La Universidad Nacional en sus pasillos [Primera ed.]
 9587012208

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La Universidad

Nacional de Colombia en sus pasillos

(iro A. Quiroz Otero

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DE COLOMBIA

La Universidad Nacional de Colombia en sus pasillos

Facultad de Derecho• Ciencias Políticas y Sociales

La Universidad Nacional de Colombia en sus pasillos

©

Universidad Nacional de Colombia Facultad de Derecho, Ciencias Polfticas y Sociales

©

Ciro A. Quiroz Otero

Primera edición, 2002 Primera reimpresión, 2003

Fotograffas

Saddy González, Guillermo Flórez, Caicedo, Benavides, Grupo Cátedra Vida Universitaria Archivo E/Tiempo y El Espectador

Caricaturas

Teo, Honorio Alfonso Hernández, Quiroga, J N Castaño, Rendón Arturo Alape

Diseño de carátula Fotograffa de carátula

Diseño, preparación editorial e impresión

Alejandro Medina Jorge Gómez Prada Vista nocturna del acceso peatonal a la universidad por la calle 26

Universidad Nacional de Colombia UNIBIBLOS [email protected] Bogotá,2003

ISBN

958-701-220-8

Mi cariño para Lilia Mercedes, mujer solidaria y para mis hijos

Yasser Daría y Juan David

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SEÑOR DE

RECTOR

MEDICINA

UNIVERSIDAD

DE

DE

LA

FACULTAD

LA

NACIONAL

Cuando usted reciba esta carta, quien la firma habrá ya muerto. Dios es el dueño de mi alma y puede disponer libremente de ella; yo soy dueño de mi cuerpo y puedo hacer con él lo que a bien tenga. He resuelto, por tanto, donárselo a la Facultad que Usted dirige. Prefiero que sea pasto de los estudiantes, a que lo sea de los gusanos. Ya que en vida sólo me sirvió para alimentarlo y vestirlo y algunos órganos, como los genitales, sólo contribuyeron a aumentar mis problemas, que sirva ahora para que los alumnos de esa Facultad realicen sobre él sus investigaciones. El cadáver que pongo a sus órdenes está compuesto por los siguientes aparatos: digestivo, circulatorio, respiratorio, urinario, un sistema nervioso central y uno periférico, 213 huesos correspondientes a la columna vertebral, la caja torácica, la cabeza, los miembros superiores e inferiores y los músculos del cuello, los brazos, las piernas, etc. Todo en regular estado y con los deterioros causados por sesenta años de uso. Sería muy conveniente y así me permito sugerirlo, que se examine mi cerebro y se establezca por que razón jamás se me ocurrió, para obtener dinero, nada distinto a pedírselo prestado a los demás ... Se suscribe de usted, más muerto que vivo,

ÁLVARO SALOM BECERRA

Don 5imeón Torrente ha dejado de... deber

Presentación

No pretende este libro academicismo alguno, si lo lograse, lleva impresa la gratitud que siento por la universidad que me formó. Más que cualquier historia, encontrará el lector reminiscencias, crónicas y personajes de diversas y sobresalientes épocas de la vida y el trajín universitarios. Unas veces solemnes, otras con su carga natural de humor; estas narraciones tratan de hilar el recorrido humano que ha surcado la Universidad Nacional en su incesante búsqueda de conocimiento y de justicia. Fue mi deseo mencionar, por sus nombres a todos aquellos que incidieron e inciden en su gesta como protagonistas rebeldes o pacíficos; silentes o bulliciosos, y a quienes han derrochado alegrías o tristezas en su campus, de nombrarlos resultaría larga la lista sin agotar siquiera la época que viví como estudiante y he seguido como profesor. Basta dejar aquí el testimonio de mi afecto por sus alumnos, por su causa y dirigirlo también a los amigos que me ayudaron a rememorar su pasado hasta materializar la idea en esta obra que queda a la vista para deleite y critica de sus lectores. CIRO A. QUIROZ OTERO

Sumario

PRIMERA PARTE

Un proyecto de librepensadores Nacimiento

19

Los bienes de la Iglesia a la Universidad

26

Los masones en el juego

28

Irreverencia e innovación

30

El primer rector. Ezequiel Rojas

34

El segundo rector. Manuel Ancízar

37

El papel de Tracy y Bentham

41

Obispos y masones

42

Tras los bienes del Rosario

45

¡Fusiles sí, libros no!

47

Conservadores versus liberales

53

Contra las clases de religión

57

Disciplina e inquisición

58

Teología y libre albedrío

60

Después de la Guerra de los Mil Días

61

La dictadura de Rafael Reyes

62

Rafael Uribe Uribe, Benjamín Herrera y la huelga del banano

64

Panamá y el tranvía de Bogotá

65

Vientos de transición

69

El patriotismo y los estudiantes

73

Elecciones, cátedra libre y fósforo blanco

75

Altruismo estudiantil

78

Gaitán graduado en la Universidad Nacional

81

(iro Quiroz Otero

12

El hijo del Presidente dispara a un compañero

86

El 8 de junio de 1929

88

Los acontecimientos de junio y la policía montada

93

Ante el cadáver de Bravo Pérez

96

El sepelio del estudiante

99

Estudiantes en San Victorino

100

La mujer y la universidad

102

Llega Neruda

108

Nacen las pedreas

112

Dirigente, telefonista y espía

115

Todos los aspirantes eran sabios

117

El cambio del día del estudiante

119

A la calle contra Rojas Pinilla

122

El papel de las reinas estudiantiles

124

Los estudiantes rechazan a la policía

128

La realidad de la masacre

132

Promesas y más promesas

138

SEGUNDA PARTE

rbamos a cambiar el mundo

Bailes y política

141

Reaparecen los carnavales

142

La ciudadela universitaria

147

López Pumarejo condecorado

152

El edificio de Derecho

155

La UNEC, Laureano Gómez y el cardenal Concha

158

El movimiento en los años sesenta

160

Arden los buses por primera vez

161

Rector del Frente Nacional

162

La Universidad Nacional en sus pasillos

13

Modernización e independencia

164

¿Idiotas útiles?

166

Rechazo al establecimiento

168

Uno, dos, tres ... ¡a retener buses!

172

La Universidad transforma y se transforma

175

Pretexto y realidad

180

Protagonismo médico

182

Todo comenzó en la Ciudad Universitaria

186

Una transición no sospechada: el monte

191

El Indio Fonqué o el APRA en la Nacional

198

Los buenos días en el campus

202

Los garajes del barrio El Recuerdo

208

Plátanos y rendimiento académico

211

Siempre se empezaba y se seguía con algo

214

Reductos de cultura universitaria

218

Para todo había tiempo

220

Cúcuta-Santiago de Cuba, sin escalas

223

El plan básico

226

Adiós a la educación pública

231

De cómo el barbero modelaba ideologías

232

Transformando cráneos se hace política

233

Trastornos ideológicos

234

Las charlas de Agudelo

235

Goyeneche deseó ser presidente

238

Un burro en las residencias

240

Las marchas estudiantiles

241

De Gaulle y la banda de San Pelayo

242

Oliverio del Villar émulo de Fidel Castro

243

El camarada Aguja y don Leopoldo Uprimny

245

Avellaneda y la Vuelta a Colombia

246

Valencia y Bertha, "dos perros en la política"

249

elro Qulroz Otero

14

Las gallinas virulentas

250

Pedradas a la iglesia de El Recuerdo

252

Cuco Medina preso, y lo que hacía era bailar

253

Jaime Niño, anatomía de un revolucionario

254

Un burro juzgado en la Plaza de Bolívar

256

Jorge Washington privado de su espada

258

Cotes y Camilo buscan una "imprentica"

260

Un muerto vivo hizo correr a la policía

262

Maratón oratoria de González y Sánchez

264

El gallo de Munive era comunista

266

Frijol y el perro de los Mantilla

267

De lo ideológico a los puños

268

Una pelea mal casada

270

Hombres con faldas

273

Estudiantes a consejo de guerra

275

La marcha a pie hasta Cali

279

TERCERA PARTE

En

105

pasillos

La autocremación de Hermosilla

285

Los estudiantes ganan o pierden el cielo

286

Derecho tuvo un torero

288

La muerte del caballo "turco"

290

El triste final del "hombre de la llama"

294

El rugido del león

296

Los profesores de derecho en los años 60

298

El sillón premonitorio

298

El profesor Arturo Valencia Zea

299

Enrique "Jota" González

301

Carlos Didacio Álvarez

305

La Universidad Nacional en sus pasillos

15

Jorge Gutiérrez Anzola

307

Leopoldo Uprimny

310

Carlos Gustavo Arrieta, padre

312

Jorge Córdoba Poveda, Cordobita

313

Abel Naranjo Villegas

315

El padre Wilches

316

Eduardo Umaña Luna

319

El padre Vaccaro

322

Antonio Vicente Arenas

325

Diego Uribe Vargas

327

Marco Antonio Fonseca

329

Eduardo Santa

331

José Alejandro Bonivento

333

Luis Carlos Sáchica

335

La Constitución Política no fue culpa de Chucho Ramírez

337

La vida académica

339

Arrebatos de elocuencia

342

Primera parte

Un proyecto de librepensadores

Nacimiento

Como una respuesta a los métodos de la intolerancia ideológica de la época, la Constitución Política colombiana de 1863 abrió el camino para un juicio histórico que permitió cuestionar el pasado y dar paso al saber. También permitió comprobar que la verdad se logra sólo con el impulso de la propia verdad y que los postulados de las confesiones religiosas no podían estar por encima del Estado. Se suprimió por primera vez el nombre de Dios del preámbulo y se invocó el del pueblo, por cuya voluntad se legislaba. Así, el poder civil y la fuerza eclesiástica quedaron deslindados'. Tomaron la ignorancia como blanco, y la razón se unió a la crítica intelectual para obtener cierto grado de libertad y tolerancia. Toda imposición de principios o concepciones, si no se estaba conforme, era violatoria de la libertad de conciencia. La convicción religiosa debía atenerse a las leyes civiles, de la misma manera como los laicos no tenían derecho a censurar el modo de vida de un creyente si éste se ajustaba al dictado de las leyes entre iguales". Un laboratorio para la reflexión se hacía necesario. Fue suficiente, en este entorno, una caligrafía delineada con firme puño para redactar la ley matriz de la educación superior, como toda una estrategia3 • Si lo miramos hoy, el texto carece de escudo; bastó la sabiduría que ilustró su filosófico contenido. La libertad de pensamiento dispondría en adelante de su foro natural, que serviría para la cimentación del conocimient04 • El presidente de los Estados Unidos de Colombia promulgó la Ley 26 del 22 de septiembre de 1867, y la Universidad Nacional nació en el candente momento en que se debatían las libertades ciudadanas. Foro en que se enfrentó a la jerarquía religiosa, precisamente cuando ésta arremetía con su arsenal de servilismo, pompas y rituales, en afanada empresa por lograr el dominio total de la desprevenida mentalidad de Pérez Aguirre. Veinticinco años de historia colombiana 1853-1878. Editorial Sucre. Bogotá, 1959, pp. 218-225. Pablo Cáceres Corrales. Crítica constitucional. Ediciones del Banco de la República. Bogotá, 1989, p. 398.

1. Antonio

2.

Ricardo Sánchez. Decanos, profesores y egresados. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá, 1993, pp. 10-11.

3. Diego Uribe Vargas. Las Constituciones de Colombia. To~o n. Ediciones Cultura Hispánica Madrid, 1977, pp. 931-935. 4. Anales de la Universidad Nacional. Tomo 1. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá, p. 5.

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los colombianos 5 • Su poder material en la época era tal, que sus bienes inmuebles, valiosísimos, tenían carácter perpetuo indivisible e inenajenable6 • Desde su cuna sus fundadores previeron que la universidad fuera una institución docente critica que, como con un cordón umbilical, estuviera unida al pueblo, en especial "al artesanado radical" en sus tres grados. La universidad, para proyectarse, habría de fomentar conferencias y publicar un periódico mensua1 7 • Los fanáticos, liderados por la clerecía, se oponían con empeño a traer propósitos sin pérdida de tiempo y acorazados en el absolutismo. Prodigaban esfuerzos inmensos tratando de mantener a la república en el mismo oscurantismo confesional heredado del coloniaje; su intención era desfigurar el plan del conocimiento. Los detractores del proyecto llamaron a la universidad "radical y atea"8. Entre tanto, los librepensadores desplegaron a los cuatro vientos las banderas de libertad, tolerancia e igualdad para todas las personas, sin temer a los fanáticos que amenazaban con la excomunión y con los más crueles castigos en este mundo y en el de más allá9 • Sanciones morales y hasta materiales hubo para quienes, por obedecer las leyes del país, no se acogieron a los dictados sacerdotales, emitidos por la transnacional romana. Con su tradicional autoritarismo, los de sotana se abrogaban la tutela vitalicia de la forma de pensar de sus crédulos y también de la de quienes no creían en ellos. Estaban empeñados en una implacable cruzada encaminada a cortar de raíz cualquier estrategia libertaria de la conciencia, en contra de los ideales pregonados por los liberales, ideario que encontró aquí el arraigo y el respaldo masivo suficiente como para generar los grandes impulsos que jalonaron nuestra historia en el siglo XIXlo. Eran especialmente los hijos reconocidos de la Expedición Botánica y la Comisión Coro gráfica, los 5. José David Cortés. Curas y políticos. Ediciones del Ministerio de Cultura. Bogotá, 1998, pp. 154-157. 6. Antonio Pérez Aguirre. Op. cit., pp. 221-222. 7. Eduardo Suescún Monroy. Universidad, proceso histórico y juridico. Editorial Grijalbo. Bogotá, 1994, pp. 50-51.

8. LuzAmorocho. Universidad Nacional de Colombia, planta fisica 1867-1982. Ediciones Monografias de Arquitectura. Bogotá, 1982. 9. José David Cortés. 10.

Op. cit., pp. 154-155.

Gerardo Molina, Las ideas liberales en Colombia. Tomo 11. Tercer Mundo Editores, Bogotá, 1979, pp. 164-170.

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primeros en recorrer el territorio nacionall l • No hubo espacio importante que no conocieran, cultura que no inventariaran y costumbre que no escudriñaran. Sobre aquellos conocimientos programaron nuevas incursiones intelectuales 12 • De esos conscientes estudios surgieron nuevos motivos que se aliaron al romanticismo, como cimiento de sus programas. Así, forjaron e hicieron públicas otras posturas indiscutiblemente sociales. En ese agitado periodo, Jorge Isaacs, por ejemplo, profundizó por primera vez en la antropología criolla y con pocas herramientas descubrió la organización social y los parentescos de las tribus vivientes en el extenso territorio del Estado Soberano del Magdalena. En esos años, en la población de Espíritu Santo 13 , moría Agustín Codazzi, de quien Manuel Ancízar, futuro rector de la Universidad Nacional, fue secretario. Isaacs, como es bien sabido, publicó su novela María, en la que el romanticismo fluye libre, como síntesis de la influencia que caracterizaba a la Ilustración ya la confrontación de las ideas políticasL4 • Se forjaba un nuevo concepto sociológico, literario y físico del país que, además de lo ya dicho, empezó a concretarse en las discusiones de la tertulia El Mosaico de José María Vergara y Vergara15 y, más tarde, en el inventario geográfico de Vergara y Velasco, una

u. Véase discurso pronunciado por el doctor José María Rojas Garrido en la convención de Rionegro en 1863. Pro separación de la Iglesia y el Estado. Ediciones Frente Nacional. Bogotá, 1975. 12.

Germán Arciniegas. El estudiante de la mesa redonda. Editorial EDHASA. Barcelona/ Buenos Aires, 1957.

13. Hoy municipio de Codazzi, Cesar. 14. Américo Carnicelli. Historia de la masonería colombiana. Tomo II. Editorial de la Masonería. Bogotá, 1975, pp. 81-82. 15. En protesta contra las ideas liberales, en la Universidad Nacional, en 1871, escribió a

los conservadores de Antioquia, solicitándoles negar cualquier apoyo a la institución por ser "nidos de utilitarismo e inmundicia". Así mismo catalogaba a la Universidad del Rosario como "claustros corrompidos". Varios de los impugnadores se apoyaban en la renuncia de Ancízar, abogando por una "universidad católica para educar allá nuestro pueblo católico". María Teresa Uribe de Hincapié. Texto de Luis Javier Villegas Restrepo. Universidad de Antioquia, historia y presencia. Editorial Universidad de Antioquia, Medellín, 1997, pp. 97-100. Sobre el desarrollo y evolución del concepto de autonomía originado en el libre albedrío y su incidencia en la autonomía de la Universidad Nacional, como postulado liberal, véase Jorge Enrique González. "Los trances de la autonomía". Revista Examen. No. III. Asdaun, Bogotá, marzo de 2002, pp. 3-6.

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mezcla de estudios sobre fauna, flora, geografía física y humana, climas y ríos. La literatura europea, en proceso de simbiosis, agitaba la imaginación. Los viajeros transcribían sus inquietudes y experiencias: islas que viajaban como barcos, hombres que llevaban en el pecho un solo ojo, frutos tropicales que hacían engordar a las damas con sólo ser descritos o imaginar su olor y sabor. Era el momento cuando el liberalismo radical difundía sus teorías y defendía el pragmatismo, tesis vista con desconfianza por los confesionalistas, que las impugnaron y remitieron toda innovación a las influencias del demonio. El libre pensamiento representaba un virtual desafío para quienes se parapetaban en el exclusivismo religioso. Al mismo tiempo expandía sus propios espacios para dejar libres las conciencias, en las que se evidenciaba la reflexión y se proclamaba el derecho a imaginar. Esta agitación y vitalidad tomó a la universidad como escenario. En ese marco, el Alma Mater se volvió tierra fértil para las novedades. Como propuesta: un gran empuje en la estrategia ideológica. Fines y funciones claras fueron concebidas y alineadas por una filosofía cuestionante, más allá de lo que existía, manifestando una postura renovadora que se veía venir, desde sus inicios, como una gran empresa del conocimiento libre. Fue la ley, como función de Estado, la que entrañó la mejor manera de liberar las ideas, desfogando los espíritus, arrolladora en sus propios logros históricos. La experiencia se afianzó de manera obstinada frente a los contradictores y luego derrotados adversarios. Se trataba de una educación esencialmente gratuita para todos aquellos que la solicitaran, capaces de competir en progreso espiritual y material, a tono con el reglamento docente universitario. La posibilidad de asimilar la ciencia y la experiencia suponía un plano anticipado basado en la igualdad del individuo frente al Estado; también sería un derecho para las personas que desearan una oportunidad para mostrar sus capacidades. No habría restricciones de ninguna índole: ni ideológicas ni de sangre ni económicas. El apoyo, en su totalidad, lo brindaría el Estado. Los alumnos candidatizados serían admitidos mediante selección intelectual. Se buscaría que fueran capaces de transformar y participar socialmente dentro del proceso que, por primera vez y sin experiencia anterior, se viviría16 • Estos alumnos, alimentados por la propia universidad, se llamarían "internos", con derecho a dormitorio, instrucción y comida gratuitos17 • Aquellos 16. El Espectador. Bogotá, junio 8 de 1984. 17. Boletín

de historia y antigüedades. Volumen 38. Ediciones de la Academia de Historia.

Bogotá, 1970, p. 616.

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que requirieran de mayor apoyo también lo tendrían, previa selección que se le encargó a las asambleas de los Estados Soberanos pero que, por encontrarse en receso e iniciarse por primera vez las clases, quedó en manos del poder ejecutiI8 VO • Es claro que junto a la formación individual estaba la intención de aglutinar e integrar culturalmente a la nación, enlazándola en el programa filosófico que beneficiaría las ideas en función de igualdad, libertad y fraternidad. Tal forma de selección de estudiantes nos explica el liderazgo intelectual que, sin decaer, ha mantenido hasta hoy la Universidad Nacional. Desde su primer momento se nutrió de las mejores mentes que querían aprender y les proveyó los mejores profesores. Desde entonces, se preocuparon por abarcar todas las áreas en el ámbito de la racionalidad, como también por tomar la dirección misma de la política de la república. Valga una crítica: cuando la universidad tuvo la oportunidad de extenderse geográficamente, sólo estableció sedes en las regiones de mayor auge económico, industrial y agrícola; se olvidó de las otras, contribuyendo a ahondar las distancias en el monopolio del conocimiento y del poder. Se quebrantó así el propósito de penetrar por igual en todas las zonas y departamentos. El fenómeno de creación de la Universidad nacional tiene un antecedente: el 15 de mayo de 1850 José Hilario López suprimió las universidades y el 19 de agosto de 1853 prohibió la expedición de títulos académicosl9 • Hoy, se ha evaluado críticamente lo positivo y lo negativo de aquel desacierto20 • Se creyó en ese momento que la inspiración religiosa que caracterizaba a los centros de enseñanza superior generaba privilegios y además era monopolística y feudal. La educación adolecía de una concepción estrecha que debía ser extinguida21 • La solución fue la Universidad Nacional. Tomo I. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá, p. 8.

18. Anales de

19. Juan Francisco Ortiz. Reminiscencias. Ediciones de la Librería Americana. Bogotá, 1907, pp. 196-203. Américo Carnicelli. Op. cit., pp. 81-82. La supresión de títulos

académicos por considerarlos como privilegios injustificables y 'denominaciones completamente inútiles', según Jorge Cárdenas García, es atribuible a Rafael Núñez, quien los abolió mediante una resolución de 1853. Véase el periódico Encuentro Liberal. Números 22 y 23. Bogotá, 1967, p. 7. 20. Fabio Enrique Cárdenas Acosta. La Restauración Constitucional de 1867. Academia Colombiana de Historia. Bogotá, 1974, pp. 135-137. MarioAguilera Peña Universidad Nacional de Colombia, génesis y reconstitución. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá, 2001, pp. 199-243. 21. Boletín de historia y antigüedades. Volumen 38. Ediciones de la Academia de Historia. Bogotá, p. 611.

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retroceder. Al no exigir titulo alguno para el ejercicio profesional, con excepción de los farmacéuticos, se pretendió obtener la igualdad frente a la concepción elitista de la instrucción. El modo era singular, tomado de la experiencia de los comuneros franceses de 1848, cuyas realizaciones llevaron a Francia al caos. La masonería había fundado las Sociedades y las Escuelas Democráticas para la educación popular y obrera; sin grados, sin libros y sin aulas. Así creyó moralizar el pueblon . La decisión tuvo como finalidad la capacitación popular y la cultura generalizada, más que la profesionalización de unos pOCOS:>3. Esas posturas, rectificadas ya en Francia, fueron para nosotros el comienw de un desastre. Como consecuencia, el desarrollo cultural del país se estancó. Se pensó que no tenía sentido perder el tiempo estudiando si un título podía obtenerse con sólo presentar un examen de Estado. Frente a semejante trastorno, los mismos librepensadores se cuestionaron y no tardaron en presentar un nuevo plan en 1867. La autocrítica se plasmó como decisión: Nosotros con nuestra genial impaciencia y deslumbrados por las teorías europeas de libertad de enseñanza, no nos detuvimos a examinar si nuestras universidades, hijas de la República, eran lo que la mayor parte de las de Europa, resto de las épocas feudal y teológica, a las que cuadraban perfectamente las censuras de Bentham y otros defensores de la emancipación del pensamiento y la abolición del privilegio: no investigamos si la ciencia sufría proscripciones para levantarlas; ni si el método de enseñanza era defectuoso para corregirlo: nos pareció que lo acertado y eficaz era destruir las universidades, y con ellas los estudios profesionales metódicos; y destruir la enseñanza oficial gratuita, y con ella la posibilidad de cultivar el talento de los pobres. Corriendo tras la democracia estuvimos a punto de fundar la oligarquía, mediante la instrucción de los ricos y la irremediable ignorancia de los pobres; y si no la fundamos fue porque en realidad destruimos la instrucción científica verdadera para los pobres y para los ricos24 •

Habiendo asumido este criterio, supieron temprano lo que debía entenderse por una acertada instrucción popular25 • Los radicales variaron los conceptos Delimiro Moreno. La toga contra la sotana. Ediciones Surcolombianas. Neiva, 1999, pp. 39-42 . 23. Eduardo Suescún. Op. cit., p. 46. 24. Anales de la Universidad Nacional. Tomo 1. Ediciones de la Universidad Nacional. Bogotá, p. 3. 25. Mario Aguilera Peña. Op. cit., p. 193. 22.

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2S

que habían trastornado la nación, y se mostraron dispuestos a perfeccionar y concretar el proyecto, como en efecto hicieron. Basta ver la nómina de gestores y ejecutores del plan universitario para notar allí la acción ideológica liberal y el papel de la francmasonería, con su estilo, su forma de trabajo y su lenguaje de enigmas y simbología, como se verá oportunamente. En los ataques de los enemigos de la obra, desde sus plataformas hicieron uso de la bula "In Eminenti" de 1738 para condenar a la masones por todo lo habido y por haber, pero más por identificarse con las teorías de los naturalistas y porque no concebían que hombres de diversas creencias pactaran tan estrechamente actuar en común, aunque en silencio. Atacaron sus ideas y realizaciones, signándolas de "perversión y maldad". Los masones se defendieron con ejemplificantes acciones, en oposición a los intereses de sus contrarios. Tratándose de una pelea de espacios y poder, era de esperar retaliaciones y confrontaciones26 • En este escenario, Tomás Cipriano de Mosquera buscó por cuarta vez el poder, teniendo bajo mállete"7 la expropiación de la Iglesia. Sus enemigos llamaron "tenidas" a las reuniones del Consejo de Ministros, porque todos eran masones~8. En el programa de 1866 a 1868, aparece como propósito restaurar la Gran Colombia con la ayuda de las logias de la "hospitalidad granadina", cuya influencia desde Cartagena hacia América Latina nadie discute, sobre todo en Venezuela, Ecuador y Costa Rica. Sin embargo, el momento era inoportuno porque Juan José Nieto, gran comendador de la masonería, distante de sus afectos, se oponía al proyecto. Mosquera, para evadirlo, creó la logia Orden redentora y gloriosa de Colombia, que le otorgó un grado 34~9. Así, quedó por encima de Nieto, quien la proscribió30 • Ningún masón podía enton26. Contra las logias masónicas del mundo han sido proferidos varios edictos de excomunión: en 1738, Clemente XII; en 1751, Benedicto XIV; en 1814, Pío VII; en 1884, León XIII; en 1983, Juan Pablo I1, según puede consultarse en el archivo de la

secretaría de la Gran Logia de Colombia. Atención de Gustavo Medina Díaz. 27. Modismo masónico que indica que la decisión queda discrecionalmente a voluntad

del jefe de una logia. 28. Américo Carnicelli. Op. cit., p. 106. 29. Thomas 1. Williford. La campaña antimasónica de Laureano GÓmez. Tesis de

maestría en Historia. Departamento de Historia de la Universidad Nacional de Colombia. Bogotá, 1983, p. 16. Adviértase que el grado 34 fue creación autoritaria del presidente Mosquera y carece de registro dentro del universo masónico. 30. Sobre la vida de Juan José Nieto, véase la obra de Orlando Fals Borda: El presidente

Nieto. Historia doble de la Costa. Carlos Valencia Editores, Bogotá, 1981.

Ciro Quiroz Otero

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ces trabajar en ella. Vino la pugna, y la pelea salió del templo a la calle con este remoquete: A Mosquera el masón su hermano Juan José Nieto puso en un grave aprieto cuando ordenó su expulsión pues la espada y el mandil que luce el gran general su bonete y collarín parte son de otro ritua[3'.

Los opositores se congratularon, atacaron a los conservadores, y Mosquera, acorralado por el periódico El Mensajero, de los radicales, que tenían el apoyo de la dirección del Congreso, constituyó una junta de gobierno que precipitó el golpe de Estado de Santos Acosta, su hermano en logia, antiguo súbdito y viejo amigo. Sería él quien promulgara la ley estatutaria de la universidad32• La pena religiosa para los masones era la excomunión ipso jacto, "si no por nos, por el pontífice romano que entonces exista"; es decir, a perpetuidad, a no ser in articulo mortis33 • Excomulgados los librepensadores en la Colombia de entonces, la guerra quedó casada y declarada, donde se presentara. Lo que había sido germen de la Expedición Botánica fluía de este modo en la vida, cumpliéndose lo que Humboldt años atrás había predicho respecto de la necesidad de transformación de una sociedad que "no sabía más que hacer árboles genealógicos y recitar oraciones religiosas"34. El escenario ideológico para la batalla sería la Universidad Nacional.

Los bienes de la Iglesia a la Universidad

Como una de las consecuencias de las expropiaciones hechas por Mosquera, los conventos de Santa Inés y Santa Clara, el Carmen y la Candelaria, el Colegio -~-----------

31. Rodolfo Ortega Montero. La lírica política en la historia colombiana. Imprenta Nacional de Colombia. Bogotá, 1999, pp. 266-267. 32. Boletín de historia y antigüedades. Volumen 38. Ediciones de la Academia de Historia. Bogotá, p. 614. Américo Carnicelli. Op. cit., pp. 207-210.

33. Orlando Solano Bárcenas. Ensayos masónicos. Ediciones La Logia Universal. Bogotá, 1994· 34. Varios. Mutis y la Expedición Botánica. El Áncora Editores. Bogotá, 1978, pp. 7-13.

Iglesia y antiguo convento de Santa Clara, hoy convertida en Museo

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de San Bartolomé y parte del Hospital de la Caridad conformaron las aulas de la primera universidad35. En aquellos salones comenzaron a funcionar las facultades de Derecho, Medicina, Ciencias Naturales, Filosofía y Artes y Oficios, escuela ésta que fue anexada y que venía siendo dirigida de manera acertada por el conocido grabador y artista Roberto Urdaneta, director del Papel Periódico Ilustrado, hombre de guerra que saltó de la plumilla al fusil y de dibujante a coronel36 • Aunque la Ley 66 se promulgó en 1867, sólo el3 de enero de 1868 se conoció la ley orgánica. A partir de entonces, entró la Universidad en actividad. Si en lo económico, físico y legal, los Estados Unidos de Colombia lograron materializar la idea en aquel proyecto enteramente hberal, ahora atribuía al Estado de Cundinamarca y a la municipalidad de Bogotá la obligación de hacer sus aportes, inspirado en la orden secreta de la armonia, el conocimiento y la fortaleza. Tanto el gobernador DanielAldana como el alcalde eran masones. Pronto, el rector del Colegio de San Bartolomé, Carlos Antonio Vargas Vega, celebró el contrato de cesión con Carlos Martín, ministro de Relaciones del presidente Acosta. El2 de enero de 1868 el colegio pasó a manos de la Universidad Nacional. De igual modo ocurrió con el Hospital de la Caridad el 30 de diciembre de 1867, transferencia que el gobernador Aldana aprobó sin peros. Ezequiel Rojas fue el primer rector, sustituido un mes más tarde por otro masón de iguales quilates e idéntica aceptación, con ligeras contradicciones pero garante de un buen prospecto: Manuel Ancízar. Sabían que la pelea con los curas sería dura y la historia nos lo dice. Asperezas y discusiones constantes serían definitivas en la consolidación del centro universitari0 37 •

Los masones en el juego

La historia y su nómina de hombres libres cuentan que Mosquera no estuvo solo al fundar la primera universidad del Estado. Masón había sido él, masón su gobierno, masones los directivos universitarios y muchos profesores de la 35. Esta decisión fue copia casi que al pie de la letra del decreto mexicano del 25 de junio de 1856, sólo que la desamortización mexicana fue en beneficio de los arrendatarios y en Colombia a fuvor de la Nación. Antonio Pérez Aguirre. Op. cit., pp. 156-159. 36. Album de dibujos de Alberto Urdaneta: personajes nacionales. Biblioteca del Banco Popular. Bogotá, 1975.

37. Ciro Quiroz. "La Universidad Nacional, creación de la masonería': Milenium, N° 1, Universidad Nacional de Colombia. Bogotá, septiembre de 1997.

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universidad que venían de ser constituyentes de Rionegro en Antioquia. Por eso, el 20 de mayo de 1866 cuando don Tomás estaba en el poder por cuarta vez, nombró ministros a otros masones: José María Rojas Garrido, Francisco Agudelo, Alejo Morales, Froilán Largacha y Vicente Celedonio Gutiérrez de Piñeres, para que nada fallara38 • También designó al hermano en logia Antonio González Carazo, presidente del Estado Soberano de Bolívar39 • Un decreto bastó para terminar la dualidad política que prevalecía sobre la soberanía nacional. Los prelados desconocían, cada vez que querían, el poder civil. Los conventos y otros bienes de la clerecía prestaban una función diferente a la simplemente religiosa; la solución estaba en pasarlos de la posesión eclesiástica a la propiedad del Estado. No importó que Mosquera, depuesto el 23 de mayo de 1867, estuviera ausente del poder. El proyecto universitario siguió sin trastornos dado que Acosta, médico y miembro de la logia Filantropía Bogotana, número 16, lo impulsaría como cabeza de gobiern0 40 • Valga aclarar que no compartimos lo dicho por Alejandro Bermúdez que se lamenta de que el médico Acosta, "aquél varón que no se distinguía por sus letras, fuese sin embargo, el segundo creador de nuestra universidad"4l. Creer que la institución educativa es obra sólo de Acosta sería desconocer la acción masónico-liberal, y entre otros al ponente de la ley, el letrado José María Samper"\ cuñado a su vez de Manuel Ancízar, casado con María Agripina en 1850, única hermana de los Samper, José María, Miguel, Rafael, Antonio, Silvestre 38. Pedro M. Ibáñez. Crónicas de Bogotá. Tomo IV. Academia de Historia de Bogotá. Tercer Mundo Editores. Bogotá, 1985, pp. 548-549. 39. Gran Logia de Colombia. Revista Mundo Masónico. Bogotá, junio de 1999, pp. 6-12,52. 40. Américo Carnicelli. Op. cit., pp. 112-120.

41. Enciclopedia de Colombia. Tomo 111. Editorial Nueva Granada. Bogotá, 1970, p. 85. 42. &tela Restrepo Zea El archivo del Alma Mater: memoria y olvido. Inédita. Bogotá, 2001, pp. 1 Y5· El proyecto de ley tuvo adiciones referentes al humanismo, hechas por Lorenzo María lleras, pedagogo bogotano y propietario del colegio Espíritu Santo. La estrategia política se percibe con toda su influencia al ser designado comandante del ejército el expresidente José Hilario López; quien había expropiado los conventos, acto en el cual fue partícipe Murillo Toro como su secretario privado en 1850. López renunció de la comandancia porque el Presidente Santos Acosta le recriminó que la vigilancia contra Mosquera era demasiado severa. Véase Juan Pablo llinás y José Hilario López. Ed. Tercer Mundo. Bogotá, 1983.llinás fue dirigente estudiantil a principio del siglo pasado. Carlos José Reyes. Teatro colombiano del siglo XIX. Biblioteca Nacional de Colombia. Bogotá, sin fecha, pp. 25-26. Miembro e ideólogo del movimiento de los artesanos que llevó al poder a José María Melo, estuvo ciento ochenta y dos días preso al caer el gobierno que había llevado por nombre "dictadura artesanal". Cordovez Moure. Reminiscencias de Santafé y Bogotá. Gerardo Rivas Moreno, editor. Bogotá, 1997, pp. 38-39.

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y Manuel, hombres de influencia en la política y en las letras 43• Según Horacio ~odríguez Plata, también masón, el plan debió su auge a que había regresado de su segundo viaje a Europa el doctor Manuel Plata Azuero, elocuente orador santandereano y presidente de la legislatura. Como para los masones predomina lo filosófico, nada afectaba al proyecto de Mosquera44 que fuera impulsado por el ministro del Interior y Relaciones Exteriores, Carlos Antonio Vargas Vega, asesorados por Ezequiel Rojas. Éste, a pesar de su enfermedad, fue otro pilar indispensable en la redacción del decreto ejecutivo del 13 de enero de 1868, del que fue partícipe Manuel Murillo Toro, miembro de la logia Estrella del Tequendama45 •

Irreverencia e innovación

Aún hoy se siente en la Universidad la impronta de sus fundadores. Vigente en su perspectiva histórica, se obliga al cuestionamiento del pasado como si hubiera sido siempre vieja; se compromete con el presente para ser siempre actual, y se proyecta en el futuro, para continuar siendo nueva. La Universidad se constituyó desde un principio en factor decisivo de los cambios encaminados a aniquilar los "vicios heredados de la Colonia", como decía José María Samper. A esto ya la arremetida de las fuerzas del oscurantismo que atacaban por doquier, impugnando los avances de la ciencia y las instituciones que promueven su desarrollo en completa libertad, se debe el preámbulo de la ley de 22 de septiembre de 1867, que propuso: "Levantar la ciencia sin prescripciones, organizando la enseñanza científica y metodizando cada rama del saber mediante la sucesiva lógica de los conocimientos", que es uno de los fundamentos del racionalismo. Este concepto científico de los estudios no fue del agrado de determinado sector político. No veían con buenos ojos el predomino de la razón ni su método. No en vano El Tradicionista, periódico dirigido por Miguel Antonio Caro y Carlos Martínez Silva, criticó la proyección ideológica que se dio a la Universidad: "Años hace, que venimos observando con inquieta atención el afán que el partido revolucionario (radicales) muestra, por poner al servicio de sus intereses, que al fin y al cabo son los de la barbarie, un nuevo elemento: la instrucción 43. Pablo Enrique Cárdenas Acosta. La restauración constitucional de 1867. Academia Colombiana de Historia. Bogotá, 1975, pp. 131-134.

44. Boletín de Historia. Volumen 38. Academia de Historia. Bogotá, p. 614. 45. Cartilla del Instituto Masculino Estrella del Tequendama. Número 4. Fondo de Publicaciones Antonio Nariño y Alvarez. Bogotá, 1983, pp. 10-11.

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pública". El artículo se titulaba "El Partido Católico y las Escuelas"46. Más adelante despotricó contra la Universidad Nacional: "Organizada ya y bien acreditada la UNIVERSIDAD, Se juzgó que era tiempo de olvidar toda mesura y el establecimiento que debiera ser más nacional, se puso al servicio de los intereses de una secta, estableciéndose oficialmente en él, la enseñanza del materialismo en Filosofía y del Sensualismo en moral"47. Más recalcitrante aún continuó el ataque respecto a los volterianos. El partido sacerdotal había descubierto que un folleto de la autoría de Ancízar, que pretendía ser una guía formativa de la buena conducta ciudadana, escrito para la instrucción pública del Estado de Cundinamarca y "aparentemente basado en principios morales tradicionales", resultaba ser "un texto inspirado en Voltaire': Para éste, la cuestión religiosa debiera desarrollar dos conceptos: la solidaridad con los semejantes, como ejercicio de la conducta sublimada hacia uno mismo y la creencia en un Ser Supremo48 • Del mismo modo, pregonaba la idea de la tolerancia, definiéndola como la capacidad en el individuo, para exigir el respeto a la idea del contrario, como se exige ese respeto para la propia. A partir de estos dos factores se proyectaría una moral social humanista, fundamentada no en la superstición sino en la razón del individuo y en ellibre examen, y como consecuencia vendría la emancipación, ya que las religiones "sólo constituyen un elemento más" entre los pueblos. El resentimiento hacia los radicales llevó al cronista José María Cordovez Moure a la crítica. Los cambios en el comportamiento social no le gustaban. En realidad añoraba el orden colonial que rigió hasta mediados de siglo. No se explicaba cómo, "al restablecerse la Universidad Nacional en 1868, cambió por completo el modo de ser de nuestros estudiantes. Se empezó por vestirlos como a hombres serios ... "49. La Universidad había roto el esquema y la tradición sintió el cambio; antes, era obligatorio ataviar a los estudiantes con estereotipados uniformes. José María Cordovez atribuyó la metamorfosis juvenil a caprichos políticos y se dolió del abandono de la vestimenta tradicional de los colegios santafereños, la cual describe con detalle. El uniforme de los estudiantes era lujoso: "Frac y pantalón de paño azul oscuro y chaleco de piqué blanco, todo con botones de metal dorado, guantes blancos de cabritilla, 46. Periódico El Tradicionista. Bogotá, martes 13 de febrero de 1872.

47. ¡bid. 48. Voltaire. Diccionario filosófico. Akal Editor. Madrid, 1976. 49. Cordovez Moure. Op. cit., pp. 38-39.

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sombrero de copa. En cada solapa, el frac llevaba una paloma bordada de plata"50 • También podía ser: "Toga de merino morado con vueltas negras, sujeta al cuello con su cordón de seda del mismo color, de donde pendía cruz griega de plata, birrete de paño negro con borla de seda, chaqueta y pantalón de paño negro y guantes blancos de cabritilla"51 Y añade: "Al principio, todo marchaba bien, pero a medida que las libérrimas instituciones políticas de esa época fueron calando, los hechos pasaron de otro modo y desde entonces, puede decirse que los jóvenes tomaron afición a la política ... "51 • Y como el cambio ya era palpable, la juventud fue tomando nuevas rutas ideológicas. Cordovez agrega que ellos también habían aprendido ... "a contradecir por sistema, el sentimiento religioso del país ... "53 Yno sólo eso, se asombraba de las demostraciones de libertad política en los jóvenes, señalando que también sabían "perjurar y a renegar de su sangre, en las mesas electorales"54. En lógica, la Universidad iba penetrando y las libertades comenzaban a operar55 . Contrasta con aquellas reminiscencias la vivencia directa del cambio operado en la Universidad. En descripción del suizo Ernest Rothlisberger, como profesor que fue a partir de 1882: "Los estudiantes tenían, por término medio una gran inteligencia y daban muestra de un extraordinario poder de captación ... ". "Era un verdadero placer darles clase" 56. Y destaca de su experiencia docente: Si el profesor se tomaba trabajo en sus lecciones y no se mostraba como un charlatán o un ignorante, esto es, si enseñaba lo que realmente sabía, podía estar seguro del cariño y respeto de sus alumnos. ¡Pero hay de aquel que fuera pillado en

50. Ibid. 51. Ibid.

52. Ibid. 53. Ibid. 54. Ibid.

55. José María Gutiérrez de Alba fue un español que llegó a Colombia en 1870 y la

adoptó como su patria. Escribió El niño ilustrado, sátira de incisivo humor contra la pedantería que caracterizaba al estudiante de la Universidad Nacional en esa época. Su poesía era de humor popular. En este texto ridiculiza las innovaciones que en poco tiempo asumió el estudiantado al dejar atrás las costumbres imperantes. El texto completo de El niño ilustrado, especie de diálogo satírico, aparece completo en Teatro colombiano del siglo XIX de Carlos José Reyes. Biblioteca Nacional de Colombia. Bogotá, sin fecha, pp. 161-185. 56. Ernesto Rothlisberger (casado con una hija de Manuel Ancízar). El Dorado. Banco de la República Bogotá, 1963, pp. 144-146·

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un fallo o en una incongruencia! Nuestro estudiante, crítico y exigente hasta el exceso, amigo de tener siempre la razón, aficionado a disputas y orgulloso, sabía descubrir el punto flaco y explotarlo con sumo rigor ... 57

De 1867 en adelante, la característica que el profesor resalta es: "Libre pensadores en su mayoría, en cuestiones religiosas y de extrema izquierda en lo político ... "58 Señalaba la participación juvenil en las contiendas civiles, donde muchos anticipaban su muerte en lucha por sus convicciones, ya que los estudiantes:" ... constituían siempre uno de los elementos más activos, fogosos y sacrificados durante las revoluciones ... "59 Ya entonces, el estudiante muerto pasaba " ... a ser exaltado como héroe ... "60 Más aún, "Respeto y admiración se le tributaba, a los que en el año 1876, habían resultado heridos por las balas de los conservadores"6\ Concluye el profesor: "A nuestra universidad asistían, casi sin excepción, jóvenes liberales y de tendencia radical, por ello, era muy aborrecida por la gente retrógrada"62. Repudiadas las prácticas autoritarias, resulta explicable el trato que el rector Manuel Ancízar acostumbraba dar a sus alumnos al entregar los premios estatutarios para los mejores estudiantes. En la sesión solemne del 15 de diciembre de 1869, inició su alocución diciendo: Queridos compañeros: si la constante y fructuosa consagración al estudio merece alabanza pública, cuando al mérito literario se une lo intachable de la conducta, todo premio parece pequeño, excepto un diploma de honor"63. Los grados eran otorgados con la concurrencia del presidente de la República, el ministro de Instrucción Pública y el cuerpo diplomático en pleno, que hacía donaciones al mejor alumn0 64 . Aunque muy liberales los principios, una rígida disciplina sometía a los estudiantes. Partía de la amonestación, el aislamiento, arresto con abstinencia

57. ¡bid. 58. ¡bid. 59. ¡bid. 60. ¡bid. 61. ¡bid.

