Antropologia Fisica Para Arqueologos

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Doménec Campillo y M. Eulalia Subirá

ANTROPOLOGÍA FÍSICA PARA ARQUEÓLOGOS

Ariel

1." edición: febrero 2 0 0 4 O 2004: D oín én ec C am pillo y M. Eulalia Subirá D erechos ex c lu siv o s de ed ición en españo) reservados para todo el mundo: © 2004: Editorial A riel, S. A. A vda. D iagon al, 6 6 2 -6 6 4 - 0 8 0 3 4 Barcelona ISB N : 8 4 -3 4 4 -6 7 1 1 -9

Depósito legal: B. 1.602 - 2004 Im preso en España

A Consuelo, Susana, Xavier, Arma Irene, M artí y Guillem A Riker, Ainhoa y lioger

PRÓ LO G O

A lo largo de su trayectoria profesional, raro es el arqueólogo que no tiene la oportunidad o la necesidad de enfrentarse con el hallazgo de restos humanos. El mundo de los m uertos proporciona, si se saben extraer, una notable cantidad y calidad de in­ form aciones sobre cóm o eran nuestros antepasados. Es lo que ha venido a denom i­ narse A rqueología de la M uerte. G eneralm ente, en las aulas universitarias donde se sienta el futuro arqueólogo — com pleja profesión la de éste— no se suelen im partir lecciones sobre el asunto. Sí se habla de la im portancia de los estudios de las necrópolis, de los enterram ientos in­ dividuales, se hallen donde se hallen, e incluso de estos encuentros fortuitos con res­ tos hum anos en lugares en donde uno m enos podría pensarlo. La identificación de sexo y edad se suponen im prescindibles en el m om ento de relacionar los ajuares y las tipologías funerarias. E l m undo de los vivos planea siempre sobre el de los m uer­ tos, infiriéndose de este ultim o la organización social del primero. Lo económ ico y lo sim bólico se darán por añadidura. Sin em bargo, ¿quien nos ha enseñado a recono­ cer los huesos de los hum anos, su sexo y su edad?, por no hablar de su altura, su cons­ titución general y su estado de salud. Hay quien tiene la suerte de aproxim arse, m e­ d ian te alguna asig n a tu ra de carácter o ptativo, a estos p roblem as, siem p re en departam entos alejados del de A rqueología o de H istoria y a menudo en facultades de ciencias, com o las de Biología. O tro de los problem as a los que se enfrenta el arqueólogo es la capacidad de com prensión de los datos que nos ofrecen los especialistas en A ntropología física: nom bres de partes m uy concretas de cada hueso, índices osteom étricos, puntos desde los que se tom an estos índices, tipologías, variabilidades, patologías, dietas, A D N ... E ste libro ha sido escrito con la intención de cubrir las necesidades que apunta­ mos y a nuestro m odo de ver lo hace con éxito. H ablar de D om énec C am pillo a estas alturas es reconocerlo com o un maestro de maestros. D e form ación m édica, su docencia universitaria de más de veinticinco años en la Facultad de Letras de la Universidad Autónom a de Barcelona, en el terreno de la Antropología física y de la Historia de la Medicina, lo avalan sobradamente. Queremos incidir además en aspectos com o la docencia especializada, y en su dedicación como investigador pionero de la Paleopatología en España, desde el laboratorio del M useo A rqueológico de Barcelona prim ero, al de Cataluña después. El número de alumnos, entre los que tengo la suerte de contarme, de discípulos, de obras y de reconocim ien­ tos profesionales podrían hacernos pensar que Doménec Campillo ya nos lo había di­ cho todo. Al contrario, su juventud m ental y sus ganas de seguir enseñando le han servido para poner los fundam entos de la presente obra.

