntica a la que ornamenta los laterales. Están rematadas por una voluta, producto de la estilización de la palmeta que genera el perfil cóncavo de la pieza. En esta casa se recuperó también uno de los arcos más ricos y elaborados del despoblado (fig. 36). Muestra un perfil angrelado, generado por la superposición de dos arcos lobulados. El arco de base presenta la típica palmeta doble en su arranque, de la que parte un arco en el que alternan lóbulos mayores y menores; estos últimos acogen en su interior un círculo. El segundo arco, que es el dominante, se superpone al primero insertando su arranque en el interior de la palmeta doble de la que parte aquél. Está conformado por una

interesante combinación de pares de lóbulos flanqueados por grupos de a tres: los primeros se superponen a los círculos del arco de base, mientras que los segundos son acogidos en el interior de los lóbulos mayores. En el trazado del arco dominante se aprecian los engrosamientos en forma de gota que hay entre cada par de lóbulos y los grupos de a tres, lo que delata el origen vegetal de esta composición. Contorneando el angrelado que acabamos de describir, fruto de la superposición de dos arcos lobulados, encontramos una sencilla lacería compuesta por dos ramales que sigue el ritmo alternante de lóbulos de desigual tamaño. Adosada a la lacería que acabamos de comentar, existe una moldura en nacela que también enmarca al alfiz y se entrecruza en la clave generando un motivo en forma de almendra. El arco arranca de sencillas y diminutas ménsulas sobre las que descansa la imposta. Está enmarcado por un gran alfiz estructurado en tres registros con inscripción cursiva y palmetas lisas de fondo. A pesar del escaso texto conservado, se ha podido leer: «Me refugio en Dios de Satanás» en la banda de la derecha, «... el apedreado. En el nombre de Dios...» en la central, y «... Muhammad, Dios lo sabe...» en la izquierda. Los bordes del arrabá se hallan recorridos por una banda de lacería idéntica a la que contornea el trasdós. En las dos esquinas aparecen sendas rosetas octopétalas enmarcadas en registros cuadrangulares. Las albanegas están ocupadas por leyendas, con idéntica caligrafía que el alfiz, sobre fondo de ataurique. En ellas se ha podido leer, a pesar de su estado fragmentario, una frase que se inicia en la albanega de la derecha con la expresión «La gloria» y finaliza «es de Dios», en la de la izquierda(109). Otra pieza singular es el arranque de un arco de alcoba, del que se conserva la parte superior de la semicolumna adosada, el capitel, el arranque y algunos fragmentos sueltos del arco. El capitel presenta un astrágalo sogueado del que arrancan grandes palmetas de desarrollo vertical que alternan con piñas de idéntico contorno. Los huecos entre dichas hojas están cubiertos por palmetas trifolias. Remata el cuerpo vegetal un ábaco recorrido por una lacería. El arco es polilobulado y está ornamentado por una sola cara, aquella que daba al salón. Sobre la imposta cóncava que sirve de base, aparece un círculo inciso del que arrancaba la decoración de la rosca. Dos fragmentos de yesería recuperados en esta casa parecen pertenecer al arco que nos ocupa. Se trata de un ejemplar polilobulado en el que alternan lóbulos mayores con otros menores; los últimos acogen en su interior una pequeña palmeta trilobulada(109). Tanto el capitel como los fragmentos de arco que acabamos de describir son de filia-

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Fig. 37.- Casa 17. Ángulo SW del patio, con el arranque de la escalera en el centro, el vano de la letrina a la derecha y la puerta de entrada a la casa a la izquierda. Al pie de la escalera aparece el fragmento del pilar de sección en T.

ción almohade. El hallazgo de este arco es de especial interés puesto que, como ya indicamos, no hay salón ni alcoba alguna en la planta baja de esta vivienda; por tanto, su presencia confirma nuestra hipótesis sobre la existencia de tal dependencia en el piso superior. Destacaremos, finalmente, otros dos arcos de herradura apuntados, decorados con una enorme austeridad: el primero -que tiene 70 cm de luz- muestra una simple línea incisa marcando el alfiz; el segundo -cuya luz alcanza los 53 cm- está ornamentado mediante una línea doble que forma un sencillo nudo en el punto de contacto del trasdós y el alfiz. Desde el punto de vista estilístico, todos los yesos recuperados en esta casa podemos considerarlos almohades. Algunos de ellos, como el arco de alcoba y los fragmentos de banda epigráfica que debieron de enmarcarlo, cuentan con numerosos paralelos entre los recuperados en otras

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casas del despoblado, mientras que el arco de las albanegas epigrafiadas es una pieza mucho más singular. Este último muestra, en el tratamiento de rosca, albanegas, y alfiz, una exuberancia ornamental que no se ajusta a la sobria concepción de la corriente almohade más conocida(110). Conserva, sin embargo, un cierto naturalismo que se manifiesta tanto en las palmetas de arranque como en las gotas de los lóbulos, que recuerdan los extremos de las hojas que inspiraron esta composición. No obstante, en el perfil predomina ya claramente lo geométrico sobre lo vegetal, por lo que creemos que la pieza puede ya considerarse como protonazarí. El pórtico, que en principio no presenta rasgos estilísticos definidos por tratarse de una obra pobre, se puede fechar indirectamente como almohade, puesto que no tenemos elementos que nos hagan pensar que no es contemporáneo del resto de la decoración arquitectónica de esta casa.

ESTUDIO SOBRE ONCE CASAS ANDALUSÍES DE SIYÂSA

CASA Nº 17

Se encuentra en el frente Sur, limitando con la casa nº 10 por el Norte, con la nº 13 por el Este, con el adarve de acceso a la casa nº 11 por el Oeste, y con la vía pública por el Sur (fig. 1). Se levanta sobre una parcela cuya superficie alcanza los 33’34 m2, que se reparten entre el patio, la escalera, la letrina y dos estancias. Sus reducidas dimensiones, al igual que sucede con las casas nº 13 y 16, se justifican por el hecho de estar construida sobre una plataforma compartida con la calle que la bordea por el Sur y con el adarve que da acceso al interior de la manzana (casa nº 11), lo que limita sus posibilidades de expansión en planta baja, reduciendo por ello su número de crujías a dos. LA ENTRADA

Esta casa no cuenta con una pieza destinada a articular el ingreso desde el exterior; su patio comunica directamente con la vía pública colindante a través de una puerta practicada en el muro Sur, cuyo umbral se eleva 25 cm respecto al suelo de la calle (fig. 37). Esta vivienda, junto con las nº 13 y 16, son las únicas que tienen tal carencia, hecho que creemos se puede explicar en parte por la escasez de superficie. En efecto, si hubieran construido un zaguán acodado habría sido preciso sacrificar en parte una de las crujías restantes, lo que supondría limitar muy seriamente las posibilidades de habitabilidad. Es posible que la casa dispusiera, en un momento constructivo más antiguo, de una puerta de entrada abierta al adarve occidental, siempre y cuando interpretemos como vano cegado un retallo en el muro Oeste, que también podría obedecer a la destrucción de una de sus cajas del tapial. En efecto, no existen detalles constructivos, como las mochetas, que nos permitan asegurar que estamos ante una antigua puerta. Sin embargo, podemos observar cómo las tapias superpuestas que constituyen las supuestas jambas están perfectamente alineadas en vertical; tal disposición sólo se adopta cuando se tiene prevista la presencia de un vano durante la construcción del muro. Por otra parte, resultaría sorprendente que, existiendo la posibilidad de disponer el ingreso principal en el adarve que limita la casa por el Oeste, se optase por un acceso directo desde la vía pública. Si nuestra hipótesis es correcta estaríamos, de nuevo, ante un caso muy parecido al de la casa nº 13 y, probablemente, 16, cuya implantación original fue reformada al abrir un vano

directo al patio, sacrificando la intimidad doméstica para ganar una dependencia. Como en aquellas viviendas, cabe plantear la hipótesis de que dicha transformación fuera obra de repobladores cristianos. EL PATIO

Es de forma trapezoidal y cuenta con una superficie de 6’44 m2. A él se abren, como de costumbre, los ingresos de todas las dependencias, entre ellos el de la letrina, que se emplaza en el ángulo noroccidental (fig. 37). La escalera que conducía a la planta alta ocupa, como es habitual en este tipo de viviendas, parte de la superficie del patio, adosándose al muro que lo cierra por el Sur para ascender en dirección Oeste y después doblar hacia el Norte(111) (fig. 37). Ninguno de los dos tramos de la escalera debió de estar cubierto, de manera que su presencia no limitaba excesivamente las posibilidades de iluminación y ventilación de un patio tan angosto como el que nos ocupa. A diferencia de lo visto en la mayor parte del caserío excavado, esta vivienda no contó con pórtico alguno, debido a la ya comentada escasez de espacio. La evacuación de los aportes pluviales recogidos en el patio se efectuaba mediante dos imbornales: uno situado en el ángulo SE, que coincide con una bajante fabricada en tubos cerámicos que procede de la terraza, y otro que debió de hallarse en el ángulo SW, entre la escalera y la letrina(112). Ambos vierten a la calle tras un corto tramo subterráneo. LA CRUJÍA ORIENTAL

Está ocupada por una sola habitación de forma aproximadamente rectangular. El ingreso desde el patio se efectúa mediante un vano único de 87 cm de anchura. La superficie total de la dependencia es de 18’75 m2. No existe elemento constructivo alguno que permita identificar la función a que estaba destinada. Durante su excavación se recuperaron los restos de un gran arco que sin duda enmarcaba el ingreso a una alcoba. Éste no apareció derribado directamente sobre el suelo, como suele ser habitual, sino que existía una capa de escombro de casi un metro entre el arco y el pavimento. Por tal motivo, desde el principio consideramos la posibilidad de que pudiera pertenecer a la planta alta, hipótesis que se vio confirmada una vez reconstruido, puesto que su luz rebasa con mucho la anchura de esta crujía. Estudiadas todas las

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posibilidades, hemos concluido que sólo pudo estar emplazado en una dependencia del piso superior que se extendería sobre la habitación que se abre al Norte del patio y sobre la mitad septentrional de la que tratamos. De todo ello nos ocuparemos en detalle al referirnos a la planta alta. En el muro que cierra este espacio por Oriente, se ha podido documentar la huella de dos de los rollizos que soportaban el forjado, pudiéndose comprobar que la altura del techo era de unos 2 m. Este dato confirma que la habitación no contaba con la altura característica de los salones principales, lo que hace posible la existencia sobre ella de una algorfa. Todo parece indicar que estamos ante la cocina y no ante el salón de la vivienda, hipótesis que se refuerza si cotejamos la planta de la casa en cuestión con la de otras del grupo «elemental» (nºs 12, 14, 16, 13 y 18), donde comprobamos que, cuando sólo es posible disponer de una habitación espaciosa en planta baja, ésta se destina a cocina, pasando el salón principal a la planta alta. LA CRUJÍA SEPTENTRIONAL

Tampoco esta pequeña habitación cuenta con elemento alguno que nos permita afirmar la función a que estaba destinada. En origen parece haber sido el zaguán, tal y como antes indicábamos; tras la reforma parece que no pudo ser ni cocina ni salón, así que, por eliminación, debemos considerar la posibilidad de que fuera una alcoba. En el muro que la cierra por el Norte, se encontraron las improntas de 7 rollizos que sostenían el forjado. Se trata de maderos de sección circular, con un diámetro de 8 a 9 cm y separados 10 cm interejes; es decir, estaban prácticamente juntos. El techo se encontraba a 2’22 m de altura sobre el pavimento. LA LETRINA

Está ubicada bajo la bóveda del segundo tramo de la escalera, adosada al muro que separa la casa del adarve occidental. Se accedía a través de un vano que se abría en el ángulo NW del patio. En el umbral era preciso salvar un escalón, cuya altura es de 37 cm, mediante el que se alcanzaba un descansillo cuadrado, al Sur del cual se encontraba la letrina propiamente dicha (fig. 37). Elevada de nuevo sobre una plataforma, que en este caso tiene 26 cm de altura, tal ubicación tenía como fin acentuar la pendiente de la atarjea y facilitar así la evacuación de los residuos sólidos, gastando la menor cantidad posible de agua. El ingreso, por

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tanto, presentaba un recorrido acodado, de manera que era imposible la visión directa de su interior desde el patio. Vertía en un pozo negro que se encuentra en la vía pública, mediante un tramo de atarjea que atravesaba el macizo de la escalera y el muro que limita la vivienda por el Sur. LA PLANTA ALTA

Existen indicios y pruebas que señalan la existencia de habitaciones en planta alta. Se trata de la escalera, de un contrafuerte en la esquina suroccidental -a todas luces innecesario si los muros no soportaran carga alguna-, de un pilar perteneciente a un vano geminado(113) y de un arco de alcoba cuyas dimensiones no permiten adjudicarlo a la planta baja. Por otra parte, sería muy complicada la habitabilidad de esta vivienda si no contara con alguna dependencia en alto. Al excavar el patio de la casa, pudimos documentar la presencia de un pilar de planta cuadrada que contaba en dos de sus caras con sendas mochetas (fig. 37). Desde el primer momento no dudamos que debió de formar parte de un acceso doble perteneciente a un salón. Analizada la planta de la casa, era evidente que no había posibilidad de relacionarlo con alguno de los dos vanos allí existentes, lo que señalaba, sin duda alguna, su emplazamiento en la planta alta y en la puerta del salón. Otro hecho que nos confirmó la existencia de esta dependencia noble en la planta superior fue el hallazgo de un arco polilobulado en el extremo Norte de la habitación oriental, a una altura aproximada del suelo de 1’20 m (fig. 38). El dato de la cota llamó poderosamente nuestra atención, ya que siempre las yeserías suelen aparecer sobre el suelo o muy próximas a él. En este caso, la potente capa de escombros que mediaba entre el arco y el pavimento sólo se podía explicar si los restos procedían de la planta alta. Con la información proporcionada por los dos elementos arquitectónicos que acabamos de comentar, no es aventurado defender la existencia de un salón de planta rectangular emplazado sobre la habitación Norte y el extremo septentrional de la oriental; en este último espacio se situaría la alcoba, cuyo vano de ingreso estaría aproximadamente sobre el muro que separa en planta baja las crujías oriental y septentrional. Por tanto, la disposición de la habitación que nos ocupa no reproduce la existente en el piso inferior, lo que nunca habríamos adivinado si no fuera por las dimensiones del arco de la alcoba. En efecto, mientras que la crujía

ESTUDIO SOBRE ONCE CASAS ANDALUSÍES DE SIYÂSA

Fig. 38.- Casa 17. Arco almohade perteneciente a la alcoba del salón principal situado en la planta alta. Museo municipal de Cieza.

oriental sólo tiene 175 cm de anchura, la luz del arco mide 165 cm, a los que hay que sumar 30 cm de los dos atajos, dimensiones que sólo pueden corresponder a la anchura estimada para el hipotético salón Norte en planta alta. De esta manera se conseguía dotar a la vivienda de un salón orientado a mediodía, que era la disposición más apreciada a juzgar por la mayor parte de salones estudiados en el caserío. Aun creyendo que esta ubicación es la más idónea, no podemos excluir la posibilidad de que el salón se extendiera a todo lo largo de la habitación oriental, manteniéndose la alcoba en su extremo septentrional, ya que fue allí donde apareció el arco polilobulado anteriormente mencionado. Con la segura existencia de un salón en planta alta, sabe-

mos que la escalera fue el acceso natural a esta dependencia. Arranca adosada al muro Sur del patio, en sentido Oeste, para alcanzar una meseta desde la que partía el segundo tramo hacia el Norte. El vuelo de su bóveda descansaba en el muro de la pequeña habitación septentrional, cubriendo en su trayectoria la letrina. En este lugar finalizaba la escalera, dando inicio a una galería volada que recorría, al menos, todo el frente Norte del patio. Desde el descansillo se daría acceso a la pieza que debió de estar encaramada sobre el adarve que conduce a la casa nº 11(114). En medio de la galería volada se abriría el ingreso al salón principal, conformado por un vano doble, y en su extremo Este estaría practicado el acceso a la algorfa oriental, que sólo ocuparía la mitad meridional de la crujía de ese lado. Es muy posible que esta casa

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dispusiera de una algorfa sobre la calle principal; en este caso, la galería volada recorrería también todo el frente oriental del patio con el fin de permitir el acceso a tal dependencia a través de un vano que estaría emplazado sobre la puerta de ingreso a la casa en planta baja. LA DECORACIÓN ARQUITECTÓNICA

Aparte del arco a que nos hemos venido refiriendo, las yeserías recuperadas durante la excavación son escasas; sólo cabe destacar algún fragmento de arco liso, restos de molduras de sección rectangular y un paño con decoración geométrica incisa. El arco en cuestión es un ejemplar polilobulado y apuntado que descansa sobre impostas en nacela (fig. 38). Está enmarcado por un arrabá con epigrafía cursiva y presenta albanegas lisas. Arranca con el típico motivo serpentiforme almohade conformado por una gran palmeta enlazada con otra menor que apoya directamente en la imposta. Está generado por la superposición de dos arcos polilobulados: el primero formado por tramos de curva regulares mientras que en el segundo alternan lóbulos mayores y menores. El último es en realidad un típico arco de hojas almohade en el que empieza a desaparecer su apariencia vegetal, según el proceso de evolución estilística que culminará en los ejemplares protonazaríes de aspecto ya completamente geométrico. Ambos arcos siguen una trayectoria paralela, imbricándose sólo en el interior de los lóbulos menores, de manera que se forma un motivo aparentemente circular cuyos extremos están engrosados por lo que sería la base de cada una de las palmetas dobles que lo forman. El arco está enmarcado por un alfiz recorrido por un epígrafe cursivo que repite la leyenda «la prosperidad y la felicidad». Rellenando espacios libres entre los caracteres, se disponen palmetas dobles lisas. La banda no se halla interrumpida en los ángulos por los característicos recuadros, de manera que las grafías han de adoptar en esos puntos una disposición anómala. Se conservan restos de pintura azul y roja, tanto en la rosca del arco como en el alfiz epigráfico.

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NOTAS

(1) Dicha subvención ascendía a un millón de pesetas. (2) El presente trabajo fue redactado, en su mayor parte, en 1989 por uno de nosotros (JNP), director de las excavaciones arqueológicas que entre los años 1981 y 1988 se llevaron a cabo en el yacimiento objeto de estudio. A comienzos de 1994, los dos autores firmantes procedimos a la revisión del estudio con vistas a su inclusión en el presente volumen de Memorias de Arqueología. Dicha revisión ha implicado una puesta al día del trabajo, a la luz de las nuevas aportaciones bibliográficas y de algunas aclaraciones puntuales obtenidas tras la campaña de consolidación llevada a cabo en Siyâsa en los meses de noviembre y diciembre de 1993. Durante estos últimos trabajos hemos tenido la suerte de colaborar conjuntamente con el arquitecto responsable de los trabajos de consolidación del caserío excavado D. Francisco Javier López Martínez y con el arqueólogo D. Salvador Martínez Sánchez. A ambos les expresamos nuestro más sincero agradecimiento por cuanto nos han aportado. Agradecemos también a los arquitectos de la Escuela de Estudios Árabes de Granada, D. Antonio Almagro y D. Antonio Orihuela, las valiosas sugerencias que nos han aportado tras la lectura del manuscrito. (3) Queremos hacer constar nuestra sincera gratitud y reconocimiento a todos aquellos licenciados y estudiantes que, durante muchos años, colaboraron en estas excavaciones. Entre todos ellos, merecen especial mención Dña. Esperanza Ramírez y D. Eduardo Peñalver, quienes a lo largo de varias campañas de excavaciones soportaron gran parte del trabajo y fueron unos incondicionales colaboradores. Asimismo, quisiéramos agradecer a los técnicos responsables de la documentación gráfica, particularmente a D. Antonio Martínez Ortega, a D. José Antonio Gil Abellán y a D. Ángel Rubio Córdoba, el entusiasmo puesto en su labor. (4) Las principales novedades son los pozos negros de las casas nº 15 y 17, así como la mitad occidental de la casa nº 18 y de la calle que la delimita (fig. 1). Asimismo se ha corregido el área de acceso a la casa 9, se ha añadido la habitación anexa a la cocina de la casa nº 1, así como la letrina de dicha vivienda; y, finalmente, se han precisado numerosos detalles repartidos por casi todas las casas. (5) En uno de nuestros trabajos (JNP), «Arquitectura y artesanía en la Cora de Tudmir», Historia de Cartagena, Murcia, 1986, tomo V, pp. 411-485; ya se recogía una parte considerable de la documentación correspondiente a la casa nº 6, incluyendo plantas, alzados y anastilosis. Dicha información fue ampliada y actualizada en J. NAVARRO PALAZÓN, «Un ejemplo de vivienda urbana andalusí: la casa nº 6 de Siyasa», Archéologie Islamique, II (1991), pp. 97-125. Acerca de la casa nº 10, véase: J. NAVARRO PALAZÓN y P. JIMÉNEZ CASTILLO, «La decoración almohade en la arquitectura doméstica: la casa nº 10 de Siyâsa», Casas y palacios de Al-Andalus. Siglos XII-XIII, Madrid, 1995, pp. 117-137. (6) J. NAVARRO PALAZÓN, «La casa andalusí en Siyasa: ensayo de una clasificación tipológica», La casa hispano-musulmana. Aportaciones de la arqueología, Granada, 1990, pp. 177-198. (7) J. NAVARRO PALAZÓN, «Siyâsa: una madina de la Cora de Tudmir», Áreas, 5 (1985), pp. 169-189; id., «El despoblado islámico de Siyâsa (Cieza)», Revista de Arqueología, 53 (1985), pp. 30-43; id., «La conquista castellana y sus consecuencias: la despoblación de Siyâsa», Guerre, fortification et habitat dans le monde méditerranéen au Moyen-Age (Castrum 3), Madrid, 1988, pp. 207-214. (8) J. NAVARRO PALAZÓN, «Cerámica musulmana de Murcia con repre-

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sentaciones humanas», La céramique médiévale en Méditerranée occidentale (X-XV siècles), París, 1980, pp. 317-320; id., La cerámica esgrafiada andalusí de Murcia / La céramique hispano-arabe à décor esgrafié de Murcia, Madrid, 1986; id., «Murcia como centro productor de loza dorada», La ceramica medievale nel Mediterraneo Occidentale, Florencia, 1986, pp. 129-143; id., La cerámica islámica en Murcia. I Catálogo, Murcia, 1986; id., «Hacia una sistematización de la cerámica esgrafiada», La Cerámica Medieval en el Mediterráneo Occidental, Madrid, 1986, pp. 165-178; id., «Formas arquitectónicas en el mobiliario cerámico andalusí», Cuadernos de la Alhambra, 23 (1987), pp. 21-67; P. JIMÉNEZ CASTILLO (Coordinación), El siglo de oro del Islam en Murcia, Murcia, 1992. (9) J. NAVARRO PALAZÓN, «Arquitectura y artesanía en la Cora de Tudmir», Historia de Cartagena, Murcia, 1986, tomo V, pp. 411-485; id., «Murcia como centro productor de loza dorada», La ceramica medievale nel Mediterraneo Occidentale, Florencia, 1986, pp. 129-143; P. JIMÉNEZ CASTILLO (Coordinación), El siglo de oro del Islam en Murcia, Murcia, 1992; id., «El vidrio islámico en Murcia», Actas del Coloquio «AlAndalus: Centuries of Upheavals and Achievements» (Ryadh, noviembre de 1993), (en prensa). (10) .J. NAVARRO PALAZÓN, «Arquitectura y artesanía en la Cora de Tudmir», Historia de Cartagena, Murcia, 1986, tomo V, pp. 411-485; J. NAVARRO PALAZÓN y A. GARCÍA AVILÉS, «Aproximación a la cultura material de Madinat Mursiya», Murcia Musulmana, Murcia, 1989, pp. 253-356. (11) Véanse las noticias al respecto recogidas en las crónicas de los siglos XVI al XVIII: Relaciones Topográficas de los pueblos del Reino de Murcia (1575-1579), Estudio y transcripción de A. Cebrián Abellán y J. Cano Valero, Murcia, 1992, pp. 101-102. Especialmente elocuente es la obra de F.P. SALMERÓN, La antigua Carteia o Carcesa, hoy Cieza, Villa del Reyno de Murcia, ilustrada con un resumen historial, y más disertaciones sobre algunas de sus antigüedades, Madrid, 1777, p. 21; en su segunda edición esta obra fue corregida: Antigüedades de Cieza, antes Carteya, Ciudad Capital de la Olcadia, hoy villa del Reyno de Murcia, Murcia, 1796. Véase también J. LOZANO, Batistania y Contestania del Reyno de Murcia con los vestigios de sus ciudades subterráneas, Murcia, 1778, p. 34, Reimpresión por la Academia Alfonso X el Sabio, Murcia, 1980. (12) Un resumen de la misma es el origen de la monografía J. NAVARRO PALAZÓN, La cerámica esgrafiada andalusí de Murcia / La céramique hispano-arabe à décor esgrafié de Murcia, Madrid, 1986. (13) Queremos agradecer a todas aquellas personas e instituciones que colaboraron de diferentes formas para que las excavaciones se pudieran llevar a cabo. En particular al Excmo. Ayuntamiento de Cieza, que financió las primeras campañas aun no siendo administración competente en el tema, al Instituto Hispano-Árabe de Cultura y al Museo Arqueológico Municipal de Cieza en la persona de su director, D. Joaquín Salmerón Juan. (14) Este yacimiento, desgraciadamente, se ha visto envuelto en la polémica desde comienzos de los años 80. En 1981 parte del mismo se vio afectada por una remoción de tierras llevada a cabo por ICONA, y en 1984 sufrió un grave atentado al construirse una pista de tierra que atravesaba un sector del despoblado por la compañía petrolífera British Petroleum. En otras ocasiones, el yacimiento se vio en el ojo del huracán por motivos que sólo le concernían indirectamente, como fue la querella entre el Ayuntamiento de Cieza y el Museo Arqueológico Provincial en torno al depósito de los materiales, polémica que se cerró el año 1987 tras la inauguración del Museo Municipal de Cieza. Final-

mente, desde fines de los años 80 hasta 1993, los medios de comunicación se han hecho eco regularmente de alguna andanada entre administraciones con motivo de la problemática conservación del yacimiento. Como dijimos, en 1993 se iniciaron unas campañas de consolidación que parecen haber puesto fin, esperamos de forma definitiva, a todos estos problemas. (15) Este año se realizó la planimetría general del yacimiento (J. NAVARRO, «La conquista castellana...», art. cit., 1988, p. 208) que fue costeada por la Presidencia de la Comunidad Autónoma. (16) Aprovechamos esta ocasión para agradecer al entonces presidente regional, D. Andrés Hernández Ros, el interés que mostró por el yacimiento. Esta cartografía se realizó de forma manual, por lo que no tiene el suficiente rigor. Con vistas a un futuro inmediato, entendemos que es necesario hacer una planimetría a partir de fotografía aérea antes de emprender cualquier actividad restauradora. (17) Véase Emilio MOLINA LÓPEZ, «La cora de Tudmir según al-cUri (s. XI). Aportaciones al estudio geográfico-descriptivo del SE. peninsular», Cuadernos de Historia del Islam, IV (1972), p. 52. (18) Véase Jassim ABID MIZAL, Al-Idrisi. Los caminos de al-Andalus en el siglo XII, estudio, edición, traducción y notas, Madrid, 1989, pp. 91, 93 y 276. (19) Véase J. NAVARRO PALAZÓN, «Siyâsa: una madina de la Cora de Tudmir», 1985, art. cit.; id., «La conquista castellana...», 1988, art. cit. (20) Véase Luis SECO DE LUCENA PAREDES, Documentos arábigo-granadinos, Madrid, 1961, pp. 123, 124 y 126. (21) Véase J. NAVARRO PALAZÓN, «El despoblado islámico de Siyâsa (Cieza)», Revista de Arqueología, 53 (1985), pp. 30-43, fig. 16. (22) En las casas nº 3 y 4 encontramos un solución similar para acceder a la dependencia que hubiera sobre el establo. (23) Véase J. NAVARRO PALAZÓN, La cerámica islámica en Murcia. I Catálogo, Murcia, 1986, nº 46. (24) Este tipo de bancos corridos en el patio se da también en las casas nº 4, 5 (núcleo oriental) y 8. (25) El módulo de los ladrillos era el mismo que el de los que se utilizaron para el tabique de la alcoba opuesta. (26) No parece casual que en los dos salones del caserío que cuentan con dos alcobas -el que nos ocupa y el de la casa nº 5-, cada una de ellas disponga de un tipo de acceso diferente a la opuesta: uno simple y el otro geminado. La principal diferencia entre ambos vanos es que el primero permitía un aislamiento mucho mayor, por lo que tal vez dichas dependencias se empleaban de manera alternativa según las estaciones. (27) El módulo de los ladrillos es de 13 x 26 x 4 cm, mientras que los adobes miden 16 (aprox.) x 30 x 5’5 cm. (28) Idénticos vanos tapiados aparecen también en las alcobas de las casas nº 4 y 8. (29) Aunque la presencia de tales oquedades bajo las tabicas de las alcobas ha sido documentada en numerosos edificios domésticos, fechables desde el siglo XI hasta época nazarí, no siempre han sido correctamente identificados ni existe un acuerdo total acerca del uso a que estaban destinadas entre los escasos investigadores que se han ocupado del asunto. Se han barajado las hipótesis de que se tratara de alacenas, espacios para introducir braseros u otros elementos de calefacción e incluso que fueran simples nichos decorativos. Nosotros descartamos rotundamente esta última posibilidad y nos inclinamos por pensar que estaban destinados fundamentalmente a crear una cámara de aire que aislaba el lecho de la humedad del suelo y, aunque no está probado, creemos que debe tenerse en consideración la posibilidad de

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que ocasionalmente sirvieran para acoger objetos destinados a calentar la estancia, e incluso que fueran empleados como alacenas. Así, M. b. Abdallah b. al-Jatib recomienda en su tratado de medicina «(en invierno) hay que cuidarse de dormir en camas alzadas del suelo y proteger la cabeza del frío. Se caldearán las habitaciones con braseros y estufas y se usarán cobertores de algodón y pieles»; véase C. VÁZQUEZ DE BENITO, El libro del A´mâl man tabba li-man habba’, de M. b. Abdallah b. al-Jatib. Ed., estudio y glosario, Salamanca, 1973. Sobre los diferentes casos en que han sido documentados los elementos que nos ocupan véase Antonio ORIHUELA UZAL, Arquitectura Residencial Nazarí, Tesis doctoral leída en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Sevilla, Granada-Sevilla, 1994, p. 126; Francisco V. FERNÁNDEZ GONZÁLEZ y José D. LÓPEZ MARTÍNEZ, «Restos de viviendas islámicas en la calle Frenería de Murcia», Memorias de Arqueología, 4 (1989), pp. 341-350 (p. 345); S. MACIAS y C. TORRES, «El barrio almohade de la alcazaba de Mértola: el espacio cocina», Casas y palacios de Al-Andalus. Siglos XII y XIII, Madrid, 1995, pp. 165-175, (fig. 108); J. A. GISBERT SANTONJA, V. BURGUERA SANMATEU y J. BOLUFER i MARQUES, La cerámica de Daniya -Dénia-, Valencia, 1992, fig. 9; P. COSTA CHOLBI, J. BOLUFER i MARQUES y M. A. GARCÍA BEBIA, «L’urbanisme del Raval de Daniya -El Fortí-, Dénia», Actas del IV Congreso de Arqueología Medieval Española, Vol. II, pp. 277-285 (p. 280); M. BERNABÉ GUILLAMÓN y J. D. LÓPEZ, El Palacio Islámico de la calle Fuensanta. Murcia, Murcia, 1993, p. 55. También han aparecido en otras casas andalusíes excavadas en la ciudad de Murcia y aún inéditas, concretamente en solares de las calles Platería, Cortés y plaza de Yesqueros. Queremos agradecer a D. Antonio Orihuela su generosa colaboración al facilitarnos documentación referente a las casas de la Alhambra de Granada. (30) Véase J. NAVARRO PALAZÓN y P. JIMÉNEZ CASTILLO, «La decoración almohade en la arquitectura doméstica: la casa nº 10 de Siyâsa», art, cit. (31) Véase Georges MARÇAIS, «Salle, antisalle (Recherches sur l’évolution d’un thème de l’architecture domestique en pays de l’Islam)», Annales de l’Institut d’Etudes Orientales, X (1952), pp. 274-301. (32) La supuesta almacería debió de contar, asimismo, con aberturas a la calle. No obstante, su compartimentación interna y su disposición alargada exigieron la presencia de un patio que facilitara la iluminación y ventilación a las habitaciones interiores. Véase J. NAVARRO PALAZÓN y P. JIMÉNEZ CASTILLO, «Plantas altas en edificios andalusíes. La aportación de la arqueología», Arqueologia Medieval, 4 (1996), pp. 107-137 (pp. 121-123). (33) El patinillo compartido no afectó a la intimidad de la casa principal, pues ninguna de sus dependencias se abría a aquél. Desde las supuestas ventanas de la almacería sería imposible la visión directa del patio de la casa o de alguna de sus dependencias. Sólo en cuanto a la acústica se pudo perder algo de intimidad. (34) Vid. L. SECO DE LUCENA PAREDES, Documentos arábigo-granadinos, Madrid, 1961, p. 75. (35) .Cinco vanos presentaban, asimismo, las alacenas de las casa nº 4 y 8. Tres era el número de vanos más frecuente; éstos son los que muestran las de las casas nº 5, 10, 11, 12, 14 y 15. En la casa nº 9 la alacena dispone de 4 vanos, mientras que la de la casa nº 6 sólo contaba con dos, condicionada por la presencia de una escalera introducida en una fase avanzada. (36) No creemos que las casas excavadas dispusieran de chimeneas, pues en ese caso los hogares habrían estado adosados a una de las paredes y no frente a las alacenas.

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(37) No cabe duda de que el establo de la casa nº 13 fue creado a partir del zaguán original, que fue separado del patio mediante un muro; ello obligó a abrir un nuevo ingreso desde el exterior que comunica directamente con el patio. Es posible que en la casa nº 16 sucediera algo parecido, aunque en este caso tenemos menos información y no podemos asegurarlo. La presencia de accesos directos desde la vía pública al patio es algo excepcional en este tipo de arquitectura, por lo que cabe preguntarse si tales reformas, indudablemente tardías, no fueron efectuadas ya por repobladores cristianos. (38) Una fotografía en color de este acceso está publicada en J. NAVARRO, «Arquitectura y artesanía en la cora de Tudmîr», art. cit, 1986, p. 450. (39) Acerca de estos interesantes salones de verano abiertos, con mirador sobre el cantil, véase NAVARRO, 1991b, p. 104. (40) .Véase J. NAVARRO PALAZÓN, «Un ejemplo de vivienda urbana andalusí: la casa nº 6 de Siyâsa», Archéologie Islamique, II (1991), p. 104. (41) Fotografía en J. NAVARRO, «Arquitectura y artesanía...», art. cit., 1986, p. 450. (42) Tales vasijas se colocaban sobre reposaderos cerámicos como el descubierto en el patio de esta casa, junto al vano cerrado de la cocina; véase J. NAVARRO PALAZÓN, La cerámica islámica en Murcia. I Catálogo, Murcia, 1986, nº 43; J. NAVARRO PALAZÓN, «Formas arquitectónicas en el mobiliario cerámico andalusí», Cuadernos de la Alhambra, 23 (1987), pp. 27; P. JIMÉNEZ CASTILLO (Coordinación), El siglo de oro del Islam en Murcia, Murcia, 1992, s/p. En cuanto a los aspectos generales referidos a los complejos cerámicos destinados a las abluciones, véanse los siguientes trabajos: J. NAVARRO PALAZÓN y P. JIMÉNEZ CASTILLO, «Piletas de abluciones en el ajuar cerámico andalusí», Verdolay, 5 (1993), pp. 171-177; id., «Maquetas arquitectónicas en cerámica y su relación con la arquitectura andalusí», Casas y palacios de AlAndalus. Siglos XII-XIII, Madrid, 1995, pp. 287-302; id., «De nuevo sobre los aguamaniles cerámicos andalusíes: las tapaderas», Homenaje al Dr. D. Braulio Justel. Universidad de Cádiz, (en prensa). (43) Como ya vimos, también el vano de la alcoba de la casa nº 1 fue tabicado con una obra que llegaba hasta media altura. En ese caso cabría interpretarlo como una reforma destinada a sostener una tarima de madera que sobreelevaría el suelo de la alcoba; dicha explicación, lógicamente, no se puede trasladar al caso que nos ocupa. Es también posible que ambas construcciones sean reformas posteriores a la conquista castellana destinadas a aprovechar antiguos espacios domésticos para usos diferentes que no somos capaces de precisar: almacenamiento de grano, estabulación, etc. (44) Difícilmente se puede entender la existencia de un pórtico con cuatro vanos, pues es algo completamente ajeno a las normas estéticas habituales en esta arquitectura. La existencia de una galería volada en la crujía meridional ocultaría uno de los vanos y dejaría libres a los otros tres que entonces configurarían el pórtico ajustado a norma. Entre las yeserías recuperadas en esta casa figura una ménsula que, probablemente, pertenecía al pórtico mencionado. (45) .Véase J. NAVARRO PALAZÓN, «Arquitectura y artesanía en la Cora de Tudmir», Historia de Cartagena, Murcia, 1986, tomo V, p. 449. (46) Véase Christian EWERT, «La mezquita de Mértola (Portugal)», Cuadernos de la Alhambra, 9 (1973), lám. VII. (47) Véase Christian EWERT, «Der mirab der Hauptmoschee von Almería», Madrider Mitteilungen, 13 (1972), pp. 268-344. (48) Esta definición la venimos aplicando a unos conjuntos de yeserías que podemos fechar en el segundo cuarto del siglo XIII y que proceden de la propia Siyâsa y, sobre todo, del palacio hudí conocido en las fuen-

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tes árabes como Dar as-Sugrà, este último transformado en el siglo XIV en el actual monasterio de Sta. Clara la Real de Murcia. Se trata de una decoración arquitectónica que se aleja de lo que hasta ahora conocemos como típicamente almohade. Su marcado carácter evolucionado con respecto a los prototipos almohades hace más fácil su entronque con algunos monumentos nazaríes tempranos, como es el caso del Cuarto Real de Santo Domingo de Granada; vid. J. NAVARRO PALAZÓN, «Un palacio protonazarí en la Murcia del siglo XIII: Al-Qasr al-Sagir», Casas y palacios de Al-Andalus. Siglos XII y XIII, Madrid, 1995, pp. 177-205. (49) Véase J. NAVARRO PALAZÓN, «Arquitectura y artesanía en la Cora de Tudmir», Historia de Cartagena, Murcia, 1986, tomo V, p. 448. (50) Estamos, por tanto, ante un fenómeno inverso al que pudimos detectar en relación a las casas 10, 12 y 14, por un lado, y 9, 15 y 18, por otro, producto de la subdivisión de sendos núcleos domésticos primigenios. La fragmentación de antiguas viviendas de grandes dimensiones en otras más pequeñas se ha documentado también en la ciudad de Murcia, concretamente en las viviendas andalusíes excavadas en calle Fuensanta, Platería y Garaje Villar. Véase M. BERNABÉ GUILLAMÓN y J.D. LÓPEZ MARTÍNEZ, El Palacio Islámico de la calle Fuensanta. Murcia, Murcia, 1993; J. NAVARRO PALAZÓN y P. JIMÉNEZ CASTILLO, «Excavaciones en el solar nº 14-18 de calle Platería de Murcia», Memorias de Arqueología 5, (en prensa); J. MANZANO MARTÍNEZ, «Trabajos arqueológicos en el subsuelo de la Plaza de Europa (antiguo Garaje Villar). Ciudad de Murcia», Memorias de Arqueología, 3 (1987-1988), pp. 353-398. (51) Véase Bessim SELIM HAKIM, Arabic-Islamic Cities. Building and Planning Principles, Nueva York, 1986, p. 50. (52) Véase J. NAVARRO PALAZÓN, «Un ejemplo de vivienda urbana andalusí: la casa nº 6 de Siyâsa», Archéologie Islamique, II (1991), p. 104. (53) La minúscula pieza que se abre al salón de la casa nº 7, cuyo suelo está 50 cm por encima del pavimento, creemos que sería también una alcoba elevada como la que nos ocupa. En cualquier caso no se trata de un paralelo muy cercano puesto que su disposición en planta es diferente. (54) Existen indicios para pensar que el vano se abrió en un muro preexistente, que fue rehecho en gran parte. En efecto, las jambas de la puerta, como es habitual en Siyâsa, son de piedra y yeso encofradas en el extremo de una caja que solía estar compuesta por tierra. Sin embargo, en la hilada inferior del muro, que es de piedra y yeso, las jambas se muestran como una obra bien diferenciada del resto del lienzo, lo que parece absurdo puesto que ambos son del mismo material. La única explicación que encontramos para este fenómeno es la siguiente: cuando se pensó en abrir la puerta, el muro original fue demolido por completo con excepción de la hilada más baja, de la que simplemente se eliminó el tramo destinado a la abertura. Por ello, cuando posteriormente fueron fabricadas las jambas del vano, éstas quedaron diferenciadas constructivamente del lienzo a la altura de la hilada inferior, a pesar de que se trata del mismo material y la misma técnica. (55) Es también posible que la mencionada plataforma o banco no pertenezca a una alcoba de la primera fase y que se trate, al igual que la escalera, de una obra destinada a salvar el desnivel entre la calle y el interior de la crujía. En tal caso habría que adscribirla a esta tercera fase, cuando la dependencia ya es zaguán, y a un momento inmediatamente anterior a la construcción de la escalera. (56) En rigor, existe un espacio de función desconocida que pudo

haber acogido esta última dependencia: el situado en el ángulo NE, justo al Norte de la letrina. Aunque así fuera, la cocina ocuparía una estancia excepcionalmente reducida en comparación con el resto de las casas excavadas. (57) Se trata de la misma técnica constructiva empleada en la mayor parte de los pórticos del poblado; éste es el caso de las viviendas nº 1, 7, 9, 10, 16, etc. Cuando el pórtico sostenía una galería la parte superior de los pilares se fabricaba con ladrillo. (58) Lo habitual es que los espacios porticados estén diferenciados de los patios, con o sin andenes, por una ligera sobreelevación del suelo y por el empleo de un material o tratamiento diferente en el pavimento. En la casa nº 10 el pórtico no está más alto que el patio, sin embargo ello se debe a una elevación tardía del último. (59) Aunque lo normal es que en la arquitectura palatina no se den este tipo de condicionamientos, también existen algunos casos en los que el eje principal, donde se emplazan los salones y pórticos, es más corto que el perpendicular; así sucede en el Patio del Yeso de los Reales Alcázares de Sevilla; véase R. MANZANO MARTOS, «Casas y palacios en la Sevilla almohade. Sus antecedentes hispánicos», Casas y Palacios de alAndalus. Siglos XII y XIII, Madrid, 1995, pp. 315-352, (fig. 236, 4). (60) El pavimento del más bajo, perteneciente a la casa nº 1, está sólo unos 4 ó 5 cm por encima de la cota del suelo del zaguán. (61) Según nuestra propuesta, estaríamos ante una estructura que cumpliría idéntica función que los complejos cerámicos destinados a las abluciones rituales. La plataforma con el colector correspondería al reposadero cerámico y la pileta de obra con el aguamanil del ajuar cerámico. Véase J. NAVARRO PALAZÓN y P. JIMÉNEZ CASTILLO, «Piletas de abluciones en el ajuar cerámico andalusí», Verdolay, 5 (1993), pp. 171-177; id., «Maquetas arquitectónicas en cerámica y su relación con la arquitectura andalusí», Casas y palacios de Al-Andalus. Siglos XII-XIII, Madrid, 1995, 287-302. (62) Tras la excavación arqueológica de esta casa pensamos que la escalera estaba situada donde hoy ubicamos la letrina. La aglomeración de escombros sobre la plataforma de la letrina nos hizo creer que estábamos ante el relleno que suele conformar la base de los primeros peldaños. Siempre nos sorprendió, sin embargo, que la escalera no se abriera directamente al patio, disposición mucho más racional y común en este tipo de arquitectura. Por ello, una nueva inspección de la estructura en cuestión, llevada a cabo en Junio de 1996, nos permitió confirmar la sugerencia del arquitecto D. Francisco Javier López Martínez y distinguir en los restos, muy lavados por años de lluvias, la huella inequívoca del canalillo de la letrina. Esta es la causa de que en las planimetrías publicadas hasta ese momento, el espacio que nos ocupa aparezca identificado como escalera. (63) En el estado en que se encuentran los trabajos de excavación en Siyâsa, no nos ha sido posible identificar aún los establos de las casas nº 2, 14 y 17, sin embargo ello no significa que no los tuvieran. Algunas de esas casas lindan con las zonas no excavadas, donde pueden hallarse las cuadras. Así, por ejemplo, el establo de la casa nº 2 bien pudiera estar en el área situada al sur de la misma, mientras que los de las viviendas nº 14 y 17 podrían estar ubicados al otro lado de la calle. Tampoco hay que descartar la posibilidad de que casas vecinas, entre cuyos moradores existieran lazos estrechos de parentesco, compartieran el mismo establo. (64) La propiedad en cuestión dispone de dos piezas en planta baja, aproximadamente cuadrangulares, y con unos 2’5 m de lado cada una. La entrada desde la calle se efectúa a través de la más meridional de las habitaciones, en cuyo ángulo suroccidental se halla el arranque de la

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escalera que da paso a la planta alta. Bajo su bóveda, se ubica una letrina con su correspondiente atarjea que conducía los residuos a la red de alcantarillado. Embutido en el tabique que separa las dos dependencias se halla un pozo de agua, que parece estuvo destinado al servicio de la letrina. A diferencia de la finca siyâsí que nos ocupa, ésta no contaba con establo; véase J. NAVARRO PALAZÓN, y P. JIMÉNEZ CASTILLO, «Plantas altas en edificios andalusíes. La aportación de la arqueología», Arqueología Medieval, 4 (1996), pp. 107-137. (65) Véase P. de BOFARULL Y MASCARÓ, Repartimientos de Mallorca, Valencia y Cerdeña, Barcelona, 1856, p. 560 y 647. (66) Véase María del Carmen VILLANUEVA RICO, Casas, mezquitas y tiendas de los habices de las Iglesias de Granada, Madrid, 1966, doc. 121. (67) La casa nº 6 también contó con este tipo de quicialeras, anexas a la cara exterior del muro, en las puertas de los salones (68) septentrional y occidental. Las quicialeras estaban, en ambos casos, embutidas en el suelo. (69) Sólo el apéndice que creemos se abría al salón de la casa nº 1 guarda cierta semejanza con la pieza que nos ocupa. Como ya dijimos, pensamos que este espacio estaba sobreelevado mediante una tarima de madera y abierto al exterior a modo de mirador. (70) Esta solución ha sido documentada en las casas nº 9 y 12. (71) No hemos hallado un arranque de escalera bien conservado, sin embargo ello puede deberse al fuerte proceso de erosión que sufrió la zona meridional de la vivienda. De hecho, en el ángulo suroriental del patio encontramos los restos de lo que consideramos es la base de una escalera. Se trata de la cara externa de una estructura de escasa altura que arranca del pilar Sur del pórtico en dirección Oeste. Sabemos que su longitud es de aproximadamente 75 cm, ya que en su extremo W también presentaba cara. Hacia el Sur no conservaba límites definidos, pues esa parte de la estructura se vio afectada por la erosión, que en esa zona destruyó las estructuras, incluso por debajo de los pavimentos. A pesar del mal estado de conservación en el que se encuentran los restos que hay junto al pilar Sur del pórtico, no hay duda de que pertenecieron a la escalera de la casa, una vez que los comparamos con los pórticos de las casas nº 1, 9 y 10 y sus respectivas escaleras. Lo poco que se conserva de la escalera no es suficiente para saber con seguridad si ascendía en dirección Este o Sur. (72) Ya hemos comentado repetidamente que en Siyâsa la cocina se ubica siempre en la planta baja. Incluso el salón es desplazado a la algorfa en aquellas casas en que sólo es posible situar una de las dos dependencias en el piso inferior. (73) Un muro medianero sirve de soporte a las vigas de los forjados de las habitaciones que hay a ambos lados; por tanto, la demolición de una de estas paredes requiere el acuerdo de los copropietarios. (74) Las cajas de las tapias tienen una altura entre 80 y 85 cm. (75) Los bancos están fabricados con mampostería y restos reutilizados de ladrillo, teja y yeso, todo ello trabado con mortero de cal. (76) La casa está construida en pendiente, de manera que el ángulo noroccidental y el sector Oeste están más altos que el resto. Por este motivo es necesaria la presencia del banco que, a modo de andén, salva el desnivel entre el patio y las dependencias más elevadas, tal y como ya vimos al estudiar las casas nº 1, 2, 4 y núcleo oriental de la 5. (77) El umbral del salón se eleva 30 cm sobre el nivel del andén que lo precede. A pesar de que se encuentra muy deteriorado, es segura la presencia del vano geminado; sin embargo, no se distinguen ni las mochetas laterales ni el enfondamiento del pavimento, característico de los accesos dotados con puertas de librillo. El pilar central, con anchura máxima de 42 cm, parece haber estado fabricado con mampostería.

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(78) El mal estado de conservación de dicho tabique impide que sepamos si éste cerraba todo el vano original o, como sucedió en la alcoba de la casa nº 4, sólo alcanzaba media altura. (79) El suelo de esta alcoba se elevaba 16 cm sobre el del salón. (80) El acceso a esta alcoba o alacena estaba enmarcado por unos atajos fabricados con adobes. (81) El suelo presenta numerosas reparaciones y repavimentaciones que podrían ocultar alguna otra compartimentación como la que comentaremos más adelante. (82) El hogar, que presenta sucesivas reparaciones con mortero de yeso o cal, parece haber estado en uso hasta el último momento de ocupación de la vivienda. (83) Debemos recordar, cuando nos encontramos con estas «anómalas» transformaciones, que el caserío tuvo una breve ocupación cristiana a mediados del siglo XIII. Es posible que algunas de ellas se pudieran efectuar en este momento. (84) Los adobes son piezas bastante irregulares que parecen medir 19 x 16 cm. El tabique fue demolido y su impronta en el suelo burdamente repavimentada. (85) El compartimiento inmediato está sin excavar, por tanto ignoramos si el banco también ocupaba ese espacio. (86) En los dos ángulos situados al fondo de la alcoba de la casa nº 3, aparecen dos resaltes que pudieron tener la misma función que la del banco corrido de la casa que nos ocupa. (87) El empleo del ladrillo es signo de la calidad excepcional de la obra: los pilares de los demás pórticos analizados están construidos en planta baja con mampostería y, en algunos casos, sólo utilizan el ladrillo a la altura de la galería. (88) El primer peldaño de esta escalera, que arranca del andén, tiene una altura de 42 cm y el segundo conserva 26 cm. (89) Conviene hacer notar que la escasa decoración arquitectónica hallada durante la excavación de esta casa no ha podido ser relacionada con el pórtico, lo que impide que podamos hacer mayores precisiones sobre el alzado del mismo. Tal ausencia puede deberse a la proximidad del cantil; en un eventual desplome es muy posible que gran parte de los restos arquitectónicos cayeran ladera abajo. (90) El pavimento de este edículo está 4 cm más alto que el del andén sobre el que se encuentra. (89) Véase J. NAVARRO PALAZÓN, «La casa andalusí en Siyâsa: ensayo de una clasificación tipológica», La casa hispano-musulmana. Aportaciones de la arqueología, Granada, 1990, pp. 177-198. (90) Existen evidencias arqueológicas incuestionables de la presencia de los salones en la planta alta de las casas nº 16 y 17. (91) Acerca de las razones que nos hacen pensar que estas dependencias carecían de chimeneas para desalojar el humo, véase lo comentado en relación con la cocina de la casa nº 3. (92) La altura de los escalones oscila entre los 23 y los 24 cm. (93) En el extremo meridional del muro que separa las casas 10 y 12 hemos podido detectar la existencia de una jamba amortizada en la obra perteneciente a una puerta que unía el pórtico de la 10 y el zaguán de la 12 antes de la actual compartimentación. El muro que separa ambas casas fue rehecho por completo excepto en su extremo Sur, lo que ha salvado la jamba mencionada. El vano es, sin duda, anterior al pórtico de la casa 10, ya que estaría parcialmente oculto por el vuelo de la escalera que conducía a la planta alta de dicha casa. Este dato nos permite afirmar que la subdivisión del antiguo núcleo es anterior a la construcción del magnífico pórtico almohade de la casa nº 10. (94) Véase J. NAVARRO PALAZÓN y P. JIMÉNEZ CASTILLO, «La decora-

ESTUDIO SOBRE ONCE CASAS ANDALUSÍES DE SIYÂSA

ción almohade en la arquitectura doméstica: la casa nº 10 de Siyâsa», Casas y palacios de Al-Andalus. Siglos XII-XIII, Madrid, 1995, pp. 117-137. (95) El muro en cuestión finaliza a la altura de la pared perpendicular que separa la estancia septentrional de la cocina de la casa 12. Ignoramos la causa de dicha discontinuidad. (96) No sabemos las dimensiones exactas de la caja inferior pues está en parte soterrada. Las dos intermedias miden 45 y 47 cm de altura, y la superior alcanza los 83 cm, aunque debió de ser algo más alta pues se conserva incompleta. (97) La mayoría de las escaleras en el caserío excavado invaden los patios con el fin de poder acceder a la planta alta sin necesidad de generar quiebros en su trayectoria, lo que supone una importante economía del espacio utilizado por estos accesos. (98) Este vano contaba, al parecer, con mochetas, a diferencia de los otros dos. Hemos medido la anchura sin contar con estos elementos. (99) El pavimento del ángulo suroccidental apareció hundido, por lo que fue reparado por nosotros con yeso. (100) Los suelos del patio, cocina y crujía Norte están, sin duda, sobreelevados, puesto que el suelo del pórtico está más bajo que el del patio cuando lo habitual es que el patio está a la misma altura o algo más bajo. Parece lógico pensar que los pavimentos de los espacios antes reseñados fueron recrecidos mientras que el del pórtico se mantuvo en su nivel original. (101) El umbral se encuentra unos 20 cm más bajo que el suelo del zaguán con el fin de que las hojas de la puerta puedan batir hacia el interior. Esta solución es la misma que encontramos en algunos ingresos geminados de los salones. (102) La anómala ubicación de la letrina evidencia que la casa es el resultado de una reforma y no de una planificación ex novo. Habitualmente las letrinas se abren mediante accesos acodados al patio con el fin de estar mejor ventiladas; no obstante, su emplazamiento está condicionado, fundamentalmente, por la situación del pozo negro, que debe instalarse en algún lugar relativamente aislado del núcleo central. Además de la que nos ocupa, las casas nº 9 y 15 cuentan con letrinas abiertas al zaguán. (103) Véase J. NAVARRO PALAZÓN, «La casa andalusí en Siyasa: ensayo de una clasificación tipológica», La casa hispano-musulmana. Aportaciones de la arqueología, Granada, 1990, pp. 177-198. (104) La existencia de salones en la planta alta está bien probada arqueológicamente en las casas nº 16 y 17. (105) En efecto, algunos de los muros perimetrales son medianeros con otras viviendas y por ello nunca pueden ser derribados por completo en caso de que sea necesario repararlos, si no existía un acuerdo entre los dos propietarios. Por tal razón, normalmente estos muros eran reparados de manera independiente por cada una de sus caras; además, para no poner en peligro su estabilidad, se rehacían por tramos verticales o bataches. De esta manera, una vez desprovistas del enlucido las paredes presentan el aspecto de haber sido construidas a base de pilares yuxtapuestos. Para efectuar tales reparaciones se solía utilizar la mampostería o incluso el ladrillo. (106) Estaríamos, por tanto, ante un fenómeno muy parecido al de la casa nº 13 aunque no similar. En efecto, creemos que es bastante probable que la reforma en la casa que nos ocupa sea obra de los repobladores, mientras que tenemos más reservas en relación con la nº 13. En la casa nº 16 la presencia de dos puertas parece totalmente innecesaria, pues la del ángulo suroriental podría haber sido suficiente para dar ser-

vicio a todas las dependencias de la casa y, además, mantener una intimidad contra la que atenta el acceso directo al patio. En la casa 13 la privacidad de la vivienda no se sacrificó gratuitamente, puesto que se obtuvo un nuevo espacio doméstico, el establo, a cambio de perder el zaguán acodado. (107) Parece lógico pensar que la techumbre en cuestión pertenezca a una fase anterior de la vivienda, en la que la dependencia estuviera destinada a algún uso que no requería mayor altura pues no se desarrollaba en ella ninguna actividad que requiriera la presencia humana de manera continuada. En esta línea de argumentación, sólo se nos ocurre la posibilidad de que fuera un espacio de almacenamiento al que se accediera desde el establo pues, como ya hemos dicho, su escasa altura parece incompatible con el vano hacia el patio. Dado que, por otro lado, dicha puerta es contemporánea del muro, pues sus jambas están encofradas en los extremos de las cajas que lo conforman, habría que suponer que existió un muro anterior que fue demolido por completo. Todo esto son meras conjeturas ya que no existen pruebas incuestionables que demuestren nuestra hipótesis. (108) Lectura y traducción de Mª Antonia Martínez Núñez. (109) El arco en cuestión era idéntico a los de la ventana ajimezada de la casa nº 10. (110) Si bien es cierto que la sobriedad de las composiciones y los paños desnudos son característicos del estilo almohade, no en todos los edificios se aplicó por igual el rigor reformista, ni siquiera en los religiosos pues sabemos que la mezquita de assan en Rabat presentaba a finales del siglo XII un profuso ataurique digitado y la mezquita de Tinmal mostraba unas riquísimas celosías en las que alterna epigrafía y vegetación. El mismo tipo de ornamentación se recuperó en los baños almohades de Córdoba y, descontextualizada, en la plaza del Cardenal Belluga de Lorca. Es por ello que M. Ocaña hablaba de «almohadización» para explicar la intencionada adaptación del ataurique almorávide por parte de los alarifes «para que él mismo, sin perder un ápice de su fabulosa exuberancia, se grangease el aprecio de los Unitarios» (Vid. M. OCAÑA JIMÉNEZ, «Panorámica sobre el arte almohade en España», Cuadernos de la Alhambra, 26 (1990), pp. 92-107). (111) Es una característica típica en estas casas de reducida parcela invadir el patio con la escalera y/o letrina, tal y como sucede en las nº 2, 11, 13, 14, 15 y la que nos ocupa. Probablemente es la peculiaridad más específica de las casas de tipo «elemental». (112) Este último desagüe está documentado por la boca que vierte hacia la calle; sin embargo, no hemos podido documentar el imbornal. La ubicación que proponemos se basa en que ese lugar está justo frente a la boca mencionada y parece el emplazamiento más a propósito para un sumidero. (113) El pilar de sección en T es de ladrillo. Su lado mayor mide 37 cm, incluidas las mochetas que sobresalen 5 cm. Mide 28 cm de fondo. (114) Dicha dependencia se extendería desde la entrada del callejón hasta el límite de la casa que nos ocupa, de manera que el último tramo del callejón quedaría a cielo abierto. Así se evitaba la completa cubrición del adarve, con las dificultades que ello entrañaría en cuanto a iluminación y ventilación. La solución propuesta hace compatible la presencia de habitaciones en alto y la progresiva elevación del suelo del adarve, pues más allá de los límites marcados para la algorfa entrarían en conflicto las cotas del suelo del adarve y el forjado que sostiene la planta alta. Efectivamente, en el tramo final del callejón se interrumpe la suave pendiente del suelo para dar paso a una plataforma más elevada, a la que se asciende mediante un escalón.