62. ¡bid.

63. Eduardo Suescún Monroy. Op. cit., p. 56. 64. Ernesto Rothlisberger. Op. cit., p. 146.

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o privación de cama, y llegaba a la suspensión o expulsión65, castigos que desaparecieron con la reforma de 1875.

El primer rector. Ezequiel Rojas

Formado en la cultura política de los jesuitas, de los cuales fue alumno en el bachillerato, no tardó en romper filosóficamente con sus maestros. Abogado en 1827 de la Universidad Central de Bogotá, residió en el costado sur de la carrera cuarta con Avenida Jiménez. Su familia era de Miraflores, Boyacá, de donde llegaron todos el 13 de septiembre de 1803, al morir el padre, Francisco Rojas; su madre, Marcela Ramírez, volvió a casarse con Rafael Lesmes, rico boyacense que influyó políticamente en Ezequiel, quien se enteró de que éste había incorporado 500 hombres a las filas de la Revolución Comunera de 1781. Lector del Conde Destut de Tracy y de Jeremías Bentham, defendió sus ideas y las propagó. Se colocó alIado del utilitarismo en momentos en que los "defensores del orden': católicos y conservadores, lo prohibían y perseguían por todas partes66 • Rojas, primer rector de la Universidad Nacional, cargo que sólo desempeño un mes, se enfrentó a sus correligionarios masones, que lo habían llevado al cargo. Era poco mesurado en política y renunció, pues pretendía cambios demasiado frontales y rápidos en lo social, político y filosófic0 67• Sus biógrafos lo ven como filósofo del Partido Liberal colombiano. Catedrático e ideólogo, fue también un reconocido litigante. Sostenía que la libertad política externa no existe sin libertad intrínseca e individual. Habiendo asumido la defensa de José Duque Gómez, profesor de Derecho Constitucional en la Universidad del Rosario, y acusado por sus alumnos Uribe Restrepo y Vicente Daza de subvertir el orden público, terminó ridiculizando al propio juez

65. Anales de la Universidad Nacional. Tomo 1. Capítulo XVI. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá, p. 32. 66. En junio de 1870, el debate por las ideas de Tracy y Bentham se hizo candente en la Universidad. Defendidas por Rojas en el Congreso con el título de "La cuestión de los textos en la Universidad Nacional de los Estados Unidos de Colombia", tuvo alcance nacional. Sobre las intimidades de la confrontación, véase Estela Restrepo Zea. Carta universitaria. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá, abril 7 de Í995, P·7· 67. Carol Villamil Ardila. Aproximación histórica a la Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá, 2001, p. 31.

En desacuerdo por haber desposeído Bolívar del mando al general Francisco de Paula Santander, un grupo de jóvenes revolucionarios encabezados por Ezequiel Rojas fundaron el 8 de mayo de 1828, la sociedad Filológica de Bogotá. Con propósitos políticos secretos y conspirativos, expedía un diploma especial a los miembros más connotados. En su seno germinó la idea de apresar al dictador Simón Bolívar la noche del 25 de septiembre de ese año. Después de una reunión en la casa ubicada en la carrera 7" 4-12 salieron con destino al palacio de San Carlos. Ezequiel ROjas,la presidía, razón por la cual fue condenado a la pena de destierro. Fue su lema: Nihil literatura melius; nihil dulcius; nihil homi; en Iiberus dignus. Véase completa información en Américo

Carnicelli, op. cit., en La masonería en la Independencia de América

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de la causa: "Las frases atribuidas al doctor Duque, ni alarmarían ni se considerarían criminosas". Era amigo del arzobispo Arboleda y de monseñor Paulo Vargas, pero ello no alteró su ideario de liberal radicaL Ni siquiera Nicolás Osorio, su médico, que era de filiación conservadora, pudo conciliado con Dios al borde de la muerte. Simplemente rehusó la propuesta y dijo: "Doctor Osorio, yo 10 he contratado a usted como médico, no como filósofo". Afectado por una parálisis, murió el 21 de agosto de 1873, cuando su alumno preferido, Manuel Murillo Toro, era presidente de la República. Fue él quien encabezó el sepelio e hizo de primer orador. Mediante un decreto 10 convirtió en ejemplo para la juventud. Era entonces Santiago Pérez candidato radical y sucesor suyo en la cátedra del Rosario. "Al maestro del radicalismo, le rinde culto el jefe del radicalismo", dijo, según frase de su biógrafo Humberto Rodríguez. Anticlericales, masones y liberales, luciendo arreos, lo acompañaron al Cementerio CentraL Había una multitud de más de tres mil personas: obreros, intelectuales, así como alumnos del Rosario y de la Nacional, cuyo rector de entonces, Jacobo Sánchez, habló después de Murillo Toro. Cerró su sepelio el tribuno José María Rojas Garrido. Los periódicos liberales exaltaron su vida, mientras los conservadores la proscribieron. El Derecho, dirigido por Miguel Antonio Caro, dijo: Últimamente, ¿qué ha salido de las clases del doctor Rojas? Más de un joven hemos conocido que, después de haber recibido su primera educación en un establecimiento cristiano, donde se le ha enseñado a temer y a amar a Dios, que es la base de la moral cristiana, y a ser respetuoso y hombre de bien, ha perdido sus buenas costumbres, hasta el honor y la prosperidad, estudiando el utilitarismo. Un maestro cristiano nos refiere lo que le ha sucedido y le sucede todos los días, con los niños que salen de sus establecimientos creyentes, moderados y agradecidos, para pasar a una clase de legislación por Bentham. A los quince días ya le niegan el saludo, al mes ya lo miran por sobre el hombro, con una sonrisa socarrona y despreciativa. En realidad, los mozos que estudian el principio de utilidad se conocen tan lejos como los ebrios de profesión; la mayoría hace ostentación de incredulidad, cayendo en la pedantería e irrespeto ( ... ) casi todos son pedantes e irrespetuosos 68 •

68. Periódico El Derecho. Bogotá, junio 24 de 1870.

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Tres años llevaba de fundada la Universidad Nacional, y continuaba debatiendo la aplicación de los textos liberales. El 29 de junio de 1870, el Senado de los Estados Unidos de Colombia autorizó y recomendó que en la Universidad Nacional se enseñara la ideología del conde Destut de Tracy, así como los principios que sobre legislación se inspiraban en Jeremías Bentham. Ideas que, en cabeza de Eustaquio Álvarez y Manuel María Madiedo, persistieron hasta cuando las reformas académicas de 1885 las mandaron al cesto. Sin embargo, el prospecto ideológico ya había trazado sus propias coordenadas69• No se detuvo Caro ante la muerte de Rojas. En un editorial que tituló "Nuestro derecho"70 , atacó a monseñor Joaquín Pardo Vergara por haber permitido el entierro de Rojas en el Cementerio Central. Calificó al difunto de "hereje notorio". Lo contrario hizo El Patriota al despedirlo en primera página: "Adiós decano de los profesores de Colombia"71 Una placa en su tumba sintetiza un homenaje a su razón de existir: "Ezequiel Rojas, investigador de la verdad". La influencia de Rojas fue recogida, difundida y propagada por sus alumnos José María Rojas Garrido, Manuel Murillo Toro, Salvador Camacho Roldán, Juan Manuel Rudas, los Samper, Juan Uribe, Manuel María Madiedo, Teodoro Valenzuela, José Eustaquio Álvarez, exponentes todos del radicalism0 72.

El segundo rector. Manuel Ancízar

Nació en Fontibón el 25 de diciembre de 1812. Sus padres fueron José Francisco Ancízar y Bernarda de Basterra, vascuences al servicio del virrey Amar y Borbón. La familia tropezó con los sucesos de 1810, ydon José Fransisco abandonó la burocracia para dedicarse al comercio. Nariño lo hizo subteniente de artillería en la defensa de Santa Fe. Así mismo, vivió la experiencia confrontatoria entre centralistas y federalistas y después fue corregidor de Zipaquirá.

69. Periódico El Liberal. Número 138. Bogotá, junio 21 de 1870. 70. Periódico El Tradicionista. Número 232. Bogotá, octubre 7 de 1873. 71. Periódico El Patriota. Bogotá, agosto 26 de 1873. 72. Varios. Ezequiel Rojas y la primera república liberal. Universidad Externado de Colombia. Bogotá, 1984.

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Subordinado por Pablo Murillo, abandonó las fuerzas realistas ante las atrocidades de Pascual Enrile y Juan Sámano. Las persecuciones de los patriotas lo alejaron a Cuba, donde falleció. Huérfano, Manuel Ancízar acudió a su madre y hermanos, y con ellos tomó partido por la revolución. Profesional en Derecho Civil y Público, había elaborado el texto Estudio de la Filosofía. Inmerso en la causa republicana de Cuba, su relación no fue allí sólo teórica. Como conspirador luchó por la independencia de la isla. Fracasó y, bajo vigilancia policial, aprovechó su inmovilidad para titularse como abogado en la Audiencia de La Habana. Perseguido, huyó a los Estados Unidos de Norteamérica, donde residió un tiempo. Regresó a la Nueva Granada, con escala en Venezuela, donde enseñó la abogacía. Practicó el periodismo, y como diplomático del gobierno granadino, en 1846 negoció los límites colombo-venezolanos, gestión infructuosa que precipitó su regreso a Bogotá en septiembre de ese año para rendir informe de su cargo. Dado el afecto que Mosquera le tenía, hizo parte de todas sus administraciones: 18451849; 1861-1863; 1863-1864; 1866 Y1867· Siempre defendió con vigorosa acción y convicción los movimientos liderados por don Tomás. Si bien es cierto que falló su gestión diplomática, su regreso obedeció al nombramiento hecho para desempeñarse como subsecretario de Estado, tras haber participado en la Comisión Corográfica como secretario del italiano Agustín Codazzi y haber sido constituyente en 1863. Fue uno de los masones fundadores de la Logia Estrella del Tequendama en 1849. La renuncia temprana de Ezequiel Rojas lo llevó a ser rector de la Universidad Nacional, razón para que se le mencione como el primero73 • Fue una de las grandes personalidades de la elite intelectual y científica de entonces. De espíritu tolerante, lo demostraba en la práctica diaria según los conceptos dellibre examen y' pensamiento crítico. Su obra Peregrinación de Alpha por las provincias del Norte de la Nueva Granada en 1850 y 1851, es aceptada ampliamente como importantísimo estudio físico, económico y sociocultural del país; primer éxito editorial colombiano que tuvo el efecto de consagrar a su autor ante propios yextraños 74 • 73. Manual de Historia de Colombia. Tomo III. Instituto Colombiano de Cultura. Bogotá, 1987, p. 312. 74. Como reconocimiento masónico a su vida y obra, el día 2 de agosto de 1976 fue

fundada una Logia que lleva su nombre, con sede en Bogotá.

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Ancízar solía mofarse de la manera como los curas inducían sus creencias. Cuenta en su Peregrinación ... que había llegado a Ocaña en los días en que la Virgen de Torcoroma (por el río que vierte sus aguas en San Alberto) era exaltada con arrebato por los fieles. Le contaron que años atrás un campesino había derribado un árbol corpulento. De su tronco saltó una astilla que mostraba en el interior de su corteza, en semirrelieve, el rostro de la Virgen. El labriego quedó estupefacto al escuchar las palabras de su perro, que ratificó el milagro. Tronco al hombro llegó a Ocaña, pregonando por las calles el acontecimiento. Años más tarde, los milagros al instante y a montón hicieron que un agradecido pensara en edificar una capilla. Sin saber qué nombre ponerle a la imagen, la llamó "Misiá Torcoroma': De manera prodigiosa, los creyentes decían que brotaban manantiales donde se rociara agua de la fuente principal. Ancízar dice no haber vivido aquella fascinación, pero una vez, yendo camino a Batatal, donde cinco meses atrás habían sembrado agua con la solemnidad recomendada, la gente seguía esperando y la tierra no manaba. Pidió entonces al párroco una entrevista con la milagrosa, y éste le recomendó humildad, al tiempo que él mismo encabezó la visita. Toallas sobre hombros, rezo continuo, párpados entrecerrados, velas encendidas y después de lavar todos sus manos, el cura advirtió que al momento de ser descendida la imagen de su anda, cayeran unánimemente de rodillas. Así lo hicieron. La imagen apareció entonces del tamaño de una mano, empotrada en plata, entre velos y joyas. Parecía la obra imperfecta de un tallador burdo. Las manos estaban juntas, como suele pintarse a la Concepción; sus brazos eran dos filamentos de rústica e indefinida confección, lograda con instrumentos cortantes. Ancízar agrega con evidente ironía: "Ello es que habiendo venido del cielo, no daba muy buena idea del estado en que la escultura se halla en el otro mundo; aunque también es verdad que no todos la ven del mismo modo, dependiendo esto de causas sob renaturales "75. Manuel Ancízar ha sido considerado pionero en la sociología colombiana76 • Si Rojas seguía a Tracy y a Bentham, el doctor Ancízar no se apegaba ciegamente a esa filosofía. Fue también rector del Colegio del Rosario, al cual renunció el 12 75. Manuel Ancízar. Peregrinación de Alpha. Tomo n. Biblioteca del Banco Popular. Bogotá, 1984, p. 162. Américo Carnicelli. Op. cit., pp. 203-204. 76. Gabriel Restrepo. Mando, nación y sujeto. Inédito. Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de Colombia. Bogotá, julio 24 de 2001, pp. 16-17.

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de mayo de 1882. Su salud precaria debida a una hemorragia cerebral lo llevó a la muerte el 21 de mayo de ese mismo año77 •

El papel de Tracy y Bentham

El inglés Destut de Tracy (1754-1836) remplazó la palabra metafisica por ideología, razón para ser llamado ideólogo. Estudioso de las ideas, pensó que son aceptables si se basan en la experiencia; de lo contrario resultan inaceptables. Enfocó sus estudios filosóficos en cuatro facultades humanas: voluntad, juicio, sentimiento y recuerdo, manera como las ideas toman cuerpo. El hombre, dijo, elabora las ideas por el juicio y las propaga mediante la gramática y la lógica, hecha ciencia de las significaciones. El deseo tiene enclave en la voluntad, mientras la economía y la moral obedecen a la facultad volitiva. La sensación, como fuente del mundo externo, resulta componente del hombre. Jeremías Bentham (1748-1832), admirado por Santander, no tenía las simpatías de Bolívar, quien consideró sus ideas inconvenientes para la juventud, al punto de que las proscribió el 12 de marzo de 182878 • Para el creador del utilitarismo, el hombre se ha regido siempre por el interés, al acoger el placer y rechazar el dolor, "dos maestros soberanos". Sólo lo útil es fuente de placer y liga lo bueno con lo justo. El interés es el camino a la felicidad, en cuya búsqueda colectiva el individuo entra en conflicto. Aunque Bentham no diferencie entre placer y dolor, les imprime cierta jerarquía. Los propagadores del "criterio" de Balmes, encabezados por Miguel Antonio Caro, ven a los benthamistas como defensores y difusores del egoísmo. El utilitarismo, dice Jaramillo Uribe, fue decisivo en la evolución social sustentada por el liberalismo como renovación política de las costumbres, justificando en sus tesis el progreso e impulso final del siglo XIX, con el inconveniente de que Bentham fue explicado por escolásticos79 • 77. José María Samper. Prólogo a Peregrinación de Alpha. pp. 6-12. Sobre José María

Samper Agudelo, véanse Aspectos biográficos, sus parentescos y su obra en: Gonzalo Cuervo Rojas. Centenario de la Constitución. Tomo 5. Banco de la República. Bogotá, 1986, pp. 7-200. 78. Juan Francisco Ortiz. Reminiscencias. Librería Americana. Bogotá, 1907, pp. 93 Y 102. Mario Aguilera Peña. Op. cit., p. 87. 79. Eduardo Suescún. Op. cit., p. 43.

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Antonio José Restrepo ve en el Indio Uribe, periodista y político radical, la influencia de la escuela de San Bartolomé en la Universidad Nacional, cuando se refiere a Rojas Garrido como alumno de Ezequiel Rojas, ejes de la ideología benthamista en Colombia80 •

Obispos y masones Protocolizado el proyecto educacional, se convirtió éste en objeto de enconadas luchas. Los obispos acusaban a los liberales radicales de herejes, como hizo Canuto Restrepo, obispo de Popayán, en mayo de 1876, cuando dijo: "El Congreso francmasón de Nápoles expidió sus órdenes a los gobiernos sectarios del mundo para establecer las escuelas sin religión y sin Dios"; al instante, se emitió el decreto sobre la materia en Bogotá81 • Casi simultáneamente Pío IX y el Concilio Vaticano I dieron la orden desde Roma para asumir la lucha internacional por la causa ideológica de la cristiandad, que proclamaba la infalibilidad del Pontífice en materia política. Todo lo contrario de lo sostenido por los librepensadores, que hablaban de la volubilidad humana y la mutabilidad del pensamiento. Sobre este particular, la crítica reaccionaria de El Tradicionista de Caro prevenía: "Queremos que la política sea un instrumento de la religión, no la religión un instrumento de la política"lI2.. Los liberales se aprestaban a debilitar la influencia sacerdotal, limitándoles el monopolio educativo y reduciéndoles paulatinamente sus considerables riquezas, como había ocurrido con la expropiación de los conventos, que pasaron a servir de aulas de la Universidad del Estado. La orden de Roma para emprender una cruzada universal contra el liberalismo, de obediencia estricta para los católicos, encontró en la fanaticada criolla un terreno abonado que hizo aflorar de inmediato al Partido Católico, una novedad de la época, aún más reaccionario que el Partido Conservador de Mariano Ospina Rodríguez. Las posiciones se polarizaron a medida que avanzaba el debate. De una parte, estaban los intereses de los sacerdotes, puntales de la ideología de dominación colonial durante más de tres siglos, que mantenían los beneficios del poder 80. Luis Martel, compilador. Uribe Juan de Dios, su obra. Ediciones de Medellín. Medellín, 1977, p. 29. 81. Gran Enciclopedia de Colombia. Orculo de Lectores. Artículo de Fernando Sánchez Paredes. Volumen TI. Bogotá, 1991-1993.

82. Periódico El Tradicionista. Bogotá, noviembre 14 de 1871.

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absolutista, y sumían a la nación en el oscurantismo medieval. Y de otra parte, los ideales de los radicales, difusores de la Ilustración y el humanismo social, con su insistencia sobre "la moral pública y sobre la educación de los pueblos': que se inicia con el cultivo individual, surgido del interior al exterior y no del exterior al interior en una alianza donde todos cumplen para conseguir el bien común. Según su visión, la historia había girado de la Ilustración al romanticismo en camino al positivismo. Un examen de la postura de Pío IX muestra cómo Miguel Antonio Caro y Carlos Martínez Silva, líderes del recién fundado Partido Católico, curiosamente no hicieron más que remedar 10 que el Pontífice pregonaba. Enfilaron baterías contra la libertad de conciencia, tal vez sin detectar que dicho Papa, cuyo nombre era Juan Mastai Ferreti, había sido masón 83 • Simplemente, los conservadores recibieron instrucciones y las reprodujeron sumisos, defendiendo 10 que consideraron "el orden", que necesariamente provenía de la religión y las prácticas autoritarias. El Tradicionista con furia, proponía: "El liberalismo es hoy en el mundo, 10 que fue una vez el arrianismo: una herejía amenazante que se ha apoderado de los Gobiernos. Contra ello es forwso combatir por medios adecuados a la naturaleza del mal"&!. En su empeño, no ahorraron medios para combatir a los agentes del demonio: los masones. Desde los incendiarios sermones, pronunciados en apocalíptico lenguaje en todos los púlpitos disponibles, hasta el ejercicio directo de la violencia, pasando por las calumnias e injurias contra los gobernantes. Al final, los conservadores recurrieron a la guerra civil de 1876, en la que hubo guerrillas comandadas por los gamonales y oligarcas criollos. Llevaban como emblemas en los combates no la bandera o el escudo patrios, sino las heráldicas del Vaticano, los colores de la Virgen y el Sagrado Corazón, y marchaban bajo el grito de ¡Viva Cristo Rey! El estigma de la excomunión colectiva y abstracta cayó entonces sobre los radicales y su obra. La respuesta fue contundente. Cuando en 1876 murió el librepensador y doctor Juan de Dios Riomal0 85 , su sepelio constituyó un 83. Lorenzo Frau Abrines. Historia General de In Masonerfa. Tomo II. Ediciones del Valle de México. México, 1968, p. 1109. 84. Periódico El Tradicionista. Bogotá, noviembre 21 de 187!. 85. Ilustre masón, gran maestro de la M:. R:. Gran Logia de Colombia. Profesor de la Facultad de Medicina, fallecido el 30 de abril de 1876. Fue colocado en cámara

ardiente en el salón de grados de la Universidad Nacional. Véase Américo Carnicelli.Op. cit., pp. 175-178.

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memorable acto de masas86. Puesto que la semilla ya había germinado en la Universidad Nacional, profesores y estudiantes desfilaron alIado del féretro en una manifestación multitudinaria, comparable sólo a la del entierro del ideólogo Ezequiel Rojas y a la que ocurriría muchos años después, el 24 de febrero de 1924, cuando sería sepultado Benjamín Herrera, días cuando los masones hicieron gala ideológica pública y muestra evidente de poder. Manifestaciones que vivaban la proclama de Manuel Murillo Toro en 1865: "¡Es necesario ahogar el conservatismo en libertad!". Unidos por los mismos principios, en 1848 Mosquera había apoyado a Manuel Murillo para importar una imprenta. Se valió de Pedro Alcántara Herrán, su suegro, que ocupaba un cargo diplomático en los Estados Unidos. Utilizando dicha imprenta, se fundó el periódico El Neogranadino, vocero de la administración y contradictor del periódico El Día, propiedad de Mariano y Pastor Ospina Rodríguez, personeros de la oposición conservadora en aquellos años. El Neogranadino pasó luego, en 1851, a manos de Ancízar. Tal como Mosquera había desafiado en su momento a la casta sacerdotal, les recriminó que en lugar de mezclarse en los asuntos del Estado, deberían "conforme a los preceptos del Apóstol, someterse al Gobierno y no olvidar los preceptos del Santo Obispo de Hipona, doctor de la Iglesia, San Agustín, que aconseja obediencia aun a los tiranos': Recriminados con su propia filosofía, no tuvieron más remedio que someterse a la república87. La Universidad siguió siendo preocupación de los conservadores. Origen, filosofía y profesores los consideraron un atentado contra la tradición, la religión y el orden. El primer editorial de El Tradicionista muestra inquietud por el papel del catolicismo como esencia del conservadurism088 . El ataque fue asumido por Caro contra sus propios correligionarios, a los que acusó de estar "contaminados de ideas liberales ya por su incorporación y voluntaria permanencia en las logias masónicas"; y agrega: "o ya por la educación que recibieron en aulas de ciencias políticas enseñadas en sentido liberal"89. Sabía que varios conservadores se habían camuflado precisamente allí. 86. Jaime Jaramillo Uribe. El pensamiento colombiano en el siglo XIX. Editorial remiso Bogotá, 1964, pp. 205-217. Carnicelli. Op. cit., pp. 175-183. 87. Carta autógrafa al Papa Pío IX, de enero de 1862. 88. Periódico El Tradicionista. Bogotá, noviembre 21 de 1871. 89. Varios. Centenario de la Constitución, Núñez y Caro 1886. Banco de la República. Bogotá, 1986.

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La influencia de Caro sobre Rafael Núñez venía de atrás, pero se sintió sobre todo en diciembre de 1880 cuando, en calidad de presidente, fue a la Universidad Nacional para la entrega de premios y pidió que se instaurase la clase de sociología. Los invitados, de predominio conservador, levantaron un polvorín próximo al irrespeto. Y Caro, por escrito, reprochó a Núñez esa propuesta, quien le contestó agradeciendo "mucho, muchísimo su atenta carta en el desacuerdo en que puedo estar a veces, con personas como usted. Deseo vivamente merecer su aprobación, me tranquiliza y conforta"9o • Todo indica que en 1880 Núñez se sentía frustrado, se lamentaba de que "la anarquía estuviera intacta en el fondo de los hombres activos de la política, aunque se llamen conservadores y católicos". En 1886,vigente la Constitución, borró el Radicalismo y no h~bría opción viable para modificarla.

Tras los bienes del Rosario

La rivalidad entre la Nacional yel Rosario no tardó en aparecer. En el número 178 de 1870 de El Liberal, el rector de la primera hizo alusión a los pocos alumnos suyos y a la mayor cantidad del Rosario, pero resaltaba el bajo nivel académico de aquellos, mientras sus alumnos eran notoriamente destacados. Pullas y críticas se unieron para llamar a los rosaristas "turba de sofistas y leguleyos con título"91 • Todo porque un señor de apellido Mérides había soltado elogios a los del Rosario, omitiendo a los de la Naciona192 . El reto se incubó y los rosaristas 90. No obstante la reprimenda, en 1882 Salvador Camacho Roldán inauguró esa cátedra. Poco duró. Fue restaurada en 1923 como complementaria de los estudios de Derecho. En 1951, el sociólogo católico Jorge Kibedi, húngaro, seleccionó 150 universitarios de la

Nacional, valiéndose del censo nacional. Se ofrecieron como empadronadores, siempre y cuando les dejaran escoger una zona del sur de Bogotá. Con algún patrocinio del periódico El Siglo crearon talleres, dispensarios y escuelas bajo la mira de "la enseñanza y la práctica". Véase Revista Semana de julio 14 de 1951. En 1959 fue fundada la Facultad de Sociología por Orlando Fals Borda y Camilo Torres Restrepo, enseñanza no muy bien vista por la Iglesia, que permanentemente reprochaba su práctica.

91. Diario de Cundinamarca. Número 295. Bogotá, noviembre 14 de 1870. 92. En este mismo año, en junio 29, el Senado de los Estados Unidos de Colombia autorizó

la enseñanza de los textos de Tracy y Bentham. Llegó la misión alemana para promover la apertura de las escuelas normales. Fueron renovadas las enseñanzas primaria y secundaria. Se impulsó a la Universidad Nacional. La Facultad de Ciencias Naturales formó profesores con la herencia científica de Mutis. Véase Guillermo Sánchez Medina. El maestro Francisco Socarrás. Ediciones de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia. Tunja, 1996, p. 43.

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respondieron a la Nacional en una carta que enviaron a su rector. Le decían que escogiera de entre sus alumnos ~ los mejores, uno por cada curso, y haciendo ellos lo mismo definieran el día, lugar público o privado, para examinarse recíprocamente y que la ciudadanía juzgara "quiénes conocen mejor la jurisprudencia"93. La nota, con fecha del 11 de noviembre de 1870, no tuvo respuesta, por lo que el duelo quedó en el aire. De haberse realizado, habría contado hasta con padrinos. El desafío continuó pero, cuatro años después, la Nacional compartía el claustro de San Bartolomé con los de Filosofía y Letras. Ese fue el argumento y motivo que hubo para pretender apoderarse del Rosario, pretextando que por ser la Nacional pública y gratuita, debía tener esas sedes. Efectivamente, se proyectó la incorporación del Colegio del Rosario a la Nacional, autorizada por la Junta de Inspección y Gobierno y acogida por su rector, masón, Francisco Eustaquio Álvarez94 . El acuerdo necesitaba la aceptación del ejecutivo nacional, ratificación de la Junta de Conciliarios y por último la firma del patrono del colegio. Allí se estancó el proyecto. El acuerdo otorgaba la designación del profesorado a la Nacional, cuyo pago debía compartirse. El plan ordenaba pasar los elementos propiedad del Rosario a la Nacional, rigiéndose estatutariamente por ésta. Seguiría como rector quien ocupara el cargo. Aunque el convenio tendría una duración de diez años, sería el tiempo ideal y estratégico de los radicales para que la Nacional absorbiera totalmente al Rosario, como había ocurrido con San Bartolomé. Las razones fueron: Si este proyecto se realiza, la enseñanza de las ciencias políticas y de la jurisprudencia tomarán el incremento que el país necesita. Las magistraturas serán generalmente servidas por hombres que hayan hecho estudios científicos, desaparecerá el empirismo que a veces domina en los cuerpos legislativos, y será menos frecuente la formación de círculos políticos, cuyas combinaciones alarman al país en su marcha pacífica y de progres0 95 • ------~---

Op. cit. 94. Alvarez, rector en ese momento, había denunciado la apropiación de los dineros de la Universidad del Rosario en crisis porque el doctor Juan Nepomuceno Rodríguez Conto, administrador de bienes del claustro, no había rendido cuentas durante siete años. En retaliación, el hijo de Rodríguez Conto atacó a Alvarez a fuetazos. Por este motivo publicó un plegable que tituló "El rector del Colegio de Nuestra Señora del Rosario, en una cuestión que interesa a la sociedad". Contenía la agresión y la omisión de cuentas del mencionado Rodríguez Conto. Apareció publicado en Bogotá en marzo 24 de 1870. 95. Diario de Cundinamarca. Número 255. Bogotá, enero 10 de 1874. 93. Guillermo Sánchez Medina.

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Este prospecto era de poco agrado para los rosaristas. Años después, en 1886, ante la falta de espacios idóneos para la Facultad Nacional de Derecho, ésta tuvo que funcionar en simultaneidad y de consuno precisamente en las aulas del Colegio del Rosario, hasta cuando, en 1889, el Decreto 62 del 29 de enero ordenó separarlas. Quedó cada una con local propio. Durante la época rosarista egresaron como alumnos de la Escuela Nacional Antonio José Uribe, Miguel Abadía Méndez, José Joaquín Casas, Eduardo Rodríguez Piñeres, Juan C. Trujillo Arroyo, Eduardo Restrepo Sáenz, Ismael Cuenca y Alberto Suárez Carrillo, entre otros96 •

iFusiles sí, libros no!

La firme pretensión de hacer de la educación el camino para la civilización caracterizó a los gobiernos radicales de 1860 a 1880. Era su lucha. Una reforma profunda en 1870, con Felipe Zapata a la cabeza en el gobierno de Eustorgio Salgar, sirvió de plataforma a los radicales para establecer definitivamente la instrucción pública gratuita97 • Los opositores consideraron que era un atentado sin precedentes a la tradición nacional. La guerra a la ideología liberal no se hizo esperar. Se acusó a "la secta infernal de los francmasones': en cuyos ocultos propósitos estaba la contratación de nueve pedagogos alemanes para organizar las escuelas normales de enseñanza laica. Sería el quiebrapiés del monopolio eclesiástico. Lo que no se sabía era que, con el pretexto de guerra de las escuelas, la rebelión empezaría en 187698• La pugna enlazó clérigos y laicos, creciendo en proporciones en tanto Miguel Antonio Caro denunció la construcción del primer templo masónico, incluyendo nombres de cotizantes99 • El Diario de Cundinamarca de tendencia liberal, justificó la obra y exhibió la licencia otorgada, así como la personería jurídica concedida a la masonería en mayo de 1875 por petición de Manuel Ancízar, gran maestro adjunto del gran Oriente Central Colombiano. Rogó entonces al cielo el belicoso obispo de Antioquia Joaquín Guillermo González, en pastoral del 9 de mayo de 1876, exhortando al pueblo a rebelarse 96. Carol Villamil. Op. cit., pp. 44-45. 97. Américo Carnicelli. Op. cit., pp. 135-136.

98. Manual de historia de Colombia. Tomo III. Colcultura. Bogotá, 1980, pp. 264-273. 99. Periódico El Tradicionista. Bogotá, 25 de junio de 1875.

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contra el Gobierno de la Unión. Sumó improperios contra los masones colombianos, que publicaron un folleto escrito por el Gran Orador del Oriente de Francia, Malabert, donde admitía que la masonería "no profesa ni admite ninguna de las religiones privativas que priman en el mundo", sino un principio absoluto y eterno que rige las leyes de la naturaleza al cual llaman Gran Arquitecto del Universo100 • Dejaban en claro que defendían la libertad de conciencia, de cultos y de pensamiento, elementos que debían encontrarse en todo Estado bien constituido. El clero del Cauca alzó banderas contra la instrucción pública estatal, poniéndola como contraria a la fe religiosa. Pidieron al comisionado del Gobierno, Dámaso Zapata, masón, la derogación de las leyes sobre enseñanza pública y la abrogación de la libertad de cultos. Siendo claros los propósitos del Gobierno los obispos Vicente Arbeláez de Bogotá, Carlos Bermúdez de Pasto y Manuel Canuto Restrepo de Popayán incitaron a la guerra. Ello obligó al presidente del Estado Soberano del Cauca, el masón César Conto, a que e14 de febrero de 1877 los expulsara del territorio, decisión suscrita por Conto y Modesto CácereslO' . En plena revolución el país, desde la catedral primada de Colombia, monseñor Vicente Arbeláez protocolizó la revuelta: "La sociedad católica, cuando es vulnerada en su doctrina, está en el deber de sostener sus derechos a la fuerza"102. Los miembros del Congreso buscaron mantener la paz pública: el 26 de febrero instaron al ejecutivo para tomar las medidas necesarias de manera que, tan pronto el arzobispo Arbeláez se lanzara a la sedición, el presidente de la Unión ocupara sus "temporalidades" y convirtiera la casa arzobispal en despacho de la Secretaría de Guerra y Marina. Debía también expulsarse al prelado del territorio de la república. Una ley del Congreso así lo autorizó ellO de mayo de 1877. Presidentes y secretarios de ambas cámaras eran masones, así como el propio presidente de la República, Aquileo Parra103 • Nueve años de vida tenía la Universidad y seguían riñendo librepensadores y católicos conservadores. En 1875 se hizo más patente la crisis. El activismo político de profesores y estudiantes a favor del masón y radical Aquileo Parra había sido tan desbordante, que la Universidad fue mira de los conservadores. 100. Américo Carnicelli.

Ibid., p. 160. Ibid., p. 16l. 103. Ibid., p. 163. 101.

102.

Op. cit., p. 158.

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Era Ancízar ministro del Interior. En su informe al Congreso lamentó que el centro de enseñanza se hubiera convertido en un fortín eleccionario y que la instrucción sufriera trastornos. Llegó al punto de recomendar su clausura definitiva, sugerencia que rechazó el destacado parlamentario Aníbal Galindo104, masón, quien fue enfático sobre el papel franco de la Universidad: "Formar hombres de ideas liberales"105. Con este precedente, la oposición conservadora se aceleró. El 14 de noviembre de 1873 una pastoral había reprochado la educación laica impartida en la Universidad Nacional y llegado a prohibir terminantemente a los católicos estudiar allí106 • La inquietud se sintió desde el5 de enero de 1875, proveniente de la Convención Conservadora reunida en Barranquilla, inspiradora de la primera candidatura de Núñez que fue acelerante de la revuelta encabezada en la costa por Felipe Frías. No tardó en aparecer en Cundinamarca el movimiento belicoso conservador de 1876, que se hizo llamar "guerra de las escuelas". Programado para 1877, se anticipó y estalló sin los mil fusiles máuser que debían llegar a Riohacha y que en manos del acometedor Felipe Frías serían apoyo para la toma de la Costa Atlántica, con el patrocinio de los dirigentes conservadores Paquín Ra~way, José María Campo Serrano y Miguel Cotes107. Aunque el presidente masón Aquileo Parra no era amenaza para nadie, la revuelta impugnaba el predominio ideológico liberal. El hecho de que el movimiento lo intentaran los conservadores iba frontalmente contra sus propios principios, como lo advirtió expresamente el ideólogo tradicionalista Vicente Arbeláez, por lo cual fue acusado en Roma como traidor. Aparecieron milicias conservadoras, especialmente la de Los Mochuelos108 (búhos sabaneros), nombre tomado del humilde rancho, desabrigado y oscuro, ubicado en el páramo de Tunjuelo, donde se habían reunido a conspirar por primera vez el 25 de agosto de 1870. Eran inicialmente cuarenta "machos", la mayor véase Diógenes Arrieta Arrieta. "Aníbal Galindo". Periódico El Liberal Ilustrado. Volumen 3, número 1180-23. Bogotá, 1914, pp. 355-357.

104. Sobre la personalidad de este destacado político e intelectual,

105. Idem., pp. 82, 199, 221, 249. 106. Pedro Agustín Díaz.

Tras la Universidad. Editorial El Búho. Bogotá, p. 21. Cesar. Plaza y Janés Editores. Bogotá,

107. Alvaro Castro Socarrás. Episodios históricos del 1997, pp. 126-127-128. 108. Camilo Pardo Umaña.

Las haciendas de la Sabana. Editorial Kelly, Bogotá, 1949.

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parte indígenas llevados por sus patronos, que les imponían su criterio político. Sus jefes eran jóvenes hijos de hacendados; ciudadanos de vida fácil que dejaban atrás las novias. llorosas que les habían tejido cintas para sus gorros de combate. Respondían a una sola consigna: "Dios, mi Remington y mi lanza"lo9. Su centro de influencia fue Soacha, donde ubicaron el cuartel general, precisamente en la finca de la tradicionista familia Urdaneta que los patrocinaba y dirigía"o. Albertico era el militante más destacado, entre los hijos de don Robertol l l • Los revoltosos provenían de la "flor y nata" de la juventud conservadora. Tuvo entre sus acciones bélicas el secuestro del ministro de Guerra liberal Teodoro Valenzuela, de quien sabían que los fines de semana descansaba en el pueblo de Serrezuelall2 • llevado a la hacienda El Vínculo, estuvo retenido por varios días"3• Sus opositores fueron Los Alcanfores, satírico nombre endilgado por las damitas conservadoras, que predecían una pronta evaporación ante el supuesto chiflón de los hostiles antigobiernistas. Los Alcanfores, grupo numeroso de jóvenes estudiantes librepensadores, estuvo liderado por Luis María lleras, quien pronosticó que no se evaporarían antes del peligro sino afrontándolo en la guerra1l4• Los Mochuelos, si bien fueron combatientes, buscaban sobre todo la simpatía de las jovencitas bogotanas, en una combinación de la ideología como causa y el fervor femenino como estímulo emocional. Proclamaban, como si fuera una gracia: "Si la muerte en el campo de batalla enaltece al militar que la recibe, el hecho de ser conducido a la última morada en brazos del bello sexo emocionado, debe constituir el mejor galardón a que puede aspirar la vanidad humana"u5• 109. Pilar Moreno de Ángel. Alberto Urdaneta. Biblioteca Colombiana de Cultura. Colección de Autores Nacionales. Bogotá, 1972, pp. 37-39, 44-46. 110.

Enciclopedia de Colombia, Tomo 1Il. Editorial Nueva Granada. Bogotá, pp. 8588.

Sobre la vida y obra de este artista y militar, véase Papel Periódico Ilustrado. Año V, tomo V (1885-86). Edición facsimilar limitada. Carvajal S.A. Cali, 1979, pp. 279-324. Eduardo Santa. Alberto Urdaneta y su época (Dibujos, obra artística y participación en la contienda de 1876). Banco Popular. Bogotá, 1975, pp. 8-9. 112. Hoy municipio de Mosquera, Cundinamarca. lll.

Enciclopedia de Colombia. Tomo IlI. Editorial Nueva Granada. Bogotá, p. 87. 114. Antonio Cacua Prada. Historia de la educación en Colombia. Academia 113.

Colombiana de Historia. Santafé de Bogotá, 1997, pp. 180-182. 115. Cordovez Moure. Op. cit., P.1507.

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Las niñas se enfrentaban por ellos, entre vociferaciones e insultos. Entre tanto, los bandos combatían sin ahorrar esfuerzos ni munición. Se atacaban sin compasión alguna, en contiendas feroces que sólo terminaban por mutua conveniencia o falta de pertrechos. Sin embargo, finalizada la reyerta, no había rencores entre las partes, y si se daba un muerto, a su entierro concurrían los contrarios, como ocurrió cuando cayó el militante Abraham Pulido. De Los Alcanfores hizo parte el estudiante de Derecho Nicolás Pinzón Warlosten1l6 , valeroso soldado que peleó en la batalla de Yomasa, luego comandante de la columna Libres de Colombia1l7. Una histórica coincidencia ligó su vida a la de Rafael Uribe Uribe: se iniciaron el mismo día en la logia Estrella del Tequendama, dando explicación al lema de la Universidad Externado de Colombia: Post tenebras spero lucem, símil de la logia Propagadores de la Luz, que planteaba Post tenebras lux, después de las tinieblas la luz, cuyos escudos muestran sobre el libro de la ley un sable alumbrado por un sol, evocación del ara de los votos en los templos masónicos1l8 • El acuerdo llegó entre Mochuelos y Alcanfores después del combate de Manizales: cinco mil conservadores contra cinco mil trescientos gobiernistas. Doscientos setenta y cinco muertos de los agresores y ciento cuarenta de los legitimistas. Se decidió allí, al dividirse, la suerte delliberalismo"9 • Comenta José María Lleras que los universitarios volaron a los parques, cerraron sus libros y presentes ante el presidente le pidieron: ''Aquí estamos, ¿en dónde es, en dónde se tiene necesidad de nuestros sacrificios?" El profesor Aníbal Galindo, presidente de la Cámara de Representantes, fue su más fervoroso acompañante120. Estaban encabezados por Carlos Camargo, Correa y Carvajal, imberbes de dieciséis años a quienes el cañón del Remington y hasta el tamaño de la bayoneta los superaba en estatura. No bien terminada la guerra, se contaron en más de sesenta los estudiantes muertos en combate. El primer número del perióu6. Maestro masón de la logia Estrella del Tequendama, tomo 11. Iniciado con Uribe Uribe el5 de octubre de 1884. Véase Américo Carnicelli. Historia de la masonería en Colombia. Tomo 11. Ediciones de la Masonería. Bogotá, 1975, p. 252. u7. El Externadista. Revista número 3. Bogotá, 1995-1996, p. 99. u8. Gabriel Valbuena Hernández. La educaci6n y la masonería. Gran Logia de Colombia. Inédito. Bogotá, 2000. 119. Artículo de Arturo Alape. Diario El Espectador. Bogotá, 3 y 10 de enero de 1999. 120. Américo Carnicelli. Op. cit., P.169.

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dico El Alcanfor fue la respuesta al periódico Los Mochuelos, editado por los conservadores121 • Para Enrique de Narváez, la contienda conmovió al país entero, impulsando cambios como la Constitución de 1886. No fue extraño, entonces, que las aulas cerraran sus puertas por la lucha, como ocurrió del 21 de agosto de 1876 al 22 de febrero de 1877, con ligeras y posteriores interrupciones. Por su participación, los estudiantes ganaron merecido reconocimiento de parte de los librepensadores de la época122• El presidente Parra, acorralado por la guerra, ordenó ese año de 1876 dar instrucción militar a los estudiantes, a quienes se habilitaría en el grado de tenientes del ejército123 • Ante la crisis económica que sobrevino por la confrontación, el 18 de agosto de 1876 el rector de la Universidad Nacional notificó a los docentes la imposibilidad del pago de salarios. Profesores y empleados acordaron entonces servir gratuitamente. Como los estudiantes recibían los alimentos sin costo, por la falta de recursos el Gobierno ordenó darles "ración como a militares en servicio': El 23 de agosto, un decreto buscó mantener los estudios, pero el propósito fue corto. Al mes, los alumnos de Ingeniería habían dejado vacías las aulas, empuñado las armas y marchado a la guerra en defensa de la institucionalidad124• En junio de 1877, por Ley 69, la Escuela de Ingeniería, tal vez por la actitud de sus estudiantes, fue convertida en "Escuela Militar" para enfrentar la embestida conservadora contando con un cuerpo de oficiales leales, técnicamente preparados125• En aquel momento, todo estudiante se consideró soldado, los libros cartucheras y las plumas fusiles; los cerebros antes ocupados en medir la!; distancias de los astros y sondear los secretos de la naturaleza empezaron a medir el alcance de sus armas, la potencia de sus brazos y el temple de sus corazonesu.6. 121. Periódico El Alcanfor. Número l. Bogotá, 6 de octubre de 1877. 122. Cordovez Moure. Reminiscencias de Santafé de Bogotá. Editorial Aguilar. Bogotá, 1962, pp. 1506 Y1555. Enciclopedia de Colombia. Madrid, p. 87. 123. Ramón Mantilla Rey. Conferencia inédita de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Colombia. Bogotá, 1996. 124- Estela Restrepo Zea. En 1876 la Rectoria se convierte en cuartel. Periódico Universidad Nacional de Colombia, 130 años. Carta universitaria. Número l. Imprenta de la Universidad Nacional. Bogotá, 1968. Pedro Agustín Díaz. Op. cit., p. 21. 125. Estela Restrepo Zea. Op. cit. 126. "La Guillotina". Fotocopia sin fecha. Bogotá, pp. 22-23.

