Historia Economica Y Social General

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MARIA INES BARBERO RUBEN L. BERENBLUM FERNANDO R. GARCIA MOLINA JORGE R. E. SABORIDO

Segunda edición revisada y ampliada Prólogo de Giulio S apellí

I IÜ

BUENOS AIRES - BOGOTA - CARACAS - MEXICO, DF

Í.S.B.N.: 950-537-534-4 Segunda edición Todos los derechos reservados Hecho el depósito que marca la ley 1 i.723 M A C C H Í G R U P O E D IT O R S.A. 2001 © by E D IC IO N E S M A C C H I Córdoba 2015 - (C 1 1 2 0 A A C ) Tel. y Fax (54-11) 4961-8355 Alsina 1535/37 - (C 1 0 8 8 A A M ) Tel. (54-11) 4375-J 195 (lincas rotativas) Fax (54-11)4375-1870 Buenos Aires - Argentina http://ww w.macchi .com E-M ail: [email protected]

E M P R E S A A D H E R ID A A L A C A M A R A A R G E N T IN A D E L L IB R O

LOS AUTORES María Inés B arbero (194-9) es profesora acedada de Historia Económica y Social General en la Facultad de Ciencias Económi­ cas de ía UBA y profesora asociada en ia Licenciatura en Historia en la Universidad Nacional de Luján.

Su campo de especíaiización es ía Historia Económica y en particular, la Historia de Empresas. Es .autora de Los nacionalistas (1983) (en colaboración con Fernando Devoto) e H istoria

deempresas. Aproximaciones historiográficas y problemas en debate (1993). H a publicado diversos artículos sobre temas de su especialidad en revistas nacionales y extranjeras, y el capítulo correspondiente a ia Argentina en la última obra compilada p or A lfr e d Ckandí.f.r (Bt'g Business a n d the

W ealth o f N a tion s, 1997}.

Feknanoo R. García M olín a (1946) egresó como profesor de Historia dei instituto Na­ cional Superior dei Profssoradc. Se ha des* empeñado como docente reqular en diferen­ tes niveles de ia enseñanza terciaria (univer­ sidades nacionales de Mar del Plata y Buenos Aires.. Instituto Nacional Superior) y también en el posgrado de b Facultad de Ciencias Económicas de ia URA Eí- autor, en colabo­ ración, de varios libros de. historia económi­ ca y política argenúna.

Rubén L. Berenblum (1944) se graduó en la

Facultad de Filosofía y Letras de la UBA en ía carrera de Historia: desarrolló una dilatada trayectoria docente en la especialidad de Historia Económica en diversas universidades de nuestro país y dei exterior, en las que ha dictado numerosas conferencias, cursos y seminarios de grado y posgrado. Actualmen­ te se desempeña com o Secretario de Posgrado y director del Departamento de Humanidades de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires.

J o rg e R. E. Saboríoo (1944) es profesor y

licenciado en Historia. Se desempeña como profesor titular de His­ toria Social Genera! y de Historia Económica Mundial (Universidad de Buenos Aires y Universidad Nacional dé La Pampa). Es autor, entre otras obras, de La España de los años '30. República, G uerra C iv il; Revo­ lución (1991); La em igración andaluza ti la A rg e n tin a en la posguerra ciu ii española (1992); Rusia 1 9 j 7: una introducción (1993); Interp retacio ne s dei fascism o ( 1994).

PROLOGO A LA SEGUNDA EDICION U N A R E F L E X IO N S O B R E E L C R E C IM IE N T O E C O N O M IC O Y E L D E S A R R O L L O S O C IA L El libro que ten go el h on or de presentar por m ed io de estas breves notas tiene p o r objetivo ei problem a centra! de la historia y de la teoría econ óm ica, problem a que sintetizo en estas dos preguntas que dirijo al lector: ¿por qué múltiples causas históricas, los cam inos de los sistemas sociales en transform ación tienden a con verger en el crecim iento y p or tanto en los niveles de ingreso p er cápita?; ¿por qué también puede ocurrir que el fen óm en o de la m encionada con vergen cia no se realice y que los sistemas económ ico-sociales diverjan m ás y más en sus niveles de renta per cápita y en la dotación de capitales, no sóio econ óm icos sino tam bién sociales y culturales? El desafío teórico que supone responder exhaustivam ente a esas preguntas se alcanza en este volum en por m edio de una refinada síntesis historiográfica y de una conceptuación ecléctica, encauzada en definitiva entre las teorías deí desarrollo en d ógen o (B arro y S a l a -i-M artin ) ( l) y la relectura, realizada im plícitam ente, d e las hipótesis kaldoreanas (2) sobre el crecim iento producido p or e! funcionam iento virtuoso del sector industrial. Reiecíura que lleva a ios autores a p rop on er nuevam ente la tesis de una fuerza endógena responsable del funcionam iento del sistema. En el ultimo capitulo, destinado a explicar las connotaciones y los límites de! proceso de globaíi^.ación. se identifica ral fuerza no en la -industria (c o m o en el m o d elo de K alo o r ), sino en las íina;;zas y en los servicios de com ercialización y en la acción empreñarla en un m ercado abierto, reinlerpretando de tal m anera las grandes transform aciones verificadas en el siglo que concluyó.