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TERCERA CAMPAÑA DE EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS EN EL CERRO DE LA COBERTERA (ABARÁN/BLANCA - MURCIA)

François Amigues Johnny de Meulemeester André Mattys

MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

ENTREGADO: 1991

TERCERA CAMPAÑA DE EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS EN EL CERRO DE LA COBERTERA (ABARÁN/BLANCA - MURCIA)

FRANÇOIS AMIGUES, JOHNNY DE MEULEMEESTER, ANDRÉ MATTYS

Resumen: El Cabezo de la Cobertera, situado en el límite de los municipios de Abarán y Blanca, fue ocupado en el s. XIII y hasta el momento

de la Reconquista, como un granero colectivo fortificado perteneciente a un conjunto de explotaciones agrícolas del valle.

Hogaño se efectuó la tercera campaña de excavaciones en el yacimiento del Cabezo de la Cobertera (municipios de Abarán y Blanca). En el curso de la dicha Campaña se despejó el último tercio de la posición, o sea la parte Este-Sudeste. En este sector el yacimiento presenta unos cambios de niveles y un escalamiento del nivel de las estructuras. Se había acumulado en esta zona una capa más espesa de tierras y terraplenes diversos que tapaban las estructuras. Además, la acción de la erosión así como la del abarrancamiento por las aguas de lluvia provocaron el desprendimiento del reborde de la capa de pudinga que se llevó la parte de las estructuras, la más cercana al borde, y no dejó en plaza más que la roca madre. Además fue preciso efectuar nuevos sondeos en dos sectores ya investigados en 1989: en la parte superior del yacimiento (estructuras CC, XII y XVII) y en los sectores XIV, XV, XIB y XXIV. Esta nueva campaña permitió pues sacar a la luz del día la totalidad de los vestigios de este granero fortificado de época almohade. El sector Sudoeste del Cabezo lo ocuparon las zonas FF, GG, y n.º XIX. La zona GG que se investigó ya el año pasado, sólo fue limpiada; reveló que todo el sector, el nivel se volvió a cavar respecto al antiguo nivel de la época islámica;

aquí toda huella de suelo desapareció y sólo aparece la roca virgen.

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ESTRUCTURA XIX

Las observaciones procedentes valen también para esta estructura. Sin embargo, queda aún parte de la fachada interior Sur y si es caso, parte de la entrada que da a la calle XXXX; a la izquierda de la entrada perdura aún un nicho formando rincón y destinado a proteger un número grande de otras estructuras. El suelo desapareció casi por completo, pero se puede notar aún algunas huellas del muro Norte así como la pared de un posible silo. Técnica de construcción islámica. ESTRUCTURA XX

La entrada se sitúa en el ángulo Sudeste; en el lado opuesto, por la otra parte de la entrada, se halla el rincón (o nicho) para recibir la tinaja (a la izquierda de la entrada). Se sigue divisando el murete del silo que se levantó cuando las paredes maestras se habían enlucido. El suelo de la vivienda sigue relativamente bien conservado, sin embargo algunas partes del enlucido están destrui-

TERCERA CAMPAÑA DE EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS EN EL CERRO DE LA COBERTERA (ABARÁN/BLANCA - MURCIA)

ESTRUCTURA XXI

Su entrada está situada en el ángulo Noreste; tiene una forma de escalera bajando hacia el interior del cuarto (2 peldaños a partir del nivel de la calle). Las paredes interiores se han conservado y siguen con el enlucido de yeso. Esta estructura no presenta la huella del silo habitual; parece que sólo la constituía una sala. El suelo es de un enlucido de yeso colocado directamente sobre la roca. ESTRUCTURA XXII

Figura 1.

das; en cambio el suelo del silo queda bien conservado y es ligeramente sobrealzado (2 a 5 cm.) respecto al de la vivienda. En realidad esto corresponde a una refección de estos suelos mediante una segunda capa de yeso. Las paredes Sur conservan también huellas de reparación (enyesado). Técnica de construcción islámica.

La entrada está situada en el ángulo Noroeste; la indica una losa grande. Da a la calle XXXI. En el rincón opuesto, Noreste, se halla el hueco (nicho) destinado a recibir una tinaja formado por una losa colocada verticalmente. Del muro Este, sólo se conservó una parte. El suelo está en bastante mal estado. Es un revestimiento de yeso pero lo arreglaron con hormigón; esto permite suponer que esta construcción ha podido utilizarse de nuevo en la época cristiana, quizá sea el momento en que desapareció el muro interior del silo (como puede ser caso para el n.º XXI).

ESTRUCTURA J ESTRUCTURA XXV

Esta estructura pertenece al conjunto cristiano (G, H, I, J); su construcción pues es diferente; es de argamasa rosa y de material de reempleo islámico. La fachada interior está destruida, y el nivel del suelo es inferior al de la época islámica. Sin embargo este suelo es de yeso que sirve de argamasa a unas losas colocadas horizontalmente. Las paredes Sur y Este no son de la misma manera y parece que se han reutilizado unas construcciones anteriores de época islámica. La zona opuesta situada entre la fachada que da a la calle y las estructuras XXVIII y XIX resulta completamente perturbada. ESTRUCTURA XXX

La constituyen dos “depósitos” de 0,30 m. de hondo cada uno. Están situados entre el muro Sur de la estructura J y el muro Norte de la XX; por el momento es difícil decir si pertenece a la época cristiana o a la islámica. Podría pertenecer a la estructura J y, en este caso, sería cristiano. Sin embargo dicha zona profundamente perturbada plantea unos problemas de interpretación.

Esta estructura resulta casi completamente destruida. Sólo un resto de enlucido en la pared de separación medianera con la estructura XXII señala su presencia. El nivel del suelo es más bajo que el de la precedente y que el nivel árabe en general. ESTRUCTURA N

Parte del muro Norte está conservado; la técnica de construcción es idéntica a la de las estructuras I/J y A/B. Es una mezcla de hormigón rosa y de guijarros puestos en la roca que se cortó 10 cm. para recibirla. Esta parte parece sin embargo ser una refección tardía. En efecto, el muro Noreste se talló en la roca y se enyesó. El muro Oeste sólo se conoce por algunas huellas en negativo en el suelo y el yeso del suelo que sube ligeramente en el ángulo Nordeste. No se encuentran huellas ni del silo ni de la entrada. Esta estructura probablemente de origen islámico ha podido utilizarse de nuevo en la época cristiana.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

1. 2. 3. 4. 5.

Muros conservados Muros reconstruidos Suelos de yeso Zona perturbada Espacios reservados a la circulación

Figura 2.

ESTRUCTURA XXXI

Es una calle que da paso a los edificios XXI, XXII y XXV, y quizás también a la estructura “N”. Se rellenó con tierras muy duras y compactas. En un principio, quizá bajara en escalera. ESTRUCTURA XXXII

Es otra calle perpendicular a la calle n.º XXXI, al edificio n.º XXVI y si es caso a la construcción “N”. Se rellenó con tierras muy duras; un hoyo hecho por investigadores clandestinos viene perturbando el centro. ESTRUCTURA XXVI

Las pareces Norte y Este vienen cortadas en la roca. La entrada está situada en la calle XXXII; la marca una losa horizontal.

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Sólo quedan unas piedras de la pared transversal del silo. El suelo en la roca queda completamente arruinado. EL GRUPO DE ESTRUCTURAS K, L, M, N, O Y XXVI

Lo constituye un conjunto de estructuras que se siguen, pero cuya orientación no es la misma (Este-Oeste para K; Oeste-Este para L/M y quizá Norte-Sur para O); además se puede añadir a este grupo las estructuras N y XXVI que se sitúan más abajo hacia el Sur. Se constata que sufrió este grupo varios retoques. Por lo visto las estructuras K y L/M vienen cortando una estructura más antigua situada bajo el nivel del suelo, o sea el n.º XXVII que se tumbó pues para levantar estas estructuras K y L/M/ y la calle que las pone en comunicación, y esto cuando la misma época islámica. Por otra parte unas diferencias en la técnica de construcción deja suponer que esta parte se utilizó de nuevo en la época cristiana (estructuras N y n.º XXVI).

TERCERA CAMPAÑA DE EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS EN EL CERRO DE LA COBERTERA (ABARÁN/BLANCA - MURCIA)

Lamina Ia - Sector Oeste: estructuras P, Q, R.

Lamina Ib - Sector Oeste: estructura P.

L/M tiene una orientación opuesta a la de K. La entrada está situada en el ángulo Noroeste; en el centro del cuarto se halla un hogar. Perdura la pared fina y pequeña que separa el silo. Este tabique está asentado en el suelo de una estructura más antigua (XXVII) lo mismo que el silo queda implantado en una parte de dicha estructura XXVII. EL GRUPO CENTRAL (ESTRUCTURAS XIV, XXIV, XXVII, XXVIII Y XXIX): ESTRUCTURAS XIV-A Y XXVIII (ya excavadas en 1989) Lamina Ic - Sector Oeste: estructura Q.

ESTRUCTURA K

La entrada de la vivienda está situada en el ángulo Sudeste, este cuarto es la dimensión reducida comparado al plano habitual de dichas estructuras; se explicará sin duda por la falta de plaza en esta zona. El silo está cavado en la roca (muro Este). Contra el muro Oeste se halla un hogar; pero este muro Oeste está completamente arruinado. El tabique de separación del silo está hecho con locas colocadas verticalmente. El suelo del cuardo resulta muy gastado; es un revestimiento de yeso. Igual para las paredes y el suelo del silo. ESTRUCTURAS L/M

Como la precedente, esta estructura la forman los dos elementos constitutivos habituales: el cuarto de la vivienda (M) y el silo (L). Con K vienen opuestos por los dos silos.

Las excavaciones de 1990 revelaron que esta estructura sólo era en realidad el silo de la estructura XXVIII. El suelo de la estructura XIV se halla en el suelo de una estructura anterior (n.º XIV-B). La estructura XXIII es el cuarto de la vivienda correspondiente al silo XIV-A. Este cuarto tiene las paredes Norte y Sur cavadas en la roca. Habían conservado el enlucido de yeso. En la parte Sur del cuarto se descubrió un hogar grande. El tabique de separación con el silo también se conservó. El suelo de yeso está bastante bien conservado. ESTRUCTURA XIV Y XIV-B

Son las dos partes de una misma estructura, compuesta como siempre de un silo y un cuarto. La estructura XIV es en realidad el cuarto de la vivienda correspondiente al silo XIVB; en efecto ambos elementos son separados como siempre por el pequeño tabique. El yeso que cubre las paredes y el suelo está particularmente cuidado. Un fogal en unas losas se hallaba en la parte cubierta por la estructura XI-A.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

ESTRUCTURA XXIV

Se ubica más abajo de la plataforma rocosa superior. Es un espacio amplio arreglado en unidades de construcción entre la plataforma rocosa y la estructura XVII. Las paredes sólo son visibles en algunos muy pocos lugares. Pero la pared Sur sigue en plaza; la entrada está en esta pared, en el ángulo Sudeste. El suelo perdura en unos pocos lugares y se arregló varias veces (capas sucesivas de revestimiento). ESTRUCTURA XVII Lamina II. a) Parte central del Cabezo. Estructuras XIV, XIVA y XIVB.

La entrada con peldaño de esta construcción está situada en la calle ubicada encima de la estructura XXIII. A la derecha de esta entrada se halla el fogal y un hueco para la tinaja. Las paredes quedan bastante bien conservadas (hormigón rosado). El sitio del tabique de separación del cuarto de vivienda y del silo se ven en el suelo. Los suelos de ambos elementos de esta estructura están bien conservados. Por tanto se puede determinar la profundidad del silo, pues su límite de su suelo de yeso al Norte. En el caso este, el silo tiene las mismas dimensiones que el cuarto de la vivienda, lo que no suele ser el caso (el silo suele ser siempre más pequeño). Lamina II. b) Superposición de estructuras en el sector XIV.

ESTRUCTURA XII

Resulta muy arrasada. Las partes mejor conservadas son el muro común con la estructura XVII, el suelo de yeso de bastante mala calidad posado en la misma roca. El enlucido se eleva hacia las paredes. La presencia de un silo es posible aunque no atestiguada. La entrada del cuarto de vivienda está situada en medio de la pared Sur. A la izquierda de esta entrada en el rincón Sudoeste está el hueco para la tinaja y la huella de una estaca de palo. ESTRUCTURA CC Lamina II. c) Parte superior del Cabezo. Derecha: estruct. XVII; izquierda: estruct. XXIV.

El suelo del cuarto de la vivienda es de un bello enlucido de yeso bien alisado y fino. El del silo lo cavaron en la roca. Este conjunto es cubierto al Norte por la estructura XI-A y al Sur por la estructura XXVIII.

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Muy poca cosa queda de esta estructura. La presencia de un silo es posible. Sñolo se conserva una parte de la pared Norte y algunas huellas del suelo. Éste se puso de nivel (a causa de las asperezas de la roca) mediante unas losas (ángulo Noroeste).

TERCERA CAMPAÑA DE EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS EN EL CERRO DE LA COBERTERA (ABARÁN/BLANCA - MURCIA)

ESTRUCTURA XXXIV

Parece ser la zanja de construcción (o de destrucción) del aljibe. Está tallada en la roca. Se llenó después de guijarros gruesos y de tierra. En el fondo (-1,50 m.) se encontraron unos cascos de cerámica islámica (principios del s. XIII). ESTRUCTURA XXXV

Es una porción de calle en forma de escalera que va del aljibe hacia la estructura R a la que da paso. Da la vuelta a la esquina de la estructura S. Lamina III. a) Parte superior del Cabezo. Estructura CC (Este).

ESTRUCTURA R

Es preciso bajar un peldaño para acceder a ella. Esta entrada está abierta en una pared que nace bajo la roca para ir a arrimarse contra el muro de la estructura S. A lo habitual se compone de un cuarto de vivienda y de un silo. Se notan en el suelo las huellas del tabique fino de separación entre dichas dos partes. En las paredes del silo y en la roca que constituye la pared del lado Oeste se sigue notando los restos del enlucido de yeso. Del muro oriental sólo quedan unos segmentos en el reborde de la plataforma rocosa. El suelo resulta arruinado del todo. ESTRUCTURA P/Q

Lamina III. b) Parte superior del Cabezo. Estructura XII.

La componen los dos elementos habituales comunes a la mayor parte de las estructuras: el silo y el cuarto de la vivienda, Q siendo el silo y P el cuarto. La entrada se sitúa en el rincón Sudoeste de la estructura P. Las paredes están enlucidas con yeso (2 pasadas diferentes), la roca es lo que sirve de pared en la parte Oeste y también viene enlucida con yeso. El tabique de separación entre el cuarto y el silo fue edificado cuando ya habían sido enlucidas las paredes de los muros laterales. El suelo conservado por parte es revocado de yeso. Se nota la presencia de un hogar en el centro del cuarto de la vivienda. ESTRUCTURA XXXVI Lamina III. c) Sector Oeste. Estruct. XXII.

Es una calle que da acceso a la estructura P/Q, comprende una escalera de tres peldaños tallados en la roca. La llenaba tierra muy dura y compacta. Quizá diera también acceso a unas estructuras completamente desaparecidas en la zona situada en la roca entre “O” y P/Q.

ESTRUCTURA XIII

Casi nada queda de esta estructura. Podía ser un silo. El suelo se conserva en partes; lo constituye un enlucido de

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

yeso en la roca. En esta estructura ya investigada en 1989 es donde se halló la moneda cristiana de Juan I de Castilla (1405-1454).

La tercera campaña confirmó las hipótesis emitidas en los informes precedentes, tanto en cuanto a la cronología como en la naturaleza de las construcciones que constituyen efectivamente un granero fortificado colectivo fechable en el fin de la época almohade. Además trajo unos elementos nuevos que ya se sospechaban en las campañas anteriores. En efecto, la parte alta del Cabezo de la Cobertera (estructuras CC, XII, XIII, XVII, XXIII, XXIV, XXVI, XXVII y XXXIII) sufrió reformas en el mismo periodo almohade (principios del s. XIII). La organización espacial del granero fue modificada (particularmente la orientación de las estructuras). Bajo la estructura XII, aparecen unos vestigios muy arrasados (suelo) de una estructura anterior idéntica (n.º XXXIII) constituida de una habitación por delante y un silo en el fondo; su orientación Norte-Sur es idéntica a las de las demás estructuras superiores (XII y XVII).

En cambio, bajo la calle que linda las estructuras CC, XIII, XVIII y XXIV, aparece otra estructura (n.º XXII) de composición idéntica a las precedentes, pero de diferente orientación (Este-Oeste). Esta construcción la echaron abajo para abrir la calle que, desde entonces, da paso a dos series de estructuras paralelas que se dan cara a cada lado de aquella calle, o sea: –al Norte, los números XXVIII, XXIV, XVII, XII y CC. –al Sur, la serie L, M, O. Otros vestigios de modificaciones aparecen en el sector XIV. Aquí se nota la superposición de una estructura compuesta de los n.º XIV y XIV-B a otra estructura que consta de los números XXVII y XIV-A. También en época cristiana (s. XV), la abertura de la calle que linda el sector G-H-I-J hizo desaparecer varias estructuras de la época islámica cuyos vestigios arrasados se hallaron en cuanto a una de ellas n.º XVIII). En cuanto a las estructuras XX, XXI, XXII y XXV, dispuestas paralelamente al borde de la mesa de roca madre, siguen la organización primitiva del granero fortificado de época almohade a la que pertenecen tanto por esta disposición como por el tipo de construcción del tapial. En resumen, el Cabezo de la Cobertera situado en el límite de los municipios de Abarán y Blanca fue ocupado en el s. XIII y hasta el momento de la Reconquista, por un granero colectivo fortificado perteneciente sin duda, a un conjunto de explotaciones agrícolas del valle. Por el momento, es difícil decir a qué unidad administrativa de la época almohade pertenecía (Abarán, Castillo de Blanca o ciudad islámica de Cieza). El estudio posterior de los alrededores y de los paleopaisajes, así como el del parcelario y del sistema de irrigación de la huerta, dará lugar a su descubrimiento. Este estudio es el que nos proponemos efectuar en un próximo porvenir.

Lámina IVa. Sector Oeste. Estructura XX.

Lámina IVb. Sector Oeste. Estructura XI.

ESTRUCTURA XXIII

Esta estructura se arrasó completamente para abrir la calle que da acceso a las estructuras L/M, “O”, XXIV, XVII y CC. Sólo quedan las huellas de su plano y al Sur de yeso. Estaba orientada Oeste-Este, con la entrada al Oeste. Constaba del cuarto de la vivienda y del silo cuyo tabique fino de separación se encontró bajo el suelo de la calle. CONCLUSIONES

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I CAMPAÑA DE EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS EN EL CERRO DEL CASTILLO. JULIO 1990 (YECLA, MURCIA)

Liborio Ruiz Molina

MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

ENTREGADO: 1994

I CAMPAÑA DE EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS EN EL CERRO DEL CASTILLO. JULIO 1990 (YECLA, MURCIA)

LIBORIO RUIZ MOLINA

Resumen: La excavación arqueológica y revisión planimétrica de las estructuras superficiales en la totalidad del castillo han permitido el estudio los materiales de construcción y cronología de la torre NE.

Junto a su carácter defensivo, se ha constatado la presencia en su interior de un aljibe o cisterna.

El Cerro del Castillo, de formación calcárea se sitúa a 38° 37´ Latitud Norte y 1° 6´ Longitud Oeste. Cuenta con una altitud de 750 m.s.n.m. dominando una amplia vega a la que van a desembocar las aguas de diversas sierras del término municipal. Al Norte las sierras del Príncipe y Cuchillo; al Noroeste, Santa Bárbara, Tobarrilas y Marisparza; al Este, la sierra de Salinas, y al Oeste Moratillas y Arabí. Este valle-corredor que recorre en dirección Norte-Sur la totalidad del territorio municipal, pone en contacto la ciudad de Yecla con la Meseta, Levante y SE peninsular. El cerro se sitúa en el centro de este eje, contando su cima con una planicie de unos 3.200 m. a la altura de la curva de nivel 745 m., a lo largo de la cual se desarrolla el recinto superior de la fortaleza árabe. Éste nos describe una planta irregular con tres salientes donde se instalan tres torres defensivas orientadas al EN., NO y SE. Las dos primeras son de mayor envergadura, integradas en las líneas defensivas de la cara Norte, que describe un trazado de cubos en saliente. Las caras Sur y Este, por el contrario, cuentan con menor obra de fortificación por la propia disposición natural de terreno. En julio del año 1986 se efectuó la primera intervención arqueológica sobre el yacimiento. Los objetivos que por aquel entonces nos marcamos se orientaron a la toma de muestras en superficie y al levantamiento topográfico de los

restos arquitectónicos visibles. Por lo que respecta a los materiales cerámicos se contabilizaron 1.233 registros en la Torre I (NO) y 656 registros en la torre II (NE).

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CUADRO I: Distribución general de cerámicas por culturas. Muestreo en superficie año 1986 C. Ibéricas C. Romanas C. Medievales C. Modernas

Torre I 28,67 % 5,38 % 61,71 % 4,1 %

Torre II 18,67 % 1,6 % 72,82 % 6,94%

Cronología s. IV / III a. C. s. II a. C./I d. C. s. X/XV s. XVI-XVIII

CUADRO II: Distribución cerámicas medievales. Muestreo en superficie año 1986. Grupo Torre I Pintadas 19,1 % Esgrafiadas 0,73 % Cuerda Seca (p) 3,67 % Vidriadas 1,47 % Molduradas 16,67 % Incisas 10,10 % Lozas Azules 5,15 % Lozas Doradas 2,94 % Lozas Az./Do. 0,73 %

Torre II 32,20 % 1,67 % 6,67 % 6,67 % 12,10 % 8,47 % 1,47 % 1,71 %

Cronología s. XII/XIII s. XIII s. XI/XII s. XII/XIII incierta s. XI/XIII s. XV s. XIV-XV s. XV

I CAMPAÑA DE EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS EN EL CERRO DEL CASTILLO

Figura 1. Cerro del Castillo. (Yecla - Murcia) Planta General.

A la vista de estos datos, la presencia humana en época ibérica y romana parecía evidente, dándose una mayor concentración en el área NO. También era igualmente observable porcentajes ligeramente superiores de cerámicas medievales en el área NE. del yacimiento, predominando en ellas las producciones de los siglos XII al XIII. El levantamiento topográfico nos proporcionó una aproximación precisa a la distribución espacial del castillo (hisn). Así, se diferenciaban dos espacios: uno abierto, que abarcaría el centro y el extremo SE en conexión con la torre II situada en el extremo NE., configurando el denominado albacar; y un segundo espacio de menores dimensiones situado en el extremo NO, que quedaba separado por un conjunto de estructuras arquitectónicas dispuestas de forma perpendicular a los muros exteriores de la cara Norte, junto a una gran cisterna de planta rectangular de 10 x 3 m., constituyendo éste el reducto principal.

La técnica constructiva empleada en la construcción de los restos arquitectónicos conservados es la denominada de la tabiya es decir, tierra compactada mezclada con cal y materiales pétreos de tamaño medio, dando como resultado un consistente mortero; y su variante, en la que a la tabiya se añade un encofrado, reforzando con ello sus funciones defensivas, como es el caso de la línea de cubos en saliente ubicada en la cara Norte. La medida base de los muros parece obedecer al llamado codo ma´munní (0,41 m. de anchura). Así, los muros interiores contarán con un codo frente a los exteriores (cara norte) que medirán tres codos. La altura conservada en los paramentos oscila según áreas entre 2 y 3,5 m. Las prospecciones arqueológicas efectuadas en el conjunto del yacimiento, nos han permitido localizar algo más de una veintena de puntos con restos de construcciones de factura similar a las de la cima, concentrándose todos ellos

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Figura 2. Alzado muro Noroeste. Torre NE.

Figura 3. Alzado muro exterior Noroeste. Torre NE.

en el lado Norte del cerro entre las curvas de nivel 700 y 750 m., constituyendo el arrabal o núcleo de población instalado al abrigo de las defensas del castillo.

caras internas de los muros laterales. Este espacio parece haber tenido la función de cisterna o aljibe. El corte II nos permitió localizar un tramo de canal construido a base de piedras irregulares unidas con argamasa de cal y arena, contando con 0,50 m. de anchura y 0,70 m. de alzado. No se pudo verificar el arranque del canal al quedar el trazado fuera del corte. Suponemos, por tanto, la existencia de un colector de agua en la parte alta del farallón, desarrollando desde allí su recorrido hacia la parte inferior de la entrada a la torre, donde fue localizado un pequeño oalderón excavado en la roca que parece obedecer a las funciones propias de una pileta de decantación de limos. Desde allí arranca un segundo canal que cruza, a nivel de cimentación, los muros Suroeste y central para desembocar en el interior del supuesto aljibe (Espacio 2). Este canal continúa su trayectoria en parte por debajo del pavimento de mortero hasta encontrar el desagüe en el exterior del lienzo noreste, próximo al vértice Norte. La técnica constructiva del conjunto es la ya descrita de la tabiya, con el característico encofrado en los muros central, Noroeste y Suroeste. Los lienzos Noreste y Sureste no ofrecen el referido encofrado, revistiendo la tabiya con hiladas de piedras irregulares unidas con argamasa de cal y arena.

II. I CAMPAÑA DE EXCAVACIONES. JULIO 1990

La Torre NE.: Las estructuras arquitectónicas

La excavación efectuada sobre la torre NE., la mejor conservada del conjunto, se planteó con el convencimiento de establecer con precisión el momento de construcción de la misma, intentando con ello obtener un primer punto de apoyo cronológico para futuras intervenciones, al tiempo que podríamos establecer su funcionalidad en el contexto del yacimiento. Para ello marcamos dos cortes: el corte I de 6,5 m. x 5 m., correspondiendo al interior de la torre, y el Corte II de 4 m. x 4 m. situado en el exterior junto al muro Suroeste de la estructura. El vaciado de ambos cortes puso al descubierto la totalidad de la construcción que se ajusta a las medidas del corte I, conservando dos cuerpos en altura. El inferior a modo de plataforma adaptada a la topografía del terreno con un alzado de 2,40 m. en su vértice E y 1,20 m. en su vértice N ; y el cuerpo superior (intermedio) que sólo ha conservado 1,10 m. de alzado. El acceso al interior se efectúa por una puerta de 0,90 m. de altura situada en el extremo del muro Suroeste. El interior queda compartimentado en dos espacios por medio de un muro central de 0,82 m. de anchura. El primer espacio de 4 m. x l m. conserva restos de yesería a modo de pavimentación. El segundo espacio de 4 m. x 2,50 m., presenta pavimentación de mortero y doble capa de enlucido en las

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Análisis porcentual de los materiales cerámicos

Los materiales cerámicos hallados en los dos cortes son muy abundantes contando con un total de 1.372 registros inventariados. Debemos hacer notar que éstos se han hallado revueltos en los tres estratos constatados, que aun-

I CAMPAÑA DE EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS EN EL CERRO DEL CASTILLO

Figura 4. Planta Cortes I/II.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Figura 5. Sección Torre NE.

que diferenciados por su propia morfología, se muestran como capas de relleno de la estructura defensiva, producto sin duda del arrastre procedente de la parte alta del farallón al interior del aljibe o cisterna. Por ello, su análisis ha de contemplarse como referencial y en todo caso como instrumento de cronología relativa, debiéndose emplear con la cautela propia que nos marca este condicionante. CUADRO III.: Distribución general por culturas. I Campaña. Julio 1990.

Ibéricas Romanas Medievales Modernas

Registros 64 6 1080 222

% 5,64% 0,43% 77,74% 16,18%

A la vista del cuadro es evidente el predominio de las producciones medievales, siendo significativa la presencia de registros ibéricos, marcando dentro de este grupo, las denominadas de tradición indígena un 52% (s. III/II a. C.), un 32% las

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clásicas (s. IV a. C.) y un 16% las comunes o no decoradas. La secuencia romana viene dada por un índice porcentual muy bajo, con tan sólo cinco registros de Campaniense A (s. II a. C.) y un registro de Terra Sigillata Hispánica Tardía (s. III/IV d. C.). En cuanto a los registros medievales nos ofrecen una rica variedad de producciones, siendo las más abundantes las adscritas a los siglos XII y XIII con un 38,34% sobre el total. Las producciones denominadas comunes incluyen las decoradas con moldura a baquetón representadas por un 6,24%;y aquellas, que aun careciendo de decoración presentan en sus exteriores engalba blanca, marcando estas un 18%. Ambos subgrupos hemos creído conveniente incluirlos con las producciones del siglo XIII. El 8,92% restante nos ofrece una cronología incierta. CUADRO IV: Distribución producciones medievales. I Campaña. Julio 1990. Producción Comunes Incisas

Fragmentos 457 42

% 33,16 3,06

Cronología s.XIII Incierta s. X/XIII

I CAMPAÑA DE EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS EN EL CERRO DEL CASTILLO

CUADRO V: Distribución formas-tipos producciones cerámicas medievales (en %). I Campaña. Julio 1990. Abiertas Alcadafe Ataifor Escudilla Jofaina Tapadera

12,68 5,17 4,02 42,52 0,54 1,14

Indeter.

46,54

Cerradas Candil Jarra Jarrita Olla Ollita Redoma Tinaja Indeter.

40,59 0,17 0,34 10,05 1,72 0,17 0,51 1,61

Indeter. 46,73

86,71

Análisis de la Unidades Estratigráficas

Hemos identificado seis unidades estratigráficas que pasamos a describir a continuación:

Lámina I. Detalle Exterior Torre NE. Muro NE. Cimentación.

Pintadas 165 Impresas 4 Esgrafiadas 3 Estampilladas 3 Vidriadas 307 Cuerda Seca (p) 6 Loza Dorada 15 Loza Azul 42 Loza Azul-Dorada 4 Loza Blanca 32

12,02 0,29 0,21 0,21 22,21 0,43 1,09 3,06 0,29 2,33

s. XIII s. XIII s. XIII s. XIII s. XII/XIII s. XI/XII s. XIV/XV s. XV s. XV s. XV/XVI

En cuanto a la distribución de los registros cerámicos por formas-tipos, hemos podido reconocer un 12,68% de formas abiertas, de las que el tipo más abundante es la escudilla con un 45,5% coincidiendo con las producciones de los siglos XIV/XV. También, aunque en porcentajes muy bajos, se constata la presencia de los tipos alcadafe, ataifor y jofaina. Las formas cerradas nos sitúan en un 40,59% identificándose los tipos candil, olla, redoma, tinaja y jarrita, siendo esta última el tipo más abundante con 10,05%, correspondiente a producciones pintadas al manganeso fechadas en el siglo XIII.

U.E. 1000: Estrato Superficial. Tierra muy compactada con piedras irregulares. Potencia: máx.: 0,78 m.; mín.: 0,46 m. Cronología: ss. XVI/XX. U.E. 1001: Estructura. Muros de tabiya y encofrado de la Torre NE. (Corte I) Cronología: ss. XI/XII. U.E. 1002: Estructura. Pilar construido con piedras irregulares unidas con argamasa de cal y arena, y enlucido de yeso en caras exteriores, adosado a la torre NE. (Corte II). Cronología: ss. XIII/XIV. U.E. 1003: Estrato. Tierra marrón compactada que sirve de base a U.E. 1002. Potencia: 0,35 m. Cronología: ss. XII/XIII. U.E. 1004: Estrato. Tierra parduzca apelmazada interior torre. Potencia: 1,68 m. Cronología: Incierta. U.E. 1005: Pavimento de mortero interior espacio 2 torre. Cronología: s XI/XII. U.E. 1006: Estrato. Grandes bloques de piedra y tierra compactada a modo de plataforma que sirve como base a la construcción de la torre, y en concreto a la U.E. l006. Cronología: s. XI. R.B.: Roca Base CUADRO VI: Unidades Estratigráficas. CORTE I.

CORTE II

Cronología

1000

1000 1000 1000 1000 1000 1000

1000

ss. XVI/XIX

1000

1000 1000 1000 1000 1000 1002

1000

ss. XIII/XIV

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Lámina II. Fotografía !: Torre NE. Vista exterior vértice E.

1001

1000 1001 1000 1001 1003 1003

1001

1004 1001 1004 1001 1004 RB

1001

1005 1001 RB

1001

1006 RB

RB

RB

RB

RB

RB

ss. XII/XIII Incierta ss. XI/XII s. XI

Consideraciones finales

Las diversas monografías que desde finales del siglo XVIII a nuestros días han estudiado en mayor o menor medida el yacimiento objeto de estudio, se han movido en estériles discusiones sobre un curioso movimiento pendular de la población entre la villa romana de Los Torrejones y el propio Cerro del Castillo. Sólo en la última década algunos estudios parciales nos proporciona elementos sólidos de apoyo para la revisión de la historia medieval de Yecla. Indudablemente el método arqueológico se presenta como la herramienta imprescindible para esta labor. La continuidad de los trabajos arqueológicos en áreas urbanas como Murcia y en ámbitos rurales como Yecla, nos proporcionarán en el futuro una visión completa y precisa de la evolución histórica de nuestra región entre los siglos VIII al XIII, periodo del que la actualidad comenzamos a vislumbrar su grandeza.

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Las fuentes árabes que hacen referencia a Yecla son ciertamente escasas, de ahí la importancia de las labores arqueológicas. Por ellas sabemos, que el nombre de Yecla obedece al topónimo Yakka. Según nos informó Ibn Sa´id, Yakka, en los ss. XII al XIII, era un hisn, es decir, un castillo rural con un núcleo de población estable. Por otra parte, el funcionario Ibn al-Abbar, contemporáneo a Ibn Said, señalaba su pertenencia a la cora de Murcia, separándola de la capital 45 millas. Los trabajos arqueológicos en esta primera campaña nos han permitido establecer una serie de consideraciones de carácter técnico, tanto desde un punto de vista constructivo como funcional, aproximándonos con ello a unas primeras referencias cronológicas. Distinguimos en lo espacial, nos referimos al recinto fortificado superior, dos áreas: la primera, el albacar o refugio temporal, situado en el centro y SE, ocupando 2/3 partes de la planicie de la cima; y el reducto principal, espacio relegado a construcciones hidráulicas y almacenes. Los materiales cerámicos nos indican presencia humana entre los siglos IV al II a. C., aunque en porcentajes muy bajos y fuera de un contexto arqueológico claro. Los regis-

I CAMPAÑA DE EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS EN EL CERRO DEL CASTILLO

Lámina III. Vistas exterior Torre NE. Vista exterior vértice S.

tros medievales cubren la secuencia cronológica entre los siglos X al XI. Estimamos que el castillo se debió construir en los últimos tiempos del califato cordobés, adquiriendo una relativa importancia durante el periodo de taifas (s. XI). A esta originaria importancia, esencialmente militar, se debió sumar el factor de desarrollo económico de los siglos XII al XIII, momento de mayor esplendor para el hisn Yakka, por lo menos, así parecen sugerirlo las fuentes escritas de la época y los porcentajes de producciones cerámicas. No hay indicios de construcciones cristianas como ocurre en castillos próximos (Jumilla, Almansa, Villena o Sax), lo que nos hace pensar que el hisn Yakka como punto estratégico no debió tener para los castellanos el valor de otros tiempos. Los bajos porcentajes de cerámicas de los siglos XIV/XV parece reforzar esta consideración. Las causas y circunstancias precisas de su abandono, quizás haya que buscarlas, de forma indirecta, como consecuencia de las acciones militares castellanas en las zonas circundantes durante el siglo XIII. Otro aspecto que nos queda por definir y que nos parece de gran interés son los restos de construcciones localizadas en la parte media del cerro en su ladera Norte, es decir, lo que vendría a constituir el arrabal musulmán, esperando que sucesivas campañas nos permitan ampliar nuestros conocimientos al respecto.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Lámina IV. Vistas interior. Vista general interior Torre NE:

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Lámina V. Vista interior Torre NE. Apertura canal colector de aguas.

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LA QUBBA ISLÁMICA DE LA CALLE CAVA N.º 11, LORCA

Andrés Martínez Rodríguez Juan Luis Montero Fenollós

MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

ENTREGADO: 1996

LA QUBBA ISLÁMICA DE LA CALLE CAVA N.º 11, LORCA

ANDRÉS MARTÍNEZ RODRÍGUEZ, JUAN LUIS MONTERO FENOLLÓS Museo arqueológico de lorca

Resumen: Las intervenciones de urgencia en el casco urbano de Lorca en el año 1990 han permitido documentar un sector de la necrópolis islámica de los siglos XI al XIII, concretamente en el solar de la calle

Cava se pudo excavar a un nivel muy superficial un panteón funerario vinculado a un oratorio islámico del siglo XII d.C.

Las excavaciones de urgencia que se vienen realizando en el casco urbano de Lorca desde el año 1984, unido a la pervivencia de importantes tramos de la antigua cerca con la Puerta de San Antonio y incluso el trazado de determinadas calles, nos van aproximando a la imagen de la Lorca musulmana que describió Al-Idrisi en el s. XII: «Lorca, villa importante fortificada sobre una montaña, con un bazar y barrio rodeado de muros y situado debajo de la villa. Hay allí un mercado de harinas y otro de droguerías. El país produce tierra amarilla y roja de la que se hace una gran exportación». Esta breve descripción y la de otros geógrafos árabes (AlUdri, Al-Himyari, Yaqut...) no aportan ningún dato sobre la ubicación y características de los cementerios que completarían el esquema típico de una ciudad musulmana. Hasta la realización de esta excavación únicamente conociamos la existencia de la maqbara de Lorca a través de dos fragmentos de losa sepulcral de mármol con inscripciones epigráficas estudiadas por D. Rodrigo Amador de los Ríos (1897 y 1900). Otro dato sobre está necrópolis islámica nos lo ofrecía la tradición oral, son frecuentes los comentarios de los vecinos del barrio de Santiago sobre el hallazgo de enterramientos al hacer remociones de tierra en las calles Cava, Rojo, Alburquerque, Corredera y Plaza de España.

Lo característico de los cementerios islámicos es su situación extramuros y su proximidad a las puertas principales de la muralla de la ciudad (TORRES BALBAS, 1981:145). La existencia en esta zona de Lorca de la puerta medieval de Gil de Ricla, encubierta y reutilizada parcialmente en la construcción del Colegio de la Purísima y la amplia dispersión de hallazgos casuales en este barrio, nos permitía recoger la idea expresada por D. Joaquín Espín de que este cementerio se extendería desde la puerta de la Palma hasta la calle del Álamo (ESPÍN, 1909). La posibilidad de excavar en el solar de la calle Cava nº11 (fig. 1) nos permitía aproximarnos por vez primera, desde el punto de vista arqueológico, al aspecto funerario de la Lorca islámica.

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I. PROCESO DE EXCAVACIÓN

La excavación se efectúo en el periodo comprendido entre el 5 de abril y el 22 de mayo de 1990, con una breve interrupción de una semana debido a las fuertes lluvias que afectaron negativamente a los trabajos arqueológicos. La superficie que ocupaba el solar nº11 de la calle Cava era de 92,5 m2, ciñéndose a la excavación por motivos de seguridad al ángulo formado por las calles Cava y Rojo, que ocupaba una superficie excavable de 52 m2. Posteriormente

LA QUBBA ISLÁMICA DE LA CALLE CAVA N.º 11, LORCA

Fig. 1. Situación del solar de la Cava nº 11 en el plano de la ciudad de Lorca.

se hizo un seguimiento del vaciado de los pozos del sector opuesto, dando como resultado la documentación de niveles de relleno carente de interés arqueológico. El método utilizado fue la excavación por extensión al tratarse de un solar pequeño y con escasa potencia estratigráfica. Una vez delimitado el estrato I se pasó a la excavación por unidades estratigráficas: tumbas y habitaciones, dotadas de numeración correlativa. La estratigrafía es muy simple, estando compuesta por un estrato superficial revuelto de color marrón oscuro, donde el material moderno se mezcla con cerámicas cristianas (siglos XIV y XV). El siguiente estrato, que denominamos I, es de color marrón. Está vinculado a las estructuras y enterramientos musulmanes, con un material cerámico homogéneo de la primera mitad del s. XII. Las estructuras asociadas al estrato I se superponen a un estrato marrónverdoso de textura blanda por la abundancia de tierras de arrastre con un material revuelto, donde predominan las

cerámicas prehistóricas e ibéricas. La estratigrafía por su poca potencia estaba afectada en varias zonas por la intrusión de remodelaciones posteriores para dar consistencia al edificio del XVIII-XIX. Estas afectaron también a las estructuras islámicas, pues estaban cubiertas por un escaso depósito arqueológico, que en algunas zonas apenas alcanzaba los 0,25 m. II. ARQUITECTURA (fig. 2)

La excavación ha permitido aproximarnos a los modelos arquitectónicos empleados en construcciones funerarias de la Lorca musulmana. Se ha documentado un panteón funerario vinculado a una edificación situada en el interior de la maqbara de Lorca formada por cuatro dependencias. La descripción y estudio de este edificio se ha realizado individualizando habitaciones y enterramientos (lám. 1 y fig. 2).

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Fig. 2. Planta del área excavada con los restos arquitectónicos exhumados.

II.1. Unidades de habitación

La técnica constructiva de todas las habitaciones está supeditada a la utilización prioritaria del adobe y el yeso. El adobe siempre es empleado para los alzados y muretes, mientras que el yeso se usa para los pavimentos y enlucidos de los alzados de adobe. Los muros perimetrales son de mayor envergadura, por lo que se recurre al empleo de una técnica constructiva del tapial que aporta mayor consistencia a estos muros de carga. Los muros 6 y 8 están realizados mediante dos muretes paralelos de adobe, unidos cada 20 cm. por otros cuadrangulares, rellenos a su vez por un adobe rojizo. El muro 3 que separa los enterramientos de la habitación principal del panteón está realizado con un relleno interior de tierra, piedras y adobe y enlucido en ambas caras con yeso. El muro 9 fue elaborado con piedras trabadas con mortero de cal. II.1.1. Habitación 1 (fig. 2)

La habitación 1 delimitada por los muros 3, 4 y 6 se conserva parcialmente. El único muro completo es el 4, en cuya

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parte central se abre un vano que da paso a la habitación 2. Esta dependencia estuvo pavimentada por dos suelos de yeso superpuestos. El superior de color amarillento y factura menos cuidada, se superpone a un suelo de color blanco. II.1.2. Habitación 2 (fig. 2)

Esta dependencia de forma cuadrangular presenta una superficie de 10,5 m2 delimitada por los muros 3, 4, 5-9 y 6. Se han podido identificar tres pavimentos superpuestos en las inmediaciones del muro 4. El más antiguo es de color blanco, sobre éste hay otro de color rosado y un tercero de color amarillento semejante al de la habitación 1. En el ángulo formado por los muros 5 y 6 se documentó una cavidad revestida de yeso que albergaba gran número de carbones, interpretado como un posible pebetero. El muro 6 está muy mal conservado debido a que una reutilización posterior cerró un gran vano que facilitaba el acceso al edificio desde el exterior. En el ángulo 3-9 suponemos se situaba otra entrada que comunicaría las habitaciones con el panteón.

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Fig. 3. Sección de los enterramientos que forman parte del panteón.

II.1.3. Habitación 3 (fig. 2)

Es una pequeña dependencia rectangular cerrada por los muros 5, 7 y 8. El muro de cierre del lado Este no se conserva. El acceso a esta dependencia se desconoce, aunque debió abrirse en el muro 6. La pavimentación semejante a la utilizada en las habitaciones 1 y 2, está realizada con un suelo de yeso blando de factura cuidada situado sobre otro amarillento. Sobre este pavimento se hallaron gran número de improntas de yeso y tejas pertenecientes a la techumbre.

cabecera de las sepulturas (SW) se adentraban bajo la vivienda colindante. II.2.1. Enterramiento 1

Orientación: N-S Descripción: los huesos infantiles estaban totalmente movidos posiblemente desplazados al construirse el panteón. II.2.2. Enterramiento 2 (fig. 3, lám. 2)

II.1.4. Habitación 4 (fig. 2)

Pequeña estancia rectangular de 1,60 m. por 0,60 m. delimitada por cuatro muros enlucidos (7, 8, 9 y 10). Este habitáculo, posiblemente un mirab, está comunicado con la habitación 2 a través de un pequeño vano de 0,40 m. abierto en el muro 9. El pavimento de yeso sobre una preparación de adobe rojizo únicamente se conserva junto al muro 8. II.2. Enterramientos (fig. 3)

La excavación permitió documentar cinco enterramientos de adultos y uno infantil. Cuatro de estas sepulturas orientadas SW-NE estaban recogidas entre dos muros de encofrado paralelos y unidas por un pasillo al que se accedía desde la sala principal del edificio (habitación 2) por un vano abierto en el muro 3. Este pasillo disponía de dos peldaños que facilitaban el acceso a la sepultura 6 dispuesta a una cota inferior. El proceso de excavación confirmó que las cuatro tumbas encuadradas por los dos muros de encofrado configuraban una misma estructura, con un enterramiento junto a otro a modo de panteón. (fig. 3). Esta estructura no se pudo documentar en su totalidad debido a que la

Orientación: SW-NE Descripción: A) Dos bancos de 5 cm. de ancho de adobe marrón revestidos de yeso. B) Tapadera de yeso de 5 cm. de grosor conservada parcialmente. C) Fosa rectangular revestida de yeso, con una longitud máxima conservada de 125 cm., anchura 47 cm. y profundidad 45 cm. D) Los huesos del cadáver estaban en buen estado de conservación documentándose únicamente desde la pelvis, ya que la parte del tronco quedaba bajo el edificio contiguo. El cadáver depositado totalmente recto, con la pelvis orientada hacía la SE y las manos descansando sobre la zona púbica. II.2.3. Enterramiento 3 (fig. 3)

Orientación: SW-NE Descripción: A) Presenta cuatro bancos, dos en mal estado de conservación configuran la prefosa y los otros dos la fosa, con una anchura de 5 cm. y 10 cm. respectivamente.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Fig. 4. 1-3. Alcadafes. 4 y 5. Tapaderas. 6. Marmita con vidriado interior.

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Fig. 5. 1. Tapadera decorada con cuerda seca total. 2. Jarrita con decoración de verdugones. 3, 4, 6 y 7. Bacines decorados con cuerda seca total. 5. Jarrita decorada con cuerda seca total.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Fig. 6. Cerámica vidriada en azul y en blanco. 1 y 2. Jofainas. 3 y 5. Ataifores. 4. Fondo con arranque de pared de jarra. 6. Jarrita. 7. Jarrita con decoración dorada. 8. Cuenco.

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Fig. 7. 1 y 2. Jarritas. 3 y 4. Jarras. 5. Braserillo. 6. Candil de piquera.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Lám. 1. Planta general de la excavación con el edificio de planta cuadrada y al Sureste el panteón.

B) Doble tapadera de yeso. La superior conservada parcialmente tenía 5 cm de grosor, la inferior del mismo grosor estaba unida a los bancos por pegotes de yeso que sellaban el enterramiento. C) Fosa rectangular con revestimiento de yeso. Longitud máxima conservada 120 cm., anchura 32 cm. y profundidad 35 cm. D) En cuanto al cadáver únicamente se ha podido documentar la parte inferior pues el resto del esqueleto estaba bajo el edificio colindante. El inhumado estaba dispuesto decúbito lateral derecho, con las piernas flexionadas y las manos unidas sobre la zona púbica. Los pies orientados al Noreste. E) Prefosa rectangular revestida de yeso. Longitud máxima 120 cm., anchura 60 cm. y profundidad 25 cm. II.2.4. Enterramiento 4 (fig. 3 y lám. 3)

Orientación: SW-NE Descripción: A) Bancos de yeso de 5 cm. de ancho donde descansa la primera tapadera. Bajo éstos se hallan otros bancos de ladri-

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llo de 6 cm. de anchura que soportaban la segunda tapadera. B) Existían dos tapaderas, la superior de yeso estaba mal conservada y la inferior realiza con una lámina de yeso sobre la que descansan ladrillos dispuestos perpendicularmente a la fosa y unidos por yeso. Las dimensiones de estos ladrillos eran de 13 cm. por 25 cm. por 3 cm. C) Fosa rectangular excavada en la tierra con unos remates a ambos lados realizados por ladrillos. Longitud máxima conservada 154 cm, anchura 23 cm. y profundidad 47 cm. D) Los huesos del cadáver documentados se conservaban en buen estado, unicamente faltaba el cráneo y la mandíbula desaparecidos por obras posteriores. El inhumado estaba dispuesto decúbito lateral derecho, con las piernas ligeramente flexionadas y las manos unidas sobre la zona púbica. Los pies orientados al Noreste. E) Prefosa rectangular enlucida de yeso. Longitud máxima conservada 160 cm., anchura 50 cm. y profundidad 40 cm. F) Dos muretes confeccionados por la alternancia de lechadas de yeso y capas de piedras. Su funcionalidad cons-

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D) El cadáver estaba dispuesto decúbito lateral derecho, las manos unidas sobre la zona púbica y las piernas separadas y sin flexionar. El cráneo orientado al SW con el rostro mirando al SE y los pies al NE. E) Prefosa supuestamente rectangular con una anchura aproximada de 70 cm. y de características semejantes a la del enterramiento 3. III. MATERIAL CERÁMICO

Lám. 2. Enterramiento 2.

tructiva fue posiblemente el refuerzo y significación del enterramiento principal.

El análisis del material cerámico procedente de la excavación nos permite aproximarnos a la funcionalidad de las estructuras y delimitar el periodo de utilización del edificio. Las distintas formas representadas muestran la variedad de la vajilla islámica empleada en el s. XII. Los tipos que predominan fundamentalmente son: el alcadafe, el bacín y las jarritas y las jofainas vidriadas en blanco y azul. II.1. Alcadafe

II.2.5. Enterramiento 5 (fig. 3)

Orientación: SW-NE Descripción: A) Presenta dos bancos de yeso, el orientado al SE se adosa sobre el muro de encofrado que cierra el panteón por este lado. No se ha podido delimitar con exactitud por su mal estado de conservación. B) Tapadera de yeso de unos 5 cm. de grosor. C) Fosa de sección rectangular revestida de yeso con las siguientes dimensiones: longitud máxima conservada 138 cm., anchura 45 cm. y profundidad 60 cm. D) El cadáver dispuesto decúbito lateral derecho, con las piernas flexionadas y las manos unidas sobre la zona púbica. Se han documentado una serie de piedras a modo de cuñas, bajo la columna vertebral y las caderas para mantener el cuerpo en su posición originaria.

Se trata de recipientes de forma troncocónica con un diámetro de la boca cercano a los 30 cm. Se han diferenciado tres tipos según la forma del borde: reentrante (fig. 4.2), engrosado exterior (fig. 4.1) y recto (fig. 4.3). El alcadafe está representado en las tres habitaciones del edificio, predominando en la sala 2. Su emplazamiento en las inmediaciones de puertas y su fijación en el pavimento nos permite deducir su uso como contenedor de agua para abluciones rituales. Esta idea es una de las premisas que refuerza la tesis del carácter religioso de este edificio situado en el interior del cementerio. El alcadafe al ser un utensilio de uso común no es un buen indicador cronológico. Sin embargo, la pieza CAV/90/17 (fig. 4.3) presenta similitudes con un ejemplar de la Plaza del Cardenal Belluga de Lorca fechado en los siglos XII-XIII (NAVARRO, 1986:118). II.2. Bacín (ff. 5.3, 5.4, 5.6 y 5.7)

II.2.6. Enterramiento 6 (fig. 3 y lám. 4)

Orientación: SW-NE. Descripción: A) Doble banco de yeso, el superior se deduce por su conservación en un extremo, mientras el inferior presenta una anchura de 20 cm. B) Las dos supuestas tapaderas no se conservan. C) Fosa rectangular enlucida de yeso. Se conserva en su totalidad, presentando una longitud 218 cm., una anchura 30 cm. y una profundidad 25 cm.

Forma cerámica de cuerpo troncocilíndrico, base plana y borde rectangular plano. Son piezas muy decoradas con la técnica de cuerda seca total. En los ejemplares de la calle Cava se emplean para el vidriado los colores: azul, verde, marrón, melado y blanco. El interior está siempre vidriado en tono melado. Los motivos decorativos representados son el epigráfico, vegetal y geométrico. En cuanto a la funcionalidad de este tipo de vasijas, Rafael Azuar (1989:119) apunta que son característicos de los evacuatorios de las mezquitas o de los palacios, lo que

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Lám. 3. Enterramiento 4. Sepultura principal del panteón.

explica el refinamiento y perfecto terminado ornamental. Delpy define los bacines encontrados en Salé (Marruecos) como orzas de abluciones (TORRES BALBAS, 1983:233). En ambos casos queda palpable el uso del bacín relacionado con la limpieza corporal. La misma técnica decorativa de cuerda seca total también es utilizada en una jarrita (fig. 5.5) y en una tapadera (fig. 5.1) que pudo servir de cubierta de uno de los bacines. Rafael Azuar recogiendo a varios investigadores, sitúa los ejemplos de Madinat Az-Zahra, Ceuta y Almería entre los siglos XI y XII (1989:119), mientras que Julio Navarro fecha un ejemplar de Santa Eulalia (Murcia) en los siglos XII-XIII (1986:271).