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Es claro que la guerra del 76 se inspiró en la defensa de la religión y en neutralizar el control docente que tenía el Estado, cuyos preceptos contrariaban al pensamiento conservadoru7. Los colegios también fueron clausurados, pero sufrió los mayores descalabros la Universidad Nacional, que se había convertido en lugar de agitación de las ideas progresistas, donde se consideraba la educación un deber del Estado y un derecho del individuol28 • Manuel Antonio Caro y José Manuel Groot, opositores de las reformas, habían visto en aquel concepto una proyección racionalizada y peligrosa del Supremo Arquitecto del Universo, fuente de radicales y francmasones enemigos del dogmatismo, yeso bastaba para atribuirle carácter devastador. La lucha entre masones y dogmáticos por la educación y la neutralidad religiosa se venía fomentando desde 1872, por encomienda pontificia que sugirió la fundación de las Sociedades Católicas "con miras a contrarrestar la acción librepensadora"u9 • Parte de los métodos de lucha fue el atentado personal. Se realizaban en 1875 los comicios electorales, y el ex presidente Santos Acosta, a caballo, llegó a la plaza de Santander para consignar su voto en una mesa ubicada en el costado sur. Un estudiante conservador, afectado por el odio a las reformas, aprovechó la ocasión y le disparó a quemarropa. El viejo político salvó su vida porque el corcel súbitamente corcoveó y la bala no dio en el blanco13o •

Conservadores versus liberales

Las guerras victoriosas de los liberales los hicieron soberbios; ignorantes de que el poder se les estaba convirtiendo en una pesadilla peligrosa, apabullaban a los conservadores. Aunque en el 76 bélicamente habían triunfado, en verdad quedaron mal parados. No obstante, su altivez era cada vez mayor. Pasaba don Carlos Holguín Mallarino 131 frente al atrio 127. Eduardo Santa. Rafael Uribe Uribe. Biblioteca Colombiana de Cultura. Bogotá, 1974, pp. 35-36. 128. José David Cortés. Op. cit., p. 231. 129. Historia de Colombia. Tomo IlI. Instituto Colombiano de Cultura. Bogotá, pp. 6-55-

275· 130. Cordovez Moure. Op. cit., p.161. 131. Presidente de la República entre 1888 y 1892.

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de la catedral donde hacían corrillo jóvenes liberales, y como la furia revolucionaria aún bramaba, uno de ellos gritó: "¡Abajo los conservadores!". Holguín, muy tranquilo, volteó a mirar y encarando al gritón, lo increpó: "¿Tendría usted la bondad de indicarme cómo es posible colocarnos más abajo aún de lo que estamos?" .El interlocutor calló y sus acompañantes rieron. Holguín siguió su camino 13:>. En ese ambiente de pendencias, Núñez sería presidente por primera vez, cargo en el que se posesionó el8 de abril de 1880. De inmediato, levantó el destierro decretado a los obispos, y los clérigos le depositaron su confianza. Núñez fue reelegido para el periodo 1884-886. El 17 de junio de 1885 ocurrió la batalla de La Humareda (El Banco, Magdalena). Murieron allí seis generales liberales, jóvenes de la contienda de 1876 que buscaban vengarse del presidente poeta133 • En Bogotá, en 1886, aprovechó Núñez una manifestación para anunciar el final de la Constitución del 63 antes que el inicio de la nueva Constitución; sabía bien que en lo político y en lo legislativo la pilatuna les saldría cara. En ese entonces, la Universidad no recibía alumnos que no fueran de la raza sacrificada en la batalla de La Humareda, emancipadores sociales, defensores del sufragio, contribuyentes de la grandeza colectiva y capaces de mostrar, muriendo, el poder de su ideologíal34 • EllO de septiembre se anunció el Consejo Nacional para el 11 de noviembre del mismo año. La política educativa quedó en manos de Rafael María Carrasquilla, clérigo director de la instrucción pública quien, acolitado por Caro, Suárez y Samper, valiéndose de los métodos que los radicales habían utilizado durante 14 años, borró los principios liberales de 1863 e impuso una Constitución inflexible, inmodificable, dogmática y rígida135 • El dogmatismo entró a reinar y, como consecuencia, las ciencias sociales y las humanidades se volvieron apenas un remedo. Lo que había, al decir de

132. Miguel Cané. Notas de viaje sobre Venezuela y Colombia. Biblioteca Centenario Colcultura Bogotá, 1992, pp. 130-131-171. 133. Armando Solano. Glosas y ensayos. Biblioteca Básica Colombiana Instituto Colombiano de Cultura. Bogotá, 1980, p. 255. 134. ¡bid., p. 256.

135. Ignacio Arizmendi Posada. Presidentes de Colombia: 1810-199°. Editorial Planeta. Bogotá, 1989, pp. 159-160.

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Suescún Monroy, era "profesores sin cátedra; la república sin su universidad: la gramatocracia había triunfado"; regresaba la edad media136. Todo venía de atrás. Samper, el 28 de junio de 1870, con su cuñado Ancízar, abandonaron la Universidad en protesta por la enseñanza de Bentham, y se volvieron los mejores aliados de Núñez. Se alejaron de los masones y unidos fueron al ataque. El 31 de agosto de 1877, el que había sido furibundo masón en los años 1849-1854 desapareció de Bogotá y se incorporó a la Segunda División Conservadora contra los liberales, bajo el mando del cartagenero Luzardo María Pérez. En su nueva condición se hizo coronel, enemigo de los radicales. Se convirtió en connotado nuñista, fundamental en el periódico La Ley. Fue puesto preso cuando su jefe conservador, Alejandro Posada, capituló ante el masón Solón Wilches. Entonces pidió aplicación de los principios de la orden masónica, con el objeto de expatriarse. Con perdón para su vida, se refugió en Venezuela, de donde regresó como pilar fundamental en la redacción de la Constitución del 86, ahora como aliado furibundo de los curas137 • No era ya el joven de talento que en El Neogranadino desacreditaba al clero y lo llamaba "clerigalla". Samper acabó siendo visto como caricatura de Judas, lanzador de rayos y centellas contra el apostolado. No era el mismo que había alegado que "un pueblo no llega al pináculo del poderío de la fuerza y la ilustración si no borra del corazón de los ciudadanos toda idea de culto, demoliendo los altares de Cristo"138 • El decreto orgánico 987 de 1888 golpeó a la Universidad. Con poco criterio, la primaria, la secundaria y la profesional, bajo la férula del ejecutivo, fueron adscritas por especialidad a cada Ministerio. No había autonomía ni presupuesto, las facultades peregrinaban y los alumnos bostezaban confesionalismo en salones fríos y asfixiantes. La internacional del dogma, con la ,encíclica Humanum Genus con las instrucciones dadas por León XIII en abril y mayo de 1884, respectivamente, ordenó al clero combatir a los librepensadores, a los masones, a sus instituciones y fomentar sociedades de beneficencia y educación, sin descuidar los gremios sumidos en

136. Según criterio de Eduardo SueSCÚll Monroy, la reforma fue tan regresiva en sus aspectos

filosóficos que borró todo lo que se había logrado en relación con la libertad de pensamiento, y de un plumazo se impuso el dogmatismo, que lo controlaba todo. 137. Américo Carnicelli. Op. cit., p. 165. 138. Juan Francisco Ortiz. Op. cit., pp. 239-240.

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la pobreza. Imponer en todo y por sobre todo el dogma católico. La religión sería "esencial elemento del orden social"139. La Ley 35 de 1887 dio derecho expreso a imponer el credo religioso en la Universidad, ordenó "la inspección y revisión de textos" y permitió la participación clerical en la dirección administrativa, política, docente y académicaL40 • Se cumplía así lo que Núñez en 1881, en la sesión solemne de la Universidad Nacional había anticipado, al decir que el hombre fundaba su creencia en la verdad revelada, más profunda todavía si la enriquecía con investigaciones propias. Aquello tenía ahora base jurídica141. El debate fue del claustro al Congreso y allí, el 24 de febrero de 1882, Ricardo Becerra, político nacionalista, reprochó al radicalismo, ya agónico, haber imbuido la educación con sus únicos ideales. Diógenes Arrietal42 replicó diciendo: Hay en el mundo civilizado dos grandes Escuelas, que se disputan la dirección política y moral de la sociedad; la una se llama Escuela Católica y se vale de la revelación, la fe, la autoridad, y la otra se llama Escuela Liberal y su instrumento de trabajo, de lucha y gobierno es la razón, la primera contempla al hombre como "un ángel caído"; para la segunda, "es un animal humanizado':

En uno operaban la tradición y la autoridad religiosa, en otro estaban la razón y la libertad, para concluir que "a la universidad Nacional no vaya la ciencia católica pues no queremos que se le encomiende la educación de las nuevas generaciones, es decir el porvenir de la causa liberal". Agregó ante Becerra que el Estado no careCÍa de conceptos para enseñar; ahí estaban "la libertad, la ciencia y el derecho a la democracia': destacando lo absurdo que era derivar la verdad de una doctrina, basándose sólo en la edad de las ideas y de los pensadores. Todavía se impugnaba a Bentham y Tracy, en momentos en que la represión contra la libertad de pensar se estaba incrementando143 . 139. La guía estructural e ideológica de la reforma educacional, así como los planes de

estudio y programas de la Universidad Nacional, para la época, son visibles en Los Constituyentes de 1886. Tomo 1. Banco de la República. Bogotá, 1986, pp. 114 a 123. 140. El Concordato celebrado entre el papa León XIII y el presidente Rafael Núñez, presidente de Colombia, en diciembre de 1887. 141. Carlos Valderrama Andrade. Un capitulo de las relaciones entre el Estado y la Iglesia colombiana. Instituto Caro y Cuervo. Bogotá, 1986, p. 20. 142. Vivió entre 1848 y 1893. Nació en San Juan Nepomuceno (Bolívar). Destacado masón,

parlamentario, diplomático, periodista, orador y profesor universitario. Autor de varias obras. Murió exiliado en Caracas. 143. Cita de Alfonso Romero Aguirre, en Ayer, Editorial ABe. Bogotá, 1972.

hoy y mañana del liberalismo colombiano.

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Contra las clases de religión

En la época de la Universidad Central, en 1848, los alumnos debían someterse a los sacramentos y a la penitencia; al finalizar el año era obligatorio comulgar. Un mes de mayo, los estudiantes reprocharon en tumulto que en la puerta de entrada al claustro existía una piedra con la cruz esculpida, signo de ignorancia y atraso. Llegaron a mofarse, en nombre de la Ilustración y el progreso. Aquello, considerado un delito, fue informado por el rector Márquez al presidente José Hilario López, para su judicialización. Pero el tiro le salió por la culata al rector: el presidente, complacido, no abrió proceso sino que, por el contrario, removió del cargo al señor Márquez144• Treinta y ocho años después, ocho estudiantes de penúltimo año de Derecho reprocharon las imposiciones religiosas en la Universidad Nacional y el resultado fue distinto: acabaron expulsados. Bajo el liderazgo de Nicolás Pinzón Warlosten, partícipe de la contienda de 1876, se fueron primero a una habitación del Hotel Lincoln y luego al edificio de las galerías, hoy Alcaldía Mayor de Bogotá, y en un pequeño espacio prosiguieron las clases como si nada hubiera sucedido. Los acompañaron los profesores radicales Salvador Camacho Roldán, Aníbal Galindo, Francisco Montaña, Castro Vélez, Juan Manuel Rudas, Luis A. Robles145 , Alejo de la Torre, Juan Félix de León, Felipe Silva y los ex presidentes Largacha y Santiago Pérez Triana146 • Los ocho alumnos eran: Tomás O. Eastman, Carlos Arturo Torres, José Camacho Carrizosa, Guillermo Nanetty, Ramón Vargas, Ricardo Hinestrosa Daza y Lucas Caballero, quienes terminaron estudios el mismo año en que desertaron, para dar vida a la Universidad Externado de Colombia147• Si los de la Nacional eran internos, ellos serían externos. Marginados, se rebelaron del esquema humanístico católicoL48 • Sabían que la lucha era larga y sin cansancio, así los prelados predicarán: 144. Mario Aguilera Peña. Op. cit., pp. 179-180. 145. Sobre la vida y obra de este político fundador de la Universidad Libre, miembro

destacado de la masonería colombiana, véase Jacobo Pérez Escobar. El negro Robles y su época. Centro para la investigación de la cultura negra en Colombia. Bogotá, 2000. 146. Escribió De Bogotá al Atlántico, fruto de inquietudes y correrías en las que describe sus experiencias de andariego en territorios nacionales. Tercer Mundo Editores. Bogotá, 1992. 147. Eduardo Suescún Monroy. Op. cit., pp. 58-60. 148. Rubén Jaramillo Vélez. Colombia: la modernidad postergada. Gerardo Rivas Moreno, editor. Bogotá, 1998, pp. 98, 99.

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Sí, ¡el catecismo! He ahí el libro por excelencia, el libro de grandes y pequeños, de ignorantes y doctos; el libro de pueblos y reyes, el de acomodados y trabajadores, de patronos y obreros, de productores y consumidores ... Todo lo que existe de creencias religiosas, ideas morales, sentimientos de lo bello, de lo justo y honesto, de nociones precisas de derecho y de deber en las masas populares, lo han recibido en esa primera iniciación149 •

La pelea retornó con Uribe Uribe de las aulas al Parlamento; era el único representante de las ideas liberales destacado en su tiempo. E14 de agosto de 1896, acusado el liberalismo de traumatizar la educación, Uribe replicó que la instrucción obligatoria, desde 1863, con la libertad de enseñanza, sirvió a colegios y universidades conservadores para ensancharse. Si los liberales habían ocupado la universidad republicana, haciéndola cuartel, se debió a que estaba abandonada por culpa de las incursiones de la guerrilla conservadora de Los Mochuelos. El mismo día, los senadores Marco Fidel Suárez y Mantilla increparon al liberalismo por haber hecho de la Universidad Nacional un centro de formación de liberales, no sólo por los textos de estudio sino también por sus profesores. Lista en mano enumeró Uribe a los conservadores, treinta en total, incluyendo la dirección de instrucción pública en cabeza del conservador Manuel María Mallarino. Dejó claro el saboteo hecho por los conservadores a la provisión de cátedras para la Facultad de Medicina, bajo pretexto o peligro de que fueran seleccionados profesores liberales. Denunció también la clausura del Colegio Pinillos, de Mompox, por orden del conservador Joaquín Fernando Vélez, gobernador de Bolívar, motivado en que el liberalismo se había propagado en sus aulas150 •

Disciplina e inquisición

Con la reforma de 1886, la represión del pensamiento y la conducta humana tuvo en el presidente Carlos Holguín un verdadero gestor. El 16 de agosto de 149. Renán Vega Cantor. y Mario Aguilera Peña Ideal derrwcrático Y revuelta popular. Ediciones de la Universidad Nacional. Bogotá, 1998, P.159. 150. Rafael Uribe Uribe. Discursos de 1896. Tomo 1. Lotería de Medellín. Medellín, 1977, pp. 90-106.

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1890 la reforma universitaria empezó prohibiendo a los estudiantes que reci-

bieran regalos o guardaran objetos por inofensivos que fueran. El estudiante podía ser expulsado por tener revistas o periódicos diferentes a los textos específicos para el estudio. Si alguien llegaba a franquear el establecimiento sin el uniforme, lo esperaba una suspensión; así mismo ocurría si celebraba cualquier tipo de contacto sin la venia del rector. Pero verdaderamente peligroso resultaba para el interno censurar cualquier acto de los funcionarios públicos u ocuparse en asuntos de política. Se ignora por qué el estatuto prohibía tajantemente que se dirigieran solicitudes colectivas a las directivas, por escrito u oralmente. El estudiante debía aceptar toda decisión de los superiores sin disentir en lo más mínimo. Más aún, estaba obligado a hacer reverencia al profesor a la entrada a clase, en silencio y con la cabeza descubierta. Si alguna sanción se temía, era la que correspondía a quien aceptaba llevar encargos o comisiones a los internos, así se tratara de cartas o periódicos corrientes. Todo alboroto originaba una represión, y si el alumno, una vez matriculado, desertaba, perdía para siempre el derecho a regresar. Si se trataba de un interno fugado, a juicio del rector, perdía la posibilidad aun de ser externo; no tenía derecho de defensa, y era largado. Bastaba la decisión del rector para despedir a un estudiante, con la sola suposición de que pudiera perjudicar el buen nombre del establecimiento. Cancelaba la matricula sin definir en qué consistía la infracción o la conducta reprimida. Como si fuera poco y si algún poder tenía el rector, era el posteriormente derogado por el artículo 6, ordinal 8, que lo facultaba para vigilar la enseñanza, conforme a las doctrinas de la Iglesia católica, negando de manera expresa que se recibiera como alumno a quien no perteneciera al dogma eclesiástico 151 • La imposición forzosa del estudio de la religión católica no fue demasiado difícil, pero sí hubo problema cuando faltó el eclesiástico que se atreviera a pisar las aulas universitarias con el objeto de enseñar en forma obligada las lecciones de catecismo 151 •

151.

Anales de la Instrucción Pública de Colombia. Tomo XVII. Imprenta de la Luz. Bogotá, 1890. (Reglamento de la Universidad Nacional de agosto 16 de 1890).

152. Ernesto Rothlisberger. Op. cit., p. 140.

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Teología y libre albedrío

Víctima el país del antagonismo europeo entre religión y ciencia, teología y pensamiento científico, el catolicismo hacía tránsito a lo político en el intento de copar todos los órdenes de la vida como pensamiento universal. Su impetuoso ascenso, de actitud medieval, negaba toda importancia a la investigación experimental. En el bando opuesto, los líderes de la modernidad buscaban el sistema más adecuado para conocer la realidad. Inevitablemente chocaba el método aristotélico-tomista, en el poder, con los cultores de la libertad de pensamiento. El escenario fue en Colombia la Universidad Nacional. Tradicionalistas que defendían sus dogmas y renovadores que apuraban su destrucción. Católicos intransigentes y librepensadores inteligentes. Todos peleaban en el campo de la educación, donde cada visión quiso fijar su impronta. Seguidores de la Francia revolucionaria no tardaron en declarar la guerra sin cuartel a todas las religiones; el programa fue la enseñanza laica. Este pensamiento, desde lo religioso, resultó acogido como hecho histórico por Núñez el 19 de diciembre de 1880, al hablar en la Universidad Nacional: "Tolerante en la más extensa acepción de la palabra, esa ciencia tanto condena el dogma que trata de imponerse con las torturas de la inquisición, como el que se afana por establecer la incredulidad a viva fuerza, con el pretexto de dar más amplio camino al pensamiento libre"153. Se dice que Núñez no veía el catolicismo como dogma, sino como necesidad sociológica para la cohesión del momento; y hablando de libertad de conciencia, la religión católica sería esencia del Estado, respetada, protegida y divulgada. Promulgada la nueva Constitución, la inmigración de comunidades y sociedades religiosas invadió el país; un tumulto de curas y monjas destinados a la catequesis, la beneficencia en hospitales y el control de escuelas y colegios. La intención: abarcarlo todo l54• Muy afectos a la cultura, detrás llegaron los lasallistas que a pesar de religiosos eran respetuosos del libre examen y coincidían en muchos aspectos con la "cultura de las luces". Indagaban la naturaleza, se detenían para observar lo sensible y conciliaron con la escuela laica. Esta tolerancia recíproca y discreta sobre el discurso de la razón garantizó cierta libertad de pensamiento que, con 153. lndalecio Liévano Aguirre. Rafael Núñez. Compañía Grancolombiana de Ediciones. Bogotá, 1944, pp. 330-333. 154. Antonio Cacua Prada.

Op. cit., pp. 206-211.

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la enseñanza del idioma francés, abrió caminos para que los ingresados a la Universidad Nacional pudieran complementar sus estudios en Francia'55. Bachilleres inquietos y bien preparados llegaron a la Universidad Nacional y, ya sin que la ideología atrasada fuera un freno, hubo espacio y bríos para promover una huelga contra el año preparatorio, etapa en que el estudiante se hacía diestro en áreas humanísticas. Por lo demás, la enseñanza se limitaba al aprendizaje y práctica escueta de la carrera. Serían los mismos estudiantes quienes pedirían después más conocimientos, por lo que no tardó en fundarse una escuela de humanidades e historia, con extensión a todas las facultades '56 • Muchos años después, el 20 de marzo de 1946, obra de Gerardo Molina y Luis López de Mesa, nació la escuela de filosofía regentada por el profesor Rafael Carrillo '57 • Ésta impartía su enseñanza en los pénsumes de todas las carreras'58 •

Después de la Guerra de los Mil Días

Antes de empezar el siglo XX, otra vez la cátedra daría paso a la violencia. Lucas Caballero, profesor de la Facultad de Derecho, primero abogado y luego general, con Uribe y Herrera, sacaron a los muchachos de clase y se hicieron acompañar a la guerra, buscando deshacerse de la "regeneración" nuñista con su dictadura clerico-policial. A pesar de todo, el levantamiento liberal terminó en fracaso y, en cuanto concierne a la Universidad, la situación de rigidez e intolerancia sólo se flexibilizaría en 1923, entre reclamos, protestas y transacciones'59 • En medio del fervor de la Guerra de los Mil Días, muchos alumnos desertaron de la Universidad. Ser "coronel", al rompe, satisfizo más que un doctorado '60 • La Nacional, al borde de la dispersión por la Ley 39 de 1903, casi 155. Montaña Cuéllar. Op. cit., pp. 68-70. 156. Diario El Tiempo. Suplemento Lecturas Dominicales. Bogotá, septiembre 10 de 2000. 157. Sobre la vida de Rafael Carrillo, primer decano de la Facultad de Filosofía, nacido en Atanquez, Cesar, y especializado en Alemania, véase Numas Armando Gil

Olivera. Rafael Carrillo: pionero de la filosofía moderna en Colombia. Fondo de Publicaciones de la Universidad del Atlántico. Serie Colección de Filosofía. Barranquilla, 1997. 158. Revista Semana. Bogotá, marzo 27 de 1948. 159. Ricardo Sánchez. Perfiles ideológicos en Colombia. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá, 1993, p. 130. 160. Revista El Externadista. Número 3. Bogotá, p. 102

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desapareció. Con escalas en viejas casonas, las sedes transitaron de un lado a otro por Bogotá161 • No obstante los graves traumatismos que implicó la transición histórica entre los dos siglos, el domingo 15 de mayo de 1904, después de un tiempo de clausura, Antonio José Uribe, ministro de Instrucción Pública de Rafael Reyes, reinstauró la Universidad y congeló su crisis162 • El decreto 816 de 1904, instituyó la sesión solemne para grados desaparecida dieciséis años atrás, y recomendaba seleccionar como profesores lo más selecto de entre los hombres de ciencia destacando las matemáticas163 •

La dictadura de Rafael Reyes

No era el cordero ni el salvador que aparentaba. Reyes sacó uñas y muelas. Clausuró el Consejo de Estado y cerró el Congreso en 1904, sustituyéndolo por una Asamblea Constituyente a su amaño. Sin competencia alguna y a pesar del reproche popular, legalizó con los Estados Unidos la separación de Panamá. Fue "el rey de la farsa", según el calificativo de Nicolás Esguerra. Ácrata y autoritario, cedió el petróleo del Catatumbo a su íntimo amigo el general Virgilio Barco, y el de Barrancabermeja a su protegido Roberto de Mares164• En 1907, al enterarse de que había sido exonerada la United Fruit Company del pago de impuestos, los estudiantes se fueron en contra del presidente, con Nicolás Esguerra, José Vicente Concha y Miguel Abadía Méndez al frente, quienes denominaron al gobierno "Régimen de farándula y trasvicería': Más tarde, irónicamente, estando el poder en manos de Abadía, protagonizaría éste la masacre de trabajadores de 1928165 • Los estudiantes, agrupados bajo el nombre de "trecemarchistas", por haber nacido el 13 de marzo de 1903, denunciaron la intromisión norteamericana y su alianza con la dictadura. Este grupo se prolongó después de la dictadura, 161. Luz Amorocho. Op. cit., p. 10. 162. Antonio Cacua Prada. Op. cit., pp. 214-218. 163. Varios. Los Constituyentes de 1886. Tomo IV. Banco de la República. Bogotá, 1986, pp. 33-34· 164. Renán Vega Cantor y Mario Aguilera Peña. Obreros, colonos y motilones. Bogotá, octubre de 1995, pp. 59-62. 165. Varios. Breve historia constitucional y politica. Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Colombia. Bogotá, p. 27.

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como fervientes admiradores de José Martí, Rubén Darío y José Enrique Rodó166 • Sin "inspiración ni proyecciones partidistas': tuvieron no obstante seguidores de tendencia política nacional167• Se inició la protesta con una marcha que salió del Hospital San Juan de Dios, encabezada por la totalidad de estudiantes de Medicina (sesenta) que increpaban a gritos al autócrata168 • El 15 de marzo la furia popular invadió las calles de Bogotá, y los universitarios, "dejándose de conspiraciones de cuartel y de alcoba, como una sola fiera de mil cabezas salió rugiendo a la calle", según palabras de Luis Eduardo Nieto Caballero. Resultó destacada la participación del estudiante Jorge Martínez, hijo de Carlos Martínez Silva, que atacó la dictadura, acusándola de impostora, en asocio con el inquieto dirigente estudiantil Enrique Olaya Herrera, cuyas dotes oratorias fueron desde entonces reconocidas. En realidad, en la época, "cada estudiante era un orador y cada coche una tribuna". El pueblo los apoyaba como conductores de masas. Enrique Olaya Herrera y el general Felipe Salazar fueron condenados a cinco años por rebelión, pena que compartieron algunos estudiantes. Ante la gravedad de los sucesos, Reyes fingió su renuncia y encargó de la Presidencia a su ministro y primo Jorge Holguín Mallarino, y decretó el Estado de sitio. Más adelante, con el pretexto de evitar la anarquía, volvió a la Presidencia. Dos ametralladoras apertrechadas en palacio simbolizaron la represión. Sería en marzo de 1909 cuando correría la bola que Reyes abandonaba definitivamente el poder. El alborozo fue casi unánime; los estudiantes se habían salido con la suya, derrotaron la tiranía169 • Como retribución, otra reforma fue anunciada en la Universidad. Adicional a la que en 1903 Antonio José Uribe, jurista, letrado y Rector de la Facultad 166. Javier Ocampo López. Historia básica de Colombia. Editorial Plaza y Janés. Bogotá, 1978, pp. 269-275. 167. Armando Solano. Op. cit., pp. 29-30. 168. Julio Roberto Galindo. Benjamín Herrera, Jorge Eliécer Gaitán. Corporación Universidad Libre. Bogotá, 1998, pp. 71-75. 169. Laureano Gómez, estudiante de Ingeniería de la Universidad Nacional, tomó parte activa encabezando manifestaciones y arengando a los antidictatoriales. Preso por

la policía, pasó la noche del 10 de marzo en la comisaría de la ciudad. Véase Laureano Gómez, 1909. Obra selecta, 1956. Ricardo Ruiz Santos. Imprenta Nacional de Colombia. Bogotá, 1982, p. 195. Su criterio filosófico sobre la Universidad puede verse en las pp. 269-277.

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de Derecho (título que tuvieron los decanos hasta 1935), había concebido con razonado concepto, por primera vez sobre autonomía universitaria. Igualmente, sobre organización administrativa y funcional en lo docente, patrimonio propio y marginación del vaivén de los partidos. Por primera vez hubo Consejo Universitario con rectores de facultades, presidido por el ministro de Educación, pero el torniquete político pudo más y el proyecto fracasó. Por Ley 39 de ese año, un consejo de rectores fue órgano consultivo del Gobierno. Otra vez, en 1909, pensó Uribe Uribe en la Universidad corno un solo cuerpo, espacio único, con sectorización según necesidades regionales y prioridades del país.

Rafael Uribe Uribe, Benjamín Herrera y la huelga del banano

No hay duda de que, concluida la Guerra de los Mil Días, Uribe Uribe y Benjamín Herrera quedaron corno los más importantes ideólogos del partido liberal, con marcadas tendencias de izquierdaI70 • Su radicalismo opositor a los cuarenta y cuatro años de hegemonía conservadora los hizo tan influyentes que no hubo espacio ni tertulia donde sus nombres no se ligaran alas historias orales sobre hazañas bélicas y políticas. Sus doctrinas se aplicaron al debate universitario. Su calidad de defensor de la instrucción pública llevó a Herrera a fundar la Universidad Libre l7" reviviendo la estructura de la universidad republicana, creada y dirigida por el masón Luis A. Robles en 1890172 • Corno masones lucharon por unos mismos ideales; eso explica la influencia de ambos en la concepción universitaria del Estadol73 • Vinculado a Aracataca, al regreso de su exilio en Trinidad, en 1912, Herrera se fue a vivir durante quince años a su finca Colombia. Desde ese lugar conoció, fustigó y conspiró contra el proceder arbitrario de la United Fruit Company, compañía frutera norteamericana que explotaba el banano. Corno uno de los primeros 170.

Sendas fotografías adornaban la rectoría hasta cuando funcionó en las oficinas del segundo piso del estadio de fútbol. Al trasladar sus oficinas a la Facultad de Medicina en la administración de José Félix Patiño en 1965, desaparecieron del escenario de la Universidad.

171.

Universidad Libre. Libro de oro. Editorial Escala. Bogotá, pp. 71-72.

172. "La masonería y la educación superior en Colombia': Revista de la Sociedad de Hermanos de

la Caridiui. Número 35. Bogotá, 2000. 173.

Jacobo Pérez Escobar. Op. cit.

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bananeros criollos denunció las injusticias de los gringos, y radicó un proceso contra éstos ante los jueces de Santa Marta. El informativo abierto por ello fue extraviado un día por un agente perverso de la compañía, que utilizó un asaltante, el cual purgó pena en las "catorce ventanas" de la cárcel de Santa Marta. Los pequeños productores, liderados por el general, habían fundado la Compañía Frutera Nacional, que bien pronto se vio carcomida por la ambición ilímite del monopolio foráneo. Confabulada con la aduana de su país, la compañía norteamericana los privó de sus frutos en el puerto de Nueva York, y la United Fruit Company los vendió corno suyos174. En quiebra los pequeños cultivadores, fue fácil para los extranjeros del Norte adquirir sus fundos. Terminaron desconociendo todos los derechos laborales de sus peones y precipitaron la huelga de trabajadores que empezó el 6 de diciembre de 1928, con una amplia secuela de violencia, juicios marciales y persecuciones. Los episodios no pasaron inadvertidos por la muchachada, que se informaba de aquellos sucesos en las revistas Universidad, de Arciniegas, y El Estudiante, de Jorge Eliécer Gaitán, publicada por su hermano Miguel Ángel. Lecturas que fueron suficiente motivo para la protesta universitaria.

Panamá y el tranvía de Bogotá

En aquella época de agudos conflictos en Colombia, el resentimiento popular originado por la "política del garrote" de los "yankees" seguía vivo en la memoria de la gente. La necesidad de superar el agravio empezó a encontrar nuevos cauces y manifestaciones en la inquietud del movimiento estudiantil, que ya mostraba perfiles de rechazo hacia la penetración estadounidense175. Por iniciativa de los alumnos de la Universidad Nacional de Colombia, a las ocho de la mañana del 7 de diciembre de 1908, en el local de la "Sociedad de Practicantes': germinó la idea de convocar al Primer Congreso Internacional de Estudiantes de los países de la Gran Colombia. Aquel proyecto acabó concretándose, y nuestro país fue representado por Tulio Enrique Tascón176, Joaquín Guell y Salvador Iglesias, de la Facultad de Derecho; Luis María Vela Briceño, Manuel V. Peña y Lázaro 174. Dasso Saldívar. García Márquez, el viaje a la semilla. Alfaguara. Bogotá, 1997, p. 56. 175. Armando Solano. Empréstitos y doctrina Monroe. Op. cit., pp. 219-226. 176. Años después, profesor y autor de una obra sobre derecho constitucional

colombiano.

Inaugurado en 1884 el tranvía de mulas se desplazaba sobre rieles de madera en viaje de la plaza de Bolívar, y pasa por San Diego como ruta final hacia Chapinero.

En 1910, es inaugurado el tranvía eléctrico. Con motivo de las fiestas del 20 de julio de ese año, los estudiantes de la Universidad Nacional iniciaron su boicoteo como protesta por la expropiación del Estado de Panamá por los Estados Unidos; al borde de la quiebra, el municipio de Bogotá lo adquirió a bajo costo el 9 de octubre del año en mención.

Pronto empezó a ser insuficiente el servicio de buses de propiedad de la Universidad que recogía a los estudiantes en el Parque de los Periodistas. El 24 de febrero de 1948, se inauguró el sistema de trolleys que transitaba por la calle 26 a la Ciudad Universitaria.

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Patiño, por Medicina, y por Ingeniería y Ciencias Naturales, Antonio José Caro. La convocatoria obtuvo el éxito esperado y las delegaciones de Venezuela y Ecuador confirmaron su asistencia. El Congreso, que se reunió durante los meses de julio y agosto de 1910, con resonancia a nivel internacional, recomendaba "a la juventud intelectual de estas naciones, la propaganda patriótica reflexiva en el sentido de evitar en lo futuro las discordias internacionales ya los gobiemos delos mismos el arreglo amigable entre sí de sus diferencias': sentido éste que ratificó en discurso el delegado Bruzuel López, quien recalcó: "Será, pues, nuestra obra la defensa de la raza latinoamericana, además, si cabe, la persistencia fraternal entre los pueblos de la Gran Colombia': planteamientos todos ellos de integración e identificación cultural latinoamericana. En la sesión del jueves 4 de agosto, la ponencia del estudiante Luis López de Mesa, apoyada por los delegados Carbonell, Arroyo, Arteaga, Esmeral y Santacruz, logró que el congreso estudiantil pidiera a los gobiernos de Colombia, Ecuador y Venezuela que "se esfuercen, para que los jóvenes que van a buscar un cultivo más intenso a otras naciones, escojan aquellas que convengan mejor a esta aspiración, a fin de evitar que vueltos a sus respectivas patrias, sirvan de fuente al progreso de imperialismo adverso a la independencia de estos países': Conclusión que argumentaba la posición obligatoria para los estudiantes de buscar el mantenimiento de la raza latinoamericana y hacer uso de su independencia, alejada de la acción absorbente de otras. La defensa del desarrollo de la propia cultura y el derecho a su pasado y un porvenir de paz "sin remedo ilusorio de las cualidades de otras razas". Eran los tiempos en que el despliegue del poderío militar de los Estados Unidos en Hispanoamérica era fundado motivo de rechazo entre los pueblos, particularmente en Colombia, donde el sentimiento de antipatía hacia la potencia norteamericana era reanimado constantemente. Una atmósfera impertinente en el Congreso de Estudiantes, ponderado por los tres gobiernos y hasta clausurado con alocución del joven y promitente político Enrique Olaya Herrera, en ese entonces anti-yankee, contribuyó a reanimar con mayor fuerza el rechazo, especialmente en la capital. Fue así como en 1910, durante la presidencia de Carlos E. Restrepo, ocurrieron en Bogotá episodios de masiva movilización popular, inimaginables en aquellos momentos de oscura rigidez conservadora. Se destacó la estrecha identificación que históricamente ha mantenido la Universidad Nacional con los problemas del país. Profesores y estudiantes, siempre a la vanguardia en las luchas ciudadanas, hicieron crecer en el Congreso Estudiantil la irascibilidad popular por el hecho inaceptable de la pérdida

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de Panamá siete años antes. Con renovados motivos de exaltación, se criticó la arrogante frase del presidente Roosevelt: "1 took Panama" (Yo tomé a Panamá). El advenimiento de las fiestas del Centenario de la Independencia (20 de julio de 1910) puso a flor de piel el justificado rencor contra los gringos. Meses atrás se había inaugurado el tranvía eléctrico, propiedad de una compañía estadounidense gerenciada por un tal Mister Martin, norteamericano áspero y agresivo, dado a maltratar a sus trabajadores. Bastó para prender la chispa popular el que un empleado del tranvía derribara a puntapiés a un niño callejero que se había colgado del vehículo. Estudiantes de la Universidad promovieron entonces activamente el boicoteo a la empresa, y tuvieron resultados: no obstante ser éste el único y novedoso medio de transporte que enlazaba a la ciudad, los relucientes vagones eléctricos a partir de ese momento recorrieron los barrios mirados con desprecio. Hasta las damas, contagiadas de la algarabía patriótica de las fiestas del Centenario, prefirieron movilizarse utilizando otros medios. Los estudiantes se dieron a la tarea de habilitar los viejos omníbuses tirados por caballos, traídos de los pueblos cercanos a donde habían sido confinados tiempo atrás. Ocho largos meses duró la abstinencia contra el tranvía, con el nunca visto trastorno de las actividades de la ciudad y la demostración diaria de una inquebrantable unidad cívica. Hasta que un día la compañía americana, próxima a la quiebra, vendió los aparatos a bajo costo al municipio de BogotáI77 • El viejo tranvía de mulas, admiración de muchos y símbolo capitalino, entonces desaparecido para siempre, había servido para que se crearan gracejos literarios y humorísticos: [ ... ]

Que paren las mulas gritaba Ana Rosa Que paran las mulas en el cambiavía y dice un borracho con voz misteriosa las mulas no paren no sea mentiroso. No paran las mulas que siga el tranvía. [ ... ] 177. Revista Examen. Número 1, Asociación de Abogados de la Universidad Nacional de

Colombia, Asdaun, Bogotá, diciembre de 1998.

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Estos versos, enseñados en las escuelas públicas, sirvieron durante años para revivir el nacionalismo ofendido178 . Los estudiantes, identificados en el sentimiento patriótico, fueron vistos como héroes, pues vengaron en parte la pérdida del Istmo. La población entera, que se batió unida con gracejos alusivos a la ofensa de los gringos, logró que la ciudad adquiriera el más idóneo y barato medio de transporte para aquellos años. Así, como resultado de las luchas conjuntas sostenidas por el pueblo bogotano y los universitarios, los norteamericanos se vieron forzados a irse de una ciudad hostil con sus pretensiones de control monopolístico del transporte. E19 de octubre de 1910 se firmaron las escrituras de compraventa, en medio de un ambiente de nacionalismo, simbolizado en las tres insignias patrias: himno, escudo y bandera. Aquellos retozos libertarios originaron un merecido reconocimiento a la juventud estudiantil, incluidos los llamados muchachos de la "piscarria" (conjunto de "piscos" bulliciosos) que también hicieron su aporte. Otro proyecto de ley de reforma del Estatuto de la Universidad, presentado inicialmente en el Congreso Estudiantil por el estudiante Luis López de Mesa, quedó sin materializarse también en manos del general Uribe Uribe. Proponía rentas propias para la institución y un régimen de autonomía presupuestal, con el fin de sustraerla de la manipulación política de sus enemigos tradicionales que la consideraban el baluarte de las francachelas. Esta censura se le hacía de manera constante, cada vez que el tema universitario figuraba en el escenario político.

Vientos de transición

En medio de la agitación yel activismo estudiantil llegaron los años veinte, que coincidieron con el auge del capitalismo. Como hipótesis se dijo que, ya capacitadas las generaciones para el debate, era hora de dar paso al trabajo. Se transitó del humanismo a la tecnología y de la teoría a la práctica, incentivando las carreras técnicas. Se agitó entonces la vida política estudiantil que palpitó en las huelgas'79. Desde 1910, ocho años antes de la reforma argentina, estudiantes alborotados, según Germán Arciniegas, 178. Guillermo Sánchez Medina. Op. cit., p. 27. 179. Gerardo Malina. Las

Bogotá, pp. 112-113.

ideas liberales en Colombia. Tomo II. Tercer Mundo Editores.

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tales como Villegas Restrepo,Aquilino Villegas, Calixto Torres (padre del cura Camilo) y Demetrio García Vásquez, osadamente habían logrado la realización de congresos inspirados en los principios políticos de la Gran Colombia, congresos que tuvieron como sede a Bogotá, Caracas y Quito. De aquellas inquietudes hubo luego opciones intelectuales, que mostraron la verdad de unas ciudades que empezaban a despertar. Fue ésta la época en que vino el pensador español Blasco Ibáñez, y al regresar a su país dijo: "Sé, como escritor, que donde mejor se habla el español es en Bogotá". También por estos años apareció en la capital Eliseo Reclus, anarquista francés, muy amigo de Bakunin, de quien se dijo que había comparado a Bogotá con Atenas, comparación a la cual un anónimo autor agregó el obvio calificativo para completar la conocida expresión "Atenas suramericana". No aclaró Reclus si hacía alusión a la era del esplendor o si se refería a la decadencia de la cultura griega'80 • En 1881, Miguel Cané, embajador de Argentina en Colombia, impresionado por sus gentes, había definido la sociedad que tuvo la oportunidad de conocer como culta, inteligente e instruida. Tampoco dijo si sólo se refería al círculo en el cual se movió, desconociendo a la gran mayoría ignorada y analfabeta'8' . Rubén Darío, el gran poeta nicaragüense, había predicho también, sin quedarse atrás: "Colombia será una sorpresa de la historia humana". Misteriosa frase para pensar en un futuro impredecible. Bogotá, habitada por una elite muy reducida con una cultura apenas literaria, declinaría ante nuevos conceptos que encontrarían un escenario realmente propicio en las transformaciones de la vida universitaria. "Los años veinte" han llamado genéricamente los historiadores a estas transiciones, a pesar de sus cataclismos posteriores, época en que la educación sufrió grandes transformaciones. El alumbrado eléctrico por primera vez permitió grandes audiencias obreras, modernización que se conjugó con la extensión universitaria, al acelerarse la alfabetización de adultos. La prensa influyó también, cultural y políticamente, en la propagación de las ideas

180. Eliseo Reclus escribió: Viaje a la Sierra Nevada de Santa Marta. Allí describió la topografía, vida y costumbres de los habitantes del departamento del Magdalena. La edición colombiana es de 1992 en la Biblioteca del V Centenario, por el Instituto

Colombiano de Co\cultura, en Bogotá. 181. Miguel Cané. Notas de viaje sobre Venezuela y Colombia. Biblioteca del V Centenario Edición de Colcultura. La primera edición se realizó en París en 1884.