(.1) í v « « o . R. J. y Sai.a-í-Maííí-ín. X. (I9 9 i> ). E c o n o m ic C ro w th . M cG raw Mili. Nuc-va Yo;;-. í¿; Kai.dor. N. {'1978}. F w -J ie r (isscys on E co n o m ic T h e o rv. D u ekw ortíi. Londres.

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Por estas razones, esta obra tiene a mi juicio una gran importancia, contribuye en forma no episódica a ía iarga y difícil tarea intelectual de refunóar una teoría de! crecimiento, ofreciendo a ios estudiosos de la economía un terreno alternativo de reflexión y pensamiento. En este libro, en efecto, no se nos concentra en cuestiones de teoría genera!; se sigue un camino diferente, más allá, de los vallados interpretativos y de las reflexiones metodológicas que seña posible enunciar. Los autores asumen com o implícito punto de partida de su reflexión ia conciencia de que se encuentra abierta una nueva fase en ía teoría y en la historia económica. Aquella que Singer (3) ba delineado sintéticamente tan bien: “La historia de la economía deí desarrollo puede ser obsen/ada como incluyendo dos cícíos similares: primero, énfasis en ei crecimiento de! PNB en los cuarenta y ios cincuenta, seguido po r el énfasis en la distribución en ios sesenta y ios setenta; y segundo, renovado énfasis en ei crecimiento dei PNB en la contrarrevolución neoclásica durante ios ochenta, seguida por un renovado énfasis en el desarrollo humano y ei alivio de la pobreza en los noventa.”

Naturalmente a ninguno se le escapa la relevancia de esta transformación. Es difícil contener en ia uulgata neoclásica omnicomprensíva, por refinada que ésta sea, toda la potencialidad regeneradora que esta segunda fase teórica comporta. El human d evelop m ent es difícilmente resumíble en la teoría del “capital humano’’ , así com o también en aquella d e l' capital social"' de matriz sociológica. El desarrollo humano se refiere de hecho al nexo con la teoría política y con la necesidad de renovar el concepto mismo de democraciay de ciudadanía social. Así com o también ai hecho de que las mencionadas transformaciones configuren ía matriz misma de la teoría deí crecimiento endógeno. L o ha comprendido muy bien Sen en uno de sus ensayos tal vez más elípticos y alusivos: “...(el) foco en la opción social democrática es parte crucial de! pasaje desde la visión «sangre, sudor y lágrimas» del desarrollo a una que ataba la cooperación y la acción de ia gente y la expansión de Ja libertad y las capacidades humanas. Eí rechazo del «Estado duro» que niega la importan­ cia de los derechos humanos (incluyendo los derechos políticos a la celebra­ ción de discusiones públicas abiertas) es entonces complementario del rechazo de otras formas de «du reza» que ven e! proceso de desarrollo como terriblemente «fe ro z». El cambio en la comprensión de! proceso de desarrollo tiene muchas implicancias de largo alcance.” (4) (3) S in g u í . H. W . (1 9 9 7 ). Is Development Economics SUS! Releuant?. en Emmkky . L. (ed.). Economic and Socio! Development imo the XXI Ceníursj. ¡mer-A.nericdn DevHopmynr Bank. The John Hopkins University Press. Washington, pág. 51 1.

(4} Sr.fi. A. (1997), Development Thinking at the Beginúng oj the XX! Centura, en Ommmky. L (ed.). op. cit en noía (35 pág. 544.