Entre la gama de colores que se utiliza en la cuerda seca total aparece el blanco y azul turquesa, lo que viene a confirmar una misma procedencia y cronología para ambas producciones. Una de las jarritas vidriadas en azul conserva restos de un motivo vegetal realizado con la técnica de la loza dorada (fig. 6.7.). Julio Navarro (1989:264) sitúa esta técnica decorativa para los ejemplares murcianos de la calle Serrano y Baño del Trinquete en el siglo XII. Esta cronología se puede hacer extensible a la pieza de la calle Cava y a otro tipo de jarritas de idénticas características pero sin decoración dorada de idéntica procedencia. III.4. Otros materiales significativos

III.3. Cerámica vidriada en blanco y azul turquesa

Las formas que presentan este tipo de vidriado son: jofainas (ff. 6.1 y 6.2), ataifores de perfil quebrado (fig. 6.3) y curvo (fig. 6.5), y jarritas (ff. 6.6 y 6.7). Este tipo de vedrio se dispone sobre un soporte cerámico de pasta beige con desgrasante muy fino y de características semejantes a la pasta de los bacines y demás vasijas vidriadas halladas en el estrato I de esta excavación.

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Destacamos por su valor cronológico un fragmento de jarrita decorado con la técnica de la cuerda seca parcial (fig. 5.2) y algún fragmento de candil de piquera (fig. 7.6). III.4.1. Cuerda seca parcial (fig. 5.2)

Jarritas semejantes a la de la calla Cava se han hallado en el Castillo de Cieza fechadas en el siglo XII, casco urbano de

LA QUBBA ISLÁMICA DE LA CALLE CAVA N.º 11, LORCA

Lám. 4. Enterramiento 6.

Lorca entre los siglos XII-XIII y en San Nicolás siglos XI-XII y la calle San Antonio siglos XI-XII de Murcia (NAVARRO, 1986:10, 128, 153, 240). III.4.2. Candil (fig. 7.6)

Se han documentado dos cuellos de candil de piquera de factura muy fina y decorados al exterior con engobe marrón. La cronología de estas lamparillas se sitúa en el siglo XII según los ejemplares lorquinos del Cerro del Castillo y Plaza del Cardenal Belluga (NAVARRO, 1986: 52 y 108). IV. VALORACIÓN FINAL

La maqbara más importante de la Lorca musulmana está siendo documentada a partir de diferentes intervenciones arqueológicas en un gran sector del actual subsuelo del casco urbano de la ciudad perteneciente a la barriada de Santiago. Los antiguos hallazgos de enterramientos en las

calles Rojo, Corredera, Alburquerque y Lopez Gisbert han sido confirmados recientemente por las excavaciones en solares de las calles Cava (nº 11 y 14), Rojo, Villaescusa, Rubira (PONCE, e.p.), Núñez de Arce, Plaza de España 2 (MARTÍNEZ y PONCE, 1995:) y Corredera 58. La importancia de este cementerio la resalta el hallazgo en la Calle Cava de una qubba o marabito del siglo XII. La localización de este edificio junto a una puerta de la muralla islámica, posteriormente llamada de Gil de Ricla, parece ratificar que se trata de un murabit, pues como afirma TORRES BALBAS (1981: 151): A las personas veneradas que yacían en dichas sepulturas se las tenía como patronos y protectores de la puerta próxima de la cerca, guardianes que impedían entrase por ella la malventura o la desgracia. Este tipo de atributos sólo pueden ser aplicables a un santón. El hueco que queda sobre la sepultura central y más significativa del panteón funerario (lám. 3) pudo albergar la estructura escalonada de una mqbriyya o una lápida de marmol semejante a la que se conserva en el Museo Arqueológico de Lorca publicada por D. Rodrigo Amador de los Ríos (1900:108). Este tipo de remates son comunes en tumbas de cierta importancia como las documentadas en el cementerio islámico de la Puerta de Purchena de Almería albergadas en un panteón (ALCARAZ, 1990: 15-17) y las cuatro mqbriyyas elaboradas con mortero y cal halladas en la Plaza Vieja de Almería (MARTÍNEZ y MUÑOZ, 1990: 20-21). Las qubbas son edificaciones características de la arquitectura islámica, especialmente del Norte de Africa, como lo argumentan los ejemplos de Barudiyyin (Marruecos), Tremecen (Argelia) y Sidi al- Mazari (BOSWORTH et alii., 1986:289). En Murcia apareció junto a la puerta de Santa Eulalia una qubba o panteón familiar (ARAGONESES, 1966: 106) del que desconocemos sus características concretas para establecer posibles paralelos. Las dos mezquitas islámicas documentadas en el cementerio islámico de Yabal Faruh en Málaga (FERNÁNDEZ, 1993: 339-341) son los únicos ejemplos hasta el momento documentados en España de la existencia de edificios religiosos dentro de un cementerio islámico. Al igual que la construcción de Lorca son de planta cuadrada con un mihrab y asociados a un panteón. El edificio de Lorca sí que parece asociado a la figura de un santón, tumba sobre la que se levanta un panteón y se adosa una qubba de planta cuadrada. La fecha de utilización de esta qubba o murabit parece delimitase en el s. XII (periodo almorávide), apoyándonos para realizar esta afirmación en el estudio del material cerá-

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

mico perteneciente a este periodo y sobretodo en las ausencias de cerámicas esgrafiadas y estampilladas típicas de época almohade (s. XIII) y muy bien documentadas en otras intervenciones arqueológicas efectuadas en el casco urbano de Lorca. Los tipos cerámicos exhumados en la calle Cava no están representados entre el repertorio formal de la cerámicas del testar de la calle Galdo, procedentes de un alfar que abastecería de vasijas cerámicas a la ciudad durante la primera mitad del siglo XIII (MARTÍNEZ y MONTERO, 1993). Remitiéndonos a dos fechas puntuales, como son la llegada de los almorávides a Murcia en 1091 y la adhesión de Lorca al régimen almohade en 1170, la construcción y uso de este edificio se enmarcaría durante la dominación almorávide y pudo pervivir hasta los primeros años de poder almohade, momento en el que pudo ir perdiendo su influencia entre el culto popular.

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Lám. 5. Fosas alineadas de los enterramientos 2, 3 y 4.

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EXCAVACIONES DE URGENCIA EN LA CALLE ROJO N.º 2, LORCA

Andrés Martínez Rodríguez

MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

ENTREGADO: 1996

EXCAVACIONES DE URGENCIA EN LA CALLE ROJO N.º 2, LORCA

ANDRÉS MARTÍNEZ RODRÍGUEZ Museo Arqueológico de Lorca

Resumen: En las proximidades de la estructura funeraria hallada en el solar nº 11 de la calle Cava, se pudo excavar parte de la necrópolis islámica que se disponía bajo estructuras artesanales del s. XIII, y a su vez

se superponía a un horno islámico de los ss. IX al X. Entre el material más sobresaliente del horno estarían las decoraciones pintadas en rojo con motivos epigráficos, vegetales y geométricos.

La intervención de urgencia se desarrolló en los números 2 y 4 de la calle Rojo esquina con la calle Villaescusa. El solar se encuentra a unos 100 m. al Sureste del recinto murado entre las puertas de San Antonio y Gil de Ricla (fig. 1). La calle Rojo guarda una acusada pendiente en dirección al cabezo de la iglesia de Santiago, declive que se suaviza junto a la zona excavada (fig. 2). El objetivo principal de esta intervención de urgencia era confirmar la existencia de la maqbara islámica situada en las inmediaciones de la qubba recientemente excavada la calle Cava 11. El hallazgo de enterramientos en esta zona de Lorca se conoce por los relatos de los vecinos de este barrio, que señalan el frecuente hallazgo de cadáveres en las obras de alcantarillado efectuadas en las calles Rojo, Cava y Plaza de España.

nes de tierra, con la excepción del sector 1 de los cortes A y B que se bajó hasta completar la documentación de la cámara de combustión del horno.

2. Proceso de excavación

La excavación se desarrolló durante el periodo comprendido entre el 22 de mayo y el 8 de agosto de 1990. Partiendo del corte A de 5 m. x 5 m. se fue ampliando sucesivamente la excavación hasta completar con el corte E. la totalidad del área excavable formada por un gran rectángulo que delimitaba una unidad de excavación de 59 m2, de la que se excavó el depósito que iba a verse afectado por las remocio-

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2.1. Estratigrafía (fig. 3)

El primer depósito que denominamos superficial era homogéneo en toda la excavación formado por escombros muy compactados. El estrato 1 era semejante al superficial pero presenta una tierra marrón oscura utilizada para relleno entre los escombros que fue echada hace unos 25 años para compactar y soterrar los semisótanos tras unas reformas en la casa, testimoniadas en la excavación por unas bolsadas de hormigón depositadas en los puntos débiles de la cimentación anterior. Las estructuras que aparecen vinculadas a este estrato 1 pertenecen a la cimentación de la casa del siglo XVIII y las sucesivas reformas efectuadas hasta la actualidad. El muro central de la cimentación descansa sobre un muro de encofrado reutilizado, la zapata que se apoya en este muro se sitúa sobre la abertura de 58 cm. que presenta el muro de encofrado. Bajo el estrato 1 pudimos documentar un estrato 2a de tierra mezclada con arena que no se distribuye homogéneamente creando bolsadas de diferente potencia debido a las características de la deposición por arrastre. La totalidad del

EXCAVACIONES DE URGENCIA EN LA CALLE ROJO N.º 2, LORCA

Fig. 1. Plano de la Lorca islámica

material adscrito a este estrato 2a es del siglo XIII con un alto porcentaje de cerámica esgrafiada y vidriada. El estrato 2b de tierra marrón compacta está vinculado a una serie de estructuras artesanales que se construyen sobre el cementerio y que se adosan a ambos lados del muro central de encofrado. La construcción de estas estructuras supone la alteración o destrucción de varios enterramientos del último momento de utilización de este sector de la macbara islámica. El estrato 3 de tierra marrón compacta presenta una tonalidad más clara que el estrato 2, y esta vinculado al periodo de utilización del cementerio, que se superpuso en un sector de los cortes A y B a un horno islámico de los siglos IX-X. Dentro del estrato 3 se localizó una bolsada de cenizas con abundante material islámico de deshecho. Los restos de la cámara de combustión o de fuego están rellenos por una tierra cenicienta suelta y muy granulosa (estrato 4). Para la construcción de la cámara de fuego se

práctica un gran hoyo en una tierra marrón oscura (estrato 5) con abundantes piedras y fragmentos de cerámicas prehistóricas, ibéricas y romanas procedentes de los arrastres de la ladera de la Sierra del Caño. Algunas de las fosas de los enterramientos documentados del primer momento de utilización del cementerio se abren en el estrato 5 y entre los restos del horno. 3. Diferentes fases definidas en el proceso de excavación

La secuencia estratigráfica obtenida se articula en cuatro momentos de utilización del mismo espacio. 3.1. Horno alfarero islámico (Finales del IX-X)

El horno se localiza en el sector Oeste de la excavación, extendiéndose en parte de los cortes A y B. Únicamente se ha podido documentar parte de la cámara de combustión, restos de dos arcos que sirvieron de sostén a la parrilla del laboratorio, dos columnas circulares de adobe que reforza-

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

ban la estructura del horno, parte de la boca de fuego y una porción del testar (MARTÍNEZ, 1993). 3.1.1. Cámara de combustión

La cámara de combustión fue construida excavando un agujero en el terreno sobre el que se dispuso una fina capa de arcilla para fabricar el suelo. La planta debió presentar una forma rectangular de 2,24 m. de anchura y un longitud total que desconocemos, únicamente se han podido documentar 0,95 m. Las paredes del hueco se recubrieron por una arcilla rojiza de 20 cm. de espesor. El suelo horizontal muy compactado y de color blanquecino, presenta una ligera inclinación descendente hacía la zona próxima a la boca del hogar. Debajo del suelo de la caldera se documentó una capa de arena que cubría el suelo virgen, este mismo hecho se da en un horno de Paterna (AMIGUES; MESQUIDA, 1990: p. 143). La caldera estuvo cubierta por arcos formados por gruesos ladrillos (0,40 m. por 0,14 m. por 0,14 m.) que descansaban sobre otros ladrillos semejante hincados verticalmente en el suelo de la cámara. El arco que comunica con la boca del hogar, está flanqueado a ambos lados, por unas columnas circulares de adobe que completaban los elementos de sostén de la parrilla del laboratorio. Una estructura de arcos formando la cámara de fuego se documentó en el horno 2 del Circo de Toledo (MARTÍNEZ LILLO, 1.990: p. 50), fechado igualmente en época califal. S. Martínez paraleliza este horno toledano con otro procedente de una ciudad del Norte de Siria (1990: p. 57). Hornos de cronología posterior que presentan la cámara de combustión con arcos de ladrillos, se han excavado en la calle Manga (MUÑOZ, 1993: pp. 179-180), en la Plaza de San Agustín (MATILLA, 1992: p. 15) ambas en la ciudad de Murcia, en Denia (GISBERT, 1990: p.83) y en Targha (Marruecos) (BAZZANA et Alii, 1990, p.98, f. 8). 3.1.2. Boca de la cámara de combustión

La boca del hogar constatada parcialmente debió disponer de una planta rectangular. La anchura de esta estructura es de 1,20 m., mientras que la longitud total no se pudo excavar debido a que se extendía bajo la calle Rojo. Las paredes de la boca estaban construidas con ladrillos anaranjados y rojizos de 0,30 m. por 0,12 m. por 0,12 m., trabados y recubiertos por una delgada capa de arcilla roja. Sobre el suelo endurecido por el fuego, se hallaron gran cantidad de cenizas, algunos fragmentos cerámicos y un enterramiento infantil (n.º 76), cuya fosa había alterado parcialmente el depósito.

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Fig. 2. Plano de ubicación del solar.

La boca del hogar orientada al Suroeste, conectaría con la cámara de combustión por medio del primer arco del soporte de la parrilla. 3.1.3. Cámara de cocción

La cámara de cocción había desaparecido en su totalidad tras la continuada reutilización de esta zona como cementerio. Solamente se han podido constatar fragmentos de la parrilla caídos en el interior de la cámara de combustión, y un derrumbe de ladrillos que pudo formar parte del alzado de los muros del laboratorio. Estos ladrillos de color rojizo presentan unas medidas de 0,24 m. por 0,24 m. por 0,14 cm. En la reconstrucción hipotética del laboratorio del horno de Lorca (fig. 4), se ha empleado la cubierta propuesta para la cámara de cocción del horno 94 de Denia (GISBERT, 1990: fig. 9), cubrición que aún se conserva en algunos hornos de Sorbas (Almería). 3.1.4. Testar

Las cerámicas rotas o defectuosas de las sucesivas cochuras se iban tirando en las proximidades del horno, hecho que aún se puede observar en diferentes alfarerías de Lorca, Totana, Sorbas, Níjar, etc. El testar del horno la calle Rojo se extendía a una cota superior de los restos de la boca del hogar, formado por una bolsada de tierra cenicienta con abundantes carbones de pequeño tamaño y numerosos fragmentos de cerámicas defectuosas y pasadas de cocción. Este depósito de material cerámico que tenía una potencia de 0,80 m., había sido alterado en su parte superior, por algunos enterramientos islámicos que habían dispersado la cerámica. Aun así, la parte del testar sin intrusiones, ha permitido documentar una amplia tipología cerámica.

EXCAVACIONES DE URGENCIA EN LA CALLE ROJO N.º 2, LORCA

Perfil 4

Fig. 3. Secuencia estratigráfica reflejada en el perfil 4 de los cortes A, B y D.

Entre el cascajo tirado en las inmediaciones del horno no se ha constatado ningún fragmento de útil de alfar, lo que hace suponer que para la cocción no se utilizaban ni barras, ni atifles. 3.1.5. Estudio del material cerámico procedente del horno y del testar (1)

Sobre un total de 1.879 fragmentos de céramica hallados en el contexto del horno, 1.444 proceden del testar y 435 del interior de la cámara de combustión. La totalidad de estas cerámicas son comunes, no hallándose ni en el testar, ni en el interior del horno ningún fragmento vidriado. Bastantes fragmentos cerámicos procedentes del testar y la mayoría de los hallados en la cámara de combustión, presentan las pastas muy compactadas y agrietadas, debido a que proceden de piezas rotas o deshechadas que quedan en el interior del horno, viéndose sometidos a posteriores cocciones. La mayoría de las formas cerámicas de este horno están elaboradas a torno, con la excepción de las marmitas y algunas tapaderas que están modeladas con torno lento o torneta. TIPOLOGÍA

I. Marmita (Fig. 5.1 a 5.7)

Las marmitas que aparecen en el horno de Lorca, se pueden adscribir a los dos tipos sistematizados por S. Gutiérrez (1986 : pp. 154-155). I.1. La forma A representa el 24 % (gráfico 1) del total de material hallado en conjunto horno-testar. Esta marmita presenta base plana y cuerpo de tendencia cilíndrica. Los bordes pueden ser de dos tipos: reentrantes con labio biselado inte-

rior (fig. 5.3) o curvo (fig. 5.4) y bordes ligeramente reentrantes con labio curvo (fig. 5.5). Algunas marmitas presentan el borde pintado en rojo y otras tienen un pequeño vertedor en el borde realizado por una impresión digital (fig. 5.1). Las asas suelen ser dos pequeños mamelones situados simétricamente en el tercio superior de la vasija. Únicamente un fragmento de marmita presenta un asa de cinta vertical que pudo alternar con asas en forma de mamelón. I.2. La forma B presenta un cuerpo de tendencia globular, borde exvasado y engrosado al exterior de sección triangular (figs. 5.6 y 5.7). Una de estas ollas presenta en el cuello dos molduras y decoración peinada haciendo ondas en la zona de los hombros (fig. 5.7). II. Cazuela.

II.1. Forma A (figs. 5.8 y 11.6). En el testar únicamente se ha constatado un solo fragmento de esta forma abierta (fig. 5.9), con el labio ligeramente engrosado interior y un diámetro de 0,50 m., que pudo pertenecer a un gran plato o fuente. El tipo III de la serie I de Roselló (1978, pp. 18-19) recoge una variante de ataifor con la que puede relacionarse este amplio plato. II.2. Forma B (fig. 9.11) se trata de un recipiente más ancho que alto, que presenta un cuerpo semiesférico con carena marcada, cuello cilíndrico ancho y alto, borde recto y labio biselado interior, posiblemente para apoyar la tapadera. El diámetro de la carena (20,5 cm.) es superior que el de la boca (19,5 cm.). La altura conservada es de 10 cm. Las características de la pasta y los abundantes desgrasantes, que en algunos casos superan los 5 mm., son característicos de los recipientes para la cocción de alimentos documentados en el horno.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Fig. 4. Reconstrucción del horno de la calle Rojo, realizada por Ana Pujante Martínez.

Ambos tipos de cazuela están escasamente representadas entre el material del horno. III. Tapadera (figs. 6.1 a 6.8)

La tapadera tiene forma circular y plana con el borde engrosado y un asa central de cinta. Su diámetro oscila entre 17 cm. y 26 cm. Un gran número de estas tapaderas presenta el borde decorado con digitaciones. Algunos fragmentos de la parte superior del testar, presentan una decoración a base de pinceladas de óxido de hierro. La mayor parte de las tapaderas procedentes de esta intervención, presentan su superficie interior ennegrecida por el contacto con el fuego, esta circunstancia hace pensar que deberían utilizarse para tapar recipientes de cocina, fundamentalmente marmitas. En los niveles más altos del testar aparece una tapadera (fig. 6.8) con reborde plano del tipo A de la serie 8 de Roselló (1978, p. 58), que debió pertenecer a las últimas producciones del horno.

mente exvasado, piquera más corta que el diámetro del recipiente y un asa de sección circular que arranca desde la carena de la cazoleta y llega hasta al borde por debajo del labio. La cazoleta presenta un surco circular rodeando el diámetro mayor, como aparece en el tipo 4a de Roselló de cronología califal (1978: p. 51 y 54). S. Gutiérrez incluye este tipo de candil en su variante B, proponiendo una cronología de fines del siglo IX y principios del siglo X (1988: p. 215). V. Alcadafe (figs. 7.1 a 7.3)

El tipo de alcadafe predominante en este horno, presenta la base plana, cuerpo globular, borde reentrante con engrosamiento exterior y notable altura con respecto al diámetro. Éstos oscilan entre los 30 cm. y los 40 cm. La otra variedad de alcadafe (fig. 7.3) documentado en el nivel superior del testar, presenta una menor altura, cuerpo troncocónico invertido y un borde exvasado con diámetros entre 50 cm. y 55 cm. VI. Tinaja (fig. 7.4)

IV. Candil (figs. 6.9 a 6.11)

El candil tiene una cazoleta lenticular con la carena marcada y base plana, un cuello troncocónico con borde ligera-

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Recipiente de cuerpo ovoide y base plana, cuello troncocónico invertido, borde ligeramente reentrante con engrosamiento exterior y dos asas de cinta que salen

EXCAVACIONES DE URGENCIA EN LA CALLE ROJO N.º 2, LORCA

Fig. 5. 5.1. a 5.7. Marmitas. 5.8. Cazuela. 5.9. Fuente o ataifor sin vidriar con el borde engrosado interior.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Fig. 6. 6.1. a 6.8. Tapaderas. 6.9 a 6.11. Candiles.

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EXCAVACIONES DE URGENCIA EN LA CALLE ROJO N.º 2, LORCA

del cuello y llegan hasta la parte superior del cuerpo. Las tinajas producidas en este horno son de dimensiones reducidas, con un diámetro de la boca que oscila entre 0,19 y 0,20 m. El cuerpo suele ir decorado con cordones en relieve, lisos o impresos con medias cañas o digitaciones, estas últimas pueden ir dispuestas en la parte central o inferior del cordón. Varios fragmentos de asas de tinaja están decoradas con trazos pintados en rojo y en algún caso con manganeso.

Suele presentar una decoración pintada en el labio, cuello y cuerpo. La más característica suele ser las digitaciones en grupos de tres (fig. 9.4), pintadas con óxido de hierro. En menor proporción están representadas las decoraciones vegetales (figs. 10.10 a 10.13) y geométricas (fig. 10.14), también pintadas en rojo. Hay jarritas que son muy parecidas, resultando difícil distinguirlas de los jarritos por su estado tan fragmentario de conservación.

VII. Jarro

IX. Jarra

Este recipiente aparece representado en dos tipos: jarro con pitorro vertedor y jarro con pico vertedor. VII.1. Jarro con pitorro vertedor (fig. 7.5). Encuadrable dentro del tipo Bf de la serie 4 de Roselló (1978: pp. 41 y 43). Recipiente de base plana, cuerpo de tendencia globular y borde exvasado. Pitorro vertedor de forma cilíndrica que sale del inicio del cuello sobresaliendo por encima del borde, a ambos lados del pitorro unos mamelones que presentan una perforación vertical. En el lado opuesto al pitorro, se dispone un asa de cinta que parte del labio a la zona más saliente de la panza. La agujeros dispuestos a los lados del pitorro del jarro tienen una función sustentante, conjuntamente con el asa dispuesta en el lado opuesto. Este tipo de jarro presenta una decoración a base de tres trazos digitales pintados en rojo sobre el barro seco. Completando esta decoración algunos jarros presentan el interior del borde y el asa pintados de rojo. VII.2. Jarro con pico vertedor (fig. 9.9) Encuadrable dentro del tipo Bc de la serie 4 de Roselló (1978: pp. 41 y 43). Jarro de base plana, cuerpo ovoide, borde exvasado de labio redondeado con pico vertedor. En el lado opuesto al vertedor, se dispone un asa de cinta que sale del labio hasta la zona más saliente de la panza. Un delgado trazo de pintura roja decora el borde.

Este tipo de recipiente dedicado al transporte o almacenamiento de líquidos, es el más representado en el horno con un 42 % (gráfico 1). Se pueden distinguir tres tipos de jarra: IX.1. Jarra de labio moldurado (figs. 8.1 a 8.8) Está modelada con una base plana, cuerpo de tendencia ovoide, cuello cilíndrico y labio moldurado al exterior. Presenta dos asas dispuestas simétricamente, desde la mitad del cuello hasta la parte superior de la panza. El diámetro de la boca oscila entre 9 cm. y 14 cm., y el de la base entre 16 cm y 18 cm. Al no disponer de ninguna pieza completa, desconocemos su altura. La decoración de estas cerámicas suele ser muy simple, una banda pintada de rojo en el borde, a la que pueden acompañar una o dos bandas paralelas pintadas de rojo decorando el cuello. Algunos ejemplares llevan pintados en la panza motivos geométricos o vegetales muy esquemáticos (fig. 11.4). La decoración a base de óxidos de manganeso es muy escasa (fig. 8.8). IX.2. Jarra con colador o filtro (figs. 8.13 a 8.19). Esta modelada con una base plana, cuerpo globular y cuello troncocónico invertido. Presenta dos asas que saliendo de la mitad del cuerpo van hasta más abajo de la mitad del cuello. La característica definitoria de este tipo es la presencia de un colador o filtro en la unión del cuello con el cuerpo. El diámetro de la boca oscila entre 9,5 cm. y 13 cm. El borde puede ir decorado con una banda pintada de rojo o con trazos discontinuos en el interior del labio. La decoración también puede desarrollarse en el cuello y en el cuerpo, a base de motivos geométricos, epigráficos y vegetales. La decoración a base de óxidos de manganeso es muy escasa (fig. 8.13). IX.3. Jarra de cuello estrecho y corto (fig. 9.10) Recipiente escasamente representada en el horno. Presenta el cuerpo de tendencia ovoide y cuello cilíndrico corto, decorado con tres finas incisiones próximas al borde.

VIII. Jarrito (figs. 9.1 a 9.8 y 10.10 a 10.15)

Corresponde con la forma C de Gutiérrez (1988: pp. 202-203). Presenta la base plana, cuerpo abombado, ancho cuello cilíndrico o troncocónico invertido y labio redondeado, engrosado o biselado interior. Tiene un asa saliendo del borde hasta la mitad del cuerpo. El diámetro de la base oscila entre 6 y 9 cm., siendo más pequeño que el de la boca, que está entre 10,5 cm. y 14 cm. La altura del cuello es de 6 cm.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Fig. 7. 7.1. a 7.3. Alcadafes. 7.4. Tinaja. 7.5. Jarro con pitorro vertedor. 7.6 y 7.7. Planchas de ahornar.

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EXCAVACIONES DE URGENCIA EN LA CALLE ROJO N.º 2, LORCA

Fig. 8. 8.1. a 8.8. Jarras. 8.9. a 8.12. Jarritas. 8.13 a 8.19. Jarras con filtro.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Fig. 9. 9.1. a 9.8. Jarritas. 9.9. Jarro con pico vertedor 9.10. Jarra. 9.11. Cazuela. 9.12 a 9.14. Redomas.

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EXCAVACIONES DE URGENCIA EN LA CALLE ROJO N.º 2, LORCA

Fig. 10. Jarritos/jarritas decorados a base de motivos geométricos y vegetales pintados en rojo.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Fig. 11. 11.1. a 11.5. Cuellos y panzas de jarritas con decoración epigráfica pintada en rojo. 11.6. Cazuela. 11.7. y 11.8. Cuencos con decoración geométrica y vegetal pintada en rojo.

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EXCAVACIONES DE URGENCIA EN LA CALLE ROJO N.º 2, LORCA

XI. Redoma (figs. 9.12 a 9.14)

Entre el material procedente del horno y del testar, no ha aparecido ninguna redoma completa. Únicamente disponemos de algunos fragmentos de pared y algunos cuellos, que pueden definir un tipo de redoma de cuerpo globular, cuello cilíndrico, estrecho, alto y moldurado. El asa de sección ovalada se engarza a la moldura del cuello, característica de los tipos de época califal (AZUAR, 1981: p.186). El diámetro de la boca oscila entre 3 y 4,5 cm. El borde puede ir decorado con un trazo de pintura marrón o roja y el cuello con trazos digitales en tonos amarronados en grupos de tres. XII. Cuenco (figs. 11.7 y 11.8) Fig. 12. Gráfico con los motivos presentes en la cerámica pintada.

X. Jarrita

Esta forma cerámica es la segunda en importancia numérica, representando el 31 % del material del horno .(gráfico 1). La jarrita aparece representada en dos tipos: X.1. Jarrita de borde moldurado (figs. 8.9 a 8.12) Jarras similares a las clasificadas en el tipo 8.1, pero de menor tamaño. Se trata de recipientes con base plana o ligeramente convexa, cuerpo globular, cuello cilíndrico y borde exvasado o ligeramente exvasado con moldura. Los diámetros oscilan entre 6 cm y 9 cm. Algunas de estas jarritas van decoradas con tres trazos de pintura roja en el cuello y en la panza. X.2. Jarrita de cuerpo abombado (figs. 9.1. a 9.8). Presenta la base plana o ligeramente convexa, cuerpo de tendencia esférica, ancho cuello cilíndrico o ligeramente troncocónico y labio redondeado, engrosado o biselado interior. Presenta dos asas que saliendo del borde van hasta la mitad del cuerpo. El diámetro de la base oscila entre 9 y 11 cm., siendo más pequeño que el de la boca, que está entre 10,5 cm. y 14 cm. La altura del cuello es de 6 cm. Suele presentar una decoración pintada en el labio, cuello y cuerpo. La más característica suele ser las digitaciones (fig. 9.4) o los trazos verticales (fig. 9.2) en grupos de tres, pintados con óxido de hierro, y en menor proporción con óxido de manganeso. Hay jarritos que son muy parecidos, resultando difícil distinguirlos de las jarritas por su estado tan fragmentario de conservación.

Se trata de pequeños recipientes abiertos, de base plana y paredes curvas o ligeramente curvadas con labio ovalado. El diámetro del borde está entre los 12,5 y 13 cm. Están elaborados con arcillas muy decantadas y desgrasantes muy finos. Uno de los ejemplares presenta la superficie exterior decorada con sucesivas molduritas (fig. 11.8). La decoración de la superficie interior se realiza con pintura a la almagra, a base de hojas lanceoladas rellenas de trazos diagonales, triángulos de lados curvados rellenos de trama romboidal y espigas. Todos estos motivos aparecen en las decoraciones de las cerámicas de tradición bereber de Negrine (Tibisa), fechadas en el s.IX (PIANEL, 1951: p. 13). XIII. Planchas para ahornar (figs. 7.6 y 7.7)

En el interior del horno se documentan una serie de fragmentos de planchas de arcilla, con la arista de uno de sus lados redondeada y un grosor que oscila entre 1,5 cm. y 2,5 cm. Algunas de estas planchas conservan en su cara superior improntas vegetales. La funcionalidad de estas piezas de arcilla debió estar relacionada con la cocción de las cerámicas. Actualmente un tipo semejante de planchas de arcilla de forma cuadrangular y diferentes tamaños se emplean en algunos hornos cerámicos de la zona de Lorca-Totana. Al no documentarse ningún fragmento de atifle o barra de ahornar, estas planchas de arcilla debieron utilizarse en el horno lorquino, como separadores entre las diferentes piezas cerámicas. XIV. La decoración de la cerámica (fig. 12)

Las cerámicas del horno están fundamentalmente pintadas con trazos de color rojo. Los motivos predominantes son

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Fig. 13. Gráfico con las formas representadas en el horno.

geométricos, estando representados en menor medida los vegetales y epigráficos. La mayor parte de estos motivos pintados en rojo aparecen en cerámicas de algunos yacimientos islámicos del siglo IX situados en el Norte de África: Alcazarseguer, Tignisas (MEKINASI, 1958: p. 114) y Negrine (PIANEL, 1951: pp. 7-13). Posiblemente este tipo de decoración pintada a la almagra, fuera traída a Lorca por alguna tribu bereber, hipótesis ya propuesta para otras zonas de al-Andalus (RETUERTE, 1984: p. 343). 3.2. Cementerio islámico. La excavación ha permitido documentar 92 enterramientos pertenecientes al sector de la maqbara islámica de Lorca situada extramuros de la madina entre las puertas de San Antonio y Gil de Ricla. Los aportes de tierra tras los arrastres producidos por las escasas pero fuertes lluvias que caracterizan nuestra comarca, permiten la utilización de esta zona para la práctica de sucesivos enterramientos. Las sepulturas excavadas se asocian a cuatro fases de empleo del cementerio (ff. 1 y 2). I. Primera fase de utilización de la maqbara

Este espacio fue destinado a cementerio tras el abandono de los alfareros para trasladarse al pie del arrabal Oeste de la madina. Este cambio de funcionalidad puede estar relacionado con los nuevos límites del recinto urbano tras la construcción de la muralla y la ubicación de una de las puertas de la ciudad en las inmediaciones. Las sepulturas que están asociadas a este primer momento del cementerio fueron constatadas mayoritaria-

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mente entre los restos del horno califal y en el estrato 5. Enterramiento 23. Fosa practicada en la tierra que contiene los restos de un adulto en posición decúbito lateral derecho, con las piernas ligeramente flexionadas y las manos unidas sobre la zona púbica. Orientado con la cabeza al Suroeste, los pies al Noreste y el rostro al Sureste. Sobre esta tumba se emplazó la sepultura 7 construida con adobes. Enterramiento 53. Fosa practicada en la tierra que contiene los restos de un adulto en posición decúbito lateral derecho, con las piernas totalmente rectas y las manos unidas sobre la zona púbica. Orientado con la cabeza supuestamente al Suroeste ya que había desaparecido por la cimentación del muro E2 y los pies al Noreste. Enterramiento 54. Fosa practicada en la tierra que contiene los restos de un adulto en posición decúbito lateral derecho, con las piernas totalmente rectas y las manos unidas sobre la zona púbica. Orientado con la cabeza al Suroeste, los pies al Noreste y el rostro al Sureste. Enterramiento 68. Fosa practicada en la tierra que contiene los restos de un adulto en posición decúbito lateral derecho, con las piernas totalmente rectas y las manos unidas sobre la zona púbica. Orientado con los pies al Noreste, la cabeza al Suroeste y el rostro al Sureste. Presenta el cuello muy forzado hacia delante con dos vértebras cervicales fuera de su sitio. Posiblemente se flexiona el cuello para que la cabeza no estuviera contacto con restos de las cenizas de un horno. En la mano izquierda lleva un pequeño objeto de hierro muy deteriorado. Corte B, sector 1. Enterramiento 69. Calavera de un adulto situada sobre el cráneo del enterramiento 71, al ser desplazado de su sepultura con la construcción de la fosa del muro de encofrado (A2). Corte B, sector 1. Enterramiento 70. La fosa practicada entre las cenizas del testar contiene los restos de un adulto en posición decúbito lateral derecho, con las piernas flexionadas y las manos unidas a la altura de la zona púbica. Orientado con la cabeza al Suroeste, los pies al Noreste y el rostro al Sureste. Encima de este enterramiento aparecen los cráneos de los enterramientos 90 y 91 desplazados al construir el muro de encofrado (A2). Corte B, sector 1. Enterramiento 71. Fosa practicada en la tierra que contiene los restos de un adulto en posición decúbito lateral derecho. Orientado con la cabeza al Suroeste con el rostro al Sureste y los pies supuestamente al Noreste ya que aparece partido por el muro de encofrado (A2). Corte B, sector 1.

EXCAVACIONES DE URGENCIA EN LA CALLE ROJO N.º 2, LORCA

Fig. 14. Planta general de la excavación con los enterramientos del tercer momento y las estructuras relacionadas con la metalurgia del hierro.

Enterramiento 74. Fosa practicada en la tierra que contiene los restos de un niño en posición decúbito lateral derecho, con las piernas ligeramente flexionadas y las manos unidas a la altura de la zona púbica. Orientado con los pies al Noreste y la cabeza al Suroeste con el rostro al Sureste. Corte B, sector 1. Enterramiento 76. Fosa practicada en la tierra que contiene los restos de un niño en posición decúbito lateral derecho, con las piernas flexionadas y las manos unidas a la altura de la zona púbica. Orientado con los pies al Noreste y la cabeza supuestamente al Suroeste, ya que se introduce en el perfil 4. Esta sepultura se realiza sobre los restos de la cámara de combustión del horno califal. Corte B, sector 1. Enterramiento 86. Fosa practicada en la tierra que contiene los restos de un adulto en posición decúbito lateral derecho, con las piernas flexionadas y las manos unidas a la altura de la zona púbica. Orientado con los pies al Noreste y la cabeza supuestamente al Suroeste ya que se mete en el perfil 4 (fig.3). Corte B, sector 1. II. Segunda fase de utilización de la maqbara

Una vez soterradas las sepulturas practicadas sobre los restos de la cámara de combustión del horno y su entorno inmediato, por aportes de tierras depositadas por las escasas pero potentes lluvias que caracterizan esta comarca, se con-

tinúan realizando enterramientos en esta zona. Junto a la tierra que rellena las fosas de las tumbas de este segundo momento se documentan fragmentos cerámicos defectuosos. Enterramiento 54. Fosa practicada en la tierra que contiene los restos de un adulto en posición decúbito lateral derecho, con las piernas ligeramente flexionadas y las manos unidas sobre la zona púbica. Orientado con los pies al Noreste y la cabeza al Suroeste con el rostro al Sureste. Corte E. Enterramiento 77. Fosa practicada en la tierra que contiene los restos de un adulto en posición decúbito lateral derecho, con las piernas flexionadas y las manos unidas a la altura de la zona púbica. Orientado con los pies al Noreste y la cabeza supuestamente al Suroeste, ya que se introduce en el perfil 4 (fig. 3). La parte superior de la fosa de esta sepultura esta alterada en el siguiente momento de utilización de esta zona del cementerio. Corte B, sector 1. Enterramientos 82. Fosa practicada en la tierra que contiene los restos de un niño en posición decúbito lateral derecho, con las piernas flexionadas y las manos unidas a la altura de la zona púbica. Orientado con los pies al Noreste y la cabeza supuestamente al Suroeste ya que se mete en el perfil 4 (fig. 3). Corte B, sector 1. Enterramiento 83. Fosa practicada en la tierra que contiene los restos de un adulto en posición decúbito lateral derecho, con las piernas flexionadas y las manos unidas a la

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Fig. 15. Planta general con los enterramientos del segundo nivel y las sepulturas elaboradas con adobe del tercer nivel.

altura de la zona púbica. Orientado con la cabeza al Suroeste y el rostro al Sureste, los pies desaparecieron con la construcción de la fosa del muro de encofrado (A2). Corte B, sector 1. Enterramiento 84. Fosa practicada en la tierra que contiene los restos de un adulto en posición decúbito lateral derecho, con las piernas ligeramente flexionadas y las manos unidas sobre la zona púbica. Orientado con los pies al Noreste, la cabeza al Suroeste y el rostro al Sureste. Corte B, sector 1. Enterramiento 85. Fosa practicada en la tierra que contiene los restos de un adulto en posición decúbito lateral derecho. Orientado con la cabeza al Suroeste y el rostro al Sureste. Las piernas y parte de los brazos alterados. Corte B, sector 1. III. Tercera fase de utilización de la maqbara

El tercer nivel de enterramientos se documentó en todos los cuadros practicados en el solar asociado al estrato 3. La mayor parte de los 56 sepulturas documentadas están realizadas en fosas individuales, con la excepción de una sepultura excavada en la tierra donde se introducen dos cadáveres (25 y 26). Entre este conjunto de tumbas destaca un panteón con sepulcros alineados y elaborados con adobes. En el centro del sector 1 del corte A aparece una fosa común de forma circular donde se documentan restos de varios cadáveres

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totalmente desplazados. Estos restos no se han numerado salvo el cráneo del enterramiento 4 (fig. 1). Enterramiento 1 y 3. Restos de dos enterramientos practicados en fosa. Únicamente se pudieron constatar las piernas de los dos inhumados orientadas al Noreste que pertenecían a dos adultos. El resto de los esqueletos no se pudo constatar al introducirse bajo la calle Rojo (fig. 3). Corte A, sector 1. Enterramiento 2. Fosa practicada en la tierra que contiene los restos de un adulto en posición decúbito lateral derecho, con las piernas ligeramente flexionadas y las manos unidas sobre la zona púbica. Orientado con los pies al Noreste y la cabeza al Suroeste, que descansaba sobre un ladrillo de adobe de color marrón claro que queda reflejado en el perfil 4 (fig. 3). Corte A, sector 1. Enterramiento 4. Únicamente se conserva el cráneo desplazado de un adulto en el centro del sector 1 del corte A. Enterramiento 5. Fosa practicada en la tierra que contiene los restos de un niño en posición decúbito lateral derecho, con las piernas ligeramente flexionadas y las manos unidas sobre la zona púbica. Orientado con los pies al Noreste, la cabeza al Suroeste y el rostro al Sureste. La fosa se tapó con una cubierta realizada con ladrillos de adobe sin cocer de color marrón claro. Esta sepultura se localiza bajo el muro de encofrado (A2). Corte A, sectores 1 y 2. Enterramiento 6. Se conserva la tercera parte de la sepul-

EXCAVACIONES DE URGENCIA EN LA CALLE ROJO N.º 2, LORCA

Lám. 1. Enterramiento 7 con la tapadera de adobes. Al fondo la abertura en el muro (A2) y a la izquierda el murete de ladrillos (A4) perteneciente a las estructuras relacionadas con la metalurgia del hierro.

tura en fosa de un adulto, alterado por la cimentación de la casa del siglo XVIII. Las piernas y pies orientados al Noreste se conservan junto al muro de encofrado (A2). Corte A, sector 1. Enterramiento 7. Sepultura de forma rectangular elaborada con adobes (entre 30 y 40 cm. de longitud, 15 cm. de anchura y 10 cm. de grosor) y cubierta por ladrillos de las mismas características (lám. 1) que los mayores del perímetro (40 cm.). La parte Suroeste altera parte del cenicero del horno califal. Contenía los restos de un hombre adulto en posición decúbito lateral derecho, con las piernas ligeramente flexionadas y las manos unidas en la zona púbica. Orientado con los pies al Noreste, la cabeza al Suroeste y el rostro al Sur. Esta sepultura es la única que se ha conservado completa de un panteón triple alterado por la construcción posterior del muro de encofrado (A2). Una abertura de 0.60 m. en el mencionado muro permite respetar esta sepultura, podriamos preguntarnos si la abertura de este espacio entre los dos lienzos del muro coincide con la ubicación de la sepultura no alternándola, o bien, si al practicar la fosa de

fundación se encuentran con la tumba y deciden respetarla. Si aceptamos esta segunda hipótesis, podemos interpretar que se trata del enterramiento de alguna persona relevante, debido a que es la única sepultura documentada en la excavación que ha sido respetada con la construcción de este muro (A2). Este enterramiento es uno de los mejor elaborados de la totalidad de los hallados en la excavación (lám. 2). Corte A, sector 1. Enterramiento 8. Sepultura de forma rectangular elaborada con adobes, rota por el Noreste por el muro de encofrado (A2). Esta tumba se ubica junto al enterramiento 7 aprovechando el muro Sureste de esta sepultura. Contenía los restos de un niño en posición decúbito lateral derecho, con las piernas ligeramente flexionadas y las manos juntas sobre la zona púbica. Orientado con los pies al Noreste, la cabeza al Suroeste y el rostro al Sureste. Corte A, sector 1. Enterramiento 9. Sepultura semejante a la del enterramiento 7, pero muy alterada por la construcción del muro de encofrado (A2) y por la fosa común situada en el centro del sector 1 del corte A. Formaría parte de un panteón con las tumbas 7 y 8. Contenía parte de las piernas ligeramente flexionadas de un individuo adulto, orientado con los pies al Noreste. Corte A, sector 1. Enterramiento 10. Fosa practicada en la tierra que contiene los restos de un adulto en posición decúbito lateral derecho, con las piernas ligeramente flexionadas y las manos unidas sobre la zona púbica. Orientado con los pies al Noreste, la cabeza al Suroeste y el rostro al Sureste. Corte A, sector 2. Enterramiento 11. Fosa practicada en la tierra que contiene los restos muy alterados de un niño en posición decúbito lateral derecho. Orientado con los pies al Noreste y la cabeza supuestamente al Suroeste, ya que se mete bajo el muro de encofrado (A2). Corte A, sector 2. Enterramiento 12. Fosa practicada en la tierra que contiene los restos de un adulto muy alterado por la fosa de fundación del muro de encofrado (A2). Únicamente se conservan in situ las caderas, las piernas ligeramente flexionadas y los pies orientados al Noreste. Corte A, sector 2. Enterramiento 13. Fosa practicada en la tierra que contiene los restos de un niño en posición decúbito lateral derecho, con las piernas ligeramente flexionadas y las manos unidas sobre la zona púbica. Orientado con los pies al Noreste, la cabeza al Suroeste y el rostro al Sureste. La fosa se tapó con una cubierta realizada con siete grandes ladrillos de adobe sin cocer de color marrón claro y marrón oscuro,

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Lám. 2. Enterramiento 7 elaborado con adobes.

Lam. 3. Enterramientos 13, 14 y 15.

dejando sin cubrir los pies (lám. 3). Corte A, sector 2. Enterramiento 15. Sepultura de forma rectangular elaborada con adobes (30 cm. de longitud, anchura 15 cm. y 10 cm. de grosor), unidos por yeso y cubierta por adobes semejantes sin ningún tipo de unión. Contenía los restos de un individuo adulto en posición decúbito lateral derecho, con las piernas ligeramente flexionadas y las manos unidas sobre la zona púbica. Orientado con los pies al Noreste, la cabeza al Suroeste descansando sobre un ladrillo de adobe sin cocer y el rostro al Sureste. Este enterramiento es uno de los mejor elaborados en la excavación (lám. 3). Corte A, sector 2. Enterramiento 16. Fosa practicada en la tierra que contiene los restos de un adulto en posición decúbito lateral derecho, con las piernas ligeramente flexionadas y las manos unidas sobre la zona púbica. Orientado con los pies al Noreste y la cabeza supuestamente al Suroeste, ya que había desaparecido con la construcción del muro de encofrado (A2). Corte A, sector 2, bajo perfil 3. Enterramiento 17. Fosa practicada en la tierra que contiene los restos de un adulto en posición decúbito lateral

derecho, con las piernas ligeramente flexionadas y las manos unidas sobre la zona púbica. Orientado con los pies al noreste, la cabeza, al Suroeste y el rostro al Sureste. Corte A, sector 2. Enterramiento 18. Fosa practicada en la tierra que contiene los restos de un adulto en posición decúbito lateral derecho, con las piernas ligeramente flexionadas y las manos unidas sobre la zona púbica. Orientado con los pies al Noreste, la cabeza al Suroeste y el rostro al Sureste. La fosa se abre detrás de la del enterramiento 12. Corte A, sector 2. Enterramiento 20. Fosa practicada en la tierra que contiene los restos del cadáver de un adulto decúbito lateral derecho, las manos unidas sobre la zona púbica y las piernas muy flexionadas destruidas parcialmente por la cimentación de un muro de la casa del siglo XVIII. La cabeza al Suroeste debajo de las piernas del enterramiento 60 (lám. 4) y el rostro al Sureste. Corte A, sector 2 Enterramiento 21. Fosa practicada en la tierra que contiene los restos de un adulto en posición decúbito lateral derecho, con las piernas ligeramente flexionadas y las manos

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EXCAVACIONES DE URGENCIA EN LA CALLE ROJO N.º 2, LORCA

Lám. 4. Enterramientos 20 y 60 al fondo. En primer plano los esqueletos 25 y 26.

unidas sobre la zona púbica. Orientado con los pies al Noreste, la cabeza al Suroeste y el rostro al Sureste. Corte A, sector 2. Enterramiento 22. Fosa practicada en la tierra que contiene los restos de un niño en posición decúbito lateral derecho, con las piernas ligeramente flexionadas y las manos unidas sobre la zona púbica. Orientado con los pies al Noreste, la cabeza al Suroeste y el rostro al Sureste. La fosa se abre junto a la del enterramiento 21. Corte A, sector 2. Enterramiento 24. Fosa practicada en la tierra que contiene los restos de un niño en posición decúbito lateral derecho, con las piernas y los brazos desplazados de su lugar. Orientado con los pies supuestamente al Noreste, la cabeza al Suroeste y el rostro al Sureste. La fosa se abre junto a la del enterramiento 21. Corte A, sector 2. Enterramientos 25 y 26. Fosa practicada en la tierra que contiene los restos de dos adultos en posición decúbito lateral derecho. El 25 con las piernas rectas y las manos unidas

sobre la zona púbica. Las piernas del 26 se introducen en el perfil 2 y las manos unidas sobre la zona púbica. Orientados con los pies al Noreste, la cabeza al Suroeste y el rostro al Sureste. La cabeza del 26 pegada al coxis del 25 (fig. ). Corte A, sector 2. Enterramiento 27. Fosa practicada en la tierra que contiene los restos de un adulto en posición decúbito lateral derecho. Únicamente se conservan las rótulas, las piernas y los pies orientados al Noreste. Este enterramiento fue alterado al realizar la fosa del muro de encofrado (A2). Corte A, sector 2. Enterramiento 28. Fosa practicada en la tierra que contiene los restos de un adulto en posición decúbito lateral derecho. Únicamente se conservan in situ la cabeza orientada al Suroeste con el rostro al Sureste y parte de las costillas y la columna vertebral. Este enterramiento fue alterado al realizar la fosa del muro de encofrado (A2). Corte B, sector 1. Enterramiento 29. Fosa practicada en la tierra que contiene los restos de un niño que únicamente conserva in situ

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Lám. 5. Enterramiento 63.

la cabeza orientada al Suroeste con el rostro al Sureste. Corte B, sector 1. Enterramiento 30. Fosa practicada en la tierra que contiene los restos de un adulto en posición decúbito lateral derecho, con las piernas ligeramente flexionadas y los pies orientados al Noreste. Únicamente se ha podido excavar la parte de las caderas y las piernas debido a que el resto del cuerpo se introduce en el perfil 4 (fig. 3). Corte B, sector 1. Enterramiento 31. Fosa practicada en la tierra que contiene los restos de un adulto en posición decúbito lateral derecho, con las piernas ligeramente flexionadas, los pies orientados al Noreste y la cabeza al Suroeste totalmente reventada por el muro D1. Junto a las costillas se documentan unos pequeños fragmentos de tejido y un botón de hueso (n.º inventario 1.785) formado por dos pequeños conos rematados por una bola y unidos por un estrangulamiento que serviría para fijarlo al tejido. Corte D. Enterramiento 32. Fosa practicada en la tierra que con-

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tiene los restos de un niño movido por la cimentación del muro D1, del que únicamente se ha conservado el cráneo orientado al Suroeste y las piernas. Corte D. Enterramiento 33. Fosa practicada en la tierra que contiene los restos de un adulto movido por la cimentación. Únicamente se conservan las piernas ligeramente flexionadas y los pies orientados al Noreste junto al perfil 2. Corte D. Enterramiento 34. Fosa practicada en la tierra que contiene los restos de un adulto en posición decúbito lateral derecho, con las piernas ligeramente flexionadas y las manos unidas sobre la zona púbica. Orientado con los pies al Noreste, la cabeza al Suroeste y el rostro al Sureste. Entre las costillas se documenta una placa de hueso (n.º inventario 1.786) de forma oval con dos perforaciones en el centro y una de sus caras decorada con pequeños circulitos que forman una banda paralela al borde de la lámina y otras dos bandas perpendiculares que se cruzan en la parte central entre las dos perforaciones. Corte D.

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Enterramiento 35. Varios huesos movidos de un adulto localizados en el ángulo 2-3 del corte D. Enterramiento 39. Únicamente se han podido documentar los pies de un adulto orientado al Noreste que salen del perfil 4 (fig. 3). Corte D. Enterramiento 40. Fosa practicada en la tierra que contiene los restos de un adulto en posición decúbito lateral derecho. Únicamente se han documentado los pies orientados al Noreste (fig. 3) tocando el cráneo del enterramiento 34. Corte D. Enterramiento 43. Fosa practicada en la tierra que contiene los restos de un adulto en posición decúbito lateral derecho, con las piernas ligeramente flexionadas y las manos unidas sobre la zona púbica. Orientado con los pies al Noreste, la cabeza al Suroeste y el rostro al Sureste. La fosa cubierta con una tapadera de adobes que únicamente se conserva intacta sobre el cráneo (fig. 3). Corte D. Enterramiento 44. Únicamente se conserva parte de las caderas y las piernas muy alteradas de un adulto, orientadas al Noreste. Desaparece parcialmente al construir la cimentación del muro E2. Corte E. Enterramiento 47. Fosa practicada en la tierra que contiene los restos de un adulto en posición decúbito lateral derecho, con las piernas muy flexionadas y las manos unidas sobre la zona púbica. Orientado con los pies al Noreste, la cabeza al Suroeste y el rostro al Sureste. Corte E. Enterramiento 49. Fosa practicada en la tierra que contiene los restos de un adulto en posición decúbito lateral derecho. Únicamente se ha podido documentar la cabeza orientada al Suroeste con la cara al Sur y parte de los huesos del cuerpo, ya que las piernas se introducen bajo el perfil 2. Corte E. Enterramiento 50. Fosa practicada en la tierra que contiene los restos de un adulto en posición decúbito lateral derecho, con las manos unidas sobre la zona púbica y las piernas ligeramente flexionadas que se introducen bajo el perfil 2. La cabeza orientada al Suroeste y el rostro al Sureste. Corte E. Enterramiento 51. Fosa practicada en la tierra que contiene los restos de un adulto en posición decúbito lateral derecho, con las piernas ligeramente flexionadas. Le falta la cabeza y parte de los brazos. Orientado con los pies al Noreste y supuestamente la cabeza al Suroeste. La fosa está junto a la del enterramiento 44. Corte E. Enterramiento 52. Fosa excavada en la tierra que fue alterada por la cimentación del muro E2 de la casa del siglo

Lám. 6. Muretes paralelos (A4 y A6) construidos con ladrillos asociados a las estructuras relacionadas con la metalurgía del hierro.

XVIII. Únicamente se conservan las tibias, peronés y pies de un adulto orientados al Noreste. Corte E. Enterramiento 53. Fosa practicada en la tierra que contiene los restos de un adulto en posición decúbito lateral derecho, con las piernas ligeramente flexionadas y las manos unidas sobre el pecho. Orientado con los pies al Noreste y la cabeza al Suroeste con el rostro al Sureste. Esta sepultura se realiza sobre la fosa del enterramiento 54. Corte E. Enterramiento 55. Cráneo de un adulto desplazado junto al perfil 3. Corte E. Enterramiento 56. Fosa practicada en la tierra que contiene los restos de un adulto en posición decúbito lateral derecho, con la cabeza al Suroeste y el rostro al Sureste. Las piernas se introducen en el perfil 2. Corte E. Enterramiento 57. Fosa practicada en la tierra que únicamente conserva las tibias, peronés y pies orientados al Noreste de un adulto. El resto del enterramiento destruido en el momento de realizar la cimentación de la vivienda del siglo XVIII. Corte E.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Enterramiento 58. Fosa practicada en la tierra que contiene los restos de un niño en posición decúbito lateral derecho, con las piernas ligeramente flexionadas y las manos unidas sobre la zona púbica. Orientado con los pies al Noreste, la cabeza al Suroeste y el rostro al Sureste. Este enterramiento estaba bajo las piernas del 57. Corte E. Enterramiento 59. Fosa practicada en la tierra que contiene los restos de un niño en posición decúbito prono, con las piernas ligeramente flexionadas y los brazos extendidos a los lados del cuerpo. Orientado con los pies al Noreste, la cabeza al Suroeste y el rostro al Sureste. La fosa tapada con tres ladrillos de adobe marrón claro (40 cm. de longitud, 20 de anchura y 10 cm. de grosor). Corte E. Enterramiento 61. Fosa practicada en la tierra que contiene los restos de un adulto en posición decúbito lateral derecho, con las piernas ligeramente flexionadas y los brazos rectos dispuestos a los lados del cuerpo. Orientado con los pies al Noreste, la cabeza al Suroeste y el rostro al Sureste. Corte A, sector 2 y corte C. Enterramiento 62. Fosa practicada en la tierra que contiene los restos de un niño en posición decúbito lateral derecho, con las piernas flexionadas y las manos unidas sobre la zona púbica. Orientado con los pies al Noreste, la cabeza al Suroeste y el rostro al Sureste. Corte C. Enterramiento 63. Fosa practicada en la tierra que contiene los restos de un adulto en posición decúbito lateral derecho, con los brazos rectos dispuestos a ambos lados del cuerpo. Orientado con la cabeza al Suroeste, el rostro al Sureste y la mandíbula caída (lám. 5). Las piernas y los pies alterados por la construcción de una estructura asociada a la metalurgia del hierro de mediados del siglo XIII. Corte B, sector 2. Enterramiento 64. Huesos revueltos de un individuo adulto bajo el pavimento de la habitación asociada a la explotación metalúrgica. Corte B, sector 1. Enterramiento 65. Fosa practicada en la tierra que contiene las piernas flexionadas de un adulto con los pies orientados al Noreste. El resto del cuerpo ha desaparecido por la fosa de cimentación del muro de encofrado (A2). Corte A, sector 1. Enterramiento 66. Fosa practicada en la tierra que contiene los restos de un adulto en posición decúbito lateral derecho, con las piernas flexionadas y las manos unidas sobre la zona púbica. Orientado con la cabeza al Suroeste y el rostro al Sureste, le faltan las tibias, peronés y pies, alterados por la cimentación del muro de encofrado (A2). Cortes D y E.