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liberales. Lo racial, llevado al plano de la igualdad, dio paso a un nuevo concepto sociológico y político '82 • En 1922, los estudiantes Carlos Lozano y Lozano, Nicolás Flores y Luis Alberto Martínez, en una ponencia que fue aprobada, reprocharon la influencia norteamericana, como veremos '83 • En esta época, el altruismo y la política iban unidos. El acuerdo número 19 del Segundo Congreso de Estudiantes reunido en Bogotá en 1924, creó la Cruz Roja Nacional de la Juventud que se ocupó de la marcha de los hospitales, la antivenérea y de la protección a los niños anormales. Fue nombrado como representante honorífico estudiantil ante el Senado, el poeta Guillermo Valencia,84 • Un nuevo fenómeno se agregó a estos cambios: la creación de la Universidad Popular, que buscó contrarrestar la instrucción superior que seguía siendo elitista. Ya en 1930, este centro educativo tendría una nómina gratuita que enseñaba "temas tabú": Guillermo Nanetti, economía nacional; Luis A. Asprilla, problema agrario; Eliseo Arango, economía nacional; Jorge Eliécer Gaitán, sociología criminal; Jorge Bejarano, higiene social; José Camacho Carreño, cuestión del trabajo; José Francisco Socarrás, psicología experimental; Luis López de Mesa, vulgarización cultural; Rafael Maya, historia del arte; Otto de Greiff, historia de la música. La Universidad Popular buscaba, de este modo, "socializar la educación", con el mismo profesorado que enseñaba en la Universidad Nacional. Encuentro Liberal. Números 22 y 23. Bogotá, septiembre de 1967, p. 14. Ocupaba la presidencia Marco Fidel Suárez (1918-1921). Eran muy escasos los liberales que habían ingresado a la universidad. Como una esperanza de apertura ideológica, el Congreso de la República ordenó, mediante una ley, que se colocara en el paraninfo de la Universidad de Antioquia un óleo de don Fidel Cano, masón, liberal y fundador del periódico El Espectador, diario muy perseguido por los católicos. El arzobispo exigió su retiro con el concurso del gobernador de Antioquia, al considerarlo como una "imagen de un enemigo de la Iglesia". Los estudiantes se opusieron, pretextando garantías civiles. No tardó la Nacional de Bogotá, que ya tenía de antemano armado un comité, en iniciar una huelga dirigida por Nicolás Llinás Vega y Roberto Restrepo (liberales), y Roberto Andrade y Manuel González Brum (conservadores). Los dos últimos fueron llevados a la cárcel por traidores al Gobierno. El presidente Suárez, en busca de solución, envió a Medellín a su ministro de Relaciones Exteriores, Laureano García Ortiz, cuyo espíritu humanístico solucionó el problema. El retrato fue dejado en su puesto.

182. Periódico

183. Primer Congreso Nacional de Estudiantes. Medellín, 1922, p. 78. 184.

Véase completa información en I y II Congresos Nacionales de Estudiantes. Medellín/Bogotá. Ediciones Colombia.

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Con la apertura liberal del año treinta, un profesor alemán fue traído para dirigir en la Nacional la desconocida cátedra de economía política que, de inmediato, llenó de expectativas a los alumnos. El pragmatismo germinó en las mentes de avanzada: la Universidad asumió la selección de aspirantes, fenómeno que venía ya desde 1920, con los "exámenes de revisión", por lo que operó por primera vez un riguroso control basado en las aptitudes y el conocimiento. Tres años más tarde llegó la misión alemana dirigida por Anton Eitel, obstinado católico y profesional con un currículum de envidia, en equipo con Karl Deeker y Karl Gloker para recomendar que además de la formación de dirigentes y ser vínculo de la unidad nacional, la Universidad debía constituirse en canal de la cultura universal185 • No tardó en ser fusionada pedagogía y religión, maniobra detectada por Tomás Rueda Vargas l86 del partido liberal, miembro directivo de la Reforma Instruccionista, quien como protesta presentó su renuncia. Quedaron solos en el empeño reformista Emilio Ferrero y Gerardo Arrubla Rueda187 • Las inquietudes técnicas, culturales e intelectuales, con mil cabezas, dejaban también mil versiones en las clases populares. En los centros urbanos, permeados por las luchas sociales, se percibía una extraña perturbación social sin precedentes, que preocupó a las clases altas. Se alarmaron por el gemido del monstruo que evidenciaba la necesidad de sacudirse. Así, en ese ambiente, llegó el año de 1927, en el cual la reforma universitaria de la Nacional dio paso a la creación de nuevas facultades. Las existentes se diversificaron y crecieron las inquietudes. Ingeniería se fraccionó en Civil, Minas, Industrial y Arquitectura. La Escuela de parteras y enfermeras, que había iniciado sus labores en 1923, fue anexada a la Facultad de Medicina. Los estudios sobre metafísica católica menguaron y desapareció Teología por . " mnecesana. Como ya desde 1926 se venía gestando la unificación física del estudIantado con la expectativa de una ciudadela, la propuesta volvió á agitarse y aunque la idea parecía agonizar y no tener vida el proyecto, los estudiantes buscaron recursos para participar con un Pabellón Colombiano en la Ciudad Universitaria ((.

185. Jaime Rodríguez Lara. Vicerrector general. "Reseña histórica de la Universidad

Nacional': Folleto en fotocopia, sin fecha. 186. Ex rector del Colegio de San Bartolomé, escritor, historiador y costumbrista. 187. Anuario de

la Universidad Nacional de Colombia. Bogotá, 1953-1954, p. 4.

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de París en 1928. Hasta allá llevaron, simbólicamente, sus aspiraciones de obtención de un campus propio. En 1929, buscando salirse de lo común, la moda incursionó en la protesta: los estudiantes usaron como reto la boina vasca, que no apartaban un solo minuto de sus cabezas. Galanteos oficiales, inconformismo en las aulas; el mundo para los estudiantes traía frustraciones. La ideología tradicional los neutralizaba o ponía freno a los programas de avanzada. Por lo demás, el espacio se reducía en un retardatario proyecto de Ley Orgánica sobre Instrucción. En 1927 primó lo clerical sobre lo civil y volvió a plantearse que "la instrucción pública será organizada y dirigida en concordancia con la religión católica y en consonancia con los acuerdos vigentes entre el gobierno de la República y la Santa Sede", de manera incoherente porque en otro aparte el mismo proyecto, agregaba: "El culto de las humanidades grecolatinas es el mejor exponente para calificar la cultura de la nación': Inexplicable motivación legal, si se mira con ojos suficientemente críticos. El proyecto fue discutido por Carlos Uribe Celis, quien dijo: "Lo que se escribe con la mano se borra con el codo': Esta propuesta, más que reaccionaria, privaba al Estado de la dirección real de la educación, so pretexto de evitar los "peligros" de un Estado intervencionista bastante deplorable. Desconcertados los sectores conservadores ante la oposición liberal y no sabiendo cómo contener lo incontenible, de nuevo desplazaron sus temores a la mística. Un decreto del gobierno tradicionista, dígase conservador, puso al país en manos de la Virgen de Chiquinquirá, dejó la nación al cuidado de la madre de Dios, y ellos mismos se marginaron de la tarea. Los liberales acumularon fuerzas y la inconformidad se desbordó en 1928.

El patriotismo y los estudiantes

Recordemos que la lucha estudiantil se manifestaba sobre todo en los congresos universitarios, locales e internacionales. En 1920 se planteó el primero en Guayaquil, realizado en 1921 con delegados estudiantiles de las universidades estatales de la antigua Gran Colombia. En 1922 ya estaban en Medellín. Con ahínco y vehemencia se hablaba de los derechos políticos estudiantiles, tema de primacía inspirado en la reforma de Córdoba (Argentina) difundida en Bogotá por el joven Germán Arciniegas en las páginas de la revista Universidad.

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Se cantaba el Himno al estudiante en todos los actos de masas y hasta en el debate político. El cese de actividades, aunque conocido ya en la Colonia y en la República, adquirió una nueva expresión en 1921, en la llamada "huelga de la lista" donde asumió un curioso sentido semántico. No llamaban huelga a sus tropeles, palabra que indicaba ruptura entre obreros y empresarios. No pudiendo incluirse en esta concepción, tras dilatadas discusiones acogieron el nombre de "paro" para designar las interrupciones de clases. El Gobierno, por su parte, buscó granjearse las simpatías estudiantiles con la Ley 33 de 1925 relativa a los reinados y carnavales estudiantiles que venían celebrándose desde tiempo atrás. En las fiestas estudiantiles se mediatizaba la propuesta política y el ingenio hacía gracia. Elvira Zea Hernández, hija del masón, médico y profesor Luis Zea Uribe'88 , disputó la corona universitaria con Elena Ospina Vásquez, la hija del ex presidente Pedro Nel Ospina. Un reto estético, político y de poder frente a los conservadores. Empero, los concursos llevaban escondida su selectiva particularidad. Para las candidatas se elaboraba un registro de ancestros, incluidos los troncos coloniales189 • Era previsible que la mujer de mejor y más acreditada sangre resultara la reina. La bella Elvirita se comprometió con culminar la construcción del Hospital Universitario de San José y promovió ante el Senado la creación de la Casa del Estudiante, efectivamente consolidada en 1926. Su programa, con nexos ideológicos, representaba la avanzada. Cuajó entonces la idea que venía caldeándose, relativa a un espacio único para la Universidad. Ante un estudiantado sensibilizado por el tema, bastó que José Vasconcelos190 (gran maestro en ese momento de la Gran Logia del Valle de México), autor de un estudio sobre la "raza americana': hiciera mención al "culto estudiantado colombiano" para que de inmediato resultara elegido unánimemente como "Maestro de la Juventud de Colombia". 188. Vivió entre 1872 y 1934. Profesor de la Facultad de Medicina. Fue médico legista y

masón. Autor de varias obras, entre las cuales se cuentan Últimos momentos del general Uribe Uribe (1914) y Los fenómenos medianímicos. Fue el padre de Elvira Zea, primera reina universitaria, y del destacado masón Germán Zea Hernández, nombre que lleva el Museo de la Gran Logia de Colombia. 189.

Véase Uribe Celis. Op. cit.

190. José Vasconcelos (1881-1959), escritor y político mexicano de gran influencia en el

círculo intelectual latinoamericano durante la primera mitad del siglo pasado.

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Corría el año de 1924 y el ambiente estaba influido por la concepción del libre albedrío en el debate sobre la autonomía del conocimiento. Razones encontró el gobierno de esa época para lamentarse de la agitación desmesurada en las aulas, que movía simultáneamente lo académico, lo festivo y lo político, hasta ligarse históricamente con lo que habría de suceder en 1929191. Se luchó para que en ese cuarto de siglo la Universidad se unificara definitivamente, ya que la estructura fisica venía desmembrada y las escuelas, aunque se llamaran facultades, seguían adscritas a los ministerios según la especialidad.

Elecciones, cátedra libre y fósforo blanco

En estos años tomó fuerza la federación de estudiantes que fijó objetivos con renovados conceptos en el congreso de Ibagué. Luchaban por los servicios sociales, agitados por la entonces política de avanzada. Se requería aglutinar no sólo a los universitarios, sino también al bachillerato. Por eso, en las elecciones para el Centro Departamental de Estudiantes de Bogotá la situación fue agria. Los organizadores se percataron de que los jesuitas y los hermanos cristianos habían ordenado a sus alumnos inscribirse y participar en masa para apoderarse de la federación. De no haber sido por el ardid bien calculado de la Logia Estudiantil Pétalo Mustio l92 , que hizo arder las urnas con fósforo blanco, el chocorazo reaccionario habría triunfado. No pudieron los tradicionistas impedir la embestida liberatoria pregonada en la aspiración de la cátedra libre. Tomándose la dirección estudiantil, buscaban frenar el auge de la instrucción pública, programa intelectual de la federación, cuyo proceder evitó que los católicos volvieran a disponer a su antojo de la cultura popular. Enfrentados en una gresca, aquel día salió herido, a golpe de culata en el rostro, el universitario Jorge Montaña Camacho, hecho que exacerbó la revuelta del estudiantado 193 • Después de duras tenidas en 1927, por primera vez el Consejo Directivo

191.

Alfonso Borrero. Movimientos estudiantiles contemporáneos. Volumen 3. Edición en mimeógrafo. Bogotá, pp. 303-310.

192.

Fue costumbre de la masonería colombiana formar logias estudiantiles, cuyos miembros más destacados eran enviados a especializarse en el exterior, según información del masón Hernando Rosillo Torrente, de la Gran Logia de Colombia, en Bogotá, septiembre de 2000.

193. Véase Diego Montaña Cuéllar. Op. cit., p. 83.

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de la Facultad de Derecho, debido a muchas presiones, autorizó mediante acuerdo "la cátedra libre", con opción también para los conservadores. Los muchachos podrían llevar oradores para exponer sus ideas en los patios del claustro de Santa Clara. El primer invitado fue Alfonso López Pumarejo, quien habló sobre economía general, tema misterioso en las clases de don Miguel Abadía Méndez, quien jamás se alejó un centímetro del libro de Paul Beansegard. Se trataba de un estudiantado que ignoraba la crisis generada por la primera guerra mundial, pues don Miguel, en monólogo, apenas explicaba "de dónde venían las zarazas estampadas que en la calle de San Miguel vendían los turcos a costos altos disimulados en largos plazos y por varas, compradas por las indiecitas que de Choachí bajaban los jueves cargadas de chirimoyas a la plaza de Las Cruces"l94, de donde regresaban contentas a sus veredas llevando el último invento textil. Para don Miguel no existía el monopolio de los Estados Unidos. Por eso nunca habló de nada parecido, y el día en que López lo explicó a los estudiantes, se despertaron juntas todas las ansias de conocimiento. Hubo alarma al saber que las guerras amenazaban y se disparaban mercados. Además, que existía una ley que regía la oferta y la demanda y que había países más poderosos que otros por obra de su santa gana. Habló en el salón de grados, habilitado para ciento cincuenta personas, límite que fue sobrepasado porque hubo estudiantes en los pasadizos, detrás de los muros, apostados en el suelo y apretados en los corredores inmediatos. López hizo furor, y señaló frustraciones que los estudiantes quisieron vencer con esperanzas. Fue un momento considerado histórico por estar los estudiantes en contacto con Alfonso López Pumarejo, que ocupaba la gerencia del Banco Mercantil Americano, donde había nombrado como asesor a su amigo Laureano GÓmez. Sin embargo, más próximo a los universitarios estaba Miguel López Pumarejo195, catedrático de temperamento rebelde que ejercía un liderazgo intelectual, en ese momento gran maestro de la logia Murillo Toro. No es de dudar que sus encuentros con Benjamín Herrera y otros liberales, en las tiendas, lo hacían promotor de proyectos políticos, En ellos también participaba otro masón empleado del Banco, el joven abogado tolimense Darío Echandía. 194. Alfonso López Pumarejo y la Universidad Nacional.

Colombia. Bogotá,

2000,

p.

Universidad Nacional de

25.

Testimonio para una biografía, Tomo 11. Banco de la República. Bogotá, 1986, pp. 122-128.

195. Aproximación a Alfonso López Pumarejo.

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López y Gómez criticaban exitosamente los programas de don Marco Fidel Suárez, quien motivó el veto secreto para los liberales aspirantes a la Universidad, lo que incentivó, por el contrario, la libertad de cátedra que arrinconó al dogmatismo. López rememoraría después lo sucedido en 1927 en una visita que le hizo Germán Arciniegas. En ella contó que: Los estudiantes de la Facultad Nacional de Derecho habían conseguido del Consejo Directivo que permitiera la cátedra libre, entendiendo por tal autorización dada a los muchachos para llevar oradores de afuera para exponer sus ideas en los claustros de Santa Clara. Era esa una conquista alcanzada con mucho trabajo'96.

Dictó cinco conferencias: la primera invitaba a los estudiantes a una revisión audaz y valerosa sobre el papel del hombre en la vida colombiana. Los estudiantes descubrieron que el viaje tenía otro camino. Para la segunda conferencia López sugirió a Laureano Gómez, pero al llegar a Santa Clara las puertas estaban clausuradas y vigiladas por la tropa197• Bastó desplazarse un poco a la acera próxima donde estaba el teatro municipal. "Interrogantes sobre el progreso de Colombia': fue el terna que expuso Laureano con cierto pesimismo, pero López con sospechas tocó el terna del contrato petrolero de la Yate, manejado a escondidas por el gabinete ministerial'98. Corno resultado de este ejercicio, los estudiantes no se aguantaron más a don Miguel, con su cuentico permutatorio de habas, fríjoles y papas sabaneras incrementando el patrimonio de las tiendas de turcos. Vista la cátedra corno material explosivo, fue prohibida cuando López tocó el inexplorado terna del presupuesto nacional y la teoría del despilfarro. Era la tercera conferencia del ciclo y la segunda suya. Valga destacar que el escenario fue una universidad abierta con fervientes debates populares, jamás oídos desde la Constitución de 1886, tradición a la cual arribó Jorge Eliécer Gaitán. 196. Revista Examen. Número 1. Asociación de Abogados de la Universidad Nacional de Colombia, Asdaun, diciembre de 1998. 197. Diario El Tiempo. Bogotá, abril 14 de 1934. Ese día, el estudiante de último año y presidente

del Consejo Estudiantil, Carlos Lleras Restrepo, estuvo a punto de ser expulsado por sus acciones agresivas. Ello se pudo evitar por la amistad de su padre con el ministro de Educación de la época. Completa información en: Aníbal Noguera Mendoza. Tomo II. Op., cit., pp. 96 Y97· 198. Herbert Braun. Mataron a Gaitán. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá, 1987, pp. 40-41.

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Desde las aulas, único escenario para desfogar ideales reprimidos yaspiraciones ocultas, se pudieron escuchar sin mordazas los programas de quienes aspiraban a dirigir la nación, impulsando reformas. Los jóvenes saciaron su sed de ideas nuevas, defendieron la libertad de conciencia, prensa y religión, sin faltar la invocación a Beccaria sobre la no tolerancia de pena alguna sin definición legal preexistente, o la de Iglesia libre en Estado libre, frase conspirativa de José Hilario López para propugnar la educación e instrucción laica, agitación que circuló ampliamente en las aulas de la Universidad NacionaP99. López vivió de manera intensa y clara la cátedra libre. Retribuyéndola con propósito revolucionario, fue él quien construyó la Ciudad Blanca, el primer campus universitario, al llegar a la Presidencia de la República20o • Los prolegómenos de la Segunda Guerra Mundial incidieron en la Ley 68 de 1935. Se aceleraron las comunicaciones, la ciencia y la tecnología, y se impulsaron ajustes en la instrucción superior. Misiones y expertos internacionales de los Estados Unidos incursionaron en el país y despertaron inquietudes olvidadas. Entre otras, se inició la enseñanza del psicoanálisis y el marxismo, cuyos pioneros fueron, respectivamente, José Francisco Socarrás y Luis Eduardo Nieto Arteta201 •

Altruismo estudiantil

Si ya los estudiantes participaban en política, también era identificable su altruismo. La construcción del Hospital San José se inició en 1904 y el proyecto, veinte años después, se encontraba estancado, al borde del fracaso. Idea de la Benemérita Sociedad de Cirugía de Bogotá, el edifico del hospital que debía ser realizado "sin prisa y sin pausa", no avanzaba. Parecían no rendir las dádivas y donaciones de los particulares, y tampoco los aportes de la nación. La confianza en la Sociedad de Cirugía, que se inspiraba en "todo lo que veis y

199. Revista Examen. Número 2. Asociación de Abogados de la Universidad Nacional, Asdaun, Bogotá, diciembre de 1999. 200.

Aníbal Noguera Mendoza. Aproximaci6n a Alfonso L6pez. Tomo lI. Editorial del Banco de la República. Bogotá, 1986, pp. 122-126. pp. 126-128.

201.

"Universidad Nacional, antecedentes históricos': Estudio documentado en mimeógrafo, sin autor ni fecha.

Hospital de san José, Bogotá, años veinte

(iro Quiroz Otero

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muchas otras cosas que no veis"20\ recobró sin embargo nuevos bríos. De hacer realidad un pabellón se encargaron los estudiantes de la Nacional, liderados por su "graciosa reina Elvirita Zea"; al finalizar la obra, esa ala llevó por gratitud el nombre del centro universitario. "¿Quién puede no amarlos, quién puede prescindir de ellos? Desconfiad de quien no los ame, ese quiere traicionar a la patria. Desconfiad de quien los adule, ese quiere traicionarlos a ellos y servirse de ellos como instrumentos"; dijo un orador a propósito de los estudiantes el día de la inauguración. Y agregó: ¿Quién podrá concebir estudiantes sin apasionamiento y sin entusiasmo? El estudiante por su edad e índole encarna la pasión generosa y el entusiasmo, por lo alto y noble. La pasión sombría y reconcentrada no es de la juventud robusta y gallarda. Es la del anormal, es la del degenerado o la del corrompido, y el entusiasmo significa vuelo, no rastre0 203



La obra llegó a feliz término con orgullo estudiantil, simbolizado en su arquitectura de corte francés. Ahora se podía evadir la oposición a los avances de la ciencia médica que reiterantemente venía haciendo la Iglesia desde 1873, cuando se inauguró la clase de anatomía alrededor de cadáveres en una morgue paupérrima, no muy propicia para la docencia. Ésta quedaba en el convento de Santa Inés, en donde se diseccionaban cadáveres entre las protestas de sus familiares. En 1902, una crisis había hecho difícil los estudios en el Hospital San Juan de Dios, donde los estudiantes de la Nacional realizaban sus prácticas. El problema sobrevino a raíz de que el Vaticano ordenó a los maestros de los países católicos hacer profesión de fe de manera expresa. De los dieciocho profesores del San Juan de Dios, sólo cuatro lo hicieron y el hospital fue cerrado durante un mes, después siguió al garete y sólo al final de aquel año pudo recobrar la normalidad 204 . Sería en el San José donde la clase de anatomía encontraría desarrollo pleno al permitir la disección de cadáveres por maestros de la Escuela Clínica Francesa. Pudo hacerse con criterio altamente docente y sin las limitantes dogmáticas o 202.

Frases todas usuales en el diccionario masónico.

Laureano García Ortiz. Biblioteca de Historia Nacional. Academia Colombiana de Historia y Editorial Kelly. Bogotá, 1996, pp. 95-103 204. Diario El Espectador. La revista. Número 25. Bogotá, 2001. 203.

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religiosas que las restringían; se consolidó así la obra de La Venerable Sociedad de Cirugía205, que a partir de entonces tomó definitivamente su control yenseñanza206 •

Gaitán graduado en la Universidad Nacional

Si la fuerza de la conciencia dimana de la realidad y la imaginación, si se nutre de la razón y tiene su acervo en la experiencia como dinámica de la vida, este predicado ofrece en Gaitán su mejor expresión, por circunstancias y vivencias que en temprana época conformaron la reflexión del conocido político. El momento, lleno de inquietudes y hostilidades, sería propicio para retos, violencia y transiciones 207 • Su estatura era media, era aficionado a la caricatura, y sus primeros escritos ya hablaban de delitos imaginarios, textos que delataron desde temprano su temperamento crítico. Como estudiante de bachillerato frecuentemente cambió de colegios, poco adaptable a una disciplina que intentaba someter su carácter. Su empaque nervioso rechazaba todo lo que significara imposición2 0 8 • Crítico de algunos de sus profesores, sin ser el precoz estudioso brillante que muchos imaginan, supo escoger universidad como ambiente adecuado a su embrionario pensamiento. Terminados los estudios, el reglamento académico exigía exámenes preparatorios antes del grado, pruebas orales sobre las materias cursadas, complementarias de un trabajo de tesis dirigido por un profesor especializado. Luego, dos opciones tenía el postulante: presentar examen de grado en privado o en público. Lo último implicaba que cualquier persona, sin advertencia previa, podía hacer uso de la palabra para interrogar. Gaitán escogió esta segunda vía, temida por casi todos. El público, que ya lo conocía por sus audiencias como estudiante ante jurados de conciencia, se enteró de que iba a cumplir el requisito final y una 205. Nombre de inspiración masónica. 206. Entre los profesores colombianos que viajaron a Francia (1946) para

especializarse en Medicina están Rafael Cadena y José Antonio Cuello Sierra, titular de la cátedra de Anatomía, nacido en El Paso, Cesar. Parlamentario por el partido liberal. Sobre la evolución de la enseñanza de Medicina y Farmacia, véase Revista Semana, noviembre 30 de 1953. 207. Sady González. El saqueo de una ilusión. Ediciones Número. Bogotá, pp. 201-211. 208. Gaitán. Ediciones Suramericanas. Bogotá, 1968.

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pequeña multitud concurrió a presenciar su examen. Había sido designado director Dionisio Arango Vélez209 , profesor de ideas políticas y liberal de avanzada, quien hizo fórmula con monseñor Alejandro Bermúdez, en calidad de presidente. El clérigo representaba lo contrario del doctor Arango, y tal antagonismo anticipaba un debate. Por eso, el 29 de octubre de 1924 el recinto de Derecho no dio abasto, repleto de pared a pared con los admiradores de Gaitán. Los asistentes, que venían de todas las facultades, gozaron cuando el candidato defendió sus lineamientos y refutó el de sus examinadores. Hubo alegría y contagio político. Los estudiantes, cautivados teóricamente por el socialismo, aplaudieron al famoso graduando, pero no tardó en tergiversarse aquel suceso. Gaitán fue tildado de comunista por personeros de la derecha, malicioso calificativo que el periodista Enrique Santos Montej 0 21O (Calibán), refutó en su Danza de las horas, en el periódico El Tiempo: "Difícilmente se puede haber elaborado una tesis más liberal y con hondo sentimiento colombianista, porque sin pecar en lo más mínimo, esas ideas han sido siempre célula medular del partido liberal colombiano ... "211 El texto fue reproducido por el Diario del Padfico de Cali y otros medios. Las nuevas ideas comenzaron a tener resonancia en la Universidad, donde la política liberal era en aquellos momentos una constante. ¿Quién no ambicionaba ser alumno de Gaitán, oírlo, ser su amigo, visitarlo y contarse entre los suyos? Despertaba ansias de saber entre los universitarios y señalarlo en el mosaico como profesor daba prestigio. Resulta explicable la "plataforma de orientación ideológica del Partido Liberal colombiano" elaborada por él, para la convención del liberalismo reunida en Bogotá el 18 de enero de 1947. En criterio de Jaime Posada, su alumno en la Nacional, Gaitán ofrecía "libertades 209. "Hermano del candidato presidencial Carlos Arango Velez, tío-abuelo del

presidente Andrés Pastrana. Autor de obras literarias, sociológicas y poéticas. Escribió la novela Memorias de un tal Pastrano, en cuya trama involucra un clérigo y desarrolla la patraña y trapisonda de un gobernante que llega al poder valiéndose de toda suerte de audacias. Obra político-humorística, sin alusión a nombre alguno. Satiriza la vida de un anónimo gobernante nacional". Editorial de la revista Cromos. Bogotá, octubre de 1931. 210. Vivió entre 1886 y 1971. Fundó el periódico La Linterna en Tunja. Destacado y caracterizado periodista, defensor de las ideas de avanzada, masón. Excomulgado en varias ocasiones por su posición filosófica liberal radical, se mofaba del clero afirmando que sólo se entendía con obispos hacia arriba. Fue un defensor de la Universidad Nacional desde su columna titulada Danza de las horas en el periódico El Tiempo de Bogotá. 211. Diario

El Tiempo. Bogotá, abril 8 de 1926.

Monseñor Alejandro Bermúdez Caricatura de Rendón

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reales, igualdad real no sólo ante la ley, sino también ante la vida" Al ratificar su inspiración como militante partidista, enfatizó la preocupación por la educación superior. El literal Ln del citado programa es categórico: 212 •

El Liberalismo Colombiano se declara partidario de la unidad de los fines espirituales y sociales que persigue la Universidad. Propende por la autonomía directa, colocando a las universidades seccionales en el mismo plano científico de igualdad, con la Universidad Nacional. El liberalismo entiende que la autonomía sólo existe, mediante la elección de las directivas sin intervención oficial.

Al regreso de Roma en 1928, Gaitán fue primero profesor de la Universidad Nacional y luego rector de la Universidad Libre, fortín esta última de la masonería, creación de Benjamín Herrera. La lucha por la instrucción pública popular encontró en él a un excelente defensor, como corroboró siempre en sus actos privados y en sus gestiones públicas. Defensor del postulado sobre la igualdad, la justicia y la libertad, excluía toda discriminación con reproche'3. No obstante, sostenía que estos predicados, sin un fundamento económico, resultaban inaplicables. Partidario de la conciencia popular basada en la educación, veía a la Universidad como una entidad unitaria, técnica, guía de la orientación socialmente igualitaria, dada la gratuidad del estudio, y recinto para la libertad religiosa, programa que incluyó en las aspiraciones del UNIR en 1934, y que López Pumarejo no tardó en institucionalizar al llegar al poder en 1936. El concepto fue ampliado mediante convenio con la Unesco, según el cual los títulos académicos conferidos por universidades privadas en Colombia debían ser homologados por un examen de Estado en la Universidad Nacional, sin el cual carecerían de validez. Este convenio quedó en manos del Congreso de la República en espera de su ratificación. Pero influencias de suponer jamás permitieron que se convirtiera en Ley214. Con el tiempo, Gaitán logró llenar las mentes de los colombianos con sus ideas respecto de un sano nacionalismo. Al llegar al Parlamento, sus propósitos ----""-""""""~

"""

Diario El Tiempo. Bogotá, marzo 22 de 1998. 213. Habiendo hecho solicitud para ingresar a la logia Veritas Vinci, se ignora la razón de su no iniciación, pues su expediente no lo indica, como puede verse en el archivo de la Gran Logia de Colombia, en Bogotá. 214. Véase Diego Montaña Cuellar, así como el texto citado de Luis Carlos Pérez. 212.

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de edad temprana fueron captados por la huelga de la United Fruit Company en la cual se interesó como investigador político y jurídico, con el objeto de detectar responsabilidades por los hechos de las bananeras de Ciénaga215 • Acusó al Gobierno en el Congreso, mientras su hermano Miguel Ángel editaba subrepticiamente la revista 8 de junio, símbolo activo del fervor de los estudiantes por su causa y por el conflicto bananer0216 • Mucho tiempo después, el violento rechazo popular frente a la muerte de Gaitán e19 de abril de 1948 coincidiría con la fecha en que se irlstalaba la Conferencia Panamericana (que iba a crear la OEA) y, paralelamente, con un congreso estudiantil que la rechazaba, debido a las consecuencias políticas que se derivarían. Una cita del líder colombiano con Fidel Castro quedaría en el tintero217 • En los conocidos levantamientos El Bogotazo algunos delegados estudiantiles de otros países serían coordinados desde la ciudad universitaria por Eduardo Santa y Oswaldo Robles Castaño. Entre los alojados en la universidad estaba Fidel Castro, delegado por Cuba218 • A los tres días de iniciada la revuelta, con su carga de muertos, saqueos, incendios y represión, sería cerrada la Universidad Naciona1219 • Por entonces, Op. cit., pp. 71-73216. Miguel Ángel Gaitán. El porqué de un asesinato y sus antecedentes. 215. Dasso Saldívar.

Editorial Minerva. Bogotá, 1949. 217. EllO de abril de 1948 Alejandro Obregón era estudiante y visitó el

Cementerio Central de Bogotá. Fue allí donde se inspiró para su cuadro Violencia, pintado en 1962. Era rector de la Universidad Luis López de Mesa. Dos semanas después de la muerte de Gaitán, un mitin de estudiantes de Bellas Artes se tomó la rectoría para exigir el retiro del director. El mitin fue encabezado por Alejandro Obregón y Enrique Grau. El rector, entre la espada y la pared, miró al más agresivo y lo escogió, designándolo decano. Resultó ser Alejandro Obregón, el más joven quien, todavía estudiante, ocupó el cargo. Véase "Veinte años de vida, veinte años de obra". El Espectador, revísta de novíembre 4 de 2001.

218. Sobre la coordinación del evento paralelo a la Conferencia

Panamericana, por parte de los estudiantes de la Universidad Nacional, yel encuentro casual entre los universitarios Fidel Castro y Camilo Torres Restrepo, véase Arturo Alape. El Bogotazo. Editorial Pluma. Bogotá, 1983, pp. 166-192. 219. Con motivo de la Conferencia Panamericana en 1948, por la necesidad de decorar el Teatro Colón, escenario del encuentro, la Universidad dio en préstamo al Gobierno la lámpara de araña instalada en el Teatro Colón, sin que haya sido devuelta hasta hoy.

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cursaban el mismo año de Derecho Camilo Torres Restrep0 220 y Gabriel García Márquez, desertores posteriores de la Escuela. El Congreso estudiantil protestaba contra los Estados Unidos, que buscaba reforzar su poder político valiéndose de la proyectada Organización de los Estados Americanos=, un apéndice de la doctrina Monroe 222 • El hijo del Presidente dispara a un compañero

Tornando al año de 1925, era presidente de la República el General Pedro Nel Ospina (1922-1926), momento en que todo cuanto ocurría en el Gobierno repercutía en las aulas. El Congreso debatía en esos momentos la acusación contra el doctor Aristóbulo Archila, quien había sido ministro de Hacienda y Guerra entre 1921 y 1922223. Archila, del partido conservador, era juzgado por malos manejos habidos en su cargo. El debate se puso al rojo y los estudiantes se movieron entre acusaciones, reproches políticos y recriminaciones personales. La vida política era tensa, y la Universidad se agitaba por la confrontación ideológica. El 19 de septiembre se reunió la Sociedad Jurídica, institución fundada quince años atrás y a la cual sólo podían pertenecer los estudiantes destacados que acreditaran el promedio estatutario. Por brillante que fuera un miembro, le bastaba perder una materia para quedar por fuera para siempre. La función de la Sociedad era la investigación jurídica y social, por lo cual se ocupaba de la vida nacional, los problemas políticos y la marcha del Estado. Tenía presupuesto y revista propios; a través de ella, la política respiraba en la academia. Entre sus funciones estaba sugerir nombres para las magistraturas y supervisar la conducta de políticos y altos funcionarios. Parte de la vida institucional palpitaba en sus sesiones 224• En una de aquellas, Luis Ospina Vásquez, estudiante sobresaliente e hijo del presidente de la República, que cursaba tercer año de Derecho y cuyo nombre unos días antes había sido acogido como nuevo miembro por el plénum, resultó protagonista de un incidente bochornoso. 220. Walter J. Broderick. Camilo

Torres, el cura guerrillero. Círculo de Lectores. Bogotá,

1975· 221. Dasso Saldívar.

Op. cit., pp. 171-195. Op. cit., pp. 219-226.

222. Armando Solano.

223. Jorge Holguín Mallarino, hermano del ex presidente Carlos Holguín Mallarino. 224. Carol Villamil.

Op. cit., pp. 63-67.

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Estaba para discusión una propuesta que pediría a la Cámara de Representantes proseguir la acusación contra el ex ministro Archila. De ser acogida, el caso pasaría al Senado, el antiguo ministro sería juzgado y se evitaría con este mecanismo que los delitos atribuidos al ex funcionario quedaran impunes. Ospina Vásquez estaba a favor de la acusación. Iniciada la discusión, solicitó la palabra Pedro M. Sáenz de San Pelayo, joven conservador boyacense, nacido en Santa Sofía, que ya había terminado estudios pero esperaba presentar sus preparatorios. Sáenz, al impugnar la propuesta acusatoria que Ospina Vásquez había propiciado afirmó que Archila no era un evasor de su responsabilidad penal ni política, pues había declarado todo lo concerniente a su caso, de modo que reiterar en lo mismo era temerario. Y, con insinuación al padre del acusador, pero sin mencionar su nombre, derivó alguna responsabilidad al Presidente, por lo que le podía corresponder un acto atribuible a uno de sus agentes. Lo hizo con sugestivo sarcasmo. Luis Ospina pidió las correspondientes explicaciones, que Sáenz no satisfizo, aunque aclaró, con cierto aire de malicia, que descartaba cualquier alusión personal. La discusión cesó y Ospina volvió a su asiento. Un rato después Sáenz volvió al ataque político contra la proposición de Ospina, que ya éste había tomado como suya. Agregó que lo propuesto le parecía algo más que ridículo, frase que llenó de cólera a Ospina, quien otra vez de pie y ante sus condiscípulos exclamó con vehemencia que sentía deseos de matarlo. Sáenz replicó "máteme", y de súbito Ospina sacó de su pretina un revólver y a boca de jarro le disparó en la cara. La bala penetró por el labio superior, destruyendo la ventanilla izquierda de la nariz, pero se salvó de milagro. Todo ocurrió de improviso; los socios jurídicos, estupefactos, no se explicaban que algo así hubiera ocurrido precisamente entre dos reconocidos conservadores. Los liberales, sin emitir comentarios, es de suponer lo que sentían. Varios amigos se ocuparon de Sáenz llevándolo al Hospital San José donde sus heridas fueron suturadas. Ospina fue retirado a uno de los salones de la Facultad, donde su confusión se hizo notoria. Muy afligido manifestó que de haber logrado matarlo, allí mismo se hubiera quitado la vida. Un oficial de la Presidencia de la República llegó a Santa Clara, sede de la Facultad, y se llevó al victimario a prisión mientras la autoridad competente asumía el conocimiento del caso. Aquel escándalo ocupó las aulas durante mucho tiempo.

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Los alumnos, en pleno, reprobaron el hecho y descartaron cualquier justificación. Calificaron las lesiones en un comunicado como "un acto primo de absurda violencia", que merecía severidad, pues sólo por un milagro no tuvo resultados peores. Llegado el momento del juzgamiento de Archila ante el Senado, el ex ministro aprovechó su defensa para hacer gravísimos cargos contra el presidente Ospina. Denunció los turbios negocios de las esmeraldas en que el presidente estaba comprometido. Al final, Archila fue absuelto por abrumadora mayoría conservadora. Muy en silencio, el comisario de la Permanente que conoció del proceso por lesiones cuyo sindicado fue el estudiante Manuel Ospina Vásquez también hizo lo suyo; pasado un tiempo prudente absolvió al incriminado hijo del presidente Ospina, quedando aquellos hechos en la oscuridad jurídica, sólo conocible para la Historia.

El 8 de junio de 1929

Sangraba todavía la herida política por la separación del Istmo de Panamá. Se hablaba de la agresión en escuelas y colegios, y las cartillas primarias hacían pedagogía sobre tan ignominiosos hechos. De la lesión se ocupó el Congreso Estudiantil reunido en Medellín a principios de febrero de 1922, que definió la ofensa como: "Un hecho inevitable, por más que sea doloroso y ultrajante. Ninguna de las naciones americanas del sur puede ya tomar una actitud definida ante sus propios problemas internacionales sin que el gabinete de Washington intervenga"225• Se comentaba en los encuentros la manera como la United Fruit Company, pretextando la inexistencia de ley que lo impidiera, había construido sus campamentos en la región del Magdalena a finales del siglo XIX e inicios del XX. Instaló oficinas y se aprovechó de que no existía legislación comercial ni laboral. El gringo Minor C. Keit, de este modo, se constituyó en una especie de rey, con mando y sin fronteras a partir de 1901"26. Con el mismo argumento se posesionó de Centroamérica, evadió impuestos 225.1 Y 11 Congresos Nacionales de Estudiantes. Op. cit., p. 78. 226.

Roberto Herrera Soto, Rafael Romero C. La zona bananera del Magdalena. Instituto Caro y Cuervo. Bogotá, 1978, pp. 6-8.

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y adquirió tierras. "La United sobornaba, compraba o simplemente atropellaba a quien no aceptara sus reglas de juego"u7 • La noticia llegó a las aulas, cuando ya estaba deteriorada la imagen del gobierno conservador de Miguel Abadía Méndez. Aquello sirvió al partido liberal para una embestida decisiva que le permitiría ganar las elecciones presidenciales. En vano buscó Abadía unificar el desmembrado conservatismo, hecho trizas por la perniciosa intromisión de la jerarquía eclesiástica en cabeza del señor Giobbe, nuncio apostólico cuya abusiva e insólita injerencia en el Gobierno aceleró la crisis228 . El endeudamiento del Estado colombiano fue un motivo más. Los dólares recibidos por la indemnización de Panamá, invertidos en obras públicas discutiblemente útiles, hicieron a un lado el desarrollo nacional. La crisis se hizo patente. Las caricaturas de Rendón, que influían a miles, incrementaron la inquietud nacionalu9 . Delataban la corrupción del gobierno municipal de Bogotá y, con derroche de sátira, se mofaban de los funcionarios. Rendón también denunció y lanzó a la picota pública a los autores de la conocida "masacre de las bananeras': La sociedad se enardeció, reprochó el baño de sangre en Ciénaga y se compenetró con el hecho. De la manera más ilusa, el Gobierno se justificaba diciendo: "El Principio de Autoridad se mantiene siempre hasta sus últimas consecuencias"230 • El soberbio gerente de la United Fruit Company, Thomas Bradshaw, había descalificado a quienes quisieron dialogar antes de la huelga. Ocurridas las muertes, todo se justificó porque se había tenido "la certeza de la inminencia de un desembarco de marines que implica una complicación más en la situación y determina una afrenta para Colombia"23\ Había que disparar contra los trabajadores para evitar la llegada de los marines,y se disparó. Las aspiraciones obreras de 1926 se inspiraban en principios liberales; pedían los trabajadores que, sobre la faz de la tierra, brillara el reinado de los iguales, sin 227. Dasso Saldívar. Op.

cit., p. 56.

228. Diario El Espectador. Bogotá, junio 8 de 1984. 229. Ricardo Rendón (1896-1931), se suicidó el 28 de octubre. Fue el caricaturista de

mayor prestigio nacional en el siglo XX. Sus dibujos en el periódico El Tiempo eran tan críticamente demoledores que llegó a decirse que causaban un efecto mayor que los editoriales. 230. Carlos Cortés Vargas. Los sucesos de las bananeras. Imprenta de la Luz. Bogotá, 1929. Versión personal de los sucesos iniciales y el desarrollo de la revuelta de la

zona bananera de Santa Marta. 231.

[bid.

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prejuicios políticos ni religiosos, con el axioma de "Todos para uno y uno para todos"232. El grupo Libertarios de Santa Marta pretendió y creyó actuar como aquellos hombres de la revolución francesa; los amigos del pueblo, que se llamaron Marat, Robespierre y Danton y que fueron los que presentaron la carta a la Asamblea con la declaración de los Derechos del Hombre. Los trabajadores presentaron su declaración porque sabían de antemano sin temor a equivocarse que la única táctica que debían emplear al final sería la huelga, porque no querían seguir engañándose y engañar a los demás.

Esta declaración se convirtió en el mejor estímulo huelguístico, reforzado con: "No elevemos ídolos, sino aplastémoslos para ser libres". Las sociedades obreras, con el beneplácito de las autoridades locales, habían encontrado apoyo en el inspector P. R. Ahumada, un equitativo funcionario. Ciénaga, a diferencia de Santa Marta, desde 1848 era ya un bastión de ascendencia liberal, demócrata y solidaria que no temía acosar a sus adversarios conservadores de la capital del Magdalena en las revueltas en que se había visto inmersa la República 23 \ No fue ajena la huelga del banano a los sectores intelectuales y menos a los estudiantes. El trabajo de grado de Jorge Eliécer Gaitán, Las ideas socialistas en Colombia, en 1924, habían signado a la Universidad Nacional, encaminándola por el cambio. Tesis admirada por el líder liberal, profesor y decano de la Facultad de Derecho, y después candidato presidencial, Carlos Arango Vélez, quien en una manifestación en Girardot, confesó su admiración por Lenin 234 . Como comentó su hermano Miguel Ángel, Jorge Eliécer Gaitán "había abierto nuevos horizontes y nuevas concesiones, pero era sabido y hoy también, que hay gente que opina que la mentalidad del hombre debe orientarse todavía por las ideas individualistas de la revolución francesa"235. El predicado de Uribe Uribe, que el "liberalismo debía sustentarse en las ideas socialistas" dio en Gaitán sus primeros pasos. Documentos para una biografía. Colección Jorge Eliécer Gaitán. Imprenta Nacional. Bogotá, 1949, pp. 25-26. 233. Eliseo Reclus. Op. cit., p. 88. 234. Carlos Arango Vélez, titular de la cátedra de Derecho Penal, fue decano y posteriormente magistrado de la Corte Suprema de Justicia. Designado investigador especial en la muerte del estudiante Uriel Gutiérrez, compitió por la presidencia de la república con Eduardo Santos. 235. Miguel Ángel Gaitán. El porqué de un asesinato. Editorial Minerva. Bogotá, 1949. 232.

