Antropologia Del Turismo

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Compiladores Vicente Torres Lezama Edward Pierre Araujo Bocangel

TINKUY

QOSQO

ANTROPOLOGÍA DEL TURISMO La industria sin chimeneas Compiladores: ©

Edward Pierre Araujo Bocangel

©

Vicente Torres Lezama

Editor: ©

Vicente Torres Lezama APV. Buena Vista F-12 – Cuzco Teléfono móvil 958339231 E-mail: [email protected] Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú Registro N° 2013-11007 ISBN: 978-612-46504-0-6 Impresiones Gráficas Meta Color S.R.L. Manco inca 224, Wanchaq – Cuzco Agosto, 2013 Dibujo de portada: Revista Tinkuy 1977 Diseño de Cubierta: Vicente Torres Lezama Diagramación: Marcos F. Torres Lezama Impreso en Qosqo – Perú

Dedicado a JORGE A. FLORES OCHOA, un gran maestro que enseña amar la Antropología.

CONTENIDO Nota editorial

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Antropología del Turismo Jorge A. Flores Ochoa

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1. Antropología y Turismo Valene L. Smith

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2. Cómo vemos a los turistas Oriel Pi-Sunyer

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3. El turismo como una forma de imperialismo Dennison Nash

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4. Impactos negativos del turismo Monique Gruter

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5. Los mitos del turismo Francisco Jurdao Arrones

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6. Una perspectiva antropológica acerca del turismo: Cambios sociales y culturales en fuenterrabia David J. Greenwood 7. ¿Es el turismo un encuentro intercultural? Norma Fuller

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8. Turismo y representación de la cultura: Identidad cultural y resistencia en comunidades andinas del Cusco 129 Beatriz Pérez 9. Racionalidad e Irracionalidad: Turismo en el Cuzco Jorge A. Flores Ochoa

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NOTA EDITORIAL Después de cinco años de haber re-editado la primera Revista TINKUY sobre Campesinos, nos propusimos continuar con este trabajo, aunque nos vuelvan a decir: “qué ganan recalentando agua hervida”. El propósito de editar estos artículos, publicados ya hace como treintaiseis años, y otros, es motivar a los estudiantes de pre grado a estudiar el turismo desde un enfoque antropológico. Cuzco, una ciudad milenaria que en breve contará con un aeropuerto internacional, que, por cierto, fue tan proclamado desde hace décadas atrás, recibe una gran cantidad de visitantes nacionales e internacionales anualmente. Así, quienes están inmersos en la “industria sin chimenea”, dicen muy a menudo: “El turismo trae desarrollo…”, “estos…dan mal aspecto a los turistas”, y en fin, pareciera que él turismo fuera la gran salvación de estos pueblos. En consecuencia, discrepar con estos puntos de vista conlleva al calificativo de “enemigos del desarrollo”. En ese sentido, consideramos que es necesario realizar trabajos de investigación que pongan a flote lo que ocurre con el turismo. Ahora bien, los nueve artículos aquí reunidos son sólo un punto de apoyo para quienes se interesan en trabajar el tema. En ese sentido, consideramos que estas lecturas servirán al interesado a comprender el fenómeno del turismo. Pues, desafortunadamente, la Carrera Profesional de Antropología de la UNSAAC no cuenta con asignaturas especializadas 1

sobre Antropología del Turismo, y ojala esta edición aumentada de la Revista TINKUY no sólo motive a los estudiantes a trabajar estos temas, sino también a los profesores a implementar alguna asignatura.

Editores

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ANTROPOLOGÍA DEL TURISMO El año de 1976, un grupo de estudiantes de Antropología de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cuzco, manifestaban la ausencia de bibliografía actualizada, de nuevas asignaturas como campesinos, parentesco, antropología económica, ecología cultural, etnohistoria y temas similares. Como la mayor parte de la bibliografía estaba en inglés, con la colaboración del profesor Luis Barreda Murillo, Abraham Valencia Espinoza, Marco Villasante, Jorge Sánchez y la Dra. Martina Gaudaire. Los estudiantes que colaboraron fueron Félix Palacios Ríos, hoy día PhD por la Universidad de Cornell, Ramiro Samaniego Díaz, Gloria Garay y la ayuda de Yemira Nájar Vizcarra. TINKUY en el idioma quechua significa encuentro. Puede ser la confluencia de dos ríos, caminos, amigos y amantes. Son también encuentros violentos, como los combates rituales del Chiaraqe o la cita de amantes. El TINKUY No. 1, se hizo por un tinkuy

de

profesores y

estudiantes, deseosos de tener acceso a lecturas de especialistas. Así nació TINKUY.

El Número 1 de TINKUY fue de CAMPESINOS. Tema debatido en el momento. Los artículos fueron de Sidney W. Mintz, Eric Hobsbawn, Alexander V. Chayanov y Basile Kerblay. Se trató de diferentes enfoques 3

teóricos, que es la política de Tinkuy. La demanda que tuvo motivó su reedición, con tapa diferente. TINKUY No. 1, de campesinos, tuvo segunda edición en el año 2008. Esta vez fue de mejor presentación y tamaño, gracias a las posibilidades que permiten las modernas computadoras y los sistemas de impresión. Se añadió un artículo de Enrique Mayer. La iniciativa fue de los estudiantes Vicente Torres, H. Benny Elguera y Samuel Pati, integrantes del GRUPO QOLLANA. Qollana en quechua es el primero en tareas comunales, el que

dirige los trabajos colectivos de bien común. El No. 2 de TINKUY, está dedicado a FAMILIA Y PARENTESCO, el No. 3 a la ANTROPOLOGÍA Y ECOLOGÍA; el No. 4 es ANTROPOLOGÍA ECONÓMICA, el No. 5 de ANTROPOLOGIA TURISMO; el No. 6 es MERCADOS

Y

CAMPESINOS y el 7mo. es MARX

DEL Y LA

ANTROPOLOGÍA, que salió en 1978, La serie se interrumpió por razones que

no es del caso tratar en esta oportunidad. Lo importante es que TINKUY reapareció en formato de libro, titulado ANTROPOLOGÌA

DEL

TURISMO, con

los mismos trabajos de 1977 y otros añadidos por Vicente Torres y Pierre Araujo. El turismo desde la perspectiva antropológica, es asignatura que se ofrece en muchas universidades. Con la designación de Anthropology 191 fue desarrollaba por el Dr. Nelson Graburn en la Universidad de California en Berkeley, USA. El principal material de lectura titulaba HOSTS

AND

GUESTS, formado por 16 investigaciones antropológicas. Fue

una pre-publicación del libro de Valene L. Smith, que salió con este mismo título. En el 54 Congreso Internacional de Americanistas, realizado en julio del 2012, en Viena, se organizó como Simposio Cultura, Turismo y 4

Desarrollo. Conflictos, prácticas y representaciones turísticas desde y sobre las culturas indígenas en América Latina. Muestra el nivel del estudio del turismo, como proceso social, económico y cultural en el mundo, que son objeto de diversas disciplinas, resaltando la antropológica, que estudia la cultura del pasado –arqueología–, del presente y sus perspectivas en el futuro –etnografía, folklore, etnología, antropología social–. Figuró en el Plan de Estudios de la Carrera Profesional de Antropología. Lamentablemente por razones no conocidas fue suprimida. En el Cuzco, que recibe el mayor número de visitantes, por la cultura, convertida en atractivo turístico –mercadería–, es inadmisible que no se estudie la mercaderización de la cultura al haberla convertido en simple mercadería, importante por los ingresos económicos que genera. Es otra razón por ofrecer esta publicación de Antropología del Turismo.

Jorge A. Flores Ochoa.

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ANTROPOLOGIA Y TURISMO Valene L. Smith El turismo surgido después de la segunda guerra mundial, ha eclipsado a industrias más tradicionales, para convertirse en el más grande del mundo, ya que en 1973 generó mil millones de dólares en ganancia, provenientes solamente del transporte. Las reparticiones gubernamentales de todo nivel, desde el banco mundial a las cámaras de comercio, siempre alertas a ingresos potenciales, han analizado sus características y el flujo de visitantes, por lo que el turismo puede ser el tópico mejor investigado en la historia. Pero la naturaleza del turismo y sus efectos en la gente que interviene –los de las áreas turísticas que se convierten en anfitriones y los turistas que se convierten en sus huéspedes temporales– todavía permanecen sin ser estudiadas. Los antropólogos observaron por todo el mundo el creciente impacto del turismo, pero enterraron sus datos y notas de campo y sólo ocasionalmente publicaron artículos periféricos, como si el turismo no fuera materia científica o de investigación. Este volumen 1 es el resultado de un Symposium efectuado en México en 1974, coincidente con la reunión de la American Anthropological Association que buscaba legitimar el estudio del turismo como una subdisciplina académica. En un trabajo pionero no es posible delinear una metodología sistemática de la investigación del turismo, ni presentar una visión de todos los tipos de 1

Se refiere a un volumen que estaba en prensa.

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relaciones entre anfitriones y huéspedes. Proporcionamos al lector una perspectiva de la variedad de investigaciones del turismo y sugerimos líneas de pesquisas, que en futuro pueden conducir a investigaciones todavía más fructíferas. Es difícil definir al turista, porque los viajeros pueden combinar diferentes tipos de intereses, los negociantes y concurrentes a congresos pueden también ser cierto tipo de turistas, pero en general el turista es una persona en descanso temporal, que voluntariamente visita un lugar fuera de su hogar con el propósito de experimentar un cambio. El turismo es una de las formas de ocio que estructura el ciclo personal de vida, para proporcionar periodos alternativos de trabajo y descanso (Graburn, Cap.1). Como trabajo de vía a la movilidad del ocio y los individuos encuentran identidad personal en una variedad de nuevos contextos. Las diferentes formas de turismo, por tanto pueden ser definidas en términos de las clases de ocio movible que desarrollan los turistas y se pueden identificar cinco tipos:

1) El Turismo Étnico Es mercadeo al público bajo los rubros de las costumbres “pintorescas” de los indígenas y con frecuencia de gente exótica. Está ejemplificado en los casos estudiados entre los esquimales, los indios cuna de San Blas de Panamá y Toraja en Indonesia. Las actividades que desarrollan los turistas incluyen visitas a las casas y aldeas de los nativos, observando danzas y ceremonias y compra de wares primitivos o curiosas, algunas de las cuales pueden tener considerable valor intrínseco para la historia del arte. Con frecuencia estos objetivos turísticos están alejados de los “caminos trillados” y atraen solamente a un número limitado de visitantes motivados por la curiosidad y el consentimiento de las nobles élites. En la medida que el flujo de turistas es esporádico y pequeño el impacto entre anfitriones y huéspedes será mínimo.

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2)

El Turismo Cultural

Incluye lo pintoresco como vestigio de los estilos de vida que desaparecen, que permanecen dentro de la memoria humana en sus casas de “viejo estilo”, las telas de fabricación casera, los carros arados jalados por caballos o bueyes y artesanías hechas a mano y sin usar maquinas. Las actividades incluyen comidas en ambientes rústicos para darles color local, demostraciones de folklore, festivales para catar vino o rodeos que recuerdan a los del “salvaje oeste”, o sea cultura campesina, como en el caso de Bali, donde las áreas rurales son fácilmente accesibles a los turistas. El énfasis entre anfitrión y huésped puede ser mayor porque gran número de visitantes viene con el único propósito de observar fotografiar la vida de los campesinos que se convierten en objetos de sus interés per se.

3) El Turismo Histórico Es el circuito museo-catedral que realza las glorias del pasado romano, egipcio e Inca. Las actividades preferidas en el destino incluyen visitas guiadas a los monumentos y ruinas, especialmente demostraciones de luz y sonido que encapsulan dentro de un breve drama el estilo de vida y los eventos del tipo que registran los textos históricos. El turismo histórico atrae visitantes con intereses educativos, porque los objetivos tienen acceso fácil o están dentro de las grandes ciudades. Por lo general existe una verdadera industria turística que provee una corriente de visitantes y con frecuencia los contactos entre anfitriones y huéspedes están separados y principalmente son más económicos que sociales, como se muestra en el caso de los mercaderes judíos de Irán.

4) El Turismo Medioambiental Con frecuencia está ligado al turismo étnico, atrayendo élites turísticas a lugares remotos como la Antártida para experimentar la emoción de estar en un escenario totalmente extraño. Como este turismo es principalmente 9

geográfico, muchos viajeros con motivaciones educativas gozan manejando por las montañas y los medios rurales, para observar las relaciones entre el hombre y la tierra. Las actividades populares en el lugar de destino incluyen visitas a industrias locales, como los cultivos de té y sus plantas de procesamiento en el Japón o las enlatadoras de salmón en Alaska. Una de las causas reconocidas para la popularización del Polynesian Cultural Center es la posibilidad del turista para “visitar el pacifico” –para ver cómo la cultura material se adapta al medio ambiente, así como para probar comidas nativas y ver la variedad de danzas– a solo una hora de viaje de Waikiki. En esta categoría los contactos entre huéspedes y anfitriones varían ampliamente y pueden ser impuestos localmente.

5) El Turismo Recreativo Es promovido por las hermosas fotos a colores, que hacen que uno desee estar “allí” –en las laderas de esquiar, las playas con palmeras, los campos donde se desarrollan los campeonatos de golf o soleándose en un sillón– y atrae a turistas que desean descansar en comunidad con la naturaleza. Las actividades en los lugares de destino se centran en la participación activa en deportes, así como entretenimientos en comunidad. Las relaciones de anfitriones – huéspedes se hallan influenciadas por la estacionalidad de algunos tipos de turismo recreativo, que pueden requerir mano de obra importada para manipular el flujo masivo de visitantes o por medio de cambios radicales en el valor de la tierra, cuando los sitios favorecidos adquieren uso monetario más beneficioso, como en el caso de los tres pueblos costeros de Carolina del Norte y también en el de la comuna francesa alpina. El turismo es un poderoso medio que afecta el cambio cultural y el estudio antropológico centra su interés en el impacto entre anfitriones y huéspedes. Para haberse convertido en la mayor industria del mundo – financiado por gobiernos, regulada por organismo internacional y respaldado por empresas multinacionales, así como por negociantes locales– presupone que el turismo es una fuerza positiva y beneficiosa. 10

Pero ¿a quiénes beneficia? Depende del tipo de turismo, de las expectativas del turista y la habilidad de los anfitriones para proporcionar facilidades apropiadas y actividades en lugar de destino, para que los efectos del turismo puedan ser desplegados a lo largo de un continuum, desde una interacción altamente disruptiva, negativa que linda con el conflicto. Las dos principales fuente para el conflicto y la tensión parece que son económicas y sociales y las consideraremos por separado. Para muchas naciones (y dependencias como Hawái) el turismo masivo es la principal y mayor fuente económica generadora de trabajo al aumentar sus presupuestos, valiosos intercambios en moneda extranjera y soporta las redes de transporte necesarias. El análisis de todo el proceso económico sale del campo de este trabajo, pero hay investigaciones personales que proveen conocimiento de aspectos del impacto económico. Varios casos estudiados como el de Bali, la comuna francesa alpina, el Polynesian Cultural Center y los cuna de San Blas, muestran las ganancias económicas positivas del comercio turístico. Los datos sugieren que el turismo puede beneficiar económicamente a una comunidad si se difunde la participación individual. Los conflictos interpersonales entre anfitriones–huéspedes son mínimos donde los respectivos niveles de vida son similares, como en los centros europeos de Suiza o en Australia y Nueva Zelandia. Aquí los anfitriones tienen la misma capacidad económica y los incentivos sociales para viajar, para convertirse en huéspedes en algún otro sitio. Donde existen grandes desigualdades económicas y los turistas son vistos como ricos solamente porque están descansando, con frecuencia aparecen tensiones fuertes. Las poblaciones locales son atraídas a trabajar en turismo por el beneficio de lograr movilidad social y mayor participación en la economía monetaria occidentalizada. Los casos estudiados de Bali, la comuna alpina francesa y los esquimales, muestran que muchos empleados descubren que solamente un limitado segmento de su población –los ya bien establecidos líderes, “hombres marginales” bilingües, biculturales– puede verdaderamente beneficiarse de sus nuevos roles. Los contratos y las políticas con frecuencia son discriminatorias, 11

favoreciendo a los que tienen habilidad lingüística para cuidar de los turistas y las posiciones de administración con frecuencia están reservadas a hoteleros y chefs con entrenamiento occidental. Además los contrastes entre hoteles bien provistos de los sitios de verano, solamente sirven para resaltar la conciencia de su pobreza de parte de los que esperan algo del turismo, pero mientras deben vivir todavía en barracas de una habitación. Las limitaciones con frecuencia son manifestadas por parte de los que “no tienen”, que buscar hacer blanco en los turistas por medio de los persistentes gritos de baksheesh en la India, los carteristas que con frecuencia abundan en los sitios de turismo y el doble precio de los bienes y servicios. Las culturas en las que el regateo es una etiqueta no aprendida o desaprobada (como en los Estados Unidos), o las barreras del idioma dejan al turista sin defensa y con frecuencia atrapado para pagar lo que se le pide, aunque después se lleve el amargo gusto de que “se la han hecho”. La industria del turismo puede tener efectos negativos en una comunidad por medio de la disrupción del sistema económicos local. Los problemas citados en Tonga se pueden repetir en muchos lugares, donde la población nativa abandona la agricultura de subsistencia para ingresar como mano de obra del turismo y lograr ingresos en efectivo, con el resultado, de que declina la producción local de alimentos. Se necesitan importantes productos para alimentar tanto a los anfitriones como a los huéspedes, todos los otros servicios aumentan su costo y la inflación comienza su espiral ascendente. Además, la industria en si misma contribuye a incrementar los salarios, porque para asegurárselos procura conseguir el mejor personal posible, que responda a las demandas de los visitantes por un servicio superior los guías y administradores de viajes con frecuencia pagan mejores salarios de los que se podrían ganar en la economía local por el mismo servicio. El turismo con frecuencia también es estacional, dejando vacíos los hoteles, con las ruedas ociosas a los transportistas y operadores de viajes y sin empleo a los trabajadores. A menos que exista una fuerte base económica, las personas que están ligadas al turismo pueden enfrentar la opulencia o la pobreza, como se sugiere en parte con el ejemplo de Bali. El turismo también puede ser muy 12

sensible a variables externas sobre las cuales la industria local tiene muy poco control, como los valores de cambio monetario y el clima político. Los turistas fluyen a los sitios donde su poder de compra obtiene “buenas compras” y evitan las áreas de tensión donde terroristas y activistas políticos pueden amenazar sus vidas. Con frecuencia, la llegada del turismo en gran escala necesita que se transfiera el control local al gobierno central que tiene el poder para competir internacionalmente por el comercio turístico, confiriendo concesiones en la forma de impuestos favorables o negociando valores de tierra para inducir a grandes cadenas hoteleras para que construyan sus instalaciones. La industria turística bien desarrollada es un poderoso lobby internacional, que comprende intermediarios en la estructuración de tarifas y distribución de rutas, y un lobby doméstico poderoso con control efectivo del planeamiento y los presupuestos regionales. Cuando la administración así como el control de ganancias es conferida a entidades externas y no a las internas, el turismo se convierte en una forma de imperialismo (Nash, cap. 2) y con frecuencia puede desarrollar hacia un neocolonialismo. EL caso estudiado de los cuna de San Blas muestra que hasta la fecha han retenido el control local sobre su economía, pero la construcción del proyecto Los Gruyos; puede colocarlos al final en una posición semejante a la de los esquimales, donde el turismo es controlado por las empresas de aviación. El gobierno también en todos los niveles, tiene la posibilidad de realizar un desarrollo selectivo del turismo y beneficiar un área vis-a-vis a otra, en cuanto se reconoce una “atracción” turística potencial. En el ejemplo de Indonesia, el gobierno central gasta grandes sumas para la construcción de caminos y hoteles para proporcionar al turista acceso a las aldeas del interior donde pueden ver los elaborados ritos funerarios. Como indica Crystal, desde la perspectiva local el dinero podía haber sido mejor gastado en ayuda agrícola y los problemas endémicos de salud, puesto que el turismo beneficiaria solamente a muy pocas personas de la localidad. En un filón similar en la comuna alpina francesa, la manipulación del poder local para favorecer al turismo recreacional por encina de las industrias básicas de subsistencia, 13

trae la división y separa en facciones políticas a la que una vez fue comunidad cohesionada. Merecen ser mencionados los efectos económicos sobre las artes y artesanías locales. Aunque McKean sugiere que el turismo en Bali anima una regeneración de sus industrias tradicionales, se debe indicar que Bali por su ubicación aislada es visitada, comparativamente, por pocos pero muy pudientes turistas, que tienen tanto el interés como los medios para comprar artesanías de calidad. De manera similar Deich (Cap. 14) muestra que el turismo ha sido importante para el renacimiento de las artes indias en el suroeste de los Estados Unidos, pero ninguno de estos autores estudia la “bagatelizacion” estética, creada por el mercadeo en tiendas de curiosidades o de artículos baratos de manufactura no-nativa. Otra vez la ganancia económica beneficia principalmente a fuentes extrañas. Los análisis estadísticos, que son la puerta de entrada para el economista y el planificador, con frecuencia citan los altos rendimientos derivados del turismo, pero cohonestan los reales costos humanos del turismo en la disrupción de sistemas económicos que funcionan a nivel local, sin proporcionar alternativas sustanciosas ni comprobadas. Los impactos sociales del turismo son fundamentales y de interés particular para los antropólogos, porque el conocimiento científico establecido, enfatiza la validez de mantener la cohesión del grupo como un baluarte contra la disrupción con que está acompañado el conflicto y la tensión. En contraste con los saltantes cuadros de crecimiento económico, los efectos del turismo sobre las vidas y la visión del mundo de una población nativa son sutiles y por lo general solamente percibidos por la misma gente y los antropólogos que han estado allí antes y después del turismo. El comercio turístico no debe ser culturalmente dañino. Muchos turistas ingenuamente desean “conocer y juntarse con la gente”, y dadas las circunstancias y de las de ser visitantes poco frecuentes que participan de intereses comunes y un idioma común, el turismo puede ser un puente para apreciar la relatividad cultural y la comprensión internacional. Sin embargo, atender huéspedes es un negocio rutinario, monótono y aunque las preguntas de cada visitante son nuevas para él, el anfitrión siente que 14

se ha vuelto solamente una grabadora, especialmente al terminar una temporada se hace cada vez más difícil de proporcionar la bienvenida espontánea y entusiasta, que esperan los huéspedes. Si se han logrado las metas económicas del turismo de masa y el visitante ocasional es reemplazado por un flujo estable, las identidades individuales desaparecen en la frase “los turistas”, los que a su vez pueden ser estereotipos dentro de imágenes de caracteres nacionales (Pi- Sunyer, Cap. 5). Los huéspedes se convierten en objetos deshumanizados, tolerados por las ganancias económicas que proporcionan y se los deja con muy pocas alternativas, que no sean las de parecer a sus anfitriones como curiosidades, como objetos. Para llenar las necesidades sociales, en especial, los visitantes de ultramar encuentran identidad reuniéndose con sus compatriotas en los bares y vestíbulos donde crean su propia realidad de estar físicamente “en” un lugar extranjero, pero solamente “fuera” de su cultura. El turismo étnico y cultural promete a los visitantes por lo menos la oportunidad de ver alguna porción de la cultura indígena, y aparentemente algunos rasgos culturales pueden ser compartidos con extraños sin causar disrupción. En algunos de los casos proporcionados por los estudios, incluyendo los rituales balineses, los funerales en Toraja y las danzas de los esquimales en la isla King, la presencia de los turistas como huéspedes paganos realza el gozo local y la mayor participación. Sin embargo, estos en esencia ya eran rituales públicos. La tensión social se manifiesta cuando los turistas invaden la privacidad de la vida diaria, como sucede con los esquimales kotzebue, o cuando un ritual sustantivamente sagrado –en este caso el “Alarde” de Fuenterrabia en España– es hecho en público por mandato gubernamental. La gente cuyas culturas son objeto del turismo, para proteger la integridad de sus sistemas de valores, como bases de la solidaridad del grupo, pueden intentar transferir lo que Núñez llama (Cap. 16) “el escenario de fachada” de sus vidas a sectores privados, fuera del alcance de la vista del turista. Si esto no se logra, su cultura se comercializa y se vende a tanto “por kilo” (Greewood, Cap. 4) haciendo de los individuos y sus tradiciones algo más que “costumbres raras e ideas extrañas” de gente llamada también “primitiva”. Los una vez orgullosos e 15

independientes masai de Ngoronogoro Crater, que ahora llevan turistas “a car” para que visiten sus chozas de barro y les tomen fotografías, son, algunos de los muchos que están en esta sombría condición. Las relaciones entre anfitrión–huésped además tienen la presión del mutuo error para comprender sus roles sociales dentro de sus respectivas culturas. Como el turista está descansando, los visitantes a las áreas que fueron colonias, con frecuencia son percibidos como de la elite o políticamente poderosos y pueden ser llamados “jefe” o “patrón”, como Pi- Sunyer informa sucede con los británicos que son llamados “lor” (por mi lord) en los pueblos catalanes. A bordo de los lujosos barcos de crucero, los boys de los camarotes y los mozos de servicio de origen étnico no blanco, con frecuencia son considerados como aldeanos empobrecidos que han encontrado un modo de vida en esta vida de aislamiento. Sin embargo, nosotros encontramos una vez en un navío, que los modestos y apropiadamente silenciosos “sirvientes” eran estudiantes universitarios javaneses, provenientes de familias locales prominentes, que competían por estas ocupaciones temporales para adquirir dominio de idiomas y por el aliento educacional de los viajes del extranjero. Uniformes, personalidad y fluidez en marcas falsas de estatus y se puede asumir por variedad de metas personales. El turismo puede ser disruptivo por la introducción de aspiraciones socio-económicas, locamente inaccesibles. Hoteles de lujo –los santuarios de los nacirema 2– con grandes baños, sabanas limpias cada día y suntuosas comidas– con frecuencia contrastan fuertemente delineados sobre los niveles locales de vida. Huéspedes incautos e irreflexivos que sacan de la cartera fotos para mostrar sus grandes casas, piscinas privadas o botes de lujo solamente refuerzan el cisma personal. Los caros arrestos que la mayor parte de los turistas llevan, crean nuevas demandas por alojamiento, y provocan nuevos comportamientos, que van desde el aniñado “give money” a los deseos por lograr los inalcanzables símbolos de estatus occidental, como el de los jóvenes de naciones del Tercer Mundo que piden anillos de graduación en sus universidades. 2

Nacirema es american escrito al revés.

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Los efectos del turismo sobre los sistemas sociales son todavía más sutiles. La gente joven de sociedades tradicionalmente cerradas, observa la libertad de movimiento de los turistas, especialmente de las mujeres occidentales que viajan solas. McKean sugiere que en Bali los beneficios económicos del turismo simultáneamente refuerzan las estructuras familiares, pero el tópico necesita investigación más extensiva. De igual modo, los llamados estilo de vida “simples” de los viajeros jóvenes, descritos por Teas (Cap. 15) presenta múltiples problemas. Los aldeanos ubicados a lo largo de la ruta que va del Medio Oriente a Nepal, se quejan repetidamente de que los empobrecidos “hippies” se instalan con las familias locales y les succionan sus limitados recursos, incrementando las tasas de prostitución y creando entre los jóvenes de la localidad normas de comportamiento nuevos y desviados, entre los que se incluyen el uso de narcóticos. Sin poder político como para poder liberarse por sí mismos de estos “parásitos” humanos, los aldeanos se forman imágenes negativas de la cultura occidental, que ninguna cantidad de propaganda gubernamental puede amortiguar. Otros conflictos y tensiones surgen por la diferencia de sistemas de valores. La ética misionera puritana de los tonga prohíbe el trabajo y la bebida los domingos, pero se deben satisfacer las necesidades y deseos de los turistas siempre presentes. En todas partes los propietarios de tiendas de souvenirs son ambivalentes para atender días domingos y festivos. El turismo no es nuevo. Desde una breve perspectiva histórica ya Herodoto recogió “etnografía” acerca de extranjeros y Agustín enfatizó la importancia educativa de los viajes en su dictum “El mundo es un libro, el que se queda en su casa lee solamente una página”. Durante el Medioevo la gente viajó a las ferias, realizó peregrinajes a santuarios famosos y los estudiantes caminaban a lo largo de Europa para estudiar con un profesor famoso. Esto último es la analogía histórica de los jóvenes de hoy en día que efectúan sus viajes para “estar” en los sitios, en búsqueda de “la verdad”. El arribo del ferrocarril y de los vapores en el siglo diecinueve, facilitó el concepto de Grand Tour o alternativamente de la migración 17

estacional de familias completas a alojamientos apropiados en la Rivera, el Lago Como o los Catskills, la construcción de autopistas pavimentadas, junto con la evolución de automóviles confortables y propios, así como de las vacaciones pagadas, y los fines de semana de tres días, expandieron el placer de viajar durante la primera mitad de este siglo. El turismo en masa es producto de la edad aérea posterior a la Segunda Guerra Mundial, que figuradamente ha acortado las distancias del mundo, para señalarlas en horas de viaje en vez de kilómetros. El desarrollo paralelo de la tecnología industrial ha alterado radicalmente el estilo de vida humana de Europa, América y Japón concediendo a obreros y empleados vacaciones más largas, jubilaciones a edad menos avanzadas y mayores excedentes de sus ingresos que pueden ser gastados fuera de casa. Los intermediarios del turismo –gobiernos, transportistas y organizadores de tours– con habilidad han traducido la economía creciente en paquetes turísticos fácilmente vendibles, se crean charters baratos y tarifas de fuera de estación para animar a mantener el flujo de viajeros extranjeros. La maestría de la propaganda ha “psyched” millones de personas a un turismo masivo basado en la premisa de que “tomar una vacación” significa “ir a algún lugar”, y que “estar en casa sin hacer nada” es casi inmoral y/o el reconocimiento de tener un estatus económico bajo (Graburn, Cap. 1). El turismo no es nuevo ni lo fue en el pasado. Los que duraron de la cordura de los hermanos Wright difícilmente podían haberse imaginado los jets supersónicos y ahora hay escépticos que relegan a Back Rogers y Startrek a la ciencia ficción. Las motivaciones humanas para viajar son universales y en la medida en que mayores naciones logren la industrialización, se puede esperar que haya incrementado en el turismo, especialmente desde que Kruschke (1974) indicó que el tránsito masivo y los Jumbo Jet´s minimizan el consumo de energía al mismo tiempo que maximizan el flujo económico. Mayor número de asiáticos y africanos se harán turistas en las próximas décadas, de la misma manera en que el turismo masivo de los japoneses es un fenómeno de la década de 1960 –

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1970 y ya es evidente una gran movilidad turística dentro de Europa Oriental 3. El estudio del turismo casi es etnografía de salvamento. El Alarde no pude ser restaurado a su significado original y no se puede borrar muchos estereotipos. En este primer survey parece que las formas existentes de turismo en conjunto se inclinan a tener impacto más negativo que positivo, pero esto es irremediable. El concepto de “progreso” es irreversible, que mueve incluso a la llamada gente de la edad de piedra a la gran corriente de la economía monetaria y la presencia visible de extraños que traen y gastan dinero contribuye significativamente al proceso del cambio cultural. Los antropólogos pueden recoger información, crear tipologías y buscar soluciones a los esquimales, proponer la construcción de “modelos culturales”, como los del Polynesian Cultural Center, que preserva la herencia tradicional e impide que el turismo interfiera en las vidas de la gente de la localidad. Como antropólogos aplicados, se puede examinar y planear, por medio del gobierno y de los negociantes, una industria turística que beneficie tanto a los anfitriones como a sus huéspedes.

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Ya comenzó el turismo a China, con barcos de crucero desde enero de 1977 y a todos los países de Europa Orientan e incluso a Cuba desde abril d 1977.

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CÓMO VEMOS A LOS TURISTAS Oriel Pi-Sunyer Introducción La mayor parte de los estudios antropológicos del turismo examinan el impacto sociocultural o económico que la industria turística o los turistas tienen sobre las comunidades y/o regiones anfitrionas. Este enfoque tiene sus raíces en la tradición y en la orientación a problemas de la disciplina y puede ser parafraseada como la reacción comunitaria (o cultural) a las influencias externas. Los modelos teóricos que se han usado en el estudio del turismo deben gran parte al desarrollo mental y a la teoría de la modernización en la forma como es aplicada a la transformación rural. La industrialización del campo con frecuencia no toma en cuenta los deseos y las opiniones locales el moderno turismo masivo es también una influencia que va más allá del control local. Las actitudes o sentimientos locales tienen importancia secundaria en la evolución de la industria del turismo desde el momento en que el capital y su administración pocas veces es local y los clientes son foráneos. Si el requisito de los recursos físicos está presente se proporcionaran los turistas sin tener en cuenta la inclinación que puedan tener los nativos para sumir los roles de servicio. Estas presunciones y observaciones puede que no encajen en todo los casos de turismo masivo, pero parece que tienen bastante aplicabilidad. Sin embargo, el impacto económico de la industria y el grado como los intereses externos dominan la vida y las instituciones locales no agotan las 21

implicancias y consecuencias de un movimiento que por naturaleza yuxtapone componentes étnicos, culturales y sociales en un contexto que es tanto asimétrico como ausente de significación en la comprensión de los grupos. El turismo puede influenciar fuerte y negativamente en la manera como la gente local percibe a los foráneos y por extensión, la forma en la cual las categorías étnicas son conceptualizadas. Una creciente intolerancia a los foráneos, en particular falta de interés y de empatía, ha acompañado al turismo masivo en la región costera de Cataluña, al norte de España. Esta respuesta no está especificada culturalmente. El turismo masivo propicia aparentemente una doble distorsión que toca tanto las imágenes que los turistas tienen de los nativos como la que los visitantes aplican a los residentes (Pi-Sunyer, 1973:13) con muchas implicancias para las relaciones intergrupales e interpersonales. Son algunos de los costos sobresalientes del tributo del moderno turismo masivo, acoplado a un examen, en base de la observación hecha en la comunidad de Cap Lloc (que es un seudónimo) de la estructura y el contenido de los modelos étnicos que la gente de la localidad utiliza con los extranjeros. Estos modelos son categorías de tipologías étnicas derivadas de la taxonomía folk tradicional, que ahora ya no tiene la flexibilidad y la cualidad de acomodar que era evidente en el pasado. En su composición predominan los aspectos negativos y se deja poco campo para el juego de las personalidades individuales. Se puede aducir que esto es más una función del etnocentrismo catalán que del turismo masivo, pero no crea que pueda ser cierto. Los catalanes de todas las clases muestran gran orgullo de su idioma, y cultura y herencia tradicional, pero en común con muchos otros pueblos mediterráneos, su cultura tradicional pone énfasis sustancial en el concepto de que cada individuo debe ser visto como una entidad discreta para ser evaluada con referencia a sus méritos personales. La bohemia no es un elemento dominante en el carácter nacional catalán, de hecho muchos observadores consideran a los catalanes algo duros y pragmáticos, Sin embargo hay la sensibilidad catalana a las buenas maneras y una conciencia de las obligaciones inherentes al rol de anfitrión 22

y, por consiguiente, expectación de que el huésped conozca sus obligaciones. El turismo no conduce al invariablemente control económico externo, de la decadencia de las instituciones locales y las actitudes negativas hacia los foráneos. Aparentemente algunas sociedades florecen en un medio ambiente turístico. Los suizos y los austriacos se han adaptado al turismo de una manera que es provechosa y sin descontento y dislocaciones internas. Sin embargo los suizos se han especializado por tradición en el turismo de elites, y tal vez, incluso de manera más importante, no solamente controlan su propia industria sino son empresarios en el negocio de los alojamientos y acomodaciones en todo el mundo. Philip Mckean, en un medio ambiente diferente, ha interpretado al turismo de Bali como una fuerza al servicio de la reafirmación cultural (1973,1974). La situación de Bali nos parece análoga a la “retribalizacion”, donde los idiomas étnicos tradicionales son usados para articular roles nuevos o cambiantes dentro de los límites de un contexto socio-económico alterado (Cohen, 1969:190-194). Sin embargo uno puede preguntarse razonablemente si las instituciones balinesas podrán sobrevivir cuando la isla sea visitada por tres turistas por cada cuatro residentes, que es la proporción que tuvo España en 1972. Por supuesto que los 26 millones de turistas que visitaron España en 1972 no llegaron al mismo tiempo, ni estuvieron igualmente distribuidos por el campo. Los alrededores de Cap Lloc y su ambiente, que tienen una población permanente de casi 6,000 habitantes (más los trabajadores estaciónales) “albergó” aproximadamente 70,000 turistas durante un exceso de peso de foráneos, y aunque la mayor parte de los aldeanos obtuvieron beneficios económicos de este flujo, la gente local sintió que tenía muy poco control sobre los acontecimientos. Aunque pocas veces verbalizado el turismo fue conceptualizado como un tipo de visita casi relacionado con un fenómeno natural, en el que se mezcla lo bueno con lo malo. De acuerdo a mis lecturas de la literatura sobre el tema estas actitudes no son peculiares de Cap Lloc.