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Enterramiento 67. Fosa practicada en la tierra que contiene los restos de un adulto en posición decúbito lateral derecho, con las piernas flexionadas y las manos unidas sobre la zona púbica. Orientado con los pies al Noreste, la cabeza al Suroeste y el rostro al Sureste. El fémur de este inhumado pegado al cráneo del 66. Corte E. Enterramiento 69. Sepultura de forma rectangular elaborada con adobes (30 cm. de longitud por 15 cm. de anchura) que únicamente conserva el lateral Noroeste. Esta tumba contiene los restos de un adulto en posición decúbito lateral derecho, con las manos unidas sobre la zona púbica. Orientada la cabeza al Suroeste con el rostro al Este y los pies supuestamente al Noreste ya que fueron alterados con la construcción de la fosa del muro de encofrado (A2). Corte D. Enterramiento 72. Sepultura de forma rectangular elaborada con adobes (20 cm. de longitud por 15 cm. de anchura) y cubierta por adobes de las mismas características que los del perímetro pero más grandes ( 28 cm. por 18 cm.) (fig. 3). Contenía los restos de un adulto en posición decúbito lateral derecho, con las piernas ligeramente flexionadas y las manos unidas en la zona púbica. Orientado con los pies al Noreste, la cabeza al Suroeste y el rostro al Sureste. Este enterramiento es uno de los mejor elaborados de este sector del cementerio islámico. Corte D. Enterramiento 73. Fosa practicada en la tierra que contiene los restos de un niño en posición decúbito lateral derecho, con las piernas rectas y las manos unidas sobre la zona púbica. Orientado con los pies al Noreste y la cabeza al Suroeste (fig. 3) con el rostro al Sureste. Sobre este enterramiento y el 72 se depositan los enterramientos 41 y 42. Corte D. Enterramiento 75. Fosa practicada en la tierra que contiene un sepulcro de adobes donde se introducen los restos de un niño en posición decúbito lateral derecho. Orientado con los pies al Noreste, el resto del cuerpo se introduce en el perfil 4 (fig. 3). Corte B, sector 1. Enterramientos 78, 79 y 80. Enterramientos de tres adultos semejantes al 47. Corte B, sector 1. Enterramiento 81. Enterramiento infantil semejante al 62. Corte B, sector 1. Enterramiento 87. Únicamente se conserva la cabeza de un adulto movida. Corte B, sector 1. Enterramiento 88. Fosa practicada en la tierra que contiene los restos de un adulto en posición decúbito lateral derecho. Únicamente se conserva in situ una tibia y un peroné. Corte B, sector 1.

EXCAVACIONES DE URGENCIA EN LA CALLE ROJO N.º 2, LORCA

Lám. 7. Estructura cuadrangular de la primera mitad del siglo XIII, realizada con muros de piedra en cuyo interior se documentaron abundantes escorias de fundición.

Enterramiento 89. Fosa practicada en la tierra que contiene los restos de un adulto en posición decúbito lateral derecho. Únicamente se conservan las tibias, peronés y pies orientados al Noreste, el resto de la tumba alterada por uno de los muretes relacionado con la estructura de explotación metalúrgica. Corte B, sector 1. Enterramiento 90. Cabeza de un adulto hallada junto al perfil 4 y el enterramiento 30. Fue desplazada por la cimentación del muro de encofrado (A2). Corte B. Enterramiento 91. Cabeza de un adulto hallada junto al perfil 4 y desplazada por la cimentación del muro de encofrado (A2). Corte B. Enterramiento 92. Fosa practicada en la tierra que contiene los restos de un niño en posición decúbito lateral derecho, con las piernas flexionadas y los pies al Noreste. De esta sepultura únicamente se constataron las extremidades inferiores, el resto de la osamenta se introducía bajo el perfil 4 (fig. 3). Corte D. IV. Ultimo momento de utilización del cementerio. Sobre los enterramientos de la fase anterior se ubican sepulturas infantiles delimitadas por piedras, yeso o adobe y algunas cubiertas con grandes bloques de adobe. Enterramiento 14. Fosa practicada en la tierra rodeada de piedras que albergaba el esqueleto de un niño en posición decúbito lateral derecho, con las piernas ligeramente flexionadas y los brazos dispuestos a ambos lados del

cuerpo. Orientado con los pies al Noreste, la cabeza al Suroeste y el rostro al Sureste. Esta tumba se practica sobre el enterramiento 15 (lám. 3). Corte A, sector 2. Enterramiento 19. Fosa practicada en la tierra donde se introduce el cadáver de un niño rodeado de piedras. La sepultura rota por el muro de encofrado (A2) únicamente conserva las piernas orientadas al Noreste. Corte A, sector 2 Enterramientos 36, 37, 38, 41 y 42. Cinco enterramientos infantiles recogidos en una especie de pequeño panteón de adobe marrón claro, tapados por un adobe de color rojizo. Todos están en posición decúbito lateral derecho, con las piernas ligeramente flexionadas, salvo el 37 que estádispuesto decúbito supino con los brazos rectos a los lados del cuerpo y las piernas flexionadas. Orientados con los pies al Noreste, la cabeza al Suroeste y el rostro al Sureste. Corte D. Enterramiento 45. Fosa practicada en la tierra que contiene los restos de un niño en posición decúbito lateral derecho, con las piernas y los brazos desplazados de su lugar. Orientado con los pies supuestamente al Noreste, la cabeza al Suroeste y el rostro al Sureste. La parte superior de la fosa alterada por la cimentación del muro E2. Corte E. Enterramiento 46. Fosa rodeada por piedras que contiene los restos de un niño en posición decúbito lateral derecho, con las piernas flexionadas y las manos juntas sobre la zona púbica. Orientado con los pies al Noreste, la cabeza al Suroeste y el rostro al Sureste. La

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

fosa se abre junto a la del enterramiento 45. Corte E. Enterramiento 48. Sepultura infantil semejante a la 45. Corte E. Enterramiento 60. Fosa practicada en la tierra que contiene los restos de un niño en posición decúbito lateral derecho, con las piernas rectas y las manos unidas sobre la zona púbica. Orientado con los pies al Noreste, la cabeza al Suroeste y el rostro al Sureste. La fosa con las paredes de yeso fue tapada por una cubierta de adobe revocada de yeso, que en su parte Suroeste presenta una prolongación de forma redondeada. La tapadera presenta dos agujeros cuadrados revocados de yeso sobre la cabeza y los pies, que parecen la impronta de unos postes que señalarían el enterramiento y donde pudo ir dispuesto algún epígrafe. Esta sepultura se realiza sobre el enterramiento 20 (lám. 4). Corte A, sector 2. 3.3. Instalaciones relacionadas con la metalurgia del hierro

A principios del siglo XIII un sector del cementerio ubicado junto a la Puerta Al-Sharia o Gil de Ricla, se reutiliza pasando este espacio periurbano a ser empleado para la instalación de estructuras relacionadas con la metalurgia del hierro. En el corte A sector 1 se documentaron dos muretes paralelos (A4 y A6) (lám. 6) construidos a base de ladrillos (28 cm. por 12 cm.), emplazados perpendicularmente al muro de encofrado (A2). Al ampliar esta zona por el Noroeste con el corte B, se hallan dos nuevos muretes (B1 y B2) paralelos a los anteriores (A4 y A6). Estos cuatro muretes delimitan tres espacios alargados dispuestos a diferentes cotas y comunicados por unos pequeños accesos. El murete B1 realizado con fragmentos de ladrillos y el B2 realizado con yeso delimitan un pequeño ámbito al que se accede por dos peldaños revocados de yeso. Los ámbitos B1 y B2 estaban pavimentados con yeso dispuesto sobre un adobe endurecido de color rojizo. Sobre el pavimento de la pequeña dependencia delimitada por los muretes B1 y B2 se localizan tres pequeños agujeros de poste cuyas improntas se reflejan sobre los restos del pavimento de yeso. En el espacio delimitado por los muros A6 y B2 se documentó cerca del perfil 4 el fondo de una tinaja fijada a un fragmento de pavimento de yeso. Todas estas estructuras están asociadas al estrato 2 que contiene múltiples escorias de hierro y abundante material cerámico de la primera mitad del siglo XIII. En el sector 2 de los cortes A y B se documenta una estructura cuadrangular de 1.40 m. por 1.20 m. realizada con muros de piedra en algunas zonas unidas por yeso (lám. 7). Este espacio esta comunicado con un pequeño habitáculo (0.60 m. por 0.40 m.) que se adosa al muro de encofrado

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(A2). En los ángulos de esta estructura se localizan una serie de agujeros de poste revocados de yeso. El interior de este espacio esta colmatado por una tierra muy oscura con abundantes escorias de fundición de hierro y cerámica de la primera mitad del siglo XIII. Al muro Noroeste que delimita esta estructura se adosa a un pavimento de cal ennegrecido que presenta varios agujeros de poste revocados de yeso. Este pavimento está delimitado por el muro de encofrado A2 y por un nuevo muro también de encofrado que se halla debajo del perfil 1. Al retirar este pavimento aparece una fina capa de tierra marrón clara (estrato 3) que descansa sobre una capa con abundantes escorias de hierro. Resulta muy complicado interpretar estas estructuras por el limitado espacio que ocupan y por estar bastante alteradas por la cimentación del edificio que se superpone y las sucesivas reformas que sufre esta cimentación. Posiblemente estemos ante los restos se algunas de las dependencias que formaban parte de un taller de fundición que se amortizó en la segunda mitad del siglo XIII. Las estructuras aparecen asociadas a abundantes escorias de fundición y todos los pavimentos presentan agujeros de poste que quizás sostuvieran unas cubiertas realizadas con materiales perecederos. 3.4. Casa del siglo XVIII. Las primeras estructuras exhumadas durante la excavación pertenecen a la cimentación de una vivienda del siglo XVIII y a las sucesivas ampliaciones y reformas que sufre la casa, que en sus últimos años acogió a la confitería de Dª Emilia Belendez. 4. Valoración final

Los resultados de la intervención arqueológica en la calle Rojo confluencia con la calle Villaescusa han permitido documentar la evolución del espacio periurbano de la madina islámica desde el siglo IX hasta la primera mitad del siglo XIII. El primer uso de este terreno estuvo relacionado con unos talleres cerámicos de época califal. En la excavación únicamente se pudo documentar parte de la cámara de combustión y de la boca del hogar de un horno y una porción del testar con deshechos de las cocciones entre cenizas. Este horno formaría parte de unos obradores que se extenderían por el Norte hacía la madina, hecho constatado en las excavaciones del n.º 14 de la calle Cava (PONCE, 1993: p. 28), donde se hallaron materiales cerámicos semejantes a los del horno.

EXCAVACIONES DE URGENCIA EN LA CALLE ROJO N.º 2, LORCA

Las estructuras del horno documentadas en la excavación contrastadas con las de otros hornos de la época, permiten hacer una reconstrucción del horno de la calle Rojo (fig. 4). La cámara de combustión de forma rectangular, estaría comunicada con la boca del hogar por un arco de adobes. Sobre esta cámara se dispondría una parrilla, sustentada por arcos y pilares circulares de adobe dispuestos a ambos lados de los arcos. La cámara de cocción se elevaría sobre la parrilla, pudiendo tener forma rectangular al igual que la cámara de fuego. Las cerámicas para ser ahornadas, se colocarían en el laboratorio unas sobre otras, separadas por planchas de arcilla (ff. 7.6 y 7.7). Después de la cocción las piezas defectuosas o pasadas de cocción se tirarían en las inmediaciones del horno. El abundante material cerámico procedente de los deshechos y los restos que quedaron en el interior de la cámara de combustión, ha permitido documentar un amplio repertorio de formas producidas en el alfar. La enorme proporción de jarros/as (42%), jarritas/os (31%) y marmitas (24%) halladas en relación con los demás tipos cerámicos, permite apuntar una especialización en la elaboración de estos recipientes cerámicos (fig. 13). El análisis del conjunto cerámico procedente del horno de la calle Rojo, permite situar entre finales del siglo IX y la primera mitad del siglo X, la producción de unos obradores que modelan sus cerámicas según las nuevas formas imperantes, perviviendo en algunos tipos las tradiciones de la cerámica anterior. El terreno ocupado por los obradores de los alfareros durante los siglos IX y X fue empleado para ampliar el cementerio más grande de la madina, que se extendía entre las puertas de San Antonio y Gil de Ricla o al-Sharia. Actualmente se conocen los límites de este cementerio a través de las intervenciones arqueológicas en las calles Cava (n.º 11 y 14), Villaescusa, Núñez de Arce (MARTÍNEZ, 1994: 180), Rubira (PONCE, e.p.) y Plaza de España n.º 2 (MARTÍNEZ y PONCE, 1995: 37) y de los antiguos hallazgos en las calles Corredera, López Gisbert y Albuquerque. Los primeros enterramientos practicados a partir del siglo X fueron instalados sobre los restos del área artesanal. La mayoría de las 92 inhumaciones documentadas están realizadas en fosas estrechas excavadas directamente en la tierra. Todos los esqueletos fueron depositados decúbito lateral derecho, salvo algún niño que está dispuesto decúbito prono, con los pies orientados al Noreste, la cabeza al Suroeste y la cara al Sureste. Las sepulturas documentadas están asociadas a tres niveles que se fueron superponiendo hasta el siglo XII. La circunstan-

cia de que aparezcan enterramientos superpuestos debe estar relacionado con los siglos XI y XII, época en la que la madina de Lorca tuvo un gran crecimiento demográfico. En el tercer nivel se han documentado 56 sepulturas practicadas mayoritariamente en sencillas fosas excavadas en la tierra. Destacan en este nivel cinco enterramientos realizados en cajas rectangulares a base de ladrillos de adobe (fig. ), todas estas tumbas con la excepción de la n.º 15, guardan una ligera variación de unos grados en la orientación (fig. ). Las sepulturas de adobe 7, 8, y 9 están unidas formando un pequeño panteón. El empleo del ladrillo crudo (labin) esta constatado en varios cementerios islámicos. Algunos ejemplos se han documentado en el cementerio murciano de San Nicolás (NAVARRO, 1986: 11), en el de Santa María del Rabal en Jumilla (PONCE y PUJANTE, 1993), en el cementerio mudéjar de Valladolid (BALADO et alii, 1991: 38-45), en el cementerio Bad Al-Hanax (SERRANO, 1994: 194) y en el de Roteros (PASCUAL, 1990: 414) en Valencia. El empleo de tipo de material no permite asignar una cronología precisa, pues si en algunos cementerios esta asociado a sepulturas de los niveles más bajos y medios (SERRANO, 1994: 194) al igual que sucede en Lorca, en otras necrópolis islámicas como la de Valadolid esta empleado desde finales del siglo XIII (BALADO et alii, 1991: 45). Las sepulturas documentadas de la última fase de utilización de este sector del cementerio, pertenecen en su totalidad a niños cuyas sepulturas fueron elaboradas con piedras o adobes son instaladas sobre enterramientos anteriores. Este sector del cementerio vuelve a cambiar de funcionalidad en época almohade, instalándose sobre él una serie de estructuras artesanales vinculadas a la fundición del hierro que alteran o destruyen varios enterramientos del último momento de empleo de la maqbara. Es posible que la falta de espacio periurbano próximo a la puerta de Gil de Ricla o al-Sharia, hace que no se contemplen las prescripciones sobre la prohibición de construir sobre los cementerios. El cambio de funcionalidad de los terrenos extramuros esta constatado en varias ciudades islámicas. En Murcia (NAVARRO; GARCÍA, 1989: pp. 257 y 259), Pechina (ACIEN et alii, 1990: p. 58) y Toledo (AGUADO et alii, 1990: p.118) está constatado el traslado de los talleres alfareros a otros lugares del entorno de la madina, mientras que en Almería (MARTÍNEZ y MUÑOZ, 1990: 23) y en Lorca esta constatada la reutilización del espacio sepulcral para actividades artesanales y domésticas en el período de dominación almohade.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

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NOTAS: (1) Me gustaría agradecer a D.ª. Juana Ponce García la colaboración en el inventario y dibujo de los materiales cerámicos, y a D.ª Belén Sánchez González la confección de las gráficas del material cerámico.

EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS DE URGENCIA EN EL RECINTO FORTIFICADO MEDIEVAL DE MOLINA DE SEGURA (MURCIA)

M.ª Jesús Sánchez González

MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

ENTREGADO: 1990

EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS DE URGENCIA EN EL RECINTO FORTIFICADO MEDIEVAL DE MOLINA DE SEGURA (MURCIA)

M.ª JESÚS SÁNCHEZ GONZÁLEZ

Resumen: Las excavaciones arqueológicas realizadas en el Barrio del Castillo con procedimiento de urgencia permitieron documentar y con-

firmar desde el punto de vista arqueológico un tramo de la muralla y un torreón pertenecientes al recinto fortificado medieval de la ciudad.

I. INTRODUCCIÓN

gráfica fue realizada por el licenciado en Arqueología e Historia Antigua, D. José Antonio Egea Sandoval; asimismo, las labores de excavación, por peones contratados por la empresa constructora y la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia.

En el transcurso del año 1990, durante los meses de febrero, agosto, septiembre y principios de octubre, tuvieron lugar las excavaciones arqueológicas de urgencia en el casco antiguo de la ciudad de Molina de Segura, con motivo de la demolición de unas viviendas de antigua construcción en cuyos cimientos aparecieron restos constructivos pertenecientes al recinto fortificado medieval de la localidad. Tales actuaciones fueron llevadas a cabo en tres solares contiguos situados en la confluencia de las calles Honda y Pensionista, lugar inmediato al tradicionalmente llamado «Cerro del Castillo» por la evidencia de sus restos arquitectónicos (Lám. 1). Hasta ahora, la existencia de dichos restos de fortificación, tan sólo era conocida por los autores interesados en las antigüedades en general y sobre todo a través de la tradición historiográfica transmitida por los eruditos locales de época contemporánea. De esta manera, nuestra intervención permitió confirmar y documentar, desde el punto de vista arqueológico, la existencia en Molina de Segura de un tramo de la muralla y un torreón correspondientes al recinto defensivo de época islámica. Durante los trabajos arqueológicos la documentación

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II. DATOS HISTÓRICOS Y ARQUEOLÓGICOS

Sobre la fundación de Molina, la documentación existente se caracteriza por su escasa credibilidad y fundamento. Un documento extraído del libro nº 13 de las Actas Capitulares de 1762, atribuye su fundación a los romanos, concretamente en el año 333 a.C. por obra del Rey Brigio. También LOZANO SANTA en su obra Bastitania y Contestania del reino de Murcia, donde expone una breve descripción de las ruinas de su castillo y grandes murallas, las considera como «obra muy digna de arquitectos romanos (LOZANO, ed. 1980: 108-110). Un testimonio con más visos de verosimilitud es el que aporta MOLINA LÓPEZ, referente a la etimología del término Molina, según el cual Molina no es una palabra de origen árabe sino posiblemente latina. Así pues se trataría de un ente de población que históricamente ya existía antes de la dominación musulmana (DE LOS REYES, 1974:8).

EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS DE URGENCIA EN EL RECINTO FORTIFICADO MEDIEVAL DE MOLINA DE SEGURA (MURCIA)

Figura 1. Vista general. Lienzo de muralla, solar n.º 19.

Debemos tener en cuenta que el emplazamiento de Molina, reune todas las características que le convierten en un enclave estratégico y que bien podían permitir la existencia de antiguos asentamientos. Por un lado, ya desde antiguo, ha sido lugar de paso y confluencia de caminos; así, es en las proximidades de la actual población donde debemos situar la calzada romana que en su tiempo unía CartagenaChinchilla. Durante época medieval formó parte del itinerario denominado Camino Real de Castilla y ya en época moderna, fue un jalón más en el Camino de la seda. Por otra parte, debemos destacar su particular relación con el entorno, dominando una zona de captación acuífera, en contacto directo con el cultivo de regadío. En esta línea, es importante hacer constar ya no sólo su emplazamiento en la margen oriental del río Segura, sino también su delimitación a través de dos arterias fluviales fundamentales, la acequia mayor y la subirana, convergentes ambas en un molino hidráulico.

Los datos históricos sobre Molina en época árabe también son escasos, sin embargo aclaran perfectamente que Molina existía en el siglo XI y era conocida ya con dicho nombre. La primera fuente escrita que hace referencia a Molina como hins, la encontramos en la obra de AL-UDRI (s. XI), al mismo tiempo que la menciona como fin de una de las etapas de la ruta de Cartagena a Toledo, lo cual nos indica que Molina, como enclave, desde antiguo había tenido una importancia especial en ese camino (MOLINA LÓPEZ, 1972: 51-52). «De Cartagena a Murcia, 30 millas. Hasta Molina ocho millas. A Cieza, 25 millas...» Otra noticia sobre su existencia en el s. XI es indicada por MENÉNDEZ PIDAL en su obra La España del Cid, donde no hay duda de que Molina ya existía formando parte del imperio musulman desde el año 1086 y no antes. Por otra parte, señala la presencia en Molina del Rey Alfonso VI y el Cid en intervalo de fechas, en 1089, con motivo de la

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Figura 2. Vista general de la muralla desde el exterior.

defensa de Aledo (MENÉNDEZ PIDAL, 1947: 366-367). También, un dato histórico de gran interés lo encontramos en la obra del geógrafo AL-IDRISI, al mencionarla como uno de los castillos de la ruta Murcia-Segura (JASSIM ABID MIZAL, 1989: 91). «De Murcia al castillo de Molina de Segura (Mulina), que está junto al río, hay ocho millas,...» De esta manera queda reflejada la existencia de algún tipo de fortificación islámica en Molina casi con toda probabilidad en el siglo XII e incluso antes. Para época cristiana, los datos históricos reflejan la existencia de Molina durante tiempo como villa independiente o de realengo, independencia que perderá en el siglo XIV, tal y como reflejan los escritos de la época, ganando sin embargo, en importancia estratégica, alcanzando la cúspide de su historia medieval y moderna. Cabe mencionar un dato interesante, al que hace mención FRUTOS BAEZA (ed. 1988: 37), y es al factor sorpresa en la toma de posesión de Molina por Murcia (dependiente entonces del adelantado Don Juan

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Manuel, s. XIV), ya que estando la villa de antiguo bien murada, hubieran podido defenderla. Con respecto a los documentos escritos que hacen referencia explícita al recinto defensivo, nos encontramos, de nuevo, con la obra de LOZANO SANTA quien afirma la existencia del castillo y de dos líneas de muralla (LOZANO SANTA, 1980: 110). «(...) En circuito del castillo se conservan los muros y muralla, hasta la altura de unas diez varas (...). En lo exterior del Castillo, se descubre otra muralla, de igual gusto y firmeza, que sin duda servía de circunvalación al pueblo, la cual se ve hecha trozos, en una de sus calles contiguas, fuera ya de pueblo (...). Los geógrafos callan, pero hablan con más seguridad, que todos los geógrafos, las grandes murallas de Molina (...)» Sin embargo, será a través de los investigadores locales, donde encontremos una descripción más detallada de dichas construcciones. Así, A. DE LOS REYES en 1974, en su estudio

EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS DE URGENCIA EN EL RECINTO FORTIFICADO MEDIEVAL DE MOLINA DE SEGURA (MURCIA)

sobre Molina y el Rey Sabio, realiza una reconstrucción hipotética del antiguo asentamiento, estableciendo la existencia de un castillo con recinto amurallado y dos líneas de muralla, circunvalando la última de éstas el perímetro de la población. El 15 de mayo de 1952, D. José Crespo emite un informe recogido por el cronista local ARNALDOS PÉREZ en su obra Pincelada histórica. Apuntes para la Historia de Molina (1983), en el que de nuevo se hace mención a los dos recintos amurallados defensivos que componen el castillo y las murallas de la villa, considerando todas las construcciones como correspondientes a un mismo momento cronológico, que sitúa a mediados o primer tercio del siglo XI. Tanto el primer como el segundo recinto parecen sufrir reconstrucciones datando las del segundo de la época de la reconquista, mientras que para el primero las sitúa en tiempos del Infante Don Juan Manuel (siglo XIV). La muralla de la villa conserva de la primitiva traza un tramo situado en una de las casas que hay junto a la acequia. La muralla que cercaba la villa, también según el mismo autor, era de un espesor mayor que en el caso del recinto del castillo, calculándose en 1,50 m. Constaba de almenas con saeteras y un camino en la misma para los soldados, su altura dependía de su situación topográfica sobre el terreno, debiendo estar formada por torreones, etc. ARNALDOS PÉREZ, en su obra antes mencionada, realiza una reconstrucción hipotética del recinto fortificado, basada en los restos localizados personalmente in situ por el autor, en lo que a la muralla perimetral respecta. En cuanto al castillo-fortaleza, no dispuso de datos fiables para su reconstrucción, por lo que su diseño es puramente teórico. Propone un trazado rectangular para el castillo y una sola línea de muralla en torno a la población. La Iglesia primitiva, así como el cementerio, son situados de una manera aproximada, no constándole el lugar exacto de localización (Lám. 2). Estos son los datos históricos y noticias escritas referentes a la fortificación de Molina de Segura, a los que habría que añadir aquellos aportados por los testimonios de los vecinos de la localidad, quienes de una manera más o menos matizada confirman todo lo antedicho. III. LAS EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS

III.1. Planteamientos generales

Al inicio de la primera actuación arqueológica en el solar n.º 19, dado el estado avanzado en el que se encontraban las

Figura 3. Vista general. Lienzo de muralla, solar n.º 24.

obras de acondicionamiento del solar para la construcción del nuevo edificio, el principal objetivo fue documentar, en la medida de lo posible, estratigráficamente el área extramuros e intramuros y momento de construcción de la muralla. Teniendo en cuenta que la información había sido sesgada en gran medida por la pala excavadora, el planteamiento a seguir en el resto de las actuaciones arqueológicas fue el mismo, con el fin de poder contrastar la mayor cantidad de datos posibles. Metodológicamente, los trabajos arqueológicos se han caracterizado por el planteamiento de cuadrícula y de pequeñas catas instaladas de manera que se documentara tanto la muralla como los sectores intra y extramuros. Todas las tareas de acotación han sido llevadas a cabo a partir de la definición de un punto cero situado en una tapa de alcantarillado de la C/.Honda, a 76,60 m.s.n.m. Dicho estudio en profundidad se ha materializado en una secuencia estratigráfica que ha sido analizada siguiendo las directrices del método Harris.(1)

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Figura 4. Muralla, solar n.º 24.

Figura 5. Vista general de la muralla y torreòn, solar n.º 27.

III.2. Desarrollo de las excavaciones

perado en la misma es escaso y esencialmente cerámico, entre el que destaca una jarrita fragmentada decorada con digitaciones al manganeso. El lienzo de muralla constatado posee 12 m. de longitud y un grosor de 1,40 m. Dicho tramo recorre el solar de Este a Oeste, adaptándose a la ligera pendiente del terreno. Se localiza a una profundidad de 2,07 y 2,21 m. bajo la cota cero. Su orientación es de 70 grados Noroeste. En su sistema constructivo destaca la presencia de dos espacios cuadrangulares excavados en el propio zócalo de la muralla, de forma transversal a la misma, cuya función es probablemente la de facilitar la salida de aguas de escorrentía. Con respecto al nivel de base de la muralla se hallan a una distancia de unos 42 cm. Sus dimensiones son de 20x30 cm. y la distancia que separa a ambos desagües es de 8 m. (Fig.2). Solar nº 24: Los trabajos arqueológicos se realizaron entre los días 8 y 17 de agosto de 1990. Se sitúa en la confluencia de las calles Honda-Pensionista-Benavente, posee una extensión de 128,17 m2 de los cuales tan sólo han sido

Solar nº 19: La excavación fue iniciada el 29 de enero de 1990, prolongándose hasta el 14 de febrero del mismo año. Consta de una superficie de 175 m2, de los cuales fueron excavados con método arqueológico unos 31 m2. Dicho solar se hallaba desfondado en su mayor parte por la pala excavadora, debido a las obras de acondicionamiento del solar para construir los cimientos de la nueva vivienda. Ante este estado, nuestra labor por tanto fue la de limpieza de perfiles, previa definición de estratos, en el área intramuros, y la excavación de una cuadrícula de 6x5 m. abarcando la muralla y el área extra e intramuros (Fig.1, Lám.3). El sector comprendido al exterior de la muralla, también había sido afectado por la pala excavadora al realizar un sondeo previo a nuestra intervención, una vez realizado fue tapado de nuevo. Dicho sondeo profundizó casi hasta el nivel de base de la muralla (unos 2 m. con respecto al nivel de la calle), sin llegar a afectar prácticamente a la fosa de fundación (UE 1001 y 1011) (Lám. 4). El material arqueológico recu-

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excavados con método arqueológico 21 m2 aproximadamente, correspondientes al área extramuros y muralla propiamente dicha (Lám. 5). El resto de la superficie del solar, comprendida en el área intramuros (lindante con la calle Honda y Pensionista), no pudo ser objeto de actuación arqueológica debido al estado avanzado en que se encontraban las obras de acondicionamiento del solar para la construcción del nuevo edificio, así como por el peligro de derrumbe de una vivienda en ruinas situada en el solar contiguo. No obstante el desarrollo de las obras de acondicionamiento en el sector mencionado estuvo acompañado de la observación necesaria por cuanto la posibilidad de aparición de cualquier resto arqueológico. La estratigrafía obtenida por tanto en el área extramuros resulta poco significativa en cuanto a la escasez de datos que aporten información sobre la fundación y momento de utilización de la muralla, debido a la profunda alteración de los niveles medievales producida por las remociones practicadas en época moderna, constatadas además en el espacio tan reducido objeto de la intervención arqueológica. Se ha documentado un tramo de muralla de 6,50 m. alcanzando una profundidad entre 2,19 y 2,16 m. con respecto a la cota cero y según atraviesa el solar de Este a Oeste. Ofrece una particularidad en cuanto a que su orientación sufre un cambio con dirección NE-SW. Dicho tramo se prolonga bajo la cimentación de un edificio reciente contiguo al solar en cuestión (fig.3 y 4)). Solar nº 27: La excavación arqueológica tuvo lugar entre los días 21 y 31 de agosto de 1990, tras un intervalo se reanudaron el 18 de septiembre hasta el 5 de octubre del mismo año. Dicho solar, con una superficie de 76,30 m2, se sitúa entre los dos estudiados anteriormente y de forma contigua a los mismos. En él se han documentado 12 m. de lienzo de muralla (prolongación del tramo documentado en el solar nº 19) y un torreón, a partir de éste la orientación de la muralla cambia de dirección en sentido NE-SW reflejada en la prolongación del tramo constatado en el solar nº 24 (Fig.5, Lám.6). Los trabajos arqueológicos consistieron en el planteamiento de catas de pequeñas dimensiones dada la reducida superficie del solar, situadas tanto a extramuros como intramuros, de las cuales la única que ha ofrecido una secuencia estratigráfica fiable es la denominada «D», situada al exterior de la muralla junto al torreón (Lám.7). En líneas generales, en dicha secuencia, el registro arqueológico ha permitido definir y precisar cronológicamente distintas eta-

Figura 6. Torreòn, alzado oriental.

pas culturales: un primer momento de fundación y utilización de la muralla y torreón perteneciente a época islámica (UE.2005 y 2004), esto es, hacia fines del s.XII y primera mitad del s.XIII, definido tanto por el sistema constructivo como por los materiales arqueológicos asociados estratigráficamente. Entre los elementos cerámicos significativos destacan los siguientes: jarrita decorada con la técnica mixta del esgrafiado y pintado al manganeso, anafre, candil de pie alto vidriado en blanco, formas abiertas con cubierta vítrea blanca degradada y marmitas de fondo convexo con vidriado marrón al interior y goterones al exterior. Así mismo, el registro arqueológico que los acompaña está integrado por numerosos restos oseos pertenecientes a fauna y abundantes fragmentos de mortero de cal. Un segundo nivel de ocupación (UE.2002 y 2003) adscrito a época cristiana, está representado por numerosos fragmentos cerámicos con decoración vidriada pertenecientes a cerámica común y de cocina, así como por la presencia de tipos de loza dorada y azul, la mayor parte de los cuales tanto por su morfología como por su decoración se sitúan cronológicamente en

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

torno al tercer cuarto del siglo XV (MARTÍNEZ CAVIRO, 1983). Posteriormente, ya en época moderna y hasta la actualidad (UE.2001 y 2000), el depósito arqueológico manifiesta una profunda alteración reflejada en el registro de los materiales arqueológicos pertenecientes a todos los momentos cronológicos documentados. III.3. Muralla y Torreón. Características y método constructivo

Lámina 1. Plano de situación de las excavaciones arqueológicas.

Lámina 2. Reconstrucción hipotética del recinto fortificado, según Arnaldos Pérez (1983).

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La muralla presenta un zócalo de sólida y compacta argamasa de cal trabada con piedras y arena. Construido mediante la técnica del encofrado, se advierten dos tongadas en la construcción del mismo de unos 90 cm. cada una, alcanzando así una altura de 1,80 m. y un grosor de 1,40 m. Se asienta sobre un estrato de limo muy compacto que actúa de base niveladora en su cimentación, para la misma se excavó en dicho estrato la fosa de fundación caracterizada por una tendencia rectangular y una profundidad variable entre los 20 y 48 cm.,

EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS DE URGENCIA EN EL RECINTO FORTIFICADO MEDIEVAL DE MOLINA DE SEGURA (MURCIA)

Lámina 3. Planta del solar n.º 19, calle Honda-Pensionista.

Lámina 4. Corte I, Perfil Oeste. Sección de la muralla. C/. Honda-Pensionista, n.º 19.

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Lámina 5. Planta, solar n.º 24.

Lámina 6. Planta, solar n.º 27.

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constituida por tierra de color marrón, de textura suelta e integrada por pequeñas piedras y fragmentos de cal. En cuanto al alzado de la muralla, documentado tan sólo en el perfil del solar contiguo (nº 19), presenta al exterior un sólido tapial de argamasa de cal con piedra y arena, de unos 10-15 cm. de grosor, que contrasta fuertemente con el relleno de tierra apisonada que aparece al interior. A igual que la muralla, el torreón presenta un zócalo macizo de sólida y compacta argamasa de cal trabada con arena y piedras de tamaño pequeño y mediano; aparece no adosado a la muralla sino trabado a ella y construido mediante la técnica del encofrado, en tres tongadas de 90 cm. cada una. Sobre su alzado, no hay ninguna constatación arqueológica. En cuanto a la cimentación, excavada en el potente estrato de limo, viene expresada por una rezarpa de unos 15 cm. de anchura por 2 m. de profundidad. Se advierten en ella dos partes diferenciadas, una primera constituida por piedras de tamaño grande y mediano, unidas sin unifor-

EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS DE URGENCIA EN EL RECINTO FORTIFICADO MEDIEVAL DE MOLINA DE SEGURA (MURCIA)

Lámina 7. Detalle de la estratigrafía, exterior muralla (solar n.º 27).

midad por argamasa de cal y una segunda construida mediante la técnica del encofrado. Ambas se sitúan entre los 3,54 y 5,34 m. de profundidad con respecto a la cota cero (Fig.6, Lám.8). Asimismo, se ha podido constatar la posible existencia de un foso excavado en el limo y que suponemos circunvalaría de forma paralela a la muralla, separado de ésta unos dos metros y con una profundidad de 3 m. aproximadamente. Como consecuencia del descubrimiento parcial del torreón, dado que se prolonga bajo la C/.Pensionista, desconocemos la longitud y anchura real del mismo. No obstante el tramo documentado posee unas dimensiones de 3,75 m. de longitud por 4,70 m. de ancho; presenta una altura variable comprendida entre 1,80 m. junto a la muralla y 4,50 m. en el límite de la calle Pensionista.

IV. CONSIDERACIONES FINALES

De las excavaciones practicadas se confirma desde el punto de vista arqueológico la existencia en Molina de Segura de una línea de muralla perteneciente al recinto fortificado medieval, conocida tan sólo a través de la tradición historiográfica transmitida por eruditos locales de época contemporánea, que se puede suponer recorría el casco antiguo de la ciudad o zona llamada tradicionalmente «Cerro del Castillo», sirviendo de defensa a la población asentada en el mismo. La muralla, de la que se han descubierto 30 m. de lienzo, y el torreón, se construyeron con el sistema tradicional en esta época: argamasa de cal trabada con piedra. Desconocemos la altura que alcanzó tanto el torreón como la muralla, pero sí en cambio la traza constructiva del alzado de esta última caracterizado por un relleno de limo apisonado y argamasa en los laterales.

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Lámina 8. C/. Honda-Pensionista 27. Sección y alzado oriental.

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EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS DE URGENCIA EN EL RECINTO FORTIFICADO MEDIEVAL DE MOLINA DE SEGURA (MURCIA)

Lámina 9. Plano general de la muralla y torreón en los solares estudiados.

Si contrastamos los datos históricos con los arqueológicos, podemos apuntar, hasta el momento, las siguientes consideraciones generales. En primer lugar, el tramo de muralla documentado arqueológicamente podría corresponder a la antemuralla del recinto defensivo medieval, teniendo en cuenta, por un lado, las referencias de los documentos escritos en cuanto a la existencia de dos líneas de fortificación, y por otro, la información oral procedente del testimonio de los vecinos de la localidad quienes de una forma u otra afirman la existencia de otra línea de fortificación o muralla propiamente dicha, situada en las proximidades del tramo descubierto y cuyo trazado iría en sentido paralelo a la misma. En segundo lugar, la bibliografía específica apunta a la existencia de antiguas murallas en Molina ya en el s. XI. Desde el punto de vista cronológico, estos datos contrastan con los obtenidos tras el análisis exhaustivo del registro arqueológico. Hasta la fecha y a partir de los escasos datos estratigráficos existentes, tan sólo podemos apuntar la existencia de un tramo de muralla y torreón de filiación islámica, en torno a una cronología de finales del s. XII y principios del XIII y no antes. En este sentido, sería de gran interés la realización de futuros trabajos de investigación arqueológica que permitan corroborar y completar tanto los datos históricos como arqueológicos que hasta el momento poseemos sobre las características morfológicas y evolutivas del recinto fortificado.

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NOTAS (1) Un estudio detallado de la estratigrafía, así como la documentación gráfica de su secuencia consta en los correspondientes informes de las excavaciones, depositados en el servicio de Patrimonio de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia.

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ACTUACIONES ARQUEOLÓGICAS EN EL CASCO URBANO DE CEHEGÍN (AÑO 1990)

Salvador Martínez Sánchez

MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

ENTREGADO: 1994

ACTUACIONES ARQUEOLÓGICAS EN EL CASCO URBANO DE CEHEGÍN (AÑO 1990)

SALVADOR MARTÍNEZ SÁNCHEZ

Resumen: La pronta aprobación del P.E.R.I. del Conjunto Histórico de Cehegín y el elevado número de demoliciones que se han llevado a cabo dentro del mismo, fue motivo de que se abordara la ejecución de un estudio sobre el trazado y posibles restos conservados del

poblamiento medieval de la ciudad, a la par que un estudio arqueológico de los inmuebles demolidos y en su caso la ejecución de excavaciones arqueológicas puntuales.

A lo largo del año 90 se llevaron a cabo en Cehegín diversas actuaciones arqueológicas como consecuencia de la intensa actividad de alteración del paisaje urbano efectuada por el Ayuntamiento de esa localidad. El empuje migratorio que sufrió la ciudad en décadas recientes provocó el abandono masivo de viviendas en el Casco Antiguo, la mayor parte de las cuales no volvieron a ocuparse. El estado ruinoso de la mayoría de ellas, unido al hundimiento sorpresa en algunos casos, animó a las autoridades locales a realizar labores de demolición y desescombro de aquellas casas más ruinosas. Lo que en un principio pretendía ser la mera actuación en casos muy puntuales pasó a convertirse en un desorganizado pero efectivo plan de destrucción masiva a desarrollar en las más históricas y señeras barriadas de Cehegín: el Coso y el medieval arrabal de El Puntarrón. Si bien es cierto que la inmensa mayoría de las viviendas de este barrio no reunían las condiciones mínimas de habitabilidad deseadas en los momentos actuales (parcelas de escasa superficie donde vivían familias numerosas, escasez de ventanas al exterior, saneamiento y otros servicios escasamente desarrollados, etc.), no, por ello, era estrictamente necesaria su destrucción generalizada y, lo que es mucho peor, nada justificaba la eliminación irrespetuosa del trazado

urbano allí existente; urbanismo que, en Cehegín, como veremos, tenía su origen a finales del Medievo permaneciendo hasta nuestros días casi intacto. En este clima de desolación urbanística surge el hallazgo arqueológico que propicia el estudio de los restos históricos susceptibles de ser devorados por las máquinas de retroexcavación y por las labores de desalojo de materiales procedentes de la mencionada demolición. Y es precisamente en el desescombro de las viviendas n.º 5 y 7 de la Calle Norte, en su intersección con la histórica Cuesta de las Maravillas, cuando aparecen los primeros restos muebles de materiales arqueológicos de época islámica ubicados en el contexto urbano de Cehegín. Dicho hallazgo es el principal motor de empuje que impulsa al Centro Regional de Arqueología a intervenir en el suelo urbano de la localidad y que, más tarde, se convierte en un seguimiento constante y decidido de todas las modificaciones urbanísticas que se producen en el transcurso del año 90. Así, pues, podemos resumir que las actuaciones arqueológicas realizadas en Cehegín durante el mencionado año comparten el tiempo dedicado entre dos estudios principales: la excavación de urgencia en el solar de la Cuesta de las Maravillas y el estudio-seguimiento de los trabajos de

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ACTUACIONES ARQUEOLÓGICAS EN EL CASCO URBANO DE CEHEGÍN (AÑO 90)

RESTOS ARQUEOLÓGICOS (TIPO DEFENSIVO) RECONSTRUCCIÓN HIPOTÉTICA MURALLAS ISLÁMICAS DEMOLICIÓN DE 1956-57 RECONSTRUCCIÓN HIPOTÉTICA MURALLA S. XV ACTUACIONES ARQUEOLÓGICAS

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Torre Puerta de Caravaca. Acceso cristiano planteado sobre un elemento del amurallamiento islámico (Cehegín).

demolición realizados en las zonas más antiguas del Casco Histórico. 1. LA EXCAVACIÓN DEL SOLAR DE LA CUESTA DE LAS MARAVILLAS

En el mes de febrero, en plena labor de desescombro iniciada por el Ayuntamiento de Cehegín, se produce el hallazgo de varios fragmentos cerámicos de factura musulmana. Aunque el material encontrado era tipológicamente conocido, el hallazgo reportaba la posibilidad de estudiar, por vez primera, la cultura que en tiempos de dominación islámica se afincó en este lugar y, por tanto, era también la primera ocasión de incorporar datos arqueológicos que, sin duda, iban a enriquecer la escasa documentación escrita existente sobre el origen del asentamiento de Cehegín. El lugar donde se produjo el hallazgo fue entre los restos de dos viviendas, parcialmente hundidas, de la Calle Norte, en su intersección con la Cuesta de las Maravillas. La Plaza Vieja, lugar donde se hallan algunos restos de la muralla medieval y donde se ubica la Puerta de la Villa, se encuentra a escasos metros del lugar del hallazgo. El análisis de las fuentes históricas aporta información sobre la ampliación que sufrió la ciudad en la segunda mitad del siglo XV, creándose lo que entonces era conocido como el Arrabal. Se añade, además, que éste se asentó en las proximidades de la Puerta de Canara o de la Villa. Por lo tanto, ya de entrada, contábamos con la información de que la zona a estudiar se encontraba en el corazón de la mencionada barriada medieval. En cuanto a la Cuesta de las Maravillas hay que decir que aparece documentada, en más de una ocasión, como una de las principales vías de comunicación entre el centro de la población y el exterior de la misma. No en balde, es la única

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Torre del Ladrón de Agua (Cehegín). En su interior alberga un pozo.

que tiene un trazado zigzagueante para salvar los fuertes desniveles de la ladera conectando la carretera que se dirige a Canara con la Plaza Vieja; no cabe duda de que el Camino de Canara que mencionan las fuentes coincide con el actual recorrido de esta calle. El espacio a trabajar se dividió en 14 unidades de estudio de las que la mitad de ellas ocupaban parte del espacio de las viviendas n.º 5 y 7 de la C/.Norte, y el resto abarcaban parte del recorrido de las calles Norte y Maravillas. De esta manera, se pudo analizar, por separado, tanto la evolución ocupacional de la zona de vivienda como la de la calle. En la zona de vivienda se pudo documentar que el origen de las construcciones se produjo a mediados del siglo XV gracias al hallazgo de una moneda de Enrique IV (si comparamos, del análisis de las fuentes se deduce que por estos años el Arrabal se encontraba en plena expansión). Nada hay en su distribución ni en su forma que relacione a estas dos casas con los ejemplos conocidos de viviendas islámicas. La cimentación de las viviendas arrancaba de la misma roca natural del cerro tallando en ella parte del alzado de las

ACTUACIONES ARQUEOLÓGICAS EN EL CASCO URBANO DE CEHEGÍN (AÑO 90)

Restos del Adarve del Pozo que unían la Torre del Ladrón de Agua con los “muros de la villa”.

habitaciones y los muros que las separan. Por su parte, la zona ocupada por la calle ofrecía restos de diferentes pavimentaciones debajo de las cuales aparecía la roca natural a excepción de la zona Este, cercana a las viviendas 8 y 10 de la C/. Norte, donde se encontraba el estrato de tierra verdosa rica en materiales arqueológicos islámicos. Este estrato cubría las escasas estructuras que, sin duda, correspondían a una vivienda islámica: parte de una sala pavimentada con yeso, otro pequeño espacio excavado en la roca y, por último, restos parciales del canal de conducción de una letrina. De los materiales muebles exhumados hay que destacar dos jarritas, una pintada al manganeso y otra esgrafiada, un candil de cazoleta y varias cazuelas, elementos estos que presentan perfil completo; el resto lo componen una innumerable colección de fragmentos de diferentes recipientes vidriados, pintados, esgrafiados o estampillados. Materiales, en suma, que han sido fechados en otros yacimientos en torno al siglo XIII, centuria en la que se produjo el abandono de la mayor parte de los enclaves islámicos murcianos.

Por otra parte, el nivel de ocupación islámica representado por las escasas estructuras a las que haciamos mención aparecen seccionadas por un gran corte o talud rocoso. Tanto este hecho como la construcción de nueva planta de las casas 5 y 7 de la C/.Norte, demuestran que a mediados del siglo XV se produjo una importante modificación urbanística de esta zona. Fue entonces cuando se acometieron obras de aterrazamiento de la ladera Este del cerro donde se asienta Cehegín para construir casas en un lugar abandonado bastante tiempo antes por musulmanes sin tener en cuenta las arruinadas viviendas que dieron cobijo a estos últimos. Así, pues, se pueden establecer tres grandes momentos cronológicos: 1) Siglos XII-XIII: Momento de ocupación árabe del Cabezo de Cehegín a los pies del recinto fortificado. A falta de otras intervenciones arqueológicas, no se puede asegurar de momento si la ocupación se extendía por amplias zonas del posterior Arrabal cristiano ni aseverar tampoco la existencia de pobladores en el interior del recinto fortificado.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

2) Finales siglo XIII - primera mitad del XV: momento de abandono ocupacional del solar excavado. Ausencia de niveles de ocupación en este periodo; la documentación escrita ha dejado constancia del extraordinario descenso demográfico producido en esta época y acentuado especialmente en las zonas de mayor contingencia bélica.(1) 3) Mediados siglo XV: momento de intensa actividad constructiva en el Arrabal donde se produce el aterrazamiento de la ladera E. del cerro y la construcción del edificio que albergaba en sus momentos finales de vida las viviendas 5 y 7 de la C/. Norte. 2. PLAN DE SEGUIMIENTO DE LAS DEMOLICIONES DE EDIFICIOS

Finalizados los trabajos de excavación en el solar de la C/ Maravillas se vio la necesidad de plantear un estudio de observación y vigilancia de las actuaciones de demolición y desescombro que, no sólo continuaban sino que, a estas alturas, se encontraban en un momento de máxima actividad. Para ello, se planteó el llamado «proyecto de estudio del Casco Antiguo de Cehegín: análisis histórico y sociológico» que consistía básicamente en realizar un trabajo de SEGUIMIENTO de tales demoliciones para controlar y documentar la existencia de niveles arqueológicos de ocupación anteriores a los actuales y elaborar un archivo-documento en el que se incluyesen todos los datos que hacen referencia a un patrimonio en vías de extinción. El plan de trabajo contempla dos frentes de actuación: por un lado, el control permanente de los edificios de demolición inminente a los que se les ha tramitado expediente de ruina, y, por otro, el estudio y prospección de zonas de reciente demolición. En el primer frente se plantea la recuperación gráfica de las viviendas en ruina a través de diversas formas de documentación: fotográfica, elaboración de una ficha descriptiva, búsqueda de información oral o escrita, datos arqueológicos y etnológicos... Por su parte, las zonas demolidas se estudian siguiendo métodos de prospección arqueológica con el fin de conocer todos los datos posibles sobre la existencia de niveles de ocupación anteriores a los recientemente demolidos antes de que se lleven a cabo labores de reurbanización. No procede ahora reflejar un análisis pormenorizado de los edificios y solares estudiados, pero sí que podemos señalar, de forma resumida, cuáles han sido las principales conclusiones y los hallazgos arqueológicos resultantes del seguimiento realizado:

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Cerámica pintada al manganeso procedente de la excavación del solar de C/. Maravillas.

A) Las viviendas a demoler

La aplicación de un estudio tipológico comparado entre las viviendas con expediente de ruina ofrece los datos siguientes: la mayor parte de los inmuebles se encuentran en zonas tradicionalmente ocupadas por las clases sociales más desfavorecidas enclavados en lugares de acusada pendiente; la mayoría formando parte de la estructura urbana más antigua de la población (barrios medievales como los del Arbollón -antigua zona intramuros- o el Arrabal -hoy Puntarrón- o los barrios añadidos a comienzos de la Edad Moderna como los del Coso o el Marmallejo); viviendas por lo general desarrolladas en altura en las que intervienen varias propiedades; escaso número de habitaciones que, además, suelen ser de reducidas proporciones; igualmente escasos y reducidos son los vanos al exterior; ausencia de patio en las casas; elemento común a todas ellas de lo que podríamos llamar la estancia multifunción que incorpora un hogar y sirve tanto de sala de estar como de cocina, comedor, almacenaje de líquidos -tinajero- y, en muchas ocasiones, lavadero -pila-; ausencia de otros espacios como bodegas o letrinas existentes en otras zonas del Casco Antiguo; la estructuración de la casa no sigue un esquema fijo siendo, en la mayoría de los casos, necesario para acceder a una habitación cruzar por otra/s; etc. B) Las prospecciones realizadas

Paralelamente se lleva a cabo un estudio de las zonas demolidas con anterioridad a este análisis (solares dejados por las viviendas, manzanas y trama urbanística en su conjunto) que se basa principalmente en una prospección sistemática que pretende recuperar toda la información

ACTUACIONES ARQUEOLÓGICAS EN EL CASCO URBANO DE CEHEGÍN (AÑO 90)

Decoración estampillada de la excavación del solar de C/. Maravillas.

arqueológica existente. Así, en su momento, se decidió acometer trabajos puntuales en: 1) Calle C/. Maravillas: análisis de la secuencia estratigráfica en el interior de la casa n.º 21, en una zona cercana a la excavación del solar descrito en el punto 1 de esta exposición. La pronta aparición del nivel rocoso de nivelación del terreno bajo el pavimento de la casa recuerdan el proceso seguido en las otras viviendas excavadas y, por tanto, estariamos, de nuevo, ante la ampliación urbana del siglo XV. 2) Calle Parras: sondeo en antigua calle ocupando parte de la también desaparecida vivienda n.º 11-13; conclusiones similares a la anterior. 3) Calle Poeta Selgas: espacio ocupado en parte por la calle y en parte por un patio al lado de la vivienda n.º 2. Se detiene su estudio al comprobar que existe una zona cimbrada de propiedad privada. 4) Barriada del Pozo: Sondeo en la explanada de la llamada Barriada del Pozo, ante la fachada de las viviendas n.º 2, 4 y 6. Se detectaron niveles de ocupación islámicos con un pavimento de losas de 25 por 25 cm. y materiales arqueológicos del siglo XIII.(2)

5) Molino de los Cava: estudio practicado junto a la fachada del molino en Barriada del Pozo, n.º 11. No hay niveles de ocupación anteriores al siglo XVII. 6) Calle Salzillo: en la parte trasera de la vivienda n.º 11, zona que desemboca también a la Barriada del Pozo. Sólo niveles de vertedero de escombros de las dos-tres últimas centurias. 7) Cuesta de los Herreros: sondeo en el descubierto de la demolida Casa del Linos (C/.Herreros, 4-6). Se hallaron tres momentos de ocupación desde el siglo XVIII a nuestros días identificados por pavimentaciones o niveles de tierra apisonada relacionados seguramente con la fabricación de hilados para la industria alpargatera. Los niveles más antiguos son de vertidos relacionados con materiales de los siglos XVI-XVII. C) Cehegín: yacimiento arqueológico

Finalmente, y en relación con el punto anterior, el estudio intenta tomar al Casco Antiguo de Cehegín en su conjunto, valorándolo como un único yacimiento arqueológico. En este sentido, el análisis de la trama urbanística en los diferentes periodos de ocupación de la ciudad van a aportar, sin duda, interesantes datos al campo de la historia urbana local. Así,

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Cerámica pintada al manganeso procedente de la excavación del solar de C/. Maravillas. Decoración esgrafiada.

por ejemplo, con la aplicación de los principios de estratigrafía arqueológica se pueden ampliar los conocimientos sobre la extensión urbana de Cehegín a través del tiempo; los resultados arqueológicos daban, por ejemplo, cronologías en la Barriada del Pozo (ss. XII-XIII), en el antiguo Arrabal o Puntarrón (igualmente XII-XIII) o en El Coso (siglo XVI). Finalmente, el seguimiento arqueológico obtenía importantes resultados en el tema del estudio de los restos de fortificación existentes en esta parte del conglomerado urbano de Cehegín. Podemos recordar, al hilo de lo que decimos, que tras el derribo de la vivienda n.º 8 de la C/. Sta. Mª Magdalena se produjo el hallazgo de una parte del lienzo de muralla que partía de la ya conocida torre n.º 1 de la misma calle en dirección Este. De la misma manera surgieron indicios de la cerca cristiana del Arrabal con los hallazgos de tapiales en los derribos de las viviendas 15, 17, 19, 21, 23 y 25 de la C/. Herreros o el muro de contención que aparece en la C/. Tollo tras el derribo de las casas 6, 8 y 10 de esta calle. 3. ESTUDIO DE LOS RESTOS DE FORTIFICACIÓN

En este tiempo de investigación arqueológica, también se

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documentaron los restos visibles de torres y murallas de diferentes puntos del trazado defensivo que protegía a la villa, en perfecto uso hasta la toma de Granada por los Reyes Católicos: 1) Torre n.º 1 de la C/. Nueva. Es la que antecede en dirección Norte a la n.º 1 de la Plaza Vieja. Ha perdido el paramento o cara exterior debido probablemente a un ensanche de la calle pero aún conserva unos 6 metros de alzado. 2) Torres 1 y 2 de la Plaza Vieja. Restos de ambas torres pueden observarse fácilmente a ambos lados de la Casa de los Rosendos. Ambas rondan los 6 metros de altura. 3) Puerta de Canara o de la Villa en la misma plaza. Relacionada con el llamado Arco de la Plaza Vieja, es un acceso a la villa medieval incorporado a una vivienda y construido, muy probablemente a finales del siglo XV, en las proximidades del antiguo acceso al recinto musulmán. 4) Torre del Ladrón de Agua y Adarve del Pozo en la zona hoy ocupada por los denominados Ejidos del Alcázar. Es un importante bastión que mantiene en pie más de 8 metros de alzado en su cara Norte. En su interior alberga restos aún visibles de un pozo para extracción de agua; el adarve, protegido con dos murallas, une esta torre saliente con el resto de la fortificación.

ACTUACIONES ARQUEOLÓGICAS EN EL CASCO URBANO DE CEHEGÍN (AÑO 90)

Solar de la C/. Maravillas con casas en demolición al fondo.

Solar C/. Maravillas excavado. Vista aérea del aterrazamineto ladera E. del cerro de Cehegín.