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E18 de junio de 1928 acabó por explotar la inconformidad represada contra el gobierno de Abadía, con su corrupción manifiesta en el asunto de la administración del tranvía. Se originó una manifestación multitudinaria, como hacía mucho tiempo no sucedía en el país. El colmo fue designar al doctor Arturo Hernández, anónimo funcionario de Facatativá, como directivo. Eso prendió la chispa. Hernández, apodado Chichimoco, era al mismo tiempo gerente, diputado, representante, senador, miembro de la Junta de Empréstitos, y finalmente ministro de Obras Públicas. También tenía opción como precandidato conservador al lado de Concha, Valencia, Jiménez López, Vásquez Cobo, Casas y Antonio José Uribe, y se había convertido en motivo de agria preocupación. Un reportaje en El Espectador al alcalde Cuervo denunció la imposición hecha a Velasco, gerente de la empresa del tranvía para que ubicara en un cargo, como fuera, a un hermano de Hernández. El Tiempo publicó sendas entrevistas a Osorio y Velasc0 236 sobre el particular. De inmediato, Cuervo destituyó a estos últimos como gerentes del Acueducto y del Tranvía. En el calor de la pelea se rumoró que algo grave ocurriría en el municipio, y así pasó. Hubo barricadas en la calle real, protestas, manifestación de apoyo frente a la casa de Cuervo y discursos en la Plaza de Bolívar, donde habló Manuel Criales, quien preguntó: "¿En donde están todos los millones que entraron al tesoro público el año pasado?"237 Habló después Jorge Eliécer Gaitán, recién llegado de Roma y quien había inaugurado su cátedra en la Universidad Nacional. Dijo: A esta manifestación de protesta no han debido invitar solamente a los universitarios. El asunto es de la competencia de la Junta de Saneamiento de Bogotá ... no se trata aquí de la queja de un partido, no es la voz del partido liberal y conservador aisladamente; es la voz angustiosa de la ciudadanía bogotana que pide que se arroje de los puestos oficiales a quienes han mancillado el nombre de la ciudad, de la República.

Cuervo, el antiguo alcalde, habló de último para decir: "Esta importante manifestación ... me está diciendo muy claro que la ciudad respalda mi actitud, que es gesta del ex alcalde Cuervo destituir dos malos empleados de la administración municipal halló eco entre la opinión pública". 236. Diario El Tiempo. Bogotá, martes 8 de junio de 1954. 237. Diario El Espectador. Bogotá, junio 4 de 1928.

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Los empleados del municipio y los del tranvía, inducidos y con armas, fueron arengados por los jefes de "la rosca" desde un automóvil, incitándolos contra los manifestantes. Mientras tanto, los políticos se reunieron en los cafés para brindar con champaña por el triunfo que aseguraban a Rengifo y "Chichimoco". Los chinos de la calle hacían barricadas con los barriles de la basura, piedras, tablas y todo cuanto encontraban; unidos a la 'piscarria' bogotana, los estudiantes y los gamines se batían en las calles". Los policías del tránsito desaparecieron como por arte de magia, y los jóvenes, respaldados por el pueblo, dirigieron el incipiente tránsito. La tragedia cerró la manifestación con un hecho que ha reprochado la Historia, haciendo mártir a la víctima. Bravo Pérez, estudiante conservador muy próximo al presidente, no era camorrero ni participante, pero corría imprudentemente en sentido contrario al mitin cuando una bala disparada al aire por un policía chocó contra uno de los alquitrabes del Teatro Municipal y en su recorrido loco fue a alojarse en su cuerpo. El presidente ordenó tres días de duelo. El cadáver, conducido a paso lento y acompañado por una inmensa manifestación de rechazo, terminó desplazado hasta el cementerio sobre la cureña de un cañón. Fue cuidado por una guardia de honor que primero lo acompañó hasta la basílica, en procesión encabezada por la Dirección de la Federación de Estudiantes. Este hecho, si bien marcó el final de una etapa, también comenzó otra238 • Allí iniciaron sus primeros y elocuentes ejercicios, oratorios y políticos; personajes conservadores como Silvio Villegas, José Camacho Carreño y Eliseo Arango, del grupo universitario Los Leopardos, discípulos confesos de Barres y Maurrás, ideólogos franceses que luchaban contra la República en su país. Este mismo grupo, en sus años post-estudiantiles, asustado por la embestida de López Pumarejo, estimuló la creación de la Unión Nacional Estudiantil Conservadora el 20 de junio de 1936. Tenía entre sus curiosidades estatutarias "presentar un frente de resistencia y de lucha contra todas las corrientes políticas que basándose en el estilo de la pugna de clases intenten revocar o debilitar en Colombia la organización de la familia, de la propiedad de la Iglesia o de la escuela cristiana"; concretamente contra "una secta política perseguidora" (entiéndase liberales o masones),

238. Revista Semana. Bogotá, junio 14 de 1954.

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y dispuesta a «adelantar una fervorosa campaña a fin de lograr la reforma de la universidad y en general de la educación colombiana': oponiéndose «decidida-

mente a que la educación pública, que debe ser un servicio nacional, continúe convirtiéndose en instrumento de dominación política"239 • El objetivo de la UNEC era frenar el materialismo histórico, considerándolo enemigo del concepto espiritualista de la cultura y valiéndose de la justicia social cristiana contra la «patología explosiva revolucionaria" para lo cual ordenaba recurrir incluso a la beligerancia. Contrapuestos a ellos,destacaron protagonistas liberales como Carlos Lozano y Lozano, y tribunos socialistas como Felipe Lleras Camargo y Jorge Eliécer Gaitán, quienes apodaron «manzanillos" a los amantes del provecho propio, en lo burocrático o político, símiles del árbol originario del Valle del Cauca que produce rasquiña a quien a su tronco se acerqu~o.

Los acontecimientos de junio y la policía montada

Poco tiempo hacía que la policía había inaugurado la caballería y no mucho que Cortés Vargas, «héroe" de la masacre de las bananeras, nombrado tres meses antes director de la policía. De no ser porque Carlos Cortés Vargas sacó la caballería y desafió la ciudad, quizás nada hubiera pasado, como se comentó más tarde. Los caballos, lanzados al galope contra la esquina de la Iglesia de la Veracruz, arrinconaron a los manifestantes que, pisoteados y lesionados en la confusión, no supieron qué hacer. Una bandera fue tendida y «los salvajes la hoyaron". La prensa de la época registró como apátrida el nombre del sargento Pantaleón Cepeda. Al regreso de la caballería a la esquina de la calle trece, acompañando los disparos hechos contra los balcones y sobre los manifestantes, los agentes de a pie cargaron con culata y bayoneta contra hombres y mujeres. Los cafés Moisés y Windsor241 , convertidos en hospitales, acogieron a los heridos. Los más graves fueron conducidos a la Casa de Salud de Peña, hasta donde concurrió el Centro

239.

Unión Nacional Estudiantil Conservadora (UNEC). Estatutos aprobados en la asamblea de junio 20 de 1936. Bogotá, sin indicación editorial.

240.

Diego Montaña Cuéllar. Op. cit., pp. 110-111. Apacible sitio a donde convocaba el periodista Enrique Santos Montejo, Calibán, a sus amigos liberales. Lugar ubicado en la Avenida Jiménez con carrera sexta, en cuyas tertulias acordaban estrategias y comentaban los sucesos políticos nacionales.

241.

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Departamental de Estudiantes, integrado por Isabel Montaña Camacho, Antonio Vicente Arenas 24\ Ernesto Molano y Pedro Alejandro Cortés, dirigentes estudiantiles en aquellos años. La corrupción en el municipio de Bogotá era tan insoportable que la crónica registró satíricamente la decisión de los rateros que, sintiéndose hastiados de los perversos funcionarios del Gobierno, hicieron temporal atrición y mediante misiva enviada a la junta de notables, ocupada de la defensa de Bogotá, comprometieron su honor, garantizando la suspensión de sus labores para que la ciudadanía tuviera tiempo de perseguir a los manzanillos. Sólo lograda la victoria, ellos volverían a ocuparse de lo ajeno. A los estudiantes del Rosario los reunió el rector Genaro Jiménez para expresarles: "Lo siento mucho muchachos, pero el Colegio no puede dar permiso para salir a las calles sin petición de sus padres, pero como esto no es una prisión, las puertas del Rosario están abiertas"243. Los pupilos salieron y la revuelta fue total. Roscas de pan decoraron alegóricamente los puños en alto de la protesta estudiantil, mientras algunas calaveras humanas, ensartadas en palos, simbolizaron la macabra arremetida contra los trabajadores bananeros. Si la gente en verdad temía a Cortés Vargas, ahora se aterraba con sus agresivos caballos en la calle. Sería sin embargo el humor un buen aliado en la revuelta. Rendón caricaturizó la situación, y los estudiantes la representaron en público llevando en sus brazos los mencionados círculos de pan, ridiculizando la administración. La hilaridad general fue un baldón para los altos funcionarios del municipi0 244 • El séptimo día de la huelga, al caer Cuervo, la inquietud se propagó. Los centros sociales y políticos empezaron a reunirse para discutir el camino a seguir. Comités universitarios y asociaciones artesanales y obreras invadieron las calles con carteles que invitaban a manifestarse con mayor vigor. El periódico El Debate, dirigido por Silvia Villegas, apodó a Chichimoco "Águila de Júpiter"; otras veces lo llamó "Cara de Fraude".

242. Profesor emérito de la Facultad de Derecho, ex magistrado de la Corte Suprema de

Justicia, autor de la obra didáctica Comentarios al Código Penal Colombiano. 243. Diario El Tiempo. Bogotá, junio 8 de 1954. 244. Durante la época del gobierno radical (1863-1884), sus miembros fueron apodados Los Circulares por aquello del círculo en los masones. Al llegar los conservadores al

poder, los primeros bautizaron a los segundos La rosca, significando una rústica degradación del círculo.

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"Los muchachos de la Universidad iban de balcón en balcón encendiendo la llama de la protesta, llenando de entusiasmo al pueblo ... Tal era la voz de la juventud". En su recorrido, llegaron al colegio de los jesuitas y nariz con boca se encontraron con el hermano Zuluaga. Antes de que el Comité iniciara el diá10go' el clérigo se anticipó "Ya todos los de esta casa se han echado a la calle". Cuenta Luis Arturo Hernández que el ambiente se había vuelto efervescente, porque López Pumarejo hizo un análisis aritmético de los despilfarros de la última administración conservadora. El día 7la turba creció y aunque José Antonio Montalvo, ministro de Comercio, abogó por el Estado de sitio, el presidente Abadía se abstuvo de decretado, sugiriendo conciliar el asunto. Ofreció sacrificar el cargo público de Alejandro Osorio, un cuñado suyo, parte del pretexto que motivó la huelga, y el de Hernando de Velasco. No obstante, salió la cosa por donde menos se esperaba. El joven Federico Schiller fue atravesado por un tiro de fusil en la Plaza de Bolívar y, ese mismo día, a las diez de la noche, el estudiante Gonzalo Bravo Pérez, como reseñamos, fue muerto en la carrera octava con calle novena, frente al café Capitolio. Sobrevino, en consecuencia, un sentimiento de luto general. La ciudad entera la emprendió contra los tranviarios, la policía, los funcionarios y hasta con parientes íntimos pero inofensivos del presidente. Como lo narró Frailejón en uno de sus poemas periodísticos, hubo coplas pregonadas por estudiantes, convertidas en himnos repetidos sin cesar por calles y carreras: Rengifo volá, volá ya no fuiste presidente, y te vas de Bogotá, para tu tierra caliente. Tu ambición te dio la muerte, pues caíste como un coco, confórmate con tu suerte, liorá y liorá Chichimoco. La rosca murió Rengifo se va, murió Chichimoco feliz Bogotá.

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Todo manzanillo al ver a Chichimoco caído lloraba a más no poder a Chichimoco tendido.

Las manifestaciones se incrementaron hasta llegar a pedir la cabeza del comandante de policía de Bogotá, un oficial de apellido Fernández. La protesta arreciaba sobre todo por la muerte del universitario, de quien Abadía era profesor en la Facultad de Derecho. Bravo Pérez se convirtió en el primer mártir estudiantil. Su cadáver, en hombros, fue paseado por las calles bogotanas en un silencio impresionante. Al pasar frente al palacio presidencial de la carrera quinta, don Miguel, como llamaban sus alumnos al Presidente, sacó coraje y apareció en el balcón. Su semblante no era el de siempre. La huelga del banano no le pesaba tanto como esta muerte. Su rostro estaba visiblemente triste. El profesor de Constitucional y Economía que nunca había interrumpido sus clases, ni siquiera por su condición de Presidente de la República, sintió inmenso dolor. Bravo Pérez, precisamente, era su acudido. Eso bastó para que jamás volviera al claustro.

Ante el cadáver de Bravo Pérez

Al día siguiente, el cadáver fue llevado al Cementerio Central, donde fue despedido por Camacho Carreño, su compañero de curso. Más tarde éste sería parlamentario del grupo Los Leopardos. Dijo aquel día: Con cuánta facilidad dejan caer los labios esta sencilla frase: ¡Bravo Pérez fue asesinado! y cuán arduo resulta sin embargo para el entendimiento discurrir todo lo que esa aleve locución significa. Llanto, agobiador a pesadumbre, cólera ciudadana, civil fiereza, ternura sollozante, fatal enojo, pero también una conmovedora fe patriótica y así, lo va declarando esta doliente muchedumbre sobre cuyos sollozos y lágrimas flotan los despojos mortales, como un símbolo inmaterial. Interrogad el pliegue más íntimo de vuestro corazón, que es hoy una bandera enlutada, y decidme si su misma amargura no tiene bordada con sutiles fibras amorosas una homérica afirmación de la república, que fulgura sobre el dolor, a la manera de esos escudos cuyos oros de fidelidad inmutable perseveran entre la seda deshecha de las banderas que agobió la batalla. Si la ciudad está martirizada en el momento, es porque la oprime su propia grandeza, cuán cierto es que los laureles conquistados

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Profesor Gabriel Abadía Méndez Caricatura de Rendón

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desgarran siempre las propias sienes que van glorificando. Ha caído el adolescente, con la tristeza musical con que se rompe un vaso de cristales perfectos. En la memoriosa jornada, quiso la democracia esta vez tomarnos en rehenes al héroe más nuevo y viendo que sus primicias empezaban a marchitarse, gajo de savia primaveral, eligió un racimo de mieles impúberes para hinchar el ritmo de sus arterias fatigadas. Todo lo habéis sentido ya. Nuestra ciudadanía no tuvo minuto más enérgico, más vivaz renacimiento ni despertar más clamoroso que aquel en que se inclinó para recoger el cadáver de Gonzalo Bravo Pérez, como si alzara en el cuerpo del estudiante una resurrección de anhelos. ¡Oh! venturoso joven, en tu carne cinceló la bárbara flecha el símbolo doloroso que vanamente había querido labrar la angustia colectiva, y por obra de un singular destino, la caja de tus huesos ha cobrado la frágil arquitectura de un tabernáculo que guardara las divinas especies de nuestro patriotismo. ¡Oh! adolescente, esta vasta corona de emoción pública te convierte para lo sucesivo en la urna de significaciones pródigas y condensa tu evaporada silueta en el signo heráldico de la juventud universitaria, sobre cuya conciencia gravitas hoy con la descarnada prontitud de los héroes homéricos, que galopan por el poema e ilustran el lírico motivo, apoyando su leve planta sobre la gracia de los versos sinfónicos. Cuánta fuerza fluye de tu debilidad, cuánto movimiento de tus músculos desmayados; tu silencio es para nosotros oración esculpida en broncíneas órdenes; la tácita palabra que duerme en tu garganta, con los párpados clausurados, tiene la sugerente fertilidad de los sueños; y aunque los brazos aparezcan rendidos, seguirá de ellos brotando como de un arco, la tensión ascendente para nuestra idealidad. El plomo aleve eligió en ti a un estudiante en leyes. Tus veinte años comenzaban a tejer la regia toga para que ondeara sobre tus hombros, cargados hoy con el laurel que anticipa la conmoción unánime de la ciudad. Imagino y vivo los últimos instantes de tu temprana gloria: acaso antes de morir, acababan tus ojos de ver en el severo recogimiento de tu cuarto de estudio las líneas de la patria, constitución que realzan como malla acotada los derechos primordiales del hombre y en cuyo bloque de sencillo ornamento se abrigan las empresas civiles de la república. A medida que recorrías el códice, el rumor popular de la manifestación en que fuiste sacrificado, contagiaba tu solitaria estancia y el grito del pueblo al caer sobre la página donde estaba redactada la ley, humanizaba su letra muerta, decretaba el movimiento de los preceptos que ibas aprendiendo, consubstanciaba contigo los principios escritos.

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Tu cabeza adquirió en ese momento la sonora grandeza de una cúpula, esclarecida por tu sin par amor a la patria, y en el alterno juego de las luces mentales y en el confuso vocerío democrático de tus conciudadanos quizá se irisó en ti la posibilidad eminente de tu porvenir suspirado. Por un instante lo concebiste todo; el fuego republicano de tu juventud rindió todas las victorias, desgajó todos los lauros, ganó todas las honras, suprimió todas las emociones, rebosó todas las preeminencias, y en el nobilísimo instante imaginativo te vistió con la plenitud de tu púrpura la república de tus sueños. Decidiste salir entonces, mas al entornar la puerta que te votaba a las ágoras, tus pupilas arrancaron del muro familiar la imagen de tus mujeres ausentes, escolta irremplazable del lúcido imperio que alzaban tus aspiraciones. La noche les comunicaba una transparencia carnal a los mármoles glorificadores y le prestaba una resonancia innumerable a las voces del pueblo, sobre cuyo temblor, como una góndola, surgía nuestro capitolio iluminado por su belleza griega, inmutable en su perfección, cautivador en su decoro heráldico. Hubo sobre tu espíritu un místico temblor de alas y todos tus ensueños se orientaron a él como una leve teoría de palomas simbólicas, mas se quebró tu vuelo y cayó entonces sobre la ciudad una lluvia de plumones sangrientos. ¡Oh! democracia que así embelesas nuestros sueños para sacrificarlos, la eternidad te pertenece porque te apoyas sobre los sepulcros"".

Patética y sensible resultó también la descripción fúnebre hecha aquel día por la prensa.

El sepelio del estudiante Nada más solemne que el sepelio del estudiante Bravo Pérez, presidido por las más ilustres damas de Bogotá, y al cual acudió la ciudad entera. Desde la Iglesia de San Ignacio, donde se verificaron las exequias, hasta el cementerio, las calles se apretujaron de gentes que vieron desfilar innumerables delegaciones de los más altos cuerpos, con hermosas coronas y con banderas. La multitud arrojaba flores sobre el féretro, de manera que éste llegó cubierto de pétalos al cementerio. Allí se hicieron cinco minutos de silencio. Es difícil extraer de las relaciones de la prensa y los recuerdos, cuando, eso sí, una noble añoranza lo invade, todos los detalles y nombres de esta bellísima gesta en que intervino todo 245. José Camacho Carreño. El leopardo mártir. Difusiones Todamérica. Luis Marte, editor. Bogotá, sin fecha, pp. 13-16.

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Bogotá. Doscientos mil ciudadanos eran los que estaban haciendo la cosa, uno más, otro menos, pero todos nos batimos como buenos. La ciudad se batía contra los tranviarios

y empleados del Acueducto, contra la policía, contra los funcionarios, parientes e íntimos del Presidente, pero no dejó un instante su sonrisa2.4Ó.

De los hechos policivos se culpó a Cortés Vargas. La prensa, los políticos, los estudiantes, se fueron contra el oficial, posesionado del cargo de director de la Policía elI3 de abril de ese año. El 6 de junio declaró para la agencia periodística SIN: "Conociendo como bogotano que soy la hiperestesia de nuestro carácter, dispuse desde las primeras horas de la tarde de ayer que la policía permaneciera en expectativa de los sucesos que pudieran presentarse como consecuencia de la manifestación organizada para ayer"247 • Planteaba que era absolutamente falso que la policía hubiera disparado sobre la multitud. "Sobre la cuestión misma que ha determinado el desorden dijo, rebatiendo las acusaciones del periódico El Debate- me es imposible hablar porque es demasiado compleja"24 8. El sábado 8 de junio luto y victoria, en extraña paradoja, entrelazaron a la gente de Bogotá. El Fígaro de aquel día tituló: "La policía mató anoche al estudiante Gonzalo Bravo Pérez"24 9.

Estudiantes en San Victorino

La universidad ocupaba aún las aulas expropiadas a los conventos en el centro de la ciudad, razón por la cual las concentraciones estudiantiles tenían como escenario la Plazoleta de San Victorino. Abundaban en su entorno los cafés, que los universitarios utilizaban como salas de estudio en desmedro de clientes con mayor capacidad económica. No tardaron los ingresos en disminuir en los establecimientos 25o , hasta que cualquier día los estudiantes fueron espantados a

246. Diario El Tiempo. Bogotá, junio 8 de 1929. 247. Carlos Cortés Vargas. Op. cit. 248. Carlos Medina. Crónicas de Violencia. Bogotá, marzo de 1983, p. 3I.

249. Ibid., p. 36. 250.

Ibid., p. 32. Enumera los cafés con sus nombres, las calles o carreras donde estaban ubicadas, así como el papel que cumplían en la vida intelectual bogotana.

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físico palo. No tardó en presentarse la correspondiente reacción por los espacios perdidos. De todas las sedes universitarias llegaron voluntarios en son de ataque. Los cantineros, acorralados por la inesperada incursión estudiantil, salieron mal librados, pero no todo estuvo en contra suya. Un proyecto de ley se ocupó del asunto, y una partida, tomada de los dólares recibidos como indemnización por la pérdida de Panamá, sirvió para contratar residencias con comida y dormitorios en los alrededores de la calle diecisiete con carrera quince. Hoteles dignos y baratos sirvieron desde entonces a los estudiantes. Al ser trasladada la universidad a su ciudadela, en 1939, el lugar fue ocupado por las empresas encargadas del transporte intermunicipal. En un reportaje posterior, Jorge Eliécer Gaitán rememoró las costumbres de entonces: Los estudiantes permanecían, estudiando, en los pasillos del Capitolio hasta la media noche. Comenzada la mañana, continuaba la tarea en el parque de Santander o en los románticos claustros de Santo Domingo ... y si las lecciones no se acomodaban sino que contradecían, por ortodoxas y conservadoras, nuestro temperamento revolucionario, no por eso nos eran inútiles, ya que nos servían para buscar con más afán por fuera los sistemas ideológicos y filosóficos contrapuestos y en armonía con nuestra intuición ...

No era la obtención de un título, sino conocimientos lo que perseguían los estudiantes'5'. Latían por aquella época las ansias por todo lo que fuera nuevo. Un día de 1926, al salir don Miguel Abadía de su clase de las dos de la tarde, que dictaba en el primer piso del propio Palacio Presidencial, fue abordado por líderes estudiantiles influenciados por los programas del recién constituido partido proletario. Le hicieron frente los dirigentes universitarios Ricardo Sarmiento Alarcón, Héctor Silva Herrera (nieto del general Herrera), Luis Alberto Bravo, Enrique Uribe Uribe, José Francisco Socarrás,Antonio Vicente Arenas, Hernando Echeverry Mejía, Juan Francisco Mújica, Roberto García Peña, Manuel Antonio Arboleda, Alejandro Villalobos Serpa, Julio Azuad, José María Arteaga y Joaquín Tiberio Galvis, quienes por primera vez osaban romper con el pasado. Le entregaron una hoja de papel que decía, entre otras cosas: « ••• declaramos que no tenemos nexos con los partidos históricos en que durante varios años se dividió la opinión colombiana. Pertenece251.

Documentos para una biografía. Op. cit.

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mos al Partido Socialista Revolucionario, que busca la justicia económica, la realización de los fines humanos, la verdad pura y sincera en todos los aspectos ... " El documento causó revuelo y no tardó en ser atribuido a la influencia de Baldomero Sanín Cano, Alfonso López Pumarejo y Armando Solan0252• Dos años después, la protesta contra la enseñanza retrógrada se encausó en la llamada revuelta del "Sapolín". La estatua de don Antonio José María Cadavid253 fue embadurnada de pintura para significar la caducidad; más tarde fue objeto de disfraces, su bigote repintado y agregadas charreteras. Hoy, impávido a pesar del paso del tiempo, inspecciona la puerta del aula máxima de la Facultad de Derecho. Triunfantes los rebeldes del 26, el profesorado se renovó con Darío Echandía, Eduardo Gacharná y Jorge Soto del Corral (dirigente estudiantil de su época), este último tan cumplido, que al pie del escritorio de clase había siempre una maleta, ya porque iba de viaje o bien porque regresaba del anterior 254 •

La mujer y la universidad

La filosofía por la igualdad entre hombres y mujeres, en el ámbito estudiantil, hizo aparición en el año de 1937; la nivelación empezó a buscarse en la práctica. Las aulas fueron escenario para estudiar y competir al mismo tiempo. En 1903, trescientas mujeres lideradas por Soledad Acosta de Samper55, habían exigido al presidente Manuel Marroquín defender la soberanía nacional en Panamá. El Partido Socialista, nacido en la Asamblea Obrera de 1919, pidió la igualdad de la mujer, postura que ratificó la convención liberal de 1922 en Ibagué. En calidad de "reinas", pero leyendo comunicados políticos, aparecieron las mujeres en los primeros congresos estudiantiles. Sólo se recuerdan los nombres genéricos: María Primera de Bogotá, María Primera de Cartagena y Lucía Primera de Medellín.

252. Diego Montaña Cuéllar. Op. cit., p. 95. 253. Se trata de la misma efigie que se encuentra ubicada a la entrada y entre las dos

puertas del aula máxima de la Facultad de Derecho en la Ciudad Universitaria. 254. Información del egresado Teovaldo Avendaño. Bogotá, 1999. 255. Esposa de José María Samper. Algunas de sus obras fueron proscritas por la Iglesia

y aparecieron en ellndice. (Helvet Chiamet, escritos inéditos).

Carmencita Pernet fue la primera mujer en la radio colombiana. 10 de septiembre de 1946 Fotografía de Sady González

primera mujer egresada de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Colombia. También primera Reina académica universitaria, quien tuvo como poeta propio a Pedro Medina Avendaño, autor entre otros de los himnos al Partido Liberal, a Bogotá y Boyacá

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El 14 de abril de 1921 la revista Universidad destacó a Elvira Pardo como pianista profesora del Conservatorio de Música~56. E19 de octubre de 1921, María Cano, cargada de irreverencia, comenzó a encabezar sus famosas y legendarias protestas. Más tarde, Fita Uribe y María Eastman, satíricas de su época, fundaron la revista Letras y encajes e incursionaron en la literatura de Balzac, Tolstoi y Zolá. Pero María Cano fue más lejos; se involucró con los obreros, que la eligieron "flor del trabajo" en 1926. A partir de ello, se empinó contra la pena de muerte y en ese mismo año hizo parte de las huelgas del petróleo en Barrancabermeja y en la del banano en 1928. Pronto, en 1930, integró la nómina directiva del naciente Partido Revolucionario Socialista con Ignacio Torres Giraldo, Tomás Uribe Márquez y Raúl Eduardo Mahecha. El 26 de abril de 1967 la Cano dejó este mundo, ya reconocida como la mujer colombiana más importante del siglo XX~57. El 11 de junio de 1924, el Segundo Congreso Estudiantil, reunido en Bogotá, hizo alusión a las reinas, según ponencia de los estudiantes Luis Ángel Arango~58, Guillermo Londoño, Jorge Soto del Corral y José Luis Trujillo, en donde se manifestó:" ... debemos especial reconocimiento a doña Elvira Primera de Bogotá, doña Cecilia Primera de Popayán y doña Susana Primera de Tunja, cuyos logros políticos en las propuestas estudiantiles, sin su concurso no hubieran resultado eficaces". Elvira Zea Hernández o Elvira Primera, dijo el 15 de julio de 1924 al instalar la reunión de estudiantes en Bogotá: Bien sabéis que los congresos de estudiantes son poseedores de una tradición ilustre, de numerosos anales y resonantes victorias. La sabia Europa ha escuchado con atención sus debates. París, Marsella y Burdeos acógenlos con cariño y les abren calle de honor, para que desfilen bajo sus arcos triunfales; Turín y Milán recíbenlos con los brazos abiertos y los pasean victoriosamente por sus catedrales y museos de arte; Lieja, la ciudad heroica, interrumpe sus labores engalanándose para festejarlos con el tocado 256. En este mismo año fue convocada la primera asamblea estudiantil por los

dirigentes José María González Concha, Eduardo Esguerra Serrano, José Joaquín Castro Martínez y Qtto de Greiff. Este último escribió su primera crónica musical alusiva a la mencionada pianista. Fue después un eminente critico musical y profesor de la Facultad de Ingeniería Civil. Véase Revista Semana. Bogotá, abril 9 de 1956. 257. Diario El Tiempo. Suplemento Lecturas Dominicales de septiembre 4 de 1998. Sobre su vida, véase Ignacio Torres Giraldo. María Cano, apostolado revolucionario. Carlos Valencia Editores. Bogotá, 1980. 258. Antiguo gerente del Banco de la República, cuya biblioteca lleva su nombre.

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romántico de sus hermanas flamencas; y Budapest, en la vieja Hungría, cubre de agasajos y de mimos al rumor del Danubio. Todos estos centros de civilización, verdaderas sedes de la ciencia y del pensamiento, han visto desfilar bajo sus pórticos soberbios y por delante de sus monumentos inmortales, las rondas sonrientes de las asambleas universitarias, y atentamente, las escucharon discurrir bajo los artesanados de sus cúpulas, consagradas por la augusta majestad de los siglos.

y en nuestra joven América hemos presenciado, también los congresos de estudiantes reunidos en Montevideo, Buenos Aires, Lima, Caracas, Quito, Bogotá y Medellín, todos ellos alumbrados por la estrella de un ensueño generoso. Y no debemos olvidar, sino más bien recordarlo, que una mujer, la señorita Clotilde Luisi, uruguaya por cierto, fue colaboradora muy importante, o tal vez la iniciadora, de los primeros movimientos de organización estudiantil en estos países del Nuevo Mundo. Cabe en este real documento, señores estudiantes, hacer aquel recuerdo justiciero259 •

En 1927, los derechos de la mujer fueron debatidos por la Sociedad Jurídica de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional. El ministro de Salubridad se había opuesto a que un grupo de señoritas estudiara literatura. Impugnaron la posición oficial con extractos de ponencias de países culturalmente más avanzados 260 . Asombrado por la insólita presencia femenina en las asulas, Luis Camacho, estudiante de Odontología, abrió fuego antifeminista en la revista Semana. Predicó de las mujeres que "como estudiantes, no encarnan precisamente el ideal de consagración, y si vamos a la práctica son un verdadero fracaso"261. El debate creció ese año durante el primer aniversario de la Escuela de Filosofía, dirigida por Rafael Carrillo y acogida por Gerardo Molina. Dada la nutrida presencia de mujeres en la universidad, sarcásticamente la misma revista se mofó de los opositores en una histórica crónica: "Ya escriben latín", en la que recalcó su papel fundamental, a pesar de que Ortega y Gasset hubiera dicho: "ellas son más florecientes que meditabundas"262. 259. [ y JI Congresos Nacionales de Estudiantes. Ediciones Colombia. Medellín/Bogotá, PP·1}3-137· 260. Carol Villamil. Op.

cit., p. 66.

261. Revista Semana. Bogotá, marzo 6 de 1948. 262.

[bid., Bogotá, marzo 27 de 1948.

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En 1954 había ya 659 mujeres en la Nacional. Por esa época el debate no se ocupó de lo intelectual, se alegó el derecho a votar, inspirándose en el reconocimiento que de la mujer había hecho ese mismo año el PRI de México2.63 al colocarla en pie de igualdad con el hombre para ocupar cargos burocráticos. Se criticó, sin embargo, que existiera un interés político en "masculinizarla". Calurosos debates sobrevinieron más tarde en otro enfoque del problema. El movimiento se sintió abofeteado por la actitud de actrices como Sofía Loren y Silvana Pampanini, exhibicionistas de modas en París. La discusión se desvió a las formas del cuerpo y su figura, porque estas dos modelos neutralizaban las expectativas políticas que iban surgiendo de manera paulatina pero segura2.64 • En ese mismo 1954, el historiador Pedro Luis Belmonte acusó de comunistas los encuentros femeninos, sugiriendo que debían ser prohibidos por ser contrarios a las buenas costumbres. Desde mucho antes, en 1928, con la creación del Gimnasio Femenino se pretendió "una educación intelectual más apropiada a las necesidades modernas". La discusión comenzó a girar con fuerza sobre la necesidad del ingreso de mujeres a la universidad, tanto que hubo quienes vieron un peligro en ellas, por aproximación a la igualdad de los sexos265 . En 1930, Olaya Herrera agitó esta bandera, proyecto que encontró oposición en los conservadores pero que logró hacerse realidad en la administración de López Pumarejo en 1936, cuando ingresó la primera mujer a la Universidad Nacional. Un año antes el ensayista antioqueño Fernando González, autor dellibro Los negroides, había dicho en relación con las damas: "Ningún ser tan vacío, más repugnante y ficticio que la bachillera ... " Gabriela Peláez Echeverry266 se graduó como abogada de la Universidad Nacional el 29 de noviembre de 1944. Fue la primera mujer profesional en esta rama, autora del trabajo: "La condición social de la mujer en Colombia". La noticia de este hecho en la revista Semana fue: Este atractivo abogado conserva intactos a través de los códigos y de las leyes todos los encantos de la feminidad: es éste un abogado a la moda, un ejemplo discreto

263. Sigla del Partido Revolucionario Institucional de México. 264. Revista Semana. Bogotá, febrero 1 de 1954. 265. Carlos Uribe Celis. Colección Histórica de Colombia. Editorial Aurora. Bogotá, 1985. 266. Livua Stella Melo 1. Valores femeninos de Colombia. Ediciones Canal Ramírez. Bogotá, 1967, pp. 51-52.

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pero exacto dellook, con todos sus mejores agravantes: falda no muy amplia pero prolongada, casi hasta la espinilla ( ... ) trazo oscuro sobre las cejas o mejor sobre los ojos vivos, inteligentes y pardos. Las manos largas, finas, cuidadas las uñas con color enfático y muy poco aptas para las labores ya clásicas de los abogados jóvenes que consiste en escribir a máquina sus alegatos167•

Un año antes, Gerda Weisendort, hermana media de Camilo Torres Restrepo, había iniciado estudios que no concluyó. En la señorial Santa Clara, siendo decano Carlos Arango Vélez, bajo la mirada austera de la efigie de mármol del doctor Antonio José Cadavid, transcurrió la vida académica de Gabriela Peláez, entre doscientos compañeros hombres de cursos superiores2Ó8 • No imaginaron nunca los arquitectos que la mujer llegaría a la academia, de modo que construyeron sólo baños masculinos. Por eso, antes de concluir cada clase, sugerían los profesores a las señoritas salir primero. Con el tiempo, las féminas prefirieron estudiar enfermería y odontología, luego sociología y psicología; antropología a partir de 1962 y de allí en adelante, casi por igual en todas las carreras. Pero si las mujeres anduvieron mal en los comienzos, los negros estuvieron peor. En 19lO, con acrimonia, un periódico rotuló: "Se gradúa negro en la Universidad Nacional". Se trataba de Marrugo, un cartagenero que sería el primer Ingeniero Civil de su raza 2Ó9 • En 1954, Gloria y Marina Bernal encabezaron la AFE (Asociación Femenina Estudiantil), brazo de la FEU (Federación de Estudiantes Unidos), que jugó después su papel en el quebrantamiento de la dictadura de entonces270 • Concluida la obra del Hospital San José, las "reinas universitarias" siguieron en apogeo hasta 1954. Los reinados desaparecieron debido a los luctuosos hechos de ese mes de junio, pero se renovaron de 1962 a 1965 cuando acabaron del todo en la tradición estudiantil. Pasaron al olvido las comparsas, danzas y carrozas; se fue-

267. Revista 268. Revista

Semana. Bogotá, 1944, fecha ilegible. Examen. Número 2. Bogotá, diciembre de 1999, pp. 13-17·

269. Información oral de la antropóloga e investigadora de la Universidad Nacional de Colombia Nina S. de Friedemann. Bogotá, 1997. 270. Varios. La generación del medio siglo. Editorial Nuevo Signo. Bogotá, 1955. pp. 102-125.

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ron la música, el sano regocijo, y los desfiles bulliciosos que enrumbaban por las adormecidas calles de una Bogotá que hoy parece lejana.

Llega Neruda

Invitado por los estudiantes, Neruda fue recibido con vítores por sus colegas en letras en el aeropuerto de Tech0 27 \ "Doscientos poetas te esperan", le gritó Jorge Rojas al verlo asomarse por la puerta del avión. En realidad, no pasaban de nueve. Había dejado el cargo de cónsul de su país en México, y la Ciudad Universitaria, jubilosa por su arribo, estaba vestida de primavera. Era septiembre del año 1943, mes en el cual los muchachos se subían a sus carrozas multicolores para anunciar con gritos que estaban en fiesta. El poeta, debido a esta visita, en palabras de Volodia Teitelboim, se volvió dolor de cabeza para Laureano Gómez, que lo hizo blanco de agresivos epítetos desde el momento en que supo que visitaría el país2 72 • Empezó por descalificar su arte. La poesía no era su molestia, sino la ideología efervescente del vate. Mejor oportunidad no se le pudo presentar para llenar editoriales del periódico El Siglo, que también se iban de frente contra López Pumarejo, entonces presidente de la República. La pelea, si bien política, mostraba aristas en las más hirientes formas literarias. El grupo de poetas agrupados en la revista Piedra y Cielo 273 , reconocidos personeros y pregoneros del romanticismo, era otro foco que motivaba las rabietas del líder conservador. En busca de un arma con la cual defenderse, los piedracielistas vieron una oportunidad en la Nacional, abandonaron súbitamente el cielo y se refugiaron explicablemente en la piedra. En el momento del recital frente a la comunidad académica que llenó hasta el tope el aula máxima de la Facultad de Derecho, Neruda se dispuso a inaugurar el festejo, decorándolo con sus más famosos versos. Los estudiantes, desde mucho antes, habían seguido de cerca las diatribas de El Siglo, sin darle mayor 271. Lugar donde queda hoy el barrio Kennedy de Bogotá. 272. Volodia Teitelboim. Biografía de Pablo Neruda. Editorial Suramericana. Buenos Aires, diciembre de 1996, pp. 271-272. 273. Movimiento literario caracterizado por crear una poesía de evasión, intimista,

reconcentrada en sus cadencias sonoras, de espalda a las tradiciones culturales, al lenguaje popular y a la violencia política que sacudía a Colombia en esos años.

En su segunda venida de , 968, Pablo Neruda visitó la Universidad Nacional de Colombia. A la izquierda y en primera fila, el poeta y hoy profesor de literatura Armando Orozco; Ciro Quiroz, segunda fila, primero a la izquierda Fotografía de

El Espectador, miércoles 23 de septiembre de 1998

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importancia. Los halagaba la poesía alternativa de moda, que el chileno inventaba, así como la oportunidad a la mano para conocer personalmente a tan bravo escritor. Los atraía sin límites la crítica social que irradiaba de su creación y de su personalidad política. La expectativa por su llegada había sido magnífica, pero nadie podía imaginar la sorpresa que traía aparejada esa fiesta de las letras. En compañía del gran chileno estaban José Umaña Bernal, Jorge Zalamea, Daría Samper, León de Greiff, Jaime Ibáñez que Teitelboim confunde con Jaime Posada (en esa época estudiante y>74, Fernando Charry Lara, Gerardo Valencia, Eduardo Carranza y Jorge Rojas. Tales eran los amigos. Por su parte, los muchachos esperaban que el bardo hiciera alguna alusión de gratitud por la invitación o una reminiscencia histórica alusiva a su propia vida, con un recuento valorativo de sus experiencias que ya eran muchas. No fue así, alzó sus ojos, entrelazó sus dedos y sin más gestos que una mirada al contorno empezó diciendo: 1

Adiós Laureano nunca Laureado Sátrapa y rey advenedizo. Adiós, emperador de cuarto piso antes de tiempo y sin cesar pagado. Administras las tumbas del pasado y, hechizado, aprovechas el hechizo en el agusanado paraíso donde llega el soberbio derrotado Allí eres Dios sin luz ni primavera, allí eres capitán de gusanera y en la terrible noche del arcano. El centro de violencia que te espera caerá podrido como el polvo y será bajo la jerarquía del gusano. Como tú, con látigo en la mano, tiembla en España Franco el asesino, y en Alemania tu sangriento hermano lee sobre el aleve su destino.

274. Rito Antonio Galvis. Información oral. Bogotá, julio de 1999.

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Es tarde para ti, triste Laureano. Quedarás como cola de tirano en el museo de lo que existe. En tu pequeño parque de veneno Con tu pistola que dispara cieno. Te vas antes de ser, ¡Tarde viniste! JI

Donde está la canción y el pensamiento donde bailen y canten los poetas, donde la ira diga su lamento, no te metas Laureano, no te metas. III

Caballero del látigo mezquino, excomulgado por el ser humano iracunda piltrafa del camino, ¡Oh pequeño anticristo anticristiano! Las criticas que aúllan en el viento la estricnina que llenan tus maletas te la devolverán con escarmiento no te metas, Laureano, no te metas. No toques con tu pie la geografía de la verdad o de la poesía.

Se trataba de los tres poemas que identificaban el estilo político del ingeniero Laureano Gómez, a quien el psiquiatra masón José Francisco Socarrás, filósofo de izquierda cercano al Partido Comunista, años después radiografiaría psicológicamente en un libro que tituló Psicoanálisis de un resentido275 • Al terminar Neruda su recital, el silencio fue roto por estruendosos aplausos. Todos los espectadores se sentían idealmente unidos, erguidos sobre sus pies, porque esa alusión poética a Laureano era de un enorme valor histórico. La segunda poesía declamada fue el "Nuevo canto de amor a Stalingrado". Al oírlo, la masa estudiantil se hizo monolítica y más que nunca vibró; la Guerra 275. José Francisco Socarrás. Laureano Gómez, psicoanálisis de un resentido. Ediciones Librería Siglo XX. Bogotá! Medellín, 1942.

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Mundial no había terminado y la obra conmovió a todos en lo más profundo. El poeta estaba en lo suyo, acorazado por el sentimiento de solidaridad de sus amigos, dejando expresar la emoción que su voz despertaba. La hacía bullir en aquel recinto, donde liberó sus ideas políticas en respaldo al derecho a la igualdad, con un reproche sin llanto pero con justificada ira por los crímenes imperdonables del fascismo. Neruda terminó su recital y seguidamente Jorge Rojas pidió silencio. De inmediato, con voz serena e insinuantemente trémula, dejó escuchar su poema: "El cuerpo de la patria'~ Empezó diciendo: "Esta es Colombia Pablo, con su espuma y su piedra" ( ... ) "Una escondida fuerza transita las entrañas de esta bestia en reposo, que cuando nos devora en la estación propicia más bello nos lo forma ... " Describía Rojas en el texto, dedicado a su colega del sur, la riqueza fructífera y la belleza que brilla en el trópico cuando la tierra deja en libertad sus encantos, o los esconde con singular gracia por ser misterios de la zona tórrida. Los cantos de sus aves y la coquetería juguetona que hace alarde en sus mujeres276 • Neruda mostró siempre, en todas sus visitas a Bogotá, afecto por la Universidad Nacional. La última vez que lo hizo, en el año de 1968, acababa de inaugurarse la Concha Acústica. Aquel día llegó a las once de la mañana y a partir de esa hora no quedó un solo alumno en clase277 • El estudiantado colmó el recinto, llenó incluso el cuadrante de Basketball, alIado de cientos de espectadores llegados de las barriadas, sometidos todos a las más complicadas acrobacias para ver al poeta. A su lado estaba el nadaísta Gonzalo Arango, vestido por completo de negro.

Nacen las pedreas

Tan pronto concluyeron los días primaverales de la Universidad los del segundo gobierno de López Pumarejo y de Alberto Lleras Camargo, llegó el mandato de Ospina Pérez (1946); como era de suponer, el futuro dejó de ser halagador para el claustro. Gerardo Molina, el rector, fue tildado de masón, liberal e izquierdista, y acabó siendo blanco de un conflicto que no tardó en llegar78 • No era del agrado de la curia que 276. Información oral del ex senador y ex ministro Edmundo López GÓmez. Bogotá, julio de 1999.276. 277. Volodia Teitelboim. Op.

cit., p. 433.