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1. El Fenómeno del Turismo Masivo El turismo masivo es esencialmente un desarrollo que siguió a la Segunda Guerra Mundial, aunque sus antecedentes pueden ser considerablemente anteriores. La presente escala (por lo menos en 1973) del turismo refleja la casi continua explosión económica experimentada por las sociedades más desarrolladas de Occidente desde 1950; en pocas palabras es una manifestación del consumo en masa del neocapitalismo. En Europa, la expansión del mercado turístico ha transformado a los países y regiones menos desarrolladas en los patios veraniegos de las clases obreras y medias de las naciones altamente industrializadas. Naturalmente que no todo el turismo de este tipo. La industria del turismo continúa abasteciendo a una clientela pequeña, elitista y afluente que por depender de su tendencia frecuenta lugares a los que gusta concurrir la alta sociedad (high–society), los nuevos clientes del jet–set y de las expediciones personalmente arregladas. El turismo también comprende a individuos que evaden cualquier forma de paquetes turísticos e insisten en efectuar sus propios arreglos. Sin embargo la mayor parte de los turistas son individuos con tiempo y dinero limitados, que desean ser alimentados, alojados y entretenidos con una mínima cantidad de esfuerzo de su parte. Estos individuos con frecuencia representan el nuevo estrato de viajeros que todavía no se sienten confortables en tierras extrañas y prefieren los ambientes que contienen algunos elementos familiares: empleados que hablan su idioma y comidas que no sean demasiado exóticas. Estas limitaciones, combinadas con el volumen de visitantes, necesitan fuertes inversiones de capital y trabajo para proporcionar los servicios exigidos. El empresario del turismo masivo vende un producto (“vacaciones”, “experiencia”, etc.) confeccionado y promocionado de manera comparable a la de otros bienes y servicios del mercado comercial. Las atracciones naturales y culturales que guían a los clientes son parte importante del producto, mercadería. Los folletos de propaganda y otros materiales de promoción dirigidos a los potenciales clientes enfatizan de manera típica la singularidad, incluyendo la singularidad cultural, pero 24

desde el momento en que el turismo en gran escala tiende a destruir la verdadera singularidad que el turista busca y expecta, con frecuencia es necesario fabricar disneylandias culturales y por lo general versiones muy distorsionadas de las culturas locales. Los promotores del turismo están muy conscientes del valor de mercado que tienen las “antigüedades primorosas” del estilo de vida y de las costumbres de la gente local. Los residentes deben aprender a actuar en roles apropiados a los “señorial” o incluso convertirse en consumados e impresionistas, administradores, aunque esto no es indispensable. Si es requisito la necesidad del tableu vivant para la escena turística, se la puede proporcionar con facsímiles –piezas animadas de museo–, sin diferencia a las satanizadas réplicas del siglo dieciocho que se encuentran en Old Sturbridge Village en Massachusetss o en otros sitios semejantes. Sin embargo, con frecuencia es visto como rebajarse, sin gusto y grato para la sensibilidad local el comprometerse en exhibiciones cómicas para los foráneos. Incluso entre los gitanos, que tradicionalmente han trabajado por paga para entretener el flujo turístico ha estado acompañado por una declinación en la calidad artística (Quintana y Floyd 1972:116-119; Quintana y Floyd, 1973). A disposición de la gente local se halla dos opciones: volverse participantes en la mutua explotación que es el turismo (el turista es tanto explorador como animal de caza) o retirarse conscientemente y retraerse detrás de murallas culturales virtualmente impenetrables. Son posibles y comunes las combinaciones de ambos, pero se necesita una aguda compartamentalización de la vida en esferas públicas y privadas (la “privada” comprende y dirige todas las cosas, sean comunes o individuales que están más allá del alcance del turista). El turismo moderno es algo más que un salto cuantitativo en la incidencia entre el viajero y el residente. La escala numérica es importante porque tiene relación directa en la carga que se impone a los sistemas socio-culturales locales, aunque el turismo contemporáneo está intrínsecamente ligado a la estructura y actitudes que son características de la moderna sociedad de consumo en masa. EL turismo en su forma 25

actual es distinto del viaje y de los viajeros de las generaciones anteriores y parece que es discutible el comparar aspectos centrales del turismo moderno con el movimiento periódico o esporádico de las poblaciones de los tiempos pre-industriales. Para muchas generaciones el viaje tuvo el aliciente de su propio derecho para muchas sociedades, incluyendo las occidentales, como los testifican las ferias y los peregrinajes. El viaje organizado es una forma persistente de recreación, aunque las motivaciones no siempre han sido las mismas. Las guerras fueron responsables del movimiento de considerable cantidad de gente y con frecuencia fue seguido por prolongados periodos de ocupación. Sin embargo la movilización de masas, en común con el viaje masivo es solamente posible en sociedades que están en condiciones de generar excedentes sustanciales. Antes de los tiempos napoleónicos, la guerra fue dominio de relativamente pequeña cantidad de especialistas, mientras que la mayor parte de los que viajaban era gente de recursos. Es también evidente una discontinuidad en las actitudes generales y en los medios ambientes en los que se mueven los viajeros. Ricos o pobres, excéntricos o conservadores, los viajeros intergeneracionales hasta hace incluso muy pocas generaciones, asumían en gran medida que deberían tratar de ajustarse a los medios socioculturales específicos, la gente local apenas esperaba muy débilmente de que tenía que satisfacer los niveles de los visitantes. El visitante típico de lugares distantes, se movía tanto en la órbita cosmopolita de los grandes hoteles, los trenes expresos rápidos, los barcos de lujo, (una subcultura internacional de la high-society con sus propias y distintivas reglas y reglamentos), como ingresaba al sistema de alojamientos y transporte nativo, que requieren cierto grado de buena voluntad para vivir como un nativo marginal más. En adición a estas dos categorías, hay una tercera –el turismo doméstico–, las migraciones veraniegas de familias de la elite a las residencias de las montañas (y en tiempos más recientes a las playas). Estos pequeños grupos no alteran radicalmente los cimientos de las comunidades que visitan porque mientras que hay evidentes diferencias de 26

clases entre la gente local y los visitantes, las claras discontinuidades culturales estuvieron ausentes. El turismo como fenómeno social importante comenzó a emerger durante el siglo diecinueve con la aparición de dos desarrollos relacionados: la introducción de formas relativamente baratas y confortables de transporte (en particular ferrocarriles) y el crecimiento de una burguesía con suficiente tiempo y dinero para comprometerse en los viajes por placer. Desde 1850 para adelante aproximadamente el término tour cambió de uso general, de una salida corta o viaje de la elite por placer y cultura (el grand tour) a algo más cercano al turismo como lo conocemos hoy en día. Durante este primer periodo –aproximadamente entre 1850 y 1950– el turismo todavía abarcó cantidades relativamente pequeñas de viajeros, aunque introdujo una corriente continua de foráneos a las áreas rurales desde los países desarrollados hasta las tierras menos desarrolladas. Entre las dos guerras mundiales, las supercarreteras mejoraron y los automóviles particulares se sumaron al tráfico turístico y abrieron áreas que anteriormente habían estado inaccesibles a todos, excepto a los viajeros muy vigorosos, aunque el impacto no fue todavía regionalmente uniforme. Escribiendo 25 años después acerca del área donde hice un trabajo de campo, Rose Macaulay (1949:36) notó que en el verano de 1947 la Costa Brava era una cadena de aldeas de pescadores no contaminadas y preservadas de la “vivacidad cosmopolita” que vulgarizó la costa francesa. Manejando desde la frontera francesa hasta Barcelona, encontró solamente tres carros con placas “GB” (Gran Bretaña), debió regresar en 1972 para encontrar decenas de millares de carros con placas extranjeras y pronto perdería la cuenta de los automóviles con placas de Gran Bretaña. A comienzos de la década de los cincuenta, los relativamente baratos y rápidos viajes aéreos, incluyendo los charter, añadieron millones de viajeros al tráfico turístico europeo y en escala menos abrumadora al movimiento turístico a otras partes del mundo. El moderno turismo masivo es hijo de la edad del jet y está funcionalmente ligado a la “nueva 27

prosperidad” de la post guerra, que solamente ahora está comenzando a perder su lustre en la medida que los costos de los combustibles asciendan vertiginosamente y “el estancamiento–inflación” hiere a las desarrolladas economías del oeste. En resumen, las tres principales categorías secuenciales del turismo, parecen describir el del mundo occidental y pueden servir como una tipología de su historia y corrientes: 1.- Los patrones pre-industriales de viaje: viajes ligados en gran medida al comercio, incluyendo las ferias y oros eventos mercantiles periódicos y a actividades religiosas como peregrinajes a santuarios y visitas a la Tierra Santa. Por el siglo dieciocho, el viaje como una experiencia cultural, estuvo bastante bien establecida entre las élites europeas y americanas. 2.- Los visitantes de la burguesía: el turismo como fenómeno de las clases medias afluentes, asociado con la industrialización de las sociedades occidentales. Los primeros servicios especializados que buscaron esta clientela se desarrollaron por primera vez en este periodo. Aproximadamente entre 1850 – 1950. 3.- El moderno turismo masivo, es un fenómeno de la segunda post guerra mundial, caracterizado por la industrialización difundida. Con la expansión de las redes de transporte y desarrollo de las extensas áreas de alojamiento, se crearon nuevas clases junto al viaje internacional y al concepto de ocio. En la tipología, 1950, es una división conveniente, aunque en muchas partes del mundo, incluyendo la Costa Brava catalana, el impacto completo del turismo fue sentido hasta la década de 1960. Es difícil predecir el futuro, porque el turismo masivo es claramente un reflejo de altos niveles de consumo en los países de los turistas y por tanto es un sector económico muy elástico. El turismo puede sufrir con la actual declinación económica y el incremento de los costos de los combustibles. El turismo como todos los bienes es muy sensible al desasosiego social y en general al clima político. Aunque existen considerables diferencias entre el turismo de las élites y el masivo, sus motivaciones son similares: ambos usan los mismos 28

canales de comunicación e incluso se los puede encontrar en los mismos sitios de alojamiento. Esto simplemente atrae la atención a una característica importante de los modernos complejos sociales como similitudes en los gustos de moda y valores que cruzan transversalmente las demarcaciones de clases. Es un truismo que el turismo masivo desplace al turismo de la élite; sin embargo el turismo de elite continúa siendo un componente importante y con frecuencia juega el rol pionero que encuentra nuevos caminos. Las localidades “descubiertas” por el turismo de las clases altas son abandonadas, cuando ellas entran en contacto con los visitantes provenientes de las clases de trabajadores. Es el último el que está especialmente vulnerable a los requerimientos de las industrias altamente organizadas, como las de propaganda, relaciones públicas y, por supuesto, toda la “industria del ocio”, que configura los gustos y valores. Son estos modernos fabricadores de gustos los que definen el medio ambiente del turismo, incluyendo el lugar que ocupa la sociedad nativa dentro de ella.

2. Nativos y Turismo: Contacto e Interacción Aunque el turismo puede ser considerado otra “industria” difiere de las otras transformaciones del campo en un aspecto muy importante: el turismo es una operación de orientación – servicio que comprende un gran trato de contacto cara a cara entre los miembros de la comunidad y los visitantes. El turismo masivo afecta a todos los de la localidad, incluyendo a otros turistas que tratan de huir del “camino trillado”. Mientras algunos residentes locales pueden encontrar provechoso sacar ventajas de la compartamentalización de sus vidas para evitar la intrusión, es difícil huir de los turistas. Están presentes en número, día, y noche, caminando por las calles ingresando a las tiendas, haciendo cola en los correos, bebiendo en los bares, tendidos en las playas o caminando por los bosques. Todo turista parece que tuviera gran visibilidad y proclama su foraneidad por medio del vestido, el idioma y sus maneras. Los turistas si no están físicamente presentes en un momento dado, permanecen como temas siempre listos para la conversación. A los ojos de 29

la gente del lugar los turistas aparecen como acomodados, privilegiados, excepto tal vez los llamados “hippies” que siempre encuentran problemas para ser categorizados. La mayor parte de los residentes están conscientes de que el promedio del turista moderno es una persona de gran riqueza, pero es difícil traducir conceptos socioeconómicos (“medios modestos”, “promedio de nivel de vida” y “ricos”) a través de límites culturales, especialmente en el caso de visitantes veraniegos. Lo que el nativo reconoce es que el turista está descansando en el mismo momento en que él debe trabajar muy duramente. Además como en el caso de los europeos nórdicos que visitan la región del Mediterráneo, las diferencias somáticas son muy saltantes; por lo que el mito muere con dificultad, aunque en alguna forma sutil el cabello rubio, los ojos azules y la complexión esbelta no gastan dinero. Por último la mayor parte de los turistas son gente de la ciudad que trae a juego algunas brechas muy antiguas. Estas observaciones que se han hecho en la Costa Brava catalana en España, no están limitadas a esta región. El contexto de la interacción del turismo difiere en los medios ambientes rurales y urbanos. Las ciudades por lo general abarcan minorías étnicas extranjeras. Extranjeros y extraños se mezclan en un anonimato completo y al margen de variaciones sociales y culturales tiende a ser considerablemente mayor en las ciudades que en las comunidades rurales. También existe la materia de escala. En la ciudad la presencia de extraños, incluyendo a los turistas sencillamente no tiene la misma clase de impacto visual y social que en las localidades recientemente desarrolladas y abiertas al turismo. Finalmente y de gran importancia, las instituciones de la ciudad tienden a ser lo suficientemente fuertes como para regular las condiciones bajo las cuales opera el turismo. Por comparación en comunidades receptoras una masa de visitantes extranjeros es algo más que la adición de un factor. Puede que los extranjeros no hayan sido desconocidos en el pasado, pero los mecanismos y engranajes sociales y culturales para manejar gran número de los residentes es algo que estuvo ausente. Las comunidades tradicionales de la Costa Brava vieron a los extranjeros como individuos, con una verdadera relación entre huéspedes 30

y anfitriones en una forma que ahora está recluida por el turismo de gran escala. Las instituciones en las áreas rurales, incluyendo a los gobiernos de las aldeas, rara vez tienen los recursos, la capacidad cope con una cuasi urbanización súbita o periódica o para enfrentarse en términos de igualdad al poder económico y político de los propietarios de alojamientos y a los administradores de cualquier cosa semejante. Aquí el turista individual aparece más extranjero y también puede ser más vulnerable. Los poderosos intereses de los negocios del comercio de turistas no sustituyen automáticamente la falta de normas institucionalizadas que sean aplicables al turismo de la actualidad.

3. Nativos y Turistas: En la perspectiva Histórica Todas las culturas están comprometidas en ejercicios taxonómicos. El universo de las experiencias está categorizado, organizado y luego relacionado con las medidas culturalmente definidas de equivalencias y diferencias. No hay dos modelos de la realidad que sean idénticos, incluso entre subculturas. Tales construcciones establecen una base para la acción y un arreglo ordenado de las actitudes, y permite a los individuos interactuar en términos de la distancia social y cultural percibida. Ayudan a definir, en cualquier situación, quien pertenece y quien no, la diferencia entre extraño y amigo, nativo y extranjero. Incluso al especificar cómo debe tratar uno con quién y cuándo, ofrecen una guía sutil para las relaciones interpersonales. El individuo comienza a aprender este mapa cognitivo muy pronto en su vida como una parte integrante del proceso de socialización. Al principio le permite diferenciar entre sí mismo y los otros miembros de su propio grupo: familia, comunidad y aquellos con quienes comparte la misa tradición socio cultural. Cuando estos campos sociales y culturales están definidos, los grupos y los individuos que caen fuera del grupo es expresada por medio de declaraciones simbólicas, que al nivel cultural típico toman formas como el lenguaje, la coparticipación de creencias religiosas comunes y una experiencia histórica común. 31

El proceso de categorización cultural, ya sea para propósitos de definir la membrecía étnica o de unidades externas identificadas del mismo orden, comprende un grado de selección, simplificación y énfasis sobre un limitado rango de atributos epitomizando diferentes variedades de la humanidad. Los antropólogos han enfocado típicamente este mosaico de variación cultural en términos de los límites de los sistemas – el locus donde los grupos étnicos se encuentran– y los atributos que dan cohesión y distinción a las diferentes unidades étnicas. Desde aquí sigue la definición tradicional de grupos étnicos que se hallan en la literatura: una población que comparte una cultura en común y comprende a individuos que se identifican a sí mismo, y son identificados por otros, como miembros de una categoría socio cultural distinguible de las otras categorías de la misma clase. Tales definiciones de tipos ideales, tan útiles como pueden ser en una primera etapa, son inadecuados en que ellos suponen muchas preguntas o de acuerdo a las palabras de Barth, nos permiten “suponer que el mantenimiento de los límites no es problemático y sigue desde el aislamiento que implica la itemización de las características” (Barth, 1969:11). Esta definición también tiene una cualidad estática y asume una situación equilibrada. Una de las características de la vida contemporánea es la persistencia de las identidades étnicas en la edad de la comunicación de masas, donde los valores compartidos y las expectaciones entrecruzan diferentes clases y grupos étnicos. Sin embargo es inválido para suponer que la identidad étnica o la manera como los otros grupos étnicos son percibidos, permanecen inmutables. Antes de la llegada del turismo masivo, las comunidades de aldea de esta aparte de España alojaron un número limitado de extraños, incluyendo extranjeros, en el sentido de ser nacionales de países diferentes a España; españoles no catalanes, en especial castellanos y catalanes de procedencia urbana, la mayor parte miembros de la burguesía alta y media de la región. Esta sección de Cataluña es parte de las marchas españolas, una región que por siglos ha sentido las consecuencias de las guerras y los conflictos políticos entre estados francés y español, la frontera francesa 32

está cerca y varias veces, la más reciente durante las guerras napoleónicas, Cap Lloc y otras localidades estuvieron bajo el control administrativo de militares franceses. También hasta comienzos del siglo XIX, Cap Lloc fue el sitio de la gran base naval y militar española que guardaba la costa y protegía el interior de las incursiones francesas. Aunque no está en la arteria principal que cruza los Pirineos orientales, el camino a Francia estuvo lo suficientemente cerca como para traer a Cap Lloc una cuota de foráneos, mucho antes del boom del turismo internacional. El turismo local, mayormente de Barcelona, data de fines del siglo XIX, y las instituciones nacionales españolas, incluyendo a los individuos que actúan como agentes del Estado, han sido parte integrante de su vida, desde la incorporación de Cataluña dentro de la estructura política unitaria a comienzos del siglo XVIII. La gente de Cap Lloc por mucho tiempo ha vivido en un mundo plural. Los turistas en Europa tienden a gravitar a regiones con una historia sustancial de contacto cultural anterior que a zonas de gran asilamiento y esto parece que es verdad en todas las áreas costeras, muchas de las montañas de la región que con frecuencia demarcan limites culturales y nacionales y las principales vías acuáticas (ríos) y caminos (paralelos a los ferrocarriles en el siglo XIX transformadas en supercarreteras en el siglo XX). Estos patrones de contacto e interacción están por lo menos en parte, ligados a la integración de pequeñas comunidades dentro de la fábrica sociopolítica de los modernos estados naciones y otros sistemas administrativos centralizados. Este proceso ha extendido el margen de experiencia de los habitantes rurales trayéndolos a un contacto más cercano con las clases dirigentes de orientación urbana, y en el caso de minorías nacionales a sociedades multiétnicas (como la catalana), con representantes de la cultura nacional dominante. En resumen, la exposición de los aldeanos del noreste de España a los extraños probablemente no es única, La discontinuidad creada por el turismo masivo es menos materia del aislamiento cultural que de las corrientes recientes que han transformado una interacción constante de gran duración con los extraños dentro de un flujo masivo de turistas 33

visitantes, la mayor parte de los cuales residen en la aldea por un tiempo muy corto. Muy pronto los aldeanos dan declaraciones perfectas y concretas de los perfiles de la personalidad distintiva de una gran variedad de nacionalidades y grupos étnicos, Cuándo los sujetos son de los principales países de Europa o de países geográficamente cercanos a España, prevalece bastante uniformidad en las respuestas. Sin considerar a los principales grupos étnicos españoles, la determinación más aguda descubre a un grupo de tipos nacionales que incluyen a ingleses, franceses, alemanes, italianos y portugueses. La mayor parte de los aldeanos también expresan opiniones concretas acerca de americanos y rusos, aunque sospecho que la imagen de los americanos debe mucho a Hollywood y a la televisión, mientras que la imagen de los rusos es una consecuencia de la injerencia de la Unión Soviética como potencia mundial y de algún recuerdo del rol ruso en la guerra civil española. Estas imágenes para la mayor parte, combinan rasgos y patrones de comportamiento que la cultura local evalúa como positivas y otras que son consideradas como negativas. Los aldeanos tienen pocas dudas de cosas, y por encima de todo, consideran que el carácter catalán es superior a todos los demás, no porque a la otra gente le falten elementos admirables, sino porque la personalidad catalana muestra mejor equilibrio. No obstante, algunos estereotipos nacionales son sustancialmente positivos para nuestro objetivo es más valioso examinar uno de ellos y ver que un grupo étnico del que se tiene baja estima. A los ingleses, por ejemplo, se les percibe como poseedores de buenas cualidades y maneras, honestidad, y en general integridad. No se puede escapar a la impresión de que el grado de retraso cultural está presente en algunas declaraciones evaluativas comunes, como “los ingleses siempre pagan”, “sus hijos son muy obedientes” y “tu puedes confiar en la palabra de un inglés”. Esto parece retroceder a una era en que libra esterlina era considerada más valiosa que hoy en día y las clases inglesas dirigentes (las únicas que viajaban) se comportaban en el exterior de una manera que los dignificara y no fuera llamativa. Los elementos negativos de esta caracterización 34

también tienen cierto pasadísmo de fuera de época. Los ingleses son descritos como fríos y que se mantienen a distancia, soberbios y muy exigentes. Quejándose de un cliente inglés que hizo un alboroto por la calidad del té que le sirvieron en un restaurante, una camarera de mediana edad bromeo en catalán con los clientes locales “ellos nunca están satisfechos, tal vez piensan que están en la India”. No deja de tener relaciones con este complejo de actitudes el uso todavía común de termino lor o milor (por lord o my lord) cuando se refieren a un inglés de la clase alta, aunque para mi conocimiento el contexto indicaría que en la mayor parte de los casos, implica una actitud peyorativa al individuo así asignado. El carácter inglés combina puntos buenos (juicio, integridad, etc.) con elementos que son vistos como menos favorables (distancia, rigidez). Sin embargo cuando un contacto se desarrolla entre un extranjero y la gente del lugar por tiempo suficientemente prolongado, los estereotipos se ven obligados a reajustarse. El estereotipo es una evaluación contrastada que es hecha por una persona en particular que tiene características de personalidad distintivas. Entonces, en el caso de un inglés que vive por varios meses en la aldea –un oficial jubilado del ejercito– que se vestía en forma que la gente de la localidad considera muy “inglesa” y que lo llevaba con dignidad, el consenso general fue de que la personalidad de aquel individuo, reforzaba el carácter nacional, resultaba una combinación extremadamente agradable. De acuerdo a las palabras de un tendero local: El Sr.…… es un real caballero inglés. Tiene la personalidad inglesa, muy correcto. Ud. puede decir que tiene un sentido de disciplina y orden. Sin duda que este es el resultado de muchos años en el ejército británico y porque había atendido una de aquellas costosas escuelas con internado que tienen en Inglaterra. Pero no es altanero y siempre parará para decir una palabra o dos. Intenta con mucho empeño hablar español e incluso sabe algunas palabras en catalán. Si, Ud. nunca podrá confundirlo con alguien sino con un inglés, pero él no se comporta como un lor. La mayor parte de los ingleses que en el pasado visitaban la aldea vinieron de la misma clase educada, aunque no todos eran tan comprensibles. Hoy en día, nosotros tenemos un grupo mucho más corriente, que bebe a todas horas, que despierta con gente con sus ruidosas canciones.

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Este hombre nunca dejó de quitarse el sombrero antes las mujeres del vecindario, sonreír a los niños y saludar a los hombres con un cariñoso “good day”. El comentario del tendero refleja cierta presunción de los actuales turistas como menos educados, de menos buenas maneras, que los que venían en la generación anterior. He escuchado repetir esto mismo muchas veces y al escuchar a los aldeanos, uno está casi por creer que los visitantes del pasado, sin considerar su nacionalidad, todos fueron gente de las clases altas, Es difícil que este pudiera ser el caso, pero es otro ejemplo de categorías de elaboración cultural, por medio del proceso de selección de algunos elementos e ignorar otros, que hacen más fácil de ver ahora en una forma esencialmente negativa a la mayor parte de los turistas que en la actualidad visitan la aldea.

4. Nativos y Turistas: La Pérdida de la Individualidad El inglés descrito anteriormente no encaja en la categoría de un turista típico y es justamente por esta razón –con el propósito de contraste– que se ha examinado el caso con algún detalle. Vivió en la aldea el tiempo suficiente como para que sus cualidades como individuo emergieran por encima del flujo de miles de otros extraños, que no están sino durante uno o dos semanas. Se pueden citar muchos otros ejemplos comparables con otros extranjeros de diferentes nacionalidades que de manera similar han establecido su derecho a ser considerados como individuos y no solamente como estereotipos. En una cultura donde las cualidades individuales son juzgadas de tanta importancia que la perdida de la individualidad es algo semejante a la pérdida de un atributo humano importante. Por propósitos prácticos, la mayor parte de los turistas son tratados como algo más o menos, o por lo menos algo diferente, que la gente corriente. Esta separación de los turistas de la humanidad normal, abarca dos variables: la cultura de la residencia y el asunto de su número. Cuando un extranjero vive más tiempo en la aldea, es factible que él o ella serán tratados como individuos, con una personalidad distinta, un conjunto de hábitos más o menos predecibles e intereses reconocibles. Además, a medida que se incrementa el número de extraños que pasan por la aldea, 36

se vuelve difícil para los residentes hacer diferencias entre ellos de acuerdo a los criterios personales. Con frecuencia aumenta, los estereotipos tradicionales están siendo aplicados sin sus factores correctivos, como está ilustrado en el caso del visitante inglés, cuando los extraños que había en la aldea eran relativamente pocos y son aplicados normalmente a todos los extranjeros. Estos patrones cambiantes de percepción e interacción significan que los extranjeros son vistos con una luz cada vez más negativa. Los estereotipos tradicionales son ahora aplicados virtualmente de manera automática y con énfasis creciente sobre los atributos étnicos de identificación de un grupo, que son juzgados más negativos por los aldeanos. Muestras de las conversaciones locales sugieren que todos los franceses son impulsivos y de malas maneras; todos los alemanes son mezquinos, tacaños y todos los italianos no son de fiar. Estos estereotipos sugieren la generalización de los turistas como un grupo en el que están ausentes las consideraciones de amistad. Si la anterior interpretación es correcta, facilita, incluso legitima, modos de interacción designados para sacar ventaja de la ignorancia del turista promedio. Las reglas que los aldeanos aplican al intercurso social entre ellos mismos, están simplemente abandonadas o dobladas cuando la otra parte es un turista. En la comunidad todos conocen que para bienes y servicios hay dos estructuras de precios: una para los residentes y otra para los visitantes temporales. Este doble estándar es expresado en declaraciones como “cualquier cosa es buena para los turistas” (malos alojamientos, mala comida, etc.) incluso una aplicación diferencial de las sanciones legales, por ejemplo, la policía local es corriente que de papeletas de tránsito a los motoristas de fuera de la comunidad, especialmente a los que manejan carros con placas extranjeras. En resumen el turista es un extraño o un extranjero que ahora es percibido como vacío de sus cualidades individuales y humanas esenciales. Él o ella “no tienen rostro” y es intercambiable con cualquier otro turista. Las imágenes del carácter nacional son reforzadas y es acentuado el vació entre los nativos y los foráneos. 37

Es difícil escapar de la conclusión de que los turistas ahora sostén de la economía local, no sean antipáticos. Dada la realidad del turismo masivo los residentes no pueden por más tiempo ver como positivo el influjo de “huéspedes” temporales. A riesgo de sobre simplificar, la actitud dominante es de indiferencia y de antipatía. Es rara la mala voluntad declarada contra los turistas. Los turistas, como el clima, se ha convertido en un hecho de la vida y el promedio de los aldeanos siente que hay poco que puedan hacer para cambiar este asunto. La situación es paradójica. Los contactos entre los aldeanos y los foráneos nunca han sido mayores, pero las barreras para la comprensión probablemente nunca han sido más altas. Sin embargo con un examen de más cerca, la paradoja es resuelta porque el universo de los turistas y el universo de los aldeanos son dos realidades separadas que coexisten en el mismo espacio físico. La gente de Cap Lloc simplemente se ha adaptado a la presencia de los turistas retirando de los turistas muchas de las cualidades que la cultura tradicional insiste en que son parte del patrimonio general de la humanidad. Este proceso de deshumanización comprende un embotamiento de la sensitividad y se produce donde quiera que la gente rechace “verse comprometida”, cuando parece que el mundo es demasiado grande o demasiado complejo para asegurar consideraciones con otros. La experiencia de los obreros españoles que son llevados a trabajar en países de Europa Occidental más desarrollados es comparable, por qué estos migrantes están poco integrados en las sociedades locales. En parte, encuentran prejuicios afuera, pero ellos también están poco inclinados a participar o verse comprometidos con el nuevo estilo de vida. Un obrero comentó de sus dos años en Alemania “nunca pensé que mi estadía en Alemania formara parte de mi vida real. Tú sabes eso fue como hacer servicio militar”. Psicológicamente este obrero nunca dejo España, de la misma manera como el turista alemán nunca deja verdaderamente Alemania. Los aldeanos de Cap Lloc permanecen en el sitio y responden a los turistas levantando barreras realmente infranqueables para las relaciones humanas genuinas.

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La cultura anfitriona ha aprendido bien la lección. Si los turistas convierten las culturas en mercaderías, los nativos categorizan a los foráneos como un recurso a una incomodidad y fastidio antes que como a gente. La rueda ha dado una vuelta completa en el círculo, por lo menos a manera conceptual.

REFERENCES CITED 4 Barth, Fredrik. 1969. Introduction, in Ethnic groups and boundaries. Fredrik Barth. Ed. Boston: Little Brown - Company. Cohen, Abner. 1969. Custom and Politics in Urban Africa. Berkeley and Los Angeles: University of California Press. Macaulay, Rose. 1949. Fabled shore. London: Hamish Hamilton. McKean, Philip F. 1973. Tourism, Culture change, and cultural conservatism in Bali, Paper presented at 9th International Congress of Anthropological and Ethnological Sciences, Chicago. McKean, Philip F. 1974. Towards Theoretical analyses of tourism: Economic dualism and cultural Involution in Bali. Paper presented at the symposium, tourism and culture change, 73rd Annual Meeting of the American Anthropological Association, Mexico City. Pi-Sunyer, Oriol. 1973. Tourism and its discontents: the impact of a new industry on a Catalan Community. Studies in European Society 1: 1-20. Quintana, Bertha B. and Lois G. Floyd. 1972. !Que Gitano! Gypsies of southern Spain. New York: Holt, Rinehart and Winston, Inc. Quintana, Bertha B. and Lois G. Floyd. 1973. ¿Que Gitano? Paper presented at 72nd Annual Meeting of the American Anthropological Association, New Orleans.

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Advertimos que las referencias citadas son iguales al original.

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EL TURISMO COMO UNA FORMA DE IMPERIALISMO Dennison Nash El interés en el turismo de parte de los antropólogos parecería estar relacionado con su interés general por el contacto cultural y el cambio sociocultural, que ha incentivado mucho de su investigación sociocultural de recientes años. El turista, como el comerciante, el empleador, el conquistador, el gobernador, el educador o el misionero, es visto como agente de contacto entre culturas y directa o indirectamente la causa de cambio, particularmente en las regiones menos desarrolladas del mundo. Una ojeada a los artículos de este Symposium, probarán esta preocupación 5. Análisis recientes del contacto cultural han sugerido que una compresión de la situación anterior e inmediata al contacto puede que sea suficiente para lograrlo. Pueden necesitarse algunas referencias a contextos mayores. Adams (1974:240) por ejemplo indica “tanto el cambio social como la continuidad social requieren procesos interactivos con interacciones significativas confinadas en algunos casos solamente a ciertas comunidades, en otros a grupos múltiples en lugares determinados, y en otras a regiones completas, todavía en otras a contactos interregionales cuyo rol histórico estaba alejado de su proporción en relación a su limitada escala y frecuencia. Y Magubane (1973) ha mostrado el campo restringido de muchos estudios de contacto cultural de África, y pide tomar en cuenta el contexto mayor del colonialismo en el 5 Se refiere al simposium efectuado en México en 1974, coincidente con la reunión de la American Anthropological Association (nota de traductor).

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que se presenta este contacto. Es uno de los investigadores que usa las teorías del imperialismo para tratar de las situaciones de contacto que han atraído el interés de los antropólogos. A pesar de que su trabajo como muchos otros antropológicos sobre el imperialismo, tienen simpatía marxista y por los oprimidos del Tercer Mundo y otros lugares, no se necesita ser marxista o revolucionario para ver la facilidad con que se aplican a dichas situaciones los conceptos del imperialismo.

1. Imperialismo A nivel general las teorías del imperialismo se refieren a la expansión externa de los intereses de una sociedad. Estos intereses, sean económicos, políticos, militares, religiosos o de algún otro tipo, son impuestos o adaptados por una sociedad externa y se establece un flujo de poder. Estas transacciones pueden tener varias consecuencias para las sociedades comprometidas. Como he indicado en otro lugar (Nash 1970) una formulación del proceso imperialista en la presente situación de nuestros conocimientos no requiere la aceptación de que un interés particular (e.g. económico) sea crucial, ni requiere la noción de una imposición no deseada de algún interés sobre la sociedad externa. La posibilidad de aceptación voluntaria por gente nativa y su participación voluntaria en las transacciones de estos intereses foráneos son en esencia parte de esta concepción del imperialismo. Los cambios relativos en el poder de las parejas que intervienen en una relación imperialista pueden transformar e incluso romper sus relaciones. Lo que suceda entre las parejas puede tener mayores o menores consecuencias para sus sociedades. Esbozar las consecuencias en la pareja con menos poder, como muestra este symposium, es grano para el molino de los antropólogos. La naturaleza del proceso socio-histórico que conduce a estas consecuencias es la que menos se comprende.

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2. El Turismo Como una Forma de Imperialismo Si la investigación del turismo es verdaderamente antropológica, no deberá estar confinada al limitado margen de las sociedades o de las situaciones de contacto, sino que deberá esforzarse por comprender el fenómeno de viajar por placer donde sea que se presente. Tal vez no sea posible considerar todo el turismo en un solo esquema teórico, pero las formulaciones teoréticas del turismo deberán ser lo más aplicables posible. Como quiera que parece que no hubiera una razón a priori de porqué deben ser diferentes las razones que gobiernan el turismo interno y el turismo externo dentro de una sociedad, el campo de investigación deberá considerar al final o al principio ambas. Una teoría utilizable antropológicamente deberá tener la posibilidad de abarcar eventos variados como el del esquiaje en St. Moritz, las actividades vacacionales en el Mar Negro, las relaciones especiales de Nueva York con las montañas Catskill, o las idas y venidas del set internacional a Puerto Vallarta y otros lugares. En todos estos casos el foco de la investigación deberá ser la relación de huéspedes con anfitriones, que comprometen las transacciones entre diferentes grupos o sociedades. La relación del turismo con la sociedad industrial ha sido mostrada por numerosos autores (ver e.g. Enzerberger, 1962; Greenwood, 1972, Nuñez, 1963). Si bien es cierto de que el turismo masivo no existió hasta que la industrialización estuvo bastante desarrollada, es importante indicar que algún tipo de turismo fue practicado en la sociedad pre-industrial (en la forma de la vacaciones de las clases altas). Ver e.g. Sgaux, 1966:9-10. La razón parece que es que se requiere de suficiente productividad para sostener una clase ociosa. Por tanto, las principales fuerza que generan el turismo se hallan en las sociedades más productivas especialmente industriales y cualquier análisis de un desarrollo será incompleto, si no se hace referencia a uno o más de los centros productivos que generan las necesidades turísticas y los turistas. Estos centros metropolitanos tienen varios grados de control sobre la naturaleza del turismo y su desarrollo, pero lo ejercen en regiones extranjeras, por lo menos al comienzo de sus relaciones con las áreas de turismo. Este poder sobre el turismo y su 43

consiguiente desarrollo en el exterior son los que hacen imperialista a un centro metropolitano y al turismo una forma de imperialismo. Será útil tener un extremo, casi un ejemplo ideal típico, en mente al comenzar la exploración del proceso turístico. Es una imagen familiar la de los norteamericanos de vacaciones que insisten en hamburguesas McDonald, Coca Cola, agua caliente en su dormitorio y hablar en inglés. Es una persona de un país altamente industrializado que espera –e incluso exige– que durante su vida de vacaciones en el exterior encuentre todas las expectativas que ha dado por sentadas en casa. Con frecuencia detrás de esta persona en vacaciones se halla una infraestructura turística dominada por la metrópoli, que en efecto busca que sus expectativas sean satisfechas. El turismo y la infraestructura metropolitana que lo respaldan, están comprometidos en transacciones con la gente del lugar, marcadas por la desigualdad de poder. Tales transacciones pueden comprender no solamente a individuos, sino también a grupos e incluso a toda la sociedad. La comprensión de la amplitud de la investigación de un fenómeno turístico dado dependerá de la relativa importancia de las diferentes estructuras sociales. El proceso turístico comprende la generación del impulso turístico en los centros productores, la selección o creación de áreas turísticas para servir sus necesidades y el desarrollo de las relaciones entre los centros productivos y las áreas turísticas. Estas transacciones, que se centran en las relaciones anfitrión–huésped, tienen varias consecuencias para las partes que interviene y se desarrollan de acuerdo a leyes que todavía debemos descubrir. Me gustaría hacer observaciones preliminares de diferentes aspectos de este proceso turístico y sugerir algunas interrogantes para ser investigadas, que proporcionaran información significativa de él.