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Resultan evidentes las implicaciones para la teoría política y para ias políticas publicas en cuanto políticas de "ofertas de bienes públicos" — sean esas ofertas provenientes tanto del Estado com o del mercado— . ¿Por qué creo que sea tan importante esta aproximación conceptual? Porque los problemas son los mismos que se plantearon al inicio de! siglo XX, y que habíamos olvidado en este larguísimo siglo, al parecer, interminable. Me refiero no solamente a la quiebra dei mercado consumada en ía primera mitad del siglo (después de la Gran Depresión de 1929), sino también a su reaparición en la segunda mitad. O sea en el triunfo del mercado, desde los años ochenta de las ■'revoluciones ¡iberistas" que nos desvelaron políticamente, y todavía lo hacen, el advenimiento de una transformación mundial socialmente silenciosa que nos envuelve y determina: el aumento del ingreso de las familias y el em erger de la pequeña empresa y del trabajo autónomo. Estos, irreversiblemente, se sostienen en la largay cíclica curva de la tecnología informática que atraviesa todo el mundo, tanto aquel industrializado y tercerizado, com o aquel otro en vías de la misma transforma­ ción. Pero esta revolución silenciosa representa tanto el triunfo del mercado com o el fracaso de aquella mano visible que siempre había interpretado, durante todo el siglo XX, el ansia de superar las barreras a la entrada interpuestas por el patrimonio, por la ubicación originaria de los factores y por las dispares dotaciones de capital social. M e refiero al fracaso de la política, concepto más amplio que el del Estado y que al mismo tiempo lo comprende, si por política se entiende al bien público institucionalizado en un complejo de reglas y sistemas solidarios y no de intereses. Estos últimos, com o nos enseñó O strqgorsky en el inicio del siglo XX, deben encontrar en la organización partidaria ía cristalización histórica concreta capaz de superar la atomización de la participación política en un sistema social desigual (5). Lo que ha fallado es 1a solidaridad mecánica inmediata que se creaba al mismo tiempo que la ideología identificaba los intereses. Una solidaridad mecánica que provenía, en última instancia, del mismo tejido social: medias y grandes empresas, enormes burocracias estatales y -de ía sociedad civil que parecían expandirse indefinidamente: clases y no sectores y grupos sociales que se enfrentaban en la ¿.rena de la distribución de los recursos sociales y simbólicos. El tejido social se ha convertido ahora en molecular y ya no es integrador com o en otra época. Se ha desplomado el Estado piramidal realizador de la ética del bienestar, transformándo­ se de T-stado empresario y regulador en Estado de las clases políticas dirigidas a ¡a

(5) Os'reoGofv'Ki. M (1979), L a d é m o c ra tie e l ¡es p a rtís p o li tiq u e s . Testes chotsis et presenté par Pihíkí: Rosanvau.on. Payare!. París.

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obtención de beneficios inmediatos a expensas de las generaciones futuras. De aquí ia contradicción abierta entre morfología social y morfología política y la crisis, de ella derivada, de tas clases políticas. Estas no son ya capaces de interpretar y representar por largos períodos, com o en otra época, a formas del capitalismo y a sociedades ahora moleculares que huyen de cualquier forma de planificación y de representación de sus intereses a través del Estado. De aquí la emergencia del llamado “ capitalismo anglosajón” , esencia de la m orfología molecular y del Estado mínimo, como forma superadora entre los sistemas económicos y sociales, enfrentado a aquellas manifestaciones del capitalismo euroasiático. esencia de 1a morfología social agregada y del Estado piramidal. Estas reflexiones sobre tas relaciones entre política y economía no son peregrinas. Sin ellas, creo, no se podría comprender plenamente la importancia de! trabajo que aquí presento. El ideal contracanto de este libro, en el frente de la historia económica, es ia famosa obra que Irma A delman escribió en 1967 con T aft M orris. Un libro seminal con un título más que elocuente, y que ha sido estudiado demasiado poco por economistas e historiadores {6). Ella retomo recientemente la cuestión, comentando un ensayo de A ngüS M addison, con una síntesis tan espléndida que vale ia pena presentarla para alegría de! iettor: “Un corolario de fa importancia de la política de gobierno, sugerida pero no enfatizada por Maddison, es que la naturaleza de! Estado y su relación con ia sociedad civil también cuentan. Tanto históricamente como en épocas recientes, la estructura de poder en el gobierno ha determinado la elección de las orientaciones políticas. La historia política y ía historia económica están fuertemente vinculadas, como las referencias del artículo de Maddison sobre las T hatcher-om ics indican. Cuando las élites políticas terratenientes se modernizaron (como en Alemania y Japón}, lós industriaüzadores dei siglo XÍX invirtieron en educación, en !a expansión de la agricultura y en políticas de crédito que favorecieron a las empresas agrícolas familiares, elío, a su vez, permitió mejoras técnicas en la agricultura y e¡ desarrollo de un mercado interno para la industria. En contraste, allí donde (como en italía y Rusia) ios grandes propietarios de tierras que ejercían el poder político estaban orien­ tados hacia la preservación dei statu quo, hicieron poco por la educación y por ¡a agricultura, el crecimiento fue dual y la pobreza y el analfabetismo fueron crecientes. La importancia crítica de las instituciones políticas para sustentar ei desarrollo económico es confirmada también por ei contraste entre ios senderos de desarrollo, evidente en el siglo XIX, entre los territorios de ultramar de población europea y abundancia de tierras, con Australia y Nueva Zelanda por una parte, y Argentina y Brasil por otra. Así, ia historia económica