5) Ejidos del Alcázar. Fragmento de muro en la zona más alta de estos Ejidos. Presenta idéntica fábrica que la de la cercana torre del Ladrón de Agua; los escombros municipales de otras épocas apenas dejan estudiar su morfología. 6) Torre n.º 1 de la C/. Sta. Mª Magdalena. Está ahuecada y reaprovechada en la vivienda n.º 10 de esta calle. 7) Torre-Puerta de Caravaca en la C/. Esteban Zarco. De estructura análoga a los anteriores elementos, aún conserva el arco y restos de un quicio que formaba parte, sin duda, del acceso de la zona Oeste de la villa que mencionan las fuentes bajomedievales. A lo documentado hay que añadir los nuevos hallazgos que mencionábamos en el punto 2.C. y que estaban relacionados con elementos arquitectónicos medievales: 8) Hallazgo de un imponente fragmento de lienzo de muralla perteneciente a los llamados «muros de la villa», tal y como eran conocidos en las fuentes de los siglos XV-XVI, conservado como muro medianero entre las viviendas de la C/.Sta. Mª Magdalena, 6 y C/. Pintor Pascual, 5. Este pedazo de muralla, ahora visible tras demoler una de las viviendas mencionadas, conserva un alzado cercano a los 9 metros de

altura y se encuentra en una zona muy próxima a la torre visible n.º 1 de la C/. Sta. Mª Magdalena. 9) Descubrimiento de una torre en las inmediaciones de la Calle Pozo. Este baluarte estaba completamente anegado por la gran cantidad de escombros y basuras arrojadas en este punto de la ciudad durante años, probablemente siglos, y sólo pudo localizarse siguiendo métodos de prospección basados principalmente en factores geográficos y orográficos. Esta torre, que es maciza y mide 4 metros de ancho, parece conservar un extraordinario alzado, a juzgar por los desniveles existentes; intervenciones arqueológicas, en un futuro no muy lejano, podrán recuperar, sin duda, la total visualización de esta torre. 10) A unos pocos metros más hacia el Oeste de la anterior torre, se planteó una limpieza superficial del terreno en un lugar donde se preveía aparecería la muralla que uniría esta torre con el cercano Adarve del Pozo. La respuesta fue positiva y a 1 metro escaso de profundidad se encontraba el muro; las características constructivas, no había duda, eran las mismas que la de la anterior torre y el grosor que presentaba en la cima conservada era de 80 cm. Al igual que en el

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Demolición de una vivienda en la Barriada del Pozo (Cehegín).

Casa con expediente de ruina inminente.

Torre n.º 1 de Sta. M.ª Magdalena, perteneciente al recinto islámico de Cehegín.

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caso anterior, la gran cantidad de escombros allí arrojados, parecen ocultar un gran alzado de muralla. Las características que definen el tipo de construcción de los elementos mencionados hasta ahora son en todos los ejemplos muy similares: son los conocidos tapiales de cal en los que se puede percibir sin problema la superposición de tapias diferenciadas con hileras de mechinales. Su adscripción a los musulmanes plantea, en diversas ocasiones, serios problemas ya que no se sabe con certeza cuando se abandonó este tipo de construcción. Sin embargo, el hallazgo de materiales cerámicos de época islámica en el desmorone de las partes altas de la Torre-Puerta de Caravaca y el Adarve del Pozo, invitan a pensar que su construcción fue anterior al siglo XIII. De otro lado, están los fragmentos de tapial -en este caso de factura de peor calidad a los del cerramiento primitivohallados en las proximidades de la C/. Herreros. Si estos últimos ofrecen serias dudas en cuanto a su posible relación con el amurallamiento cristiano del Arrabal, más probable parece su pertenencia a la cerca cristiana, la del muro que se levanta en la C/. Tollo limitando el perímetro urbano hacia el Norte;

ACTUACIONES ARQUEOLÓGICAS EN EL CASCO URBANO DE CEHEGÍN (AÑO 90)

Pavimento de losas cerámicas relacionado con niveles de ocupación islámicos en Barriada del Pozo (Cehegín).

Torre del Ladrón de Agua en los Ejidos del Alcázar (Cehegín).

su fábrica es de piedras unidas con mortero de cal, propio de las construcciones cristianas de la época, y, además, el paraje, aún hoy, es conocido por las personas de mayor edad como «la muralla». Si pudieran disiparse algunas dudas, no habría inconveniente alguno en incluir estos últimos restos en el amurallamiento que la Orden de Santiago manda construir en Cehegín en el año 1480. Consecuencia directa del trabajo de prospección y documentación de los mencionados restos es la reconstrucción hipotética del perímetro murado medieval de Cehegín. En este diseño se plantea una línea de cerramiento defensivo aprovechando los restos de fortificación descritos más arriba y teniendo en cuenta, para el resto del trazado, los condicionantes orográficos así como la disposición de las calles de la zona. En función de los restos conservados, habría que distinguir entre el trazado de las murallas de origen islámico y el de las de origen cristiana; el primero, con un gran apoyo arqueológico, sería el más fiable, mientras que el segundo, con escasos e inciertos restos, sería el trazado más arbitrario. NOTAS:

Puerta de Caravaca. Uno de los accesos a la villa en el siglo XV. Cara interna.

(1) Una orden dictada por Pedro I de Castilla en 1352 pide al Maestre de la Orden de Santiago que pueble y asegure los castillos de Cehegín y Caravaca ante la amenaza de los granadinos. Por su parte, numerosos enclaves de frontera, como es el caso de Canara, son abandonados totalmente por esta época (TORRES FONTES, Documentos para la H.ª Medieval de Cehegín. Ed. Ac. Alfonso X El Sabio. Murcia, 1982. Pág. 149). (2) Tras este estudio se recomendó a las autoridades locales que la zona se catalogase como ZONA ARQUEOLÓGICA, junto con los Ejidos del Alcázar, en el furuto Plan de Rehabilitación del Casco Antiguo de Cehegín. (3) Esta zona marca el perímetro que limita la zona conocida como el arrabal del Coso, barrio que aparece documentado por vez primera en el primer tercio del siglo XVI (Visitas de la Orden de Santiago).

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

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INFORME PRELIMINAR DE LAS EXCAVACIONES REALIZADAS EN LA ERMITA DE SANTA MARÍA DE GRACIA (JUMILLA)

Juana Ponce García Emiliano Hernández Carrión

MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

ENTREGADO: 1995

INFORME PRELIMINAR DE LAS EXCAVACIONES REALIZADAS EN LA ERMITA DE SANTA MARÍA DE GRACIA (JUMILLA)

JUANA PONCE GARCÍA, EMILIANO HERNÁNDEZ CARRIÓN

Resumen: En las excavaciones realizadas en la ermita de Sta. María de Gracia (Jumilla), enmarcadas en el proyecto de recuperación del castillo, se han efectuado trabajos para la delimitación del alzado, distribución interior, dimensiones y evolución del edificio. Próximo a la ermita

se ha constatado la presencia de un cementerio del cual no se tenía constancia, y que se iniciaría en la primera mitad del s. XIV, así como un pasillo enlosado entre éste y la ermita que contribuiría al sistema de drenaje.

Este informe preliminar está basado principalmente en el análisis de los restos arquitéctonicos, ya que el material cerámico se encuentra en proceso de estudio, aunque ha permitido una aproximación cronológica de los restos localizados. La primera fase de excavaciones arqueológicas en la iglesia de Santa María de Gracia (Jumilla) se desarrolló entre el 26 de febrero de 1990 y el 31 de julio del mismo año. Durante estos meses los objetivos planteados fueron: 1. Vallado del recinto a excavar, limpieza de las estructuras de la iglesia y delimitación de su trazado, determinar su distribución interior y dimensiones. 2. Excavación en el interior de la iglesia, y habitaciones anexas. 3. Confirmar los escasos datos que los eruditos e historiadores locales habían descrito sobre esta construcción (LOZANO 1800; GUARDIOLA 1976). La segunda fase comenzó el 15 de octubre de 1990 finalizando el 31 de diciembre del mismo, durante la cual el planteamiento de los trabajos arqueológicos era excavar la franja encuadrada entre la iglesia y el Castillo, donde se localizó un cementerio medieval anexo a la Iglesia. Esta excavación está enmarcada dentro de un plan general de recuperación del Castillo de Jumilla, y proyecto que

sobre el mismo tiene la Escuela Taller de Jumilla. En ella han colaborado la Dirección General de Cultura de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia, el Excmo. Ayuntamiento de Jumilla y la Escuela Taller de esta misma localidad.

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I. Situación de la iglesia de Santa María de Gracia

La iglesia de Santa María de Gracia se encuentra en la crestería de un estribo de la Sierra del Buey, conocida como el cerro del Castillo de Jumilla (fig 1.1). Al comenzar la excavación sólo se podía apreciar parte del lienzo perimetral que conformaba la pared Norte de la iglesia y un aljibe-sótano situado en el ángulo Suroeste (fig. 1.2). Las naves de la iglesia están orientadas Oeste-Este. El interior de la iglesia se encontraba colmatado con los escombros de su derrumbe, hecho acaecido a lo largo de los últimos cien años. Existen algunas fotografías de principios de siglo, donde se aprecia que aún conservaba la mayor parte del alzado de las paredes del templo, aunque no la techumbre. El cerro donde está enclavado el Castillo y la iglesia de Santa María de Gracia es prácticamente inaccesible por el Norte, por sus escarpes naturales, al igual que por el Sur donde se abren varios barrancos. Sin embargo la parte orien-

INFORME PRELIMINAR DE LAS EXCAVACIONES REALIZADAS EN LA ERMITA DE SANTA MARÍA DE GRACIA (JUMILLA)

Figura 1. Situación del cerro del Castillo en el Municipio de Jumilla (Murcia).

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Figura 2. Planta general de la excavación efectuada en Sta. M.ª de Gracia. 1. Muro del cementerio 2. Contrafuerte. 3. Torre, 4. Muro norte, 5. Muro oeste, 6. Entrada secundaria a la iglesia, 7. Muro de partimentación, 8. Pilastra, 9. Pilar, 10. Pilastra, 11. Tubería embutida en la pared, 12. Excavaciones clandestinas, 13. Habitación, 14. Escalón tallado en la roca, 15. Banco adosado, 16. Canaleta, 17. Excavaciones clandestinas, 18. Pilastra adosada al muro perimetral Sur, 19. Banco adosado, 20. Excavaciones clandestinas, 21. Pavimento, 22. Banco adosado, 23. Muro de encofrado, 24. Pavimento de cantos rodados, 25. Escalones, 26. Pavimento de la torre, 27. Acceso al aljibe-sótano, 28. Habitación, 29. Depósitos de cereal, 30. Muro de cierre, 31. Muro de delimitación Sur del cementerio, 32. Pasillo, 33. Muro de delimitación Norte del cementerio.

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INFORME PRELIMINAR DE LAS EXCAVACIONES REALIZADAS EN LA ERMITA DE SANTA MARÍA DE GRACIA (JUMILLA)

Figura 3. Aljibe-sótano de Sta. M.ª de Gracia. Planta del aljibe-sótano. Alzado de la pared Oeste.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

tal del cerro ofrece menos dificultades para el acceso. En 1973 se construyó una carretera asfaltada en una vía utilizada desde antiguo que en algunas zonas no sigue exactamente el trazado de la carretera actual. En el entorno se constatan algunas marcas talladas en la roca que posiblemente están relacionadas con el trazado de antiguos paramentos de las estructuras defensivas pertenecientes a la fortificación. Otro acceso se localiza en la parte occidental del cerro, donde existe un camino sinuoso llamado «Camino de Gracia», que asciende desde el casco antiguo de Jumilla, y en concreto desde la Iglesia de Santa María del Rabal y calle Cantarerías, hasta el Castillo (fig 1.2). Frente a la entrada a la iglesia se encontraba una extensión llana con un pináculo central rematado por una cruz, esta planicie actualmente está asfaltada y utilizada como aparcamiento de los visitantes al Castillo (fig. 1.2). II. Sucesión arqueológica

El cerro del Castillo ha sufrido una ocupación continuada debido, entre otras causas, a su posición estratégica, de la que se sirve para controlar los valles, importantes rutas de comunicación con las comarcas circundantes de Yecla, Hellín, Cieza y Murcia. La conjunción de un emplazamiento estratégico con recursos acuíferos cercanos ha propiciado su utilización desde época prehistórica. En «La Carta Arqueológica de Jumilla» sus autores ya atestiguan la ocupación desde la Edad del Bronce basándose en el material localizado en sus prospecciones (MOLINA GRANDE; M., MOLINA GARCÍA; J., 1973). En la Carta Arqueológica de la Región de Murcia se confirma la presencia de material del II milenio a. C. en el cerro (GARCÍA LÓPEZ et alii 1989: 37). Durante las tareas de excavación en el interior de la iglesia se constató la presencia de material cerámico a mano adscribible a este periodo. Estos fragmentos se encuentra fuera de contexto, y en un nivel de derrumbe perteneciente a la iglesia. No se han hallado estructuras de esta etapa cultural. El cerro del Castillo también fue utilizado en época ibérica, quedando de manifiesto por la abundante presencia de cerámica ibérica común, pintada a bandas, e incluso un fragmento de cerámica ática de barniz negro, toda ella fuera de contexto, y encontrada tanto en el derrumbe de las estructuras de la iglesia como al excavar en la zona del cementerio, donde era mucho más frecuente. Este material cerámico no se puede relacionar con estructuras de habitación, ya que las sucesivas ocupaciones han alterado los niveles de etapas anteriores.

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Las excepcionales condiciones estratégicas del lugar hicieron que posteriormente se desarrollara un enclave tardorrepublicano y altoimperial, quizás con un origen indígena, relacionado con la explotación de recursos agrícolas y ganaderos (MUÑOZ 1995: 119). La ocupación árabe está abundantemente representada en lo referente a hallazgos cerámicos, con la presencia de tinajas de almacenamiento (estampilladas, con refuerzos de bandas y algunas con refuerzos de cordones decorados con digitaciones) y vajilla de cocina (marmitas, jarritas pintadas al manganeso, ataifores vidriados). Hay estructuras que se pueden atribuir a principios del s. XIII, localizadas en la zona de cementerio, situado entre la iglesia y el Castillo, como es un muro de argamasa de cal, orientado de Norte a Sur, que cimenta directamente sobre la roca y que posteriormente fue reutilizado por el mismo cementerio, elevándolo también con encofrado, adquiriendo un menor grosor y utilizando una hilada de ladrillos que marca la diferencia (fig. 2.1). Otra estructura atribuible a esta época es un muro transversal que parte del anterior, cuya cimentación se encuentra sobre la roca natural, con la particularidad de hallarse la roca tallada alcanzando unos 60 cm. de profundidad, y recrecida a base de piedras, fragmentos de argamasas y yesos reaprovechados de otras construcciones. Conservaba restos de enlucido aún adheridos a la roca tallada. Este muro se relacionaría con una remodelación posterior de la habitación tallada en la roca; esta estructura no fue reaprovechada por el cementerio anexo a la Iglesia, como sucedió con la anterior, ya que localizamos enterramientos situados directamente sobre él. También se constató el pavimento de yeso relacionado con las estructuras anteriores, que se encontraba cubriendo directamente la roca. El aljibe que se localiza bajo la iglesia puede tener un origen anterior a la construcción de este edificio. Lozano lo atribuye a época romana (LOZANO 1800:37) y está visiblemente relacionado con el desarrollo de las estructuras defensivas que se desarrollan en el cerro. Posteriormente fue remodelado y adaptado a la estructura de la iglesia, su finalidad continuó siendo el abastecimiento de agua a la población, hasta que en una segunda fase se transformó en sótano. La iglesia y su cementerio sufrieron ampliaciones y remodelaciones, en particular la iglesia. Durante la primera fase de excavaciones, las tareas se centraron en la iglesia, entre otras causas debido a que no se tenía conocimiento de la existencia de un cementerio anexo, tanto por la falta de

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documentos que nombren su situación, como por estar incluido en el trazado de la carretera asfaltada de acceso al Castillo de Jumilla. III. La iglesia

Existe un grabado en la Historia de Jumilla del Canónigo Lozano, fechado en 1793, en el cual está representada la ermita de Santa María de Gracia. Destaca la torre situada en la esquina Sureste, así como una espadaña sobre la fachada,y un contrafuerte en el muro perimetral Sur. Aparece también la ermita de Santa María de Gracia pintada en un cuadro al óleo, situado en una de las capillas de acceso a la nave mayor de la Iglesia de Santiago (actualmente en restauración); Fr. Pedro Lozano al comentar el cuadro explica: «con su Capilla de los Tomás, y espadaña con esquila» (LOZANO 1975). Las referencias de historiadores locales son escuetas, así la descripción que nos hace Lozano del templo es muy sucinta: «Templo humilde sin el menor gusto por la arquitectura: tristes y viejos lienzos de pared» (LOZANO 1800: 126). D. Manuel González Simancas recopila las referencias escritas sobre la iglesia de Sta M.ª de Gracia, aportando escasa información (GONZÁLEZ 1905-1907: 397). D. Lorenzo Guardiola se refiere a ella con la siguiente información: «La Iglesia constaba de un pequeño campanario; de altar mayor, en cuyo centro se mostraba a la devoción de los jumillanos la santa imagen titular, donada por D. Alfonso el Sabio; otras capillas laterales y junto al altar la sacristía» (GUARDIOLA 1976: 61). Excavación

La excavación realizada en el interior de la iglesia de Santa María de Gracia se centró en un primer momento, en eliminar toda la colmatación producida por los derrumbes y los depósitos de arrastre. Para facilitar la labor de documentación y excavación el edificio fue dividido en tres sectores, con la intención de simplificar la identificación de las estructuras, y atendiendo al gran tamaño de la Iglesia: A.- Zona de la entrada (parte occidental). B.- Zona central. C.- Zona del ábside (parte oriental). Cada uno de los sectores anteriores se subdividió en Norte y Sur, estableciendo un testigo longitudinal de un metro de anchura, situado aproximadamente en la mitad de la iglesia, esperando que aportara datos sobre la estratigrafía.

Los niveles estratigráficos constatados en el interior de la iglesia pertenecían a los sucesivos derrumbes de las estructuras y de la techumbre, de ahí que no fueran niveles horizontales, sino que tuvieran una gran pendiente que desciende de Norte (con una potencia estratigráfica de unos 2.30 - 2.40 m.) a Sur (con una potencia de 0,50 m), acorde con el desnivel natural de la zona. Se han podido apreciar cuatro niveles: I.- Nivel de derrumbe con piedras, yesos, trozos de argamasas,restos de enlucidos, ladrillos y tejas. II.- Nivel de derrumbe con una capa de cal compactada por las lluvias en su parte superior y con gran cantidad de yesos. III.- Nivel de arrastre, con numerosas piedras de mediano y pequeño tamaño, con tierra muy suelta. IV.- Nivel de tierra anaranjada, compacta, que pertenece al relleno utilizado en la construcción de la carretera asfaltada de acceso al Castillo, y que debido a la pendiente se depositó sobre los niveles de derrumbe de la Iglesia. Sector A

Se localizaron los muros perimetrales Norte (fig. 2.4) y Oeste (fig. 2.5) de la iglesia. En la pared occidental se situaría la entrada central, al Norte se constató otra posible entrada secundaria a la iglesia (fig. 2.6). Sabemos por la documentación recogida que el edificio tenía dos entradas, así se hace constar en la relación de un expediente de robo efectuado en esta ermita, en el que se la describe con: «dos puertas grande y pequeña. Coro con su escalera, espadaña y campana, huertecito, capilla mayor y otra, lamparas, sacristía...» (LOZANO 1975). La entrada secundaria conservaba los restos de enlucido y un pavimento de losas rojas macizas. Del muro occidental arranca otro, orientado de OesteEste, cuya técnica constructiva es distinta, piedras de mediano tamaño unidas por mortero (fig. 2.7); tiene la particularidad de conservar un sillar escuadrado, con las esquinas rematadas y de iguales dimensiones (64 x 37 cms.) a los localizados en el pilar suroriental de la iglesia de Santa María del Rabal (Jumilla) (PONCE; PUJANTE 1993). Estos sillares debieron pertenecer a una construcción anterior, y ser reutilizados posteriormente en ambas iglesias. Este muro tendría la finalidad de dividir la zona de capillas de la nave central, lo que coincide con la documentación que sitúa las capillas a la izquierda de esta nave, como el documento recibido en Murcia en el siglo XVI, refiriéndose al apellido Thomás, donde hace constar la existencia de una capilla ubicada en la Iglesia de Santa María. Según Lozano «debía estar situada en

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la parte colateral, lienzo siniestro del templo, que aún ofrece rastros informes de pintura». (LOZANO 1800: 172). Si nos atenemos a la documentación, aquí se encontraría la Capilla de los Tomás; mientras que la Capilla Mayor se localizaría cerca de la sacrístía, ya en la parte oriental del templo. En una carta dirigida por D. José de Lerma a D. Juan Lozano, se consigna que en la nave izquierda, abierta aún al culto, aparecían algunas pinturas que la acción del tiempo había desconchado, en cuya parte inferior se podían apreciar letras de carácter gótico; habla además de la Capilla Mayor donde se hallaba representada la historia del Apóstol Santiago en pintura (LOZANO; 1975). Las paredes de la iglesia estaban enlucidas en gris oscuro, pero entre los trozos de derrumbe se han localizado estucos pintados de rojo, que quizás pudieran pertenecer a las pinturas referidas en este documento. En el sector A se localizó la base de una pilastra (fig. 2.8) adosada al muro perimetral Norte de la iglesia, alineada con la base de un pilar situado al Sur (fig. 2.9), otra pilastra se localiza adosada al mismo muro y a 2.14 m. de la anterior (fig. 2.10); mientras que existen 6.40 m. de distancia con otra pilastra situada en el sector B (al Este), igual separación que la que existe entre la última pilastra y el arranque del muro de cierre lateral occidental. Las pilastras, situadas a distancias regulares servirían para soportar los empujes de la techumbre. Próxima a la pilastra se constató la presencia de una tubería (fig. 2.11), embutida en la pared, formada por varias piezas cerámicas, que ensamblaban perfectamente unas con otras, cuya finalidad debió ser canalizar el agua recogida del tejado del templo hacia el aljibe, situado en la parte Sur y con una orientación Este-Oeste. También se pudieron constatar en este sector unas excavaciones clandestinas, que habían roto parte del pavimento de yeso de la iglesia y alterado los enterramientos bajo el mismo. La tierra extraída, junto a fragmentos de huesos humanos se encontraban sobre el pavimento de la ermita y alrededor del agujero efectuado (fig. 2.12). Posteriormente esta zona se había colmatado con los derrumbes, aunque los excavadores situaron una lámina metálica que nos señaló la profundidad que habían alcanzado; bajo los restos de esta lámina se hallaron dos enterramientos uno infantil, y otro adulto. Este hecho confirma tanto que las excavaciones clandestinas se realizaron con anterioridad al derrumbe del edificio como que se llevaron a cabo enterramientos en el interior de la iglesia a la vez que en el cementerio.

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Lámina 1. Lienzo de pared que conserva restos de enlucido bicromo (Foto cedida por D. Cayetano Herrero).

En la zona sur del sector A se localizaron los restos de una pequeña habitación situada sobre un aljibe (fig. 2.13); tiene una anchura de 2.60 m., y su longitud se desconoce, aunque posiblemente tendría unos 2.40/2.50 m.; a esta distancia se ha localizado un quicio, de 18 por 10 cm., que debe pertenecer a la ubicación de la puerta de acceso. Se apreció que el enlucido de la pared occidental acaba a unos 10 cm. antes de llegar a la cota del pavimento de la iglesia, lo que hace suponer que en una remodelación de esta habitación el pavimento se elevaría. Posiblemente se trate de una estancia auxiliar de la iglesia. El muro perimetral norte tiene una técnica constructiva característica, e igual al muro perimetral Sur; al exterior de la ermita, da la apariencia de estar construido con piedras de tamaño mediano, pero al interior y disimuladas por todos los enlucidos y recrecidos de estas paredes está realizado en encofrado, rellenado de capas alternadas de cal y arena; utilizaron una serie de cajones de los que ha quedado su huella en algunas zonas; cimenta directamente sobre la roca, apreciable en este sector, ya que la roca sobresale del nivel de

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Lámina 2. Medallón de cobre (Foto cedida por D. Cayetano Herrero).

pavimentación, por lo que han necesitado tallarla, formando un escalón sobre el que se sitúa el muro; a una cota inferior aparece otro escalón tallado en la roca (fig. 2.14) al que se adosaría un banco corrido del que sólo nos ha quedado su huella en el sector A, pero localizado entero en el sector B. El último enlucido del muro perimetral Norte era bícromo, gris oscuro y blanco, pero anteriormente debió estar decorado con pinturas. Pertenece a la última fase de remodelación de la iglesia (Lám. 1). Sector B

La iglesia tenía un banco corrido enlucido en gris oscuro, de unos 45 cm. de ancho y una altura de 46 cm., que se ha podido constatar intacto al Norte de este sector, aunque se tiene su huella en casi todo el templo, debido a que este banco no se superpone al último pavimento (fig. 2.15). Hay también otra tubería empotrada en la pared Norte junto a una pilastra adosada (fig. 2.10), la tubería comunica con

una canaleta (fig. 2.16) que conduce al aljibe, cuya finalidad sería recolectar el agua del tejado. Un tramo del canalillo está tallado en la roca donde conecta con la canaleta construida con ladrillos macizos de 30 x 15 cm., las dimensiones del canalillo de losas es de 24 cm. de ancho, con una altura 23 cm. El pavimento de la iglesia que cubría esta canaleta estaba roto igualmente por excavaciones anteriores (fig. 2.17). En esta zona se han observado dos pavimentaciones anteriores a la que conservaba, una de ellas relacionada directamente con la canaleta. Del último momento de la iglesia serían los fragmentos de enlucidos bícromos (blanco sobre gris), localizados entre los derrumbes (para conseguir la tonalidad de gris oscuro en el yeso, éste se mezclaba con carbones y cenizas); la zona inferior conservaba parte del enlucido gris, la superior era blanca, estableciendo la división entre ambos una línea de círculos, semicírculos y formas apuntadas, que creaban un motivo repetido alrededor de la iglesia, realizado con molde

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(lám 1); restos del motivo se han localizado entre los derrumbes. Este tipo de decoración se constató en los interiores de la iglesia de Santa María del Rabal en esta misma localidad, y es utilizado como técnica decorativa desde mediados del s. XVIII (PONCE-PUJANTE 1993). En el sector B sur se constató la base de otra pilastra alineada con la anterior y adosada al muro perimetral Sur (fig. 2.18), junto a ella aparecieron las marcas en el pavimento del banco corrido, lo que confirma que esta estructura rodearía totalmente el recinto interior del templo (fig. 2.19). Sector C

La zona más dañada por excavaciones clandestinas ha sido la parte del ábside, en la que alteraron todos los niveles llegando hasta la roca madre (fig. 2.20). Hay que destacar que este tipo de excavaciones fueron una práctica común en el monte del Castillo desde muy antiguo, de hecho Lozano nos habla de unas realizadas en 1748 en busca de tesoros y debidas a « la sagrada hambre del dinero» (LOZANO 1800: 40). Según los datos escritos parece ser que en esta zona se encontraba la Capilla Mayor, así como la Sacristía, hecho que no se ha podido confirmar ya que la mayoría de las estructuras han sido arrasadas. Lozano al hablar del templo hace una referencia al «muro elevado que sirve de Sacristía, todo el con puertas y ventanas de un ayre gótico y fino tal vez obra del siglo XIV, posterior a los años 1380, cuya unión de pequeños sillares merece atención» (LOZANO 1800). También Guardiola explica la ubicación de la sacristía « y junto al altar la sacristía» (GUARDIOLA 1976: 61). La documentación que hay acerca de la Capilla mayor es más extensa, así en 1535 en el testamento de doña Leonor Martí, primera esposa del Bachiller López Guardiola, ordena «colocar la Santa Imagen de la Virgen de Santa María de Gracia en el altar mayor de su iglesia, para que puesta en sitio preeminente, y en la capilla donde los Pacheco y los Guardiola tenían sus enterramientos, pudiese el pueblo venerarla» (GUARDIOLA 1976: 94). Don Albano Martínez Molina en la segunda parte de la Historia de Jumilla, comenta «en el muro que daba a Oriente la Capilla mayor, pobremente labrada» (MARTÍNEZ 1896: 15). Se localizó en este sector el final del pavimento de yeso de la ermita (fig. 2.21), y las marcas del banco corrido que rodea a la misma (fig. 2.22). A partir de aquí se aprecian una serie de estancias relacionadas con la iglesia en las que son apreciables la distinta orientación de las estructuras y el cambio de técnica constructiva. Así en la habitación Noroeste se

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han localizado dos muros de cierre de la ermita que cimenta uno sobre otro y que tienen direcciones diferentes. El inferior es de encofrado compacto y piedras, con un grosor apreciable de 50 cm. construido directamente sobre la roca, y con una dirección diferente tanto al que se le superpone como a la orientación de la ermita (fig. 2.23); está relacionado con un pavimento uniforme de cantos rodados unidos por mortero (fig. 2.24). Entre las esquinas de cierre de ambos muros queda un ángulo, rellenado en el momento de construcción de la última estructura, donde se localizó cerámica, que posiblemente pertenezca al siglo XVII, aunque se confirmará en el estudio e inventario de la misma, y que servirá para dar una cronología aproximada al muro superior. También se ha localizado una escalera relacionada con la última fase, de la que se han conservado tres escalones, de 40 cm. de ancho y una altura de 27 cm. (fig. 2.25). Han quedado restos de dos pavimentos superpuestos, el último con un grosor de 2 cms., y no destruidos totalmente por las excavaciones clandestinas. Ambos relacionados con parte de un muro orientado Este-Oeste, que se adosa al muro perimetral de cierre oriental; uno de los pavimentos está a igual cota que el relacionado con la canaleta que comunica con el aljibe. El muro occidental pertenece a la última remodelación de la Iglesia, y es continuación del anexo de la pared perimetral Norte, ya que su cimentación comienza a una cota muy alta. Al quitar el nivel de revuelto se advirtieron varios escalones tallados en la roca, que deben corresponder a estructuras edificadas directamente sobre la misma, y de las cuales no nos ha quedado ningún resto, posiblemente destruidas al edificar la iglesia o por las excavaciones clandestinas. Entre el nivel de revuelto, se localizó un medallón de cobre, realizado a mano; en una de sus caras representa la cabeza y torso de un caballero ataviado con malla y yelmo, todo el demás espacio de la medalla está decorado con moticos florales y no tiene ninguna inscripción (lám. 2). Torre

Se encuentra situada en la esquina suroccidental de la iglesia, al Sur del sector C (fig. 2.3). El cuerpo de la torre estaba construido con sillares escuadrados de diferentes dimensiones, los muros tienen un grosor de 80 cms., aunque sólo se ha conservado la esquina Noroeste: las tres primeras hiladas del muro occidental, y tres sillares de la primera del

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muro Norte, junto a las marcas en la argamasa de otros, todo el demás trazado ha desaparecido. Sin embargo se ha conservado una fotografía de 1905 que muestra los lienzos de la torre con todo su alzado en sillar, y también el interior de la misma, cuyas esquinas estaban adornadas con una moldura circular tallada en calcoarenita, de la cual se descubrieron fragmentos entre los niveles de derrumbe (lám. 3). Otra fotografía, de finales del siglo XVIII, publicada por Vilomara en la Historia de Jumilla de D. Juan Lozano, muestra el exterior de la ermita, en ella se puede apreciar el muro perimetral Sur y la torre. Las causas de una destrucción tan rápida hay que buscarlas en el hecho de dejarse de utilizar la iglesia y comenzar a arruinarse por la acción del tiempo, influyendo los habitantes de las laderas del monte del Castillo, que subían a recoger piedras para la edificación de sus casas, por lo que se supone que esta misma suerte debieron tener los sillares de la torre. Hecho además corroborado por la poca abundancia de fragmentos de sillares escuadrados localizados durante la excavación en este sector. El pavimento de yeso de la torre es de igual factura que el del interior de la iglesia (fig. 2.26), se ha conservado intacto en ciertos tramos y cubre directamente la base de cimentación de la misma, no se han apreciado pavimentos anteriores. La torre tiene un basamento construido con argamasa que une piedras de mediano y gran tamaño; posteriormente desmantelado en parte al intentar hacer un paso subterráneo desde el aljibe-sótano, que atraviesa la cimentación de la torre en dirección Suroeste-Noreste. Bajo esta base de sustentación aparece una estructura anterior con una dirección diferente y en diagonal a los muros de la torre; se ha pensado que esta construcción pudiera servir como un muro de contención ante el barranco que se desarrolla en esta zona y que obliga a situar un contrafuerte, que abarca la esquina suroriental de la torre para reforzarla dado la gran pendiente. La técnica constructiva es distinta a cualquier otro muro de la iglesia, ya que está realizado a base de piedras de un tamaño mediano y uniforme. Es posible que pertenezca al trazado de la primitiva iglesia, anterior a la edificación de la torre. Aljibe - Sótano

Lozano describe esta estructura en varios parrafos, en uno de ellos lo comenta: «el subterráneo de la Hermita (antes

Lámina 3. Reproducción de una foto de 1905 donde se aprecia el alzado de los muros de la torre (Foto cedida por D. Cayetano Herrero).

iglesia con el título de Santiago) tiene bóveda, y arco de hormigón tan natural, que parece cosa de fábrica. Tiene por ambos lados sus troneras orbiculares: otras dos muy desahogadas en la techumbre, y todos parecen respiraderos. Sus paredes de la misma clase; el diámetro de este conducto es de doce pies, como de quince de longitud, se halla una basa de seis pies de altura también. Después sigue otro lienzo de pared tan romano como grandioso. Ya un muro terrible de argamasa con elevación de dos varas, y doce de diámetro que corre desde el templo hacia oriente y hacia la muralla más antigua» (LOZANO 1800: 37-38). Lo atribuye a una arquitectura sarracena en otro párrafo, explicando: «es un conducto largo y angosto con su bóveda y tronera» (LOZANO 1800: 120). El aljibe ocupa la parte sur de la iglesia, tiene una orientación Oeste-Este, su longitud interior es de 18,16 m. por una anchura de 2,10 m. (fig. 3.1). La técnica constructiva de sus muros es un mortero compacto de cal y arena que en algunas zonas conserva restos de enlucido (fig. 3.2). La bóveda está construida a base de piedras unidas por una fuerte argamasa.

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El aljibe ha sufrido varias remodelaciones: -el zócalo es anterior, con la particularidad de tener fragmentos de cerámica entre la argamasa. En su alzado no se puede apreciar ya que se reforzó con cemento en 1980 en una labor de consolidación de la estructura. -el sistema de abastecimiento de aguas está formado por una canaleta (fig. 2.16), que atraviesa la iglesia de Norte a Sur, bajo el pavimento, en parte excavada en la roca y en parte construida de losas. También se localizaron dos tuberías embutidas en la pared Norte perimetral, destinadas a recoger el agua de lluvia, canalizada por la techumbre. La capacidad total de agua aproximada del aljibe era de unos 62.5 m3. -en la última remodelación de la iglesia, el aljibe perdió su utilidad como depósito de aguas, quizás porque la población ya viviría en el llano, por lo que se le abrió una puerta en el lado sur de 1,24 m. de ancho, con la finalidad de utilizarlo como sótano y almacén (fig. 2.27). A ambos lados de la puerta se construyeron unas estructuras a base de piedras pequeñas y yeso de mala calidad, que crean una especie de pasillo de acceso de 1,34 m. de longitud. -cerca del extremo occidental del aljibe hay un hueco que rompe su suelo, con un diámetro aproximado de 0,83 m., una profundidad de 2,35 m. y una orientación Suroeste-Noreste, realizado quitando la argamasa y piedras que servían de cimentación a la torre; esta especie de túnel acaba en el momento que termina la base de cimentación de la torre, a partir de esa zona no tenían un nivel sólido, sólo tierra, de ahí que sus ejecutores interrumpieran la labor. Esta «tronera» como la llama Lozano, fue hecha antes de 1800, posiblemente por «buscadores de tesoros». El aljibe-sótano fue apuntalado por alumnos de la Escuela-Taller de Jumilla, bajo la supervisión del Arquitecto del Ayuntamiento de Jumilla, con la intención de que no se agrietase más por las tareas de excavación y con la finalidad de preservarlo durante el mayor tiempo posible del derrumbe, del que ya tiene las primeras muestras en unas grietas considerables en los muros.

ticales, empleadas en el encofrado. Estos contenedores están directamente relacionados con un pavimento formado por piedras pequeñas y cal (fig. 2.29). La finalidad de estas estancias posiblemente fuera la de almacenar productos, como los cereales, los cuales recibía la Iglesia como pago de ciertos impuestos. Lozano refleja que existen varios documentos que atestiguan el cobro de los diezmos: «También gozaba ya dicha Iglesia en este siglo el antiguo privilegio u esa posesión inmemorial de retener las tercias decimales para sacrificar un obsequio del Cultu Divino (...) el ya repetidas veces nombrado Fundamento Cartaginense por estas palabras: de los diezmos de Jumilla se hacen tres tercios. El uno es de los SS. Obispo y Cabildo, y partenlo por medio. El otro de los Beneficiados parroquiales, y partenlo por medio» (LOZANO 1800: 172). La habitación está limitada al Sur por un muro cuyas caras interior y exterior están realizadas en piedras y yeso, y entre ellas un relleno de tierra mezclada con carbones (fig. 2.30). Esta técnica constructiva ha pervivido y parece ser que hasta hace poco se empleaba aún en la construcción, usando el carbón como aislante contra la humedad. La entrada debía estar localizada en este muro, aunque no se puede situar al haber desaparecido un gran tramo del mismo. En la parte oriental de la habitación hay un contrafuerte rectangular de 1,80 m. por 2 m., al que unirían tanto el muro de cierre Sur como el oriental (fig. 2.2). En esta estructura hubo una remodelación apreciable en la pérdida de espacio interior de la misma; la primitiva estancia debía tener una longitud de 6,62 m. y la necesidad de construir un contrafuerte exterior adosado al muro perimetral Sur, quizás ante el peligro de vencimiento causado por la pendiente, hizo que se restringiera parte de uno de los contenedores, cuyas dimensiones eran iguales (2,10 m.) y causó que el contenedor occidental fuese de menor tamaño (1,32 m.). En esta habitación había un nivel de derrumbe con trozos de yeso, tejas e incluso losas y carbones, donde se localizó un dinero de Fernando V de Castilla (1452-1516).(1) 5. CEMENTERIO

Habitación anexa

La ermita tenía una habitación rectangular adosada al muro perimetral Sur, con una longitud de 5,84 m. y una anchura de 2,50 m.(fig. 2.28). Dentro de la habitación hay tres pequeñas estancias de 2,10 m. por 1,64 m., separadas por tabiques de 16 cm., de yeso y piedras, que conservaban las marcas de las tablas ver-

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Como ya se ha dicho no se tenía constancia de su existencia, y su descubrimiento fue propiciado al intentar que la pared perimetral norte de la iglesia no se desplomase, ya que es la única que conserva un mayor alzado; al consultar sobre la posible consolidación de la estructura con el Arquitecto del Ayuntamiento de Jumilla D. Plácido Cañada Jimé-

INFORME PRELIMINAR DE LAS EXCAVACIONES REALIZADAS EN LA ERMITA DE SANTA MARÍA DE GRACIA (JUMILLA)

nez, autor del Proyecto de Recuperación del Castillo, hizo ver la presión que ejercía la tierra que descansaba sobre el exterior del muro y el peligro que suponía la carretera asfaltada, que se extendía hasta el muro y transmitía las vibraciones de los vehículos a éste; aconsejó hacer una zanja exterior que evitase en la medida de lo posible estas consecuencias; tras realizar esta zanja y al ampliar para llegar al arranque del muro se descubrió un muro paralelo al de la Iglesia; al levantar el asfalto se comprobó que aparecían huesos humanos y estructuras, por lo que se decidió quitar la capa de asfalto entre el Castillo y la iglesia para excavarlo posteriormente. El cementerio ocupa prácticamente la misma longitud que la iglesia y tiene un trazado paralelo a ella. Los enterramientos se realizaron después de haber colmatado unas estructuras anteriores que no les servían, y dejado otras, de las que ya se ha hablado, aumentándolas de altura, reaprovechándolas en el trazado del cementerio. Todos los enterramientos son cristianos y es posible que se habilitase a partir del momento de construcción de la iglesia; con el tiempo y al trasladarse la población al llano el cementerio quedaría sin utilidad, hasta el punto de olvidarse su existencia. Parece ser que los cementerios parroquiales se generalizan desde mediados del s. XIII, aunque también se realizan enterramientos dentro del templo y en el entorno del altar (RIU RIU 1989). El muro de delimitación Sur del cementerio es aproximadamente paralelo al muro Norte perimetral de la ermita, y estan separados por una distancia de 30 cm. a 70 cm. Hay que resaltar que ninguno de ellos son totalmente rectos, el muro del cementerio sólo presenta pared alisada hacia el exterior, ya que todo el interior está rellenado con aljezones y piedras desde la roca hasta unos 60 cm., a partir de donde comienzan los enterramientos (fig. 2.31). El pasillo que queda entre la iglesia y el muro del cementerio estába pavimentado con unas losas macizas de 15 por 30 cm., colocadas de dos en dos, unas transversales y las siguientes longitudinales, formando un damero de cuadros (30 x 30 cm.) (fig. 2.32). El pasillo servía tanto de acceso, como para la evacuación de las aguas de lluvia, confirmado por la pendiente descendente que tiene hacia el Este (comienza a una cota de 203 cm. y acaba a 347 cm.) y por la protección de la parte inferior del muro perimetral Norte con losas del mismo tipo, con el propósito de evitar la humedad en los paramentos. El muro de cierre Norte del cementerio ha quedado conservado en un tramo, su factura es distinta al muro exterior Sur, mucho más sólida, con un grosor de 40 cm.(fig. 2.33).

Se ha excavado aproximadamente una tercera parte del cementerio, donde se localizaron 4 tumbas familiares y 31 enterramientos individuales. Hay que distinguir por lo tanto dos clases de enterramientos: las sepulturas familiares, diferenciadas por medio de estructuras rectangulares o ligeramente trapezoidales, de diferentes dimensiones, que debían pertenecer a particulares que efectuaban los enterramientos de sus familiares en estos recintos, situados todos ellos en el lado norte del cementerio. Los enterramientos individuales están dispuestos en hiladas, y no tienen estructuras que los diferencien. Las características generales de estos enterramientos son que los cadáveres eran depositados directamente en el interior de fosas de tierra, aunque en algunos casos parece que se enterraban con cajas, ya que se han localizado clavos de hierro rodeando al esqueleto, pero no ha quedado constancia de la caja ni por restos de madera ni en el cambio de coloración de la tierra de estos enterramientos. Hay que destacar también la presencia de cal en la tierra que cubría los esqueletos, que ha provocado en muchos casos su mala conservación; la utilización de la cal estaría relacionada posiblemente con el intento de paliar las epidemias de la época, este hecho se constató también con anterioridad en las excavaciones de Santa María del Rabal (Jumilla). La potencia del nivel de enterramientos era de 50 / 60 cms. Los individuos se encuentran orientados de Oeste a Este, dispuestos decúbito supino, con los brazos flexionados y con las manos sobre la pelvis. No se ha constatado un lugar determinado para los enterramientos infantiles, aunque sí el hecho de que la mortalidad de este grupo debía ser notable. Hay que significar también la carencia de cualquier signo exterior de la situación o señalización de las tumbas. El ajuar de los enterramientos está compuesto principalmente por un collar formado por cuentas de vidrio azul, de madera y hueso, que aún conservaba el sistema de cierre de cobre, también se localizaron seis aros de metal en una de las sepulturas, utilizados quizás como anillos, este elemento decorativo tiene una gran tradición en todas las culturas. Junto a ello hay que significar la abundancia de monedas, algunas de ellas con restos de tejido adherido, lo que nos indica que pertenecían a los enterramientos y que nos han aportado una cronología desde el 1327 hasta 1406, aunque los enterramientos se continuaron llevando a cabo posteriormente, ya que en el Libro de Enterramientos de la Iglesia de Santiago, fechado en 1596, hace referencia a un enterramiento en Sta. María del Castillo.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

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NOTAS (1) Agradecemos la labor de limpieza, catalogación e inventario de las monedas localizadas en el transcurso de la excavacion a D. Cayetano Herrero, Subdirector del Museo Arqueológico de Jumilla. 1.- Dinero Fernando V de Castilla. II de Aragón (1452 - 1516). Anverso: FERDINANDUS ... Reverso: VALENCIA MAIORICA Tipo 12 Num. 2137 Ceca: Valencia Catálogo Cayon-Castan. Edición 1983. Localizada sobre el pavimento de la habitación Sur, anexa a la ermita. (2) Moneda recortada de procedencia más antigua. Puede pertenecer a los siguientes reyes: Ramón Berenguer III (1131 - 1162). Núm: 1721. Carlos II (1688). Núm: 6399. Felipe II (1592). Núm: 3218. Fernando VI (1748). Núm: 9051. Catálogo Cayon-Castan. Edición 1983. Localizada al Norte del ábside (sector C) (3) Blanca. Enrique III (1390 - 1406). Anverso: ENRICVS DEI GRACIA REX Reverso: ENRICVS DEI GRACIA REX Tipo 4 Núm. 1444. Ceca: Burgos. Catálogo Cayon-Castan. Edición 1983. Localizada al Norte del ábside (sector C) (4)-Moneda con el reverso muy deteriorado y de la que sólo es apreciable la ceca de Sevilla y que fue acuñada entre los años 1350 al 1406. Puede pertenecer a Pedro I (3 maravedis), Enrique II (cornado) o a Enrique III (blanca). Localizada al Norte del ábside (sector C).

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(5) Noven Enrique II (1369 - 1379). Anverso: ENRICVS REX D Reverso: REX DEI GRACIA Tipo 12 Núm 1363 Ceca: Burgos. Catálogo Cayon-Castan. Edición 1983. Localizada al Norte del ábside (sector C). (6) Blanca Enrique III (1390 -1406) Anverso: ENRICVS DEI GRACIA REX Reverso: ENRICVS DEI GRACIA REX Tipo 4 Núm 1449 Ceca: Toledo Catálogo Cayon-Castan. Edición 1983. Localizada en la cuadrícula 4n del cementerio. (7) Dinero Jaime II (1327 - 1335) Anverso: IACOBVS REX Reverso: BARQUIONA Tipo 2 Núm 1747 Ceca Barcelona. Catálogo Cayon-Castan. Edición 1983. Moneda localizada en el cementerio (cuadrícula 3s), aún conservaba tejido adherido a una de sus caras. (8) Dinero Jaime II (1327 - 1335) Anverso: IACOBVS REX Reverso: BARQUIONA Tipo 2 Núm 1747 Ceca: Barcelona Catálogo Cayon-Castan. Edición 1983. Localizada en el cementerio, cuad. 4n. (9) Dinero Jaime II (1327 - 1335) Anverso: IACOBVS REX Reverso: BARQUINONA Tipo 2 Núm 1747 Ceca: Barcelona Catálogo Cayon-Castan. Edición 1983. Localizada en el cementerio, cuad. 4s. (10) Dinero. Jaime II (1327 - 1335) Anverso: IACOBVS REX Reverso: BARQUINONA Tipo 2 Núm 1747 Ceca: Barcelona Catálogo Cayon-Castan. Edición 1983. Localizada en el cementerio, cuad. 4n. (11)Moneda localizada en el cementerio con restos de tejido, aún adheridos, y en mal estado de conservación. No se ha podido clasificar. (12) Moneda localizada en el cementerio (testigo 3n-3s), con las mismas características que la anterior, por lo que no se distingue ni el anverso ni el reverso. (13) Blanca Enrique III (1390 - 1406) Anverso: ENRICVS DEI GRACIA REX Reverso: ENRICVS DEI GRACIA REX Tipo 4 Núm 1445-51 Ceca: Catálogo Cayon-Castan. Edición 1983. Localizada en el cementerio (testigo 3n-3s)

PROSPECCIONES ARQUEOLÓGICAS EN ALCANTARILLA

Daniel Serrano Várez Jesús Fernández Palmeiro

MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

ENTREGADO: 1991

PROSPECCIONES ARQUEOLÓGICAS EN ALCANTARILLA

DANIEL SERRANO VÁREZ, JESÚS FERNÁNDEZ PALMEIRO

Resumen: Este trabajo tiene por objeto el estudio de los lugares con interés arqueológico de Alcantarilla. Tras exponer la historia de la investigación arqueológica en esta localidad, resumimos brevemente la situación y características de los yacimientos que, en su gran mayoría, se han conocido al realizarse obras de cimentación para la construcción de edificios. Estos yacimientos han proporcionado algunos materiales de gran calidad y se pueden encuadrar en épocas eneolítica, ibérica, romana y medieval.

Résumé: Ce travail est dans le but d’étudier des endroits avec un intérêt archéologique à Alcantarilla, Après avoir exposer l’histoire de l’investigation archéologique dans cette localité, nous faisons un résumé de la situation et caractéristiques des gisements archéologiques dont la plupart ont été connus pendant les travaux fondement bâtiment. Ces gisements ont proportioné quelques materiaux d’une grande qualité et ont peut clasifier aux differentes époques: enéolithique, ibérique, romaine et médievale.

HISTORIOGRAFÍA

GONZÁLEZ SIMANCAS; que también hace referencia a las noticias de LOZANO SANTA cita lugares menos ambiguos, aunque no concretos: “En los terrenos cercanos al acueducto de la Acequia Mayor y de la Daba, junto a las estaciones de ferrocarril,..., se descubren ánforas y cacharros de varias formas, sepulturas y monedas todo de origen romano, aunque a veces mezclados con restos de cerámica árabe. Al practicarse las primeras excavaciones para la explotación de una mina en las cercanías del citado acueducto de las acequias, hallaron los trabajadores unos fragmentos de lápida sepulcral en mármol blanco (acompaña el texto con un dibujo de la lápida)» GONZÁLEZ SIMANCAS (1907, pág. 441 - 445 ). En trabajos posteriores, algunos historiadores como FRUTOS HIDALGO (1373, pág. 17 - 28 ) y BELDA NAVARRO (1975, pág., 146 ), recogen de nuevo las noticias de LOZANO SANTA sin añadir nada. JORGE ARAGONESES al describir los fondos del M. A. P, cita una vasija del eneolítico procedente de Alcantarilla ( JORGE ARAGONESES, 1956, pág. 33 ). Dicha vasija está expuesta en la vitrina n.º8 de la sala II del Museo. Hemos indagado para tratar de determinar las condi-

Las primeras noticias de Alcantarilla como zona arqueológica, corresponden a LOZANO SANTA, que afirma: «... desde Alcantarilla, o Cantarilla hasta el puente de las obejas sobre el Segura, que hace su norte, y de quien dista un cuarto de legua; todo es población romana. Los colladitos de su intermedio, plantío de olivos y vides, señalan la ciudad arruinada, que yace baxo de estas prominencias, las cuales se ven salpicadas de tejos, ladrillos, y cascos de vasijas, no obstante de ser frecuentemente labrado el terreno. Barro saguntino, esparcido y derramado, se halla aquí.. En el mismo intermedio, no lexos de Javali, cedió la tierra, a la rexa de un arado, hace como dos años, una hermosa y bien conservada Anfora Romana. Es angosta, y de 5 palmos de longitud, sobre 3 dedos, y con su punta larga por remate» LOZANO SANTA ( 1994, pág. 2, vol. II ). En un posterior trabajo, dibuja un ánfora romana que indica procede de Alcantarilla (LOZANO SANTA, 1800, lámina sin numerar ). Estas noticias fueron recogidas y reproducidas por CEAN BERMÚDEZ ( 1832, Sumario, 39 ).

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PROSPECCIONES ARQUEOLÓGICAS EN ALCANTARILLA

Figura 1. Plano de Alcantarilla.

ciones dé su ingreso y así localizar el yacimiento de procedencia, pero no lo hemos conseguido, ya que procede de una antigua colección de la Excma. Diputación que, al crearse el Museo, pasa a engrosar los fondos de éste y el único dato que consta es la localidad de origen. De nuevo este mismo autor expone la excavación de urgencia que realizó en la calle Cura Hurtado Lorente, como resultado de la cual determinó la existencia de una necrópolis ibérica de primera época (JORGE ARAGONESES, 1964 y 1965). En 1980, iniciamos prospecciones tratando de localizar vestigios arqueológicos. Localizamos una serie de yacimien-

tos que serán el objeto de estudio de este trabajo. De alguno de los hallazgos más destacados se han dado noticias. GARCÍA CANO estudia las cerámicas griegas de la calle Cura Hurtado Lorente y del yacimiento n.º 2 ( GARCÍA CANO, 1982, pág. 49 a 52 y 89 a 91 ), SERRANO VÁREZ estudia la cerámica paleocristiana gris del yacimiento n.º 11 (SERRANO VÁREZ, 1984 ), GARCÍA CANO et al. dan cuenta de la excavación realizada en el yacimiento n.º 2, a través de la que determinan los siguientes horizontes de poblamiento: Romano, Ibérico Tardío, Ibérico Pleno y Protoibérico (GARCÍA CANO et al., 1987 ). LILLO CARPIO et al. estudian los hallazgos escultóricos y arquitectónicos ibéricos, del

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yacimiento n.º 2 (LILLO CARPIO et al. 1989 ). SERRANO VÁREZ estudia los materiales de los yacimientos 1 a 3 y la posible relación entre ellos (SERRANO VÁREZ, en prensa). YACIMIENTOS

En el plano de la figura 3 , que corresponde al término municipal de Alcantarilla, señalamos con una cruz la necrópolis excavada por Jorge Aragoneses y con un círculo numerado los sitios donde hemos recogido material; esta numeración no sigue un orden determinado para respetar el que dimos en el trabajo en prensa. En la ubicación de los yacimientos establecemos tres zonas: PRIMERA ZONA: llanura al Norte y Noreste del casco urbano. - N.º 1. Camino Viejo del Javalí

Situado entre el camino que le da nombre y la carretera de Las Torres de Cotillas, a unos 100 metros del límite con el Javalí Nuevo. Hace años, con motivo de remociones del terreno en una pequeña loma para su puesta en cultivo, aparecieron materiales arqueológicos. El dueño del terreno conservó en su poder una vasija común romana y una moneda del siglo I d. C. En prospección superficial, en un bancal situado junto a la zona transformada, hemos recogido unos pocos fragmentos de cerámica común, tres de sigillata sudgálica - hispánica y nueve de clara A. Todo el material es romano del siglo I a. C. - N.º 2. Cabezo del Agua Salada o de la Rueda

El material se extiende por la cima y laderas del cabezo que se eleva, totalmente aislado unos 5 metros sobre la llanura. A los pies de su ladera Norte discurre el río Segura. Su cima es una meseta con unas medidas aproximadas de 90 por 60 metros. El material recogido en superficie a raíz de su descubrimiento consistió en: Cerámica a mano, perteneciente a un Bronce Final o un Hierro I. Cerámica a torno, entre la que hay ática de barniz negro, un fragmento de figuras rojas y común. De esta última se encuentra una amplia y variada representación que, por sus gallos y decoración, nos señalan la continuidad del poblamiento desde un Ibérico Inicial hasta su romanización. También ha proporcionado campaniense A y B, sigillata sudgálica, hispánica, clara A y D y un fragmento de paleocristiana gris.

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Figura 2. Cabeza de caballo del yacimiento n.º 2

Entre las piedras que forman los muros de contención de las terrazas de abancalamiento, se encontraron fragmentos escultóricos (Figura 2) y arquitectónicos (Figura 3 ) ibéricos labrados en roca arenisca. - N.º3. POTROFO

Enclavado en la margen izquierda de la rambla de este nombre, a unos 100 metros de la carretera de Alcantarilla a Mula. El material se encuentra con más intensidad en la zona que hay alrededor de un antiguo transformador, hoy semiderruido, de energía eléctrica.