3. La Generación del turismo Como se indicó, los orígenes del turismo se deben encontrar en condiciones de alta productividad, especialmente en la avanzada sociedad industrial. No hay turismo entre cazadores y recolectores y solamente en 44

limitada cantidad en algunas sociedades pre-industriales (practicada por pocos aristócratas). La alta productividad, asociada con ciertos avances tecnológicos, hace posible el desarrollo del ocio de algunos tipos de clases, así como del aparato material para viajar. El turismo surge cuando la gente comienza a usar los recursos disponibles para viajar con el propósito de descansar. En el momento en que el turismo comienza a aparecer en el ciclo industrial, la gente está comenzando a vivir en una sociedad en la que la productividad es suficientemente grande, los horizontes hacia fuera amplios y la movilidad social importante como para nutrir el impulso turístico. Aunque la gente puede desarrollar una distracción o arreglar su casa en su tiempo libre, ya no tienen el deseo de hacerlo, sino de incrementar su oportunidad de viajar. Por supuesto que dependerá de la distribución del ocio y de los recursos en la sociedad y quien es el que tiene la oportunidad, pero también se espera que el turismo masivo se presente en sociedades industrialmente avanzadas. En estas sociedades gran cantidad de personas han comenzado a tener la expectativa de un viaje o de unas vacaciones fuera de su casa en algún momento del año. Estas expectativas pueden ser frustradas por condiciones económicas, eventos políticos o militares, pero se han vuelto normales y parece que no desaparecerán en tanto continué la base industrial. ¿Cuáles son los factores específicos que generan el impulso turístico? Parece aconsejable dividir la pregunta en dos partes: 1) ¿Cuáles son los factores que tienden a producir ocio?, 2) ¿Cuáles son los factores que propician viajar al exterior durante el tiempo de ocio? Sin lugar a dudas la productividad está asociada con el ocio, y la atención de los factores económicos es etnocéntrica en alguna forma como ha mostrado Veblen (1899), es importante para explicarla. Los ciudadanos de la antigua Atenas estuvieron en condiciones de buscar metas “superiores” porque la productividad y la agradable vida en aristocráticas plantaciones descansaban en el trabajo forzado de los esclavos. Pero el turismo apenas existe, si es que lo hay, en este tipo de sociedades. Es solamente de acuerdo a la oportunidad y el deseo de visitar otros lugares que parece que 45

puede haber turismo en forma significativa. Aquí se recuerdan las características y correlatos de la llamada mentalidad moderna, que muchos autores han intentado describir (ver e.g. Inkeles, 1919; Lerner, 1958). Una persona “moderna” es psicológicamente móvil y lista a viajar. Si se desplaza o no fuera de su hogar ya depende del transporte de otras facilidades. En la sociedad de avanzado industrialismo, hay en oferta considerables recursos de esta clase. Por tanto para dicha sociedad el turismo se vuelve un factor social importante.

4. La Creación de las Áreas Turísticas La expresión del turismo se desarrolla de acuerdo a las necesidades y recursos de los centros de producción y de su gente. Lo que el reino del turismo tiende a seleccionar o crear y los propósitos para los que servirán, varían de acuerdo con su accesibilidad, así como también con el carácter de los centros que intervienen. Por ejemplo muchas regiones meridionales se han convertido en mecas vacacionales para gente de las naciones industriales del norte; y la clase de servicio que se espera que cumplan o los deseos que deben de llenar con frecuencia están dados en la literatura de viajes. El joven Goethe (1962) pensaba que Italia ofrecía una clase particular de satisfacción para las almas de los románticos nórdicos y Thomas Mann (1930) vio a Venecia como un lugar donde los oprimidos nórdicos se abrían y expresaban. No se puede comenzar a relatar el carácter de la Costa del Sol sin hacer referencia al noroeste de Europa; la emergencia de Niza en este siglo sin hacer referencia a Inglaterra y a la Rusia Zarista o a Miami Beach y los Catskills sin referirse a New York City. Cómo se puede tratar de San Miguel de Allende sin pensar en los Estados Unidos, en los alojamientos del Mar Negro sin Moscú o Leningrado de Disneyworld sin América Central. Por supuesto que las áreas turísticas no son solamente creación de los centros metropolitanos productivos. Algunas veces la gente del lugar toma la iniciativa y con frecuencia colabora activamente en su instalación. Sin embargo, de igual manera toman como un importante punto de referencia la disponibilidad y 46

las necesidades de ciertos centros metropolitanos. En la medida en que toman en cuenta esta consideración, colaboraran con la expansión del turismo a esos lugares (y por tanto del imperialismo). ¿Cuáles son los factores que actúan para que ciertas regiones se vuelvan turísticamente ligadas con determinados centros metropolitanos? Sin lugar a dudas que se debe de considerar el costo. Forster (1964:219) indica que se debe tener transporte adecuado y barato disponible y que el área turística debe tener un nivel de vida ligeramente inferior al de la región de la cual se atraen turistas. Aunque esta generalización parecería no funcionar en los varios casos de turistas que migran a áreas urbanas o más industrializadas, indica la importancia del costo en la consideración de la selección o creación de áreas turísticas. Forster (1964:209) también sugiere que estos lugares deben ser suficientemente diferentes para satisfacer el impulso turístico. Sin embargo las diferencias deben ser indicadas en términos de las expectativas o necesidades metropolitanas. No hace muchos años que Puerto Vallarta era una somnolienta aldea de pescadores relativamente asilada, pero fue la respuesta a algunos sueños turísticos metropolitanos que comprendían sol, mar y un escenario pintoresco y no malogrado, habitado por gente amigable y risueña. El área que ahora es Vail en Colorado al terminar la Segunda Guerra Mundial era una montaña salvaje, que se distinguía, entre otras cosas, por su amplia y duradera cubierta de nieve. Su potencialidad para satisfacer las necesidades de una nación en la que justamente estaba comenzando el boom del esquiaje, fue visto con claridad por un grupo de hombres de empresa y negocio que movilizaron los necesarios recursos para transformar el área en un moderno centro recreativo de esquiaje. Tanto Puerto Vallarta como Vail tenían importantes características potenciales para el turismo de ciertos centros metropolitanos. Fueron elegidos y desarrollaron con la colaboración de sus habitantes porque tenían compatibilidad con los sueños metropolitanos. Su destino se ligó entonces con fuerzas exógenas, sobre las cuales tenían menos y menos control. Necesitamos conocer más las fuerzas que generen determinadas aspiraciones turísticas, porque ellas nos dirán que lugares del mundo 47

estarán bajo presiones turísticas metropolitanas. El boom del placer de esquiar es un ejemplo. ¿Cómo apareció? ¿Qué necesidades de una sociedad y su gente sirve el esquiaje? Si conociéramos qué clase de gente desea sentirse libre y atrevida y la medida en que sienten así con los esquíes, es posible que se delinearían las áreas del mundo donde puedan surgir instalaciones apropiadas para satisfacerla. Su desarrollo o no puede depender de varios factores, entre ellos el transporte, la tecnología del esquiaje (incluyendo cable carriles, máquinas para hacer nieve, equipo de esquiar, etc.), la colaboración de la gente del lugar y ciertos recursos económicos. Al considerar esto se desea probar con suficiente profundidad las motivaciones y los recursos. Si el viaje es concebido como una “ayuda mágica” como Farber ha sugerido (1954), por qué se piensa que cierta clase de viaje o cierto lugar es más eficaz? O si como aduce Enzenberger (1962) una función del turismo es ayudar a la gente a huir de los desagradables roles del trabajo, porque se piensa que huir en cierta dirección es más deseable. Aquí los métodos del investigador de mercados, como los usados en los estudios encomendados por la United States Travel Service puede ser útil para efectuar predicciones (ver e.g. U.S. Department of Commerse, 1972). En cualquier tratamiento del imperialismo no se puede olvidar el rol que juega la gente del lugar. He sugerido que algunas poblaciones locales, casi pueden ser partes activas para la creación de alojamiento para los turistas. ¿Cuáles son las fuerzas que les hacen buscar o consentir el desarrollo turístico? Esta pregunta puede ser de poca importancia donde las desigualdades de poder son muy grandes como en el caso de la conquista militar, pero no es posible ignorar el hecho de que por lo corriente el desarrollo de un área turística depende en alguna forma de la cooperación local. Esto es especialmente claro cuando un país poderoso como la Rusia soviética decide no cooperar. En el periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial los rusos resistieron la intrusión del turismo internacional dentro de su país cuando otros países buscaban ansiosamente el “dólar” de los turistas; comenzaron a cooperar solamente

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después del aflojamiento de la Guerra Fría y el desarrollo de lo que consideraban ser controles adecuados del turismo y de sus recursos. Una sociedad puede usar su poder no solamente para prevenir o promover el establecimiento de relaciones turísticas sino también para seleccionar lo que les parece ser ventajoso. Algunos tipos del modelo de maximización, como el usado por Barth y sus asociados (1963; 1967) serían especialmente útiles en el análisis de las primeras y últimas oportunidades de la gente del lugar en el desarrollo del turismo en sus sociedades. Con el tiempo puede variar su poder para dar cauce a las relaciones turísticas con los centros metropolitanos. A su vez esto afectaría la existencia y la naturaleza del turismo que para su desarrollo depende de su cooperación.

5. Las Relaciones Turísticas Con la creación de un reino turístico se establecen varias relaciones sociales entre los turistas, sus anfitriones, y las organizaciones y las sociedades que representan. Estas relaciones pueden ser de larga o corta duración, cíclicas (e. g. estaciónales) o no cíclicas y simples (como en la díada turista-anfitrión) o complejas (en la que interviene una compleja infraestructura turística), basada en el entendimiento de lo que cada parte puede ofrecer a la otra y de las condiciones que pueden aportar para la consecución de estas relaciones. Si la gente del lugar es asesina, sucia, con enfermedades, o inmersa en conflictos políticos, las relaciones pueden ser suspendidas por disgustos metropolitanos. Si de otro lado, el turismo muestra inclinación a interferir en la política interna o desacreditan las instituciones locales, los anfitriones pueden finalizar las relaciones turísticas. Las guerrillas, algunas veces, deliberadamente violan los términos implícitos de un contrato turístico, a fin de reforzar sus intenciones políticas y si los términos del contrato no son respetados los centros metropolitanos pueden limitar e incluso finalizar el flujo de turistas a una determinada área. De manera similar a la de cualquier otra relación social, las relaciones entre turistas y sus huéspedes incluyen cierta comprensión que debe ser coincidente y que funcione para ser 49

mantenida. ¿Cuáles son estos términos y cuáles son las condiciones que las definen? Las relaciones turísticas son definidas, primero por la condición de extranjería. El turista es un ejemplo casi ideal –típico de los que Simmel (1950:402-407) tenía en mente cuando formuló su concepción del extranjero. Simmel vio al extraño como un residente temporal que no comparte las cualidades esenciales del modo de vida del grupo anfitrión como resultado la interacción entre él y sus anfitriones tiende a desarrollarse en un nivel más bien general, impersonal. Simmel (1950:407) dice “…los extranjeros en realidad no son concebidos como individuos, sino como extranjeros de determinado tipo”. La tendencia a generalizar o a categorizar que tiene los anfitriones que también caracteriza el concepto de extranjero sugiere el tipo de relación que es común en el mundo moderno. No solamente los extraños y sus anfitriones se tratan unos a otros como tipos, sino también como objetos. Donde las desigualdades de poder son grandes, como en las antiguas colonias, puede conducir al prejuicio y a la discriminación por los colonizadores y a una variedad de respuestas familiares entre los colonizados (Ver e. g. Fanon 1968). La gente que se trata entre sí como objetos esta menos dispuesta a ser controlada por las limitaciones del compromiso individual y sentirse libre para actuar de acuerdo a los términos de su propio interés. Esta tendencia con frecuencia es atenuada por el desarrollo de controles que comprometen fuerzas o mecanismos legales e intervención de agencias externas, como los gobiernos o los cuerpos militares. Esta es una razón por la que las relaciones turísticas, por lo usual, no pueden ser exitosamente analizadas sin hacer referencia a las estructuras sociales más amplias con las que están conectadas. Los extranjeros también son notorios por su tendencia a agruparse entre sí (ver e. g. Nash, 1970:108-122). Encontrarse entre sí, no comprometidos y con frecuencia confundidos frente a una situación extraña, puede ser el comienzo para que construyan una red social familiar que comprenda a gente que tiene un lugar común de origen. A medida 50

que la brecha entre el grupo extraño y sus anfitriones se solifica se deben movilizar ciertas especialidades inter–grupales, como la diplomática, la comunidad de expertos, la concierge u organizaciones como la Internacional Association of Travel Agents para que las relaciones extranjero–anfitrión continúen exitosamente. Estos mediadores, que han sido llamados “intermediarios culturales” (ver Wolf 1965; orig. 1956) juegan un papel creciente e importante a medida que se desarrollan las diferenciaciones sociales. Por tanto, cualquier análisis de las relaciones turista –anfitrión, con probabilidades que requerirán considerar a un grupo de turistas extranjeros, los agentes y las organizaciones que median en sus relaciones con los anfitriones. Los términos de las relaciones turista-anfitrión se hallan definidos no solamente por la condición de extranjería sino por la misma naturaleza del turismo. Una persona como turista, es alguien en descanso, lo que quiere decir que no está inclinada a moldear el mundo, sino solamente a tener experiencias o distraerse con él. Si hacer turismo es buscar peculiares metas turísticas, otros deben desarrollar funciones más utilitarias. Para decirlo de manera breve, otros deben trabajar mientras los turistas juegan, descansan o se enriquecen a sí mismos con nuevas experiencias. De acuerdo a esto, el turista se encuentra separado de los que sirven desde la infraestructura turística por la naturaleza diferente pero complementaria, de las actividades especificadas en el contrato turístico. Los anfitriones pueden ser como Suiza una nación de hoteleros, perfectamente adaptados al servicio o camareras moscovitas que lo desempeñan de mala gana, pero la diferencia entre trabajo–descanso todavía continúan separándolos de sus huéspedes. Incluso cuando tienen la misma cultura y se comprenden perfectamente, las actitudes básicas que traen en sus relaciones están separadas por las diferencias entre el trabajo y el descanso. Las dificultades para entender el desarrollo de las ligazones entre los huéspedes del hotel y sus empleados proporcionan un ejemplo de las barreras sociales que intervienen. Incluso no pueden ser eliminadas en el Club Mediterraneé donde son minimizadas las diferencias entre anfitrión y huésped. 51

En suma los turistas están separados de sus anfitriones por el hecho de ser extranjeros, la diferencia entre trabajo–descanso y cualquier diferencia cultural que se tenga en una situación particular. Cualquier contrato turístico viabilizable debe tomar en cuenta estos hechos y hacer previsiones para tratar con ellos. No se espera que el turista efectúe las adaptaciones necesarias para comprometerse en la vida esencial de la sociedad anfitriona. Este “privilegio”, que es sentido por algunos turistas, puede ser una razón para la mezcla de envidia y desprecio que muestran los turistas por sus compatriotas más aculturados que residen en el país anfitrión (ver Nash, 1971:129). Pero si bien se espera que el turista no realice las adaptaciones necesarias para continuar más o menos en una situación de extranjero, ¿Quién las debe hacer? Este peso tiende a caer sobre los anfitriones y es uno de los precios que deben pagar por tener turistas en su terruño. Y parece que muchos tienen la voluntad –y a veces la ansiedad– de pegarlo. Aquí otra vez, se deriva cierta teoría del modelo de maximización del intercambio que podría ayudar en la comprensión de los cálculos del anfitrión pero el hecho de que la gente del lugar por lo general “elija” asumir las responsabilidades adicionales del necesario ajuste para tratar con los turistas, sugiere que los incentivos o limitaciones para el desarrollo turístico son muy grandes y que el turista se beneficia en sus adaptaciones vis-a-vis con sus anfitriones por el considerable poder económico, político, o militar de los centros metropolitanos que él representa. Por supuesto que los cálculos pueden variar y lo que aprecia una aventura rentable, puede cambiar y ser altamente costosos al final. La decisión de expandir el turismo puede aparecer a ciertos anfitriones empresariales, que requiere de algunos compromisos con los turistas y su forma de vida, pero los compromisos adicionales que demanda una infraestructura turística en desarrollo puede que no sean vislumbrados. Cuando los anfitriones se encuentran a si mismo que también deben tratar con cuidantes de hoteles, gente de transporte, agentes de viaje y publicidad, ingenieros sanitarios y cosas por el estilo, y deben ajustarse en las áreas de vida que representan; pueden comenzar a repensar en la sabiduría de sus cálculos iniciales. 52

¿Qué clase de esfuerzo investigatorio sería más apropiado para analizar las relaciones turísticas? Los Análisis microsociales de las relaciones de turistas–anfitriones y turistas–turistas, usando tal vez algunas variaciones del enfoque de las relaciones sociales de Goffman (1959; 1967) que nos daría cierta visión externa del mundo social inmediato de los turistas individuales y de sus anfitriones. Además para la comprensión de por qué las relaciones individuales toman la forma que toman seria esencial el análisis institucional de la infraestructura turística. Por último, será útil cierta clase de teoría del intercambio para ayudarnos a comprender porque en una situación dada emergen ciertas formas de transacciones. Estas investigaciones podrán predecir la generación de ciertas formas de turismo por un centro metropolitano particular.

6. Las Consecuencias del Turismo Antropológicamente se puede ver que las consecuencias del turismo fluyen de la naturaleza peculiar del contacto de los inter-grupos relacionados. Puesto que el contacto con frecuencia (pero no siempre) comprende a representantes de grupos que difieren en grados de productividad y poder (las áreas turísticas por lo general son menos productivas y poderosas), serían de considerable valor científico las investigaciones que enfoquen la modernización, la urbanización o el desarrollo de un área turística (ver e. g. Núñez 1963) o los efectos de la explotación por los centros metropolitanos dominantes (ver e. g. Pérez 1973: 74). Sin embargo, parecería también indicado intentar un enfoque alternativo de las universales turísticas y sus consecuencias en los individuos y sociedades comprometidas. Como las relaciones turísticas son una calle de doble tránsito, que compromete la interacción entre los centros metropolitanos y las áreas turísticas, no hay razón a priori para extraer una conclusión y considerar consecuencias en ambos extremos de las relaciones. Las simpatías de los antropólogos puede estar de lado de los oprimidos y de lo exótico, pero deben de reconocer que el análisis de un lado de las relaciones es por fuerza incompleto, no importa cuán desigual sea la relación estudiada. 53

Aquí es muy instructivo el artículo de Hallowell (1957) que trata de los efectos de la frontera sobre la sociedad dominante en una relación particular. Las consecuencias del turismo en el área turística derivan de la introducción desde afuera de una nueva realidad sociocultural. A esta realidad, a la que la gente del lugar y su sistema social se debe adaptar, se suma una población transitoria, una clase en ocio con bases en el exterior y la infraestructura que lo acompaña. Las principales adaptaciones sociales que, los anfitriones deben realizar en relación con esta realidad, son establecidas entre grupos o sociedades y clases. La infraestructura turística que se crea para tratar con los huéspedes extranjeros, invariablemente incluye a sirvientes, cuya misión en primer lugar es, tratar con foráneos de otros grupos o sociedades. Los turistas deben ser transportados, acomodados y ayudados en los muchos problemas que se les presenta en un lugar extraño. En segundo lugar, deben hacer algunos arreglos que requieren en sus actividades de ocio. Tales provisiones pueden ser bastante simples como lograr acceso a las playas de las Islas Canarias o muy elaboradas como la construcción de Tivoli en Copenhague. Las investigaciones de las consecuencias del turismo en un área turística deben de comenzar por un análisis del individuo y de las adaptaciones colectivas hechas por los anfitriones en relación a estas inevitables funciones del servicio. Estas adaptaciones deben considerarse como las principales consecuencias del turismo. Aunque es probable que sea demasiado pronto para comenzar a generalizar con seguridad en relación a las adaptaciones turísticas, es posible hallarla acompañada por lo menos de algunos conflictos psicológicos y sociales. La necesidad de que por lo menos algunos de los anfitriones funcionen como hombres marginales o intermediarios culturales en el área turística a fin de tratar con los turistas y sus financiadores metropolitanos, presiona para que la aculturación sea en dirección de las culturas metropolitanas, aprendiendo como desarrollar relaciones superficiales, objetivas, proporcionando lo conveniente para las necesidades del descanso. La adquisición o reforzamiento de estas 54

cualidades (incluyendo aspiraciones no logradas), podría conducir no solamente a conflictos sociales entre anfitriones y entre anfitriones y turistas, sino también a un conflicto intra–psíquico entre personalidades y caracteres incompatibles. Conflictos sociales y psicológicos adicionales pueden emerger como resultado de la competencia en la empresa turística o por estar comprometidos de diferente manera. Ejemplos de conflictos de este tipo han sido proporcionados por Lewis (1972), Nuñez (1963) y otros investigadores. Los mecanismos individuales y sociales que son desarrollados para resolver estos conflictos y por tanto facilitar el ajuste de la sociedad anfitriona al imperialismo turístico puede ser un factor importante de cambio social. Cualquier investigación de la dinámica del proceso turístico debería de considerarlos en detalle. En el lado metropolitano las consecuencias del turismo derivan de la creación y existencia de una clase ociosa en movimiento y de la infraestructura que la respalda. Como se indicó anteriormente para un centro metropolitano y su gente el turismo puede servir una variedad de funciones sociales y psicológicas. ¿Una vacación en el Mar Báltico, en Montecacini, Terme, Acapulco, o las montañas de Okkaido, pueden revivir energías flaqueantes, atenuar impulsos que amenazan, satisfacer la lujuria o ayudar o confirmar la movilidad vertical? ¿De qué manera los tours distantes sirven a las necesidades económicas, políticas, militares o religiosas de una gente? ¿Es posible que las principales consecuencias psicológicas del turismo en el lado metropolitano sean el surgimiento o reafirmación del descontento (“Nunca lograrán que vuelva a visitar Indianápolis”)? Donde la industrialización está muy desarrollada y el turismo difundido, emerge una “industria” del viaje y un interés en el viaje como un fin en sí mismo. En estos casos sería apropiado hablar de la institución del viaje. Se puede ver que tal institución sirve para ciertas necesidades sociales y psicológicas, pero también desarrollara sus propias necesidades. Sería un tema interesante para la investigación antropológica saber cuáles son estas necesidades de auto servicio y de qué manera sus satisfacción afecta a otras instituciones en la sociedad metropolitana y las relaciones 55

con las áreas turísticas. En cualquier estudio de la evolución del turismo una investigación de este tipo será esencial, especialmente en relación con su desarrollo que es dictado por la metrópoli.

7. La Evolución del Turismo Hasta donde se puede ver el modelo implícito que subraya este análisis del turismo no es diferente al propuesto por Malinowski (1945), quien vio el mundo del contacto y el cambio de la situación colonial conformada por tres órdenes de realidad sociocultural: el nativo o tradicional, el moderno o industrial y el transicional. Tal modelo puede ser apropiado para tratar relaciones turísticas iniciales, donde el contacto turístico abarca solamente alguna gente de cada lugar y las consecuencias de las relaciones todavía no se están logrando. Pero con el contacto continuo la parte transicional de este paradigma comenzaría en engolfar al tradicional. En tales circunstancias el modelo del contacto propuesto por Gluckman (1974) o Balandier (1951) para situaciones coloniales parecería ser el más apropiado. Entonces sería posible hablar del sistema social turístico transicional que surge del contacto turístico. Este sistema, que se centraría en las relaciones turista–anfitrión y los roles que desempeñan, seria difundido por turistas transeúntes y todos aquellos anfitriones y agentes metropolitanos que participan en la infraestructura turística. Comprendería relaciones sociales asociativas y disociativas, acometidas por gente que las maximiza más o menos. Habría acuerdos y desacuerdos acerca de las metas turísticas del sistema y de los medios usados para lograrlos. La estructura de los sistemas económicos estaría basada en las funciones de los servicios turísticos y otras estructuras sociales que las reflejarían. Por ultimo habría centros de poder dirigiendo el desarrollo del sistema. Este sistema, que podría ser parte de otros sistemas (e. g. el colonial); puede abarcar a toda la sociedad como en las Islas Vírgenes y los Estados Unidos y ser multinacionales en su campo, como pasa con el imperio de la Panamerican Airways. Gorden Lewis al tratar de las Islas Vírgenes pertenecientes a EE.UU. proporciona un ejemplo casi típico–ideal de un sistema social turístico. 56

Para el (Lewis 1972:129) las Islas Vírgenes, “pueden ser vistas como una ilustración primaria del carácter general del turismo parasitario del Caribe. Pertenece al sub–grupo caribeño de economías puramente turísticas, como Bermuda y las Bahamas, que casi dependen por completo de su habilidad para venderse a sí misma a las sociedades afluentes de Norte América”. Lewis describe con algún detalle los conflictos que se han desarrollado, sobre el turismo y los varios intereses comprometidos, pero inicia (Lewis 1972:130) que “todas… las diferencias se unen desde este frente único cuando la imagen total de la economía es amenazada”. Lewis (1972:137-138) considera que todas las actuales áreas turísticas que dependen de los centros metropolitanos norteamericanos se están desenvolviendo a lo largo de un camino que conduce al tipo de “anticivilización” que se encuentra en San Juan o en las Vegas. Sería prematuro sugerir, sin embargo, un esquema evolutivo universal para analizar el desarrollo de los sistemas turísticos. Forster (1964:218) indica que no hay inevitabilidad en el proceso del desarrollo turístico. Un breve survey de casos específicos parecería confirmarlo. ¿Cómo se puede sacar conclusiones generales que incluyan el desarrollo de los sistemas turísticos de Cannes, Leningrado, Acapulco, Davos, Miami Beach, Paris, Promised Land, Pennsylvania, Stratton Mountain, San Sebastián, Sochi o la Isla Kiawah? Cualquier intento de generalizaciones amplias o restringidas acerca de la evolución de sistemas turísticos requiere una identificación de los parámetros, que son especialmente importantes en el cambio socio– cultural. Entre ellos están la(s) necesidad(es) de(l) lo(s) centro(s) metropolitano(s), la distribución del poder en el sistema, la base económica y la división social relacionada con el turismo. Ya se ha dado alguna información de las necesidades turísticas de la metrópoli. Aquí se debe añadir el papel que estas necesidades y su desarrollo juegan en la evolución de un sistema turístico. Debido a que el sistema turístico una vez establecido debe satisfacer las necesidades turísticas de uno o más centros metropolitanos, en su evolución inevitablemente reflejará el desarrollo de dichas necesidades. 57

También si asumimos una situación competitiva y de maximización de los seres humanos, habrá una presión creciente de acogida a los eventos metropolitanos. Esto quiere decir que la modernización o racionalización de un área turística, que pudo haber comenzado con esfuerzo para lograr el nivel mínimo necesario para interesar, alojar y servir a los turistas, continuara en su dimensión como reflejo de desarrollos subsecuentes que se produzcan en el centro metropolitano. La manera en que se refleja, dependerá del lado en que halle el poder en el sistema turístico. Si el poder es retenido en forma considerable en manos de los que tiene metas diferentes a las necesidades metropolitanas (como e. g. Moscú, París, New York) el desarrollo de sus sistemas turísticos reflejará esas necesidades con menos fidelidad, De otro lado, si el poder está por completo en manos de originarios de las metrópolis o de sus agentes locales, el sistema turístico desarrollará a lo largo de una línea que será incesantemente dictada por el desarrollo de las necesidades metropolitanas. Como se sugirió anteriormente, la economía de cualquier sistema turístico tenderá a ser de orientación externa e interesada en proveer las funciones de servicio a las necesidades turísticas. Cohen (1974:250) indica que una expansión de los recursos originarios del grupo fuera de sus límites, altera el grado de dependencia de los roles de ocupación sobre los recursos externo. En el caso del turismo el recurso externo es el turista. Las respuestas adaptativas a su presencia sobre el nivel económico son el desarrollo de los servicios ocupacionales necesarias para tratar con él. La expansión del sector de servicios en particular de trabajos cuya función primaria o secundaria es atender a los transeúntes foráneos y a sus financiadores, tiene implicancias para toda la economía y para el resto de la sociedad. No intentaré aquí evaluar la posibilidad de un desarrollo económico balanceado. Estas importantes preguntas deben ser respondidas por el economista, especialmente por el economista en su rol de consejero. En la medida que otros aspectos de la organización social están relacionados con la estructura económica, los cambios en esta deberán ser seguidos por otros cambios no económicos. No solamente habría tensión 58

en la nueva situación como en las Islas Vírgenes, donde incluso la iglesia tiende a respaldar la línea turística (ver Luís 1972:128-129), sino inconsistencia o conflicto entre sectores del sistema turístico; principalmente entre lo mejor y lo peor servido por la economía turística. En algunos casos la introducción del turismo exacerbará divisiones sociales existentes, en otros aparecerán nuevas divisiones. Estos conflictos y los conflictos psicológicos asociados pueden generar cambios adicionales en el sistema turístico en la medida que haya gente que trabaje para salir de él. En suma, la evolución del sistema turístico examinado aquí es objetivo de la acción de fuerzas endógenas y exógenas. Las fuerzas exógenas que emanan de uno o más centros metropolitanos, comprende la generación de necesidades turísticas y de turistas, la selección o creación de áreas turísticas y el establecimiento de relaciones directas e indirectas entre turistas y anfitriones. La gente de un área turística puede ingresar a un sistema turístico en desarrollo con varios grados de entusiasmo. Sus principales adaptaciones comprenden el desarrollo de una economía de servicio y los necesarios cambios socio–culturales que los acompañan. Esta economía de servicio esta externamente orientada y se centra en la satisfacción de las necesidades de extranjeros transeúntes en ocio. Estos desarrollos tenderán a producir separaciones inter e intra–personales que constituyen la principal fuente de cambio en el sistema turístico. En este punto del estudio antropológico del turismo no es posible obtener conclusiones generales importantes de la evolución del sistema turístico, pero si las investigaciones se confinan a clases más limitadas de circunstancias históricas, como en los estudios de Forster (1964) y Greenwood (1972), es posible comenzar a construir una teoría sugerida en este trabajo del turismo con base empírica dentro del marco conceptual del imperialismo. La necesidad de esta teoría crecerá a medida que crezca el turismo y como su crecimiento está relacionado en última instancia con el industrialismo, parece que realmente se la necesitará más.

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IMPACTOS NEGATIVOS DEL TURISMO Monique Gruter G. Introducción La actividad turística ha sido por mucho tiempo conocido como “la industria sin chimeneas”, por lo mismo y erróneamente considerada una industria no contaminante. Así se han subestimado los impactos ambientales, sociales, culturales, económicos, religiosos, etc., de esta actividad. Entendiéndose como impactos los choques o consecuencias de la actividad turística en la diferentes áreas mencionadas. La importancia del turismo y las relaciones que posee con la cuestión ambiental, que surgen en los 60s y principios de los 70s, llevando un planteamiento general de una relación sociedad – naturaleza, manifestada en “otro tipo de desarrollo”, llevaron al programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente a incluirlo como uno de sus temas prioritarios en 1979. Para el turismo es indispensable introducir en el análisis de su actividad la belleza del paisaje, el disfrute de una atmosfera limpia, la riqueza del agua no contaminada, etc. Estos bienes constituyen la materia prima de su producción económica y sin ellos carece de significado. Por ello es necesario plantearse una mayor y más cuidadosa utilización turística de la naturaleza, ya que de acuerdo al uso, un recurso turístico puede ser anulado. En toda gestión se requiere definir con el mayor grado de precisión posible, qué recursos pueden ser afectados por la explotación turística, y de este modo fijar políticas para su conservación. 63

Los impactos potenciales son múltiples: la contaminación del agua y del suelo, perdida de tierra húmeda, perdida de tierra de cultivo, cambios en la estructura de la producción agrícola, cambios en la configuración de la zona costera, entre otros. Para poder establecer los impactos potenciales es muy importante conocer el “tipo de turista” que está llegando a la zona, así como la “clase de turismo” que se organiza en ella. El tema que más requiere nuestra atención, relacionado al impacto ambiental, se refiere al deterioro de los ecosistemas naturales como consecuencia de la actividad turística. El Perú es un país que teniendo recursos económicos de alto valor internacional, aún no ha alcanzado un desarrollo en esta actividad acorde a la cantidad y calidad de sus recursos. Debido al reducido número de turistas no se han producido todavía, conflictos serios en relación al turismo y medio ambiente; por lo que estamos a tiempo para evitar errores que otros países han cometido. El desarrollo de la actividad turística solo podrá ser una opción mejor o peor, comparativamente dentro de todo un marco de actividades diferentes a realizar o se desee implementar en la zona.

1. Impacto Social El impacto social, está en relación a la cultura de los turistas referida al modo de vida practicada por ellos mientras se encuentran de viaje. Que no necesariamente es aquella practicada en su vida diaria. Este tipo de impacto variará de acuerdo a los diferentes tipos de turistas y los habitantes de la zona, ya sea en términos de raza, cultura, prácticas religiosas, etc. Por ello se dice que para poder establecer este tipo de impactos es muy importante conocer el “tipo” de turista que llega a la zona. Tenemos por ejemplo, el caso del turista tipo “explorador”, que llega en un número muy limitado a la zona, pero que acepta y se adapta totalmente a su localidad; así como en caso opuesto, al turista tipo “chárter” que llega en forma masiva a la zona y que solicita diversiones de su lugar de origen. 64

A este nivel, se dan por ejemplo también las múltiples influencias sobre todo en el desarrollo o en la desaparición de las artesanías locales. Otro de los efectos nocivos que el turismo puede traer a la comunidad es la progresiva segregación. El turismo va dominando los mejores sitios, y la población local va siendo desplazada o excluida de sus propias tierras, ejemplo de ello tenemos Puerto Rico, en el que los centros turísticos se han apropiado de las mejores playas, privatizando también en forma de clubes los mejores lugares costeros quedando así la población local prácticamente “apartada” de los lugares turísticos. Como vemos el impacto social puede darse a varios niveles: • Impacto en la infraestructura de la población. • Transformación de diferentes tipos de ocupación. • Transformación de los valores de la población • Influencia en su vida tradicional. • Modificación de tipo de consumo. • Identidad.

2. Impacto Ambiental El turismo no es la única causa para el cambio ambiental. Está igualmente amenazada y afectada por ello. En la mayoría de los casos, el turismo es afectado por la contaminación causada por patrones de conducta de la vida moderna y métodos de producción que han hecho aparecer por ejemplo la “lluvia acida” que está destruyendo los bosques de Alemania o los de Escandinavia, amenazando también en manera indirecta los intereses turísticos de esas zonas. Tenemos también, por ejemplo, que el turismo de playa es el más afectado por los conglomerados turísticos, debido a la saturación de alta temporada. En teoría, el turismo puede convertirse en “aliado” del medio ambiente para los grupos conservacionistas, y que tienen un interés común en preservar la calidad del paisaje. En 1983 la organización mundial del turismo identificaba 5 situaciones en las que el turismo podría dañar el medio ambiente: 65



Alteración de la situación ecológica de regiones donde el medio ambiente estaba previamente en buenas condiciones tanto en sus aspectos natural, cultural y humano. • Presiones especulativas que llevan hacia la destrucción del paisaje y el habitad natural • La ocupación del espacio y la creación de actividades que produzcan un irreconciliable conflicto con el uso de la tierra. • Ocasionar daños en los valores tradicionales de las zonas en cuestión y una disminución en los estándares de la escala humana en los desarrollos existentes. • Una progresiva sobrecarga la cual disminuya la calidad del medio ambiente del área en cuestión. Los turistas tienden a sentirse atraídos hacia los ambientes más complejos y frágiles, ya sean, pequeñas islas, zonas costeras, áreas alpinas o centros de interés histórico o cultural. De ellos se pueden derivar impactos ambientales como: • Una concentrada construcción de infraestructura hotelera, expansión urbana, congestión vehicular. • Cambio en el uso del suelo • Problemas en el recojo de la basura • Destrucción de especies • Aumento de la densidad poblacional en alta temporada • Cambios en los hábitos de la población • Problemas de la salud para la población • Mayor demanda de servicios básicos, de agua, de energía, etc. Para estos impactos, podemos proponer medidas que ayuden a mitigarlas como: • Expansión o reconstrucción de las construcciones ya establecidas. • Estudio y acciones de la mejora ambiental • Designación de conservación de vida silvestre, creando parques y zonas de reserva. 66

• • • •

Elaborar estudios para el reciclado de basura Programas de limpieza municipal Control al acceso de zonas de recreación Educación ambiental, etc.

3. Impacto Económico Para muchos países, el turismo presenta una diversificación de la economía y un medio de aligerar la dependencia de las exportaciones tradicionales; para otros, como el caso del Caribe, la economía de muchos de ellos giran alrededor de la actividad turística y para otros, como España y Grecia representa una contribución significativa mientras que para Alemania y Gran Bretaña su contribución es en menor escala. El beneficio económico que el turismo puede aportar a la comunidad local proporcionando un mayor nivel de empleo y mejorando los ingresos, no trae necesariamente como consecuencia, mejores pautas socioculturales. También se habla mucho sobre si se puede considerar un “trabajo real” el proporcionado por esta actividad. Sus críticos señalan que mucha de la demanda es solamente “estacional” y más orientada hacia la población femenina y medio tiempo; sin embargo hay ventajas ya que la actividad turística puede crear trabajos sin mucha inversión a diferencia de otros sectores. Existe una significativa disparidad entre el poder adquisitivo de los turistas y el de los habitantes de la zona y especialmente en un estado inicial cuando la oferta de bienes y servicios no responde suficientemente rápido en relación a la demanda; el desarrollo del turismo puede también ocasionar una inflación general, afectando mayoritariamente a la población local.

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4. Un Sistema General para Determinar el Impacto del Desarrollo de Turismo Este sistema general consta de nueve pasos, que son: • Examinar el contexto ambiental, social, y económico de la zona. • Visualizar el futuro de la zona en caso que no se desarrollase la actividad turística (otras opciones de desarrollo). • Examinar el desarrollo del turismo existente en la zona. • Visualizar el futuro de la zona si es que ya se ha desarrollado la actividad turística en ella (estudiar los impactos ocasionados y determinar los futuros). • Identificar las diferencias entre el futuro de la zona en caso de que no se desarrollase el turismo y el caso en que ya este haya comenzado (por ejemplo, oportunidad de nuevos empleos que se hayan elevado fuera del desarrollo de las facilidades turísticas pero acompañadas de cambios en las aspiraciones económicas y en el comportamiento de los trabajadores locales). • Sugerir medidas de mejoramiento para reducir los impactos negativos (habiéndose identificado las fuentes de impactos negativos, diversas medidas específicas pueden sugerirse para mitigarlos, como por ejemplo, aumentar la capacidad de drenaje y el de las plantas de tratamiento o el de limitar las actividades de los turistas a través de la zonificación). • Analizar los impactos y comparar las alternativas. • Presentar los resultados del estudio lo más objetivamente posible. • Tomar una decisión para adoptar las medidas sugeridas por el estudio.