M aría Eulalia Subirá im parte sus enseñanzas en la facultad de Biología, también en la UAB. Su experiencia docente e investigadora m ás corta, pero igualmente intensa, la ha puesto en contacto con m uchos estudiantes y arqueólogos. Conoce sus necesi­ dades y aquello que se le pide a una antropóloga desde la óptica histórica. D e aquí su interés por escribir tam bién un libro como el presente. La obra A ntropología física para arqueólogos es fruto de dos autores dispares en edad, pero, com o acabo de explicar, con idéntica vocación por la docencia más allá de las ciencias biológicas. En este libro, el estudiante, el licenciado o el estudioso de los tem as arqueológicos encontrará toda la inform ación necesaria para enfrentarse a los retos anteriorm ente citados. Los capítulos del 1 al 6 forman el cuerpo fundam ental de la obra. Su objetivo es permitir un buen conocimiento de la osteología y la antropometría que nos han de acer­ car a una prim era diagnosis sobre qué huesos hemos hallado, y, si es posible, sobre la edad, el sexo y la talla del hum ano al que correspondieron. Su redacción es clara y sus contenidos muy com pletos; tanto, que esta p aite del libro puede considerarse un manual idóneo incluso para quien desee iniciarse en la especialidad de Antropología física. Una segunda-pai te de la obra, más breve en cada tratam iento y m ás heterogénea, se desarrolla a partir del capítulo 7 hasta el 12. En estos capítulos no existe una vo­ luntad fonnativa a nivel de especialidad, pero sirven perfectam ente para responder­ nos con sencillez a las preguntas más diversas sobre tem as relativos a la A ntropología biológica; las patologías, la bioquím ica del hueso, el estudio de poblaciones o la an­ tropología forense son algunos de los aspectos abordados. Otros atañen directam ente a cualquier arqueólogo, como la A ntropología de cam po y los métodos de datación a partir de restos óseos. Finalm ente la obra concluye con un breve fichero (capítulo 13) sobre la filoge­ nia hum ana, que, a mi m odo de ver podría haberse obviado, ya que en el caso de desarrollarse ocuparía otro libro y una bibliografía m uy bien seleccionada. A gotado desde hace tiempo el más sencillo M anual de antropología biológica para arqueólogos (1987), escrito por el mismo D om énec Campillo y Elisenda Vives, viendo como el paso del tiempo no sólo afectaba a cuestiones de edición sino al m ism o fondo de algunos contenidos y ante la necesidad de que nuevas y viejas generaciones tuviesen una herram ienta útil de consulta en )a cotidianeidad de su trabajo o en su trayecto formativo presentam os el libro Antropología física para arqueólogos con la seguridad de que ha de constituir un éxito en el m undo de la A rqueología que se ex­ presa en lengua castellana. M aría Á ngels P etit i M bndjzAbal

Universidad de Barcelona

A G R A D E C IM IE N T O S

A grad ecem o s a los fotógrafos O riol C lavel! y Jufiá M artín ez del M usen d ’A rqueología de C atalunya y a Jordi M artín y al Dr. Riker YH su desinteresada co­ laboración en esta obla. C onsideram os que debem os m encionar especialm ente a la D ra. E lisenda Vives, con quien hace dieciséis años escribim os el libro que ha servido de base a lá presente obra. También querem os dar las gracias a los alum nos que hemos tenido a lo largo de toda nuestra trayectoria docente y que nos han ayudado a elaborar este trabajo teniendo en cuenta sus carencias y necesidades. Por últim o, agradecem os a los arqueólogos con los que hem os trabajado la apor­ tación de sus e x p erien cia s, inq uietu des e interés por lo s tem as que aquí tratamos.

C a p ítu lo 1 IN T R O D U C C IÓ N

C om o su títu lo indica, este libro no pretende ser un tratado de antropología, que incluya con gran am plitud los num erosos tem as que abarca esta especialidad, pues está p ensad o com o una obra de in iciació n para los arqueólogos que con tanta frecu en cia excav an e n terram ien to s y para todos aquellos estu d io so s que deseen com prender y ap ren d er las b ases de esta especialidad. Los conceptos esenciales que aquí expondrem os deberán ser am pliados por quienes deseen profundizar en ella. El estudio de los temas, que actualm ente se engloban en la antropología física, tuvo su origen a m ediados del siglo xix y fue incluido com o un capítulo más de la ana­ tom ía, hasta que a principios del siglo xx alcanzó una m ayor amplitud al asimilar nue­ vas m aterias que constituyen, com o suele decirse hoy, una superespecialidad, pero estos capítulos 110 se pueden desligar por com pleto de la anatomía; es más, a nuestro entender nunca debieron separarse de ella, ya que ambas tienen una m ism a finalidad, lograr un estudio en profundidad de la estructura del cuerpo humano, circunstancia que hace que sus interrelaciones sean constantes. E l inicio de esta especialidad coincidió con el descubrim iento de los primeros hom bres prehistóricos en el siglo xix, lo que perm itió constatar la presencia de una di­ versificación m orfológica no sólo entre los distintos grupos humanos en aquel enton­ ces conocidos, sino tam bién los distintos caracteres de algunos de los hombres fósi­ les que se exhum aron, en especial lo s del hom bre de N ean d ertal.1 A causa de esta circunstancia, la antropología siempre ha estado asociada a la arqueología, la paleon­ tología humana y la prehistoria, siendo precisam ente a este grupo de estudiosos a quien va dirigida esta obra, sin que ello sea un obstáculo para que personas de otras espe­ cialidades, en las que no se profundiza suficientem ente en determinados aspectos, pue­ dan encontrar aquí un com plem ento adecuado. C uando se m enciona la palabra antropología, m uchas personas la confunden con la antropología cultural, que tiene algunos puntos de contacto con la antropología fí­ sica, con teorías com o la frenología creada por Gall (1758-1828) (fig. 1.1) y los tra­ bajos de Lombroso (1836-1909), que desarrolló la «antropología criminal» (Laín, 1978), donde se relacionaban las características morfológicas del individuo con sus tenden­ cias psíquicas y que son teorías en la actualidad desvirtuadas. A este grupo, aunque 1. El hombre de Neandertal u Hom o sapiens neanderthalensis fue exliumntiü en i 856 en Dusseldorf y reconocido com o H om o por Fuhlrott (1856).