278. Gerardo Medina. La reforma universitaria en Colombia. Biblioteca Luis Ángel

Arango. Bogotá, pp. 3-15.

Manifestación

Estudiantes

estudiantil

en un café

en la Plaza

de San

de Bolívar, 8

Victorino,

de junio de

12 de julio

1945

de 1945

Fotografía de

Fotografía

Sady González

de Sady González

Huelga en el café Colombia. Choques del público con la policía, 4 de septiembre de 1946 Fotografía de Sady González

Huelga de estudiantes.

26 de abril de 1947 Fotograffa de Sady González

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un marxista fundara el Instituto de Derecho Canónico y pusiera a la cabeza al sacerdote Rudensindo López lleras, que si no era masón descendía de éstos en línea directa; como quien dice: el diablo haciendo hostias. Enfrentó el ataque de los conservadores desde abril de 1944> cuando Darío Echandía lo designó rector. De 1933 a 1939, él Y Diego Luis Córdoba habían sido las dos cajitas resonadoras de las ideas marxistas en la Cámara de Representantes. Ponían a temblar a los conservadores cuando abrían la boca y se referían a la historia de las ideas políticas y su práctica279 • En 1949 el periódico El Siglo arremetió contra los profesores españoles que, huyendo de Franco, llegaron a la Nacional. El editorial fue replicado por monseñor López lleras, director inamovible del Instituto de Derecho Canónico desde su fundación en 1947. Sacando los trapitos al sol, se dijo que Rudensindo no tenía la dignidad de monseñor, a la cual accedía sólo porque los estudiantes se la habían otorgado y no la Santa Sed¿&>. En defensa de "los rojos" salieron los liberales y no tardó El Siglo en señalar que la Universidad Nacional estaba invadida por comunistas. Señaló a Carlos H. Pareja, Antonio García Nossa, Carlos Restrepo Piedrahíta, Eustorgio Sarria, Luis Eduardo Nieto Arteta y José Francisco Socarrás, como portaestandartes de la ideología281• Sin armas el Gobierno para sacar a Molina de la rectoría, un paro de la Facultad de Medicina contra la llamada ley de vagancia, al que se unió la de Ingeniería, precipitó una crisis y Molina debió renunciar. También lo hizo el Consejo Directivo, por lo cual quedó paralizada la Universidad. Sin saberse por qué ni cómo, las calles se vieron atiborradas de policías de a pie y de a caballo, quienes llevaban sobre sus hombros estrambóticas máquinas de guerra. La gente empezó a correr sin rumbo, los almacenes cerraron de manera repentina; el tranvía se detuvo y los pocos buses de la ciudad quedaron atascados. Nadie entendía lo que estaba ocurriendo en la ciudad. De pronto los gritos anunciaron: ¡Ahí vienen los estudiantes! Chorros de agua empezaron a inundarlo todo, y un vaho de gases lacrimógenos enrareció el aire bogotano por primera vez en su historia. Se escuchó una gritería atronadora de muchachos en fuga, mientras algunos se liaban a pescozones con la policía. Justificados o injustificados los acontecimientos, la ciu-

279. Revista Semana. Bogotá, mayo 3 de 1947. 280.

[bid., Bogotá, agosto 13 de 1949.

281. Diario El Siglo. Bogotá, agosto 2 de 1949.

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dadanía apoyó a los estudiantes. Fueron aquellas las primeras pedreas que desde entonces han enfrentado a estudiantes y fuerza pública282 •

Dirigente, telefonista y espía

Las elecciones estudiantiles se realizaron meses antes de la renuncia de Molina: por esta razón un grupo, desde el aparato representativo estudiantil, estaba listo para jugárselas todas y del todo en defensa de su rector. La Escuela de Medicina, tradicionalmente rebelde, siguió la línea y se unificó con los mismos propósitos en la Facultad de Derecho. Las circunstancias políticas pronosticaban una intensa agitación, pues los estudiantes no estaban dispuestos a aceptar la remoción del rector Gerardo Molina. A la defensiva, los líderes montaron la más audaz estrategia. Rito Antonio Galvis, estudiante, hacía parte del comité de huelga y era también clavijero en la empresa de teléfonos. Nombrado por el ingeniero y gerente Luis Carlos Álvarez, cumplía su cargo de manera cabal y eficaz. No pedía permiso para faltar ni siquiera en los turnos de noche, así fuera época de exámenes. Entre llamadas leía los textos de estudio y buscaba el método que garantizara buen resultado en un propósito específico: descubrir la línea especial que comunicaba al comandante de la policía, general Delfín Torres Durán, con sus protegidos en el Gobierno. En su labor diaria de rastreo escuchó una vez el momento cuando el oficial, en conversación secreta con el presidente Ospina, le dijo que la solución del problema con los estudiantes de la Nacional estaba en apresar en pleno al comité de huelga. Debían retenerlo y simultáneamente destituir a Molina, sugerencia en la que Ospina convino sin un pero. Aunque se suponía un secreto, la noticia viajó en boca de Rito como por entre un tubo hasta el Consejo Estudiantil, del cual él mismo hacía parte. El Comité Estudiantil, que había acordado con antelación una conferencia con el ministro de Educación, Eduardo Zuleta Ángel, aprovechó el encuentro para 282. Revista Semana. Bogotá, mayo 10 de 1947. La represión contra los estudiantes fue de

selectiva estrategia y estuvo a cargo del general Torres Durán quien al final, como solución del conflicto y por la presión de la ciudadanía, entregó la Universidad en custodia a los estudiantes. Los cabecillas de la huelga fueron José Aristizábal Estrada, Rito A. Galvis, Mario Borrero, René van Meerbeke y Hernando Pastrana Borrero, este último hermano del presidente de Colombia y estudiante de Medicina.

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develar la intervención policial. Zuleta nada sabía y no pudo menos que sorprenderse, pero terminó atacando la información como una falsedad. Sin conocer la fuente de donde provenía, hizo el correspondiente comentario al presidente de la República, quien, escandalizado y en busca de detectar la filtración, convocó de inmediato al Consejo de Ministros. ¿Dónde, cómo, quién, por qué y de qué modo salió a la luz lo del arresto? Fue tanto el furor que amenazó con hacer rodar cabezas. Empezó por recriminar a sus colaboradores inmediatos, en donde creyó encontrar al infidente. Mientras tanto, Zuleta no sabía qué hacer, si creer en unos o en otros. Él mismo, como agente del Gobierno estaba entre dos fuegos: en la mira del presidente por sus nexos con la Universidad, o a las puertas de un enjuiciamiento por los seguidores de Molina, que eran también sus alumnos. Dado sus vínculos oficiales, era atacado por sus discípulos; de comprobársele un desliz, el descubrimiento lo llevaría a renunciar a su cátedra. Finalmente, el presidente Ospina se deshizo del gerente de los teléfonos, contra quien recayeron las sospechas. Terminó pagando los platos rotos, sin saber la razón por la cual había perdido el puesto. Rito, que no había sido detectado, siguió muy campante en su cargo. Sin marginarse nunca de sus funciones, se fue de allí años después, cargado de méritos por sus interceptaciones como hábil espía de voces. Finalizó sin contratiempos su carrera de abogado y sobrevivió a la partida del ministro Zuleta, del rector Molina y de la totalidad del Consejo Directivo.

Todos los aspirantes eran sabios

El domingo 12 de febrero de 1950 los bachilleres colombianos durmieron a pierna suelta. El temido examen de admisión a la Universidad no asustó a nadie; sabían que días después los resultados anunciarían que todos, absolutamente todos los aspirantes, pasarían la prueba con los mejores cómputos, superando promedios anteriores. Podrían entonces matricularse en la Facultad que les viniera en gana. El 25 por ciento de quienes se presentaron resultó efectivamente un grupo de genios; daba la impresión de que el país cambiaría de rumbo por primera vez. No se buscarían sabios en otras latitudes. Tranquilos y orgullosos los directivos tenían a la vista muchachos verdaderamente inteligentes. El rector Julio Carrizosa Valenzuela, con trascendental agrado, dio los resultados a la prensa. A su lado sonreía la elegante pero rolliza jefe de control Mercedes

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Rodrigo, que no cabía en sí misma. El jefe de admisiones, Alfonso Esguerra Gómez, informó al país los logros y méritos intelectuales nunca esperados. Se suponía todo en orden, y sin embargo Ricardo Zuluaga Mejía, redactor de El Siglo, sentado frente a su máquina de escribir, estaba dichoso de tener la chiva del año: "Robados textos de exámenes en la Universidad Nacional". Con la fotografía de un test ya resuelto, publicó la noticia y atribuyó el fraude a directivos comunistas enquistados en la administración que habían querido favorecer a "los estudiantes izquierdistas". La confusión invadió el ambiente universitario. De manera evidente, las pruebas habían sido robadas de la Litografía Colombia, donde la Universidad contrataba su impresión. Las sustrajo el bachiller Germán Clavijo, quien, rebosante de ideas, las llevó al taller fotográfico de su padre y allí las reprodujo a montón. Abrió ventas en la carrera 2a. con calle 6a., donde plantó la "tienda académica", con la complicidad de los condiscípulos Guillermo Quevedo Cortés y Carlos Zapata, que al final confesaron su participación. La noticia cayó como un rayo y desconcertó a directivos y concursantes, estos últimos asustados de terminar incursos en un fraude. Zuluaga contó con todos los detalles a los investigadores su descubrimiento periodístico pero sin revelar su fuente, sin ocultar el hecho de que un hermano suyo estaba entre los "genios". Un día después de la noticia, El Siglo tituló en página editorial: "El bajo fondo universitario". Una caricatura agregó: "La inundación", con la fachada de la Universidad decorada con la hoz y el martillo, surcada por aguas crecientes donde flotaba la palabra "inmoralidad". Al mismo tiempo, un vejete asombrado le decía a otro: "y cuando se seque el agua va a quedar mucho fango': La derecha quiso culpar como autora intelectual a la vivaz española Mercedes Rodrigo, la jefe de control. Aquella, perseguida por el dictador Francisco Franco, trabajaba ahora en la Universidad y fue considerada por El Siglo, sin más, como una comunista. Perfeccionada la investigación, Clavijo, Quevedo y Zapata, entre la espada y la pared aceptaron los hechos, pero demostraron que las preguntas no eran obra de la genialidad de los presuntos autores colombianos sino extractos de un libro de H. C. Gabriel, denominado Los test mentales en la educación, del cual las preguntas habían sido copiadas textualment~3. Negaron pertenecer a la izquierda y, por el contrario, mostraron simpatías por las ideas conservadoras. 283. Diario

El Siglo. Bogotá, febrero 13, 14, 15 Y16 de 1950.

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El ministro de Educación, Mosquera Garcés, que abogó por la nulidad de las pruebas, presionado por la acusación conservadora se encontró con la tenaz oposición del rector Carrizosa Valenzuela, quien siguió siendo partidario de que todos los aspirantes ingresaran, no obstante que el espacio y el presupuesto no lo permitían. Esa puja tuvo solución en un editorial de la revista Semana: "El buen estudiante repite". Los bachilleres se inscribieron de nuevo, vino un segundo examen y quienes realmente aprobaron el ingreso terminaron matriculados 284 •

El cambio del día del estudiante

Comenzaba 1954, y ya se percibía cierta inquietud estudiantil. El acuerdo 85 del 14 de junio de 1953 había revocado la norma 342 de los Estatutos Universitarios, sin consultar a los alumnos. Se cambiaba el8 de junio por ellO. de abril para celebrar la fiesta del estudiante. Las directivas de la Universidad se propusieron con esta determinación borrar el recuerdo del 8 de junio de 1928, pretextando que ellO. de abril de 1783 el arzobispo y virrey Caballero y Góngora había creado la Expedición Botánica. También se argumentó que ellO. de abril de 1936 había entrado en vigencia la Ley 68 de 1935, orgánica de la Universidad. Los estudiantes detectaron el truco y apareció un comunicado de rechazo con las firmas de Crispín Villazón, Guillermo A. Benavides, Alejandro Archila, Homero Villamil, Francisco Ossa y Héctor N. Castillo, entre otros. El texto fue difundido en el periódico La República. No tardó El Espectador en apoyar al estudiantado, y la inconformidad creció en su propio cauce y al instant~. Aquel cambio tuvo origen en una ternera a la llanera que se inventaron las directivas para agasajar al ministro de Educación Daniel Henao Henao. Hábilmente, los universitarios aprovecharon ellO de abril de ese año para rendir homenaje a monseñor Rudensindo López Lleras. Utilizaron los canales de la Radiodifusora Nacional; las directivas dirían que se había asaltado la buena fe del ministro. Rudensindo terminaba su vida de profesor y ese mismo día se acordó que para junio 6, 7 Y8 se celebrarían los carnavales universitarios, según la tradición. 284. Revista Semana. Bogotá, febrero 25 de 1950, pp. 17 Y18. 285. Pedro Luis Belmonte. Antecedentes históricos deis y 9 de junio de 1954. Imprenta Nacional. Bogotá, 1954, pp. 53-56.

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El cura López Lleras correspondió a los oferentes poniendo su dedo en la herida. Habló de las insuficiencias académicas. Lo que se requiere, dijo, es una verdadera universidad, con profesores suficientemente retribuidos para que puedan dedicarse exclusivamente a las labores del magisterio, con profesores competentes que obtengan sus cátedras por concurso y en quienes la seguridad de no ser destituidos por el capricho de cualquier ministro o rector les dé el interés necesario para dedicarse en cuerpo y alma al servicio de los estudiantes. Pero son verdaderas utopías en el estado actual de la Universidad Nacional. Otra necesidad no menos urgente es la creación de centros estudiantiles en donde, por un precio moderado, encuentren cómoda residencia, sana alimentación, bien surtida biblioteca y honestas distracciones. El ideal sería algo semejante a la institución inglesa de los tutores, es decir, que hubiera profesores universitarios que llevaran a sus propios hogares cinco o seis estudiantes de su respectiva facultad, no sólo para hacerlos estudiar bajo su dirección, sino también para compartir con ellos la vida de familia,86.

La alusión tenía nombre. El presidente Laureano Gómez había limitado la Universidad a una dependencia del Ministerio de Educación y convertido a su rector en un funcionario de tercera categoría. La dictadura de Gustavo Rojas Pinilla nada vislumbraba 287 • La revista Semana, con alusivos párrafos a los estudiantes, decía: Sin entrar a juzgar una generación, la actual, de la cual no se puede hacer ya un balance (y menos un juicio), puesto que está vigente, a la cual no puede solicitársele una huella en la historia del país, puesto que no ha terminado de pasar, y sin intentar un juicio parecido con las inmediatamente anteriores, ya que su vigencia es demasiado reciente, puede observarse, sí que las promociones de jóvenes, los grupos estudiantiles como tales, no han logrado (ellas dicen "no nos han permitido"), alcanzar la importancia de un universitariádo como el chileno

286. Revista Semana. Bogotá, junio 7 de 1954. 287. No fue del agrado estudiantil el servicio militar obligatorio contra el cual se

argumentó que los distraía en sus estudios. Fue instaurado por primera vez en 1942. Desapareció en corto tiempo y volvió a establecerse en 1953. Como

impugnación se coreaba un estribillo en las manifestaciones: "Libros sí, fusiles no". Revista Semana. Bogotá, enero 31 de 1953.

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o el mexicano, por ejemplo. Han llegado a derribar en fulminantes movimientos ministros de Educación y rectores de universidades y colegios, pero han permanecido ausentes, como grupo, de los grandes acontecimientos nacionales. Después del 8 de junio del 29 no participaron, por ejemplo, en la reforma constitucional del 36, ni en la del 45, ni reaccionaron, como muchas personas lo esperaban, ante los años de violencia política que vivió el país (1948-1953), ni ante el cierre del Congreso, ni ante la censura de prensa.

El descontento aumentó porque unos fondos propiedad de los estudiantes, adquiridos en verbenas hechas en Chapinero, fueron expropiados por el secretario Fernández de Soto so pretexto de aportarlos a la construcción de la Clínica Estudiantil y evitar, según sus palabras, "que se financiara con ellos la aspiración de un diario comunista"288. Puesto que la Universidad ha sido y debe ser un factor para la evolución e integración de los pueblos, la Nacional de Colombia no podía ser indiferente al movimiento mundial. Más, si se tiene presente que en la década del cincuenta era la única sin autonomía en Latinoamérica. Sus alumnos no tardaron en contactarse con la Federación Mundial de la Juventud Democrática (FMJD) Y la Unión Internacional de Estudiantes, (UIE), que ya desde 1947 venían convocando, cada dos años, festivales del gremio estudiantil. El 27 de agosto de 1953 se celebró en Varsovia el tercer encuentro que clausuró labores e13 de septiembre de ese mismo año. Allí se fundó la revista Mundo estudiantil que propugnaba por festivales nacionales, reinados, eventos deportivos, integración, excursiones, concursos y conciertos. Los encuentros debían ser financiados mediante gestión independiente289 • La política estudiantil sería prioritaria y unificada, además de cuestionante en lo político y académico estatal. Propendería a la cátedra libre, la libertad científica y la autonomía universitaria, programa sobre el cual los delegados latinoamericanos acordaron:" ... proponernos que tales eventos sean apoyados por la Unión Internacional de Estudiantes, y que ésta tome las medidas prácticas que se requieren para garantizar su éxito".

288. Abraham Fernández de Soto. Quién llamó la policía. Editorial Minerva. Bogotá, 1954, p. 52. 289. Véanse plegables de los periódicos mencionados en: Pedro Belmonte. Op. cit.

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Inicialmente viajaron a Bucarest Alfonso Romero Buj29 0, Lina Flor Ospina y Víctor Collazos. Romero, estudiante dinámico e intelectual, a su regreso fundó la revista Nueva Hora, guía política estudiantil. Colaboró en Mundo estudiantil con un artículo: "Cómo viven y luchan los estudiantes colombianos", impreso en árabe, español, francés, inglés, italiano, ruso, noruego y otros idiomas. Con destacada resonancia en el círculo latino, no tardó en calentar programas. Una nota alusiva, en sus comienzos, refería: Colombia: ¿Quién será la reina de los estudiantes? Los estudiantes van a elegir a su reina en el curso de una de las numerosas actividades que organiza el Comité Nacional patrocinador del festival, del cual forman parte representantes estudiantiles. Se han constituido comités del festival en la Facultad de Derecho de Bogotá, en la Universidad Libre, en la Escuela de Derecho de Bogotá y en las universidades de Popayán y Medellín.

Acompañado a los tres antes mencionados, viajaron después: Carlos E. Rodríguez, Manuel Cepeda29" Manuel Reyes, Víctor R Samudio, Lucía Lago de Collazos, Nubia Rincón, Ligia Uchugo, Luis Fernando León, Álvaro Delgado, Eduardo Ferreira, Hernando Tapia, Álvaro Tapia, Eduardo López,Abelardo Osorio, Eduardo de la Roche, Luis A. Valderrama, Jorge Pinto Escobar, Osear Hernández, Fabio Cárdenas, Enrique Lagoyette, Beatriz de Ruiz y algunos otros. De los escritos de Romero se dijo esa vez: "Son francamente subversivos y encierran un ataque a fondo al Estado burgués y al régimen militar actual de Colombia"292.

A la calle contra Rojas Pinilla

Debido a que los gobiernos conservadores no quitaban de su mira ideológica a la Universidad Nacional, los liberales no bajaban la guardia. La 290. Profesor de Derecho Laboral de las universidades Nacional y Libre de Bogotá, asesinado en esta ciudad el día 24 de noviembre de 1976 cuando era asesor de

centrales obreras del país. Era hijo del connotado dirigente liberal radical Alfonso Romero Aguirre, ex presidente del Senado, ex contralor general de la República y segundo designado en la primera presidencia de López Pumarejo. 291. Senador de la República de Colombia por el Partido Comunista, casado con la dirigente estudiantil Yira Castro, estudiante de Sociología. Asesinado el 9 de agosto de 1994 en Bogotá. 292. Pedro Luis Belmonte. Op. cit., p. 21.

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expectativa creció al llegar Rojas Pinilla al poder, derribado en 1953 el gobierno de Laureano Gómez, hombre autoritario, que con un decreto de sólo dos artículos había eliminado la autonomía universitaria, suprimiendo toda participación estudiantil. Redujo a un año el periodo de los decanos y dio facultades al rector para que, con el visto bueno del ministro respectivo, removiera a quien cayera en desgracia. La Universidad, reducida a una mera dependencia del Estado, empezó a ser manejada con astutas y sospechosas tácticas burocráticas. El mandato de Rojas Pinilla, "legitimado" a partir del 13 de junio de 1953, fue ratificado un año después por la Asamblea Nacional Constituyente que él mismo designó~93. Todos los poderes quedaron en cabeza suya; comenzó un periodo de renovación automática por cuatro años, con la venia de liberales y conservadores. Es de suponer cierta inquietud universitaria, pero no tenía oposición a la vista pues contaba con indiscutible apoyo general. Tuvo como misión restaurar la paz que ninguno de los dos partidos podía garantizar y que era necesaria, por cuanto sin estabilidad social y política no habría "ayuda" externa. Se decía que la paz era el acicate para la inversión extranjera. Si es cierto que Rojas se divorció inicialmente de la oligarquía, buscando implementar un programa político propio, por otro lado, surgió una represión sin precedentes en zonas combativas como los Llanos Orientales, Sumapaz y el sur del Tolima~94. Los incidentes del año de 1954 marcaron el inicio de su intranquilidad y ruptura. Rojas debió enfrentar a las masas representadas por los estudiantes. Bastó una ligera manifestación de la Universidad Nacional para que la chispa prendiera. La situación, hábilmente maniobrada por políticos, se convirtió en un histórico desastre para el gobernante. Todo comenzó el 7 de junio de 1954, día en que la muerte de Bravo Pérez se confundía con un carnaval estruendoso, a las nueve de la mañana. Según el programa, disertó Eduardo Suescún Monroy~95 en el aula grande de Derecho sobre "el significado y fines del carnaval estudiantil". Le siguió Uldarico de Silvestri, quien se refirió al "8 de junio ya la Unidad Estudiantil". Al día siguiente, muy temprano, hubo peregrinación al Cementerio Central, y allí monseñor Rudensindo López Lleras ofreció una misa 293. Revista Semana. Bogotá, junio 14 y 21 de 1954. 294. ¡bid., junio 14 de 1954. 295. Dirigente estudiantil, ex ministro de Justicia y autor del libro Universidad proceso histórico y jurídico.

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campal en recordación de Bravo Pérez. Sobre su tumba fueron colocadas ofrendas florales; luego, Crispín Villazón, Guillermo Coll Salazar y Jaime García Parra echaron al aire anunciadas catilinarias. Fernández de Soto, con posterioridad a los acontecimientos, se referiría así a Villazón: "El joven señalado como orador es alumno distinguido de la Facultad de Derecho, de grandes capacidades intelectuales, desgraciadamente alucinado con las ideas marxistas y militante fervoroso del grupo de Antonio García29Ó, cuyos resquemores con la Universidad son bien conocidos"297.

El papel de las reinas estudiantiles

Semanas antes, las reinas habían estado en campaña. Recogían fondos, unas dentro y otras fuera de Bogotá. Lina Flor Ospina se había lucido en el teatro al aire libre La Media Torta, de manera diestra, como intérprete de danzas folclóricas, y estaba entre las favoritas. Mariela Soler se movía entre bailes por el puerto de Girardot. Stella López Cortés, en un avión de la Fuerza Aérea, se había ido al Valle del Cauca a cultivar prestigio en el Hipódromo de Cali, mientras la prensa recogía los agasajos de que era objeto en los clubes Colombia y San Fernando. Nidia Primera y Blanca Primera, por su parte, recibían merecidos elogios por sus reconocidas bellezas en las páginas sociales de El Tiempo. Nidia, danzarina clásica, hizo gala de su arte ante los fotógrafos, en compañía de Antonio Turbay. Una homóloga suya escogió como edecán al capitán Rafael Gaviria, recién llegado de la guerra de Corea. Todo marchaba a velocidad competitiva y calculada. El binomio "Pueblo/Fuerzas Armadas" mostraba sus mejores glorias. Sus banderas de "Paz, justicia y libertad" ondeaban sin necesidad de vientos 298 • Hasta que llegó el9 de junio de 1954. Esa mañana, como todos los años desde los sucesos de 1929, los estudiantes marcharon hasta la tumba de Gonzalo Bravo Pérez. Partieron de la 296. Profesor e intelectual de izquierda, con influencia en la vida universitaria.

Fundador de la Facultad de Economía de la Universidad Nacional. Fue asesor de las reformas agrarias de diferentes países latinoamericanos. 297. Abraham Fernández de Soto. Op. cit., p. 57. 298. La prensa y la dirigencia política nacional habían hecho inicialmente toda suerte de explicaciones políticas sobre la muerte de los estudiantes. Hubo elogios para los discursos de Rojas llamando a la cordura. Llegó a decirse que los graves hechos, en cambio de disminuir su prestigio, lo consolidó. Revista Semana. Bogotá, junio 21 de 1954.

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Ciudad Universitaria rumbo al Cementerio Central. De tres en fondo, caminaron silenciosamente. No se escuchó un solo grito. Todo era silencio, flores, guirnaldas y coronas que adornarían la tumba. En la nave central, en el costado occidental, estaban como están todavía los vestigios de aquel primer mártir. Las flores lucieron en manos de las reinas, que encabezaban la marcha. No obstante que Uriel Gutiérrez hacía parte del comité de festejos, aquella mañana se quedó en las residencias universitarias. Un examen aplazado para el 14 de junio impidió que estuviera presente. Al aproximarse la marcha al cementerio, un oficial de la policía advirtió a los marchantes que las puertas se encontraban cerradas por orden del alcalde Buenaventura Guzmán. El país estaba en estado de sitio y no se permitían manifestaciones. Al momento, los estudiantes se amotinaron y sentados sobre las calles mostraron su inconformidad. Gustavo Bohórquez, estudiante de Medicina, alegó que no se trataba de una manifestación sino de una "peregrinación fúnebre': de modo que la caminata no podría impedirse. Minutos después, las puertas se abrieron por una orden gubernamental y monseñor Rudensindo López Lleras que esperaba hacía un tiempo, celebró su misa con albores frente al semicírculo del cementerio donde está enclavada la tumba. Ésta, sencilla, "cuidadosamente encalada': tiene escrita en su base: "Gonzalo Bravo Pérez, 8 de junio de 1929': Minutos antes de la eucaristía, Nidia Quintero, candidata al reinado, permaneció orando largo rato y de rodillas. Al levantarse, todos vieron sus ojos bañados de lágrimas. Aunque se dijo que estaban prohibidos los discursos, Crispín Villazón de Armas, Julio Acevedo Rojas, Jaime García Parra y una de las candidatas, Mariela Soler Wagner, de la Escuela de Filosofía, pronunciaron elocuentes arengas, calurosas y breves. Al retirarse la concurrencia, acordonados de lado a lado, filas de policías custodiaron a los estudiantes que se desplazaban de cuatro en fondo como siempre han marchado, omisos a las prohibiciones. Fueron directos al parque de San Diego, donde se disgregaron. Eran las doce del día cuando regresaban al campus, según registro de la prensa. Las clases se habían suspendido y los caminantes se movían en completo orden. Algunos, que no habían ido a la marcha, jugaban fútbol en el prado de la Ciudad Universitaria que da a la calle veintiséis. De repente, se estacionó frente a la entrada una patrulla de donde descendieron seis policías, comandados por un teniente de apellido Nieto. Se desplazaron a pie, en actitud de reto, por los predios. Los estudiantes silbaron y

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luego solicitaron que se retiraran. Pudo notarse un malestar lleno de murmullos. En ese instante llegó un taxi con un estudiante, y los agentes ordenaron al conductor devolverse por la misma ruta de llegada. Fue cuando los ánimos empezaron a complicarse. Sobre todo porque se supo que, por órdenes superiores, las dos entradas de la Universidad habían sido clausuradas y que, al mismo tiempo, la patrulla 107 de la policía, comandada por el teniente Mejía Lara, se había apostado sobre la vía que separa las residencias Santander y Nariño. La policía patrullaba por dentro, como jamás había hecho. El universitario Germán Escobar protestó por la retención del taxi, pero fue recriminado por un policía. "Usted no se meta': dijo. Escobar, irritado, intentó arrebatarle el arma, pero recibió un culatazo que lo derribó. Los estudiantes se indignaron y surgió la confusión. Los agentes entraban y salían. Iban y venían. No sabían qué hacer. Parecían descoordinados y asustados, pues una orden de desalojo de la Universidad, vociferada tres veces por el oficial, anunciaba mando de fueg0 299 • En ese trance, Uriel Gutiérrez, que se encontraba a prudente distancia, simplemente observaba los hechos. Eran aproximadamente las quince horas cuando un bus repleto de policías se parqueó en las inmediaciones de la Ciudadela. "Gutiérrez -dice Víctor Bonilla- que estaba junto a mí, gritó anunciando lo que pasaba". Avisó la presencia del gran número de gendarmes. De pronto se escucharon disparos. Muchos universitarios se tendieron en el suelo. Y sin que nadie supiera exactamente cómo, una de las balas alcanzó a Gutiérrez. Algunos pensaron que se había tendido, pero estaba muerto. Una bala había destrozado su cerebro. Los estudiantes, en señal de dolor, untaron con su sangre los pañuelos y corbatas, alzándolas como banderas. Después cubrieron el cuerpo del compañero con el Pabellón Nacional y montaron guardia hasta la llegada del juez del Permanente300 • Uriel Gutiérrez, estudiante de Medicina y Filosofía, nacido en Aranzazu, Caldas, cumplía apenas 24 años. Era un joven con perfil de intelectual que escribía una columna semanal para el periódico El Universitario. Más tarde pudo establecerse que, sin otros motivos diferentes a su nerviosidad incontrolable, el decano de Odontología, Rafael Malos Baños, el 299. Revista Semana. Bogotá, junio 14 de 1954. 300. Diario El Tiempo. Bogotá, junio 9 de 1954.

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secretario general Abraham Fernández de Soto y Andrés Ramírez, poco simpatizantes de la causa estudiantil, habían sido quienes llamaron a la policía, informándolos de exagerados riesgos que no existían y generando la confrontación que nadie imaginó ni buscó301 • Fernández asumió su responsabilidad en una comunicación que Roberto García Peña publicó en El Tiempo y que Fernández negó. En realidad, había retirado el texto, pretextando correcciones por hacer. La noticia destacó: "Yo llamé la policía': reproducida por La República y El Diario de Colombia302• Fernández se escudó diciendo que en 1938, al instaurarse el año "preparatorio': Alfonso Esguerra, profesor de Medicina, había traído de España a la socióloga Mercedes Rodrig0303 , quien estuvo operando una máquina troqueladora que sustituía nombres por números, invento que garantizaba seguridad para el examen de admisión304; la española, considerada comunista y sospechosa de autora intelectual del famoso fraude de los aspirantes, también era acusada de haber incitado a los estudiantes a la huelga en 1952, experiencia que Fernández de Soto temía que se repitiera. En esa ocasión fueron reclutados más de siete mil seguidores, entre ba301. Revista Semana. Bogotá, junio 28 de 1954. 302. Diario El Tiempo. Bogotá, junio 17 de 1954. 303. Discípula del norteamericano Lewis Terman. Había desarrollado en Europa este

método detector de la vocación y la capacidad individual. Instaurado como sistema en 1941, fue abolido por Germán Arciniegas al ser nombrado como ministro. Vino luego otro examen psicotécnico que desapareció en 1950, remplazado por un triple examen

de conocimiento, redacción y un idioma que podía ser francés o inglés. Los estudiantes denominaron esta prueba como "rompecabezas", o sistema de "cascaritas" en el cual, quien no resbalaba caía. Tenía preguntas como: ¿Cuántas columnas tiene el capitolio? Respuesta: Depende de donde usted las haya comenzado a contar. Quien respondió de ese modo, fue aprobado. Otro, que dio el número exacto, reprobó. Ante su reclamo tuvo la explicación de que quien así respondía podía ser un cretino por perder el tiempo en cosa tan insignificante. Otros estudiantes impugnaban el método por clasistas. Revista Semana. Bogotá, noviembre 4 de 1950. Para imponer el método de la Rodrigo se publicó un reportaje rimbombante sobre la vida y los ancestros del profesor de medicina Alfonso Esguerra Gómez, sus estudios, sus obras, en el cual ni siquiera "el perro Jalisco" escapó a la gran promoción que sobre los test venía haciéndose desde 1935, hasta imponerlos en la Universidad. El profesor, para respaldarlos, no omitió el cuadro familiar, tampoco la silla de manos en la cual Nicolás Esguerra era llevado al parlamento llevando en sus brazos su nieto Juan Carlos Esguerra Portocarrero. Apareció adornado con una leyenda simbólica sobre el pasado y el presente, mientras se destacaba la simpatía que por esta clase de admisión sentía el profesor. Revista Semana. Bogotá, marzo 4 de 1950. 304. Alvaro Castaño Castillo. Lecturas Dominicales de El Tiempo. Bogotá, febrero 11 de 2000.

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chilleres y gentes de los "barrios bajos del sur" que marcharon hasta la Ciudad Universitaria30S, Eran las dos de la tarde cuando el juez de Permanente, Saúl Rodríguez Keruz, estudiante de cuarto año de Derecho, fue llamado de urgencia para la inspección de un cadáver en la Ciudad Universitaria. A su llegada a la calle veintiséis, encontró un tumulto y al oficial de policía apodado "Caballo Grande': Éste, pensando que había una asonada contra el funcionario, intentó rescatarlo. El funcionario advirtió que estudiaba allí y que aún no sabía de qué se trataba. Revisado el cadáver de Gutiérrez, detectó algunas piedras en sus bolsillos, pero el hecho fue omitido en el acta de levantamiento. La diligencia prosiguió en el salón contiguo al aula máxima. Mientras se realizaba, se oyó un estruendo; rodaba por las escaleras el ataúd enviado por el general Rojas Pinilla. Quedó hecho trizas en el primer piso. El repudio fue total y la unidad estudiantil se volvió monolítica306 • Una de las consecuencias políticas de aquella muerte fue la congregación de los estudiantes en una gran federación, a partir de la cual reclamaron sus derechos. Los estudiantes rechazan a la policía

A las cinco de la tarde del mismo día, un grupo de estudiantes comentaban el suceso en las afueras de los linderos universitarios. Al sitio había llegado el subdirector de la policía, Guillermo Padilla, acompañado de un capitán de apellido Sánchez. Simultáneamente, altos oficiales del ejército arribaron al sitio, acompañados por soldados sin armas. Los estudiantes aclamaron a los soldados, pidiendo a la vez el retiro de la policía. El repudio se incrementó cuando aquéllos dispararon hacia adentro por encima de las cabezas de los oficiales del ejército. Al trote, la tropa desplazó a la policía. Ninguno de los directivos de la Universidad se hizo presente; ni siquiera el rector Julio Carrizosa Valenzuela, omisión que los estudiantes cobraron con una solicitud de renuncia irrevocable. Sólo estuvo el padre José Miguel Miranda (Pistolitas) de la orden de los Carmelitas, quien apoyó a lo estudiantes, siempre atento a dispensar sacramentos. Faltaba poco para las seis cuando, súbitamente, irrumpió un automóvil en los predios. En su interior iban el ministro Lucio Pabón N úñez y el jefe de propaganda del Gobierno, Jorge Luis Arango. Se dirigían a una reunión de urgencia. Más atrás, 305. Abraham Fernández de Soto. Op.

cit., p. 54.

306. Versión del doctor Saúl Rocha Keruz.

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el director de la policía, general Fernando Rojas Scarpeta, era seguido por Evaristo Sourdís, jefe de la cartera de Relaciones Exteriores, acompañado del capitán Jorge Camacho Leyva, secretario del Ministerio de Justicia307 • Una comisión compuesta por Abel Naranjo Villegas, decano de Leyes, y los estudiantes Jaime Castaño, Daniel Cortés, Ciro Castillo, Julio González, Reinaldo Barco, Argemiro Guerra, Heliodoro Montes, Gustavo Escobar, Jorge Costa Reyes, Argemiro Villamizar, Jaime Suárez, Arturo Buenahora, César Ahumada, Alirio Álvarez, Pablo Vásquez, Eduardo Gómez y Jaime Salcedo, se presentaron ante el presidente Rojas a plantearle que el decano de Odontología, con el secretario de la Universidad y el rector de la misma debían irse de sus cargos, arrastrando en la caída al general Francisco Rojas Scarpeta. El día 9, sepultado ya Uriel Gutiérrez y enardecidos los estudiantes, quisieron en masa agruparse en la Plaza de Bolívar ante el propio presidente. Fueron, no obstante, retenidos en la calle trece con carrera séptima, en donde, la tropa realizó una nueva masacre. Veinticinco años después se repitió la escena cruenta de Gonzalo Bravo Pérez, ahora en plural, cuya muerte los estudiantes buscaban conmemorar. El suceso y sus autores se perdieron para siempre en la impunidad. Los militares, para justificarse, dijeron que "se disparó desde un balcón contra la patrulla militar': Explicación que salió de labios del brigadier general Duarte Blum, asumidos también por Gabriel París. Empezó por decir: Por los informes que conozco hasta este momento, puedo decirles que los dolorosos hechos de hoy tienen origen en gentes interesadas en sabotear los actos conmemorativos del primer año de gobierno de las Fuerzas Armadas. Esas gentes comunistas y laureanistas que trabajan en la sombra para lograr el derrumbamientó de este gobierno, utilizaron hoya los estudiantes como carnada para dar cumplimiento a sus oscuros propósitos.

Tras anunciar castigos, se designó una comisión para investigar los hechos, bajo la dirección del magistrado de la Corte Suprema de Justicia, Carlos Arango 307. Hermano de Luis Carlos Camacho Leyva, egresado de la Facultad de Derecho de la

Universidad Nacional, general del Ejército, ministro del presidente Turbay Ayala entre 1978 y 1982. Fue al autor del estatuto de seguridad que desbordó por primera vez la violación institucional de los derechos humanos en Colombia a raíz del robo de las armas en el cantan norte de Bogotá por el M-19, movimiento rebelde en el cual participaron muchos estudiantes de la Universidad Nacional. Jorge Cipagauta Galvis. Cien dfas de ignominia. Bogotá, 1981.

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Vélez. Los jefes militares dieron a conocer las supuestas instrucciones que habían dado a la tropa: En primer lugar, hablar a los estudiantes previamente para decirles que desis, tieran de la manifestación ( ... ) alternativamente, rociarlos con las mangueras de los carro tanques contra motines, y en defecto los gases lacrimógenos, en caso extremo emplear las culatas. Pero, desde luego, la orden de hacer fuego solamente podría tener efectividad en el caso que el ejército fuera atacado a bala.

El pretexto era de suponerse, porque a la explicación agregaron: "La patrulla no podía hacer otra cosa que disparar también contra quienes juzgó como sus agresores'~ ¿Acaso los estudiantes estaban ubicados en el balcón desde donde se disparó? No. ¿Acaso el día anterior, el7 de junio, cuando fue muerto Gutiérrez en los predios de la Ciudad Universitaria, algún estudiante manipuló un arma? Tampoco. La incógnita acompaña para siempre aquellas muertes; nadie ha explicado las balas que cegaron diez vidas estudiantiles en la carrera séptima con calle trece, en el preciso instante en que la torre de la Iglesia de San Francisco marcaba las diez y cincuenta minutos de aquella mañana nefasta. El Gobierno culpó a los extremistas. Clausuró restaurantes, cines y bares. Todo se inmovilizó en la ciudad de Bogotá. La protesta se desplazó a Cali, Medellín y Barranquilla. Se prohibió todo movimiento y nada funcionó aquella noche. Al día siguiente, Rojas habló para disipar asperezas ante los soldados bachilleres, una creación suya308 • Todas las voces, elevaron su protesta por una sola causa. La huelga o, mejor dicho, el espíritu de huelga, tomó un inmenso valor en el movimiento, y muchos políticos, aunque íntimamente reprocharon lo acaecido, en público diluyeron su solidaridad con los estudiantes para mostrarse como defensores del derecho y el orden. Aunque los gritos parecieron extraños a muchos, para los estudiantes enardecidos fueron como la expresión de un sueño, de una esperanza, y una quimera de justicia. Primero fueron agudos, luego se repitieron en tonos más graves y al transferirse a la agresividad forjó conciencias, hasta repercutir históricamente con tanta intensidad que quienes vivieron aquellos duros instantes tiemblan aún al recordarlo. La Unión de Estudiantes acogió la causa, la politizó, yeso permitió que su prestigio fuera cada vez mayor. Creó un himno que todos cantaron, testimonio de histórica solidaridad. Se oyó así por las calles: 308. Revista Semana. Bogotá, junio 21 de 1954. Un análisis crítico sobre los sucesos de la

calle séptima con calle trece de Bogotá.

En el aula máxima de la Universidad Nacional permaneció hoy en Cámara ardiente el cadáver del estudiante Uriel Gutiérrez, ante el cual desfilaron centenares de personas, como puede verse en esta fotografía tomada en las primeras horas de la mañana. El Espectador, miércoles 9 de junio de 1954. Foto Benavides

Ante los ministros Pabón, Sourdís, Henao y ante el cadáver de su compañero Uriel Gutiérrez, en la parte superior de la foto con la mano levantada aparece el universitario Crispín Villazón de Armas quien pronunció un sentido discurso El Tiempo, miércoles 9 de junio de 1954. Foto Caicedo

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Bravo Pérez era el signo de la causa estudiantil por eso lo asesinaron con disparos de fusil.

Cuando nuestro Uriel cayó la verdad lo protegía, representaba el emblema de nuestra filosofía.

Eran más de veinte cuadras llenas de pañuelos blancos los asesinos mataron por todos los cuatro flancos.

Si los médicos pusieron cinco corazones muertos, los consolará la patria con su corazón abierto.

La bayoneta calada derribó a aquel Cantor, su memoria esbelta y pura recordemos con amor.

Cuando mataron a Chávez no llegaba ni a los veinte era obrero proletario del futuro continente.

Del Rosario asesinó a Jaime Pacheco Mora, esos tiros por la espalda· Colombia entera los llora.

Si a Helmo Gómez lo mataron en la lucha colombiana ya su sangre nos unió a la causa americana.

El ejército defiende intereses extranjeros, y a estudiantes colombianos los asesina en el suelo.

Con la UNEC a la cabeza no tememos la agresión pues con ella marcharemos en un solo batallónJ°9 •

La realidad de la masacre

Hasta hoy, nada es claro sobre lo que pasó. La policía dijo que los estudiantes habían disparado, dando muerte a uno de los suyos. Los estudiantes afirmaron lo contrario. Se sabe que los victimarios eran del Batallón Colombia, los mismos que, con ferocidad de motivos ignorados, pelearon contra los chinos en Corea, muchos de ellos muertos en esa lejana tierra asiática. Los supervivientes, nerviosamente "excitados", apuntaron ahora contra sus propios e indefensos compatriotas. Usaron, y de qué modo, las carabinas punto treinta que tanto acariciaban cuando fueron exhibidos al público bogotano en mayo de 1951, al despedirse rumbo al mar del Japón310 • Dos horas permanecieron inmóviles los manifestantes en aquel sitio, y en aquella ocasión, víctimas del terror, mientras los tanques en la Plaza de Bolívar prendían motores para desplazarse por la avenida 309. Archivo documental de Alejandro GÓmez. En mimeógrafo. Estudiante de Medicina en aquel estonces, luego abogado, músico y líder del Partido Comunista. 310. Diario El Espectador. Bogotá, junio 8 de 1954.