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5. Métodos para Manejar los Impactos Ambientales del Turismo •

Tema General: el primer paso en la planificación del turismo es el desarrollo de una auditoria de los recursos, mercado, actividades y competencia. • Capacidades de Carga: mantener un número determinado de turistas sin amenazar el sistema social o ecológico. • Estudios de Impacto: nos indican que desde un punto de vista estrictamente conservacionista si es posible modificar el entorno ambiental y ciclos ecológicos. • Medidas Funcionales: hay que tener en cuenta la “estacionalidad” y la sobrepoblación en ese periodo. Se tiene que tomar en cuenta por ejemplo, la cantidad de playas de estacionamiento o parqueo, cantidad de restaurantes, tiendas, etc. Que dan servicio a los turistas, y cuanto de ellos continúan operando en baja temporada. • Tipos de zonas para determinados usos: hay que reconocer que al turista se le vende lugares, por ello mismo, se debe tratar de mantenerlos causando la menor degradación posible, estableciendo las zonas para determinar el tipo de actividades (por ejemplo: sky, buceo, etc.) Micro-técnicas para el manejo de los Impactos • Entrada restrictiva • Factor precio • Señalización en el área • Control en puntos establecidos dentro de la zona

6. Variables a Tenerse en Cuenta para Impactos Potenciales Causados por el Turismo. • • •

Número de turistas. Tipo de turistas. Estudio del desarrollo turístico. 69



Diferencia del desarrollo económico entre las áreas, generadoras y receptoras del turismo. • El tamaño físico del área. • El grado en que los turistas compran propiedades en la zona. • El grado en que los habitantes locales son propietarios de sus viviendas. • La actitud de las instancias gubernamentales • El rol de los intermediarios • Las políticas adoptadas en relación a la dispersión de la masa turística hacia zonas aledañas. • El mercadeo del destino turístico y la imagen que se le ha creado. • La homogeneidad de la población local • La accesibilidad a la zona turística • La fuerza de sus actividades folklóricas y de sus tradiciones. El turismo puede ocupar un lugar privilegiado en esta revalorización ambiental, precisamente por el hecho de que su actividad se basa en el disfrute de los bienes ofrecidos por la naturaleza. Estos bienes constituyen la materia prima de su producción económica y sin ellos carece de significado, por lo mismo la actividad turística puede integrarse con una visión de largo plazo, realizando o colaborando con las siguientes actividades: • Enfatizar los aspectos culturales del turismo. • Tender a la utilización múltiple y sistémica de los recursos naturales, para ello el “zoneamiento” turístico en armonía con los fines de desarrollo sería conveniente. • Rescatar y controlar monumentos históricos y de interés cultural. • Considerar todos los efectos que la actividad turística generara en los ecosistemas afectados.

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LOS MITOS DEL TURISMO6 Francisco Jurdao Arrones Durante la década de 1960, el turismo internacional se concebía en términos de desarrollo económico, casi siempre como algo positivo. Malcolm Crick expresa esta actitud hacia el turismo; «El turismo internacional se presentaba como una panacea para los países menos desarrollados, como un maná del cielo. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) decía que en él se concentraba un potencial de crecimiento casi ilimitado, y tanto el Banco Mundial como las Naciones Unidas se lanzaron a promoverlo en los países en vías de desarrollo. Las Naciones Unidas declararon 1967 como Año Internacional del Turismo. Los hábitos de ocio y de viaje de quienes vivían en los países ricos iban, a abrir las puertas del desarrollo económico a los habitantes de otros países pobres; en otras palabras, que el comercio exterior de los países en vías de desarrollo podía estar directamente vinculado a las riquezas crecientes del mundo desarrollado... Un buen número de países en vías de desarrollo se embarcó en la potenciación del turismo sin estudios adecuados sobre su viabilidad». A partir de estos momentos se maneja un manojo de mitos que apuntalan la ideología triunfalista del turismo, fomentada sobre todo por urbanizadores y empresas internacionales vinculadas al sector de la construcción. Los especuladores de suelos de las zonas turísticas son los más interesados en propagar esta ideología: “Las urbanizaciones turísticas son progreso y desarrollo de los países”. “Con el turismo se da el primer 6

Primera parte del trabajo que tiene el mismo título.

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paso para el hermanamiento entre los pueblos”. “Se trata de una fusión de culturas”. “La urbanización es una industria de servicios que puede sustituir a la industria hotelera”. La ideología del turismo se puede resumir en los siguientes apartados: El turismo es generador de empleo y riqueza; el turismo es vía de comunicación cultural, el turismo es el camino más positivo para conservar las bellezas del mundo; el turismo es un generador de cambios sociales positivos. A mediados de la década de los 70, se comienza a tomar conciencia de que esta propaganda del turismo como factor de desarrollo era una trampa. Estudios de economistas, sociólogos y en especial antropólogos no comprometidos con el negocio turístico comienzan a denunciar las lacras que se presentan en un crecimiento turístico sin control, planteando como vía al desarrollo de países pobres. Se llegó a la conclusión de que los países que tomaban al turismo como fuente de riqueza y apostaban por él, cada vez eran más dependientes del país emisor de turistas; dependencia económica, política y cultural. Pretendemos clarificar lo que hay de cierto o de intereses bastardos en esos mitos. Autores de distintas nacionalidades y nuestras investigaciones en España servirán de apoyatura.

1. El turismo como generador de empleo y riqueza El turismo como generador de puestos de trabajo y riqueza: es ése el mensaje más utilizado por las fuerzas económicas implicadas en el negocio turístico. Un mensaje asumido por la clase política, que lo manipula para obtener el apoyo del pueblo a escala nacional y local. Un caso reciente en España es el proyecto turístico de la urbanización «Costa Doñana», en el municipio de Almonte. En marzo de 1990 se planteó al rojo vivo la construcción de la urbanización Costa Doñana. Se trata de un proyecto turístico de 847.000 metros cuadrados con 32.000 plazas hoteleras, en una zona próxima al parque nacional de Doñana. Una manifestación de ecologistas que protestaban por el proyecto alegando que iba a deteriorar del parque nacional, se vio enfrentada por 72

vecinos del pueblo, que defendieron la urbanización. Los vecinos llamaron terroristas a los ecologistas. Uno de los vecinos, se expresó en estos términos: «En Málaga se puede construir lo que se quiera y no pasa nada. Aquí no se puede, ¿no?». El alcalde, defensor con los vecinos del proyecto, se expresaba en estos términos: «De Costa Doñana depende el futuro de nuestro pueblo, y Vamos a defenderlo por encima de injerencias externas como la de esta manifestación». Y Juan Antonio Barragán, directos general de Planificación de Medio Ambiente, dijo: «Europa no puede convertir a Andalucía en un santuario de la naturaleza la sensiblería no puede significar disminución de nuestro bienestar». Para el director general, es sensiblería oponerse a los destrozos ecológicos del parque, y se frena el desarrollo económico si no se da vía libre a la macro urbanización. Esto es un claro ejemplo de la ideología que sostiene que el proceso de urbanización turística es equivalente a desarrollo económico y riqueza. En España se mantiene esta ideología turística desde los años sesenta. Turismo equivale a desarrollo. El porvenir de las zonas costeras está en el turismo. Cuando se recorren otras zonas españolas donde el turismo ya tiene historia, se comprueba cómo comienza a ser importante la sensibilidad ante las consecuencias del crecimiento de las urbanizaciones turísticas. Baleares es un caso ejemplar. La gente tiene conciencia de que el crecimiento indiscriminado de las urbanizaciones turísticas no aporta solución a los problemas económicos de las islas. En otras áreas del planeta se oyen voces desde hace años contra esta ideología triunfalista que envuelve al turismo. Los estudios que se han hecho sobre los efectos del turismo en Las Antillas, salvo excepciones, presentan el crecimiento turístico como algo negativo: «De inmediato las islas aparecen como nuevas mercancías a la venta, o, quizá sea mejor decir, cedidas o alquiladas temporalmente a los turistas» (Malcolm Crick). Y es que el gasto del turista no queda en la zona receptora, sino que vuelve a los países emisores del turismo, propietarios a la vez de las cadenas de hoteles que controlan el transporte. Por cada mil dólares gastados por los turistas en Las Antillas, se estima la siguiente 73

distribución: 386 en comidas y bebidas; 150 en gastos generales y 150 en excursiones. Puesto que la mayoría de los hoteles pertenecen a empresas norteamericanas, donde los visitantes residen y hacen sus comidas (generalmente alimentos y bebidas importadas), la mayor parte del dinero de estas dos principales categorías de gastos va a parar a sus bolsillos. Turner y Ash afirman que entre el 42% y el 80% de cada dólar gastado por el turista en las islas acaban fuera del país receptor porque la industria turística está dominada por foráneos. Como dice Bries: «La construcción de una infraestructura turística juega un importante papel en el refuerzo del proceso de marginación de la agricultura autóctona, al cambiar los hábitos de consumo. Aunque esta infraestructura esté destinada en principio a facilitar el flujo de tráfico turístico facilita, a su vez el trasvase de alimentos importados: los aviones pueden transportar, al mismo tiempo que pasajeros, pollos congelados». Y Britton resume bien este tipo de descripciones cuando afirma que la industria del turismo es lo opuesto al desarrollo autosuficiente. En cuanto al incremento de puestos de trabajo, Malcolm Crick es rotundo: «La mayoría de los puestos de trabajo requeridos son sin cualificar, por tanto el turismo puede producir lo que un crítico llama escuela de lacayos». En Las Antillas, como en otros lugares, las autoridades turísticas nacionales organizan campañas de cortesías, en las que se instruye a los ciudadanos sobre cómo agradar a los turistas, mientras los mendigos son retirados de la vista. En resumen: «Optar por el turismo como estrategia de crecimiento es como pedir estar sometido continuamente al control de fuerzas externas» (M. Crick). El turismo lleva consigo la inflación y la eliminación de otras alternativas productivas. La inflación es un cáncer que corroe las zonas turísticas, maltratando a la población autóctona y alejando a los turistas, al comprobar éstos que sus presupuestos para las vacaciones y viajes se quedan cortos. La inflación que corroe el mundo de hoy se ceba sobre todo en las áreas turísticas; arrasa todo lo que toca, trastoca los entramados de la economía y rompe las estructuras de los ecosistemas locales, que desaparecen como por encanto, en un abrir y cerrar de ojos. 74

Es lo que Talavera Salgado llama «despojo ecológico». La inflación se hermana con la especulación de suelo, que expulsa de su territorio a los habitantes de los pueblos y ciudades turísticas. La especulación de suelo es la principal razón de que el turismo acabe con la agricultura, unido a la desviación del consumo de productos locales. En la Costa del Sol y la Costa Blanca hemos tenido la oportunidad de comprobar cómo la expansión del turismo ha ido unida al retroceso en la producción agrícola. En otro trabajo hemos expuesto el proceso de desmantelamiento de la agricultura en estos términos: «Al irrumpir el turismo hotelero en la Costa del Sol por los años sesenta, hubo una gran actividad constructora en toda la costa. Se edificaron hoteles a ritmo acelerado y surgieron ciudades cuyos nombres se harían universalmente famosos: Torremolinos, Benalmádena, Fuengirola, Marbella, Estepona. Esta actividad urbana, como un nuevo El Dorado, atraería a masas ingentes de hombres del campo andaluz al sector de la construcción. Los jóvenes campesinos de Mijas abandonaron las estructuras económicas familiares campesinas para irse a trabajar de albañiles a la costa. Los padres quedarían solos en sus tierras, sin posibilidad de seguir labrándolas por falta de mano de obra. Se produciría entonces un fenómeno de colonización de las masas de campesinos, propietarios de suelo agrario, por parte de urbanizadores que se presentaron a la busca del negocio fácil. Un componente especulativo envolvió las operaciones de compra de suelo». Este proceso de colonización se apoyó en un factor cultural que adquirió gran importancia: la concepción del valor de la tierra y del dinero que tenían los campesinos de la zona, por un lado, y los urbanizadores, por otro. Colonizado y colonizador frente a frente. En la concepción del «mundo económico» del campesino, el valor de la tierra estaba en función de su producción agraria; si era de secano o de regadío, si producía mejores o peores patatas, etc. Añádase a ello su noción del valor del dinero; el campesino de esta comunidad estaba inmerso en una economía casi de trueque, tercermundista, en la que el dinero apenas circulaba —en el pueblo no existían Bancos—, y en la que 75

el crédito venía de la mano del cacique de turno. Para el campesino, poco habituado a manejar cantidades importantes de dinero, un millón de pesetas de los años sesenta le parecía una suma enorme: la solución de su vida. El dinero era para él algo que, a partir de determinada cantidad, se sentía incapaz de valorar. La concepción del «mundo económico» que tenían los urbanizadores era radicalmente diferente. Procedentes por lo general de zonas urbanas y estructuras capitalistas, a menudo extranjeras, valoraban la tierra por su ubicación. No les importaba su rentabilidad agraria sino la cercanía al mar y otros factores de revalorización urbano turística. Por lo demás, el urbanizador era un hombre conocedor de los mecanismos del mercado del dinero en su justa dimensión. Y conocía el mercado turístico. Enfrentadas estas dos concepciones del valor del suelo y del dinero, es lógicamente la del urbanizador la que sale vencedora. El urbanizador, apoyado por los caciques locales, ofrece al campesino por sus fincas agrarias unas sumas de dinero muy inferiores a su valor urbano, pero que al campesino le parecen suficientes para resolver su futuro. Esto hace que los campesinos hayan sido los grandes sacrificados del nuevo orden económico. Los arrendatarios, aparceros y pequeños campesinos quedaron ya desde los primeros años del turismo en una situación difícil. Pronto vendrían la soledad y el aislamiento. Los campesinos sufrieron la presión de una economía urbana arrolladora, de enormes recursos, que los expulsó de sus tierras y urbanizó sus fincas convirtiéndolas en hombres mutilados: su medio de vida cercenado, su municipio y su estructura económicosocial, aniquilados; sólo les quedaron retazos de su cultura. Pero ésta, desprovista en buena medida de su entorno anterior, en los últimos años también se ha deteriorado y entrado en una peligrosa pendiente. El resultado ha sido: en el término de Mijas, que hemos tomado como modelo, en 1948 había en el catastro agrario 1.185 propietarios de fincas agrarias en explotación. Todos eran españoles. En 1975, sólo quedaban dos de estos propietarios en todo el término municipal. Pero la aniquilación de la agricultura ante el avance del turismo no es privativa de la Costa del Sol malagueña. En otras áreas del planeta se ha 76

presentado el mismo modelo económico. Autores como Peter J. De Vries, Bryden, Lewis y otros insisten en sus trabajos, de campo en el efecto negativo que tiene el turismo sobre otras actividades económicas, y en especial sobre la agricultura. Talavera Salgado investigó la zona de Lago Chápala, en México. Sus conclusiones son: «Con la presencia del turismo residencial se concretó el despojo de los medios básicos de producción de la población nativa, se planteó el alza progresiva del coste de la vida y, poco a poco, se fue desarrollando una economía controlada y en función del residente... Una vez que el aborigen vendió su tierra, quedó convertido lógicamente en vendedor exclusivo de su fuerza de trabajo, es decir, que para poder subsistir no le quedó otro camino que el de ser un simple asalariado». Vries hizo un trabajo de campo en la isla de Montserrat, en el Caribe oriental, en 1978. Veamos algunas de sus conclusiones: «El fraseo de la agricultura autóctona en cubrir las necesidades de la industria turística no es un caso aislado en Montserrat. Parece un problema común a todas las Antillas. El turismo inhibe la transformación de la economía rural y por ende, perpetúa la relación de dependencia». Y a la hora de hablar de los puestos de trabajo arrancados a la agricultura, las cifras que maneja son tajantes: «En 1946, el 60% de la mano de obra se dedicaba a la producción agrícola, en comparación con un 27% que se dedicaba a la construcción y al comercio. En 1970 se había más que invertido. Sólo el 20% de la mano de obra se dedicaba a la agricultura, mientras que el 67% se ganaba la vida en la construcción». «De la transferencia a los promotores y como resultado de las construcciones residenciales, se perdieron definitivamente 1.126 acres de tierra de producción agrícola. La mayor parte de ella estaba clasificada como tierra arable de calidad mediana. La transferencia masiva de tierras a uso propio de la economía turística ha supuesto que la tierra haya pasado de ser un medio de producción agrícola a ser un medio de especulación». Vries hace su más dura crítica al turismo residencial, en especial a la urbanización particular turística: «El papel dominante del turismo residencial en Montserrat agravó aún más el problema de la competencia por los recursos. Esta 77

forma de turismo exige que los promotores adquieran grandes extensiones de tierra para luego realizar urbanizaciones residenciales». John Kelly estudió Hawái y se encontró con un panorama desolador: «Hawái fue en su día el hogar de apenas medio millón de polinesios. En 1878, su población autóctona había caído a 48.483 individuos. Hoy Hawái es un desvencijado parador de carreteras para casi tres millones de turistas anuales que se suman al cerca de un millón de residentes. El Departamento de Turismo de Hawái proyecta triplicar esta cifra de visitantes para 1991... En Hawái (1979) la tasa de inflación supera a la de los EE. UU., especialmente en lo relativo a la tierra, la vivienda y los materiales de construcción. El coste de la vida (índice de precios al consumo) supera en más de un quinto la media de los EE. UU. Los salarios están por debajo de la media nacional en la mayoría de las ocupaciones». El turismo no sólo merma la actividad agraria. Sus efectos sobre otros sectores son bien patentes. En Málaga, en la década de los años 50 había un buen plantel de industrias pesadas: Los Guindos, la Cros, San Carlos, Industria Malagueña, etc. Industrias de gran importancia y que precisaban de una mano de obra cualificada y sin cualificar. Con la llegada, del turismo de masas esas industrias fueron desapareciendo, empujadas por la especulación de suelo y la febril actividad en la costa. Si la actividad en la construcción en estos momentos decae, toda la estructura económica de la provincia de Málaga se caerá. Aparecerá el sombrío fantasma de la crisis, que es lo que en estos momentos está empezando a ocurrir (1991). La ideología del turismo como generador de empleo y riqueza queda en evidencia cuando se hace un recorrido a través de aquellos que han hecho estudios concretos en zonas donde el turismo ha sido la principal actividad económica en los últimos veinte años. El modelo se repite en las distintas partes del mundo. Se trata de un modelo económico impulsado por la especulación, que produce por tanto idénticos resultados tanto en Las Antillas o México como en la Costa del Sol española o en el resto del litoral mediterráneo español. 78

2. El Turismo como vía de Comunicación Cultural Cuando se habla del turismo como vía de comunicación entre culturas, hermanamiento de pueblos y otros tópicos por el estilo, se está falsificando bastardamente la realidad que se halla soterrada en las zonas turísticas. Para el nativo, el turista es cuando más una fuente de ingreso, una herramienta que genera algunos mal pagados puestos de trabajo. Los turistas ven a los nativos como muñecos exóticos. El turismo transforma la cultura del pueblo anfitrión en mercancía enlatada para uso del turista. El turista va envuelto en su burbuja cultural, y al llegar a las zonas turísticas, espera a la vez estar lejos y cerca de su país. Quiere ver cosas extrañas, pero a través de su cultura, con los ojos de su cultura. El nativo ha de mercantilizar su cultura para que el turista pague por ella. Puede haber contactos y tropiezos entre turistas y nativos, pero jamás comunicación. Malcolm Crick hace este resumen: «Los contactos entre los nativos y los foráneos nunca han sido mayores, pero probablemente las barreras para el mutuo entendimiento nunca han sido más altas... Si el turismo mercantiliza las culturas, los nativos categorizan a los foráneos como meras fuentes de recursos o como molestias, más que como personas». Y como dice Greenwood al referirse a Fuenterrabía: «La cultura está siendo empaquetada, con el precio correspondiente, para terminar por venderse tal como se venden los terrenos, los derechos de paso, la comida basura y el servicio de habitaciones, a medida que se extiende la industria del turismo. Al turista adinerado, la industria le promete que el mundo es suyo y que podrá emplearlo como quiera. Todos los «recursos» naturales, incluida la tradición cultural, tienen su precio: si uno dispone de dinero necesario, tendrá derecho a ver lo que quiera ver». Turner ha expuesto magistralmente la mercantilización de la cultura de los pueblos colonizados por el turismo: «No cabe esperar que el turista se interese por la problemática real de una nación en vías de desarrollo que lucha por adecuarse al ritmo impuesto por el siglo XX, cuando el turista ha llegado a la zona a descansar y cuando las paradojas han sido presentadas (por los promotores turísticos) como idóneas para el relax. En 79

cuanto al interés por la vida allende el hotel, piscina o playa, su atención 7 se sitúa en torno a los parámetros de lo antiguo, lo étnico o lo primitivo». El personal del hotel puede ser o no autóctono, pero en cualquier caso, porteros, camareros, botones y barman tienden a ser considerados «especie internacional» con poca o ninguna identidad. Fuera del hotel, el turista busca en el nativo la viva réplica de aquel monigote ataviado a la manera local que vieran expuesto en el aeropuerto. Se esperan manifestaciones de pintorescos rituales, vistosas costumbres, artesanía tradicional —cualquier cosa diferente a las ya conocidas fórmulas burguesas de occidente—, lo que, en la práctica implica que el nativo tiene que ser pobre, ignorante y supersticioso. Las antiguas costumbres adquieren rápidamente la categoría de espectáculo surgirán espontáneos preparativos de cantos y danzas. Patrick Rivers cita el ejemplo de Túnez, donde las tradicionales ceremonias nupciales han tenido tal aceptación turística que ahora se organizan por encargo. De igual forma, los habitantes de las reservas indias de Norteamérica realizan rutinarias exhibiciones de danzas rituales con la única finalidad de divertir al turista. La ilusión del turista de que la vida del país que visita es una representación en su honor, pasa a convertirse en realidad; nace el pseudoacontecimiento turístico. El turista compra sus vacaciones en forma de «paquete turístico», adquiriendo asimismo la cultura como «paquete».2 En Mijas, los turistas entraban en las casas de los nativos, se colaban hasta la alcoba y fotografiaban cuanto veían. Los mijeños al principio les recibían como Invitados, pero cuando se sintieron como objetos de museo en la intimidad de sus hogares les echaron a empujones: «Estos "guiris" se colaban, hasta la alcoba, hasta que les echamos», dice un mijeño. Cuando estamos en zonas donde lo que impera es el turismo residencial, en las que las urbanizaciones particulares turísticas son el hogar de los turistas residentes, el problema de incomunicación es el mismo. En municipios como el de Mijas, en la Costa del Sol, donde hoy hay más de 80 urbanizaciones y viven más de 50.000 extranjeros de distintas nacionalidades, lo que hallamos al profundizar en el estudio de la 7

Davydd J. Greenwood: Anfuriones e Invitados, Madrid,.Endymion,1991.

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comunicación es una Torre de Babel. Los individuos de distintas nacionalidades forman ghettos y la comunicación entre extranjeros y nativos o extranjeros entre sí es nula. Barreras como el idioma, el concepto del tiempo, la cultura urbana, la vecindad, el concepto del espacio y otros conceptos culturales forman una barrera infranqueable entre las distintas culturas. Todo ello a pesar de que estamos ante un turista muy especial. Estamos ante un residente que vive gran parte del año en España. Su característica como turista se basa en que busca el ocio y se despreocupa de los problemas sociales políticos de España. Aun en este caso no existe comunicación, como hemos demostrado en un libro anterior («España, Asilo de Europa», Editorial Planeta, 1991). La incomunicación es mayor cuando el turista es viajero de pocos días. Se trata del llamado turismo itinerante. En este caso la incomunicación raya en lo pintoresco. Un antiguo residente de Formentera me comentaba que antes de la llegada de los turistas a la isla, cuando un desconocido caminaba hacia una casa, el vecino propietario de la casa, al verle llegar, preparaba un obsequio que, por lo general, consistía en un vaso de vino y otros productos para recibirle. Hoy los turistas son todos desconocidos, pero ya no tienen el carácter del desconocido al que hay que agasajar: son «sujetos mercantilizados». Alguien que llega y se va haciendo ruido. «Los turistas no son en absoluto huéspedes, sino forasteros que no forman parte del tejido moral de la cultura visitada» (Cohén). Y cuando se agasaja al turista, no se trata de hospitalidad, sino de una técnica para vender. Cuando la ideología del turismo habla de comunicación intercultural, también hace referencia a paz y entendimiento. Se pretenden ocultar intereses económicos. Justificar y suavizar la situación de servilismo en que en bastantes casos se ve envuelto el anfitrión. Cuentan que durante una conferencia celebrada en Manila en 1980, mientras los delegados citaban causas nobles y hablaban de preservar la cultura filipina, se estima que la ciudad en la que tenía lugar la conferencia contaba con 10.000 prostitutas a disposición de los turistas internacionales y de los miembros de la élite local. Los delegados asistentes a la conferencia estaban resguardados de la pobreza de la población local por enormes paneles 81

pintados de blanco, que ocultaban la vasta extensión de chabolas alineadas a lo largo de la carretera que une el aeropuerto con la ciudad. Por ello, los turistas, los viajeros ciegamente indiferentes a la realidad social de sus anfitriones, lo que promueven es el mutuo desprecio; no el entendimiento. Cuando el turismo toma proporciones de alta concentración surge la xenofobia. John Kelly comenta que «las excursiones en autocares con turistas que regresan por la noche de Oahu a Waikiki (Hawai) forman caravanas escoltadas por la policía, tras haber sufrido repetidos apedreamientos por parte de los autóctonos hostiles». Ya en algunas zonas de la costa mediterránea española se observa cierto rechazo de los autóctonos ante los «guiris».

3. El Turismo como vía Positiva para la Conservación En la década de 1970, la Iglesia Ortodoxa Griega recomendó una nueva oración: «Señor Jesucristo. Hijo de Dios, ten piedad de las ciudades, las islas y los pueblos de esta patria Ortodoxa, así como de los Santos Monasterios que están siendo azotados por la ola turística mundial. Concédenos la gracia de una solución a este dramático problema y protege a nuestros hermanos sometidos a una dura prueba por el espíritu modernista de estos invasores occidentales contemporáneos».

El turismo busca bellos y atractivos lugares donde instalarse y cuando se expanden en el lugar escogido, lo destroza. Lo que toca se marchita. Playas paradisíacas son contaminadas y destruidas por la construcción indiscriminada; los bosques, arrasados; las obras de arte, deterioradas ante la agresión de los turistas que todo tocan y fotografían con sus flashes. Los hay que incluso firman y hacen inscripciones en las paredes de grutas donde existen pinturas de épocas remotas. Las latas de Coca-Cola se instalan en el lugar y el ruido invade las calles. Una escena de la película «Roma» de Fellini nos presenta una llamativa analogía del destrozo de lo bello al llegar el foráneo. Unos obreros excavan un túnel bajo la ciudad. Irrumpen accidentalmente en una villa romana en perfecto estado de conservación, sus paredes, que 82

aparecen cubiertas de hermosos frescos, se desvanecen y derrumban al tiempo que los aires de la moderna ciudad se precipitan sobre la villa. El descubrimiento conduce a la destrucción de algo frágil e irremplazable. Lo mismo ocurre con las culturas periféricas: conservan su aire antiguo y su individualidad étnica sólo si mantienen su aislamiento de las culturas dominantes y expansivas de las metrópolis. Para los promotores turísticos el turismo es una industria conservacionista de los objetos de arte porque los precisa para ofrecérselos a su clientela. Pero la clientela, cuando avanza con empuje, cuando el turismo irrumpe con fuerza, no respeta ni arte ni belleza. El turismo como vía positiva de conservación de lugares escogidos por su riqueza en obras de arte o por su belleza paisajística, es un mito fácil de derribar en la España de hoy. No hay que trasladarse a islas lejanas. Basta echar una ojeada a nuestras costas turísticas, a pueblos andaluces de los que ya no queda nada más que el hombre y la leyenda de que eran hermosos. Se salvan del abandono turístico gracias a que el turista, por lo general, es un individuo carente, de sensibilidad y cualquier cera le parece estupenda si el guía le dice que lo es. Se ha mercantilizado la historia, las obras de arte y la artesanía. El silencio de los pueblos andaluces ha sido roto por un ruido infernal que emana de discotecas y de la concentración de motos y coches.

4. El Turismo como Generador de Cambio William Heton, periodista del “Honolulu Advertiser”, describía en marzo de 1971 él Hawai de aquellas fechas: «Aquí yace Hikiki, 450 acres de cemento y humanidad comprimidos entre un fuerte del ejército, un parque, un canal y un océano... Combina todos los ingredientes de una monstruosidad en medio del paraíso; dinero fácil para criminales y prostitutas, una jungla infectada de drogadictos y codiciosos, un tráfico de locura, estacionamiento imposible y toneladas de ruido». La extensa literatura que abarca todas las principales regiones turísticas indica que el turismo está estrechamente relacionado con el incremento del comercio sexual, la prostitución, el crimen de diversos 83

tipos y el juego organizado. Sólo en Tailandia, Cohén ha observado la existencia de más de medio millón de mujeres cuyo trabajo está relacionado con la industria del sexo, de las cuales unas 200.000 son prostitutas que viven en Bangkog. Alguien dijo: España ofrece sol y sangría. Tailandia se especializaba en sexo. Pero la verdad es que en España también se ofrece al turista sexo, drogas y toda clase de «mercancías humanas». En esto consiste el cambio: ruido, cemento, playas deterioradas, bosques destruidos, urbes congestionadas, colocadas sobre los lugares más bellos del planeta. De seguir el turismo su marcha ascendente, sin control ni planificación, habrá que despedirse de algunos parajes paradisíacos que aún quedan. Porque el cambio es la prostitución de las culturas y de las personas, la mutilación del medio, y la ruina de cuanto de bello hay en la tierra. Oscar Wilde dijo: «Todo hombre mata aquello que ama» Esta frase debería estar grabada en los ministerios de turismo de los países receptores. Un crítico me contó un cuento en que describe magistralmente el cambio por el turismo. Un pueblo blanco y bello, ajeno a la urbe moderna, tenía una plaza con una hermosa fuente. Un día llegaron dos foráneos y se quedaron prendados de la fuente. Se sentaron en un banco de la plaza y permanecieron toda la tarde contemplándola. Se marcharon los dos turistas y contaron a sus amigos la belleza de la fuente. Días después llegaron al pueblo cinco personas a ver aquella maravilla y también quedaron prendadas; pocos días más tarde apareció un autocar. A partir de ese momento, cada día llegaban oleadas de turistas, a ver la plaza y la fuente. Pronto surgió, como por encanto, un Kiosco donde se vendía Coca-Cola, al poco una hamburguesería. Los turistas se agolpaban alrededor del guía que, delante la fuente, les ofrecía una leyenda que nadie había oído en el pueblo. Más autocares. Más coches. En la plaza ya no había espacio para el aparcamiento de tantos coches y autocares. Entonces el alcalde tuvo la feliz idea: Suprimir la fuente y en su lugar hacer un aparcamiento para los coches. El turismo estaba servido. Había producido el cambio. A veces el cambio que el turismo ofrece es brutal, del más puro y claro imperialismo. 84

Son las leyes del mercado. Si al lector le parece alarmista lo que estamos exponiendo, sepa que el vicepresidente de la Edgar Rice Burrows Inc. expresó en una ocasión su deseo de comprar todo el país de Gambia a fin de construir una serie de poblados vacacionales al estilo de Tarzán. «No se trata de algo inalcanzable. Hemos estado hablando con la Banca Rothehild en París sobre esto. Hay un cierto número de países africanos que no tienen absolutamente nada, ni economía ni nada. Todo lo que tienen es su independencia y sus embajadores en la ONU. Y la idea es comprar el país entero... tomarlo, cambiarle el nombre», Todo lo que tienen es su independencia, dice el señor Rice, y se queda tan tranquilo. El cambio en este caso es rotundo. Se pretendía cambiar hasta el nombre. Esta es la auténtica cara del cambio a que se refieren los promotores inmobiliarios y agentes del turismo.

5. ¿Qué hacer? Hemos analizado los cuatro mitos que sirven de base a la ideología triunfalista del turismo y que propagan los urbanizadores y promotores turísticos a través de los medios de comunicación. Esta ideología surgió por los años cincuenta, y en España sigue vigente. Las autoridades, políticos y promotores de suelo la renuevan continuamente. El pueblo la ha asumido y también opina que el turismo es el camino para el desarrollo de las zonas pobres, aunque haya que destruir el parque de Doñana o las Alpujarras. El caso es que el turismo es progreso, riqueza, puestos de trabajo, cambio y hermanamiento entre pueblos. Pero el pueblo está cogido en la trampa. Son los urbanizadores, los promotores y los políticos los listos de este drama. Si no comenzamos a clarificar las ideas sobre lo que supone el turismo sin control y en manos del libre mercado, el modelo turístico será el primero en destruirse. Porque ese modelo lleva dentro de sí una bomba que tarde o temprano estallará. Los promotores inmobiliarios, cuando llegue la quema, volarán en busca de otras zonas donde comenzar el ciclo, hasta que hayan acabado con todos los lugares bellos de la Tierra. Algo que ya ha comenzado a producirse en las zonas turísticas españolas, como veremos posteriormente. 85

En España es hora de que copiemos el modelo suizo, basado en muchos controles de entrada, donde basta cualquier torpeza o infracción para que pongan al infractor en la frontera, y que impone severas inspecciones de calidad en la industria turística. ¿Estaremos a tiempo? Es dudosa la contestación. Pero el modelo ya está presentando su factura y los medios de comunicación españoles hablan de crisis, de razón de Estado y otras zarandajas. La cuenta atrás ha comenzado. En algunas zonas —caso de Baleares— comienza el pueblo a sensibilizarse y a ver la otra cara de los mitos del turismo. El mito del turismo como pasaporte al desarrollo se quiebra. En Andalucía aún es la ideología imperante. El pueblo vive a pie de obra y espera con impaciencia cualquier nueva urbanización turística para alcanzar el puesto de trabajo. Pero los más de dos millones de turistas residentes que se han instalado en el Mediterráneo turístico español son los más concienciados del deterioro del medio, del ruido y de la lejanía de la Administración. Los autóctonos comienzan a sentir rechazo hacia los turistas, como hemos expuesto. Pero esto no es suficiente. Los urbanizadores, de la mano de los políticos locales y con el aplauso del poder central, alimentan al pueblo con su ideología de desarrollo. Lo asombroso es que esta misma ideología, que se inició en los años 50, haya pasado incólume de la dictadura a la democracia y que sigan hablando del turismo «como pasaporte al desarrollo» todos los partidos políticos en el poder. ¿Qué hacer? ¿Hasta cuándo se permitirá que destroce el litoral mediterráneo y los más bellos paisajes de nuestra geografía bajo la bandera del desarrollo y el progreso del pueblo? Algo no encaja.

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UNA PERSPECTIVA ANTROPOLÓGICA ACERCA DEL TURISMO: CAMBIOS SOCIALES Y CULTURALES EN FUENTERRABIA 8 David J. Greenwood Desde cualquier perspectiva que se le considere, el turismo es uno de los fenómenos más notables del siglo XX. Para el político, el economista y el planificador, es la fuente de un aumento de ingresos sin precedente, particularmente en forma de divisas extranjeras. Para el comerciante, el concesionario y el obrero, es una oportunidad de empleo de temporada, a la vez que una actividad altamente remuneradora. Para el turista es, a la vez, una forma de expansión y una nota de prestigio, mientras que para el ecólogo es causa de una degradación del ambiente sin precedentes. Todos ven una parte del todo general; todos reconocen que un cometido a la industria del turismo es un cometido de largo alcance respecto a los cambios sociales y culturales. A pesar de todo esto, se ha prestado muy poca atención a los efectos acumulativos de tipo social y cultural que acarrea el turismo en la comunidad receptora. Esta es, a mi entender, labor del antropólogo, y para llevarla a cabo se han de emplear, combinados, los instrumentos de análisis antropológico, social y cultural. Esto se ha hecho 8 Parte de este artículo ha sido publicado con anterioridad (Greenwood 1972). La descripción del Alarde está tomada de un manuscrito titulado “Culture by the Pound”, que leí en un simposio del Congreso anual de la American Anthropological Association (Méjico, 1974). El trabajo de campo sobre el que está basado este artículo lo llevé a cabo desde mayo de 1968 a septiembre de 1969 y fue financiado con las becas predoctorales del Public Health Service (5-F1-MH-29, 027-03 y MH-11, 335-01). Ha sido traducido por Pilar Fernández-Cañadas de Greenwood.