F)G. 1.1. Localizaciones frenológicas siguiendo las teorías de C a li A la izquierda, localiza­ ciones de Spwzheim y, a la derecha, las de Mariano Cubí.

teniendo unos objetivos diferentes, habría que incorporar las tipologías m ás reciente­ m ente elaboradas por K ietschm er (1888-1964) (fig. 1.2). En este trabajo nos lim itarem os al estudio de la antropología osteológica y tan sólo harem os referencia al individuo vivo en algunos aspectos puntuales, cuando és­ tos sirvan para facilitar la com prensión de las diferencias y sim ilitudes existentes en­ tre determ inadas estructuras. Como quiera que actualm ente la anatom ía y la antropo­ logía están sep arad as, hem os co n sid erad o im p rescind ib le in c lu ir un resum en de osteología, pues, sin una base anatóm ica de la morfología general de los huesos, se­ ría im posible com prender las diferencias que la antropología física constata. La in­ clusión de un capítulo de anatom ía pretende facilitar* la com prensión de las similitudes y diferencias entre grupos humanos e individuos, aunque aquellas personas con unos

FlG. 1.2.

Las tres tipologías básicas de Kretschmer: A) asténica; AT) atlética; P) pícnica.

conocim ientos anatóm icos suficientes podrán prescindir perfectam ente de este apar­ tado. En cualquier caso, la aportación anatóm ica es escueta y quienes deseen am pliar estos conocim ientos deberán hacerlo en los tratados de anatom ía, que adem ás perm i­ tirán ahondar en la interpretación de los restos esqueléticos. El objetivo de esta obra es m ostrar la variabilidad estructural del individuo, apor­ tando al arqueólogo datos para su estudio e interpretación. Para ello es necesario el buen conocim iento de la m orfología ósea, que m ediante las técnicas antropológicas nos perm itirá la contrastación de las diferencias entre individuos y grupos humanos. U na valoración m eticulosa de las diferencias m orfológicas puede perm itirnos averi­ guar el sexo a través de los restos osteológicos, determ inar la edad que tenía cuando falleció y por últim o, determ inar su tipología, así com o la variabilidad intraespecie y el «estudio de poblaciones». A sim ism o, y cuando nos refiram os a los restos antiguos, podrem os establecer unas bases diferenciales entre los hom bres u hom ínidos que nos precedieron, básicas para determ inar su posición en el árbol evolutivo. El hecho que los períodos de tiem po sean muy dilatados, en algunos casos m illones de años, hace im posible la aplicación de las m odernas técnicas paleobioquím icas (entre las que se cuenta el análisis del A DN ). El diagnóstico morfológico, y casi exclusivam ente a ex­ pensas de una valoración m eticulosa del exoesqueleto craneal, ha sido siem pre la he­ rram ienta principal de diagnosis, aunque cada vez más, e incluso desde los prim eros hom ínidos, se utiliza el estudio del esqueleto postcraneal. N uestra prim era aspiración es que la persona que lea esta obra sea capaz de re­ conocer en unos restos esqueléticos su asignación a la especie hum ana, de qué hueso se trata, ya que con frecuencia sólo dispondrem os de fragm entos óseos, su lateralidad y si su m orfología es normal o se aprecian anomalías. Si se ha profundizado lo sufi­ ciente en el estudio anatóm ico podrem os intentar tam bién la determ inación de p e­ queños fragmentos. D eterm inaciones más complejas, debido a la naturaleza de los hue­ sos y a su estado de conservación, exigirán unos cono cim ien to s m ás elevados de anatom ía com parada o el recurso a tratados de paleontología,2 de zoología o a la co­ laboración de especialistas. El estudio de unos restos com ienza habitualm ente por su recolección, lim pieza, consolidación y restauración cuando sea precisa, L e seguirá un exam en anatóm ico, seguido de la po sterio r m edición (antropom etría) y la valoración de los caracteres no m ensurables (descriptivos). A continuación se intentará determ inar su edad y sexo, así com o su tipología y, si se han encontrado anom alías, se procederá al estudio de éstas. C uando se trate de los restos de varios individuos, si éstos están bien diferen­ ciados, procederem os a una valoración del conjunto de sus características. E n o ca­ siones verem os que se trata de un grupo hom ogéneo, pero otras veces será h etero­ géneo y deberá com pararse con los procedentes de otros yacim ientos. C uando nos encontrem os ante una osera en que los restos pertenezcan a varios individuos y e s­ tén m ezclados intentarem os valorar con la m áxim a exactitud el núm ero de indivi­ duos y, si es posible, procederem os a una reconstrucción individualizada de los esque­ letos. Para cada individuo, en ocasiones representado por un solo hueso, se elaborará un registro en form a ficha3 en la que se consignará el m áxim o núm ero de detalles. 2. 3.