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séptima. Aquella carga, vista con pavor por las víctimas, los redujo sin saber nadie cómo evitar lo que les venía encima. Diez estudiantes quedaron inermes sobre el asfalto: Álvaro Gutiérrez Góngora, Elmo Gómez Lucih (peruano), Hernando Morales, Rafael Chávez Matallana, Jaime Moure Ramírez, Hernando Ospina López, Hugo León Velásquez. Media hora después, el cucuteño Jaime Pacheco Mora fue asesinado por la espalda, al frente de la Iglesia de San Francisco, en la carrera séptima con calle catorce, perseguido mientras corría311 , suceso que El Espectador bautizó "El crimen de la avenida". Por la noche, la Universidad fue asaltada por el ejército y convertida en un campo de batalla. La ciudadanía anunció a voz en cuello, de manera premonitoria, el derrocamiento de la dictadura. Se culpó del suceso a los comunistas (sin culpable a la vista, lo más ha sido siempre señalarlos), pero faltaba algo qué mostrar, de modo que la dictadura urdió la farsa. El Gobierno apresó a Gilberto Vieira, Gerardo Molina,Antonio García,Alfonso Romero Buj, Luis Carlos Pérez y Juan Francisco Mujica. Este último, después de liberado, dijo con sarcasmo: "Cada vez que ocurre algo anormal en Bogotá, escojo dos buenos libros, preparo un maletín y aguardo a que me capturen': Hasta la reina Ligia Flor Ospina fue a parar a la cárcel. Ella, según el ejército, "por haber estado recientemente en Belgrado y otras ciudades de la cortina de hierro y haber desarrollado actividades comunistas en la Universidad". Posteriormente, elI7 de junio, Rojas a través de Jorge Luis Arando, director de información y prensa del Estado, censuró los periódicos El Tiempo, El Espectador y El Diario Gráfico. Les prohibió expresamente publicar información de los estudiantes muertos312 . Claras fueron las palabras del ministro de Guerra Gustavo Berrío Muñoz, quien agregó a las primeras páginas de los diarios: "Ya cayeron los peces gordos", frase de afirmativa "discreción"3'3. Según versión de Alberto Flórez Burgos, entonces estudiante de primer año de Medicina, la marcha se había desplazado desde la Ciudad Universitaria hasta la calle cuarenta y cinco con carrera séptima, donde ya esperaban los javerianos. Vociferaban el nombre del teniente José del Rosario Hernández, 3n. Alfonso Chaux Herrera. "El Martirologio Estudiantil". Diario El Espectador. Bogotá, junio 8 de 1954, p. nA. 312. Revista Semana. Bogotá, junio 28 de 1954. 313. [bid., junio 28 de 1954.

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quien, conforme a rumores, había dado la orden a un soldado de matar por la espalda al joven Jaime Pacheco Mora, entre la Librería Buchholz y el templo de San Francisco, hoy plazoleta de la Caja Agraria. Circulaba el dicho de que un teniente Burgos se ufanaba de ser "el gallo" para los estudiantes. De origen costeño, estatura media, un poco fornido, ya se tratara de un reto o mera coincidencia, ese día comandaba a los soldados en la carrera séptima con calle trece, por donde forzosamente pasaría la marcha. Allí fue reconocido por muchos. El pollo Gutiérrez, que acompañaba a Alberto Flórez Burgos, avanzaba con la bandera en alto. Al intentar romper el cerco surgió la trifulca. El oficial fue golpeado con el asta y como rechazo disparó al estómago de Gutiérrez, quien rodó por el suelo. Otra bala rozó con alto riesgo el cráneo de Flórez. Se escucharon más ráfagas de metralla, confundidas con el bullicio de la estampida estudiantil que dejaba en el piso, para inventario de la historia universitaria, varios muertos y heridos, entre ellos los abanderados. Éstos, por haber sido llevados a tiempo al Hospital San José, fueron salvados por el neurocirujano Mario Camacho Pinto yel anestesiólogo Jaime de la HOZ3 4. Similar es el dicho de Cecilia García Díaz, secretaria del general París: "Se produjo un disparo ajeno a cualquiera de las dos partes y tras él vinieron las descargas, desgraciadamente, quizá por la confusión, mal enfocadas por los soldados"315. Este episodio pasó inadvertido en la investigación del caso. Pero se insinúa la posibilidad de que los soldados, asustados por los primeros disparos o bien por orden del teniente Burgos, hicieran las descargas sin saber a quién, originando la sangrienta tragedia. La historia quedó en la penumbra porque los estudiantes, pudiendo haber aclarado lo que sucedió, no lo hicieron. Seguramente por físico miedo a las represalias. Los partidos liberal y conservador respaldaron al Gobierno. El 12 de junio, un comunicado sirvió para que Rojas, en alocución pública, se vanagloriara con soberbia de la solidaridad de los dos partidos. Ese día dijo orgullosamente: "Han prevenido a la ciudadanía contra la existencia de agentes provocadores interesados en impedir el retorno de la paz y han ofrecido conjuntamente el apoyo al gobierno, en su firme propósito de mantener el orden': Las dos agru1

314. Versión oral del profesor de medicina Alberto Flórez Burgos. Bogotá, 1999. 315. Revista Semana. Bogotá, junio 21 de 1954.

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paciones históricas convalidaron y justificaron las muertes. Las voces de Crispín Villazón de Armas, Jaime García Parra, Esteban Bendek y Jaime Cepeda volvieron a escucharse en el campus. Las plazas, las calles y otros recintos sirvieron también para denunciar aquellos atropellos. Por una confusión, estuvo en peligro el cargo que ocupaba el padre de Manuel y Jaime Cepeda Ulloa316 , funcionario de la Cancillería. Su hijo fue confundido con el homónimo dirigente de esos años. Por poco el Gobierno lo despoja del puesto. Al final, fueron expulsados ocho cabecillas del movimiento. Un decreto prohibió, además, que otra universidad los admitiera como estudiantes. El rector del Externado de Colombia, que había dado una audiencia a Villazón para escuchar su caso y eventualmente admitirlo, lo recibió en presencia de José J. Gómez (El sapo )3 7, Carlos Lleras Restrepo y Darío Echandía. Al finalizar la audiencia, advirtió que él y sus amigos serían condicionalmente recibidos, sin opción de huelga. Si estaba oficialmente prohibida su admisión, con más razón cerrarían la universidad si ellos intentaban cualquier paro o protesta. Tras flexibles interpretaciones del derecho de gentes, los expulsados fueron matriculados, aterrizando en el "derecho de asilo" como perseguidos políticos318 • Vino después un período de duelo nacional, por decreto. Rojas canceló la fiesta del primer aniversario de gobierno y, de paso, prometió una investigación exhaustiva. Iría hasta los autores, llegando a los determinantes, sin detener consecuencias. El Gobierno quiso purgar su daño y ordenó pasajes gratuitos para todos los estudiantes sin importar destino, sitio, costo ni medi0319 • Mientras todo eso ocurría, Lucio Pabón vio trastrocado su nombre y apellido por los de Sucio Pavor. Era el ministro de Gobierno y anunció como rector al doctor Abel Naranjo Villegas, conservador y profesor de filosofía. El ministro de Educación, Daniel Henao Henao, conocedor de la simpatía de los estudiantes por Naranjo, desautorizó el nombramiento al instante. A pesar de todo, Naranjo fue designado al cargo, que apenas le duró treinta días. Posesionado ellO de junio de 1954, estaba por fuera el 11 de julio. Rojas Pinilla lo tumbó sin guiño o aviso alguno. Como 1

316. Ministro de Gobierno del presidente Virgilio Barco Vargas entre 1986 y 1990. Padre

del actual magistrado de la Corte Constitucional Jaime Cepeda. 317. Profesor de Derecho Civil, apodado así por la forma de su boca. 318. Versión oral del doctor Crispín Villazón de Armas. Bogotá, julio de 2000. 319. John Martz. Colombia, un estudio de política contemporánea. Editorial Stella. Bogotá, 1969, pp. 236-238.

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gran cosa, en una fiesta que le ofrecía la Asociación de Pilotos, Rojas diría más tarde: ''Allá está un representante mío en la universidad con la consigna de defender las vidas de los estudiantes y de defender los derechos"3zo • Colocó como remplazo, el 12 de julio, al coronel Miguel Agudelo. Sin acompañantes, Agudelo llegó a la universidad, donde se presentó ante Naranjo. Éste, informado en ese instante de su remoción, lanzó contra el suelo las llaves de su escritorio y el coronel las recogió. Al presentarse el uniformado ante los estudiantes en el aula máxima de Derecho, resultó madreado. Una voz que salía de la multitud, grito: "Oigamos rebuznar a un rector"3Z1 . El académico castrense tuvo que irse el 4 de agosto del mismo año, sin siquiera intentar escaramuzas o batallas en el territorio de la Nacional. El "comando", nombre que los estudiantes dieron a la rectoría, estuvo ubicado en el edificio contiguo al estadio de fútbol. Allí inició un programa físico-estético, de músculos y formas, obligatorio para todas las facultades, inspirado en una derogada ley del general Santander. Debido a este nombramiento, presentó renuncia el investigador y magistrado de la Corte Arango V élez, encargado de los sucesos del S y 9 de junio. No podía soportar a un militar precisamente en la rectoría3U. Se dijo entonces que "la rectoría había perdido la cabeza y lo más recomendable, para salvarla, sería nombrarle un psiquiatra". Fue designado a cambio el médico Jorge Vergara Delgado, especialista en enfermedades endémicas. No era profesor, venía como funcionario de la Pato Gold Mine; su hermano Dolcey (pintor) era decano de Bellas Artes y tenían en común ser fundadores de Testimonios y difusores de las ideas católicas. Se posesionó el martes la de agosto de ese añ03Z3 . Como los estudiantes pasaron del alboroto al aplauso, dejaron en sus manos el reproche al ministro de Justicia, Luis Caro, profesor de Derecho, vetado al entrar a clase por haber dado a la publicidad una carta dirigida al teniente José del Rosario Hemández. El teniente era acusado de haber dado muerte al estudiante Jaime Pacheco Mora. En la carta, fechada el 18 de agosto, lo felicitaba por sus servicios, destacando su comisión a los Estados Unidos, en calidad de premio. 320. Revista Semana. Bogotá, julio 26 de 1954. 321. Arturo Alape. Río de inmensas voces y otras voces. Editorial Planeta Colombiana. Bogotá, 1997, pp. 87-88. 322. Revista Semana. Bogotá, julio 26 de 1954. 323.

Ibid., agosto 16 de 1954.

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Puesto que al mismo tiempo Naranjo Villegas era despedido y se impedía su ingreso a la Universidad, salió un comunicado del coronel Luis Ordóñez, jefe del SIC (Servicio de Inteligencia Colombiana), que ordenaba a sus hombres utilizar las armas de ser necesario. La protesta constante contra el rector Vergara forzó su renuncia. La calma llegó con la caída de Rojas324• Vergara fue remplazado por Castor ]aramillo Arrubla, quien planteó que ninguna universidad podía realizar cursos u otorgar títulos de idoneidad inferiores a los conferidos por la Universidad Nacional325. Los letreros que exigían la salida de Vergara fueron el recibimiento de Arrubla. Conservador y derechista, abogó por la enseñanza de la ética cristiana como cátedra forzosa. Ignorante, pero intuyendo la tierra movediza que pisaba, visitó la capilla en construcción y se encomendó a Dios32Ó • El 29 de octubre de 1964, ante la Corte, se debatieron las lesiones de William Bendek Olivella, causadas por la dictadura de Rojas327 . Atrás quedó la mañana del 10 de mayo de 1957, día en que hubo dos muertos más: Ernesto Aparicio Concha y Pedro Luis Tamayo. Durante la dictadura se quiso romper una generación de tradición ideológica liberal, predominante en la Universidad, y lo que se logró fue abrir nuevos cauces. Se la reprimió y en corto tiempo fue demolida, sus espacios y sus proyectos acabaron reducidos por la mordaza de los dos partidos. Su vocación, intuición, reto y conocimiento, había convencido a sus miembros de sus propios designios, pero al final de la jornada no pudieron descifrar su frustración. Fue la llamada "generación del medio siglo': que abandonó las ideas regentes para acatar otras en los años sesenta328 • Enemigos del manzanillismo, rechazaron el establecimiento. Convocaron un primer Congreso y marginaron a los "cocacolos" y a las "koIkanitas': estudiantes "frívolos, intranscendentes, superficiales y hasta ignorantes"329. 324. Ibid., agosto 30 de 1954. 325. Ibid., agosto 16 de 1954. 326. Ibid., marzo 22 de 1957. 327. El Espectador. Bogotá, octubre 29 de 1964.

328. Sobre el papel histórico de los estudiantes en esos años, véase La generación del medio siglo. Editorial Nuevo Signo. Bogotá, 1955. Son 115 páginas escritas por los protagonistas: Crispín Villazón de Armas, Francisco Posada Díaz, Juan Antonio Gómez, Gloria Bernal, Fabio Lozano Simonelli, Diego Uribe Vargas, José Font Castro, Fernando Serpa Flórez, José Joaquín Arizala, Marina Mejía y Eduardo Suescún. 329. Revista Semana. Bogotá, julio 5 de 1954.

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Promesas y más promesas

Caída la dictadura en 1957 y entrada en ajetreos la Junta Militar, fue designado rector el abogado Guillermo Amaya Ramírez, conocido ex ministro de Justicia del gobierno de Laureano GÓmez. Pronto se mostró como seguidor de la política del también ex ministro Antonio Álvarez Restrep0330 • Así como era conocido, era temido y por lo mismo rechazado. El veto contra su nombre brotó al instante. Como ministro había firmado un decreto modificatorio de la representación estudiantil por elección, reservándola con exclusividad a los mejores de cada curso. Los estudiantes se anticiparon y con esas calidades eligieron a los compañeros más próximos a sus ideas y pretensiones. Escogieron a los más connotados activistas y oradores. La elección popular burló la intención del Gobierno, que era dejar por fuera precisamente a esos dirigentes33'. La jugada, otra vez, maniató al Gobierno. En la noche anterior a la posesión del rector Amaya, la representación estudiantil se trasladó a su casa de la carrera séptima con calle cincuenta y ocho. Fingieron un saludo que terminó en impugnación frontal a su nombre, dados sus arbitrarios antecedentes. Estaba convencido de no posesionarse cuando cierta participación de la estudiante de derecho Alegría Fonseca332 se convirtió para él en una favorable imprudencia. El doctor Amaya creyó cierta la afirmación de apoyo y no tardó en posesionarse, quedando burlado el Comité por un equívoco. En el cargo, Amaya "se portó correctamente y creo que fue por la advertencia que hicimos"333, se diría más tarde.

330. ¡bid., marzo 18 de 1958. 331. ¡bid., diciembre 30 de 1950. Puede notarse, a través de la vida de la Universidad

Nacional, cómo los activistas de ideas renovadoras se convierten, a la postre, en profesores o dirigentes nacionales, conservándose una especie de memoria histórica que une a una generación con la siguiente o bien a una promoción con otra. 332. Representante a la Cámara en varios periodos en nombre del Partido Liberal. 333. Información de Alberto Corradine, profesor de arquitectura y dirigente de la época.

Segunda parte

rbamosa

cambiar el mundo

Bailes y política

"Retozos democráticos", "reminiscencias de Gólgotas y Draconianos", fueron expresiones que sirvieron a Alberto Lleras Camargo para denominar toda manifestación estudiantil. Las caminatas al centro de la ciudad terminaban festivamente en la Plaza de Bolívar, y voluntariamente se disolvían sin violencia. Se hablaba mucho de la dictadura anterior, contra la que confluyeron políticos y estudiantes; se mencionaba el terror que había implantado y la restauración democrática. Con elogios se reconocía la importancia del nuevo eje Gobierno-estudiantes. Estaba próximo el 12 de octubre de 1959, suficiente motivo para consolidar el binomio. La lucha librada por los estudiantes debía ser reconocida, con versión de héroes, en una gran "fiesta de la armonía': Se recordaba que el Presidente Alberto Lleras en abril de 1947, como Presidente de la Unión Panamericana, había recibido de la Universidad Nacional un doctorado Honoris Causal. Las licoreras oficiales del país iban a aportar, en solidaridad, abundante aguardiente. Los preparativos del festejo tuvieron gran empuje, con vaticinios de éxito. Servidas gratuitamente para satisfacer la natural apetencia etílica hubo además bebidas espirituosas, de las elaboradas por todas las etnias del país, con diversos grados etílicos y efervescencia, provenientes de lugares altos y bajos, climas medios y templados, al gusto de quienes quisieran ingerirlas. Abel Naranjo era Ministro de Educación del Frente Nacional y se había comprometido de antemano a llevar al mandatario Alberto Lleras al baile. El comité de jolgorio, del que hacían parte Ramíro Martínez, Egidio Ramírez, Germán Villalobos y Ernesto Lucena, debía trasladarse al palacio de San Carlos para escoltar desde allí al jefe del Estado. Este, con su esposa Bertha Puga, a punto de reventar de las ganas, esperaba en el garaje de la mansión gubernamental en el interior de la limosina oficial, decidido a permanecer en la fiesta desde las nueve de la noche hasta la medianoche. "Ni un minuto más': había advertido el Presidente. Mientras tanto, la expectativa crecía en la Ciudad Universitaria yempezaba a impacientar a más de uno, entre ellos al Decano de Derecho Gustavo Orjuela Hidalgo. La expectativa en los corrillos era enorme; algunos decían que sí llegaba pero otros dudaban que tal cosa ocurriera. Al final, Lleras hizo su entrada fantasmal al salón de la Cafetería Central a la hora convenida. Por desgracia, inmediatamente después de los aplausos, surgió lo que nadie esperaba. La orquesta Don l.

Revista Semana. Bogotá, mayo 3 de 1947.

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Américo y SUS Caribes, contratada para tan magno evento, no tenía a disposición las partituras del Himno Nacional de la República de Colombia, que ante el personaje se consideró de ejecución obligada. Sin embargo, otro aire musical irrumpió en el momento en que el presidente tomó asiento en la mesa de honor. Fueron los acordes de una melodía de la cual se sabía que era preferencia del ilustre invitado; sonó lo que sería sorpresa: la voz del cantante Tony Zúñiga retumbó en el salón, entonando el porro La puerca del compositor Gustavo Rada Ojito: Tú cogiste y mataste la puerca, no me diste ni un chicharrón yo también, yo también haré lo mismo cuando mate a mi lechón. Tu cogiste y mataste la chiva y no me diste siquiera la cola yo también, yo también haré lo mismo cuando mate, cuando mate a mi lechona>.

El invitado, muy feliz, liberó su tensión muscular con improvisados pasos de baile, y no abandonó el salón a la medianoche como había dicho; lleno de euforia siguió allí hasta las cuatro de la mañana. Las jovencitas lo sacaban a bailar, complacidas al saber que el doctor Lleras en sus años mozos había pertenecido al Partido Comunista con su hermano Felipe. A su vez, los muchachos bailaban con doña Bertha Puga, primera dama de la nación. Unas semanas después, el Presidente retribuyó la atención universitaria con una cena a los estudiantes caracterizada por platos típicos de cada región. La sirvieron en los comedores de la residencia presidencial. Eran, efectivamente, tiempos de una festiva alianza en "una democracia muy formal"3.

Reaparecen los carnavales

La historia de las fiestas colectivas de estudiantes se remonta a los años treinta, cuando Bogotá parecía adormecida y sus gentes estaban más habituadas a los ----~-----~-~---~~~~----

Información del profesor Donaldo Ariza de Avila. Bogotá, 2002. 3. Información oral del profesor Ramiro Martínez Vesga, miembro del comité. Bogotá. Revista Semana. Bogotá, mayo 3 de 1947. 2.

Estudiantes en francachela se toman las calles de Bogotá. 6 de junio de 1944 Fotografía de Sady González

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oficios religiosos y al diario tormento de ganar el cielo, manoseando cuentas de camándula, que a las cosas de este mundo. En Semana Santa la liturgia recuerda al hombre su origen y su final, colocándole una cruz de ceniza en la frente. La iglesia funge de heraldo de la muerte para vaticinar la nada. Pero antes, la semana que precede al miércoles de ceniza, propicia los "desafueros" del carnaval de manera que cuando repite a cada cristiano aquello de "polvo eres y en polvo te habrás de convertir': la frase resulta lo más convincente posible. Presos los bogotanos de la exaltación mística, redimían sus pecados a punta de fervorosos y desagravian tes golpes de pecho. Nunca faltaban las procesiones religiosas escoltadas por el Ejército Nacional, así fueran días lluviosos, por calles empedradas y tortuosas. Al arrastre iba la tropa en pos de bendiciones, como parte de la religión y también de la majestad de la patria. Las familias exhibían sus doncellas, que rasgaban un tiple o tocaban el piano mientras los invitados aplaudían embelezados, en vetustas casas de puertas cerradas. No existían fiestas generales, sólo tumultos en expendios esquineros donde la clase popular ingería aguardiente o chicha clandestina. Corría el segundo cuarto del siglo veinte y la urbe empezaba a despertar con alegría, en momentos en que el jolgorio se consideraba ridículo y la elite se burlaba de los otros con maliciosa ociosidad. Aunque los aristócratas iban a los espectáculos vespertinos del Colón y en el "intermedio" los hombres salían a la calle para tomarse las "onces": las once ietras de la palabra "aguardiente". Serían los estudiantes los que cambiarían todo. Copiaron paso a paso las costumbres festivas de la Costa Atlántica y de las tierras cálidas, conocidas por ellos en sus viajes al mar o a las orillas del río Magdalena. La vida bogotana por primera vez tuvo sus fiestas generales y públicas. Mientras los jóvenes soldados marchaban en los desfiles, los universitarios, de puros berracos, abrazaban a Baco. Metieron sus libros bajo el brazo e hicieron del asueto parranda, para inventar un mundo en una ciudad donde lo único sonoro que había era el tranvía de mulas. Carrozas, pólvora y bandas formaron carnaval en el año treinta y cinco. Las reinas estudiantiles, como hadas madrinas, repartieron en las calles claveles y sonrisas.

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La vocería unánime igualó las edades y alió entre sí a las clases sociales en una pequeña ración de alegría. Se espantó la melancolía y los estudiantes rememoraron sus derechos para exigirlos como gremio. Pronto se ligó el carnaval con la lucha por una representación irreverente y soñadora4 • Después hubo un largo receso, y al reiniciarse la fiesta en mil novecientos sesenta y dos, ya no se llamó carnaval, sino Semana Universitaria con carácter predominantemente cultural. No obstante, la cumbiamba, la maizena, las reinas, las carrozas y el licor regresaron, y lo de cultural no pasó de ser un pretexto. En 1964 las aulas esperaron, como siempre, la llegada de septiembre. Ese año, para sorpresa y regocijo de todos, el rector Jose Félix Patiño se confundió entre sus alumnos y la prensa dio resonancia a lo que el jefe decía y proyectaba. Había sido ministro de salud e impuesto las drogas genéricas contra el monopolio de los fármacos por los fabricantes de marcas; eso bastaba a los estudiantes para concederle un gran prestigio. Había dictado cátedra en Medicina y ahora, como rector, visitaba dependencias que ningún otro había visitado. Incluyendo las pedreas, donde solía estar para saber de manera directa qué pasaba. Las fiestas universitarias colectivas aún eran las únicas que existían en la ciudad. En 1965 no hubo sábado sin orquesta en la Cafetería Central, el orden y la fama de las agrupaciones musicales cautivó a todos: Los Melódicos, Lucho Bermúdez, La Billo's Caracas Boys, El Super Combo de Edmundo Villamizar, Alex Acosta, Pacho Galán, La Super Bomba, Los Caribes del Maestro Núñez, Los Corraleros del Majagual y La Orquesta Bogotana de Martínez Polit. En la feria, las carrozas fueron al gusto, se armaron en secreto y muchas hicieron alusión a los asuntos académicos. En septiembre, la prensa elogió la francachela. No sólo hubo interés por la belleza, sino también por la inteligencia femenina. Esa vez compitieron Luz Stella Mosquera, de Derecho, la más política, encamaba a la izquierda, porque su hermano Pacho lideraba la ideología del compromiso; Blanca Mónica Pacheco, de Veterinaria; Paulina Martínez, de Ciencias de la Educación; Aida Triana, de Sociología; Vilma Garrido, de Agronomía; Viky Suárez, de Artes; Nubia Becerra, de Ciencias Naturales, y Ofelia Gómez, de Enfermería. El viernes ocho de octubre el desfile partió a las dos en punto de la tarde de la Ciudad Universitaria. En la noche habría bailes en varias facultades y la reina elegida sería coronada en la Cafetería Central. 4. Armando Solano. Op. cit., pp.lOl-1Q2.

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Por primera vez Ejército y estudiantes iban juntos. Los camiones del Batallón de Ingenieros acompañaban a los educandos de su misma especialidad. Todo se movía con alegría y alboroto. Las contradicciones y rencores quedaron atrás; sobre todo, los revoltosos callaron sus totes. Durante horas marchó el desfile entre maizena, pólvora, disfraces, cabalgatas y orquestas. Era tan grande que abarcaba varias cuadras. De pronto, en la carrera séptima entre calles veintiocho y veintinueve, frente al Museo Nacional, se detuvo el alboroto. Varios estudiantes corrieron y gritaron en sentido contrario al de los marchantes, sus gestos ya no eran de fiesta sino de angustia. Pedían detener el jolgorio. El estudiante de ingeniería mecánica Orlando Castro Mahecha resbaló de lo alto de un convoy militar y fue visto con horror por su hermano Daveyen el instante preciso en que la pesada máquina arroyaba su cuerpo. El silencio fue total y el desfile se cubrió de tristeza; los estudiantes regresaron por la misma ruta de su partida. Las carrozas se desmantelaron solas, la decoración se fue haciendo trizas. El cadáver fue velado en cámara ardiente en la sala Menéndez y Pelayo y sepultado ese sábado. Una multitud adolorida lo acompañó al Cementerio Central. La fatalidad desterraba, sin regreso, las fiestas que parecían tradicionales e inamovibles, a las cuales se unía el pueblo bogotano. Como acosadas por el destino, las orquestas se fueron yendo para siempre. En 1969 no volvió a vérselas en la vieja cafetería.

La ciudadela universitaria

Siendo Ministro de Educación Luis López de MesaS, en el gobierno de López Pumarejo, se comenzó a hablar en serio de sede única para la Universidad Nacional. López de Mesa fue remplazado por Darío Echandía, porque Calixto Torres Umaña6 no aceptó el cargo, y el proyecto legislativo fue conducido por el parlamentario Carlos García Prada, profesor universitario en el exterior y conocedor del concepto moderno de "campus", tomado de Norteamérica. La idea venía siendo ventilada desde el gobierno de Abadía, pero resultó hecha realidad mediante la ley 68 de 1935. La Universidad Nacional debía ser

5. Rector titular a partir del 10 de mayo de 1948, en atención a su participación en los sucesos de 1928. Véase Revista Semana. Bogotá, 15 de mayo de 1948. 6. Padre del sacerdote guerrillero Camilo Torres Restrepo, profesor de la cátedra de

Pediatría.

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reconstituida como fruto de la misión alemana y los francmasones, y reagrupada en un solo espacio físico. La ciudadela se convirtió en un hecho en el gobierno de López Pumarejo. En su finca Santa María, donde solía ir (avenida Boyacá con calle 80), ideó un espacio propio y funcional para ubicar todas las sedes. López vio propicio un terreno colindante con lo suyo, la hacienda de don José Joaquín Vargas, y le hizo la propuesta. Se trataba de una parte de la hacienda El Salitre, un sitio que parecía ideal: cabida de 180 hectáreas y costo de ciento cincuenta mil pesos. Allí, la Universidad no tendría el inconveniente de chocar con el crecimiento de la ciudad, que iba hacia el norte. Para mayor fortuna, quedaba a quince cuadras de la avenida Caracas, de modo que se evitaría la toma y parálisis de los tranvías. Los muchachos estarían bien lejos. Audaz negociante, Vargas subía y subía el precio del terreno. Aprovechaba cada propuesta que le era hecha. Al final, perfeccionado el negocio, Vargas incorporó una cláusula altruista: legaría a la universidad, cuando ocurriera su muerte, el resto de la tierra que estuviera en cabeza suya. La muerte no tardó y la condición se cumplió. Pero como para entonces la universidad carecía de persona jurídica se destinó el terreno a la Beneficencia de Cundinamarca. La Beneficencia se quedó con los bienes en 19357 • El periódico El Siglo no vio en la creación del campus universitario una gestión de servicio, sino un mecanismo del presidente López para valorizar los terrenos de su finca Santa María del Lago; y empezó por aguijonear la idea, sin razón valederas. Hecho el negocio sobre aquellos lugares, el arquitecto Leopoldo Rother9 y el profesor Karsen realizaron el diseño, simbolizando un búho (ave representativa del conocimiento), en cinco espacios correspondientes a Ciencias Naturales, Ciencias Químicas, Ingeniería, Artes y Ciencias Aplicadas, Ciencias Sociales y Políticas. Los ataques infundados de los conservadores limitaron la posibilidad de un espacio mejor para la Ciudad Universitaria, pues el proyecto 7. Ley 68 de 1935, artículo 1° Sobre la génesis de la negociación. Revista Nueva Frontera. "Autonomía universitaria': Bogotá, junio 14 de 1975, p. 11. 8. Aníbal Noguera Mendoza. Aproximación a Alfonso López. Tomo II. Editorial del Banco de la República. Bogotá, 1986, pp. 126-128.

9. Nació en 1894 en Breslau, Alemania. Llegó a Colombia en 1936 huyendo de los nazis.

Diseñador de la Ciudad Universitaria, considerada una de las diez obras maestras de la arquitectura colombiana en el siglo xx.

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comprendía una extensión mayor que aseguraría tanto el patrimonio como la expansión física y académica. El propósito de López Pumarejo era hacer una gran universidad en crecimiento, en espera de una gran academia con rentas propias1o• Algunos plantearon que era demasiado terreno y otros, como los del diario El Siglo, afirmaron que López sólo buscaba un interés particular". Para hacer realidad el trazado, Frits Karsen hizo un estudio que tituló Organización de la Ciudad Universitaria. Suprimió las "aulas uniformes" y concibió un espacio unificado en lo económico, pedagógico y científico. Seguía un orden heurístico. La universidad, dividida en áreas genéricas del conocimiento, comprendería facultades, con campos teóricos y prácticos, copia de las universidades berlinesas12 • Experimentación técnica y científica, con apoyo del Estado, impulsarían el progreso nacional. Sobre rentas, se celebró un contrato con el municipio de Bogotá. La universidad entregaba su estadio (que ya existía en aquellos terrenos) en arriendo a la municipalidad. Nada fue improvisado; por eso, antes de construir el departamento de Química, se simuló un laboratorio con estudiantes de Ingeniería, Veterinaria, Medicina, Farmacia y Odontología en calidad de utilitarios. Aunque el proyecto estuvo meticulosamente calculado, al final quedó inconcluso13 • La parte administrativa fue centralizada en una rectoría como "unidad de dirección': De 1867 a 1881 la dirección de la universidad había estado en cabeza de un Rector que se remplazó después por un Consejo Académico integrado por Santiago Pérez, Manuel Ancízar, Camacho Roldán, Vargas Vega, Plata Azuero, José Ignacio Escobar, González Linero, José Manuel Marroquín, Rufino José Cuervo y Tomás Herrán (masones en su mayoría), que no funcionó bien y no tardó en ser reestructurado. La universidad se había convertido en una entidad abstracta sin rector, con un consejo universitario nominal, donde cada Facultad era una La obra se hace posible, como continuación del proyecto masónico, por medio de la gran mayoría de los ministros que pertenecían a esa orden; situación que se prolonga con la administración del masón Eduardo Santos, que inaugura las primeras residencias estudiantiles y la cafetería central, con su ministro de Educación, correligionario Alfonso Araújo. 11. Nueva Frontera. Bogotá, junio 14 de 1975, p. 11. 12. Véase Luz Arnorocho. Op. cit., pp. 11-14. 13. Fritz Karsen. Estudio sobre la organización de la Ciudad Universitaria. Archivo sin referencia. 10.

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rueda suelta, según Julio Cesar García anomalía que sólo vino a ser superada por la ley 68 de 193514 • Cincuenta y cinco años habían transcurrido cuando don Agustín Nieto Caballero, ilustre pedagogo, le dio impulso a la reforma en febrero de 1939. Veía a la universidad "no como el privilegio de una minoría selecta sino como la fuerza propulsora de una gran corriente de cultura y progreso nacional" y agregaba: "un ambiente en donde se ejerza de por sí, sin intervención policiva, una tutela moral y espiritual sobre los estudiantes ( ... ) las 25 dependencias de la Universidad para mostrar la íntima interrelación de todos los instrumentos de trabajo y los elementos de la cultura con la actividad humana". En 1939, don Agustín pidió a los estudiantes: "Ayudad vosotros mismos, a crear una universidad que vibre, que tenga alma y conciencia, que sea la casa propia, amada y respetada por todos': Se cumplía así el programa liberal de estatización de la educación, agravio de los curas. Don Agustín, masón, estaba discretamente en lo suyo: ciudadela hecha en arquitectura cúbica pintada de blanco, signo del mandil. Aulas máximas de oriente a occidente en el sentido del recorrido de la luz. Propósito y respeto inalterable para el pensamiento individual, postulado filosófico que encuadraba en la cátedra libre. En abril de ese mismo año, durante el gobierno del también masón Eduardo Santos, se inauguraron los bloques de residencias y una magnífica Cafetería Central, primera que incorporaba el autoservicio en el país. Izada la bandera del albedrío, la circunferencia se cerró una vez más "justa y perfecta': Muchas "primeras piedras" dejaron los masones en los predios, obras inconclusas que el Estado no patrocinó, como el proyecto del Hospital Universitario que debía ser construido entre lo que fue la vieja Cafetería Central y la capilla, próximo a la calle veintiséis. Al perder los masones "las coordenadas" de su trazado político, dejaron en sueños la esperanza creciente de una gran Universidad Nacional15 •

14. Boletín de Historia y Antigüedades. Volwnen 38. Bogotá, julio a septiembre de 1951, p. 544.

15. El escudo institucional, heráldica nacional actual, fue instaurado en 1937 por el

rector Roberto Franco, inspirado en la filosofía liberal. Dice en latín: Inter Aulas Academiae Quaere Verwn, cuya versión castellana es: "Busca la verdad en las aulas de la academia"; o bien "En las aulas de la academia busca la verdad': significando que la verdad no es absoluta y se percibe a través del conocimiento del hombre,

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López Pumarejo condecorado

Históricamente merece recordación y reconocimiento. Las palabras transmiten la justificada razón de haber satisfecho la necesidad colectiva, académica y nacional en una época en que esas decisiones, en otras manos, hubieran frustrado toda esperanza para la iuventud. Fueron las aulas donde no pudo estudiar las que despertaron su expectativa e interés por la política, como primer expositor en la inauguración de la Cátedra Libre en el salón de grado de Santa Clara. Los estudiantes 10 escucharon, supieron de su inquietud y capacidad coordinadora, ordenadora y pragmática. Lo identificaron y adivinaron su destino. Él, inteligentemente, depositó. en muchos su confianza. Se hizo próximo a los más inquietos, lo que explica la gestión dinámica de lo que fue después su gobierno y nos dice por qué los jóvenes, en su mayoría, fueron sus más cercanos colaboradores16 • A López Pumarejo le pertenece esta anécdota: en reunión con sus noveles ministros hizo alusión a la calma estudiantil durante su gobierno, acostumbrado como estaba el país a las revueltas universitarias. "¿No han notado ustedes que se acabaron las revueltas estudiantiles?", dijo. Adán Arriaga Andrade, muy listo, repuso: "Presidente, es que quienes hacíamos las huelgas, ahora estamos en el Gobierno". La carcajada fue estruendosa. López venía madurando la idea de una sede universitaria. Los profesores, escépticos, rechazaban ir a dictar clase a unos potreros carentes de todo y lejos de todo. Sobre un mapa, el presidente argüía que Bogotá tenía forma de herradura y El Salitre sería el sitio ideal. Tarde o temprano quedaría allí el centro. Estando la Universidad a veinte metros del Capitolio, eran frecuentes las bósqueda constante. El dibujo es atribuido a Rosendo Aconcha de Tunja, un médico que murió allí y tuvo una botica ubicada frente al colegio San Ignacio. Fue elaborado a finales del siglo XIX. Véase La Impronta. Medellín, agosto 4 de 1996, p. 3. También fue usual la estrella flamigera o de cinco puntas tefíida en rojo sobre el fondo blanco de la circunferencia, amarrada externamente por un circulo en cuyo centro estaban las letras UN, inspirada en el dibujo hermosamente ilustrado por Da Vinci como integración del hombre y el universo, y asumido por los masones. Posteriormente, se usó un escudo rectangular sólo con las letras UN, en un cuadrante sin vértices y formas redondeadas, de autoría del profesor David Consuegra, elaborado aproximadamente en 1968. 16. En su óltimo discurso en la Ciudad Universitaria, López Pumarejo hizo esta alusión a su origen provinciano ya su parentela originaria del Valle de Upar.

El 20 de noviembre de 2001, 44 años después, se rindió homenaje a Alfonso López Puma rejo, fundador de la Ciudad Universitaria. De izquierda a derecha: Eduardo Umaña Luna, Ciro Quiroz y Alfonso López Michelsen Archivo Unimedios. Universidad Nacional dp Colombia Fot6grafia de Guillermo FI6rez

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ausencias a clase. Sería mayor allá. Agregó: habrá comedores y dormitorios internos, así nunca saldrán de sus prediosl7 • En el homenaje que el 22 de septiembre de 1958 le rindieron los estudiantes, sugirió invitar a Laureano Gómez, quien también fue condecorado. Éste, egresado de Ingeniería, recibió el cariño de alguien que ni siquiera había estudiado en aquellas aulas. Ese día los estudiantes, luciendo sus mejores vestidos, estrecharon con entusiasmo la mano de López Pumarejo con signos de inmensa gratitud. El ex presidente disfrutaba su obra. Era una mañana fresca con horario de doce y el aula máxima vibraba al desbordar la emoción que no daba espera. Allí pronunció su último discurso; moriría dos meses después, el 21 de noviembre de 1959t8. Si ahora la Universidad Nacional, me otorga tan generosamente la Medalla del Mérito Universitario, ello se debe y no en pequeño grado, a la preocupación que caracterizó mi actividad ciudadana, de dar a las nuevas generaciones la educación y la preparación que a mí me hicieron falta. La fundación de la Ciudad Universitaria no viene a ser así, y en último término, sino el deseo de un colombiano que no tuvo universidad, de que todos los colombianos que se sientan inclinados al estudio, encuentren siempre un Estado que les brinde oportunidad de hacer una carrera. Cuando recapitulo tantos hechos como jalonan una actividad política de cincuenta años, muchos de los cuales se reputaban imposibles en su tiempo, y que tuvieron que vencer más de una vez al escepticismo de mis contemporáneos, que me asombra por contraste el apoyo y la acogida que encontraron siempre entre la juventud y entre los humildes. Tan difícil como ocasionalmente me fuera convencer a los poderosos para que me secundaran en empresas atrevidas de redención nacional, me fue fácil, sencillo y grato despertar el entusiasmo de las gentes anónimas, porque ya fuera tratándose de sustituir, después de cuarenta y cinco años, el edificio de la hegemonía conservadora, o proporcionando la transformación de la vida económica, fiscal y social del país, o poniendo términos con una entrevista personal con el Presidente del Perú, a una guerra internacional o reconciliando, por actos unilaterales de concordia y desprendimiento, a los que invité a mi partido, a nuestras dos parcialidades enfrentadas desde hacía diez años, siempre encontré una respuesta calurosa en el pueblo colombiano y una extensa nómina de colaboradores y auxiliares dispuestos a prestarme el concurso de su inteligencia y de su voluntad. Nadie mejor que el

17. Eduardo Zuleta Ángel. El Presidente López. Editorial Albon Interprint. Bogotá, 1996. 18. Diario El Tiempo. Bogotá, noviembre 21 de 1958.

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Presidente Lleras Camargo a quien me ligan tantos vínculos de gratitud y de afecto, hubiera podido darle realce a esta ceremonia que interpreta la gratitud de la Universidad y de la República, en general por servicios que juntos les prestamos en el pasado. Él participa necesariamente de la misma emoción que embarga el espíritu al recapitular los orígenes de la reforma universitaria y la fundación de la Ciudad Blanca y sabe lo que para mí significa que de estos claustros, que en otro tiempo sirvieron de protesta para manchar mi nombre y mi obra de gobernante, me corresponda retirarme abrumado por tantas muestras de generosidad y gallardía como las que he sido objeto esta tarde'9.

A su lado estaban el rector Mario Laserna,Alberto Lleras, Roberto Urdaneta Arbeláez y Laureano Gómez, quien tanto había atacado el proyecto. La expectativa sobre este último era total. "Entonces, como todos, Laureano lo felicitó 20 • El instante se movía con gratitud recíproca. Otros tiempos, otras generaciones. Muchos de aquellos que lo habían descubierto como político lo acompañaban en el mismo escenario donde había hablado por primera vez. Tal vez una satisfacción mayor lo urgía: su hijo, Alfonso López Michelsen, regentaba con brillantez e idoneidad la cátedra de derecho constitucional colombiano en la Escuela de Derech0 2 ' . El edificio de Derecho

Don Agustín Nieto, humanista jovial, dueño de gracejos y buen gusto, quería que la ética y la estética anduvieran juntas. Se acercaba la inauguración de la Facultad de Derecho, para cuya apertura la edificación debía estar adornada con jardines. Buscó un especialista japonés, famoso en su oficio, de moda en Bogotá. El oriental sembró geranios, plantó tulipanes y estacó rosas. La ornamentación, sin peros, relucía en armonía con el plano blanco de la escuela. 19. Zuleta Ángel. Op. cit., p. 85. 20. Aníbal Noguera Mendoza. Op. cit., pp. 15-457-461. 21. La Universidad tenía para entonces una estructura de integración nacional que aglutinaba estudiantes de todas las regiones, etnias y culturas, conformación a la

cual atribuye López Michelsen su germen inicial para trascender a la candidatura presidencial. Véase Alfonso López Michelsen. Palabras pendientes. Conversaciones con Enrique Santos Calderón. El Áncora Editores. Bogotá, 2001, pp. 45-49.

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Agustín Nieto Caballero. Rector de la Universidad Nacional de Colombia

(1938-1940). Fundador del Gimnasio Moderno y fue director general de Educación de

1932 a 1936 Caricatura de Rendón

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La información llegó a Santa Clara y no tardaron sus discípulos de Derecho en reprocharlo. El día de la inauguración, el doctor Nieto, acompañado por personalidades, no había terminado de pronunciar su discurso cuando los alumnos empezaron a gritar: "¡Abajo los florilindos, aquí no somos mujeres ni maricas! ¡Afuera don Agustín con su japonés!" Todos a una gritaron: "Esto es pa'machos" y embistieron contra las rosas, claveles y tulipanes. No dejaron uno n . Cuenta el ingeniero Timothy Britton23 que don Agustín Nieto viajó como rector de la Universidad a Francia, invitado a un encuentro mundial sobre educación superior. En su ausencia, sus orgullosos alumnos alababan la misión; en cabeza suya traería positivos cambios. Imaginaron de regreso al doctor Nieto Caballero, cargando bibliotecas, laboratorios y muchos planes académicos para realizar. No fue así. Como muestra de paternal bondad para con sus "muchachos" trajo apenas unos livianos cuadritos que mostraban figuras de avestruces flacos, un poco raros, que él en persona, con la ayuda de un obrero, ubicó en cada dormitorio de las residencias. Queriendo hacerlo mejor, los colocó mientras los estudiantes estaban en clase. Pensó que les agradaría la sorpresa. No imaginó el apacible Agustín Nieto que el asunto saldría al revés. Los estudiantes retiraron aquellas modestas y decorativas pinturas y se fueron hasta la Plaza de Bolívar, en recorrido por el centro de la ciudad. Se toparon con el tranvía, del cual ya era costumbre apropiarse en las revueltas. En pancartas alusivas a los dibujos podía leerse: "A volar afuera don Agustín con sus patitos". El rector, ante aquel agravio, de puro orgullo presentó renuncia y se fue. Pocos días habían transcurrido desde el momento cuando ellos mismos le habían pedido que se quedara. Cuando salió la Universidad del claustro de Santa Clara para ocupar su ciudadela, se dejó atrás el rito del juramento a la bandera. Era gracioso ver al rector reunido con los primíparos en el patio. Leía la fórmula del juramento, que los alumnos repetían monofónicamente. Nacía de este modo un nexo que pervivía muchos años después de haber egresado. Particularmente al escuchar en cualquier lugar:

22.