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raramente, y el resultado es una perspectiva muy parcial de los cambios generales que ocasiona el turismo. Hay, sin duda, una literatura pertinente en torno al fenómeno del turismo, y está creciendo rápidamente en volumen y sofisticación. Los antropólogos y sociólogos han intentado trazar los efectos de la interacción y estructuración social que tiene el turismo en las comunidades locales (FRASER, 1973; HEPPENSTALL, 1973; MCCANNELL, 1973; PI-SUNYER, 1973; ROSENBERG, REITER y REITER, 1973). Un especialista en la planificación ha publicado un interesante y profundo estudio del turismo y sus implicaciones socioeconómicas en el Caribe (BRYDEN, 1973). La mayor parte de las obras muestra que el turismo, aunque aporta un estímulo considerable a la economía local, da lugar generalmente a una creciente desigualdad en la distribución de la riqueza que produce. Exacerba las desuniones preexistentes en el seno de la comunidad y aumenta el poder de los de fuera sobre los asuntos locales. Parte de mi artículo está dedicado a un análisis semejante al de los mencionados estudios, ya que la perspectiva socio–económica nos permite comprender en qué forma el turismo es similar a otros aspectos del desarrollo capitalista en general. Aporta también un necesario correctivo a la noción de que el turismo puede ser la «panacea» del desarrollo nacional. Pero el turismo no es un mero proceso social; es, a la vez, un agente de cambios culturales sin precedentes en la historia, los cuales no han sido bien comprendidos ni estudiados. El impacto cultural del turismo está clasificado generalmente bajo la rúbrica de «modernización cultural». Esto es muy importante sin duda, ya que gentes de diferentes regiones del país o procedentes de otras naciones se encuentran en contacto reciproco. Todos aprenden algo nuevo acerca de los hábitos de consumo y modos de vida que les son muy poco familiares. Aunque este aspecto es evidente y muy importante, pasa por alto otra característica del turismo que ejerce un tremendo impacto en la comunidad local: la objetivización de la cultura indígena. Aunque el mar, las playas, los rascacielos hoteleros y la abundancia de sol funcionen 88

como importantes valores para el turismo, la cultura local en sí es, a menudo, un elemento de capital importancia en la lista de atracciones que los promotores del turismo tratan de lanzar. La arquitectura local, la puesta en escena de grandes batallas, procesiones religiosas, mercados y ferias campesinas, bailes folklóricos, etc., todos son incorporados al package turístico. Esas manifestaciones no son sino elementos de la cultura local que son apropiados por y para el turismo. La cultura local se convierte así en una mercancía a la venta, y muy rara vez se tiene en consideración qué significado tiene esta comercialización de la cultura para la comunidad. Según mis fuentes, sólo Edmund Carpenter ha tratado de estudiar la cuestión de manera sistemática (CARPENTER, 1972, 1973) a pesar de las fuertes razones que nos inclinan a creer que los efectos culturales del turismo son, por lo menos, de tan largo alcance como los de tipo socio– económico. Es por esta razón por la cual el segundo propósito de este artículo es el de proporcionar una perspectiva a las implicaciones culturales del turismo. Debo hacer una advertencia. Todo lo que digo acerca del turismo en Fuenterrabía es en gran parte negativo, y tomando tal posición me arriesgo a ser ignorado. Los antropólogos creen ser a menudo los únicos defensores de la cultura local frente a un mundo hostil. Como abogados de la «tradición», somos frecuentemente calificados de románticos ingenuos. No es ése mi propósito. Todas las sociedades viables experimentan continuos cambios sociales y culturales, y esto va siempre acompañado de una considerable desazón y conflictos de todo tipo. Si yo hago hincapié en los aspectos negativos, es quizá porque los políticos y los encargados de la planificación presentan, por lo general, una visión exageradamente optimista del turismo como una florida senda para el desarrollo nacional libre de costes. Cuando esta perspectiva implica una falta de atención a las maneras de controlar el desarrollo del turismo para aminorar los conflictos sociales y culturales que trae consigo, se puede decir que raya en la irresponsabilidad. 89

El propósito, por tanto, de este artículo es el de examinar los efectos culturales y sociales del turismo en Fuenterrabía (Guipúzcoa) desde un punto de vista antropológico. Es de esperar que los métodos y conclusiones puedan ser aplicados a otros casos y que esto resulte, últimamente, en una apreciación más realista del legado que tiene el turismo para el futuro de España.

1. El Fenómeno del Turismo El turismo es básicamente una forma de expansión recreativa expresada por medio de viajes o a través de un temporal cambio de residencia. Tiene una considerable tradición histórica en Occidente, como se puede trazar en las jornadas anuales de los aristócratas griegos y romanos a sus residencias de verano (SIGAUX, 1966, 9-19). Esos viajes anuales todavía tienen lugar en el área del Mediterráneo, pero hasta no hace mucho tiempo los viajes de placer y los cambios de residencia estival estaban reservados casi exclusivamente a la clase alta. Este tipo de turismo afectaba a un número de personas relativamente reducido y no constituía una mayor fuente de ayuda económica para los lugares visitados. El siglo XX ha puesto un abrupto fin al monopolio de la aristocracia sobre el turismo y ha dado paso a una participación activa de la clase media en el mismo. El turismo es hoy un fenómeno de sorprendente alcance, que representa una de las mayores movilizaciones de personas, bienes, servicios y capital que en tiempos de paz se han presenciado en la historia. El turismo internacional es el elemento que por sí solo tiene mayor fuerza en el mercado de divisas, y es considerado en muchos países como la fuente más importante de capital para el futuro desarrollo económico (PETERS, 1969, 22). Europa es el centro mundial del turismo internacional. Y según Peters (1969, 9): «Over 60 per 100 of the international tourist expenditure is spent in Europe... In 1967 74 per 100 of the tourists crossing international boundaries did so in Europe. Another 16 per 100 of crossings were made in North America... more than three-

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quarters of world tourism expenditures and 90 per 100 of world tourism movement take place in the two major developed areas of the world».

El turismo aumenta a una marcha extremadamente rápida. Dice Peters (1969, 21) a este respecto: «Over the 1950-66 period international tourism receipts increased at are average annual rate of 12 per 100, while world exports increased at 7 % per 100 annually. International tourist receipts then account for an increasing proportion of the total valué of world exports of goods and services. In fact, as a proportion of the total valué of world exports they climbed from 3,4 per 100 in 1950 to 63 per 100 in 1965 and 1966».

Cifras comparables para el turismo que se realiza dentro de los límites nacionales mostrarían un ritmo de crecimiento acelerado muy similar a lo antedicho. En España, a menudo los turistas parecen ser más numerosos que los residentes locales. La economía española, que sufría un lento índice de crecimiento industrial, ha pasado a depender en gran medida de los ingresos del turismo. En 1965 los ingresos del turismo internacional suponían un 47,7 por 100 del total de los ingresos de exportación y un 5,2 por 100 del total de la renta nacional (PETERS, 1969, 23, 29). En el año 1968 visitaron España 19 millones de turistas, una cifra de sorprendente magnitud si se la compara con el total de la población nacional, que era en aquel año de unos 33 millones (ALEGRE, 1969, 9). Desde entonces sigue aumentando. Como ocurre en el caso de cualquier industria especializada, el turismo tiene características propias. Requiere, en principio, una clientela móvil, lo cual hace necesario una gran inversión de capital en transporte y medios de comunicación. Cualquier mejora en el transporte, como es, por ejemplo, la de introducir automóviles asequibles, afecta al mercado turístico. El turismo es una actividad de temporada, lo cual plantea el problema de crear un desarrollo de capacidad regional que acomode durante dos meses a gran número de personas sin que el incremento de los costes de servicio respecto al total anual erosione las ganancias. No se puede predecir con exactitud a dónde van a dirigirse los turistas. La 91

inflación, la inestabilidad política y la tendencia que tienen los turistas a cambiar su interés de un país a otro convierten a la industria en un concurso de intereses económicos. El turismo, como industria de servicio, abre nuevas oportunidades de empleo; facilita un mercado disponible de productos variados, artesanía y servicios, y a menudo tiene como resultado la reparación de monumentos y obras de arte que de otro modo hubieran quedado abandonados o hubieran sido destruidos. De esta manera, el turismo estimula el desarrollo económico en países y zonas que habían quedado en estado de atraso. Al mismo tiempo, el turismo explota características de la cultura local que atraen o son capaces de atraer visitantes a la comunidad; así es cómo los monumentos, la cocina típica, los festivales y demás actividades son a menudo incorporados a la lista de atracciones que ofrecen los folletos. A este respecto, el turismo hace a las gentes conscientes de las diferencias culturales y trata de poner esas diferencias bajo un prisma atractivo. El contacto con gentes de otras culturas puede crear entre la población local el deseo de emular los modos de vida de los turistas, ya sea «modernizando» las actitudes del vecindario, ya sea incorporando la población local a la corriente de la cultura nacional. Pero este contacto tiene también un contra efecto, y es el de subrayar un sentimiento de marginalidad y alienación entre la gente afectada por el turismo.

2. Fuenterrabía como Atracción Turística Fuenterrabía tiene todos los ingredientes necesarios para tener éxito en la industria del turismo. Saliendo de Francia y haciendo entrada en España por el puente Internacional de Irún o Behobia, los turistas tienen que pasar a través de las avenidas de Irún. Renovado casi totalmente después de la guerra civil, Irún es un pueblo industrial y sin gran carácter que termina en retazos de pequeñas huertas dispersas a lo largo de la semicurva norte que lleva a Fuenterrabía. A la derecha quedan el río Bidasoa y el aeropuerto provincial, y a la izquierda, como telón de fondo, se levanta la loma norte - sur del monte Jaizkibel. Los retazos de huertas terminan repentinamente 92

al pie de las murallas del casco antiguo de Fuenterrabía. Estos muros, de treinta pies, muestran aún los efectos de las numerosas ocasiones en que la ciudad fue sitiada, en los tiempos en que las Coronas francesa y española luchaban por conseguir el control de la zona. La carretera principal se ciñe alrededor de las murallas y continúa al norte hacia la Marina. En este barrio de pescadores las casas son de estilo vasco, con fachadas blanqueadas y balcones, puertas y aleros pintados de vivos colores. A ambos lados de las hileras de plátanos que adornan el bulevar central se encuentran varias filas de casas, bares, restaurantes y hoteles. Al norte del barrio de la Marina se extiende la playa, protegida por la península que forma el monte Jaizkibel, a un lado, y al otro, por un dique de reciente construcción. A lo largo de la playa, en la ladera del Jaizkibel, se levantan las elegantes villas de los veraneantes acomodados. Sólo desde este punto privilegiado se puede gozar de una vista adecuada del suave paisaje rural, salpicado de caseríos que reflejan los rayos y la luz en sus tejadillos rojos. Se entra al recinto del casco antiguo de la ciudad a través de una antigua puerta con arco de piedra, y las estrechas calles empedradas recorren la ciudad con sus casas antiguas, que muestran al visitante los escudos, aleros y balcones labrados. En lo alto de la calle Mayor está la iglesia parroquial, que forma parte de la fortificación de la ciudad por estar adosada a las murallas. Pasada la iglesia, en la plaza de armas se levanta el castillo de Carlos V, que, fiel a su carácter de fortaleza defensora, conserva aún en sus muros las hendiduras, muestras de los sitios de que ha sido testigo. En el campo se ven dispersos los caseríos, cada uno con su trozo de terreno. En la planta baja del caserío están el establo, el forraje y los materiales de labranza. En el piso de arriba vive la familia del casero. Los caseríos, que son a menudo grandes y espaciosos, tienen un aire parecido al de los chalets suizos, y a menudo cuentan más de doscientos o trescientos años. A esos atractivos básicos se pueden añadir la buena reputación de los camareros y cocineros vascos, el misterio del origen del pueblo vasco y 93

los precios razonables, lo cual hace a Fuenterrabía un lugar muy atractivo donde pasar las vacaciones veraniegas. Testimonio de su atracción lo constituye el hecho de que, a pesar de lo pequeño que es —10.000 habitantes, que ocupan 2.450 hectáreas de terreno—, fue visitado en el verano de 1969 por unos cuarenta mil turistas.

3. Historia del turismo en Fuenterrabía De acuerdo con los documentos escritos más antiguos, Fuenterrabía fue siempre residencia de unas cuantas familias nobles, influyentes en la vida política y económica. Sin embargo, la historia de Fuenterrabía como lugar popular de veraneo para familias acomodadas no empieza sino a fines del siglo XIX, cuando la Reina María Cristina eligió y puso de moda el País Vasco. En 1918 ya había treinta villas de veraneantes, situadas en su mayoría enfrente de la playa y entremezcladas con los caseríos que había allí. En relación con el total de la población —de unas 4.000 personas—, estas treinta familias formaban un grupo muy reducido, y, aunque de por sí no representaban una mayor demanda de productos, daban empleo a algunos artesanos y sirvientes. Este grupo reflejaba un estilo de vida que, aunque visible e inmediato, era inasequible para la población local. Alrededor del año 1930 empezó una segunda fase de turismo, si bien el advenimiento de la guerra civil y la segunda guerra mundial determinaron que su verdadero desarrollo quedara pospuesto hasta 1949, en que tomó sólidos vuelos. Esta segunda fase se caracterizó por la enorme expansión del turismo de masas, a la que se añadió la proliferación de veraneantes adinerados. Los protagonistas de este desarrollo fueron olas de turistas de las clases medias francesa y española, que gracias a la nueva afluencia de la posguerra pudieron imitar el estilo de vida reservado antes a la clase alta. Estas olas de turistas inundaron las costas del Cantábrico y del Mediterráneo. La característica más sobresaliente de este período fue el rápido aumento del número de participantes y el carácter de este desarrollo, que 94

creció de modo espontáneo y no totalmente comercializado. Tamames (1968, 336-337) traza la cronología para todo el país: «Aunque el desarrollo del turismo extranjero en España ha sido especialmente rápido a partir de 1951, ya era de consideración antes de 1936. En el cuatrienio 1931-1934, el número de extranjeros entrados en España provistos de pasaporte alcanzó un promedio de 195.000, a los que habría que agregar 78.000 pasajeros en tránsito por los puertos españoles...

La guerra civil, la segunda guerra mundial y las circunstancias económicas y políticas que siguieron a ésta abrieron un largo paréntesis en el desarrollo de las actividades turísticas en España. Sólo en 1949 la cifra de los turistas que nos visitaron superó a la de preguerra, y al año siguiente se advirtió ya un aumento sustancial en su afluencia, que desde entonces no ha dejado de crecer. De un total de 1,263.000 turistas llegados a España en 1951, se ha pasado a 17,8 millones en 1967». Desde 1950, aproximadamente, Fuenterrabía ha experimentado un enorme incremento del turismo de clase media, lo cual ha afectado a todos los aspectos de la vida del pueblo. Para el año 1965, unos treinta mil turistas pararon en Fuenterrabía durante el verano, a la vez que el número de villas de lujo se elevó a doscientas. Este nuevo tipo de turismo representa una enorme demanda de obreros, artesanos, servicios, alimentación y alojamientos. Se establece el ritmo de la invasión veraniega y el frenesí de la actividad económica; filas de automóviles, veraneantes en traje de baño y multitud de niños con, sus cubitos y palas de plástico forman, en conjunto, el cuadro estival. La presente fase de desarrollo, que comenzó hacia 1965, es la más difícil de perfilar. Se caracteriza por una planificación a nivel nacional con vistas a un incremento del desarrollo económico nacional y por la intervención masiva del Gobierno y grandes accionistas. Aunque el crecimiento general del turismo en Fuenterrabía continúa como antes, la intervención del Gobierno central ha añadido nuevas dimensiones al proceso. Fuenterrabía ha sido declarada monumento nacional artístico e histórico, lo cual ha repercutido en un estricto control de las leyes de edificación destinado a conservar el carácter histórico de la ciudad 95

antigua. El albergue provincial del monte Jaizkibel ha sido totalmente renovado, y le han añadido al aeropuerto local un nuevo edificio terminal y una pista nueva. Las vías de acceso a Fuenterrabía desde Irún y San Sebastián también han sido renovadas o retrasadas. Las murallas están en plena reconstrucción y las calles han sido remozadas con la erección de edificios nuevos, copia de casas de estilo tradicional vasco. Bajo los auspicios del Ministerio de Información y Turismo, el castillo de Carlos V también ha sido reparado y, después de ser inaugurado por Franco en 1969, ha pasado a ser parte de la cadena de paradores del turismo, famosos por su aire de autenticidad histórica, lujo y reducida tarifa. Una importante sociedad ha comprado a los caseros gran cantidad de terrenos y ha construido un enorme y exclusivo Country Club. La especulación de terrenos en torno al club, y en toda la zona en general, ha subido como resultado de esta operación. Las regatas y otros deportes típicos vascos, como el levantamiento de piedras, aizkolaris y frontón, son promocionados con la ayuda de la red nacional de publicidad, como lo son los festivales en honor de la Patrona de Fuenterrabía. A pesar de que todavía no tiene el aire carnavalesco que caracteriza a otras zonas turísticas, la cultura y los monumentos de Fuenterrabía han pasado a ser objeto de la promoción, especulación y manipulación de inversionistas de fuera.

4. Los Efectos Sociales del Turismo Las diferentes fases del desarrollo del turismo han afectado al municipio en diversos campos: en el ritmo de vida, en las características físicas y arquitectónicas, lo mismo que en la vida social en general. Los efectos de los aristocráticos residentes veraniegos del siglo XIX fueron aparentemente mínimos en la población. Eran tan pocas las personas que participaban en él, que los forasteros no interrumpían el normal patrón de vida del pueblo. De hecho, la única evidencia digna de notar es la repetición de la palabra «veraneante» («gente de verano») que 96

aparece en documentos de este período en los archivos municipales. Formaban una categoría aparte y tenían una denominación propia. Grandes e importantes cambios empezaron a tener lugar durante el período del crecimiento espontáneo del turismo de masas. El ritmo de vida se alteró por completo en Fuenterrabía. Los ciclos de trabajo de huerta y faenas de pesca fueron reemplazados por el frenesí de los meses de julio y agosto, seguidos por diez meses de preparación gradual para la reaparición de los turistas. El ciclo anual empezó a girar alrededor de los meses estivales como no había ocurrido antes. El turismo tuvo también un gran efecto respecto a la arquitectura y construcción. Además de la renovación de las calles y el castillo de Carlos V como parador; parte de la restauración fue hecha con miras a su uso en los festivales y exhibiciones de artistas locales y provinciales. Se hizo propaganda de la belleza de Fuenterrabía mediante la distribución de antiguos y modernos grabados de la ciudad. Al mismo tiempo aumentó la construcción de bares, hoteles, restaurantes y tiendas en el barrio de la Marina, y el bulevar central, con su arbolado dosel y nuevo pavimento, quedó establecido como el «paseo» oficial. El dique para controlar la desembocadura del Bidasoa fue levantado con ayuda estatal; sin embargo, en esta época no se impuso un estricto control en la construcción, y esto dio lugar a la edificación de algunas obras de mal gusto. En las áreas rurales se mejoraron las carreteras y empezó la construcción de villas nuevas, después de derribar, en muchos casos, caseríos antiguos. Una gran mayoría de los caseríos restantes fueron remozados por los mismos caseros y se empezaron a ver por todos sitios vehículos motorizados y maquinaria agrícola. Económicamente, los efectos fueron enormes, y Fuenterrabía empezó a prosperar en todos los sectores de su economía. Los artesanos se beneficiaron con la bonanza de la construcción, y los caseros y pescadores ganaron en abundancia con la venta de sus productos a los turistas y a los restaurantes y hoteles que los alojan. Durante el verano, todas las actividades económicas del municipio estaban orientadas a la demanda turística, y, como consecuencia de esta comercialización y dependencia en 97

el turismo, la economía municipal se encontró en una relación mucho más estrecha con los ciclos de negocios nacionales e internacionales de lo que había estado nunca. Los problemas de balanza de pagos, acuerdos, inflación y cambio de divisas empezaron a afectar a la gente de Fuenterrabía inmediata y directamente. De manera igualmente importante fue afectada la organización social. Las diferencias sociales aumentaron con el desarrollo económico, ya que aparece un número mayor de ocupaciones y, dentro de ellas, un mayor margen de afluencia. Empezó a perfilarse una identificación de clase no relacionada con la ocupación profesional, de manera que un próspero casero, un carpintero o un capitán de pesca pudieran considerarse a sí mismos como miembros de una misma clase media y tener un semejante tren de vida. Paralelamente, los antiguos lazos de cooperación y mutua ayuda entre las familias empezaron a desaparecer, ya que la mayoría de las familias tenían la suficiente fuerza económica para valerse por sí mismas sin tener que incurrir en obligaciones con los vecinos. Además, la gente entró en un ciclo de competición relativa al ritmo de consumición ostentosa; por ejemplo, en la renovación de la casa, en la compra de electrodomésticos y maquinaria, y en mandar a los hijos a seguir estudios más avanzados que el mero bachillerato. Las actividades del Ayuntamiento en la reconstrucción del casco antiguo y en referencia con todos los permisos de construcción terminaron en la quiebra de las tensas relaciones que ya había entre las autoridades locales y la gente de Fuenterrabía. Se recrudecieron las mutuas acusaciones y los vecinos empezaron a considerar enemigos a los del Ayuntamiento. Otros procesos, asociados por lo general con la comercialización, empezaron a despuntar. El número de hijos empezó a declinar entre los matrimonios nuevos y la gente empezó a casarse más joven, a la vez que las familias cobraron más movilidad. Con el cambio de los ideales de confort y modo de vida, aumentaron los conflictos intergeneracionales, y

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al subir el valor de los pequeños negocios familiares surgieron verdaderos litigios por el control de la herencia familiar. El presente período de masiva intervención del Gobierno en los asuntos del turismo no ha interrumpido los cambios sociales descritos, sino que ha añadido nuevas dimensiones al proceso. Se puede decir que los problemas se han intensificado con el paso del tiempo y con la total dedicación a la industria del turismo. Tomemos por caso la total invasión de turistas que se produce en los festivales, regatas y espectáculos promovidos por el gobierno municipal. En un buen día de regatas se lanzan a Fuenterrabía otras 5.000 personas más. La intervención del Gobierno central hace que haya un cumplimiento estricto de las leyes de zona, pero eso refuerza la autoridad del Ayuntamiento respecto al control de la construcción. Y aún más, las enormes inversiones del Gobierno en aeropuerto, carreteras y servicio de ferrocarriles han puesto a Fuenterrabía al alcance de mucha gente, de manera que no lo hubiera conseguido la iniciativa privada local independientemente. Como resultado positivo de esta intervención, el casco antiguo es uno de los lugares de interés con sus calles nuevas y atractivas, lo mismo que la Marina. Todos los bares, restaurantes y hoteles han sido clasificados y controlados bajo la inspección del Ministerio de Información y Turismo. El Country Club se ha apropiado de más de la mitad de los terrenos de la zona rural más extensa. La empresa compró más de quince caseríos en menos de un año. Esto no es nuevo. Entre 1920 y 1968 el número de caseríos bajó de 256 a 168, y desde entonces el número se ha reducido a 60. A la par de esto, el número de villas ha aumentado de 30 a 250. La huerta es hoy día un negocio comercial, próspero y en vías de desaparición (GREEN-WOOD, 1976). 9

9 Un extenso análisis de la rentabilidad del turismo en el área de la economía agrícola ha sido presentado en Greenwood (1976).

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La aparición del Country Club señala en la localidad la emergencia de una clase media no aristocrática que representa una vida cómoda de la cual son exponentes los coches, el dinero, los trajes elegantes y todo tipo de actividades recreativas. Los miembros pertenecen a una gran variedad de ocupaciones: comerciantes, médicos, notarios, abogados, periodistas, contratistas de la construcción, artistas, escritores, etc. El poder político del municipio se centra cada día más en este grupo y sus socios de fuera. La batalla sobre los planes del futuro de Fuenterrabía está en manos de esta nueva facción, por un lado, y de los caseros y pescadores, por otro, con clara ventaja a favor de los primeros. El evaluar los efectos generales de cualquier actividad de desarrollo económico presenta dificultades notables. Voy a orientar mi análisis con miras a especificar más concretamente algunas de las características peculiares del turismo como agente de cambios. El polo de atención se centra en los caseros, pescadores y artesanos, cuyas actividades existían antes de la explosión turística. La característica más importante del turismo parece ser la de que estimula el desarrollo económico, y lo hace a un ritmo acelerado. Más aún, está superimpuesto en estructuras sociales y económicas preexistentes de manera diferente a como opera la industrialización, ya que los beneficiarios no tienen que dejar su casa y emigrar a las ciudades para participar en él. El turismo viene a la comunidad, y esto permite presenciar los efectos del ritmo acelerado de desarrollo en las relaciones sociales de la comunidad, ritmo que no evoluciona necesariamente en respuesta al fenómeno de desarrollo en sí. Económicamente, el turismo ha significado una variedad de mejoras para la gente de Fuenterrabía. Desde 1950 el nivel de vida ha subido de manera constante. Muchos tienen cuenta en la Caja de Ahorros, han modernizado o reconstruido casas, y cada año se notan las ganancias que deja el turismo. Pero esta subida de nivel de vida tiene sus desventajas. En primer lugar, depende casi completamente de las condiciones económicas nacionales e internacionales. Una subida de precios debida a la inflación 100

en la economía de España puede hacer que los turistas que buscan modestos lugares de vacaciones elijan los pueblos de Portugal o Yugoslavia. Ya no son los mismos tiempos cuando, como ocurrió durante la guerra civil y la segunda guerra mundial, Fuenterrabía pudo replegarse en sí misma y valerse de sí para su subsistencia. La gente depende ahora de ciclos sobre los que no tiene ningún control. Por otro lado, una baja de turismo puede ocurrir de manera tan abrupta como surgió. El País Vasco ha gozado de gran popularidad turística en estos años, pero esto no es garantía de que vaya a continuar. El turismo es una industria en la cual las modas y el afán de buscar algo nuevo y distinto juegan un papel importantísimo. Si los turistas deciden instalarse en Galicia o en Asturias, el patrón de desarrollo constante en Fuenterrabía sufrirá una alteración. Los caseros se dan cuenta de esto, y en los meses de primavera cavilan y hablan sobre las probabilidades del retorno de los turistas. Todos los años hay un ambiente de duda genuina a pesar del hecho de que hasta la fecha ha sido siempre disipada para bien. Uno de los problemas que ha ocasionado el turismo, y que es peculiar de Fuenterrabía, es el de que, a la par que las ganancias de los caseros han alcanzado el nivel más alto que se recuerda, la despoblación rural ha aumentado a pasos acelerados. El incremento de ganancias no se ha traducido en un incremento de la producción y el sistema usual de incentivos del mercado no se sigue aquí (GREENWOOD, 1976). Dentro del grupo doméstico, el desarrollo económico ha traído relativa abundancia en la forma de electrodomésticos, maquinaria, mayor movilidad por medio del automóvil, y un cese de las tensiones generales que produce la falta de recursos. Los solterones de la familia, que por lo general quedaban en un papel de subordinados en los caseríos heredados por uno de los hermanos, tienen ahora un módico de independencia y respeto conseguido con las oportunidades de trabajo y ganancias que hay 10 fuera del caserío. 10

Esta discusión se refería al trabajo de granjas, pero aparentemente se puede aplicar también a la herencia de pequeños negocios. Serían necesarios más datos para defender esto.

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Por otra parte, la subida del valor de los negocios ha creado rencillas familiares que traen a menudo consecuencias desastrosas. El derecho consuetudinario de Fuenterrabía requiere que el caserío 3 pase indiviso de generación en generación. Los padres eligen un heredero y el resto de los hijos deben dejar el caserío, aunque las hijas reciben una dote y los varones una suma de dinero o algún entrenamiento profesional para empezar algo por sí mismos. Si alguno de los descendientes decide quedarse en casa, no puede traer familia y tiene que quedar supeditado al heredero del caserío. El Código Civil español, por otra parte, ordena una distribución equitativa entre todos los hijos. En el pasado, las familias se las arreglaron para hacer acuerdos privados entre los hijos, de manera que la participación quedara como de acuerdo con la ley. Sin embargo, ahora que el valor de las propiedades ha subido y el dinero puede ser invertido en algún negocio, muchos hijos rehúsan la elección de heredero único y demandan la división de la propiedad, lo que desemboca a menudo en largos litigios. Dadas las oportunidades de trabajo en industria, con horarios limitados y menos responsabilidades, también les resulta difícil a los padres convencer a un heredero de que se haga cargo del caserío. De los 168 caseríos que quedaban en 1968, sólo uno tenía asegurado heredero para continuar el negocio de la huerta a la generación siguiente. Y aun en este caso la posibilidad de encontrar una mujer que quiera vivir en el campo es muy remota. No sé si existe este mismo problema para las familias de los pescadores y artesanos. Con la mayor afluencia han cambiado también las relaciones sociales. El núcleo doméstico es capaz de valerse por sí mismo con más independencia que antes, y el empleo de aparatos electrodomésticos y los ingresos continuos les permiten evitar lazos de mutua dependencia y reciprocidad. Todo ayuda a proveer a la gente de un mayor grado de independencia, calidad altamente estimada. El reverso de la independencia es el aislamiento. Los grupos familiares están ahora más aislados socialmente que en el pasado. Sin los lazos de antaño, las interacciones son infrecuentes y, a menudo, sólo 102

superficiales. Aunque la competencia existió siempre, las familias llevan ahora la carrera de consumisión y adquisición a verdaderos extremos. La compra de un televisor, de una máquina o un coche se convierte en casi un desafío para el vecino, que se ve forzado a hacer lo mismo cuanto antes. En las zonas rurales esta competencia les ha llevado a adquirir más segadoras y arados mecánicos de los que verdaderamente necesitan para su terreno. El fenómeno tiene consecuencias más graves para los caseros, pescadores y comerciantes, que se ven amenazados por las inversiones de forasteros en la economía local. Aunque esta amenaza es claramente visible para todos, la competición y aislamiento a que se han sometido les impide juntarse para obtener ayuda legal, formar cooperativas o abogar por su causa con las autoridades de fuera. Esto es digno de resaltarse, ya que antes esta era zona en que la ayuda mutua y la cooperación o lazos de vecindad eran cosa común, y ha pasado en estos tiempos a un individualismo independiente. Desde el punto de vista de los ondarribitarras, los cambios económicos ocasionados por el turismo han modificado el patrón de estratificación social. La nueva afluencia puede significar una subida en la escala social para los hijos de pescadores, caseros y artesanos por medio de la educación e instrucción que pueden adquirir con su dinero. Las filas de la clase media de Fuenterrabía han aumentado, y a ellas se suman ahora casi todas las categorías profesionales y ocupacionales. Además, la distinción de clases dentro de categorías específicas se ha ampliado, dando lugar a una clase media y a una baja clase media de caseros, pescadores y comerciantes. El desenvolvimiento de estas distinciones sociales ha debilitado a las diferentes categorías y les impide organizarse para formar frente común ante la invasión de forasteros que van ganando progresivo control de la economía local. El desarrollo total del turismo en Fuenterrabía sugiere una secuencia de fases, lo cual plantea ciertas cuestiones sobre las posibles contradicciones que lleva el turismo como industria y como fuente de desarrollo económico. 103

Durante el periodo del turismo aristócrata no se percibieron notables efectos en el crecimiento económico de la localidad. Durante el periodo inicial del turismo de masas, a partir de 1950, la respuesta se halla, en gran medida, en términos de iniciativa e inversiones locales que aportaron sustanciales ganancias económicas. Sin embargo, la relación entre el desarrollo del turismo y la economía local sufrió un gran cambio. Se introdujeron accionistas del gobierno y agentes de fuera, y, aunque la industria sigue creciendo, la participación en el reparto de ganancias entre los habitantes de la localidad ha disminuido rápidamente. La pérdida del control local que se viene efectuando desde 1965 sobre la industria ha desembocado en el abandono de la agricultura, con el éxodo rural y la competición de productos de fuera. Ha declinado la industria de la pesca e incluso ha habido un deterioro de la situación para los artesanos locales, que se ven en competición con grandes compañías y cadenas de empresas de la construcción. En resumen, parece que esas mismas grandes ganancias que trajeron en principio a los capitales de fuera les han permitido, gracias a su mayor escala y organización, suplantar a los intereses de la localidad.

5. Los efectos culturales del turismo En análisis de los efectos sociales del turismo ofrece una visión razonablemente clara de algunas de las ventajas y desventajas que ocasiona a Fuenterrabía su participación en la industria del turismo. Los efectos tienen, evidentemente, grandes consecuencias; pero la perspectiva social presenta solo un lado del problema. No nos dan una explicación suficientemente precisa de los patrones de identidad cultural, creencias y estilo de vida, que son parte tan importante en el proceso del turismo. Para enfrentarse con ellos es necesario emplear un diferente método analítico. Quiero antes mencionar brevemente una perspectiva extraordinariamente popular de los cambios culturales generales que acompañan al turismo. Esta perspectiva considera al turismo como una vasta escuela de modernización. El turismo, se dice, “moderniza” los valores de la sociedad. Aunque no queda muy claro cuál es el significado 104

de “modernización”, esta perspectiva llama la atención sobre el advenimiento de una ideología de consumo que pone gran énfasis en la recreación-ocio, la educación y las actitudes cambiantes respecto al trabajo. Se supone que todo ello parte del contacto de la población local con los turistas afluyentes. Hay, sin duda, un elemento de verdad a este respecto en el caso de Fuenterrabía, pero yo encuentro que esta perspectiva es muy limitada para enfrentarse con un problema tan complejo. Como ya he dicho en otra ocasión (Greenwood, 1976), la gente de Fuenterrabía ha tenido desde hace mucho tiempo una ideología de consumo muy arraigada y cree en la validez del trabajo como un medio perfecto para obtener los fines deseados. El turismo no ha cambiado esto; lo que ha cambiado ha sido la creencia en la agricultura y la pesca como ocupaciones viables. El turismo ha convencido a muchos jóvenes vascos de que las ocupaciones profesionales urbanas concuerdan mejor con los valores “tradicionales de la dignidad del trabajo”. Esta no es una sorprendente conclusión. El trabajo en las fábricas es medio de escapar de la industria turística. Aunque el nivel de vida del casero y del pescador es hoy en día mucho mejor, se ven obligados a servir a los turistas y promotores de una manera que requiere diplomacia y subordinación a otras personas. Desde esta perspectiva, el turismo ha cambiado la estructura de la agricultura y de la pesca como ocupaciones, ya que las hace incompatibles con los valores que la cultura vasca les concedía. Sin embargo, nada de esto alcanza a lo esencial de los efectos que el turismo ha causado en Fuenterrabía, para llegar al centro de la cuestión es necesario volver al concepto antropológico de cultura. Una de las definiciones más convincentes es la de Clifford Geertz. Según él, cultura es un integrado sistema de significados mediante el cual se establece y mantiene el concepto de realidad. Geertz subraya la autenticidad y tono moral que la cultura imparte a las experiencias vividas, y hace hincapié en la importancia fundamental de los sistemas de creencias, que ayudan a hacer la vida inteligible y tolerable. Va implícito en esto que cualquier cosa que falsifique, desorganice o amenace las 105

creencias de los participantes en la autenticidad de su cultura, amenaza efectivamente su supervivencia. (Geertz 1957, 1966,1972). De acuerdo con este concepto, me atrevo a afirmar que la industria del turismo en Fuenterrabía ha considerado la cultura local no como un sistema de significados culturales, sino como una mercancía: como parte de algo comerciable para promover el turismo. La cultura local ha sido tratada como un servicio más prestado por los vecinos para beneficio de los turistas; y esta comercialización cultural ha destruido una serie de elementos importantes en la cultura local. Para ilustrar esta aserción voy a presentar el análisis de un importante ritual que se celebra en Fuenterrabía, aunque podría incluir también otros aspectos rituales que servirían al mismo propósito. En primer lugar es necesario apuntar porque la cultura local no puede ser considerada como servicios que se presta a cambio de un salario. Desde un punto de vista económico cualquier cosa que este a la venta tiene que haber sido producida combinando los básicos factores de producción (tierra, capital y mano de obra). Esto se ve claramente cuando el objeto son hojas de afeitar, transistores o alojamientos hoteleros; sin embargo es más difícil de definir cuando el comprador es atraído a un lugar por alguna característica de la cultura local, por ejemplo, “el encierro” de Pamplona, la aparición de una Virgen o un festival exótico. Los economistas y los expertos en la planificación, al tratar del turismo, han soslayado esta dificultad de varias maneras; bien considerando la cultura local como uno de los “recursos naturales” (o sea, como el factor tierra de la economía), bien mirando la cultura local como un atractivo rentable más, y fijando su interés entonces en el número de camas hoteleras, la consumición de bebidas, disponibilidad de gasolina o venta de suvenires. Esta perspectiva no tiene ningún valor para mi análisis. En un sistema capitalista, cualquier cosa que se puede tasar puede ser vendida y comprada como mercancía. Cuando los vecinos de una localidad reciben un salario por servicios prestados a los turistas, no se presenta ningún problema. Pero cuando las costumbres de una localidad 106

son tratadas como parte de una “atracción”, sin consultarles, y cuando los acontecimientos locales son invadidos por turistas que no les recompensan de manera fijada por sus “servicios”, la cultura local ha sido, en ese caso, efectivamente explotada por alguien, pero los participantes locales no reciben ninguna compensación ni beneficio. Es en circunstancias como estas cuando la cultura es tratada como mercancía, no siéndolo en realidad. Las consecuencias de este tipo de tratamiento son devastadoras para la cultura local, como ocurre en el caso del Alarde de Fuenterrabía.