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del sígío XiX confirma que las instituciones políticas cuentan para la propaga­ ción satisfactoria del desarrollo económico.” (7)

T aft Morris y A delman se interrogan sobre el problema centra! dei debate en curso en ía esferas internacionaies de ia alta teoría económica y de la comunidad científica de la historia económica. El problema no es otro que el del rol que ejercen las instituciones sobre el crecimiento económ ico y sobre ei desarrollo económ ico social. Existe un clisé sobre este problema: que esa influencia existe, de lo que todos están convencidos, desde la divulgación producida por ios aportes de N orth . De qué manera esa influencia se ejercita, ninguno lo sabe o se propone saberlo. El libro que aquí presento, precisamente porque está escrito por historia­ dores atentos a todas las implicancias del crecimiento y del desarrollo económ ico y civil, nos permite salir de 1a uulgoíG habitúa! y dar un gran paso ai frente. Porque demuestra, com o ha afirmado recientemente ia misma A delman: “Las instilaciones afectan el desarrollo de un modo realmente no lineal. Más específicamente, sugieren más bien con vehemencia que la efectividad de ias instituciones individuales en ei desarrollo está sujeta tanto a umbrales — antes d e que puedan tener un impacto visible— -como a techos— después d e los cuales cesan de tener mucho impacto en el desarrollo económico futuro— (s)

Esta anotación abre un ilimitado campo de investigación que conduce a la admisión de las reiaciones entre Estado y sociedad civil com o elemento central de reflexión sobre los factores del crecimiento— thestructure o f power in gouernm ent— y nos lleva de la mano a la reflexión iniciada hace 40 años por un libro importantísimo de B u c h a n a n y T u l l o c k (9), continuada después por una serie de publicaciones relevantes. Siguiendo la línea esencial de reflexión propuesta en este libro descubro por ejemplo que ias instituciones con su mano visible han tenido un roí determinante después de 1960 en la promoción del crecimiento del sudeste asiático. Esta experiencia indica, sin embargo, que la ex p o rt oríentation ha sido más importante

(7) Ar«-:i.MAN. i. (1 9 9 7 ), Irm a A d e lm a n o n A ngus M ú ádison '$ P ape r: E conom ía a n d S ocial P e r /a r m a r te o f C o p ita lis t E u ro p e : A n Ín ie rp re ía tiu e , C om m entary, en Emmhíy. 1... (en.), op . c it. en ■nota (3). páy>i- 3 1 7 y 31 8.

{S) Així.man. {. (1999). S ociety. P olític a an d E c o n o m ic D e ve lo p tn e n í ih ir ty veois u jie r , en A¡v\ms. J. y Piíujaru. I'-. “Econom ic G row th and Chanoe*1. Edward Elcjar., Cheltónham . R .U . N orth am pion, EE .U U ., pág. 96. . ........ (9} Buchanan. J, M. y Tu¡ j_t k'k. G. (1 9 6 2 ). Th e C a lcu la s o f C o n s e n í. C h icago Univür:->Hy Press. A n n A rbor.