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Figura 3. Fragmento arquitectónico del yacimiento n.º 2

El material recogido, en poca cantidad, consiste en sigillatas aretina, sudgálica, hispánica y clara A. En cerámica común, además de las típicamente romanas, hay algunos fragmentos que creemos pertenecen a la baja época de la cultura ibérica. Este yacimiento y el n.º 1 puede que fuesen uno solo, ya que en el espacio que queda entre ambos, unos 450 metros, se encuentra material sin interrupción. Podía ser el mismo que cita GONZÁLEZ SIMANCAS, ya que se encuentra a unos 150 metros del conducto a que él alude y donde se encontraron restos romanos. - N.º 4. El Vado

En la zona situada entre el camino del Vado, el de la fábrica de pólvora (hoy en desuso ), el de La Puebla y el río Segura, se levantó hace muchos años, un malecón de piedras como defensa contra las inundaciones. En una zona del malecón que se derrumbó, recogimos unos pocos fragmen-

tos de cerámica común, de los cuales dos son medievales y el resto de cronología difícil de determinar. Creemos que estos materiales están desplazados de su lugar de origen. SEGUNDA ZONA: la circunscribimos a la parte alta de la extensa y poco elevada loma sobre la que está asentado gran parte del casco urbano de la actual Alcantarilla. - N.º 5. C/. Salas Larrazábal

Un solar que formaba esquina con calle Pintor M. Ballester fue vaciado para la construcción de un garaje subterráneo. En el corte, que da a la segunda calle, se recogió el material que apareció diseminado y a distintas alturas y que consistía en cerámica ibérica en la que se apreciaron indicios de ser productos de desecho por defecto de cocción. Creemos que se trata de un vertedero de piezas defectuosas de un horno cerámico que, lógicamente, debe estar en las cercanías. Posteriormente se han vaciado algunos solares cercanos que no han proporcionado material.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

- N.º 8. Callejón Val

En la confluencia de este callejón con calle Rosario se encontró, hace años, una moneda del Emperador Constantino Magno. No hay datos de si apareció algún otro material. - N.º 9. C/. García Lorca

Figura 4. Corte del terreno del yacimiento n.º 6.

Esta calle llegaba hasta el n.º 10. En la zona contigua a este número se rebajó el terreno para la cimentación de un edificio. Entre la tierra extraída se recogió: Dos fragmentos de sigillata sudgálica. Unos pocos fragmentos de cerámica bizcochada, árabe, dos están decorados con pintura negro manganeso. No se apreciaba nivel de habitabilidad. - N.º 10. C/. Cartagena, 34

- N.º 6. C/. Mula

Solar formado por las calles Mula, Polo de Medina y Sevilla. Se vació en una profundidad de 4 metros para la construcción de un garaje. Entre la tierra extraída se recogió cerámica hispano árabe lisa y decorada con pintura negra y roja, peinada, gradinada y con barnices de distinta composición. La cerámica se puede encuadrar entre los siglos XI a XVI. En el corte del terreno que daba a la calle Polo de Medina se apreciaba una puerta o pasadizo de unos 3 metros de altura, formada por ladrillos que alternaban con zonas de argamasa (parte derecha de la foto de la figura 4 ). A la izquierda se apreciaba una posible conducción. ZONA TERCERA: situada al Sur del casco de la población, en zona llana. Su separación de la anterior viene determinada por la calle Mayor donde, en la acera Norte, se inicia la inclinación de la loma. En su subsuelo, a pocos decímetros del pavimento actual, aflora la roca basal. Por el contrario, el subsuelo de la acera Sur tiene un importante nivel de tierra arcillosa. Serla conveniente la realización de excavaciones arqueológicas, para poder determinar qué sitios de los que han proporcionado material son verdaderos yacimientos o bien son materiales desplazados, así como la conexión entre ellos. Los sitios donde se ha recogido material son: - N.º 7. C/. San Sebastián

En la esquina de esta calle con la de Soleras se vació el solar en una profundidad de 3 metros. El material aparecía a un metro de la superficie mezclado con cerámica moderna. Se recogió una veintena de fragmentos comunes de aspecto romano y un fragmento de portalucernas de campaniense B.

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Esta casa se derribó para edificarse de nuevo. En una de las zanjas que se hicieron para los cimientos, se distinguía, a un metro de profundidad, una pequeña bolsada de tierra ligeramente más oscura que la de su alrededor. En ella sobresalían unos pocos fragmentos de cerámica común romana. - N.º 11. Casa de la Inquisición o de las Cayitas

En la calle Cartagena frente al número 29, está la casa así denominada. En figura 5 representamos un croquis con los sitios en que aparecen materiales. Fig. 5 H. Proporcionó cerámica común romana; sigillata aretina, sudgálica, hispánica, clara A y D y paleocristiana gris; vasitos de paredes finas; dos terracotas, una de las cuales es una cabeza masculina. Varios fragmentos de vidrio, punzón de hueso y dos fragmentos de estuco con pintura roja. Este material se recogió de dos socavones que se habían efectuado a media altura del corte vertical. Procedimos al cribado de la tierra y a la recogida de los fragmentos que sobresalían para evitar que llamasen la atención. A media altura se apreciaba un nivel ceniciento de unos 20 cm. de potencia, claramente diferenciado de las capas superior e inferior. Fig. 5 A. En este solar se extrajo la tierra en una profundidad aproximada de 2’5 metros, para la construcción de un edificio. No pudimos observar los cortes del terreno ya que, cuando lo localizamos como yacimiento, ya se habían levantado las estructuras. El material consistió en cerámica común romana y sigillata sudgálica e hispánica. Fig. 5 B. En este sitio se realizaron, para cimentar un edificio, zanjas de 60 a 80 cm. El material que aparecía en el

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Figura 5. Croquis del yacimiento n.º 11. A y B. Edificios de reciente construcción. C. Patio de la Casa de la Inquisición. D. Huerta. E. Casa de la Inquisición. F. Sitio donde se encontró un brazalete de arquero. G. Sitio donde se encontró un útil de sílex.H. Testigo de tierra.I. Necrópolis excavada por Jorge Aragoneses. En las zonas punteadas, 3 y 4, se. extrajo la tierra en unos 2 metros de profundidad para utilizarla como materia prima en una tejera. Como las zonas eran de diferente dueño se dejó una estrecha franja de terreno sin tocar, como testigo.

fondo de las zanjas era cerámica común ibérica en su mayoría, junto a una poca romana. Fig. 5 F. En superficie, sin otro tipo de material, en zona claramente de relleno, apareció un brazalete de arquero. Fig. 5 G. Encima del asfalto se encontró un fragmento de útil de sílex melado con retoques abruptos; su hallazgo coincidió con la realización, a escasos metros, de reparaciones de la calzada, para lo que se removía el asfalto en unos 20 ó 30 cm. de profundidad. El brazalete de arquero y el útil de sílex son indicio de un yacimiento Eneolítico, que es posible no esté muy lejano. Esta idea se refuerza con la existencia de la vasija de esta Cultura en el M. A. P.

- N.º 12. Fábrica de las Esencias

Esta fábrica de la avenida de Santa Ana se derribó para construir pisos. El material, unos 50 fragmentos cerámicos ibero-romanos, se recogió del vertedor donde habían sido llevadas las tierras. - N.º 13. Fábrica de muebles Guerrero

En la avenida de Santa Ana se derribó esta fábrica y se excavó su solar en una profundidad de unos 2 metros. En el corte que daba a la avenida, a 1’6 metros de la superficie, se notaba una franja de terreno que contrastaba, por su oscuridad, con el resto; sus medidas eran 2’5 m., de longitud y 0’20 de altura.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

El material recogido fue cerámica común ibérica que, por su decoración y galbos, creemos del siglo IV a. C. También hay material romano: Campaniense B, sigillata sudgálica e hispánica y común. - N.º 14. Casa Alemán

Edificio conocido con este nombre, en la confluencia de las calles Mayor y Cartagena. Fue derribado y su solar vaciado en una profundidad de 4 m. El material consistió en cerámica romana, en su mayoría fragmentos de dolium.

- N.º 20. C/. Poeta Juan Ramón Jiménez

En esta calle, formada por dúplex construidos en terrenos de huerta, se excavó una profundidad de un metro. El único vestigio apreciable de actividad humana podría ser una mancha cenicienta que apareció en el máximo nivel excavado. Tenía forma redondeada, muy irregular, de unos dos metros de diámetro. Se recogió un fragmento de cerámica ática de barniz negro, común ibérica y romana y sigillata sudgálica e hispánica.

- N.º 15. Tienda de Abiranda

Esta tienda formaba esquina con las calles Mayor y Cartagena. Paralela y pegada a su fachada de la calle Cartagena se hizo una zanja de 10 metros de longitud, 0’4 de anchura y 0’8 de profundidad. El material extraído fue un fragmento de sigillata aretina, dos de paredes finas y cerámica común romana. También había fragmentos de la baja época ibérica. Posteriormente la tienda se derribó y la excavación para la cimentación del nuevo edificio no proporcionó material. - N.º 16. C/. de los Carros

En esta calle, en su confluencia con la calle Cartagena, se realizó una pequeña zanja. Entre las tierras extraídas se recogieron fragmentos de cerámica común romana y sigillatas. - N.º 17. C/. Cartagena, n.º 14

En el portal de esta casa se realizó, para subsanar un defecto en una tubería de desagüe, una corta zanja de 0’6 m. de profundidad. Entre la tierra extraída recogimos el material. En el fondo la tierra se oscurecía levemente lo que quizás fuese señal de que se iniciaba el nivel de ocupación. Se recogieron una treintena de fragmentos de cerámica común romana y dos de sigillatas. - N.º 18. C/. Cartagena, n.º28

Para la cimentación de un edificio se realizaron zanjas de 0´8 metros de profundidad. El material recogido, romano en su totalidad, consistió en tres fragmentos de sigillata aretina, varios de sudgálica e hispánica y uno de clara A, paredes finas y común. - N.º 19. C/. Poeta Vicente Medina

En una zona de huerta se construyeren unos dúplex que formaron la calle arriba indicada. En la preparación del terreno se recogieron tres fragmentos de cerámica común romana y siete de medievales.

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BIBLIOGRAFÍA

BELDA NAVARRO, C. 1975. El proceso de romanización en la

provincia de Murcia. Academia Alfonso X El Sabio. Murcia. CEAN BERMÚDEZ, J. A 1832. Sumario de las Antigüedades Romanas que hay en España. Madrid FRUTOS HIDALGO, S. 1973. El Señorío de Alcantarilla . Ayuntamiento de Alcantarilla. GARCÍA CANO, J, M. 1982. Cerámicas griegas de la Región de Murcia. Biblioteca Básica Murciana 6. Murcia. GARCÍA CANO, J. M.. e INIESTA SANMARTÍN, A. 1987. ”Excavaciones arqueológicas en el cabezo de 1a Rueda (Alcantarilla ), Campaña de 1981”. Excavaciones y prospecciones arqueológicas. Servicio Regional de Patrimonio Histórico. Consejería de Cultura de la Comunidad de Murcia GONZÁLEZ SIMANCAS, M. 1907. Catálogo monumental de España. Provincia de Murcia. Manuscrito inédito en la Biblioteca Nacional. JORGE ARAGONESES, M. 1956. Museo Arqueológico de Murcia. Dirección General de Bellas Artes. Madrid. JORGE ARAGONESES, M. 1964. El oinokoe griego de Alcantarilla ( Murcia ). Idealidad. Tres páginas sin numerar. Alicante. JORGE ARAGONESES, M. 1965. Dos nuevas necrópolis ibéricas en la provincia de Murcia. An. Univ. Murcia, Letras, XXIII (1-2); 79-90. LILLO CARPIO, P. A. y SERRANO VÁREZ, D. 1989. Los fragmentos escultóricos del Agua Salada (Alcantarilla, Murcia). Archivo de Prehistoria Levantina, XIX; 77-89. Valencia. LOZANO SANTA, J. 1794. Batistania y Contestania del Reyno de Murcia. Murcia. LOZANO SANTA, J. 1800. Historia Antigua y Moderna de Jumilla. Murcia. SERRANO VÁREZ, D. 1984. Nuevos yacimientos con cerámica paleocristiana. Bol. Asoc. Esp. Amigos de la Arqueología. 20; 47-50. Madrid, SERRANO VÁREZ, D˙(en prensa). Nuevos yacimientos arqueológicos de Alcantarilla (Murcia). Anales de la Acad. de Cult. Val. Valencia

PROSPECCIÓN DEL TRAMO DE LA VÍA AUGUSTA COMPRENDIDA ENTRE CARTAGENA Y SAN PEDRO DEL PINATAR. RELACIÓN CON LA CALZADA DE PORTMÁN

María García Samper

MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

ENTREGADO: 1991

PROSPECCIÓN DEL TRAMO DE LA VÍA AUGUSTA COMPRENDIDA ENTRE CARTAGENA Y SAN PEDRO DEL PINATAR. RELACIÓN CON LA CALZADA DE PORTMÁN

MARÍA GARCÍA SAMPER

RESUMEN: La prospección se ha centrado en el tramo de la Vía Augusta comprendido entre Cartagena y San Pedro del Pinatar, y en un tramo de la calzada secundaria localizada en las proximidades de Portmán, a la

vez que se ha precisado su recorrido a través de los restos de calzada conservado y documentados y catalogados una serie de yacimientos arqueológicos situados en su entorno inmediato.

LOCALIZACIÓN

En la provincia de Alicante entra al lado de la Casa de los Campillos, de aquí se dirige hasta la casa de Lo Montanaro pasando por en frente de la Casa del Pino.

La parte de la vía localizada se encuentra entre las siguientes coordenadas: longitud W: 0º 58´ 40´´, latitud N: 37º 37´ 38´´ hasta longitud W: 0º 55´ 10´´ y latitud N: 37º 42´ 50´´. El espacio de la vía entre ambos puntos es de 13,2 km. dentro del término municipal de Cartagena. La Vía Augusta entra en la provincia de Alicante a unos 37º 51´ de latitud y a los 2º 51´ E según el meridiano de Madrid (G. Baches). Siguiendo aproximadamente la dirección del antiguo camino de Orihuela a Cartagena. RECORRIDO

La calzada partiendo de Torre Ciega, transcurre paralela a la carretera local con dirección a San Javier. Al llegar a la altura de la fábrica “Española de Zinc”, en el km. 25,5 se dirige hacia el Norte pasando por las casas del Mojón, La Vereda, Cuatro Caminos, llegando a los Solanos, lugar donde se encontró al efectuar las obras del trasvase. Desde aquí se dirige hacia el Este por La Aparecida hasta La Puebla, seguidamente pasa por el Oeste de Santa Rosalía, Dolores y Pozo Aledo (San Javier). Entra en San Pedro del Pinatar al Este de Casa Gregorio luego va hacia Casa Fortuna y Las Palomas.

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TOPOGRAFÍA

La zona por la cual transcurre la calzada está encuadrada en un terreno de origen neógeno cuaternario que ofrece además aportes recientes cerca de Torre Ciega, aquí parece que se situó el límite de la laguna. Próximamente al trazado de la calzada existen cerros compuestos por rocas de origen volcánico y subvolcánico, formadas por basaltos, andesitas y doreitas que fueron empleadas en el pavimento de la calzada. (Beltrán: Topografía de Carthago Nova). ESTRUCTURA

Beltrán describe el tramo de calzada en la falda del Cabezo de Baeza, clasificándola de estructura muy simple, una capa de tierra apisonada soporta otra de gravilla y tierra, sin señales de cal, teniendo en superficie un tosco empedrado, de piedras de andesita. Su anchura alcanza más de los cinco metros, y en el momento que se produce la curva posee una acusada inclinación.

PROSPECCIÓN DEL TRAMO DE LA VÍA AUGUSTA COMPRENDIDA ENTRE CARTAGENA Y SAN PEDRO DEL PINATAR. RELACIÓN CON LA CALZADA DE PORTMÁN

El Cabezo Gordo (Posible puesto vigía) Covatillas (Villa agrícola) El Mojón (Villa agrícola) Las Plazas (Posible relación con la villa del Mojón) IMPORTANCIA DE LA VÍA AUGUSTA

Foto 1: Torre Ciega. monumento sepulcral romano

En los tramos donde se pudo apreciar la estructura de la calzada, primero se realizó una alteración en el terreno natural (caja) para poder nivelar la calzada, empleando tierra muy apelmazada. Sobre ella, el Rudus, delgada capa de hormigón formado por piedras que oscilan entre los 15 y 20 cm. de largo. Sobre ésta el nucleus, hormigón más fino con mortero de cal y un conglomerado de piedras más pequeñas oscilando entre 4 y 8 cm. La última capa (Summa Crusta) no se conserva en todos los tramos pero parece estar formada por roca volcánica. La anchura de la calzada en el punto que comprobaron: (E. Ruiz, R. Méndez, F. Brotons, C. García) es de 4´5 cm. YACIMIENTOS RELACIONADOS CON LA VÍA AUGUSTA

Las Barracas (Villa agrícola) La Lomica (Mutatio) La Balsa (Posible Casa Romana) Hoya Morena (Posible Villa agrícola) Los Narejos (Villa comercial) La Grajuela (Villa agrícola)

Esta calzada conocida también como: Vía Hercúlea, Vía Heraclea, Camino de Aníbal, Vía Exterior, pero es más conocida como Vía Augusta ya que el emperador Augusto realizó reparaciones en ella. La Vía Augusta al principio tuvo una gran importancia en la romanización. Según (Str. III, 4. 6)., estaba en función del comercio y de la explotación de las minas de Carthago Nova y de las turdetanas. Además del papel que desempeñan los minerales en la exportación del Sudeste de la península, hay que mencionar la tradición agrícola, con productos como cereales, el olivo, el cual debió estar muy extendido en la zona, sabemos de la existencia de prensas de aceite, aunque éstas están pendientes de un estudio. La vid también se daba en la provincia cartaginense, y no hay olvidar el esparto, su utilidad fundamental era la realización de cuerdas, aunque se trabajaba con otros muchos usos. El esparto ocupó un lugar importante en el comercio, sobre todo por su exportación a Italia. LAS BARRACAS (Figura 1) 1. LOCALIZACIÓN

La villa romana de las barracas, se sitúa en el margen derecho de la carretera que va de Torre Pacheco a Cartagena, a unos 1´5 kilómetros de Torre Pacheco, se encuentra emplazada en un llano aunque su altura es superior a los terrenos circundantes. Sus coordenadas son: 36º 43´ de latitud y 0º 58´ de longitud Oeste. U. T. M. 680.000, 4.176.500. (Hoja 955 6-6). Escala 1/5.000. El sustrato del suelo está constituido por pizarras, areniscas y filitas de origen triásico, sobre las que se encuentra un conglomerado miócenico de mármoles y calizas. Los elementos cuaternarios son: arcillas, arenas y gravas. 2. CERÁMICA 2.1 TERRA SIGILLATA

Se han recogido varios fragmentos de este tipo cerámico, parte de ellos pertenecen a fragmentos de pared de forma

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Foto 2: Restos del aljibe de la Villa de los Narejos

indeterminada, pero también se han recogido fragmentos de bordes y algún fondo. Tan sólo tenemos terra sigillata Sudgálica y Clara A. 2.1.1- Terra Sigillata Sudgálica: Se recogieron fragmentos de pared decorados a molde junto con formas lisas pertenecientes a cuencos Drag. 18/31, Drag. 23, Drag. 32, Drag. 31 y Drag. 40. Formas decoradas: tenemos solamente dos fragmentos de pared. 1.- Fragmento de pared decorada con motivo vegetal, tallos con sus hojas y una cenefa acordonada entre ellos. Arcilla dura muy homogénea y compacta, color rosáceo vivo, barniz de color rojo vivo brillante, acabado a molde. 2.- Fragmento de pared decorada con una cenefa de líneas diagonales en distintas direcciones. Arcilla dura, homogénea y compacta, color rosáceo, barniz excelente bien distribuido color rojo vivo muy brillante, acabado a molde.

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Formas lisas:

3.- Cuenco Drag. 18/31. Fragmento de borde simple (sin inflexión) remarcado con ranura. Arcilla dura, bastante compacta y de corte irregular, color rosáceo, barniz espeso, rojo vivo. Diam. 4´5 cm. 4.- Cuenco Drag. 23. Fragmento de borde simple vertical. Arcilla dura de corte rugoso, color rosáceo vivo, barniz rojo oscuro, vivo y brillante. Diam. 8´5 cm. 5.- Cuenco Drag. 31. Fragmento de borde aplicado. Arcilla dura homogénea y compacta, color rosáceo barniz liso, rojo vivo. Diam. 6´7 cm. 6.- Cuenco Drag. 32. Fragmento de borde simple sin inflexión siguiendo el perfil. Arcilla dura homogénea, color rosáceo vivo, barniz espeso irregular, rojo vivo. Diam. 4´7 cm. 7.- Cuenco Drag. 40. Fragmento de pie oblicuo. Arcilla dura bastante compacta, color rojo anaranjado. Barniz rojo algo cuarteado. Diam. 3´5 cm.

PROSPECCIÓN DEL TRAMO DE LA VÍA AUGUSTA COMPRENDIDA ENTRE CARTAGENA Y SAN PEDRO DEL PINATAR. RELACIÓN CON LA CALZADA DE PORTMÁN

Foto 3: Covatillas. Restos del muro.

2.1.2. Terra Sigillata Clara: de los tres fragmentos recogidos tan sólo tenemos una forma Lamboglia 2b. Todos los fragmentos son de Clara A. 8.- Cuenco Lamboglia 2b. Fragmento de borde simple remarcado con ranura. Arcilla dura, rugosa anaranjada, barniz espeso rugoso, naranja vivo y brillante. Segunda mitad del siglo II. Diam. 7´9 cm. 2.2 CAMPANIENSE

Han sido recogidos dos fragmentos, uno de pared y un borde que corresponde a la forma Lamboglia 27. Los dos fragmentos son de Campaniense A. 2.2.1. Campaniense A

9.- Cuenco Lamboglia 27. Fragmento de borde simple sin inflexión, siguiendo el perfil. Pasta castaña rojiza homogénea, barniz negro brillante con reflejos metálicos. Diám. 9´9 cm.

2.3 CERÁMICA DE PAREDES FINAS

Tan sólo un fragmento de pared decorado ha sido recogido. 10.- BA-91-S-18. Fragmento de pared decorado con formas geométricas. Arcilla dura homogénea y compacta, color beige, barniz anaranjado con reflejos metálicos, acabado a molde. 2.4 CERÁMICA PINTADA DE TRADICIÓN IBÉRICA

La cerámica pintada de tradición ibérica continúa su existencia tras la llegada y asentamiento definitivo de los romanos en la Península Ibérica. 11.- BA-91-S-27. Fragmento de pared de recipiente de gran tamaño, decorado con franjas paralelas de color marrón, sobre superficie beige, textura arenosa, desgrasante de mica, acabado alisado. 2.5 CERÁMICA DE COCINA AFRICANA

Únicamente se han recogido dos formas pertenecientes a plato y una cacerola.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Foto 4: Villa del Paturro

12.- Plato Hayes 49. Fragmento de borde vertical, textura compacta, color interior y pasta anaranjado, color exterior grisáceo, acabado torneado. Diam. 11´6 cm. 13.- Cacerola Hayes 197. Fragmento de borde aplicado, textura compacta color pasta e interior anaranjado, color exterior gris oscuro, interior estriado, exterior alisado. Diám. 6´9 cm. 2.6 CERÁMICA COMÚN

De las dieciocho piezas recogidas tenemos las siguientes formas: Vegas 44 (6), 5 (3), 4(3), 8(1), 14, 34 (1), 26 (1), 28 (1), 14 (3) y Hayes 93. 14. -Bocal Carenado Vegas 44 (6). Fragmento de borde con asita, exvasado con una inflexión exterior corto textura escamosa, desgrasante medio de color amarronado claro, acabado torneado. Diám. 12 cm. 15.- Cuenco Vegas 5 (3). Fragmento de borde aplicado, textura escamosa, desgrasante grueso, color anaranjado, acabado torneado. Diám 19´3 cm.

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16.- Cuenco Vegas 8 (1). Fragmento de borde exvasado con una inflexión vuelto convexo, textura arenosa desgrasante calizo color gris, paredes alisadas. Diám. l4 cm. 17.- Plato con borde bífido Vegas 14. Fragmento de base plana, textura arenosa, desgrasante muy grueso color exterior gris, interior rojizo, cocción sandwich, acabado tosco grosero. Diám. 8´9 cm. 18.- Plato con borde engrosado Vegas 14 (3). Fragmento de borde vertical, textura arenosa, desgrasante medio, color marrón, acabado torneado. Diám. 6 cm. 19.- Plato Hayes 93. Fragmento de base, pie anular saliente, textura escamosa, desgrasante fino, color pasta marrón exterior e interior gris con destellos metálicos, acabado torneado. Diám. 4´8 cm. 20.-Copita esférica Vegas 34 (1). Fragmento de borde sin inflexión vertical saliente Textura compacta desgrasante medio, color anaranjado, acabado torneado. Diám. 11 cm. 21.-Vasito cónico con borde engrosado, Vegas 26 (1).

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Foto 5: Calzada de Portmán. Proximidades de la Villa del Paturro

Fragmento de borde exvasado con una inflexión exterior vuelto convexo, textura compacta, desgrasante medio acabado torneado. Diám. 10´9 cm. 22.-Vasito cónico con borde liso Vegas 28 (1). Fragmento de borde vertical, textura compacta desgrasante muy fino, color gris oscuro acabado torneado. Diám. 8’5 cm. 2.7 ÁNFORAS

Encontradas las formas: Vegas 40 (8) y Vegas 58 (4). 23.- Vegas 50 (8). Ánfora con borde engrosado de sección cuadrada. Fragmento de borde de ánfora, vertical saliente de textura escamosa, desgrasante mica, color pasta granate, color exterior beige, interior negro, acabado torneado. Diám. 6´5 cm. 24.- Vegas 58 (4). Ánfora cilíndrica con borde en forma de bastoncillo. Fragmento de borde sinuoso exvasado con una inflexión exterior, textura escamosa, desgrasante grueso, color rosáceo, acabado torneado. Diám. 8 cm. Entre las 42 piezas recogidas tenemos un fragmento de mármol blanco de muy buena calidad, procedente del Cabezo Gordo.

3.- VALORACIÓN HISTÓRICA

Posiblemente se trate de una villa agrícola, situada a unos 3´5 km. en línea recta con la Vía Augusta y a menos de 1 km. con la Vía secundaria que desde Orihuela llega hasta Torre Pacheco, para dirigirse a Cartagena. El estudio de la cerámica recogida nos da una cronología del siglo II a. C. al III d. C. No hay que olvidar que esta villa distaba poco considerablemente del camino conocido como La Vereda, el cual conducía por Torre Pacheco y el campo de Cartagena hasta el Palmar, que enlazaría con la gran ruta del interior dirigiéndose hacia Toledo (González Simancas, p. 351). LA LOMICA (LA PUEBLA) (Figura 4) 1.- LOCALIZACIÓN

A la izquierda de la carretera que va desde la Puebla a Pozo Aledo, a unos 500 metros en línea recta de la carretera

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Plano de distribución de los asentamientos en relación con la Vía Augusta y la Vía Secundaria.

de Cartagena a San Javier, situada en un llano, con las siguientes coordenadas: 37º 43 de latitud y 0º 55´ de longitud Oeste. 2.- CERÁMICA 2.1 TERRA SIGILLATA SUDGALICA

No se han encontrado formas, solamente fragmentos de pares (lisa). 2.2 CERÁMICA COMÚN DE COCINA

1.- Olla con borde vuelto hacia fuera Vegas 1 (3). Fragmento de borde exvasado (con una inflexión exterior y horizontal), textura escamosa desgrasante fino, color pasta gris claro, exterior gris claro, acabado torneado. Diam. 19´3 cm.

724

2.3 ÁNFORAS

2.- Ánfora con borde engrosado Vegas 50 (9). Fragmento de borde engrasado (una inflexión exterior pendiente), textura arenosa, desgrasante calizo, color de la pasta beige, color exterior e interior naranja. Diám. 14 cm. 3.- Ánfora con borde redondeado en forma de bastoncillo. Vegas 51 (7). Fragmento de borde exvasado (una inflexión exterior, cóncavo). Textura compacta, desgrasante medio, color interior y exterior anaranjado, acabado torneado. Diám. 12 cm. En total, de las 21 piezas recogidas: 2 son de Terra Sigillata Sudgálica, 4 de ánforas con las formas Vegas 50 (9) y Vegas 51 (7), 12 de cerámica común, entre las que se encuentra la forma Vegas 1 (3), 1 fragmento de paredes finas (pared), y un trozo de mármol blanco y verde y un fragmento de pared con barniz.

PROSPECCIÓN DEL TRAMO DE LA VÍA AUGUSTA COMPRENDIDA ENTRE CARTAGENA Y SAN PEDRO DEL PINATAR. RELACIÓN CON LA CALZADA DE PORTMÁN

VALORACIÓN HISTÓRICA

Se puede tratar de una Mutatio, su distancia de la Vía Augusta es de unos 10 metros. La cronología de la cerámica recogida nos indica el periodo comprendido entre los S.S. I d. C. y III d. C.. LA BALSA 1. LOCALIZACIÓN

La finca de La Balsa se encuentra localizada a 0º 56´ 30´´ y 37º 43´ 37,5´´. Próxima a ésta se encuentra El Arbardinal. Se trata de un yacimiento romano destruido sobre el cual existe una plantación arbórea. Dista menos de 1 km. con respecto a la carretera que se dirige de Cartagena a San Javier.

2. CERÁMICA 2.1. CERÁMICA COMÚN

De entre los veinte fragmentos de cerámica común tenemos las formas: Vegas 20 (4) y Vegas 14 (3). 1.- Imitación a vajilla de mesa (Plato). Vegas 20 (4). Fragmento de borde vertical siguiendo el perfil, textura escamosa, desgrasante fino, color beige, acabado torneado. Diam.. 26 cm. 2.- Plato con borde bífido. Vegas 14 (3). Fragmento de base plana, textura escamosa, desgrasante calizo, color granate acabado torneado. Diam. 12 cm. 2.2. ÁNFORAS

No se han recogido formas características. Únicamente un fragmento de pared de Terra Sigillata Clara A y el resto cerámica común y ánforas.

Únicamente se ha conseguido la forma Vegas 53 (4), de ente los nueve fragmentos recogidos. 3.- Ánfora para salsa. Vegas 53 (4). Fragmento de borde engrosado e inclinado hacia afuera. Textura escamosa, desgrasante mica, color beige, acabado a torno. Diám. 15 cm.

3. MATERIALES

3. VALORACIÓN HISTÓRICA

Han aparecido fragmentos de mármol blanco procedentes del Cabezo Gordo y calizas características de la zona.

Posiblemente se trate de una villa agrícola relacionada con el cultivo del esparto, en época moderna hubo ocupación tal como nos lo muestra la cerámica moderna recogida. Distaba unos 500 metros de la Vía Augusta. Podemos dar una cronología hipotética del siglo Y a. C. al III d. C.

2. CERÁMICA

4. VALORACION HISTÓRICA

El material recogido no aporta suficiente información para concretar una cronología exacta. Posiblemente se tratara de una casa a unos 800 metros de la Vía Augusta, en línea recta.

LOS NAREJOS (LOS ALCÁZARES) (Figura 2) 1. LOCALIZACIÓN

HOYA MORENA (TORRE PACHECO) (Figura 4) 1. LOCALIZACIÓN

Se encuentra en el margen Sur de la carretera que va desde Torre Pacheco a Los Alcázares, justo en la intersección que forma con la carretera que se dirige desde La Puebla a Pozo Aledo. Dista poco más de un kilómetro con la carretera de San Javier a Cartagena. Sus coordenadas son: 0º 54´ 11,25´´ y 37º 44´ 15´´. Este yacimiento se encuentra limitado por el Norte con una rambla, originada por lluvias de tipo torrencial que abrieron sus cauces entre los depósitos pliocenos marinos que elevaron la altura del territorio. Hay que destacar la existencia de rocas volcánicas que testimonian los afloramientos surgidos durante los movimientos alpinos.

Esta villa se encuentra en la costa, pasada la urbanización Europa, a la derecha de la carretera que va desde los Alcázares a Santiago de La Ribera, a 1 km. en línea recta con la Nacional 332. Sus coordenadas son 0º 50´30´´ y 37º 45´ 52,5´´. Geológicamente la zona formó parte de un amplio golfo marino sobre terrenos calizos, margosos, salinos y limo-arenosos. La base del Mioceno es a base de caliza, pizarra y margas con intercalaciones de yeso. Los principales elementos del cuaternario son arcillas sabulosas y arenas. 2. ESTRUCTURAS

Se observan los restos de un aljibe enterrado, sus dimensiones son de 13,38 metros de ancho por 21 metros 83 cm. de largo.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Figura 1.

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PROSPECCIÓN DEL TRAMO DE LA VÍA AUGUSTA COMPRENDIDA ENTRE CARTAGENA Y SAN PEDRO DEL PINATAR. RELACIÓN CON LA CALZADA DE PORTMÁN

3. CERÁMICA

de cerámica común, 3 de cerámica barnizada moderna y un fragmento de mármol blanco con vetas lilas y violetas.

3.1. TERRA SIGILLATA SUDGÁLICA.

No se ha recogido ninguna forma, tan solo un fragmento de pared decorado, y otro de pared liso. 1.-NA-90-S-15. Fragmento de pared con relieve, escena de cacería. Se aprecia una liebre corriendo, la pata de otra liebre y bajo esto la cabeza de un perro, sobre la liebre la decoración a base de dos líneas paralelas con otras perpendiculares que cortan una de ella, arcilla homogénea, compacta, rosácea, barniz rojizo. 3.2. CERÁMICA COMÚN

Las formas recogidas corresponden a dos cuencos, tres morteros, dos vasitos y un cubilete. 2.a.-Cuenco de borde aplicado Vegas 5 (3). Fragmento de borde aplicado, textura arenosa, desgrasante medio, color de la arcilla grisáceo, color exterior e interior gris, acabado torneado. Diám. 24,6 cm. 2.b.-Cuenco de borde aplicado Vegas 5 (3). Fragmento de borde aplicado, textura escamosa, desgrasante calizo, pasta gris, color interior rojizo, color exterior grisáceo, acabado torneado. Diám. 21 cm. 3.-Mortero Vegas 7 (11). Fragmento de fondo (disco de base cóncava). Textura escamosa desgrasante fino, acabado torneado, color de la pasta anaranjado, color interior y exterior naranja. Diám. 9 cm. 4.-Mortero Vegas 7 (15). Fragmento de base (disco bajo). Textura compacta desgrasante calizo, color de la pasta interior y exterior anaranjado, acabado torneado. Diám. 5 cm. 5.-Mortero Vegas 7 (15). Fragmento de base (disco bajo). Textura compacta desgrasante medio, color beige, acabado torneado. Diám. 13,8 cm. 6.-Vasito con borde liso Vegas 28 (1). Fragmento de borde liso, textura escamosa, desgrasante medio, color de la pasta gris, color interior anaranjado, exterior beige, acabado torneado. Diám. 40 cm. 7.-Vasito cónico con borde liso Vegas 28 (1). Fragmento de borde simple vertical, textura escamosa, desgrasante muy fino, color arcilla exterior e interior marrón, acabado torneado. Diám. 38,4 cm. 8.-Cubilete con borde en forma de bastoncillo Vegas 25 (2). Fragmento con borde exvasado (una inflexión exterior), sinuoso, arcilla compacta, desgrasante fino, color anaranjado, acabado torneado. Diám. 22,6 cm. Entre las 20 piezas recogidas, tenemos dos sudgálicas, 14

4. VALORACIÓN HISTÓRICA

Se trata de una villa, cuya extensión no está determinada por su proximidad a la costa, quizás sea de tipo comercial. Por el estudio hecho a la cerámica recogida, podemos dar una cronología del siglo Y a. C. al III d. C. Su distancia con la Vía Augusta debió ser de unos 4´5 kilómetros. Los Alcázares, como otras comarcas próximas, se integró en el denominado Campus Spartarius de los romanos. En los alrededores de esta villa así como sobre ella se aprecian plantas de este tipo. Sabemos que hacia mediados de siglo pasado fue hallada una rica villa en Los Alcázares, investigada entre 1858 y 1860. Esta villa no distaría mucho con respecto a la de Los Narejos, pero se encontraría más hacia la costa, estas dos villas debían estar unidas por un ramal secundario. La villa de los Alcázares pudo estar en el casco del pueblo, encontrándose actualmente bajo algún edificio. LA GRAJUELA (SAN JAVIER) (Figura 3) 1. LOCALIZACIÓN

Se encuentra a la izquierda de la carretera que parte de la Nacional 332 al Mirador, a unos 2,9 km. de distancia en línea recta con la Nacional 332. Sus coordenadas son 0º 50´ 2,25´´ y 37º 49´ 52,5´´. Se encuentra emplazado en un llano. Sobre los sedimentos miocenos y pliocenos se superpuso el Cuaternario, de la impregnación de sales que se fue transformando en sulfatos y sales al contacto de las aguas salobres y dulces con las capas margosas del subsuelo, ha condicionado el régimen de cultivos. 2. CERÁMICA 2.1 TERRA SIGILLATA

2.1.1.- Terra Sigillata Sudgálica: entre los tres fragmentos recogidos se encuentra, tan sólo la forma Drag. 16. 1.- Plato Drag. 16. Fragmento de fondo de pie anular triangular, pasta homogénea compacta, arcilla dura de color rosáceo, barniz rojizo. Diám. 12 cm. 2.1.2.- Terra Sigillata Aretina: de las tres piezas recogidas, dos son fragmentos de pared y la otra de borde que corresponde a la forma Oberanden 9B. Las tres piezas son lisas. 2.- Cuenco Oberanden (9B). Fragmento de borde apli-

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

3.-

Figura 2.

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PROSPECCIÓN DEL TRAMO DE LA VÍA AUGUSTA COMPRENDIDA ENTRE CARTAGENA Y SAN PEDRO DEL PINATAR. RELACIÓN CON LA CALZADA DE PORTMÁN

Figura 3.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Figura 4.

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PROSPECCIÓN DEL TRAMO DE LA VÍA AUGUSTA COMPRENDIDA ENTRE CARTAGENA Y SAN PEDRO DEL PINATAR. RELACIÓN CON LA CALZADA DE PORTMÁN

cado textura compacta, arcilla blanda, color beige, color exterior amarronado. Diám. 14 cm. 2.1.3.- Terra Sigillata Clara: tenemos Terra Sigillata A y D. Tres fragmentos de A, uno de ellos corresponde a la forma Lamboglia 2a (decorada). Dos fragmentos de D, ambos lisos, uno de ellos corresponde a la forma Lamboglia 53. Terra Sigillata Clara A. Forma decorada: 3.- Cuenco Lamboglia 2a. Fragmento de borde exvasado, moldurado, con una franja de líneas paralelas, arcilla dura de corte rugoso, color anaranjado, barniz espeso, rugoso naranja vivo. 2ª mitad del siglo II. Diám. 13,6 cm. Terra Sigillata Clara D. Forma lisa: 4.- Cuenco Lamboglia 53. Fragmento de borde exvasado, arcilla uniforme, color anaranjado, barniz espeso opaco, naranja oscuro. Diám. 11,4 cm. 2.2 CERÁMICA COMÚN

De los ocho fragmentos recogidos tenemos las formas Vegas 5 (4) y 1 (4). 5.- Cuenco con borde aplicado Vegas 5 (4). Fragmento de borde aplicado, textura arenosa, desgrasante medio, color de la pasta rojiza, color exterior gris, acabado torneado. Diám. 16 cm. 6.- Olla con borde vuelto hacia afuera Vegas 1 (4). Fragmento de borde exvasado (1 inflexión exterior), vuelto convexo, textura arenosa, desgrasante medio, color de la pasta gris claro, color exterior gris oscuro, acabado torneado. Diám. 16 cm.

El Cabezo Gordo es el resultado del afloramiento del sustrato bético. En el fondo se formó una sedimentación de tipo margoso dando lugar a capas impermeables. 2. CERÁMICA

La cerámica recogida no es significativa, se trata de cerámica común donde no se ha hallado ninguna forma tan sólo fragmentos de pared y asa. 3. VALORACIÓN HISTÓRICA

Al no existir ningún tipo de estructura ni material significativo, no se puede enmarcar cronológicamente, tan sólo se puede decir que distaba de la Vía uno 2,5 km. No hay que olvidar la importancia de las canteras del Cabezo Gordo y su papel distribuidor de mármol, durante la época romana, tanto es así, que el mármol recogido en las villas próximas citadas pertenece al Cabezo Gordo. Así como su piedra caliza. COVATILLAS (CASAS BLANCAS) 1. LOCALIZACIÓN

A unos 3 km. de la carretera de San Javier a Sucina a la derecha próximo a la rambla, se encuentra el yacimiento, dista 3,1 km. de la carretera Nacional 332. Sus coordenadas son: X 2º 48´ 20´´, y 37º 51´ 28´´ y Z 98. (Hoja 934 8-7).

2.3 ÁNFORAS

2. ESTRUCTURAS

No se ha recogido forma alguna, tan sólo once fragmentos de pared.

Se aprecian restos de muro que delimita una estancia de tipo rectangular, sus dimensiones son unos 17,60 metros de ancho por 32,20 metros de largo. Así como por los restos de un embalse realizado para contener las aguas de la rambla.

3. VALORACIÓN HISTÓRICA

Posiblemente se tratara de una villa agrícola. Por la cronología de la cerámica recogida la podemos encuadrar desde el s. I a. C. al III d. C. a un kilómetro y medio de la Vía Augusta. De esta villa ha sido estudiado un tesorillo de denarios republicanos de los siglos II al Y a. C. (M. Lechuga 1986). La villa de la Grajuela debió mantener contacto con el yacimiento que se encuentra bajo el casco urbano de San Javier, hoy destruido. CABEZO GORDO (SAN JAVIER) 1. LOCALIZACIÓN

En la ladera Este a 37º 47´ 52´´ de latitud y a 0º 54´ 52´´ de longitud Oeste a unos 6 km. de la Nacional 332.

3. CERÁMICA 3.1.1. TERRA SIGILLATA SUDGÁLICA

Se recogieron varios fragmentos decorados a molde junto con otros lisos. Entre los decorados, plato Ritterling Y, plato Drag. 15/17 y cuenco Drag. 24/25. Entre las formas lisas, cuenco Drag. 27, Drag. 24/25, 40 y 23. Vaso Drag. 31. Formas decoradas. 1.- Plato Ritterling Y. Drag. 18/21. Fragmento de borde exvasado con una inflexión exterior, decoración a base de bandas paralelas, pasta homogénea de color rosácea, barniz rojo vivo. Diám. 22 cm. 2.- Plato 24/25. Fragmento de base (fondo) con decora-

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

ción. Decoración radial (pie anular). Pared en marcada carena y ángulo de 90º. Arcilla dura y homogénea, color rosáceo, barniz liso bien distribuido, rojo vivo brillante. Diám. 10 cm. 3.- Cuenco Drag. 15/17. Fragmento de pared de baja carena, con ranura, decoración radial, pasta homogénea, barniz rojo brillante. Diám. 8,2 cm. Formas lisas. 4.- Cuenco Drag. 27. Fragmento de borde exvasado con una inflexión exterior moldurado, pasta homogénea barniz distribuido color rojo vivo. Diám. 9 cm. 5.- Cuenco Drag. 24/25. Fragmento de fondo, pie anular con moldura interna, pasta compacta rosácea barniz rojo brillante, impresiones digitales. Diám. 7´8 cm. 6.- Vaso Drag. 31. Fragmento de borde aplicado, pasta homogénea y compacta, barniz rojo vivo algo cuarteado. Diám. 15 cm. 7.- Cuenco Drag. 40. Fragmento de fondo, pie anular curvo pasta homogénea rosácea, barniz rojizo cuarteado, el sello está roto. Diám. 3,3 cm. 8.- Cuenco Drag. 23. Fragmento de borde simple vertical con labio aplanado, arcilla dura, bastante compacta y de corte irregular, color rosáceo vivo, barniz espeso rojo brillante. Diám. 10,8 cm. Fragmento de pared decorada. 9.- COV-90-S-34. Fragmento de pared decorado, se aprecia el torso de un hombre de perfil, no se distingue la expresión del rostro, sobre su cabeza un cordón diagonal que podría ir de un lado a otro del recipiente; se ven una serie de piernas que podrían pertenecer a otras personas. Pasta homogénea, rosácea, barniz ligeramente cuarteado, color rojo brillante. 10.- COV-90-S-53. Fragmento de pared decorada con cinco líneas paralelas en horizontal, sobre la primera de ellas, líneas diagonales paralelas y bajo la última una especia de cordón con líneas verticales. Pasta compacta, color rosáceo, barniz uniforme rojo brillante. 3.1.2. TERRA SIGILLATA CLARA

Recogidos 15 fragmentos de Terra Sigillata Clara A. entre los que destacan las formas Lamboglia 1c, 3 y 4. Terra Sigillata Clara A. 11.- Cuenco Lamboglia 1c (Atlante tavola XIV). Fragmento de borde aplicado, arcilla de corte rugoso con fisuras, color naranja, barniz espeso naranja vivo. Cronología , principios del siglo III. Diám. 20,5 cm.

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12.- Cuenco Lamboglia 3. Fragmento de borde simple sin inflexión vertical, arcilla dura color anaranjado, barniz espeso rugoso, naranja vivo. Cronología: siglo II a finales del III. Diám. 32,8 cm. 13.- Plato Lamboglia tipo 4. Fragmento de base plana, arcilla dura rugosa, color anaranjado, barniz espeso anaranjado. Cronología 1.ª mitad del siglo II. Diám. cm. 3.2. CERÁMICA DE COCINA AFRICANA

Tenemos dos fragmentos de pares y dos formas similares ayes 14 (1). 14.- Hayes 14 (1). Fragmento de borde aplicado, textura escamosa, desgrasante muy fino, color anaranjado, borde gris, acabado torneado. Diám. 11,8 cm. 3.3 CERÁMICA COMÚN

Se han recogido 89 fragmentos entre los cuales tenemos las siguientes formas: Vegas 1 (4), 1 (7), 6 (9), 12 (4), 3 (4), 5 (3), 22 (2), 28 (1) y 2 (1). 15.- Olla con borde vuelto hacia afuera Vegas 1 (4). Fragmento de borde exvasado (1 inflexión exterior vuelto convexo). Textura compacta desgrasante muy fino color interior rojizo, exterior beige, cocción sandwich. Acabado torneado. Diám. 33,2 cm. 16.- Olla con borde vuelto hacia adentro Vegas 3 (4). Fragmento de borde exvasado (1 inflexión exterior cóncavo), pasta compacta, desgrasante fino color beige, acabado torneado. Diám. 8,6 cm. 17.- Olla con borde almendrado Vegas 2 (1). Fragmento de borde exvasado con una inflexión exterior sinuoso, textura compacta, desgrasante grueso, color amarronado, acabado torneado. Diám. 14 cm. 18.- Olla Vegas 1 (7). Fragmento de borde exvasado con una inflexión exterior, vuelto convexo, textura compacta, desgrasante medio, color interior rojizo, exterior beige, pasta color beige, acabado torneado, Diám. 28,6 cm. 19.- Cazuela Vegas 6 (3). Fragmento de fondo (pie de disco), disco bajo. Textura compacta desgrasante grueso color anaranjado, acabado torneado . Diám. 11 cm. 20.- Vasija con borde vuelto hacia fuera . Vegas 12 (4). Fragmento de borde exvasado 1 inflexión exterior horizontal, textura escamosa, desgrasante grueso color rojizo acabado torneado. Diám. 38 cm. 21.- Cuenco con borde aplicado Vegas 5 (3). Fragmento de borde simple, sin inflexión vertical saliente, textura arenosa, desgrasante fino color gris claro, acabado torneado. Diám. 28 cm.

PROSPECCIÓN DEL TRAMO DE LA VÍA AUGUSTA COMPRENDIDA ENTRE CARTAGENA Y SAN PEDRO DEL PINATAR. RELACIÓN CON LA CALZADA DE PORTMÁN

22.- Copita plana de base ancha Vegas 22 (2). Fragmento de borde vertical hacia adentro, textura compacta, desgrasante fino, color anaranjado, acabado torneado. Diám. 13 cm. 23.- Vasito cónico con borde liso Vegas 28 (1). Fragmento de borde vertical, textura escamosa, desgrasante calizo, color amarronado, acabado tosco grosero. Diám. 8 cm. 3.4 ÁNFORAS

No se han recogido formas tan sólo fragmentos de pared.

5.- Plato Drag. 18. Fragmento de borde simple recto con labio redondeado, pasta dura homogénea color rosáceo, barniz rojo uniformemente distribuido. Diám. 27 cm. Fragmento de pared decorada (Terra Sigillata Sudgálica). 6.- MOJ-90-S-99. Fragmento de pared decorada con motivos vegetales, se aprecian dos florecillas con su tallo, una ova y un trozo de tallo. Arcilla homogénea, compacta y rosácea, barniz rojo brillante muy bien distribuida por toda la pieza.

4. VALORACIÓN HISTÓRICA

2.1.3. TERRA SIGILLATA CLARA

Se trata de una villa con la principal actividad agrícola. El estudio de las 140 piezas recogidas nos da una cronología desde el siglo II a. C. hasta el III d. C. Su distancia con la Vía Augusta es de 4 km.

Se han recogido cinco fragmentos lisos de Clara A, entre ellos tenemos la forma Lamboglia 9a, 7 fragmentos de Clara A que corresponden a las formas Lamboglia 9a, 1a, 2 y 2a. Un fragmento liso de Clara B correspondiente a la forma Lamboglia 9a. Dos fragmentos lisos de -Clara C cuyas formas son Lamboglia 40 y 43. Y por último tres fragmentos de Clara D entre los que tenemos la forma Lamboglia 55. Terra Sigillata Clara A, decorada. 7.- Plato Lamboglia 9 - Hayes 33. Fragmento de borde siguiendo el perfil, decoración acordonada, color anaranjado, barniz espeso, rugoso, naranja vivo algo brillante en el exterior. Cronología: siglo II-III. Diám. 32,2 cm. 8.- Cuenco Lamboglia 1a. Fragmento de borde vertical saliente, franja decorada con puntilladas, arcilla dura rugosa, color anaranjado, barniz naranja vivo. Cronología: 1.ª mitad siglo II. Diám. 18,8 cm. 9.- Cuenco Lamboglia 2a. Fragmento de borde vertical saliente a base de líneas paralelas haciendo una franja, arcilla dura de corte rugoso anaranjada, barniz naranja. Cronología: 2.ª mitad del siglo II. Diám. 18,6 cm. Terra Sigillata Clara A, lisa. 10.- Cuenco Lamboglia 9a. Fragmento de borde siguiendo el perfil, textura escamosa, arcilla anaranjada, barniz naranja vivo. Cronología: inicios del siglo II. Diám. 29 cm. Terra Sigillata B. Formas lisas. 11.- Cuenco Lamboglia 9a. Fragmento de borde siguiendo el perfil, arcilla uniforme, color anaranjado, barniz naranja. Cronología: inicios del siglo II. Diám. 14,2 cm. Terra Sigillata Clara C. Formas lisas. 12.- Cuenco Lamboglia 40. Fragmento de borde vertical, arcilla bien depurada de color rosáceo y barniz naranja pálido, bien distribuido por toda la pieza. Cronología: siglo III. Diám. 21 cm. 13.- Cuenco Lamboglia 43. Fragmento de borde vertical, arcilla de color rosáceo, barniz naranja pálido. Diám. 11 cm.

EL MOJÓN (Figuras 6, 7 y 8) 1. LOCALIZACIÓN

Siguiendo la carretera nacional 332 Alicante-Cartagena, justo en el punto que indica el final del término de la provincia de Murcia y el comienzo de la provincia de Alicante, siguiendo un camino en dirección al mar a unos 20 km. de éste, se encuentra la Villa del Mojón, la cual abarca las provincias de Alicante y Murcia. Su situación según la Hoja 935 2-8 es X: 695.555, Y: 4.191.200. Escala 1/5.000. 2. CERÁMICA 2.1 TERRA SIGILLATA SUDGÁLICA

Se han recogido tan sólo formas lisas, Plato Ritterling y, Plato Drag. 18/31, Cuenco Drag. 44, Cuenco Drag. 24/25 y Plato Drag. 18. Formas lisas. 1.- Plato Ritterling 1. Fragmento de borde aplicado, arcilla dura bien depurada homogénea y compacta de corte recto, color rosáceo, barniz rojo brillante. Diám. 25 cm. 2.- Plato Drag. 18/31. Fragmento de borde aplicado con labio redondeado exterior, pasta rosácea, textura homogénea, barniz rojizo. Diám. 5,8 cm. 3.- Cuenco Drag. 44. Fragmento de borde aplicado con labio redondeado exterior, pasta homogénea, dura y compacta, color rosáceo, espatulada. Diám. 22,8 cm. 4.- Cuenco Drag. 24/25. Fragmento de fondo, pie anular curvo, pasta compacta rosácea, barniz rojizo brillante. Diám. 6 cm.

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Figura 5.

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Figura 6.

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Figura 7.

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Figura 8.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Terra Sigillata Clara D. Formas lisas. 14.- Plato Lamboglia 55. Fragmento de fondo plano, arcilla anaranjada, dura, barniz opaco, bien distribuido por toda la pieza. Diám. 22 cm. 2.1.4. CERÁMICA DE COCINA AFRICANA

Tenemos 11 fragmentos que corresponden a las formas siguientes: 15.- Hayes 14 (1). Fragmento de borde simple siguiendo el perfil, textura escamosa, desgrasante medio, color anaranjado, borde gris, cocción sandwich, acabado torneado. Diám. 15 cm. 16.- Hayes 9 (a). Fragmento de borde aplicado, pasta escamosa, desgrasante medio, color anaranjado, borde grisáceo, acabado torneado. Diám. 19 cm. 17.- Hayes 196 (1). Fragmento de borde aplicado, pasta escamosa, desgrasante medio, color anaranjado, borde grisáceo, acabado torneado. Diám. 29,6 cm. 18.- Hayes 63 (1). Fragmento de borde aplicado, pasta escamosa, desgrasante grueso, color anaranjado, borde gris, acabado torneado. Diám. 18,8 cm. 2.1.5. CERÁMICA COMÚN

Se han recogido 37 fragmentos entre los cuales están las siguientes formas: Hayes 83 (1), Vegas 5 (6), 14 (2), 29 (1), 7 (6), 43, 4 (6), 2 (1), 1 (7), 14 (6) y Hayes 99 (2). 19.- Plato Hayes 83 (1). Fragmento de fondo (plano). Textura escamosa, desgrasante grueso, color anaranjado, acabado torneado. Diám. 18 cm. 20.- Cuenco Vegas 5 (5). Fragmento de borde aplicado. Textura compacta, desgrasante medio, pasta gris clara, color gris, acabado torneado. Diám. 23 cm. 21.- Plato con borde bífido Vegas 14 (2). Fragmento con borde simple sin inflexión vertical, textura escamosa, desgrasante mica, color gris acabado torneado. Diám. 20,4 cm. 22.- Vasito cilíndrico Vegas 29 (1). Fragmento de borde vertical, textura escamosa, desgrasante grueso, color gris, acabado torneado. Diám. 9 cm. 23.- Mortero Vegas 7 (7). Fragmento de fondo plano, textura compacta, desgrasante calizo, color gris, acabado torneado. Diám. 8 cm. 24.- Plato con borde bífido Vegas 14 (3). Fragmento de borde simple, textura escamosa, desgrasante medio, acabado torneado. Diám. 22 cm. 25.- Jarra Vegas 43. Fragmento de boca y arranque de

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asa, textura compacta, desgrasante grueso, color anaranjado, acabado torneado. Diám. 12 cm. 26.- Cuenco con borde horizontal Vegas 4 (6). Fragmento de borde exvasado con una inflexión exterior horizontal, textura compacta, desgrasante fino, acabado torneado. Diám. 14,4 cm. 27.- Cuenco Hayes 100 (2). Fragmento de borde vertical saliente, textura compacta, desgrasante fino, color amarronado, acabado torneado. Diám. 15 cm. 28.- Olla con borde almendrado Vegas 2 (1). Fragmento de borde vertical saliente, textura escamosa, desgrasante mica, color anaranjado, acabado torneado. Diám. 11 cm. 29.- Olla con borde vuelto hacia afuera Vegas 1 (7). Fragmento de borde con una inflexión exterior horizontal, pasta escamosa, desgrasante grueso, acabado torneado. Diám. 10 cm. ÁNFORAS

De los doce fragmentos recogidos, tenemos tan sólo 4 formas. 30.- Ánfora olearia cilíndrica con borde engrosado. Vegas 57 (1). Fragmento de borde, textura arenosa, desgrasante mica, color anaranjado, acabado torneado. Diám. 12 cm. 31.- Ánfora con borde engrosado cuadrado, vinaria. Vegas 50 (8). Fragmento de borde aplicado, textura compacta desgrasante grueso, color marrón, acabado torneado. Diám. 10 cm. 32.- Ánfora vinaria con borde engrosado cuadrado. Vegas 50 (7). Fragmento de borde aplicado, textura compacta, desgrasante medio, color amarronado acabado torneado. Diám. 12,6 cm. 33.- Ánfora vinaria con borde engrosado y hombro carenado. Vegas 50 (2). Fragmento de borde aplicado, textura compacta desgrasante grueso, color beige, acabado torneado. Diám. 14,6 cm. 3. MÁRMOL

34.- Se han recogido dos teselas de mármol cuadradas de 2 cm. de lado, una de color blanco y la otra de color verde. Además de un trozo de mármol blanco. 4. VALORACIÓN HISTÓRICA

Se han recogido en total 102 piezas, entre ellas además de las mencionadas anteriormente, un trozo de argamasa y un fragmento de cerámica de pared (paredes finas). Se trata de una villa romana probablemente agrícola, se encontraba aproximadamente a unos 5,5 km. de la Vía Augusta en línea recta.