6. El “Alarde” El Alarde de Fuenterrabía es el ritual público par excellance. Es una representación dramática, un comentario y un compendio de las creencias culturales, que son básicas en la vida local ondarribitarra. Reafirma y expresa aspectos de la realidad cultural que desde hace mucho han mantenido unido al pueblo de Fuenterrabía. En el Alarde participan casi todos los hombres, mujeres y niños del pueblo, especialmente durante los preparativos, e incluye un número realmente notable en el actual proceso de dramatización o representación. El Alarde es esencialmente una recreación ritual de la victoria de Fuenterrabía fue el centro donde las Coronas francesa y española contendieron para establecer los derechos sobre el control del territorio que incluye todo el rincón noroeste de España. Como resultado de su posición geográfica, Fuenterrabía fue situada en innumerables ocasiones, siendo el más famoso el sitio de 1638, que duró sesenta y nueve días y en el que la población resistió con éxito, haciendo evacuar al ejército francés. Como resultado de su acción, la Corona española concedió a Fuenterrabía un número de privilegios, entre los cuales está el de añadir a su nombre oficial el título honorífico de Muy valerosa. Pero el Alarde representa mucho más que la conmemoración de una batalla. Cada uno de los barrios que componen el total municipal forma una corporación y tiene diferentes responsabilidades. El casco de la ciudad y cada uno de los seis barrios aporta un contingente de niños que, al son de la flauta y tamboril, marchan en formación militar vestidos de 107

camisa y pantalón blancos, con cintas, boina y faja roja: Traje típico de los vascos. Añaden también una formación de hombres armados de carabina, y de entre las jóvenes de cada barrio eligen una cantinera que representa a lo más florido de su distrito. Esta joven viste también un traje que tiene cierto aire militar y lleva al cinto una cantina. Hay también una representación de varias profesiones; un grupo de hacheros aparece vestido de pieles de carnero, grandes barbas negras y unos sombreros altos de piel negra también. El alcalde y cabildo municipal visten uniforme militar y van a caballo encabezando la procesión. Después de una misa matinal, los grupos presentan formación en una plaza que hay frente a la puerta principal de la ciudadela. Los niños abren la marcha hacia las puertas y suben por la calle Mayor hasta la plaza de Armas, frente al castillo de Carlos V, acompañados de los aplausos y ovaciones de los cientos de espectadores que llenan las calles y balcones de las casas. Todos los grupos ejecutan los aires marciales con gran fervor, y el paso de cada uno, al compás de los tambores, tiene un profundo efecto entre el público. Aparece a continuación el alcalde y la corporación municipal a caballo, símbolos de autoridad, valor y nobleza. Pasan entre los “¡Hurras!” de la multitud y, luego de desmontar, se dirigen al balcón de ayuntamiento, desde donde siguen el proceso del desfile. Encabezados por la cantinera correspondiente, empiezan a desfilar los grupos de hombres armados, que representan a cada uno de los barrios, y al pasar bajo el balcón de la presidencia por un momento, saludan y disparan al unísono una salva que produce un estampido ensordecedor. La clave es el disparar de manera que parezca como si se hubiera hecho una sola y enorme detonación, y la concurrencia hace comentarios sobre lo bien o mal que ha actuado cada grupo. Una vez terminado el acto, los hombres marchan a la plaza y se quedan en formación. Al fin de la parada, el alcalde y la corporación municipal se unen al resto en la plaza, y esta vez, todas a una, disparan una salva que efectivamente ensordece a la concurrencia. Los disparos continúan hasta

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que se terminan las municiones, y entonces se dispersa la multitud y las familias bajan a la Marina en busca de comida y bebida. Hay demasiados elementos en la ceremonia que acabo de describir para poder comentar aquí sobre todos ellos. Además el Alarde no es un ritual exclusivo de Fuenterrabía, sino que se celebra en otras muchas localidades, tanto vascas como no vascas, y en cada caso los detalles varían en gran manera (Caro Baroja, 1968). Para analizar el caso que nos ocupa debo fijarme en varios puntos básicos. El sitio de Fuenterrabía fue un episodio en el que ricos, pobres, mujeres, niños, caseros, pescadores y artesanos, así como el resto de la población, huyeron juntos a un ataque feroz. El Alarde reproduce este acto de solidaridad al incluir en la representación a todos los vecinos, hombres, mujeres y niños, y a todos los miembros de las distintas profesiones y oficios. Los rifles, primero por barrios y luego en conjunto, hablan al unísono de la solidaridad que les permitió sobrevivir a todos. Es una declaración del calor colectivo y de la igualdad entre las gentes de Fuenterrabía. Es a la vez una afirmación de su existencia e identidad en unos tiempos en que la mayoría de ellos se gana la vida fuera de la localidad. Y es un pacto que les permite olvidar las heridas causadas por la mala fe y las habladurías que surgen a lo largo del año. El alcalde y los miembros del Ayuntamiento, que con frecuencia son considerados como manipulantes y rapaces que buenas personas, se transforman momentáneamente en la personificación de la virtud cívica y el valor. Los pescadores y caseros, que dedican una buena parte del día a olvidar la identidad de trabajadores rústicos que les da su oficio, son en el desfile la personificación de los modestos, pero nobles y libres vascos con los cuales establecen una identificación histórica. Todas estas gentes que a menudo aparecen divididas, vulnerables y confusas, forman un espíritu unido capaz de enfrentarse con las embestidas del exterior, como ya lo hicieron en el sitio de 1638. Hay otros muchos detalles; esto sin embargo, hasta para dar una idea del sabor de la ceremonia. Lo más importante es apuntar para quién se representa el Alarde. Es claro que no se representa para los de afuera, sino 109

que es un ritual cuya importancia y significado se encuentra en la participación que en el tiene todo el pueblo y en la intimidad con la que los símbolos son comprendidos por todos los participantes y espectadores (muchos de estos participan en largos meses de preparación cosiendo indumentarias, dirigiendo las practicas del desfile y enseñando música a los niños). Es una función para los participantes, no un espectáculo; es la representación de la historia sacra de Fuenterrabía, historia que por su misma naturaleza es inaccesible a los forasteros. Aunque sería necesario hacer una presentación extensiva de los datos históricos para situar al Alarde en el contexto cultural de Fuenterrabía, hay que destacar un punto: este ritual es el único que resalta de manera dramática la igualdad y la unidad de todos los vecinos de Fuenterrabía, en contraste con las diferencias de clase, status y poder que son evidentes entre ellos a lo largo del año. Es mucho más que un mero e interesante símbolo de unidad. Según trato de demostrar en una investigación histórica acerca de los vascos, el peculiar concepto de “hidalguía colectiva” vasca tiene hondas raíces en esto. Según la tradición, todos los nacidos en Guipúzcoa y de padres guipuzcoanos tenían, por ese mero hecho, limpieza de sangre (no tenían mezcla de sangre mora ni judía), algo que no ocurría en ningún otro sitio fuera del País Vasco. Este hecho da lugar a una situación única: los vascos podían afirmar que un zapatero, un casero, un pescador, un alcalde o un conde, de riqueza y poder, podían afirmar una igualdad humana común en virtud de la limpieza de sangre (Greenwood, 1973). A pesar de que la importancia de la limpieza ha desaparecido los valores igualitarios que se derivan de la idea siguen vivos en una nación de acusadas diferencias de clase. A mi modo de ver, parte de la importancia del Alarde reside en que su representación es la única ocasión en que esas ideas de igualdad y destino común reciben expresión general y publica. Así, la representación del Alarde es una declaración de su identidad histórica como vascos, a la vez que una actuación de un momento particular de la historia del pueblo. El ritual es, de este modo, algo de gran importancia. 110

Pero el Alarde tiene la mala fortuna de coincidir con la estación turística. En esos meses, la población de Fuenterrabía aumenta de diez a veinte o cuarenta mil personas, además de los innumerables turistas que llegan a pasar el día para ir a la playa, ver las regatas, a comer en los restaurantes típicos o sacar fotos de los caseríos, casas antiguas y murallas del casco. El Alarde aparece en el calendario nacional de festivales que distribuye el Ministerio español de Información y Turismo, y que tiene gran circulación. Los promotores del turismo, grupo que incluye a políticos y contratistas de la localidad, además de las grandes compañías nacionales especializadas en industrias turísticas, han añadido el Alarde a su lista de características propagandísticas de Fuenterrabía. Por doquier carteles y toda forma de publicidad acerca del alarde, como pasa con cualquier cosa que pueda atraer al turista consumidor. No quisiera dar la impresión de que el Alarde es algo exclusivo a este respecto; de hecho, como incentivo turístico, el Alarde tiene relativamente poca importancia. Es solo cosa de un día, y en comparación con las murallas, las frecuentes regatas, la playa y demás atracciones del pueblo, constituye algo de interés pasajero. El Alarde es simplemente parte de la lista de “color local” que se usa para atraer divisas turísticas, es una improvisada adición en el lote turístico, algo así como una figurilla de cromo en la capota de un coche nuevo. Pero este tratamiento casual del Alarde no se refleja en los efectos que su incorporación al package turístico está causando a las gentes de Fuenterrabía. Aunque el Alarde es todavía un asunto importante, su situación es precaria, puesto que inesperadamente resulta cada vez más difícil el hacer que la gente vaya y participe en él. El momento crucial ocurrió durante el verano de 1969, y fue así: Las calles del casco antiguo son estrechas, y los balcones que se inclinan sobre la calle pertenecen a casas privadas. La plaza debe quedar totalmente libre para que los grupos puedan presentar formación militar. Por ello, queda poquísimo sitio para los espectadores.

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En 1969, el Ministerio de Información y Turismo completó la restauración del antiguo fuerte de Carlos V, en la plaza de Armas, y le abrió al público como parte de la conocida cadena de paradores de turismo. Fue inaugurado por Franco personalmente, lo cual fue conmemorado en Televisión Española, y se publicó en facsímil una copia de la relación histórica del famoso sitio escrita por el P. Moret (Moret, 1763) para añadir una nota “cultural” a la ocasión. Con este impulso de publicidad nacional el gobierno local se vio obligado a resolver el problema de los espectadores. Determinaron que la vista del Alarde no solo fuera asequible a los residentes del parador, sino también a todos los que quisieran subir a mirar. Asimismo, decidieron que el Alarde tuviera la oportunidad de ser visto dos veces en el mismo día. Difícilmente podría imaginarse un acto más dramático. Por motivos meramente pecuniarios, el gobierno municipal, con un solo acto, definió el Alarde como un espectáculo público representado para extraños que, en virtud de la contribución económica al municipio, tiene el derecho de verlo. El efecto fue contundente. A la inicial consternación siguió un creciente sentimiento de malestar, que pronto se tornó en el tipo de cinismo con que usualmente reciben a todas las aventuras económicas en Fuenterrabía. Hubo pocos comentarios abiertos sin embargo, dos veranos más tarde supe que el municipio estaba encontrando dificultades en reunir voluntarios para participar en el Alarde. Nadie se resistió activamente, pero, siendo un ritual que depende enteramente de la participación voluntaria, la falta general de interés estaba causando serios problemas de organización. O sea, que, en el espacio de dos años, lo que había sido un ritual vital e interesante se había convertido en una obligación pesada que la mayoría trataba de evitar. Más recientemente aun he oído que el gobierno municipal está considerando la posibilidad de remunerar monetariamente a los participantes en el Alarde, y no me cabe duda de que últimamente tendrán que pagarles, lo mismo que se les paga a los gitanos por bailar y cantar flamenco y a la orquesta sinfónica por tocar. Lo que acabo de describir es un pequeño episodio ocurrido en una pequeña localidad de la que pocos han oído u oirán hablar; sin embargo, 112

su caso puede tener implicaciones significativas. En aras del “color local” se incluyó un ritual importante que la gente representaba para sí misma. Su significado dependía de la compresión tácita de todo el sistema de significados, los cuales eran reafirmados mediante las repetidas representaciones dramáticas y los comentarios que los acompañaban. No era un espectáculo mercenario, sino una afirmación de su fe en un sistema de significados enteramente suyo; era una afirmación de su fe en su propia cultura. Era Fuenterrabía haciendo un comentario sobre si misma por motivos propios. Al ordenar que el Alarde se convierta en un acto público para atraer masas de forasteros para que vinieran a la población a gastar sus divisas en ella, el gobierno municipal lo redujo a un “haber” en el competitivo mercado turístico. Esta orden, sin embargo, viola de manera total y directa el significado del ritual del Alarde, destruyendo definitivamente su autenticidad y su valor ante la gente. Los vecinos, a su vez, reaccionaron con consternación, primero, y con indiferencia hacia el ritual, después. Es posible representar todavía las formas externas del ritual a cambio de una retribución económica, lo que no es posible es conferirle los significados culturales que tenía antes, puesto que los vecinos ya no llevan a cabo el ritual ellos y para ellos mismos. Aunque el Alarde constituye el foco principal de este análisis de los efectos del turismo sobre la cultura, es solo un ejemplo (aunque quizá el más dramático) de un problema muy generalizado, y es posible añadir otros casos. Veamos. Históricamente, los pescadores de Fuenterrabía eran balleneros; queda testimonio de ello en el escudo antiguo de la ciudad, lo mismo que en muchas leyendas sobre la pesca ballenera de tiempos pasados. Una expresión de la continuidad de este estilo de vida valerosa y de hombría lo constituyen las regatas, deporte que enfrenta a los equipos de uno pueblos contra otros y que ha sido muy popular durante muchos años. Hubo un tiempo en que las regatas empezaron a decaer, hasta que un cura joven, para estimular la participación de los jóvenes de la localidad, las

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reestructuró y alentó con gran éxito; el equipo que él entrenó llegó pronto a campeón. Ahora sin embargo, el contexto de las regatas ha cambiado. Ya no es sencillamente una competición entre pueblos vecinos; es un gran negocio. Empresas forasteras participan en gran medida: Televisión Española transmite el acontecimiento, y las apuestas son de consideración, o sea, que es un deporte profesional. No es rara la concentración de cinco o diez mil espectadores que llegan a ver las regatas y se quedan luego en los bares y restaurantes de Fuenterrabía. Esta vasta inundación de gentes de fuera ha asfixiado totalmente la participación de la gente de la localidad en las regatas. Han sido expropiados del acontecimiento local sin ser consultados. Otros efectos de la influencia del turismo se derivan de las transformaciones del medio y del paisaje; algunos de ellos son muy evidentes; por ejemplo, algunos edificios de pisos construidos contraviniendo las ordenanzas del control de zonas residenciales son testimonio de las manipulaciones de algunos vividores. Pero hay otras maneras que expresan la transformación que ha habido en la relación entre la gente y el paisaje. Una de ellas cuenta con la aprobación oficial del Gobierno. Cuando el Ministerio de Información y Turismo, en combinación con la Sociedad de Bellas Artes, declaró a Fuenterrabía monumento nacional histórico y artístico, los vecinos se sintieron muy halagados y orgullosos; no hay duda de que consideran hermoso a su pueblo. Las complicaciones se presentaron más tarde. Cuando algún vecino del casco antiguo quiere hacer alguna renovación en su casa, solo puede llevarla a cabo sino altera el estilo de la fachada; o sea, que pronto, descubrieron que, aun siendo los legítimos propietarios, habían perdido el derecho a hacer las modificación que quieran en las casas de su pertenencia. A la vez, la parte de la ciudadela que había estado en ruinas durante más de cien años, estaba siendo reconstruida, y a los edificios de pisos modernos que estaba levantando

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allí, les estaban añadiendo fachadas para que parecieran antiguas casa vascas. La conclusión que sacaron es evidente: mientras que los legítimos propietarios locales no pueden modificar sus casas, inversionistas forasteros con enchufes políticos pueden, si lo desean, levantar casas de imitación vasca. Cuando los vecinos protestaron, les dijeron que, efectivamente, sus casas eran piezas con atracción turística: figuras de museo que se pueden plasmar en película fotográfica. Hubo otros episodios en relación con este decreto. Al reconstruir – parcialmente–. Las murallas, tuvieron que derribar uno de los lugares que usaban los niños para jugar, y el frontón del pueblo que como es sabido, tiene tanta importancia en cualquier localidad vasca. Esto ocasiono el correspondiente resentimiento, pero cuando los vecinos vieron que el trabajo de reconstrucción de las murallas no se completaría porque alguien había disminuido los fondos, el resentimiento se convirtió en una actividad totalmente cínica. En el caso de los caseríos ha habido situación semejante, como lo atestiguan numeroso estudios sobre el País Vasco (Caro Baroja, 1958; Douglass, 1969). Una de las características constantes en la sociedad rural vasca es la relativa inmutabilidad del caserío. Debido al sistema de herencia indivisible, los caseríos vascos pasan de generación en generación con escasas modificaciones, relativamente hablando. Una de las consecuencias de esta relativamente inmutabilidad del medio rural era la posibilidad de disponer el paisaje de acuerdo con un complejo sistema de relaciones y de ideas. Entre ellos estaban los fuertes lazos de reciprocidad y obligación vecinal entre los barrios y el elaborado sistema de ritos funerarios (Douglass, 1969). La esencia de estos ritos funerarios era la noción de que la comunidad era responsable colectivamente de ayudar a los miembros de toda la comunidad que pasaban a la otra vida. Se hacían los duelos con participación colectiva, y las generaciones que vivieran en las mismas tierras y caseríos eran responsables, en parte, de la salvación de las generaciones anteriores. De esta forma, el paisaje físico esta imbuido de gran significado religioso en 115

virtud, precisamente, de sus inmutables caseríos. Es decir, que la comunidad posee un sentido de geografía sagrada que solo es perceptible y real para los vecinos de la localidad. Ahora que hay más de doscientas cincuenta villas intercaladas entre los caseríos y que el número de estos disminuye progresivamente, este concepto de una vida ultraterrena está en vías de desaparecer, No solo están desapareciendo los lazos de reciprocidad vecinal, sino que está siendo aniquilado el concepto general de la salvación mediante la cooperación colectiva, que tan hondas raíces tiene en el terreno... Los caseros más viejos sienten una tristeza indescriptible ante este cambio, que quizá haya pasado inadvertido para muchos, y algunos de ellos están de hecho atemorizados. Es el caso de un casero conocido mío, que, de acuerdo con la antigua costumbre, no deja de asistir a ningún funeral. Cierto que a veces no conoce a algunos de los difuntos por quienes se celebra el funeral, pero el cumple, y, no teniendo el hijos teme ahora que nadie le ayudara a él en el tránsito a la otra vida. Estos son cambios pequeños, sutiles y lamentables…, pero parte también de los costes que acarrea el turismo. Voy a considerar, por último, la cuestión de la identidad de los miembros de la comunidad como vecinos. A todo lo largo de la Historia, los vascos han mantenido un fuerte sentimiento de identidad cultural, que se ve reforzado por su lengua distintiva en grupos dialectales, en gente de costa y de goyerri, y, finalmente, en comunidades, cada una con su identidad propia. No hay nada de especial en todo esto. Ahora, sin embargo, con la tremenda afluencia de turistas y con la presencia del creciente número de veraneantes, los vecinos de Fuenterrabía han adquirido una identidad nueva: la de “locales”, “indígenas”. Esta es una identidad que tiene un matiz negativo, y algunos hacen uso de la diferenciación para reforzar su superioridad social y económica respecto a los residentes, que tienen que estar a su servicio en una u otra forma durante la estación turística. El ser “local” implica servir a los veraneantes, aguantar las incomodidades que he descrito antes y depender 116

del dinero que aportan. Es una identidad temporal, que causa una ansiedad y una frustración duradera. Muchos jóvenes aborrecen de tal manera la situación, que se van a trabajar a las fábricas de otras localidades para así poder adoptar el externo comportamiento de los turistas a la vez que evitan lo que ven como una afrenta a su dignidad. Antes de la masificación del turismo, ser vasco de Fuenterrabía constituía una identidad positiva. Aunque ellos todavía conserva muchos elementos positivos, especialmente en el contexto de la cultural general vasca, significa también que hay una cierta inferioridad respecto a unas avalanchas de extraños que se comportan de un modo muy pretencioso y que no parecen ser muy inteligentes. Las irritaciones de ser “indígena” son tribales en sí, pero se acumulan con el tiempo y se hace muy difícil el mantener un sentido positivo de auto-identidad cuando uno es considerado por los forasteros como la quintaesencia del noble, opero rustico campesino. Poco a poco, aun la definición de uno mismo termina por perder fuerza. No creo que lo que acabo de describir sea, en modo alguno un caso raro. Estamos presenciando por todo el mundo la transformación de las culturas en “color local”, convirtiendo su las culturas de los pueblos en extensión de las redes de comunicación como opina Edmund Carpenter (Carpenter, 1972, 1973). En la marcha inexorable de la industria turística, las culturas son mercancías que se empaquetan, se marcan y se venden como si fueran terrenos de construcción, comidas precocinadas o servicio de bar. Para el turista adinerado, la industria del turismo ofrece la promesa de que el mundo es suyo y para su uso particular. Todos los recursos naturales tienen un precio, y si uno puede costearlo tiene el derecho de ver lo que desee. Cuando, al fin, ha empezado a perfilarse una perspectiva crítica con respecto a los efecto socio-económicos del turismo, se ha visto que la creciente desigualdad en la distribución de la riqueza y su resultante estratificación social son consecuencias muy generalizadas del desarrollo turístico. Se han propuesto varias soluciones para contrarrestar estos serios problemas; y, aunque estos problemas son serios y requieren pronta 117

solución, temo que la cuestión de la comercialización de las culturas sea ignorada, excepto –quizá– para darle valor anecdótico. Las tremendas alteraciones en la distribución del poder y la riqueza que acarrea el turismo tienen un correspondiente paralelo en la tremenda, y quizá más destructiva, alteración de la cultura local. Las culturas son incorporadas al lote turístico para hacerlo más vendible en el mercado de la competencia. Pero esto da lugar a un proceso con dirección propia, del que nadie ni siquiera los encargados de la planificación, parecen querer hacerse responsables. El tratar a las culturas como un “recurso natural” sobre el cual los turistas tienen derechos, no es solo una perversidad; es la violación de los derechos culturales. Cultura es por definición, un sistema de significados referentes a la naturaleza y los fundamentos de la realidad. Cada uno de los aspectos de ese sistema apropiado por el turismo era originalmente parte del sistema cultural. Reconociendo que algunos aspectos de la cultura tienen ramificaciones más extensas que otros debemos recordar que, esencialmente, cultura es algo en lo cual la gente cree implícitamente. Haciendo a la cultura parte del package turístico, se la convierte en algo explícito, una representación vendible en la que nadie puede creer de la misma manera que antes. En ese sentido, la comercialización de la cultural despoja, en efecto, a la gente del significado central, alrededor del cual organizaban sus vidas. Debido a que tal sistema de creencias es implícito, los miembros sienten la urgente necesidad de comprender qué es lo que está sucediendo. La comercialización de la cultura no requiere el consentimiento de los participantes, puede hacerla cualquiera, pero, una vez puesto en marcha, el proceso es irreversible y su misma ambigüedad impide que la gente afectada pueda tomar una clara acción decisiva para pararlo. En consecuencia, muchos de los venerados aspectos de la cultura vasca se han convertido en mercancías.

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7. Conclusiones Este extenso y, en gran medida, negativo articulo trata de enumerar los efectos sociales y culturales que ha ocasionado el turismo en Fuenterrabía. Desearía haber dejado claro cómo esos efectos son en realidad aspectos inextricablemente entrelazados a los procesos de cambio que el turismo pone en marcha. No se puede obtener una clara noción del turismo concentrándose solo en el aspecto social o solo en el aspecto cultural. Las evidentes ventajas económicas que tiene el turismo deben ser contrapesadas en la balanza con las desventajas sociales y culturales que produce en la población receptora. Es también evidente que la población receptora no puede controlar por si sola esos efectos negativos. Se unieron a la aventura del turismo con el deseo de obtener unas legítimas ganancias. Una vez que el desarrollo turístico tomó vuelo con la intervención de poderosas agencias del exterior y con las crecientes riadas de turistas que llegaban cada verano, la comunidad local perdió el control de los beneficios económicos, de la dirección que pudiera tomar el desarrollo, y últimamente se ha visto impotente para proteger su propia cultura contra una erosión cada vez más grave. Si los encargados de la planificación nacional no toman medidas para concertar el proceso del turismo, de manera que la mayoría de los intereses de las localidades receptoras queden protegidos, el turismo continuará su implacable marcha, en detrimento de la vida social y cultural de aquellas gentes a quienes se pensaba que iba a beneficiar.

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¿ES EL TURISMO UN ENCUENTRO INTERCULTURAL? 11 Norma Fuller Se dice a menudo que una de las mayores contribuciones del viaje es que propicia el encuentro entre personas con costumbres y cosmovisiones diferentes. La supuesta predisposición del turista a “acomodarse” a otros estilos de vida abriría oportunidades para ampliar los horizontes mentales y propiciar el entendimiento entre los pueblos. De hecho, una de las formas más efectivas de superar prejuicios sobre los “otros” es entrar en contacto con ellos y ponerse en su lugar. El turismo sería, entonces, una vía para los encuentros interculturales. Sin embargo, a medida que se ha investigado esta temática se ha encontrado que esta visión edulcorada de los encuentros entre turistas y nativos se cumple en muy pocas oportunidades debido a la naturaleza misma del viaje y a que, en el caso de los países del tercer mundo, por lo general existen enormes diferencias entre los turistas y la población nativa. En el presente ensayo desarrollaré estas dos cuestiones contrastándola con el caso peruano. En lo referente a la asimetría entre visitantes y poblaciones locales. En primer lugar el turismo es un consumo conspicuo, los viajeros están de vacaciones y llevan un tren de vida que no tendrían en sus lugares de origen. Cuando esto sucede en países donde la vasta mayoría de la población no puede ni pensar en gozar del tiempo de descanso o de los ingresos para ser turistas ellos mismos, la gente local pude alimentar resentimientos frente al despliegue de riqueza de los 11

Diplomatura de Antropología del Turismo - PUCP.

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extranjeros (Crick 1996). Así por ejemplo Henrici (2007) estudia el caso de Pisac una aldea localizada en la región del Cuzco que forma parte de la órbita de promoción turística debido a que tiene un mercado “auténticamente” tradicional y a que tiene restos del periodo inca. El domingo es el día dedicado al comercio y los campesinos de las montañas aledañas a Pisac descienden a vender sus productos y adquirir aquellos que no producen. Entre ellos vienen chicas jóvenes, ataviadas con vestimentas tradicionales, adornadas con flores frescas recién cortadas que se ubican en las escaleras del templo para que los turistas las fotografíen. Ellas piden una propina en retorno. Esta demanda perturba especialmente a los turistas europeos y americanos que encuentran que: “no es auténtico” o que “estas personas se están prostituyendo”. Los comuneros de su lado preguntan ¿Por qué no podemos pedir dinero si es un sencillo para el turista”. Más aun los habitantes de Pisac son conscientes de que ciertos turistas hacen dinero con las fotografías que toman y sienten que los están estafando. En cambio cuando el destino es un país afluente como el norte de Europa, Norteamérica, Japón o Australia, el turismo crea poca presión en la medida en que los receptores son también visitantes en ocasiones. Así, muchas familias alemanas van de vacaciones de verano a las playas de España mientras que muchos españoles van a las estaciones de esquí en invierno. En estos casos, aunque la relación es superficial es posible que los contactos contribuyan a superar estereotipos heredados del pasado. En lo referente a la naturaleza del turismo, los viajes son experiencias cortas y la relación entre turistas y locales se caracteriza por la superficialidad. De hecho se trata de una serie de encuentros entre visitantes que están en tránsito y que buscan pasarla bien y disfrutar, y anfitriones relativamente estables que tienen la función de atender las necesidades y deseos de los huéspedes. Estos encuentros son esencialmente transitorios, no repetitivos y asimétricos. Los participantes se dirigen a obtener una satisfacción inmediata y no a mantener una relación constante (Cohen 1972). Dada que la relación entre turistas y nativos es por definición transitoria, sus participantes no tienen que tener 122

en cuenta las consecuencias futuras que sus actos tendrán en ella. Por lo tanto, no sienten la necesidad, ni tienen la oportunidad, de construir un espacio de confianza mutua. En consecuencia, dicha relación es particularmente susceptible de caer en el engaño, la explotación y la desconfianza, sobre todo porque el turista y el nativo pueden escapar fácilmente de las consecuencias de la hostilidad y de la deshonestidad porque no volverán a encontrarse (van den Berghe 1980: 388). Se ha señalado también que los turistas no son buenos representantes de sus culturas de origen, ya que se han deshecho de la mayor parte de los roles cotidianos a través de los cuales su cultura podría ser comprensible para los otros. Por lo general cuando interactuamos representamos algún papel concerniente a nuestra profesión, clase social, adscripción étnica, edad, género y así seguidamente. Los turistas en cambio, han dejado atrás esos papeles y no ocupan ninguna posición en el tejido social de la cultura visitante. Tampoco tienen un espacio de acción definido, solo el de visitantes. En consecuencia su manera de actuar da pocas pistas sobre la manera en que lo hacen en su lugar de origen lo que puede conducir a que los habitantes locales construyan representaciones de los visitantes bastante distorsionados. Otro elemento que define la situación es que para el turista el viaje representa una ruptura con la rutina cotidiana. Su conducta no sigue las reglas habituales sino las de la distensión y la fiesta. Ello incluye formas de vestir poco ortodoxas, consumo de alcohol y drogas y a menudo conductas sexuales permisivas o promiscuas. En consecuencia no es raro que las comunidades receptoras rechacen a los turistas y los cataloguen como personas sin reglas morales. Por ejemplo, en Cuzco se ha desarrollado una actitud ambigua hacia los extranjeros. Aunque mucha gente admira la prosperidad económica de los países ricos, los turistas se asocian con la drogas la contaminación ambiental, y la prostitución (Bosman 2006: 213). Cuando las poblaciones receptoras desarrollan sentimientos hostiles hacia los visitantes esto puede convertirse en un factor negativo para el desarrollo del turismo a largo plazo y, por eso, da lugar a esfuerzos, tanto 123

de los empresarios como de las autoridades, para montar un sistema turístico institucionalizado y profesionalizado (Cohen [1972] 1996) y para promover que los nativos, por su parte, aprendan a lidiar con los extranjeros y desarrollen la necesaria tolerancia hacia sus peculiares conductas. Otra manera de entender el encuentro entre turistas y nativos es como una zona fronteriza (Bruner 2004), un punto de encuentro, un campo de conducta en el cual los turistas que vienen de sus hoteles y los nativos que dejan su vida cotidiana para entrar en relaciones padronizadas, en lugares predeterminados y por periodos de tiempo definidos. Los dos grupos están en perspectivas diferentes. Para los unos es trabajo, para los otros diversión o relax. Los turistas son móviles, no volverán a ese lugar. Los locales repiten las mismas conductas y representan los mismos papeles en cada actuación. En ese sentido el turismo puede entenderse como un teatro cuyo escenario improvisado se ubica en la zona fronteriza donde los turistas y los locales se encuentran a pesar de que en la zona fronteriza se representa a la cultura local, lo que se escenifica debe tener en cuenta las demandas del turismo global y requiere de toda una estructura que los posibilita (plaza de mercado, medios de comunicación, espectáculos etc.). Más aun, en el turismo organizado todo el itinerario está arreglado con anticipación y los encuentros ocurren mayormente en la zona fronteriza. Uno de los debates que se plantea en esta relación es el de la autenticidad de las dramatizaciones ofrecidas a los turistas. Se ha señalado que los nativos ofrecen a los visitantes representaciones estereotipadas, incluso falsas –inventadas para el consumo de los turistas– de sus tradiciones. Ahora bien, los turistas no son sujetos pasivos que simplemente contemplan lo que se les expone. Ellos perciben, interpretan y a menudo critican la información que reciben o las experiencias que atraviesan (Fuller 2009). Más aun, actualmente suelen realizar diversos viajes y no pocos son conscientes de que existen formatos que se repiten ya sea en Mali, el Perú o Kenia. De este modo tienden a desarrollar una actitud ambigua frente a sus experiencias y a las explicaciones que les 124

ofrecen los guías turísticos porque ellos no tienen la posibilidad de saber si lo que se les presenta o relata es válido o no a menos que hayan realizado una investigación seria antes de viajar. Algunos aceptan lo que ven pero otros desarrollan lo que Bruner (2004) llama “the questioning gaze". Es decir una actitud de duda sobre la autenticidad o veracidad de lo que se les presenta. Así por ejemplo Chaparro (2008) estudia el caso de una agencia de viajes que vende la experiencia de contacto con grupo nativo de Iquitos, los Yagua. Todos los días llega la lancha de la empresa a un lugar donde se reproduce una aldea tradicional y los “nativos” vestidos con trajes típicos, representan ante ellos sus danzas, practican el tiro de cerbatana y luego venden sus artesanías. Ellos deben portar el atuendo tradicional y no se lo pueden quitar hasta que se vayan los turistas. La presentación de los Yagua despierta diversos tipos de sensaciones negativas en los turistas. Una de las principales es sentirse engañados. Las razones son diversas. La primera es que las personas piensan que van a visitar nativos "de verdad" y se encuentran con lo que para ellos son personas disfrazadas. En estos casos, hay quienes realmente se enfurecen debido a que ellos querían conocer a los "auténticos indios" y el hecho de que estén disfrazados anula esa posibilidad: "están posando. Uno no es idiota, no se la cree" (turista noruego, 38 años). Además, no entienden por qué se disfrazan si en el pueblo de al lado –Santa María del Ojeal–, todas las personas se visten con jean y polo. Otros señalan que no hubieran tenido mayor problema en ir a ver un "show" debido a que "tiene su encanto visitarlos" pero hubieran preferido que sean honestos con ellos desde un principio. Desde el punto de vista de los nativos, la necesidad de representar sus costumbres frente a los turistas los coloca en posición de objetos, sus cuerpos dejan de ser suyos para ser usufructuados por la empresa y los visitantes. Una de las mujeres declara: “Vergüenza me daba usar champa. Sentía que estoy calata, con las tetas colgadas delante de los gringos. Pero ya me acostumbré ya”. Para otros las fotografías representan una forma de apropiación de algo suyo para beneficio de los turistas. Según Leonardo, 125

un nativo Yagua, a los turistas….”Les gusta tomar fotos con las champas porque así es como se vestían los antiguos y eso les gusta a los gringos. Después se llevan esas fotos a su país y las van a vender porque allá a ellos les gusta saber cómo es la vida en la selva y uno tiene que dejarse nomás porque si no, no te compran” (Op. cit: 257). En suma, este encuentro que tiene lugar en una zona fronteriza, –la aldea yagua creada por la empresa turística– es, ciertamente, una escenografía en la cual cada parte actúa los papeles que les corresponde. Sin embargo es también una ocasión para reflexionar sobre la experiencia y el papel de cada uno. Desde el punto de vista de los turistas, se cuestiona la autenticidad de lo representado y se expresa en el temor de ser engañados. Desde el punto de vista de los nativos, el papel de objeto observado los lleva a sentirse usados. El balance final es que los turistas han tenido una aproximación a estilos de vida diferentes y los nativos han obtenido una ganancia. Sin embargo están muy lejos de haber tenido un encuentro intercultural. Por el contrario, es posible que se hayan alimentado los recelos mutuos. Ahora bien, las relaciones entre turistas y nativos están siendo continuamente transformadas. Así como muchos turistas están dejando atrás las actitudes ingenuas y son crecientemente críticos con respecto a los que se les vende y con el tipo de relación que establecen con los nativos, las poblaciones locales reflexionan y buscan maneras de salir de la posición de objetos exóticos y fuerzan a los turistas a revisar sus nociones sobre lo auténtico. Valeria Biffi (2006) estudió el caso de Palma Real, una comunidad perteneciente a la etnia Ese Eja en Madre de Dios. En la década de 70 el centro de investigación Reserva Amazónica los persuadió de aceptar las visitas de turistas como medio para obtener ingresos monetarios. Al comienzo se presentaban danzando con trajes típicos. No obstante, el desarrollo de esta actividad los ha conducido a reflexionar sobre el valor de sus costumbres, sobre su identidad y a redefinir su manera de interactuar con los turistas. En su opinión, ellos son “nativos de verdad” porque hablan la lengua Ese Eja y viven en la selva. No necesitan usar 126

disfraces ni manipular su imagen para el turismo. Según señalan ellos vienen para ver costumbres y para apreciar aquellas actividades que ellos no podrían, no saben, ni tendrían la oportunidad de hacer como cazar, pescar, cocinar banano, etc. Cuando los visitantes llegan a la comunidad no encuentran lo que la descripción de las agencias de viaje y la literatura turística prometían. En ningún caso, se acerca alguna persona de la comunidad a dar la bienvenida al grupo de visitantes, a narrar algo sobre su comunidad o a informarse sobre los intereses y opiniones de los turistas. (Op. Cit. 126127p.) Los turistas se muestran sorprendidos porque no han podido consumir visualmente lo que la empresa de turismo ofreció, es decir, la cultura y las costumbres. Sin embargo, no pocos de ellos aprecian la idea de encontrar una comunidad ‘tal como es’, en la vida cotidiana. Un disfrute de cotidianeidad, sin retoques ni exageraciones culturales preparadas para el consumo de los visitantes. En conclusión, las relaciones entre turistas y nativos propician la reflexión sobre la validez del encuentro y generan respuestas de ambos lados. No obstante, los estudios antropológicos y sociológicos sobre las relaciones entre los turistas y las poblaciones locales muestran que los beneficios interculturales del turismo son bastante restringidos. De hecho, esta actividad envuelve más hedonismo y consumo conspicuo que aprendizaje sobre otras culturas y, en el caso de países como el Perú, existe una enorme brecha social y cultural entre ambas poblaciones.

REFERENCIAS BERGHE, P. L. van den 1980 “Tourism and the ethnic division of labour”. En: Annals of Tourism Research, vol. 19, No 2, pp. 234-249. BIFFI ISLA, Valeria 2006 “Los dilemas de la representación y la etnicidad desde el turismo cultural. Experiencias turísticas desde Tambopata.” Revista de Antropología, Año IV, No 4, pp. 209-228. 127

BOSMAN 2006 Ofreciendo un mundo imaginario: los guías de turismo en el Cuzco. En: Annelou Ypeij y Annelies Zoomers (eds.): La ruta andina. Turismo y desarrollo sostenible en Perú y Bolivia. Quito, Ediciones Abya-Yala, pp. 199-218 BRUNER, Edward, 2004 Culture on Tour: Ethnographies of Travel. Chicago University Press CHAPARRO, Anahi 2008 La cultura como producto de consumo. Análisis de un caso de turismo étnico en la Amazonía peruana. Tesis Licenciatura Pontificia Universidad Católica del Perú. COHEN, E. 1972 Toward a Sociology of International Tourism”. Social Research, N° 39. CRICK, M. 1996 [1989] “Representations of International Tourism in the Social Sciences. Sun, Sex, Sights and Savings of Servility”. En: Apostolopus, Leivadi y Yiannakis (eds.) The Sociology of Tourism. Theoretical and empirical investigations. Londres, Routledge pp. 15-50. FULLER, Norma 2009 Turismo y cultura, entre el entusiasmo y el recelo. Fondo Editorial de la PUCP, Lima.