Versión de Abigaíl Sandoval de Vargas, quien llegó muy joven, recién terminada la construcción de la Facultad de Derecho, como vendedora de alimentos ligeros. Todavía es propietaria del quiosko que funciona entre Odontología y Derecho.

23.

Ingeniero civil y luego estudiante de Derecho. Nacido en las islas de San Andrés y Providencia.

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... Salud adorada bandera que un día batiendo tus pliegues allá en Boyacá sellaste por siempre la lucha bravía de un pueblo que ansiaba tener libertad ... 24

La composición se cantaba en los actos públicos para despertar el nacionalismo ofendido en Panamá por la incursión arbitraria de la doctrina Monroe. Su contenido crítico y alcance político fue evidenciado por Armando Solan02 5, desde que se oyó oficialmente la letra, por primera vez, el7 de agosto de 1919 en Bogotá. La UNEC, Laureano Gómez y el cardenal Concha

En mayo de 1959 el solio cardenalicio llegó a manos de Luis Concha Córdoba, cuadragésimo cuarto jerarca de la Iglesia vernácula. Hijo de presidente y educado en Europa, estaba formado desde la cuna para imponer autoridad26 • Simultáneamente, una gran agitación estremecía a la Universidad con el nombre de "ABC Juvenil". Mediante mesas redondas se pedían reformas estatales en justicia y salud27 • Los avalaba la Unión Nacional de Estudiantes (UNEC), que impulsaba el Tercer Congreso Estudiantil para el 20 de julio de ese mismo año, en Barranquilla. Sin ton ni son, el Congreso Mariano, la curia de Medellín y sectores de la derecha estudiantil se opusieron, luego de expulsar de su seno a miembros que no eran de su entera confianza. La UNEC tenía para realizar el evento un subsidio de veinte mil pesos otorgado por la Asamblea del Atlántico, pero fue retenido por el gobernador. Recurrieron entonces a buscar la ayuda del recién nombrado cardenal. El jerarca tenía referencias de que la asociación era misteriosa, izquierdista y luciferina, capaz de celebrar pactos y trata de almas con tal de lograr lo suyo. No obstante, los recibió sorprendido, muy amablemente y con muchas reservas. 24. José Joaquín Ortiz (1814-1892). Poeta colombiano neoclásico, autor de este himno. Vivió y murió en la calle 18 con carrera 4a. de Bogotá. 25. Armando Solano. Glosas y ensayos. Tunja, pp. 39-41, 219-226. 26. José Vicente Concha, presidente de la República (1914-1918), casado con Elvira Córdoba Mosquera, nieta de don Tomás Cipriano de Mosquera y quien fue la madre del cardenal mencionado, nacido en el palacio presidencial. Véase Diario El Espectador. La revista. Bogotá, junio 2 de 2002. 27. Revista Semana. Bogotá, mayo 26 de 1959.

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La UNEC, víctima de golpes, agresiones y críticas, buscaba de cualquier manera mostrar que era una organización inofensiva y apolítica. Decía que no pediría en el Congreso la unión de todos los proletarios del mundo. No hablaría de posiciones, constancias, ni lucha política; mucho menos de problemas sociales y políticos que erizaban la piel del Gobierno. A la casa de Laureano Gómez28 , jefe de la derecha, habían llegado los de la UNEC mucho antes de visitar al monarca eclesiástico. Pensaban que los dos personajes, bien manejados, lograrían que el gobernador del Atlántico soltara la plata, retenida en venganza porque la organización estudiantil daba pataditas a los Marianos en su revista Fuego. Próxima la fecha del Congreso, era previsible su fracaso por falta de dinero, por lo que la UNEC lo postergó para septiembre. Gómez oyó a los estudiantes y, creyendo tenerlos en sus manos, prometió ocuparse del caso y conversar con el gobernador. Así lo hizo y la plata llegó, bajo condición de no utilizar las palabras "colonialismo" ni "imperialismo" en actas y comunicados. Por su parte, el cardenal Concha exigió absoluto sometimiento a la doctrina moral católica, nada de alusión a las tesis materialistas, una declaración pública de fe y que un capellán lo representara en el encuentro. Los estudiantes prometieron meditarlo. Plata en mano, los de la UNEC ampliaron sus esfuerzos. Llegaron a Barranquilla y lo primero que pusieron en el orden del día fue el tema de la intromisión de la Iglesia en los asuntos políticos del estudiantado. Advertían la renovación de las costumbres que, siendo inefables para unos, eran relativas para otros. Se referían al dogma. En el Congreso se olvidaron de temas de su incumbencia como el injustificado ausentismo de algunos profesores para ocuparse de la nacionalización del petróleo; no criticaron la mediocridad en las cátedras, pero sí lo que ocurría en las colonias africanas, y mientras sus comunicados condenaban a Chiangkai Shek, admiraban a Fidel Castro, cuyo gobierno era loable, a pesar de no converger con las pautas del Congreso Estudianti129 • 28. En 1950, a los pocos meses de llegar a la Presidencia de la República, privó a la

Universidad Nacional de su moderna imprenta recién importada. Sin aviso, fue retirada con destino a la Imprenta Nacional, institución ésta que, tiempo atrás, había estado adscrita a la Universidad. Información de José Barrera H., jefe de sección de la imprenta universitaria en esa época y durante 16 años. 29. Revista Semana. Bogotá, julio 21 de 1959.

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Es de mencionar que en el teatro surrealista en que se mueve el estudiante, tanto se pelea como se discute y se hacen alianzas. Por eso, sostienen en público asuntos que los políticos no debaten. Al final, el desajuste entre lo nuevo y lo tradicional los lleva a posiciones extremas. Con los años, crecieron los ataques a Laureano Gómez y no faltaron las pedreas al palacio cardenalicio, acusados de mezclarse indebidamente en asuntos del estudiantado.

El movimiento en los años sesenta

El histórico discurso de Alfonso López Pumarejo en la Universidad, en 1958, le sirvió para rememorar su gestión de veinticinco años atrás. Legitimó de paso la incursión de su hijo López Michelsen como continuador del inconcluso plan de "la revolución en marcha". Profesor destacado de Derecho Constitucional, despertaba confianza entre alumnos inconformes e izquierdistas. La idea de formar un tercer partido se agitó desde el periódico La Calle, que mostró dos veces a López Michelsen abrazado con el líder comunista Juan de la Cruz Varela30• La intención era capitalizar arrestos en la juventud y cautivar tanto a viejos guerrilleros como a veteranos profesores de la Universidad. La dimensión del padre en la Universidad, quien "siendo un oligarca" atacó a la oligarquía desde el periódico El Liberal, abrió caminos para su hijo, que reclamaba ahora con acierto el derecho a señalar el rumbo, criticando la estructura política pasmada en la rigidez frentenacionalista: "Queremos una nueva clase dirigente formada por mestizos, negros, blancos, clase media, jóvenes profesionales, obreros y campesinos en vez de la clase extranjerizante y excluyente". Era, ni más ni menos, la proyección paterna asumida en la idea de que su doctorado era en colombianismo y no en derecho, palabras que sonaron gratas al oído de los universitarios, entregadas en el lugar y tiempo precisos. Censuraban al establecimiento y aglutinaban en la Universidad el malestar disperso, que carecía de cauce para ser expresado. La Calle, periódico arbitrario, crítico e irreverente, canal de la inconformidad, cautivaba el gusto estudiantil con sus adjetivos agrestes. Sobrevino otro abrazo de López hijo con Diego Montaña Cuéllar, profesor universitario y líder de los obreros del petróleo. Esto selló el pacto juvenil y 30. Líder agrario de la región del Sumapaz y Viotá, en Cundinamarca. Era un puntal,

respetado y reconocido como líder legendario del Partido Comunista.

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dio paso al nacimiento de las Juventudes del Movimiento Revolucionario Liberal (MRL), tanto en la Nacional como en el Externado y en la Libre. Montados en el tren de la victpria, convencidos de que "los grandes días están por venir" viajaron a la conquista del poder3l • Los estudiantes cuestionaban el incumplimiento constitucional del Estado sobre el diez por ciento del presupuesto para educación, ni siquiera intentado. Aunque el gobierno de turno tuviera legitimación electoral, se sabía que provenía de una gran huelga contra una dictadura, y el incumplimiento de sus protagonistas impondría, tarde o temprano, los mismos medios como solución. A partir de entonces el mecanismo descubierto por los universitarios fue constante y eficaz.

Arden los buses por primera vez

Había llegado a veintidós meses el reinado frentenacionalista y seguía el festejo del triunfo contra el despotismo. El presidente Lleras ponderaba al estudiantado como definitivo para el Gobierno. Había motivos para el descontento, pues de no haberlos se estancaría la democracia. El transporte urbano incrementó sus pasajes en un treinta por ciento y el alza despertó el rechazo. El Gobierno anunció la imposición de cómodas tiqueteras que eran preferibles por el descuento especial que entrañaba, así fuera en los viejos buses de años anteriores. No fue sorpresa que el primer día de clases los chóferes, en obediencia a los propietarios, desconocieran la decisión gubernamental, omitiendo parar cuando advertían pasajeros con maletines o libros. Irritados ante la situación, los universitarios decidieron irse a la calle "para ejercitar la democracia': Como manadas corrieron al centro, elevaron sus libros, blandieron sus reglas T, sonaron tibias y peronés, y por primera vez usaron suéteres a la moda inglesa e hicieron sus reclamos con pancartas. Invadieron las puertas del Palacio de San Carlos, requiriendo la presencia presidencial. Al no ser oídos, se sentaron o se acostaron en el suelo. La oratoria fue de garganta en garganta. Habló Antonio Larrota, siguió Manuel Salge, no tardó Alfonso Romero y terminó Raimundo Mendoza. La protesta matutina se disolvió pero no la insistencia en la audiencia presidencial. Sin respuesta, nuevos grupos marcharon por las calles, al final de la tarde. 31. Revista Semana. Bogotá, mayo 26 de 1959.

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No llevaban libros y su indumentaria había cambiado, eran menos juveniles y la nota predominante estaba en los sombreros y en las ruanas que usaban. Bloquearon las vías colaterales, pero la policía, prudente y disciplinada, se mostró indiferente. De repente, un vehículo quedó llantas arriba como un insecto impotente. Los comerciantes no sabían que sucedía. Bajan las cortinas metálicas y el centro de la ciudad rugió como un cataclismo. Bajo el manto nocturno, ardieron automóviles, signando de terror los rostros que recordaban el9 de abril de 1948. El saldo: cincuenta oficiales heridos, ciento ochenta amotinados presos, más de sesenta vehículos averiados e innumerables vitrinas hechas trizas. Avanzada la noche habló el presidente. Los comunistas otra vez se llevaron parte de las diatribas y el ejército entró a patrullar la ciudad. Al siguiente día el reproche fue enfático y recíproco. Se manifestó de nuevo el apoyo de los gremios económicos al presidente, y como aún existía amable comprensión para los estudiantes, hubo perdón para sus retozos, pero se sintió que algo hervía en el fondo. El presidente soltó una verdad y dijo que su régimen era sólo de reajuste institucional y que la democracia, en su práctica, hacía inútiles la piedra y el incendio. También cayó en la cuenta de que los encargados de solucionar el conflicto del transporte colectivo urbano sólo habían tomado nota de los desórdenes para mandar la pelota al Congreso respecto de un proyecto de ley. Los universitarios vieron su orgullo herido, se sintieron burlados y pusieron en sus miras los buses, para sus revueltas futuras. Recordaron al Gobierno que toda acción fantasmagórica, por inducidas experiencias de engaño, tendrían como premonición otro "martes trágico", así estuviera en pleno furor el Frente Nacional"32 •

Rector del Frente Nacional

Sentado en la silla en donde había sido puesto como primer rector del Frente Nacional, estaba Mario Laserna Pinzón, conservador de treinta y cinco años, graduado en el exterior, periodista, filósofo y matemático; pipa entre dientes y boina vasca, era también un as para sacarle quites a los toros de lidia. En su remanso de la Universidad nunca imaginó que en la intrincada historia política nacional, debajo de las trágicas disensiones partidarias entre liberales y conservadores, había una historia secreta que divide a los personeros 32. ¡bid., marzo 10 de 1959.

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de la nación. Unos son frenos y otros aceleradores del progreso. La Universidad es el crisol purificador de las contiendas. Nunca lo supo. Fue la razón para que al momento de escoger decanos, de un total de dieciséis, nueve fueran liberales y otros seis partidarios suyos, incluido el liberal Bernardo Gaitán. Mahecha, reelegido para la Facultad de Derecho, que escribía una columna en El Siglo y abogado confidencial de la familia Gómez Hurtado. Víctima del "confusionismo intelectual" generado por Laserna, no se enteró a qué bando representaba. A punto de estallar de rabia, presentó su renuncia. El Siglo espetó diatribas contra la Universidad. Un grupo llamado Comando de Juventudes Conservadoras, sin registro, exigió en vehementes comunicados la paridad constitucional en los decanos. Sobrevino un veto a tres profesores de Arquitectura, el cual, sin saberse cómo ni cuándo, puso a bailar en la cuerda floja al rector Laserna, que cambiaba de pareceres. Finalmente, se incubó una huelga total. Los conflictos se sumaron unos a otros y el rector llegó a ser acusado de norte americanizar la enseñanza, así como de subir el arriendo de las residencias. Desconocedor del terreno movedizo sobre el cual transitaba, se ganó el rechazo de los veterinarios a quienes no autorizó para viajar a Londres a un Congreso de Salubridad Animal. El caos paralizó a la Universidad, al punto de querer derrumbar su propia jerarquía. "El señor Laserna presenta problemas': insinuó la prensa. Los estudiantes sabían que la auténtica lucha universitaria no se libra en los cascarones de los partidos políticos, sino en sus propios patios. El rector y su Conciliatura veían las cosas con desparpajo envidiable. Para justificar su inadecuado proceder, en la escena de su propio desastre crearon "un problema de Estado". Decían a un bando lo que no pensaban yal otro lo que creían pensar. En última instancia, dijeron que lo que pretendían los estudiantes era impedir el viaje del presidente Lleras Camargo a los Estados Unidos. Esta potencia había resuelto hacer de Colombia el país piloto de América Latina de su Alianza para el Progreso y el presidente Lleras recibiría seiscientos millones de dólares como parte de un nuevo Plan Marshal. Podían imaginarse los profesores y alumnos al señor Eisenhower saludado por Lleras. Al mismo tiempo, las noticias de Bogotá mostrarían estudiantes heridos, buses quemados, vitrinas rotas y las ventanas de la embajada americana ardiendo por las bombas molotov, "con graves consecuencias para el país': Laserna informó a la Conciliatura que lo habían llamado de palacio "a las once de la noche" para saber cómo andaban

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las cosas. Exigían solución, como fuera, y él creía que la solución estaba en que los tres profesores debían ser expulsados. Eso aceleró la huelga general. Trapos al sol fue el nombre como se conoció la disputa entre Laserna y el señor Samper, secretario de la Presidencia de la República, sobre la verdad. No había existido tal llamada. Estudiantes y profesores ven que Laserna una vez más había cambiado de posición. Promovía ahora lo que él mismo llamó "la democratización", programa que poco importó a los huelguistas. Lo grave fue que en plena parálisis Laserna se fue a los Estados Unidos, dejando sola la rectoría en momentos en que se requería una solución integral. Los estudiantes salieron a la calle y se tomaron el Senado. Llevaban carteles que decían "inepto". El cuento de la democratización de la Universidad, la injerencia legítima de los estudiantes en su mando, y la voz de la mayoría, frases acuñadas por Laserna, sirvieron para que los estudiantes le voltearan la torta y le solicitaran la renuncia. Nada tomó en cuenta cuando le pidieron que se fuera; se hizo el sordo ante todos, incluida la Cámara de Representantes, que debatía su conducta. Sabedores los estudiantes de que a su regreso tocaría la pandereta de la ayuda externa para la Universidad, ya le tenían lista una comisión ante el presidente de la República. Centenares de compañeros se apostaron en las propias puertas de San Carlos a la espera de una respuesta. Unas horas después se conoció la renuncia de Laserna. Una vez más, los estudiantes se salieron con la suya. Llevabanentre manos una comisión tripartita para tramitar una reforma que terminaría por instaurar por primera vez el cogobierno, base y principio de lo que sería la fortalecida organización estudiantil de los años sesenta33 • Modernización e independencia

La prensa nacional había copiado los remoquetes escritos en las paredes blancas de la Universidad. Rotularon en sus primeras páginas: "¡Que viva la huelga!" En la primera quincena de 1961, dieciocho mil estudiantes interrumpieron sus clases. La mitad, diseminados por las calles bogotanas, y el resto en todo el país. Tenían matiné, vespertina y noche; luchaban por la autonomía, y por evitar el recorte de los auxilios oficiales. El desenfreno rondaba el 33. [bid., noviembre 25 de 1958. Como también abril 7, 21, 28, mayo 5 y 26, Yseptiembre 1 y

30 de 1960.

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claustro de manera que el diablo parecía llevarse en sus garras el alma matero El movimiento pedía separar a la Universidad del Fondo Nacional Universitario que sólo le representaba gravámenes. Se solidarizaba también con la Universidad de Medellín; allí, el grupo de choque Ciencia y Libertad pedía la designación de una Comisión Nacional Estudiantil de Arbitraje. La Universidad Libre, "al rojo vivo", esperaba órdenes para mostrar sus bríos34• Tres puntos de discordia. La Universidad de Medellín, fundada diez años atrás, ahora en manos de Eduardo Fernández Botero, incluía en su pénsum la cátedra de "refutación al marxismo", dictada por Jorge Rodríguez Arbeláez. Expulsados veinticuatro estudiantes, el hecho precipitó un paro de cuatro días. La lentitud del proyecto de reforma de la Universidad Nacional y su autonomía buscaba marginar sectores considerados "foráneos" como la Iglesia, los gremios y el mismo Gobierno. No obstante que el proyecto consagraba la libertad científica, era obligación enseñar doctrina cristiana35 • ElI7 de mayo se anunció un paro intermitente, dos días de estudio y dos sin clases. Finalmente resultó indefinido. Seis días después, deliberaba un comité bipartito de directivos y estudiantes cuando fue raptado por una manifestación que cargó con sus propios delegados. Pretextaron contactos directos con la Presidencia de la República. Ésta los escuchó y recomendó soluciones para el conflicto de la Universidad de Medellín, así como la aceleración de la reforma. Unas declaraciones políticas del estudiante de Medicina Guido Lastra, del Consejo Superior Estudiantil, marcaron otro rumbo al movimiento. Lo involucraron en lo político, económico y social, y acabó calificando de inepta a la clase dirigente tradicional. Treinta días llevaba la huelga a pesar de las concesiones gubernamentales, por lo que era inexplicable el no regreso a clases. Por el contrario, surgieron posiciones que llevaron a las directivas a sugerir el cierre temporal, situación ante la cual ochenta estudiantes retuvieron buses de servicio público, propiedad del municipio de Bogotá. El 5 de junio, diez carabineros tomaron por asalto los predios. Fueron capturados los estudiantes Alberto Vásquez y Luis Sarria. En represalia fueron retenidos los agentes Alfredo López y Pedro Murillo, quienes fueron conducidos a la Cafetería Central. Allí comieron empanadas y gaseosas y sirvieron para un "canje de prisioneros". 34. [bid., mayo 20 de 1961. 35. [bid.) junio 19 de 1961.

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La huelga se desplazó a las salas de cine de la ciudad, que se vieron inte'rrumpidas por arengas ya familiares a los bogotanos. Un día, los titulares de prensa acusaron al estudiante hondureño Rafael Murillo, empleado de la embajada de su país, de estar involucrado en los disturbios. Los estudiantes lo asilaron en las residencias, convertido en víctima de una persecución. Fueron señalados los nombres de Guido Lastra, Jair Monroy, Alberto Aguirre y Hugo Laverde36 como genios ocultos de las revueltas. En respuesta al cese, el Gobierno reconoció que la Universidad debía modernizarse y solucionar sus conflictos sin dilaciones. Aunque advertía una perturbación del orden público, confiaba en la sensibilidad estudiantil. El 12 de julio debían iniciarse las clases; en cambio, surgieron con más fuerza los reclamos de autonomía total. Se pedía marginación oficial pero también la intervención del Gobierno en Medellín, para que los "ayudara a tumbar al rector Botero", lo que el ministro de Educación rechazó, diciendo: "En donde no debemos intervenir, no intervendremos': La Asociación Colombiana de Universidades, sin soluciones a la mano, parecía ineficaz. Mientras tanto, la prensa reconoció que "para bien o para mal, la sociedad colombiana había dado beligerancia política a los estudiantes". Una carta del médico José María Albornoz Ruiz, desde Washington, acusó al Estado por imprecisión en las políticas universitarias y reconoció el aporte histórico de los estudiantes. Ya para entonces el movimiento había tomado rumbos políticos37 • ¿Idiotas útiles?

Se empezó por culpar al estudiantado de obedecer "órdenes de arriba': de la izquierda internacional. Los medios de comunicación no entendían cómo los dirigentes movían a las masas, involucrándose en el papel del Estado y la sociedad formales. Apenas criticaban a la Universidad, a la zaga de concepciones democráticas, económicas y sociales. En pleno calor de las plataformas ideadas por el Consejo Estudiantil, éste ordenó la devolución de buses. Paradójicamente, 36. Destacado científico, biólogo y matemático bogotano, profesor de Medicina,

director del proyecto sobre cultivo de ostras de agua dulce en asocio con el químico Tomás Iriarte, murió ahogado en los Llanos Orientales cuando realizaba investigaciones por encargo de la Universidad Nacional. 37. Revista Semana. Bogotá, junio 26 de 1961.

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un comité de huelga de su propio seno se propuso impedirlo. Se mandaron la pelota el uno al otro y, entre tanto, el Gobierno cavilaba. Nació un nuevo lenguaje: "desviacionista" era quien no obedeciera la línea trazada. "Burgués", "reaccionario", "retardatario", "entreguista': "vendido a Fenalco y la Andi" se pusieron de moda. "Progresista" y "consecuente", aquel que armonizara con programas de izquierda. La prensa denunció purgas al modo staliniano. Culpó al profesor Diego Montaña Cuéllar de la hecatombe y dio a la publicidad nombres, fechas y lugares de congresos estudiantiles que fueron preámbulo de huelgas38 • Los estudiantes atacaron las "fuerzas extrañas en la Universidad': encarnadas en el Estado, Iglesia y gremios39 • Los opositores afirmaron que todo obedecía al planteamiento de Stalin, "la educación es un arma'~ Sin saber cómo neutralizar acciones y aspiraciones de los jóvenes, embistieron contra las elecciones estudiantiles' que los habían dejado sin espacios40 • Después estalló un escándalo, al ser allanadas las oficinas de la Juventud Comunista. Un total de doce células, con su organización piramidal, fueron acusadas de los disturbios. Del Centro Juventud Roja y del Centro Comuneros hacía parte un gran número de estudiantes, entre los cuales estaban Alfredo Mestra, Luis Pérez Jánica y Jaime Bateman Cayón, que portaba el carné número quince, más tarde ideólogo y fundador del movimiento guerrillero M-19 4 " En lo político, el Movimiento Revolucionario Liberal (MRL) encauzó las nuevas vertientes estudiantiles. Calentó la inconformidad contra la fusión de los partidos y prendió el análisis de la ruptura estructural de las ideologías tradicionales. Para impulsar los cambios, se unieron nuevos proyectos juveniles a la tarea de viejos combatientes y veteranos profesores universitarios 42 •

38. Ibid., julio 3 de 1961. 39. En el debate contra la Iglesia, una solución equitativa optó porque estuviera

representada por un sacerdote-profesor designado por el ordinario de la arquidiócesis de Bogotá. Escogido Camilo Torres Restrepo, resultó con ideas más avanzadas que muchos laicos miembros del Consejo Superior. El problema fue entonces para la arquidiócesis que en poco tiempo se enfrentó con su propio representante. Véase ley 65 de diciembre 19 de 1963. Diario Oficial. Número 31270. 40. Revista Semana. Bogotá, julio 24 de 1961. 41.

Ibid., agosto 21 de 1961. Allí figuran, como apéndices de la Juventud Comunista, algunos políticos de actualidad nacional.

42. Ibid., agosto 31 de 1961.

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A Mario Laserna lo remplazó el ingeniero Arturo Ramírez Montúfar, protagonista de la transición, con tanto trajín, que la prensa destacó haber abandonado su vieja escopeta de dos cañones importada de los Estados Unidos y su afición de cazar patos en los humedales próximos a Facatativá, para afrontar la guerra estudiantil. Sin poder contener la avalancha, utilizó todos los medios y métodos a su alcance, hasta la expulsión. La aspiración del cogobierno se radicalizó; fue derrotada la enseñanza religiosa incluida en la reforma. Los opositores gritaban por todas partes: "A la Universidad se la tragó el comunismo"43. Una tesis abogaba por una universidad propiedad del Estado y regida por la ideología de turno; otra versión sostenía que su función y destino debían corresponder a sus estamentos: profesores, estudiantes y egresados. Si algo preocupaba a los tradicionalistas era el sistema electoral que involucró a los alumnos en la administración 44 •

Rechazo al establecimiento

Estaba en marcha la sucesión presidencial; inicialmente ésta se expresó con caudalosas aclamaciones, pero poco después con frustración producto de la baja votación. La oposición se filtró en la extrema izquierda en forma creciente. Ya no eran los estudiantes un apéndice de la confrontación política bipartidista, cuya estructura consideraban atrasada. La Universidad, en pleno, justificaba su política haciendo propaganda al "rechazo del sistema"45, Los universitarios andaban por otros caminos, provistos de doctrinas nuevas. En todas las facultades se intensificaba el estudio político y de las ciencias sociales. Nunca antes se había leído tanto y en forma tan colectiva pero selectiva sobre unas temáticas que se oponían al régimen. Abundaban los grupos de investigación social. Primero fue el MIR, en el cual se inspiró el MOEC (Movimiento Obrero Estudiantil Campesino), de cuyas filas se trasladaron a las juventudes del MRL. Ésta incubó los cuadros iniciales del Ejército de Liberación Nacional (ELN), cuya dirección estaba casi toda formada por universitarios. Los estudiantes de la Universidad Industrial de Santander, los dirigentes del eje obrero petrolero y los inquietos líderes de la Nacional diseñaban políticamente 43. Ibid., mayo 9 de 1961. 44. Ibid., mayo 15 de 1961.

45. Francisco Leal Buitrago. Op. cit., pp. 303-309.

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todas las tareas. Esto generó en el interior del movimie.pto estudiantil una línea "blanda" u ortodoxa, y otra "dura" que sugería ideas activas a su líder Alvaro Uribe Rueda. Camino para que los jóvenes estudiantes vislumbraran otros horizontes. El comité ejecutivo de La Jota46, integrado por Félix Vega Pérez, Manuel Vásquez Castaño, José Manuel Martínez Quiroz, Lesbia Ramos y Guillermo Puyana viajó a Pekín a hacer contactos; a su regreso sostuvieron planteamientos radicales, de orden rebelde. En esa época ya se preveía que "nadie iba a quedarse quieto': De la utopía política se saltó a la realidad del socialismo que iba estructurándose en Cuba. Los líderes estudiantiles rehusaron ser parlamentarios por dos años47, que era lo habitual. La Universidad formaba el sustento ideológico del liberalismo progresista, ido a la zaga en el bipartidismo del Frente Nacional. Quedaban atrás las ideas de sus fundadores y gestores. Veían ahora los estudiantes que el Congreso de la República no jugaba al cambio, y ya no se trataba de fundar hipótesis humanísticas y teóricas de un socialismo lejano, sino de imitar una realidad hecha a la manera latina por los cubanos de la Sierra Maestra. Las revistas Bohemia y Cuba Libre habían empezado a invadir en cantidades alarmantes los medios universitarios. La revolución estaba ahí, amasada con las manos y configurada con los dedos, con la actitud mental que quisiera dársele. Pero nadie podía desconocer que ya desde antes, en plena dictadura de Rojas, Antonio Larrota había hecho planteamientos que debatían teorías sobre las clases sociales y que, aunque aquella actitud fue incipiente, constituyó la primera mecha4B • El estudiante de Ingeniería que había encabezado un primer movimiento armado, sucumbió en Jamundí (Valle), pero otros grupos, igualmente inquietos, le siguieron los pasos. Los líderes que antes iban directo de la Universidad a la Cámara, con el advenimiento de la revolución cubana y la suma de las frustraciones del Frente Nacional, prefirieron hacer fila para la lucha armada. El virus del rechazo a Rojas, impreso en la memoria colectiva e histórica, había creado mística y hecho escuela en la Universidad. Constituyó una transición política que fue de lo puramente local a lo internacional. Se empezó por cambiar de su sitio los nombres patrióticos o tradicionales. Plazas y aulas tuvieron otros apelativos de mejor empaquetadura, precisamente los de sus contemporáneos mártires. 46. Nombre coloquialmente confidencial entre camaradas de las Juventudes del

Movimiento Revolucionario Liberal (MRL). 47. Periodo de un representante a la Cámara de esa época. 48. Revista Semana. Bogotá, marzo 10 de 1959.

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Se percibió que los estudiantes, en masa, se sentían frustrados por los líderes políticos externos, a los que siempre habían seguido. Ahora los repudiaban por sus métodos y estilo. La Universidad Nacional se llamó así misma Territorio Libre de América, donde por más de una vez ondearon las banderas de los grupos hechas jirones para espantar el remoquete de bandoleros y lograr que se les llamara "alzados en armas". Dentro o fuera, en la calle veintiséis estaban los espacios de las primacías. La estatua de Santander fue derribada; su función había terminado, según las innovadoras concepciones. Hoy, no se sabe dónde anda. La plazoleta estudiantil para los encuentros masivos cambió el nombre del general y Hombre de las Leyes para llamarse Che Guevara y el Parque Humboltd hizo lo suyo y cogió otro, Jardín de Freud. Las residencias se identificaron como Camilo Torres, porque ya Nariño o Santander nada decían. La historia cambió su rumbo y su misión. Los nuevos tiempos imponían la ebullición ideológica marxista que hizo su fiesta en cada octubre. La revolución bolchevique, como hazaña, llenó las mentes, y por lo tanto las acciones y las conductas. Aún con intensas contradicciones e interpretaciones criollas que llevaron al enfrentamiento físicos entre bandos. Cualquier suceso válido legitimaba la lucha futura y servía para olvidar el pasado. Se pusieron en boga los versos de Machado que eran repetidos sin cesar: "Caminante son tus huellas el camino y nada más; caminante no hay camino, se hace camino al andar". Sólo que en ese romántico transitar, un día la violencia comenzó su marcha y hasta la poesía pretendió mandato político, que había que cumplir ojalá sin "dar ni un paso atrás ni siquiera para coger impulso", frase de impostergable compromiso. Era el idioma de todos los programas de la Federación Universitaria, al final sumida en la política de izquierda. No importaba mucho el Movimiento de Córdoba, que sirvió de pretexto y que causó tanto trasnocho y desvelo en la interpretación y aplicación de los propósitos académicos iniciales. Lo académico en la nueva época solía ser apenas un pretexto o una transición para lo político. De algún modo, por aulas y laboratorios corrieron las tesis de que había llegado el momento de negar la Universidad; era preciso negarse a sí mismo antes que claudicar ante la rancia burguesía. Quizá ello se derivó de un texto de Régis Debray. Hubo compañeros con tal nivel de fanatismo que eran capaces de recitar de memoria interminables trozos de los textos de Mao Tsé Tung

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y otros autores. Jairo Urbina49 supo tanto de la vida del líder chino que terminó asumiendo su nombre como apodo. Se veían próximos otros horizontes, con oleadas de proyectos y discusiones. Las ilusiones alimentaron a la izquierda juvenil colombiana. Como dijera el pastuso Pantoja (líder de la época), se trataba de copiar la heroicidad del Che, Fidel y Camilo Cienfuegos; lo demás "eran puras güevonadas". Se buscaba que las instituciones fueran, en lo posible, menos abstractas y más humanas. Un día del año 1962, el profesor Montaña Cuéllar agitó la nacionalización del petróleo. Su prestigio era acogido sin recato en las aulas. Estas peticiones, más bien elementales y domésticas, levantaron escamas en la política del petróleo. Para empresas como la Standard Oil Company no era tema siquiera de opinión. La Universidad vio aquí su oportunidad y la asumió como tarea. El cuestionamiento de los petroleros era casi un problema de Estado, materia prohibida en ese entonces. Su régimen legal era de prívate legis. La vanguardia izquierdista estudiantil resolvió apoyar a ia USO (Unión Sindical Obrera) en huelga, sumándose en coro a la nacionalización del crudo. Las manos se entrelazaron para hacer el símbolo de la fuerza. La Universidad en general se solidarizó. Pero había que estar en algo, ayudar, buscar fondos, no detenerse. En solidaridad y para conseguir dinero fue traída de Barranquilla la orquesta de Pacho Galán, directamente a la Cafetería Central de la Universidad. Aquella noche se inspiró para interpretar el merecumbé "Estoy en Bogotá': Lucho Bermúdez fue llevado para que tocara un baile en la sede de Agronomía de Palmira. No quiso quedarse atrás y compuso lo suyo: "Agrónomos de Palmira". Pacho tocó según estaba comprometido y recibió su paga; el público emocionado hizo que ese contagio, doblemente nacionalista, creciera y la fiesta se prolongó durante horas. En un arrebato de alegría, Pacho se solidarizó con los petroleros. El clamor se tradujo en muchos vivas. A la siguiente noche animó otro baile sin cobrar un solo centavo. El movimiento, en manos de el Compa Guido, Carlos Pantoja, Jaime Pardo Lea150 , Julio César Cortés51 y Raimundo Mendoza Arouni, junto a otros, 49. Sociólogo muerto en Valledupar. 50. Profesor de la Facultad de Derecho, asesinado el día 11 de octubre de 1987 en la

carretera Bogotá - La Mesa. Había hecho una carrera judicial muy destacada. Fue fundador de Asonal, sindicato de la rama jurisdiccional. Al ocurrir su muerte, era candidato de la Unión Patriótica para la Presidencia de la República. 5!. Uno de los fundadores del Ejército de Liberación Nacional, fue muerto por su

propio grupo por diferencias de concepción con Fabio Vásquez Castaño, jefe de la guerrilla en sus inicios.

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adquirió la presión exacta para explotar como nunca antes había ocurrido. Se vislumbraba la trascendencia de los problemas externos que incidían en la vida interna de la academia. Todos los conflictos laborales encontraron en el campus su merecida resonancia. Ya se tenía claro que si la ruptura se daba, sería primero entre estudiantes y los partidos políticos. Ahora iba a ser con quienes estuvieran en el Gobierno, sin importar su color. El choque debía ser contra la oligarquía. Uno, dos, tres ... ¡a retener buses!

No había precedentes. Durante los conflictos estudiantiles empezaron a retenerse los buses públicos en los predios de la Ciudad Universitaria, y en una ocasión llegaron a ser ciento cincuenta. Nadie sabía qué hacer con ellos, hasta que a Frijolito (Alberto Vásquez), se le ocurrió una solución. Después de muchos discursos fraternales planteó cobrar "un peaje voluntario" o si no quemarlos en el término de cuarenta y ocho horas. Los buses llegaban por las talles cuarenta y cinco y veintiséis, circulando en contra sentid? sobre la elipsis interna. Los seguían los "troleys"52 que, después de juntarse en la entrada principal en suave marcha con su carga humana, arribaban a los bloques del Centro Urbano Antonio Nariño, primeros edificios de apartamentos en la historia de Bogotá. Ante aquello, la prensa fue primero tibia. Aún existía admiración por los estudiantes y se recordaba su pasada beligerancia contra la dictadura. Luego, los diarios se hicieron mucho más críticos, hasta llegar a la oposición completa a las pretensiones estudiantiles. Los estudiantes se inspiraron inicialmente en el paro convocado por Lleras que tumbó a Rojas, e hicieron uso de la autonomía que al final endureció al movimiento estudiantil. El Gobierno vio pronto grave aquella libertad, pero no sabía qué hacer. Ni los unos ni los otros tenían experiencias por lo que se movían en la improvisación. Había que ver, y después recordar, la cara de don Silvino Sánchez, dueño de más de cien buses, él solo víctima del concepto económico de Daniel Paternina, Nidia Tobón53 , Camilo Cárdenas, Carlos Becerra y otros del Comité, 52. Buses impulsados por redes eléctricas, con tarifa reducida para estudiantes.

53. Inteligente y bella abogada, fue esposa de Alfonso Romero Buj.

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que se inventaron la tesis financiera de "recolección redistributiva de los ingresos': postura que funcionó. La plata pasó de las manos del empresario a las del comité de huelga, y de éstas, a las arcas sindicales de la indomable USO (Unión Sindical Obrera) dispuesta a pelear. El Comité de Estudiantes, después de varios días de ausencia, volvió a la Universidad, regocijado con dos comunicados firmados por los "duros" de la jerarquía sindical petrolera de Barrancabermeja en los cuales daban las gracias. Los programas del MOEC (Movimiento Obrero Estudiantil Campesino) fueron cumpliéndose poco a poco, y la causa estudiantil los avaló sin prejuicios. Una reunión de urgencia y secreta del Consejo Académico y la Conciliatura de la universidad resolvió expulsar la dirigencia estudiantil, largando a Guido Gómez, Carlos Pantoja y Jaime Pardo. Otros pidieron cacao, los perdonaron y se quedaron, pero "no jodieron más': Las huelgas, tradicionalmente lideradas por Derecho y Medicina, tuvieron eficaz medio de difusión en el periódico El Bisturí, que venía editándose de tiempo atrás. Informaba al estudiantado, que lo acogía por sus humorísticos y políticos textos, ilustrados con magníficas caricaturas. Era dirigido por Julio César Cortés, Hermidas Ruiz54, Guido Lastra55 y Gabriel Guerrero, expulsados a raíz de los sucesos del 6 de junio de 1962 por haber justificado en dos editoriales los actos violentos. Escribieron entonces: "Quienes tomaron parte en la pedrea de almacenes, lo hicieron a nombre propio, como simples ciudadanos y jamás a nombre del estudiantado. Cosa distinta puede decirse de lo ocurrido contra el edificio de El Tiempo. Allí sí fue el estudiantado como tal quien lo apedreó y no debe haber vergüenza de ello". En otro editorial, El Bisturí justificaba la agresión con el siguiente estilo: "Toda esta gente miserable, todo este ejército de desempleados que constituye la esencia misma de un sistema absurdo, está siempre en explicable trance de saqueo y motín". La respuesta de las directivas fue la expulsión. El caso fue a la Cámara de Representantes. Allí, Migdonia Barón quiso emplazar al ex rector y parlamentario Gerardo Molina, pidiendo que expusiera su criterio sobre los actos estudiantiles, justificándolos o condenándolos. Presto, Molina le respondió: "Estoy de acuerdo con usted en eso, pero le recuerdo con las mismas palabras del sacerdote Camilo Torres, que en la Universidad 54. Estudiante de Medicina y fundador del Ejército de Liberación Nacional, muerto en

combate. 55. Actual profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional.

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Nacional hay un rebaño sin pastores". Concluía de este modo el programa de agitación de ese añ0 56 . Tras disentir de la expulsión, el decano de Derecho y miembro directivo Arturo Valencia Zea, fue retirado de la Universidad. Antes, buscó a Guido Gómez ya Pantoja para anunciarles algo que les caería encima. "Acabo de salir de una reunión conjunta y se ha aprobado prácticamente la expulsión de ustedes. Sepan una cosa, yo como su decano no firmé la expulsión y estoy seguro que a mí también tienen que echarme de la decanatura"57. Tres días después, el anuncio se cumplió. El decano Valencia y sus dos amigos se reunieron en el legendario restaurante El Maizal, en la calle doce con carrera novena, en el mismo sitio donde años atrás se habían reunido los conspiradores contra la dictadura. Sitio secreto desde donde "tumbaron" más de una vez al general Rojas en medio de suculentos almuerzos o, para ser más contundentes y radicales, ingiriendo la especialidad de la casa: el mondongo. La prensa y la radio hacían su labor, y de qué manera. Por tercera vez, desde 1886, eran expulsados estudiantes por motivos puramente políticos. Confirmada la noticia, Valencia les dijo: ''Ahora que ya estamos libres, saboreemos unos buenos fríjoles". Guido y Pantoja partieron rumbo a Europa, invitados por movimientos estudiantiles. Diez años transcurrieron para que el Consejo de Estado anulara aquellas expulsiones. A su regreso para reiniciar estudios, ya no estaban allí sus viejos seguidores y muy pocos quedaban de entre sus contendores. Pero, de nuevo en la Universidad, empezaron a moverse como mitos. Eran leyenda. La nostalgia los azoraba. Los estragos en sus vidas mostraban el costo de sus convicciones; sólo los aliviaba saber que habían forjado, con toda mística, los empujes de un movimiento estudiantil en ascenso.

56. Diario El Tiempo. Bogotá, junio 6,7,8 Y14 de 1962; agosto 3, 12, 13, 20 Y23 de 1962. Francisco Leal Buitrago. Desarrollo y sociedad. Bogotá, julio de 1981, p. 309. 57. Una crónica sobre los hechos y su desarrollo fue escrita por el propio Carlos

Pantoja Revelo. Véase Arturo Valencia Zea. La otra dimensión humana. Periódico editado por éste el 6 de agosto de 1993 en Pasto. Compilación de artículos del autor, sin nombre ni fecha del periódico.

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La Universidad transforma y se transforma

Hasta aquí sabemos que el pasado ha jugado su papel y marcado generaciones, llevándolas sin regreso del formalismo al estructuralismo ideológico en momentos en que la intolerancia y el sectarismo institucional han excluido cualquier oposición y negado toda participación progresista para transformar al Estado. Con la alternación liberal-conservadora en el poder se acabaron la confrontación ideológica y su raíz en el claustro. El unipartidismo, desarrollo del clientelismo burocrático, involucró al país en el marasmo. Sin programación ideológica, desfiguró al Estado. No percibió la clase imperante el modo como evolucionaba y se radicalizaba el estudiantado en la Universidad. Se volvieron oposición política después de su aporte en la caída del tirano Rojas. Los líderes, que estaban llamados por su acción y su capacidad a impulsar cambios, se quedaron en lo puramente formal, fuera de la estructura estatal, sin opción y marginados por los políticos tradicionales. Vinieron, sin embargo, las consolaciones y exaltaciones de vidas truncadas e insuperables. Acciones de reconocimiento que no duraron mucho. De los primeros impulsos en lo académico germinó la pasión política en escaramuzas y debates, huelgas, mitines y paros, sin importar ya los postulados del Movimiento de Córdoba de 1918. Otras concepciones modernas sobre educación ocuparon intelectualmente la discusión estudiantil. Con posiciones definidas frente a la jerarquía de clase optaron otros rumbos políticos. Normalizada la estructura tradicional del Estado, no volvió a hablarse de los estudiantes muertos, ni a los estudiantes se les tuvo más en cuenta58 • Quedaron como símbolo apenas catorce plumillas, elaboradas con el mejor arte y el más ardiente fervor, colgadas en los muros de las oficinas estudiantiles, donación del Ministerio de Educación al Consejo Superior Estudiantil. Allí, como testimonio, sirvieron de estímulo y ejemplo de vidas dignas de imitar hasta cuando una orden presidencial clausuró los locales donde se protocolizaban las 58.

Véase La Generación del medio siglo, un testimonio y una actitud. Ediciones Nuevo Signo. Bogotá, 1955. En esa transición frustrada, Crispín Villazón de Armas fue delegado único de la Federación Estudiantil Colombiana (FEC), constituida por más de treinta mil miembros, seis meses después de la tragedia.

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