PROSPECCIÓN DEL TRAMO DE LA VÍA AUGUSTA COMPRENDIDA ENTRE CARTAGENA Y SAN PEDRO DEL PINATAR. RELACIÓN CON LA CALZADA DE PORTMÁN

Por la cronología de la cerámica recogida, podemos ver que va desde el s. II a. C., hasta el siglo IV d. C. Pero la época de esplendor de esta villa pudo ser el siglo I y II d. C. La Villa del Mojón ocupa parte de la finca denominada Las Plazas. Ha sido la cerámica de La Villa la más significativa, aunque en el resto de la finca también se ha recogido cerámica, fragmentos de pared de cerámica común, de ánfora y de cerámica moderna. La Villa probablemente fue abandonada, mientras que hubo asentamientos en su entorno perdurando hasta época moderna. No hay que descartar la posibilidad de algún tipo de actividad pesquera de esta Villa dada su cercanía al mar, así como su relación con los asentamientos más próximos, Cañada de Praes, Convento de San Ginés, éstos en la provincia de Alicante. VILLA DEL PATURRO (PORTMÁN) (Figura 9) 1. LOCALIZACIÓN

La Villa romana del Paturro se encuentra en las afueras del pueblo de Portmán, en el término municipal de Cartagena, limitando con el de La Unión. Está ubicada frente al mar al NE de la bahía de Portmán, en la ladera del cerro que existe junto a las casas conocidas con el nombre del Paturro. Este cerro fue recortado dos veces, la primera fue al hacer la carretera que va desde Portmán a Cabo de Palos y la segunda se debió a la excavación realizada por D. Manuel Jorge Aragoneses y D. Pedro A: San Martín Moro, en el año 1969. Sus coordenadas son: 2º 51´ de latitud y 37º 35´ 12´´ de longitud, dadas en el mapa del Instituto Geográfico y Catastral en su hoja 978, a escala 1/50.000, (según R. Méndez Ortiz). La distancia lineal del yacimiento a la carretera nacional es de unos 12 kilómetros. 2. ARQUITECTURA

La Villa del Paturro se encuentra estructurada en varias terrazas, aprovechando el distinto nivel del terreno. Está formada por varias habitaciones y dos grandes balsas. 3. CERÁMICA 3.1 CERÁMICA DE COCINA AFRICANA

De los fragmentos recogidos, los más significativos son uno perteneciente a una tapadera africana y otro a una olla. 1.- Tapadera Hayes 185 (1). Fragmento de borde aplicado,

textura compacta, desgrasante muy fino, color interior anaranjado, color exterior gris, acabado torneado. Diám. 17,6 cm. 2.- Olla Hayes 197. Fragmento de borde aplicado, textura compacta, desgrasante imperceptible, color de la pasta anaranjada, color interior anaranjado, color exterior gris, acabado torneado. Diám. 17,6 cm. 3.2 CERÁMICA COMÚN

Entre las formas encontradas tenemos las que corresponden a dos vasitos, dos cubiletes, un cuenco y un plato. 3.- Vasito cónico con borde liso Vegas 28 (3). Fragmento de borde simple vertical, textura escamosa, desgrasante fino, color anaranjado, acabado torneado. Diám. 9 cm. 4.- Cubilete con borde cóncavo Vegas 24 (9). Fragmento de borde simple, textura escamosa, desgrasante muy fino, color anaranjado, acabado torneado. Diám. 24,2 cm. 5.- Vasito cónico con borde liso Vegas 28 (3). Fragmento de fondo (base plana), textura compacta, desgrasante medio, color rojizo, acabado torneado. Diám. 5 cm. 6.- Cuenco carenado con paredes alisadas Vegas 9 (4). Fragmento de borde simple vertical, textura compacta, desgrasante fino, color anaranjado, acabado torneado. Diám. 26,4 cm. 7.- Cubilete con borde cóncavo Vegas 24 (5). Fragmento de borde aplicado, textura escamosa, desgrasante medio, color grisáceo, acabado torneado. Diám. 24,5 cm. 8.- Plato con borde bífido Vegas 14 (3). Fragmento de borde simple vertical, textura compacta, desgrasante imperceptible, color marrón, acabado barnizado. Diám. 34,4 cm. 3.3 ÁNFORAS

9.- Ánfora con reborde vertical y cuerpo ovoide Vegas 54 (4). Fragmento de borde aplicado, textura escamosa, desgrasante medio, color anaranjado, pasta grisácea, acabado torneado. Diám. 14,8 cm. De las 38 piezas recogidas tenemos una tapadera Africana Hayes 185 (1), una olla Hayes 197, un fragmento de pared de cocina Africana, 15 piezas de cerámica común, de las cuales tenemos un fragmento de asa, las formas Vegas 28 (3), 24 (9), 9 (4), 24 (5) y 14 (3), el resto de cerámica común son fragmentos de pared. 15 Fragmentos de ánfora con únicamente la forma Vegas 54 (4). Dos piezas de mármol, uno con vetas violetas y lilas, y el otro de vetas grises. Una pieza de pizarra. Una pieza de caliza y un fragmento de tégula plana de color beige.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Figura 9.

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PROSPECCIÓN DEL TRAMO DE LA VÍA AUGUSTA COMPRENDIDA ENTRE CARTAGENA Y SAN PEDRO DEL PINATAR. RELACIÓN CON LA CALZADA DE PORTMÁN

La cronología de la cerámica recogida abarca un periodo muy amplio, desde el siglo II a. C. hasta el IV d. C. 4. VALORACIÓN HISTÓRICA

Los fragmentos de cerámica recogidos nos dan una cronología del siglo II a. C. (Vegas 54 (4)) al siglo IV d. C. (Vegas 9 (4)). La actividad fundamental de esta villa fue la salazón. Según la hipótesis dada con motivo de la campaña de 1984 por R. Méndez Ortiz, la villa permanece habitada entre los siglos I III después de Jesucristo, teniendo su esplendor entre la época Trajano-Adrianea y la Severiana. Posiblemente esta villa de tipo industrial, tuviese administradores o controladores, los cuales controlaron este emporio del que hablan las fuentes cuando se refieren al Portus Magnus (Portmán). Es esta villa además de los fragmentos cerámicos recogidos en prospección en el año 1990, han sido hallados otros anteriormente: Terra Sigillata Sudgálica, Hispánica, Clara A, cerámica de paredes finas, lucernas, un fragmento de escultura en mármol blanco, y un mosaico de Opus Tesellatum en una de sus habitaciones. CALZADA SECUNDARIA CALZADA DE PORTMÁN(Figura 9):

La única fuente con la que contamos para esta vía es la aportada por el geógrafo musulmán Edrisi, que describe un itinerario costero de Cabo de Palos (al-Cabtél) a Cartagena (Carthadijanach) por Portmán (Bortomán) con una distancia total de 45 millas. En el año 1991 un periódico local de La Unión menciona la inauguración de una camino desde Portmán y Atamaría, esta noticia hace que se refuercen los laterales, construyendo un muro de contención utilizando piedras sueltas. LOCALIZACIÓN

El tramo de esta vía se encuentra en las siguientes coordenadas: 0º 51´ 14´´ de longitud W y 37º 35´ 18´´ de latitud N hasta 0º 44´ 08´´ de longitud W y 37º 37´ 35´´ de latitud N. El espacio recorrido por la vía entre ambos puntos es de aproximadamente de 12 km., dentro del término municipal de Cartagena. RECORRIDO

La calzada parte de la bahía de Portmán, transcurriendo paralela a la rambla que desemboca en la bahía, dirigiéndose

hacia el Este, transcurre paralela hasta que se cruza la carretera de Portmán a los Belones en el kilómetro 11 bordeándola por su lado W, y volviéndola a cruzar hacia el kilómetro 12, dirigiéndose hacia el Este por el camino de AtamaríaHuncos, que enlaza con el camino llamado de García Pérez, éste paralelo a la carretera de Cabo Palos al Albujón. TOPOGRAFÍA

La calzada se encuentra situada sobre materiales de la edad triásica (complejo alpujárride en contacto con otros materiales del nevado filábride). La bahía de Portmán se debe a la fracturación de bloques del complejo nevado filábride que han basculado hacia el Sur. ESTRUCTURA

No corresponde a la calzada clásica sino a la de segundo orden, está compuesta por: AGGER: Tierra y piedras de diversos tamaños (entre 40 y 22 cm. de anchura). FOSSAE: Cunetas que servían para extraer la tierra y al mismo tiempo para facilitar el drenaje. Este tipo de calzadas suele ir a centros comerciales, está construida para facilitar el transporte ya sea industrial o agrícola. Se conserva empedrada unos 2.700 metros. Su anchura no se ha podido determinar, ya que en un lateral lleva una tubería de agua hacia el Campo de Golf, que se apoya en el reborde de ésta. Por el otro reborde ha sido erosionada por la rambla, habiendo además sido destruida para ensanchar la fosa para ensanchar el camino y construir la pared de contención de la calzada por motivo de las reformas que sufrió en 1901. En este camino ha sido utilizado hasta los años 40, año en el cual se construyó la actual carretera. YACIMIENTOS RELACIONADOS CON LA CALZADA DE PORTMÁN

El primer yacimiento relacionado con la calzada es: La Villa del Paturro. La calzada va descendiendo lentamente buscando la vaguada por donde transcurre, hasta pasar por delante de la Villa del Paturro, perdiéndose por estar trabajada por labores agrícolas y estar en un nivel más bajo. La Villa del Paturro, principal instalación industrial de garum, como se puede observar en su hábitat y tamaño de las balsas. Atamaría. Situada en el kilómetro 12 de la carretera de Portmán a Los Belones. Quedan algunos restos pero la mayoría de sus estructuras fueron arrasadas al pasar la carretera actual por encima. Puede situarse una posible “mansio”.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Otro yacimiento es una posible villa en el paraje de las Barracas, ésta podría estar relacionada con el trabajo del esparto. En la falda del Cabezo de La Fuente se encuentran unos grandes muros que tienen un perímetro pequeño, pudiendo corresponder a un puesto de vigilancia de la calzada. Una serie de villas de la zona se dedican a las industrias de garum y salazones (Las Mateas y Castillicos), y también al laboreo agrícola (Las Triolas, Lo Capote, El Palmeral, etc.). Debemos destacar a parte la villa de El Castillet, su función era la de servir como almacén, para distribuir o exportar.

llanura frente a la Sierra de Cartagena, así como la distribución del esparto a lo largo de la vía. El puerto de Portmán era por lo tanto el punto de embarque para todos los productos que procedían de los centros industriales del Mar Menor.

CERÁMICA CERÁMICA COMÚN

Tan sólo una forma que corresponde a un fragmento de cerámica común de cocina: - Olla con borde vuelto hacia afuera Vegas 1 (4). Fragmento de borde exvasado con una inflexión exterior, corto. Textura arenosa, desgrasante mica, color gris, acabado torneado. Diám. 15 cm. Como vemos este fragmento es poco significativo pues abarca toda la época romana. De las 26 piezas recogidas, 7 son de ánfora (3 asas y 4 fragmentos de pared); un fragmento de cáscara de huevo (pared); 12 de cerámica común, entre los cuales tenemos la forma Vegas 1 (4); 1 fragmento de tégula plana; 1 trozo de ladrillo; 2 piezas de mármol, una con vetas grises y la otra pieza blanca; y dos fragmentos de cerámica moderna barnizada, uno de ellos con una ova pintada. VALORACIÓN HISTÓRICA

Quizás los inicios de esta calzada se puedan remontar a época prerromana, como sabemos los romanos aprovecharon los caminos indígenas cuando se establecieron en la península. Esta calzada comunicaba la Sierra de La Unión con la de Cabo de Palos. En época romana, esta zona llega a gran auge económico, gracias a las explotaciones argentíferas en La Unión, constituyendo la calzada el principal punto de enlace con el Mar Menor. Es de destacar además la comunicación de la zona minera de Cabo de Palos, rica en cobre y estaño, con las explotaciones de plata de La Unión. La importancia en el papel distribuidor de productos alimenticios procedentes de las villas agrícolas situadas en la

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BIBLIOGRAFÍA BELDA NAVARRO, C. (1975). El proceso de romanización en la provincia de Murcia. Academia Alfonso X El Sabio, Murcia. BERROCAL CAPARRÓS, Mª. C. (1988). “Consideraciones sobre un tramo de Calzada en Portmán”. Vías romanas del Sureste, Murcia, pp. 39-48. BROTONS YAGÜE, F., RAMALLO ASENSIO, S.F. (1989). “La Red Viaria Romana en Murcia”. Los caminos de la Región de Murcia. Consejería de Política Territorial y Obras Públicas, Murcia 101-119. DOMERGUE, C. (1990). Les Mines de la Pénínsule Ibérique dans L´Antiquité Romaine. Colección de L´École Française de Rome, p.127. GARCÍA CANO, J.M. (1987). Museo Arqueológico de Murcia, p. 49. GARCÍA LÓPEZ, M. et al. (1989). “Aportación a la Carta Arqueológica de la Región de Murcia: el índice de yacimientos”. Verdolay Nº1. Museo de Murcia, pp. 7-47. LOZANO, J. (1980). Bastitania y Contestania del reino de Murcia. Academia Alfonso X el Sabio, 3v. MÉNDEZ ORTIZ, R. (1987). “Villa del Paturro”. Excavaciones y Prospecciones Arqueológicas. Servicio Regional de Patrimonio Histórico. Murcia, pp. 264-269. 8 Láminas. MOROTE BARBERO, G. (1979). “El trazado de la Vía Augusta desde Tarracone a Carthagine Spartaria. Una aproximación a su estudio”. Saguntum. Papeles del laboratorio de Arqueología de Valencia, 14, pp. 139-159. RAMALLO ASENSIO, S. F., ARANA CASTILLO, R. (1987). Canteras Romanas de Carthago Nova y Alrededores (Hispania Citerior). Universidad de Murcia. RAMALLO ASENSIO, S. F. (1989). La Ciudad Romana de Carthago Nova: la documentación arqueológica. Universidad de Murcia. RUIZ VALDERAS, E., et al. (1988). “Aproximación al estudio de las Vías Romanas de Cartagena y su entorno”. Vías Romanas del Sureste, pp. 31-38. Murcia. SAN MARTÍN MORO, P. (1987). “Calzada Romana de la Bahía de Portmán. Excavaciones y Prospecciones Arqueológicas. Servicio Regional de Patrimonio Histórico. Murcia, p. 263. SILLIERES, P. (1990). Les voies de comunication de L´Hispanie Méridionale. Diffussion de Boccard. Paris. SIMPOSIO SOBRE LA RED VIARIA EN LA HISPANIA ROMANA (1990). Institución Fernando el Católico, Zaragoza.

PROSPECCIÓN ARQUEOLÓGICA RAMBLA DE LÉBOR 90

Lomba Maurandi, Joaquín Martínez Rodríguez, Andrés Ponce García, Juana Pujante Martínez, Ana Sánchez González, María Jesús

MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

ENTREGADO: 1995

PROSPECCIÓN ARQUEOLÓGICA RAMBLA DE LÉBOR 90

JOAQUÍN LOMBA MAURANDI, ANDRÉS MARTÍNEZ RODRÍGUEZ, JUANA PONCE GARCÍA, ANA PUJANTE MARTÍNEZ, MARÍA JESÚS SÁNCHEZ GONZÁLEZ,

Resumen: Campaña de prospección arqueológica intensiva, sistemática de la cuenca media y baja de la rambla de Lébor, orientada por una parte a la localización exacta de yacimientos de todos los periodos,

constatación de su estado de conservación y estudio individual de los mismos; por otra, a la documentación de posibles recursos como malaquita, sílex, cuarcita, manantiales, etc.

1. INTRODUCCIÓN

La confluencia de los recursos acuíferos existentes, especialmente abundantes en esta pequeña cuenca, con esta estructura geológica y con el clima dominante, genera un paisaje de monte pobremente cubierto de vegetación, limitándose los cultivos a las zonas bajas y masas aluviales centrales. En este panorama general, las vertientes se ven notablemente atacadas por una fuerte erosión de aguas de escorrentía (cárcavas y abarrancamientos), intensificada por una importante actividad antrópica que afecta de manera lamentable a destacados yacimientos arqueológicos. Las razones que motivaron la prospección de la zona fueron varias. En primer lugar, experimentar sobre el terreno las posibilidades que ofrecía la prospección sistemática, con vistas a ampliar en años sucesivos el área de estudio, primero a toda la Sierra de la Tercia, más tarde a sucesivos sectores del valle del Guadalentín. En segundo lugar, se pretendía contrastar desde un punto de vista cuantitativo la información obtenida con la ya existente hasta el momento, teniendo en cuenta que estábamos en una zona en la que las rebuscas de los clandestinos, pero también las labores arqueológicas controladas, habían sido bastante intensas en los últimos cien años. En tercer lugar, se intentaba no sólo constatar el grado de destrucción de los yacimientos conocidos, sino la ubicación

La campaña de prospección se llevó a cabo a lo largo de varios fines de semana del último trimestre de 1990, y afectó a la cuenca media y baja de la rambla de Lébor. La zona prospectada, en torno a 19 Km2, afecta parcialmente a los municipios de Aledo, Lorca y Totana. Para la realización de la prospección se contó con una subvención de la Consejería de Cultura de la Comunidad Autónoma de Murcia de 150.000 pts. La rambla de Lébor, subsidiaria del río Guadalentín en su tramo medio, a la altura del kilómetro 286 de la N-340, se sitúa en un lugar privilegiado dentro del marco general del corredor del Guadalentín, tanto por su posición central con respecto a éste como por los rápidos accesos que presenta, bien desde el mismo cauce de la rambla, bien a través del barranco de los Molinos. Desde el punto de vista geológico, nos encontramos ante un terreno terciario en un 80% de su superficie, rico en margas, yesos, calcarenitas, areniscas y conglomerados. El 20% restante se reparte entre un 15% de pizarras, carbonatos, argilitas, cuarcitas y a veces sílex, y un 5% de sedimentos aluviales cuaternarios, la mayoría aportes de la propia rambla y de los desprendimientos de los relieves adyacentes (IGME-953).

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Figura 1. Mapa de distribución de los hallazgos arqueológicos.

de otros hasta entonces inéditos y su relación con el entorno. Para ello, la prospección no sólo identificó yacimientos arqueológicos (prehistóricos, protohistóricos e históricos) sino que localizó en la cartografía pertinente recursos bióticos y abióticos susceptibles de uso (aguas, piedras de cantería, sílex, ofitas, minerales de hierro y cobre, etc). 2. LA INVESTIGACIÓN ARQUEOLÓGICA EN LA RAMBLA DE LÉBOR

Los primeros trabajos en la cuenca de Lébor se remontan a las excavaciones llevadas a cabo por Ignacio de Inchaurrandieta (1870) en el asentamiento argárico de La Bastida de Totana, situada en el centro de dicha cuenca, pero la información aportada por el investigador se centra exclusivamente en La Bastida. Posteriormente los hermanos Siret visitarán el yacimiento y realizarán también excavaciones; en su obra, los autores belgas hablan tanto de La Bastida como de Las Anchuras (1890), otra asentamiento argárico muy pró-

ximo al anterior, pero en la otra margen de la rambla, y que también cita González Simancas (1905/07). Ya en el s.XX se inician las investigaciones en la zona abarcando otras etapas cronológicas. Así, se publican las excavaciones de Blanquizares de Lébor (Cuadrado, 1930) y se informa de otros yacimientos de la zona (1947), sin que ello impida que se continúe excavando en La Bastida, durante la Guerra Civil, bajo la dirección del mismo investigador. Tras la guerra se conocen ya más yacimientos de la zona (el paleolítico del Cejo del Pantano, por ejemplo) y así, en los años cuarenta se llevan a cabo excavaciones en La Bastida (Martínez Santa Olalla, 1947) y en el eneolítico del Campico de Lébor (Val, 1948). Desde entonces, y hasta la actualidad, todas las actuaciones se han centrado en La Bastida de Totana, con las excavaciones de Ruiz Argiles y Posac en 1948 (1956) y de Millán en 1949 y 1950 (1949), año en el que se interrumpen las actividades arqueológicas de campo en el yacimiento y en toda la cuenca de Lébor.(1)

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Figura 2. Mapa de distribución de los paisajes actuales.

3. METODOLOGÍA

A la hora de plantearnos una opción metodológica para efectuar la prospección hemos tenido en cuenta no sólo los trabajos existentes para otras zonas, sino también las peculiaridades orográficas del área en cuestión. Desde el punto de vista del trabajo de campo el área prospectada, cuyos límites son artificiales (y por tanto ello merma enormemente las posibilidades de análisis macroespacial, hasta que no se amplíe la prospección a una superficie mucho mayor), presenta una orografía variada, que aconsejó desechar una prospección mediante transets clásicos. Con vistas a facilitar el acceso de los grupos de trabajo (2) al terreno y al mismo tiempo controlar de manera más efectiva el mismo, se definieron 14 grandes Unidades Geomorfológicas, caracterizadas por poseer rasgos geomorfológicos y de localización homogéneos, fácilmente identificables por sus características cartográficas y, sobre todo, desde la observación de ortofotomapas: Cabezo Gordo, Serrecica, Terrazas, etc.

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A cada unidad geomorfológica se le asignó una letra mayúscula, y se dividieron a su vez en las llamadas Áreas de Prospección, caracterizadas por ser fácilmente reconocibles sobre el terreno, estando limitadas por caminos, barrancos, ramblas secundarias, crestas y cortados, etc. Las Áreas se definieron mediante una numeración añadida a la letra de su unidad: F1, F2, F3, ... En total, 184 áreas que se reparten entre las 13 unidades definidas. El Area de Prospección presenta ventajas evidentes sobre el transet. En primer lugar, su perfecta adaptación a las características concretas del terreno permite ahorrar tiempo y esfuerzo a los grupos de prospección, que no tienen que seguir direcciones predeterminadas con la brújula, evitando así estar continua e innecesariamente cambiando de cota. En segundo lugar, la fácil identificación de sus límites sobre el terreno es claramente preferible a los límites invisibles de un transet, siempre pendientes de la cartografía más que del terreno en sí. Como principal inconveniente, no obstante, hemos de señalar que las áreas no tienen superficie cons-

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tante (cada una tiene un tamaño diferente), lo cual impide realizar comparaciones directas entre áreas. Así, para analizar factores como velocidad y rendimiento de la prospección, el área no es válida como unidad de información, sino que debe ser reconvertida en otro tipo de unidad más homogénea. El sistema de unidades y áreas permitió, sobre todo, una mayor flexibilidad de los grupos de prospectores, que pudieron variar en número de miembros en función de las características de cada área, sin que ello modificara la eficacia de la prospección. Para llevar a cabo el trabajo de campo se contó con un equipo de 15 personas que participaron activamente en dichas labores; el interés y buen hacer de estos estudiantes, licenciados y amigos en general, fue una de las principales razones del buen término de la prospección.(3) Tanto para las áreas como para los yacimientos detectados se utilizaron fichas: Hojas de Ruta y Fichas Descriptivas de Yacimiento respectivamente. En las primeras se consignaron aspectos puramente técnicos (modo de llevar a cabo la prospección del área: horario, fecha, número de prospectores, dirección del itinerario, autor de la ficha, etc) y descriptivos de la zona (pendientes, erosión, cultivos y cubierta vegetal, actividad antrópica, presencia de yacimientos, etc). En la segunda, características físicas del yacimiento localizado: coordenadas UTM y orientación, cota, erosión, estructuras, superficie, materiales, cronología, estado de conservación, etc. Ambas fichas se basan en las pautas propuestas ya por otros autores. Otro aspecto interesante desde el punto de vista metodológico es la adopción del término Punto de Interés Arqueológico a la hora de la recogida de datos. Denominamos como tal el lugar en que aparecen restos arqueológicos de cualquier época, estén o no aislados, o elementos que se puedan relacionar íntimamente con actividades humanas pasadas, como es el caso de los recursos abióticos puntuales. Así, se ha elaborado una ficha para cada uno de estos P.I.A., clasificándose en yacimientos arqueológicos propiamente dichos (y estos a su vez en hábitats, enterramientos, canteras y minas, talleres, y estructuras aisladas), hallazgos aislados (cultura material escasa y totalmente aislada, que puede aparecer debido a una destrucción casi total de un yacimiento in situ, o a desplazamientos de los materiales por erosión o acción antrópica), y afloramientos (recursos más o menos puntuales, susceptibles de uso por parte de comunidades humanas, aunque no se detecten en la actualidad evi-

dencias de tales actividades: minerales de hierro y cobre, para metalurgia; ofitas y dioritas, para industria lítica pulimentada; sílex, cuarcita, etc, para industria lítica tallada; rocas para confección de molinos, etc). 4. CATÁLOGO DE YACIMIENTOS

Blanquizares de Lébor I (Totana)

Unidad: 1 Cronología: Eneolítico Pleno y Final Tipo Yacimiento: Enterramiento colectivo Coord. UTM: 627.840 y 4180.230. Cota: 375 m s.n.m. Se trata de una cueva de enterramiento semiartificial, de 9.4 m de longitud, 2 m de anchura media y una altura media de 1.8 a 2 m. Se encuentra excavada en una grieta natural del cerro, y presenta dirección NNW-SSE. Forma parte de un conjunto de varias cuevas, todas ellas en el mismo cerrete yesífero y orientadas hacia el próximo poblado del Campico de Lébor, distante unos 250 m del grupo funerario. Todas ellas han sufrido una fuerte erosión, llegando incluso a desaparecer prácticamente. Blanquizares de Lébor I presenta en la actualidad todo el techo desplomado hacia el interior de la cueva, excepto los 1.8 m más profundos de la misma. Desde el yacimiento se observa el Campico de Lébor y los dos talleres de sílex asociados al hábitat; además, por estar el cerro inmediatamente sobre la rambla de Lébor, tiene una excelente visibilidad del tramo medio y bajo de la misma,así como de un amplio sector del valle medio del Guadalentín. Las primeras noticias escritas del conjunto funerario se remontan a 1930, cuando Cuadrado informa de los resultados de la excavación de 1927 en la cavidad. Dada la antigüedad de los trabajos, los frutos de la excavación se redujeron a la recuperación de los ajuares, algunas notas sobre aspectos parciales del enterramiento y a una somera descripción de la cueva. Pese a las importantes carencias referentes a la cuantificación del ajuar y de otros elementos, Cuadrado sí que detalla el número de individuos, 92, objeto todos ellos de segunda inhumación y muchos con signos de cremación, al igual que se observa en el ajuar y en las paredes de la cueva. Todos estos datos corresponden a la denominada Cueva I,

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Figura 3. División de la zona prospectada en unidades y en áreas.

de un total de cuatro cavidades. El problema principal del yacimiento, en lo que se refiere al registro, estriba precisamente en esta cuestión: no hay certeza en la identificación del ajuar con las diferentes cavidades excavadas por Cuadrado. Los materiales de la excavación de 1927 fueron publicados de forma detallada por Arribas (1952/53), coincidiendo sus datos, grosso modo, con las noticias publicadas hasta entonces: cuchillos y puntas de flecha, cuentas de collar, vasijas no decoradas, un vaso campaniforme, vasos de piedra, industria ósea, lítica pulimentada, vasos de yeso, objetos de madera, metal (cuatro punzones) y restos de esparto y semillas. Recientemente (Lomba, 1989/90) se ha revisado el ajuar en su conjunto. Durante los trabajos de prospección se han recogido del interior del yacimiento una cabeza de fémur, un fragmento de suborbital y dos astillas de hueso largo, todo perteneciente a osamentas humanas y con evidentes signos de haber sufrido la acción del fuego.

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Los materiales del ajuar remiten sobre todo a un Eneolítico Pleno, con cremación y segunda inhumación, con una prolongación del uso funerario de la cueva en el Eneolítico Final, con campaniforme; los punzones de cobre pueden pertenecer a cualquiera de las dos fases mencionadas. Bibliografía: Cuadrado Ruiz, J. (1929): «Memorias de las excavaciones en los Blanquizares de Lébor», C.I.A., 4, Barcelona; (1930): «El yacimiento eneolítico de los Blanquizares de Lébor, en la provincia de Murcia», A.E.A., 6, Madrid, p.51-56; (1947): «Algunos yacimientos prehistóricos de la zona Totana-Lorca», C.A.S.E., 3, Madrid, p.56-65; (Sáez Martín, B. (1947): «Geografía arqueológica de Totana», en Martínez Santa Olalla et al., «Excavaciones en la ciudad del Bronce Mediterráneo II de La Bastida de Totana (Murcia)», Informes y Memorias, 16, Madrid, p.13-24; Arribas Palau, A. (1952/53): «El ajuar de las cuevas sepulcrales de los Blanquizares de Lébor (Murcia)», M.M.A.P., 13/14, Madrid, p.78-125; Lomba Maurandi, J. (1989/90): «Los Blanquizares de Lébor: lo colec-

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tivo y lo individual. Una revisión crítica», A.P.A.U.M., 5/6, Murcia, p.69-80; (1995): Las industrias líticas talladas del Eneolítico/Calcolítico de la Región de Murcia. Tipología, distribución y análisis contextual, Tesis microfichada, Universidad de Murcia, p.267-287 y 671-697. Blanquizares de Lébor II (Totana)

Unidad: 2 Cronología: Eneolítico Pleno y Final Tipo Yacimiento: Enterramiento colectivo Coord. UTM: 627.880 y 4180.200. Cota: 375 m s.n.m. La cueva pertenece al mismo conjunto que la anterior, siendo ambas las únicas que se conservan de las cuatro documentadas por Cuadrado en los años 20. Se sitúa a unos 40 m al ENE de Blanquizares de Lébor I, pero no en la ladera Sur del cerro yesífero sino en la cresta del mismo. Tiene una longitud máxima de 7.80 m, una anchura que oscila en torno a 1-1.20 m y una altura muy variable, desde los 1.60 m del acceso a los 3 m de la zona más profunda. Téngase en cuenta que, a diferencia de Blanquizares de Lébor I, en este caso el piso no es horizontal, buzando en su tercio más interior al tiempo que en ese mismo sector el techo se eleva comunicando con el exterior a través de una grieta-chimenea; es también en esta zona donde se detectan numerosos derrumbes, la mayoría recientes. Dada su posición, en la misma cresta del cerro, a la cueva no se accede por un lateral sino desde un plano horizontal, a través de una abertura orientada al SW (225o). Desde la cueva se observan los mismos yacimientos y parajes que desde Blanquizares de Lébor I, además de una cueva de enterramiento, la Cueva de los Pinos, situada al NE, y otra con un posible hábitat prehistórico (cerámica a mano sin determinar), ambas en la ladera meridional del Cabezo Gordo. La cueva fue excavada por Cuadrado en 1927 y presenta problemas de identificación con su homónima. Dado que este autor sí que identificó Blanquizares de Lébor I como el enterramiento en el que se encontraba el vaso campaniforme, los punzones de cobre y los casos de piedra, al menos una parte no cuantificable del resto del lote podría asignarse a Blanquizares de Lébor II. La inmensa mayoría de las piezas se adscriben con claridad a un Eneolítico Pleno. Durante la prospección se recogió del interior de la cueva un fragmento de calcáneo izquierdo, cinco astillas de hueso largo, un pequeño fragmento de cráneo y un frag-

mento de astrágalo, todos ellos de filiación humana y sin huellas de alteración térmica. Bibliografía: Ver yacimiento anterior. Rambla de Lébor: estructura I (Totana)

Unidad: 3 Cronología: inicios s.XVIII Tipo Yacimiento: Estructura hidráulica Coord. UTM: 628.215 y 4179.730 Cota: 290 m s.n.m. Conducción de agua de obra, formada por una canalización de 0.90 m de anchura y 0.35 m de profundidad, enlucida en laterales internos y fondo. Se define a ambos lados por sendos muretes de argamasa y piedras, con abundante cal, de 0.72 y 0.67 m de anchura respectivamente. La estructura es visible al cortar perpendicularmente un pequeño barranco subsidiario de la rambla de Lébor, en su margen izquierda, y que salva mediante un arco de medio punto. En superficie se observa un total de 15 m de trazado de conducción, que debió ir paralela al cauce de Lébor hasta el Pantano del Cejo (700 m aguas arriba) y que ha desaparecido en la actualidad por terrazas de cultivo y fluctuaciones laterales del curso de la rambla. Es interesante este hallazgo en tanto que permite evaluar los procesos sedimentarios y erosivos de la zona. Así, la estructura quedó totalmente colmatada, interior y exteriormente, por niveles de cantos rodados y grava procedentes de crecidas de la rambla; posteriormente el barranco a excavado ese paquete sedimentario, dejando al descubierto el arco que soporta la conducción. La excavación de estos sedimentos también se observa en los márgenes de la rambla de Lébor. Si, como parece, la estructura se asocia al Pantano del Cejo, estamos ante una de las conducciones de agua para los riegos de la zona, que fue precisamente la razón de ser del pantano, iniciado en una fecha tan temprana como 1718. Bibliografía: Méndez García, F. (1974): Geografía agraria de Totana, un municipio del Valle del Guadalentín, Murcia, p.143-148 Campico de Lébor (Totana)

Unidad: 4 Cronología: Eneolítico Antiguo y Pleno Tipo Yacimiento: Asentamiento

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Coord. UTM: 628.110 y 4180.470. Cota: 310-320 m s.n.m. Asentamiento en terraza fluvial, sobre la margen izquierda de la rambla de Lébor y a unos 20 m de altura sobre su cauce, con una extensión documentada de 18.000 m2. Se trata de un poblado al aire libre, perfectamente visible desde el valle del Guadalentín, con estructuras de habitación consistentes en fondos de cabaña semiexcavados en el suelo y silos de planta oval o circular y perfiles acampanados, a menudo intercomunicados o parcialmente superpuestos. Ni las excavaciones realizadas en el lugar por Val Caturla (1948) ni las tareas de prospección en el paraje han localizado estructuras de piedra, sino tan sólo manchas grises que presumiblemente corresponden a silos y fondos de cabaña del tipo de los ya mencionados. A pesar de que espacialmente se relaciona, sin lugar a dudas, con el conjunto funerario de Blanquizares de Lébor (I y II), ni los trabajos de Val ni las prospecciones han documentado materiales que no se adscriban a un Eneolítico Antiguo y Pleno, destacando la fuerte presencia de fuentes con aguada a la almagra, tetones y lengüetas con una o dos perforaciones verticales, formas globulares de cuello estrecho, etc. Estos materiales recuerdan a los de La Salud (Lorca) y Rambla de Librilla (Librilla). La cita que realiza Val (1948: 20 y 30) de un fragmento de cerámica campaniforme no debe tenerse en cuenta, sobre todo a tenor del dibujo que presenta de la pieza (1948: fig.10.3). Desde el punto de vista económica, el poblado debió abastecerse de un curso continuo de agua en la rambla de Lébor (lo era hasta el s.XVIII), de la caza de la sierra de la Tercia y de la agricultura, fácilmente practicable en el área de captación del yacimiento. Bibliografía: Cuadrado Ruiz, J. (1947): «Algunos yacimientos prehistóricos de la zona de Totana-Lorca», C.A.S.E., 3, Madrid, p.56-65; Val Caturla, E. (1948): «El poblado del Bronce I Mediterráneo del Campico de Lébor, Totana (Murcia)», Cuadernos de Historia Primitiva, 3-1, Madrid, p.1-36; Lomba Maurandi, J. (1995): Las industrias líticas talladas del Eneolítico/Calcolítico de la Región de Murcia. Tipología, distribución y análisis contextual, Tesis microfichada, Universidad de Murcia, p.325-340 y 714-733; (1996): «El poblamiento del Eneolítico en Murcia: Estado de la cuestión», Tabona, 8, Universidad de La Laguna.

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Talleres «A» y «B» del Campico de Lébor (Totana)

Unidad: 5 y 6 Cronología: Eneolítico Tipo Yacimiento: Taller de sílex Coord. UTM: Taller A: 627.780 y 4179.530 Taller B: 627.640 y 4179.520 Cota: 340 y 323 m s.n.m. El conjunto se localiza en las inmediaciones del Campico de Lébor. El Taller A consiste en un pequeño cerro cónico en la margen izquierda del Trasvase Tajo-Segura, constituido por tres estratos verticales de caliza dispuestos con una orientación SW-NE (330o), asociados en sus niveles inferiores a conglomerados rojos tipo Verrocano, con nódulos de sílex de 3 a 10 cm de diámetro y diversos colores (rojo por fuego, marrón claro, melado, etc). En la parte superior del cerro aparecen, junto a los mencionados nódulos, restos de un taller. La segunda zona de talla, denominada Taller B, se sitúa en la otra margen del Trasvase, a 150 m al NW del Taller A, en un bancal al pie de un cerrete de similares características que el anterior. En función de la morfometría de los nódulos y de la calidad del sílex, los restos industriales corresponden a lascas pequeñas y lasquitas, la mayoría procedentes de tareas de desbaste, y en algún caso fragmentos de núcleos, muy deteriorados, con extracciones microlaminares. En ninguna de las 23 piezas estudiadas se ha localizado retoque; los planos de percusión son mayoritariamente planos. Por la proximidad al asentamiento eneolítico del Campico, ambos talleres podrían relacionarse con ese complejo habitacional; además, en prospecciones superficiales del poblado se han localizado sílex de calidades y tamaños similares a los ejemplares procedentes de ambos talleres. Bibliografía: Inédito. Cantera de sílex de la rambla de Lébor (Totana)

Unidad: 7 Cronología: Indeterminado Tipo Yacimiento: Cantera de sílex Coord. UTM: 628.440 y 4180.440 Cota: 350-380 m s.n.m. Afloramiento de sílex nodular, con piezas de 6 a 30 cm de diámetro, situado frente al Campico de Lébor pero en la margen contraria de la rambla y a una cota netamente supe-

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rior. El conglomerado tipo Verrocano ocupa el tercio superior de una serie de cerros de margas, fuertemente abarrancados y posteriormente aterrazados por ICONA. En dos lugares de este afloramiento se observan sendas entalladuras verticales en la masa del conglomerado, de 1.80 m de altura, que dejan en superficie cantos de sílex y cuarcita susceptibles de explotación. Dado el elevado grado de deterioro del paraje no se han podido recuperar evidencias de extracción, aunque las dos entalladuras mencionadas, parcialmente erosionadas, parecen apuntar un uso de este tipo del lugar. Bibliografía: Inédito. Rambla de Lébor: estructura II (Totana)

Unidad: 8 Cronología: Moderna Tipo Yacimiento: Estructura hidráulica Coord. UTM: 628.225 y 4179.030 Cota: 290 m s.n.m. Estructura de argamasa y encofrado, que en su día debió constituir una parada de la rambla de Lébor de la que en la actualidad sólo se conserva el extremo de la margen derecha, en el mismo lugar en que se construyó, en época reciente, un nuevo dique que también ha sucumbido a los embistes de la rambla. Se conserva, junto a una gran piedra, el arranque derecho de la estructura, de 2,55 m. de altura y un grosor del muro de piedra de 0,67 a 1,10 m., que en su cara interior presenta una capa de guijarros de 10-12 cm de potencia. La longitud total de la estructura, antes de su destrucción, debió ser de unos 24 ó 25 m. cubriendo todo el cauce de la rambla de Lébor; en cuanto a su anchura inicial, debió rondar los 4 m. Por su proximidad al Pantano del Cejo y por la funcionalidad misma de la obra y sus características morfotécnicas, parece que se trata de una construcción integrada en el sistema de riego y canalización de agua del pantano, construido a partir de 1718. Bibliografía: Inédito. Cueva de la Copa (Totana)

Unidad: 9 Cronología: Argar Tipo Yacimiento: Enterramiento Coord. UTM: 627.870 y 4180.105 Cota: 425 m s.n.m.

Covacha de 2,27 m de profundidad, 1,20 m de anchura y 1 m de altura máxima, con una entrada de 1,07 m de anchura y 0,80 m de altura, orientada al S. (180o). La entrada estaba sellada de antiguo con un murete de piedras no trabadas, pero en el momento del hallazgo éste aparecía ya desmantelado excepto en su extremo occidental, posiblemente por furtivos. Se localiza en la vertiente meridional del Cabezo Gordo, próxima por tanto al poblado argárico de La Bastida, aunque no existe visibilidad entre ambos; el único yacimiento que se ve desde la cueva es el Campico de Lébor y el cerro yesífero de Blanquizares, ambos con materiales eneolíticos. El interior presenta un suelo plano de tierra, ligeramente inclinado en la parte más profunda de la covacha. En el centro, en una pequeña alteración debida a una madriguera, apareció un pie de copa completo, de clara filiación argárica; no sabemos si el cuenco asociado a dicho pie permanece in situ o fue extraído como tal en algún momento anterior a nuestro hallazgo. En las inmediaciones de la covacha se recogieron durante la prospección varias piezas de sílex (seis fragmentos informes, una laminita y un fragmento medial de lámina retocada), algunas de ellas con alteraciones térmicas por fuego, así como cuatro pequeños fragmentos de pizarra verdosa que, al igual que el sílex, no pertenecen a la litología del cerro. También de los alrededores de la covacha son cinco fragmentos de pared de cerámica argárica y un cúbito infantil humano. El lugar no se asocia espacialmente a asentamiento argárico alguno, sino que se encuentra totalmente aislado. Bibliografía: Inédito. Cueva de la Grieta (Totana)

Unidad: 10 Cronología: Eneolítico ? Tipo Yacimiento: Enterramiento Coord. UTM: 627.750 y 4180.095 Cota: 428 m s.n.m. Conjunto de grietas horizontales en la masa caliza del Cabezo Gordo, en un pequeño barranco en la vertiente meridional del mismo y orientada al SE (115o). La grieta en cuestión tiene 2,50 m de anchura, 0,70 m de altura máxima y una profundidad estimada de 2 m, apareciendo cerrada por un murete de piedra seca, parcialmente desmantelado. Del área de entrada se recuperó, durante la prospección, un fragmento de hueso largo humano. Bibliografía: Inédito.

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Cima del Cabezo Gordo (Totana)

Unidad: B1-3: 11 Cronología: Moderna Tipo Yacimiento: Estructura Coord. UTM: 627.805 y 4181.360 Cota: 515/520 m s.n.m. Grupo de tres perforaciones en la superficie caliza horizontal que corona el Cabezo Gordo. Todas presentan un perímetro circular, con diámetros que oscilan entre los 0,34 y los 0,50 m. En las inmediaciones se localizó una tapadera circular de pizarra, claramente de procedencia exógena en el contexto del cabezo, y cerámica vidriada de época moderna. Bibliografía: Inédito. Cabezo Gordo: Estructura hidráulica I (Totana)

Unidad: B2-2: 12 Cronología: Moderna Tipo Yacimiento: Estructura Coord. UTM: 628.000 y 4180.310 Cota: 375 m s.n.m.

Cueva en la ladera meridional del cabezo Gordo, de orientación S. Presenta una entrada de 2 m de anchura y 1,70 m de altura máxima, que da paso a un espacio amplio, de 4 m de altura máxima, 6 m de anchura y 7 m de profundidad, con el suelo de roca con pendiente ascendente. Originariamente debió tener dos accesos diferentes y una especie de respiradero, pero hoy uno de esos accesos aparece tapado con un muro de piedra seca de cronología indeterminada. A pesar de la inclinación del suelo, se trata de un lugar óptimo para el asentamiento humano (36 m2 útiles), con una elevada visibilidad del entorno del curso medio de la rambla de Lébor, divisándose bien el conjunto de Blanquizares de Lébor y estando próxima aunque no visible la cueva de enterramiento denominada Cueva de los Pinos. En las inmediaciones de la cueva se han recogido cerámicas eneolíticas y, sobre todo, medievales y modernas, además de dos piezas de sílex (un fragmento de núcleo atípico, blanco, y una lasca de tercera extracción, rojo veteado, con talón diedro y sin retoque, ambas con alteraciones térmicas). No hay evidencia alguna de un uso funerario del lugar en época eneolítica. Bibliografía: Inédito. Cueva de los Pinos (Totana)

Muro de piedra seca, de 0,60 m de anchura, que discurre a lo largo del piedemonte meridional del Cabezo Gordo, ascendiendo por la ladera en su extremo más occidental. Por su ubicación parece tratarse de un muro de canalización de las aguas de escorrentía para evitar la erosión por arrastre de las terrazas de cultivo que se emplazan al pie del cerro. En la actualidad se conservan varios tramos de esta estructura, sobrepasando cada uno de ellos los 20 m de longitud. Dadas las características de la estructura y su funcionalidad, no se ha podido asociar a materiales que apunten una cronología precisa; no obstante, la ausencia de mortero y el estado de conservación avalan su antigüedad, que quizás haya que poner en relación con la explotación agrícola de la zona en época moderna. Bibliografía: Inédito. Cueva de hábitat del Cabezo Gordo (Totana)

Unidad: B3-1: 13 Cronología: Eneolítico, Medieval, Moderna Tipo Yacimiento: Hábitat en cueva Coord. UTM: 627.570 y 4180.570 Cota: 440 m.s.n.m.

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Unidad: 14 Cronología: Eneolítico Tipo Yacimiento: Enterramiento Coord. UTM: 627.515 y 4180.715 Cota: 430 m s.n.m. Cueva de enterramiento en la ladera meridional del Cabezo Gordo, en un pequeño barranco u hondonada orientada al SE. Aparece totalmente oculta por varios pinos que crecen en su entrada, a pesar de lo cual fue descubierta por los clandestinos y expoliada parcialmente. Se sitúa próxima a la cueva de hábitat anterior, y desde su emplazamiento se divisa el conjunto de Blanquizares de Lébor. Consiste en un abrigo alargado, de 4,60 m de anchura, 2 m de profundidad máxima y una altura media de 1.30 m. En su interior, en la zona media, el suelo de tierra presenta varias toperas de furtivos, de cuyas terreras procede el material recuperado. En su extremo oriental aún se conservan restos del murete de cierre del enterramiento, de piedra seca. Junto a este abrigo, inmediatamente hacia el E, se abre otra cavidad, pero sin materiales arqueológicos en superficie. Todo el

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conjunto se encuentra bajo una especie de losa o visera de caliza horizontal y profundamente lavada por el agua de escorrentía. El lote de material recuperado de superficie está constituido en su totalidad por restos humanos, la mayoría fragmentos y astillas de huesos largos de varios individuos, en el 30% de los casos con restos de ocre adheridos a los huesos. No se ha podido localizar ningún elemento del ajuar, salvo un pequeño fragmento de núcleo de sílex, retocado como denticulado y alterado por la acción del fuego. El hecho de ser un enterramiento colectivo nos remite en este caso al Neolítico o al Eneolítico, sin que se puedan realizar más precisiones debido a la ausencia de ajuar. El que aparezca el ocre adherido a los huesos podría indicar un rito de segunda inhumación. Bibliografía: Inédito. Cabezo Gordo: Estructura hidráulica II y III (Totana)

Unidad: B3-4: 15 y 16 Cronología: Moderna Tipo Yacimiento: Estructura Coord. UTM: 627.660 y 4180.765; 628.180 y 4180.790. Cota: 385 a 450 m y 400 a 435 s.n.m. Estructura hidráulica de piedra seca, de grosor variable en torno a los 0,45 y 12,5 m de longitud, que desciende por la ladera meridional del Cabezo Gordo. Consistente en un muro de control de las aguas de escorrentía, posiblemente para la protección de los cultivos que se localizan a pie de monte, de similares características a Cabezo Gordo: Estructura hidráulica I. En las proximidades se encuentra el cortijo del Cejo del Pantano, cuya historia se remonta al menos a inicios del s. XIX. La Estructura hidráulica III es de parecidas características, aunque en este caso presenta dirección E-W y se encuentra en la parte inferior del piedemonte y ofrece un grosor de muro ligeramente superior, de 0,60 m; la longitud conservada de la estructura es de 180 m. Bibliografía: Inédito. Cueva de la Cima (Totana)

Unidad: B7-1: 17 Cronología: Eneolítico ? Tipo Yacimiento: Enterramiento Coord. UTM: 627.470 y 4180.550 Cota: 509 m s.n.m.

Covacha de 1.50 m de anchura y profundidad y 0.60 m de altura media, situada en la cima del Cabezo Gordo y orientada al WNW (330o). En su interior se documentó un relleno de tierra que constituye el suelo actual de la cavidad y que quizás oculte un enterramiento, que en superficie sólo se detecta a través de un fragmento medial de fémur humano. Hay que llamar la atención sobre la orientación atípica de la cueva, caso de tratarse de un enterramiento eneolítico. Bibliografía: Inédito. Cabezo de Juan Climaco (Totana)

Unidad: 18 Cronología: Eneolítico Final Tipo Yacimiento: Asentamiento Coord. UTM: 626.520 y 4180.280 Cota: 375 a 413 m s.n.m. Asentamiento eneolítico sobre las laderas S. y SE. de un cerro de fuertes pendientes, junto al cauce de la rambla de Lébor y a escasos metros del gran poblado argárico de La Bastida de Totana. En superficie se documentan numerosos fragmentos de cerámica y molinos barquiformes, destacando al mismo tiempo la escasez de piezas de sílex. En cuanto a las estructuras, el aterrazamiento que ha sufrido el cerro por las repoblaciones forestales de ICONA ha alterado profundamente todo el yacimiento, a pesar de lo cual aún se observan abundantes piedras procedentes de muros rectos en un estado actual lamentable. Los molinos barquiformes y los restos conservados de muros de piedra, de 0,45 a 0,50 m de grosor, se concentran en las terrazas superiores del cerro; lamentablemente, ese sector del poblado ha sido profundamente alterado por clandestinos, a veces con toperas de 2 m de diámetro y 1 m de profundidad. Las cerámicas parecen apuntar a una cronología avanzada dentro del Eneolítico; esta apreciación debe ponerse en relación con la presencia de muros rectos de piedra pero también con la tremenda proximidad de La Bastida. Al otro lado de la rambla, pero a una cota bastante más elevada y en un emplazamiento mucho más escarpado y estratégico, se encuentra el asentamiento argárico de Las Anchuras, citado por los Siret (1890) y también por Cuadrado (1947). El Cabezo de Juan Climaco aparece citado por primera vez por Cuadrado (1947: 60); desde entonces sólo existen

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

breves menciones del lugar. Walker efectuó una datación C14 (HAR-177) a partir de fauna de superficie, lamentablemente no es válida (Almagro, 1973). Es posible que se trate del poblado que haya que relacionar con el enterramiento de Cueva de los Pinos; si se sigue la rambla aguas abajo, en 15 minutos se llega al poblado eneolítico de Campico de Lébor. Bibliografía: Cuadrado Ruiz, J. (1947): «Algunos yacimientos prehistóricos de la zona Totana-Lorca», C.A.S.E., 3, Madrid, p.56-65; Almagro Gorbea, M. (1973): «C14. 1974. Cincuenta nuevas fechas para la Prehistoria y la Arqueología peninsular», Trabajos de Prehistoria, 31, Madrid, p.279-292; Lomba Maurandi, J. (1995): Las industrias líticas talladas del Eneolítico/Calcolítico de la Región de Murcia. Tipología, distribución y análisis contextual, Tesis microfichada, Universidad de Murcia, p.300-302. Las Cuestas I (Totana)

Unidad: 19 Cronología: Argárico, romano y medieval. Tipo Yacimiento: Asentamiento Coord. UTM: 626.420 y 4180.950 Cota: 410 a 420 m s.n.m. Asentamiento en la ladera meridional de un cerro alargado de dirección SE-NW, en la margen izquierda de la rambla de Lébor y a unos 400 m de su cauce, dominando visualmente las zonas llanas de la cuenca de dicha rambla, actualmente con cultivos de vid y almendro. Los restos materiales documentados en superficie consisten en fragmentos de cerámica argárica, junto a materiales a torno romanos y medievales. El estado de conservación del yacimiento es malo, ya que su ubicación a piedemonte ha hecho que las terrazas de ICONA hayan destruido una parte importante del mismo. No se han podido documentar estructuras. Desde Las Cuestas I se divisa el eneolítico Cabezo de Juan Climaco y los poblados argáricos de La Bastida, Las Anchuras, todos a menos de 1 Km de distancia. A unos 80 m en dirección W aparece una segunda zona de hábitat, Las Cuestas II. Bibliografía: Inédito. Las Cuestas II (Totana)

Unidad: 20 Cronología: Eneolítico, romano, medieval y moderno.

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Tipo Yacimiento: Asentamiento Coord. UTM: 626.320 y 4180.810 Cota: 400 a 410 m s.n.m. Asentamiento en la ladera meridional del mismo cerro que Las Cuestas I y a escasos metros de éste, por lo que participa de similares características en cuanto a ubicación, visibilidad, etc. Sin embargo, en este caso los materiales aparecen distribuidos en una cota ligeramente inferior, y su superficie se encuentra más afectada por el desarrollo de cárcavas de erosión remontante reciente. A pesar de este elevado grado de deterioro, se conserva un tramo de muro de piedra seca, recto, de 0,56 m de grosor. Los materiales recogidos consisten en cerámica eneolítica (paredes), un fragmento de molino barquiforme, un fragmento de sigillata y varios fragmentos de cerámica a torno medieval y moderna (s.XVIII). Bibliografía: Inédito. Las Anchuras (Totana)

Unidad: 21 Cronología: Argar Tipo Yacimiento: Asentamiento Coord. UTM: 626.400 y 4179.850 Cota: 440 a 470 m s.n.m. Asentamiento argárico en la margen derecha de la rambla de Lébor, justo frente al poblado eneolítico de Cabezo de Juan Climaco y, consecuentemente, muy próximo al argárico de La Bastida de Totana. Se localiza sobre un cerro muy elevado con el frente que da a la rambla con fuertes escarpes y taludes verticales; es, por tanto, un lugar con un alto carácter defensivo, desde el cual se domina toda la cuenca media de la rambla de Lébor, y también La Bastida y Las Cuestas I y II. Los escarpes rocosos se extienden por todo el perímetro septentrional del cerro (NW-N-NE), debiendo accederse al poblado por su lado meridional, que conecta el cerro con las estribaciones de la Sierra de la Tercia. La cresta del cerro, de dirección SW-NE, tiene unos 300 m de longitud y está presidida por un muro recto de época argárica de 80 m de longitud y 1,25 m de anchura máxima, hecho con piedras medianas y grandes (hasta de 0.80 m algunas de ellas). La cuestión de su funcionalidad plantea problemas sin una excavación previa, pues si estamos ante una muralla, algo a lo que apunta la entidad de la obra, hay

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que compatibilizar esa interpretación con la presencia de materiales a ambos lados de la misma. Hay que llamar la atención sobre la ubicación del muro, a lo largo de toda la cresta del cerro, de manera que divide la parte superior del mismo en dos mitades/laderas, ambas habitables. También aparecen restos murarios en la ladera S. del cerro, aunque ya de menores dimensiones y probablemente pertenecientes a viviendas, a veces formando ángulos rectos, caso de un tramo del sector SE del poblado. Es en cualquier caso en la ladera meridional donde más material aparece, principalmente cerámica y molinos barquiformes, y también en esta zona donde más han actuado los furtivos; en la ladera septentrional, al otro lado del gran muro, también aparecen estructuras aparentemente de viviendas, afectadas por aterrazamientos de ICONA y por toperas de furtivos. Toda esta actividad antrópica ha dañado de manera muy importante e irreparable el lugar. La primera noticia del yacimiento se debe a los hermanos Siret (1890: 123-126 y Lam.XIII), que documentaron abundantes restos faunísticos, cerámicas de tosca fabricación, brazales de arquero, presencia de metal en forma de un anillo, una punta de flecha y de mineral de cobre, posibles moldes de fundición, etc. También González Simancas (1905/07: 75-77) y Cuadrado (1947) lo citan en la enumeración de yacimientos de la zona, y en la monografía sobre La Bastida (Martínez Santa Olalla, 1948) aparece de nuevo, aunque mal situado en la cartografía correspondiente(4). Lull (1983: 311) sitúa el poblado a 1.5 Km de La Bastida, localización de nuevo errónea, y a partir de los materiales otorga una cronología antigua dentro del marco del Argar, conclusión que parece conformarse a la vista de los materiales recuperados durante la prospección. Bibliografía: Siret, L. y H. (1890): Las primeras edades del metal en el Sudeste de España. Resultados obtenidos en las excavaciones hechas por los autores desde 1881 a 1887, Barcelona, p.123-126; González Simancas, M. (1905/07): Catálogo Monumental de España. Provincia de Murcia, I, Manuscrito del Instituto Diego Velázquez, Madrid, p.75-77; Cuadrado Ruiz, J. (1947): «Algunos yacimientos prehistóricos de la zona Totana-Lorca», C.A.S.E., 3, Madrid, p.56-65; Lull, V. (1983): La «Cultura» de El Argar (Un modelo para el estudio de las formaciones económico-sociales prehistóricas), Madrid, p.311.