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TURISMO Y REPRESENTACIÓN DE LA CULTURA: IDENTIDAD CULTURAL Y RESISTENCIA EN COMUNIDADES ANDINAS DEL CUSCO 12 Beatriz Pérez Resumen En este texto se explora el significado de un tipo de representación teatral del pasado prehispánico muy extendida en los últimos años en toda América Latina; la misma se constituye como una de las principales atracciones del turismo cultural de la región. En Perú, estas representaciones reciben el nombre de «raymis» (festivales). Desde una perspectiva antropológica, el estudio de estos festivales es relevante por dos motivos. El primero, por el activo papel que la industria turística, base de la economía política local en amplias áreas del llamado «Valle Sagrado de los Incas» (Cusco), desempeña en la producción de un discurso étnico localmente elaborado por la élite política e intelectual del Cusco (los llamados «incanistas») y globalmente consumido por turistas, nativos, instituciones, etc. En segundo lugar, por la participación de las autoridades tradicionales (los alcaldes «varayoqkuna»), como representantes políticos de sus comunidades, en la escenificación de 12

Tomado de: PEREZ, Beatriz. Turismo y representación de la cultura: identidad cultural y resistencia en comunidades andinas del Cusco. Anthropologica. [online]. dic. 2006, vol.24, no.24 [citado 17 Agosto 2009], p.29-49.

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rituales para el turismo. La hipótesis de trabajo que sustenta esta investigación sugiere que, en el contexto de la situación poscolonial en la que se insertan las comunidades campesinas en el Perú, la participación de los indígenas «auténticos» en estas escenificaciones para el turismo puede ser interpretada como un ejemplo de acción política de negociación de esta población frente a los poderes foráneos. Todas las sociedades reconstruyen en mayor o menor medida su pasado para dar respuestas a situaciones que plantea el presente y planificar respuestas ante los retos del futuro. Esta reapropiación del pasado no es, sin embargo, un fenómeno nuevo ni exclusivamente circunscrito a Occidente. Es bien conocido por los etnohistoriadores americanistas cómo los incas, aun careciendo del registro escrito, seleccionaban aquellos episodios históricos que debían ser recordados y los que no. Esta práctica local se tradujo en la notable confusión que experimentaron los cronistas españoles al tratar de dar cuenta de la historia de los gobernantes incas e incluso de quiénes habían sido estos. En el presente texto se explora el significado de lo que en el Perú recibe el nombre de raymis (voz quechua que significa festivales). Estos son un tipo de representación teatral del pasado prehispánico muy extendida en los últimos años en toda América Latina. Dichas representaciones hoy en día son una de las principales atracciones del turismo cultural de la región. Entre las razones que despiertan el interés del turista por estos festivales podemos señalar: (1) el emplazamiento geográfico en el que se desarrollan, pues se trata de los sitios arqueológicos prehispánicos más destacados de la geografía americana convertidos, a la sazón, en inmensos parques temáticos; (2) la participación de un nutrido elenco de actores, bailarines y figurinistas que, caracterizados en vistosos trajes, recrean algún episodio ritual —a veces esotérico— del calendario religioso de las culturas prehispánicas; y (3) la colaboración de indígenas «auténticos» procedentes de las comunidades que, junto a los actores profesionales,

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ceden su imagen «exótica» en la escenificación de un pasado en gran medida reinventado y adaptado al contexto actual. En la actual fase de los procesos de modernización, asistimos a una proliferación sin precedentes de los discursos políticos locales sobre el pasado indígena transformados, en no pocas ocasiones, en productos culturales mediáticos. Por ello, y desde una perspectiva antropológica, el estudio de estos festivales es relevante por dos motivos. El primero, por el activo papel que la industria turística desempeña en la reproducción e invención global del imaginario colectivo acerca de lo que significa el mundo indígena hoy, es decir, en tanto que activos productores de etnicidad. Ese discurso étnico globalmente producido es usufructuario, en el ámbito local, del «incanismo», última de las versiones que se apropia y reinventa el pasado indígena en el Perú (Roel 2000). En segundo lugar, porque, para lograr la adaptación de las definiciones de indianidad al contexto actual, la industria turística local precisa, a su vez, entablar una negociación en dos direcciones: por un lado, con los propios pobladores indígenas, herederos culturales de los antiguos incas, cuyas condiciones actuales de existencia en cuanto que «tradicionales» y «exóticos» legitiman y garantizan una oferta de calidad; y, por el otro, con los países occidentales como mercados productores y consumidores masivos de esas imágenes, de los que proceden los recursos económicos que financian la «gestión de la tradición» en el ámbito local 13. En esta ocasión nos centraremos en el primero de esos dos polos de negociación, el que protagonizan los indígenas en el proceso de reapropiación que hacen de estos festivales en los que participan, como veremos, para incorporar y sacar partido de determinadas propuestas de ese discurso neoindigenista que integran a su cultura política. Para ilustrar este debate, se analiza el proceso de formación experimentado por uno de esos festivales incas en Písac, un pequeño pueblo andino ubicado en pleno corazón del Valle Sagrado de los Incas, a 13

Por “gestión de la tradición” me refiero a la administración económica y política de los vestigios del pasado inca en sus múltiples facetas: exotismo, autenticidad y sus modernas representaciones para el turismo (Pérez 2003)

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30 km de la ciudad de Cusco. Este distrito, eminentemente turístico, rural e indígena (quechua), es singularizado en la oferta de las agencias de viajes de Lima, Cusco, París, Londres o Madrid, por ser uno de los que mejor conserva, en la actualidad, sus autoridades indígenas tradicionales, los alcaldes de vara mencionados, a quienes se puede observar desfilando cada domingo y escenificando sus rituales en el raymi local la primera semana de agosto (Pérez 2004). La hipótesis de trabajo que sustenta esta investigación sugiere que, en el contexto de la situación poscolonial en el que se insertan las comunidades indígenas en el Perú, la participación de las autoridades tradicionales como representantes políticos de sus comunidades en la escenificación de rituales para el turismo puede ser interpretada como un ejemplo de acción política de negociación de esta población. Frente a las dramáticas confrontaciones políticas emprendidas por partidos políticos, sindicatos y movimientos sociales que suelen concentrar el análisis de historiadores y politólogos, una corriente de autores procedentes de la antropología y la sociología políticas se interesa por aquellas facetas de las relaciones de poder protagonizadas por personas o grupos subalternos que, bien por carecer de él, bien porque utilizan canales de expresión y de resolución de conflictos distintos a los que provee el derecho nacional, suelen ser frecuentemente ignorados (Worsley 1980; Keesing 1992; Scott 1985 y 2000; Gledhill 2000). Este es el caso de los sistemas normativos de carácter consuetudinario como el que representan las autoridades étnicas en los Andes: los «varayoqkuna» 14; ellos, en calidad de representantes políticos de la población indígena local y a petición de las autoridades municipales, personifican sobre el escenario las tradiciones de sus antepasados, los incas. Este sistema de autoridades tradicionales, considerado como una de las instituciones más emblemáticas de la identidad de los pueblos indios en general y andinos en particular (cf. Rasnake 1987; Platt 1982, 1988; Pérez 2001, 2002, 2004), proporciona un ejemplo paradigmático del 14

Voz quechua que significa ‘los poseedores de la vara’, es decir, los alcaldes.

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proceso histórico de negociación y resignificación protagonizado por la población local frente y en relación con los sucesivos «otros» que han representado el poder externo en el ámbito local. Durante la época colonial y en los albores de la independencia, esos «otros» fueron encarnados sucesiva y principalmente por encomenderos, evangelizadores y hacendados, mientras que en la actualidad lo son por turistas, promotores de desarrollo y científicos sociales, entre otros. Estos son algunos de los actores que conforman la moderna escenografía en la que proponemos ubicar el surgimiento de los discursos neoindigenistas en el Perú, caso del incanismo y de sus manifestaciones más actuales, los raymis. Como señala García Canclini (1992: 151): « [...] para que las tradiciones sirvan hoy a quienes las inventaron o se las apropiaron, es necesario ponerlas en escena».

1. Turismo y autenticidad de los raymis: el viejo debate sobre la cultura Entre las distintas interpretaciones que han generado los raymis, uno de los argumentos más recurrentes es el que se refiere a la relación que poseen con el turismo. En juego está su «autenticidad», concepto clave que penetra el debate antropológico sobre la cultura. Simplificando mucho, la controversia se puede establecer en torno a dos posiciones, a cada una de las cuales corresponde una concepción de cultura distinta. Por un lado, una postura dominante en el contexto local, representada por antropólogos, arqueólogos y folcloristas simpatizantes del «incanismo» y envueltos activamente en la preparación y la adaptación de los guiones que se representan en los raymis y que defienden la vigencia de «lo inca» como ideología popular; y, por el otro, una postura crítica, quizá menos compacta que la anterior, que representa una visión de la cultura y de la tradición, en este caso andinas, como resultantes de la mezcla de distintas tradiciones que vienen operando en el contexto global desde al menos el siglo XV. Desde dicha perspectiva, la extensión de estos festivales en la actualidad es inseparable en términos analíticos de la economía política local y en concreto de la importancia del 133

recurso turístico. Me detendré brevemente en ello para exponer los puntos básicos implícitos en este debate. El incanismo surge en los años noventa en la ciudad de Cusco, antigua capital del Imperio inca. Entre las expresiones más relevantes que adquiere este movimiento intelectual y político frecuentemente se destacan cuatro (Flores y van den Berghe 1999: 184-185): a) Un estilo arquitectónico (incanismo o neoincanismo) que representa, en esculturas y murales de magnitudes megalómanas, a los héroes míticos del incario (Pachacútec, los hermanos Ayar, Manco Cápac y Mama Ocllo) y algunos de los símbolos asociados a estos (fuentes de agua, mazorcas de maíz o discos solares) e instalados en el centro urbano de la ciudad de Cusco. Los efectos de una intensa política municipal de construcción monumental y de reubicación del patrimonio arqueológico, llevada a cabo en el Cusco desde comienzos de los noventa, habría convertido la ciudad en «vasto museo al aire libre» (Silverman 2002: 884). b) La parafernalia inca adoptada por los diversos partidos políticos que han proliferado entre los últimos 10 y 15 años en toda la región andina. Estas formaciones, que a menudo se reconocen como independientes, asumen no solo el nombre de los héroes míticos fundadores del incario (caso del «Movimiento Inca Pachacútec») 15, sino también una escenificación «típicamente inca» en sus apariciones públicas, caso de la campaña política protagonizada por el ex presidente del Perú Alejandro Toledo 16 (Vilcapoma 2002: 300-316).

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En las elecciones presidenciales celebradas en Ecuador en noviembre de 2002, uno de los principales apoyos del presidente electo Lucio Gutiérrez fue el «Movimiento Pachakutik», brazo político de la Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador (CONAIE). 16 Entre las acciones más carismáticas realizadas por Alejandro Toledo, aclamado por la población como «Pachacútec del Tercer Milenio» o «auquénido de Harvard», destaca la simbólica toma de posesión del cargo en dos de los santuarios incas más turísticos y

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c) Desarrollo de una nueva ortografía para la lengua quechua circunscrita a la variante del llamado «quechua imperial», en un intento por conferirle una mayor «autenticidad» indígena al idioma 17. d) Por último, la proliferación de los mencionados raymis que evocan, en medio de imponentes escenarios arqueológicos y paisajísticos, episodios relativos a la vida ceremonial de los míticos fundadores del Imperio inca. La popularidad alcanzada por estos festivales en todo el Perú durante la última década los llevó a convertirse en un asunto de política nacional. En febrero de 2001, y tras una larga controversia legislativa, el Congreso de la República los oficializa como «festivales rituales de identidad nacional» (ley 27425, El Peruano, 16/02/01). Desde entonces, solo en las provincias de Cusco y Puno (en la llamada «mancha india») se han contabilizado más de una treintena de estos raymis que se repiten año tras año (Flores 2000). Para los incanistas, los raymis constituyen expresiones espontáneas de un sentimiento popular local cuyo origen histórico se remonta al teatro popular quechua (Flores 1997; Flores y van den Berghe 1999; Vilcapoma 2002). Su origen autóctono, por un lado, y la participación y adhesión voluntaria a los mismos de la población local (sin distinción de etnia, clase o género), por el otro, son los rasgos básicos en los que hacen reposar su autenticidad. El nexo común de estos grupos, por lo demás emblemáticos para la población peruana (Machu Picchu y Sacsayhuamán), entre cámaras de televisión, periodistas y antropólogos que asesoraron todo el acto. 17 Uno de los debates que más fervor despertó desde finales de los noventa entre los incanistas es el que se refiere a la forma correcta de escribir y referirse a la ciudad, si Cuzco, Cusco o Qosqo. El primero es el otorgado por los españoles en la fundación de la ciudad y, como tal, implicaría ciertas connotaciones imperialistas; el segundo es la forma oficializada por el Concejo Provincial que, aunque carece de fundamento histórico o lingüístico, adapta el castellano a su pronunciación peruana; mientras que la tercera es la forma preferida por los incanistas, pues esa es la grafía que corresponde a la pronunciación quechua de su nombre (Flores y van den Berghe 1999: 185).

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extremadamente heterogéneos, es, tal y como lo expresan los incanistas, fundamentalmente ideológico y consiste en «sentirse descendiente de los incas»: «El incanismo es una ideología de orgullo local e insignia de filiación regional que integra a indígenas y a mistis en una sola civilización andina, con símbolos como el Inti raymi, los mismos monumentos cívicos y la misma arquitectura urbana [...]» (Flores y van den Berghe 1999: 193). Al igual que los discursos políticos e intelectuales de los indigenistas que los precedieron, los mismos que tienen larga tradición en América Latina toda y en el Perú en particular, el incanismo implica el reclamo político, literario y artístico de un pasado inca —el único remarcable en toda la tradición indígena— reinventado. Pero quizá de forma más evidente que aquellos, para entender hoy en día el incanismo como un discurso étnico y un conjunto de prácticas político-culturales de carácter marcadamente elitista y localista, es preciso ubicarlo en referencia al marco global en el que se inserta actualmente. En ese contexto, los discursos sobre la diversidad cultural y las particularidades locales, junto con algunos de sus fenómenos relacionados (caso del turismo de masas), configuran nuevas identidades étnicas y culturales que adquieren cada vez un mayor protagonismo en las agendas políticas locales, nacionales y transnacionales (cf. Robertson 1992, 1995; Beck 1998; Hannerz 1998; Appadurai 2001). Desde esa perspectiva, el incanismo y sus principales manifestaciones asociadas proporcionan un buen ejemplo de lo que Robertson (1995: 34) denomina un producto cultural «glocal» 18. La perspectiva de «la invención de la tradición» que Hobsbawm y Ranger emplean para estudiar el uso político de un pasado, más o menos 18 Con este neologismo, Robertson hace hincapié en la necesidad de entender cualquier manifestación de la cultura local a partir de las políticas de la cultura, de la diferencia cultural, de la homogeneidad cultural, de la etnicidad, de la raza y del género, todos ellos definidos globalmente (1995: 34-35). De ahí que no podamos entender la cultura global estáticamente sino solo como un proceso contingente y dialéctico en cuya unidad se aprecian elementos contradictorios (Beck 1998: 80).

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ficticio, a través de su escenificación ritual, resulta ser la más adecuada para entender las múltiples dimensiones significativas que encierran estos eventos. Concretamente, por invención de la tradición los autores se refieren al conjunto de prácticas que buscan inculcar ciertos valores y normas de comportamiento que automáticamente implican continuidad con el pasado. A diferencia de las costumbres, las tradiciones étnicas y nacionales serían, según los autores, inventadas por los poderes coloniales como un intento de asegurarse la dominación (1983: 1-3). Esta interpretación, que hace hincapié en el análisis de los procesos de reapropiación social y cultural del pasado que realizan los actores, resulta muy útil en la actualidad para analizar la concepción de cultura (indígena) en la que sustentan sus reivindicaciones políticas y culturales algunos movimientos neoindigenistas en América Latina, tal es el caso del incanismo. Tomando como referente un pasado glorificado, el incanismo caracteriza a la cultura indígena actual a partir de tres supuestos fundamentales que carecen de validez empírica: 1) Como un núcleo duro —estructura— homogéneo e inmutable en el tiempo, idea inspirada en las corrientes funcionalistas y estructural-funcionalistas en Antropología. 2) Aislada de un marco global de análisis en el que se producen los fenómenos de contacto intercultural e hibridación. De hecho, al igual que otros movimientos de carácter nacionalista, los incanistas reivindican el origen pretendidamente autóctono de los rasgos culturales considerados netamente «incas», hecho en el cual hacen descansar su autenticidad. 3) Desprovista de actores —los indígenas de carne y hueso—, susceptibles de actuar como agentes de cambio, esto es, negociando y resistiendo frente a las situaciones de dominación que impone el contexto. Solo desde una perspectiva esencialista de la cultura como la anterior es posible entender la permanente confusión que observa en los intelectuales 137

del incanismo entre «lo étnico» y «lo indio» o, en términos antropológicos, entre las categorías «emic» y «etic» del análisis 19. La imagen que se desprende de este, como de otros discursos de raíz indigenista, descansa en una concepción reificada de la cultura en la que el uso presente del pasado es permanentemente confundido con el pasado mismo y, consecuentemente, los legados patrimoniales más notables de la cultura inca se transforman en expresiones vivas y presentes de una pretendida forma de sentirse indígena: caso de Machu Picchu, el Valle Sagrado o los raymis, entre otros. Así, de admitir alguna remota conexión entre la presencia de un turismo de masas y la representación de estos festivales, este actuaría como palanca o refuerzo del estallido popular incanista de su población, básicamente citadina: Resulta ingenuo pretender que este movimiento ideológico sea obra de alcaldes deseosos de figuración y respaldo popular, de campañas comerciales de empresas cerveceras o el deseo de atraer turistas. No falta quienes atribuyan a ciertos antropólogos la creación, robustecimiento y multiplicación de los raymis [...]. Los Alcaldes se suman a movimientos que ya no pueden controlar, los propician y los encabezan porque, como políticos, por muy locales que sean reconocen que existen corrientes a las que es mejor seguir. (Flores 2000: 143)

La segunda de las interpretaciones sugiere que estas representaciones constituyen una típica expresión globalizada de un producto local inseparable en términos analíticos del turismo y de los discursos globales sobre la diversidad cultural en el marco de los cuales se originan (Pérez 2003; Peña 2002; Silverman 2002). Desde esta perspectiva, el incanismo y sus manifestaciones constituyen una mezcla híbrida del discurso indigenista de comienzos de siglo y de los cultos new age occidentales de los años sesenta y setenta que, inspirados en religiones orientales, fomentan un tipo de primitivismo 19

La distinción entre emic y etic procede de la lingüística —de las palabras phonemic y phonetic—, y es adoptada en Antropología para explicar el contraste entre la explicación y la presentación de los modelos de realidad de los nativos (emic), por un lado, frente a la descripción e interpretación que realizan los científicos sociales de ese sistema sociocultural (etic) por el otro.

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o neotradicionalismo militante, basado en una imagen arquetípica e idílica del modo de vida indio (Peña 2002) 20. El turismo cultural en general y el místico en particular, que relaciona los emplazamientos arqueológicos donde se escenifican los raymis con espacios de energías telúricas (Pilares 1992; Flores 1996), posiblemente constituyan una de las audiencias más atraídas por este tipo de festivales, que hacen hincapié en el ceremonial religioso practicado por las altas civilizaciones prehispánicas. Desde esta perspectiva, la identidad étnica y cultural de los pobladores andinos no emana de ninguna esencia heredada de los antepasados, incas o no, e impertérrita por más de cinco siglos, sino de las distintas estrategias de relación de estos grupos frente a sus sucesivos interlocutores. La etnicidad, o más precisamente en el caso que nos ocupa, el uso económico y político del discurso étnico debe ser entendido como un fenómeno histórico, en lugar de como un producto resultado de un vago sentimiento primordial, y eso implica conectarlo con los sistemas de poder y dominación que operan simultáneamente en este ámbito y, por ende, como resultado de la economía política (Wolf 1987; Devalle 1989; Comas 1998). Desde esta perspectiva, la autenticidad cultural de dichos festivales es entendida como un concepto flexible y relativo al contexto social e histórico en el que se produce e irreversiblemente ligada a los actores (sociales y escénicos en este caso) que le dan significado. Dicho de otro modo, esta autenticidad no derivaría ni de su relación con el turismo (criterio economicista) ni de la precisión histórica de lo transmitido (criterio etnohistórico), como tampoco de la procedencia autóctona de los mismos (criterio esencialista), sino más bien de la reapropiación cultural y 20 En México recibe el nombre de mexicanismo y, a diferencia del caso peruano, se encuentra fundamentalmente circunscrito al área metropolitana, donde cuenta con más de 40 asociaciones de diverso signo: folclóricas, de estudios de las lenguas indígenas, las danzas, la culinaria, etcétera (Peña 2002). Dentro de estos movimientos neoindianistas, el de los «concheros» es posiblemente uno de los más populares y extendidos de todo México, y tiene incluso su propia página web, foros en Internet, etc.

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política que protagoniza la población indígena de un discurso glocal como el incanismo y de sus manifestaciones actuales, los raymis. Veamos cómo se produce esa labor de reapropiación cultural de uno de los tantos raymis que se festejan en el distrito de Písac, en el conocido Valle Sagrado de los Incas, Cusco.

2. Escenificando tradiciones incas en Písac Cada domingo hacia las once de la mañana, momento en el que los autobuses turísticos procedentes de Cusco llegan al pueblo andino de Písac, una corte de más de quince alcaldes tradicionales procedentes de sus respectivas comunidades desfilan por las calles del pueblo ataviados con sus ponchos y monteras multicolores entre comerciantes de artesanía y cámaras de turistas. En los últimos años, entre las múltiples funciones que desempeñan estas autoridades como representantes de sus comunidades frente a las autoridades foráneas, se ha sumado la de participar activamente como actores en la representación del festival inca local, el Pisac raymi, que desde 1996 se celebra la primera semana de agosto. El festival de Písac, como los demás raymis que han proliferado en la última década en el Perú, sigue el modelo del Inti raymi de Cusco 21. La ceremonia elegida en este caso es el inicio de la cosecha del maíz en la que participan el Inca, su consorte-hermana la Qoya, los sacerdotes y una multitud de servidores y bailarines, todos papeles encarnados por experimentados actores profesionales, generalmente mestizos citadinos que participan en otros raymis y cuyos servicios contrata el Municipio. Tras ellos, encaramados en el mismo escenario, lucen las monteras multicolores de los alcaldes tradicionales de las comunidades indígenas 21 El Inti raymi de Cusco, pieza central del programa de fiestas jubilares de dicha ciudad, fue el primer festival inca de este tipo (1944) y es considerado antecedente de los actuales (Flores 2000: 134;Vilcapoma 2002: 211 y ss.; Calvo 1995: 27 y ss.). El guión que sigue esta pieza teatral es una adaptación extraída de la crónica Comentarios reales de los incas (1609) del Inca Garcilaso de la Vega. La adaptación de la obra corrió a cargo de una comisión especial constituida por los más prestigiosos antropólogos e historiadores cusqueños de los años cincuenta.

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cooptados por el Municipio al servicio de crear una experiencia turística «auténtica». En esos términos se refiere el alcalde del Municipio y arqueólogo del Instituto Nacional de Cultura, una de las principales instituciones dedicadas a la gestión de la tradición en Cusco: Viendo que el pueblo de Písac es turístico, es folclórico, y es una cultura netamente propia, desde el Municipio se ha tratado de recuperar toda la actividad tradicional y ponerla al servicio del turismo [...]; «¿lo que más puede atraer al turista?»: la naturaleza propia de Písac, sus festividades, que puede ofrecerle la presencia de los hombres andinos que todavía están en la parte alta; y otro, es que el turista pueda apreciar algunas costumbres de la época inca que se reconstruyen de acuerdo con la información de los cronistas. (Washington Camacho, alcalde municipal de Písac, agosto de 1997.) En el caso concreto de este pueblo, cuya economía local depende casi por completo del recurso turístico, los sectores que se benefician con la puesta en marcha de uno de estos raymis incluyen prácticamente a todos sus habitantes, en su mayoría mestizos: los comerciantes de artesanías, actividad a la que se dedican tras la reforma agraria casi todos los vecinos; las autoridades ediles locales, puestos frecuentemente ocupados por licenciados en Antropología, Arqueología, o Bellas Artes; las autoridades eclesiásticas, que se benefician de más ingresos para la parroquia; otros profesionales del mundo académico, generalmente foráneos, que, como yo misma, toman este lugar como campo de operaciones para realizar sus investigaciones en Antropología, Economía, Salud o Biología; y, por último, los propios indígenas de las comunidades que constituyen dos tercios de la población de este distrito y que habitan en alguna de las trece comunidades indígenas que lo conforman y que se encuentran diseminadas por encima de los tres mil metros de altitud. Con el asesoramiento de los profesionales del Fondo de Promoción de Turismo en el Perú (FOPTUR) y de arqueólogos e historiadores del Instituto Nacional de Cultura (INC) de Cusco, origen profesional del entonces y actualmente reelegido alcalde municipal de este pequeño pueblo andino, se dan los primeros pasos para ingeniar su propio raymi. 141

Disponen de todos los ingredientes necesarios: un paisaje vertical formado por terrazas que jalonan las laderas de profundos y fértiles valles; uno de los complejos arqueológicos de la época inca mejor conservados en la actualidad, el conocido Inti watana, un mercado de artesanías en el que expenden sus mercancías prácticamente todos los vecinos del pueblo y algunos campesinos que venden o intercambian su producción y, sobre todo, la presencia de los indígenas «típicos» de las alturas que acuden al pueblo cada domingo y entre los que destacan por sus vistosos trajes las autoridades tradicionales de las comunidades, los varayoqkuna. Conozcamos un poco más quiénes son estas personas y qué papel desempeñan en sus lugares de origen para indagar después sobre el significado que otorgan a su participación en el raymi local, objeto de estudio en este texto.

3. Los alcaldes indígenas Desde el punto de vista organizativo en las comunidades andinas coexisten, como resultado de una larga historia de colonización, dos sistemas de ordenamiento normativo. De un lado, un sistema políticoadministrativo impuesto por los dominadores foráneos, españoles o criollos, bajo la forma de encomiendas, haciendas y sistemas democráticos formales y, de otro, un sistema de autoridades tradicionales que se rige mediante el principio de la mayordomía o del cargo, cuyo extremo más visible son los mencionados alcaldes. Una mirada a la historia de esta institución muestra que desde su imposición en el período colonial, y hasta prácticamente mediados del siglo XX, estas autoridades indígenas desempeñaron un activo papel como intermediarios políticos entre el gobierno foráneo y la población a la que se adscribían étnicamente. Entre las principales obligaciones reservadas por el gobierno colonial a estas autoridades políticas figuraban: la recaudación de tributos, la organización de la mano de obra indígena y la asistencia al templo cada domingo en la cabecera de la población reducida —el pueblo de Písac—. A fines del XVIII, después de una sucesión de violentas rebeliones protagonizadas por varios de estos señores étnicos en 142

los Andes (Stern 1990), las reformas borbónicas eliminan las prerrogativas de las que disfrutaban y los sustituyen por alcaldes indígenas electos supervisados en sus funciones por sus homónimos mestizos del municipio (O’Phelan 1995). Ese es el origen del sistema de autoridades tradicionales, tal y como lo contemplamos en la actualidad. El último punto de inflexión en la historia reciente de estas autoridades se produce a mediados de los años cincuenta con los primeros movimientos sindicales que reclaman mejoras en el trabajo obligatorio de los indígenas en las haciendas, que culminarán con las transformaciones políticas y económicas derivadas de la reforma agraria de 1968. En concreto, para la población indígena de este distrito, los cambios estructurales referidos se traducirán en la abolición definitiva del tributo, de las faenas y los servicios obligatorios, y en el reconocimiento legal de la propiedad de sus tierras. Desde entonces, las competencias de los alcaldes indígenas en su papel de intermediarios frente a los sucesivos gobiernos municipales mestizos han sido prácticamente nulas. Tanto así que, según distintos autores, esta situación habría causado la desaparición de esta institución en varias regiones, mientras que en otras se habría transformado en un complejo de mayordomías o cargos religiosos con escasas atribuciones «políticas» (cf. Seligmann 1995). Un repaso minucioso a algunas de esas monografías revela en no pocos casos una interpretación de «lo político» restringida a transacciones burocráticas, luchas por el poder, formación de partidos, etc., habituales en el marco de un sistema de ordenamiento normativo estatal pero no necesariamente en aquellas comunidades donde, junto a ese modelo, continúa coexistiendo un sistema consuetudinario, caso del sistema de autoridad representado por los alcaldes y los kuraqkuna, personas de respeto en estas comunidades andinas. Si por el contrario desplazamos el foco de análisis hacia las funciones que habitualmente son competencia de estas personas, observamos con mayor claridad el papel que desempeñan. El contexto ritual, en el que las esferas de lo político y de lo religioso se confunden y en el que los actores expresan un concepto compartido del mundo y de las formas legítimas de actuar sobre él, revela que la función 143

principal de estas autoridades reside en la reactualización de un «pacto de reciprocidad» que sustenta toda forma de interrelación social, política, económica y cultural en los Andes y, por ende, su identidad sociocultural (Pérez 2001, 2002, 2004). En las comunidades de Písac, la participación en este sistema de autoridad es el requisito imprescindible para alcanzar la consideración de runa (literalmente «ser humano»), etnónimo con el que sus habitantes se refieren a sí mismos y con el que se diferencian del resto del mundo. Dicho de otro modo, para lograr la consideración de individuo social en estas comunidades, es necesario participar en la red de solidaridades que garantiza la supervivencia cotidiana y que implica el disfrute de una serie de derechos y deberes tales como: el acceso a las tierras y pastos comunales, poseer voz y voto en las asambleas, ser beneficiario de los distintos sistemas de trabajo y ayuda mutua entre familias y la participación en las faenas comunales (Alberti y Mayer 1974: 22 y ss.). Estos sistemas de reciprocidad y ayuda mutua pueden implicar tanto un intercambio simétrico (aquel que se establece entre personas situadas en una misma o similar situación socioeconómica y cultural, que intercambian el mismo servicio —mano de obra, recursos— y en la misma proporción) como asimétrico o desigual (entre personas de distinta posición en que el servicio recibido se devuelve mediante una determinada cantidad u otros bienes simbólicos —v. g. protección—), aunque igualmente recíproco. En cualquiera de esos casos, la regulación y supervisión de esas formas de reciprocidad es tarea reservada a las autoridades étnicas que participan en los raymis.

4. «Somos como incas» «Los gringos vienen aquí por los alcaldes de las comunidades, vienen a ver eso. Después el Gobernador nos dice siempre que bajemos "¡vengan ustedes!, para que nuestro Perú sea bien visto", y los gringos nos ven con mucho entusiasmo, para ellos nosotros somos como incas [...]» (Chahuaytiri, Písac, septiembre de 1996). 144

Un elemento común que subyace a las interpretaciones dominantes sobre la proliferación de raymis consiste en ignorar el papel que desempeñan los indígenas de las comunidades que participan en ellas unas veces en calidad de «convidados de piedra», y otras, como simples víctimas de la industria turística: ¿otro ejemplo de «cultura por kilos»? (Greenwood 1989). Desde la Antropología (cf. Worsley 1980; Wolf 1987; Comaroff 1985; Keesing 1992), la Ciencia Política (Scott 1985, 2000), y la Economía Política (Wolf 1987), varios han sido los autores que han llamado la atención sobre el peligro que supone atribuir una importancia excesiva al poder transformador de la dominación colonial y poscolonial sobre las sociedades dominadas, pues ello podría suponer otra manera de negar el papel activo de estos grupos. Como estos mismos autores han puesto de manifiesto, las estrategias autóctonas de resistencia y negociación, que a menudo parecen reproducir las estructuras de dominación institucionales, son piezas esenciales para entender el desarrollo de estas sociedades y las diferencias que se observan en la actualidad entre ellas. Pero dónde establecer el límite entre lo que podemos considerar una acción política de resistencia o negociación y otra que no lo es, cuando además es muy posible que ninguna de ellas se ajuste a los canales de expresión occidentales 22. Esto genera todavía un debate abierto y minado de problemas conceptuales (Gledhill 2000: 113 y ss.). A efectos del tema que nos ocupa, y aplicándolo como una metáfora más que como un concepto preciso, proponemos contemplar como una acción política de negociación el modo en que las autoridades étnicas, en calidad de representantes políticos de sus comunidades, se reapropian de un pasado reinventado por otros —los intelectuales del incanismo y la industria turística— y lo integran de modo consciente a su cultura política (Chapman, McDonald y Tonkin 1989: 5). El análisis proporcionado por Platt sobre la forma cómo los indígenas norpotosinos conciben sus 22

Parece evidente que no todo comportamiento individual, por más que dicho individuo pertenezca a un grupo dominado, puede ser considerado como una forma de resistencia, al estilo de lo señalado por Scott (2000).

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relaciones políticas con el Estado boliviano (1982 y 1988) resulta de gran utilidad para restituir el significado de estos episodios de autenticidad escenificada para el turismo. Merece traer brevemente a colación su propuesta. Entre las diferentes formas que caracterizaron las relaciones que los ayllus norpotosinos establecieron con el Estado en el siglo XIX a través de sus autoridades étnicas, Platt señala la obligación de contribución (la antigua tasa) y los servicios tradicionales en trabajo y especie. A cambio de este pago, los indígenas obtuvieron el reconocimiento del Estado acerca de sus derechos colectivos a las tierras. En la actualidad, y aunque ese pago ya no es obligatorio, estos indígenas continúan contribuyendo de la misma manera. Los intentos de abolir la contribución predial o tasa en el transcurso del XIX, y más tarde con la reforma agraria boliviana de 1952, generaron una actitud de recelo entre los ayllus quienes, a través de sus autoridades étnicas, decidieron oponerse y seguir contribuyendo a pesar de que ya no era obligatorio, pues: [...] para los ayllus esta reforma significaba una prolongación de los intentos seculares de diversos gobiernos de desconocer el antiguo pacto de reciprocidad, que en las primeras décadas de la República rigió las relaciones ideales entre ayllus y Estado. La esencia de este pacto consistía en que el Estado no solo reconocía los derechos colectivos de los ayllus a sus tierras, sino también aceptaba como contraparte los servicios tradicionales y la tasa, antiguo tributo indígena pagado por los indios. (Platt 1982: 20)

Esa es la forma, según el autor, en la que los indígenas dan continuidad al «pacto de reciprocidad» a partir del cual conciben sus relaciones con el poder político foráneo, actualmente representado por el Estado. Regresemos en este punto de la argumentación a la representación de tradiciones incas en la que participan los alcaldes de las comunidades de Písac. Si, como hemos señalado, desde comienzos de los años 70 en el Perú ni los tributos ni las faenas de los indígenas tienen carácter obligatorio, pues además el Estado reformista les reconoció su legítimo derecho a la propiedad de las tierras —canales a partir de los cuales se establecía su relación de intercambio recíproco con el poder foráneo: 146

«trabajo y tributo por derecho a la tierra y protección»—, entonces los alcaldes tradicionales no tendrían por qué acudir al templo de este pequeño pueblo cada domingo para deleite de los turistas y menos aún prestarse a participar en el raymi local. Pero si como también venimos afirmando, la gestión de la tradición es uno de los recursos principales que articulan hoy la economía política de este distrito y las —cada vez más escasas— relaciones entre la población de las comunidades y el poder político local, entonces es factible afirmar que nos encontramos ante una transformación de los términos de ese intercambio y el entorno en el que suceden. En un contexto mediático y global como el actual, las nuevas bases de ese intercambio bien podrían ser: «imagen exótica en rituales de autenticidad escenificada para el turismo por servicios y obras de infraestructura», aquellas que, ocasionalmente, realiza el municipio en sus comunidades. Así expresan su función actual en el pueblo las autoridades tradicionales de las comunidades: «El alcalde de Písac nos dijo que si no [bajamos] al pueblo [y hacemos] perder la costumbre, no seríamos reconocidos los del pueblo de Písac, [entonces] no vendrían los visitantes y el municipio no haría ninguna obra para la comunidad» (don Pío Pérez, alcalde de Chahuaytiri, noviembre de 1997). Como en el pasado, ese pacto de reciprocidad no se traduce en un gobierno consensuado destinado a mantener el equilibrio entre dominadores y dominados, prescindiendo del ejercicio arbitrario del poder de los primeros (cf. Fortes y Pritchard 1979). Se trata de la misma relación de reciprocidad asimétrica entre el Estado y las comunidades y, como tal, continúa marcada por la desigualdad, la fractura y el conflicto. Más a diferencia de aquella, las circunstancias actuales lejos de suprimir la diversidad cultural permiten a los indígenas un pequeño espacio para la negociación (García 1992). De este modo, el proceso de autoconciencia cultural que implica desfilar o participar en escenificaciones rituales inventadas para ser observado por los turistas no necesariamente desemboca en una pérdida de significado sobre el sentido y la función que desempeñan estas personas como representantes políticos de sus comunidades frente al poder foráneo. Se trata, por el contrario, de parte de 147

las modernas estrategias de negociación con las que garantizan la vigencia del pacto de reciprocidad que atraviesa todas sus formas de organización (económicas, políticas, sociales y culturales) que no están al margen ni de los procesos de desigualdad ni de la constelación política dominante, pero que les sirve para pensarse y situarse como grupo en relación con el mundo global.