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en ei comercio libre durante ei periodo en el que ei Estado controlaba la economía en todo el .mundo. Es decir, cuando la denominada globalización no había promovido, juntamente con ei impulso hegemónico norteamericano ( H>), el agota, miento de aquella relación entre economía y nación. Son ios mercados de productos y no solamente los de capitales, los que han devenido menos imperfectos en escala continental. También Asia se convierte en una economía continental abierta al fre e tra d er, juntamente con el Pacífico y esto determina la transformación de sus políticas económicas y de_. todas sus instituciones políticas relacionadas con la economía. N o se puede, por lo tanto, hablar de instituciones en abstracto. La experiencia histórica enseña; un fenóm eno similar ha ocurrido ya en cuarenta años de transformación en Europa, después de ia constitución del Mercado Común Europeo y en los últimos quince años entre los Estados Unidos, Canadá y México, con el N A F T A ; un procesosimilarsedesarroiia.desdehace un decenio, en A m é ric a L a tin a con el Mercosur. Los cam inos institucionales son distintos y presentan diferencias circunstanciales, pero en todos se reconoce un núcleo fundamental en e! cambio de rol de las instituciones con respecto a la economía y ia nación. Estas no protegen ya el crecimiento en forma m aso menos directa, sino que lo sostienen indirectamen­ te, siguiendo la eficaz periodización que he recordado más arriba citando a S ínger. La fuerza de Historia económ ica y social general de B a r b e r o , B e r e n b l u m , M o l i n a y S a b o r i d o reside precisamente en la capacidad de establecer ias diferencias y de comparar los distintos caminos del crecimiento en forma excelente. G

a r c ía

Esta capacidad que nos permite, a mi parecer, poner en el centro de la re'lexión la ten •ática esencial deí crecimiento endógeno, es la misma que nos lleva a utilizar un enfoque multidisciplinario, verdaderamente convincente. La misma iuerza interpretativa admite la presentación en forma dialéctica y discursiva, en los tramos de razonamiento general, de propuestas ..teóricas que escapan al juicio sentencioso, a la vez que encuentran lugar en la contribución analítica conducente a la mejor con* presión de ios problemas de! presente en que nos encontramos inmersos. La diferencia entre ayer y hoy es de todas maneras profunda. Ayer es, para mí, de manera expositiva y cor. convicción historiográfica, el espacio de tiempo secular que va desde dei período que sigue a ia gran crisis agraria de los últimos treinta años del siglo XIX hasta ia transformación cíclica de los setenta del sigio XX.

(10 ) F.s im portante para este prop ósito ia coniribución d e diw>isos autores, reunidos en Speciaí E d iiio n : T h ir tv Years o f A S E A N , y d e KiMr.i Haka, R e th in k in g ihe C o id lV er ir; the A sían P a cific . en “Pacific R eview -, respectivam ente el N * 2. 1998 y ei N " 4 19 99 . págs. 167-306 u 515-: .36.

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En esos momentos madura el surgimiento definitivo del hoy que se despliega ante nosotros. Una hegemonía que pasó de fundarse sobre la preeminencia del principio de nación al triunfo de la eficiencia económica por encima de economías cerradas y mercados imperfectos. El comercio mundial liberalizado se convierte, con ía creación de mercados financieros perfeccionados, en el elemento de fondo capaz de impulsar el crecimiento (u) internacional a partir de ¡a segunda mitad de los años setenta del siglo XX, con el consecuente despliegue planetario del capitalismo anglosajón. Ei proteccionismo nacional — quintaesencia del principio jerárquico— lucha para no disgregarse aún en Asia al amparo de la China del partido único y del Japón necfeudal. Frente a la intemperie de las economías abiertas, podemos hoy evaluar mejor no sólo los progresos que permitió aquel principio, sino también los desastres desencadenados por éi. En primer lugar la configuración de largos períodos históricos. Cuaíido el principio jerárquico actúa en el largo plazo y com o consecuen­ cia de las condiciones rentísticas (ren tseeking) que crea y recrea continuamente, por acción de las clases políticas u omisión de las clases económicas, los efectos obtenidos son siempre más negativos que positivos. Esta consideración conduce naturalmente a reflexionar sobre los riesgos manifestados en mérito a la total factory p ro d u ctu ity y en el producto bruto interno de algunos países, gracias a la intervención de las "manos visibles". Los efectos han sido virtuosos sólo cuando se han puesto en movimiento mecanismos de equilibrio entre poderes sociales que eludían la perduración de las posiciones rentísticas (algunas dictaduras militares pueden explicarse, aunque no justificarse moralmente de esta manera, a partir del modelo turco y de algunas experiencias latinoamerica­ nas). Por otra parte, los ejemplos de las tecnocracias francesas y alemanas de los siglos XIX y XX no.'. demuestran que cuando ei principio de jerarquía es matizado o choca con e! principio merítocrátíco, por un milagroso conjunto de factores culturales e institucionales. puede ejercer efectos extraordinarios no sólo en los períodos de economía cerrada, sino también en' las formaciones sociales que se configuran en el período de su ocaso. Hoy podemos decir que existe un principio de eficiencia que se asienta tanto en la jerarquía como en z\mercado y que siempre arroja resultados excepcionaimente positivos si logra difundirse en forma coherente con las necesidades funcionales de la economía. Sirvan como ejemplo la unión dei sistema educativo con la transformación tecnológica. Estos principios de eficiencia actúan virtuosamente unidos y también de manera separada, en determinadas situaciones históricas.