La Serrecica (Totana)

Unidad: 23 Cronología: Bronce Final Tipo Yacimiento: Asentamiento Coord. UTM: 626.500 y 4182.000 Cota: 600 a 640 m s.n.m. Asentamiento a lo largo y ancho de una meseta de 1.000 m de longitud por 400 m de anchura máxima, que corona un cerro de dirección SW-NE, en el centro de la cuenca media de la rambla de Lébor. Desde su cima no sólo se divisa el valle del Guadalentín sino también todos los asentamientos de este sector de Lébor, excepto el Campico de Lébor: el eneolítico de Cabezo de Juan Climaco y los argáricos de La Bastida, Las Anchuras, Las Cuestas I y II, y Cabezo del Molino. Llama la atención la altura relativa del lugar, a casi 100 m sobre las áreas llanas de la cuenca de Lébor, así como su inaccesibilidad (se necesitan 25 minutos para superar el desnivel, a través de una ruta dura y difícil). En la superficie de dicho cerro se disponen, de manera aparentemente anárquica, casi un centenar de estructuras ovales de piedra, correspondientes a cabañas, sin que exista cierre alguno del área de hábitat, por otro lado perfectamente delimitada por cortados de piedra verticales, sólo interrumpidos por un barranco que sirve para acceder a la cima del cerro; las laderas del mismo están aterrazadas por ICONA y de su prospección no se ha obtenido material arqueológico alguno. En 1991 y 1992 (Lomba, 1995) se realizaron sendas campañas de excavación en el asentamiento, que documentaron la estructura de estas cabañas ovales: zócalo de piedra de dos hiladas y relleno intermedio de piedras menores, apoyado sobre la roca base; entrada preferentemente meridional; banco adosado en el sector a la derecha del acceso; de dos a tres tabiques de lajas verticales radiales en el fondo de la cabaña, asociados a lechos de piedrecillas; y dos agujeros de poste alineados, excavados o rehundidos en la roca, que soportarían un alzado y cubierta actualmente derrumbado hacia el interior y concentrado mayoritariamente en el fondo de las cabañas. Los materiales, tremendamente escasos, consistieron en cerámicas a mano de pésima cocción y acabado, con fondos planos y formas abiertas y vasos de perfil en S y cuatro fragmentos de cerámica con posible torno lento, además de una punta de flecha de bronce y dos molinos barquiformes.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Bibliografía: Lomba Maurandi, J. (1995): «La Serrecica (Totana, Murcia): un asentamiento con cabañas ovales del Bronce Final en Murcia», C.N.A., 22, Vigo, 1993, p.95-98; (e.p.): «I campaña de excavaciones arqueológicas en el asentamiento del Bronce Final de La Serrecica (Totana, Murcia). Informe preliminar», Memorias de Arqueología, 6, «III Jornadas de Arqueología Regional», Murcia, 1992; (e.p.): «II campaña de excavaciones arqueológicas en el asentamiento del Bronce Final de La Serrecica (Totana, Murcia). Informe preliminar», Memorias de Arqueología, 7, «IV Jornadas de Arqueología Regional», Murcia, 1993. Monte del Villar (Totana)

Unidad: 24 Cronología: Tardorromano Tipo Yacimiento: Asentamiento rural Coord. UTM: 625.100 y 4181.300 Cota: Asentamiento tardorromano en la suave ladera SSE del Monte del Villar, definido en superficie por la presencia de abundantes fragmentos de cerámica tardorromana de los s.V y VI d.C. (cerámica común y ánforas) y restos de estructuras, muy erosionadas, formadas por pequeñas alineaciones de piedras. Desde esta ubicación se accede de forma casi inmediata a las áreas llanas de la cuenca media de la rambla de Lébor y también a su cauce y a los recursos de la Sierra de la Tercia. Hay que llamar la atención no sólo sobre la toponimia del lugar (Monte del Villar) sino también sobre el hecho de que a 200 m escasos se localiza un asentamiento rural altomedieval (s.X), el Villar de los Albares, y una venta de época moderna, la Venta de Merás, hoy abandonada; estos lugares, junto con una atarjea que recorre el piedemonte nororiental del Monte del Villar, se sitúan en un paso conocido como Cañada de Caravaca, camino natural y desde luego el más corto para acceder al campo alto de Lorca, evitando esta ciudad, desde la vega media del Segura (Murcia) y media y baja del Guadalentín (Totana en adelante). Desde este yacimiento se divisa el también tardorromano Antiguarejo, a menos de 1 Km al SSE pero en la margen derecha de la rambla de Lébor. Las escorrentías que lavan la losa caliza de este monte han hecho que en la actualidad el yacimiento presente una casi nula potencia estratigráfica, aflorando dicha caliza en numerosos puntos del área. Bibliografía: Inédito.

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Cantera de La Algualeja (Aledo)

Unidad: 25 Cronología: Moderna (o anterior) Tipo Yacimiento: Cantera de arenisca Coord. UTM: 624.100 y 4181.880 Cota: 500 a 520 m s.n.m. Cantera de arenisca situada pocos metros después de la confluencia de la rambla de Lobel con el barranco del Prado y con la rambla de Lébor; en las proximidades se localiza la Venta de la Algualeja, que formaba parte en época moderna de la red de ventas que jalonaban la Cañada de Caravaca. Posiblemente se trate de la cantera de la que se extrajeron los sillares que se utilizaron para la construcción del puente que hay cerca para salvar la rambla de Lébor y que comunica las tierras lorquinas con las de Aledo; asimismo, es posible que se extrajera del mismo lugar material para la construcción del Pantano del Cejo, ya que las areniscas son muy similares y las dimensiones de la cantera exceden las necesidades de sillares del puente referido. En la cantera, en cuya superficie no se han localizado restos materiales, se observan perfectamente las líneas que marcan los diferentes pasos del proceso de extracción de los sillares, y que quedan reflejadas a modo de canaletas en la arenisca. Bibliografía: Inédito. Cabezo de la Rambla de los Molinos (Aledo)

Unidad: 32 Cronología: Argar Tipo Yacimiento: Asentamiento Coord. UTM: 625.350 y 4183.150 Cota: 520 m s.n.m. El yacimiento se localiza sobre la falda meridional de un cerro que sobresale en la margen derecha de la rambla de Los Molinos. El cabezo adopta una forma alargada en sentido E-W, y en el costado meridional presenta una inclinación de pendiente moderada, mientras que en la ladera septentrional que da a la rambla el desnivel es muy acentuado debido a la intensa erosión, por lo que se hace muy inaccesible por ese sector. El paraje se caracteriza por la presencia de una crestón superior de margas rojizas compactadas sobre un terreno margoso más blando de color amarillo.

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Los materiales, principalmente cerámicas muy rodadas y poco abundantes, se concentran en el extremo oriental del cerro, siendo escasa su presencia en la cumbre y laderas altas y aumentando la misma en el piedemonte oriental; se estima un tamaño de 0,25 Ha para el asentamiento. En la campaña de prospección (1990) se observaban en superficie restos aislados de muros rectos, posiblemente pertenecientes a estructuras de vivienda; sin embargo, una visita posterior (1993) ha constatado un aterrazamiento casi total de la zona y la construcción de una balsa de tierra para almacenaje de agua de riego, por lo que el yacimiento ha desaparecido prácticamente. Bibliografía: Inédito. Balsa de Venta de Merás (Totana)

Unidad: 35 Cronología: Romano Tipo Yacimiento: Estructura: balsa. Coord. UTM: 625.650 y 4817.90 Cota: 475 m s.n.m. La balsa se localiza en una terraza de la margen izquierda de la Cañada del Fraile, que comunica Aledo con la Cañada de Caravaca, entre el Monte del Villar y La Serrecica, junto a un cruce de carreteras. Se trata de una estructura rectangular, de 12,08 x 7,50 m., con muros de encofrado de mortero de 0,64 m. de grosor, alterada por cultivos actuales (almendros) y, sobre todo, por la construcción en 1928, sobre la mitad NW de su planta, de una casa de labranza. Actualmente presenta alzados que en algunos tramos superan 1,5 m. En las proximidades se ha recogido cerámica romana (sigillata), lo que junto con las características del mortero apuntan a esa cronología. Es difícil establecer la procedencia del agua que llegaba a esta balsa. A partir de conversaciones con lugareños se ha localizado una mina de agua en la ladera N del cerro de Las Cuestas, que quizás abasteciera a esta estructura; no obstante, hay que valorar también la atarjea del piedemonte del Monte del Villar que, procedente de más allá de la Venta de la Algualeja, recorre ese tramo de la Cañada de Caravaca y trae agua al área; en la actualidad hay un tramo desaparecido que coincide con el espacio que hay entre la atarjea (junto al asentamiento medieval del Villar de los Alvares) y la balsa, ya que esa zona ha sido profundamente distorsionada con terrazas de cultivo y la carretera que va a Nonihay y Los Allozos. Bibliografía: Inédito.

El Antiguarejo (Totana)

Unidad: 22 y 37 Cronología: Tardorromano Tipo Yacimiento: Asentamiento Coord. UTM: 624.850 y 4180.200 Cota: Paraje de la margen derecha de Lébor, citado por Sáez Martín (1947: 16 y 23). El yacimiento se sitúa en una especie de fondo de valle orientado al NE que desemboca en el cauce medio de la rambla de Lébor, próximo a un manantial de agua, conocido como del Antiguarejo, y a unas minas de malaquita de igual topónimo; actualmente los restos tardorromanos quedan bajo los cimientos de un cortijo abandonado y en sus inmediaciones. Conocida por el hallazgo de un capitel corintio que se data entre finales del s.III e inicios del s.IV d.C. (Martínez Rodríguez, 1988: 194-195), la villa tardorromana del Antiguarejo presenta en la actualidad restos de estructuras y cerámica de clara adscripción cultural, coherente con la del citado capitel. También se conserva una balsa de riego cuyas dimensiones apuntan a la posibilidad de que cimente sus orígenes en una estructura romana. Hay noticias de la existencia de un segundo capitel corintio junto al anterior pero en peor estado de conservación, actualmente en paradero desconocido. Durante los trabajos de prospección se localizó, en el suelo de una habitación del cortijo abandonado, un fuste acanalado en caliza, cuyas dimensiones coinciden con las de los capiteles; parece que había otro fuste, realizado en otro material, que desgraciadamente no hemos podido localizar. El material cerámico, muy fragmentado y erosionado, incluye fragmentos de ánfora de los ss.IV-V d.C. o posteriores; el pitorro de un cuenco con paralelos en el también tardorromano asentamiento rural de Venta Ossete (s.IV d.C.), Villar de Coy y Torre de Sancho Manuel, en Lorca, o El Castellar, en Mazarrón; y varias cerámicas de cocina, entre ellas diversos ejemplares de ollas de fondo plano a torno. Bibliografía: Sáez Martín, B. (1947): «Geografía arqueológica de Totana», en Martínez Santa Olalla et al., «Excavaciones en la ciudad del Bronce Mediterráneo II de La Bastida de Totana (Murcia)», Informes y Memorias, 16, p.13-24; Martínez Rodríguez, A. (1988): «Capiteles tardíos del sur del Conventus Carthaginensis (ss.IV-VII d.C.)», Antigüedad y Cristianismo, 5, Murcia, p.185-211.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Caserío de Los Allozos (Aledo)

Unidad: 38 Cronología: Romano y tardorromano Tipo Yacimiento: Asentamiento Coord. UTM: 622.475 y 4181.820 Cota: 510 m s.n.m. Villa romana situada en la margen izquierda de la rambla de Periago, en el piedemonte septentrional de la Sierra de la Tercia y dentro de la Cañada de Caravaca. Debe su nombre a la existencia en el lugar de un caserío con ermita, actualmente abandonado. Sobre este terreno de margas blandas se asientan las estructuras modernas del caserío, que a veces reutilizan en sus zócalos sillares procedentes de la villa romana; así, en una de las viviendas se observan sillares de arenisca, uno de ellos con posible almohadillado, en la fachada E y N de la construcción. El hecho de que los sillares sean de diferentes tamaños y que algunos de ellos presenten las caras trabajadas se puede deber a que un número indeterminado de ellos se ha podido reutilizar en otra construcción, quizás en época romana, imposible de emplazar en la actualidad. De superficie se han recogido, en las inmediaciones del área urbanizada de Los Allozos, cerámica romana, que está en consonancia con diversos fragmentos depositados en el Museo Arqueológico de Murcia. A partir de las evidencias actuales se puede especular con la posibilidad de que la villa romana se encuentre en el mismo lugar en el que se asienta el caserío de Los Allozos. En las proximidades existe un afloramiento natural de agua, la Fuente de Los Allozos, que junto al barranco de Periago debieron proporcionar recursos acuíferos al lugar. Bibliografía: Inédito. El Creciente (Totana)

Unidad: 40 Cronología: Eneolítico y tardorromano Tipo Yacimiento: Asentamiento Coord. UTM: 624.630 y 4181.050 Cota: Concentración de cerámica común a torno tardorromana, en superficie, en torno a una estructura consistente en un muro de 0,50 m de grosor y 20 m. de longitud máxima,

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arqueado. El yacimiento se localiza en la ladera alta de un cerro de la margen derecha de la rambla de Lébor, en el tramo final en el que se encajona entre la Sierra de la Tercia y el Monte del Villar. La erosión natural y los cultivos han afectado de manera considerable al estado de conservación de la estructura así como a la dispersión de materiales. También se documentan fragmentos de cerámica eneolítica no significativa, sin que se pueda comprobar si existe o no relación entre este conjunto de materiales prehistóricos y la estructura mencionada; también se ha recogido en las proximidades un molino barquiforme. Lo atípico de la estructura y su ubicación podrían indicar un uso ganadero del lugar, a modo de redil, aunque no hay pruebas fehacientes que apoyen esta hipótesis. Bibliografía: Inédito. La Corraliza (Totana)

Unidad: 41 Cronología: Eneolítico Tipo Yacimiento: Coord. UTM: 624.850 y 4180.200 Cota: Concentración de cerámica a mano (eneolítica) y moderna a torno, en las proximidades de unos restos de estructuras que parecen corresponderse con un redil utilizado para ganado, de cronología incierta; se trata de un muro derrumbado de 0,80 m. de longitud y 0,35 m de anchura, de piedras de tamaño pequeño y mediano no trabadas, que se adapta a las vertientes de la rambla. El estado de conservación no es bueno, y no se puede relacionar con certeza el material eneolítico o el moderno a la mencionada estructura. La escasa entidad del hallazgo podría apuntar a un redil o un asentamiento mínimo, externo a cualquier tipo de poblado si se admite una cronología eneolítica. Bibliografía: Inédito. Mina del Antiguarejo (Totana)

Unidad: 42 Cronología: Indeterminada Tipo Yacimiento: Mina de cobre Coord. UTM: 624.700 y 4180.100 Cota: -

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Mina de malaquita y azurita, muy próxima a la villa del Antiguarejo. No se ha documentado registro material asociado que identifique su adscripción cultural, pero la proximidad del asentamiento tardorromano podría indicar un uso del afloramiento en esta época; sin embargo, hay que tener en cuenta que en la Sierra de la Tercia, pero en sus laderas meridionales, existen diversas minas de malaquita y azurita cuya explotación corresponde a fechas recientes (como muy tarde el s. XIX). Actualmente la explotación está totalmente abandonada. Bibliografía: Inédito. La Bastida de Totana (Totana)

Unidad: 43 Cronología: Argar Tipo Yacimiento: Asentamiento Coord. UTM: 626.750 y 4180.350 Cota: 350 a 451 m s.n.m. Asentamiento nuclear argárico, quizás el más grande de los conocidos de este grupo cultural, dado a conocer por primera vez por Inchaurrandieta (1870: 33; 1875: 344) y citado posteriormente por Cartailhac (1886: 294-296). Los Siret visitan el lugar, constatan un fuerte expolio del mismo, y realizan una pequeña excavación que les proporciona 13 enterramientos (1890: 136-137); fruto de los citados expolios es la aparición de una serie de falsificaciones hechas a partir de materiales del yacimiento por «El Corro» y «El Rosao», vecinos de Totana (Cuadrado, 1945: 22). El historiador local José Manuel Munuera (1916: 47-49) también hacer referencia a materiales de este yacimiento. Tras los trabajos de Siret, Cuadrado (1948: 62-63) realiza diversas excavaciones en el lugar, nunca publicadas, pero es Martínez Santa Olalla (1947) quien en 1944-45 acomete las campañas que proporcionan la práctica totalidad de la información conocida del lugar. Posteriormente se realizan otros trabajos de menor envergadura: Ruiz Argilés y Posac Mon en 1948 (Posac, 1948: 128-135; 1956: 60-89) y Jordá en 1950 (Scripta Prehistorica, 1984). A pesar de la entidad del yacimiento, no se han llevado a cabo trabajos de excavación casi en los últimos 50 años, a pesar de que es continuamente citado y sus materiales y estructuras son interpretados una y otra vez: Blance (1971: 132-133), Schubart (1975: 89) y, sobre todo, Lull (1983: 311-324), que ofrece una visión global del lugar a partir de

los trabajos de campo de Martínez Santa Olalla y posteriores, y García López (1992), que analiza las cerámicas depositadas en el Museo Arqueológico de Murcia. El asentamiento se encuentra en un cerro cónico junto a un meandro de la rambla de Lébor, en su margen izquierda, en plena cuenca media de esta rambla y totalmente oculto del valle del Guadalentín, al que se accede en 15 minutos de marcha por el cauce de la rambla. Toda la superficie (75.625 m2) presenta restos de estructuras y enterramientos, dispuestas en terrazas. A pesar del indiscriminado expolio del sitio y de las diversas excavaciones llevadas a cabo (que no suponen ni el 10% de la superficie total del asentamiento), la superficie se encuentra llena de materiales, principalmente cerámicos. Además de los materiales argáricos, mayoritarios, también se conocen cerámicas del Bronce Tardío (Ros y García, 1988). Bibliografía: Inchaurrandieta y Páez, R. (1870): «Estudios pre-históricos. La Edad del Bronce en la provincia de Murcia», Boletín de la Universidad de Madrid, Madrid, abril-1870; Cartailhac, E. (1886): Les âges préhistoriques de l’Espagne et du Portugal, Paris, p.294-296; Siret, H. y L. (1890): Las primeras edades del metal en el Sudeste de España. Resultados obtenidos en las excavaciones hechas por los autores desde 1881 a 1887, Barcelona, p.136-137; Cuadrado Ruiz, J. (1945): «Las falsificaciones de objetos prehistóricos de Totana (Murcia)», B.A.S.E., p.22; (1948): «Algunos yacimientos prehistóricos de la zona TotanaLorca», C.A.S.E., 3, Madrid, p.56-65; Munuera y Abadía, J.M. (1916): Apuntes para la historia de Totana y Aledo, p.4749; Martínez Santa Olalla, J. et al. (1947): «Excavaciones en la ciudad del Bronce Mediterráneo II de la Bastida de Totana (Murcia)», Informes y Memorias, 16; Ruiz Argilés, V. (1948): «Las excavaciones de 1948 en la ciudad algariense de La Bastida de Totana (Murcia)», C.H.P., 2-3, Madrid, p.128-135; Ruiz Argilés, V. y Posac Mon, C. (1956): «El Cabezo de La Bastida de Totana (Murcia). Campaña de excavación de 1948», N.A.H., 3 y 4, Cuad. 1-3, 1954/55, p.60-89; Lull, V. (1983): La «Cultura» de El Argar (Un modelo para el estudio de las formaciones económicosociales prehistóricas), Madrid, p.311-325; Eiroa García, J.J. (1987): «Aproximación a los modelos sociales de la Edad del Bronce en el Sureste», Historia de Cartagena, 2, Murcia, p.377 y ss; García López, M.M. (1987): «Análisis discriminante aplicado a una muestra de cerámica de la Edad del Bronce perteneciente a La Bastida (Totana, Murcia)»,

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

C.N.A., 17; (1987): «Contribución al estudio estadístico de un conjunto de formas cerámicas, pertenecientes a La Bastida (Totana, Murcia), a través del análisis Cluster», C.N.A., 18; (1992): La Bastida de Totana: estudio de materiales arqueológicos inéditos, Universidad de Murcia; Ros Sala, M.M. y García López, M.M. (1988): «Cerámicas del Bronce Tardío y Final de La Bastida (Totana, Murcia)», C.N.A., 18. Pantano del Cejo (Totana)

Unidad: 44 Cronología: Moderno (s.XVIII) Tipo Yacimiento: Estructura Coord. UTM: 627.680 y 4180.750 Cota: 310 a 325 m s.n.m. Pantano de piedra comenzado en 1718 para retener un máximo de 300.000 m3 de agua de la rambla de Lébor, con vistas a proporcionar riego a la huerta de Totana en la cuenca de esta rambla, por lo que se deduce que existía por aquel entonces un caudal más o menos continuo. Presenta una longitud interna de 46 m y una externa de 42, ciñéndose en sus extremos a las margas de la zona, que forman en el meandro dos paredes verticales, apenas 300 m aguas abajo de La Bastida de Totana. La anchura máxima de la construcción es de 14 m, en el extremo derecho, de 9,50 m en el centro y de 11,50 m en el extremo izquierdo; la altura de la presa es de 22 m. En la parte central de la base del pantano se observan dos aliviaderos con cubierta de bóveda de cañón a base de sillares, siendo éste el único punto de la construcción en el que aparecen. Las dimensiones de ambos vanos son considerables: 9,40 x 3,38 x 2,20 m (Vano E) y 9,20 x 3,00 x 2,70 m (Vano W) (longitud, altura y anchura, respectivamente). El primero de estos vanos (E) tiene sillares en el tercio final de su cubierta, mientras que el otro (W) presenta toda la cubierta a base de sillares. Es interesante la documentación de diversas marcas de cantero en los sillares de cubierta, con la peculiaridad de que son mucho más variadas en el vano W que en el E, repitiéndose en ambos tan sólo dos motivos, la recta vertical y el I romano. Bibliografía: Méndez García, F. (1974): Geografía agraria de Totana, un municipio del Valle del Guadalentín, Murcia, p.143-148; Munuera y Abadía, J.M. (1916): Apuntes para la historia de Totana y Aledo.

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Cejo del Pantano (Totana)

Unidad: 45 Cronología: Paleolítico Superior Tipo Yacimiento: Asentamiento Coord. UTM: 627.800 y 4180.250 Cota: 340 m s.n.m. Bibliografía: Pericot, L. y Cuadrado Ruiz, J. (1952): «Dos nuevas estaciones solutrenses en Totana», C.N.A., 2, Madrid, 1951, p.89-92. 4. RESULTADOS

Los hallazgos aislados son principalmente cerámicos, en mucha menor medida sílex trabajado y en un solo caso un molino barquiforme; el 33,3% de cerámica moderna y el 26,6% de cerámica y sílex de posible adscripción eneolítica se reparten casi el 60% de la muestra de hallazgos aislados. En cuanto a su distribución, se localizan exclusivamente en zonas de cultivo actual. Los hallazgos medievales y modernos se asocian espacialmente a restos de estructuras de habitación, por proximidad, mientras que eneolíticos, ibéricos y romanos, sin embargo, se muestran totalmente aislados. Los materiales de arrastre también son, en su mayoría, medievales y modernos, sumando ambos grupos el 74% de la muestra. Aquí, la asociación con zonas de habitación es mucho más evidente, constituyendo manchas más o menos extensas, próximas a asentamientos; en el caso de materiales romanos y prehistóricos, los hemos entendido como de arrastre, y no como aislados, al relacionarlos con yacimientos sitos en cotas superiores, a los que se unen mediante procesos erosivos claros. Un tercer grupo de hallazgos esporádicos lo constituyen una serie de estructuras de encofrado en algunos casos, pétreas en otros. Se trata de 13 atarjeas y estructuras de desviación y canalización de aguas de escorrentía, hoy en desuso. Se les ha atribuido una cronología moderna, y en algunos casos medieval; en La Algualeja, p.ej., no descartamos una cronología incluso anterior. Fuera ya de esos hallazgos esporádicos, se han localizado zonas de extracción de materia prima. En concreto, un taller de sílex, a 300 m al WNW del Campico de Lébor, y un potente afloramiento de nódulos de sílex y cuarcita, al E del mismo asentamiento eneolítico; dos canteras de extracción de sillares de caliza; y una mina abandonada de malaquita y azurita, prácticamente adyacente a la villa tardorromana del Antiguarejo.

PROSPECCIÓN ARQUEOLÓGICA RAMBLA DE LÉBOR 90

Todos estos datos ofrecen una interesante información que se ha desarrollado en la Memoria correspondiente; no obstante sirvan a modo de resumen los comentarios que se verán a continuación. Seguiremos para ello un orden cronológico. El ámbito paleolítico sigue representado exclusivamente por el Cejo del Pantano, conocido desde los tiempos de Cuadrado. No se ha documentado material neolítico. Del momento Eneolítico/Calcolítico se han localizado seis nuevos yacimientos, que se unen a los cinco ya conocidos. De esos seis, dos son asentamientos: Las Cuestas, con cerámica, fauna, y restos de estructuras, hoy prácticamente desaparecido por el aumento de las superficies de cultivo, y una estructura oval, de 12 m de diámetro, en piedra, en la zona alta del Antiguarejo, posible redil reutilizado en época romana. Además, se han localizado cuatro nuevos enterramientos en cueva: Cueva del Pino, en el Cabezo Gordo, con abundantes huesos humanos cubiertos de ocre, y parcialmente expoliada; y Cabezo Gordo II, III, y IV, tres diaclasas no expoliadas en cuyas inmediaciones se han localizado huesos humanos extraídos posiblemente por alimañas. Los 4 enterramientos se orientan, al SE uno, al SSE el resto. Para el periodo argárico, conocíamos ya los de La Bastida y Las Anchuras; de este último hicimos un seguimiento detallado de su estado actual de conservación, observando un fuerte grado de expolio. Sumamos ahora los asentamientos de Los Molinos, y Las Cuestas, y un posible enterramiento en covacha, con un pie de copa completo en su interior, en el Cabezo Gordo. Para el Bronce Final tenemos el interesante asentamiento de La Serrecica, con zócalos ovales y circulares de piedra, sito sobre una amplia mesa de muy difícil acceso, y curiosamente apenas afectada por las actividades delictivas de clandestinos. En cuanto a época romana, eran ya conocidas la villa tardoantigua del Antiguarejo, próxima a una mina de cobre ya mencionada, y vinculada a un manantial todavía en uso, y la villa de Los Allozos. Ambas han sufrido de manera muy notable la actividad humana, reutilizándose los sillares para usos diversos. Ahora contamos con dos yacimientos más: la Balsa de Venta Meras, sobre la cual se construyó en 1918 una casa de labranza, y más tarde una cochera; y un asentamiento rural, tardorromano, sito en un monte de topónimo muy significativo, Monte del Villar. El mundo medieval aparece estrechamente vinculado al agua, quizás por conservarse aún evidencias que para periodos

anteriores han desaparecido. Es el caso de la cadena de molinos sita al NNE de La Serrecica, en el Barranco de Los Molinos, y que abasteció a la población de Aledo durante el medievo, y hasta la Guerra Civil española. Otro hallazgo, este de gran importancia por su temprana cronología, es el del hábitat rural de El Villar de los Albares, distante apenas 300 m del romano del Villar, adyacente a una atarjea abandonada; se conservan en buen estado estructuras rectangulares de habitación, con compartimentos internos, y silos excavados en el suelo, de sección acampanada. Abunda la cerámica de almacenaje. Una de las viviendas, cuyos restos forman un pequeño montículo, aparece en la actualidad salvajemente expoliada. Los asentamientos modernos, por último, se entremezclan en ocasiones con los hallazgos medievales, sospechamos que encubriéndolos a veces, y con enclaves contemporáneos. Se sitúan en pequeños oteros diseminados a lo largo de la zona de los cultivos centrales de Lébor, netamente asociados a bancales de huerta y de frutales, dependientes de una tupida red de acequias; a veces se arremolinan en torno a uno de esos oteros cinco o seis viviendas, a modo de alquería. En la actualidad, dichos asentamientos se han ido abandonado, debido sobre todo a la mejora de las vías de acceso a la zona desde Totana. Este rápido recorrido de los yacimientos documentados nos da una interesante visión de conjunto de la zona de Lébor. La distribución de sus recursos, su privilegiada situación en el contexto general del valle del Guadalentín, la evolución y desarrollo del poblamiento, la cantidad y calidad de su registro arqueológico y, en fin, su propia y peculiar dinámica, constituyen la expresión tangible de la problemática del patrón de asentamiento a través del tiempo. La conjunción de estos factores, y la interrelación de sus más inmediatas consecuencias, condicionan de un modo crucial el modelo de asentamiento, ya particular, de la Rambla de Lébor. Si hay un elemento que, más que ninguno, condiciona el patrón de asentamiento, ese es el agua. En la zona se detectan dos cursos fluviales, los de Lébor y Molinos, y al menos cinco manantiales. Esta riqueza acuífera se completa con una red de atarjeas y acequias sobre la que se distribuye el asentamiento. Sólo dos hábitat parecen escapar a esta dinámica: Las Anchuras, argárico, y La Serrecica, del Bronce Final; ambos, sitos en fuertes elevaciones, con claro dominio sobre toda la cuenca. Un caso interesante es el del Monte del Villar, con un asentamiento rural tardoantiguo, y muy próximo a él, junto a

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

una atarjea, uno medieval antiguo, gracias al cual pensamos se mantuvo el topónimo. Dicha atarjea recorre todo ese monte, pasando antes por una antigua posada, la Venta de La Algualeja. Ya en el interior de la cuenca, pasado El Villar de los Albares, se debió dirigir hacia el sector de la balsa romana. Todavía la tradición popular sabe recordar el trayecto primitivo del agua, en la actualidad desaparecido. El planteamiento pensamos abre un interesante debate en torno a la antigüedad de los sistemas de regadío la zona, interpretados normalmente como medievales. 5. CONSIDERACIONES FINALES

Consideramos necesario iniciar este último apartado sobre conclusiones generales del trabajo realizado incidiendo en la importancia de la rambla de Lébor como conjunto unitario y coherente. La distribución de sus recursos, su privilegiada situación en el contexto general del valle del Guadalentín, la evolución y desarrollo del poblamiento, la cantidad y calidad de su registro arqueológico y, en fin, su propia y peculiar dinámica, constituyen la expresión tangible de la problemática general del patrón de asentamiento humano. La conjunción de todos estos factores y la interrelación de sus más inmediatas consecuencias condicionan de un modo crucial el modelo de asentamiento, ya particular, de la rambla de Lébor. Desde esta perspectiva de conjunto, la rambla de Lébor se ve influida, más que por ningún otro factor, por los condicionamientos marcados por sus recursos hídricos. en este sentido, la presencia de afloramientos de agua (muchos de ellos desaparecidos en la actualidad, aunque presentes en el recuerdo de los lugareños) es verdaderamente llamativa por su abundancia. Así, en un espacio relativamente reducido como lo es la cuenca media de Lébor, contamos con dos cursos de agua (Lébor y Molinos) y al menos cinco manantiales. Los dos cursos citados en la actualidad sólo se conservan en forma de barrancos o ramblas, con presencia esporádica de agua; sin embargo, en un pasado reciente aún llevaba caudales fijos, como lo demuestra la alineación de molinos (usados hasta 1939) en el primer caso, y la presa de distribución para regadíos (inicios del s.XVIII) en el segundo. Con respecto a los manantiales, cuatro de ellos se encuentran agotados en la actualidad, como consecuencia de la realización de numerosos pozos artificiales que, en los últimos treinta años, han hecho descender el manto freático de la zona. Tan sólo sigue aflorando agua del manantial del

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Antiguarejo, en cuyo paraje se encuentra la villa tardorromana del mismo nombre, y del que se encuentra junto a La Bastida. Esta riqueza acuífera ha condicionado de una manera directa la distribución del asentamiento, a lo largo de la historia de la rambla. Por un lado, se constata la presencia de asentamientos en las proximidades inmediatas de manantiales, caso de la villa del Antiguarejo, de los asentamientos eneolíticos de Las Cuestas, o del argárico de La Bastida; o de cursos, caso de la serie de molinos ya mencionada. Por otro, la lejanía de fuentes de agua, en buenos emplazamientos, se ha suplido mediante el establecimiento de una tupida red de atarjeas, canalizaciones de aguas de escorrentía, acueductos y paradas en el lecho de la rambla. Es particularmente interesante el caso de la atarjea de la Algualeja, que trae agua de una mina situada en la cuenca alta de Lébor, delimitando la falda del Monte del Villar; dicha atarjea aparece jalonada de asentamientos: Venta de la Algualeja (s.XVIII), Villar de los Albares (s.X-XI), el Villar (tardorromano, a 300 m de la atarjea), Venta de Merás, La Balsa (romano). Habría que plantearse si el trazado de esa conducción de agua no se remonta a tiempos romanos, de los que sólo quedan restos de la balsa, y la lejanía del manantial. Otro recurso detectado hace referencia al potencial agropecuario. Dicho potencial es difícil de documentar de una manera específica para momentos muy anteriores a los nuestros pero, sin embargo, fácil de intuir en el contexto general de la cuenca. Así, el desarrollo de la red de distribución de aguas ha de relacionarse con una necesariamente densa presencia de zonas aptas para el cultivo. En esta línea, se observan numerosos asentamientos en forma de cortijos abandonados, dispersos a lo largo de toda la parte alta de la cuenca media de Lébor, rodeados de huerta y, sin embargo, relativamente alejados de manantiales. En momentos prehistóricos también se puede vislumbrar esta relación asentamiento-zona de explotación agropecuaria. Así, los asentamientos se sitúan en zonas elevadas con respecto a su entorno de explotación, lo que podríamos llamar área de captación muy inmediata. Habría que plantearse si dichos emplazamientos están en función directa de la explotación agropecuaria correspondiente o prima, por encima de este planteamiento, otro de diferente índole: control de rutas de comunicación y/o de acceso, etc. Otros recursos a tener en cuenta, y que pueden haber influido en mayor o menor grado en el patrón de

PROSPECCIÓN ARQUEOLÓGICA RAMBLA DE LÉBOR 90

asentamiento del área son los afloramientos de materia prima para la elaboración de utillaje lítico tallado y/o pulimentado, o para la fabricación de molinos barquiformes, olas vetas de minerales metálicos, concretamente azuritas y malaquitas. Dichos recursos, obviamente más escasos que los acuíferos ya mencionados, se ubican en determinados puntos, muy bien localizados, de la zona prospectada. Desde el punto de vista de determinación del asentamiento, destacamos el caso de las minas de malaquita y azurita próximos al tardorromano Antiguarejo, o al argárico de Las Anchuras, o la cantera y taller de sílex nodular próximo al Campico de Lébor; ¿en qué medida provoca el recurso la instalación del asentamiento? ¿en qué grado se interrelacionan los diferentes niveles de importancia de los variados recursos, y en que cuantía dicha interrelación afecta al patrón de asentamiento?. Un estudio pormenorizado de estas cuestiones, y un análisis del medio, pensamos llevarán en un futuro próximo (cuando se amplíe considerablemente el área prospectada) al establecimiento de hipótesis válidas al respecto. Otro aspecto que hay que considerar a la hora de valorar el patrón de asentamiento sería la cuestión del control de las, rutas y vías de comunicación, comercio e intercambio. Efectivamente, el registro material procedente de las antiguas excavaciones realizadas en yacimientos como La Bastida, Campico de Lébor o Blanquizares de Lébor evidencia la presencia de una serie de materiales claramente importados como sería el caso, por ejemplo, de las conchas marinas, o incluso de parte de la industria lítica tallada y pulimentada. Parece lógico pensar en el contacto de Lébor con el guadalentín como el punto más probable de paso de la mayoría de estos recursos foráneos. Ello, de ser así, automáticamente justifica en parte el emplazamiento de ciertos asentamientos, como La Bastida o Campico de Lébor. Una cuestión interesante que se plantea, una vez conocidas las posibilidades reales de la zona estudiada, es si habría que pensar en yacimientos como los dos últimos mencionados más como núcleos humanos en relación con dinámicas de intercambio que como asentamientos relacionados con el entorno más o menos inmediato. Lo recurrente de tal variedad de posibilidades económicas y la confluencia de tan numerosos recursos, tanto bióticos como abióticos, ha provocado, en los diferentes momentos de ocupación humana de la rambla de Lébor, una densidad de asentamientos más que considerable. La tabla que adjuntamos muestra el número de puntos de interés arqueológico (P.I.A.) documentados a lo largo de

toda la campaña. Téngase en cuenta que muchos de los que nosotros consideramos como hallazgo esporádico pueden ser exponentes de asentamientos desaparecidos, sean éstos de pequeña o gran entidad. Mucho se podría hablar del tema en cuestión, y numerosos son los aspectos que, por falta de tiempo, quedan en el tintero. Baste sin embargo esta comunicación como vehículo de expresión de un trabajo pensamos que detallado y coherente, y de unos resultados que creemos no hacen sino demostrar el interés que prospecciones sistemáticas intensivas pueden tener para el conocimiento de nuestra Arqueología.

NOTAS: (1) Desde entonces sí que existen trabajos sobre yacimientos de la zona, pero se basan en materiales procedentes de angituas excavaciones: Lull, García López, Eiroa, etc. (2) Cada grupo iba coordinado por uno de los responsables de la prospección, y estaba compuesto por un número variable de prospectores, que oscilaba entre 2 y 4 personas, además del responsable del grupo. Este tamaño para cada grupo facilitó enormemente los desplazamientos por caminos y carreteras, al poder realizarse con un solo vehículo. (3) Participaron en esta campaña las siguientes personas, además de los firmantes del proyecto: Manuel Ayllón Vidal, María Cano Gomariz, José Antonio Egea Sandoval, Nieves Escudero Navarro, Juan Wenceslao Extremera Saura, Francisco García Bueno, Cristina González Gómez, Juan de Dios Hernández García, Pilar Hernández, Antonio Javier Medina Ruiz, Concepción Mena Moreno, Juan Luis Montero Fenollós, Esther Muñoz Césaro, Belén Sánchez González y María de Mar Servet Heredero. A todos ellos nuestro más sincero reconocimiento. (4) Parece que estamos ante un error en la ubicación de la mayoría de los yacimientos, derivada de la defectuosa colocación del conjunto de Blanquizares de Lébor, que parece haber servido de punto de referencia para la localización cartográfica del resto de lugares.

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PROSPECCIÓN ARQUEOLÓGICA SUBMARINA DE LA PLAYA DE LA EMBESTIDA (LA MANGA DEL MAR MENOR)

Juan Pinedo Reyes Mercedes Gómez Bravo Ricardo Ontañón Peredo

MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

ENTREGADO: 1991

PROSPECCIÓN ARQUEOLÓGICA SUBMARINA DE LA PLAYA DE LA EMBESTIDA (LA MANGA DEL MAR MENOR)

JUAN PINEDO REYES, MERCEDES GÓMEZ BRAVO, RICARDO ONTAÑÓN PEREDO

Resumen: En el área de La Embestida se estudió un pecio moderno del que se han documentado materiales que han permitido conocer la estructura del buque. Como consecuencia del proyecto de construcción de un emisario submarino con salida por Cala Reona, se estudió con

carácter de urgencia la bahía, documentándose un pecio tardorromano y el área de Cala Reona y Cala Flores al objeto de buscar posibles alternativas al emisario.

SITUACIÓN Y ANTECEDENTES

arqueológica submarina en el yacimiento, y aprobado por la Consejería de Cultura de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia, se iniciaron los trabajos de documentación y planificación previos a la prospección subacuática. Ésta se llevó a cabo entre los días 3 y 10 de abril de 1990.

La playa de la Embestida se encuentra localizada en la Manga del Mar Menor, en una zona comprendida entre el Cabezo de Calnegre y El Pedrucho. Se trata de una playa de arena de gran extensión, abierta al viento dominante de la zona, lo que provoca fuertes temporales con el consiguiente avance y retroceso de la arena. Esta dinámica afecta tanto a la línea de costa como al fondo marino. A consecuencia del temporal de Levante que azotó la zona a mediados de marzo del presente año, se localizaron los restos de una estructura de madera por parte de D. Justo Amat Rajas, mientras realizaba faenas de pesca en la zona. Tras conocer la noticia, el C.N.I.A.S. realizó una visita de comprobación al yacimiento. Éste corresponde a los restos de una embarcación de madera que ocupa un área aproximada de 13,60 x 5 metros. Se encuentra a una cota de profundidad de 3 metros, y a una distancia de 70 metros de la playa. Descansa sobre un fondo de arena de bastante potencia. Una vez realizada la visita, se creyó oportuno efectuar una intervención con carácter de urgencia sobre los restos descubiertos. Presentado el proyecto de prospección

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DESARROLLO DEL TRABAJO

El equipo de trabajo estuvo compuesto por las siguientes personas: - Arqueólogos subacuáticos: Inmaculada Arellano, Beatriz Domingo, Mercedes Gómez, Carlos León, Ana Miñano, Roberto Ontañón y Juan Pinedo. - Restaurador subacuático: Jorge Pérez-Guerra. - Fotógrafo subacuático: Pedro Ortiz. - Patrón de la embarcación: Emilio Peñuelas. - Mecánico: Mauricio Alarcón. La totalidad del material técnico utilizado procedía del C.N.I.A.S. En cuanto a las condiciones climáticas durante los días en que se llevó a cabo el mencionado trabajo, la temperatura y las condiciones de luz natural resultaron favorables; no así la visibilidad bajo el agua, considerablemente disminuida

PROSPECCIÓN ARQUEOLÓGICA SUBMARINA DE LA PLAYA DE LA EMBESTIDA (LA MANGA DEL MAR MENOR)

Foto 2. Cuadernal.

Foto 1. Cuadernales.

debido a la existencia de gran número de partículas en suspensión ocasionadas por una ligera marejada en superficie y mar de fondo. El desarrollo de los trabajos abarcó diferentes aspectos. En primer lugar, se hizo un reconocimiento de la zona con el fin de comprobar la posible dispersión de los restos en superficie, constatándose que la estructura de madera se presentaba como un conjunto homogéneo, es decir, no se aprecian aportaciones de materiales de yacimientos cercanos. Por otra parte y como resultado del reconocimiento del área, hay que destacar la inexistencia de restos visibles diseminados por el entorno en un radio de aproximadamente 250 metros teniendo como centro la estructura. El aspecto documental prioritario de esta campaña lo constituyó la realización de un mosaico fotográfico de los restos visibles. Para ello fue imprescindible la limpieza de la arena que cubría ligeramente la superficie del casco. Durante esta fase de limpieza se localizaron en superficie una roldana de madera (n.º inventario 90.002) y dos ladrillos, uno de ellos completo (n.º inventario 90.009 y 90.010).

La metodología empleada para la obtención del mosaico fotográfico consistió en colocar una cinta métrica en la zona central del barco, marcada por la sobrequilla que era visible en toda su extensión. A un metro de distancia y en paralelo se colocaron otras cintas métricas con el fin de delimitar una serie de calles; éstas a su vez fueron subdivididas por jalones de un metro de longitud, conformando áreas de un metro cuadrado, que sirvieron de marco a las fotografías; el tamaño de las áreas vino impuesto por el tipo de objetivo y la profundidad en que se trabajó. Cada área de un metro cuadrado fue denominada por un número o por un número y letra. La zona de babor fue marcada por números impares en su primera calle, a los que se añadía la letra A en la segunda y B en la tercera. A su vez el área de estribor se numeró con pares en su primera calle, añadiendo las letras A y B en la segunda y tercera calle respectivamente (véase lámina 1). Igualmente se tomaron fotografías del conjunto del barco y vistas de detalles de partes de la estructura. Otra faceta desarrollada a lo largo del trabajo consistió en la realización de un corte transversal de los restos visibles del navío, correspondiendo el citado corte a una cuaderna de la que se tomaron sus medidas longitudinales, de grosor y de anchura, así como las distancias entre las improntas dejadas por las clavijas. Por otra parte se elaboró un croquis a mano alzada del conjunto, con la finalidad de que sirviera de plano de referencia a las diferentes actuaciones realizadas en el pecio y, a la vez, de complemento para el mosaico fotográfico. Seguidamente se procedió a la toma de referencias del barco respecto a tierra, para lo cual se colocaron cuatro boyas delimitando la extensión de los restos visibles: una en

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Figura 3. Zona de actuación.

la proa (es decir, la parte más cercana a tierra), otra en la popa y dos en los extremos de las bandas de babor y estribor. Las mediciones fueron realizadas desde puntos «ZM» existentes en la playa utilizando un teodolito y una mira. Como apoyo a la labor de documentación se realizaron dos sondeos para comprobar la potencia del yacimiento. Para ello se montaron dos cuadrículas: una de ellas, la A, de 4 x 1 metros, se situó paralela a la sobrequilla, en la parte de popa a babor del barco, donde la potencia de la arena parecía mayor dado que la embarcación se encuentra escorada sobre la banda de babor. Otra, la cuadrícula B, de 2 x 2 metros, se colocó en la parte central del extremo de popa, donde se perdía la sobrequilla. Para la limpieza de dichas cuadrículas se emplearon dos mangas de succión de 1,5 CV. de potencia. En todas ellas se extrajo arena hasta llegar al nivel en que aparecían los restos de la estructura. En el proceso de limpieza de la cuadrícula A, y a una cota (Z) de 50 cms., apareció un motón doble compuesto por dos roldanas (n.º inventario 90.001) con un fragmento de cabo «in situ» y unida a

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una cuaderna por una concreción metálica. Se situó dentro de la cuadrícula y posteriormente fue extraída. No aparecieron restos arqueológicos significativos, a excepción de cuatro cuadernas de la zona de babor, junto a otras piezas de madera pertenecientes al barco y clavijas del mismo material (n.º inventario 90.004 y 90.005). La cuadrícula B resultó totalmente estéril, dado que no apareció estructura del barco ni restos de otro tipo. En ella se profundizó 70 cms. Ante los resultados negativos de la cuadrícula anterior, se planteó situar una nueva, a la que se denominó C, de 2 x 2 m., entre las cuadrículas A y B. En dicha cuadrícula comenzó a aparecer el armazón del navío a 30 cms. de profundidad, caracterizándose éste por la existencia de gran número de concreciones calcáreas, junto a nuevas cuadernas y otros restos de la tablazón. No aparecieron hallazgos de otro tipo en esta cuadrícula. Finalmente se extrajeron una serie de muestras de madera pertenecientes a diferentes elementos estructurales del barco, con el fin de proceder a un análisis de su especie

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Foto 4. Vista parcial de los restos sumergidos.

y grado de deterioro. Dichas muestras se encuentran en proceso de estudio actualmente, por lo que no es posible adelantar ningún resultado. Con posterioridad a los trabajos desarrollados en el agua, se procedió a la elaboración de los datos en tierra: * Montaje del mosaico fotográfico que sirvió de base al dibujo planimétrico de la estructura, apoyado por los croquis y apuntes tomados durante las inmersiones, a escala 1:20 (lámina n.º 2). * Dibujo y elaboración de los datos obtenidos en el corte transversal efectuado sobre la estructura. * Limpieza, dibujo y descripción de los materiales arqueológicos extraídos a lo largo de esta intervención. VALORACIÓN DEL YACIMIENTO

La consulta de fuentes documentales como paso previo a los trabajos de prospección, estuvo encaminada a la búsqueda de información sobre hundimientos acaecidos en la Manga del Mar Menor entre los siglos XVIII y XX, labor que

resultó totalmente infructuosa al no localizarse ninguna noticia de naufragios en esta zona. Se consultaron el Archivo Histórico de la Marina y el Archivo Municipal de Cartagena. El hecho de centrarnos en una determinada época cronológica se debe a la posible atribución cultural del material arqueológico extraído en las primeras recuperaciones por parte de particulares. Una datación aproximada del yacimiento solo sería posible por medio de una excavación arqueológica exhaustiva, atribución cronológica que es aventurado asegurar tras esta breve campaña de documentación de los restos existentes; esto se debe fundamentalmente a la tosca construcción del barco (posiblemente un pailebot de dos palos dedicado a un comercio de cabotaje) y a la ausencia total de materiales arqueológicos con una datación fiable. Hay que tener en cuenta que los elementos aparecidos pertenecientes al barco, tales como poleas, espigas, ladrillos, etc. tienen una evolución técnica muy lenta, lo cual conlleva una atribución cronológica muy amplia (hoy en día aún se emplean motones de madera para faenar con los cabos).

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Lámina 0. Reticulado de intervención arqueológica.

Foto 5. Detalle del proceso de excavación.

Debemos considerar por otra parte que a lo largo de esta campaña no ha aparecido material alguno perteneciente a la carga del navío, lo que dificulta considerablemente la datación de éste. Por último, hay que apuntar el alto grado de deterioro en que se encuentra el yacimiento actualmente. Este detrimento se debe tanto a su situación a escasos metros de la playa, como a su exposición a los temporales de Levante -tan frecuentes en la zona- que tapan y descubren el barco, provocando en consecuencia una destrucción mas rápida de la madera. Actualmente, la regeneración de la playa de la Embestida, en la que se ha vertido una importante cantidad de arena, ha afectado al yacimiento cubriéndolo en su totalidad y, por tanto, su exposición a los ataques del medio marino, temporales sobre todo, con su consecuente peligro, ha desaparecido. DESCRIPCIÓN DEL MATERIAL 1. N.º DE INVENTARIO 90.001

CUADERNAL- La pieza extraída es una polea, denominada en términos náuticos motón de doble roldana o cua-

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dernal. Está compuesta por una caja de madera de forma ovalada, con dos ranuras en las que van alojadas dos roldanas cuyo eje, denominado perno, descansa en ambos lados de la caja, llamados gualderas o quijadas. En este caso, el motón, al estar compuesto por dos roldanas, se denomina cuadernal de dos ojos o de dos cajeras. La función de esta pieza es multiplicar la fuerza y disminuir, por tanto, el esfuerzo para el laboreo de los cabos. El de la pieza hallada conserva las improntas del cabo que lo rodeaba para poder ser suspendido mediante un estrobo con gaza. Toda la pieza es de madera, excepto la anilla de sujeción de la roldana al perno, y aunque es prácticamente imposible datarla, por ser uno de los elementos del aparejo de un barco menos evolucionado, sí podemos decir que muy probablemente no corresponda al siglo XX, ya que los existentes desde principios de siglo suelen tener el perno y la roldana de metal. DIMENSIONES: * Longitud (motón): 30 cms. * Ancho (motón): 24 cms. * Diámetro groera del eje circular (motón): 1.4 cms. * Ancho de la caja (motón): 3,3 cms. * Impronta del estrobo (motón): 4 cms. * Ancho (roldana): 2,5 cms. * Groera cuadrangular (roldana): 1,7 cms. * Diámetro (roldana): 21,5 cms. Tiene la impronta de una

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Láminas I y II. Dibujo en planta de los restos.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Localización topográfica. Pecio de La Embestida.

pieza triangular con tres orificios de fijación de la roldana a las quijadas y una pieza interior circular metálica que fija la roldana al perno. * Diámetro eje interior (roldana): 3,5 cms. * Diámetro eje de la pieza metálica (roldana): 1,5 cms.

Lámina III. Roldana.

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ESTADO DE CONSERVACIÓN: Completo, en cuatro fragmentos. La conservación del material no se podrá determinar, hasta conocer los resultados del análisis del estado de deterioro de la madera. En apariencia su estado estructural es bastante bueno. Las concreciones se han formado a partir del eje metálico y del lugar donde iría la pieza metálica.

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Lámina 4. Fragmentos de madera.

Lámina V. Clavijas.

Lámina VI. Fragmentos de cerámica y tornillo.

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MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA

Lámina VII. Ladrillo.

Lámina IX. Ladrillo.

3. N.º de inventario 90.003 (Lám. n.º 4. Fig. n.º 2)

Fragmento de madera de la zona lateral de la sobrequilla, con un extremo redondeado.

Lámina VIII. Ladrillo.

2. N.º de inventario 90.002 (Lám. n.º 3)

ROLDANA- Pieza en forma de rueda o polea sobre la que laborean los cabos; parte posiblemente de un motón. La roldana hallada no presenta ninguna señal de contacto con material metálico alguno. DIMENSIONES: * Diámetro: 23 cms. * Grosor: 4,8 cms. * Diámetro del eje interior: 4,8 cms. ESTADO DE CONSERVACIÓN: Completo, no fragmentado. En los bordes presenta unas pequeñas muestras, producidas posiblemente por golpes en su uso. Muestra concreciones terrosas. La conservación del material no se podrá determinar, hasta conocer los resultados del análisis del estado del deterioro de la madera. En apariencia su estado estructural es muy bueno.

DIMENSIONES: * Longitud: 15 cms. * Ancho: 3,4 cms. * Grosor: 3,5 cms. ESTADO DE CONSERVACIÓN: La conservación del material no se podrá determinar hasta conocer los resultados del análisis del estado de deterioro de la madera. En apariencia su estado de conservación es aceptable. 4. N.º de inventario 90.004 (Lám. n.º 5. Fig. n.º 2)

CLAVIJA (ESPIGA): de madera con forma troncocónica, para ensamblar el forro a las cuadernas. DIMENSIONES: * Longitud: 22,4 cms. * Sección: 9 mm. ESTADO DE CONSERVACIÓN: Incompleta. La conservación del material no se podrá determinar hasta conocer los resultados del análisis del estado de deterioro de la madera. En apariencia su estado de conservación es malo. 5. N.º de inventario 90.005 (Lám. n.º 5. Fig. n.º 1)

CLAVIJA (ESPIGA): de madera con forma troncocónica, para ensamblar el forro a las cuadernas. DIMENSIONES:

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* Longitud: 27,2 cms. * Sección: 2,5 cms. aprox. ESTADO DE CONSERVACIÓN: Completa, no fragmentada. La conservación del material no se podrá determinar hasta conocer los resultados del análisis del estado de deterioro de la madera. En apariencia su estado de conservación es aceptable. 6. N.º de inventario 90.006 (Lám. n.º 6. Fig. n.º 2)

TORNILLO: metálico con cabeza hexagonal. DIMENSIONES: * Longitud: 4,3 cms. * Ancho de la cabeza: 1 cm. * Diámetro del orificio de la cabeza: 4 mm. * Espárrago con rosca: 4 mm.

LADRILLO: fragmento compacto de color anaranjado. DIMENSIONES: * Longitud: 12 cm. * Ancho: 10 cms. * Grosor: 5,2 cms. 10. N.º de inventario 90.010 (Lám. n.º 7)

LADRILLO: completo, de color anaranjado en sus dos caras. DIMENSIONES: * Longitud: 19,5 cms. * Ancho: 10 cms. * Grosor: 5,2 cms. 11. N.º de inventario 90.011 (Lám. n.º 4. Fig. n.º 1)

ESTADO DE CONSERVACIÓN: Completo, no fragmentado. Presenta una capa muy superficial, más o menos homogénea, de carbonato básico de cobre y pequeñas fluorescencias de cloruro de cobre. Estado de conservación muy bueno.

Fragmento de madera con un extremo redondeado. DIMENSIONES: * Longitud: 20,5 cms. * Ancho: 3,4 cms. * Grosor: 7 cms.

7. N.º de inventario 90.007 (Lám. n.º 6. Fig. n.º 1)

CERÁMICA: Fragmento de borde exvasado muy prominente de cerámica común, con desgrasantes finos. ESTADO DE CONSERVACIÓN: Presenta una concreción ferrosa amalgamada con materiales orgánicos.

ESTADO DE CONSERVACIÓN: Incompleto. La conservación del material no se podrá determinar hasta conocer los resultados del análisis del estado de deterioro de la madera. Presenta perforaciones producidas por ataque de organismos xilófagos.

8. N.º de inventario 90.008 (Lám. n.º 9)

LADRILLO: Fragmento compacto de color anaranjado en su cara externa y grisáceo en su cara interna. Presenta una concreción metálica producida posiblemente por un clavo. DIMENSIONES: * Longitud: 14,4 cms. * Ancho: 5 cms. * Grosor: 4,8 cms. 9. N.º de inventario 90.009 (Lám. n.º 8)

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