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RACIONALIDAD E IRRACIONALIDAD: TURISMO EN EL CUZCO23 Jorge A. Flores Ochoa 1 No trato del debate de la antropología económica, que explicaba y criticaba decisiones tomadas en contradicción con la lógica económica, en la que debía predominar el criterio racional, frente a comportamientos vistos como irracionales. Se les llama así porque no se sujetaban a principios considerados universales, como la maximización y la minimización. No participo en el debate, en parte porque ya no parece actual, además porque lo tomo como referencia o a lo más, recurso metafórico que sirva para ilustrar la propuesta que presento. Si se considera turistas a los viajeros del siglo XIX (Mould, 1997), ya eran parte del paisaje cuzqueño desde antes del primer tercio del siglo XX, como confirman informaciones de la época. Son turistas vistos, incluso, desde la óptica actual. Nada mejor para verificarlo que las guías para turistas, que circulaban en el Cuzco desde las primeras décadas del siglo pasado (Flores Nájar, 1994). Las escribieron finos y sensibles intelectuales de la época.

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Esta versión es ligeramente modificada de la que se publicó en la Revista Universitaria No. 139: 35-46- Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cusco, 2006.

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2 El turismo creció lentamente la primera mitad del siglo XX, aunque mostraba posibilidades para el futuro, como ilustra la inauguración del “Hotel Cuzco” en 1944, más conocido por “Hotel de Turistas”. En ese momento se pensaba que sus usuarios eran necesariamente turistas extranjeros, mayormente norteamericanos. A partir de los años cincuenta el turismo aumenta, aunque siempre mostrando cifras magras. En 1954 son 6903 turistas. Extranjeros 4211 y 2692 nacionales. La información se lograba sumando el total de viajeros que llegaban por ferrocarril y en los escasos vuelos aéreos de la época. Con este procedimiento se comprendía a los nacionales, en realidad cuzqueños que retornaban a la ciudad de su residencia. Esta técnica de presentar el arribo de turistas continúa hasta la fecha. Los montos globales incluyen a todo viajero, aunque no sea turista. Salvo se use la definición que quien pasa la noche fuera de su residencia habitual es turista y se la aplique urbi et orbi a todo viajero. El turismo disminuyó notablemente, especialmente por acción del terrorismo, cuando llegó a los niveles más bajos. Superada la crisis de los años ochenta del siglo pasado, ha crecido sin interrupción. Durante la crisis se introdujeron nuevas ofertas como el turismo místico (Flores Ochoa, 1996). Sin embargo a pesar del optimismo que exhibe el sector turismo, los viajeros aún no llegan al millón anual. Es la meta óptima que esperan todos, desde el Viceministro de Turismo, pasando por las transnacionales del transporte aéreo, hoteles de cinco estrellas, hasta descender a los operadores locales, regentes de hostales, restaurantes económicos, guías de turismo, más vendedores locales de artesanía.

3 La exposición de los hechos que mostraré en esta presentación sigue dos líneas. La primera, tratarlos como expresiones de irracionalidad económica, por lo menos, desde la perspectiva de quienes no somos partícipes activos del turismo. Aunque anuncié que no seguiría los 156

lineamientos de la antropología económica de racionalidad e irracionalidad, considero que, en este caso, es de utilidad, con las precauciones y limitaciones que se deben tomar. En este debate, casi en momento de sedimentación de propuestas analíticas, será útil recordar a Burling (1976); Dalton (1968); Godelier (1980) Joy (1974); Kaplan (1976); de amplia producción científica en el debate de la antropología económica. La ideología es otra referencia conceptual. Es oportuno tomar su sentido general, como figura en el Diccionario de la Lengua Española en una de sus versiones oficiales: Del griego, idea 1. Doctrina filosófica centrada en el estudio del origen de las ideas. // 2.Conjunto de ideas fundamentales que caracterizan el pensamiento de una persona, colectividad o época, de un movimiento cultural, religioso, político, etc.

El “etc.” de la entrada permite sugerir que ideología también puede ser característica de quienes intervienen económicamente en la actividad turística, cualquiera sea su nivel de participación y decisión, que sin lugar a dudas podemos adelantar es propia del turismo cuzqueño, con posibilidad de aplicarse a otros escenarios turísticos del país, de otras regiones andinas, como de las que buscan afanosamente convertirse en destinos turísticos 24. Hay dificultad en el intento de explicar que los roles y el discurso del sector económico del turismo, es ideológico, para establecer que hay formas y usos que parecen irracionales, desde el campo conceptual de la antropología. Geertz da aportes que ayudan a ver la “ideología como sistema cultural”. Se debe ser precavido, en cuanto dice el autor: Que la concepción de la ideología ahora reinante en las ciencias sociales es enteramente valorativa (es decir, peyorativa) se demuestra con bastante facilidad (1973:16).

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Participar en el “Seminario Internacional Turismo, Pobreza y Desarrollo”, en Sucre, Bolivia del 27 al 29 de octubre del 2005, me permite proponer que el turismo como ideología, se puede aplicar a empresarios, conductores, guías y funcionarios estatales de este país y posiblemente de otros.

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A partir de estos conceptos propongo, para los fines de esta presentación, tomar en cuenta que parte de la función de la ideología, es proporcionar referentes para creer en principios, normas, reglas, argumentos para justificar, incluso solamente defender posiciones y actividades económicas. Se crean, creen y usan “verdades” que no requieren ser probadas. Basta enunciarlas, para que sean ciertas. Casi sucede como con los mitos, son verdades, no se las discute ni dudan (1981). Con esta base, se percibe que los empresarios pretenden y esperan que los demás, los “otros” las acepten, sin conceder siquiera la opción de opinar en contra, por el riesgo de ser considerados “enemigos del turismo”, “enemigos del desarrollo y el progreso”. Turismo y desarrollo son sinónimos. No aceptan diálogo, ni discusión, basta colocar etiquetas peyorativas. Los empresarios y otros agentes del turismo, se sienten fortalecidos cuando, por ejemplo, se difunden noticias de agencias extranjeras, comentados éxitos del turismo nacional y/o local. Las utilizan con entusiasmo, reforzando y confirmar sus posiciones. Unos ejemplos: El prestigioso diario New York Daily News, colocó a Machu Piqchu en la portada de su sección Travel encabezando la lista de los Ten Tops Trips (Diez Mejores Viajes de Turismo)… Además de Machu Piqchu, en la lista de los Diez Mejores Viajes de Turismo se encuentran Alaska Noruega y Finlandia (lugares donde se puede contemplar mejor el fenómeno de la Aurora Boreal. La Muralla China, Nueva Zelanda, los bosques tropicales de Brasil, museos de postguerra de Rusia. Viaje en auto de Sudáfrica a Egipto. Viaje en el Orient Express de París a Estambul y los templos de Camboya (El Sol, 29-IX-05, Cuzco)

Revisando este trabajo se difundió otro “logro”, “galardón” para Machupiqchu. Con mucha publicidad se anunció que Wanderlust, revista de turismo, realizó una encuesta entre […3569 de los más experimentados viajeros del Reino Unido, que votaron por las siete maravillas de la actualidad…], habían colocado en primer lugar a Machupiqchu, seguido por los Templos de Anhkor (en Cambodia), el Taj Mahal de la India, Petra en Jordania, el Gran Cañón en Estados Unidos, La Gran Muralla China y las Islas Galápagos del Ecuador. Sin embargo la encuesta luce como publireportaje. 158

Con estos criterios selecciono ejemplos para ilustrar el propósito de esta presentación, dejo otros para un futuro análisis simbólico. La información que utilizo, en su mayor parte, son declaraciones de representantes del turismo local y nacional. Las tomo de periódicos impresos, televisivos, radiales, documentos oficiales y folletería de propaganda. Hasta el momento no ha sido posible tener entrevistas directas con actores activos. Como residente del Cuzco, considerado crítico del turismo, es casi imposible por ahora, concertar entrevistas. Esta realidad me ha conducido casi, en cierta forma, a practicar una suerte de etnohistoria de la actualidad, de corta profundidad temporal. Fue posible al recordar las palabras del maestro John V. Murra. Decía que para hacer etnología, utilizando fuentes escritas: [. . . se debían leer los documentos históricos con ojos de antropólogo…], dándoles una lectura antropológica. Esta lectura es útil, puesto que siendo válida para la “reconstrucción” etnológica de la sociedad andina de los siglos XVI y XVII, es válido para los siglos XX y XXI. Por estas consideraciones, busco en estas fuentes información para realizar la etnohistoria de corto plazo, la del momento. Declaraciones a los medios, tomados como testimonios verídicos, efectuados en momentos críticos, sinceros, emotivos, cuando proponen crear opinión pública favorable que respalde sus, casi siempre, demandas, reclamos, concesión de medidas que favorezcan la actividad empresarial o para rechazar declaraciones o medidas que consideran atentatorias a sus intereses. Con estas referencias paso a exponer tres casos. Dejo otros para el futuro cercano.

4 El turismo y las demandas sociales. La situación económica del país presenta gran contradicción. La macroeconomía se considera positiva, baja inflación, reservas monetarias de más de diez mil millones de dólares, que comparadas con el desbalance que dejó el fugitivo ex presidente Fujimori, es positiva. El crecimiento económico sostenido de 3 a 4 % mensual, inflación no mayor del 2.5 promedio al mes los últimos 159

años. Las exportaciones aumentan, como sucede con la minería, por el alto precio de los metálicos en el mercado mundial. También se han ganado mercados con exportaciones no tradicionales de espárragos, mangos y otros productos agrícolas. El turismo contribuye al total de las cifras macroeconómicas. Ocupa tercer o cuarto puesto en el ingreso de divisas, cantidad que varía según quien proporciona la información. El problema es que la economía nacional no repercute en sectores mayoritarios del país. Los economistas y funcionarios del gobierno (el que concluyó el 2006), anunciaban que el crecimiento económico, tendría impacto en la economía general, por medio del “chorreo” o “goteo”. La realidad para los que reciben salarios mensuales, es que no se produjo el “chorreo”. Las informaciones oficiales aceptan que los salarios han perdido poder adquisitivo en los últimos veinticinco años, puesto que ahora se adquiere un tercio menos de lo que se podía lograr en la década de los ochenta del siglo pasado. El salario mínimo fue S/. 224 en 1989, después aumentó a S/. 238 en 1994. El gobierno de Toledo incrementó de S/:410 a S/460 el 2003, que son 17 dólares más, pasando de $ 124 a $141. En términos generales los salarios, como promedio, no exceden cuatro unidades mínimas. Por ejemplo los policías ganan en promedio, dos unidades mínimas, los maestros primarios y secundarios no exceden las tres (datos para el año 2006). Es similar con el resto de trabajadores de carrera del sector público y privado. La diferencia son de funcionarios con contratos a plazo fijo, que tienen salarios mayores. Los costos de los servicios públicos son caros, comparado con otros países latinoamericanos, especialmente los vecinos. El precio de la gasolina, en el Perú es el más alto de Sudamérica. La reciente explotación del gas del yacimiento de Camisea, ubicado justamente en el departamento del Cuzco, no ha significado disminución en su precio de venta. Ha ocurrido justamente lo contrario, pues se ha incrementado. Los niveles de pobreza indican que el 57.7 % de la población se encuentra en este nivel de acuerdo a datos proporcionados por el Instituto Nacional de Estadística e Informática –INEI-. La pobreza en el 160

departamento del Cuzco es 59.2 %, mayor al promedio nacional. Cifra a muy en cuenta, puesto que el mayor flujo turístico extranjero corresponde a este departamento. El jefe del INEI declaró: El Perú está en la mitad más pobre de Latinoamérica. Es un hecho histórico que se mantiene (El Comercio, 25 de octubre del 2005). El cuadro se completa con la información que 25 % de los ingresos del estado se dedicaron a pagar deuda externa. Porcentaje que se pretendió incrementar hasta un 40%, para figurar como buen pagador, que honra sus deudas. El porcentaje tiene mayor significado cuando se relaciona el total de recaudación de impuestos, con la destinada a la atención de servicios públicos como educación, salud, seguridad ciudadana, en los que ocupamos los últimos lugares en Sudamérica. Esta información, con las precauciones del caso, explica el malestar social que atraviesa el país. Los trabajadores de los diversos sectores de la producción y los servicios públicos demandan continuamente aumento de sueldos y salarios. Los pedidos no son atendidos. Las tratativas duran meses, para al final conceder incrementos que no satisfacen. El último ejemplo es de los profesores de las universidades estatales, que solicitaron durante años incremento que está establecido en la ley de la universidad nacional. Se convirtió en demanda ritual anual. La última fue en julio de este año (2005). Después de setenta días de suspensión de labores académicas, se obtuvo el 10 % del sueldo básico que equivale más o menos a 30 dólares mensuales. Otros sectores reciben mucho menos o nada, luego de largas negociaciones. En estas circunstancias no llama la atención se recurra a medidas de fuerza, que con facilidad adquieren niveles de violencia. De acuerdo al gobierno los responsables son los que demandan trato justo y salarios de acuerdo a sus necesidades. La respuesta del gobierno fue encargar a la policía mantenga el “orden público”. Las agresiones a los manifestantes concluyen con detenidos, heridos y a veces muertos. Los sectores que protestan recurren a movilizaciones masivas, como parte de la estrategia sindical. Se capturan edificios o instalaciones considerados estratégicos. Se interrumpe el tránsito de calles céntricas para crear problemas de 161

tránsito vehicular. Son frecuentes la “toma de carreteras”. Colocan piedras y otros materiales en las pistas a lo largo de varios kilómetros, impidiendo la circulación de vehículos motorizados, incluyendo los que transportan productos alimenticios para los mercados urbanos. Los ómnibus de pasajeros, incluyendo los que conducen turistas también son impedidos de circular. Aquí es donde me aproximo al comportamiento de los agentes del turismo, que propongo merece atención. Carlos Canales Presidente de la Cámara Nacional de Turismo (CANATUR) 25. A raíz de huelgas, con toma de carreteras y edificios públicos, declaró antes de concurrir a una cita con el Presidente de la República Alejandro Toledo: [...] es absolutamente necesario imponer mano dura, mano fuerte para combatir en primer lugar lo que vimos el viernes pasado, la apología del terrorismo que afecta la imagen del país, que ahora está en peligro. En la reunión con el presidente enfocaremos, además del tema de la inseguridad en el país, con todos los eventos de violencia que vemos, el 18 en Cajamarca por el tema del Cerro Quilish, luego Yurimaguas y en Puno, y el día de mañana con un paro de 24 horas en Cusco. La propuesta es considerar delitos agravados a los hechos en que se atente contra turistas nacionales o extranjeros, y contra bienes que estén orientados al sector turístico (Impacto, 11-XI-2004, Lima)

La propuesta de considerar delitos agravados cuando se atente contra turistas, sale de toda lógica y consideración jurídica. Los delitos se castigan por su naturaleza, no por la persona afectada, salvo casos excepcionales, que son eso justamente, excepcionales. No es solamente grave la propuesta, entendible porque al fin proviene de quien defiende su negocio, sino por la indiferencia de juristas y otros comentaristas, que no la consideraron. Se trata de crear un sistema penal especial por la

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Fue reelegido el 2010 presidente de CANATUR. En larga entrevista declara que El turismo interno es el motor. Propone creación del Ministerio de Turismo y […] proponemos una fusión de esfuerzos públicos y privados, de modo que las universidad y el sector empresarial pueda poner en valor los restos arqueológicos y cuidar las reservas naturales […]. Vamos suplemento de turismo de El Comercio, 18, mayo, 2010. Lima.

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naturaleza de las personas, con el único respaldo de ser presidente de un sector del turismo. Añade Canales: […] Crecimiento de casi 20%, que hará que superemos los mil millones de dólares de aporte a la economía nacional este año y que lleguemos a un millón 100 mil visitantes este año, confirmación que está creciendo y no debemos arriesgar eso con una crisis social (Ibidem)

Comentar estas declaraciones, por el momento está de más. Es claro que responde intereses personales, sirve para mostrar que el turismo crea su propia ideología, incluyendo mitos. Los cultivadores de coca, en lenguaje popular cocaleros, poseen por ley, en plantaciones en las tierras calientes del Cuzco. Enfrentan agresiva y permanente política de erradicación de sus cultivos. La acción es alentada por la Comisión Nacional para el Desarrollo de Vida sin Drogas –DEVIDA-, que funciona con recursos nacionales y proporcionados por Estados Unidos como parte de la cooperación internacional. Su director fue Ministro de Agricultura del presidente Fernando Belaúnde. La campaña que dirige utiliza generalizaciones como coca es cocaína, que no tiene respaldo científico o de cada diez hojas de coca nueve son para el narcotráfico y que coca es narcotráfico. Las afirmaciones buscan confirmar la investigación hecha por encargo (Rospigliosi et al, 2004). No se toma en cuenta lo mostrado por otros investigadores, entre ellos Henman (1992) y Paz (1986). Muestran la importancia de la coca en las culturas andinas contemporáneas, como parte de su derecho cultural. DEVIDA guiado por sus propias afirmaciones, busca erradicar los cultivos, sin diferenciar legales de ilegales, que sin duda dedican su producción a la producción de cocaína. Esta amenaza y que la Empresa Nacional de la Coca –ENACO- no adquiera toda la producción, como debería hacerlo, motiva protestas de los cocaleros. En una de sus marchas llegaron al Cuzco, desfilando por las calles céntricas y realizando mítines rápidos. Ingresaron al recinto inca del Qorikancha, ahora parte del convento de Santo Domingo. Este espacio fue muy sagrado en el Cuzco inca. 163

Los cocaleros ingresaron en momento de visita de turistas. Los sacerdotes que administran el monumento, demandaron la presencia de la policía para expulsar a los manifestantes. Igual actitud tomaron algunos conductores de turistas. La policía siguiendo sus procedimientos, utilizó violencia, lanzando bombas lacrimógenas. El resultado fue un enfrentamiento violento. Fue esta violencia la que incomodó a los turistas y no el ingreso de los manifestantes que fue pacífico. Las informaciones periodísticas locales y nacionales, dieron cuenta de lo sucedido, magnificando los hechos, incluyendo comentarios que el turismo se hallaba en peligro y actitudes de esta naturaleza espantarían a los turistas. La reacción de los empresarios fue similar a la del Presidente de la CANATUR, seguían el mismo libreto. Protestas airadas, indignación, pedido de medidas severas, al mismo tiempo denuncias por no proteger a turistas y lugares que visitan en la ciudad. Reiteraron se estaba atentando contra la economía del país y la región, se espantaría a los turistas que disminuirían y se impediría el crecimiento del turismo. Surgieron comunicados de los diferentes sectores del turismo, condenando lo sucedido. Hubo adhesión de otros sectores, entre ellos el minero, que también experimentaba críticas por la contaminación ambiental que causan las minas. La señora Myriam Cabrera representante del Proyecto de Reforma del Sector de Recursos Mineros del Perú en la XXVII Convención Minera expuso “El Costo del conflicto social” y entre otras afirmaciones dijo que: Estos conflictos (los sociales) de acuerdo a informe elaborados por el Banco Mundial y la Comisión Económica para América Latina –CEPAL- irán aumentado una espiral en los siguientes meses –añadió- solo en el sector turismo por el movimiento económico en temporada alta, las cifras ascendieron a 400 millones de dólares. Sólo en agosto último, las pérdidas alcanzaron los 4 millones de dólares por día. Correo (Correo, 16-IX-2005, Lima)

Las declaraciones son similares a otras, que buscan convencer la gravedad de las pérdidas que experimentará el sector turismo, a causa de las protestas sociales; la paralización de su crecimiento y de la importancia del porcentaje de la población que participa en el turismo. 164

La magnitud de las pérdidas se trabaja de manera errática. Responden a cálculos rápidos, no resultan de estudios serios con metodología adecuada. Son estimados para impactar en el público y lograr simpatía, cuando no respaldo a sus demandas. Nótese la incongruencia en la declaración del Presidente de CANATUR y de Myriam Cabrera de minería. Si el turismo logra ingresos de mil millones, la pérdida de 400 millones representaría el 40% del total. Si esto fuera cierto sería el comienzo del descalabro del turismo. Esta desaprensión estadística se incrementa en declaraciones verbales. Luego de las protestas sociales surgen opiniones que dan porcentajes variados. Uno afirmó que el 30 % del Cuzco vive del turismo, estimado que ascendió rápidamente al 40% y así sucesivamente, a medida que se prolongaba el conflicto. La cumbre es obra de afirmó que el 90% de la población del Cuzco dependía del turismo 26. De acuerdo a este porcentaje, en el departamento del Cuzco, con casi un millón de habitantes, participarían en el turismo 900,000 personas. Caso de tomarse sólo la población urbana, serían 330,000 los partícipes del turismo, se calcula en 370,000 la población urbana. Los porcentajes, al margen de su falta de seriedad, reflejan la actitud de quienes declaran. No falsean. Sencillamente son creyentes de su verdad, debido a la sobrevaloración que otorgan a su actividad. Además tienen la intención de convencer a los demás, que quieran o no, también se benefician del turismo. El resultado es que incluso los que no dependen directa ni indirectamente del turismo, asuman esta “verdad”. No es raro que utilicen estas “verdades” en cuanta oportunidad se les presente. Puede ser para reclamar a las autoridades 26

Toda la ciudad del Cuzco vivimos del turismo. Declaraciones de Irma, así se identificó, quien llamó a la televisión, para criticar a los que tomaron la línea del ferrocarril, protestando contra el Alcalde de Aguas Calientes. Uno de los tantos conflictos por intereses económicos, entre el Frente de Defensa de Machupiqchu y el municipio de esa población (Canal de TV9, horas 7.30 am. 7-XII-06 Cuzco). El 2009, los guías de turismo protestando por razones gremiales, tomaron el Qorikancha, causando problemas a los turistas. Hicieron lo mismo que condenaron. El año 2010 han surgido programas televisivos con el mismo discurso. Afirman que de 5 cuzqueños 4 dependen del turismo o de cada 10 siete dependen directa o indirectamente de esta actividad. La crisis ocasionada por las intensas lluvias de enero del 2010, es utilizada para insistir con este discurso.

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municipales, que las calles estén limpias, que los semáforos funcionen, que los servicios de transporte sean eficientes u otro sinnúmero de pedidos formulados a funcionarios y autoridades locales y nacionales 27. Con propósito comparativo refiero lo sucedido en Arequipa. Los turistas visitan el valle del Colca, que ofrece obras coloniales de valor arquitectónico, paisaje y cultura viva. La administración estuvo a cargo de AUTOCOLCA, autoridad autónoma creada con este propósito. El año 2004 lo visitaron 86,846 turistas, que al 31 de octubre del 2005 creció en 13.68%. El cobro a los turistas recaudó un millón y medio de soles. El conflicto surgió cuando el alcalde de Caylloma, consideró que esos fondos debían ser administrados por su municipio y los alcaldes de la región. La no atención de su solicitud dio inicio a protestas. Cerraron la única carretera de acceso. Organizaron marchas, con toma de caminos y calles en la ciudad de Arequipa. Sus reclamos motivaron protestas del sector empresarial del turismo, que se dio por valorizar el costo del perjuicio que sufrían. Dieron estimados de pérdidas por 500,000 dólares, que pronto se transformaron en nada menos que doce millones. Así lograron que los diarios limeños condenaran la actitud de los campesinos, siguiendo lo que parece es una de las lógicas internas del turismo. Los mismos actores que se quejan y condenan las protestas sociales por el malestar que causan, crean condiciones que impiden su crecimiento. Anuncian triunfantes, sin notar que se contradicen, que el turismo ha crecido en el mismo momento de las protestas. El Viceministro de Turismo declaró, con entusiasmo, que de enero a mayo llegaron 326,300 turistas. La cifra supera en 45,300 a la del mismo período del año anterior, crecimiento que equivale al 14 %. El optimismo tomaba de referencia el crecimiento del 2004, que comparado con el del 2003, fue 28%. El 12 de julio el mismo Viceministro de Turismo, informó que el turismo al 30 de junio del 2005 se había incrementado en 19% con relación al año anterior.

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Estando concluido este trabajo se comprobó la venta ilegal de boletos de ingreso a Machupiqchu. Una organización de trabajadores del INC-Cuzco, los rehabilitaba para venderlos a turistas, probablemente a operadores de turismo. El hecho sigue bajo investigación por la policía y el Instituto Nacional de Cultura.

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Incongruencias de este tipo no afectan sus verdades. Se nota en la forma que delinean los enunciados, que guían el comportamiento de la cofradía de creyentes del turismo. Reiteran su verdad para impactar en la comunidad, puesto que buscan que esta irracionalidad, como se la ve desde afuera del mundo turístico, se transforme en racional. Machupiqchu. Este centro arqueológico posee larga tradición ligada al desarrollo del turismo del Cuzco y el país. La existencia de Machupiqchu estuvo presente en el conocimiento de los cuzqueños, desde inicios del siglo XX, cuando no se sabía mucho del valor científico de las evidencias incas del pasado, ni se las valoraba. Convivir con ellas desde su nacimiento y tenerlas cerca, los había acostumbrado a no maravillarse, puesto que formaban parte de la vida cotidiana. Se llegaba a usos extremos que vistos desde la perspectiva actual, suenan aberrantes. El Municipio del Cuzco, permitía que se tomaran piedras de Sacsayhuaman, para usarlas en cimientos de nuevas construcciones. El “descubrimiento” de Machupiqchu por Hiram Bingham, se reconsidera, puesto que llegó a lugar que estaba ocupado por campesinos, “arrendiris” de las haciendas de la zona y cultivaban en los andenes incas. Bingham siguió por ruta que le indicaron vecinos del Cuzco, dueños de haciendas vecinas al sitio arqueológico, como muestra Mariana Mould (2003). López Lenci muestra el momento intelectual del Cuzco cuando Bingham hizo conocer al mundo académico de Estados Unidos, la existencia de Machupiqchu, en la cumbre de una montaña del bosque de neblina (2004). El simbolismo que se le otorga en el Cuzco actual está descrito (Flores Ochoa, 2004). Machupiqchu se ha convertido en símbolo del turismo peruano en general y cuzqueño en especial. La ubicación en descenso a la Amazonía, otorga a las construcciones incas relieve especial, armonizando naturaleza y humanidad, que no es frecuente hallar en otros lugares del mundo. Para resaltar el valor de algún sitio arqueológico lo comparan con Machupiqchu. El turismo al Cuzco se basa principalmente en su calidad excepcional y su singularidad mereció que la UNESCO lo declaré Patrimonio Cultural de la Humanidad. 167

Machupiqchu es delicado y vulnerable. El flujo excesivo de turistas ocasiona deterioro, que de aumentar sin control, llegará a un límite que será irreversible. No es simple suposición, hay estudios que vaticinan puede ocurrir en futuro no lejano. La causa es el crecimiento ilimitado de visitantes, el crecimiento desordenado del poblado de Aguas Calientes, mal llamado Machupiqchu Pueblo. No se puede ocultar el caos, por la construcción desordenada de hoteles, hostales, alojamientos, restaurantes y establecimientos comerciales y viviendas precarias, sin criterio urbanístico ni de conservación del paisaje y la seguridad mínima para pobladores y visitantes, por hallarse en una cuenca vertical, de avalanchas periódicas. La última del 2004, causó varios muertos, ninguno turista. Destrozó parte de un hotel de primera categoría y de otro en construcción dentro del cauce de una corriente de agua perteneciente a una autoridad edil local. La preocupación del riesgo que amenaza a Machupiqchu, partió de varios sectores de la población, del Instituto Nacional de Cultura; de la sociedad civil como el Instituto Americano de Arte del Cuzco; el Centro de Estudios Andinos y otras culturales y académicas. Los empresarios del turismo no se sensibilizaron por el destino de Machupíchu, debiendo ser los más interesados en su conservación. Esta actitud motivó se los compare con mineros del siglo XIX, que no se preocupaban de conservar el medio ambiente. Les guiaba el ánimo de lucro rápido y una vez agotado el mineral, retirarse dejando inmensas cárcavas de paisaje lunar. La minería moderna se sujeta a reglas diferentes para proteger el entorno natural (Flores Ochoa, 2000). Hechos como los referidos, motivaron preocupación de la UNESCO. En su reunión de Marrakesh, Marruecos, de noviembre-diciembre de 1999, durante la XXIII sesión del World Heritage Committee de la Convention Concerning the Protection of The World Cultural and Natural Heritage, luego de examinar el informe de la Misión Especial que envió al Perú en 1999, para verificar la situación del Santuario Histórico de Machupiqchu, la UNESCO consideró la posibilidad de incluirlo en la

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Lista de Patrimonio Cultural en Peligro, equivalente al Libro Azul de la fauna silvestre en riesgo de extinción. El informe incidía en: [. . . ] La presión demográfica y del turismo en el Santuario, especialmente en el paisaje que rodea la ciudadela, la misión [que informa] concluye que toda nueva construcción de estructuras en esta área, afectaría seriamente los valores de Herencia Cultural, autenticidad e integridad de la Ciudadela y el paisaje que la rodea (Informe de la Comisión de la UNESCO, 1999).

Para impedir Machupichu se declare patrimonio cultural en peligro, el Instituto Nacional de Cultura Región Cuzco –INC. Cusco- inició la elaboración del “Plan Maestro”, para manejo técnico del Santuario. El elaborado en el gobierno de Fujimori, sobrepasó el término de cinco años, 1998-2003, para el que había sido preparado y considerado es la vida útil de documentos de este naturaleza. Además el INRENA, Instituto Nacional de Recursos Humanos, puso énfasis en el aspecto natural y uso turístico, con mínima mención a su valor cultural como obra excepcional de la humanidad. En la siguiente reunión del Comité de Patrimonio Mundial Cultural, en China el 2003, se obtuvo plazo para presentar un nuevo Plan Maestro. Fue elaborado un equipo especial, formado por ecólogos, antropólogos, arqueólogos, historiadores, biólogos, geógrafos, economistas, planificadores y otros especialistas. Su labor concluyó el 2004. Durante su preparación, se consultó a diversas instituciones y sectores, incluido el turístico. No se recibieron sugerencias ni comentarios, de empresarios u otros especialistas en turismo, tampoco del Concejo Municipal de Aguas Calientes. El Plan Maestro (INC-Cuzco, 2004) aprobado por el Ministerio de Educación y la Dirección Nacional del Instituto Nacional de Cultura como parte del referido ministerio. Las observaciones surgieron de algunos sectores, como el Gobierno Regional, que pretendía controlar lo recaudado por el ingreso a Machupiqchu. Se alentó a la Cámara de Comercio e Industria del Cuzco que reúne empresarios (de hoteles, agencias de viaje, etc.), al Concejo Municipal de Aguas Calientes Pueblo, 169

a la Asociación de Agencias de Turismo, y otros gremios dedicados al turismo, para que objeten el Plan Maestro. Su principal argumento fue el no haber sido consultados reiterando, una vez más, discursos al estilo del Presidente de la Cámara Nacional de Turismo –CANATUR–. En el fondo la exigencia fue que no se controlará el número máximo de visitantes que Machupiqchu podía o debía recibir al día. La propuesta del INC fue que el número de visitantes no debía exceder a 2500 por día. Cifra fijada hace años y reiterada por el Comité Mundial. Se alegó era arbitraria, no era resultado de riguroso trabajo científico de expertos, menos de haberse consultado con los interesados, que son, por supuesto, los empresarios del turismo. La intención fue clara. Imponer una cifra mayor, porque según sus declaraciones, los turistas visitan el Cuzco para conocer Machupiqchu. Estos argumentos implican, en los hechos, ningún deseo de someterse a reglas para el uso turístico del santuario. Priorizan el valor económico del turismo, porque genera divisas, empleos, valiosos desde todo punto de vista, puesto que en el Cuzco no existen otros sectores generadores de ingresos. Siguiendo el estilo de las declaraciones del Presidente de CANATUR, se incluyó el argumento que el turismo ocupa más personas que la agricultura. Afirmación que no es real. Quienes trabajan en turismo, es evidente ganan más que los campesinos, pero no significa que ocupe a más individuos y familias. La resistencia del alcalde de Aguas Calientes, fue en parte porque su municipio recibe el 10% de los ingresos, además participa de la empresa de ómnibus que monopoliza el transporte al centro arqueológico, cobrando tarifas elevadas, tomando en cuenta su corto recorrido. El sector turismo ingresó al debate del Plan Maestro, principalmente para obtener privilegios, lograr concesiones para su trabajo, con el mínimo de reglas. En suma, fue defensa de intereses corporativos y de grupo. Motivados por el propósito de incrementar ganancias, deseo de no someterse a reglas que permitan conservar el patrimonio cultural y natural de la nación. En concreto, ganancias inmediatas, rápidas, sin pensar en el futuro. En su discurso hay referencias a valores y significados del 170

patrimonio cultural. La práctica muestra lo contrario. Utilizan términos de actualidad de los desarrollistas, como sostenido y sostenible, que en la práctica no observan. Si pensaran en su validez, no deberían proponer incremento de visitantes por día, porque quiérase o no, afectará la conservación del principal atractivo turístico de la región y el país. El conflicto es entre quienes se interesan por la cultura material arqueológica como mercadería para el turismo (Flores Ochoa 2005), con los encargados por el estado para defender el patrimonio cultural de la nación, vale decir proteger la herencia cultural de todos los peruanos. Para completar haré mención a otro aspecto de la búsqueda de ventajas empresariales relacionadas con Machupiqchu. El primero fue el aumento del precio del boleto de ingreso incluyendo el nombre del turista. La medida buscó incrementar los recursos del INC, puesto que el boleto no cambió precio durante años, como impedir que los boletos se revendieran y también proporcionar informes de los ingresos a la Superintendencia Nacional de Tributación, con fines administrativos, datos de la nacionalidad y ocupación de los visitantes. Las disposiciones despertaron protestas de las agencias de viaje, de conductores de grupos, que aducían ponía dificultades a su trabajo y limitaban la libertad para cumplir sus actividades profesionales. Con relación al costo se adujo espantaría el turismo y medidas de este tipo debían anunciarse con un año de anticipación. Luego de presiones, incluida intervención del Viceministro de Turismo, se logró que los boletos se vendan sin nombre del usuario, las agencias serían las encargadas de incluirlos. Se difirió el aumento del precio del boleto por seis meses. Se posibilitaba que las agencias poderosas adquieran boletos en cantidad, en perjuicio de las pequeñas, los vuelvan a usar o que el mismo turista los ceda o venda a otras personas 28. En este mismo momento, las empresas aéreas elevaron el precio de los pasajes. No surgieron protestas de quienes con tanta vehemencia reclamaron por el incremento del precio del boleto de ingreso a 28

La razón es que las empresas de turismo tienen arreglos con las compañías aéreas, que les conceden descuentos especiales.

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Machupiqchu. La empresa que monopoliza el servicio de transporte de turistas al centro arqueológico, también elevó el costo de los pasajes, sin que el sector turismo proteste.

5 En concreto el sector turístico busca ventajas, para incrementar ganancias. Típica expresión de maximización de ganancias con el mínimo de obligaciones y observación de regulaciones. Comportamiento racional desde la perspectiva empresarial, pero irracional si se prioriza conservación de los recursos que oferta el turismo y le proporcionan ganancias. Típico caso de irracionalidad económica, en los que inciden análisis de la corriente sustantivista de la antropología económica. El uso de Machupiqchu, es el mejor ejemplo. Los más interesados en conservarlo, observando regulaciones, debían ser los actores que logran ganancias por usar el monumento arqueológico. Las excepciones de este comportamiento, son eso, excepciones, no característica del sector, como debería ser de tener conciencia conservacionista y pensar racionalmente en la conveniencia de mantener en uso el recurso que permite su actividad económica, su propia existencia económica. Es evidente, no se piensa en uso y desarrollo sostenido y sostenible. Esperamos acepten la necesidad de actuar en consonancia con la fragilidad de los recursos naturales y culturales que explotan. Sea oportuno mencionar por lo menos lo que sucede con el turismo vivencial, que se presenta como posibilidad de turismo “limpio”. Los casos de Taquile (Zorn, 2005) y Amantani (Gascón, 2005), son ejemplos futuros sino se cambia de actitud. Pensar y actuar como muestran los ejemplos citados, son frecuentes en el sector turismo, porque consideran son dueños de la verdad, sin lugar a objeciones. Piensan que su actividad es la más importante del momento. Son creyentes de su verdad, porque han transformado la actividad económica en ideología, incluyendo creación de sus propios mitos. Mientras tanto las cifras del índice de pobreza publicadas por el Instituto Nacional de Estadística e Informática –INEI– confirman que el 172

51,6 % de los peruanos vive en situación de pobreza. De ellos casi la tercera parte se hallan en extrema pobreza, que significa contar con algo más de 3.5 soles por día, menos de un dólar, para vivir. El índice para el Cuzco es 59.2 %. Las cifras llaman a reflexión. El Cuzco es uno de los departamentos que ha recibido mayor inversión pública en servicios destinados a facilitar la actividad turística. Examinemos con más cuidado la importancia del turismo como “herramienta de desarrollo”, porque en el departamento con mayor afluencia de turistas no se notan cambios significativos en la economía de los sectores deprimidos económicamente 29. REFERENCIAS Burling, Robbins 1974 “Teoría de maximización y el estudio de la antropología económica”. En Maurice Godelier Antropología Económica: 101-123.Edit. Anagrama. Dalton, George 1968 “Economic Theory and Primitive Society”, en Edward E. Leclair jr. y Harold k. Shneider. Economic Anthropology. Readings in Theory and Analysis New York. 1971 “Theoretical Issues in Economic Anthropology”. En George Dalton, Editor Economic Development and Social Change. American Museum Sources Books in Anthropology. Flores Nájar, Eldi 1994 “Notas para la historia del turismo en el Cuzco”. Revisa del Instituto Americano de Arte del Cusco. No. 14: 209-217. Cuzco. Flores Ochoa, Jorge A. 1994 “Buscando los espíritus del ande: turismo místico en el Qosqo”. Las Tradiciones Andinas en Tiempos Modernos: 9-29. Editores Hiroyasu Tomoeda y Luis Millones. National Museum of Ethnology. Osaka. 2000 “Montañas Sagradas: Machupiqchu en Debate”. Revista del Instituto Americano de Arte, No. 16: 38-49. Cuzco.

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Cifras del 2009 muestran que el Cuzco es uno de los pocos departamentos donde ha crecido la pobreza.

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