Estudia los seres orgánicos cuyos restos o vestigios se encuentran en los fósiles. V éase anexo.

Es im portante em plear los lenguajes anatóm ico y antropológico correctos; así evitarem os dudas de identificación y confusiones con los epónim os4 (por ejem plo, el antro de H ighm oro o seno m axilar; los huesos de Worm o worm ianos o huesos sutu­ rales), Pueden exceptuarse de esta norm a los. nom bres consagrados por el uso y que son generalm ente m uy conocidos y de em pleo habitual. En anatom ía cada país suele em plear una term inología vernácula; sin embargo, la nom enclatura anatóm ica fue con­ sensuada y los anatom istas la revisan periódicam ente a través de la «Nómina anató­

mica de París», suscrita por todos

los países. Sería deseable que fuese em pleada sis­ tem áticam ente por todos los científicos, pero de m om ento no ocurre así, aunque cuando se usa nadie pone reparos. Sí se em plea la nom enclatura vernácula, es im portante que sea la correcta, teniendo muy en cuenta no incluir barbarism os secundarios a una m ala traducción, cuando nos refiram os a trabajos escritos en lenguas extranjeras, C om o quiera que actualm ente la lengua inglesa es de uso m uy frecuente, hay que tener m u­ cho cuidado en no caer en los anglicism os, muy abundantes en los textos científicos actuales, pues, aunque los países anglosajones dicen que em plean la nóm ina anató­ mica, en realidad no es así, pues usan una especie de adaptación a su idiom a y que se aparta de la ortodoxia oficial. En antropología, el estudio de la dentición es de una im portancia fundam ental. Si bien los dientes no form an parte de la osteología, ya que, a pesar de que por su as­ pecto exterior y su dureza estuvieron largos años incluidos en ella, sabem os que son estructuras de origen.dérm ico m uy m odificadas. Sin em bargo, por su resistencia al paso del tiem po y la potencialidad de su estudio, se siguen incluyendo en la antropo­ logía física osteológica, siendo una fuente taxonóm ica insustituible. Como los estudios antropológicos no se lim itan al hom bre actual y en ellos se incluye el de nuestros ancestros, los hom bres prehistóricos y sus antecesores, los ho ­ m ínidos, deberem os referirnos a una serie de tem as íntim am ente relacionados con la filogenia humana, com o las técnicas de datación, algunos aspectos de su forma de vida, sobre todo sus actividades y conocim ientos (instrum entos, fuego, etc.), su hábitat, los cam bios en la dieta alim enticia, las características del grupo y su esperanza de vida, así com o las causas de muerte y las afecciones patológicas que padecieron. Por último, como quiera que la antropología ha entrado dentro de la medicina legal o forense,5 se hará una breve referencia a esta especialidad!

4. 5.

Nombre que hace referencia a un nombre propio. Rama de la medicina que irata sohre la aplicación de los conocim ientos médicos a los fines