{2 l}C ír . Saí’í-lu. G. (1998). S to ría e co n ó m ic a d e ll 'o h a iia con ie > n p orc¡n e a , Bruno Mondadori. Miián.

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Pensemos en Asia antes del periodo en que la giobalización se abatió con violencia sobre ella, desencadenando la crisis de 1997. Asia presentaba institucio’ nesdel capitalismo y no del mercado. Sin embargo, en una economía cerrada existía allí una política de e m p o w e rm e n t de los recursos humanos: ésta era una razón no desdeñable por el cual se verificaba el crecimiento. La raíz de este crecimiento, no por casualidad, descansaba también en la acción de ías fuerzas tecnológicas. Queda establecido también que la tecnología com o la educación es un p a r tí a l p u b lic g o o d , con todas ías consecuencias que esto tiene para el razonamiento que haremos de aquí en más, partiendo de la tecnología. Razonamiento que asume com o referencia, com o hoy está ocurriendo en ia praxis, ía rápida caída de los monopolios efímeros de memoria schumpeteríana en las ramas tecnológicas más avanzadas, sobre ia onda creciente de la conversión en c o m m o d íty y de la ubicuidad cada vez más perfecta de los capitales financieros. El problema se convierte, entonces, en ei de la difusión virtuosa posible del derrame tecnológico (s p illo u e r ). Y yo, significativamente, enfatizo que, en la medida en que ese hecho se produce, va reduciéndose simétricamente la apropiación monopólica privada del conocimiento; inversamente se observa un efecto de incentivación virtuosa de la mano pública y visible. Esta se presenta más activa en la medida en que aquella privada e invisible no actúa a los efectos de ía promoción de políticas de e m p o w e r m e n t deí conocimiento. Sólo eí entramado de todos estos factores (derrame, difusión de los conocimientos promovidos por la mano visible, innovación tecnológica), sienta las bases dei crecimiento irreversible. En sustancia, me parece que esta consideración constituye la base de una definición de neo; econom \> satisfactoria y científicamente fundada (I2). Se trata de subrayar radicalmente la importancia de la capacidad para desarrollar stock de conocimientos a los efectos de alcanzar altas p e r fo r m a n c e s de productividad en el nivel del sistema socioeconómico. V de hacerlo sin olvidar la importancia que aún en economías abiertas asume la intervención pública a esos efectos. El esfuerzo analítico de todas maneras debe dirigirse no tanto sobre ías naciones, sino sobre las regiones y sus diversos aportes en el desarrollo del crecimiento. Siguiendo e! trabajo de B a r r o y S a l a - í- M a r t i n { 5;i}, se confirma la tesis por la que ías diferencias regionales son siempre menores que aquellas nacionaies y esto porque ios sistemas económicos sociales regionales están siempre más abiertos a la competencia que los nacionaies y permiten una actuación de los factores caracterizada por una mayor movilidad que 1a consentida por las fronteras de ios

O. (20 00 ). P erché c s is io n o le impr&sse e com e sano fa tíe . Bruno Mondadori,

(12 )

M ilán. [ l o)

Baiüío.

R. y

Sala-i-Maíítin.

X. (1 9 5 6 ). op. cit. en noia íj).

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Estados. El numen inspirador en este recorrido conceptual no es tanto e! K a ld o r de los F urther Essay..., que tanto significó en mi formación juvenil, com o el S olow neoclásico de 1956 ( í